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San Juan de los Lagos, Jal. Marzo de 2008 Nº 308 Revista Diocesana Mensual «AÑO DEL DISCIPULADO» INICIACION CRISTIANA PASCUA CONGRESO EUCARISTICO ORDINARIO DE LA MISA INICIACION CRISTIANA PASCUA CONGRESO EUCARISTICO ORDINARIO DE LA MISA

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Page 1: INICIACION CRISTIANA PASCUA CONGRESO EUCARISTICO … · ración del IV Congreso Eucarístico Nacional (Morelia, 1-4 de mayo) y del 49º Congreso Eucarístico Internacional (Québec,

San Juan de los Lagos, Jal. Marzo de 2008 Nº 308

Revista Diocesana Mensual

«AÑO DEL DISCIPULADO»

INICIACIONCRISTIANA

PASCUA

CONGRESOEUCARISTICO

ORDINARIODE LA MISA

INICIACIONCRISTIANA

PASCUA

CONGRESOEUCARISTICO

ORDINARIODE LA MISA

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Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34.Apartado Postal 21Tel. (395) 785-0020Fax. (395) 785-0171

Correo-E: [email protected]: [email protected]

47000 San Juan de los Lagos, Jal.

Responsable:Comisión de Pastoral Litúrgica

Diócesis de San Juan de los Lagos.

SUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIOPresentación ........................................................................................................................... 1

LA INICIACIÓN CRISTIANAProceso de Formación inicial de Discípulos de Cristo ..................................................... 2

El Ritual de la Iniciación Cristiana para Adultos ............................................................... 7

SEMANA SANTA Y CINCUENTENA PASCUALSemana Santa ....................................................................................................................... 11

Triduo Pascual ...................................................................................................................... 12

Vigilia Pascual ...................................................................................................................... 14

Domingo de Resurrección .................................................................................................. 17

CONGRESO EUCARISTICOHacia el Congreso Eucarístico 2008 ................................................................................. 20

Congresos Eucarísticos Nacionales en México ............................................................... 23

49º Congreso Eucarístico Internacional ............................................................................ 24

El IV Congreso Eucarístico Nacional ................................................................................ 25

El II Congreso Eucarístico Diocesano ............................................................................... 28

Jornada Parroquial Eucarística de la Familia ................................................................... 31

Hora Santa ............................................................................................................................ 39

NUEVO MISAL ROMANO«Justificación de la Misa en nuestra propia lengua» ...................................................... 45

La Misa en nuestra propia lengua...................................................................................... 47

ENCÍCLICA SPE SALVIResumen ................................................................................................................................ 53

Carta Encíclica ..................................................................................................................... 54

VIDA DIOCESANAActa de la Reunión de Responsables de Pastoral Diocesana ........................................ 82

Nuevos Obispos para Guadalajara ................................................................................... 85

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INICIACION CRISTIANA

Presentación

«Ser discípulo es un don destinado a crecer. Lainiciación cristiana da la posibilidad de un aprendizajegradual en el conocimiento, amor y seguimiento deJesucristo. Así, forja la identidad cristiana con lasconvicciones fundamentales y acompaña la búsquedadel sentido de la vida. Es necesario asumir la dinámicacatequética de la iniciación cristiana. Una comunidadque asume la iniciación cristiana renueva su vidacomunitaria y despierta su carácter misionero. Estorequiere nuevas actitudes pastorales de parte de obis-pos, presbíteros, diáconos, personas consagradas yagentes de pastoral» (A 291).

La liturgia ofrece un itinerario general y completode formación para los discípulos misioneros de Cristo,en dos etapas: el camino inicial que hace al discípulo,mediante el proceso de la Iniciación Cristiana; y elcamino de la formación permanente, a través de lavivencia cíclica del Año litúrgico, en un ritmo marca-do por el domingo.

Aumenta el número de adultos, jóvenes o adoles-centes que solicitan el sacramento del Bautismo, o laConfirmación y Primera Comunión, y no tenemosestructuras eclesiales para atenderlos, prepararlos,acompañarlos, dentro de la comunidad.

Incluso hay quiénes, con una somera preparaciónprivada, sin ningún rito comunitario previo, los bauti-zan con el Ritual de Bautismo de niños, los mandan ala Confirmación en las celebraciones extraordinarias,y les dan la Primera Comunión, sin tener en cuenta elproceso señalado en el Ritual de la Iniciación Cristianade Adultos (RICA).

Hay parroquias que ni siquiera cuentan con esteritual. Algunos hasta piensan que es sólo para Bautis-mo de adultos. Siendo que nos ofrece todo un itinerariomodelo para todo camino catecumenal, que la Iglesiapide para todos los cristianos. Tiene un capítulo parajóvenes o adultos bautizados de niños pero sin inicia-ción y que ahora piden uno de los sacramentos; y otropara Iniciación de niños en edad escolar. Lo másinteresante son los Prenotandos.

Una vez iniciados como discípulos, seguirán cre-ciendo por un programa circular que crece en espiral:el domingo y el año litúrgico. Al centro de éste está la

Pascua. En este año, las lecturas bíblicas del ciclo Acorresponden a los grados de la etapa de Ilumina-ción en el catecumenado antiguo, recomendadaspara los procesos catecumenales actuales.

El núcleo de nuestra fe cristiana es la Pascua: laMuerte y la Resurrección de Cristo. Y lo celebramosdurante noventa días: ¡un solo tiempo fuerte denoventa días!: cuarenta de preparación (la cuares-ma) y cincuenta de celebración (tiempo pascual).En esos noventa días almacenamos energías paraaprovechar su impulso durante el resto del año. Elmiércoles de ceniza inicia ese paso de la muerte a lavida en Cristo; y culmina en Pentecostés.

No podemos, pues, descuidar la Pascua, centrodel año litúrgico, su tiempo más fuerte y significa-tivo, en dos fases: una cuarentena de preparación,tres días de celebración, y una cincuentena deproyección. La Cuaresma nos prepara a esta cele-bración. El Triduo Pascual, que culmina en laVigilia Pascual, celebra la Pascua, que se extiendeluego durante siete semanas de vivencia intensiva.Pentecostés no es fiesta aparte, sino plenitud ycumplimiento de lo inaugurado en la Noche dePascua.

Además, esta Pascua 2008 coincide con la prepa-ración del IV Congreso Eucarístico Nacional(Morelia, 1-4 de mayo) y del 49º CongresoEucarístico Internacional (Québec, 6-11 junio).Sugerimos prepararlo con la celebración de un Con-greso parroquial o decanal el Domingo del BuenPastor (IV de Pascua); y el II Congreso Eucarísticodiocesano el sábado 19 de abril.

En este Boletín ofrecemos primero una presenta-ción del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.Luego, algunos materiales para la Semana Santay la Cincuentena pascual, ya que solemos ser máscuaresmales que pascuales. Enseguida, aparecenlos materiales para el Congreso Eucarístico 2008 ensus tres niveles. Y finalmente la información yalgunas catequesis sobre la Consagración y el Ordi-nario de la Misa con la versión en «ustedes», lalengua del pueblo. Que nos ayuden a ser mejoresdicípulos y misioneros de Jesucristo.

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INTRINTRINTRINTRINTRODUCODUCODUCODUCODUCCIOCIOCIOCIOCIONNNNNEl Concilio Vaticano II, ante el cambio de época,

que plantea problemas nuevos por responder, piderestablecer el catecumenado, poniendo así a toda laIglesia en estado de misión, para redescubrir nues-tra identidad cristiana. El documento de Aparecida,en sus líneas de acción, pide crear y fortalecer lositinerarios diversos de formación del discípulo, y daprimer lugar a la Iniciación Cristiana.

Esto pide una nueva manera de realizar lascosas. No se trata de celebrar unosritos preparando una participaciónmás consciente mediante cateque-sis obligatorias. Se trata de ayudar auna persona (niño, adolescente oadulto) a llegar a ser un verdaderocristiano, en un itinerariocatecumenal, celebrando este donen etapas marcadas por los sacra-mentos de la Iniciación Cristiana.

Tenemos la mala costumbre decelebrar los sacramentos como sifueran eventos sin conexión, porcumplir. Y nos olvidamos que todoen la creación nos habla de proce-sos, que suponen continuidad y crecimiento. Hayvarios pasos y etapas desde que se siembra el granode maíz hasta que se cose el taco. Hay varios pasosdesde que la persona recibe la fe y la gracia por elBautismo hasta convertirse en auténtico discípulode Cristo. Las etapas las van marcando los sacra-mentos de la Iniciación Cristiana.

El proceso es un movimiento propio de la vida,para el perfeccionamiento del mismo ser, y elejercicio eficaz de sus funciones en el conjunto delos seres vivos. Tiene objetivos, requiere utilizarinteligentemente los recursos, realizar tareas poretapas, en forma gradual y progresiva. Es muyparecida a la construcción. Importa, pues, discer-

nir, para decidirse y actuar de acuerdo al ritmo decrecimiento y maduración de cada grupo humano.

Muchas imágenes bíblicas nos hablan de proce-so: la semilla, el campo, la vid, el rebaño, la cose-cha, la levadura en la masa, etc. Aunque la salva-ción se va realizando a través de un conjunto deacontecimientos imprevistos y sorpresivos, no sonsucesos aislados, sino un conjunto unitario que seconvierte en un proceso ininterrumpido.

“El itinerario formativo del seguidor de Jesúshunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la

persona y en la invitación personal deJesucristo, que llama a los suyos por sunombre, y éstos le siguen porque conocensu voz. El Señor despertaba las aspiracio-nes profundas de sus discípulos y los traíaa sí, llenos de asombro. El seguimiento esfruto de una fascinación que responde aldeseo de realización humana, al deseo devida plena. El discípulo es alguien apasio-nado por Cristo, a quien conoce y acom-paña” (A 277).

Sólo Dios puede asegurar su efecto,pues la gracia no depende de las media-ciones (catequistas, comunidad, textos,ritos). Sin embargo, el efecto no es auto-

mático, sino intencional; nosotros ponemos losmedios con autenticidad, testimoniando nuestra fecon humildad, más que sólo exigiendo catequesis yotros requisitos, o dando sacramentos a menores deedad sin atender el contexto familiar. Son los adul-tos los que gestionan la vida y toman las decisiones.La educación en la fe y la experiencia de Dios,aunque no pueden encerrarse en un marco rígido niestán al margen del contexto social e histórico,suponen un marco del catecumenado, como en laAntigüedad cristiana, aunque con la flexibilidad yadaptación suficientes.Se busca que el contenido de la fe sea significativo alas personas, y las lleve a celebrar y vivir el Misterio.

La Iniciación cristiana,proceso de Formación inicial

de Discípulos de Cristo

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INICIACION CRISTIANA

SITUSITUSITUSITUSITUAAAAACIÓNCIÓNCIÓNCIÓNCIÓN- Ya no se identifican el ciudadano y el cristiano. En

este mundo secularizado, con su visióninmanentista y la exaltación del individuo y sulibertad, muchos no practican ni creen. El am-biente favorece más bien el alejamiento religioso,la indiferencia, y relativismo moral. La Iglesia esuna voz en el desierto, una detantas en medio de un pluralismode ofertas religiosas.

- Está fallando el eslabón familiar enla transmisión de la fe. En casa nose ve apoyada la educación reli-giosa. Los papás no sienten nece-sidad, ni valoran, ni dan ejemplo,ni se comprometen. Las familiasviven muchas situaciones irregu-lares y desintegradoras. Muchospapás esperan educación, correc-ción, superación y todo de unahora semanal de catequesis sin pro-ceso y sin apoyo familiar.

- El sistema de iniciación que tenemos, tantocatequístico como sacramental, es insuficiente ohasta contraproducente. No responde a las nuevassituaciones y necesidades sentidas, ni armonizalos medios con el ideal, y no cumple los objetivos.“La iniciación cristiana ha sido pobre o fragmen-tada” (A 287).

- “Son muchos los creyentes que no participan en laEucaristía dominical, ni reciben con regularidadlos sacramentos, ni se insertan activamente en lacomunidad eclesial… ni toman conciencia de sucompromiso ciudadano. Tenemos un alto porcen-taje de católicos sin conciencia de su misión de sersal y fermento en el mundo, con una identidadcristiana débil y vulnerable” (A 286).

- La desproporción entre los teóricamente iniciadosy los cristianos comprometidos es enorme. Para lamayoría, el último Sacramento de la IniciaciónCristiana que reciben marca la conclusión de suvida cristiana, su fuga de la catequesis y de lasprácticas litúrgicas, y su distanciamiento de laIglesia.

- Muchos niegan verdades fundamentales de la fe,se acomodan a una moral subjetiva, viven unrelativismo o un sincretismo a la carta, se oponen

a las normas de la Iglesia o abiertamente lascontradicen. Los criterios de la Iglesia no setoman como puntos de referencia, y se ridiculi-zan. Algunos así se mantienen en la vida de laIglesia y se acercan a los sacramentos; otros sealejan con prejuicios y desconfianzas.

- La mayoría se detuvo en la etapa preparatoria a suPrimera Comunión o su Confirmación, o alguna

clase de religión en los colegios.Es decir, mientras crecen y madu-ran en el aspecto físico, sociológi-co y profesional, se quedan en elestadio inicial en cuanto al desa-rrollo de su fe. Esta es débil, frágil,sin profundización ni proyección,que parece inexistente, y no res-ponde a los desafíos e interrogantesque enfrenta.- “No resistirá a los embates deltiempo una fe católica reducida aun bagaje, a elenco de algunasnormas y prohibiciones, a prácti-

cas de devoción fragmentadas, a adhesiones se-lectivas y parciales de las verdades de la fe, a unaparticipación ocasional en algunos sacramentos,a la repetición de principios doctrinales, amoralismos blandos o crispados que no convier-ten la vida de los bautizados. Nuestra mayoramenaza es el gris pragmatismo de la vida coti-diana de la Iglesia en el cual aparentemente todoprocede con normalidad, pero en realidad la fe seva desgastando y degenerando en mezquindad. Atodos nos toca recomenzar desde Cristo, recono-ciendo que no se comienza a ser cristiano por unadecisión ética o una gran idea, sino por el encuen-tro con un acontecimiento, con una Persona, queda un nuevo horizonte a la vida y, con ello, unaorientación decisiva” (A 12).

- Vivimos en un mundo fragmentado, insolidario,discriminante y excluyente. Se buscan experien-cias concretas, pasajeras, sin compromiso, subje-tivas, sentimentalistas, secularizadas (ecología,derechos humanos, fraternidad, unidad, paz, jus-ticia, solidaridad). La fácil y variada comunica-ción es impersonal, superficial, virtual, técnica,impactante, sensacionalista, muchas veces sinvalores ni verdades, sin ética, visual e inmediatista,sin crítica real ni discernimiento.

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PLPLPLPLPLAAAAANTEAMIENTNTEAMIENTNTEAMIENTNTEAMIENTNTEAMIENTOSOSOSOSOSDE LDE LDE LDE LDE LOS RITUOS RITUOS RITUOS RITUOS RITUALESALESALESALESALES

“O educamos en la fa, poniendo realmente en contacto conJesucristo e invitando a su seguimiento, o no cumpliremos connuestra misión evangelizadora. Se impone la tarea irrenunciablede ofrecer una modalidad operativa de iniciación cristiana que,además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, elcómo y el dónde se realiza” (A 287).

“La iniciación cristiana, que incluye el kerygma, es la manerapráctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en eldiscipulado. Nos da, también, la oportunidad de fortalecer launidad de los tres sacramentos de la Iniciación, y profundizar ensu rico sentido. La iniciación cristiana, propiamente hablando, serefiere a la primera iniciación en los misterios de la fe, sea en laforma de catecumenado bautismal para los no bautizados, sea enla forma de catecumenado posbautismal para los bautizados nosuficientemente catequizados. Este catecumenado está íntima-mente unido a los sacramentos de iniciación: Bautismo, Confir-mación y Eucaristía, celebrados solemnemente en la VigiliaPascual. Habría qué distinguirla, por tanto, de otros procesoscatequéticos y formativos que pueden tener la iniciación cristianacomo base” (A 288).

“Se trata de una experiencia, que conduce en una profunda yfeliz celebración de los sacramentos, con toda la riqueza de sussignos. De este modo, la vida se va transformando progresivamen-te por los santos misterios que se celebran, capacitando al creyentepara transformar el mundo. Esto es lo que se llama catequesismistagógica” (A 290).

“Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciacióncristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conoci-miento, amor y seguimiento de Jesucristo. Así, forja la identidadcristiana con las convicciones fundamentales y acompaña labúsqueda del sentido de la vida… Una comunidad que asume lainiciación cristiana renueva su vida comunitaria y despierta sucarácter misionero” (A 291).

“La parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la iniciacióncristiana, y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vidacristiana a los adultos bautizados y no suficientementeevangelizados; educar en la fe a los niños bautizados en un procesoque los lleve a completar su iniciación cristiana; iniciar a los nobautizados que habiendo escuchado el kerygma, quieren abrazarla fe. En esta tarea, el estudio y la asimilación del Ritual deIniciación Cristiana de Adultos es una referencia necesaria y unapoyo seguro” (A 293).

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INICIACION CRISTIANA

RITURITURITURITURITUAL DELAL DELAL DELAL DELAL DELBABABABABAUTISMO DE NIÑOSUTISMO DE NIÑOSUTISMO DE NIÑOSUTISMO DE NIÑOSUTISMO DE NIÑOS

“Por los sacramentos de la iniciación cristia-na, los hombres, libres del poder de las tinieblas,muertos, sepultados y resucitados con Cristo,reciben el Espíritu de los hijos de adopción ycelebran con todo el pueblo de Dios el memorialde la Muerte y Resurrección del Señor.

En efecto, incorporados a Cristo por el Bautis-mo, constituyen el pueblo de Dios, reciben elperdón de todos sus pecados, son arrancados deldominio de las tinieblas y pasan al estado de hijosadoptivos, convertidos en una nueva criatura porel agua y el Espíritu Santo. Por eso se llaman yson hijos de Dios.

Marcados luego en la Confirmación por eldon del Espíritu Santo, son más perfectamenteconfigurados al Señor y llenos del Espíritu Santo,a fin de que den testimonio de Él ante el mundo,para llevar cuanto antes al Cuerpo de Cristo a suplenitud.

Finalmente, participando en la asambleaeucarística, comen la Carne del Hijo del Hombrey beben su Sangre, a fin de recibir vida eterna yexpresar la unidad del pueblo de Dios; y, ofre-ciéndose a sí mismos con Cristo, contribuyen alsacrificio universal en el cual se ofrece a Dios, através del Sumo Sacerdote, toda la Ciudad mis-ma redimida; y piden que, por una efusión másplena del Espíritu Santo, llegue todo el génerohumano a la unidad de la familia de Dios.

Por tanto, los tres sacramentos de IniciaciónCristiana se ordenan entre sí para llevar a supleno desarrollo a los fieles, que ejercen la fun-ción de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y enel mundo” (1-2).

Insiste en una cierta dilación del bautismo,distinguiendo entre “petición” y celebración” ycreando un espacio intermedio para la prepara-ción. Su responsabilidad recae sobre la comuni-dad entera, y en especial en los padres. Es elcomienzo de un camino, que debe ser conducidohacia su plenitud, mediante la educación fami-liar, la catequesis, las celebraciones y el acompa-ñamiento de la comunidad.

RITURITURITURITURITUALALALALALDE LDE LDE LDE LDE LA COA COA COA COA CONFIRMANFIRMANFIRMANFIRMANFIRMACIÓNCIÓNCIÓNCIÓNCIÓN

“La participación de la naturaleza divina que loshombres reciben como don mediante la gracia deCristo tiene cierta analogía con el origen, el crecimien-to y el sustento de la vida natural. En efecto, los fielesrenacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacra-mento de la Confirmación y, finalmente, son alimen-tados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna,y así, por medio de estos sacramentos de la iniciacióncristiana, reciben cada vez con más abundancia lostesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfecciónde la caridad” (Const. “Divinae consortium naturae).

Si el Bautismo es el comienzo, la Confirmación essu avance y continuidad, y la Eucaristía su puntoculminante. Hay unidad en los tres, en una mutua eimplicante relación y referencia; como un todo diná-mico y progresivo.“Los bautizados avanzan por el camino de la inicia-

ción cristiana por medio del sacramento de laConfirmación, por el que reciben la efusión delEspíritu Santo, que fue enviado por el Señorsobre los apóstoles en el día de Pentecostés. Poresta donación del Espíritu Santo los fieles seconfiguran más perfectamente con Cristo y sefortalecen con su poder para dar testimonio deCristo y edificar su Cuerpo en la fe y la caridad”(1-2).

La comunidad entera es responsable, con la partici-pación de los padres, catequistas, testigos (3-8). Esconveniente que el padrino del Bautismo sea el mismode la Confirmación (54).

La relación de los tres sacramentos se nota en lamisma celebración: renovación de las promesas bau-tismales en la Confirmación (nn. 28-29); celebrarnormalmente la Confirmación dentro de la Misa (55).

Los tres sacramentos están íntimamente unidos, yson necesarios para la iniciación plena, ya que en ellosse incorpora el iniciado al Misterio de Cristo y de laIglesia, es decir, a la Pascua en la totalidad de susaspectos. Esta unidad debe quedar expresada en elcomportamiento pastoral, y en el orden ritual. LaConfirmación es un momento integrante en el interiorde este proceso, hacia su punto culminante que es laEucaristía.

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RITURITURITURITURITUAL DE LAL DE LAL DE LAL DE LAL DE LA INIA INIA INIA INIA INICIACIACIACIACIACIÓNCIÓNCIÓNCIÓNCIÓN

CRISTIACRISTIACRISTIACRISTIACRISTIANNNNNA DE ADULA DE ADULA DE ADULA DE ADULA DE ADULTTTTTOSOSOSOSOS

Es el ritual que mejor recoge, desarrolla y expresalo que es la iniciación cristiana. Logra un equilibrioarmónico entre el planteamiento teológico, la exi-gencia pastoral, el medio pedagógico catequético, laexpresión litúrgica y la exigencia moral. Se trata delmodelo de referencia bautismal en la Iglesia.

Recoge y renueva el prototipo de catecumenadoque se deriva de la tradición más genuina de laIglesia. Destaca su equilibrio entre las varias dimen-siones: antropológica, teológica, ritual sacramental,pastoral.a) Antropológica: condiciones para una respuesta

consciente, libre y responsable del sujeto, peda-gogía, progresividad, maduración, tránsito y deci-sión personal; facultades: simbólica (ritos), racio-nal (formación), emoción (experiencia de conver-sión y misterio), corpórea (movimientos,exorcismos), social comunitaria (encuentros conla comunidad), trascendente (encuentro con elDios de Jesucristo). Se intenta formar una autén-tica “personalidad cristiana”.

b) Teológica: Destaca la grandeza de este encuentrointerpersonal entre Dios y el hombre, por iniciati-va del Padre, en la Iglesia, la cual ejerce unamúltiple mediación, cual “madre” que engendra,a través de sus múltiples ministerios. Destaca laconversión, fe, libertad, decisión, apertura al mis-terio, acogida responsable de la gracia y del donofrecido, por parte del hombre.

c) Sacramental-ritual: Articula la acogida de la Pala-bra, el anuncio, la celebración de la liturgia, elcompromiso y cambio de vida. Las celebracionesvan marcando las etapas y momentos del camino:entrada en el catecumenado, bendiciones yexorcismos, entrega y devoluciones, escrutinios yelección. Atiende los momentos de la celebra-ción: antes, durante y después.

d) Pastoral: Se trata de un proyecto o sistema iniciáticocoherente. Sus objetivos son: iniciar al Misteriode Cristo y de la Iglesia; conducir a la plenitudcristiana; forjar a un cristiano. Tiene dispositivos:palabras, ritos, acciones, que implican personasresponsables, materiales, espacios, técnicas, y“correctivos” de adaptación.

SÍNTESISSÍNTESISSÍNTESISSÍNTESISSÍNTESISDE LDE LDE LDE LDE LA APORA APORA APORA APORA APORTTTTTAAAAACIÓNCIÓNCIÓNCIÓNCIÓN

DE LDE LDE LDE LDE LOS RITUOS RITUOS RITUOS RITUOS RITUALESALESALESALESALES

De todo lo dicho, y como conclusión quecontextualiza el estudio que estamos haciendo,resaltamos los siguientes puntos.

La Iniciación cristiana de adultos es el “para-digma” de toda iniciación. El Bautismo es el ritosacramental iniciador por antonomasia, pero noagota toda la realidad de la iniciación, sino es sólosu fundamento desencadenante. La Eucaristía esciertamente el punto culminante de la iniciación,pero tendrá que ser aquella Eucaristía que lleva asu culminación los elementos antes señalados. Noes algo absolutamente uniforme sino plural, adap-table a las diversas situaciones.

El Catecismo de la Iglesia católica recogeaportaciones de los rituales. Por ejemplo, llamaral Bautismo baño e iluminación (CEC 1214-1216),aplicar el método mistagógico al exponer lassecuencias rituales del Bautismo (CEC 1242.1217-1228), considerarlo como el comienzo de una vidallamada a desarrollarse (CEC 1253-1255).

“La Iniciación cristiana comprende siemprealgunos elementos esenciales: el anuncio de laPalabra, la acogida del Evangelio que lleva a laconversión, la profesión de fe, el Bautismo, laefusión del Espíritu Santo, el acceso a la comuni-dad eucarística (CEC 1229).

“El Bautismo de niños exige un catecumenadopostbautismal. No se trata sólo de la necesidad deuna instrucción posterior al Bautismo, sino deldesarrollo necesario de la gracia bautismal en elcrecimiento de la persona. Es el momento propiode la catequesis” (CEC 1231).

Recoge y une la tradición oriental y occidental:dos nombres (myron y Confirmación), dos minis-tros (obispo, y sacerdote), dos acentos teológicos(unidad de la iniciación, y la comunión eclesial),dos formas de celebrar (CEC 1289.1292.1299).

Califica al obispo como “ministro originario”(CEC 1312-1314). Pide uso de razón y obliga arecibirla para que la iniciación cristiana quedecompleta.

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INICIACION CRISTIANA

«ORDO INITIATIONIS CHRISTIANAEADULTORUM (OICA)»

Nadie nace cristiano; el cristiano se hace. Sercristiano no es un don de la naturaleza, sino de lagracia de Dios. “La fe no se adquiere porel hecho de existir; creer es pasar alEvangelio, entrar en el Misterio de Cris-to, incorporarse a la Historia de Salva-ción, cuyo centro y plenitud es Cristo”.

Iniciación, en el sentido cristiano, esmás que una introducción, unos ritos oun adoctrinamiento. Más bien es un nue-vo nacimiento.

La iniciación es un proceso decristianización, que exige del sujeto quese inicia un desarrollo y crecimiento desu fe, los cuales se expresan y visibilizanen ritos y celebraciones.

EL PROCESO CATECUMENAL

El Ritual destaca el proceso catecumenal de laIniciación Cristiana. Señala los grados o pasos quehan de marcar los tiempos o etapas de instrucción ymaduración de los candidatos hacia los sacramen-tos de la Iniciación cristiana.

“Con los ritos litúrgicos oportunos, la santamadre Iglesia ayuda a los catecúmenos en su cami-no, para que sean purificados paulatinamente ysostenidos con la bendición divina. Para ayudarles,se promueven celebraciones de la Palabra y hastapueden asistir a la liturgia de la Palabra, para asíprepararse mejor, poco a poco, a la futura participa-ción en la Eucaristía. Sin embargo, de lo ordinarioconviene que cuando asisten a las asambleaslitúrgicas de los fieles, antes de comenzar la cele-bración eucarística, sí no surge ninguna dificultad,se les despida cortésmente; porque deben esperar aque, agregados por el Bautismo al pueblo sacerdo-tal, sean promovidos a participar en el nuevo culto

de Cristo. Como la vida de la Iglesia es apostólica,los catecúmenos deben aprender también a coope-rar activamente a la evangelización y a la edifica-ción de la Iglesia con el testimonio de su vida y con

la profesión de la fe” (19, 3-4).Las etapas son cuatro, y están mar-

cadas o selladas con tres ritos litúrgicoscentrales (RICA 6):a) El precatecumenado:

Se caracteriza por la primera evan-gelización (kerigma), “para que madu-ren la verdadera voluntad de seguir aCristo y de pedir el Bautismo” (10).b) El catecumenado:

Está destinado a la catequesis inte-gral.

El sujeto que ha terminado elprecatecumenado “se enfrenta con elproblema de la conversión y quierehacerse cristiano”.

A este grado corresponde el rito de entrada alcatecumenado, cuando los catecúmenos “tienen yala fe inicial de Cristo Salvador” (68). Se presuponeacabada la primera evangelización (kerigma). Esun rito de gran importancia (14).c) El tiempo de purificación e iluminación:

Es para proporcionar una preparación espiritualmás intensa.

El catecúmeno, “madurando ya la fe y finalizan-do casi el catecumenado, es admitido a una prepa-ración más intensa de los sacramentos”.

Este grado queda sellado por el rito litúrgico dela elección o “inscripción del nombre”, el la que laIglesia “juzga de la preparación y decide si puedenacercarse a los sacramentos pascuales” (133).

Con este rito concluye el Catecumenado. Loscatecúmenos son inscritos como “elegidos” o com-

El Ritual de la Iniciación Cristianapara Adultos

(RICA)

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INICIACION CRISTIANA

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petentes. La elección es un acto de toda la comuni-dad: el obispo o los presbíteros, los diáconos, lospadrinos, los fieles (135). Reviste gran solemnidad.

Este rito tiene lugar al comienzo de la Cuaresma,el segundo domingo, “que es la preparación próxi-ma de la iniciación sacramental” (133)

El Obispo preside, ejecutando, en nombre deCristo y de la Iglesia, la admisión de los “elegidos”o “competentes” (138). “La elección es como el ejede todo el catecumenado” (23).

Durante el tiempo de la elección, se celebra conlos catecúmenos los escrutinios, las entregas y losritos de preparación inmediata.

“Comienza el tiempo de la purificación e ilumi-nación, destinado a la preparación intensiva delespíritu y del corazón” (22).

La preparación se ordena más a la formaciónespiritual que a la instrucción doctrinal de la cate-quesis; se dirige a los corazones y a las mentes parapurificarlas por el examen de la concien-cia y por la penitencia, y para iluminarlaspor un conocimiento más profundo deCristo, el salvador.

Esto se verifica por medio de variosritos, especialmente por el “escrutinio” yla “entrega del símbolo y de la oracióndominical” (25).d) El tiempo de la Mistagogia.

Inicia con la recepción de los sacra-mentos del Bautismo, la Confirmación yla Eucaristía, y se prolonga como tiempode formación permanente a través del domingo ydel año litúrgico. El rito litúrgico es la celebraciónde estos sacramentos durante la Vigilia Pascual.

Está señalado por la nueva experiencia de lossacramentos y de la comunidad (8), “tiene granimportancia para que los neófitos, ayudados por lospadrinos, traben relaciones más intimas con losfieles y les enriquezcan con la renovada visión delas cosas y con un nuevo impulso” (39).

“El principal lugar de la mistagogia lo constitu-yen las llamadas ‘Misas para los neófitos’, o sea, lasMisas de los domingos del tiempo de Pascua, por-que… en esas Misas… los neófitos encuentran,especialmente en el Leccionario del Ciclo A, lectu-ras sumamente adecuadas para ellos” (40).

LITURLITURLITURLITURLITURGIAGIAGIAGIAGIAY CAY CAY CAY CAY CATEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LAAAAA

INIINIINIINIINICIACIACIACIACIACIOCIOCIOCIOCION CRISTIAN CRISTIAN CRISTIAN CRISTIAN CRISTIANNNNNAAAAA· Ante todo, entendamos la catequesis como un

proceso formativo , y asumamos que la catequesisde iniciación “pone los cimientos del edificioespiritual del cristiano, alimenta las raíces de suvida de fe, capacitándolo para recibir el posterioralimento sólido en la vida ordinaria de la comuni-dad Cristiana” (DGC 67c).

· La Catequesis de Iniciación “por ser orgánica ysistemática, no se reduce a lo meramente circuns-tancial u ocasional; por ser formación para toda lavida, desborda ‘incluyéndola’ a la mera enseñan-za; por ser esencial, se centra en lo ‘común’ parael cristiano… en fin, por ser iniciación, incorporaa la comunidad que vive, celebra y testimonia lafe” (DGC, 68).

· Se realiza me-diante un itinera-rio que hace suyoy actualiza elcatecumenado delos primeros si-glos de la Iglesia.· La catequesis deadultos “debe serconsiderada comola forma principalde catequesis, a la

que todas las demás, siempre ciertamente necesa-rias, de alguna manera se ordenan” (DGC, 59; CT43).

· El kerigma, la catequesis, la experiencia litúrgico-sacramental y el testimonio de fe son cuatrofacetas y momentos distintos, pero inseparables,de la Iniciación Cristiana.

· Es necesario poner de relieve la dimensión litúrgicade la catequesis, la centralidad de la Palabra deDios, la importancia de la celebración y de laoración.

· El RICA necesita de una conveniente adaptación“de acuerdo a las costumbres y necesidades decada lugar” (Observaciones Previas 2 y RICA 64-67).

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INICIACION CRISTIANA

INCIDENCIASINCIDENCIASINCIDENCIASINCIDENCIASINCIDENCIASPPPPPARA LARA LARA LARA LARA LA CAA CAA CAA CAA CATEQUESISTEQUESISTEQUESISTEQUESISTEQUESISDERIVDERIVDERIVDERIVDERIVADADADADADAS DEL RIAS DEL RIAS DEL RIAS DEL RIAS DEL RICACACACACASon apenas algunas insinuaciones a modo de

conclusión:1.- El sujeto primordial de la cateque-

sis es la entera comunidad cristia-na, pues su acompañamientocatecumenal está entroncado en sunaturaleza esencialmente ministe-rial. Es necesario recuperar estaconvicción.

2.- Lo que urge es crear una identidadcristiana, entendida como proyec-to inacabado y permanente de laexistencia cristiana, con raíces pro-fundas en el misterio de Dios y enel misterio del hombre.

3.- En una cultura marcadamente sim-bólica y donde se vive una guerrade los símbolos, habría que descu-brir alternativas para educar el sen-tido simbólico desde una perspec-tiva cristiana. Rescatar el sentido de los símbo-los que a menudo se ven opacados por lassimbologías en boga.

4.- Actualizar la fuerza evangelizadora de la litur-gia que ha quedado en muchos casos en un puroritualismo vacío. Restaurar la relación intrínse-

ca que hay entre palabra y rito. Mediante lacatequesis pre-sacramental, la catequesis de lossignos litúrgicos y la catequesis que se desarrollaa través de celebraciones realizadas con digni-dad.

5.- Recuperar para toda la catequesis el sentidopedagógico del catecumenado ydel RICA, el cual no solo actua-liza los tiempos litúrgicos quecelebra el Misterio cristiano, sinotambién invitan a tomar en con-sideración las situaciones con-cretas, los ritmos humanos, loscondicionamientos culturales,las circunstancias históricas quepueden aplazar la trayectoria paraacceder a la vida teologal.6.- Desplegar la imaginacióncreativa que permita dar respues-ta apropiada a la pluralidad desituaciones en que se encuentranlos potenciales cristianos. Losmétodos y los lenguajes tienenmucho qué ver en este ámbito.7.- Realizar una catequesis queeduque para el combate de la fe

en un mundo de contrastes, de transiciones, depluralismos, de contradicciones, de desafíos,pero también de utopías, de esperanzas, de pro-yectos y de anhelos de participación. La edifica-ción de las realidades temporales es tarea deldiscípulo de Jesús.

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LLLLLA CAA CAA CAA CAA CATEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LTEQUESIS EN LAAAAAINIINIINIINIINICIACIACIACIACIACIÓN CRISTIACIÓN CRISTIACIÓN CRISTIACIÓN CRISTIACIÓN CRISTIANNNNNAAAAA

“La catequesis es elemento fundamental de laIniciación cristiana y está estrechamente vinculadaa los sacramentos de la Iniciación, especialmente alBautismo. El eslabón que une a la catequesis con elBautismo, sacramento de la fe, es la profesión de feque es, a un tiempo, elemento interior de estesacramento y meta de la catequesis. La finalidad dela acción catequética consiste precisamente en esto:propiciar una viva, explícita y operante profesiónde fe” (DGC 66). La catequesis debe procurar “unaenseñanza y aprendizaje convenientemente pro-longado, de toda la vida cristiana” (AG 14) con elfin de iniciar a los catecúmenos en elmisterio de la salvación y en el estilo devida propio del Evangelio.

La catequesis al servicio de la Inicia-ción Cristiana se presenta como:a) “Una formación orgánica y sistemáti-

ca de la fe… Indagación vital y orgá-nica en el misterio de Cristo que es loque, principalmente, distingue a la ca-tequesis de las demás formas de pre-sentar la Palabra de Dios” (DGC 67;cf. CT 22).

b) “Una formación básica, esencial, cen-trada en lo nuclear de la experienciacristiana… La catequesis pone los cimientos deledificio espiritual del cristiano, alimenta las raí-ces de la vida de fe, capacitándole para recibir elposterior alimento sólido en la vida ordinaria dela comunidad cristiana” (DGC 67).

c) “Un aprendizaje a toda la vida cristiana, una“iniciación cristiana integral”, que propicia unauténtico seguimiento de Jesucristo e introduceen la comunidad eclesial” (DGC 67).

d) La catequesis de Iniciación cristiana de niños,adolescentes y jóvenes, a diferencia de lo queocurre en el catecumenado de adultos, está defi-nida también en cierto modo en la mistagogia.En efecto, el camino hacia la adultez en la fe,abierto y configurado por el sacramento delBautismo, se desarrolla por medio de los demássacramentos de la Iniciación que dan sentido yvertebran todo el proceso iniciatorio.

ALALALALALGUNOS CRITERIOSGUNOS CRITERIOSGUNOS CRITERIOSGUNOS CRITERIOSGUNOS CRITERIOSPEDPEDPEDPEDPEDAAAAAGÓGIGÓGIGÓGIGÓGIGÓGICCCCCOSOSOSOSOS

Entre los principales criterios de orden pedagó-gico que han de inspirar la catequesis de Iniciacióncristiana, cabe señalar los siguientes:

a) Debe ser considerada como un proceso de madu-ración y de crecimiento de la fe, desarrollado demanera gradual y por etapas (DGC 88). Estagradualidad de la catequesis tiene su origen en elmodo como Dios actúa en la historia de lasalvación y sigue la celebración del misterio deCristo en el año litúrgico. Al estar “al serviciodel que ha decidido seguir a Jesucristo, es emi-nentemente cristocéntrica” (DGC 89)

b) Esencialmenteunida al aconteci-miento de la Re-velación y a sutransmisión, lacatequesis de lainiciación ha deinspirarse, comosu fuente y mode-lo, en la pedago-gía, y ha de contarcon la acción delEspíritu Santo enla comunidad y en

cada cristiano (DGC 139, 142), “favoreciendoasí una verdadera experiencia de fe y un encuen-tro filial con Dios” (DGC 143)

c) A lo largo de todo el proceso, el catequizandocrece en la fe ayudado por la oración y el ejemplode toda la comunidad, meditando asiduamenteel Evangelio, tomando parte activa en la liturgia,practicando la caridad fraterna y soportando confortaleza las pruebas de la vida (AG 13; RICA19).

d) La catequesis al servicio de la Iniciación cristia-na está impregnada por el misterio de la Pascua,de modo que ha de caracterizarse por el aprendi-zaje del sentido de la Nueva Alianza, del paso delhombre viejo al hombre nuevo, de la lucha ysuperación del mal con la ayuda de la graciadivina, de la experiencia del gozo de la salva-ción.

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DOMINGO DE RAMOSDE LA PASION:::::

El pueblo acompaña a su rey en su triunfo dela Cruz.

Monición inicial:La Semana Santa que

hoy inicia celebra todo elmisterio pascual de laMuerte y Resurrección deCristo. Pero la liturgiapone en este domingo elacento en la Pasión, y elpróximo en la Resurrec-ción. La Misa de la Pa-sión es precedida por laprocesión de ramos, puesJesús mismo presenta sumuerte en un clima triun-fal de victoria. Nuestraparticipación en este ritoes un acto de fe en Jesúscomo Señor y una compromiso de seguirlo comodiscípulos a lo largo de su camino de la Cruz.

Antes de la bendición de ramos:Vamos a recordar y actualizar la entrada de

Jesús a Jerusalén. Con El queremos vivir el paso dela muerte a la vida, para entrar en la Jerusaléncelestial. Con ramos en la mano y cantos de alegríalo acompañamos en la Jerusalén terrena que es laIglesia.

Al Evangelio de los ramos (Mt 21,1-11):Como el pueblo de Jerusalén, también nosotros

exaltamos a Cristo, que se presenta como señor,pastor y guía de su pueblo.

Al entrar la procesión al templo:Jesús entró triunfalmente en Jerusalén para mo-

rir por nosotros. Nosotros entramos en la iglesiapara actualizar su Muerte en la Eucaristía.

A la primera Lectura (Is 50,4-7):Cristo es el Siervo de Dios que se ofrece como

víctima voluntaria a favor de todos los hombres, sushermanos, abandonándose confiadamente a la vo-luntad del Padre.

Al salmo responsorial (Sal 21): Unámonos alas palabras que pronunció Cristo en la Cruz, oran-

do con sus mismossentimientos.

A la segunda Lec-tura (Flp 6,2-11):

Un reto se hacevictoria: La obedien-cia filial de Jesús ha-cia su Padre lo lleva auna muerte de Cruzpara nuestra salva-ción.

A la Lectura dela Pasión (Mt 26,14– 27,66):

La Pasión de Jesús es la expresión de su amor anosotros. Desde lo alto de la Cruz nos invita acorresponderle.

Al Prefacio:Como los niños hebreos, digamos con autentici-

dad: «Bendito el que viene en nombre del Señor,hosanna en el cielo».

A la Comunión:Comulgar es participar plenamente en el miste-

rio de Cristo, misterio de obediencia, de entrega, deamor sin límites, de muerte y resurrección. Beber sucáliz significa aceptar la voluntad del Padre aunquecueste.

Al final:Nuestro caminar terreno tiene más sufrimientos

que triunfos. Vivámoslas como participación en laPasión de Cristo, y desembocarán en la resurrec-ción de la eternidad.

Semana Santa

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EN LA PROXIMIDADDE LA PASIÓN

Lunes santo: Jesús es el Mesías humilde.Is 42,1-7: El siervo de Dios actúa con humildad

y constancia.Jn 12,1-11: María ungen con óleo perfumado a

Jesús en Batania en vistas de su Pascua.Martes santo: Jesús es el Mesías para todos.Is 49,1-6: El siervo de Dios, obediente, porta la

salvación y la regala.Jn 13,21-33.36-38: Traición de Judas y adver-

tencia a Pedro.Miércoles santo: Jesús es el Mesías que se

confía al Padre.Is 50,4-9: El siervo de Dios, torturado, confía en

el Señor.Mt 26,14-25: Los discípulos preparan el banque-

te pascual.

TRIDUOPASCUAL

Triduo Pascual no significa tres días de prepara-ción a la Pascua, sino que es la Pascua celebrada entres días. Celebramos la Pascua en su totalidad,como paso de la Pasión y Muerte a la sepultura,hasta la Resurrección.

JUEVES SANTO

MISA DE LA CENA DEL SEÑOR: Signosvisibles de la salvación pascual.

Monición inicial:Con la santa Cena de la Eucaristía Jesús anticipa

bajo signos el Sacrificio de su Cuerpo inmolado ysu Sangre derramada, su Pascua o paso de estemundo al Padre. Esta celebración eucarística estáen el corazón del Misterio Pascual, centro de laliturgia y de la vida de la Iglesia. Recordamos yhacemos presente sacramentalmente aquella mis-ma Cena. Esta es la Hora de Jesús, que se entregapor nosotros y nos da el misterio de su Sacrificiobajo los signos de pan y vino. Participemos con la

misma intensidad que los apóstoles vivieron elprimer jueves santo.

A la primera Lectura (Ex 12,1-8.11-14): Conel banquete pascual, los hebreos evocan la libera-ción de la opresión, y proclaman la esperanza en laliberación definitiva.

Al salmo responsorial (Sal 115): Porque Diosnos ha salvado del peligro y nos vemos con vida,démosle gracias con el salmo que acompañaba laúltima copa de la Cena Pascual.

A la segunda Lectura (1 Co 11,23-26): Hallegado la salvación definitiva, y Cristo la manifies-ta y proclama instituyendo el banquete sacrificialde la Eucaristía, memorial de su Pascua, en laespera de su retorno.

Al Evangelio (Jn 13,1-15): La institución de laEucaristía sucede en un contexto de amor y deservicio; y también su celebración debe ser eltestimonio de una caridad viva que se da sin reser-vas.

Al lavatorio de los pies:Con el lavatorio de los pies a estas personas

representativas, nos comprometemos a amar y ser-vir a todos los pobres, enfermos y pecadores denuestra comunidad. Que todos nos puedan recono-cer como cristianos por nuestro amor y disponibili-dad de servicio, nuestra capacidad de sacrificio ynuestra solidaridad con los que sufren carencias. Lacolecta de la caridad apoya este mismo gesto.

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Al Prefacio:

Demos gracias al Padre por Jesucristo, que nosdio la salvación por medio del sacramento de suCuerpo y su Sangre.

Al rito de la paz:Reconozcámonos verdaderamente herma-

nos, hijos del mismo Padre, y manifestemosnuestra voluntad decidida de amarnos y perdo-narnos unos a otros.

A la Comunión:Comiendo un mismo Pan nos transforma-

mos en un solo Cuerpo, unidos en un mismoamor. Cristo se nos entrega ahora hecho ali-mento por amor.

A la procesión al monumento:Después de la Cena Jesús fue al Huerto para

iniciar su Pasión con su agonía y la traición deJudas. Nosotros, después de esta Cena, lleva-mos al monumento la Eucaristía para la Co-munión de mañana al celebrar la Muerte delSeñor. Este Cuerpo de Cristo que reservamos nosmanifiesta su amor y su voluntad de permanecercon nosotros.

Al final:Ha terminado la Cena. Que nos reconozcan como

discípulos de Jesús por el amor que nos tenemos,expansión del amor que Cristo nos comunica.

VIERNES SANTO: CELEBRAMOSLA PASIÓN DEL SEÑOR.....

Monición inicial:Desde lo alto de la Cruz Cristo vence, e inaugura

su reino de amor. Por eso, en el centro de la liturgiade hoy está la Pasión y Muerte de Cruz vista desdeuna perspectiva pascual. y Muerte de Cruz vistadesde una perspectiva pascual y rindiéndole home-naje fervoroso. Y por eso invocamos los beneficiosde la redención para todos con mucha solemnidad.

A la postración:Caer rostro en tierra es signo de duelo, de pro-

funda adoración, de temor reverencial ante la pre-sencia del Señor, de muerte por el pecado. Humillé-monos ante el altar en este día de la Muerte delSeñor, al menos poniéndonos de rodillas.

A la primera Lectura (Is 52,13 – 53,12):Cristo es el Siervo sufriente, el hombre de dolo-

res que cargó nuestros pecados y se ofreció ensacrificio por nosotros, dando vida a un pueblonuevo que es la Iglesia.

Al salmo responsorial (Sal 30): Jesús en la Cruztoma las palabras de Job, de Jeremías y de todos losque se ven expuestos a las burlas y el desprecio porsu desgracia, y expresa su confianza en el Padrecelestial.

A la segunda Lectura (Hbr 4,14-16; 5,7-9):Jesús que sufre y muere es el sumo Sacerdote

que entra en el cielo; obediente en el sufrimiento essalvación eterna para todos los que creen en El.

Al Evangelio (Jn 18,1 – 19,42):Los hombres nos confabulamos contra Jesús, lo

traicionamos, lo condenamos y lo matamos. PeroJesús no es víctima, pues sale al encuentro de lamuerte con ánimo generoso, por amor al Padre y anosotros. Su muerte significa la victoria del amor.

Antes de la Oración universal:Ante la Muerte de Jesús no hay particularismos

ni miras estrechas; todo es universal, pues la Cruzde Cristo porta salvación a todos los hombres.

A la adoración de la CruzLa Cruz, instrumento de muerte y patíbulo de

condenados, se ha cambiado en trofeo de victoria ysigno de vida en Cristo. Desde el primer viernessanto la Cruz es nuestro orgullo, por eso ahora la

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veneramos con reverencia, adorando a Jesús quemuere por nosotros.

(Pensamientos para irse intercalando):

No venimos a compadecer a Jesús en sus sufri-mientos, sino a dar nuestro asentimiento, adhesióny compromiso a su obra salvadora.

Besar la Cruz no es un mero gesto devocional ocompasivo, sino la expresión de una profesión defe: nuestra victoria viene de la Muerte de Cristo enla Cruz por amor.

En todas las cruces sigue sufriendo Cristo, puestodas las cruces son suyas. Venerando la Cruzaceptamos nuestra propia cruz con amor.

Adoramos la Cruz, no porque es agradable, sinoporque es de Cristo; no porque gusta, sino porquerobustece; no porque humilla, sino porque identifi-ca con Jesús; no por lo que es, sino lo que significa.

Nos adherimos a la locura de la Cruz, aceptándolasin rebeldías, responsabilizándonos de sus conse-cuencias, no resistiendo a las injusticias que encierra.

Queremos besar la Cruz en las llagas de los enfer-mos, en las heridas de los perseguidos, en los recluidosen cárceles, hospitales, asilos, manicomios, subur-bios; en los humillados, despreciados y caídos.

Creemos en Dios Padre que aceptael Sacrificio de Jesús por nosotros,recibe la satisfacción por nuestros pe-cados, sella la nueva y definitiva alian-za con el hombre, y deja establecida lamediación entre el cielo y la tierra.

Creemos en Cristo que asume nues-tro pecado y sus consecuencias, cargacon nuestras culpas, padece por noso-tros, es crucificado, muere condenadopor Anás, Caifás y Pilato.

Creemos en la Cruz redentora deJesús, sufrimiento que purifica, dolorque madura, humillación que consoli-da, fortaleza de los débiles.

Creemos en el Espíritu Santo queresucita a Jesús y hace de la Cruzbandera de victoria, para que sea nues-tro signo de identificación.

Creemos en la Iglesia que continúala misión de Cristo sufriendo en los

que sufren, muriendo en los que mueren, y resuci-tando en los que creen, esperan y aman.

Que como la Cruz de Cristo se hace triunfante porla Resurrección, también nosotros triunfemos con El.

A la Comunión:Vamos a participar plenamente del Sacrificio de

Cristo, comiendo su Cuerpo entregado y su Sangrederramada, que da sentido a nuestra vida y nos hacetriunfar sobre el pecado y la muerte.

Al final:Cristo prometió que resucitaría y lo cumplió.

Las tinieblas y el dolor de nuestra vida se hará luzy gozo pascual. Mañana por la noche será la cele-bración más importante de todo el año litúrgico, conla fiesta de la Resurrección del Señor.

VIGILIA PASCUAL:CELEBRAMOS LA VICTORIA

DE DIOS.

Monición inicial:Estamos en el culmen más sugestivo de la cele-

bración pascual y de todo el año litúrgico. Es unanoche de escucha, deoración y de gracia, enla que celebramos la Re-surrección de Cristo, ynuestra propia resurrec-ción a través de los sa-cramentos pascuales.Comienza con el sím-bolo de la luz, y terminacon la luz verdadera, queen Jesús en la Eucaristíapascual, coronamientodel itinerariosacramental iniciadopor cada cristiano en laPascua del Bautismo.Estará llena de luz lavida de quien con Cristoresucita y se renueva.Participemos con uncorazón sencillo paravivir lo que cada una desus acciones significan.

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Antes de bendecir el fuego:En la oscuridad de la noche surge Cristo como

luz que todo lo renueva, dando calor, color y vida atodo el universo.

Antes de la inscripción del Cirio:La Cruz y la primera y última letra del alfabeto

griego manifiesta que el Cirio representa a Cristo,principio y fin de todo. Todo tiempo es suyo, poreso se marca la cifra de este año. Resucita con lasllagas de la Pasión, representadas en los granos deincienso.

Antes de la procesión:Caminando detrás de Cristo,

venceremos nuestras propias ti-nieblas y nos iluminaremos conel esplendor de la Resurrección.

Antes del Pregón Pascual:Iluminada con la luz nueva,

la Iglesia estalla en alabanza,anunciando las maravillas deDios. Con alegría escuchemosel pregón de esta noche.

Primera lectura (Gn 1,1 –2,2): Creando el universo, Diosparticipa su riqueza infinita yprepara el descanso humano. LaPascua es una nueva creación.

Salmo 103: Alabemos a nues-tro Creador, que es fuente detoda vida en la tierra, y que éstase llene de la gloria del Señor.

Segunda lectura (Gn 22,1-18): El misterioso gesto deAbraham prefigura el Sacrificio pascual de Cristo.

Salmo 15: El salmista tajantemente ha rechaza-do a los ídolos para confiarse sólo en Dios. Sinta-mos seguro nuestro porvenir eligiendo a Jesús, quees plenitud de vida.

Tercera lectura (Ex 14,15 – 15,1): El prodigio-so paso del Mar Rojo testimonia la solicitud de Dioshacia su pueblo. La Pascua es un nuevo éxodo paralos bautizados que pasan de la esclavitud del pecadoa la libertad de los hijos de Dios. Esta es la lecturacentral de esta noche; al terminar seguiremos inme-diatamente con el cántico de los salvados.

Cuarta lectura (Is 54,5-14): La nueva Jerusalénreconstruida después del exilio preanuncia a laIglesia, nacida del Sacrificio pascual de Cristo, queavanza hacia la Jerusalén del cielo.

Salmo 29: Israel, después de un gran peligromortal, ensalza a Dios, su libertador. Se usó en ladedicación del templo después del exilio.

Quinta lectura (Is 55,1-11): Dios abre a sushijos los tesoros de su bondad y los invita a disfru-tarlos. El tesoro más grande es la Pascua de Cristo,

por la cual se establece la nue-va y eterna alianza entre Diosy su pueblo.

Salmo: Is 12,2-6: Antici-pemos los himnos de alegríay alabanza al Dios santo delúltimo día, cuando la confian-za sucede al temor y la conso-lación a la cólera divina.

Sexta lectura (Bar 3,9-15.32 - 4,4): Israel es invitadoa dirigirse a Dios y volver suspasos al camino luminoso quenos traza. En virtud de nues-tro Bautismo, nosotros, el nue-vo Israel, somos hijos de laluz.

Salmo 18: El orden de lanaturaleza habla de Dios, re-mitiendo a la ley moral queDios infunde en el corazóndel creyente, y de la cual elsalmista desea empaparse másy más.

Séptima lectura (Ez 36,16-28): Dios se hacepresente en su pueblo, lo conduce a la patria, lorocía con agua pura. La Pascua es la fiesta del granretorno, donde el agua bautismal nos purifica ytransforma.

Salmo 41: El desterrado abatido anhela que Diosle lleve de nuevo a su altar y le devuelva su alegría.

Al Gloria:La Iglesia, iluminada por el gozo de la Resu-

rrección, estalla en un himno de alegría, que fuecallado durante la cuaresma, pero ahora prorrum-pe solemne, para cantar las maravillas que Dios ha

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obrado con su pueblo. Proclamemos que Cristoestá vivo.

Epístola (Rm 3,6-11): En Cristo la muertemarca el paso hacia la plenitud de la vida. Pormedio del Bautismo somos misteriosamente injer-tados en Cristo para que, libres de la muerte delpecado, vivamos la vida pascual de Jesús el Señor.

Aleluya: Cristo está vivo. En medio de laaurora de un mundo nuevo, como grito estre-mecedor de alegría, suena desde todos los si-glos y para siempre el aleluya, callado durantetoda la cuaresma, y que ahora transmitimos almundo y a todo el universo. Que resuene congozo nuestro canto de victoria.

Evangelio (Mt 28,1-10): Lleno de entusiasmo,el evangelista nos hace la crónica de las primerashoras del día de la Resurrección. Urge seguir aJesús resucitado por el camino que recorre, yrespirar a pleno pulmón la abundancia de vida quenos da.

Al comenzar la liturgia bautismal:En las ocasiones solemnes la Iglesia implora la

intercesión de los santos que forman la Iglesiatriunfante. Pedimos por quienes serán bautizadosesta Pascua, y por los que renovamos nuestraspromesas bautismales.

A la bendición del agua:Al principio se bendijo el fuego para que

hubiera luz nueva. Ahora se bendice el agua paraque dé vida nueva a los que sean bautizados, y larenueve en los que somos rociados con ella.

Al Prefacio:Bendecimos al Padre porque en Cristo resuci-

tado es el vencedor d ela muerte y el salvador delmundo.

A la Comunión:Al comer el Cuerpo resucitado de Cristo en la

Eucaristía, nos incorporamos a su Resurrección.Recibir a Cristo y unirnos a El es resucitar enmedio de nuestra vida.

Al final:Hemos consumado la Pascua de Cristo. He-

mos participado de su luz, de su triunfo, de suresurrección. Nos podemos ahora felicitar lle-nos de alegría.

DOMINGO DE RESURRECCION:ANUNCIO DEL RESUCITADO

Y VIDA NUEVA

Ambientación:

Deben resaltar, en relación al ambón, los sig-nos del Cirio Pascual y el agua bautismal, adorna-dos con flores y plantas, para que dé idea de vida.Completa la ambientación la imagen de Cristoresucitado o el Cordero inmolado, puesta general-mente en el retablo.

Puede haber pendones con símbolos pascualesen las columnas, y letreros como: «Ha resucitado,aleluya», «Feliz Pascua: vida nueva», «Cristovive, resucitemos», «Venció a la muerte para siem-pre», «Comunidad de resucitados», «Muerte ¿dón-de está tu victoria?», «Sepultados y resucitadoscomo hijos en el Bautismo».

Monición inicial:

Hoy no es un domingo de tantos, sino la granfiesta de los cristianos, la fiesta de las fiestas, el díade días que hizo el Señor: Cristo ha resucitado, Cristoestá vivo, Cristo es siempre presente y actual.

Con la Vigilia Pascual hemos inaugurado la granfiesta, que se extenderá durante siete semanas,como un gran domingo.

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En estos cincuenta días celebramos el paso deCristo a su nueva vida: a través de su obediencia alPadre ha pasado de la Cruz a la esfera definitiva deDios, como Cabeza de la nueva humanidad, convir-tiéndose en modelo y prototipo de lo que la Iglesiadebe realizar

O bien:Aunque la Misa pascual por excelencia es la de

la Vigilia, que está al centro del año litúrgico,también esta celebración es un himno de acción degracias al Padre por todo lo que nos ha dado enCristo: la gracia del Bautismo, la santificación en elEspíritu Santo, la herencia de los hijos de la vidaeterna. Ante tanta generosidad de Dios, en nuestroslabios florece el salmo: Festejen al Señor porque esbueno, porque es eterna su misericordia.

Al encender el Cirio Pascual:

(Después del saludo)

Monición: ¡Qué impactante «juego simbólicode la luz» se realizó anoche, en la Vigilia Pascual!:Congregados en la oscuridad, vimosnacer un nuevo fuego, del cual en-cendimos el Cirio Pascual, símbolode Cristo resucitado. Enseguida, trasél, marchó la comunidad, cantandopor tres veces un grito de júbilo:«Cristo, luz del mundo». En cadaestación se fueron encendiendo máscirios pequeños. Los cristianos que-dan contagiados de la Luz de Cristo,recibiendo con alegría su Don y acep-tando el compromiso de ser luz paralos demás. Ya dentro de esta iglesia,el sacerdote cantó el Pregón pascual,entonando las alabanzas de la feliznoche, iluminada por la Luz de Cris-to Glorioso. Al encender ahora elCirio, queremos participar de esafiesta de luz. La Iglesia, Esposa deCristo, comunidad de «vírgenes pru-dentes», con la lámpara encendida, sale al encuen-tro de su Esposo.

Sacerdote: La luz de Cristo, que resucitó glorio-so, disipe las tinieblas del corazón y de la historia,y encienda en nosotros vivos deseos de ser discípu-los de Cristo, con una santidad encarnada.

Aspersión dominical:

(Se vacía agua de la fuente bautismal al acetre).

Monición: Pascua significa «paso». Cristo pasóde la muerte a la vida, y, desde nuestro Bautismo,nos hace pasar en El del pecado a la gracia. Con elagua bautismal bendecida solemnemente en la Vi-gilia Pascual, seremos rociados en memoria denuestro Bautismo, para una renovación de la vidanueva que recibimos ya en germen.

(Lo mejor es hacer la aspersión con un manojo de hierbas o deflores).

Antífona alternativa: Todos los sedientos, escu-chen, vengan a beber. Como la lluvia y la nieve descien-den del cielo, y no regresan ahí sin haber irrigado latierra, ni haberla fecundado y hecho germinar, así serála Palabra que sale de mi boca (Is 55,1.10-11).

Monición al Gloria:La Iglesia, iluminada por el gozo de la Resurrec-

ción, desde anoche, ha estallado nuevamente en unhimno de alegría, que fue callado durante la cuares-

ma, pero ahora prorrumpesolemne, para cantar las ma-ravillas que Dios ha obradocon su pueblo. Proclama-mos que Cristo está vivo.

Liturgia de la Palabra:

Podría hacerse la entrega delLeccionario a los lectores, al iniciareste tiempo pascual:

Sacerdote: Resuene laPalabra de Dios en estaasamblea, partícipe de laResurrección de Cristo, afin de que, poseyendo losbienes mesiánicos que in-auguró el Resucitado, y en-viada para anunciar la Bue-na Noticia que transforma

al mundo, mantenga viva la esperanza en el poderde Dios, en medio de las luchas de la vida.

Moniciones:

Primera Lectura (Hechos 10,34a.37-43): Evan-gelizar es dar testimonio de la Resurrección de

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Jesús, quien pasó haciendo el bien y nos liberó delpecado y de sus consecuencias.

Salmo responsorial: (Salmo 117). La fiesta esun deseo profundo de participar de un ideal. Lasuperación del hombre viejo, abocado a la muerte,no se consigue destruyendo cosas, sino convirtién-dose. Con un salmo procesional de ascención altemplo cantemos la Resurrección de Cristo.

Segunda Lectura: (Colosenses 3,1-4). No po-demos atarnos a un mundo autosuficiente. Debe-mos buscar alcanzar el ideal que Cristo conquistócon su Muerte, transformar el mundo con la fuerzadel Resucitado.

(O bien: 1 Co 5,6-8): La Pascua exige unarenovación total, eliminar todo lo corrompidoo contaminado, para ser hombres nuevos, li-bres del pecado que arruina y destruye la vidaverdadera.

Secuencia: La liturgia nos presenta parte de undrama poético de Resurrección llamado Secuencia,que hace eco a la Palabra que hoy nos ha sidoproclamada.

Aleluya: Cristo está vivo. En medio de la aurorade un mundo nuevo, como grito estremecedor dealegría, suena desde todos los siglos y para siempreel aleluya, callado durante la cuaresma, y que ahoratransmitimos al mundo y a todo el universo. Queresuene con gozo nuestro canto de victoria.

Evangelio (Juan 20,1-9): La Magdalena, Pedroy Juan no eran unos visionarios, sólo constataronlos hechos, los cuales no demostraban la Resurrec-ción de Jesús. Ellos creyeron porque aceptaron lallamada invisible de Dios.

(O bien, Misa vespertina: Lc 24,13-35): Jesússe da a conocer en el acto de partir el Pan. Tambiénnosotros en Misa, después de que nuestro corazónse enardece con la escucha de la Palabra, estable-cemos con Cristo una intimidad de amor en laEucaristía.

Ideas para la homilía:Resaltar los signos positivos, de cambio y reno-

vación, de esperanza, hallados en la comunidad, ensu vivencia de la nueva evangelización, de la soli-daridad cristiana, de la formación de los discípulos,de la preparación de los sacramentos, de la renova-ción de las familias y grupos.

Participamos de la Pascua del Señor. Discípulosdel Señor, hemos entrado en una condición de vidanueva, por el Espíritu del Señor resucitado.

La celebración pascual tiene un valorsacramental: en ella la comunidad participa en laPascua de su Señor, entrando en una vida nueva, detotal y personal comunión con El, y en El con elPadre. De esa comunión deriva la exigencia deseguir sus pasos, continuar su causa e imitar suejemplo, hasta la consumación.

Es una experiencia que nos abre al futuro: a unestilo de vida de resucitados, tanto personal comocomunitariamente.

Hay una relación estrecha entre el Espíritu Santoy la vida nueva; y entre la Eucaristía y el don pascualdel Espíritu. En la Eucaristía se inmola nuestroCordero Pascual, se recibe el fermento de vidanueva, y se anticipa la resurrección final.

María es modelo y primicia de la humanidadnueva, perfecta discípula de Cristo.

Nos abrimos a una pastoral nueva: una nuevamentalidad, comunitaria, participativa, de búsque-da y discernimiento, con esperanza y creatividad.

Superar el pesimismo, conformismo, apatía, ytodo lo que reste vida o entusiasmo, con motiva-ción, convencidos de que Cristo está vivo.

Profesión de fe:

Podría hacerse la renovación de las promesasbautismales y la profesión de fe bautismal.

Oración universal:

Cristo, sacerdote de la nueva humanidad, ofrecenuestra oración al Padre, que nos salva de lamuerte por la Resurrección de su Hijo, y aquien invocamos confiados, diciendo:

R. Señor, haz que pasemosde la muerte a la vida.

1. Para que conserve libre de todo pecado, deser-ción y error a la comunidad de los discípulos deCristo, a quienes ha purificado con la Sangre delCordero. Oremos.

2. Para que todos los pueblos busquen medios adecua-dos para vivir en paz, en justicia y en amor fraternoy solidario, para un progreso integral. Oremos.

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3. Para que cuantos padecen necesidad en el cuerpoo en el alma, sientan el auxilio del cielo y elapoyo eficaz de sus hermanos. Oremos.

4. Para que nuestra comunidad experimente lafuerza de la Pascua en cada una de sus familias,actividades y proyectos. Oremos.

Padre bueno, que restableces la santidad perdi-da y amas la pureza de corazón, encaminahacia tí el corazón de tus fieles para que,libres de las tinieblas de la infidelidad, no seaparten jamás de la luz que marca el senderopara seguir a tu Hijo Jesucristo, que vive yreina por los siglos de los siglos.

Liturgia eucarística:

Al Prefacio.Alabemos y bendigamos al Padre por la obra de

la creación y por la obra de la redención de Cristo,que ha hecho nuevas todas las cosas por su Resu-rrección.

Al rito de la paz:Oración del sacerdote: Señor Jesucristo, ven-

cedor del pecado y de la muerte, que el día de laResurrección te hiciste presente en medio de tusapóstoles y les dijiste: «La paz les dejo, mi paz lesdoy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino lafe de tu Iglesia, y conforme a tu Palabra concédelela paz y la unidad, tú que vives y reinas por los siglosde los siglos.

Monición al darse la paz: Cristo resucitado nostrae la paz. Nosotros, los que ya tenemos unasemilla de paz, reflejemos la paz de quienes yaposeen a Dios en la paz definitiva del cielo, ycompartámosla en nuestro fraterno saludo pascual.

A la Comunión.

Sacerdote: Este es Jesucristo, el Cordero deDios, vencedor de la muerte, que se nos da enalimento de vida eterna. Dichosos los invitadosdesde ahora a la Cena del Cordero.

Monición: La Eucaristía celebra la Pascua deCristo, y por la Comunión participamos del Corde-ro que se ha inmolado por nosotros para que nuestravida sea un continuo morir y resucitar con el Señor.Que la Comunión pascual nos conserve unidos en elamor de Cristo.

Antes de la Bendición.

Hemos celebrado el Gran día del Señor, el domin-go de domingos, el domingo de la Resurrección deCristo.

Nuestra vida debe dejar la vieja levadura delpecado, para que se haga realidad la nueva creaciónque Cristo ha comenzado.

El Papa ha dado la bendición «urbe et orbe»;recibámosla. Que el Señor nos guarde en su amor yalegría, y que permanezcamos fieles a Cristo y viva-mos en su gracia. Felices Pascuas de Resurrección.

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IntroducciónPor acuerdo de la Asamblea Plenaria de la Con-

ferencia Episcopal Mexicana de abril de 2007, laciudad de Morelia fue elegida sede del próximo IVCongreso Eucarístico Nacional(IV CEN), a celebrarse del 30 deabril al 4 de mayo del año 2008. Eltema elegido para este encuentroes «Jesucristo Eucaristía, Dondel Padre y Vida para NuestrasFamilias». Y el lema es «Tú eres,Señor, Pan de Vida».

Un Congreso Eucarístico esuna fiesta a Cristo Eucaristía conrepercusiones sociales: una viven-cia de fe, una manifestación pú-blica de culto, y una expresión decaridad. Se trata de una vivenciafuerte de Iglesia en torno al centrode nuestra fe: el Misterio Pascualde Cristo hecho presente en laEucaristía.

La existencia de los CongresosEucarísticos Internacionales (CEI), que datan de1881, había encontrado eco en algunas naciones yadesde 1890. Ahora, en nuestro país, los Obispos hanquerido que, de manera preparatoria a los Congre-sos Internacionales, se realice uno Nacional. Esdecir, se realizarán cada cuatro años, en distintasdiócesis, pues los CEI se han venido realizandopuntualmente cada cuatro años.

De esta manera el IV CEN se efectuará comopreparación al 49° CEI que tendrá verificativo enQuebec, Canadá, del 15 al 22 de junio de 2008. Seráel IV realizado en nuestro país. El Congreso Cató-lico de 1906, efectuado en Guadalajara, fue consi-derado también como Primero Eucarístico. En 1924se realizó el Segundo en la Ciudad de México.Después de 76 años de difícil modus vivendi entre

Iglesia-Estado, el Tercero se efectuó nuevamenteen México, D.F. en el Año Jubilar de 2000.

Se nos pide que preparemos el encuentro nacio-nal con Pre-Congresos a nivel parroquia y diócesis,invitando a los laicos a sumarse con entusiasmo.

¿Qué es un Congreso Eucarístico?El Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a

la Eucaristía fuera de la Misa (RCFM, 1973, nn.109-112) señala que entre las formas de culto estánlos Congresos Eucarísticos, que define, señala ob-jetivos, y normas para su realización:

«Los Congresos eucarísticos, que en los tiemposmodernos se han introducido en la vida de la Iglesiacomo peculiar manifestación del culto eucarístico,se han de mirar como una statio [estación, pausa enel camino], a la cual alguna comunidad invita a todala Iglesia local, o una Iglesia local invita a otrasIglesias de la región o de la nación, o aun de todo elmundo, para que todos juntos reconozcan másplenamente el misterio de la Eucaristía bajo algún

Hacia elCongreso Eucarístico 2008

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CONGRESO EUCARISTICO

aspecto particular y lo veneren públicamente con elvínculo de la caridad y de la unión».

Un Congreso Eucarístico es una «estación» de laIglesia que peregrina en un lugar. Es como una«parada» en la cual se detiene el mundo católico (oun país o una diócesis) en un lugar determinado, enuna Iglesia local concreta. Cada Sede se convierteen punto de convergencia de las Iglesias locales ycentro espiritual de ese nivel de Iglesia. Para expre-sar la fe católica en el Misterio eucarístico, y darexpresión social al amor.

El término «estación», del lenguaje militar ro-mano, significa: montar guardia. La Iglesia lo tomapara expresar el deber del cristiano de dedicarse a lavigilancia, la conversión y la oración.

El Congreso Eucarístico es, así, una asamblea enla cual se reúne el pueblo cristiano de diferentesprocedencias y condiciones, poniendo de relieve ellugar central de la Eucaristía en la vida de la Iglesiay de su misión en medio del mundo.

Es una pausa de compromiso y oración. Unacomunidad invita a la Iglesia universal, ofreciendoun homenaje de pública adoración, con el vínculode la caridad y de la paz. Es un signo auténtico de fey caridad: por la participación de la Iglesia local ypor la presencia representativa de otras Iglesiascatólicas. Es, pues, un verdadero acontecimientoeclesial.

Las Iglesias particulares, unidas en la comunióneucarística de una manera significativa, forman unasola gran asamblea que manifiesta de manera pecu-liar el culto eucarístico de la vida de la Iglesia. SinEucaristía no existiría la Iglesia, y sin la Iglesia nose daría la Eucaristía.

En todo Congreso Eucarístico hay un aspecto deestudio y reflexión, de catequesis y meditación quenos ayuda a profundizar en el misterio inagotablede la Eucaristía, culmen y fuente de la vida cristia-na. No pueden faltar las celebraciones solemnes enlas cuales la comunidad cristiana, en unión con suspastores, vibra en un ambiente de alabanza gozosa.Además del fruto espiritual, se intenta que quedecomo testimonio de caridad alguna obra social afavor de los pobres.

Los Congresos Eucarísticos suelen presentaruna Temática correspondiente a los problemasque aquejan al mundo; se organizan Grupos de

Reflexión, se suscita la participación de las fami-lias; se realizan Etapas previas parroquial ydiocesana (y, en su caso, nacional) y Estaciones dereflexión de todo el país (o del mundo), entre otrasactividades.

Origen de losCongresos Eucarísticos

Todo inicia conuna visión del P. Pe-dro Julian Eymard(1811-1868), de laCongregación delSantísimo Sacramen-to: de la custodiaeucarística ante lacual practica su ado-ración, sale un fuegovivo que se extiendepor toda París y porlas demás ciudades,de las cuales sólo que-daban cenizas. La re-petición y clarifica-ción de la visión leempuja a sentirse in-cendiario del mundo

con el fuego de amor que brota de la Eucaristía. Side Lyon y París quedan sólo cenizas, habrá quesacar a Jesús de su aislamiento para ponerlo a lacabeza de la sociedad y expresar su Reinado. Se daa la tarea de motivar y sensibilizar, mediantepredicaciones y conversaciones.

La Srita. Marie Marta Emilie Tamisier de Tours(1834-1910) logra captar ese mensaje, pues tieneinquietudes parecidas a las del P. Eymard, a quienconsidera un «Elías en el carro de fuego». Vaprofundizando y concretizando sus ideas, buscandocaminos para realizarlo en un proyecto concreto.

Esta inquietud parece tomar cuerpo cuando, enjunio de 1873, el Parlamento francés consagra suNación al Sagrado Corazón de Jesús, ante el Santí-simo Sacramento, en la capilla de la Visitación deParay-le-Monial. La devoción al Sagrado Corazónsignifica la reivindicación pública de los derechosde Cristo frente a una sociedad apóstata y ante unEstado casi siempre represor.

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La Srita. Tamisier experimenta así su vocaciónespecial para trabajar por la causa eucarística. Conunas energías renovadas recorre Aviñón, Ars, Douai,Angers y Faverney, buscando experiencias, cola-boradores y medios para profundizar la devoción alMisterio Eucarístico. Se lleva muchas decepcionesy rechazos. Su idea básica es que la salvación de lasociedad vendrá por medio de la Eucaristía. Intuyeclaramente las relaciones que existen entre Iglesia,Eucaristía y Reino de Dios.

A la muerte del Papa Pío IX (1878) le sucedeLeón XIII, quien inicia una renovación, empren-diendo iniciativas para extender el reinado social deCristo al mundo y asumir la cuestión social. En1880, la Sagrada Rota informa al Obispo de Saint-Denis Gastón de Ségur (1820-1881), sobre la ur-gencia, medios y oportunidad de tal manifestación.Hace tres proposiciones:

a) Un Congreso: asamblea general de los represen-tantes de las obras eucarísticas, turnándose lasnaciones.

b) Un acto de fe y reparación, para propagación delas obras eucarísticas.

c) Un comité permanente que promueva y organice.

Mons. Ségur aprueba la propuesta del Card.Dechamps, arzobispo de Malines, el 17 de enero de1881 en París. Se programa celebrar el primerCongreso en Bélgica, en Lieja, donde había nacidola fiesta del Corpus por las visiones de Santa SorJuliana de Cornillón, establecida por Urbano IV en1264. Causas políticas impiden su realización endicho lugar, pues el Estado belga frena toda rela-ción con Roma o lo que signifique Iglesia universal;varios Obispos tienen problemas.

A instancias de Mons. Ségur, Phillibert Vrau,empresario francés católico, propulsor entusiastade la Adoración Nocturna, recibe a los congresistasen Lille, su ciudad natal, del 28 al 30 de junio de1881.

Hay 363 inscritos, de Chile, México, Italia,España, Austria, Bélgica y Francia. A las asam-bleas asisten más de 1,000 personas, y a lasprocesiones (internas, pues el Estado prohibehacerlas fuera de las iglesias) hasta 4,000. Entotal, unas 8,000 personas toman parte. En los«votos» finales está el propósito de difundir lasobras eucarísticas.

Así, en 1881 se realiza el Primer CongresoEucarístico Internacional. León XIII, el 27 abril1877, constituye el Comité. A partir de 1890, enBélgica, nacen los primeros Congresos locales. Altranscurrir los años, los Congresos Eucarístico In-ternacionales se van centrando en algún aspectoteológico o devocional del misterio eucarístico.

Temáticas de algunos Congresos Eucarísticos• 37° Munich, Alemania (1960). Restablece las

Estaciones Romanas en cuaresma. Juan XXIII,en esta «estación del mundo», encomienda eléxito del Concilio Vaticano II, «las leyes socialesy las costumbres sean conformes a las leyescristianas, y los matrimonios vivan de manerasanta». Pide dejar el cenáculo para llevar el men-saje a los pobres y a los grandes problemas de lahumanidad.

• En Bogotá (1968) el papa inaugura la II Conferen-cia General del Episcopado Latinoamericano(Medellín), reconociendo a Cristo sufriente yvivo: «Continuaremos defendiendo vuestra cau-sa, denunciando las inicuas desigualdades entrericos y pobres, los abusos administrativos y auto-ritarios».

• En Melbourne (1972) Pablo VI dice que«reavivando el culto a la presencia real de Cristose reavive la generosidad, el esfuerzo, el heroís-mo de descubrir a Cristo en el rostro y el sufri-miento de los pobres, necesitados, inmigrados,enfermos, moribundos».

• En Filadelfia (1976) su lema es: «La Eucaristía ylas diferentes formas del hambre en la familiahumana».

• El Congreso centenario de Lourdes (1981),preparado por Pablo VI y realizado por JuanPablo II, insiste en las implicaciones de la comu-nión dentro de la Iglesia y de la sociedad: «LaEucaristía hace a la Iglesia. Reúne como miem-bros de un mismo Cuerpo a quienes comparten elmismo Pan. Es conveniente resaltar la uniónnecesaria entre la dimensión vertical y horizontalde la Eucaristía». Ahí se ponen en vigor lasindicaciones del Ritual de la Comunión y el CultoEucarístico fuera de la Misa. Se prepara con lacampaña «Cuaresma a domicilio»; algunas dió-cesis reunieron hasta 20,000 grupos de reflexión.Realizan un simposio «Responsabilidad,condivisión y Eucaristía» con 150 expertos.

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CONGRESO EUCARISTICO

En 1906, se efectúa en Guadalajara el TercerCongreso Católico Nacional y Primero Eucarístico,del 19 al 29 de octubre –cuyas actas se publicaronen 1908 (Tipografía y Encuadernación de El Regio-nal, Guadalajara, 1908)–, el cual dedica la mayorparte de sus labores al problema indígena y nume-rosas iniciativas de avance social.

En él, las autoridades eclesiásticas se planteantambién la modernización de la prensa católica a finde que pueda competir con los periódicosanticatólicos. Esta modernización llevaría a caboinmediatamente, pero la semilla plantada daría susfrutos algunos años más tarde.

El II CEN se realiza del 5 al 12 de octubre de1924. Participan todas las Provincias Eclesiásticasde entonces. Se celebra una Misa Pontifical deapertura y otra de clausura; tres asambleas solem-nes, de dos sesiones cada una; tres asambleas gene-rales de estudio, también de dos sesiones cada una,con ponentes Obispos, Religiosos y laicos, ya queMéxico había participado en todos los CongresosEucarísticos Internacionales. No puede realizarsela clausura proyectada en el Teatro Olimpia, pueslos líderes gobiernistas no dejan a los obreros traba-jar en sus servicios. Pese a todos los permisos yacuerdos en regla, se ordena a la Procuraduríaproceder contra los organizadores del Congreso, y

cesar a los empleados públicos que partici-pen. Los Obispos y Sacerdotes participantesson consignados ante los tribunales.

El III CEN se celebra hasta 76 añosdespués del Segundo, con motivo del AñoSanto del Gran Jubileo de la EncarnaciónRedentora. Se lleva a cabo del 5 al 7 de mayode 2000, en la Basílica de Guadalupe y susdependencias. No tuvo la participación de-seada de todas las diócesis. La Iglesia sepostra en adoración como una statio, tra-yendo las necesidades de los pueblos, yllama a profesar la verdad, respetar los dere-chos, salvaguardar la concordia y la paz enla justicia.

Además de las ponencias, las jornadas de niñosy enfermos, hace adoración perpetua en la antiguaBasílica ya remodelada, y la procesión eucarísticaal templo expiatorio nacional de San Felipe deJesús, cuna y sede de la Adoración Nocturna.

El 48° Congreso Eucarístico Internacional 2004tiene su sede en Guadalajara, Jal. No le precede unCongreso Eucarístico Nacional, sino que asume esepapel, permitiendo a congresistas diocesanos parti-cipar en él.

En 2008, en cambio, el IV CEN de Morelia sítiene la función de prepararnos para el gran En-cuentro de Québec en junio.

Congresos Eucarísticos Nacionalesen México

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Desde la vibrante aventura del CongresoEucarístico Internacional de Guadalajara en 2004, laIglesia universal ahí representada recibe el anuncioque la siguiente sede será la bella ciudad de Québec,Canadá. Así que ahora el mundo enterodirige sus ojos y su corazón en la Statio orbisque se realizará ese país del norte. Y seprepara a vivir la experiencia de otro hermo-so homenaje a Cristo, presente y actuante enla Sagrada Eucaristía.Sede: Québec en Canadá (Centro de Ferias

de ExpoCité).Fecha: del 15 al 22 de junio de 2008Tema: «La Eucaristía, don de Dios para la vida del

mundo».Le precede el Simposio eucarístico internacio-

nal: 11 a 13 junio de 2008 (Universidad de Laval).Tema: «Eucaristía, don de Dios para la vida delmundo».

- Don escatológico en la historia- Don constitutivo de la Iglesia en el mundo- Don para la misión.

Catequesis y testimonios del Congresoeucarístico internacional:

Día 15 de junio: Inauguración.Día 16 de junio. La Eucaristía, el regalo mayor de

Dios.Día 17 de junio. Eucaristía, Memorial del Misterio

Pascual.Día 18 de junio. La Eucaristía edifica la Iglesia

Sacramento de Salvación.Día 19 de junio. Por la Eucaristía Cristo vive en

nuestras vidas. Reconciliación.Día 20 de junio. Eucaristía y Misión.Día 21 de junio. Testigos en el centro del mundo.Día 22 de junio. Clausura.

Logotipo:

Una Cruz separa en cuatro partes el Cuerpo deCristo (simboliza el Pan partido, en los 4 continen-tes). El barco: la Iglesia. Québec: la fe llegó por elagua, celebra el 400º aniversario de la ciudad. Colo-res: el dorado del pan; el rojo vivo de la Sangre;

juntos: el Don de Dios. Del escudo de François deLaval, fundador y primer obispo. Líneas blancas:ríos, agua en vivo. Vida del mundo El círculo: Uni-versalidad.

Oración:

Dios, Padre nuestro,te bendecimosy te damos graciaspor tu hijo Jesucristo,don de tu amor,para la vida del mundo.Mira a tu Iglesia que celebra enla alegría y la esperanza.

El cuadragésimo noveno Congreso Eucarístico In-ternacional.

Renueva nuestra fe en la Santa Eucaristía,Memorial de la muerte y resurrección de tu hijo.Que tu Espíritu Santo nos de su luz y su fuerzapara que seamos fieles testigos del Evangelio.Aliméntanos de tu Palabra y de tu Pan de Vida,para que unidos a María,Madre de tu Hijo y de la Iglesia,demos abundantes frutospara la salvación del mundo.Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Indicaciones para la participación:

El costo del Congreso es de 230 dólares canadien-ses, que incluye: el acceso a las actividades delprograma, el transporte oficial, la comida del medio-día, los materiales, y la traducción simultánea.

El hospedaje en familia es gratuito, incluye habi-tación y desayuno del 15 al 22 de junio, pero requiereenviar un cheque con un donativo, via Scotianbank.

Los participantes deben ser mayores de 18 años,tener pasaporte y visa americana vigentes, recomen-dación de su párroco, y disposición a participar entodos los eventos.

Las inscripciones se hacen sólo a través del Dele-gado diocesano: P. Emiliano Valadez. Fernández(Tel-fax (395) 785-1275; Correo electrónico:[email protected]). Inscribirse, llenando suficha, antes del 15 de abril. Él prevé las modalidadesdel viaje con los interesados.

49° Congreso Eucarístico Internacional

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CONGRESO EUCARISTICO

Este evento en nuestra patria, desde la hermosaciudad de Morelia, en Michoacán, nos preparacomo nación, no sólo a adorar a Jesucristo, nuestrohermano y salvador, de quien somos discípulos ymisioneros, sino también a prepararnos a vibrar conel homenaje de la Iglesia univer-sal en Québec.Tema: «Jesucristo Eucaristía,

don del Padre y vida para nues-tras familias». Lema: Tú eres,Señor, el Pan de vida. Está enla línea del Congreso Interna-cional, y como preparación delEncuentro Mundial de las Fa-milias en México 2009.

Sede: Morelia. Lugar: Centro deconvenciones y exposicionesde Michoacán (SalónMichoacán).

Fecha: del 1 al 4 de mayo.Estará precedido del Simposio

teológico nacional (de 30 abril a1 mayo): Reflexión teológica pro-funda sobre la relación de la Trinidad con la pater-nidad, la Pascua y la vida. Para 500 personas. De ladiócesis participan 4 sacerdotes.

Congreso eucarístico nacional (del 1 al 4 demayo): Catequesis populares sobre las tres partesde la exhortación apostólica «SacramentumCaritatis», y la «Eucaristía y familia». Recibe 5000participantes. Como representante del Papa vieneMons. Piero Marini, Presidente del Pontificio Co-mité para los CEI; acompañado del Nuncio Apos-tólico en México, y los cardenales y obispos deMéxico.

Procesión con el Santísimo Sacramento dePlaza Valadolid hasta Catedral (sábado 3 mayo).

Clausura (4 mayo): Plaza de Toros Monumen-tal de Morelia. Unas 15,000 personas: Síntesiscatequética, testimonios, Misa, festival.

Pagina de información: / Hacia el IV Congre-so (historia, documentos, CEN).www.arquimorelia.org.mx

Póster: Cristo de Zefirelli. El fondo amarilloexpresa luz y gracia. Varios rostros, edades, facetas,

forman el colage del mapa de México. Símbolofamiliar pequeño.

Logotipo: dibujo de una Hostia grande comofondo, el Espíritu Santo en la parte superior, y lasilueta de una familia en primer plano (una mamácon niño, el papá y sus hijos: niño y niña).

Oración:

Padre bueno, que tanto amaste al mundo

que nos has dado a tu Hijo Único,

Pan vivo bajado del cielo,

y que con la fuerza de tu Espíritu

transformas el pan y el vino

en el Cuerpo y la Sangre de Cristo,

te pedimos nos concedas

El IV CongresoEucarístico Nacional

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la vida que mana de la Eucaristía,

a fin de que seamos capaces de amarte

y llevar una vida más justa y fraterna,

sobre todo en el seno de nuestras familias.

Santa María de Guadalupe,

haz crecer en nosotros

el amor a Jesús Eucaristía,

que en Él encontremos la fuerza

para comunicar el Evangelio

y transformar el mundo,

para que nuestros pueblos en Él tengan vida.Amén.

Catequesis del Congreso:

«La Eucaristía creída» (Dr. José AguilarChiu).

«La Eucaristía vivida» (Card. Oscar An-drés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Te-gucigalpa).

«La Eucaristía celebrada» (Mons. EmilioBerlie Belanzaurán, arzobispo de Mérida).

«La Eucaristía y la familia» (esposos José yMarigel Arnaud, de Oaxaca, y Mons. RodrigoAguilar Martínez, obispo de Tehuacan).

Síntesis catequética del IV CEN (Pbro. Lic.Leopoldo Sánchez Pérez).

Temas del Simposio:

«La vivencia de la Eucaristía en la historia deMéxico» (Pbro. Dr. Alberto Carrillo Cázares).

«La Eucaristía, Don de Dios Padre» (Pbro. Dr.Manuel González Cruz).

«La Eucaristía, memorial de la Pascua de Jesús»(Pbro. Dr. Alberto Sanguinetti, de Montevideo,Uruguay).

«La Eucaristía, fuente de vida en el Espíritu»(Pbro. Dr. Salvador Carrillo Alday MSpS).

Indicaciones para la participación:

A nuestra diócesis concedieron 120 lugares.Participantes preferenciales: adoradores y miem-

bros de asociaciones eucarísticas, ministros ex-

traordinarios de la Comunión, equipos de liturgia,movimientos de familia, equipos de pastoral fami-liar.

No haya congresista sin preparación. Tenga unamisión posterior. Recomendados por su párroco osuperior, en condiciones aceptables de salud, consentido de eclesialidad, y gran amor a la eucaristía.Participar en todo (es sobre todo una StatioEcclesiae): catequesis, círculos de experiencias,oración, vigilias, ramillete espiritual, adoraciónperpetua, grupos de intercambio, Vigilia de Adora-ción Nocturna). Nos asignarán un color para unacontraseña.

El hospedaje se brindará en casas de la Parro-quia de San Judas Tadeo (P. Salvador González),donde hallarán su material, y las familias lesbrindan desayuno y cena; la comida y agua se lesofrece en el lugar del evento. Si alguien requierehospedaje en otro lugar, como hoteles y casasreligiosas, corre por su cuenta comunicarse conlos hoteles.

Como se realizarán periódicamente los Congre-sos Eucarísticos, entonces sorteamos los decanatospara que vayan participando por rotación. Este añoparticipa, con un autobús de 40 personas:

Decanato de Capilla de Guadalupe (coordinael Presidente del Consejo Directivo de laAdoración Nocturna de las parroquias deCapilla y San Ignacio).

Decanato de Arandas (coordina el Presidentedel Consejo Directivo de la Adoración Noc-turna de la parroquia de Guadalupe enArandas).

Decanato de San Julián (coordina el Presiden-te del Consejo Directivo de la AdoraciónNocturna de la parroquia de San José en SanJulián).

Los demás los acompañamos en adoración, através de María-Visión o internet.

La cuota del Congreso es de $ 400.ºº, llenandosu ficha. Los coordinadores juntan los las fichascon los datos (se les hará llegar a sus párrocos) yel dinero (pago del Congreso, autobús, contrase-ña del color, y demás gastos), contratan el auto-bús y organizan la gente. En el convenio para elautobús deben prever: traslado a Morelia el 1 de

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mayo temprano, para estar a mediodía en laparroquia; traslados de San Judas Tadeo al Cen-tro de Convenciones y regreso (esa tarde, y losdos días siguientes); traslado a la Plaza Monu-mental el domingo 4; y el regreso a sus lugaresesa misma tarde.

Las inscripciones se hacen a través del Delegadodiocesano: P. Francisco Escobar Mireles (tel-fax347/714 00 09; correo electrónico: <parroquiavalleyahoo.com.mx>). Por lo que habrá que enviarle lasfichas, a más tardar el lunes santo, 17 de marzo, paraque las envíe y conserven los lugares.

Es Jesús el misterio Pascualdel Domingo y de todos los días;es el lazo de amor que nos une,el Vientre de la Eucaristía.ser amado por Dios y saberloes mi fiesta y suprema alegría,que jamás se separe de Ti,mi Señor, el amor sin medida. Es Jesús nuestro encuentro de fe,que, al mostrarse, el camino ilumina;es el rostro de todos los hombres,es el rostro de Dios, que en él brilla.Soy discípulo soy misionero,mi bautismo el envío acredita;que el convite de Cristo inmoladolo anunciemos cual Buena Noticia. Don del Padre, la flor de sus dones,Don precioso de vida infinita,Sacramento de Dios encarnado,que a vivir como hermanos con vida.Con ternura abracemos el mundo,donde hay sangre, curemos heridas:que de amor es la fe que nos nutre,Pan de amor es el Pan de la vida.

Himno:

(Letra Fr. Rufino María Gálvez OFC. Música: Tarcisio Medina Reséndiz)

Contemplando tu rostro glorioso,te adoramos en la Eucaristía;Pan de vida, Jesús, te llamaste:sé la vida de nuestras familias. Celebrando en familia la Pascua,pan y vino Jesús ofrecía,y con ellos su vida nos daba,consagrada en comida y bebida.Ven, Iglesia familia de Dios,a saciarte de vida divina:todos juntos vayamos, hermanos,a la mesa del Pan de la Vida.

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Sintonizamos con los sentimientos de nuestrapatria mexicana, en la preparación del IV CEN y el49º CEI, realizando tres eventos a nivel diocesano:

1. Domingo 2 de marzo(Día de la Familia):

Jornada parroquial eucarística de la familia.«Jesucristo Eucaristía, Don de Dios y Vida

para nuestras familias»¿Qué actos recomendamos?:

a) Una marcha por la vida y la familia, en apoyo delos derechos del concebido;

b) El tema «La Eucaristía es fuente de vida paranuestras familias»;

c) La Celebración eucarística porlas familias.«La Vida es el valor funda-

mental sin el cual todo lo demáspierde sentido, la aspiración máshonda es vivir en plenitud. Tris-temente, en el ambiente de nues-tra época predomina la ‘culturade la muerte’. Cristo es la vida delmundo, sin Él se desvanece laesperanza, ya que el desgaste, laenfermedad, la frustración y lamuerte nos asechan a cada ins-tante. Especialmente en el Pan deVida encontramos el remedio detantos males al dársenos desdeahora la prenda de la vida eterna.

«Queremos subrayar la rela-ción que tiene la Eucaristía, ban-quete y sacrificio, con la vida denuestras familias. La vivenciaeucarística en el hogar puede sermuy rica. Comenzando por congregar a los miem-bros de la familia, introducirlos en una dinámica de

reconciliación, alimentándolos con la Palabra deDios, ayudándoles a vivir en actitud de ofrenda ygratuidad, transformándolos por el Espíritu para serCuerpo del Señor uniéndolos en la comunión deamor y enviándolos a una misión apostólica. Laespiritualidad eucarística en la familia ha de serprioridad y nos orienta al Encuentro Mundial de lasFamilias para el año 2009 en nuestra Patria» (delMensaje del Excmo. Sr. Alberto Suárez Inda, arzo-bispo de Morelia, con motivo del IV CEN).

2. Jueves 20 de marzo(Jueves Santo):

Jornada eucarística parroquial de la caridad.«La Eucaristía es fuerza transformadora para

nuestra sociedad».En el corazón de la Pascua, el

día de la institución de la Euca-ristía, tenemos dos momentos:a) En torno a la Cena del Señor:Tema previo «La Eucaristía, me-morial de la Pascua»; lavatoriode los pies; colecta de la caridad;tema para motivar la colecta«Compartimos a Jesús con nues-tros hermanos más pobres». El10% de la colecta se aporta parala Obra social: centro decanal deapoyo solidario.b) Adoración del Santísimo en elMonumento (noche del jueves ymañana del viernes). Se reco-mienda, si es posible, hacerlapor familias: «Jesús Eucaristía,sé fuente de vida para nuestrasfamilias».

«Cristo, que se ofrece al Pa-dre y se entrega a los hombres, es el Don porexcelencia; en la Eucaristía nos da la prueba más

El II Congreso EucarísticoDiocesano

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grande de su amor, pues ahí se actualiza suSacrificio Redentor y se queda entre nosotroscomo huésped, alimento y prenda de vida eter-na. Si los regalos que nos ofrecemos los huma-nos quieren manifestar una amistad invaluable,el don de Sí mismo que hace el Hijo de Dios notiene precio ni se podrá suficientemente valo-rar» (del Mensaje del Excmo. Sr. Alberto SuárezInda, arzobispo de Morelia, con motivo del IVCEN).

3. Domingo 13 (ó 20) de abril(Jornada mundial de las

vocaciones consagradas):

(O bien, en la llegada del Obispo, u otra ocasión de convo-cación diocesana)

Clausura diocesana.«Jesucristo Eucaristía, Don de Dios y Vida

para nuestras familias».Podrían realizarse los siguientes actos:

a) Síntesis catequética y testimonios.b) La final del Concurso de canción vocacional.c) Celebración eucarística, procesión con el

Santísimo, y Bendición.El misterio eucarístico es inagotable, así que

en unos temas no pretendemos hacer un tratadoo compendio de la doctrina y práctica eucarística.Sólo presentar unas ideas para trabajarlas en lamente y en el corazón. Queremos que se proyec-te en una vida más evangélica en la familia, y enun compromiso por la justicia y con los pobres.

Ante las realidades angustiantes que viveel mundo, la Iglesia tiene una palabra clara,que va engendrando el Reino de Dios entrequienes la reciben. Lo importante es el ate-rrizaje práctico y concreto que logre dárselea los temas.

¿PROYECTAMOSEN LA VIDA EL CONGRESO

DE GUADALAJARA?Del momento de devoción, a compromi-

so de vida eucarísticaMons. Josef Tomko, al terminar el 48ª

Congreso Eucarístico Internacional, hacepúblicos sus compromisos:

Conclusiones:1- Promover la asistencia y participación en la Misa

dominical (sólo un 20% asiste en México).2- Preparación y celebración de la fiesta y procesión de

la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo.3- Una catequesis que incluya la adoración eucarística.4- Promover la Comunión eucarística frecuente y dig-

na.5- Desarrollar el espíritu misionero de la Eucaristía6- Aparezca como fruto de la Eucaristía confortar a los

más necesitados.Con el congreso inicia el año de la Eucaristía. En su

transcurso, muere Juan Pablo II. Termina con la asam-blea del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía.Benedicto XVI publica la exhortación apostólica post-sinodal «Sacramentum Caritatis».

Podemos preguntarnos: ¿hasta dónde hemos lleva-do a cabo sus propuestas?

Propuestas para un proyecto de pastoraleucarística en México:

Los delegados diocesanos se proponen, como pro-longación del Congreso:- Animar la creación de capillas de adoración perpetua,

en cada zona.- Dar la Bendición con el Santísimo al terminar la

jornada.- Celebrar Jueves sacerdotales vocacionales con Hora

Santa para reponer Reserva.- Organizar algún signo de Solidaridad en torno a Misa

crismal.- Emprender una Catequesis eucarística.

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APARECIDALa Eucaristía en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano:Hay 33 referencias a la Eucaristía en el Documento final de Aparecida. La consideran

centro de discipulado, y otras se refieren a la Eucaristía Dominical.

Cinco lugares interesan particularmente, de los cuales resaltamos algunas ideas:A 158: Constantes en la Fracción del Pan.

Alimenta la comunión eclesial: un pan, un cuerpo.Culmen de vida cristiana.Relación de hermanos e hijos: escuela de comunión.

A 175: Parroquia. Fortalece la comunidad.Escuela de vida. Frutos de caridad, reconciliación y justicia.Comunidad eucarística.

A 191: Ministerio presbiteral centrado en Palabra y Misa diaria.«Mi Misa es mi vida; mi vida es una Misa prolongada». (S. Pedro Hurtado).

A 251: Lugar privilegiado del encuentro con Jesucristo.Dinamismo hacia el Padre y hacia los hermanos.Creer-celebrar y vivir. Misterio Pascual.Una existencia eucarística.Fuente de impulso misionero. Con audacia.

A 354: Alimento para el camino.Centro del universo.Vida eterna.Abrirnos a los más pobres.

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Domingo 2 de marzo(Día Nacional de la Familia):

«Jesucristo Eucaristía, Don de Dios y Vidapara nuestras familias»

MARCHA POR LA VIDA Y LA FAMILIA

Motivación: «La Vida es el valor fundamentalsin el cual todo lo demás pierde sentido, la aspira-ción más honda es vivir en plenitud. Tristemente,en el ambiente de nuestraépoca predomina la ‘cul-tura de la muerte’. Cristoes la vida del mundo, sinÉl se desvanece la espe-ranza, ya que el desgaste,la enfermedad, la frustra-ción y la muerte nosasechan a cada instante.Especialmente en el Pande Vida encontramos elremedio de tantos malesal dársenos desde ahora la prenda de la vida eterna»(del Mensaje del Excmo. Sr. Alberto Suárez Inda,arzobispo de Morelia, con motivo del IV CEN).

Lema: «Somos un pueblo que ama y defiende lavida».

Letreros para la marcha:«La Eucaristía es fuente de vida para nuestras

familias».Seamos voz de los que no tienen voz.Hagámonos héroes, salvando muchas vidas.En nuestras leyes deben quedar claras nuestras

convicciones.Los mexicanos respetamos y defendemos la

vida.Como católicos y ciudadanos, expresamos nues-

tras creencias.

Manifestamos a las cámaras legislativas nuestroamor a la vida.

Oramos para que sea respetada la vida en todassus fases.

Campaña de firmas de apoyo a la vida:Ante la promoción de la cultura de la muerte, el

Papa Benedicto XVI nos pide reaccionar unidos,movilizarnos para defender la vida. La SupremaCorte de Justicia podría dar un veredicto contrario

a nuestros principios.Por eso pedimos el reco-nocimiento de los Dere-chos humanos del Con-cebido.

Recabamos firmas deapoyo a los Derechos delConcebido: señalandonombre, firma, correoelectrónico, edad, sexo,credencial de elector (seenvían las hojas a Jalapa35 Int. 2, Col. Roma Sur,

C.P. 06700, Deleg. Cuauhtémoc, México D.F. Tel01 55 / 52 07 35 78; correo electrónico: d_concebidoderechosdelconcebido.org.mx. Mayor informaciónen www.derechosdelconcebido.org.mx).

Reflexiones inspiradoras para el camino: A 106-113, 114-119.

Otras propuestas:En el trayecto, se pueden hacer dos representa-

ciones: una familia donde se tienen valores cristia-nos; y una familia dividida, con problemas yantivalores. Se comentan coincidencias con nues-tras familias; se descubren los valores de nuestrasfamilias y las causas que dificultan la unidad yarmonía.

Se puede rezar el Rosario por la Vida.

Jornada ParroquialEucarística de la Familia

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TEMA: «LA EUCARISTIA,FUENTE DE VIDA

PARA NUESTRAS FAMILIAS»

«Queremos subrayar la relación que tiene laEucaristía, banquete y sacrificio, con la vida denuestras familias. La vivencia eucarística en elhogar puede ser muy rica. Comenzando por congre-gar a los miembros de la familia, introducirlos enuna dinámica de reconciliación, alimentándoloscon la Palabra de Dios, ayudándoles a vivir enactitud de ofrenda y gratuidad, transformándolospor el Espíritu para ser Cuerpo del Señor uniéndo-los en la comunión de amor y enviándolos a unamisión apostólica. La espiritualidad eucarística enla familia ha de ser priori-dad y nos orienta al En-cuentro Mundial de las Fa-milias para el año 2009 ennuestra Patria» (del Men-saje del Excmo. Sr. Al-berto Suárez Inda, arzo-bispo de Morelia, conmotivo del IV CEN).

VEAMOSVEAMOSVEAMOSVEAMOSVEAMOS:

Una de las característi-cas importantes del ser hu-mano, es su capacidad his-tórica que le permite conectarse con sus raíces másprofundas, los lazos familiares y culturales que lepreceden, y responderse preguntas sobre su manerade actuar, sus tradiciones y su manera de concebirla vida, reafirmándolo y enriqueciéndolo con elaporte de las generaciones pasadas. A través de ellarecoge acontecimientos, palabras experiencias quele han marcado a través de sus antepasados median-te «las remembranzas» que actualizan estos hechosy los hacen presentes a las nuevas generacionespara descubrir su trascendencia e importancia en lahistoria de un individuo, una familia, nación o todauna cultura.

Compartir el recuerdo de algunas vivencias sig-nificativas de la comunidad (pueblo, colonia, etc.)que dejaron su huella en las personas.- ¿Qué sentimientos les provoca evocarlos?

- ¿Crees que se deba seguir transmitiendo a lasnuevas generaciones? ¿Por qué?

PENSEMOSPENSEMOSPENSEMOSPENSEMOSPENSEMOS:

La familia, espacio de vidaEl evocar hechos pasados que siguen vivos entre

nosotros es fundamental para conocer en parte loque significa la Eucaristía.

Una de las necesidades esenciales del ser huma-no es la de relacionarse, a través de las relacioneshumanas cercanas y fraternas suple la necesidad derecibir por parte de quienes lo rodean, peor tambiéndescubre la importancia de dar actitud que le ayudaa desarrollarse y a descubrir sus capacidades.

La familia es el espacio ideal donde aprende adar y recibir en medio de la convivencia fraternacon los suyos. Uno de los momentos más propiciospara dicha convivencia es el de los alimentos, en los

que sentados en la mesacomparten el mismo pan.Pero también el diálogofraterno, la puesta en co-mún y el intercambio delas experiencias del día.La madre se da al prepararlos alimentos peor todoscontribuyen desde su po-sibilidad. Como contribuiren la compra de los ali-mentos, su preparación, lalimpieza de los utensilios,etc. Así los miembros de

la familia se sienten identificados, formado parte deun núcleo, siendo ayudados y ayudando, siendoamados y amando, unidos bajo el mismo techo y lamisma mesa.

La Eucaristía, fuente y fundamento de la fami-lia

Toda esa vivencia familiar los cristianos la ve-mos originada y sustentada en la Eucaristía, fuentey culmen de la vida cristiana.

Veamos la relación entre ambas realidades.La Eucaristía es el signo que representa la alian-

za de Cristo con su Iglesia, sellada con su sangre enla cruz. Es decir, la Eucaristía es la donación totaldel amor divino que busca la salvación de la huma-nidad.

El matrimonio que por su propia naturaleza, es laalianza del amor entre los esposos. Es compromisode donación y entrega mutua, para lograr la felici-

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dad y realización de la pareja. Encuentra, por lomismo, su fuente y fundamento en la Eucaristía

Participar en la Eucaristía es participar en elmisterio de salvación que Dios Padre ha queridomanifestarnos en la persona de su Hijo Jesucristo.Dándose plenamente, nos permite participar de lavida divina, logrando la comunión del hombre conDios

Por eso, un efecto de la Eucaristía como alimen-to es la comunión con Cristo. Y con la comunidadque vive de la vida de Cristo

La Eucaristía es actualización del sacrificio delamor de Cristo por su Iglesia.Es manantial de caridad, y esdon eucarístico de la caridad.Ahí la familia cristiana hayael fundamento y el alma de sucomunión. Ya que el paneucarístico hace de los diver-sos miembros de la comuni-dad familiar un único cuerpo.

La Eucaristía es expresiónsacramental de la unión fiel,inseparable y exclusiva queune a Cristo con su esposa(SCar, 28). Por eso, el Papanos presenta a la Eucaristía como sacramentoesponsal. Porque manifiesta el amor de Cristo porla Iglesia. Porque el consentimiento recíproco delos esposos que se dan en Cristo los constituye enuna comunidad de vida y de amor.

La V Conferencia General del Episcopado lati-noamericano y del Caribe nos recuerda: «Creemosque la familia es imagen de Dios que, en su misteriomás íntimo no es soledad, sino una familia. En lacomunión de amor de las tres personas divinas,nuestras familias tienen sus origen, su modeloperfecto, su motivación más bella y su últimodestino»

La Eucaristía, fuente y el fundamento de lamisión familiar

El Misterio de Cristo constituye la presencia delamor divino en el mundo. Se hace tan cercano alhombre que asume la misma condición humana.Lleva este amor a su plenitud en la donación total desu Cuerpo entregado y su sangre derramada en laCruz

La misión específica de la familia es encarnar elamor de Cristo. Y ponerlo al servicio de la sociedaden todas sus formas: como amor conyugal, amorpaternal, amor fraterno, amor filial, amor de unacomunidad de personas y de generaciones

De ahí brota la convicción de que es en laEucaristía donde las familias encuentran la fuentede fuerza e inspiración para vivir. El amor entre lehombre y la mujer, la acogida de la vida en el senofamiliar y la tarea educativa

De ahí la invitación a trabajar porque la situaciónque amenaza a la familia sea transformada. Y la

familia pueda asumir su sery su misión

La familia, como reali-dad humana, está marcadapor el signo de la cruz. Lasexperiencias dolorosas deinfidelidad, abandono, di-visión, etc., son una invita-ción de Cristo a participarde una forma especial en supropia experiencia de muer-te y resurrección de las cua-les participamos en la Eu-caristía

Por su propia naturaleza y por la misión que deberealizar la familia está llamada a participar como talde aliento de la Eucaristía, donde encontrará lafuerza para la reconciliación constante. Para forta-lecer la unidad familiar y la entrega constante de susmiembros en búsqueda constante del bien de toda lafamilia.

ACTUEMOSACTUEMOSACTUEMOSACTUEMOSACTUEMOS

(Comentar con el vecino o en familia)

¿Qué lugar ocupa la Eucaristía dominical en lavida de cada uno de los miembros de nuestrafamilia?

¿Repercute en la vida ordinaria, en las relacionespersonales, la vivencia de la Eucaristía domini-cal? ¿Cómo?

¿Qué podríamos hacer para que nuestra familia seafortalecida y animada aún más por el sacramentode la Eucaristía?

¿Qué podemos hacer como familia para mejorarnuestra participación en la Eucaristía?

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CELEBRACION EUCARISTICA

Monición: La Eucaristía es el Misterio de nues-tra fe, y como dice el tema del Congreso, un don delPadre y vida para nuestras familias. Desde el prin-cipio, la Eucaristía es el origen de la Iglesia, pues entorno a la Fracción del Pan se fue conformado lacomunidad primitiva, asidua a la oración, la ense-ñanza a los apóstoles y a la caridad fraterna. Ese esel modelo original de la Iglesia que estará siemprevigente en todotiempo y lugar.También la Eucaris-tía está en el origende la familia, puesésta es un signo dela nueva alianza se-llada en la Sangrede Cristo yparticipada por losesposos mediante elsacramento del ma-trimonio. Gracias ala Eucaristía, laIglesia es la familiade Dios, y la familiaes una Iglesia en pe-queño. Culminamos esta Jornada eucarísticaparroquial de la familia con nuestra celebracióneucarística.

Oración de los fieles

Pidamos al Señor por la unidad y estabilidad detodos los hogares, en especial los de nuestracomunidad. Respondamos:

Señor, bendice nuestras familias- Por la gran familia de Dios que es la Iglesia, para

que a través del Pan Eucarístico, sea siemprefermento del Reino en el mundo y dé testimonioa las naciones de la Salvación. R.

- Por las nuevas familias cristianas, para que desdesus primeros años encuentren en la celebraciónEucarística la fortaleza y la presencia del amor deDios y puedan enseñar a sus hijos en torno a esemismo amor. R.

- Por los divorciados vueltos a casar que no puedenacercarse a la Comunión sacramental, para que el

Señor en su gran misericordia les abra caminos desalvación y encuentren su misericordia. R.

- Por los niños que se preparan para recibir porprimera vez la Eucaristía, a fin de que, fortaleci-dos con este sacramento desde sus primeros años,sean cristianos convencidos de su fe y den testi-monio en la sociedad. R.

- Por las viudas y viudos para que encuentren en elsacramento de la Eucaristía el consuelo y la espe-ranza ante la difícil pérdida de su cónyuge. R.

Padre Dios, dequien provienetoda paternidad enel cielo y en la tie-rra, tú, que eresamor y vida, hazque toda familiasea, por la graciaque nos viene de laEucaristía, fuentede vida y amor. Quetu sabiduría guíelos pensamientosde los esposos,para bien de su fa-milia y de todas lasfamilias del mun-do. Que los jóve-

nes encuentren en su hogar el ambiente adecua-do para creer en la verdad y en el amor. Que elamor, fortalecido por el sacramento del Matrimo-nio y renovado en cada Misa, sea más fuerte quetodas las debilidades y momentos de crisis, porlos que atraviesan nuestros hogares. Que tuIglesia cumpla su misión en beneficio de lafamilia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Monición final:

En las parroquias debemos intensificar el amora Jesús en la Eucaristía, participar más plenamenteen la Eucaristía dominical y comprometernos másfuertemente en nuestros apostolados, para ser máscoherentes en la fe y en la vida. En las familias, seráconvincente participar en las catequesis eucarísticas,en los ratos de adoración y en las horas santas, ydarle a toda nuestra vida un sentido eucarísticomediante la oración y la unidad y convivenciafamiliar.

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CONGRESO EUCARISTICO

JORNADA EUCARISTICAPARROQUIAL DE LA CARIDAD

Jueves 20 de marzo(Jueves Santo):

«La Eucaristía es fuerza transformadora paranuestra sociedad».

«Cristo, que se ofrece al Padre y se entrega a loshombres, es el Don por excelencia; en la Eucaristíanos da la prueba más grande de su amor, pues ahí seactualiza su Sacrificio Redentor y se queda entrenosotros como huésped, alimento y prenda de vidaeterna. Si los regalos que nos ofrecemos los huma-nos quieren manifestar una amistad invaluable, eldon de Sí mismo que hace el Hijo de Dios no tieneprecio ni se podrá suficientemente valorar» (delMensaje del Excmo. Sr. Alberto Suárez Inda, arzo-bispo de Morelia, con motivo del IV CEN).

Letreros para el Monumento- «La Eucaristía es un regalo de Cristo que contiene

su entrega por amor a nosotros al Padre hasta lamuerte en la cruz y su resurrección de entre losmuertos por el poder del Espíritu Santo».

- «La Eucaristía es fuente y fundamento del se ymisión de la familia cristiana».

- «La Eucaristía es fuerza transformadora paranuestra sociedad».

- «La Eucaristía es un encuentro con Jesucristo, y através de él con Dios Padre y el Espíritu Santo.Nos conduce además a encontrarnos y compro-meternos con nuestro prójimo, sobre todo con elmás necesitado».Letrero para la Misa de la Cena del Señor«La celebración de la Eucaristía es una verdade-

ra fiesta a la cual muchos somos los invitados».

EN TORNO A LA MISA DE LA CENA EN TORNO A LA MISA DE LA CENA EN TORNO A LA MISA DE LA CENA EN TORNO A LA MISA DE LA CENA EN TORNO A LA MISA DE LA CENADEL SEÑORDEL SEÑORDEL SEÑORDEL SEÑORDEL SEÑOR

TEMA: LA EUCARISTIA,MEMORIAL

DE LA PASCUA DE JESUS

En la fiesta de Pascua del AntiguoTestamento se conmemoraba la salidadel pueblo de Israel de Egipto dondehabían vivido como esclavos. Se cele-braba que Dios había salvado o liberadoa su pueblo de la opresión y de la muertepara llevarlos a una vida de libertad y devida.

En su largo proceso de gestación, estafiesta del Antiguo Testamento se celebró

en diferentes momentos de la historia de Israel,siempre con un acento liberador y de iniciación deun nuevo ciclo o periodo histórico.

El pueblo judío celebraba en la Pascua el amorde Dios que cuidaba de él, lo liberaba y lo guiaba.En medio del recuerdo del éxodo y de la alianza,volvían a vivir (memorial) la intervención eficaz yamorosa de Dios para salvarlos.

Jesucristo, al celebrar la última Cena con susapóstoles, en el transcurso del banquete pascual,dio su sentido definido a la pascua judía.

En el Nuevo Testamento, la Pascua es el memo-rial de la salvación de los hombres realizado porJesús con su vida, su Muerte sacrificial y su Resu-rrección. Es la celebración del nuevo éxodo (salidahacia una nueva vida y camino hacia el Padre).

Para los cristianos la Pascua marca el momentodel «paso» de Jesús, nuevo cordero inmolado, alPadre (Jn 13, 1; 2 Co 5, 7), a través de la Muerte yla Resurrección (que ha llegado a ser sinónimo dePascua).

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a. La pascua nueva, la pascua de Jesús, su paso alPadre por su Muerte y Resurrección, es anticipa-da en la Cena y celebrada en la Eucaristía, que dacumplimiento a la pascua judía y anticipa lapascua final de la Iglesia en la gloria del Reino(CEC 1340).

b. Jesús escoge le tempo de la Pascua para realizarlo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a susdiscípulos su Cuerpo y su Sangre (CEC 1339).

c. Jesús instituye la Eucaristía en la última Cenapara:

- Dejar una prenda de su amor hasta el extremo (Jn13, 1).

- No alejarse nunca de los suyos.

- Hacerles partícipes de su Pascua.

d. La instituye como memorial de su Muerte yResurrección, y ordena a sus Apóstoles cele-brarlo hasta su retorno (CEC 1337). Hacer me-morial significa actualizar; no se trata sólo derecordar algo del pasado sino de vivir hoy y aquíel único Sacrificio de Cristo: vivimos el únicoSacrificio de Cristo por nuestra salvación.

e. Por eso el Papa Benedicto XVI llama a la Euca-ristía «el sacramento de la caridad»(Sacramentum caritatis) y nos muestra que es enla Eucaristía donde se nos revela el designio deamor que guía toda la historia de la salvación(SCar 8).

f. La Eucaristía es la actualización del amor de Diospor nosotros, por toda la humanidad. Es amor deDios para nosotros y en nosotros. Pero tambiénes la proclamación del amor de la comunidadeclesial a Dios y a nuestros hermanos. Muchohincapié hace el Documento de Aparecida sobreeste tema, de manera especial cuando habla de lamisión de los discípulos al servicio de la vidaplena. Es en la Eucaristía donde brota la actitudverdaderamente misionera que consiste en salirde nuestras conciencias aisladas y lanzarnos convalentía y confianza a la misión de toda la Iglesia(A 363).

g. El don de la Eucaristía hace presente a Cristoresucitado con toda su vida y Misterio Pascual.Así, la Eucaristía es un don trinitario que realizala reconciliación del mundo con Dios, por medio

de la ofrenda del amor del Hijo hasta la Muertey por Resurrección que confirma la victoria delamor sobre el pecado y la muerte.

h. Jesucristo ordena celebrar la Eucaristía comomemorial de su Muerte y de su Resurrección,hasta su retorno (1 Co 11, 26). Con su mandato:«hagan esto en conmemoración mía» (v. 19) nosólo nos pide repetir sus gestos y palabras acor-dándonos de lo que hizo. Sino que tambiénhagamos memorial de Él, de su vida, de suMuerte, de su Resurrección y de su intercesiónjunto al Padre.

i. La Eucaristía hace presente a Jesús: su persona, sumensaje y toda su obra salvífica: su Sacrificio, suResurrección y el don de su Espíritu. Su celebra-ción actualiza su Misterio Pascual: «En cadaEucaristía, los cristianos celebran y asumen elMisterio Pascual de Cristo a través de la Eucaris-tía, de modo que toda su vida sea cada vez máseucarística» (A 251).

j. La Eucaristía es el acto comunitario del nuevopueblo de Dios, cuya finalidad es la actualiza-ción y participación en la obra redentora de Jesúsque es glorificación de Dios y santificaciónhumana. Por eso es el culmen y la fuente de lavida cristiana y la celebración litúrgica por exce-lencia.

k. Por eso, la celebración de la Eucaristía exige, aquien la ha comprendido, la participación activa,sobre todo en la comunión. Esta participación enla comunidad nos convierte en Cuerpo de Cristo,y unidos a Él y a los hermanos, continuamosnuestra celebración en nuestra vida diaria con uncompromiso de caridad fraterna y de servicio.

l. Recibiendo la Palabra de vida en la liturgia de laPalabra, ofreciendo la única ofrenda agradableal Padre, su propio Hijo bajo el signo del pan ydel vino consagrados, y comulgando el alimentoespiritual, la Iglesia participa en la alabanza alPadre y hace suya la obra de la salvación.

· En nuestro contexto histórico ¿Cuál es la pascua(paso de… a…) que estamos llamados a vivir en:lo social, económico, cultural, en la vida de fe,etc.?

· ¿Qué podemos hacer para que la presencia viva deCristo en la Eucaristía la podamos vivir conintensidad?

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3. LAVATORIO DE PIES3. LAVATORIO DE PIES3. LAVATORIO DE PIES3. LAVATORIO DE PIES3. LAVATORIO DE PIES

VEAMOS:

Muchos cristianos hacemos una separación en-tre nuestra vida cotidiana y la fe que profesamos ycelebramos, reduciéndola sólo a ritos que no nosllevan a una verdadera conversión reflejadaen el servicio desinteresado a nuestros her-manos. Nos vamos convirtiendo en «cristia-nos Light». La vida cristiana no puede con-cebirse sólo como una práctica de preceptoso prácticas rituales. Es necesario hacerlavida y testimoniar nuestra fe. Hay un divor-cio entre la fe y la vida¿Podemos también hablar de divorcio entre la

Eucaristía y la vida? ¿Por qué?

¿En qué actitudes crees que se manifiesteeste divorcio?

¿Qué consecuencias trae para el cristianouna vivencia eucarística con compromisosocial?

PENSEMOS

Creer en la Eucaristía y celebrarlaauténticamente nos lleva a descubrir que enella se encuentra una fuente inagotable deamor para el prójimo. La Eucaristía no sóloes un encuentro con Jesucristo y a través deél con toda la Trinidad, sino que nos conduceademás al encuentro y compromiso con el prójimo,sobre todo con el más necesitado.

La Eucaristía nos hace testigos de la mismacompasión de Jesús por el mundo, por nuestroshermanos. Es mirar desde la perspectiva de Jesús.Impulsa a todos los que creen en él a ser «panpartido para el mundo» y, por consiguiente, a traba-jar por un mundo justo y fraterno.

La unión con Cristo que se realiza en el Sacra-mento de la Eucaristía nos capacita también paranuevos tipos de relaciones sociales: «La ‘mística’del sacramento de la Eucaristía tiene un caráctersocial». En efecto la unión con Cristo es el mismotiempo unión con todos los demás a los que seentrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí;únicamente puede pertenecer en unión a todos losque no son suyos o lo serán».

Este carácter social de la Eucaristía se manifies-

ta, sobre todo, en una actitud permanente que bus-que la reconciliación en Cristo, porque la Eucaristíaes sacramento de comunión. De ahí brota la dispo-sición de al diálogo y al compromiso por la justiciay las actitudes constantes en la vida cristiana de:empeño por construir la paz y denuncia ante lasdesigualdades en relación a la riqueza.

En una sociedad que frecuentemente está domi-nada por una «cultura de la muerte», exacerbadapor la búsqueda del confort individual, del poder ydel dinero, la Eucaristía recuerda el derecho de lospobres y el deber de justicia y solidaridad. Despier-ta la comunidad al don inmenso de la nueva alianzaque llama a la humanidad entera a transformarse aalgo más grande que ella misma.

Cristo por el memorial de su Sacrificio, refuerzala comunión entre los hermanos y, de modo particu-lar, apremia a los que están enfrentados para queaceleren su reconciliación abriéndose al diálogo yal compromiso por la justicia.

«Quien participa en la Eucaristía ha de desem-peñarse en construir la paz en nuestro mundo mar-cado por tantas violencias y guerras, particular-mente hoy, por el terrorismo, la corrupción econó-mica y la explotación sexual.

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El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos apremiay nos hace estar atentos a las situaciones de pobrezaen que se halla todavía gran parte de la humanidad:son situaciones cuyas causa implica a menudo unaclara e inquietante responsabilidad por parte de loshombres.

El alimento de la verdad nos impulsa a denunciarlas situaciones indignas del hombre, en las que acausa de la injusticia y la explotación se muere porfalta de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo paratrabajar sin descanso en la construcción de la civi-lización del amor.

La Iglesia es testigo para la humanidad del Donrealizado para que el mundo tenga vida. Nutrién-dose de la Eucaristía convoca a los cristianos aparticipar en la restauración continua de la condi-ción humana y de la situación del mundo y arealizar, de este modo, la misión que le ha sidoencomendada.

La Iglesia realiza su misión por la evangeliza-ción que transmite la fe en Cristo y por la búsquedade la justicia y la paz que realizan la transformacióndel mundo.

Precisamente por eso la Eucaristía será la fuentey la cumbre de la misión eclesial, porque tiene elpoder de despertar la esperanza de la vida eternapara aquellos que son tentados por la desespera-ción, porque abre al compartir a aquellos tentadosa cerrar sus manos. Coloca enfrente la reconcilia-ción en lugar de la división.

COLECTA DE LA CARIDAD COLECTA DE LA CARIDAD COLECTA DE LA CARIDAD COLECTA DE LA CARIDAD COLECTA DE LA CARIDAD

La participación eucarística interpela nuestraconciencia egoísta que sólo recibe y no sabe com-partir; porque en ella participamos de la donacióntotal del amor de Dios para que nosotros tengamosvida, de forma que nuestra existencia debe seresencialmente Eucarística.

¿Qué tan frecuente puede ser el pensar la Euca-ristía sólo como un acto piadoso que no implica unaproyección social? ¿Por qué se piensa así? ¿Quéconsecuencias trae consigo?

¿En nuestras celebraciones eucarísticas logra-mos expresar las alegrías y tristezas, las preocupa-ciones y angustias de nuestro pueblo? ¿Qué pode-

mos hacer para que realmente sean una celebraciónde la vida?

¿Qué podemos hacer para resaltar más la pro-yección social de nuestras celebracionesEucarísticas?

El 10% de la colecta se aporta para la Obrasocial: creación o acondicionamiento de un centrodecanal de apoyo solidario. Cada decanato va sen-sibilizando, proyectando, organizando y creandodicho centro. Las parroquias pueden apoyarse unasa otras, y tener un fondo en especie para las ayudasen emergencias y desastres.

COMUNIÓN COMUNIÓN COMUNIÓN COMUNIÓN COMUNIÓNDEL JUEVES SANTODEL JUEVES SANTODEL JUEVES SANTODEL JUEVES SANTODEL JUEVES SANTO

El ser humano creado a imagen y semejanza deDios, mantiene una realidad corpórea que lo aseme-ja con los demás seres vivos y una realidad espiri-tual que lo hace diferente a la creación y lo asemejaa Dios, capaz de decidir, razonar y amar. Ambasrealidades son importantes, pues su ser consisteprecisamente en la conformación del cuerpo y delespíritu.

En ambas realidades el hombre tiene necesidadde alimentarse. El cuerpo necesita de proteínas,vitaminas, minerales, carbohidratos, presentes enuna alimentación balanceada etc. que le proporcio-nen las energías necesarias para trabajar, estudiar,divertirse y realizar todas las tareas y actividadescotidianas. Así de una alimentación suficiente de-penderá su salud y el buen desarrollo de sus órganoscorpóreos.

Sin embargo no sólo el cuerpo necesita alimen-tarse, el espíritu, parte integrante del ser humanotambién tiene necesidades alimenticias:-¿Qué alimento consideras que necesita el espíritu?

-Si el cuerpo se debilita al no tener el alimentonecesario ¿que le sucede al espíritu?

La Eucaristía no sólo es un misterio que secelebra y en el que se recuerda y actualiza la pascuasalvadora de Jesús. Es también un sacramento quese recibe: el memorial de la obra redentora delSeñor se hace alimento. La Iglesia comulga elCuerpo y la Sangre de Cristo realmente presente enla Eucaristía.

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Guía: Una de las características importantes delser humano, es su capacidad histórica que le permi-te conectarse con sus raíces más profundas, loslazos familiares y culturales que le preceden, yresponderse preguntas sobre su manera de actuar,sus tradiciones y su manera de concebir la vida,reafirmándolo y enriqueciéndolocon el aporte de las generacionespasadas. A través de ella recogeacontecimientos, palabras experien-cias que le han marcado a través desus antepasados mediante «lasremembranzas» que actualizan es-tos hechos y los hacen presentes alas nuevas generaciones para des-cubrir su trascendencia e importan-cia en la historia de un individuo,una familia, nación o toda una cul-tura. El evocar hechos pasados quesiguen vivos entre nosotros es fun-damental para conocer en parte loque significa la Eucaristía.

Monición: Una de las necesida-des esenciales del ser humano es lade relacionarse, a través de las rela-ciones humanas cercanas y fraternassuple la necesidad de recibir porparte de quienes lo rodean, peortambién descubre la importancia dedar actitud que le ayuda a desarrollarse y a descubrirsus capacidades.1. La familia es el espacio ideal donde aprende a dar

y recibir en medio de la convivencia fraterna conlos suyos

2. Uno de los momentos más propicios para dichaconvivencia es el de los alimentos, en los quesentados en la mesa comparten el mismo pan

1. Pero también el diálogo fraterno, la puesta encomún y el intercambio de las experiencias deldía

2. La madre se da al preparar los alimentos peortodos contribuyen desde su posibilidad

1. Como contribuir en la compra de los alimentos,su preparación, la limpieza de los utensilios, etc.

2. Así los miembros de la familia se sienten identi-ficados

1. Formado parte de un núcleo2. Siendo ayudados y ayudando1. Siendo amados y amando2. Unidos bajo el mismo techo y lamisma mesa.Canto:

Estoy pensando en Dios. Monición: Toda esa vivencia fami-liar nosotros los cristianos la vemosoriginada y sustentada en la Eucaris-tía, fuente y culmen de la vida cristia-na. Hay relación entre ambas realida-des.Guía: La Eucaristía es la fuente y elfundamento del ser de la familia cris-tiana.1. La Eucaristía es el signo que repre-senta la alianza de Cristo con su Igle-sia, sellada con su sangre en la cruz2. Es decir, la Eucaristía es la dona-ción total del amor divino que busca

la salvación de la humanidad.1. El matrimonio que por su propia naturaleza, es la

alianza del amor entre los esposos2. Es compromiso de donación y entrega mutua1. Para lograr la felicidad y realización de la pareja2. Encuentra, por lo mismo, su fuente y fundamento

en la Eucaristía1. Participar en la Eucaristía es participar en el miste-

rio de salvación que Dios Padre ha querido mani-festarnos en la persona de su Hijo Jesucristo.

Hora SantaAdoración del Santísimo en el Monumento (noche del jueves y mañana del viernes). Se recomienda, sies posible, hacerla por familias: «Jesús Eucaristía, sé fuente de vida para nuestras familias».

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2. Dándose plenamente, nos permite participar dela vida divina, logrando la comunión del hombrecon Dios

1. Por eso, un efecto de la Eucaristía como alimentoes la comunión con Cristo

2. Y con la comunidad que vive de la vida de Cristo1. La Eucaristía es actualización del sacrificio del

amor de Cristo por su Iglesia2. Es manantial de caridad, y es don eucarístico de

la caridad1. Ahí la familia cristiana haya el fundamento y el

alma de su comunión2. Ya que el pan eucarístico hace de los diversos

miembros de la comunidad familiar un únicocuerpo.

1. La Eucaristía es expresión sacramental de launión fiel, inseparable y exclusiva que une aCristo con su esposa (SCar, 28)

2. Por eso, el Papa nos presenta a la Eucaristía comosacramento esponsal

1. Por que manifiesta el amor de Cristo por la Iglesia2. Por que le consentimiento recíproco de los espo-

sos que se dan en Cristo los constituye en comu-nidad de vida y de amor.

Monición: La V Conferencia General del Episco-pado latinoamericano y del Caribe nos recuerda:«Creemos que la familia es imagen de Dios que,en su misterio más íntimo no es soledad, sinouna familia. En la comunión de amor de las trespersonas divinas, nuestras familias tienen susorigen, su modelo perfecto, su motivación másbella y su último destino»

Canto: Gloria a ti, Hostia santa y bendita.Guía: La Eucaristía es la fuente y el fundamento de

la misión familiar.1. El Misterio de Cristo constituye la presencia del

amor divino en el mundo2. Se hace tan cercano al hombre que asume la

misma condición humana1. Lleva este amor a su plenitud en la donación total2. De su Cuerpo entregado y su sangre derramada

en la cruz1. La misión específica de la familia es encarnar el

amor de Cristo2. Y ponerlo al servicio de la sociedad en todas sus

formas

1. Como amor conyugal, amor paternal, amor fra-terno, amor filial

2. Amor de una comunidad de personas y de gene-raciones

1. De ahí brota la convicción de que es en laEucaristía donde las familias encuentran la fuentede fuerza e inspiración para vivir

2. El amor entre le hombre y la mujer, la acogida dela vida en el seno familiar y la tarea educativa

1. De ahí la invitación a trabajar porque la situaciónque amenaza a la familia sea transformada

2. Y la familia pueda asumir su ser y su misión1. La familia, como realidad humana, está marcada

pr el sino de la cruz2. Las experiencias dolorosas de infidelidad, aban-

dono, división, etc., son una invitación de Cristo1. A participar de una forma especial en su propia

experiencia de muerte y resurrección2. De las cuales participemos en la Eucaristía1. Por su propia naturaleza y por la misión que debe

realizar2. La familia está llamada a participar como tal de

aliento de la Eucaristía1. Donde encontrará la fuerza para la reconciliación

constante2. Para fortalecer la unidad familiar1. Y la entrega constante de sus miembros2. En búsqueda constante del bien de toda la familia

Canto:Juntos como hermanos.

Guía: Concluyamos el encuentro de hoy pidiendoal Señor por la unidad y estabilidad de todos loshogares, en especial los de nuestra comunidad.Respondamos:

Señor, bendice nuestras familias- Por la gran familia de Dios que es la Iglesia, para

que a través del Pan Eucarístico, sea siemprefermento del Reino en el mundo y dé testimonioa las naciones de la Salvación. R.

- Por las nuevas familias cristianas, para que desdesus primeros años encuentren en la celebraciónEucarística la fortaleza y la presencia del amor deDios y puedan enseñar a sus hijos en torno a esemismo amor. R.

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- Por los divorciados vueltos a casar que no puedenacercarse a la comunión sacramental, para que elSeñor en su gran misericordia les abra caminos desalvación y encuentren su misericordia. R.

- Por los niños que se preparan para recibir porprimera vez la eucaristía para que habiendo sidofortalecidos con dicho sacramento, desde susprimeros años, sean cristianos convencidos de sufe y den testimonio en la sociedad. R.

- Por las viudas y viudos para que encuentren en elsacramento de la Eucaristía el consuelo y la espe-ranza ante la difícil pérdida de su cónyuge. R.

Se pueden añadir intenciones libres…

Padre Dios, de quien proviene toda paternidaden el cielo y en la tierra, tú, que eres amor yvida, haz que toda familia sea, por la graciaque nos viene de la Eucaristía, fuente de viday amor. Que tu sabiduría guíe los pensamien-tos de los esposos, para bien de su familia y detodas las familias del mundo. Que los jóvenesencuentren en su hogar el ambiente adecua-do para creer en la verdad y en el amor. Queel amor, fortalecido por el sacramento delMatrimonio y renovado en cada Misa, sea másfuerte que todas las debilidades y momentosde crisis, por los que atraviesan nuestroshogares. Que tu Iglesia cumpla su misión enbeneficio de la familia. Te lo pedimos a ti, queeres amor y vida, en la unidad del Hijo y delEspíritu Santo. Así sea.

VISITA FAMILIARVISITA FAMILIARVISITA FAMILIARVISITA FAMILIARVISITA FAMILIARAL MONUMENTO DELAL MONUMENTO DELAL MONUMENTO DELAL MONUMENTO DELAL MONUMENTO DEL

SANTÍSIMO SACRAMENTOSANTÍSIMO SACRAMENTOSANTÍSIMO SACRAMENTOSANTÍSIMO SACRAMENTOSANTÍSIMO SACRAMENTO

(Jueves Santo)

INICIO:

Guía: Señor Jesús, en el día que te entregaste pornosotros, aquí estamos papás e hijos, reunidos anteti, para decirte que Tú eres el centro de nuestrasfamilias. Queremos que tengas con nosotros unacasa, donde encuentres amor a Papá Dios, según Túnos has enseñado a llamarlo. Queremos que ennuestra casa te sientas amado porque nos amamoslos hermanos unos a otros. Tu Eucaristía es un

regalo de Papá Dios, es tu presencia viva, y es vidapara nuestras familias.

1. QUE HAYA MÁS AMOR, TU AMORGuía: Jesús, Tú que te quisiste quedar como pan,

con el fin de darnos fuerza para amar, por eso tedecimos ahora todos juntos:

R. Jesús, que en nuestra casanos amemos más.

· Que cuando nos peleemos o tengamos dificulta-des, sepamos perdonarnos. R.

· Que nos ayudemos, sin esperar que nos pidanayuda. R.

· Que dejemos nuestro programa de televisión,nuestros juegos, nuestros quehaceres, cuando al-guien nos necesita o nos pide un favor. R.

· Que sepamos corregirnos de nuestras equivoca-ciones y defectos, y que aceptemos las correccio-nes que los demás nos hacen. R.

· Que siempre digamos a donde vamos y nos inte-resemos unos por otros, sin decir nunca comoCaín «¿acaso soy yo el guardián de mi herma-no?». R.

· Que papá y mamá se quieran cada vez más y sepaneducarnos con su ejemplo. R.Canto:

Si yo no tengo amor.

2. QUE TENGAMOS LO NECESAIOPARA EL ALMA Y EL CUERPO

Guía: Jesús, Tú dijiste que a nadie se le cae unpelo de la cabeza sin que Papá Dios lo quiera, y quenosotros los seres humanos valemos más que lospajaritos a los que Papá Dios alimenta. Tú te que-daste entre nosotros en forma de un pedazo de panpara decirnos que Tú eres el Pan que Papá Dios daa sus hijos, y que nunca nos hará faltar lo necesariopara el alma y para el cuerpo. Por eso hoy ante ti ledecimos a Papá Dios:

R. Padre, danos el pande cada día.

· Que nuca nos falte casa, vestido, sustento y trabajo. R.· Que siempre tengamos los medios y las ganas de

progresar en el estudio y saber hacer muchascosas a favor de los demás. R.

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· Que papá y mamá puedan, en medio de sustrabajos, tener tiempo para platicar y convivir connosotros. R.

· Que todos y en especial papá y mamá tengan saludpara que puedan seguir atendiéndonos y educán-donos. R.

· Que tengamos tiempo para rezar juntos, parabendecirte, hablar entre nosotros y ver cómonuestra familia puede ir mejorando. R.

· Que podamos tener más dinero del que nos hacefalta, para ayudar más a los necesitados, a los quepredican tu Palabra y a los que están haciendocosas buenas por los demás. R.

(Puede añadir alguna intención especial: algún problema defamilia).

3. ESTAMOS ARREPENTIDOS,PERDONANOS.

Guía: Jesús, Tú nos dijiste un día como hoy, quecon el Pan bendecido en tu nombre nos acordára-mos que Tú moriste para conseguirnos el perdón denuestro pecados. Por eso hoy pedimos perdón y tedecimos:

R. Señor, ten piedad de nosotros.· Por las veces en que los hijos hemos hecho que

nuestros papás vivan tristes o enojados. R.· Por las veces en que nuestros papás no se han

querido mucho o no han aprendido más cosas paraeducarnos mejor. R.

· Por las veces que hemos sido flojos o egoístas, quesólo hemos pensado en nuestras cosas o que nohemos dado de lo nuestro para los demás. R.

· Por las veces en que hemos peleado o nos hemosofendido con palabras o con malos modales. R.

· Por las veces en que nos hemos quedado encerra-dos muy tranquilos en nuestra casa cuando hubié-ramos podido ayudar a otros o lograr la vida de losdemás. R.

· Por las veces en que nuestra familia no ha sido debuen ejemplo para los demás o no ha colaboradopara resolver los problemas de nuestro barrio o denuestras escuelas. R.

(Pueden añadir alguna petición de perdón por algún pecado enespecial de la familia o de sí mismo. Se dejan momentos desilencio).

4. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS

Guía: Señor, Tú te quedaste entre nosotros paraque tuviéramos hambre de ti y de tu Palabra. Por esoqueremos oírte.

Lector: De la carta de San Pablo a los cristianosde Filipos (Fil. 4, 4-9).

Hermanos: Vivan siempre contentos en presen-cia de Dios. Se los vuelvo a repetir: vivan contentos.Que todos puedan darse cuenta de que ustedes sonbuenos. El Señor está cerca de ustedes: por eso novivan con miedo de nada. Antes bien aprendan aplaticar en todo momento con Dios, diciéndoletodos sus deseos y súplicas y dándole tambiéngracias. Así vivirán siempre en paz, más allá de loque pueden imaginarse, teniendo en sus corazonesy en su pensamiento la presencia de Cristo Jesús.Además: aprovechen y aprendan todo lo que hay deverdadero, todo lo que los hace más educados, másjustos, más dueños de ustedes mismos, más ama-bles, más apreciables, todo lo que es virtud y todolo que es digno de alabanza. Y pongan en prácticalos buenos ejemplos que han aprendido y recibidoy oído y visto y así Dios, el Dios de la paz, estará conustedes.

PALABRA DE DIOS.

(Comentarios libres, estación y canto eucarístico).

Lector: De la carta de San Pablo a los cristianosdel Puerto de Corinto (1 Co 13).

Hermanos: Traten de tener lo mejor, y lo mejores el amor. Aunque supieras hablar todos los idio-mas de este mundo o de los seres del más allá, si notienes amor, no eres más que un pedazo de fierroque hace ruido o una tambora hueca que suena.Aunque supieran adivinar e futuro y conocer todaslas cosas ocultas o fueras un gran científico, aunquetuvieras tanto poder mental como para trasladarmontañas, si no tienes amor nada eres. Aunquedieras todo a los pobres y te dejaras quemar vivo, sino tienes amor de nada te sirve. El que ama espaciente, es servicial, no es envidioso, no es unpresumido, ni un orgulloso. El que ama no falta a labuena educación, no busca sólo su propio interés,no es enojón, no va sumando el mal que le hacen, nose alegra de las cosas malas, sino que se pone

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CONGRESO EUCARISTICO

contento por lo bueno. El que ama excusa losdefectos de los demás. El que ama confía en losdemás. El que ama sabe esperar y soportar todo. Elamor durará: lo demás desaparecerá.

Palabra de Dios.

(Comentarios libres, estación y canto eucarístico).

Lector: De la carta de San Pablo a los Romanos(Rm 12, 1-3. 9-21).

Hermanos: Por el cariño que Dios les tiene,ofrézcanle su propia vida, como un sacrificiovivo, santo y agradable a Él, como la mejormanera de honrarlo. No se acomoden a lo que lagente mundana piensa, antes al contrario váyansetransformando con una manera de pensar que sea capaz de distinguir la voluntad de Dios, lo quees bueno, lo que es conveniente y lo que esperfecto. Además le aviso a cada uno de ustedes,como es mi deber, que no se tenga en más de loque hay que tenerse, sino que sea modesto enmedio de las cualidades que Dios le ha dado. Quesu amor no sea hipócrita: digan que ‘no’ a lo maloy acepten lo bueno. Ámense de corazón unos aotros y hagan competencias de cariño mutuo. Nose echen para atrás cuando hay que hacer algo ymanténgase fervorosos en le espíritu, pues es elSeñor al que están sirviendo. Que la esperanzalos tenga alegres, no se dobleguen ante las difi-cultades, no dejen de rezar, ayuden en sus nece-sidades a los que están consagrados y acéptenseunos a otros. Pidan por los que quieren hacerlesel mal; sí, bendigan a la gente y no la maldigan.Alégrense con los que se alegran y lloren con losque lloran. Traten de ponerse de común acuerdounos con otros, no queriendo sobresalir, sinoponiéndose al nivel de los pequeños y no sintién-dose cada uno autosuficiente. No devuelvan anadie mal por mal, sino procuren hacer el bien atodos. Amigos: nos se quieran vengar ustedesmismos: déjenselo a Dios, pues él dice: «Mía esla venganza, yo daré a cada uno su merecido». Alcontrario, si tu enemigo tiene hambre dale decomer, si tiene sed, dale de beber: así se pondrárojo de vergüenza. No te dejes vencer por el mal,vence al mal haciendo el bien.

Palabra de Dios

(Comentarios libres, estación y canto eucarístico).

5. REFLEXIONAMOS Y APLICAMOSLA PALABRA DE DIOS:

Examinémonos.

(Se dejan mementos de silencio).

¿En nuestra familia cumplimos eso que Dios dice?

¿En qué podemos mejorar?

¿Qué podemos prometer todos juntos a Dios parahacer?

(Lo platican unos momentos y lo prometen).

6. RECIBE, SEÑORNUESTRAS VIDAS.

Guía: Señor Jesús, Tú estás aquí como Panofrecido por nosotros, como una vida sacrificadapor nosotros. Nosotros queremos también, aunquepobres, ofrecerte lo nuestro. Por eso ahora todos tedecimos.

R. Recíbelo, Señor.· Lo que papá y mamá han trabajado y hecho por

nosotros. R.· Lo que han hecho pos educarnos cristianamente.

R.· El amor que papá y mamá se han tenido y los bueno

ejemplos que nos han dado. R.· La s alegrías que hemos dado a nuestros papás

siendo mejores y queriéndonos como hermanos.R.

· Los mandados que hemos traído, los favores quehemos hecho, lo que hemos compartido con nues-tros hermanos. R.

· Los estudios hechos, los juegos realizados, lostrabajos y quehaceres de todos nosotros y laspenas y alegrías de nuestra familia entera. R.

(El que quiera puede ofrecer algo que haya hecho en especial oalguna pena que haya tenido).

7. AGRADECIMIENTO.

Guía: Jesús, queremos darte gracias porque Túhas querido que te sintiéramos más cerca quedán-dote de una manera tan especial en el Pan consagra-do, siendo un don de Papá Dios y vida para nuestrasfamilias. Por eso te decimos todos:

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R. Gracias, Señor.· Gracias porque Tú eres nuestro amigo que dio la

vida por nosotros. R.

· Gracias porque eres nuestro amigo que nos cuen-tas todos los secretos de Papá Dios. R.

· Gracias porque Tú nos has dicho que Papá Dios espoderosísimo, hizo todo el mundo, piensa muchoen nosotros y nos quiere, y por eso te mandó a tientre nosotros. R.

· Gracias porque al morir nos dejaste como mamánuestra a tu misma Mamá: la Santísima VirgenMaría. R.

· Gracias porque nos dijiste que no tuviéramosmiedo de todo lo malo que hay en el mundoporque Tú venciste ya al demonio y a la muerte.R.

(Alguien puede añadir alguna alegría o favor recibido en la familiapr parte de Dios).

· Gracias porque quisiste que nuestra familia estu-viera reunida aquí un rato contigo, sabiendo queTú en tu Pasión pasaste horas sin dormir, sufrien-do por nosotros. R.

8. ORACIÓN DE ALABANZAGuía: Jesús, por último, queremos alabarte, si es

que lo podemos hacer, no pensando en nosotros,sino en ti mismo. Tras dejarnos tu Cuerpo y tuSangre, fuiste entregado a la muerte por el traidor,aprehendido por los paganos, juzgado impíamentepor las autoridades judías y romanas, torturado ylleno de burlas. Queremos recordar eres Tú eseHombre-Dios maravilloso que está en la Eucaristía,y que te nos das para llenar de vida nueva a nuestrasfamilias. Por eso te decimos:

R. Bendito seas, Jesús.· Tú eres el que te has hecho hermano nuestro, igual

en todo, pan para pobres y ricos; y sin embargo,eres mayor que todos los ángeles, profetas ysantos. R.

· Tú naciste pequeño y pobre en Belén, moristedesnudo en una cruz y escogiste un mendrugo depan en vez de cosas magníficas para quedarteentre nosotros; y sin embargo Tú eres el dueño deluniverso y por ti todo fue hecho. R.

· Tú te inclinaste ante los niños, te quedaste calladoante las burlas de los que te atormentaban y ahorate quedas silencioso ante quien te pisotea o no creeque estás en la Eucaristía, y sin embargo ante ti sedobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en elinfierno. R.

· Tú permitiste que el demonio te pusiera tentacio-nes, que los fariseos te consideraran poseído deldemonio y que te castigaran como malhechor, yahora permites que te coma el justo y el pecador;y sin embargo Tú eres el todo Santo, libre de todopecado, el cordero sin mancha. R.

· Tú permitiste que te tildaran de loco y te pusiste enmanos de las autoridades de este mundo para quete juzgaran, y ahora permites que el mundo con-sidere una ocurrencia sin sentido el pensar que Túestás en la Eucaristía, y sin embargo Tú eres elJuez de todos, la fuente de toda sabiduría, ante lacual lo demás es tontería, Tú eres la medida parasaber lo que es bueno. R.

(Si alguno quiere puede añadir algo más para alabar a CristoJesús, sobre todo por lo que Él es la Eucaristía. Comentarioslibres, estación y canto eucarístico).

FINAL:

Guía: Para terminar queremos rezar a PapáDios como nos enseñaste, pidiendo por la paz delmundo para que todos los hombres formemosuna sola familia. Por eso nos tomamos ahora dela mano y las levantamos hacia el cielo diciendo:Padre nuestro …

ORACIÓN DE DESPEDIDA:

Jesús, Tú eres nuestro Dios y nuestro hermano.Queremos que Tú estés siempre en el centro denuestra familia. Guárdanos siempre unidos a ti, queun día podamos vernos todos reunido junto a ti enla alegría eterna del cielo que con tu muerte nos hasconseguido. Nos vamos, y sabemos que Tú vienescon nosotros. Gracias Señor.

Canto:Te damos gracias, Señor.

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«Justificación de la Misaen nuestra propia Lengua»

Nuestros Obispos han decidido que, a partir dePascua, en nuestra Patria se use el Ordinario de laMisa de la tercera edición del Misal, ahora todo un«ustedes», incluyendo la Consagración. Es ocasiónde reflexionar el significado de este cambio.

El Misal es el mayor libro litúr-gico, para la Eucaristía, sacramen-to que es centro, cumbre y fuentede toda la vida y la misión de laIglesia. Es obra de toda la Iglesiaque ora su fe, recogiendo una tra-dición sedimentada a lo largo delos siglos; una forma de Regla defe, en la entraña misma de la litur-gia, sobre el único Acontecimien-to que creemos y celebramos: elMisterio Pascual de Cristo.

La tercera edición típica delMisal es fruto de 10 años de traba-jo intensivo. Recoge la experien-cia de celebrar la Eucaristía con elMisal reformado durante 30 años,en los variados contextos del mun-do; las adaptaciones realizadas poralgunas Conferencias Episcopales; y las Misaspapales en los diversos viajes apostólicos. Garanti-za su autenticidad, fieles a la tradición viva recibiday transmitida. Sirve de puente entre los eslabonesdel pasado y los futuros, en una cadena que seremonta al mandato del Señor: «Hagan esto enmemorial mío».

Aunque la edición latina se publicó en 2002,ningún país en el mundo tiene aún una traducciónaprobada. Pero el rito de la Misa en castellano sedejó tal como se había unificado en 1886, conligeras modificaciones.

La Iglesia da mucha importancia a la traducciónfiel de los textos litúrgicos, con el fin de garantizarla fidelidad de la celebración con la fe de la Iglesia

(la norma de la oración expresa la norma de la fe).Sobre todo las fórmulas sacramentales, que debenexpresar la naturaleza y los frutos de la acción y sonelementos integrales para la validez de la celebra-ción. Su aprobación se reserva al Papa.

Había divergencia en las ver-siones de la fórmula de la Con-sagración, corazón de la accióncentral de toda la vida y misiónde la Iglesia. En latín la Consa-gración del vino dice «promultis» (por muchos) y no «proomnibus» (por todos). Con esaspalabras, durante siglos, la Igle-sia consagró válidamente la Eu-caristía. La mayoría de liturgiasde Oriente y de Occidente usanel mismo semitismo. Pero al-gunas traducciones (alemana,española, inglesa, italiana, por-tuguesa, y otras), aprobadas porel Papa Pablo VI, no traducen«por muchos», ni «por la mul-titud», sino «por todos».

Con la tercera edición del Misal, la Santa Sededecide unificar a todos. El 17 de octubre de 2006,tras dos años de consultas, la Congregación para elCulto Divino y la Disciplina de los Sacramentospide traducir «por muchos», y preparar a los fielescon catequesis. El 23 de julio de 2007, responde aMéxico diciendo que el «por todos» es ya unainterpretación del texto original, y que el Papa ya hadecidido.

El 18 de abril de 2007, 96 obispos de México, eltotal en ese momento, votan a favor de que se pidaque el Misal vaya en «ustedes» y no en «vosotros».El 5 de julio la Congregación (Prot. N. 731/07/L)escribe: «El Dicasterio se complace en indicarleque no existe ninguna dificultad para que, confor-

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me al sentir de los señores Obispos, se utilice‘ustedes’ en el Misal Romano en lengua castellanapara México».

Y añade: «Por lo que respecta a las palabras dela Consagración, las modificaciones en la fórmulasacramental ya fueron presentadas a la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe y, posteriormente,sometidas a la aprobación de Su Santidad el PapaBenedicto XVI. Una vez que la Congregación harecibido, por medio de la Secretaría de Estado(N.55.222), la aprobación de los textos presenta-dos, como aparece en el anexo a la presente, bastaque la Conferencia de Obispos de cada nación losolicite para que en la nueva edición del Misal enespañol se pueda utilizar la forma ‘ustedes’.». Ypone el texto oficial unificado.

La votación se hizo el 12 de noviembre, contan-do con 101 votos a favor. Y los Obispos decidieroniniciar en Pascua. No previeron que la edición dellibro no puede estar pronto mientras la Santa Sedeno apruebe también los Prefacios y las Bendicionessolemnes y oraciones sobre el pueblo.

El lenguaje es importante, pues es el vehículo dela comunicación. Un idioma no es estático, sino queestá en continua evolución. Hay palabras, frases,modismos, que caen en desuso; y gradualmente seincorporan tecnicismos y palabras mixtas. En ellenguaje del pueblo común, no se usa el «vosotros».Por su solemnidad, algunos habían preferido que seconservara en la liturgia, pero se aleja más de lacomprensión del pueblo.

El lenguaje es, además, factor de identidad. LaEucaristía nos identifica como cristianos, y la len-gua española nos identifica como latinoamerica-nos. Se sublima cuando con nuestro modo de hablarnos dirigimos a nuestro Padre, y expresamos lo queJesús dice al hacer presente su misterio mediante elsacerdote. Lo sagrado de la Misa no está en unaspalabras, sino en el hecho de ser memorial de laPascua de Cristo.

«Los textos y ritos se han de ordenar de talmanera que expresen con mayor claridad las cosassantas que significan, y el pueblo cristiano puedacomprenderlas fácilmente y participar en ellas pormedio de una celebración plena, consciente y acti-va» (SC 21).

«Las traducciones deben tener en cuenta la re-dacción del texto con la acción litúrgica, las exigen-

cias de la comunicación oral, y las características dela lengua viva del pueblo» (Instr. sobre inculturaciónn.53).

«El vocabulario elegido debe ser de fácil com-prensión para la gente sencilla y, al mismo tiempo,expresión de la dignidad y elegancia del originallatino; debe ser un lenguaje apropiado para la ala-banza y adoración, que manifieste reverencia ygratitud ante la gloria de Dios» (Instr. sobre traduc-ciones).

No significa quitar solemnidad a la Consagra-ción, sino reconocer la actualidad de la acción delSeñor. Dice el Misal «En las fórmulas que siguen,las palabras del Señor deben ser proferidas demanera distinta, clara, solemne y reverente, comolo exige la naturaleza de éstas», y recomiendacantarlas.

El 19 de abril de 1987, los Obispos mexicanosdeterminaron publicar los Leccionarios en la len-gua viva del país, usando la forma gramatical del«ustedes». Y el 31 de mayo de 1989 pidieron a laSanta Sede su uso en el Misal. La Congregaciónpara el culto divino concedió poner al inicio delmisal una nota relativa al uso opcional del «uste-des» en los saludos y moniciones el 10 de julio(Prot. 902/87).

El lenguaje no es algo acabado, inmodificable,terminado, invariable. Decía Borges: «El lenguajeno lo hace la Academia de la Lengua, ni el poder, nila Iglesia, ni los escritores. El lenguaje lo hace elpueblo. Hay que acudir a las bases, donde se formala lengua». Hablar claro y en buen idioma nos daidentidad.

El centro más sublime de nuestra celebraciónlitúrgica central, para una mayoría, ya no sonaráanticuado, anacrónico, difícil de entender o alejadode la vida diaria. Podremos oír hablar de Dios ennuestro propio idioma, precisamente en lo que serefiere al misterio de nuestra salvación, que es elMisterio pascual de Cristo.

El Misterio eucarístico sólo es comprensiblepara quien tiene fe y ama seguir a Cristo. Lacomunidad de discípulos misioneros del Señor, enla espontaneidad de la fe, podrá llegar a la contem-plación orante, en una vivencia de comunión. LaIglesia se hace así signo claro y creíble de que Cristoes el centro de la historia.

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Introducción

Nuestros Obispos han decidido que, a partir dePascua, en nuestra Patria se use el Ordinario de laMisa de la tercera edición del Misal, ahora todo un«ustedes», incluyendo la Consagración. Es ocasiónde reflexionar el significado de este cambio, pararenovar nuestras actitudes en relación a la Eucaristía.

El Misal es el mayorlibro litúrgico. Precisa-mente es el libro que seusa en la Eucaristía, sa-cramento que es centro,cumbre y fuente de todala vida y la misión de laIglesia. No se puede atri-buir a un grupo de autoresparticulares. Es obra dela Iglesia que ora su fe,recogiendo una tradiciónsedimentada a lo largo delos siglos. Es una formade Regla de fe en la entra-ña misma de la liturgia.

En efecto, la celebración eucarística representala sedimentación ritual del único Acontecimientoque creemos y celebramos (el Misterio Pascual deCristo), y la fuente para la generación de un puebloen alabanza. Por eso toda crisis de la vida cristianase manifiesta en la Eucaristía, y toda crisis de laEucaristía repercute en la vida cristiana.

La tercera edición típica latina

El 22 de febrero de 2002 la Tipografía Vaticanaconcluye sus trabajos para la publicación de latercera edición típica latina del Misal Romanoreformado por el Concilio Vaticano II.

El Papa Juan Pablo II la había aprobado el 11 deenero del 2000, y la Congregación para el CultoDivino y la Disciplina de los Sacramentos lo habíapromulgado el 20 de abril del mismo año 2000. Era

jueves Santo, como en la primera edición típica (3de abril de 1969 y 26 de marzo de 1970); y tambiénen la segunda (27 de marzo de 1975).

Pero la obligatoriedad del texto latino entraría envigor hasta la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristode 2002.

Esa tercera edición es fruto de 10 años de trabajointensivo. Recoge unaexperiencia de 30 añosde celebrar la Eucaristíacon el Misal reformado,en los diferentes contex-tos de todo el mundo; lasadaptaciones realizadaspor algunas ConferenciasEpiscopales; y las Misaspapales en los diversosviajes apostólicos.

Finalidades propues-tas para esta edición:

- Hacer utilizable la edición típica para la celebra-ción (las ediciones anteriores se habían preparadosólo como un Instrumento para ser traducido yadaptado a las culturas de los diferentes países,pero no para usarse en el momento de la celebra-ción).

- Adaptar el Misal al nuevo Código de DerechoCanónico (1981) y tantos otros documentoseclesiales que posteriormente se han publicado yque afectan a la celebración eucarística.

- Incluir nuevos textos que no estaban aún prepara-dos cuando las ediciones anteriores (Misas de lossacramentos, nuevas fiestas de santos, anáforasque han sido autorizadas en ciertos países paraciertas circunstancias).

- Revisar todo el Misal, precisando doctrinalmentesus textos y la realización concreta de sus ritos,ofreciendo así una nueva Institutio Generalis(introducción doctrinal y pastoral).

La Misaen nuestra propia Lengua

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- Intercalar la música de las partes cantables, deacuerdo al patrimonio musical de la Iglesia latina.No se trata, pues, de una simple reimpresión

corregida, sino una nueva edición típica oficial,actualizada, destinada a la celebración en latín, quese ofrece como base para la traducción a las distin-tas lenguas litúrgicas.

Encontramos a la vez renovación y continuidad.Es un puente entre los eslabones del pasado y losfuturos, en esa cadena que se remontan al mandatodel Señor: «Hagan esto en memorial mío». Sirve denexo entre presente y futuro, entre traducción einculturación. Garantiza su autenticidad, fieles a latradición viva recibida y transmitida.

Traducción en MéxicoDesde 2003, los peritos de la Comisión Episcopal

para la Pastoral Litúrgica en México, trabajan en latraducción, proponiéndose como meta para su pu-blicación aprobada el 2010. Entregando a la Confe-rencia Episcopal el texto en noviembre de 2007para su aprobación, se deja tiempo a la Recognitiode la Santa Sede.

Sobre un libro latino deshojado, incluso reali-zando reuniones extraordinarias, por equipos, vantraduciendo sus partes.

Iniciaron con la primera parte: el Propio deltiempo; el Ordinario de la Misa, con los Prefacios,Bendiciones solemnes y Apéndices del Ordinario;el Propio y Común de los Santos. Un pequeñoequipo traduce una parte, y luego intercambia losmateriales para que otro equipo haga la revisión. Ensesiones plenarias se van aclarando dudas comunesy tomando acuerdos que afectan a todos.

El P. Pedro Ignacio Rovalo lleva una puntualrelación de los equipos y su trabajo, para la infor-mación a la Congregación. El hace posteriormenteuna acuciosa revisión de los materiales. Y el P.Miguel Romero imprime en Buena Prensa los re-sultados, para que el equipo controle la incorpora-ción de sus correcciones en la siguiente sesión.

Terminado este trabajo, haciendo ajustes a losequipos, se tradujo el resto del Misal: Misas ritua-les; Misas por diversas necesidades; Misas votivas;Misas de difuntos; y Apéndices del Misal.

Durante el tiempo de traducciones, se informa aMons. Jonás Guerrero la decisión de Roma de no

modificar el Ordinario unificado en 1986, a pesarde varias aportaciones de las Conferencias latinoa-mericanas.

Asimismo, viene la cuestión del «pro multis» enla Consagración: primero una consulta y después ladecisión de cambiar la traducción «por todos» en laConsagración del Vino. Así que el Ordinario de laMisa, cuya traducción ya estaba preparada, novuelve a tocarse para nada, recibiendo la traducciónde la Congregación.

En las reuniones plenarias con los obispos de laComisión se van tomando acuerdos incluso para laimpresión del Misal: si un solo libro o varios (librodel altar y libro de la sede; o bien, por tiemposlitúrgicos como la Liturgia de las Horas).

Terminado el trabajo de traducción se consideranecesario unificar todo el material, y hacer unaúltima revisión general. Debido a sus condicionesde salud, el P. Rovalo confía la dirección del trabajoel P. Escobar, aunque él lleva el control escrito delos responsables de la traducción y revisión de cadaparte, y revisa los resultados.

Durante las tres primeras semanas de marzo de2007, los padres Felipe de Jesús de León, RicardoValenzuela, Miguel Romero y Francisco Escobar,revisan, completan y prácticamente vuelven a tra-ducir todo el material. La intervención de tantasmanos, en tiempos intensivos de trabajo espaciadosunos de otros, muchas veces termina dejando unamuy confusa versión final. Unos habían puesto máscuidado en el fondo que en la forma. Incluso sehabían perdido materiales.

Entregan ese trabajo corregido a Buena Prensapara su edición, esperando otra revisión de conteni-do por parte del P. Rovalo y del estilo literario porparte del Sr. Carlos Moya.

Con sumo cuidado, el P. Rovalo y el P. Miguelde Manuel Camín dedican tiempo a cotejarlo con eltexto latino, encontrando aún varios detalles porcorregir, algunos de importancia. Hasta ahí va eltrabajo por ahora.

La cuestión del Ordinario de la Misa

Después de una visita a varios países de Américadel Sur, en la cual utiliza varias versiones castellanasdel Misal, el Papa Juan Pablo II expresa su deseo derecitar la Oración del Señor en una única forma.

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La Congregación para el Culto divino y la disci-plina de los Sacramentos intepreta su deseo comouna orden para iniciar una versión única de la Misaen castellano. Así que preparan un proyecto loscatalanes representantes de la lengua española.

En 1984 la proponen a los Presidentes y Secre-tarios de las Comisiones nacionales de Liturgia,reunidos en Roma para ciertas consultas. Argu-mentan que debe existir una traducción única encada lengua, como edición típica.

Ellos llevaron la traducción a sus naciones parala aprobación de los Obispos y el estudio de losperitos. La versión unificada propuesta contieneexpresiones muy propias de España. El castellanose habla en casi toda Latinoamérica, y en algunasregiones de España; así que no podría predominarla forma española de hablar. Incluso encuentranalgunos errores gramaticales.

Lo más serio son algunas imprecisiones en laformulación de la fe de la Iglesia. Por ejemplo, elcambio del término técnico del Concilio de Nicea«consustancial al Padre» por «de la misma natura-leza del Padre». O el «quisiste devolvernos tuamistad» de la Anáfora III, como si Dios nos hayanegado su amistad.

Para México, la Congregación para el cultodivino había aprobado una traducción propia en1974. Había sido realizada por un grupo de lingüis-tas, liturgistas, teólogos y pastoralistas, después deincisivas críticas a la versión oficial CELAM-Es-paña.

La Conferencia Episcopal Mexicana se opone atal versión unificada, presentando un amplio estu-dio. Además, en portugués existe una versión paraPortugal-África y otra para Brasil; en inglés existendos versiones (Inglaterra y Estados Unidos).

La Congregación convoca en 1986 a una reuniónde los Secretariados Nacionales, con algunos lin-güistas de cada país, para lograr una edición unifi-cada. Pero España se impone, con la autoridad deMons. Pedro Farnés. Ya tienen impreso el bocetodel Misal para todos los países de habla española.

Interpretan como rebeldía la oposición a dichaversión. Sólo admiten algunos retoques secunda-rios al texto. Las Comisiones Episcopales de Méxi-co y Colombia son las más aguerridas en esa luchapor una versión propia para Latinoamérica.

Dichas Conferencias Episcopales posteriormenteexpresan sus observaciones a la Santa Sede, ante laspresiones de la Congregación, manteniendo su pos-tura de no aceptar la imposición. Sólo cederán, porobediencia, si el Papa lo ordena.

La orden llega de parte de la Congregación,imponiendo el texto, que es el que usamos actual-mente. Ya que no hay consenso común en los demáspaíses.

En la traducción de la tercera edición del Misalse hizo una traducción propia del Ordinario de laMisa, más nuestra. Pero llega la orden de parte de laSanta Sede de mantener la versión unificada de1986, considerándolo un gran avance en la unidad.Sólo piden algunas propuestas para mejorarla.

La Comisión Episcopal mexicana envía 17 pro-puestas con su justificación. La Congregación res-ponde que no quiere una revisión a fondo, sinomeramente estilística. En larga carta, México rela-taba las tensiones de 1986, concluyendo que nohabía sido un avance en consensos, sino una impo-sición, y presentó los inconvenientes de dicha ver-sión. Lo mismo hace Mons. Saraste de parte de laSección de Liturgia del Departamento de Misión yespiritualidad del CELAM.

A la falta de respuesta, en Santo Domingo, 17 delos 22 Presidentes de las Comisiones Nacionales deLiturgia de Latinoamérica, firman en 2006 unacarta pidiendo una revisión más a fondo del Ordina-rio de la Misa, su publicación en «ustedes» paranuestros países, y ofreciendo la colaboración deperitos para dicho trabajo.

Responden que ha pasado el tiempo de propues-tas, y que cada Conferencia Episcopal, siguiendo lasindicaciones de «Liturgiam authenticam», vote suspropuestas al pedir la Recognitio para su versión.

La cuestión del «pro multis»

La Instrucción «Liturgiam authenticam» (7 mayo2001) da mucha importancia a la traducción literalde los textos litúrgicos, con el fin de garantizar lafidelidad de la celebración con la fe de la Iglesia (lexorandi, lex credendi).

Sobre todo atiende las fórmulas sacramentales,que deben expresar la naturaleza y los frutos de laacción, pues son elementos integrales para la vali-dez de la celebración. Por lo mismo, su aprobación

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se reserva al Papa, y deben unificarse universal-mente.

La Congregación para el Culto Divino y laDisciplina de los Sacramentos, cuestionada por lade la Doctrina de la Fe, percibe entonces un proble-ma frente a la diversidad de versiones de la fórmulade Consagración del vino, y busca solución, pues setrata del corazón mismo de la acción central de todala vida y misión de la Iglesia.

En efecto, el Canon Romano, Plegaria eucarísticapropia del rito romano de la cual se habían tomadoliteralmente las fórmulas de Consagración para lasnuevas anáforas, dice «pro multis» (por muchos) yno «pro omnibus» (por todos).

Eso significa que durante siglos la Iglesia haconsagrado válidamente la Eucaristía con esas pa-labras. La mayoría de liturgias de Oriente y deOccidente usan el mismo semitismo en su narra-ción de la institución de la Eucaristía de sus Plega-rias eucarísticas.

Pero algunas traducciones populares del Misaldel Vaticano II (alemana, española, inglesa, italia-na, portuguesa, y otras), traen una variante, aproba-da por el Papa Pablo VI: no traducen «por muchos»,ni «por la multitud», sino «por todos».

Aunque no se duda de la validez de la consagra-ción con esa traducción (Congregación para laDoctrina de la Fe, Declaratio de sensu tribuendoadprobationi versionum formularumsacramentalium, 25 de julio de 1974), se decideunificar a todos.

Para ello, el 9 de junio de 2005, la Congregacióndel Culto Divino, dirige una carta a los presidentesde las Conferencias Episcopales de todo el mundo,firmada por el prefecto de la Congregación, Card.Francis Arinze y el secretario Domenico Sorrentino.

Pide «el juicio razonado sobre la traducción de laexpresión indicada, basándose en criterios textua-les, lingüísticos y teológicos, además de las consi-deraciones pastorales que se puedan estimar, en elcaso de un posible cambio en la traducción, en unou otro sentido». Indica los motivos de cada una delas tres versiones, que orienten la discusión, origi-nando la aportación de las Conferencias.

El 5 de octubre de 2005, la Conferencia EpiscopalMexicana envía su respuesta, firmada por el secre-tario general, Mons. Carlos Aguiar Retes. Apoyan

la versión «por todos» en la Carta de Juan Pablo IIa los sacerdotes el jueves santo del mismo año, entextos bíblicos sobre la universalidad de la salva-ción, en la autoridad de lingüistas y biblistas, y enversiones castellanas del Nuevo Testamento. Si noes fiel a la literalidad de la expresión, sí lo es al«sentido pleno que conlleva», «se entiende perfec-tamente y expresa con claridad la fe en el valoruniversal de la redención de Cristo».

El 17 de octubre de 2006, en carta firmada por elCard. Arinze y el subsecretario Mario Marini, laCongregación expresa su decisión de que se traduz-ca «por muchos», y piden preparar a los fieles concatequesis antes de que aparezca esta fórmula en laversión aprobada de la 3ª edición del Misal Roma-no.

El 28 de febrero de 2007, Mons. Aguiar, ya comopresidente de la CEM, envía una carta a la Congre-gación, expresando las dificultades doctrinales,lingüísticas y pastorales que traerá el cambio ennuestro país, con «la firme esperanza de que laCongregación pueda reconsiderar su decisión».

El 23 de julio de 2007, en carta escrita en italianoy firmada por el Card. Arinze y el secretario,responde oficialmente diciendo que el «por todos»es una interpretación del texto original («pro multis»)y que los argumentos presentados ya se habíanpropuesto al Papa en el 2005 y 2006, antes de ladecisión comunicada anteriormente. Y anexa unahoja con algunas ideas que podrían servir para lacatequesis preparatoria.

Aprobación de la Santa Sede

El 18 de abril de 2007, la Comisión episcopalpara la Pastoral Litúrgica propone a la votación delos señores obispos 4 asuntos, entre ellos, la edicióndel Ordinario de la Misa en «ustedes» y la peticiónde la Recognitio para la Institución del Misal.

96 obispos, el total en ese momento, aceptan quese pida a la Congregación para el Culto divino y laDisciplina de los Sacramentos la autorización paraque vaya en «ustedes» la tercera edición típica delMisal romano en español, que la Comisión episcopalde Liturgia está preparando para México.

Respecto a la Recognitio para la traducción de laInstitución General del Misal romano preparadapor la Comisión, resultan 93 placet y 3 non placet.

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El 5 de junio, Mons. Aguiar Retes envía losresultados a la Congregación, con las anotacionesdel secretario Mons. Leopoldo González.

El 13 de julio la Congregación concede laRecognitio a nuestra traducción de la Institutio(Prot N. 732/07/L), con 12 correcciones de peque-ños detalles.

Con respecto al Misal en «ustedes», la respuestade la Congregación está fechada el 5 de julio (Prot.N. 731/07/L): «El Dicasterio se complace en indi-carle que no existe ninguna dificultad para que,conforme al sentir de los señores Obispos, se utilice‘ustedes’ en el Misal Romano en lengua castellanapara México».

Y añade: «Por lo que respecta a las palabras dela Consagración, las modificaciones en la fórmulasacramental ya fueron presentadas a la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe y, posteriormente,sometidas a la aprobación de Su Santidad el PapaBenedicto XVI. Una vez que la Congregación harecibido, por medio de la Secretaría de Estado(N.55.222), la aprobación de los textos presenta-dos, como aparece en el anexo a la presente, bastaque la Conferencia de Obispos de cada nación losolicite para que en la nueva edición del Misal enespañol se pueda utilizar la forma ‘ustedes’.».

Y pone el texto oficial unificado:

«Tomen y coman todos de él, porqueesto es mi Cuerpo, que será entregado porustedes». «Tomen y beban todos de él,porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangrede la alianza nueva y eterna, que será derra-mada por ustedes y por muchos para elperdón de los pecados. Hagan esto en con-memoración mía».

Las catequesis preparatorias

La Comisión episcopal para la Pastoral Litúrgicaen México encomiendan a un equipo de los peritosunas catequesis de preparación a la entrada en vigorde esta disposición.

Ellos elaboran una catequesis para el clero, mástécnica y teológica, y otra para el pueblo, acerca del«pro multis»; una sobre la Plegaria Eucarística; ydespués otra sobre la versión del Ordinario en«ustedes» incluyendo la Consagración.

«Los textos y ritos se han de ordenar de tal maneraque expresen con mayor claridad las cosas santas quesignifican, y el pueblo cristiano pueda comprender-las fácilmente y participar en ellas por medio de unacelebración plena, consciente y activa» (SC 21).

«Las traducciones deben tener en cuenta la redac-ción del texto con la acción litúrgica, las exigencias dela comunicación oral, y las características de la lenguaviva del pueblo» (Instr. sobre inculturación n.53).

«El vocabulario elegido debe ser de fácil com-prensión para la gente sencilla y, al mismo tiempo,expresión de la dignidad y elegancia del originallatino; debe ser un lenguaje apropiado para la alaban-za y adoración, que manifieste reverencia y gratitudante la gloria de Dios» (Instr. sobre traducciones).

El lenguaje es importante, pues es el vehículo dela comunicación. Un idioma no es estático, sino queestá en continua evolución. Hay palabras, frases,modismos, que caen en desuso; y gradualmente seincorporan tecnicismos y palabras mixtas. En ellenguaje del pueblo común, no se usa el «vosotros».Por su solemnidad, algunos habían preferido que seconservara en la liturgia, pero se aleja más de lacomprensión del pueblo.

El lenguaje es, además, factor de identidad. LaEucaristía nos identifica como cristianos, y la len-gua española nos identifica como latinoamerica-nos. Se sublima cuando con nuestro modo de hablarnos dirigimos a nuestro Padre, y expresamos lo queJesús dice al hacer presente su misterio mediante elsacerdote. Lo sagrado de la Misa no está en unaspalabras, sino en el hecho de ser memorial de laPascua de Cristo.

No significa quitar solemnidad a la Consagración,sino reconocer la actualidad de la acción del Señor.Dice el Misal «En las fórmulas que siguen, laspalabras del Señor deben ser proferidas de maneradistinta, clara, solemne y reverente, como lo exige lanaturaleza de éstas», y recomienda cantarlas.

El 19 de abril de 1987, los Obispos mexicanoshabían determinado publicar los Leccionarios en lalengua viva del país, usando la forma gramatical del«ustedes». Y el 31 de mayo de 1989 piden a la SantaSede su uso en el Misal. La Congregación para elculto divino concede poner al inicio del misal unanota relativa al uso opcional del «ustedes» en lossaludos y moniciones el 10 de julio (Prot. 902/87).

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El lenguaje no es algo acabado, inmodificable,terminado, invariable. Decía Borges: «El lenguajeno lo hace la Academia de la Lengua, ni el poder, nila Iglesia, ni los escritores. El lenguaje lo hace elpueblo. Hay que acudir a las bases, donde se formala lengua». Hablar claro y en buen idioma nos daidentidad.

El centro más sublime de nuestra celebraciónlitúrgica central, para una mayoría, ya no sonaráanticuado, anacrónico, difícil de entender o alejadode la vida diaria. Podremos oír hablar de Dios ennuestro propio idioma, precisamente en lo que serefiere al misterio de nuestra salvación, que es elMisterio pascual de Cristo.

El Misterio eucarístico sólo es comprensiblepara quien tiene fe y ama seguir a Cristo. Lacomunidad de discípulos misioneros del Señor, enla espontaneidad de la fe, podrá llegar a la contem-plación orante, en una vivencia de comunión. LaIglesia se hace así signo claro y creíble de que Cristoes el centro de la historia.

En los mismos Evangelios hallamos divergen-cias en las palabras del Señor sobre el Pan y el Vino:la tradición Mateo-Marcos, y la tradición Lucas-Pablo (1 Co). La Eucaristía es memorial de la obrasalvadora del Señor, ofrecida universalmente atodos; en la intención de Jesús al instituir la Euca-ristía no limita su oferta a los que aceptan.

Pero los Evangelios usan un semitismo, que seacerca más a las palabras pronunciadas por elSeñor: «por los muchos». Esa expresión, propia deuna lengua que no tiene vocablos para expresarconceptos universales, como el arameo, pasó talcual a la mayoría de las Plegarias eucarísticasantiguas. Como el latín no tiene artículo, quedósimplemente «pro multis».

Deben quedar claros dos dogmas de fe:que Cristo ofrece la salvación a todos, y quesólo quien acepta la oferta de Cristo aprove-cha dicha salvación. Con la nueva traducciónqueda mejor de manifiesto la necesidad deaceptación por parte nuestra.

ComentariosEl Misal será una ocasión de renovación pasto-

ral. Para que nuestras celebraciones nos provoquena pasar de una simple reforma de ritos a un cambio

de mentalidad, en un contacto de fe, de verdad, departicipación global. Que sean un estímulo decuestionamiento y maduración de todos, enlazandola vida y la historia con la pascua.

Representa el esfuerzo de varias personas, enlargos tiempos, por tener una traducción nuestra,adaptada a nuestro pueblo. Vale la pena valorarlo yesperar su publicación completa, sin adquirir otrasversiones que puedan salir antes de la nuestra.

El Misal educa a la oración, enseñando a orar alPadre por Cristo en la comunidad del Espíritu quees la Iglesia, reviviendo el Misterio de Cristo en elaño litúrgico. Educa en la fe, expresando la feorante de la Iglesia, su vivencia de la Escritura.Educa en la ministerialidad, provocando el ejerci-cio de las diversas funciones en una asamblea,sujeto de la celebración presidida por un sacerdote.

Diez Valladares (Misal Romano y magisterioeucarístico reciente, en: Asociación española deprofesores de Liturgia, La Eucaristía al inicio delIII milenio I Ponencias. EG. Madrid 2006, pág.189) llama al Misal:- Modelo y norma de la oración cristiana.- Fuente de mística.- Signo de comunión en la misma fe.- Manuel universal de catequesis.- Encarnación del Evangelio en las diversas cultu-

ras- Guía espiritual de la comunidad.- Escuela de formación para entrar en el Misterio.- Testimonio del indisoluble vínculo entre lex orandi

y lex credendi.- Cristalización de la lectio divina de la Iglesia.- Instrumento litúrgico pastoral.- Síntesis bíblico-teológico-patrística.- Documento histórico.- Objeto de estudio.- Libro por excelencia de la biblioteca del pastor.

El Misterio eucarístico sólo es comprensiblepara quien tiene fe y ama seguir a Cristo. Lacomunidad de discípulos misioneros del Señor, enla espontaneidad de la fe, podrá llegar a la contem-plación orante, en una vivencia de comunión. LaIglesia se hace así signo claro y creíble de que Cristoes el centro de la historia.

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RESUMEN DE LASEGUNDA ENCÍCLICA SPE SALVI

del Sumo Pontífice Benedicto XVIsobre la Esperanza Cristiana

El Papa Benedicto XVI acaba de publicar susegunda encíclica «Spe Salvi». El documento,sobre la esperanza cristiana, propone una re-flexión a creyentes y no creyentespor cuanto plantea una pregunta ra-dical: ¿Qué espera el hombre de hoy?En este sentido, la encíclica diferen-cia entre «las esperanzas» y «la granesperanza»: «Nosotros -afirmaBenedicto XVI- necesitamos teneresperanzas -más grandes o más pe-queñas-, que día a día nos mantenganen camino. Pero sin la gran esperan-za que ha de superar todo lo demás,aquellas no bastan». En las cienciashumanas: filosofía, psicología, an-tropología, la esperanza está unida alsentido de la experiencia, a la comunicación y ala felicidad, de tal manera que la falta de motiva-ción -por no tener a nadie y no esperar nada- llevaconsigo un aumento de la depresión o la tristezaprofunda que puede desembocar en un suicidiofísico o en una muerte vital prematura.

Cristo es el "verdadero filósofo" que nos dice"quien es en realidad el hombre y qué debe hacerpara ser verdaderamente hombre". "Él indica tam-bién el camino más allá de la muerte; sólo quien escapaz de hacer todo esto es un verdadero maestrode vida". Y nos ofrece una esperanza que es almismo tiempo espera y presencia: porque "el he-cho de que este futuro exista cambia el presente".

El Papa observa que "tal vez muchas personasrechazan hoy la fe simplemente porque la vidaeterna no les parece algo deseable. "La crisisactual de la fe -prosigue- es sobre todo una crisisde la esperanza cristiana". "El restablecimientodel ‘paraíso’ perdido, ya no se espera de la fe"sino de los progresos técnicos y científicos, de losque surgirá "el reino del hombre". La esperanzase transforma de ese modo en "fe en el progreso"

asentada sobre dos columnas: la razón y la liber-tad, que parecen garantizar de por sí, en virtud desu bondad intrínseca, una nueva comunidad hu-

mana perfecta".

"Hay dos etapas esenciales de laconcreción política de esta esperan-za" -prosigue Benedicto XVI-: laRevolución francesa y la marxista.Ante la evolución de la Revoluciónfrancesa "la Europa de la Ilustraciónha tenido que reflexionar de maneranueva sobre la razón y la libertad".Por otra parte, la revolución proleta-ria "ha dejado tras de sí una destruc-ción desoladora". El error fundamen-tal de Marx ha sido éste: "Ha olvida-do al hombre y ha olvidado su liber-

tad. Creyó que, una vez solucionada la economía,todo quedaría solucionado. Su verdadero error esel materialismo". "Digámoslo ahora de maneramuy sencilla -escribe el Papa- el hombre necesitaa Dios, de lo contrario queda sin esperanza". "Elhombre nunca puede ser redimido solamentedesde el exterior. El hombre es redimido por elamor". Un amor incondicional, absoluto: "Laverdadera, la gran esperanza del hombre queresiste a pesar de todas las desilusiones, sólopuede ser Dios, el Dios que nos ha amado y quenos sigue amando hasta el extremo".

El Papa indica cuatro lugares para aprender yejercitar la esperanza. El primero es la oración:"Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía meescucha. Si ya no hay nadie que pueda ayudarmeÉl puede ayudarme".

Después de la oración esta el actuar. "Laesperanza en sentido cristiano es siempre espe-ranza para los demás. Y es esperanza activa, conla cual luchamos para que el mundo llegue a serun poco más luminoso y humano. Y solamente si

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Introducción

1. «SPE SALVI facti sumus» – en esperanza fui-mos salvados, dice san Pablo a los Romanos ytambién a nosotros (Rm 8,24). Según la fe cris-tiana, la «redención», la salvación, no es sim-plemente un dato de hecho. Se nos ofrece lasalvación en el sentido de que se nos ha dado laesperanza, una esperanza fiable, gracias a la cualpodemos afrontar nuestro presente: el presen-te, aunque sea un presente fatigoso, se puede

vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si pode-mos estar seguros de esta meta y si esta meta estan grande que justifique el esfuerzo del cami-no. Ahora bien, se nos plantea inmediatamentela siguiente pregunta: pero, ¿de qué género hade ser esta esperanza para poder justificar laafirmación de que a partir de ella, y simplementeporque hay esperanza, somos redimidos porella? Y, ¿de qué tipo de certeza se trata?

La fe es esperanza

2. Antes de ocuparnos de estas preguntas que nos

CARTA ENCÍCLICA

SPE SALVIDEL SUMO PONTÍFICEBENEDICTO XVI

A LOS OBISPOSA LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOSA LAS PERSONAS CONSAGRADAS

Y A TODOS LOS FIELES LAICOSSOBRE LA ESPERANZA CRISTIANA

sé que "mi vida personal y la historia en suconjunto están custodiados por el poder indes-tructible del amor", "puedo esperar".

También el sufrimiento es un lugar de aprendi-zaje de la esperanza. "Conviene ciertamente ha-cer todo lo posible para disminuir el sufrimiento",sin embargo "lo que cura al hombre no es esquivarel sufrimiento sino la capacidad de aceptar latribulación, madurar en ella y encontrar en ella unsentido mediante la unión con Cristo, que hasufrido con amor infinito. Es también fundamen-tal, saber sufrir con los demás y por los demás."Una sociedad que no logra aceptar a los quesufren es una sociedad cruel e inhumana".

Finalmente, otro lugar para aprender la espe-ranza es el Juicio de Dios. Existe la resurrecciónde la carne. Existe una justicia. Existe la "revoca-ción" del sufrimiento pasado, la reparación querestablece el derecho". El Papa se muestra "con-vencido de que la cuestión de la justicia es elargumento esencial, o en todo caso, el argumentomás fuerte en favor de la fe en la vida eterna". Esimposible que "la injusticia de la historia sea laúltima palabra. Pero en su justicia está también lagracia". "La gracia no excluye la justicia. Al final,los malvados, en el banquete eterno, no se senta-rán indistintamente a la mesa junto a las víctimas,como si no hubiera pasado nada".

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hemos hecho, y que hoy son percibidas de unmodo particularmente intenso, hemos de escu-char todavía con un poco más de atención eltestimonio de la Biblia sobre la esperanza. Enefecto, «esperanza» es una palabra central dela fe bíblica, hasta el punto de que en muchospasajes las palabras «fe» y «esperanza» pare-cen intercambiables. Así, la Carta a los Hebreosune estrechamente la «plenitud de la fe» (10,22)con la «firme confesión de la esperanza»(10,23). También cuando la Primera Carta dePedro exhorta a los cristianos a estar siempreprontos para dar una respuesta sobre el logos –el sentido y la razón– de su esperanza (cf. 3,15),«esperanza» equivale a «fe». El haber recibidocomo don una esperanza fiable fue determinantepara la conciencia de los primeros cristianos,como se pone de manifiesto también cuando laexistencia cristiana se compara con la vida an-terior a la fe o con la situación de los seguido-res de otras religiones. Pablo recuerda a losEfesios cómo antes de su encuentro con Cristono tenían en el mundo «ni esperanza ni Dios»(Ef 2,12). Naturalmente, él sabía que habíantenido dioses, que habían tenido una religión,pero sus dioses se habían demostrado inciertosy de sus mitos contradictorios no surgía espe-ranza alguna. A pesar de los dioses, estaban «sinDios» y, por consiguiente, se hallaban en unmundo oscuro, ante un futuro sombrío. «Innihilo ab nihilo quam cito recidimus» (en lanada, de la nada, qué pronto recaemos),1 diceun epitafio de aquella época, palabras en lasque aparece sin medias tintas lo mismo a lo quePablo se refería. En el mismo sentido les dice alos Tesalonicenses: «No os aflijáis como loshombres sin esperanza» (1 Ts 4,13). En este casoaparece también como elemento distintivo delos cristianos el hecho de que ellos tienen unfuturo: no es que conozcan los pormenores delo que les espera, pero saben que su vida, enconjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando elfuturo es cierto como realidad positiva, se hacellevadero también el presente. De este modo,podemos decir ahora: el cristianismo no era so-lamente una «buena noticia», una comunicación

de contenidos desconocidos hasta aquel mo-mento. En nuestro lenguaje se diría: el mensajecristiano no era sólo «informativo», sino«performativo». Eso significa que el Evange-lio no es solamente una comunicación de cosasque se pueden saber, sino una comunicación quecomporta hechos y cambia la vida. La puertaoscura del tiempo, del futuro, ha sido abiertade par en par. Quien tiene esperanza vive deotra manera; se le ha dado una vida nueva.

3. Pero ahora se plantea la pregunta: ¿en qué con-siste esta esperanza que, en cuanto esperanza,es «redención»? Pues bien, el núcleo de la res-puesta se da en el pasaje antes citado de la Car-ta a los Efesios: antes del encuentro con Cris-to, los Efesios estaban sin esperanza, porqueestaban en el mundo «sin Dios». Llegar a co-nocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo quesignifica recibir esperanza. Para nosotros, quevivimos desde siempre con el concepto cristia-no de Dios y nos hemos acostumbrado a él, eltener esperanza, que proviene del encuentro realcon este Dios, resulta ya casi imperceptible. Elejemplo de una santa de nuestro tiempo puedeen cierta medida ayudarnos a entender lo quesignifica encontrar por primera vez y realmen-te a este Dios. Me refiero a la africana JosefinaBakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II.Nació aproximadamente en 1869 –ni ella mis-ma sabía la fecha exacta– en Darfur, Sudán.Cuando tenía nueve años fue secuestrada portraficantes de esclavos, golpeada y vendida cin-co veces en los mercados de Sudán. Terminócomo esclava al servicio de la madre y la mujerde un general, donde cada día era azotada has-ta sangrar; como consecuencia de ello le que-daron 144 cicatrices para el resto de su vida.Por fin, en 1882 fue comprada por un mercaderitaliano para el cónsul italiano Callisto Legnanique, ante el avance de los mahdistas, volvió aItalia. Aquí, después de los terribles «dueños»de los que había sido propiedad hasta aquelmomento, Bakhita llegó a conocer un «dueño»totalmente diferente –que llamó «paron» en eldialecto veneciano que ahora había aprendido–

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, al Dios vivo, el Dios de Jesucristo. Hasta aquelmomento sólo había conocido dueños que ladespreciaban y maltrataban o, en el mejor delos casos, la consideraban una esclava útil.Ahora, por el contrario, oía decir que había un«Paron» por encima de todos los dueños, elSeñor de todos los señores, y que este Señor esbueno, la bondad en persona. Se enteró de queeste Señor también la conocía, que la había crea-do también a ella; más aún, que la quería. Tam-bién ella era amada, y precisamente por el«Paron» supremo, ante el cual todos los demásno son más que míseros siervos. Ella era cono-cida y amada, y era esperada. Incluso más: esteDueño había afrontado personalmente el desti-no de ser maltratado y ahora la esperaba «a laderecha de Dios Padre». En este momento tuvo«esperanza»; no sólo la pequeña esperanza deencontrar dueños menos crueles, sino la granesperanza: yo soy definitivamente amada, su-ceda lo que suceda; este gran Amor me espera.Por eso mi vida es hermosa. A través del cono-cimiento de esta esperanza ella fue «redimida»,ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios.Entendió lo que Pablo quería decir cuando re-cordó a los Efesios que antes estaban en el mun-do sin esperanza y sin Dios; sin esperanza por-que estaban sin Dios. Así, cuando se quiso de-volverla a Sudán, Bakhita se negó; no estabadispuesta a que la separaran de nuevo de su«Paron». El 9 de enero de 1890 recibió el Bau-tismo, la Confirmación y la primera Comuniónde manos del Patriarca de Venecia. El 8 de di-ciembre de 1896 hizo los votos en Verona, enla Congregación de las hermanas Canosianas,y desde entonces –junto con sus labores en lasacristía y en la portería del claustro– intentósobre todo, en varios viajes por Italia, exhortara la misión: sentía el deber de extender la libe-ración que había recibido mediante el encuen-tro con el Dios de Jesucristo; que la debían re-cibir otros, el mayor número posible de perso-nas. La esperanza que en ella había nacido y lahabía «redimido» no podía guardársela para sísola; esta esperanza debía llegar a muchos, lle-gar a todos.

El concepto de esperanza basada en la feen el Nuevo Testamento y en la Iglesia primi-tiva

4. Antes de abordar la cuestión sobre si el encuen-tro con el Dios que nos ha mostrado su rostroen Cristo, y que ha abierto su Corazón, es paranosotros no sólo «informativo», sino también«performativo», es decir, si puede transformarnuestra vida hasta hacernos sentir redimidos porla esperanza que dicho encuentro expresa, vol-vamos de nuevo a la Iglesia primitiva. Es fácildarse cuenta de que la experiencia de la peque-ña esclava africana Bakhita fue también la ex-periencia de muchas personas maltratadas ycondenadas a la esclavitud en la época del cris-tianismo naciente. El cristianismo no traía unmensaje socio-revolucionario como el deEspartaco que, con luchas cruentas, fracasó.Jesús no era Espartaco, no era un combatientepor una liberación política como Barrabás oBar-Kokebá. Lo que Jesús había traído, habien-do muerto Él mismo en la cruz, era algo total-mente diverso: el encuentro con el Señor detodos los señores, el encuentro con el Dios vivoy, así, el encuentro con una esperanza más fuerteque los sufrimientos de la esclavitud, y que porello transforma desde dentro la vida y el mun-do. La novedad de lo ocurrido aparece conmáxima claridad en la Carta de san Pablo aFilemón. Se trata de una carta muy personal,que Pablo escribe en la cárcel, enviándola conel esclavo fugitivo, Onésimo, precisamente asu dueño, Filemón. Sí, Pablo devuelve el es-clavo a su dueño, del que había huido, y no lohace mandando, sino suplicando: «Te recomien-do a Onésimo, mi hijo, a quien he engendradoen la prisión [...]. Te lo envío como algo de misentrañas [...]. Quizás se apartó de ti para que lerecobres ahora para siempre; y no como escla-vo, sino mucho mejor: como hermano queri-do» (Flm 10-16). Los hombres que, según suestado civil se relacionan entre sí como dueñosy esclavos, en cuanto miembros de la única Igle-sia se han convertido en hermanos y hermanasunos de otros: así se llamaban mutuamente los

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cristianos. Habían sido regenerados por el Bau-tismo, colmados del mismo Espíritu y recibíanjuntos, unos al lado de otros, el Cuerpo del Se-ñor. Aunque las estructuras externas permane-cieran igual, esto cambiaba la sociedad desdedentro. Cuando la Carta a los Hebreos dice quelos cristianos son huéspedes y peregrinos en latierra, añorando la patria futura (cf. Hb 11,13-16; Flp 3,20), no remite simplemente a una pers-pectiva futura, sino que se refiere a algo muydistinto: los cristianos reconocen que la socie-dad actual no es su ideal; ellos pertenecen a unasociedad nueva, hacia la cual están en caminoy que es anticipada en su peregrinación.

5. Hemos de añadir todavía otro punto de vista.La Primera Carta a los Corintios (1,18-31) nosmuestra que una gran parte de los primeros cris-tianos pertenecía a las clases sociales bajas y,precisamente por eso, estaba preparada para laexperiencia de la nueva esperanza, como he-mos visto en el ejemplo de Bakhita. No obstan-te, hubo también desde el principio conversio-nes en las clases sociales aristocráticas y cul-tas. Precisamente porque éstas también vivíanen el mundo «sin esperanza y sin Dios». El mitohabía perdido su credibilidad; la religión deEstado romana se había esclerotizado convir-tiéndose en simple ceremonial, que se cumplíaescrupulosamente pero ya reducido sólo a una«religión política». El racionalismo filosóficohabía relegado a los dioses al ámbito de lo irreal.Se veía lo divino de diversas formas en las fuer-zas cósmicas, pero no existía un Dios al que sepudiera rezar. Pablo explica de manera absolu-tamente apropiada la problemática esencial deentonces sobre la religión cuando a la vida «se-gún Cristo» contrapone una vida bajo el seño-río de los «elementos del mundo» (cf. Col 2,8).En esta perspectiva, hay un texto de sanGregorio Nacianceno que puede ser muyiluminador. Dice que en el mismo momento enque los Magos, guiados por la estrella, adora-ron al nuevo rey, Cristo, llegó el fin para la as-trología, porque desde entonces las estrellasgiran según la órbita establecida por Cristo.2

En efecto, en esta escena se invierte la concep-ción del mundo de entonces que, de modo di-verso, también hoy está nuevamente en auge.No son los elementos del cosmos, la leyes de lamateria, lo que en definitiva gobierna el mun-do y el hombre, sino que es un Dios personalquien gobierna las estrellas, es decir, el univer-so; la última instancia no son las leyes de lamateria y de la evolución, sino la razón, la vo-luntad, el amor: una Persona. Y si conocemos aesta Persona, y ella a nosotros, entonces elinexorable poder de los elementos materialesya no es la última instancia; ya no somos escla-vos del universo y de sus leyes, ahora somoslibres. Esta toma de conciencia ha influenciadoen la antigüedad a los espíritus genuinos queestaban en búsqueda. El cielo no está vacío. Lavida no es el simple producto de las leyes y dela casualidad de la materia, sino que en todo, yal mismo tiempo por encima de todo, hay unavoluntad personal, hay un Espíritu que en Je-sús se ha revelado como Amor.3

6. Los sarcófagos de los primeros tiempos del cris-tianismo muestran visiblemente esta concep-ción, en presencia de la muerte, ante la cual esinevitable preguntarse por el sentido de la vida.En los antiguos sarcófagos se interpreta la fi-gura de Cristo mediante dos imágenes: la delfilósofo y la del pastor. En general, por filoso-fía no se entendía entonces una difícil discipli-na académica, como ocurre hoy. El filósofo eramás bien el que sabía enseñar el arte esencial:el arte de ser hombre de manera recta, el arte devivir y morir. Ciertamente, ya desde hacía tiem-po los hombres se habían percatado de que granparte de los que se presentaban como filósofos,como maestros de vida, no eran más que char-latanes que con sus palabras querían ganar di-nero, mientras que no tenían nada que decir so-bre la verdadera vida. Esto hacía que se busca-se con más ahínco aún al auténtico filósofo, quesupiera indicar verdaderamente el camino de lavida. Hacia finales del siglo III encontramospor vez primera en Roma, en el sarcófago deun niño y en el contexto de la resurrección de

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Lázaro, la figura de Cristo como el verdaderofilósofo, que tiene el Evangelio en una mano yen la otra el bastón de caminante propio del fi-lósofo. Con este bastón Él vence a la muerte; elEvangelio lleva la verdad que los filósofosdeambulantes habían buscado en vano. En estaimagen, que después perdurará en el arte de lossarcófagos durante mucho tiempo, se muestraclaramente lo que tanto las personas cultas comolas sencillas encontraban en Cristo: Él nos dicequién es en realidad el hombre y qué debe ha-cer para ser verdaderamente hombre. Él nosindica el camino y este camino es la verdad. Élmismo es ambas cosas, y por eso es también lavida que todos anhelamos. Él indica también elcamino más allá de la muerte; sólo quien escapaz de hacer todo esto es un verdadero maes-tro de vida. Lo mismo puede verse en la ima-gen del pastor. Como ocurría para la represen-tación del filósofo, también para la representa-ción de la figura del pastor la Iglesia primitivapodía referirse a modelos ya existentes en elarte romano. En éste, el pastor expresaba gene-ralmente el sueño de una vida serena y senci-lla, de la cual tenía nostalgia la gente inmersaen la confusión de la ciudad. Pero ahora la ima-gen era contemplada en un nuevo escenario quele daba un contenido más profundo: «El Señores mi pastor, nada me falta... Aunque caminepor cañadas oscuras, nada temo, porque tú vasconmigo...» (Sal 22,1-4). El verdadero pastores Aquel que conoce también el camino quepasa por el valle de la muerte; Aquel que inclu-so por el camino de la última soledad, en el quenadie me puede acompañar, va conmigo guián-dome para atravesarlo: Él mismo ha recorridoeste camino, ha bajado al reino de la muerte, laha vencido, y ha vuelto para acompañarnosahora y darnos la certeza de que, con Él, se en-cuentra siempre un paso abierto. Saber que exis-te Aquel que me acompaña incluso en la muer-te y que con su «vara y su cayado me sosiega»,de modo que «nada temo» (cf. Sal 22,4), era lanueva «esperanza» que brotaba en la vida delos creyentes.

7. Debemos volver una vez más al Nuevo Testa-mento. En el capítulo undécimo de la Carta alos Hebreos (v. 1) se encuentra una especie dedefinición de la fe que une estrechamente estavirtud con la esperanza. Desde la Reforma, seha entablado entre los exegetas una discusiónsobre la palabra central de esta frase, y en lacual parece que hoy se abre un camino haciauna interpretación común. Dejo por el momen-to sin traducir esta palabra central. La frase diceasí: «La fe es hypostasis de lo que se espera yprueba de lo que no se ve». Para los Padres ypara los teólogos de la Edad Media estaba cla-ro que la palabra griega hypostasis se traducíaal latín con el término substantia. Por tanto, latraducción latina del texto elaborada en la Igle-sia antigua, dice así: «Est autem fidessperandarum substantia rerum, argumentumnon apparentium», la fe es la «sustancia» de loque se espera; prueba de lo que no se ve. To-más de Aquino,4 usando la terminología de latradición filosófica en la que se hallaba, expli-ca esto de la siguiente manera: la fe es unhabitus, es decir, una constante disposición delánimo, gracias a la cual comienza en nosotrosla vida eterna y la razón se siente inclinada aaceptar lo que ella misma no ve. Así pues, elconcepto de «sustancia» queda modificado enel sentido de que por la fe, de manera incipien-te, podríamos decir «en germen» –por tantosegún la «sustancia»– ya están presentes ennosotros las realidades que se esperan: el todo,la vida verdadera. Y precisamente porque larealidad misma ya está presente, esta presenciade lo que vendrá genera también certeza: esta«realidad» que ha de venir no es visible aún enel mundo externo (no «aparece»), pero debidoa que, como realidad inicial y dinámica, la lle-vamos dentro de nosotros, nace ya ahora unacierta percepción de la misma. A Lutero, queno tenía mucha simpatía por la Carta a los He-breos en sí misma, el concepto de «sustancia»no le decía nada en el contexto de su concep-ción de la fe. Por eso entendió el términohipóstasis/sustancia no en sentido objetivo (derealidad presente en nosotros), sino en el senti-

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do subjetivo, como expresión de una actitudinterior y, por consiguiente, tuvo que compren-der naturalmente también el términoargumentum como una disposición del sujeto.Esta interpretación se ha difundido también enla exégesis católica en el siglo XX –al menosen Alemania– de tal manera que la traducciónecuménica del Nuevo Testamento en alemán,aprobada por los Obispos, dice: «Glaube aberist: Feststehen in dem, was man erhofft,Überzeugtsein von dem, was man nicht sieht»(fe es: estar firmes en lo que se espera, estarconvencidos de lo que no se ve). En sí mismo,esto no es erróneo, pero no es el sentido deltexto, porque el término griego usado (elenchos)no tiene el valor subjetivo de «convicción», sinoel significado objetivo de «prueba». Por eso, laexegesis protestante reciente ha llegado conrazón a un convencimiento diferente: «Ahoraya no se puede poner en duda que esta interpre-tación protestante, que se ha hecho clásica, esinsostenible».5 La fe no es solamente un tenderde la persona hacia lo que ha de venir, y queestá todavía totalmente ausente; la fe nos daalgo. Nos da ya ahora algo de la realidad espe-rada, y esta realidad presente constituye paranosotros una «prueba» de lo que aún no se ve.Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modoque el futuro ya no es el puro «todavía-no». Elhecho de que este futuro exista cambia el pre-sente; el presente está marcado por la realidadfutura, y así las realidades futuras repercutenen las presentes y las presentes en las futuras.

8. Esta explicación cobra mayor fuerza aún, y seconecta con la vida concreta, si consideramosel versículo 34 del capítulo 10 de la Carta a losHebreos que, desde el punto de vista lingüísti-co y de contenido, está relacionado con estadefinición de una fe impregnada de esperanzay que al mismo tiempo la prepara. Aquí, el au-tor habla a los creyentes que han padecido laexperiencia de la persecución y les dice: «Com-partisteis el sufrimiento de los encarcelados,aceptasteis con alegría que os confiscaran losbienes (hyparchonton – Vg: bonorum), sabien-

do que teníais bienes mejores y permanentes(hyparxin – Vg: substantiam)». Hyparchontason las propiedades, lo que en la vida terrenalconstituye el sustento, la base, la «sustancia»con la que se cuenta para la vida. Esta «sustan-cia», la seguridad normal para la vida, se la hanquitado a los cristianos durante la persecución.Lo han soportado porque después de todo con-sideraban irrelevante esta sustancia material.Podían dejarla porque habían encontrado una«base» mejor para su existencia, una base queperdura y que nadie puede quitar. No se puededejar de ver la relación que hay entre estas dosespecies de «sustancia», entre sustento o basematerial y la afirmación de la fe como «base»,como «sustancia» que perdura. La fe otorga ala vida una base nueva, un nuevo fundamentosobre el que el hombre puede apoyarse, de talmanera que precisamente el fundamento habi-tual, la confianza en la renta material, quedarelativizado. Se crea una nueva libertad ante estefundamento de la vida que sólo aparentementees capaz de sustentarla, aunque con ello no seniega ciertamente su sentido normal. Esta nue-va libertad, la conciencia de la nueva «sustan-cia» que se nos ha dado, se ha puesto de mani-fiesto no sólo en el martirio, en el cual las per-sonas se han opuesto a la prepotencia de la ideo-logía y de sus órganos políticos, renovando elmundo con su muerte. También se ha manifes-tado sobre todo en las grandes renuncias, des-de los monjes de la antigüedad hasta Franciscode Asís, y a las personas de nuestro tiempo que,en los Institutos y Movimientos religiosos mo-dernos, han dejado todo por amor de Cristo parallevar a los hombres la fe y el amor de Cristo,para ayudar a las personas que sufren en el cuer-po y en el alma. En estos casos se ha compro-bado que la nueva «sustancia» es realmente«sustancia»; de la esperanza de estas personastocadas por Cristo ha brotado esperanza paraotros que vivían en la oscuridad y sin esperan-za. En ellos se ha demostrado que esta nuevavida posee realmente «sustancia» y es una «sus-tancia» que suscita vida para los demás. Paranosotros, que contemplamos estas figuras, su

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vida y su comportamiento son de hecho una«prueba» de que las realidades futuras, la pro-mesa de Cristo, no es solamente una realidadesperada sino una verdadera presencia: Él esrealmente el «filósofo» y el «pastor» que nosindica qué es y dónde está la vida.

9. Para comprender más profundamente esta re-flexión sobre las dos especies de sustanciashypostasis e hyparchonta y sobre los dos mo-dos de vida expresados con ellas, tenemos to-davía que reflexionar brevemente sobre dospalabras relativas a este argumento, que se en-cuentran en el capítulo 10 de la Carta a losHebreos. Se trata de las palabras hypomone(10,36) e hypostole (10,39). Hypomone se tra-duce normalmente por «paciencia», perseveran-cia, constancia. El creyente necesita saber es-perar soportando pacientemente las pruebaspara poder «alcanzar la promesa» (cf. 10,36).En la religiosidad del antiguo judaísmo, estapalabra se usó expresamente para designar laespera de Dios característica de Israel: su per-severar en la fidelidad a Dios basándose en lacerteza de la Alianza, en medio de un mundoque contradice a Dios. Así, la palabra indicauna esperanza vivida, una existencia basada enla certeza de la esperanza. En el Nuevo Testa-mento, esta espera de Dios, este estar de partede Dios, asume un nuevo significado: Dios seha manifestado en Cristo. Nos ha comunicadoya la «sustancia» de las realidades futuras y, deeste modo, la espera de Dios adquiere una nue-va certeza. Se esperan las realidades futuras apartir de un presente ya entregado. Es la espe-ra, ante la presencia de Cristo, con Cristo pre-sente, de que su Cuerpo se complete, con vis-tas a su llegada definitiva. En cambio, conhypostole se expresa el retraerse de quien no searriesga a decir abiertamente y con franquezala verdad quizás peligrosa. Este esconderse antelos hombres por espíritu de temor ante ellos lle-va a la «perdición» (Hb 10,39). Por el contra-rio, la Segunda Carta a Timoteo caracteriza laactitud de fondo del cristiano con una bella ex-presión: «Dios no nos ha dado un espíritu co-

barde, sino un espíritu de energía, amor y buenjuicio» (1,7).

La vida eterna – ¿qué es?

10. Hasta ahora hemos hablado de la fe y de laesperanza en el Nuevo Testamento y en los co-mienzos del cristianismo; pero siempre se hatenido también claro que no sólo hablamos delpasado; toda la reflexión concierne a la vida ya la muerte en general y, por tanto, también tie-ne que ver con nosotros aquí y ahora. No obs-tante, es el momento de preguntarnos ahora demanera explícita: la fe cristiana ¿es también paranosotros ahora una esperanza que transforma ysostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros«performativa», un mensaje que plasma demodo nuevo la vida misma, o es ya sólo «infor-mación» que, mientras tanto, hemos dejadoarrinconada y nos parece superada por infor-maciones más recientes? En la búsqueda de unarespuesta quisiera partir de la forma clásica deldiálogo con el cual el rito del Bautismo expre-saba la acogida del recién nacido en la comuni-dad de los creyentes y su renacimiento en Cris-to. El sacerdote preguntaba ante todo a los pa-dres qué nombre habían elegido para el niño, ycontinuaba después con la pregunta: «¿Quépedís a la Iglesia?». Se respondía: «La fe». Y«¿Qué te da la fe?». «La vida eterna». Segúneste diálogo, los padres buscaban para el niñola entrada en la fe, la comunión con los creyen-tes, porque veían en la fe la llave para «la vidaeterna». En efecto, ayer como hoy, en el Bau-tismo, cuando uno se convierte en cristiano, setrata de esto: no es sólo un acto de socializa-ción dentro de la comunidad ni solamente deacogida en la Iglesia. Los padres esperan algomás para el bautizando: esperan que la fe, de lacual forma parte el cuerpo de la Iglesia y sussacramentos, le dé la vida, la vida eterna. La fees la sustancia de la esperanza. Pero entoncessurge la cuestión: ¿De verdad queremos esto:vivir eternamente? Tal vez muchas personas re-chazan hoy la fe simplemente porque la vidaeterna no les parece algo deseable. En modoalguno quieren la vida eterna, sino la presente

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y, para esto, la fe en la vida eterna les parecemás bien un obstáculo. Seguir viviendo parasiempre –sin fin– parece más una condena queun don. Ciertamente, se querría aplazar la muer-te lo más posible. Pero vivir siempre, sin untérmino, sólo sería a fin de cuentas aburrido yal final insoportable. Esto es lo que dice preci-samente, por ejemplo, el Padre de la IglesiaAmbrosio en el sermón fúnebre por su herma-no difunto Sátiro: «Es verdad que la muerte noformaba parte de nuestra naturaleza, sino quese introdujo en ella; Dios no instituyó la muer-te desde el principio, sino que nos la dio comoun remedio [...]. En efecto, la vida del hombre,condenada por culpa del pecado a un duro tra-bajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó aser digna de lástima: era necesario dar un fin aestos males, de modo que la muerte restituyeralo que la vida había perdido. La inmortalidad,en efecto, es más una carga que un bien, si noentra en juego la gracia».6 Y Ambrosio ya ha-bía dicho poco antes: «No debemos deplorar lamuerte, ya que es causa de salvación».7

11. Sea lo que fuere lo que san Ambrosio quisodecir exactamente con estas palabras, es ciertoque la eliminación de la muerte, como tambiénsu aplazamiento casi ilimitado, pondría a la tie-rra y a la humanidad en una condición imposi-ble y no comportaría beneficio alguno para elindividuo mismo. Obviamente, hay una contra-dicción en nuestra actitud, que hace referenciaa un contraste interior de nuestra propia exis-tencia. Por un lado, no queremos morir; los quenos aman, sobre todo, no quieren que muramos.Por otro lado, sin embargo, tampoco deseamosseguir existiendo ilimitadamente, y tampoco latierra ha sido creada con esta perspectiva. En-tonces, ¿qué es realmente lo que queremos? Estaparadoja de nuestra propia actitud suscita unapregunta más profunda: ¿qué es realmente la«vida»? Y ¿qué significa verdaderamente «eter-nidad»? Hay momentos en que de repente per-cibimos algo: sí, esto sería precisamente la ver-dadera «vida», así debería ser. En contraste conello, lo que cotidianamente llamamos «vida»,

en verdad no lo es. Agustín, en su extensa cartasobre la oración dirigida a Proba, una viudaromana acomodada y madre de tres cónsules,escribió una vez: En el fondo queremos sólouna cosa, la «vida bienaventurada», la vida quesimplemente es vida, simplemente «felicidad».A fin de cuentas, en la oración no pedimos otracosa. No nos encaminamos hacia nada más, setrata sólo de esto. Pero después Agustín dicetambién: pensándolo bien, no sabemos en ab-soluto lo que deseamos, lo que quisiéramos con-cretamente. Desconocemos del todo esta reali-dad; incluso en aquellos momentos en que nosparece tocarla con la mano no la alcanzamosrealmente. «No sabemos pedir lo que nos con-viene», reconoce con una expresión de san Pa-blo (Rm 8,26). Lo único que sabemos es que noes esto. Sin embargo, en este no-saber sabemosque esta realidad tiene que existir. «Así, pues,hay en nosotros, por decirlo de alguna manera,una sabia ignorancia (docta ignorantia)», es-cribe. No sabemos lo que queremos realmente;no conocemos esta «verdadera vida» y, sin em-bargo, sabemos que debe existir un algo que noconocemos y hacia el cual nos sentimos impul-sados.8

12. Pienso que Agustín describe en este pasaje,de modo muy preciso y siempre válido, la si-tuación esencial del hombre, la situación de laque provienen todas sus contradicciones y susesperanzas. De algún modo deseamos la vidamisma, la verdadera, la que no se vea afectadani siquiera por la muerte; pero, al mismo tiem-po, no conocemos eso hacia lo que nos senti-mos impulsados. No podemos dejar de tender aello y, sin embargo, sabemos que todo lo quepodemos experimentar o realizar no es lo quedeseamos. Esta «realidad» desconocida es laverdadera «esperanza» que nos empuja y, al mis-mo tiempo, su desconocimiento es la causa detodas las desesperaciones, así como también detodos los impulsos positivos o destructivos ha-cia el mundo auténtico y el auténtico hombre.La expresión «vida eterna» trata de dar un nom-bre a esta desconocida realidad conocida. Espor necesidad una expresión insuficiente que

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crea confusión. En efecto, «eterno» suscita ennosotros la idea de lo interminable, y eso nosda miedo; «vida» nos hace pensar en la vidaque conocemos, que amamos y que no quere-mos perder, pero que a la vez es con frecuenciamás fatiga que satisfacción, de modo que, mien-tras por un lado la deseamos, por otro no la que-remos. Podemos solamente tratar de salir connuestro pensamiento de la temporalidad a la queestamos sujetos y augurar de algún modo quela eternidad no sea un continuo sucederse dedías del calendario, sino como el momento ple-no de satisfacción, en el cual la totalidad nosabraza y nosotros abrazamos la totalidad. Seríael momento del sumergirse en el océano delamor infinito, en el cual el tempo –el antes y eldespués– ya no existe. Podemos únicamente tra-tar de pensar que este momento es la vida ensentido pleno, sumergirse siempre de nuevo enla inmensidad del ser, a la vez que estamos des-bordados simplemente por la alegría. En elEvangelio de Juan, Jesús lo expresa así: «Vol-veré a veros y se alegrará vuestro corazón ynadie os quitará vuestra alegría» (16,22). Tene-mos que pensar en esta línea si queremos en-tender el objetivo de la esperanza cristiana, quées lo que esperamos de la fe, de nuestro ser conCristo.9

¿Es individualista la esperanza cristiana?

13. A lo largo de su historia, los cristianos hantratado de traducir en figuras representables estesaber que no sabe, recurriendo a imágenes del«cielo» que siempre resultan lejanas de lo que,precisamente por eso, sólo conocemos negati-vamente, a través de un no-conocimiento. Enel curso de los siglos, todos estos intentos derepresentación de la esperanza han impulsadoa muchos a vivir basándose en la fe y, comoconsecuencia, a abandonar sus «hyparchonta»,las sustancias materiales para su existencia. Elautor de la Carta a los Hebreos, en el capítulo11, ha trazado una especie de historia de losque viven en la esperanza y de su estar de ca-mino, una historia que desde Abel llega hastala época del autor. En los tiempos modernos se

ha desencadenado una crítica cada vez más duracontra este tipo de esperanza: consistiría en puroindividualismo, que habría abandonado el mun-do a su miseria y se habría amparado en unasalvación eterna exclusivamente privada. Henride Lubac, en la introducción a su obra funda-mental Catholicisme. Aspects sociaux dudogme, ha recogido algunos testimonios carac-terísticos de esta clase, uno de los cuales es dig-no de mención: «¿He encontrado la alegría?No... He encontrado mi alegría. Y esto es algoterriblemente diverso... La alegría de Jesús pue-de ser personal. Puede pertenecer a una solapersona, y ésta se salva. Está en paz..., ahora ypor siempre, pero ella sola. Esta soledad de laalegría no la perturba. Al contrario: ¡Ella es pre-cisamente la elegida! En su bienaventuranzaatraviesa felizmente las batallas con una rosaen la mano».10

14. A este respecto, de Lubac ha podido demos-trar, basándose en la teología de los Padres entoda su amplitud, que la salvación ha sido con-siderada siempre como una realidad comunita-ria. La misma Carta a los Hebreos habla de una«ciudad» (cf. 11,10.16; 12,22; 13,14) y, por tan-to, de una salvación comunitaria. Los Padres,coherentemente, entienden el pecado como ladestrucción de la unidad del género humano,como ruptura y división. Babel, el lugar de laconfusión de las lenguas y de la separación, semuestra como expresión de lo que es el pecadoen su raíz. Por eso, la «redención» se presentaprecisamente como el restablecimiento de launidad en la que nos encontramos de nuevo jun-tos en una unión que se refleja en la comunidadmundial de los creyentes. No hace falta que nosocupemos aquí de todos los textos en los queaparece el aspecto comunitario de la esperan-za. Sigamos con la Carta a Proba, en la cualAgustín intenta explicar un poco esta descono-cida realidad conocida que vamos buscando. Elpunto de partida es simplemente la expresión«vida bienaventurada [feliz]». Después cita elSalmo 144 [143],15: «Dichoso el pueblo cuyoDios es el Señor». Y continúa: «Para que poda-

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mos formar parte de este pueblo y llegar [...] avivir con Dios eternamente, ‘‘el precepto tienepor objeto el amor, que brota de un corazón lim-pio, de una buena conciencia y de una fe since-ra’’ (1 Tm 1,5)».11 Esta vida verdadera, hacia lacual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo,comporta estar unidos existencialmente en un«pueblo» y sólo puede realizarse para cada per-sona dentro de este «nosotros». Precisamentepor eso presupone dejar de estar encerrados enel propio «yo», porque sólo la apertura a estesujeto universal abre también la mirada haciala fuente de la alegría, hacia el amor mismo,hacia Dios.

15. Esta concepción de la «vida bienaventurada»orientada hacia la comunidad se refiere a algoque está ciertamente más allá del mundo pre-sente, pero precisamente por eso tiene que vertambién con la edificación del mundo, de ma-neras muy diferentes según el contexto históri-co y las posibilidades que éste ofrece o exclu-ye. En el tiempo de Agustín, cuando la irrup-ción de nuevos pueblos amenazaba la cohesióndel mundo, en la cual había una cierta garantíade derecho y de vida en una comunidad jurídi-ca, se trataba de fortalecer los fundamentos ver-daderamente básicos de esta comunidad de viday de paz para poder sobrevivir en aquel mundocambiante. Pero intentemos fijarnos, por ponerun caso, en un momento de la Edad Media, bajociertos aspectos emblemático. En la concien-cia común, los monasterios aparecían como lu-gares para huir del mundo («contemptusmundi») y eludir así la responsabilidad con res-pecto al mundo buscando la salvación privada.Bernardo de Claraval, que con su Orden refor-mada llevó una multitud de jóvenes a los mo-nasterios, tenía una visión muy diferente sobreesto. Para él, los monjes tienen una tarea conrespecto a toda la Iglesia y, por consiguiente,también respecto al mundo. Y, con muchas imá-genes, ilustra la responsabilidad de los monjespara con todo el organismo de la Iglesia, másaún, para con la humanidad; les aplica las pala-bras del Pseudo-Rufino: «El género humano

subsiste gracias a unos pocos; si ellos desapa-recieran, el mundo perecería».12 Loscontemplativos –contemplantes– han de con-vertirse en trabajadores agrícolas –laborantes–, nos dice. La nobleza del trabajo, que el cris-tianismo ha heredado del judaísmo, había apa-recido ya en las reglas monásticas de Agustín yBenito. Bernardo presenta de nuevo este con-cepto. Los jóvenes aristócratas que acudían asus monasterios debían someterse al trabajo ma-nual. A decir verdad, Bernardo dice explícita-mente que tampoco el monasterio puede resta-blecer el Paraíso, pero sostiene que, como lu-gar de labranza práctica y espiritual, debe pre-parar el nuevo Paraíso. Una parcela de bosquesilvestre se hace fértil precisamente cuando setalan los árboles de la soberbia, se extirpa loque crece en el alma de modo silvestre y así seprepara el terreno en el que puede crecer panpara el cuerpo y para el alma.13 ¿Acaso no he-mos tenido la oportunidad de comprobar denuevo, precisamente en el momento de la his-toria actual, que allí donde las almas se hacensalvajes no se puede lograr ningunaestructuración positiva del mundo?

La transformación de la fe-esperanza cristianaen el tiempo moderno

16. ¿Cómo ha podido desarrollarse la idea de queel mensaje de Jesús es estrictamente individua-lista y dirigido sólo al individuo? ¿Cómo se hallegado a interpretar la «salvación del alma»como huida de la responsabilidad respecto a lascosas en su conjunto y, por consiguiente, a con-siderar el programa del cristianismo como bús-queda egoísta de la salvación que se niega aservir a los demás? Para encontrar una respuestaa esta cuestión hemos de fijarnos en los ele-mentos fundamentales de la época moderna.Estos se ven con particular claridad en FrancisBacon. Es indiscutible que –gracias al descu-brimiento de América y a las nuevas conquis-tas de la técnica que han permitido este desa-rrollo– ha surgido una nueva época. Pero, ¿so-bre qué se basa este cambio epocal? Se basa enla nueva correlación entre experimento y mé-

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todo, que hace al hombre capaz de lograr unainterpretación de la naturaleza conforme a susleyes y conseguir así, finalmente, «la victoriadel arte sobre la naturaleza» (victoria cursusartis super naturam).14 La novedad – según lavisión de Bacon– consiste en una nueva corre-lación entre ciencia y praxis. De esto se hacedespués una aplicación en clave teológica: estanueva correlación entre ciencia y praxis signi-ficaría que se restablecería el dominio sobre lacreación, que Dios había dado al hombre y quese perdió por el pecado original.15

17. Quien lee estas afirmaciones, y reflexiona conatención, reconoce en ellas un paso desconcer-tante: hasta aquel momento la recuperación delo que el hombre había perdido al ser expulsa-do del paraíso terrenal se esperaba de la fe enJesucristo, y en esto se veía la «redención».Ahora, esta «redención», el restablecimiento del«paraíso» perdido, ya no se espera de la fe, sinode la correlación apenas descubierta entre cien-cia y praxis. Con esto no es que se niegue la fe;pero queda desplazada a otro nivel –el de lasrealidades exclusivamente privadas yultramundanas– al mismo tiempo que resultaen cierto modo irrelevante para el mundo. Estavisión programática ha determinado el procesode los tiempos modernos e influye también enla crisis actual de la fe que, en sus aspectos con-cretos, es sobre todo una crisis de la esperanzacristiana. Por eso, en Bacon la esperanza reci-be también una nueva forma. Ahora se llama:fe en el progreso. En efecto, para Bacon estáclaro que los descubrimientos y las invencio-nes apenas iniciadas son sólo un comienzo; quegracias a la sinergia entre ciencia y praxis seseguirán descubrimientos totalmente nuevos,surgirá un mundo totalmente nuevo, el reinodel hombre.16 Según esto, él mismo trazó unesbozo de las invenciones previsibles, incluyen-do el aeroplano y el submarino. Durante el de-sarrollo ulterior de la ideología del progreso, laalegría por los visibles adelantos de las poten-cialidades humanas es una confirmación cons-tante de la fe en el progreso como tal.

18. Al mismo tiempo, hay dos categorías que ocu-pan cada vez más el centro de la idea de pro-greso: razón y libertad. El progreso es sobretodo un progreso del dominio creciente de larazón, y esta razón es considerada obviamenteun poder del bien y para el bien. El progreso esla superación de todas las dependencias, es pro-greso hacia la libertad perfecta. También la li-bertad es considerada sólo como promesa, enla cual el hombre llega a su plenitud. En ambosconceptos –libertad y razón– hay un aspectopolítico. En efecto, se espera el reino de la ra-zón como la nueva condición de la humanidadque llega a ser totalmente libre. Sin embargo,las condiciones políticas de este reino de la ra-zón y de la libertad, en un primer momento,aparecen poco definidas. La razón y la libertadparecen garantizar de por sí, en virtud de subondad intrínseca, una nueva comunidad hu-mana perfecta. Pero en ambos conceptos clave,«razón» y «libertad», el pensamiento está siem-pre, tácitamente, en contraste también con losvínculos de la fe y de la Iglesia, así como conlos vínculos de los ordenamientos estatales deentonces. Ambos conceptos llevan en sí mis-mos, pues, un potencial revolucionario de enor-me fuerza explosiva.

19. Hemos de fijarnos brevemente en las dos eta-pas esenciales de la concreción política de estaesperanza, porque son de gran importancia parael camino de la esperanza cristiana, para su com-prensión y su persistencia. Está, en primer lu-gar, la Revolución francesa como el intento deinstaurar el dominio de la razón y de la liber-tad, ahora también de manera políticamente real.La Europa de la Ilustración, en un primer mo-mento, ha contemplado fascinada estos acon-tecimientos, pero ante su evolución ha tenidoque reflexionar después de manera nueva so-bre la razón y la libertad. Para las dos fases dela recepción de lo que ocurrió en Francia, sonsignificativos dos escritos de Immanuel Kant,en los que reflexiona sobre estos acontecimien-tos. En 1792 escribe la obra: «Der Sieg desguten Prinzips über das böse und die Gründung

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eines Reichs Gottes auf Erden» (La victoria delprincipio bueno sobre el malo y la constituciónde un reino de Dios sobre la tierra). En ella dice:«El paso gradual de la fe eclesiástica al domi-nio exclusivo de la pura fe religiosa constituyeel acercamiento del reino de Dios».17 Nos dicetambién que las revoluciones pueden acelerarlos tiempos de este paso de la fe eclesiástica ala fe racional. El «reino de Dios», del que habíahablado Jesús, recibe aquí una nueva definicióny asume también una nueva presencia; existe,por así decirlo, una nueva «espera inmediata»:el «reino de Dios» llega allí donde la «fe ecle-siástica» es superada y reemplazada por la «fereligiosa», es decir por la simple fe racional.En 1795, en su obra «Das Ende aller Dinge»(El final de todas las cosas), aparece una ima-gen diferente. Ahora Kant toma en considera-ción la posibilidad de que, junto al final naturalde todas las cosas, se produzca también unocontrario a la naturaleza, perverso. A este res-pecto, escribe: «Si llegara un día en el que elcristianismo no fuera ya digno de amor, el pen-samiento dominante de los hombres deberíaconvertirse en el de un rechazo y una oposi-ción contra él; y el anticristo [...] inauguraríasu régimen, aunque breve (fundadopresumiblemente en el miedo y el egoísmo). Acontinuación, no obstante, puesto que el cris-tianismo, aun habiendo sido destinado a ser lareligión universal, no habría sido ayudado dehecho por el destino a serlo, podría ocurrir, bajoel aspecto moral, el final (perverso) de todaslas cosas».18

20. En el s. XVIII no faltó la fe en el progresocomo nueva forma de la esperanza humana ysiguió considerando la razón y la libertad comola estrella-guía que se debía seguir en el cami-no de la esperanza. Sin embargo, el avance cadavez más rápido del desarrollo técnico y la in-dustrialización que comportaba crearon muypronto una situación social completamente nue-va: se formó la clase de los trabajadores de laindustria y el así llamado «proletariado indus-trial», cuyas terribles condiciones de vida ilus-

tró de manera sobrecogedora Friedrich Engelsen 1845. Para el lector debía estar claro: estono puede continuar, es necesario un cambio.Pero el cambio supondría la convulsión y elabatimiento de toda la estructura de la socie-dad burguesa. Después de la revolución bur-guesa de 1789 había llegado la hora de unanueva revolución, la proletaria: el progreso nopodía avanzar simplemente de modo lineal apequeños pasos. Hacía falta el salto revolucio-nario. Karl Marx recogió esta llamada del mo-mento y, con vigor de lenguaje y pensamiento,trató de encauzar este nuevo y, como él pensa-ba, definitivo gran paso de la historia hacia lasalvación, hacia lo que Kant había calificadocomo el «reino de Dios». Al haber desapareci-do la verdad del más allá, se trataría ahora deestablecer la verdad del más acá. La crítica delcielo se transforma en la crítica de la tierra, lacrítica de la teología en la crítica de la política.El progreso hacia lo mejor, hacia el mundo de-finitivamente bueno, ya no viene simplementede la ciencia, sino de la política; de una políticapensada científicamente, que sabe reconocer laestructura de la historia y de la sociedad, y asíindica el camino hacia la revolución, hacia elcambio de todas las cosas. Con precisión pun-tual, aunque de modo unilateral y parcial, Marxha descrito la situación de su tiempo y ha ilus-trado con gran capacidad analítica los caminoshacia la revolución, y no sólo teóricamente: conel partido comunista, nacido del manifiesto de1848, dio inicio también concretamente a larevolución. Su promesa, gracias a la agudezade sus análisis y a la clara indicación de losinstrumentos para el cambio radical, fascinó yfascina todavía hoy de nuevo. Después, la re-volución se implantó también, de manera másradical en Rusia.

21. Pero con su victoria se puso de manifiesto tam-bién el error fundamental de Marx. Él indicócon exactitud cómo lograr el cambio total de lasituación. Pero no nos dijo cómo se deberíaproceder después. Suponía simplemente que,con la expropiación de la clase dominante, con

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la caída del poder político y con la socializa-ción de los medios de producción, se estable-cería la Nueva Jerusalén. En efecto, entoncesse anularían todas las contradicciones, por finel hombre y el mundo habrían visto claramenteen sí mismos. Entonces todo podría procederpor sí mismo por el recto camino, porque todopertenecería a todos y todos querrían lo mejorunos para otros. Así, tras el éxito de la revolu-ción, Lenin pudo percatarse de que en los es-critos del maestro no había ninguna indicaciónsobre cómo proceder. Había hablado ciertamen-te de la fase intermedia de la dictadura del pro-letariado como de una necesidad que, sin em-bargo, en un segundo momento se habría de-mostrado caduca por sí misma. Esta «fase in-termedia» la conocemos muy bien y tambiénsabemos cuál ha sido su desarrollo posterior:en lugar de alumbrar un mundo sano, ha deja-do tras de sí una destrucción desoladora. El errorde Marx no consiste sólo en no haber ideadolos ordenamientos necesarios para el nuevomundo; en éste, en efecto, ya no habría necesi-dad de ellos. Que no diga nada de eso es unaconsecuencia lógica de su planteamiento. Suerror está más al fondo. Ha olvidado que el hom-bre es siempre hombre. Ha olvidado al hombrey ha olvidado su libertad. Ha olvidado que lalibertad es siempre libertad, incluso para el mal.Creyó que, una vez solucionada la economía,todo quedaría solucionado. Su verdadero errores el materialismo: en efecto, el hombre no essólo el producto de condiciones económicas yno es posible curarlo sólo desde fuera, creandocondiciones económicas favorables.

22. Así, pues, nos encontramos de nuevo ante lapregunta: ¿Qué podemos esperar? Es necesariauna autocrítica de la edad moderna en diálogocon el cristianismo y con su concepción de laesperanza. En este diálogo, los cristianos, en elcontexto de sus conocimientos y experiencias,tienen también que aprender de nuevo en quéconsiste realmente su esperanza, qué tienen queofrecer al mundo y qué es, por el contrario, loque no pueden ofrecerle. Es necesario que en

la autocrítica de la edad moderna confluya tam-bién una autocrítica del cristianismo moderno,que debe aprender siempre a comprenderse a símismo a partir de sus propias raíces. Sobre estosólo se puede intentar hacer aquí alguna obser-vación. Ante todo hay que preguntarse: ¿Quésignifica realmente «progreso»; qué es lo quepromete y qué es lo que no promete? Ya en elsiglo XIX había una crítica a la fe en el progre-so. En el siglo XX, Theodor W. Adorno expre-só de manera drástica la incertidumbre de la feen el progreso: el progreso, visto de cerca, se-ría el progreso que va de la honda a lasuperbomba. Ahora bien, éste es de hecho unaspecto del progreso que no se debe disimular.Dicho de otro modo: la ambigüedad del pro-greso resulta evidente. Indudablemente, ofrecenuevas posibilidades para el bien, pero tambiénabre posibilidades abismales para el mal, posi-bilidades que antes no existían. Todos nosotroshemos sido testigos de cómo el progreso, enmanos equivocadas, puede convertirse, y se haconvertido de hecho, en un progreso terribleen el mal. Si el progreso técnico no se corres-ponde con un progreso en la formación éticadel hombre, con el crecimiento del hombre in-terior (cf. Ef 3,16; 2 Co 4,16), no es un progre-so sino una amenaza para el hombre y para elmundo.

23. Por lo que se refiere a los dos grandes temas«razón» y «libertad», aquí sólo se pueden seña-lar las cuestiones relacionadas con ellos. Cier-tamente, la razón es el gran don de Dios al hom-bre, y la victoria de la razón sobre la irraciona-lidad es también un objetivo de la fe cristiana.Pero ¿cuándo domina realmente la razón? ¿Aca-so cuando se ha apartado de Dios? ¿Cuando seha hecho ciega para Dios? La razón del poder ydel hacer ¿es ya toda la razón? Si el progreso,para ser progreso, necesita el crecimiento mo-ral de la humanidad, entonces la razón del po-der y del hacer debe ser integrada con la mismaurgencia mediante la apertura de la razón a lasfuerzas salvadoras de la fe, al discernimientoentre el bien y el mal. Sólo de este modo se

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convierte en una razón realmente humana. Sólose vuelve humana si es capaz de indicar el ca-mino a la voluntad, y esto sólo lo puede hacersi mira más allá de sí misma. En caso contrario,la situación del hombre, en el desequilibrio en-tre la capacidad material, por un lado, y la faltade juicio del corazón, por otro, se convierte enuna amenaza para sí mismo y para la creación.Por eso, hablando de libertad, se ha de recordarque la libertad humana requiere que concurranvarias libertades. Sin embargo, esto no se pue-de lograr si no está determinado por un comúne intrínseco criterio de medida, que es funda-mento y meta de nuestra libertad. Digámosloahora de manera muy sencilla: el hombre nece-sita a Dios, de lo contrario queda sin esperan-za. Visto el desarrollo de la edad moderna, laafirmación de san Pablo citada al principio (Ef2,12) se demuestra muy realista y simplementeverdadera. Por tanto, no cabe duda de que un«reino de Dios» instaurado sin Dios –un reino,pues, sólo del hombre– desemboca inevitable-mente en «el final perverso» de todas las cosasdescrito por Kant: lo hemos visto y lo segui-mos viendo siempre una y otra vez. Pero tam-poco cabe duda de que Dios entra realmente enlas cosas humanas a condición de que no sólolo pensemos nosotros, sino que Él mismo salgaa nuestro encuentro y nos hable. Por eso la ra-zón necesita de la fe para llegar a ser totalmen-te ella misma: razón y fe se necesitan mutua-mente para realizar su verdadera naturaleza ysu misión.

La verdadera fisonomía de la esperanza cristia-na

24. Preguntémonos ahora de nuevo: ¿qué pode-mos esperar? Y ¿qué es lo que no podemos es-perar? Ante todo hemos de constatar que unprogreso acumulativo sólo es posible en lo ma-terial. Aquí, en el conocimiento progresivo delas estructuras de la materia, y en relación conlos inventos cada día más avanzados, hay cla-ramente una continuidad del progreso hacia undominio cada vez mayor de la naturaleza. Encambio, en el ámbito de la conciencia ética y

de la decisión moral, no existe una posibilidadsimilar de incremento, por el simple hecho deque la libertad del ser humano es siempre nue-va y tiene que tomar siempre de nuevo sus de-cisiones. No están nunca ya tomadas para no-sotros por otros; en este caso, en efecto, ya noseríamos libres. La libertad presupone que enlas decisiones fundamentales cada hombre, cadageneración, tenga un nuevo inicio. Es verdadque las nuevas generaciones pueden construira partir de los conocimientos y experiencias dequienes les han precedido, así como aprovechar-se del tesoro moral de toda la humanidad. Perotambién pueden rechazarlo, ya que éste no pue-de tener la misma evidencia que los inventosmateriales. El tesoro moral de la humanidad noestá disponible como lo están en cambio los ins-trumentos que se usan; existe como invitacióna la libertad y como posibilidad para ella. Peroesto significa que:

a) El recto estado de las cosas humanas, el bien-estar moral del mundo, nunca puede garanti-zarse solamente a través de estructuras, por muyválidas que éstas sean. Dichas estructuras nosólo son importantes, sino necesarias; sin em-bargo, no pueden ni deben dejar al margen lalibertad del hombre. Incluso las mejores estruc-turas funcionan únicamente cuando en una co-munidad existen unas convicciones vivas ca-paces de motivar a los hombres para una adhe-sión libre al ordenamiento comunitario. La li-bertad necesita una convicción; una convicciónno existe por sí misma, sino que ha de ser con-quistada comunitariamente siempre de nuevo.

b) Puesto que el hombre sigue siendo siempre li-bre y su libertad es también siempre frágil, nun-ca existirá en este mundo el reino del bien defi-nitivamente consolidado. Quien promete elmundo mejor que duraría irrevocablemente parasiempre, hace una falsa promesa, pues ignorala libertad humana. La libertad debe ser con-quistada para el bien una y otra vez. La libreadhesión al bien nunca existe simplemente porsí misma. Si hubiera estructuras que estable-cieran de manera definitiva una determinada –

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buena– condición del mundo, se negaría la li-bertad del hombre, y por eso, a fin de cuentas,en modo alguno serían estructuras buenas.

25. Una consecuencia de lo dicho es que la bús-queda, siempre nueva y fatigosa, de rectosordenamientos para las realidades humanas esuna tarea de cada generación; nunca es una ta-rea que se pueda dar simplemente por conclui-da. No obstante, cada generación tiene que ofre-cer también su propia aportación para estable-cer ordenamientos convincentes de libertad yde bien, que ayuden a la generación sucesiva,como orientación al recto uso de la libertadhumana y den también así, siempre dentro delos límites humanos, una cierta garantía tam-bién para el futuro. Con otras palabras: las bue-nas estructuras ayudan, pero por sí solas nobastan. El hombre nunca puede ser redimidosolamente desde el exterior. Francis Bacon ylos seguidores de la corriente de pensamientode la edad moderna inspirada en él, se equivo-caban al considerar que el hombre sería redi-mido por medio de la ciencia. Con semejanteexpectativa se pide demasiado a la ciencia; estaespecie de esperanza es falaz. La ciencia puedecontribuir mucho a la humanización del mun-do y de la humanidad. Pero también puede des-truir al hombre y al mundo si no está orientadapor fuerzas externas a ella misma. Por otra par-te, debemos constatar también que el cristia-nismo moderno, ante los éxitos de la ciencia enla progresiva estructuración del mundo, se haconcentrado en gran parte sólo sobre el indivi-duo y su salvación. Con esto ha reducido elhorizonte de su esperanza y no ha reconocidotampoco suficientemente la grandeza de su co-metido, si bien es importante lo que ha seguidohaciendo para la formación del hombre y laatención de los débiles y de los que sufren.

26. No es la ciencia la que redime al hombre. Elhombre es redimido por el amor. Eso es válidoincluso en el ámbito puramente intramundano.Cuando uno experimenta un gran amor en suvida, se trata de un momento de «redención»que da un nuevo sentido a su existencia. Pero

muy pronto se da cuenta también de que el amorque se le ha dado, por sí solo, no soluciona elproblema de su vida. Es un amor frágil. Puedeser destruido por la muerte. El ser humano ne-cesita un amor incondicionado. Necesita esacerteza que le hace decir: «Ni muerte, ni vida,ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futu-ro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, nicriatura alguna podrá apartarnos del amor deDios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nues-tro» (Rm 8,38-39). Si existe este amor absolutocon su certeza absoluta, entonces –sólo enton-ces– el hombre es «redimido», suceda lo quesuceda en su caso particular. Esto es lo que seha de entender cuando decimos que Jesucristonos ha «redimido». Por medio de Él estamosseguros de Dios, de un Dios que no es una leja-na «causa primera» del mundo, porque su Hijounigénito se ha hecho hombre y cada uno pue-de decir de Él: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios,que me amó hasta entregarse por mí» (Ga 2,20).

27. En este sentido, es verdad que quien no cono-ce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas,en el fondo está sin esperanza, sin la gran espe-ranza que sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12). Laverdadera, la gran esperanza del hombre queresiste a pesar de todas las desilusiones, sólopuede ser Dios, el Dios que nos ha amado yque nos sigue amando «hasta el extremo», «has-ta el total cumplimiento» (cf. Jn 13,1; 19,30).Quien ha sido tocado por el amor empieza aintuir lo que sería propiamente «vida». Empie-za a intuir qué quiere decir la palabra esperan-za que hemos encontrado en el rito del Bautis-mo: de la fe se espera la «vida eterna», la vidaverdadera que, totalmente y sin amenazas, essencillamente vida en toda su plenitud. Jesúsque dijo de sí mismo que había venido para quenosotros tengamos la vida y la tengamos en ple-nitud, en abundancia (cf. Jn 10,10), nos expli-có también qué significa «vida»: «Ésta es la vidaeterna: que te conozcan a ti, único Dios verda-dero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3). Lavida en su verdadero sentido no la tiene unosolamente para sí, ni tampoco sólo por sí mis-mo: es una relación. Y la vida entera es rela-

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ción con quien es la fuente de la vida. Si esta-mos en relación con Aquel que no muere, quees la Vida misma y el Amor mismo, entoncesestamos en la vida. Entonces «vivimos».

28. Pero ahora surge la pregunta: de este modo,¿no hemos recaído quizás en el individualismode la salvación? ¿En la esperanza sólo para míque además, precisamente por eso, no es unaesperanza verdadera porque olvida y descuidaa los demás? No. La relación con Dios se esta-blece a través de la comunión con Jesús, puessolos y únicamente con nuestras fuerzas no lapodemos alcanzar. En cambio, la relación conJesús es una relación con Aquel que se entregóa sí mismo en rescate por todos nosotros (cf. 1Tm 2,6). Estar en comunión con Jesucristo noshace participar en su ser «para todos», hace queéste sea nuestro modo de ser. Nos comprometeen favor de los demás, pero sólo estando encomunión con Él podemos realmente llegar aser para los demás, para todos. Quisiera citaren este contexto al gran doctor griego de la Igle-sia, san Máximo el Confesor († 662), el cualexhorta primero a no anteponer nada al conoci-miento y al amor de Dios, pero pasa enseguidaa aplicaciones muy prácticas: «Quien ama aDios no puede guardar para sí el dinero, sinoque lo reparte ‘‘según Dios’’ [...], a imitaciónde Dios, sin discriminación alguna».19 Del amora Dios se deriva la participación en la justicia yen la bondad de Dios hacia los otros; amar aDios requiere la libertad interior respecto a todolo que se posee y todas las cosas materiales: elamor de Dios se manifiesta en la responsabili-dad por el otro.20 En la vida de san Agustín po-demos observar de modo conmovedor la mis-ma relación entre amor de Dios y responsabili-dad para con los hombres. Tras su conversión ala fe cristiana quiso, junto con algunos amigosde ideas afines, llevar una vida que estuvieradedicada totalmente a la palabra de Dios y a lascosas eternas. Quiso realizar con valores cris-tianos el ideal de la vida contemplativa descri-to en la gran filosofía griega, eligiendo de estemodo «la mejor parte» (Lc 10,42). Pero las co-

sas fueron de otra manera. Mientras participa-ba en la Misa dominical, en la ciudad portuariade Hipona, fue llamado aparte por el Obispo,fuera de la muchedumbre, y obligado a dejarseordenar para ejercer el ministerio sacerdotal enaquella ciudad. Fijándose retrospectivamente enaquel momento, escribe en sus Confesiones:«Aterrado por mis pecados y por el peso enor-me de mis miserias, había meditado en mi co-razón y decidido huir a la soledad. Mas tú melo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo:«Cristo murió por todos, para que los que vi-ven ya no vivan para sí, sino para él que muriópor ellos» (cf. 2 Co 5,15)».21 Cristo murió portodos. Vivir para Él significa dejarse moldearen su «ser-para».

29. Esto supuso para Agustín una vida totalmentenueva. Así describió una vez su vida cotidiana:«Corregir a los indisciplinados, confortar a lospusilánimes, sostener a los débiles, refutar a losadversarios, guardarse de los insidiosos, instruira los ignorantes, estimular a los indolentes, apla-car a los pendencieros, moderar a los ambicio-sos, animar a los desalentados, apaciguar a loscontendientes, ayudar a los pobres, liberar a losoprimidos, mostrar aprobación a los buenos,tolerar a los malos y [¡pobre de mí!] amar a to-dos».22 «Es el Evangelio lo que me asusta»,23

ese temor saludable que nos impide vivir paranosotros mismos y que nos impulsa a transmi-tir nuestra común esperanza. De hecho, ésta eraprecisamente la intención de Agustín: en la di-fícil situación del imperio romano, que amena-zaba también al África romana y que, al finalde la vida de Agustín, llegó a destruirla, quisotransmitir esperanza, la esperanza que le veníade la fe y que, en total contraste con su carácterintrovertido, le hizo capaz de participar decidi-damente y con todas sus fuerzas en la edifica-ción de la ciudad. En el mismo capítulo de lasConfesiones, en el cual acabamos de ver elmotivo decisivo de su compromiso «para to-dos», dice también: Cristo «intercede por no-sotros; de otro modo desesperaría. Porque mu-chas y grandes son mis dolencias; sí, son mu-

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chas y grandes, aunque más grande es tu medi-cina. De no haberse tu Verbo hecho carne y ha-bitado entre nosotros, hubiéramos podido juz-garlo apartado de la naturaleza humana y des-esperar de nosotros».24 Gracias a su esperanza,Agustín se dedicó a la gente sencilla y a su ciu-dad; renunció a su nobleza espiritual y predicóy actuó de manera sencilla para la gente senci-lla.

30. Resumamos lo que hasta ahora ha aflorado enel desarrollo de nuestras reflexiones. A lo largode su existencia, el hombre tiene muchas espe-ranzas, más grandes o más pequeñas, diferen-tes según los períodos de su vida. A veces pue-de parecer que una de estas esperanzas lo llenatotalmente y que no necesita de ninguna otra.En la juventud puede ser la esperanza del amorgrande y satisfactorio; la esperanza de ciertaposición en la profesión, de uno u otro éxitodeterminante para el resto de su vida. Sin em-bargo, cuando estas esperanzas se cumplen, seve claramente que esto, en realidad, no lo eratodo. Está claro que el hombre necesita una es-peranza que vaya más allá. Es evidente que sólopuede contentarse con algo infinito, algo queserá siempre más de lo que nunca podrá alcan-zar. En este sentido, la época moderna ha desa-rrollado la esperanza de la instauración de unmundo perfecto que parecía poder lograrse gra-cias a los conocimientos de la ciencia y a unapolítica fundada científicamente. Así, la espe-ranza bíblica del reino de Dios ha sido reem-plazada por la esperanza del reino del hombre,por la esperanza de un mundo mejor que seríael verdadero «reino de Dios». Esta esperanzaparecía ser finalmente la esperanza grande y rea-lista, la que el hombre necesita. Ésta sería ca-paz de movilizar –por algún tiempo– todas lasenergías del hombre; este gran objetivo pare-cía merecer todo tipo de esfuerzos. Pero a lolargo del tiempo se vio claramente que esta es-peranza se va alejando cada vez más. Ante todose tomó conciencia de que ésta era quizás unaesperanza para los hombres del mañana, perono una esperanza para mí. Y aunque el «para

todos» forme parte de la gran esperanza –nopuedo ciertamente llegar a ser feliz contra o sinlos otros–, es verdad que una esperanza que nose refiera a mí personalmente, ni siquiera es unaverdadera esperanza. También resultó evidenteque ésta era una esperanza contra la libertad,porque la situación de las realidades humanasdepende en cada generación de la libre deci-sión de los hombres que pertenecen a ella. Si,debido a las condiciones y a las estructuras, seles privara de esta libertad, el mundo, a fin decuentas, no sería bueno, porque un mundo sinlibertad no sería en absoluto un mundo bueno.Así, aunque sea necesario un empeño constan-te para mejorar el mundo, el mundo mejor delmañana no puede ser el contenido propio y su-ficiente de nuestra esperanza. A este propósitose plantea siempre la pregunta: ¿Cuándo es«mejor» el mundo? ¿Qué es lo que lo hace bue-no? ¿Según qué criterio se puede valorar si esbueno? ¿Y por qué vías se puede alcanzar esta«bondad»?

31. Más aún: nosotros necesitamos tener esperan-zas –más grandes o más pequeñas–, que día adía nos mantengan en camino. Pero sin la granesperanza, que ha de superar todo lo demás,aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólopuede ser Dios, que abraza el universo y quenos puede proponer y dar lo que nosotros porsí solos no podemos alcanzar. De hecho, el seragraciado por un don forma parte de la espe-ranza. Dios es el fundamento de la esperanza;pero no cualquier dios, sino el Dios que tieneun rostro humano y que nos ha amado hasta elextremo, a cada uno en particular y a la huma-nidad en su conjunto. Su reino no es un másallá imaginario, situado en un futuro que nuncallega; su reino está presente allí donde Él esamado y donde su amor nos alcanza. Sólo suamor nos da la posibilidad de perseverar día adía con toda sobriedad, sin perder el impulsode la esperanza, en un mundo que por su natu-raleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, suamor es para nosotros la garantía de que existeaquello que sólo llegamos a intuir vagamente y

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que, sin embargo, esperamos en lo más íntimode nuestro ser: la vida que es «realmente» vida.Trataremos de concretar más esta idea en la úl-tima parte, fijando nuestra atención en algunos«lugares» de aprendizaje y ejercicio práctico dela esperanza.

«Lugares» de aprendizaje y del ejercicio de laesperanza

I. La oración como escuela de la esperanza

32. Un lugar primero y esencial de aprendizaje dela esperanza es la oración. Cuando ya nadie meescucha, Dios todavía me escucha. Cuando yano puedo hablar con ninguno, ni invocar a na-die, siempre puedo hablar con Dios. Si ya nohay nadie que pueda ayudarme –cuando se tra-ta de una necesidad o de una expectativa quesupera la capacidad humana de esperar–, Élpuede ayudarme.25 Si me veo relegado a la ex-trema soledad...; el que reza nunca está total-mente solo. De sus trece años de prisión, nuevede los cuales en aislamiento, el inolvidableCardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado unprecioso opúsculo: Oraciones de esperanza.Durante trece años en la cárcel, en una situa-ción de desesperación aparentemente total, laescucha de Dios, el poder hablarle, fue para éluna fuerza creciente de esperanza, que despuésde su liberación le permitió ser para los hom-bres de todo el mundo un testigo de la esperan-za, esa gran esperanza que no se apaga ni si-quiera en las noches de la soledad.

33. Agustín ilustró de forma muy bella la relacióníntima entre oración y esperanza en una homi-lía sobre la Primera Carta de San Juan. Él de-fine la oración como un ejercicio del deseo. Elhombre ha sido creado para una gran realidad,para Dios mismo, para ser colmado por Él. Perosu corazón es demasiado pequeño para la granrealidad que se le entrega. Tiene que ser ensan-chado. «Dios, retardando [su don], ensancha eldeseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensan-chándola, la hace capaz [de su don]». Agustínse refiere a san Pablo, el cual dice de sí mismoque vive lanzado hacia lo que está por delante

(cf. Flp 3,13). Después usa una imagen muybella para describir este proceso de ensancha-miento y preparación del corazón humano.«Imagínate que Dios quiere llenarte de miel[símbolo de la ternura y la bondad de Dios]; siestás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel?»El vaso, es decir el corazón, tiene que ser antesensanchado y luego purificado: liberado delvinagre y de su sabor. Eso requiere esfuerzo, esdoloroso, pero sólo así se logra la capacitaciónpara lo que estamos destinados.26 AunqueAgustín habla directamente sólo de lareceptividad para con Dios, se ve claramenteque con este esfuerzo por liberarse del vinagrey de su sabor, el hombre no sólo se hace librepara Dios, sino que se abre también a los de-más. En efecto, sólo convirtiéndonos en hijosde Dios podemos estar con nuestro Padre co-mún. Rezar no significa salir de la historia yretirarse en el rincón privado de la propia feli-cidad. El modo apropiado de orar es un proce-so de purificación interior que nos hace capa-ces para Dios y, precisamente por eso, capacestambién para los demás. En la oración, el hom-bre ha de aprender qué es lo que verdaderamentepuede pedirle a Dios, lo que es digno de Dios.Ha de aprender que no puede rezar contra elotro. Ha de aprender que no puede pedir cosassuperficiales y banales que desea en ese mo-mento, la pequeña esperanza equivocada quelo aleja de Dios. Ha de purificar sus deseos ysus esperanzas. Debe liberarse de las mentirasocultas con que se engaña a sí mismo: Dios lasescruta, y la confrontación con Dios obliga alhombre a reconocerlas también. «¿Quién co-noce sus faltas? Absuélveme de lo que se meoculta», ruega el salmista (19[18],13). No re-conocer la culpa, la ilusión de inocencia, no mejustifica ni me salva, porque la ofuscación dela conciencia, la incapacidad de reconocer enmí el mal en cuanto tal, es culpa mía. Si Diosno existe, entonces quizás tengo que refugiar-me en estas mentiras, porque no hay nadie quepueda perdonarme, nadie que sea el verdaderocriterio. En cambio, el encuentro con Dios des-pierta mi conciencia para que ésta ya no me

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ofrezca más una autojustificación ni sea un sim-ple reflejo de mí mismo y de los contemporá-neos que me condicionan, sino que se transfor-me en capacidad para escuchar el Bien mismo.

34. Para que la oración produzca esta fuerzapurificadora debe ser, por una parte, muy per-sonal, una confrontación de mi yo con Dios,con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estarguiada e iluminada una y otra vez por las gran-des oraciones de la Iglesia y de los santos, porla oración litúrgica, en la cual el Señor nos en-seña constantemente a rezar correctamente. ElCardenal Nguyen Van Thuan cuenta en su li-bro de Ejercicios espirituales cómo en su vidahubo largos períodos de incapacidad de rezar ycómo él se aferró a las palabras de la oraciónde la Iglesia: el Padrenuestro, el Ave María ylas oraciones de la Liturgia.27 En la oración tie-ne que haber siempre esta interrelación entreoración pública y oración personal. Así pode-mos hablar a Dios, y así Dios nos habla a noso-tros. De este modo se realizan en nosotros laspurificaciones, a través de las cuales llegamosa ser capaces de Dios e idóneos para servir alos hombres. Así nos hacemos capaces de lagran esperanza y nos convertimos en ministrosde la esperanza para los demás: la esperanza ensentido cristiano es siempre esperanza para losdemás. Y es esperanza activa, con la cual lu-chamos para que las cosas no acaben en un «fi-nal perverso». Es también esperanza activa enel sentido de que mantenemos el mundo abier-to a Dios. Sólo así permanece también comoesperanza verdaderamente humana.

II. El actuar y el sufrir como lugares de apren-dizaje de la esperanza

35. Toda actuación seria y recta del hombre esesperanza en acto. Lo es ante todo en el sentidode que así tratamos de llevar adelante nuestrasesperanzas, más grandes o más pequeñas; solu-cionar éste o aquel otro cometido importantepara el porvenir de nuestra vida: colaborar connuestro esfuerzo para que el mundo llegue aser un poco más luminoso y humano, y se abran

así también las puertas hacia el futuro. Pero elesfuerzo cotidiano por continuar nuestra vida ypor el futuro de todos nos cansa o se convierteen fanatismo, si no está iluminado por la luz deaquella esperanza más grande que no puede serdestruida ni siquiera por frustraciones en lo pe-queño ni por el fracaso en los acontecimientosde importancia histórica. Si no podemos espe-rar más de lo que es efectivamente posible encada momento y de lo que podemos esperar quelas autoridades políticas y económicas nosofrezcan, nuestra vida se ve abocada muy prontoa quedar sin esperanza. Es importante sin em-bargo saber que yo todavía puedo esperar, aun-que aparentemente ya no tenga nada más queesperar para mi vida o para el momento históri-co que estoy viviendo. Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustracio-nes, mi vida personal y la historia en su con-junto están custodiadas por el poder indestruc-tible del Amor y que, gracias al cual, tienen paraél sentido e importancia, sólo una esperanza asípuede en ese caso dar todavía ánimo para ac-tuar y continuar. Ciertamente, no «podemosconstruir» el reino de Dios con nuestras fuer-zas, lo que construimos es siempre reino delhombre con todos los límites propios de la na-turaleza humana. El reino de Dios es un don, yprecisamente por eso es grande y hermoso, yconstituye la respuesta a la esperanza. Y no po-demos –por usar la terminología clásica– «me-recer» el cielo con nuestras obras. Éste es siem-pre más de lo que merecemos, del mismo modoque ser amados nunca es algo «merecido», sinosiempre un don. No obstante, aun siendo ple-namente conscientes de la «plusvalía» del cie-lo, sigue siendo siempre verdad que nuestroobrar no es indiferente ante Dios y, por tanto,tampoco es indiferente para el desarrollo de lahistoria. Podemos abrirnos nosotros mismos yabrir el mundo para que entre Dios: la verdad,el amor y el bien. Es lo que han hecho los san-tos que, como «colaboradores de Dios», hancontribuido a la salvación del mundo (cf. 1 Co3,9; 1 Ts 3,2). Podemos liberar nuestra vida y elmundo de las intoxicaciones y contaminacio-

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nes que podrían destruir el presente y el futuro.Podemos descubrir y tener limpias las fuentesde la creación y así, junto con la creación quenos precede como don, hacer lo que es justo,teniendo en cuenta sus propias exigencias y sufinalidad. Eso sigue teniendo sentido aunqueen apariencia no tengamos éxito o nos veamosimpotentes ante la superioridad de fuerzas hos-tiles. Así, por un lado, de nuestro obrar brotaesperanza para nosotros y para los demás; peroal mismo tiempo, lo que nos da ánimos y orien-ta nuestra actividad, tanto en los momentos bue-nos como en los malos, es la gran esperanzafundada en las promesas de Dios.

36. Al igual que el obrar, también el sufrimientoforma parte de la existencia humana. Éste sederiva, por una parte, de nuestra finitud y, porotra, de la gran cantidad de culpas acumuladasa lo largo de la historia, y que crece de modoincesante también en el presente. Conviene cier-tamente hacer todo lo posible para disminuir elsufrimiento; impedir cuanto se pueda el sufri-miento de los inocentes; aliviar los dolores yayudar a superar las dolencias psíquicas. To-dos estos son deberes tanto de la justicia comodel amor y forman parte de las exigencias fun-damentales de la existencia cristiana y de todavida realmente humana. En la lucha contra eldolor físico se han hecho grandes progresos,aunque en las últimas décadas ha aumentado elsufrimiento de los inocentes y también las do-lencias psíquicas. Es cierto que debemos hacertodo lo posible para superar el sufrimiento, peroextirparlo del mundo por completo no está ennuestras manos, simplemente porque no pode-mos desprendernos de nuestra limitación, yporque ninguno de nosotros es capaz de elimi-nar el poder del mal, de la culpa, que –lo ve-mos– es una fuente continua de sufrimiento.Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Diosque, haciéndose hombre, entrase personalmen-te en la historia y sufriese en ella. Nosotros sa-bemos que este Dios existe y que, por tanto,este poder que «quita el pecado del mundo» (Jn1,29) está presente en el mundo. Con la fe en la

existencia de este poder ha surgido en la histo-ria la esperanza de la salvación del mundo. Perose trata precisamente de esperanza y no aún decumplimiento; esperanza que nos da el valorpara ponernos de la parte del bien aun cuandoparece que ya no hay esperanza, y conscientesademás de que, viendo el desarrollo de la his-toria tal como se manifiesta externamente, elpoder de la culpa permanece como una presen-cia terrible, incluso para el futuro.

37. Volvamos a nuestro tema. Podemos tratar delimitar el sufrimiento, luchar contra él, pero nopodemos suprimirlo. Precisamente cuando loshombres, intentando evitar toda dolencia, tra-tan de alejarse de todo lo que podría significaraflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga yel dolor de la verdad, del amor y del bien, caenen una vida vacía en la que quizás ya no existeel dolor, pero en la que la oscura sensación dela falta de sentido y de la soledad es muchomayor aún. Lo que cura al hombre no es esqui-var el sufrimiento y huir ante el dolor, sino lacapacidad de aceptar la tribulación, madurar enella y encontrar en ella un sentido mediante launión con Cristo, que ha sufrido con amor infi-nito. En este contexto, quisiera citar algunasfrases de una carta del mártir vietnamita PabloLe-Bao-Thin († 1857) en las que resalta estatransformación del sufrimiento mediante la fuer-za de la esperanza que proviene de la fe. «Yo,Pablo, encarcelado por el nombre de Cristo, osquiero explicar las tribulaciones en que me veosumergido cada día, para que, enfervorizadosen el amor de Dios, alabéis conmigo al Señor,porque es eterna su misericordia (cf. Sal 136[135]). Esta cárcel es un verdadero infierno: alos crueles suplicios de toda clase, como songrillos, cadenas de hierro y ataduras, hay queañadir el odio, las venganzas, las calumnias,palabras indecentes, peleas, actos perversos, ju-ramentos injustos, maldiciones y, finalmente,angustias y tristeza. Pero Dios, que en otro tiem-po libró a los tres jóvenes del horno de fuego,está siempre conmigo y me libra de las tribula-ciones y las convierte en dulzura, porque es eter-

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na su misericordia. En medio de estos tormen-tos, que aterrorizarían a cualquiera, por la gra-cia de Dios estoy lleno de gozo y alegría, por-que no estoy solo, sino que Cristo está conmi-go[...]. ¿Cómo resistir este espectáculo, viendocada día cómo los emperadores, los mandarinesy sus cortesanos blasfeman tu santo nombre,Señor, que te sientas sobre los querubines yserafines? (cf. Sal 80 [79],2). ¡Mira, tu cruz espisoteada por los paganos! ¿Dónde está tu glo-ria? Al ver todo esto, prefiero, encendido en tuamor, morir descuartizado, en testimonio de tuamor. Muestra, Señor, tu poder, sálvame y dametu apoyo, para que la fuerza se manifieste en midebilidad y sea glorificada ante los gentiles [...].Queridos hermanos al escuchar todo esto, lle-nos de alegría, tenéis que dar gracias incesan-tes a Dios, de quien procede todo bien; bende-cid conmigo al Señor, porque es eterna su mi-sericordia [...]. Os escribo todo esto para se unanvuestra fe y la mía. En medio de esta tempestadecho el ancla hasta el trono de Dios, esperanzaviva de mi corazón...».28 Ésta es una carta «des-de el infierno». Se expresa todo el horror de uncampo de concentración en el cual, a los tor-mentos por parte de los tiranos, se añade el des-encadenarse del mal en las víctimas mismas que,de este modo, se convierten incluso en nuevosinstrumentos de la crueldad de los torturadores.Es una carta desde el «infierno», pero en ella sehace realidad la exclamación del Salmo: «Si es-calo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en elabismo, allí te encuentro... Si digo: ‘‘Que almenos la tiniebla me encubra ...’’, ni la tinieblaes oscura para ti, la noche es clara como el día»(Sal 139 [138] 8-12; cf. Sal 23[22], 4). Cristoha descendido al «infierno» y así está cerca dequien ha sido arrojado allí, transformando pormedio de Él las tinieblas en luz. El sufrimientoy los tormentos son terribles y casi insoporta-bles. Sin embargo, ha surgido la estrella de laesperanza, el ancla del corazón llega hasta eltrono de Dios. No se desata el mal en el hom-bre, sino que vence la luz: el sufrimiento –sindejar de ser sufrimiento– se convierte a pesarde todo en canto de alabanza.

38. La grandeza de la humanidad está determina-da esencialmente por su relación con el sufri-miento y con el que sufre. Esto es válido tantopara el individuo como para la sociedad. Unasociedad que no logra aceptar a los que sufreny no es capaz de contribuir mediante la compa-sión a que el sufrimiento sea compartido y so-brellevado también interiormente, es una socie-dad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad nopuede aceptar a los que sufren y sostenerlos ensu dolencia si los individuos mismos no soncapaces de hacerlo y, en fin, el individuo nopuede aceptar el sufrimiento del otro si no lo-gra encontrar personalmente en el sufrimientoun sentido, un camino de purificación y madu-ración, un camino de esperanza. En efecto,aceptar al otro que sufre significa asumir de al-guna manera su sufrimiento, de modo que éstellegue a ser también mío. Pero precisamenteporque ahora se ha convertido en sufrimientocompartido, en el cual se da la presencia de unotro, este sufrimiento queda traspasado por laluz del amor. La palabra latina consolatio, con-solación, lo expresa de manera muy bella, su-giriendo un «ser-con» en la soledad, que en-tonces ya no es soledad. Pero también la capa-cidad de aceptar el sufrimiento por amor delbien, de la verdad y de la justicia, es constituti-va de la grandeza de la humanidad porque, endefinitiva, cuando mi bienestar, mi incolumidad,es más importante que la verdad y la justicia,entonces prevalece el dominio del más fuerte;entonces reinan la violencia y la mentira. Laverdad y la justicia han de estar por encima demi comodidad e incolumidad física, de otromodo mi propia vida se convierte en mentira.Y también el «sí» al amor es fuente de sufri-miento, porque el amor exige siempre nuevasrenuncias de mi yo, en las cuales me dejo mo-delar y herir. En efecto, no puede existir el amorsin esta renuncia también dolorosa para mí, deotro modo se convierte en puro egoísmo y, conello, se anula a sí mismo como amor.

39. Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amorde la verdad y de la justicia; sufrir a causa del

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amor y con el fin de convertirse en una personaque ama realmente, son elementos fundamen-tales de humanidad, cuya pérdida destruiría alhombre mismo. Pero una vez más surge la pre-gunta: ¿somos capaces de ello? ¿El otro es tanimportante como para que, por él, yo me con-vierta en una persona que sufre? ¿Es tan im-portante para mí la verdad como para compen-sar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesadel amor que justifique el don de mí mismo?En la historia de la humanidad, la fe cristianatiene precisamente el mérito de haber suscita-do en el hombre, de manera nueva y más pro-funda, la capacidad de estos modos de sufrirque son decisivos para su humanidad. La fe cris-tiana nos ha enseñado que verdad, justicia yamor no son simplemente ideales, sino realida-des de enorme densidad. En efecto, nos ha en-señado que Dios –la Verdad y el Amor en per-sona– ha querido sufrir por nosotros y con no-sotros. Bernardo de Claraval acuñó la maravi-llosa expresión: Impassibilis est Deus, sed nonincompassibilis,29 Dios no puede padecer, peropuede compadecer. El hombre tiene un valortan grande para Dios que se hizo hombre parapoder com-padecer Él mismo con el hombre,de modo muy real, en carne y sangre, como nosmanifiesta el relato de la Pasión de Jesús. Poreso, en cada pena humana ha entrado uno quecomparte el sufrir y el padecer; de ahí se difun-de en cada sufrimiento la con-solatio, el con-suelo del amor participado de Dios y así apare-ce la estrella de la esperanza. Ciertamente, ennuestras penas y pruebas menores siempre ne-cesitamos también nuestras grandes o peque-ñas esperanzas: una visita afable, la cura de lasheridas internas y externas, la solución positi-va de una crisis, etc. También estos tipos deesperanza pueden ser suficientes en las prue-bas más o menos pequeñas. Pero en las pruebasverdaderamente graves, en las cuales tengo quetomar mi decisión definitiva de anteponer laverdad al bienestar, a la carrera, a la posesión,es necesaria la verdadera certeza, la gran espe-ranza de la que hemos hablado. Por eso necesi-tamos también testigos, mártires, que se han

entregado totalmente, para que nos lo demues-tren día tras día. Los necesitamos en las peque-ñas alternativas de la vida cotidiana, para pre-ferir el bien a la comodidad, sabiendo que pre-cisamente así vivimos realmente la vida. Digá-moslo una vez más: la capacidad de sufrir poramor de la verdad es un criterio de humanidad.No obstante, esta capacidad de sufrir dependedel tipo y de la grandeza de la esperanza quellevamos dentro y sobre la que nos basamos.Los santos pudieron recorrer el gran camino delser hombre del mismo modo en que Cristo lorecorrió antes de nosotros, porque estaban re-pletos de la gran esperanza.

40. Quisiera añadir aún una pequeña observaciónsobre los acontecimientos de cada día que noes del todo insignificante. La idea de poder«ofrecer» las pequeñas dificultades cotidianas,que nos aquejan una y otra vez como punzadasmás o menos molestas, dándoles así un senti-do, eran parte de una forma de devoción toda-vía muy difundida hasta no hace mucho tiem-po, aunque hoy tal vez menos practicada. Enesta devoción había sin duda cosas exageradasy quizás hasta malsanas, pero conviene pregun-tarse si acaso no comportaba de algún modoalgo esencial que pudiera sernos de ayuda. ¿Quéquiere decir «ofrecer»? Estas personas estabanconvencidas de poder incluir sus pequeñas di-ficultades en el gran com-padecer de Cristo, queasí entraban a formar parte de algún modo deltesoro de compasión que necesita el génerohumano. De esta manera, las pequeñas contra-riedades diarias podrían encontrar también unsentido y contribuir a fomentar el bien y el amorentre los hombres. Quizás debamos preguntar-nos realmente si esto no podría volver a ser unaperspectiva sensata también para nosotros.

III. El Juicio como lugar de aprendizaje y ejer-cicio de la esperanza

41. La parte central del gran Credo de la Iglesia,que trata del misterio de Cristo desde su naci-miento eterno del Padre y el nacimiento tem-poral de la Virgen María, para seguir con la cruz

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y la resurrección y llegar hasta su retorno, seconcluye con las palabras: «de nuevo vendrácon gloria para juzgar a vivos y muertos». Yadesde los primeros tiempos, la perspectiva delJuicio ha influido en los cristianos, también ensu vida diaria, como criterio para ordenar la vidapresente, como llamada a su conciencia y, almismo tiempo, como esperanza en la justiciade Dios. La fe en Cristo nunca ha mirado sólohacia atrás ni sólo hacia arriba, sino siempreadelante, hacia la hora de la justicia que el Se-ñor había preanunciado repetidamente. Estemirar hacia adelante ha dado la importancia quetiene el presente para el cristianismo. En la con-figuración de los edificios sagrados cristianos,que quería hacer visible la amplitud histórica ycósmica de la fe en Cristo, se hizo habitual re-presentar en el lado oriental al Señor que vuel-ve como rey –imagen de la esperanza–, mien-tras en el lado occidental estaba el Juicio finalcomo imagen de la responsabilidad respecto anuestra vida, una representación que miraba yacompañaba a los fieles justamente en su retor-no a lo cotidiano. En el desarrollo de la icono-grafía, sin embargo, se ha dado después cadavez más relieve al aspecto amenazador y lúgu-bre del Juicio, que obviamente fascinaba a losartistas más que el esplendor de la esperanza,el cual quedaba con frecuencia excesivamenteoculto bajo la amenaza.

42. En la época moderna, la idea del Juicio finalse ha desvaído: la fe cristiana se entiende yorienta sobre todo hacia la salvación personaldel alma; la reflexión sobre la historia univer-sal, en cambio, está dominada en gran parte porla idea del progreso. Pero el contenido funda-mental de la espera del Juicio no es que hayasimplemente desaparecido, sino que ahora asu-me una forma totalmente diferente. El ateísmode los siglos XIX y XX, por sus raíces y finali-dad, es un moralismo, una protesta contra lasinjusticias del mundo y de la historia universal.Un mundo en el que hay tanta injusticia, tantosufrimiento de los inocentes y tanto cinismo delpoder, no puede ser obra de un Dios bueno. El

Dios que tuviera la responsabilidad de un mun-do así no sería un Dios justo y menos aún unDios bueno. Hay que contestar este Dios preci-samente en nombre de la moral. Y puesto queno hay un Dios que crea justicia, parece queahora es el hombre mismo quien está llamado aestablecer la justicia. Ahora bien, si ante el su-frimiento de este mundo es comprensible la pro-testa contra Dios, la pretensión de que la hu-manidad pueda y deba hacer lo que ningún Dioshace ni es capaz de hacer, es presuntuosa e in-trínsecamente falsa. Si de esta premisa se handerivado las más grandes crueldades y viola-ciones de la justicia, no es fruto de la casuali-dad, sino que se funda en la falsedad intrínsecade esta pretensión. Un mundo que tiene quecrear su justicia por sí mismo es un mundo sinesperanza. Nadie ni nada responde del sufri-miento de los siglos. Nadie ni nada garantizaque el cinismo del poder –bajo cualquier se-ductor revestimiento ideológico que se presen-te– no siga mangoneando en el mundo. Así, losgrandes pensadores de la escuela de Francfort,Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, hancriticado tanto el ateísmo como el teísmo.Horkheimer ha excluido radicalmente que pue-da encontrarse algún sucedáneo inmanente deDios, pero rechazando al mismo tiempo tam-bién la imagen del Dios bueno y justo. En unaradicalización extrema de la prohibiciónveterotestamentaria de las imágenes, él hablade la «nostalgia del totalmente Otro», que per-manece inaccesible: un grito del deseo dirigidoa la historia universal. También Adorno se haceñido decididamente a esta renuncia a todaimagen y, por tanto, excluye también la «ima-gen» del Dios que ama. No obstante, siempreha subrayado también esta dialéctica «negati-va» y ha afirmado que la justicia, una verdade-ra justicia, requeriría un mundo «en el cual nosólo fuera suprimido el sufrimiento presente,sino también revocado lo que es irrevocable-mente pasado».30 Pero esto significaría –expre-sado en símbolos positivos y, por tanto, para élinapropiados– que no puede haber justicia sinresurrección de los muertos. Pero una tal pers-

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pectiva comportaría «la resurrección de la car-ne, algo que es totalmente ajeno al idealismo,al reino del espíritu absoluto».31

43. También el cristianismo puede y debe apren-der siempre de nuevo de la rigurosa renuncia atoda imagen, que es parte del primer manda-miento de Dios (cf. Ex 20,4). La verdad de lateología negativa fue resaltada por el IV Con-cilio de Letrán, el cual declaró explícitamenteque, por grande que sea la semejanza que apa-rece entre el Creador y la criatura, siempre esmás grande la desemejanza entre ellos.32 Parael creyente, no obstante, la renuncia a toda ima-gen no puede llegar hasta el extremo de tenerque detenerse, como querrían Horkheimer yAdorno, en el «no» a ambas tesis, el teísmo y elateísmo. Dios mismo se ha dado una «imagen»:en el Cristo que se ha hecho hombre. En Él, elCrucificado, se lleva al extremo la negación delas falsas imágenes de Dios. Ahora Dios revelasu rostro precisamente en la figura del que su-fre y comparte la condición del hombre aban-donado por Dios, tomándola consigo. Este ino-cente que sufre se ha convertido en esperanza-certeza: Dios existe, y Dios sabe crear la justi-cia de un modo que nosotros no somos capacesde concebir y que, sin embargo, podemos in-tuir en la fe. Sí, existe la resurrección de la car-ne.33 Existe una justicia.34 Existe la «revoca-ción» del sufrimiento pasado, la reparación querestablece el derecho. Por eso la fe en el Juiciofinal es ante todo y sobre todo esperanza, esaesperanza cuya necesidad se ha hecho evidenteprecisamente en las convulsiones de los últi-mos siglos. Estoy convencido de que la cues-tión de la justicia es el argumento esencial o,en todo caso, el argumento más fuerte en favorde la fe en la vida eterna. La necesidad mera-mente individual de una satisfacción plena quese nos niega en esta vida, de la inmortalidaddel amor que esperamos, es ciertamente unmotivo importante para creer que el hombre estéhecho para la eternidad; pero sólo en relacióncon el reconocimiento de que la injusticia de lahistoria no puede ser la última palabra en abso-

luto, llega a ser plenamente convincente la ne-cesidad del retorno de Cristo y de la vida nue-va.

44. La protesta contra Dios en nombre de la justi-cia no vale. Un mundo sin Dios es un mundosin esperanza (cf. Ef 2,12). Sólo Dios puedecrear justicia. Y la fe nos da esta certeza: Él lohace. La imagen del Juicio final no es en pri-mer lugar una imagen terrorífica, sino una ima-gen de esperanza; quizás la imagen decisivapara nosotros de la esperanza. ¿Pero no es qui-zás también una imagen que da pavor? Yo di-ría: es una imagen que exige la responsabili-dad. Una imagen, por lo tanto, de ese pavor alque se refiere san Hilario cuando dice que todonuestro miedo está relacionado con el amor.35

Dios es justicia y crea justicia. Éste es nuestroconsuelo y nuestra esperanza. Pero en su justi-cia está también la gracia. Esto lo descubrimosdirigiendo la mirada hacia el Cristo crucifica-do y resucitado. Ambas –justicia y gracia– hande ser vistas en su justa relación interior. Lagracia no excluye la justicia. No convierte lainjusticia en derecho. No es un cepillo que bo-rra todo, de modo que cuanto se ha hecho en latierra acabe por tener siempre igual valor. Con-tra este tipo de cielo y de gracia ha protestadocon razón, por ejemplo, Dostoëvskij en su no-vela Los hermanos Karamazov. Al final los mal-vados, en el banquete eterno, no se sentarán in-distintamente a la mesa junto a las víctimas,como si no hubiera pasado nada. A este respec-to quisiera citar un texto de Platón que expresaun presentimiento del juicio justo, que en granparte es verdadero y provechoso también parael cristiano. Aunque con imágenes mitológicas,pero que expresan de modo inequívoco la ver-dad, dice que al final las almas estarán desnu-das ante el juez. Ahora ya no cuenta lo que fue-ron una vez en la historia, sino sólo lo que sonde verdad. «Ahora [el juez] tiene quizás ante síel alma de un rey [...] o algún otro rey o domi-nador, y no ve nada sano en ella. La encuentraflagelada y llena de cicatrices causadas por elperjurio y la injusticia [...] y todo es tortuoso,

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lleno de mentira y soberbia, y nada es recto,porque ha crecido sin verdad. Y ve cómo elalma, a causa de la arbitrariedad, el desenfre-no, la arrogancia y la desconsideración en elactuar, está cargada de excesos e infamia. Antesemejante espectáculo, la manda enseguida ala cárcel, donde padecerá los castigos mereci-dos [...]. Pero a veces ve ante sí un alma dife-rente, una que ha transcurrido una vida piadosay sincera [...], se complace y la manda a la islade los bienaventurados».36 En la parábola delrico epulón y el pobre Lázaro (cf. Lc 16, 19-31), Jesús ha presentado como advertencia laimagen de un alma similar, arruinada por la arro-gancia y la opulencia, que ha cavado ella mis-ma un foso infranqueable entre sí y el pobre: elfoso de su cerrazón en los placeres materiales,el foso del olvido del otro y de la incapacidadde amar, que se transforma ahora en una sedardiente y ya irremediable. Hemos de notar aquíque, en esta parábola, Jesús no habla del desti-no definitivo después del Juicio universal, sinoque se refiere a una de las concepciones del ju-daísmo antiguo, es decir, la de una condiciónintermedia entre muerte y resurrección, un es-tado en el que falta aún la sentencia última.

45. Esta visión del antiguo judaísmo de la condi-ción intermedia incluye la idea de que las al-mas no se encuentran simplemente en una es-pecie de recinto provisional, sino que padecenya un castigo, como demuestra la parábola delrico epulón, o que por el contrario gozan ya deformas provisionales de bienaventuranza. Y, enfin, tampoco falta la idea de que en este estadose puedan dar también purificaciones y cura-ciones, con las que el alma madura para la co-munión con Dios. La Iglesia primitiva ha asu-mido estas concepciones, de las que después seha desarrollado paulatinamente en la Iglesiaoccidental la doctrina del purgatorio. No nece-sitamos examinar aquí el complicado procesohistórico de este desarrollo; nos preguntamossolamente de qué se trata realmente. La opciónde vida del hombre se hace en definitiva con lamuerte; esta vida suya está ante el Juez. Su op-

ción, que se ha fraguado en el transcurso detoda la vida, puede tener distintas formas. Pue-de haber personas que han destruido totalmen-te en sí mismas el deseo de la verdad y la dis-ponibilidad para el amor. Personas en las quetodo se ha convertido en mentira; personas quehan vivido para el odio y que han pisoteado enellas mismas el amor. Ésta es una perspectivaterrible, pero en algunos casos de nuestra pro-pia historia podemos distinguir con horror fi-guras de este tipo. En semejantes individuos nohabría ya nada remediable y la destrucción delbien sería irrevocable: esto es lo que se indicacon la palabra infierno.37 Por otro lado, puedehaber personas purísimas, que se han dejadoimpregnar completamente de Dios y, por con-siguiente, están totalmente abiertas al prójimo;personas cuya comunión con Dios orienta yadesde ahora todo su ser y cuyo caminar haciaDios les lleva sólo a culminar lo que ya son.38

46. No obstante, según nuestra experiencia, ni louno ni lo otro son el caso normal de la existen-cia humana. En gran parte de los hombres –esopodemos suponer– queda en lo más profundode su ser una última apertura interior a la ver-dad, al amor, a Dios. Pero en las opciones con-cretas de la vida, esta apertura se ha empañadocon nuevos compromisos con el mal; hay mu-cha suciedad que recubre la pureza, de la que,sin embargo, queda la sed y que, a pesar de todo,rebrota una vez más desde el fondo de la in-mundicia y está presente en el alma. ¿Qué su-cede con estas personas cuando comparecenante el Juez? Toda la suciedad que ha acumula-do en su vida, ¿se hará de repente irrelevante?O, ¿qué otra cosa podría ocurrir? San Pablo, enla Primera Carta a los Corintios, nos da unaidea del efecto diverso del juicio de Dios sobreel hombre, según sus condiciones. Lo hace conimágenes que quieren expresar de algún modolo invisible, sin que podamos traducir estas imá-genes en conceptos, simplemente porque no po-demos asomarnos a lo que hay más allá de lamuerte ni tenemos experiencia alguna de ello.Pablo dice sobre la existencia cristiana, ante

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todo, que ésta está construida sobre un funda-mento común: Jesucristo. Éste es un fundamen-to que resiste. Si hemos permanecido firmessobre este fundamento y hemos construido so-bre él nuestra vida, sabemos que este funda-mento no se nos puede quitar ni siquiera en lamuerte. Y continúa: «Encima de este cimientoedifican con oro, plata y piedras preciosas, ocon madera, heno o paja. Lo que ha hecho cadauno saldrá a la luz; el día del juicio lo manifes-tará, porque ese día despuntará con fuego y elfuego pondrá a prueba la calidad de cada cons-trucción. Aquel, cuya obra, construida sobre elcimiento, resista, recibirá la recompensa, mien-tras que aquel cuya obra quede abrasada sufri-rá el daño. No obstante, él quedará a salvo, perocomo quien pasa a través del fuego» (3,12-15).En todo caso, en este texto se muestra con niti-dez que la salvación de los hombres puede te-ner diversas formas; que algunas de las cosasconstruidas pueden consumirse totalmente; quepara salvarse es necesario atravesar el «fuego»en primera persona para llegar a ser definitiva-mente capaces de Dios y poder tomar parte enla mesa del banquete nupcial eterno.

47. Algunos teólogos recientes piensan que el fue-go que arde, y que a la vez salva, es Cristo mis-mo, el Juez y Salvador. El encuentro con Él esel acto decisivo del Juicio. Ante su mirada, todafalsedad se deshace. Es el encuentro con Él loque, quemándonos, nos transforma y nos liberapara llegar a ser verdaderamente nosotros mis-mos. En ese momento, todo lo que se ha cons-truido durante la vida puede manifestarse comopaja seca, vacua fanfarronería, y derrumbarse.Pero en el dolor de este encuentro, en el cual loimpuro y malsano de nuestro ser se nos presen-ta con toda claridad, está la salvación. Su mira-da, el toque de su corazón, nos cura a través deuna transformación, ciertamente dolorosa,«como a través del fuego». Pero es un dolorbienaventurado, en el cual el poder santo de suamor nos penetra como una llama, permitién-donos ser por fin totalmente nosotros mismosy, con ello, totalmente de Dios. Así se entiende

también con toda claridad la compenetraciónentre justicia y gracia: nuestro modo de vivirno es irrelevante, pero nuestra inmundicia nonos ensucia eternamente, al menos si permane-cemos orientados hacia Cristo, hacia la verdady el amor. A fin de cuentas, esta suciedad hasido ya quemada en la Pasión de Cristo. En elmomento del Juicio experimentamos y acoge-mos este predominio de su amor sobre todo elmal en el mundo y en nosotros. El dolor delamor se convierte en nuestra salvación y nues-tra alegría. Está claro que no podemos calcularcon las medidas cronométricas de este mundola «duración» de éste arder que transforma. El«momento» transformador de este encuentroestá fuera del alcance del cronometraje terre-nal. Es tiempo del corazón, tiempo del «paso»a la comunión con Dios en el Cuerpo de Cris-to.39 El Juicio de Dios es esperanza, tanto por-que es justicia, como porque es gracia. Si fuerasolamente gracia que convierte en irrelevantetodo lo que es terrenal, Dios seguiría debién-donos aún la respuesta a la pregunta sobre lajusticia, una pregunta decisiva para nosotrosante la historia y ante Dios mismo. Si fuera purajusticia, podría ser al final sólo un motivo detemor para todos nosotros. La encarnación deDios en Cristo ha unido uno con otra –juicio ygracia– de tal modo que la justicia se establececon firmeza: todos nosotros esperamos nuestrasalvación «con temor y temblor» (Fil 2,12). Noobstante, la gracia nos permite a todos esperary encaminarnos llenos de confianza al encuen-tro con el Juez, que conocemos como nuestro«abogado», parakletos (cf. 1 Jn 2,1).

48. Sobre este punto hay que mencionar aún unaspecto, porque es importante para la praxis dela esperanza cristiana. El judaísmo antiguo pien-sa también que se puede ayudar a los difuntosen su condición intermedia por medio de la ora-ción (cf. por ejemplo 2 Mc 12,38-45: siglo I a.C.). La respectiva praxis ha sido adoptada porlos cristianos con mucha naturalidad y es co-mún tanto en la Iglesia oriental como en la oc-cidental. El Oriente no conoce un sufrimiento

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purificador y expiatorio de las almas en el «másallá», pero conoce ciertamente diversos gradosde bienaventuranza, como también de padeci-miento en la condición intermedia. Sin embar-go, se puede dar a las almas de los difuntos«consuelo y alivio» por medio de la Eucaristía,la oración y la limosna. Que el amor pueda lle-gar hasta el más allá, que sea posible un recí-proco dar y recibir, en el que estamos unidosunos con otros con vínculos de afecto más alládel confín de la muerte, ha sido una convicciónfundamental del cristianismo de todos los si-glos y sigue siendo también hoy una experien-cia consoladora. ¿Quién no siente la necesidadde hacer llegar a los propios seres queridos queya se fueron un signo de bondad, de gratitud otambién de petición de perdón? Ahora nos po-dríamos hacer una pregunta más: si el «purga-torio» es simplemente el ser purificado medianteel fuego en el encuentro con el Señor, Juez ySalvador, ¿cómo puede intervenir una tercerapersona, por más que sea cercana a la otra?Cuando planteamos una cuestión similar, de-beríamos darnos cuenta que ningún ser huma-no es una mónada cerrada en sí misma. Nues-tras existencias están en profunda comuniónentre sí, entrelazadas unas con otras a través demúltiples interacciones. Nadie vive solo. Nin-guno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vidaentra continuamente la de los otros: en lo quepienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mivida entra en la vida de los demás, tanto en elbien como en el mal. Así, mi intercesión enmodo alguno es algo ajeno para el otro, algoexterno, ni siquiera después de la muerte. En elentramado del ser, mi gratitud para con él, mioración por él, puede significar una pequeñaetapa de su purificación. Y con esto no es nece-sario convertir el tiempo terrenal en el tiempode Dios: en la comunión de las almas quedasuperado el simple tiempo terrenal. Nunca esdemasiado tarde para tocar el corazón del otroy nunca es inútil. Así se aclara aún más un ele-mento importante del concepto cristiano de es-peranza. Nuestra esperanza es siempre y esen-cialmente también esperanza para los otros; sólo

así es realmente esperanza también para mí.40

Como cristianos, nunca deberíamos preguntar-nos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mis-mo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Quépuedo hacer para que otros se salven y para quesurja también para ellos la estrella de la espe-ranza? Entonces habré hecho el máximo tam-bién por mi salvación personal.

María, estrella de la esperanza

49. Con un himno del siglo VIII/IX, por tanto dehace más de mil años, la Iglesia saluda a María,la Madre de Dios, como «estrella del mar»: Avemaris stella. La vida humana es un camino. ¿Ha-cia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo?La vida es como un viaje por el mar de la histo-ria, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje enel que escudriñamos los astros que nos indicanla ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vidason las personas que han sabido vivir rectamen-te. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo esciertamente la luz por antonomasia, el sol quebrilla sobre todas las tinieblas de la historia.Pero para llegar hasta Él necesitamos tambiénluces cercanas, personas que dan luz reflejan-do la luz de Cristo, ofreciendo así orientaciónpara nuestra travesía. Y ¿quién mejor que Ma-ría podría ser para nosotros estrella de esperan-za, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nues-tro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtióen el Arca viviente de la Alianza, en la que Diosse hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantósu tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?

50. Así, pues, la invocamos: Santa María, tú fuis-te una de aquellas almas humildes y grandes enIsrael que, como Simeón, esperó «el consuelode Israel» (Lc 2,25) y esperaron, como Ana, «laredención de Jerusalén» (Lc 2,38). Tú vivisteen contacto íntimo con las Sagradas Escriturasde Israel, que hablaban de la esperanza, de lapromesa hecha a Abrahán y a su descendencia(cf. Lc 1,55). Así comprendemos el santo te-mor que te sobrevino cuando el ángel de Diosentró en tu aposento y te dijo que darías a luz aAquel que era la esperanza de Israel y la espe-ranza del mundo. Por ti, por tu «sí», la esperan-

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ENCICLICA SPE SALVI

za de milenios debía hacerse realidad, entraren este mundo y su historia. Tú te has inclinadoante la grandeza de esta misión y has dicho «sí»:«Aquí está la esclava del Señor, hágase en mísegún tu palabra» (Lc 1,38). Cuando llena desanta alegría fuiste aprisa por los montes deJudea para visitar a tu pariente Isabel, te con-vertiste en la imagen de la futura Iglesia que,en su seno, lleva la esperanza del mundo porlos montes de la historia. Pero junto con la ale-gría que, en tu Magnificat, con las palabras y elcanto, has difundido en los siglos, conocías tam-bién las afirmaciones oscuras de los profetassobre el sufrimiento del siervo de Dios en estemundo. Sobre su nacimiento en el establo deBelén brilló el resplandor de los ángeles quellevaron la buena nueva a los pastores, pero almismo tiempo se hizo de sobra palpable la po-breza de Dios en este mundo. El anciano Simeónte habló de la espada que traspasaría tu cora-zón (cf. Lc 2,35), del signo de contradicciónque tu Hijo sería en este mundo. Cuando co-menzó después la actividad pública de Jesús,debiste quedarte a un lado para que pudiera cre-cer la nueva familia que Él había venido a ins-tituir y que se desarrollaría con la aportaciónde los que hubieran escuchado y cumplido supalabra (cf. Lc 11,27s). No obstante toda la gran-deza y la alegría de los primeros pasos de laactividad de Jesús, ya en la sinagoga de Nazaretexperimentaste la verdad de aquella palabrasobre el «signo de contradicción» (cf. Lc4,28ss). Así has visto el poder creciente de lahostilidad y el rechazo que progresivamente fuecreándose en torno a Jesús hasta la hora de lacruz, en la que viste morir como un fracasado,expuesto al escarnio, entre los delincuentes, alSalvador del mundo, el heredero de David, elHijo de Dios. Recibiste entonces la palabra:«Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26). Desdela cruz recibiste una nueva misión. A partir dela cruz te convertiste en madre de una maneranueva: madre de todos los que quieren creer entu Hijo Jesús y seguirlo. La espada del dolortraspasó tu corazón. ¿Había muerto la esperan-za? ¿Se había quedado el mundo definitivamen-

te sin luz, la vida sin meta? Probablemente ha-brás escuchado de nuevo en tu interior en aque-lla hora la palabra del ángel, con la cual res-pondió a tu temor en el momento de la anun-ciación: «No temas, María» (Lc 1,30). ¡Cuán-tas veces el Señor, tu Hijo, dijo lo mismo a susdiscípulos: no temáis! En la noche del Gólgo-ta, oíste una vez más estas palabras en tu cora-zón. A sus discípulos, antes de la hora de la trai-ción, Él les dijo: «Tened valor: Yo he vencidoal mundo» (Jn 16,33). «No tiemble vuestro co-razón ni se acobarde» (Jn 14,27). «No temas,María». En la hora de Nazaret el ángel tambiénte dijo: «Su reino no tendrá fin» (Lc 1,33). ¿Aca-so había terminado antes de empezar? No, jun-to a la cruz, según las palabras de Jesús mismo,te convertiste en madre de los creyentes. Conesta fe, que en la oscuridad del Sábado Santofue también certeza de la esperanza, te has idoa encontrar con la mañana de Pascua. La ale-gría de la resurrección ha conmovido tu cora-zón y te ha unido de modo nuevo a los discípu-los, destinados a convertirse en familia de Je-sús mediante la fe. Así, estuviste en la comuni-dad de los creyentes que en los días después dela Ascensión oraban unánimes en espera del dondel Espíritu Santo (cf. Hch 1,14), que recibie-ron el día de Pentecostés. El «reino» de Jesúsera distinto de como lo habían podido imagi-nar los hombres. Este «reino» comenzó en aque-lla hora y ya nunca tendría fin. Por eso tú per-maneces con los discípulos como madre suya,como Madre de la esperanza. Santa María,Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos acreer, esperar y amar contigo. Indícanos el ca-mino hacia su reino. Estrella del mar, brilla so-bre nosotros y guíanos en nuestro camino.

Dado en Roma, junto a San Pedro,el 30 de noviembre,

fiesta del Apóstol san Andrés,del año 2007, tercero de mi pontificado.

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PRIMER DÍA:Jueves 17 de enero de 2008.

Siendo las 12:10 comenzó la reunión de respon-sables de pastoral diocesana, dando el Sr. Cura JoséGuadalupe Muñoz Porras la bienvenida a los nue-vos integrantes y presentando los contenidos para lareunión. Enseguida el P. Emiliano Valadez dirigióuna lectio pastoralis sobre la importancia de lossantuarios en la Dió-cesis, dejando una horapara reflexión por gru-pos y concluyó la ma-ñana de trabajo con unplenario de aportacio-nes.

Por la tarde, el P.Felipe Salazar, admi-nistrador diocesano,dirigió un mensaje ini-cial (ANEXO 1) en elque invitó a seguir pi-diendo a Dios un buenobispo, recordó quié-nes forman el colegiode consultores paraque se utilizara ese canal de comunicación; felicitóal consejo diocesano de pastoral por continuartrabajando; mencionó las reuniones que habría enesos días: el retiro anual de catequistas y la reuniónplenaria del presbiterio, ofreció el siguiente boletínde pastoral que sería el directorio diocesano; mani-festó el propósito de visitar parroquias atendidaspor sacerdotes diocesanos en otras diócesis; co-mentó un reporte de la Curia en relación a lassolicitudes de binaciones, trinaciones e instituciónde ministros. También manifestó que algunas pa-rroquias no habían entregado colectas a la econo-mía diocesana; pidió sugerencias para la bienveni-

da del nuevo obispo (a través de los Consultores) ypara las especializaciones de sacerdotes.

Se comentó que se deben cuidar más las reunio-nes plenarias del presbiterio y que se debe profun-dizar más acerca del ministerio del lectorado.

Enseguida el Sr. Cura Juan Martín González,comisionado de pastoral profética, presentó el te-mario de evangelización para la cuaresma y el

proyecto de la revista«Ser Catequista». Re-cordó que el domingo20 de enero sería el díadel catequista, que sepropondría cambiar delugar para otros años,se entregarían recono-cimientos y una ima-gen de Cristo para mo-tivarles y que se reali-zaría el concurso conmariachi: «Cantandopor Cristo».

Después de un re-ceso, el Sr. Cura Fran-cisco Escobar, comi-

sionado de liturgia, pidió sugerencias para la evan-gelización de pascua. Se le pidió adaptar el ritual deiniciación cristiana de adultos, para la administra-ción sólo de la Confirmación o la primera Comu-nión, por ser lo más común en la Diócesis. Tambiénque ofreciera un itinerario de todo el año paraquienes recibirán algún sacramento de iniciación,aprovechando la asistencia de los papás y padrinosa las misas dominicales para entregar el libro, elpadrenuestro, signar, etc. Que se incluyera tambiénla primera confesión, ya que los padrinos de prime-ra Comunión son elegidos por los niños y se puedeaprovechar esa cercanía para el itinerario de evan-

Acta de la Reunión de Responsablesde Pastoral Diocesana

17-18 de Enero de 2008

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gelización. Al pedírsele una catequesis más brevepara la situación de los hijos ausentes que quierenrecibir algún sacramento faltante, respondió queera un arma de dos filos, que si se les facilitabademasiado, no sería iniciación, sino terminación yque el P. Sergio ya estaba trabajando en eso sobre unproceso de 5 semanas intensivas de catecumenado.

Continuó ofreciendo los datos generales de losCongresos Eucarísticos Internacional (49º) y Na-cional (4º). El internacional del15 al 22 de junio en Quebec, Ca-nadá, inscripciones con el P.Emiliano. El nacional del 1 al 4 demayo en Morelia, inscripcionescon el P. Mireles, mayor informa-ción: www.arquimorelia.org.mx.Para ambos se requiere: Prepara-ción anterior y misión posterior,recomendación del párroco, sa-lud aceptable, sentido de Iglesia,amor a la Eucaristía, inscripcióncon el delegado diocesano, parti-cipar en todas las oraciones, vigi-lias, ramillete, adoración y parti-cipar previamente en los congre-sos parroquiales, diocesanos o pro-vinciales. Se propuso aprovecharel jueves santo para invitar a laadoración del Santísimo y para laobra social, ofreciendo materia-les.

Concluyó el primer día de tra-bajo con un momento de adora-ción al Santísimo.

SEGUNDO DÍA:Viernes 18 de enero de 2008.

El Sr. Cura José Luis Aceves, comisionado depastoral social, presentó la campaña de la caridadhablando del sentido de la cuaresma, el sentido dela caridad, el sentido de la campaña y la Eucaristíay lo social. Avisó que la asamblea sería en Valle deGuadalupe; propuso como criterios para la obrasocial del Congreso Eucarístico: 1) Que sea signode la caridad de la comunidad creyente, que la gentelo vea. 2) Que responda a una necesidad sentida. 3)Que promueva la dignificación de las personas. 4)Que promueva la dignificación de un sector social

y 5) Que garantice la solidaridad en forma perma-nente. Propuso que se creara un organismo decáritas decanal, destinando el 10% de cada parro-quia para un fondo común del decanato. Y mencio-nó que se distribuirían los medios tradicionales(alcancías, calendarios, sobres, pósters yestampitas).

Se le propuso que ese proyecto se fuera dando aconocer en los decanatos para irlo implementando

poco a poco, que se encausa-ran también los proyectos ci-viles de ayuda en casos dedesastres, que se siguiera fo-mentando el aspectoasistencial pero que tambiénse fuera pasando al nivelpromocional (como la asocia-ción civil Anacleto GonzálezFlores o los bancos de alimen-tos en Tepatitlán y Lagos).

El P. Fernando Muñoz, co-misionado de laicos, y variosseminaristas presentaron unareflexión muy interesante so-bre la vocación y misión loslaicos. Enseguida se pasó atrabajar por grupos.

Posteriormente, el Sr. CuraMuñoz Porras dio elementosde reflexión para discernir so-bre el ser y quehacer de lasáreas, comisiones y vocalías.Mencionó ventajas, dificulta-

des, sugerencias y conclusiones de esta nueva for-ma de organización y pidió trabajar por grupos pararevisar: Objetivos, programas y reuniones de lasáreas; nombramientos diocesanos, vocales, conse-jos y representatividad diocesana de las comisio-nes; dependencia de las comisiones, programas,inclusión de metas en el programa de la comisión yposibilidad de reuniones diocesanas de las vocalías.Sobre la cuestión económica consultó si los subsi-dios se entregarían a la comisión correspondiente,a la lista de responsables vigentes o por metasprogramadas. Se trabajó por grupos, cada áreaentregó sus conclusiones y se informó que lossubsidios se darían según como cada comisión lohubiera decidido.

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Asuntos varios. Boletín de pasto-ral: Continúa la aportación de $5 porboletín. P. Horacio: Recordó la asam-blea plenaria del presbiterio el lunes 21de enero y pidió sugerencias en papele-tas para enviar sacerdotes a especiali-zarse. P. Luis Manuel: Invitó al 7ºEncuentro Magisterial Diocesano, cuo-ta de $100 incluida la comida. Entregóun CD con información de la federaciónde padres de familia. P. Emiliano: Avi-só que vendría el Card. Francisco Ro-bles a la celebración de la Candelaria.Pidió que los sacerdotes que quisieranasistir a la cena el día 1 de febrero, seanotaran en el seminario; y a la comidael día 2, en Santa Ana e invitó a sacerdo-tes y agentes laicos a una misa y comidaen Jesús María por los 80 años de vidade su mamá, con la asistencia de los Sres. Obispos:Trino González, Chema, Juan Navarro y Serafín.

P. Jaime: Invitó a un Congreso de la Vida eldomingo 9 de marzo en la casa pastoral Juan PabloII, costo $50 incluyendo comida y material y con-cluyendo con misa a las 5:30 p.m. P. Aceves:Recordó la asamblea de la caridad el 27 de enero de10:00 a 4:00 en Valle de Guadalupe. P. Coss yLeón: Invitó al curso de pastoral vocacional avala-do por la comisión episcopal, costo $1,300, mayorinformación en la oficina de pastoral. P. Santiago:El domingo 24 de febrero iniciaría el apostolado decuaresma y el martes 12 de febrero habría reuniónpara los sacerdotes que pidieron seminaristas.Ismael: Invitó al taller de prematrimoniales el 24de febrero en la casa del Señor de la Misericordiapara quienes dan los temas. P. Porras: Pidióavisar a Jaime Jaramillo sobre cambio de cantidadde boletines. Adriana: Avisó que Josefina, laanterior secretaria decanal de Capilla de Guadalupese casó, que había hablado para agradecer alconsejo y pidió que rezaran por ella y por su mamáque estaba enferma.

Para concluir la reunión, el P. Andrés Sáinzcoordinó la evaluación de la reunión. Se mencio-naron como cosas positivas: +Avance en la re-flexión de los laicos. +Espacio que se abrió paraplaticar en las comisiones y vocalías para seguirclarificando el trabajo. +Lectio pastoralis muyinteresante del primer día. +Mayor participación,

menos ausentismo y respeto por laasamblea. Como aspectos por mejo-rar: -Celebración de la misa un pocoimprovisado lo de los lectores. Tie-nen que hablar más los laicos. Darmás espacio a la reflexión grupalsobre el consejo de laicos que a laexposición de los seminaristas. Labase teológica del laicado se suponeya vista y no es así. En algunospuntos patinamos y nos alargamosporque podrían haberse concretizadomejor, se desvió la atención el pri-mer día sobre todo. Asistencia amisa muy desairada. Y se dieron lassiguientes sugerencias: Se había di-cho en relación a la misa que ojaláfueran rolando. No fueron a misaalgunos porque en la tarde tienen

varias misas. Dejar sólo Laúdes bien celebrados sinmisa. Que sí siga habiendo Eucaristía, es parte delorar juntos, se ve la riqueza, que se siga repartiendoa las comisiones la responsabilidad. Muy positivoel regalo que se dio a todos. Ya se tiene tiempo queno comienza la reunión a la hora que se dice, noestán los que deberían encabezar a tiempo, se va aagarrar el vicio de llegar tarde. Sujetarnos al horarioque se tiene porque se quedan mucho rato en lasbotanas.

El P. Felipe Salazar recordó a los párrocos elrequerimiento que se había hecho para enviar ala Santa Sede, bendijo los alimentos y a todoslos asistentes. Así concluyó la reunión con lacomida. ~

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Nuevos Obispospara Guadalajara

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Benedicto XVI nombró obispos auxiliares deGuadalajara, en México, a José Francisco González González, vicerrector del SeminarioMenor de Guadalajaray a Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Canónigo y Rector de laCatedral metropolitana. Informó el jueves la oficina de prensa de la Santa Sede.

El Pontífice le asignó la sede titular de FeradiMaggiore. José Francisco GonzálezGonzález nació en Yahualica, en el estadode Jalisco, en 1966. Realizó los estudios ecle-siásticos en el Seminario arzobispal deGuadalajara y en 1995 fue ordenado sacer-dote.

Obtuvo el título en derecho canónigo en laUniversidad de Santa Cruz y en teologíabíblica en la Pontificia UniversidadGregoriana de Roma. Fue profesor en elSeminario Mayor de Guadalajara y ejerciócomo párroco en varias iglesias. Actualmentees también abogado del tribunal inter-diocesano.

Juan Humberto Gutiérrez Valencia nació enGuadalajara, el 27 de junio de 1941, y fueordenado sacerdote en Roma, el 2 de diciembrede 1967.

En 1968 se licenció en Teología y, en 1971, enHistoria de la Iglesia, en la Pontificia UniversidadGregoriana de Roma. Tiene un hermano sacerdotey una hermana religiosa.

Fue profesor del Seminario, vicario parroquial,párroco, capellán de algunas casas de religiosas,y miembro del Consejo Presbiteral; también,encargado de la formación de los diáconospermanentes. Vivió, como testigo, la última etapadel Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de1965.

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Contemplando tu rostro glorioso,te adoramos en la Eucaristía;Pan de vida, Jesús, te llamaste:sé la vida de nuestras familias.

Celebrando en familia la Pascua,pan y vino Jesús ofrecía,y con ellos su vida nos daba,consagrada en comida y bebida.Ven, Iglesia familia de Dios,a saciarte de vida divina:todos juntos vayamos, hermanos,a la mesa del Pan de la Vida.

Es Jesús el misterio Pascualdel Domingo y de todos los días;es el lazo de amor que nos une,el Vientre de la Eucaristía.ser amado por Dios y saberloes mi fiesta y suprema alegría,que jamás se separe de Ti,mi Señor, el amor sin medida.

Contemplando tu rostro glorioso,te adoramos en la Eucaristía;Pan de vida, Jesús, te llamaste:sé la vida de nuestras familias.

Celebrando en familia la Pascua,pan y vino Jesús ofrecía,y con ellos su vida nos daba,consagrada en comida y bebida.Ven, Iglesia familia de Dios,a saciarte de vida divina:todos juntos vayamos, hermanos,a la mesa del Pan de la Vida.

Es Jesús el misterio Pascualdel Domingo y de todos los días;es el lazo de amor que nos une,el Vientre de la Eucaristía.ser amado por Dios y saberloes mi fiesta y suprema alegría,que jamás se separe de Ti,mi Señor, el amor sin medida.

Es Jesús nuestro encuentro de fe,que, al mostrarse, el camino ilumina;es el rostro de todos los hombres,es el rostro de Dios, que en él brilla.Soy discípulo soy misionero,mi bautismo el envío acredita;que el convite de Cristo inmoladolo anunciemos cual Buena Noticia.

Don del Padre, la flor de sus dones,Don precioso de vida infinita,Sacramento de Dios encarnado,que a vivir como hermanos con vida.Con ternura abracemos el mundo,donde hay sangre, curemos heridas:que de amor es la fe que nos nutre,Pan de amor es el Pan de la vida.

Es Jesús nuestro encuentro de fe,que, al mostrarse, el camino ilumina;es el rostro de todos los hombres,es el rostro de Dios, que en él brilla.Soy discípulo soy misionero,mi bautismo el envío acredita;que el convite de Cristo inmoladolo anunciemos cual Buena Noticia.

Don del Padre, la flor de sus dones,Don precioso de vida infinita,Sacramento de Dios encarnado,que a vivir como hermanos con vida.Con ternura abracemos el mundo,donde hay sangre, curemos heridas:que de amor es la fe que nos nutre,Pan de amor es el Pan de la vida.