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año 3 número 8 marzo 2015 i forum pp E n “El Mono Desnudo”, ese libro que marcó tantas vidas, y mejor, cimentó nuevas creencias, Desmond Morris afirma que aunque en su evolución el “Homo Sapiens” ha erigido “nuevos y elevados móviles”, es aún un mono desnudo para el que “no es fácil sacudirse rápidamente de encima la herencia genética acumulada durante todo su pasado evolutivo”. “Sus viejos impulsos -indica- le han acompañado durante millones de años, mientras que los nuevos le acompañan desde hace unos milenios como máximo”. Uno de esos “viejos impulsos” fue dominar los espacios que le permitieron su evolución. Esa cualidad que le permitió inicialmente sobrevivir las peores condiciones de la naturaleza se prolongó al desarrollar nuevas complejidades, que algún filósofo llamó superestructura, ideología, aunque de momento prefiero llamar “cultura”, en su acepción más envolvente. Llegado a este punto (millones de años condensados en varias oraciones), para algunos resulta evidente que ya no es necesario, y hace tiempo dejó de serlo, apelar al señorío físico para enfrentar la naturaleza. Posiblemente dejó de serlo desde que un ancestro que se nos pierde en el Los espacios prohibidos Por Obed Betancourt Periodista y escritor forum www.institutodepoliticapublica.org “(...) la falta de equidad de género es tan fuerte hoy como ayer a pesar de la lucha constante y pública de muchas mujeres. Pero eso lo saben ellas hace mucho tiempo, porque son las que viven vidas doblemente esforzadas.” En este número Los espacios prohibidos.......................... 1 Sistema Universitario Ana G. Méndez IPPforum es publicado mensualmente por el Instituto de Política Pública Copyright ©2015 DIRECTORA EJECUTIVA Lcda. Ivonne Lozada COORDINADORA Wilmarie Rivera Para suscripciones y copias impresas puede comunicarse a: [email protected] [email protected] Igualmente puede llamar o escribir a: Instituto de Política Pública PO Box 21345 San Juan, PR 00928-1345 Tel. (787) 751-0178 x. 7366/7367 www.institutodepoliticapublica.org imagen de portada: © videoroot Las opiniones vertidas por los colaboradores invitados no necesariamente representan la opinión del Instituto de Política Pública y su cuerpo directivo. Los escritos de opinión son el punto de vista de cada columnista colaborador y no representan necesariamente el punto de vista de sus patronos o firmas. La información en este boletín ha sido obtenida de fuentes confiables, pero su corrección e integridad, o la opinión en la cual se basa, está garantizada. Si tiene alguna pregunta relacionada al contenido de este publicación, puede contactar a la oficina de la Directora Ejecutiva del Instituto de Política Pública. El contenido de esta publicación no podrá ser reproducido, almacenado en sistema de recuperación, o transmitido sin previa autorización del Instituto de Política Pública. marzo 2015

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Los espacios prohibidos. Instituto de Política Pública, Sistema Universitario Ana G. Méndez. San Juan, Puerto Rico.

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año 3 número 8 marzo 2015i forumpp

En “El Mono Desnudo”, ese libro que marcó tantas vidas, y mejor,

cimentó nuevas creencias, Desmond Morris afirma que aunque en su evolución el “Homo Sapiens” ha erigido “nuevos y elevados móviles”, es aún un mono desnudo para el que “no es fácil sacudirse rápidamente de encima la herencia genética acumulada durante todo su pasado evolutivo”.

“Sus viejos impulsos -indica- le han acompañado durante millones de años, mientras que los nuevos le acompañan desde hace unos milenios como máximo”.

Uno de esos “viejos impulsos” fue dominar los espacios que le permitieron su evolución. Esa cualidad que le permitió inicialmente sobrevivir las peores condiciones de la naturaleza se prolongó al desarrollar nuevas complejidades, que algún filósofo llamó superestructura, ideología, aunque de momento prefiero llamar “cultura”, en su acepción más envolvente. Llegado a este punto (millones de años condensados en varias oraciones), para algunos resulta evidente que ya no es necesario, y hace tiempo dejó de serlo, apelar al señorío físico para enfrentar la naturaleza.

Posiblemente dejó de serlo desde que un ancestro que se nos pierde en el

Los espacios prohibidosPor Obed BetancourtPeriodista y escritor

forumwww.institutodepoliticapublica.org

“(...) la falta de equidad de

género es tan fuerte hoy como

ayer a pesar de la lucha constante

y pública de muchas mujeres.

Pero eso lo saben ellas hace mucho

tiempo, porque son las que viven vidas doblemente

esforzadas.”

En este númeroLos espacios prohibidos.......................... 1Sistema Universitario

Ana G. Méndez

IPPforumes publicado mensualmente por el

Instituto de Política PúblicaCopyright ©2015

DIRECTORA EJECUTIVALcda. Ivonne Lozada

COORDINADORAWilmarie Rivera

Para suscripciones y copias impresas puede comunicarse a:[email protected]

[email protected]

Igualmente puede llamar o escribir a:

Instituto de Política PúblicaPO Box 21345

San Juan, PR 00928-1345Tel. (787) 751-0178

x. 7366/7367www.institutodepoliticapublica.org

imagen de portada:© videoroot

Las opiniones vertidas por los colaboradores invitados no necesariamente representan la opinión del Instituto de Política Pública y su cuerpo directivo. Los escritos de opinión son el punto de vista de cada columnista colaborador y no representan necesariamente el punto de vista de sus patronos o firmas. La información en este boletín ha sido obtenida de fuentes confiables, pero su corrección e integridad, o la opinión en la cual se basa, está garantizada. Si tiene alguna pregunta relacionada al contenido de este publicación, puede contactar a la oficina de la Directora Ejecutiva del Instituto de Política Pública. El contenido de esta publicación no podrá ser reproducido, almacenado en sistema de recuperación, o transmitido sin previa autorización del Instituto de Política Pública.

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tiempo se puso sus primeras vestiduras contra las inclemencias del tiempo (Morris tiene una teoría distinta) o golpeó con una piedra a su enemigo para vencer en una desigual lucha. Ese fue el momento en que realmente se acabó el dominio del macho, pero muchos en todo el mundo, y más de los que podemos aceptar en Puerto Rico, no se han enterado. Y ya es hora de que lo sepan, y lo acepten.

La mayor fortaleza física ya no es el elemento indispensable de sobrevivencia ni dominio. Verá un mejor futuro aquél que sea capaz de desarrollar mejores instrumentos para vencer las contradicciones propias de esta devenida humanidad.

Sin embargo, en términos generales todavía prevalece en las sociedades la idea de que al varón le corresponde el dominio de las cosas y la asignación de las tareas, como tiene el poeta el poder de “nombrar” las cosas para que existan, al decir de Juan Ramón Jiménez, o el mismo poder del originario Adam, que le dio nombre a los animales vivientes. Posiblemente se elijan gobernadoras, senadoras, presidentas, se designen directoras de compañías, jefas, pero ello sería como se designa a una mujer para que realice las tareas domésticas de la casa. Porque a fin de cuentas, piensan estos, todavía controlan los poderes.

Deleuze, en su estudio sobre Nietzsche, señala que “cualquier fuerza es apropiación, dominación, explotación de una porción de realidad”, e incluye a la percepción. “Un mismo objeto, un mismo fenómeno cambia de sentido de acuerdo con la fuerza que se apropia de él”. Hay, entonces, una necesidad para que las fuerzas nuevas -con nuevos sentidos- la mujer y su búsqueda de justicia, se apropien de un discurso que, hasta ahora, aunque ha logrado calar las instituciones verticales, requiere de una onda expansiva, horizontal.

¿Qué hace una mujer andando por la calle sola, y a estas horas de la noche?, preguntó un policía mientras

investigaba un hit & run en el que la víctima fue una mujer, andando por la calle sola en la noche. La respuesta contundente a la pregunta no se hizo esperar. Una pregunta cuya sola expresión conmocionó a un sector del país por ser tan ancestral como injusta. Esa pregunta nos devolvió a una realidad que, por momentos, se nos escapa o no queremos creer que exista o sencillamente la obviamos: la falta de equidad de género es tan fuerte hoy como ayer a pesar de la lucha constante y pública de muchas mujeres. Pero eso lo saben ellas hace mucho tiempo, porque son las que viven vidas doblemente esforzadas.

La prohibición de los espacios (externos e internos) ha sido precisamente una herramienta aguda para evitar la igualdad de género. Los espacios públicos son del varón, a la mujer le corresponde la casa. “Ella es una mujer de su casa”, se decía antaño para darle probidad moral a una mujer. Nada tiene que hacer en cualquier otro lugar, en ningún momento y menos de noche y sola. La mujer ha sido reducida a vivir, usando libremente las imágenes de Gaston Bachelard en “La Poética del Espacio”, a esos lugares conflictivos que son “los nidos” y “las conchas”.

El asunto es complejo. Puesto que no soy especialista mi intención aquí es solo recordar el panorama general, como una pintura colgada en nuestra sala que habremos de ver a diario. Pienso en “Nighthawks”, de Edward Hooper.

Ahora que se vuelven los ojos nuevamente al arte de la Generación Beat (Allen Ginsberg, et al), que en términos generales amplió esquemas literarios y mostró la naturalidad de ciertos comportamientos, me viene a la memoria Hettie Jones. Una poeta Beat marginada hasta por sus propios compañeros varones a pesar de su gran talento. Solo por ser mujer. En unos versos famosos afirma que “siempre he sido a la vez / tan mujer como para derramar lágrimas de emoción / y tan hombre / como para conducir mi coche

en cualquier dirección”.Veía con claridad Hettie Jones un

problema que hoy nos sacude. A la mujer se le destina al mundo de las emociones, los sentimientos, al interior de sí misma, pero es el hombre el dueño de los otros espacios, la calle, esto es, la dureza, con toda su crudeza, lo público, el reino de la libertad. Por tanto, ¿qué hace una mujer en la calle andando de noche sola? Es decir, ¿cómo es posible que invada el espacio del varón, o de su equivalente ancestral, el macho? Jones, como cualquier hombre -dice- puede conducir su coche a donde quiera que se le antoje. Se ha apropiado del espacio público porque la libertad igualmente le pertenece. Y es libre para ir “en cualquier dirección”, no para el lugar que el hombre elija. Niega en su expresión el lugar al que el varón la ha destinado. Se rebela.

Más aún, el reducido espacio que el varón históricamente le ha asignado a la mujer es igualmente engañoso, ni siquiera comienza en su piel, sino más al interior, como dice Jones en sus versos, al mundo de los sentimientos y las emociones, un espacio tan abstracto que lo mismo puede estar fuera de este universo. En sus versos la poeta rompe las barreras de los espacios limitantes y ella misma establece los parámetros que la guiarán.

Ahora bien, la piel, que es donde comienza toda interioridad, es igualmente propiedad del varón. Más de lo que se puede admitir, mucho más, las mujeres son golpeadas y/o abusadas sexualmente, en ambos casos, hasta por sus propias parejas. Y todo porque el varón asume, y ejerce todavía, ese dominio atávico de la fuerza, del control, del poder.

Hasta ser dueña de su piel, donde comienza su espacio interior, el de todos, le está vedado. Si tiene que disputarle al hombre la soberanía de su propio cuerpo, es porque el varón cree que forma parte de sus dominios. Decenas de miles de casos de abuso sexual, anuales, así lo confirman. El cuerpo de la mujer es otro espacio

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en reforzar las estructuras de seguridad y penalidad, mientras la violenta presión que representan los imaginarios sociales y otras propias del estado (violencia sistémica) superan por mucho los propios esfuerzos de las administraciones y de las organizaciones no gubernamentales por interceptar esa violencia que promueve y desata la malformación de esos idearios.

La investigación “Perfil de la Violencia en Puerto Rico (1984-2004)” que presentó la Dra. Alma Irizarry en el 2013 muestra que el 41% de la

violencia sucede en la familia y 16% en la comunidad. El 7% es autoinfligida, particularmente entre el sector de personas de más edad.

Lo que no es noticia es que la Isla “está entre los lugares del mundo donde ocurren más asesinatos de mujeres mayores de 14 años a manos de sus parejas”. Y es la mujer la que padece la violencia de pareja, así como las niñas son las más abusadas sexualmente. Las ancianas, por otra parte, son las mayores recipientes del maltrato entre la población de edad avanzada. Esta es una sociedad de varones que se ceban maltratando a la mujer. Si bien los estudios aluden continuamente a problemas de salud mental como un factor de riesgo para la violencia, mi impresión es que resulta insuficiente para aclarar tanta violencia contra la mujer. Hay países (que no debo mencionar) con evidentes problemas generalizados de machismo que no se acercan a la tasa de violencia contra la mujer que tiene Puerto Rico. Esta otra forma de inequidad de género, la más extrema, debe tener otra explicación.

No puede ser posible –no debe serlo- que el refugio íntimo (a veces último) de cada cual se convierta, para mucha mujeres, en su infierno. Nuestra morada, al decir de Bachelard en el libro citado, es como el alma. Estamos en nuestra casa -donde se supone que soñemos en paz- como en nuestra alma, y en nuestra alma como en una casa. Sencillamente no se puede vivir con el alma incendiada, en el espacio traicionado, con la intimidad desahuciada.

Esta “dialéctica de lo interno y de lo externo”, añade Bachelard, repercute en una “dialéctica de lo abierto y lo cerrado”. Entonces, es fácil imaginarse cómo se irá apagando esa luz en el interior. Desde afuera solo se verá oscuridad, adentro, solo sombras en su casa, en su alma silencio.

Surge, como evocada, la imagen de Barthes (en “Mitologías”): “los gángsteres y los dioses no hablan, mueven la cabeza y todo se cumple”,

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prohibido, negado, porque no tiene todo el poder para protegerlo, para defenderlo, y menos aún, no tiene la garantía de que no será transgredido. En estas circunstancias no es enteramente dueña de sí misma, de su cuerpo, sino que está sujeta a la contingencia. Sólo con saberlo es suficiente para restarle al señorío que debe tener sobre sí. Y, por fuerza, deberá reapropiarlo.

Puerto Rico es una sociedad altamente violenta. El varón es el mayor responsable, así como su primera víctima. Los esfuerzos del estado se han concentrado básicamente

portafolioivaniazayas.blogspot.com

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en referencia a la suficiencia con la que los agresores efectúan su atropello. A sangre fría, como la non-fiction novel de T. Capote, despliegan su poder. Apenas “una breve alteración en el desplazamiento apacible de las líneas” (Barthes). Demasiada naturalidad.

Los espacios son, como el lenguaje, los gestos, el arte, otras vías de comunicación. Prohibir los espacios es incomunicar, sin posibilidad de medir el abismo que se abre porque cada persona es distinta. Sabemos que esta es una estrategia específica de los agresores. Además de reducir la pareja a un objeto utilitario (cosa-para-uso-específico), la sume en una soledad que le arrebatará al final del día no sólo sus sueños (el futuro), sino la memoria (el pasado). Reducirle los espacios a la mujer es restarle su posibilidad de trascendencia a través del otro, porque los seres humanos nos hacemos personas en nuestras relaciones con (a través de) los otr@s seres. Incomunicada, o deja de ser, o no llega a ser. “Polvo y ceniza”, se siente Abraham cuando conversa con el Señor, humillado. Desde entonces, el hombre ha reproducido esa desigualdad.

Ese crimen no solo lo comete el agresor. Ese crimen también lo cometen muchos estados laicos (sobraría algún comentario para los estados religiosos), ya sea por una política expresa excluyente de la mujer, o por una retorcida política pública de obviar el problema o no buscarle soluciones. Y en todos estos casos es un crimen de lesa humanidad.

En contraste con esa atroz conducta humana, Morris, que es zoólogo, apunta que los animales carnívoros, cazadores, “raras veces matan inútilmente”, es decir, su objetivo genético es alimentarse y sobrevivir, pero, matiza de manera importante: “durante el largo curso de la evolución que dio a estos animales sus mortíferas armas, les fueron necesariamente impuestas grandes inhibiciones en el empleo de estas armas contra otros miembros de su propia especie”.

La humanidad ha perdido esas inhibiciones naturales pues mata inútilmente a su propia especie, lo que significa que matar se ha convertido en una condición histórica. Entonces, por otro lado, ese resultado histórico puede repararse.

Los incidentes que acompañan a la desafortunada muerte de la canta-autora Ivania Zayas, una mujer que le arrancó a los límites los inconvenientes que otros le impusieron, ha fomentado una importante discusión. El filósofo Frederich Hegel le tiene una explicación a este tipo de evento de la vida. Le llama, dentro de su teoría racionalista para explicar asuntos que, de primera intención no parecerían lógicos, la “astucia de la razón”. Napoleón invadió Prusia y, a pesar del crimen de estado, de la violencia ejercida sobre otro pueblo, terminó llevando estructuras modernas de gobierno y una idea de la libertad ajenas al duro y antiguo régimen alemán. En ese sentido, hizo una aportación al desarrollo del espíritu de la libertad en su paso histórico en la humanidad. De esa manera opera la astucia de la razón.

En el caso de Ivania, su terrible muerte provocó, a raíz del desafortunado comentario del investigador del caso, que Puerto Rico entero viera -otra vez- el estado de situación de la mujer. Esta es una nueva u otra oportunidad para que tod@s demos un paso adelante y se siga desplegando esa libertad-razón de la que hablaba el filósofo.

Ese interés por los plenos derechos de la mujer no debe ser ajeno al propio interés del varón, como modela la astucia de la razón. En la misma medida en que una mujer logre la equidad que debe garantizársele por el único hecho de que es un ser humano, en esa misma medida igualmente liberará al varón de tener que responder a unas tipologías (ancestrales y reducidas) que no queremos alcanzar. La oportunidad -esa libertad- es para ambos.

Darwin demostró que es la “adaptación”, no la fuerza, sino la adaptación a las cambiantes

circunstancias de la naturaleza lo que permite la sobrevivencia de las especies. En este momento, solo los varones que se adapten y reconozcan que la mujer es un igual en toda circunstancia, sobrevivirán con paz. Morris nos recuerda que precisamente el mono cazador, un predecesor en la línea evolutiva al mono sedentario y al mono cultural, pudo sobrevivir, adaptarse y evolucionar porque cazaba en colaboración, en grupo con su especie, no aislado ni contra ellos. Si no se trabaja y vive en grupo hoy día, en colaboración, en perfecta igualdad de oportunidades, no habrá esperanzas, evolución y un mejor futuro. Es precisamente ese sentido de colaboración entre géneros lo que hay que impulsar, promover.

Cierto es que la competencia más que la colaboración ha caracterizado a la humanidad. Pero esa es una decisión que se puede tomar -afirmar- pues no es un factor enteramente biológico. Es, como se indicó, un factor cultural, histórico. Cada día los seres humanos nos hacemos más cultura y menos instinto, aunque tengamos que esforzarnos un poco más para inclinar la balanza hacia un mejor equilibrio. Eliade, profundo conocedor de lo sagrado y lo profano, aseguraba que “las reacciones del hombre ante la naturaleza están condicionadas más de una vez por la cultura, es decir, por la Historia”. (“Lo Sagrado y lo Profano”)

A su vez, Barthes se ocupó de socavar “la mistificación” de las “representaciones colectivas” convertidas en “naturaleza universal”.

Entonces, ya no se trata aquí únicamente de que se esclarezca la forma en que fue atropellada Ivania esa noche, y que se fijen, si hubo delito, las responsabilidades necesarias. Según se desarrollaron los eventos, es también una ocasión para dejarla ir con otro legado para nuestra sociedad, y esa es la igualdad entre las personas, que no sólo se agote ante la ley, sino ante nuestros semejantes.-