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SUPLEMENTO JOVEN DE MIRADAS AL SUR Sábado 24 de diciembre de 2011 Buenos Aires, Argentina. Año 2 Número 141 Iván

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Suplemento especial del Ni a Palos dedicado al compañero Iván Heyn.

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SUPLEMENTO JOVEN DE MIRADAS AL SURSábado 24 de diciembre de 2011 Buenos Aires, Argentina. Año 2 Número 141

Iván

El gordo Heyn, a fines de los 90, a principios del 2000, era gordo de verdad. Hay una crónica publi-cada en Clarín en la que se relata

su llegada a la presidencia de la FUBA. La foto mostraba a un gordo Heyn con su in-faltable mochila y bicicleta, transpirado por el calor de ese verano fatídico temporada 2001-2002, con una Heineken fresquita en la mano. El periodista hacía un juego de pa-labras entre el apellido del gordo y la marca de la cerveza, mientras ejecutaba un análisis erróneo de lo que significó aquella victoria en la FUBA, luego de 18 años ininterrumpi-dos de ser gobernada por la Franja Morada: el periodista creía que era una victoria anti-política, envalentonado por las ganas de que se vayan todos que dictaba el clima de épo-ca. Pero Iván y todos los que él representaba (nosotros hacía muy poco que lo habíamos conocido y que militabamos con él), venía a la escena pública para hacer política. Era, ante todo, inclusive antes que economista, un militante político. Bah, el gordo era el ejemplo caminante de que el mundo de la economía y el de la política cierran juntos o no son nada.

Entre esos días y el comienzo de Ni a Palos hay miles de anécdotas y de histo-rias, desde lo afectivo y lo político. Algunas derrotas electorales en la UBA comparti-das entre todos y afrontadas con dignidad, alguna que otra trompada en una militan-cia en clave de resistencia, el reverdecer -al principio incrédulo- de las esperanzas con la llegada de Néstor, la política sin tirar pie-dras y desde el Estado como novedad, como aprendizaje, la militancia en La Cámpora, con un rol destacado en la organización y formación de cuadros políticos-técnicos, un proyecto de una milonga en Parque Patri-cios, su constitución como un referente en temas económicos y su creciente visibilidad pública en esos debates, y un muy largo etc.

Cuando empezamos a armar el proyecto de este suplemento, queríamos hablar des-

de una generación sobre las cosas que ha-blan “los mayores”. Evitar el suplemento de consumo de “cultura joven” y poner en tinta voces de jóvenes que tenían cosas para decir al respecto de los temas que ocupan el desti-no de nuestro país. Hablar, por ejemplo, de economía.

En el primero que pensamos fue en él, y nos sorprendió cuando aceptó porque ya es-taba ocupado en funciones públicas. Le ha-bíamos errado al pensar que iba a declinar. El gordo llegaba cagando al cierre del suple-mento, siempre andaba con miles de cosas a la vez. Tomó un compromiso y cumplió a rajatabla.

Tal vez fue una de las mejores épocas del suple, porque en las reuniones de sumario era un placer escucharlo y discutir política con él. Eran reuniones que se esperaban toda la semana y en las que apurabamos el laburo para después relajar con una birrita y dedicarnos a la charla. En esas noches de viernes también empezamos a filmarlo con un celular explicando cuestiones económi-cas de coyuntura para colgar en los blogs y la verdad es que nos hacía cagar de risa. Pri-mero nos bajaba la línea para que sepamos qué preguntarle y cuándo, y después “rodá-bamos”. El desafío era hacerlo en una toma y lo cierto es que siempre nos salía mal. Le ponía tanto humor a esas explicaciones, como en la época de TNT a los volantes. Tal vez porque tenía ese espíritu divulgador, esa necesidad de llegarle a la gente.

Fue siempre un gran polemista. Tenía opinión formada sobre temas como el im-pacto de la revolución industrial en los países bajos, sobre cómo se limpia eficien-temente la grasa caída en una terraza (qué fórmulas químicas usar como disolvente) o sobre la correcta manera de plantar y cuidar orquídeas. Es decir, era un sabelotodo, un tipo que se leía todo y de todo. Entre esos consumos, había también una gran cuota de literatura. Sabía bastante de cine, de mú-sica, tocaba el piano, era un conocedor de la historia universal. Recordamos sólo una disciplina en la que el virtuosismo le esta-ba vedado: manejaba para el orto. Muy pero

muy mal. Pero principalmente era un tipo muy di-

vertido, chicanero bien, inteligente, cordial y ameno. Sabía recibir bien una gastada (en los Estereotipos tuvo algún que otro palo directo, de hecho es el único niapalero que aprece mencionado con nombre y apellido en uno). No era humilde, tal vez era más bien soberbio porque se sabía bicho, pero jamás te hacía sentir menos. El gordo se adecuaba al interlocutor, en eso era una es-pecie de camaleón. Tenía algo fascinante, a los pibes que recién empezaban a militar los hipnotizaba.

Mientras escribíamos esto que hoy leen, la Presidenta le rindió un sentido y emoti-vo homenaje y dijo, en tan poco tiempo y con la humanidad que la caracteriza, mucho más que lo que nosotros hemos dicho aquí en 5.000 y pico de caracteres. Le sacó la ficha en clave histórica, ese recorrido que va de los noventa, pasa por la debacle del 2001 y llega hasta este momento político. Un largo período en el que Iván fue protagonista.

Por qué pasó lo que pasó, qué trasfondo hay en esta desgracia, son cuestiones en las que es inútil indagar. El sabor horrible que nos deja no poder trasnochar nunca más con él, no poder discutirle, pelearle, cagarse

de la risa, armar proyectos o recibir su apo-yo, su afecto o sus consejos es indescripti-ble. Esa nostalgia pedorra que te amarga la vida cuando perdés a un amigo y a un com-pañero de militancia, esa combinación rara de dos tipos de relaciones distintas que se potencian entre sí, que no son ni una cosa ni la otra, ni la suma de las dos, sino mucho más.

Perder a alguien así, a un amigo-com-pañero, tiene una sola ventaja, una ventaja pírrica diríamos: el dolor se enfrenta co-lectivamente, hay un proyecto de muchos, que se apoyan unos a otros para atravesar el duelo y para construir una sola memoria, una sola fuerza reivindicativa.

Gordo, te despedimos con una inmensa tristeza. Te admiramos siempre por esa no-bleza del tipo que se hizo de abajo, por esa onda que dabas de chabón que no le debe nada a nadie. Te queremos porque te vimos indignarte profundamente por las injusti-cias y porque militaste cada minuto de tu intensa vida por el futuro de este país, al que amabas profundamente.

A Luana, a su familia y amigos, nuestras condolencias y respeto.

Chau, gordo querido. Te vamos a extra-ñar mucho. .

2 NI A PALOS / Sábado 24 de diciembre de 2011

> EDITORIAL

POR FRancO vitali y santiagO ÁlvaRez

Un tal Iván

Sábado 24 de diciembre de 2011 / NI A PALOS 3

El economista callejero

La pasión

4 NI A PALOS / Sábado 24 de diciembre de 2011

La política puede entenderse de muchas formas. Puede entenderse bien o puede entenderse mal. Bien entendida, la política es un momento: el instante en el que alguien deja de mirarse el ombligo -o lo que sea que represente el centro exacto de la individualidad- y alza la vista hacia la cosa pública. Y ahí, en ese gesto, la cosa pública se convierte en parte de uno mismo: se empieza a respirar, a soñar, a pensar y a murmurar entre dientes porque ahora la política, esa mirada, se volvió una característica, un tic particularísimo, casi una manía de nuestra propia identidad. En el centro de esa escena hermosa, justo ahí, estaba Iván Heyn.

> nOTA DE TApA

Hoy en el dolor y la increduli-dad nos preguntamos cómo se puede recordar a alguien que fue mucho más que él

mismo. Porque Iván fue muchas cosas -una vocación, un ímpetu, una gestualidad a la hora de exponer y sonreír- pero sobretodo una parte fundamental de algo mucho más grande: una generación de jóvenes que en-traron “solos” a la política y una vez ahí, del otro lado, se apoyaron en los hombros de sus compañeros para construir entre todos una biografía tan personal como colectiva.

Una biografía de todos: Iván vivió en carne propia los saldos de 2001 pero ese dato biográfico -la empresa familiar que-brada, los sueños derrumbados de una clase media en extinción- nunca fue para él un recurso, la cuña con la que se cince-la el mármol de las grandes identidades santas, sino todo lo contrario: un trayecto a tierra, un episodio que, lejos de pontifi-carlo, lo abrazó a los desafíos de su tiem-po con la alegría del que tiene proyectos y esperanzas. Porque Iván fue parte de ese grupo extraño de argentinos que en medio de una de las crisis más brutales de nues-tra historia tomó una decisión un poco a contrapelo del sentido común y el espíritu de época: creyó que una manera posible de salir del infierno pasaba por la política y la

militancia. Nada más. Recuperar la políti-ca y la militancia. Y en medio del humor social más intenso, en medio de ese que se vayan todos que hasta los que empezaban a involucrarse en los barrios y en los pasillos de las facultades públicas tarareaban en el fondo de sus cabezas, Iván y sus compañe-

ros reivindicaban también una figura im-posible para el anhelo de una sociedad que había visto pasar demasiadas técnicos por las ahora cenizas de un país incendiado: el “economista callejero”.

Y el “economista callejero” Iván Heyn fue, por prepotencia de trabajo, el primer presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires -¡en casi dos décadas!- que no pertenecía a Franja Morada, ese grupo hegemónico en la UBA del post-Proceso que también sufrió, a escala media, los desgajes de una representatividad política que surcaba el aire del país. Con TNT en Económicas, fue parte de ese semillero de militancia que dio vuelta una facultad sur-cada por la apatía y la mano artrósica de la Franja, y la cambió para siempre, casi como un prólogo sensacional de los años por ve-nir. Aquellos que conocimos a Iván por esos días recordamos a alguien levemente distinto: un joven de barba y modos hip-pies que vendía artesanías en la calle -y en la playa en verano- para bancarse el estudio y la pensión de Saenz Peña donde dormía. Pero los que lo conocimos por aquellos años y lo continuamos conociendo después

recordamos también a alguien que no cambió nada: más allá de la eterna niñez de sus facciones, ser “callejero” para él no implicaba sólo el manejo de una didáctica que acercara esa ciencia maldita al llano -“Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robar-lo”, como decía Scalabrini- sino también un sentido de pertenencia, un trato que le permitía aflojarse el traje y en la calle, en una marcha o en la puerta de la milonga saludarte con un abrazo efusivo aunque te hubiera conocido hace apenas un par de horas.

Lo imaginamos esa mañana imposible de 2001 -la anécdota la contaba siempre- esperando que Hugo Curto, intendente de Tres de Febrero lo recibiera en su despa-cho municipal. El motivo de la reunión: gestionar ante el intendente un permiso para que la policía de la zona lo dejara vender sus artesanías en Sáenz Peña.

Al gordo le gustaba contar esta historia, abundaba en detalles, le ponía pimienta al relato, porque era parte de una narra-ción fundacional: la plaza de diciembre de

POR diegO sÁnchez yFedeRicO sciglianO

Sábado 24 de diciembre de 2011 / NI A PALOS 5

Es un golpe personal, es un golpe político, es un golpe generacional. Va a costar mucho asumir que no está más. Con Iván y muchos compañeros estábamos trabajando en el Centro de Estudios

Políticos (CEP) y en la secretaría de formación política de La Cámpora. Durante todo el año Iván se puso al hombro una tarea fundamental que en el frenesí de la militancia muchas veces queda relegado: reflexionar, hacerse pregun-tas, formarse. “Tenemos que construir nuestro relato” nos repetía. Un relato que lo pensaba como algo complejo, muy lejos a un resumen de verdades masticadas. Un trabajo de comprensión de las transformaciones que el kirchnerismo viene produciendo desde 2003, pero también de nuestra historia como país, de las heridas que todavía no se cerra-ron, de los antagonismos políticos y sociales que forman nuestro presente. Y también el relato de lo que vendrá, del país que queremos. Eso que es tan difícil de pensar, aun-que a primera vista pareciera lo más sencillo. Con esa idea Iván fue juntando a jóvenes profesionales y a militantes que habían asumido lugares de gestión en el Estado. El desafío era formar equipos técnicos, con capacidad teórica y prác-tica para intervenir en la gestión pública y también para dar respuesta a los embates mediáticos que con mala leche desprecian y deslegitiman la incorporación de los jóvenes a la política.

Durante todo el año hubo reuniones, actividades, y charlas de los más diversos temas: economía, salud, rela-ciones exteriores e integración regional, ciencia y tecnolo-gía, políticas de comunicación, etcétera. El 3 de diciembre

Iván presentó el producto de ese trabajo colectivo, “Modelo Bicentenario. El relato del kirchnerismo 2003-2011”, un libro donde se sistematizan las trasformaciones políticas, socia-les y económicas de los últimos ocho años. Ese día también festejamos su cumpleaños.

A Iván le gustaba la palabra “Modelo”, no porque cre-yera que habíamos logrado un círculo cerrado, perfecto. Al contrario, entendía que las medidas del gobierno no eran un conjunto de políticas aisladas, sino expresión de un rumbo, de un sentido. Pero que había que diferenciar esas políticas, siempre coyunturales, con los objetivos. “El superávit no es el objetivo de este gobierno. Eso puede ser una herramienta útil en un momento, pero el objetivo es crear empleo, reducir la pobreza.” Tenía ese doble carácter de profundo y didáctico, complejo en el contenido y simple en las formas. Aprendimos mucho escuchándolo, compar-tiendo reuniones formales y de las otras.

Iván siempre te sorprendía con más: te podía bajar línea

sobre las políticas económicas del primer peronismo con la misma facilidad, claridad y velocidad con que lo hacía sobre el modelo de desarrollo económico de Corea del Sur en los 60. Si cambiaba el ángulo de la charla podía dejar de hablar en clave “economista macro atento a lo estructural” para poner el centro de gravedad en los liderazgos: ahí en-traban Perón y Néstor, Bismarck o el japonés Mutsu-hito y la revolución Meiji. Esa obsesión por saber era, en reali-dad, una obsesión por entender qué procesos atravesaban a nuestro país. Pero no terminaba ahí, esa comprensión era para hacer, para transformar. Y esa fue la impronta que le dio a todo lo que construyó, desde sus años como dirigente universitario hasta el CEP. Formarse para entender, enten-der para intervenir, intervenir para construir un país cada día más justo.

Iván, en el último plenario del CEP del año nos dijo otra verdad callejera “cuando la calle está llena de autos lo que suele suceder es que todos se desesperan por avanzar, en-tonces la gente hace cualquier tipo de maniobras: quiere pasar por el costado, por acá, por allá, por cualquier lado para ir más rápido y dejar atrás el tráfico. Pero lo que no entienden es que avanzamos todos juntos o no avanzamos, que el camino solitario, individual, sólo te va a permitir ganar dos metros. Nosotros, la militancia, la construcción política, la tenemos que pensar así”

Un viejo dicho dice: solos vamos más rápido, juntos va-mos más lejos. Iván siempre entendió y nos explicó que lo que valía era lo segundo. Que tenía sentido ir rápido si lo hacíamos en banda.

Gordo, si tanta gente fue a despedirte en estos días, será que además de buen compañero y mejor amigo, nunca te cortaste solo con tu auto..

Juntos vamos más lejosPOR FedeRicO vÁzquez, emanuel damOni y emilianO FlORes

2001, las artesanías, la pensión, la carrera bancada a pulmón, la política, siempre la política.

Iván fue Subsecretario de Industria, representante del Estado en Aluar y re-cientemente designado Subsecretario de Comercio Exterior. Pero entre toda su trayectoria pública, entre todo su trajinar, se esconde un pasaje que quienes hace-mos esto atesoramos con la mayor de las alegrías y los orgullos: Iván fue también un niapalero, un columnista que aprove-chó estas páginas para seguir hablando de economía a su estilo: diciendo todo lo que hay que decir, pero claro, bajando a la ca-lle ese orden inmaterial de los conceptos.

Su columnas eran urgentes, sus textos querían decir todo, todo el tiempo. “Yo mando lo que se va ocurriendo sobre el tema, después ustedes ordenen”, decía en medio de las corridas de una reunión a otra. Y nosotros le hacíamos caso.

En abril dejó de escribir en el suple por-que estaba tapado de cosas, sin embargo, siguió siendo parte de esta conversación intensa que es Ni a palos en cada asado, en cada reunión en la que nos cruzábamos.

Con él se va un gran amigo de muchos de nosotros, un compañerazo, y también un enorme cuadro político de esta ge-neración. Un tipo con sólida formación técnica pero con una pasión militante interminable y una capacidad absoluta para sembrar respeto y cariño, como las fotos, videos y mensajes de estas últimas

horas atestiguan. Pero también se va una biografía moldeada al calor de lo mejor de su época y de su cultura, una biografía particular y colectiva, porque siempre el militante es eso: un individuo que en sole-dad cruza el umbral que separa lo pública de lo privado y en grupo se constituye. Y

ese pasaje, que no quepa ninguna duda, es siempre un triunfo de todos.

Hoy, frente a estas pérdidas, resulta inevitable pensar en la cantidad de ener-gía social que es necesaria para construir un cuadro político de la envergadura de Iván, una energía que el gordo alimentaba

y ayudaba a alimentar, apoyándose siem-pre en los hombros de sus compañeros. El “economista callejero” gozaba de ese her-moso oxímoron de ser un militante singu-lar, un compañero más pero fundamental que con su partida deja un hueco doloroso en el tejido político de nuestro país..

En pocas palabras, ¿por qué bancás este proyecto político?

Para que nuestro país siga gene-rando riqueza y garantice un nivel

de vida digna para todos sus habitantes es necesario profundizar el proceso que se inició en 2003. Ese proceso año a año ha favorecido la generación de producción industrial nacional, recuperando el em-pleo, recuperando la demanda de ciencia y tecnología y por lo tanto generando cada vez mejores condiciones de trabajo para la población. Este modelo de crecimiento tie-ne como sus principales beneficiarios a los trabajadores formales e informales, a los movimientos sociales que luchan por con-vertirse en trabajadores, a los intelectuales, profesionales y técnicos de la industria, a ciertos sectores del empresariado nacional y a los productores agropecuarios. Estos ac-tores forman parte de una alianza social que estructura el movimiento político que debe defender lo logrado hasta ahora y profun-dizar este proceso. Es claro que cuando la emergencia de la miseria no presiona apa-recen pujas, saludables, entre los distintos actores que conforman esta alianza, pero es fundamental no perder de vista que las co-incidencias entre estos sectores son más que las diferencias. Y a no olvidarse: del lado de enfrente están los sectores rentistas que es-peran ansiosos volver al país neoliberal que en los 90 dejó a más de la mitad de los ar-gentinos debajo de la línea de pobreza.

-Pero el modelo neoliberal, ¿empezó en los 90?

Lo cierto es que las elites locales nunca vieron con buenos ojos el proceso de in-dustrialización -que se había instaurado en nuestro país a mediados de la década del 40 que tuvo al desarrollo como premisa- ya que en ese modelo de crecimiento no había un lugar “exclusivo” para las rentas agrope-cuarias y financieras. Por lo tanto, si querían ganar plata, tenían que invertir, innovar e in-corporar tecnología y -como en toda demo-cracia- negociar con los sindicatos. A este cuadro de presión constante, se sumaron los intereses de EEUU, quien no compartían la idea de que los países latinoamericanos es-tructuraran economías independientes. La combinación de los intereses locales e inter-nacionales buscó con el golpe de Estado de 1976, a través de la tortura, la desaparición forzada de personas, un disciplinamiento social que, acompañado con la desindus-trialización y el endeudamiento, dejaron a nuestro país de rodillas durante casi 30 años

en los cuáles cada año hubo más pobres, más excluidos, más emigrados, menos de-rechos, en síntesis: un plan sistemático de destrucción de una Argentina para todos.

-Y ese modelo social y económico tenía como premisa llevar al Estado a su míni-ma expresión…

La propuesta es que el Estado intervenga lo mínimo e indispensable, garantizando los derechos de propiedad mientras el mercado hará el resto. El cuentito es así: si existe al-guien que demanda un bien y está dispuesto a pagar por él, existirá alguien dispuesto a producirlo. El móvil del productor es ga-nar dinero y por lo tanto hay que pagarle. Esta lógica fue la que en la década del 90 justificó una reducción del Estado a niveles mínimos. En general una frase bastante es-cuchada entre los economistas ortodoxos es que el gasto público crece muy rápido, que el Estado es un elefante, que su gasto es in-

eficiente y que por lo tanto hay que reducir el gasto público.

A partir de 2003 la recuperación eco-nómica de nuestro país tuvo como actor principal al Estado que sube las jubilacio-nes, garantiza el acceso a este beneficio de 2,5 millones de personas, invierte en ener-gía, cloacas, viviendas y por lo tanto avanza en la recuperación de sectores estratégicos como los trenes, la aerolíneas de bandera, las AFJP y otras tantas.

Esta dinámica se puede observar clara-mente en la composición del gasto público nacional que hoy se encuentra en torno al 2 de cada 5 pesos que se generan en la econo-mía argentina, el 40% de la economía hoy es el Estado. Si observamos en qué se invier-te este dinero encontramos que 15 de cada 100 pesos se destinan a obra pública, 63 pesos de cada 100 se destinan a salud, edu-cación, jubilaciones y Asignación Universal

por Hijo que es lo que se conoce en la jerga económica como el gasto social. En mate-ria social Argentina posee el mayor nivel de cobertura para sus jubilados de América latina y la AUH es el plan social más gran-de en términos relativos del continente. La intervención del Estado tiene como objeti-vo disminuir las desigualdades y garantizar oportunidades para todos los argentinos. Todavía existe mucho por hacer pero este es el camino.

-¿Y qué es lo que falta por hacer?El crecimiento económico ha sido feno-

menal en los últimos años. De 2003 a 2010 la riqueza argentina creció un 70%. La po-lítica económica tuvo como objetivo mul-tiplicar la riqueza nacional pero además la creación de esa riqueza tuvo como fuente la participación gigante de los trabajadores. Por esto, en 2003, 20 de cada 100 argentinos no tenían trabajo y hoy son 7 de cada 100

6 NI A PALOS / Sábado 24 de diciembre de 2011

> entRevista Póstuma a ivÁn heyn

Esta entrevista está creada con retazos de las columnas de economía que Iván escribió para el Ni a Palos. Leyendo sus artículos volvimos a emocionarnos con la manera didáctica y profunda que tenía para explicar la complejidad de la economía. Con él, además, los problemas tenían soluciones, porque buscaba aplicar sus conocimientos en la acción política. Iván nos daba la certeza de que todo podía mejorar. Sin él, seguramente, tardaremos mucho más en lograrlo.

“Ni a palos a la miseria y a creer que esa condena no pueda ser evitada

por la acción humana”

POR Julia mengOlini y FedeRicO vÁzquez

“El crecimiento económico ha sido fenomenal en los últimos años. De 2003 a 2010 la riqueza argentina creció un 70%. La política económica tuvo como objetivo multiplicar la riqueza nacional pero además la

creación de esa riqueza tuvo como fuente la participación gigante de los trabajadores.”

los desocupados. Sin embargo, la creación de empleo no es condición suficiente para mejorar esta situación. No es lo mismo te-ner una changuita en la construcción que ser oficial albañil, porque la calidad del tra-bajo es central para mejorar los ingresos de los trabajadores y la base de esta calidad es qué tipo de estructura productiva tiene un país. Las políticas económicas de este pe-riodo siempre plantearon como objetivo central desarrollar y diversificar la estructu-ra productiva logrando que la industria se desarrolle y la calidad del empleo sea cada vez mejor. En el período el empleo que se creó fue empleo en blanco, y si bien falta mucho, el empleo en negro pasó del 50% al 35%. En nuestro país, entonces, se crea más riqueza debido a que existen condiciones generadas por la política económica que favorecen las actividades productivas que generan empleo. Pero, como ya saben, mis queridos amigos niapaleros, el mundo no es un cuento de hadas y es esperable que los dueños de las empresas en donde se genera la riqueza a través del trabajo quieran que-darse con el total de esa torta.

-¿Y cómo se resuelven esas tensiones?En nuestro país las tensiones que apa-

recen son las tensiones sociales que tienen que ver con un crecimiento acelerado que obliga al Estado a asumir cada vez más responsabilidades. La necesidad de au-mentar la intervención en la distribución de la energía eléctrica, el aumento de las presiones sobre las inversiones para explo-rar y producir gas y petróleo, garantizar un mejor sistema de transporte o aumentar la cantidad de viviendas que se construyen son una muestra. Y es hacia estas inver-siones que se están dirigiendo los records de recaudación y por lo que crece el gasto público.

-No entiendo…Caminando por la playa enfrentamos

la primera pregunta económica del año: ¿cuál es nuestra restricción presupuestaria? El caso es que la morocha infartante que toma sol frente a nosotros podría respon-der positivamente a la insistente sonrisa que emitimos. En caso de que la respuesta sea afirmativa será fundamental contar con recursos suficientes como para invitarla con algo. Y ahí repasamos la sabia política de aprovechar un gran año de crecimiento

económico en el que, si bien gastamos más platita que la que veníamos gastando, tam-bién ganamos más y por lo tanto el saldo fue superavitario. Y este superávit son los ahorros que hoy nos sonríen desde el bol-sillo de la malla y nos dan la tranquilidad de seguir avanzando con la morocha. En materia de política económica los razona-mientos no son muy diferentes a los que hacemos insolados y acalorados mientras

caminamos escondiendo la panza e imagi-namos que la morocha nos mira en un bal-neario de la Feliz. En el marco de la crisis financiera internacional, el Estado nacional invirtió miles de millones de pesos en sos-tener la actividad económica, la asignación universal, los subsidios a los sectores pro-ductivos para que no despidan personal, la obra pública, los créditos blandos para el consumo, etc. que generaron que en 2009 el balance de las cuentas públicas quedara en un equilibrio delicado (se recaudó aproxi-madamente lo mismo que se gastó).Gran diferencia conmigo que estoy a punto de gastarme mi superávit fiscal para ver si me puedo levantar a la morocha de la playa.

- ¿Pensás que los problemas de la ciu-dad de Buenos Aires tienen que ver con una mala gestión?

Las cuestiones de gestión no son pura-mente técnicas y tienen que ver con las vi-siones ideológicas que existen. No es una novedad que el macrismo no tiene como prioridad resolver los problemas de los sectores pobres en la ciudad. El proble-ma de vivienda es el que atraviesa toda la problemática social de un espacio metro-politano tan complejo como el porteño. Los modos de abordar esa problemática exigen complejidad en la mirada, políticas

públicas eficaces y buena gestión. Escu-char a Larreta decir que el problema de la vivienda es que hay una política inmigra-toria muy débil, al mejor estilo Berlusco-ni, habla al mismo tiempo de una concep-ción penosamente reaccionaria y racista del conflicto social, y de una inocultable pobreza intelectual.

Durante la campaña, el actual Jefe de Gobierno decía que era una vergüenza que con los recursos que existían todavía hubiera villas en la ciudad y criticaba a las gestiones anteriores por su incapacidad de gestión. Sin embargo, desde que asumió, su gestión terminó sólo 81 viviendas. En el gobierno nacional existe un Plan Federal de Vivienda que ha generado más de 500 mil unidades habitacionales en 7 años y tiene 200 mil en ejecución en todo el país. Este plan contempla un cupo para la Ciu-dad de Buenos Aires de 11 mil viviendas ya que son los gobiernos locales los que realizan la administración del programa y es el gobierno nacional el que aporta los recursos. La cuestión de la política de vi-vienda (o su ausencia casi total) del actual gobierno es doble, a la vez ideológica y de gestión. La ciudad PRO no puede pensar lo que pasa de la avenida Rivadavia hacia el sur, la política de maquillaje urbano de bajo costo y alta visibilidad sirve para el marketing político que tan bien hace Du-rán Barba, pero no resuelve en absoluto los problemas serios que tiene la ciudad. El otro problema es que el gobierno de Macri es malo en sus propios términos, y la república de los gerentes que prometió en 2007 muestra cada vez con más clari-dad que la gestión pública es un arte que esta derecha berreta y sin brillo no maneja en ninguno de sus rudimentos.

-¿A qué le decís ni a palos?A la existencia del mercado como factor

único y determinante donde las leyes que gobiernan la producción y distribución de la riqueza están por fuera de la órbita de las decisiones humanas. A creer que el destino de miles de personas es el desem-pleo y ni a palos a la miseria y a creer que esa condena no pueda ser evitada por la acción humana. .

Sábado 24 de diciembre de 2011 / NI A PALOS 7

“En materia social Argentina posee el mayor nivel de cobertura para sus jubilados de América latina y la AUH es el plan social más grande en términos relativos del continente. La intervención del Estado

tiene como objetivo disminuir las desigualdades y garantizar oportunidades para todos los argentinos. Todavía existe mucho por hacer pero este es el camino.”

“En nuestro país, entonces, se crea más riqueza debido a que existen condiciones generadas por la política económica que favorecen

las actividades productivas que generan empleo. Pero,

como ya saben, mis queridos amigos niapaleros, el mundo no es un cuento de hadas y

es esperable que los dueños de las empresas en donde se genera la riqueza a través del trabajo quieran quedarse con

el total de esa torta.”

Staff Director/Federico Scigliano

Redactores /Diego Sanchez Julia MengoliniMartín RodríguezZappaFede VázquezBenito MessinaTomás AguerreSalvador Salinas

Arte /Diego Paladino

Fotografía /Ivana Garda

8 NI A PALOS / Sábado 24 de diciembre de 2011

Redacción: Uriarte 1656 (CP1425) Ciudad Autónoma de Buenos AiresContacto: [email protected] comercial: Tel.: 4776-1779Internos: 156 y 159.

Venta de ejemplares atrasados:Azopardo 455. Tel.: 4342-8476Impresión: Editorial AMFIN S.A. Paseo Colón 1196. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Distribución en Capital Federal y Gran Buenos Aires:New Site. Baigorri 103, CABA.Distribución en el interior: Inter Rev S.R.L. Av. San Martín 3442. Caseros Provincia de Buenos Aires.

SUPLEMENTO JOVEN DE MIRADAS AL SUR

Ponele que vos trabajás en una sala llena de monitores a los que tenés que mirar. Y tenés que mirar sin sacar la vista, eh. Entonces es probable que chorrees bebida

o que se te caiga comida en el escritorio. Todas esas cosas que ocurren porque uno no puede de-jar de mirar. Hay algo de lo que deja Iván que es un lugar abandonado e irreemplazable. ¿Dónde queda el lugar que deja Iván? Es una capacidad, una energía, una turbina que se apaga con el tipo que mira los mil monitores, todos a la vez.

Iván era la clase de personas que uno podía es-perar que fuera “premiado”, que corriera con cier-to éxito la carrera natural de la rosca, pero tam-bién Iván era una de las personas que no parecía que la condición de “ser tocado” le diera vuelta la gorra. Sin embargo no era eso lo que lo distinguía, sino más bien ser alguien capaz de desde adentro invitarte a aprender una lógica, y él, puntual a las 9 de la mañana recién empilchado a punto de en-trar a un despacho, puntual a las 7 de la tarde en la plataforma de una videoconferencia, pero pun-tual también a las 3 de la mañana de un sábado, te iba a decir qué era exactamente lo que a él esto le modificaba la vida y qué no. Porque había algo que no.

Porque a Iván le entraba aire al bocho cuando se imaginaba lejos, escribiendo un poco la novela sentimental de los flujos y reflujos de la ciencia dura. Una verdad que no se puede decir demasia-do cerca de las cosas porque hay que decir que las cosas no son tan así. Iván tenía que resolver la re-lación de mito y verdad. Esa relación que no deja intacto a nadie. Iván, como muchos en estos años, vio, y uno se preguntaba: ¿escribirá todo eso que se acumula en su memoria alguna vez?

Iván vivía en paz con su pasado, con el “gor-do”, con el presidente de la FUBA después de la “tiranía radical”, y era la clase de personas cuyo acceso al poder no le daba el tiempo de acomodar los bártulos, las tramas familiares que cada quien arrastra. ¿Acomodamos a todos en el viaje o nos olvidamos al “pobre angelito”?

Iván tenía varias formas de reírse: pero una era la que empezaba con la mueca de la boca abierta y el sonido de la risa llegaba después. O sea: uno decía algo y te enterabas después de que él seguía ahí, colgado de ese chiste, mirándote fijo mientras se reía, y ése era su liderazgo: convertirse en el in-terlocutor de toda conversación. Si estabas escép-tico, si estabas eufórico.

No fue mi amigo de toda la vida, ni guardaba con él un cofre de anécdotas jugosas. Sí la canti-dad suficiente de charlas que derivan en pactos. Pongamos así: pactos de caballeros. Cuántos es-tereotipos era: ¿el que pide un daiquiri en la pri-mera cita?, ¿el que transpira en un casamiento?, ¿el que va a clases de tango los viernes a la noche? Muchas cosas. Muchas cosas a la vez era Iván.

El recuerdo, la idolatría de los que se van y “la cultura de la memoria” tienen el peso de un sometimiento: ponen a los vivos a laburar para los muertos. Bueno, el compromiso mínimo e ideal que se puede alcanzar mientras Iván se va es se-guir peleando por las cosas que le hagan la vida mejor a los vivos: un economista que pensaba una vida mejor para millones de argentinos no es una cosa que se da todos los días, es la enorme inver-sión de un país.

Cuando vi tu cuerpo el miércoles te juro que pensé que estabas por despertarte y recontraca-garte de risa de todos nosotros. .

> la mala leche

HEYNPor Martín Rodríguez

Un viernes a la noche, hace no mucho aunque aho-ra parece un montón, salíamos de un asado en una terraza. Iván había hablado toda la noche, las sillas habían quedado dispuestas, desordenadas,

a su alrededor. Hablaba igual ahí que en cualquier charla que daba en un local, en el de Piedras, en un barrio, en cualquiera del que lo llamaran. Iván habló toda la noche de eso. Que había que salir a explicar, había que salir a formar a los pibes que tienen la tarea, como militantes, de construir argumentos. Hay que repartir herramientas de formación, repetía, creo, y traía ejemplos, de otros procesos, de otras historias.

Voceaba, porque era economista. Pero voceaba distinto, porque entendía que la economía no lo determinaba todo. Vo-ceaba, por lo menos, para decir otras cosas. “Vos tenés esto y tenés lo otro, tenés que armar esto”. Hablaba siempre, en todas las reuniones. Esa noche, esa noche de verano, no iba a ser la excepción. Me queda esa imagen, casi personal, compartida con algunos pocos. Mucho más que después, cuando iba para el lado de mi casa, cuando me tiró un par de cuadras. Supongo que en el trayecto hablamos boludeces. Queda esa amargura, que es inevitable, que queda para siempre, de no haber sabido que era la última vez que lo iba a ver. No pasa, generalmente, con nadie. Mucho menos iba a pasar con un pibe que habla-ba, y tanto, del futuro. Como si eso lo volviera a uno, no sé, inmortal. Me queda su imagen de ser, siempre, el que estaba hablando. Pero, sobre todas las cosas, de ser siempre el que es-taba hablando del futuro, de lo que había que hacer, de lo que teníamos, sobre todo, que hacer. Porque Iván era bueno, más

que nada, porque entendía que solo no se iba a ninguna parte. Por eso hablaba de formar. Por eso hablaba, todo el tiempo, de formar a los que forman.

Esta semana nos llamamos todos, sus compañeros, sus ami-gos, para contarnos, a medida que nos íbamos enterando, lo de Iván. Pasaron las horas, pasó el día, y ninguno de los que hablábamos nos atrevíamos a ponerle el nombre a lo que había pasado. Era simplemente lo de Iván. Lo de Iván es, por estos días, eso que nos dejó sin explicación, sin saber a quién llamar, sin saber qué hacer, qué decir. Por estos días, es el nombre de lo que no podemos explicar, de lo que no queremos nombrar, de lo que nos hubiese gustado no hablar nunca. No queremos ha-blar, nunca, de que se murió, antes que cualquier otra cosa, un buen pibe. Que era, además, brillante, agradable para escuchar, simpático, el centro de la escena en todas las reuniones. Ojalá, con el tiempo, hablar de lo de Iván sea hablar de otra cosa. Ojalá hablar de lo de Iván sea hablar del trabajo que pudimos hacer, que hicimos, para garantizar esa obsesión que tenía: el futuro. Ojalá podamos hacer realidad ese sueño que me contó, que nos contó, una noche de verano, en una terraza, la últi-ma vez que lo vi. .

Escribo a unos metros de la plaza, esa plaza en la que el martes la onda expansiva del árbol navideño he-cho fuego casi me quema como un horno gigante, al máximo. Estoy a unos metros de la espalda blanca,

blanquísima del Cabildo. Los rayos hacen del cielo un paisa-je psicodélico. Pienso. Y escribo. Vuelvo al martes, me anclo en el martes, cuando una vez más quise estar en esa plaza, la más histórica de todas. Vuelvo, también, entonces, a Iván Heyn. No lo conocía, pero me contaron de él. Supe de él. Todos dicen acordarse de él como a él le gustaba llamarse, el economista de la calle. Acaso un término que condensa esa relación siempre conflictiva entre la praxis y la teoría, el blanco y el negro.

Las versiones acerca del final se multiplican como piojos en el medio de la siempre presente y rendidora teoría conspirativa anti nac & pop. ¿Importan las causas? Sí, pero quizás no ahora. Ahora importa que se fue un joven militante.

Y el cielo se decidió a convertirse en una catarata patas para arriba.

¿Y Cristina? No entiendo a Cristina. ¿Cómo hace para salir

del dolor? En su combate personal de king boxing, es capaz de levantarse después de unas cuantas patadas en el piso. De nue-vo: ¿cómo hace? Cuando terminé la primaria, una de mis mejo-res amigas se fue a dormir empastillada y nunca más pude verla con los ojos abiertos. Así, a los doce tuve mi primera depresión. En lo inmediato no se puede entender la pérdida. Y la muerte, cuando carece de arrugas y canas, además de desdicha infinita, trae incertidumbre. Es como querer caminar en un cuarto ne-gro, de oscuridad profunda.

Aun así, Cristina siguió dando curso a su agenda. Y antes que deshumanizarla, el gesto me la figuró más de carne y hueso todavía. Ahí estaba ella, inaugurando la nueva delegación de la Anses en Lomas, poniendo una vez más su pecho al micrófono, diciendo que al conocer la noticia sintió que se quedaba sin aire y que a los jóvenes los ve como a sus hijos. Que a él lo veía como a su hijo. Y como estas cosas tienen su necesaria parábola, al tiempo que Cristina lamentó la muerte de Iván Heyn, también se enteró del nacimiento de su primer sobrino nieto. Y se volvió a emocionar. Es que se trata de la muerte de un militante, de un militante joven. Ese es el punto. Como todos los que surgieron al calor del kirchnerismo que, como una gallina que apuntala a sus pollitos, logró enseñar que la calle –la política– también es nuestra. Ahora sigue pesado. Va a llover un tiempito más..

Lo de Iván

Aproximaciones a un por qué

POR tOmÁs agueRRe

POR ROmina sÁnchez