la aporía y la apuesta kantiana

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Oposiciones y dicotomas

Lgica oposicional y lgica dicotmica. Acerca de la relacin entre las oposiciones conceptuales de la filosofa.

Autor: Manuel Altamirano.e-mail: [email protected]" [email protected]: 0351-4743485.Escuela: Escuela de Filosofa.Director: Dr. Eduardo Rinesi (UNGS).Tribunal: Dr. Gustravo Cosacov, Lic. Eduardo Mattio, Lic. Sebastin Torres.Fecha de aprobacin: 25 de abril de 2008.Nota obtenida: 10.

Resumen

En el siguiente texto discuto el problema de las relaciones que pueden establecerse de manera legtima para las oposiciones conceptuales tradicionales del discurso filosfico, haciendo referencia tanto a sus relaciones internas, o sea, aquellas sostenidas entre ambos elementos de la oposicin, como a sus relaciones externas, es decir, las que mantienen entre s las diversas oposiciones. La constitucin de este problema puede variar, dependiendo de ciertas concepciones ontolgicas y epistemolgicas de base, y en consonancia con la forma elegida para su planteamiento, variar tambin la solucin propuesta. Aqu reviso una constitucin/solucin del problema de las oposiciones, de carcter estructuralista, para luego criticar esa visin desde una constitucin/solucin de carcter posestructuralista. El objetivo del trabajo es lograr el desarrollo de esta constitucin/solucin del problema de las oposiciones conceptuales, que, si bien de inspiracin postestructuralista, aportar una cuota importante de originalidad y especificidad, a partir de conciliar convincentemente las claves de la lgica de la hegemona de Ernesto Laclau, con los fundamentos de la crtica que Jaques Derrida realiza tanto a la metafsica logocntrica como al estructuralismo. Deberemos, a este fin, presentar dos conceptos propios, con los cuales lograremos explicar en detalle la originalidad de nuestro posicionamiento en el contexto del problema, as como tambin la particular solucin que de all derivaremos. Estos conceptos son los de lgica oposicional, y lgica dicotmica.

Palabras clave

Oposiciones filosficas , postestructuralismo , hegemona , indecibilidad apora

Introduccin

En este trabajo revisamos la constitucin de un problema filosfico y a la vez metafilosfico, desde el momento en que dicho problema se inserta en una matriz de discursos filosficos especficos, exigiendo la produccin de un texto acorde a ellos, pero al mismo tiempo afecta a ciertas condiciones generales en la constitucin de muchos tipos de discurso filosfico que no son directamente abordados aqu. Nos referimos al problema de la perspectiva y la metodologa con que es preciso comprender la interrelacin de las oposiciones conceptuales ms recurrentes en los discursos de la filosofa tradicional, pero presentes tambin en otros tipos de pensamiento, como el mtico. Adems de preocuparnos de la constitucin de ese problema, consideramos algunas soluciones paradigmticas ofrecidas por la filosofa contempornea. Como podremos observar, el planteamiento del problema mantiene una estrecha relacin con las soluciones que pueden proponerse para l. As, nos ocuparemos de evaluar la constitucin/solucin del problema segn una variante estructuralista, para pasar despus a la revisin de una constitucin/solucin de carcter postestructuralista, en el marco de la cul ofreceremos nuestra propia mirada del problema y de las soluciones que consideramos plausibles. Comenzaremos presentando la posicin estructuralista de Jean-Joseph Goux, filsofo francs que promueve la necesidad de un trabajo genealgico, orientado a descubrir los orgenes y la lgica de desarrollo de los conceptos centralizadores de sentido, aquellos capaces de constituirse en criterio de los cambios y sustituciones propias de la interrelacin y el trfico simblico. La pretensin genealogista de Goux est amparada en cierta comprensin de la idea de hegemona, y, como mostraremos, resulta propedutica para la invitacin final al desarrollo de un sistema, riguroso e incluso cientfico, capaz de revelar la lgica de relacin de las oposiciones conceptuales. A continuacin, nos ocuparemos de determinar las ideas clave de la teora de la hegemona, tal como es desarrollada por Ernesto Laclau. Procederemos, como es inevitable, a una lectura parcial y selectiva, lo que no significa, sin embargo, desvirtuar las intenciones generales de Laclau. El objetivo de este paso es utilizar el concepto de hegemona para evaluar la propuesta de Goux acerca del ascenso de un concepto especfico a una posicin privilegiada y rectora del sentido; por ejemplo, la prevalencia de ciertas oposiciones conceptuales y su papel en el mantenimiento de un tramado sistemtico capaz de ser aprehendido cientficamente desde una perspectiva estructuralista. Deberemos aclarar, especficamente, la lgica de la que depende el proceso hegemnico, concebido como convivencia de lo universal y lo particular, para cuestionar, basndonos en ella, la pretensin metodolgica de Goux. Por ltimo, revisaremos la crtica que Jaques Derrida realiza en De la Gramatologa, y otros textos, a la concepcin logocntrica de la oposicin habla/escritura. Deberemos hacer explcito el sentido en que esta crtica es equivalente al desarrollo de la nocin de hegemona propuesta por Laclau. En esta constatacin de la equivalencia lgica de ambos desarrollos radica uno de nuestros principales aportes. Sin embargo, nuestra intencin central va ms all. Queremos ofrecer un modelo que explique el tratamiento general que la filosofa tradicional, metafsica y logocntrica, dispensa a las oposiciones conceptuales. Y buscaremos, adems, explicar el proceso por el cul ese tratamiento clsico se ve subvertido. Ofreceremos, para tal efecto, los conceptos de lgica oposicional y lgica dicotmica, y evaluaremos hasta qu punto la ltima de estas lgicas presenta similitudes funcionales con el concepto de apora. Si bien Derrida se ocupa constantemente (sobretodo durante su produccin temprana y media) del tema de las oposiciones conceptuales, muchas veces lo hace de manera implcita, y siempre en relacin a otros problemas, cercanos, pero no idnticos. La originalidad de nuestro aporte radica en el intento de situar el problema de manera explcita y exhaustiva, ofreciendo un anlisis que, quizs sin lograrlo cabalmente, s intenta, al menos, llevar hasta las ltimas consecuencias algunas nociones que nos obligan a sistematizar la apreciaciones que aparecen, aqu y all, sueltas y parciales, sugerentes pero no definitivas, en los textos que consultaremos. Es as como, respetando la apertura que Derrida sugiere conservar (o a la que, lcidamente, se resigna), nos atrevemos a sistematizar la lgica oposicional, identificar su objetivo, y sistematizar tambin la lgica dicotmica, proceso paradjico en cuya contradiccin interna, vislumbrada y explotada por nosotros, radica la crtica y la subversin del antiguo modelo oposicional y la sospecha sobre el proyecto estructuralista.

1. Goux.

1.1. El problema de la metaforologa, o ciencia de las oposiciones conceptuales.

En Los equivalentes generales en el marxismo y el psicoanlisis, Jean-Joseph Goux se ocupa de plantear el fundamental problema de la supuesta analoga funcional y estructural de las oposiciones tradicionales del discurso filosfico, y ofrece una solucin especfica para ese problema, de tipo estructuralista, consistente en proponer el desarrollo de una ciencia de las metforas, un tratamiento sistemtico y sincrnico de las relaciones posibles entre las oposiciones. Goux se concentra en el concepto de cambio, la suplencia de una cosa por otra, en el contexto del trfico de elementos materiales o simblicos propio de cualquier relacin sustitutiva. Este proceso, considerado de manera general, implica el establecimiento de equivalencias entre ciertos elementos. Dichas equivalencias son establecidas, a su vez, por la autoridad de algunos signos privilegiados, que a lo largo del proceso cambiario mismo van alcanzando una posicin jerrquica. Estos signos especiales son los llamados equivalentes generales, cada uno centro de su respectivo monopolio de la representatividad, en el marco de los cuales actan como criterio de los cambios. A lo largo del texto de Goux, en que se revisan equivalentes generales paradigmticos, propios de la teora marxista (como el dinero, o el oro) y de la teora psicoanaltica (como el falo, o el padre), se muestra que estos conceptos rectores no son sino objetos particulares investidos artificialmente de cierta universalidad; fetiches, en definitiva. Sin embargo, la gnesis de esos equivalentes generales, y el desarrollo de sus sobreestimadas caractersticas, permanecen ocultos. Si bien esa oscuridad resulta necesaria para el xito del proceso cambiario, los fines de la investigacin exigen que dicho desarrollo sea analizado abiertamente. Goux seala que los equivalentes generales no son conceptos de prevalencia natural, sino artificial, devenida histricamente, y con ello, dependiente de un proceso hegemnico. El objeto de referencia es seleccionado, excluido del crculo de cambios y reubicado en una situacin privilegiada, como fetiche. La exclusin del objeto particular se explica por su bajo valor de uso; su situacin privilegiada, por otro lado, se explica dado su alto valor de cambio. Este objeto tiene, en definitiva, una identidad estable y universal, capaz de actuar como criterio en el establecimiento de normas. La eleccin universal de un equivalente preside la instauracin de la norma. Esta fijacin definitiva deviene la forma socialmente validada. Adquiere una autenticidad social. Es una forma oficial de los valores que puede reglar, normalmente, los cambios (Goux, 1973: 38). Ahora bien, para revelar esa hegemona, afirma Goux, es preciso un trabajo genealgico. Se propone entonces la investigacin de la gnesis, y, consecuentemente, de las garantas de todo referente institucionalizado. Esto se conecta al problema del origen, como veremos, clave de la deconstruccin postestructuralista derrideana. Pero Goux no es postestructuralista. No se investigar la supuesta intencionalidad de un sujeto, nos dice (desligndose as de la corriente fenomenolgica), sino la influencia de estructuras, mecanismos y patrones. De all que Goux afirme el isomorfismo de la gnesis y desarrollo de todos los equivalentes generales, y, con ello, implcitamente, el isomorfismo del proceso hegemnico mismo. La oposicin dinero/mercanca, que se vena discutiendo en el texto, se muestra entonces como equivalente a todas las formas de la oposicin alma/cuerpo, segn la formulacin de Goux. De esta manera, el equivalente general es, tal como el dinero, portador de la idea de trascendencia, inmutabilidad, universalidad, verdad. (Se da) un mismo proceso gentico, nos dice Goux, el mismo principio de estructuracin discontinua y progresiva que dirige el ascenso de la soberana normativa del oro, del padre y del falo (ibid. p. 32); y, si bien los elementos que constituyen esos conjuntos son diferentes, la sintaxis mediante la cual uno de esos elementos (al trmino de una historia) accede al poder y controla las evaluaciones en el conjunto del cual est excluido, es idntica (ibid). Este isomorfismo conduce a Goux a concebir la posibilidad de una ciencia de las metforas. Efectivamente, como existe una metfora paterna y la posibilidad de constituir una ciencia de las metforas se hace patente, existe tambin la posibilidad de una explicacin lgica y cientfica de la hegemona misma, explicacin del proceso por el que un objeto-fetiche particular asciende a un marco de universalidad. Goux confirma que toda gnesis de los significantes principales es isomorfa a la de la elaboracin discontinua de la forma dinero [] isomorfismo estratificado y cruzado cuya puesta al da, en corte histolgico, transversal y lateral, en la carne del organismo social, arroja la siguiente proposicin: existe un sistema cientfico de las metforas, un trabajo reglado de las equivalencias y de las sustituciones a travs de registros distantes del cuerpo textual general. Este no sera, principalmente aqu, ms que el eje de la metfora paterna (dinero, falo, lengua, monarca), metfora central, centralizadora, que permitira la fijacin de todas las otras, pivote de toda legislacin significante, lugar del patrn y de la unidad (ibid. p. 27). El lugar de la norma.

1.2. Crtica postestructuralista a la metaforologa.

Nosotros sugeriremos, en adicin a esto, que oposiciones como alma/cuerpo, oro/mercancas, o dinero/mercancas, son slo manifestaciones particulares de cierta lgica pero, al decir de Derrida, una lgica tachada. Mostraremos cmo esta lgica (la escribiremos entre comillas cuando hagamos referencia a esta particular lgica tachada), ante la cul sucumbe el anlisis de las oposiciones, no ser ms la lgica de la simple oposicin, ni ser posible a partir de ella el establecimiento de ciencia alguna. La llamaremos lgica de la dicotoma. Intentaremos argumentar la diferencia entre estos dos tipos de lgica (o lgica), que afectan no slo a la relacin interna de las oposiciones, sino al proceso hegemnico, basndonos en la crtica postestructuralista de Derrida. Es posible, en efecto, detectar una gran analoga en la gnesis y la lgica de desarrollo de los equivalentes generales, pero queda bajo sospecha la posibilidad de una descripcin sistemtica o de una explicacin de carcter cientfico, basada en la constatacin de estructuras. Es necesario dirimir con qu clase de analoga o isomorfismo estamos tratando. Es preciso, as, focalizar y analizar la decisin intempestiva de que esa sistematicidad sea posible, y que el hallazgo de esa sistematicidad suponga una solucin a un problema estructural. De ah el concepto historiogrfico asociado a Derrida: el postestructuralismo. De esa manera, deberemos cuestionar el trabajo genealgico estricto, dada la prdida de sentido que sufre el concepto de origen. La lgica de la hegemona (mejor, la lgica de la hegemona) tampoco podr ser sistemtica ni cientfica. La nica sistematicidad que puede establecerse, afirmaremos, es la de la asistematicidad misma, a la que Derrida denomina, entre otras formas, apora.

2. Laclau.

2.1. El concepto de hegemona. Contradiccin, antagonismo, indecibilidad.

De esta forma, percibimos que nos interesa el problema de la posible analoga funcional y estructural de las oposiciones binarias, y cmo ese problema mantiene directa relacin con la idea de origen, con el mtodo de la genealoga y con el proceso hegemnico, en el que nos detendremos ahora un instante. Laclau entiende al proceso de la hegemona como la compleja relacin entre lo particular y lo universal. As lo seala a lo largo de Emancipacin y Diferencia, compendio de ensayos en los que pretende determinar la lgica de una posible mediacin entre los conceptos de universalidad y particularidad, dimensiones que el autor considera fundamentales para la constitucin de las identidades polticas y tambin de la identidad en general, pero cuya articulacin no resulta nada clara. Para investigar la hegemona, Laclau propone analizar el concepto de emancipacin. La emancipacin ha sido entendida, a lo largo de la historia, segn el filsofo, como un acto de cambio radical, una permutacin completa que debe generar un espacio nuevo e irreductible al antiguo orden abandonado; una real emancipacin requiere un verdadero otro es decir, un otro que no pueda ser reducido a ninguna de las figuras de lo mismo (Laclau, 1996: 14). Pero esto implica, curiosamente, que el orden dejado atrs no poda ser objetivo, completo, universal (ya que una condicin objetiva y universal no puede ser abandonada y superada por un movimiento emancipatorio de carcter histrico). Laclau concluye que no puede existir, si alguna vez ha de producirse o se ha producido una emancipacin efectiva, ninguna objetividad positiva subyacente a esa ruptura, que pudiera constituir de manera definitiva las identidades de los grupos en conflicto. En ese caso la emancipacin sera pura Aufhebung, una asimilacin permanente de la alteridad en la identidad cerrada de lo mismo, revelando as a la supuesta diferencia como superficial y aparente. La existencia de un fundamento radical de este tipo establecera una lnea de continuidad entre el orden pre-emancipatorio y el nuevo estado producido por cualquier emancipacin. Pero si la emancipacin es radical, si genera una situacin completamente distinta al orden precedente, no puede existir tal fundamento radical, y el orden precedente, al igual que el nuevo estado post-emancipatorio, resultan radicalmente contingentes. En relacin a estas dos perspectivas podemos comprender los conceptos, centrales en el pensamiento de Laclau, de contradiccin y antagonismo. La contradiccin es presentada en el sentido de la dialctica hegeliana, como un concepto conservador, como un conflicto superficial y aparente que mantiene intacta la identidad final de una verdad universal y objetiva. El concepto de antagonismo, en cambio, implica la introduccin de un elemento exterior al sistema, un elemento que queda por fuera de los lmites, pero que al mismo tiempo participa en la constitucin de la identidad del sistema, y vuelve a esa identidad, entonces, constitutivamente dislocada. Laclau se inclina, ante este dilema, por la prevalencia del carcter antagnico del tramado social, y con ello afirma una nueva concepcin del concepto de identidad, desde ahora siempre dislocada y nunca plena. Tambin en relacin a la hegemona, como proceso que describe la interaccin complementaria de la universalidad y la particularidad, y explica el surgimiento de identidades sociales, Laclau afirma que la necesidad de una identidad objetiva y universal se ve fuertemente cuestionada. Las contingencias de las luchas histricas entre diversos elementos heterogneos parecen ilustrar mejor el transcurso de la historia y el estado de lo social. De ah que resulte poco plausible, tomando a prstamo viejos conceptos aristotlicos, pretender aislar una supuesta esencia de sus accidentes, que no son sino otros tantos elementos constitutivos de la identidad en cuestin (desde ahora siempre precaria y dislocada). Lo universal ve amenazados sus pilares tradicionales, y su obligada interaccin con lo particular deja de ostentar un papel dominante y directivo, trocando esa prevalencia clsica en un relacin mucho ms compleja, de complementariedad y mutua dependencia. Por eso Laclau sugiere que, antes que la objetividad, o que la negatividad que la impide, es la relacin tensa y permanente entre esos niveles la que pertenece a un nivel ontolgico ms primario. El antagonismo entre esos elementos (entre la necesidad y la negatividad, entre la necesidad y la contingencia), y no la contradiccin, corresponde al nivel ms primario; pero se mantiene, a la vez, como el elemento negativo de la relacin, como argumentaremos ms adelante. La contingencia no es, de esa forma, el reverso negativo de la necesidad, sino el elemento de impureza que deforma e impide la constitucin plena de esta ltima. Esa relacin tensa y cambiante es lo que llamaremos una dicotoma. Lo que encontramos es siempre una situacin limitada y determinada en la que la objetividad se constituye parcialmente y es tambin parcialmente amenazada: en la que las fronteras entre lo contingente y lo necesario se desplazan constantemente. Y este doble juego de subversin mutua entre lo contingente y lo necesario es un terreno ontolgicamente ms primario que el de una objetividad pura o una contingencia total. Afirmar el carcter constitutivo del antagonismo no implica por lo tanto remitir toda objetividad a una negatividad que reemplazara a la metafsica de la presencia en su papel de fundacin absoluta, ya que esa negatividad slo es concebible, precisamente, en el marco de la metafsica de la presencia. Lo que implica es afirmar que el momento de indecibilidad entre lo contingente y lo necesario es constitutivo y que el antagonismo, por lo tanto, tambin lo es (Laclau, 2000: 44). En la cita anterior apareci el concepto de indecibilidad, clave en la obra de Derrida, y uno de los puentes que comunican a este ltimo con Laclau. Tal concepto sugiere la necesidad (y la imposibilidad) de que la tensin conceptual entre lo necesario y lo imposible, o entre lo universal y lo particular, permanezca inclume, ya que estas dos lneas de pensamiento no se fundan en simples errores analticos, de modo tal que pudiramos elegir entra una u otra para formular un discurso libre de incoherencias lgicas. La cuestin es mucho ms complicada porque las dos lneas de pensamiento son igualmente necesarias para la produccin de un discurso emancipatorio (Laclau, 1996: 1819). De este modo, no nos enfrentamos con una incompatibilidad lgica sino con una real indecibilidad entre las dos dimensiones la dicotmica y la de fundamento. (ibid. 22).

2.2. Universalidad/Particularidad.

La universalidad slo puede ser un lugar vaco, el nombre de una plenitud que en la prctica est siempre ausente. Si esa plenitud ha sido apropiada y tiene contenido, ste siempre ser particular, haciendo que la universalidad presente de ese particular no sea sino contingente y hegemnica. La relacin, en general, es indecidible (no puede pronosticarse ni explicarse cabalmente, ni puede otorgarse legitimidad absoluta a una decisin en uno u otro sentido). Tambin es imposible y necesaria, ya que un elemento de universalidad es necesario para la constitucin de una entidad que quiere emanciparse, pero nunca puede alcanzar la universalidad completa. Las oposiciones conceptuales, usuales en la argumentacin filosfica, implican la convivencia de un momento universal y un momento particular, tal como la oposicin universal/particular lo hace literalmente. Por lo tanto, pueden ser sometidas a la visin de la lgica hegemnica, que las revela como cargadas de antagonismo y contingencia, modificando su antigua lgica. Enfrentados, entonces, no slo a un fundamento que no es radical, sino a una emancipacin que tampoco puede serlo, podemos observar cmo la oposicin entre universalidad y particularidad se vuelve una relacin de imposibilidad y necesidad. Lo mismo sucede con esa otra oposicin ya mencionada, entre lo mismo y lo otro. Las oposiciones clsicas de la metafsica, al decir del autor de la Gramatologa, son insolubles, expresan la alteridad radical que configura al tejido social. Son imposibles, s, pero tambin necesarias. Trataremos de mostrar que esta perspectiva supone una modificacin a la lgica de la oposicin en el sentido metafsico-logocntrico que cuestiona Derrida, ya que ese sentido incluye la necesidad de que la oposicin fomente una eleccin efectiva y una correspondiente resolucin. Ahora podemos observar, sin embargo, que las oposiciones contienen, al mismo tiempo, un elemento de universalidad y un elemento de particularidad. La universalidad como plenitud ausente o significante vaco, y la particularidad como aquello que encarna a la plenitud de manera hegemnica y la sustrae de su ausencia. Las oposiciones, entonces, implican una cuota de antagonismo o heterogeneidad, que manifiesta la necesidad de la convivencia entre lo universal y lo particular, pero a la vez la imposibilidad de esa convivencia, ya que ninguno de esos momentos puede ser reducido al otro. Esto lleva a que tambin la lgica de la hegemona, sustentada sobre la oposicin de lo universal y lo particular, comparta estas caractersticas. Y aqu nos encontramos con una primera sombra de sospecha hacia la afirmacin de que el proceso hegemnico constituya una lgica coherente, sistemtica, unitaria. Veremos cmo Derrida elige tachar el concepto de lgica, y algunos otros, como medida de precaucin, ante la imposibilidad de eludir su utilizacin. Pero cmo es posible que una oposicin, como la de lo mismo/lo otro, o universal/particular, o necesario/contingente, construida precisamente para diferenciar, identificar segn esa diferencia, y permitir una eleccin certera de uno de los trminos enfrentados, sea sin embargo insoluble, insuperable, obstinadamente opuesta? Laclau, como venimos revisando, afirma que las oposiciones construidas en cadenas paralelas y enfrentadas (como dinero/mercanca, lo mismo/ lo otro, necesidad/contingencia, etc.) no pueden reducirse a ninguno de los dos polos binarios que incluyen. Es decir, la oposicin no se identifica con alguno de los trminos, sino con ambos a la vez, y ms especficamente con la diferencia y el enfrentamiento que se sostiene entre ellos. Esto es, a primera vista, correcto. Pero debemos mirar ms de cerca dentro de esta lgica de la oposicin.

2.3. Tabla de oposiciones y lgica oposicional.

Lo primero que debemos hacer es decidir y respetar cierto orden, para asegurarnos de que nuestro tratamiento con las oposiciones sea uniforme y pueda revelar el isomorfismo subyacente. Debemos estudiar no ya el funcionamiento separado de esas oposiciones sino las caractersticas de su lgica estructural para arribar a las caractersticas de su lgica. Ordenemos las oposiciones, entonces, siempre de la misma manera, con el trmino que representa al alma segn el decir de Goux del lado izquierdo, y el trmino que representa al cuerpo del lado derecho. Para visualizar con mayor facilidad esta organizacin, podemos dibujar una sencilla tabla, que incluya las oposiciones comentadas hasta ahora:

IZQUIERDA DERECHA

- Alma - Cuerpo- Lo Mismo - Lo Otro- Necesidad - Contingencia- Necesario - Imposible- Universal - Particular- Dinero (u oro) - Mercancas- Orden - Conflicto

Una vez ms, lo que intentamos rescatar con esta organizacin espacial de las oposiciones es la homologa que parece producirse entre ellas. Este paralelismo radica en la equivalencia de funciones que parecen tener todos los trminos de la izquierda entre s, y tambin, entre s, todos los trminos de la derecha. Recordemos que el proyecto de Goux era determinar cientficamente el despliegue de esa gran metfora o analoga entre las oposiciones. Hemos prometido cuestionar el carcter cientfico de este proyecto, si bien comulgamos con la bsqueda de una analoga que se revelar luego como de un tipo muy determinado, contrario a lo que podra considerarse cientfico. La homologa se produce desde el momento en que todas estas oposiciones comparten una lgica oposicional, que, como dijimos, sita los trminos opuestos frente a frente, siempre con el objetivo de conminar a una eleccin por uno de esos trminos nunca con la intencin de que la oposicin permanezca en el estado de indecisin que supone el momento oposicional. La oposicin obedece a una lgica que quiere la disolucin de la condicin oposicional; una lgica que quiere la eleccin de la funcin representada por el trmino de la izquierda, para ser ms precisos, al que se sita en la vereda opuesta del concepto que debe despreciarse el trmino que queda ubicado del lado derecho.

2.4. La columna de la derecha de la tabla.

Ahora bien, a diferencia de la afirmacin de Laclau que recogimos ms arriba, segn la cual la oposicin no se reduce a ninguno de sus trminos, queremos sugerir que el trmino ubicado del lado derecho en la tabla de las oposiciones esto es, la funcin que representa el trmino del lado derecho comprende, paradjicamente, a la oposicin completa. Aunque pronto veremos que lo comprendido por el trmino de la derecha no es precisamente la oposicin, sino ms bien lo que llamaremos la dicotoma. Consultemos fugazmente el caso de una oposicin central para el terreno de la poltica, como lo es el par orden/conflicto. Porque el conflicto, trmino de la derecha en aquella oposicin, es l mismo una oposicin, una divisin, la promesa o la actualidad de un quiebre, la negacin de una identidad, la promesa de alteridad y la advertencia de la imposibilidad de lo unvoco, cuando el orden quiere ser todo lo contrario. El orden combate esa imposibilidad y privilegia la necesidad, la unidad y el consenso, el desarrollo sistemtico y la finalidad comn. Cualquier pensamiento poltico del Estado, por ejemplo, entender a las oposiciones segn la tradicional lgica oposicional, es decir, las interpretar como conminaciones a la eleccin de la funcin representada por los trminos que hemos ubicado a la izquierda de nuestra tabla. Esa conminacin a la eleccin aparece, en definitiva, como la causa de la divisin oposicional. La oposicin se construye con vistas a esa finalidad. As, reconocemos en la concepcin tradicional de la oposicin, y en su lgica, lo que Laclau llamara la contradiccin, es decir, la mera apariencia de una disyuncin sobre el fondo real de una identidad inmutable, objetiva y necesaria.

2.5. Hegemona y estructura. La ausencia de centro en la oposicin universal/particular.

La hegemona es entonces la competencia perpetua de entidades particulares por llenar el vaco de la plenitud ausente, tarea que no resulta menos necesaria, a pesar de ser imposible. La imposibilidad (referida, claro, a una satisfaccin plena del requerimiento de representacin) radica en que el significante vaco, destinado a cumplir la funcin representativa y universal, ser constitutivamente inadecuado, porque no podr soportar una identificacin cualquiera, ya sea diferencial, equivalencial o hegemnica, sin subvertir su necesaria condicin de significante vaco. Tampoco encuentra directriz para determinar las condiciones de su particularizacin potencial, o sea, quin y cmo, cundo y con qu deba ser ocupado ese vaco, factores que dependen de una factualidad contingente y contextual, manifestada por un intercambio de poder, propio de la lgica hegemnica. En este sentido, Laclau seala en su ltimo libro que la necesidad de este objeto imposible de acceder de alguna manera al campo de la representacin [] (implica) la posibilidad de que una diferencia, sin dejar de ser particular, asuma la representacin de una totalidad inconmensurable. De esta manera, su cuerpo est dividido entre la particularidad que todava ella an es y la significacin ms universal de la que es portadora (Laclau, 2005: 95). La conexin entre Laclau y Derrida que nos parece importante para el tema de las oposiciones puede ilustrarse recordando el texto fundamental que inaugur, de alguna manera, la difusa y no oficial escuela postestructuralista. Este ensayo se recoge en La Escritura y la Diferencia. Nos referimos a La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas. All Derrida quiere cuestionar los supuestos ms bsicos de la corriente estructuralista, de gran influencia en aquellos tiempos e incluso hoy. Derrida argumenta que la idea de estructura ha podido cimentarse mediante el gesto de determinar un centro, un origen fijo y presente, o bien un destino determinado, tendientes a regular lo que podra llamarse el juego de la estructura, es decir, su posibilidad de movimiento, su alcance, su rango de influencia y sus perspectivas de cambio. Este juego, potencialmente peligroso para las pretensiones sincrnicas del estructuralismo, pasa a verse inaugurado y permitido, desde un comienzo, por ese centro de la estructura, que lo cierra a determinadas posibilidades, lo restringe y lo organiza. Tal como los lmites originan y restringen, a la vez, a un sistema de diferencias. El centro de la estructura comparte otra caracterstica con el lmite del sistema, que es la de ubicarse por fuera suyo, pero de cierta manera paradjica, tambin por dentro. Derrida se refiere a ese centro, muy especficamente, como a la idea de arkh, o bien de telos, o incluso ambas a un tiempo. La historia de la estructura, entonces, est conformada por las sustituciones de sus nombres o formas sobre el eje de un centro fijo que es la presencia de la arkh e incluso la presencia, como anticipacin acosadora, de un telos. Toda la historia del concepto de estructura [] debe pensarse como una serie de sustituciones de centro a centro. El centro recibe, sucesivamente y de una manera regulada, formas o nombres diferentes. La historia de la metafsica, como la historia de Occidente, sera la historia de esas metforas y de esas metoniminas [] Se podra mostrar que todos los nombres del fundamento, del principio o del centro han designado siempre lo invariante de una presencia (Derrida, 1989: 385). Pero, a diferencia de la metaforologa genealogista propuesta por Goux, Derrida afirma que el sustituto no sustituye a nada que de alguna manera le haya pre-existido (ibid.). No hay un origen determinado, natural y legtimo, que una genealoga sistemtica y rigurosa pudiera hacer transparente. En la concepcin de Derrida es posible observar una caracterstica equivalente a las de los rdenes hegemnicos, que se sustituyen unos a otros, pero de los que es imposible predicar un orden original. A partir de ah, indudablemente se ha tenido que empezar a pensar que no haba centro, que el centro no poda pensarse en la forma de un ente presente, que el centro no tena lugar natural, que no era un lugar fijo sino una funcin, una especie de no-lugar en el que se representaban sustituciones de signos hasta el infinito (ibid.). Un significante vaco, quizs? Una plenitud ausente que, conquistada peridicamente por significantes especficos, no resigna sin embargo su obstinada condicin de lejana inalcanzable? Este es entonces el momento, en palabras de Derrida, en que, en ausencia de centro o de origen, todo se convierte en discurso, es decir, un sistema en el que el significado central, originario o trascendente no est nunca absolutamente presente fuera de un sistema de diferencias. La ausencia de significado trascendente extiende hasta el infinito el campo y el juego de la significacin (ibid.). El campo y el juego de la hegemona, podramos decir tambin. Lo dice el propio Laclau en el cuarto ensayo de Emancipacin y diferencia: Porque la estructura requiere las conexiones contingentes como parte de su identidad, pero estas conexiones precisamente porque son contingentes no pueden derivarse de ningn punto en el seno de la estructura [] el hecho de que slo una de las conexiones contingentes posible haya sido realizada, es algo que no puede explicarse desde el interior de la estructura. (p. 158)

3. DERRIDA

3.1. La concepcin logocntrica del habla y la escritura.

En De la Gramatologa, Derrida investiga otra de las oposiciones conceptuales paradigmticas, la relacin habla/escritura. En este texto identifica a la filosofa tradicional, de carcter metafsico (que se extendera a grandes rasgos entre Platn y Hegel), con el llamado logocentrismo, por la prevalencia que el conjunto de autores referidos otorgara, implcita o explcitamente, al habla, a la palabra viva, a la razn: es decir, al logos. El habla es siempre presente, y manifiesta, con inmediatez y transparencia, los estados del alma, la conciencia del emisor; es el adentro. La escritura todo signo en general es suplementaria, diferida, y representa la muerte; es el afuera (Derrida, 1971: 23-24). La phon habra sido, para esta tradicin que Derrida llama logocntrica, la nica forma capaz de manifestar, de manera inmediata y sin prdidas, el sentido del logos. El logos, como pensamiento, como interioridad de lo que luego se llam la conciencia, es manifestado por el habla en la forma de una encarnacin inmaterial pero inmediata, que no deja remanente alguno. Todo significante, por lo tanto, y especialmente el escrito, sera as derivado, estara diferido de aquel significado, caera en la exterioridad del sentido, y sera relacionado, entre tantas otras cosas, con la imagen de la muerte. Para Rousseau (quien es objeto de extenso anlisis en este texto de Derrida), y la tradicin metafsica occidental o logocntrica, esa escritura pasaba por ser el simple y devaluado suplemento del habla, un ltimo recurso a utilizar cuando la presencia del habla, y con ello del logos y de la verdad, no pudiera ser asegurada. El sistema del orse-hablar, siempre preferible, implicaba la inmediatez, la veracidad del significado, su no-exterioridad y no-contingencia, problemas siempre amenazantes, en cambio, para un cmulo de smbolos muertos, que una vez estampados y arrojados as al universo de lo material la tinta, el papel, el smbolo, se veran abandonados a su suerte, hurfanos de la intencin comunicativa del emisor, condenados a un mundo de cambio y confusin. Ms ac, pero al igual que Platn, Ferdinand de Saussure consider a la escritura como una contaminacin del habla perpetrada por su condicin de afuera, de exterior, una fractura de la interioridad del alma, y ms an, cual moralista, la calific antes de pecado que de error, tal como el cuerpo, su sensibilidad y su pasin, fueron mayormente pecaminosos, para la tradicin occidental, en relacin al espritu al menos si en ellos se depositaba el principal inters y cuidado del individuo, a despecho del alma (cf. ibid. p. 46). Saussure otorga, entonces, el carcter de natural a la relacin del sentido con el sonido, y no as con la imagen, artificialidad suplementaria y diferida que viene a distorsionar la contemporaneidad y la presencia natural del orse-hablar (cf. ibid. p. 47). De esta manera, el logocentrismo ha sido capaz de configurar una tabla de oposiciones, todas reflejadas en el espejo de la separacin entre el habla y la escritura. Desde la vida de la voz a la muerte del signo, la presencia del sentido en uno, su ausencia en otro, la inmediatez y la re-presentacin, pasando por la discriminacin entre el adentro y el afuera, el significado y el significante, lo fontico y lo ideogrfico, hasta la naturalidad y la artificialidad, o el alma y el cuerpo la que otorgaba la forma general a la oposicin, segn Goux, estas oposiciones se ven configuradas, a partir de la analoga funcional, en orden a privilegiar al trmino de la izquierda, conminar a su eleccin, recalcar su prevalencia ontolgica, cientfica o moral.

3.2. La crtica de Derrida a Saussure. Dos nociones de escritura.

Pero Derrida cuestiona la postura de Saussure. ste afirma que los signos son arbitrarios, y que el habla no depende de signos. Derrida considera que el habla s est conformada por signos, no grficos, pero fnicos. Distingue as dos nociones de escritura. Una es el sentido general de la escritura, que incluye todas las inscripciones e instituciones durables, y la otra es el sentido restringido, que implica, dentro de la amplia gama de inscripciones posibles, slo a los signos grficos. Saussure se limita a considerar el sentido restringido de la escritura para condenar su carcter suplementario. Pero ignora por completo la dimensin que Derrida llama el sentido general de la escritura. Para el autor de la Gramatologa, incluso el habla pertenece a la escritura, en su sentido general. Si escritura significa inscripcin y ante todo institucin durable de un signo [] la escritura en general cubre todo el campo de los signos lingsticos. En este campo puede aparecer luego una cierta especie de significantes instituidos, grficos en el sentido limitado y derivado de la palabra, regulados por una cierta relacin con otros significantes instituidos, por lo tanto escritos, an cuando sean fnicos (ibid., p. 58). De ah la doble valencia de la escritura, que es externa al habla como su re-presentacin, su suplemento, segn el sentido restringido, y a la vez, en un nivel ms primigenio, interna al habla su condicin de posibilidad, ya que el habla es una especie de la escritura, en su sentido general (cf. ibid. p. 60).

3.3. Lgica oposicional y lgica dicotmica.

Ahora podemos establecer la diferencia entre la lgica oposicional y la lgica dicotmica. Ambas regulan, a su manera, la relacin interna de cada oposicin conceptual y la relacin entre las oposiciones conceptuales entre s. Actualicemos la tabla que dibujamos un poco ms arriba, con algunas oposiciones que aparecieron hasta el momento, y otras que no podremos discutir, pero que resultan equivalentes. Esta tabla no es exhaustiva ni menos an definitiva, y el lector puede pensar otros pares que se ajusten a ambas formas de la relacin.

IZQUIERDA DERECHA

Alma CuerpoLo Mismo Lo Otro Necesidad Contingencia Necesario Imposible Universalidad ParticularidadDinero MercancaOrden ConflictoSistema Exterior constitutivo Identidad Diferencia (como diffrance)Homogeneidad HeterogeneidadCierre (estructura) Apertura (gnesis) Contradiccin (negacin) Antagonismo Esencia AccidenteUnidad DicotomaLogos, habla Escritura, grafaSignificado SignificanteVida MuertePresencia AusenciaAdentro AfueraInmediatez Re-presentacinNatural (naturaleza) Artificial (cultura)Conciencia InconscienteRazn (palabra) Locura (silencio)Tesis o sntesis AnttesisForma (universal) Contenido (particular)Realidad AparienciaBien MalTrascendente EmpricoDerecho Justicia (ver Fuerza de Ley de Derrida)Justicia Demandas democrticas (Laclau)Totalitarismo PolticaAdministracin, polica Poltica (por ejemplo en Rancire)Poder constituido Poder constituyenteDialctica TragediaOposicin Dicotoma

Como hemos dicho, la lgica propia de la concepcin metafsico-logocntrica, que hemos llamado lgica oposicional, funciona construyendo la oposicin con el fin de conminar a la eleccin del trmino que agrupamos a la izquierda de nuestra tabla, representativo de la funcin privilegiada por la filosofa tradicional, y no para que la oposicin permanezca en su estado dual original (es entonces una contradiccin, dada su superficial contraposicin y su proteccin final de una identidad objetiva y absoluta). Por otro lado, la lgica dicotmica, incapaz de pretender un sentido, una finalidad, un funcionamiento sistemtico (pero que sin embargo nosotros nos obstinamos en delinear, an cuando no consigamos sino explicar su consistente asistematicidad), produce que la columna situada del lado derecho de la tabla sea, a la vez, una parte de la oposicin (slo uno de sus dos elementos), y el todo de la oposicin (arruinando el concepto tradicional de identidad), tal como la Escritura (en sentido general) es el todo de la oposicin habla/escritura, dando origen a sus elementos. Como las oposiciones son anlogas entre s, la funcin de la derecha siempre incluye conceptos intrnsecamente duales o conflictivos tambin intrnsecamente contrapuestos a la unidad y la necesidad que en s mismos manifiestan una oposicin irresoluble. La relacin entre los dos trminos de la oposicin se vuelve permanente, incapaz de alcanzar una resolucin necesaria y de derecho (resolucin que acabara con la relacin), siendo susceptible slo de resoluciones de hecho, hegemnicas (el habla debe su lugar a una represin hegemnica y el logocentrismo es pura hegemona naturalizada). Ese nuevo sentido de totalidad, es decir, la totalidad de la oposicin que supone el trmino de la derecha, responde al estatus de lo que Derrida denomina una apora: la imposibilidad de una experiencia que es sin embargo necesaria. La eleccin es imposible, si pretendemos que sea de derecho, pero necesaria, y as lo demuestran sus concreciones factuales, de hecho; cuando la eleccin y la conformacin de una identidad se producen, por ejemplo, de manera hegemnica, se afirman elementos contingentes, accidentales. Con ello, lo necesario es ahora el accidente. El trmino de la izquierda de nuestra tabla se vuelve un significante vaco; antes pretenda la plenitud, la identidad, la universalidad, pero ahora ese lugar es lo que queda ms all del lmite que configura el nuevo sistema de significacin y a la nica identidad posible, la fallida. Si tal plenitud vaca es ocupada y devuelta a la presencia, depender siempre de un proceso que incluir lucha de poder entre particularidades (identidades diferenciales o equivalenciales), contextos determinados y resultados contingentes. Esta paradjica condicin de parte y todo, inherente a la nueva funcin manifestada por los trminos de la derecha de la oposicin, es lo que llamaremos dicotoma, cuyo carcter es irreductible, escapa irremediablemente de la posibilidad de eleccin a la que nos quiere conminar la oposicin. Porque esa funcin implica un conflicto, una divisin, nos obliga a lidiar indefinidamente con la incomodidad de un lugar inestable, que no termina nunca de establecerse ni de nombrarse, que no gusta de mostrarse tal cual es, porque no es. No es acaso el conflicto como trmino de la derecha en la oposicin que lo enfrenta al orden una divisin, una dislocacin de las identidades, la marca de lo inestable que mantiene en inquietante suspenso al origen y al fin? No es acaso el conflicto la disputa por la facultad de poner los nombres, y de establecer las condiciones la verdad de ese origen y ese fin? Y lo Otro, no es acaso el espejo en que lo Mismo se mira constantemente, vanidoso pero ciego, creyendo que su mismidad depende slo de s mismo, sin sospechar jams del papel fundamental que en su constitucin, siempre provisoria, juega la alteridad? Tambin la particularidad indica un quiebre problemtico para la identidad hegemnica, que se pretende a s misma universal. Cmo justificar la prevalencia de una identidad parcial, que carece de privilegios especiales o de derecho, en su relacin con el poder? Sabemos que la particularidad es la que da un sentido determinado a la universalidad, siempre vaca o ausente, posibilitando de esa forma el acceso a la hegemona. Tambin la heterogeneidad y la apertura: ambas suponen caractersticas de la nueva concepcin de la oposicin. Se enfrentan a la homogeneidad y al cierre, o sea, a la condicin definitiva propia de la oposicin en su sentido tradicional. Esta oposicin supona una superficial contradiccin, destinada a ocultar y proteger la inmutabilidad de una identidad cerrada. De all que cualquier eleccin entre los trminos de esta nueva oposicin sea estrictamente imposible. Este nuevo caso de trmino de la derecha (imposible) indica una caracterstica ms de la totalidad que constituye, sin dejar con eso de ser tambin una de sus partes (necesario/imposible es una oposicin que exige una eleccin imposible), de la misma manera en que la particularidad supone uno de los elementos que se convocan para la constitucin de lo hegemnico, pero que resume a la vez la condicin de la identidad hegemnica definitiva, que no puede sino ser particular y contingente. As, de la mano de la imposibilidad de derecho que acosa a la eleccin sobre una oposicin conceptual, cualquier eleccin de hecho resultar violenta y accidental. Que esa eleccin sea, sin embargo, necesaria, no hace sino acentuar que lo necesario es el accidente (la eleccin, hemos dicho, es un accidente), y no as la (supuesta) esencia. Imposibilidad y necesidad que derivan en una indecibilidad constitutiva, ajena al espritu de la oposicin tradicional y de la funcin primordial que ubicamos como cadena de la izquierda en nuestra tabla; indecibilidad propia, en cambio, de la inestabilidad y el carcter obstinadamente dicotmico de una nueva oposicin que ya no es una simple oposicin, contradictoria e idntica a s misma, sino antagnica. La dicotoma no permite el transcurso electivo, porque no es un camino: la dicotoma es una apora.

3.4. La dicotoma y el nuevo sentido de la cadena de oposiciones.

Oposicin/dicotoma e identidad/dicotoma son entonces funciones equivalentes entre s. Equivalentes tanto si las queremos leer como oposiciones y all nos veramos forzados a optar por la oposicin, que implica identidad: ntese que hablamos de los trminos de la izquierda como si elegimos leerlas como dicotoma en ese caso, optar por la dicotoma es optar por la obstinacin a la apertura de esa fallida, porque indecidible, oposicin, o bien, lo que es lo mismo, de esa fallida identidad: y la dicotoma, cmo no, es el trmino de la derecha en estas dos oposiciones (y de alguna manera en todas). Derrida no pierde de vista la homologa de las oposiciones, que forman as una cadena. La lingstica no puede mantener la diferencia entre significante y significado sin la diferencia entre lo sensible y lo inteligible, por cierto, pero tampoco sin conservar al mismo tiempo, ms profunda e implcitamente, la referencia a un significado que pudo tener lugar, en su inteligibilidad, antes de toda expulsin hacia la exterioridad del aqu abajo sensible (Derrida, 1971: 20). De esta manera, se liga al significado con lo inteligible, y adems con lo trascendente. Afirma tambin, acerca de esas cadenas, que no se trata naturalmente de rechazar esas nociones: son necesarias y, al menos en la actualidad y para nosotros, nada es pensable sin ellas. Se trata ante todo de poner en evidencia la solidaridad sistmica e histrica de conceptos y de gestos de pensamiento que muchas veces se cree poder separar inocentemente. El signo y la divinidad tienen el mismo lugar y el mismo momento de nacimiento [] Tanto menos debemos renunciar a esos conceptos puesto que nos son indispensables para conmover hoy la herencia de la que forman parte (ibid.). Esta solidaridad sistemtica es la que lleva a la metodologa de la ciencia de las metforas o analogas en Goux, slo que este autor no emprende una necesaria crtica a su propia crtica y as queda ciego a sus aporas, cuando Derrida s emprende esa suerte de metacrtica. Nuestra reinterpretacin de las oposiciones, y la identificacin de las cadenas que forman sus trminos cuando son ordenadas adecuadamente en atencin de la correspondencia de sus funciones, muestra cmo la segunda cadena, que hemos llamado de la derecha, es a la vez parte y todo, replicando as a la lgica hegemnica. Su particular estructura escapa a la estructuralidad trascendente contra la que Derrida nos advierte, a diferencia de Goux. Esta lectura permite as la inscripcin de esas dicotomas en un proyecto que busca conmover la herencia metafsico-logocntrica, sin caer de bruces en la inscripcin dentro del sistema de oposiciones de la metafsica contra la que Derrida previene constantemente. El problema no ha pasado desapercibido para Mnica Cragnolini que, en Para una melancologa de la alteridad: Diseminaciones derridianas en el pensamiento nietzscheano, seala: Frente al esquema de la guerra nietzscheana, y de la Destruktion heideggeriana, Derrida plantea la deconstruccin como solicitacin: este hacer temblar el edificio de la metafsica es algo que acontece desde las fisuras del mismo, fisuras que indican que no est tan bien construido. El medium de la deconstruccin lo constituyen los indecidibles, esas unidades de simulacro que se hallan entre las oposiciones binarias, y que indican que la lengua ya se est deconstruyendo. Como falsas unidades verbales, ponen en una situacin de parlisis al binarismo de la metafsica occidental (Cragnolini, 2001: 61-76). Algo parecido en Deconstruccin y pensar en las fisuras: Las formas de enfrentarse a la historia de la metafsica son diversas: superacin, ms all, inversin, subversin son algunos de los nombres para esos modos diferentes. El deconstruccionismo se presenta, combinando algunas de estas formas, como un habitar las estructuras de la metafsica para mostrar las fisuras de las mismas. Una conviccin gua a este pensamiento: no se puede, por simple decreto, ir ms all de la metafsica, tampoco se puede plantear la simple inversin de los trminos o la simple destruccin del binarismo que caracteriza a la metafsica (Cragnolini, 1999). De ah que nuestra lectura de las oposiciones como dicotoma no pretenda, como en Goux, la calificacin de ciencia de la metfora, o bien la calidad de libro (Cf. Edmond Jabs y la cuestin del libro, en Derrida, 1989: 90-106), capaz de retomar desde el verdadero inicio alguna vez perdido las diatribas de una historia como debera haber sido, sino que apunte, por el contrario, a mostrar cmo esa constitucin plena de la visin acerca de las metforas es inviable, ya que el origen de la metaforicidad es un diferimiento, y no un lugar o un momento, no un tiempo o un espacio sino el diferimiento del tiempo y del espacio que supone la diffrance (Cf. La diffrance, en Derrida, 1994: 37-62). Su exterioridad constitutiva, en otras palabras; tambin su condicin inapelable de dicotoma. Es decir, la afirmacin de su necesidad, pero al mismo tiempo de su imposibilidad.

3.5. El problema de la institucionalizacin

Un ltimo tema que queremos tratar, relacionado al de la sistematicidad posible de las lgicas relacionales, as como emparentado con el proceso hegemnico y las identidades que ste genera, es el tpico de la institucionalizacin. El momento en que la disputa por un nombre o un lugar vaco y privilegiado da lugar a un nuevo sujeto, o a una norma. En Fuerza de ley: el fundamento mstico de la autoridad, Derrida distingue entre derecho y justicia, la oposicin derecho/justicia (Cf. Derrida, 2008). El derecho es un cuerpo de normas establecidas, sustentado por la fuerza de una violencia originaria que decidi para esa norma una determinada forma, un espacio y un lugar. Derrida llama a esta violencia un silencio mstico. La idea de silencio proviene del carcter impuesto (y no deliberado) que tiene la norma en su versin final. El derecho, en tanto construido, es deconstruible. La justicia, en cambio, no es deconstruible, es la deconstruccin misma. La justicia como impugnacin, como promesa y apertura constante que cuestiona los ordenes establecidos del derecho. Pero la justicia se ve atrapada por una apora: para ser efectiva, necesita intervenir materialmente, y no limitarse a ser slo una promesa. Pero cuando la justicia genera instituciones nuevas, se pierde a s misma, deja de ser justicia, para ser derecho. Permanecer como justicia le es imposible, transformarse en derecho le es necesario. Es necesario entonces que se pierda a s misma, y su experiencia aparece como imposible. Por lo cual la justicia es tambin una apora. La lgica (i-lgica, a-lgica) de la dicotoma es equivalente a la lgica oposicional si de evadir a la apora se trata: ambas son incapaces de hacerlo. La diferencia es que la lgica de la dicotoma pretende reproducir el movimiento de la apora, mostrando la imposible pero necesaria relacin entre la parte y el todo, que genera identidades fallidas y parciales, contingentes, hegemnicas. La dicotoma pretende rescatar esa caracterstica de dislocacin que opera siempre y ante cualquier institucin, as como la efmero y contradictorio de la justicia (en el sentido derrideano de apertura y deconstruccin). Quiere hacer lo ms transparente posible la percepcin de una polisemia irrevocable, en vez de tratar de ocultar esa polisemia para adecuarse, como concepto, a un criterio coherentista de verdad o a una lgica de no-contradiccin. La lgica oposicional se empea, por el contrario, en ocultar las polisemias, reducirlas a la identidad, o a la objetividad universal, abandonndose a una mentira que ella misma termina por creer.

4. Conclusin

Afirmamos a lo largo de este trabajo la imposibilidad de un establecimiento cientfico de las relaciones que pueden mantener entre s las oposiciones conceptuales, como tambin la inviabilidad de una sistematizacin rigurosa del proceso hegemnico, rector de aquellas relaciones, cuya dependencia de las luchas contingentes de poder y las identidades fallidas y parciales se ve mejor representada por un modelo complejo y paradjico, tan inestable y esquivo como el proceso que quiere retratar. Revisamos una propuesta estructuralista orientada a esa sistematizacin de las oposiciones, pero explicamos luego los problemas que arrojan un manto de dudas sobre ella, problemas advertidos desde una perspectiva postestructuralista compleja. Construimos este posicionamiento ligando la teora de la hegemona de Ernesto Laclau con la crtica a la metafsica logocntrica de Derrida, y mostrando adems un inters especfico por analizar explcitamente un problema particular que no es tratado de manera independiente ni exhaustiva por los autores mencionados. Luego, para ilustrar nuestra propuesta, ofrecimos un ordenamiento definitivo de las oposiciones y construimos una tabla con algunas de ellas, esquema que ms adelante engrosamos de manera significativa, tratando de pasar revista a los pares ms usuales y sugerentes de las discusiones filosficas tradicionales. Con respecto a la manera de concebir la relacin posible de estas oposiciones, manifiestamente anlogas entre s, en lo tocante a las funciones de sus elementos opuestos, propusimos dos ideas contrarias, que cubren suficientemente el campo de posibilidades y se ajustan a la realidad histrica. La idea de una lgica oposicional, tradicional y conservadora, sistemtica y cerrada, y la idea de una lgica dicotmica, polivalente, dual, irreconciliable internamente. Mostramos, por ltimo, cmo es la lgica dicotmica la que refleja mejor el movimiento del proceso hegemnico, y cmo se concilia adems con conceptos clave de la obra de Derrida, principal referente del postestructuralismo, conciliacin que la antigua lgica oposicional no consigue solventar, sin tampoco poder librarse de problemas que la acosan en silencio, sin que ella llegue siquiera a percibirlo.

5. Referencias bibliogrficas

Cragnolini, Mnica (1999) Deconstruccin y pensar en las fisuras, disponible en Internet: http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/cragnolini_1.htm" http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/cragnolini_1.htm

Cragnolini, Mnica (2001) Para una melancologa de la alteridad: Diseminaciones derridianas en el pensamiento nietzscheano, Estudios Nietzsche, Revista de la Sociedad Espaola de estudios sobre F. Nietzsche, vol. 1, 2001,61-76.

Derrida, Jaques (1989) La escritura y la diferencia, Barcelona: Antrophos. Derrida, Jaques (1971) De la Gramatologa, Buenos Aires: Siglo XXI. Derrida, Jaques (1994) Mrgenes de la filosofa, Madrid: Ctedra. Derrida, Jaques (2008) Fuerza de Ley: El fundamento mstico de la autoridad, Tecnos: Madrid.

Goux, Jean-Joseph (1973) Los equivalentes generales en el marxismo y el psicoanlisis, Buenos Aires: Caldn.

Laclau, Ernesto (1996) Emancipacin y Diferencia, Buenos Aires: Ariel. Laclau, Ernesto (2005) La razn populista, Buenos Aires: FCE. Laclau, Ernesto (2000) Nuevas reflexiones sobre la revolucin de nuestro tiempo, Buenos Aires: Nueva Visin.