la batalla de santiago (coronel christian slater escanilla)

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1 ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR SANTIAGO – CHILE LA BATALLA DE SANTIAGO

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ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR

SANTIAGO – CHILE

LA BATALLA DE SANTIAGO

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LA BATALLA DE SANTIAGO CORONEL CHRISTIAN SLATER ESCANILLA

I. ANTECEDENTES GENERALES:

No es posible referirse a la destrucción de la capital nacional al inicio de la conquista, sin adentrarse en los orígenes de este proceso, es decir, en la empresa de conquista de Pedro de Valdivia, y más aún en la odisea y “choque” de Almagro con los naturales.

Asimismo, es preciso entender que al hablar de “la destrucción de Santiago”, nos referimos al daño sufrido por una aldea o caserío que en septiembre de 1541 solo contaba con siete meses de existencia, donde sus edificaciones eran una mezcla de madera, adobe y paja, materiales no muy resistentes al fuego y a otros elementos climáticos.

Esta investigación tiene por propósito, junto con dar a conocer detalles del hecho histórico en cuestión, establecer las verdaderas razones que impidieron la total destrucción del enclave hispano y la muerte de sus ocupantes en la “Batalla de Santiago”. En el afán de establecer a priori una explicación, se señala como causal de ello las creencias en un mundo sobrenatural por parte de los aborígenes atacantes, ya que en su percepción del mundo existía una dimensión extraterrenal donde los seres que la habitaban tenían superiores poderes, que de seguro no podían contrarrestar con sus armas y técnicas guerreras.

1. EXPEDICIÓN DE PEDRO DE VALDIVIA

La mayor parte de los historiadores coinciden en señalar que desde el regreso de Diego de Almagro al Perú en 1536, la idea de arriesgarse a la conquista de

Chile había caído en un gran desprestigio. Esta afirmación tiene su asidero en la creencia que se tenía en Perú de que nuestro país era pobre en minerales, en especial en oro. Amén de esto, las indecibles penurias que sufrió la expedición de Almagro en las alturas andinas era un recuerdo que el tiempo no se había llevado aún.

Gobernaciones de Pedro de

Valdivia y Francisco de Villagra.

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No obstante lo anterior, Francisco Pizarro autorizó a Valdivia a conquistar este territorio, motivado por los leales servicios que le había entregado durante la guerra civil contra Almagro.

2. LAS DOTES MILITARES DEL CONQUISTADOR

Valdivia contaba con una gran experiencia militar ganada en Europa al servir a Carlos V en la lucha contra los franceses, la obtenida en Flandes, y en Nápoles donde alcanzó el grado de capitán. De esto se desprende que este hidalgo de Extremadura era parte de una elite militar que muy pronto en América alcanzaría renombre y fama.

3. SALIDA DEL CUZCO Y TRAVESÍA

En enero de 1540, salieron del Cuzco cumpliendo la primera etapa en Chucuito, junto al Lago Titicaca, desde allí se dirigieron a Arequipa, desde donde enfilaron hacia el sur hasta Arica, lugar desde donde remontaron los contrafuertes de la cordillera, llegando en abril a la Quebrada de Tarapacá.

A principios de julio de 1540, Valdivia se adelantó a Atacama la Chica (Chiu Chiu), dejando allí un campamento y se dirigió a San Pedro de Atacama, lugar donde encontró a Francisco de Aguirre con 25 hombres.

Desde allí, inició la travesía del desierto y arribó a Copiapó tras siete meses después de salir del Cuzco.

En este lugar, tomó posesión en nombre del rey de España, denominando al territorio como “Nuevo Extremo”, o “Nueva Extremadura”, y nombró a Copiapó “Valle de la Posesión”, lugar desde el cual avanzó al valle del Aconcagua, y luego a un valle que los aborígenes llamaban Mapocho, en el cual fundó la primera ciudad de Chile, la misma que como se verá más adelante fue atacada y destruida por la alzada población nativa.

Litografía del primer gobernador de Chile don Pedro de Valdivia.

Lema de los Valdivia.

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A. GUERRA: La batalla de Santiago se enmarca en la guerra por la Conquista del territorio asignado a Valdivia, enfrentamiento que se dio con la población nativa de la región.

B. CAMPAÑA O FASE: Corresponde a la fase inicial del proceso de conquista iniciado por Valdivia y sus hombres, ya que solo ocurrió a siete meses de fundada la primera ciudad de Chile, Santiago del Nuevo Extremo.

C. LUGAR: Su desarrollo tuvo lugar en el valle del río Mapocho, específicamente en el fuerte alzado por Valdivia en el cerro Huelén.

D. FECHA: Este enfrentamiento se desarrolló a partir de las 4 de la madrugada del domingo 11 de septiembre de 1541.

E. COMBATIENTES:

a. LOS MANDOS

Por el bando castellano el mando estaba representado en Don Pedro de Valdivia, razón por la cual se exponen a continuación algunos antecedentes del conquistador.

Valdivia llegó al nuevo mundo en 1537 bajo las órdenes de Don Jerónimo de Alderete y participó activamente en la conquista de Venezuela y Perú. En vista de su entusiasmo, Gonzalo Pizarro lo designó Maestre de Campo, puesto con el cual participó en la batalla de Las Salinas, gesta en la que el bando almagrista es derrotado, y que le significó recibir una rica encomienda en el valle de la Canela. A su experiencia guerrera se suma la protección del conquistador del Perú, quien lo dotó de apoyo que sería crucial en su empresa de conquista.

Es preciso señalar que si bien el mando de los españoles radicaba en Valdivia, al momento de ocurrir el evento en análisis, el mando había sido delegado en Alonso de Monroy.

Ruta de la expedición de Pedro de Valdivia.

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La fuerza adversaria, los aborígenes de la región central, estaban bajo el mando de Michimalongo, del cual se exponen los siguientes antecedentes.

Conocido en la historia nacional como el Gran Toqui “Picunche”, Michimalongo, natural del valle del Aconcagua, era un rico y poderoso cacique que supo conservar el mando de sus tribus al reconocer el poder del “hijo del sol”. Era también conocido como el “Cacique de los Mitimaes”, por sus relaciones con los súbditos del Inca.

Se sabe que ante la retirada de los ejércitos de Atahualpa de nuestro territorio, quedó como señor de sus territorios, y solo le preocupó la noticia del arribo de Pizarro al Perú y la captura de su señor el Inca por parte de este conquistador.

Se cree que frente a la llegada de la expedición de Diego de Almagro, los caciques de la región lo habrían nombrado “toqui”, debido al gran ascendiente que mantenía sobre los demás “ulmenes”, ocasión en la que adoptó la estrategia de la “indiferencia”, ya que se alejó de Almagro negándole toda cooperación.

Cuando Michimalongo se enteró que Valdivia avanzaba hacia Chile temió una represalia y envió a sus observadores a espiar a los castellanos.

Según antecedentes aportados por Mariño de Lobera, que llegó a Chile en 1552 y combatió contra Lautaro, se saben inéditos datos de este “Toqui” que de otra manera hubiesen sido opacados por la bruma del tiempo.

Es así que el avasallador avance de Valdivia, que había logrado doblegar a los naturales (Picunches) de Copiapó y Coquimbo, alarmó a los caciques de Aconcagua al Maule, quienes recordaron la avezada acción de Michimalongo en 1536 frente a las huestes de Almagro, razón por la cual lo nombraron “Toqui” entregándole un “Toque o Clava”, que era un hacha simbólica, que lo investía como “supremo general”.

LAS FUERZAS

Las fuerzas que se midieron en este

enfrentamiento fueron la hueste de Valdivia, formada tras la muerte de Almagro, hecho que se constituyó en la oportunidad para Don Pedro para continuar la obra colonizadora, por lo que ayudado de su prestigio y recursos logró reunir alrededor de 150 hombres y tres frailes, entre los cuales figuraba Rodrigo González Marmolejo y, una mujer, Inés de Suárez.

Óleo del primer gobernador de Chile don Pedro de Valdivia.

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Junto a él, esforzados aventureros se plegaron a la odisea, tal es el caso de Alvar Gómez, Juan Gómez de Almagro, Luis Toledo, Antonio de Zapata, Hernando Vallejos, López de Ayala, Luis Cartagena, Juan Almonacid, Bartolomé Muñoz, el socio de la expedición Pero Sancho de Hoz, cinco esclavos negros, un negro liberto llamado Juan Valiente y un millar de “yanaconas”, o indios que transportarían los bagajes.

El bando opuesto, eran las huestes de Michimalongo, que por su condición de líder militar y con la experiencia de haber probado la vulnerabilidad de estos extraños invasores, se dio a la tarea de formar su ejército, el cual quedó integrado por unos 6.000 a 8.000 hombres. Solo faltaba la orden del “gran toqui Picunche” para que los “conas” con sus cuerpos pintarrajeados cayeran sobre Valdivia y sus hombres. Pero el momento no había llegado y Michimalongo se dedicó a estudiar a su adversario.

ARMAMENTO

El desarrollo tecnológico de la Europa del siglo XVI, fue determinante en la superioridad bélica de los españoles, a la hora de enfrentarse con los naturales.

Es así, que el armamento de las tropas de Valdivia estaba compuesto de espadas, picas, arcabuces, mosquetes y pistolas de rudimentario sistema de chispa, con el revolucionario empleo de la pólvora.

A esto se debe sumar la indumentaria que el conquistador traía consigo, y que por legado del Medioevo estaba compuesto de corazas, morriones metálicos, y mallas de igual material, que eran una indudable protección contra objetos punzantes y contundentes. Se debe destacar la total ausencia de artillería, armamento que empezó a ser utilizado después de la muerte de Valdivia.

Como arma y efectivo sistema de transporte estaba el caballo, que causaba verdaderos estragos entre las filas nativas, y que era efectivamente un elemento disuasivo de los españoles hacia sus adversarios.

La masa aborigen solo estaba provista de picas (de coligüe de 5 a 6 metros de largo, de aguda punta endurecida al fuego o reforzada con huesos o piedras afiladas), mazos y arcos y flechas, pero su gran fortaleza era la superioridad numérica, y el grado d e conocimiento de la zona en que se enfrentarían al invasor.

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Arcabuceros del siglo XVI.

Espadas Toledanas empleadas por

los españoles durante la conquista.

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DESARROLLO:

Valdivia y su gente acampados a orillas del río Coquimbo se alarmaron frente a los rumores de la fuerza indígena que Michimalongo había logrado reunir, lo cual fue reafirmado con la misteriosa deserción de 400 yanaconas del campo español, que debieron huir atemorizados por las noticias del “toqui Picunche”.

No obstante este revés, Valdivia prosiguió su avance y el 13 de diciembre de 1520 arribó al valle del Mapocho. Acto seguido, los hispanos dieron a conocer a los nativos su intención de apropiarse del territorio con la finalidad de fundar una ciudad, situación que fue del total desagrado de los aborígenes.

Armas individuales usadas durante la Conquista Española.

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Nuevamente, por antecedentes aportados por Mariño de Lobera, se sabe que la intención de Valdivia de fundar una ciudad irritó a Michimalongo, quien avanzó con un chivateo espantoso sobre el recién armado campamento hispano. Valdivia al ver semejante masa de atacantes organizó la defensa, y como era costumbre se encomendó al Apóstol Santiago.

En un llano, ambas fuerzas se encontraron, las huestes nativas enviaron una nube de flechas que poco efecto tuvieron sobre los españoles, que a golpe de sables y lanzazos quebraron las filas adversarias. Los picunches resintieron el empuje español, que con técnicas nuevas y raros animales que “relinchaban” los habían desorganizado. No obstante, el revés que afecto a los nativos, una segunda oleada de “reserva” cargó sobre los hispanos, que cansados vieron con

estupor como sin explicación lógica los indígenas de alejaban del campo de batalla.

Interrogando a algunos prisioneros, Valdivia supo que “un cristiano montado en un blanco caballo” había causado estragos entre los nativos, quienes asustados debieron huir. Esto no tenía discusión para Valdivia, era un milagro del Apóstol Santiago, a quien se había encomendado con tanto fervor.

Representación pictórica de Valdivia a su

arribo al Valle del Mapocho.

Toqui Araucano durante el siglo

XVI. Soldado de Infantería Española durante el siglo XVI.

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De esta forma, con la victoria a sus pies y el comprobado apoyo del Santo Patrono, Valdivia en las llanuras del Mapocho (que los nativos llamaban “Mapuche”), en tierras del cacique Huelén el 12 de febrero de 1541, fundó la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura e hizo erigir una cruz en el cerro Huelén para levantar la Iglesia de la Virgen de la Asunción, y a los pies de este cerro inició la construcción de la ciudad, alzando numerosas casas de barro y paja, sitios que asignó a sus hombres de acuerdo a su graduación. El sitio elegido

respondía a las necesidades de defensa contra los ataques indígenas, pues quedaba ubicado al pie del rocoso cerro y entre los dos brazos del río, quedando en el centro a manera de isla.

Parece una contradicción que aquel cacique que recibió con tanta fiereza a Valdivia más tarde se convertiría en un “aliado”, ya que el conquistador al saber del liderazgo de Michimalongo, y haciendo gala de una caballerosa diplomacia, supo atraerlo a su lado, convirtiéndolo en su general, en cuyo cargo y teniendo la responsabilidad de los “indios auxiliares” fue el primer Picunche que atravesó el Maule y el Biobío para derrotar a los araucanos, esto en defensa de sus temporales aliados los españoles, en las célebres jornadas de Andalién y Concepción.

Óleo representativo de la fundación de Santiago.

Perfil geográfico que muestra el primitivo emplazamiento de la ciudad de Santiago.

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LA ANTESALA DEL DESASTRE

En visita al astillero de Concón, y ante la noticia de una nueva intriga en su contra, Valdivia debió abandonar el lugar rumbo a Santiago, el que fue brutalmente atacado por los caciques Tangalongo y Chigaimanga, quienes junto con matar a 14 castellanos, quemaron la embarcación que allí se construía.

Afortunadamente, el hábil conquistador al enterarse de esto, que a todas luces olía a un

nuevo levantamiento, tomó la precaución de tomar a 7 caciques en calidad de rehenes encerrándolos en Santiago; acción que, como veremos más adelante, permitió en cierta medida salvar la capital.

1. EL INICIO DEL LEVANTAMIENTO

Como parte de su forma de ser, Valdivia al enterarse de una eventual sublevación aborigen se dispuso a tomar la iniciativa, por lo que decidió salir a aplastar la concentración indígena en la zona del Cachapoal.

Al mando de unos 100 soldados, abandonó la capital, dejando en ella a 32 jinetes, 18 arcabuceros y a unos 400 yanaconas para su resguardo al mando del teniente de gobernador, Alonso de Monroy. El cuidado de la capital obedecía a que en ella se habían acumulado las cosechas destinadas a la subsistencia de dos años.

2. FASES DEL ATAQUE Y DESTRUCCIÓN DE SANTIAGO

En la soledad y tranquilidad de la noche del 11 de septiembre de 1541, el soldado Santiago Azoca montaba guardia en el enclave español, sin sospechar la experiencia traumática

Libro becerro del Cabildo de Santiago.

Caracterología de los conquistadores.

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que lo acechaba. De improviso y al percatarse del ataque de Michimalongo y sus 8.000 “conas” da la alarma, interrumpiendo el sueño de sus camaradas. Así se inició el ataque a la primera ciudad de Chile por parte de un cacique que no había querido aprender de su derrota anterior.

Sin dejarse intimidar por la empalizada que protegía a los hispanos, Michimalongo elevó al cielo un enjambre de flechas y piedras que los españoles supieron esquivar. La lucha fue feroz y, a pesar de la enorme superioridad numérica, los castellanos con el apoyo de la tecnología de sus armas de fuego repelieron el ataque.

A pesar de ello, los aborígenes en su tenaz ataque lograron quemar los ranchos, por lo que los soldados de Valdivia se vieron

obligados a retroceder y concentrarse en la plaza, con dos bajas, y casi todos heridos.

La mayoría de los historiadores concuerdan que la difícil situación fue salvada por la decisión de Doña Inés de Suárez, quien hizo degollar a los caciques rehenes, entre ellos a Quilacanta representante del Inca e hizo colgar sus cabezas en las paredes de la empalizada y, acto seguido, encabezó la carga que desbandó a los nativos.

La valentía de esta mujer se refleja gráficamente cuando Hernando de Torres le preguntó de qué forma debía ultimar a los rehenes, ella misma cortó la cabeza de varios de ellos, y con determinación y acompañada de Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre salió fuera del fuerte a repartir sablazos a la indiada.

La tradición señala que esta drástica determinación de Doña Inés habría puesto fin al ataque de los aborígenes, pero se debe señalar que no fue del todo así, por las razones que a continuación se exponen:

Monumento a don Pedro de Valdivia en el Cerro

Santa Lucía.

Planta original de Santiago.

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El acto de exhibir las cabezas de los rehenes no debió ser tan alarmante y paralizante para los indígenas, ya que se debe recordar que ellos hacían lo mismo e incluso bebían chicha en el cráneo de sus enemigos más valientes.

a) La batalla siguió gran parte del día, por lo que debemos suponer que Michimalongo no se intimidó con la heroica resistencia de los hispanos, a quienes ya conocía su debilidad. Esto se comprueba con la carga que al mediodía hicieron los españoles, en conjunto con los yanaconas que habían traído del Perú, situación que produjo una suspensión del ataque, y permitió descansar.

b) Se produce un empleo táctico de la “reserva”, acción que es probable que Michimalongo haya aprendido de los ejércitos del Inca, ya que en las primeras horas de la tarde se presentó con otros 5.000 guerreros. Pero, el toqui no quiso enviarlos de inmediato al ataque; la razón se debe a que su verdadero temor eran los caballos de los españoles que causaban enormes estragos entre sus guerreros, así que adoptó acciones de “espionaje”, enviando guerreros al fuerte español para verificar cuantos hispanos quedaban; recibió el informe de que habían 33 soldados y no 32, situación que lo inquietó. Lo que sí era motivo de temor era el rumor que de nuevo se había presentado el guerrero en el caballo blanco (el Apóstol Santiago). Recordemos que a estos guerreros los espantaban los espíritus vengativos y los seres sobrenaturales. Por lo tanto, “el sacrificio de sus hermanos degollados en el fuerte”, no tuvo tanto peso como el temor a los “espíritus de a caballo”.

Escena que muestra a Inés de Suárez y a Hernando de

Torres dando muerte a los caciques rehenes durante la

batalla de Santiago.

Apóstol Santiago “El Santo Guerrero”.

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Pues bien, parece ser que esto retardó el envío de la “reserva picunche”, que de haber sido enviada hubiese sellado la suerte de las tropas de Valdivia. Además, este retraso cedió la iniciativa al bando español.

3. EPÍLOGO DE LA BATALLA

Caída la noche de aquella funesta jornada, y producido el intervalo antes señalado, fue aprovechada por los naturales para el pillaje en la destruida ciudad con un botín de ropas y alimentos que los castellanos celosamente habían custodiado.

Esta situación obligó a Alonso de Monrroy, jefe de la plaza, a arengar a los suyos para quebrantar definitivamente a sus atacantes, lo que hicieron en efecto; y al amanecer del 12 de septiembre de 1541, Santiago o lo que quedaba ya estaba a salvo.

II. CONSECUENCIAS DEL ATAQUE Y DESTRUCCIÓN DE SANTIAGO:

A. EN LO INMEDIATO:

A su regreso del sur, Pedro de Valdivia pudo contemplar el penoso espectáculo: su ciudad cubierta de desolación y hambre.

Las pérdidas eran cuantiosas, ya que a la destrucción de las edificaciones por el fuego se sumaba la destrucción de enseres, vestimentas, alimentos, y cosechas, solo se pudo salvar un par de aves, tres cerdos y dos puñados de trigo. Las pérdidas en vidas fueron dos soldados, cuantiosos heridos y 15 caballos.

Digno es de destacar que, cualquier otro se hubiese desanimado al punto de recoger lo poco que quedaba y se hubiese marchado al Perú, pero la férrea voluntad de Valdivia propició cual ave fénix el levantar todo de nuevo, reconstruir todo desde las cenizas.

De esta manera, todos los habitantes de la recién siniestrada ciudad, incluyendo a Pedro de Valdivia debieron someterse a las más estrictas restricciones. Con la cooperación de los leales yanaconas, debieron alimentarse de tallos y raíces, y de cuanta sabandija o ratón pudieron encontrar. Junto con ello, se debió reiniciar la producción de la tierra; tierra que todavía seguía siendo prometedora.

B. EN EL LARGO PLAZO:

Según Mariño de Lobera, los castellanos debieron soportar las privaciones antes descritas por 7 penosos años, en los cuales se tuvo que reconstruir la ciudad y sembrar de sustento los campos aledaños a la ciudad, ya que después del descalabro los aborígenes optaron por retirarse del lugar, negándoles a estos castellanos cualquier tipo de ayuda.

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No obstante el espíritu inquebrantable de Valdivia, lo cierto es que este episodio significó un retraso en el proceso colonizador, ya que hubo que reconstruir el enclave, pero con menos recursos, y con la certeza del poderío de los indígenas.

IV. OTROS ANTECEDENTES:

A. CONCLUSIONES GENERALES DE LA BATALLA DE SANTIAGO

Vistos los acontecimientos que rodearon la llegada de Valdivia al valle del Mapocho, su primer encuentro con los naturales y la destrucción de Santiago, se puede arribar a las siguientes conclusiones.

1. El líder, “el Toqui Picunche”, al haber sido aliado de los ejércitos del Inca, estaba en posesión de conocimientos tácticos, tal es el caso del empleo de la “reserva”, la “búsqueda de información”, al espiar a los castellanos en el campamento de Coquimbo y en el fuerte del Huelén.

2. Michimalongo supo aglutinar los esfuerzos de sus hermanos nativos al reunir una fuerza de 8.000 efectivos, ya que con solo la fuerza Picunche hubiese sido ineficaz el ataque a Santiago.

3. Michimalongo estaba en conocimiento de las fortalezas y debilidades de los hispanos, ya que tal como se señaló tuvo la osadía de atacar la retaguardia de Almagro al momento que este regresaba al Cuzco.

4. Valdivia no tomó las necesarias previsiones, al avanzar hacia el Cachapoal, dejando a pocos efectivos en la guarnición de Santiago.

5. El conocimiento del temor que los aborígenes tenían a lo “sobrenatural” y al “guerrero del caballo blanco”, debió ser mejor aprovechado por Valdivia, ya que esa información estuvo en su poder antes del ataque a Santiago.

6. La tradicional creencia de que la valiente acción de Inés de Suárez al cortar las cabezas a los rehenes, no constituyó una causa efectiva de éxito contra los nativos.

Inés de Suárez en la defensa de la

empalizada de Santiago.

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7. La tenacidad de Pedro de Valdivia, a pesar de todas las calamidades sufridas, fue el elemento que potenció la reconstrucción de Santiago y facilitó la posterior conquista de la zona sur.

De manera general, y de acuerdo a lo establecido en el inicio del presente trabajo se puede establecer que si bien las creencias de los nativos en lo sobrenatural (el temor al jinete del caballo blanco) afectó su moral combativa, hubo otros elementos que propiciaron el rechazo de los atacantes sobre Santiago, siendo estos el uso del caballo como arma de combate, elemento temido por Michimalongo, la demora de este último en enviar la reserva con que contaba, y por otro lado la entereza de Alonso de Monroy que al arengar a sus soldados efectuó una carga efectiva sobre los nativos, la cual quebrantó su organización y los puso en retirada.

Por otro lado, se debe señalar también que la empalizada establecida en el cerro Huelén, a manera de fuerte, fue un elemento que impidió que los castellanos fueran ultimados por la indiada, aunque no puso a salvo al caserío y provisiones que se perdieron por el fuego y el pillaje.

Finalmente, se debe señalar que la superioridad tecnológica de las armas blancas y de fuego de la guarnición española fue otro elemento que impidió el desastre total del recién fundado Santiago del Nuevo Extremo.

B. PERSONAJES DESTACADOS

En relación a los personajes destacados, y considerando que Valdivia no estuvo presente en la acción bélica relatada, se pueden

señalar al Soldado Santiago Azoca, Hernando de Torres, Francisco de Villagra, Francisco de Aguirre, Inés de Suárez, y sobre todo a Michimalongo, protagonista y gestor del primer revés del gobernador de Chile.

No obstante lo anterior, la decisiva acción de Alonso de Monroy en la fase final del ataque lo convierte en un personaje clave de este hecho bélico, ya que en su condición de Jefe Militar de la ciudad, en ausencia de Valdivia, supo asumir el control de la situación e impedir la muerte de sus camaradas y la destrucción del fuerte del cerro Huelén.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Bonilla Bradanovic, Tomas. La Gran Guerra Mapuche, 1541 – 1883, análisis crítico histórico, Tomo I, (IGM.1988).

EMGE, Historia Militar de Chile, Biblioteca del Oficial, Volumen LXIX, Tomo I, (Departamento de Relaciones Internas 1984).

Encina, Francisco A, Resumen de la Historia de Chile, Tomo I, Edit. Zig- Zag, (Stgo Chile 1961).

EMGE, Galería de Hombres de Armas de Chile, Tomo I.

Colección Biblioteca Militar, Historia del Ejército de Chile, Nuestros Uniformes, Tomo XI, (1985).

www.memoriachilena.cl