la ciudad hojaldre y la visión culturalista
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LA CIUDAD HOJALDRE: LA VISION CULTURALISTA Y LA CIUDAD DE VALPARAISO.A partir de un texto de Carlos García Vázquez y una comparativa con una ciudad Chilena.
Pensar en la visión culturalista de una ciudad es armar mentalmente una ciudad
donde la historia, la identidad y arraigo son elementos fundamentales para
mantenerla viva. El Texto leído apunta a lo culturalista como un retorno al pasado
en sus formas y modos de vida, como un estado postguerra y postindustrial donde
la ciudad se percibe como el entorno arrasado o por las bombas, o la maquinaria,
o simplemente el pensamiento moderno. Siendo este último el motivo principal del
surgimiento de nuevas corrientes y nuevos planteamientos para el desarrollo y
restauración de las ciudades, concretizándolo en ciudades desarrolladas de
Europa y en la potencia mundial que es Estados Unidos.
Es importante mencionar como referencia, la teoría de Françoise Choay y su
contribución teórica en la historia del urbanismo. La relevancia por la memoria y el
tiempo como condicionantes en el armazón de una ciudad, donde los hechos
culturales que allí acontecían eran el sustento y el reflejo de tal. Su referencia a la
ciudad tradicional donde los oficios, la comunidad y la cultura local, un desarrollo
innato, era parte de una experiencia estética común que enriquecía el diario vivir.
En Europa se escriben la Carta de Venecia que postula la reutilización de las
ciudades y la conservación del patrimonio. Luego de 10 años la Carta de
Ámsterdam aludiendo a lo mismo, esta vez, incluyendo al habitante y su
permanencia en el casco histórico. La tendenza, y sus planes urbanos entorno al
casco también. Pero la ciudad contemporánea se desvanecía por los actos
mundiales de cambios políticos y económicos, y es aquí cuando Aldo Rossi
plantea su urbanismo de la ciudad por partes, el plan urbano y su desarrollo desde
la arquitectura. Otra capa de la ciudad hojaldre, el modo de planificación, se
comienza a trabajar en las ciudades, pero la crisis del petróleo en la década del
70’ arrastra una crisis económica mundial que debilita el crecimiento de las estas,
colocándolas en crisis y reactivándolas en la siguiente década, pero esta vez,
desde los inversionistas privados, momento mencionado en el libro como ‘’la
ciudad de los promotores’’. Nueva York y Las Vegas como fieles representantes.
Una sintomatología de la ciudad posthistórica, un carácter de la ciudad culturalista.
La reinvención de la ciudad por partes, y en el caso de Leon Krier en los años 70’
como antimodernista, con el habitar y la densificación de los suburbios y las zona
degradadas, el desarrollo de calles y plazas adecuadas para la situación peatonal,
una ciudad ecológica que hace frente a las multinacionales, parece una idea idílica
donde por fin se vislumbra la ciudad por y para el hombre. Pero a lo largo de la
historia, la ciudad ideologizada de Krier, da un vuelco y se percibe como un
espacio heterogéneo del desorden, lo disperso y lo incongruente donde el
individuo se mantiene en su centro, y aislado de su periferia, y más allá. Y es aquí
donde nuevamente volvemos a la ciudad de los promotores, donde aquel recurso
de la historia es tomada como marketing para los grandes poderes económicos.
Potenciar un lugar por su historia, parece, a simple vista un recurso que ampliará
la identidad local y el arraigo, con ello una mejor calidad de vida y un
posicionamiento dentro de las ciudades. Un ejemplo vivo de esto, es aquel que se
nombre en el libro, ‘’Time Square’’, una importante intersección en Manhattan que
hoy se vende a modo de imagen postal con sus enormes torres como soportes de
publicidades de neón, que funcionan como manto protector de la ciudad. Si bien
en la década del 40’ el sector de destacó, por su sentido cultural donde habitaba el
cine, el teatro y el espectáculo, para que luego en el 60’ decayera esta imagen y
se transformara en un sector de prostitución y drogadicción. Las entidades
gubernamentales y por supuesto, el sector privado, debían revitalizar el espacio
nuevamente, esta vez volviendo a su historia, pero con un equipamiento
totalmente distinto, oficinas, hoteles, comercio y ocio. El neón vuelve tomarse la
ciudad, y enormes pantallas promocionando alguna marca de ropa, cosméticos o
autos, predomina sobre la imagen y la silueta urbana de la ciudad.
Times Square / 40’, 60’ y hoy
En Latinoamérica, una ciudad poshistórica, pero a menor escala, seria Valparaíso.
Galardonado con la mención de patrimonio de la humanidad gracias a la UNESCO
por sus valorables características geográfico y arquitectónico vernácula. Como
algunos dicen, el museo a cielo abierto, con sus enormes cerros frente al mar, allí
un puerto de entrada al turismo y comercio, sus casas como manto del cerro, sus
grandes escaleras, los ascensores, y un nombre para cada cerro, son las
características que han hecho de Valparaíso una ciudad típica y valorable desde
cualquier punto de vista. Pero el conflicto poshistórico nace a partir de esta misma
positividad del lugar, aprovechar la visualidad desde cerro y su enriquecimiento
visual cultural, es un tema que no ha pasado desapercibido para las inmobiliarias.
Un boom inmobiliario que recién comienza en la V región, donde de acuerdo a una
publicación del Diario El Mercurio ‘’en el Gran Valparaíso (Viña del Mar,
Valparaíso, Concón, Quilpué y Villa Alemana) alcanza las 4.663 unidades, de las
que 3.955. De ellos, el 40% se concentra en el plano de Viña del Mar, el 25% en
el borde costero, y el 13% en los cerros de Valparaíso. ‘’ (El Mercurio, 02-01-
2010).
Hoy el 13% de las nuevas construcciones en la V región pertenece a la ciudad de
Valparaíso, y siendo una cantidad menor con respecto a la otras, ya podemos
darnos cuenta del impacto que tienen sobre la ciudad. Una identidad barrial que se
está perdiendo, una silueta urbana que cambia con estas viviendas verticales que
le hacen sombra a la calle de los cerros, a las casas de doble altura, y difiere el
andar en recorrido natural y espontáneo del cerro.
Natalia Pérez Ramos