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La Dama de Blanco Por Wilkie Collins

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LaDamadeBlanco

Por

WilkieCollins

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PREÁMBULO

EstaeslahistoriadeloquepuederesistirlapacienciadelaMujerydeloqueescapazdelograrlatenacidaddelHombre.

Si en el mecanismo de la Ley para investigar cada caso sospechoso yconducir cualquier proceso la influencia lubricante del oro desempeñase unpapel secundario, los sucesos que vamos a narrar en estas páginas podríanhaberreclamadolaatenciónpúblicaantelosTribunalesdeJusticia.

Pero laLey,enalgunoscasos,está inevitablementea lasórdenesdelquepresentalabolsamásrepletayporellocontamoslahistoriaporprimeravezenestelugartalcomodebióhaberlaoídoalgúndíaelJuez;asívaaescucharlaahoraelLector.Ningunacircunstancia importante,deprincipioa findeestadeclaración, ha de relatarse de oídas. Cuando el que escribe estas líneasintroductorias (de nombre Walter Hartright) haya estado en relación másdirectaqueotroscon los sucesosdequehablaélmismo locontará.Cuandofallesuconocimientodeloshechosdejarásulugardenarrador,ysutarealacontinuarán, desde el punto en que él lo haya dejado, personas que puedenhablar de las circunstancias de cada suceso con tanta seguridad y evidenciacomoélmismohahabladoenanterioresocasiones.

Por tanto esta historia la escribirá más de una pluma, tal como en losprocesospor infraccionesdelaLeyelTribunalescuchaamásdeuntestigo,con elmismo objeto, en ambos casos, de presentar siempre la verdad de lamaneramásclaraydirecta;yparallegaraunareconstruccióncompletadeloshechos intervienen personas que tuvieron una estrecha relación con ellos encada una de sus sucesivas fases, que relatan palabra por palabra, su propiaexperiencia.

Oigamos primero a Walter Hartright, profesor de dibujo, de veintiochoañosdeedad.

PRIMERAPARTE

RELATODEWALTERHARTRIGHT

DECLEMENT'SINN,LONDRES

I

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EraelúltimodíadeJulio.Ellargoycalienteveranollegabaasutérmino,ynosotros, los fatigados peregrinos de las empedradas calles de Londres,pensábamos en los campos de cereales sombreados por las nubes o en lasbrisasdeotoñoaorillasdelmar.

Enloqueamíserefiere,elagonizanteveranomeestabaquitandolasalud,elbuenhumory,sihededecir laverdad, tambiéndinero.Duranteelúltimoañonoadministrémis ingresos tancuidadosamente comootrasveces,y esaimprevisiónmeobligabaahoraapasarelotoñodelamaneramáseconómicaentrelacasadecampoqueposeíamimadreenHampsteadymiapartamentoenlaciudad.

Aquella tarde, recuerdo, estaba el ambiente cargado y melancólico; laatmósfera londinense resultabamás asfixiantequenunca, y apenas seoía ellejano murmullo del tráfico callejero; el pequeño latido de la vida en miinterior y el gran corazón de la ciudad que me rodeaba parecían decaer alunísono,lánguidamente,conelsolensudeclinar.Levantélacabezadellibroque intentaba leer y quemás bienme hacía soñar y dejémis habitaciones,saliendoalencuentrodelfrescoairedelanoche,paseandoporlosalrededores.Era una de las dos tardes semanales que solía pasar con mi madre y mihermana,asíquedirigímispasoshaciaelNorte,caminodeHampstead.

Losacontecimientosquehedereferirmeobliganaexplicarahoraquemipadre había muerto hacía ya algunos años y que mi hermana Sarah y yoéramos los únicos supervivientes de una familia de cinco hijos. Mi padretambiénhabíasidoprofesordedibujo.Susesfuerzoslehabíanproporcionadoéxitos en suprofesióny su ansiedad, quemovía su amorpornosotros, paraasegurarelporvenirdelosquedependíamosdesutrabajo,lellevaron,desdesu matrimonio, a dedicar al pago de un seguro de vida una parte de susingresosmássustancialdeloquelamayorpartedeloshombresdestinaríanaestepropósito.Graciasasuadmirableprudenciayabnegación,despuésdesumuertemimadreymihermanapudieronmantenerlamismasituaciónholgadacon la misma independencia que tuvieron mientras él vivió. Yo heredé susrelaciones, y tenía sobradosmotivos para sentirme lleno de gratitud ante laperspectivaquemeaguardabaenmiinicioenlavida.

Cuandolleguéante laverjadelacasademimadre,elserenocrepúsculocentelleaba todavía en los bordesmás altos de los brezos, y amis pies veíaLondres sumergido enunnegrogolfo, en laoscuridadde lanoche sombría.Apenas toqué la campanilla me abrió ya bruscamente la puerta mi ilustreamigo italiano el profesor Pesca, que acudió en lugar de la sirvienta y seadelantóalegrementepararecibirme.

Tantoporsupersonalidadcomo,deboañadir,pormipropiaconveniencia,el profesor merece el honor de una presentación formal. Las circunstancias

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hanhechoquetengaqueserésteelpuntodepartidadelaextrañahistoriadefamiliaquetengoelpropósitoderevelarenestaspáginas.

Conocía a mi amigo italiano por haberle encontrado en algunas casasaristocráticas,enlasqueélenseñabasuidiomayyoeldibujo.TodocuantoyosabíaentoncesdesupasadoeraquehabíaocupadouncargoimportanteenlaUniversidaddePadua; quehabía tenidoque abandonar Italia por cuestionespolíticas(lanaturalezadelascualesjamásdejóentreveranadie),yquehacíamuchosañosqueestabaestablecidoenLondrescomoprofesordeidiomas.

Sinserloquesediceunenano—puesestabaperfectamenteproporcionadode pies a cabeza— Pesca era, en mi opinión, el hombre más pequeño quehabía visto, aparte de los que se exhiben en barracas. Si su físico resultaballamativo, se distinguía aún más de sus congéneres por la inofensivaexcentricidad de su carácter. Lo que parecía obsesionarle era la idea demostrar su agradecimiento a la nación que le había ofrecido asilo ymediosparaganarselavida,porloquehacíacuantoleeraposibleporconvertirseenun perfecto inglés. No se contentaba con expresar su entusiasmo por lascostumbresdelpaíscargandosiempreconparaguas,sombreroblancoyunasinevitables polainas sino que aspiraba a ser un inglés tanto en sus gustos ycostumbres como en su indumentaria. Encontrando que nuestro pueblo sedistinguíaporsuaficiónalosdeportes,elhombrecillo,ingenuamente,eraunapasionado de todos nuestros entretenimientos y juegos y se unía a ellossiempre que encontraba ocasión, con el firme convencimiento de que podíaadoptarnuestrasdiversionesnacionalesmedianteunesfuerzodevoluntad,talcomohabíaadoptadolaspolainasyelsombreroblanco.

Lehabíavistoarriesgarciegamentesuspiernasenunacazadezorrosyenuncampodecricket,ypocodespués,pudeverelpeligroquecorriósuvidaenlaplayadeBrighton.

Nos encontramos allí casualmente y nos bañamos juntos. Si noshubiéramos dedicado a alguna práctica específica demi nación,me hubieravistoobligadoapreocuparme,porsupuesto,delprofesorPesca;perocomolosextranjeros,porlogeneral,puedencuidarsedesímismosenelaguatanbiencomonosotros, no semeocurrió que se podía incluir el arte natatorio en lalistadepruebasdevalorqueélsecreíacapazdesuperar improvisadamente.Inmediatamente después de haber dejado ambos la orilla, me detuve,descubriendo que mi amigo no había llegado hasta mí y me volví parabuscarle.Conpasmoyhorroradvertíentre laorillayyolapresenciadedosbracitosblancosqueduranteunosinstantesbregaronporencimadelasaguashastadesaparecerde lavista.Cuandomesumergíen subusca, elpobrecilloestabatendidoenelfondoembutidoenlaoquedaddeunaroca,ymuchomásdiminuto de lo que me había parecido hasta entonces. Durante los pocosminutosque transcurrieronmientras lesaqué,elaire libre lo revivió,ypudo

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subir losescalonesdelamáquinaconmiayuda.Conlaparcialrecuperacióndesuvitalidad,recobrótambiénsumaravillosodeliriodegrandezaalrespectode la natación tan pronto como sus dientes dejaron de castañetear y pudopronunciar alguna palabra; me dijo sonriendo y como sin darle ningunaimportanciaque«habíasufridouncalambre».

Cuandosereuniódenuevoconmigoenlaplayarepuestoyaporcompleto,dejó por un momento su artificiosa reserva británica y brotó su cálidanaturalezameridional,apabullándomeconsusimpetuosasmuestrasdeafecto—exclamaba apasionadamente con la clásica exageración italiana, que en losucesivosuvidaestaríaamidisposición—yafirmandoquejamásvolveríaaserfelizhastaencontrarlaoportunidaddeprobarsugratitudrindiéndomeunserviciotalqueyodebieserecordarhastaelfindemisdías.

Hice cuanto pude para detener aquel torrente de lágrimas ymanifestaciones de afecto, insistiendo en tratar aquel episodiohumorísticamente;alfinal,comoimaginaba,elsentimientodeobligaciónquesentíaPesca haciamí fue atenuándose. ¡Poco pensaba yo entonces,—comotampoco lo pensé cuando acabaron nuestras alegres vacaciones— que laoportunidad de brindarme un servicio que tan ardientemente ansiaba miagradecidoamigo ibaa llegarmuypronto,queél laaceptaríaalmomentoyqueconelloalteraríaelcursodemivida,cambiándomedetalmodoquecasinoeracapazdereconocermeamímismotalcomohabíasidoenelpasado!

Yasísucedió;siyonohubiesearrancadoalprofesordesulechoderocasenelfondodelmar,enningúncasohubieratenidorelaciónconlahistoriaqueserelataráenestaspáginas,nijamás,probablemente,hubieraoídopronunciarelnombredelamujerquehavividoconstantementeenmiimaginación,quesehaadueñadodetodamipersonayqueconsuinfluenciadirigehoymivida.

II

La cara y la actitud de Pesca, la noche en que nos encontramos ante laverja demimadre, fueronmásque suficientes para hacerme saber que algoextraordinariohabíasucedido.Sinembargo fuecompletamente inútilpedirleunaprontaexplicación.Loúnicoquesaquéenlimpio,mientrasmeconducíahaciaelinteriorconambasmanos,eraque,conociendomiscostumbres,habíavenido aquella noche a casa seguro de encontrarme y que tenía quecomunicarmenoticiasdemuyagradablenaturaleza.

Nosdirigimosalsalóndeunamanerabastantepococorrectayprecipitada.Mimadre estaba sentada junto a la ventana abierta, riendo y abanicándose.Pesca era uno de sus favoritos, y cualquiera de sus excentricidades hallabasiempredisculpaantesusojos¡Pobrealmasencilla!Desdeelmomentoenquese dio cuenta de que el diminuto profesor estaba lleno de gratitud yprofesionalmenteunidoasuhijo,leabriósucorazónsinreservasypasópor

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alto todas sus desconcertantes rarezas de extranjero, sin intentar siquieracomprenderlas.

Mi hermana Sarah, a pesar de gozar de la ventaja de su juventud, eracuriosamentemuchomenos flexible.Reconocía las excelentes cualidadesdePesca, pero no las aceptaba ciegamente, comohacíamimadre, sólo por seramigo mío. La veneración que Pesca profesaba hacia todo lo que fueranapariencias,estabaenpermanentecontradicciónconlacorrecciónbritánicadeella,ynopodíapormenosdesentirundesagradableasombrocadavezqueelexcéntrico y pequeño extranjero se permitía ciertas familiaridades con mimadre.Heobservado,nosóloenelcasodemihermana,sinoenotrosmuchos,que nuestra generación es menos impulsiva y cordial que la de nuestrosmayores.Constantementeveopersonasmayoresexcitadasyemocionadasantela expectativa de deleite que les espera, el cual no logra perturbar la serenatranquilidad de sus nietos. Yo me pregunto: ¿es que los jóvenes de ahorasomosmuchachosymuchachastanauténticoscomoloerannuestrosabuelosen su tiempo? ¿Habrán avanzado demasiado las ventajas de la educación?¿Somos en esta época nueva unamera escoria humana que ha recibido unaeducacióndemasiadobuena?

Sin intentaraclararestas importantescuestionespuedosinembargodecirque cuando veía amimadre y ami hermana en compañía de Pesca jamásdejabadenotarquelaprimeraresultabalamásjuvenildelasdos.Enaquellaocasión, por ejemplo, mientras la dama de mayor edad estaba riendoabiertamente de lamanera atropellada con que entramos en el salón, Sarahrecogíaconvisibledesazónlospedazosdeunatazadetéqueelprofesorhabíarotoalprecipitarseamiencuentro.

—No sé lo que hubiera sucedido si llegas a retrasarte,Walter—dijomimadre—.Pescaestámediolocodeimpacienciayyomediolocadecuriosidad.El profesor trae alguna noticiamaravillosa que te concierne y se ha negadocruelmente a darnos la más mínima pista hasta que su amigo Walterapareciese.

—¡Qué lata! ¡Ya se ha descalabrado la partida!—murmuróSarah entredientes,absorbidaenlarecogidadelosrestosdelatazarota.

Mientras eran pronunciadas esas palabras, el bueno de Pesca, sinpreocuparse lo más mínimo del irreparable destrozo que había causado,empujaba tan contento una de las butacas hacia el otro extremo de la sala,situándonos a los tres tal como haría un orador desde su tribuna. Volvió labutaca de espalda a nosotros, se colocó en ella de rodillas y con granexcitación empezó a dirigir la palabra a su pequeña congregación de tres,desdesuimprovisadopúlpito.

—Yahora,queridosmíos—empezóPesca(quesiempredecía«queridos»,

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en lugar de «amigos»)—, escuchadme. Ha llegado el momento. Ahí va mibuenanoticia.Empiezoahablar.

—¡Escuchad,escuchad!—dijomimadresiguiendolabroma.

—Lo primero que le toca romper, mamá, será el respaldo de la mejorbutacaquetenemos—dijoSarahporlobajo.

—Vuelvo lavistaatrásymedirijo,comosiempre,a lamásnoblede lascriaturas humanas—continuóPesca convehemencia, señalandomihumildepersonadesdesusitial—.¿Quiénmeencontrómuertoenelfondodelmar(acausadeuncalambre)ymesacóaflote,yquédijecuandovolvíalavidayavestirmisropas?

—Mucho más de lo necesario —contesté yo lo más ceñudamente quepude,puessabíaquetrataresteasuntoeraequivalentealiberarlasemocionesdePescaenunariadadelágrimas.

—Dije—insistióPesca—quemi vida le pertenecía ami querido amigoWalterhastaelfindemisdíasyasíes.Dijequenuncavolveríaaserfelizsinoencontrabaunaoportunidaddehaceralgoporél,y,enefecto,nuncaheestadosatisfechoconmigomismohastaquehallegadoesteventurosodía.Ahora—gritóentusiasmadoelhombrecito—lafelicidadrebosaportodoslosporosdemicuerpo,porquejuropormife,mihonorymialmaqueocurrealgobuenoyquesóloquedapordecir:¡bien,todoestámuybien!

Conviene aquí explicar que Pesca tenía el prurito de creerse un perfectoinglés tanto en su lenguaje como en sus costumbres, diversiones eindumentaria.Habíaadoptadoalgunasdenuestrasexpresionesmásfamiliaresylasusabaensusconversacionessiemprequeseleocurría,repitiéndolasunatrasotracomosiconstituyeranunalargasílaba,sóloporelgustodedecirlasygeneralmentesinsaberconexactitudsusentido.

—Entre las casas elegantes de Londres que frecuento para enseñar lalengua de mi país—continuó el profesor, decidiéndose al fin a explicar elasuntodejándosedemáspreámbulos—,hayunamásopulentaque todas lasdemás,situadaenlagranplazadePortland.Todossabéisdóndeestá¿no?Sí,claro,porsupuesto.Estagrancasa,queridosamigos,cobijaaunagranfamilia.Unamamárubiaygorda,tresseñoritasrubiasygordas;dosjóvenescaballerosrubios y gordos y un papá más rubio y gordo que todos ellos, que es unadinerado comerciante, forrado de oro, hombre de gran distinción en otrotiempoyqueahora,consucabezacalvaysudoblebarbilla,resultademuchomenos porte. Pues bien, atención: Yo enseño el sublime Dante a las tresjóvenes señoritas pero, ¡Diosme ampare!, no hay palabras para explicar elrompecabezas que el sublime crea en esas tres lindas cabezas. Pero noimporta, todo llegará y cuantas más lecciones se necesiten, mejor para mí.

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Imagínenseustedesquehoyestabaenseñandoa las señoritascomosiempre:estamosloscuatrojuntosenelinfiernodeDante,enelséptimocírculo—peroesto no tiene importancia—, todos los círculos son lo mismo para las tresseñoritasgordasyrubias,yenelquesehallanfirmementeancladas;yotratode avanzar recitando, declamando, y sofocándome con mi propioentusiasmo...,cuandoderepenteoigoporelpasilloelcrujirdeunasbotasyenseguidaentraenlasalaelricopapá,poderosocomerciantedecabezacalvaypapada.¡Ayqueridos,creoqueelasuntoempiezaainteresarles!¿Mehabéisescuchado con paciencia o habéis pensado: «Al diablo con Pesca, que estanochehablainterminablemente»?

Declaramosqueestábamosprofundamenteinteresados.

Elprofesorcontinuó:

—Eladineradopapá llevaunacartaen sumano,ydespuésdeexcusarseporhaberinterrumpidonuestraestanciaenlasregionesinfernalesconasuntosde este mundo, se dirige a las tres señoritas y empieza del modo con quesiempre empiezan los ingleses cada conversación: con un gran ¡Oh! «¡Ohqueridas! dice el poderoso mercader, tengo aquí una carta de mi amigo elseñor...» (he olvidado el nombre; pero no importa, ya que nos ocuparemosluegodeesto).Asíqueelpapádice«tengounacartademiamigoelseñor,enlaquemepreguntasipodríarecomendarleunprofesordedibujoqueestuvieradispuestoatrasladarseduranteunatemporadaasucasadecampo»y¡pormialmaquesienaquelmomento tengo losbrazosbastante largoshubiera sidocapaz de abarcar con ellos la poderosa humanidad del rico papá paraestrecharle contra mi corazón en señal de gratitud por haber lanzado tanestupendaspalabras!Comonopudehacerlo,mecontentéconagitarmeenmiasientocomosimeestuvieranpinchando,peronodijenadayledejéhablar.«¿Conocéis vosotras, hijas mías, algún profesor de dibujo que yo puedarecomendar?»,diceelbuenfabricantededineromientrasdavueltasalacartaentresusdedoscuajadosdeoro.Lastresjovencitassemiranyresponden(conelinevitable¡Oh!inglés):«¡Oh!no,papá,peroaquíestáelseñorPesca...»Aloírpronunciarminombrenopuedocontenerme;surecuerdo,queridoamigo,semesubealacabezacomounaoleadadesangre:doyunbrincosobrelasillay digo en elmás correcto inglés al poderoso comerciante: «Estimado señor,conozco al hombre que necesita, al mejor profesor de dibujo del mundo.Recomiéndeleustedsinfaltaparaquesalgalacartaenelcorreodelanocheyenvíele mañana mismo con todo su equipaje.» (¡Vaya frase inglesa!, ¿eh?)«Bueno, un momento, —dice el papá—, ¿es inglés o extranjero?» «Ingléshasta la médula de los huesos», respondo. «¿Honorable?» «Caballero —contestoconviveza,puesestapreguntasuenaainsultoyaqueélmeconoce—lallamainmortaldelgenioardeenelalmadeeseinglés,yloqueesmás,habrillado antes en la de su padre». «Eso no me importa», dice papá, aquel

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caníbaldeoro.«Esonomeimporta,señorPesca.Enestepaísnonosinteresaelgeniosinovaacompañadodehonorabilidad,perosilahay,somosfelicesde ver un genio, verdaderamente felices. ¿Su amigo puede presentarreferencias, cartas que acrediten su comportamiento?» Hago un gestodespectivo con lamano. «¿Cartas?—digo—¡Diosmeampare! ¡Ya lo creo,ya!Montonesdecartas,fajasdereferenciassiustedlodesea».«Conunaodostenemosbastante—respondióaquelhombre llenode flemaydinero—.Quemelasenvíeconsunombreysusseñas,yespereunpoco,señorPesca,antesdequevayaaverasuamigoquierodarleunbillete».«¿Unbilletedebanco?—ledigocon indignación—Nadadebilletespor favor,hastaquemiamigoinglésloshayaganado»,«¿Billetedebanco?—diceelpapá,muysorprendido—.Pero¿quiénhabladeeso?Merefieroaquevoyaescribirunbillete,unanota que le explique sus obligaciones. Siga usted con su lección, Pesca,mientras copio lo que interesa de la carta de mi amigo». El hombre demercancías y dinero se sienta con su pluma, tinta y papel y yo vuelvo alInfiernodeDanteencompañíadelastresseñoritas.Alcabodediezminutosel billete está escrito y las crujientes botas del papá se alejanpor el pasillo.Desde aquelmomento ¡juro pormi fe,mi honor ymi alma que nome doycuentadenada!La ideafelizdequepor finhehalladomioportunidadydequeelgratoservicioquerindoamiamigomásqueridodeestemundoyaesrealidadcasi,estaideamesubealacabezaymeembriaga.Cómoregresoyacon mis discípulas de la Región Infernal, ni cómo cumplo mis otrosquehaceres,nicómomifrugalcomidasedeslizasolaenmigarganta,nolosé,escomosiestuvieraenlaluna.Loúnicoimportanteesqueestoyaquí,conlanotadelomnipotentecomercianteenmimano,yquemesientoinmensocomola vidamisma, ardiente como el fuego y feliz como un rey. ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!,¡Bien, bien, bien,muybien!Yel profesor agitó la nota con las condicionessobre su cabeza, rematando su largo y fogoso relato con su estridenteimitaciónitalianadelalegrehurrabritánico.

Entoncesmimadreselevantódesuasientoy,conlosojosbrillantesylasmejillasencendidas,cogiólasdosmanosdelprofesoryledijoemocionada:

—Miquerido,miqueridoPesca,nuncahabíadudadodesusinceroafectohaciaWalter;peroahoraestoymásconvencidadeelloquenunca.

—DesdeluegoqueestamosmuyagradecidasalprofesorPescaporloquehahechoporWalter—añadióSarah,yconestaspalabrashizoelmovimientodeincorporarsecomoqueriendoacercarsealsillóndePescatambién,peroalveraéstebesarconefusiónlasmanosdemimadresepusoseriayvolvióahundirse en su asiento. «Si se permite conmamá estas familiaridades, sabeDioslasquesetomaráconmigo».Losrostrosavecesdicenlaverdad;y,sinduda,estofueloquepensabaSarahmientrasvolvíaasentarse.

Apesardequeyo tambiénsentíaverdaderoagradecimientoporelafecto

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dePesca,noexperimentaba laalegríaquedebieraproducirme laperspectivadelnuevoempleoque semeofrecía.Cuandoel profesor acabódebesar lasmanosdemimadreycuandoyoledilasgraciasporsuintervención,lepedíquemedejaraecharunvistazoalbilletequesurespetableseñormedirigía.

Pescamealargóelpapelconungestodetriunfo.

—¡Lea!—medijoelhombrecillomajestuosamente—Leaseguro, amigomío,quelamisivadelpapádeorolehablaráconlenguajedetrompetas.

La nota estaba redactada en términos lacónicos, contundentes y, en todocasointeligibles.Semecomunicaba:

Primero. Que el caballero Frederich Fairlie, de la casa Limmeridge, enCumberland,deseacontratarporunperíododecuatromesescomomínimounprofesordedibujodereconocidacompetencia.

Segundo.Queesteprofesordeberáencargarsededosclasesdetrabajo.Laenseñanzadepinturaalaacuarelaadosseñoritasydedicarálasdemáshorasde trabajo a la restauración de una valiosa colección de dibujos que haalcanzadounestadodeabandonototal.

Tercero.Que los honorarios que se ofrecen a la personaque acepta a sucargoycumplirádebidamentecondichostrabajosserándecuatroguineasalasemana; que residirá en Limmeridge; que se le concederá el tratocorrespondienteauncaballero.

Cuarto y último.Que se abstenga de solicitar esta colocación la personaqueseaincapazdepresentarlasreferenciasmásindispensablesrespectoasupersonayaptitudes.TalesreferenciasseenviaránaLondres,acasadelamigodel señor Fairlie, que está autorizado para efectuar todos los trámitesdefinitivos.

A estas instrucciones seguían el nombre y señas del patrón de Pesca enPortland,yaquílanota—oelbillete—terminaba.

Ciertamente, esta oferta de un empleo fuera de la ciudad resultabaatractiva. El trabajo prometía ser tan fácil como agradable; además, laproposición llegaba en otoño, en la época del año en que yo estabamenosocupado;laremuneración,segúnmipropiaexperienciaenestaprofesión,erasorprendentemente generosa. Yo lo comprendía; comprendía que deberíaconsiderarmemuyafortunadosillegabaaocuparaquelpuesto,perotanprontocomohubeleídolanotasentíunainexplicableinapetenciadehaceralgoporconseguirlo.Nunca antesmi deber ymi gusto se habían encontrado en unadivergenciatanirreconciliableydolorosa.

—¡OhWalter!Nuncatuvotupadreunasuertecomoesta—dijomimadre,devolviéndomelanotadespuésdeleerla.

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—¡Conoceraunagentetandistinguiday,encima,estagentilezasuya,paratratarsedeigualaigual!—añadióSarah,enderezándoseensusilla.

—Sí,sí,lascondicionesparecenbastantetentadorasentodoslosaspectos—añadí con cierta impaciencia —pero antes de enviar mis referencias megustaríareflexionarunpoco...

—¡Reflexionar!—exclamómimadre—,PeroWalter,¿quédices?

—¡Reflexionar! —repitió Sarah detrás de ella—, ¡Como se te ocurrepensarlosiquiera!

—¡Reflexionar! —tomó la palabra el profesor—. ¿Sobre qué se ha dereflexionar? ¡Contésteme! ¿No se quejaba usted de su salud, y no suspirabaporloqueustedllamaelsabordelabrisacampestre?¡Vamos!Siestepapelquetieneensumanoleofrecetodaslasbocanadasdelabrisacampestrequepuede respirar durante cuatro meses hasta sofocarse. ¿No es así? ¿Eh?También quería dinero. ¡De acuerdo! ¿Cuatro guineas semanales le parecenunatontería?¡Diosmisericordioso!¡Quemelasdenamíyyaveránustedescomocrujenmisbotastantocomolasdelpapádeoro,yconplenaconcienciadeladescomunalopulenciadelquelasgasta!Cuatroguineascadasemanasincontarlaencantadorapresenciadedosseñoritasjóvenes,sincontarlacama,eldesayuno, la cena, los magníficos tés ingleses y meriendas, la espumeantecerveza,todoacambiodenada,oiga,¡Walter,queridoamigo!,¡queeldiablomelleve!¡Porprimeravezenmividamisojosnomesirvenparaverleyparaasombrarmedeusted!

Ni la evidente sorpresa de mi madre ante mi actitud fervorosa, ni larelación que Pesca me hacía de los beneficios que el nuevo empleo mebrindaba,consiguieronhacertambalearmiirrazonableresistenciaalaideadeviajar hacia Limmeridge. Cuando todas las débiles objeciones que se meocurrían eran rebatidas una tras otra, antemi completodesconcierto, intentéerigirunúltimoobstáculopreguntandoquéseríademisalumnosdeLondresdurante el tiempo que me dedicase a enseñar a copiar del natural a lasseñoritasFairlie.

La respuesta fue fácil: la mayoría de ellos estarían fuera haciendo sushabitualesviajesdeotoño,y losquenosalierande lapoblaciónpodríandarclase con un compañeromío, de cuyos discípulosme encargué yo una vez,bajocircunstanciassimilares.Mihermanamerecordóqueaquelcaballeromehabía ofrecido expresamente sus servicios si este año se me ocurría haceralgúnviajeenverano;mimadremuyseria,meincrepódiciendoquenoteníaderechoajugarconmisinteresesniconmisalud,poruncaprichoabsurdo;yPescameimploróquenohirierasucorazónalrechazarelprimerservicioqueélpudorendir,enseñaldesuagradecimiento,alamigoquelehabíasalvadolavida.

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Lasinceridadyfrancoafectoqueinspirabanestosdiscursoshubieransidocapacesdeconmoveracualquieraquetuvieseunátomodesentimientoensucomposición.

Aunqueyonopudecombatirmiextrañaperversidad,porlomenosfuilosuficientementehonradocomoparaavergonzarmedetodocorazónypusefinaladiscusióncomplaciendoatodos:cedíyprometícumplirloquetodoslospresentesesperabandemí.

El resto de la velada se consumió con cierto regocijo en hacer jubilosassuposiciones sobre mi futura convivencia con las dos señoritas deCumberland.Pesca,inspiradoconnuestrogrog,quecincominutosdespuésdeestarenglutiendoobrabalosmilagrosmássorprendentesconsucabeza,quisodemostrarnos que era todo un inglés emitiendo una serie de brindis que sesucedíanconrapidez,enlosquehacíavotosporlasaluddemimadre,demihermana,delamía,yporlasaluddetodosalavez,delseñorFairlieydesushijas;inmediatamentedespuéssediolasgraciasasímismoconmuchoénfasisennombredetodoslospresentes.

—Un secreto,Walter—me dijomi amigo cuando los dos caminábamoshacia nuestras casas, en tono confidencial.—Estoy excitado por mi propiaelocuencia.Mipechorebosadeambiciones.Yaverácómomeeligenundíamiembro de su noble Parlamento. ¡Es el sueño de toda mi vida: ser elilustrísimoseñorPesca,MiembrodelParlamento!

Alamañanasiguienteenviéalpatróndelprofesormisreferencias.Pasarontresdías;ylleguéalaconclusión—paramisecretasatisfacción—dequemisinformesnohabíanresultadobastanteconvincentes.Sinembargoalcuartodíallegó la respuesta. Se me comunicaba que el señor Fairlie aceptaba misserviciosymeinstabaapartirparaCumberlanddeinmediato.Enlaposdataseespecificaba clara yminuciosamente todas las instrucciones necesarias paraemprenderelviaje.

Hice los preparativos de mi viaje sin la menor ilusión, para salir deLondres por la mañana del día siguiente. Al atardecer se presentó Pesca,caminodeunacenafestiva,adespedirme.

Cuandoustednoestéaquí,mislágrimassesecarán—dijoalegremente—alpensarquefuemimanofelizlaqueledioelprimerempujónensucaminode glorias y riquezas. ¡En marcha, amigo mío! ¡Cuando su sol brille enCumberland, métale en casa, en nombre de Dios! Cásese con una de lasseñoritas y llegará a ser el honorable Hartright,M. P. Y cuando esté en lacumbre de la gloria, recuerde que Pesca, desde abajo, lemostró el senderoparaalcanzarla.

Tratédesonreíramidiminutoamigosiguiéndolesubroma,peronoestaba

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miespírituparasonrisas.Algoenmiinteriortemblabapenosamente,mientrasaquélmededicabasualegredespedida.

Cuando me dejó, lo único que me quedaba por hacer era encaminarmehacialacasadeHampsteadparadespedirmedemimadreymihermana.

III

Eldíahabía sidocalurosoenextremo,yal llegar lanochecontinuabaelbochornoylapesadezdelaatmósfera.

Mimadreymihermanahabíanpronunciadotantaspalabrasdedespedidaytantas veces me habían pedido esperar cinco minutos más que casi era yamedianoche cuando el criado cerró tras de mí la verja del jardín. Anduvealgunospasospor el atajoqueme llevaba aLondres, pero luegomedetuvevacilando.

Enelcielosinestrellasbrillabalaluna,yensumisteriosaluzelquebradosuelo del páramo aparecía comouna región salvaje, amiles demillas de lagranciudadqueyocontemplabaamispies.Laideadesumergirmeenseguidaenelbochornoy laoscuridaddeLondresme repelía.Laperspectivade iradormiramishabitacionessinaire,semeantojaba,agitadocomoestabaenmiespírituycuerpo,idénticaaladesofocarmepocoapoco.Medecidí,pues,porelairemáspuro,escogiendoelcaminomásdesviadoposibleparapasearporblanquecinos senderos aireados por el viento a través del desierto páramoyllegar a Londres por los suburbios, tomando la carretera de Finchley y asíregresar a casa con el fresco de la madrugada por la parte occidental deRegent'sPark.

Seguícaminandolentamenteporelpáramo,gozandodeladivinaquietuddelpaisajeyadmirandoelsuavejuegodeluzysombraquereverberabasobreel agrietado terreno a ambos lados del camino. En toda esta primera ymásbellapartedemipaseonocturno,mipasivamenterecibíalasimpresionesquela vista le proporcionaba; apenas si pensaba en algo, y de hecho lo queexperimentabaenaquellosmomentosnodejabalugarapensamientosalgunos.

Pero cuando dejé el páramo para seguir por la carretera, donde habíamenos que admirar, las ideas que el próximo cambio en mis costumbres yocupacioneshabíadespertado,fueronacaparandotodamiatención.Alllegaral fin de la carretera estaba completamente absorto en mis visionesfantasmagóricasdeLimmeridge,delseñorFairlieydelasdosseñoritascuyaeducaciónartísticaibaaestarmuyprontoenmismanos.

Lleguéenmicaminataal lugardonde secruzabancuatrocaminos: eldeHampstead,porel cualhabíavenido; lacarreteradeFinchley; ladeWest—Endyel caminoque llevabaaLondres.Seguímecánicamenteesteúltimoyavanzaba fantaseando perezosamente sobre cómo serían las señoritas de

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Cumberland,cuandoprontosemehelólasangreenlasvenasalsentirqueunamanoseposabasobremihombro.Tanligeracomoinesperadamente.

Mevolvíbruscamenteapretandoconmisdedoselpuñodemibastón.

Allí,enmediodelcaminoanchoytranquilo,allí,comosihubierabrotadode la tierra o hubiese caído del cielo en aquel preciso instante, se erguía lafiguradeunasolitariamujerenvueltaenvestidurasblancas;inclinabasucarahacialamíaenunainterrogacióngravemientrassumanoseñalabalasoscurasnubessobreLondres,asílavicuandomevolvíhaciaella.

Estabademasiadosorprendido,por lo repentinodeaquellaextraordinariaapariciónquesurgióantemivistaenmediodelaoscuridaddelanocheyenaquelloslugaresdesiertos,parapreguntarleloquedeseaba.Laextrañamujerhablóprimero:

—¿EsesteelcaminoparairaLondres?—dijo.

Lamiréfijamentealoíraquellasingularpregunta.Erayamuycercadelauna. Todo lo que pude distinguir a la luz de la luna fue un rostro pálido yjoven,demacradoyangulosoenlos trazosdelasmejillasy labarbilla;unosojos grandes, serios, de mirada atenta y angustiosa, labios nerviosos eimprecisos

cabellos de un rubio pálido con reflejos de oro oscuro.En su actitud nohabíanadasalvajeniinmodesto,expresabaserenidadydominiodesímisma,senotabaunairemelancólicoycomotemeroso;suportenoeraprecisamenteeldeunaseñora,perotampocoeldelasmáshumildesdelasociedad.Suvoz,aunque la había oído poco, tenía flexiones extrañamente reposadas ymecánicas,alavezqueladiccióneranotablementeapresurada.Llevabaenlamanounpequeñobolso,ytantoéstecomosusropas,capota,chalytrajeeranblancosy,hastadondeyoera capazde juzgar, las telasnoparecían finasnicostosas.Eraesbeltaydeestaturamásquemediana,noseobservabaensusgestosnadaquesepareciesealaextravagancia.Aquellofuetodoloquepudever de ella entonces, a causa de la escasa luz y de mi perplejidad ante lasextrañas circunstancias de nuestro encuentro. ¿Qué clase de mujer seríaaquélla,yquéharíasolaenunacarretera,pasadaunahoradelamedianoche?Nollegabaaentenderlo.

Deloúnicoqueestabaseguroeradequeelmáslerdodeloshombresnohubiera podido interpretar en mal sentido sus intenciones al hallarme, nisiquieraconsiderandolahoratantardíaysospechosayellugartansospechosoydesértico.

—¿Meoyeusted?—repitióconlamismacalmayrapidez,ysinelmenorsignodeimpacienciaoenfado—.PreguntabasiesteeselcaminoquellevaaLondres.

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—Sí— respondí—.Este es el camino que va hasta San JohnWood y alRegent'sPark.Perdonequehayatardadoencontestarle.Mehasorprendidosurepentinaaparición,yaunahorasigosincomprenderla.

—Nosospecharáustedqueesporalgomalo,¿verdad?Nohehechonadaqueseamalo.Tuveunaccidente...,ymesientodesgraciadaporestaraquísolaaestashoras.¿Porquépiensaustedquehehechoalgomalo?

Hablabaconunaseriedadyagitacióninnecesariasyretrocedióunospasosantemí.Hiceloposibleportranquilizarla.

—Por favor,nocreaquesemehaocurridosospechardeusted—dije—,nohetenidootrodeseoqueserleútilenloquepueda.Loquemechocódesuaparición en el camino fue que unmomento antes lo habíamirado y estabacompletamentevacío.

Se volvió hacia atrás y señaló el lugar en que se unen los caminos deLondresyHampstead,queeraunhuecoenelseto.

—Le oí venir —contestó—, y me escondí allí para ver qué clase dehombreseríaantesdearriesgarmeahablarle.Tuvedudasytemoreshastaquepasóamilado,yentonceshubedeseguirleahurtadillasytocarle.

¿Seguirmeahurtadillasytocarme?¿Porquénomellamó?Extraño,pornodecirotracosa.

—¿Puedo confiarme a usted?—preguntó—. ¿Nopensará usteddemí lopeorporquehayasufridounaccidente?

Se calló como avergonzada, cambió el bolso de una mano a la otra ysuspiróamargamente.

La soledad y desamparo de aquella mujer me conmovían. El impulsonaturaldesocorrerlaysalvarlaseimpusoalaserenidaddejuicio,precauciónymundologíaquehubierademostradounhombremayor,másexpertoymásfríoanteestaextrañaemergencia.

—Puede confiar en mí si su propósito es honesto— contesté—. Y si leviolentaconfesarelmotivodehallarseenestaextrañasituación,novolvamosahablardeello.Dígameenquépuedoayudarlayloharésiestáenmimano.

—Esustedmuyamableyestoymuy,muyfelizdehaberleencontrado.

Por vez primera escuché resonar en su voz algo de ternura femeninacuandopronunciabaestaspalabras;peroensusgrandesojos,cuyaangustiosamiradadeatenciónsefijabaenmíconinsistencia,nobrillabanlágrimas.

—NoheestadoenLondresmásqueunavez—continuóhablandoaúnmásdeprisa—ynoconozcoesoslugares.¿Podríaconseguiruncocheouncarrooloquefuese?¿Esdemasiadotarde?Nosé.Siustedpudieraindicarmedónde

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encontrarlo, y fuera capaz de prometerme no intervenir en nada y dejarmemarcharcuándoydóndeyoquiera...TengoenLondresunaamigaqueestaráencantadaderecibirme,yyonodeseootracosa.¿Melopromete?

Miróconansiedadaambosladosdelacarretera,cambióunayotravezdemanosubolsoblanco,repitióaquellaspalabras:«¿Melopromete?»ymemirólargamente con tal expresión de súplica, temor y desconcierto queme sentíalarmado.

¿Qué iba yo a hacer? Se trataba de un ser humano desconocido,abandonadocompletamente amimerced e indefenso antemí, y este ser eraunamujer desgraciada. Cerca no había ni una sola casa, ni pasaba nadie aquien yo pudiera consultar, ningún derecho terrenal me daba el poder demandarsobreella,aunquehubierasabidocómohacerlo.Escriboestas líneaslleno de desconfianza hacia mí mismo, bajo las sombras de losacontecimientosposterioresquenublanelpropiopapelenquelastrazo,ysigopreguntándome:¿Quéhubierapodidohacerentonces?

Loquehicefuetratardeganartiempoconpreguntas.

—¿EstáseguradequesuamigadeLondreslarecibiráaestashorasdelanoche?—ledije.

—Completamentesegura.Peroprométamequemedejarásolaencuantoselopidayquenoseentremeteráenmisasuntos.¿Melopromete?

Alrepetirporterceravezestapreguntaseacercóamíy,conunfurtivoysuavemovimiento,pusosumanoenmipecho,unamanodelgada,unamanofría (lo noté cuando la aparté con la mía), incluso en aquella nochebochornosa.Recordadqueyoera jovenyque lamanoqueme tocóeraunamanodemujer.

—¿Melopromete?

—Sí.

¡Unasolapalabra!Lapalabratanfamiliarqueestáenloslabiosdetodoslos hombres a cada hora del día. ¡Pobre de mí, ahora, al escribirla, meestremezco!

Y andando juntos dirigimos nuestros pasos hacia Londres en aquellasprimeras y tranquilas horas del nuevo día, ¡yo con aquella mujer, cuyonombre, cuyo carácter, cuya historia, cuyo objeto en la vida, cuya mismapresenciaamiladoenaquellosmomentoseranmisteriosinsondablesparamí!Creíaestarsoñando.¿ErayoenverdadWalterHartright?¿Eraaquélelcaminopara Londres, tan corriente y conocido, tan poblado de gentes ociosas losdomingos? ¿Había estado yo hacía poco más de una hora en el ambientesosegado,decenteyconvencionalmentedomésticodelacasitademimadre?

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Me sentía demasiado aturdido, a la vez que demasiado consciente de unsentimiento de reprobación haciamímismo para poder hablar ami extrañaacompañanteenlosprimerosminutos.Yfuetambiénsuvozlaquerompióelsilencioquenosenvolvía.

—Quiero preguntarle una cosa—dijo de golpe—. ¿ConoceustedmuchagenteenLondres?

—Sí,muchísima.

—¿Muchagentedistinguidayaristocrática?

Habíaenestapreguntaunainconfundiblenotadedesconfianza,yyovacilésobreloquedebíacontestar.

—Algunos—dijedespuésdeunmomento.

—Muchos— se paró en seco, y me escrutó con su mirada—. ¿Muchoshombresconeltítulodebarón?

Demasiadosorprendidoparacontestarle,interroguéyoamivez.

—¿Porquémelopregunta?

—Porqueespero, enmipropio interés,queexistaunbarónqueustednoconozca.

—¿Quieredecirmesunombre?

—Nopuedo...,nomeatrevo...Pierdolacabezacuandolenombro.

Hablabaenvozalta,casiconferocidad,ylevantandosupuñocerrado,loagitó con vehemencia; luego se dominó repentinamente, y dijo en voz baja,casienunsusurro:

—Dígameaquiénesdeellosconoceusted.

Nopodíanegarmea satisfacerlaenunapequeñezcomoaquéllay ledijetresnombres.Doserandepadresdemisalumnas,yotro,eldeunsolterónquemellevóunavezdeviajeensuyateparaquelehicieseunosdibujos.

—¡Ah,no leconoceaél!—dijoconunsuspirodealivio.—¿Esustedtambiénaristócrata?

—Nadadeeso.Nosoymásqueunprofesordedibujo.

Cuando lediesta respuesta,quizáconalgunaamargura,agarrómibrazoconlabrusquedadquecaracterizabatodossusmovimientos.

—¡Noesunaristócrata!—serepitióasímisma—.¡GraciasaDios,puedoconfiarenél!

Hasta aquel momento había logrado dominar mi curiosidad por

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consideraciónamiacompañante,peroahoranopudecontenerme.

—Meparecequetieneustedgravesrazonescontraalgúnaristócrata,—ledije—meparece que el barón a quien no quiere nombrar le ha causado unagravio.¿Esporesoporloquesehallaaquíaestashoras?

—Nomepregunte,nomehagahablardeello—contestó—.Nomesientoconfuerzasahora.Mehanmaltratadomuchoymehanofendidomucho.Lequedaría muy agradecida si va más de prisa, y no me habla. Sólo deseotranquilizarme,siesquepuedo.

Seguimosadelanteconpaso rígido,ydurantemásdemediahoranonosdijimosunasolapalabra.Decuandoencuando,comoteníaprohibidoseguirconmispreguntas,yolanzabaunafurtivamiradaasurostro,suexpresiónnosealteraba:loslabiosapretados,lafrenteceñuda,losojosmirabandefrente,ansiososperoausentes.Habíamosllegadoyaalasprimerascasasyestábamoscerca del nuevo colegio deWesleyan, cuando la tensión desapareció de surostroymehablódenuevo.

—¿ViveustedenLondres?—dijo.

—Sí

Peroalcontestarlepenséquequizá tuviese intencióndeacudiramíparaque la aconsejase o ayudase y me sentí obligado a evitarle desencantos,advirtiéndolequeprontosaldríadeviaje.Asíqueañadí:

—Pero mañana me voy de Londres por algún tiempo. Me marcho alcampo.

—¿Dónde?—preguntó—.¿AlNorteoalSur?

—AlNorte,aCumberland.

—¡Cumberland!—repitióconternura—.¡Ah!¡Cuántomegustaríairallítambién!Hacetiempofuimuyfelizallí.

Tratédenuevodelevantarelveloquesetendíaentreaquellamujeryyo.

—QuizáhanacidoustedenlahermosacomarcadelLago.

—No—contestó—.Nací enHampshire, peroduranteun tiempo fui a laescuelaenCumberland.¿Lagos?Norecuerdoningúnlago.LoquemegustaríavereselpueblodeLimmeridgeylamansióndeLimmeridge.

Entonces me tocó a mí detenerme, de golpe. Mi curiosidad estaba yaexcitada y la mención casual que mi extraña acompañante hacía de laresidenciadelseñorFairliemedejóatónito.

—¿Hagritado alguien?—preguntó,mirando temerosahacia todaspartesenelinstanteenquemedetuve.

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—No, no. Es queme ha sorprendido el nombre de Limmeridge, porquehacepocosdíasheoídohablardeélaunaspersonasdeCumberland.

—¡Ah!perosonpocaslaspersonasqueyoconozco.LaseñoraFairliehamuerto,sumaridotambién,ysuhijasehabrácasadoysehabrámarchadodeallí.NoséquiénviviráahoraenLimmeridge.Siallívivetodavíaalguienconesenombre,sóloséquelequerríaporamoralaseñoraFairlie.

Pareciócomosifueraaañadiralgomás;peromientrashablabahabíamosllegado a la barrera de portazgo al final de la avenida Avenue—Roas, yentonces,atenazandosumanoalrededordemibrazo,miróconrecelolaverjaqueteníamosdelanteypreguntó:

—¿Estámirandoelguardadelportazgo?

No estaba mirando y no había nadie más alrededor cuando pasamos laverja; pero la luz de gas y las casas parecían inquietarla, llenándola deimpaciencia.

Ya estaremos en Londres—dijo—. ¿Ve usted algún coche que pudiesealquilar? Estoy cansada y tengomiedo. Quisierameterme dentro y quemeconduzcalejosdeaquí.

Lecontestéquetendríamosqueandaralgomáshasta llegaraunaparadadecochesanoserquetuviésemoslasuertedetropezarconalgunolibre;luegopretendíseguirconeltemadeCumberland.Fueinútil.Eldeseodemeterseenuncocheymarcharsesehabíaapoderadodesumente.Eraincapazdepensarnihablardeotracosa.

ApenashabríamosandadolatercerapartedeAvenue—Roascuandoviqueun coche de alquiler se paraba a una manzana de nosotros ante una casasituadaenlaaceradeenfrente;bajóunseñorquedesaparecióenseguidaporla puerta del jardín. Detuve al cochero cuando ya se subía al pescante. Alcruzar el camino, era tal la impaciencia de mi compañera que me hizoatravesarlocorriendo.

—Esmuytarde—dijo—tengotantaprisasóloporqueesmuytarde.

—Sólo puedo llevarle, señor, si va hacia Tottenham Court— dijo elcocheroconcorreccióncuandoyoabrílaportezuela—.Micaballoestámuertodefatiga,ynollegarámuylejossinolollevodirectamentealestablo.

—Sí, sí. Me conviene. Voy hacia allá, voy hacia allá—. Habló ellajadeandodeangustia;yseprecipitóalinteriordelcoche.

Measeguré,antesdedejarlaentrar,dequeelhombrenoestababorracho.Cuando ella estaba ya sentada la quise convencer de que me permitieseacompañarlahastaellugaradondesedirigía,parasumayorseguridad.

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—No, no, no— dijo con vehemencia— ahora estoy a salvo y soy muyfeliz.Siesusteduncaballero,recuerdesupromesa.Déjelequesigahastaqueyoledetenga.¡Gracias,gracias,milgracias!

Mimanoseguíaaguantandolaportezuela.Lacogióentrelassuyas,labesóy la empujó fuera.En aquelmismo instante el coche se puso enmarcha; diunospasosdetrásdeélconlavagaideadedetenerlo,sinsaberbienporqué,dudaba pormiedo a asustarla y disgustarla, llamé al fin pero no lo bastantealto como para que me oyese el cochero. El ruido de las ruedas se fuedesvaneciendo en la distancia; el coche se perdió en las negras sombras delcamino,ylamujerdeblancohabíadesaparecido.

Pasaron diez minutos o más. Yo continuaba en el mismo sitio; dabamecánicamenteunospasoshaciadelante,volvíaapararme,confuso.Hubounmomentoenquemesorprendídudandodelarealidaddelaaventura;luegomeencontré desconcertado y desolado por la sensación desagradable de habercometidounerror, lacual,sinembargo,noresolvíami incertidumbreacercade loquepodíahabersidoelprocedercorrecto.Nosabíaadónde ibaniquédebíahacerahoradelbarullodemispensamientos,cuandodeprontorecobrémissentidos—tendríaquedecirdesperté—,aloírelruidodeunasruedasquesuaproximabanrápidamentepordetrás.

Me hallaba en la parte oscura del camino, a la sombra frondosa de losárbolesdeun jardín, cuandomedetuveparamirar ami alrededor.Del ladoopuesto y mejor iluminado, cerca de donde estaba, venía un policía endirecciónalRegent'sPark.

Un coche pasó a mi lado; era un cabriolé descubierto; en él iban doshombres.

—¡Para!—gritóunodeellos—.Aquíhayunpolicía.Vamosapreguntarle.

Elcocheparóenseco,apocospasosdelsombríolugarenqueyoestaba.

—¡Policía!—llamóelquehabíahabladoprimero—.¿Havistoustedpasarporaquíunamujer?

—¿Quémujer,señor?

—Unamujerconuntrajelilapálido...

—No, no —interrumpió el otro hombre—. Las ropas que le dimosnosotros lashadejadosobre lacama.Debedehaberseescapadoconlasqueella llevaba cuando llegó. Vestía de blanco, agente. Una mujer vestida deblanco.

—Nolahevisto,señor.

—Siustedoalgunodesushombresencuentranaesamujer,deténganlay

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envíenlamuyvigiladaaestas señas.Pago todos losgastosydoyunabuenarecompensa.

Elpolicíamirólatarjetaqueleentregaban.

—¿Porquéhemosdedetenerla?¿Quéhahecho,señor?

—¡Quéhahecho!SehaescapadodemiSanatorio.Noloolvide,unamujerdeblanco.Adelante.

IV

«¡SehaescapadodemiSanatorio!»

Sihedeconfesarlaverdad,todoelhorrordeestaspalabrasnocayósobremí como una revelación.Algunas de las extrañas preguntas queme hizo lamujer de blanco, después demi irreflexiva promesa de dejarle hacer lo quequisiera,mehicieronpensarqueteníaunnaturalinconstanteyrevoltosooquealgún reciente choque nervioso había perturbado el equilibrio de susfacultades.Perolaideadeunalocuratotal,quetodosnosotrosasociamosconla palabra sanatorio, puedo declarar con toda honradez que no seme habíaocurridonunca tratándosede aquellamujer.Nohabíaobservadonada en sumododehablarnideactuarquejustificarasemejantecosa;yaunconloquehabía sabidopor laspalabrasque intercambióeldesconocidoconelpolicía,noveíaenellanadaquelasjustificase.

¿Qué había hecho yo? ¿Ayudar a escapar de la más horrible de lasprisionesaunade susvíctimas,o lanzar al inmensomundodeLondresunacriaturadesventuradacuandomideber,comoeldecualquierotrohombre,eravigilar piadosamente sus actos? Me dio vértigo cuando se me ocurrió lapreguntaysentíremordimientosporplanteármelademasiadotarde.

EnelestadodeinquietudenquemehallabaerainútilpensarenacostarmecuandoalfinlleguéamihabitacióndeClement'sInn.NomefaltabamuchoparasalircaminoaCumberland.Mesentéytratéprimerodedibujaryluegodeleer,peroladamadeblancoseinterponíaentremíymilápiz,entremíymilibro. ¿Lehabría sucedido algunadesgracia a aquella desamparada criatura?Este fuemi primer pensamiento, aunquemi egoísmome impidió proseguircon él. Siguieron otros cuya consideración me resultaba menos dolorosa.¿Dónde había parado el coche? ¿Qué habría sido de ella a esas horas? ¿Lahabríanencontradoyllevadoconsigoloshombresdelcabriolé?O:¿Seríaaúncapaz de controlar sus actos? ¿Seguíamos nosotros dos unos caminosseparadosquenosllevabanhaciaunmismopuntodelfuturomisterioso,dondevolveríamosaencontrarnos?

Fueparamí un alivio que llegase la hora de cerrarmi puerta y de deciradiósalasocupacionesdeLondres,alosalumnosdeLondresyalosamigos

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deLondresydeponermedenuevoencaminohacianuevosinteresesyhaciaunavidanueva.Hastaelalborotoylaconfusióndelaestaciónquetantomeaturdíanyfatigabanenotrasocasionesmeanimaronyreconfortaron.

Siguiendo las instrucciones recibidas me dirigí a Carlisle, donde debíatomaruntrendeenlacequemellevasehastalacosta.Paraempezarelrelatodemisinfortunios,elprimerpercanceocurriócuandolalocomotoratuvounaavería entre Lancaster y Carlisle. A causa del retraso ocasionado por esteaccidenteperdíeltrendeenlacequedebíacogeralahorajustadellegaralaestación.Tuvequeesperarvariashoras;asícuandoelpróximotrenmedejóenla estaciónmás cercana a la casa deLimmeridge, eranmásde las diez y lanoche tanoscuraqueapenaspudeencontrarelcochecilloquemeaguardabaporordendelseñorFairlie,

El cochero, visiblemente irritado por mi retraso, se encontraba en eseestado de enfurruñamiento intachablemente respetuoso que sólo se da entrecriadosingleses.Emprendimosnuestroviajeenlaoscuridad,lentamenteyenabsolutosilencio.Loscaminoseranmalosylalobreguezcerradadelanochehacíaaúnmásdifícilavanzarconrapidezporaquelterreno.Segúnmarcabamireloj,habíapasadocasihoraymediadesdequedejamoslaestacióncuandooíel rumordelmaren la lejaníayelblandocrujirde lagravabajo las ruedas.Habíamos atravesado un portón antes de entrar en el camino de grava, ypasamosporotroantesdepararnosdelantede lacasa.Merecibióuncriadomajestuoso que me informó que los señores estaban ya descansando y mecondujoaunaespaciosaestanciadetechosaltosdondemeesperabalacena,tristementeolvidadasobreunextremodelainhóspitadesnudezdelamesadecaoba.

Estabademasiadocansadoydesanimadoparacomerybebermucho,sobretodoteniendodelanteaaquelmajestuosocriadoquemeservíaconelmismoesmeroquesialacasahubieranllegadovariosinvitadosaunacenadegalaynounhombresolo.Enquinceminutosquedédispuestoparairamicuarto.Elmajestuoso criado me guio hacia una habitación elegantemente decorada ydijo:«Eldesayunoesalasnueve,señor»,miróasualrededorparaasegurarsedequetodoestabaenorden,ydesapareciósilenciosamente.

«¿Cuáles seránmis sueñosestanoche?—mepregunté, apagando lavela—. ¿La mujer de blanco? ¿Los desconocidos moradores de la mansión deCumberland? ¡Eraunasensaciónextraña ladedormirenunacasa,comounamigodelafamilia,ynoconoceraunosolodesusocupantesnisiquieradevista!».

V

Cuandomelevantéalamañanasiguienteyabrí laspersianas,antemíseextendía gozosamente el mar iluminado por el sol generoso de agosto y la

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lejanacostadeEscociarozabaelhorizonteconrayasdeazuldiluido.

Esteespectáculoeratansorprendenteydetalnovedadparamí,despuésdemi extenuante experiencia del paisaje londinense compuesto de ladrillo yestuco, que me sentí irrumpir en una vida nueva y en un orden nuevo depensamientosenelmismomomentodeverlo.Seme imponíaunasensaciónimprecisadehabermedesligadosúbitamentedelpasado,sinhaberalcanzadounavisiónmásclaradelpresenteodelporvenir.Lossucesosdenohacíamásdeunosdíasseborrarondemi recuerdo,comosihubieranocurridomuchosmesesatrás.ElexcéntricorelatodePescasobrelosprocedimientosqueutilizóparaconseguirmeminuevoempleo,ladespedidademimadreymihermana,hasta lamisteriosa aventura queme sucedió al volver aquella noche a casadesde Hampstead, de pronto todo parecía haber acontecido en cierta épocalejana de mi existencia. Y aunque la dama de blanco seguía ocupando mipensamiento,suimagensehabíavueltoyadeslucidayempañada.

Pocoantesdelasnuevesalídemihabitación.Elmajestuosocriadodeldíaanteriorquemerecibióami llegadameencontróvagandopor lospasillosymeguiocompasivamentehastaelcomedor.

Lo primero que vi cuando el sirviente abrió la puerta fue la mesa yadispuestaparaeldesayuno,situadaenelcentrodeunalargaestanciallenadeventanas.Mimiradacayósobre lamásalejadayvi juntoaellaaunadamaque me daba la espalda. Desde el primer momento que mis ojos la vieronquedéadmiradopor la insólitabellezadesusiluetay lagracianaturaldesuporte. Era alta, pero no demasiado; las líneas de su cuerpo eran suaves yesculturales, pero no era gorda; su cabeza se erguía sobre sus hombros conserena firmeza; sus senos eran la perfección misma para los ojos de unhombre, pues aparecían donde se esperaba verlos y su redondez era laesperada,ostensible,ydeliciosamentenoestabandeformadosporuncorsé.Ladama no advirtió mi presencia, y me permití durante algunos minutosquedarmeadmirándola,hastaqueyomismohiceunmovimientocon lasillacomolamaneramásdiscretadellamarsuatención.Entoncessevolvióhaciamícon rapidez.Lanatural eleganciade susmovimientosquepudeobservarcuando se dirigió hacia mí desde el fondo de la habitación me llenó deimpacienciaporcontemplardecercasurostro.Seapartódelaventanaymedije:«Esmorena».Avanzóunospasosymedije:«Esjoven».Seacercómás,yentoncesmedijeconunasorpresaquenosoycapazdedescribir:«¡Esfea!».

Nuncaquedó tandesmentida la antiguamáximadeque laNaturalezanoyerra,nuncanidemaneramásdecisivaquedabandesmentidaslaspromesasdehermosuracomoloeranparamíanteaquellacabezaquecoronabauncuerpoescultural. Su tez era morena y la sombra de su labio superior bien podíacalificarsedebigote;laboca,delíneasfirmes,eragrandeyvaronil;losojos,castaños y saltones, conmirada resuelta y penetrante; los cabellos, espesos,

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negroscomoelébano,enmarcabanunafrenteasombrosamentebaja.

Su expresión serena, sincera e inteligente carecía —al menos cuandocallaba—delasdulzuraysuavidadfemeninas,sinlascualeslabellezadelamujermás apuesta parece incompleta.Al contemplar aquel semblante sobreaquelloshombrosqueunescultorhubieraansiadopormodelo,yalrecrearseen la tenue gracia de sus gestos que reflejaban la belleza de susmiembros,para encontrarse luego con los rasgos y expresión varoniles que rematabanaquel cuerpo perfecto, se experimentaba una extraña y desagradablesensación, parecida a la que se experimenta durante el sueño cuandoreconocemos las incongruencias y anomalías de una pesadilla, pero nopodemosconciliarlas.

—¿ElseñorHartright?—preguntóladama.Surostroseiluminóconunasonrisaysevolviódulceyfemeninoenelmomentoenqueempezóahablar.

—Anochetuvimosqueacostarnos,puesperdimoslaesperanzadeverle,leruego nos perdone esta aparente desatención y permítame que me presentecomounadesusdiscípulas.¿Leparecequenosdemoslamano?Supongoqueestaráconforme,puestoquehemosdehacerloantesodespuésy¿porquénohacerlocuantoantes?

Dijoestasoriginalespalabrasdebienvenidaconunavozclara,sonoraydetimbreagradable,yme tendiósumano,grandeperode líneascorrectísimas,con la gracia y desenvoltura propias de una mujer de cuna aristocrática.Despuésme invitó a sentarmea lamesa con tanta familiaridadcomo si nosconociéramosdemuchosañosatrásynoshubiéramoscitadoenLimmeridgeparahablardeotrostiempos.

—Imaginoquellegaráustedconánimodepasarloaquílomejorposibleysacartodoelpartidoquepuedadesusituación—continuóladama—.Pordepronto,hoyhadecontentarseustedconmiúnicacompañíaparaeldesayuno.Mi hermana no baja aún porque tiene una de esas enfermedades, tancaracterísticasenlasmujeres,quese llamajaqueca.Suancianainstitutriz, laseñoraVesey,lasocorrecaritativamenteconsureconfortanteté.Nuestrotío,elseñor Fairlie, nunca nos acompaña en nuestras comidas, pues está muyenfermo y lleva una vida de soltero en sus habitaciones. De modo que noqueda en casanadiemásqueyo.Hemos tenido la visita dedos amigasquepasaronaquíunosdías,perosefueronayerdesesperadas,ynoesdeextrañar.Durante todoel tiempoqueduró suvisitay a causadel estadode saluddelseñor Fairlie no pudimos ofrecerles la compañía de un ser humano de sexomasculinoparapodercharlar,bailary flirtear.Enconsecuencianohacíamosmásquepelearnos,principalmentealashorasdecenar.¿Cómocreeustedquecuatro mujeres pueden cenar juntas todos los días sin reñir? Las mujeressomostantontasquenosabemosentretenernossolasdurantelascomidas.Ya

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veustedquenotengomuybuenaopinióndemipropiosexo,señorHartright...¿Quéprefiereusted,téocafé?...Ningunamujertieneunagranopinióndelasdemás,perohaymuypocasqueloconfiesenconfranquezacomolohagoyo.¡Diosmío!...Conquéasombromeestámirando.¿Porqué?¿Lepreocupasilevanadaralgomásparadesayunaro leextrañami sinceridad?Enelprimercaso, le aconsejo comoamigaqueno seocupede este jamón fríoque tienedelanteyqueespereaqueletraiganlatortilla,yenelsegundo,levoyaservirunpocode té para serenarle y haré cuanto puedehacer unamujer (que porciertoesbienpoco)paracallarme.

Mealargóunatazadeté,riéndoseconregocijo.Lafluidezdesucharlaylaanimadafamiliaridadconquetratabaaunapersonatotalmenteextrañaparaella,ibanacompañadasdeunasolturaydeunainnataconfianzaensímismayen su situaciónque lehubieranaseguradoel respetodelhombremásaudaz.Siendoimposiblemantenerseformalyreservadoconella,eramásimposibleaúneltomarselamenorlibertad,nisiquieraenelpensamiento.Medicuentadeelloinstintivamente,auncuandomesentíacontagiadodesubuenhumorysu alegría, aun cuando procuraba contestarle en su mismo estilo, sincero ycordial.

—Sí,sí—dijo,cuandoleofrecílaúnicaexplicacióndemiasombroqueseme ocurría—, comprendo. Es usted un completo extraño en esta casa y lesorprende que le hable de sus dignos habitantes con esta familiaridad. Esnatural. Debía haber pensado en ello. Sea como fuere, todavía puedearreglarse. Supongamos que empiezo por mí misma para acabar lo antesposible. ¿Le parece? Me llamo Marian Halcombe. Mi madre se casó dosveces,laprimeraconelseñorHalcombe,quefuemipadreylasegundaconelseñorFairlie,padredemihermanastra;ysoytanimprecisacomosuelenserlolasmujeres,al llamaral señorFairliemi tíoya laSrta.Fairliemihermana.Salvo en que las dos somos huérfanas, mi hermanastra y yo somoscompletamentedistintas.Mipadreerapobreyelsuyomuyrico;portanto,yono tengo nada de nada y ella una fortuna; yo morena y fea y ella rubia ybonita.Todoelmundometachaderarayantipática(conperfectajusticia)yaellatodoslaconsiderandulceyencantadora(conmásjusticiaaún).Ensuma,ella es un ángel, y yo... Pruebe usted esa mermelada, señor Hartright, ytermine para usted esta frase... ¿Qué voy a decirle ahora respecto del señorFairlie?Laverdadesquenolosé,ycomoprobablementelellamaráencuantodesayune,ustedmismopodrájuzgarle.Mientrastanto,leadelantaréqueeselhermanomenordeldifuntoseñorFairlie,queessoltero,queeseltutordesusobrina.Ycomoyonoquisieravivirlejosdeellayellanopuedevivirsinmí,ésta es la razón de que yo viva en Limmeridge. Mi hermana y yo nosadoramosmutuamente,locualcomprendoquelepareceráaustedinexplicableteniendoencuentalascircunstanciasquenosrodean,peroesasí.Demaneraqueonosresultaustedagradablealasdosoaninguna,yloqueesaúnmás

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penoso,quetieneustedquecontentarseconnuestraúnicacompañíaportodoentretenimiento. La señora Vesey es excelente y está dotada de todas lasvirtudes imaginables, que no le sirven de nada, y el señor Fairlie estádemasiadodelicadoparapoderserunacompañíaparanadie.Yonoséloquelepasa,nilosmédicoslosaben,niélmismolosabe.Todasdecimosquesonlosnervios,aunqueningunasabemosporquélodecimos.Detodosmodosleaconsejoquelesigaensusmaníasinocentescuandolevealuego.Ganarásucorazón si admira sus colecciones demonedas, de grabados y acuarelas.Ledoymipalabradeque,si lavidadecampo lesatisface,noveomotivoparaque su estancia aquí le desagrade. Desde el desayuno al almuerzo estaráocupadoconlosdibujosdelseñorFairlie.Despuésdelalmuerzo,mihermanay yo cargaremos con nuestras cajas de pintura y nos dedicaremos a hacermalas copias de la Naturaleza bajo su dirección. El dibujo es elentretenimientofavoritodemihermana,noelmío.Lasmujeresnopodemosdibujar.Nuestramente es demasiado versátil y nuestros ojos son demasiadodesatentos. Pero no importa, a mi hermana le gusta, así que yo derrochopintura y estropeo papel por su gusto y con la misma tranquilidad quecualquierotrainglesa.Encuantoalasveladas,esperoquepodamospasarlaslomejor posible.La señorita Fairlie tocamuy bien el piano.Yo, pobrecita, nosoy capazdedistinguir unanota de la otra, peropuedo jugar conustedunapartidadeajedrez,dechaquete,deécartéy,teniendoencuentamisinevitablesdesventajas por ser mujer, hasta de billar. ¿Qué le parece este programa?¿Podrágustarlenuestravidatranquilaymonótona?¿Osesentiráinquietoenestaaburridaatmósferayansiaráensecretovariedadyaventuras?

Me soltó esta parrafada con la gracia burlona que la caracterizaba y sinmásinterrupcionespormipartequelasfrasesindispensablesaquemeobligalacortesíaelemental.Perolaexpresiónempleadaensuúltimapregunta,mejordicho, una sola palabra, «aventuras» que pronunció sin énfasis, trajo a miimaginación mi encuentro con la mujer de blanco, y sentí la necesidad deconocer en seguida la relación que, según las palabras de la desconocidaacerca de la señora Fairlie, había existido entre la antigua dueña deLimmeridgeylaanónimafugitivadelSanatorio.

—Aunque yo fuera el más inquieto de los hombres— dije—mi sed deaventurasestáaplacadaporalgúntiempo.Lamismanoche,antesdellegaraesta casa, tuve una y le aseguro, señorita Halcombe, que el asombro yexcitación que me produjo me durarán todo el tiempo que habite enCumberlandyquizámuchodespués.

—¡Nomediga,señorHartright!¿Podríacontármela?

—Tieneustedperfectoderechoasaberlo.Laprotagonistadeestaaventurameesabsolutamentedesconocidaypuedequetambiénloseaparausted;peroen su conversación, nombró a la difunta señora Fairlie con el más sincero

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cariñoygratitud.

—¡Nombró amimadre!Me interesa todo estodeunmodo indecible, lesuplicoquelocuente.

Entonces le relatémi encuentro con lamujer de blanco, tal y comomehabíasucedido,ylerepetípalabraporpalabraloquemedijoconreferenciaalaseñoraFairlieenLimmeridge.

LosojosbrillantesyresueltosdelaseñoritaHalcombeestuvieronfijosenlosmíostodoeltiempoquedurómirelato.Susemblantereflejabaelasombro,elinterésmásvivo,peronadamás.Eraevidentequeella,comoyo,noteníalamenorideadecuálpodíaserlaclavedelmisterio.

—¿Estáustedcompletamentesegurodequeellasereferíaamimadre?—preguntó.

—Completamente—repuse—.Seaquienfuerelamujer,haestadoalgunavezenlaescueladelpueblodeLimmeridge; laseñoraFairlie la tratóconelmayor cariño y ella lo recuerda con agradecimiento y siente un afectuosointerésportodoslosmiembrosdesufamiliaquelesobreviven.EllasabíaquelaseñoraFairlieysumaridohabíanmuertoymehablabadelaseñoritacomosiambassehubieranconocidodeniñas.

—Meparecequeustedhadichoqueellanegóquefuesedeaquí,¿verdad?

—Sí,medijoqueveníadeHampshire.

—Y¿noconsiguióqueledijerasunombre?

—No.

—Qué extraño.Yo creo que obrómuy bien, señorHartright, al dejar enlibertad a la pobre criatura, puesdelantedeustednohizonadaqueprobaseque no merecía disfrutarla. Pero desearía que se hubiera mostrado másinsistenteensabersunombre.Seacomoseatenemosqueaclararestemisterio.Haría usted mejor en no hablar aún de ello con el señor Fairlie ni con mihermana.Estoyseguradequelosdosignorantantocomoyoquiénpuedeseraquellamujeryquérelacióntieneconnosotros.Sonambos,aunquecadaunoa sumanera,muy sensibles y nerviosos, y sólo conseguiría usted alarmar auno e inquietar a la otra, sin sacar nada en limpio. En cuanto a mí, estoymuerta de curiosidad y voy a dedicar desde ahora todas mis energías alesclarecimientodelasunto.Cuandomimadrevinoaquídespuésdesusegundomatrimonio, es cierto que fundó la escuela del pueblo tal y como se hallaahora.Perotodoslosmaestrosdeentonceshanmuertoynopodemosesperarningunaluzporeselado.Loúnicoquesemeocurrees...

LaentradadeuncriadodiciendoqueelseñorFairlietendríamuchogustoenvermecuandohubiesedesayunado,interrumpiónuestraconversación.

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—Espereustedenelhall—contestópormílaseñoritaHalcombeconunestilorápidoyautoritario—.ElseñorHartrightiráenseguida...Leibaadecir—continuó dirigiéndose a mí— que mi hermana y yo poseemos una grancolecciónde cartasdenuestramadre, dirigidas amipadrey al suyo.Comoestamañananotengootracosaquehacer,voyadedicarmearevisartodaslasquemimadreescribióalseñorFairlie.AélleencantabaLondresysepasabalavidafueradeestacasay,cuandoélestabaausente,ellateníalacostumbrede contarle todo lo que sucedía en Limmeridge. Sus cartas están llenas denoticiasdelaescuelaenlaquetantoentusiasmohabíapuesto,yestoyseguradequecuandonosvolvamosavera lahoradelalmuerzohabrédescubiertoalgúnindicio.Elalmuerzoesalasdos,señorHartright,yentoncestendréelgustodepresentarleamihermana.Durante la tardedaremosunavueltaporlos alrededores para enseñarle a usted nuestros rincones favoritos. Así quehastaluego,alasdosnosveremos,

Me saludó con una graciosa inclinación, tan espontánea y natural comotodoloquehacíaydecía,ydesaparecióporunapuertaquehabíaalfondodelahabitación.Encuantosefuesalíalhallyseguíalcriado,paracomparecerporvezprimeraanteelseñorFairlie.

VI

Volvíasubirlaescalera,guiadopormiacompañantequemecondujohastaun pasillo en el que estaba el cuarto en que yo había dormido la nocheanterior,yabriendolapuertasiguientemedijoqueentrase.

—Tengo orden del señor de enseñarle a usted su estudio particular ypreguntarlesiestáconformeconsuubicaciónysihaysuficienteluz.

Muyexigentehubieratenidoyoquesersinohubiesequedadosatisfechodel cuarto y de su decoración. El delicioso panorama que se contemplabadesdeelventanilloeraelmismoquehabíaadmiradoaquellamañanadesdemidormitorio. Los muebles eran una maravilla de belleza y lujo; la mesa,colocadaenelcentro,estaba llenade librosexquisitamenteencuadernadosyen ella lucía un elegante juego para escribir y hermosas flores; cerca de laventana había otra mesa con todo lo necesario para pintar a la acuarela ydibujar,ycercadeaquéllatambién,uncaballetepequeñoquepodíaplegarseoextenderse. Las paredes estaban cubiertas con alegres telas de colores, y elsueloconesterasdelaIndia,rojasyamarillas.Eraelsaloncitomásatractivoylujosoquehabíavistoenmivida.

El ceremonioso criado estaba excesivamente aleccionado para dejartraslucirlamenorsatisfacción.Seinclinóconfríadeferenciacuandoagotéelcaudal demis alabanzas y silenciosamente abrió la puerta antemí para quevolviéramosalpasillo.

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Doblamosunaesquinayfuimosporotrocorredor,encuyoextremohabíaunosescalones,atravesamosunpequeñohallcircularen laplantasuperiorynosdetuvimosanteunapuertaforradadepañooscuro.Elcriadolaabrióynosencontramosfrenteadoscortinasdesedaverdepálido.Levantóunadeellassinhacerruido,ypronuncióquedamente:

—ElseñorHartright.

Ymedejó.

Meencontréenunsalónamplioyespacioso,conuntechomagníficamenteartesonado y con una alfombra tan suave y espesa que me parecía pisarterciopelo.Unapartedelcuartoestabaocupadaporunalargalibreríadeunamaderaextrañamuytrabajadaydesconocidaporcompletoparamí.Notendríamás de seis pies de altura, y en la parte superior se veían varias figuras demármolcolocadasalamismadistanciaunasdeotras.Enelladoopuestohabíadosbargueñosantiguos;enmedio,encimadeellos,colgabauncuadrode laVirgenyelNiñoprotegidoporuncristalyconelnombredeRafaelescritoenuna tablilla dorada colocada debajo. A mi derecha y a mi izquierda habíachiffoniersyaparadoresdemarqueteríayconincrustaciones,llenosdefigurasde porcelana de Dresden, vasos raros, adornos de marfil, fruslerías ycuriosidadessalpicadasdepiedraspreciosas,platayoro.Alfondodelsalón,frenteallugarenqueyoestaba,lasventanassehallabanmediocubiertasylaluz de sol, tamizada con grandes persianas del mismo tono verde que lascortinas de la puerta, resultaba deliciosamente suave, misteriosa y tenue,iluminando todos los muebles y objetos con la misma intensidad,contribuyendo a que el profundo silencio y el tono de recogimiento quereinaban en aquel lugar fuesen más pronunciados, envolviendo en unatranquilaatmósfera la figurasolitariadelamode lacasa,elcualdescansabaconungestodeindiferenciaenunagranbutaca,enunodecuyosbrazoshabíaunatrilparaleeryenelotrounamesita.

Si pudiera conocersepor las apariencias exteriores—de lo cual yodudomucho—laedaddeunhombrequeacabadesalirdesutocadoryhapasadoyade loscuarenta, ladelseñorFairlie,cuando leviporvezprimera,podríacalcularse entre cincuenta y sesenta años. Su cara, cuidadosamente afeitada,eradelgada,depalideztransparenteyconexpresióndecansancio,aunquesinarrugas, lanariz finayaguileña; losojosgrandes, saltonesydeunapagadogris azulado, tenían enrojecidos los párpados; el cabello escaso, suave enaparienciaydeesetonorubiocenicientoqueseconfundeconlascanas.Vestíauna levita oscura, de una telamuchomás fina que el paño, y pantalones ychalecode inmaculadablancura.Lospies,casiafeminadosporsupequeñez,calzabancalcetinesdecolormarrónyzapatillasparecidasa lasdemujer,depiel rojiza. En sus manos blancas y delicadas brillaban dos sortijas que,incluso a mis inexpertos ojos, se me figuraron de enorme valor. Todo su

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aspecto daba la impresión de fragilidad, languidez veleidosa y extremorefinamiento,quesiresultabaalgosorprendenteyrevulsivoconsideradoenunhombre,tampocopareceríanaturalyapropiadodetrasladarloalaimagendeunamujer.MiconversacióndeaquellamañanaconlaseñoritaHalcombemehabíapredispuestofavorablementehaciacadaunodeloshabitantesdelacasa,peromissimpatíassedesvanecieronconlaprimeraimpresiónquemeprodujoelseñorFairlie.

Alacercarmeaélmedicuentadequesehallabamásocupadodeloquemeparecióaprimeravista.Colocadoentreotrosobjetosrarosyhermososquellenabanunagranmesaredondaqueestabajuntoaél,sehallabaundiminutobargueñodeébanoyplataencuyosminúsculoscajones,forradosdeterciopelorojo, seveían todaclasedemonedasdedistintas formasy tamaños.Unodeestos cajones estaba sobre la mesita de la butaca, además de una serie dediminutos cepillos de los que se usan para limpiar las joyas, un paño degamuzayunfrascollenodeunlíquido,todoellopreparadoparaeliminarconvariadosprocedimientoscualquierimpurezaaccidentalquesedejaseobservarenalgunasdelasmonedas.Susfrágilesyblancosdedosjugueteabancomoaldesgaireconunacosaqueamisignorantesojossemeantojóunamedalladepeltresuciayconlosbordesdesigualescuandomeacerquéaélymedetuvearespetuosadistanciadesubutacaparasaludarleconunainclinación.

—TengomuchogustoenverleaustedenLimmeridge,señorHartright—medijounavozentrequejumbrosaygruñona,cuyosonidonoresultabamásagradable por combinar un tono chillón con una somnolienta y lánguidadicción—.Leruegosesiente.Yporfavor,nosetomelamolestiademoverlasilla. Dado el estado precario de mis nervios el menor ruido me resultaextremadamentedoloroso.¿Havistoustedsuestudio?¿Leservirá?

—Ahoramismovengodeverlo,señorFairlie,ypuedoasegurarle...

Mecortóamediafrase,cerrandolosojosyextendiendosublancamanoengestodesúplica.Sobresaltado,mecallé,ylavozgruñonamehonróconestaexplicación:

—Le ruego que me disculpe. Pero ¿podría usted dominar su voz parahablarenuntonomásbajo?Dadoelestadoprecariodemisnervioscualquiersonido fuerte es paramí una tortura indecible. ¿Sabrá disculpar a un pobreenfermo?Sólo le digo lo que el lamentable estadodemi saludmeobliga adeciratodoelmundo.Asíes.¿Deveraslegustaelcuarto?...

—No podía haber deseado nadamás bonito nimás cómodo— contesté,bajandolavozyempezandoadescubrirquelaexageradaafectacióndelseñorFairlieylosdestrozadosnerviosdelseñorFairlieeranunamismacosa.

—Mealegro.Aquípodrácomprobar,señorHartright,quesereconocerán

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sus méritos en lo que valen. En esta casa no existe ese horrible y salvajeprejuicio inglés respectoa lasituaciónsocialdeunartista.Hepasado tantosaños en el extranjero que he cambiado completamentemi piel insular en loque se refiere a esta opinión.Yame gustaría poder afirmar lomismo de lanobleza—palabradetestable,perocreoqueeslaquetengoqueemplear—,delanoblezadeestosalrededores.SonunospobresbárbarosanteelArte,señorHartrigt.Songente,selopuedoasegurar,quehubieranquedadoboquiabiertosdeasombrosihubiesenvistoaCarlosVrecogerconsusmanoslospincelesdeTiziano. ¿Quiere usted tener la amabilidad de poner estas monedas en elbargueño y darme otro cajón? Dado el estado precario de mis nervioscualquieresfuerzoesparamíuntrastornoindecible.Asíes.Gracias.

ComounapuestaenprácticadelaliberalteoríasocialqueelseñorFairliesehabíadignadoaclararme,aquellafríademandanopudomenosdehacermegracia.Devolvíuncajónasusitioyleentreguéotrocontodaladeferenciadeque fui capaz. Inmediatamente él volvió a juguetear con sus monedas ycepillos; y al mismo tiempo que hablaba no dejaba de contemplarlas conlánguidaadmiración.

—Mil gracias y mil perdones. ¿Le gustan las monedas? Así es. EstoyencantadodequetengamosotraaficióncomúnademásdenuestrainclinaciónporelArte.Yahorahablandodelapartepecuniariadenuestrotrato,dígame,¿leparecesatisfactorio?

—Completamentesatisfactorio,señorFairlie.

—Me alegro. ¿Qué más? ¡Ah, sí! Ya me acuerdo. Hablando de suamabilidad en beneficiarme con sus conocimientos del Arte, al final de laprimerasemanamiadministradorseentrevistaráconustedparacomplacerleentodoloqueleparezcanecesario.¿Algomás?¿Noleparececurioso?Teníamuchomásquedecirleyparecequeloheolvidadotodo.¿Quiereustedtocaresacampanilla?Enaquelrincón.Asíes.Gracias.

Llamé y apareció, sin hacer el menor ruido, otro criado, que parecíaextranjero, con una sonrisa fija en los labios y el pelo irreprochablementepeinado,unayudadecámaradepiesacabeza.

—Louis—dijoelseñorFairlielimpiándoseconairesoñadorlaspuntasdelos dedos con uno de sus minúsculos cepillos para las monedas—, estamañana hice algunas anotaciones enmis tablillas. Búsquelas.Mil perdones,señorHartright.Metemoqueseaburreconmigo.

Como volvió a cerrar cansadamente los ojos antes de que pudieracontestarle,ycomo,enefecto,meaburríamuchísimo,permanecíensilenciocontemplandolaVirgenconelNiñodeRafael.Mientrastanto,elcriadohabíasalidoyhabíavueltotrayendounpequeñolibrocontapasdemarfil.Elseñor

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Fairliesereconfortólanzandoundébilsuspiro,abrióellibroconunamanoycon la otra hizo un signo a su criado de que esperase nuevas órdenes,levantandoelcepillito.

—Sí,estoes—dijo,despuésdeconsultarsusnotas—Louis,sacaaquellacarpeta...— se refería a una serie de carpetas colocadas en unos estantes decaobacercadelaventana—.No,no,laverde,enéstaestánmisaguafuertesdeRembrandt, señor Hartright. ¿Le gustan los aguafuertes? ¿Sí? Cuánto mealegro de que tengamos otra afición en común. La carpeta de tapas rojas.Louis. ¡Que no se te caiga! SeñorHartright, si Louis tirara esta carpeta notieneustedideadelatorturaquesupondríaparamí.¿Estarásegurasobreesasilla?¿Creeustedqueloestará,señorHartright?¿Sí?Puesmealegro.Meharáel favordemirarestosgrabados sideverdadcreequeestán seguros.Louis,vete.Peroqueburroeres.¿Novesquetengolastablillasenlamano?¿Creesquemegustatenerlas?¿Porquénomelibrasdeestepesoantesdequetelodiga?Milperdones,señorHartright,loscriadossuelensertanburros,¿nocreeusted? Dígame qué le parecen los dibujos. Proceden de una subasta y seencuentranenunestadoescandaloso.Meparecióqueapestabanalosdedosdelos horrendos chamarileros cuando los vi la última vez. ¿Podría ustedrestaurarlos?

AunquemiolfatonoeratansutilcomoparadetectarelolordelosdedosplebeyosquetantohabíaofendidolasnoblesnaricesdelseñorFairlie,estabasuficientementeeducadocomoparaapreciarentodosuvalorlosdibujosquetenía en la mano. Casi todos ellos eran muestras realmente exquisitas deacuarelas inglesas, y desde luego merecían mucho mejor trato que el quehabíanrecibidoenmanosdesudueñoanterior.

—Estosdibujos—dije—,necesitanunalimpiezayrestauracióntotales,ycreoquemerecelapena...

—Dispense—interrumpió el señorFairlie—. ¿Mepermiteque cierre losojosmientrashabla?Hastaestaluzsemehaceirresistible.¿Decíausted?...

—Ledecíaquemerecelapenadedicarlestodoeltiempoyeltrabajo...

DerepenteelseñorFairlieabriólosojosyconexpresióndesobresaltoyangustiamiróhacialaventana.

—Lesuplicomeperdone—murmuródébilmente—,perocreohaberoídogritosdechiquilloseneljardín.¡Enmijardínparticular!Justamentedebajodeestaventana...

—Nolopuedodecir,señorFairlie.Noheoídonada.

—Le quedaría muy agradecido. Ha sido usted tan indulgente con mispobres nervios... le quedaríamuy agradecido si abriese usted un poquito la

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persiana... No deje que me dé el sol; ¡señor Hartright! ¿Ha subido ya lapersiana? ¿Será tan amable de mirar el jardín y comprobar si hay alguienabajo?

Cumplí aquel deseo. El jardín estaba cercado con sólidas tapias. Enningunapartedeaquelsagradorecintoseveíanrastrosdeserhumanoalguno,grandeopequeño.ComuniquéaquellafeliznuevaalseñorFairlie.

—Milgracias.Seríaunaaprensiónmía.Afortunadamentenohayniñosenestacasa,peroloscriados(quehannacidosinsistemanervioso)soncapacesdetraeralosdelpueblo.Sontannecios,¡Diosmíosiloson!¿Seloconfesaré,señorHartright?Estoydeseandoquehayaunareformaen laconstitucióndelosniños.ParecequelaNaturalezaloshaconcebidoconlaúnicaintencióndecrear máquinas que produzcan ruidos incesantes. A buen seguro que elpropósitodenuestrodeliciosoRafaelesinfinitamentepreferible.

DijoestoseñalandoelcuadrodelaVirgen,encuyapartesuperiorseveíanlosangelitosconvencionalesdelarteitalianocuyasbarbillasreposabansobreredondasnubesamarillas.

—¡Una familia absolutamente ejemplar! —dijo el señor Fairliecontemplando aquellos querubines—. Qué hermosas caritas redondas, quéhermosasalastanligeras...,ynadamás.¡Fueralaspiernassuciasquecorrenyse meten en todos los rincones y ni asomos de pequeños pulmonesvociferantes!¡Cuáninconmensurablementesuperioralaconstituciónexistentede niños! Voy a cerrar un poco los ojos si me lo permite. ¿Puede ustedrealmenterestaurarlosdibujos?Mealegro.¿Tenemosqueacordaralgomás?Siesasí,creoqueloheolvidado¿LlamaremosaLouisotravez?

Como yo tenía tantas ansias como, según parecía, el señor Fairlie porterminar aquella entrevista cuanto antes, decidí suprimir la intervención delcriadoyencargarmeyomismodeladeseadasolución.

—Meparecequeloúnicoquequedaportratar,señorFairlie—dije—eselplan que quiere usted que siga con las señoritas para enseñarles a pintaracuarela.

—¡Ah,esverdad!—dijoelseñorFairlie—ybienquisieratenersuficienteenergíaparatrataresepunto,peronopuedo.Lasmismasseñoritas,quesonlasque van a disfrutar de sus amables servicios, deben acordarlo, decidir. Misobrina es una entusiasta de este arte encantador, señor Hartright. Ya tienesuficientes conocimientos para juzgar sus propios defectos. Por favor,esméreseusted con ella.Bueno¿queda algomás?No.Creoque estamosdeacuerdoentodo,¿verdad?Notengoderechoadetenerlemásensusdeliciosastareas.Mealegrodehaber solucionado todas lascuestiones.Esundescansohabertratadotantosasuntos.¿PodríaustedllamaraLouisparaquelellevea

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suestudioesacarpeta?

—Siustedmelopermitelallevaréyomismo,señorFairlie.

—¿Ustedmismo?¿Tendrábastantefuerza?¡Quédeliciatenertantafuerza!¿Está seguro de que no la dejará caer? Me alegro de tenerlo a usted enLimmeridge,misdolenciasnomepermitenesperarquepuedadisfrutarmuchodesucompañía.Seaamableyprocurecerrar laspuertassin ruidoynodejecaer la carpeta. Gracias. Cuidado con las cortinas, se lo suplico. El menorruidodelatelasemeclavacomosifuerauncuchillo.¡Buenosdías!...

Cuando volvió a caer la cortina verde y cerré tras demí las dos puertasforradasdepañomedetuveunmomentoenelhallcircularydejéescaparunlargosuspirodeplacenteroalivio.AlencontrarmefueradelcuartodelseñorFairliemesentíacomosiacabaradesalira lasuperficiedelmardespuésdehaberestadosumergidoensusprofundidades.

En cuantomevi confortablemente instalado enmi agradable estudiomeforjé el decidido propósito de no volver jamás a dirigirmis pasos hacia lashabitacionesdelamodelacasa,exceptoenelcaso—altamenteimprobable—dequeélmehonrasedenuevoconlainvitaciónexpresadequelehicieraunavisita.UnavezestablecidoesteplandeconductaconrespectoalseñorFairlierecobrélaserenidaddemiánimoquedurantealgúntiempomehabíarobadominuevoamoconsualtivafamiliaridadysucortesíainsolente.Elrestodelamañana lo pasé con cierta placidez, revisé las acuarelas, ordenándolas porseries, recortando sus bordes destrozados y haciendo otros preparativosnecesarios para emprender la definitiva restauración. Quizá hubiera podidotrabajarmásentodoello,peroamedidaqueseacercabalahoradelalmuerzomeibaponiendonervioso,intranquiloeincapazdefijarmiatenciónennada,inclusoenunalabortanmecánicaysimplecomoaquélla.

Cuandoalasdosbajéalcomedorsentíaciertaansiedad.Volveraentrarenaquellapartede lacasa significabaparamí resolveralgunasexpectativasdecierta importancia. Iba a conocer a la señorita Fairlie, y si la revisión de laseñorita Halcombe de las cartas de su madre había dado el resultado queesperaba, llegaría también elmomento de aclarar elmisterio de la dama deblanco.

VII

AlentrarenelcomedorhalléalaseñoritaHalcombeyaunadamaancianasentadasalamesa.

Fui presentado a esta última, la señora Vesey, institutriz de la señoritaFairlie,aquienmialegrecompañeradedesayunomehabíadescritocomounserdotadode«todas lasvirtudescardinalesquedenadaservían».Nopuedohacermásquedarmihumildetestimoniodelaveracidadconquelaseñorita

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Halcombe había definido el carácter de la anciana señora. La señoraVeseyparecía personificar la compostura humana y la benevolencia femenina. Elserenogozodeunaexistenciaplácidasemanifestabaensomnolientassonrisasdesucararedondayapacible.Haypersonasqueatraviesanlavidacorriendoyotrasquepasean.LaseñoraVeseysepasabalavidasentada.Sentadaencasamañana y tarde, sentada en el jardín, sentada siempre junto a la ventanacuandoviajaba, sentada (enuna silla portátil) cuando sus amigos intentabanllevarla de excursión al campo; sentada para ver alguna cosa, sentada parahablardecualquierasunto,sentadaparacontestar«sí»o«no»alaspreguntasmássencillas,siempreconlamismasonrisaserenavagandoensuslabios,lamisma inclinación de cabeza reposadamente atenta y la misma colocacióndormilonayconfortabledelosbrazosymanospormuydistintasquefuesenlas circunstancias domésticas de cada momento. Una anciana dulce,complaciente, inefablemente tranquila, inofensiva y que jamás, bajo ningúnpretexto,desdeelmomentoenquenació,habíadadomotivoparapensarqueestabavivadeverdad.LaNaturalezatienetantosquehaceresenestemundoyque engendrar tal diversidad de producciones coetáneas que, de cuando encuando, debe hallarse demasiado confusa y agitada para no equivocar losdiferentesprocesosqueefectúaalavez.Partiendodeestepuntodevista,mequedarásiemprelafirmeconviccióndequelaNaturalezaestabaabsortaenlaproduccióndeberzascuandonaciólaseñoraVesey,lacualhubodesufrirlasconsecuencias de las preocupaciones vegetales que habían acaparado laatencióndelaMadredetodosnosotros.

—Bueno, señoraVesey— preguntaba la señorita Halcombe, que parecíaaúnmás viva,más perspicaz ymás despierta en contraste con la impasibleancianaqueteníaasulado—¿Quéquiereusted?¿Unachuleta?

LaseñoraVeseycruzólasregordetasmanossobreelbordedelamesa,ydijo,sonriendoplácidamente:

—Sí,querida.

—¿QuéesloquehayaesteotroladodelseñorHartright?¿Pollohervido?Creíaqueustedpreferíapollohervidoalachuleta,señoraVesey.

La señoraVesey separó sus regordetasmanos del borde de lamesa paracruzarlassobresuregazo,hizoungestoafirmativoconlacabezamirandoelpollohervidoyrepitió:

—Sí,querida.

—Bueno, pero ¿qué es lo que quiere hoy? ¿Que le dé pollo el señorHartrightoquelesirvayounachuleta?

La señoraVeseypusonuevamenteunade susmanos regordetas sobre elbordedelamesa,meditóconsomnolenciaycontestó:

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—Loqueustedquiera,querida.

—¡Por amor de Dios! Es para usted mi querida amiga, no para mí.Supongamosquetomaustedunpocodecadacosayqueempiezaporelpollo,porque el señor Hartright parece que se muere de ganas de trincharlo parausted.

LaseñoraVeseycolocó laotramano regordetaenelbordede lamesaypareció animarse durante un momento pero en seguida, recuperando suimpasibilidad,inclinólacabezasumisamenteydijo:

—Cuandoustedquiera,señor.

Desde luego se trataba de una señora muy dulce, complaciente,inefablemente tranquila e inofensiva, ¿no es cierto? Pero creo que tenemosbastanteporahoraacercadelabuenaseñoraVesey.

YatodoestonirastrodelaseñoritaFairlie.Terminábamosdealmorzaryseguía sin aparecer. La señorita Halcombe, a cuya penetración no escapabanada,sediocuentaenseguidadequeyolanzabamiradasfurtivasdetiempoentiempohacialapuerta.

—Comprendoloqueestápensando,señorHartright—medijo—.Quieresaberquéhabrápasadoconsuotradiscípula.Bajóantesyyasehadisipadosujaqueca, pero no tenía bastante apetito para acompañarnos en la comida. Siquiereustedconfiarseamí,creoquepodremosencontrarlaenalgúnlugardeljardín.

Cogióunasombrillaquehabíasobreunasientopróximoaellaysedirigióhaciaunagrancristalera,alextremodelcomedor,quedabaalmismojardín.Es inútil advertir que dejamos a la señoraVesey sentada a lamesa, con lasmanosregordetascruzadasaúnensuborde;alparecer, teníayaposturaparatodalatarde.

Cuando cruzamos la explanada la señorita Halcombe me mirósignificativamenteymedijomoviendolacabeza:

—Su misteriosa aventura continúa envuelta en la misma impenetrableoscuridad. Me he pasado la mañana leyendo cartas de mi madre y no hedescubiertonadatodavía.Sinembargonopierdalaesperanza,señorHartright.Esunacuestióndecuriosidadytieneustedaunamujerporaliada.Conestacondición el éxito es seguro, antes o después. Todavía no he agotado lascartas, me quedan tres paquetes de ellas y créame que pasaré toda la tardeleyéndolas.

Así pues, otra de mis ilusiones matutinas seguía todavía sin realizarse.Luego me pregunté si al conocer a la señorita Fairlie también se veríandefraudadaslasexpectativasquemehabíaformadoasurespectodespuésdel

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desayuno.

—¿Y qué tal le fue con el señor Fairlie? — me preguntó la señoritaHalcombe cuando dejamos la explanada para entrar en una alameda—.¿Estabamuynerviosoestamañana?Nomedite larespuesta,señorHartright.Elmero hecho de tener quemeditarlame lo dice todo. Leo en su cara queestuvomuynerviosoycomonoquierollevarleaustedalmismoestado,nolepreguntomás.

Mientrashablaba llegamos aun sendero tortuosoynos acercamos aunapreciosacasitademaderaquerepresentabaenminiaturaunchaletsuizo.Enlaúnicaestanciadelacasitaenlaquenosencontramosalsubirunosescalones,se hallaba una joven.Estaba de pie junto a unamesa rústica, contemplandopor la ventana el paisaje demontañas y brezos que se distinguían entre losárbolesypasandodistraídamentelashojasdeunpequeñoálbumdedibujoqueteníaasulado.EralaseñoritaFairlie.

¿Serécapazdedescribirla?¿Podrésepararlademisentimientoydetodoloqueocurriódespués?¿Puedoverladenuevotalycómoaparecióantemisojospor primera vez, y como debe aparecer ahora ante los ojos que van acontemplarlaenestaspáginas?

La acuarela que hice de Laura Fairlie poco después, mostrándola en elmismositioyenlamismaactitudenquelaviporprimeravez,estásobremimesamientrasescribo.Laestoymirandoyantemíemerge,radiantedesdeeloscurofondomarrón—verdosodelpabellón,sufigurajovenyligera,vestidaconunsencillotrajedemuselinadeanchasrayasblancasycelestes.Unchalde lamisma telaenvuelveyenmarcasushombros,unpequeñosombrerodepaja de color natural, adornado sobria y sencillamente con un lazo quearmonizabaconelvestido,cubríadesuavessombrasperladassufrenteysusojos.Sucabelloesdeuncastañoligeroypálido;sucolornoespajizoperoesigualdeclaro;noesdoradoperorelucecomosilofuera;casiseconfundeconla sombra del sombrero. Lo llevaba partido con una raya en el centro ypeinado hacia sus orejas, dejando que los rizos naturales cayesen sobre sufrente. Las cejas son más oscuras que el cabello, los ojos son de ese azulturquesa límpidoy tenue, tantasveces cantadoporpoetasy tanpocasvecesvistoenlarealidad.Ojosadorablesporlaforma,grandes,tiernosypensativos,perohermosossobretodoporlaabiertaveracidaddesumiradaqueemanadesufondomismoyquebrillaentodassusvariadasexpresionesconlaluzdeunmundomáspuroymejor.Elencanto—tangentilytandistinguidoalavez—que sus ojos confieren a todo su rostro, encubre y transforma sus pequeñosdefectos, naturales en todo ser humano, hasta tal punto que resulta difícilconsiderarlasrelativasventajaseimperfeccionesdelosdemásrasgos.Cuestadarsecuentadequelaparteinferiordelrostroesdemasiadoafiladaalllegaralabarbillapara considerarlo correctamenteproporcionadoen relacióncon la

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parte superior y que la nariz en su comienzo procede de los moldes de larectitud aquilina (siempre dura y cruel en una mujer, por perfecta que estarectitud haya sido considerada abstractamente) y se hace respingona en lapunta, faltando así a la pureza ideal de la línea, y que los labios, dulces ysensuales,sufrenunaligeracontracciónnerviosacuandoellasonríe,demodoqueunodesusextremossetuerceligeramentehaciaarriba.Quizáseaposibleadvertirestosdefectosen lacaradeotramujer,peronoes fácilverlosen lasuya,dondese fundensutilmentecon todo lopersonalycaracterísticodesuexpresión,queparallenarsedevida,paraanimarseencadafacción,necesitaelimpulsomóvildelosojos.

¿Es quemi pobre retrato,mi obra favorita, la labor paciente de largos yfelicesdías,memuestratodoesto?¡Ah!,¡Quépocomuestraunborrosodibujomecánicoycuánto la imaginaciónque locontempla!Unamuchachadepeloclaro, delicada, vestida con un bonito traje ligero, vuelve las hojas de unálbum, mientras mira por encima de él con sus ojos azules, inocentes yveraces,estoes todo loqueeldibujopuededecir;quizá todo loquepuedandecir el pensamiento y la pluma en su lenguaje distinto y más preciso. Lamujer, que es la primera en dar vida, luz y forma a nuestras vagasconcepciones estéticas, llena un vacío en nuestro espíritu, vacío quedesconocíamos hasta que ella se nos apareció.Hay atracciones que resultandemasiadoprofundasparasentimientosqueseencuentranaunaprofundidadinalcanzable para las palabras, inalcanzable para los pensamientos, quedespiertan gracias a otras fuerzas distintas a las asequibles a nuestrossentimientosyquelosmediosdeexpresiónpuedentransmitir.Elmisterioqueseescondetraslabellezadelasmujeresestáfueradelalcancedelassimplesemocioneshumanashastaquelodesentrañaelmisterioaúnmásprofundodenuestraspropiasalmas.Entonces, tansóloentonces, sale fuerade laangostaregiónenlaqueparailuminarlobastalaluzdelpincelydelapluma.

Pensadenellacomopensaríaisenlaprimeramujerquehizolatirvuestrocorazónmásdeprisa,comonolohabíaconseguidoningunaotramujer.Dejadque los cándidos y dulces ojos azules tropiecen con los vuestros como hantropezado con los míos con esa única mirada incomparable que tan bienrecordamoslosdos.Dejadquesuvozoshableconlamúsicaqueotrorahabéisamado, ninguna otra sonará tan deliciosa para vuestro oído, tal como hasonadoparaelmío.Dejadquesuspasosquevanyvienenporestaspáginas,seanigualesaaquellospasosaladosqueresonaronotravezenvuestropropiocorazón. Miradla, consideradla como una visión engendrada por vuestrafantasía que crecerá para presentarse ante vosotros con más claridad, hastaaparecercomolamujerrealquecolmaparasiempremipropiafantasía.

Entre las diversas sensacionesque se agolparon enmi interior en cuantomis ojos se posaron en ella —sensaciones familiares para casi todos los

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hombresque, si biennacen en tantos corazones enmuchosde ellosmuerenpronto y retornan enmuy pocos—, había una queme turbaba yme dejabaperplejo;unasensaciónqueparecíacompletamenteinconsistenteyqueestabafueradelugarenpresenciadelaseñoritaFairlie.Alafuerteimpresiónquemeprodujo el encanto de su bellísimo rostro, de su dulce expresión y de laarrebatadora sencillez de sus gestos se mezclaba otra que me hacía pensaroscuramentequefaltabaalgo.Alprincipiomeparecíaqueeraaellaaquienlefaltabaesealgoyenotrosinstantesmeparecíaquemefaltabaamí;unalgoque nome permitía comprenderla como yo quería. Esta impresión adquiríacadavezmás fuerzay resultabamáscontradictoria cuandomemirabao, enotras palabras, cuando más sentía la armonía y el atractivo de su belleza,estaba al mismo tiempo más turbado por ese sentimiento de lo incompletoimposible de descubrir. Algo falta, algo falta..., pero dónde o qué era, nollegabaacomprenderlo.

Comoconsecuenciadeestecaprichodemiimaginación(así localificabayoentonces)noerafácilqueenmiprimeraentrevistaconlaseñoritaFairliefueradueñodemipersona.Casino fuicapazdecontestarcon lasobligadasfrases de cortesía a las breves palabras de bienvenida que ella me dirigió.Observando mi desconcierto y atribuyéndolo a un acceso de timidez, laseñoritaHalcombeintervinoenlaconversaciónconsunaturalidadyvivezadecostumbre.

—Veausted,señorHartright—dijo,señalandoelálbumqueestabasobrelamesaylamanodelicadaquejugueteabaconsushojas:semefiguraquesehabrádadocuentadequeal finhaencontradoa ladiscípula ideal.Desdeelmomentoenquesehaenteradoqueestáustedencasa,cogesu inapreciableálbum y se enfrenta cara a cara con la Naturaleza, ansiando que llegue elmomentodeempezar.

LaseñoritaFairlieseechóareírdetanbuenaganaquesucaraseiluminócomosihubieradescendidohastaellaunodelosrayosdelsol.

—No puedo creer lo que no merece crédito —dijo mirándonosalternativamentea la señoritaHalcombeyamíconaquellosojosazules tanserenos y leales—. Tanto como de mi entusiasmo por la pintura, estoyconvencida de mi propia ignorancia y más bien asustada que ansiosa deempezar. Ahora que se halla usted aquí, señor Hartright, me encuentrocontemplandomis bocetos lo mismo que revisaba las lecciones cuando eraniña y tenía un miedo horrible de que no me entrasen en la cabeza pararepetirlas.

Noshizoestaconfesióncongraciaysencillezyretiróelálbumdedondeestaba,guardándoloasuladoconunacuriosaexpresióndeseriedadinfantil.La señorita Halcombe disipó la sombra de turbación que flotaba en el

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ambiente,consuestiloresueltoyllano.

—Buenos,malosomedianos,losdibujosdeladiscípulatienenquepasarporladurapruebadeljuiciodelmaestro,yahífinalizalacuestión.¿Ysinoslosllevamos,Laura,alcarruajeydamosunpaseoparaqueelseñorHartrightlos examine por primera vez entre los tumbos y paradas? Y si ademáslográsemosqueduranteelpaseo,mientrasmiralospaisajesynuestroálbum,confunda lamismaNaturaleza con lo que hemos trasladado al papel, no lequedará más remedio que dedicarnos cumplidos, y así saldremos de susexpertasmanossinmermaennuestrovanidosoplumaje.

—EsperoqueelseñorHartrightnomedediqueningúncumplido—dijolaseñoritaFairliecuandosalimosdelpabellón.

—¿Mequiereusteddecirelmotivodeestaesperanza?—pregunté.

—Eldequeyocreerétodoloquemediga—contestóconsencillez.

Conestasbrevespalabrasella,sinsaberlo,meproporcionabalaclaveparaentendertodosucarácter;aquellaconfianzagenerosaqueteníaenlosdemássedesprendíainocentementedesupropiosentidodelealtad.Enaquelinstantelosupeporintuición.Hoyloséporexperiencia.

Esperamosel tiempoprecisopara levantara labuenaseñoraVeseydesuasiento, que seguía ocupando junto a la desierta mesa en el comedor, ysubimos al carruaje descubierto que iba a llevarnos al paseo. La señoritaFairlieyyonoscolocamosfrentealaancianaseñoraconelálbumqueyacíaabierto entre los dos para ser juzgado por mi severidad crítica de profesor.Pero toda crítica seria, aun en el caso de que hubiese estado dispuesto ahacerla, hubiera sido imposible dada la decidida resolución de la señoritaHalcombedenovermásquelaparteridículadelasBellasArtessieranella,suhermanaoelsexofemeninoengeneralquieneslaspracticaban.Meresultamuchomásfácilrecordarnuestraconversaciónquelosesbozosydibujosqueiba ojeando mecánicamente. Sobre todo aquella parte en que intervino laseñorita Fairlie está de tal modo grabada en mi mente como si la hubieraescuchadohacesóloalgunashoras.

¡Sí!Hedereconocerqueenesteprimerdíamedejéllevardelhechizodesupresenciahastaolvidarmedemímismoyde laposiciónqueyoocupaba.La más insignificante de las preguntas que me hiciera sobre el modo demanejarlospincelesymezclarloscolores,ocualquiercambiodeexpresiónensusadorablesojoscuandomirabanalosmíosconeldeseodeaprendertodoloqueyofuesecapazdeenseñarleydescubrir todo loqueyopodíamostrarle,atraían infinitamente más mi atención que los maravillosos paisajes queíbamosatravesando,oelgrandiosojuegodeluzysombraquesedesplegabamientras los eriales ondulantes sucedían a la ribera llana. En cualquier

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momentoybajocualquiercircunstanciaenqueestéenjuegoalgoqueintereseal ser humano ¿no es extraño comprobar lo poco que vale para nosotros elmundodelaNaturalezafrentealquevivimosyelescasolugarqueocupaennuestrocorazónyennuestramente?SóloenloslibrosocurrequeacudamosalaNaturalezaenbuscadeconsueloparanuestraspenasoparaqueparticipedenuestras alegrías.Nuestra admiración por las bellezas delmundo inanimadoque tanto y tan elocuentemente nos describe la poesía moderna, no es nimuchomenos, ni siquiera en el mejor de nosotros, un instinto que nos seaconsustancial.Deniñosningunodenosotros loha tenido.Ningúnhombreomujerquenohayanrecibidoladebidaeducación,lotiene.Aquellosquepasansuvidaenmediodelascontinuamentecambiantesmaravillasdelmarydelatierra son precisamente los más insensibles a cualquier aspecto de laNaturaleza que no esté directamente relacionado con su propio interés.Nuestracapacidadparaapreciar lasbellezasdel sueloenquevivimoses,enverdad,unodelosefectosdelacivilizaciónqueaprendemoscomounarteyaúnmás:estacapacidadpocasveceslapracticamosningunodenosotros,anoserquenuestramentesehalleenteramentedesocupadaeindolente.¿Quépartetienenlosatractivosdelanaturalezaenlasemocioneseintereses,agradablesopenosos,nuestrosodenuestrosamigos?¿Quéespacioocupa,en losmilesymiles de narraciones sobre sucesos corrientes que salen a diario de nuestroslabiosparaquelosescuchenlosdemás?Todoloquenuestrasmentespuedenconcebir,todoloquenuestroscorazonespuedenaprenderpodemosalcanzarloconlamismacerteza,conelmismoprovechoyconlamismasatisfacciónparacada uno de nosotros en cualquier panorama que la faz de la tierra puedaofrecernos,seaelmáspobre,oelmásrico.Estaessindudalarazóndequeexistalaatraccióninnataentrelacriaturaylacreaciónquelarodea,razónquequizápuedahallarseenlaenormediferenciaentrelosdestinosdelhombreysuesfera terrestre.Lamásgrandiosaperspectivadeunamontañaquepuedaalcanzar la visión del hombre está destinada al aniquilamiento. El máspequeñodelosintereseshumanosqueelcorazónpuedaanidarestádestinadoalainmortalidad.

ElpaseohabíaduradocasitreshorascuandoelcochevolvióaatravesarlasverjasdeLimmeridge.

Enel caminodevueltadejéque las señorasescogiesenpor símismaselpaisajequeempezaríamosaesbozaraldíasiguientebajomidirección.

Cuando fueron a vestirse para la cena yme encontré solo enmi cuartosentí que decaía mi espíritu. Me hallaba disgustado e insatisfecho de mímismo,sinsaberbienporqué.Quizáempezabaaadvertirquehabíadisfrutadodemasiadodeunpaseoquehabíahechomáscomoinvitadoquecomoprofesordedibujo.QuizáelsentimientodequealgofaltabaenlaseñoritaFairlieoenmímismo,sensaciónquemeasaltócuandolavi.porvezprimera,volvíade

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nuevoaperseguirme.Seacomofuereresultóparamíunalivioquellegaselahora de la cena yme viese obligado a dejarmis soledades regresando a lacompañíadelasdamasdelacasa.

Alentrarenelsalónquedésorprendidoporelcontrasteentrelasropasquevestían,contrasteentrelastelasmásbienqueentreloscolores.Mientrasquela señora Vesey y la señorita Halcombe estaban ricamente ataviadas (de lamaneraquemejorcorrespondíaalaedaddecadauna),laprimeradecolorgrisyplataylasegundaconesetonoamarillopálidoquetanbienarmonizaconlatezmorena y el cabello oscuro, la señorita Fairlie vestía un sencillo y casipobrevestidodemuselinablanca.Eltrajeeradeunapurezainmaculada,ylesentabademaravilla,perosetratabadeunvestidoquehubierapodidollevarlahijao lamujerdeunhombremodesto,ysuaspectoresultabamuchomenosimponente que el de su propia institutriz. Algún tiempo después, cuandollegué a conocermejor el carácter de la señorita Fairlie, supe que este rarocontraste se debía a su natural delicadeza y a la repugnancia que sentía porcualquierdetallequepudieraaparecerantelosdemáscomounaostentacióndesu riqueza.Nuncaconsiguieron,ni la señoraVeseyni la señoritaHalcombe,inducirlaaquelasaventajaraenelvestir,ellaqueerarica,aellasdosqueeranpobres.

Alfinalizarlacenavolvimosalsalón.AunqueelseñorFairlie(emulandoel gesto portentoso delmonarca que recogió los pinceles de Tiziano) habíadado órdenes al mayordomo de informarse acerca demis preferencias paracon el vino de después de la cena, estaba resuelto a resistir la tentación depasarlaveladaenunasoledadesplendorosarodeadodebotellaselegidaspormí mismo, y me consideraba lo bastante sensato como para seguir lascivilizadas costumbres extranjeras pidiendo permiso a las señoras paralevantarmealmismotiempoqueellasdelamesadurantetodoeltiempoquedurasemipermanenciaenLimmeridge.

Elsalónenquenoshabíamosinstaladoparaelrestodelaveladaestabaenla planta baja y tenía las mismas proporciones y tamaño que el salón deldesayuno. Al fondo, unas grandes puertas de cristal daban a una terrazamaravillosamenteadornadaentodasulongitudconprofusióndeflores.Laluzdel crepúsculo, suave y opaca, caía sobre las flores y el follaje,mezclandoarmoniosamentesussombrasconlossobrioscoloresdelasplantas,yeldulcearoma nocturno de las flores con toda su fragancia nos dio su saludo debienvenida, entrando por las abiertas cristaleras. La buena señora Vesey(siempre laprimerade todosnosotrosensentarse)seapoderódeunabutacasituada en una esquina, se arrellanó en ella cómodamente y se durmió. LaseñoritaFairlie,atendiendoamisruegossepusoalpiano,ycuandolaseguíparasentarmejuntoaellavialaseñoritaHalcomberetirarseaunrincónjuntoalasventanaslateralesparaproseguirconlalecturadelascartasdesumadre

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bajolosapaciblesúltimosreflejosdelaluzcrepuscular.

¡Concuántafuerzareviveenmiimaginaciónaquelplácidocuadrofamiliarmientras escribo! Desde el sitio que yo ocupaba podía contemplar la grácilfigura de la señorita Halcombe, mitad en la sombra misteriosa y mitadtenuementeiluminada,inclinadasobrelascartasdesumadrequeteníasobresu falda; mientras, más cerca de mí, el delicioso perfil de la pianista sedestacabaperfecto sobre el fondooscurode la pareddel salón.Fuera, en laterraza, lasabundantesflores, laaltahierbay lasenredaderassemovíancontanta suavidad en el aire ligero de la noche que no nos llegaba el menorsusurro.Elcieloestabadespejadoyeldespuntarsigilosodelalunaempezabayaarayarenlaparteorientaldelcielo.Lasensacióndepazyderetraimientoaquietaba todopensamiento, todaemoción, imponiendounrepososublimeyarrobador. Esta quietud balsámica eramás profunda amedida que la luz seextinguíaysuinflujosobrenosotrossehacíamásplacenteroalmezclarseconla celestial ternurade lamúsicadeMozart.Fueunanochedevisionesydesonidosinolvidables.

Todosguardábamossilenciosinmovernosdenuestrosasientos.LaseñoraVesey seguía durmiendo, la señorita Fairlie seguía tocando. la señoritaHalcombe seguía leyendo,hastaque laoscuridadnos invadiópor completo.Entonceslalunaenviósuluzaposarsesobrelaterrazaysusrayossuavesymisteriosos refulgieron en el extremo opuesto del salón. El contraste con laoscuridad del crepúsculo era tan maravilloso, que de común acuerdorechazamos las lámparas cuando las trajo el criado y la espaciosa estanciaquedósinotrailuminaciónquelasllamastitilantesdedosvelassobreelpiano.

La música continuó sonando durante más de media hora, hasta que ladeliciosa vista de la terraza bañada en la luz de la luna atrajo a la señoritaFairlieyyo la seguí.La señoritaHalcombehabía cambiadode sitio cuandoencendieron las velas del piano, para seguir la lectura de las cartas. Ladejamosallísentadasobreunasillabaja,alladodelpiano,tanabsortaquenisiquierapareciódarsecuentadeloquehacíamos.

Nohabíamosestadoenlaterrazanicincominutos,apoyadosensubarandafrente a las puertas de cristal, cuando, en el momento en que la señoritaFairlie,porconsejomío,cubríasucabezaconunpañueloparaprotegersedelabrisa del anochecer, oí la voz de la señorita Halcombe, llena de ansiedad,profunda,alteradosualegresonidohabitual,pronunciarminombre.

—SeñorHartright¿quierevenirunmomento?Tengoquehablarle.

Entréinmediatamentealoírla.Elpianosehallabapocomásomenosenelcentrodelaparedinterior.LaseñoritaHalcombeestabasentadajuntoaél,delladomás alejado de la terraza, con las cartas esparcidas sobre su regazo ytendía una de ellas a la luz de la vela. En la partemás cercana a la terraza

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habíaunaotomanaen laqueme senté.Allí estabacercade las cristalerasypodíadistinguir lasiluetade laseñoritaFairlie,mientraspaseaba lentamentedeunextremoalotrodelaterraza,alumbradaporlaradianteluna.

—Quiero que escuche usted los últimos párrafos de esta carta.—dijo laseñoritaHalcombe—.Dígamesicreequearrojanalgodeluzsobresuextrañaaventura de la carretera de Londres. La carta es demimadre, dirigida a susegundomarido,elseñorFairlie;estáescritahaceunosonceodoceaños.Enaquella época mi madre, su marido y mi hermanastra Laura vivían aquímientrasyoestabafuera,terminandomisestudiosenuncolegiodeParís.

Memirabayhablabaconserenidady tambiénmeparecióqueconciertoesfuerzo.Enelmomentoenquelevantólacartahastalavelaparaempezarsulectura, laseñoritaFairliepasódelantedenosotrospor la terraza,separóunmomentoy,viendoqueestábamoshablando,sealejólentamente.

LaseñoritaHalcombecomenzóaleerloquesigue:

«Estarásyaaburrido,miqueridoPhilip,deoírperpetuamentecosasdemiescuelaymisalumnos.Teruegoqueachaquesestasrepeticionesalatediosamonotonía de la vida de Limmeridge y no a mí. Además hoy tengo algointeresantequecontartesobreunanuevaalumna.

«Yaconocesa laancianaseñoraKempe, lade la tiendadelpueblo.Puesbien,despuésdemuchosañosdecama,eldoctorlahadesahuciadoyseestámuriendopocoapoco.Portodafamiliatieneunahermanaquellególasemanapasadaparacuidarla.SuhermanavienedeHamsphirey se llamaCatherick.Hacecuatrodíasvinoavisitarmeytrajoasuúnicahija,unaniñapreciosa,unañomásgrandequenuestraqueridaLaura...»

Cuando esta última frase salía de labios de la lectora, la señorita Fairliepasó de nuevo delante de nosotros por la terraza. Canturreaba una de lasmelodíasqueacababadetocaralpiano.LaseñoritaHalcombeesperóaquesealejaraparacontinuarsulectura.

«La señora Catherick es una mujer honrada, educada y respetable, demedianaedad,sediríaquesubellezafueregular,sóloregular.Hermosa.Perosinembargohayunnoséquéensupersonaquenoacabode interpretar.Estan reservadaen loqueaella se refierequepareceocultaralgo,y tieneunamirada, no podría describirla, que me hace pensar que está tramando algo.Total,queunodiríaquetienedelanteunmisterioviviente.Encuantoalobjetode su visita a Limmeridge es bien sencillo. Cuando dejó Hampshire paraasistir a suhermanaenestaúltimaenfermedad, tuvoque traer conella a suhijapornoteneranadieconquiendejarla.LaseñoraKempepuedemorirenunasemanaoresistirmesesymeses,ylaseñoraCatherickvinoapedirmequepermitieseasuhijaAnneasistiralasclasesenmiescuela;aunquesólosería

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de manera provisional porque después de la muerte de la señora Kempe,tendría que dejarlas para regresar junto con su madre a casa. Accedíenseguida,yesemismodía,cuandoLaurayyosalimosdepaseo,llevamosalaniña,quetieneonceaños,alaescuela.

Nuevamentevolvióa surgir antenosotros la figuragrácily esplendorosade la señorita Fairlie envuelta en su níveo traje demuselina; su cara estabadeliciosamente enmarcada por los pliegues del pañuelo que había anudadobajo la barbilla.Una vezmás la señoritaHalcombe esperó a que se alejaraparaseguirleyendo.

«Meheencaprichadolocamente,Philippe,conminuevadiscípulaporunarazón que te diré al final y que será una sorpresa para ti. Lamadreme hahablado tanpocodesuhijacomodesímismayhe tenidoquedescubriryosola(elmismodíadecomenzarlasclases,cuandoempecéapreguntarle)quelapobrecriaturanoestádesarrolladaintelectualmentecomocorrespondeasuedad.Envistadeellomelahetraídoacasaaldíasiguienteyhellamadoalmédico con la mayor reserva para que la observe, la interrogue y me digacómolaencuentra.Suopiniónesqueselepasaráconeltiempo.Perodicequeesdegranimportanciaelsistemadeenseñanzaqueseempleeconellaenlaescuela, porque su extrema lentitud en aprender cosas nuevas implica unaextraordinaria tenacidad para retenerlas cuando hayamos conseguido que sumente las haya asimilado. Y ahora, amor mío, no vayas a figurarte con tuacostumbrada ligerezaquemehe encariñadoconuna retrasadamental.Estapobre Anne Catherick es una niña muy cariñosa, dulce y agradecida; dicecosas graciosas y divertidas (como podrás juzgar por ti mismo enseguida)cuandomenosloesperas,temiraconasombroycasiconmiedo.Aunquevasiempremuy limpia, las ropasque lleva sondemalgusto, tanto en el colorcomo en el corte.Así que ayer dispuse que arreglasen paraAnneCatherickalgunosdelosviejosvestidosysombrerosblancosdenuestraqueridaLaura.Le expliquéque a las niñas pequeñasque tienen su tez, el blanco les sientamejor que ningún otro color y las hace parecer más limpias. Durante unminutoestuvocallada,visiblementeturbada,luegosepusocoloradayparecióhabercomprendido.Supequeñamanoseaferróalamía.Labesó,Philip,ymedijocongravedad,conmuchagravedad:«Vestirédeblancomientrasviva.Asíme acordaré de usted, señora, y pensaré que sigue queriéndome aunquemevayadeaquíynolaveamás»Éstaessólounamuestradelasmuchascosasextrañasquedicecontantagracia. ¡Pobrecitamía!Leharéunacoleccióndetrajesblancoscongrandesdobladillosparaquelesirvancuandocrezca.»

LaseñoritaHalcombecallóymemiróporencimadelpiano.

—Lamujersolitariaqueencontróenlacarretera¿erajoven?¿Podríatenerveintidósoveintitrésaños?—mepreguntó.

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—Sí,señoritaHalcombe;eradeestaedad.

—¿Yvestíadeformaextraña,todadeblanco,depiesacabeza?

—Todadeblanco.

Enelmomentoenquesalíademislabioslarespuesta, laseñoritaFairliepasóantelapuertaporterceravez,peroenlugardeseguirpaseandosedetuvo,dándonos la espalda, apoyada sobre la balaustrada de la terraza ycontemplandoeljardín.Mimiradaresbalóporelblancoresplandordesutrajedemuselinaydeltocado,rutilantesbajolaluzdelaluna,yunasensaciónqueno consigo expresar, una sensación que aceleró los latidos demi corazón ycortómirespiración,seapoderódemí.

—¿Toda de blanco? —repetía la señorita Halcombe—. La parte másimportantedelacartaeslaúltima,señorHartright,laquelevoyaleerahora.Peronopuedopormenosdeinsistirenlacoincidenciadeltrajeblancodelamujer que usted encontró y los vestidos blancos que inspiraron esta extrañarespuesta en la pequeña discípula de mi madre. El doctor pudo haberseequivocado

cuandoaldescubrirelretrasomentaldelaniña,predijoqueselepasaríacon el tiempo.Probablementeno se le pasónuncay su antiguo caprichodeexpresarsugratitudvistiéndosedeblanco,quefueunsentimientoprofundoenlaniña,probablementesiguesiéndoloenlamujer.

Contesté con pocas palabras y ni sé lo que dije. Toda mi atención seconcentrabaenelblancoreflejodeltrajedemuselinadelaseñoritaFairlie.

—Escucheelúltimopárrafodelacarta—dijolaseñoritaHalcombe—.Levaasorprender;estoysegura.

Cuandoellalevantólacartaalaluzdelavela,laseñoritaFairliesevolvióde espaldas a la balaustrada, miró hacia un lado y otro de la terraza comodudandoquéhacer,diounpasohacialapuerta,ysedetuvomirándonos.

EntretantolaseñoritaHalcombemeleíaelúltimopárrafodelacarta:

«Yahora,amormío,viendoquesemeacabaelpapel,tedirélaverdaderarazónasombrosademicariñoporlapequeñaAnneCatherick.QueridoPhilip,aunque no sea ni la mitad de bonita, es, sin embargo, por uno de esosfenómenoscasualesdeparecidoquesehallanaveces,elretratoviviente,porel cabello, por el tono de su tez, por el color de sus ojos y el óvalo de sucara...»

DeunsaltomelevantédelaotomanaantesdequelaseñoritaHalcombehubiese terminado la frase. La misma sensación escalofriante recorrió micuerpo, como en aquel momento en que en el desértico camino real deLondresunamanoseposósobremihombro.

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¡AllíestabalaseñoritaFairlie,unafigurablancaysolitariailuminadaporlaluzdelaluna,yensuactitud,enlainclinacióndesucabeza,enelcoloryenelóvalodesurostroveíaya la imagenviviente,aaquelladistancia,yentales circunstancias, de la mujer de blanco! La duda que había turbado mimentehorasyhorasatrás,enuninstantesevolviócertidumbre.Aquel«algoque faltaba» era mi inconsciente convicción del ominoso parecido entre lafugitivadelsanatorioymidiscípuladeLimmeridge.

—¡Loveusted!—dijolaseñoritaHalcombe.Dejócaerlacarta,queyaerainútil,susojosbrillabanalencontrarseconlosmíos—.Loestáviendoahoracomoloviomimadrehaceonceaños.

—Loveo... aunquenopuedodecirlecuánapesarmío.El solohechodeasociarlaimagendeaquellamujerdesamparada,abandonada,perdidaaunquenoseamásqueporelparecidocasual,conlaseñoritaFairlie,meparececomoproyectar una sombra sobre el futuro de la radiante criatura que noscontempla. Ayúdeme a disipar esta impresión tan pronto como pueda...¡Llámela,sáqueladeesafunestaluzdelaluna!...¡Porfavor,dígalequevenga!

—SeñorHartright,mesorprendeusted.Sean loquesean lasmujeres,yocreía que los hombres del siglo diecinueve estaban por encima de lassupersticiones.

—¡Llámela,porfavor!

—¡Chis! Ella viene sin que la llamemos.No diga nada en su presencia.Queseaunsecretoentreustedyyoesteparecidoquehemosdescubierto.Ven,Laura;venydespiertaconelpianoalaseñoraVesey.ElseñorHartrightestáclamando por la música y ahora la quiere alegre y ligera, lo más alegreposible.

VIII

AsíterminómiprimerajornadaenLimmeridge,despuésdeundíallenodeemociones.

LaseñoritaHalcombeyyoguardamosnuestrosecreto.Despuésdehaberdescubiertoaquelextraordinarioparecidoyoyanoesperabaqueningunaotraluzaclaraseelmisteriodelamujerdeblanco.Enlaprimeraoportunidadquese le presentó, la señoritaHalcombe llevó con cautela la conversación a losviejos tiempos e hizo que su hermanastra hablase de su madre y de AnneCatherick.PerolosrecuerdosdelaseñoritaFairlierespectoalapequeñaeransumamente vagos e imprecisos. Evocaba el parecido entre ella y la alumnafavoritadesumadrecomoalgosupuestamenteexistenteenelpasado,peronodijonadadelregalodelostrajesblancosnidelaspalabrassingularesconquelaniñahabíaexpresadotorpementesugratitudporello.RecordabaqueAnnehabíapermanecidotansólounosmesesenLimmeridge,yqueluegoregresóa

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su casadeHampshire, perono tenía ideade si lamadrey la hija volvieronalgunavezaLimmeridgeodesisesupoalgodeellas.LasinvestigacionesdelaseñoritaHalcombe,leyendolaspocascartasdesumadrequequedabansinrevisar, fueron inútiles para disipar la incertidumbre que nos consternabatanto.HabíamosidentificadoaladesventuradamujerqueyoencontréaquellanochecomoAnneCatherick,portantoalgohabíamosadelantadorelacionandolaprobableanormalidadyretrasoenelcerebrodelapobreniñaconsuextrañainclinaciónporvestirsetodadeblancoyconsugratitudinfantil,queconservódurantetodosaquellosañoshacialaseñoraFairlie,yahí,porloquesabíamos,losresultadosdenuestrainvestigaciónterminaban.

Transcurrieron los días, pasaron las semanas, y las huellas doradas delotoñoempezaronanotarseentreelfollajeverdedelosárboles.¡Quétiempostanapaciblesyfelicesyquérápidosvolaron!Ahoramihistoriaresbalasobreelloscomoellosresbalaronsobremíentonces.Detodoslostesorosdegocesydelicias que derramasteis sobremi corazón con tanta liberalidad, ¿qué es loque me queda que tenga interés y valor bastante para apuntarlo en estaspáginas?Nada.Tansólolamástristedetodaslasconfesionesquepuedahacerunhombre.Laconfesióndesulocura.

Hablar del secreto que descubre esta confesión no requiere esfuerzos,porquedeformaindirectasemehabíaescapadoyaenmianteriorrelato.Laspobres y débiles palabras que no fueron capaces de describir a la señoritaFairliehanconseguido traicionar las sensacionesquedespertó ella enmí.Atodosnossucedelomismo:nuestraspalabrasparecengigantescuandopuedenperjudicarnosyresultanpigmeoscuandointentanprestarnosunbuenservicio.

Yolaamaba.

¡Diosmío! ¡Cómome doy cuenta de toda la tristeza y sarcasmo que seencierran en estas tres palabras! Puedo lanzar un suspiro sobre mi lúgubreconfesión como la más emotiva mujer que lea estas líneas y que mecompadezca.Puedoreírmecon lamismaactitudconqueelmásdurode loshombres la alejaría de sí con desprecio. ¡La amaba! Sentid conmigo odespreciadme, lo confieso con la misma resolución inconmovible del queposeeunaverdad.

¿Noexistíadisculpaparamí?Deseguroque sepodríaencontrar alguna,teniendo en cuenta las condiciones en las que prestaba mis servicios enLimmeridge.

Las horas de la mañana transcurrían mansamente en la quietud yretraimientodemiestudio.Teníabastantetrabajoconrestaurarlosdibujosdemipatrono,laborqueocupabagratamenteamisojosyamismanosmientrasquelaimaginaciónquedabalibreparadeleitarseconellujoperniciosodesuspensamientos desenfrenados. Peligrosa soledad que se prolongaba lo

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suficientecomoparaenervarmeynolobastanteparafortalecerme.Peligrosasoledada laqueseguían tardesynoches,día trasdíaysemanatrassemana,quemepermitíangozaramísolodelacompañíadedosmujeres,unadelascuales poseía gracia, inteligencia y una educación refinada, y la otra reuníatodoelencantodelabelleza,deladulzuraysinceridadquepuedenconquistary purificar el corazón de un hombre. No pasó un día de esta peligrosaintimidaddelprofesorconsusdiscípulasenelquemismanosnoestuvieranmuycercadelasdelaseñoritaFairlieymimejillanorozasecasiconlasuyacuando juntos nos inclinábamos sobre su álbum de dibujos. Cuanto másatentamente observaban ellas los movimientos de mis pinceles, másprofundamenterespirabayoelperfumedesuscabellosylafraganciacálidadesu aliento.Una parte demi obligación consistía en vivir bajo la luz de susojos,yavecescuandomeinclinabasobresuseno,tancerca,temblabaantelaideadetocarla;otra,sentirlainclinarsesobremíparaverloqueyoleseñalaba,cuandosuvozseapagabaparadecirmealgunacosayloslazosdesupamelaacariciabanmirostrollevadosporelvientoantesdequepudieseretirarlos.

Lasveladasqueseguíanaestasexcursionespictóricasdelatardevariaban,más bien que refrenaban, estas inocentes e inevitables familiaridades. Mientusiasmonaturalporlamúsica,queellainterpretabacontantasensibilidadycon tal femenina ternura, y su lógico deseo de devolverme con su arte losplaceresqueyo leproporcionabaconelmío, formabanotra cadenaquenosuníamásymás.Los incidentesde laconversación, lasimplecostumbrequesuponeunacosatansencillacomonuestrossitiosenlamesa,lasbromasdelaseñoritaHalcombe,queseburlabasiempredesuentusiasmocomoalumnaydemiafánporcumplircomomaestro, la inofensivaaprobaciónsomnolientadelapobreseñoraVeseyconlaquenosuníaalaseñoritaFairlieyamíenelmodelo de jóvenes que jamás la perturbábamos..., cada una de estasnimiedadesyotrasmuchasconseguíanenvolvernosalosdosenunaatmósferafamiliarynosconducíanimperceptiblementealmismofinalsinescapatoria.

Debí haber recordado siempre mi posición y haberme mantenidosecretamentealerta.Asílohice,perocuandoyaerademasiadotarde.Todaladiscreción,todalaexperienciaquemehabíanasistidocuandosetratódeotrasmujeres y queme sostuvieron contra diversas tentaciones, me abandonaronfrenteaésta.Desdehacíaañosestohabíasidomiprofesión:encontrarmeentan estrecho contacto con muchachas jóvenes de distintas edades y más omenosguapas.Yohabíaaceptadoestassituacionescomopartedemioficio,consiguiendodejartodoslossentimientospropiosdemiedadenlossuntuososvestíbulosdemispatronosconlamismafrialdadconquedejabamiparaguasantesdesubirasusestancias.Aprendíycomprendíhacíamuchotiempocontoda indiferencia y como un hecho consumado, quemi situación en la vidapodía considerarse suficiente garantía de que cualquier sentimiento quepudieradespertarenmisalumnasnopodíasermásquemerointerés,ysabía

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que seme admitía entre lasmás bellas y cautivadorasmujeres de lamismamanera con que se admite la presencia de un inofensivo animal doméstico.Este provechoso conocimiento me había llegado muy pronto, y me habíaguiado firme y rectamente por mi angosta senda miserable y estrecha,impidiéndome apartarme nunca de ella, desviarme a la derecha o a laizquierda. Y ahora mi cotizado talismán y mi propia persona estábamosseparadosporprimeravez.Sí,eldominiodemímismo,quehabíaadquiridocon tantoesfuerzo, lohabíaperdidopor completocomosinunca lohubieraposeído; lo había perdido como lo pierden cada día otros hombres en otrastantas situaciones críticas a las que lasmujeres los abocan.Me doy cuentaahora de que debía haberme controlado desde el principio. Debía habermepreguntado: ¿Por qué en cualquier cuarto de la casame sentíamejor que siestuvieraenmipropiohogarcuandoellaentraba,ymeparecíatanáridocomovacíocuandoloabandonaba?¿Porquéadvertíayrecordabasiemprelasmásinsignificantes variaciones en su atavío como nunca había advertido nirecordado las de ningunaotramujer? ¿Por qué lamiraba, la escuchabay latocaba (cuando nos dábamos la mano mañana y tarde) como jamás habíamirado,escuchadonitocadoamujeralgunaenmivida?Debíhaberescrutadomipropiocorazónparadescubrir estosbrotesnuevosyarrancarlosalnacer.¿Porquéesta labor tan fácil y sencillade cuidardemímismome resultabademasiadotrabajosa?Laexplicaciónyaestáescritaconaquellastrespalabrasquemehanbastadoysobradoparahacermiconfesión.Yolaamaba.

Pasaron días, transcurrieron semanas, hacía ya casi dos meses de millegada aCumberland. Lamonotonía deliciosa de la vida que llevábamos anuestro apacible retiro me arrastraba como una suave corriente arrastra alnadador que descansa sobre sus olas. Todo recuerdo del pasado, todopensamiento del futuro, toda consciencia de lo falso y desesperado de misituacióncallabandentrodemí,sumergidosentraicioneracalma.Lassirenasquecantabanenmipropiocorazónhabíancerradomisojosymisoídosanteelpeligro y yo navegaba a la deriva acercándome a los nefastos escollos. Laadvertenciaqueporfinmedespertó,quemellenódeconcienciaacucianteyacusadorademipropiadebilidad,fuelamásclara,sinceraygratapuestoquemellegabasilenciosamentedeella.

Fue una noche en que nos despedimos como siempre.Ni aquella vez niantes había pronunciado una sola palabra que pudiese traicionar missentimientoso sorprenderlacon la revelaciónde laverdad.Perocuandonosvolvimosaveralamañanasiguiente,elcambioqueobservéenellamelodijotodo.

Yo rehuía entonces—y sigo rehuyendo ahora—penetrar en el santuarioinviolable de su corazón y dejarlo al descubierto ante los extraños comohedejado elmío.Me limitaré a decir que elmomento en que ella adivinómi

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secreto fue, y estoy firmemente convencido de ello, el mismo en que ellaadivinóelsuyo,elmomentoquelehizocambiardelanochealamañanasuactitudfrenteamí.Sierademasiadonobleparaengañaranadie, también loera para engañarse a símisma.Cuandobrotó en su corazón la duda que yohabíahechocallarenelmío, susinceridadse impusoydijoconsuhabituallenguajefrancoysencillo:«Losientoporélypormí».

Yo no supe entonces comprender esto ni otras cosas que declaraban susmiradas. Pero comprendímuy bien el cambio de su trato,más amable,másdispuestaacomplacermisdeseos,ytambiénmásdistanteytriste,buscabaconansiedadcualquierocupaciónenqueconcentrarsecuandonosquedábamosasolas.Comprendíporquéentoncesaquelloslabiosfinosysensiblessonreíantanpocoycomoalafuerza,yporquéaquellostransparentesojosazulesmemirabanavecesconlapiedaddeunángelyotrasconelpasmoinocentedelosniños.PerolatransformacióndeLaurallegabaaúnamás.Habíafrialdadensumano,una rigidez innaturalensu rostro,en todossusmovimientos traslucíaun temor permanente y un reproche insistente hacia símisma. Aquellos noeranlos indiciosocultosquepodíandescubrirenellaoenmíquesentíamosalgoencomún.Elcambioqueenellasehabíaproducidoconservabaalgodeaquellaatracciónsecretaqueexistíaentrenosotros,perotambiénhabíaenélotrafuerzasecretaqueempezabaasepararnos.

Lleno de dudas y perplejidades, de una vaga intuición de que con mispropiasfuerzasysinayudadenadiedebíadescubriralgoquesemeocultaba,prestémás atención a lo que hacía y decía la señoritaHalcombe esperandoencontrar una indicación. Dentro de la intimidad en que vivíamos eraimposiblequeseprodujesencambiosgravesencualquieradenosotrossinquelosdemás losadvirtiesen.Elcambiode la señoritaFairlie se reflejabaensuhermanastra.Aunquea la señoritaHalcombeno se le escapóniunapalabraque indicase que sus sentimientos hacia mí habían cambiado, sus ojospenetrantesme observaban ahora sin cesar. A veces aquellasmiradas suyasparecíandescubrirunacóleracontenida;otrasveces,uncontenidotemor;otrasnoexpresabanadaqueyopudieracomprender.Transcurrióotrasemana,enlaquealostresnosenvolvióunaviolenciasecreta.Misituaciónagravadaporelreconocimiento, que se despertaba enmí demasiado tarde, demimiserableflaquezaydemiirreflexión,sehacíainsoportable.

Sentíaquedebíacortardeunavezyparasiempreaquellaopresiónenquevivía, pero estaba fuera de mi alcance el decidir la manera de actuar coneficaciaodehablarconoportunidad.

LaseñoritaHalcombefuequienmelibródeaquellasituacióndesesperadayhumillante.Suslabiosmedijeronlaverdadamarga,inesperadaynecesaria;subondadcordialmesostuvoenaquelchoquehorrible;susensatezysuvalorse impusieron al peor suceso que pudo acontecerme amí y al resto de los

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moradoresdeLimmeridge.

IX

AqueljuevessecumplíanlostresmesesdemillegadaaCumberland.

Cuandobajéadesayunaralahoradesiempreyporprimeravezdesdequelaconocí,noestabalaseñoritaHalcombeensusitiohabitual.

LaseñoritaFairlieestabaenel jardín.Mesaludódesde lejos,peronoseacercó a mí. Ni ella ni yo habíamos dicho una palabra que pudiera haberalterado nuestras relaciones, y, sin embargo, palpamos aquella especie deviolenciaquenoshacía temblaryevitarencontrarnosasolas.Así,pues,ellaesperó fuera y yo dentro hasta que llegasen la señora Vesey o la señoritaHalcombe.¡Conquérapidezmehubieseacercadoaellaquincedíasantes,conqué alegría nos hubiéramos estrechado la mano y con qué naturalidad noshubiéramosentregadoanuestracharlahabitual!

AlospocosminutosentrólaseñoritaHalcombe.Parecíapreocupada,ysedisculpóporelretrasoconunairedistraído.

—Me ha detenido el señor Fairlie—dijo— quería discutir conmigo unasuntodoméstico.

LaseñoritaFairlieregresódel jardínynossaludamoscomosiempre.Mesobresaltóelhelordesumano,másintensoquenunca.Nomemirabayestabamuy pálida. Hasta la señora Vesey lo notó cuando entró en el comedor unmomentodespués.

—Creo que es el cambio del viento —dijo—. Ya llega el invierno, ayqueridamía,¡yallegaelinvierno!

¡Parasucorazónyparaelmíoelinviernoyahabíallegado!

Nuestrosdesayunos,antestananimadosporlasdiscusionesyplanessobrelo que íbamos a hacer durante el día eran ahora rápidos y silenciosos. LaseñoritaFairlieparecíaagobiadaporloslargossilenciosenlaconversaciónymiraba suplicante a suhermanaesperandoquedijesealgo.Doso tresvecesme pareció que la señorita Halcombe estuvo a punto de hablar, pero no sedecidió,unacosainsólitaenella,y,porfindijo:

—Laura...hehabladocontutíoestamañanaycreequeelcuartorojoeselmás apropiado; además, me confirma lo que yo te dije. Es el lunes, no elmartes.

Mientras hablaba, Lauramantenía lamirada fija en lamesa. Susmanosjugueteaban nerviosamente con las migajas del pan desparramadas sobre elmantel.Lapalidezdesurostroseextendióhastasuslabios,queempezaronatemblar.No fuiyo soloquiennotóestas alteraciones.La señoritaHalcombe

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lasvio tambiényenseguidase levantóde lamesaobligándonosaseguirsuejemplo.

La señorita Fairlie y la señora Vesey salieron juntas del comedor. Losdulces y tristes ojos azules se posaron en mí un instante como si quisieradarmeunaúltimayeternadespedida.Sentícómomicorazónlerespondíaconundolorpunzante,undolorquemeanunciabaqueprontoibaaperderlayquesupérdidasóloharíamiamormásprofundo.

Miré hacia el jardín cuando la puerta se cerró tras ella. La señoritaHalcombeestabadepiejuntoalventanalquedabaalparque,consusombreroenlamano,ysuchaldobladoenelbrazo,observándomeconatención.

—¿Puede usted dedicarme unos minutos —me preguntó— antes decomenzarsutrabajo?

—Porsupuesto,señoritaHalcombe.Siempretengotiempodisponibleparausted.

—Tengoquehablarleasolas,señorHartright.Cojaelsombreroyvayamosaljardín.Aestashorasnocreoquenosestorbenadie.

Al salir nos tropezamos con un ayudante del jardinero—un niño casi—que venía hacia la casa con una carta en lamano.La señoritaHalcombe ledetuvo.

—¿Esparamíesacarta?—lepreguntó.

—No, señorita; aquí pone que es para la señorita Fairlie— contestó elmuchachomostrandolacarta.

LaseñoritaHalcombelacogióymiróelsobre.

—Noconozcoestaletra—sedijoasímisma—.¿QuiénpodríaescribiraLaura?...¿Dóndeteladieron?—continuódirigiéndosealjardinero.

—Verá, señorita—dijoelmuchacho—.Me lahadadoahoramismounamujer.

—¿Quémujer?

—Unamujervieja.

—¿Unavieja?¿Túlaconoces?

—Nopodríadecirquelahayavistoantes.

—¿Porquécaminosefue?

—Por allí —dijo el aprendiz del jardinero volviéndose con resoluciónhaciaelsuryseñalandotodalapartemeridionaldeInglaterraconungenerosomovimientodelamano.

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—Es curioso—dijo la señoritaHalcombe—.Seguramente es de alguienquepidedinero.Bueno—añadió,devolviendolacartaalmuchacho—,llévalaacasayentrégaselaaunodeloscriados.Yahora,señorHartright,sinotieneinconveniente,vámonosporaquí.

Seguimos elmismo sendero por el queme condujo el primer día demiestanciaenLimmeridge.Alllegaralpabellónenquemeencontréporprimeravez con Laura Fairlie, se detuvo y rompió el silencio que había guardadodurantetodoelcamino.

—Loquetengoquedecirleselodiréaquí.

Conestaspalabrasentróen lacasita,cogióunade lassillasquehabíaallado de la pequeña mesa redonda, y con un gesto me invitó a sentarmetambién.Yosospechéloqueibaadecirmedesdequemehablóenelcomedor,yenaquelinstantetuvelacertezaabsoluta.

—Señor Hartright—empezó diciendo—, voy a hacerle una declaraciónsincera. Quiero que sepa (se lo digo sin preámbulos, que detesto, y sincumplidos, que odio de todo corazón) que durante todo este tiempo en quehemosvividojuntoshellegadoaverenustedunbuenamigo.Desdeelprimerdíaenquemeexplicócómosehabíaportadoconladesventuradamujerqueencontró enunas circunstancias tan extrañas,me sentí predispuesta en favorsuyo. Su comportamiento, aquella noche, tal vez no demostró demasiadaprudencia,perosíeldominiodesímismo,delicadezay lacompasióndeunhombrequeestodouncaballero.Elsucesomehizoesperarmuchodeusted,ylaverdadesquenosehandefraudadomisesperanzas.

Callóunmomento,perolevantólamanoenseñaldequenoesperabaunarespuestademíhastaqueterminase.Cuandoentréenelpabellón,nadaestabamáslejosdemipensamientoquelamujerdeblanco.Peroahoralaspalabrasde la propia señorita Halcombe me hicieron recordar mi aventura. Aquelrecuerdonoseseparóyademímientrasdurónuestraentrevista,ysupresenciatuvosusconsecuencias.

—Comoamiga—siguiódiciendo—quierodecirledeunavez,amimodoclaro,directoyrudo,quehedescubiertosusecretosinquenadiemeadvirtieseni ayudase. Señor Hartright, usted ha cometido la ligereza de permitirsedesarrollarunafecto,ymetemoqueesunafectoserioyprofundo,haciamihermanaLaura.Noquierosometerlealatorturadeconfesarloantemí,puesséqueesdemasiadohonradoparanegarlo.Nisiquieralecompadezcoporhaberabiertosucorazónaunsentimientosinesperanza.Ustednohaintentadonadaahurtadillasnihahabladoconmihermanaensecreto.Sóloleculpodefaltadecarácteryolvidodesuspropiosintereses.Sihubieraactuadoencualquiersentidoconmenosmodestiaydelicadezamehubieravistoobligadaaindicarlequedejaseestacasa,sinvacilarunmomentoysinconsultaranadie.Peroasí

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como están las cosas, sólo acuso a la fatalidad que estropea sus años y suporvenir...Noleacusoausted.Démonoslamano.Leestoyhaciendosufrirylevoyahacersufriraúnmás,peronomeesposibleevitarlo,yantesquenadaquieroqueestrecheustedlamanodesuamigaMarianHalcombe.

Aquella repentina cordialidad, aquella simpatía cálida, noble e intrépidaque semeofrecía concompasión,perode igual a igual,que sedirigía amicorazón,amihonoryamivalorconunímpetutandelicadoygeneroso,meconmovióprofundamente.Quisemirarlacuandoellacogiómimano,peromimiradaseenturbiaba.Quisedarlelasgracias,perolavozmefalló.

—Escúchemeusted—continuósinquererdarsecuentademidesconcierto—escúchemeyacabemosdeunavez.Sientounverdadero,unauténticoaliviopor no tener que entrar en el tema que considero duro y cruel, el de lasdiferencias sociales, cuando le diga lo que tengo que decirle ahora.Circunstanciasqueleobligaránaustedaobrarconrapidezmeevitanamíeldolor de herir la sensibilidad del hombre que ha vivido bajo nuestromismotecho y en intimidad amistosa con nosotras, haciendo cualquier menciónhumillante de su condición y situación. Tiene usted que abandonarLimmeridge,señorHartright,antesdequeeldañoseamayor.Decírseloesmiobligación como también lo sería, por el mismo motivo grave y urgente,decírselo si perteneciese a la más antigua y pudiente familia de Inglaterra.Tieneustedquemarcharse,noporqueseaprofesordedibujo...

Sedetuvounmomento,memiróde frenteyalargandosumanosobre lamesa,apretófuertementemibrazo.

—Noporqueseaustedunprofesordedibujo—repitióella—,sinoporqueLauraFairlieestáprometidaenmatrimonio.

Al escuchar estas últimas palabras creí que una bala me atravesaba elcorazón.Nosentíayaenmibrazoelcontactodelamanoqueloaferraba.Nome moví, no hablé. La penetrante brisa del otoño que removía las hojas anuestrospiesdeprontomeheló,comosimis locas ilusiones tambiénfueranhojas caídasque el viento impulsaba. ¡Ilusiones!Prometidaono, se hallabaigualmentealejadademí.¿Hubieranolvidadoestootroshombresenmilugar?No,silahubieranamadotantocomoyo.

Pasó el tremendo choque y sólo quedó el entumecimiento desolado ydoloroso. Volví a sentir la mano de la señorita Halcombe que apretaba mibrazo,levantélacabezaylamiré.Susgrandesojosnegrosestabanfijosenmí,observandolapalidezrepentinademirostro,queyosentíayellaveía.

—¡Destrúyalo!—medijo.—Aquímismo,donde lavioporprimeravez,¡destrúyalo!No sedeje aplastar comounamujer.Rómpalo, aplástelo con elpie,comounhombre.

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La vehemencia contenida de sus palabras, la fuerza que su voluntad,concentradaenlamiradaqueclavabaenmíylaconstantepresióndesumanosobre mi brazo, comunicaba a la mía me devolvieron el valor. Ambosesperamosunosminutosensilencio.Porfinmemostrédignodesugenerosaconfianza enmihombríay almenospor fuera recobré el dominio sobremímismo.

—¿Havueltoustedensí?

—Lo bastante, señoritaHalcombe, para rogarle a usted y a ella quemeperdonen.Lobastanteparadejarmeguiardesuconsejodemostrándoledeestamaneramigratitud,yaquenopuedohacerlodeotra.

—Ya lo ha demostrado usted —contestó— con estas palabras. SeñorHartright,entrenosotroshan terminado losdisimulos.Nopuedoocultarle loquemihermana inconscientementemehadejadodescubrir.Tieneustedqueabandonarnostantoporsubiencomoporeldeella.Supresenciaenestacasaysuobligadaproximidadanosotras,porinocentequefuera,biensabeDios,entodoslosdemássentidos,lahandebilitadoylahanperjudicado.Yo,quelaquieromásqueamipropiavidayqueheaprendidoacreerensualmapura,nobleeinocente—comocreoenmireligión—medoyperfectacuentadeloquesufreensilencioporsusremordimientosdesdequelaprimerasombradeunsentimientodeslealasucompromisohapenetradoensucorazóncontrasuvoluntad.Noquierodecir,yademásseria inútil intentarpretenderlodespuésde lo sucedido, que su noviazgo se haya basado en sus inclinacionessentimentales. Es un compromiso de honormás que de amor, que su padredispuso hace dos años desde su lecho de muerte; ella ni se opuso ni seentusiasmó; lo aceptó con satisfacción. Hasta que usted vino a esta casa sehallaba en la misma situación que centenares de mujeres que se casan conhombressinexperimentarniunagranatracciónniunaespecialantipatíayqueaprendenaquererlos(¡sinoaprendenaodiarlos!)despuésdelaboda,envezde antes.Espero conmayor ansia de la que puedo expresar con palabras (yusteddebe ser lo bastante abnegadopara desearlo comoyo) que los nuevossentimientosyafectosquehanperturbadosuantiguaserenidadysualegríanohayanechadoraícestanprofundasquenopuedanarrancarse.Suausencia(sinotuvieratantaconfianzaensuvalor,honorabilidadysensateznotendríalasesperanzasque tengo), su ausencia ayudará amis esfuerzosy el tiemponosayudará a los tres. Ya es algo para mí el saber que la confianza que hedepositadoenustedestábiensegura.Yaesalgosaberquenohadeserustedmenos caballero,menoshonestoymenos considerado con la discípula cuyaposición ha tenido usted la desgracia de olvidar, que con la abandonadadesconocidaquenoimploróenvanosuprotección.

¡Otravezelrecuerdodelamujerdeblanco!¿EsquenoibaaserposiblehablardelaseñoritaFairlieydemísinevocarlamemoriadeAnneCatherick,

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interponiendoentrelosdossufiguracomounafatalidadineludible?

—Dígame qué disculpas puedo dar al señor Fairlie para romper micompromiso —contesté—. Dígame cuándo he de marcharme una vez seaaceptadamidisculpa.Leprometounaobedienciaabsolutaasusconsejos.

—Desde luego que el tiempo tiene gran importancia —contestó—.Recordaráustedqueantes,enelcomedor,mereferíalpróximo lunesya lanecesidaddeprepararelcuartorojo.Elhuéspedqueesperamosesedíaes...

Nopudedejarlaseguir.Sabiendoloqueahorasabíayalrecordarlamiraday la actitud de la señorita Fairlie durante el desayuno, comprendí que elhuésped esperado en Limmeridge era su futuro esposo. Quise dominarme,pero algo superior a mi voluntad se me impuso, e interrumpí a la señoritaHalcombe.

—Déjeme usted marchar hoy mismo—le dije con amargura—. Cuantoantes,mejor.

—No,hoyno—dijoella—.LaúnicarazónquepuededarustedalseñorFairliepararompersucontratoesladequeunanecesidadinesperadaleobligaasolicitarsuautorizaciónparairseinmediatamenteaLondres.Tieneustedqueesperarhastamañanaparadecírselo,despuésdequellegueelcorreo,puesdeese modo relacionará el rápido cambio de sus planes con alguna carta deLondres.Estristeydespreciabletenerquerebajarseaestosengaños,aunquesean tan inofensivos para todos, pero conozco al señor Fairlie y, si le da elmenormotivo para que sospeche que le estámintiendo, se negará a dejarlelibre.Hableconélelviernesporlamañana;ocúpesedespués(porsupropiointerés y el de su patrón) en dejar su trabajo inacabado en el mayor ordenposible,ymárchesedeestacasaelsábado.Asíhabrátiemposuficiente,señorHartright,paraustedyparatodosnosotros.

Antesdequepudieraasegurarlequeobraríaconformeasusindicaciones,nossobresaltamosaloírunospasosqueseacercabanporelcamino.¡Alguienveníadelacasaparabuscarnos!Sentíquelasangresemesubíaalasmejillasy luego refluía. ¿Sería la señoritaFairlie la personaque se acercabadeprisaprecisamenteenaquelmomentoyenaquellascircunstancias?

Fueparamíunalivio—tantristeytandesesperadoeraelcambioquesehabíaproducidoenmisituaciónrespectoaella—,unverdaderoalivio,cuandolapersonaquenoshabíaalertadoaparecióenlapuertadelpabellónyresultósersóloladoncelladelaseñoritaFairlie.

—Señorita¿puedohablarleunmomento?—dijolamuchachaconpremurayvisiblementepreocupada.

La señorita Halcombe bajó los escalones de la casita y anduvo unos

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momentosjuntoalamuchacha.

Al quedarme solo pensé, con tanta amargura y desolación que no puedodescribir, en mi próximo regreso a la soledad y el desorden demi casa deLondres.Recuerdosdemipobreyviejamadreydemihermanaquesehabíanregocijado con tanta inocencia de la buena suerte que me esperaba enCumberland,recuerdosquedurante largotiempoyohabíaahuyentadodemicorazón y que ahorame hacían avergonzarme y arrepentirme, volvían amítrayendo consigo la cariñosa tristezadeviejos y abandonados amigos. ¿Quésentiríanmimadreymihermanacuandovolvieseaellasconmicompromisoincumplido, con la confesióndemidesgraciado secreto, ellas que sehabíandespedido demí llenas de ilusiones aquella última y feliz noche en nuestracasadeHampstead?

¡OtravezAnneCatherick!Elrecuerdodelanocheenquemedespedídemimadreymihermananopodíavolveramísinqueevocaraalmismotiempoeldemipaseoalaluzdelaluna,caminodeLondres.¿Quésignificaríatodoello?¿Habríamosdevernosunavezmásaquellamujeryyo?Cuandomenos,eraposible.¿SabíaellaqueyovivíaenLondres?Sí,puesyomismoselodije,nosésiantesodespuésdequemehicieraaquellaextrañayrecelosapreguntasobre si yo conocía amuchas personas con el título de barón. Si se lo dijeantesodespués,repito,noteníayoentonceslamentelobastanteclaracomopararecordarlo.

Pasaron unos minutos antes de que la señorita Halcombe dejase a ladoncella y regresase. También ella tenía ahora el aire de premura ypreocupación.

—Señor Hartright —dijo—, ya lo hemos dejado todo arreglado. Noshemosentendidocomobuenosamigos;ahorapodemosvolveracasa.Sihededecirle la verdad estoymuy preocupada conLaura.Ha enviado a buscarmeporquequiere verme en seguida, y dice lamuchachaque su señorita parecemuyagitadaporunacartaqueharecibidoestamañana,sindudalamismaqueleenviécuandoveníamoshaciaaquí.

Apresuramos el paso bajo la fronda del sendero. Aunque la señoritaHalcombemehabíamanifestadotodoloquecreíanecesario,yo,pormiparte,aúnteníacosasquedecirle.Desdeelmomentoenquemehabíaenteradodeque el esperado visitante era el futuro esposo de la señorita Fairlie,experimentaba una amarga curiosidad, un ansia malsana y abrasadora porsaberquiénera.Eraprobablequenosemepresentaraotraocasióndehacerestapregunta,ymearriesguéapreguntarlomientrasvolvíamosalacasa.

—Ahora que ha sido usted tan amable, señorita Halcombe —dije— aldecirmequenos hemos entendidomuybien, y ahora que está segura demigratitud por su comprensión y de mi obediencia a sus deseos, ¿puedo

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preguntarlequién...(vaciléuninstante,puesmehabíaforzadoapensarenélcomo su prometido) quién es el caballero que está prometido a la señoritaFairlie?

Sumenteestabaevidentementeocupadaconelrecadoquehabíarecibidodesuhermana.Surespuestafuerápidaydistraída.

—UngranhacendadodeHampshire.

¡Hampshire!¡EllugardondehabíanacidoAnneCatherick!Unayotravezlamujerdeblanco.Enaquellohabíaunafatalidad.

—¿Cómosellama?—preguntécontodalacalmaeindiferenciadequefuicapaz.

—SirPercivalGlyde.

Sir... ¡Sir Percival! La pregunta de Anne Catherick —aquella preguntarecelosa sobre las personas con títulodebarónqueyopodía conocer—quehabía recordado poco antes de regresar la señorita Halcombe al pabellón,ahoravolvíaamimemoriaalescucharestarespuesta.

—SirPercivalGlyde—repitió,suponiendoquenohabíaoídobien.

—¿Caballero o barón? — pregunté con un desasosiego que no podíadisimularmás.

Callóuninstanteymecontestó,connotablefrialdad.

—Barón,porsupuesto.

X

No volvimos a decirnos una palabra mientras caminábamos juntos. LaseñoritaHalcombesedirigióprecipitadamentealcuartode suhermanayyomerefugiéenmiestudioparaordenartodoslosdibujosdelseñorFairliequeno había terminado de restaurar y que pasarían al cuidado de otras manos.Todos los pensamientos que había intentado rechazar —pensamientos quehacíanmi situación aúnmásdifícil de afrontar—se agolparon enmimentecuandoestuvesolo.

Estaba prometida en matrimonio, y su futuro esposo era Sir PercivalGlyde.Unhombrequellevabatítulodebarón,granpropietariodeHampshire.

En Inglaterra había cientos de baronías, y docenas de propietarios enHampshire.Juzgandoconfrialdad,nohabía,pues,nirazónnisombradeellapara relacionar a Sir Percival Glyde con las inquisitivas palabras que medirigió, recelosa, la dama de blanco. Y, sin embargo, yo lo relacionaba conellas. ¿Sería porque ahora se asociaba en mi imaginación con la señoritaFairlie,y laseñoritaFairlieasuvezconAnneCatherick,desde lanocheen

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quedescubríaquelsiniestroparecidoentreellas?¿Mehabíanenervadotantolos acontecimientos de la mañana que me hallaba a merced de cualquierabsurda fantasía que las casualidadesmás sencillas y las coincidenciasmáscorrientes pudieran sugerirme? Imposible aclararlo. Sólome daba cuenta deque la conversación sostenida entre la señorita Halcombe y yo cuandovolvíamosacasamehabíaafectadodeunaformamuyrara.Lapremoniciónde un peligro indetectable que guardaba oculto a todos nosotros elimpenetrablefuturo,seapoderabademí.LadudasobresiyoestabaatadoyaaunacadenadeacontecimientosquenopodríaromperseinclusoalmarcharmedeCumberland—estadudasobresialgunodenosotroseracapazdepreverelfinal tal y como iba a producirse en realidad—, esta duda ofuscaba porcompleto mi mente. Incluso el dolor punzante que me causaba el finalmiserabledemiamorbreveyarroganteparecíacalmarseydesvanecerseantela sensación creciente de que algo oscuro e inminente, algo invisible yamenazadorsecerníaestavezsobrenuestrascabezas.

Había estado ocupado en los dibujosmedia hora escasa, cuando alguienllamó a mi puerta. Respondí, la puerta se abrió, y ante mi sorpresa, enmihabitaciónentrólaseñoritaHalcombe.

Parecía nerviosa y angustiada. Cogió una silla antes de que pudieraofrecérselaysesentóamilado.

—Señor Hartright—dijo— pensé que todas las conversaciones penosasentreustedyyohabíanterminado,almenosporhoy.Peronohasidoasí.Unamanoocultaestátramandounavillaníaparaasustaramihermanayevitarsumatrimonio.¿Seacuerdaqueporordenmíaeljardinerollevóacasaunacarta,escritaconletradesconocidayqueibadirigidaalaseñoritaFairlie?

—Porsupuesto.

—Pueseraunacartaanónima,unavilcalumniacontrasirPercivalGlydepara rebajarle ante los ojos demi hermana... La ha puesto en tal estado deagitación y alarma que me ha costado enormes esfuerzos conseguirtranquilizarlaunpocoparapodersaliraverleausted...Medoycuentadequesetratadeunasuntodefamiliaenelcualnodeberíamezclarse,puesnotieneporquéinteresarsenipreocuparseporello.

—Perdón señoritaHalcombe. Todo lo que se refiera a la felicidad de laseñoritaFairlieoalasuyapropiameinteresaymepreocupaprofundamente.

—Nosabecuántomealegrodeoírle.Esustedlaúnicapersonadelacasaofueradeellaquepuedeaconsejarme.ElseñorFairlie,dadosuestadodesaludy su horror ante las dificultades y misterios de cualquier índole, quedadescartado.Respectodelpastor,esunapersonabuenaydébilynoentiendedenadaquesobresalgadelarutinadesusobligaciones,ynuestrosvecinossólo

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son agradables compañeros de diversión a quienes no se puede molestarcuando se trata de dificultades y de peligro... Lo que deseo saber es esto:¿deberíayodarinmediatamentelospasosnecesariosparadescubriralautordelacarta,oserámejoresperarhastamañanayacudiralabogadoconsejerodelseñor Fairlie? Es una cuestión —quizá de gran importancia— de ganar operderundía.Dígameloqueustedopina,señorHartright.Silanecesidadnomehubieseobligadoyaunavezaconfiarenustedtratándosedecircunstanciasdelicadas,quizánilasoledadenquemehallofuesebastanteparadisculparme.Pero talycomoestán lascosas,ydespuésde todo loquehasucedidoentrenosotros, estoy segura de que no obro mal olvidando que sólo es usted unamigodesdehacetresmeses.

Mealargólacarta.Estaempezabadeformaabrupta,prescindiendodetodapalabradeintroducción:

«¿Creeustedenlossueños?Esperoqueporsubiencreaenellos.VealoquedicelaBibliasobrelossueñosysobresucumplimiento(Génesis.XI,8;XLI, 25;Daniel, IV, 18—25) y haga caso demi advertencia, antes que seademasiadotarde.

«Anoche soñé con usted, señorita Fairlie. Soñé que me hallaba en elpresbiteriodeunaiglesia.Aunladoteníaelaltaryalotroestabaelsacerdoteconlasobrepellizyunmisalenlamano.

«Alpocoratounhombreyunamujerseadelantabanpor la iglesiahastallegar a nosotros: venían a casarse.Lamujer era usted. Parecía tan guapa einocente,consupreciosovestidodesedablancoyellargovelodeencaje,quemicorazónseenternecióymisojossellenarondelágrimas.

«Eranlágrimasdecompasión,señorita;lágrimasqueelcielobendice;yenlugardecaerdemisojoscomocaenlaslágrimasdecadadíaquederramamostodos nosotros, se convirtieron en dos rayos de luz que se fueron alargandohastaacercarsemásymásalhombrequeestabaasulado,hastaquetocaronsupecho.Losrayosseconvirtieronendosarcosparecidosalarcoirisqueibandemisojosasucorazón,yatravésdeellospudellegarhastaelfondodesualma.

«Elhombreconquienustedibaacasarseeradeaspectomuyatractivo.Noerani alto ni bajo; quizáunpocomenosque la estaturamedia.Parecía unapersonainteligente,valienteyllenadevida,deunoscuarentaycincoaños.Derostropálido,congrandesentradassobre lafrenteydecabellooscuro.Unaspatillasbiencuidadaslellegabanhastaellabiosuperior.Susojostambiénerancastaños ymuybrillantes; su nariz era tan recta, fina y hermosa que podríaperteneceraunamujer, lomismoquesusmanos.Decuandoencuandounatossecaleobligabaallevarlashastasuboca,yeneldorsodelamanoderechaseveíalacicatrizrojadeunaantiguaherida.¿Hesoñadoconelhombreque

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usted conoce?Usted lo sabemejor, señorita Fairlie, y podrá decir sime heequivocadoono.Perosigaleyendo,seloruego.Leaysepaloquedescubríenelinteriordeestehombre.

«Miré a través de los arcos iris y vi el fondo de su corazón. Era negrocomo la noche y en él estaba escrito con letras incandescentes, que son lasletrasqueempleaelángelcaído:«Sinpiedadysin remordimientos.Sembróde miserias el sendero de los demás y desde ahora vivirá para sembrar demiseriaydoloreldelamujerqueestáasulado».Esofueloqueleí.Entonceslosrayosdeluzseelevaronhastasobrepasarlaalturadesuhombro,yallí,trasél,viaundemonioquereía.Losrayosdeluzsedesplazaronotravez,haciausted,yvidetrásaunángel llorando.Despuéssecolocaronentreustedyelhombre y fueron ensanchando y ensanchando el espacio que los separabahastahacerimposiblelaunión.Elpastorintentabaenvanoleerlasoracionesderitualporqueéstassehabíanborradoporcompleto,yentoncescerróellibroylocolocódesesperadosobreelaltar.Enaquelmomentodespertéconlosojoscuajados de lágrimas y el corazón oprimido de pena, porque yo creo en lossueños.

«Creaustedtambiénenellos,señoritaFairlie,selosuplico,porloquemásquiera... José, Daniel y otros profetas creían en los sueños. Hagaaveriguaciones sobre la vida pasada del hombre de la cicatriz en la mano,antesdepronunciarpalabrasquelaconviertanensutristeesposa.Nolehagoesta advertencia pensando enmí, sino por su propia felicidad.Mepreocupatanto subienestarquemientras tengaun soplodevidapensaré enusted.Lahijadesumadreocupaunlugarexcepcionalenmicorazón,porquesumadrefuemiprimera,miúnicaymejoramiga.»

XI

Seguimos nuestras pesquisas en Limmeridge, dirigiéndolas en todasdirecciones,preguntandoatodaclasedegentes.Peronadasacamosenlimpiodetodoello.Tresdelosaldeanosaseguraronhabervistoalamujer,mascomoeran incapaces de describirla o de indicar con precisión hacia donde seencaminabacuando lavieronporúltimavez,aquellas tresexcepcionesde lareglageneraldeignoranciatotalnonosfueronmásútilesqueelrestodesusvecinosineficacesynadaobservadores.

Nuestras andanzas nos llevaron hasta el extremo del pueblo, donde sehallabalaescuelaquefundólaseñoraFairlie.Cuandopasamospordelantedela parte destinada a los muchachos, sugerí la idea de hacer una últimainvestigaciónconelmaestroquien,teniendoencuentasucargo,debíadeserlapersonamásinstruidadelpueblo.

—Temoqueelmaestro estuviesedando sus clases cuando lamujerpasóporelpuebloalaidayalavuelta—dijolaseñoritaHalcombe—.Noobstante

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vamosaintentarlo.

Dimos la vuelta por el patio de recreo y pasamos por delante de lasventanas de la escuela, dirigiéndonos a la puerta, que estaba en la parteposterior del edificio. Yo me detuve ante una de aquellas para observar elinteriordelaclase.

Elmaestro estaba sentado en su alto pupitre, de espaldas amí y parecíaamonestar a sus alumnos que se agrupaban frente a él, todos menos uno.Aquel era un muchachote fuerte y rubio, que estaba de pie encima de untabureteenunrincóndelaclase,unpequeñoeindefensoCrusoecumpliendosucondenasolitariaaisladoensupropiaisladesierta.

Lapuertadelaclaseestabaentornada,ycuandonosdetuvimosenelportalpudimosoírconperfectanitidezlavozdelmaestro.

—Yahora,muchachos—explicaba—,escuchadbienloquevoyadeciros.Sivuelvoaoírenestaescuelaunasolapalabraacercadefantasmasserápeorpara vosotros. Los fantasmas no existen y por lo tanto, todo el que crea enelloscreeenalgoquenopuedeser,yunmuchachoquepertenecealaescueladeLimmeridgeycrea en loquenopuede ser se apartade todadisciplinaysentidocomúnydebesercastigado,talcomocorresponde.AhítenéisaJacobPostlethwaite,expuestoalavergüenza,encimadeuntaburete.Estácastigado,noporquedijesequeanocheviounfantasma,sinoporqueesdemasiadonecioy obstinado y no atiende a razones y porque se empeña en asegurar que havistoun fantasma inclusodespuésdequeyo ledijeraque talcosanopuedeser.SinohayotroremediosacaréelfantasmadeJacobPostlethwaiteapalosysilacosasepropagaaalgunodevosotros,iréunpocoalláysacudiréapaloselfantasmadetodalaescuela.

—Meparecequehemosescogidounmomentopocooportunoparavenir—dijo laseñoritaHalcombeempujando lapuertacuandoelmaestro terminósudiscurso,yentramosenlaclase.

Nuestra aparición produjo un fuerte alboroto entre los chicos. Debieroncreer que habíamos llegado con el expreso propósito de ver azotar al pobreJacobPostlethwaite.

—Id todos a casa—dijo el maestro—, que ya es hora de cenar, todosmenosJacob.Jacobsequedarádondeestá;queelfantasmalesirvasucena,siestanamable.

La entereza de Jacob le abandonó cuando se vio privado tanto de lacompañíadesusamigoscomode laperspectivaderecibirsucena.Sacó lasmanosdelosbolsillos,lasmirófijamente,laselevóconresoluciónalaalturadesusojosycuandosuspuñoslaalcanzaron,loshundióenellos,frotándoloslentamente y acompañando sus movimientos de breves resoplidos

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espasmódicos que se sucedían a intervalos regulares, como diminutoscañonazosnasales.

—Hemos venido para hacerle una pregunta, señor Dempsten —dijo laseñoritaHalcombedirigiéndosealmaestro—,ypocome figurabaquehabíade encontrarle exorcizando fantasmas. ¿Qué significa todo esto? ¿Qué hasucedidoexactamente?

—Este condenado muchacho ha asustado a toda la escuela, señoritaHalcombe,asegurandoqueanocheviounfantasma—respondióelmaestro—.Ysigueempeñadoensuabsurdafantasíaapesardetodoloquehedicho.

—Increíble —dijo la señorita Halcombe—. Jamás hubiese pensado queninguno de estos chicos tuviese bastante imaginación como para verfantasmas.Es una nueva tarea que se añade a su dura labor de instruir a lajuventuddeLimmeridge,ydetodocorazónledeseoquepuedasuperarlaconéxito, señor Dempster. Entretanto, voy a explicarle la razón de que meencuentreaquíyloquequierosaberdeusted.

Preguntóalmaestroloquetantasveceshabíamospreguntadoacasitodosloshabitantesdelpueblo,yobtuvimoslamismadescorazonadorarespuesta.ElseñorDempsternohabíavistoalaforasteraaquienperseguíamos.

—Nonosquedaotracosaquehacerquevolvernosacasa,señorHartright—me dijo la señorita Halcombe—. Es evidente que nadie nos dará lainformaciónquepretendemos.

Saludó al maestro, y ya se disponía a abandonar la escuela cuando eldoliente Jacob Postlethwaite, que seguía lanzando sus lastimeros resoplidosdesdeel taburetedepenitencia,atrajosuatenciónydeteniéndosedelantedelpequeñoprisioneroyantesdeabrirlapuertaledijoconsimpatía:

—Perotonto¿porquénopidesperdónalseñorDempster,tecallasydejasenpazalosfantasmas?

—Peroesqueyovialfantasma—insistióJacobPostlethwaite,mirándolaconespantoyprorrumpiendoenlágrimas.

—¡Que tonterías! No viste nada. Fantasma, ¡Vaya por Dios! Quéfantasma...

—Perdone usted, señorita Halcombe —interrumpió el maestro algoinquieto—; creo que haría ustedmejor en no preguntarle nada al chico. Lodisparatadodesucuentopertinazsuperatodosloslímitesdelaimaginación,yvaaconseguirustedqueporignorancia...

—Porignorancia,¿Qué?—inquiriólaseñoritaHalcombecondureza.

—Por ignorancia él ofenda su sensibilidad —contestó el maestro,

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perdiendosucompostura.

—A femía, señorDempster, ustedhalagami sensibilidad cuandopiensaqueestandelicadaqueunacriaturacomoéstapuedeofenderla.

SevolvióconunaexpresióndecómicodesafíohaciaelpequeñoJacobysepusoainterrogarledirectamente:

—¡Venga! —le dijo—. Quiero saberlo todo ¿Cuándo viste al fantasma,pillastre?

—Ayeraloscurecer—contestóJacob.

—¿Levisteayeraloscurecer,enelcrepúsculo?Y,¿cómoera?

—Todovestidodeblanco...,comovantodoslosfantasmas,—contestóelmira—fantasmasconunaplomoinesperadoparasusaños.

—Y¿dóndefue?

—Fueradelpueblo,enelcementerio...,dondesuelenestarlosfantasmas.

—¡Comotodoslosfantasmasydondesuelenestarlosfantasmas!¡Parecequeconocessuscostumbres,tontuelo,comosilosestuvierastratandodesdetuniñez!Entodocaso,hasaprendidobienelcuento.¿Aqueahoravasadecirmequesabesquiéneraelfantasma?

—¡Claro que lo sé! — contestó Jacob, asintiendo con la cabeza entretriunfanteysevero.

El señor Dempster había tratado varias veces de decir algo mientras laseñorita Halcombe interrogaba a su alumno, y en aquel momento cortódecididamenteeldiálogoparahacerseescuchar.

—Perdone,señoritaHalcombe,—ledijo—,simeatrevoaafirmarqueestáenvalentonandoalmuchachopreguntándoleestascosas.

—Sólo quiero hacerle una pregunta más para quedar satisfecha, señorDempster. Bueno —continuó dirigiéndose al chico—, y ¿quién era elfantasma?

—ElespíritudelaseñoraFairlie—respondióJacobenunsusurro.

El efecto que tuvo esta asombrosa respuesta sobre la señoritaHalcombejustificabaplenamentelosafanesdelmaestroporevitarla.Elrostrodelajovenenrojecióde indignación, sevolvió rápidamentehacia el pequeño Jacobconunamiradatanfuriosaqueamedrentóalmuchachoyprovocóunnuevoaccesode sollozos; ella abrió labocaparahablarle,pero sedominó,y sedirigió almaestro.

—Esinútil—ledijo—hacerresponsableaunniñodelascosasquedice.

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No dudo que alguien le hametido eso en la cabeza. Si hay personas en elpueblo,señorDempster,quehanolvidadoelrespetoyelagradecimientoqueaquítodosdebenalamemoriademimadre,quieroencontrarlasyapocoqueinfluyasobreelseñorFairliesearrepentirándeloquehanhecho.

—Puesyoespero,mejordicho,estoyseguro—contestóelmaestro—,queestáustedenunerror,señoritaHalcombe.Lacuestiónempiezayterminaconlaestúpidaperversidaddeestacriatura.Vioocreyóveranoche,alpasarporelcementerio a una mujer vestida de blanco; la figura real o fantásticapermanecía inmóvil ante la cruz de mármol que todo el mundo sabe enLimmeridge que pertenece a la tumba de la señora Fairlie. Y estas doscasualidadeshansidosuficientesparaqueelmuchachohayacontestadoloqueausted,comoesnatural,tantolehadolido.

AunquelaseñoritaHalcombenoparecíamuyconvencida,comprendió,sinembargo, que la opinión del maestro era muy sensata y no se atrevió adiscutirla abiertamente. Se limitó a darle las gracias por sus atenciones y aprometerleunavisitacuandohubieseaveriguadoalgosobreelcaso.Conestaspalabrassedespidióysaliódelaescuela.

Durante todo el transcurso de la extraña escena yo me mantuve aparte,escuchando con atención y extrayendomis propias conclusiones. En cuantovolvimosaencontramossolos,laseñoritaHalcombemepreguntósimehabíaformadounjuiciorespectoaloquehabíaoído.

—Ymuyfirme,porcierto—contesté—.Creoqueelcuentodelmuchachotienealgúnfundamento,yconfiesoqueestoydeseandoverlasepulturadelaseñoraFairlieyexaminarelterreno.

—Ahoralaveráusted.

Hizo una pausa al decir esto y estuvo un rato pensativa mientrascaminábamos.

—Lo sucedido en la escuela—dijo—me ha distraído tanto de nuestroasuntodelacartaqueestoyunpocoindecisadevolveraello.¿Noserámejorquedesistamosdehacermás indagacionesy lodejemosenmanosdel señorGilmorecuandolleguemañana?

—Deningunamanera,señoritaHalcombe.Losucedidoenlaescuelaesloqueprecisamentemeanimamásaseguirlasinvestigaciones.

—Y¿porquéleanima?

—Porquemeafirmaenunasospechaquetuvecuandomeenseñóustedlacarta.

—Supongo que habrá tenido usted motivos para haberme ocultado esasospechahastaahora,señorHartright.

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—Me asustaba la idea de darle alas en mí mismo. Pensé que era algocompletamente absurdo y lo deseché, como algo que provenía de miimaginación perversa. Pero ya no me es posible dudarlo. No sólo lasrespuestas del niño, sino tambiénuna frasedelmaestro cuando le quisodarunaexplicaciónparatranquilizarla,volvieronaevocarmelamismasospecha.Quizálosacontecimientosdemuestrenquetodohasidounaquimera,señoritaHalcombe, mas en este momento tengo la seguridad de que el supuestofantasmadelcementerioylaautoradelacartasonunamismapersona.

Separóenseco,palidecióymemiróenlosojosconansiedad.

—¿Quépersona?

—Inconscientementeseloindicóelmaestro.Cuandohablódelapersonaqueestabaenelcementerio,lallamó«unamujerdeblanco».

—¡NopensaráustedenAnneCatherick!

—Sí.PiensoenAnneCatherick.

Asióconfuerzamibrazoyseapoyóenélcontodosupeso.

—Noséporqué—hablómuybajo—,hayalgoenesasospechasuyaquemeestremece.Sientoque...

Sedetuvoeintentósonreír.

—SeñorHartright—continuó—, voy a enseñarle la tumba y en seguidaregresoacasa.NohedebidodejartantotiemposolaaLaura.Deboregresaryestarconella.

Estábamosyamuycercadelcementerio.La Iglesiaeraunamoleausteradepiedragrissituadaenunpequeñovalleque laprotegíade losvendavalesqueazotabanlospáramosdesualrededor.Elcementerioseextendíadesdeunladodela iglesiahastalafaldadelamontaña.Estabarodeadoporunatoscatapia de piedra de escasa altura. Su superficie se abría ante el cielo encompletadesnudez,salvounextremoenelqueungrupodeárbolesraquíticosprestaban una ligera sombra a la hierba reseca y baja y entre los cualesserpenteabaunarroyo.Detrásdelarroyoydelosárbolesynolejosdeunodelos tres portillos que daban entrada al cementerio, se levantaba la cruz demármol blanco que distinguía el sepulcro de la señora Fairlie de sepulturasmáshumildesquehabíaasulado.

—No necesito acompañarle más lejos —dijo la señorita Halcombe,señalando la tumba—. Usted me dirá luego si ha encontrado algo queconfirmalasospechaqueacabadeconfesarme.Nosveremosencasa.

Medejósolo.Bajéalcementerioycrucéelportilloquedaba justamentefrentealasepulturadelaseñoraFairlie.

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Eraelsuelotanduroytancortoelcéspedquerodeabalatumba,queeraimposibledistinguir los rastrosdepisadashumanas.Desanimado,mepuseaexaminarlacruzyelbloquedemármolcuadradosobreelqueéstaseapoyabayenelqueestabatalladalainscripciónconelnombredeladifunta.

Lablancuradelacruzseveíaalgoempañadaporlasmanchasnaturalesdeltiempo,aligualquemásdelamitaddelalápida,porlapartedondesehallabala inscripción. En cambio, la otra parte llamómi atención instantáneamentepor la extraordinaria blancura y limpieza de su superficie, donde no sedistinguíanilamenorsombrademanchas.Meacerquémásymedicuentadequelahabíanlimpiadohacíapocotiempoconmovimientosqueibandearribaa abajo. La línea que separaba la parte limpia de la sucia era tan recta queparecía estar trazada con ayuda de algún medio artificial y resultabaperfectamente visible en el espacio libre entre las letras. ¿Quién habríacomenzadoalimpiarelmármolylohabríadejadoamediohacer?

Miréamialrededorbuscandorespuestaaestapregunta.Desdedondeyoestaba,nosedivisabalamenorseñaldequealguienhabitaseallí;losmuertoserandueñosabsolutosdeaquelterreno.Volvíalaiglesia,diunavueltahastallegaralaparteposteriordeledificio,ycruzandootravezunodelosportillosde la tapiameencontré enel comienzodeun senderilloqueconducíahastaunacanteradepiedraabandonada.Aunodesusladosseencontrabaunacasade dos habitaciones; junto a su puerta unamujer ya vieja estaba lavando laropa.

Me acerqué a ella e inicié una conversación sobre la iglesia y elcementerio.Lamujerparecíanodesearotracosaysusprimeraspalabrasmeinformaron de que su marido era al mismo tiempo enterrador y sacristán.Dediquéunaspalabrasdeadmiraciónalmonumentode laseñoraFairlie.Laviejamoviólacabezacontristezaymedijoqueyonolohabíaconocidoensusmejorestiempos.Sumaridoeraelencargadodecuidarloperohabíaestadovariosmesesenfermoytandébilqueapenaspodíaarrastrarsehastalaiglesialos domingos para cumplir con sus obligaciones, y en consecuencia elmonumentoestabaabandonadodesuscuidados.Peroahoraseencontrabaunpocomejoryesperabaqueensieteodiezdíasestaríalobastanterestablecidoparavolverasutrabajoylimpiarelmonumento.

Esta información, extraídadeuna respuesta largayvoluble,pronunciadaen el más cerrado dialecto de Cumberland, me hizo saber todo cuanto yodeseaba.DiunasmonedasalapobremujeryvolvíenseguidaaLimmeridge.

Lalimpiezaparcialdelalápidaobviamentehabíasidohechaporunamanodesconocida. Y relacionando este hecho con la sospecha que me sugirió lahistoriaescuchadaenlaescuelasobreelfantasmaentrevistoenelcrepúsculo,meafirméenmidecisióndevigilarensecreto la tumbade la señoraFairlie

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aquellanoche,volviendoalcementerioalacabareldíayesperandoescondidohastaquecayeralanoche.Lalimpiezadelmármolestabaamediohacer,ylapersonaquelaempezópodíamuybienregresarparaterminarla.

Encuanto llegué a casa informéa la señoritaHalcombedemiproyecto.Mientrasleexplicabamiintención,parecíasorprendidaypreocupada,peronohizoobjeciónalgunacontraella.Dijotansólo:

—Diosquieraquetodoterminebien.

CuandoselevantóparamarcharselepreguntécontodalaserenidaddequefuicapazporlasaluddelaseñoritaFairlie.EstabamásanimadaylaseñoritaHalcombeesperabaconvencerladequedieseunpaseoalcaerlatarde.

Volvíamiestudioparaterminardeponerenordenlosdibujos.Ademásdeque erami obligación hacerlo así, necesitaba ocuparmimente en algo quepudiese distraer mi atención de mí mismo y del triste porvenir que meaguardaba.Decuandoencuandodejabamitrabajoymeacercabaalaventanaparamirar el cielo donde el sol declinaba lentamentehacia el horizonte.Enunadeestasocasionesdistinguíunafiguraquepaseabaporlaampliaavenidacubiertadegrava,debajodemiventana.EralaseñoritaFairlie.

Nolahabíavistodesdelamañanayapenashabíahabladoconella.UndíamásenLimmeridgeeratodoloquemequedaba,ydespuésquizánovolvieseaverlajamás.Estesolopensamientobastóparaquenopudieraapartarmedelaventana.Quiseserconsideradoconellaycoloquélapersianadetalmaneraque ella no pudiera verme simirara hacia arriba; pero no tuve fuerzas pararesistirlatentacióndeseguirlaconlosojoshastadondealcanzabamivista.

Llevabaunacapamarrónsobreunsencillotrajedesedanegro.Cubríasucabeza el mismo sombrero sencillo de paja de aquella mañana en que nosvimos por primera vez. Ahora lo completaba un velo que me ocultaba surostro.Asuladocorreteabaungalgoitaliano,compañerofavoritodetodossuspaseos, graciosamente arropado en un abriguito escarlata para proteger sudelicado pellejo del aire fresco. Ella parecía no ver al perro. Caminabamirando hacia delante, con la cabeza inclinada hacia el suelo y los brazosocultosenlacapa.Lashojasmuertasquesehabíanarremolinadoenelvientodelante de mí aquella mañana cuando supe que se iba a casar con otro, searremolinaban delante de ella, subían, bajaban y se esparcían a sus piesmientrassealejababajolapálidaluzdelsolponiente.Elperrotemblabayseestremecía restregándose contra su falda, impaciente por su atención ycaricias.Peroella seguía sinhacerle caso.Andabaalejándosemásymásdemí, las hojas muertas se arremolinaban en el sendero a su paso y seguíaandando cuando mis ojos agotados no pudieron distinguirla más y volví aquedardenuevoasolasconmiapesadumbradocorazón.

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Unahoradespuéscuandoterminémitrabajo,yafaltabapocoparaquesepusieraelsol.Cogíelsombreroyelabrigoysalídelacasasintropezarconnadie.

NubestormentosasavanzabandesdeelOeste,ydelmarllegabaunvientohelado. Aunque la costa estaba lejos, el rumor de la marea llegaba por lospáramos y retumbaba pesadamente en mis oídos cuando entré en elcementerio. En todo aquel contorno no respiraba un alma viviente. El lugarparecía más solitario que nunca cuando elegí mi escondite, y me puse aesperaryaobservar,losojosfijosenlacruzblancaqueselevantabasobrelatumbadelaseñoraFairlie.

XII

El cementerio se hallaba en un lugar tan al descubierto que hube de sercautoenlaeleccióndemiescondite.

La entrada principal de la iglesia daba junto al cementerio y estabaprotegida por un pórtico exterior.Después de algunas vacilaciones causadaspor la natural repugnancia a ocultarme para espiar, por muy necesario quefueseaquelespionajeparaelobjetoqueseperseguía,resolvíescondermeenelpórtico.Acadaunodesusladoshabíaunaaberturahechaenlapared.Porunadeellaspodíaver la tumbadelaseñoraFairlie.Laotradabaa lacanteradepiedra donde se encontraba la casucha del sacristán. Ante mí, frente a laentrada,veíaunaparceladelcementeriosintumbas,lasiluetadelatapiadelapiedrayunafajadelamontañaoscuraysolitaria,coronadaporlasnubesdelapuesta del sol que avanzaban con pesadez cediendo ante el viento fuerte yrecio.Noseveíanioíarastrodeserviviente,niunpájarorevoloteóamiladoniperroalgunoladróenlacasadelsacristán.Cuandocesabaellejanorumordelamareaseoíaelsusurrosomnolientodelosárbolesraquíticosquedabanguardia a la tumba y el desmayado murmullo del arroyo sobre su lechopedregoso.Lúgubreescenayhoralúgubre.Yomesentíadeprimidomientrascontabalosminutosqueibantranscurriendoenmiesconditedelpórticodelaiglesia.

Nohabíaoscurecidotodavía—laluzdelsolponienteresplandecíaaúnenelcielo,mientrasyollevabapocomásdemediahoraenmiacechosolitario—cuandooíelruidodepasosylavoz.Lospasosseaproximabandesdelaotrapartedelaiglesia,ylavozeraladeunamujer.

—No te preocupes por la carta, querida mía —decía la voz—; se laentregué al muchacho sin ninguna dificultad y no me dijo ni una palabra.Siguiósucaminoyyomefuiporelmío.Puedogarantizartequenohuboalmavivientequemeviese,teloaseguro.

Estas palabras aumentaron de talmodomi ansiedad que casi sentí dolor

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físico. Hubo una pausa, pero los pasos seguían avanzando. Un instantedespuésdospersonas—dosmujeres—estabanfrenteamimirilladirigiéndosedirectamentehacialatumba,deespaldasamí.

Unadelasmujeressecubríaconunacofiayunchal,ylaotrallevabaunamplio capote de viaje, azul oscuro, cuya capucha le tapaba la cabeza. Pordebajo del capote se veían unos centímetros del vestido. Mi corazón latióvelozmentecuandopudeversucolor:erablanco.

Cuando se hallaban a medio camino entre la iglesia y el sepulcro, sedetuvieron, y la mujer del capote se volvió hacia su acompañante. Pero lapartede sucaraque lacofiamehubiesepermitidodistinguir,quedabaen laoscuridadporlasombraqueproyectabaelbordedelacapucha.

—Notequiteselabrigo,quetevienemuybien—decíalamismavozqueyohabíaescuchado,lavozdelamujerdelchal—.LaseñoraToddtienerazóncuando dice que ayer resultabas demasiado extravagante, toda vestida deblanco.Voyadarunavueltamientrasestásaquí;loscementeriosnomeatraennada, a pesar de lo que a ti te gustan. Acaba lo que quieras antes de quevuelva,yaversinonosexponemosanadadesagradableyvolvemosacasaantesdequeoscurezca.

Conestaspalabrasdiomediavueltay empezóa andarde carahaciamí.Pudeverelrostrodeunamujermayor,morena,toscayvigorosa,sinlamenorsombrademalaspectoninadasospechosoensu figura.Al llegar juntoa laiglesiasedetuvoparaceñirseelchalasugusto.

—¡Siempretanextraña!Diosmíoquérarezashatenidotodalavidadesdequelaconozco.Y,sinembargo, lapobrecitaes taninofensivacomounniño—murmurabalamujer.

Suspiró,miróasualrededorconrecelo,moviólacabezacomosieltétricopaisajenoacabaradegustarleydesapareciódetrásdelaesquinadelaiglesia.

Dudéunmomentosidebíaseguirlayencararmeconellaono.Miansiedadfebrilporvermecaraacaraconsucompañeramehizooptarporestoúltimo.Podríaver a lamujerdel chal, si quisiera, esperandoal ladodel cementeriohastaquevolviese,aunqueeramásquedudosoqueellapudierasuministrarmelainformaciónqueyobuscaba.Lapersonaquehabíaentregadolacartateníapoca importancia.Laque lahabía escrito era elúnicocentrode interésy laúnica fuente de información, y tenía ya la seguridad de que esa persona seencontrabaenelcementerio,apocospasosdemí.

Mientrasqueestasideasseaglomerabanenmiimaginación,vialamujerdel capote acercarse a la tumba y quedarse unos instantes contemplándola.Enseguidamiró a su alrededor, y sacando un trapo blanco o un pañuelo dedebajo del capote, se dirigió al arroyo. Sus exiguas aguas entraban en el

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cementerioporunorificioenformadearcohechobajolatapiayreaparecía,tras recorrer sinuosamente unosmetros, por otra abertura similar. Lamujermojóeltrapoenelaguayvolvióalatumba.Lavibesarlablancacruz,luegosearrodillófrentealalápidaycomenzóalimpiarlaconeltrapomojado.

Despuésdemeditarsobrelamaneradepresentarmeanteellaasustándolalo menos posible, decidí cruzar la tapia que tenía enfrente y dar la vueltaalrededorhastaentrarporelportilloquedabaalladodelatumba,conobjetodequepudiesevermecuandomeacercase.Sehallabatanabsortaensutrabajoque no me oyó llegar hasta que aparecí en el portillo. Entonces levantó lacabeza, se puso en pie lanzando un débil grito y se quedómirándome conterror,sinpoderhablarnimoverse.

—Noseasuste—ledije—.Seguramentemerecuerda.

Medetuvemientrashablaba;luegoavancéunospasosconsuavidad,volvíadetenermeyasí,avanzandopocoapoco,lleguéporfinhastaella.Sihubieratenido un resto de duda, se hubiera desvanecido en aquel momento. Allí,elocuente en su espanto, me miraba por encima de la tumba de la señoraFairlie el rostro que seme había aparecido una noche enmedio del caminoreal.

—¿Merecuerda?—ledije—.NosencontramosaaltashorasdelanocheyyolaayudéabuscarelcaminodeLondres.¿Nolohaolvidado?

Susrasgossesuavizaronylanzóunsuspirodealivio.Viquelaexpresiónde su cara perdía la rigidez de muerte que imprimió en ella el terror yresucitabalentamentealreconocerme.

—No trate de hablarme aún —continué—. Tranquilícese sin prisas yasegúresedequesoysuamigo.

—Esustedmuybuenoconmigo—murmuró—.Estanbuenoahoracomolofueentonces.

Secalló,yyotambiénguardésilencio.Nosóloqueríaganar tiempoparaqueella se repusiera, sinoque lonecesitaba tambiénparamí.Bajo la lívidaclaridaddelcrepúsculo,unavezmásvolvíamosaencontrarnosaquellamujeryyoseparadosporunatumba,rodeadosporlamuerteyencerradosentrelasmontañas solitarias. El lugar, la hora y las circunstancias bajo las cualesvolvíamosavernoscaraacara,enmediodelapaznocturnadellúgubrevalle;el vital interés que podían alcanzar las primeras palabras queintercambiáramos entre nosotros; la sensación de que, aunque no podríaevitarlo,todoelporvenirdeLauraFairliepodíadecidirseparabienoparamalsegúnqueyoganaseoperdieselaconfianzadeaquelladesventuradacriaturaquetemblabaapoyadasobrelatumbadelamadredeaquella...,todoellomequitabalafortalezayeldominiodemímismo,deloscualesdependíaahora

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hasta el último detalle de todo cuanto yo pretendía conseguir. Traté, pormuchoquemecostase,dehaceracopiodetodasmisfacultadesydedominarmiemoción, conel finde sacar elmáximopartidode lospocosminutosdequedisponíaparareflexionar.

—¿Está más tranquila ahora? —le dije en cuanto lo creí oportuno—.¿Puedehablarconmigosintemorysinolvidarquesoysuamigo?

—¿Cómohavenidoaquí?—preguntóellasindarsecuenta,alparecer,deloqueyolehabíadicho.

—¿No recuerda que le dije, cuando nos encontramos, que me iba aCumberland?Desde entonces he estado enCumberland y he vivido todo eltiempoenLimmeridge.

—¡EnLimmeridge!

Su rostro pálido pareció iluminarse al repetir estas palabras, y su vagamiradaseclavóenlamíaconrepentinointerés.

—¡Ah, qué feliz ha debido de ser usted!—añadió con ansiedad; y todasombradereceloabandonósuexpresión.

Aprovechéaquellaconfianzaqueparecíainspirarledenuevoparaobservarcon atención y curiosidad su rostro, que hasta entonces había tratado deocultarporprecaución.Lacontemplé,conlaimaginaciónllenadeaquelotrorostroamadoquefatalmentemehizorecordaralapobredesgraciadalanochememorableenlaterrazabañadaporlaluzdelaluna.VientonceslaimagendeAnne Catherick en la señorita Fairlie. Ahora veía la imagen de la señoritaFairlie en Anne Catherick y la veía con más y más claridad porque ladiferencia entre ambas me parecía sólo reforzar su parecido. En el trazogeneral de las facciones y en las proporciones entre ellas, en el color delcabello,enciertaindecisiónnerviosadeloslabios,enlaestatura,enlasiluetade su cuerpo y en la inclinación de la cabeza, en el porte, el parecido mesorprendíamásquenunca.Pero aquí la similitud terminabay comenzaba ladiferencia de pequeños detalles. La belleza delicada de la tez de Laura, laclaridad transparentedesusojos, lapurezadesucutis,el tierno florecerdelcolorensuslabios,noexistíanenelrostroextenuadoysufridoquesevolvíahaciamí.Aunquemedetestabaamímismoporpensarsemejantecosa,alveralamujerqueestabadelantedemínopudecombatirlaideadequetansólountristecambioenelfuturoeraloquefaltabaparaquesecompletaseaquelparecidoqueahorasemeofrecíacomoimperfectoensusdetalles.Sialgúndíalaspenasylasdesdichasprofanasenconsuhuellalajuventudybellezadelaseñorita Fairlie, entonces y sólo entonces ella y Anne Catherick seríanhermanasgemelas,estampasvivienteslaunadelaotra.

Sentí escalofríos ante esta idea. Había algo morboso en la ciega e

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irrazonable desconfianza sobre el futuro quemi cerebro parecía imprimir acualquier pensamiento que pasara por mi mente. Saludé la sensación queinterrumpíaestospensamientosalposarse lamanodeAnneCatherickenmihombro.Sugestofuetansigilosoeinesperadocomoaquelotroquemedejópetrificadodepiesacabezalanocheenquenosencontramosporprimeravez.

—Me está usted mirando y está pensando en algo —dijo ella con suinsólitadicciónapresuradaysofocada—.¿Enqué?

—Ennadaespecial—contesté—.Mepreguntocómollegaríaustedhastaaquí.

—Hevenidoconunaamigaqueesmuybuenaconmigo.Noheestadomásquedosdías.

—¿Ayervinoaquíustedtambién?

—¿Cómolosabe?

—Melofiguraba.

Mediolaespaldaysearrodillóantelasepultura,mirandounavezmáselepitafio.

—¿Dóndehede irquenoseaaquí?—dijo—.Lamujerque fueparamímásqueunamadre,es laúnicaamigaaquienpuedovisitarenLimmeridge.¡Diosmío,quépenamedaverestasmanchasensulápida!Debíanmantenerlasiempre blanca como la nieve por ser de ella. Ayer tuve la tentación deempezar a limpiarla, y hoy no he podido resistir al deseo de volver paraterminarla. ¿Esquehay algomalo en ello?No lo creo. ¡Nopuede sermalonadadeloquehagaporelbiendelaseñoraFairlie!

Eraindudablequeelantiguosentimientodegratitudhacialamemoriadesu bienhechora persistía como la idea dominante en la mente de la pobrecriatura que no había recibido otra impresiónmás perdurable desde aquellaprimera de los días felices de su niñez.Comprendí que lamejormanera deganar suconfianzaera ladeanimarlaaquecontinuaseel inofensivo trabajoporelquehabíallegadoalcementerio.Trabajoquecontinuóencuantoseloindiqué,tocandoelduromármolconlamismaternuraconquehubiesetocadoalgodotadodesentimientosysusurrandolaspalabrasdelepitafiounayotravez, como si aquellos días lejanos hubieran vuelto y se hallara aprendiendopacientementesusleccionessobrelasrodillasdelaseñoraFairlie.

—¿Leextrañaríamucho—comencéadecir,preparandoelterrenocontodala cautela que pude para preguntarle lo queme interesaba— si le confesaraquemehealegradotantocomomehesorprendido,deverlaaustedaquí?Mequedémuyintranquilodespuésdedejarlaenelcoche.

Levantóbruscamentelacabezaymemiróconrecelo.

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—¿Intranquilo?—repitió—.¿Porqué?

—Porquesucedióalgoextrañocuandonosseparamosaquellanoche.Mecrucé con dos señores que iban en un cabriolé. No me vieron, pero sedetuvieroncercayhablaronconunpolicíaqueestabaalotroladodelacalle.

Suspendióinstantáneamentesuocupaciónydejócaerlamanoquesosteníael trapomojadoconque limpiaba la lápida.Con laotramanoseaferróa lacruzdemármolde lacabecerade la tumba.Volviócon lentitudhaciamí surostro,endurecidodenuevoporlamiradadeterror.Meaventuréaproseguir,puesyaeratardepararetroceder.

—Losdoshombresdedirigieronalpolicía—continué—parapreguntarlesilahabíavistoausted.Contestóqueno,yunodeloshombresdijoentoncesqueustedsehabíaescapadodesusanatorio.

Se incorporó de un salto como si mis palabras hubieran puesto a susperseguidoressobresupista.

—¡Espere!déjeme terminar—grité—. ¡Espere!veaquemeconsiderosuamigo. Una palabra mía hubiera bastado para que aquellos hombres laencontrasen, pero no pronuncié esa palabra. La ayudé a escapar, aseguré yprotegí su fuga. Piénselo, debe pensar. Debe comprender lo que le estoydiciendo.

Mi tono pareció convencerlamás quemis palabras.Hizo esfuerzos paracaptar aquella nueva idea. Sus manos cambiaron nerviosamente el trapoblancodeunaaotra,exactamente igualqueaquellanoche,cuando laviporprimeravez,cambiabanentresíelpequeñobolso.Pocoapoco,elsignificadodemispalabrasfueabriéndosepasoenmediodelaconfusiónyagitacióndesucerebro.Lentamentesuexpresiónsesuavizóysusojosmemirabanyamásconcuriosidadqueconmiedo.

—Ustednocreequetengaquevolveralsanatorio,¿verdad?—dijo.

—Claroqueno.Mealegrodequeustedseescaparaymealegrodehaberlaayudadoaello.

—Sí sí, es cierto,me ayudó;me ayudó en lo peor—continuó diciendo,algo distraída—. Salir fue muy fácil. Si no, no lo hubiera conseguido. Nosospecharonnuncademícomodelosdemás.¡Yoeratantranquilayobedienteymeasustabacontantafacilidad.LopeorfueencontrarelcaminodeLondres,yenesomeauxilióusted.¿Ledilasgraciasentonces?Puesselasdoyahoradetodocorazón.

—¿Estabaelsanatoriomuyalejadodedondemeencontró?Vamosaversidemuestraquemeconsiderasuamigoymedicedóndeestaba.

Lo nombró y comprendí por su situación que se trataba de un sanatorio

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particular no muy lejos del sitio donde nos encontrábamos: luego, conevidente recelo por el uso queyopudiera hacer de su confianza,me repitióansiosamente lamisma pregunta de antes:—¿Usted no cree que tenga quevolverallí,verdad?

—Una vezmás le repito queme alegro de que se escapara y de que sepusieraasalvocuandoyoladejé—lecontesté—.MedijoustedqueteníaunaamigaenLondres.¿Laencontró?

—Sí.Eramuy tarde cuando llegué, pero había unamuchacha en la casaque estaba todavía levantada cosiendo y me ayudó a despertar a la señoraClements.LaseñoraClementsesmiamiga.Unamujermuycariñosa,peronocomolaseñoraFairlie.¡Eso,no;nadiepudesercomolaseñoraFairlie!

—¿La señora Clements es una antigua amiga suya? ¿La conoce usteddesdehacemucho?

—Sí. Cuando vivíamos en Hampshire era vecina nuestra y me queríamucho y me cuidaba, cuando yo era muy pequeña. Hace años, cuando seseparó de nosotros, escribió en mi devocionario las señas de su casa deLondres y me dijo: «Si algún día necesitas algo, Anne, ven a mi casa. Notengoyamaridoquepuedamandarme,ni tengoniñosparacuidardeellosyharéloquepuedaporti.»¿Verdadquesonpalabrascariñosas?Meparecequelasrecuerdoporqueerancariñosas.Además,estanpocoloquerecuerdo,¡tanpoco,tanpoco!

—¿Notienepadreomadrequeseocupendeusted?

—¿Padre? Nunca le conocí. Jamás oí amimadre hablar de él. ¿Padre?¡Pobre!Mefiguroquehamuerto:

—¿Ysumadre?

—No me llevo bien con ella. ¡Nos molestamos y nos tememosmutuamente!

¡Nosmolestamosynostememosmutuamente!Aloírestaspalabrascruzópormimentelaprimerasospechadequefuerasumismamadrelapersonaquelahabíaencerrado.

—No me pregunte por mi madre —continuó—. Prefiero hablar de laseñoraClements.LaseñoraClementspiensacomoustedquenodebovolveralsanatorio.Ysealegratantocomousteddequemehayaescapadodeallí.Halloradopormiinfortunioydicequetengoqueocultarmeyguardarelsecretoatodos.

¿Su «infortunio»? ¿En qué sentido empleaba esa palabra? ¿En el quepodríaexplicarsusmotivosparaescribirlacartaanónima?¿Enelsentidoquepuede parecer tan corriente y tan usual y que conduce a tantas mujeres a

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imponer anónimamente obstáculos ante el matrimonio del hombre que lasdeshonró?Yantesdehablardeotroasuntoresolvíaclararaquelladuda.

—¿Quéinfortunio?—pregunté.

—El infortunio de verme encerrada—contestó, algo sorprendida pormipregunta—.¿Dequéotroinfortuniopodíatratarse?

Me decidí a insistir en el tema con toda la delicadeza y cuidado de quefuese capaz.Eradegran importancia estar absolutamente seguro sobre cadapasoquedaba,ahoraquemiinvestigaciónempezabaaavanzar.

—Existe otro infortunio —repetí— al que cualquier mujer se hallaexpuestayporelquesecondenaasufrirtodalavidadevergüenzaydedolor.

—¿Cuáles?—preguntócondesazón.

—Elinfortuniodecreercondemasiadaingenuidadensupropiavirtudyenelhonorylafidelidaddelhombreaquienama—respondí.

Memiróconlaturbaciónindisimuladadeunniño.Nilamenorsombradeconfusión ni de rubor, ni la más ligera señal que dejase traslucir unaconcienciaatormentadaporunsecretovergonzososereflejóensurostro,enaquelrostroenelquesereflejabacontantaclaridadcualquierotraemoción.Ningunapalabramehubieraconvencidotantocomosumirada,ylaexpresiónde su rostrome convencía de que elmotivo que yo le atribuí para escribiraquella carta y enviarla a la señorita Fairlie, estaba obvia y enteramenteequivocado.Seacomofuere,aquelladudaestabayaresuelta,peroaldisiparlaseabríaantemíunnuevohorizontedeincertidumbres.Lacarta,melohabíanconfirmado positivamente, señalaba a Sir Percival Glyde, aunque no lonombrase. Debía tener algún motivo de importancia, originado por algunainjuria grave, para denunciarlo secretamente a la señorita Fairlie en lostérminosenquelohabíahecho;yelmotivoeraindudablequenoteníanadaqueverconcuestionesdeinocenciaperdida.¿Cuálerasunaturaleza?

—No le entiendo—medijodespuésde tratar envanode comprender elsentidodemisúltimaspalabras.

—Nosepreocupeporeso—contesté—.Volvamosanuestraconversacióndeantes.DígamecuántotiempoestuvoenLondresconlaseñoraClementsycómovinoaquí.

—¿Cuántotiempo?—repitió—.EstuveconlaseñoraClementshastaquevinimoslasdosaestepueblohacedosdías.

—Entonces,¿viveenelpueblo?—dije—.Esraroquenohayasabidonadadeustedaunquesólolleveaquídosdías.

—No, no, no en el pueblo. Estamos en una granja, a tres millas de

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distancia.

¿Nolaconoceusted?LallamanTodd'sCorner.

Meacordabaperfectamentedeaquel sitio;variasveceshabíamospasadopordelanteennuestrospaseosencoche.Eraunadelasmásantiguasgranjasdeaquelloscontornos,situadaenunlugarsolitarioyaislado,encerradoentredosmontañas.

—EnTodd'sCornervivenparientesdelaseñoraClements—continuó—,ymuchasveces lahan invitadoaquevenga.Dijoque iríayme llevaría amíporquenecesitabaelairefrescoylacalma.¿Verdadqueesmuyamabledesuparte?Hubieraidoacualquiersitiocontaldeestartranquilayasalvoyfueradelalcancedelosotros.PerocuandosupequeTodd'sCornerestabacercadeLimmeridgemepusetancontentaquehubieraandadotodoelcaminodescalzaparallegaraélyvolveraverlaescuelayelpuebloylacasadeLimmeridge.HaymuybuenagenteenTodd'sCorner.Esperoestaraquímuchotiempo.SólohayunacosaquenomegustaenellosytampocoenlaseñoraClements...

—¿Quéesello?

—Quemereprendenporquevoysiemprevestidadeblanco.Dicenqueesmuy extravagante. ¿Qué saben ellos? La señora Fairlie lo sabía mejor.Seguramentenuncamehubieraobligadoa llevareste feocapoteazul. ¡Diosmío!,cuandovivíaleencantabaelblanco,yestaspiedrasdesusepulturasonblancas,yporsugustolasestoyhaciendomásblancas.Ellamismaamenudovestíadeblancoyasuhijalavestíasiempredeblanco.¿EstábienlaseñoritaFairlieyesfeliz?¿Sevistedeblancoahoracomocuandoeraniña?

La voz le tembló al nombrar a la señorita Fairlie, sumirada se apartabacada vez más de mí. Creí percibir en su expresión alterada la conscienciaangustiosa del riesgo que había corrido al enviar la carta, anónima, einmediatamentedecidíformularmirespuestadetalmaneraquelaobligaseareconocerlo.

—LaseñoritaFairlienoestámuybiennimuycontentadesdeestamañana.

Murmuróalgo,perosuspalabrassalíanatropelladasyhablabatanbajoquenopudesuponersiquieraquédecía.

—¿Nome pregunta por qué no estaba bien ni contenta esta mañana, laseñoritaFairlie?—pregunté.

—No —contestó en seguida con desasosiego—. ¡Oh, no! No hepreguntadoeso.

—Selovoyadeciryosinquemelopregunte—continué—.LaseñoritaFairlieharecibidosucarta.

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Hacía un rato que se había arrodillado quitando cuidadosamente lasúltimas manchas de la lápida mientras seguíamos conversando. La primerafrasedeloqueacababadedecirlelehizoolvidarsutrabajoyvolverlacabezalentamente, sin levantarsedel suelo,hastaquenuestrasmiradas secruzaron.La segunda frase la dejó literalmente petrificada. El trapo se deslizó de susmanos,seentreabrieronsuslabiosyenuninstantedesapareciódesusmejillaselescasocolorquetenían.

—¿Cómolosabe?—dijodébilmente—.¿Quiénselaenseñó?

La sangre de pronto coloreó susmejillas, encendiéndolas violentamente,apenas atravesó su mente la idea de que sus propias palabras la habíandelatado.Seretorciólasmanoscondesesperación.

—¡Yonolaescribí!—murmuróasustada—.¡Nosénadadeeso!

—Sí—ledije—,ustedlaescribióysabedequésetrata.Nohizobienenenviaresacarta,nohizobienenasustaralaseñoritaFairlie.Siustedteníaquedecirle algo que le conviniese conocer, debió haber ido usted misma aLimmeridge;debióhablarconellaconsuspropioslabios.

Se derrumbó sobre la lisa lápida del sepulcro y escondió la cabeza sincontestarunapalabra.

—LaseñoritaFairlieseráconusted tanbuenaycariñosacomo lo fuesumadre si usted obra con justa intención —continué—. La señorita Fairlieguardará su secreto y no permitirá que le suceda nadamalo. ¿Quiere verlamañanaenlagranja?¿PrefiereencontrarlaeneljardíndeLimmeridge?

—¡Oh,sipudieramoriryescondermeydescansarcontigo!—murmuraronsuslabiospegadosalatumba;fueunasúplicaapasionadadirigidaalosrestosqueyacíanbajoelmármol—.¡Sabecuántoquieroasuhijaporcariñoausted!¡OhseñoraFairlie!¡SeñoraFairlie!Dígamecómohedesalvarla.¡Seaunavezmásmimadreymiamigaydígamequéesloquedebohacer!

Oíquebesabalapiedrayviquesusmanoslatocabanconfervor.Loqueoía y lo que veíame conmovió profundamente.Me incliné hacia ella, toméquedamentesuspobresydébilesmanosentrelasmíasytratédetranquilizarla.

Pero fue inútil. Liberó sus manos y no levantó la cabeza de la tumba.Viendo la necesidad imperiosa de calmarla por todos los medios y a todacosta,apeléalaúnicapreocupaciónquemipresenciaymiopiniónsobreellaparecían despertar la suya por convencerme de que merecía disponerlibrementedesupersona.

—Vamos,vamos—ledijesuavemente—.Tratededominarseotendréquecambiarmiopiniónrespectoausted.Nomehagapensarquelapersonaquelaencerróenelsanatoriopodíateneralgúnfundamento...

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Las últimas palabrasmurieron enmis labios.En elmomento en quemeaventuréamencionara«lapersonaquelahabíallevadoalsanatorio»diounsaltoysepusoenpie.Elcambiomásextraordinarioeinesperadoseoperóensu persona. Su rostro, hasta ahora tan conmovedor por la expresión denerviosasensibilidad,debilidadeindecisión,seensombreciódeprontoconlamirada intensa de unmonomaníaco llena de odio y temor, que comunicabauna fuerza salvaje e innatural a sus facciones.Suspupilas sedilataronen latenueluzcrepuscularcomolasdeunafiera.Cogióeltrapoquehabíacaídoalsuelocomosifueraunservivienteaquienpudieramatar,yloretorcióentresusmanoscontalfuerzaconvulsivaquelaspocasgotasdeaguaquequedabanenélresonaronsobrelapiedra.

—Habledecualquierotracosa—susurróentredientes—.Sihabladeeso,perderélacabeza.

Ya no quedaba en su expresión el menor vestigio de los dulcespensamientos que parecían colmarla hacía un instante. Era evidente que,contraloqueyohabíacreído,elcariñodelaseñoraFairliehaciaellanoeraelúnicorecuerdoquehabíaquedadograbadofuertementeensumemoria.JuntoalagradecimientoconqueevocabasuestanciaenlaescueladeLimmeridge,albergaba en su memoria la idea de la venganza por el daño que le habíainfligidoquienlarecluyóenelsanatorio.¿Quiénlecausaríaestedaño?¿Seríaenrealidadsumadre?

A pesar de lo que me contrariaba desistir de mis investigaciones, meresignéantelaideadedejarlasinconclusas.Viéndolaentalestado,enaquellosminutoshubierasidocruelpensarenotracosaqueenlahumanitarianecesidaddeayudarlaarecobrarsuserenidad.

—Nolehablarédenadaquelaperturbe—ledije,intentandocalmarla.

—Usted quiere saber algo—contestó con brusquedad y desconfianza—.Nomemiredeesemodo.Hábleme,dígamequédesea.

—Sólo deseo que usted se calme y, cuando esté tranquila, que piense loquelehedicho.

—¿Dicho?

Se calló un momento, siguió retorciendo entre sus manos el trapo ymurmuróentredientes:

—¿Quéesloquehadicho?

Sevolviódenuevohaciamíymoviólacabezaconimpaciencia.

—¿Porquénomeayuda?—preguntóconrepentinoenfado.

—Sí,sí—ledije—.Voyaayudarlayrecordaráenseguida.Lehepedidoa

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ustedqueveamañanaalaseñoritaFairlieyleaclareloquedecíaenlacarta.

—¡A...laseñoritaFairlie...,Fairlie...,Fairlie!...

Pronunciaraquelnombre tanfamiliary tanqueridoparecíasosegarla.Surostrosesuavizóyvolvióasereldesiempre.

—No tiene usted que temer nada de la señorita Fairlie—continué—, nipreocuparse por lo que le pueda perjudicar haber escrito esa carta. Sabe yatanto sobre el asunto que no tendrá usted ninguna dificultad en contarle elresto. No hay motivos para secretos cuando apenas hay nada que ocultar.Ustednomencionanombres en la carta, pero la señoritaFairlie sabeque lapersonadelaqueustedhablaesSirPercivalGlyde...

En el instante mismo en que pronuncié este nombre se puso en pielanzandoungemidoqueresonóportodoelcementerio, llenándosedeterror.La sombría expresión que acababa de borrarse de su rostro reapareció conintensidadduplicada.Elgritoquelearrancóeloíraquelnombreylamiradadeodioyespantoquelesiguieronloexplicabantodo.Sumadreerainocentedehaberlaencerradoenel sanatorio.LahabíaenviadoallíunhombreyesehombreeraSirPercivalGlyde.

Massugemidohabía llegadoaotrosoídosque losmíos.Deun ladomellegóel ruidode lapuertaqueseabríaen lacasadelsacristán,ydelotro lavoz de su acompañante, la mujer del chal a la que se había referido comoClements.

—¡Estoyaquí, estoyaquí!—gritaba lavoz tras el follajede los árbolesenanos.

YuninstantedespuésapareciólaseñoraClements.

—¿Quién es usted?—gritó encarándose conmigo llena de resolución encuanto puso el pie en el portillo—. ¿Cómo se atreve usted a asustar a unapobremujerindefensacomoésta?

Sehabíaplantado juntoaAnneCatherickrodeándolaconunbrazoantesdequeyopudieracontestarle.

—¿Quépasa,cariño?—dijo—.¿Quétehahecho?

—Nada—contestólapobrecriatura—.Nada.Simplementetengomiedo.

La señoraClements se volvió haciamí indignada y sinmiedo alguno, yconfiesoquemeinspiróporelloelmayorrespeto.

—Estaría profundamente avergonzado de mí mismo si mereciese esamirada—ledije—.Peronolamerezco.Desgraciadamentelaheaterradosinquererlo.Noesésta laprimeravezquemeve.Pregúnteleustedmismay lediráquesoyincapazdehacerledaño,niaellanianingunamujer.

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HabléconvozclaraparaqueAnneCatherickpudieraoírlayentenderme,yviquemispalabrasysusignificadolahabíanalcanzado.

—Sí,sí—dijo—;fuebuenoconmigo,meayudó...

Murmuróelrestoaloídodesuamiga.

—¡Sí que es extraño! — dijo la señora Clements, mirándome conperplejidad—. Esto cambia todo el asunto. Siento haberle hablado tanbruscamente, señor; pero tendrá que reconocer que las apariencias eransospechosas para quien estuviese ajeno.Mayor esmi culpa que la suya porseguirsuscaprichosydejarlasolaensemejantesitio.Ven,hijamía;vámonosahoraacasa.

Me pareció que la buena mujer no estaba demasiado tranquila por laperspectivadelpaseoque laesperaba,ymeofrecíaacompañarlashastaqueestuvieran en los alrededores de su casa. La señora Clements me dio lasgracias con mucha cortesía y rechazó mi proposición. Me dijo que estabaseguradeencontraraalgunodelosjornalerosdelagranjaencuantollegasenalpáramo.

—Tratedeperdonarme—dije,cuandoAnneCathericksecogiódelbrazodesuamigaparamarcharse.

Aunque no había sido mi intención aterrorizarla ni trastornarla, se meencogióelcorazónviendoaquelpobrerostropálidoydesencajado.

—Lointentaré—contestó—.Peroyasabeusteddemasiadoytengomiedodequemeasustecadavezquelevea.

LaseñoraClementsmemiróymoviólacabezacompasivamente.

—Buenas noches, señor; ya sé que no pudo usted evitarlo, pero hubierapreferidoquemehubieseasustadoamíynoaella.

Avanzaronunospasos.Creíaquenoshabíamosdespedido,peroAnnesedetuvoderepenteyseseparódesuamiga.

—Espereunpoco—medijo—.Tengoquedeciradiós.

Volvióhastalatumba,pasóconternuralasmanossobrelacruzdemármolylabesó.

—Ahoramesientomejor—suspiró,mirándomeserena—.Leperdono.

Volvió a donde su compañera la esperaba y las dos se fueron delcementerio. Las vi detenerse cerca de la iglesia y hablar con la mujer delsacristán,quehabíasalidodecasayhabíaestadoobservándonosdesdelejos.Luego se dirigieron hacia el camino que conducía al páramo. Seguí con lamiradaaAnneCatherickhastaquesusiluetaseperdióentrelassombrasdel

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crepúsculo.Lamirabacon tanta tristezayansiedadcomosi aquella fuera laúltimavezquehabríadeverenestemundolafiguradelamujerdeblanco.

XIII

Media hora más tarde ya estaba en casa, dando cuenta a la señoritaHalcombedetodolosucedido.

Meescuchódelprincipioalfinconatención,tensaysilenciosa,locual,enuna mujer de su temperamento, era la prueba más convincente de que mirelatoteníagranimportancia.

—Tengo tristes pensamientos—fue todo lo que dijo cuando terminé—,muytristespresentimientosacercadelfuturo.

—Elfuturopuededepender—sugerí—delusoquehagamosdelpresente.NoseríaimprobablequeAnneCathenckhablaseconmáslibertadyconmásgustoconunamujerqueconmigo.SilaseñoritaFairlie...

—Ahora ni pensarlo— interrumpió la señorita Halcombe con mayorresoluciónaúnquedecostumbre.

—Entoncespermítamequelesugiera—continué—queseentrevisteustedconAnneCatherickyquehagatodoloposibleporganarsuconfianza.Pormiparte tiemblo ante la idea de asustar por segunda vez a esa infeliz criaturacomo desgraciadamente acabo de hacer. ¿Ve usted algún inconveniente enacompañarmemañanahastalagranja?

—Enabsoluto.IréacualquiersitioyharéloqueseaparaayudaraLaura.¿Cómodijoustedquesellamabalagranja?

—Tieneustedqueconocerla.SellamaTodd'sCorner.

—En efecto. Todd's Corner es una de las posesiones del Señor Fairlie.Nuestravaqueraeslasegundahijadelgranjero.Constantementeestáyendoyviniendodeaquíasucasaytienequehaberoídoovistoalgoquepuedaserconvenientequenosotrossepamos.¿Lepareceaustedqueaverigüeenseguidasiestáabajolamuchacha?

Tocólacampanillaydioelencargoalcriado.Esteregresóparaanunciarquelavaqueraestabaenlagranja.Nohabíaestadoallídurantetresdías,yelamadellaveslepermitióirasucasaaquellatardeporunaodoshoras.

—Hablaréconellamañana—dijolaseñoritaHalcombecuandoelcriadosalió—.Mientras tanto explíqueme, con toda exactitud, qué propósito deboconseguirenmientrevistaconAnneCatherick.¿UstednotieneningunadudadequelapersonaquelaharecluidoenelsanatorioesSirPercivalGlyde?

—Ni sombrade duda.El únicomisterio quenos quedapor aclarar es elmotivo de esa orden. Considerando la enorme diferencia entre la posición

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socialdeambos,quepareceexcluirtodaideadelparentescomásremoto,esdemáxima importancia, aun dando por hecho que enAnne hayamotivos paraquese lavigile, saberporquéesél lapersonaquehubodeasumir lagraveresponsabilidaddeencerrarla...

—Enunsanatorioprivado.¿Nomedijoustedeso?

—Sí,enunsanatorioprivadodondehayquepagar,porlaestanciadeunapaciente, una cantidad de dinero que está fuera del alcance de una personapobre.

—Yaveo elmotivo de sus sospechas, señorHartright, y le prometo quetodoseaclarará,tantosimañanaAnneCathericknosayudacomosino...SirPercival Glyde no permanecerá mucho tiempo en esta casa si no nos daexplicaciones satisfactorias al señor Gilmore y a mí. El porvenir de mihermana es mi mayor preocupación en la vida, y tengo bastante influenciasobreellacomoparaquemeconcedaciertalibertadenloqueconcierneasumatrimonio.

Ynosdespedimoshastaeldíasiguiente.

En la mañana de ese día, después del desayuno, se presentó unimpedimentoquelosacontecimientosdelavísperanimepermitieronprever,porelquefue imposiblesalir inmediatamentehacia lagranja.Eramiúltimodía enLimmeridge y necesitaba, en cuanto llegase el correo, y siguiendo elconsejo de la señorita Halcombe, pedir autorización al señor Fairlie pararescindir mi contrato y regresar a Londres un mes antes de lo establecido,obligadopormandatodeimprevistasnecesidades.

Afortunadamente, y como para darmás visos de verdad a esta disculpa,aquellamañanaelcorreometrajodoscartasdeamigosdeLondres.Fuiamicuarto con ellas y envié recado al señor Fairlie, preguntándole si podríarecibirmeparatratarunasuntodeimportancia.

Esperéelregresodelcriado,sinlamenorpreocupaciónporlaactitudquesuseñoradoptaseantemisolicitud.Consuveniaosinellateníaqueirme.Laconcienciadehaberdadoelprimerpasoparaemprenderelpenosocaminoqueibaa separarpara siempremividade lade la señoritaFairlieparecíahaberembotadomisensibilidadentodoloqueamímismoserefiere.Habíadejadoa un lado mi pobre y quisquilloso orgullo de hombre, había olvidado mivanidaddeartista,ynisiquieralainsolenciadelseñorFairlie,siteníaabienserinsolente,conseguiríaherirme.

Volvióelcriadoconuna respuestaquenomepillódesorpresa.El señorFairlie lamentaba que el estado de su salud, especialmente precario aquellamañana, le hiciera descartar cualquier esperanza de tener el placer derecibirme. Me rogaba, por consiguiente, que aceptase sus disculpas y que

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tuviese la amabilidad de exponerle lo que deseaba en una carta. Ya habíarecibidovariosmensajescomoéstedurantelostresmesesquehabíavividoenLimmeridge. En dicho tiempo el señor Fairlie se había felicitado de contarconmigo pero nunca se encontró suficientemente bien como para verme enpersonaporsegundavez.Elcriadollevabaasuseñorlosdibujosyaguafuertesordenados,restauradosyacompañadosdetodosmisrespetos;yvolvíaconlasmanos vacías, trayéndome «efusivas gracias», «afectuosas felicitaciones» y«sincerospesares»delseñorFairlie,aquiensuestadodesaludleobligabaapermanecer prisionero, solitario en su propio cuarto. No podíamos haberllegado a un arreglomás satisfactorio para ambas partes. Sería difícil decircuáldenosotrosdossentíamayoragradecimientohacialosservicialesnerviosdelseñorFairlie.

Me senté para escribir inmediatamente la carta con toda la cortesía,claridad y brevedad posibles. El señor Fairlie no se dio prisa en contestar.Transcurriócercadeunahoraantesdequesu respuesta fuesedepositadaenmismanos.Estabaescritaconcorrectaletraclarayhermosa,contintadecolorvioletaysobreunpapelpulidocomoelmarfil,delgruesodelacartulina,ymehablabaenlossiguientestérminos:

«El Señor Fairlie saluda al señor Hartright. El señor Fairlie está tansorprendidoycontrariadocon la solicituddel señorHartright,quenopuedeexpresarlotalcomodebieradadoelestadoactualdesusalud.ElseñorFairlienoeshombredenegocios,perohaconsultadoelcasoconsuadministrador,cuyaopiniónhaconfirmadoladelseñorFairliedequelapeticiónquehaceelseñor Hartright para romper su compromiso no puede ser satisfechacualesquiera que sean las necesidades alegadas, salvo, tal vez, el caso detratarsedeunacuestióndevidaomuerte.SialgopudieraentibiarelaltísimorespetoyveneraciónqueelseñorFairliesienteportodoloqueseaArteysusmaestrosqueconstituyenelconsueloyalegríaparasuexistenciadeenfermo,laconductaseguidaporelseñorHartrightlohubieseconseguido.Peronohasidoasí,sinoqueestesentimientotansólohaalcanzadoalapersonadelseñorHartright.

Habiendo expuesto su opinión hasta donde se lo permiten los agudossufrimientos por los que atraviesa debido a sus nervios, el señor Fairlie notienenadaqueañadir, salvoexpresar ladecisiónadoptadaante la incorrectasolicitudqueselehapresentado.Siendodemáximaimportanciaenestecasoel perfecto reposo moral y físico del señor Fairlie, no podría sufrir lapermanenciaensucasadelseñorHartright,quealteraríaestereposodadaslascircunstancias tan esencialmente violentas para las dos partes. Por tanto, elseñorFairlierenunciaasuderechodedeclinarlapeticiónconelsoloobjetodenoalterarsutranquilidad,einformaalseñorHartrightquepuedemarcharse.»

Doblélacartaylapuseconlosdemáspapeles.Enotrotiempolahubiera

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consideradouninsulto,peroahoralaaceptabatalycomoera,considerándolasimplementecomolaautorizaciónpararompermicontrato.Casisemehabíaborrado de la memoria cuando bajé al comedor para decirle a la señoritaHalcombequeestabadispuestoaacompañarlahastalagranja.

—¿Le ha dado el señor Fairlie una respuesta positiva? —me preguntócuandosalíamos.

—Medapermisoparamarcharme,señoritaHalcombe.

Me dirigió una mirada rápida, y por vez primera desde que la habíaconocidotomóla iniciativadeapoyarseenmibrazo.Deningunaotraformahubiese demostrado con mayor delicadeza hasta qué punto comprendía laforma en que se me había concedido este permiso, y me demostraba susimpatía,nodesdeunaposiciónsuperior,sinocomounaamiga.Nomehabíahecho efecto la insolente carta del hombre, perome llegó al alma la dulcecomprensióndelamujer.

MientrascaminábamoshacialagranjadecidimosquelaseñoritaHalcombeentraría sola, y que yo la esperaría fuera, dispuesto a acudir cuando menecesitase. Adoptamos este procedimiento por miedo a que mi presencia,despuésdelosucedidolanocheanteriorenelcementerio,pudierarenovarelchoqueemocionaldeAnneCatherickyaumentaraelrecelocausadoalveraunaseñoraextrañaparaella.LaseñoritaHalcombemedejó,conlaintenciónde hablar antes que nada con la mujer del granjero, de cuyo afán porcomplacerlaestabasegura,yyoesperépaseandoporlasinmediaciones.

Creí que habría de estar solo bastante tiempo. Sin embargo, ante misorpresaalpasarpocomásdecincominutos,laseñoritaHalcomberegresó.

—¿EsqueAnneCatherickseniegaaverla?—preguntéconasombro.

—AnneCathericksehamarchado—contestó.

—¡Sehamarchado!

—Sí, se hamarchado con la señoraClements. Salieron de la granja estamañanaalasocho.

Me quedé sin habla. Sólo pude darme cuenta de que con ellas se habíadesvanecidonuestraúltimaprobabilidaddedescubrirloquequeríamos.

—TodoloquelaseñoraToddsabesobresushuéspedeslosétambiényoahora—continuólaseñoritaHalcombe—,ymedejatandesconcertadacomoaella.Ambasregresaronanochesinproblemas,despuésdequeustedlasdejó,pasaronlaprimerapartedelaveladaconlafamiliaTodd,comosiempre.PerojustamenteunpocoantesdecenarAnneCathericklossobresaltóatodosconun largo desmayo. Había tenido un ataque similar la noche que llegaron,aunque fuemenosalarmante; la señoraTodd loachacóenaquellaocasióna

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algunanoticiaqueacababadeleerenelperiódicolocalquesehallabasobrelamesayquehabíarecogidounosminutosantes.

—¿SabelaseñoraToddquénoticiadelperiódicofuelaquelaafectódetalmanera?—pregunté.

—No—replicólaseñoritaHalcombe—.Lomiróyremiróynovionadaquepudiesealarmaranadie.Peroyose lopedíparahojearloamivez,yalabrir la primera plana vi que el editor, para enriquecer su escaso acopio denoticias,se interesópor losasuntosdenuestra familiayentreotrasnotasdesociedad,copiadasdelosperiódicosdeLondres,publicóelcompromisodemihermana. Inmediatamentededujequeéstaera lacausadelextrañoataquedeAnneCatherickyqueeratambiénelmotivoquelaimpulsóaescribirlacartaqueenvióaldíasiguienteacasa.

—Nohaydudadeambascosas.Pero¿qué ledijeronacercadel segundoataquedeanoche?

—Nada.Esunmisterioabsoluto.Nohabíanadieextrañoenelcuarto.Laúnicavisitaeranuestravaquera,quecomoledijeesunahijadelosTodd,ynosehablómásquedecotilleoshabitualesdelpueblo.Derepentedioungritoysepusopálidacomounamuertasinlamenorcausaaparentequelojustificara.LaseñoraToddylaseñoraClementslasubieronasucuarto,yestaúltimasequedóconella.Lasoyeronhablarmucho,hastabastantetiempodespuésdelahoraalaqueacostumbrabanirsealacama,yestamañanatemprano,laseñoraClements llamóapartea la señoraToddy ladejóestupefactacuando ledijoque teníanquemarcharse.Laúnica razónquepudosonsacarleparaexplicarestafugaeraquehabíasucedidoalgoquenoteníanadaqueverconnadiedelagranja,peroqueerasuficientementegraveparaobligaraAnneCatherickadejar enseguida Limmeridge. Fue inútil pretender que la señora Clementsfuesemásexplícita.MoviólacabezaysuplicóqueporelbiendeAnnenolepreguntasenmás detalles. Repitió con insistencia, y con todo el aspecto deestarmuyseriamentepreocupadaella también,queAnne teníaque irse,queella debía acompañarla y que tenían que guardar el mayor secreto sobre ellugar a donde se dirigían. No voy a cansarle con todas las protestashospitalariasdelaseñoraToddparaquesequedasen.Terminóllevándolasensucarroalaestaciónmáspróxima,hacemásdetreshoras.Duranteelcaminohizotodoloposibleparahacerlashablarconmásclaridad,perosinéxito.Lasdejó en la estación, ofendida y molesta por la falta de consideración quemostraban marchándose de forma tan inesperada y por su actitud tan pocoamistosa negándole toda confianza, y volvió muy enfadada, sin esperar adespedirlas. Esto es exactamente lo acontecido. Rebusque en su memoria,señor Hartright y dígame si en el cementerio no sucedió algo que pudooriginarlaextraordinariafugadelasdosmujeres.

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—Ante todomegustaría saber, señoritaHalcombe, si huboalguna causaqueprodujeseaquelcambiorepentinoenAnneCatherickquetantoalarmóalosgranjeros,horasdespuésdequeellayyonosseparamosycuandohabíapasadoeltiemposuficienteparaqueserestableciesedelhorriblechoquequedesgraciadamente le causé. ¿Preguntó usted qué rumor estaban comentandocuandosedesmayó?

—Sí, pero los quehaceres domésticos de la señora Todd parecen haberdistraídosuatenciónde laconversaciónde su salón.Todo loquehapodidodecirme es que hablaban simplemente de cosas», y supongo que eso quieredecirquehablaríandetodoslosdemás,comosiempre.

—Quizá la lechera tenga mejor memoria que su madre —dije—.Convendría que en cuanto lleguemos a casa hable usted con esamuchacha,señoritaHalcombe.

En cuanto llegamos, la señorita Halcombe siguió mis consejos. Nosdirigimos a la parte de las dependencias donde estaba la lechería yencontramosalavaqueramuyocupadaenfregarungranordeñadero,conlasmangasrecogidasyacompañandosutrabajoconunaalegrecanción.

—He traído a este señor a ver su lechería, Hannah —dijo la señoritaHalcombe—.Esunadelascosasdignasdeverenestacasa,graciasausted.

La muchacha se sonrojó, hizo una inclinación y tímidamente dijo quetratabadetenersiemprelascosaslimpiasyenorden.

—Acabamos de venir de casa de sus padres —continuó la señoritaHalcombe—.Medijeronqueestuvoustedallíanoche.¿Encontróhuéspedes,verdad?

—Sí,señorita.

—Unadeellassedesmayóyestuvomal,segúndecían.Mefiguroquenoharían ni dirían nada que pudiese asustarla. ¿No estarían hablando de nadaterrorífico?

—¡Oh,noseñorita!—dijoriendolalechera—.Estábamoshablandodelascosasquepasan.

—SushermanoslecontaríanlascosasdeTodd'sCorner,supongo.

—Sí,señorita.

—YustedlescontaríalasdeLimmeridge.

—Sí, señorita. Estoy completamente segura de que no se dijo nada quepudieseasustarla¡pobrecilla!,porqueestabayohablandoprecisamentecuandosedesmayó.¡Quésustomellevé,señorita,porquenuncamehedesmayado!

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Antesdequepudiesepreguntarleotracosa,lallamaronparaquesalieseabuscarunacestadehuevosalapuertadelalechería.

CuandoquedamossolosmurmuréaloídodelaseñoritaHalcombe:

Pregúntele si por casualidad dijo anoche que se esperaban huéspedes enestacasa.

La señorita Halcombe me dio a entender con su mirada que me habíaentendido,ehizolapreguntaencuantolalecheraregresó.

—Sí, señorita, lo dije—contestó con naturalidad—. Las únicas noticiasquepodíacontaren lagranjaeran lavenidade loshuéspedesyelaccidenteocurridoalavacaroja.

—¿Dioustednombres?¿DijoqueseesperabaaSirPercivalellunes?

—Sí,señorita.LesdijequeveníaSirPercival.Esperoquenohayaenellonadamalonihayapodidocausarningúnperjuicio.

—¡Ningún perjuicio, por supuesto!Venga, señorHartright.Hannah va apensarquelaestamosestorbandosiseguimosmástiempointerrumpiendosutrabajo.

Encuantoestuvimossolosnosparamos,mirándonoselunoalotro.

—¿Lequedaahoraaustedalgunaduda,señoritaHalcombe?

—OSirPercivalGlydedesvaneceestadudaoLauraFairlienoseránuncasumujer,señorHartright.

XIV

Cuandonosacercábamosalapuertaprincipaldelacasa,uncabrioléquesolía hacer el servicio de la estación se aproximaba por la avenida hacianosotros.LaseñoritaHalcombesedetuvoenlosescalonesdelaentradahastaqueelcocheseparóadelantándoseparasaludaraunhombredeedadqueseapeó con agilidad en elmomento enquedispusieron la escalerilla.El señorGilmorehabíallegado.

Cuandonospresentaronlecontempléconuninterésyunacuriosidadqueapenas podía disimular. Este señor se quedaría en Limmeridge después demarcharme yo. Escucharía las disculpas de Sir Percival Glyde y con suexperiencia ayudaría a la señorita Halcombe a tomar la decisión. Esperaríahasta que la cuestión de la boda quedase arreglada, y sería sumano—si elasunto se solucionaba afirmativamente— la que cerraría el trato quecomprometía a la señorita Fairlie de unamanera irrevocable almatrimonio.Inclusoentonces,cuandonosabíanadadeloqueahorasé,mirabaalconsejerode la familia con un interés que jamás había experimentado antes sobre unhombrequefueraunperfectodesconocidoparamí.

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En su aspecto, el señor Gilmore era absolutamente opuesto a la ideaconvencionalquesueletenersedeunviejoabogado.Surostroseconservabalozano,sucabelloblanco,bastante largo,estabacuidadosamentepeinado;sulevitanegra,chalecoypantalones,erandecorteperfecto;ellazodesucorbatablancaestabaanudadoconelmayoresmero,ylosguantesdecabritillacolorlilapálidohubieranpodidoverseenlasmanosdeunclérigoelegantesinquenadiepudieseobjetarlamenortacha.Susmodaleseranmuyagradables,conesa gracia y refinamiento de la vieja escuela de cortesía, avivados por elingenioagudodeunhombrecuyaocupaciónloobligaatenersiemprealertasusfacultades.Denaturalsanguíneoydefísicoatractivo;unacarreralargayconsecuente basada en la prosperidad, confortable y justificada; una vejezjovial,bienasistidaycomúnmenterespetada,—estas fueron las impresionesgeneralesquemeprodujoelprimerencuentroconelseñorGilmore,yhedeañadirensuhonorquecuandoleconocímás,cuandomisexperienciasfueronmáscompletasconeltiempo,confirmémiprimeraimpresión.

MeseparédelaseñoritaHalcombecuandosedirigióhaciaelinteriordelacasa con el anciano caballero, para que la presencia de un extraño no lesestorbasemientras trataban de asuntos de familia, y bajé los escalones paradedicarmeavagarporeljardín.

MishorasenLimmeridgeestabancontadas;todoestabairrevocablementepreparadoparaquememarchasealamañanasiguiente,ymiparticipaciónenlainvestigaciónquelacartaanónimanoshabíaobligadoaemprendertocabaasufin.Noperjudicabaanadie,sinoamímismo,dejandolibreamicorazónpor el breve tiempo que me quedaba de la fría y cruel opresión que lanecesidadmehabía obligado a imponerle despidiéndomede los lugares queestabanunidosconmiefímerosueñodedichayamor.

Instintivamenteentréenlaavenidaqueseextendíabajolaventanademiestudio, donde la vi la tarde anterior paseando con su perrito. Y por aquelcaminoquetantasveceshollaronsuspieslleguéhastaelPortilloqueconducíaasurosaleda.Lafúnebrearidezdelinviernoreinabaentonces.Lasfloresqueellamehabíaenseñadoaconocerporsusnombres,lasfloresqueyolehabíaenseñadoapintar,habíandesaparecido,ylosestrechossenderosblancosentrediversosmacizossehallabanyahúmedosyverdeando.Seguíporlaalamedaen la que tantas veces habíamos respirado juntos la cálida fragancia de lasnoches de agosto y donde habíamos admirado juntos las infinitascombinaciones de luz y de sombra que alfombraban el suelo bajo nuestrospies.Peroahoralashojascaíanamialrededordesdelosárbolesquejumbrososy la atmósfera de desolación terrenalme heló hasta los huesos. Anduve unpocomásymeencontréfueradelparque,siguiendoelsenderoqueascendíahastalacolinamáspróxima.Unviejotroncoderribadoalaorilladelcamino,enelquealgunasvecesnossentamosparadescansar,sehallabahumedecido

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porlalluvia,ylashierbasyhelechosquedibujéparaellayquesecobijabanjunto al muro de piedra que teníamos enfrente se habían convertido en uncharco de agua, donde destacaba un islote de hierbajos sucios. Llegué a lacimadelacolinayvielpanoramaquetantasvecescontemplamosenlosdíasmás felices. Era árido y frío; ya no era el paisaje que yo recordaba. Elresplandor de su presencia no me alcanzaba y el encanto de su voz ya nomurmurabaamioído.Enel lugardesdeelqueyoahoramirabahaciaabajome habló ella de su padre, último varón de su familia,me contó lo que sequeríanelunoalotroycuántoleechabademenoscuandoentrabaenalgunasdependenciasdelacasaytomabaobjetososedivertíaconjuegosqueenotrostiemposdisfrutaronjuntos.¿Eraestepaisaje,quehabíacontempladomientrasescuchabaaquellaspalabras,elmismoqueahoraveíasolo,desdelacumbredela colina?Di la vuelta y dirigímis pasos hacia el páramoy las dunas de laribera.Allíestabalablancaespumadelaresacaylamagníficagrandezadelasolasrompientes,pero¿dóndeestaríaelsitioenqueunavezellahabíadibujadoconunasombrillacaprichosasfigurasenlaarena,elsitiodondenosquedamossentadosmientrasmepreguntaba sobremímismoymi hogar,mientras confemeninaescrupulosidad,mehacíaminuciosaspreguntassobremimadreymihermana y me interrogaba con inocencia acerca de si yo dejaría un día misolitariahabitacióndealquilerparatenerunamujerycasapropia?Elvientoylasolashabíanborradohacíamucholashuellasqueelladejósobrelaarena.Seguí contemplando la inmensa monotonía del océano, y el lugar en quehabíamosdejadodesvanecertantashorassoleadasmepareciótanperdidoparamícomosinuncalohubieraconocido,tanextrañocomosimeencontraraenotropaís.

Elsilencioabsolutodelaorillallenódefríomicorazón.Volvíalacasayaljardíndondetantasseñalesmehablabandeella,acadarecododecamino.

CuandopasabaporlaterrazadeponientetropecéconelseñorGilmore.Sindudaandababuscándome,puesencuantomedistinguióapresuróelpaso.Noestabayomuydispuestoacharlarconundesconocido.Maserainevitableelencuentroymeresignéaafrontarlo.

—Esprecisamenteaustedaquienqueríaver—dijoelancianocaballero-.Tengoquedecirledospalabras,señormío,ysinotieneustedinconveniente,aprovecho esta oportunidad. Empezaré por comunicarle que la señoritaHalcombeyyohemosestadohablandodeasuntosfamiliares;asuntosquesonelmotivodemiestanciaenestacasa,yenelcursodelaconversaciónhubodecontarme, como es natural, ese desagradable asunto de la carta anónima ycómoustedcontantoaciertoydiscreciónhaparticipadoenlasaveriguaciones.Suactuación,locomprendomuybien,leharásentirunextraordinariointeréspor saber si las investigaciones que usted ha comenzado y que hay quecontinuar han sido encomendadas a alguien de confianza... Quiero

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tranquilizarle a usted en este punto, querido amigo: me han sidoencomendadasamí.

—Entodoconceptoestáustedmuchomáscapacitadoqueyoparaactuarenelasunto,señorGilmore.¿Seríaunaindiscrecióndemipartepreguntarlesihadecididoustedyaelprocedimientoquepiensaseguir?

—Hastadondeesposiblelohehecho,señorHartright.Piensoenviarunacopia del anónimo acompañada de un informe sobre las circunstancias delhecho al procurador de Sir Percival Glyde, de Londres, con el que tengoalgunaamistad.LacartaauténticalaconservoparamostrárselaaSirPercivalen cuanto llegue. Ya me he ocupado de seguir la pista de las dos mujeresenviando a un criado del señor Fairlie, una persona de toda confianza, a laestaciónparaquehaga laspesquisasquepueda.Porsi logradescubriralgúnindicio,lehemosdadotambiéninstruccionesydinerosuficienteparaseguirlasadondesea.Estoestodocuantosepuedehacerhastaellunes,díaenquellegaSir Percival. Yo, personalmente, no tengo la menor duda de que lasexplicaciones que puedan esperarse de un caballero nos las facilitará alinstante.PorqueSirPercivalestámuyalto,queridoseñor;ocupaunaposiciónmuy elevada y se halla por encima de toda sospecha, así que estoy muytranquiloporelresultadodelasinvestigaciones,ymealegrapoderafirmarlo.Esta clase de cosas ocurre constantemente en mi trabajo. Cartas anónimas,mujeresdesgraciadas,eltristeestadodelasociedad.Enestecasonoleniegoque existen complicaciones particulares, pero el hecho en sí mismo, pordesgracia,esmuycorriente.

—Temo,señorGilmore,queyo tengoeldisgustodedisentirdeustedencuantoalamaneradeconsiderarelasunto.

—Esnatural,queridoseñor,esnatural.Yosoyunviejoy tomolascosasdesdeelpuntodevistapráctico.Ustedesjovenylasconsideradesdeunpuntode vista más romántico. No vamos a discutir por nuestros puntos de vista.Profesionalmentevivoenunaatmósferadediscusionesyestoyencantadodeescaparaellaestandoaquí,señorHartright.Esperaremoslosacontecimientos.Sísí, sí,vamosaesperar losacontecimientos. ¡Esunsitioencantador!¿Haybuena caza? Probablemente, no. Me parece que el señor Fairlie no tieneningúncotoensusposesiones.Perodetodosmodosesunsitiodeliciosoylagente es agradable.Me han dicho señorHartright que usted pinta y dibuja.¡Quéenvidiabletalento!¿Enquéestilolohaceusted?

Nos enzarzamos en una conversación general; mejor dicho, el señorGilmorehablabayyoescuchaba.Miatenciónsehallabamuylejosdeélydelostópicosqueemitíacontantafluidez.Elsolitariopaseodelasúltimasdoshoras había aportado sus efectos y me acogí a la idea de marcharme deLimmeridge cuanto antes. ¿Por qué había de prolongar sin necesidad un

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minutosiquieraaqueltormentocrueldemidespedida?¿Quéserviciospodíanexigirmeaúnaquí?MiestanciaenCumberlandnoerayadeningunautilidad,ylaautorizaciónquemehabíaconcedidoelseñorFairlienomeimponíaplazoparamarcharme.¿Porquénoacabarcontodoellodeunavez,ahoramismo?

Decidí, pues, partir.Aún quedaban unas horas diurnas, y no había razónalgunaquemeimpidiesesalircaminodeLondresaquellamismatarde.DialseñorGilmorelaprimeradisculpaaceptablequesemeocurrióparasepararmede él y regresé precipitadamente a la casa. Me dirigía a mi cuarto cuandoencontréenlaescaleraalaseñoritaHalcombe.Alnotarmiprisayelcambioquesehabíaproducidoenmihumorcomprendióqueteníaalgunanuevaideaymepreguntóquéhabíaocurrido.

Le expliqué las razones que me inducían a marcharme en seguida,exactamentetalcomoacabodeexponerlas.

—No,no—dijoconfirmezayamabilidad—.Despídasedenosotrascomounamigoypartaelpanconnosotrosunavezmás.Quédeseacenar,quédeseparaayudarnosapasarnuestraúltimaveladacontantaalegríacomopasamoslas primeras, si podemos. Se lo pido yo, se lo pide la señora Vesey y...—vacilóyluegodijo—yselopidetambiénLaura.

Prometíquedarme.Diossabequenohubiesequeridodejarenningunadeellasnisombradeunaimpresiónpenosa.

Mi cuarto era elmejor lugar para esperar que tocase la campanapara lacena.Allíestuvehastaquellególahoradebajaralcomedor.

NohabíahabladoconlaseñoritaFairlie,nisiquieralahabíavistoentodoeldía.Elprimermomentodenuestroencuentro,cuandoentréenelsalón,fueuna prueba dura para su dominio de sí y para elmío. También ella hizo loposible para volver en aquella última velada al feliz tiempo pasado que novolveríajamás.Llevabaeltrajequeamímásmegustabadetodoslossuyos,unodesedaazuloscuroadornadoconpreciososencajesantiguos.Seadelantóasaludarmeconlanaturalidaddeotrostiempos,ymealargósumanoconlainocencia y franca alegría de días más felices. Pero sus dedos fríos quetemblaron sobre los míos, sus mejillas pálidas encendidas con una manchafebril y la sonrisa apagada que sus labios trataban de esbozar y que sedesvanecióbajomimirada,medijeronacostadequésacrificioshabíalogradomantener su compostura. Simi corazón hubiera podido amarlamás aún, lohubiesehechoenaquelinstantecomonunca.

ElseñorGilmorenosayudómuchoenaquellaocasión.Estabadelmejorhumoryllevólaconversaciónconpermanentegracejo.LaseñoritaHalcombele secundó resueltamente y yo hice cuanto pude por imitar su ejemplo. Losadorables ojos azules, cuyos menores cambios de expresión tan bien había

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aprendido a interpretar, me miraron suplicantes cuando nos sentamos a lamesa:«Ayudeamihermana—parecíadecirsudulcerostrollenodeansiedad—,ymeayudaráamí.»

Superamos la cena con cierto éxito, al menos en lo que se refiere aaparienciasexteriores.CuandolasdamasselevantarondelamesayelseñorGilmore y yo quedamos solos en el comedor, se presentó una circunstanciaque exigió nuestra máxima atención, al tiempo que me permitió serenarmeregalándome unos instantes de silencio tan necesario y tan grato. El criadoenviadoparaseguirlapistadeAnneCatherickydelaseñoraClementsvolvióconelresultadodesumisión,einmediatamentefueconducidoalcomedor.

—Bueno—dijoelseñorGilmore—.¿Quéhaaveriguadousted?

—Pues he averiguado, señor, que las dos mujeres tomaron billetes ennuestraestaciónparaCarlisle.

—¿FueustedaCarlislecuandolosupo,naturalmente?

—Sí,señor;perosientodecirlequeallínoencontrénirastrodeellas.

—¿Preguntóustedenlaestación?

—Sí,señor.

—¿Yenlosdistintoshostales?

—Sí,señor.

—¿YdejóustedenelpuestodelaPolicíalanotaqueyoescribí?

—Sí,señor,ladejé.

—Bien,amigomío.Hahechoustedtodoloquepudo,lomismoqueyo,yahora tenemos que esperar que se sepa algo nuevo sobre el asunto. Hemosjugado con nuestros ases, señor Hartright —continuó diciendo el ancianocaballerocuandoelcriadosefue—.Almenosporahoralasmujeressupieronburlarnosyno tenemosotro recursoqueesperaraque llegueSirPercivalellunes.¿Quiereustedotracopita?EsunexcelenteOporto,unbuenvino,viejo,espeso,saludable.Aunqueenmibodegahayvinosmejores.

Volvimosalsalón,alaestacióndondehabíantranscurridolasmásfelicesveladasdemividayalaquenoregresaríajamásdespuésdeaquellanoche.Suaspectohabíacambiadodesdeque losdíaseranmáscortosyel tiempomásfrío.Laspuertasdecristaldelaterrazaestabancerradasyocultastrasgruesascortinas.Enlugardeladeliciosapenumbracrepuscularenquenossentábamosallíhacíaalgún tiempo,cegómisojosel intensoresplandorde las lámparas.Todohabíacambiado,dentrodelacasayfueradeella.

LaseñoritaHalcombeyel señorGilmore se sentaron juntoa lamesade

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juego,ylaseñoraVeseyocupósusilladecostumbre.Disponíandesuveladalibresdeopresiónalguna,peroalobservarlosentíconmásdolorquéopresiónpesabasobre lamía.Vique laseñoritaFairliesedirigióhaciaelmusiquero.Habíapasadoel tiempoenquepodía seguirlahastaallí.Esperé indeciso sinsaberniadóndeirniquéhacer.Hastaqueellamelanzóunafurtivamirada,cogiódelestanteunapiezademúsicayvinohaciamíporsupropiainiciativa.

—¿Quiere que le toque alguna de estas melodías de Mozart que legustaban tanto? —me preguntó, abriendo el cuaderno con nerviosismo ymirandolasnotasmientrasmehablaba.

Antes de que pudiese darle las gracias, estaba ya en el piano. La sillapróximaalaqueyoocupabasiempresehallabavacía.Diounosacordes,—sevolvióamirarme—,ysusojosescrutarondenuevoelcuadernodemúsica.

—¿Porquénosesientadondesiempre?—dijomuydeprisayenvozmuybaja.

—Mesentaréporserlaúltimanoche—repuse.

Nocontestó.Suatenciónparecíaconcentrarseenlamúsicaqueconocíadememoriayquehabíatocadoinfinitasvecessinnecesidaddepartitura.Yosólomedicuentadequemehabíaoídoyquesabíaqueestabajuntoaella,porqueel ruborde lamejillaqueestabamáscercademí,seapagóy todosurostroquedócompletamentepálido.

—Sientomuchoquesevaya—medijobajandosuvozasusurro,mientrassus ojos se clavaban en las notas y sus dedos volaban sobre el teclado conextrañaenergíafebrilquejamáshabíanotadoenellahastaentonces.

—Recordarésusamablespalabras,señoritaFairlie,muchodespuésdequepaseeldíademañana.

Lapalidezseextendiómásaúnporsurostroyellaloocultóamimirada.

—Nohabledemañana—replicó—.Dejemosqueestanochenoshablelamúsicaensulenguaje,másdichosoqueelnuestro.

Sus labios temblaron, salió de ellos un débil suspiro que en vano quisodominar. Sus dedos vacilaron y dio una nota falsa, confundiéndose máscuando quiso corregirse, hasta que acabó por dejar caer lasmanos sobre elregazo,congestodedesesperación.LaseñoritaHalcombeyelseñorGilmorelevantaronlacabezaconasombrodesdelamesadondejugabanunapartidadecartas.HastalaseñoraVesey,quedormitabaenlasilla,sedespertóalcesarderepentelamúsicaypreguntóquesucedía.

—¿Juegaustedalwhist,señorHartright?—preguntólaseñoritaHalcombemirandosignificativamentehaciaelsitioenqueyoestaba.

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Yosabíaaqué se refería, sabíaque tenía razón,yme levantéal instanteparairalamesadejuego.Cuandomeseparabadelpiano,laseñoritaFairlieabrió otra página del cuaderno demúsica y golpeó las notas conmanomásfirme.

—Quiero tocarlo —dijo, hiriendo las notas casi con pasión—. Quierotocarloestaúltimanoche.

—Venga,señoraVesey—dijolaseñoritaHalcombe—.ElseñorGilmoreyyoestamoscansadosdeécarté. Juegueustedahoraconel señorHartrightalwhist.

Elviejoabogadosonrióirónicamente.Eraélquienibaganandoyacababade sacar un rey. Evidentemente atribuía el brusco cambio de la señoritaHalcombeenelrégimendelamesaalrasgofemeninodenosaberperdereneljuego.

Elrestodelaveladatranscurrióparamísinunamiradaniunapalabradeella.Continuóen su sitio frentealpianoyyoenelmío, juntoa lamesadejuego.Tocósindescanso,comosilamúsicafuerasuúnicadefensacontraellamisma.A veces sus dedos acariciaban las notas con lánguida suavidad, conuna ternura dulce, suplicante y tenue que llegaba al oído con una tristezainefable en su hermosura, y otras se movían titubeando, fallaban o corríansobreel tecladomecánicamente,comosisu trabajo lespesara.Sinembargo,aunque la expresión que daban a lamúsica variaba y titubeaba, ella seguíatocandoconlamismaresolución.Noselevantódelpianohastaquetodoslohicimosparadespedirnos.

LaseñoraVeseyestabamáscercadelapuertayfuelaprimeraenestrecharmimano.

—No le verémás, señor Hartright—me dijo—, y sientomucho que semarcheusted.Hasidomuyamableyatento,yunamujerviejacomoyosabeapreciar la amabilidad y la atención. Le deseo mucha suerte, señor, y quetengabuenviaje.

ElseñorGilmoresedespidiódespués.

—Espero que tengamos ocasión de conocemos mejor, señor Hartright.¿Está usted bien seguro de que ese pequeño asunto queda en mis manos,verdad?Sísí,nolodude.Pero,Señor,¡quéfríohace!Noledetengomásenlapuerta.Bonvoyage,amigomío;comodicenlosfranceses.

LaseñoritaHalcombefuelasiguiente.

—Hastamañanaalassieteymedia—dijo;yañadióenunsusurro—:Heoídoyvistomásde loqueustedcree.Sucomportamientodeestanochemehaceconsiderarlecomounamigoparatodalavida.

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La señorita Fairlie fue la última. No tenía seguridad en mí mismo paramirarlacuandocogísumanoypenséenlamañanasiguiente.

Me voy muy temprano, señorita Fairlie —dije—. Me iré antes de queusted...

—No,no—seapresuróa interrumpirme—;noantesdequeyomehayalevantado.BajaréadesayunarconMarian.Nosoytaningratanitanolvidadizaparaquedespuésdeestostresmeses...

Suvozseentrecortó,estrechósuavementemimanoentrelasuyaylasoltócon rapidez.Antes de que yo hubiese podido darle las buenas noches habíadesaparecido.

ElfinaldemirelatoseaproximaconrapidezyestaninminentecomolofueelamanecerdeaquellaúltimamañanaenLimmeridge.

Apenashabríansonadolassieteymediacuandobajéalcomedor,perolasdosyaestabanesperándomeparadesayunar.Tratamosdecomerydehablarenmediodeltristesilenciodeaquellahora,bajolaluzmortecinaylafrialdaddel ambiente. Los esfuerzos por conservar las apariencias eran inútiles ydesoladores,ymelevantéparaacabardeunavez.

AltenderyolamanoyestrechármelalaseñoritaHalcombe,quesehallabamás cerca, Laura se dio la vuelta repentinamente y salió corriendo delcomedor.

—Asíesmejor—dijo laseñoritaHalcombecuando lapuertasecerró—,asíesmejorparaellayparausted.

Esperéuninstantehastaquepudehablardenuevo—eraduroperderlasinuna palabra de despedida, sin una mirada de adiós. Quise dominarme,despedirme de la señoritaHalcombe con palabras adecuadas, pero todas laspalabras de despedida que hubiera querido decir se esfumaron dejando unasolafrase:

—¿Hemerecidoqueustedmeescriba?—fuetodoloquepudedecir.

—Hamerecidoconhonor,noblemente, todocuantopudierahaceryoporustedmientrasvivamos.Seacualfuereelfinal,ustedlosabrá.

—Ysialgunavezpudieraserútilenalgo,denuevoenunfuturo lejano,cuandosehayaolvidadomipretensiónymilocura...

Nopudecontinuar.Lavozmefallóysemenublaronlosojos,bienapesarmío.

Entonces ellame cogió ambasmanos, las estrechó con la energía de unhombre; brillaron sus ojos oscuros, sus mejillas morenas enrojecieron, lafuerzayenergíadesurostroresplandecieronhermosamenteiluminadasporla

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candorosaluzdelagenerosidadydelapiedad.

—Confiaréenustedsialgunavezlonecesito,comosifuesemiamigoysuamigo,comosifuesemihermanoysuhermano.

Nodijomás;meatrajohacia sí—noblee impávidacriatura—, rozóconsuslabiosmifrenteenunbesofraternal,yllamándomeporminombredepila,añadió:

—¡Dios le ayude,Walter!Quédeseunpoco aquí a solas, seréneseusted.Serámejorqueledeje,porelbiendelosdos.Serámejorqueledespidadesdeelbalcón.

Ysaliódel comedor.Mevolvíhacia laventana,donde sólovi elpaisajesolitario del otoño... Me situé de espaldas a la ventana para tranquilizarmeantesdesalirdeallíparasiempre.

Notranscurriríamásdeunminutocuandooíquelapuertavolvíaaabrirsecon suavidad y unas faldas rozaban la alfombra avanzando hacia mí. Micorazón latía con vehemencia cuando me volví... La señorita Fairlie veníahaciamídesdeelotroextremodelcomedor.

Sedetuvovacilantecuandonuestrosojosseencontraron,ysediocuentadequeestábamossolos.Entonces,conesevalorquecasisiempresuelefaltaralas mujeres en los momentos de poca trascendencia y casi nunca en lasocasionesdecisivas,llegóhastamí,extrañamentepálidayserena,llevandoenunamanoalgoqueocultabaentrelosplieguesdesuvestidoyapoyándoseconlaotraenlamesajuntoalaqueibaandando.

—Sólo he salido para buscar esto en el salón—dijo—. Le recordará suestanciaaquíylosamigosquedeja.Meindicóustedcuandolohicequehabíaadelantadomucho,ypenséquelegustaría...

Volviendo la cabezame ofrecía un dibujo que había hecho ella sola delpabellóndeverano,dondenosencontramosporprimeravez.Elpapeltemblóensumano,mientrasmeloalargaba,ytemblóenlamíacuandolocogí.

Tuvemiedodedecirleloquesentíaycontestétansólo:

—Nunca me abandonará; durante toda mi vida será mi tesoro máspreciado. Estoy muy agradecido por ello y muy agradecido a usted por nohabermedejadomarcharsindecirleadiós.

—¡Oh!—dijoconinocencia—.¡Cómoibaadejarlemarcharasí,despuésdetodosestosdíasfelicesquehemospasadojuntos!

—Esosdíastalveznovolveránjamás,señoritaFairlie...Mividaylasuyavanpormuydistintoscaminos.Perosillegaseuninstanteenquelaentregadetodo mi corazón, de mi alma y de mis fuerzas pudiesen darle a usted un

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segundodefelicidadoevitarleuninstantedetristeza,¿querráustedrecordaralpobreprofesordedibujoqueuntiempolaguio?LaseñoritaHalcombemehaprometidoconfiarenmí¿Quiereustedprometermelomismo?

La tristeza de la despedida que leía en aquellos adorables ojos azulescentelleódébilmenteentrelaslágrimasquelasenturbiaban.

—Seloprometo—dijoconvozentrecortada—.¡Diosmíonomemireasí!Seloprometodetodocorazón.

Meatrevíaacercarmeunpocomásaella,yalarguémimano.

—Tieneustedmuchosamigosquelaquieren,señoritaFairlie.Lafelicidadensuporvenireslailusiónacariciadapormuchosdeellos.¿Mepermitequeledigaalmarcharmequeestambiénmideseomásardiente?

Las lágrimas corrieron por sus mejillas. Con una mano temblorosa seapoyóen lamesaofreciéndome laotra.Yo laestrechéconansia.Micabezacayósobreaquellamanohelada.Mislágrimaslahumedecieronymislabiosseapoyaronenella,peronoeraamorloquesentíaenaquelúltimomomento,no,noeraamorsinolaagoníayelabandonodeladesesperación.

—¡PoramordeDios,déjeme!—dijodébilmente.

La confesión del secreto de su corazón brotó en aquellas palabrassuplicantes. Yo no tenía derecho a escucharlas ni a contestarlas: eran laspalabras que me ordenaban, en nombre de su sagrada debilidad, dejar lahabitación.

Todohabíaterminado.Soltésumanoynodijomás.Laslágrimascegaronmi vista borrando su imagen, las enjugué paramirarla por última vez. Unamirada,yvicómosedesplomabaenunasilla,cómocaíansusbrazossobrelamesaysobreelloslahermosacabeza.Unamiradadedespedidaylapuertasecerró, abriéndose entre los dos el abismo sin límites de la separación. LaimagendeLauraFairlieyanoeramásqueunrecuerdodelpasado.

RELATODEVICENTGILMORE

PROCURADORDECHANCERYLANE,LONDRES

I

Escriboestas líneasapeticióndemiamigoWalterHartright. IntentoconellasrelataralgunosacontecimientosqueafectaronseriamentealosinteresesdelaseñoritaFairlieyquetuvieronlugarpocodespuésqueelseñorHartrightabandonaraLimmeridge.

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Notengolanecesidaddedecirsimiopiniónsancionaonoelhechodequese descubra tan extraordinaria historia de familia, en la cual mi relatoconstituye una parte muy importante. El señor Hartright ha asumido estaresponsabilidady lascircunstanciasquevanaexponersedemostraránquesehaganadoconcreceselderechodehacerlo, siasí loconsideraoportuno.Elplanqueélha trazadoparapresentar estahistoriaa losdemásde lamaneramásrealyauténticaexigequelavayancontando—encadaetapasucesivadelcursodelosacontecimientos—aquellosquetuvieronparticipacióndirectaenelloscuandoocurrieron.Elqueaparezcayoahoraenelpapeldenarradoresuna consecuencia necesaria de este proyecto. Estuve presente durante laestancia de Sir Percival Glyde en Cumberland, y al menos un resultadoimportantedesubrevevisitaa lamansióndel señorFairlie fuedebidoamiintervenciónpersonal.Portanto,esmideberañadirestosnuevoseslabonesalacadenadeacontecimientosyrecogerlaenelmismolugarenque, tansóloporelmomento,lahasoltadoelseñorHartright.

LleguéaLimmeridgeelviernes2denoviembre.

Pensaba permanecer en casa del señor Fairlie hasta la llegada de SirPercivalGlyde.De llegar a fijar la fecha de la boda de Sir Percival con laseñoritaFairlie,yoregresaríaaLondresconlasinstruccionesnecesariasparaocuparme en seguida de preparar el contrato de matrimonio para la futuraesposa.

NotuveelhonordesaludaralseñorFairlieelmismoviernes.Desdehacíaaños era, o se figuraba ser, un enfermo y no se encontró con fuerzas paraconcedermeuna entrevista.El primermiembrode la familia quevi fue a laseñoritaHalcombe.Merecibióenlapuertadelacasa,ymepresentóalseñorHartright,quevivíaenaquelladesdehacíaalgúntiempo.

Novia laseñoritaFairliehastamuyavanzadoeldía,a lahoradecenar.No tenía muy buen aspecto y me dio pena advertirlo. Es una criaturaencantadora,dulceyamable,tanamistosayatentacontodoslosquelarodeancomolofuesuadmirablemadre,aunquehablandodesufísico,eselretratodesu padre. La señora Fairlie tenía ojos y pelo oscuros, y su hija mayor, laseñorita Halcombe me la recuerda mucho. La señorita Fairlie tocó aquellanocheelpiano,peromeparecióqueno tanbiencomootrasveces.Jugamosunapartidadewhist.Fueunaverdaderaprofanación loquehicimosde estenoble juego.Me hizomuy buen efecto el señor Hartright desde queme lopresentaron, pero pronto descubrí que su comportamiento acusaba las tarasnaturalesdesuedad.Haytrescosasqueningunodelosjóvenesdelapresentegeneraciónsoncapacesdehacer.Nopuedensaborearelvino,nopuedenjugaralwhistytampocopuedendecirleunpiropoaunadama.ElseñorHartrightnoeraunaexcepciónalareglacomún.Apartedeestoenesospocosdíasyenelpocotiempoquelotratémeparecióunjovenmodestoyalquepocofaltaba

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paraseruncaballero.

Así,pues, transcurrióelviernes.Noaludoa losasuntosmás importantesqueocuparonesedíami atención, la carta anónimaa la señoritaFairlie, lasmedidasquejuzguéoportunoadoptarcuandomecomunicaronlosucedidoylaconvicciónqueteníadequetodaposibleexplicacióndeloshechosíbamosaobtenerla sin problemas de Sir Percival, ya que todo se ha expuesto, segúncreo,enelrelatoanterior.

ElsábadosemarchóelseñorHartrightantesdequeyobajaseadesayunar.La señoritaFairlie no salió de su cuarto en todo el día ymepareció que laseñoritaHalcombenoestabamuyanimada.Lacasanoeraya loque fueentiempodelseñorPhilipFairlieysuseñora.Mefuiadarunpaseoyosolohastael mediodía; anduve por lugares que había descubierto cuando estuve enLimmeridge la primera vez, hacía treinta años, para tratar algún asunto defamilia.Perotampocoeranloquehabíansido.

AlasdosdelatardeelseñorFairliememandóunrecadodiciendoqueseencontraba lo suficientemente bien comopara recibirme.El sí que no habíacambiadoenningúnaspectodesdeque leconocí.Suconversacióngirabaentornoalmismotemaquesiempre;élmismo,susdolencias,susmaravillosasmonedasysus incomparablesaguafuertesdeRembrandt.Encuantopretendíenfocarlaconversaciónhaciaelasuntoquemehabíallevadoaaquellacasa,cerró los ojos y dijo que le «trastornaba». Persistí en trastornarle volviendounayotravezsobreelmismopunto.Mástodoloquepudesacarenclarofueque consideraba el matrimonio de su sobrina como una cosa hecha que supadrehabíasancionadoyqueél tambiénsancionaba;queeraunmatrimonioenvidiable y que personalmente estaría encantado cuando terminasen lasmolestias que ocasionaba aquel asunto. En cuanto a los contratos, podíaconsultar con su sobrinay luego estudiar todo loquemepareciese, dado lobien que yo conocía todos los asuntos de familia, para prepararlo todo ylimitar suparticipación en el asunto a decir su«sí»de tutor en elmomentoconvenido,porqueporsupuestoapoyaríaconinfinitoplacermisdeseosylosde todos los demás. Mientras tanto, yo podía ver cómo estaba, un pobreenfermo condenado a vivir encerrado en su cuarto. ¿Acasome parecía quequeríaqueleatormentasen?No.Puesentonces,¿porquéatormentarlo?

QuizámehubieraasombradodeestaincreíbleausenciaderesponsabilidadeinterésporpartedelseñorFairlieensucalidaddetutor,sinoestuviesetanenteradodelosasuntosdelafamiliacomopararecordarqueelseñorFairlieeraunhombresolteroyquelapropiedaddeLimmeridgesóloleinteresabaporcuanto él la habitaba. Así que, tal y como se hallaban las cosas, no salí nisorprendidonidecepcionadoporelresultadodelaentrevista.ElseñorFairliesimplementehabíajustificadomisexpectativas,sinmás.

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Eldomingofueundíagrisdentroyfueradelacasa.LlegóunacartaparamídelprocuradordeSirPercivalGlydeacusandorecibodemiinformeydelacopia del anónimo. La señorita Fairlie se reunió con nosotros por la tarde;estabapálidaydesanimada,muydistintadecómoeraellasiempre.Hablóunrato conmigo, y en la conversaciónme aventuré amencionar de paso a SirPercival.Escuchóynocontestónada.Cuandohablamosdeotrascosasseguíamuy gustosa la conversación, pero pasó en silencio este tema. Empecé asospechar que tal vez estaba arrepentida de su compromiso, y tal como lespasaamuchasjóveneselarrepentimientollegademasiadotarde.

EllunesllegóSirPercivalGlyde.

Le encontré, tanto en su aspecto como en sus modales, sumamenteatractivo. Me pareció algo más viejo de lo que esperaba, su frente seensanchaba en una calvicie y su rostro parecía rugoso y gastado. Pero susmovimientos eran tan ágiles y su alegría tan contagiosa como los de unmuchacho. Saludó a la señorita Halcombe con una cordialidad deliciosa ynatural, y cuando le fui presentado se mostró tan desenvuelto y afable queenseguidanostratamoscomoviejosamigos.LaseñoritaFairlienosehallabapresentecuandollegó,peroentróenelcuartounosdiezminutosdespués.SirPercivalselevantóylasaludóconelegantedistinción.Expresóconternurayrespeto su evidente preocupación al ver el triste cambio que se habíaproducidoenelaspectodelajovenyladelicadezayelrecatodesutono,desuvoz,desuspalabras,pusierondemanifiestoalmismotiemposurefinadaeducaciónysubuensentido.ApesardeestascircunstanciasviconsorpresacómolaseñoritaFairliecontinuabacohibidayviolentaensupresencia,yalaprimeraoportunidadsefuedelsalón.SirPercivalpareciónodarsecuentanidesucohibiciónenelmomentodesaludarlo,nidesurepentinoabandonodenuestrareunión.Mientrasestuvopresenteno laagobióconsuscumplidos,ycuandosaliónoturbóalaseñoritaHalcombecomentandosudesaparición.Nien esta ocasión ni en ninguna otra mientras estuve con él en Limmeridgefallaronnisutacto,nisubuengusto.

En cuanto la señorita Fairlie salió del salón él mismo nos evitó elembarazosodeberdeempezarahablardelanónimo,abordandoeltemaporsupropiainiciativa.VolviendodeHampshiresehabíadetenidoenLondres,habíavistoasuprocuradoryhabíaleídolosdocumentosqueyoenvié,poniéndoseinmediatamente en camino para Cumberland, ansioso de tranquilizarnosofreciendo la explicaciónmás rápida y completa que puede formularse conpalabras. Al oírlo expresarse en ese sentido le mostré la carta original queconservaba para que él la estudiase.Me dio las gracias y se negó a leerla,diciendoqueyahabíavistolacopiayquedeseabaqueeloriginalquedaseennuestrasmanos.

Las aclaraciones que nos dio inmediatamente eran tan claras y

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satisfactoriascomoyohabíaesperadoquefuesen.

Nos contó que la señora Catherick le había prestado hacía varios añosalgunos señalados servicios a él y a otras personas de su familia. Fuedoblementedesgraciadaporcasarseconunhombrequelaabandonóyporquesu única hija tenía desde muy temprana edad, perturbadas sus facultadesmentales.AunquealcasarsesehabíaestablecidoenunaregióndeHamsphiremuyalejadadedondesehallaban lasposesionesdeSirPercivalGlyde,ésteprocurónoperderlanuncadevista;sussentimientosamistososhacialapobremujer, que le guardaba en consideración a los servicios prestados, estabanreforzadosengranmedidaporlaadmiraciónquedespertabaenéllapacienciay el valor con que sobrellevaba sus calamidades. Al correr del tiempo, lossíntomasdeladolenciamentaldesudesgraciadahijaseagravarontantoquese hizo necesario someterla a los cuidados de unmédico. Lamisma señoraCatherick reconocía aquella necesidad, pero a la vez experimentaba esarepugnancia natural en una persona modesta y respetable ante la idea derecluirasuhijaenunmanicomiodebeneficenciacomosifueseunaindigente.SirPercivalrespetósuprejuicio,comorespetabatodalibertaddesentimientosencualquierade lasclasessociales,yparapagardealgúnmodoa laseñoraCathericklalealtadquehabíademostradoenotrostiemposhaciaélyhaciasufamilia,resolviósufragarlosgastosdelaestanciaytratamientodesuhijaenunsanatorioparticularydesuconfianza.Congransentimientodelamadreydeélmismo,lapobrecriaturahabíadescubiertolapartequelascircunstanciasle indujeron a tomar en su reclusión y había concebido, como es lógico, elmayorodioydesconfianzahaciaél.Elanónimoquehabíaescritodespuésdesu escapada era una consecuencia obvia de este odio y desconfianza de loscuales había dado varias pruebas también mientras estuvo recluida. Si laimpresiónque lacartaanónimacausóen laseñoritaHalcombeoenelseñorGilmorecontradecíasusmanifestaciones,osideseabanalgunosdetallesmásdelmismomanicomio—nosfacilitósusseñas—,asícomolosnombresdelosdos médicos que dieron los certificados necesarios para realizar el ingreso,estabadispuestoacontestarcualquierpreguntaydisiparcualquierduda.Habíacumplido con su deber respecto a la infeliz muchacha dando órdenes a suprocuradorparaquenoahorrasenidineronimolestiasenbuscarlayponerlade nuevo al cuidado de los médicos que la trataban. Ahora sólo deseabacumplir con sudeber respectoa la señoritaFairliey su familiade lamismamaneranobleyrecta.

Fui el primero en contestar a esta declaración. Veía con claridad laconductaquedebíaseguir.UnadelasgrandesperfeccionesdelaLeyesladeque puede discutir cualquier aseveración humana hecha en cualquiercircunstancia y expresada en cualquier forma. Si se hubiesen requeridomisserviciosprofesionalesparapresentarunpleitocontraSirPercival,enbaseasu propia declaración, sin duda alguna hubiera podido conseguirlo. Peromi

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debernoeraése;mis funcioneseranpuramentedeorden judicial.Teníaquesopesar la explicación que habíamos escuchado; debía concederle toda lafuerzaqueleprestabalaintachablereputacióndelcaballeroquenoslaofrecíay decidir honradamente si las probabilidades presentadas por el mismo SirPercivaleranfrancamentefavorablesodesfavorables.Abrigabalaconvicciónde que le eran favorables y le declaré honradamente que, a mi parecer, suexplicacióneraplenamentesatisfactoria.

LaseñoritaHalcombe,despuésdemirarmecongravedad,dijoporsupartealgunaspalabras en elmismo sentido, pero con ciertavacilaciónquenomepareciómuy apropiada en semejantes circunstancias.No puedo afirmar queSirPercivalGlydesedieracuentadeello.Miopiniónesquesedioyporesodecidióvolveratratardelasunto,aunquepodía,contodapropiedad,darloporconcluido.

—Si esta sincera exposición de los hechos hubiera sido dirigida sólo alseñorGilmore—dijo—,hubieraconsiderado innecesariovolvera insistir eneste desagradable asunto. Me atrevo a pensar que el señor Gilmore, comocaballero,sefiarádemipalabray,unavezhechaestajusticia,haterminadoladiscusiónentrenosotros.Peromiactitudconrespectoaunaseñoritanoeslamisma.Ledebo(aloquenohubieraaccedidoconningúnhombre)unapruebade la autenticidad de mi explicación. Usted no puede solicitar esta prueba,señoritaHalcombe,peroesmideberhaciausted,ymásaúnhacialaseñoritaFairlie, el ofrecerla. ¿Puedo pedirle a usted que escriba ahora mismo a lamadredeesapobremujer,alaseñoraCatherick,pidiéndoleunaconfirmacióndetodocuantoleshedicho?

Vi que la señorita Halcombe palidecía y parecía turbada. A pesar de ladelicadezaconquehabíaexpresadosusugerenciaSirPercival,tantoellacomoyo comprendimos que estaba contestando con gran comedimiento a la dudaquesucomportamientoacababadedelatar.

—Espero, Sir Percival, que no me hará la injusticia de pensar quedesconfíodeusted—dijoconrapidez.

—Porsupuestoqueno,señoritaHalcombe.Hagomipropuestaúnicamenteporatenciónausted.¿Meperdonarámiobstinaciónsimeatrevoarepetirla?

Diciendoestofuehaciaelescritorio,acercóunasillayabrióelcajónparasacarpapel.

—Permítame suplicarle que escriba la carta—insistió—, como un favorpersonal.Nolaocuparámásqueunosminutos.SólotienequepreguntaralaseñoraCatherickdoscosas.Primera,sisuhijahasidorecluidaenelsanatorioconsuconformidadyconocimiento.Segunda,siyomerezcosugratitudporlaparte que he tomado en ello. El señor Gilmore está ya completamente

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tranquilorespectoaestedesdichadoasunto...,yustedtambiénloestá.Asíqueporfavordemeamíahoraesatranquilidadescribiendoestanota.

—Me obliga usted a satisfacer su ruego, sir Percival, aunque preferiríadenegarlo.

Con estas palabras la señorita Halcombe se levantó de su asiento y fuehaciaelescritorio.SirPercivallediolasgracias,lealargóunaplumayregresóa su sitio junto a la chimenea. Sobre la alfombrilla estaba tendido el galgoitalianodelaseñoritaFairlie.SirPercivaltendiólamanohacíaélylollamóconvozapacible.

—Venaquí,Mina—dijo—;nosotrosnosconocemos¿verdad?

El animalito, tan cobarde y cabezota como suelen serlo los perrosfavoritos, le miró con furia, se desvió de la mano que se le extendía, seestremeció,dioun ladridoquejumbrosoyseocultóbajoel sofá.EsabsurdopensarqueSirPercivalsehubieradesconcertadoporqueunperrolerecibiesede tal manera mas, no obstante, observé que de pronto se retiró hacia laventana. Quizá era de natural irascible. Si es así, podría comprenderlo. Yotambiénsoyirasciblealgunasveces.

La señorita Halcombe no tardó en escribir la carta. Cuando terminó selevantódelescritorioyselaalargóaSirPercival.Esteseinclinó,laaceptó,ladobló inmediatamente, sin echar ni una ojeada a su contenido, la selló,escribiólasseñasyseladevolvióensilencio.Enmividahevistonadaquesehicieraconmayorsolturaygracia.

—¿Insisteustedenqueyoenvíeestacarta,SirPercival?—dijolaseñoritaHalcombe.

—Lesuplicoque laenvíeusted—contestó—.Yahoraqueestáescritaysellada permítame que le haga dos o tres últimas preguntas referentes a ladesventuradamujeraquienserefiere.HeleídolacomunicaciónqueelseñorGilmore tuvo la amabilidad de remitir a mi procurador describiendo lascircunstancias bajo las cuales habían identificado a la autora del anónimo.Perohayalgunospuntossobrelosqueesanotanodicenada.¿AnneCatherickvioalaseñoritaFairlie?

—Porsupuestoqueno—dijolaseñoritaHalcombe.

—¿Laviousted?

—No.

—¿EntoncesnovioanadiedelacasasalvoaunciertoseñorHartrightqueaccidentalmentelaencontróenelcementerio?

—Anadiemás.

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—El señor Hartright estaba en Limmeridge como profesor de dibujo,segúnheoído.¿Esmiembrodeunadelassociedadesdeacuarelistas?

—Creoquesí—contestólaseñoritaHalcombe.

Calló durante algunos instantes, como si estuviese pensando en estasúltimaspalabras,yañadió:

—¿Han averiguado ustedes dónde vivíaAnneCatherickmientras estuvoaquí?

—Sí,enunagranjadelpáramoquesellamaTodd'sCorner.

—Todostenemosanteesadesgraciadacriatura,eldeberdeseguirsupista—continuódiciendoSirPercival—.PuedehaberdichoenTodd'sCorneralgoquenoshagaposibleencontrarla.Voya ir allí paraver si consigoaveriguaralgo.Mientrastanto,señoritaHalcombe,comonopuedotrataryomismoestepenoso tema con la señorita Fairlie, ¿sería demasiado pedirle que le dieseusted las explicaciones necesarias, no antes, por supuesto, de que llegue larespuestaalacarta?

La señorita Halcombe prometió hacerlo. Le dio las gracias, saludósonrienteynosdejóparadirigirseasushabitaciones.Cuandoabríalapuerta,elgalgocabezotaasomósulargacabezabajoelsofá,leladróyleenseñólosdientes.

—Unabuenamañanadetrabajo,señoritaHalcombe—dijeencuantonosquedamos solos—. Ya hemos terminado con las preocupaciones que nosembargaban.

—Sí —repuso ella—. Sin duda. Me alegro mucho de que esté ustedsatisfecho.

—¡Dequeyoestésatisfecho!Deseguroqueconesacartaensusmanostambiénloestaráusted.

—Sí... ¿cómo es posible otra cosa? Ya sé que es imposible —siguiódiciendo dirigiéndose más a sí misma que a mí— pero estoy a punto delamentarqueWalterHartrightnosehubiesequedadomástiempoparapoderpresenciarestaexplicaciónyescucharestapropuestadeescribirlacarta.

Quedéunpocosorprendidoy...quizá también,unpoco irritadoporestasúltimaspalabras.

—EsciertoquelosacontecimientoshanhechoqueelseñorHartrighttengaqueverbastanteconlahistoriadelanónimo—contesté—,yestoydispuestoaadmitir que en todo momento se ha comportado con gran delicadeza ydiscreción.Perono acabode comprenderqué influenciaprovechosahubierapodidoejercersupresenciasobreelefectoquehayanpodidohacernosausted

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oamílasjustificacionesdeSirPercival.

—Eraunaabsurda fantasía—dijodistraída—.Novale lapenahablardeello.Suexperienciadebeser,yloes,lamejorguíaaquepuedoaspirar,señorGilmore.

No me agradó demasiado ver que dejaba sobre mí el peso de toda laresponsabilidad de una taxativa. Si lo hubiese hecho el señor Fairlie nomehubiera sorprendido pero la resuelta e inteligente señorita Halcombe era laúltimapersonadeestemundode laqueyopudieseesperarque soslayaraelexponermesupropiaopinión.

—Siexistetodavíaalgunadudaquelepreocupa—dije—,¿porquénomela confiesa en seguida? Dígame francamente, ¿tiene algún motivo paradesconfiardeSirPercivalGlyde?

—Ninguno.

—¿Veustedalgoinverosímilocontradictorioensuexplicación?

—¿Cómovoyadecirqueloveodespuésdelapruebadesuveracidadquemehaofrecido?¿Puedehaberotrotestimoniomásasufavor,señorGilmore,queeldelamismamadredelamujer?

—Ninguno.Silacontestacióndesucartaessatisfactoria,yoporlomenosnosésiunamigodeSirPercivalpuedeexigirlemás.

—Entonces vamos a enviar la carta al correo —dijo levantándose paramarcharse—ynotratemosmásestetemahastaquelleguelarespuesta.Nodéimportanciaamisdudas.NotienenotrajustificaciónsinoladequeestosdíaspasadosestuvedemasiadopreocupadaporLaura;ylaspreocupaciones,señorGilmore,acabantrastornandoacualquierapormuyfuertequesea.

Diolavueltabruscamenteysaliódeprisa.Suvoz,tanfirmedeordinario,tembló al decir estas últimas palabras. Tenía una naturaleza apasionada,vehementeysensible,mujerescomoellaseencuentranunaentrediezmilenestos tiempos triviales y superficiales. La conocía desde su niñez, la habíavisto afrontar,mientras crecía,másdeunapenosacrisis familiar,ymi largaexperienciamehizodar importanciaa susvacilacionesen lascircunstanciasqueacabodedescribircomonoselahubieradadoalasdeningunaotramujerencasosemejante.Noveíacausaalgunaparaquedudaseosepreocupasey,sin embargo, consiguió transmitirme sus dudas y preocupaciones. En mijuventudmehubiera irritado e indignadoconmigomismopor la irrazonableintranquilidad de mi ánimo. Pero los años me habían dado mayorcomprensión,lotoméconfilosofíaymefuiadarunpaseo.

II

Nosvolvimosareunirtodosalahoradecenar.

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SirPercivalsehallabadebuenhumor, tanexultantequeapenasreconocíen él al hombre cuyo tacto, refinamiento y buen sentido tanto me habíanimpresionadodurantenuestraconversacióndelamañana.Loúnicoquehabíaquedado de su anterior personalidad, y que se manifestaba de maneraconstanteera,comopudeobservar,sumododetrataralaseñoritaFairlie.Unapalabra o una mirada de ella eran suficientes para cortar su carcajada másestrepitosa,pararefrenarlafestivafluidezdesudiscursoyparaconcentrarenella todasuatenciónprescindiendode losdemáscomensales.Aunquenuncatratóabiertamentedehacerlaintervenirenlaconversación,noperdíalamenorocasión que ella le daba para hacerle expresar su opinión o para decirle,aprovechando lascircunstancias,palabrasqueotrohombredemenor tactoydelicadezalehubieradedicadosinpreámbulos.Mesorprendióciertamenteelhecho de que la señorita Fairlie parecía darse cuenta de sus atenciones, sinmostrarseemocionadaporellas.Cuandoéllamirabaoledirigíalapalabraseturbabaunpoco,perojamásdemostróqueleagradaseniqueloagradeciese.Lafortuna,el rango, labuenacrianzay labuenapresencia,el respetodeuncaballero añadido a la devoción del amante, todo estaba humildementedepositadoa suspies,pero las apariencias erandequeestabadepositadoenvano.

Aldíasiguiente,queeramartes,SirPercival fuepor lamañanaaTodd'sCorner, llevando un criado como guía. Mas, según supe más tarde, suspesquisas no aportaron ningún resultado.Cuando volvió tuvo una entrevistaconel señorFairlie,ypor la tardesalióacaballocon laseñoritaHalcombe.No sucedió nada más que merezca recordarse. La tarde transcurrió sinnovedadynoadvertícambioalgunoenSirPercivalnienlaseñoritaFairlie.

El correo del miércoles nos trajo un acontecimiento: la respuesta de laseñora Catherick. Copié aquel documento, que he conservado, por lo queahorapuedoreproducirloaquí.Decíalosiguiente:

«Señora:Acusorecibodesucarta,enlaquemepreguntasimihijaAnneestuvosometidaatratamientomédicoconmiautorizaciónyconformidadysilaparticipaciónquetuvoenellosirPercivalGlydemerecemigratitudhaciaeste caballero. Tengo el gusto de enviarle mi respuesta afirmativa a ambascuestiones,ycréamesusolícitaservidora,

JANEANNECATHERICK»

Corta, seca y concisa, aquella carta se parecía demasiado a una carta denegocios para ser escrita por una mujer y su contenido ofrecía unaconfirmacióntancontundentecomosólopodíadesearsirPercival.Estafuemiopinión, y, con algunas reservas, fue también la de la señorita Halcombe.Cuando le enseñamos la carta a Sir Percival no se sorprendió por su tonocortanteyseco.NosdijoquelaseñoraCatherickeramujerdepocaspalabras,

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sobria, rectay sin imaginación,queescribíacon tanto laconismoy sencillezcomohablaba.

Una vez recibida la respuesta satisfactoria que esperábamos, había quecomunicar a la señoritaFairlie las aclaracionespresentadasporSirPercival.LaseñoritaHalcombeseencargódehacerloysaliódelsalónparasubiraverasuhermanaperomuyprontovolvióaentrarysesentójuntoalsillónenqueyomehallabaleyendoelperiódico.SirPercivalacababadesalirparavisitarlascuadras,yenlahabitaciónnoestábamosmásquenosotrosdos.

—Supongo que hemos hecho honestamente todo lo que podemos—dijoelladandovueltasentresusmanosalacartadelaseñoraCatherick.

—Si somos amigos de Sir Percival, lo conocemos y confiamos en él,hemos hecho todo lo que debíamos y aún más de lo que era necesario—contesté un poco molesto por aquella reincidencia en las dudas—, pero sisomosenemigosquesospechamosdeél...

—No hay por qué pensar en esta alternativa —interrumpió—. SomosamigosdeSirPercival,ysilagenerosidadylapacienciasepudieranañadiralaconsideraciónquenosmerece,deberíamossertambiénadmiradoressuyos.¿SabeustedqueayervioalseñorFairlieyquedespuéssalióconmigo?

—Sí,viquesalieronustedesdosacaballo.

—Al empezar el paseo hablamos deAnneCatherick y de lamanera tanextraordinariaenquelaencontróelseñorHartright.PerodejamosprontoestetemaySirPercivalhablódesucompromisoconLauraen los términosmásdesinteresados.Dijoqueyahabíanotadoqueellaestámuyabatidayseinclinaa achacar a esta historia el cambio que observa en el modo de tratarlo,mientras no se le ofrezca otra explicación. Sin embargo, si hubiese algunacausa más sería para el cambio, suplicaría que ni el señor Fairlie ni yoforzáramossusinclinaciones.Todoloqueélpediríaenestecasoseríaqueporúltimavezellarecordaselascircunstanciasenlascualesseprometieronylaconducta que él había seguido desde el principio de su noviazgo hasta elmomentoactual.Sidespuésdeconsiderardebidamenteestosdosargumentos,manifestaraunseriodeseodequeélrenunciaseasupretensióndeconseguirelhonordesersuesposoyasíse lodijeraellamismaclarayabiertamente,sesacrificaríadejándolaperfectamentelibrepararomperelcompromiso.

—Ningúnhombrepodríadecirmás,señoritaHalcombe.Séporexperienciaquemuypocosensucasohubierandichotanto.

Secallócuandoyodijeestaspalabras,ymecontemplóconunasingularexpresión,entreperplejaydesolada.

—Niacuso anadieni sospechonada—prorrumpióbruscamente—,pero

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nopuedoniquierocargarconlaresponsabilidaddepersuadiraLauraparaquesecase.

—EstaesexactamentelaactitudquelehaindicadoSirPercivalquetomeusted —repliqué con asombro—. Le ha suplicado que no fuerce susinclinaciones.

—Eindirectamentemeobligaaquelafuercesiletransmitosumensaje.

—¿Cómoesposible?

—Consulteconustedmismo,señorGilmore,conociendoaLauracomolaconoce.Si ledigoque reflexionesobre lascircunstanciasdesucompromisoapelo a la vez a los dos sentimientos más intensos de su naturaleza: sudevocióna lamemoriadesupadreysuestimaestrictapor laverdad.Ustedsabequejamásensuvidahafaltadoasupalabra,ustedsabequecontrajoestecompromisoalcomienzodelafatalenfermedaddesupadreyqueéste,ensulechodemuerte,hablabaconesperanzaeilusióndesubodaconSirPercivalGlyde.

Confiesoquemesorprendiósumaneradeenfocarlascosas.

—¿No querrá decir —repuse— que cuando Sir Percival le habló ayeresperabaobtenerconsuproposiciónlosmismosresultadosqueacabausteddemencionar?

Surostroabiertoyvalientemecontestóantesdequehablase.

—¿Creeustedquesoportaríauninstantelapresenciadeunhombrealquesospechasecapazdeunabajezasimilar?—preguntófuriosa.

Me agradó advertir la viva indignación con que pronunció aquellaspalabras. Pormi profesión estoy acostumbrado a vermuchamalicia ymuypocaindignación.

—Enesecaso—añadí—,permítamequeleadviertaqueseestáapartandodelacuestión.Seanlasqueseanlasconsecuencias,SirPercivaltienederechoa esperar que su hermana considere desde todos los puntos de vista sucompromisoantesdepretenderromperlo.Siestadesdichadacartalehahechodesconfiar,vayaenseguidaydígalequesehajustificadoperfectamentealosojosdeustedya losmíos.¿Quéobjeciónpuedealegarnosdespuésdeesto?¿Qué excusa puede oponer para que cambie de este modo el concepto queteníadeunhombrealquevirtualmenteconsiderasuprometidodesdehacedosaños?

—Alosojosdelaleyydelarazónnohayexcusa,señorGilmore,tengoqueconfesarlo.Siaúndudaylohagoyo,achaquenuestraextrañaconducta,siasílodesea,auncaprichoporpartedelasdosysoportaremosesaimputaciónlomejorquepodamos.

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Conestaspalabrasse levantóbruscamenteysaliódel salón.Cuandounamujersensata,anteunapreguntaseria,saleconevasivas,esseñalindefectible,enelnoventaynueveporcientodeloscasos,dequetienealgoqueocultar.Volvíacogerelperiódico,sospechandoseriamentequelaseñoritaHalcombey la señorita Fairlie guardaban un secreto que no nos confesaban ni a SirPercival ni amí. Lo creí cruel respecto a nosotros dos, sobre todo para SirPercival.

Mi duda, o dicho conmás propiedad,mi convicción,me la confirmó lapropiaseñoritaHalcombeconsuspalabrasysuactitudcuandonosvolvimosaver aquellamisma tarde.Medio cuentade su entrevista con suhermanadeuna manera concisa y con una reserva sospechosa. Por lo visto la señoritaFairlie había escuchado serenamente su explicación de que el asunto de lacarta estaba aclarado; pero cuando la señoritaHalcombe comenzó a decirlequeelobjetodelavisitadeSirPercivalaLimmeridgeeraconvenirconellaeldíadefinitivodelaboda,noquisoescucharnadamássobreeltemaysuplicóque le dieran tiempo. Si es que Sir Percival consentía en no insistir demomento,secomprometíaadarlesurespuestafinalantesdeterminarelaño.Se mostró tan ansiosa e inquieta al pedir esta prórroga que la señoritaHalcombe le había prometido emplear su influencia si fuera necesario paraconseguirlo.Conelloseterminó,pordeseoexpresodelaseñoritaFairlie,suconversaciónenloquesereferíaalaboda.

Esta solución exclusivamente temporal, que tal vez podía satisfacer a lajoven le pareció algo embarazosa al autor de estas líneas. El correo de lamañana había traído una carta demi socio queme obligaba a regresar a laciudad al día siguiente en el tren de la tarde. Era muy probable que noencontraseotraoportunidaddedesplazarmeaLimmeridgeenloquequedabadelaño.Suponiendoque laseñoritaFairliesedecidieseal finamantenersucompromiso,seríaindispensablequeyomepusiesedeacuerdoconellaantesdeestablecerelcontratodematrimonio,locualibaasertotalmenteimposible,por lo que nos veríamos obligados a tratar por escrito cuestiones que debentratarse siempre de viva voz y frente a frente. Sin embargo no dije nada apropósito de aquella dificultad hasta que se consultó con Sir Percival siaccedía a conceder la prórrogadeseada.Eraun caballerodemasiadogalantepara no concederla inmediatamente. Cuando la señorita Halcombe me locomunicóledijequeteníaabsolutanecesidaddehablarconsuhermanaantesde dejarLimmeridge, y decidimos que vería a la señorita Fairlie lamañanapróximaensusalónparticular.Nobajóacenarninosacompañóennuestravelada. Se disculpó pretextando una indisposición, y me pareció que a SirPercivallecontrarióoírlo,cosaperfectamentelógica.

Alamañanasiguiente,encuanto terminamosdedesayunar,subíalsalónde la señorita Fairlie. La pobre muchacha estaba tan pálida y triste, y se

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adelantóasaludarmecontantoapresuramientoysimpatía,queeldiscursoquepensaba expresarle mientras subía la escalera acerca de sus caprichos yvacilacionessemevinoabajoencuantolavi.Laacompañéhastalasillaqueocupabacuandoentré,sentándomeyoenfrente.Sugalgocabezotaestabaenlahabitaciónyyonoesperabaotracosaquemesaludaraladrandoyenseñandolos dientes. Pero, ¡cosa extraña!, la mimada bestezuela defraudó misexpectativas saltando sobre mis rodillas en cuanto me senté, y husmeandofamiliarmentemismanosconsupuntiagudohocico.

—Usted solía sentarse sobremis rodillas cuando era niña, querida,—ledije—,yahoraparecequesuperritoestádispuestoasucederlasentándoseeneltronovacío.¿Esobrasuyaestepreciosodibujo?

Señalé, al decirlo, un álbum que había sobre lamesa junto a ella y queevidentemente estaba hojeando cuando llegué. Estaba abierto en una páginaquemostrabaunpaisajepintadoalaacuarelaylogradocongranfinura.Estedibujofueelquesuscitómipregunta,bastanteinsulsaporcierto,pero¿cómoempezarhablándoledenegociosyaenelinstantedeabrirlaboca?

—No,—dijomirandoconciertaconfusiónhaciaotraparte—noesobramía.

Recuerdoquedesdeniña tenía la costumbredenodar jamásdescanso asusdedosydejuguetearconloprimeroquetuvieseamanomientrasalguienle hablaba. En esta ocasión sus dedos manejaron el álbum acariciandodistraídamentelosmárgenesdelaacuarelamientraslaexpresióndesurostrosefuehaciendomásmelancólica.Nimirabaelálbumniamí.Susojosibandeunladoalotropor lahabitación,haciéndomecomprenderquesospechabaelmotivodemivisita.Penséquelomejorseríairdirectamentealacuestión.

—Queridamía, uno de losmotivos queme traen aquí es despedirme deusted—comencédiciendo—.Tengoquevolver aLondres hoymismo, peroantes de marcharme quiero hablar con usted sobre un asunto de su propiointerés.

—Sientomucho que se vaya, señorGilmore—me dijo,mirándome concariño—.Ahora que está usted aquí es como si volvieran los felices viejostiempos.

—Esperovolveralgunavezydespertardenuevotanagradablesrecuerdos—continué— pero como el futuro es incierto tengo que aprovechar estaoportunidadparahablarleahora.Soyunviejoamigoysuabogadodetodalavida;poresomepermitoreferirmeasuposiblematrimonioconSirPercivalGlyde,enlaseguridaddequenovoyaofenderla.

Separótanbruscamentelamanodelálbumcomosiderepentesehubieseconvertido en fuego que la abrasaba. Sus dedos se entrelazaron nerviosos

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sobre su regazo, fijó la mirada en el suelo y adquirió una expresión tancontraídaquemásbienparecíasentirdolorfísico.

—¿Es absolutamente necesario que hablemos de mi matrimonio? —preguntóenvozmuybaja.

—Esnecesarioquenos refiramosaello—contesté—,peronohace faltainsistirsobreesepunto.Pensemosúnicamenteenqueustedsepuedecasaropuedenohacerlo.Enelprimercasotendríaquedisponerelcontrato,yseríadesconsideradopormiparteprepararlosinhaberconsultadoconusted.Quizásea esta la única ocasión en la que yo pueda conocer sus deseos. Vamos asuponerporunmomentoqueusted secasa,ypermítameque ledigacon lamayorbrevedadposiblecuálessusituaciónycuálserá,siustedlodesea,enelfuturo.

Leexpliquécuáleraelpropósitodeuncontratomatrimonialyleinformécon detalle sobre las perspectivas que le esperaban; primero al alcanzar sumayoríadeedadydespuésalmorir su tío, señalando ladiferencia existenteentrelaspropiedadesenusufructoylasqueposeíaenpropiedad.Meescuchóconatención, la expresiónde tensiónnoabandonaba su rostro,y susmanosseguíannerviosamenteentrelazadassobresuregazo.

—Yahora—dije,paraterminar—,dígamesiquiereustedqueestablezcaenelcontratoalgunacláusula,areservadesdeluegodelaautorizacióndesututor,puestoquenoesmayordeedad.

Seagitóen lasillacondesasosiego,ydeprontomemiródefrente,muyseria.

—Siesoocurre—comenzódébilmente—,siyo...

—Siustedsecasa—dijeparaayudarla.

—¡NodejeustedqueélmeseparedeMarian!—gritó,enunarranquedesúbitaenergía—:¡Oh,señorGilmore,porfavor,hagaconstarlacondicióndequeMariantienequevivirsiempreconmigo!

Enotrascircunstanciasquizáhastamehubiesedivertidoestainterpretacióntan esencialmente femenina de la pregunta que acababa de hacerle y demiextensaexplicaciónprecedente.Peroacompañaronsuspalabrasunamiradaytono de voz que no sólo me hicieron tomarlas en serio, sino que meentristecieron profundamente. Sus palabras descubrían su ansia desesperadaporasirsealpasadoypresagiabanunfunestoporvenir.

—ElqueMarianHalcombevivaconustedpuedeestablecerse fácilmenteen un contrato privado —le dije—. Pero creo que no ha entendido mipregunta.Yomereferíaasufortuna...,a lasdisposicionesqueusteddesearatomaracercadelempleodesudinero.Supongamosqueustedtienequehacer

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sutestamento,cuandoseamayordeedad,¿aquiénquerrádejarsudinero?

—Marian ha sido para mí hermana y madre a la vez—repuso aquellamuchacha buena y leal y sus ojos azules brillaron cuando habló—. ¿PodríadejárseloaMarian,señorGilmore?

—Desde luego, queridamía—contesté—; pero recuerde que se trata deunagrancantidaddedinero.¿SeloquerríadejartodoalaseñoritaHalcombe?

Calló,vaciló;sepusopálidayluegoencendidaysumanovolvióaposarseenelálbum.

—No;todo,no—dijo—.ExistealguienademásdeMarian...

Se detuvo; se ruborizó aúnmás, y sus dedos, que descansaban sobre elálbum,golpearonligeramenteelbordedelaacuarelacomosisumemorialeshicierarecordarmecánicamenteunatonadafavorita.

—¿QuiereusteddecirquehayalgunaotrapersonadelafamiliaademásdelaseñoritaHalcombe?—sugeríyo,viendoquenoseatrevíaacontinuar.

El color rojode susmejillas se extendiópor su frentey su cuello, y susdedosnerviosossecerraronbruscamenteenelbordedelálbum.

—Hayalguienmás—dijo,sinrepararenmisúltimaspalabras,aunqueeraevidentequelashabíaoído—queapreciaríamuchounpequeñorecuerdosi...siyopudieradejárselo.Nohabríamalenello,siyomemueroantes...

Se calló de nuevo. Con la misma rapidez con que sus mejillas seruborizaron primero, volvieron a palidecer. La mano que reposaba sobre elálbumtemblóligeramenteyloapartódesulado.Memiróuninstante,volvióla cabeza al otro lado. Su pañuelo cayó al suelo y se apresuró a ocultar surostroentrelasmanos.

¡Quétristeza!Recordabaaquellaniñavivarachaymásfelizquecualquierotraniña,quepasabadíasenterosriendoylacontemplabaahora—enlaflordesuedadydesubelleza—destrozadayabatida.

La pena queme inspirabame hizo olvidar que los años habían pasado,olvidéelcambioquesuponíaparanuestrarelación.Acerquémisillaalasuya,recogísupañueloyseparéconsuavidadsusmanosdelrostro.

—Nollore,queridamía—ledije,secandoconmimanolaslágrimasquenublabansusojos,comosicontinuasesiendolapequeñaLauradehacíadiezlargosaños.

Fuelamejormaneraquepudehallarparacalmarla.Apoyósucabezaenmihombroysonriódébilmenteatravésdesuslágrimas.

—Cuánto siento haberme comportado de este modo —declaró con

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sencillez—.Nomeencontrabamuybien,mehesentidomuynerviosaydébilestosúltimosdíasymuchasveces lloro sin razóncuandoestoy sola.Yameencuentromejorypuedocontestarlecomoesdebido,señorGilmore,deveraspuedohacerlo.

—No,no—repliqué—.Demosporterminadalacuestiónporahora.Yameha dicho usted bastante para que sepa lo que tengo que hacer y lo quemásconvenga a sus intereses. Dejemos los detalles para otra ocasión. Vamos aolvidarnosdelosnegocios,hablemosdeotrascosas.

Yenseguidallevélaconversaciónporotrocamino.Alosdiezminutossehabíacalmadoymelevantéparadespedirme.

—Vuelva—dijocongravedad—.Trataréde respondermejora suafectohaciamíysupreocupaciónpormisinteresescuandovuelvaotravez.

Continuabaagarrándosealpasado…,¡alpasadoqueyorepresentabaparaella,amimanera,comoa lasuya lorepresentaba laseñoritaHalcombe!Mepreocupaba profundamente verla mirar para atrás cuando se hablaba delcomienzodesucaminoexactamentecomomiroyoahoracuandomehalloalfinaldelmío.

—Sivuelvo,esperoencontrarlamejor—ledije—,mejorymásfeliz.¡Dioslabendiga,queridamía!

Me contestó ofreciéndome su mejilla para que la besase. Hasta losabogadostienencorazón,yelmíosecrispóaldespedirmedeella.

La entrevista nohabría duradomásdemedia hora, y sin que ella dejaseentrever con una sola palabra cuál era elmisterio de su profunda tristeza ydecaimientoantelaideadecasarse,habíaconseguidoganarmeparasucausaconel findeapoyarlaenestepleitosinqueyosupieracómoniporqué.AlentrarensucuartoestabapersuadidodequeSirPercivalteníacompletarazónpara quejarse de la manera con que le trataba, y cuando salí alimentaba lasecreta esperanza de que las cosas terminasen de modo que ella le hicieracumplir su palabra y rompiera el compromiso. Un hombre de mis años yexperienciadebíasaberguardarsededudastanirrazonables.Nopuedobuscardisculpasparamiactitud;únicamentepuedocontarlaverdad,decir:fueasí.

Seacercabalahoraenquedebíamarcharme.EnviérecadoalseñorFairliediciéndole que esperaría para despedirme de él, si así lo deseaba, pero quetendría que disculparme, pues no disponía de mucho tiempo. Me envió unmensajeescritoalápizenunacuartillaquedecía:

«Recibamiafectoymejoresdeseos,queridoGilmore.Lasprisasdetodotipo siempre son indeciblemente perjudiciales para mí. Por favor, cuídeseusted.Adiós.»

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Antes de marcharme me encontré un momento a solas con la señoritaHalcombe.

—¿HadichoustedaLauratodoloquequeríadecirle?—preguntó.

—Sí—repliqué—.Estámuydébilynerviosa.Mealegromuchodequelatengaaustedparacuidarla.

LosojospenetrantesdelaseñoritaHalcombeescudriñaronlosmíos.

—HavariadoustedsuopiniónrespectoaLaura—dijo—.Estáustedmásdispuestoahacerleconcesionesdeloqueestabaayer.

No hay hombre sensato que se atreva a sostener un sutil intercambio depalabrasconunamujersinestarpreparadoparaello.Melimitéacontestar:

—Téngamealcorrientedeloquesuceda.Noharénadahastatenernoticiassuyas.

Siguiómirándomeconfijeza.

—¡Cuánto desearía que todo hubiera terminado ya, señor Gilmore..., lomismoquelodeseausted!

Yconestaspalabrasseseparódemí.

SirPercival insistióconextremacortesíaenacompañarmehastaelcochequeesperabaalapuerta.

—Si alguna vez se encuentra usted cerca de mi casa —me dijo—, noolvide, se lo ruego, que deseo sinceramente que nos conozcamosmejor. Elviejo y fiel amigo de esta familia será siempre bienvenido en cualquiera demiscasas.

Eraunhombrerealmenteirresistible—cortés,considerado,encantadorensufaltadeorgullo,uncaballerodelospiesalacabeza.Mientraselcochemellevabaalaestación,comprendíqueeracapazdehacercualquiercosa,yconverdaderogusto,para favoreceraSirPercivalGlyde.Cualquiercosadeestemundomenosprepararleelcontratodematrimoniodesuprometida.

III

DespuésdemiregresoaLondrestranscurrióunasemanasinquerecibieranoticiasdelaseñoritaHalcombe.

Aloctavodíaencontrésobremimesa,entreotrascartas,unaescritadesupuñoyletra.

En ella me anunciaba que Sir Percival Glyde había sido aceptadodefinitivamente, y que el matrimonio se celebraría por expreso deseo delnovio,antesde findeaño.Según todas lasprobabilidades, secasaríanen la

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segunda quincena de diciembre. La señorita Fairlie cumplía veintiún años afinalesdemarzo.Portantosisecumplíaloconvenido,seríalaesposadeSirPercivalunostresmesesantesdellegarasumayoríadeedad.

Nodeberíahabermesorprendido,nodeberíahabermeentristecido;perosinembargo me sorprendió y entristeció. A estos sentimientos se unía ciertadecepciónporellaconismodelaseñoritaHalcombe,ytodoelloacabóconmiserenidad para lo que restaba del día. En seis líneas mi corresponsal meanunciabaquelabodaestabaconcertada;entreslíneasmás,medecíaqueSirPercivalhabíaabandonadoCumberlandpararetornarasucasadeHampshire,y en dos frases concluyentes me informaba primero, que Laura necesitabacambiardeaireyambientey,segundo,quehabíaresueltointentarestecambioy llevar a su hermana a Yorkshire a casa de unos antiguos amigos. AsíterminabalacartasinunapalabraquemeexplicasequécircunstanciashabíanhechoquelaseñoritaFairlieaceptaseasirPercivalGlydetansólounasemanadespuésdequeyolahubieravisto.

Algún tiempo después supe la causa que determinó esta rápida decisión.Masnomecorrespondeamírelatarlo,conlasimperfeccionesquesuponeunaevidenciaindirecta.YaquesucedióenpresenciadelaseñoritaHalcombe,ellalo contará cuando le llegue el turno con todo detalle y tal y como sucedió.Mientrastanto,laobligaciónquemequedaporcumplir—antesdequeyo,ami vez deje mi pluma y desaparezca de esta historia— es relatar el únicoacontecimientorelacionadoconelmatrimoniodelaseñoritaFairlieenelquetoméparteactiva:esdecir,laredaccióndesucontrato.

Es imposible contar de una manera clara cómo hubo de redactarse eldocumento sin entrar en ciertos detalles referentes al pecunio de la novia.Trataré de ser breve y conciso y de prescindir de oscuros tecnicismosprofesionales. El tema es demáxima importancia.Advierto a todos los quelean estas líneas que la herencia de la señorita Fairlie ocupa un lugar muyespecial en su historia; y que, en este particular, la intervención del señorGilmoreesindispensablequeseaconocidaporlosquedeseencomprenderlossucesosquesiguen.

LaherenciaquecorresponderíaalaseñoritaFairlieprocedíadedospartesdedistintaíndole:unadeellaseraunaposibleherenciaqueledejaríaalmorirsu tío en bienes raíces, es decir tierras, y otra una herencia real, propiedadpersonal,esdecir,eldineroquerecibiríaalalcanzarlamayoríadeedad.

Vamosaocuparnosantetododelastierras.

EntiemposdelabuelopaternodelaseñoritaFairlie(alquedesignaremoscomoseñorFairlieelmayor), lasucesiónde laspropiedadesdeLimmeridgesehallabaestablecidaenlascondicionessiguientes:

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Almorir el señor Fairlie, el mayor, quedaron tres hijos varones: Philip,Frederick y Arthur. Philip, como hijo mayor, heredaría las propiedades deLimmeridge.Simoríasindejarunhijovarón,lapropiedadpasabaalhermanosegundo,Frederick,ysiéstetambiénmoríasinhijovarón,todoquedabaparaeltercerhermano,Arthur.

Murió primero Philip Fairlie, dejando una hija única, nuestraLaura; portanto, todas las propiedades, según establecía la ley, pasaron al segundohermano, Frederick, que estaba soltero. El tercer hermano, Arthur, habíamuertomuchos años antes de Philip, dejando un hijo y una hija. El hijo seahogó a los dieciocho años enOxford, y quedóLaura, hija del señorPhilipFairlie,comopresuntaherederade laspropiedadesdesu tíoFrederik siéstemoríasindejardescendenciamasculina.

Portanto,exceptoenelcasodequesecasaraelseñorFrederickFairlieydejase un heredero (probablemente las últimas cosas en este mundo que legustaría hacer), su sobrina Laura sería su heredera, pero, no había queolvidarlo, sólo tendría derecho al usufructo de las propiedades. Si muriesesolteraosinhijos,laspropiedadesrecaeríanensuprimaMagdalena,hijadelseñorArthurFairlie.Sisecasaba,disponiendoelcorrespondientecontrato—es decir, el contrato que yo había de redactar, disfrutaría de la renta de lasfincas (tresmil libras al año, bien contadas). Simoría antes que sumarido,ésteseríaelusufructuariohastasumuerte.Sidejaseunhijovarón,ésteseríaelheredero con preferencia ante su primaMagdalena. Así que al casarse SinPercival con la señorita Fairlie, esperaba aquél (en lo que se refería a losbienes raíces de su mujer), que a la muerte de su tío Frederick se lepresentasenestasdosagradablesposibilidades:una,ladedisfrutardelarentaanualdetresmillibras(conautorizacióndesumujer,mientraséstavivieseyporderechopropiosiéllasobrevivía),yotra,laherenciadeLimmeridgeparasuhijosiesquelotuviese.

EsoeraloestablecidorespectoalosbienesraícesyladistribucióndesusrentasenloqueafectabaalmatrimoniodelaseñoritaFairlie.EnestapartenoeradeesperarquesurgiesedificultadalgunaodesacuerdoentreelabogadodeSirPercivalyyomismoalahoradeestablecerelcontratodelaesposa.

Lafortunapersonal,odichodeotraforma,eldinerodelquedispondríalaseñoritaFairlieencuantoalcanzasesumayoríadeedad,eselsegundopuntoquehayqueconsiderar.

Estapartedelaherenciaconstituíaporsísolaunacantidadmuyrespetable.Seestipulabaeneltestamentodesupadreyalcanzabalasumadeveintemillibras.AdemásdisponíadelusufructodelarentadeotrasdiezmilqueencasodesufallecimientopasaríanasutíaEleonor,únicahermanadesupadre.Paraque los lectores puedan darse cuenta clara y exacta de los asuntos de la

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familia,seráconvenientequemedetengaaexponerlasrazonesporlascualeslatíahabíadeesperaralamuertedesusobrinaparaentrarenposesióndesulegado.

El señor Philip Fairlie se mantuvo en perfecta armonía con su hermanaEleonor,mientras ésta permaneció soltera.Mas cuando se casó, ya un pocotarde, con un caballero italiano llamado Fosco (más exactamente, unaristócrata italiano, pues usaba el título de conde) su decisión provocó unareprobacióntanseveraporpartedelseñorFairliequecortótodarelaciónconellayllegóhastaaborrarsunombredesutestamento.Losdemásmiembrosde la familia encontraron que tal manifestación de su resentimiento por elmatrimoniodesuhermanaeramásomenosinfundado.ElcondeFosconoerarico,pero tampocounpelagatosaventurero.Teníaunarentapropia,modestaperonadadespreciable,habíavividomuchosañosenInglaterrayocupabaunaexcelente posición social. Pero estos méritos no valían nada a los ojos delseñorFairlie.Enmuchasdesusconviccioneserauninglésdelaviejaescuela;odiaba a un extranjero simplemente porque era extranjero. Lo más que seconsiguió de él al cabo de los años y gracias a lamediación de la señoritaFairlie, fue restituir el nombre de su hermana en el antiguo lugar de sutestamento,mas con la condición de que esperase a disponer de su legado,pues suhijapercibiría la rentavitaliciadelcapital,yelpropiocapital, enelcaso de que su tía falleciese antes que ella, pasaría a su primaMagdalena.Considerandolasedadesdeambasmujereslasposibilidadesdelatía,sinadaalterabaelcursonormaldelavida,deentrarenposesióndelasdiezmillibras,quedaban reducidas al límite de lo probable yMadame Fosco demostró suresentimientocontralamaneradesertratadaporsuhermanoconunadecisióntaninjustacomosueleocurrirenestoscasoscuandoprohibióasusobrinalaentrada en su casa, resistiéndose a creer que, gracias a la intervenciónde laseñorita Fairlie, su nombre había sido restituido en el testamento del señorFairlie.

Esta era la historia de las diez mil libras. Tampoco aquí habíadesavenenciasconelabogadodesirPercival.Larentaestaríaadisposicióndelaesposa,yasumuertelafortunairíaasutíaoasuprima.

Aclaradastodasestascuestionesprevias,llegoporfinalpuntocrucialdelahistoria.Alasveintemillibras.

Esta fortuna sería propiedad absoluta de la señorita Fairlie en cuantocumplieseveintiúnaños;ylasdisposicionesquepudiesetomarparaelfuturodependíanenprimertérminodelascondicionesqueyoconsiguieseestableceren su contrato dematrimonio. Las restantes cláusulas del documento teníancarácter estrictamente formal y no merecen siquiera mencionarse. Pero larelativa a este dinero es demasiado importante para pasarla por alto. Unascuantaslíneasdaránideaclaradeello.

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Lascondicionesquepresentéreferentesalusoydisposicióndelasveintemillibrasfueronlassiguientes:latotalidaddelafortunadeberíacolocarsedemodo que su dueña disfrutase de la renta íntegra durante toda su vida. Simoría,suesposodispondríadelusufructoyelcapitalpasaríaaloshijossiloshubiese.Sinoloshubiese,sudueñapodíadisponerlibrementedelafortunaensutestamentoparalocualyolereservabaelderechodetestar.Elresultadodeestascondicionespuederesumirseasí:siLadyGlyde(Laura)moríasindejarhijos,suhermanastralaseñoritaHalcombe,yotrosfamiliares,percibirían,alamuertedesuesposo,loslegadosqueellahubieradispuesto.Yporotrolado,simoríadejandohijos,naturalmentelosderechosdeéstosseimponíanalosdetodoslosdemás.Estaeralacláusulaqueredacté,yesperoquetodoelquelalea esté de acuerdo conmigo en que no podía sermás justa con cada parteinteresada.

Veamoscómoserecibieronmisproposicionesporpartedelmarido.

Cuando recibí la cartade la señoritaHalcombemehallabamásocupadoque de ordinario. Perome esforcé por encontrar tiempo para ocuparme delcontrato.YnohabíatranscurridounasemanadesdequelaseñoritaHalcombeme escribió anunciándome elmatrimonio, que lo tuve redactado y envié lacopiaalprocuradordeSirPercivalparaquediesesuconformidad.

Alcabodedosdíasmeremitieroneldocumentoconnotasyobservacionesdelabogadodelbarón.Engeneral,susobjecioneserandeíndoletécnicaydeescasa importancia, hasta llegar a la cláusula relativa a lasveintemil libras.Estaestabamarcadacondoslíneasentintarojaylaacompañabalasiguientenota:

«Inadmisible.ElcapitaldebeiraSirPercivalGlydesisobreviviesealadyGlydenohabiendodescendenciadeambos».

Es decir, que ni un penique de las veintemil libras pasaría a la señoritaHalcombeoacualquierotroparienteoamigodeladyGlyde.Latotalidaddelafortunairíaapararalbolsillodesumarido.

Aestaatrevidaproposicióncontestétodolosecaybrevementequepude:

«Muy señor mío: Respecto al contrato de la señorita Fairlie, mantengoíntegralacláusulaqueseniegaaaceptar.Suyoafectísimo...»

Uncuartodehoradespuésllególarespuesta:

«Muyseñormío:ContratodelaseñoritaFairlie.Mantengoíntegralanotaatintarojaqueustedrechaza.Suyoafectísimo...»

Hablando en la detestable jerga moderna, nos hallábamos en un «puntomuerto»ynonosquedabaotroremedioqueconsultarconnuestrosrespectivosclientes.

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Tal como estaban las cosas, mi cliente—ya que la señorita Fairlie, nohabíacumplidolosveintiúnaños—,erasututor,elseñorFrederickFairlie.Leescribí ese mismo día y le presenté el caso tal y como lo veía; no sóloaportando todos losargumentosquesemeocurrieronparaquesesostuvieseen los términosqueyoestablecí, sinoque lehacía resaltarque labasede lanegativaparalacláusuladelasveintemillibrassefundabaenunmotivoruin.Además, yo me había tenido que enterar de la situación económica de SirPercival Glyde al revisar las escrituras de sus propiedades que, como esnaturalmeremitieronparamiconocimiento,ypudeverqueeranenormeslashipotecas que gravaban sus tierras, y aunque nominalmente sus rentas erancuantiosas,paraunhombredesuposiciónsocialresultabaninsignificantes.LoquenecesitabaSirPercivaleradinerocontanteysonante,ylanotaquepusosuabogadoenmicláusulanoerasinolaexpresióndesusdeseosegoístas.

RecibíavueltadecorreolarespuestadelseñorFairlie,queresultóser lomásdesatinadaeirritantequecabe.Traducidaalingléscorrienteseexpresaba,pocomásomenosenestostérminos:

«¿Quisierasertanamable,queridoGilmore,denomolestarasuclienteyamigoconunacontingencia tan remotacomoexigua?¿Esprobablequeunajovendeveintiúnañosmueraantesqueunhombredecuarentaycincoyqueademásmuerasin sucesión?Porotro lado,¿seráposibleapreciaren todosuvalor,enunmundodemiseriastalcomoelquevivimos,elméritoinmensodela paz y de la tranquilidad? Si estas dos bendiciones del Cielo pudierancomprarse a cambio de esa insignificancia material que supone la remotaposibilidaddeposeerveintemillibras,¿noresultaráelnegociomaravilloso?Abuenseguroquesí.Entonces,¿porquénohacerlo?»

Conindignacióntiré lacarta.Apenashabíacaídoalsuelo, llamaronamipuertayaparecióenelumbralelseñorMerriman,procuradordeSirPercival.Enestemundohaymuchasespeciesdehombresdeleyeshábiles,perolamásdifícil de tratar es la de los que le cogen a uno por sorpresa burlando suatenciónconlasaparienciasdeunbuenhumorimperturbable.

Unhombredenegociosgordo,bienalimentado,sonrienteyamigableeslomásdesesperantequeexisteparacualquieraquetengaquetratarconél.YelseñorMerrimanpertenecíaaestaespecie.

—¿QuétalsigueelbuenodelseñorGilmore?—empezódiciendoalavezque irradiaba el calor de su propia afabilidad—. Encantado de verle en tanexcelenteestadodesalud.Pasabapordelantedesucasaycreíque lomejorseríasubirasaludarleporsiteníaustedalgonuevoquecomunicarme...Bien...Si leparecevamosaver si entre losdosydepalabra solucionamosnuestrapequeñadiferenciadecriterio.¿Hatenidoustednoticiadesucliente?

—Sí.¿Lashatenidousteddelsuyo?

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—¡Amigomío, lo que desearía tenerlas!De todo corazón estoy soñandoconquemelibredeesteagobioyresponsabilidadquepesasobremí,peroesobstinado, mejor dicho, resuelto, y no cederá... «Merriman, ocúpese de losdetalles.Hagaloquecreamásacertadoparamisinteresesyconsiderequeyonocuentoparanadaeneste asuntohastaquenoesté todoarreglado.»EstasfueronlaspalabrasdeSirPercivalharácosadequincedías,ytodoloqueheconseguidodeélahoraesquemelasvuelvaarepetir.Yonosoyunhombreinflexible, como usted sabe, señor Gilmore. Personal y particularmente leaseguro que me encantaría borrar ahora mismo esa nota mía. Pero si SirPercivalGlydenoquiereocuparsedeeste asuntoycierra losojosa todo loque yo decida respecto a sus intereses, ¿qué partido voy a tomar sino el dedefenderlos cuanto pueda? Tengo las manos atadas, ¿no lo ve usted, miqueridoseñor?Tengolasmanosatadas.

—Entonces¿mantieneustedlanotasobrelacláusula?—dije.

—¡Sí,yqueeldiabloselalleve!Nomequedaotraalternativa.

Fuehacialachimeneaysepusoalamordelalumbre,campechanamentecanturreandounatonadaconhermosavozdebajo.

—¿Qué dice su cliente?—continuó—. Dígame, por favor, ¿qué dice sucliente?

Mediovergüenzacontestarlelaverdad.Tratédeganartiempo.Ehicealgopeor.Misinstintoslegalesmedominaronyquisellegaraunacuerdo.

—Veinte mil libras es una cantidad demasiado considerable para que lafamiliadelanoviarenuncieaellaendosdías—contesté.

—Muy cierto— replicó el señor Merriman contemplando pensativo lapunta de sus botas—. Muy lógica esa contestación, completamente lógica,señor...

—Quizá a mi cliente no le hubiera asustado tanto si se llegase a uncompromisoquepusieraasalvolosinteresesdelafamiliadelaesposatantocomo los del marido —continué diciendo—. Veamos, veamos, quizá estacontingenciapuedaresolversetrasunpequeñoregateo,despuésdetodo.¿Cuáleselmínimoconquesecontentaría?

—El mínimo con que nos contentaríamos —dijo Merriman— esdiecinuevemilnovecientasnoventaynuevelibras,diecinuevechelines,oncepeniquesytrescentavos.¡Ja,ja,ja!señorGilmore,perdóneme,peronopuedoprescindirdeestaspequeñasbromas.

—¡Pequeñas!—observé—.Valeexactamenteeloctavoquemequedaparamí.

ElseñorMerrimanestabaencantado.Mirespuestalehizodesternillarsede

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risa. Yo, pormi parte, no estaba ni lamitad de divertido que él y volví alasuntoparaterminarlaentrevista.

—Estamos a viernes —le dije—. Concédanos plazo hasta el próximomartesparadarlarespuestadefinitiva.

—Desdeluego—contestóMerriman—.Ymásdíasaún,miqueridoseñor,siustedquiere.

Cogióelsombreroparasalir,peromehablódenuevo:

—Porcierto—dijo—.¿HanvueltoasabersusclientesdeCumberlanddelamujerqueescribióelanónimo?

—No—contesté—.¿Haencontradoustedalgunapistadeella?

—Aúnno—dijomiamigojurista—.Peronoperdemoslaesperanza.SirPercivalsospechaquehayalguienquelaesconde,yloqueestamoshaciendoesvigilaraesealguien.

—¿Se refiere usted a la vieja que la acompañaba en Cumberland? —pregunté—.

—Vamos por otro lado, señorGilmore—contestó el señorMerriman—.Nohemoslogradodarconlaviejatodavía.Nuestroalguienesunhombre.LetenemosmuyvigiladoaquíenLondresyalbergamosseriassospechasdequeél tiene algo que ver con su escapatoria del sanatorio. Sir Percival queríainterrogarleenseguida,peroyoledije:«No.Sileinterrogamosleponemosenguardia. Vigilémoslo y esperemos» Ya veremos qué pasa. Es una mujerpeligrosa, señor Gilmore, para dejarla suelta, y nadie sabe lo que puedeocurrírselehastaahora.Buenosdías.Esperoqueelpróximomartestendréelplacerderecibirnoticiassuyas.

Esbozóunasonrisaamigableyabandonómidespacho.

Durante la última parte de la conversación con mi amigo jurista habíaestadodistraído.Mehallaba tanpreocupadoconelcontratoqueotros temasnopodíanllamarmiatención,yencuantoquedésoloempecéapensarenloquedeberíahacerdesdeesemomento.

Simiclientenohubiesesidoquienera,hubieraseguidosusinstrucciones,pormuchoquemedesagradasen,yrenunciaríaenelactoalacláusulaacercade lasveintemil libras.Masnopodíaobrarconesa indiferenciaprofesionalcuandosetratabadelaseñoritaFairlie.Meinspirabaunhonestosentimientodeafectoyadmiración,teníagratosrecuerdosdesupadre,quienfueparamíelmejor cliente y amigo que un hombre puede encontrar; sentía hacia ella,ahoraquepreparabasucontratodematrimonio,lomismoquesentiríaporunahija,sinofueseunviejosolterón,yestabadecididoacualquiersacrificioparadefender sus intereses. No había que pensar en escribir al señor Fairlie por

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segundavez,puessóloserviríaparadarleunanuevaoportunidadparasalirsepor la tangente. Si le viera y pudiera convencerle personalmente, tal vezconsiguiera algo más útil. Al día siguiente era sábado. Decidí comprar elbillete de ida y vuelta, y dirigirmis viejos huesos haciaCumberland con lapretensiónde convencerleparaque semantuviera en los caucesde lo justo,independienteyhonrado.Noteníadudadequeeraunapretensiónvana,perocuando hubiera intentado realizarla mi conciencia quedaría más tranquila.Debíahacertodoloqueeraposiblehacerenmisituaciónporlaúnicahijademiantiguoamigo.

El sábado amaneció un día espléndido con viento de poniente y solradiante.Últimamentehabíavueltoa teneresaopresiónypesadezdecabezacontra la que mi médico venía haciéndome serias advertencias desde hacíamás de dos años; decidí aprovechar la oportunidad para hacer un poco deejercicio adicional y, después de enviarmimaleta por delante, fui andandohastalaestacióndeEuston.CuandodabalavueltaporlacalledeHolborn,unseñor que andabamuydeprisa se paró ymedirigió la palabra.Era el señorWalterHartright.

Siélnomehubiesesaludadoyohubierapasadodelargo.Habíacambiadotanto que me costó reconocerlo. Su rostro estaba pálido y demacrado, susmovimientoseranprecipitadosyvacilantes,yyo,quelerecordabavestidoconelegancia y pulcritud, cuando le conocí en Limmeridge, le veía ahora tandesaliñadoquemeavergonzaríasiunodemisescribientessevistieraasí.

—¿Cuándo volvió usted de Cumberland?—me preguntó—. Hace pocotuve noticias de la señorita Halcombe. Ya sé que han aceptado lasexplicacionesde sirPercivalGlyde. ¿Secelebrarápronto laboda?¿Lo sabeusted,señorGilmore?

Hablaba con tanta precipitación y me hacía sus preguntassimultáneamente,demaneratanextrañayconfusa,queapenaslepodíaseguir.Aunque incidentalmentehubiese tratado con cierta intimidad a la familia deLimmeridgenocreíayoque tuviesederechoaaspiraraquese le informasesobresusasuntosprivados.Decidí,pues,acabarprontoylomejorquepudieseconelasuntodelabodadelaseñoritaFairlie.

—EltiempolodiráseñorHartright,eltiempolodirá—contesté—.Quierodecir que falta poco para que leamos sobre la boda en los periódicos.Perdóneme que se lo diga... pero lamento ver que no tiene usted tan buenaspectocomocuandoleconocí.

Unamomentánea contracción nerviosa agitó sus labios y sus ojos y casimehizoarrepentirmedehaberlecontestadocontanmarcadareserva.

—No tengo derecho a preguntarle nada acerca de la boda —dijo con

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amargura—;hedeesperaraleerloenlosperiódicoscomotodoelmundo.Sí—continuó, antes de que yo pudiese disculparme—. No he estado bienúltimamente.MevoyamarcharfueradeInglaterraparacambiardeambienteydeocupación.LaseñoritaHalcombehatenidolaamabilidaddeapoyarmeyse han aceptado mis informes. Me marcho muy lejos, pero me tiene sincuidadonidóndevoy,nisielclimaesbueno,nicuántotiempoestaréfuera.

Mirabaasualrededormientrashablaba,altumultodelagentequepasabaa derecha e izquierda, con una expresión de extraña suspicacia, como sitemiesequealguiennosestuvieraobservando.

—Ledeseobuenasuerteyquevuelvasanoysalvo—ledije.Yañadí,paradisiparsuimpresióndequelomanteníaarayaenloquesereferíaalosFairlie—. Me voy ahora a Limmeridge para tratar unos asuntos. La señoritaHalcombeylaseñoritaFairliesehanidoaYorkshire,acasadeunosamigos.

Brillaron sus ojos yme pareció que quería decirme algo, pero lamismacontracciónnerviosadeantesdesfigurósurostro.Cogiómimano,laestrechóconfuerzaydesaparecióentrelamultitudsinañadirunapalabra.Apesardeser para mí casi un extraño, le seguí con la mirada unos instantes, casiapenado. Pormi profesión he adquirido bastante experiencia sobre la gentejoven, y sémuy bien qué importancia tienen los indicios exteriores cuandoemprenden unmal camino, y cuando llegué a la estación tenía, aunquemedesagradedecirlo,misseriasdudasacercadelporvenirdelseñorHartright.

IV

Comosalí tempranodeLondres, lleguéaLimmeridgealahoradecenar.Lacasa,vacíayoscura,mepareciódeprimente.CreíquelaseñoraVeseymeharíacompañíaenausenciadelasseñoritas,peronosaliódesucuartoacausadeunfuertecatarro.Loscriadossesorprendierondevermellegaryecharonacorretearyadarvocessinordenniconcierto,haciendonumerosasymolestassandeces. Inclusoelmayordomo,queera lobastanteviejoparasaber loquehacía, me trajo una botella de Oporto completamente helada. Las noticiassobre la salud del señor Fairlie eran las de siempre. Y a mi aviso de quedeseabaverlemecontestóqueestaríaencantadoderecibirmealdíasiguiente,pero que la impresión recibida por mi súbita aparición lo había postrado,víctimadepalpitaciones,paraelrestodeldía.Durantetodalanocheelvientoaullófunestamenteylacasavacíasellenódeextrañoscrujidosychirridosqueprocedíandetodaspartes.Dormílopeorquecabeymelevantéporlamañanamalhumorado,paradesayunarensolitario.

A las diezme vinieron a buscar para conducirme a las habitaciones delseñorFairlie.Sehallabaenlahabitacióndesiempre,enlabutacadesiempreyen un estado de ánimo y de salud tan preocupante como siempre. Cuandoentré,suayudadecámaraestabaasulado,sosteniendoparaquelomiraseun

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gruesoálbumdegrabados,tanlargoyanchocomoeltablerodemiescritorio.Elinfelizcriadoextranjero,conelrostrocrispadoenlamuertemásmiserable,estaba a punto de desfallecer mientras su amo hojeaba con elegancia losgrabadosayudándosedeunalupaparadescubrirsusocultasbellezas.

—Miquerido,mibuenyviejoamigo—dijoelseñorFairliereclinándoseperezosamenteensusillónparavermemejor—.¿Estáustedbien?Quéamableesporsuparteveniravisitarmeyalegrarmisoledad.¡QueridoGilmore!

Esperabaquealentraryo,ordenasealcriadomarcharseperonosucediótalcosa. Seguía erguido delante de su amo temblando bajo el peso del álbummientraselseñorFairlieseguíaensusillónysusblancosdedosjugueteabantranquilamenteconlalupa.

—Hevenidoatratarconusteddeuntemamuyimportante—dije—ymeperdonarásiledigoquepreferiríaquehablásemosasolas.

El desdichado sirviente me miró con agradecimiento. El señor Fairlierepitiódébilmentemisúltimaspalabras:«Preferiríaquehablásemosasolas»,conlasseñalesdelmásprofundoasombro.

Nomeencontrabayodehumorparaseguirperdiendoeltiempo,ydecidíhacerlecomprenderaquémerefería.

—Tenga la amabilidad de decir a este hombre que semarche—le dije,señalandoalcriado.

El señor Fairlie arqueó las cejas y frunció los labios con expresión desarcásticasorpresa.

—¿Hombre?—repitió—.Me irritausted,Gilmore. ¿Enquépiensaustedllamandohombre a esto?No tienenadadeunhombre.Quizá fuesehombrehacemediahora,cuandolepedímisgrabados,yquizáseaunhombremediahora después, cuando ya no lo necesite.Ahora no esmás que un atril parasostenermislibros.¿Quépuedeimportarle,Gilmore,unatril?

—Meimporta.Porterceravez,señorFairlie,leruegoquecomprendaquedebemoshablarasolas.

Mi tono ymi actitud no le dieron alternativa para otra cosa, y tuvo quecomplacerme.Miróalcriadoyseñalóperezosamenteunasillaasulado.

—Dejeelálbumyváyase—dijoalcriado—.Nomedisgusteperdiendoelpunto en que estoy. ¿No lo habrá perdido? ¿Está seguro de que no lo haperdido?¿Hadejadolacampanillaamialcance?¿Sí?¿Puesentoncesporquénosevayadeunavez?

Elcriadosalió.ElseñorFairlieseacomodóenelsillón,limpiólalupaconunfinopañuelodebatistayserecreóechandounamiradadereojoalabierto

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álbumdegrabados.Nome fue fácil contenermienojoviendo todoaquello,peroloconseguí.

—Hevenidoaquíapesardegrandes inconvenientespersonales—dije—parasalvarlosinteresesdesusobrinaydesufamiliaycreoquetengoalgúnderechoparaqueustedmeconcedaunpocodeatención.

—¡No me censure!—exclamó el señor Fairlie cayendo hacia atrás condesmayoycerrando losojos—.¡Por favornomecensure!No tengofuerzaspararesistirlo.

EstabaresueltoanodejarmellevardemiindignaciónporelbiendeLauraFairlie.

—Lo que pretendo—continué— es rogarle que vuelva a considerar sucartaynomeobligueadespreciarlosjustosderechosdesusobrinaydesusfamiliaresyamigos.Dejequevuelvaaexponerleelcasoyéstaserálaúltimavez.

ElseñorFairliemoviólacabezaysuspirólastimosamente.

—No tiene usted corazón, Gilmore —dijo—, no lo tiene. Pero noimporta...Continúe.

Le expuse con la mayor claridad el estado de las cosas; se lo presentédesde todos los puntos de vista imaginables. Todo el tiempo que estuvehablando siguió apoyado en el respaldo de la butaca, con los ojos cerrados.Cuando terminé losabrió indolentemente,cogiósu frascodeplataconsalesqueteníasobrelamesaylasaspiróconexpresióndegozoplacentero.

—¡Qué bueno es usted Gilmore —decía mientras las olfateaba—, quéamableesporsupartehacerlo!¡Consigueustedqueunosereconcilieconlanaturalezahumana!

—SeñorFairlie...leruegoquemecontesteconlamismaclaridadconqueyolepregunto.VuelvoarepetirlequeSirPercivalnotieneelmenorderechoapretenderotracosaquelasrentasdelcapital.Elcapitalensí,encasodequesusobrina no tuviera hijos, debe pasar a las personas de su familia. Si ustedmuestra firmeza, Sir Percival tendrá que ceder, no tiene más remedio queceder, se lo aseguro,puesdeotromodo se exponeadespertar sospechasdequesecasaconlaseñoritaFairlieporrazonesexclusivamentedeinterés.

El señor Fairlie sacudió el frasco de plata con un gesto de amenazaburlona.

—Mi querido viejo Gilmore... ¡Lo que usted odia es todo lo que seanombre y rango en sociedad!...Usted detesta aGlyde sencillamente porquelleva el título de barón. ¡Es usted un radical! Oh, Dios mío, ¡es usted unradical!

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¡¡¡Un radical!!! Podría aguantarle muchas impertinencias pero habiendosostenidotodalavidalosprincipiosmásconservadoresnopuderesistireloírllamarmeradical.Sentíquelasangremehervía,saltédelasillaymequedémudodeindignación.

—¡No dé golpes en el suelo!—gimió el señor Fairlie—. ¡Por amor deDios,nodégolpesenelsuelo!¡DignísimoentretodoslosGilmoresposibles!Nohequeridoofenderle.Yomismotengounasideastansumamenteliberalesque creo que también yo soy un radical. Sí. Somos una buena pareja deradicales. Por favor no se enfade.No estoy en condiciones de discutir..., notengo suficiente vitalidad para ello. ¿Dejamos este tema? Sí. Acérquese acomprender la pureza divina de estas líneas ¡Por favor, sea bueno queridoGilmore!

Mientras balbuceaba estas palabras yo, por suerte parami capacidad derespetarmeamímismo, fui recobrandomis sentidos.Cuandovolví ahablartuve el suficiente dominio demí para contestar a sus impertinencias con eltácitodesprecioquemerecían.

—Está usted totalmente equivocado, señor —le dije—, suponiendo quemantengoelmenorprejuiciocontraSirPercivalGlyde.Lamentoquesehayaconfiadoaciegasasuabogadoparatratarestacuestión,hastaelpuntodeserimposibleacercárselepara tratarla;perono tengoningúnprejuiciocontraél.Loque sostengo se lodiríadecualquieraque seencontraseen su situación,seacualfueresuposiciónsocial.Elprincipioquemantengoesreconocidoportodos.Siustedacudiesealprimerabogadoserioqueencontraseenelprimerpuebloqueseleocurralediría,sinconocerle,lomismoqueyoledigocomoamigo.Leharía saber que ese absoluto abandonodel capital de lamujer enmanosdelhombreconquesecasavacontratodaslasleyes.Senegaríaconlaprudencia jurídica más elemental a dar al marido, sean cuales fueren lascircunstancias,laposibilidaddeserdueñodeveintemillibrasalamuertedesumujer.

—¿Haría eso realmente, Gilmore? —dijo el señor Fairlie—. Con quedijesealgoquefueralamitaddehorribleleaseguroaustedqueyotocaríalacampanillayordenaríaaLouisqueleecharainmediatamentedemicasa.

—Noconseguiráustedalterarme,señorFairlie.Porelbiendesusobrinaypor la memoria de su padre no me hará perder los estribos. Antes deabandonar esta habitación descargaré sobre usted toda la responsabilidad deestecontratoignominioso.

—¡No.…, por favor!—dijo el señor Fairlie—. Piense que su tiempo esprecioso,Gilmore;nolomalgaste.Yodiscutiríaconustedsipudiese,peronopuedo, no tengo suficiente vitalidad. Quiere trastornarme, trastornarse a símismo,trastornaraGlydeytrastornaraLaura;y...¡válgameDios!,todopor

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causadealgoquenotienelamenorprobabilidaddelmundodesuceder.No,amigomío,no...Enbiendelapazydelatranquilidad,positivamente.No.

—¿Deboentenderentoncesquesiguefirmeenladecisiónexpresadaensucarta?

—Sí,por favor.Encantadodequeal finnos entendamos.Siéntese, se lopido.

Almomentomedirigíalapuerta,yelseñorFairlieagitóconresignaciónsucampanilla.Antesdesalirmevolvíylehabléporúltimavez.

—Pase lo que pase en el futuro, señor —le dije—, recuerde que hecumplidoconmiobligacióndeprevenirleausted.Antesdemarcharmequierodecirletambiéncomofielamigoyservidordesufamilia,quejamáspermitiríaque una hija mía se casase con ningún hombre del mundo con base en uncontratosemejantealquemeobligaustedahacerparalaseñoritaFairlie.

Seabriólapuertayelcriadoesperóenelumbral.

—Louis —dijo el señor Fairlie—; acompañe abajo al señor Gilmore yvuelvaluegoparasostenermeellibrodegrabados.Hagaquelesirvanunbuenalmuerzo,Gilmore.Sí,hagaqueestosbestiasdecriadosquetengolesirvanunbuenalmuerzo.

Me encontraba demasiado desanimado para contestar, así que di mediavuelta y me marché en silencio. A las dos de la tarde había un tren paraLondresyenélregreséamicasa.

El martes envié el contrato modificado, en el que, prácticamente,desheredabaalaspersonasalasquelapropiaseñoritaFairliemehabíadichoquedeseababeneficiar.No teníaotro remedio.Simehubiesenegadoaello,otroabogadohubieraconsumadoelhecho.

Ha terminadomi tarea.La parte que tomé en esta historia de familia noalcanzamásquealoqueacaboderelatar.Otrasplumasdistintascontaránlosextrañosacontecimientosquesiguen.Contristezayconsolemnidadconcluyoeste breve atestado.Con tristeza y con solemnidad repito ahora las palabrasconquemedespedíenLimmeridge:«Jamásunahijamíasehubiesecasadoconningúnhombredelmundoconbaseenuncontrato semejantealqueyoestabaobligadoahacerparaLauraFairlie.»

RELATODEMARIANHALCOMBE

EXTRAÍDODESUDIARIO

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LIMMERIDGE

Día8deNoviembre.

ElseñorGilmorenosabandonóestamañana.Esevidentequesuentrevistacon Laura le ha sorprendido y apenado mucho más de lo que él quisierareconocer.Mechocarontantosuaspectoysuactitudcuandonosseparamos,quetemíqueella,sindarsecuenta,hubieradescubiertoelauténticosecretodesudepresiónydemiintranquilidad.Estadudameatormentabatantocuandosemarchó,quedeclinélainvitacióndepasearacaballoconSirPercivalyfuienvezdeelloalcuartodeLaura.

En lo referente a este difícil y lamentable asunto, experimentaba yo unadesoladadesconfianzaenmímismadesdequemedicuentademiignoranciarespecto a lo fuerte que era la desdichada inclinación de Laura.Debí haberpensado que la delicadeza y sensibilidad y el concepto del honor que mehabían atraído hacia el pobreHartright, y quemehabían hecho admirarle yrespetarle con tanta sinceridad, eran precisamente las cualidades queresultaban más irresistibles para Laura, por su misma naturaleza sensible ygenerosa.Ysinembargo,hastaque,porsupropiodeseo,nomedescubriólaverdad,nofuicapazdesospecharqueestesentimiento,nuevoenella,habíaechado tan hondas raíces. Entonces pensé que el tiempo ymis cuidados loborrarían.Ahoratemoqueestesentimientoperduraráyalterarásuvida.Yeldescubrir quehe cometidoungrave error juzgándola como lohicemehacedudar ahora de todo lo demás. Dudo de Sir Percival, teniendo delante laspruebas más palpables. Dudo incluso de hablar con Laura. Esta mismamañana,enfin,conlamanoenelpicaporte,hedudadosideberíaformularlaspreguntasquehabíavenidoahacerle.

Cuandoalfinentréensuhabitaciónlahallépaseandodeunladoaotrodesu saloncito conmuestras de impaciencia. La excitación había coloreado surostro;seabalanzósobremíantesdequepudierapronunciarunasolapalabra.

—¡Cuántodeseabaquevinieses!—dijo—.Siéntateconmigoenel sofá...¡Marian!, no puedo resistir más tiempo... Debo y quiero terminar con estasituación.

Habíademasiadocalorensusmejillas,demasiadaenergíaensuactitudydemasiada firmeza en su voz. En una mano tenía el álbum de dibujos deHartright,ese librofatalsobreelquesepasa lashorassoñandosiemprequeeste sola.Empecé por quitárselo con decidida suavidady lo puse sobre unamesa,lejosdesumirada.

—Cálmate y dime, querida, qué es lo quepretendes hacer—dije—. ¿EsqueelseñorGilmoretehaaconsejadoalgo?

Moviónegativamentelacabeza.

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—No,nomehadichonada respectoa loqueestoypensandoahora.Fuemuycariñosoymuybuenoconmigo,Marian,ymedavergüenzaconfesartequelehicepasarunmalrato,porquemeechéallorar...Soyunadesgraciada,noconsigocontrolarme.Maspormibienyporeldetodoshedetenerelvalorsuficienteparaterminardeunavez.

—¿Quieres decir que necesitas valor para anular el compromiso? —pregunté.

—No—repusoconsencillez—.Valor,querida,paradecirlaverdad.

Meechólosbrazosalcuelloyocultólacabezaenmipecho.Enlaparteopuestadelahabitaciónhabíaunretratodesupadre.Meinclinésobreellayviqueno separabadeél sumiradamientras sucabezadescansaba sobremipecho.

—No podría pedir jamás que se anulase mi compromiso—continuó—.Cualquieraqueseaelfinal,paramíserádesastroso.Loúnicoquepuedohaceresnoagravareldesastreanulandouncompromisoolvidandoasí lasúltimaspalabrasdemipadre.

—Entonces,¿quétepropones?—pregunté.

—Decir la verdad a Sir Percival; decírsela de mis propios labios —contestó-,ysiélquiere,quemeliberevoluntariamentedemipromesa,ynoporqueyoselopidasinoporqueéllosabrátodo.

—¿Quéquieresdecircontodo?ASirPercivallebastarásaber(élmismomelodijo)queelcumplimientodeestecompromisocontraríatusdeseos.

—¿Cómovoyadecírselo,sifuemipadrequienestablecióelcompromisoconmiconsentimiento?Yohubieramantenidomipromesa;sinalegría,sientodecirlo, pero en todo caso con satisfacción...—se detuvo, volvió la cabezahacia mí y apretó su mejilla contra la mía—. Yo hubiera mantenido mipromesa,Marian,sinohubierainvadidomicorazónotroamorquenoexistíacuandoprometíaSirPercivalsersumujer.

—¡Laura!¡Noterebajaráshastaelextremodeconfesárselo!

—Detodosmodosmerebajaríaamímismasiconsiguieralaanulaciónacostadeocultarleloquetieneperfectoderechoasaber.

—¡Notieneniunápicedederechoaenterarse!

—Te equivocas, Marian, te equivocas. No puedo engañar a nadie, ytodavíamenosalhombrealquemeprometiómipadreyaquienmeprometíyopormivoluntad—dijo,besándome—.Queridamía—continuócondulzura—,mequierestantoyestástanorgullosademíqueinclusoolvidas,cuandosetratademí,loquenuncaolvidaríassisetratasedetimisma.EsmejorqueSir

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Percivaldudede losmotivosque tengoydesapruebemiconducta,aqueyoseahipócritaymeaprovechedeunamentiraparaserlibre.

Meapartéparamirarlaconasombro.Porvezprimeraenlavidasehabíancambiadonuestrospapeles:ellaestaballenaderesoluciónyyovacilaba.Miréaquel rostro joven, pálido, triste y resignado; vi aquellos ojos rebosantes deamor que me miraban, el reflejo de un corazón puro e inocente, y lasmezquinas advertencias y objeciones terrenales que tenía a flor de labiosdesfallecieronymurieronensupropiovacío.Inclinélacabezaensilencio.Ensulugarelorgullovilydetestablequehacementiramuchasmujereshubierasidomiorgulloymehubierahechomentiramítambién.

—Noteenfadesconmigo,Marian—dijo,interpretandomalmisilencio.

Lecontestéconunestrechoabrazo,puesteníamiedodeecharmeallorarsihablaba.Mislágrimasnobrotaronconfacilidad.Soncomolaslágrimasdeloshombres,sollozosquemedestrozanyasustanacuantosmecontemplan.

—Hace muchos días que estoy pensando en esto —continuó diciendo,mientrastoqueteabamiscabellosconaquellainfantilimpacienciadesusdedosque la pobre señora Vesey seguía tratando, tan paciente y taninfructuosamente, corregir—. He pensado en ello muy seriamente y estoyconvencidadequenomefaltarávalorsimiconcienciamedicequeesesoloquedebohacer.Dejaque lehablemañana,Marian, ydelantede ti.Nodirénadaquenodeba,nadaquenoshagasentirvergüenzaatioamí,pero,¡quéalivio sentirámicorazónal acabarconestosmiserablesdisimulos!Tan sólodéjamesentirquenotengoningunamentirasobremiconciencia,ycuandomehayaescuchadoylosepatodo,queobrecomoquiera.

Suspiróyvolvióaapoyar lacabezasobremipecho.Measaltaron tristespensamientos sobre el porvenir, mas como seguía desconfiando de misopinionesledijequeharíacomoelladeseaba.Mediolasgracias,yenseguidahablamosdeotrascosas.

A lahorade lacenaestuvoconSirPercivalmuchomásnaturalymásagusto de lo que la había visto hasta entonces.Durante la velada se sentó alpiano,peroescogióunaspiezasnuevas,másrápidas,menosmelódicasquedecostumbre y muy sofisticadas. Las encantadoras melodías de Mozart, quetantoentusiasmabanalpobreHartright,nuncavolvieronasonardesdequeélpartió. Sus notas han desaparecido del atril. Ella misma quitó de allí elcuaderno para que a nadie se le pudiera ocurrir, al verlo, pedirle que tocaraaquellamúsica.

Notuvelaocasióndecomprobarsisuintencióndeaquellamañanahabíacambiado,hastaquealdespedirseaquellanochedeSirPercivalcomprendíporsuspropiaspalabrasqueseguíafirmeensupropósito.Ledijomuyserenaque

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desearía hablar con él al día siguiente después de desayunar y que laencontraría junto a mí en su saloncito. Al oír sus palabras, Sir Percivalpalideció, y noté que su mano temblaba un poco cuando me la dio paradesearme buenas noches.A lamañana siguiente se decidiría su futuro, y élindudablementelocomprendíaasí.

Como de costumbre, entré por la puerta que comunicaba nuestrosdormitoriosparadarlasbuenasnochesaLauraantesdequesedurmiese.Alinclinarmeparadarleunbesoviquepordebajode la almohadaasomabaelálbumdedibujosdeHartright.Eraelmismositioenqueescondíasusjuguetesfavoritoscuandoeraniña.Notuvevalorparadecirlenada,peroseñalandoellibro hice un gesto de reproche con la cabeza. Puso las dos manos en mismejillas,meatrajohaciasíbuscandomislabiosymurmuró:

—Déjaloaquíestanoche.Mañanapuedeserundíacruelyquizátengaquedespedirmedeélparasiempre.

Día9deNoviembre.

Elprimeracontecimientodelamañananohasidodelosquelevantanelánimo;herecibidounacartadelpobreWalterHartrightenrespuestaalamía,enlaquelecontabacomoSirPercivalhabíadisipadolassospechassuscitadaspor la carta de Anne Catherick. Habla brevemente y con acritud de lasexplicaciones de Sir Percival, y sólo dice que él no es nadie para juzgar elcomportamientodepersonascuyaposiciónesmáselevadaquelasuya.Todoestoestriste;peromeapenamásaúnlopocoquemecuentadesímismo.Dicequelosesfuerzosquehaceporretornarasuscostumbresypreocupacionesdeantescadadía le resultanmásdurosen lugarderesultarlemásfáciles;ymeexplica que, si quiero ayudarle, utilice mi influencia para conseguirle unacolocación que le obligue a abandonar Inglaterra y lo lleve entre gente yambientesnuevos.Peroelúltimopárrafodesucartaeseldecisivoparaqueme haya decidido a atender a su ruego, pues me ha alarmado de verdad.DespuésdecomentarquenihavueltoaveraAnneCathericknihaoídonadade ella, se interrumpe para dejarme entrever de lamaneramásmisteriosa einconsecuente que, desde su regreso a Londres, lo vigilan y lo siguenconstantemente hombres desconocidos. Reconoce que no puede indicar aninguna persona en particular para justificar aquella sospecha extravagante,peroaseguraquedíaynocheexperimentalasensacióndequelesiguen.Mehaasustado,porqueparececomosilaideafijadeLauraresultarainsoportableparasumente.Voyaescribir inmediatamenteaLondresaciertosamigosdemimadre,personasdegraninfluencia,parasuplicarlesqueleapoyen.Puedeserquecambiardeambienteydeocupaciónseadeverdadsusalvaciónenestemomentocríticodesuvida.

Con gran alivio para mí, Sir Percival nos mandó decir que no podía

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desayunar con nosotras. Había tomado una taza de café en su habitación ycontinuabaallí,pueslefaltabanaúnalgunascartasporescribir.Sialasonceera una hora conveniente, tendría el honor de estar a la disposición de laseñoritaFairlieydelaseñoritaHalcombe.

Mientras nos comunicaban este recado no aparté lamirada del rostro deLaura.Lahabíaencontradoextrañamente serenay sosegadacuando fuia sucuarto al levantarme; lo estuvo también durante todo el tiempo en queestuvimosdesayunando.InclusomientrasesperábamosaSirPercival,sentadasenelsofádelsaloncito,noperdiósucontrol.

—No te preocupes pormí,Marian—fue todo lo queme dijo—. Puedodejarme llevar por las penas con un viejo amigo como Gilmore o con unaqueridahermanacomotú,perodelantedeSirPercivalsabrédominarme.

Lamiré y escuché conmuda sorpresa.Apesar de tantos años de íntimauniónentrelasdos,estafuerzapasivadesucaráctersehabíamantenidoocultaparamí.Oculta inclusoparaellamisma,hastaqueelamorladescubrióyelsufrimientolaforzóaquehicierausodeella.

Cuandoelrelojde lachimeneadio lasonce,SirPercival llamóanuestrapuertayentró.Entodoslosrasgosdesufisonomíaseleíanlaagitaciónylaansiedadcontenidas.Aquellatossecayagudaquelemolestabaconfrecuenciaparecía asaltarle con más insistencia que nunca. Se sentó frente a nosotrasjuntoalamesayLauracontinuóamilado.Miréalosdosconatenciónyviqueélestabamáspálidoqueella.

Dijo algunas frases sin importancia, haciendo visibles esfuerzos pormantener la habitual soltura de susmaneras. Pero no conseguía que su vozsonase firme ni que desapareciese la inquietud y la consternación de sumirada. El mismo debió notarlo cuando en medio de una frase se callóbruscamenteydesistiódedisimularpormástiemposupreocupación.

HubounbreveinstantedemortalsilencioantesdequeLaurasedirigieseaél.

—Deseohablarconusted,SirPercival—dijo—sobreuntemaqueesdegranimportanciaparalosdos.Mihermanasehallapresente,porquemeanimaverlaconmigoyasíestoymásserena.Nomehasugeridoniunasolapalabrade lo que voy a decirle.Hablo por propia decisión y no por la suya. Estoyseguradequesabráustedcomprenderloantesdequeprosiga,¿verdad?

SirPercivalasintió.Ellasehabíaexpresadoconabsolutaserenidadyconperfecta corrección. Laura lomiraba y él le devolvía lamirada. Parecía, almenos a primera vista, que estaban enteramente decididos a comprendersemutuamente.

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—HesabidoporMarian—continuóLaura—quesóloconquelepidaqueme libere de la promesa que le hice me devolverá usted la palabra. Estodemuestra su generosidad y su indulgencia, Sir Percival. Si le digo que leagradezcosuproposición,nohagomásqueestrictajusticiaasumérito,ycreoquemelahagoamíaldecirlequemeniegoaaceptarla.

Elansiosorostroperdiósutensión.Peronotéqueunodesuspiesgolpeabasuaveeincesantementeenelsueloycomprendíquesinmostrarlocontinuabaexperimentandolamismaansiedad.

—Noheolvidado—prosiguióLaura—queantesdehacermeelhonordesolicitarmimanoobtuvousted la autorizacióndemipadre.Quizánohabráolvidado,porsuparte,loqueledijecuandoaccedíaello.Meatrevíaasegurarque la influencia y el consejo de mi padre eran lo que principalmente medecidía a aceptar el compromiso. Me dejé guiar por mi padre, pues en élencontrésiemprealmásfieldelosconsejeros,almejorymáscariñosodelosprotectoresyamigos.Yahoraqueleheperdido,sólopuedoamarsumemoria;la fe que me inspiró mi querido amigo muerto no ha flaqueado. En estemomentoestoyconvencida,conlamismafirmezadesiempre,dequeélsabríamejorquenadieloquemásmeconvieneyquesusdeseosyesperanzasdebensertambiénlosmíos.

Suvoztemblóporprimeravez.Susinquietosdedossedeslizaronpormimangayestrecharonmimano.

HubootroinstantedesilenciohastaquehablóSirPercival.

—¿Puedo preguntar —dijo— si es que me he mostrado indigno de laconfianza puesta enmí y cuya posesión eramimayor honor ymimáximafelicidad?

—Nohaynadaqueyoreprocheensuconducta—contestóella—.Siempreme ha tratado con la misma paciencia y delicadeza. Hamerecido ustedmiconfianzay,loqueesaúnmásimportanteparamí,mereciólaconfianzademipadre,acuyasombrahanacidolamía.Nomehadadoustedningúnmotivo,aunquequisierabuscarloparapretenderliberarmedenuestrocompromiso.Loquehedichohastaahoraobedecíaamideseodedemostrarleque leaprecioprofundamente.Elrespetoaesteaprecio,elrespetoalamemoriademipadre,el respeto a mi propia palabra, todo ello me impide dar el primer paso enrenunciaranuestraactualsituación.Larupturadenuestrocompromisodebeobedecerenteramenteasuvoluntadyasuproceder,SirPercival,ynoa losmíos.

El nervioso golpeteo del pie en el suelo se detuvo de repente, y él seinclinósobrelamesa,llenodeansiedad.

—¿Mi voluntad? —dijo—. ¿Qué razón puede haber por mi parte para

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romperelcompromiso?

EscuchélarespiracióndeLauraacelerarse,sentíquesumanosehelabaenlamía.Apesar de loquemehabía asegurado empecé a temerpor ella.Meequivoqué.

—Una razón que me cuesta confesarle —contestó—. En mí se haproducidoun cambio,SirPercival, un cambioque es lobastantegraveparajustificarloaustedyjustificarmeamímismaencasodequesearotonuestrocompromiso.

SirPercivalpalidecióde talmodoquehasta sus labiosquedaron lívidos.Levantóelbrazoqueapoyabaenlamesa,sereclinóensusillaydejócaerlacabezasobrelamanodemodoquesólopodíamosverleelperfil.

—¿Quécambio?—preguntó.

El tono con que pronunció estas palabras me hizo estremecer, puestraslucíaalgoqueélseesforzabaenevitaryqueledolía.

Laurasuspiróprofundamente,seinclinósobremíyreclinósuhombroenelmío.Sentícómotemblabayquiseevitarleesesufrimientohablandoensulugar. Me detuvo estrechando con más fuerza mi mano, y se dirigió a SirPercival,peroestavezsinmirarle.

—Heoídodecir—comenzó—,ycreoenello,queelamormásentrañableymásverdaderoeselquelasmujeresdebensentirporsusmaridos.Cuandonos prometimos yo hubiera podido ofrecerle ese amor, y usted, si hubieraquerido, podría recibirlo. ¿Me perdonará y me permitirá no continuar, SirPercivalsi

digoqueahoranosucedelomismo?

Algunaslágrimasnublaronsusojosysedeslizaronporsusmejillascuandosedetuvoesperandolarespuesta.Peroélnopronuncióunapalabra.Desdequeellahabíaempezadoahablarhabíaocultadosu rostroen lamanoenqueseapoyaba.Loúnicoquepodíavereralapartedesucuerpoqueseerguíasobrelamesa.Ni un solomúsculo semovió en él.Los dedos de lamano en queapoyabasucabezaestabanhundidosensupelo.Elgestotantopodíaexpresarunaocultacóleracomodolor,eradifícildecidirlo,puesnolorecorríaningúntemblor traicionero. Nada, absolutamente nada, descubría el secreto de suspensamientosenaquelmomentodecisivoqueseñalabaloqueibaaserdesuvidaydeladeella.

QuiseobligarleahablarparatranquilidaddelapobreLaura.

—¡Sir Percival!—empecé con brusquedad—, ¿no tiene usted nada quedecircuandomihermanalehadichotanto?Enmiopinión—añadídejándomellevar de mi desgraciado temperamento—, mucho más de lo que cualquier

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hombredelmundo,ensuscircunstancias,tienederechoaoír.

Esta última y apresurada frase le permitía eludir mi pregunta si así loprefería,yélnotardóenaprovecharaquellacircunstancia.

—Perdone,señoritaHalcombe—dijo,sinsepararlamanodesurostro—,perdonesilerecuerdoqueyonohereclamadosemejantederecho.

Estabaapuntodedirigirlebrevesytajantespalabrasquelehubieranhechovolveralacuestiónqueesquivaba,cuandoLaurahablódenuevo.

—Esperoquenohabréhechoenvanoestadolorosaconfesión—continuóella—.Esperoqueseguiráustedconcediéndomesucompletaconfianzaparaloquetengoqueañadir.

—Estéseguradeello,seloruego.

Dioestabreverespuestadejandocaersumanosobrelamesaenungestode aliento y volviéndose otra vez frente a nosotras. Si su rostro se habíaalteradomomentosantes,ahoranoquedabanirastrodeello.Suexpresióndeseriedadyexpectaciónnoreflejabamásqueunaintensaimpacienciaporoírloqueellaibaadecirle.

—Quisiera que se diese usted cuenta de que no he hablado pormotivosegoístas—dijoLaura—.Siustedmedeja,SirPercival,despuésdeloquehaescuchado, nomedejará para casarme conotro hombre, ustedmepermitiráúnicamente permanecer soltera el resto de mi vida. Mi culpa ante ustedcomienzayterminaenmipropiopensamiento.Jamásseguiráadelante.Niunasolapalabra...

Vacilóantesdepronunciarlaexpresiónqueibaaemplear,vacilócediendoa una momentánea confusión; verlo fue muy triste y muy penoso. Luegocontinuóresueltayresignada.

—Ni una sola palabra pronunciada por mí o por esa persona, a quienmencionoporprimerayúltimavezdelantedeusted,aludiójamásaloqueyosentíaporél,oelsentíapormí;niunasolapalabrasepronunciarájamás,lomásprobableesquenovolvamosnuncaavernosenestavida.Leruegoquemeevitecontinuaryquecrealoqueacabodeconfesarle.Eslapuraverdad,SirPercival; laverdadquecreo tienederechoaconocer elhombrequeestáprometidoenmatrimonio,aunqueseaacostadelsacrificiodemiamorpropio.Espero de su generosidad que sabrá perdonarme, y de su honor, que sabráguardarmisecreto.

—Esasdosesperanzassonsagradasparamíyleprometoquelascumpliréconsagradorespeto—dijo.

Despuésdedarestarespuestalamiró,comoesperandooíralgomás.

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—Hedicho todocuantodeseabadecirle—añadióellamuyserena—.Hedicho más de lo necesario para justificar el que usted se retracte de sucompromiso.

—Hadichoustedmás que suficiente—contestó—para que la cosamásdeseadademividaseamantenerelcompromiso.

DiciendoestoselevantódesusillayavanzóalgunospasoshaciaLaura.

Estaseestremecióviolentamenteylanzóundébilgritodesorpresa.Cadaunadesuspalabrashabíandescubiertoinocentementesupurezayveracidadaunhombrequedesobracomprendíaelinapreciablevalordeunamujerpurayveraz. Su misma noble conducta fue el enemigo traicionero de todas susesperanzas.Desdeelprincipiolotemí.Lohubieraimpedidosiellamehubieradado la menor posibilidad de intervenir. Ahora que el daño estaba hecho,esperéyobservé,porsialgunapalabradeSirPercivalmepermitíaponerloenapuros.

—Meconcedeelderechoarenunciarausted,señoritaFairlie—continuódiciendo—ynotengotanpocosesocomopararenunciaraunamujerquehademostradoserlamásnobledelasmujeres.

Habló con tal calor y sentimiento, con tal apasionado entusiasmo, y almismo tiempo con tanta delicadeza, que ella levantó el rostro, se ruborizóligeramenteylomiróvivamenteconrepentinointerés.

—¡No!—dijoconfirmeza—.Lamásdespreciabledetodas,siesquedebeiralmatrimoniosinpoderofrecerasumaridosuamor.

—¿No podrá dárselomás tarde—preguntó él— si el único objeto de lavidadesumaridoesmerecerlo?

—¡Jamás!—contestó—.Siustedpersisteenmantenerelcompromiso,yoserésumujerfielysumisa,peroconociéndomecomomeconozco,nunca leamaré,SirPercival.

Estabatanbellaytanirresistiblealpronunciarestasaudacespalabras,quenohayhombreenelmundocuyocorazónlahubierarechazado.

Yome empeñaba en censurar interiormente la conducta de Sir Percival,pero a pesar mío comprendí que le compadecía, como le compadeceríacualquiermujer.

—Aceptoagradecidosu fidelidadysuconfianza—dijo—.Esepocoquepuede usted ofrecerme significa más para mí que lo mucho que pudieraesperardecualquierotramujerenelmundo.

LamanoizquierdadeLauraseguíaasiéndosealamía,peroladerechacaíacansadamente. El la llevó a sus labios, rozándola más que besándola, se

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inclinófrenteamíy,consuhabitualeleganciaydiscreción,salióensilenciodelaestancia.

Ellanosemoviónidijounapalabracuandohubodesaparecido.Siguióami lado inertey fría, con lamirada clavada en el suelo.Comprendíque erainútil hablarle yme contenté con abrazarla en silencio. Permanecimos tantotiempoinmóviles,tantoytanlargotiempo,queempecéasentirangustiaylehabléenvozbajaconlaesperanzadeprovocaralgúncambioensuactitud.

Elsonidodemivozpareciódevolverlaalarealidad.Derepenteseseparódemíysepusoenpie.

—Notengomásremedioqueresignarme,Marian—dijo—.Minuevavidameimponeobligacionesmuyduras,ylaprimeradeellasempiezahoy.

Mientrashablabafuehastaunamesitaqueestabajuntoalaventanadondetenía todos sus materiales de dibujo; los recogió con sumo cuidado y losguardóenunodeloscajonesdesuescritorio.Cerróésteymeentregóamílallave.

—Tengoquesepararmedetodoloquemelorecuerde—añadió—.Guardalallavedondequieras,puesnuncatelapediré.

Antes de que pudiese contestarle dio la vuelta y cogió de la librería elálbum de dibujos de Walter Hartright. Vaciló un momento, mirando conternuraelálbumenlamanoyluegoselollevóhastasuslabiosylobesó.

—¡OhLaura,Laura!—ledijesinenfadoysinreproche,puesenmivoz,comoenmicorazónsólohabíatristeza.

—Eslaúltimavez,Marian—suplicó—.Medespidoparatodalavida.

Dejóellibrosobrelamesaysedesprendiódelaspeinetasquesujetabansucabellera. Su hermoso pelo cubrió sus hombros y cayó hastamás allá de lacintura.Apartóunrizolargoyfino,locortóycongrancuidadolofijódándolelaformadeunanillo,enlaprimerapáginaenblancodelálbum.Enseguidalocerróprecipitadamenteylopusoenmismanos.

—Tú le escribes y recibes sus cartas —dijo—. Mientras yo viva dilesiempre que estoy bien, y nunca le confíes que soy desgraciada. No leentristezcas,Marian,telopidopormipropiobien,noleentristezcas.Simueroantesprométemequeleentregarásesteálbumconsusdibujosyeserizomío.Cuandoyonoesténohayningúnmalenqueledigasquelopuseahíconmispropiasmanos.Ydiletambién,Marian,¡díselopormí,dileloqueyonopodrédecirlenunca,dilequelequería!

Meechólosbrazosalcuelloymurmuróestaspalabrasamioídocontalpasiónquemedestrozabaelcorazón.Parecíaquetodasuternura,tantotiempocontenida,salíaaborbotonesenaquellaprimerayúltimaocasión.Seseparó

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demíconvehemenciahistéricaycayóenelsofádeshechaenunparoxismodesollozosylágrimasquelasacudíadepiesacabeza.

Traté en vano de tranquilizarla y consolarla; mis palabras no podíanalcanzarla. Aquél fue el final triste e inesperado, para nosotras dos, de lamemorable jornada. Cuando el acceso de desesperación desapareció por sísolo,estabademasiadoextenuadaparahablar.Haciaelatardecerseadormiló,yyoguardéelálbumdedibujosparaquenolovolvieseaveraldespertarse.Cuando abrió los ojos y me buscó con la mirada, mi semblante aparecíatranquilo,apesardelatormentaqueagitabamialma.Nohablamosmásdelapenosaentrevistadelamañana.NomencionamoselnombredeSirPercival,yningunadenosotrasserefirióaWalterHartrightentodoelrestodeldía.

Día10deNoviembre.

Encontrándolaestamañanamástranquilayanimadameatrevíaaludirdenuevoaldesdichadotemadeayer,conelsoloobjetodeconvencerlaparaquemedejasetratarloconelseñorFairlieyconSirPercival,puesyopodríahablarcon más independencia y claridad que ella respecto de aquel lamentablematrimonio.Sinembargomeinterrumpiósuave,perofirme,alamitaddemidiscurso.

—Quisequeayersedecidiese—dijo—,yayersedecidió.Esdemasiadotardepararetroceder.

SirPercivalmehablóestatardedelosucedidoenelcuartodeLaura.Measeguróquelaconfianzasinigualqueledemostróleinspirabatalconviccióndesuintegridadysuinocencia,queniunsegundohabíapasadoporsumentelamásremotasombradecelos;nicuandoestuvoconellanidespués.Aunquelamentaba profundamente este desdichado sentimiento de Laura, que habíaretrasadosuavanceenganarsuinclinaciónyestima,creíafirmementequesien el pasado aquel sentimiento había permanecido oculto, en el futuro lopermanecería también,cualesquieraquefuesenlascircunstanciasquepodíanpresentarse.Tenía laabsolutaconviccióndeello,y lapruebamás irrefutableque daba de su fe en Laura era la de que no tenía lamenor curiosidad porconoceralhombrequeellaamaba,niporsabersiesesentimientoerayaviejoosihabíasurgidohacíapoco.SuexplícitaconfianzaenlaseñoritaFairlielehacía aceptar como bueno todo lo que ella juzgase oportuno descubrirle,siendoélincapazdesostenerlamenorcuriosidadporsabermás.

Al decir esto se detuvo y me miró. Yo estaba tan consciente de lairrazonable desconfianza que me inspiraba, —tan consciente de mismezquinas sospechas acerca de que él podía contar con que le diese unarespuesta impulsiva a sus preguntas—que quise eludir toda referencia a untema queme llenaba de confusión.Almismo tiempo estaba dispuesta a noperderlamenoroportunidadquesemepresentaseparaabogarporlacausade

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Laura,ytuveelatrevimientodedecirlequelamentabaquesugenerosidadnohubiesellegadoamayoraltura,dejándolalibreyrenunciandoalmatrimonio.

Al llegar a este punto me desarmó como la víspera, pues intentabadefenderse.Tansólomehizonotarladiferenciaqueexistíaentreconsentirquela señorita Fairlie devolviera su palabra, en lo que sólo sería cuestión deresignarse,aquefueseélquienseladevolvieraaella,locual,dichoenotraspalabras, seríapedirlecometerunsuicidioen loquese referíaa suspropiasesperanzas.Laconductadesunoviaenlavísperahabíaengrandecidotantosuconstanteamoryadmiraciónporella,despuésdedoslargosañosdeilusiones,quecualquierintentodedestruiraquellossentimientosestabafueradelalcancede sus fuerzas. Yo podría pensar que él era débil, egoísta, insensible conaquellamujeralaqueidolatraba.Yélinclinaríalacabezaysesometeríaamicensura,conlamayorresignación;tansólomepreguntaríasieramuchomejorparaLaura un futuro solitario, siempre soñando con un amor imposible quenuncadeberíaserreveladoqueunavidajuntoalhombrequeadorabainclusoelsueloqueellapisara.Enesteúltimocasohabíaesperanzas,queporremotasque fuesen podían cumplirse con el tiempo,mientras que en el primero nohabíaninguna,segúnellamismaconfesaba.

Lecontesté,ylohicemásbienporquesoymujerytengolenguademujerque porque tuviese algo convincente que decirle. Eramás que obvio que laactitudqueLaurahabíaadoptadoeldíaanteriorleofrecíaventajasquedeéldependíaaprovecharyquehabíaoptadoporhacerloasí.Lopenséentonces,comolopiensoahoraqueestoyescribiendoestaslíneassolaenmicuarto.Laúnica esperanza queme queda es la de suponer que sus motivos se basan,comoéldice,enlafuerzairresistibledesuamorporLaura.

AntesdeterminarmiDiarioestanoche,quierorecordarqueheescritohoyadosantiguosamigosdemimadre,personasdegranposicióneinfluenciaenLondres,parapedirlesayudaparaelpobreHartright.Sipuedenhaceralgoporélestoyseguradeque loharán.DespuésdeLaura,Walteres lapersonaqueme preocupamás en este mundo. Todo lo sucedido desde que nos dejó hafortalecidomi simpatía y confianza por él. Espero obrar bien ayudándole aencontrar empleo fuera de Inglaterra, y espero con sinceridad e impacienciaquetodoseaparasubien.

Día11deNoviembre.

SirPercivalhatenidounaentrevistaconelseñorFairlie,ymehanllamadoparaqueyoestuvierapresente.

Encontré al señorFairlie sumamente satisfechopor haber solucionado alfinaquel«problemadefamilia»(comotuvolaoportunidaddedefinirelenlacede su sobrina).No esperaba queme hubiese llamado para darlemi opiniónsobreeltema,perocuandocomenzóainsinuardelamaneramásimpertinente

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ylánguidaqueconveníafijarenseguidalafechadelaboda,accediendoalosdeseos de Sir Percival, tuve el gusto de atormentar el sistema nervioso delseñorFairlieprotestandocon toda laenergíaquepuedeexpresarsemediantepalabras, contra cualquier intento de apresurar la decisión de Laura. SirPercivalmeaseguróalinstantequecomprendíalarazóndemisobjecionesymerogabacreerlequelasugerenciasehacíasinpresiónalgunaporsuparte.ElseñorFairlieseapoyóenelrespaldodelabutaca,cerrólosojos,dijoquenosotrosdoshonrábamosalgénerohumanoy repitió supropuestacon tantaindolencia como si ni Sir Percival ni yo hubiésemos hecho la menorobservación sobre el asunto. Todo acabó cuandome negué rotundamente amencionarleeltemaaLaura,salvosiellaloabordaseporsupropiainiciativa.En seguida, después de hacer esta declaración, salí del cuarto. Sir Percivalparecía estupefacto de enojo. El señor Fairlie estiró sus perezosas piernassobresuescabeldeterciopeloydijo:

—QueridaMarian,¡cómoenvidioelequilibriodetusistemanervioso!Nocierreslapuertadegolpe,porfavor.

Cuando me dirigía al cuarto de Laura me dijeron que ella me habíabuscado y que la señoraVesey le había informado que estaba con el señorFairlie.Mepreguntó inmediatamenteparaquémehabía llamado,y le contétodo losucedido,sinocultarle la indignaciónyrabiaquemedominaban.Surespuestamesorprendióyentristeció indeciblemente,puesera loúltimoqueesperabaoír.

—Mi tío tiene razón —dijo—. Bastantes preocupaciones y disgustoshabéis tenido todos pormi culpa.Acabemos con ello,Marian, dejemos quedecidaSirPercival.

La amonesté cariñosamente, pero todo cuanto pude decirle no le hizocambiardeparecer.

—Micompromisomeobliga—contestó—.Herotoconmividapasada.Eldíafatalhadellegar,aunquenosempeñemosenretrasarlo.¡No,Marian!Unavez más mi tío tiene razón. Os he proporcionado bastantes molestias ybastantesangustias.Noquierocausarosmás.

Ella, que era la docilidad en persona, semostraba ahora inflexible en lamismaresignadapasividad;mejordicho,ensudesesperación.Contodoloqueyolaqueríahubiesepreferidoverlanerviosayagitada,tanpocopropiodesucaráctereramostrarsefríaeinsensible,talcomolaveíaahora.

Día12deNoviembre.

Durante el desayuno,SirPercivalme interrogó sobreLaura de talmodoquenotuvemásremedioqueconfesarleloquemehabíadicho.

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Mientrashablábamosdeello,bajóLauraysesentóconnosotros.Delantede Sir Percival siguió mostrándose tan extrañamente serena como lo fueconmigo.Cuandoterminamoseldesayuno,pudodecirleélalgunaspalabrasenel recodo de una de las ventanas. No estuvieron solos ni tresminutos y, alsepararse,ellasaliódelaestanciaconlaseñoraVeseyySirPercivalseacercóamí.Medijoquelehabíarogadoconservarsuprivilegiodequeellaeligieralafechadelabodacuandomejorlepareciese.EllalecontestóconpalabrasdeagradecimientoylerecomendócomunicaralaseñoritaHalcombesusdeseosalrespecto.

Notengopacienciaparaseguirescribiendo.Enestedetalle,comoentodoslos restantes, Sir Percival ha hecho lo que se proponía sin darmotivo paradesconfiar de sus intenciones, pese a cuanto pueda yo decir y hacer.Desdeluego sus deseos siguen siendo losmismos que tenía cuando vino aquí porprimera vez, y Laura después de haber aceptado el inevitable sacrifico decasarse con él sigue con lamisma fría desesperación y tan resignada comosiempre. Al separarse de los pocos recuerdos y reliquias que poseía deHartright,parecehaberseseparadotambiéndetodasuternuraysensibilidad.Nosonmásquelastresdelatardecuandoestoyescribiendoestaslíneas,yyaSirPercivalnoshadejadoconlaprisailusionadadelnovioparaprepararsearecibira lanoviaensuresidenciadeHampshire.Amenosquesucedaalgúnsuceso extraordinario que lo impida, se casarán exactamente cuando éldeseaba celebrar la boda: antes de fin de año. ¡Me queman los dedosescribiendoesto!

Día13deNoviembre.

He tenido una noche de insomnio pensando enLaura.Ya demadrugadatomé la decisión de que cambiar de aire puede resultar benéfico para ella.SeguroquesaledeesarígidainsensibilidadsimelallevodeLimmeridge,sise ve rodeada del cariño de viejos amigos.Después de dar algunas vueltas,decidí escribir a Yorkshire, a los Arnold. Son gentes sencillas, cordiales yhospitalarias.Ellalosconocedesdeniña.Selodijedespuésdeecharlacartaalbuzón.Hubiera sido paramí un alivio que hubiera protestado ome hubieraobjetadoinconvenientes.Peronofueasí,únicamentedijo:

—Contigo iréa todaspartes,Marian.Si tú loproponesestoy seguraqueestarásacertada.Elcambiodeambientehadesentarmebien.

Día14deNoviembre.

He escrito unas líneas al señorGilmore anunciándole queparecía que eldesdichadomatrimonioibaacelebrarsedeverdadytambiénquepiensosacardeaquíaLaura.Nohetenidoánimoparadarledetalles.Yahabrátiempoparaellocuandoelfinaldelañoestémáscerca.

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Día15deNoviembre.

Trescartasparamí.UnadelosArnold,encantadosconlaideadevernosaLaurayamí.Otradeunode los señores aquienes recomendéel asuntodeWalterHartright,comunicándomequehatenidosuerteensusgestionesyquehanencontradolaoportunidaddecomplacerme.LaterceradelmismoWalter,dándomelasgracias,¡pobrecriatura!,delamaneramásefusivaporlaayudaqueleheprestadoparadejarsupatria,sumadreysusamigos.Unaexpediciónprivada que va a hacer excavaciones en las ruinas de algunas ciudades deAmérica Central está a punto, según parece, de embarcar en Liverpool. Eldelineante que estaba contratado no se atrevió a participar y lo anunció aúltima hora, y Walter ocupará su puesto. Ha firmado un contrato por seismeses, contados desde el momento en que desembarquen en Honduras yprorrogable por un año si las excavaciones tienen éxito y les alcanzan losfondos. Termina su carta prometiéndome escribir unas líneas de despedidacuandoestéabordoyelpilotolesdeje.Sólodeseoyesperoquetantoélcomoyo obremos con acierto. Es un paso tan definitivo para él, que tiemblo alpensarlo.Ysinembargo,en ladesgraciadasituaciónenquesehalla,¿cómovoyadesearquesequedeenInglaterra?

Día16deNoviembre.

El coche espera a lapuerta.Laurayyo emprendemosnuestroviajeparavisitaralosArnold.

POLESDEANLODGE,YORKSHIRE

Día23deNoviembre.

Unasemanaenmediodeestospaisajesnuevosyestagentetancariñosahaproducido algunamejora en Laura, aunque no tanta como yo esperaba. Heresuelto prolongar nuestra estancia aquí una semana por lomenos.Es inútilvolveraLimmeridgemientrasnoseaabsolutamentenecesario.

Día24deNoviembre.

El correo de esta mañana me trae tristes noticias. La expedición paraAméricaCentralsehizoalamareldía21.Hemosperdidounfielamigoynosalejamosdeunhombrehonrado...WalterHartrightnoestáyaenInglaterra.

Día25deNoviembre.

Ayer, tristes noticias y hoy, noticias siniestras. Sir Percival ha escrito alseñor Fairlie y éste nos ha escrito a Laura y a mí reclamándonosinmediatamenteenLimmeridge.

¿Qué significará esto? ¿Habrán fijado la fecha de la boda en nuestraausencia?

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LIMMERIDGE

Día27deNoviembre.

Mis pensamientos se han confirmado. Han fijado para el veintidós dediciembrelafechadelaboda.

Al día siguiente de salir nosotras para Polesdean, Sir Percival escribió,segúnparece,alseñorFairlie,paradecirlequelasobrasyreformasnecesariasensucasadeHampshireibanarequerirmástiempodelquehabíapensadoalprincipio. Ahora estaba esperando que le enviasen presupuestos y desearíasaberlafechaexactadelaboda,locuallefacilitaríallegarauntratodefinitivocon los albañiles. Además de saber él a qué atenerse, tenía que escribir aalgunosamigosalosquehabíainvitadoaquelinviernoparadisculparse,puesnopodíarecibirlosmientraslacasaestuvieraenmanosdelosoperarios.

Aestacartacontestóel señorFairliediciendoqueescogieseélmismo lafecha de la boda, y aunque ésta quedaría pendiente de la aprobación de laseñorita Fairlie, él como tutor se encargaría gustoso de conseguir suconsentimiento.SirPercivalvolvióaescribiravueltadecorreo,proponiendo(conformeasuidea,fijadesdeelprincipio)elfinaldediciembre,eldía22ó24, o cualquier otro que prefiriese Laura o su tutor. Como la novia no sehallaba cercapara ser consultada el tutor decidió en su ausencia que cuantoantesmejor,yqueel22podíacelebrarselaboda,porlocualnosescribióparaqueregresáramosinmediatamenteaLimmeridge.

Ayer,despuésdeexplicarmetodoestoenunaentrevistaprivada,elseñorFairliemesugiriódelamaneramásamistosadequeeracapazqueempezasehoymismolasgestionesoportunas.ComprendíqueerainútiloponerseantesdehaberconseguidoqueLaurameautorizaseparaello,yaccedíahablarconella, pero declaré al mismo tiempo que bajo ningún pretexto trataría deforzarla para que secundase los deseos de Sir Percival. El señor Fairliemefelicitó por mi «excelente conciencia», lo mismo que me podía haberfelicitadopormi«excelentesalud»siestuviéramospaseandoeneljardín,ysequedó muy satisfecho después de trasladar de sus espaldas a las mías unanuevaresponsabilidadfamiliar.

Estamañana hablé conLaura, según había prometido. La sangre fría—debieradecirlainsensibilidad—,quecontantaresoluciónytanextrañamentehabíasostenidodesdequesemarchóSirPercivalnoresistióelchoquequeleprodujeron las noticias que le comuniqué. Se puso pálida y todo su cuerpotembló.

—¡Notanpronto!—suplicó—¡Marian,notanpronto,porfavor!

Por ligera que fuese la protesta, fue suficiente paramí.Me levanté parasalir de la habitación y enfrentarme con el señor Fairlie en defensa de los

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interesesdeLaura.

Ya tenía lamano en el picaporte, cuandome agarrópor el vestidoymedetuvo.

—¡Déjameir!—ledije—.MeardelasangrepordecirleatutíoqueélySirPercivalnovanasalirsesiempreconlasuya.

—¡No!—dijoelladébilmente—.¡Estarde,Marian,esdemasiadotarde!

—Quévaaser tarde—insistí—.Lacuestióndel tiempoestáennuestrasmanos, déjame aprovecharlo como una mujer sabe aprovechar lascircunstancias.

Separé su mano de mi vestido mientras hablaba, pero en ese mismoinstanterodeómicinturaconambosbrazosymeestrechóconmáscariñoquenunca.

—Sólo traería más preocupaciones y más confusión —dijo—.Conseguirías reñir conmi tío y hacer que volviese Sir Percival con nuevosmotivosdequeja.

—¡Mejor quemejor!—exclamé apasionadamente—. ¿Qué nos importansusmotivosparaquejarse?¿Esquequieresdestrozarteelcorazónparaqueélse tranquilice?Nohay hombre en el universo quemerezca que nosotras lasmujeres nos sacrifiquemos por él. ¡Hombres! Son los enemigos de nuestrainocenciaydenuestrapaz,nosarrancandelcariñodenuestrospadresydelaamistad de nuestras hermanas, acaparan nuestro cuerpo y nuestra alma yarrastran con ellos nuestras vidas lo mismo que se le pone la cadena a unperro. Y ¿qué es lo que nos entrega a cambio el mejor de los hombres?...Déjameir,Laura.Mevuelvolocadepensarlo.

Laslágrimas—miserableseimpotentes,lágrimasdeangustiayderabiademujer— llenaron mis ojos... Sonrió tristemente y cubrió mi rostro con supañuelo, para ocultarme el golpe bajo de mi propia debilidad, aquelladebilidadqueyomásdespreciaba,yellalosabía.

—¡Marian! —dijo—. ¡Llorando tú! Piensa en lo que me dirías si secambiasennuestrospapelesyestaslágrimasfueranmías.Tucariño,tuvalorytu abnegación hacia mí no conseguirán alterar ni evitar lo que tiene quesuceder tarde o temprano. Deja que se haga como mi tío quiere. Deja queterminenlasangustiasylaspesadumbresque,conunsacrificiopormiparte,podemos evitar. Di que vivirás conmigo cuandome case y no necesito quedigasotracosa,Marian.

Peroyosí lasdije.Me traguéaquellas lágrimasdespreciablesquenomealiviabanyqueladestrozabanaella;razonéysupliquécontodalaserenidaddequefuicapaz.Nosirviódenada.Mehizorepetirdosveceslapromesade

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vivirconellacuandosecasase,ysúbitamentemehizounapreguntaquediootradirecciónamitristezaymicompasión.

—Mientras estuvimos en Polesdean —me dijo—, tuviste una carta,Marian...

Su voz alterada, la prontitud con que dejó de mirarme escondiendo surostroenmihombro,ylavacilaciónquelahizodetenerseantesdeterminarlafrase,meexplicaronclaramenteaquiénsereferíaaquellapreguntainconclusa.

—CreíaLaura,queentretúyyojamássevolveríaahablardeél—ledijeconsuavidad.

—¿Tuvistecartadeél?—insistió.

—Sí—contesté—,siquieressaberlo.

—¿Piensasvolverleaescribir?

Dudé.NomehabíaatrevidoadecirlequehabíaabandonadoInglaterra,yqueyohabíaparticipadoenelloconsiguiendoquesecumplieransusnuevasesperanzas y proyectos. ¿Qué podía contestarle? Se había alejado hacialugaresdondelascartastardaríanmeses,quizásaños,enllegar.

—Supongamos que él escriba —dije al fin—. ¿Qué pasaría entonces,Laura?

Sentícómosumejillapegadaamicuelloardía;ysusbrazostemblaronalestrecharmemásaún.

—No le hables del veintidós—murmuró—. ¡Prométeme, Marian..., porfavor,prométemequenisiquieramencionarásminombrecuandoleescribas!

Se loprometí.Nohallopalabrasparaexpresarmi tristezaalhacerleestapromesa. Instantáneamente separó sus brazos de mi cintura, fue hacia laventanaysequedóallí,deespaldasamí.Despuésdeunosmomentosvolvióahablar,perosinvolverse,sindejarmeversurostro.

—¿Vas al cuarto demi tío,Marian?—preguntó—. ¿Quieres decirle queaceptarécualquierdecisiónquetome?Notepreocupespordejarme.Esmejorquemequedesolaunrato.

Salí.SialvermeenelpasillohubiesepodidotransportaraSirPercivalyalseñorFairliealosmáslejanosextremosdelatierraconunsolomovimientodemidedolohabríahechosinlamenorvacilación.

Sinembargo,hubieraestalladoenviolentossollozossimislágrimasnosehubieranconsumidoabrasadasporelardordemirabia.Talycomoestabanlascosas,corríalcuartodelseñorFairlie,entrécomounhuracán,legritéconlamayordureza:«Lauraconsienteenqueseaelveintidós»;ymeprecipitéfuera

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sinesperarsurespuesta.Diunportazoalsalirqueesperoquetrastornara,paratodoelrestodeldía,elsistemanerviosodelseñorFairlie.

Día28deNoviembre.

Estamañanavolví a leer la carta dedespedidadel pobreHartright, puesdesde ayer ha cruzado pormimente la duda de si hago bien al ocultarle aLauraquehapartido.

Reflexionando mejor, sigo pensando que hago bien. Lo que dice en sucartasobrelospreparativosquesehacenparalaexpediciónaAméricaCentraldemuestran claramente que los que la organizan saben que su empresa espeligrosa.Sielsaberestometieneamítaninquieta,¿quéseráparaella?Yaesbastantedesoladorpensar que suviaje noshaprivadodeun amigo en cuyalealtad podíamos confiar a la hora de la necesidad, si tal hora llega y nosencuentraindefensas...Peroesmuchopeoraúnsaberquesehayaalejadodenosotraspara irenbuscadepeligros,avivirenunclima insano,enunpaíssalvajeyenmediodeunapoblaciónlevantisca.¿NoseríaunafranquezacrueldecirleestoaLaurasinquehayanecesidadinmediatadequelosepa?

Nosésidebodarunpasomásyquemarestacartaahoramismo,portemoraquepuedacaeralgúndíaenmanos indiscretas.NosólohabladeLauraentérminosquedebenpermanecerocultosparasiempreentreelautoryyo,sinoque repite sus sospechas con insistencia, alarma y extrañeza, de que estávigiladoconstantementedesdequesemarchódeLimmeridge.DicequepudoverlosrostrosdedosdesconocidosquelesiguieronporlascallesdeLondresmezcladosentrelamultitudquepresenciabaenLiverpoollasalidadelbarcoqueconducíaalosexpedicionariosyaseguradeunamanerapositivaqueoyópronunciarelnombredeAnneCatherickasusespaldascuandoentrabaenlalancha que iba a llevarlo al barco. Sus palabras textuales son éstas: «Estosacontecimientos tienen un significado; deben conducir a un resultado. ElmisteriodeAnneCathericksiguesinaclararse.Talveznuestroscaminosnosecrucenmásperosiundíalaencuentraustedenelsuyo,aprovechemejoresaoportunidad, señoritaHalcombe,de loqueyo supeaprovecharla.Hablo conabsolutaconvicción.Leruegoquenoolvideloqueleadvierto.»Estassonsuspalabras.Nohaypeligrodequeyo lasolvide,y esmásque fácil alertarmimemoriaconunapalabradeHartrightqueserefiereaAnneCatherick.Peroexistepeligroenqueyoconserve lacarta.Lacasualidadmássencillapuedehacerla llegar a manos extrañas. Puedo enfermar, puedo morir... ¡Es mejorquemarlaahoramismoyquitarmeunapreocupacióndeencima!

¡Yahaardido!Lascenizasdeestacartadedespedida,quizálaúltimaquerecibadeél,nosonmásqueunpolvonegroenlachimenea.¿Seráésteelfindelatristehistoria?No,noeselfin,¡estoysegura,másquesegura,dequeelfinnohallegadotodavía!

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Día29deNoviembre.

Han comenzado los preparativos para la boda.Llegó el sastre que ha deponersealasórdenesdeLaura.Ellasigueimpasible,sinpreocuparsedecosasqueparaotrasmujeresensuscircunstanciasseríanfundamentales.Hadejadoqueelsastreyyolodecidamostodo.SielpobreHartrighthubieraestadoenlugardelbarónyfueseelnovioescogidoporsupadre,¡quédistintoseríasucomportamiento! ¡Qué caprichosa y exigente hubiese sido! ¡Elmejor de lossastresnohubieralogradocontentarla!

Día30deNoviembre.

Todos los días tenemos noticias de Sir Percival. Las últimas noscomunicanque las reparacionesdesucasarequeríandecuatroaseismeses,hasta que todo esté arreglado. Si los pintores, tapiceros y empapeladorespudieranproporcionarfelicidadlomismoquelujo,cuántomeinteresaríansushabilidadesenelhogarfuturodeLaura.Peronoesasí,yunfragmentodelaúltima carta de Sir Percival me ha sacado de quicio y ha acabado con miindiferenciaantetodossusproyectos;fueaquélenquesereferíaasuviajedenovios.Proponeque,comoLauraestáalgodelicadayelinviernoprometesermásduroquehabitualmente,seríaconvenientellevarlaaRomayquedarseenItalia hasta la primavera. Si no está conforme con estos planes, él estádispuesto, aunque no tiene vivienda en Londres, a pasar el invierno en laciudadalquilandolacasamejoracondicionadaquepuedaencontrar.

Dejandodeladomispropiossentimientos(queesloquedebohaceryhehecho), no dudo que es más apropiado aceptar su primera proposición. DecualquiermodolaseparaciónentreLaurayyoesinevitable.Serámáslargasise van al extranjero que si se quedan en Londres, pero debemos considerarestadesventajaaparte,queaLauralehadebeneficiarpasarelinviernoenunclimasuave,ylareconciliaráconsunuevaexistenciaesteprimerviajedesuvida al país más interesante del mundo. Ella no es de las que buscan elesparcimiento en las convencionales diversiones de Londres. Sóloconseguiríanhacersudesgraciadomatrimoniomásdeprimenteparaella.Measusta el inicio de su nueva vida de tal modo que no tengo palabras paraexpresarlo, pero tengo alguna esperanza en su felicidad si hace este viaje yningunasisequedaenLondres.

QuéextrañosemehacevolveraleerestaúltimapartedemiDiarioyverqueescribosobrelabodadeLauraydenuestraseparacióncomosihablasedealgo decidido. ¡Es tan frío y desdeñoso ver el futuro con esta resignacióncruel!Mas¿cómovoyapensardeotraformacuandoquedatanpocotiempo?Antesdequetranscurraunmesserásuya,nomía.¡SuLaura!Mecuestatantohacerme a la idea de lo que significan estas dos palabras... Mi alma estádestrozadayaturdidacontalespensamientos.Meparececomosienlugarde

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estarescribiendosobreelmatrimoniodeLauraloestuviesehaciendosobresumuerte.

Día1deDiciembre.

Un día triste, muy triste; un día que no tengo ánimo para describirminuciosamente. Anoche quise olvidarlo pero esta mañana no tuve másremedioquehablarleaLauradelosplanesdeSirPercivalrespectoalviajedenovios.

Conlacompletaconviccióndequeyolesacompañaríaacualquiersitioalquefuesen,lapobreniña(puesenmuchascosasestodavíaunaniña)casisesintiófelizantelaideadeconocerFlorencia,RomayNápolescontodassusmaravillas.Sentíquesemedesgarrabaelcorazónaltenerquedesilusionarlayponerla cara a la dura realidad. Tuve que decirle que no hay hombre queadmita un rival, aunque éste sea una mujer, que le dispute el cariño de suesposacuandoacabadecasarseaunque luegotengamayor tolerancia.Meviobligadaadecirlequelasprobabilidadesqueyoteníadepodervivirsiempreconella,ensupropiacasa,dependíanenteramentedequenodespertaracelosni desconfianza en Sir Percival, interponiéndome entre ellos, como la únicadepositaría de los secretos más íntimos de su mujer. Gota a gota fuiderramandolaamarguraprofanadoraqueotorgalasabiduríadeestemundoenaquelcorazónpuroyenaquellaalmainocente,mientrascadaunadelasfibrasdemiserylossentimientosmáselevadosdemiespíritusesublevabanantemimiserabletarea.Yapasótodo.Laurahaaprendidolalección,duraeinevitable.Lasdulcesilusionesdesujuventudhandesaparecidoymismanossonlasquelahandespojadodeellas.Mejoresquehayansidolasmíasynolassuyas.Esmiúnicoconsuelo.

Asíesqueaceptólaprimerasolución.SemarcharánaItalia,ytengoqueprepararme, con laveniadeSirPercival, para esperarlos e instalarmeenmicasaencuantoretornea Inglaterra.Dichoenotraspalabras, tengoquepedirunfavorporprimeravezenmivida,ypedírseloaunhombreaquienmenosqueanadiequisieradeberlenadanitenernadaqueagradecerle.¡Noimporta!CreoqueseríacapazdehacermásqueesoporelbiendeLaura.

Día2deDiciembre.

CuandorevisomisescritosmeencuentroconquesiemprequemerefieroaSirPercivallohagoentérminosdespreciativos.Conlosnuevosderroterosquehantomadolosacontecimientosdeboydeseoarrancardemíestosprejuicioscontraél.Nosécuándolosconcebí.Antesnolostenía,deesoestoysegura.

¿Es la repugnancia de Laura a ser su mujer lo que me ha hechocontemplarle como a un enemigo? ¿Es que las justas y comprensiblessospechasdeHartrighthaninfluidoenmísinqueyoloadvierta?¿Esquela

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carta de Anne Catherick sigue proyectando sus sombras en mi alma yacechándomeconsusrecelos,apesardelasexplicacionesdeSirPercivalydelapruebapalpablequeposeo?Nosécuáleselestadodemipropiosentir.Deloúnicoqueestoyseguraesdequecumplomideber,ahoracondoblemotivo,noperjudicandoaSirPercivalconmisinjustasdesconfianzas.Sihallegadoaser ya en mí una costumbre el escribir sobre él de este modo tan pocofavorable, debo y quiero romper con esta propensión indigna, incluso si elesfuerzomeobligaacerrarlaspáginasdeestecuadernohastaquesecelebrelaboda.Mesiento francamentedescontentademímisma.Yhoynoescribomás.

Día16deDiciembre.

Hanpasadoquincedíasynoheabiertoelcuaderno.Mehealejadotantotiempo de mi Diario para volver a él con el ánimomejor dispuesto y másfavorableenloqueserefiereaSirPercival.

Nohaymuchoquecontar sobreestasdosúltimas semanas.Losvestidosestáncasitodosterminadosylosflamantesbaúlesquellevaránlosnoviosenel viaje han llegado ya de Londres. ¡Pobre Laura de mi alma! Apenas seseparademíen todoeldía,yanoche, cuandoningunade lasdospodíamosconciliarelsueño,vinoamicuartoysemetióenmicamaparacharlar.«Tevoyaperder tanpronto,Marian—medijo—,quemientraspuedanoquierodesaprovecharniunmomentodeestarcontigo.

Sevanacasaren la iglesiadeLimmeridge,ygraciasalcielonosevaainvitaraningunodelosvecinosparalaceremonia.ElúnicoinvitadovaasernuestroviejoamigoelseñorArnold,quevienedePolesdeanparaentregaraLaura, ya que su tío es demasiado delicado para atreverse a salir mientrassiganestas inclemenciasdel tiempoque tenemosahora.Sihoynoestuviesedecidida a no ver las cosasmás que por el lado optimista, esta ausencia detodoslosparientesmasculinosdeLauraenelmomentomásimportantedesuvida me produciría gran tristeza y desconfianza ante el futuro. Pero quieroacabarcontristezasydesconfianzas,esdecir,nohablarémásnidelounonide

otroenesteDiario.

Sir Percival llega mañana. Nos ha ofrecido, en caso de que deseemostratarle con rigurosa etiqueta, escribirle él mismo a nuestro párroco parapedirlequelediesehospitalidadenlacasarectoraldurantelosbrevesdíasquepermanezcaenLimmeridgeantesdelaboda.Peroenlascircunstanciasenqueestamos, tanto el señorFairlie comoyo creemos innecesariomolestarnos enrespetar estas ridículas formas y ceremonias. En nuestra región, solitaria ysalvaje, y en esta inmensa casa vacía, podemos estar a salvo de losconvencionalismostrivialesqueembarazanalagentedeotroslugares.Escribí

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aSirPercivalagradeciéndolesuamableofrecimientoyrogándolequeocuparasusantiguashabitaciones,igualquesiempre,enLimmeridge.

Día17deDiciembre.

Hoyhallegado,ymehaparecidounpoconerviosoycansado,aunqueríeycharlacomounhombrequeestádemagníficohumor.Ha traídode regaloalgunas alhajas verdaderamente preciosas que Laura ha aceptado coneleganciaalmenosaparentemente,yconcompletaserenidad.Laúnicaseñalquepude advertir del esfuerzoquedebía costarle guardar las apariencias enestos momentos difíciles fue su repentino deseo de no quedarse sola ni unsegundo. En vez de retirarse a su habitación, como de costumbre, parecíaasustadaanteesaidea.

Cuando después de almorzar subí esta tarde a mi cuarto para coger elsombreroysaliradarunpaseo,quisoacompañarme,yluego,antesdecenar,abrió la puerta que comunicaba nuestros cuartos para poder hablarmientrasnosvestíamos:«Procuraquesiempreestéocupada—medijo—,procuraquesiempre esté alguien conmigo.Nome dejes pensarMarian.Eso es lo únicoquetepidoahora.¡Nomedejespensar!».

EstehermosocambiolavuelveaúnmásatractivaalosojosdeSirPercival.Meparecequelointerpretacomomásleconviene.LasmejillasylosojosdeLauratienenbrilloyardorfebril,peroélloconsideracomoelresucitardesubellezayelretornodesualegría.Durantelacena,ellahablóestanochecondesenvoltura,tanfalsaytanllamativamentedistintadeloqueenrealidades,queyoestabadeseandosecretamentehacerlacallarysacarladelcomedor.Lasorpresa y el júbilo deSir Percival parecían no tener límite.El nerviosismoque creía observar en su fisonomía cuando llegó había desaparecido porcompleto;inclusoamisojosparecíahaberrejuvenecidodiezaños.

Nohay duda,—aunque alguna extraña perversidadme impida verlo pormímisma—dequeelfuturomaridodeLauraesunhombremuyguapo.Lacorrecciónde las faccionesotorgaunaventaja, y él la tiene.Ojososcurosybrillantes, tanto en un hombre como en una mujer, constituyen un granatractivo,y lossuyos loson. Incluso lacalvicie,cuandosóloabarca lapartecontigua a la frente (comoen su caso), esmásbien simpática, pues hace lafrentemásaltayañadeinteligenciaalrostro.Graciaysolturademovimientos,discreta animación de gestos, don de conversación fácil y flexible,—todosesos son méritos indudables, y él los posee todos—. ¿No es cierto que nopuedereprochárselealseñorGilmore,quiendesconoceelsecretodeLaura,susorpresaalverlalamentarsucompromiso?Cualquieraensulugarhubierasidode la misma opinión que nuestro buen amigo. Si en este momento mepreguntasen qué defectos he descubierto en Sir Percival, sólo le encontraríados.Uno,suincesanteagitaciónynerviosismo,quepuedeserlafuentedela

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energíaextraordinariade sucarácter.Otro, esemodoáspero, secoe irritableconquehablaaloscriados,aunquedespuésdetododebedeserunmalhábitoynadamás.No, nopuedonegarloyno lohago:SirPercival es unhombremuyguapoyagradable.¡Yaestá!Loheescritoporfin,ymealegrodeello.

Día18deDiciembre.

Esta mañana me encontraba cansada y deprimida, dejé a Laura con laseñora Vesey y salí a dar mi habitual paseo corto del mediodía queúltimamente había dejado de hacer. Tomé el camino del páramo, el seco yamplioqueconduceaTodd'sCorner,ydespuésdehaberandadomásdemediahora me sorprendió enormemente ver a Sir Percival que se me acercabaviniendo de la granja. Andaba muy deprisa, balanceando el bastón, con lacabeza tan erguida como siempre y su chaqueta de caza desabrochada yflotando al aire. Cuando nos encontramos no esperó a que yo le hicierapreguntas.MedijoenseguidaquehabíaestadoenlagranjaapreguntarsilaseñoraoelseñorToddhabíanrecibidonoticiasdeAnneCatherickdesdequesefuedeLimmeridge.

—¿Porsupuestolehandichoquenosabennada?—pregunté.

—Nadaenabsoluto—contestó—.Empiezoatemerquehemosperdidosupista.Sabeporcasualidad—continuó,mirándomefijamente—sieseartista,elseñor Hartright, estará en condiciones de facilitarnos alguna nuevainformación.

—NilahavistonihaoídonadadeelladesdequeélsefuedeCumberland—repliqué.

—Esunapena—dijosirPercivalcomosiestuvieracontrariadoyalmismotiempo, y extrañamente, dando la impresión de sentirse aliviado—. Esimposible saberquédesdichaspuedenhaberleocurrido a esapobre criatura.Nopuedodecircuántomeentristeceque fracasaran todosmisesfuerzospordevolverlaalcuidadoylaprotecciónqueprecisaconurgencia.

Enesemomentosíparecíaestarpreocupado.Ledijedospalabrasbanalespropiasdelcaso,yhablamosdeotrostemasennuestroregresoaLimmeridge.¿Seráposiblequemiencuentrocasualhayaservidoparadescubrirotrabuenacualidadsuya?Porqueesunrasgoquedemuestrafaltadeegoísmoycaridadpensar en Anne Catherick en las vísperas de su boda, y haberse dado unacaminata hasta Todd's Corner para preguntar sobre ella cuando podía haberpasadoesetiempoconLauraenformamuchomásagradable.Considerando,pues,quehayaobradopormotivospuramentealtruistas,suconductaexpresaunagenerosidadpococorriente,ymerecealabanzas sin reserva. ¡Bueno!Lededicoestasalabanzasyacaboconél.

Día19deDiciembre.

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NuevosdescubrimientosenlaminainagotabledeSirPercival.

HoyempecéainsinuaralgodenuestroproyectodevivirenlacasadesumujercuandolatraigadevueltaaInglaterra.Apenashabíaempezadoahablarcuando me cogió la mano con afecto diciendo que le había propuestoprecisamente la cosa que élmás deseaba. Era yo la compañera que soñabapara su mujer, asegurándome que le había hecho un señalado favorofreciéndome vivir con Laura después de la boda, exactamente tan unidascomohabíamosvividohastaahora.

Cuando le di las gracias en nombre de ella y en el mío por su amablecondescendencia con nosotras, hablamos de su viaje de novios y de lasociedad inglesa de Roma, en la que quería introducir a Laura. Nombró avariosamigosqueesperabaverallíesteinvierno.Todoseraningleses,menosuno;estaexcepcióneraelcondeFosco.

Al oírle mencionar al conde Fosco y saber que el conde y su esposaprobablementeseencontraríanenelcontinenteconlosreciéncasados,viporprimeravezelmatrimoniodemihermanaconbuenosojos.Ellopodíaponerfinaunarencillafamiliar.Hastaahora,lacondesaFosconohaqueridosabernadadesusobrinaLaura,rencorosaporelcomportamientodeldifuntoseñorFairliealahoradehacertestamento.Sinembargo,ahoranopodráperseverarensuactitud.SirPercivalyelcondeFoscosondesdesiempreíntimosamigosysusesposasnotendránmásremedioquetratarse.LacondesaFosco,antesdecasarse,eraunadelasmujeresmásimpertinentesqueheconocidoenmivida,caprichosa, vana e insensata hasta el límite de lo absurdo, y si su maridohubiese conseguido hacerla entrar en razónmerecería la gratitud de todos ycadaunodelosmiembrosdelafamiliadesumujer,empezandopormí,quetambiénseloagradecería.

Estoydeseandoconoceralconde.Eselamigomás íntimodelmaridodeLaura,yporesodespiertaenmíunprofundointerés.NiLauraniyolehemosvisto jamás.Todo lo que sé de él es que su presencia casual, hace años, enTrinitádelMonte,enRoma,libróaSirPercivaldeunosladronesquequeríanrobarle y asesinarle, pues después de haberle herido en la mano estaban apuntodedarleunapuñaladaenelcorazón.Recuerdoa lavezquecuandoeldifunto señor Fairlie se opuso de una manera tan absurda a la boda de suhermana,elcondeleescribióunacartasensataydeferenteque—avergüenzaconfesarlo—quedósinrespuesta.Estoes todocuantoconozcodelamigodeSirPercival.MegustaríasabersiundíaregresaráaLondres.Mepreguntosimeresultaríaagradable.

Estoydejandocorrerlaplumaymepierdoenpurasconjeturas.Volvamosalasombríaesenciadeloshechos.EsevidentequeSirPercivalhaatendidomideseodevivirsiempreconsumujernosóloconamabilidad,sinocasicon

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afecto.EstoyseguradequeelmaridodeLauranotendráquejasdemísisigocomo hasta ahora. ¡Ya he declarado que es un hombre atractivo y afable,caritativoconlosnecesitadosycariñosoyatentoconmigo!Laverdadesqueno me reconozco a mí misma en esta nueva faceta de mejor amiga de SirPercival.

Día20deDiciembre.

¡Odio a Sir Percival! Niego de plano su buena presencia. Le consideroeminentemente antipático y desagradable, y carece en absoluto de buenossentimientos y de delicadeza.Anoche llegaron a casa las tarjetas del nuevomatrimonio,Lauraabrióelpaqueteyporprimeravezvio impresosu futuronombre.SirPercivalechóunaojeadaporencimadesuhombrosobrelatarjetaquehabía convertido a la señoritaFairlie enLadyGlyde, sonrió conodiosasatisfacciónylemurmuróalgoaloído.NoséquéledijoniLaurahaqueridorepetírmelo.Sóloviquesurostrosevolvíalívidoycreíqueibaadesmayarse.El no advirtió nada, y parecía ser brutalmente ajeno a haber dicho algoquepudiera herirla.Mi antigua hostilidad contra él renació en el acto; las horasquehanpasadodesdeaquelinstantenolahandisipado.Soymásinsensataeinjustaquenunca.Dichoen trespalabras—¡conquévolubilidad lasescribemipluma!:yoleodio.

Día21deDiciembre.

¿Esquelasangustiasdeestosangustiososdíasmehandespertadoalfin?EsteúltimotiempoheestadoescribiendoenuntonoligeroyfrívoloquebiensabeDioscuánlejosestádemiánimoyquemehachocadocuandohevueltoareleerlosapuntesdemidiario.

Quizá se me ha contagiado la excitación febril de Laura en esta últimasemana.Sihubierasidoasíyahapasadoelacceso,dejándomeenunestadoanímicomás bien extraño.Desde la otra noche no puedo deshacerme de lapersistente sensación de que ha de suceder algo que evitará el matrimonio.¿Por qué seme ha ocurrido esta fantasía? ¿Es el resultado indirecto demisdudasrespectoalporvenirdeLaura?¿OmelahansugeridolairritabilidadeintranquilidadcrecientequeobservoenSirPercivalamedidaqueseacercaeldía de la boda? Imposible decirlo. Sé que tengo esta sensación —la másabsurda,dadas lascircunstancias,que jamáshayapenetradoen lacabezadeunamujer—,peropormásquelointentonollegoadescubrirsuorigen.

El último día todo ha sido confusión y desbarajuste. ¿Qué podría yoescribirsobreello?Sinembargo,hedeescribir.Todoespreferibleadejarmedestruirpormispensamientosdemoledores.

Para empezar, la buena de la señora Vesey, a quien hemos olvidado ydescuidadomuchoúltimamente,noshaproporcionadoconlamayorinocencia

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unamañanaaciaga.Haceyamuchosmesesqueestátejiendosecretamenteunchalparasuqueridadiscípula.Untrabajopreciosoysorprendenteparaestarhechoporunamujerdesusañosycostumbres.El regalofueentregadoestemañana,ylapobreLaura,quetieneuncorazóndeoro,estuvoprofundamenteconmovida cuando le colocó el chal sobre sus hombros con orgullosoentusiasmo la fiel amiga y guardiana de su niñez sin madre. Apenas tuvetiempodecalmarlasaambasyserenarmeyomismacuandomeenvióabuscarel señor Fairlie para obsequiarme con una larga relación sobre lasprecaucionesquehabíaadoptadoparaqueeldíadelabodanotrastornasesutranquilidad.

«SuqueridaLaura»ibaarecibirelregalodesutío,unasortijaestropeada,con unos cabellos de su querido tío que ocupaban el lugar de una piedrapreciosayconunadespiadadainscripciónenfrancés,pordentro,sobreeternaamistadyafinidadsentimental.«SuqueridaLaura»recibiría inmediatamentede mis manos esta dádiva enternecedora de modo que tendría tiempo derecobrarsedelaemociónqueleproduciríaelregaloantesdeapareceranteelseñorFairlie.«SuqueridaLaura»tendría laamabilidaddehacerleunabrevevisita esta tarde, pero sería lo bastante sensata para no hacer escenas. «Suquerida Laura» le vería otra vez la mañana siguiente, vestida de novia, ytambién le suplicabaqueno le hiciese escenas. «SuqueridaLaura» le veríapor tercera vez antes de marcharse, pero sin decirle cuándo se iba para noperturbarle en su sensibilidad, y sin llorar... «Por piedad, por lo que másquieras,Marian,conlacorrecciónmáscariñosaymásíntima,ymásdeliciosaymásencantadora,¡quenollore!...»

Meindignarontantoestastonteríasmiserablesyegoístas,queseguramentelehubieramolestadoconunasverdadesdurasytanbastascomonuncaoyóensuvidasilallegadadelseñorArnolddePolesdeannomehubiesereclamadoaatenderotrosasuntosabajo.

Elrestodeldíanopuededescribirse.Creoqueningunodelosmoradoresdelacasapodríadecircómotranscurrió.Laconfusiónquecrearondiversosymúltiples pequeños acontecimientos acabó por desquiciarnos a todos. Sehabíanenviadoacasaalgunostrajesquenorecordábamos,yhuboquehaceralgunos baúles, deshacerlos y volverlos a hacer; llegaron regalos de amigospróximos y lejanos, de amigos humildes y opulentos. Todos teníamos unasprisasinnecesarias,llenosdeexpectaciónporeldíademañana.SobretodoSirPercivalestabataninquietoquenoeracapazdequedarsecincominutosenelmismo sitio. Su característica tos breve y aguda le atormentaba más quenunca. Se pasó el día entrando y saliendo de casa; de pronto le dio porinterrogar a toda persona extraña que entraba en ella aunque fuese para uninsignificanterecado.TodoestoibaunidoalaconstanteobsesióndeLauraymía de que al día siguiente teníamos que separarnos y al temor que nos

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perseguía —aunque ninguna de las dos lo expresáramos—, de que estedeplorable matrimonio pudiera ser el error fatal de su vida y la másdesesperante desdicha para mí. Por vez primera después de tantos años deinalterableintimidadyuniónevitábamosmirarnosalacaraynosabstuvimos,decomúnacuerdo,dehablarnos

solasen toda la tarde.Nopuedoseguirescribiendomássobreesto.Seancuales fueren las penas y desgracias queme amenacen en la vida, siempreconsideraréeste21dediciembrecomoeldíamásdesoladoyespantosodemivida.

Estoy escribiendo estas líneas en la soledaddemi cuarto, y hacemuchoquelamedianochehapasado,acabodeasomarmealdormitoriodeLauraparaverladormirensucamitablanca...,lacamaenquehabíadormidodesdequeeraniña.

Allíestabatendida,sintenerideadequelaestabamirando,inmóvil,másinmóvildeloqueyoesperaba,peronoestabadurmiendo.Alresplandordelalamparillahepodidocomprobarquesusojosestabancerradosdeltodoyqueentresuspárpadosbrillabanlaslágrimas.Mimodestoregalo—sólounbroche—estaba sobre suvelador juntoaldevocionarioy laminiaturade supadre,que la acompaña a todas partes.Me quedé unmomentomásmirándola porencimadesualmohada,estabamuycercademí,unbrazodescansabasobrelacolchablanca,respirabatansuave,tantenuemente,quenisemovíalapecheradesucamisón.Mequedémirándola,asícomolahabíavistomilesdevecesycomoyanovolveréaverlamás...Hastaquemedeslicéotravezenmicuarto.¡Queridamía! ¡Con toda tu belleza y tu fortuna, qué desamparada estás!Elúnicohombrequedaría toda lasangredesusvenasparadefendertesehallamuylejosdeti;navegandoporelterriblemarestanochetormentosa.¿Quiénte queda en el mundo? No tienes padre, ni hermano... No existe criaturavivientequeseocupedeti,sinoesestainútilydébilmujerqueescribeestasamargaspáginasyvelaportiestanoche,aterradaporelfantasmademañanacon un terror que no puede dominar y una sospecha que no puede vencer.¡Diosmío,qué tesoroseconfiarámañanaa lasmanosdeesehombre!Si loolvidaalgunavez,sillegaatocarunsolocabellodetucabeza...

Día22deDiciembre.

Sietedelamañana.

Unamañanaborrascosaeinestable.Seacabadelevantar,estámejorymásserenaqueayer,ahoraqueyallegóelmomento.

Diezdelamañana.

Yaestávestida.Noshemos abrazado, noshemosprometidomutuamenteno perder el valor. Me he retirado durante unos minutos a mi habitación.

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Detrás del remolino y confusión de mis pensamientos puedo distinguir esaextraña fantasía de que algún acontecimiento inesperado detenga elmatrimonio.¿Esquetambiénleasaltaaélestepresentimiento?Leveodesdelaventanamoviéndosede acápara allá entre los carruajes estacionados a lapuerta...¿Cómoesposiblequesemeocurranestas tonterías?Elmatrimonioesunhechoinevitable.Antesdemediahorasalimosparalaiglesia.

Oncedelamañana.

Todohaterminado.Yaestáncasados.

Tresdelatarde.

¡Sehanmarchado!¡Mecieganlaslágrimas!Nopuedoseguirescribiendo...

BLACKWATERPARK,HAMPSHIRE

11dejuniode1850

Hanpasadoseismeses.¡SeislargosysolitariosmesesdesdequeLaurayyonosvimosporúltimavez!

¿Cuántos días he de esperar aún? ¡Uno tan sólo! Mañana, día 12, losviajeros retornaran a Inglaterra.Apenas puedo concebirmi propia felicidad;apenaspuedocreerquelaspróximasveinticuatrohorassonlasdelúltimodíaquehadesepararnosaLaurayamí.

Ellaysumaridohanpasadotodoel inviernoenItaliay luegohanidoalTirol. Vuelven acompañados del conde Fosco y su mujer, que tienen elproyecto de instalarse en cualquier sitio de los alrededores de Londres yvivirán en Blackwater Park durante este verano hasta decidir su residenciadefinitiva.ContaldequeLauravuelvametienesincuidadoquieneslleguenconella.SirPercivalesmuydueñodeabarrotarsucasadearribaabajo,siasíleplace,acondicióndequeLaurayyovivamosjuntas.

Mientras tanto aquí estoy instalada en Blackwater Park, «la antigua einteresantemansióndelbarónSirPercivalGlyde»,segúncuentanlascrónicasdelcondado,ylafuturamoradadeMarianHalcombe,sintítuloysolteracomoañadoyopormicuenta,queenestemomentosehainstaladoenunsaloncitomuyacogedor,conunatazadetéasuladoycontodoloqueposee

este mundo encerrado en tres cofres y una maleta y colocado a sualrededor.

Ayer salí de Limmeridge pues el día anterior recibí la deliciosa carta deLauraenviadadesdeParís.NoestabaseguradesilosesperaríaenLondresoen Hampshire, pero ella me decía que Sir Percival había propuestodesembarcarenSouthamptonyvenirdirectamenteasucasadecampo.Habrágastado tanto dinero en el viaje que no le quedará nada para afrontar la

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expendiosavidalondinenseduranteelrestodelatemporadayleresultarámáseconómico pasar el verano y el otoño en Blackwater. Laura está harta decambiosdepaisajeydiversiones,ylealegralaperspectivadevivirenmediodelarústicatranquilidadyretraimientoquelaprudenciadesumaridoponeasu disposición.En cuanto amí estoy dispuesta a ser feliz en cualquier sitioestandoconella.Asíqueporahoratodosestamosmuycontentos,cadaunoanuestromodo.

Anoche dormí en Londres, y hoy me he entretenido tanto con variosrecadosyencargosquenopudellegaraBlackwaterantesdelanochecer.

A juzgar por mis vagas impresiones, este sitio es en todo opuesto aLimmeridge.

Lacasasehallasituadaenunpáramoypareceestarencerrada,casidiríaqueagobiada,porunaarboleda.Nohevistoanadiemásquealcriadoquemeabriólapuertayalamadellaves,unapersonamuycorrecta,quemecondujohasta mi cuarto y me ha traído el té. Dispongo de un pequeño salón y deldormitorio, que están al fondo de un largo pasillo del primer piso. Lashabitacionesdelservicioyalgunasdestinadasaloshuéspedessehallanenelpisosegundo,ytodaslassalasdeestarseencuentranenlaplantabaja.Nohevisto todavía nada de la casa y sólo sé que un ala del edificio tiene, segúndicen,quinientosaños,quelacasaestabaantesrodeadaporunfosoyqueelnombredeBlackwaterlevienedeunlagoquehayenelparque.

Acaban de dar las once con un sonido fantasmal y solemne desde eltorreónsituadosobreelcentrodelacasayquepudedistinguircuandollegué.Unperroenormesehadespertado,indudablementeporlacampanadelrelojyestáaullandoybostezandofúnebrementeenalgunapartemuycercadeaquí.Oigoresonarpasosporlospasillosdeabajo,yrechinardecerrojosybarrasdelapuertadeentrada.Porlovisto,loscriadosvanaacostarse.¿Seguiréyosuejemplo?...

No,no tengosueño.¿Sueñodigo?Mesientocomosinuncamáspudieravolveracerrar losojos.Lameraesperanzadecontemplarmañanadenuevoese rostroqueridoy escuchar suvoz tanconocidame tieneenunestadodepermanente excitación febril. Si tuviese los privilegios de un hombre,ordenaríaqueinmediatamentemeensillasenelmejorcaballodeSirPercivalymelanzaríaagalopehaciaorientehastaqueelsolsalieraamiencuentro;seríaungaloparlargo,duro,fuerte,sindescanso,ungalopardehorasyhorascomola escapada del famoso bandolero a York. Pero como no soy más que unamujercondenadaatenerpaciencia,correcciónyfaldasparatodalavida,tengoquerespetarlaopinióndelamadellavesyarreglármelascomopuedadeunamaneradébilyfemenina.

Leer, ni pensarlo.No puedo concentrarmi atención en los libros.Voy a

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tratar de escribir hasta que el sueño y la fatigame venzan.Últimamente hedescuidadomuchomidiario. ¿Quépodría recordar, estandoenelumbraldeuna nueva vida, sobre las personas y acontecimientos, ocasiones y cambiosquesehansucedidoenestosseisúltimosmeses,ellargo,insoportableyvacíointervalotranscurridodesdeeldíaenquesecasóLaura?

El recuerdodeWalterHartright es el quepredomina enmi imaginación,ése es el primero que ha de pasar en la sombría procesión de mis amigosausentes.RecibíunaslíneassuyasquemeenviódespuésdequelaexpedicióndesembarcóenHonduras,ymeparecióqueseencontrabamásesperanzadoyoptimistade loqueyohabíanotadohastaentonces.Unmesomesymediomástardeleíunartículocopiadodeunperiódicoamericanoquedescribía lasalidadelosaventureroshaciaelinteriordelpaís.Seleshabíavistoporúltimavezentrandoenunbosquesalvajeyprimitivo,llevandocadahombreelriflealhombroysuequipajeenlaespalda.Desdeaquelinstanteelmundocivilizadolesperdiódevista.Pormiparte,nohevueltoarecibirniunalíneadeWalter,nihevistoenlosperiódicosunsolopárrafoquehablasedelaexpedición.

LamismaoscuridaddensaydesalentadoraenvuelveeldestinoyrumbodeAnneCatherickydesuamiga,laseñoraClements.Nosehavueltoaoírnadadeningunadelasdos.Nosabemossivivenenestepaísosisehanmarchadoaotroosiestánvivasomuertas.HastaelprocuradordeSirPercivalhaperdidotoda esperanza y ha dado orden de dejar por fin la búsqueda inútil de lasfugitivas.

Nuestro buen amigo, el viejo señor Gilmore, ha tenido un desgraciadocontratiempo que interrumpió sus actividades profesionales. Al inicio de laprimaverarecibimoslatristenoticiadequeselehabíaencontradosinsentidoen su despacho a causa de un ataque de apoplejía.Hacíamucho que sentíapesadezyopresiónenlacabeza,ysumédicoleadvirtiólasconsecuenciasquesufriría tardeo tempranosiseempeñabaen trabajarcomosisiguierasiendojoven.Elresultadodetodoellohasidoqueahoraestáobligadoaabandonarsudespacho durante un año por lo menos, y a buscar el reposo de cuerpo yespírituenuncambiototaldevidaydecostumbres.Portanto,unsociosuyosehaencargadodellevareldespacho,yélsehamarchadoaAlemaniaparavisitar a unos parientes que tienen allí sus negocios. Así que este otro fielamigoybuenconsejerotambiénestáperdidoparanosotras.Confíocontodamialmaquesólolehayamosperdidoparaunatemporada.

LapobreseñoraVeseyvinoconmigohastaLondres.Eraimposibledejarlaabandonada en la soledad de Limmeridge, marchándonos Laura y yo, ydecidimosquepodíavivirconunahermanasoltera,menorqueella,quedirigeunaescuelaenClapham.Vendráaquíesteotoñoparaverasudiscípula,mejordicho, a su hija adoptiva.Acompañé a la buenamujer hasta su destino y ladejé al cuidado de su hermana, llena de feliz esperanza de volver a ver a

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Laura,dentrodepocosmeses.

En cuanto al señor Fairlie, no creo ser injusta al afirmar que siente unalivioindeciblealverlacasalimpiademujeres.Laideadequeechademenosasusobrinaessencillamenteabsurda,puescuandovivíaconéldejabapasarmeses sin tratar de verla, y en cuanto amí y a la señoraVesey nos dijo aldespedirse que su corazón estaba destrozado porque nos íbamos, lo que yointerpretocomounaconfesióndequeensecretosehallabaentusiasmadodelibrarse de nosotras. Su último capricho ha sido traer dos fotógrafos aLimmeridgealosquetieneocupadostodoeldíaretratandotodoslostesorosycuriosidadesqueposee.UnacopiacompletadeestacoleccióndefotografíassepresentaalInstitutodeMecánicadeCarlisle,montadasobrelascartulinasmásfinas,conunletreroostentosoencaracteresrojos:«MadonnadelNiño,deRafael. Propiedad de Frederick Fairlie Esquire»; «Moneda de cobre de laépocadeTiglatpileser.PropiedaddeFrederickFairlie,Esquire»;«AguafuertedeRembrandt,únicoensugénero,conocidoentodaEuropaconelnombredeElTiznado,porunborrónquedejóelpintorenunaesquinayquenoexisteenninguna otra copia.Valorada en trescientas guineas. Propiedad de FrederickFairlie,Esquire».AntesdesaliryodeCumberlandyasehabíanhechodocenasde fotografías por el estilo con estasmismas inscripciones, y quedaban porhacercientosdeellas.Conestanuevaeinteresanteocupación,elseñorFairlieserá un hombre feliz durante meses enteros; y los dos desventuradosfotógrafosparticiparánenunmartiriosocialquehastaahorasóloinfligíaasuayudadecámara.

Ya he dicho bastante de las personas y sucesos que ocupan un lugareminenteenmimemoria.¿Quédiréde laúnicapersonaqueocupaun lugareminenteenmicorazón?Laurahavividoenmipensamiento todoel tiempoquehe estado escribiendo estas líneas. ¿Quépodría recordar de ella duranteestosseismesespasados,antesdecerrarestanochemicuaderno?

Sóloposeosuscartasquepuedeniluminarme,peroningunadeellasarrojaluz sobre la cuestión más importante de todas cuantas pudiéramos habertratadoennuestrascartas.

¿Latratabiensumarido?¿Esmásfelizahoradeloquefueeldíaenquenosdespedimos,despuésdesuboda?En todasmiscartas lehacíaestasdospreguntas de forma más o menos directa; y todas ellas en este punto hanquedadosincontestaromecontestabacomosiyolepreguntaseporsusalud.Me repite unayotravezque estáperfectamente, que el viaje esmuyde sugusto,queporprimeravezhapasadoelinviernosinhaberseacatarradoniunavez.Peronopuedodescubrirniunapalabraquemedigaclaramentesisehareconciliado con su matrimonio y que puede volver la vista atrás hasta elveintidósdediciembresinsentir laamarguradelarrepentimiento.Elnombredesumaridoapenassemencionaensuscartas,comosifueraeldeunamigo

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queacompañaseyseocupasedelaorganizacióndelosviajes.«SirPercivalhadecididoquesalgamostaldía.»«SirPercivaldicequevamosatomareltrende...» En alguna ocasión escribe sólo «Percival», pero muy raramente. Ennuevecasosdediezutilizasutítulo.

Nome da la sensación de que las costumbres y las ideas de sumaridohayancambiadoniquehayaninfluidoenalgolasdeella.Esatransformaciónmoral, tan corriente, que se produce de forma imperceptible en una mujerjoven,sensibleyjuiciosaalcasarse,noparecíahaberocurridoenLaura.Mehabla de sus impresiones y de sus pensamientos en medio de todas lasmaravillasqueestáconociendo,exactamenteigualqueselohubieraescritoacualquierotrapersonasienlugardeviajarconsumaridoviajaseconmigo.Noveoelmenorindiciodequeexistaentreellosafectodeningúngénero.Hastacuando deja de hablarme de sus viajes y se ocupa de los proyectosrelacionadosconsuregresoaInglaterralohacepensandoensufuturocomomihermana,ydemodopersistenteevitacualquieralusiónasuporvenircomoesposadeSirPercival.Yen todoestonoexiste lamenornotadequejaquepuedaadvertirmequeesmuydesgraciadaensumatrimonio.Laimpresiónquesaco de nuestra correspondencia, gracias aDios, nome hace pensar en unacontingencia tan espantosa. Sólo veo una triste apatía, una indiferenciainmutable cuando la recuerdo en su antiguo papel de hermana y la miro através de sus cartas, en su nuevo papel de mujer casada. Dicho en otraspalabras,siguesiendoLauraFairlie laquemehaestadoescribiendoduranteseismeses,ynoLadyGlyde.

Este extraño silencio que mantiene en lo referente al carácter y a laconductade sumarido lo extiende tambiéncon idéntica actitud, a su íntimoamigo,alqueescasamentemencionaensusúltimascartas:elcondeFosco.

Por alguna razón oculta, el conde y su mujer parece que cambiaronbruscamente susplanesa finesdelpasadootoñoy semarcharonaVienaenlugarde irseaRoma,dondeSirPercivalesperabaencontrarlosalmarcharsedeInglaterra.NosalierondeVienahastalaprimavera,enquefueronalTirolpara reunirsecon losnoviosenelviajede regresodeéstos.LauramehablaconciertafranquezadesuencuentroconMadameFosco,asegurándomequehacambiadomucho,queresultacomocasadamuchomásreposadaysensatadeloquefuecomosoltera,tantoquenilaconocerécuandolavuelvaaverporaquí.PerorespectoalcondeFosco,quemeinteresainfinitamentemásquesumujer,Laura semuestra insoportablemente reservadaycircunspecta.Nomedicemás sino que a ella le desconcierta y que nomedirá qué impresión lecausahastaqueyoloveayformemipropiaopiniónsobreél.Estonomehaceesperar nada bueno del conde. Laura ha conservado—muchomejor que lamayoríadelosadultos—,lasutilcapacidadquetienenlosniñosdereconocerpor instinto a los amigos, y si estoy en lo cierto en suponer que la primera

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impresiónque le haproducido el condenoha sido favorablepara éste, otravezestoyenpeligrodedudarysospechardeeste ilustreextranjeroantesdehaberleechadolavistaencima.Peropaciencia,paciencia.Estaincertidumbreyotrasmuchasmásnodurarányamuchotiempo.Mañanaestaréencaminodeaclarartodasmisdudas,mástardeomástemprano.

Han sonado las doce y vuelvo a mi cuaderno para cerrarlo después deasomarmeamiventanaabierta.

Esunanochesinluna,serenaybochornosa.Lasestrellassonpocasynobrillan.Losárboles,queportodaspartesrodeanaledificio,parecennegroseimpenetrables como un macizo muro de rocas. Oigo el canto de las ranas,débil y lejano, y los ecos del gran reloj resuenan en la quietud asfixiantemucho después de que el carillón ha callado. Me pregunto con curiosidadcómoseráelaspectodeBlackwaterParkalaluzdeldía.Porqueconlaluzdelanochenomegustanada.

Día12deJunio.

Díadeindagacionesydescubrimientos.Undíamuchomásinteresante,porvariosmotivos,deloquepodíaesperar.

Comoesnatural,miexcursiónempezóporlacasa.

El cuerpoprincipal del edificio es de la época de aquella gloriosamujerquefuelareinaIsabel.Enlaplantabajahaydosgaleríasinterminables,bajasde techo y paralelas, que resultan aún más oscuras y agobiantes por unostétricosretratosdefamiliaquemegustaríaverarder.Lashabitacionesquedansobre las galerías están bastante bien restauradas, pero apenas se usan. Lacomplacienteamadellavesquemesirviódeguíaseofrecióaenseñármelas,pero añadió indecisa que temía que los encontrase algo desordenados. Elrespetoquememerecenmispropiasfaldasymediasexcedeenmuchoalquepuedeninspirarmetodas lashabitacionesde lareinaIsabelquequedanenelpaís,ysinvacilarrenunciéaexplorarlasregionessuperioresdepolvoymugrepormiedoaensuciarmihermosoylimpiovestido.Elamadellavesdijo:«Soydesumismaopinión,señorita.»Parecíacreerqueyoeralamujermássensataquehabíaconocidodesdehacíamuchosaños.

Hehabladodeledificioprincipal.Dosalasseañadenasusextremos.Elalasemidestruida de la izquierda —mirando la casa por el frente—, fue unaresidencia independiente construida en el siglo catorce. Uno de losantepasadosmaternos deSirPercival, no recuerdo cuál nime importa, uniónuevasconstruccionesaledificioprincipal,bajoángulosrectos,enlaépocadelacitadareinaIsabel.Elamadellavesmeadvirtióqueesta«alaantigua»seconsideraba, tantoexteriorcomointeriormente,unamaravillaarquitectónica,segúnasegurabanpersonasmuyentendidas.Pocodespuéspudeverqueesas

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personas tanentendidassólohabríanpodidoejercitar sushabilidadesenestaantigua propiedad de Sir Percival si previamente hubieran desterrado de suánimo todo miedo a humedad, oscuridad y ratas. Por ello no dudé endeclararmepoco entendida en lamateriay sugerí amiguíaquedeberíamostrataral«alaantigua»delmismomodoquehabíamostratadolashabitacionesdelareinaIsabel.Elamadellavesmecontestóconlamismaadmiraciónnodisimuladaantemiextraordinariosentidocomún:«Soydelamismaopinión,señorita.»

Entoncesnosdirigimosalaladeladerecha,quehabíasidoconstruidaentiempos de Jorge II y completaba aquella maravillosa promiscuidadarquitectónicadeBlackwaterPark.

Era la parte habitable de la casa que habían decorado y restauradointeriormenteconmotivodelallegadadeLaura;misdoscuartosylosmejoresdormitoriosdelacasaseencuentranenelprimerpiso,yenlaplantabajaestánelsalón,elcomedor,unabiblioteca,unsalónparaeldesayunoyungabinetepreciosoacomodadoparaLaura.Todoellodecoradoyamuebladoconlujoyrefinamiento modernos. Ninguna de las habitaciones de Blackwater puedecompararse a las salas grandes y espaciosas de Limmeridge; sin embargo,todasparecíanacogedoras.Yoestabamuyasustadaporloquehabíaoídodecirdeestacasa,desussillaspesadasyrígidas,desusvidrieraslúgubres,desuscortinasdeslucidasyrancias,detodosesosarmatostesinútilesyhorriblesquelasgentesquenacensinsentidodeloconfortableacumulanasualrededorsinpreocuparsedesudeberdecuidarquesushuéspedesesténagusto.Hesentidoun alivio indecible al darme cuenta de que el siglo XIX ha invadido estaextrañamansión que va a sermi futuro hogar y ha barrido los polvorientos«viejostiempos»,fueradelalcancedenuestravidacotidiana.

Mepasélamañanavagandoporlacasa...Meentretuveenloscuartosdeabajoyluegoenelparqueyenlagranplazoletaformadaporlastresfachadasde la casa, junto a lamajestuosa verja de hierro y la puerta cochera que lacerrabandefrente.Enelcentrodelaplazaseveungranestanqueredondoconlos bordes de piedra y enmedio de él se levanta la figura de bronce de unmonstruoalegórico.Enelestanquesaltanpececillosdoradosyplateadosylorodeaunaanchafranjadecésped,elmássuavequepiséenmivida.Porallíanduvepaseandoporelladosombreadohastaquellególahoradelalmuerzo,despuésde lacualmepuseel sombrerodepajay salí sola,bajo loscálidosrayosdelsol,aconocerlosalrededores.

LaluzdeldíameconfirmólaimpresiónquetuvelanocheanteriordequeenBlackwaterhaydemasiadosárboles.Lacasaestáasfixiadaporellos.Ensumayorparte son árboles jóvenesy estánplantadosdemasiado cercaunosdeotros.Sospechoqueelanteriorpropietariodelafincahizounatalaabundanteparavendermadera,ysirPercivalhatenidounrabiosoempeñoenllenartodos

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losespaciosvacíosconcrecesylomásrápidoposible.Miréamialrededoryvi frentea laparte izquierdade la fachadaun jardínde flores;meencaminéhaciaallíparaverquépodíadescubrirenél.

Alacercarmeviqueeljardínerapequeño,pobreypococuidado.Locrucéy,abriendounacancelaquevienlaempalizada,meencontréenmediodeunaplantacióndeabetos.

Unhermososenderotortuosohechoartificialmentemellevóatravésdelosárboles,yporloquesabíadeaquellatierracomprendíquemeacercabaaunterreno arenoso y abundante en brezos. Después de haber andado por elbosquedeabetosmásdemediamilla,segúnmiscálculos,elsenderodabaunbruscogiroymeencontréderepenteconquelosárbolessehabíanterminadoy me hallaba en una gran explanada a orillas del lago de aguas negras dedóndelevieneelnombreaestafinca.

Todoelterrenoendeclivequeteníadelanteestabacubiertodearena,conmontecillosdebrezosquerompíanlamonotoníadelpaisaje.Eraevidentequeenotrotiempoel lagodebióllegarhastadondemehallabaypocoapocosehabía ido secandoy reduciéndosehastaocuparuna tercerapartedel tamañoprimitivo.Visusaguastranquilasyestancadascomoauncuartodemilladedistancia, formandocharquitos separadosentre sípormontoncillosde tierra,por ramasy juncos.En laotraorilla,muy lejosdemí, losárbolesvolvíanaaparecerespesosyoscuros,ocultandoamivistatodoelpanoramayreflejandosussombrasnegrassobre lasaguasperezosasypocoprofundas.Cuandomeacerqué vi que en la orilla contraria el terreno era húmedo y pantanoso,cubiertodehierbafrondosayconsaucesescuálidos.Elagua,muyclaraenlaparte que bañaba la orilla de arena, descubierta bajo el sol, parecía negra yemponzoñadaen laorillacenagosa,ensombrecidapor lasramascurvadasdelos árboles que caían sobre sus márgenes. Las ranas cantaban y las ratassaltaronasomandoporelaguasombría,comosiellasmismasfuesensombrasvivientescuandomeaproximéa laorillapantanosa.Viallí losrestosdeunabarcadestrozadacuyamitad sobresalíadel agua.Sobre suparte secacaíaelreflejo enfermizo de un rayo de sol que penetraba por un claro entre losárboles,acuyocalorserefugiaba, traicioneraensuinmovilidadyenroscadacuriosamente,unaserpiente.Acualquierpartequesemirase,elpaisajesugeríatristezaydesolaciónylaluzradiantedelcielo,enaqueldíadeverano,parecíaaumentar la lóbrega melancolía y el abandono de aquellos parajes quealumbraba. Di la vuelta y ascendí al brezal y dejando el senderome dirigíhacia una barraca de madera vieja y desportillada, en la parte que daba albosque y a la que hasta entonces no había prestado atención, atraída por lavisióndellagograndeysalvaje.

Al acercarme a la barraca vi que en algún tiempo había servido paraguardarlasembarcacionesyqueposteriormenteseintentóconvertirlaenuna

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glorieta colocando en su interior un banco de pino, unas sillas y unamesa.Entréymesentéunosinstantesparadescansarytomaraliento.

Nollevaríaenlabarracamásdeunminutocuandomesobresaltóvercómoelsonidodemipropiarespiración,acelerada,estabasecundadoporunextrañoecomuypróximoamí.Escuchéconatenciónyoíunarespiraciónprofundaydificultosaqueparecíaprocederdedebajodelasientoqueocupaba.Esdifícilque un susto venzamis nervios, pero en aquella ocasiónme levanté de unbrinco,asustada.Llamé,nadiemecontestó,yarmándomedevalormedecidíamirardebajodelbanco...

Allí,acurrucadoenelrincónmásescondidoestabaladesdichadacausademiterror,unpobreperro...Unperrodeaguasblancoynegro.Cuandoloviylellamé,lanzóundébilaullidoperonosemoviódelsitio.Corríelbancoylemiré más cerca. Los ojos del pobre animal estaban ya casi vidriados, y seveían rastros de sangre en su lustroso costado blanco. Lamiseria de un serdébil, abandonado y mudo, es seguramente una de las cosas más tristes ypenosasquesepuedencontemplarenelmundo.Locogíenmisbrazosconelmayorcuidadoy lodepositéenunaespeciedehamacaquehice recogiendolosbordesdemi falda.Así llevéalperrito,deprisay tratandodenohacerledaño,acasa.

Noencontréanadieenelvestíbuloysubíenseguidaamisalón,hiceenunodemisviejos chalesuna camapara el perroy llamécon la campanilla.Apareció la criadamásgorda y alta quepuede ser imaginable, llena de unaexultante estupidez capaz de soliviantar la paciencia de un santo. Al ver elanimalheridotendidosobreelsuelo,lacarainformeygrasientadelamozaseretorcióenunaanchasonrisa.

—¿Qué ve usted aquí de gracioso para reírse? —le dije con la mismavehemenciaquesifueraunacriadamía—.¿Sabeusteddequiénesesteperro?

—No,señorita;notengoidea.

Sedetuvo,miró la sangranteheridadelanimalyde repente, su rostroseiluminó con el resplandor de una revelación y señalando la herida con unguiñodesatisfacciónexclamó:

—EstoescosadeBaxter,síqueloes.

Yoestabatandesesperadaqueestuveapuntodeestirarlesusorejas.

—¿Baxter?—dije—.¿QuiénesesebárbaroquesellamaBaxter?

Lamuchachavolvióasonreír,aúnmáscontenta.

—¡Pero, señorita porDios, si Baxter es el guarda de la finca, y cuandoencuentra perros vagabundos que andan por ahí va y les pega un tiro! Esobligaciónsuyapueseselguarda,señorita.Creoqueesteperrosemorirá.¿Es

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aquídondelehapegadoeltiro,verdad?EstaescosadeBaxter,yalocreoqueloes.SoncosasdeBaxter,señorita,yessuobligación.

En aquel momento me indigné tanto que hubiera deseado que Baxterhubiera disparado contra la criada en vez de hacerlo contra el perro. Peroviendoqueeraimposibleesperarqueaquellacriaturasublimementeobtusameayudase a aliviar algo los sufrimientos del pobre animal tendido a nuestrospiesledijequeavisasealamadellavesparaquehicieseelfavordeveniramicuarto. Salió con la misma sonrisa, de oreja a oreja, que exhibía al entrar.Cuando cerraba la puerta oí que decía muy bajo, a sí misma: «Es cosa deBaxteryesobligacióndeBaxter.Noesmásqueeso.»

Elamadellaves,unapersonadeciertaeducacióneinteligencia, llegóenseguida trayendoconprecauciónunpocode lechecalienteyagua templada.Enelmomentodeveralperroenelsuelosedetuvoycambiódecolor.

—¡Diosmeampare!—exclamóelamadellaves—.PerosiéstedebeserelperrodelaseñoraCatherick.

—¿Dequién?—lepreguntéllenadeasombro.

—De la señora Catherick. ¿Es que usted conoce a la señora Catherick,señoritaHalcombe?

—Personalmente,no;peroheoídohablardeella.¿Viveaquí?¿Sabealgodesuhija?

—No,señorita.Vinoprecisamenteabuscarnoticiasdeella.

—¿Cuándo?

—Ayermismo.Pareceserquealguienledijoqueenlavecindadsehabíavisto a una forastera que respondía a las señas de su hija. Pero nosotros nohemosoídonadani tampocosabennadaenelpueblo,dondeenviéparaquehiciesenindagacionesdepartedelaseñoraCatherick.Seguramentetrajoaquíellaalpobreperrito,puescuandosefueviquecorríaasulado.Supongoqueelpobreanimalseperdióentre losabetosy ledispararonuntiro.¿Dóndeloencontróusted,señoritaHalcombe?

—Eneseviejocobertizoqueestácercadellago.

—¡Ah, sí, está al lado de los abetos! Seguramente el pobre buscó algúnsitiodonderefugiarseparamorir,comohacenlosperros.Siconsiguemojarleloshocicosconunpocodeleche,señoritaHalcombe,yotratarédelimpiarlelaherida, hay que lavar estos pelos, están llenos de sangre. Me parece quedesgraciadamenteyaesmuytarde,perotrataremosdehacerloquepodamos.

¡LaseñoraCatherick!Estenombreresonabaenmisoídoscomosielamade llaves no hubiera pronunciado más palabras que éstas. Mientras nos

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ocupábamos del pobre perro volvieron a mi imaginación las palabraspremonitoriasdeWalterHartright:«SialgúndíaAnneCathericksecruzaensucamino,señoritaHalcombe,aprovechelaoportunidadmejordeloquesupeaprovecharlayo».Pordepronto,elhaberhalladoelperrodeaguasheridomehabíahechoenterardelavisitadelaseñoraCatherickaBlackwaterPark;esteacontecimiento, a su vez podía llevarme a otros.Me propuse aprovechar laoportunidadquesemeofrecíaparaconocercuantofueraposible.

—¿DijoustedquelaseñoraCatherickvivecercadeaquí?—pregunté.

—No,quéva—dijoelamadellaves—.ViveenWelminghan,justoalotroextremodelcondado...Lomenosaveinticincomillasdedistancia.

—¿SupongoqueconoceráalaseñoraCatherickdesdehaceaños?

—Alcontrario,señoritaHalcombe.Nolahabíavistonuncahastaayer.Porsupuestoquehabíaoídohablarmuchodeella,porquemehabíancontado lobienqueseportóSirPercivalcuidándosedeponerentratamientomédicoasuhija.LaseñoraCatherickseportadeformaalgorara,perotieneunaspectodeltodorespetable.Sepusofueradesícuandocomprobóquenosesabíanada—almenosningunodenosotrossabía—dequesehabíavistoaquíasuhija.

—Me interesa bastante la señora Catherick —quise prolongar laconversacióntodoloposible—.Mehubiesegustadollegarayeratiempoparaverla.¿Estuvomuchoratoaquí?

—Sí—contestóelamadellaves—.Estuvobastantetiempo.Ydeseguroque hubiera estadomás si nome hubiesen avisado para atender a un señordesconocidoquepreguntabacuándollegaríaSirPercival.LaseñoraCatherickse levantó y se fue enseguida cuando oyó a la doncella decirme qué queríaaquelseñor.Almarcharsemedijoquenoeranecesarioque lehablaseaSirPercival de su visita. Por cierto que me pareció una observación un pocoabsurda,teniendoencuentaqueyollevolaresponsabilidaddetodo.

Yo también pensé que lo era. Sir Percival me había hecho creer enLimeridgequeentreélylamadredeAnneexistíaunagranconfianza.Siasíeraenrealidad,¿porquéteníaeseempeñoenqueparaélfueseunsecretosuvisitaaBlackwaterPark?

—Probablemente—dije,viendoquemiinterlocutoraesperabamiopiniónsobreaqueldeseodelaseñoraCatherick—sefigurabaquesuvisitarecordaríaaSirPercivalquesuhijanohabíaaparecidoyqueestopudieradolerle. ¿Yhablómuchodeeseasunto?

—Muy poco —contestó el ama de llaves—. Habló sobre todo de SirPercivalymehizomilpreguntassobreelviajequehabíahecho,dóndehabíaestadoycómoerasumujer.Yaledijequesepusofueradesícuandovioque

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aquí no existía ni rastro de su hija, peromás bien por indignación que portristeza.«Ladoyporperdida,señora,ladoyporperdida»,fueronsusúltimaspalabras, simalno recuerdo.YentoncesempezóahacermepreguntassobreLadyGlyde,deseandosabersieraguapa,sieraagradable,sierajovenyrica...¡Diosmío, yame parecía amí que no había remedio!Mire usted, señoritaHalcombe,elpobreanimalhadejadodesufrir.

Elperroestabamuerto.Cuandolaspalabras«jovenyrica»salíandelabiosdelamadellaveselanimallanzóundébilgemidoyseagitóconunaúltimaconvulsión. Todo había sucedido con una rapidez sobrecogedora, y en elmomentonuestrasmanostocabanunanimalexánime.

Ochodelanoche.

Acabo de cenar, sola, abajo. El sol rojo de poniente anda detrás de losespesosárbolesqueveodesdemiventana.Vuelvoamidiarioparaaplacarlaimpacienciaconqueesperoelregresodelosviajeros.Segúnmiscálculos,yadebían haber llegado. ¡Qué silenciosa y vacía está la casa envuelta en laquietudsomnolientade lanoche! ¡Diosmío!¿Cuántosminutos faltaránparaqueoigalasruedasdelcocheybajecorriendolasescalerasparaencontrarmeenlosbrazosdeLaura?

¡Pobre perrito! Desearía que mi primer día en Blackwater Park noestuviera relacionado con la muerte, aunque sólo fuera la de un animalextraviado.

Welminghan... Volviendo un poco hacia atrás en estas páginas veo queWelminghan es el nombre del lugar donde habita la señora Catherick. Aúnconservosubrevenota,surespuestaaaquellacartasobresudesdichadahijaqueSirPercivalmeobligóaescribir.Unodeestosdías,cuandoencuentreunaocasiónoportuna, iréavera laseñoraCathericky llevaréconmigosucarta,quemeintroduciráanteella,ytalvezlaseñoraCatherickmediráalgomásenunaentrevistapersonal.Nocomprendo su empeñoenocultar suvisita aSirPercival,ysobretodonomesientotanseguracomoelamadellavespareceestardequesuhijanoestácercadeaquí.¿QuéhubieradichoWalterHartrighten estas circunstancias? ¡Pobre querido Hartright! Ya empiezo a echar demenossudisposiciónaayudarysushonradosconsejos.

Meparecequeheoídoalgo.¿Sonloscriadosqueseprecipitanalapuerta?¡Sí!Oigolasruedasdeuncoche.Oigopiafarloscaballos.¡Fueramidiario,mipluma,mitinta!Losviajeroshanregresado.¡MiqueridaLauraestáporfinencasadenuevo!

Día15dejunio.

La confusión causada por su llegada ha tardado en apaciguarse. Hanpasado dos días desde que regresaron los viajeros y este tiempo ha bastado

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paradarunnuevoritmoanuestravidaenBlackwaterPark.Quisieravolverami Diario para intentar seguir contando todo lo que suceda con la mismacontinuidad.

MeparecequetengoqueempezarporunasingularobservaciónquemehavenidoalamentealreunirmedenuevoconLaura.

Cuandodosmiembrosdeunafamiliaodosamigosíntimosseseparan,unodeellospara irsedeviajeyelotroparaquedarseencasa,cuandovuelveelqueestuvoviajandosuprimerencuentrosiempreparecedejarensituacióndepenosainferioridadalquesehaquedadoencasa.Alchocarderepentenuevasideas y costumbres adquiridas ansiosamente por el primero con las antiguascostumbres e ideas pasivamentemantenidas por el otro, al principio parecequeentrelosfamiliaresmásunidosylosamigosmásíntimosseestableceunaseparación entre losdosde formaquede repente ambos se sienten extrañosinesperadaeinevitablemente.DespuésdelosprimerosmomentosdefelicidadquesentíalabrazaraLaura,cuandoambasnossentamos,cogidasdelamano,conelfinderecobrarelalientoylaserenidadparapoderhablar,experimentéinstantáneamente aquella sensaciónde extrañeza ymedi cuenta de que ellatambiénlatenía.Ahoraenparteyahadesaparecido,alvolverpocoapocolasdos a nuestras viejas costumbres y es probable que pronto desaparezca deltodo.Perolociertoesquehainfluidoenlaprimeraimpresiónqueellamedio,ahoraquehemosvueltoavivirbajoelmismotecho,yporestacausamehaparecidoconvenientemencionarloenestelugar.

Lauramehaencontradocomosiempre,peroyolaencuentrocambiada.Hacambiadofísicamente,yenciertomodohacambiadotambiénsumododeser.Nopuedoafirmarqueestémenosguapadeloqueera,sólodiréqueamímeparecemenosguapa.Losdemás,losquenolaveanniconmisojosnibajolasombra de los recuerdos que guardo de ella, es posible que la encuentrenembellecida.Surostro tienemejorescolores,susrasgossonmásfirmes,hanadquirido redondez; su figura estámásdefiniday susmovimientos sonmássegurosygraciososdeloqueeranantesdesuboda.Perocuandolacontemploechoalgodemenosensupersona,algoqueantesposeíaLauraFairlie,laniñafelizydespreocupadayqueahoranoencuentroenLadyGlyde.Antesexistíaensurostrounaviveza,unadulzura,unaternuracontinuamentevariableperopresenteconstantemente,unencantoquenopuedeexplicarseconpalabrasnitrasladarse a los lienzos, como solía repetir el pobre Hartright. Y ésta hadesaparecido.Meparecióqueporunossegundossurgióundébilreflejodeesabellezalanochedesuregresocuando,alvermedenuevo,laemociónlahizopalidecer; pero jamás ha vuelto a aparecer.Ninguna de sus cartasme habíapreparadoparapensarenestecambiodesupersona.Alcontrario,mehabíanhecho pensar que el matrimonio no la había alterado casi, al menos enapariencia. ¿Será que antes leí mal sus cartas y ahora leía mal en su

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fisonomía?¡Noimporta!Sisubellezahaaumentadoohadisminuidoenestosúltimosseismeses,nuestraseparaciónlahavueltoparamímásqueridaymásamadaquenunca,yéstaesunaconsecuenciaagradablede suboda, ¡éstaalmenos!

Elotrocambio,elqueheobservadoensucarácter,nomehasorprendidoporqueyaestabapreparadaparaelloporeltonodesuscartas.Ahoraquedenuevoestáensucasaencuentroquemuestraelmismoempeñopornoentrarendetallesdesuvidadecasadacuandohablaconmigo,comolodemostróensuscartasduranteeltiempoenquesólopudimoscomunicarnosporescrito.Alprimerintentoquehicedetratarestetemaprohibidomepusounamanosobrelos labios, con un gesto y una mirada que me hicieron recordarconmovedoramentelosdíasdeantesylostiemposfelicesenlosquenohabíasecretosentrenosotrasdos.

—Aunque estemos juntas, Marian —dijo—, las dos estaremos máscontentasy seremosmás felices si aceptamosmividade casada, sea loquesea, y si hablamos de ella lomenos posible. Te lo diría todo demímisma,querida—continuó,atandoydesatandonerviosamenteellazodemicinturón—,simisconfidenciaspudiesen limitarseaeso.Perono seríaasí.Meveríaobligadaahacerteconfidenciasrelacionadasconmimarido,yahoraqueestoycasada,creoqueporbiensuyo,porbien tuyo,porelmíoyporelde todos,tengo que evitar hacerlo. No es que diga que ello te atormentaría o meentristezca. No quisiera por nada del mundo que lo pensases. Pero es quequiero ser feliz, feliz del todo ahora que te tengo de nuevo, y quiero quetambiénloseastú...

Se interrumpióbruscamente,mirandoa su alrededor en lahabitación, enmisalón,dondenoshallábamosentonces.

—¡Ah! —gritó, juntando sus manos con una alegre sonrisa dereconocimiento—. ¡Otro viejo amigo que he recuperado! Tu estantería delibros, Marian; tu estantería de madera de áloe, tan vieja, tan usada, tanpequeña y tan simpática. ¡Cuánto me alegro de que la hayas traído deLimmeridge, y también ese horrible paraguas de hombre, tan pesado y tanenorme que podías pasear aunque estuviera lloviendo! Y ante todo y sobretodo, tú misma, tu querido rostro moreno, inteligente, que me mira comoantes.Meparecequeaquíestoyotravezencasa.¿Quémáspodríamoshacerparaencontramosaúnmásenella?Voyacolocarelretratodemipadreentucuartoenvezdetenerloenelmío,yatraertodosmistesorosdeLimmeridge,y todos losdíasmepasaréhorasyhoras contigo, entre estas cuatroparedesamigas. ¡Marian!—dijo de repente, sentándose en un escabel a mis pies ymirándome fijamente a los ojos—. ¡Prométeme que nunca te casarás y queestarássiempreconmigo!Pareceegoístadecirteestoperoteaseguroqueestásmuchomejorsolaysoltera...,amenos...amenosqueestésmuyenamoradade

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tumarido.Peronovasaquereranadiemásqueamí...,¿verdad?

Otravezsecallóderepente,escondiósurostroentremismanos,queellahabíacruzadosobremiregazo.

—¿Has escrito muchas cartas en estos meses y has recibido tambiénmuchas?—mepreguntóconvozbajaysúbitamentealterada.

Comprendí el significado de aquella pregunta, pero creí mi deber nofacilitarleelcamino.

—¿Sabes algo de él?—continuó, obligándome a que le perdonara estasúplica que se aventuraba a formular directamente, besándome las manosmientrasseguíaocultandoenellassurostro.

—¿Estábien,esfeliz,siguetrabajandoensuprofesión?¿Seharecobradoomehaolvidado?

No debió haberme hecho estas preguntas. Debió haber recordado lapromesa que se hizo a símisma lamañana en que Sir Percival la obligó amantener su compromiso nupcial y me entregó, para siempre, el álbum dedibujosdeHartright.Pero,¡ayDiosmío!,¿quiéneselserhumanotancabalque pueda perseverar en un buen propósito sin errar o volver a tropezar?¿Quién es la mujer que ha logrado arrancar de raíz en su alma la imagenadoradaqueelamormáspurograbóunavezenella?Loslibrosnosdicenqueesas criaturas sobrenaturales han existido, pero ¿qué responde a esasafirmacionesdeloslibrosnuestraspropiasexperiencias?

No intenté siquiera discutírselo, quizá porque apreciaba sinceramente sutemerario candor, que me descubría lo que otras mujeres en su situaciónhubieran ocultado aun a su más íntima amiga... Quizá porque mirando elfondo de mi propio corazón comprendía que yo en su lugar hubiesepreguntadolomismoyhubiesesentidocomoella.Todoloquehonradamentepodíahacerehicefuecontestarlequeni lehabíaescritonisabíanadadesuvida en esta última temporada, y luego dirigir la conversación hacia otrostemasmenospeligrosos.

Estaprimeraentrevistaconfidencialquetuvimosdespuésdesuvueltamehizosentirmetristepormuchasrazones:elcambioquesumatrimoniosupusoparanuestrasrelaciones,puesporprimeravezennuestrasvidasexistíaentrenosotras un tema prohibido, y la convicción desoladora de que todosentimientocálido,todaconfianzacordial,estabanausentesensusrelacionescon sumarido, una convicción dada a su pesar por sus propias palabras; elpenoso descubrimiento de que la influencia de aquel malhadado amor (noimporta que fuese inocente e inofensivo) seguía arraigado en su corazón.Todasestassonrevelacionesqueentristeceríanacualquierotramujerque laadorasetantocomoyoyquesintiesesuspenascontantaintensidadcomoyo

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lohacía.

Tan sólo me queda un consuelo..., un consuelo que puede aliviarme deestaspenas,yqueenefectome lasalivia.Todoelatractivoyencantodesucarácter,lasinceraternuradesucorazón,lagraciadulce,sencillayfemeninaquelahacíaserqueridayadmiradadecuantoslarodeaban,todoesodenuevoestáconmigodesdequehavuelto.Avecesmeinclinoadudarunpocodelasotrasimpresiones,perodeestaúltima,lamejorymásfelizdetodasellas,cadahoradeldíaestoymássegura.

Peroahoravoyaocuparmede sus compañerosdeviaje.Ante tododebodedicarmiatenciónasumarido.¿QuéheobservadoenSirPercivaldesdesuvueltaquepuedahacermásfavorablelaopiniónquetengosobreél?

Esdifícildeciralgo.Parecequedesdequehallegadonohatenidomásquepreocupaciones y contrariedades, y aunque sean poco importantes no hayhombrequeensemejantescircunstanciasconservesuatractivo.CreoquehaadelgazadodesdequesemarchódeInglaterra.Luceextenuadoysuconstanteintranquilidadha aumentadonotablemente.Sucomportamiento, almenos sucomportamiento conmigo, esmuchomás negligente de lo que era antes.Lanocheque llegaronme saludóconmenoscortesíayurbanidad,pornodecircon ninguna, de la que solía usar en otros tiempos, —nada de amablespalabras de saludo, ninguna señal de que nuestro encuentro le causara unaespecialalegría—,sólounbreveapretóndemanosyunarespuestaseca:

—Cómoestá,señoritaHalcombe;mealegrodevolveraverla.

Daba la impresión de que me aceptaba como uno de los atributosinevitablesdeBlackwater,queestabacontentodeencontrarmecolocadaensusitio,paraluegopasaraotrascosas.

La mayor parte de los hombres revelan en su propio hogar lo quemantienenocultoenotraspartes,ySirPercivalha resultadoserunmaníacodelordenydehábitosinvariables,locualparamíesunaverdaderarevelacióncon respecto a lo que conocía antes de su carácter. Si cojo un libro de lalibreríaylodejosobrelamesa,mesigueyvuelveacolocarloensulugar;sime levantodeunasillay ladejoenel lugarenquemehabíasentado,él selevantayconmuchocuidadoladevuelveasusitiojuntoalapared.Recogedela alfombra hojas de los ramos de flores y gruñe y se indigna por lo bajo,comosisetratasendebrasasquepudieranagujerearla;siveunaarrugaenunmantel o falta un cuchillo riñe a los criados como si le hubieran insultadopersonalmente.

Healudidoalaspequeñascontrariedadesqueparecehaberencontradoasuretorno.Unagranpartedelcambioqueheobservadoenélsedebe,talvez,adichascontrariedades.Tratodepersuadirmeamímismadeelloparaqueno

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me resulte descorazonador pensar en el porvenir. Desde luego que para unhombreesduroencontrarseconundisgustoenelinstanteenqueponelospiesensucasadespuésdeunalargaausencia;y,enefecto,aSirPercivalleocurrióestedesagradablepercance,yyomismalopresencié.

Lanochedesullegadaelamadellavesmesiguióalvestíbulopararecibira su señor y a sus huéspedes. En cuanto la vio, Sir Percival quiso saber sialguienhabíapreguntadoporélúltimamente.Elamadellaveslecontóloqueyamehabíadichoamí:queunseñordesconocidohabíavenidoainformarsesobre la fecha del regreso del señor. Le preguntó en seguida el nombre deldesconocido. No había querido dejar su nombre. ¿Qué negocios le habíanllevadoallí?Nohabíadichounapalabradenegocios.¿Cómoeraaquelseñor?Elamadellavestratódedescribírselo,peronoconsiguiómencionarningunaparticularidadenlafiguraoenelaspectodeldesconocidomediantelacualsuseñorpudiera identificarlo.SirPercival frunció el ceño,dioungolpe con elpie en el suelo, furioso, y entró en la casa sin hacer caso a ninguno de lospresentes. Por qué le habrá afectado tanto una tontería, lo ignoro; pero lociertoesqueleafectómucho,nocabíaduda.

En conjunto, tal vez sea mejor si me abstengo de formar una opinióndefinitivasobresuconducta,sobresusmodalesylenguajedentrodesupropiacasa, hasta que el tiempo le permita olvidar los disgustos, sea cual sea susignificado,queahoraevidentementeatormentanensecretosuespíritu.AbriréunapáginanuevaymiplumadejarádemomentoenpazalmaridodeLaura.

Losdoshuéspedes, el condey la condesaFosco, son a los que les llegaahoraelturnoenmidiario.Voyaocuparmeantesdelacondesaparahablardeellalomásbrevementeposible.

Laura no había exagerado al escribirme que no iba a reconocer a su tíacuando la viese de nuevo. Jamás he comprobado en ninguna mujer que elmatrimonio la hubiera transformado tanto como en el caso de la condesaFosco.

Cuando la conocí, como Eleonor Fairlie y con treinta y siete años, nodejaba de decir pretenciosos disparates y mortificaba constantemente a losinfortunadoshombrescontodosloscaprichosqueunamujervanidosaytontapuede imponer al indulgente sexo masculino. Como Madame Fosco, concuarentaytresañosdeedad,escapazdepermanecersentadahorasyhorassindecirunapalabraenunextrañoestadodeensimismamiento.Losrepugnantesy ridículos tirabuzones que antes le caían a cada lado de la cara han sidoreemplazadosporunosricitoscortosyrecogidos,delosquesuelenverseenlaspelucaspasadasdemoda.Cubre su cabezaconuna sencilla cofiaque lehaceparecer,porprimeravezensuvida,unamujerdecente.Nadiepuedeverahora (exceptuando, por supuesto a su marido) lo que antes mostraba a

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cualquiera. Me refiero a la estructura del esqueleto femenino en su partesuperior, que incluye clavículas y omoplatos. Ahora se viste con modestostrajesnegrosygrisesqueletapanelcuello;trajesdelosquesehubierareídoohubieraabominado,segúnelhumordelmomento,cuandoerasoltera;sesientacalladaenunrincónysusmanosblancas(tansecasquehastalosporosdesupiel parecen de cal) trabajan incesantemente, bien en algún bordadointerminable,bienenhacermásymáscigarrillosparaelconsumoparticulardelconde.Enlaspocasocasionesenquesusfríosojosazulesdejandefijarseensutrabajo,contemplaasumaridoconestamiradadeinterrogaciónmudaysumisaquetodosconocemosenlosojosdeperrosfieles.Elúnicoindiciodecalor interior que he podido descubrir tras su reserva glacial se manifiestaalgunaqueotravezenformadeunosreprimidoscelosdetigresaqueleinspiracualquiermujer(lascriadasincluidas)alaquehableomireelcondeconalgoparecidoaunespecial interésoatención.Exceptoestedetalle,sepasaeldíaentero(dentroofueradecasa,contiempohermosoofrío)tanfríacomounaestatuaytanimpenetrablecomolapiedradequeestátallada.Respectoalosefectossocialesesindudablequeestecambiohasidomuybeneficiosoparalosquelarodean,puestoquesehatransformadoenunamujercorrecta,silenciosayapacible,quenomolestanuncaa losdemás.Loquehayapodidocambiarrealmenteensuinterior,esyaotracuestión.Unaodosveceshevistocambiosmuy bruscos en la expresión de sus labios fruncidos, o he observadoinflexiones tan alteradas en el sonido de su sosegada voz que me hicieronsospecharqueeseestadodeconstanterepresiónpuedeocultaralgopeligrosodesuser,queconlalibertaddesuvidaanteriorseevaporabadeunamanerainofensiva. Es muy posible que me equivoque al sostener esta idea. Sinembargo,mi impresiónpersonal esqueestoy en lo cierto.El tiempodirá loquesea.

¿Yelmagoquehallevadoacaboestatransformaciónmilagrosa,elmaridoextranjeroquehadomadoaestamujeringlesa,antestanvoluntariosa,hastaelpuntodequenisuspropiosfamiliareslareconocen...,elpropiocondeFosco?¿Quiéneselconde?

Dirésólodospalabras;tieneelaspectodepoderdomaracualquiera.Sienlugardehabersecasadoconunamujersehubiesecasadoconunatigresa,deigualformalahubieradomado.Sisehubieracasadoconmigo,yo lehubierahecholoscigarrilloslomismoqueseloshacesumujer,ymehubieracalladoantesumirada,lomismoqueella.

Casi me asusta confesarlo, aunque sea en estas páginas secretas. Estehombreme interesa,meatraeymehace sentir quemegusta.Solamente endos días ha conseguido que le mire con buenos ojos, y no soy capaz deexplicarcómosehaobradoestemilagro.

¡Loquemedejadeverdadasombradaescómosehaquedadograbadoen

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mi mente para que le recuerde con la misma facilidad que si te estuvieraviendo! ¡Cuántomás fácilmentepuedoevocarleaélqueaSirPercival,oalseñor Fairlie, o aWalterHartright, o a cualquier otra persona cuando no laveo, con la única excepción de Laura! Puedo escuchar su voz como siestuvierahablandoami lado;puedo recordar loquedijoayercon lamismaexactitud que si me lo estuviera diciendo ahora. ¿Cómo podría describirle?Hayparticularidadesdesuaspecto,desuscostumbres,desusgustos,de losquemehubieseburladoenlostérminosmássangrantesyhubieraridiculizadosinpiedadenotrohombre.¡Quéesloquesucedeparaquenomeseaposibleridiculizarlasenél,niburlarmesiquiera?

Por ejemplo, es inmensamente gordo.Hasta ahora yo tenía una aversiónespecialhacia todas laspersonascorpulentas.Hesidosiempreopuestaaesacreencia popular de que la gordura en exceso de las gentes está en relacióndirectaconelbuenhumortambiénenexceso,locualequivaleadecirquenoengordan más que personas agradables, o que el aumento casual de unascuantaslibrasdecarneejerceunainfluenciamarcadamentefavorablesobreelnatural de la persona en cuyo cuerpo se han acumulado. He combatidoinvariablemente estas dos creencias tan absurdas, recopilando ejemplos degordosquefuerontancrueles,mezquinosyviciososcomolosmásdelgadosymalvados de sus prójimos. Yo preguntaba si EnriqueVIII tenía un carácteragradable,sielPapaAlejandroVIeraunhombrebueno,silosasesinosseñoryseñoraManningnoeranambosdospersonasextraordinariamenterobustas,silasnodrizas,estasmujeresdeproverbialcrueldad,incomparablecontodoloquesehaconocidoenInglaterra,noeranensumayorpartetangordascomomuy poco se ha conocido en Inglaterra... Seguiría tiempo y tiempo citandodocenasdeejemplos,antiguosymodernos,decompatriotasyextranjeros,deopulentos y de humildes. Poseyendo todas estas demostraciones tandefinitivas,ycontodalaconvicciónquetengosobreloqueafirmo,confieso,sinembargo,quesiendoelcondeFoscotangordocomopodríaserloEnriqueVIII,sinestorboniobstáculodesuodiosacorpulencia,yenestospocosdías,halogradoganarsetodasmissimpatías.¡Esrealmenteextraordinario!

¿Quizáestosedebaasurostro?

Se parecemucho, de unamanera extraordinaria, a Napoleón el Grande.Susfaccionesposeenlamismaespléndidacorreccióndelíneas,ysuexpresiónevoca la majestuosa serenidad, la potencia inamovible del rostro del GranSoldado. Es cierto que este parecido sorprendente me chocó desde elprincipio, pero aún hay algo queme ha causado una impresiónmás fuerte.Creoqueesteinflujo,cuyoorigenquieroencontrar,provienedesusojos.Sonlosojosgrisesmásinsondablesquejamáshevisto,yenocasionestienenunbrillo frío, claro, bello e irresistible, que me obliga a mirarle y me haceexperimentarsensacionesquenodesearíasentir.Otraspartesdesurostroyde

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sucabezatienentambiénsusparticularidadesextrañas.Porejemplosucutisesde una palidez singularmente amarillenta, tan poco adecuada con el colorcastañooscurodesucabelloquesospechoqueusapelucaysurostro,afeitadoporcompleto,esmássuaveyestámáslibredearrugasydemarcasenlapielque el mío, a pesar de que el conde (según lo que ha contado de él SirPercival) está frisandocon los sesentaaños.Masno sonéstas lasespecialescaracterísticaspersonalesqueledistinguen,amiparecer,detodoslosdemáshombresqueheconocido.Laseñalmáspeculiarque lehaceúnicoentre losdemásmortales,estásobretodoyantetodoyhastadondepuedoafirmarporahora,enlaexpresiónyenlafuerzaextraordinariadesusojos.

Sus modales y el dominio absoluto que posee de nuestro idioma hancontribuidohastaciertopuntoaqueganemiaprecio.Escuchaaunamujerconunadeferenciasosegada,conunamiradallenadeuninterésplácidoyvivo.Lehabla conunavozque trasluceunagrandelicadeza interior, y ello, hayquedecirlo, resulta irresistible para cualquiera de nosotras. Por supuesto que suinsólitodominiodelalenguainglesaleayudamucho.Heoídoconfrecuenciaquelositalianosposeenunafacilidadasombrosaparadominarnuestroidiomanórdico, duro y seco. Pero hasta que he conocido al conde Fosco no podíasospechar que un extranjero llegase a hablar inglés como lo hace él. Hayocasionesenlascualesesdifícilapreciarydistinguirsielquehablaesonounauténtico inglés, pues su acento y su fluidez son tales que hay poquísimoscompatriotas nuestros que puedan hablar evitando tan bien pausas yredundanciascomoelconde.Puedeserqueconstruyalasfrasesdeunmodomásomenosextranjeroperojamásleheescuchadounaexpresiónincorrectaniheobservadoquedudeunmomentoenlaeleccióndelapalabrajusta.

Los rasgos más insignificantes de este hombre extraño tienen algo queimpresiona por su originalidad y que le dejan a uno perplejo por locontradictorios que resultan entre sí. Con lo gordo y viejo que es, susmovimientos son asombrosamente ligeros y elegantes. En un salón, es tansilenciosocomocualquiermujer.Yaúnhaymás:apesardesuaspecto,quedemuestraunainequívocafuerzaespiritual,estannerviosoysensiblecomolamásdébildenosotras.Seestremecealmenorruidoinesperado,tantocomolamismaLaura.Ayer tarde temblódehorrorydepenaalverqueSirPercivalgolpeó a uno de sus perros de aguas, tanto que sentí vergüenza demi pocaternuraysensibilidadencomparaciónconlasdelconde.

Porciertoqueesteincidentemehacepensarenunadesuspeculiaridadesmáscuriosassobrelaqueaúnnohehablado:suextraordinariaternuraconlosanimales.

Hadejadoalgunosenelcontinente,perohatraídoconsigoaestacasaunacacatúa,doscanariosyunafamiliaderatonesblancos.Elmismoseocupaenatender las necesidades de esos extraños favoritos a los que ha enseñado a

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quererleyconocerle.Lacacatúa,queesunpájarotraidorymalvadocontodoelmundo,pareceadorarasuamo.Cuandosacaelpájarodelajaula,éstesaltasobre sus rodillas, trepa como puede por su cuerpo enorme, hacia arriba, yfrotasutupécontralacetrinadoblebarbillaconternuracasiinconcebible.Nonecesita más que abrir la jaula de los canarios y llamarlos, para que estosdeliciosos cantores magistralmente enseñados vuelen hasta sus manos, sintemoralguno,seposensobresusgordosdedosysaltendeunoaotro,cuandoéllesmandaquesubanescaleras,ycantentodosjuntosalllegaraldedomásaltohastacasidesgañitarsedeplacer.Susratonesblancosvivenenunaespeciede pagoda dibujada y construida por él, con alambres pintados de alegrescolores. Están casi tan domesticados como los canarios, y constantementesalendesuguaridacomoaquéllos.Subenasuamo,correteanporsuchalecoyse sientan por parejas, como bolitas de nieve, sobre sus potentes hombros.Parecequelosratonesleencantanmásquelosdemásanimales;lessonríe,losbesaylosllamaconnombrescariñosos.Sifueraposibleconcebirauningléspropensoaestosgustosydiversiones tan infantiles es absolutamente seguroque se avergonzaría de exteriorizarlos, y delante de otros adultos buscaríaexcusas a sus debilidades. Pero el conde, por lo que parece, no ve nadaridículoenelasombrosocontrasteentresucolosaltamañoysusdiminutosyfrágiles favoritos. Es capaz de besar a sus ratones blancos y cantar a suscanariosenuna reunióndecazadoresdezorros,ydeseguroque,siéstosserieranacarcajadasviéndolo,loscompadeceríacomoaunospobresbárbaros.

Apenas puede creerse, ni casi yo misma lo creo mientras lo escribo,aunqueesabsolutamentecierto,queestehombrequemimaasucacatúaconlaternuradeunasolteronayquejuegaconsusratonesblancoscompitiendoenagilidad con un niño organista, pueda hablar, si ocurre algo que lo incite ahacerlo,contalaudaciadepensamiento,contalcantidaddelecturasentodoslosidiomasycontalexperienciadelamejorsociedad,queleesfamiliarenlamitaddelascapitalesdeEuropa,queellolesituaríaenunlugarprivilegiadoencualquierreunióndelmundocivilizado.Puesestemaestrodecanarios,yunarquitectodepagodaspararatonesblancoses(elmismoSirPercivalmelohadicho)unodelosquímicosexperimentalesmásfamososenlaactualidad,yhadescubierto,entreotrasmaravillas,unmediodepetrificarloscadáveresydeconservarlosduroscomoelmármolhastael finalde lossiglos.Estehombregordo, indolente y viejo, cuyos nervios están tan tensos que almenor ruidoextraño se sobresalta, que tiembla cuando pegan a un perro, a la mañanasiguientedespuésdesullegadaentróenlasperrerasypusosumanosobrelacabezadeun sabuesoencadenado tan fieroqueelmismo lacayoque le traecomidasemantienefueradesualcance.Lacondesayyoestábamospresentesynuncaolvidarélaescenasiguiente,aunquefuemuybreve.

—Señor,tengacuidadoconelperro—dijoellacayo—;seechaencimadecualquiera.

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—Amigomío,seechaencimadelosqueletemen—contestóelcondeconlamayortranquilidad—.Vamosaverquéhaceconmigo.

Y como la cosa más natural del mundo, puso sus dedos amarillos yregordetes,porlosquediezminutosanteshabíantrepadoloscanarios,sobrelacabezadelaformidablebestiaylamirófijamentealosojos.

—Todos los perros grandes sois unos cobardes—le dijo con desprecio,acercandomuchosurostroalacabezadelanimal.Seríascapazdehuirdeunindefensogato,endemoniadocobarde.Todoaquelaquiencojasdesprevenido,todo aquel que tenga miedo de tu inmenso cuerpo, de tus afilados dientesblancos y de tu bocaza babosa, sedienta de sangre, será la víctima de tuferocidad. Ahora mismo podrías estrangularme si quisieras, miserablefanfarrón, y ni siquiera te atreves amirarme, porque sabes que no te temo.¿Quierespensarlomejoryprobarametertusdientesenmicuellotangordo?¡Cá!Noerescapaz.

Sevolvió,riéndosedelestupordelospalafreneros,yelanimal,cabizbajo,retrocedióhacialaperrera.

—¡VayaporDios!,michalecoblancotanimpecable—dijo,desconsolado.Cuánto lamento haber venido aquí.Este animalme ha ensuciado el chalecoconsusbabas.

Estas palabras expresan otra de sus incomprensibles rarezas. Tiene lamismadebilidadporlabuenaropaqueelneciomáspresumido;yenlosdosdíasquellevaenBlackwaterParkhaaparecidoconcuatrodistintosylujososchalecos,todosellosdecoloresclarosyllamativoseinmensamenteamplios,aunparaél.

Su tacto y clarividencia en las cosas de poca importancia es algo tannotableenélcomolassingularescontradiccionesdesucarácterylasinfantilestrivialidadesdesusgustosyentretenimientosengeneral.

Yaheobservadoquedeseavivir enperfecta armonía con todosnosotrosdurantesupermanenciaenestacasa.EsevidentequesehadadocuentadequeélnoleresultagratoaLaura(ellamismamelohaconfesado,obligadapormispreguntas),perotambiénhadescubiertoqueesunaamantedelasflores.Yencuantomanifiestadeseosdeunramillete,tieneunoparaofrecerle,recogidoycompuesto por élmismo, y lo queme hacemás gracia es que en elmismomomento obsequia con otro ramo compuesto exactamente de las mismasflores y ordenadode lamismamanera a su celosísima esposa, antes de queéstapuedasentirseagraviada.Esdignodeversecómotrataa lacondesa(enpúblico).Se inclinaanteella,habitualmente la llama«miángel», llevaa loscanariossentadosensusdedos,asuladoyhacequecantenparaella,lebesalamanocuandoellaleentregasuscigarrillosy,acambiodeello,laobsequia

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condulcesyconfitesdeunacajaquellevaensubolsilloyselosponeenlaboca.Lavaraférreaconquelagobiernanoaparecejamásenpúblico,puesesunavaraprivada,quenuncasaledesushabitaciones.

Conmigo emplea un medio muy diferente para congraciarse. Halaga suvanidad hablándome con la seriedad y la sensatez con que hablaría a unhombre.¡Sí!medoycuentadeellocuandoestáausente;séqueestáhalagandomi vanidad, lo sé cuando estoy enmi habitación; sin embargo, cuando bajeparaencontrarmedenuevoensucompañía,¡élvolveráacegarmeyvolveréadejarme halagar como si no me hubiera dado cuenta de nada! Me puedemanejarigualqueasumujeryaLaura,quealsabuesodelcorralyalmismoSirPercival,atodashorasdeldía.

«Mi buen Percival, cómo me gusta ese carácter inglés tan brusco ysincero...»«QueridoPercival,cómoadmiroesasolidezdecriterioenustedeslosingleses.AsídetienetranquilamentelasobservacioneseironíasmásrudasdeSirPercivalcuandoésteseburladesusgustosydiversionesafeminados,llamandoalbarónporsunombredepila;sonriéndoleconairedesuperioridad,dándolegolpecitosenlaespaldaytratándoloconlamismabenevolenciaquedemostraríaunpadreanteunhijodíscolo.

ElinterésquenopuedomenosdesentirporesehombreoriginalyextrañomehallevadoapreguntaraSirPercivaldetallesdesuvidapasada.

SirPercivalsabemuypocodeél,onomequierecontarmás.Elcondeyélse encontraron por primera vez en Roma, hace años, en las dramáticascircunstanciasaquehealudidoenotro lugardeesteDiario.DesdeentonceshanestadoconstantementejuntosenLondres,enParísyenViena,peronuncahanvueltoaverseenItalia,pueselconde,yestoesbastanteraro,nohavueltoacruzarlafronteradesupatriadesdehacemuchosaños.¿Seráquizávíctimade alguna persecución política? Sea lo que fuere, él parece tener un interéspatrióticopornoperderdevistaaningunodesusconciudadanosquesehallanenInglaterra.Lanochequellegaronpreguntóaquédistanciaestábamosdelaciudad más próxima y si conocíamos a algún señor italiano que estuvieraestablecido allí. Lo cierto es que mantiene correspondencia con gente delcontinente,porquelascartasquerecibetraensellosacuálmásrarodetodaspartesimaginables,yestamañanaviunaquehabíanpuestoalladodesusitioen la mesa cuando íbamos a desayunar, que tenía un gran membrete quepareceoficial.¿Talvezmantienecorrespondenciaconsugobierno?Peroestonoconcuerdaconmiprimeraideadequepuedeserunexiliadopolítico.

¡Cuánto he escrito sobre el conde Fosco! Como diría el pobre señorGilmoreensuestiloimpenetrabledehombredenegocios,¿ytodoelloaquéconduce?Sóloquiero repetirque siento, aunque loconozcodesde tanbrevetiempo,unaextrañaatracciónporelconde,mitadvoluntaria,mitadamipesar.

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Parece haber extendido sobremí lamisma influencia que evidentemente yaejerceenSirPercival.Pormuydespreocupado,einclusorudo,queésteseaenalgunasocasionesconsugordoamigo, tienemiedodeofenderseriamentealconde.¿Seráquelotemoyotambién?Lociertoesquejamásconocíahombrealguno en mi vida que me hiciera temer tanto que se convirtiese en mienemigo.¿Esporquemegustaoporqueletengomiedo?Chisa...,comodiríaelcondeFoscoensupropioidioma.¿Quiénsabe?

Día16dejunio.

Hay algo que hoy puedo comentar además de mis propias ideas eimpresiones.HallegadounvisitantedesconocidoporcompletoparaLaurayparamíyaparentemente,completamenteinesperadoparaSirPercival.

Estábamostodosalmorzandoenunsalónconventanasfrancesasquedaalagalería,yelconde(queengullepastelescomojamáshevistoaningúnotroserhumano,salvolasalumnasinternas)nosestabahaciendoreír,alpedircontodaseriedadsucuartatarta,cuandoentróuncriadoanunciandoalvisitante:

—Sir Percival, el señor Merriman acaba de llegar y desea verleinmediatamente.

Sir Percival se estremeció al tiempo que miraba al criado con unaexpresióndealarmaydeenojo.

—¿ElseñorMerriman?—repitió,comosidesconfiaradesusoídos.

—Sí,señor,elseñorMerriman,deLondres.

—¿Dóndeestá?

—Enlabiblioteca,SirPercival.

EncuantooyólarespuestaSirPercivalselevantóbruscamenteysindecirpalabraseprecipitófueradelaestancia.

—¿QuiéneselseñorMerriman?—preguntóLauradirigiéndoseamí.

—Notengolamenoridea—fuetodoloquepudecontestarle.

El conde había terminado su cuarta tarta y se había dirigido a unamesalateralparacontemplarasumalignacacatúa.Sevolvióhacianosotras,conelpájaroencaramadoensuhombro.

—ElseñorMerrimaneselprocuradordeSirPercival—dijoplácidamente.

ElprocuradordeSirPercival.EstaeraunarespuestadirectaalapreguntadeLauraysinembargo,entalescircunstanciasnonossatisfacía.SielseñorMerriman hubiera sido hecho venir expresamente por su cliente no tendríanadade extrañoquehubiera salidode la ciudadobedeciendoa susórdenes.Pero cuando un abogado hace un viaje desdeLondres hastaHampshire, sin

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que nadie le haya enviado a buscar, y cuando su llegada a la casa de uncaballerohaceestremeceraéste,hayquedarporsentadoqueelvisitanteesportadordenoticiasmuygraveseinesperadas;noticiasquepuedenserbuenasomalas,peroencualquiercasonopuedenserinsignificantescomolasqueserecibentodoslosdías.

Laurayyoseguimossentadasalamesasilenciosamenteuncuartodehoraomás,preguntándonosconinquietudquéhabríasucedidoyesperandoqueSirPercivalvolvierapronto.Peroél tardabaen regresarynos levantamosde lamesaparasalirdelsalón.

Elconde,tanatentocomosiempre,seacercóanosotras,desdeelrincónenquehabíaestadodandodecomeralacacatúa,yconelpájaroensuhombronosabrió lapuerta.Lauray lacondesaFoscosalieron lasprimeras.Cuandome disponía a seguirlas, me hizo una seña con la mano y me habló de lamaneramásextrañaantesdequeyoatravesaseelumbral.

—Sí—dijo, contestando tranquilamente a la idea que yo tenía entoncesclavada en mi mente, como si se la hubiese confiado expresándola conpalabras.Sí,señoritaHalcombe,hasucedidoalgo.

Estuve a punto de contestar: «Yo no le he preguntado nada», pero lamaligna cacatúa agitó sus recortadas alasyprofirióun chillidoquemedejócon losnervios a flordepiel, así que loúnico enquepensé fue endejar lahabitación.

Me reuní con Laura al pie de la escalera. Sus pensamientos eran losmismosquelosmíos,losqueelcondeFoscohabíasorprendido,ycuandomehablósuspalabrasparecíanelecodelasdelconde.Ellatambiénmeconfióensecretoelmiedoqueteníadequehubiesesucedidoalgo.

Antes de acostarme tengoque añadir algunas líneas a lo que he anotadohoy.

UnasdoshorasdespuésdequeSirPercivalhubieraabandonado lamesapararecibirasuprocurador,elseñorMerriman,salídemicuartoparadarunpaseo a solaspor lospinares.Cuandoestaba en el rellanode la escalera, seabriólapuertadelabibliotecaylosdosseñoressalierondeella.Creyendoquepodíamolestarlessiaparecíaenaquelmomentodecidíesperarabajaraquehubiesencruzado laentrada.Aunquehablabanenvozbaja, laspalabrasquepronunciaronllegaroncontodaclaridadamisoídos.

—Tranquilícese, Sir Percival—oí decir al abogado—. Todo depende deLadyGlyde.

Yaibaaregresaramicuarto,peroalescuchardelabiosdeunextrañoelnombre de Laura me detuve instantáneamente. Está muy mal y es muy

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incorrectoescucharpero¡quémujer,entre todas lasqueexisten,escapazderegular sus acciones por las estrictas ordenanzas del honor, cuando éstas leseñalanuncamino,ysussentimientosylosinteresesqueaquellasalimentanleseñalanotro?

Escuché,pues,yhubieraescuchadolomismocuantasvecesmehallaraenidénticas circunstancias, incluso con la oreja pegada a la cerradura si nopudiesehacerlodeotraforma.

—¿Comprende usted bien, Sir Percival?—continuó el abogado—. LadyGlyde tiene que firmar en presencia de uno o dos testigos si quiere ustedexagerarlasprecauciones,yluegotienequeponersudedosobrelaBibliay—decir:«Otorgoy firmopormipropiavoluntad.»Siestoseconsigue,enunasemana queda todo perfectamente solucionado y no tenemos por quépreocuparnos.Sinopudiera...

—¿Qué quiere usted decir con «si no pudiera»?—preguntó Sir Percivalconenfado—.Sihayquehacerlosehará.Seloprometo,Merriman.

—Exacto,SirPercival,exacto;peroentodaslastransaccionesexistendosalternativas,yalosabogadosnosgustaconsiderarlasaambas,unafrentealaotra.Siapesardetodoyporalgunacircunstanciaespecialnosepudierallegara un acuerdo, espero que conseguiré que los otros acepten letras a noventadías.Peroelmododeconseguireldinerocuandovenzanlasletras...

—¡Al demonio con las letras! El dinero ha de conseguirse de una solamanera,yyoleaseguroqueasíseconseguirá.Antesdeirsetomeunvasodevino,Merriman.

—MuyagradecidoSirPercival,peronopuedoperderuninstantesihedealcanzareltren.¿Medaránoticiascuandoquedeelasuntoresuelto?Noolvidequetienequeobrarconcautela...

—Porsupuestoquenoloolvidaré.Yatieneustedeltílburiesperándolealapuerta.Milacayoleconduciráenunsantiaménalaestación.¡Benjamín,corretodo lo que puedas! Sube, rápido. Si el señor Merriman pierde el tren, tupierdes el puesto. Agárrese bien, Merriman, y si vuelca cuente con que eldiabloprotegeráloqueessuyo.

Con esta bendición final el barón diomedia vuelta y se dirigió hacia labiblioteca.

Nohabía oídomucho, pero lo pocoque llegó amis oídos fue suficientepara dejarmemuy preocupada. Este «algo» que «había sucedido», era, y seveíademasiadoclaro,unserioapuroeconómico,ydependíadeLauraqueSirPercival saliese de él. La perspectiva de verla envuelta en las secretasdificultadesdesumaridomellenarondeangustia,agravadasindudatantopor

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miignoranciaenasuntosdedinerocomopormiprofundadesconfianzahaciaSir Percival. En lugar de irme a pasear comome proponía, fui al cuarto deLauraparacomunicarleinmediatamenteloquehabíaescuchado.

Recibió estas malas noticias sin inmutarse, y eso me sorprendió. Eraevidentequesabíamásde loqueyosospechabaacercadelcarácterydelosapurosdesumarido.

—Ya me lo temía—me respondió—, cuando dijeron que había venidoaquelextrañocaballeroquenoquisodejarsunombre.

—¿Quiéncreestúqueseríaesecaballero?—lepregunté.

—Alguienque tienemuchoque reclamaraSirPercivalyqueha sido lacausadelavisitadelseñorMerriman—contestó.

—¿Conocesalgosobreesasreclamaciones?

—No,nada;nielmenordetalle.

—¿Nofirmarássinleerantesloquevasafirmar?

—Por supuestoqueno,Marian.Todo loquepuedahacer por él que seajustoynoperjudiqueanadie,loharé...contaldequetuvidaylamíasigansucursomásfelizposible.Peronoharénadaaciegas,puesalgúndíapodríasermotivodequenosavergonzáramosdeello.Dejemosestetemaporahora.Tehaspuestoelsombrero.¿Quéteparecesinosvamosadarunavueltaporelcampoynosolvidamosdeestemediodía?

Alsalirdecasanosdirigimoshaciaellugarmássombreado.

Cuandopasábamosporunlugarenelquelosárbolesdelapartefrontaldela casa dejaban un espacio abierto, vimos al conde Fosco paseando,exponiéndose al sol abrasador de aquella calurosa tarde de junio. Se habíapuestounanchosombrerodepajaadornadoconunacintacolorvioleta.Unablusaazulconprofundosyfantásticosbordadoscubríasucuerpocolosalylasujetabaenelsitioenqueotrorahabríatenidolacintura,conunaanchacorreadecuerorojo.LospantalonesdeNankinglucíantambiénbordadosblancosdefantasíaenlapartedelostobillos,ysecalzabaconpurpúreaspantuflasmoras.EstabacantandolafamosacancióndeFígarode«ElbarberodeSevilla»,conesta vocalización fácil que sólo se escucha en gargantas italianas,acompañándoseconlamandolina,que tocaba levantandolosbrazoshacia loaltoconmovimientosextáticos,contorsionándosegraciosamenteeinclinandolacabezaalestilodeunaobesaSantaCeciliadisfrazadadehombre.«¡Fígaroquà,Fígaro là.Fígaro sù,Fígarogiù!», cantabael conde,hastaquenosvio.Entonceslevantóenaltoelinstrumentocongarbo,saludándonosconlamismaeterna gracia y elegancia con que lo hubiera hecho el propio Fígaro a losveinteaños—Laura,tedoymipalabradequeestehombresabealgosobrelos

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apurosdeSirPercival—ledijecuandodevolvimosalcondeelsaludodesdeciertadistancia.

—¿Quéesloquetehacepensareso?—preguntó.

—¿Porquéibaasabersino,queelseñorMerrimaneselprocuradordeSirPercival? —repliqué—. Además, cuando yo salía del comedor detrás de tidespués de almorzar, me dijo, sin que yo le hubiese preguntado nada, quehabíasucedidoalgo.Asíquesóloconesto,sabemásquenosotras.

—Inclusosilosabe,nolepreguntesnada.¡Notefíesdeél!

—Parecequenoletienesmuchasimpatía,Laura.¿Quéesloquehadichoohechoquejustifiqueturechazo?

—NadaMarian.Alcontrariomehacolmadodeamabilidadesyatencionesdurantenuestroviajedevuelta,yvariasveces supoaplacar los arrebatosdecóleradeSirPercivalmostrandolamayorconsideraciónhaciamí.Quizámedesagrada que tengamuchamás influencia que yo sobremi propiomarido.Quizáhieremiorgulloelquetengaqueagradecerlesusintervenciones.Sólopuedodecirtequemedesagrada.

Elrestodelatardeylaveladapasaronconciertaquietud.Elcondeyyojugamosalajedrez.Medejóganaramablemente lasdosprimerasparadas,yluego,cuandovioqueyohabíadescubiertolamaniobra,sedisculpó,yendiezminutosenlatercerapartidamediojaquemate.

SirPercivalnoaludióentodalanochealavisitadelabogado.Perobiensea por este suceso o por cualquier otro lo cierto es que parecía haberseproducidoensuestadodeánimouncambiofeliz.Contodosnosotrosestuvoamableycortés,comoenlaépocaenquehacíaméritosenLimmeridge,yconsumujersemostródetalmodocariñosoyatentoquehastalaglacialMadameFosco se quedómirándole con profunda sorpresa. ¿Qué significa todo esto?Creo que puedo adivinarlo y temo que también Laura pueda adivinarlo, yestoyseguradequeelcondeFoscolosabe.Enmásdeunaocasión,duranteeltranscursodelanoche,captélasmiradasqueledirigióSirPercivalbuscandosuaprobación.

Día17deJunio.

Día de acontecimientos. Espero fervientemente que no tenga luego queañadirquefuetambiéndíadedesastres.

Durante el desayuno, Sir Percival guardó idéntico silencio que la nocheanterior respecto al misterioso «acuerdo» (como lo había calificado elabogado)queseciernesobrenuestrascabezas.Sinembargo,unahoradespuésentró de repente en el salón donde su mujer y yo estábamos esperando aMadameFoscoconnuestros sombrerospuestospara salir,ypreguntóporel

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conde.

—Esperamosverleaquíenseguida—contesté.

—Es el caso—dijo Sir Percival, dando vueltas por el cuarto y lleno denerviosismo— que necesito que el conde y su mujer vengan conmigo a labiblioteca para la formalización de un documento, y también necesito quevengastú,Laura,uninstante.

Se detuvoy pareció que sólo entonces se daba cuenta de que estábamospreparadasparamarcharnos,ydijo:

—¿Acabáisdeentraropensáissalir?

—Pensábamos irnos todos al lago, pero si tienes otros planes... —dijoLaura.

—No,no—contestóconprecipitación—;misplanespuedenesperar,ylomismomedahablarosdespuésdelalmuerzoquedespuésdeldesayuno.¡Vantodoshaciaellago?Unabuenaidea;yotambiénvoyadarmeunamañanadeasuetoymevoyconvosotros.

Sucomportamientonodejabalugaradudas,aunquesuspalabraspudieranconfundirnosporlainsólitabuenadisposiciónqueexpresabanparasacrificarsus propios planes a la conveniencia de los demás. Era obvio que se sentíaaliviado al encontrar una excusa para posponer las formalidades del asuntoque le esperaba en la biblioteca. Sentí cómo se me encogía el corazón demiedoaloquepudieseocurrir.

En aquelmomento se reunieron con nosotros el conde y su esposa.Ellallevabaenlamanolatabaquerabordadadesumaridoysuprovisióndepapelparaconfeccionarloseternoscigarrillos.Elconde,vestidocomosiempreconsuampliablusaysusombrerodepaja,ibacargadoconlapagodadesufamiliaderatonesalosquesonreíacomoanosotros,conunaternurairresistible.

—Contandoconsuamabilidad—nosdijo—hetraídomipequeñafamiliade ratoncitos,mis pobres pequeños, inocentes, preciosos, para que tomen elaireconnosotros.Haymuchosperrosencasa.¿Cómovoyadejaramisniñosblancos,pobrecillosamerceddelosperros?¡Esojamás!

A través de las barras de la alegre pagoda acarició, paternal, a suspequeños,asusniñosblancosynosfuimostodoshaciaellago.

Al llegaralbosqueSirPercivalseseparódenosotros.Formapartedesuincesante movilidad el separarse de sus compañeros de paseo en ocasionescomoéstayentretenersesolocortandoramasparahacersebastones.Elsimpleactodecortarytallar,sealoquesea,parececomplacerle.Hallenadolacasadebastoneshechosporélquenohautilizadonisiquieradosveces.Despuésdeusarunbastónunavezpierde todo interésenélynopiensaenotracosa

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queenhacerotros.

Enlacasetadelosbotesvolvióareunirseconnosotros.Voyarepetirtodalaconversacióntalcomosiguiócuandonosinstalamosennuestrosasientos.

Esunaconversación importante,en loqueamíse refiere,porquemehainclinadoadesconfiarseriamentedelainfluenciaqueelcondeFoscoejercíasobremisideasysentimientosyaresistirmeaellaenelfuturoconlamayorresolución.

Lacasetadelosboteseralosuficientementegrandecomoparaacogernosa todos pero Sir Percival permaneció fuera, adornando con una navaja suúltimobastón.Lastresmujeresnossentamosenelanchobanco.Laurasacósulabor, Madame Fosco comenzó a preparar sus cigarrillos y yo, como decostumbre, no tenía nada que hacer.Mismanos han sido y seguirán siendosiempretorpescomolasdeunhombre.Elconde,bonachón,cogióuntaburetedemasiado pequeño para él y empezó a balancearse apoyando la espaldacontralapareddelcobertizo,quecrujíabajosupeso.Colocólapagodasobresusrodillas,ycomodecostumbredejóquelosratonestreparansobreél.Sonanimalitos graciosos y de aspecto inocente, pero por algún motivo verloscorretearsobreelcuerpodeunhombrenomeresultaatractivo.Ellohacequemispropiosnerviosrespondancorreteandoymesugiereideassiniestrassobrelosquemueren enunaprisión, con los animalesquehabitan lasmazmorrasacosándoles.

Lamañanaeranubladayventosa; lasbruscasalteracionesde luzsolarysombraenlasuperficiedellagohacíanelpaisajeaúnmássalvaje,fúnebreytormentoso.

—Hay gentes que llamarían a esto pintoresco —dijo Sir Percival,señalandoconsubastónamedioterminarelvastopanorama—.Yolocalificodemanchadenigranteenlafincadeuncaballero.Entiemposdemibisabueloel lago llegaba hasta aquí. ¡Vedlo ahora! No tiene ni cuatro pies deprofundidadyestácuajadodecharcosylodazales.Megustaríapodersecarloy rellenarlo.Elmayordomo(un idiota supersticioso)measeguraqueel lagoestámaldito,lomismoqueelMarMuerto.¿Quéopinausted,Fosco?Estesitiopareceapropósitoparaunasesinato,¿verdad?

—¡MibuenPercival!—protestóelconde—¿Dóndehadejadosulógicabritánica? No hay profundidad suficiente para que el cuerpo permanezcaoculto; la arena está por todas partes, así que quedarían las huellas de losasesinos. Este es el peor lugar que mis ojos hayan visto para cometer uncrimen.

—¡Tonterías!—dijoSirPercivalclavandoconfurialanavajaensubastón—. Ya sabe usted lo que quiero decir. Me refiero a la soledad de estos

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lugares..., al escenario tenebroso. Si quiere entenderme, bueno, y si no loquiere,nopiensomolestarmeendarotrasexplicaciones.

—¿Por qué no—preguntó el conde— cuando su idea puede explicarlacualquiera en dos palabras? Si el asesinato fuera a cometerlo un necio,escogeríaestelagoantesquenada;massielasesinatointentaracometerlounhombreinteligente,seríaésteelúltimolugarqueescogería.¿Esesasuidea?Siloes,yatieneustedlaexplicaciónalamedida.Acéptela,Percival,conelbeneplácitodesubuenamigoFosco.

Laura contemplaba al conde dejando traslucir en su rostro su falta desimpatíaporél.Foscoestabaocupadoconsusratonesynosedabacuentadeello.

—Lamentoqueellagoysusalrededorespuedanrelacionarseconunaideatanhorriblecomoladeunasesinato—dijo—,ysielcondeFoscodividealosasesinos en dos clases he de decir que está muy afortunado al elegir laspalabras.Elcalificarlossólodeneciosmeparecedemostraruna indulgenciaquenomerecen.Yalhacerlodeinteligentesmeparecequeseincurreenunamanifiesta contradicción. Siempre he oído decir que los hombres realmenteinteligentessontambiénbuenaspersonasyaborrecenelcrimen.

—Querida señora—dijo el conde— esos son sentimientos admirables yloshevistoestampadoscomomodelosenloscuadernosdecaligrafía.

Levantó unamano con un ratoncito sentado en su palma y se dirigió alanimalconsuhabitualgrandilocuencia:

—Miqueridoyencantador ratoncito,miblancobribonzuelo—ledijo—,he aquí una lección demoral para ti.Un ratón realmente sabio es un ratónrealmente bueno. Ten la bondad de comunicárselo a tus compañeros y novolveraroerlasbarrasdevuestrajaulaenvuestravida.

—Es muy fácil utilizar la parte ridícula de las cosas, —dijo Lauraresueltamente— pero no le será a usted tan fácil, conde Fosco, ponerme elejemplodeunhombresabioquehayasidoungrancriminal.

El conde encogió sus anchos hombros y sonrió a Laura del modo másamigable.

—¡Exacto!—dijo—. El crimen de un necio es el que se descubre, y elcrimendeunhombre inteligente es el queno sedescubre jamás.Sipudieraponerle un ejemplo no podría ser por tanto el de un criminal inteligente.QueridaLauraGlyde, nada puedo hacer frente a su perfecto sentido comúninglés.Estavezeljaquematehasidoparamí¿verdad,señoritaHalcombe?,ja,ja...

—Laura, prepara tus baterías —dijo con sorna Sir Percival, que había

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escuchadoeldiálogodesdelapuerta—.Dileahoraqueelcriminalsedelataasímismo.Fosco, aquí tieneustedotraporcióndemoral sacadade librosdecaligrafía.Elcriminalsedelataasímismo.¡Quéinfernalpatraña!

—Puesyocreoqueesoesverdad—dijoLauramuyserena.

SirPercivalsoltóunacarcajadatanestruendosa,tanzahiriente,queatodosnosdejódesconcertados,yalcondeFoscomásqueaninguno.

—Yotambiénlocreo—dije,acudiendoenauxiliodeLaura.

Sir Percival, que se habíamostrado indescriptiblemente divertido con laobservación de sumujer, pareció indignarse en lamisma proporción con lamía. Tiró al suelo con rabia el bastón que acababa de hacer y se alejó denosotros.

—¡Pobre, querido Sir Percival! —dijo el conde, siguiéndolo con unamirada burlona—. Es víctima del despecho inglés. Pero mis queridas LadyGlydeyseñoritaHalcombe,¿ustedescreenrealmentequeelcriminalsedelataasímismo?Ytú,ángelmío,¿creestambiéneso?—continuódirigiéndoseasumujer,quenohabíapronunciadounapalabrahastaesemomento.

—Espero a estarmás enterada—replicó la condesa en tono de cortantecensura,dirigidasindudaaLaurayamí—paradecidirmeadarmiopiniónantecaballerostanbieninformados.

—¿Esciertoeso,condesa?—dijeyo—.Recuerdomuybienlostiemposenlosqueustedabogabapor losderechosde lasmujeres,yunodeelloseraelderechofemeninoalalibertaddeopinión.

—¿Cuál es su punto de vista en este asunto, conde?—dijo la condesadirigiéndose a su marido sin hacerme caso y continuando tranquilamentehaciendosuscigarrillos.

Elconde,antesdecontestar,acariciópensativoaunodesusratoncitosensuorondomeñique.

—Es realmente asombroso —dijo al fin— ver la facilidad con que lasociedad se consuela a sí misma de sus peores defectos recurriendo a unascuantas frases altisonantes. La maquinaria que utiliza para descubrir loscrímenesesmiserableensuineficacia,peroseinventaunepigramamoralquedicequefuncionabienyseconsigueconellocegaratodoelmundoparaquenoveasuserrores.¿Losdelincuentessedelatanasímismos,noeseso?¿Yelasesinatosiempresedescubre(otroepigramamoral),noesasí?LadyGlyde,pregúntele usted al comisario que investiga crímenes en una gran ciudad siestoesverdad.Pregúnteleusted,señoritaHalcombe,acualquieroficinistadecualquiercompañíadesegurossiesestoverdad.Leaustedlosperiódicos.Enlos pocos casos de que dan cuenta ¿no se ven ejemplos de cadáveres

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encontrados y de asesinos desaparecidos? Añada a los casos de los que seinformaalapolicíaaquellosdelosquenoseinforma,yaloscuerposqueseencuentranaquellosqueno seencuentran,y¿aquéconclusión llegamos?Aésta: a que existen delincuentes necios que se dejan descubrir y criminalesinteligentesqueescapan.¿Quédecirqueundelitoquedeocultoosedescubra?Elretoqueseestableceentrelapolicíaporunladoyelindividuoporelotro.Cuando el criminal es un necio, bruto e ignorante, gana la policía en nuevecasos de diez. Cuando el criminal es una persona resuelta y educada, coninteligencia despierta, pierde la policía denuevedediez.Si la policía gana,habitualmente todosseenteran.Si lapolicíapierde,normalmenteustedesnose enterarán de nada. Y sobre esta precaria base erigen ustedes su cómodamáximamoraldequeelcriminalsedelataasímismo.Enefecto...,cuandosetratadecrímenesdelosqueustedessaben.Pero¿yelresto?

—¡Esoesdiabólicamenteciertoyestámuybienexpuesto!—gritóunavozalaentradadelacaseta.

Sir Percival había recobrado su ecuanimidad y había vuelto mientrasescuchábamosalconde.

—Algo de eso puede ser cierto —dije yo—, y puede estar muy bienexpuesto.PeroloquenollegoacomprenderesporquéelcondeFoscocelebracon tal exultación el triunfo del criminal sobre la sociedad, ni por qué SirPercivalaplaudecontantoentusiasmosudefensa.

—¿Lo oye, Fosco?—preguntó Sir Percival—. Siga usted mi consejo yhaga las paces con su auditorio. Dígales que la virtud es admirable. Legarantizoqueesolesgustará.

Elcondeprorrumpióenunarisasilenciosa,ydosotresratoncitosblancosquesepaseabanporsuchaleco,alarmadosporlasviolentasconvulsionesenlasuperficie bajo sus patas, se dieron a la fuga para refugiarse, empujándoseunosaotros,ensujaula.

—SirPercival,sonlasseñoraslasquedebenexplicarmeloqueeslavirtud—dijo—. Están más autorizadas que yo para ello, porque saben qué es lavirtudyyono.

—¿Leestánoyendo?—dijoSirPercival—.¿Noesespantoso?

—Escierto—dijoelconde,tranquilo—.Soyunciudadanodelmundo,ymehetropezadocontantasclasesdevirtudesquenopodríadecir,apesardemi avanzada edad, cuál es la verdadera virtud y cuál la falsa. Aquí, enInglaterra,existeunconceptodelovirtuoso,yenChinaexisteotrodiferente.YelJohninglésdice,mivirtudeslaauténtica.YelJohnchinodicemivirtudes laauténtica.Yyo ledigosíauno,onoalotro,yestoy tandesorientadorespectoaloquemediceelJohnquellevapolainascomoaloquemediceel

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Johnquellevacoleta.¡Ratoncitomío,queridoratoncito,venydameunbeso!¡Cuál es tu opinión particular sobre el hombre virtuoso, mi pre—pre—precioso?Elhombrequetetengacalienteytedémuchacomida.Tambiénesunbuenconcepto,pueses,cuandomenos,comprensible.

—Escuche un momento, conde —le interrumpí—. Si aceptamos susteorías,enInglaterraposeemosporlomenosunavirtudindiscutibledelaquecarecenloschinos.Lasautoridadeschinasmatanamillaresdeinocentesconpretextos tan frívolos como horrendos. Los ingleses estamos libres desemejantes culpas;nosotrosnocometemosesos crímenes tanmonstruososyaborrecemoscontodaelalmaderramarsangre.

—Muybien,Marian—dijoLaura—.Bienpensadoybiendicho.

—Por favor, permitan al conde que continúe—dijoMadame Fosco conseveracortesía—.Yaveránustedes,mis jóvenesamigas,queél jamáshablasintenerexcelentesrazonesparaello.

—Graciasángelmío—contestóelconde—.¿Quieresunbombón?

Ysacandode subolsillounapreciosa cajita con incrustaciones llenasdedulces,lapusoabiertasobrelamesa.

—«Chocolat á la Vanille» —anunció este hombre impenetrable,sacudiendo alegremente la caja con confites y haciéndonos reverencias—,ofrecidoaFoscoenhomenajeaestadeliciosacompañía.

—Conde, tenga la amabilidad de continuar y conteste a la señoritaHalcombe—dijosuesposa,pronunciandominombreconmalicia.

—No tengo respuesta para la señorita Halcombe —replicó el exquisitoitaliano—;mejor dicho, a lo que acaba de decir. ¡Sí! Estoy de acuerdo conella. John Bull aborrece los crímenes de John el chino, pues ese ancianocaballeroesmuyrápidoendescubrirlosdefectosdesusvecinosymuylentopara conocer los suyos, aunque hayan dejado su huella sobre la faz de laCreación. ¡Es mejor el que procede de este modo que aquellos a quienescondenaporprocederasumanera?Lasociedad inglesa, señoritaHalcombe,esmuchasvecescómplicedelcrimen talcomootrassuenemigo. ¡Sí,sí!Eneste país el crimen es el mismo que en otros, a veces buen amigo de unhombreydelosquelerodean,avecessuenemigo.Elcanallaprocurasostenerasumujeryasufamilia.Cuantopeoresél,másmerecenuestracompasiónsufamilia. Con frecuencia también se sostiene a sí mismo. Un calaveradepravado que se pasa la vida pidiendo dinero prestado conseguirá de susamigosmásqueunhombrerectoyhonradoquesólopideprestadounavez,presionadoporalgunanecesidadapremiante.Enelprimercaso,losamigosnoseasombranlomásmínimoydanloqueselespide;enelsegundoquedaránsorprendidosyvacilarán.¿Esmenosconfortablelacárcelenquevive,alfinal

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desucarrera,elseñorBribónqueelasilodondeviveelseñorDecentealfinaldelasuya?CuandoJohnHarvardelFilántropoquierealiviarlasmiseriasdesusprójimosvaabuscarlasen lascárcelesdondepenaelcrimen,ynose leocurre ira laschozasybarracasdonde lavirtudpena también.¿Cuálde lospoetasingleseshaganadolapopularidadmásuniversal,quiénhadadoeltemamás fácil a la literatura y la pintura de contenido patético? Ese jovenencantador que empezó su vida siendo un falsificador y la terminó con elsuicidio;eseChattertonromántico, interesanteyqueridoporustedes.¿Quiénconsiguemás, por ejemplo, entre dos costurerasmuertas de hambre, la queresiste a la tentación y es honrada, o la que sucumbe a ella y roba? Todossabemosqueaestasegundamujerqueseganalavidarobandoselaconocealo largoya loanchode labondadosaymisericordiosa Inglaterrapero se laabsuelve de haber quebrantado un mandamiento, mientras que de haberlocumplido se la dejaría morir de hambre. Ven aquí, ratoncito mío querido.¡Ea!... ¡Presto!... ¡Pass! Voy a transformarte durante unos instantes en unarespetable señorita. Ponte aquí, en la palma de mi grande y fuerte mano,queridoyescucha.Tecasasconunhombrepobreaquienamas,ratoncito,ylamitaddetusamigostecompadecenylaotramitadtevitupera.Yalcontrario,tevendespororoaunhombrequetetienesincuidado,ytodostusamigossealegraránporti,yelpropioministrodelaiglesiabendiceelmásvildetodoslos tratos humanos y luego sonríe y retoza de alegría sentado a tumesa sialgúndíatieneslaamabilidaddeinvitarleacomer.¡Ea,presto,pass!

Vuelveaserunratónynohablesmás.Sicontinúasmuchotiemposiendoseñorita, te oiré decirme que la sociedad aborrece el crimen, y entonces,ratoncito,dudarédesirealmentetusojosyoídostesirvendealgo.¡Ah,LadyGlyde!¿Nocreeustedquesoyunamalapersona?Digoloqueotraspersonassecontentanconpensar,ymientrasel restodelmundosehaconjuradoparaocultarbajomáscarassusverdaderosrostros,mimanoseapresuraaarrancarlascaretasdecartónymuestralosdesnudoshuesosqueestándebajo.Perovoya levantarme sobremis enormes piernas de elefante antes de que acabe porperdersuestima.Melevantaréeiréadarunpaseoparatomarunpocoelaire.Queridasseñoras,comodicesuilustreSheridan:«Mevoy,y trasdemídejomialma.»

Se levantó, puso la jaula sobre la mesa y se detuvo un momento paracontarlosratonesquehabíadentro.

—Uno,dos,tres,cuatro...¡Ah!—gritóconmiradadehorror—,ennombredelcielo,¿dóndeestáelquinto,elmásjoven,elmásblanco,elmássimpáticodetodos?...¿DóndeestáelBenjamíndemisratones?

NiLauraniyoteníamosánimoparareírnos.Elvolublecinismodelcondenoshabía reveladouna facetadesuserquenos repelíaaambas.Peronoesposible resistir a la cómica desesperación de aquel hombre enorme causada

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porlapérdidadeunpequeñoratón.Nosreímosapesarnuestro,ycuandolacondesaFoscose levantóparadarejemplosaliendode lacasetaparaquesumaridopudierarebuscarhastaensuúltimorincón,noslevantamostambiénysalimostrasella.

Antes de que hubiésemos dado tres pasos los ojos agudos del condedescubrieronal ratónperdido,ocultobajoel asientoquehabíamosocupado.Apartóelbanco,cogióalanimalitoensumanoyderepentequedóinmóvil,derodillasymirandofijamentealgoquehabíaenelsuelofrenteaél.

Cuandoporfinselevantó,sumanotemblabatantoquecasinopodíameterelratónenlajaulaysurostroestabarecubiertodeunalividezamarillenta.

—¡Percival!—dijoenunsusurro—.¡Percival,vengaaquí!

Sir Percival llevaba diez minutos sin reparar en ninguno de nosotros.Estaba completamente absorto dibujando números sobre la arena yborrándolosluegoconlapuntadesubastón.

—¿Quépasaahora?—dijo,dirigiéndosecondesganahacialacaseta.

—¿Novenadaaquí?—dijoelcondeestirandonerviosamenteelcuellodesucamisaconunamanoyseñalandoconlaotrahaciaellugarcercadelcualencontróelratón.

—Veo mucha arena seca —contestó sir Percival— y en el centro unamanchadesuciedad.

—Noessuciedad—murmuróelconde;pusoderepentelaotramanosobreel cuello de Sir Percival y, lleno de agitación, empezó a sacudirlo—. ¡Essangre!

Laura se hallaba lo bastante cerca de ellos como para oír esta últimapalabra,aunqueelcondelasusurróapenas.Sevolvióhaciamíconungestodehorror.

—Son tonterías, queridamía—dije—.Nohayporquéalarmarse.Noesmásquelasangredeunpobreperritoextraviado.

Todosquedaronatónitosysusmiradas,inquisitivas,seclavaronenmí.

—¿Cómolosabe?—preguntósirPercival,hablandoelprimero.

—Encontréaquíaunperromoribundoeldíaqueregresarondelviaje—contesté—.Elpobreanimalsehabíaperdidoentre losabetosysuguarda ledisparóuntiro.

—¿Dequiéneraelperro?—dijoSirPercival—.¿Noeraunodelosmíos?

—¿Trataste de salvar al pobre?—interrogó Laura, seria—. ¿De verdadtratastedesalvarlo,Marian?

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—Sí—dije—.Elamadellavesyyohicimostodoloquepudimos,peroelperroteníaunaheridamortalymuriócuandolocuidábamos.

—¿De quién era el perro?—insistió Sir Percival, repitiendo su preguntaconciertairritación—.¿Unodelosmíos?

—No,noerasuyo.

Enelmomentoenqueescuchéestapregunta recordéeldeseoexpresadopor la señora Catherick de que su visita a Blackwater Park permanecieseocultaparaSirPercival,ydudésinoseríacometerunaindiscrecióncontestara la pregunta. Pero en mi afán de tranquilizarlos a todos, había ido yademasiadolejospararetrocederahorasinoqueríacorrerelriesgodedespertarsospechasquesóloempeoraríanlascosas.Noteníamásremedioquecontestarenseguidasinpreocuparmedelasconsecuencias.

—Sí—dije—, el ama de llaves lo sabía.Me dijo que era el perro de laseñoraCatherick.

SirPercivalhabíapermanecidoenlapartemássombríadelacasilla,juntoalcondeFosco,mientrasyolehablabadesdeelumbral.Peroenelmomentoen que me oyó pronunciar el nombre de la señora Catherick, apartó de unbruscoempujónasuamigoyseplantófrenteamí,aplenaluzdeldía.

—¿Cómo supo el ama de llaves que el perro pertenecía a la señoraCatherick? —preguntó, fijando en mí sus ojos con interés y atención tanhostilesquemeindignaronymeasombraronalmismotiempo.

—Lo supo—dije con tranquilidad—porque la señoraCatherick trajo alperroconsigo.

—¿Lotrajoconsigo?¿Dóndelotrajo?

—Aestacasa.

—¿QuédemoniosqueríaenestacasalaseñoraCatherick?

Elmododehacermeestapreguntaeraaúnmásofensivoqueel lenguajeconquelaformuló.Expresémireprobaciónporsufaltadeeducacióndándolelaespaldaensilencioparamarcharme.

Enelmismomomentoquelohacía,lapersuasivamanodelcondeseposóenelhombrodeSirPercival,ysuvozmelifluaintervinoparacalmarle.

—¡MiqueridoPercival...,pocoapoco,pocoapoco!

Sir Percivalmiró a su alrededor con verdadera furia.El conde sonreía yrepetíasuconjuro.

—¡Pocoapoco,amigomío,pocoapoco!

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SirPercivalvaciló,mesiguióy—antemigransorpresa—meofreciósusdisculpas.

—Perdone,señoritaHalcombe—dijo—.Últimamenteestoydesquiciadoytemo resultar unpoco irritable. Peromegustaría saber por quévino aquí laseñoraCatherick.¿Cuándovino?¿Elamadellaveseslaúnicaquelavio?

—Laúnica—contesté—.Porloqueyosé.

Elcondevolvióaintervenir.

—En ese caso, ¿por qué no preguntar al ama de llaves? —dijo él—.Percival¿porquénoacudedirectamentealafuentedeestainformación?

—Tienerazón—dijoSirPercival—.Claro,elamadellaveseslaprimerapersonaaquienhayquepreguntar.Soyunperfectoestúpidopornohabérsemeocurridosinquemelodijeran.

Conestaspalabrasnosdejópararegresarinmediatamentealacasa.

Elmotivo de la intervención del conde, que al principiome extrañó, seaclaróenseguida,encuantoSirPercivalnosdiolaespalda.Mehizounaseriede preguntas sobre la señoraCatherick y la causa de su visita aBlackwaterPark, que no se hubiese atrevido a hacer en presencia de su amigo. Misrespuestasfueronbrevesyfrías,aunquecorteses,puesestabadecididaaevitartodoloquepudieratenervisosdeintercambiodeconfidenciasentreelcondeFosco y yo. Pero Laura le ayudó, sin darse cuenta de lo que hacía, asonsacarme cuanto yo sabía, preguntándome también ella, lo cual no medejabaotraalternativaquecontestaroaparecerasusojoscomodepositariadelossecretosdeSirPercival,locualseríaunpapelmuypocoatractivo,ademásdefalso.Elresultadofuequealosdiezminutoselcondeconocíatantocomoyo del asunto de la señora Catherick y de los acontecimientos que tanextrañamentenosunieronconsuhijaAnne,desdeeldíaenqueHartright laencontróhastaestemomento.

Elefectoquelecausómirelatofue,enunsentido,bastantecurioso.

ApesardequeconoceaSirPercival íntimamente,apesardequepareceestarestrechamentevinculadoalosasuntosprivadosdeSirPercival,lociertoes que está tan lejos como yo de saber algo sobre la verdadera historia deAnneCatherick.Elmisterioqueenvuelveaestadesventuradamujersehacedoblemente sospechoso a mis ojos ahora, cuando estoy absolutamenteconvencidadequeSirPercivalhamantenidoocultalaclavedeesteasuntoalmásíntimoamigoquetieneenelmundo.Eraimposibleequivocarsealverlaansiosa curiosidad quemanifestaban lamirada y cada unode los gestos delcondemientrasabsorbíaávidamentecadaunadelaspalabrasquebrotabandemislabios.Séquehaymuchasclasesdecuriosidad,peroesinconfundiblela

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quesesienteanteunarevelación;ysialgunavezlahevistoenmividafueenelrostrodelconde.

Entre preguntas y respuestas, atravesamos apaciblemente el bosque pararegresaracasa.Loprimeroquevimosalllegar,frentealaentradaprincipal,fueel tílburidesirPercivalconelcaballoenganchadoyelmozoesperandojuntoaél,vestidoconlaropapropiadelacuadra.Ajuzgarporlasapariencias,elinterrogatoriodelamadellaveshabíaaportadoresultadosimportantes.

—¡Buen caballo, amigomío!—dijo el conde, dirigiéndose almozo conunafamiliaridadinsinuante—.¿Vaustedasalir?

—No,señor;yonosalgo—contestóelhombremirandodereojosuropa,evidentementepensandoensielseñorextranjeronosabríadistinguirladeunalibrea—.Miseñorvaaconducirloélmismo.

—¡Ah! ¿El mismo conduce? —siguió el conde—. Me asombra que setomeesamolestiateniéndoleaustedparaquelohaga.¿Piensacansarmuchoaestepreciosocaballo,tanrelucienteyprimoroso,ylollevaráhastamuylejos?

—Nolosé,señor—repusoelhombre—.Peroestecaballoesunayegua,ydispénsemeelseñor.Eslamásligerayresistentequetenemosenlacuadra.SellamaBrownMollyyescapazdegaloparhastacaerse.ParadistanciascortasSirPercivalsuelellevaraIsaacdeYork.

—¿YasuvalienteyprimorosaBrownMollyparalascaminataslargas?

—Síseñor.

—¡Deducción lógica, señoritaHalcombe!—observó el conde dando unarápida vuelta sobre sus talones y dirigiéndose amí—.Sir Percival piensa irhoymuylejos.

No contesté nada. Había hecho mis propias deducciones de lo que mehabíadichoelamadellavesydeloqueveíadelantedemí,peronopensabacompartirlasconelcondeFosco.

«Cuando Sir Percival estaba en Cumberland—pensaba— dio una largacaminata para interrogar a los granjeros de Todd's Corner sobre AnneCatherick.AhoraquesehallaenHampshire,¿vaahacerunlargoviajeparainterrogar a la señora Catherick en Welminghan también sobre AnneCatherick?

Entramos todos en casa. Al cruzar el vestíbulo Sir Percival salió de labibliotecaanuestroencuentro.Parecíatenerprisa,estabapálidoypreocupadoperoapesardetodosedirigióanosotrosconsumejorurbanidad.

—Sientomuchodecirlesquemeveoobligadoadejarles—empezóél—,esunviajelargo...unasuntoquenomeesfácilaplazar.Volverémañanaporla

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mañana, pero antes de marcharme quisiera cumplir estas pequeñasformalidadesquehabléestamañana...Laura,¿tienes labondaddevenira labiblioteca? Será menos de un minuto... una simple formalidad. Condesa,¿podríapedirleestefavortambién?LesnecesitoaustedyalacondesaFosco,para que sirvan de testigos en el acto de una firma. Nada más. Entren yacabamosenseguida.

Aguantó la puerta de la biblioteca hasta que todos entrasen, pasó éldespuésylacerrótrasdesíconsuavidad.

Permanecíun instanteenelvestíbulosola,micorazón latíadeprisaymiánimo se abatía. Luego me dirigí hacia la escalera y lentamente subí a micuarto.

EnelmomentoenqueabríalapuertademihabitaciónoíquemellamabaSirPercivaldesdeabajo.

—Tengoquerogarlequevuelvaabajar—decía—.EsculpadeFoscoynomía, señorita Halcombe, si la molesto. Habla de no sé qué impugnaciónabsurdaynopermitequesumujerseatambiéntestigo,asíquemehaobligadoaquelallame.

Entré inmediatamente en la biblioteca, seguida de Sir Percival. Lauraesperabasentadajuntoalescritorio,dandovueltasentresusdedosaloslazosdesupamela.LaseñoraFosco,sentadaasu ladoenunabutaca,mirabaconimperturbableadmiraciónasumarido,queestabasoloalotroextremode laestancia, quitando las hojas secas de los ramos de flores que estaban en laventana.

En el momento en que aparecí, el conde se adelantó para recibirme yofrecermesusexplicaciones.

—Milperdones, señoritaHalcombe—dijo—,pero¿conoceusted la ideaquetienenlosinglesesdemiscompatriotas?ElbuenodeJohnBullconsideraalositalianosrecelososymarrullerospornaturaleza.Asípues,tengaustedlaamabilidad de no estimarme enmás que al resto demis compatriotas. Soyitalianomarrulleroy receloso...Ya lohabíapensadousted, querida señorita,¿verdad? Bueno. Pues forma parte de mi marrullería y mis recelos el queimpugnequeMadameFoscosea testigode la firmadeLadyGlydedesdeelmomentoenqueyotambiénlosoy.

—Nohayni sombrade razónen impugnarlo—interrumpióSirPercival.Yaleheexplicadoque las leyesdeInglaterrapermitenaMadameFoscosertestigodeunafirmaigualquesumarido.

—Loadmito—replicóelconde—.LasleyesdeInglaterradicen«Sí»,perolaconcienciadeFoscodice«No».

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Cubrió con sus gruesos dedos la pechera de su blusa y bostezó consolemnidad, como si quisiera presentar a todos nosotros a su conciencia encalidaddeunnuevoeilustremiembrodenuestracompañía.

—SealoqueseaeldocumentoquevaafirmarLadyGlyde—prosiguió—,nolosé,nideseosaberlo.Sólodigounacosa:enelfuturopuedenpresentarseciertas circunstancias que pueden exigir que Percival o sus representantesacudan a estos dos testigos, en cuyo caso sería de desear que éstosrepresentasen dos opiniones distintas, independientes una de otra.Y esto nopuede suceder si atestiguami esposa conmigo, porque nosotros no tenemosmásqueuncriterioyestecriterioeselmío.NoquieroquellegueundíaenelquesemeecheencaraqueMadameFoscohaactuadocoaccionadapormíyque,portanto,sutestimoniocarezcadevalor.YconstequehabloteniendoencuentalosinteresesdeSirPercivalcuandopropongoqueaparezcaminombre,por ser el más íntimo amigo del marido, y su nombre, señorita Halcombe,comoeldelamásíntimaamigadelamujer.Soyunjesuita,pensaránustedes,un hombre que hila delgado, quemiramucho lo que hace, pero espero quetendrán conmigo esta consideración y se apiadarán de mi receloso carácteritalianoydemiconcienciaitalianatanpocoacomodaticia.

Volvióainclinarse,diounospasosatrásyprivóanuestracompañíadelapresencia de su conciencia con la misma cortesía con la que nos la habíapresentado.

Los escrúpulos del conde podrían ser honrados y razonables, pero en sumaneradeexpresarloshabíaalgoqueaumentómideseodenotenernadaqueverconaquelacto.NingunaotraconsideracióndemenorimportanciaquemipreocupaciónporLauramehubiera instigadoaaceptar ser testigo.Perounamirada a su rostro lleno de ansiedad me bastó para decidirme a corrercualquierriesgoantesqueabandonarla.

—Yo me quedaré en esta habitación —dije—. Y si por mi parte noencuentromotivoparasentirescrúpulos,puedencontarconmigocomotestigo.

SirPercivalmedirigióunamiradapenetrante,comosiestuvieraapuntodedeciralgo.PeroenaquelmomentodistrajosuatenciónlacondesaFosco,queselevantódesuasiento.Susojossehabíanencontradoconlosdesumaridoque,comoeraevidente,letransmitieronórdenesdeabandonarlaestancia.

—Noesnecesarioquesemarche—dijoSirPercival.

MadameFoscovolvióapedirnuevasórdenes,lasrecibió,dijoquepreferíadejarnos en libertad y resueltamente salió del cuarto. El conde encendió uncigarrillo, volvió a sus flores en la ventana y, lanzando bocanadas de humosobrelashojas,parecióestarprofundamentededicadoamatarinsectos.

Mientras tanto Sir Percival abriendo un cajón debajo de una de las

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estanterías, sacó un pergamino doblado varias veces longitudinalmente. Locolocósobrelamesa,desdoblósóloelúltimopliegueypusolamanosobreelresto.Elúltimopliegueerauntrozodepergaminoblanco:enalgunossitiosseveíanpequeños sellosde lacre.Todas las líneasdel texto seocultabanen lapartedepergaminoque seguíadobladoy cubiertopor sumano.Laurayyonosmiramos.Surostroestabapálido,peronomostrabanitemorniindecisión.

SirPercivalmojólaplumaeneltinteroyselaalargóasumujer.

—Firmaaquí—dijo,señalandoelsitio—.ElcondeFoscoyusted,señoritaHalcombe, firmarán luego, bajo estos dos sellos. ¡Fosco, venga aquí!No seatestiguaunafirmasoñandojuntoalaventanayechandohumoalasflores.

El conde tiró su cigarrillo y se acercó a nosotros con lasmanosmetidasindolentementeenelcinturónrojodesublusaylosojosfijosenelrostrodeSir Percival.Laura, que se hallaba frente a él al lado de sumarido, lemirótambiénconlaplumaenlamano.SirPercivalestabaentrelosdosapoyándoseenelpergaminodobladosobrelamesaymirándomeamí,queestabasentadafrenteaél,conunaexpresión tansiniestradereceloyangustiaensurostro,quemásbienparecíaunreodetrásdelasrejasqueunseñorensucasa.

—Firmaaquí—repitió,volviéndosebruscamentehaciaLaurayseñalandounavezmáselpergamino.

—¿Quéesloquevoyafirmar?—replicóellareposadamente.

—Notengotiempodedarteexplicaciones—contestó—.Tengoeltílburiala puerta y he de irme en seguida. Además, aunque tuviera tiempo, noentenderíasnada.Esundocumentodepurotrámite,llenodetérminoslegalesydecosasporelestilo.¡Vamos!¡Vamos!Firmayacabemosdeunavezconestahistoria.

—Antesdefirmardeboenterarmedeloquefirmo,Percival,¿noesasí?

—¡Tonterías! ¡Disparates! ¿Qué tienen que ver las mujeres con losnegocios?Terepitoquenoentenderíasnada.

—En todo caso permíteme que intente entenderlo. El señor Gilmore nodejabanuncadeenterarmedecualquierasuntoquereclamaramifirma.Meloexplicabaprimeroyyoloentendíasiempre.

—Claro que lo haría. Era tu sirviente y estaba obligado a darexplicaciones.Yo soy tumarido y no tengo esa obligación. ¿Cuánto tiempopiensas tenermeesperando?Vuelvoa repetirquenohay tiempopara leer loquesea;eltílburiestáesperándomealapuerta.Porúltimavez,¿quieresfirmarono?

Lauracontinuabaconlaplumaenlamano,peronosemovióparaescribirconellasunombre.

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—Simifirmamecomprometeaalgo—dijo—,creoquetengoderechoaconocermicompromiso.

SirPercivallevantóelpergaminoylotiróconrabiasobrelamesa.

—¡Dilo claro! —contestó—. Siempre te has distinguido por decir laverdad. No importa que esté presente Fosco ni la señorita Halcombe. Diclaramentequedesconfíasdemí.

ElcondesacóunadesusmanosdelcinturónylapusosobreelhombrodeSirPercival.Estelaretirófurioso.Elcondevolvióaponerlasobresuhombroconexpresióndeimperturbablequietud.

—Domine su desdichado temperamento, Percival—dijo—. Lady Glydetienerazón.

—¿Razón?—gritóSirPercival—.¿Razónunamujerquedesconfíadesumarido?

—Esinjustoycruelpor tuparteacusarmededesconfianza—dijoLaura.PreguntaaMariansinoesnaturalquedeseeconoceraloquemecomprometoconunafirmaantesdeestamparla.

—Nonecesito conocer la opinión de la señoritaHalcombe—replicó SirPercival—.LaseñoritaHalcombenotienenadaqueverconesteasunto.

Yonohabíahabladohastaentoncesyhubierahechomejorsi tampocolohubiesehechoenaquelmomento.PerolaexpresiónacongojadadeLauraquevicuandogiróhaciamísurostro,ylainsolenteinjusticiaconqueactuabasumaridonomedejaronotraalternativaquedarmiopinión,yaquesemepedía.

—Perdone,SirPercival—dije—;pero como soyunode los testigosmeatrevo a pensar que sí tengo algo que ver con este asunto. La objeción deLaura me parece muy oportuna y en cuanto a mí, no puedo asumir laresponsabilidaddetestimoniarloquefirmasinqueantesseentereellamismadeloquecontieneesedocumento.

—¡Estoeshablarclaro,pormialma!—gritóSirPercival—.Lapróximavezqueseinviteustedmismaalacasadeunhombre,lerecomiendoquenopaguesuhospitalidad inclinándosedel ladodesumujeryencontrasuyaenasuntosquenoleconciernen.

Mepuseenpiecomosimehubieradadounabofetada.Sihubiesesidounhombrelehubieseenviadoalsuelodeungolpeenlamandíbulaenlamismapuertadesucasaymehabríamarchadoparanovolverjamásaella.Peronosoymásqueunamujer,y¡quierotantoasuesposa!

Gracias a Dios, este amor leal me ayudó y volví a sentarme sin decirpalabra. Laura comprendió cuánto sufría y lo que tuve que superar. Corrió

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haciamí,conlosojosllenosdelágrimas.

—¡OhMarian—susurró con ternura—, si mi madre viviese no hubierahechomáspormí!

—¡Venyfirma!—gritóSirPercivaldesdeelotroladodelamesa.

—¿Firmo?—mepreguntóellaaloído—.Loharésilodeseas.

—No—contesté—.Tienesrazónyestuderecho.Nofirmesnadasinverloantes.

—¡Venyfirma!—repitióSirPercival,lomásaltoquepodíaycontodalafuriadequeeracapaz.

El conde, que nos observaba a Laura y a mí con atención profunda ysilenciosaintervinoporsegundavez.

—¡Percival!—dijo—.Yonoolvidoqueestoyenpresenciadeseñoras.Leruegoquenoloolvideustedtampoco.

SirPercivalsevolvióhaciaél,mudoderabia.Lamanofirmedelcondeseaferraba con más fuerza a su hombro mientras su voz insistente y serenarepetía:

—Leruegoquenoloolvide,porfavor.

Losdoshombressemiraron.SirPercivalfuepocoapocoliberándosedelagarredelcondeypocoapocotambiénseparósumiradadeladesuamigo,bajósusojosydirigiólavistaduranteunosinstanteshaciaelpergaminoqueseguía sobre la mesa, y luego habló, con la sumisión huraña de una fieradomadamásbienqueconlaresignacióndeunhombreconvencido:

—No es mi intención ofender a nadie, pero la terquedad de mi mujeracabaría con la paciencia de un santo. Le he repetido que se trata de undocumentopuramente formal.¿Quémáspuedequerer?Puedeusteddecir loqueleparezca,peroinsistoenquenocorrespondeaunamujerponerendudala honradez de sumarido.Una vezmás, y esta será la última, LadyGlyde,repito:¿firmasonofirmas?

Lauravolvióasulado,rodeandolamesaycogiódenuevolapluma.

—Firmaréconmuchogusto—dijo—siaccedesatratarmecomoaunserresponsable.Pocomeimportaelsacrificioquesemepidasinoafectaanadiemásysinotraeconsigoconsecuenciasperjudiciales...

—¿Quién habla de exigirte sacrificios?—prorrumpió sumarido, con ungritoderabiacontenidasóloamedias.

—Quierodecir—siguióella—.Quenomenegaríaacualquierconcesiónque pudiera hacer con dignidad. Y si demuestro escrúpulos por firmar un

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compromisodelqueno tengoconocimientoalguno, ¿porquéme juzgas tanseveramente?CreoqueesbastantedifícilsertanindulgenteconlosescrúpulosdelcondeFoscocomotanpococonlosmíos.

Esta alusión, desafortunada aunque lógica, a la extraordinaria influenciaque el conde Fosco ejercía sobre su marido, por muy indirecta que fuese,encendióalinstanteeltemperamentodeSirPercival,queechabachispascondocilidad.

—¡Escrúpulos!—repitió—.¡Tusescrúpulos!¡Losdemuestrasconunpocoderetraso!Yocreíaqueyaestabascuradadeestetipodedebilidadescuandohicistedelanecesidadunavirtudeldíaquetecasasteconmigo.

EnelmismoinstanteenquepronuncióestaspalabrasLauratirólaplumaylemiróconunaexpresiónen susojosque, apesardeconocerladesdehacetantos años, jamás había visto en ella, y le dio la espalda, con un silenciomortal.

Aquellaexpresiónquetraslucíaeldespreciomásaltoyamargoeradetalmodoajenaasucarácteryasupersonaquenosdejóenmudecidosatodos.Seocultabaalgo,sinduda,bajolaaparienciadesimplebrutalidaddelaspalabrasquesumaridoacababadedirigirle.Habíatrasellasuninsultoencubiertoqueyoignorabaporcompleto,perocuyaprofanaciónhabíadejadounamarcatannotablesobresurostro,quehastaunextrañolovería.

Elconde,quenoloera,lovioconlamismaclaridadqueyo.CuandomelevantédelasillaparaacudirjuntoaLauraleoímurmuraraSirPercival:

—¡Imbécil!

Laurasedirigióalapuertacuandomeacerqué,yenelmismoinstantesumaridovolvióainterpelarla:

—¿Teniegasrotundamenteadarmetufirma?—dijo,conlavozalteradadequienesconscientedequesuspropiasmanifestacioneslehanperjudicadovanamente.

—Después de lo queme has dicho—contestóLaura con firmeza—,meniego a firmar hasta que haya leído de la primera a la última línea de eseescrito.Ven,Marian.Yahemosestadoaquídemasiadotiempo.

—¡Unmomento!—intervino el conde antes de que Sir Percival pudierapronunciarunapalabra—.Unmomento,LadyGlyde,selosuplico.

Laurasehubieraidosinhacerlecaso,peroyoladetuve.

—¡No conviertas al conde en tu enemigo!—murmuré—. ¡Hagas lo quehagas,noloconviertasentuenemigo!

Meescuchó.Cerrédenuevolapuertayquedamosesperando.SirPercival

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seguía sentado junto a la mesa con el codo apoyado en el pergamino y lacabezasobresupuñocerrado.Elcondesepusoentreélynosotras,dueñodela aciaga situación en que nos encontrábamos, tal como sabía ser dueño detodoloquelerodeaba.

—LadyGlyde—dijo,conunadelicadezatalqueparecíadirigirseanuestradesoladorasituaciónmásbienqueanosotrasmismas—.Leruegomeperdonesimeatrevoasugerirleuna idea.Tenga laseguridaddequehablo inspiradoporelprofundorespetoyconsideraciónquememereceladueñadeestacasa.

SevolvióconbrusquedadhaciaSirPercival,ylepreguntó:

—¿Esabsolutamentenecesarioqueestacosaquetieneustedbajosucodosefirmehoy?

—Esnecesarioparamisplanesymisdeseos—replicóPercivalconacritud—.Pero esto no tiene importancia paraLadyGlyde, comohabrá observadousted.

—Contesteconcretamenteamipregunta...¿Puedeaplazarsehastamañanaelactodefirma?¿Síono?

—Sí...puestoqueesesoloqueustedquierequelediga.

—¡Entonces!,¿quéhaceustedaquíperdiendoeltiempo?Esperemosparalafirmahastamañanaohastacuandovuelva.

SirPercivallevantólamirada,frunciendoelceñoyprofirióunjuramento:

—Está usted usando un tono conmigo que no me gusta —dijo—. Noadmitoquenadiemehableasí.

—Leestoyamonestandoporsubien—repusoelconde,conunasonrisadesereno desprecio—. Tómese usted tiempo y déselo a Lady Glyde. ¿Se haolvidadousteddequesutílburileespera?¿Lesorprendeeltonoqueempleocon usted? ¡Ja! Permítame que se lo diga: es el tono del hombre que sabedominarsutemperamento.¿Cuántasdosisdeconsejosleheproporcionadoenmisbuenostiempos?¡Másdelosqueustedpuedecontar!¿Meheequivocadoalgunavez?Ledesafíoaquemepongaunsoloejemplodeello.¡Váyaseasuexcursión!Elasuntodelafirmapuedeesperarhastamañana.Volveremosaélcuandoregrese.

Sir Percival vaciló y miró su reloj. La ansiedad que le producía elmisteriosoviajequeibaaemprenderaqueldíaseavivabaconlaspalabrasdelconde. Evidentemente, su mente estaba disputando con su ansiedad porobtenerlafirmadeLaura.Reflexionóuninstante,yalfinselevantódelasilladiciendo:

—Esmuycómodoprovocarmeahoraquenotengotiempodecontestarle.

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Seguirésuconsejo,Fosco;noporquemeagradeniporquetengafeenél,sinoporquenopuedoesperarmástiempo.

Sedetuvoydirigióunamiradahoscaasumujer.

—¡Sicuandoregresemañananomeconcedestufirma!...

Elrestodelafrasenolapudimosoírdebidoalruidoquehizoelcajónalabrirseycerrarsedenuevoparaguardareldocumento.

Cogiódelamesasusombreroysusguantesysedirigióalapuerta.Laurayyonosseparamosparadejarlepasolibre.

—¡Mañana,recuérdalo!—dijoasumujer;ysaliódelabiblioteca.

Esperamosaquecruzaselaentradayqueeltílburisepusieseenmarcha.Elcondesenosacercómientrasestábamosjuntoalapuerta.

—AcabausteddeconoceraSirPercivalenunodesuspeoresmomentos,señorita Halcombe —me dijo—. Como viejo amigo suyo lo siento y meavergüenzo por él, y como viejo amigo también le prometo quemañana noperderálosestriboscomodesdichadamentehahechoahora.

Laura se había cogido de mi brazo mientras hablaba, y me lo apretósignificativamente cuando el conde calló. Debe ser una dura prueba paracualquiermujervercomoensupropiacasaunamigodesumaridosepermitíaofrecer disculpas por el comportamiento de éste y paraLaura lo era.Di lasgraciasalcondecortésmenteynosseparamos.¡Sí, ledilasgracias!Puesyoya comprendía, sintiendo una impotencia y humillación indecibles, que éltenía interés y capricho en que yo permaneciese en Blackwater Park, ymedabacuenta,despuésde loquemedijoSirPercival,dequesinsuapoyonopodíaesperarquedarmeallí.¡Suinfluencia—lainfluenciaquemástemíayoentretodas—,eraactualmenteelúnicoeslabónquemepermitíamantenermealladodeLauraenaquellahoradesupremanecesidadparaella!

Oímoselrodardelcochesobrelaarenaenelmomentoenqueentrábamosenelvestíbulo;SirPercivalhabíaemprendidosuviaje.

—¿Dónde se irá, Marian? —murmuró Laura—. Cada paso que da meaterraporlasconsecuenciasquepuedatraer.¿Tienesalgunasospecha?

Después de todo lo que había tenido que resistir esta mañana no quisetransmitirlemissospechas.

—¿Cómoquieresqueconozcayosussecretos?—dijeevasivamente.

—¿Losabráelamadellaves?—insistióLaura.

—Deseguroqueno—repliquéyo—.Loignorarátantocomonosotras.

Ellainclinólacabezaconungestodeduda.

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—¿NotecontóelamadellavesquesedecíaporahíquesehabíavistoaAnneCatherick?¿Nocreesquehabráidoabuscarla?

—Prefiero, Laura, no pensar en nada de eso y te aconsejo que hagas lomismodespuésdetodolosucedido.Venamicuartoyreposaunpoco.

Nossentamoslasdosjuntoalaventana,respirandolasfraganciasdelaireveraniego.

—Marian,medavergüenzamirartealacara—dijo—,despuésdeloquehas tenido que sufrir pormí. ¡Queridamía, seme parte el corazón sólo derecordarlo!Perotrataréderepararlo.¡Teloprometo!

—¡Calla, calla! —repuse—. No hables así. ¿Qué significa esa pequeñamodificacióndemiamorpropioalladodelterriblesacrificiodetufelicidad?

—¿Oísteloquemedijo?—continuó,hablandodeprisayconvehemencia.Escuchastepalabrasperonosabes loquesignifican,nosabesporquétiré laplumayledilaespalda.

Selevantóderepentellenadedesasosiegoyempezóapasearporelcuarto.

—Teheocultadomuchascosas,Marian,portemoraentristecerteyhacertedesgraciadadesde el comienzodenuestras nuevasvidas.Túno sabes cómomeha tratado.Peroahoradebessaberlo,pueshasvistocómomeha tratadohoy.Yaleoísteburlarseconironíademissupuestosescrúpulosyleoístedecirquehabíahechodelanecesidadunavirtudalcasarmeconél.

Volvióasentarseconelrostroencendidoretorciéndoselasmanos.

—Ahoranopuedodecirtenada—dijo—.Romperíaallorarsitelocontaraahora... Luego, Marian, cuando me sienta más dueña de mí. Me duele lacabeza, me duele, me duele, me duele. ¿Dónde está tu frasco de sales?Hablemosde ti.Debíhaber firmadopor tubien.¿Loharémañana?Prefierocomprometermeyoaquelohagastú.Despuésdequetehaspuestodemiladocontraél,vaaecharte toda laculpa simeniegonuevamentea firmar. ¿Quéharemos?¡Diosmío,situviésemosunamigoquenosayudarayaconsejara,unamigoenelquepudiéramostenertodalaconfianza!

Suspiró con amargura. Por la expresión de su rostro comprendí quepensabaenHartright.Locomprendícon lamayorclaridad,puessusúltimaspalabras tambiénmehicieronpensarenél.Tansólohabían transcurridoseismesesdesdeelmatrimoniodeLaurayyaestábamosnecesitadasdelalealtadquenoshabíaofrecidoen suspalabrasdedespedida. ¡Quépocopensabayoentoncesqueundíalaíbamosanecesitar!

—Tenemos que hacer todo lo que podamos para salir de esto—dije—.Intentemoshablarconcalma,Laura...Intentemosllegaralamejordecisión.

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Relacionando todo lo que ella sabía de los apuros económicos de sumaridoconlaconversaciónqueyoescuchéentreélyelabogado,sacamoslaconclusión de que el documento que se guardaba en la biblioteca se habíapreparado con el fin de conseguir unpréstamo, y que la firmadeLaura eraindispensableparaqueSirPercivallolograse.

Lasegundacuestión,referentealanaturalezadelcontratolegalmedianteel cual podría obtener este dinero, y el grado de responsabilidad que podíaalcanzaraLaurasi firmabaeldocumentoaciegas,eraunasuntoqueestabafuera del alcance de nuestros conocimientos y experiencias. Yo tenía, sinembargo, la seguridad de que el misterioso contenido de tal documentoocultabaunaoperaciónfraudulentaymiserable.

No había formado este juicio sólo por el hecho de que Sir Percival seobstinara en no permitir a Laura que lo leyese y en no querer explicárselo,puesestanegativapodíadependerúnicamentedesuafándedominaciónydesu característica terquedad. Mi único motivo para dudar de su honestidadestribabaenlatransformaciónquehabíavistooperarseensucomportamientoy su lenguaje desde que vivíamos en Blackwater Park, la cual me habíaconvencidodequedurantetodoelperíododesunoviazgo,mientrasestuvoenLimmeridge, representaba un papel. Su refinada delicadeza, su ceremoniosacortesíaquetanbiencuadrabaconlasanticuadasideasdelseñorGilmore;suhumildad con Laura, su candor conmigo, su ecuanimidad con el señorFairlie...,todoellonohabíansidomásquelasartimañasdeunhombrebrutal,malvado y astuto, que se despojó de ese disfraz cuando su desdoblamientohabía logrado lo que se proponía, mostrándose por fin en su verdaderacondiciónaqueldíaen labiblioteca.Nonecesitocomentarelhorrorquemeprodujoestedescubrimiento,pensandoenLaura,puesnoencuentropalabrasparaexpresarlo.Tansólomerefieroaelloenformageneral,porqueesloquemehadecididoaoponermeabsolutamenteaqueLaurafirmaseeldocumento,fueran cuales fueran las posibles consecuencias que esta negativa pudieraacarrearnos,hastaconocersucontenido.

En estas circunstancias, la única solución que nos permitiría al díasiguiente mantener nuestra negativa, sería una disculpa que se basara enrazones de orden legal o comercial y que demostrase a Sir Percival quenosotras dos, aun siendo mujeres, entendíamos de leyes y obligacionesjurídicastantocomoél.

Despuésdereflexionar,decidíescribiralúnicoconsejerolealqueteníamosamanodequienpodíamosesperarquenosayudasecondiscreciónennuestradesoladorasituación.Estehombreerael sociodel señorGilmore—el señorKyrle—,quellevabalosasuntosdeaquéldesdequenuestroviejoamigohabíatenido que abandonarlos ymarcharse de Londres pormotivos de salud. Leexpliqué aLaura que el propio señorGilmoreme había indicado que podía

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confiar en la integridad y discreción de su socio, así como en un perfectoconocimientode todos los asuntosdeLaura,y con su total aquiescenciamepuseaescribirinmediatamentelacarta.

Empecé por explicar detalladamente al señor Kyrle nuestra situación yluego le supliqué nos contestase a vuelta de correo dándonos su consejo,explicándolo en términos claros y concisos para que pudiésemoscomprenderlossinriesgodeinterpretarlosmaloequivocarnos.Hicemicartatancortacomopudey,creo,logréevitartodadisculpaydetallesinútiles.

PrecisamentecuandoestabaapuntodeescribirlasseñasenelsobreseleocurrióaLaurauninconvenientequeyohabíapasadoporalto,absortacomoestabaenlaredaccióndelacarta.

—¿Cómovamosapoderrecibiratiempolarespuesta?—mepreguntó—.EstacartanollegaráaLondresantesdemañanaporlamañana,yelcorreononostraerálarespuestaantesdepasadomañana.

Elúnicomediodesuperarestadificultaderaqueelabogadonoscontestaseporunpropio.Añadíunapostdataenestesentido,rogándolequenosenviaraalmensajeroenel trendelasoncedelamañanaquellegaa laestacióna launa y veinte; así que estaría enBlackwater Park lomás tarde a las dos. Suenviadodeberíapreguntarpormíynocontestaraningunaotrapersonade

casanientregarlacartaanadiequenofueseyomisma.

—PorsiSirPercivalviniesemañanaantesdelasdos—dijeaLaura—,lomejorquepuedeshaceresmarchartealparquedurantetodalamañana,contulibroocontulabor,ynovolveracasahastaqueelpropiohayatenidotiempodetraerlacarta.Yoestarétodalamañanaaquí,esperándole,yprocuraréevitarcualquier tropiezooerrorquepuedaocurrir.Si seguimosesteplanesperoycreo que estaremos a salvo de sorpresas. Bajemos ahora al salón. Podemosdespertarsospechassiseguimostantotiempoasolas.

—¿Sospechas? —repitió Laura—. ¿Qué sospechas podemos despertarahoraquenoestáencasaSirPercival?¿TerefieresalcondeFosco?

—Quizá.

—Empiezasaaborrecerlotantocomoyo,Marian.

—No,noleaborrezco.Elaborrecimientoenmásoenmenos,siemprevaunido al desprecio, y en el conde no encuentro nada que sea digno dedesprecio.

—Entonces,¿letemes?

—Algo,quizá.

—¿Letemesapesardequehoyhaintervenidoennuestrofavor?

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—Sí. Me asusta más su intervención que los arrebatos de Sir Percival.Recuerda lo que te he dicho en la biblioteca. ¡Hagas lo que hagas, noconviertasalcondeentuenemigo!

Bajamos.Lauraentróenelsalón,mientrasyomedirigíaalvestíbuloconmicartaenlamanohaciaelbuzónquesehallabaenelotroextremo.

Lapuertadelacasaestabaabiertay,cuandopasépordelantedeella,vialcondeyasumujerhablandoenlaescalinatadelaentrada,mirandohaciamí.

Lacondesaentróenelhallconciertaprecipitaciónymepreguntósipodíadedicarle cinco minutos para hablar de un asunto privado. Me quedésorprendidatantoaloíraquellapreguntacomodeverquiénmeladirigía,metílacartaenelbuzónylecontestéqueestabaasusórdenes.Mecogiódelbrazocon una familiaridad amistosa, desacostumbrada en ella y, en lugar dedirigirme hacia algún salón vacío, me llevó hasta el césped que rodeaba elgranestanque.

Cuando pasamos junto al conde, que seguía en la escalinata, nos saludósonriente;yentróenseguidaenlacasaentornandotrasdesílapuerta,quesequedócerradadeltodo.

La condesa y yo empezamos a dar vueltas alrededor del estanque.Esperaba ser depositaria de alguna confidencia extraordinaria y quedé muysorprendida cuando resultó que lo que Madame Fosco quería decirme enprivadonoeramásqueunadeclaracióncortésdesuapoyoysentimientoporlo sucedido aquellamañana en la biblioteca. Sumarido se lo había contadotodoysehabíalamentadodelaformainsolenteenquemehablóSirPercival.Todoellolahabíaindignadoyentristecidotanto,pensandoenmíyenLaura,quehabíadecididoquesialgoporelestilovolvíaarepetirse,demostraríasurechazo a la intolerable conducta de Sir Percival dejando aquella casa. Elcondehabíaaplaudidosuideayesperabaqueyotambiénlaaplaudiese.

MeparecióextrañooíraquellaspalabrasporpartedeMadameFosco,unapersona tan notoriamente reservada, sobre todo recordando las mordacesfrasesquenoshabíamosdedicadoaquellamismamañanaen lacasitade losbotes. No obstante, la más elemental cortesía me obligaba a contestar conamabilidad y agradecimiento esta aproximación amistosa de una personamayor que yo. Contesté, pues, a la condesa en su propio estilo y luego,creyendo que nos habíamos dicho todo lo que teníamos que decirnos, quisedirigirmeacasa.

Pero la señora Fosco parecía estar decidida a no apartarse demi lado y,antemiinexplicableasombro,decidióseguirhablando.Laquehastaentonceshabía sido la más silenciosa de las mujeres me perseguía con fluidastrivialidadessobreeltemadelavidamatrimonial,sobreLauraySirPercival,

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supropiafelicidad,laconductaseguidaporeldifuntoseñorFairlierespectoaellaalahoraderedactarsutestamento,ysobreotramediadocenadetemas,prolongandonuestropaseoalrededordelestanquehastamásdemediahora.Sisedioonocuentadeello,nolosé,perosedetuvotanbruscamentecomosemehabíaacercado,miróhacialapuertadelacasa,enuninstanterecobrósuhabitualglacialidady soltómibrazo, tande repente,queninecesiténi tuvetiempodebuscarunadisculpaparasepararmedeella.

Cuandoabrílapuertadecasayentréenelhallmetopé,caraacara,conelconde,queenaquelmomentointroducíaunacartaenelbuzón.

Trascerrarlo,mepreguntódóndemehabíaseparadodesumujer.Selodijeyenseguidasalióporlapuertadelvestíbuloparareunirseconella.Aldirigirseamínotéensuspalabrasalgotansumisoyapacible,tandistintodesuestilocorriente,que leseguícon lamiradadudandodesiestaríaenfermoohabríaperdidolacabeza.

¿Por qué me acerqué luego al buzón, cogí mi carta y la miré con unaconfusa sensación de recelo? ¿Por qué, cuando lamiré una vezmás resolvílacrarla para mayor seguridad? Son misterios que resultan demasiadoprofundos o demasiado sombríos para que yo pueda desentrañarlos. Lasmujeres, como es sabido, obramos constantemente por impulsos que ni anosotrasmismas podríamos explicar; y yo quiero suponer que uno de estosimpulsoseralafuerzaoculta,lacausademiinexplicableconductaenaquellaocasión.

Sean cuales fueren las influencias secretas queme empujaron a ello, lociertoesquemefelicitéporhaberlasobedecidoencuantomedispusealacrarla carta al llegar ami cuarto.Yohabía cerradoel sobre comodecostumbremojando la parte engomada y apretándola contra la parte inferior; y cuandoahora la rocé con mis dedos, después de tres cuartos de hora de haberlacerrado, vi que el sobre se abrió almomento sin pegarse ni romperse. ¿Lohabíaapretadopoco?¿Tendríalagomaalgúndefecto?

O quizás... ¡No!, ¡no!, es insoportable tan sólo sentir que esta tercerasuposiciónacudaamimente,prefieronoafrontarla,simehedeexpresarconclaridad.

Me asusta el mañana. ¡Depende tanto de mi discreción y de mi propiodominio! De todos modos hay dos precauciones que estoy segura de noolvidar.Tengoquetratarconcordialidadalcondeyestarmuyalertacuandoelpropioabogadometraigalacontestaciónamicarta.

Cuando a la hora de cenar volvimos todos a reunirnos, el conde Foscoestaba de tan buen humor como de costumbre. Hizo todo lo posible pordivertirnosydistraernos,comosiquisieraborrardenuestrasmentescualquier

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rastrodelosucedidoenlabibliotecaaquella tarde.Descripcionesjocosasdelas aventuras de sus viajes; anécdotas divertidas de personajes famosos quehabía conocido en el extranjero; fantásticas comparaciones entre lascostumbressocialesdediferentespaíses,sazonadasconejemplosdediversoshombres y mujeres de toda Europa; declaraciones humorísticas de inocuaslocuras de su años mozos, cuando era el árbitro de la moda en su puebloitaliano de segundo orden y escribía novelas absurdas, imitando la escuelafrancesa, para un periódico italiano, también de segundo orden. Todo ellobrotabadesuslabioscongraciaydonaire,ytodoellosedirigíadirectamenteala curiosidad e interés de cada uno de nosotros, por distintos que fueran, yLaurayyoleescuchábamoscontantaatencióny,aunqueparezcaextraño,contantaadmiración,comolapropiaMadameFosco.Lasmujerespuedenresistirelamor,lafama,lahermosurayhastaeldinerodeunhombre,peronoresistenasupalabrasielhombresabecómohablarles.

Después de cenar, y cuando aún estaba viva en nuestras mentes laimpresión favorable que nos había producido, el conde desapareciósilenciosamenteparairaleeralabiblioteca.

Laura propuso un paseo por el campo para disfrutar de la caída de lanoche. La cortesía nos obligaba a proponer a Madame Fosco que nosacompañase;peroindudablementehabíarecibidoórdenesdeantemanoynosrogó que la excusásemos. «El conde necesitará de seguro una remesa decigarros y nadie se los hace a su gusto salvo yo», nos explicó, en tono dedisculpa.Susfríosojosazulesbrillabanalhacernosestaconfidencia,yparecíaorgullosa de ser un intermediario del placer que proporcionaba el humo detabacoasuamoyseñor.

Laurayyosalimossolas.

La noche estaba sofocante y nublada. El aire era bochornoso, las florescaíanmarchitasyelsueloestabasecoyabrasado.ElcielodeOccidente,queveíamosporencimade losárboles, tenía tonalidadesamarillentasyelsolseescondíaconlentitud,entrelaniebla.Parecíaqueibaalloverpronto,talvezalapuestadelsol.

—¿Quécaminoseguiremos?—pregunté.

—Siquieresvamoshaciaellago,Marian—contestóLaura.

—Cuántotegustaesetétricolago.

—No, no me entusiasma el lago, sino el paisaje que lo rodea. Esosmatorrales, ese suelo arenoso y esos pinos, son las únicas cosas, en estasinmensas tierras, que me evocan a Limmeridge. Pero si prefieres, vamos aalgúnotrositio.

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—No tengo preferencia alguna para pasear por Blackwater Park.Vamoshaciaellago,talvezenaquellugarhagamásfrescoqueaquí.

Atravesamos en silencio las sombrías masas de árboles. La pesadez delairenocturnonosagobiaba;sentimosalivioalllegaralacasetadelosbotes,dondepudimossentarnosydescansar.

Ellagoestabaenvueltoporunablancanieblaylaespesalíneaoscuraqueformabanlassombrasdelosárbolesdelaotraorillaaparecíacomounbosqueenano flotando en el cielo. El suelo arenoso y en declive se perdíamisteriosamente en laniebla.Reinabaun silencio aterrador.No seoíani unsusurro en las hojas, ni un pájaro en el bosque, ni un graznido de las avesacuáticas en el lago invisible. Hasta el canto de las ranas había cesado esanoche.

—Realmenteellugarresultafúnebreydesolado—dijoLaura—,peroaquíestamosmásaisladasqueenningúnotro.

Hablabaconquietudymirandoelpaisaje salvaje,dearenayniebla,conojospensativos.Comprendíque tenía lospensamientosdemasiadoocupadosparaadvertirlaimpresiónlúgubrequeyasehabíaapoderadodelosmíos.

—Marian,heprometidoconfesartetodalaverdadsobremividadecasadaenlugardedejartepormástiempoelencargodeadivinarla—comenzóella.Esteeselprimersecretoqueteheguardadoati,querida,yestoydecididaaque sea también el último.He callado por tu bien, como sabes, y quizá unpocoporelmío,también.Esmuyduroparaunamujerconfesarqueelhombreaquienhaentregadosuvidaenteraeselque,entretodoslosdemásvivientes,seocupamenosdeella.Sitehubiesescasadotúy,sobretodo,sifuerasfelizen tumatrimonio, comprenderías cuánto sufro, como ningunamujer solterapuedecomprender,porabnegadaycariñosaquesea.

¿Quéibayoacontestarle?Sólopudecogersumanoymirarlaenelrostroponiendoelalmaenlosojos.

—¡Cuántas veces—continuó— te he oído reírte de lo que tú llamas «tupobreza»!¡cuántashasponderadoenbromamisuertedeserrica!¡Marian,porfavor,novuelvasareírdeello.¡DagraciasaDiosportupobreza,quetehahechodueñadetimismaytehalibradodemidestinofatal!

¡Qué prólogo más triste para oír de labios de una recién casada! Tristeporque anunciaba, directa y resignadamente, la verdad. Los pocos días quehabíamospasadojuntasenBlackwaterParkfueronsuficientesparadescubrirantemíyantecualquiera,elmotivoporelquesumaridosehabíacasadoconella.

—No he de mortificarte —siguió— haciéndote escuchar lo pronto que

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empezaron mis penas y mis desilusiones, ni dándotelas a conocer. Ya esbastantelamentabletenerlasclavadasenmiimaginación.Encuantoconozcascomorecibiólaprimerayúltimaobservaciónquelehice, tedaráscuentadecómo reacciona siempre, tal como si te lo describiera conmuchas palabras.FueundíaenRoma,unamañanaenlaquefuimosjuntosacaballoavisitarlatumba deCeciliaMetella. El cielo era radiante y hermoso, las viejas ruinasaparecíanmásevocadorasquenunca,yelrecuerdodeloqueunesposohabíaedificadotantosañosatrásporamoraunamujerhicieronquemiraseconmásternurayansiedadquenuncaamipropiomarido«Percival,¿seríascapazdelevantar una tumba semejante para mí? —le pregunté—. Decías antes decasarnos queme amabas apasionadamente y, sin embargo desde entonces...«¡Nopude continuar,Marian!... ¡Ni siquieramemiraba!Bajé el velo demisombrero pensando que seríamejor que no viese las lágrimas que no podíacontener.Deseéquenomehubieraoído,peronofueasí.«Vámonos»,dijoyse rio mientras me ayudaba a montar. Montó él también, y volvió a reírsecuandonospusimosencamino.

—Si yomandase edificar una tumba para ti habría de ser con tu propiodinero. Me gustaría saber si Cecilia Metella tendría suficiente fortuna parapagarlasuya.

Nadacontesté ¿cómopodríapronunciarpalabras, cuandoestaba llorandotrasmivelo.

«—¡Ah!, ¡todas lasmujeresde complexióndelicada sonunasgruñonas!,siguió.¿Quées loquequieres?¿Palabrasdulcesyarrumacos? ¡Deacuerdo!Estamañanaestoydebuenhumor.Consideraquetelashedichoyquetehedemostradomicariño».

Loshombresnosabenbienquecuandonosdirigenpalabrasofensivaslasmujeresno lasolvidamosyquenoshacenmuchodaño.Hubiera sidomejorparamíhabermedejadollevardelllanto,perosudespreciosecómislágrimasy endureció mi corazón. Desde aquel instante, Marian, me entregué a losrecuerdos deWalter Hartright. De ahí que los recuerdos de aquellos felicesdías, cuando tanto nos amábamos uno al otro en secreto, volvieran y metrajeranconsuelo.¿Quéotroapoyopodíabuscar?Sihubiésemosestadojuntasmehubierasayudadoaencontraralgomejor.Séqueobrabamal,queridamía,perodimesinoteníadisculpaparaello.

Tuvequeapartarmimiradadeella.

—¡No me preguntes! —le dije—. ¿He sufrido tanto como tú? ¿Quéderechotengoasentenciar?

—Yosolíapensarenél—continuóacercándosemásamíybajandolavoz— cuando Percival me dejaba sola por las noches para ir a la Opera. Me

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gustaba deleitarme en lo que hubiera sido mi vida si Dios me hubierabendecido con el don de la pobreza y hubiese sido su mujer. Me figurabavestidaconuntrajelimpioybarato,sentadaencasaesperándolemientrasélganaba nuestro pan y yo estaba sentada en casa trabajando y le amabamásporqueteníaquetrabajarparaél;leveíaentrarcansado,lequitabaelabrigoyelsombreroyleservíalacena,algúnplatoquehabíaaprendidoahacerparacomplacerle... ¡Diosmío!Noestará tansolitarioy tristeparapensarenmíyvermecomoyolehevistoaél.

Diciendoestasmelancólicaspalabras,suternuradeotrostiemposvolvióasonarensuvozysubellezadeantañosereflejabaensusemblante.Susojosdescansaban risueños sobre el paisaje umbrío, solitario y tenebroso queteníamos a la vista, como si estuviese contemplando las alegres colinas deCumberlandynoaquelcieloamenazanteyturbio.

—No hablesmás deWalter—supliqué en cuanto volví a tener dominiosobremissentidos—.Laura,¡ahórranosalasdoseldolordehablardeélenestosmomentos!

Selevantóymecontemplóconternura.

—Preferiríanohablarnuncamásdeél,antesquecausarteun instantededolor.

—Es por ti, —imploré—, es por tu interés por el que lo digo. Si teescucharatumarido...

—Nosesorprendería.

Dio esta extraña respuesta con la calma y frialdad del desaliento. Sucambiodeactitudalpronunciarestaspalabrasmeasustaroncasimásque lamismarespuesta.

—¡Qué no se sorprendería!—repetí—. ¡Laura! Piensa lo que dices, measustas.

—Esverdad,Marian,yestoesloqueibaadecirtecuandoestábamoslasdosenmicuarto:miúnicosecreto,cuandodescubrímicorazónamimaridoenLimmeridge,fueunsecretoinocente,Marian,túmismalodijiste.Loúnicoqueleocultéfueelnombreylohadescubierto.

La oía perome sentía incapaz de contestar. Sus últimas palabras habíanmatadolaspocasesperanzasqueyoabrigaba.

—SucedióenRoma—siguióconlamismacalmayfrialdad—.EstábamosenunapequeñafiestaquenosbrindabanunosamigosdePercival,elseñorylaseñoraMarkland.Estaseñorateníafamadedibujarmuybienyalgunosdelosinvitadoslaconvencierondequenosenseñasesusbocetos.Todosestuvimosadmirándolos, pero yo dije algo que llamó su atención. «Estoy segura que

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dibuja usted también» me dijo. «Antes dibujaba —contesté—, pero lo hedejado.»«Puessiusteddibujabaantes,talvezvolveráahacerlo,ysilohace,permítamequelerecomiendeaunprofesor.»Nodijenada,comprenderásporqué, Marian, y quise cambiar la conversación. Pero la señora Marklandinsistió.«Hetenidotodaclasedeprofesores—dijo—peroelmejordetodos,elmásinteligenteyelmásatentofueuntalHartright;sialgunavezvuelveadibujar tómele como maestro. Es un muchacho joven, modesto, y se portacomounauténticocaballero,estoyseguraquelegustará.»¡Oírestascosasenpúblico, dichas en presencia de extraños que precisamente habían venido aconocernos como recién casados! Hice todo lo posible por dominarme, nocontestéybajé lamiradacomosiestudiara losdibujos.Cuandomedecidíalevantarlacabezamimiradasecruzóconlademimaridoymedicuentadeque mi turbación me había descubierto. «Procuraremos encontrar al señorHartrightcuandovolvamosa Inglaterra—dijo,sinapartardemísusojos—.Estoydeacuerdoconusted,señoraMarkland,creoqueéllegustarámuchoaLadyGlyde.»Pusotantoénfasisenestasúltimaspalabrasquelacarameardióy el corazónme latió como sime asfixiara.No se hablómás de ello y nosfuimospronto.Guardésilencioenelcarruaje,cuandoregresábamosalhotel.Meayudóabajarymeacompañóporlaescalerasinquenotasealgoinusualenél.Peroencuantollegamosalsalóncerrólapuerta,meempujóhaciaunasillayse inclinósobremípresionandomishombrosconsusmanos.«Desdeaquellamañanaenquemehiciste tuaudazconfesión,enLimmeridge,—medijo—, estaba deseando saber quién era aquel hombre y lo he sabido estanoche, mirando tu cara. El hombre era tu profesor de dibujo y se llamaHartright. Tú y él os arrepentiréis de ello hasta la última hora de vuestrasvidas.Ahoravetea lacamaysueñaconél siquieres, sueñacon lasmarcasquedejarámilátigoensuespalda.»Ydesdeentoncessiemprequeseenfadaconmigo me recuerda con burla o amenaza la confesión que le hice en tupresencia.No tengopoder sobreélparaconvencerledequemecreaniparahacerle guardar silencio. Tú te sorprendiste hoy cuando le oíste decir quehabía hechode la necesidadunavirtud al casarme con él.No te sorprendascuando vuelvas a oírlo en otro de sus arrebatos. ¡Oh Marian! ¡No tesorprendas!¡No!¡Meharássufrir!

Lacogí enmisbrazos, y el dolory tormentodemis remordimientosmehicieron apretarla con todas mis fuerzas. Sí, ¡mis remordimientos! Ladesesperación que vi pintada en el rostro de Walter cuando mis cruelespalabras le hirieron de pleno en el corazón, en el pabellón de Limmeridge,aparecióamisojoscomounreprochemudoe insoportable.Mimanofue laqueseñalóelcaminoquecondujoalhombreaquienmihermanaamaba,pasoa paso, lejos de sus amigos y de su patria. Yo había estado entre esos doscorazones jóvenes para separarlos eternamente uno del otro, era yo quienhabía arruinado las deudas de ambos, y ahí estaban los dos destrozados,

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testimoniodemiactuación.YohabíahechotodoestoylohabíahechoporSirPercivalGlyde.

¡PorSirPercivalGlyde!

La oía hablar y comprendía, por el tono de su voz, que me estabaconsolando. ¡A mí, que no merecía más que la censura de su silencio! Nopuedo decir cuánto tiempopasó hasta queme sobrepuse a la atormentadoradesesperacióndemispropiospensamientos.Loprimeroquesentífuequeellaestaba besándome, y entonces mis ojos se abrieron de repente al mundoexteriorysupequeestabamirandomecánicamentelasuperficiedellago.

—Es tarde—decíaLauraenunmurmullo—.Estaráoscuroenelbosque—ysacudíamibrazo,repitiendo—:¡Marian,estaráoscuroenelbosque!

—¡Dameunminutomás—dijeyo—dameunminutoparareponerme!

Measustabalaideademirarlealacara,ycontinuabaconlavistaclavadaenelpanoramadellago.

Era tarde. La línea oscura de los árboles se había diluido desde el cieloentrelastinieblasyparecíaunagranguirnaldadehumo.Lanieblaquecubríael lago se iba extendiendo y avanzaba hacia nosotras. El silencio seguíareinando,peroyanocausabaterror,ysólopersistíaelsolemnemisteriodesuquietud.

—Estamosmuylejosdecasa—susurróLaura—.Vámonos.

Deprontocallóyvolviólacarahacialaentradadelacaseta.

—¡Marian!—dijo,temblandofuertemente—.¿Novesnada?¡Mira!

—¿Dónde?

—Allíabajo...

Señalabaalgoconlamano.Misojossiguieronsugestoytambiénviloqueellaveía.

Una silueta animada se movía en la lejanía, sobre el páramo desierto.Cruzóelespacioqueseabríaantenosotrasdesdelacasetaypasócomounasombra a lo largo de la niebla. Se detuvo lejos, frente a donde estábamos,esperó y siguió adelante; se movía con lentitud, detrás de su silueta selevantabaunablancanubedebrumas;ibadespacio,muydespacio,hastaquedesapareciódetrásdelacaseta,ynolavolvimosaver.

Estábamoslasdosnerviosasdebidoanuestraconversación.PasaronunosminutosantesdequeLaurasedecidieraaadentrarseenelbosqueyyopudierapensarenllevarlaacasa.

—¿Era hombre omujer?—preguntó Laura en un susurro cuando al fin

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salimosfuera,alahúmedaoscuridad.

—Noestoysegura.

—¿Quécreestú?

—Parecíaunamujer.

—Measustéporquecreíqueeraunhombreconunabrigolargo.

—Podíaserunhombre.Esdifíciltenerseguridadviéndoloenlapenumbra.

—¡Espera, Marian! Tengo miedo... No veo el sendero... ¿Y si nosestuvieransiguiendo?

—Nada de eso Laura. En realidad, no hay motivos para que nosalarmemos.Lasriberasdel lagonoestánlejosdelpueblo,ycualquiera tienederecho a pasear por ellas de día o de noche. Lo único raro es que no noshayamostropezadoconnadiehastaahora.

Yaestábamosenlosplantíos.Laoscuridaderatanprofunda,quenosfuedifícilseguirelsendero.DielbrazoaLaurayechamosaandarlomásdeprisaquepudimoshacialacasa.

Antes de llegar a la mitad del camino Laura se paró y me obligó adetenermetambién.Estabaescuchandoalgo.

—¡Chis!Hayalguiendetrás.

—Son las hojas caídas—intenté tranquilizarla—, o alguna rama que hacaídodeunárbol.

—Estamosenverano,Marian,ynohayniunsoplodeviento...¡Escucha!

Yo tambiénoía el ruido...El ruidoqueparecía serdeunospasos ligerosquenossiguieran.

—No importa qué sea ni quién sea—dije yo—, vamos a seguir. En unminuto,sinosepresentanadaquenosalarme,estaremostancercadecasaquenospodránoír.

Seguimosmuydeprisa,tandeprisaqueLauraestabasinalientocuandonosencontramos casi en medio del sembrado de árboles y a la vista de lasventanasiluminadas.

Esperéunosinstantesparaquedescansara.Precisamentecuandoíbamosaproseguir el camino volvió a detenerse y me indicó con la mano queescuchara. Ambas oímos claramente un largo y profundo suspiro detrás denosotrasentrelanegraespesuradelosárboles.

—¿Quiénestáahí?—grité.

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Nadiemecontestó.

—¿Quiénestáahí?—repetí.

Siguió unmomento de silencio y luego volvimos a oír los pasos ligerosque se alejaban en laoscuridad, cadavezmás suavesy lentos, hastaque seperdieronenelsilencio.

Salimosdeprisadeentrelosárbolesparallegaralaexplanada;lacruzamosconlamismarapidez,yllegamosacasasinhabercruzadopalabra.

A la luz de la lámpara del vestíbulo, Laura memiraba con las mejillaslívidasylosojosasustados.

—Estoymediomuertademiedo—dijo—.¿Quiénpodráser?

—Trataremosdeaveriguarlomañana—lecontesté—.Entretantonodigasanadieloquehemosvistoyoído.

—¿Porquénodecirlo?

—Porqueelsilencioesseguroynecesitamosseguridadenestacasa.

Envié inmediatamente a Laura a su cuarto, me quité el sombrero y mearregléelpeloparairalabibliotecayempezarmispesquisasconelpretextodebuscarunlibro.

Allíestabaelcondeocupandolabutacamásampliadelacasa,fumandoyleyendotranquilamente,conlospiesextendidossobreunaotomana,lacorbatasobrelasrodillasyelcuellodelacamisadesabrochado.Yjuntoaél,comounniño obediente, estaba sentada en un taburete la condesa Fosco haciéndolecigarrillos.Nielmaridonilamujerpodíanhaberestadoenelparqueduranteaquella noche entrando a todaprisa en la casa.Comprendí, sólo converlos,queteníalarespuestaquequeríaencontraraldirigirmealabiblioteca.

El condeFosco se levantó aparentandoun cortés sobresaltoy sepuso lacorbata,cuandoentré.

—Porfavor,nosemoleste—ledije—.Nohevenidomásqueabuscarunlibro.

—Todoslosquetienenladesgraciadesertangordoscomoyosufrendelcalor—mecontestómientrassedabaaireconungranabanicoverde—.Megustaríacambiarconmiexcelentemujer.Enestemomentonotienemáscalorqueunpezfueradelestanque.

Lacondesaparecióderretirseconlaoriginalcomparacióndesumaridoydijo,conelairemodestodeunapersonaqueconfiesaunodesusméritos:

—Nuncatengocalor,señoritaHalcombe.

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—¿Han estado usted y Lady Glyde de paseo esta tarde?—preguntó elconde,mientrasyocogíaunlibrodeunestanteparacubrirlasapariencias.

—Sí,ahoravenimosdetomarunpocoelfresco.

—¿Puedopreguntarhaciadóndefueronustedes?

—Haciaellago;llegamoshastalacasetadelosbotes.

—¡Ah!...¿Hastalacasetadelosbotes?

En otras circunstancias me hubiera molestado su curiosidad. Pero esanochelaconsiderécomopruebadequeniélnisumujerteníanrelaciónconlamisteriosafiguraquevimosenellago.

—Mefiguroqueesta tardenohabrá tenidonuevasaventuras—continuó—.Nohabráhechootrodescubrimientocomoeldelperroherido.

Fijóenmísusojosimpenetrables,conesebrillofrío,intensoeirresistiblequeme obliga siempre a mirarle, dejándome incómoda al hacerlo. En esosmomentos siento la sospecha inconsciente de que sus pensamientos estánescudriñandolosmíos.Ylasentíentonces.

—No—contestésecamente—.Niaventurasnidescubrimientos.

Quiseapartardeélmimiradaysalirdelcuarto.Aunqueparezcararo,nocreo que lo hubiera conseguido si Madame Fosco no me hubiera ayudadohaciendoqueelcondeapartaselasuyaprimero.

—Conde,tienealaseñoritaHalcombeenpie—dijo.

Enelmomentoenquesevolvióparabuscarmeunasillaaproveché

oportunidad,ledilasgracias,medisculpéysalí.

Unahoramástarde,cuandoladoncelladeLauraestabaenelcuartodelaseñora,encontrélaocasiónparahablardelbochornodelanocheconelobjetode averiguar qué habían estado haciendo los criados a la hora de nuestropaseo.

—¿Hantenidomuchocalorabajo?—lepregunté.

—No,señorita—dijolamuchacha—;casinolohemossentido.

—Entonceshabránestadoustedesfuera,enelbosque,supongo.

—Algunosdenosotrospensábamosir,señorita.Perolacocineradijoqueibaasacarsusillaalpatioquedaalapuertadelacocina,queestámuyfresco,yacabamosporhacertodoslomismo.

Delaúnicapersonaquenosabíanadaeradelamadellaves.

—¿SehaacostadolaseñoraMichelson?—proseguí,inquisitiva.

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—Me parece que no, señorita—contestó la muchacha, sonriendo—. Esmuyprobablequeseestélevantandoahoraynoquesevayaalacama.

—¿Porqué?¿Quéquieredecir?¿EsquelaseñoraMichelsonhaestadoencamaduranteeldía?

—No,señorita;nodel todo.Hapasadola tardedormidaenelsofádesucuarto.

EntreloqueyomismahabíaobservadoenlabibliotecayloquemedecíaladoncelladeLaura,habíaunaconclusiónqueparecíainevitable.LapersonaquevimosenellagonoeranilaseñoraFosco,nisumarido,niningunodeloscriados.Lospasosqueoímosdetrásdenosotrasnopertenecíananadiedeloshabitantesdelacasa.

¿Quiénpudoser?

Es inútilpreguntarlo.Nisiquierapuedodecirsierandehombreomujer.Sólopuedodecirquecreoqueerandeunamujer.

Día18dejunio.

Enlasoledaddelanochevolvíahacermelostorturadoresreprochesqueme asaltaron por la tarde cuando escuché las confidencias de Laura en lacasetadelosbotes,ydurantehorasenterasmemantuvedespierta,llenándomedeangustia.

Por fin encendí la vela para revisarmis antiguos diarios y comprobar lapartequeyohabíatomadoenelerrorfatalquefueelmatrimoniodeLaura,loquehubierapodidohacerpara librarladeél.Esteexamenme tranquilizóunpoco,puescomprendíqueaunqueobréaciegase ignorantede todo, lohiceconlamejorvoluntad.Engeneral,elllorarmehacedaño,peroestanochenohasidoasíycreoquemehatraídoalivio.Estamañanamehelevantadoconlacabezadespejaday conuna firmedecisión.Nadade lo quehagaodigaSirPercivalvolveráaafectarmeoahacermeolvidarsiquieraporunmomentoquepermanezco en esta casa por el bien de Laura, cualesquiera que sean lasmortificaciones,insultosyamenazasquetengaqueafrontar.

Todas las especulaciones a que nos hubiéramos podido dedicar estamañana sobre el tema de la figura en la orilla del lago y los pasos quepercibimos en los pinares, quedaron en suspenso por un incidenteinsignificante,peroqueaLauralecausóunprofundodisgusto.Habíaperdidoelbrochequeyolehabíaregaladocomorecuerdolavísperadesuboda.Comolollevabaayertardecuandosalimos,esdesuponerqueselecayóobienenlacasetadelosbotesobienenelcamino,cuandovolvíamos.Sehaenviadoaloscriados a buscarlo y han vuelto sin encontrarlo. Lo encuentre o no, estapérdida le sirve para tener una disculpa con qué justificar su ausencia en el

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caso de que Sir Percival vuelva antes de que la carta del socio del señorGilmorehayallegadoamismanos.

Acabadesonarlauna.Estoypensandosinoserámejorqueespereaquílallegada del mensajero de Londres o si convendría que me fuerasilenciosamenteaesperarlemásalládelapuertadelafinca.

Meinspirantalessospechastodosycadaunodeloshabitantesdeestacasaquecreoqueelsegundoplanpuedeserelmejor.Elcondeestáenelsalóndeldesayuno,puedonopreocuparmedeél.Leheoídohacediezminutosalsubiramicuarto,estabaenseñandoasuscanariossustrucos:«¡Saltaamimeñique,chicopreciosomío!¡Salta,escalerasarriba!Uno,dos,tres...,arriba.Tres,dos,uno y abajo. ¡Uno, dos, tres..., pío - pío - pío - pí-ío!» Los pájarosprorrumpieron en su habitual canto extático y el conde les contestaba congorjeosysilbidoscomosiélmismotambiénfueraunpájaro.Lapuertademicuartoestáabiertaypuedooírelestruendodegorjeosysilbidosahoramismo.Sipretendoescabullirmesinquenadiemevea,ésteeselmomentooportuno.

Cuatrodelatarde.

Lastreshorastranscurridasdesdemisúltimasanotacioneshandirigidoelcursode los acontecimientos enBlackwaterParkpor un caucenuevo.Si esparabienoparamal,nopuedonimeatrevoapensarlo.

Retrocederé al mismo lugar en que dejé de escribir, pues de no hacerloahorameperderéenelmardeconfusionesdemispropiospensamientos.

Tal como me había propuesto, salí de casa para esperar más allá de laentradaalmensajeroquemetraíalarespuestadeLondres.Enlaescaleranovianadie.Enelvestíbulooícómoelcondeseguíaenseñandoasuspájaros.Peroal cruzar la explanada exterior vi aMadameFosco dando su habitual paseoalrededordelgranestanque.Tanprontocomolavi,disminuílarapidezdemispasos para evitar que pudiera pensar que yo tuviera prisa; incluso, para nodemostrar inquietud ni precipitación, para exagerar las precauciones lepreguntésipensabadarunavueltaantesdealmorzar.Medispensóunadesussonrisasmásamistosas,medijoquepreferíanoalejarsedelacasa,mesaludósonriendoyentróenelvestíbulo.Miréhaciaatrásyviquehabíacerrado lapuertaantesdequeyoabrieralacancelajuntoalapuertadelacochera.

Enmenosdeuncuartodehoralleguéalaentradadelafinca.

Elcaminodelexteriorhaceunacurvacerradahacialaizquierda,sigueenlínearectaunoscienmetrosyvuelveluegoatorcersehacialaderecha,hastadesembocar en el camino real. En el recodo que forman estas dos curvas,dondenadiepodíavermenidesdelapuertanidesdeelcaminodelaestación,esperé paseando arriba y abajo. A ambos lados de dondeme encontraba selevantabanunasvallasaltas,yduranteveinteminutosdemirelojnivinioía

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nadie.Alcabodeestetiempo,llegóamisoídoselruidodeuncochequeseaproximaba,ycuandomedirigíhaciaéltropecéconuncabriolédelserviciodelaestación.Hiceunaseñaalcocheroparaquesedetuviese.Cuandolohizo,unhombredeaspectorespetableseasomóporlaventanillaparaenterarsedeloquesucedía.

—Usted perdone—le dije—, pero ¿estoy en lo cierto al suponer que sedirigeustedaBlackwaterPark?

—Sí,señora.

—¿Conunacartaparaalguien?

—ConunacartaparalaseñoritaHalcombe.

—Puedeustedentregármela,porqueyosoylaseñoritaHalcombe.

El hombre se quitó el sombrero, bajó inmediatamente del coche y meentrególacarta.

La abrí almomento y leí estas líneas, que prefiero copiar enmiDiario,destruyendoeloriginalporcautela:

«QueridaSeñora:Sucartarecibidaestamañana,mehasumidoenunagranansiedad.Voyacontestarlelomásbreveyclaramenteposible.

«ElinterésquememerecesurelatoymiconocimientodelasituacióndeLadyGlyde,comoestádefinidaensucontratodematrimonio,lleva,lamentodecirlo, a la conclusión de que Sir Percival contempla la posibilidad dedisponer en parte del dinero de su mujer que está depositado, —en otraspalabras,deabriruncréditoacuentadelasveintemillibrasdelafortunadeLady Glyde— y que pretende que ella comparta la responsabilidad por laoperaciónydesuaprobaciónaesteflagranteabusodeconfianza,conelfindeutilizarsufirmaencontrasuyasienunfuturoLadyGlydequierepresentarunpleito.Es imposiblesuponerotracosa,puesnohayningúnotromotivoparaqueseexijadelaesposa,ensusituación,unaoperaciónfinancieradetalclase.

«EnelcasodequeLadyGlydefirmaseestedocumento,suponiendoquesetratedelodicho,suapoderadoestáautorizadoparaadelantaraSirPercivaleldineroquepidaacuentadelasveintemillibras.SiestedineronosedevuelveysiLadyGlydellegaseatenerhijos,elcapitaldeéstosseveríadisminuidoenlacantidadprestada,fueragrandeopequeña.Dichoentérminosmásclaros,latransacción,siLadyGlydenotienemotivosparaopinarlocontrario,puedeserunfraudeconrespectoasusfuturoshijos.

Enestasgravescircunstancias,yomepermito recomendaraLadyGlydequealeguecomorazónparaevitarlafirmaquelaescrituradebesometersealestudiodel procurador de su familia, es decir, almío en ausencia del demisocioelseñorGilmore.Nopuedepresentarobjeciónrazonablealgunaaesto,

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pues si la operación fuera perfectamente legal no tendría yo la menordificultadendarleelvistobueno.

«Le reitero sinceramente que me tiene a su completa disposición paracualquier ayuda o consejo que usted desee, aprovecho la oportunidad parasaludarlayquedosuyoseguroservidor.»

WilliamKyrle

Agradecímuchoestacartatanafectuosaytansensata.Laurapodíavalersede esta disculpa, irrebatible, y que nosotras dos podíamos comprender confacilidad, para negarse a firmar. El mensajero esperaba junto a mí a queterminarapararecibirinstrucciones.

—¿Quiere usted ser tan amable de decirle que comprendomuy bien sucartayquelequedomuyagradecida?—ledije—.Porahoramirespuestaessóloésta.

Enelmomentoenqueyopronunciabaestaspalabrasconlacartaabiertayextendida en la mano, el conde Fosco apareció en el recodo, viniendo delcaminoreal,ysedetuvodelantedemí,comosihubierabrotadodelfondodelatierra.

Su aparición repentina, en el último lugar del mundo en que hubieseesperado encontrarle, me cogió por completo de sorpresa. El mensajero sedesentendió de mí y subió al cabriolé. No fui capaz de decirle palabra, nisiquieradecontestarasusaludo.Laconviccióndequemehabíadescubiertoelhombrealquemástemíadeentretodos,medejópetrificada.

—¿Vuelveustedacasa,señoritaHalcombe?—mepreguntó,sinmostrarlamenorsorpresaysinmirarsiquierahaciaelcabriolé,quesepusoenmarchamientrasmehablaba.

Me dominé lo bastante como para inclinar la cabeza en señal deafirmación.

—Yo también voy de regreso —dijo—. Por favor, permítame tener elplacerdeacompañarla.¿Quiereapoyarseenmí?¡Parecemuysorprendidadeverme!

Cogí su brazo. El primero de mis alterados sentidos que retornó meadvertíaquemásvalíasacrificarlotodoantesquecrearmeenélunenemigo.

—¡Pareceustedmuysorprendidaalverme!—repitió,ensuestilopausadoeinsistente.

—Creíahaberleoído,conde,hacemuypoco,enseñandoasuspájarosenelsalóndeldesayuno—lecontestélomásfirmeyserenaquepude.

—Escierto.Peromisemplumadosamiguitosseparecendemasiadoa los

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niños.Tienendíasenquesevuelvenperversosyestamañanaeraunodeellos.Llegómimujercuandoyolosestabametiendoenlajaulaymedijoqueustedsehabíamarchadoadarunpaseosolitario.¿Noesesoloqueustedledijo?

—Desdeluego.

—Pues,señoritaHalcombe,elplacerdeacompañarlametentódemasiadoynosuperesistir.Amiedadnohaypeligroenconfesarlo,¿verdad?Asíquecogímisombreroymevineparaofrecermeaustedcomosuescolta.AunquesetratedeunhombretangordoyviejocomoFosco,¿noesmejorquenada?Meequivoquédecamino,di lavueltadesesperadoyaquímetienealcolmo(¿mepermitedecirlo?)demisdeseos.

Continuóprodigándomecumplidoscontantavolubilidadquenotuvequeesforzarmeparaaparentartranquilidad.Niremotamentealudióaloquehabíavisto en el camino, ni a la carta que yo seguía teniendo en la mano. Esaominosadiscreciónmeconvenciódequesehabíaenterado(valiéndosedelosmediosmásbajos)demicartaalabogadoparaprotegerlosinteresesdeLaura,yquehabiendovistolareservaconqueyohabíarecibidolarespuestasabíayalosuficienteysólole interesabaacallar lassospechasquenecesariamentesehubieran despertado enmí. En estas circunstancias fui lo bastante prudentecomo para no tratar de decepcionarle con inútiles explicaciones, y siendomujer y aún con el temor que me inspiraba, sentí como si mi mano seensuciaraaldescansarsobresubrazo.

Por el camino que está frente a la casa vimos el tílburi que volvía a lascuadras.SirPercivalacababade llegar,salióa lapuertaarecibirnos.Fuerancuales fueren los resultados de su viaje, no habían conseguido suavizar subrutalcarácter.

—¡Vaya!Llegandosporlomenos—dijo,conrostroamenazador—.¿Quéha sucedido para que todos hayan desertado de la casa? ¿Dónde está LadyGlyde?

Lecontéel extravíodelbrocheyqueLaurahabía idoa lospinaresparabuscarlo.

—Conbrocheo sin él le encarguéquenoolvidara estar en la bibliotecaestatarde—gruñóconfuria—.Esperoverladentrodemediahora.

Dejéelbrazodelcondeylentamentesubílaescalinata.Mehonróconunode sus incomparables saludos, y luego dijo, dirigiéndose con jovialidad elceñudodueñodelacasa:

—Dígame,Percival¿hatenidoustedbuenviaje?¿HavueltolapreciosayrelucienteBrownMollydescansada,comosinada?

—¡QuésevayaalcuernoBrownMollyyelviajetambién!¡Loquequiero

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esalmorzar!

—Y yo quiero hablar con usted cincominutos, Percival,—respondió elconde—.Cincominutosdeconversaciónaquímismo,paseandoporelcésped.

—¿Dequésetrata?

—Deasuntosqueleconciernenmuydirectamente.

Atravesé el vestíbulo lo bastante lentamente como para escuchar aquellapreguntaylarespuestaquelesiguióyparaveraSirPercivalmeterlasmanosenlosbolsillosconhurañavacilación.

—Sipiensadarme la lataconalgunodesus infernalesescrúpulos—dijo—,nolosquierooír.Selodigodeunavez.¡Quierotomarmialmuerzo!

—Vengay escúcheme—contestó el conde, impertérrito, ante el discursomásgroseroquejamássuamigolehubieradedicado.

SirPercivalbajólosescalonesyelcondelecogióporunbrazo,llevándoloamablemente a pasear con él. Yo estaba segura de que el «asunto» de quetrataban era la firmadel documento.Nome cabía dudade quehablabandeLauraydemí.Casidesfallecíadeansiedad.Aquelloquesedecíanenaquellosmomentospodía ser de lamáxima importanciaparanosotras, peronohabíaposibilidadalgunadequeunasolapalabraalcanzasemioído.

Anduveporlacasadecuartoencuartoconlacartadelabogadoocultaenmi seno (esta vezme dabamiedo desprenderme de ella, aunque fuera bajollave) hasta que creí volverme loca a causa demi desasosiego.No existíanseñales del retorno de Laura y quise ir a su encuentro. Pero me sentía tanagotadapor todo loquehabíasufridodurante lamañana,queentreelloyelcalordeldía temídesmayarmey,despuésdedarunospasoshacia lapuerta,tuvequevolveralsalónytumbarmeenelprimersofáqueencontré.

Cuandoempezabaareponerme,seabriólapuertasuavementeyaparecióelconde.

—Milperdones,señoritaHalcombe—dijo—.Meatrevoamolestarlasóloporquesoyportadordebuenasnoticias.Percival,quecomoustedsabeestancaprichoso en todo ha cambiado de opinión a última hora y, de momento,aplaza la cuestión de la firma. Es un gran descanso para todos nosotros,señoritaHalcombe,mecausaplacerleerloensurostro.LeruegoquefeliciteaLaura Glyde de mi parte cuando le comunique este agradable cambio decircunstancias.

Desaparecióantesdequemehubierarepuestodemiasombro.Noexistelamenor duda de que esta extraordinaria variación en los propósitos de SirPercivalrespectoalafirmaeradebidaasuinfluencia;yquealdescubrirayerlaconsultaqueyohabíahechoaLondresyhaberseenteradoestamañanade

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queyaestaba la respuestaenmipoder,encontróunfundamentomuy lógicoparaintercederanuestrofavorconciertoéxito.

Experimenté todas estas impresiones, pero sentí también reflejarse enmiespírituelagotamientofísicoquemedominabaynomehalléencondicionesde detenerme a pensar para extraer alguna conclusión provechosa para eldudoso presente ni para el amenazador porvenir. Por segunda vez traté delevantarme y salir en busca deLaura, pero la cabezame daba vueltas y laspiernasnomesostenían.Noteníaotroremedioquevolveralsofá,muyapesarmío.

Elsilenciodelacasayelsordozumbardelosinsectosveraniegosalotroladode la ventana abiertame reconfortaron.Los ojos seme cerraronpor sísolosyfuiquedándomeenunestadoextraño:noestabadormida,puestoquetenía consciencia demi reposo, ni estaba despierta, puesto que nome dabacuenta de lo que sucedía a mi alrededor. En este estado mi cuerpo estuvodescansando, mientras mi espíritu febril dejó de atormentarme. En aqueltrance,oalsoñardespierta—nosécómollamarlo—,viaWalterHartright.Nohabía pensado en él desde queme levanté estamañana;Laura nome habíadicho una palabra ni directa ni indirecta que se relacionase con él y, sinembargo,enaquel instantelevicontalclaridadcomosihubieranvueltolostiempospasadosynoshallásemosotravezjuntosenLimmeridge...

Surgió ante mí entre otros muchos hombres cuyos rostros no pudereconocer.Todosellossemeaparecieron tendidossobre losescalonesdeuntemplo en ruinas.Árboles tropicales inmensos, con exuberantes enredaderasqueseenroscabanensus troncoshastael infinito,yespeluznantes ídolosdepiedraquemostrabansusrostrosbrillantesconmuecasdiabólicasyaparecíande cuando en cuando entre las hojas y las ramas que rodeaban el templo,impedíanverelcieloyextendíansussombrassiniestrassobreaquelgrupodehombres abandonados que yacían a la entrada. Blancas exhalaciones queascendían retorciéndose desde el suelo se acercaban a los hombres,extendiéndolocomounahumareda; los tocabany losdejabanmuertosunoauno,tendidosenelmismolugarenquesehallaban.Unaagoníadecompasióny de temor por Walter desató mi lengua y le supliqué que se escapara.«¡Vuelva,vuelva

—ledije—.«¡Recuerdeloqueleprometióaellaytambiénamí!¡Vuelvaantesdequelapestilencialealcanceycaigamuertocomolosdemás!»

Mecontemplóconunaserenidadsobrenaturalensurostro:«Espere—dijo—; he de volver. La noche en queme encontré con lamujer perdida en elcamino real, ésa fue la noche que destinómi vida a ser instrumento de undesignio que aún permanece invisible. Aquí, perdido en el desierto, o allí,cuando llegue en feliz arribo a la tierra en que nací, seguiré yendo por el

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oscurosenderoquehadeconducirmeaustedyalahermanadesucorazónyel mío, a la desconocida meta de salvación y al final inevitable. Espere yobserve.Lapestilenciaquealcanzaalosdemáspasarájuntoamísintocarme.

Volví a verle. Continuaba en el bosque y el número de sus compañeroshabíadisminuidohastaquedarmuypocos.Eltemplohabíadesaparecido,losídolostambién,yensulugarveíalassiluetasoscurasdehombresenanosqueacechaban entre los árboles con arcos en lasmanos y las flechas dispuestasparaserlanzadas.UnavezmástemíporWalterylegritéparaalertarloyunavezmássegiróhaciamíconaquellainalterablepazensumirada:

«Otropasomásenlaoscuracarretera.Espereyobserve.Lasflechas,quealcanzaránalosdemás,nollegaránamí».

Leviporterceravezenunnavíoquenaufragaba,encalladoenunacostaarenosaysalvaje.Lasbarcascargadashastalostopes,sealejabandeélparaatracar en tierra firme, yWalter abandonado, estaba solo en el barcoque sehundía. Le grité para que llamase a la última barca e hiciese un últimoesfuerzo para salvar su vida. Su faz serena me miró de nuevo y la vozinalterableme devolvió lamisma respuesta: «Otro paso en nuestra jornada.Espereyobserve.Elmarquedevoraalosdemástendrápiedaddemí.»

Y le vi por última vez. Estaba de rodillas ante una tumba de mármolblanco; lasombradeunamujercubiertaconunveloseelevódelsepulcroyesperó a su lado. La paz sobrenatural del rostro de Walter se habíatransformado en una sobrenatural tristeza. Pero la terrible certeza de suspalabraspermanece invariable.«Cadavezmásoscuridad—dijo—,cadavezmáslejos.Lamuertesellevaalomejor,losmásbellos,losmásjóvenes,ymedejaamí.Lapestilenciaqueasola,lasflechasquematan,elmarquedevora,latumbaquesecierrasobreelamorylaesperanza..., todosonetapasenmicaminoymellevanyacercanalfinal.»

Semehacíaunnudoenlagargantadelterrorquenopodríanexpresarlaspalabras y de la pena que no podrían aliviar las lágrimas. La oscuridad fueenvolviendoalperegrino juntoal sepulcrodemármol,y a lamujer cubiertaconelveloquehabíasalidodelatumbayalasoñadoraqueloscontemplaba.Noviniescuchénadamás.

Unamanoqueseposóenmihombromedespertó.EraladeLaura.

Estaba de rodillas junto al sofá, tenía el rostro encendido y ansioso, susojosbuscabanlosmíosconunadesesperaciónatroz.Enelmomentodeverlamelevantésobresaltada.

—¿Quéhasucedido?¿Quéesloquetehaasustado?—lepregunté.

Lanzóunaojeadaalapuertaentreabiertaymecontestóconlabocapegada

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amioído,enunsuspiro:

—Marian, la figura que distinguimos en el lago, los pasos que nossiguieronanoche...¡Acabodeverla!...¡Hehabladoconella!

—¿Conquién,poramordeDios?

—ConAnneCatherick.

Estaba yo tan sobrecogida por la agitación que reflejaban el rostro y losgestosdeLaura,ytanimpresionadaporelrecuerdodemisueñoquenopudesobrellevarlarevelaciónquefueparamíoírbrotardesuslabioselnombredeAnneCatherick.Sólofuicapazdequedarmeclavadaenelsuelo,mirándolaensilencioysinrespiración.

Se encontraba tan embargada por las impresiones de lo que acababa dedecirquenoobservóelefectoquesuspalabrashabíanproducidoenmí.

—¡HevistoaAnneCatherick!¡HehabladoconAnneCatherick!—repetíacomosi creyesequeyono lahabíaoídobien—. ¡OhMarian! ¡Tengo tantascosasquecontarte!Ven...Aquínosvanainterrumpir.Vamosenseguidaamicuarto.

Conestaspalabrasllenasdeansiedadmecogiódelamanoymecondujoatravés de la biblioteca hasta el último cuarto de aquel piso que estabahabilitadopara suuso exclusivo.Nadie, excepto sudoncella, tendría excusapara sorprendernos allí. Me hizo pasar delante, cerró la puerta con llave ycorriólascortinasdepercalquelaresguardabaenelinterior.

Yo seguía dominada por el extraño sentimiento. Pero empezaba aapoderarsedemiánimolaconviccióncrecientedequelascomplicacionesquehacía mucho tiempo amenazaban con cernirse sobre ella y sobre mí, ahorahabíancerradosucercoen tornoanosotras.Nofuicapazdeexpresarloconpalabras y apenas si pude comprenderlo vagamente con mi pensamiento.¡AnneCatherick!—merepetíaamímismaenunmurmullodébileinútil—.¡AnneCatherick!

Laura me empujó hasta el asiento más próximo, que era una otomanacolocadaenelcentrodelaestancia.

—¡Mira,mira!—dijo,señalándomelapecheradesuvestido.

Porprimeravezviqueteníaprendidodenuevoensusitioelbrochequehabíaperdido.Alverloy tocarlodespuéssentíquehabíaenélalgorealquepareció aclarar el sopor y la confusión demis pensamientos yme ayudó avolverenmí.

—¿Dóndeencontrasteelbroche?

Las primeras palabras que pude pronunciar fueron las de una pregunta

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trivialquelehacíaenaquelimportantemomento.

—Loencontróella,Marian.

—¿Dónde?

—Enelsuelodelacasetadelosbotes.¡Diosmío,cómoempezar!¡Cómocontartetodoloquemehapasado!¡Mehablódetanextrañamanera...,parecíatanhorriblementeenferma...,medejótanderepente!

Suvozsefueelevandoaliragolpándoseensumemoriaeltumultodesussensaciones.Esa desconfianza inveterada que pesa sobremí en esta casa denoche o de día,me impulsó a prevenirla, lomismo que la vista del brocheperdidomehabíaforzadohacíauninstanteapreguntarle.

—Hablabajo—ledije—.Laventanaestáabiertayelsenderodelparquepasaalpie.Comienzadesdeelprincipio,Laura.Cuéntamepalabraporpalabralosucedidoentreesamujerytú.

—¿Cierroanteslaventana?

—No,bastaconhablarbajo; recuerdaqueel temadeAnneCatherickespeligrosobajoeltechodelacasadetumarido.¿Dóndelavisteprimero?

—Enlacasetadelosbotes,Marian.Comosabes,fuihastaallíparabuscarmibroche,andandoporelcaminoentrelospinares,mirandoconatenciónelsueloacadapaso.Asílleguépocoapocohastalacaseta,yencuantoentréenella me arrodillé para buscar por el suelo. Y seguía buscando aún cuandoescuchéamisespaldas,juntoalapuerta,unavozdulceyextrañaquedecía:

«¡SeñoritaFairlie!...

—¡SeñoritaFairlie!

—¡Sí,minombredeantes,estenombretanquerido,tanfamiliaryqueyacreíahaberperdidoparasiempre!Mepuseenpie,sinasustarme,pueslavozerademasiadodulceyagradableparaasustaranadie,peromuysorprendida.Allí, mirándome desde el umbral, se hallaba una mujer cuyo rostro norecordabahabervistojamás...

—¿Cómoibavestida?

—Llevaba un vestido blanco, bonito y limpio, y lo cubría con un chaloscuro,pobrey raído.Susombreroeradepajamarrón,y tanusadoypobrecomo el chal.Me sorprendió la diferencia entre su vestido y el resto de laindumentaria,yellasediocuentadequemehabíallamadolaatención.«Nomire usted mi chal y mi sombrero —dijo, hablándome de una maneraprecipitadayrápida,comosilefaltaraelaire—;sinodeboirdeblanco,metienesincuidadoloquellevepuestoencima.Fíjeseenmivestidotodoloquequiera.Notengovergüenzadeél.»¡Quéraro!¿Verdad,Marian?Antesdeque

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yopudiesedeciralgopara tranquilizarla, levantóunadesusmanosyviqueteníaenellaelbroche.Yomealegrétantoysentítalagradecimientohaciaellaquemeacerquéparadecírselo.«¿Seráustedlobastanteagradecidacomoparahacerme un pequeño favor?» preguntó. -Sí—le dije—. Si está enmimanoestaré encantada en hacérselo.» «Entonces deje que yo misma le prenda elbrocheensuvestido,yaquesoyyoquienlohaencontrado.»Supeticiónmepareciótanextrañaysuspalabrasdemostrabantalansiedadqueretrocedídosotrespasossinsaberquéteníaquehacer.«¡Ah!—exclamó—.¡Sumadremehubieradejadoprenderelbroche!»Algoviensumiradayensuvoz,cuandonombró a mi madre, y en su reproche que me hizo avergonzar de midesconfianza.Cogílamanoquesosteníaelbrocheylapusesuavementeenlapechera demi vestido. «¿Conoció usted amimadre?—le pregunté—. ¿Laconocióhacemuchosaños?¿Noshemosvistoustedyyoantes?»Susmanosestabanocupadasenprenderelbrocheenmivestido:alescucharmesedetuvoylasapretócontramipecho.«MerecuerdaunespléndidodíadeprimaveraenLimmeridge—medijo—,yasumadrepaseandoporlaavenidaqueconducea la escuela llevando a dos niñas a sus lados, una de cadamano.Yo no hetenidootracosamejorenquépensardesdeentonces,y lo recuerdosiempre.Ustederaunadeaquellasniñasyyo laotra.La inteligenteyguapaseñoritaFairlie y la pobre retrasadaAnneCatherick se hallaban entoncesmás cercaunadelaotradeloqueestánahora.»

—¿Larecordaste,Laura,cuandotediosunombre?

—Si...Recordéque túmehabíaspreguntadoporAnneCatherickcuandoestábamosenLimmeridgeydijistequeantesseparecíaamí.

—¿Quétehizorecordarlo?

—Ellamisma.Mientraslamirabacuandoestabacerca,mehicecargo,derepente, de que ¡nos parecíamos! Su rostro estaba pálido, cansado ydemacrado, pero al verla me sobrecogí, lo mismo que si estuvieracontemplandomipropiorostroenunespejodespuésdeunalargaenfermedad.Este descubrimiento, no sé por qué, me produjo tal impresión que duranteunosinstantesfuiincapazdecontestarle.

—¿Nosesintióofendidaportusilencio?

—Metemoquesí.«Nosepareceustedasumadre—medijo—nienlacaranienelcorazón...Sumadreeramorenayteníaelcorazóndeunángel,señoritaFairlie.»«Estoyseguradesentirafectoporusted—repuse—,aunquetalveznopuedaexpresarlocomodebiera.¿PorquémellamasiempreseñoritaFairlie?» ... «Porque quiero mucho ese nombre y odio el de Glyde», meinterrumpió bruscamente. Hasta aquel instante no observé en ella indicioalguno de locura pero entoncesme pareció verla en sus ojos. «Creí que nosabía usted queme había casado», le dije, recordando la carta tan insensata

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que me escribió en Limmeridge y queriendo tranquilizarla. Suspiró conamargurayseapartódemí.¿Quenolosabía?¡Siestoyaquíporqueustedsehacasado!Estoyaquípararedimirlaantesdeencontrarmeconsumadreenelmásallá.»Se fueseparandomásymásdemíhastaquesehalló fuerade lacasetadelosbotes.Entoncessequedóuntiempoescuchandoymirandoasualrededor.Cuandosegiróparahablarmedenuevo,envezdeentrarsiguióenel mismo lugar, con las manos apoyadas a los dos lados de la puerta ymanteniendo fija enmí sumirada.«¿Mevioustedanoche juntoal lago?—preguntó—. ¿Oyó mis pasos cuando la seguía por el bosque? He estadoesperandodíasydíasparapoderhablarleasolas.Hedejadoalaúnicaamigaquetengoenelmundoansiosayllenademiedopormí...mehearriesgadoaqueme encierren de nuevo en elmanicomio..., y todo por su bien, señoritaFairlie,todoporsubien.»Suspalabrasmealarmaron,Marian,ysinembargohabíaalgoensumododeexpresarsequemehizocompadecerlacontodamialma.Estoyseguradequemicompasiónfuesincera,puesmedioelvalorparadecirleaaquellapobrecriaturaqueentraseysesentasejuntoamíenlacaseta.

—¿Lohizo?

—No.Moviólacabezaymedijoqueteníaqueseguirdondeestabaparavigilar y escuchar y no dejar que nos sorprendiera una tercera persona. Ydesde el principio hasta el fin se mantuvo en la entrada, apoyándose en elmarco de la puerta; a veces se inclinaba de repente haciamí hablándome yotrassevolvíaderepenteparamirarasualrededor.«Ayerestabayoaquí—dijo—, antes de oscurecer, y la oí a usted hablar con la señorita que laacompaña.Laoíhablarlesobresumarido.Laoídecirlequeustednoescapazdehacerqueéllacreaniconseguirqueguardesilencio.¡Ay,supeenseguidaloquesignificabanaquellaspalabras!,melodijomiconcienciacuandolasoí.¿Porquédejéqueustedsecasaraconél?¡Oh,todoporesemiedomío...porestemiedo loco,miserable,maldito!» Se cubrió el rostro con su pobre chalraído,ysollozóyselamentóocultatrasél.Tuvemiedodequesucumbieraaalgúnterriblearrebatodedesesperaciónqueniellaniyohubiéramospodidodominar,yledije:

«Trate de serenarse, trate de decirme cómo hubiera podido evitar mimatrimonio. Separó el chal de su rostro yme dirigió unamirada ausente.»Debí haber tenido el suficiente valor para nomarcharmedeLimmeridge—contestó—.No debí nunca dejarme vencer por elmiedo queme produjo lanoticiadequeél ibaallegar.Debíhaberlaadvertidoyhaberlasalvadoantesde que fuese demasiado tarde. ¿Por qué no me atreví más que a escribiraquella carta? ¿Por qué no hice más que daño cuando trataba y deseabahacerle bien? ¡Oh, todo por este miedo mío, este miedo loco, miserable,maldito!Repitióestaspalabrasotravezyescondiósurostroenunextremodesupobreyraídochal.Yoestabahorrorizadaalverlayescucharla.

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—Le preguntaste, Laura, ¿cuál era la causa de ese miedo que tanto laatormentaba?

—Sí,selopregunté.

—¿Yquétecontestó?

—Mepreguntóasuvezsiyotemeríaalhombrequemehubieraencerradoenunmanicomioyquevolveríaaencerrarmesipudiera.Yoledije:«¿Sigueustedteniendomiedoaún?Porquesilotuvieranocreoqueseatrevieseaestaraquí.»«No—contestó—yanotengomiedo.»Lepreguntéaellaporqué.Derepentese inclinóhaciamídesde lapuertaydijo:«¿No loadivina?»Neguécon la cabeza. «Míreme»,—continuó. Le dije que me daba pena verla tantriste y enferma. Sonrió por vez primera. «¿Enferma? —repitió. Me estoymuriendo. Ahora sabe usted por qué ya no le temo. ¿Cree usted que meencontraréenelcieloconsumadreyquemeperdonarásilaencuentro?»Yoestabatanimpresionadaytansorprendidaquenopudecontestarle.«Heestadopensandoenello—continuó—,todoeltiempoquemeestuveescondiendodesumarido, todoel tiempoqueestuveenferma.Mispensamientosmeatraíanhasta estos lugares... Quiero reparar, pensaba yo, quiero deshacer, en loposible,todoelmalquehiceantes.Lesupliquécontodalaseriedadquepudemostrarquemedijeseaquéserefería.Ellasiguióclavandoenmísumiradafijayausente.«¿Deboreparareldaño?»—sepreguntóasímisma,dudosa—.Usted tendrá amigos que la apoyarán. Si usted conociera su secreto él seasustaríadeusted;noseatreveríaaaprovecharseyaabusardeustedcomosehaaprovechadodemí.Latrataríaconpiedad,porsupropiobien,silatemeaustedyasusamigos.Ysi la trataaustedcondignidad,ysiyopuedodecirque es obra mía...» Esperé con ansia que continuase, pero se detuvo alpronunciaraquellaspalabras.

—¿Nointentastesaberhaciadóndeiba?

—Lo intenté, pero ella se fue alejando demí, apoyando su rostro y susmanossobre lapareddelacaseta.«¡OhDios!—laoídecir,conunaternuraterrible y desgarradora en su voz—. ¡Si me hubieran enterrado junto a sumadre!¡Sipudieradespertarmeasuladocuandosuenelatrompetadelángelyse abran las tumbas para la resurrección de los muertos!» ¡Yo temblaba,Marian,depiesacabeza!¡Eraespantosooírla!«Peronohayesperanzadequeesosuceda—continuó,volviendoligeramentelacabeza—.Nohayesperanzasparaunapobreextrañacomoyo.Nopodrédescansarbajolacruzdemármol,quelimpiéconmismanos,bajola tumbaquedejétanblancaytanpuraporamoraella.¡Ohno,Diosmío,no,nadiemellevarájuntoaella,allídondelasmaldicionesdejandeatormentarnosydondepodemosdescansardenuestrasfatigas!»Dijoestastristespalabrasserenamente,dandounsuspiroprofundoydesesperado, y luego aguardó un poco. Su rostro expresaba desconcierto y

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pesadumbre, parecía estar pensando o tratando de pensar. «¿Qué es lo queestabadiciendo?—preguntó,alcabodeunosinstantes.Cuandosumadremevienea lamente todo lodemásseva.¿Quéestabayodiciendo?¿Quédecíayo,Diosmío?»Selorecordéalapobrecriaturacontodalasuavidadycariñoque pude. «¡Ah, sí, sí!» —continuó ella, con la misma expresióndesconcertada y ausente—. Usted se halla desamparada y a merced de suindignomarido.Sí.Yyodebohacer lo quemeproponía cuandovinehastaaquí..., debo reparar el mal que le hice por haber tenido miedo de hablarcuando aún era tiempo para ello.» «¿Qué es lo que tiene qué decirme?, lepregunté;«elsecretodelquetienemiedosucruelmarido»,mecontestó.«Unavezleamenacéconsusecretoyleasusté.Ustedtambiéntienequeamenazarleyasustarleconél.»Surostrosevolviósombrío,yunamiradadurayfrenéticabrilló en sus ojos. Comenzó a agitar una mano con un gesto ausente einesperado.«Mimadre sabeese secreto—dijo—,haconsumidomediavidabajoelpesodeesesecreto.Undía,cuandoyoyaeramayor,medijoamíalgoyaldíasiguiente,sumarido...

—¡Sigue,sigueporfavor!¿Quétedijodesumarido?

—Alllegaraestosecallódenuevo,Marian...

—¿Nodijomás?

—Sepusoaescucharconansiedad.«¡Chhist!»,susurró,agitandosumanocomoantes.«¡Chhist!»Seasomóporlapuerta,ypasoapaso,sealejópisandocon cautela y sigilosamente hasta que la perdí de vista tras la esquina de lacaseta.

—¿Laseguirías,naturalmente?

—Sí. Era tal mi interés, que tuve el valor de levantarme para seguirla.Cuandoestabaen lapuerta,volvióaaparecerde repentepor laesquina. ¡Elsecreto!—lesusurré—,espere,dígameelsecreto.Meagarródelbrazoymemiró con ojos extraviados de terror. Ahora, no—murmuró—. No estamossolas,nosvigilan.Vengamañanaaestamismahora;ustedsola,sola... tengacuidado,vengasola,»meempujóbruscamentehaciaelinteriorynolavimás.

—¡Laura,Laura!¡Otraocasiónperdida!Siyohubieseestadocercadeella,nosenoshubieraescabullido.¿Porquéladolavistedesaparecer?

—Por el ladode la izquierda, donde el terrenodesciendey el bosque esmásespeso.

—¿Corristetrasella,lallamaste?

—¿Cómohubierapodidohacerlo?Estabaaterradaynoeracapazdehablarnidemoverme.

—Perocuandotelevantaste,cuandosaliste...

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—Vinecorriendoparacontártelotodo.

—¿Visteaalguienoescuchastealgoenlospinares?

—No.…,todoparecíatranquiloysolitariocuandopaséporallí.

Estuve un momento pensando. Aquella tercera persona que habíapresenciado secretamente aquel encuentro ¿era realidad o fruto de laimaginación excitada de Anne Catherick? Era imposible saberlo. Lo únicociertoeraqueunavezmáshabíamosfracasadocuandoestábamosapuntodedescubriralgo,habíamosfracasadocompletaeirremisiblemente,amenosqueAnneCatherickacudieraalacitaenlacasetaaldíasiguiente.

—¿Estásbienseguradehabermecontadotodoloquehapasado?¿Hastalaúltimapalabraquetehadicho?—preguntéaLaura.

—Creoquesí—merespondió—.Mimemorianopuedecompararseconlatuya,Marian;peromeimpresionótanto,estabatanprofundamenteinteresada,quenopuedehabérsemeescapadonadaqueseadeimportancia.

—QueridaLaura,losdetallesquepareceninsignificantessonimportantestratándose deAnneCatherick.Piensa bien. ¿No se le escapópor casualidadalgoreferentealsitioenqueviveahora?

—Nadaqueyorecuerde.

—¿No nombró a su compañera y amiga... a una mujer que se llama laseñoraClements?

—¡Ah,sí!¡Sí!Semeolvidó.MedijoquelaseñoraClementsqueríaatodotrance acompañarla y venir al lago con ella, y le había rogado que no seaventuraseairsolaporaquellasvecindades.

—¿EsofueloquecontódelaseñoraClements?

—Sí;esofuetodo.

—¿NotedijonadadellugarenquesehabíanrefugiadodespuésdesalirdeTodd'sCorner?

—Nada;estoycompletamentesegura.

—¿Nidóndehavividodesdeentonces,nicuálfuesuenfermedad?

—No,Marian;niunapalabra.Porfavor,dimequécreesdetodoesto,puesyonoséquépensarniquéhacer.

—Lo que tienes que hacer es esto, querida mía, acudir mañanapuntualmente a la cita. No es posible decir qué puede significar para tusinteresesveraesamujerdenuevo.Nodebesirsolalasegundavez.Teseguiréaunadistanciasegura.Nadiemeverá;peroquieroestaralalcancedetuvoz

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porsisucedealgo.AnneCatherickseleescapóaWalterHartrightysetehaescapadoatiperoesperoquenosemeescapeamí.

LosojosdeLauraleíanenlosmíosconatención.

—¿Túcreesenesesecretoquemimaridotantoteme?Supón,Marian,quedespuésdetodo,noexistemásqueenlafantasíadeAnneCatherick.Supequequiere verme y hablarme sólo para evocar viejos recuerdos. ¡Estaba tanextraña que no sabía si creerla! ¿Tendrías confianza en ella si te hablara deotracosa?

—Laura, no tengo confianza en nadamás que en las observaciones quehago yo misma de la conducta de tu marido. Juzgo las palabras de AnneCatherickporlasaccionesdeél...,ycreoqueahíexisteunsecreto.

No dije más, y me levanté para salir del cuarto. Me asaltaban yatormentabanpensamientosquehubieraacabadoporconfesarlesiseguíamoshablandomástiempo,yhubierasidopeligrosoquelossospechase.Elterriblesueñodelquemehabíadespertadoarrojabasuoscurayfunestasombrasobreaquellas nuevas impresiones que su relato produjo en mi espíritu. Sentíaacercarseanosotrosaquelfuturopavorosoquemellenabadeinmensoterror,quemeobligabaacreerquehabíaundesignio invisibleen la larga seriedecomplicaciones que nos cercaban. Pensé en Hartright como le vi con mispropiosojoseldíaquenosdespedimos,comolevisoñando,dudarsinonosacercábamosaciegashaciaunfinseñaladoeinevitable.

DejandoqueLaurasubiesesolaasudormitoriosalíadarunavueltacercadelacasa.LascircunstanciasenlasqueAnneCathericksehabíaseparadodeLauradespertabanenmíunansiasecretaporconocercómoestabapasandolatardeelcondeFosco,yunasecretadesconfianzadelosresultadosdelsolitarioviajedelqueSirPercivalhabíaregresadohacíaunashoras.

Despuésdebuscarlosportodaspartesynodescubrirnada,volvíacasayentréendiversashabitacionesde laplantabaja,una trasotra.Todasestabanvacías.SalíalvestíbuloparasubirareunirmeconLaura.MadameFoscoabrióla puerta de su cuarto cuando yo pasaba por el pasillo, y me detuve paraaveriguar si sabíaalgode loqueestabanhaciendosumaridoySirPercival.Ella loshabíavistodesde laventanahacíamásdeunahora.Elcondehabíamiradohaciaarriba,consuacostumbradaamabilidady lehabíamencionadoconlahabitualatenciónquemostrabaconellaenlasmenoresfrusleríasqueélysuamigoibanadarjuntosunlargopaseo.

¡Unlargopaseo!Desdequelosconocíjamáshabíanbuscadolacompañíael uno del otro para tal propósito. A Sir Percival el único ejercicio que leagradabaeramontaracaballo,yalconde(salvocuandosucortesíalellevabaaseguirmeporelparque)noleagradabaninguno.

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CuandomereunídenuevoconLaura,viquetrasirmehabíarecordadolainminente cuestión de la firma del documento, que habíamos olvidadoabsortasendiscutirsuencuentroconAnneCatherick.Lasprimeraspalabrasquemedirigiócuandoentréenelcuartofueronparaexpresarlasorpresaqueleproducíanohabersido llamadaa labibliotecaparaacudira lacitadeSirPercival.

—Puedesestartranquilarespectoaeso—ledije—.Almenosporahoranonecesitamospreocuparnosde loquehemosdedecir.SirPercivalhavariadosusplanes,yelasuntodelafirmasehaaplazado.

—¿Sehaaplazado?—preguntóLauraconperplejidad—.¿Quiénte lohadicho?

—Mi información proviene del conde Fosco. Creo que debemos a suintervenciónelquetumandohayacambiadodeideadepronto.

—Pareceimposible,Marian.Si,comosuponemos,SirPercivalnecesitatufirma para conseguir dinero, que le hace falta con urgencia, no comprendocómopuedehaberseaplazadoelasunto.

—Pienso, Laura, que tenemos bien a la vista los motivos que puedenexplicarnosestecambio.¿HasolvidadolaconversaciónentreSirPercivalyelabogado,queescuchécuandopasabanporelvestíbulo?

—No,peronorecuerdo...

—Puesyosí.Seproponíandosalternativas.Una,obtenertufirmaenaqueldocumento.Laotra,ganartiempoemitiendoletrasdecambioanoventadías.Es evidente que han optado por esta última solución, y afortunadamentetenemos esperanzas de librarnos de compartir los apremios de Sir Percivaldurantealgúntiempo,porlomenos.

—¡OhMarian,esosuenademasiadobienparaqueseacierto!

—¿Tanto te alegra, querida mía? No hace mucho alababas mi buenamemoria,peroahoraparecesdudardeella.VoyabuscarmiDiario,yverássiestoyonoequivocada.

Fuiabuscarmicuadernoyenseguidavolvíconél.

Revisamos las anotaciones que había escrito referentes a la visita delabogado, comprobando que yo recordaba con precisión las dos alternativaspropuestas.TantoparamícomoparaLaurafueunverdaderoalivioverquelamemoria, en aquella ocasión, como en otras, no me había fallado. En lapeligrosaincertidumbredenuestropresenteesdifícildecircuantaimportanciapuede tener para el futuro que haga con regularidadmis anotaciones enmiDiario,yqueenelmomentodeescribirlasseaexactomirecuerdo.

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Por la expresión deLaura comprendí que se le había ocurrido lamismaidea.Seacomofuere,esundetalleinsignificanteycasimeazaraelanotarloen estas páginas, pues me parece que presento el desamparo de nuestrasituación con tintas demasiado negras. ¡Sin embargo, con bien pococontábamoscuandoeldescubrimientodequemibuenamemoriatodavíapodíaservirnos y merecía nuestra confianza nos había alegrado tanto como sihubiéramoshalladounnuevoamigo!

El primer toque de campana llamándonos para cenar nos obligó asepararnos.SirPercivalyelcondevolvierondesupaseo.Oímosalseñordelacasa gritar furioso a los criados por haberse retrasado cinco minutos, y alhuésped del señor interponiendo, como de costumbre, en defensa de lapropiedad, paciencia y paz. Llegó la noche, y transcurrió sin que sucedieseningúnacontecimientoextraordinario.PeroobservéciertosmaticessingularesenlaconductadeSirPercivalydelcondeque,cuandomeacosté,mehicieronestarmuypreocupadae inquieta respectoaAnneCathericky lasnovedadesquepudieratraernoselmañana.

SébastantedeSirPercivalparacomprenderque,de todassus facetas, lamásfalsayporlotantolapeoressuaparentecorrección.Ellargopaseoconelcondehabíatraídocomoconsecuenciauncambioensusmaneras,sobretodorespecto a su mujer. Ante la secreta sorpresa de Laura y ante mi secretaalarma,lallamóvanasvecesporsunombredepila,lepreguntósihabíatenidoúltimamente noticias de su tío, se informó de cuándo pensaba invitar a laseñoraVeseyaBlackwaterylacolmódepequeñasatencionesquemehicieronevocarlosdíasdesuodiosonoviazgoenLimmeridge.Pordepronto,éstaesuna mala señal, y me pareció más funesta aún cuando después de cenarpretendióquedarsedormidoen el salón,ypudeobservarque sumiradanosseguíaaLaurayamíconmalignidadcuandocreíaqueningunadelasdosnosdábamoscuenta.NuncadudédequesusolitarioviajeaWelminghamtuvoporobjeto interrogara laseñoraCatherick;peroestanoche temíqueelviajenohabía sido en vano y que había obtenido alguna información queindiscutiblementenosharíapadecer.SihubierasabidodóndepodíaencontraraAnneCatherickmehubieralevantadoalamañanasiguienteconelsolyselohubieraadvertido.

MássielaspectobajoelquesenospresentóestanocheSirPercivalerapordesgraciaparamíbienconocido,elaspectobajoelquesepresentóporsuparteelcondemeresultabatotalmentenuevo.Porvezprimerapudeverloestanocheenelpapeldehombredesentimientos,ydeunsentimentalismoquenosparecíasinceroynoimprovisadoparaestaocasión.

Porloprontoestabatranquiloysumiso,ysusojosysuvoztraslucíanunasensibilidad contenida. Llevaba el más suntuoso chaleco que le había vistohasta entonces, como si existiese cierta relación misteriosa entre sus más

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profundossentimientosysus refinamientosmásespectaculares.Eradeseda,de color verde mar pálido exquisitamente guarnecido con pasamaneríaplateada.Suvozteníainflexionestiernasysuaves,ysusonrisaexpresabaunaadmiraciónpaternalypensativacuandonoshablabaaLauraoamí.Estrechólamanodesumujer,pordebajodelamesa,cuandoéstalediolasgraciasporlaspequeñasatencionesquetuvoconelladurantelacenayalbeberbrindóporella. ¡A tu salud y felicidad, ángel mío!», dijo con ojos brillantes deadmiración. Apenas comía, suspiraba, y cuando su amigo se rio de él, lecontestó:

«¡MibuenPercival!»Despuésde la cenacogióaLaurade lamanoy lerogóque«fuesetanencantadoradetocaralgoparaél».Ellaaccedió,sinpoderocultar su asombro. Él se sentó junto al piano con la cadena de su relojreluciendo como una culebra dorada entre los pliegues verde mar de suchaleco.Su inmensacabezaestaba inclinada lánguidamenteyconsusdedosde un blanco cetrino, llevaba dulcemente el compás. Ponderó con ardor laseleccióndelapiezayadmiróconmovidoelartedeLaura,nocomolaalababael pobre Hartright, que disfrutaba inocentemente de los deliciosos sonidos,sino con un conocimiento claro, cultivado y práctico de los méritos de lacomposición,primeroydelosméritosdelintérpretedespués.Cuandocayóelanochecer, rogóquenoprofanásemosaúnaquelladeliciosapenumbraconlaluz de las lámparas. Con su andar horriblemente silencioso vino hasta laventanamás alejada junto a la queme había retirado para estar a lamayordistanciadeélyparaevitarverlosiquiera,ymepidióqueapoyarasuprotestacontralaslámparas.Sientreellashubiesehabidounacapazdequemarlovivo,enaquelinstantemehubieseidoalacocinaparatraerlayomisma.

—¿Verdadqueausted también leagradanestoscrepúsculos,modestosytemblorosos? —dijo dulcemente—. ¡Ah, yo los adoro! Experimento unaadmiracióninnataportodoloqueesnoble,elevadoybuenoysepurificabajoel aliento celestial en una noche como ésta. ¡Veo en la Naturaleza unosencantos tan imperecederosyuna ternura tan inextinguibleparamí!Soyunhombre viejo y gordo, señorita Halcombe, y las palabras que resultaríanpropiassaliendodesuslabiosparecenirrisoriasyridículassilaspronuncioyo.Yesdurosentirseridículoenmomentostansentimentalescomoéste,comosituviese un alma vieja y demasiado ancha, tal como yo mismo. ¡Fíjese, miqueridaseñorita,enlaluzquevamuriendoentrelosárboles!¿Nopenetraensucorazóncomopenetraenelmío?

Calló,memiróyrepitiólasfamosaspalabrasdeDantesobrelanocheconunaternuramelodiosaqueañadíamayorencantoalaincomparablebellezadelapoesía.

—¡Vaya! —exclamó de repente, cuando la última cadencia de aquellasnoblespalabrasitalianasmoríanensuslabios—.Nohagomásquecansarlosa

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todosconlastonteríasqueseleocurrenaunviejo.Vamosacerrarlaventanadenuestra almayvolvamos a la realidaddelmundo... Percival, sanciono laadmisión de las lámparas... Lady Glyde, señorita Halcombe, Eleonor, miqueridaesposa,¿quiéndeustedesmeconcedeelhonordejugarconmigounapartidadedominó?

Sedirigíaatodasnosotras,perosumiradaestabafijaenLaura.

Ellaconocíamitemoraofenderleyaceptósuofrecimiento.Hubierasidoalgo superior a mis fuerzas en aquellos momentos. No hubiera podidosentarmeconélenlamismamesa,apesardetodassusconsideraciones.Susojosparecíanpenetrarhastalomásíntimodemialmaatravésdelaoscuridadcadavezmásdensadelcrepúsculo.Elmisteriosoterrordelapesadillaquemehabíaasaltadomeoprimíaahoraelcorazónconpresentimientosinsoportablesyunpánicoindecible.VolvíaacontemplarlatumbablancaylamujercubiertaconelveloqueselevantabajuntoaHartright.ElpensamientodeLaurabrotócomounmanantialdesdelasprofundidadesdemicorazónllenándoloconunaoleadade amargura como jamás, hasta entonces, había conocido.Le cogí lamano cuando pasó delante demí para ir a lamesa de juego y la besé conpasión como si aquella noche nos hubiéramos de separar para siempre.Mientras todosmemirabanconasombro,salícorriendopor lacristaleraquedabaaljardín,huyendoparaocultarmedeellos;paraocultarmedemímisma.

Nos separamos, aquella noche, más tarde que de costumbre. Hacia lamedianocheelsilencioveraniegofueturbadoporelsilbido,entrelosárboles,de un vientecillo suave y melancólico. Todos sentimos el refrescar de laatmósfera,peroelcondefueelprimeroquesediocuentadequeelvientoibaarreciando.Mientrasencendíamivela,sedetuvoderepente,yalzólamano,conungestodeadvertencia:

—¡Escuchen!...—dijoél—.Mañanahabráuncambio.

Día19deJunio.

Los acontecimientos de ayerme habían advertido para estar dispuesta aencontrarme inevitablemente con lo peor. ¡Pero el día de hoy aún no haterminadoylopeoryahallegado!

Calculando la hora en que Laura había ido ayer al lago, dedujimos queAnneCatherickdebíahaberaparecidoenlacasetahacialasdosymediadelatarde.DecidimosquehoyLaura iríaalcomedora lahoradelalmuerzoparasalir en seguida con cualquier excusa, yo me quedaría para salvar lasapariencias y me uniría a ella en cuanto pudiera hacerlo sin despertarsospechas.Sinosurgíaalgúnimpedimento,esteplanpermitiríaaLaurallegaral lago antes de las dos ymedia y (cuando ami vez yome levantara de lamesa)yopodríaescondermeenlospinaresantesdelastres.

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El cambio de tiempo anunciado por el viento de la noche anterior, seprodujo efectivamente. Estaba lloviendo a cántaros cuandome levanté, y elagua continuó cayendo hasta las doce; cuando las nubes se dispersaron, elcielosevolvióazulyelsolbrillódenuevo,prometiendounatarderadiante.

QueríaaveriguarquépensabanhaceraquellatardeelcondeySirPercivalperonologréaquietarmiansiedadenloquerespectaaesteúltimo,puesnosdejóenseguidadespuésdeldesayunoysalióalexteriorapesardelalluvia.Nonos dijo ni dónde iba ni cuándo volvería. Le vimos pasar por delante de laventanaequipadoconsusbotasaltasysuimpermeable,yesofuetodo.

El conde pasó unamañana tranquila, sin salir de casa, unos ratos en labibliotecayotrosenelsalón,tocandoalpianofragmentosdeobrasmusicalesycanturreándolos.A juzgarpor las apariencias, continuabadominadopor lafacetasentimental.Seguíasilenciosoyemotivo,suspirandolánguidamente(enla forma en que sólo los hombres gordos saben hacerlo) a la menoroportunidad.

Llegó la hora del almuerzo y Sir Percival no había regresado. El condeocupó el asiento de su amigo en la mesa, devoró lastimosamente la mayorpartedeunatartaanegadaencremay,cuandohuboterminado,nosexplicóelporquédesuhazaña.

—La afición a las golosinas, señoras, es una inocente afición propia demujeres y niños —dijo con dulces inflexiones de la voz y con la mayorternura:Megustacompartirloconellos,heaquíunnuevolazoquemeuneaustedes.

Lauraselevantódelamesaalcabodediezminutos.Yoestuvetentadaaacompañarla.Perosinoshubiéramosidolasdosjuntashubiéramosdespertadosospechas,yloqueespeor:siacudíaLauraalaentrevistaconAnneCatherickacompañada por otra persona desconocida para ella, teníamos todas lasprobabilidadesdeperdersuconfianzaparanorecuperarlajamás.

Porlotanto,esperécontantapacienciacomopudehastaqueelcriadosedispusoalevantarlamesa.CuandosalídelaestancianohabíaseñalesnienlacasanifueradeelladequeSirPercivalhubieraregresado.Dejéalconde,quesostenía un terrón de azúcar entre sus labios mientras la viciosa cacatúatrepaba por su chaleco para arrebatárselo;Madame Fosco, sentada enfrente,observabalasdiversionesdesumaridoydelpájarocontantaatencióncomosiensuvidahubiesevistonadasemejante.Aldirigirmehacialospinares, tuvebuen cuidado de mantenerme lejos de la ventana del comedor. No me vionadie,ninadiemesiguió.Mirelojmarcabalastresmenoscuarto.

Unavezentre losárbolescaminédeprisahastaquehubepasadolamitaddel pinar. Entonces retardé el paso y empecé a moverme con mayor

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precaución,peronoveíaanadienioíavozalguna.Pocoapocomeacerquéalacasetade losbotes tantoquepudeverlaporsuparte trasera.Medetuveyescuché, luego seguí andando hasta llegar junto a ella, donde podría oír laconversación entre quienes estuvieran dentro. Pero nada interrumpía elsilencio:nidecercanidelejosllegabaseñalalgunadeserviviente.

Después de deslizarme a lo largo de la pared trasera, primero hacia laderecha, luegohacia la izquierda, ynodescubrir nada,meaventuré a llegarhastalaentradayasomarmealinterior.Dentronohabíanadie.

LlaméaLaura,primeroenvozbajayluegomásfuerte.Nadiemecontestó,nadieacudió...Ajuzgarporloquehabíavistoyoído,laúnicacriaturahumanaqueseencontrabaenlosalrededoresdelpinarydellagoerayo.

El corazónme latía con violencia, pero continuémis pesquisas, primerodentrode lacasetay luegoenelsuelo, frentea laentrada,paraversialgúnrastro de Laura me indicaba que había acudido a la cita. En el interior nodistinguíaseñalalgunadesupresencia;perofuera,delantedelaentrada,pudeverelrastrodesuspasosenlaarena.

Descubrí huellas de dos personas: unas grandes, que parecían ser dehombre,yotraspequeñas,delasque,alponermispropiospiessobreellasyviendoque teníanelmismo tamaño,nodudéque fuesendeLaura.Aquellashuellas se confundían precisamente frente a la caseta. Junto a una esquina,bajo la sombra del alero del tejado, vi un hoyo en la arena —hechoartificialmente, eso parecía indudable—. Me fijé en él, pero enseguidaretrocedípara tratarde seguir lashuellasde lospasoshastadondeéstosmellevasen.

Me condujeron desde la parte izquierda de la caseta, a lo largo de unafranja de árboles; calculo que a unos doscientos o trescientos metros dedistancia.Después, el terreno arenosonomostrabaningún rastro dehuellas.Comprendiendoquelaspersonascuyorastroseguíadebíanhaberpenetradoenlos pinares por este sitio, yo también lo hice. Al principio no podía hallarsendero alguno, pero al fin descubrí una vereda apenas visible entre losárbolesylaseguí.Duranteciertotiempoibaendirecciónalaaldea,hastaquemedetuveenunlugarenquemisenderosecruzabaconotro.Aambosladoscrecíanespesaszarzas.Yomirabaalsuelodudandoquécaminoseguir,cuandoviqueenunaramaespinosaestabanenganchadoshilosdeflecosquepodíanserdeunchal.AlexaminarlosdecercacomprobéquepertenecíanalchaldeLauray en el actomeencaminépor el segundo sendero.Al fin, y congranaliviopormiparte,mecondujohastalaparteposteriordelacasa.Digoparamigranalivio,porquesupusequeLaura,poralgúnmotivoqueyoignoraba,habíavueltoporaquellosvericuetosacasaantesqueyo.Entréatravesandoelpatioylasdependencias.Laprimerapersonaqueencontréenelzaguánfueal

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amadellaves,laseñoritaMichelson.

—¿Sabeusted—lepregunté—siLadyGlydehavueltoyadesupaseo?

—La señora ha vuelto hace unmomento con Sir Percival—contestó lamujer—.Metemoquehayasucedidoalgoserio,señoritaHalcombe.

Elcorazónsemeheló.

—¡Noquerrá usted decir queha sucedidoun accidente?—dije, convoztemblorosa.

—No, no; gracias aDios no es eso, pero la señora subió corriendo a sucuartoyestaballorandoySirPercivalmehaordenadoavisaraFannydequeantesdeunahoradebeabandonarestacasa.

FannyeraladoncelladeLaura.Unamuchachabuenayfiel,queestabaconellahacíamuchosañosyqueeralaúnicapersonadelacasaconcuyalealtadyhonradezpodíamoscontar.

—¿DóndeestáFanny?—pregunté.

—Enmicuarto,señoritaHalcombe.Lapobremuchachaestádesesperadaylehedichoquesetranquiliceyquedescanseunpoco.

Fui al cuarto de la señoraMichelson, y encontré a Fanny sentada en unrincónconsumaletaaunladoyllorandoamargamente.

No pudo explicarme la causa de su intempestivo despido. Sir Percivalhabíaordenadoqueseleentregaseelsueldodeunmes,enlugardedarleavisoconunmesdeantelación,yquesemarchase.Nohabíadichoporqué,ni lehabía reñidoparanada.Lehabíaprohibidoque acudiera a su señorayni siquieralepermitíadespedirsedeellaaunquefueseunmomento.Teníaqueirsesinexplicacionesnidespedidasyhacerloinmediatamente.

Despuésdeconsolarcomopudealainfelizmuchacha,lepreguntédóndepensaba pasar esta noche. Me dijo que iría a una posada del pueblo, cuyadueña era persona respetable y conocida de la servidumbre de BlackwaterPark. A la mañana siguiente se levantaría muy temprano y se iría aCumberland,sindetenerseenLondres,dondenoconocíaunalma.

EnseguidavislumbréqueelviajedeFannynosofrecíaunmedioseguroparacomunicarnosconLimmeridgeyconLondres, loquepodíaserdegranprovechoparanosotras.Así,pues,ledijequedurantelatardesuseñoraoyoprocuraríamos comunicarnos con ella y que podía estar segura de queharíamos todoloposibleporayudarlaaunqueahora tuviesequeresignarseeirse.Diciendoestaspalabrasnosestrechamoslamano,ymefuiarriba.

La puerta que conducía al cuarto de Laura desde el pasillo dabapreviamente a una antesala. Cuando intenté abrirla estaba cerrada con llave

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pordentro.

Llamé,yabriólapuertalamismacriadagordaygrandotacuyacompletaestupidez tanto me impacientó el día que encontré el perro herido. DesdeentoncessupequesellamabaMargaretPorcheryqueeralacriadamástorpe,tozudayzafiadelacasa.

Alabrirmelapuertadiounpasohaciadelanteysequedóenelumbralconunasonrisaaleladaenloslabiosysindecirpalabra.

—¿Quéhaceustedahíenmedio?¿Novequequieroentrar?—ledije.

—¡Ah!¡Peroesquenopuedeustedentrar!—mecontestósonriendoaúnmás.

—¿Cómoseatreveahablarmeasí?¡Quítesedeenmedioinmediatamente!

Extendió sus brazos, indicando con sus manos, rojas y gordas, que elcaminomeestabacerradoylentamenteinclinósucabezadealcornoque.

—Sonórdenesdelamo—medijo;yvolvióainclinarlacabeza.

Hiceusodetodamicapacidaddedominarmeparaevitardiscutirconella,dándomecuentadequeeraasuseñoraquienteníaquedirigirme.Levolvílaespaldaybajéalsalónparabuscarle.Apesardemispropósitosdesoportarlasintemperancias de Sir Percival, por mucho que tuviera que sufrir, he deconfesar,paravergüenzamía,quesemeolvidaronporcompletoenaquellosinstantes. Pero me alivió mucho, después de todo lo que había sufrido yaguantadoenestacasadejarquemellevasemiindignación.

El salón y el comedor se hallaban vacíos, pero fui a la biblioteca y allíencontréaSirPercival,alcondeyaMadameFosco.Lostresestabandepie,formandoungrupomuyapretado,ySirPercivalteníauntrozodepapelenlamano.Alabrirselapuertaoíqueelcondeledecía:

—No,milvecesno.

MeacerquéaSirPercivalylemiréalacara.

—¿Hedecreer,SirPercival,queelcuartodesumujeresunacárcelyquelacriadaeslacarcelera?—pregunté.

—Sí,esoesloquetieneustedquecreer—contestó—,ytengacuidadodequemicarceleranotengahoytrabajodobleydequeseconviertatambiénencárcelsupropiocuarto.

—Tengacuidadousteddecómotrataasumujerydecómomeamenazaamí—nopudecontenermiira—.EnInglaterraexistenleyesqueprotegenalasmujerescontralacrueldadylosultrajes.SiseatrevearozarunsolocabellodeLaura o a atentar contra mi libertad, suceda lo que suceda, apelaré a estas

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leyes.

Enlugardecontestarme,sevolvióhaciaelconde:

—¿Quéledijeantes?¿Quédiceustedahora?—preguntó.

—Lomismoqueantes—contestóelconde—No.

Apesardelavehemenciademirabiapudesentir,fijossobremirostro,susojos imperturbables, fríos y acerados. Se apartaron de mí cuando el condeterminósufraseydirigióasumujerunamiradasignificativa.InmediatamenteMadameFoscoseacercóyhablóaSirPercivalantesdequeningunodelosdemáspudiésemospronunciarunapalabra.

—Tenga la amabilidad de escucharme unos instantes—dijo con su vozhelada y clara—. Quiero agradecerle, Sir Percival, su hospitalidad y quierorehusaraceptarlapormástiempo.Yonopuedopermanecerenunacasaenlaque se trata a las señoras como ha tratado hoy a su mujer y a la señoritaHalcombe.

SirPercivalretrocedióunpasoysequedómirándolamudodeasombro.Ladeclaración que acababa de escuchar (declaración que tanto él como yosabíamos que Madame Fosco jamás se hubiera atrevido a hacer sin elconsentimiento de su marido) pareció dejarlo petrificado de asombro. Elconde, inmóvil, contemplaba a sumujer conmuestras de la más entusiastaadmiración.

—¡Essublime!—sedijoasímismo.

Luegoseacercóaellaypusosubrazoenelsuyo.

—Estoyatusórdenes,Eleanor—continuó,conuntonodeserenadignidadquenuncalehabíaconocidohastaentonces—,yalasórdenesdelaseñoritaHalcombe,simehaceelhonordeaceptarelapoyoqueyopuedaofrecerle.

—¡Demonio!,pero¿quésignificaesto?—gritóSirPercivalviendoqueelconde Fosco se dirigía tranquilamente hacia la puerta dando el brazo a sumujer.

—Enotrasocasionessébienquésignificaloquehago,peroahorahagoloque dicemimujer—replicó el impenetrable italiano—. Por una vez hemoscambiadodepapeles,Percival.ElcriteriodeMadameFoscoeselmío.

Sir Percival arrugó furioso el papel que tenía entre lasmanos y se situóentreelcondeylapuerta.

—Haga lo que quiera— rugió en voz baja, casi susurrando y con rabiacontenida—yaténgasealasconsecuencias.

Conestaspalabras,saliódelabiblioteca.

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MadameFoscomiróasumaridointerrogativamente.

—Sehamarchadobruscamente.¿Quéquerrádecireso?—preguntó.

—EsosignificaqueentretúyyohemosconseguidoqueentreenrazónelhombredepeorcarácterdetodaInglaterra—contestóelconde—.Estoquieredecir, señorita Halcombe, que Lady Glyde se ha librado de una odiosaindignidad,yusteddequeserepitaesteimperdonableinsulto.Leruegoacepteel testimonio de mi admiración por su valiente conducta en un momentodecisivo.

—Muysinceraadmiración—repitióelconde.

Sentíaagotadasmis fuerzasparaseguir resistiendocon lamismafirmezaconquehabíaresistidolasinjuriasylasofensas,sostenidaporlaindignación.MifebrilansiedadporveraLaura,yelsentimientodemipropiodesamparoymiignoranciaportodolosucedidoenlacasetadelosbotes,meoprimíanconsuinsoportablepeso.Tratédecubrirlasaparienciashablandoconelcondeysumujer en el mismo tono en que ellosme hablaban, pero las palabras setropezaban al salir de mis labios, se me cortaba la respiración, mis ojosmiraban en silencio con ansia hacia la puerta. El conde comprendió minerviosismo,laempujó,saliófueraylacerrótrasdesí.Almismotiempo,delaescalerallegóelruidodelasfuertespisadasdeSirPercivalquebajaba.OícuchichearalosdosenelvestíbulomientrasMadameFoscomeaseguraba,ensu estilo frío, convencional, que la alegraba, por el bien de nosotras, que laconducta de Sir Percival no les hubiera obligado a su marido y a ella aabandonarBlackwaterPark.Antesdequeterminasesudiscurso,elmurmullodevocescesó,seabriólapuertayaparecióelconde.

—Señorita Halcombe —dijo. —Tengo una verdadera satisfacción encomunicarlequeLadyGlydeesotravezdueñadesupropiacasa.Mefiguréque preferiría usted escuchar esta grata noticia de mí que de boca de SirPercival,yporesohevueltoexpresamenteparadecírselo.

—¡Admirabledelicadeza!—exclamólacondesaFosco,devolviendoasumaridosutributodeadmiración,enlamismamonedayenelmismoestilodelpropioconde.Estesonrióyse inclinócomosielcumplidoprovinieradeundesconocidoceremonioso,ysehizoaunladoparadejarmelibreelpaso.

Sir Percival seguía en el vestíbulo. Cuando yo me precipitaba hacia laescalera,leoíllamarimpacientealcondeparaquesalieradelabiblioteca.

—¿Quéestáustedesperando?—dijo—.Necesitohablarle.

—Yyonecesitotiempoparareflexionarpormicuenta—contestóelotro.Esperehastamástarde,Percival,esperehastamástarde.

Niélnisuamigoañadieronmás.Yolleguéarribaycorríporelpasillo.En

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miapresuramientoyagitación,dejélapuertadelaantesalaabierta,perocerréladeldormitorioencuantoestuveenél.

Laura estaba sentada al extremo del cuarto; sus brazos, lánguidos,reposabansobrelamesaysurostroseocultabaentrelasmanos.Alvermeselevantódandoungritodealegría.

—¿Cómo has conseguido venir? ¿Quién te dio permiso? ¿No sería SirPercival?

La ansiedad por escuchar lo que me iba a decir me invadía y no pudecontestarle, sino hacerle preguntas por mi parte. Pero la preocupación deLauraporsaberloquehabíasucedidoabajoeratanarrolladora,quenopuderesistirla.Siguiórepitiendosuspreguntasconinsistencia.

—¡Elconde,porsupuesto!—lecontesté impaciente—.¿Quiéntienemásinfluenciaenestacasa...?

Medetuvoconungestodedesagrado.

—No hables de él —exclamó—. ¡El conde es el ser más ruin de loshombres! ¡Elcondeesunmiserableespía...!Antesdequepudiéramosdecirotra palabra, nos interrumpieron unos golpecitos suaves en la puerta deldormitorio.

Yonomehabíasentadoaúnymeadelantéaverquiénera.CuandoabrímeencontréconMadameFosco,quetraíamipañueloenlamano.

—Lehacaídoabajo,señoritaHalcombe—dijo—,ypenséque,puestoqueibaamicuarto,podíatraérseloyomisma.

Surostro,ordinariamentepálido,estabacubiertodeunalividezcadavéricaqueme dejó pasmada. Susmanos, tan firmes y seguras siempre, temblabanconviolencia,ysusojosmirabanconfierezadetrásdemí:estabanclavadosenLaura.

¡Habíaestadoescuchandoantesdellamar!Loviensurostroblancoyensusmanostemblorosas;lovienlamiradaquedirigióaLaura.

Despuésdeesperaruninstante,mediolaespaldaensilencioysealejóconlentitud.

Cerrédenuevolapuerta.

—¡OhLaura,Laura! ¡Lasdos tendremosquemaldecir el día enquehasllamadoespíaalcondeFosco!

—Tútambiénlohubierasllamadoasí,Marian,sisupierasloqueyo.AnneCatherick tenía razón, ayer hubo una tercera persona que nos espió, y esatercerapersonaera...

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—¿Estásseguradequeeraelconde?

—Tengolaabsolutacertezadeello.ÉlfueelespíadeSirPercival,élfuequieninformódetodo,yporélhaestadotodalamañanamimaridoalacechodeAnneCatherickydemí.

—¿HandescubiertoaAnne?¿Lavisteenellago?

—No.Sesalvóporquesemantuvolejosdelacaseta.Cuandoyolleguéallínoencontréanadie.

—¿Yluego?¿Yluego?

—Entré y me senté unos minutos. Pero mi impaciencia me obligó alevantarmeydarunasvueltasporlosalrededores.Cuandosalí,creídistinguiren la arena algunas huellas, junto a la puerta. Me detuve para mirarlas ydescubríunapalabraescritaenletrasgrandesquedecía:¡BUSCA!

—Yremovistelaarenaydejasteunhoyopequeño...

—¿Cómolosabes,Marian?

—Porqueyomismavielhoyocuandofuientubusca.Perosigue,sigue.

—Sí,quitélaarenadelasuperficieyenseguidaencontréuntrozodepapelescondidobajolaarena,conunaslíneasescritasyfirmadoconlasinicialesdeAnneCatherick.

—¿Dóndeestáelpapel?

—MelohaquitadoSirPercival.

—¿Nopuedesrecordarloquedecía?¿Melopodríasrepetirahora?

—Susentido,sí,Marian.Eramuybreve.Túlohubierasrepetidopalabraporpalabra.

—Tratadedecirmecuáleraelsentido,antesdequesigamos.

Melodijo,yloreproduzcoaquíexactamentecomoellamelorepitió:

«Ayermevieronconusted,nosdescubrióunhombreviejo,altoyobeso,ytuvequecorrerparalibrarmedeél.Nofuelobastanteligeroparaalcanzarmeymeperdiódevista entre los árboles.Nomeatrevoavolverhoyaquí a lamismahora.Estoyescribiendoyescondiendoestepapel entre laarenaa lasseisde lamañana,paraadvertirla.Cuandovolvamosahablarpróximamentedelsecretodesumalvadoesposo,tenemosquehacerlosincorrerpeligros,ysino, no podremos hablar de ningúnmodo. Tenga paciencia. Le prometo quevolveráaverme,yqueserápronto.A.C.»

La referencia al «hombre viejo, alto y obeso» (Laura estaba segura derepetirlaspalabrasexactas),nodejabalugaradudadequiéneraelintruso.Me

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acordé de que yo misma había dicho a Sir Percival el día anterior y enpresenciadel conde, queLaurahabía ido al lago abuscar subroche.Segúntodas lasapariencias,él lasiguióhastaallíparadarlecuenta,servicialcomosiempre, de que la firma del documento se había aplazado, enseguida dehabermecomunicadoenelsalónaquelcambioenlosplanesdeSirPercival.Enestecasonopudohaber llegadoal lagoantesdelmomentoenqueAnneCatherick lo descubrió. El sospechoso apresuramiento con que se separó deLaura, sin duda, alentó su infructuosa tentativa de seguirla. No pudo haberoídonadadelaconversaciónquehabíamantenido.Cotejandoladistanciaquehabíaentrelacasayellagoylahoraenqueélmedejóenelsalón,conlahoraen que estuvieron hablando Laura yAnneCatherick, llegamos a considerarquealmenosestehechosepresentabacomoindudable.

Unavezquesacamosalgoparecidoaunaconclusión,lasiguientepreguntaquedespertabamiinteréserasaberquéhabíadescubiertoSirPercivaldespuésdequeelcondeleproporcionósuinformación.

—¿Cómofuequetequitólacarta?—lepregunté—.¿Quéhicisteconellacuandolaencontrasteenlaarena?

—Despuésde leerlaunavez—contestó—,entréen lacasetaymesentépara leerla de nuevo. Cuando lo estaba haciendo, una sombra se proyectósobreelpapel.LevantélacabezayviaSirPercivalquemeobservabadesdelapuerta.

—¿Tratastedeesconderla?

—Sí;peroélmedetuvo.«Nonecesitasmolestarteenesconderla—dijo—.Hetenidolaocasióndeleerla»Yonopudehacermásquemirarleaterradasindecir una palabra. «¿Comprendes?—continuó—. La he leído. La saqué deentre la arena hace dos horas y volví a esconderla escribiendo encima lamisma palabra que ella había escrito, para dejártela bien amano.Ahora nopuedessalirmeconmentiras.AyervisteaAnneCatherickensecretoyenestemomentotienessucartaentrelasmanos.Aúnnolahepescadoaella,perotehepescadoati.Dameesacarta».Sedetuvocercademí.Yoestabaasolasconél.¿Quéqueríasquehiciera,Marian?Ledilacarta.

—¿Quétedijocuandoseladiste?

—Al principio no dijo nada,me cogió del brazo yme llevó fuera de lacaseta,mirandoasualrededorcomotemerosodequealguiennosviese.Luegome apretó el brazo con sumano ymurmuró ami oído: «¿Qué te dijo ayerAnneCatherick?Quieroquemelorepitaspalabraporpalabra,delprincipioalfin.»

—¿Selocontaste?

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—Estaba sola con él, Marian... Su mano cruel me magullaba el brazo.¿Quépodíahacer?

—¿Tienesaúnlamarcaentubrazo?¡Enséñamela!

—¿Paraquéquieresverla?

—Quiero verla, Laura, porque nuestra paciencia debe terminar hoy yempezarnuestraresistencia.Estaseñalesunarmaqueesgrimiremoscontraél.Déjameverlaahora,talveztengaquehablardeellabajojuramento.

—¡OhMarian, nomemires así, no hables de esemodo! ¡Ahora nomeduele!

—¡Déjameverla!

Memostró las señales.En aquellosmomentos yo no era capaz de sentirlástima,lloraroestremecermealverlas.Sedicequeosomosmejoresqueloshombresopeores.Si enaquelmomentoyohabía conocido la tentaciónquealgunas mujeres han encontrado en su camino y que las ha hecho peores,graciasaDioslaesposadeSirPercivalnopudoleernadadeelloenmirostro.Esta criatura dulce, inocente y afectuosa creyó que yo sentía miedo ycompasiónporella,ynoseleocurrióotracosa.

—Marian, no lo tomes tan en serio—dijo ingenuamente, y se cubrió elbrazo—.Yanomeduele.

—Intentarénotomarloenserioporti,Laura.¡Estábien!¿YledijistetodoloquetehabíacontadoAnneCatherick?

—Sí;todo.Elinsistióyyoestabaconél,nopudeocultarlenada.

—¿Dijoalgocuandoterminaste?

—Memiró y se rio con expresión burlona y amarga. «Te he dicho todohasta el final —dije—. ¿Lo oyes? Todo hasta el final» Le asegurésolemnementequelehabíacontadotodocuantosabía,ymecontestó:«¡No!túsabesmásdeloquehasqueridodecirme.¿Nomelodices?¡Pueslodirás!Ysino consigo hacerte hablar aquí, lo conseguiré cuando estemos en casa»Mecondujoporunsenderodesconocidoatravésdelospinares,pordondeyonopodíaesperarencontrarte,ynodijopalabrahastaquenosacercamosacasa.Entonces se contuvo y dijo: «¿Querrás aprovechar otra oportunidad si te ladoy?¿Cambiarásdeideaymelodirástodo?»Yonopudehacerotracosaquerepetirle lo que le había dicho antes.Maldijo mi obstinación, siguió por elcaminoymecondujohastalacasa.«Nomeengañarás—medijo—.Túsabesmásdeloquequierodecir.Teharécontarmetusecretoytambiénharéquemelo cuente esa hermana tuya. Se acabaron los cotilleos y las intrigas entrevosotras. No os volveréis a ver hasta que me hayáis confesado la verdad.Desdeahoratevigilarédíaynochehastaquedecidashablar».Estuvosordoa

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todo lo que le decía.Me llevó directamente ami cuarto.Allí estabaFanny,ocupadaenuntrabajoquelehabíadado,yélleordenóquesalieseenelacto.«Tendrébuencuidadodequenosemezcleustedenlaconspiración—ledijo—.Hoymismodejaráustedestacasa.Sisuseñoranecesitaunadoncella,yomismo se la elegiré.»Me empujó al interior del cuarto, cerró la puerta conllave y envió a esa mujer desalmada para que me vigilase... ¡Marian, teaseguroquehablabayactuabacomounloco!Talvez,noloentiendas,peroteaseguroqueeraasí.

—Sí lo entiendo, Laura. Está loco, loco con los tormentos de su malaconciencia. Cada una de tus palabras me convencen más de que AnneCatherick te dejó ayer cuando estabas a punto de descubrir el secreto quehubiera podido ser la perdición de tu vil marido. Y él cree que lo hasdescubierto.Nadadecuantodigasohagaspodráaquietaresadesconfianzadesumalaconcienciaoconvencerasufalsíadelaveracidaddetuspalabras.Nodigoesoparaasustarte,queridamía;lodigoparaqueabraslosojosytedescuentade tu situacióny teconvenzasdequehaynecesidadapremianteparaquemedejesactuaryprotegertelomejorquepuedamientraslasuerteestádenuestraparte.ElapoyodelcondeFoscohahechoqueyopuedaverteahora;peromañanapuedereparárnoslo.SirPercivalhadespedidoaFanny,porqueesunamuchachadespiertayteeslealy,parasustituirla,haelegidoaunamujeraquientúnohasdedicadoespecialcuidadoycuyainteligenciaobtusalahacecomparablealperroqueguardalapuertadelacasa.Esimposibledeciraquémedidas violentas recurrirá ahora si no nos aprovechamos de cuantasoportunidadessenospresentenmientrastengamoslibertad.

—¿Quépodemoshacer,Marian?¡Diosmío,sipudiéramosalmenosdejarestacasaparanovolverjamásaella!

—Escucha,Laura...Tenlaseguridaddequenoestásdeltododesamparadamientrasyoestécontigo.

—Quiero pensar así, lo pienso así.De todosmodos, no te olvides de lapobreFannyporocupartedemí.Tambiénellanecesitaayudayconsuelo.

—Nome olvidaré. Estuve con ella antes de subir y hemos quedado envernosestanoche.LascartasnoestánsegurasenelbuzóndeBlackwater,yhoytengoqueescribirdos,portubien,yquenopasaránporotrasmanosquelasdeFanny.

—¿Quécartas?

—Primero pienso escribir, Laura, al socio del señor Gilmore, que se haofrecidoparaayudarnossisurgencircunstanciasnuevas.Conlopocoquesédeleyes,estoyseguradequeprotegenalamujercontralosmalostratosqueteha inferido hoy ese canalla. No voy a contarle nada sobre Anne Catherick

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porque no puedo darle informaciones concretas. Pero el abogado tiene quesaberdeesasmagulladurasentubrazoydelaviolenciaquesehacometidocontigoenestecuarto....¡Debesaberlo,yantesdequelotengaporseguro,nomeacostaréestanoche!

—¡Piensaenelriesgoquehay,Marian!

—Yopartodequehayriesgo.SirPercivallotememásquetú.Eltemoralasolaideadecorrerelriesgoleharáretrocedermejorquecualquierotracosa.

Mientrasdecíaesto,me levanté;peroLaura intentóconvencermedequenoladejasesola.

—Vas a desesperarle—dijo—, y nuestra situación será diez veces máspeligrosa.

Sentí que sus palabras encerraban una verdad, una verdaddescorazonadora. Pero no me atreví a reconocerlo ante Laura. En nuestraespantosasituaciónlaúnicaposibilidadylaúnicaesperanzaqueteníamoseraladecorrerlospeoresriesgos.Selodijeconpalabrascautelosas.Suspiróconamarguraynomecontestónada.Tansólomepreguntósobrelasegundacartaquepensabaescribir.

—EsparaelseñorFairlie—dije—.Tutíoestumáscercanoparienteyelcabezadefamilia.Debeintervenirypuedehacerlo.

Lauramoviólacabezacontristeza.

—Sí,sí—continué—, tu tíoesunhombredébil,egoístaysuperficial, losé. Pero no es Sir Percival Glyde, ni tiene un amigo que sea semejante alcondeFosco.Noesperonadanidesuternuranidesuamabilidad,niparatiniparamí.Peroalgoharáparaasegurarsedesupropiatranquilidadynoalterarsu vida. Déjame tan sólo persuadirle de que su intervención en estosmomentoslesalvarádeinevitablesmolestias,responsabilidadesydesventuras,yporsupropiobeneficiosetomaráalgunasmolestias.Sécómohayquetratarconél;hetenidociertaexperiencia,Laura.

—¡SipudierasconvencerledequemedejaravolveraLimmeridgedurantealgún tiempoyestar tranquilamenteallí contigo!Marian,podría sercasi tanfelizcomoantesdecasarme.

Estaspalabrasmemostraronotrocaminoaseguir.¿SeríaposiblecolocaraSirPercivalentrelaalternativadeexponersealescándalodeunprocedimientolegalporsuformadetratarasumujeryladepermitiraéstaqueseseparasedeélporuntiempo,conelpretextodehacerunavisitaasutío?Deserasí,¿sepodría esperar que accediese a esta última solución? Era dudoso, más quedudoso.Ynoobstante,pordesesperadaquesepresentaraesta tentativa,¿novaldríalapenallevarlaacabo?Resolvíprobarlo,francamenteperplejaporno

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saberquéotracosapodíahacerse.

—Tu tío sabrá este deseo tuyo—dije a Laura—, y también solicitaré laopinión del abogado respecto a ello. Quizá conseguiremos algo bueno, yesperoqueasísea.

Diciendoestomelevantédenuevo,ydenuevointentóLaurahacerquemequedase.

—Nome dejes sola—dijo, ansiosa—. El papel está sobre el escritorio.Puedesescribiraquí.

Me costómucho negarme a ello, a pesar de que lo hacía por su interés.Peroyahabíamosestadodemasiadotiempoasolas.Laúnicaprobabilidadqueteníamos de que nos dejasen volver a reunirnos era el no despertar nuevassospechas. Ya era hora de que yo me dejase ver, serena y firme ante losbellacos que en aquelmismo instante estarían abajo hablando de nosotras ypensandoen loqueharíamos.ExpliquéaLauraestamiserablenecesidaddeactuarasíylehicecomprenderlayreconocerla.

—Volveréenseguida—ledije—.Dentrodeunahorao inclusoantes.Lopeordeestedíahapasadoya.Estatetranquilaynotemasnada.

—¿Está la llave en la cerradura, Marian? ¿Puedo cerrar la puerta pordentro?

—Sí, aquí está la llave.Cierra lapuertaynoabrasanadiehastaqueyovuelva.

Lediunbesoysalí.Mealejabaporelpasillo,cuandoescuchéconalivioelruidodelallaveenlacerraduraysupequelapuertaestababajosudominio.

Cuandoestuveenelrellanodelaescalera,lapuertacerradadeLauramesugiriólaideadecerrartambiénconllavelademicuartomientrasestuviesefuera de él. Mi Diario estaba a salvo con otros papeles en el cajón delescritorioperolosútilesdeescribir—miselloconundibujoconvencionaldedospalomasbebiendodelmismocáliz, y algunashojasdepapel secante enque se veían las huellas de las últimas líneas que escribí en estas páginasanoche,—estabanalalcancedecualquiera.Trastornadaporlassospechasquehabíanhechopresaenmí, cosasde tanpequeña importanciacomoéstasmeparecían demasiado peligrosas para dejarlas sobre el escritorio, incluso elcajóncerradoconllavemepareciópocoseguro,sinoimpedíaquenadieseleacercaseenmiausencia.

No encontré indicio alguno de que alguien hubiese entrado en mihabitaciónmientrasyohabíaestadohablandoconLaura.Misútilesdeescribirsehallabandesparramadossobre lamesacomodecostumbre,pues lacriadateníaórdenesexpresasdenotocarlos.Loúnicoquellamómiatenciónfueque

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el sello estaba colocadoen labandejadondeyo teníaplumasy el lacre.Noformabapartedemisdesordenadascostumbres(sientodecirlo)ponerloallí,ytampocorecordabahaberlohecho.Peroporotraparte,nopuderecordardóndelohabíadejadoydudésiporunaveznolohabíapuestomecánicamenteensusitio,asíquemeabstuvedeañadirunanuevapreocupación,porinsignificanteque fuera, a lasmuchas que los acontecimientos de aquel díamehabían yaproporcionado.Cerré lapuerta con llave,me lametí en elbolsilloybajé laescalera.

MadameFoscosehallabasolaenelvestíbulo,contemplandoelbarómetro.

—Siguedescendiendo—dijo—.Temoquenosesperamáslluvia.

Surostrohabíarecuperadosuexpresiónycolorhabituales.Pero lamanoconqueseñalabalaagujadelbarómetroletemblabaaún.

¿HabríacontadoyaasumaridoquehabíaoídoaLaura llamarlo«espía»antemí?Unafuertesospechadequese lohabíadicho,un irresistible temor(impreciso y por esomás arrollador aún) a las consecuencias que pudieranderivarsedeello;unaabsolutaconvicción—basadaenpequeñosdetallesquesólolasmujeresdescubrimosunasenotras—dequeMadameFosco,apesarde toda su corrección exterior, tan bien aprendida, no perdonó nunca a susobrina que se hubiera interpuesto inocentemente entre ella y las diez millibras,todoestoseagolpóenuninstanteenmicabezaymeobligóahablar,con lavanaesperanzadeutilizarmi influenciaymipoderdepersuasiónenatenuarlaofensacausadaporLaura.

—¿Podré esperar de su bondad, Madame Fosco, que me perdone si lehablodeuntemaextremadamentepenoso?

Cruzólasmanoseinclinóconsolemnidadlacabezasindecirpalabraysinsepararuninstantesusojosdelosmíos.

—Cuandousted tuvo laamabilidadde llevarmeelpañuelo—continué—temo mucho, muchísimo, que accidentalmente oyese usted algo que dijoLaura, algoqueno soy capazde repetir yqueno intento siquieradisculpar.Sólomepermitoesperarquenolohayaconsideradodesuficienteimportanciacomoparahabérselorepetidoalconde.

—No lo consideré de importancia alguna—me contestóMadame Foscocontajanteprontitud—.Pero—añadió,volviendoalinstanteasuestiloglacial—, no tengo secretos para mi marido, incluso cuando se trata de naderías.Cuando hace unmomento él observómi disgusto erami penosa obligacióndecirleelporquédeél,y ledigofrancamente,señoritaHalcombe,que lohehecho.

A pesar de que yo estaba preparada para oírlo, sentí escalofríos cuando

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pronunciólasúltimaspalabras.

—Déjemesuplicarlecon todaelalma,MadameFosco,déjemerogarlealconde comprensión ante la triste situación en que se encuentrami hermana.Habló así cuando se sentía herida por el insulto y la injusticia de que sumarido la hizo víctima, y no era ella misma la que pronunció aquellasirreflexivas palabras. ¿Puedo esperar que se las perdonen ustedes contoleranciaygenerosidad?

—Puedetenerlacompletaseguridad—dijodetrásdemílaserenavozdelconde.

Se nos había acercado con su andar silencioso, saliendo de la bibliotecaconunlibroenlamano.

—Cuando Lady Glyde me dedicó aquellas precipitadas palabras —prosiguió el conde—, cometió conmigo una injusticia que lamento... yperdono.No volvamos jamás a este tema, señoritaHalcombe y tratemos deolvidarlodesdeesteinstante.

—Esustedmuy amable yme ha proporcionado un alivio indecible...—dije.

Quisecontinuar,perosusojossefijabanenmí,susonrisaimplacable,quelo ocultaba todo, flotaba dura e inmutable en su rostro ancho y terso. Midesconfianza en su insondable falsedad, el sentimiento de mi propiahumillación, el rebajarme hasta intentar la reconciliación con él y con sumujer,metrastornabanyatormentabandetalmodoquelaspalabrasqueibaadecirlemurieronenmislabiosyquedéfrenteaélensilencio.

—Le ruego de rodillas que no diga nada, señorita Halcombe. Estoysinceramenteapenadodequehayacreídoustednecesariohablardeello.

Con esta cortés explicación, cogió mi mano. ¡Dios mío, cuánto medesprecioamímisma!¡Dequépococonsuelomesirvepensarquelosoportépor el bien deLaura!...Cogiómimano y la llevó a sus labios ponzoñosos.Jamás,hasta aquel instante,mehabíadadocuentade todoelhorrorquemeproducía.Estalevefamiliaridadhizohervirmisangrecomosifueseelinsultomásgrandequeunhombrepodía inferirme.Sinembargo,quiseocultarlemidisgusto y traté de sonreír. Yo, que en otros tiempos despreciabaprofundamente el disimulo en otras mujeres, fui tan falsa como la peor deellas,tanfalsacomoelJudascuyoslabiosrozaronmimano.

No hubiera podido conservar el humillante dominio de mí misma—loúnicoquemeredimeenmipropiaestimaciónessaberquenohubierapodidohacerlo— si él hubiera seguido fijando en mí sus ojos. Pero los celos detigresaqueseapoderarondesumujermesalvaronydistrajeronsuatenciónen

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elmismo instante en que se apoderó demimano. Los ojos de ella, fríos yazules, brillaron; sus mejillas, pálidas y fláccidas, se encendieron; en uninstantesehabíarejuvenecidovariosaños.

—¡Conde!—dijo—.Tusmodalesextranjerosno lospuedenentender lasmujeresinglesas.

—Perdóname,ángelmío.Losentiendelamejorymásqueridadetodaslasinglesasdelmundo.

Conestaspalabrasdejócaermimanoy,sininmutarse,llevóasuslabiosladesumujer.

Subí corriendo las escaleras para refugiarme en mi cuarto. Si hubiesetenidotiempoparapensar,alestarporfinsola,mispropiospensamientosmehubieran hecho sufrir amargamente. Pero no tenía tiempo para ello.Afortunadamente pude conservar mi serenidad y mi valor, pues no habíatiempomásqueparaactuar.

Aún estaban por escribir las cartas al abogado y al señor Fairlie, y sinvacilarniunminutomesentéparadedicarmeenseguidaaestatarea.

No estaba agobiada por una multitud de posibilidades entre las queescoger, nopodía contar connadie, por lo pronto, sino conmigomisma.SirPercivalnoteníaenlosalrededoresniamigosniparientescuyaintervenciónpudierayobuscar.Mantenía relaciones frías, y en ciertos casos francamentemalas, con las familias de su mismo rango y situación que vivían en lavecindad.Nosotrasdosnoteníamosnipadrenihermanosquepudiesenacudirennuestroauxilio.Nohabíaotrasoluciónsinoescribiraquellasdoscartaspordudosos que se presentaran sus resultados, o perjudicarnos ambas haciendoimposible toda negociación en el futuro si nos escapábamos en secreto deBlackwaterPark.Sóloelpeligropersonalmásinminentepodríajustificarnossiaceptáramosestesegundocamino.Paraempezarsedebíaintentarconseguiralgoconlascartasylasescribí.

Al abogadono le dije nada respecto aAnneCatherick, porque (como lehabíamencionadoaLaura)estetemaestabarelacionadoconunmisterioqueaúnnopodíamosexplicaryhablardeélaunajuristaseríainútil.Dejéqueelcorresponsalachacara la incalificableconductadeSirPercivaladificultadeseconómicasrecientesy tansólo lepreguntésobre losprocedimientos legalesquepudieranutilizarseparaprotegeraLauraenelcasodequesumaridosenegaseapermitirleabandonarprovisionalmenteBlackwaterParkparavolverconmigo a Limmeridge. Le indicaba que se dirigiese al señor Fairlie paradetallarelmododearreglarloyleasegurabaqueescribíaconlaautorizacióndeLaura.Terminabalacartarogándolequeactuaseensunombre,empleandotodoslosmediosdequedisponíaysinperdertiempo,sieraposible.

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LuegomeocupédelacartaalseñorFairlie.Apeléaélenlostérminosquehabía mencionado a Laura, como los más idóneos para obligarlo a tomarmolestias;incluíenelsobrelacopiademicartaalabogadoparademostrarlagravedad del caso y le presenté nuestra instalación enLimmeridge como elúnico medio que pudiera alejar el peligro y que el desastre de la situaciónactualdeLauraafectasentantoasutíocomoaellamisma,enunfuturoyanomuyremoto.

Cuando terminé,cerré lossobresyescribídirecciones,volvíalcuartodeLauraparadecirlequelascartasestabanescritas.

—¿Tehamolestadoalguien?—lepreguntécuandomeabriólapuerta.

—Nadiehallamado—dijo—,peroheoídoaalguienenlaantesala.

—¿Unhombreounamujer?

—Unamujer.Oíelfrufrúdesuvestido.

—¿Comoeldelaseda?

—Sí,comoeldelaseda.

Era evidente queMadame Fosco había estado espiando desde fuera. Eldañoqueellamismapudiesehacernopodíaasustarnos.Peroelquepudieraocasionar como instrumento dócil en manos de su marido era demasiadograndeparapasarloporalto.

—¿Quéfuedelfrufrúdelasedacuandoyanolooísteenlaantesala?—lepregunté—.¿Looísteseguiralolargodelpasillo,juntoatupared?

—Sí.Estuveescuchandoylooícomotúdices.

—¿Adóndesedirigía?

—Haciatucuarto.

Volvíareflexionar.Yonohabíaoídonada,peromehallabaprofundamenteabsorta en escribir las cartas y lo hice conunaplumagruesa, que rechinayrasgaelpapel.EramásprobablequeMadameFoscohubieraoídoelrechinardemiplumaqueyoelfrufrúdesufalda.Unarazónmás(silanecesitase)paranoconfiarmiscartasalbuzóndelvestíbulo.

Laurameviopensar.

—¡Más dificultades! —dijo con cansancio—. ¡Más dificultades y máspeligros!

—Nohaypeligros—lecontesté—.Quizáalgunapequeñadificultad.Estoypensando cuál será el modomás seguro de hacer llegar amanos de Fannyestasdoscartas.

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—¿Deverdadlashasescrito?¡OhMarian,notearriesgues,porfavor;notearriesgues!

—No,no,notemas.Déjamepensar...¿Quéhoraes?

Eran las seis menos cuarto. Tenía tiempo de llegar hasta la posada delpuebloyestardevueltaantesdelacena.Siesperabaalanochecertalveznohallaríaotraoportunidaddesalirdecasasinservista.

—Vuelveaencerrarteconllave,Laura—ledije—,ynotepreocupespormí.Sioyesquealguienpreguntapormí,contestasinabrirlapuertaquemeheidoadarunpaseo.

—¿Cuándovolverás?

—Volveré sin falta antes de la cena. Ten valor, querida mía. Mañana aestashorashabráunhombrelealeinteligentequeestaráactuandoatufavor.ElsociodelseñorGilmoreesnuestromejoramigodespuésdelpropioseñorGilmore.

Cuando estuve sola, después de reflexionar un instante decidí que seríamejorquenomeviesenvestidaparasalir,hastaenterarmedeloquesucedíaenlaplantabajadelacasa.NoestabaseguradesiSirPercivalhabíasalidoono.

Losgorjeosde loscanariosenlabibliotecayelolordelhumodetabacoquesalíaporlapuertaentornadameseñalaroncontodacertezadóndeestabaelconde.Alpasarjuntoalapuertavolvílacabezay,congransorpresapormiparte,viqueestabaexhibiendolashabilidadesdesuspájarosanteelamadellaves con su habitual amabilidad ceremoniosa. Tenía que haberla invitadoexpresamenteparaverlos,pues jamásellahubierapensado ir a labibliotecapor propia iniciativa. Las más insignificantes acciones de aquel hombreocultabansiempreunpropósitorecóndito.¿Cuálseríaenaquellaocasión?

Notenía tiempodeaveriguarsusmotivos.BusquéaMadameFoscoy laencontrédescribiendosucírculofavoritoalrededordelestanque.

Noestabaseguradecómomerecibiríadespuésdesuestallidodecelos,niquéhabíasidolacausahacíaunaspocashoras.Perosumaridotuvotiempodeamansarsus ímpetus,yahora lacondesamehablócon lamismacortesíadesiempre.Miúnicoobjetoaldirigirmeaellaeraaveriguarsisabíadóndepodíaestar Sir Percival.Nome decidí a preguntárselo directamente, y después dealgunosrodeosporambaspartesmedijoalfinquehabíasalido.

—¿Quécaballohasacado?—lepreguntéconindiferencia.

—Ninguno—contestó—.Salióhacedoshoras,apie.Segúncreíentender,haidoahacernuevasindagacionessobreesamujerllamadaAnneCatherick.Parecehallarsedesmesuradamentepreocupadopordar conella. ¿Sabeusted

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porcasualidadsirealmenteesunalocapeligrosa,señoritaHalcombe?

—Nolosé,condesa.

—¿Entraustedencasa?

—Sí,esopienso.Creoqueprontoseráhoradevestirseparalacena.

Entramosjuntas.MadameFoscosedirigióalabibliotecaycerrólapuerta.Me apresuré a subir para coger mi sombrero y mi chal. Cada instante erapreciso si teníaquever aFannyen laposaday estar devuelta a lahoradecenar.

Cuandovolvíacruzarelvestíbuloestabavacío,yelcantodelospájarosen la biblioteca había cesado. No podía detenerme a hacer nuevasinvestigaciones. Tan sólome aseguré de que tenía libre el camino de salidaconlasdoscartasbienguardadasenmibolsillo.

CaminodelpueblomepreparéparaunposibleencuentroconSirPercival.Mientrastuvieraqueenfrentarmeconélasolasestabaseguradenoperdermipresencia de ánimo. Toda mujer que está convencida de su ingenio puedeencararseconunhombrequenoloestádesutemperamento.YonotemíaaSirPercivalcomoalconde.En lugarde inquietarmealconocerelmotivodesusalida, me había sentido aliviada. Si seguir la pista de Anne Catherickcontinuabasiendosumáximapreocupación,Laurayyopodíamosesperarqueatenuaraalgosupersistenteacososobrenosotras.Pornuestropropiobien,asícomoporeldeAnne,yodeseabaypedíafervorosamentequeellaconsiguieseescaparsetambiénestavez.

Estuvecaminandotandeprisacomoelcalormepermitía,hastaquelleguéalcrucedelacarreteraqueconducíaalpueblo;mirabadecuandoencuandoatrásparacomprobarquenadiemeseguía.Entodoelcaminonovinadaamisespaldas, salvo un carro vacío. Sus pesadas ruedas producían un ruido queacabó por impacientarme, y cuando vi que también había entrado en lacarreteradelpueblomedetuveparadejarlepasarynooírmássusonido.Alfijarme en él conmás atención creí descubrir los pies de un hombre que loseguían detrás; el carretero iba delante, al lado de sus caballos. La parte decarretera que yo acababa de pasar era tan estrecha que el carro que se meacercaba rozabaárbolesymatorralesporambos ladosdelcamino; teníaqueesperar hasta que pasase junto a mí para comprobar la exactitud de miimpresión.Aparentementemehabíaequivocado,porquecuandopasóelcarro,elcaminodetrásdeélquedocompletamentevacío.

Llegué a la posada sin encontrar ni a Sir Percival ni nada más en lacarretera,ymealegrémuchodeverqueladueñahabíarecibidoaFannyconlamayoramabilidad.Lamuchachateníauncuartoparadescansar,alejadodelbarullodelataberna,yundormitoriolimpiosituadoarribadelasescaleras.Al

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verme, se puso a llorar y, pobre criatura, me dijo con toda razón que erahorrible que la hubieran echado a la calle como si hubiera cometido unaimperdonablefalta,cuandonadiepodíareprocharlenada,nisiquierasuseñor,queeraquienlahabíadespedido.

—Fanny,nopienseseneso—ledije—.Tuseñorayyoseguimossiendotus amigasynospreocuparemosdequeno te faltenada.Ahora escúchame.Dispongodemuypoco tiempoyquieroponer en tusmanosunasuntomuyconfidencial.Deseoquetehagascargodeestasdoscartas.Unadeellas,quetienesello, tienesqueecharlaalcorreoencuantolleguesaLondresmañana.Laotra,dirigidaalseñorFairlie,tienesqueentregárselatúencuantolleguesacasa.Guarda bien las dos cartas, y no las confíes a nadie. Son de lamayorimportanciaparatuseñora.

Fannyguardólascartasensucorsé.

—Deaquínosaldrán,señorita—medijo—,hastaqueyohagaloqueustedmeordena.

—Procura llegarcon tiempoa laestaciónmañana—continué—.CuandoveasalamadellavesdeLimmeridge,dalemisrecuerdosydilequehastaqueLadyGlydepuedarestituirteentupuestoestásamiservicio.Quizávolvamosavernosantesdeloquecrees.Asíqueanímateynopierdasmañanaeltrendelassiete.

—Gracias, señorita,muchas gracias. Se le ensancha a una el corazón alvolveraoírsuvoz.Porfavor,dígaleamiseñoraadiósdemiparteyqueleheprocurado dejar todas las cosas en orden. ¡Señora de mi alma! ¿Quién lavestirá esta noche para la cena? ¡Se me parte el corazón, señorita, cuandopiensoenello!

AlvolveracasamequedabasólouncuartodehoraparaarreglarmeyparadecirleaLauradospalabrasantesdebajaralcomedor.

—Las cartas están en manos de Fanny—le susurré desde la puerta—.¿Piensasreunirteconnosotrosenelcomedor?

—¡No,no,pornadadelmundo!

—¿Hasucedidoalgo,tehamolestadoalguien?

—Sí...Ahoramismo...SirPercival...

—¿Entró?

—No. Me asustó cuando dio un puñetazo en la puerta, desde fuera.«¿Quiénes?»pregunté.«Yalosabes—mecontestó—.¿Hascambiadodeideay vas a contarme todo hasta el final? ¡Debes hacerlo! Antes o despuésconseguiréquemelodigas.¡TúsabesdóndeestáahoraAnneCatherick!»«De

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verdad,deverdad—ledije—,quenolos黫¡Losabes!»—gritoél—.«Voyaacabar con tu obstinación, ¡recuérdalo! ¡Haré que me lo digas todo!» Semarchóconestaspalabras...semarchó,Marian,haceapenascincominutos.

¡NohabíaencontradoaAnne!Porestanocheestábamosasalvo,élnolahabíaencontradotodavía.

—¿Tevasabajo,Marian?Luegosube.

—Sí, sí, pero no te preocupes si me retraso un poco. Tengo que tenercuidadodenoofenderanadieynodejarlosdemasiadopronto.

Lacampanasonóanunciandoquelacenaestabaservida,ymeapresuréabajar.

SirPercivalacompañabaalcomedoraMadameFosco,yelcondeFoscome ofreció su brazo. Estaba jadeante, tenía el rostro congestionado y no sehabía vestido con el esmero y perfección de costumbre. ¿También él habíaestado fuera antesde cenary tuvoquedarseprisaparano llegar tarde? ¿O,simplementelemolestabaelcaloralgomásqueotrasveces?

Sea como fuere,me di perfecta cuenta de que se hallaba profundamentepreocupadoporalgúnproblemaodisgustosecretoyque,apesarde todasucapacidad de disimulo, le era imposible ocultarlo del todo. Durante toda lacena semantuvo casi tan silencioso comoSir Percival, y de vez en cuandodirigía a su mujer miradas furtivas y llenas de angustia, lo cual es algototalmentenuevoenél.Laúnicaobligaciónsocialqueestuvoencondicionesde observar con suficiente dominio de sí mismo fue la de tratarla conpersistente cortesía y atención. Seguía sin poder descubrir qué nueva vilezaestabatramando,perofueracualfuesesudesignio,suinvariablecortesíahaciamí, su invariable humildad hacia Laura y su invariable indiferencia (a todacosta) ante los violentos ímpetus de Sir Percival habían sido siempre losmedios que utilizaba resuelta e impenetrablemente para conseguir suspropósitos,desdeelmismoinstanteenquepusosuspiesenestacasa.Yolosospechédesdeeldíaenqueintercedióanuestrofavordurantelareuniónenlabiblioteca,yahoratengolaabsolutacertezadeello.

CuandoMadameFoscoyyonoslevantamosdelamesa,elcondelohizotambiénparaacompañarnosalsalón.

—¿Por qué se marcha usted? —preguntó Sir Percival—. Me refiero austed,Fosco.

—Lohagoporqueheacabadomicenayhebebidomivino—contestóelconde—. Percival, tenga la amabilidad de disculpar mis costumbresextranjeras cuando acompaño a las damas después de comer, como se haceparasentarsealamesa.

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—¡Disparates!Unvasomásdeclaretenoleharádaño.Siéntesedenuevocomo un inglés. Quiero charlar con ustedmedia hora en paz, mientras nostomamosnuestrascopas.

—Conmuchogustocharlaréconusted,Percival,peronoahoranitomandocopas.Luegomástarde,sileparece...mástarde.

—¡Muy correcto! Un comportamiento muy correcto con un hombre encuyacasaestá.¡Pormialmaqueesmuycorrecto!—contestóSirPercivalconfiereza.

Más de una vez durante la cena le había visto buscar con inquietud lamirada del conde y había observado que éste evitaba cuidadosamenteencontrarse con sus ojos. Esta circunstancia, unida al insistente deseo delanfitrióndecharlarenpaztomandounpocodevino,ylaobstinadadecisióndel huésped de no volver a la mesa, me recordó el ruego que Sir Percivaldirigióaquellamañanaa suamigo,pidiéndole envano salirde labibliotecapara hablar con él. El conde se negó a conceder esta entrevista en privadocuando se la solicitó por la mañana y ahora se negaba otra vez a ello, alhabérselasolicitadoporsegundavezenelcomedor.Fuesecualfueseeltemaquenecesitabatratar,obviamenteera importantea losojosdeSirPercivaly,quizá(ajuzgarporsuexcelenteafánderehuirlo),tambiénpeligrosoalosdelconde.

Estas reflexiones se me ocurrieron mientras pasábamos del comedor alsalón.El airado comentariodeSirPercival ante la negativade su amigonohabíahechoaésteelmenorefecto.Elcondeseobstinóenacompañamoshastalamesita de té, esperó unminuto o dos, salió al vestíbulo y regresó con elbuzónentrelasmanos.Eranlasocho,lahoraenquetodoslosdíasserecogíalacorrespondenciadeBlackwaterPark.

—¿Tiene usted alguna carta para el correo, señorita Halcombe? —dijoacercándoseamíypresentándomelacaja.

Vi que Madame Fosco, que estaba preparando el té, se detenía con lastenacillasdeazúcarenlamano,paraescucharmirespuesta.

—No,conde,gracias;hoynotengocartas.

Entregóelbuzónalcriadoqueestabaenel salón; se sentóalpianoy sepuso a tocar un fragmento de la popular tonada italiana «LamíaCarolina»,querepitiódosveces.Sumujer,quehabitualmentemanifestabaen todassusacciones la mayor deliberación, preparó el té con tanta rapidez como lohubierapodidohaceryomisma,terminóendosminutossutazayseescabullótranquilamentedelaestancia.

Me levanté para seguir su ejemplo, en parte porque sospechaba que

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pudierajugarlealgunamalapasadaaLaurayenparteporqueestabaresueltaanoquedarasolasconsumarido.

Antesdequepudiesellegaralapuerta,elcondemedetuvoparapedirmeuna tazade té.Se la servíyotravezvolvióadetenerme;enestaocasiónsedirigióalpianoparapedirmiopiniónsobreunacuestiónmusicalque,segúndecía,concerníaalhonordesupatria.

En vano aleguémi total ignorancia de lamúsica ymi absoluta falta decriterioenestamateria.El,sinhacermecaso,insistióconunavehemenciaquehizoinútilestodosmisintentosdeprotestar.Medeclaróconindignaciónquelosinglesesylosalemanesestabansiempredespreciandoalositalianosporlaincapacidad de cultivar los géneros supremos de la música. Estábamoscontinuamentehablandodenuestrosoratoriosylosalemanesdesussinfonías.¿Es que tanto unos como otros habíamos olvidado a su inmortal amigo ycompatriotaRossini?¿Quéera«MoisésenEgipto»sinounsublimeoratorioqueserepresentabaenelescenarioenlugardeestarfríamentecantadoenunsalón de conciertos? ¿Qué era la obertura de «Guillermo Tell» sino unasinfonía bautizada con otro nombre? ¿Había oído yo «Moisés en Egipto»?¿Querría prestarle atención mientras tocaba esto y esto, y esto y decirle siexistía algo más sublime, más elevado y más grandioso compuesto por unhombremortal?Y sin esperar unapalabramía que le diese la razóno se lanegase,ysinapartardemirostrosumiradadura,empezóagolpearlasteclascon todassus fuerzasa lavezquecantabaconunentusiasmoestruendosoysoberbio.Tansóloseinterrumpíadevezencuandoparaanunciarmelostítulosdelasdiferentespiezas:

—Elcorodelosegipcios,delaPlagadelaoscuridad,señoritaHalcombe.RecitativodeMoisésconlastablasdelaLey...OracióndelosisraelitasenelpasodelmarRojo...Vaya,vaya,nodigaqueestonoessublime,nodigaquenoesgrandioso...

El piano temblababajo sus potentesmanos, y las tazas de té tintineabansobre la mesa, mientras su profunda voz de bajo daba las notas y sus piespesadosmarcabanelcompásenelsuelo.

Había algo horrible, algo feroz y diabólico en esta explosión de gozo alqueestabatocandoycantando,enlaexpresióndetriunfoconqueobservabaelefecto que me producía, mientras yo retrocedía subrepticiamente hacia lapuerta.Alfinalmeviliberadanopormipropioesfuerzo,sinoporlaapariciónde Sir Percival. Abrió la puerta del comedor para preguntar furioso «quésignificaba aquel ruido infernal». El conde se levantó instantáneamente delpiano.

—Ah,cuandovienePercival—dijo—,laarmoníaylamelodíaseacaban.Lamusa de lamúsica, señoritaHalcombe, nos abandona desolada, y yo, el

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gordoyviejotrovador,exhalaréelrestodemientusiasmoalaire.

Conpasosmajestuosossedirigióa lagalería,yenel jardínrematósottovoceelrecitativodeMoisés.

OíqueSirPercival le llamabadesde la ventanadel comedor.Perono lehizo caso. Parecía estar decidido a no acudir.Aquella charla apacible, tantotiempo deseada, debía aplazarse una vezmás, debía esperar a que el condeexpresarasubeneplácitoabsoluto.

El condemehabía entretenido en el salón casimediahoradesdeque sumujersalió.¿DóndehabríaidoMadameFoscoyquéhabríahechoentodoestetiempo?

Subíenseguidaparaasegurarmedeello,peronodescubrínadaycuandopregunté a Laura me dijo que no había oído ruido alguno. Nadie la habíamolestado.Noseescuchóelmenorcrujidodetrajedesedanienelpasillonienlaantesala.

Eranentonces lasnuevemenosveinte.Despuésdehaber idoamicuartoparabuscarmicuadernovolvíaldormitoriodeLauraymesentéasuladoyme puse a escribir, parándome de cuando en cuando para charlar con ella.Nadie nos interrumpió y nada sucedió. Estuvimos juntas hasta las diez.Entonces me levanté, le dije mis últimas palabras de consuelo y le di lasbuenasnoches.Despuésdequeleprometíqueaprimerahoradeldíasiguientevendríaaverla,Lauracerrósupuertaconllave.

Me quedaban algunas frases que añadir amiDiario antes de acostarme;despuésdedespedirmedeLaura,cuandomedirigíalsalónporúltimavezenaquel día fatigoso, resolví simplemente entrar, disculparme y subir aacostarmeunahoraantesquedecostumbre.

SirPercival, el condey sumujer estaban juntosenel salón.SirPercivalbostezaba en una butaca, el conde leía yMadame Fosco se abanicaba. Porextrañoqueparezca,ahoraeraellaquienteníalasmejillascoloradas.Ella,quejamássentíaelcalor,estabaevidentementesufriendodeélaquellanoche.

—Condesa,metemoqueustednoseencuentratanbiencomosiempre—ledije.

—¡Es exactamente lomismo que yo iba a decirle a usted!La encuentromuypálida,querida—mecontestó.

¡Querida!¡Eralaprimeravezquesedirigíaamíconestafamiliaridad!Almismotiempoquepronunciabaestaspalabras,habíaensurostrounasonrisainsolente.

—Tengouna jaquecahorrible, de las que avecespadezco,—le contestéconfrialdad.

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—¿Ahsí?Supongoqueespor faltadeejercicio.Lehubieravenidobiendarunpaseoantesdecenar.

Mencionó el «paseo» con extraño énfasis. ¿Me habría visto salir? Noimportabasilohabíahecho.Lascartasestabanasalvo,enmanosdeFanny.

—Fosco,vamosafumaruncigarrillo—dijoSirPercival, levantándoseydirigiendoasuamigootradesusinquietasmiradas.

—Encantado,Percival.Cuandolasseñorassevayanaacostar—replicóelconde.

—Perdóneme, condesa, si doyel ejemplo en retirarme—dije—.Paraundolordecabezacomoelmíoelúnicoremedioesirsealacama.

Medespedí.Cuandoestrechélamanodeaquellamujerhabíaensurostrolamismainsolentesonrisa.SirPercivalnomeprestóatención.EstabamirandoconimpacienciaalacondesaFosco,quenomostrabaseñalesdemarcharsedelsalónjuntoconmigo.Elcondesonreíadetrásdesulibro.LatranquilacharlaconSirPercivalsehallabadenuevoaplazadayestavezelimpedimentoeralacondesa.

Unavezasalvoenmicuartoabrídenuevoestaspáginasymedispuseaterminardedescribirlosacontecimientosdeestanoche.

Durantemásdediezminutosestuveconlaplumaenelairepensandoenlos acontecimientos de las últimas doce horas.Cuando por fin regresé amitareameencontréconunadificultadqueantesnuncahabíaconocido.Apesardemisesfuerzospordirigirmispensamientoshaciami relato, éstosvolvíanconextrañapersistenciahaciaSirPercivalyalcondeFosco,ytodoelinterésquequeríaconcentrarsobremiDiarioseveíaatraído,enlugardeello,haciaaquelencuentroentrelosdosqueseibaaplazandoalolargodeldíayqueibaatenerlugarahora,enmediodelsilencioylasoledaddelanoche.

Enaquelestadodesquiciadodemiánimonofuicapazdepensarenloquehabíasucedidodesde lamañana,ynomequedóotro remedioquecerrarmicuadernoydejarloparamejorocasión.

Abrí lapuertaquecomunicabamidormitorioconmi salónyal salirdelcuarto la cerrédetrásdemí,paraevitarque la corrientede aire, si lahabía,produjesealgúnaccidente,pueshabíadejadolavelasobrelamesadeltocador.Laventanademisalónestabaabiertadeparenpar,y,sinpensar,meacerquéaellaparamirarlanoche.

Reinabanlaoscuridadyelsilencio.Noseveíanlalunanilasestrellas.Enelaireinquietoysofocanteseadvertíaeloloralluvia,ytendílamanofuera.Lalluviasóloamenazaba,peronohabíallegadotodavía.

Cerca de un cuarto de hora permanecí apoyada en el antepecho,

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contemplandodistraídamentelasnegrassombrasysinoírotracosa,decuandoencuando,quelasvocesdeloscriadosoelruidolejanodealgunapuertaquesecerrabaenlaplantabajadelacasa.

EnelmomentoenquemeseparabaconlentituddelaventanapararegresaramicuartoyhacerunsegundointentodecontinuarmiDiario,llegóhastamíunaromadetabacoqueperfumabaelcálidoairedelanoche.Enelmomentosiguientevienlaoscuridadundébilpuntorojoqueseacercabaprocedentedelaotraesquinadelacasa.Elpuntoavanzabaenlanoche,pasóbajolaventanaalaqueyomeasomabayseparófrentealademicuarto,dondehabíadejadosobrelamesadeltocadorlavelaencendida.

Elpuntorojoquedóinmóvilunmomento,luegoretrocedióenladirecciónde donde había venido. Mientras yo seguía sus movimientos, vi que se leacercaba,desdeciertadistancia,otropuntorojo,másgrandequeeste.Losdosseencontraronenlaoscuridad.Recordandoquiénfumabacigarrillosyquiénpuros,dedujeinmediatamente,queelcondehabíasalidodelacasaparamirary escuchar bajo mi ventana y que más tarde Sir Percival se reunió con él.Seguramentelosdoshabíanestadopaseandoporlaexplanada,enotrocasoyohubieraoído las fuertespisadasdeSirPercival,aunque lossuavespasosdelcondepudieranescapárseme,inclusosicaminabasobreelsenderodegrava.

Esperé sin moverme, convencida de que no podían distinguirme en laoscuridaddelahabitación.

—¿Quépasa?—oíquedecíaSirPercivalenvozbaja—.¿Porquénoentraustedynossentamos?

—Me gustaría ver desaparecer la luz de esa ventana—replicó el condemuybajo.

—¿Quédañopuedehacernosestaluz?

—Demuestra que no se ha acostado aún. Es suficientemente sagaz parasospecharalgoylesobravalorparabajaryescucharnossiencuentraocasiónparahacerlo.Paciencia,Percival,paciencia.

—¡Patrañas!Sepasaustedlavidahablándomedelapaciencia.

—Ahoravoyahablardealgomás.Miqueridoamigo,estáustedalbordedeunprecipiciodoméstico,ysidejoqueusteddéotraocasiónalasmujeres,lejuro,pormihonor,queleempujarán.

—¿Quédemoniosquieredecirme?

—Nosexplicaremosconclaridad,Percival,cuando la luzdesaparezcadeesa ventana y cuando haya dado un vistazo a los cuartos próximos a labibliotecaytambiénunaojeadaalaescalera.

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Sealejaronlentamenteynopudeescucharelrestodesuconversación(quesehabíamantenidoenvozbaja).Perono importaba.Habíaoído lobastantecomo para decidirme a justificar la opinión que el conde tenía de miperspicacia y valor. Antes que los dos puntos rojos desaparecieran en laoscuridadyaestabaresueltaaque,cuandoaquellosdoshombressesentasenparahablarhabríaalguienalaescucha,yapesardetodaslaspreocupacionesdel conde, aquel alguien sería yo misma. Sólo necesitaba un motivo quedisculpara y sancionara este acto ante mi conciencia y me diera suficientevalor para llevarlo a cabo, y estemotivo ya lo tenía. El honor deLaura, lafelicidaddeLaura,lavidamismadeLaurapodíandependerestanochedemioídofinoymibuenamemoria.

Había oído decir al conde que quería registrar los cuartos contiguos a labiblioteca, así como también la escalera antes de dejar que Sir Percival ledijese nada.Esta declaración de sus intenciones era suficiente para hacermeentenderqueeraen labibliotecadonde laconversación ibaa tener lugar.Elinstante que me bastó para llegar a esta conclusión fue el mismo en quedescubrí unmediodeburlar sus precaucioneso, dicho enotras palabras, deescuchar cuanto el conde y Sir Percival dirían uno al otro sin arriesgarmebajandoalpisoinferior.

Aldescribirlashabitacionesdelaplantabajahemencionadobrevementeuna galería con la que todas ellas se comunican mediante unas ventanasfrancesasquecomienzanen lacornisay lleganalsuelo.La techumbrede lagaleríaeraplana,elaguadelalluviadescendíamediantetuberíasalacisternaqueabastecíadeagualacasa.Sobreunestrechotejadillodeplomoquepasabapordebajodelosdormitorios,creoqueamenosdetrespiesdelosantepechosde las ventanas, había una ringlera de tiestos de flores colocados a ciertadistancia unos de otros y protegidos del viento por una barandilla de hierroornamentalquebordeabaeltejadillo.

Elplanqueacababadeocurrírsemeerabajarporlaventanademisalónaltejadillo, deslizarme por él sin hacer ruido hasta llegar hasta la parte queestaba justamente encima de la biblioteca, y agacharme entre los tiestos defloresconeloídopegadoalabarandillaexterior.SielcondeySirPercivalsesentabanafumardondeyolessolíaverlasnochesanteriores,enlasbutacascolocadas junto a la ventana abierta apoyando los pies sobre las sillas deljardíndezincquehabíabajo lasventanasde lagalería,cadapalabraquesedijerannoseríaunsusurro(comotodossabemosporexperiencia,esimposiblemantenerunaconversaciónlargasusurrando),inevitablementealcanzaríamisoídos.Si,encambio,aquellanochepreferíansentarseapartadosdelaventana,lo más probable sería que no pudiese oír nada o casi nada, y en ese casotendría que correr un riesgo mucho mayor e intentar escucharlos desde elvestíbulo.

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Apesardequenuestradesesperadasituaciónmehabíafortalecidoenestadecisión, deseé fervientemente no tener que enfrentarme con esta últimaemergencia.Despuésdetodomivalornoeramásqueeldeunamujeryestabaapuntodedesfallecerfrentealasolaideadebajaralvestíbuloenmediodelanochecerradaparaponerme,talvez,amerceddeSirPercivalydelconde.

Volvísinhacerruidoamidormitorioparaempezarconelproyectomenosarriesgado,descendiendoaltechodelagalería.

Fuetotalmenteindispensablequemecambiaraderopa,porvariasrazones.Empecé por quitarmemi vestido de seda, pues el menor crujido de su telapodríadelatarmeenelsilencioquereinabaaquellanoche.Luegomedesprendíde algunas prendas blancas y voluminosas de mi ropa interior. Me puseencimamiabrigonegrodeviajeyocultélacabezabajoelcapuchón.Vestidaconmitrajedenoche,ocupabaelespaciodetreshombres.Conlaropaceñidaque me había puesto ahora ningún hombre pasaría por sitios estrechos conmayorfacilidadqueyo.Elreducidoespacioquequedabaentreelmuroylasventanas,porunlado,ylaringleradetiestosconflores,porelotro,convertíanesta consideraciónenmuy importante.Siyo tropezaseconalgoohiciese elmenorruido,¿quiénsabequéconsecuenciasacarrearía?

Dejélascerillasjuntoalavelaantesdeapagarla,yvolvíalsalónatientas.Cerré su puerta con llave, como había hecho ya con la demi dormitorio y,silenciosamente,saltéporlaventanaypuseelpieconcuidadoeneltejadodeplomodelagalería.

Misdoshabitacionesestabansituadasenelextremointeriordelalanuevadeledificio,aquellaquehabitábamostodos,yyoteníaquepasarpordelantedecincoventanasantesdellegaralsitioquedabaencimadelabiblioteca.Laprimeraventanacorrespondíaauncuartodehuéspedesqueestabavacío.Lasegunda y tercera pertenecían a las habitaciones de Laura. La cuarta, aldormitoriodeSirPercival.Laquintaeraladeldormitoriodelacondesa.Lasdemás ventanas, delante de las que no tenía que pasar, pertenecían alguardarropa del conde, al cuarto de baño y al vacío segundo cuarto dehuéspedes.

Ningúnruidollegabaamisoídos;loúnicoquehabíaamialrededoreralacaliginosacerrazóndelanoche,exceptoaquellapartedeltejadodondedabalaventanadelacondesa.Allí,exactamenteadondemedirigía,sobrelapartequeestabaencimadelabiblioteca,¡allíviunreflejodeluz!MadameFosconosehabíaacostadoaún.

Erademasiadotardepararetroceder,nihabíatiempoparaesperar.Decidílanzarmealaaventuraconfiándomeamipropiacautelayalaoscuridaddelanoche.«¡PorelbiendeLaura!»—dijeparamisadentros,ydielprimerpasoadelante sobre el tejado, con una mano recogiéndome los pliegues de mi

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abrigoyconlaotraapoyándomeenlapared.Eramejoravanzarpegándomealaparedquearriesgarmeatropezarconlostiestosqueestabanalotrolado,apocoscentímetrosdemí.

Pasé juntoa laventanaoscuradelcuartodehuéspedes, tanteandoacadapasoeltejadodeplomoconmipieantesdeapoyarmecontodomipeso.PaséjuntoalasventanasoscurasdelahabitacióndeLaura(«¡QueDioslabendigay la proteja esta noche!»). Pasé la oscura ventana de la habitación de SirPercival.Luego,esperéunmomento.Mepusederodillasapoyándomeenlasmanos y así, protegida por la escasa altura del muro que había entre elantepechodelaventanailuminadayeltejadodelagalería,medirigíhaciamipuntodeobservación.

Cuandomeaventuréalevantarlacabezaparamirarlaventana,viquesóloestaba abierta por arriba y que la persiana estaba bajada, y seguí mirandocuandolasombradelacondesacruzóysedibujósobrelablancapantalladela persiana y luego se alejó lentamente. Comprendí que no me había oído,puesdenoserasísusombrasehubiesedetenidoantelaventana,inclusosilefaltaseelvalordeabrirlaymirarhaciaafuera.

Me coloqué a un lado junto a la barandilla, después de comprobar,palpándolos,dóndeestabanlostiestosaamboslados.Dejabanelespaciojustopara sentarse entre ellos. Los perfumados pétalos de la flor demi izquierdarozaronmimejillacuandoapoyéligeramentelacabezasobrelabarandilla.

Los primeros sonidos que oí llegar desde abajo fueron los del ruidosucesivo de tres puertas que llevaban al vestíbulo y a las habitacionescontiguas a la biblioteca y que el conde se había propuesto examinar. Y loprimero que vi fue de nuevo el rojo puntito que se desplazaba en la noche,moviéndose desde la puerta de la galería, debajo de mí, hacia mi ventana;esperóallíuninstanteyvolvióalmismositiodedondevino.

—¡Eldemoniolelleveconsusintranquilidades!¿Cuándopiensasentarsealfin?—gruñólavozdeSirPercivalbajomioído.

—¡Uff! ¡Qué calor! —dijo el conde suspirando y resoplandofatigosamente.

Suexamenfueseguidodelruidodelassillasdeljardín,arrastradassobrelaslosasdelagalería,unruidoquerecibíconjúbiloporquemeanunciabaquepensaban sentarse como de costumbre junto a la ventana.Hasta entonces labuenasuertemeacompañaba.Elrelojdelatorredabalasdocemenoscuartocuando los dos se instalaron en sus sillas.Oí queMadameFosco bostezabatras laventanaabiertaydenuevoviproyectarsesusombrasobre lapantallablancadelapersiana.

Mientrastanto,abajo,SirPercivalyelcondehabíancomenzadoahablary

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algunaqueotravezsusvocesbajabanmásdelohabitualenellos,perojamásllegabanaconvertirseensusurros.Laextrañaypeligrosasituaciónenquemehallabayeltemorquemeinspirabalaventanailuminada,deMadameFoscoque no lograba dominar al principio, me hicieron difícil, casi imposible,mantener clara mi mente y concentrar mi atención exclusivamente en laconversaciónque seoíaabajo.Durantealgunosminutos sólopudecaptar lomásgeneraldeloquedecían.Oíqueelcondecomentabaquelaúnicaventanacon luzpertenecíaalcuartodesumujer,queen laplantabajade lacasanohabíanadieyqueahorapodíanhablartranquilamentesinmiedoaincidentesdesagradables.SirPercivallecontestóúnicamenteconreprimendas,porquealo largo del día su amigo había estado decepcionando sus deseos ydescuidando sus intereses de manera imperdonable. El conde se defendiódeclarándole que había estado ocupado con ciertas dificultades y problemasquerequeríansutotalatención,yqueelúnicomomentooportunoparahablareraaquélenquepodíanestarsegurosdequenadiehabríadeinterrumpirlosnioírlos. «Atravesamos una crisis muy seria en nuestros asuntos, Percival—decía—,ysihemosdetomarunadecisiónsobreelfuturo,hemosdehacerloestanocheyensecreto.

Estafrasedelcondefuelaprimeraalaquepudeprestartodamiatenciónenelmomentoexactoenquesepronunció.Apartirdeentonces,aunqueconalgunaqueotrainterrupción,miinterésseconcentróenaquellaconversaciónqueseguísinrespirar,palabraporpalabra.

—¿Unacrisis?—repitióSirPercival—.Esunacrisismuchopeordeloqueustedseimagina,¡Puedoasegurárselo!

—Asímelosupusealobservarsuconductaduranteestosúltimosdías—replicóelotroconfrialdad—.Peroespereunpoco.Antesdeempezarahablardeloqueyonosé,dejemosbienclaroloqueyasé.Veamossitengounaideaexactarespectoalpasado,antesdequelehagacualquierproposiciónparaelporvenir.

—Espereunmomentoaquetraigacoñacyagua.¿Quéquiereustedbeber?

—Gracias,Percival.Demeunpocodeaguafría,unacucharayazúcar.Esosucrée,amigomío,ynadamás.

—¡Agua con azúcar para un hombre de su edad!... Aquí la tiene. Hagaustedesamezclamalsana;ustedeslosextranjerossontodosiguales.

—Yahora,escuche,Percival.Voyaponerantesusojoslasituaciónexactade nuestros asuntos y ustedme dirá si estoy o no en lo cierto. Usted y yovolvimosdelcontinenteaestacasacuandonuestrosnegociosestabanbastanteembrollados...

—¡Abrevie! ¡Yo necesitaba algunosmiles y usted algunos cientos, y sin

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este dinero estábamos ambos en camino de arruinarnos juntos! Tal es lasituación.Averquéarregloveustedparaella.Continúe.

—Muy bien, Percival, usted lo ha dicho con su claridad británica: ustednecesitabaunosmilesyyounoscientos;elúnicomediodeconseguirloseraeldequeustedsacaradineroparacubrirsunecesidad(dejandounmargenparaquemequedasenmismiserablescientos)recurriendoalaayudadesuesposa.¿QuéledijeyodeellaennuestroviajedevueltaaInglaterra?¿YquéledijeluegocuandollegamosaquíycuandodescubrípormispropiosojosquéclasedemujereslaseñoritaHalcombe?

—¿Cómovoyaacordarme?Ustedsuelehablarporloscodos.

—Ledije esto: la inventiva humana, amigomío, tan sólo ha descubiertohastaahoradosmediosmediante loscualesunhombrepuedemanejaraunamujer.Unode ellos es el de zurrarla,métodoutilizado ampliamente por lasgentes de baja estofa, pero profundamente abominado entre las claseseducadasyrefinadas.Elotrométodo(máslento,muchomásdificultoso,peroal finnomenosseguro)eseldenoaceptar jamásel retoquenos lanzaunamujer.Estemétododaresultadosconlosanimales,daresultadoconlosniñosy lo da con las mujeres, que no son más que niños grandes. La tranquilaperseverancia es la única cualidad a la que los animales, los niños y lasmujeresserindensinremedio.Silogranqueporunavezsudueñopierdaestacualidadsuperiorensupresencia,consiguenhacerdeélloqueseproponen.Sijamáslogranalterarla,esélquienhaceloquequieredeella.Ledije:recuerdeestaverdadtansencillasiustedquierequesumujerlesaquedesusapurosdedinero. Le dije: recuérdela con doble y con triple motivo, cuando esté enpresenciadelahermanadesumujer,laseñoritaHalcombe.¿Laharecordadousted? Ni una sola vez, a pesar de todas las complicaciones que se nosvinieron encima en esta casa. La menor provocación que su mujer o suhermanaleofrecieronlehizoperderlafirmadeldocumento,lehizoperdereldineroqueyateníaensubolsilloyempujóalaseñoritaHalcombeaescribiralabogadolaprimeravez...

—¿Laprimeravez?¿Havueltoaescribirle?

—Sí;lehaescritohoy.

Unasillacayósobreelsueloenlosado,conunestruendocomosialguienlahubieratiradoconrabia.

MevinobienquelarevelacióndelcondeexcitaralafuriadeSirPercival.Aloírquedenuevomehabíandescubierto,meestremecíehicecrujirlaverjade la barandilla en que me apoyaba. ¿Me habría seguido hasta la posada?¿Había deducido que yo entreguémis cartas a Fanny cuando le dije que notenía correspondencia para dejarla en el buzón?Y aunque fuese así, ¿cómo

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pudoverlascartas,puestoquedemismanospasarondirectamentealcorpiñodeFanny?

—Dé gracias a su buena estrella —escuché que decía el conde— portenermeamíensucasaparadeshacereldañoinmediatamentedespuésdequeustedlohizo.Agradezcaasubuenaestrellaqueyodijese«no»,cuandoustedperdiólacabezayquisoestatardeencerrarconllavealaseñoritaHalcombe,lomismoqueensupeligrosa locuraencerróasumujer.¿Dónde tieneustedlosojos? ¿Cómopuedemirar a la señoritaHalcombeynoverqueposee lacautelay la resolucióndeunhombre?Siyo tuviera a estamujerpor amigaseríacapazdeburlarmedetodoelmundo.Teniendoaestamujerporenemiga,yo, con toda mi experiencia y con mi cerebro, yo, Fosco, astuto como elmismodiablo, segúnustedmismomehadichocientosdeveces, ¡tengoqueandar, según su frase inglesa, sobre cáscaras de huevos! Y esta criaturagrandiosa,acuyasaludbeboestaaguaazucarada,estacriaturagrandiosaquesemantienefirmecomounarocasostenidaporlafuerzadesuamorydesuvalor,entrenosotrosdos,esapobreescuálidabellezarubiaqueessumujer...,esamujermagnífica, a quien admiro con toda el alma, aunque se oponga anuestrosdesignioseintereses,laponeustedentrelaespadaylaparedcomosino fuera tan valiente ni tan capacitada como todas las criaturas de su sexo.¡Percival,Percival!,mereceustedfracasarylohahechoya.

Aquíhubounapausa.Escribolaspalabrasdeestecanallareferentesamímismaporquenecesitoconservarelrecuerdoyporqueesperoquellegueeldíaenelquepuedarepetirlasensupresenciayenqueunaaunaselasescupaalacara.

SirPercivalfueelprimeroenromperelsilencio.

—Sí, sí —dijo con aspereza—; todas las fanfarronadas y bravatas queusted quiera, pero las dificultades económicas no son las únicas que meatormentan. Usted mismo tomaría severas medidas contra estas mujeres sisupieratantocomoyo.

—Trataremos esa segunda dificultad a su tiempo—respondió el conde.Puedeustedarmarsetodosloslíosquedesee,Percival,peronotieneporquéembrollarmeamí.Antetodovamosadejarresueltalacuestióndeldinero.¿Lehe convencido, a pesar de su terquedad? ¿Le he demostrado que con sudiabólico temperamento no conseguirá sacar nada en limpio, o tengo quevolver (como acaba usted de decir con su apreciada exactitud y crudezabritánica),alasfanfarronadasybravatas?

—¡Bah!Esmuyfácilamonestarme.Dígameloquedebemoshacer,esunpocomásdifícil.

—¿Difícil?¡Vamos!Loquehayquehaceresesto:desdeestanocheusted

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renuncia a decidir sobre el asunto yme lo deja todo, de ahora en adelante.¿Estoyhablandoconuningléspráctico,no?Bueno,hombrepráctico,¿quélepareceesto?

—¿Quéesloqueseproponehacersilodejotodoensusmanos?

—Antesdeseguir,contéstemeusted.¿Quedatodoenmismanosono?

—Bueno,supongamosqueyaestáensusmanos...¿Quépasaluego?

—Paraempezar,Percival,contéstemeaunaspreguntas.Tengoqueesperarun poco y dejarme guiar por las circunstancias; y tengo que averiguar, portodoslosmediosposibles,cómosonestascircunstancias.Nohaytiempoqueperder. Ya le he dicho a usted que la señorita Halcombe ha escrito hoy alabogadoporsegundavez.

—¿Cómopudousteddescubrirlo?¿Quéledecía?

—Siselodijera,Percival,nollegaríamosmáslejosdedondeestamos.Lebasta con saber que lo he descubierto y este descubrimiento ha causadoaquellainquietudyangustiaquenolepermitíanhablarconmigodurantetodoeldía.Ahora,refresquemosunpocomimemoriasobresusasuntos,pueshacebastante tiempo que no hablo de ellos con usted. A falta de la firma de sumujer, hemos conseguido el dinero a base de letras a noventa días..., y ¡lohemosconseguidoa talprecioquesemeponenlospelosdepuntacadavezque lo pienso! ¿Es cierto que, cuando venzan las letras, no hay otromediohumanodepagarlasquenosearecurriendoalauxiliodesumujer?

—Ninguno.

—¿Cómo?¿Notieneusteddineroenelbanco?

—Unoscuantoscientosynecesitomuchosmiles.

—¿Notieneustedotrosvaloresquepuedahipotecar?

—Niunpalmodeterreno.Nadadenada.

—¿Quéesloquelehadadosumatrimonioporahora?

—Nadamásquelasrentasdesusveintemillibras,apenassuficientesparacubrirnuestrosgastosdiarios.

—¿Quéesloqueesperadesumujer?

—Tresmillibrasalañocuandomuerasutío.

—Unabonitafortuna,Percival.¿Quéclasedehombreessutío?¿Esviejo?

—No;niviejonijoven.

—¿Unalegrevividor?¿Estácasado?Creoquemimujermedijoqueera

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soltero.

—Porsupuestoqueloes.SisehubieracasadoytuviesehijosLadyGlydeno sería heredera de sus tierras. Le explicaré cómo es. Es un imbécilquejicoso, charlatán y egoísta, que importuna a cuantos se le acercanhablándolesdelestadodesusalud.

—Los hombres de esa especie, Percival, viven mucho y se casanmalignamentecuándomenosseespera.Noledoyaustedmuchasesperanzasdequetengalasuertededisfrutardeesastresmillibrasanuales.¿Nohaynadamásquelelleguedesumujer?

—Nada.

—¿Absolutamentenada?

—Absolutamentenada...exceptoenelcasodesumuerte.

—¡Ah!,enelcasodesumuerte.

Hubootrapausa.Elcondesaliódelagaleríaalsenderodegrava.Losupeporelsonidodesuvoz.«Alfinhaempezadoallover»,leoídecir.Enefecto,habíaempezadoa llover.Elestadodemiabrigodemostrabaquedesdehacealgúnratoestabacayendounaguacero.

El conde volvió a la galería.Oí que su silla crujía bajo su peso cuandovolvíaasentarse.

—Bien,Percival—dijo—;yenelcasodelamuertedeLadyGlyde,¿quetendráusted?

—Sinodejahijos...

—¿Locualesprobable?

—Locualestotalmenteimprobable.

—¿Entonces?

—Bueno,entoncesheredosusveintemillibras.

—¿Pagadasalcontado?

—Pagadasalcontado.

Volvieron a guardar silencio. Cuando sus voces callaron, la sombra deMadame Fosco apareció de nuevo sobre la persiana. Esta vez, en lugar depasardelargo,sequedóunmomentoinmóvil.Visusdedosdeslizarsehaciaunextremo de la persiana y entornarla. El óvalo blanco y confuso mirandodirectamente hacia mí, apareció detrás de la ventana. Yo no me movía,envueltadepiesacabezaenmiabrigonegro.Lalluvia,queibaempapándomerápidamente caía sobre el cristal, enturbiándolo e impidiendo que ella me

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distinguiese.

Laoídecirseasímisma:«¡Máslluvia!».Bajólapersianayvolvíarespirartranquila.

Abajolaconversaciónsiguió,peroestavezlareanudóelconde.

—¡Percival!...¿Leimportasumujer?

—Fosco,esunapreguntabastantedirecta.

—Soyunapersonadirectaylerepitolapregunta.

—¿Porquédemoniosmemiradeesemodo?

—¿No quiere contestarme? Bueno, entonces supongamos que su mujermuereantesdequetermineelverano.

—¡Déjelo,Fosco!

—Supongamosquesumujermuere...

—¡Ledigoquelodeje!

—Enesecasoustedganaveintemillibrasypierde...

—Pierdolaposibilidaddetresmilalaño.

—La posibilidad remota, Percival, muy remota. Y usted necesita dinerocontante y sonante. En su situación, la ganancia es segura, y la pérdida,problemática.

—Habledeusted lomismoquedemí.Unapartedeldineroquepedíenpréstamoeraparausted.Ysiustedconsigueganaralgo,lamuertedemimujerseconvertiríaendiezmillibrasquepasaríanalbolsillodelasuya.Apesardetodasuperspicacia,pareceolvidaroportunamenteellegadoqueperteneceríaaMadameFosco. ¡Nomemiredeesemodo! ¡Novaa serparamí! ¡Con susmiradasysuspreguntasmeestáponiendocarnedegallina,porDios!

—¿Carnedegallina?¿Significa«carne»concienciaeninglés?Hablodelamuertede sumujercomodecualquierposibilidad. ¿Qué tienequever?Losrespetables abogadosquegarrapateannuestras escriturasy redactannuestrostestamentosvenlamuerteretratadaenlosrostrosdelosvivientes.¿Tambiénlosabogadosleponencarnedegallina?¿Porquéselapongoyo?Estanocheesmideberdejarenclarosusituación,fueradetodoerrorposible,yahoralohe conseguido. Si su mujer vive, pagará usted esas letras con ayuda de sufirma.Sisumujermuere,laspagaráconayudadesumuerte.

Mientrashablaba,sehabíaapagadolaluzenelcuartodeMadameFoscoytodoelsegundopisodelacasasehallabaahorasumidoenlaoscuridad.

—¡Palabras! ¡Palabras!—gruñó Sir Percival—.Cualquiera que le oyese

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pensaríaqueyahemosconseguidoquemimujerfirmeeldocumento.

—Hadejadoustedel asuntoenmismanos—objetóel conde—,y tengomásdedosmesespordelanteparaconseguirlo.Porelmomento,novuelvaahablarme de ello, por favor. Cuando venzan las letras, usted verá si mispalabrasvalenalgoono.Yahoraquehemosterminadoporestanocheconlascuestionesmonetarias, pongo todasmis facultades a su disposición si deseaconsultarme sobre la segunda dificultad que se ha mezclado a nuestrospequeños apuros y que le altera y perjudica de tal modo que casi no leconozco.Hableusted,amigomío,yperdonesihierosusdistinguidosgustosnacionalespreparándomeotrovasodeaguaconazúcar.

—Esmuyfácildecirquehable—replicóSirPercival,enuntonomuchomásamableytranquilodelquehabíaadoptadohastaentonces—.Peronoestanfácilsaberpordóndeempezar.

—¿Quierequeyoleayude?—sugirióelconde—.¿Podríadaraestaíntimadificultad que usted experimenta un nombre? Tal vez debo llamarla...AnneCatherick.

—Mire usted, Fosco, hacemucho que nos conocemosmutuamente, y sibienesciertoquehastaahoraustedmehaayudadoasalirunaodosvecesdeapuros también lo es que yo he hecho todo lo que podía por ayudarle, encuantomismediospecuniariosmelopermitían.Hemoshecho,cadaunoporsu lado,cuantossacrificiosdeamistadhansidohumanamenteposibles,peroamboshemosguardadotambiénnuestrossecretos,¿noesasí?

—Usted me ha ocultado un secreto, Percival. Usted tiene escondido unesqueleto en su armario, aquí en Blackwater Park, que en estos días se hadejadoverporotraspersonas,ademásdeusted.

—Bueno, supongamos que ha sido así. Si esto no le concierne, no debesentircuriosidadporsaberlo.

—¿Ledoylaimpresióndeestarcurioso?

—Síquemelada.

—¡Vaya,vaya!¿Asíquemirostromedelata?¡Quéinmensabondaddebeposeerelhombrequehallegadoamisañosynohalogradoquesufisonomíapierdaelhábitodedelatarlo!¡Oiga,Glyde,seamosfrancoselunoconelotro!Este secreto me ha venido a buscar a mí, no lo he buscado yo a él.Supongamos que tenga curiosidad. Pero ¿usted desea que, como su viejoamigo, respete su secreto y de una vez por todasme pide que lo deje a sucargo?

—Sí;esoprecisamenteesloquelepido.

—Entoncesseacabómicuriosidad.Desdeesteinstantehamuertoparamí.

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—¿Locreeustedenrealidad?

—¿Quélehacedudardeello?

—Entantosañosheaprendidoalgo,amigoFosco,desusprocedimientosyrodeos,ynoestoymuysegurodeque,alfinyalcabo,acabeporsacármelo.

Una de las sillas de repente volvió a crujir, sentí temblar la columnadecorativaqueteníaamispies.Elcondesehabíalevantadodeunsaltoydadounpuñetazocontraella,llenodeindignación.

—¡Percival, Percival! —gritó con pasión—. ¿Así es como me conoceusted?¿Acasotodosestosañosnolehanenseñadonadademicarácter?¡Soyun hombre a la antigua! Soy capaz de los actos virtuosos más exaltadoscuandotengolaocasiónderealizarlos.Ladesventurademividahasidoquese me han presentado pocas ocasiones de realizarlos. ¡Mi concepto de laamistadeselmássublime!¿Esculpamíasisuesqueletosehadejadoverpormí? ¿Por qué he confesadomi curiosidad? ¡Pobre inglés superficial! Lo hehecho para demostrar el dominio que tengo sobre mí mismo. Si quisiera,podría sacarle el secreto con lamisma facilidad con que estoy sacando estededodemi puño cerrado, ¡y usted lo sabemuybien!Pero ha apelado amiamistad,ylasobligacionesqueimponelaamistadsonsagradasparamí.¡Vea!Conmispropiospiespisoteomivilcuriosidad.Missentimientosexaltadosmeelevan por encima de ella. ¡Reconózcalos, Percival! ¡Imítelos, Percival!¡Demelamano!Leperdono.

Su voz tembló al pronunciar las últimas palabras, ¡tembló como si deverdadleahogasenlaslágrimas!

Sir Percival murmuró unas disculpas confusas. Pero el conde erademasiadomagnánimoparaescucharlo.

—¡No!—dijo—.Cuandomeofende un amigo, soy capaz de perdonarlesinoírsusexcusas.Dígamelosimplemente,¿necesitamiayuda?

—Sí,mucho.

—Y¿puedepedírmelasincomprometerse?

—Entodocaso,puedointentarlo.

—Puesinténtelo.

—Bueno...Elproblemaeséste:hoy lehedichoquehabíahecho todo loimaginableporencontraraAnneCatherickyquehabíafracasado.

—Sí;melohadicho.

—¡Fosco!Soyhombreperdidosinolaencuentro.

—¡Ja!¿Estangravecomotodoeso?

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Undestellodeluzseproyectóhaciafueradesdelagalería,alumbrandoelsendero de grava. El conde había traído la lámpara desde el fondo de labiblioteca,paravermejorasuamigo.

—¡Sí!—dijo—.Surostromelodice.Esgravedeverdad,tangravecomolascuestionesdedinero.

—¡Másgrave!Comoestoyaquísentado,¡esmásgrave!

Desapareciólaluzylaconversaciónprosiguió.

—LeenseñéaustedlacartaparamimujerqueAnneCatherickescondióentrelaarena—continuósirPercival—.Noeraunabravuconadaloquedecía,Fosco.Ellaconoceelsecreto.

—Delantedemí,diga lomenosquepuedadelsecreto,Percival.¿Ella losabeporustedmismo?

—No;selohadichosumadre.

—¡Dosmujeres dueñas de sus íntimos sentimientos! ¡Malo,malo,malo,amigomío!Unapreguntaantesdeseguiradelante.Elmotivoporelqueustedencerróalahijaenunmanicomioloveoclaro;peroloquenoveotanclaroescómohapodidoescaparse.¿Esqueustedsuponequesusguardianeshicieranlavistagordaainstanciasdealgúnenemigoquecotizóbiensudescuido?

—Nolocreo;ellasecomportabaconmásdocilidadqueotrospacientesymereciósuestúpidaconfianza.Esbastantelocaparaestarencerradaybastantelistaparahundirmeestandoenlibertad...¿comprende?

—Locomprendomuybien.Yahora,Percival,vamosalgrano,queluegoveréquésedebehacer.¿Quépeligrocorreustedenlaactualidad?

—Anne Catherick está aquí y se comunica con Lady Glyde. Este es elpeligro,obviamente.¿Quiénnocomprenderá,alleerlacarta,quemimujerestambiéndueñadelsecreto,aunqueloniegue?

—Unmomento,Percival.SiLadyGlydeconocieseelsecreto,sabríaqueustedleperjudica.¿Nocreeustedqueleinteresaguardarlo?

—¿Guardarlo ella? Le interesaría si yo le importase dos cominos. Peroresultaquemeinterpuseenelcaminodelotrohombre.Estabaenamoradadeél cuando se casó conmigo, está enamorada de él, de un miserabletrotamundos,deunprofesordedibujoquesellamaHartright.

—Pero ¡querido amigo! ¿Qué tiene eso de extraordinario? Todas ellasestánenamoradasdealgúnotrohombre.¿Quiéneselprimeroquehatocadoelcorazón de una mujer? Con toda la experiencia que tengo de estas cosas,nuncaheconocidoanadiequehubierasidoelNúmeroUno.ElNúmeroDos,algunas veces. Y muchas con el Tres, Cuatro, y Cinco. ¡Nunca el Número

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Uno!Porsupuestoqueexiste;peroyonoleheencontrado.

—Espere,nohe terminado todavía.¿QuiéncreeustedqueayudóaAnneCathenckensufugacuandolosempleadosdelmanicomiosalierontrasella?Hartright. ¿Quién cree usted que la volvió a encontrar en Cumberland?Hartright.Lasdosveceshablóconellaasolas.¡Espere!Nomeinterrumpa,elmuyberganteestátandeslumbradopormimujer,comoellaporél.Conoceelsecretocomo loconoceella.Unavezque lesdejemosqueseencuentren, leinteresaráaambosutilizarloencontramía.

—¡Pocoapoco,Percival;pocoapoco!¿Tanpococonfíaen lavirtuddeLadyGlyde?

—¡LavirtuddeLadyGlyde!Loúnicoenquecreotratándosedeellaesensudinero.¿Nosedacuentadelasituación?Ellasolaseríainofensiva,perosisereúneconesetrotamundosdeHartright...

—Sí,sí,yaveo.¿DóndeestáahoraelseñorHartright?

—Está fuerade Inglaterra.Si le importaconservarsupiel, leaconsejaríanodarseprisaenvolver.

—¿Estáustedsegurodequenoestáaquí?

—Enteramente.LehehechovigilardesdequesaliódeCumberlandhastaque se embarcó. ¡Puedo asegurarle que no he descuidado nada! AnneCathenck vivía en casa de unos granjeros cerca de Limmeridge. Yomismolleguéallídespuésdequeellasemeescapó,ycomprobéquenosabíannada.Dia sumadreel textode lacartaquedebíaescribira la señoritaHalcombeparaeximirmede todasospecharespectoa losmotivospor losqueyohabíaencerrado a su hija. Me da miedo pensar en todo lo que he gastado paraencontrarla.¡Yapesardetodo,sepresentaaquíysemeescapaenmispropiastierras!¿Cómovoyasabersinohavistoaalguienmás,sinohahabladoconalguienmás?Ese condenadobellacodeHartrightpuedevolver en cualquiermomento,sinqueyolosepa,ypuedeutilizarlacomoquieramañanamismo.

—¡Elno,Percival!MientrasyoestéenlabrechaymientrasesamujersigaporestascercaníasrespondodequeleecharemoselguanteantesqueelseñorHartright,sideverdadvuelve.¡Yalosé!¡Sí,sí,yalosé!LoprimerodetodoesencontraraAnneCatherickynosepreocupedeotracosa.Sumujerestáaquímismo,bajosuférula;laseñoritaHalcombenoseseparadeella,y,porlotanto,estátambiénbajosuférula,yelseñorHartrightestáfueradeInglaterra.De momento, no tenemos que pensar más que en esa invisible Anne. ¿Hahechoustedindagaciones?

—Sí;heidoaverasumadre,hebuscadoportodoelpueblo,ytodoinútil.

—¿Sepuedeconfiarensumadre?

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—Sí.

—Ellanohaguardadosusecreto.

—Novolveráahacerlo.

—¿Porquéno?¿Estátaninteresadacomoustedenguardarlo?

—Sí;estáenormementeinteresada.

—Mealegrodeoírlo,Percival,porsubien.Nosedesanime,amigomío.Comolehedicho,lascuestionesmonetariasmepermitendisponerdetodoeltiempo que quiero para dar algunas vueltas por los alrededores; y yo puedotener más suerte que usted cuando mañana empiece a buscar a AnneCatherick.Unaúltimapreguntaantesdequevayamosaacostarnos.

—Diga.

—Setratadelosiguiente:cuandofuiallagoparacomunicarleasumujerqueelmolestoasuntodesufirmasehabíaaplazado,diolacasualidaddequellegué en elmomento en que unamujer extraña se despedía de ella de unamanerasumamentesospechosa.Perolacasualidadnoquisodejarmeacercaraella tanto como para ver claramente su rostro. Necesito saber cómo puedoreconoceranuestrainvisibleAnne.¿Cómoes?

—¿Cómoes?¡Venga!Selodiréendospalabras.Esunasombraachacosademimujer.

Una silla crujió y la columna volvió a temblar. El conde se habíalevantado,estavezllenodeasombro.

—¡¡¡Cómo!!!—exclamóconansiedad.

—Figúreseamimujerdespuésdehaberpasadounagraveenfermedadyconseñalesdetrastornoensucabeza,yahítieneustedaAnneCatherick—contestóSirPercival.

—¿Sonparientes?

—Enabsoluto.

—Y,sinembargo,¿separecentanto?

—Sí, se parecenmucho. ¿De qué se ríe usted?—volvió a preguntar sirPercival.

Nohubo respuestani seoyó sonidoalguno.El conde se reíacon su risasilenciosa,reservada,recóndita.

—¿Dequéseríe?—reiterósupreguntasirPercival.

—Quizá de mis propias fantasías, amigo mío. Disculpe mi sentido del

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humor italiano, ¿acasonovengoyode lanaciónquecreóel espectáculodepolichinela?Bien,bien,bien;meseráfácil reconoceraAnneCathericksi laencuentro...,ybastaporestanoche.Tranquilíceseusted,Percival.Duermaelsueño de los justos, hijo mío, y verá lo que soy capaz de hacer por ustedcuandolaluzdeldíaretorneparaayudarnos.Enestagruesacabezamíatengoplanesyproyectos.UstedpagarálasletrasyencontraráaAnneCatherick,ledoymipalabradehonor,¡lohará!¿Soytodocorazónono?¿Merezcoaquellospréstamosquecontantadelicadezamerecordabaustedhaceunosmomentos?Haga lo que haga no vuelva a herirme en mis sentimientos nunca más.¡Reconózcalos,Percival!¡Imítelos,Percival!Vuelvoaperdonarleyvuelvoaestrecharsumano.¡Buenasnoches!

Nosehablóunapalabramás.OíalcondecerrarlapuertadelabibliotecayaSirPercivalatrancarlospostigosdelasventanas.Entodoeltiemponohabíacesadodellover.Yoteníaelcuerpoentumecidodeestaracurrucadayestabaempapadahasta loshuesos.Cuandointentémoverme,elesfuerzomeresultótan doloroso que tuve que desistir. Volví a intentarlo, y logré arrodillarmesobreeltejadomojado.

Cuando lleguéhasta la paredyme levanté apoyándomeen ella, volví lacabezayvienlaventanadelguardarropadelcondeelresplandordelaluz.Mivalor,quedecaía,volvióadespertarymeobligóamantenermimiradafijaensuventanamientras,pasoapaso,yoseguíamicamino,micaminodevuelta,deslizándomejuntoalapareddelacasa.

Elrelojdiolaunaycuartocuandopuselasmanossobreelantepechodemi ventana. No había visto ni oído nada que me hiciese suponer que miretiradahabíasidodescubierta.

Día20dejunio.

Elsolbrillaenelcielosinnubes.Nomeheacercadoamicama,niunavezhecerradomiscansadoseinsomnesojos.Desdelamismaventanaenlaquevilaoscuridaddelanochepasada,veoahoralaradiantequietuddelamañana.

Cuentolashorasquehanpasadodesdequelleguéalrefugiodemicuartoymeparecensemanas.

Quépocotiempoysinembargo¡quélargosemehahecho!desdequeenlaoscuridadmeencontré aquí, sobre el suelodemi cuarto, caladahasta loshuesos, entumecida en todosmismiembros, una criatura inútil, indefensa ypresadepánico.

No sé cuándome levanté sobremis pies.No sé cuando llegué a tientashasta mi dormitorio y encendí la vela y busqué (con un desconciertoincomprensible, buscando dónde encontrarla) la ropa seca para calentarme.Recuerdoquehicetodoeso,peronorecuerdocuándo.

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¿Sabríadecircuándodejédesentirfríoyentumecimientoycuándoensulugaraparecióestecalorquemehaceestremecer?

¿Fue antes de que saliese el sol? Sí; oí que el reloj daba las tres. Lorecuerdopor la repentina lucidezyclaridad, la tensión febrily laexcitaciónquenotéenmis facultades.Recuerdomidecisióndedominarme,deesperarconpacienciahoras trashoraaque llegaseelmomentooportunode sacar aLaura de este horrible lugar sin peligro de que nos descubrieseninmediatamenteynospersiguiesen.Recuerdolaconvicciónqueseapoderódemimentedequelaspalabrasquehabíanintercambiadoaquellosdoshombresnos proporcionarían, no sólo una justificación para abandonar la casa, sinotambiénarmasparadefendernosdeellos.Recuerdoelimpulsoquemeobligóatrasladaralpapeltodoloquehabíandicho,palabraporpalabra,cuandoaúnera dueña del tiempo y mientras mi memoria retenía la conversaciónvívidamente.Todoestolorecuerdoconabsolutaclaridad,enmicabezanohayconfusióntodavía.Entréaquídesdemidormitorio,conelpapel,laplumaylatinta,antesdequesalieseelsol;mesentéjuntoalaventanaabiertadeparenparparaqueelairerefrescasemiacaloramiento;escribísindescansocadavezmás deprisa, cada vez con más fervor, ahuyentando el sueño mientras seprolongaban las terribleshorasqueseparaban lacasadesudespertar..., ¡conqué claridad lo recuerdo, desde el instante en que encendí la vela hasta elmomentoenqueacabélaúltimapágina,alaluzdelsoldelnuevodía!

¿Porquésigoaquísentada?¿Porquésigofatigandomisojos,inflamados,mi cabeza calenturienta, escribiendomás ymás? ¿Por qué nome acuesto ydescanso,porquénointentoderrotarconelsueñolafiebrequemeconsume?

Nomeatrevoaintentarlo.Untemorquesuperatodoslosdemástemoressehaadueñadodemí.Tengomiedodeesteardorquemeabrasalapiel.Tengomiedodeestehormigueoydelaspalpitacionesquesientodentrodelacabeza.Simeacuesto,¿tendrévaloryfuerzaparavolveralevantarme?

¡Oh,lluvia,lluvia,lalluviaimplacablequemehaheladoestanoche!

Lasnuevedelamañana.

¿Hadadoelrelojlasnueveolasocho?¡Lasnueve!¿Seráposible?Estoytiritando de pies a cabeza, enmedio del calor del verano. ¿Me he dormidosentada?¡Noséquéestuvehaciendo!

¡Diosmío,Diosmío!,¿Estaréapuntodecaerenferma?

¡Enferma,yenquémomento!

Micabeza...Sientomiedopormicabeza.Puedoescribir,perolaslíneasseconfunden. Veo las palabras... Laura..., puedo escribir «Laura» y puedo vercómoloescribo.Lasochoolasnueve,¿quéhorahasonado?

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¡Quéfrío,quéfrío...,lalluviadeestanoche!...,ylascampanadasdelreloj,las campanadas que no soy capaz de contar y que resuenan dentro de micabeza...

NOTA:

(Desde este momento la escritura del Diario es ilegible. Las dos o treslíneas que siguen sólo contienen fragmentos de palabras embadurnadas conborronesyrasguños.LasúltimasseñalesenelpapeltienenciertoparecidoconlasdosletrasLyA,primerasdelnombredeLadyGlyde.

EnlapáginasiguientedelDiariosevennuevasanotaciones.Estánescritasconunaletradehombre,grandesegurayclara.Estánfechadasel21dejunio.Dicenlosiguiente:)

[POSTSCRIPTUMDEUNAMIGOLEAL]

LaenfermedaddenuestraexcelenteamigalaseñoritaHalcombemeofrecelaoportunidaddegozardeunplacerintelectualinesperado.

Merefieroalalectura(queacabodeterminar)deesteinteresanteDiario.

Sonmuchoscientosdepáginas,yconlamanoenelcorazóndeclaroquecadaunadeellamehadeleitado,meharefrescadoymehaencantado.

Esunadeliciainefableparaunhombrecomoyopoderdeciresto.

¡Admirablemujer!

MerefieroalaseñoritaHalcombe.

¡Estupendoesfuerzo!

MerefieroalDiario.

¡Sí! Estas páginas son asombrosas. El tacto que encuentro aquí, ladiscreción,elextraordinariovalor,laadmirablecapacidaddesumemoria,lasobservaciones agudas sobre los caracteres, la gracia natural del estilo, lashechiceras explosiones del sentimiento femenino..., todo esto que aquí sedescubrehaaumentadoenormementemiadmiraciónporestacriaturasublime,por esta incomparable Marian. Mi propio carácter está pintado con manomaestrayyoratificodetodocorazónlafidelidaddelretrato.Veoquedebídecausar una impresión muy viva para que me describiera con colores tanrigurosos,tanricosytanjocosos.Unavezmáslamentoquelanecesidadcruelque separa nuestros intereses nos coloque frente a frente. En circunstanciasmás favorables, cuándignohubiera sidoyode la señoritaHalcombeycuándignahubierasidoellademí.

Lossentimientosqueanidanenmialmameaseguranqueestaslíneasqueahoraescriboexpresanunagranverdad.

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Estos sentimientos me elevan sobre toda consideración personal. De laforma más desinteresada atestiguo el ingenio de la magnífica estratagema,mediante la cual esta mujer sin igual sorprendió la entrevista secreta entrePercivalyyoylamaravillosaprecisiónenrecordartodoloquedijimos,desdeelprincipioalfin.

Estossentimientosmehaninducidoaofreceralimpasiblemédicoquemeasistemisvastosconocimientosquímicosymisluminosasexperienciasdelosrecuerdos más sutiles que las ciencias médicas y magnéticas han puesto alserviciodelahumanidad.Peroélperseveraensunegativaabeneficiarsedesuasistencia.¡Miserable!

Tales son, pues, los sentimientos que me dictan estas líneas deagradecimiento, de compasión y de cariño paternal. Cierro el cuaderno.Miestrictosentidodelapropiedadlodevuelve(pormanosdemimujer)asusitioencima del escritorio de su autora. Los acontecimientos me apremian. Lascircunstancias me llevan a preocupaciones más serias. Ante mis ojos sedesenvuelven vastas perspectivas con una calma que me horroriza a mímismo. No hay nada que sea propiamente mío, excepto el tributo de miadmiración. La deposito con respetuosa ternura a los pies de la señoritaHalcombe.

Anhelosurestablecimientocontodaelalma.

Lamento en ella el inevitable fracaso de todos los planes que habíaformadoparafavorecerasuhermana.Almismotiempo,quieroasegurarlequetoda la información que he obtenido al leer su Diario no me ayudará acontribuirasufracaso.Únicamentemefortaleceenmidecisióndeatenermealplandeconductaquemehabía trazadoanteriormente.Quieroagradeceraestaspáginasporhaberdespertadolasfibrasmássensiblesdemiser,ynadamás.

Para una persona de sensibilidad semejante, esta simple aseveración leservirádeexplicaciónydedisculpaportodo.

LaseñoritaHalcombetieneestasensibilidad.

Convencidodeello,firmo.

FOSCO

RELATODEFREDERlKFAIRLIE

SEÑORDELlMMERIDGEHOUSE

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Lagrandesventurademividaesquenadiequieredejarmeenpaz. ¿Porqué les pregunto a todos, por qué me molestan? Nadie responde a estapregunta y nadie quiere dejarme en paz. Parientes, amigos y extraños seconfabulanparamolestarme.¿Quéhehecho?Melopreguntoamímismo,selopreguntoamicriadoLouiscincuentavecesaldía...¿Quéhehechoyo?Yningunodelosdoslopodemosexplicar.¡Quécosamásextraña!

Laúltimamolestiaconquemehanasaltadoesladepedirmequeescribaeste relato. ¿Acaso un hombre, cuyos nervios están tan desequilibrados, escapaz de escribir historias? Cuando alego estas excusas, sumamenterazonables, seme contesta que han sucedido ciertos graves acontecimientosqueatañenamisobrinaydelosquesoysabedor;quesoylapersonaindicadapara descubrirlos por escrito. Y en caso de negarme a cumplir dichorequerimientomeamenazancontalesconsecuenciasquesólopensarenellasmellevaaunestadodepostracióntotal.Dehechonohaynecesidaddequemeamenacen.Destrozadocomoestoyporelmiserableestadodemisaludyporlaspreocupacionesfamiliares,nosoycapazdeoponerresistencia.Siustedesinsisten,setomansobremíunaventajainjustayyocedoalmomento.Trataréde recordar loquepueda (demalgrado)ydeescribir loquepueda (demalgradotambién),yloquenopuedarecordarniescribirlorecordaráyescribiráLouis.Élesunasnoyyosoyunpobreinválido,yesprobablequeentrelosdoscometamostodosloserroresposibles.¡Quéhumillación!

Seme conmina a que recuerde las fechas. ¡SantoDios! Jamás hice cosasemejanteenmivida,¿cómoquierenquelohagaahora?

He preguntado a Louis. No es tan asno como yo suponía hasta ahora.Recuerdalafechadelsuceso,conaproximacióndeunaodossemanas,yyorecuerdo el nombre de la persona. La fecha fue hacia fines de junio oprincipios de julio; el nombre,—enmiopinión, especialmentevulgar—eraFanny.

A fines de junio o principios de julio, pues,me hallaba reclinado enmibutaca, como suelo estar siempre, rodeado de varios objetos de arte que hereunido en tornomío paramejorar el gusto estético de los bárbaros quemerodean. Es decir, tenía delante demí fotografías demis pinturas, grabados,monedas, etcétera, que pretendo presentar (me refiero a las monedas, si latoscalenguainglesamepermitereferirmeaalgo)alInstitutodeCarlisle(¡unlugarterrible!),conelobjetoderefinarelgustodesusmiembros(vándalosycaníbales todos sinexcepción).Sepodrá suponerqueunhombrequeestabatratando de proporcionar un gran beneficio a sus compatriotas era la últimapersona delmundo a quién debieramolestarse sin consideración a causa deasuntos privados y problemas de familia. Sería un error, se lo aseguro,tratándosedemí.

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Así que, estaba yo reclinado, rodeado demis tesoros artísticos y con laesperanzadegozardeunamañana tranquila.Dadoquedeseabaunamañanatranquila, por supuesto vino Louis. Era absolutamente natural que lepreguntase qué demonios significaba su aparición, si yo no había tocado lacampanilla.Raravezlanzounjuramento,puesesunacostumbrepocodignadeuncaballero;perocuandoLouisrespondióamipreguntaconunasonrisa,creoqueerabastantelógicoquelededicaseunamaldición.Encualquiercaso,asílohice.

Heobservadoqueesta forma severade tratar a lasgentesdebaja estofasuele hacerles volver en sí. También a Louis le hizo volver en sí. Tuvo lagentilezadedejardesonreír,ymedijoqueunajovendeseabaverme.Añadió(conesaodiosalocuacidadpropiadelaservidumbre)quelajovensellamabaFanny.

—¿QuiénesFanny?

—LadoncelladeLadyGlyde,señor.

—¿QuéquieredemíladoncelladeLadyGlyde?

—Traeunacarta,señor.

—Queseladejeausted.

—Seniegaaentregarlaanadiemásquealseñor.

—¿Quiénenvíaesacarta?

—LaseñoritaHalcombe.

En cuanto oí el nombre de la señoritaHalcombe, cedí.Esmi costumbrecederantelaseñoritaHalcombe.Séporexperienciaqueellomeevitajaleos.Cedíenestaocasióntambién.¡QueridaMarian!

—DigaaladoncelladeLadyGlydequeentre,Louis.¡Espere!¿Rechinansuszapatos?

Estaba obligado a hacer esta pregunta. Unos zapatos que rechinan medejantrastornadoparaelrestodeldía.Mehabíaresignadoarecibiralajoven,pero no a que sus zapatos me trastornasen. Incluso mi tolerancia tiene unlímite.

Louismeaseguróquesuszapatosmerecíantodaconfianza.Hiceunaseñacon la mano. El la hizo pasar. ¿Será necesario consignar que demostró suaturdimientocerrandolabocayresollandoporlanariz?Deseguroquenoesnecesario para quien ha estudiado la naturaleza femenina entre las gentesmodestas.

Permítanmehacerjusticiaalajoven.Suszapatosnorechinaban.Mas¿por

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quétodaslasjóvenessirvientastienenmanossudorosas?¿Porquétodastienennaricesgordasymejillasásperas?Y¿porquésusrostrosparecenimperfectosespecialmenteen lascomisurasde lospárpados?Noestoy lobastante fuertecomoparapensarconprofundidadenestasmaterias,peroapeloaquelohagaunprofesional.¿Porquélatribudelasjóvenessirvientasnoofrecevariedad?

—¿TieneustedunacartaparamídelaseñoritaHalcombe?Póngalasobrelamesa,porfavor,ynoestropeenada.¿CómoestálaseñoritaHalcombe?

—Muybien,graciasseñor.

—Y¿LadyGlyde?

No obtuve respuesta. El rostro de la joven se hizo más imperfecto quenuncaycreoqueseechóallorar.Estoysegurodequevialgohúmedoensusojos.¿Lágrimasotranspiración?Louis(alqueheconsultadoahoramismo)seinclina a pensar que eran lágrimas. El, que pertenece a sumisma esfera, losabemejor.Supongamosquefueronlágrimas.

Salvocuandoelproceso refinadodelArte lesquita todoparecidocon laNaturaleza, yo estoy totalmente en contra de las lágrimas. Las lágrimas sedescribencientíficamentecomounasecreción.Comprendoqueunasecreciónseasanaoinsana,peronoveoquéinteréspuedepresentarunasecrecióndesdeelpuntodevistasentimental.Quizá,comomispropiassecrecionesfuncionantodas mal, tengo ciertos prejuicios respecto a ellas. No importa. En estaocasiónmecomportécontodalapropiedadycomprensiónposibles.CerrélosojosyledijeaLouis:

—Tratadeaveriguarquéquieredecir.

Louis trató de averiguarlo, y la joven de decirlo. Los dos consiguieronconfundirseelunoalotrohastatalextremoqueelmáselementalsentimientode gratitud me obliga a decir que me proporcionaron unos momentosrealmentedivertidos.Meparecequecuandomeencuentredecaídolosenviaréabuscar.AcabodemencionárseloaLouis.Porextrañoqueparezca,laideanoparecióresultarleagradable.¡Pobrediablo!

No creo que se espere de mí que repita la explicación que dio de suslágrimasladoncellademisobrinatalcomoyolaescuché,traducidaalinglésde mi criado suizo. Esto, obviamente, es imposible. Puedo transcribir mispropiasimpresionesyquizámissentimientos.¿Bastaráesto?Porfavor,diganque«sí».

Me parece que empezó a decirme (por medio de Louis) que su amo lahabía despedido del servicio de su señora. (Observen la extrañainconsecuenciadelajoven.¿Quéculpateníayodequeellahubieraperdidosucolocación?Cuandoladespidieronsefueadormiralaposada.(Yonosoyel

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dueñodelaposada,¿porquémelamenciona?).Entrelasseisylassietellegóa la posada la señorita Halcombe para despedirse de ella y entregarle doscartas,unaparamíyotraparaunseñordeLondres.(YonosoyunseñordeLondres, ¡al diablo conel señordeLondres!).Guardó las cartas conmuchocuidadoensucorpiño(¿Quétengoyoqueverconsucorpiño?);sequedómuytristecuandosemarchólaseñoritaHalcombeynotuvoánimosniparaprobarbocadohastacasi lahoradeacostarse,ycercadelasnuevepensóquepodíatomar una taza de té. (¿Tengo yo la responsabilidad de estas vulgaresfluctuacionesqueempiezancondesdichasyterminanconelté?)Enelprecisoinstante en que estaba calentando la tetera (reproduzco estas palabrasconfiandoenlacompetenciadeLouisquedicesaberloquesignificaydeseaexplicármelas, pero le hago callar por principio), pues, cuando ella estabacalentandolatetera,seabriólapuertaysequedódeunapieza(denuevo,sonsuspropiaspalabras, estavez tan ininteligiblesparaLouiscomoparamí)alver aparecer en el zaguán de la posada a su excelencia, la señora condesa.Repitoeltítulodemihermana,quemedescribióladoncellademisobrinaconla sensacióndeungranalivio.Mipobrehermanaesunamujer insoportableque se casó con un extranjero. En resumidas cuentas: la puerta se abrió, suexcelencialaseñoracondesaaparecióenelzaguánylajovensequedódeunapieza.¡Algonotable!

No tengo más remedio que reposar unos instantes antes de continuar.Después de haber descansado un rato con los ojos cerrados y de queLouisrefresque con agua de colonia mis cansadas sienes, creo que estaré encondicionesdeseguir.

Suexcelencialaseñoracondesa...

No. Estoy en condiciones de seguir, pero no de enderezarme. Voy acontinuarapoyadoenelrespaldodelabutacaydictaréaLouis,quetieneunacento espantoso, pero que conoce nuestra lengua y puede escribir. ¡Quéconveniente!

Su excelencia la señora condesa explicó su inesperada aparición en laposada diciendo a Fanny que había venido para darle unos recados de laseñoritaHalcombe, que ésta había olvidado con las prisas. La joven esperóconansiedadqueledijesecualeseranlosrecados,perolacondesanoparecíamuydispuestaahablardeellos,(¡muypropiodemiinsoportablehermana!),hasta que Fanny hubiese tomado el té. Su excelencia estuvosorprendentemente amable y considerada (algo sumamente impropio de mihermana),yledijo:

«¡Pobremuchacha, estoy segura de que desea tomar su té! Los recadospuedenesperar.Vamos,vamos,sinoleimporta,voyapreparárseloyomismay tomaremosuna taza juntas.»Meparecequeéstas son laspalabrasexactas

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que repitió, excitada, la joven delante de mí. Sea como fuere, la condesainsistióenhacerellamismaelté,yllevósudemostracióndehumildadhastaelextremodetomarellaunatazayobligaralajovenaquetomaseotra.Lajovenbebió el té, y, segúndijo, para solemnizar tan extraordinario acontecimientocincominutos después de beberlo le dio un síncope por primera vez en suvida, y cayó redonda.Aquí vuelvo a usar sus propias palabras.Louis añadequelasacompañóunaabundantesecrecióndelágrimas.Nopuedoasegurar.Elesfuerzoquemerequeríaescucharlaeratangrandequeestabaobligadoatenerlosojoscerrados.

¿Dóndeestábamos?¡Ah!,sí...Despuésde tomarconlacondesauna tazadeté,sedesmayó,cosaquemehubierainteresadodehabersidoyosumédico,perocomonolosoy,oírlonohizomásqueaburrirme.Esofuetodo.Cuandomediahoradespuésvolvióensí,estabatendidasobreelsofá,ynohabíaenelcuartonadiemásquelaposadera.Alacondesaselehacíatardeparaquedarsemás tiempo en la posada y se marchó en cuanto la joven dio las primerasseñalesderecobrarelconocimiento:laposaderafuetanamablequelaayudóasubir a sudormitorio.Cuando se quedó sola enseguidabuscó en su corpiño(lamento tener que referirme por segunda vez a esta parte del tema) ycomprobó que las dos cartas seguían allí. Pero estaban extrañamentearrugadas.Durante lanochesesintióatontada,peropor lamañanaestaba lobastante repuesta como para viajar. Echó al buzón la carta dirigida a esedesconocido inoportuno, el caballero de Londres; acababa de entregar lasegunda carta en propia mano como le habían ordenado. Esta era la puraverdad, y, a pesar de que ella no podía reprocharse ningún descuidointencionado, estaba realmente trastornada y necesitaba seriamente que ledieran algún consejo.Al llegar a este punto, Louis cree que las secrecionescomenzaron de nuevo. Quizá fuera así, pero tiene una importanciainfinitamentemayorelqueenaquelmomentoyoperdí lapaciencia,abrí losojoseintervineenlaconversación.

—¿Yconquéfinmecuentatodoesto?

Lainconsecuentedoncellademisobrinamemiróynocontestónada.

—Procureexplicármelo,—dijeamisirviente—,tradúzcamelo,Louis.

Louis lo procuró y me lo tradujo. En otras palabras, descendióinmediatamente a las profundidades abismales de la confusión y la joven lesiguióensudescenso.Laverdadesquenorecuerdohabermedivertidonuncatanto.Aloquelosdejéenelfondodelprecipicio,mientrasmehacíangracia.Cuandomeaburrí,hiceusodemiinteligenciaylossaquéalasuperficie.

No seránecesario advertir quemi intervenciónmepermitió, a sudebidotiempo,comprenderelpropósitodeldiscursodelajoven.Descubríqueestabapreocupadaporqueel cursode losacontecimientosquemehabíadescrito le

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impidió enterarse de los encargos suplementarios que la señorita Halcombehabía confiado a la condesa. Temía que estos encargos fuesen de granimportancia para su señora. El miedo que le inspiraba Sir Percival la hizorenunciara la ideadevolveraquellanocheaúltimahoraaBlackwaterParkparapreguntarporellos,ycomolaseñoritaHalcombelehabíadichoquenoperdiese el tren de la mañana, no se atrevió a quedarse un día más en laposada.Estabaconsternadapensandoquesudesdichadodesmayolallevaraaotra desdicha de la de que su señora la creyera negligente, y me rogabahumildemente que yo le dijese si debería escribir enseguida a la señoritaHalcombeparaquelecomunicarasusrecadosporcarta,sinoerademasiadotarde.Nopido disculpas por este párrafo extremadamente prosaico.Mehanordenado escribirlo. Hay gente que, por incomprensible que parezca, seinteresamuchomásenloquedijoladoncellademisobrinaqueenloqueyoledijeaella.¡Quéaberracionesmásdivertidas!

—Le quedaría muy agradecida, señor, si tuviese usted la amabilidad deindicarmequédebohacer—mesuplicólajoven.

—Deje las cosas como están—le contesté, adaptandomi lenguaje a lascapacidadesdemiinterlocutora—.Yodejosiemprequelascosasesténcomoestán...Sí.¿Algomás?

—Si usted cree queme tomaré demasiada libertad si escribo, señor, porsupuestonomeatreveréahacerlo.Perotengotantoafánenserviramiseñoraconlamayorlealtad...

Laspersonasdelaclasebajanosabennuncacuándonicómodebensalirdeunahabitación.Invariablementenecesitanqueunsersuperior lesayudearetirarse.Yocreíllegadoelmomentodeprestaresteauxilioalajoven.Lohicepronunciandoestasdosprudentespalabras:

—Buenosdías.

En el interior o en el exterior de esta singularmuchacha algo crujió derepente.Louis,quelaestabamirando(cosaqueyonohacía),dicequecrujiócuandohizo la reverencia. ¡Quécurioso!¿Serían suszapatos, susballenasosushuesos?Louiscreequefueronsusballenas.¡Quécosamásextraordinaria!

Encuantomequedésoloechéunacabezada.Realmente lonecesitaba,ycuandome desperté vi la carta de mi queridaMarian. Si hubiera tenido lamenorideadesucontenido,estoysegurodequejamáslahubieraabierto.Perocomo desgraciadamente soy incapaz de cualquier sospecha, leí la carta.Medejótrastornadoparatodoeldía.

Por naturaleza soy una de las personas más indulgentes que jamás hahabido,disculpoatodosynoguardorencorpornada.Pero,comoyahedichoanteriormente,mipacienciatienelímites.DejéaunladolacartadeMarian,y

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mesentí,simplementemesentí,unhombreofendido.

Quiero hacer una observación. Por supuesto, en relación con el graveproblema del que estamos hablando, pues en otro caso no me la hubierapermitido.

Nadaenmiopinióndejaelabominableegoísmodelgénerohumanobajounaluztanvivayrepugnantecomoeltratamientoqueentodaslasclasesdelasociedadrecibenlossolterosdepartedeloscasados.Cuandounapersonasehamostradodemasiadoconsideradayabnegadaparaañadirunafamiliamásalasuya,alapoblaciónyaexcesivadesusamigoscasados,quenohantenidosimilar consideración y abnegación, la marcan con su vengativo repudio,designándoleservirderecipientede lamitaddesusproblemasconyugalesyun amigo nato de todos sus hijos. Losmaridos y lasmujeres hablan de laspreocupaciones de la vidamatrimonial, y los solteros las sobrellevan. Aquítienen mi propio caso. Consideradamente, me quedo soltero y mi pobrehermanoPhilipdesconsideradamente,secasa.¿Quéhacecuandomuere?Medejaencargadodesuhija.Esunamuchachaencantadora.Peroestambiénunahorrible responsabilidad. ¿Por qué debe recaer sobre mis hombros? Porquedadamicondicióninofensivadesolterotengolaobligaciónderesolvertodaslaspreocupacionesdemisparientescasados.Hagotodoloposibleporcumplirconlaresponsabilidadquemedejómihermano;casoamisobrina,despuésdeinfinitasdificultadesyfatigasconelhombrequeeligióparaellasupadre.Ellay sumarido no se llevan bien, aparecen consecuencias desagradables ¿Quéhace ella con estas consecuencias?Me las transmite amí. ¿Por quéme lastransmiteamí?Porque,enmicondicióninofensivadehombresoltero,tengola obligación de resolver todas las preocupaciones demis parientes ¡Pobressolteros!¡Pobrenaturalezahumana!

Es completamente innecesario añadir que la carta de Marian meamenazaba.Todoelmundomeamenaza.Todaclasedehorrorescaeríansobremi pobre cabeza si vacilara en convertir Limmeridge en un asilo para misobrinaensusdesdichas.Sinembargo,yovacilaba.

HeadvertidoquehastaentoncesteníaporcostumbrecederantemiqueridaMarian y de este modo evitar complicaciones. Pero en aquella ocasión lasconsecuenciasqueimplicabasuproposición,enextremodesconsiderada,erandetalnaturalezaquemehacíanpensar.SiabrieselaspuertasdeLimmeridgeaLadyGlydeofreciéndoleunasilo,¿quiénmeaseguraríaqueSirPercivalnolasiguiera hasta aquí lleno de furioso resentimiento contra mí por haberprotegido a su mujer? Vi que tal procedimiento entrañaba un laberinto depreocupacionesydecidítantearelterreno.EscribíluegoamiqueridaMarianparapedirle(puesnoteníaningúnmaridoquelareclamase)quevinieseantesella sola a Limmeridge y tratase el asunto conmigo. Si podía contestarsatisfactoriamente a mis reparos, yo le aseguraba que recibiría con mucho

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gustoanuestraencantadoraLaura,siemprequecumplieraestacondición.

A la vezme daba cuenta, desde luego, de que este aplazamiento pormipartepodríatraeraMarianaquí,yque,llenadejustaindignación,sepondríaadarportazos.Maselotroprocedimientopodría traeraquí, tambiénenestadodejustaindignación,aSirPercival,quientambiénsepondríaadarportazos,yentre lasdos indignacionesy losdos tiposdeportazos,preferí ladeMarianporqueestabaacostumbradoaella.Porconsiguiente,enviémicartaavueltade correo. Sea como fuere, ganaba tiempo con ello y, ¡Dios mío!, por lopronto,eraunaventaja.

Comoestabatotalmentepostrado(¿hemencionadoquelacartadeMarianme dejó totalmente postrado?), necesité tres días para recuperarme. Fuiirrazonable:esperabadisponerdetresdíasdetranquilidad.Porsupuestonolostuve.

Al tercerdíame llegóporcorreounacartaextremadamente impertinentedeunapersonaquenoconozcoenabsoluto.Sepresentabaasímismocomoelsocioysucesordenuestroabogado,denuestroqueridoGilmore,nuestroviejocabezota Gilmore, y me informaba haber recibido últimamente un sobreescritodepuñoyletradeMarian.Cualnofuesusorpresacuando,alabrirelsobre,nohallóotracosaqueunpliegodepapelenblanco.Estacircunstancialepareciótansospechosa(puessugeríaasuincansableimaginaciónlegalistaque la carta había sido manipulada), que escribió en seguida a la señoritaHalcombey a vuelta de correo no recibió respuesta.Ante esta situación, envezdeobrarcomounapersonasensataydejarlascosasseguirsucamino,elsiguiente absurdo que cometió por propia iniciativa fue molestarmeescribiéndome para preguntarme si sabía yo algo de lo que pasaba. ¿Quédemonios iba yo a saber de todo esto? ¿Qué necesidad tenía de alarmarmeademás de alarmarse él mismo? Le contesté expresándome en este sentido.Fue una de mis cartas más mordaces. No he escrito ninguna epístola tandesabridadesdelaquedirigíaaquellapersonatanimpertinentequesellamabaWalterHartrightcomunicándolequeestabadespedido.

Micartasurtióefecto.Novolvíatenernoticiasdelabogado.

Esto quizá no es muy extraño. Pero sí lo es la circunstancia de que norecibí la respuesta de Marian ni señales que me anunciasen su venida. Suinesperado silencio me hizo un bien extraordinario. Fue agradable yreconfortantededucir(comoyohice,porsupuesto)quemisparientescasadosvolvíanadejarmeenpaz.Cincodíasdetranquilidadinalterable,dedeliciosasoledad bendita, consiguieron reponerme.Al sexto díame sentí con fuerzassuficientes para enviar a buscar a mi fotógrafo, quien reanudó su labor deprepararlascopiasdemiscuadros,mistesorosartísticos,conelfin,comoyalohabíadicho,demejorarlosgustosdemivandálicovecindario.Acababade

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iniciarleensutareaymehallabasolocoqueteandoconmismonedascuandoinesperadamente Louis apareció en la puerta, trayéndome una tarjeta en lamano.

—¿Otra joven?—lepregunté—.Nodeseoverla.Enmiestadode salud,lasjóvenesnomesonapropiadas.Noestoyencasa.

—Estavezsetratadeuncaballero,señor.

Uncaballero,desdeluego,eraotracosa.Leílatarjeta.

¡Diosdel cielo!Era elmarido extranjerodemi insoportablehermana, elcondeFosco.

¿Es necesario que aclare cuál fuemi primera impresión en cuanto vi latarjetadelvisitante?Seguramenteno.Habiéndosecasadomihermanaconunextranjero, no había más que una impresión que pudiera experimentarcualquier hombre en buen uso de sus facultades. Estaba claro que el condehabíavenidoapedirmedineroprestado.

—Louis —dije al criado—. ¿Cree que se iría si usted le diera cincochelines?

Louis pareció desconcertado.Me causó un asombro inefable cuandomedeclaróqueelmaridoextranjerodemihermanaestabaexquisitamentevestidoyqueeralavivaestampadelaprosperidad.Enestascircunstancias,varióunpoco mi primera impresión. Di por hecho que el conde tenía tambiéndificultades matrimoniales y que había venido dispuesto, como todos losdemás,aponerlassobremisespaldas.

—¿Dijoaquévenía?—pregunté.

—ElcondeFoscohadichoquehavenidoaquí, señor,porque laseñoritaHalcombenoestabaencondicionesdeausentarsedeBlackwaterPark.

Alparecer,nuevaspreocupaciones.Noexactamentesuyas,comoyohabíasupuesto sino que venían de la queridaMarian. Fueran cuales fueren, eranpreocupaciones.¡Dios!

—Hágalepasar—ordené,conresignación.

Aprimeravista,elaspectodelcondemesobresaltó.Eraunapersona tanalarmantemente voluminosa que me estremecí. Creí ciertamente que haríatemblarelsueloyquedestrozaríamis tesorosartísticos.Másnohizoniunacosa ni otra. Estaba vestido con un ligero traje de verano; sus modalesdenotabanunadeliciosaseguridadensímismo,susonrisaeraencantadora.Miprimera impresión resultó altamente favorable. Reconocerlo no hacemuchohonoramiperspicacia,comoseverápor loque luegopasó,peroyosoyunhombrecándidopornaturalezayasíloreconozco,apesardetodo.

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—PermítamequemepresenteyomismoseñorFairlie—dijo—.VengodeBlackwaterParkytengoelhonorylafelicidaddeserelmaridodelaseñoraFosco.Quisiera aprovechar esta ventajosa circunstancia para pedirle que nometratecomoaunextraño.Leruegoquenosemueva.

—Es usted muy amable —le contesté—. Lo que yo desearía es tenerfuerzas para levantarme. Encantado de verle en Limmeridge. Siéntese, porfavor.

—Temoquehoyestéustedpasandounmaldía,—dijoelconde.

—Como siempre —le dije—. No soy más que un manojo de nerviosvestidoyarregladoparaqueparezcaquesoyunhombre.

RELATODEELIZAMICHELSON

AMADELLAVESDEBLACKWATERPARK

Se me requiere para que atestigüe con franqueza lo que sé sobre eltranscurso de la enfermedad de la señorita Halcombe y sobre lascircunstanciasenqueLadyGlydesaliódeBlackwaterParkhaciaLondres.

La razón que alegan para hacerme esta petición es quemi testimonio esnecesariopararestablecer laverdad.Soylaviudadeunclérigode la IglesiaAnglicana (obligada infortunadamente a aceptar un empleo) y me hanenseñadoquelaverdaddebeestarporencimadecualquierotraconsideración.Por eso accedo a satisfacer este requerimiento que, en otras circunstancias,habría vacilado en cumplir, no queriendo inmiscuirme en tristes asuntosfamiliares.

Noloanotéenaqueltiempoy,portanto,nopuedoestarseguradelafecha,pero creo que no me equivoco afirmando que la grave enfermedad de laseñorita Halcombe empezó en los últimos diez o quince días de junio. EnBlackwaterParksedesayunabatarde,avecesalasdiezynuncaantesdelasnueveymedia.Lamañanaaqueme refiero, la señoritaHalcombe (queerasiemprelaprimeraquebajaba)noaparecióenelcomedor.Despuésdehaberlaesperado durante un cuarto de hora fue enviada una criada a buscarla, y lamuchachasaliócorriendodelcuarto,conaspectodegranalarma.Laencontréen la escalera y entré en seguida para ver que sucedía. La pobre señoritaHalcombenoeracapazdedecírmelo.Dabavueltasporsuhabitación,conunaplumaenlamano;estabadelirando,lafiebrelaconsumía.

Lady Glyde (como ya no estoy al servicio de Sir Percival puedo, sincometer incorrección, llamar ami antigua señora por su nombre en vez de

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decir«Milady»)fuelaprimeraenacudir,viniendodesupropiodormitorio.Sealarmóypreocupótantoquenomesirviódegranayuda.ElcondeFoscoysuesposa,quesubieroninmediatamentedespués,semostraronmuyservicialesyatentos.MadamemeayudóaacostaralaseñoritaHalcombe,yelseñorcondeesperó en el salón;mandó a buscar el botiquín y preparó un jarabe para laseñoritaHalcombeyuna loción refrescanteparaaplicarleen lacabeza,parano perder el tiempo hasta que llegase el médico. No hubo modo de queconsintieseentomareljarabe,asíquetansólopudimosaplicarlelaloción.SirPercivalseencargódeenviarabuscaralmédico.Dijoalmozodecuadraquefueraacaballoacasadelmédicoquevivíamáscerca,enOakLodge,elseñorDawson.

El señor Dawson llegó antes de una hora. Era un hombre anciano yrespetable,muyconocidoentodaaquellaregión,ynosalarmómuchocuandodijoqueconsiderabaelcasomuygrave.

El señor conde entabló una conversación afable con el doctor y dio suopiniónconprudentedesenvoltura.ElseñorDawson,conescasaamabilidad,le preguntó si era médico; y cuando se le contestó que eran consejos dealguien que había estudiado medicina por afición, el doctor repuso que noacostumbraba consultar con aficionados. El conde sonrió, demostrando unaverdaderahumildadcristiana,ysaliódelcuarto.Antesdeirsemedijoquesipreguntabanporél,estaríaenlacasetadelosbotes,aorillasdellago,dondepensabapasareldía.Elporquéqueríairallí,loignoro.Perosefueypasóeneselugartodoeldíahastalassietedelatarde,horadelacena.Quizáqueríadarelejemplodemantenerencasaelmayorsilencioposible,algomuypropiodesucarácter.Erauncaballeromuyconsiderado.

LaseñoritaHalcombepasómuymalanoche;lafiebresubíaybajaba,yalamadrugadanosepusomejor,sinopeor.Comoenelvecindarionoteníamosamanounaenfermeraquepudieseasistirla,nosturnamoslacondesayyoparahacerlo. Lady Glyde insistió en la imprudencia de acompañarnos. Estabademasiado nerviosa y su salud era demasiado delicada para soportar laangustiaquelecausabalaenfermedaddesuhermana.Sóloseperjudicabaasímisma,sinprestarnosalgunaayudareal.Noexisteunaseñoramáscariñosaymásafable;peroestaba llorando,asustada,yestasdosdebilidadeshacíansupresenciaenelcuartodelaenfermacompletamenteinconvenientes.

SirPercivalyelcondevinieronporlamañanaapreguntar.

Sir Percival (me figuro que apenado ante la aflicción de su señora y laenfermedaddelaseñoritaHalcombe)parecíaperplejoyalterado.Encambiosuseñoríaelcondemanifestabaserenadignidadycompasión.Enunamanollevabaunsombrerodepajayen laotraun libro,ydelantedemídijoaSirPercivalqueseibaallagoaestudiar.

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—Vamos a dejar tranquila la casa y a no fumar dentro, ahora que laseñorita Halcombe está enferma. Usted se va por su lado y yo por el mío.Cuandoestudiomegustaestarsolo.Buenosdías,señoraMichelson.

Sir Percival no era tan amable, —quizá, para ser justa, deba decir tansereno—paradespedirsedemíconlamismacortesíayatención.Laverdadesque la únicapersonade la casaque, tanto entonces como siempre,me tratócomoaunaseñoraqueseencuentraencircunstanciasadversasfueelconde.Susmodaleseranlosdeunauténticocaballero,ycontodosmostrabalamayorconsideración. Incluso la joven (llamada Fanny) que servía a Lady Glyde,pasóinadvertidaparaél.CuandoSirPercivalladespidió,elconde(almismotiempoquemeenseñabasuspreciosospajaritos)meestuvopreguntandoporella,vivamenteinteresadoporsaberquéhabíasidodeella,adondefuecuandoabandonó Blackwater Park, y otras cosas. En estos pequeños detalles seconocea laspersonasdenoblecuna.Noquierodisculparmeporeste inciso;estas consideraciones particulares deben hacer justicia al señor conde, pueshayalgunosquelojuzgan,ylosémuybien,conbastantedureza.Uncaballeroquesaberespetaraunaseñoraqueseencuentraencircunstanciasadversas,uncaballeroquesepreocupapaternalmenteporlasuertedeunahumildesirvientademuestratenersentimientosyprincipiosdeordensuperiorquenopuedenserpuestos en duda a la ligera. No intento adelantar juicios; no hagomás quepresentarhechos.Midivisaenlavidaesnojuzgarparanoserjuzgada.Unode los sermones más preciosos de mi querido esposo se basaba en estaspalabras. Lo leía constantemente—tengo un ejemplar de la edición que sehizo por suscripción, en los primeros días de mi viudez— y cada vez quevuelvoaleerlomeaportaunbeneficioespiritualenormeyedificante.

La señorita Halcombe no experimentaba mejoría alguna, y la segundanoche fue aún peor que la primera. El señor Dawson la visitaba conregularidad. Los cuidados de la enfermera seguían compartidos entre lacondesa y yo; Lady Glyde persistía en su idea de acompañarnos, aunquenosotrasdoslapersuadíamosparaquedescansaraunpoco.

—MisitioestájuntoaMarian—erasuinvariablerespuesta—.Puedoestarbienomal,peronadameobligaráaapartarmedeella.

Hacia el mediodía bajé para atender algunas de mis obligacionescotidianas.Unahoradespués,cuandoregresabaalcuartodelaenferma,vialconde(quehabíasalidodecasatemprano,porterceravez)queentrabaenelvestíbulocon todoelaspectodeestardemuybuenhumor.EnaquelmismoinstanteSirPercivalasomólacabezaporlapuertadelabibliotecaysedirigióasunobleamigoconextremaansiedad,pronunciandoestaspalabras:

—¿Lahaencontrado?

El rostro esférico del señor conde se llenó de hoyuelos: sonreía

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plácidamente, sin decir palabra en respuesta.Almismo tiempo,Sir Percivalvolvió la cabeza,me vio dirigirme hacia la escalera ymemiró con ceño yrabiamáximos.

—Vengaaquíydígamequehapasado—dijoalconde—.Cuandoenunacasahaymujeres,siemprehayalgunaquesubeobajaescaleras.

—Mi querido Percival —objetó con voz suave el señor conde—. LaseñoritaMichelson tieneobligacionesquecumplir.Por favor, reconozcaquelas cumple a la perfección como lo hago yo sinceramente. ¿Cómo está laenferma,señoraMichelson?

—Sientodecirlequenomejora,señor.

—¡Qué cosa más triste! —observó el conde—. La encuentro cansada,señoraMichelson.Yaeshoradequeustedymimujertenganaalguienquelasayudeacuidarde la señoritaHalcombe.Creoquepodréproporcionarleestaayuda. Han surgido ciertas circunstancias que obligarán aMadame Fosco ahacerelviajeaLondresmañanaopasado.Seiráporlamañanayvolveráporlanoche,ytraeráconsigo,paraqueustedpuedadescansar,aunaenfermeradeexcelente conducta y competencia que ahora está desocupada. Mi mujer laconocecomounapersonadignadetodaconfianza.Leruegoquenodiganadade esto al médico antes de que ella esté aquí, pues siendo cosa que hepropuesto yo estoy seguro de que lo verá con malos ojos. Ella misma sepresentarácuandovenga,yelseñorDawsontendráquereconocerquenohaymotivo para no aceptar sus servicios. Lomismo dirá LadyGlyde. Tenga labondaddepresentarasuseñoramisrespetos.

Expreséalseñorcondemiagradecimientoporsusamablesatenciones.SirPercival me interrumpió llamando a su noble amigo (empleando, lamentodecirlo, una expresión blasfema) para que entrase en la biblioteca y no lehicieseesperarmástiempo.

Subí. Somos pobres criaturas erráticas; y por principios que tenga unamujer, no siempre puede estar alerta ante la tentación de sucumbir a unaociosa curiosidad.Me avergüenza decir que, en aquella ocasión, una ociosacuriosidadse sobrepusoamisprincipiosymehizopreguntarmesin razónaquésereferíalapreguntadeSirPercivalquehizoasunobleamigodesdelapuerta de la biblioteca. ¿Aquién esperaba encontrar el conde cuandopor lamañana se dirigió a orillas del lago para dedicarse al estudio? Podríapresumirse que se trataba de una mujer, a juzgar por la pregunta de SirPercival.No sospeché del conde que hubiese cometido una inconveniencia;conocía demasiado bien lamoralidad. La única pregunta queme hacía era:«¿Lahaencontrado?».

Para abreviar: la nochepasó comode costumbre, sinque se apreciase la

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menorvariaciónenelestadodelaseñoritaHalcombe.Aldíasiguienteparecióque se notaba una ligeramejoría, y la señora condesa, sin decir a nadie, ymenosenmipresencia,elobjetodesuviaje,tomóeltrendelamañanaparaLondres;sunobleesposo,tanatentocomosiempre,laacompañóalaestación.

Por tanto, quedé yo sola a cargo de la señoritaHalcombe, con todas lasapariencias de que me sustituyera algún rato Lady Glyde, en vista de supropósitodenosepararsenuncadesuhermana.

Elúnicosucesodignodemenciónocurridoduranteeldía,fuequeentreelcondeyeldoctorhubootrodesagradablealtercado.

Alvolverdelaestación,suexcelenciasedetuvoenelsalóndelaseñoritaHalcombe para interesarse por ella. Salí del dormitorio para darle noticiasaprovechandoqueenaquelmomentoLadyGlydeyelseñorDawsonestabanal lado de la enferma. El conde me estuvo haciendo preguntas sobre eltratamientoysobre los síntomas.Ledijequeel tratamientoempleadoeraelllamadosalinoyque lossíntomasqueseobservabanentreataquesdefiebreeranunadebilidadcrecienteyelagotamiento.Enelmomentoenqueestabadiciendoesto,elseñorDawsonsaliódeldormitorio.

—Buenosdías—ledijosuexcelenciasaliendohaciadelanteconlamayorurbanidad y deteniendo al doctor con una delicada resolución imposible deresistir.—Temomuchoquehoynohavislumbradoustedmejoríaalgunaenlossíntomas¿verdad?

—Heencontradounamejoríaapreciable—contestóeldoctorDawson.

—¿Persisteustedensutratamientoparacombatirlafiebre?—continuóelseñorconde.

—Persisto en él, pues está justificado por mi propia experienciaprofesional—contestóeldoctorDawson.

—Permítame que le haga una pregunta respecto al amplio concepto deexperienciaprofesional—repusoelconde—.Nopretendodarleconsejos,sólodeseo averiguar una cosa. Usted vive a cierta distancia de los gigantescoscentros de actividad científica, que sonLondres y París. ¿No ha oído ustedhablar de cómo pueden combatirse los efectos devastadores de la fiebreadministrando con discreción y entendimiento al enfermo extenuado coñac,vino, amoníaco y quinina para fortalecerlo? ¿Ha llegado alguna vez a susoídosestanuevaherejíadelasautoridadesmédicasmásilustres,síono?

—Siunprofesionalmehicieraestapreguntaselacontestaríaconplacer—dijoeldoctorabriendolapuertaparasalir—.Ustednoesunprofesionalymepermitodejarlesinrespuesta.

Al recibir esta bofetada imperdonablemente villana en una mejilla, el

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conde, como un cristiano practicante, inmediatamente ofreció la otra y dijoconlamayordulzura:

—Buenosdías,señorDawson.

Si mi difunto y amado esposo hubiera tenido la suerte de conocer a suexcelencia,¡enquéestimacióntanaltasehabríantenidoelunoalotro!

Su excelencia la condesa volvió aquella noche en el último tren,acompañadadelaenfermeradeLondres.MedijeronquesellamabalaseñoraRubelle. Su aspecto y su acento al hablar inglés me demostraron que eraextranjera.

Siemprehepretendidoserhumanaeindulgenteconlosextranjeros.Ellosnotienennuestrasvirtudesynuestrasventajas,puescasitodossehaneducadoen los errores ciegos del papismo. También seguía en mi vida el precepto,comolosiguiómilloradoesposo(véaseelsermónXXIXdelacoleccióndelreverendo Samuel Michelson, Magistrado de Artes, que en paz descanse),trataralosdemáscomoqueríaquemetratasenamí.Teniendoencuentaestasdos consideraciones no diré que la señora Rubelle era una persona bajita,enjutaymaliciosadeunoscincuentaaños,conunatezoscuraodecomplexiónde criolla, y con ojos observadores de color gris claro. Tampoco quieromencionar,porlasrazonesquehealegado,quepenséquesuvestido,aunqueera una discreta seda negra, era excesivamente lujoso en su calidad einnecesariamenterefinadoensusadornosyhechurasparaunapersonadesuposición.Nomegustaríaquesedijesendemíestascosasy,portanto,nodebodecirlasde la señoraRubelle.Tansólomencionaréquesusmodaleseran—aunque quizá, nada desagradables en su reserva— demasiado reposados ymodestos,yquemirabamuchoasualrededoryhablabamuypoco,cosaquesedebía,sindudaalamismamodestiadesuposiciónyasudesconfianzaalverseenBlackwaterParkyqueelladeclinómiinvitaciónacenar(cosaquizáextrañaperonadasospechosa,¿verdad?),aunqueyolahiceconcortesía.

Porindicaciónexpresadelconde(¡tanpropiadesuindulgentedelicadeza!)sedecidióquelaseñoraRubellenoempezaríaadesempeñarsusobligacionesde enfermera hasta que el doctor la conociese y diese el visto bueno, a lamañana siguiente. Aquella nocheme quedé yo velando a la enferma. LadyGlydeparecíacontrariadaporlaideadequelanuevaenfermeraseocupasedelaseñoritaHalcombe.Estaintransigenciahaciaunaextranjeramanifestadaporunapersonadesueducaciónydesurefinamientomesorprendió.Meaventuréadecirle:

—Señora,nodebemosprecipitamosennuestrosjuiciosrespectoanuestrosinferiores,sobretodocuandovienendepaísesextraños.

LadyGlydenoparecióescucharme.Suspiróybesólamanodelaseñorita

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Halcombe, que descansaba sobre la colcha. Un gesto escasamente prudenteparahacerloenelcuartodeunaenfermaalaquenoconveníaexcitarenmodoalguno. Pero la pobre Lady Glyde no sabía nada de cómo se cuida a losenfermos,nolosabíaniremotamente,sientodecirlo.

A lamañana siguiente ordenaron a la señoraRubelle que fuese al salónparapresentarsealdoctorcuandoéstesedirigiesealdormitorio.

DejéalaseñoritaHalcombeconLadyGlyde,queestabadormitando,ymereuníconlaseñoraRubelleparaayudarleanosentirseextrañanipreocupadaacausadelainseguridaddesusituación.Peroaparentementeellanoloveíadeestemodo.Teníaunairedesatisfacciónanticipadoporelhechodequeelmédicoibaaaprobarsupresencia,yestabasentadatranquilamentejuntoalaventana tomandoelairedecampoqueparecíaagradarleenextremo.Ciertaspersonas quizá hubieran considerado esta actitud como una muestra deinsolencia. Permítanme decir que yo la juzgué con más liberalismoatribuyéndolaaunaextraordinariapresenciadeánimo.

Enlugardevenireldoctordondeestábamosmeavisaronparaquefueseyoensubusca.Penséquehabíaalgoraroenaquelcambio,peroparecíaquealaseñoraRubelle aquello no la afectaba en absoluto. Salímientras ella seguíamirandotranquilamenteporlaventana,gozandodelairecampestre.

El señor Dawsonme estaba esperando en el salón del desayuno; estabasolo.

—Quiero hablarle de la nueva enfermera, señora Michelson —dijo elmédico.

—Usteddirá,señor.

—VeoquelahatraídodeLondreslamujerdeeseextranjeroviejoygordoque siempre busca motivos para discutir conmigo. Señora Michelson, eseextranjeroviejoygordoesuncharlatán.

Aquelloeramuyrudo.Comoesnatural,meindigné.

—¿Se da usted cuenta señor —le dije—, de que está hablando de uncaballero?

—¡Bah! No es el primer charlatán que comercia con su nombre. Todosellossoncondes,¡queeldiabloloslleve!

—Nosería amigodeSirPercival, señor, si noperteneciera a lamás altaaristocracia,exceptuandolaaristocraciainglesa,porsupuesto.

—Muy bien, señora Michelson; llámele como guste y volvamos a laenfermera.Yaheexpresadomiobjecióncontrasupresencia.

—¿Antesdehaberlavisto,señor?

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—Sí,antesdehaberlavisto.Podráserlamejorenfermeraqueexista,perono es una persona recomendada por mí. He expuesto esta objeción a SirPercival como dueño de la casa. Pero nome ha hecho caso. Dice que unapersonarecomendadapormí tambiénhubierasidounaextranjera traídaaquídesde Londres; cree que hay que probarla, ya que la tía de sumujer se hamolestadoeniraLondresparabuscarla.Enpartetienerazón,ynotengounmotivodecenteparadecirqueno.Perohepuestolacondicióndequedejaráenseguidasupuestosimedaelmenormotivodequeja.Comotengociertoderecho, enmi calidaddemédicode cabecera, a proponer este acuerdo,SirPercival loha aceptado.SeñoraMichelson, séquepuedoconfiar enustedyquiero que durante los dos o tres primeros días observe a la enfermera conatenciónyvigilequenodéalaseñoritaHalcombeotrosmedicamentosquenoseanmíos.Sucaballeroextranjerosemueredeganasdeprobarsusremediosdecharlatán(mesmerismoincluido)conmipaciente,ylaenfermeratraídaporsu mujer puede estar demasiado dispuesta a ayudarle. ¿Comprende usted?Muybien,entoncespodemossubir.¿Estáallílaenfermera?Quierodecirledospalabrasantesdepermitirlequeentreenelcuartodelaenferma.

Encontramos a la señoraRubelle disfrutando del aire junto a la ventanacomocuandomehabíaido.AlpresentarlealseñorDawsonnopareciódejarsecohibir ni por las miradas suspicaces del doctor ni por sus preguntasinquisitivas.Lecontestabaconcalmaenuningléscalamitosoy,apesardequeelmédico hizo lo posible por desconcertarla, en ningúnmomento demostróignorar el menor detalle de sus obligaciones. Sin duda su calma era elresultadodesupresenciadeánimocomohedichoantes,ynodelainsolencia.

Entramosjuntoseneldormitorio.

La señora Rubelle miró con mucha atención a la enferma; hizo unareverenciaaLadyGlyde;devolviódosotrescosasasusitioysesentóenunrincónaesperartranquilamentequesenecesitasedesusservicios.Miseñoraparecía angustiada ymolesta por la presencia de la desconocida enfermera.Nadie decía nada por temor a despertar a la señoritaHalcombe, que seguíadormitando, menos el doctor, que susurró una pregunta sobre cómo habíapasadolanoche:

—Como siempre—contesté en voz baja; y el señorDawson salió de laestancia.

LadyGlydelesiguiómefiguroqueparahablardelaseñoraRubelle.Pormiparte,estabaseguradequeaquellaextranjerallenadecalmaseharíadueñade la situación.Era unamujer despierta y nohabía duda de que conocía sutrabajo. En todo caso, no creo que yo hubiese podido asistir mejor a laenferma.

Los tres o cuatro primeros días, recordando la advertencia del doctor,

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sometíalaseñoraRubelleaunarigurosaobservación,tanfrecuentecomoeraposible.Entréunayotravezenelcuartoderepenteysinhacerruido,ynuncalasorprendíenalgunaactividadsospechosa.LadyGlyde,quelavigilabacontanta atención como yo, tampoco descubrió nada. Jamás observé señales dequehubieratocadolosfrascosdelasmedicinas;jamásvialaseñoraRubelledirigir palabra al conde, ni al conde hablar con ella.Cuidaba de la señoritaHalcombe con atención y delicadeza indiscutibles. La pobre señorita seagitaba dando vueltas en la cama; ora se sumergía en una especie deagotamientosomnolientoentredesfallecidaydormitando,ora losataquesdefiebrelehacíandelirar.LaseñoraRubellejamáslamolestóenelprimercaso,nilaasustóconlaaparicióndemasiadosúbitadeunaextrañaasuladoenelsegundo. Honremos al que lo merece (sea extranjero o inglés) y yo, conimparcialidad, reconozco los méritos de la señora Rubelle. Eraextraordinariamente reservada en todo lo que se refería a ella misma ymostraba una excesiva independencia y serenidad ante cualquier consejo delaspersonasexperimentadasqueconocíancómosedebecuidaraunaenferma,pero a pesar de estos dos inconvenientes era una buena enfermera. No diojamáselmásligeromotivodequejaniaLadyGlydenialdoctorDawson.

Otro acontecimientode importanciaqueocurrió en la casapocodespuésfuelabreveausenciadelconde,aquiensusasuntosobligaronadesplazarseaLondres.SefueporlamañanadelcuartodíadelallegadadelaseñoraRubelle(creo yo); y al irse habló enmi presenciamuy seriamente con LadyGlydesobrelaenfermedaddelaseñoritaHalcombe.

—Confieseunosdíasmás,siloprefiere,aldoctorDawson.Perosienestetiemponosevemejoríaalguna,aviseaLondresparaquevengaotromédicoen consulta, a quien esamula de Dawson tendrá que aceptar a pesar suyo.OfendaalseñorDawsonysalvealaseñoritaHalcombe.Selodigoenserio,yledoymipalabradehonordequeselodigodecorazón.

Suexcelenciahablóconverdaderoafectoyemoción.PerolapobreLauraGlydeteníalosnerviostandestrozadosqueseasustósólodeoírle.Sepusoatemblardepiesacabezayledejómarcharsincontestarlepalabra.Sevolvióamíencuantohubosalido,ymedijo:

—Señora Michelson, ¡tengo destrozado el corazón pensando en mihermana,ynotengounamigoquemeaconseje!¿CreeustedtambiénqueeldoctorDawson está equivocado?Estamismamañanamedijoqueno corríapeligroyquenohabíanecesidaddellamaraotromédico.

—ContodoslosrespetoshaciaeldoctorDawson,—lerespondí—,yoensulugar,milady,pensaríaenelconsejodelconde.

Lady Glyde me dio la espalda bruscamente con expresión dedesesperación,quenomepudeexplicar.

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—¡Suconsejo!—dijoasímisma—.Diosnosayude...¡Suconsejo!

Sinorecuerdomal,elcondeestuvoausentedeBlackwaterParkcercadeunasemana.

Sir Percival parecía echarle de menos; en varias ocasiones estuvo muyabatidoypreocupado,creíayoqueporelambientetristedelacasa.Algunasvecesseponíataninquietoquenopodíapormenosquedarmecuentadeello;iba y venía de una parte a otra y pasaba días andando arriba y abajo por elparque.PreguntabacondetallesobreelestadodelaseñoritaHalcombeydesuesposa (cuya salud peligraba, lo cual parecía causarle una sincerapreocupación).Yocreoquesucorazónsehabíaablandadomucho.Sihubieratenido a su lado a un amigo clérigo —un amigo como el que hubieraencontrado en su excelente esposa—sehabríaproducido enSirPercival unsaludableprogresomoral.Raravezmeequivocoenestaclasedejuicios,puesdurantelosfelicesdíasdemimatrimonioadquirílaexperienciaquemeguía.

Suexcelencialacondesa,queeralaúnicaquepodíaacompañarentoncesaSir Percival en los salones de la planta baja, me parecía que más bien lodescuidaba.Oquizáfueseélquienladescuidabaaella.Unextrañosehubierainclinadoapensarqueprocurabanevitarseelunoalotro,ahoraqueestabansolos. Más, desde luego, no era esto. Sin embargo, ocurría que la condesacenabaa lahorademerendaryalatardecersubíaalcuartode laenferma,apesar de que la señora Rubelle se había hecho cargo de todas sus antiguasobligaciones.SirPercivalcenabasoloyunavezoídeciraWilliam(sucriado)quesuamosehabíapuestoamediaracióndecomidayadobledebebida.Nodoy importancia a una observación tan insolente como ésta, hecha por unsirviente.Lareprochéentoncesyesperoquemecomprendansienlapresenteocasiónrepitoquelarepruebo.

Durante el curso de los días siguientes la señorita Halcombe pareciómejoraralgo.NuestraconfianzaenelseñorDawsonrenació.ElparecíaestarsegurodelcasoymanifestóaLadyGlyde,cuandoellalemencionóeltema,queenelinstanteenquetuvieralamásligeradudasobreloquesedebíahacerenviaríaabuscaraotromédicoenconsulta.

La única persona que no pareció animarse con estas palabras fue lacondesa.Medijoenprivadoquenopodíaestartranquila,mientraslaseñoritaHalcombeestabaconfinadaalaautoridaddelseñorDawson,yqueesperabaconansiaque sumarido,al regreso,diese suopinión.Debía regresar, segúnanunciabaensuscartas,endosotresdías.Elcondeylacondesaseescribíancadamañana,mientrassuexcelenciaestabaausente.Enestedetalle,comoenlosdemás,eranunmodelodematrimonio.

La tarde del tercer día noté un cambio en la señoritaHalcombe quemeprodujounaprofundapreocupación.La señoraRubelle lo notó también.No

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dijimosnadaaLadyGlyde,queenaquelmomentoestabadurmiendo,vencidaporelagotamiento,enelsofádelsalón.

ElseñorDawsonvinoaqueldíamástardequedecostumbre,yencuandovioalaenfermasurostrosealteró.Tratódedisimular,peroparecíaalarmadoy almismo tiempodesconcertado.Envió a su casa en busca del botiquín, yordenóquesehiciesenpreparativosparadesinfectarelcuartoysepreparaseunacamaenlacasa.

—¿Hacausadolafiebreunainfección?—lepreguntéenunsusurro.

—Temoquesí—mecontestó—.Mañanalosabremosconseguridad.

Por indicación del propio señor Dawson se mantuvo a Lady Glyde enignorancia sobre el empeoramiento. El mismo le prohibió rotundamente,pretextandosupropioestadodesalud,reunirseconnosotroseneldormitorioaquellatarde.Ellaintentóoponerse—aquellafueunaescenatriste—,peroeldoctoralegósuautoridadmédicaysesalióconlasuya.

A lamañanasiguiente,a lasonce, seenvióaLondresuncriadoconunacartaparaunmédicode laciudadycon lasórdenesdevolverconelnuevodoctor en el primer tren que saliese.Media hora después de haberse ido elcriadollegóelcondeaBlackwaterPark.

Lacondesa,bajosupropiaresponsabilidad,lollevóinmediatamenteavera la paciente. Yo no encontré nada impropio en que ella se tomara aquellalibertad.SuexcelenciaeraunhombrecasadoqueporedadpodíahabersidoelpadredelaseñoritaHalcombeylaveíadelantedeunapariente:suesposaytíadeLadyGlyde.Sinembargo,elseñorDawsonprotestócontrasupresenciaen la habitación, pero, como pude observar claramente, estaba demasiadoalarmadoparaoponerunaseriaresistenciaenaquellaocasión.

Lapobreenfermanoconocíabienalosquelarodeábamos.Parecíacreerquesusamigoseranenemigos.Cuandoelcondeseacercóasucama,susojos—queconstantementehabíanestadohastaentoncesdandovueltasportodosucuarto—sefijaronensurostrocontalexpresióndeterrorquemientrasvivano podré olvidar aquellamirada. El conde se sentó junto a ella, le tomó elpulso y puso la mano sobre la frente y luego se volvió hacia el doctor,contemplándolocontalindignaciónydesprecioquelaspalabrasmurieronenlabocadelseñorDawsonyduranteunosmomentossequedóinmóvil,pálidodeiraydesasosiego,pálidoysinpoderdecirpalabra.

Luegosuexcelenciamemiróamí.

—¿Cuándoseprodujoelcambio?—mepreguntó.

Selodije.

—Desdeentonces,¿haentradoenestecuartoLadyGlyde?

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Le contesté que no. La noche anterior el doctor había prohibidoterminantemente entrar en la habitación y había reiterado la orden aquellamañana.

—¿Sehandado cuentaustedy la señoraRubellede la gravedadde estarecaída?—fuesusiguientepregunta.

Lerespondíquesabíamosqueeraunaenfermedadinfecciosa.Medetuvoantesdequeyopudieracontinuar.

—Eseltifus—dijo.

DurantelospocosminutosenquesesucedíanestaspreguntasyrespuestaselseñorDawsonsehabíarepuestoysedirigióalcondeconsuacostumbradafirmeza.

—No es tifus—dijo secamente—, y protesto contra su intrusión. Nadietiene aquí derecho a hacer preguntas más que yo. He cumplido con miobligaciónempleandotodasmishabilidades...

Elcondeleinterrumpió,noconpalabras,sinosimplementeseñalandoalaenferma.

El señor Dawson pareció entender aquella objeción silenciosa comodirigidacontralaafirmacióndesushabilidadesyelloaumentósuindignación.

—Hedichoquehecumplidoconmiobligación—repitió—.SehaenviadoabuscarunmédicoaLondres.Consultaréconél sobre lanaturalezadeestafiebreyconnadiemás.Insistoenquesalgadeestecuarto.

—Heentradoenestecuartoennombredesagradosdeberesdehumanidad,señor—respondióelconde—,yennombredeesosmismosdeberesvolveréaentrarsiporalgúnmotivoelmédicotardaenllegar.Levuelvoarepetirquelafiebre ha evolucionado en tifus y que con su tratamiento se ha hecho ustedresponsabledeestelamentablecambio.Siestadesgraciadajovensemuriese,yo testimoniaré ante los tribunales por su ignorancia y su obstinación, quehabránsidolacausadesufallecimiento.

AntesdequeelseñorDawsonpudiesecontestarydequeelcondesaliesedelahabitación,seabriólapuertayaparecióLadyGlydeenelumbral.

—Deboyquieroentrar—dijo,conextraordinariafirmeza.

En lugar de detenerla, el conde le cedió el paso y salió al salón. Encualquierotracircunstanciaeraelúltimoserhumanoquesehubieraolvidadode algo, pero con la sorpresa del momento aparentemente no pensó en elpeligrodeunainfeccióndetifusyenlaurgentenecesidaddeobligaraLadyGlydeatomareldebidocuidadodesímisma.

Antemi asombro, el señorDawsonmostrómayor presencia de ánimo y

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detuvoamiladycuandodioelprimerpasoparaacercarsealacama.

—Estoy desolado, lo siento en el alma—le dijo—.Temomucho que lafiebresea infecciosa.Hastaque tengacompletaseguridaddequeno loes lesuplicoquenoaparezcaenestecuarto.

Lady Glyde intentó luchar, pero de repente dejó caer los brazos y setambaleó. Se había desmayado. La condesa y yo la cogimos de brazos deldoctorylallevamosasucuarto.Elcondenosprecedióyesperóenelpasillohasta que yo salí y le dije que habíamos conseguido que recobrase elconocimiento.

Fui a ver al médico para decirle de parte de Lady Glyde que deseabahablarle inmediatamente. Aquel acudió enseguida para tranquilizarla y paraasegurarlequeenpocashorasestaríaallíelmédicolondinense.Aquellashorastranscurrieron con lentitud. El conde y Sir Percival estuvieron abajo y decuandoencuandomandabanapedirnoticias.Porfin,entrecincoyseisdelatarde,ycongranaliviopornuestraparte,llegóelmédico.

EramásjovenqueelseñorDawson;eraunhombreserioydecidido.Nopuedodecirquépensaríadeltratamientoquesehabíaseguidoperomeextrañóque nos preguntase más detalles a la señora Rubelle y a mí que al mismodoctor, y no pareció prestar gran atención a lo que decía el señor Dawsonmientrasexaminabaasupaciente.Empecéasospecharalvertodoaquelloqueel conde tenía razón desde el principio en todo lo que decía acerca de laenfermedad;ymeconfirméenestaopinióncuandopor finelseñorDawsonhizolaúnicapreguntaimportantequeseesperabaquecontestaseeldoctordeLondres,paralocualselohabíahechovenir.

—¿Quéopinausteddelafiebre?—preguntó.

—Estifus—dijoelmédico—.Estifus,sindudaalguna.

Aquellasilenciosaextranjera,laseñoraRubelle,cruzósusmanosmorenasy delgadas y me miró con una sonrisa significativa. El propio condedifícilmentesehubieramostradomássatisfechosihubieseestadopresenteenlahabitaciónysihubieseoídoconfirmadasupropiaopinión.

Después de habernos hecho algunas indicaciones útiles para tratar a laenferma y prometiendo volver dentro de cinco días, el doctor se retiró paraconsultar el casoprivadamenteconel señorDawson.Noquisoopinar sobrelasposibilidadesderecuperaciónqueteníalaseñoritaHalcombe:dijoqueenaquelperíododelaenfermedadnoeraposiblepronunciarseenunsentidooenotro.

Loscincodíastranscurrieronllenosdeansiedad.

LacondesaFoscoyyonosturnábamospararelevaralaseñoraRubelle.El

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estadodelaseñoritaHalcombeempeorabacadadíaynecesitabaelmáximodenuestros cuidados y nuestra atención. Fueron unos días terriblementeasustadores. Lady Glyde (sostenida, como decía el señor Dawson, por laconstantetensiónquelecausabalapreocupaciónporsuhermana)serecuperódeunmodoextraordinarioymostrabauna firmezayunadeterminaciónquejamáshubieseyosospechadoenella.Seempeñóenentrarenelcuartodelaenferma dos o tres veces al día para ver con sus propios ojos a la señoritaHalcombe,prometiendonoacercarsedemasiadoalacamasieldoctoraccedíaasuruegodeverla.ElseñorDawsonaccediódemuymalavoluntad;creoquecomprendía que discutir con ella era inútil. LadyGlyde entraba cada día ymanteníasupalabraabnegadamente.Meentristecía(merecordabamipropiaaflicción durante la última enfermedad de mi esposo) ver como sufría ensemejantes circunstancias, y ruego que seme permita no detenermemás enestapartedemirelato.MeresultamásagradablemencionarqueentreelcondeyelseñorDawsonnohubomásdisputas.Suexcelenciaseenterabadelcursodelaenfermedadmedianteterceraspersonas,yseencontrabatodoel tiempoabajo,encompañíadeSirPercival.

Alquintodíavolvióelmédicoynosdiounaligeraesperanza.Dijoqueeldécimo día después de que semanifestaron los primeros síntomas del tifussería probablemente decisivo para el desenlace de la enfermedad, y anuncióuna tercera visita para aquella fecha. El tiempo pasó sin novedad alguna,excepto que el conde de nuevo fue unamañana a Londres y regresó por lanoche.

AldécimodíalaDivinaProvidenciaquisolibrarnosdeaquellaansiedadydesasosiego. El médico aseguró positivamente que la señorita Halcombe sehallabafueradepeligro.«Ahoranonecesitamédicos,todoloquelehacefaltapor ahora esuna atentaobservacióny cuidados, yveoque los tiene».Estasfueron suspalabras.Aquellanoche leí el emocionante sermóndemi espososobre«Laconvalecenciaenlaenfermedad»,yrecibíunafelicidadyprovecho(desde el punto de vista espiritual) que no recuerdo haber recibido de sulecturaanteriormente.

El efecto de estas buenas noticias resultó, lamento decirlo, funesto paraLadyGlyde.Estabademasiadoagotadaparaaguantarunareacciónviolentay,alcabodeunoodosdías,sesumióenunestadodedebilidadydedepresiónquelaobligóarecluirseensucuarto.Descansoyquietudymástarde,cambiode aire, fueron los mejores remedios que pudo aconsejarle el doctor.Afortunadamentenoeranadagravepueselmismodíaenquesequedóensucuartoelcondeyel señorDawson tuvieronotradesavenencia;yestavez ladiscusiónfuedecaráctertanserioqueelseñorDawsonabandonólacasa.

Yo no presencié la escena, pero tengo entendido que el objeto de ladiscusión fue la cantidad de alimentos que se precisaban para ayudar a la

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convalecenciade laseñoritaHalcombe,extenuadapor la fiebre.Viendoasupacientefueradepeligro,elseñorDawsonestabamenosdispuestoquenuncaaaceptarlainjerenciadeunprofano,yelconde(noconsigocomprenderporqué) perdió el dominio de sí mismo que tan juiciosamente mantenía enanteriores ocasiones, reprendiendo al doctor una y otra vez por suequivocación al respecto de la fiebre que se transformó en tifus. EsedesgraciadoincidenteterminóconqueelseñorDawsonexigieralapresenciadeSirPercivalparaamenazar(ahoraquepodíamarcharsesinponerenpeligroalgunoalaseñoritaHalcombe,condejardevisitarBlackwaterPark,sinosesuprimíanparasiempre,apartirdeaquelmomento,lasinjerenciasdelconde.LarespuestadeSirPercival(aunquesinintencióndeserdescortés)sólopusolascosaspeor;yalescucharla,elseñorDawsonabandonólacasaenunestadode indignación extrema ante la forma de ser tratado por el conde, y a lamañanasiguienteenviósufactura.

Portanto,nosquedamossinlaasistenciadeunmédico.Aunquerealmentenohabíanecesidaddeotrodoctor,pues,comonosdijoelmédicodeLondres,todo lo que necesitaba la señorita Halcombe eran la observación y loscuidados. Si hubiesen consultado mi opinión, de todas formas hubieraprocuradounaasistenciaprofesionaldirigiéndomeaalgunalocalidadcercana,siquieraporguardarlasapariencias.

SirPercivalnocompartíamiopiniónsobreelasunto.Declaróquehabríatiempo de llamar a otro médico si la señorita Halcombemanifestaba algúnsíntoma de recaída. Mientras tanto podíamos consultar al conde cualquierdificultad menor y no debíamos molestar sin necesidad a nuestra paciente,dadosuactualestadodeagotamientoynerviosismo,pueslapresenciadeunextraño a su lado la sobresaltaría. En gran parte eran razonables estasconsideraciones, peronoobstantemedejaronun tanto intranquila.Tampocomepareciómuyacertadoocultar,talcomohicimosaLadyGlyde,laausenciadelseñorDawson.Admitoqueeraunengañopiadoso,puesellanoestabaencondicionesde recibirmásdisgustos.Peroapesarde todoeraunengaño,ycomo tal, para una persona demis principios, significaba un procedimientodudoso.

Otra circunstancia desconcertante que tuvo lugar aquelmismodía y queme cogió por completo de sorpresa, aumentó notablemente la sensación deangustiaqueempezabaaadueñarsedemí.

Enviaron a buscarme para que fuese a la biblioteca a hablar con SirPercival. El conde, que estaba con él cuando llegué, se levantóinmediatamenteynosdejósolos.SirPercivalmepidiócongranamabilidadqueme sentase y luego se dirigió amí en los siguientes términos, quemedejaronatónita:

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—Deseo hablar con usted, señora Michelson, de un asunto que habíapensadoyahacealgúntiempoyque,sinoselohabíaplanteadoantes,fueacausa de la enfermedad y el desasosiego que reinan en la casa. En pocaspalabras, tengo razones para marcharme de aquí inmediatamente,encargándolelavigilanciadelacasa,comosiempre.EncuantoLadyGlydeyla señorita Halcombe estén en condiciones de ponerse en camino, las dosdeberán hacerlo para cambiar de aires. Antes de ello mis amigos, el condeFoscoylacondesa,nosdejaránparainstalarseenlosalrededoresdeLondres.Ytengorazonesparanoofrecermicasaaotrosinvitados,conelfindeahorraren lo que pueda. No lo digo como reproche, pero mis gastos aquí sonrealmenteexcesivos.Abreviando:voyavenderloscaballosydespediratodosloscriados.Comosaben,yonuncahagolascosasamediasymañanaaestahoraquierotenerlacasalimpiadetodaesagenteinútil.

Yoleescuchabaabsolutamenteperpleja.

—¿Quiere decir, Sir Percival, que tengo que despedir a los criados queestánamicargo sinavisarles, comoseacostumbrahacer,unmesantes?—pregunté.

—Por supuestoquees eso loque ledigo.Todosestaremos fueradeestacasa antes de unmes y no pienso dejar aquí a los criados vagueando y sinnadiequelosvigile.

—¿Quiénvaaguisar,señor,mientrasesténustedesaquí?

—Margaret Porcher sabe freír y cocer, dígale que se quede. ¿Para quéquieroyounacocinerasinopiensodarfiestasconcenas?

—Lacriadaaqueserefiereeslamástorpedetodalacasa,SirPercival...

—Puesledigoquesequedeellaybusqueenelpuebloaunamujerparaquedevezencuandovengaalimpiar.Migastosemanaltienequedisminuirinmediatamente. No la he llamado a usted para que me discuta, señoraMichelson,sinoparaqueapliquemisplanesdeahorro.Despidamañanaatodaesaraleadecriadosholgazanes,exceptoaPorcher.Esfuertecomounamulayhágalatrabajarcomotal.

—Mevaaperdonarquelerecuerde,SirPercival,quesiloscriadossevanmañanatienenquecobrarelsueldodeunmes,pornoavisarlesconunmesdeantelación.

—¡Déselo! Un mes de sueldo vale menos que un mes de gasto y deglotoneríadelaservidumbre.

Esta última observación envolvía una crítica muy ofensiva a miadministración.Yome tenía demasiado respeto para defenderme contra unaacusación tan injusta. La consideración cristiana que me merecía la

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desgraciada situación de la señorita Halcombe y Lady Glyde, y los seriosinconvenientes conque tropezarían si yomemarchase repentinamentede lacasa, fue lo único que me detuvo para no renunciar a mi puesto en aquelmomento. Me levanté bruscamente. Me hubiera rebajado en mi propiaestimaciónpermitirqueaquellaentrevistaseprolongaseuninstantemás.

—Despuésdeestaúltimaobservaciónnotengonadaquedecirle,señor.Secumpliránsusórdenes—conestaspalabrasmeinclinéconelrespetomásfrío—saliendodelaestancia.

Aldíasiguientesefuetodalaservidumbre.ElmismoSirPercivaldespidióalosmozosdecuadrasycocheros;debíanllevaraLondrestodosloscaballosmenosuno.De todoelserviciode lacasayde la fincanoquedábamosmásqueyo,MargaretPorcheryeljardinero;esteúltimovivíaensupropiacasitayselenecesitabaparacuidardelúnicocaballoquequedabaenlascuadras.

Con la casa reducida a aquella condición extraña y solitaria, su dueñaenferma y encerrada en su cuarto, la señoritaHalcombe que continuaba tanindefensa como una niña, y la asistencia del médico que nos había sidoretirada por motivo de una discordia, no era extraño que todo ello meprodujese desaliento y que me resultara difícil mantener mi acostumbradaentereza. Deseaba que las dos pobres jóvenes se recuperasen pronto, y mehubieragustadovermelejosdeBlackwaterPark.

Elacontecimientosiguientefuedenaturalezatansingularquemehubiesecausadounasensacióndesupersticiosasorpresadenohaberestadofortalecidamimentepormisprincipioscontracualquierdebilidadpaganadeestaespecie.Alasensacióninconfortabledequealgomaloocurríaenaquellafamilia,quemehabíahechodesear verme fueradeBlackwaterPark, siguió, por extrañoqueparezca,miausenciadeaquellacasa.Esciertoquefuesóloporuntiempobreve, pero no por eso menos digna creo yo, de hacerse notar estacoincidencia.

Tuvequemarcharmedecasaenlassiguientescircunstancias:undíaodosdespuésdequesefuerantodosloscriadosmevolvióallamarSirPercival.Elinmerecidoreprochequehabíalanzadosobremimaneradellevarlacasanologró, yme complazco en declararlo, que yo dejase de devolverle bien pormal,yacudíasullamadaconlamismaprontitudyrespetodesiempre.Tuveque luchar conestapartedeperdiciónque todos llevamosdentro,hastaquepude sobreponerme a mis sentimientos. Como estoy acostumbrada a ladisciplinamoral,fuicapazderealizarestesacrificio.

Encontré, como la otra vez, a Sir Percival y al conde Fosco sentadosjuntos. Esta vez su excelencia permaneció presente durante la entrevista yapoyólosdeseosdeSirPercival.

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El asunto que ahora debía ocuparmi atención estaba relacionado con elsaludable cambio de aire del que, como todos esperábamos, la señoritaHalcombe yLadyGlyde pronto serían capaces de beneficiarse. Sir Percivaldijoque las señorasprobablementepasaríanelotoño (invitadaspor el señorFrederickFairlie)enLimmeridge,Cumberland.Pero,antesdeirallí,éleradelaopinión,compartidaporelcondeFosco(quienintervinoenaquelmomentoen la conversación y continuó hablando hasta el final), de que podríandisfrutar primero de una breve estancia en Torquay, cuyo clima era tanbenigno. La importante tarea era, pues, encontrar un alojamiento en aquellalocalidadque reuniese todas las comodidadesyventajasquenecesitaban lasseñoras;ylaimportantedificultaderaencontraraunapersonaexperimentadaque fuera capaz de escoger el alojamiento propicio. Ante esta apremiantesituación, el conde Fosco, con la anuencia del señor, me suplicaba que ledijera si yo tendría algún inconveniente en proporcionar a las señoras elbeneficio de mi asistencia, desplazándome a Torquay para atender susintereses.

Eraimposible,paraunapersonaenmisituación,contestaraunapropuestaexpresadaentérminossemejantesconunarotundanegativa.

Tansólomeatrevíamencionarqueerasumamenteinconvenientequenoabandonara Blackwater Park cuando todos los criados, a excepción deMargaret Porcher, estaban ausentes. Pero Sir Percival y su excelenciadeclararonqueestabandispuestosasufriresteinconvenienteporelbiendelaspacientes. Entonces, y con todo respeto, sugerí que se podía escribir a unagentedeTorquay;perome salieronalpasoexplicándomequé imprudenciaeratomarunacasasinhaberlavisto.Medijerontambiénquelacondesa(queen otras circunstancias hubiese ido ella misma a Devonshire) no podíatrasladarse,dadoelestadoactualdeLadyGlydeyqueelcondeySirPercivalteníanque tratar ciertos asuntosdenegociosque les impedíanausentarsedeBlackwater Park. En una palabra, se me demostró con claridad que si noemprendíayoelviaje,nohabíaotrapersonaaquienconfiaraquelcometido.En aquellas circunstancias lo único que me quedaba era manifestar a SirPercival que estaba a disposicióndeLadyGlydeyde la señoritaHalcombeparatodoloquenecesitasen.

Se acordó que me pondría en camino a la mañana siguiente, que mededicaríaunoodosdíasamirar lascasasmásapropiadasdeTorquay,yquevolvería conmi informe tan pronto como la hubiese hallado. Su excelenciaescribióparamíunanotaindicándomediversascondicionesquedeberíareunirel alojamiento, y Sir Percivalme dio otra con el preciomáximo que yo nodebosobrepasar.

Pensé al leer aquellas instrucciones que no sería posible encontrar unaresidencia que correspondiese a aquella descripción en ningún balneario de

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Inglaterra, y que si casualmente la encontrara seguramente sería imposiblecontratarla al precio que estaba autorizada a ofrecer, aun por breve tiempo.Hiceunaalusióna ambos señores sobre estasdificultades;peroSirPercival(quienhablóestavez)noparecíaverlas.Nomesentíconderechoadiscutiraquelasunto.Nodijenadamás,perotuveelfuerteconvencimientodequemeencomendaban una cosa poco menos que imposible y que mi viaje estabadestinadodesdeelprincipioaresultarinfructuoso.

AntesdemarcharmequiseasegurarmedequelaseñoritaHalcombeseguíamejorando.

Ensurostrohabíaunaexpresióndesufrimientoquemehizotemerquealrecobrar el conocimiento, su ánimo estuviera atormentado. Pero no obstanteiba mejorando con mayor rapidez de lo que cabía esperar, y estaba encondiciones de darme recados para Lady Glyde diciéndole que estabarecobrándose más cada día y que la señora debía atender a su ruego y nolevantarsedemasiadopronto.LadejéacargodelaseñoraRubelle,queseguíamostrando lamisma tranquila independencia ante todos los habitantes de lacasa.CuandollaméalapuertadeLadyGlydeantesdemarcharmedeviaje,lacondesa, que estaba con ella,me comunicó que aún se hallabamuy débil ydeprimida. Sir Percival y el conde paseaban por el camino que llevaba a lacarreteracuandosalíenelcarricoche.Lossaludécon lacabezayme fuideaquellacasa,enlaquedetodoslossirvientessóloquedabaMargaretPorcher.

Cualquiera debería sentir lo que yo sentí entonces: que aquellascircunstanciaseranmásqueextrañas,erancasisospechosas.Peropermítanmerepetirque,enmiposiciónde inferioridad,nomeeraposibleactuardeotromodo.

El resultado demi peregrinación enTorquay fue exactamente el quemehabía esperado. En todo el pueblo no existía una residencia como la quepretendíabuscar,aunquesihubiesesidocapazdeencontrarlaelprecioquemehabían permitido ofrecer habría sido demasiado bajo. Así pues, retorné aBlackwaterParkeinforméaSirPercival,quiensalióarecibirmeenlapuerta,quemiviajehabíasidoinútil.Parecíaestardemasiadoocupadoenalgúnotroasuntoparapensarenelfracasodemimisión,yconsusprimeraspalabrasmecomunicó que durante mi breve ausencia de la casa había ocurrido otranovedadimportante.

ElcondeylacondesaFoscohabíandejadoBlackwaterParkparainstalarseensunuevaresidenciadeSt.John'sWood.

No me explicó el motivo por el que se habían marchado con tantaprecipitaciónysólomedijoqueelcondehabíaencargadoexpresamentequeme saludaran en su nombre.Cuandome atreví a preguntar a Sir Percival sihabía alguien que atendiese a Lady Glyde en ausencia de la condesa, me

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contestó que tenía a Margaret Porcher para servirla, añadiendo que habíavenidounamujerdelpuebloparaayudarenlacocina.

Su contestación me causó verdadero asombro, pues era enteramenteinconvenientequeunacriadadecocinaatendieseaLadyGlydecomosifuerasudoncelladeconfianza.SubíenseguidayencontréaMargaretenelrellanofrente al dormitorio. No había necesidad de sus servicios (y con razón); suseñorahabíamejorado lobastantecomoparadejar lacamaaquellamañana.Luego le pregunté por la señoritaHalcombe yme contestó con uno de susgruñidos ininteligibles,quemedejó tanpocoenteradacomoantes.No traté,sinembargo,de repetir lapregunta,puesmeexponíaa recibiruna respuestaimpertinente.Entodoslossentidos,paraunapersonademiposición,eramásapropiadopresentarmealmomentoenelcuartodeLadyGlyde.

Encontré que había mejorado en los últimos tres días. Aunque seencontraba aún muy débil y nerviosa podía valerse por sí misma paralevantarseapaseardespacitoporelcuartosinqueelesfuerzolecausaseotroefecto que una ligera sensación de fatiga. Aquella mañana estaba un pocoinquieta,puesnadielehabíahechollegarnoticiasdelaseñoritaHalcombe.

PenséqueeraundescuidoimperdonabledelaseñoraRubelle,peronodijenada yme quedé con Lady Glyde para ayudarle a vestirse. Cuando estuvoarreglada,salimoslasdosynosdirigimosalcuartodelaseñoritaHalcombe.

En el pasillo nos detuvo Sir Percival. Parecía que había estadoesperándonosapropósito.

—¿Dóndevas?—ledijoaLadyGlyde.

—AlcuartodeMarian—contestóella.

—Te evitaré un desencanto —observó Sir Percival— si te digo ahoramismoquenovasaencontrarla.

—¡Quenovoyaencontrarla!

—No.SemarchóayerporlamañanaconelcondeFoscoysumujer.

LadyGlyde no estaba lo bastante fuerte para resistir la sorpresa de unanoticia semejante. Se puso terriblemente pálida y se apoyó en la pared,mirandoaSirPercivalensilencio.

Yo también estaba tan asombrada que no supe qué decir. Pregunté a SirPercival si de veras sus palabras significaban que la señorita Halcombe sehabíamarchadodeBlackwaterPark.

—Porsupuesto—mecontestó.

—¡Ensuestado,SirPercival!¡SinadvertirsusintencionesaLadyGlyde!

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Antesdequepudiesecontestarme,laseñoraserepusounpocoyhabló.

—¡Esimposible!—exclamó,horrorizadaydandounpasohaciadelante.¿DóndeestabaelseñorDawsoncuandoMariansefue?

—El señor Dawson no era necesario y no se hallaba aquí —dijo SirPercival—. Dejó de venir cuando le pareció, lo que demuestra que laconsiderabarepuestaparaponerseencamino... ¡Quémododemirarme!...Sinocreesloquetedigo,compruébalotúmisma...Abrelapuertadesucuartoylasdetodoslosdemás.

Letomólapalabrayyolaseguí.EnelcuartodelaseñoritaHalcombenohabíanadiemásqueMargaretPorcher,queestabalimpiando.Tampocoenloscuartosdeloshuéspedesnienlosdetocador,cuandoentramosamirar,habíaunalma.SirPercivalnosesperabaenelpasillo.Cuandosalíamosdelúltimocuarto,LadyGlydemesusurró:

—¡Nosevaya,señoraMichelson!¡Nomedeje,poramordeDios!

Antes de que pudiese contestarle había vuelto al pasillo y hablaba a suesposo.

—¿Quésignificaesto,SirPercival?¡Insisto...lepido,lesuplicoquemelodiga!

—Significa—contestó él—, que la señorita Halcombe se encontró ayerpor la mañana lo bastante bien para levantarse y vestirse, e insistió enaprovecharelviajedeFoscoparairaLondresconél—contestóPercival.

—¿ALondres?

—Sí...,depasoparaLimmeridge.

LadyGlydesevolvióhaciamí,diciéndome:

—UstedeslaúltimaquevioalaseñoritaHalcombe.Dígamefrancamente,señoraMichelson,sicreequeestabaencondicionesdeemprenderunviaje.

—Amijuicio,no,señora—repuse.

SirPercival,asuvez,sevolvióinstantáneamenteymedijo:

—Antesde irse,¿no indicóusteda laenfermaque la señoritaHalcombeparecíaestarmuchomásfuerteydemejoraspecto?

—Esciertoquehiceesaobservación,SirPercival.

VolvióadirigirseaLadyGlydeapenasescuchómirespuesta.

—CotejaunaobservacióndelaseñoraMichelsonconlaotra—dijo—,yprocuraserrazonableconunacosatansimple.Sinohubieraestadobienparaponerse en camino, ¿crees que se lo hubiésemos permitido? Tiene tres

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personascompetentesparacuidarla:Fosco,tutíaylaseñoraRubelle,quesefue con ellos expresamente para eso. Ayer tomaron un compartimientoreservado y le prepararon la cama en el asiento por si se cansaba. Hoy laacompañaránFoscoylaseñoraRubellehastaCumberland...

—¿Porqué se fueMarian aLimmeridgeymedejó amí sola?—dijo laseñora,interrumpiendoaSirPercival.

—Porquesutíonoquierequevayashastahablarantesconlahermana—replicóel—.¿Hasolvidadolacartaquesu tío leescribióeldíaenquecayóenferma?Telaenseñamos,laleísteydebesrecordarla.

—Larecuerdo.

—Silarecuerdas,¿porquétesorprendequesehayamarchado?

QuieresiraLimmeridgeytuhermanahaidopordelanteparaacordarcontutíotuestancia.

LosojosdelapobreLadyGlydesellenarondelágrimas.

—Mariannuncamedejaríasindespedirseantesdemí.

—Ysehubiesedespedidoestavez—contestóSirPercival—sinohubieratemido laemocióndeambas.Comprendíaque tú intentaríasdetenerlayquetus lágrimas la trastornarían. ¿Necesitas más explicaciones? Pues si lasquieres,bajaalcomedoryhaz tuspreguntasallí.Todosestosproblemasmecansan.Necesitounvasodevino.

Ysemarchórepentinamente.

Duranteestaextrañaconversaciónsecomportabadeunmodomuydistintoalhabitualenél.Avecesparecíaestarcasitannerviosoyangustiadocomolapropiaseñora.Jamáshubierasupuestoquesusaludfuese tandelicadayquefueratanfácilalterarsuserenidad.

TratédeconvenceraLadyGlydeparaquevolvieseasucuarto,perofueinútil. Se detuvo en el pasillo; sumirada era la de unamujer que se sienteinvadidaporelpánico.

—¡Amihermanalehasucedidoalgo!—exclamó.

—Recuerde señora, la sorprendente energía que posee la señoritaHalcombe—sugerí—.Es capazde emprenderun esfuerzoqueningunaotradama,ensuscondiciones,hubierapodidorealizar.Creoyesperoquenohayasucedidonadamalo,locreodeveras.

—¡Tengo que ir donde está Marian! —dijo su señoría, con la mismamiradadepánico—.Tengoqueirdondeellasehaido;tengoqueverconmispropiosojosqueestávivaysana.¡Venga,vamosabajo,tengoquehablarcon

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SirPercival!

Vacilé, temiendo que mi presencia pudiera ser considerada como unaintromisión.Tratédehacérseloverasíalaseñora,peronomeescuchó.Yenesemomentoenqueabrílapuertadelcomedorseguíaaferrándoseamibrazocontodassusescasasfuerzas.

Sir Percival estaba sentado a la mesa con una jarra de vino frente a él.Cuandoentramossellevóelvasoaloslabiosylobebiódeuntrago.Viendoyo que me miraba furiosamente cuando lo puso sobre la mesa, intentédisculparmipresenciaaccidentalenelcomedor.

—¿Sefiguraquehayalgúnsecretoentodoeso?—prorrumpió—;puesnohaysecretos.Nohaydisimulos.Noseocultanada,niaustednianadie.

DespuésdepronunciarestasextrañaspalabrasenvozaltayconasperezasesirvióotrovasodevinoypreguntóaLadyGlydequédeseabadeél.

—Simihermanaestáencondicionesdeviajartambiénloestoyyo—dijolaseñora,conmásfirmezadelaquehabíamostradohastaentonces—.Vengoa pedirte que comprendasmi preocupación porMarian yme dejes seguirlainmediatamente,eneltrendelatarde.

—Tienes que esperar a mañana —contestó Sir Percival—, y si no hayinconvenientepodrásirte.Ycomosupongoquenolohabrá,voyaescribiralcondeFoscoenelcorreodeestanoche.

Dijoestasúltimaspalabraslevantandoelvasoalaluzycontemplandoelvino,enlugardemiraraLadyGlyde.Dehecho,alolargodelaconversaciónnolamiróniunasolavez.Talfaltadecorrecciónenuncaballerodesurangofuetansingularquemeimpresionó,deboreconocerlo,demodomuydoloroso.

—¿Por qué tienes que escribir al conde Fosco?—preguntóLadyGlyde,completamenteasombrada.

—Paradecirlequellegaseneltrendelmediodía—respondióSirPercival.Te recogerá en la estación cuando llegues a Londres, y te llevará hasta St.John'sWoodalacasadetutía,dondepasaráslanoche.

La mano de Lady Glyde, que apretaba mi brazo, empezó a temblarviolentamente,yonollegabaacomprenderporqué.

—NoesnecesarioqueelcondeFoscomeespere—afirmó—.PrefieronodetenermeenLondresdurantelanoche.

—Tienesquehacerlo.NopuedesrealizarelviajehastaCumberlandenunsolodía.NecesitasdescansarunanocheenLondresynoquieroquelapasessolaenunhotel.Foscohablóatutíodeofrecertesucasaparaquedescansarasunanoche,ytutíoloaceptó.¡Porcierto,aquíhayunacartadeéldirigidaati!

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Debíhabérteladadoestamañana,perosemeolvidó.LeeymiraloquelediceelmismoseñorFairlie.

LadyGlydemiróunmomentolacartayluegolapusoenmismanos.

—Léalausted—medijo,débilmente—.Noséquémepasa.Soyincapazdeleerlayomisma.

Eraunanotadecuatro líneas, tanbrevey tan fríaquemeextrañó.Sinorecuerdomal,noconteníamásqueestaspalabras:

«Queridísima Laura: Ven a esta casa en cuanto quieras. Descansa de laprimeraetapadelviajedeteniéndoteenLondres,encasadetutío.Estoymuyafectadopor lasnoticiasde laenfermedaddenuestraqueridaMarian.Tu tíoquetequieremucho,FrederickFairlie.»

—No quiero ir allí, no quiero pasar la noche en Londres—exclamó laseñoraconansiedad,antesdequeyoterminasedeleeraquellanotabreve—.¡NoescribasalcondeFosco!¡Teruego,teruegoquenoleescribas!

SirPercivalsesirvióotrovasocontal torpeza,quelovolcó,derramandotodoelvinosobrelamesa.

—Creoquemeestáfallandolavista—murmuroparasíconunavozrarayempañada. Levantó el vaso con lentitud, volvió a llenarlo y lo bebió de untrago.Empecé a temer, por sumiraday susgestos, que el vino se le estabasubiendoalacabeza.

—¡Te ruego que no escribas al conde Fosco!—repitió LadyGlydemásgravementequeantes.

—Y¿porquéno?,quisierayosaber—gritóSirPercival,enunrepentinoarrebatodecóleraquenossobresaltóalasdos—.¿Dóndeestarásmejor,sivasaLondres,queenel sitioque tu tíohabuscadopara ti en lacasade tu tía?PregúntaseloalaseñoraMichelson.

Lo que proponía el señor era tan indiscutiblemente correcto y apropiadoquenopudeobjetarnadaencontra.PormuchoqueyosimpatizaseconLadyGlyde en otros aspectos no podía compartir con ella su injusta prevencióncontraelcondeFosco.Nohabíatropezadonuncaconunadamadesualcurniaque tuviese aquella lamentable falta de tolerancia para comprender a losextranjeros. Ni la nota de su tío ni la creciente impaciencia de su maridoparecíanhacerleelmenorefecto.Siguióoponiéndosea la ideadepasarunanocheenLondres;siguiósuplicandoasuesposoquenoescribieraalconde.

—¡Déjalo!—dijoSirPercivaldándonoslaespaldagroseramente—.Sinotienes suficiente razón para saber qué es lo que te conviene, otros lo sabenmejor.Todoestáarregladoynosehablemás.NovasahacermásqueloquehahechoMarianantesquetú...

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—¿Marian?—repitióLadyGlydeconespanto—.¡MarianhadormidoencasadelcondeFosco!

—Sí, en casa del conde Fosco. Durmió allí anoche, camino deLimmeridge.Túseguirás suejemployharás loquedesea tu tío.Tienesquedormir en casa deFosco camino deLimmeridge, como lo hizo tu hermana.¡No me pongas más obstáculos! ¡No me obligues a que me arrepienta pordejartemarchar!

Sepusoenpieydeprontosalióalagaleríaporlapuertaacristaladaqueestabaabierta.

—¿MepermitelaseñoraelconsejodequenoesperemosaquíhastaqueSirPercivalvuelva?—susurré—.Temoqueelvinolehayaexcitadomucho.

Débilyausente,accedióasalirdelahabitación.

Encuantonosvimosasalvoensucuartohiceloposibleportranquilizarelánimodelaseñora.LerecordéquelascartasdelseñorFairlie, tantolasuyacomo la dirigida a la señoritaHalcombe autorizaban e incluso podían hacernecesario,tardeotemprano,seguiraquelproyecto.Estuvodeacuerdoyhastaadmitióquelasdoscartascorrespondíanestrictamentealestilodesutío.Perosumiedo por la señorita Halcombe y su inexplicable terror ante la idea depasarunanocheen lacasa londinensedelcondepermanecían inalterables,apesardetodaslasconsideracionesquesemeocurrióexponerle.Creíqueeramiobligaciónprotestarcontra ladesfavorableopiniónqueLadyGlyde teníadelseñorconde;yasílohice,conladebidacircunspecciónyrespeto.

—Laseñorameperdonaráestalicencia—ledijeporúltimo—,perocomodiceelrefrán,«porlafrutaseconocealárbol».Elcondehasidotancariñosoyatentodesdeelprimerdíade la enfermedadde la señoritaHalcombe,quemerecenuestramayorconfianzayrespeto.Inclusosugravemalentendidoconel doctor Dawson se debió enteramente a su misma preocupación por laseñoritaHalcombe.

—¿Quémalentendido?—preguntó con expresión de súbito interés LadyGlyde.Lereferí todas lasdesgraciadascircunstanciasqueobligaronalseñorDawson a retirar su asistencia, contándoselo con lamejor disposición, puesdesaprobaba que Sir Percival continuara ocultando todo lo que pasó (comoacababadehacerlodelantedemí)alconocimientodeLadyGlyde.

Laseñoraselevantóconseñalesdeestarmásalarmadaeinquietadespuésdeescucharmisexplicaciones.

—¡Es peor! ¡Es peor de lo que pensaba! —dijo, dando vueltas por lahabitación—.ElcondesabíaqueelseñorDawsonnuncaibaaaccederaqueMarianhicieseesteviajeeinsultóaldoctorapropósitoparaobligarleasalir

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deaquí.

—¡Señora,señora!—protestéyo.

—SeñoraMichelson—continuó convehemencia—,nohaypalabras quepuedanpersuadirmedequemihermanasehapuestoenmanosdeesehombreyhaentradoensucasaporsupropiavoluntad.Estalelhorrorquemeprodujoqueni lascartasdemi tío,ni todo loquepuedadecirmeSirPercivalpodríaobligarme,mientrastengausodemisfacultades,acomer,abeberoadormirbajosutecho.PeromiansiedadporMarianmedavalorparaseguirlaadondesea,paraseguirlainclusoalacasadelcondeFosco.

Me pareció conveniente recordarle en aquel momento que la señoritaHalcombe ya estaría en Cumberland, a juzgar por las explicaciones de SirPercival.

—¡Me asusta creerlo! —contestó la señora—. Me asusta pensar quetodavíaestéencasadeesehombre.PerosimeequivocoysideverasestáenLimmeridge, estoy resuelta a no dormir mañana bajo el mismo techo delcondeFosco.Laamigaquemásquieroenelmundo,despuésdemihermana,vivecercadeLondres.¿NonoshaoídohablardelaseñoraVeseyamíyalaseñoritaHalcombe?Quieroescribirleyanunciarlequedormiréensucasa.Nosé cómo podré llegar allí, no sé cómo podré eludir al conde, pero de algúnmodo me escaparé para alcanzar aquel refugio si mi hermana ha ido aCumberland.Todo loque lepidoahoraesprocurarquemicartaa laseñoraVeseysalgaestanocheparaLondresconlamismaseguridadconlaquesaldrálacartadeSirPercivalparaelcondeFosco.Tengomotivosparanofiarmedelbuzón de abajo. ¿Quiere guardarme usted este secreto y ayudarme en esto?Quizáseaelúltimofavorquelepida.

Vacilé. Todo aquello era muy extraño y temí que el juicio de la señoraestuvieraalgoafectadoporsusrecientespenasypreocupaciones.Peroporfindecidícorrerelriesgoycomplacerla.Silacartaestuviesedirigidaaunextrañoo a alguien distinto a la señora Vesey, a quien tanto conocía de oídas, mehubieranegado.DoygraciasaDios,recordandoloqueocurriódespués,¡doygracias aDios de no haber contrariado ese deseo ni ningún otro de los queLadyGlydemeexpresóelúltimodíadesuestanciaenBlackwaterPark!

Escribió lacartayme laentregó.Yomisma laechéalbuzóndelpuebloaquellatarde.

DeSirPercivalnosupimosnadaentodoelrestodeldía.

PorexpresodeseodeLadyGlyde,dormíenuncuartocontiguoalsuyoydejamosabiertalapuertaentrelasdos.Habíaalgotanextrañoyterribleenlasoledadyelvacíodelacasaque,pormiparte,estabafelizporteneraalguienami lado.Laseñoraestuvodespiertahastamuy tarde, leyendoyquemando

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cartasyvaciandocajonesllenosdepequeñascosasdesuaprecio,comosinopensaravolveraBlackwaterPark.Cuandoseacostó,susueñofueagitado;laoígritarunaveztanaltoquesedespertó.Seancualesfuerensuspesadillasnomehablódeellas.Talvez,dadamisituación,yono teníaderechoaesperarquelohiciera.Esoimportapocoahora.Apesardetodo,sentípenaporella,detodocorazónsentíunaprofundapena.

Eldía siguienteamaneciósoleadoyhermoso.SirPercival subiódespuésdeldesayunoadecirmequea lasdocemenoscuartoel tílburiesperaríaa lapuerta;eltrendeLondresllegabaanuestraestaciónveinteminutosmástarde.Informó a Lady Glyde que tenía necesidad de ausentarse, pero añadió queesperabaestardevueltaantesdequeellasemarchara.Perosialgúnaccidenteimprevisto le entretuviese, yo tenía que acompañarla a la estación ypreocuparmedequellegaseatiempoparacogereltren.SirPercivalhizoestasindicacionesapresuradamente; ibayveníapor lahabitaciónsindetenerseenningúnmomento. La señora lo seguía con su atentamirada. El, en cambio,nuncaledevolviólamirada.

Lady Glyde no dijo nada hasta que él terminó de hablar, y entonces ledetuvoconunmovimientodelamanocuandoseacercóalapuerta.

—No tevolveréaver—dijo, acentuandomuchosuspalabras—.Estaesnuestra despedida, quizá para siempre. ¿Tratarás de perdonarme, Percival,comoyoteperdonoatidetodocorazón?

ElrostrodeSirPercivalsetornóterriblementelívidoysufrentesecubriódegruesasgotasdesudor.

—Volveré —dijo, y se dirigió deprisa a la puerta, como si huyeraespantadoporlaspalabrasdedespedidaquepronunciósuesposa.

NuncamehabíagustadoSirPercivalperolaformaenquesedespidiódeLadyGlydemehizoavergonzarmedehabercomidosupanydehaberestadoa su servicio. Quise decir unas cristianas palabras de consuelo a la pobreseñora;peroensurostro,cuandomirabacerrarselapuertadetrásdesuesposo,vialgoquemehizocambiardeideayguardarsilencio.

A la hora convenida nos esperaba el tílburi. La señora tenía razón, SirPercivalnollegó.Loestuveesperandohastaelúltimomomento,yesperéenvano.

Sobremishombrosnopesabalamenorresponsabilidad;sinembargo,noteníalaconcienciatranquila.

—¿La señora va—dije cuando el tílburi pasaba por la puerta—, por supropialibrevoluntadaLondres?

—Iríaacualquier sitio—contestóella—,con talde terminardeunavez

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conlaespantosapesadillaquemeestáatormentando.

Había conseguido ponerme amí casi tan intranquila e insegura como loestabaellamismarespectoalaseñoritaHalcombe.

Me atreví a pedirle queme escribiese unas líneas si le iba todo bien enLondres.

—Loharéconmuchogusto,señoraMichelson—mecontestó.

—Todos tenemos nuestra cruz, señora—le dije, viendo que después deprometermeescribirsequedabatristeypensativa.

No me respondió: parecía estar demasiado absorta en sus propiospensamientosparaoírme.

—Me temo que la señora ha descansado poco esta noche —observé,despuésdeunapausa.

—Sí,tuvepesadillashorribles...

—¿Pesadillas,señora?—creíquequeríacontarmesussueños;peronofueasí,ycuandohablófueparahacermeunapregunta.

—¿Echóustedconsuspropiasmanosmicartaalcorreo?

—Sí,señora.

—¿NodijoayerSirPercivalqueelcondeFoscovendríaaesperarmealaestacióndeLondres?

—Sí,señora;esodijo.

Lanzóunprofundosuspiroalescucharestarespuestaynovolvióahablar.

Cuandollegamosalaestaciónfaltabanapenasdosminutosparalallegadadel tren. El jardinero (que había conducido el coche) se ocupó del equipajemientrasyotomabaelbillete.Seoíayaelsilbatodeltrencuandomereuníconla señora en el andén. Tenía una expresión extraña, y apretaba una manocontraelpechocomosiun repentinodoloromiedo seapoderaradeella enaquelmomento.

—¡Quisieraquevinieseconmigo!—dijo,asiendomibrazoconansiedad.

Sihubiesehabido tiempo,sieldíaanteriorhubierasentido loqueestabasintiendo entonces hubiese hecho lo necesario para acompañarla, aunquehubiese tenidoqueabandonaraSirPercivalsinprevioaviso.Perocomomeexpresó sus deseos en el último momento, era demasiado tarde para podercomplacerla.Pareciócomprenderloantesdequepudieraexplicárseloynomerepitióquequeríatenermeporcompañeradeviaje.Eltrenllegóalandén.Dioaljardinerounpresenteparasusniñosytomómimanoconsuestilosencilloy

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cordialantesdesubiralvagón.

—Hasidoustedmuybuenaconmigoyconmihermana—dijo—,cuandonoteníamosamigosanuestrolado.Larecordarésiemprecongratitudmientrasvivaypuedaguardarrecuerdos.¡Adiós,yqueDioslabendiga!

Pronunció aquellas palabras con un tono y unamirada que llenaronmisojosdelágrimas;laspronunciócomosisedespidierademíparasiempre.

—Adiósseñora—dijeayudándolaaentrarenelvagónytratandodedarleánimos—,adióssóloporahora,¡Adiósyquelleguentiemposmásfelices,selodeseodecorazón!

Bajólacabeza;seestremeciócuandoseencontródentro.Elrevisorcerrólapuerta.

—¿Creeustedenlossueños?—medijodesdelaventana—.Missueñosdeestanocheerancomojamáshabíatenidoantes.Aúnestoyhorrorizada.

Sonó el silbido antes de que pudiese contestarle, y el tren se puso enmarcha.Surostropálidoeinmóvilmemirabaporúltimavezdesdelaventana,memirabacondolorygravedad;agitólamano,ynolavimás.

Hacia las cinco de la tarde delmismo día, cuandomis obligaciones, tannumerosas,medejaronunminutolibre,meretiréamicuartoparapurificaryserenarmiespírituleyendolossermonesdemiesposo.Porprimeravezenmivida no lograba fijar mi atención en aquellas palabras pías y alentadoras.Decidíque ladespedidadeLadyGlydemehabíaafectadomuchomásde loqueyosuponía,dejéellibrodeladoysalíadarunavueltaporeljardín.SirPercival no había regresado todavía, que yo supiera, así que no vacilé endisfrutardeunpaseo.

Cuandodoblélaesquinadelacasayantemivistaaparecióeljardín,mesorprendió ver pasear por él a una persona desconocida.Era unamujer queseguíaelsenderodándomelaespaldaycogiendoflores.

Cuandomeacerqué,meoyóyvolviólacabeza.Lasangresemehelóenlasvenas.¡LamujerdesconocidaeralaseñoraRubelle!

Nopudemovermenihablar.Vinohaciamí,tanserenacomosiempre,consusfloresenlasmanos.

—¿Quépasa,señora?—dijosininmutarse.

—¿Ustedaquí?—semeahogabalavoz—.¡NosehaidoaLondres!¡NosehaidoaCumberland!

La señoraRubelle olisqueó sus flores con una sonrisa de conmiseraciónmaliciosa.

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—Claroqueno—dijo—.NohesalidodeBlackwaterPark.

Reuníalientoyvalorparahacerleotrapregunta:

—¿DóndeestálaseñoritaHalcombe?

LaseñoraRubellesemerioenlacaraycontestóconestaspalabras:

—LaseñoritaHalcombetampocohasalidodeBlackwaterPark,señora.

¡LaseñoritaHalcombenohabíasalidodeBlackwaterPark!

Al escuchar aquellaspalabras,mispensamientosvolvieron al instantedemidespedidadeLadyGlyde.Nopuedodecir queme reprochara algo, perohubiera dado mis ahorros duramente ganados durante años por habermeenteradocuatrohorasantesdeloqueacababadeenterarmeenesemomento.

La señora Rubelle esperaba, arreglando con tranquilidad su ramillete,comosiquisieraqueledijesealgo.

Yo no podía decir una palabra. Pensaba en las fuerzas agotadas y en ladébil salud de Lady Glyde; me estremecí al imaginar el momento en queenfrentase el golpe del descubrimiento que yo acababa de hacer. Por unosminutos mis temores por las pobres jóvenes me hicieron callar. Luego laseñoraRubellelevantósumiradadelasflores,volviólacabezaydijo:

—AhíestáSirPercival,señora,havueltodesupaseo.

Lo vi en el mismo instante que ella. Se acercaba a nosotras golpeandodistraídamente las flores con su fusta.Cuando estuvo lo bastante cerca paravermirostro,sedetuvo,golpeóconsufustalapuntadesusbotasyrompióadar con tal sarcasmoyviolenciaque lospájarosque seposaban en el árboljuntoalqueestaba,asustados,levantaronelvuelo.

—Bueno,señoraMichelson—dijo—,yaveoquealfinlohadescubierto,¿cierto?

Nolecontesté.SevolvióhacialaseñoraRubelle.

—¿Cuándosalióustedaljardín?

—Hace media hora aproximadamente, señor. Me dijo usted que podíahacerloquequisieraencuantosefueseLadyGlydeaLondres.

—Meacuerdo.Nolereprochonada,essólounapregunta.

Esperóunmomentoyvolvióadirigirseamí.

—No puede usted creerlo, ¿verdad? —me dijo con burla—. ¡Vamos!Vengaconmigoyvéaloconsusojos.

Sedirigióhacialapartedelanteradelacasa.Leseguí;ylaseñoraRubelle

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mesiguióamí.Cuandocruzamoslapuertadehierrosedetuvoyseñalóconsufustaelalacentraldeledificio,laquenoseusaba.

—¡Ahí! —dijo—. Fíjese en el primer piso. ¿Conoce los antiguosdormitoriosdelareinaIsabel?LaseñoritaHalcombesehallasanaysalvaenunodelosmejoresdeellos.AcompañealaseñoraMichelsondentro,señoraRubelle.¿Tieneustedlallave?Acompáñeladentroydejequesuspropiosojosle confirmen que esta vez nadie la engaña. El tono en queme habló y losbrevesmomentos que transcurrieron desde que dejamos el jardínme dieronfuerzaspara recobrarmisánimos.Nopuedodecirquéhubierahechosi todami vida hubiese sido una sirvienta. Pero poseyendo los sentimientos, losprincipios y la educación de una dama, no podía vacilar ante lo que debíahacer. Mi obligación ante mí misma y ante Lady Glyde me impedíanpermanecer al servicio de un hombre que nos había engañadovergonzosamentealasdosconayudadetantasfalsedadesatroces.

—Leruegoquemepermita,SirPercival,decirleunaspalabrasenprivado—ledije—.Luego estarédispuesta a ir con estamujerhasta el cuartode laseñoritaHalcombe.

LaseñoraRubelle,a laqueindiquéconunligeromovimientodecabeza,resoplóconinsolenciaensuramilleteysedirigiólentamentehacialapuertadelacasa.

—Bien—contestóconbrusquedadSirPercival—.¿Quéocurre?

—Deseocomunicarleseñorquetengola intencióndedejarelpuestoqueahoraocupoenBlackwaterPark.

Estas fueron mis palabras exactas. Había decidido que las primeraspalabras que le dirigiría al quedarme a solas con él, debían expresar mipropósitodeabandonarsuservicio.

Me dirigió una de susmiradasmás hostiles,metiendo lasmanos en losbolsillosdesulevitaconungestodeira.

—¿Porqué?—medijo—.¿Porqué?Megustaríasaberlo.

—Nosoyyolaindicada,SirPercival,paraopinarsobreloquehasucedidoúltimamenteenestacasa.Nodeseoacusaranadie.Tansóloquierodecirqueno considero compatible con mis obligaciones ante Lady Glyde y ante mícontinuarpormástiempoasuservicio.

—¿Acaso es compatible con su obligación antemí echarme en cara sussospechas? —prorrumpió lleno de cólera—. Veo adónde quiere llegar. Haformadosupropiaopinión,absurdaeinfundada,sobreuninocenteengañoquehemosutilizadoconLadyGlydeporsupropiobien.Eraesencialparasusaludquecambiasedeairesy—ustedlosabetanbiencomoyo—jamássehubiese

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marchado sabiendo que la señorita Halcombe se quedaba aquí. La hemosengañadoporsupropiobien,yamínomeimportasialguienlosabe.Váyasesiquiere,haymuchasamasdellavestanbuenascomoustedquevendránconsusmanoslavadas.Váyase,siquiere,perotengacuidadocondifundirrumoressobremíysobremisasuntoscuandodejemiservicio.Digalaverdadynadamás que la verdad o ¡será peor para usted! Vea por sí misma a la señoritaHalcombeycompruebequetanbiencuidadaestáenuncuartocomoenotro.Recuerde los consejos del propio doctor que dijo que Lady Glyde deberíacambiar de aire lomás pronto posible. Piénselo bien en todo caso, y luego¡atrévaseadeciralgoencontramíaoencontrademisprocedimientos!

Pronuncióestaspalabrasconfuria,enunresuello,paseandoarribayabajoyazotandoelaireconsufusta.

Nadadeloquehizonideloquedijopudocambiarmiopiniónsobrelasmuchasy tristes falsedadesquehabíapronunciadoeldíaanteriordelantedemí,osobreelcruelengañoalque recurrióparasepararaLadyGlydedesuhermana y para enviarla inútilmente a Londres, cuando estaba medioenloquecidadetemorporlaseñoritaHalcombe.Comoesnatural,guardéestospensamientosparamíynodijenadaquepudierairritarle;peronoporesofuimenosfirmeenperseguirmipropósito.Lablandarespuestaquitalaira;ymesobrepuseamissentimientoscuandomellegóelturnodehablar.

—¿Cuándo quiere usted irse? —preguntó, interrumpiéndome sinconsideraciones—.No vaya a suponer que tengo interés en conservarla, novaya a suponer que me importa que deje esta casa. En esta cuestión soyhonestoyfrancodesdeelprincipiohastaelfin.¿Cuándoquieremarcharse?

—Desearíairmetanprontocomoleparezcaconveniente,SirPercival.

—Miconveniencianotienenadaquever.Mañanaporlamañananoestaráen casa y esta noche puedo hacerle sus cuentas. Si a usted le interesapreocuparse de la conveniencia de alguien, preocúpese de la señoritaHalcombe.Hoy es el últimodía que la señoraRubelle está aquí, pues tienenecesidadderegresarestanocheaLondres.Siustedsemarchaenseguida,laseñoritaHalcombenotendrániunalmaqueseocupedeella.

Sobra decir que fui incapaz de abandonar a la señoritaHalcombe en lascircunstanciasenqueseencontrabanLadyGlydeyella.Asíque,despuésdequeSirPercivalmeconfirmóque laseñoraRubellesemarcharía tanprontocomo la sustituyese en su puesto, y después de obtener su permiso paraarreglar que el doctor Dawson volviera a atender a su paciente, accedí apermanecer en Blackwater Park hasta que la señorita Halcombe pudieseprescindirdemisservicios.

QuedamosenqueavisaríaalprocuradordeSirPercivalunasemanaantes

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demarcharmeyqueéste seencargaríadebuscarmisustituta.Todoello fueacordadoconmuypocaspalabras.Cuandoterminábamos,SirPercivalnosdiola espalda bruscamente y yo fui a reunirme con la señora Rubelle. Aquellasingular extranjera había estado sentada todo el tiempo en el escalón de laentrada esperando tranquilamente hasta que pudiera seguirla al cuarto de laseñoritaHalcombe.

Apenas llegué amedio caminohacia la casa cuandoSirPercival, que sehabíamarchadoendirecciónopuesta,sedetuvoderepenteymellamó:

—¿Porquéquieredejarmiservicio?—mepreguntó.

Era tan extraña su pregunta, después de lo que acababa de pasar entrenosotros,quenosupequécontestar.

—¡Piénselo!Yonoséporquéseva—prosiguió—.Tendráquedarustedunmotivoporhabermedejado,supongo,siencuentracolocación.¿Quécausaalegaría?¿Laseparacióndelmatrimonio?¿Eseso?

—Nosepuedeobjetarnada,SirPercival,contraesarazón...

—¡Muy bien! Esto es todo lo que necesitaba saber. Si alguien le pideavales,estaserálacausaindicadaporustedmisma.Sevaaconsecuenciadelaseparacióndelmatrimonio.

Diomediavueltaantesdequepudieradeciralgomásyprontodesaparecióen el parque. Su comportamiento era tan extraño como su lenguaje.Reconozcoquemehabíaalarmado.

InclusolapacienciadelaseñoraRubelleempezabaaagotarsecuandomereuníconellaenlapuertadelacasa.

—Parto por fin —dijo encogiéndose de hombros, aquellos hombrosextranjeros.

Mecondujohacialapartedeshabitadadelacasa;subimoslaescaleray,alextremo del pasillo que llevaba hacia las antiguas habitaciones de la reinaIsabelsehallabaunapuerta,quedesdequeyoestabaenBlackwaterParknosehabíautilizado jamás.Lashabitaciones lasconocíabienporqueenvariasocasioneshabíaentradoenellasporlaotrapartedelacasa.LaseñoraRubellese detuvo ante la tercera puerta de las que daban a la antigua galería, meentregó la llavede lahabitación juntocon lade lapuertade lagaleríaymedijo que allí encontraría a la señoritaHalcombe.Antes de entrar pensé queseríadeseabledejarleentenderque su serviciohabía terminado.Por tanto leadvertíquedesdeaquelinstante,meencargaríayoplenamentedelaenferma.

—Mealegraoírlo,señora—contestó laseñoraRubelle—.Tengomuchasganasdeirme.

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—¿Sevaustedhoy?—lepregunté.

—Ahoraquesehaencargadoustedde todo,memarchodentrodemediahora. Sir Percival ha tenido la amabilidad de dejar a mi disposición aljardineroyel tílburi,paracuandolosnecesite.Losnecesitodentrodemediahoraparairalaestación.Yatengohechoelequipaje.Buenosdíasseñora.

Se inclinó con vivacidad para hacerme una reverencia y se fue por lagaleríatarareandounatonadayllevandoelcompásconsuramillete.TengoelsincerogustodedecirquefueaquellalaúltimavezquevialaseñoraRubelle.

Cuando entré en el cuarto, la señoritaHalcombe estaba durmiendo.Conansiedadlaobservémientrasyacíaenunacamacontigua,incómodayalta.Noparecía estarpeorque laúltimavezque lavi.Noadvertí nadaque indicasequehabíaestadodescuidada;tengoqueadmitirlo.Elcuartoeratriste,oscuroypolvorientoperolaventana(quedabaaunpatiosolitarioquehabíadetrásdelacasa)sehallabaabiertaparaqueentraseelairefresco,ysehabíahechotodolo posible para que la estancia fuera confortable. Toda la crueldad de lasmentiras deSirPercival había caído sobre la pobreLadyGlyde.Y el únicoperjuicioqueélo la señoraRubellehabían infligidoa la señoritaHalcombeera,porloquepudeobservar,haberlaocultado.

Dejando a la enferma sumida en un apacible sueño, salí para enviar aljardineroabuscaraldoctor.Ledijequedespuésdedejaren laestacióna laseñoraRubelle,fueseacasadelseñorDawsonyledejaraunmensajedemiparte,pidiéndolequevinieseaverme.Sabíaquevendríasierayoquienselopedíay tambiénsabíaqueal comprobarqueFoscosehabíamarchadode lacasa,sequedaría.

Cuando volvió, el jardinero me dijo que, después de dejar a la señoraRubelleen laestación, llegóa la residenciadel señorDawson.Elmédico lehabía encargado decir que se sentía mal pero procuraría venir a la mañanasiguiente.

Altransmitirmeelmensaje,eljardineroibaaretirarse,peroledetuveparapedirlequevolvieraantesdeloscureceryquesequedaraaquellanocheenunode los dormitorios vacíos de al lado, para que pudiese llamarlo en caso denecesidad.Comprendiómistemoresaquedarmesolatodalanocheenlapartemássolitariadeaquellasolitariacasayacordamosquevolveríaentrelasochoylasnueve.

Vinopuntualytuvemotivosparacelebrarhabertomadolaprecaucióndellamarlo.AntesdelamedianocheelextrañotemperamentodeSirPercivalsemanifestóde laformamásviolentayalarmante,ysiel jardineronohubieseestado alertado para calmarlo al instante, me asusta pensar siquiera quéhubierapodidosuceder.

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Casitodoeltiempo,despuésquecayólanoche,estuvoandandoporlacasay por el parque excitado y lleno de desasosiego, con toda probabilidad,pensabayo,porhabertomadovinoconexcesodurantelacenasolitaria.Fueracomofueselociertoesqueleoígritarconfuriaenelalanueva,cuando,antesdeacostarme,salíadarunavueltaporlagalería.Inmediatamente,eljardinerobajó corriendo para ver qué ocurría, y yo cerré la puerta de la galería paraevitarqueelalborotoalcanzaselosoídosdelaseñoritaHalcombe.Pasómásdemediahoraantesdequevolvieseeljardinero.Medijoquesuamoestabapor completo fuera de sí, no por la excitación de la bebida, como yo habíasupuesto sino presa de un pánico o frenesí inexplicable. Encontró a SirPercival dando vueltas por el vestíbulo desierto, jurando con señales delapasionamientomásviolentoquenoibaaquedarseniunminutomásenaquelcalabozoqueerasucasayquesepondríaencaminoinmediatamente,aunquehacía noche cerrada. En cuanto el jardinero se le acercó le ordenó, conmaldicionesyjuramentos,quepreparaseenseguidaeltílburiyelcaballo.Uncuartodehoradespués,SirPercivalsaliódelacasa,—bajolaluzdelalunasurostroteníaunapalidezmortecina—,semetióeneltílburi,pusoelcaballoalgalopeydesapareció.Eljardineroleoyógritarymaldeciralporteroparaquese levantaray abriera lapuerta; oyó el furioso traqueteode las ruedas en laquietuddelanoche,cuandolapuertaseabrió;yprontonooyónadamás.

Aldía siguienteodosdíasdespués, no lo recuerdobien, llegóel tílburyconducido por el dueño de la vieja posada de Knowlesbury, el pueblomáscercanoaBlackwaterPark.SirPercivalsehabíadetenidoallíparacogerluegountren,cuyodestinoelhombredesconocía.Nuncasupequéocurriódespués,niporelpropioSirPercivalniporalgunaotrapersona;enestemomentonosésiquierasiestáenInglaterraofuera.Nolehevueltoaverdesdelanocheenque semarchó de su propia casa como un criminal fugitivo, ymi fervientedeseoyanheloesnovolveraverlejamás.

Tocaasufinlapartequemecorresponderelatarenestatristehistoriadefamilia.

Se me ha dicho que los detalles de lo que sucedió entre la señoritaHalcombeyyo,cuandoaldespertarmeencontrósentadajuntoasucama,noson sustanciales para el propósito que cumple el presente relato. Serásuficiente que diga que no tenía conciencia de los medios empleados paratraerla de la parte habitada de la casa a la deshabitada. Se hallaba entoncesprofundamente dormida, no pudo decirme si con sueño natural o producidopormediosartificiales.MientrasyoestuveenTorquay,yenausenciadetodoslos criados, excepto Margaret Porcher (que perpetuamente comía, bebía odormía cuando no trabajaba), fue, sin duda, fácil trasladar a la señoritaHalcombedeunapartedelacasaaotra.LaseñoraRubelle(comodescubríalexaminar la habitación, tenía provisiones y otras cosas necesarias, incluidos

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losmediospara calentar el agua el caldo, etc., sin encender el fuegoque sehabía puesto a su disposición durante aquellos días que duró suaprisionamientojuntoalaenferma.Nohabíaqueridocontestarlaspreguntasquelehizo,comoeralógico,laseñoritaHalcombe,perotampocoentodolodemáslahabíatratadoconnegligenciaofaltadeconsideración.SudeshonradeprestarseaparticiparenunengañoeslaúnicadelaquepuedeacusarseenconcienciaalaseñoraRubelle.

No necesito dar detalles (y es paramí un alivio saberlo) del efecto queprodujo en la señorita Halcombe la noticia de que Lady Glyde se habíamarchado, ni las nuevas mucho más tristes que muy pronto llegaron aBlackwater Park. En ambos casos traté de prepararla con la máximadelicadezay cuidado,pero tan sólo tuve la asistenciay el consejodel señorDawson cuando llegó la última de aquellas noticias, pues no estuvo buenopara venir a visitarnos hasta unos días después de enviarle yo mi recado.Aquellos fueron días tristes, sobre los que me aflige pensar o escribir. LosconsuelosbenditosypreciososdenuestrareligiónqueprocurébuscartardaronenllegaralcorazóndelaseñoritaHalcombe,perocreoyesperoquealfinlaalcanzaron. No me separé de ella hasta que sus fuerzas estuvieronrestablecidas.El trenqueme llevó lejosdeaquelladesgraciadacasa la llevótambiénaella.EnLondres,llenasdepesadumbre,nosseparamos.EllasefueaCumberland,acasadelseñorFairlie,yyomequedéenladeunosparientesdeIslington.

Sóloquieroañadirunas líneasmásaeste tristerelato.Estándictadaspormisentidodeldeber.

Enprimer lugar,hedehacerconstarquepersonalmenteestoypersuadidadequenosepuedereprocharnadaalcondeFoscoenrelaciónconlossucesosqueacaboderelatar.Mehandichoquepesasobreélunatremendasospechayquesehandetectado intencionesperversasensuconducta.Sinembargo,miconvicción de la inocencia del conde permanece incólume. Si ayudó a SirPercivalensuproyectodeenviarmeaTorquayfueporqueestabaengañadoypor eso no se le puede culpar, pues es un forastero y además extranjero. SituvoqueverconlaaparicióndelaseñoraRubelleenBlackwaterPark,fuesudesventuraynosufalta,cuandoaquellaextranjeraseprestóaparticiparenelengañoconcebidoyperpetradoporelamodelacasa.Protestoeninterésdelamoralidad contra las acusaciones que gratuita y arbitrariamente se lanzancontraelcomportamientodelconde.

Ensegundolugar,quieroexpresarmisentimientopornopoderacordarmecon exactitud del día en que Lady Glyde se marchó de Blackwater Park aLondres.Medicenqueesdemáximaimportanciaconocerlafechaexactaenque tuvo lugar ese lamentable viaje y he alertado convehemente anhelomimemoriapararecordarlo.Elesfuerzohasidoenvano.Sólorecuerdoquefuea

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finalesdejulio.Todossabemosquédifícilesaltranscurrirunlapsodetiempoyacordarseconexactituddeunafechapasadasinosehaanotadoensudía.Es muchomás difícil en mi caso, a causa de tantos sucesos inquietantes yconfusosqueocurrieronenelperíodoenqueLadyGlydesefue.Lamentodecorazónnohaberanotadolafechaatiempo.Lamentoqueelrecuerdodeesafechanoestétanvivocomoeldelrostrodelapobreseñoracuandomemirócontristezadesdelaventanadelvagónporúltimavez.

RELATODEHESTERPINHORN

COCINERAALSERVIClODELCONDEFOSCO

(Anotadosiguiendosuspropiasdeclaraciones)

Sientomuchodecir que nunca he aprendido a leer y escribir.Hepasadotodamividatrabajandoduramenteytodossabenquesoyunamujerhonrada.Séqueesunpecadoyunabajezaasegurarunacosaquenoescierta,asíquetrataré de no hacerlo en esta ocasión. Diré todo lo que sé y ruegohumildemente al señor que vaya a escribir lo que yo diga que corrija milenguajeyquemeperdonesinotengoestudios.

Elveranopasadoestabayosincolocación(ynopormiculpa)cuandooíhablar de que en el número cinco de Forest Road, St. John's Wood,necesitabanunacocinera.Mecoloquéaprueba.MiamosellamabaFosco.Miamaeraunadamainglesa.Éleracondeyellacondesa.Cuandolleguéhabíayaunadoncella,quenoeranimuyordenadanimuylimpia,peronoeramalapersona.Ellayyoéramostodalaservidumbredelacasa.

Nuestros amos vinieron después que nos instalamos. En cuanto llegaronnos dijeron en la cocina que esperaban una visita desde un pueblo de otrocondado.

La visita era una sobrina demi ama y se le preparó el dormitorio en lapartedeatrásdelacasa.MiamamedijoqueLadyGlyde(éstefuesunombre)teníamalasaludyque,portanto,habríayodepreocuparmequesuscomidasestuvieranbiensazonadas.Meparecequellegóaquelmismodía,pero,porsiacaso, no se fíen demasiado de mi memoria. Siento decir que es inútilpreguntarmelosdíasdelmesycosassemejantes.Denoserlosdomingos,lamitad de mi tiempo no me doy cuenta, pues soy una mujer que trabajaduramente y no tengo estudios. Todo lo que sé es queLadyGlyde llegó, ycuando lohizomediounbuen susto.Yono sé cómo la trajomi amohastacasa,puesentoncesestabayo trabajando;perocreoque la trajopor la tarde,lesabriólapuertaladoncellaylescondujoalvestíbulo.Apocodevolvermi

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compañeraalacocinaoímosarribaunalborotoyenseguidalacampanilladelvestíbuloquetocabacomolocaylavozdemiamapidiendoauxilio.

Lasdossubimoscorriendoyvimosalaseñorasobrinatendidaenelsuelo,consurostroterriblementeblanco,conlospuñoscerradosylacabezavueltahacialapared.Dijomiamaquederepentelehabíadadounataquedeterrorydijomiamoqueeranconvulsiones.Salícorriendodecasa,puesconocíamejorque los demás aquellos alrededores, para traer almédico que estuviesemáscerca.LosmáspróximoseranlosdoctoresGoodrickeyGarth,quetrabajabanjuntos y eran socios, y que tenían buen nombre y mucha clientela en labarriada de St. John's Wood. El señor Goodricke estaba en casa y vinoinmediatamenteconmigo.

Pasó algún tiempo antes de que elmédico pudiera hacer algo. La pobreseñorasalíadeunataqueparaentrarenotroyestuvoasíhastaquesequedóagotadaytanindefensacomounniñoreciénnacido.LaacostamosyeldoctorGoodrickefueasucasaparatraermedicinas,yvolvióalcabodeuncuartodehora o antes.Además de lasmedicinas trajo una varita de caoba hueca pordentroy talladacomouna trompeta,y,despuésdeesperarunpoco,pusounextremo sobre el corazón de la señora y acercó al otro su oído, y se quedóescuchandoconmuchaatención.

Cuandoterminó,diceamiseñora,quesehallabaenelcuarto:«Esuncasomuygrave—ledice—.LerecomiendoqueaviseinmediatamentealosamigosdeLadyGlyde.»Miseñora ledice:«¿Esunaenfermedaddecorazón?»yéldice:«Sí,unaenfermedaddecorazónydelasmáspeligrosas».Leexplicóendetalle en lo que consistía la enfermedad, pero yo no soy lo bastanteinteligenteparaentenderlo.Sólomeacuerdoquedijoque temíaqueniélniningúnotromédicotendríanmuchoquehacerallí.

Miseñoratomólacosaconmástranquilidadquemiseñor.Éleraunviejogordo alto y raro que tenía pájaros y ratones blancos y les hablaba como sifueran criaturas humanas. Se quedó terriblemente alarmado cuando ojeóaquellasnoticias.«¡PobreLadyGlyde,pobreyqueridaLadyGlyde!»,diceél.Sepusoadarvueltasyaretorcersusgordasmanos,asíqueparecíamásbienun cómico que un caballero. Por cada pregunta que hiciera mi señora almédicosobrelaenfermedad,lepreguntabaélcincuentacosas.Lediréquenosagobió a todos y, cuando por fin se tranquilizó, salió al pequeño jardín quehabía detrás de la casa, hizo unos ramilletesmuy feos ymemandóque lossubieseyadornaseelcuartodelaenfermaconellos.¡Comosiaquellofueradealgunaayuda!Creoqueavecesdebíaandarmaldelacabeza.Peronoeraunmal amo. Tenía una gracia increíble y era alegre, bonachón y amable yhablabadivinamente.Yolequeríamuchomásquealaseñora,queeradelomástiernoquecabe.

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Haciaelanochecer, laenfermaseanimóunpoco.Habíaestado tandébilhastaahora,poraquellode lasconvulsiones,queni siquierapodíamover lamano o el pie ni decir una palabra a nadie. Ahora se movió en la cama ymirabalahabitaciónyalosqueallíestábamos.Debióhabersidounaseñoraguapa cuando estaba sana, pues tenía el pelo claro y ojos azules, ya saben.Durantelanochedurmiómuyagitada,almenosesonosdijolaseñora,quefuequienlavelósola.Yosólofuiunavezasucuartoantesdeacostarmeporsime necesitaban y la oí hablar consigo misma de un modo atropellado yconfuso.Parecequequeríahablarconalguienquenoestabayaconella.Laprimeraveznopudedistinguirelnombrey la segunda fuecuandomiseñorllamóalapuertaparahacermáspreguntasydejarotrodesusfeosramilletes.Cuandovolvíasubirporlamañana,aldíasiguiente,viquelaseñoraenfermaestaba otra vez débil y su sueño parecía un desmayo. El doctor GoodrickellegóacompañadodesusocioelseñorGarth,paraconsultarconéste.Dijeronque bajo ningún pretexto se la molestara ni se interrumpiera su descanso.Hicieronmuchas preguntas ami señora en un rincón de la habitación, parasabercómohabíasidolasaluddelaenfermaantes,quiénlahabíaatendidoysihabíasufridoalgún trastornomental.Recuerdoqueaestaúltimapreguntami señora contestó que sí. El señor Goodricke miró al señor Garth y seencogiódehombros;elseñorGarthmiróalseñorGoodrickeyseencogiódehombros. Parecía que querían decir que el trastorno tenía relación con suenfermedaddelcorazón.¡Pobrecriatura,quéfrágilparecía!Noerafuerte,esoseveía,noerafuerte.

Aquellamismamañana,más tarde, cuando despertó, pareciómejorar derepente.Niamínialadoncellanosdejaronverlaporque,decían,losextrañospodíanalterarla.Yosupepormiamoqueestabamejor.Aquelcambiolopusodemuybuenhumoryseasomóalaventanadelacocina,desdeeljardín;ibaasaliryllevabasuenormesombreroblancodealasanchas.

—Buenosdías,señoracocinera—medijo—.LadyGlydeestámejor.Mesientomás tranquilo de lo que estaba y quiero estirar un pocomis grandespiernasydarunpequeñopaseoalsoldeverano.¿Quierequeencarguealgoparausted,quierequehagaalgunacompra,señoracocinera?¿Quéestáustedhaciendo?¿Unabuenatartaparalacena?Hágalamuytostada,porfavor,muytostadaycrujiente,querida,paraquesedeshagaenlabocadeliciosamente.

Así solía ser él. Tenía más de sesenta años y le entusiasmaba el dulce.¡Quiénlocreería!

Aquella mañana, el doctor volvió otra vez y vio por sí mismo a LadyGlyde,quesehabíadespertadoconmejoría.Nosprohibióquelehablásemosniquenoshablase ella enel casodequeestuvieradispuesta ahacerlo;dijoqueantesquenadadebíamosprocurarqueestuviesetranquilayquedurmieselo mejor posible. Ella no parecía tener ganas de hablar, excepto la noche

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anterior cuando no pude distinguir lo que decía; estaba demasiado débil. ElseñorGoodricke no estaba tan satisfecho con sumejoría comomi amo.Nodijo nada cuando bajó de su habitación, excepto que volvería a las cinco.Haciaesahora(antesdequehubiesevueltomiamo),sonólacampanilladeldormitorioylaseñorasaliócorriendoalrellanodelaescaleraymegritóquefuese en seguida a buscar al médico y le dijese que su sobrina se habíadesmayado.Mepuseelchalylacapotacuando,porfortuna,elmédicollegóparahacerlavisitaquehabíaprometido.

Leabrílapuertayloacompañéarriba.Miseñoraledicedesdelapuerta:«LadyGlyde estaba como antes, despierta, ymiraba a su alrededor de unaformaextrañacomosiestuvieraasustada,cuandolaoígemiryenseguidasedesvaneció».Elmédicoseacercóalacamayseinclinósobrelaenferma.Sepuso de pronto muy serio cuando la miraba y le colocó la mano sobre elcorazón.

MiamanoapartabasusojosdelrostrodelseñorGoodrickey,temblandodepiesacabeza,lediceensusurros:«¿Noestámuerta?».

—¡Sí!—diceeldoctorserioeinmóvil—.Estámuerta.Yotemíaqueestosucediesederepentecuandoescuchésucorazónayer.»Miseñoraretrocedióaunpasodelacamamientraseldoctorhablabayseestremecióunayotravez:¡Muerta!—semurmura a símisma—. ¡Muerta tan de repente! ¡Muerta tanpronto!¿Quédiráelconde?».

ElseñorGoodrickeleaconsejóquebajaseyquesetranquilizaseunpoco.«Ha estado usted velando toda la noche —le dice—, y tiene los nerviosdeshechos.Estajovenpuedequedarseenelcuarto—dice,señalándomeamí—,hastaqueyoenvíeabuscarlaayudanecesaria.Miseñorahizocomoélledijo.«Tengoqueprepararalconde—dice—.Tengoqueprepararalcondeconcuidado».Ynosdejótemblandodepiesacabeza,ysaliódelacasa.

—Suamoes extranjero—dice el señorGoodricke—. ¿Sabrá loquehayquehacerpara registrareste fallecimiento?».«Nolopuedodecir, señor—ledigo—pero creoqueno».El doctor lo pensóunosmomentosy luegodice:«Nosueloocuparmedeestascosas—dice—,peroenestecasosepodráevitaruna seria molestia para los señores si me encargo de registrar el deceso.Dentrodemediahoratengoqueestarcercadelregistro,ynomecuestamuchopasarporahí.Dígaseloasusseñores.»«Siseñor,—ledigo—ygracias,estoysegura de que le agradecerán esta amabilidad.» «¿No tiene ustedinconvenienteenquedarseaquíhastaqueyoenvíequienlasustituya?»—medice—.«No,señor;—digo-yomequedaréconlapobreseñora.Creoquenosehapodidohacermásdeloquehicimos¿verdad,señor?»—ledigo—.«No,yestoysegurodequehadebidosufrirmuchoantesdequeyolaviera;elcasoeradesesperadocuandoenviaronabuscarme.¡Ay,Diosmío!Antesodespués,

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todostenemosqueterminarasí¿verdad,señor?»—ledigo—.Meparecequenoteníaganasdehablar.Medijo:«Buenastardes»ysemarchó.

EstuveenelcuartohastaquellególaayudantequeelseñorGoodrickemehabíaprometido.SunombreeraJaneGould.Meparecióunamujerrespetable.No hizo comentario alguno, y tan sólo dijo que sabía para qué la habíanllamadoyqueensutiempoloshabíaenfundadoamiles.

Nosécómoaceptóelamolanoticia,cuandolaescuchóporprimeravez,porqueyonoestabapresente.Cuandolevileencontrémuyafectadoporello.Estabasentadoenunrincón,susmanosgordascaíandesusgruesasrodillas,teníalacabezabajaysusojosmirabanalvacío.Másquetriste,parecíaestarespantado y asombrado por lo sucedido. Mi señora se ocupó de lospreparativosparaelfuneral.Debióhabercostadotodaunafortuna,sobretodoel féretro que era hermoso. El marido de la señora muerta estaba, segúnhabíamosoídodecir,viajandoporpaísesextranjeros.Peromiama(queeratíadeladifunta),loarreglótodoconsusamigosdeaquelpueblodeotrocondado(Cumberland,creo)paraqueseenterraseallí,alladodelatumbadesumadre.Comolesdigo,elfuneralsepreparódelamejormanera,ymiamosemarchópara asistir al entierro.Estabamuy imponentevestidode luto, con su rostrotansolemneytanlleno,consuandarlentoyllevandoaquellaanchabandaenelsombrero,¡muyimponente!

Porúltimo,hededecir,enrespuestaalaspreguntasquemehanhecho:

1º Que ni mi compañera ni yo vimos que el señor diese personalmentemedicinaalgunaaLadyGlyde.

2ºQuesegúnloqueyoséycreo,nosequedónuncasoloconLadyGlyde.

3ºQuenopuedodecirquécausamotivóelsustorepentinoquemediomiamaque había asaltado aLadyGlyde en cuanto entró en la casa.Nada nosexplicósucausaniamíniamicompañera.

Las anteriores declaraciones han sido leídas enmi presencia, y no tengonadaqueañadirninadaquecorregirenellas.Lorepitobajojuramentoporlafedecristiana.Estaeslaverdadfiel.

HesterPinhorn,queestampasucruz.

CERTIFICADODELDOCTOR

CERTIFICADO

Enelregistrodelsubdistritoenelquetuvolugarlamencionadadefunción

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certifico,por lapresente,queheasistidoaLadyGlyde,deveintiúnañosdeedadcumplidos,aquienvisitéporúltimavezeljuevesveinticincodejuliodemilochocientoscincuenta,quefallecióesemismodía,enelnúmerocincodeForestRoad,enSt.John'sWood.

CAUSADELAMUERTE:

Aneurisma

DURAClÓNDELAENFERMEDAD:

Desconocida

Firmado:

AlfredGoodricke

Títuloprofesional:M.R.C.S.Eng.L.S.A.

Dirección:CroydonGardens12.StJohn'sWood.

RELATOQUEFIRMAJANEGOULD

«YofuilapersonaenviadaporelseñorGoodrickeparaprocederdeformaapropiadaynecesariaconlosrestosdelaseñoraquemurióenlacasacuyasseñassecitanenelcertificadoprecedente.Encontréelcuerpoalcuidadodelasirvienta Hester Pinhorn. Yo me quedé velando y lo preparé en su debidotiempoparaelentierro.Enmipresenciafuecolocadoenelataúd,ydespuésvicómo lo cerraban con clavos antes de ser trasladadode la casa.Después deelloynoantesmepagaronloquemepertenecíaymefuidelacasa.Sialguienquiere pedir informes míos, que se dirija al doctor Goodricke. Puedotestimoniarquesoypersonacuyaveracidadmerececonfianza.»

JaneGould

EPITAFIOGRABADOENLALÁPIDA

DEDICADOALAMEMORIADELAURA

LADYGLYDE

ESPOSADESIRPERCIVALGLYDE,

BARÓNDEBLACKWATERPARK,HAMPSHIRE.

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HIJADELDIFUNTOPHILIPFAIRLIE,ESQ.,

DELIMMERIDGEHOUSE,DEESTAPARROQUIA.

NACIÓEL27DEMARZODE1829.

CASADAEL22DEDICIEMBREDE1849.

FALLECIÓEL25DEJULIODE1850.

RELATORESUMIDODEWALTERHARTRIGHT

I

A principios del verano de 1850, mis compañeros supervivientes y yo,dejamos los páramos y los bosques deCentroamérica para volver a nuestrapatria.Llegamosa lacostayembarcamosparaInglaterra.ElbarconaufragóenelGolfodeMéxico,yyo fuide lospocosquesesalvarondelnaufragio.Era la tercera vez que escapaba del peligro de muerte. La muerte porenfermedad, la muerte por los indios, la muerte en el naufragio, las tresestuvieroncercademíylastrespasaronamiladosintocarme.

Lossobrevivientesdelnaufragiofueronrescatadosporunbarcoamericanoque navegaba rumbo a Liverpool. La nave llegó al puerto el día trece deoctubrede1850.Desembarcamosaúltimahorade la tardeyaquellamismanocheestabaenLondres.

Estaspáginasnosonun relatodemisandanzasyaventurasocurridasenpaíses extraños.Losmotivosqueme alejarondemipatria ydemis amigosllevándomeaunmundonuevoplenodeaventurasypeligros,sonconocidos.Volvídeeseexilioqueyomismomehabía impuesto tal comoesperaba, talcomohabíadeseadoyhabíarogadopodervolver.Regresésiendounhombredistinto.Minaturalezasehabíaregeneradoenlasaguasdeunanuevavida.Enunaduraescueladeapremiosypeligrosmivoluntadaprendióaserfuerte,micorazón resoluto, y mi mente a confiar en sí misma. Salí huyendo de miporveniryvolvídecididoaafrontarlocomounhombredebehacerlo.

Iba a afrontarlo con la abnegación que sabía que se me exigiría. Habíaarrancado de mí lo más amargo de mi pasado, pero no los recuerdos queguardabaenmicorazón,latristezayternuradeaquellaépocamemorable.Nohabía dejado de sentir el único desengaño irreparable de mi vida, tan sólohabía aprendido a soportarlo. Laura Fairlie ocupaba por completo mispensamientos cuando, desde el barco queme llevaba lejos,me despedía deInglaterra con la mirada. Laura Fairlie seguía colmando mis pensamientoscuando el barcome devolvió ami patria y la aurora de lamañaname dejó

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contemplaraquellascostasfamiliares.

Mi pluma traza estas líneas que vuelven al pasado tal comomi corazónvuelve tambiénalamordeesepasado.SigorefiriéndomeaellacomoLauraFairlie.Mecuestapensaryhablardeelladándoleelnombredesumarido.

Nosonnecesariasmáspalabrasparaexplicarmiapariciónenestaspáginaspor segunda vez. Esta es la parte final de la historia, y si tengo valor yfortalezaparaescribirla,vamosahoraaverlo.

Al llegar la mañana, mi primera inquietud y mi primera esperanza secentraronhaciamimadreymihermana.Sentílanecesidaddeprepararlasalaalegríaylasorpresademiretornodespuésdeunaausenciademesesymesessinrecibirnoticiasmías.AprimerahoradelamañanaenviéunacartaalacasadeHampstead,yunahoradespuésmepuseencamino.

Transcurridos losprimerosmomentosdelencuentro,cuandopocoapocofuimos recuperando la paz y la calmade los tiempos pasados, vi algo en elrostrodemimadrequemedijoqueunpesosecretooprimíasucorazón.Ensusojosansiososhabíaalgomásqueamor,enla ternuradesumiradahabíatristeza;enlamanocariñosaqueapretólamíaconlentitudydelicadeza,habíacompasión. No teníamos secretos el uno para el otro. Ella sabía cómo fuedestruidalaesperanzademivida,sabíaporquélahabíaabandonado.Yoteníaa florde labios lapregunta—queríahacerlacon lamayorcalmadequeeracapaz—,desinohabíallegadoalgunacartadelaseñoritaHalcombeparamí,osihabíanoticiasdesuhermana.Peroalmiraralrostrodemimadre,mefaltóvalor para hacerle esta pregunta, siquiera demanera reservada.Tan sólo fuicapazdedecirle,vacilanteycohibido:

—¿Tienesalgoquedecirme...?

Mi hermana, que se hallaba sentada frente a nosotros, de repente selevantó,ysinunapalabradeexplicación,saliódelcuarto.

Mimadresesentómáscercademíenelsofáymerodeóconsusbrazos.Susdelicadasmanostemblaban;laslágrimascorríanporsurostrocariñosoysincero.

—¡Walter!—murmuró—. ¡Hijomío!Semeparte el corazón. ¡Hijomío,hijomío!,noolvidesqueaúnvivoyo.

Micabezasehundióensuregazo.Conaquellaspalabrasmelodijotodo.

II

Era lamañanadel tercerdíadespuésdemi llegada, lamañanadel16deoctubre.

Mehabíaquedadoconmimadreymihermanatratandodenoamargarsu

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alegríapormillegada,talcomoestabaamargadalamía.Habíahechotodoloquepuedehacerunhombreparalevantarsedespuésdelgolpeyaceptarlavidacon resignación, para que mi tristeza llevara a mi corazón ternura y nodesesperación.Fue inútilydesesperante.Las lágrimasnocalmaronmisojosdoloridos ni hallé consuelo en el cariño demimadre y la compasión demihermana.

Alaterceramañanalesabrímicorazón.Porfinbrotarondemislabioslaspalabrasquemequemabandesde el día enquemimadremedio la terriblenoticia.

—Dejadme marchar sólo por algún tiempo —dije—. Sabré sobrellevarmejor mi pena cuando vuelva a ver el lugar en que la conocí, cuando mearrodilléyrecéantelatumbaenlaquedescansaparasiempre.

EmprendímiviajealatumbadeLauraFairlie.

Eraunaserenatardedeotoñocuandomeapeédeltrenquemedejóenlaestación solitaria y comencé a andar por aquella carretera familiar. El solponientebrillabadébilmenteentrelasligerasnubesblancas,elaireeracálidoeinmóvil,lapazdelsolitariopaisajeestabamásacentuadaytristeenaquellaépocaenqueelañotocabaasufin.

Lleguéalpáramo;denuevoestabaenlaladeradelacolina.Miréfrenteamí,haciaelsendero,ydistinguíalolejoslosfamiliaresárbolesdeljardín,lacruz ancha y suave del camino y los altos muros blancos de LimmeridgeHouse.Lasdichasyloscambios,lasaventurasylospeligrosdelosmesesymesespasados, todoelloseempequeñecíayquedabareducidoanadaenmimente.¡Meparecióqueeraayercuandopisabaporúltimavezaquellafragantecampiñacubiertadebrezos!Creíquelaibaaversaliramiencuentroconsupequeñosombrerodepajacuyasalasprotegían su rostrodel sol, su sencillotrajeondeandoalaireysugruesolibrodedibujosdispuestoensumano.

¿Dóndeestá¡oh,muerte!,tuaguijón?¿Dónde,¡oh,sepulcro!,tuvictoria?

Miré a un lado. Allí, abajo en el valle estaba la solitaria iglesia gris, elpórticodondeesperélallegadadeladamadeblanco,lascolinasquerodeabanel tranquilocementerio,elarroyocuyaaguafría fluíaensu lechodepiedra.¡Ahíestabalacruzdemármol,blancayhermosa,alacabeceradelsepulcro!¡Elsepulcroqueahoracobijabaalamadreyalahija!

Me acerqué a él. Crucé una vez más el bajo portillo de piedra y medescubrílacabezaalpisaraquelterrenoconsagrado.Consagradoalamoryalabondad,consagradoalrecuerdoyaldolor.

Medetuvefrentealpedestalsobreelquesealzabalacruz.Enlapartequeestabamáspróximaamí leí la inscripción reciéngrabada; las letrasnegras,

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profundas, claras y crueles contaban la historia de su vida y de su muerte.Quise leerlas.Nopude leermásquesunombre:«Dedicadaa lamemoriadeLaura...» Los dulces ojos azules nublados por sus lágrimas, la rubia cabezainclinadasuavemente,lasinocentespalabrasdedespedidapidiéndomequeladejase, ¡qué último recuerdo podía ser más feliz! ¡El recuerdo que llevéconmigoyqueconmigohabíaregresadohastasutumba!

Porsegundavezquise leerelepitafio...Al finalvi la fechadesumuertesobreella...

Sobreellahabíamáslíneasescritasenelmármol,yentreellas,unnombrequeperturbabamispensamientos.Mefuialotroladodelsepulcro,dondenohabíanadaqueleer,ningunavilezadelmundoqueseparósuespíritudelmío.

Me arrodillé, frente a la tumba.Apoyémismanos ymi cabeza sobre laanchapiedrablancaycerrémisojoscansadosalatierraqueseextendíaamialrededoryalaluzquecaíasobremí.Lahicevolveramilado.¡Amormío,amormío,ahorapuedehablartemicorazón!Denuevoerasóloayercuandonosseparamos,ayercuando tusuavemanodescansóen lamía,ayercuandomisojossemiraronenlostuyosporúltimavez.¡Amormío,amormío!

El tiempo había volado, y el silencio había descendido, como la oscuranoche,sobresucurso.

Elprimersonidoquesobrevinodespuésdeaquellapazcelestialsedeslizósuavemente,comounaligerabrisa,sobrelahierbadelcementerio.Oíqueseme acercaba lentamente, hasta que llegó a mis oídos cambiado: parecía elruidodepasosqueavanzaban;luegosedetenían.

Levanté la cabeza.Faltabapocoparaqueel sol sepusiera.Lasnubes sehabíanseparadoylatenueluzoblicuabañabalascolinas.Elfinaldeaqueldíaerafrío,claroyserenoenelquietovalledelamuerte.

Detrás de mí, en el cementerio, vi en la fría claridad del ocaso a dosmujeres.Mirabanhacia la tumba;memirabanamí.Seacercaronunpocoyvolvieronadetenerse.Llevabanvelos,quemeocultabansusrostros.Unadeellaslolevantó.AlaluzplácidadelanochevielrostrodeMarianHalcombe.¡Habíacambiado! ¡Habíacambiadocomosihubieranpasadoaños!Susojosgrandes y salvajes me miraban con extraño terror. Su rostro, fatigado yexhausto, inspiraba compasión. Como si la pena, el temor y la angustia lahubieranmarcadoconsuhierroalrojovivo.

Di un paso hacia ella. No se movió, ni dijo una palabra. La mujer queestabaasulado,yquenolevantóelvelo,lanzóundébilgemido.Medetuve.Lasfuerzasmeabandonaron;yunindecibleterrormehizotemblardepiesacabeza.

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Lamujerconelrostrocubiertoseseparódesucompañera,yconlentitudsedirigióhaciamí.UnasolavezMarianHalcombehabló.Lavozeraloqueyo recordaba. No había cambiado, con sus ojos alterados y su rostrodemacrado.

—¡Esmisueño,esmisueño!

Le oí pronunciar quedamente estas palabras en medio de aquel silenciohorripilante.Cayóderodillasylevantósusmanoscrispadasalcielo.

—¡Padrenuestro,dadlefortaleza!¡Padre,ayúdaleenestahoradecisiva!

Lamujer seme acercaba, despacioy en silencio.Lamiréydesde aquelinstantenopuedemiraranadiemás.

Lavozquerogabapormítemblóypasóaserunsusurro;luego,derepenteselevantó,mellamóconhorror,megritócondesesperaciónquememarchase.

Perolamujercubiertaporelvelosehabíaadueñadodemí,demicuerpoydemialma.Sedetuvoaunladodelatumba.Nosquedamosfrenteafrente,separados por la lápida sepulcral. Ella estaba junto a la inscripción delpedestal;suvestidotocabalasletrasnegras.

Lavozseacercó,seelevabamásymás,estaballenadepasión.

—¡No descubras la cara! ¡No la mires! ¡Por amor de Dios, evítale estetrauma!

Lamujerlevantóelvelo.

DEDICADOALAMEMORIADELAURA,

LADYGLYDE...

Laura,LadyGlyde,seerguíajuntoalepitafioymemirabaporencimadelsepulcro.

FINDELAPRIMERAPARTE

SEGUNDAPARTE

CONTINÚAELRELATODEWALTERHARTRIGHT

I

Abrounanuevapágina.Adelantominarraciónenunasemana.

Loocurridoeneste lapsode tiempo,quepasoporalto,debepermanecer

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silenciado.Cuandopiensoenello,micorazóndesfalleceymimentesellenadeoscuridadyconfusión.Ynodebeserasípuesyo,quesoyquienescribo,hedeguiarcomosedebealosqueleen.Ynodebeserasí,pueselhiloquenosllevaatravésdelosvericuetosdeestahistoriahadequedardeprincipioafindesenredadoenmismanos.

Unavidaquecambiaderepente,cuyosentidoenteroestáengendradodenuevo,cuyasesperanzasy temores, luchas, interesesysacrificiossevuelvendeunavezyparasiemprehacianuevosderroteros,éstaeslaperspectivaqueahorasepresentaantemí,talcomoapareceanuestrosojosunpaisajedesdelacimadeunamontaña.DejéminarraciónenlassombrasapaciblesdelaiglesiadeLimmeridgeylacontinúounasemanamástardeenmediodelbullicioydeltumultodeunacalledeLondres.

Lacalleperteneceaunbarriopopulosoypobre.Laplantabajadeunadesus casas está ocupada por unmodesto vendedor de periódicos, y los pisosprimeroysegundoestándestinadosahabitacionesamuebladas,queseofrecenporunmodestoalquiler.

He tomadoestosdospisosbajootronombre.Vivoenel segundo,dondetengo un cuarto para trabajar y otro para dormir.En el primero habitan dosmujeres bajomimismo falso nombre, a las que se creemis hermanas.Meganolavidadibujandoygrabandosobremaderaparaperiódicosbaratos.Missupuestas hermanas me ayudan haciendo de costureras. Nuestra vivienda,pobre, nuestro humilde aspecto, nuestro fingido parentesco, nuestro nombreficticio, todo ello son los medios de que nos valemos para que nadie nosdescubra en esta ciudad semejante a un bosque que es Londres. Ya nofiguramosentrelaspersonascuyasvidastranscurrenaldescubiertoysonbienconocidas.Soyunhombreoscuroquenollamalaatención,sinamigosysinprotectores que le ayuden. Marian Halcombe no es más que mi hermanamayor,queconsuarduotrabajonosganaelpandecadadía.Losdos,en laestimación de los demás, somos a la vez víctimas y promotores de unaatrevidaimpostura.SenosconsideracómplicesdeunalocaquesellamaAnneCatherick,quereclamaelnombre,losderechosylapersonalidaddeladifuntaLadyGlyde.

Talesnuestrasituación.Apartirdeahora,enestenuevoaspecto,hemosdefigurarlostresenestanarración,alolargodelasmuchaspáginasquesiguen.

Antelosojosdelarazónydelaley,enlaestimacióndeamigosyparientesyconformea todaslasformalidadesqueseexigenenlasociedadcivilizada,«Laura, Lady Glyde» yace enterrada junto a sumadre en el cementerio deLimmeridge.Arrancadaenvidadelaslistasdelosseresvivos,hijadePhilipFairlieyesposadeSirPercivalGlydepodríaexistirpara suhermanaoparamí;peroparaelrestodelmundoestabamuerta.Loestabaparasutío,quela

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había rechazado; muerta para los criados de la casa, que no supieronreconocerla; muerta para las personas dotadas de autoridad, que habíantransferido su fortuna a su marido y a su tía; muerta para mi madre y mihermana,quemecreenamívíctimadeunaaventuraydeun fraude social;legalymoralmenteestabamuerta.

¡Y, sin embargo, vivía!Vivía pobre y escondida.Vivía junto al humildeprofesor de dibujo que se disponía a luchar por ella y a ganar para ella supuestoenelmundodelosvivos.

¿Es que no cruzó por mi mente sospecha alguna, sabiendo suextraordinarioparecidoconAnneCatherick,cuandolavidescubrirsurostroantemí?Nisiquierasentílasombradeunasospechadesdeelinstanteenquelevantóelveloalacercarseaaquellainscripciónquehablabadesumuerte.

Antes de que en aquel día se hubiera puesto el sol, antes de quedesapareciera de nuestra vista el hogar que se había cerrado para ella, laspalabras de despedida con que nos separamos en Limmeridge habían sidoevocadasporambos,lasrepetíyoylasrecordóella:«Sillegauninstanteenelque toda la devoción de mi corazón, de mi alma y de mi fuerza puedaproporcionarleunsegundodefelicidadoevitarleunratode tristeza,¿querráusted recordar al pobre profesor de dibujo que un tiempo estuvo a suservicio?» Ella, que apenas recordaba ahora el terror y las angustias de losúltimos tiempos, recordó aquellas palabras y apoyó, inocente y confiada, supobre cabeza sobre el pecho del hombre que las había dicho. En aquelmomento me llamó por mi nombre y me dijo: «Han tratado de hacermeolvidarlo todo,Walter; perome acuerdo deMarian yme acuerdo de ti», enaquelmomento,yo,quehacíamucholehabíaentregadomiamor,leentreguémividaydigraciasaDiosdequeeramíaypodíabrindárselaaella.

¡Sí!había llegadoese instante.Desdemilesymilesdemillasa travésdebosquesydesiertosen losquecompañerosmás fuertesqueyohabíancaídojuntoamí,atravésdelpeligrodemuertequetresvecessemepresentóydelque tresveces escapé, lasmanosque conducena loshombrespor el oscurocaminohaciaelfuturomehabíanconducidohastaeseinstante.Abandonadaypobre, exasperada y consumida, ajada su belleza y su mente oscurecida;despojadadesuposiciónenelmundoydesusitioentrelosvivos,ahorapudedepositar,sinprovocarreproches,asusqueridospies,ladevociónquelehabíaprometido, ladevocióndemicorazón,mialmaymi fuerza. ¡Al fineramíapor el derecho que a ellome daban susmiserias y su abandono!Mía paraapoyarla, protegerla, cuidarla y restablecerla. Mía para amarla y respetarlacomopadreycomohermanoalavez.Míaparavengarlaacostadesacrificiosypeligrosdetodaclase,acostadeunaluchasinesperanzacontraelrangoyelpoder,acostadelargasbatallascontraelengañobienarmadoycontraeléxitofortalecido,acostadelaruinademireputación,delapérdidademisamigos,

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acostadelriesgodemivida.

II

Mi posición está definida; mis motivos están explicados. Ahora han deseguirlahistoriadeMarianyladeLaura.

Voya relatarambashistorias,nocon laspalabras (quecon frecuencia seinterrumpeny se confunden inevitablemente) con queme las contaron, sinocon las de una abstracción breve, concisa y estudiadamente sencilla; conpalabras que me propongo escribir para que me guíen a mí como tambiéndeberían guiar a mi consejero legal. De este modo la enmarañada red deacontecimientos podrá desenvolverse con mayor rapidez y de forma másinteligible.

LahistoriadeMariancomienzadondeterminaelrelatodelamadellavesdeBlackwaterPark.

AlirseLadyGlydedecasadesumarido,elamadellavescomunicóaquelhechoylascircunstanciasenquehabía tenidolugara laseñoritaHalcombe.Sólounosdíasdespués(laseñoraMichelsonnologroprecisarcuántos,yaquejamásseleocurrióapuntarlo)llegóunacartadeMadameFoscoanunciandolamuerterepentinadeLadyGlydeencasadelcondeFosco.EnestacartanosemencionabafechaalgunaysedejabaaladiscrecióndelaseñoritaMichelsonelmododetransmitirlanoticiaalaseñoritaMarianinmediatamenteyesperaraquehubieserecobradosusaluddemaneramásdefinitiva.

DespuésdeconsultarloconelseñorDawson(quehabíatardadoenvolvera prestar su asistencia en Blackwater Park por haber estado él mismoenfermo),laseñoraMichelson,siguiendoelconsejodelmédicoyenpresenciadeéste,comunicóalaseñoritaHalcombelanuevaelmismodíaqueserecibiólacartaoaldíasiguiente.Noesnecesarioquepondereelefectoqueprodujola noticia de la repentina muerte de Lady Glyde sobre su hermana. Paranuestro propósito tan sólo interesa saber que durante las tres semanassiguientesnoestabaaúnencondicionesdeemprenderelviaje.Altérminodeaquel tiempo fue a Londres, acompañada por el ama de llaves. Allí sesepararon;laseñoraMichelsondejósusseñasalaseñoritaHalcombeparaelcasodequeéstadesearacomunicarseconellamásadelante.

Aldespedirsedelamadellaves,laseñoritaHalcombesedirigióenseguidaaldespachodelosseñoresGilmoreyKyrleparaconsultarconesteúltimo,enausenciadelseñorGilmore.DijoalseñorKyrlequecreíaconvenienteocultara todos (incluso a la señora Michelson) sus sospechas acerca de lascircunstanciasenqueLadyGlydeencontrósumuerte.ElseñorKyrle,queenotras ocasiones había dado pruebas amistosas a la señoritaHalcombe de sudisposición para ayudarla, se ofreció inmediatamente para emprender la

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investigaciónquelanaturalezadelicadaypeligrosadeaquelcasolepermitieraefectuar.

Paraterminarestapartedeltemaantesdeseguiradelante,cabemencionarqueelcondeFoscosepusoalaenteradisposicióndelseñorKyrlecuandoéstele hizo saber que venía obedeciendo al deseo de la señoritaHalcombe pararecogeralgunosdetallesdelfallecimientodeLadyGlydequenoselehabíancomunicado hasta entonces.Así, el señorKyrle pudo hablar con elmédico,con el señor Goodricke y con las dos criadas. Más, a causa de no podersaberseconexactitudeldíaenqueLadyGlydesaliódeBlackwaterPark,elresultado de las declaraciones del médico y de las sirvientas, como lostestimoniosvoluntariosdelcondeFoscoydesuesposafuerondefinitivosalosojosde señorKyrle.No lequedabaotracosaqueconcluirque la intensidadconquelaseñoritaHalcombesintiólapérdidadesuhermanalahabíallevadoa formar un juicio deplorablemente equivocado; le escribió diciendo que laterriblesospechaalaquehabíaaludidoensupresenciacarecía,ensuopinión,delmenorfundamentoreal.Aquélfueelprincipioyelfindelainvestigacióndel socio del señorGilmore.Mientras tanto, la señoritaHalcombe retornó aLimmeridge, donde recogió toda la información suplementaria que pudoobtener.

El señor Fairlie supo el fallecimiento de su sobrina por una carta de suhermanaMadameFosco;aquellacarta tampococontenía referenciaalgunaafechasexactas.Accedióalaproposicióndesuhermanadequeseenterraraala joven juntoasumadre,enelcementeriodeLimmeridge.ElcondeFoscoacompañó los restos a Cumberland y asistió al funeral que tuvo lugar enLimmeridge el día 3O de julio. Todos los habitantes del pueblo y de susalrededores asistieron a la ceremonia expresando así su respeto. Al díasiguientesegrabóenlalápidadelsepulcroelepitafio(inicialmenteescrito,sedecía, por la tía de la difuntay sometido a la aprobaciónde suhermano, elseñorFairlie).

El día del funeral, y el siguiente, el conde Fosco se hospedó enLimmeridge,peronosecelebróentrevistaalgunaentreésteyelseñorFairlie,obedeciendo al deseo expresode esteúltimo.Se comunicaronpor escrito, ypor este medio el conde Fosco puso en conocimiento del señor Fairlie lospormenores de la última enfermedad y muerte de su sobrina. La carta queconteníaestosdatosnoañadióhechosnuevosalosyaconocidos,peroensuposdatahabíaunpárrafosumamentecurioso.SereferíaaAnneCatherick.

Elcontenidodelpárrafoencuestiónpuederesumirseenestaspalabras:

AlprincipioseinformabaalseñorFairliedequeAnneCatherick(dequienconocería detalles más completos por la señorita Halcombe cuando éstallegase a Limmeridge) había sido seguida y detenida en los alrededores de

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BlackwaterParkyporsegundavezselahabíapuestoalcuidadodelmédicoacuyavigilanciahabíaescapadohacíaalgúntiempo.

Estaeralaprimerapartedelaposdata.LasegundaadvertíaalseñorFairliede que la enfermedad mental de Anne Catherick se había agravado aconsecuencia de haber permanecido fuera de control durante un períodoprolongado; que el odio y la desconfianza insanos que siempre habíaprofesado a Sir Percival Glyde y que antaño era una de sus manías másmarcadas,seguíaexistiendoperohabíanadquiridounaformanueva.AhoralaideaqueladesventuradamujerexpresabaenrelaciónaSirPercivaleraladeangustiar y molestarlo pretendiendo elevarse, como ella suponía, en laestimación de los parientes y enfermeras atribuyéndose la identidad de sudifuntaesposa;eraevidentequetalpretensiónselehabíaocurrido,despuésdehaberconseguidoentrevistarsefurtivamenteconLadyGlyde,cuandoobservóel asombroso parecido accidental que existía entre ella y la difunta. Eraabsolutamente imposible que lograse escapar del sanatorio por segundavez,perosíeraposiblequeencontrasealgúnmedioparamolestara la familiadeLady Glyde con cartas; en tal caso el señor Fairlie estaba avisado y sabríacómorecibirlas.

Seenseñóa la señoritaHalcombecuando llegóaLimmeridge laposdatacompuesta en estos términos. Igualmente se le entregaron las ropas quellevaba lady Glyde y otras pertenencias que había traído a casa de su tía.Madame Fosco las había recogido escrupulosamente para enviarlas aCumberland.

Tal era el estado de las cosas cuando la señorita Halcombe pisóLimmeridgeaprimerosdeseptiembre.

Poco después, una recaída la obligó a guardar cama; sus debilitadasenergías físicas cedían ante la severa aflicción mental que estabaexperimentando.Cuandounmesmástardeserecuperódenuevo,susospechaacercadelascircunstanciasquehabíanacompañadolamuertedesuhermanapermanecía incólume. En todo aquel tiempo no había sabido nada de SirPercivalGlyde, pero había recibido cartas deMadame Fosco que la hacíanobjetodelafectuosointerésporpartedesuesposoydeellamisma.Enlugarde contestar, la señorita Halcombe contrató un detective privado para quevigilaselacasadeSt.John'sWoodylasactividadesdesushabitantes.

No se descubrió nada sospechoso. Al mismo resultado llevaron lasinvestigaciones emprendidas secretamente acerca de madame Rubelle. Estahabía llegado a Londres unos seis meses antes, acompañada de su marido.ProcedíadeLyon,y tomaronunacasacercadeLeicesterSquare,conobjetodeconvertirlaenunapensiónparalosextranjerosqueseesperabaqueibanallegar engrannúmeroa Inglaterraparavisitar laExposiciónde1851.Enel

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vecindario no se sabía nada ni del marido ni de la mujer. Eran personastranquilas y se ganaban la vida honestamente. Las últimas investigacionestuvieronporobjetoaSirPercivalGlyde.SehabíaninstaladoenParís,dondevivía apaciblemente rodeado de un reducido círculo de amigos ingleses yfranceses.

Alfracasarentodasestasempresas,peroincapazaúndetranquilizarse,laseñorita Halcombe decidió luego ir en persona al sanatorio donde se habíarecluidopor segundavez aAnneCatherick.En el pasadohabía sentidounafuerte curiosidad por aquella mujer; ahora estaba doblemente interesada enella:primeroqueríacomprobarsieraciertoquepretendíapersonificaraLadyGlyde,ysegundo,(siresultabaqueeracierto),queríadescubrircuáleseranlosmotivosrealesquehabíanimpulsadoalapobrecriaturaaintentarestaficción.

AunquelacartadelcondeFoscoalseñorFairlienomencionabalasseñasdelsanatorio,aquellaomisiónnorepresentabaunobstáculoenelcaminodelaseñoritaHalcombe.CuandoelseñorHartrightencontróaAnneCatherickenLimmeridge, ella le indicó la localidad donde se hallaba aquella casa, y laseñoritaHalcombeanotóladirecciónensuDiariojuntoconotrosdetallesdela conversación, exactamente como lo había oído contar al señor Hartrigth.Asípues,encontrólaanotación,yenellalasseñas;llevóconsigolacartadelconde Fosco, dirigida al señor Fairlie, como una especie de credencial quepodíaresultarleútil,yemprendiósuviajealmanicomioeldía11deoctubre.

Pasólanochedeldía11enLondres.Suintenciónfuedormirencasadelaantigua institutrizdeLadyGlyde;pero fue tandesoladora la agitaciónde laseñora Vesey al ver a la amiga más íntima y querida de su inolvidablediscípula, que la señorita Halcombe, por consideración, se abstuvo depermanecerensucompañía,ysedirigióauna respetablecasadehuéspedesquehabíaenlavecindadyquelerecomendólahermanacasadadelaseñoraVesey.Aldíasiguientefuealsanatorio,situadonolejosdeLondres,alnortedelametrópoli.

Fuerecibidainmediatamenteporeldueñodelestablecimiento.

Al principio, éste semostró terminantemente reacio a permitirle ver a lapaciente.PeroalverlaposdatadelacartadelcondeFosco,alrecordarleellaqueerala«señoritaHalcombe»,dequiensehablabaenlacarta,queeraunaparientecercanadeLadyGlyde,y,por lo tanto, teníauninterésnaturalparaver con sus propios ojos la dimensión que había tomado lamanía deAnneCatherick que tenía relación con su difunta hermana, el tono y actitud deldueñodelsanatoriocambiaronynoinsistióensusobjeciones.Probablemente,sintióqueelpersistirensunegativa,dadaslascircunstancias,nosólohabríasidounactodedescortesíaporsupartesinoque implicaríaque losmétodosusadosensuestablecimientoerandetalnaturalezaquenopodíanexponerseal

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interés de respetables personas extrañas. La impresión de la señoritaHalcombe fue que el dueño del sanatorio no gozaba de la confianza de SirPercival ni del conde. Parecía ser una prueba de ello el que le hubierapermitido visitar a su paciente, mientras que su disposición a hacerdeclaracionesquedifícilmentehubieranescapadodeloslabiosdeuncómplicepodíanconsiderarseunaconfirmacióndefinitiva.

Porejemplo,eneltranscursodelaconversaciónpreliminarcomunicóalaseñorita Halcombe que el conde Fosco había traído a Anne Catherick alsanatoriojuntoconlaprescripciónycertificadosnecesarios,elveintisietedejulio.El condepresentóuna carta con explicaciones e instrucciones firmadapor Sir Percival.Al recuperar a su paciente, el dueño del sanatorio observóque en ella se habían producido ciertos curiosos cambios personales. Porsupuesto tales cambios no carecían de precedentes en su experiencia conpersonasmentalmente afectadas.Amenudo, sus enfermos no se parecían niporfueranipordentroacómoeranaldíasiguiente;enloscasosdelocura,uncambioparapeoroparamejortendíanecesariamenteaproduciralteracionesen el aspecto exterior. Lo admitía, como también admitía que la manía deAnne Catherick se había modificado, reflejándose, sin duda, en sucomportamiento y en su modo de expresarse. Sin embargo en algunasocasionesledejabanperplejociertasdiferenciasquehabíaentrelapacientedeantes de la fuga y la que le había sido restituida. Aquellas diferencias erandemasiadopequeñasparaserdescritas.Desdeluego,nopodíadecirqueestabacompletamentecambiadaensuestaturaocomplexiónoeltonodesutezoelcolordesusojos,ysupelo,oenlostrazosgeneralesdesurostro:elcambioeramásalgoqueélsentíaperoquenoveía.Enunapalabra,elcasohabíasidounquebraderodecabeza,desdeunprincipioyahorase leañadíaunmotivomásparasentirsedesconcertado.

No puede decirse que esta conversación tuviera como resultado que lamentedelaseñoritaHalcombeestuviese,almenosenparte,preparadaparaloque ibaasuceder.Pero,noobstante, suefectosobreella fuemuyfuerte.Ladejótannerviosaquefuenecesarioesperarunosminutoshastaquerecuperólapresenciadeánimoypudoseguiraldueñodelsanatoriohaciaaquellapartedelacasadondeestabanconfinadoslosenfermos.

Al llegar al lugar fueron informados de que la presuntaAnneCatherickestaba paseando por el parque adjunto al establecimiento. Una de lasenfermerasseofrecióaguiarhastaallía laseñoritaHalcombe;eldueñodelsanatoriosequedóunosminutosenlacasaparaatenderuncasoquerequeríasupresencia,prometiendoreunirseenseguidaconsuvisitanteenelparque.

LaenfermeracondujoalaseñoritaHalcombehaciaunextremodelparque,trazado con buen gusto, y tras mirar a su alrededor siguió por un senderosombreadoporarbustosquecrecíanaamboslados.Amediocaminovierona

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dosmujeresqueavanzabanlentamentehaciaellas.Laenfermeralasseñalóydijo:«AquellaesAnneCatheriekseñora.Vieneconsuvigilante,lacualpuedecontestarle cuantas preguntas desee hacerle». Dichas estas palabras laenfermeraladejóparavolverasustareas.

La señorita Halcombe avanzó al igual que las dos mujeres. Cuando lasseparaba una docena de pasos una de ellas se detuvo un instante,miró conansiedadaladesconocida,seliberóbruscamentedelamanodelaenfermerayse abalanzó a losbrazosde la señoritaHalcombe.Enaquelmismo instante,Marian había reconocido a su hermana..., ¡había reconocido a lamuerta envida!

Afortunadamente para el buen éxito de las medidas que se tomaronconsecutivamente, nadie, salvo la enfermera, presenció esta escena. Era unamujerjoven,quesequedótanpasmadaporelsucesoquealprincipionofuecapazde intervenir.Cuandopudohacerlo tuvoqueprestar sus serviciosa laseñoritaHalcombe,quesufrióunmomentáneodesfallecimientoapesardesuesfuerzoporconservarsupropiojuicioantelaconmociónquelecausóaqueldescubrimiento. Después de descansar unos segundos al aire fresco y en lasuave sombra, sus energías y valor la ayudaron y volvió a ser losuficientemente dueña de sí misma para sentir la necesidad de recobrar lapresenciadeánimo,porelbiendesudesgraciadahermana.

Consiguióqueselepermitiesehablarasolasconlapaciente,acondicióndequelasdospermanecieranalavistadelaenfermera.Nohabíatiempoparahacerpreguntas,laseñoritaHalcombesólopodíaconvenceraladesdichadadequeeranecesarioquesedominase;sólopodíaasegurarlequeentoncespodríaayudarlayrescatarla.LaideadequeescaparíadelsanatoriosiobedecíaalasindicacionesdesuhermanafuesuficienteparaserenaraLadyGlydeyhacerlecomprenderloquesedeseabadeella.LaseñoritaHalcombeseacercóluegoala enfermera, depositó en susmanos todas lasmonedas de oro que llevabaencima(trescoronas)ylepreguntócuándoydóndepodríahablarleasolas.

Lamujer semostró al principio sorprendida y suspicaz. Pero cuando laseñoritaHalcombeledeclaróquetansóloqueríahacerlealgunaspreguntasyqueahoraestabademasiadoagitadaparahablar,quenoteníalaintencióndeinduciralaenfermeraafaltarasusobligaciones,lemujeraceptóeldineroydijoquepodíanversealastresdeldíasiguiente.Aesahorapodíaescaparsedurantemediahora,despuésdequelospacienteshubierancomido;severíanen un lugar retirado,más allá de la alta tapia del parque que daba al norte.Apenas tuvo tiempo laseñoritaHalcombededecirqueallí laesperaríaydesusurrar a su hermana que al día siguiente tendría noticias suyas, cuando eldueñodelsanatoriosereunióconellas.Advirtiólaagitacióndelavisitante,laque la señorita Halcombe le explicó diciendo que su encuentro con AnneCatherick la había emocionado un poco al principio. Se despidió de él en

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cuanto pudo, es decir, en cuanto pudo encontrar valor para separarse de sudesventuradahermana.

Una reflexión muy breve, cuando la capacidad de reflexionar retornó aella, la condujo a la convicción de que toda tentativa de identificar aLauraGlydeyderescatarlapormedioslegales,inclusosituvieraéxito,supondríaunretrasoquepodíaresultarfatalparael juiciodesuhermana,queestabamuyexcitadoporelhorrordelasituaciónqueselehabíaimpuesto.AlregresaraLondres, la señorita Halcombe había decidido conseguir que Lady Glydeescapasesecretamente,conayudadelaenfermera.

Sedirigióenseguidaacasadesucorredordecomercio,ydispusovendertodos susvalores,que sumaronalgomenosde setecientas libras.Decididaapagarelpreciode la libertaddesuhermana,si fuesenecesario,hastaconelúltimocéntimodecuantoposeía,aldíasiguiente,provistade todosudineroenbilletesdebanco,acudióalacitajuntoalatapiadelsanatorio.

La enfermera la estaba esperando.La señoritaHalcombe abordó el temacon cautela, hablando de diversas cuestiones preliminares. Entre otras cosasdescubrióquelaenfermeraqueantescuidabadelaverdaderaAnneCatherickfueresponsable(aunquenopodíareprochársele)delahuidadesupacienteyenconsecuenciaperdiósupuesto.SeledijoqueelmismocastigoseaplicaríaasuinterlocutorasilapresuntaAnneCatherickvolvíaadesaparecer;ademásen su caso la enfermera tenía un interés especial por conservar su empleo.Estaba prometida enmatrimonio; ella y su futuromarido estaban esperandohasta que entre los dos ahorrasen las doscientas o trescientas libras quenecesitabanparamontarunpequeñonegocio.La enfermeraganabaunbuensueldo y, siguiendo una economía estricta, podía aportar su tributo paracompletarlasumanecesariaalcabodedosaños.

Aloíresto,laseñoritaHalcombehabló.LedeclaróquelasupuestaAnneCahterickeraparientesuyamuycercana;queporunafatalequivocaciónhabíasidorecluidaenelsanatorio,yquelaenfermeracometeríaunaacciónbuenaycristianasiaceptabaayudaraqueellasdosvolviesenaestarjuntas.Antesdeque laenfermera tuviese tiempodepronunciarunasolaobjeción, laseñoritaHalcombe sacó de su cartera cuatro billetes de cien libras cada unaofreciéndoselosalamujercomocompensaciónporelriesgoqueibaacorrerporlapérdidadesuempleo.

La enfermera vacilaba, entre incrédula y sorprendida. La señoritaHalcombeinsistióconfirmeza.

—Vaustedahacerunabuenaacción—repitióella—,vaustedaayudaralamásdesgraciadaymaltratadadetodaslasmujeres.Aquíestásudotecomorecompensa. Tráigamela aquí sana y salva, y yo pondré en susmanos estoscuatrobilletesantesdellevármelaconmigo.

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—¿Me dará usted una carta en que lo explique todo para que yo puedamostrárselaaminoviocuandomepreguntededóndehesacadoeldinero?—preguntólaenfermera.

—Letraeréesacarta,escritayfirmada—contestólaseñoritaHalcombe.

—Entoncesvoyacorrereseriesgo—dijolaenfermera.

—¿Cuándo?

—Mañana.

SeapresuraronaacordarquelaseñoritaHalcombevolveríaaldíasiguientea primera hora de la mañana, y esperaría escondida entre los árboles peropróximaaaquel tranquilo lugar juntoa la tapiadel ladonorte.Laenfermerano podía precisar el momento en que aparecerían; la cautela requería queesperaseyquesedejaseguiarporlascircunstancias.Cuandollegaronaaquelacuerdosedespidieron.

La señorita Halcombe, con la carta y los billetes que había prometidoestabaalotrodíaenellugarseñaladoantesdelasdiezdelamañana.Esperómásdehoraymedia.Alcabodeesetiempovioaparecerporlaesquinaalaenfermera llevando del brazo a LadyGlyde. En elmomento de reunirse, laseñorita Halcombe puso en sus manos los billetes, y las dos hermanas seencontraronjuntasdenuevo.

La enfermera había tenido la excelente idea de vestir a LadyGlyde conropasuya:unchalyunsombreroconvelo.LaseñoritaHalcombetansólosedetuvoparaexplicarlecómoenviara losperseguidores sobreunapista falsacuandolafugafuesedescubiertaenelsanatorio.TeníaquevolverycomentardemodoquelasdemásenfermeraslaoyesenqueAnneCatherickhabíaestadopreguntandoúltimamente ladistanciaquehabíaentreLondresyHampshire;teníaqueesperarhastaelúltimomomentoantesdequeeldescubrimientosehiciese inevitableyalertarentoncesa todosanunciandoqueAnneCatherickhabía desaparecido. Cuando se comunicaran al dueño del sanatorio suspresuntaspreguntassobreHampshire,éstecreeríaquesupacientehabíavueltoaBlackwaterPark,debidoalainfluenciadesuobsesiónquelahacíapersistirensusdeclaracionesdeserellaLadyGlyde;asíque,contodaprobabilidad,lapersecuciónalprincipiosedirigiríahaciaaquelsitio.

La enfermera prometió seguir estas instrucciones, y estaba tanto másdispuesta a hacerlo por cuanto le ofrecían a ella misma los medios paraprotegersecontraconsecuenciasmásgravesquelapérdidadesuempleo,puessisequedabaenelsanatorio,manteníaalmenoslaaparienciadesuinocencia.Regresó en seguida al sanatorio, y la señoritaHalcombe, sin perder tiempo,partió para Londres con su hermana. Cogieron el tren de Carlisle aquellamisma tardeypor lanoche llegaronsin incidentesnidificultadesdeningún

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géneroaLimmeridge.

Durantelaúltimapartedelviajeestuvieronsolasensucompartimento,ylaseñoritaHalcombe pudo recoger todos los recuerdos sobre el pasado que lamemoriaconfusaeinseguradesuhermanareteníaaún.Laterriblehistoriadela conspiración fue surgiendo a trozos, incoherentes en su contenido y sinrelación entre sí. Pero, por imperfecta que fuera la revelación, debe serreproducidaaquíantesdequeseexpliquen losacontecimientossucedidosaldíasiguienteenLimmeridge.

El relato que sigue comprende todo cuanto pudo averiguar la señoritaHalcombe.

LosrecuerdosdeLadyGlydereferentesalossucesosocurridosdespuésdeque salió de Blackwater Park, comienzan con su llegada a la terminallondinense del ferrocarril del suroeste. No había anotado la fecha en queemprendió el viaje. Toda esperanza de establecer ese importante dato, pormedio de un testimonio suyo o de la señora Michelson, debe considerarsevana.

Alllegareltrenalaestación,LadyGlydevioqueelcondeFoscolaestabaesperando.Estuvo frentea lapuertadel compartimientoapenasel revisor laabrió.Eltrenestabaespecialmentellenodegenteaqueldíayalrededordelosequipajeshabíaungrantumulto.UnhombrequeacompañabaalcondeFoscoencontróelequipajepertenecienteaLadyGlyde.

Estabamarcadoconsunombre.Ellasemarchóconelconde,enuncocheenelquenosehabíafijadoentonces.

Su primera pregunta al salir de la estación se refirió a la señoritaHalcombe. El conde le dijo que aún no se había marchado a Cumberland;habíaatendidoalosreparosdelconde,queencontrabapocoprudentehacerunviajetanlargosindescansarunosdíasantes.

LadyGlydelepreguntóluegosisuhermanavivíaencasadelconde.Susrecuerdos de la respuesta eran confusos. La única impresión cierta queguardabaeraqueelcondeleanuncióquelallevabadondeestabalaseñoritaHalcombe.LadyGlydeapenasconocíaLondresynosupodecirporquécalleshabíanpasado.Peronuncadejarondesercalles,nuncabordearonalgúnjardínniárboles.Cuandoelcochesedetuvofueenunacalleestrecha,trasunaplazadondeseveíantiendas,edificiospúblicosybulliciodegente.Estosrecuerdos(LadyGlydeestabaseguradeellos)parecíanindicarconclaridadqueelcondeFosconolallevónuncaasuresidenciaenelsuburbiodeSt.John'sWood.

Entraron en la casa y subieron a una habitación trasera que estaba en elprimero o segundo piso. Trajeron el equipaje. Les abrió una sirvienta, y unhombredebarbaoscura,extranjeroa juzgarporsuaspecto, losrecibióenel

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vestíbuloylosacompañóarriba.EnrespuestaalaspreguntasdeLadyGlydeelcondeleaseguróquelaseñoritaHalcombeestabaenaquellacasayquesele haría saber en seguida que su hermana había llegado. El conde y elextranjero se fueron dejándola sola en el cuarto. Estaba pobrementeamuebladoparaservirdesalónydabaalosmurostraserosdeotrosedificios.

Lacasaeranotablementesilenciosa,noseoíanpasossubiendoobajandolaescalera,tansólooyóelrumorsordoeindistintodevocesdehombresquehablabanenlahabitaciónquehabíadebajodelasuya.Noestuvosolamuchotiempo; el conde regresó para decirle que la señorita Halcombe estabadescansando y era preferible no molestarla durante algún tiempo. Habíaentradoenlahabitaciónacompañadaporuncaballero(uninglés)alquepidiópermisoparapresentarlocomoaunamigosuyo.

Despuésdeestasingularpresentación,durantelacualrecordababienLadyGlyde que nadie había mencionado nombre alguno, la dejaron sola con eldesconocido. La trató con cortesía, pero la asustó y desconcertó haciéndoleextrañas preguntas sobre ella mientras la miraba con expresión rara. Saliópoco tiempo después; unos minutos más tarde apareció el segundodesconocido,uningléstambién.SepresentócomootroamigodelcondeFoscoy, a su vez,miró con expresión rara y le hizo preguntas extrañas,—jamás,como pudo recordar luego, llamándola por su nombre— como el primerdesconocido; salió poco tiempo después. Esta vez Lady Glyde sintió tantomiedoporsímismaytantapreocupaciónporsuhermana,quepensóquedebíaaventurarseabajarapedirauxilioalaúnicamujerquehabíavistoenlacasa,alacriadaqueabriólapuerta.

Apenas se había levantado de la silla, cuando en la habitación entró denuevoelcondeFosco.

Encuantoapareciólepreguntóangustiadacuántotiempoteníaqueesperaraún para ver a su hermana. Al principio le respondió con evasivas; perocuando ella insistió manifestó, notablemente irritado, que la señoritaHalcombenoestabatanbiencomolehabíadichoenunprincipio.SutonoylaexpresiónconquediosurespuestaalarmarontantoaLadyGlyde,omásbienaumentaron tan dolorosamente el desasosiego que le habían causado lasentrevistas con los dos desconocidos, que se sintió desfallecer y se vioobligadaapedirunvasodeagua.Elcondegritódesdelapuertaquesubieranaguayunfrascodesales.Ambascosasfuerontraídasinmediatamenteporelhombre de la barba aquél que tenía aspecto de extranjero. El agua, cuandoLadyGlyde laprobó, resultó tenerunsabor tanraroqueaumentósumareo,asíqueseapresuróacogerelfrascodesalesqueelcondeFoscoleofrecíaylas aspiró.Al instante su cabeza empezó a dar vueltas. El conde recogió elfrascoquesumanodejócaeryloúltimoqueLadyGlydevioantesdeperderelconocimientofuequeélaguantabaelfrascojuntoasunariz.

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Desdeesemomentosusrecuerdoseranconfusos,fragmentariosydifícilesdereconciliarconcualesquieraprobabilidadesrazonables.

Su propia impresión cuando recobró el sentido aquellamisma tarde, fuequeentoncessaliódelacasayque,(comohabíadecididodeantemanodesdeBlackwaterPark),sedirigióaladelaseñoraVesey,queallítomósutéyquepasó la noche bajo su techo. Era completamente incapaz de decir cómo nicuándoniconquiéndejólacasaalaqueelcondeFoscolahabíatraído.PeropersistíaenasegurarquehabíaestadoenlacasadelaseñoraVeseyy,loqueeramásextraordinarioaún¡queMadameRubellelahabíaayudadoaquitarseelvestidoparaacostarse!NorecordabatampocodequéhabíahabladoconlaseñoraVesey,niquéotraspersonassehallabanensucasa,niporquéMadameRubelleestuvoallípresenteparaayudarla.

Su recuerdo de lo que sucedió lamañana siguiente, aún eramás vago eincreíble.

TeníaciertaideaconfusadequehabíasalidoencocheconelcondeFosco(nopodíadeciraquéhora)yqueMadameRubellehacíadenuevolasvecesdesudoncella.PeronopodíadecircuándoniporquéhabíadejadoalaseñoraVesey;tampocosabíaquédirecciónsiguióelcochenidóndeseapeó,nisielcondeyMadameRubellepermanecieronconellatodoeltiempoqueduróelviaje.Nopodíaevocarimpresiónalguna,porconfusaquefuese.Noteníaideasihabía transcurridoundíaovarioshastaque recobróelconocimientoparaencontrarseenunsitioextrañorodeadademujeresdesconocidasparaella.

Era el sanatorio. Allí, por primera vez, se oyó llamar por el nombre deAnne Catherick y allí también—la última circunstancia importante para lahistoriade aquella conspiración—supopor suspropiosojosque llevaba lasropas de Anne Catherick. La primera noche que durmió en el sanatorio, laenfermeralemostrólasmarcasqueteníantodaslasprendasdesuropainteriorcuando se las había quitado y le dijo, sin mostrarse en absoluto irritada nidescortés: «Mire su propio nombremarcado en sus propias ropas y no nosmolestemás diciendo que es usted LadyGlyde. LadyGlyde estámuerta yenterradayustedestávivaysana.¡Mire,miresusropas!Aquíestá,marcadoconbuenatinta,sunombre,elmismoqueveráentodassusantiguascosasquehemosguardado...AnneCatherick,¡estábienalavista!».

Y, enefecto, allí estabacuando la señoritaHalcombe revisó toda la ropaquellevabasuhermana,lanocheenquellegaronaLimmeridge.

Estos fueron todos los recuerdos de LadyGlyde, inciertos todos ellos ycontradictorios, que pudieron reconstruirse mediante un interrogatoriocuidadosamentellevadoacabocaminodeCumberland.LaseñoritaHalcombeseabstuvodepreguntarlenadareferenteasureclusiónenelsanatorio:eramásqueevidentequesu juicionosoportaría ladurapruebadevolveraaquellos

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acontecimientos. Como había declarado por propia voluntad el dueño delmanicomio, había ingresado el 27 de julio. Desde entonces hasta el 15 deoctubre(díadesurescate)habíaestadoallírecluida;suidentidadcomoAnneCatherick se veía sistemáticamente reafirmada,mientras desde el primer díahasta el último se negaba rotundamente que estuviese en su sano juicio.Facultades menos equilibradas, naturalmente delicadas, hubieran sidoafectadasporun tormentode tal índole.Nadiehubierapodidopasarporesapruebaysalirdeellainalterado.

AlllegaraLimmeridge,enlatardedeldía15,laseñoritaHalcombetomólaprudentedecisióndenointentarestablecerlaidentidaddeLadyGlydehastaeldíasiguiente.

AprimerahoradelamañanafuealcuartodelseñorFairliey,usandotodaclase de precauciones y alusiones preliminares, por fin le contó con tododetallelosucedido.EncuantopasaronelasombroyalarmaqueestasnoticiasprodujeronenelseñorFairlie,éste,furioso,declaróquelaseñoritaHalcombesehabíadejadoembaucarporAnneCatherick.LerecordólacartadelcondeFosco, y lo que ellamisma le había dicho sobre el parecido físico existenteentreAnneysufallecidasobrina;senegótajantementearecibir,siquierasólofueseporunminuto,alalocacuyasolapresenciaensucasarepresentabauninsultoyunultraje.

La señorita Halcombe salió del cuarto, esperó a que pasara el primerarrebatodeindignación,y,alreflexionar,decidióqueelseñorFairliedebíaverasusobrina,siquieraporconsideracionesdemerahumanidad,antesdequelecerrase las puertas comoauna extraña, y por tanto, sin una sola palabradeaviso,llevóaLadyGlydealcuartodeaquél.Elcriadosehallabaapostadoenlapuertaparaimpedirleslaentrada,perolaseñoritaHalcombeseempeñóenpasar adentro y apareció ante el señor Fairlie llevando a su hermana de lamano.

La escena que siguió aunque sólo duró pocos minutos, fue demasiadopenosa para ser descrita. La propia señorita Halcombe rehúye contarla.Dijimos solamente que el señor Fairlie manifestó, en los términos máspositivos, que no reconocía a la mujer que se había introducido en suhabitación;quenoveíanadaensurostroniensusgestosquelehicierandudarpor un instante que su sobrina estaba enterrada en el cementerio deLimmeridge;yquebuscaría laprotecciónde la ley si antesdequeel sol sepusiesenoabandonabalacasa.

Conociendoelegoísmo,laindolenciaylahabitualinsensibilidaddelseñorFairlieensuspeoresaspectos,eradecididamenteimposiblesuponerquefueracapaz de cometer la infamia de haber reconocido en su fuero interno ydesenredarabiertamentealahijadesuhermano.LaseñoritaHalcombe,porsu

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delicadezaysensibilidad,disculpósuinjusticiaachacándolaalainfluenciadelos prejuicios que impedían al señor Fairlie cumplir con sus obligacionesdetalladamente;asíseexplicóellaalprincipioloqueacababadepasar.Perocuando acudió al testimonio de los criados y encontró que tampoco ellosestabanseguros,pornodecirotracosa,desilaseñoraquelespresentabanerasu jovendueña oAnneCatherick, de cuyoparecido con aquella todos ellossabían,esinevitableextraerlatristeconclusióndequeelcambioquesehabíaoperado en el rostro y en el comportamiento de Lady Glyde durante sureclusiónenelsanatorioeramuchomásgravedeloquelaseñoritaHalcombehabíasupuestoenunprincipio.

El vil engaño que había afirmado su muerte resultaba indestructible,inclusoenlacasadondeLadyGlydehabíanacidoyentrelaspersonasconlasquehabíavivido.

En una situaciónmenos crítica no hubiese sido necesario renunciar a lalucha,inclusoentonces.

Por ejemplo, Fanny, la doncella de Lady Glyde, se había ausentadocircunstancialmentedeLimmeridge,ydebíaregresardentrodeunpardedías,yhabíaciertaposibilidaddequedijeseque la reconocía,y losotroshabríanseguido su declaración, puesto que había vivido más cerca de su señora ysentía un afecto más cordial por ella que los otros sirvientes. También sepodríaesconderaLadyGlydeenlacasaoenelpueblohastaquesusaludsehubiera restablecido un poco y su juicio recobrase fortaleza. Cuando sepudieseconfiarensumemoria,ellamismapodríareferirsealaspersonasylossucesos de su pasado con una seguridad y conocimiento que ningunaimpostorahubierapodido simular.Deestemodo, la identidadque supropioaspectoimpedíaestablecermedianteeltestimoniomássegurodesuspalabras,hubiesepodidoserprobada.

Perolascircunstanciasbajolascualeshabíarecuperadolalibertadhacíansimplemente imposible recurrir a estos medios. La persecución ordenadadesdeelSanatoriosehabíadesviadoaHamspshiresóloduranteuntiempoyera inevitable que se dirigiese a Cumberland. Aquellos a quienes se habíaencargado buscar a la fugitiva aparecerían quizá dentro de pocas horas enLimmeridge,ytalcomoestabaahoraelánimodelseñorFairliepodíancontarconquehicierausoinmediatodesuinfluenciayautoridadparaasistirlosensutarea.ElmáselementalsentidocomúnaconsejabaalaseñoritaHalcombeque,si quería salvar a Lady Glyde del encierro, debería renunciar a la batallainiciadapararestablecerlajusticiaysacarlaenseguidadeaquellugarqueeraahoramáspeligrosoqueningúnotro,delasproximidadesdesupropiacasa.

EraobvioquelaprimeraymássensatamedidadeseguridaderaunregresoinmediatoaLondres.En lagranciudadsepodríaborrar rápiday fácilmente

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todorastrodeellas.Nadateníanquepreparar,nihabíadespedidasquehacer.En la tarde de aquel memorable día 16, la señorita Halcombe animó a suhermana a emprender un último acto de valor y, sin un alma que les dijeseadiós,lasdossepusieronencaminoydejaronparasiempreLimmeridge.

Habíanpasado lacolina juntoa la iglesiacuandoLadyGlyde insistióenvolverparaverporúltimavez la tumbadesumadre.LaseñoritaHalcombetratódedisuadirla,masenaquellaúnicaocasiónluchóenvano.LadyGlydeestaba firme en su decisión. Sus ojos apagados se iluminaron con fuegorepentino y brillaron detrás del velo con que cubría su rostro; sus dedos,descarnados,apretaronconfuerzaalbrazoamistoso,sobreelquepocoantesse apoyaban indiferentes. Creo con toda mi alma que la mano de Dios lesseñalabaelcaminoylamásinocenteydesdichadadesuscriaturasfueelegidaenaquelterriblemomentoparacomprenderlo.

Retrocedieron en su camino, dirigiendo sus pasos al cementerio, y aquelhechosellóelfuturodenuestrasvidas.

III

Estaeralahistoriadelpasado,lahistoriaqueconocíamosentonces.

Después de escucharla se presentaron ante mí dos conclusionesincontestables.Enprimer lugarveíaoscuramentecuálhabía sidoelobjetivodelaconspiración,cómosehabíanaprovechadolasoportunidadesycómosehabíanmanejado las circunstancias para dejar impune un delito temerario ycomplicado. Mientras todos los detalles eran todavía un misterio para mí,estabafueradedudaquehabíanexplotadoinicuamenteelparecidofísicoentrela dama de blanco y Lady Glyde. Estaba claro que Anne Catherick fueconducidaacasadelcondeFoscocomoLadyGlyde;queLadyGlydeocupóenelsanatorioellugardelamuerta,efectuándoselasustitucióndetalmaneraque se convirtió a personas inocentes (al doctor y las criadas con todaseguridady,probablemente,aldueñodelsanatorio)encómplicesdelcrimen.

La segunda conclusión se desprendía como consecuencia necesaria de laprimera.NopodíamosesperarclemenciadeSirPercivalnidelcondeFosco.El éxito de la conspiración había aportado a estos dos hombres el clarobeneficiodetreintamillibras;veintemilaunoydiezmilalotro,pormediodesuesposa.Unodesusintereseseraasegurarsuimpunidaddetodopeligro,y no se detendrían ante obstáculo alguno, no ahorrarían sacrificios eintentaríantodaarguciaposibleparadescubrirellugardondeserefugiabasuvíctimaysepararladelosúnicosamigosconquecontabaenelmundo:MarianHalcombeyyo.

Lacomprensióndeestegravepeligroquecorríamos—unpeligroquecadadíaycadahoraquepasabapodíaacercársenosmásymás,fueloúnicoqueme

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inclinóaescogerelsitiodonderefugiarnos.Loencontréenlapartelejanadeleste deLondres, donde se encontrabamenos gente ociosa que diera vueltaspor la calleymirase loquepasabaa su alrededor.Elegínuestra casa enunbarrio humilde y populoso, pues cuanto más dura fuese la lucha por laexistenciadeloshombresymujeresquenosrodeaban,menosriesgohabíadeque tuvieran tiempo para molestarse en advertir la presencia a su lado denuevos vecinos ocasionales. Estas eran las grandes ventajas que yo vi; peroaquelbarrionosofrecíaotrobeneficio,nomenosapreciable.Podríamosvivirsingrandesgastosconloqueganaríaconmitrabajodiarioypodíamosahorrarhastaelúltimocéntimodecuantoposeíamosparalograraqueljustopropósitode repararunagravio infame,elpropósitoenqueyonodejabadepensarniporuninstante.

EnunasemanaMarianHalcombeyyodecidimoscómodirigirelcursodenuestrasnuevasvidas.

Nohabíamásinquilinosquenosotrosenlacasaypodíamosentrarysalirsinpasarporlatienda.ConvencíaMarianyLauradeque,almenosporahora,no dieran ni un paso fuera de la casa sin ir acompañadas pormí y que nodejara entrar en las habitaciones a nadie bajoningúnpretexto cuandoyonoestuviese.Alestablecerestareglamedirigíacasadeunamigo,aquienhabíaconocidoentiemposmejores,unxilógrafoqueteníaunagranclientela,parapedirunempleo, añadiendoque teníamis razonesparanodejar conocerminombre.

Enseguidasacólaconclusióndequeeranlasdeudaslasquemeobligabanaocultarme,expresósucompasiónconlaspalabrasqueelcasorequería,yseprometió hacer lo que pudiera por ayudarme.No quise rectificar su erróneaimpresiónyaceptéeltrabajoqueteníaparadarme.Miamigosabíaquepodíaconfiarenmiexperienciayhabilidad.Yoteníaloqueélexigía,perseveranciay facilidad; y, aunquemodestas,mis ganancias nos bastaban para satisfacernuestras necesidades. Cuando pudimos estar seguros de ello, MarianHalcombeyyocontamoseldinerodequedisponíamos.Ellateníadoscientasotrescientaslibrasquelequedabandesumodestocapital,ylamismacantidadmás o menos me quedaba del dinero que conseguí al vender mi puesto deprofesor de dibujo con su clientela antes de abandonar Inglaterra. Juntamosmás de cuatrocientas libras. Deposité en un banco esta pequeña fortuna,destinada a las pesquisas e investigaciones secretas que estaba decidido aemprender y desarrollar solo, si no encontraba a nadie que nos ayudase.Calculamos nuestros gastos semanales hasta el último céntimo y jamástocamos nuestro escaso capital a no ser por bien de Laura y para provechosuyo.

Sinoshubiéramosatrevidoatenerunapersonaextrañaanuestrolado,unasirvientahubierahecholostrabajosdomésticosdelosquedesdeelprimerdía

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yporsupropiavoluntadseencargóMarianHalcombe.«Loquelasmanosdemujer puedan hacer—dijo ella—, lo harán, tarde o temprano, estas manosmías».

Susmanostemblaroncuandolastendióantemí.Susbrazosenflaquecidosdijeronsutristehistoriapasada,cuandosesubiólasmangasdelvestidopobreysencilloquellevabapormotivosdeseguridad;peroelánimoinquebrantabledeaquellamujerseguíavivoenella.Vilaslágrimasnublarsusojosyresbalarlentamente por susmejillas cuandomemiró. Se las secó con su energía deotrostiemposysesonríoconunaexpresiónenlaquesereflejabavagamentesu ánimo de antes. «No dudes de mi valor, Walter —me rogó—, es midebilidadlaqueahorallora,nosoyyo.Lostrabajosdelacasalaacallaránsinopuedoyoconseguirlo».Ysostuvosupalabra: lavictoriaerasuyacuandonosvimosaquellanocheysesentóparadescansar.Susojosnegrosgrandesyfijos me miraron con la inteligente firmeza de otros tiempos. «Todavía noestoyrendida—medijo—.Aúnsemepuedeconfiarmipartedeltrabajo».Yantesdequeyolacontestaseañadióenunsusurro»«Ytambiénsemepuedeconfiarmipartederiesgoydepeligro.¡Recuérdalosillegaelmomento!».

Ylorecordécuandoelmomentollegó.

Afinesdeoctubreelcursocotidianodenuestrasvidasseguíaladirecciónprevista, y los tres estábamos tan completamente aislados en nuestro retirocomosilacasaquehabitábamosfueraunaisladesiertayelenormelaberintode calles y losmillares de semejantes nuestros que nos rodeaban fueran lasaguas de un mar infinito. Yo disponía ahora de algunos ratos de ocio parameditar sobre el plan de acción a seguir y cómo armarme en secreto y conmayorseguridadparaprepararmeamifuturabatallacontraSirPercivalyelconde.

Di por perdida toda esperanza de probar la identidad deLaura alegandoqueMarianyyolahabíamosreconocido.Sinolahubiéramosamadotanto,siel instinto que aquel amor nos había implantado no hubiera sido tantomáscertero que cualquier razonamiento, ni tanto más penetrante que cualquierproceso de observación, incluso nosotros habríamos vacilado al verla porprimeravez.

LatransformaciónexteriordeLaura,producidaporelsufrimientoyhorrorque había pasado, aumentó espantosa y casi desesperadamente su falsoparecido con Anne Catherick. En mi relato sobre los acontecimientosocurridos durante mi estancia en Limmeridge mencioné mi impresión deobservarlas a las dos diciendo que su parecido, asombroso a primera vista,fallabaenmuchosdetallesdeimportanciasiseloanalizabadetenidamente.Enaquellos días pasados de verlas juntas, una al lado de la otra nadie lasconfundiría por un momento siquiera, como suele ocurrir en caso de los

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gemelos. Yo no podríamantenerlo ahora. Las penas y las angustias que enotros tiempos me había reprochado asociar en un pensamiento siquierapasajero con el futuro de Laura Fairlie, ahora sí habían dejado sus marcasprofanadorassobrelabellezayjuventuddesurostro,yelparecidofatalqueyoundíahabíavistoyquemehabíahechoestremecermealverloyalpensaren él siquiera, era ahoraunparecido real yvivoque sepresentaba antemispropios ojos. A extraños, conocidos, amigos que no podían verla como laveíamosnosotros,siselahubieranmostradoenlosprimerosdíasdespuésdeserrescatadadelsanatoriohubierandudadodesiseríaaquellalaLauraFairliequehabíanconocidoenotrostiempos,ynosepodríanreprocharsusdudas.

Laúnicaposibilidadquenosquedaba,yenlaquepensédesdeelprincipiocreyendoquepodríasernosútil,eraladehacerdespertarenellaelrecuerdodepersonasyhechosquenopudieranserconocidosporunaimpostora,peromástardenuestra tristeexperiencianosmostróqueaquellaposibilidadnodejabalugar a esperanzas.Cadaunade laspreocupacionesconqueMarianyyo latratábamos, cada uno de los remedios con que intentábamos fortalecer yconsolidar susdebilitadase inseguras facultades, erandepor síunaprotestacontra el riesgo de hacer retornar su mente hacia su pasado angustioso yterrible.

Losúnicossucesosdedíaspasadosquenosatrevíamosaevocaranteellaeran los comentarios domésticos insignificantes y triviales de aquella épocafeliz en la que yo llegué por primera vez a Limmeridge para enseñarla adibujar. El día en que desperté sus recuerdos enseñándole el dibujo delpabellóndeveranoquemeentrególamañanaenquenosdespedimos,yquejamássehabíaseparadodemídesdeentonces,fueeldíaenquenaciónuestraprimeraesperanza.Pocoapocoyconsuavidad,elrecuerdodelospaseosapiey a caballo fue retornando a ella, y sus pobres ojos cansados y lánguidosmiraban aMarian y a mí con un interés nuevo, reflejando un pensamientoinseguro que desde aquel instante, acariciamos ymantuvimos despierto. Lecompréunapequeñacajadepinturasyunálbumdedibujosparecidoaaquelviejoálbumquehabíavistoensusmanoseldíaquelaencontréporprimeravez.Unavezmás,¡sí,unavezmás!,enmediodelalobreguezdelasnochesen la pobre habitación londinense, pasaba las horas robadas a mi trabajosentadoasu ladoparaguiarel trazo tembloroso,paraayudar lamanodébil.Día trasdíacultivéaquelnuevointeréshastaquesu lugar,enelvacíodesuexistencia, fue por fin asegurado, hasta que pudo pensar en sus dibujos yhablardeellosypracticarlosconpacienciaellasolamostrandoundébilreflejodeinocenteplacerantemispalabrasdealiento,deregocijocrecienteantesuspropios progresos, de débil reflejo de aquello que pertenecía a su vida y sufelicidadperdidasenelpasado.

Por este sencillomedio ayudamos lentamente a su inteligencia; salíamos

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llevándolaentrenosotros,adarunpaseoenlosdíasapaciblesporunacercanaplaza tranquila de la antigua ciudad donde nada podía alarmarla niatemorizarla; empleamos algunas de nuestras libras depositadas en elBancoencomprarlevinoy los alimentos exquisitosy sanosque ellanecesitaba; laentreteníamos después de cenar con juegos infantiles de cartas y, así, conlibros demodelos que pedí prestados al grabador para quien trabajaba, conayudade estosyotrospequeñosdetalles semejantes, llegamos a serenarlayfortalecerlaconlaesperanzadequetodoloremediaríaeltiempo,loscuidadosyelamorquenunca ibanaabandonarlaniolvidarseentrenosotros.Perononos atrevimos a arrancarla despiadadamente de su retiro y tranquilidad; apresentarse ante extraños o conocidos que eran pocomenos que extraños; adespertar en ella impresiones con sumo cuidado; no nos atrevimos a hacernadadeestoporsupropiobien.Cualesquieraquefuesenlossacrificiosquesenos exigieran, por largos, fatigosos y exasperantes que fuesen losaplazamientosqueseprodujeran,lainjusticiaquesehabíacometidoconella,si había medios humanos para enfrentarla, debía ser combatida sinconocimientoniayudadeLadyGlyde.

Una vez tomada esta decisión, era necesario pensar cuál sería el primerriesgo al que nos expondríamos ineludiblemente y por qué procedimientohabíamosdecomenzar.

Después de consultarlo conMarian, decidí reunir tantos hechos como esposibleconoceryluegopedirleconsejoalseñorKyrle(enquiensabíamosquepodíamosconfiar)paraestablecer,enprimerlugar,silosremedioslegalesnoseran asequibles. Era mi deber, ante los intereses de Laura, no arriesgar sufuturoententativasinexpertasmientrashubieralamásremotaposibilidaddefortalecernuestraposiciónobteniendoalgunaasistenciacompetente.

Laprimerafuentede informacióna laqueacudífuealDiariodeMarionHalcombe escrito en Blackwater Park. Había en él pasajes dedicados a mímismoqueellano juzgóconvenientedejarmever.Por tanto, ellame leía elmanuscrito y yo tomaba cuantas notas necesitaba. Sólo podíamos encontrartiempo para este trabajo permaneciendo despiertos hasta muy tarde.Dedicamos tres noches a esta ocupación que fueron suficientes parainformarmesobretodocuantoMarianpodíadecir.

Luego quise conseguir tantos testimonios complementarios cuantospudieraobtenerdeotraspersonas,sindespertarsospechas.MedirigíacasadelaseñoraVeseyparaasegurarmedesieracorrectaonolaimpresióndeLaurade que había dormido allí una noche.En este caso, y teniendo en cuenta laedad y la delicada salud de la señora Vesey, comomás tarde hice en otroscasossemejantes,porprecaución,mantuveensecretonuestrasituaciónrealynoolvidédehablardeLauracomode«ladifuntaLadyGlyde».

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LacontestaciónquemediolaseñoraVeseysóloconfirmólasdudasqueyatenía: Laura escribió, en efecto, anunciando su propósito de pasar la nochebajoeltechodesuviejaamiga,peronollegójamásasucasa.

Su imaginación en esta ocasión y, como yo temía, en algunas otras, lepresentóconfusamentealgoqueellasolamenteseproponíahacerbajolafalsaluz de algo que había hecho en realidad. Era fácil esperar aquellascontradiccionesinconvenientes,peropodíanconduciragravesconsecuencias.Eralapiedraquepodríahacernoscaeryelpuntodébildesutestimonio,quefácilmentepodíavolversecontranosotros.

CuandopedílacartaqueescribióLauradesdeBlackwaterParkalaseñoraVesey,melaentregósinsobre;lohabíatiradoalapapelerayhacíamuchoqueestabadestruido.Enlacartanoseindicabafechaalguna,nisiquieraeldíadelasemana.Sóloconteníaestaslíneas:

«Queridísima señoraVesey: Estoy pasandomomentosmalos y llenos deangustiayprobablementemañanaporlanochevendréasucasaparapedirlequeme deje pasar en ella la noche. No puedo decirle mis motivos en estacarta: tengo tanto miedo de que me descubran escribiéndole que no puedoconcentrarme.Porfavor,espéremeencasa.Ledarémilbesosyselocontarétodo.Suafectuosa

Laura.»

¿Dequénospodíanservirestaslíneas?Denada.

Al regresar de la casa de la señora Vesey, aconsejé a Marian escribir(siguiendo las mismas precauciones que había tomado yo) a la señoraMichelson. Debía expresar cierta sospecha acerca del comportamiento delcondeFoscoypediralamadellavesquenossuministraseunrelatoclarodelos acontecimientos con el objetivo de establecer la verdad. Mientrasesperábamos su respuesta, que llegó al cabo de una semana, fui a ver almédicodeSt.John'sWood;ledijequeveníadepartedelaseñoritaHalcombepara recoger, si era posible, más datos sobre la última enfermedad de suhermanaque losque el señorKyrlepudoprocurarnos.Conayudadel señorGoodrickeconseguíunacopiadelcertificadodelamuerteymeentrevistéconlamujer (JaneGould)quehabíapreparadoel cuerpoparael funeral.Por sumediación encontré el modo de hablar con la criada, Hester Pinhorn. Estahabía dejado su empleo hacía poco, a consecuencia de un altercado con suama,yvivíaencasadeunaspersonasalasqueconocíalaseñoraGould,enelmismo barrio. Con esto queda explicado cómo obtuve las declaraciones delama de llaves, del médico, de Jane Gould y de Hester Pinhorn, queanteriormentesehanpresentadoenestaspáginas.

Provisto de las evidencias adicionales que proporcionaban aquellos

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documentosmejuzguésuficientementepreparadoparaconsultarconelseñorKyrle;Marianleescribióparapresentarmeyprecisareldíaylahoraenqueyolesolicitabaserrecibidoparahablardeunasuntoprivado.

PorlamañanatuvetiempodellevaraLauraadarnuestropaseohabitualydejarla después ocupada con sus dibujos. Me miró con una expresión deansiedadensurostrocuandomelevantéparasalirdelahabitación;susdedosempezaron a recorrer, con el movimiento inquieto de viejos tiempos, lospincelesylápicesqueteníadelante,sobrelamesa.

—¿Noestáscansadodemítodavía?—medijo—.¿Notevasporquetehascansado demí? Trataré de sermejor, trataré de recuperarme. ¡Walter!, ¿mequieres tantocomomequeríasantes,ahoraqueestoy tanpálidaydelgadayaprendoadibujartanlentamente?

Mehablócomolohubierahechounniñoymedejóversuspensamientoscomounniñoloshubieradejadover.Esperéunosminutos,esperéparadecirleque la quería mucho más entonces de lo que la había querido nunca en elpasado.

—Trataderecuperarte—ledije,alentandolanuevaesperanzaenelfuturoqueveíanacerensuánimo—.TrataderecuperarteporMarianypormí.

—Sí—sedijoasímisma,volviendoasusdibujos—Tengoquetratardehacerlo, los dos son tan buenos conmigo—de pronto volvió a levantar susojoshaciamí—.¡Notardesmucho!Nopuedodibujar,Walter,cuandonoestásaquíparaayudarme.

—Volveréenseguida,querida,paravercómoloestáshaciendo.

Lavozmetemblóunpoco,bienapesarmío.Salídelcuartohaciendounesfuerzo. No era momento de perder el dominio de mí mismo, que debíaresultarmeútilantesdequeterminaseeldía.

AbrílapuertaehiceseñasaMariandequemesiguiesehastalaescalera.Eranecesarioprepararlaconrespectoalresultadoquetardeotempranopodríaseguiraquemedejaseverabiertamenteporlascalles.

—Contodaprobabilidad,dentrodepocashorasestarédevuelta—ledije—comodecostumbre, tencuidadoennodejarentraranadieencasahastaquevuelva.Perosialgosucediese...

—¿Qué puede suceder? —me interrumpió en seguida—. DimefrancamenteWalter,sihayalgúnpeligroparaqueyosepacómohacerlefrente.

—Elúnicopeligro—lecontesté—,esqueSirPercivalGlydehayavueltoaLondres al saber que Laura se ha escapado. Como sabes, antes de irme deInglaterramehizovigilaryesprobablequemeconozcadevista,aunqueyonoleconozco.

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Apoyósumanoenmihombroymemiróensilencio.Viquecomprendíaelgravepeligroquenosamenazaba.

—Estonoquieredecir—ledije—,quevayanadescubrirmetanprontoSirPercivaloalgunodesusagentes.Pudierasucedercualquieraccidente.Enesecasonotealarmessinoregresoestanoche,yledasaLauralamejordisculpaque se te ocurra. Si tengo el menor motivo para sospechar que me vigilantendrémucho cuidado en que ningún espía me siga hasta nuestra casa. Nodudodequevolveré,Marian,aunquemeretrasealgo,ynotemasnada.

—¡No temeré nada! —contestó con firmeza—, Walter, no tendrás quesentir que sólo tengas a unamujer para apoyarte—se calló yme retuvouninstante. ¡Ten cuidado!—medijo apretandomimano ansiosamente—. ¡Tencuidado!

Meseparédeellaparaabrirelcaminoquedescubriríalaconspiración,elcaminooscuroydudosoquecomenzabaenlapuertadelacasadelabogado.

IV

HastaquelleguéaldespachodelosseñoresGilmoreyKyrle,enChanceryLane,nosucediónadadignodemención.

Cuando entreguémi tarjeta al criado del señorKyrle, semeocurrió unaconsideraciónquemehizolamentarprofundamentenohaberpensadoenelloantes.LainformaciónqueconteníaeldiariodeMariandejababienclaroqueel conde Fosco había abierto su primera carta enviada al señorKyrle desdeBlackwaterParky,ayudadoporsumujer,habíainterceptadolasegunda.Portanto, conocíamuy bien la dirección de este despacho y naturalmente habíadeducido que si Marian necesitase consejo y ayuda después de que Lauraescaparadelsanatorio,acudiríaunavezmásalaexperienciadelseñorKyrle.Enestecaso,eldespachodeChanceryLaneeraelprimersitioqueelcondeySirPercivalhabríanordenadovigilar,ysihabíanencomendadolatareaalosmismoshombresquehabíanempleadoparaseguirmeantesdequeyosalierade Inglaterra, el que yo había regresado se habría conocido, con todaprobabilidad,aquelmismodía.Habíapensadoquepodíanreconocermeenlascallesdelaciudad,perohastaaquelmomentojamássemeocurriópensarenel riesgo especialmente grave que significaba visitar aquel despacho. Erademasiadotardeparaarrepentirmedequenohabíaestablecidolacitaconelabogadoenalgúnlugarpreviaysecretamenteconvenido.Loúnicoquepodíahacer era tomar las mayores precauciones al salir de Chancery Lane y nodirigirmeacasa,enningúncaso,directamente.

DespuésdeesperarunosminutosfuiintroducidoenelsalónparticulardelseñorKyrle.Éleraunhombrepálido,delgado,reposadoydegrandominiodesímismo;susojoseranmuypenetrantes,suvozmuybaja,ysusgestosmuy

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parcos; no era (como yo juzgué) dado a mostrarse compasivo condesconocidos; ni a dejar ver perturbada su compostura profesional.Difícilmente se hubiera podido encontrar una personamás conveniente paramipropósito.Siaccedíaatomarunadecisión,ysiestadecisiónerafavorable,a partir de aquel momento podíamos considerar que nuestro caso estabaganado.

—Antesdeentrarenmateriadelacuestiónquemehatraídoaquí—ledije—deboadvertirle,señorKyrle,queporbrevequeseaenexponérselavoyaentretenerlealgúntiempo.

—MitiempoestáadisposicióndelaseñoritaHalcombe—contestó—.Entodo lo que concierne a sus intereses, represento ami socio, tanto personalcomoprofesionalmente.Elmepidió actuar así cuandodejó de participar enformaactivaennuestrotrabajo.

—¿PuedopreguntarsielseñorGilmoreestáenInglaterra?

—No.ViveenAlemaniaconunosparientessuyos.Seencuentramejordesalud,peroaúnesinciertalafechadesuvuelta.

Mientras intercambiábamos estas breves palabras preliminares, el señorKyrleestuvorebuscandoentrelospapelesqueteníadelantehastaquesacóalfinunacarta lacrada.Yocreíque ibaadármela.Peroaparentementecambiódeideayladejósobrelamesa,seacomodóenelsillónyesperóensilencioaqueyoleexpusieraloquequeríadecirle.

Sinperder tiempoenpreámbulosdeningunaclase, empecémi relato; lopuse al corriente de todos los acontecimientos que ya han sido relatados enestaspáginas.

Apesardequeeraabogadohastalaméduladeloshuesoslehiceolvidarsucomposturaprofesional.Variasvecesinterrumpiómirelatoconexclamacionesde incredulidadydesorpresaquenopudodominar.Masyocontinuabayalllegarhastaelfinleplanteélaúnicapreguntaimportante:

—¿Quéopinausteddetodoesto,señorKyrle?

Erademasiadocautoparaaventurarunarespuestaantesdetomarsetiempopararecobrarsuserenidad.

—Antesdedarlemiopinión—medijo—quieroquemepermitahacerlealgunaspreguntas,paraaclararlasituacióndeltodo.

Mehizo en efecto preguntas penetrantes, suspicaces, incrédulas, que nosdejaronverconclaridadquemeconsiderabavíctimadeunaobsesiónyque,sino me hubiese presentado la señorita Halcombe, podría dudar de si yointentabaperpetrarunfraudeconcebidoconastucia.

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—¿Usted cree que le he dicho la verdad, señor Kyrle? —le preguntécuandoacabódeexaminarme.

—Enloqueconcierneasupropiaconvicción,estoysegurodequemehadicho la verdad —respondió—. Tengo en la mayor estima a la señoritaHalcombe,yporlotantotengomotivosmásquesuficientesparadarcréditoauncaballeroacuyamediaciónellaconfíaunasuntodeestaíndole.Aúnpuedoirmás lejossi leparece,yadmitiréenhonora lacortesíay la razón,que laidentidaddeLadyGlydecomounapersonavivaseaunhechoirrefutableparalaseñoritaHalcombeyparausted.Peroustedespretendendemíunaopiniónlegal. Como jurista y sólo como jurista, es mi obligación decirle, señorHartright,quenotieneustednisombradeposibilidadesdepoderentablarunacausalegal.

—Lodiceustedcontodadureza,señorKyrle.

—Tratarédedecirlocontodaclaridadtambién.LaevidenciadelamuertedeLadyGlydees,aprimeravista,claraysatisfactoria.Existeeltestimoniodesutía,queconfirmaquellegóacasadelcondeFosco,queallísepusoenfermay falleció. Existe el certificado médico que prueba el fallecimiento y loatribuye a causas naturales. Existe el hecho de los funerales celebrados enLimmeridgeyallímismoestáelepitafiodondeconstasunombre.Estossonlosdatosqueustedpretenderebatir.¿Quérazonespuedeustedalegarporsuparte para asegurar que la persona que murió y fue enterrada no era LadyGlyde?Vamosarevisarlospuntosprincipalesdesudeclaraciónyveamosquévalorpuedentener.LaseñoritaHalcombevaaciertosanatorioparticularyallíveaunaciertapaciente.SesabequeunamujerllamadaAnneCatherick,quetieneunparecidoextraordinarioconLadyGlyde,seescapódelsanatorio.Sesabe también que la mujer admitida allí en el pasado mes de julio, fueadmitidacomolaAnneCatherickalaqueconsiguieronencontrar;sesabequeel caballero que la restituyó al sanatorio advirtió al señor Fairlie que unamanifestacióndesulocuraeraladehacersepasarporsudifuntasobrina;ysesabequeenel sanatorio (dondenadie lacreyó),declaró repetidasvecesqueeraLadyGlyde.Estossonloshechos.¿Quépuedeustedalegarencontradeellos? El hecho de que la reconociera la señorita Halcombe, que losacontecimientos posteriores inhabilitan o contradicen. ¿Es que la señoritaHalcombe comunica la identidad de su supuesta hermana al dueño delsanatorioyacudeamedioslegalespararescatarla?No:sobornasecretamenteaunaenfermeraparaqueleayudeaescapar.CuandolaenfermaestáliberadadeestemodotansospechosoyselapresentaalseñorFairlie,¿lareconoceél?¿Vacila un momento siquiera su creencia en la muerte de su sobrina? ¿Lareconocen los criados? ¿Permanece cerca de su casa para probar supersonalidad y para someterse a otras pruebas?No: se la lleva en secreto aLondres.Entretantotambiénustedlahareconocido;peronoesustedpariente,

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ni siquiera un antiguo amigo de la familia. La opinión de los criadoscontradice a la suya y la del señor Fairlie a la de la señoritaHalcombe.LasupuestaLadyGlydesecontradiceasímisma.DeclaraquepasóunanocheenLondresendeterminadacasa.Ustedmismocompruebaquejamásseacercóaella.Ustedmismoadmitequeelestadodesumenteleobligaaabstenersedepresentarlaenpúblicoparasometerlaauninterrogatorioydejarlahablarporsucuenta.Pasoporaltodetallesdemenorimportanciaparanoperdertiempo,ylepregunto,siestecasosepresentaahoraanteuntribunaldejusticia,anteunjuradoquedebeconsiderarloshechossegúnparezcansermásrazonables,¿dóndeestánsuspruebas?

Tuvequeesperarhastaquepudepensarenalgoantesdecontestarle.EslaprimeravezquelahistoriadeLaurayladeMariansemepresentabadesdeelpuntodevistadeunextraño, laprimeravezque losobstáculos terriblesquehabíaennuestrocaminosemeaparecíanensuauténticadimensión.

—No cabe duda —le dije— que los hechos tal y como usted los hapresentadoparecenhablarencontranuestra,pero...

—Pero usted piensa que pueden interpretarse de otro modo —meinterrumpió el señor Kyrle—. Deje que le explique el resultado de miexperienciaenestesentido.Cuandounjuradoingléstienequeelegirentreunhecho simple que está en la superficie y una larga explicación que subyacebajoella, sedecidesiempreporelhecho,prefiriéndoloa laexplicación.Porejemplo,LauraGlyde(llamoaladamaqueustedrepresentaporestenombrepara facilitar la argumentación) declara que ha dormido en cierta casa y sedemuestraquenohadormidoallí.Ustedexplicaestacircunstanciaaduciendoelestadodesumenteysacaunaconclusiónmetafísica.Noquierodecirqueestaconclusiónestéequivocada.Sólodigoqueeljurado,eltribunal,aceptaríaelhechodequeellasecontradiceconpreferenciaacualquierrazónquepuedaofrecerustedparaexplicarestacontradicción.

—Pero ¿no es posible —argüí— a fuerza de paciencia y de esfuerzos,descubrir otras evidencias?La señoritaHalcombey yo disponemos de unoscientosdelibras...

Memiróconcompasiónmaldisimuladaynegóconlacabeza.

—Considere el caso, señorHartright, desde sumismo punto de vista—respondió—.SiustedestáenlociertorespectoaSirPercivalGlydeyalcondeFosco (lo que yo, y perdone, no creo), todas las dificultades imaginablesestaránpuestasensucaminodeconseguiralgunanuevaevidencia.Seusarácualquierobstáculoparaimpedirellitigio,susargumentosserebatiránpuntopor punto, y cuando hayamos gastadomiles ymiles en lugar de cientos delibras,el resultado final serácon todaprobabilidadcontrarioanosotros.Lascuestionesdeidentidad,cuandoconciernenalparecidofísico,sondeporsílas

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másarduasderesolver,inclusocuandoestánlibresdelascomplicacionesquerodeanelcasoqueahoranosocupa.Enrealidad,noveoposibilidadalgunadearrojarluzsobreesteextraordinarioasunto.InclusosilapersonaenterradaenelcementeriodeLimmeridgenofueseLadyGlyde,ella teníaenvida,comoustedmismohamanifestado,talparecidoconaquéllaquenoganaríamosnadaaun si consiguiéramos la disposición de que se exhumase el cadáver. Enresumen,aquínohaycausa,señorHartright,aquídeverdadnohaycausa.

Yo estaba decidido a creer que sí la había, ymovido por esta decisión,renovémiargumentacióndesdeotraposición:

—¿Noexistenotraspruebasquepodamosaportar,ademásdelapruebadeidentidad?—lepregunté.

—Noensusituación—merepuso—.Lapruebamásseguraymássencillasería la comparación de las fechas y, según tengo entendido, esta prueba seharáfueradesualcance.Siustedpudieraadvertiralgunadiscrepanciaentrelafecha del certificado del doctor y la del viaje de LadyGlyde a Londres, elasunto revestiría un aspecto totalmente distinto y yo sería el primero endecirle:vamosadelante.

—Puesestasfechaspuedenestablecerseaún,señorKyrle.

—Eldíaenqueseestablezcan,señorHartright,tendráustedlacausalegal.Siustedtieneenestemomentoalgunaesperanzadesaberlafecha,dígameloyveremosquépuedoaconsejarle.

Medité.Elamade llavesnopodíaayudarnos.Lauranopodíaayudarme,Marian no podía ayudarnos.Con toda probabilidad, las únicas personas queconocíanlafechaeranSirPercivalyelcondeFosco.

—Demomentonosemeocurreningúnmediodeaveriguarestafecha—ledije—puesnoséquién,ademásdelcondeoSirPercival,puedaconocerlaconseguridad.

EnelrostroserenoyatentodelseñorKyrlesedibujóporprimeravezunasonrisa.

—Conlaopiniónqueaustedlemerecenesosdoscaballeros—medijo—supongoquenoesperaráayudaporese lado.Sihanconseguidohacerseconbuenascantidadesdedineropormediodeunaconspiración,espocoprobablequeesténdispuestosaconfesarlo.

—¿Selespuedeforzaraconfesarlo,señorKyrle?

—¿Quiénlohará?

—Yo.

Ambosnospusimosenpie.Memiró fijamenteyconmás interésqueel

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quemehabíademostradohastaentonces.Pudeverqueledejéalgoperplejo.

—Estáustedmuyresuelto—medijo—.Sindudatieneustedalgúnmotivopersonalparaprocederasí,sobreelquenotengoderechoaindagar.Sienelfuturosepuede instruir lacausa, sólopuedodecirlequeme tieneustedasuentera disposición.Almismo tiempodebo advertirle, pues las cuestionesdedinerosiempresoncuestioneslegales,quetengomuypocasesperanzasdequese pueda recobrar la fortuna deLadyGlyde, aun en el caso de que consigaestablecerelhechodequeestáviva.Elextranjero,probablemente,saldríadeInglaterraantesdequecomenzaseelproceso,yencuantoaSirPercival,susdificultadeseconómicas son tantasy tanapremiantesque todoeldineroquellegue a él pasará a manos de sus acreedores. Estará usted enterado, porsupuesto,de...

Alllegaraestepuntoleinterrumpí.

—LeruegoquenodiscutamoslosasuntosfinancierosdeLadyGlyde—ledije—.Enelpasadonuncahesabidonadadeellos,nisénadaahora,salvoqueha perdido su fortuna.Está usted en lo cierto al suponer que tengomotivospersonales para encargarme de esta empresa.Deseo que estosmotivos seansiempretandesinteresadoscomolosonahora...

El abogado trató de interrumpirme para dar sus explicaciones. Supongoque me acaloré al comprender que dudaba de mí y continué hablando conempeño,sinescucharlo.

—No hay interésmonetario—dije—, ni pensamiento de alguna ventajapersonalenelservicioquepretendorendiraLadyGlyde.Hasidoexpulsadacomounaextrañadelacasaenquenació,unamentiraqueatestiguasumuerteestáinscritasobrelatumbadesumadre,ydetodoellosonresponsablesdoshombresquesiguenvivoseimpunes.Laspuertasdesucasavolveránaabrirsepara recibirla ante todas y cadaunade las personas que acompañaron el talentierrohastalatumba;lamentirasearrancarápúblicamentedelaspiedrasdelsepulcroenpresenciadelcabezadefamilia,yesosdoshombresresponderánante mí de su crimen, aunque la justicia que impera en los tribunales seaimpotenteparaperseguirlos.Heconsagradomividaaestepropósitoytansolotalcomoestoyahora,siDiosmeayuda,lolograré.

Regresó a sumesaynodijo nada.Su rostrodemostraba claramentequeestaba pensando que mi obsesión había triunfado sobre mi razón y queconsiderabacompletamenteinútildarmemásconsejos.

—Cadaunodenosotrosconservamosnuestraopinión,señorKyrle—añadí—,yhemosdeesperaraquelosacontecimientosfuturosdenlarazónaunooaotro.Mientrastanto,leagradezcomucholaatenciónquehaprestadoamisdeclaraciones.Mehademostradoustedquelosprocedimientoslegalesestán,

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en el sentido más amplio de las palabras, fuera de nuestro alcance. Nopodemospresentarlaspruebasparasatisfacerlaleynisomossuficientementericosparapagarlosgastosqueellapide.Yaesalgosaberlo.

Saludé yme dirigí hacia la puerta.Me llamó de nuevo yme entregó lacartaquelehabíavistocolocarsobrelamesaalcomienzodelaentrevista.

—Larecibíporcorreohaceunosdías—medijo—.¿Lemolestaríaaustedhacerla llegar a sudestinataria?Tenga la amabilidaddedecirle a la señoritaHalcombe que siento sinceramente no poder ayudarla, de no ser con miconsejoque,muchometemo,noleserámásgratoqueausted.

Miré el sobre mientras hablaba. Iba dirigida a «Señorita Halcombe.Entregar a los señores Gilmore y Kyrle, Chancery Lane». La letra me eratotalmentedesconocida.

Antesdesalirlehiceunaúltimapregunta:

—¿Sabe usted por casualidad—dije—, si continúa en París Sir PercivalGlyde?

—HavueltoaLondres—mecontestóelseñorKyrle—.Almenosesomedijosuprocurador,alqueencontréayer.

Despuésderecibirestarespuestamemarché.

Laprimeraprecauciónquetoméalsalirdeldespachofueladeabstenermedeatraerlaatencióndeteniéndomeymirandoamialrededor.MedirigíhaciaunadelasampliasplazasmástranquilasalnortedeHolborn,luegomedetuvede repente y di la vuelta cuando amis espaldas quedaba un trozo largo delpavimento.

Enlaesquinadelaplazahabíadoshombresquesehabíanparadotambiényestabanconversando.Despuésde reflexionarunmomentovolvíatrásparapasarjuntoaellos.Unodelosdosechóaandarcuandomeacerqué,doblóunaesquinadelaplazaysalióalacalle.Elotropermanecióensusitio.Lomiréalpasar, y reconocí enseguida a uno de los hombres que me habían estadovigilandohastaquemefuideInglaterra.

Si hubiera gozado de libertad para seguir mi propio instinto,probablemente hubiera empezado hablando con el hombre y terminadotumbándolodeungolpe.Perodebíatenerenconsideraciónlasconsecuencias.Si cometía una falta en público sólo proporcionaría con ello a Sir Percivalarmas contramí.No tenía otra opción que contestar a un artificio con otro.Entréenlacallepordondehabíadesaparecidoelotrohombre,ypaséasuladomientras él estaba esperandoenunportal.Yono lo conocíaymealegrédesaber cómo era por si llegaba otra contingencia desagradable. Después dehacerlovolvíadirigirmehaciaelnortehastaquelleguéalcaminoNuevo.Allí

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torcí al oeste (los dos hombresme seguían todo aquel tiempo) yme quedéesperando,enunlugarquesabíapróximoaunaparadadecochesdepunto,aque pasara pormi lado un ligero cabriolé vacío.Al cabo de pocosminutosapareció uno. Subí de un salto y le dije al cochero queme llevase de prisahaciaHydePark.Detrásnoveníaningúnotrococherápidoquepudierancogermis espías. Los vi abalanzarse al otro lado de la calle, seguirme corriendo,tratando de encontrar en su camino otro coche o una parada. Pero me fuialejandodeellosycuandomandéalcocherodetenerseparabajarme,nolosvi.Crucé Hyde Park yme aseguré, en campo abierto, que estaba libre. Al findirigí mis pasos hacia nuestra casa, varias horas más tarde, cuando habíaanochecidoya.

Encontré a Marian esperándome sola en nuestro saloncito. Habíaconvencido a Laura de que se acostase después de prometerle que meenseñaría sus dibujos en cuanto yo regresase. El dibujo torpe, mísero yborroso, tan mediocre de por sí, tan conmovedor en las asociaciones quedespertaba, estaba cuidadosamente expuesto sobre la mesa apoyado en doslibrosysituadodemodoqueladébil luzdelaúnicavelaquenospodíamospermitir lo iluminase con la mayor claridad. Me senté para verlo mejor y,susurrando, conté a Marian todo lo que había sucedido. La pared que nosseparabadelahabitacióncontiguaeratanpocosólidaquecasipodíamosoírrespiraraLauraylahabríamosdespertadosihubiéramoshabladoenvozalta.

MariannosealterómientrasledescribíamientrevistaconelseñorKyrle,perosurostroreflejóalarmacuandolehablédeloshombresquemesiguierondesde el despacho del abogado y cuando le comuniqué el regreso de SirPercival.

—Malasnoticias,Walter—medijo—.Laspeoresquepodíastraerme.¿Notienesnadamásquedecirme?

—Tengoalgoqueentregarte—repliqué,alargándolelacartaquemehabíaconfiadoelseñorKyrle.

Mirólasseñas,yalinstanteconociólaletra.

—¿Sabesdequiénes?—ledije.

—Demasiadobien—contestó—.EsdelcondeFosco.

Al darme esta respuesta, abrió el sobre. Sus mejillas ardían y sus ojosbrillaronderabia,cuandomelaentregóparaqueyolaleyeseamivez.

Lacartaconteníaestaslíneas:

«Empujado por la admiración, honrosa para mí y para usted misma, leescribo, maravillosa Marian, en interés de su tranquilidad y para dedicarleunaspalabrasdeconsuelo».

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«¡Notemanada!»

«Obre conforme a su extraordinario sentido común y permanezca en suretiro.¡Mujerqueridayadmirada!,noseexpongaalapeligrosapublicidad.Laresignación es sublime. Adóptela. El remanso humilde del hogar eseternamente confortante.Disfrute de él. LasTormentas de la vida pasan sincausarperjuiciosobreelvalledelaReclusión.Deténgase,queridaamiga,enestevalle.

«Hágalo y yo le garantizo que no tendrá nada que temer. No volverá alacerarsusensibilidadningunanuevadesdicha.¡Susensibilidadque,paramí,esmáspreciosaquelamíapropia!Noselamolestaráaustedmás;labellísimacompañeradesuretironoseráperseguida.Haencontradounnuevorefugioyunnuevosanatorioensucorazón.¡Refugioinapreciable!Laenvidioyladejodescansarenél.

«Una última palabra de cariñosa advertencia, de precaución paternal, ydejo,alafuerza,elhechizodehablarconusted.Cierroestaslíneasfervorosas.

«No avance más de lo que ha avanzado hasta ahora. No comprometainteresesdemasiadoserios,noamenaceanadie.Leruegoquenomeobligueaactuar a mí, al hombre de acción, cuando el acariciado objeto de misambiciones es permanecer inactivo y restringir el vasto alcance de misenergías y de mi ingenio, por el bien de usted. Si tiene usted amigosvehementes, modere su deplorable ardor. Si el señor Hartright retorna aInglaterra,nosecomuniqueconél.YocaminopormipropiasendayPercivalsiguemispasos.EldíaenqueelseñorHartrightsecruceenestecaminoeshombreperdido.»

Por toda firma aquellas líneas llevaban una inicial, una F rodeada deintrincadosrasgosfloreados.Tirélacartasobrelamesacontodoeldesprecioquesentíaporella.

—Trata de asustarme—dije—, y es señal evidente de que el que tienemiedoesél.

Ellaerademasiadofemeninaparatratarlacartacomoyolahabíatratado.Lainsolentefamiliaridaddesulenguajelehizoperdereldominiodesímisma.Cuandomemiró,porencimadelamesa,susmanosseentrelazaronsobresuregazo,ysutemperamentodeantes,apasionadoyferoz,volvióafulgurarconfogosidadensusmejillasyensusojos.

—¡Walter! —dijo—. ¡Si alguna vez esos dos hombres estuviesen a tumercedy tevieses forzadoaperdonaraunodeellos,por favor,queéstenoseaelconde!

—Guardaréestacarta,Marian,paraquemesirvade recordatoriocuando

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llegueelmomento.

Memiróconatenciónmientrasguardélacartaenmicartera.

—¿Cuando llegue el momento? —repitió—. ¿Puedes hablar del futurocomosiestuvierassegurodeél?¿DespuésdeloquehadichoelseñorKyrleydeloquehasucedidohoy?

—Nocuentonuestrotiempodesdehoy,Marian.Todoloquehoyhehechoha sido pedir a un hombre que actúe pormí. Cuento nuestro tiempo desdemañana...

—¿Porquédesdemañana?

—Porquemañanapiensoactuaryomismo.

—¿Cómo?

—IréaBlackwaterParkenelprimertren,yesperovolverporlanoche.

—¡ABlackwater!

—Sí.HetenidotiempoparapensardesdequedejéalseñorKyrle.Enesepuntosuopiniónconfirmalamía.Debemosperseverarennuestrointentodeaveriguar la fecha del viaje de Laura. Es el único punto débil de laconspiración,yprobablementenuestraúnicaposibilidaddedemostrarqueestávivaradicaendescubrirestafecha.

—¿Quieres decir—preguntóMarian— descubrir que Laura no salió deBlackwater Park hasta después de la fecha indicada en el certificado dedefunción?

—Enefecto.

—¿Quétehacepensarquefuedespués?LauranopuededecirnosnadadesuestanciaenLondres.

—Peroeldueñodelsanatoriotedijoquehabíaingresadoelveintisietedejulio.DudoquelahabilidaddelcondeFoscoalcanzaseatenerlaescondidaenLondres,insensibleatodoloquepasabaasualrededor,másdeunanoche.Enese casodebióde salir el veintiséis y llegar aLondresundía despuésde lafechaqueatestiguasumuerteenelcertificadomédico.SipodemosdemostrarestafechademostraremosnuestraacusacióncontraelcondeySirPercival.

—¡Sí,sí;loveoclaro!¿Cómoconseguirlaspruebas?

—El relato de la señora Michelson me ha sugerido dos maneras deobtenerlo.Una de ellas es la de preguntar almédico, el señorDawson, quesabráeldíaenquevolvióaBlackwaterParkdespuésdequeLauradejaralacasa. La otra es preguntar en la posada en que Sir Percival pasó la nochecuando semarchó. Sabemos que se fue después de Laura, con un lapso de

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tiempodepocas horas y por ello podemos establecer la fecha.Almenos esuna tentativa que merece la pena, y estoy decidido a ponerla en prácticamañana.

—Perosupónqueesofalla...,mepreparoparalopeor,Walter,porahora,pero si tenemosqueenfrentarnoscondesgracias,pensaréenel éxito.SupónquenadiepuedeayudarteenBlackwater...

—EnLondreshaydoshombresquepuedenayudarmeyloharán.SonSirPercival y el conde. Las personas inocentes pueden olvidar la fechafácilmente, pero ellos son culpables y lo saben. Sime falla todo lo demás,obligaréaunodeellos,oa losdos, aqueme ladigan, empleandométodospropios.

TodalafeminidadqueMarianllevabadentroardióensusmejillas.

—¡Empieza por el conde!—me susurró con ansiedad—. ¡Hazlo pormí;empiezaporelconde!

—Por el bien de Laura, hemos de comenzar donde veamos másprobabilidadesdeéxito—ledije.

El color desapareció de susmejillas, ymoviendo con tristeza la cabeza,dijo:

—Sí, tienes razón. ¡Quémezquinoymiserable pormi parte haber dichoeso!Tratarédetenerpaciencia,Walter,yconseguiralgomásdeloquepudeconseguirenépocasmásfelices.Peroaúnmequedaalgodemitemperamento.¡Cuandopiensoenelcondenopuedocontenerme!

—Le llegará su turno —le contesté—. Pero recuerda que ambosconocemosunpuntodébildesupasado.

Callé, esperando a que se serenase y entonces pronuncié las palabrasdecisivas:

—¡Marian!HayunpuntodébilenelpasadodeSirPercivalynosotrosdoslosabemos...

—¿TerefieresalSecreto?

—Sí, alSecreto.Es loúnico seguroquepodemosemplear contra él.Sinrecurrir a otros medios, puedo forzarle a abandonar su seguridad, puedoarrastrarloaélysuvillaníaalaluzdeldía.Sealoquefuereloqueelcondehahecho,SirPercivalhaconsentidolaconspiracióncontraLaura,impulsadoporotromotivo, además del lucro. ¿No le oíste decir al conde que creía que lamujer conocía lo bastante como para hundirlo? ¿No le oíste decir que erahombreperdidosiseconocíaelsecretodeAnneCatherick?

—¡Sí,sí!Looí.

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—Pues bien Marian, si nos fallan los demás recursos, me propongoconocer el secreto. Aun ahora, mi vieja superstición me asedia. Vuelvo arepetirqueladamadeblancoencarnalainfluenciaquerigesobrenuestrastresvidas.ElFindecretadonosacecha,¡yAnneCatherick,desdesutumba,siguemarcándonoselcaminoquenosconduciráhastaél!

V

LahistoriademisprimeraspesquisasenHamsphireesmuybreve.

ComosalítempranodeLondres,antesdelmediodíapudellegaracasadelseñorDawson.Nuestra conversación, en lo que concernía al objetivo demivisita,noaportóningúnresultadosatisfactorio.

Los libros del señor Dawson me demostraron ciertamente cuándo habíavuelto a Blackwater Park para atender a la señorita Halcombe; pero eraimposibleretrocederdesdeestafechacalculandoconexactitudlaotrasinquela señoraMichelsonme ayudase, y ella no era capaz de hacerlo. No podíarecordar (¿quién podría hacerlo en un caso similar?) cuántos días habíantranscurridohastaqueelmédico reanudó la asistenciade supaciente, desdeque se habíamarchadoLadyGlyde. Estaba casi segura de haber anunciadoquesehabíamarchado,alaseñoritaHalcombe,aldíasiguiente,peronopodíaprecisaraquellafecha,comonopodíahacerloconladeldíaanterior,cuandoLady Glyde se fue a Londres. Tampoco podía calcular siquieraaproximadamente el tiempo transcurrido desde que semarchó su ama hastaque llegó la carta sin fecha deMadame Fosco. Finalmente, para colmo dedificultades,elpropiodoctor,queestuvoenfermoenaquelperíodo,prescindiódeanotar,comosolíahacer,eldíayelmesenqueeljardinerodeBlackwaterParkvinoconelrecadodelaseñoraMichelson.

CuandoperdílaesperanzadeconseguirlaayudadelseñorDawson,resolvítratardeaveriguarlafechaenqueSirPercivalllegóaKnowlesbury.

¡Aquelloparecíaunafatalidad!AlllegaraKnowlesburymeenterédequesehabíacerradolaposada,yenlosmurosdelacasahabíaórdenesjudiciales.Había resultado mal negocio, me informaron, desde que construyeron elferrocarril. El nuevo hotel, situado al lado de la estación, había idoabsorbiendo la clientela y la vieja posada (que, como sabíamos, era dondepasó la noche Sir Percival) se cerró hacía dos meses. Su dueño se habíamarchadodelpueblo llevándose todos susbienesyposesionesynadie supodecirmeconcertezaadónde.LascuatropersonasalasquepreguntémedierondiferentesversionessobrelosplanesyproyectosqueteníaelposaderocuandosefuedeKnowlesbury.

Me quedaban algunas horas hasta el último tren que salía paraLondres;subíalcocheenlaestacióndeKnowlesburypararegresaraBlackwaterPark

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conlaintencióndeinterrogaraljardineroyalhombrequevigilabalapuertade carruajes. Si resultaba que tampoco ellos eran capaces de ayudarme,misrecursosquedaríanconelloagotadosydeberíaregresaralaciudad.

Despedí el coche a una milla de distancia del parque y, siguiendo lasindicaciones queme dio el cochero,me encaminé hacia la casa.Al dejar elcaminorealparaentrarenelquellevabaalapuertaviaunhombrecargadoconunmaletínquecaminabadeprisadelantedemí,yquesedirigíaalapuertadelacochera.Eraunhombrebajito,vestidoconundesgastadotrajenegro,yllevaba un sombrero exageradamente grande. Me figuré (por lo que podíajuzgar)queseríaunpasantedealgúnabogado,ymedetuveparaquesealejarade mí. No me había oído, y siguió andando sin volver la cabeza hastadesaparecerdetrásdelrecodo.Cuandopocodespuéslleguéalaverja,nolovi.Evidentementehabíaentradoenlacasa.Enlapuertahabíadosmujeres.UnadeellaseraviejaylaotralareconocíenseguidaporladescripcióndeMarian;eraMargaretPorcher.PreguntésiSirPercivalestabaenelparque,yalrecibirunarespuestanegativapreguntécuándosehabíamarchado.Ningunadeellaspudo decirmemás que se había ido el verano pasado.DeMargaret Porchersólopudeobtenersonrisasycabeceosodespropósitos.Laancianaeraunpocomás razonable y logré hacerle hablar de la forma en que se marchó SirPercival, y de la alarmaque le causó su comportamiento.Recordó cómo suamo la llamó cuando estaba ya en la cama, y cómo la asustó con susjuramentos;pero la fechaenqueocurrióaquello,me informóhonestamente,«eraalgofuerademialcance».

Al salir de la portería vi al jardinero trabajando a poca distancia de allí.Cuando le hablé me miró con desconfianza, pero al oírme mencionar elnombre de la señoraMichelson y decir que ellame había hablado de él, semostrómuydispuestoaentrarenconversación.Nonecesitodescribir loquepasó después: todo termino así, tal comomis otros intentos de descubrir lafechahabíanterminado.Eljardinerosabíaquesuamosehabíamarchadoporlanoche,«enelmesdejulio,enlaúltimaquincenaoenlosúltimosdiezdías,peronadamás».

Mientrashablábamosvi al hombredenegro, llevando sugran sombrero,salirdelacasayquedarseaciertadistanciadenosotros,observándonos.

CiertassospechasacercadesuvisitaaBlackwaterParkyahabíancruzadomi mente. En ese instante, en que el jardinero no fue capaz (o no quiso)decirmequiéneraaquelhombre,missospechasaumentaron,ydecidíaclararloyosolo,sipodíahablándoledirectamente.Lapreguntamásnaturalquesemeocurrió hacerle, como forastero, era si se enseñaba la casa a los visitantes.Actoseguidomeacerquéyloabordéconaquellaspalabras.

Sumiradaysugestonodejaronlugaradudasrespectoaqueélsabíaquién

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erayoyquedeseabairritarmeyllegaraunaltercadoconmigo.Surespuestafuetaninsolentequepodríahaberconseguidosupropósitosinohubierasidoaúnmayormidecisióndedominarme.Asíquemedirigíaélconlacortesíamásresuelta;medisculpépormiintrusióninvoluntaria(queélllamó«entradailegal»)ysalídelparque.Aquelloeraexactamenteloquehabíasospechado.Evidentemente,cuandomereconocieronalsalirdeldespachodelseñorKyrle,el hecho se comunicó a Sir Percival, y el hombre de negro fue enviado alparqueparaanticiparseamisinvestigacionesenlacasaoenelvecindario.Silehubieradadoelmenormotivoparapromoverunaquerellalegalcontramí,el magistrado local, sin duda, sería utilizado como un obstáculo en mispesquisasycomounmedioparasepararme,siquieraporunosdías,deMarianydeLaura.

EstabapreparadoparavermevigiladoenmicaminodeBlackwaterParkalaestación,exactamentecomomehabíanvigiladoenLondreseldíaanterior.Sinembargo,nientoncesnimástardelleguéadescubrirsimehabíanseguidoenaquellaocasiónono.Elhombredenegropodíadisponerdemediosparavigilarmedelosqueyonosabíanada,peronolovinicaminodelaestaciónnimástardecuandolleguéaLondres.Fuiacasaandandoyantesdeacercarmeanuestrapuertatomélaprecaucióndedarunasvueltasporlacallemásdesiertadel vecindario, deteniéndome de repente para mirar atrás cuando a misespaldas había suficiente espacio abierto. Había aprendido a usar estaestratagema en los desiertos de Centroamérica, para protegerme contraposiblesemboscadas,yahoravolvíaapracticarla, conelmismopropósitoyconprecauciónmayoraún,¡enelcorazóndelacivilizadaciudaddeLondres!

Nada había sucedido que alarmase a Marian durante mi ausencia. Mepreguntó con ansia qué resultados había obtenido. Cuando se los conté nopudo disimular su asombro al ver la indiferencia con que le hablaba delfracasodemisgestiones.

Laverdaderaqueelresultadonulodemispesquisasnomedesanimabaenabsoluto.Las había realizado comouna tarea ineludible sin esperar nada deellas.Enelestadodeánimoenquemehallaba,casieraparamíunaliviosaberqueahoralaluchasereducíaaunapruebadefuerzaentreSirPercivalyyo.

Miinicialdeseodevenganzaestabamezcladoconotrosymejoresmotivosyconfiesoqueexperimentéunaciertasatisfacciónalcomprobarquelamaneramássegura—ylaúnicaquemequedaba—,deserviralacausadeLauraerasentarmimanosobreelcanallaquelahizosumujer.

Reconociendo que no era suficientemente fuerte para impedir que elinstinto de vengarme se asociase con mis motivos, también puedo añadirhonestamente algo que habla en mi favor. Desde el principio, ningunaconsideración sobre mis futuras relaciones con Laura ni sobre concesiones

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privadas o personales a las que pudiese obligar a Sir Percival cuando lotuviese amimercedhabía pasadonuncapormismientes. Jamáspensé: «Sisalgo victorioso, uno de los resultados de mi victoria será impedirle a sumaridoquevuelvaaquitármela.Nopodíamirarlaypensarenel futuroconsemejantes intenciones. La triste contemplación del cambio que se habíaoperado en ella convertía el amor en la ternura y compasión que hubiesensentidoporellaunpadreounhermano,yque,Diosestestigo,yosentíacontodomicorazón.Misesperanzasnollegabanporahoramásquealdíaenquelavieracurada.Enaqueldía,cuandoestuvierafuerteyfueradenuevofeliz,cuandopudieramirarmecomomehabíamiradoantesyhablarmecomoantesmehablaba,eradondeterminabaelfuturodemispensamientosmásfelicesydemisdeseosmásacariciados.

Estas palabras no se han escrito en un empacho de ociosa satisfacciónconmigomismo.Prontollegaránpasajesdeestanarraciónquedemuestreneljuicio de los demás sobremi propia conducta. Y es justo que antes de quellegueestemomentosepesefielmenteenunabalanza lomejory lopeordemí.

La mañana siguiente de mi regreso de Hamsphire, pedí a Marian quesubiera conmigo a mi cuarto de trabajo y allí le expuse el plan que habíaelaboradoparaderrotaraSirPercival,atacándoleenelúnicopuntovulnerabledesuvida.

ElcaminohaciaelSecretoestabaocultoenelmisterio,impenetrableparanosotros, que rodeaba a la dama de blanco. Este misterio, a su vez, podíaalcanzarse si conseguíamos la ayuda de la madre de Anne Catherick; y elúnicomedio posible de convencer a la señora Catherick de actuar o hablarparadesvelarlodependíadesiyolograbadescubriralgunosdetallesdesuviday de su situación por mediación de la señora Clements. Después deconsiderarlo detenidamente comprendí que para reanudar mis pesquisasnecesitabaponermeencomunicaciónconlafielamigayprotectoradeAnneCatherick.

Laprimeradificultad,portanto,eraencontraralaseñoraClements.

Tuve que agradecer a la rápida inteligencia de Marian la solucióninmediatadeaquellanecesidadconayudadelmediomássencilloymejor.Mepropuso escribir a la granja cercana a Limmeridge (Todd's Corner) parapreguntarsilaseñoraToddhabíatenidonoticiasdelaseñoraClementsenlosúltimosmeses.CómosepararonalaseñoraClementsdeAnne,nolosabíamospero cuando se logró separarlas la señora Clements seguramente decidióbuscar a la desaparecida en los lugares por los que sentía más cariño: lasinmediaciones de Limmeridge. En seguida vi que la idea de Marian nosofrecíaunaperspectivafavorable;así,pues,MarianescribióalaseñoraTodd

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aquelmismodía.

Mientrasesperábamossu respuesta,Marianmepusoalcorrientede todocuantosabíarespectoalafamiliayalpasadodeSirPercivalGlyde.Aunquesóloconocíaloshechosdeoídas,estabaseguradequelopocoquepodíadecirsobreeltemaeraverdad.

SirPercivalfuehijoúnico.Supadre,SirFélixGlyde,habíasufridodesdesunacimientounadeformaciónpenosae incurableydesdesusaños jóveneseludíatodavidasocial.Suúnicosolazeralamúsica,ysecasóconunadamaque tenía gustos similares a los suyos y cuyo talento musical estabacomúnmentereconocido.HeredóBlackwaterParkcuandoaúneramuyjoven.Niélnisumujer,despuésdetomarposesióndelafinca,buscaronacercarsealasociedaddelvecindario,comonadiesepreocupódeinvitarlesasalirdesuretiro,conladesastrosaexcepcióndelrectordelaparroquia.

Dichorectoreradelomáspropensoacometerinocentementetodotipodeinconvenienciasporsuceloexcesivoensumisión.HabíaoídodecirqueSirFélix abandonó la universidad con fama de ser poco menos que unrevolucionarioenpolíticayundíscoloenreligión,yensuconcienciallegóala conclusión de que era su deber y obligación convencer al propietario deBlackwaterdequeatendieraalassublimesverdadesqueseanunciabanenlaiglesia parroquial. Sir Félix reaccionó con frenesí ante el propósito, bienintencionadoperomalconducidodelclérigo;leinsultóenpúblicoycontantagrosería que todas las familias del vecindario enviaron cartas de indignadaprotesta,yhasta losarrendatariosdeBlackwaterParkexpresaronsuopinióncon la máxima rotundidad a que podían atreverse. El barón, que no teníaningunaaficiónalcamponicariñoalgunoasufinca,nianadiedelosqueallíhabitasen, declaró que la sociedad de Blackwater jamás tendría una nuevaoportunidadparamolestarlo,yabandonóaquelloslugares.Despuésdesucortaestancia en Londres él y su mujer se marcharon al continente y jamásvolvieron a Inglaterra. Vivieron parte del tiempo en Francia y parte enAlemania,manteniéndosesiempreenunestrictoaislamientoquelaconcienciamorbosade sudeformidadhabía convertido ennecesidadparaSirFélix.SuhijoPercivalnacióenelextranjeroyseeducóconpreceptoresparticulares.Sumadrefuesuprimerapérdida.Supadremurióalgunosañosdespués,en1825ó1826.Antesdeesaépoca,el jovenSirPercivalestuvounaodosvecesenInglaterraperonoconocióaldifuntoseñorFairliehastadespuésdelamuertedesupadre.Prontosehicieron íntimosamigos,aunqueenaquellaépocaSirPercivalvisitabapocoonuncaLimmeridge.ElseñorFrederickFairliepodíahaberloencontradounaodosvecesencompañíadelseñorPhilipFairlie,peronodebía sabermuchodeél entoncesni tampocomás tarde.ElúnicoamigoíntimodeSirPercivalenlafamiliaFairliehabíasidoelpadredeLaura.

EstafuetodalainformaciónquepudesaberporMarian.Noconteníanada

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que pudiera serme útil para mi actual propósito, aunque anoté todos losdetallesporsienelfuturoresultasequetuvieranimportancia.

La respuesta de la señora Todd, (dirigida, según le habíamos indicado aunaestafetaalejadadenuestracasa)habíallegadoyacuandofuiapreguntarpor ella. El destino, que hasta entonces nos era contrario, a partir de aquélmomento empezaba a favorecernos. La carta de la señora Todd contenía elprimerfragmentodelainformaciónqueperseguíamos.

LaseñoraClementshabíaescrito,enefecto(comohabíamosconjeturado)aTodd'sCorner;enprimerlugar,sedisculpabaporlabrusquedadconqueellay Anne abandonaron la granja de sus amigos, (a la mañana siguiente deencontraryoa ladamadeblancoenelcementeriodeLimmeridge);y luegocomunicaba a la señora Todd la desaparición de Anne suplicando quepreguntaseenelvecindarioporsilamuchachahabíavueltoaLimmeridge.Laseñora Clements tuvo a buen cuidado acompañar su ruego con señas, a lascualespodríanavisarlaencualquiermomento.Yéstas la señoraToddse lasremitíaahoraaMarian.LacasaestabaenLondres,amediahoradecaminodelanuestra.

Estabadecidido,comodiceelrefrán,anodejarquelahierbacreciesebajomispies.Alamañanasiguientemefuienbuscade laseñoraClements.Esefuemiprimerpasoadelanteenmiinvestigación.Lahistoriadeldesesperadointentoquemepropongoemprenderahora,comienzaaquí.

LasseñasenviadasporlaseñoraToddmellevaronaunacasadealquilersituadaenunacallerespetable.

Cuando llamé, abrió la puerta la propia señora Clements. No pareciórecordarme yme preguntó qué deseaba. Le evoqué nuestro encuentro en elcementeriodeLimmeridgealfinaldemiconversaciónconladamadeblancoytuvebuencuidadodehacerlenotarqueyofuilapersonaqueayudóaAnneCatherick (como la propia Anne había declarado) a escapar de susperseguidoresdelsanatorio.Eralaúnicarazónquepudeaducirparaganarlaconfianza de la señora Clements. Se acordó en seguida yme hizo pasar alsalón,llenadeansiedadporsabersiletraíaalgunasnoticiasdeAnne.

Yonopodíadescubrirletodalaverdad,sinentraralmismotiempoenlosdetallesdelahistoriadelaconspiración,quehubierasidopeligrosoconfiarenunapersonadesconocida.Peroprocuréabstenermeconelmayorcuidadodedespertar falsas esperanzas, explicándole que el objeto de mi visita eradescubriralaspersonasquerealmenteeranresponsablesdeladesaparicióndeAnne. Incluso añadí, para evitarme duros remordimientos demi conciencia,que no albergara lamenor esperanza de poder encontrarla, que considerabaque nunca volveríamos a verla con vida y que mi mayor interés en aquelasuntoerallevarelmerecidocastigoadoshombresquesospechabalahabían

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raptadoydecuyasmanosyomismoyalgunosseresqueridospormíhabíansufrido un gran agravio. Con esta explicación dejaba a la señora Clementsdecidirsinuestrointerésenelasunto(cualquieraquefueseladiferenciaentrelos motivos que nos obligaban a actuar) era el mismo, y si tenía algúninconvenienteenayudarmeaconseguirmiobjetivoproporcionándomeciertainformaciónimportanteparamispesquisas,delaqueelladisponía.

Alprincipio,lapobremujerestabademasiadoconfusayemocionadaparacomprenderconclaridadloqueledecía.Sólopudocontestarmequemedijocualquier cosa en agradecimiento por la bondad que había demostrado conAnne. Pero como era bastante lenta y tenía poca costumbre de hablar condesconocidosmerogabaqueleindicarapordóndedeseabaqueempezase.

Sabiendoporexperienciaqueelrelatomásclaroquesehadeesperardepersonas poco acostumbradas a ordenar sus ideas al narrar es el que seremontaba suficientemente lejos, al comienzo de los acontecimientos, parahacer innecesaria toda retrospección en el curso de la narración, pedí a laseñoraClements que empezara por contarme qué había sucedido desde queellaabandonóLimmeridge;yasí,guiadapormispreguntas,meexpuso,puntoporpunto,cuantoocurrióeneltiempoprecedentealadesaparicióndeAnne.

Lasustanciadelainformaciónqueasíobtuvefuecomosigue:

Al salir de la granja deTodd, la señoraClements yAnne llegaron hastaDerbyaquelmismodíayallípermanecieronunasemanapordeseodeAnne.Luego marcharon a Londres y estuvieron un mes o más en la casa queentoncesalquilabalaseñoraClements,cuandocircunstanciasrelacionadasconla vivienda y su propietario las obligaron a mudarse. El terror de serdescubiertaenLondresoensusalrededores,queinvadíaaAnnecadavezquesalían de casa, poco a poco fue comunicándose a la señora Clements, alextremoqueéstadecidiómarcharseaunode los rinconesmásolvidadosdeInglaterra,elpueblodeGrimsby,enelcondadodeLincoln,dondesudifuntomaridohabíapasadosujuventud.Susparienteseranpersonasrespetablesqueestaban allí establecidas; siempre habían tratado a la señora Clements conmuchaamabilidad,yellapensóquenopodíahacerotracosamejorqueiralláypedir consejo a los amigosde sumarido.Annenoqueríanioír hablarderegresar a casa de su madre, enWelmingham, porque desde allí era desdedonde lahabían llevadoalmanicomio,yporqueera seguroqueSirPercivalvolveríaallíylaencontraríadenuevo.EstaobjeciónerademuchopesoylaseñoraClementscomprendióquenoseríafácilrebatirla.

EnGrimsbysemanifestaronenAnnelosprimerossíntomasalarmantesdela enfermedad.Aparecieronpronto, después de que la noticia de la boda deladyGlydesepublicóenlosperiódicos.

Elmédicoaquienmandaronabuscarparaqueatendiesealaenfermano

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tardóendescubrirquesufríaunagraveafeccióndecorazón.Laenfermedadseprolongó mucho, la dejó muy débil, y reaparecía a intervalos, aunque laseveridadde sus achaques estabamitigada.Por consiguiente, permanecieronen Grimsby durante la primera mitad del año siguiente, y probablementehubierancontinuadomuchomás tiemposinosehubieraempeñadoAnneenvolver aHampshire para obtener una entrevista secreta conLadyGlyde.LaseñoraClementshizocuantoestabaensupoderparaoponerseaquesellevaseacaboaquelproyectoazarosoydeconsecuencias imprevisibles.Anneno leofrecióexplicaciónalgunadesusmotivos,ysólodijoquecreíaquelamuertenoandabalejosdeellayqueantesdemorirteníaquecomunicaralgoaLadyGlyde, en secreto, aun a costa de cualquier riesgo. Estaba tan firme en sudecisióndecumpliraquelpropósito,quedeclaróqueiríasolaaHampshiresialaseñoraClementsnoleapetecíaacompañarla.Seconsultóconelmédico,ylaopinióndeéstefuequeoponersealosdeseosdeAnnepodíasignificarcontoda probabilidad una nueva y tal vez fatal recaída en su enfermedad;siguiendosuconsejo, la señoraClements se resignóante lanecesidadyunavezmás, llenadetristespresentimientos,deangustiasypeligrosporsucederpermitióaAnneCatherickhacerloqueéstaquería.

Durante el viaje desde Londres aHamsphire, la señora Clements se diocuenta de que uno de sus compañeros de viaje conocía bien la región deBlackwater y podía proporcionarle la necesaria información acerca de lospueblosquehabíaensuvecindad.AsísupoqueelúnicositiodondepodríaniryquenoestabaenpeligrosaproximidaddelaresidenciadeSirPercival,eraunpueblollamadoSandon.LadistanciaentreelpuebloyBlackwaterParkeradeunastresocuatromillasyestadistanciaeralaquerecorríaAnnedosvecesentreidayvuelta,cadavezqueaparecíajuntoallago.

LospocosdíasqueestuvieronenSandonsinserdescubiertasvivieronalasalida del pueblo, en la casa de una respetable viuda que alquilaba undormitorio y cuyo discreto silencio la señora Clements procuró asegurar, almenos durante la primera semana. También hizo grandes esfuerzos paraconvencer a Anne de que, como primera providencia, se contentara conescribiraLadyGlyde.PeroelfracasodelaadvertenciaqueenviócomocartaanónimaaLimmeridgehizoqueestavezAnneestuvieradecididaahablaryseobstinaraenirsolaparahacerlo.

Sinembargo,laseñoraClementslasiguiódelejoscadavezquefuehaciael lago, aunque nunca se atrevió a acercarse a la caseta de los botes losuficienteparaobservarloqueallísucedía.CuandoAnnevolviólaúltimavezdeaquellaspeligrosasvecindades,lafatigaquelecausabarecorrerdíatrasdíadistanciasdemasiadolargas,añadidaalefectoagotadordelasemocionesqueexperimentaba, condujo al resultado que la señora Clements había temidodesdeelprincipio.Eldolordecorazónylosdemássíntomasdelaenfermedad

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quehabíapadecidoenGrimsbyvolvieron,yAnnesevioobligadaaguardarcamaconfinadaenlacasadelaviuda.

Enestascircunstancias, loprimeroqueeraprecisohacer, como labuenaseñoraClementssabíaporexperiencia,eraprocurarqueAnnesecalmara.Yparaconseguirlo labuenamujer fuealdía siguienteellamismaal lagoparaintentarencontraraLadyGlyde(quien,comoAnnehabíadicho,seguramentesaldríaadarsupaseodiariohastalacasetadelosbotes)yconvencerladequeviniera junto a ella, en secreto, a la casa de las afueras de Sandon. Pero alllegar a las inmediaciones de la plantación la señoraClements no vio allí aLady Glyde sino a un señor alto, grueso ymayor, que tenía un libro en lamano.Enotraspalabras,elcondeFosco.

El conde, después de mirarla con mucha atención unos instantes, lepreguntósiesperabaencontrarseconalguien,enaquel lugar,yantesdequeellapudiesecontestarleañadióqueélestabaesperandoconunrecadodepartedeLadyGlyde,peronoestabamuysegurodesielaspectodelapersonaquetenía delante correspondía a la descripción de aquella con quien deseabacomunicarse.

Entonces la señora Clements le confió su encargo sin pensar más y lesuplicó que le diese su recado a ella con lo cual contribuiría a aplacar laansiedaddeAnne.Elconde,contodaamabilidadyeficacia,atendiósuruego.Elrecado,ledijo,eradegranimportancia.LadyGlyderogabaaAnneyasubuenaamigaqueregresaseninmediatamenteaLondres,puesestabaseguradequeSirPercivallasibaadescubrirsicontinuabanmástiempoenlascercaníasdeBlackwater.EllamismairíaaLondresdentrodepocotiempo,ysilaseñoraClementsyAnneibanantesylehacíansabersusseñas,tendríansusnoticiasdentrodequincedíasoantes.Elcondeañadióque,aunquehabíaintentadoenotra ocasión advertir comoamigo aAnne ésta tuvo tantomiedo al ver a undesconocidoquenoledejóacercarseparahablarle.

La señoraClements contestó llena de alarma y angustia que no deseabaotra cosa sino llevarse a Anne a Londres, pero que de momento no teníaesperanzasdealejarladeaquelloslugarespeligrosospuesestabaenfermayencama.ElcondepreguntósilaseñoraClementshabíallamadoaalgúnmédico,yaloírquehastaentoncesestabadudandoenhacerlo,pormiedoaqueenelpueblo se conociera su situación, el conde le comunicó que él mismo eramédicoyque,siellanoteníanadaencontra,iríaparaversipodíahaceralgoporAnne.La señoraClements, (sintiendouna comprensible confianza en elconde,alqueLadyGlydelehabíaconfiadounrecadosecreto)aceptólaofertaconagradecimientoyjuntossedirigieronacasadelaviuda.

Anne dormía cuando llegaron. El conde se estremeció al verla(indudablementeasombradodesuparecidoconLadyGlyde).Lapobreseñora

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Clementssupusoqueestabasimplementeimpresionadoalverquémalestabalaenferma.Elnopermitióque se ladespertara, lebastabaconhaceralgunapreguntaalaseñoraClementssobrelossíntomasdelaenfermedad,conmiraraAnneycontomarleelpulsoapenasrozandosumano.Sandoneraunpueblolo bastante grande como para tener una botica, y el conde se fue allí paraescribir la receta y encargar la medicina. Regresó con la medicina hecha yexplicóa la señoraClementsqueeraunestimulantepotenteyquecon todaseguridad daría aAnne fuerzas para levantarse y resistir el cansancio de unviaje a Londres, al cabo de unas horas escasas. Se tenía que administrar elremedioahorasdeterminadas,aqueldíayaldíasiguiente.Altercerdíaseríacapaz de viajar, y quedó en ver a la señora Clements en la estación deBlackwater, donde cogerían el tren del mediodía. Si ellas no llegaban a laestacióncomprenderíaqueeraporqueAnneestabapeor,encuyocasovolveríaenseguidaavisitarla.

Comosepudover,talcontingencianosepresentó.

LamedicinahizounefectoextraordinarioenAnneysusbenignosefectossevieronreforzadosporlapromesaquepudohacerahoralaseñoraClementsde que pronto vería en Londres a Lady Glyde. El día previsto y a la horaconvenida(cuandollegabaaunasemanasuestanciaenHamsphire),volvieronalaestación.Elcondelasesperabaya;estabahablandoconunaseñoramayorqueporlovistotambiénseibaenaquel trenaLondres.Lasayudócontodaamabilidadylasacompañóhastalapuertadelcompartimento;rogóalaseñoraClementsquenoolvidaramandarsusseñasaLadyGlyde.LaseñoramayornofueenelmismocompartimentoqueellasynolavolvieronaveralllegaralaestacióndeLondres.LaseñoraClementsalquilóunaviviendarespetabledeunbarriotranquiloy,comohabíaprometido,envióenseguidalasseñasdeLadyGlyde.

Pasóalgomásdeunaquincena,peronoobtuvieronrespuesta.

Al cabo de aquel tiempo, una señora (lamisma señoramayor que habíavistoen laestación)vinoenuncochedepuntoydijoqueveníadepartedelady Glyde, que estaba en un hotel de Londres, y deseaba ver a la señoraClements para acordar con ella su próxima entrevista con Anne. La señoraClementsexpresósudisposición(Anneestabapresenteenlaconversaciónylepidióaceptarlainvitación)deacudiralacita,siemprequenoserequirieradeellaausentarsedurantemásdemediahora.Ellaylaseñoramayor(lacondesaFosco por supuesto) subieron al coche. Cuando se habían alejado a ciertadistancia, la señora hizo detener el coche junto a una tienda, antes de ir alhotel. Le rogó a la señora Clements que la esperase unosminutosmientrashacíaunencargoqueselehabíaolvidado.Nuncamásvolvióaaparecer.

Despuésdeesperaralgúntiempo,laseñoraClementssealarmóyordenóal

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cocheroquelavolvieseaconducirasucasa.Cuandollegó,despuésdeestarausentebastantemásdemediahora,Annehabíadesaparecido.

Laúnica informaciónquepudoobteneren lapropiacasa la recibióde lacriadaque limpiaba losapartamentos.Estahabíaabierto lapuertaaunniñoqueledejóunacartapara«lajovenseñoritaquevivíaenlashabitacionesdelsegundopiso»(lasqueocupabalaseñoraClements).Lacriadaentrególacartaasudestinatariayvolvióabajar;cincominutosdespuésvioqueAnneabrióelportal con el chal y el sombrero puesto. Probablemente se había llevado lacarta,puesnoseencontróencasa,portantoeraimposibledecirquépretextose había empleado para inducirla a salir. Debió de haber sido muyconvincente,puesdeotraformajamássehabríaaventuradosolaporlascallesdeLondres.SilaseñoraClementsnolohubiesesabidonadalahubierahechosubiralcoche,nisiquieraparaestarfueratanpocotiempo,mediahoraescasa.

Encuantopudopensarconcalma,loprimeroqueseleocurrióalaseñoraClements fue indagarenelmanicomio,donde temíaquehubieranencerradodenuevoaAnne.

Al día siguiente se dirigió allí: la propia Anne le había dicho dónde seencontrabaaquelestablecimiento.Larespuestaquerecibió(susindagacionestuvieronlugarcontodaprobabilidadundíaodosantesdehaberrecluidoenelsanatorio a la falsa Anne Catherick) era que no se había ingresado a talpaciente. Entonces escribió a la señora Catherick a Welmingham parapreguntarlesisabíaalgodesuhijayrecibióunarespuestanegativa.Despuésde leer aquella contestación no le quedaba nada más que emprender;desconocíaporcompletodóndehubierapodidodirigirseoquéhacer.Apartirde aquelmomentopermaneció en lamás absoluta ignorancia en cuanto a lacausadeladesaparicióndeAnneyelfinaldesuhistoria.

VI

Evidentemente, la informaciónque recibí de la señoraClements, aunquemehizo conocer hechos que ignoraba hasta entonces, no servíamás que deprólogoatodoloquenecesitabasaber.

EstabaclaroquelasdiversasarguciasqueseutilizaronparaatraeraAnneCatherick a Londres y separarla de la señora Clements, habían sido obraexclusivamente del conde Fosco y de la condesa; la pregunta de si en laconductadelmaridoodelamujerhabíaalgoquepodríasercastigadoporlaleymereceserconsideradaplenamenteenelfuturo.Peroelpropósitoqueyoperseguía me llevaba en otra dirección distinta. El objeto inmediato de mivisitaalaseñoraClementseraalmenosvislumbrarlamaneradedescubrirelsecreto de Sir Percival; y hasta ahora nada me había dicho que pudiesehacerme avanzar en mi camino hacia aquella importante meta. Necesitabaintentardespertarenellasusrecuerdosconrespectoamomentos,personasy

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acontecimientosdistintosalosqueellaacababadereferirme,ycuandohablédenuevolohicepersiguiendoindirectamenteesteobjetivo.

—Cuántodesearíapoderserledealgunautilidadenestatristecontingencia—le dije—. Todo cuanto soy capaz de hacer es compadecerla con toda mialma.SiAnnehubiesesidosupropiahija,señoraClements,nohubiesepodidodemostrarle un afecto más sincero ni hubiera estado más dispuesta a lossacrificiosquehahechoporsubien.

—Nohaymuchoméritoenello,señor—contestólaseñoraClementsconsencillez—.Lapobrecriaturaeraparamíigualqueunahija.Desdequenaciólacuidé,ledabaelbiberón,ynocreaustedquenomediotrabajosucrianza.No me dolería tanto el corazón por perderla si no le hubiera hecho susprimerosvestiditosynolehubieraenseñadoaandar.SiemprecreíquemelamandabaDios para consolarme, pues nunca tuve ni hijos ni criatura algunaparacuidardeella,yahoraquenolatengomeacuerdomuchodelosviejostiempos;apesardemiedadnopuedocontenermislágrimas,nopuedo,señor,esaeslaverdad.

EsperéunpocoparadarlealaseñoraClementstiempoparatranquilizarse.¿Veía yo en los recuerdos de la buena mujer, sobre el pasado de Anne,resplandecer—aunquedesde lejos todavía— la luzquehabíabuscado tantotiempo?

—¿Conocióusteda laseñoraCatherickantesdequenacieseAnne?—lepregunté.

—Nomuchotiempo,señor,nomásdecuatromeses.Enaquellostiemposnosveíamosamenudo,peronuncafuimosamigas.

Suvozsonabamásfirmecuandomecontestó.Apesardequemuchosdesus recuerdos debían ser dolorosos, observé que, inconscientemente, era unbálsamo para su ánimo retornar a las difuminadas angustias del pasadodespuésdedejarseatormentartantotiempoporlasvividaspenasdelpresente.

—¿Eran vecinas usted y la señora Catherick? —hice otra pregunta,procurandoguiarsumemoriacondelicadeza.

—Síseñor;éramosvecinasenOldWelmingham.

—¿Old Welmingham? Entonces, ¿hay dos pueblos con ese nombre enHampshire?

—Verá,señor,entoncesloshabía,quierodecir,haceveintitrésaños.Sehaconstruido otro pueblo a dos millas de distancia junto al río, y OldWelmingham,quenuncafuemásqueunaaldea,prontoquedódespoblado.ElpueblonuevoeselqueahorasellamaWelmingham,perolaviejaiglesiasiguesiendolaparroquia.Sigueenelmismositio,solaenmediodecasasderribadas

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oruinosas.¡Hevistotantostristescambiosenmivida!Enmistiemposeraunsitioagradableybonito.

—¿Vivióustedallíantesdecasarse,señoraClements?

—No,señor;yosoydeNorfolk.Tampocomimaridoeradeallí.NacióenGrimsby, como le he dicho antes. Allí aprendió su oficio, pero luego leaconsejaron otra cosa y puso un negocio en Southampton. No era muyimportante pero le permitió ganar un buen retiro y se trasladó a OldWelmingham.Yofuiallíconélcuandonoscasamos.Noéramosyajóvenes,pero siempre fuimos felices juntos,más felices que nuestro vecino el señorCatherick,queseestableciótambiénconsumujerenOldWelminghamunoodosañosdespués.

—¿Losconocíasumaridoantesdeeso?

—Conocía a Catherick, señor, pero no a su mujer, que era desconocidaparanosotros.Alguienque tenía interésporCatherick lecolocódesacristánen la parroquia de Welmingham, y por esa causa se estableció en nuestrovecindario.Llegóconsumujer, reciéncasado,ysupimosconel tiempoqueella había sido doncella con una familia de Varneck Hall, cerca deSouthampton.ACatherick le costómucho conseguirla enmatrimonio, puesellaseportabaconunaaltivezinusual.Ellapidióvariasvecesenmatrimonio,hastaqueporfinrenuncióalverqueellasemostrabasiempretancontrariaasus deseos. Pero cuando él se resignó ella se mostró de nuevo contraria,aunquedeotraformayvinoabuscarloporsupropiavoluntad,sinningúnotromotivo.Mipobremaridosiempredecíaquehubierasidoelmomentodedarleunalección.PeroCatherickestabademasiadoenamoradoparahacerlo;jamásdudó de ella, ni antes de la boda ni después. Se dejaba llevar por sussentimientos,queavecesleconducíandemasiadolejos,oraenunsentido,oraenotro.HabríamimadoconelmismoexcesoaunaesposamejorquelaseñoraCatherick, si se hubiera casado con ella. Nome gusta hablarmal de nadie,pero le aseguro austed, señor, que eraunamujer sin corazón, terriblementecaprichosa,quesóloqueríaunatontaadmiraciónalrededordeellaymuchosvestidosynosepreocupabaporaparentar,cuandomenos,serdecenterespectoaCatherick,quienlatratósiempreconmuchagentileza.Mimaridodecíaquehabía pensado, cuando se instalaron cerca de nosotros, que aquello iba aterminar mal, y tuvo razón. Antes de cuatro meses de estar en nuestrovecindariohuboensucasaunescándalohorribleysesepararondelamaneramásmiserable.Losdoseranculpables,metemoquelosdosteníanlamismaculpa.

—¿Serefiereustedalmaridoyalamujer?

—¡Oh no señor! No me refiero a Catherick; a ese sólo se podíacompadecerle.Merefieroasumujeryalotro...

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—¿Alqueprovocóelescándalo?

—Síseñor.Yeratodouncaballero,pornacimientoyeducación,quepudohaberdejadomejorejemplo.Ustedleconoce,señor,ymipobreAnnetambiénleconocía,ydemasiadobien.

—¿SirPercivalGlyde?

—Sí,SirPercivalGlyde.

Micorazónlatiódeprisa,creítenerlaclavedelenigmaenmimano.¡Quepocosabíaentoncesdeloslaberínticosmeandrosquehabíandedesviarme!

—¿VivíaentoncescercadesupuebloSirPercival?—pregunté.

—No, señor.Apareció allí desconocidode todos.Supadrehabíamuertohacía poco en tierras lejanas.Me acuerdo que vestía de luto. Se alojó en laposada de la ribera (que fue después derribada), donde solían ir muchosseñores a pescar. Cuando llegó nadie se fijó en él, pues era corriente quefuesenallíseñoresdetodaspartesdeInglaterraparapescarennuestrorío.

—¿LlegóalpuebloantesdelnacimientodeAnne?

—Sí,señor.Annenacióenjuniodemilochocientosveintisieteyélllegóafinesdeabriloaprincipiosdemayo.

—Cuando llegó ¿nadie le conocía? ¿Era tan desconocido para la señoraCatherickcomoparalosdemásvecinos?

—Esocreíamosalprincipio.Perocuandoestallóel escándalonadiecreeque fueranextrañoselunoparaelotro.Meacuerdode losucedidocomosihubierasidoayer.Catherickentróunanocheennuestrojardínynosdespertótirandounpuñadodegrava,quecogiódelsendero,anuestraventana.LeoíllamaramimaridoypedirleporamordeDiosquesaliese,porquenecesitabadecirle algo. Estuvieron mucho tiempo hablando en el portal. Cuando mimaridovolvióestabatemblando.Seasentóenlacama,ymedijo:«Lizzie...,siempretehedichoqueeraunamalamujeryqueterminaríamal,ytemoqueelmalfinalhallegado.Catherickhaencontrado,escondidosenelcajóndesumujer,variospañuelosdeencaje,dosanillosdetrabajofinoyunrelojnuevodeoroconsucadena,objetosquesólopuedetenerunaseñoradealcurniaylamujernoquiereexplicarlecómohan llegadoa supoder»«¿Creeque losharobado?»—ledije.«No—dijomimarido—,yaseríaunamalacosaqueloshubieserobado.Peroesalgopeor.Ellanuncahatenidoocasiónderobarcosascomoesas,perosilahubieratenido,noloshabríacogido.Sonregalos,Lizz,dentrodel relojestángrabadassus iniciales,yCatherick lahavistohablarasolasycomportarsecomoningunamujercasadadebehacerloconese señorenlutado,SirPercivalGlyde.Nohablesdeesascosas,porqueheconseguidotranquilizar aCatherick.Lehedichoque seguarde la lenguay espereunos

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días, con los ojos abiertos y los oídos alerta, hasta que esté bien seguro.»«Creoqueestánequivocadoslosdos—ledijeyo—.Nopuedocreerqueunamujer tanrespetableybiensituadacomoes laseñoraCathericksevayaconestedesconocido,SirPercival.»«¡Ah!,pero¿esundesconocidoparaellaeseseñor—dijomimarido—.TeolvidasdecómolamujerdeCatherickllegóacasaconél.Fueabuscarloella,despuésdedecirlequenoynocuandoélleofreció casarse. Ha habido muchas mujeres malvadas, Lizzie, que se hanaprovechado de hombres honrados que las querían de verdad para tapar susdeshonras.Temoquedesgraciadamente la señoraCatherick sea tanmalvadacomolapeordeellas.Yaveremos—dijomimarido—,prontoloveremos...»Ylovimossólodosdíasdespués.

LaseñoraClementshizounapausa,antesdeseguir.Hastaaquelmomentodudédesilaclavequeyocreíahaberdescubiertomellevabaenrealidadhaciaelmisteriocentraldellaberinto.¿Eraaquellahistoriatancorriente,demasiadocorriente,delatraicióndeunhombreydeladeslealtaddeunamujer,clavedeunsecretocuyoterrorperseguíaaSirPercivaldurantetodasuvida?

—Bueno,elseñorCatherickatendióelconsejodemimaridoysequedóalaespera—continuólaseñoraClements—.Ycomolehedicho,notuvoqueesperar mucho. A los dos días encontró a su mujer y a Sir Percivalcuchicheando íntimamentedetrásde la sacristíade la iglesia.Me figuroquepensaríanquelacercaníadelasacristíaeraelúltimolugardondeaalguienseleocurriríabuscarlos,perofueraloquefueraallíestaban.SirPercivalparecíasorprendido y desconcertado y se defendió con tanta torpeza que no pudoocultar que se sentía culpable, así que el pobre Catherick (que como le hedicho era tan vivo de ingenio) se llenó de ira al ver su propia desgracia ygolpeóaSirPercival.Eramásdébil(ymeapenadecirlo)queelhombrequelohabíaultrajadoyésteledioconlamayorcrueldad,hastaquelosvecinosqueacudieron al oír el alboroto pudieron separarlos. Todo esto sucedió por latarde,yantesdelanochecer,cuandomimaridofueacasadeCatherickéstesehabíaidoynadiesabíadónde.Nadieenelpueblovolviójamásasaberdeél.Esta vez se había enterado demasiado bien del por qué se había casado sumujerconél,ysintiócondemasiadaagudezasuofensaysudesdicha,sobretododespuésde loque leocurrióconSirPercival.Elpastorde laparroquiapusounanuncioenelperiódicopidiéndolequevolvieseyquenoabandonasesu empleoni dejase a los amigos.PeroCatherick teníademasiadoorgullo eingenio, comodecían algunosydemasiada sensibilidad, comocreoyo, paraenfrentarsedenuevoasusvecinosyprocurarolvidarsudeshonra.Mimaridosupo de él cuando se fue de Inglaterra y volvió a tener noticias cuandoCatherick ya se había establecido en América, donde tenía un negociopróspero. Sigue viviendo allí, que yo sepa, pero ninguno de nosotros ennuestroviejopaís,ymenossudepravadamujer,podremosjamás,porloqueparece,volveraverlo.

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—¿QuéfuedeSirPercival?—pregunté—.¿Sequedóenelpueblo?

—Qué va, señor.Aquel lugar le hería los ojos. Lamisma noche en queocurrióelescándaloseleoyódiscutirconlaseñoraCatherick,yalamañanasiguientesemarchó.

—Y¿laseñoraCatherick?Nocreoquepermanecieseenelpueblo,dondetodosconocíansudeshonra.

—Pues sí se quedó, sí, señor. Era lo bastante dura y desalmada paradesafiar las opiniones de sus vecinos.Declaró a todo elmundo, empezandopor el pastor, que eravíctimadeunahorrible equivocaciónyqueno iban aecharla del pueblo todos los traficantes de rumores como si fuera unamalamujer. Todo el tiempo que yo estuve en Old Welmingham siguió allí, ydespués de que me marché, cuando construyeron el pueblo nuevo y losvecinosmásrespetablesempezaronatrasladarseallá,ellatambiénsetrasladó,comosiestuvieradecididaavivirentreellosparanodejardeprovocarconsuescándalo.Allíviveahorayallíseguirá,desafiandoa todoshastaquelleguesuúltimodía.

—Y¿dequéhavividotodosestosaños?—pregunté—¿Estuvosumaridodispuestoypudoayudarla?

—Sí, señor; estuvo dispuesto y fue capaz de ello,—contestó la señoraClements—.Enlasegundacartaqueescribióamimaridodecíaqueesamujerllevabasunombre,vivíaensucasayquepordepravadaquefuesenoqueríaque llegara a perecer de necesidad como un mendigo callejero. Estaba encondicionesdedestinarleunapensiónqueellapodríarecogercadatresmesesenunsitiodeLondres.

—¿Aceptóellalapensión?

—Niuncéntimo.DijoquenoqueríadeberaCatherickniunamigajadepan, ni una gota de agua, aunque viviese cien años.Ymantuvo su palabra.Cuando murió mi pobre marido y me dejó heredera de todo cuanto tenía,encontréentreotrascosaslacartadeCatherickyledijequemeavisarasiundíanecesitabaalgo.»«Toda Inglaterrasabráqueestoynecesitada—contestó—,antesdequeselodigaaCatherickoacualquieramigosuyo.Estaesmirespuesta,hágaselallegaraélsileescribeundíadenuevo.»

—¿Creeustedquetienedineropropio?

—Tendrámuypoco, señor, si tienealgo.Sedice,y temoquecon razón,quesusmediosdevidalevienensecretamentedeSirPercivalGlyde.

Despuésdeestaúltimarespuestacalléunosinstantes,reflexionandosobreloqueacababadeoír.Aceptabasinreservaslahistoria,peroahoraveíaclaroquenidirectaniindirectamentemehabíaaproximadoaúnalsecretoyquemi

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búsquedadenuevohabíaterminadodejándomefrenteafrenteconunfracasopalpableydescorazonador.

PeroenelrelatodelaseñoraClementshabíaunpuntoquemehacíadudarantes de aceptarlo sin reservas y que me sugería la idea de que algo seescondíabajolasuperficie.

Nopodíaexplicarmequelamujerdeslealdelsacristánsequedaseavivirporgustoenelmismoescenariotestigodesudesgracia.Larazónquelamujerhabíaaducido,quelohacíaparademostrarsuinocencia,nomesatisfizo.Meparecíaque seríamás lógicoyprobable suponerqueeramenos libreen susactosdeloqueellamismaafirmaba.Entalcaso,¿quiénpodíaserconmayorprobabilidad la persona que tenía influencia sobre ella para obligarla apermanecer en Welmingham? Indiscutiblemente la persona que leproporcionaba sumedio de vida.Había rechazado la ayuda de sumarido, yellamismanodisponíaderecursossuficientes,noteníaamigos,eraunamujerdeshonrada.¿Dequéotrafuentepodíarecibirayudasinoeradeaquellaqueindicabanlosrumores:¿SirPercivalGlyde?

Partiendodeestasconjeturasysinolvidarelúnicohechociertoquepodíaguiarmeque laseñoraCatherickestabaenposesióndelSecreto,comprendiócon facilidad que Sir Percival tenía interés en retenerla en Welminghamporque la fama que tenía en aquel pueblo la privaría con toda seguridad demantener relaciones con las vecinas y no le daría oportunidad para hablar,olvidando toda precaución, con alguna amiga íntima y curiosa. ¿Cuál era elmisterioquesehabíadeocultar?Noera la infame relaciónqueSirPercivalteníaconladeshonradelaseñoraCatherick,yaquenadielasabríamejorquelosvecinosdelpueblo.NoeralasospechadequeerapadredeAnne,puestoque en ningún otro sitio tendrían más motivos para sospecharlo que enWelmingham. Si yo aceptaba la apariencia de deshonra que se acaba dedescribir,asícomolosotroslahabíanaceptadosinreserva;sisacabalamismaconclusión superficial que el señor Catherick y todos sus vecinos habíansacado,¿quémepermitíasuponer,porcuantohabíaescuchado,quealrededordeSirPercivalexistieraunpeligrososecretoquedebíamantenerocultodesdeaquelentonceshastaahora?

No obstante, en aquellas entrevistas secretas, en aquellas conversacionessusurrantesentrelamujerdelsacristány«elseñorenlutado»eradondeestaba,sinduda,laclaveparadescubrirlo.

¿Eraposiblequeenestecasolasaparienciasmarcasenuncaminoyquelaverdad,sinquenadielosospechara,seescondieraenotrositio?¿PodíaserenalgúncasoverdaderalaafirmacióndelaseñoraCatherickdequeeravíctimade una horrible equivocación? O si era falso, ¿se fundaría en algún errorinconcebiblelaconclusiónquerelacionabasuculpaconSirPercival?¿Había

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alimentado de algunamanera aquella falsa sospecha para apartar de sí otrasospechaqueerajusta?Eraaquí—sipodíaaveriguartodoestodondeestabalaclavedelsecreto,ocultaprofundamentebajolasuperficiedeaquellahistoriaqueaparentementenadaprometía,aquellaqueacababadeoír.

MispreguntassiguientesobedecíanalúnicopropósitodecomprobarsielseñorCatherick teníamotivos justos para estar convencido de la falta de suesposa.LascontestacionesquerecibídelaseñoraClementsnodejabanlugaradudasobreestacuestión.EramásqueevidentequelaseñoraCatherick,antesdecasarse,habíacomprometidosureputaciónconundesconocidoysecallóparataparsufalta.Secomprobócontodacertezacotejandofechasylugaresque no necesito mencionar aquí, que la hija que llevaba el nombre de sumaridonoerahijadeéste.

Conseguir el objetivo siguiente de mi indagación —saber si se podíaasegurarcon lamismacertezasiSirPercivaleraelpadredeAnne—ofrecemayoresdificultades.Misituaciónnomepermitíaapreciarlasprobabilidadesde una respuesta u otra por otro medio que comparando los parecidospersonales.

—SupongoquevioustedconfrecuenciaaSirPercivalcuandoestabaenelpueblo—dijeyo.

—Síseñor,conmuchafrecuencia—contestólaseñoraClements.

—¿HanotadoalgunavezqueAnneselepareciera?

—Noseleparecíaenabsoluto,señor.

—Entonces,¿seleparecíaasumadre?

—Tampocoseparecíaasumadre,señor.LaseñoraCatherickeramorenayteníalacararedonda.

No se parecía ni a su madre ni a su (supuesto) padre. Yo sabía que lapruebadelparecidopersonalnomerecíaunaconfianzaabsoluta,pero,porotraparte, tampocodebía despreciársela del todo. ¿Sería posible reforzar aquellaevidenciadescubriendoalgunoshechosdefinitivosrelacionadosconlasvidasdelaseñoraCatherickydeSirPercival,anterioresalaépocaenquellegaronaWelmingham?Estoeraloquequeríasaberalhacermisiguientepregunta.

—Cuando Sir Percival llegó por primera vez al pueblo—dije— ¿sabíausteddedóndeprocedía?

—Noseñor.UnosdecíanquedeBlackwaterParkyotrosquedeEscocia,peronadielosabíaacienciacierta.

—La señora Catherick, ¿estuvo sirviendo en Varneck Hall hasta elmomentodecasarse?

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—Sí,señor.

—Y¿habíaestadoallímuchotiempo?

—Tresocuatroaños,noestoymuysegura.

—¿HaoídoalgunavezelnombredelqueeraentoncesdueñodeVarneckHall?

—Sí,señor.EraelcomandanteDonthorne.

—¿Sabía el señorCatherick,o algunode susvecinos, siSirPercival eraamigodelcomandanteDonthorneohabíanvistoalgunavezaSirPercivalenlascercaníasdeVarneckHall?

—Cathericknuncalomencionó,señor,almenosqueyorecuerde,ninadamástampoco,queyosepa.

ApuntéelnombredelcomandanteDonthorneysusseñasparaelcasoenque viviera todavía, y porque en un futuro podría resultar útil recurrir a él.Entretanto,mi impresiónsevolvíadefinitivamentecontrariaa la ideadequeSir Percival fuera el padre de Anne y completamente favorable hacia laconclusióndequeelsecretodesusencuentrosfurtivosconlaseñoraCatherickno teníaabsolutamentenadaquevercon ladeshonraconqueaquellamujerhabíacubiertoelbuennombredesumarido.Nosemeocurríanmáspreguntasque pudiesen reforzar aquella impresión y pedí simplemente a la señoraClements que hablase de la niñez deAnne, confiando en que una sugestióncasualpudieraofrecermealgo.

—No me ha contado aún—le dije—, cómo esta pobre criatura, nacidaentreelpecadoy ladesgracia, llegóaverseconfiadaa suscuidados, señoraClements.

—Nohabíanadie,señor,queseocupasede lapequeñaniña inconsciente—me contestó la señora Clements—. Se diría que su desalmada madre laodiaba, ¡comosi lapobrecriatura tuviesealgunaculpa!,desdeeldíaenquenació.Veralapequeñamepartíaelcorazónymeofrecíparacriarlacomosifueramipropiahija.

—¿YdesdeentoncesAnneestuvoporcompletoalcuidadodeusted?

—Porcompletono,señor.LaseñoraCatherickavecesteníasuscaprichosyfantasíasyseleocurríareclamarasuhijadetardeentarde,comosiquisieramolestarme porque yo me ocupaba tanto de ella. Pero estos antojos no ledurabanmuchotiempo.SemedevolvíasiemprealapobreAnne,queestabafelizderegresar,aunqueenmicasallevabaunavidabastanteaburrida,puestenía compañeros con quien jugar y divertirse. La vez que estuvimos mástiempo separadas fue cuando su madre la llevó a Limmeridge. FueprecisamenteentoncescuandomuriómimaridoymeparecióbienqueAnne

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estuviera lejosde casa, apartadade aquella triste aflicción. Iba a cumplir enaquellaépocaonceaños,aprendíacon lentitud, lapobre,ynoera tanalegrecomootrasniñas,peroeramuybonita,dabagustoverla.Esperéenmicasaaquesumadreregresaraconella,yentoncesleofrecíllevármelaaLondres.Laverdad es, señor, que no me sentía con fuerzas para quedarme en OldWelmingham después de lamuerte demimarido, tan cambiado y tristemeparecíaaquellugar.

—¿LaseñoraCatherickaceptósuproposición?

—Noseñor.Volviódelnortemássecayagriaquenunca.LagentedijoquetuvoquepedirpermisoaSirPercivalparaqueladejaseiryqueellaseprestóaasistirasumoribundahermanasóloporquehabíarumoresdequelapobremujerhabíaahorradodinero,cuandoenrealidadapenasdejóparasuentierro.TodoestodebiódeamargaralaseñoraCatherick,creo,perofueracomofuerano quiso ni oír que yo me llevase a su hija. Parecía gozar separándonos yviéndonos sufrir a lasdos.Loúnicoquepudehacer fuedejarlemis señas aAnneydecirleenprivadoquesialgunavezmenecesitabaacudieseamí.Más,pasaron años antes de que pudiese reunirse conmigo. ¡Pobre criatura! ¡Novolvíaverlahastalanocheenqueseescapódelmanicomio!

—¿SabeustedporquélaencerróallíSirPercival?

—No sé más que lo que me contó la misma Anne, señor. La pobredesventurada salía siempre con evasivas y rodeos. Me dijo que su madreconocía cierto secretodeSirPercivalyque se lehabía escapadodelantedeellamuchodespués de irmeyo deHampshire; y cuandoSir Percival se diocuenta de que lo sabía, la encerró. Pero nunca supo decirme cuál era aquelsecreto cuando se lo preguntaba. Sólo decía que su madre podría hundir yperderaSirPercivalsiquisiera.TalvezlaseñoraCathericksimplementedejóescaparundíaestaspalabrasynadamás.EstoycasiseguradequeAnnemelohabríacontadotodosienrealidadhubiesesabidoelsecretocomoafirmaba,ylomásprobableesqueellaimaginabasaberlo,lapobre.

Esta idea seme había ocurrido amímás de una vez. Le había dicho lomismoaMarianquedudabadequeLaurahubieraestadorealmenteapuntodeenterarsedealgoimportantecuandolaaparicióndelcondeFoscointerrumpiósuconversaciónconAnneCatherickenlacaseta.

Era perfectamente natural, dada la perturbación mental de Anne, quehubieraanunciadoconocerelSecretoplenamente,basándosesóloenunavanasospechaquealgunaspalabras,pronunciadasincautamenteporsumadreensupresenciahubierandespertado.Enestecaso, lasuspicaciaylaconcienciadesu culpa hubieran inspirado infaliblemente a Sir Percival la idea errónea dequeAnnesehabíaenteradodetodoporsumadre,exactamenteigualquemástardeseapoderódesumentelasospechadequesumujersehabíaenteradode

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todoporAnne.

Eltiempotranscurríaylamañanallegabaasutérmino.Yodudabadeque,simequedabamás tiempo,pudieraoír a la señoraClementsdecir algomásque fuese útil para mi propósito. Había ya descubierto aquellos detallesrelacionados con la historia local y familiar de la señora Catherick quebuscaba,yhabíallegadoaciertasconclusionestotalmentenuevasparamíqueme serían de gran ayuda para saber adónde dirigir el curso de mis futurasinvestigaciones.MelevantéparadespedirmeyagradeceralaseñoraClementssuamistosadisposiciónaproporcionarmeinformaciones.

—Temoquehabrápensadoquesoydemasiadocurioso—ledije—.Lahemolestado con preguntas que la mayoría de la gente no hubiera queridocontestar.

—Mealegrodecorazón,señor,pordecirlecuantopueda—contestó.

Sedetuvoymemirópensativa.

—Perodesearía—dijolapobremujer—,quemehubieseustedcontadounpocomásdeAnne,señor.Creíveralgoensurostro,cuandoustedentró,quemehizopensarquepodíahacerlo.Nosabeustedquéduroesnosabersiquierasiestávivaomuerta.Siestuvierasegura,losoportaríamejor.Usteddijoquenoesperabaverlanuncaconvida.¿Sabeusted,señor,sabeconcertezasiDioslahallamadoasuseno?

Nopuderesistiraaquellasúplica:esquivarlahubiesesidoindeciblementemezquinoycrueldemiparte.

—Temo que no hay duda acerca de cuál es la verdad —respondí consuavidad—. Creo saber con certeza que sus penas en este mundo hanterminado.

La pobre mujer se dejó caer en una silla y escondió su rostro entre lasmanos.

—Ohseñor—medijo—,¿cómolosabe?¿Quiénselohadicho?

—Nadieme lohadicho, señoraClements.Pero tengo razonespara estarseguro de ello..., razones que prometo decirle en cuanto pueda hacerlo sinpeligroparanadie.Séqueensusúltimosmomentosselacuidóbien,séquelaafección de corazón, que la hacía sufrir tanto, fue la verdadera causa de sumuerte.Prontopodráustedtenerlamismaseguridadqueyo,ynotardaráensaber que se halla enterrada en un apacible cementerio rústico, en un lugartranquiloyhermoso,talcomoustedmismahubieseelegidoparaella.

—¡Muerta!—repitió la señoraClements—. ¡Muerta tan joven y yo sigoconvidaparaoírlo!Yolehicesusprimerosvestiditos.Leenseñéaandar.Laprimeravezquedijolapalabra«mamá»meladijoamí,yahora¡yosigoviva

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cuandoAnne ya no lo está! ¿Decía usted, señor—exclamó la pobremujer,apartandoelpañuelodesusojosylevantandoporvezprimerasumiradahaciamí— que su entierro fue muy digno? ¿Su entierro fue tan bonito como lohubiesetenidosirealmentehubierasidomipropiahija?

Le aseguré que lo había sido. Pareció encontrar una inexplicablesatisfacción en mi respuesta, un resarcimiento que no le hubieran aportadootrasconsideracionesmássublimes.

—Medestrozaríaelcorazón—dijoconsencillez—saberqueAnnenohatenidounfuneralbonito.Pero¿cómolosabe,señor?¿Quiénselohacontado?

Denuevoleroguéesperarhastacuandopudierahablarlesinreservas.

—Volveremosavernos—ledije—,puesquieropedirleunfavor,cuandoestéunpocomástranquila,talvez.

—Puespormí,noaguardeaentonces,señor—dijolaseñoraClements—.Nohagacasodemis lágrimassipuedoserleútil.Si tienealgoquedecirme,señor,dígameloahoramismo,seloruego.

—Sóloquierohacerleunaúltimapregunta—ledije—.SóloquierosaberlasseñasdelaseñoraCatherickenWelmingham.

Mi petición sorprendió tanto a la señora Clements que por unmomentoparecióolvidarlasnoticiassobrelamuertedeAnne.Suslágrimascesarondeprontoysequedómirándomellenadeasombro.

—¡Por amor de Dios, señor!—me dijo—. ¿Qué es lo que quiere de laseñoraCatherick?

—Quierounasolacosa,señoraClements—lecontesté—,quieroelsecretodesusentrevistasfurtivasconSirPercivalGlyde.Entodoaquelloqueustedmeha contado sobre el pasadode esamujer, y sobre las relacionesque esehombretuvoconella,hayalgomásdeloqueustedosusvecinosjamáshayansospechado.Existeunsecretoentreellosdosquenadieconoce,yvoyaveralaseñoraCatherickresueltoarevelarlo.

—Piénselobienantesdeir,señor,—dijocongravedadlaseñoraClementslevantándoseyapretandomibrazoconsumano—.Esunamujermala;ustedlaconocecomoyo.Piénselo,piénseloantesdeir.

—Estoy segurodeque lodicepormibien, señoraClements.Pero estoydecididoaveraesamujer,salgaloquesalgadeello.

LaseñoraClementsmemiróalosojosconansiedad.

—Veoqueestáustedempeñadoenhacerlo,señor—medijo—.Ledarésusseñas.

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Las apunté en mi libreta y tomé a la buena mujer de la mano paradespedirmedeella.

—Pronto tendrá noticias—le dije—, pronto sabrá lo que he prometidodecirle.

LaseñoraClementssuspiróeinclinólacabezaconungestodeduda.

—Algunasvecesmerecelapenaatenderelconsejodeunavieja—dijoella—.PiénselobienantesdeiraWelmingham.

VII

Cuando llegué a casa, despuésde esta entrevista con la señoraClementsmesobresaltóelcambioquesehabíaproducidoenLaura.

Lainvariabledulzuraypacienciaquesuslargosinfortunioshabíanpuestoa prueba con tanta crueldad y que nunca lograron destruir, parecían haberlefallado de repente. Insensible a los intentos de Marian de reanimarla ydivertirla estaba sentada a la mesa, sus dibujos yacían olvidados al otroextremodondeloshabíaempujado;susojosmirabanconresoluciónelsuelo.Sus dedos se entrelazaban y se separaban incesantemente en su regazo.Cuandoentré,Marianselevantóconmudaconsternaciónensurostro,esperóunos instantes para ver si Laura levantaba su mirada, y al acercarme mesusurró:

—Tal vez tú puedas animarla—y salió de la habitación.Me senté en lasilla que quedó vacía, con ternura separé sus pobres dedos, débiles eincansables,ycoloquésusmanosentrelasmías.

—¿Enquéestáspensando,Laura?Dímelo,mivida,andadimequétepasó.

Luchóconsigomisma,antesdelevantarsusojosparamirarme.

—Nopuedoserfeliz—medijo—nopuedodejardepensar...

Se detuvo, se inclinó un poco hacia delante y apoyó su cabeza en mihombroconunsilenciosogestodeterriblecansancioquemellegóalalma.

—Tratadedecírmelo—repetíconternura—;tratadeexplicarmeporquénoeresfeliz.

—¡Soy tan inútil! Soy una carga para vosotros dos —contestó con unsuspiro cansado y triste. Tú trabajas para ganar dinero,Walter, yMarian teayuda.¿Porquénopuedohaceralgo?AcabarásporquerermásaMarianqueamí,sí,porqueyosoytaninútil.¡Oh,porfavor,porfavor,porfavor,nometratecomoaunaniña!

Levanté su cabeza, aparté aquellos cabellos revueltos que caían sobre surostroylabesé...¡mipobreflormarchita!¡Mipobrehermanadesamparaday

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afligida!

—Puesvasaayudarnos,Laura,—dije—vasaayudarnos,querida,desdehoymismo.

Me miró con ansiedad febril y con un interés afanoso que me hicierontemblaralverlaesperanzadeunavidanuevaquehabíadespertadoenellaconaquellasbrevespalabras.

Melevanté,recogísusutensiliosdedibujoylospusedelantedeella.

—Túsabesqueyo trabajoyqueganodinerodibujando—dije—.Ahoraquetehasesforzadoyquehasadelantadotantoeneldibujo,eshoradequeempiecesatrabajarparaganartútambiéndinero.Intentaterminarestebocetolomejorquepuedas.Cuandoestéhecholollevaréconmigoylocomprarálamismapersonaquecompramisdibujos.Guardarásloqueganesentubolso.Marian acudirá a ti para que nos ayudes tantas veces cuantas acude a mí.Piensaen loútilquepuedes sernosa losdosypronto te sentirás felizde lamañanaalanochecer.

Su rostro se volvía más atento y al final se iluminó con una sonrisa.Cuerda, sonriente, cogió los lápices que tenía delante, casi parecía ser denuevolaLauradeotrostiempos.

Yo había interpretado correctamente los primeros indicios de un nuevodesarrolloydelafirmezadesumente,queseexpresabaninconscientementeen el hecho de que ella advertía las ocupaciones que llenaban las vidas deMarianymía.Marian(cuandolecontélosucedido)viotalcomoyoqueLauraansiabaquesusituacióntuviesealgúnvalorporsímisma,queríaelevarseensupropiaestimaciónyenlanuestra,ydesdeaqueldíaayudamosconcariñoen esa nueva ambición que nos prometía un futuro más feliz y másesperanzado, aunque todavía remoto. Sus dibujos, en cuanto los terminaba,quedaban depositados en mis manos, yo se los daba a Marian, que losguardaba con todo cuidado, y cada semana separaba de mis ganancias unapequeñacantidadparaofrecérselaaLauracomoelprecioqueloscompradoreshabían pagado por aquellos míseros bocetos, borrosos y sin valor, de loscuales era yo el único admirador. Resultaba a veces difícil sostener nuestrainocente farsacuando,orgullosa,abríasubolsoparahacersucontribuciónanuestropresupuestoyseinformaba,coninterés,sobrequiénhabíaganadomásdurante la semana, ella o yo. Conservo todavía aquellos dibujos, queridosrecuerdosquedeseomantenervivos;fueronmisamigosenunpasadoadversoquenuncaabandonarámicorazón.

¿Estoyolvidándomedelasobligacionesquemitareameimpone?¿Estoymirandohaciatiemposmásfelicesquemirelatonohaalcanzadoaún?Debovolveratrás...atrás,alosdíasdedudasytemores,cuandomiespírituluchaba

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denodadamenteporsuvidaenlayertaquietuddeunaperpetuazozobra.Mehedetenidoadescansarunosinstantesenelprogresodemirelato.Quizánoseatiempoperdidosimislectoressehandetenidoadescansarconmigo.

AlaprimeraoportunidadhabléprivadamenteconMarianparacomunicarleel resultado de las averiguaciones que había efectuado aquella mañana.PareciótenerlamismaopiniónrespectodemiproyectodeiraWelminghamquelaexpresadaporlaseñoraClements.

—Pero,Walter—medijo—, aún no sabes casi nada para esperar que laseñora Catherick te haga confidencias. ¿Acaso es inteligente llegar a estosextremosantesdeagotardeltodootrosmediosmássegurosymásfácilesquepuedanconducirnosanuestroobjetivo?CuandomedijistequeSirPercivalyelcondesonlasúnicaspersonasquesabenlafechaexactadelviajedeLaura,olvidas,igualqueyo,quehayunatercerapersonaquecontodaseguridadlosabe.Me refiero a la señoraRubelle. ¿No serámuchomás seguro ymuchomenospeligrosoexigirquenoslorevele,envezdepresionaraSirPercival?

—Puedesermásfácil—lecontesté—,peronoconocemoshastaquépuntollegabanlaconnivenciayelinterésdelaseñoraRubelleenlaconspiración,ypor tanto no podemos estar seguros de que la fecha se haya impreso en sumente como sin duda lo ha hecho en la de Sir Percival y el conde. EsdemasiadotardeparadesperdiciarconlaseñoraRubelleuntiempoquepuedeserdeenormeimportanciaparadescubrirelúnicopuntodébilenlavidadeSirPercival. ¿No exageras un poco cuando piensas en el riesgo que correré alvolverotravezaHampshire?¿AcasoempiezasadudarsiSirPercivalpuederesultar,alfindecuentas,unadversariodesigualparamí?

—Noserádesigual—contestóresuelta—porquenoquerráqueleayudeadefendersedetilaimpenetrableperversidaddelconde.

—¿Quétehacepensardeesemodo?—preguntéconciertoasombro.

—Mipropiaexperienciade la terquedadyde la intoleranciaconqueSirPercivalrecibelasindicacionesdelconde—contestó—.Creoqueinsistiráenenfrentarse contigo a solas exactamente como insistió al principio en actuarsoloenBlackwaterPark.Mientrasnopidaqueintervengaelconde,tendrásaSir Percival a tu merced. Los intereses de aquél están directamenteamenazados,yensupropiadefensaWalter,utilizarámétodosterribles.

—Podemos despojarle de antemano de sus armas de defensa—le dije.AlgunasdelascosasquemehacontadolaseñoraClementspuedenvolversecontra él y quizá podamos disponer de otros medios que afiancen nuestrasacusaciones.PoralgunospasajesdelrelatodelaseñoraMichelsonsededucequeelcondeconsideróconvenienteponerseélmismoencomunicaciónconelseñor Fairlie y en aquel acto pueden descubrirse circunstancias que le

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comprometen.Mientrasyoestéausente,Marian,escribealseñorFairlieydilequenecesitasquetedescribaconexactitudlosucedidoentreelcondeyélyquemeinformetambiéndetodoslosdetallesquesupoentoncesrespectoasusobrina.Dilequelasinformacionesquelepidesseleexigiránantesodespuéssisemuestrareacioaproporcionártelasporsupropiavoluntad.

—Escribirélacarta,Walter.¿DeverasestásdecididoairaWelmingham?

—Absolutamente decidido. Dedicaré estos dos días a ganar lo quenecesitamosparalasemanapróximayaltercerdíamevoyaHampshire.

Enefecto,altercerdíaestabapreparadoparamarcharme.

Comotalveztendríaqueestarvariosdíasfuera,convineconMarianquenos escribiríamos a diario, desde luego usando nombres falsos, porprecaución.Mientras me llegaran sus cartas con regularidad podía concluirquetodoibabien.Perosiunamañananorecibíasucarta,regresaríaaLondresinmediatamente,conelprimertren.ProcuréreconciliaraLauraconlaideademiausenciadiciéndolequemeibaalcampoabuscarcompradoresdenuestrosdibujosyconestoladejéfelizycontenta,entregadaasutrabajo.Marianmeacompañóhastalapuertadelacalle.

—Recuerdaquedejasaquícorazonesllenosdeansia—mesusurrócuandosalimos al pasillo—. Recuerda todas las esperanzas, que dependen de quevuelvas sano y salvo. Si te suceden cosas extrañas, si te encuentras con SirPercival...

—¿Quétehacepensarquevayamosaencontramos?—lepregunté.

—No lo sé. Tengo miedo, se me antojan cosas horribles que no puedoexplicar.RíetedeellassiquieresWalter,mas,¡porelamordeDios!,domínatesillegasaencontrarteconesehombre.

—¡NotemasMarian!Respondodequesabrédominarme.

Conestaspalabrasnosseparamos.

Me dirigí a la estación. Sentía un brote de esperanza, una convicciónconscientedequeestavezmiviajeno sería inútil.Lamañanaerahermosa,fresca y despejada; tenía los nervios a flor de piel, sentía que la vigorosafirmezadelaresoluciónmellenabadepiesacabeza.

Cuandocrucéelandéndelferrocarrilmiréaderechaeizquierdabuscandoalgúnrostroconocidoentrelagenteallícongregada.Semeocurrióquepodríaresultar beneficioso disfrazarme antes de dirigirme a Hampshire. Pero estamisma idea tenía paramí algo de repugnante, algo quemezquinamentemeasemejaría a este rebaño de espías e informadores, y desahucié aquellaconsideración en el momento mismo en que se me ocurrió. Además lasventajas de semejante procedimiento eran sumamente dudosas. Si hubiera

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intentado disfrazarme en casa, antes o después el casero me habríadescubierto, lo cual despertaría sus sospechas.Si probara ahacerlo fueradecasa,alguienpodríaverme,porpuracasualidad,coneldisfrazysinél;enestecasollamaría laatenciónyprovocaríadesconfianza,queeraprecisamente loquedebíaevitar.Hastaahorahabíaactuadosincambiarmiaspectoyestabadecididoacontinuarhastaelfinalsindisfrazarme.

EltrenmedejóenlaestacióndeWelminghamaprimerahoradelatarde.

¿Podría rivalizar la soledad de los desiertos arenosos de Arabia, laperspectivadesoladorade las ruinasdePalestina,con la repelente impresiónqueproducealavistaylainfluenciadeprimenteparaelalmaqueproporcionaunaciudadprovincianainglesa,enlaprimeraépocadesuexistencia,cuandoaún no ha alcanzado la prosperidad? Esta pregunta me la hice cuandoatravesabalapulcradesolación, la inmaculadafealdad, lamodosatorpezadelas calles deWelmingham.Los comerciantes queme seguían con lamiradadesde las puertas de sus tiendas vacías, los árboles que dejaban caer conimpotenciasuscimasensuáridoexiliodealamedasyplazasinacabables,losarmazones muertos de aquellas casas que esperaban en vano el vivificanteelementohumanoquelasanimaseconsualiento;cadaunodelosseresquevi,cadaunodelosobjetosjuntoalosquepasé,parecíancontestarmedecomúnacuerdo.¡Losdesiertosarábigosdesconoceninocentementenuestradesolacióncivilizada, las ruinas palestinas son incapaces de mostrar esta modernalobreguez!

Preguntécómose llegabaalbarrio enquevivía la señoraCatherickyalllegarallímeencontréenunaplazaconesascasaspequeñasdeunsolopiso.Enelcentrohabíaunpocodecésped raloprotegidoporunabaratavalladealambre.Unaniñeraviejaygastada,quecuidabadosniños,sehallabaenunrincóndelcercadocontemplandounacabraflacaatadaalavalla.Enunaaceracharlabandostranseúntes,yenlaotraunchiquilloociosollevabadelacorreaaunperrilloigualmenteocioso.Aciertadistanciaseescuchabaeltecleodeunpianosecundado,desdemáscerca,porelgolpearintermitentedeunmartillo.Estasfuerontodaslasseñalesdevidaqueviyescuchéalentrarenlaplaza.

Me dirigí enseguida al número trece, que era el de la casa de la señoraCatherickyllaméalapuertasindecidirdeantemanocómomepresentaría.LoprimeroeraveralaseñoraCatherick.Entoncespodríajuzgar,basándomeenmi capacidad de observación, cuál sería la forma más fácil y segura deexplicarleelmotivodemivisita.

Me abrió una criada de mediana edad y de aspecto melancólico. Leentreguémi tarjeta,preguntándolesipodíavera suama.Lacriada llevómitarjetahastaunsalónqueestabafrentealapuertayregresóparapedirme,departedesuama,queleadelantaseelobjetodemivisita.

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—TengalabondaddedecirlequemetraeunasuntorelacionadoconlahijadelaseñoraCatherick—contesté.Fuelamejorexplicaciónqueseocurrióenaquelmomento.

Lacriadadesaparecióenel salóndenuevo, regresó,yestavezmerogó,mirándomeconhurañoasombro,quepasara.

Entré en una habitación pequeña, cuyas paredes estaban cubiertas porpapel congrandesdibujosde colores chillones.Las sillas,mesas, cómodaysofádeslumbrabanconelbrilloempalagosode la tapiceríabarata.Enmediodel salón había unamesa grande sobre la que se hallaba una Biblia lujosa,situadaexactamenteenelcentro,sobreunpañodelanaamarillayroja.Juntoalamesaenelladoquedabaalaventanayconuncestillodelaborsobresusrodillas,estabasentadaunamujeranciana,vestidaconuntrajedesedanegro,una cofia del mismo color y mitones de color gris pizarra, y a sus piesdescansabaunperrodeaguasdemiradamortecinayrespiraciónjadeante.Lamujer tenía los cabelloscanosos,que le caíana ambos ladosdel rostro.Susojos oscuros miraban de frente, con una expresión dura, desafiante, eimplacable.Teníamejillasllenasycaídas,unabarbillalargayfirme,ylabiosgruesos,sensuales,ysincolor.Sucuerpoeramacizoyvigorosoysusgestosdemostrabanunaplomoagresivo.EralaseñoraCatherick.

—Havenidoustedahablarmedemihija—dijoantesdequeyopudiesepronunciarunasolapalabra—.Tengalabondaddeexplicarmequétienequedecirme.

El tono de su voz era tan duro, tan desafiante e implacable como laexpresión de sus ojos. Señaló una silla yme escrutó, expectante, de pies acabeza,mientrasmesentaba.Viqueloúnicoquepodíahacerparaconseguiralgo de aquellamujer era hablarle en sumismo tono y colocarme desde elprincipioensumismoterreno.

—¿Sabeusted—ledije—quesuhijahadesaparecido?

—Loséperfectamente.

—¿Nohatemidoustednuncaquealadesgraciadesudesapariciónpuedaseguirladesumuerte?

—Sí.¿Havenidoustedparacomunicarmequeestámuerta?

—Sí.

—¿Porqué?

Mehizotanextrañapreguntasinqueselenotaselamenoralteraciónensuvoz,ensurostrooensuactitud.Nocreoquehubiesepodidomostrarmayorindiferenciasilehubiesedadocuentadelamuertedelacabraquepacíaenelvallado.

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—¿Porqué?—repetí—.¿Mepreguntaporquévengoacontarlelamuertedesuhija?

—Sí. ¿Qué interés tiene usted haciamí o hacia ella? ¿Cómo ha llegadoustedatenernoticiasdemihija?

—De la siguiente forma: la encontré la noche en que se escapó delmanicomioylaayudéallegaraunlugarseguro.

—Puesobróustedmuymal.

—Sientoescucharasupropiamadrehablarasí.

—Pues es su propia madre quien lo dice. ¿Cómo sabe usted que hamuerto?

—Noestoyenlibertaddecontarlecómo,perolociertoesquelosé.

—¿Estáustedenlibertaddedecirmecómohaconseguidoencontrarme?

—Sí,porsupuesto.MediosusseñaslaseñoraClements.

—LaseñoraClementsesunasimple.¿Fueellaquien leaconsejóaustedqueviniese?

—No,ellanomeloaconsejó.

—Entonces,lepreguntounavezmás,¿porquéhavenidousted?

Yaque seempeñabaenescuchar la respuesta, se ladide lamaneramásclaraposible.

—He venido—le dije—, porque creía que lamadre deAnne Cathericktendríaciertointerésnaturalensabersisuhijaestabavivaomuerta.

—Desdeluego—dijolaseñoraCatherick,conmásaplomoaún—.Y¿nohatenidoustedotromotivo?

Vacilé.Noerafácilencontrarenunsantiaménlarespuestacorrectaaesapregunta.

—Sino tieneustedotromotivo—prosiguió ellaquitándose concuidadosus mitones de color gris pizarra y doblándolos—, no tengo más queagradecerle lavisitaydecirlequenoquieroentretenerlepormás tiempo.Suinformación seríamás completa si usted accediese a explicarme cómopudoobtenerla;sinembargo,justifica,creoyo,quemepongadeluto.Ycomoustedve,nonecesitovariarmuchomitraje.Encuantomecambielosmitonesestarécompletamentevestidadenegro.

Rebuscóenelbolsillodesuvestido, sacóunpardeencajenegro; se lospusoconlapresenciadeánimomásfirmeeimperturbable,yluegocruzócontranquilidadlasmanossobresuregazo.

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—Buenosdías—medijo.

Elfríodesprecioquemedemostrabamellenódetaliraquelehicesabersinpreámbulosquenolehabíaanunciadoaúnelpropósitodemivisita.

—Tengootromotivoparaveniraverla—ledije.

—¡Ah!Melofiguraba—observólaseñoraCatherick.

—Lamuertedesuhija...

—¿Dequémurió?

—Deunataquecardíaco.

—¿Sí?Continúe.

—Lamuerte de su hija ha servido para infligir un serio perjuicio a unapersonaquemeesmuyquerida.Doshombressehanconfabulado,segúnmeconsta,paracausarestedaño.UnodeellosesSirPercivalGlyde.

—¿Deveras?

Lamiréconatenciónparaversidejabaescaparungestoinvoluntarioalainesperada mención de aquel nombre. Ni un solo músculo de su rostro secontrajo;lamiradadura,desafianteeimplacabledesusojosnosealteróporuninstantesiquiera.

—Puedepreguntarme—seguíyo—,cómolamuertedesuhijahaservidodeinstrumentoparaperjudicaraotrapersona.

—No—dijolaseñoraCatherick—.Noselopregunto.Esasuntosuyo,alparecer.Ustedseinteresapormisasuntos.Yonomeinteresoporlossuyos.

—Entonces quizá me preguntará por qué menciono esta cuestión en supresencia.

—Sí,esosíselopregunto.

—PuesselodigoporqueestoydecididoapedircuentasaSirPercivalporlaignominiaquehacometido.

—Y¿quétengoyoqueverconesadecisiónsuya?

—Ahora lo sabrá. Existen ciertos episodios en el pasado de Sir Percivalquenecesitosaberaldetalleparallevaracabomipropósito.Ustedlosconoceyporesarazónvengoaverlaausted.

—¿Aquéepisodiosserefiereusted?

—A los que ocurrieron en Old Welmingham cuando su marido erasacristánenaquellaparroquiaantesdequenacierasuhija.

Alfinhabíaconmovidoaaquellamujer,superandolabarreradelareserva

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impenetrablequetratabadeinterponerentrelosdos.Vilacóleracentellearensus ojos, la vi con la misma claridad con que veía sus manos, queabandonandosuinmovilidadempezaronaestirarsufaldasobrelasrodillas.

—¿Quésabeusteddeesossucesos?—mepreguntó.

—TodoloquepudocontarmelaseñoraClements—contesté.

Surostrofirmeycuadradosesonrojóduranteun instanteysus inquietasmanosseinmovilizaronsúbitamente,comosianunciaranunpróximoestallidode rabia capaz de hacerle olvidar su reserva. Pero no. Supo dominar sunacientefuria,sereclinóensusilla,cruzósobreelanchopechosusbrazosyconunatorvasonrisaplenadesarcasmoensusgruesoslabiosmemiróconlamismadureza.

—¡Ah,empiezoacomprenderlotodo!—dijo;suenojo,vencidoydomadonosemanifestabadeotraformaqueenelrefinamientoburlóndesutonoydesus ademanes—.Usted guarda rencor por algúnmotivo a Sir Percival y yotengoqueayudarleensuvenganza.DebocontarleestoylootroylodemásalládelavidadeSirPercivalydelamía.¿Verdad?¡Nofaltabamás!Ustedsehaentrometidoenmisasuntosprivados.Ustedcreequetendráquetratarconunamujer perdida que lleva una vida llena demiserias, que hará cualquiercosaqueustedledigaportemoraquepudieraverseperjudicadaenlaopiniónque de ella tengan sus vecinos. Miro a través de usted y de su graciosorazonamiento,¡sí!yloqueveomediviertemucho.¡Ah,ah,ah!

Hizounapausa, apretó losbrazos contra supechoy se rio sola; fueunarisadura,ásperayrabiosa.

—Usted no sabe cómo he vivido yo ni lo que he hecho en este pueblo,señor... como se llame—continuó—.Pues voy a decírselo antes de tocar lacampanillayordenarqueselepongaenlapuerta.Vineaquísiendounamujerdespreciada.Vineaquídespojadademihonraydecididaa restablecerla.Hepasado años y años luchando por ella y al fin la tengo restablecida.Me heenfrentadoconestagenterespetableyhonestayabiertamente,sobresumismoterreno. Si ahora se dice algo en contra mía deben decirlo por lo bajo: nopuedenniseatrevenadecirloabiertamente.Misituaciónenestaciudadeslobastantedignacomoparaqueustedpuedaperjudicarme.Elpárrocoseinclinóantemí.¡Ah!,nocontabaustedconesocuandollegóaquí,¿verdad?Vayaalaiglesiaeindaguesobremí.VeráustedquelaseñoraCathericktienesuasientocomolosdemásypagasucuotasinretraso.VayaustedalAyuntamiento.Allíverá una instancia, una instancia firmada por los ciudadanos respetablespidiendo que se niegue a un circo el permiso de venir a actuar aquícorrompiendoconellonuestramoral,¡SI!NUESTRAmoral.Hefirmadoesainstancia esta mañana. Vaya usted a la librería. Lecturas para la noche delmiércolessobrelajustificacióndelafe,escritaspornuestropastor,seeditan

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allíporsuscripción,yminombreestáenlalista.Lamujerdelmédicodejótansólo un chelín sobre la bandeja después de nuestro último sermón debeneficencia,yyopusemediacorona.ElseñorsacristánSoward,quesosteníalabandeja,seinclinóantemí.HacediezañosdijoaPigrum,elboticario,quesemedebíaecharde la ciudada latigazosyatadaauncarro. ¿Viveaún sumadre?¿TienesobrelamesaunaBibliatanbuenacomolamía?¿Sellevatanbiencomoyoconloscomerciantesdelpueblo?¿Havividosiempreamedidade sus ingresos?Pues yo jamás he vivido por encima de losmíos. ¡Ajá!Elpastor viene por la plaza. ¡Fíjese, fíjese, señor... cómo se llame..., fíjese porfavor!

Selevantóconlaagilidaddeunajoven,fuehacialaventana,esperóaqueel pastor se acercara y se inclinó ante él con solemnidad. El pastor,ceremonioso, levantó el sombrero y siguió su camino. La señora Catherickvolvióasentarseymemiróconunsarcasmomásimplacablequenunca.

—¡Love!—dijo—.¿Quélepareceaustedesto,tratándosedeunamujerquehaperdidosureputación?¿Quétalsepresentaahorasuproyecto?

La manera singular que había elegido para defenderse, la originalreivindicación de su posición que acababa de ofrecerme me dejaron tanperplejo que la escuchaba enmudecido por la sorpresa. Sin embargo no porelloestabamenosdecididoaemprenderotratentativaparahacerleabandonarsuposturasiel temperamentofierodeaquellamujerescaparaasucontrolyestallase, una vez pronunciara palabras que pudieran dejar enmismanos laclavedelmisterio.

—¿Quétalsepresentaahorasuproyecto?—repitió.

—Exactamente igual que cuando llegué —repuse—. No dudo de laposiciónqueustedhaganadoenestaciudad;ynopiensoatentarcontraella,aunque pudiera. He venido aquí porque sé a ciencia cierta que Sir PercivalGlyde es tan enemigo de usted comomío. Si tengomotivos para guardarlerencor,ustedlostienetambién.Puedenegarlo,sileplace,puededesconfiardemísiquiereenojarsesileparece,peroentretodaslasmujeresdeInglaterraesustedlaquetienelaobligacióndeayudarmeaaplastaraesehombre,porpocosentidodeladignidadqueposea.

—Aplásteleustedsiquiereyluegovengaaverquéledigo—respondió.

Dijo estas palabras de manera diferente a como había hablado hastaentonces,conapresuramiento,fiereza,amenaza.Habíadespertadoensunidolaserpientedeunodioantiguo,perosóloporun instante.Comounreptilalacechoqueestáapuntodeatacar,seinclinóconansiahaciaellugarenqueyoestabasentado.Comounreptilalacechoquedeprontodesaparecedelavistaalinstantevolvióaincorporarseensusilla.

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—¿Noquiereconfiarseamí?—ledije.

—No.

—¿Tienemiedo?

—¿Esquedemuestrotenerlo?

—TemeustedaSirPercivalGlyde.

—¿Demodoqueletemo?

Su rostrose ibaarrebolandoysusmanosvolvierona retorcerse sobresufalda. Quise seguir cercándola y continué hablando sin darle tiempo areponerse.

—SirPercivalocupaunaposiciónelevadaenlasociedad—ledije—,ynosería extraño que usted le temiera. Sir Percival es un hombre poderoso, esbarón,poseemagníficaspropiedades,desciendedeunagranfamilia...

Medejóasombradohastaloindeciblecuandoderepenterompióareír.

—Sí —repitió con el más amargo y desdeñoso desprecio—. Es barón,posee magníficas propiedades, desciende de una gran familia. ¡Eso desdeluego!¡Unagranfamilia,ysobretodoporpartedesumadre!

Notuvetiempodepensarenestaspalabrasqueseleacababandeescapar;sólo lo tuve de sentir que merecería la pena pensar en ellas cuando dejaraaquellacasa.

—Nohevenidoaquíparadiscutirconustedcuestionesdefamilia—ledije—.NosénadadelamadredeSirPercival...

—Y no sabe mucho más del propio Sir Percival—me interrumpió conaspereza.

—Le aconsejo que no esté demasiado segura sobre eso —objeté—.Conozcociertascosassobreélysospechootrasmuchas.

—¿Quésospechausted?

—Voy a decirle lo que no sospecho. No sospecho que sea el padre deAnne.

Sepusoenpieyvinoamíconunamiradadefuria.

—¿CómoseatreveahablarmedelpadredeAnne?¡Cómoseatreveadecirquiénerasupadreyquiénnoloera!—exclamó;surostrosecontorsionó,suvoztemblabaconpasión.

—El secreto que existe entre usted y Sir Percival no es este secreto—insistí.ElmisterioqueensombrecelavidadeSirPercivalnonacióconsuhija

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niconellahamuerto.

Diounpasoatrás.

—¡Salga!—medijo,señalandoconresoluciónlapuerta.

—Ni en su corazónni en el deSirPercival había elmenorpensamientosobre la niña —continué, decidido a hacerla retroceder hasta sus últimasdefensas—, no les unía el menor lazo de amor culpable cuando manteníanaquellas entrevistas furtivas, cuando sumarido les sorprendió cuchicheandotraslasacristíadelaiglesia.

ElbrazodelaseñoraCatherick,queseñalabalapuerta,cayóalinstantealolargodesucuerpo,yelintensoruborproducidoporlairadesapareciódesurostro mientras yo hablaba. Vi como en ella se obraba el cambio; aquellamujerdura,firme, intrépidayconplenodominiodesímismase tambaleabaanteunterrorqueeraincapazderesistir;lovialpronunciaraquellasúltimaspalabras:«traslasacristíadelaiglesia».

Durante unminuto omás permanecimosmirándonos en silencio. Fui elprimeroenhablar.

—¿Sigueustednegándoseaconfiarenmí?—pregunté.

Nopudodevolverasurostrosucolor,peroconsiguióafirmarsuvoz;habíarecobradosudesafianteaplomocuandomecontestó.

—Meniego—dijo.

—¿Sigueustedqueriendoquememarche?

—Sí.Váyase,ynovuelvajamás.

Fuihacialapuerta,medetuveantesdeabrirlaymevolvíparamirarlaunavezmás.

—Puede ser que tenga que traerle noticias de Sir Percival que usted noespera—ledije—;enesecasovolveré.

—NohaynoticiasdeSirPercivalqueyonoespere,anoser...

Sedetuvo.Sucarapálidaseoscurecióyretrocedióhastasusillaconpasosquedosyfirmes,comolosdeungato.

—...anoserlanoticiadesumuerte—dijomientrassesentabadenuevo,conunasonrisaburlonaretozandoensuslabioscruelesyunresplandorfugazdeodioocultoensuseveramirada.

Alabrirlapuertaparasalirmelanzóunarápidaojeada.Lacruelsonrisasefue esfumando lentamentede sus labios...memiró conun interés extraño einsistente de pies a cabeza y una expectación indescriptible se dibujó en su

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rostro.¿Estabaconsiderando,enlomásrecónditodesucorazón,mijuventudy firmeza, la firmeza de mi dignidad y los límites de mi dominio de mímismo? ¿Estaba considerando hasta dónde me conducirían un día si nosencontráramosSir Percival y yo?Lamera sospecha de que así erame hizodesear abandonar su presencia y suprimió de mis labios las fórmulas másbanalesdedespedida.Sindecirunasolapalabramás,salídelaestancia.

Al abrir la puerta que daba a la calle vi al mismo sacerdote queanteriormentehabíapasadopordelantede sucasa; en sucaminode regresoestabaapuntodecruzarotravezdelantedeellaparaatravesar laplaza.Medetuveun instante en el portal para dejarle pasoy entonces dirigí lamiradahacialaventanadelsalón.

LaseñoraCatherickhabíaoídocomoseacercabansuspasosenmediodelsilencio y había regresado a su ventana para esperarlo.Aquella tormenta deterribles pasiones que se había levantado en su corazón no había logradovencersudesesperadoafánporasirsealaúnicapruebadelrespetosocialquehabíalogradocrearseafuerzadeañosdelucharesuelta.Así,cuandoaúnnohabía transcurrido un minuto desde que la había dejado, de nuevo seencontrabaenunlugarvisibleobligandoalsacerdote,dentrodelasreglasdelamáselementalcortesía,asaludarlaporsegundavez,levantandootravezsusombrero.Elrostroduroylívidodedetrásdelaventanaseablandóeiluminó,henchido de orgullo. Vi cómo la cabeza adornada de la triste cofia negradevolvía la inclinación.El sacerdote lahabía saludadodosvecesenun solodía,y¡ellohabíaocurridoenmipresencia!

Alsalirdeaquellacasasevislumbrabaconclaridadlanuevadirecciónquedebíantomarmispesquisas.LaseñoraCatherickmehabíaayudadoadarunpaso adelante, bien a pesar suyo.El objetivo siguiente quemi investigacióndebía alcanzar era, sin duda alguna, la sacristía de la iglesia de OldWelmingham.

VIII

Antesdequellegaraalaesquinadelaplazaatrajomiatenciónelruidodeunapuertaquesecerrabaenunadelascasasquequedabanamisespaldas.

Volvílacabezayviaunhombrecillodeescasaestatura,vestidodenegroqueestabaenelportaldelacasainmediatamentepróximaalamoradadelaseñora Catherick. El hombre no dudó ni un momento sobre la dirección aseguir. Avanzó con rapidez hacia el recodo donde me había detenido.Reconocí en él al pasante que se había anticipado ami visita aBlackwaterParkyqueintentóprovocarmecuandolepreguntésisepodíavisitarlacasa.

Esperé,sinmoverme,paraversienestaocasiónsuobjetivoeraacercarseahablarme.Antemi sorpresa pasó pormi lado apresuradamente, sin decirme

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unapalabraysinsiquieramirarmealacara.Eratodolocontrarioalaformade actuar que yo esperaba; mi curiosidad, omejor dicho,mis sospechas sedespertaron y decidí también seguirle para enterarme de qué tarea podíahabérseleencomendadoestavez.Sinpreocuparmedesimeveíaono,fuitrasél. Ni una vez volvió la cabeza; me conducía, a través de las calles,directamentehacialaestacióndelferrocarril.

Eltrenestabaapuntodesaliryunosviajerosretrasadosseimpacientabanjunto a la ventanilla donde vendían los billetes.Me acerqué a ellos y oí alpasantepedirunbilleteparalaestacióndeBlackwater.Tuvelasatisfaccióndecomprobarquesemarchabaeneltren,despuésdelocualmefui.

Nopodíadarmásqueunainterpretaciónaloqueacababadeveryoír.SindudaalgunaaquelhombrecillohabíasalidodelacasavecinaalaresidenciadelaseñoraCatherick.ProbablementesehabíainstaladoallícumpliendoórdenesdeSirPercival,comouninquilino,enesperadequemispesquisasmellevarantardeotempranoavisitaralaseñoraCatherick.Seguramentemehabíavistoentrarysaliryteníaprisaporpartirenelprimertrenparapresentarsuinformeen Blackwater Park, donde, como era obvio, Sir Percival debía encontrarse(sabiendocuantosabíademisdesplazamientos)paraactuarenseguidasiyovolvíaaHampshire.Loviclaramente,yporprimeravezsentíquelostemoresdequeMarianmehablóaldespedirnospodíanconvertirseenrealidad.Parecíamásqueprobablequenotranscurriríanmuchosdíassinencontrarnos.

Fueracualfueseelresultadoquelosacontecimientosestabandestinadosaaportar,decidíseguirmicaminohastallegaralfintanansiado,sindetenermenidesviarmeacausadeSirPercivalnidenadie.Lagranresponsabilidadquepesaba sobremí enLondres, lade realizarmis accionesde tal formaque leevitase el descubrimiento casual del escondite deLaura, había desaparecidoahora que yo estaba en Hampshire. Podía ir y venir como y donde se meantojaseydenoseguirlasoportunasprecaucioneslasconsecuenciassolomeafectarían amí. Cuando salí de la estación, la noche invernal comenzaba acaer. Tenía pocas esperanzas de obtener algún provecho continuando mispesquisasdespuésdeoscureceryenunlugarcompletamentedesconocidoparamí.Así,pues,medirigíalhotelmáspróximoypedícenayunacama.LuegoescribíaMarianqueseguíasanoysalvoyconperspectivasdeéxito.

Al marcharme le había dicho que dirigiera su primera carta (que yoesperabarecibirpor lamañanadeldíasiguiente)a«Correos,Welmingham»;ahora le pedía que dirigiera su segunda carta a la misma dirección. Podríarecibirlaconfacilidadescribiendoalcarterosisemeocurrieseausentarmedelaciudadantesdequellegara.

Elsalóndelhotelquedócompletamentevacíoencuantolanocheavanzó.Pudereflexionarsinquenadiememolestara,comosiestuvieraenmipropia

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casa, sobre lo que había hecho aquella tarde. Antes de acostarme repasédetenidamente, de principio a fin, mi singular entrevista con la señoraCatherick; confirmé, esta vez con tranquilidad, las conclusiones que habíasacadoapresuradamentehorasantesaquelmismodía.

LasacristíadelaiglesiadeOldWelminghameraelpuntodepartidaalquelentamenteretornaronmispensamientosdespuésdeloquehabíaoídodeciralaseñoraCatherickydeloquelehabíavistohacer.

CuandolaseñoraClementsmencionóporprimeravezenmipresencialasacristía pensé que era el lugar más extraño y menos conveniente que SirPercival hubiera podido elegir para verse clandestinamente con lamujer delsacristán. Aquella impresión fue la queme hizo aludir a «la sacristía de laiglesia»enlaconversaciónconlaseñoraCatherick,yfuepormeraintuición,puesmeparecíaunadelaspeculiaridadessinimportanciadeaquellahistoriayse me ocurrió durante la conversación. Estaba preparado para que mecontestasedeformaconfusa,oconira;peroelinfinitoterrorqueseapoderódeellaaloírmepronunciarestaspalabrasmecogió totalmentepor sorpresa.HacíamuchoqueyoasociabaelSecretodeSirPercivalconlaocultacióndealgún crimen grave conocido por la señora Catherick, pero no llegué máslejos. Ahora, el terror que había sufrido aquella mujer me hacía asociar elcrimendirectao indirectamentecon la sacristía,ymeconvencíadequeellahabíasidoalgomásqueunsimpletestigo:nocabíadudadequetambiénhabíasidocómplice.

¿Qué crimen había sido aquél? Debía haber en él por una parte algodespreciable,yporotraalgopeligroso,puesdenoserasínohubierarepetidolaseñoraCatherickmispalabrassobreelpoderysituacióndeSirPercival,contan señaladodesdéncomoelquedemostró.Se trataba,pues,deuncriminaldespreciableypeligroso,ellahabíatomadoparteenélyteníaqueverconlasacristíadelaiglesia.

Lasiguienteconsideraciónquedebíahacersemecondujounpasomásalládeestepunto.

El indisimulado desprecio de la señora Catherick por Sir Percival seextendíaasumadre.Sehabíareferidoconamargosarcasmoalagranfamiliade la que Sir Percival procedía «especialmente por parte de madre». ¿Quéqueríadeciresto?Parecíanposiblessólodosexplicaciones.Obiensumadrehabíasidodemodestoorigen,obiensureputaciónhabíasufridounperjuiciosecreto que conocían tanto Sir Percival como la señoraCatherick.Yo podíaverificar solamente la primera explicación, consultando en el registro lainscripcióndesumatrimonioparaaveriguarelnombredesolteraysuorigen,pasopreliminarparaulterioresinvestigaciones.

Porotraparte,silasegundasuposicióneracierta,¿cuálpodíaseraquella

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manchasobresureputación?RecordandoloqueMarianmehabíacontadodelos padres de Sir Percival y sobre la vida sospechosa, retraída y pococomunicativa que llevaban, me pregunté si no sería posible que su madrejamás hubiera estado casada. En este caso el registro también podía,ofreciéndome la evidencia escrita de su matrimonio, demostrarme, en todocaso,queaquellasospechanoteníaelmenorfundamento.Pero,¿dóndedebíabuscarelregistro?AlllegaraestepuntovolvíaalasconclusionespreviasyelmismoprocesomentalquemehabíadescubiertoellugarenquesecometióelcrimenmesituóenelregistroenlasacristíadelaiglesiadeOldWelmingham.

EstosfueronlosresultadosdemientrevistaconlaseñoraCatherick;eranconsideraciones diversas, pero todas convergían tenazmente en un mismopunto,decisivoparaelcursoqueibaadaramiprocederaldíasiguiente.

Lamañanaamanecióencapotadayoscura,peronollovió.Dejémimaletaenelhotelparaquelaguardasenhastamiregresoy,despuésdeenterarmedelcamino,medirigíapiehacialaiglesiadeOldWelmingham.

Anduvealgomásdedosmillasporunsenderotrazadoenunasuavecurva.

Enellugarmásaltodelcaminoestabalaiglesia,unedificioviejo,curtidopor la intemperie, sostenidopor los lados conpesados arbotantes y conunatosca torre cuadrada delante. La sacristía, que estaba detrás, constituía unsalienteenlamoledelaiglesiayparecíaserdelamismaépoca.Alrededordeledificio,aquíyallá,seveíanlasruinasdelpuebloquelaseñoraClementsmehabíadescritocomoellugardondesumaridopasósusúltimosañosyquelamayor parte de sus habitantes había abandonado hacía mucho tiempo parainstalarseenlanuevaciudad.Algunasdelascasasvacíasnoconservabanmásque susmuros exteriores.Otras permanecían enteras esperandoderrumbarsecon el paso del tiempo, unas pocas seguían aún habitadas por gentes decondiciónevidentementemáshumilde.Eraunpanoramadesolador,pero,sinembargo,lasruinasmástristesnoloerantantocomoelpueblomoderno,delque yo acababa de salir. Aquí podía descansar la vista; en los campos dealrededor había árboles que, aunque sin hojas, alteraban lamonotonía de laperspectivayayudabanalamenteamirarhaciadelante,hacialassombrasdelaépocadeverano.

Cuandomealejédelapartetraseradelaiglesiaypaséjuntoalasprimerascasasdesmanteladas,buscandoaalguienquepudieseindicarmedóndevivíaelsacristán,viadoshombresque,trassalirdedetrásdeunatapia,mesiguieron.Elmásalto, corpulento,musculosoyconuniformedeguardabosquemeeradesconocido.ElotroeraunodelosquemehabíanvigiladoenLondreseldíaquevisitéeldespachodelseñorKyrle.Mefijébastanteenélentoncesyahoraestabasegurodequenomeequivocabaalidentificarlo.

Ningunodelosdosintentóhablarmeyambossemantuvieronarespetuosa

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distancia,peroelmotivoporelquesehallabanenlosalrededoresdelaiglesiaeramás que obvio. Era exactamente lo que yo había supuesto: Sir Percivalestabapreparadoparamillegada.Lanocheanteriorselecomunicómivisitaala señora Catherick y ordenó a estos dos hombres apostarse en lasproximidadesdelaiglesia,anticipándoseamiapariciónenOldWelmingham.Siyohubiesedeseadounapruebadequemis investigacionespor finhabíantomado una dirección correcta, aquel plan preparado para vigilarme me lahabíaproporcionado.

Seguíandando,alejándomedelaiglesiahastallegaraunacasahabitadaenlaqueen supequeñahuerta trabajabaunhombre.Me indicó la casaenquevivíaelsacristán;estabacercadeallí,eraunacasasolitariaenlasafuerasdelpuebloabandonado.El sacristánacababadeponerseel levitón.Eraunviejobonachón, amigable y hablador, que tenía una opinión muy desfavorable(segúncomprobéenseguida)dellugarenquevivíayunsatisfechosentidodesupropia superioridad respectoa susvecinosenvirtudde lagrandistinciónqueleproporcionabahaberestadounavezenLondres.

—Suerte que ha venido tan pronto, señor —dijo el viejo cuando leexpliqué el objeto demi visita—.Diezminutosmás y nome encuentra encasa.Asuntosdelaparroquia,señor,yparaunhombredemiedadunabuenacaminataademás.PerograciasaDiosaúnconservobuenaspiernas.Mientraslaspiernaslesirvanaunopuedehacermuchotodavía.¿Nolocreeasí,señor?

Mientras hablaba cogió sus llaves, que estaban colgando de un ganchojuntoalachimenea,ycerrólapuertaconellascuandosalimos.

—Notengoanadiequeseocupedelacasa—decíaelsacristánsinocultarsugustoporsentirselibredecualquierestorbofamiliar—.Mimujerestáahí,enel camposantode laparroquia,ymishijos todoscasados...Vayaun sitiomiserablequeeséste,¿verdad?Pero,sinembargo,laparroquiaesextensa,ynotodosloshombrespodríanllevarlacomoyo.Escuestióndeestudios,yyohicelosmíosyalgomásqueeso.Puedohablarelingléscomolareina(¡Dioslabendiga!)yestoesalgoquenopodríanhacerlamayorpartedelasgentesde por aquí. Supongo que usted es deLondres.Yo estuve allí hará cosa deveinticincoaños.¿Quéhaydenuevoallí,podríacontármelo,señor?

Charlandodeestemodomecondujohastalasacristía.Miréamialrededorporsilosdosespíasseguíanestandoalavista.Peronopudeverlosenningunaparte.Eraprobableque,despuésdehabermevistoentrarencasadelsacristán,sehubieranescondidoparapodervigilarmeconmayorlibertad.

La puerta de la sacristía era de roble macizo, asegurada con grandesclavos; el sacristánmetió una llavegrandey pesada en la cerradura con losairesdehombreconscientequesabequevaatoparsecondificultadesquenoestámuysegurodepodersuperardignamente.

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—Hetenidoquetraerleaustedporestelado—dijo—porquelapuertadelaiglesiaquecomunicaconlasacristíaestáatrancadaporelladodeésta.Deotraformahubiéramospodidoentrarporlaiglesia.Esunacerradurainfantilsilashay.Estangrandequepodríaserdeunacárcel;lahanrotovariasvecesyhabría que cambiarla. Se lo he dicho por lo menos cincuenta veces almayordomodelaiglesiaysiempremecontestalomismo:«Yameocuparédeeso»,ynuncalohace.¡Ay,éstalomismo!:«Yameocuparédeeso»,ynuncalohace. ¡Ay,estepuebloesunrincónolvidado!QuédiferenciaconLondres¿verdad,señor?¡Diosnosampare!,sitodosestamosaquícomodormidos.Noandamosconlaépoca.

Después de manipular durante algún tiempo la llave, consiguió que lacerraduracedieseyabriólapuerta.

Lasacristíaeramásampliadeloqueyoesperaba,ajuzgarporelexteriordeledificio.Resultabauncuartotenebroso,húmedoymelancólicoconsubajotechodevigas.A lo largode lasdosparedesmáspróximasal interiorde laiglesia se veíangrandes alacenas demadera, carcomidasymediodeshechaspor los años. En el exterior de una de ellas, colgaban de un gancho unascuantassobrepellicescuyasfaldasseabultabanformandounfardodeaspectopocoreverente.Debajodelassobrepelliceshabía,enelsuelo,tresarconesdetapas medio abiertas, la paja salía por todas partes entre sus maderas casidesclavadas.Detrás, enun rincón,yacíanpapelespolvorientos, algunoserangrandes y estaban enrollados como si fueran planos hechos por algúnarquitecto; otros estaban atados, liados como facturas o cartas. Antaño elcuartohabíaestadoiluminadoporunventanucoqueahoraestabatapiadoytansólopodíaentrarlaluzporunaclaraboyaeneltecho.Laatmósferaeradensayhúmedayaumentabalacargazóndelambienteelquelapuertaquedabaalaiglesia estuviera cerrada a cal y canto.Aquella puerta también era de roblemacizoyestabaaherrojada,arribayabajo,desdelasacristía.

—Debería estar más limpio, ¿verdad, señor? —me dijo el regocijadosacristán—; pero ¿qué quiere usted que haga cuando se vive en un rincóncomoéste.Mireusted,mireestosarcones.HaceunañoomásdebíanhabersalidoparaLondresyaquísiguenocupandositio,yasíseguiránhastaquelosclavos se les caigan. Pero ya le digo, señor, que esto no es Londres. ¡Aquíestamosdormidos,nomarchamosconlaépoca!

—¿Quéesloquehayenesosarcones?—pregunté.

—Tallasdemaderadelpúlpito,panelesdel altar e imágenesdel coro—dijoelsacristán—.Esculturasdelosdoceapóstolessobremadera,yningunaconlanarizentera.Todasestándeshechas,carcomidas,seestánconvirtiendoenpolvo,sonyatanquebradizascomolacerámicaytanviejascomolamismaiglesia,sinomás.

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—¿YparaquélasmandanaLondres?¿Pararestaurarlas?

—Esoes,señor—pararestaurarlasyloquenopuedarestaurarsesecopiaenmadera sana. Pero, ¡bendito sea Dios!, el dinero no abunda aquí y todosigue esperando nuevas suscripciones que nadie hace. Todo esto se llevó acaboelañopasado.Seisseñoresorganizaronunacenaenelhoteldelaciudadnueva. Pronunciaron discursos, aprobaron resoluciones, recogieron firmas ymandaron imprimir miles de prospectos. Unos prospectos hermosos, señor,con inscripcionesen letragótica floridaen tinta rojaquedecíanqueeraunapenanorestaurarlaiglesiayarreglarsusfamosastallas,etcétera.Ahíestánlosprospectosquenohanpodidorepartirse,losplanosylospresupuestosdelosarquitectosytodalacorrespondencia,yalfinalacabótodoconunmontóndelíos, riñendo todos entre sí, todo está aquí, en este rincón, detrás de losrincones.Eldinerocorrióalgoalprincipio,¿quévaustedaesperar sino seestá en Londres? Se reunió lo bastante para embalar las tallas estropeadas,hacerlospresupuestosypagarlafacturadelimpresor,ydespuésnoquedabayaniunpenique.Asíestánlascosas,comoledigo.Notenemosanadiequeseocupe de esto; ninguno del pueblo nuevo se interesa por instalarnos bien...Esteesunrincónabandonadoyestasacristíaestáendesorden,pero,¿quiénvaaremediarlo?Esoesloqueyoquisierasaber.

Teníatantoafánenverelregistroquenopusegranempeñoenfomentarsuverborrea.Convineconélenquenadieibaaponerlasacristíaenordenylesugerí, discretamente, que podíamos empezar a revisar el registro sin másdemora.

—Ay, sí, claro, usted quiere ver el registro de matrimonios —dijo elsacristán, sacando unmanojo de llaves de su bolsillo—. ¿Desde que épocaquiereustedcomenzar?

La señorita Marian había mencionado la edad de Sir Percival cuandohablamosdelcompromisodematrimonioconLaura.Entoncesmehabíadichoque Sir Percival tenía cuarenta y cinco años.Hicemis cálculos teniendo encuentaquehabíatranscurridounañodesdequeobtuveaquellainformaciónydedujequedebíahabernacidoenmilochocientoscuatro,portantoyodeberíaempezarmiinvestigacióndesdeesaépoca.

—Quisieraempezardesdemilochocientoscuatro—dije.

—¿Deahíparaatrásodeahíenadelante?—preguntóelsacristán.

—Deesaépocaparaatrás.

Abriólapuertadeunadelasalacenas,delaquecolgabanlassobrepellicesysacóunvoluminosolibroconunamugrientaencuadernacióndecueropardo.Mesorprendiólafaltadeseguridaddel lugarenqueseguardabaelregistro.Lapuertadelaalacenaestabadesvencijadayvencidaporlosaños;elcandado

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era de los más corrientes. Yo podría forzarlo fácilmente con ayuda de unbastóndepaseoqueteníaenlamano.

—¿Consideranustedesqueesunsitiosuficientementeseguroparaguardaraquí el registro? —pregunté—. ¿No es cierto que un documento tanimportantecomoéstedeberíaestarprotegidoporunacerraduramásfuerteyenunacajadehierro?

—¡Vaya,quécoincidencia!—dijoelsacristán,volviendoacerrarellibroen seguida después de abrirlo, y golpeando cariñosamente con lamano sustapas—.Esaseranlaspalabrasquemerepetíamiantiguoamoduranteañosyaños, cuandoyo eraunmuchacho: «¿Porqué este registro (se refería a éstemismo registro que está ahora bajomimano) no se guarda en una caja dehierro?»Selooídecirmásdecienveces.Enaquellostiemposeraprocurador,señor,yteníaelnombramientodenotariodelasacristíadeestaiglesia.Erauncaballerodistinguidoyafectuosoydelosmásoriginalesquesehanconocido.Mientrasvivió,llevabaunduplicadodeesteregistro,queteníaensudespachodeKnowlesbury,ydevezencuandoloenviabaporcorreoaquíparaanotarlasnuevasinscripciones.Noselocreerá,perocadatrimestreteníaunoodosdíasdesignadosespecialmenteparaveniraquíensucaballoblancoycompararlacopiaconelregistro,noconfiandoenlosojosylasmanosdeotro.«¿Cómopuedosaber—solíadecir—cómopuedosaberqueenestasacristíaelregistrono pueda ser robado o destruido? ¿Por qué no lo guardan en una caja deseguridad? ¿Por qué no son los demás tan cuidadosos como yo para estascosas?Cualquierdíapuedeocurrirunaccidenteysielregistrodesaparece,laparroquia comprenderá el valor que tienemi copia». Después de decir estosolía tomar supolvode rapéymirar a su alrededor con la prestanciadeunloco.¡Ah!ahoranoesfácilencontrarotroigualparahacersutrabajo.PuedeustediraLondresynoencontraráaotrocomoél,nisiquieraallí.¿Quéañosmehadichousted,señor?¿Milochocientosqué?

—Ochocientoscuatro—contesté,decidiendoenmiinteriorquenoledaríaalviejomásoportunidadesdehablarhastaqueyohubiese terminadocon larevisióndelregistro.

Elsacristánsecolocóloslentes,volvióunashojashumedeciendocontodocuidadoelíndiceyelpulgarcadatrespáginas.

—Aquí está, señor —me dijo dando otro golpecito cariñoso al libroabierto.Esteeselañoquedesea.

ComoyonosabíaenquémeshabíanacidoSirPercival,tuvequeempezararevisarlodesdefinalesdelaño.Lasanotacionesdelregistroestabanhechasalaantigua,enhojasenblanco,señalandolaseparaciónentrecadaasientoconlíneasentintaalfinaldecadaunodeellos.

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Llegué a comienzos del año ochocientos cuatro sin haber encontrado laanotación del casamiento y seguí buscando en el diciembre del ochocientostres,luego,ennoviembreyoctubre,luego...

¡No!Notuvequebuscarenelmesdeseptiembre.¡Bajoelencabezamientodeaquelmesencontréelcasamiento!

Examinélaanotacióndetenidamente.

Sehallabaalfinaldeunapáginayafaltadeespacioestabaescritadetalmodo que ocupaba menos sitio que las inscripciones de casamientosanteriores.Laqueleprecedíallamómiatenciónporqueelnombredepiladelnovio era el mismo que el mío. La que le seguía encabezaba la páginasiguiente; se destacaba por otra parte porque ocupabamuchomás sitio; allíestabaregistradoelmatrimoniodedoshermanosenlamismafecha.Elasientodelmatrimonio de Sir FélixGlyde no tenía nada de particular, de no ser laestrechez de espacio en que lo habían metido al final de una página. Ladeclaración referente a sumujer era laque sueledarse en casos semejantes:«Cecilia Jane Elster, de Park View Cottages, Knowlesbury, hija única deldifuntoPatrickElster,antiguoseñordeBath».

Apunté todos los detalles en mi libreta, lleno de dudas y dedescorazonamientopensandoenloquedebíaemprenderahora.Elsecretoqueyocreíatenerentrelasmanosparecíaestarmáslejosquenuncademialcance.

¿Qué pruebas de que había algún misterio inexplicable me había dadoaquellavisitaalasacristía?Noveíapruebasalgunasporningunaparte.¿Quéhabíaadelantadoenmissospechasparadescubrirlamanchaqueempañabalabuena fama de la madre de Sir Percival? El único hecho que acababa decomprobarasegurabayafirmabasuhonra.Nuevasdudas,nuevasdificultades.¿Quédeberíahacerahora?Veíaantemíenunainterminableperspectivaquelaúnicasolucióninmediataquemequedabaparecíaserésta:debíaindagarsobrela«señoritaElsterdeKnowlesbury»confiandoenlaposibilidaddeacercarmeal objetivo principal de mi investigación si antes descubría el secreto deldespreciodelaseñoraCatherickhacialamadredeSirPercival.

—¿Ha encontrado lo que deseaba, señor?—me preguntó el sacristán alvermecerrarellibro.

—Sí—contesté—;perotengoaúnquehaceralgunaspesquisas.¿Supongoqueel sacerdoteque regentabaestaparroquiaenelochocientos tresnoviveya?

—No,señor;muriódosotresañosantesdellegaryoaquí,yestofueenelañoveintisiete.Conseguíestepuesto,señor—elviejo insistíaensuempeñoenhablar—,porqueelsacristánanterior lodejólibre.Dicenquesumujer lehizohuirde sucasayqueellaviveaúnallí, en laciudadnueva.Noséqué

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habrádeciertoenestahistoria.Todoloqueséesqueestedestinofueparamí.Así lo pidió el señorWansborough, el hijo demi antiguo amo de quien lehablé antes. Es un caballero agradable y bondadoso; va demonterías, tieneperrosdepuntayvueltaytodolodemásquehacefaltaparalacaza.Ahoraesnotariodeestaparroquia,lomismoquefuesupadre.

—¿No me dijo usted que su antiguo amo vivía en Knowlesbury? —lepregunté,acordándomedeaquellalargahistoriasobreelescrupulosocaballeroalaantiguaquemehabíahechoescucharmihabladoramigoantesdeabrirellibroderegistro.

—Sí, por supuesto, señor —replicó el sacristán—. El viejo señorWansboroughvivíaenKnowlesburyysuhijoviveallítambién.

—Me decía usted que es notario de la parroquia como su padre lo fue.¿Quésignificaesodenotarioparroquial?

—¿Esposiblequenolosepausted,señor,viniendodeLondres?Encadaparroquiatienequehaberunnotarioparroquialyunsacristán.Elsacristánesmásomenosloqueyosoy(soloquetengomuchosmásestudiosquelamayorparte de ellos, aunque no lo digo por alardear). El notario parroquial es uncargo para un abogado que se ocupa de todos los asuntos referentes a laparroquia.EsexactamenteigualqueenLondres.Allícadaparroquiatienesunotarioquesiempreesabogado.

—¿EntonceselseñorWansboroughhijoesabogado,verdad?

—¡Claroquesí,señor!EsabogadocondomicilioenlacalleprincipaldeKnowlesbury,enelmismodespachoquedejósupadre.¡Cuántasveceshabrélimpiado el polvo de aquellosmuebles y habré visto llegar ami viejo amomontando su caballo blanco, saludando por la calle a todo el mundo,quitándoseelsombreroadiestroysiniestro...!¡QuéhombretanpopularfueyloquehubieralucidoenLondres!

—¿AquédistanciaestádeaquíKnowlesbury?

—Un buen trecho, señor —me contestó el sacristán, con esa ideaexagerada de las distancias y esa percepción vívida de las dificultades querepresenta desplazarse de un sitio a otro que es propia a todopueblerino—.¡Leaseguroquesonmásdecincomillas!

Todavía era temprano. Había tiempo suficiente para llegar andando aKnowlesburyyvolveraWelminghamyprobablementeelprocuradorlocaleralapersonamásapropiadaenlaciudadparaayudarmeaaveriguaralgosobrelapersonalidadylasituacióndelamadredeSirPercivalantesdesumatrimonio.Resuelto a salir para Knowlesbury en seguida me dirigí a la puerta de lasacristía.

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—Gracias,muchasgracias,señor—medijoelsacristáncuandodeslicéenlamanounasmonedas—.¿Estáustedrealmentedecididoairseapiehastaelpueblo?Bien,ustedtienebuenaspiernasyesoesunabendición,¿noescierto?Esaeslacarretera;notienepérdida.MegustaríapoderacompañarleporqueesunplacerencontrarauncaballerodeLondresenunmíserorincóncomoéste.Asíseenteraunodelascosas.Buenosdíasygraciasotravez,señor.

Nos separamos.Cuando dejé la iglesia atrás,me volví; los dos hombresestabandenuevoenelcaminodeabajoyhablabanconuntercero;ésteeraelhombrecitodenegroaquienhabíaseguidohastalaestaciónlanocheanterior.

Lostressequedaronhablandounratoyluegosesepararon.Elhombredenegro se dirigió solo hacia Welmingham y los otros dos siguieron juntos,esperandoobviamentequemealejaseparaseguirmedespués.

Continuémicaminoaparentandonohaberlosvisto.Enaquelmomentosupresencianomeirritó,másbienavivólasesperanzasqueyaibaperdiendo.

Con la sorpresa de haber descubierto el testimonio de aquel casamientohabía olvidado la conclusión que había sacado al ver por primera vez aaquelloshombresenlacercaníadelasacristía.Sunuevaapariciónmerecordóque Sir Percival había previsto mi visita a la iglesia de OldWelmingham,comoprimerresultadodemientrevistaconlaseñoraCatherick.Denoserasínohubierasituadoallíasusagentesparaquemeesperasen.Aunqueloquevienlasacristíaparecíacoherenteyclaro,algofalsoseocultabatrasello;enellibroderegistroshabíaalgoqueyonohabíadescubiertoaún.

—Debovolver—medijealdirigirunamiradadedespedidaalatorredelaviejaiglesia—.Debomolestaralservicialviejounavezmásparaquevuelvaalucharconlacerraduraperversayabralapuertadelasacristía.

IX

En cuanto perdí de vista la iglesia apresuré el paso para llegar pronto aKnowlesbury.

Lacarreteraeraensumayorparterectayllana.Cadavezqueyovolvíalacabeza, podía ver a mis dos espías que me seguían con perseverancia. Lamayorpartedel tiemposemantuvieronaciertadistanciademí.Peroalgunaqueotravezapretaronelpaso,comosiquisierandetenerme,separabanluegopara consultar algo entre los dos y retornaban a su posición inicial.Obviamente,teníanciertamisiónyparecíaquedudabanodivergíanrespectoalmodode cumplirla.Yono llegaba a adivinar cuál podía ser supropósito,perotemíenserionollegaraKnowlesburysinteneralgúntropiezo.Mitemorseconfirmó.

Al llegar a una parte solitaria de la carretera, cerca de un recodo que se

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veía en lo alto y —que calculando por el tiempo que llevaba andando—deberíaestarcercadelpueblo,oídeprontolospasosdelosespíasjustoamisespaldas.

Antes de que pudiese volver la cabeza, uno de ellos (el que me habíaseguidoenLondres)seencontróamiizquierdaymeempujóconelhombro.YoestabamásmolestodeloquecreíaporlaformaenquemehabíanestadopisandolostalonestodoelcaminodesdeOldWelminghamy,pordesgracia,loaparté de un manotazo. Acto seguido, el hombre se puso a gritar pidiendosocorro. Su compañero, el hombre alto, que iba vestido con uniforme deguardabosque,sepusodeunsaltoamiderechayenelinstantesiguientelosdoscanallasmesujetabanenmediodelacarretera.

Porsuerte, laconviccióndequemehabíantendidounatrampaylarabiaquemeproducíacomprenderqueyohabíacaídoenella,mehabíanimpedidoempeorarmásmisituaciónintentandounaluchadesigualconlosdoshombres—unosolodeelloscontodaprobabilidadpodríaacabarconmigosinayudadelas armas—. Reprimí mi primer movimiento, con el que había intentadoliberarmedeellos,ymiréamialrededorbuscandoaalguienaquienpudiesepedirauxilio.

Un labrador que trabajaba en un campo próximo debió de haberpresenciadolaescena.Lollaméparaqueviniesedetrásdenosotrosalpueblo.Elmovió la cabeza con obstinación imperturbable y se alejó dirigiéndose auna caseta cuya parte trasera daba al camino real. Al mismo tiempo, loshombresquemesujetabanmemanifestaronsuintencióndedenunciarmeporhaberlosagredido.Ahorayoteníalasuficientesangrefríayprudenciaparanooponerresistencia.«Suéltenme—lesdije—,yprometoirconustedeshastaelpueblo.Elhombreconuniformedeguardabosquessenegóaelloconrudeza.Peroelotro,elmásbajo,fuebastantelistoparapensarenconsecuenciasynodejar que su compañero se comprometiese incurriendo en violenciainnecesaria.Hizounaseñalalotroyyomepuseencaminoentreellos,perocon las manos libres. Llegamos al recodo de la carretera y allí, delante denosotros,estabanlosarrabalesdeKnowlesbury.Unpolicíacaminabaporunasenda cerca de la carretera. Al verlo, los dos hombres le llamaron; él lescontestóqueeljuezestabaenaquelmomentoenelayuntamientoyaconsejóacudirenseguida.

Llegamosalayuntamiento.Elescribanonostomódeclaraciónycompusoelcargocontramíconlaexageraciónytergiversacióndelaverdadhabitualentales ocasiones. El juez—un hombremalhumorado al que su propio podercausabaunregocijorabioso—preguntósihabíaalguienenlacarreteraocercadeellaquehubierapresenciadolaagresión:ycuálnofuemisorpresacuandoeldemandanteadmitiólapresenciadeunlabradorquetrabajabaenelcampo.Sin embargo, las siguientes palabras del juez me indicaron el porqué de

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aquella declaración. Mandó en seguida llevarme a la cárcel hasta queapareciese el testigo, y al mismo tiempo me dijo que estaba dispuesto adejarmeenlibertadcondicionalsiyopudiesepresentaralgunagarantíaseguradequecompareceríaenel juicio.Simehubieranconocidoen laciudad,mehabría liberado confiando en mi palabra, pero, tratándose de un perfectodesconocido,eranecesarioencontrarunfiadordeconfianza.

Ahoracomprendíelobjetodeaquellaestratagema.Todoestabaorganizadode tal modo que me encarcelaran en un pueblo donde nadie me conocía ydondeyonopodíaesperarquealguienmeavalase.Miencarcelamientonoseprolongaría más de tres días, hasta que se celebrase la próxima sesión deltribunal.Pero, entretanto,mientrasyoestabaen lacárcel,SirPercivalpodíaemplearcualesquieramediosparaentorpecermisfuturasinvestigacionesytalvez, conseguir que no lo descubriese jamás, todo ello sin tener obstáculoalguno por mi parte. Al transcurrir los tres días el cargo, sin duda, seríaretiradoylapresenciadeltestigoseharíacompletamenteinnecesaria.

Miindignación,casideberíadecirquemidesesperación,anteestamalignatrabaquemeimpedíatodoavance,tanprimitivaeinsustancialensí,perotandescorazonadoraytanseriaencuantoasusprobablesresultados,alprincipiomedejóincapazdebuscarmediosparasalirdeltranceenquemeencontraba.Lleguéapedirpapelytintayapensarencomunicarprivadamentealjuezmiverdadera situación. La inutilidad y la imprudencia de este paso no se mepresentaron hasta que escribí las primeras líneas de la carta. Sólo cuandoapartéelpapel—aunquemeavergüenzadecirlo,fuecuandolaconscienciademi impotencia me había dominado casi—, se me ocurrió un curso deacontecimientos que Sir Percival, probablemente, no había previsto y quepodríadevolvermemilibertadenpocashoras.DecidíhacersabermisituaciónalseñorDawsondeOakLodge.

Comorecordaráellector,yohabíavisitadolacasadeestecaballeroenlaépocaenlaqueempezabamisinvestigacionesenelvecindariodeBlackwaterPark; yme había presentado ante él con una carta de recomendación de laseñoritaHalcombeque,enlostérminosmásconvincentes,lerogabaprestarasuamistosaatención.Ahoraescribírecordándoleaquellacartayloqueyalehabía dicho sobre el carácter delicado y peligroso de mis investigaciones.Entoncesnoquiserevelarle laverdadsobreLaura;melimitéadescribirleelobjetivo de mi viaje como sumamente importante para proteger ciertosintereses de su familia que concernían a la señorita Halcombe. Ahora,empleandolamismaprecaución,leexpliquémipresenciaenKnowlesburydeformaparecida,ydejéaldoctorlalibertaddedecidirsilaconfianzaqueenmíhabía depositado una señorita que él conocía bien,me permitía pedirle queacudieseasocorrermeaunlugarenelcualyonoteníaniunsoloamigo.

Obtuve el permiso para enviar a unmensajero conmi carta y para que

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partiese en el acto en un carruaje que podría servir para traer al doctorinmediatamente.OakLodgeestabaenlamismapartedeBlackwaterParkqueKnowlesbury.ElcocheromedijoquepodíallegarallíencuarentaminutosyquetardaríaotroscuarentaentraeralseñorDawson.Leordenésalirenbuscadeldoctor,dondequieraqueestuviera,sinoloencontrabaencasa,ymesentéaesperarelresultadoarmándomedepaciencia.

Noeranlaunaymediacuandoelmensajerosepusoencamino.Antesdelas tres y media volvió trayendo consigo al doctor. La amabilidad y lagentilezadelseñorDawson,quelehacíantratarmipeticióndeauxiliourgentecomo una cuestión de deber, me conmovieron profundamente. El avalrequeridoseofrecióyfueaceptadodeinmediato.AntesdelascuatroyoeradenuevounhombrelibreyestrechabacongratitudlamanodelbuenviejoenlascallesdeKnowlesbury.

El hospitalario señorDawsonme invitó a volver con él aOak Lodge ypasarallí lanoche.Loúnicoquepudecontestarte fuequemi tiemponomepertenecía;yloúnicoquepudepedirlefuequemepermitieseiraverlodentrodeunosdíasparaexpresarlemiagradecimientounavezmásyofrecerletodaslas explicaciones que le debía y que aún no estaba autorizado a darle. Nosdespedimos conmutuas expresiones de amistad ymedirigí al despacho delseñorWansborough,situadoenlacalleprincipaldeKnowlesbury.

Ahoraeltiempoeradelamayorimportancia.

LanoticiademiliberacióncondicionalllegaríaaSirPercival,nomecabeduda,antesdelanochecer.Silaspróximashorasnomedejabanenposicióndejustificar sus peores temoresyde tenerle, indefenso, amimerced, yopodíaperder hasta la última pulgada del terreno conquistado para no volver arecuperarlojamás.Lafaltadeescrúpulosdeaquelhombre,lainfluenciaqueélteníaenaquelloslugares,elexasperantepeligrodequedardesenmascaradooloqueleamenazabanlapesquisasqueyohacíaaciegas,todoellomeadvertíadelanecesidaddeapresurarmeparaobteneralgúndescubrimientodefinitivosindemora.MientrasesperabaaldoctorDawson,tuvetiempodepensar,ynolodesperdicié.Ciertasfrasesdelviejosacristánhabladorque tantomehabíaaburrido,retornaronahoraamimemoriaconunsignificadonuevoyacudióami mente una sospecha que no se me había ocurrido cuando estaba en lasacristía. Cuandome dirigí a Knowlesbury,mi único propósito era pedir alseñorWansborough informaciones sobre lamadredeSirPercival.Ahoramiobjetivo era examinar el duplicado del registro de la iglesia de OldWelmingham.

ElseñorWansboroughsehallabaensudespachocuandopreguntéporél.

Eraunhombrejovial,derostroarrebatadoydeaspectobonachón,conmástrazadeseñoraldeanoquedeabogadoyparecíaquemipeticiónleresultaba

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tansorprendentecomodivertida.Habíaoídohablardelduplicadodelregistroque llevaba su padre, pero nunca lo había visto. Nadie se lo había pedidojamás,yde seguroqueestabaen la caja fuerte juntocon losdemáspapelesquenosehabíantocadodesdelamuertedesupadre.Eraunapena(decíaelseñorWansborough) que el viejo caballero no viviese para oír que por finalguien preguntaba por su adorado duplicado. Después de eso se hubieradedicadoconmásfervorquenuncaasumaníafavorita.¿Cómomeenteréyodequeexistíasemejantecopia?¿Melohabíadichoalguiendelpueblo?

Soslayé la pregunta lo mejor que pude. Era imposible ser demasiadocautelosoenestaetapadelainvestigación;perotampocosepodíadejarqueelseñor Wansborough supiera antes de tiempo que yo había revisado ya elregistrooriginal.Portanto,ledijequeinvestigabaunasuntodefamiliayquepara el éxito demimisión era de suma importancia ahorrar todo el tiempoposible.DeseabaenviaraLondres,conelcorreodeaquelmismodía,ciertosdetallesqueunvistazoaaquelduplicadodelregistro(pagando,desdeluego,losderechoslegales)podríaaportarmelosresultadosapetecidosymeevitaríatener que desplazarme a OldWelminhgan. Añadí que, en caso de quemástardeprecisaseunacopiadelregistrooriginal,escribiríaaldespachodelseñorWansboroughparaquemefacilitaseeldocumento.

Después de dar esta explicación, no seme planteó objeción alguna a labúsqueda del duplicado. Se envió a un escribiente a la caja fuerte y éste alpocoratovolvióconellibro.Teníaexactamenteelmismotamañoqueeldelasacristía,conlaúnicadiferenciadequeelduplicadoestabaencuadernadoconmáselegancia.Lollevéaunescritoriodesocupado.Mismanostemblaban,lacabezameardía,yantesdeabrirlotuvequehacerunesfuerzoparadisimularmiexcitaciónantelaspersonasquemerodeaban.

En la primera página, en blanco, estaban escritas unas líneas con tintadescolorida.Conteníanestaspalabras:

«Copia del registro de Matrimonios de la Iglesia Parroquial deWelmingham.Ejecutado bajomi dirección y luego cotejado pormí, asientopor asiento, con el original. (Firmado) Robert Wansborough, notarioparroquial.» Debajo de esta nota estaba añadida una línea escrita con letradiferente y que decía: «Incluye desde el 1 de enero de 1800 hasta el 30 dejuniode1815.»

Busqué el mes de septiembre de mil ochocientos tres. Encontré elmatrimoniodelhombrequeteníaelmismonombredepilaqueyo.Encontréelregistrodobledelmatrimoniodelosdoshermanos.Pero,entreestosasientos,elfindelapágina...

¡Nada!¡NielmenorvestigiodelaanotaciónqueenelregistrodelaiglesiacertificabaelmatrimoniodeSirFélixGlydeydeCeciliaJaneElster!

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Elcorazónmediounsaltoenelpechocontalviolenciaquetemíaquesuslatidos me asfixiasen. Volví a mirar: no podía dar crédito a lo que estabanviendomis ojos. ¡No!No existía lamenor duda.Este casamiento no estabainscrito.Losasientosdelacopiaocupabanexactamentelosmismossitiosqueenelregistrooriginal.Elúltimoasientodeunapáginaeraeldelhombrequetenía el mismo nombre de pila que yo y debajo de él había un espacio enblanco. Era indudable que lo habían dejado porque allí no podía caber elasientodelosmatrimoniosdelosdoshermanos,quetantoeneloriginalcomoenelduplicadoencabezabanlapáginasiguiente.¡Este trozodepapelblancodescubría toda una historia! Así debía haber estado en el registro de laparroquiadesdemilochocientostres(cuandosecelebraronlosmatrimoniosysecopióenelduplicado)hastamilochocientosveintisiete,cuandoSirPercivalapareció en OldWelmingham. Aquí, en Knowlesbury, se escondía la copiaqueprobaba la falsificación. ¡Allí, enOldWelmingham, en el registrode laiglesiaseperpetrólafalsificación!

Micabezamedabavueltas,tuvequeapoyarmesobreelescritorioparanocaer.Detodaslassospechasqueaquelhombreexasperadohabíasuscitadoenmí,ningunasehabíaaproximadoalaverdad.LaideadequeélnofueseSirPercivalGlydeyquenotuvieramásderechoa labaroníaya laposesióndeBlackwater Park que el más humilde de los labradores que trabajan en suscampos, jamássemehabíapasadopor la imaginación.EnalgúntiempocreíquepodíaserelpadredeAnneCatherick,luegocreíquepodíahabersidosumarido;peroel delitodeque realmente era culpablehabíaquedado siemprefueradelalcancedemiimaginación.Losmediosdespreciablesporlosquesehabía efectuado el fraude, lamagnitud y la osadía del crimen que el frauderepresentaba,elhorrordelasconsecuenciasqueconllevabasudescubrimientomeabrumaban¿Quiénibaaasombrarseahoradelferozdesasosiegodelavidadeltruhan,desusdesesperadastransicionesdeabyectaduplicidadaviolenciairrefrenable,delalocuradeconcienciaculpablequelehabíahechoencerraraAnneCatherickenunmanicomioy lehabíaconducidoa lavilconspiracióncontra sumujer, al sospecharqueéstay laotraconocían su terrible secreto.Añosatrás,larevelacióndeestesecretopudierahaberlellevadoalahorca;enlaactualidadpodíasignificareldestierrovitalicio.Esarevelación,auncuandolas víctimas de sus atropellos le quisieran evitar los rigores de la ley, ledespojaríadegolpedesunombre,desurango,desuspropiedadesydetodaaquella existencia social que había usurpado. ¡Este era el Secreto, y yo loconocía! ¡Unapalabramíay severíadesposeídode supalacio, sus tierrasysustítulos!¡Unapalabramíayseconvertiríaenunproscrito,sinnombre,sinuncéntimoysinamigos!¡Todoelporvenirdeaquelhombredependíademispalabrasyenestosmomentoséllosabíatanbiencomoyo!

Este último pensamiento me hizo volver en mí. Intereses mucho másvaliosos que losmíos estaban supeditados a la cautela que debía guiarmis

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pasosmás irrelevantes.No existía en elmundo traición queSir Percival nofueracapazdedirigirencontramía.Enmediodelospeligrosylodesesperadode su situación, no se detendría ante riesgo alguno, no retroceder antecualquiercrimen,nivacilaríaantenada,paraquedarasalvo.

Reflexioné unos minutos. Antes que nada necesitaba procurarme unapruebaescritadeldescubrimientoqueacababadehacery,enelcasodequemesucediesealgúncontratiempo,dejarestaevidenciafueradelalcancedeSirPercivalGlyde.Elduplicadodelregistroestaba,sinduda,bienprotegidoenlacaja fuertedel señorWansborough.Peroeloriginaldel registro,comohabíapodido comprobar conmis propios ojos, estabamuchomenos seguro en lasacristía.

Anteestacontingencia,resolvívolveralaiglesia,encontraralsacristányhacerelextractonecesariodelregistroantesdeacostarme.Noeraconscienteentoncesdequeseprecisabaunacopialegalizadaydequeningúndocumentosimplemente escrito con mi mano pudiera tener el valor de prueba que serequería.Noeraconscientedeello,ymidecisióndemantenermisaccionesensecreto me impedían hacer preguntas que pudiesen proporcionarme lainformaciónnecesaria.MiúnicaansiaeraladeregresaraOldWelmingham.ExpliquécomomejorpudelaalteracióndemirostroymisgestosqueelseñorWansboroughhabíanotado,dejésobresumesaelimportedelosderechos,yanuncié que le escribiría dentro de unos días, y salí de su despacho con lamentealteradaylasangrehirviendoenmisvenas.

Empezabaaoscurecer.Semeocurrióqueeraprobablequemesiguierandenuevoyquepodíanagredirmeotravezenelcaminoreal.

Mi bastón de paseo era muy ligero, de poca o nula utilidad paradefenderme. Antes de salir de Knowlesburyme detuve y compré un fuertegarroterústico,cortoyconunpomopesado.Conestaarmacaserasialguienintentadispararme,yopodríaimpedírselo.Simeatacasemásdeuno,deberíahuir.Decolegial erayounnotable corredorynomehabía faltadoejerciciodesdeentonces,durantemisexperienciasenAméricaCentral.

Salídelpuebloapasoligeromanteniéndomeenelcentrodelacarretera.

Lloviznaba,y con lanieblanoeraposible comprobardurante laprimeramitad del camino si alguien me seguía. Pero en la segunda mitad, cuandocalculabaqueestaríaaunasdosmillasdelaiglesia,viaunhombrequecorríatras demí, enmedio de la lluvia y luego oí el ruido de un portillo que secerraba bruscamente a un lado de la carretera. Yo seguími camino, con elgarrote preparado en mi mano, oídos aguzados, y esforzándome por ver atravésdelanieblaylaoscuridad.Antesdequehubieseavanzadocienpasos,escuché un rumor al borde de la carretera, ami derecha, y tres hombres seabalanzaronsobremí.

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Al instanteme aparté del centro del camino. Los dos hombres que ibandelante cayeron antes de que tuvieran tiempo de detenerse. El tercero, fuerápido comoun rayo.Sedetuvo, dio la vuelta yme asestó ungolpe con subastón.Lohabíadirigidoalazarynoresultóungolpesevero.Cayósobremihombro izquierdo. Se lo devolví con fuerza apuntando a su cabeza. Setambaleóy tropezó con susdos compañeros, en el precisomomento enqueéstossearrojabansobremí.Estacircunstanciamediouninstantedeventaja.Medeslicéjuntoaellosyechéacorrerporelcentrodelacarretera.

Los dos hombres que no estaban heridos me perseguían. Ambos eranbuenoscorredores;lacarreteraeralisaydurantelosprimerosminutosyoteníalaconcienciadequenolograbaganarlesterreno.Erapeligrosocorrermuchotiempoenlaoscuridad.Apenaspodíadistinguirlaconfusalíneanegradelosvalladosaambosladosdemíycualquierobstáculoaccidentalqueencontraraenelcaminomeharíacaer.Derepentesentíqueelterrenocambiaba;trasunrecodohuboundescensoyluegounasubida.Cuestaabajoloshombressemeacercaron; pero cuesta arriba yo logré aumentar la distancia. Sus pisadasrápidas y regulares eranmás lejanas, y por su sonido calculé queme habíaadelantado a ellos lo suficiente para intentar huir por los campos, pues eraprobablequeenlaoscuridadellosnosepercatarandemidesaparición.Lleguéalbordedel camino,hacia loque,másquever, creíqueeraunhuecoenelvallado.Resultóserunportillocerrado.Saltéporencimadeélymeencontréenelcampo;empecéacruzarlodeespaldasa lacarretera.Oía loshombresquepasaroncorriendopuntoalportilloy,unminutomástarde,oíqueunodeellos llamaba al otro para que volviera. Pero ahora nome importaba lo quehacían;adondeyoestaba,ellosnopodíanvermenioírme.Seguíatravesandoel campoy cuando llegué a su final,medetuveun instantepara recobrar elaliento.

Nopodíavolveralacarretera;pero,sinembargo,estabadecididoallegaraquellanocheaOldWelminghan.

La lunay las estrellas no aparecieron en el cieloparaguiarme.Tan sólosabía que el viento y la lluvia me azotaban de espalda cuando salí deKnowlesburyysiahoraseguíandándomeenlaespalda,podíaestarseguroporlomenosdequenoavanzabaendirecciónopuesta.

Crucé la campiña, sin encontrar otros obstáculos que vallados, zanjas ymatorrales que de cuando en cuandome obligaban a desviarme brevementehasta que me encontré en la cuesta de una colina y el terreno que pisabadescendía.Bajéhastaelfondodelbarranco.Meabrípasoenunavallaysalíalcamino. Como al dejar la carretera torcí a la derecha, ahora me fui a laizquierda,pensandovolveralarutadelaquemehabíaapartado.Despuésdeseguir losvericuetosdel camino cubiertode lodounosdiezminutos, vi unacasacon la luzenunadesusventanas.Lapuertadel jardínestabaabiertay

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entréenseguidaparapreguntarelcamino.

Antesdequepudiesellamar,lapuertaseabriódeprontoysaliócorriendoun hombre con una linterna encendida en la mano. Se detuvo y levantó lalinterna para verme. Los dos estábamos sobresaltados. Mis andanzas mehabíanconducidohacialosarrabalesdelpuebloyhabíallegadoasuextremobajo.EstabadenuevoenOldWelminghan,yelhombredelalinternanoeraotrosinomiconocidodeaquellamañana,elsacristándelaparroquia.

Su actitudhabía sufridoun extraño cambiodesdeque lo había visto porúltima vez. Parecía receloso y desconcertado; sus mejillas rosadas estabancongestionadas,ylasprimeraspalabrasquemedirigiófueronincomprensiblesparamí.

—¿Dóndeestánlasllaves?—medijo—.¿Lashacogidousted?

—¿Qué llaves?—repetí yo—.Acabo de venir de Knowlesbury. ¿A quéllavesserefiere?

—Alasllavesdelasacristía.¡Diosnosampareynosproteja!¡Quévoyahacer! ¡Las llaves han desaparecido! ¿Comprende? —gritaba el viejo condesesperación,sacudiendodelantedemísulinterna.—Lasllaves.

—¿Cómo?¿Cuándo?¿Quiénpudohaberlascogido?

—No lo sé—dijo el sacristán,mirando aterrorizado la oscuridad que lerodeaba—.Acabode entrar en estemomento.Lehedicho estamañanaquetengomuchoquehacer.Hecerradolapuertayhebajadolaventana,yahoraestáabierta;¡mire!,¡alguienhaentradoporellayhacogidolasllaves!

Sevolvióparamostrarmelaventanaabiertadeparenpar.Lapuertecitadelalinternaseabriócuandoélsevolvióbruscamente,yelvientoapagólaluzalinstante.

—Busque otra luz—le dije—, y vamos los dos a la sacristía. ¡Deprisa,deprisa!

Lehiceentrarencasa.Temíquelatrampaquepodíadespojarmedetodaslasventajasquehabíaconseguido,estuvieraconsumándose,quizáenaquellosinstantes.Mi impacienciapor llegara la iglesiaera tangrande,quenopudepermanecerinactivodentrodelacasamientraselsacristánvolvíaaencenderlalinterna.Salífuerayporelsenderodeljardínlleguéalcamino.

Antes de que diese diez pasos hacia delante, un hombre, que venía endirecciónopuestadelaquellevabaalaiglesia,semeacercó.Medirigióunaspalabrasrespetuosascuandoestuvedelante.Yonopodíaversurostro,peroajuzgarsóloporsuvozeraundesconocidoparamí.

—Perdón,SirPercival...—comenzóadecir.

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Lodetuveantesdequecontinuase:

—Laoscuridadlehaconfundido—ledije—.YonosoySirPercival.

Elhombresecortóalinstante.

—Creíqueeramiamo—murmurócontonodeconfusiónydeduda.

—¿Esperabaustedencontraraquíasuamo?

—Memandóqueesperaseenelsendero.

Ydiciendoestovolviósobresuspasos.Miréatráshacialacasa,yviqueelsacristánsalíaconlalinternaencendidadenuevo.Cogíalviejodelbrazoparaayudarle a caminarmás deprisa.Nos apresuramos por el camino y pasandopordelantedelhombrequemehabíainterpelado.Porloquepudeveralaluzdelalinterna,erauncriadosinlibrea.

—¿Quiénesése?—murmuróelsacristán—.¿Sabealgodelasllaves?

—No esperemos a que nos lo diga —contesté—. Vámonos antes a laiglesia. Inclusoenplenodía, la iglesianoseveíahastaquenose llegabaalfinaldelcamino.Cuandosubíamoslacuesta,quellevabadesdeallíaledificio,uno de los chiquillos del pueblo se nos acercó, atraído por la luz quellevábamosyreconocióalsacristán.

—Yocreo,señor—dijo,tirandorespetuosamentedelalevitadelsacristán,queenlaiglesiadebehaberalguien.Heoídocómoseabríalapuerta,yluegocómoconunacerillaseencendíalaluz.

Elsacristánseestremecióyseapoyósobremípesadamente.

—¡Vamos,vamos!—ledabayoánimos—.Aúnnoestarde.Cogeremosalhombre, sea quien sea. Sostenga la linterna y sígame lo más deprisa quepueda.

Subí la cuesta corriendo. Lamole oscura de la torre de la iglesia fue loprimero que distinguí vagamente sobre el cielo nocturno. Cuandome volvípara dar la vuelta y llegar a la sacristía oí unos pasos pesados que se meacercaban.Elcriadonoshabíaseguidoennuestrocaminoalaiglesia.

—Notengamiedo—dijocuandomevolvíhaciaél—.Sóloestoybuscandoamiamo.

Eltonoenquemehablódejabaverclaramentequeestabaasustado.Yonolehicecasoyseguíandando.

En cuanto doblé la esquina yme encontré frente a la sacristía, vi que laclaraboya del techo estaba intensamente iluminada, desde dentro.Resplandecía,deslumbrante,sobreelcielosombríoysinestrellas.

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Me precipité por el cementerio hacia la puerta. Al acercarme noté unextraño olor que inundaba el húmedo aire nocturno. Desde dentro de lasacristíame llegabaun ruidocrepitante,vique la luzdearribaeracadavezmás intensa,unode los cristales crujía...Corrí a lapuertaypuse lasmanossobreella.¡Lasacristíaestabaardiendo!

Antes de que pudiera moverme, antes de que pudiera recobrar larespiración que seme cortó ante aquel descubrimiento, el terrorme invadiócuandooífuertesgolpescontralapuertaqueprocedíandelinterior.Oíquelallavegirabaconviolenciaenlacerradura...oíunavozdehombrequedetrásdelapuertalanzabaalaridosescalofriantes,pidiendosocorro.

El criado que me había seguido, retrocedió estremeciéndose y cayó derodillas.

—¡Diosmío,Diosmío—dijoél—esSirPercival!

Cuando estas palabras salíande sus labios, el sacristánnos alcanzóy enaquelmismomomentolallavegiróenlacerraduraproduciendounrestallidoporúltimavez.

—¡El señor se apiade de su alma!—dijo el viejo—. ¡Está condenado ymuerto!¡Harotolacerradura!

Me abalancé sobre la puerta. El único propósito imperativo, que habíallenadotodosmispensamientos,quehabíacontroladotodasmisaccionesalolargo de semanas y semanas, se borró de mi mente en un instante. Todorecuerdodelagraviocruelqueloscrímenesdeaquelhombrehabíancausado,del amor, de la inocencia, de la felicidad que había pisoteadodespiadadamente; del juramento que yo me había hecho en mi corazón desometerloalterribleescarmientoqueélhabíamerecido...,todoestoseesfumódemimemoriacomounsueño.No recordabanadamásqueelhorrorde susituación.Nosentímásqueelimpulsonaturalyhumanodesalvarledeaquellaespantosamuerte.

—¡Tratedeforzarlaotrapuerta!—legrité—.¡Fuercelapuertaquedaalaiglesia!Estacerraduraestárota.Sipierdeunminutomásconellaeshombremuerto.

Desdequelallavegiróporúltimavez,novolvieronaescucharsenuevosgritosdesocorro.Ahoranollegabasonidoalgunoqueindicasequecontinuabacon vida. No oía más que el crepitar creciente de las llamas y los sonorosestallidosdeloscristalesdelaclaraboya.

Mevolvíymiréamisdosacompañantes.Elcriadosehabíapuestodepie,había cogido la linternay la levantabaconungestoabsurdo, alumbrando lapuerta.Elterrorparecíahaberlosumidoenunestadodeidiotezabsoluta,yno

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hacíamásqueseguirmecomounperroacadapasoquedaba.Elsacristánsehabía acurrucado sobre una de las sepulturas, estaba temblando ylamentándose para sí mismo. Con dirigirles una mirada, comprendí queningunodelosdoseracapazdehaceralgo.

Sin saber apenas qué hacía, obedeciendo al primer impulso que meacometió,asíenmismanosalcriadoyloempujéhacialapareddelasacristía.

—¡Agáchate!—ledije—,yapóyateenlaspiedras.Quierosubiraltejado,voyaromperlaclaraboyaparaqueleentreunpocodeaire.

Elhombretiritabadepiesacabeza,perosemantuvofirme.Subísobresuespaldaconmigarroteentrelosdientes,measíalbordedeltejadoconlasdosmanos y acto seguido ya estaba arriba. En el apresuramiento y agitaciónirreflexivos del momento no se me ocurrió que serían las llamas las quesaldrían hacia fuera, en lugar de que entrase el aire. Di un golpe en laclaraboyaquebastópararomperelcristalyaresquebrajadoyflojo.Elfuegose precipitó hacia fuera como una fiera de su jaula. Si, como ocurrió porsuerte,elvientonolohubieradesviadodelsitiodondeyoestaba,mistrabajoshabríanterminadoallí.Meacurruquésobreeltejadomientraselhumo,juntoconlas llamas,parecíaenvolverme.Elresplandory losreflejosdela luzmedejaronverelrostrodelcriadoque,inexpresivo,mirabadesdeelmurohaciaarriba;elsacristánquesepusodepiesobreelsepulcroretorciendolasmanoscondesesperaciónalosescasoshabitantesdelpueblo,hombresmacilentosymujeresaterradasqueseapiñabanalfondodelcementerio...todosaparecíanydesaparecíanenelterriblefulgorrojo,enlanegruradelhumoasfixiante.¡Yelhombre bajo mis pies! ¡El hombre que se ahogaba, se abrasaba, moría tancercadenosotrosy,sinembargo,tanlejosdenuestroalcance!

Esta idea casime hizo enloquecer.Me bajé del tejado aguantándome enmismanosysaltéalsuelo.

—¡La llavede la iglesia!—grité al sacristán—.Debemos intentarlo, aúnpodemossalvarlosiconseguimosabrirlapuertainterior.

—¡No,no,no!—exclamóelviejo—.¡Nohayesperanza!¡La llavede laiglesia y la de la sacristía están en el mismo manojo, las dos ahí dentro!¡Señor,nopodemossalvarlo,ahoranoesmásquepolvoycenizas!

—Desdeelpuebloveránelfuego—dijounavozenelgrupodehombresdetrásdemí—.Enelpueblohaybomberos.Ellossalvaránlaiglesia.

Llaméaaquelhombre—élnohabíaperdidolacabeza—,yledijequeseacercase.Losbomberosnotardaríanmenosdeuncuartodehoraenllegardelpueblo.Elhorrordepermanecertodoestetiempoinactivoeramásdeloqueyopodíaaguantar.Apesardeloquemedecíalarazón,mepersuadíyomismodequeelcanalla,condenadoyperdido,podíaestaraúninconsciente,tendido

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enelsuelodelasacristía,podíanoestarmuertotodavía.¿Podíamossalvarlosiforzábamos la puerta? Conocía la resistencia del pesado cerrojo, conocía elgrosorderoblereforzadoconclavos,conocíalodescabelladoqueseríalucharcontra las dos cosas conmedioshabituales.Pero ¿noquedabanvigas de lascasasabandonadasquehabíacercade la iglesia?¿Ysibuscásemosunay lautilizásemoscomoarietecontralapuerta?

Estaideanacióenmíconlamismafuerzaconquelasllamasbrotabandelaclaraboyarota.Busquéalhombrequehablódelosbomberosdelpueblo.

—¿Tienenustedespicoscerca?

Sí,losteníanahí.Tambiénteníanhachas,sierrasyuntrozodesoga.

Corríhacialosaldeanos,conlalinternaenmimano.

—¡Cincochelinesalquequieraayudarme!

Aquellaspalabraslesdevolvieronalavida.Aquellahambrecaninapropiade la miseria—el hambre del dinero—, en un momento los sumió en unaactividadtumultuosa.

—¡Dosdeustedesvayana traermáslinternassi las tienen!¡Otrosdos,abuscarlospicosyherramientas!Elresto,quemesigaparatraerunaviga...

Profirierongritosdejúbilo,convocesestridentesyexhaustas.Lasmujeresy los niños retrocedieron formando un pasillo. Como un hombre nosprecipitamosporelcaminodelcementeriohacialacasavacíaqueestabamáscerca.Detrásnoquedabamásqueelsacristán...elpobresacristán,queseguíasollozandoygimiendoporlaiglesia,sobrelapiedradeunsepulcro.Elcriadomepisabalostalones;surostroblanco,conexpresióndedesamparoypánico,estabadetrásdemihombrocuandoirrumpimosenlacasa.Allísobreelsuelohabía vigas del piso de arriba abatido, pero eran demasiado ligeras. Sobrenuestras cabezas cruzabael espaciounamás fuertequeestabaal alcancedenuestrosbrazosynuestrashachas;lavigasesosteníaporlosextremosenlosmurosruinosos(libredelpesodeltechoydelsueloquehabíandesaparecidopor debajo de un gran agujero en el tejado que se abría al cielo. Nosprecipitamos sobre la viga atacándola por los dos extremos a la vez. ¡Diosmío!¿Québienaguantaba,quéresistenciaofrecíanelladrilloylaargamasadelosmuros!Alfincedióunextremo.Lasmujeresqueseagolpabanenlapuertamirándonoschillaron...Loshombresgritaron;dosdeelloshabíancaído,peroningunoestabaherido.Todosalavezasestaronungolpemásylavigaquedósueltaporlosdosextremos.Lalevantamosygritamosquenosdejasenpasarporlapuerta.«¡Manosalaobra!,¡adesfondarlapuerta!»Elfuegofulgurabaenel cielo ¡su resplandor intensonosalumbraba!«¡Adelante,porel caminodelcementerio,adelanteconlaviga,adesfondar lapuerta!¡Una,dos, tresyatrás!» El alborozo volvió a resonar. La hicimos tambalear. «Cederán los

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goznes,sinocedeelcerrojo.¡Otroempujónconlaviga!Una,dos,tresyatrás.¡Está cediendo!». El fuego, furtivo, nos amenazaba apuntándonos por lasrendijas alrededor de la puerta. ¡Un último empujón! La puerta cayó conestruendosobreaquellahoguerainfernal.Unprofundosilenciodeconmoción,lapatéticaexpectacióninmóvilseapoderódelánimodecadaunodenosotros.Buscamos su cuerpo. El calor que nos abrasaba las caras, nos obligó aretroceder:novimosnada...arriba,abajo,entodoaquelespacionovimosmásquelacortinadefuegovivo.

—¿Dóndeestá?—murmurabaelcriado,sinapartarsumiradavacíadelasllamas.

—¡Noesmásquepolvoycenizas!—decíaelsacristán—.Yloslibrossontambiénpolvoycenizas...¡OhDios,prontoloserátambiénlaiglesia!

Nohablónadiemás.Cuandoenmudecierondenuevo,loúnicoqueseoíaenelsilencioeraeltraqueteoyelcrepitardelasllamas.

¡Chhist!

Unchirridoestridenteseoyóalolejos,luegoelruidohuecodeloscascosdecaballosagalopetendidoy,porfin,unrumorbajo,el tumultoimponentedecientosdevoceshumanasquebramanyululanalavez.¡Losbomberosporfin!

Lagentequemerodeabasevolviódeespaldasalfuegoy,ansiosa,echóacorrerhacialacimadelacolina.Elviejosacristánintentóseguirlos;perolasfuerzaslefallaban.Levidetenerseapoyándosesobreunadelaslápidas.

—¡Salvad la iglesia! —exclamó débilmente, como si los bomberospudieranoírle—.¡Salvadlaiglesia!

Elúnicoquepermaneció inmóvil, fueelcriado.Continuabaenelmismositio, con los ojos siempre clavados en aquellas llamas, con una expresióninalterable y vacía. Le hablé. Le sacudí el brazo. No podía oírme. Sólomurmuróunavezmás:

—¿Dóndeestá?

Diez minutos después la bomba quedó montada; el pozo detrás de laiglesia la alimentaba; la manga se acercó a la puerta de la sacristía. Si sehubiera precisadomi colaboración, entonces no habría podido prestarla.Mivoluntadyenergíahabíandesaparecido,mifuerzaestabaagotada,elremolinodemispensamientosseaplacócontemibleprontitud.Mesentíainnecesarioeimpotente,ymiraba;mirabalaestanciaqueardía.

Vicómosesofocabapocoapocoelfuego.Elresplandorseextinguió,elhumo que se elevaba en nubes blancas y los rescoldos centelleantes seamontonaban, rojos y negros, sobre el suelo. Hubo una pausa y, luego,

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bomberos y policía avanzaron hacia la puerta, se consultaron en voz baja yeligieronadoshombresqueseabrieronpasoentrelamuchedumbreysalierondelcementerio.Lamuchedumbreretrocedióformandounpasilloensucaminoconunsilenciodemuerte.

A los pocos momentos, un temblor recorrió a la gente congregada y elcamino viviente se abrió de nuevo con lentitud. Los dos hombres volvíantrayendounapuertadealgunade lascasasdeshabitadas, la llevaronhacia lasacristíayentraron.Lapolicíavolvióalapuertadeentradaysesepararondelamuchedumbreyfueronacercándosedeunoenuno,algunosaldeanosparaser los primeros en ver lo que sucedía. Otros esperaban cerca, para ser losprimerosenoír.Entreestosúltimossehallabanmujeresyniños.

Las noticias que salían de la sacristía comenzaron a cundir entre lamuchedumbre, pasando lentamente de boca en boca hasta llegar al lugar enque me encontraba. Oía a mi alrededor las preguntas y las respuestasrepitiéndoseunayotravez,convocesbajasyansiosas.

«¿Lo han encontrado?» «Sí.» «¿Dónde?» «En la puerta, tendidobocabajo.» «¿Qué puerta?» «La que lleva a la iglesia. Estaba bocabajo, lacabeza junto a la puerta.» «¿Tiene la cara quemada?» «No.» «Sí, quemada:«No, está chamuscada, pero sin quemar; estaba bocabajo.» «¿Quién era?»«¿Quequiénera?Dicenqueunlord.»«No,unlordno.Siralgo.Sirsignificaqueeracaballero.«Ybarón.»«Ybarón también.»«No»«Sí.»«¿Quéqueríaallí?» «Nada bueno, puede estar seguro» «¿Lo ha hecho a propósito?»«¡Quemarse vivo a propósito!» «No digo quemarse vivo, me refiero a lasacristía».«¡Debiódeserespantosoverlo!»«¡Espantoso!»«¿Perolacaranotanto?»«No,no,lacaranotanto.»«¿Hayalguienqueleconozca?»«Ahíestáunhombrequediceconocerlo»«¿Quiénes?»«Dicenqueuncriado,perohaquedado fuera de sí y la policía no le cree.» «¿No hay nadie más que leconozca?» «Chitón... la voz fuerte y clara de una autoridad acalló en uninstantelosmurmullosdevocesamialrededor.

—¿Dóndeestáelcaballeroqueintentósalvarle?—dijolavoz.

—¡Aquí esta, señor, aquí está!—docenas de rostros ansiosos se volvíanhaciamí,docenasdebrazosansiososselevantarondelamuchedumbre.

Elhombredotadodeautoridadseacercóamíconunalinternaenlamano.

—Sígame,porfavor,—dijoreposadamente.

Nofuicapazdecontestarle,nifuicapazderesistirmecuandomecogióporunbrazo.Quisedecirleque jamáshabíavisto a aquelhombrevivo,que eraimposible que yo, un desconocido, lo identificase. Pero las palabras nosalierondemislabios.Mesentíadesfallecido,mudoeinútil.

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—¿Loconoceusted,señor?

Yoestabaenmediodeuncírculodehombres.Tresdeellos,queestabanenfrente, inclinabansuslinternashaciaelsuelo.Susojosylosojosdetodoslosdemásseclavabanenmirostroensilenteexpectación.Yosabíaquéhabíaamispies,yosabíaporquébajabansuslinternashaciaelsuelo.

—¿Puedeustedidentificarlo,señor?

Mimiradabajabalentamente.Alprincipionovimásqueunlienzobasto.Enmediodelterroríficosilencioseoíacaersobreélgotasdelluvia.Deslicémimiradaalolargodellienzoyalfinalestaba,rígido,torvoynegrobajolaluz amarillenta, su rostro muerto. Así lo vi, por primera y última vez. ElDesigniodelSeñordispusoquehubiéramosdeencontrarnosasí.

X

Ciertas razones locales que pesaban sobre el juez de instrucción y lasautoridadesdelpueblohicieronqueseapuraselaencuesta.Eljuiciosecelebrólatardesiguiente.Porfuerza,fuidelostestigoscitadosaprestardeclaración.

Loprimeroque hice aquellamañana, fue ir a correos y preguntar por lacarta que esperaba recibir deMarian.Ningún cambio de circunstancias, porextraordinariasquefueran,podíanapartardemimentelaúnicapreocupaciónqueseapoderabademímientrasseprolongabamiausenciadeLondres.Ylacartadelamañanaqueeralaúnicaconfirmaciónqueyopodíarecibirdequeno había ocurrido desgracia alguna, cuando yo estaba fuera, seguíaabsorbiendomiinterésdesdequeempezabaeldía.

FueunalivioencontrarquelacartadeMarianmeesperabaencorreos.

Nadahabíaocurrido.Ambasestaban tan sanasy salvascomocuandoyolas había dejado. Laura me enviaba su cariño y me rogaba que avisase miregresoconundíadeantelación.Suhermanaañadía,explicandoestapetición,que había ahorrado «casi una libra» de su dinero particular y que habíareclamadoelprivilegiodeencargaryofrecerlacenaparafestejarmiregreso.Leí estas humildes confidencias domésticas a la luz radiante de la mañanamientrasenmimemoriapersistíavivoelterriblerecuerdodeloqueocurriólanocheanterior.LanecesidaddeevitaraLauraunarepentinarevelacióndelaverdadfuelaprimeraconsideraciónquelacartameinspiró.EscribíenseguidaaMarianparacontarleloqueyahenarradoenestaspáginas,presentándolelasnuevascontodalacautelaydelicadezadequefuicapazyaconsejándolequevigilase que ningún periódico cayese en las manos de Laura mientras yoestabaausente.Si sehubiese tratadodeotramujer,menosvalienteymenosmerecedorade confianza, hubiesevacilado antes de revelarle toda la verdadsinreservas.PeromisrecuerdosdelpasadomehacíanconfiarenMariancomoenmímismo.

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Lacartatuvo,pues,queserlarga.Medediquéaescribirhastaquefuehoradeiraljuzgado.

El objeto de la encuesta legal presentó forzosamente ciertascomplicacionesydificultades.Ademásdeinvestigarlascircunstanciasenqueel difunto había encontrado su muerte, había serias preguntas que aclararacercadelacausadelincendio,ladesaparicióndelasllavesylapresenciadeunextrañoenlasacristía,cuandoallísurgióelfuego.Inclusolaidentificacióndelcadávernosehabíaultimado.Lacondicióndeineptituddelcriadohabíahechoalapolicíadesconfiardeélcuandodeclaróquereconocíaasuamo.SehabíaidoaKnowlesburyabuscartestigosquehubieranconocidoenvidaaSirPercivalGlyde,yaprimerahoradelamañanasemandórecadoaBlackwaterPark.Estasprecaucionespermitieronaljuezdeinstrucciónyaljuradoaclararlacuestiónde la identidadyconfirmar lasaseveracionesdelcriado; testigoscompetentes y el descubrimiento de ciertos hechos disiparon las dudas, y laconclusión se corroboró cuando se examinó el reloj delmuerto.En la parteinterior de su tapa estaban grabados el escudo y el nombre de Sir PercivalGlyde.

Lasinvestigacionessiguientessededicaronalincendio.

Elcriado,elmuchachoquehabíaoídoprenderfuegoenlasacristía,yyo,fuimos los primeros testigos que declaramos. El muchacho contestaba consuficiente claridad;pero lamentedel criadono sehabía recuperado aúndelchoquesufrido,yelhombreerasimplementeincapazdesatisfacerlosdeseosdeljuradoysepidióretirarlo.

Paramífueunalivioelquemiinterrogatorionofueralargo.Yonoconocíaalmuerto;nolohabíavistonunca;nosabíaqueestuvieseenOldWelminghamy no me encontraba en la sacristía cuando el cuerpo fue encontrado. Todocuanto pude declarar, fue que había entrado en la casa del sacristán parapreguntarle el camino; que por él supe de la pérdida de las llaves; que loacompañéalaiglesiaparaayudarleenloquepudiese;quevielfuego;queoícómoalguiendesconocidointentabaenvanoabrirlapuertadesdedentrodelasacristía, y que hice cuanto pude, como acto de humanidad, por salvarlo.Aotrostestigosquehabíanconocidoaldifuntoselespreguntósipodíanexplicarelmisteriodel robode las llavesque él presuntamentehabía cometidoy supresenciaenlaestanciaincendiada.Peroeljuezparecíadarporsentado,comoera natural, que yo, un completo forastero en el vecindario y un completodesconocido para Sir Percival Glyde, no estaba en condiciones de ofreceraclaraciónalgunasobreestosdospuntos.

Encuantoaloquedebíaemprendercuandomiinterrogatorioformalhuboconcluido, me parecía bastante claro. No me sentía llamado a ofrecerdeclaraciones basadas enmis propias convicciones; en primer lugar porque

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hacerlo no habría servido para nada, cuando toda prueba que pudiesecorroborar cualquiera de mis conjeturas se había quemado junto con elregistro; en segundo lugar, porque no podía presentar mi opinión —unaopinión sin demostrar de forma inteligible, sin revelar toda la historia de laconspiración, con lo que produciría, sin duda, elmismo efecto desfavorablesobre el juez de instrucción y el jurado que había producido anteriormentesobreelseñorKyrle.

Sin embargo, en estas páginas, ahora que ha transcurrido tiempo, lasprecauciones y reservas que acabo de mencionar no deben impedir queexpreselibrementemiopinión.Enbrevespalabras,antesdequemiplumaseocupedeotrossucesos,dirécómocreoyoqueocurrieronelrobodelasllaves,elincendioylamuertedeaquelhombre.

Lanuevademilibertadcondicional,llevóaSirPercivalGlyde,comoyohabía supuesto, a echar mano de los últimos medios que quedaban a sudisposición.Elasaltofallidoenlacarreterafueunodeellos;ylasupresióndetoda evidencia real de su crimen mediante la destrucción de la página delregistro con la que se había perpetrado la falsificación fue el otro, y elmássegurodelosdos.SiyonopudierapresentarunextractodelregistrooriginalparacompararloconlacopialegalizadaenKnowlesbury,nopodríapresentarevidenciapositivaalgunaynopodríaamenazarleconundesenmascaramientofatal.Todocuantoprecisabaparaconseguirsufinerapenetrarenlasacristíasinservisto,arrancartalpáginadelregistroydejarlasacristíadesapercibido,talcomohabíaentrado.

Portodoestoesfácilcomprenderporquéhabíaesperadoaqueoscurecieseantes de emprender su intento y por qué se aprovechó de la ausencia delsacristán para apoderarse de sus llaves. Necesitó encender una cerilla paraencontrarelregistrocorrespondientey,porprecaución,seencerrópordentroconllave,paraprevenirlaintrusióndealgúncuriosoodemímismo,siyomeencontrabaaaquellahoraenelpueblo.

Nocreoquetuvieseintencióndeaparentarqueladestruccióndelregistroeraresultadodeunaccidenteyprenderporellofuegoalasacristía.Lasimplecasualidad podía hacer que el auxilio llegase demasiado pronto si, por unaposibilidadremota,ellibropodíasalvarse,asíqueestaconsideracióndebíadealejarle semejante idea de la mente. Recordando la cantidad de objetosinflamablesquesehallabanenlasacristía,lapaja,lospapeles,losarcones,lamadera secay las alacenas carcomidas, todoparecía indicarqueel incendiofueresultadodeunaccidente,provocadoporsuscerillasyporsulumbre.

Sinduda,suprimerimpulsoenestascircunstanciasfueintentarsofocarlasllamasy,cuandofracasóenello,—puestoquenosabíanadadelestadodelacerradura—,tratódesalirporlapuertaporlaquehabíaentrado.Cuandoyole

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llamé, las llamasdebíanhaberalcanzadolapuertaque llevabaa la iglesia,aambos lados de la cual se situaban las alacenas y junto a la que habíamásobjetosinflamables.Contodaprobabilidad,elhumoylasllamas—queprontollenaronelreducidoespacio—erandemasiadodensosparaélcuandointentósalirporlapuertainterior.Debiódedesfallecer,cayendoenelsitiodondeseleencontró,enelmomentoenquesubíaltejadopararomperloscristalesdelaclaraboya. Incluso si después hubiésemos podido penetrar en la iglesia ydesfondarlapuertadesdeallí,ladilaciónhubierasidofatal.Entonces,hubierasidoyademasiadotardeparapodersalvarle.Sólohabríamosconseguidoquelasllamasentrasenlibrementeenlaiglesia,hastaentoncesindemne,yqueenaquelcaso,hubieracompartidoeldestinodelasacristía.Paramínohayduda—ni puedehaberla para nadie—de que estabamuerto antes incluso de queentrásemos en la casa abandonada y emprendiéramos nuestro trabajo dederribarlapuerta.

Esta es la versión más probable que yo puedo ofrecer para explicar loocurrido.Nosotros, desde fuera, hemos vivido los sucesos así, como los hedescrito.Sucuerpofuehalladotalcomoherelatado.

Laencuestafueaplazadaporundía;hastaentoncesnosepudodescubrirexplicación alguna que pudiera satisfacer a las autoridades, para aclarar lasmisteriosascircunstanciasquerodeabanelsuceso.

Seconvinoenconvocarmástestigoseinvitaralprocuradorlondinensedeldifunto. Se encomendó a unmédico examinar las capacidadesmentales delcriado al que parecía necesario liberar por ahora de la obligaciónde prestartestimonio.Tansólopudodeclarar,tartamudeando,quelanochedelincendiose le había ordenado esperar en el camino y que no sabía nada más, aexcepcióndequeeldifuntoera,contodaseguridad,suamo.

Mipropia impresión fuequealprincipio se le encargó, (sinqueél fueraconscientedehaceralgomalo),comprobarqueelsacristánhabíasalidodelacasalanocheanterior;ydespuésseleordenóqueesperaseenlascercaníasdelaiglesia(peroenunlugardesdedondenopodíaverlasacristía)paraayudarasuamoenelcasodequeyoescapasedelaagresiónenlacarreterayllegaseaenfrentarmeconSirPercival.Noesnecesarioañadirquealhombrejamássele pidió una declaración que confirmase estas conjeturas mías. El informemédico manifestaba que las pocas facultades mentales que poseía estabanseriamente conmovidas; en la encuesta aplazada no se pudo conseguir de élnadapositivoy,segúnmisnoticias,hastaeldíadehoynoseharecuperado.

Volví al hotel deWelmingham tan rendido de cuerpo y de espíritu, tandebilitadoydeprimidoportodoaquelloquehabíatenidoqueresistir,quenoestabaencondicionesdearrastrarlacuriosidadpueblerinasobrelaencuestanide contestar las triviales preguntas quemis comensalesme dirigieron en el

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salóndecafé.Abandonémifrugalcenaysubíamibaratabuhardilladeseandososegarmeunpocoypensar,sinquenadiemeestorbase,enLaurayMarian.

SihubierasidoricohubieseregresadoaLondrespararegocijarmecon lavistadeaquellosdosrostros.Perosimecitasen,estaríaobligadoacomparecerenel juicioaplazado;además,estabadoblementeobligadoacumplircon lascondiciones de mi liberación ante el magistrado de Knowlesbury. Nuestrosescasos recursos estaban mermados ya, y el dudoso porvenir —ahora másdudosoquenunca—nomedejabaatrevermeadisminuirnuestrosmediossinnecesidadypermitirmeuncaprichoinclusoalbajopreciodeunviajedeidayvueltaentren,encochedesegundaclase.

El día siguiente—víspera del juicio— quedaba ami entera disposición.Empecé la mañana acudiendo de nuevo a correos para recoger la habitualcomunicacióndeMarian.Comoenlaanterior,meestabaesperandoy,desdeelprincipio hasta el fin, reflejaba ánimo y buen humor. Leí la carta consentimientodegratitud,yluegoresolví, tranquilizadomiespírituelrestodeldía,volveraOldWelminghamparaverelescenariodelincendioalaluzdelamañana.

¡Quécambiosencontréalllegarallí!

Atravésdetodosloscaminosdenuestromundoincomprensible,loterribleylotrivialsiemprecaminanjuntos.Enello,laironíadelascircunstanciasnoperdonacatástrofemortalalguna.Cuandolleguéalaiglesia,laspisadasenelsuelodelcementeriofueronlaúnicamarcaconsiderablequepodíahablardelfuegoyde lamuerte.Delantede lapuertade la sacristíahabíanpuestounatoscaempalizadademadera.Sobreellahabíayaunascaricaturasrudasyloschiquillos del pueblo estaban forcejeando y chillando por apoderarse de lamejormirillayverloquehabíadetrás.Enellugardesdeelqueyoescuchéelgritoendemandadeauxilioprocedentede laestanciaen llamas,enel lugardonde el criado presa de pánico, había caído de rodillas, varias gallinascloqueabanahoradisputándoselosmejoresgusanosquehabíansalidodespuésde la lluvia; y en la tierra debajo de mis pies, donde se había colocado lapuertaysuhorriblecarga,lameriendadeunobreroloesperaba,preparadaenel cuenco amarillo, y su fiel chucho, encargado de vigilarla, ladraba porhabermeacercadoalacomida.Elviejosacristánquemirabaimpasibleellentocomienzodelasobras,ahorasóloestabainteresadoendefendersedecualquierreprocheque se le hiciera en relación con el accidente ocurrido.Unade lasmujeres del pueblo, cuyo rostro blanco y descompuesto recordaba como laimagen de terror en aquellos instantes en que derribamos la viga, estabariéndosejuntoconotramujer,queeralavivaimagendelapacatería.¡Nohayseriedadentrelosmortales!Salomóncontodasugloria,¡fueunSalomónconarguciasmiserables,ocultasencadaunodelosplieguesdesusvestidurasyencadaunodelosrinconesdesupalacio!

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Al alejarme de allí, mis pensamientos volvieron, una vez más, alderrumbamiento que—con la muerte de Sir Percival— habían sufrido misesperanzasderestablecerlaidentidaddeLaura.Élhabíadesaparecido,yconélhabíadesaparecidolaocasiónqueconstituíaelúnicoobjetodemistrabajosydemisesperanzas.

¿Podíamirarmifracasodesdeotropuntodevista?

Suponiendo que él estuviese vivo, ¿alteraría eso el resultado? ¿Hubierapodidoyoconvertirmidescubrimientoenunobjetodenegociación,aunporelbiendeLaura,desdequesupequeloesencialdelcrimendeSirPercivalerahaberrobadolosderechosaotrapersona?¿Podríayoofrecerleelpreciodesusilencio por su confesión de la conspiración, si el resultado de este silenciohubierasidomanteneralverdaderoherederoapartadodesuspropiedadesyalverdaderodueño,desunombre?¡Imposible!SiSirPercivalestuviesevivo,eldescubrimiento del que —ignorando su verdadera naturaleza— yo habíaesperado tanto, no hubiera podido depender de mi voluntad para callarlo ohacerlo público, para reivindicar los derechos de Laura. Obedeciendo a lasleyesdehonestidadydehonor,deberíaacudirenseguidaanteeldesconocidocuyoderechonaturalhabíasidousurpado,deberíarenunciaramivictoriaenelmomentodeconseguirla, entregandomidescubrimiento, incondicionalmenteen las manos de aquel desconocido, y debería afrontar de nuevo todas lasdificultades queme separaban del único objeto demi vida. ¡Y es así comohabíaresuelto,enlomásíntimodemicorazón,afrontarlasahora!

Regresé a Welmingham más sereno y sintiéndome más seguro de mímismoydemiresolución.

CaminodelhotelpaséporlaplazadondevivíalaseñoraCatherick.¿Debíavolveraintentarverladenuevo?No.LasnoticiasdelamuertedeSirPercival,lasúltimasqueellapodíaesperarquerecibieseundía,debíanhaberlellegadohacíahoras.Todocuantohabíaocurridoenel juzgado, salióenelperiódicolocalaquellamañana,nohabíanadaqueyolepudiesecomunicarqueellanosupiese ya.Mi interés por hacerla hablar se había apagado.Recordé el odiofurtivoensurostrocuandomedijo:«NohaynoticiasdeSirPercivalqueyonoespere...,exceptolanoticiadesumuerte.»Recordéelrepentinointerésquebrilló en sus ojos cuando, al despedirnos, pronunció aquellas palabras. Uninstintoprofundamenteocultoqueyo sentía enmi corazónmehizover conrepugnancia la perspectiva de volver a aparecer ante ella, y me alejé de laplazaparavolverinmediatamentealhotel.

Unashorasdespués, cuandodescansaba en el salónde café, el camareromeentregóunacarta.Llevabaescritominombrey,alpreguntar,medijeronqueunamujerlahabíadejadoenlabarra,cuandoempezabaaoscurecerpocoantes de que encendieran el gas. No dijo nada y se marchó antes de que

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tuvierantiempodepreguntarlealgo,nisiquieradefijarseenella.

Abrí la carta. No llevaba fecha ni estaba firmada y la letra estabaobviamentedisimulada.Sinembargoantesdeleerlaprimerafrasesupequiénmeescribía.EralaseñoraCatherick.

La carta,—la reproduzco con exactitud, palabra por palabra— decía losiguiente:

«Señor:Nohavueltoustedamicasa,apesardequemeloprometió.Noimporta;me he enterado de la noticia y por eso le escribo. ¿Vio usted algoextraño enmi expresión cuando nos separamos?Estaba pensando si por finhabía llegado la hora de que él cayera y si usted era el instrumento elegidopara conseguirlo. Comome han dicho, fue usted suficientemente débil paraintentar salvarlo. Si usted lo hubiera conseguido sería paramí un enemigo.Pero usted ha fracasado y le considero mi amigo. Sus investigaciones leasustaron y le llevaron aquella noche a la sacristía. Sus investigaciones, sindarse usted cuenta, y contra su voluntad, han servido a mi odio y hanconsumado la venganza guardados durante veintitrés años.Muchas gracias,señor,muchasgracias,aunqueseaapesarsuyo.

«Estoy en deuda con usted. ¿Cómo puedo agradecérselo? Si aún fuesejoven, le diría: «¡Ven! estréchame, si quieres entre tus brazos y bésame.Miagradecimientollegaríahastaahí.Yustedhubieseaceptadomiinvitación.Sí,¡ustedlahubieseaceptado,sí,haceveintitrésaños!Peroahorasoyvieja.Porelcontrario,puedosatisfacersucuriosidad,ydeestemodopagarlemideuda;usted tenía una gran curiosidad por conocer ciertos asuntos privados míoscuando vino a verme.Asuntos privados que ni siquiera su sagacidad puedeaveriguaryqueaúnnohadescubierto.Podrádescubrirlosahora;sucuriosidadserá satisfecha. ¡Estoy dispuesta a tomarme cualquier molestia paracomplacerle,miestimadoyjovenamigo!

«Supongoqueeraustedunniñoenelañoveintisiete.EnaquelentoncesyoeraunamuchachaguapayvivíaenOldWelmingham.Teníapormaridoaunneciomiserable.Tenía tambiénelhonordeconocer (no importacómo)aunelegantecaballero(noimportaquién).Novoyallamarleporsunombre.¿Porquéibaahacerlo?Aquelnombrenolepertenecía.Élnuncatuvounnombre;aestashoraslosabeustedtanbiencomoyo.

«Tendrámássentidocontarlecómohabíaganadomigracia.Yonacíconlosgustosdeunaverdaderaseñorayélsupofomentarlos.Enotraspalabras,meadmirabaymehacíaregalos.Nohaymujerqueresistaalaadmiraciónyalosregalos;sobretodoalosregalossiresultaquesonprecisamentelosqueéldesea.Élerabastanteperspicazparasaberlo,pues losabe lamayorpartedelos hombres. Desde luego, quería recibir algo a cambio... pues todos loshombresloquieren.Y¿quécreeustedquefueesealgo?Unaperfectanadería.

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Sólolallavedelasacristíayladelaalacenaparaqueselasdieseaespaldasdemimarido.Por supuestoquemintió cuandoyo le preguntéqueparaquéquería que se las diese secretamente. Podría haberse ahorrado la molestiaporquenolecreí.Peromegustabansusregalosyqueríamás.Asíqueledilasllavessinquemimaridolosupiese,ylovigilésinquelosupieseél.Una,dos,cuatrovecesloestuveespiando,yalacuartaaverigüésuspropósitos.

«Los asuntos de los demás nunca me han causado escrúpulos; tampocosentí escrúpulos porque añadiese por su cuenta un matrimonio más a losinscritosenelregistro.

«Por supuesto, comprendí que estaba mal hecho; pero a mí no meperjudicaba, ésta fueunabuena razónparanoalborotar el cortijo.Yaúnnotenía el reloj de oro con su cadena, y ésta fue la segunda razón, y másimportante. Además, sólo un día antes, me había prometido traérmelos deLondres,yésta fue la tercera, lamejorde todas.Siyohubiesesabidocómoconsideralaleytalcrimenycómolocastiga,mehubierapreocupadopormídebidamenteylehubieradelatadoentoncesmismo.Peroyonosabíanadayqueríaelrelojdeoro.Lascondicionesqueleimpusefueronúnicamentequeme confiase su secreto y que me lo contase todo. Sentía entonces tantacuriosidadporsusasuntoscomoustedsienteahoraporlosmíos.Aceptómiscondiciones,yahoraveráporqué.

«Esto fue, en breves palabras lo que me contó. Todo lo que le estoyrelatandoaquí,nomelodijodebuenagana.Unaparteselasaquéabasedepersuasión, y otro tanto, con preguntas. Estaba decidida a conocer toda laverdadycreohaberloconseguido.

«Elmismonosabíamásquelosotroscómoestabanlascosasenrealidadenloquesereferíaalasrelacionesentresupadreysumadre,hastaqueéstamurió.Entonces,supadreseloconfesó,prometiéndolehacerloposibleporsuhijo.Peromurióantesdehaberhechonada,nisiquieraeltestamento.Elhijo(¿quiénpuedecriticarleporeso?)supodefenderseporsísolo.VinoenseguidadeLondresytomóposesióndesuhacienda.Nadiesospechódeélynadieledijoqueno.Supadreysumadrevivieronsiemprecomomaridoymujeryanadiedelapocagentequelosfrecuentabaseleocurriósuponerjamásquenolofuesen.Lapersonaqueteníaderechoareclamarlaposesión(sisehubierasabido laverdad) eraunpariente lejanoquenopensaba siquieraqueundíapodría recibirla y que a la muerte del padre de Sir Percival se hallabanavegando.Así, pues, no encontró dificultad alguna para posesionarse de lafincacomolacosamásnaturaldelmundo.Másloquenopodíahacercomolacosamásnaturaldelmundoerahipotecarla.Paraelloseprecisabandoscosas.Unaerasupartidadenacimientoylaotra,elcertificadodematrimoniodesuspadres.Supartidadenacimientonofuedifícildeconseguir,pueshabíanacidoen el extranjeroy el documento estaba compuesto endebida forma.Pero lo

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otro representaba una dificultad, y esta dificultad fue lo que le trajo a OldWelmigham.

«Pero hubo un motivo por el que podía, en vez de venir aquí, habersedirigidoaKnowlesbury.

«Sumadrevivióaquíantesdeconocerasupadre.Vivíausandosunombredesoltera;maslaverdaderaqueenrealidadsehabíacasadoenIrlandadondesu marido la estuvo maltratando y al final la abandonó para irse con otramujer.Lehablodeunhechoquesédebuenatinta;SirFélixlomencionóantesuhijocomolarazónpor laquenosecasaron.Ustedpuedepreguntar,¿porqué el hijo, sabiendo que sus padres se habían conocido en Knowlesbury,empezó intentando falsear el registro de aquella parroquia, pues era depresumir que fuese en ella donde se hubieran casado? La razón era que elpastorqueregentabalaparroquiadeKnowlesburyenelañomilochocientostres (cuando, conforme a su partida de nacimiento se hubiesen casado suspadres)vivíaaúncuandoSirPercivaltomóposesióndesuherenciaeldíadeAñoNuevodemilochocientosveintisiete.Estamolestacircunstanciahizoqueél ampliara sus búsquedas a las cercanías. En nuestra parroquia no existíapeligroalgunopueselantiguopárrocohabíamuertohacíaunosaños.

«OldWelminghamconveníaa supropósito tantocomoKnowlesbury.Supadre llevó a su mujer de Knowlesbury a una casita de la ribera, cerca denuestropueblo.Lagentequelohabíaconocidocomounsolitariocuandoerasoltero, no se extrañó que siguiera siendo solitario después de quesupuestamentesehabíacasado.Sinohubieratenidoaparienciastanrepulsivassuretraimientocompartidoconunamujerhubierapodidodespertarsospechas.Pero,talcomoestabanlascosas,anadieleextrañóelqueocultaselafealdadydesfiguraciónenelrecogimientomásestricto.ViviócercadenuestropueblohastaqueheredóBlackwaterPark.Despuésdequehubieranpasadoveintitréso veinticuatro años ¿quién iba a decir (una vez muerto el párroco) que sucasamientonohabíasidotanprivadocomolofuetodasuvidayquenohabíatenidolugarenlaparroquiadeOldWelmingham?

«Comoledigo,suhijopensóqueellugarmásseguroquepodríaescogerparaarreglarlascosasasugustoeraestepueblo.¿Seextrañaráustedsiledigoqueloquehizoenelregistroseleocurrióalmomentoyquelopensóenunsegundo?

«Su primera idea fue tan sólo arrancar la hoja del mes y del añoconvenientes, destruirla en secreto, volver aLondresypedir a los abogadosque le trajesen el certificado del matrimonio de sus padres, indicándolesinocentementelafechaquecorrespondiese,porsupuesto,alahojadelregistroque faltaba. Después de esto, nadie podría decir que sus padres no estabancasadosperosiporalgunacircunstanciaselepusierantrabasparaconcederle

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elpréstamo(élcreíaqueasíocurriría)teníalarespuestapreparadaparatodosloscasos,sisellegasenadiscutirsusderechosalnombreyalapropiedad.

«Mascuandoexaminóel registroencontróal finaldeunade laspáginascorrespondientes al año ochocientos tres un espacio en blanco, sin dudaporquenoerasuficienteparaaquelasientolargoqueseinscribióalprincipiodelapáginasiguiente.Alencontrarseconaquellaoportunidadalterótodoslosplanes.Fueunasuertequejamáshubieraesperado,conlaquenosoñaba.Yseaprovechódeellausted sabecómo.El espacioenblanco,paracorrespondercon su partida de nacimiento, debería situarse en las páginas del registrollenadasenelmesdejulio.Peroestabaenladeseptiembre.Sinembargo,eneste caso, si se lehacíaalgunapregunta suspicaz,noeradifícil encontrar larespuesta.Sólodebíaafirmarqueerasietemesino.

«Cuandomecontó suhistoria fui tan tontaquenopudemenosde sentirporél interésycompasiónqueera justamenteen loqueélhabíabasadosuscálculos, como usted verá. Pensé que había tenidomala suerte. ¿Qué culpateníaéldequesupadreysumadrenosehubiesencasado,comotampocolateníansuspadres?Unamujermásescrupulosaqueyo,quenohubiesepuestosus miras en un reloj y una cadena de oro, también le hubiera encontradodisculpas.Seacomofuere,yomecalléyleayudéaguardarsuspropósitosensecreto.

«El pasó algún tiempo intentando obtener la tinta de color preciso(mezclandoyvolviendoamezclarenmispotesyfrascos),yluego,untiempomásaprendiendoa imitar la letra.Peroal final loconsiguióyconvirtióasumadreenunamujerhonrada,¡cuandoéstayacíayaensutumba!Enaquellacircunstancianoniegoquemetratabaconhonestidad.Meregalómirelojylacadenay los escogió sin reparar engastos; las dos cosas erandeun trabajosoberbioymuycostosas.Aúnlasconservoyelrelojmarchademaravillas.

«DijoustedelotrodíaquelaseñoraClementslecontótodoloquesabía.Entalcasonotengonecesidaddeescribirlesobreelridículoescándalocuyavíctimafui,unavíctimainocente,seloaseguro.Ustedsabetanbiencomoyoqué idea semetió en la cabeza demimarido cuando descubrió que yomeveríaconmiaristocráticoamigoasolasyqueteníamossecretosdequéhablar.Peroloqueustednosabeescómoterminamosestecaballeroaristócratayyo.Léaloyveacómoseportóconmigo.

«Las primeras palabras que le dirigí cuando vi el cariz que tomaban lascosasfueronéstas:«Hágamejusticiaylíbremedeunamanchaqueustedsabebienquenomerezco.No lepidoquehagaunaconfesiónamimarido, sinoqueledigabajosupalabradehonorqueestáequivocadoyquenomerezcolosreprochesqueélcreejustos.Hágaloenpagodetodoloqueyohehechoporusted.» Se negó en redondo sin darme largas explicaciones. Me dijo

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simplemente que le interesaba hacer creer su error a mi marido y a misvecinos,porquemientras locreyesennosospecharían laverdad.Yonodabami brazo a torcer y le dije que sabrían la verdad por mi propia boca. Surespuesta fue breve y taxativa. Si hablaba era mujer perdida en la mismamedidaenqueélerahombreperdido.

«¡Sí!¡Aesohabíamosllegado!Meengañóencuantoalriesgoquecorríaalayudarle.Sehabíaaprovechadodemiignorancia;metentóconsusregalosyganómiinterésconsuhistoria...,yelresultadodetodoellofuequemehabíaconvertidoensucómplice.Loreconociófríamenteyterminódiciéndomeporprimeravezquétemiblecastigoseimponíaportalfraudeyporlacomplicidaddeaquellosqueayudabanaperpetrarlo.Enaquellosdías laLeyno teníauncorazón tan blando como, según tengo entendido, lo tiene ahora. No seahorcaba únicamente a los asesinos y no se trataba a lasmujeres convictascomosi fueranseñorasquesehabíanencontradoenunapuro.Confiesoquemeasustó.¡Impostorruin!¡Cobardecanalla!¿Comprendeustedahoracuándoleodiaba?¿Comprendeporquémetomoestamolestia—poragradecimientohaciausted—,parasaciarlacuriosidaddelvirtuosojovenquelohaatrapado?

«Bien, continuemos. Él no era tan insensato como para sumirme endesesperaciónabsoluta.Yonoeradeaquellasmujeresquesedejancogerconfacilidadentre laespaday lapared,él losabíayme tranquilizóastutamentehaciéndomeciertasproposicionesreferentesalfuturo.

«Yomerecíaalgúnpremio(tuvolagentilezadeconfesarlo)porelservicioquelehabíaprestado,yalgunaindemnización(tuvotambiénlaamabilidaddeañadir) por todo lo que había sufrido. Estaba dispuesto, ¡generosidad de undepravado!, a señalarme una pensión anual que yo cobraría cada trimestre,perocondoscondiciones:Laprimera,eraqueyoteníaquecallarlabocatantoen su interés como en el mío, y la segunda, que no podría moverme deWelminghamsinpedirleantespermisoyesperaraquemeloconcediese.Enmi propio vecindario era imposible que alguna amiga virtuosame tentara aparticipar en peligrosos cotilleos alrededor de una taza de té. Enmi propiovecindario, y siempre sabría dónde encontrarme. Esta última condición eramuydura,perolaacepté.

«¿Quéotracosapodíahacer?Mehallabadesamparadayconlaperspectivadeunanuevacomplicaciónporvenirqueeraunahija.¿Quéotracosapodíahacer? ¿Dejarme vivir gracias a la merced del idiota de mi marido, aquelmaridodesertorqueeraquienhabíadesatadoel escándalocontramí?Antesme hubiera dejado morir. Además, su pensión era buena. Yo tenía mejoresrentas, mejor techo sobre mi cabeza, mejores alfombras en el suelo que lamayorpartedelasmujeresqueponíanlosojosenblancoencuantomeveían.Lavestiduradelavirtudennuestromediosocialeradepercalinayyolateníadeseda.

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«Asíqueaceptélascondicionesqueélmeofrecía,saquédeellaselmejorpartidoposible,dilabatallaamirespetablevecindarioensupropioterrenoyconeltiempolaheganado,comohapodidoustedcomprobar.CómoguardarsuSecreto(yelmío)entodosestosañosysimidifuntahijaAnne,deverasmelosonsacóycompartióelSecretoconmigo,sonpreguntascuyasrespuestasmeatrevoacreer,tendráustedcuriosidadporescuchar.Bueno.Migratitudnopuede negarle nada.Voy a dar la vuelta a la hoja y le daré la respuesta enseguida.

«Debo empezar esta nueva página, señor Hartright, expresándole misorpresaalsaberelinterésqueustedmanifiestatenerpormidifuntahija.Paramí es algo incomprensible. Si este interés le lleva a preocuparse por susprimerosaños, leaconsejoqueacudaa la señoraClements,quepuededarlemás detalles que yo sobre el tema. Le ruego que comprenda por qué nopretendo declarar que amaba más de lo posible a mi hija. Fue desde elprincipiounestorboparamí,conladesventajaadicionaldesufrirunretrasomental. Usted es amigo de la verdad, y espero que esta explicación puedasatisfacerle.

«No necesito molestarle con ciertos particulares referentes a tiempospasados.Serásuficientedecirlequeyocumplímicompromisoyquedisfrutécómodamente de mi renta, que me pagaba con toda puntualidad cada tresmeses.

«De cuando en cuandome iba de viaje y cambiaba de ambiente por untiempobreve,aunquesiemprepedíaantespermisoamiamoyseñor,quecasisiempremeloconcedía.Nofuetaninsensato,comoleheadvertidoantes,paratratarmeconexcesivadureza,yconrazónélpodíaconfiarenqueyocallaríapormibiensino lohubierahechoporel suyo.Unade lasexcursionesmáslargasquehicefueelviajeaLimmeridgeparaasistiramihermanastraqueseestaba muriendo. Decían que dejaba algunos ahorros y quise tomar misprecauciones (para el caso de que por cualquier accidente me quedase sinrentas) y hacer algo pormis intereses en este sentido. Pero resultó quemismolestiasfueroninútilesy,comonadatenía,nadapudodejarme.

«YomehabíallevadoaAnneconmigoalnorte,puesdecuandoencuandomeencaprichabacon laniñay tenía celosde la influenciaqueejercía sobreella la señoraClements.Amí nuncame gustó la señoraClements. Era unapobre mujer tonta y blanda —aquello que se llama esclava nata— y enocasionesnomerepugnabairritarlayquitarleaAnne.Nosabiendoquéhacercon la niña mientras yo asistía a mi hermana en Cumberland, la llevé a laescueladeLimmeridge.Laseñoradelcastillo,laseñoraFairlie(unamujerdeaspectoextraordinariamenteinsignificanteyquehabíacazadoalhombremásguapodeInglaterrahastaconseguirquesecasaseconella)medivertíamucho,porquesehabíaencaprichadoconminiña.Enconsecuencia,noaprendiónada

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en la escuela y la mimaron demasiado en el castillo de Limmeridge. Entreotrastonteríasqueleenseñaron,lemetióenlacabezalafantasíadequefuesesiempre vestida de blanco.Amíme gustaban los colores vivos y odiaba elblanco y me propuse quitarle semejante absurdo de la cabeza cuandovolviésemosacasa.

«Porextrañoqueparezca,mihijaopusounadecididaresistencia.Cuandoselemetíaunaideaenlacabezaera,comotodosloschiflados,másobstinadoqueunamula.NospeleábamosconstantementeylaseñoraClements,aquiencreonogustabanadaverlo, seofrecióa llevarseaAnneaLondres.Yodebíhabercontestado«sí»,silaseñoraClementsnosehubiesepuestodepartedemihijaensuobsesiónporirvestidadeblanco.Perocomoyoestabadecididaaquenosevistiesedeblanco,ycomonomegustabanadalaseñoraClementsymuchomenosdespuésdequesehubieraopuestoamí, ledijeque«no»,ymemantuveenque«no».Laconsecuenciafuequemihijasequedóconmigoy, a su vez, la consecuencia de esto fue la primera pelea seria a cuenta delsecreto.

«El hecho sucedió bastante tiempo después de estos días que estoydescribiendo.Hacíaañosqueyomehabíainstaladoenelpueblomoderno,meesmerabaenhacerolvidarmimalafamaeibaganándomeconfianzaentrelasgentes honorables de aquí. El tener ami hija ami ladome ayudómucho aconseguir mi objetivo. Su inocencia y su fantasía por ir vestida de blancoinspirabansimpatíaamuchos.Dejédeoponermeasucaprichoporeso,puesestabaseguradequeconeltiempounapartedeaquellasimpatíasedestinaríaamí.Fueasí,enefecto.Cuentolafechadeaquellaépocaapartirdequemedesignaron los dos mejores sitios en la iglesia, y el primer saludo que medirigióelpárrocodatadeldíaenelquetuveaquellosasientos.

«Estando así las cosas recibí un día una carta de aquel aristocráticocaballero(hoyfallecido)encontestaciónaotramía,en laque leavisaba,deacuerdo con lo convenido, que quería dejar por algún tiempo aquel puebloparacambiardeambiente.

«Indudablementemicartahizoquesalieraaflotetodalapartedepravadadesunaturaleza,puesmecontestabaconunanegativaqueexpresabaconunlenguajetanabominableeinsolentequeperdíporcompletoeldominiosobremímismaynopudemenosdeinsultarleenvozaltaenpresenciademihijatratándolede«impostorruinymiserablealquepodríadestruirdeporvidasiquisieraabrirlabocaydivulgarsusecreto».Nodijemás.Puesmearrepentíencuantosemeescaparonaquellaspalabras,alverlosojosdemihijaqueseclavabanenlosmíosconansiosacuriosidad.Lemandéquesaliesedelcuartoinmediatamentehastaqueyometranquilizase.

«Le confieso a ustedqueno experimenté placer cuando reflexioné sobre

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miligereza.AquelañoAnnesehabíamostradomásraraymásfantasiosaquenuncaymeaterrópensarqueseleocurrierarepetirmispalabrasenelpueblomencionandoelnombredeél,sialgúncuriosoquisierapreguntarlemáscosasymequedécompletamenteaterradaal figurarme lasposiblesconsecuencias.Enmispeorestemorespormímisma,enmispeoresideasacercadeloquesepodíahacer,nolleguémáslejos.Estabatotalmentedesprevenidaparaaquelloquesucedióenrealidad,yaaldíasiguiente.

«Esedía,sinhabermeavisado,sepresentóélenmicasa.

«Sus primeras palabras y el tono con que me habló, me demostraronclaramentequeveníaarrepentidodesurespuestagroseraamipeticiónyquehabíavenido,demalagana,paraintentararreglarlodelmejormodoantesdeque fuese demasiado tarde. Al ver que mi hija estaba en el cuarto juntoconmigo(temíadejarlasoladespuésdelosucedidoeldíaanterior),lemandóquesaliese.Nosequeríanmutuamente,yéldescargósobreellaelmalhumorquenoseatrevíaamostrarantemí.

«—Déjanossolos—dijomirándolaporencimadelhombro.

«Ella le miró por encima de su hombro, y se quedó sin molestarse enobedecerle.

«—¿Hasoído?—bramóél—.¡Saldeestecuarto!

«—Hábleme con más cortesía —le dijo ella, poniéndose roja deindignación.

«—¡Echadeaquíaestaidiota!—medijoamí.

«Anne siempre tenía nociones raras de lo que era la dignidad de supersona, y la palabra «idiota» le hizo perder el dominio de sí misma alinstante.Antesdequeyopudieseintervenirseleacercóllenadeira.

«—¡Pídameperdónahoramismo—ledijo—,ode lo contrariopobredeusted!¡DivulgarésuSecreto!Puedodestruirlodeporvidasiabrolaboca.

«¡Repitió exactamentemis palabras del día anterior!Y las repitió enmipresenciacomosiseleocurriesenenaquelmomento.Élsequedósinhablayse puso más blanco que el papel en que estoy escribiendo, hasta que, aempujones,echéaAnnedelcuarto.Cuandomiamorecobrólossentidos...

«¡No!Soyunamujer tanhonorablecomoparano repetir loquedijo.Laplumaeslaplumadeunaasociadaalacongregaciónparroquialysuscriptorade la revista «Lectura de viernes sobre justificación de la fe». ¿Cómo creeusted que voy a emplearla para repetir su lenguaje obsceno? Supóngase elfrenterabiosoysoezdelrufiánmásvildeInglaterraysigamosparahablardecómoterminóaquello.

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«Comoustedhabrá supuestoya, todo terminóempeñándose él enque laencerraseenunmanicomioparaestarmásseguros.

«Tratédeconvencerle.Ledijequeellasólohabía repetidocomoun lorounaspalabrasquemeoyópronunciaryqueignorabacualquierdetalle,puestoque yo no había mencionado ninguno. Le expliqué que ella fingía, paracontrariarle, saber aquello que en realidad no sabía, que sólo había queridoamenazarleycastigarleporhaberlehabladocomoélacababadehacerle;quemisdesdichadaspalabrasledieronocasiónparaatormentarle,queeraloúnicoqueelladeseaba.Lecontéotrasmaníassuyas,lehablédelasextrañezasdeloschifladosdelasqueélmismodebíahaberoído,perotodoaquellonosirviódenada.Nomehubieracreídoni si se lohubiera jurado, estabaabsolutamenteconvencido de que yo había revelado el Secreto.Total, que no quiso hablarmásquedeencerrarla.

«Entalescircunstanciascumplíconmideberdemadre.

«—Nadadeasilosdecaridad—ledije—.Noladejaréentrarenunasilodecaridad.Unaclínicaprivada,sileparece.Tengomissentimientoscomomadreyquieromantenermireputaciónenelpueblo;nodarémiconsentimientosinoesunsanatorioprivadocomoelqueescogeríanparasusfamiliaresenfermosmishonorablesvecinos.

Estas fueronmis palabras.Me agradapensar que cumplímis deberes.Apesardequejamásquisemuchoamidifuntahija,latratécondebidadignidad.Niunamanchademiseria,graciasamitenacidadyamidecisión,jamásfuevistasobremihija.

«Cuandosehizoloqueyohabíadeseado(queresultósermássencillo,aconsecuenciadelasfacilidadesqueofrecíanlossanatoriosprivados),nopudemenos de reconocer que el haberla encerrado suponía algunas ventajas paramí. En primer lugar, estaba perfectamente atendida y la trataban (comomeocupéyodequesesupieraenelpueblo)comounaseñoradecunanoble.Ensegundo lugar,estaba fueradeWelmingham,dondeexistíaelpeligrodequedespertase sospechas y preguntas de la gente si se le ocurría repetir misinsensataspalabras.

«El único inconveniente de haberla ingresado era leve. SimplementeconvertimossudeclaracióninfundadadequeconocíaelSecretoenunamaníafija. Después de haberse desbocado con el hombre que la ofendió, fue lobastanteperspicazparadarsecuentadequelehabíaamedrentadoenserio,ybastantelistaparadescubrirluegoqueélhabíatomadoparteensuencierro.Sedespertóenellaunodio frenéticocontraaquelhombre,yencuanto llegóalmanicomioloprimeroquedijoalasenfermerascuandolaserenaronfuequela habían mandado allí porque conocía un secreto de él, pero que pensabadestruir a aquel hombre de por vida y abrir la boca en cuanto llegase el

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momento.

«Diríalomismocuandoustedcontantaimprudencialeayudóensufuga.Ylodijo(comomeenteréelveranopasado)aaquelladesgraciadamujerquesecasóconnuestrocaballerobonachónyanónimorecientementefallecido.Siesadesventuradaseñoraoustedmismohubieseninsistidoconmihijaparaquelesexplicaraaquéserefería,lahubieranvistoperdersuseguridaddeprontoyvolverseindecisa,nerviosayperpleja;ustedeshubierandescubiertoqueloqueyoestoydiciendoahoraeslapuraverdad.Sabíaqueexistíaunsecreto,sabíaquiénestabarelacionadoconélyaquiénperjudicaríasisedescubriera,pero,apartedeéstos,pormuchosmisteriosquehubieseanunciadoaquienesnolaconocían,hastaeldíadesumuertenollegóasabermás.

«¿Hesatisfechosucuriosidad?Seacomofuere,meheesmeradobastanteporsatisfacerla.Enrealidadnoquedanadapordecirnidemínidemihija.Enloqueaellaserefiere,miúnicaculpaesladehaberaccedidoaencerrarla.Medieroneltextodelacartasobrelascircunstanciasenquemihijafuerecluidaenelmanicomio,queyodebíaescribirenrespuestaaladeunaciertaseñoritaHalcombe,quiense interesóporaquellahistoriayquien, seguramentehabíaoídomuchasmentirassobremipersona,mentirasque lecontaríauna lenguamuyacostumbradaadecirlas.Luegohiceloquepudeporencontraramihijaperdidaeimpedirquehicieraalgúndaño,indaguéenelpueblodonde,comomehabíandichoerróneamente,selahabíavisto.Mástodasestaspequeñecestendránpocointerésoningunoparausteddespuésdeloquesabe.

Hasta aquí me he dirigido a usted en términos más amistosos. Pero nopuedoterminarestacartasindirigirleunapalabradereprocheodecensura.

«Enelcursodenuestraconversaciónserefirióustedconatrevimientoalapaternidaddemidifuntahija,comosisuorigenpudieraponerseenduda.¡Fuesumamente inoportuno ymuy poco propio de un caballero por su parte! Sialgunavezvolvemosavernos,hagaelfavorderecordarquenoadmitiréquese trate mi reputación con libertades, y que la atmósfera moral deWelmingham (usando una frase favorita de mi amigo el rector) no debemancharse con conversaciones frívolas de cualquier género. Si usted sepermite dudar dequemimarido fue el padredeAnneme insulta delmodomásgrosero.Siustedhaexperimentadoysicontinúaaúnexperimentandounamorbosacuriosidadporestetema,leaconsejoquedesecheesacuriosidadparasiempreensupropiointerés.Aesteladodelatumba,señorHartright,sibienalotropuedeocurriralgodistinto,nuncaveráustedsatisfechasucuriosidadsobreesamateria.

«Quizá, después de lo que acabo de decirle, considere usted oportunodisculparse conmigo. Hágalo y recibiré gustosa sus disculpas. Después, sideseaunasegundaentrevista,daréunpasomásylerecibiréaustedtambién.

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Sí me puedo permitirme el lujo de invitarle a tomar té y no porque lascircunstancias hayan empeorado paramí. Creo haberle dicho que he vividosiempreconholgurademisrentas,yenestosúltimosveinteañosheahorradoun capital suficiente para todo el resto de mi vida. No pienso irme deWelmingham.Mequedanunaodosventajasquenoheconseguidoteneraúnenestepueblo.Elpastormesaluda,comoustedhacomprobado.Estácasado,y su mujer no es tan amable como él. Pienso ingresar en la Sociedad deDorcas,yentonceslamujerdelpastorestaráobligadaasaludarme.

«Si ustedme honra con su visita no olvide que la conversación versarásobre temas indiferentes. No intente aludir a esta carta, será inútil, estoydecididaanegarelhechodehaberlaescrito.Laevidenciaestádestruidaporelincendio,losé,peromeparecedeseable,noobstante,obrarconcautela.

«Poresonomencionoaquínombresnihayfirmadebajodeestaslíneas;hecambiado la letradesdeelprincipiohastael fin,yyomisma llevaré lacartacuandoseaposibleimpedirquealguienmesigahastamicasa.Ustednotienemotivo para quejarse de estas precauciones, pues no afectan la informaciónque leproporcionoconsiderandoque ledeboeste servicioespecial.Mihoradel té son las cinco y media, y mis tostadas con mantequilla no esperan anadie.»

XI

En cuanto leí la extraordinariamisiva de la señoraCatherick,mi primerimpulso fue destruirla. La abierta y desvergonzada depravación que llevabaaquellanarracióndesdeelprincipioalfin,laatrozperversidaddesentimientosquemeasociabacon insistencia responsableauna tragediade laquenoeraresponsableyaunamuerteporlaqueexpusemipropiavidaparaevitarla,meprodujerontalaversiónqueestuveapuntoderomperlacarta,cuandosemeocurrióunaconsideraciónquemehizonoapresurarmeadestruirla.

Aquella consideración no tenía nada que ver con Sir Percival. Lainformaciónquesemecomunicabaenrelaciónconélapenaseramásqueunaconfirmacióndeaquellasconclusionesalasqueyahabíallegado.

SirPercival cometió sudelito tal y comoyo suponía; y el que la señoraCatherick no hiciera referencia alguna al duplicado del registro que seguardabaenKnowlesburymereafirmóenlaconviccióndequelaexistenciadel libro, junto con el riesgo que ello implicaba, debían ser necesariamentedesconocidos para Sir Percival.Mi interés por la historia de la falsificaciónhabía llegado ahora a su fin; y mi único objetivo al conservar la carta erautilizarlaenalgunaformaenel futuroparaesclarecerelúltimomisterioqueseguía sin resolver, el origen de Anne Catherick por la línea de padre. Sumadre había deslizado en su relato dos o tres frases que podría resultar útilrecordar en su día cuando asuntos de importancia más inmediata me

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permitierandisponerdeocioybuscarlapruebaquefaltaba.Nohabíaperdidola esperanza de encontrar aún aquella prueba, como no había perdido miansiedad por descubrirlo puesto que no había menguado mi interés poraveriguarquiéneraelpadredelapobrecriaturaqueahoradescansabaenpazjuntoalatumbadelaseñoraFairlie.

Así pues cerré la cartay laguardé enmi carterahasta cuando llegase lahoradeabrirladenuevo.

El día siguiente era el último demi estancia enHampshire.Después deapareceranteelmagistradodeKnowlesbury,ydespuésdecompareceren laencuestaaplazada,estaríalibrepararegresaraLondresconeltrendelatardeodelanoche.

Miprimercuidadoporlamañanafue,comosiempre,iracorreos.Lacartade Marian estaba ahí; pero cuando me la entregaron pensé que eradesacostumbradamente ligera. Abrí el sobre con ansiedad. Dentro no habíamásqueuntrozodepapeldoblado.Lasbreveslíneastrazadasconprisasobreelpapeldecían:

«Vuelveloantesquepuedas.Hetenidoquemudarmedecasa.DirígeteaGower'sWalkFulham,(número5)Estaréesperándoteaquí.Notepreocupespor nosotras. Las dos seguimos sanas y salvas. Sólo te pido que vuelvas.Marian.

La noticia que contenían aquellas líneas, que relacioné enseguida conalgúnintentodenuevafeloníaporpartedelcondeFosco,mesobresaltó.Mequedé inmóvil y sin respirar estrujando el papel en mi mano. ¿Qué habíasucedido? ¿Qué villanía sutil había planeado y llevado a cabo el condeaprovechando mi ausencia? Había pasado una noche desde que Marianescribióaquellacarta,ytranscurriríanvariashorasmásparaqueyovolvieraareunirmeconellas.Yparaentoncespodíahaberocurridoalgúnnuevodesastreque yo desconocía. ¡Y tenía que seguir aquí amillas ymillas de distancia,sumiso,doblementesumisoaloquedisponíalaley!

No sé a qué olvido de mis obligaciones me hubieran conducido miansiedadymialarma,sinohubiesesidopor la influencia tranquilizadorademi fe en Marian. La absoluta confianza que sentía por ella fue la únicaconsideraciónterrenalquemeayudóadominarmeymeanimóaesperar.Laencuesta fue el primero de los impedimentos que estaba en mi camino delibertad de acción. Me presenté allí a la hora estipulada; las formalidadeslegalesrequeríanmipresenciaenlacorte,peroresultóquenoeraparaqueyovolvieseaprestarmideclaración.Aquelladilacióninnecesariafueunapruebadura,aunquehice loposibleparaaplacarmi impaciencia siguiendoel juicioconlamayoratención.

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Elprocuradorlondinensedelmuerto(elseñorMerriman)sehallabaentrelos testigos. Pero resultó totalmente incapaz de asistir los propósitos de laencuesta.Loúnicoquepudodecir,fuequeestabainefablementeimpresionadoy asombrado, y que no podía arrojar luz alguna sobre las misteriosascircunstanciasdelcaso.Decuandoencuandoeneltranscursodelaencuestaaplazada, sugería preguntas que el juezde instrucciónplanteaba luego, peroquenocondujeronaningunaparte.Despuésdeuninterrogatoriopacientequeseprolongócasitreshorasyqueagotótodafuentedeinformaciónasequibleeljurado pronunció el veredicto habitual en los casos demuerte repentina poraccidente.Seañadióaladecisiónformalunadeclaraciónqueindicabaquenohabíapruebasquedemostrasenlaformaenquesehabíanrobadolasllavesniqué causó el incendio, ni con qué finalidad el difunto había entrado en lasacristía. Este acto cerraba el juicio. El representante legal del difunto sequedóparacumplirconlosrequisitosdelospreparativosparaelentierroylostestigosquedamosenlibertadpararetirarnos.

ResueltoanoperderunminutoenpresentarmeenKnowlesbury,paguémicuenta del hotel y alquilé un cabriolé que debía conducirme hasta aquellaciudad.Unseñorquemeoyódarestaordenyquevioqueestabasolo,medijoquevivíaenlasafuerasdeKnowlesburyypreguntósiyoteníaalgoencontrasi él compartía el cabriolé para volver a su casa. Por supuesto, acepté suproposición.

Duranteelcaminonuestraconversacióngiró,naturalmente,alrededordelúnicotemaapasionantedeinteréslocal.

MinuevoamigoconocíaunpocoalprocuradordeldifuntoSirPercival,yel señor Merriman había estado hablando con él del estado en que seencontraban los asuntos del caballero difunto y de la sucesión de suspropiedades.LosproblemasdeSirPercival eranbien conocidospor todo elcondado,aloquesuprocuradorhizodelanecesidadunavirtudyreconociósuexistencia. Sir Percival había muerto sin dejar testamento y no dejabaposesionespersonalesquehubierapodidolegar;lafortunaquehabíaheredadodesumujerselatragaronsusacreedores.Elherederodesufinca(yaqueSirPercival no dejó descendencia) era el hijo de un primo de Sir FélixGlyde,oficial de laMarina quemandaba entonces uno de los buques que hacen elcomercioconlaIndia.Ibaaencontrarsesuinesperadaherenciaembargadadedeudas,peroconel tiempolasposesionesserestableceríany,si«elcapitán»erahombrehabilidoso,antesdemorirpodríaserrico.

Aunque absorto en mis pensamientos sobre el regreso a Londres, estainformación (que los acontecimientos confirmaron por entero) tenía unaspectointeresantequeatrajomiatención.PenséqueaquellomejustificabaelmantenerensecretomidescubrimientodelfraudedeSirPercival.Elherederocuyos derechos éste había usurpado era el mismo que ahora entraría en

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posesióndelafinca.Susrentasdeveintitrésaños,quedebieronhabersidolasque el difunto había derrochado hasta el último penique, habían voladoirrecuperablemente. Si yo hablabami declaración no favorecería a nadie. Siguardabaelsecreto,ocultaríalavillaníadelhombrequeconengañosindujoaLauraacasarseconél.PorelbiendeLauradeseabaocultarla,yporsubientambiéncuentoestahistoriaconnombressupuestos.

Me despedí de mi ocasional compañero al llegar a Knowlesbury y medirigíenseguidaalmunicipio.Comoeradeesperar,nadiesehabíapresentadopara mantener la acusación. Se cumplieron las formalidades necesarias yquedé absuelto. Al salir del juzgado me entregaron una carta del señorDawson.Mecomunicabaquepormotivosprofesionalesestabaausentedelaciudadymerepetíasuofrecimientodebrindarmetodalaayudaqueestuvieseen su mano. Le escribí una contestación expresándole mi cordialagradecimiento por su amabilidad y disculpándome por no poder darle lasgracias personalmente a causa de que un asunto apremiante reclamaba miregresoinmediatoaLondres.

MediahoradespuésmedirigíaaLondreseneltrenexpreso.

LleguéaFulhamentrenueveydiezdelanoche;ynotardéenencontrarGower'sWalk.

Laura y Marian salieron juntas a recibirme a la puerta. Creo que nohabíamos sospechado qué fuerte lazo nos ataba a los tres, hasta que llegóaquellanochequevolvíaaunirnos.Nosencontramoscomosihubieranpasadomesessinvernos,ynounospocosdías.ElrostrodeMarianestabafatigadoyllenodeansiedad.Enelmomentoenque lamiré,viaquiensabía todos lospeligrosysoportabatodaslasangustiasdurantemiausencia.Unaspectomásanimadoyunespíritumás alegrequeobservé enLauramedijeron conquécuidado se le había ahorrado todo conocimiento de la espantosa muerteacaecida en Welmingham y de la verdadera razón por la que habíamoscambiadodecasa.

Elajetreodeltrasladopareciódivertirlayatraerla.HablabadeellocomosifueraunafelizocurrenciadeMarianparadarmeunasorpresa,paraqueyo,alvolver, encontrase aquel cambio de una calle estrecha y ruidosa por unaagradablevecindad,deárboles,pradosyunrío.Estaballenadeproyectosparaelfuturo:dibujosqueibaaterminar,loscompradoresqueyohabíaencontradodurantemiviaje,loschelinesypeniquesqueteníaahorradosyqueabultabantantosubolsoquepidió,conorgullo, sopesarloenmipropiamano.Aquellamaravillosa transformación que se había apoderado de ella durante miausencia, fueparamíuna sorpresaa laqueyonoestabapreparadoyera alvalordeMarianyalamordeMarianaloqueyodebíalaindeciblefelicidaddeobservarla.

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CuandoLauranosdejóypudimoshablarsindisimulos,intentéexpresardealgunaformalagratitudylaadmiraciónquellenabamicorazón.Peroaquellacriatura generosa no quiso escucharme. Esta abnegación sublime de lasmujeres, que da tanto y pide tan poco, volvió todos los pensamientos deMariandesdesupropiapersonahaciamí.

—Teníasólounmomentohastaquesalieraelcorreo—medijo—;sino,tehubiera escrito conmás detalles. Pareces cansado y deshecho,Walter, ¿seráquemicartatehaalarmadotanto?

—Sóloalprincipio—contesté—.Miconfianzaen ti,Marian,serenómispensamientos. ¿He estado en lo cierto al atribuir este inesperado cambio decasaaalgunaamenazaodiosadelcondeFosco?

—Estásenlocierto—medijo—.Leviayer,ypeoraún,Walter:habléconél.

—¿Hablasteconél?¿Sabíaéldóndevivíamos?¿Fueanuestracasa?

—Sí.Vinoacasa,peronosubió.Lauranolovio;ellanosospechanada.Voy a contarte cómo ocurrió: el peligro, creo y espero, ha pasado parasiempre. Ayer yo estaba en el salón, en nuestra antigua casa. Laura estabasentadaalamesaydibujaba,yohacíalalimpieza.Hubounmomentoenquepasé delante de la ventana y al pasar miré a la calle. Allí en la acera deenfrentevialcondeFoscohablandoconunhombre...

—¿Tevioélatienlaventana?

—No.… por lomenos eso creí. Verlome sobresaltó tanto que no podíaestarsegura.

—¿Quiéneraelotro?¿Loconocías?

—Sí,loconocí,Walter.Encuantopuderespirardenuevoloreconocí.Eraeldueñodelmanicomio.

—¿Elcondeleestabaseñalandonuestracasa?

—No.Hablabancomosisehubieranencontradoenlacalleporcasualidad.Mequedéjuntoalaventanamirándolosdesdedetrásdelosvisillos.Sihubieradado la vuelta, y si Laura hubiera vistomi cara en aquelmomento... ¡PerograciasaDiosestabaabsortaensusdibujos!Prontosedespidieron.Eldueñodelmanicomiosedirigióaunaparteyelconde,alaotra.Tuvelaesperanzadeque estuvieran en aquella calle por casualidad, hasta que vi que el condevolvía. Se paró de nuevo frente a nuestra casa, sacó su agenda y el lápiz,escribióalgoycruzólacalledirigiéndosealatiendaquehayenlaplantabaja.Salícorriendodelcuarto,asíqueLauranotuvotiempodemirarmeyledijeque se me había olvidado una cosa arriba. En cuanto cerré la puerta de lahabitación, bajé hasta el primer piso y quedé a la espera: estaba decidida a

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pararlesiintentabasubir.Peronointentóhacerlo.Lacriadadelatiendasalióalaescaleracon la tarjetaen lamano.Erauna tarjetagrandeydoradaconsunombreyunacoronitaencimayabajoestabanescritasconlápizestaslíneas:«Queridaseñorita(¡así!elmuyvillanoseatrevíaaúnadirigirseamídeestemodo): querida señorita, le suplico una entrevista para tratar un asuntoimportante para los dos. Si uno es capaz de pensar, ante graves dificultadespiensaconrapidez.»

Creí que podía ser un error fatal callarme yo y dejarte a ti en oscuridadcuandose tratabadeunasunto relacionadoconunapersonacomoel conde.Sentíqueeltemoracercadeloqueélpodíaemprendermientrastúnoestabas,meseríadiezvecesmás insoportable simenegabaaverloque si consentía.«Dígaleal señorquemeespereen la tienda—dije—. Iré en seguida».Subícorriendoabuscarmicapota,resueltaanodejarlehablarconmigodentrodelacasa.Yo reconocía su voz profunda y estridente y temía que Laura pudieraoírlainclusodesdelatienda.Enmenosdeunminutoyaestabadenuevoenlaescalerayabrílapuertadelacalle.Elsaliódelatiendaysedirigióhaciamí.Eraél,vestidode luto riguroso,consuelegantesaludoysusonrisaasesina,rodeado de unos niños y mujeres ociosas que contemplaban con la bocaabiertasugordura,suscarasropasnegrasysulargobastónconpuñodeoro.Los horrorosos tiempos de Blackwater retornaron a mí en cuanto lo vi. Laantigua repulsiónme invadióencuanto sequitó su sombreroconadornosymehablócomosieldíaanteriornoshubiéramosseparadoenlostérminosmáscordiales.

—¿Recuerdasloquetedijo?

—No te lopuedo repetir,Walter.Tan sólovas a saber quémedijode tipero no puedo repetir lo que me dijo de mí. Fue aún peor que la refinadainsolenciadesucarta.Sifuerahombre,lehabríagolpeado.Aplaquéelpruritoconmismanos rompiendo enmil pedazos su tarjeta debajo demi chal. Sincontestarleunapalabraechéaandarparaalejarmedelacasa(portemoraqueLauranosviese);élmesiguiósindejardeprotestardébilmente.Enlaprimerabocacallemevolvíhaciaélylepreguntéquéqueríademí.Queríadoscosas:laprimerasiyonoveíaenello inconveniente,expresarmesus sentimientos.Me negué a conocerlos. La segunda, repetirme la advertencia queme habíahecho en su carta.Lepregunté cuál era elmotivopara repetirla.Se inclinó,sonrió, y dijo que me lo iba a explicar. Sus explicaciones confirman porcompletolostemoresdequetehablécuandotemarchabas.TeacordarásquetedijequeSirPercivalerademasiadotercoparaseguirelconsejodesuamigoenloquesereferíaati;yquenohabíapeligroquetemerdelcondemientrasnada amenazase sus propios intereses, que sería cuando él actuase por sucuenta.

—LorecuerdoMarian.

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—Bueno,resultósercierto.Elcondeofreciósuconsejoquefuerechazado.SirPercivalnoquisoconsultarmásqueconsuviolencia,suobstinaciónysuodio hacia ti. El conde le dejó hacer, pero antes, para el caso de que algoamenazaraluegosuspropiosintereses,seenteróensecretodedóndevivíamosnosotros. Los hombres del abogado te siguieron cuando volviste a casadespués de tu primer viaje a Hampshire, en la primera parte de tu caminodesdelaestación,yelpropiocondeluego,yllegóhastalapuertadelacasa.Cómoconsiguióquetúnolovieses,esonomelodijo;perolociertoesquenos encontró entonces y de esta manera. Cuando nos descubrió, no seaprovechó de lo que sabía hasta que recibió la noticia de la muerte de SirPercival, y entonces, como te dije, decidió actuar por su cuenta dando porhecho que ahora te volverías contra él, que fue cómplice del difunto en laconspiración.SintardarconvinounaentrevistaconeldueñodelmanicomioenLondres y lo llevó adonde se ocultaba su enferma prófuga, creyendo quecualquieraquefueseelresultado,teveríasenvueltoenunsinfíndedisputasycomplicacioneslegalesytendríaslasmanosatadasparaemprenderalgocontraél. Este era su propósito, tal como él mismo me lo confesó. La únicaconsideraciónquelehizovacilarenelúltimomomento...

—¿Sí?

—Walter, es muy duro reconocerlo, pero ¡debo hacerlo! Yo fui aquellaúnica consideración. No encuentro palabras para decir qué humillada mesientoenmipropiaestimacióncuandopiensoeneso,peroelúnicopuntodébildelcarácterférreodeestehombreeslahorribleadmiraciónqueleinspiro.Porrespetoamímismayoprocurabanoverlomientraspodía;perosusmiradasysus actos me obligan a reconocer la vergonzosa verdad. Los ojos de esemonstruo de maldad se humedecieron cuando me hablaba. ¡Sí,Walter!Medeclaró que en el momento de mostrar al doctor nuestra casa pensó en laangustia que me produciría estar separada de Laura, en mi castigo si mellamasenacontestarporhaberorganizadosufuga...,yseexpusoalopeorquetúpuedashacerle,yeslasegundavezquesearriesgapormibien.Todoloquemepedía,eraquenoolvidasesusacrificioyquemoderasetusímpetus,puessería en su propio interés el interés que, tal vez, no sería capaz de tener encuentaenlapróximaocasión.Noseloprometí,antespreferíamorir.Perolecreaono,seaverdadomentiraquedioaldoctorunaexcusaparaalejarle,unacosa es indudable: vi almédicomarcharse sin dirigir siquiera una ojeada anuestraventananihacianuestracasa.

—Locreo,Marian.Loshombresmejores,¿nosoncapacesdecaeralgunavez?¿Porqué lospeoresnovanadejarse llevaralgunavezporelbien?Almismo tiempo sospecho que él sólo pretende asustarte amenazándote conaquello que en realidad no puede hacer.Dudo de que pudiera perjudicarnosconayudadeldueñodelmanicomio,ahoraqueSirPercivalestámuertoyque

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nadiemandasobre laseñoraCatherick.Perocontinúa.¿Quétedijodemíelconde?

—Por fin habló de ti. Sus ojos se encendieron y endurecieron y su tonovolvió a ser como yo lo recordaba de otros tiempos, con esa mezcla deresolución despiadada y de burla escarnecedora que hace imposiblecomprendersus intenciones.«¡Advierteal señorHartright!—medijocon lamayorsolemnidad.Tendráquetratarconunhombredecabeza,unhombrealque le importan dos cominos las leyes y convenios sociales si se enfrentaCONMIGO.Similloradoamigohubierahechocaso,elasuntodelaencuestasehubieradedicadoalcuerpodelseñorHartright.Peromilloradoamigoeraterco.¡Veausted!Llevolutoporél,enmialma,pordentro,yporfuera,sobremisombrero.Estagasatrivialhabladeunossentimientosantelosqueyoexijoal señor Hightright respeto. ¡Se trasformarían en una enemistadinconmensurablesiélintentaperturbarlos!Quesecontenteconposeerloqueposee, con lo que lo dejo intacto a él y a usted, por consideración a usted.Dígale (saludándole en mi nombre) que si me molesta se enfrentará conFOSCO.Hablandoconlenguajedelpueblo,leanuncioqueFosconoletemeanadie». Sus fríos ojos grises se clavaron enmi rostro, se quitó el sombrerosolemnemente,seinclinóantemíymedejósola.

—¿Novolvió?,¿nodijootraspalabrasdedespedida?

—Llegóa laesquina,mesaludócon lamanoy luegola llevóalcorazóncongestoteatral.Despuésdeestoleperdídevista.Semarchóenladirecciónopuesta a nuestra casa y yo volví corriendo. Antes de entrar en casa habíadecidido que debíamos marcharnos. Aquella casa, (sobre todo cuando noestabastú)eraunsitiopeligrosoenlugardeservirnosderefugio,desdequeelconde lo había descubierto. Si hubiese estado segura de que ibas a volverquizáme hubiera arriesgado a esperar tu llegada. Pero no estaba segura denada y obraba obedeciendo al primer impulso. Tú habías hablado, antes deirte,demudarnosaunlugarmástranquilo,dondeelairefuesemáspuro,queseríabuenopara lasaluddeLaura.Mebastó recordárseloysugerirleque tesorprenderíamos y te ahorraríamos trabajo si arregláramos el traslado en tuausencia, para que Laura desease que nos mudáramos tanto como yo. Meayudó a empaquetar tus cosas y ella las ha ordenado en tu nuevo cuarto detrabajoquetienenaquí.

—¿Quétehizopensarenveniraestesitio?

—MidesconocimientodeotrossuburbiosdeLondres.Sentíalanecesidadde alejarnos lo más posible de nuestro antiguo alojamiento; yo conocía unpocoFulham,puesdeniñaestuveenuncolegiodeaquí.Asíqueenviérecadoporunmensajeroparaversielcolegioexistíaaún.Resultóquesí:lashijasdemi antiguamaestra eran las que lo regentaban ahora, y fueron ellas las que

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encontraronestacasasiguiendolasindicacionesqueyoleshabíahechollegar.Fue precisamente a la hora de salir el correo cuando llegó el mensajerotrayendo las señas de esta casa. Nos pusimos en camino al oscurecer yllegamos aquí sin que nadie nos viera. ¿He hecho bien, Walter? ¿Hejustificadotuconfianzaenmí?

Lecontestéconcaloryagradecimiento,laspalabrasmesalíandecorazón.Peromientrasyohablabalaexpresióndeansiedadnodesaparecíadesurostro,ylaprimerapreguntaquemehizocuandoterminé,sereferíaalcondeFosco.

Viquehabíacambiadosuideasobreél.Nomanifestabanuevosaccesosdeiracontraél,novolvíaaimplorarmeapresurarmiajustedecuentasconél.

Su convicción de que la horrenda admiración que le inspiraba a aquelhombre, era de veras sincera, parecía haber aumentado cien veces sudesconfianza ante sus impenetrables argucias, parecía haber ahondado suterror innatoante laenergíaperniciosayeldominioqueaquelhombre teníasobretodassusfacultades.Suvozsonababaja,sutonoeravacilante,susojosescudriñaronlosmíosconansiaytemorcuandomepreguntóquéopinabayosobreaquelmensaje,quépensabahacerahora,despuésdeconocerlo.

—No han pasado muchas semanas, Marian —le contesté—, desde quetuve mi entrevista con el señor Kyrle. Cuando nos separamos, las últimaspalabras sobreLauraque le dirigí fueron éstas: «La casade su tío se abrirápara recibirlaenpresenciade todosycadaunode losquesiguieron la falsaprocesión fúnebre hasta la tumba; lamentira que atestigua sumuerte ha dearrancarse públicamente de las piedras del sepulcro con autorización delcabezadefamiliayesosdoshombresquelahanofendidoresponderánantemídesucrimenaunque la justiciaquesesientaen los tribunalessea impotentepara perseguirlos». Uno de estos hombres no puede ser castigado por losmortales.Quedaelotroymiresoluciónsiguesiendolamisma.

Susojosbrillaron,susmejillasseencendieron.Nodijonada,peroviensurostroquelallenabanlosmismossentimientosqueamí.

—No voy a ocultarte ni a ocultarme a mí mismo —proseguí—, quetenemosdelanteunaperspectivamásquedudosa.Losriesgosquehastaahorahemos corrido son, quizá, baladíes comparados con los riesgos que nosamenazanenelfuturo,perosedebeprobarsuerte,Marian,apesardetodo.Nosoysuficientementefuerteparaenfrentarmeaunhombrecomoelconde,sinomepreparoparalucharconél.Heaprendidoatenerpaciencia;puedoesperar.Quecreaquesusadvertenciashanproducidoefecto;quenovuelvaasabernia oír nada de nosotros; que tenga todo el tiempo que necesite para sentirseseguro, y su propia naturaleza petulante, a no ser que me equivoque,precipitaráel resultado.Estaesunarazónparaqueesperemos;pero tambiénhayotramáspoderosaaún.Misituación,Marian,respectoaLaurayrespecto

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ati,deberíaestarmásfortalecidadeloqueestáahora,antesdequeyopruebenuestrasuerteporúltimavez.

Seinclinóhaciamíconexpresióndesorpresa.

—¿Cómosepuedefortalecerla?

—Telodiré—contesté—,cuandolleguelahora.Nohallegadatodavíayquizánolleguejamás.TalvezlocalleaLaurasiempre;debocallárteloahorainclusoa ti, hastaqueesté convencidodequepuedohablar sinperjudicar anadieycontodanobleza.Dejemosestetema.Existeotroquereclamanuestraatencióncon lamayorurgencia.Tú lehasocultadoaLaurapiadosamente lamuertedesumarido...

—Walter,creoquepasarámuchotiempoantesdequepodamosdecírselo,¿verdad?

—No, Marian. Es mejor que tú se lo reveles ahora antes de que unacasualidadquenuncasepuedepreverseloreveleenunfuturo.Ahórraletodoslosdetalles,explícaselopocoapoco,perodilequehamuerto.

—¿Tienesalgunaotrarazón,Walter,paradesearqueconozcalamuertedesumarido,ademásdelaqueacabasdedarme?

—Sí,latengo.

—¿Una razón que está relacionada con ese tema del que no podemoshablarnosotrosydelquequizánuncapuedashablarconLaura?

Recalcó especialmente estas últimas palabras. Cuando le di la respuestaafirmativa,lasrecalquéyotambién.

Su rostro palideció. Durante unos instantes estuvo mirándome con uninterés triste e inseguro. Una ternura desacostumbrada resplandeció en susojososcurosyablandósus firmes labios,cuando lanzóunamiradaa lasillavacíaenlaquesolíasentarselacompañeraqueridadetodasnuestraspenasyalegrías.

—Creo que lo entiendo—dijo—.Creo que esmi deber ante ella y anteWaltercontarlelamuertedesumarido.

Suspiró,apretómimanoporunmomento,lasoltóenseguidaysaliódelaestancia.AldíasiguientesupoLauraquelamuertelahabíaredimidoyqueladesgracia y equivocación de su vida yacían enterradas en la tumba de suesposo.

Sunombrenovolvióapronunciarseentrenosotros.Desdeaquelmomentorehuíamos la menor aproximación al tema de su muerte; y con el mismoescrupulosoempeño,Marianyyoevitamostodamencióndeaquelotrotemaquedemutuoacuerdonosedebíatocaraún.Noestabaporellomásapartado

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denuestrasmentes,másbienestabavivoenellasa fuerzade laprohibiciónquenoshabíamosimpuesto.LosdosobservábamosaLauraconmásafánquenunca;esperandoavecesconilusión,avecesconmiedo,quellegaselahora.

Pocoapocohabíamosvueltoallevarnuestravidadesiempre.Retomémistrabajos quehabía suspendidodurantemiviaje aHampshire.Nuestra nuevacasanoscostabamásque lashabitaciones,máspequeñasymenoscómodas,que habíamos dejado; ello requería de mí esfuerzos más grandes,requerimientoqueunfuturoquesenospresentaba llenodedudashacíamásapremiante.Podíansurgircontingenciasqueagotaríannuestromodestocapitaldepositado en el banco, y el trabajo demismanos podía resultar un día elúnicomedioquenosquedaseparamantenernos.Unempleomásseguroymáslucrativo que aquél del que yo disponía, era una necesidad, dada nuestrasituación;unanecesidadquemeapliquéahoraasatisfacer.

No se debe concluir que el intervalo de descanso y de retraimiento queestoy describiendo, hubiese suspendido del todo, por mi parte, todapersecución del único propósito imperante con el que en estas páginas vanunidos mis pensamientos y mis actos. Debían pasar meses y meses desdeentonces, para que aquel propósito me dejase libre de su poder. Su lentomadurar aún me dejará tomar alguna medida de precaución, cumplir conalgunaobligacióndegratitudyresolveralgunacuestióndudosa.

La medida preventiva estaba relacionada con el conde. Era de sumaimportancia averiguar si entraba en sus planes permanecer en Inglaterra o,dichoenotraspalabras,permaneceramialcance.Pudeaclararestadudaconmediosmuysencillos.PuestoqueconocíasudirecciónenSt.John'sWood,fuia indagar en aquel barrio y encontré al agente que administraba la casaamuebladadondevivíaelconde,preguntésieraposiblequeelnúmerocincode Forest Road estuviese en alquiler dentro de un tiempo razonable. Recibíunarespuestanegativa.Semeinformóqueelcaballeroextranjeroqueresidíaentoncesen la casahabía renovadosucontratoprolongándoloporotros seismeses y que ocuparía la finca hasta finales de junio del año siguiente.Estábamosacomienzosdediciembre.Dejéaladministrador liberadodemistemoresdequeelcondeseescapara.

Laobligacióndegratitudquemequedabaporcumplirme llevóunavezmás a casa de la señora Clements. Le había prometido volver y contarleaquellosdetallesrelacionadosconlamuerteyentierrodeAnneCatherick,quehabía tenido que silenciar durante nuestra primera entrevista.Ahora que lascircunstancias habían cambiado no había inconveniente alguno para que yoconfiaseaestabuenamujeraquellapartedelahistoriadelaconspiraciónquees preciso referirle. Tenía todas las razones que la compasión y el sentidoamistosopudieranproporcionarparadarmeprisaencumplirmipromesa,ylacumplíaconcienciayconesmero.Nohaynecesidaddelastrarestaspáginas

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describiendocuantopasóenelcursodeaquellaentrevista.Serámásoportunodecirque lapropiaentrevista trajoamimente laúnicacuestióndudosaquequedaba aún por resolver: ¿cuál era el origen de Anne Catherick por líneapaterna?

Multituddedistintasconsideracionesenrelaciónconestetema—deporsíbastante insignificantes, pero inmensamente importantes si se las examinabaensuconjunto—mehabíanllevadoenlosúltimostiemposaunaconclusiónquedecidícomprobar.ObtuvepermisodeMarianparaescribiralcomandanteDonthorne, deVarneckHall (en cuya casa la señoraCatherick había vividodurante años antes de casarse). Se las planteé en nombre de Marianexplicando,para justificarmi intención,queestabanrelacionadasconciertosasuntosdesufamiliaquesóloteníanuninteréspersonal.Cuandoescribía lacarta,nosabíaacienciaciertasielcomandanteDonthornevivíatodavía,yesocontando con la posibilidad de que así fuese y de que él estuviese encondicionesytuviesedeseosdecontestarme.

Al cabo de dos días llegó la prueba, en forma de una carta, de que elcoronelestabavivoydispuestoaayudarnos.

La idea que yo tenía en la cabeza al escribirle y el carácter de mispreguntaspodrándeducirsefácilmentedesurespuesta.Sucartacontestabaamispreguntascomunicándomelossiguienteshechosimportantes:

Enprimerlugar,queeldifuntoSirPercivalGlyde,deBlackwaterPark,nohabíapuestojamáslospiesenVarneckHall.AquelcaballeroeraunperfectodesconocidoparaelcomandanteDonthorneyparatodasufamilia.

En segundo lugar, que el difunto señor Philip Fairlie, de LimmeridgeHouse, durante su juventud fue íntimo amigo y constante huésped delcomandanteDonthorne.Trasrefrescarsumemoriaconsultandocartasviejasyotros papeles, el comandante podía afirmar con toda seguridad que el señorPhilipFairlieestuvoenVarneckHallenelmesdeagostodemilochocientosveintiséisyquepermaneció allí paraparticipar en la cacería todoelmesdeseptiembre y parte de octubre siguiente. Entonces se fue, por lo que elcomandantesabíaaEscociaynoretornóaVarneckHallhastatiempodespués,cuandollegóallíestandoyacasado.

Estainformación,consideradaaisladamente,teníatalvezpocaimportanciapositiva;pero relacionándolaconalgunoshechosqueMarianyyosabíamosqueeranciertos,sugeríaunaconclusiónpalmariaquesenospresentabacomoirrefutable.

Ahora sabíamosqueel señorPhilipFairlie estuvoenVarneckHall enelotoño de mil ochocientos veintiséis, y en la misma época estaba allí dedoncellalaseñoraCatherick;sabíamostambién:primero,queAnnenacióen

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juniodemil ochocientosveintisiete; segundo,quedesde siemprepresentabauna semejanza extraordinaria con Laura, y tercero, que, a su vez, Laura separecíademaneraincreíbleasupadre.ElseñorPhilipFairliehabíasidoensutiempo uno de los hombres más famosos por su apostura. De naturalcompletamente distinto a su hermano Frederick, era el niño mimado de lasociedad, sobre todo entre lasmujeres, un hombre apacible, despreocupado,impulsivo y afectuoso, generoso hasta el derroche, de principios lasos pornaturalezaynotoriamente indolenteante lasobligacionesmoralescuandosetratabademujeres.Taleseran loshechosque sabíamos;y tal el carácterdelhombre. Seguramente no hace falta aclarar a qué conclusión natural nosllevabaaquello.

Bajo lanueva luzquemealumbraba ahora, incluso la cartade la señoraCatherick,encontradesuintención,aportósugranodearenaenfortalecerlasuposiciónalaqueyohabíallegado.HabíadescritoalaseñoraFairlie(ensucartaamí)como«deaspectoinsignificante»que«habíalogradopescar,hastaobligar a casarse con ella, al hombre más guapo de Inglaterra». Ambasafirmacionessehacíandeformagratuitaylasdoseranfalsas.Loscelos(que,en una mujer como la señora Catherick se expresarían más bien llena demaliciamezquinaantesquequedarsilenciados)meparecieronelúnicomotivorazonable de aquella peculiar insolencia con que ella se refería a la señoraFairlie, cuando las circunstancias no le exigían hacer referencia alguna aaquélla.

Esta mención del nombre de la señora Fairlie sugiere obviamente otrapregunta.¿SospechóellaquiénpodríaserelpadredelaniñaquetrajeronasuescueladeLimmeridge?

Miriannoteníadudasalrespecto.LacartadelaseñoraFairliedirigidaasumarido, aquella que Marian me había leído otrora —la carta en que sedescribíaelparecidoentreAnneyLauraysehablabadesuinterésafectuosoporlapequeñaforastera—fueescrita,sindudaalguna,conlamayorinocenciadelalma.Pensándolobien, resultapocoprobablequeelmismoseñorFairlieestuviesemáscercaquesumujerdesospechar laverdad.Lascircunstanciastristemente engañosas en que la señora Catherick se casó, el propósito deocultaciónqueaquelmatrimoniodebíaconseguir,bienpodíahacerlacallarporprecaución y también, quizá, por resguardar su propio orgullo, asumiendoinclusoqueellatuvieraasudisposiciónmediosparacomunicarseconelpadredesufuturohijocuandoaquélsehabíamarchado.

Cuando esta suposición se asomó a mi mente, brotó de mi memoria laevocación de la condena en la que todos hemos pensado en su día conextrañezayconpavor:«lainiquidaddelospadresrecaerásobreloshijos»Sinohubierahabidoaquelparecidofatalentrelasdoshijasdeunmismopadre,laconspiracióndelaqueAnnefueinstrumentoinocenteyLaurala inocente

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víctimajamáshubierapodidoserplanteada:¡Conquérigorterribleeinfaliblela larga cadena de circunstancias condujo desde el mal que el padre habíacometidoporligereza,hastaelultrajedesalmadoinfligidoasuhija!

EstospensamientosmeasaltaroncomotantosytantosotrosquellevabanmiimaginaciónhastaelpequeñocementeriodeCumberland,dondereposabaahoraAnneCatherick.RecordélosdíaspasadoscuandolavijuntoalatumbadelaseñoraFairlie,cuandolaviporúltimavez.Penséensuspobresmanosdébiles acariciando la lápida y en sus palabras de súplica fatigosa que lemurmurabaalosrestosdesuprotectoraysuamiga.«¡Oh,sipudieramorirydescansar contigo!».Había transcurrido pocomás de un año desde que ellapronuncióaqueldeseo,y,¡dequémanerataninexorableytanterriblesehabíacumplido! Las palabras que dijo a Laura a la orilla del lago, eran ahorarealidad.«¡Sipudieraenterrarmejuntoasumadre!¡Sipudieradespertarasulado cuando la trompeta del ángel resuene y nuestras tumbas cedan a susmuertosalaresurrección!»¡Atravésdecuántoscrímenesyhorroresmortales,a través de cuántosvericuetos tenebrososdel caminoque lleva a laMuerte,Diosguioaaquellacriaturaabandonadahaciasuúltimamoradaqueenvidajamás hubiera esperado alcanzar! Ahí (lo digo enmi corazón), ahí—si yotuviera poder de disponerlo así— sus restos mortales deben permanecercomponiendolasepulturaconlaamadaamigadesuinfancia,conelrecuerdoquerido de su vida. ¡Este reposo debe ser sagrado, esta compañía debe serperdurable!

Asílafigurafantasmal,recurrenteenestaspáginas,recurrenteenmivida,desciendealasTinieblasimpenetrables.PorvezprimeravinoamícomounaSombraenlasoledaddelanoche.ComounaSombrasealejaenlasoledaddelamuerte.

¡Adelanteahora!Adelanteenelcaminoquepasaporotrasescenasynosconduceatiemposmásradiantes.

FINDELASEGUNDAPARTE

TERCERAPARTE

CONTINÚAELRELATODEHARTRIGHT

I

Hantranscurridocuatromeses.Hallegadoabril,elmesdelaprimavera,elmes de los cambios. El curso del tiempo siguió en nuestro nuevo hogar

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duranteel intervalodesdeel comienzodel inviernoconpazy serenidad.Yohabía empleado bien el largo ocio, había ampliadomucho el círculo demisclientes y había dadoun fundamentomás sólido a nuestrosmediosdevida.Liberadadelatensiónydelaansiedadquelahabíansometidoaunapruebatanduraylaatosigarondurantetantotiempo,Marianrecobrósuánimo;ylaenergía natural de su carácter le iba retornando junto con buena parte —aunquenoporcompleto—desuespírituindependienteyvigorosodetiempospasados.

Másflexibleanteelcambioquesuhermana,Laurapresentabaunprogresomásnotablequelasinfluenciassaludablesdesunuevavidahabíanproducido.La mirada de dolor y de cansancio que había envejecido su rostroprematuramente,ibaabandonándolaconrapidez;ylaexpresiónquehabíasidouno de sus principales atractivos en los días pasados, fue el primero de susencantos que ahora había vuelto. Observándola con más detenimiento,descubrí tan sólo una consecuencia seria de la conspiración que habíaamenazado suviday su razón.Su recuerdode los acontecimientosdesde elperíodo en que vivió en Blackwater Park hasta el período en que nosencontramos en el cementerio de la iglesia de Limmeridge, parecíadesesperadamente irrecuperable. A la menor referencia a aquélla época, seinmutaba y temblaba como antes; sus palabras se confundían; su memoriatambaleabayseperdíaimpotente.Enesto,ysóloenesto,elrastrodelpasadose había grabado profundamente, demasiado profundamente para poderloborrar.

Entodolodemáshabíaavanzadotantoensucaminoderecuperación,queen susmejoresdías aveces seportabayhablabacomo laLaurade tiemposantiguos.Aquelcambiofelizprodujoennosotrosdossuresultadonatural.LosrecuerdosimperecederosdenuestravidaenCumberlanddespertabanahoradesu largo dormitar, en ella y enmí; recuerdos que no eran otros que los denuestroamor.

Paulatinae imperceptiblementenuestras relacionesdecadadía sehacíantirantes.Laspalabrascariñosasquecontantanaturalidadledirigíaenlosdíasdesupenaysufrimiento,extrañamenteahoranoacudíanamislabios.Enlosdías cuando en mi mente estaban tan presentes el miedo de perderla, yosiemprelabesabaaldespedirnosporlasnochesycuandonosencontrábamospor lasmañanas.Ahora parecía que este beso estaba olvidado por nosotros,quehabíadesaparecidodenuestrasvidas.Nuestrasmanostemblabandenuevoal tropezarse. Apenas nos atrevíamos a mirarnos siquiera, si Marian no sehallabapresente.Laconversación,cuandoquedábamosasolassedesvanecíaamenudo.Cuandolarozabacasualmente,sentíalatirmicorazóndeprisacomolatíaenLimmeridge,yveíacómoenrespuestaseencendíaensusmejillaseladorable rubor, como si de nuevo estuviéramos enmedio de las colinas de

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Cumberland,comosidenuevofuéramosmaestroydiscípula.AvecesLaurasequedabacalladaypensativa,perocuandoMarianselopreguntaba,negabaque hubiera estado pensando. Yomismome sorprendí un día olvidandomitrabajoporsoñaranteunpequeñoretratoenacuarelaquehiceenelpabellóndeveranodondenoshabíamosencontradoporprimeravez,exactamentecomosolía olvidar los grabados del señor Fairlie por soñar ante aquella imagenrecién terminada de pintar en aquellos tiempos lejanos. Por cambiadas queestuvieranahoratodaslascircunstancias,larelaciónentrelosdosenlosdíasdoradosdenuestraamistadparecíahaberresucitadojuntoconelresucitardenuestro amor. ¡Aquello era como si el tiemponoshubiera llevadoatrás a laruinadenuestrasesperanzastempranas,alaantiguayfamiliarribera!

Acualquierotramujer lehubierapodidodecir laspalabrasdecisivasqueaún vacilaba en decirle a ella. Su incapacidad de valerse por sí misma, susoledadysudependenciadetodoelrestringidoafectoqueyopodíamostrarle;mi temor a rozar demasiado pronto alguna secreta sensibilidad suya quemiinstintodehombrenohubiesesidobastantefinoparadescubrir...,todasestasconsideracionesyotrassemejantesmevolvíansilenciosoydesconfiadodemímismo. Sin embargo, yo comprendía que la reserva entre los dos debíaterminar,quelaactitudqueelunomanteníafrentealotro,debíasercambiadade alguna forma segura, en pro de nuestro futuro; y que era mi obligaciónantesquenadie,reconocerlanecesidaddelcambio.

Cuanto más pensaba sobre la relación entre nosotros, más difícil meparecía cambiarla,mientras las condiciones domésticas en que vivíamos lostres desde principios de invierno continuaban siendo lasmismas.No puedoexplicarelcaprichosoestadodeánimoqueengendróestasensaciónpero,sinembargo, se apoderó de mí la idea de que un previo cambio de sitio y decircunstancias, una repentina ruptura de la tranquila monotonía de nuestrasvidas que transformase las apariencias caseras bajo las que estábamosacostumbrados a presentarnos unos a otros, podrían abrirme el camino parahablarypodríanhacermásfácilymenosembarazosaparaLaurayMarianlatareadeescuchar.

Llevaba este propósito cuando dije una mañana que creía que todosmerecíamos unas vacaciones y un cambio de aire. Después de algunareflexión,sedecidióqueiríamosunasdossemanasalmar.

Al día siguiente dejamos Fulham para trasladarnos a una poblacióntranquila de la costa del Sur. En aquella época temprana fuimos los únicosforasterosenelpueblo.Lasrocas,laplayayelcamponosofrecíanlasoledadquetantoperseguíamos.Elaireerasuave;lospanoramasdecolinas,bosquesyvallesestabanhermososconsualteraciónconstantedeluzysombraenabril;el mar, nunca quieto, se removía debajo de nuestras ventanas, como si sedeleitaratambién,comolatierra,delafrescuradelaprimavera.

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EramiobligaciónanteMarianconsultarconellaantesdehablaraLauraydejarmeguiardespuésporsuconsejo.

Al tercerdíadenuestra llegadaencontréunaoportunidadparahablarleasolas. En elmismo instante en que nuestrasmiradas se cruzaron, su rápidoinstintodescubrióenmimenteelpensamientoantesdequeloexpresara.Consuhabitualenergíaydecisión,ellahablóenseguida.

—Estás pensando en aquel tema al que te referías cuando estuvimoshablandoasolaslanocheenquevolvistedeHampshire—medijo—.Desdehace algún tiempoestoy esperandoquevuelvas ahablarde él.Esnecesarioque algo cambie en nuestra casa,Walter; no podemos seguirmucho tiempocomo estamos ahora. Lo veo con tanta claridad como tú, con tanta claridadcomo lo veLaura, aunque ella no dice nada. ¡Dequémodo tan extraño losviejostiemposdeCumberlandparecenhabervuelto!Túyyojuntosdenuevo,yelúnicotemadeinterésentrenosotrosesLaura,denuevo.PocofaltaparaquesemeantojequeestecuartoeselpabellóndeveranodeLimmeridge,yqueesasolasqueseoyenanuestrasespaldas,serompenennuestraribera.

—En aquellos días pasados me guio tu consejo —le dije—; y ahora,Marian, cuando la confianza es diez veces mayor, quiero que él vuelva aguiarme.

Respondió estrechando mi mano entre las suyas. Vi que la habíaemocionadoprofundamentemirecuerdodelpasado.Estábamossentadosjuntoa la ventana, y mientras yo hablaba y ella escuchaba, contemplábamos lamagnificenciadelaluzdelsolresplandeciendosobreelmajestuosomar.

—Sea cual fuere el resultado de estas confidencias —continué—, y—terminen feliz o desgraciadamente para mí, los intereses de Laura seguiránsiendolosdemivida.Cuandonosvayamosdeaquí,seacualsealarelaciónquenosuna,mideterminacióndearrancaralcondeFoscolaconfesiónquenolleguéaobtenerdesucómplice,iráaLondresconmigo,tansegurocomoqueyomismovoy.Nitúniyopodemosdecircómoesehombrequerrádefendersede mí si lo cojo entre la espada y la pared; sólo sabemos por sus propiaspalabrasyactosqueescapazdeatacarmehaciendomalaLauraysinvacilaruninstanteysinunasomoderemordimiento.Ennuestraactualsituación,notengosobreelladerechoalgunodelosquesancionalasociedadyprotegelaley, yqueme apoyaría enmi resistencia ante él o enmiprotecciónde ella.Estomedejaconunaseriadesventaja.Sihedelucharpornuestracausacontraelconde,conunafuerteconcienciadelaseguridaddeLaura,debolucharpormimujer.¿Estásdeacuerdoconmigo,enestoMarian?

—Estoydeacuerdoconcadapalabraquehasdicho,—contestó.

—Noquierosuplicarhablandodemicorazón—seguí—niquieroapelaral

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amorquehasobrevivido todos loscambiosy todas lasconmociones,quierofundarmiúnicavindicacióndepensarydehablardeellacomodemimujeryen aquello que acabo de decir. Si la posibilidad de conseguir del conde laconfesión es como supongo, la última posibilidad real de establecerpúblicamenteelhechodelaexistenciadeLaura, larazónmenosegoístaquepuedoaducirendefensadenuestromatrimonioestáreconocidapornosotrosdos.Pero,quizámeequivocoenmiopiniónytenemosanuestroalcanceotrosmedios de conseguir nuestro propósito, medios más seguros y menospeligrosos.Me he afanado por buscarlos enmi imaginación pero no los heencontrado.¿Losconocestú?

—No.Tambiényoheestadopensandoeneso,perofueenvano.

—Por lo que parece —continué—, se te han ocurrido las mismaspreguntas, al considerar este tema difícil, que se me han ocurrido a mí.¿DebemosllevarlaaLimmeridge,ahoraquedenuevosepareceasímismayconfiar en que la reconozca la gente del pueblo o los niños de la escuela?¿Debemossometerlaalexamenlegaldesuletra?Supontequeasílohagamos.Suponte que se la ha reconocido y que la identidad de su letra estárestablecida. ¿Proporcionará el éxito en ambos casos algo más que unexcelentefundamentoparaeljuicioeneltribunaldejusticia?¿DemostraránelreconocimientoylaletrasuidentidadalseñorFairlie?,¿lallevarádenuevoalcastillo de Limmeridge, en contra del testimonio de su tía, en contra eltestimoniodelcertificadomédico,encontradelhechodelentierroydeldelainscripción sobre la tumba? ¡No!Lo único que podemos esperar es suscitarseriasdudasacercadelhechodesumuerte,dudasquesólopodráaclararunainvestigaciónlegal.Voyasuponerquedisponemos(enrealidadnoesasí)deldinero suficiente para sufragar esta investigación en todas sus etapas.Voy asuponer que los prejuicios del señor Fairlie pueden ceder ante losrazonamientos; que el falso testimonio del conde y de su mujer puedanrebatirse;juntocontodoslosdemástestimoniosfalsosqueelreconocimientono pueda atribuirse a que se haya confundidoLaura conAnneCatherick niquenuestrosenemigosdeclarenquelaletraesunengañointeligente,—todaséstassonsuposicionesque,másomenos,pasanporaltasprobabilidadesreales—, pero asumámoslas y preguntémonos a nosotros mismos: ¿Cuál sería laprimeraconsecuenciadelaprimerapreguntaquesehagaLauramismasobreel tema de la conspiración? Sabemos demasiado bien cuál será estaconsecuencia,puestoquesabemosquejamásharecobradosusrecuerdosdeloque le había pasado en Londres. Examinémosla en privado, examínesela enpúblico,estotalmenteincapazdeayudaraladefensadesupropiocaso.Sitú,Marian,no loves con lamismaclaridadconque loveoyo,mañanamismoiremosaLimmeridgeparahaceresteexperimento.

—Síloveo,Walter.Inclusosidispusiéramosdemediosparapagartodos

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losgastoslegales,inclusosialfinalganásemos,elretrasoseríainsoportable;lacontinuatensión,despuésdetodoloquehemostenidoqueaguantarya,merompería el corazón. Tienes razón, cuando dices que no tiene sentido ir aLimmeridge. Pero yo quisiera estar segura también de que tienes razón aldecidirquehayque recurrira laúltimaposibilidadyprobar lasuerteconelconde.¿Hayaquíalgunaposibilidad?

—Indudablemente, la hay. Es la posibilidad de restablecer la fechaolvidadadelviajedeLauraaLondres.Novoyarepetirlasrazonesquetedihace ya algún tiempo pero estoy más convencido que nunca de que haydiscrepanciasentrelafechadeaquelviajeyladelcertificadodemuerte.Ahíestá el punto débil de la conspiración entera y todo se vendrá abajo si laatacamosdeestelado,ylosmediosnecesariosparaemprenderelataqueestánenposesióndelconde.Siconsigoarrebatárseloselobjetivodetuvidaydelamía será alcanzado. Si fracaso, el perjuicio infligido a Laura nunca seráremediadoenelmundo.

—Pero,Walter,¿creesquefracasarás?

—Nomeatrevo apresagiar el éxito; y, por esamisma razón,Marian, tehablóconestaclaridadyfranqueza.Enmicorazónyenmiconciencia,creoquelasesperanzasdelfuturoparaLaurasonprecarias.Séquehaperdidosufortuna,séquelaúltimaposibilidaddedevolverlesusitioenelmundoestáenmanos de su peor enemigo, de un hombre que ahora es absolutamenteinexpugnableyquepuedepermanecer inexpugnablehasta el fin.Ahoraqueella ha perdido todas sus ventajas mundanas; cuando toda esperanza derecobrarsudignidadysusituaciónesmásquedudosa;cuandopordelantenotieneotroporvenirmásclaroqueelquesumaridoquieraprepararleahora,elpobreprofesordedibujopuedeporfinabrirsucorazónsinhacerdañoanadie.Enlosdíasdesuprosperidad,Marian,yosóloguiabasumanoquepido,ahoraeneltiempodelaadversidad,comolamanodemiesposa.

LosojosdeMarianbuscaronlosmíosmirándomeconcariño;yonopodíadecirnadamás.Elcorazónmerebosaba,mislabiostemblaron.Apesarmíoyoestaba a punto de implorar su compasión. Me levanté para salir de lahabitación.Ellaselevantóalmismotiempo,pusosuavementesumanosobremihombroymedetuvo.

—¡Walter!—medijo—,unavezosseparéparabientuyoyparabiendeella. ¡Espera aquí, hermanomío!Espera,mimás querido ymás fiel amigo,hastaqueLauravengaytedigaloquehehecho.

Porprimeravezdesde lamañanaenquenosdespedimosenLimmeridgerozóconsuslabiosmifrente.Unalágrimaresbalópormimejillacuandomebesó.Sevolvióconprontitud,señalólasilladelaqueyomehabíalevantado,ysaliódelahabitación.

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Me senté junto a la ventana para aguardar allí esta crisis de mi vida.Duranteaquellapsosobrecogedormimenteestabaenteramenteenblanco.Noteníaconcienciamásquedeunaintensidaddolorosadetodosmissentidosdepercepción. El sol me cegaba con su brillo, las blancas gaviotas que seperseguían a lo lejos me parecía que aleteaban junto a mi cara, el plácidomurmullodelasolasenlaplayaseasemejabaparamisoídosauntrueno.

LapuertaseabrióyLauraentrósolaenlahabitación.AsíhabíaentradoenelsalóndedesayunodeLimmeridgeaquellamañanaenquenosseparamos.Entoncessemeacercóapasolentoeinseguro,llenadetristezayvacilación.Ahora la felicidadapresurabasuspies, la felicidad iluminabasurostro.Sóloaquellos brazos queridosme rodearon, sólo aquellos labios dulces buscaronlosmíos.

—¡Mivida!—murmuró—,¡ahorapodemosconfesarquenosqueremos!

Sucabezaseanidóconaudaciayternuraenmipecho.

—¡Oh—medijoconinocencia—,porfinsoytanfeliz!

Diezdíasdespuéséramosaúnmásfelices.Estábamoscasados.

II

Elcursodeestanarraciónqueavanza irrefrenable,meseparade losdíasprimerosdenuestromatrimonioymellevaadelante,haciaelfin.

Quince días después estábamos los tres de vuelta en Londres y sobrenosotrossecerníalasombradelapróximabatalla.

Marian y yo estuvimos atentos a mantener a Laura en ignorancia de lacausa que había precipitado nuestro regreso, la necesidad de no perder alconde.EstábamosacomienzosdemayoyelplazodesualquilerdelacasaenForest Road expiraba en junio. Si lo renovaba (y yo tenía motivos que notardaréenexplicar,paracreerqueasíloharía),podíaestarsegurodequenoseescaparía.Pero, siporalgúnmotivo,elcondedefraudasemisexpectativasyabandonaseelpaísentoncesyonotendríatiempoqueperderparaprepararmealenfrentamientolomejorposible.

En la primeraplenituddeminueva felicidadhubomomentos enquemiresolucióntambaleaba,momentos,cuandometentabalaideadevivirseguroycontento, ahora que la aspiración más acariciada de mi vida se habíaconsumadoporfinconlaposesióndelamordeLaura.Porprimeravezpensé,conelcorazónenvilo,enqueelriesgoeragrande,enlasadversidadesquemeesperaban;enlahermosapromesadenuestranuevavidayenelpeligroenquepodíaponerlafelicidadquenoshabíamosganadocontantasdificultades.¡Sí!Permítanmereconocerlohonestamente.Poruntiempoerré,dulcementeguiadoporel amor, lejosdelpropósitoalquehabía sido fielbajo ladisciplinamás

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rigurosayenlosdíasmásoscuros.Coninocencia,Lauramehabíatentadodeapartarmedelcaminoarduo;coninocencia,leestabadestinadollevarmehaciaéldenuevo.

A veces, visiones del terrible pasado, sueltas, le recordaban aún, en elmisterio del sueño, los sucesos que se habían perdido para que sumemoriarenacierasindejarrastro.Unanoche(dossemanasescasasdespuésdenuestraboda) la observaba dormir cuando vi lágrimas asomarse lentamente en suspárpados cerrados y oí palabras que ella susurraba apagadamente y quemedijeronquesuespírituretornabadenuevoalviajefatídicodesdeBlackwaterPark.Aquellaquejainconsciente,tanconmovedoraytanhorribleenmediodesu sueño sagrado me abrasó como el fuego. Al día siguiente regresamos aLondres;fueeldíaenquelaresoluciónvolvióamí,diezvecesmásfirme.

Loprimeroquenecesitabaerasaberalgodeaquelhombre.Hastaentonces,laverdaderahistoriadesuvidaeraparamíunsecretoimpenetrable.

Comencé a revisar las escasas fuentes de información que tenía a mialcance. El importante relato del señor Frederick Fairlie (queMarian habíaobtenidosiguiendolasindicacionesquelehabíadadoeninvierno)resultónotenervalorparaelobjetivoespecialqueyoperseguíaestudiándoloahora.Alleerlo pensé de nuevo en el ardid queme reveló la señora Clements, en laretahíladeengañosquehabíanatraídoaAnneCatherickaLondresyque lasometieronalosinteresesdelaconspiración.Aquí,unavezmás,estabafuerademialcanceparaqueyopudiesesacaralgúnprovechopráctico.

Luegopensé en las páginas delDiario deMarian escritas enBlackwaterPark.Lepedívolvera leermeel fragmentoenque sehablabade suantiguacuriosidad por el conde y de algunos detalles de su vida que ella habíadescubierto.

Elpasajealquemerefieroseencuentraenaquellapartedesudiarioquetraza su carácter y su aspecto físico. Marian dice de él que «desde hacemuchosañosnohacruzadolasfronterasdesupatria»,que«lepreocupasabersi en la ciudad más próxima a Blackwater Park vivían algunos caballerositalianos»yque«recibecartasquellevantodaclasedeestampillasacualmásrarayunavezrecibióunaconunsellograndequeparecíaoficial».Marianseinclinaaconsiderarquesuprolongadaausenciadesupatriapuedeexplicarsesi suponemos que es un exiliado político. Pero por otra parte no consigueconciliar esta idea con el hecho de que haya recibido del extranjero aquellacartaconun«sellograndequeparecíaoficial»,pueslascartasdelcontinentedirigidasaexiliadospolíticossuelenserlasúltimasqueloscorreosextranjeroshonorendeestaforma.

EstasconsideracionesqueleíenelDiario,juntoaalgunasconjeturasquehicealconocerlas,mesugirieronunaconclusiónquesorprendentemente,nose

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mehabíaocurridoantes.AhoramedijeamímismolafrasequeLauraundíahabíapronunciadoanteMarianenBlackwaterPark,aquellafrasequeMadameFoscohabíaoídocuandoescuchódetrásdesupuerta:¡elcondeesunespía!

Laura leaplicóaquellapalabraalazar, llevadapor lanatural indignaciónante la manera en que se había portado con ella. Yo se la apliqué con elconscienteconvencimientodequesuvocaciónenlavidaeraladeunEspía.SuponiéndoloasílarazónporlaqueelcondesequedabaenInglaterratantotiempo después de que los objetivos de la conspiración habían sidoalcanzados,semepresentabamásquecomprensible.

EstoyhablandodelañoenquesecelebrólafamosaExposicióndelPalaciode Cristal de Hyde Park. A Inglaterra habían llegado, y seguían llegandotodavía visitantes extranjeros en un número extraordinario. Se encontrabanentrenosotrosmilesdehombresaloscualesladesconfianzaincesantehabíaseguidoensecreto,pormediodeagentesespecialmentedesignadosanuestrospuertos. En mis conjeturas, ni por un momento incluía al hombre decapacidadesydelasituaciónsocialqueposeíaelcondeenlacategoríayclasede ordinarios espías extranjeros. Sospeché que él ocupaba una posición deautoridad, que el gobierno al que secretamente servía, le había confiadoorganizar y dirigir a los agentes enviados a este país, tanto hombres comomujeres; pensé que la señora Rubelle, a la que con tanta oportunidadencontraronparaquedesempeñaseelpapeldeenfermeraenBlackwaterPark,eracontodaprobabilidadunadeéstos.

Suponiendo que mi idea fuese cierta, la situación del conde pudieraresultar más precaria de lo que hasta entoncesme permitía creer. ¿A quiéndeberé acudir yo ahora para aprender algo más sobre la historia de aquelhombreysobreelhombremismo,deloqueyosabíaentonces?

Entalcontingencia,semeocurrió,naturalmente,queuncompatriotasuyoen quien yo podía confiar era la persona más indicada para ayudarme. Elprimero en quien pensé en aquellas circunstancias era también el únicoitaliano con quien me unía íntima amistad... mi extravagante y diminutoamigo,elprofesorPesca.

Elprofesorhaestadotantotiempoausentedeestaspáginasquehayciertoriesgodequeselehayaolvidadoallector.

Es una ley necesaria de una historia como la mía que las personasrelacionadas con ella aparezcan cuando el curso de los acontecimientos losalcanzan;ellosvanyvienen,noalantojodemiparcialidadpersonal,sinoporelderechodesurelacióndirectaconlascircunstanciasquesehandeprecisar.Por esta razón Pesca, lomismo quemimadre ymi hermana, han quedadolejos,alfondodeesterelato.MisvisitasalacasadeHampstead;lacreenciade mi madre en la privación de Laura de su identidad que la conspiración

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había consumido; mis esfuerzos vanos por derrotar el prejuicio del que suceloso efecto para mí las mantenía partidarias; la necesidad dolorosa, queaquel prejuicio me imponía de ocultarles mi matrimonio hasta que ellaspudieran hacer justicia a mi mujer... todos estos pequeños incidentesdomésticos no se han contado porque no eran esenciales para el interésprincipaldelahistoria.Noañadieronnadaamisansiedadesniamargaronmásmis contratiempos. El desarrollo pertinaz de los acontecimientos los hapasado,inexorable,delargo.

Porlamismarazónnohedichoaquínadasobreelconsueloqueencontréen el afecto fraternal de Pesca por mí, cuando volví a verlo después delrepentinofinaldemiresidenciaenLimmeridge.Nohemencionadolalealtadque me mostró mi cariñoso amigo acompañándome hasta el embarcaderocuandomemarchabaaAméricaCentral;ni laexplosiónestridentede júbilocon que me recibió cuando nos encontramos en Londres de nuevo. Si mehubieseparecidojustificadoaceptarlasofertasdeempleoqueélmehizo,amiregreso,yahabríareaparecidohacemuchotiempo.Pero,aunqueyosabíaquepodía confiar en su honor y en su valentía incondicionalmente, no tenía lamisma seguridad en lo que concernía a su discreción; y por esta razónúnicamente, continuaba solo el curso de mis investigaciones. Ahora debequedar claro quePesca no estaba apartado de toda relación conmigo ni conmis intereses, si bien hasta ahora estaba apartado de toda relación con elavancedeesterelato.Seguíasiendomiamigo, tanbuenoytancomprensivocomolohabíasidosiempreensuvida.

AntesdepediraPescasuayudanecesitabaverconmispropiosojosquienera el hombre al queme iba a enfrentar. Hasta aquel entonces jamás habíapuestolavistaenelcondeFosco.

Tresdíasdespuésdemiregreso,juntoconLaurayMarian,aLondres,salíadarunpaseosolitarioporForestRoadenSt.John'sWood,entrelasdiezylasoncedelamañana.Eldíaeraespléndido,yoteníaunascuantashoraspordelanteymeparecióprobablequesiesperaseunpoco,veríaalcondesalirdecasa.Noteníaespecialesmotivosparatemerquemeconociesealaluzdeldíayaquelaúnicavezquemehabíavistofuecuandomesiguióhastamicasaporlanoche.

Novianadieenlasventanasquedabanalacalle.Diunavueltaalrededordelacasaymiréporencimadelatapiabajadeljardín.Unadelasventanastraserasdelaplantabajaestabasubidayenelhuecoestabatendidaunared.Novianadie,perodelahabitaciónmellegaronprimerounsilbidoestridenteyel cantarde lospájarosy luego lavoz sonoray retumbante—quemeerafamiliarporladescripcióndeMarian—:«Venidaquí,amidedo,pre—pre—preciososmíos—gritaba lavoz—. ¡Venid, trepad aquí!Una, dos, tres, ¡pío,pío, pío!» El conde estaba amaestrando a sus canarios, como solía

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amaestrarlosenBlackwaterParkentiempodeMarian.

Esperéunpocomásycesaronelcantaryelsilbar«¡Venidaquí,dadmeunbesito preciosos míos!» continuó diciendo aquella voz profunda. Luego oígorjeosy trinosque le respondían.Una risabajayuntuosa.Silencioporunminuto.Yluegooíabrirselapuertadelacasa.Dilavueltayechéaandar.Lamagnífica melodía del Sacerdote de «Moisés» de Rossini, cantada por unasonoravozdebajo,resonómajestuosaenmediodelsilenciodesuburbioquereinaba en aquel lugar. La puerta del jardín se abrió y volvió a cerrarse. Elcondesalíaalacalle.

CruzólacalzadaysedirigióhacialaparteoccidentaldelRegent'sPark.Yomequedéalotroladodelacalleaciertadistanciadeélymeencaminéenlamismadirección.

Marianmehabíaadvertidodesualtaestatura,sumonstruosacorpulenciaysuostentosoatuendodeluto,peronodelahorriblelozanía,vigoryvitalidadde aquel hombre. Llevaba sus sesenta años como si no llegaran a cuarenta.Caminaba con paso ligero y arrogante, y sombrero ladeado balanceando sugranbastón, canturreandopor lobajoymirandodevezencuandohacia lascasas y jardines que se enfilaban a los lados del camino, con soberbia yrisueña superioridad. Si dijeran a un extraño que todo el vecindario lepertenecía,esteextrañonosesorprenderíaaloírlo.Nomiróniunavezatrásnidemostróprestaratenciónniamínianadiedelosquepasabanporsulado,exceptocuando,decuandoencuando,sonreíaogorjeabaconunbuenhumorpaternalybonachón,alasnodrizasyniñosqueencontrabaensucamino.Asíllegamos hasta las numerosas tiendas instaladas en la parte exterior de lasterrazasdeloestedelparque.

Allí sedetuvo anteunapastelería, entró (quizáparahacerun encargo)ysalióenseguidaconunatartaenlamano.Unitalianohacíasonarunorganillofrente a la tienda y un mono miserable y encogido se sentaba encima delinstrumento.El conde sedetuvo, rompióun trocitode la tartapara sí y conairedeseriedadentregóalmonoelresto,«¡Mipobrepequeño!—ledijocongrotesca ternura—. Creo que tienes hambre. ¡En el sagrado nombre de lahumanidad te ofrezco este almuerzo!» El organillero dirigió al caritativocaballerounruegoquejumbroso,pidiéndoleunpenique.Elcondeseencogiódehombroscondesdénypasódelargo.

Cruzamoslosbarriosmáslujososycontiendasmejores,entreNewRoadyOxfordStreet.Elcondesedetuvounavezmásyentróenunapequeñatiendade óptica con un letrero en el escaparate anunciando que allí se hacíanreparaciones.Salióconunosgemelosdeteatroenlamano,diounospasosyseparóanteuncarteldelaOperacolocadoenlaentradadeunatiendademúsica.Leyóelcartelconatención,sequedópensativouninstanteyluegollamóaun

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cochevacíoquepasabaasulado.AlteatrolaOpera,aldespachodebilletes,dijoalcocheroyelcochesepusoenmarcha.

Yocrucélacalleymiréamivezelcartel.Seanunciabalarepresentaciónde«LucreciaBorgia»quetendríalugaraquellanoche.Losgemelosdelteatroen la mano del conde, la atención con que estuvo leyendo el cartel y ladirecciónquedioalcochero,todoindicabaqueelcondeseproponíaengrosarelnúmerodeespectadores.Yoteníalaposibilidaddeconseguirunpaseparadospersonasparaestardetrásdelasbutacaspormediodeunodelospintoresdel decorado del teatro que antaño había sido un buen amigomío. Cuandomenos, existía una posibilidad de que pudiera ver bien al conde entre elpúblico y de que pudiera verlo también mi acompañante; y en este casoaquellamismanocheyoibaasabersiPescaconocíaaaquelcompatriotasuyo.

Esta consideración fue la queme decidió sobremis planes para aquellanoche. Conseguí las entradas y por el camino dejé una nota en casa delprofesor. A las ocho menos cuarto fui a recogerlo para llevarlo al teatro.Encontréamidiminutoamigoenunestadodegranexcitación,conunafestivaflorenelojaly,bajosubrazo, losgemelosmásgrandesquehevistoenmivida.

—¿Estáustedpreparado?—lepregunté.

—Perfectamente—dijoPesca.

Nosdirigimosalteatro.

III

Resonabanlasúltimasnotasdelaoberturadelaóperaytodoslosasientosdetrásdelasbutacasestabanocupados,cuandoPescayyollegamosalteatro.

Sin embargo, había mucho sitio en el pasillo que rodeaba el patio debutacasqueeraprecisamente laposiciónmás indicadaparaelpropósitoquemehabíaconducidoallí.Alprincipiomeacerquéalabarreraquenosseparabade los palcos y busqué al conde en esta parte del teatro. Él no estaba allí.Avancé por el pasillo que estaba a la izquierda del escenario, mirando conatención a mi alrededor y lo vi sentado en una butaca. Ocupaba un sitioexcelente,aunosdoceocatorceasientosdelpasilloyatresfilasdelospalcos.MesituéexactamentealaalturadesuasientoyPescasepusoamilado.Elprofesor no sabía aún por qué lo había traído al teatro y estaba bastantesorprendidoalverquenonosacercábamosmásalescenario.

Selevantóeltelónycomenzólaópera.

Durante todo el primer acto nos quedamos en el mismo sitio; el conde,absortasuatenciónenlaorquestayelescenario,nonosdirigióniunamiradadistraída.NoperdíaniunanotadeladeliciosamúsicadeDonizetti.Sentado

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en su butaca,muchomás alto que sus vecinos, sonreía y de vez en cuandomovíasuenormecabezacongestodedeleitación.Cuandolosqueestabanasuladoaplaudíanalfinaldeunaria(comotienequeaplaudirelpúblicoinglésentales circunstancias siempre), sin la menor consideración para el tiempoorquestal que sigue inmediatamente después, el condemiraba a sus vecinoscon una expresión de asesinato y levantaba una mano en señal de súplicacortés.Alospasajesmásrefinadosdelcanto,alasfrasesmásdelicadasdelamúsica que no despertaban aplausos de los demás, sus gordas manosadornadasconguantesdecabritillanegra,perfectamenteajustados,esbozabanunas palmadas que denotaban la apreciación culta de un conocedor de lamúsica. En estos momentos su untuoso murmullo de aprobación «¡Bravo!¡Bravo!»resonabaenelsilenciocomoelronquidodeungatogigantesco.Losque estaban sentados más cerca de él, gente de las provincias, de carasingenuas y sonrosadas que, perplejas, se calentaban a la luz del sol delelegante Londres, esta gente, al verlo y al oírlo, empezó a seguir su pauta.Muchosaplausosdelpatiodebutacaspendieronaquellanochedelpalmoteosuave y confortable de aquellas manos embutidas en guantes negros. Lavanidadvorazde aquel hombredevoraba aquel tributo impuestopor él a susupremacíadesituaciónydejuiciocrítico,y lohacíasindisimularelplacerinmenso que ello le producía. Las sonrisas no cesaban de contorsionar sugruesorostro.Cuandolaorquestahacíaunapausa,elcondeechabaunaojeadaen torno suyo, con la serena satisfacción que le producían él mismo y susprójimos.«¡Ya!¡Ya!Estosingleses,estosbárbarosestánaprendiendoalgodeMI.¡Aquí,allíyacullá,yo—Fosco—soyunainfluenciaquesedejasentir,unhombrequeocupaunsitiosoberano!»Silosrostroshablasen,elsuyohablaríaentonces,yéstasseríanlasexpresionesqueemplease.

Cayóeltelónalterminarelprimeractoyelpúblicoselevantóparasalirdela sala.Estemomento era el que yo esperaba, elmomento de comprobar siPescaloconocía.

Elcondeselevantócomolosdemásypasómajestuosamenterevistaalosocupantesdelospalcos,armadosconsusgemelosdeteatro.Alprincipiomedaba la espalda, pero luego se volvió para mirar a los palcos que estabanencima de nosotros usando sus gemelos durante unosminutos, apartándolosluego, pero mirando siempre hacia arriba. Este fue el momento que elegí,mientrassepodíaverbiensurostro,parallamarlaatencióndePesca.

—¡Conoceustedaesehombre?—lepregunté.

—¿Quéhombre,amigomío?

—Esehombrealtoygruesoqueestáahídepieconlacarahacianosotros.

Pescasepusodepuntillasymiróalconde.

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—No —contestó el profesor—. Ese hombre grande y grueso me esdesconocido.¿Esalguienfamoso?¿Porquémeloseñala?

—Porque tengo razones particulares para desear saber algo de él. Es uncompatriotasuyoysellamaelcondeFosco¿Lesuenaesenombre?

—Tampoco, Walter. Tanto el nombre como la persona me sondesconocidos.

—¿Está usted seguro de no conocerle? Mírelo otra vez, mírelo conatención.Cuandosalgamosdelteatrolediréporquémepreocupaestotanto.Espereysubaaquí,leayudo,asípodráverlomejor.

Ayudéalhombrecilloaencaramarsesobreelbordedelaplataformasobrelaqueestabancolocadaslasbutacas.Allí,labajaestaturademiamigodejabadeserunadificultad;desdeallípodíamirarporencimadelascabezasdelasmujeresquesesentabanmáscercadenosotros.

Unhombredelgado,depeloralo,queestabajuntoanosotros,yaquienyonohabíaadvertidoantes,unhombreconunacicatrizen lamejilla izquierdamiróconatenciónaPescacuando leayudéa subirarriba,y luegomiróconmás atención aún, siguiendo la dirección de los ojos de Pesca, al conde.Nuestra conversación debió de haber alcanzado sus oídos —esta fue lasensaciónquemedio—ydebiódedespertarsucuriosidad.

Mientras tanto, Pesca, con la mayor serenidad, clavó sus ojos en aquelrostro ancho, lleno, sonriente, ligeramente vuelto hacia arriba, exactamentefrenteaPesca.

—No—medijo—. Jamás enmividahepuestomisojos en esehombrealtoygordo.

Cuando habló, el conde bajó su mirada para examinar los palcos delanfiteatro,situadosanuestrasespaldas.

Losojosdelosdositalianosseencontraron.

Hacía un instante yo estaba perfectamente convencido con sus propiasreiteradas afirmaciones de que Pesca no conocía al conde. ¡Y un instantedespuésestabaigualmenteconvencidodequeelcondeconocíaaPesca!

¡Loconocía!...Yloqueeramásasombrosoaún¡letemía!Nopodíahabererroranteelcambioqueseprodujoenelrostrodelbellaco.Elcolorplomizoqueenuninstantealterósutezcetrina,larepentinarigidezdesusfacciones,elescrutinio furtivo de sus fríos ojos grises, la inmovilidad que paralizó sucuerpo de pies a cabeza, lo dijeron todo. ¡Un terror de muerte se habíaadueñado de él —de su cuerpo y de su alma— y la causa era el haberreconocidoaPesca!

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Elhombredelgadode la cicatriz en lamejilla, seguía a nuestro lado.Esobvioquetambiénélsacósuconclusióndelefectoquehabíaproducidoenelconde la presencia de Pesca, como yo había sacado la mía. Parecía unapersonaafableycaballerosa,suaspectohacíapensarqueeraextranjero;ysuinterés por nuestro comportamiento no se expresaba de una manera quepudieseconsiderarseofensiva.

En cuanto a mí, estaba tan impresionado por la transformación queobservabaenel rostrodelconde, tandesconcertadoporelcarizenteramenteinesperadoquehabíantomadolosacontecimientos,quenosupeniquéhacerniquédecir.Pescamehizovolverenmícuandosepusodenuevoamiladoymehablóprimero.

—¡Cómomeestámirandoestegordinflón!—exclamó—.¿Memiraamí?¿Soyfamoso?¿Cómopuedeconocermesiyonoleconozcoaél?

Yocontinuabaconlosojosfijosenelconde.ViquenosemovióhastaquesemovióPesca; entonces para no perder de vista al hombrecillo, se agachóahoraquePescasehabíabajado.YoqueríaverquésucederíasiPescadejabademirarlo y por eso pregunté al profesor si entre las damas que ocupabanaquellanoche lospalcos reconocía algunaalumna suya.Acto seguidoPescallevósusgemelosalosojosyconlentitudempezóamoverlossiguiendolospalcosquesehallabanarribabuscandoasusalumnospormediodelescrutiniomásconcienzudo.

En elmomento en que se dedicó a esta tarea, el conde dio la vuelta, sedeslizójuntoaquienessesentabanentreélyelpasilloopuestoanosotrosydesaparecióenelquehabíaenmediodelpatiodebutacas.CogíaPescadelbrazo y, ante su asombro indescriptible, lo llevé apresuradamente hacia elfondo del patio de butacas, para interceptar al conde antes de que pudierallegara lapuerta.MesorprendióunpocoverqueelhombredelgadosenosadelantóeludiendoaungrupodegentequesalíaalpasillodondeestábamosnosotrosyquenosobligaronaPescayamíadetenernos.Cuandollegamosalvestíbulo, el conde había desaparecido y el hombre de la cicatriz tampocoestabaallí.

—¡Diosmío, queDiosme ampare!—gimió el profesor enun estadodeperplejidadtotal—.Pero,¿quéesloqueestápasando?

Eché a andar sin contestarle. Las circunstancias en que el conde habíaabandonado el teatro me hacían pensar en que su extraordinario deseo deeludir a Pesca podía llevarlo a emprender actos más extremos aún. PodíaeludirmeamítambiénysalirdeLondres.Nomefiabadelfuturosiledejabaunsólodíaenlibertaddeacción.Nomefiabadeaquelextranjeroquehabíaescuchadonuestraconversaciónyque,comoyosospechaba,habíaseguidoalcondeintencionadamente.

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Conestadobledesconfianzaenmimente,notardéenhacercomprenderaPescaquéqueríadeél.Encuantonosencontramosensuhabitación,aumentécienveces su confusióny sobresalto al explicarle cuál eramipropósito contodalaclaridadysinceridadconquehehabladodeélaquí.

—Amigo mío, ¿qué puedo hacer yo? —imploró el profesor tendiendohaciamísusbrazoscongestosuplicante—.¡Quédiantre,quédiantre!¿Cómopuedoayudarle,Walter,sinoconozcoaesehombre?

—Él le conoce a usted; le tiene miedo; se ha marchado del teatro paraeludirle.¡Pesca!Paraellodebehaberalgúnmotivo.Mirehaciaatrás,mireensupropiavida anterior a su llegadaa Inglaterra.Usted salióde Italia, comoustedmismomelohadicho,pormotivospolíticos.Nuncamehamencionadoestosmotivos;yno se lospreguntoahora tampoco.Sólo lepido revisar suspropiosrecuerdosydecirmesilesugierenqueensupasadohayacausaparaelterrorquehayapodidoproducirenaquelhombretansóloverleausted.

Para mi indecible sorpresa, estas palabras, que me parecían inocentes,tuvieron el mismo extraño efecto sobre Pesca que la vista de Pesca habíatenido en el conde. La cara sonrosada de mi diminuto amigo palideció alinstanteyélretrocediólentamente,temblandodepiesacabeza.

—¡Walter!—medijo—.¡Nosabeloquemepide!

Hablaba en un susurro, me miraba como si de pronto yo le hubierarevelado que nos estaba amenazando algún peligro oculto. Enmenos de unminuto aquel hombrecillo alegre, vivaz, fantasioso, que conocía desdesiempre,habíacambiadotantoquedehaberloencontradoenlacalle,talcomoloveíaahoracontodaprobabilidadnolohubierareconocido.

—Perdóneme,sisinquererlehecausadopenaysobresalto—contesté—.Recuerde la cruel afrenta quemi esposa ha sufrido de lasmanos del condeFosco.Recuerdequelaafrentapuedequedarimpunesinoconsigolosmediosque le obliguen a reparar el daño que hizo.Hablo en interés demi esposa,Pesca,leruegounavezmásquemeperdone,noséquémásdecirle.

Melevantéparamarcharme.Medetuvoantesdequeyollegasealapuerta.

—Espere—medijo—.Mehaconmovidoustedhastael fondodel alma.Usted no sabe cómo y por qué abandoné mi patria. Deje que me serene ydéjemepensarsipuedohacerlo.

Volví a sentarme. El paseaba arriba y abajo por el cuarto, hablando sincoherenciaconsigomismoensupropialengua.Despuésdedarunascuantasvueltas se me acercó y puso sus pequeñas manos, con insólita ternura ysolemnidadsobremipecho.

—Dígameconelcorazónenlamano,Walter—medijo—,¿noexisteotro

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caminoparallegarhastaesehombremásquevaliéndosedemí?

—Noexisteotrocamino—contesté.

Seseparódemídenuevo,abriólapuertadelahabitación,yconcautelaseasomóparamiraralpasillo,volvióacerrarlayregresóamilado.

—Ustedganósusderechossobremí,Walter—medijo—,eldíaenquemesalvó la vida. Fueron suyos desde aquel instante para que los aprovechaseusted cuando quisiera. Aprovéchelos ahora. ¡Sí! Sé lo que le digo. Y laspalabrasqueescucharáahora, tanverídicascomohayDios,dejaránmiVidaensusmanos.

La seriedad sobrecogedora con que pronunció esta extraordinariaadvertenciameconvenciódequeloquedecíaeraverdad.

—¡Pienseenesto!—prosiguió,agitandoconvehemenciasusmanos—.Nopuedoconcebirquéconexiónpuedehaberentreestehombre,Fosco,ymividapasadaqueustedmehacerecordar.Siencuentraustedlaconexiónguárdeselay nome diga nada... Le ruego y le imploro de rodillas queme deje seguirignorándola,quemedejeseguir inocente,quemedejeseguirciegoentodoslostiemposfuturos,¡quemedejeestarcomoestoyahora!

Dijo algunas palabras más, vacilantes y confusas, y luego volvió adetenerse.

Vi que el esfuerzo que le costaba expresarse en inglés en una ocasióndemasiadoseriaparapermitirle recurriragritosextravagantesy frasesdesuhabitual vocabulario, incrementaba de forma dolorosa la dificultad que élexperimentódesdeelprincipioaltenerquehablarme.Comohabíaaprendidoaleerycomprendersuidiomamaterno(aunquenoahablarlo)enlostiemposenquenuestraamistadempezabaaseríntimaleofrecíahoraquemehablaseenitalianosibienyoutilizaríaelinglésparahacerlecualesquierapreguntasquemefuesennecesariasparacomprenderlomejor.Elaceptómiproposición.Ensu idioma melodioso y fluido hablado con agitación vehemente que semanifestabaengestosincesantesdesurostro,mellegabanahoralaspalabrasquemeanimaronaemprenderlaúltimabatallaquequedapornarrarenestaspáginas.

—Lo único que sabe usted del motivo por el que abandoné Italia —empezóél—esquefuepormotivospolíticos.Siyohubiesevenidoaestepaísperseguidopormigobierno,nohubieraocultadoesosmotivosniaustednianadie. Pero los oculté porque ninguna autoridad gubernamental hadictaminado la sentencia de mi exilio. ¿Ha oído usted hablar alguna vez,Walter, de esas Sociedades políticas que se esconden en todas las grandesciudadesdelcontinenteeuropeo?Puesyopertenecíaen ItaliaaunadeestassociedadesysigoperteneciendoaúnaquíenInglaterra.Cuandolleguéaeste

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país,vineenviadoporelmandatodelMaestre.Fuimuycelosoenmisañosjóvenesymeexponíaalriesgodecomprometermeamímismoyalosotros.Por este motivo me ordenaron emigrar a Inglaterra y esperar. Emigré. Heesperado.Yaúncontinúoesperando.Talvez,mañanamellamendenuevo,omellamendentrodediezaños.Paramíeslomismo,aquíestoy,memantengograciasamisclasesyespero.Nofaltoaningúnjuramento—sabráahora,porqué—alcompletarmiconfesióndiciéndoleelnombredelasociedadalaquepertenezco.Nohagomásquedejarmividaensusmanos.Sialguienseenteraundíaqueloqueleestoycontandohasalidodemiboca,tansegurocomolosdosestamosahoraaquí,quesoyhombremuerto.

Continuósurelatomurmurandoenmioído.Guardoelsecretoqueasíseme comunicó. La sociedad a la que él pertenecía quedará suficientementedefinida para lo que constituye el objeto de este relato, si la llamo «LaHermandad»enlaspocasocasionesenlasqueseanecesariaunareferenciaaestetema.

—ElobjetodeLaHermandad—continuóPesca—,esenbrevespalabrasel de cualquier otra sociedad política de esta índole: la destrucción de lastiranías y la defensa de los derechos del pueblo. Los principios de LaHermandad son dos. En tanto y mientras la vida de un hombre sea útil osiquiera inofensiva, tiene derecho de gozar de ella. Pero si su vida infligeagraviosparaelbienestardesusprójimos,apartirdeestemomentopierdeelderecho,ynosólonoesuncrimen,sinounméritopositivo,quitárselo.Nosoyyoquiendebedecirenquécircunstanciashorriblesdesufrimientosydesusopresionessalióa la luz laSociedad.Ynosonustedes, los inglesesquehanconquistadosulibertadhacetantosañosyqueporcomodidadhanolvidadolasangrequederramaronylosextremosaquellegaronalconquistarla,ynosonustedeslosquepuedancomprenderhastadóndepuedellevarlamásprofundade las desesperaciones humanas a los hombres trastornados de una naciónesclavizada.El hierroque sehametidohasta el fondodenuestras almashapenetrado con demasiada profundidad para que ustedes puedan encontrarlo.¡Dejenensoledadalrefugiado!Ríansedeél,desconfíendeél,abransusojoscon asombro ante este «yo» secreto que late en él, algunas veces bajo lascotidianasaparienciastranquilasyrespetablesdeunhombrecomoyoyotrasbajo la pobreza vergonzante y la escualidez altanera de hombres menosventurosos,menospacientesymenosflexiblesqueyo,¡perononosjuzguen!En la época de su rey Carlos I ustedes nos hubieran hecho justicia; ahoraacostumbrados al lujo de sus largos años de libertad, son incapaces dehacerlo.»

Sussentimientosmásescondidosparecíanabrirsecaminoparasalirafloteen estas palabras, todo su corazón se vaciaba ante mí por primera vez ennuestrasvidas,ysinembargosuvoznoselevantaba;sutemorantelaterrible

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revelaciónquemeestabahaciendonoloabandonaba.

—Hastaaquí—continuó—, lepareceráque laSociedadseasemejaa lasotrasSociedades.Suobjetivo(enopinióndeustedeslosingleses)esanarquíayrevolución.Arrebatarlasvidasdeunmalreyodeunmalministroescomosi el uno y el otro fueran bestias salvajes que se deben cazar a la primeraoportunidad.Leconcedoeso,perolasleyesde«LaHermandad»sonlasleyesque no rigen en ninguna otra sociedad política que haya sobre la faz de laTierra.Susmiembrosnoseconocenunosaotros.HayunPresidenteenItaliayhayPresidentesenelextranjero.CadaunodeellostienesuSecretario.LospresidentesylosSecretariosconocenatodoslosmiembros,peroéstosnoseconocenentresí,anoserquesuMaestreconsidereoportunoporlanecesidadpolíticadelaépoca,oporlaparticulardelaSociedad,hacerqueseconozcan.Consemejante salvaguardiano senosexigeningún juramentoenel actodeadmisión. Nos identifica una marca secreta que todos llevamos y que duramientras duran nuestras vidas.Nos dedicamos a nuestros quehaceres y sólodebemos comparecer ante el Presidente o el Secretario cuatro veces al año,para el caso de que se requieran nuestros servicios. Se nos advierte que sitraicionamos a la Hermandad o si la ofendemos por servir otras causas,moriremos, de acuerdo con los principios de la Hermandad; moriremos amanos de un extraño que puede venir enviado del otro extremo delmundoparaasestarelgolpe,odelamanodenuestromásíntimoamigo,quienpuedesermiembrosinquelosepamosalolargodelosañosdenuestraamistad.Aveces se dilata lamuerte, otras sigue inmediatamente a la traición. Nuestroprimer deber es saber esperar y nuestro segundo deber es saber obedecercuando la orden está pronunciada. Algunos de nosotros pueden pasaresperandosuvidaenterasinqueselesreclame.Otrospuedenserllamadosaltrabajooaprepararuntrabajoeldíadelaadmisión.Yomismo...,estehombrepequeño parlanchín y campechano que ya usted conoce, quien, por suvoluntad, no sacará un pañuelo paramatar unamosca que vuela junto a sucara..., yo mismo, en mi juventud, por provocaciones tan horribles que noquiero ni hablarle ahora de ellas, ingresé en la Hermandad llevado de unimpulso,comopudiera,llevadodeunimpulso,habermematado.Ahoratengoquepermanecerenella,meposee,pienseloquepiensedeellaahoraquemiscircunstancias son mejores y mi hombría es menos ardiente, y me poseeráhasta mi último día. Estando en Italia fui elegido Secretario y todos losmiembrosdeaquellaépocaquefueronpresentadosalPresidente,tambiénmefueronpresentadosamí.»

Yo empezaba a comprenderlo; vi adónde conducía su extraordinariadeclaración. Pesca esperó unos instantes, observándome con gravedad,observándomehastaquevislumbróquéestabapasandopormiimaginación,ysóloentoncesvolvióahablar.

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—Ustedhasacadoyasusconclusiones—dijo—.Lo leoensusojos.Nomediganada;déjemeapartadodelsecretodesuspensamientos.Déjemehacerunúltimosacrificioporsupropiobien...Ycuandoacabemosconestetemanovolvamosjamásaélennuestravida.

Mehizo señas dequeno respondiese nada; se levantó, se despojó de suchaqueta y arremangándose las mangas de la camisa me mostró el brazoizquierdo.

—Leheprometidoqueestaconfesiónseríacompleta—murmuródenuevoamioídomientrasmisojosestabanfijosenlapuerta—.Sucedaloquesucedanuncapodráustedreprocharmequelehayaocultadonadaquefuesenecesarioconocerparaservirasusintereses.LehedichoquelaHermandadidentificaasusmiembrosporunamarcaquepesasobresucuerpotodalavida.Vaaverustedmismolamarcaenelsitioenquelaseñalan.

Levantósubrazoyviqueenlapartedearribayenel ladointeriorseledestacaba la cicatriz rojiza de una quemadura profunda. Me abstengo dedescribir el lema que representaba.Bastará con decir que era redonda y tanpequeñaquedesapareceríadebajodelamonedadeunchelín.

—Todo hombre que lleve esta señal estampada en este sitio —dijo,volviendoabajarlamanga—,esmiembrodelaHermandad.YelhombrequehafaltadoalaHermandad,mástardeomástempranoesdescubiertoporlosmaestresqueloconocenbienseaporunpresidenteobienporunsecretario.Yunhombreaquien losMaestreshandescubierto,eshombremuerto.Nohayleyes humanas que puedan protegerle.Recuerde lo que ha oído y lo que havisto;saquelasconclusionesquequiera,actúecomomejor leparezca.¡PeroennombredelCielo,descubraloquedescubra,hagaloquehaganomediganada!Déjemelibredeunaresponsabilidad,cuyasolaideameaterra,yque,loséenmiconciencia,ahoranoesmiresponsabilidad.Porúltimavezselodigopormihonordecaballero,pormispromesasdecristiano,quesielhombrequeusted me señaló en la Opera me conoce, debe estar tan desfigurado o tancambiadoqueyonoleconozcoaél.Ignorocuálesseránsusprocedimientososuspropósitosen Inglaterra.No lehevistonunca,noheoídonuncaqueyosepa,pronunciarelnombrequeestáusandohastaestanoche.No tengomásquedecir.Déjemesolo,Walter.Estoyabrumadoporloquehasucedido,estoyasustadopor loquehedicho.Dejeque intente seryomismodenuevoparacuandovolvamosaencontrarnos».

Sedejócaerenunasillaydándome laespaldaocultó su rostroentre lasmanos.Abrí la puerta con suavidadparanoperturbarle, ymedespedí de élhablandoenvozbaja,conpalabrasqueélpodíarecogerono,segúnquisiese.

—Guardaré en losmás profundo demi corazón lo que ha sucedido estanoche —le dije—. Jamás tendrá que arrepentirse de la confianza que ha

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depositadoenmí.¿Puedovolvermañana?¿Puedovolverporlamañanaalasnueve?

—Sí, Walter —contestó mirándome afectuosamente y hablándome denuevoeningléscomosisuúnicapreocupaciónahorafueraretornaranuestrasrelacionesdeantes—.Vengaacompartirmimodestodesayunoantesdequeyosalgaparaemprenderlaconmisalumnos.

—Buenasnoches,Pesca.

—Buenasnoches,amigomío.

IV

Miprimeraideaencuantomeencontrédenuevoenlacalle,fuequenomequedabaotraalternativamásqueladeactuarconformealainformaciónqueacababade recibir: encontrar al condeaquellamismanocheo exponermealriesgodeperderlaúltimaposibilidadparaLaura.Miréelreloj:eranlasdiezdelanoche.

Niuna sombradedudacruzómimente respectoalmotivoporelqueelconde se había marchado del teatro. Estaba claro que escapar de nosotrosaquellanoche era sóloun actopreliminar a su abandonodeLondres.AquelhombrellevabaensubrazolamarcadelaHermandad—estabatansegurodeello como si élmehubiera enseñado la quemadura—y sobre su concienciapesabalatraicióninferidaalaHermandad,lohabíavistocuandoélreconocióaPesca.

No era difícil comprender por qué este conocimiento no fuemutuo. Unhombre como el conde no se hubiera expuesto nunca a las terriblesconsecuenciasdelhechodehaberseconvertidoenespía,sinpreocuparsedesuseguridad personal con el mismo empeño con que se preocupaba de suremuneración pecuniaria.El rostro afeitado que yo señalé en laOpera pudohaber estado en tiempos de Pesca cubierto con barba; su oscuro cabellocastaño podía ser una peluca y su nombre, evidentemente, era falso. Eltranscursodelosañosleayudaríatambién,puessuinmensacorpulenciaquizáhubieseaparecidoenlosúltimostiempos.Sobrabanrazonesparaexplicarporqué Pesca no le había reconocido; y sobraban razones para que el condereconociese a Pesca, cuya singular estampa lo hacía notar estuviera dondeestuviera.

Hedichoqueestabasegurodelpropósitoqueelconde teníaenmentealhuir de nosotros cuando se marchó del teatro. ¿Cómo iba a dudar de estepropósito,siviconmispropiosojosque,apesardeaparecerbajounaspectocambiado,creyóquePescalehabíareconocido,y,porlotanto,eraunpeligropara su vida? Si lograba verle aquella noche, si podía demostrarle que yotambién sabía el peligromortal que corría, ¿qué iba a pensar? Simplemente

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esto.Unode los dos debería hacerse dueño de la situación.Unode los dosdebíainevitablementequedaralamerceddelotro.

Eramideberantemímismoconsiderar lasposibilidadesdeencontrarmeconlasadversidadesantesdeenfrentarmeaellas.Eramideberantemiesposahacercuantoestabaenmipoderpordisminuirelriesgo.

Lasposibilidadesdelasuerteadversanorequeríanescrutinio: todasellasconvergían en una: si el conde descubría, con mi propia confesión, que elcaminomásrectohaciasuseguridaderaquitarmelavida,probablementeeraelúltimohombreenlatierraqueibaadesaprovecharlaocasiónparadistraermi atención y hacerlo si se encontraba conmigo a solas. El único riesgo sepresentaba,trasunabrevereflexión,conbastanteclaridad.

Antes de hacerle sabermi descubrimiento personalmente, debía situar elpropiodescubrimientode tal formaquesepudierautilizarencontrasuyaencualquierinstante,yqueestuvieseasalvodetodointentodesuprimirloqueelcondepudieraemprender.Si,antesdeacercarmeaél,yodejababajosuspiesunamina,ysidejabainstruccionesaunatercerapersonaparahacerlavolar,alexpirar un plazo determinado, si antes no se recibieran indicaciones para locontrarioprocedentesdemipropiamanoodemipropiaboca,entalcaso,laseguridaddelcondequedabaenenteradependenciadelamíayyotendríaunaabiertaventajasobreélinclusoestandodentrodesupropiacasa.

Esta idea se me ocurrió cuando me acercaba a nuestra nueva casa quehabíamosalquiladoalvolverde lacosta.Abrí lapuertaconmi llaveyentrésinmolestar anadie.Enel zaguánhabíaunavelaencendiday la llevéamidespachoparahacermispreparativosydisponerlotodoparamientrevistaconelcondeantesdequeLauraoMariantuvieranlamenorsospechadeloquemeproponíahacer.

UnacartadirigidaaPescaeralamedidadeprecauciónmásseguraqueyopodíatomar.Lacartaqueescribídecíalosiguiente:

«ElhombrequeleseñaléenlaOperaesmiembrodelaHermandadyhasido traidor a su confianza. Ponga a prueba estas dos afirmaciones míasinmediatamente. Usted conoce el nombre que utiliza en Inglaterra. Vive enForest Road, num. 5, St. John's Wood. Por el afecto que usted me tuvosiempre, use del poder con que está investido para actuar sin piedad y sindilacióncontraesehombre.Yoloheexpuestotodoytodoloheperdido.

Laprendademifracasolahepagadoconmivida».

Firmé y feché estas líneas,metí la carta en un sobre y lo lacré. Encimaescribíestadisposición:

«No abra esta carta hasta mañana a las nueve. Si hasta entonces no ha

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sabidonadademí,rompaelsobrealdarelrelojlascampanadasyentéresedesucontenido.»

PusemisinicialesdebajoyprotegílacartaconotrosobrelacradoenelquepuselasseñasdePesca.

Ahoraloúnicoquemequedabaporhacererabuscarelmododeenviarmicarta a su destino inmediatamente. Al hacerlo, habría cumplido con cuantoestabaenmipoder.Sialgomesucedíaencasadelconde,ahoraestabatododispuestoparaqueélrespondiesedeelloconsuvida.

NodudéuninstantedequeenmanosdePesca,siélqueríahacerusodeellos, estaban los medios necesarios para impedirle que se escapase,cualesquiera que fuesen las circunstancias. La extraordinaria ansiedad quehabíamostradoporpermanecerenlaignoranciadelaidentidaddelconde,o,en otras palabras, por continuar desentendiéndose de ciertos hechos yjustificarseensuconcienciaporpermanecer inactivo,mehizoverclaroquelosmediosparaejercerlaterriblejusticiadelaHermandadlosteníaalalcancede su mano, aunque siendo de natural humanitario, se había abstenido deconfesármelo abiertamente. La seguridad mortal de que la venganza de lasSociedadespolíticasextranjerasperseguíaaltraidorasucausa,seescondieraéste donde se escondiera, se confirmaba demasiadas veces, incluso paramisuperficial conocimiento, como para dejar lugar a dudas. Considerando estetemasólocomoun lectordeperiódicos,acudíanamimemoriacasosquesehabíandadotantoenLondrescomoenParís,delosextranjerosqueaparecíanapuñaladosen lascallesyacuyosasesinos jamás se logróencontrar:de loscuerposodepartesdecuerpoarrojadosalTámesisoalSenapormanosquejamássepudodescubrir;delasmuertescausadasporlaviolenciasecretaquesólopodíanexplicarsedeunmodo.Noheocultadonadaqueamíserefieraalo largo de estas páginas, y no ocultaré ahora que creía haber escrito lasentenciademuertedelcondeFosco,sillegabaasucederlafatalcontingenciaqueautorizaseaPescaaabrirelsobre.

Bajé a la planta baja para decir al casero quemebuscase unmensajero.Ocurrió que en aquel momento precisamente subía la escalera y nosencontramos en el rellano. Su hijo, un muchacho despierto, fue a quien elcasero,alenterarsedemideseo,mepropusocomomensajero.Encontramosalchicoenelpisodearribayledilasinstruccionesnecesarias.Teníaquecogerun coche para llevar la carta, entregarla en las propias manos del profesorPescaytraermeunaspalabrasescritasporaquelcaballeroenconfirmacióndesurecibo;volveríaenelcoche,quequedaríaesperandoalapuertaparausarloyo luego. Eran casi las diez y media. Calculé que en veinte minutos elmuchacho estaría de vuelta y en otros veinte podía yo estar en St. John'sWood.

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Cuandoelmuchacho se fuea cumplirmi encargo, subí amicuartoparadejarenordenalgunospapelesparaquefuesefácilencontrarlos,enelcasodequesucedieselopeor.Metílallavedelantiguoescritoriodondelosguardé;enun sobre que lacré escribí el nombre deMarian, y lo dejé sobre mi mesa.Hecho esto, bajé al salón donde esperaba encontrar a Laura y Marian,esperandoqueyovolviesealaOpera.Porprimeravezsentímimanotemblarcuandolapuseeneltiradordelapuerta.

EnlaestanciasólosehallabaMarian.Estabaleyendoycuandoentrémirósureloj,sorprendida.

—¡Qué temprano vienes—medijo—.Debes habertemarchado antes dequelaóperahayaterminado!

—Sí—contesté—.NiPescaniyoesperamosalfinal.¿DóndeestáLaura?

—Tuvo esta noche una de sus jaquecas y le aconsejé que se acostaradespuésdetomarunatazadeté.

SalíenseguidadelahabitaciónconelpretextodeversiLauradormía.Losrápidos ojos deMarian empezaban a mirarme interrogativamente; la rápidainteligencia de Marian empezaba a comprender que algo pesaba sobre miánimo.

Cuandoentréennuestrodormitorioymeacerquéquedamentealacamaalaluztenuedeunalamparilla,mimujerdormía.

Nohacía unmes que nos habíamos casado. ¡Creo que había una excusapara mí si mi corazón estaba oprimido, si mi resolución vaciló por unmomento cuando miré su rostro, que en el sueño ella había vuelto conconfianzahaciamialmohada,cuandovisumanoabiertadescansandosobrelacolchacomosiinconscientementeellaesperaselasmías!Tansólomepermitíarrodillarmeunos instantes junto a ella ymirarla de cerca, tan cerca que sualiento, que ibayvenía, acariciabami rostro.Paradespedirme, sólo rocé sumanoysumejillaconmislabios.Seagitóensusueñoymurmuróminombre,peronosedespertó.Medemoréuninstanteenlapuertaparamirarlaunavezmás.«¡Diostebendigayprotejamivida!»—susurré,ysalí.

Marianme esperaba en el rellano de la escalera. En susmanos tenía unpapeldoblado.

—Elhijodeldueñohatraídoestoparati—medijo—.Tieneuncochealapuertaydicequelehasmandadoretenerloparati.

—Esverdad,Marian.Necesitoelcocheporquevoyasalirotravez.

Bajélaescaleradiciendoestoyentréenelsalónparaleerelpapelalaluzdelavelaquehabíasobrelamesa.ConteníaestasfrasesescritasconlaletradePesca:

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«Herecibidosucarta.Sino leveoantesde lahoraqueustedmeindica,romperéelsellocuandoelrelojdélascampanadas.»

Guardéelpapelenmicarteraymedirigíalapuerta.Mariansemeacercódesdeelumbralymeempujóotravezhaciadentro,asíquelaluzdelavelaalumbró mi rostro de plano. Me cogió de las manos mientras sus ojosescudriñabanlosmíos.

—¡Comprendo!—dijo ella con un susurro lleno de ansia—. Esta nochepruebaslaúltimaposibilidad.

—Sí...,laúltimaylamejor—contesté.

—¡No vayas solo! ¡Por amor de Dios, Walter, no vayas solo! Déjameacompañarte. No me lo impidas sólo porque sea una mujer ¡Tengo que ir,quieroir!Yoesperaréfuera,enelcoche.

Metocóamídetenerla.Intentóliberarsedemismanosyllegaralapuertaantes.

—Necesitoquemeayudes—ledije—quédateaquíyduermeestanocheenelcuartodemimujer.DéjamemarchartranquiloporLaurayterespondode que todo lo demás saldrá bien. Anda, Marian, ven; dame un beso ydemuéstramequetieneselvalordeesperaraqueyovuelva.

Nomeatrevíadarletiempoparadecirunapalabramás.Intentódenuevodetenerme. Me liberé de sus manos y en un instante estaba fuera de lahabitación.Elmuchacho,queestabaabajo,meoyóbajarlasescalerasyabriólapuertadelzaguán;deunsaltomeencontrédentrodelcoche,antesdequeelcocherotuviesetiempodebajardelpescante.

—Forest Road, en St John'sWood—le grité desde la ventana—. Simellevaenuncuartodehoralepagoeldoble.

—Loharé,señor.

Mirémireloj.Eranlasonce.Nopodíaperderniunminuto.

El movimiento veloz del coche, la conciencia de que cada instante meacercaba al conde, la idea de que por fin y sin poder volver atrás, habíainiciadomiaudazempresamepusieronentalestadodeexcitaciónfebrilqueno dejaba de animar al cochero para que fuese más rápido aún. CuandodejamosatráslascallesycruzamoselcaminodeSt.John'sWood,measaltótalimpacienciaquemepuseenpieyasomélacabezaporlaventanaparaverelfindemiviajeantesdequellegásemosaél.Cuandoelrelojdeunaiglesiadistante dio a lo lejos las once y cuarto, el coche daba la vuelta por ForestRoad.Mandéalcocherodetenerseaunospasosdelacasadelconde,lepaguéydespuésdedespedirle,fuihacialapuertadeentrada.

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Alacercarmealaverjadeljardínviqueendireccióncontrariaveníahaciaellaotrapersona.Nosencontramosbajoelfaroldegasynosmiramoselunoal otro. Reconocí al instante al extranjero de pelo ralo con la cicatriz en lamejillaycreíqueélmereconocíaamí.Peronodijonada,yenlugardepararantelacasacomoyohicesiguióadelante.¿SehallabaporcasualidadenForestRoad?¿OhabíaseguidoalcondehastasucasadesdelaOpera?

No me entretuve buscando respuestas a estas preguntas. Después deesperar unpoco aque el desconocidodesapareciese lentamentedemivista,llaméalacampanilla.Eranlasonceyveinte,unahorasuficientementetardíapara que al conde le fuese fácil deshacerse de mí pretextando que estabaacostadoya.

El únicomodo de evitar esta contingencia era darmi nombre sin hacerpreguntas preliminares y mandarle decir al mismo tiempo que yo tenía unserio motivo para desear verlo a aquella hora. Por eso, mientras estabaesperando,saquémi tarjetayescribíenella,debajodeminombre;«Asuntoimportante».Lacriadaabriólapuertacuandoyoescribíaconlápizlaúltimapalabraymepreguntócondesconfianza,«quédeseaba».

—Tenga la amabilidad de entregar esta tarjeta a su señor —contestédándosela.

Comprendí por el gesto vacilante de la muchacha que si hubierapreguntadodirectamenteporelcondeellahabríaseguidosusinstruccionesymehubieracontestadoquenoestabaencasa.Laseguridadconqueleentreguélatarjetalahabíaconfundido.Despuésdemirarmeconperplejidad,entróenlacasallevandominota,cerrólapuertaymequedéesperandoeneljardín.

Al poco rato volvió a salir, preguntando por el motivo demi visita. Lecontestéquesaludaseasuamoenminombre,diciéndolequeporlaíndoledelasuntoqueme traíaa sucasanopodíaconfiárseloanadiemásqueaél.Lacriadavolvióaentrar;luegoreaparecióparahacermepasaralinterior.

Laseguí.Uninstantedespuésmehallabaenlacasadelconde.

En el vestíbulo, la lámpara no estaba encendida, pero a la tenue luz delfarolilloque llevaba lamuchachaacompañándomeatráspor laescalera,viaunaseñoramayorasomarsesilenciosamentedesdeuncuartotrasterodelpisodeabajo.Melanzóunamiradaviperinacuandoentréenelvestíbulo,peronodijo nada y subió lentamente la escalera sin contestar a mi saludo. MifamiliaridadconelDiariodeMarianmepermitióestarsegurodequelaseñoramayoreralacondesaFosco.

Lacriadamecondujoalcuartodelqueacababadesalirlacondesa.Entréymevifrenteafrenteconelconde.

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No se había despojado aúnde su traje de etiqueta, excepto del frac, quehabíadejadoencimadeunasilla.Lasmangasdelacamisaestabanvueltasporlos puños. A un lado había una cartera y, al otro, un baúl. Libros, papeles,prendasdevestir estaban tiradosendesordenpor el cuarto.Sobreunamesajuntoalapuerta,estabalajaulaquemeeratanconocidapordescripción,conlosratonesblancos.Loscanariosy lacacatúaestabanprobablementeenotrahabitación.Élestabasentadodelantedelbaúl,metiendocosasdentroycuandoentró se levantó con unos papeles en lamano, para recibirme. En su rostroquedabanaúnhuellasdelsobresaltosufridoenlaOpera.Susredondasmejillascolgaban fláccidas y lívidas; sus fríos ojos, grises, estaban furtivamenteatentos;suvoz,suexpresión,susgestosdelatabanlamismaactitudsuspicazcuando avanzó un paso ami encuentro yme invitó, con distante cortesía, asentarme.

—¿Viene usted a verme para algún asunto, señor? —me dijo—. Megustaríasaberdequéasuntopuedetratarse.

La indisimulada curiosidad con la quememirabamientras hablaba, medemostró que no me había visto aquella noche en la Opera. Primero vio aPesca,yevidentementedesdeaquelinstantehastaquesaliódelteatronohabíavisto nada más. Mi nombre necesariamente le había hecho pensar que yoentraba en su casa conunpropósito hostil respecto a él, pero fuerade esto,parecíaignorarporcompletolaverdaderaíndoledemivista.

—He tenido suerte de encontrarle aquí esta noche—le dije—. ¿Pareceustedestarapuntodeemprenderunviaje?

—¿Estárelacionadosuasuntoconmiviaje?

—Enciertomodo,sí.

—¿Cómoeseso?¿Sabeustedadóndevoy?

—No;sóloséporquésevausteddeLondres.

Sedeslizóami ladocon la rapidezdelpensamiento, cerró lapuerta conllaveymetiólallaveensubolsillo.

—Usted y yo, señorHartright, tenemos un conocimiento excelente cadauno de la reputación del otro —me dijo—. ¿Se le ocurre a usted porcasualidad,alveniraestacasa,queyonosoydelaclasedehombresconlosquesepuedejugar?

—Sí, se me ocurrió—le contesté—, y no he venido a jugar con usted.Estoyaquíporunmotivodevidaomuerte,ysiesapuertaqueustedacabadecerrar estuviera abierta, nada de lo que usted diga o haga me impulsaría aatravesarla.

Diunospasoshaciadelanteymedetuvefrenteaélpisandolaesterillade

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la chimenea. El colocó su silla delante de la puerta y se sentó con el brazoapoyado sobre lamesa.La jaula con ratones blancos estaba a su lado y losanimalitos se despertaron cuando el pesado brazo sacudió la mesa y seasomaronporlosagujerosdelosalambres.

—¿Unasuntodevidaomuerte?—repitióparasímismo—.Estaspalabrassonquizámásseriasdeloqueustedcree.¿Aquéserefiere?

—Aloqueestoydiciendo.

Suanchafrenteseperlódesudor.Sumanoizquierdasedeslizabahaciaelborde de lamesa.Allí había un cajón con una cerradura, y en la cerraduraestabalallave.Sudedoíndiceyelgordosecerraronsobrelallave,peronolahacíangirar.

—¿DemodoqueustedsabeporquémevoydeLondres?—prosiguió—.Dígame,porfavor,cuáleslacausa.

Girólallaveenlacerraduraydejóelcajónabierto.

—Puedohaceraúnmásqueeso—ledije—.Puedomostrarlelacausa,silodesea.

—¿Cómopuedemostrármela?

—Sehaquitadoelfrac—ledije—.Subalamangadelbrazoizquierdo,yasíveráustedesacausa.

Elmismo color lívido, plomizo, que vi invadir su rostro en el teatro, sealterabaahora.Elbrillosiniestrodesusojosseclavóinsistenteyduroenlosmíos.Nodecíanada.Perosumanoizquierdaabriólentamenteelcajóndelamesaysuavementesedeslizódentro.Unruidoásperodeunobjetopesadoqueélmovíasinqueyopudieraverlo,sedejóoírun instanteycesóenseguida.Ahoraelsilencioeratanintensoqueinclusoeldébiltraqueteodelosdientesde los ratones blancos contra los alambres de la jaula se distinguía conclaridaddesdeelsitiodondeyoestaba.

Mi vida pendía de un hilo, y yo lo sabía. En aquel momento final yopensabaconsucerebro,sentíaconsusdedos,yestabatansegurocomosilohubieravisto,delobjetoqueescondíaenelcajón.

—Yamehadichoustedbastante—contestóconunaserenidadrepentina,tanpoconaturalytantenebrosaquefueparamisnerviosunapruebamásduraque cualquier arrebato de violencia—.Necesito unmomento para pensar, simepermite.¿Adivinaustedenquéestoypensando?

—Quizáloadivine.

—Puespienso—indicótranquilamente—,sideboaumentareldesordenenestecuarto,desparramandosussesosporlachimenea.

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Viensurostroque,simehubieramovidoenaquelmomento,éllohabríahecho.

—Leaconsejoque leaustedunas líneasdeestepapelque tengoaquí—continué—,antesdetomarlaúltimadecisión.

Mipropuestaparecióexcitar sucuriosidad.Asintió con la cabeza.SaquédelacarteraelpapelenviadoporPescaparaacusarrecibodemicartayselaentregué extendiendomi brazo. Luego volví a situarme donde estaba antes,frentealachimenea.

Leyóenvozaltaaquellasfrases:«Herecibidosucarta.Sinoleveoantesde la hora que usted me indica, romperé el sello cuando el reloj dé lascampanadas.»

Otro hombre en su lugar hubiera necesitado alguna explicación de estaspalabras, pero el condeno experimentó tal necesidad.Con leer aquella notauna sola vez comprendió qué precaución había tomado, con tanta claridadcomosihubieseestadoamiladocuandolaadopté.Laexpresióndesurostrocambióalinstanteysumanoemergiódelcajón,vacía.

—Nocierroelcajón,señorHartright—medijo—,ynoledigoquenovoyaesparcirsussesosporlachimenea.Perosoyjusto,inclusoconmisenemigosy antes que nada quiero reconocer que estos sesos sonmás listos de lo quecreo.¡Vamosalgrano,señormío!¿Ustednecesitaalgodemí?

—Lonecesitoypiensoobtenerlo.

—¿Enquécondiciones?

—Sincondiciones.

Sumanovolvióaintroducirseenelcajón.

—¡Vaya,seguimosdandovueltas—dijo—,ysussesostanlistosestánotravez en peligro! ¡Su tono es deplorablemente imprudente, señor, modéreloahoramismo!Elriesgodedispararleaquídondeestá,esparamímenosgravequeelriesgodedejarlesalirdeestacasa,salvoquelohagaenlascondicionesque yo le dicte y apruebe. Ahora no lucha usted contra mi llorado amigo.Ahoraestáustedfrentea frente ¡conFOSCO!Si lasvidasdeveinteseñoresHartrightfuesenescalonesquemecondujeranhaciamiseguridad,pasaríaportodos ellos sostenido por mi sublime indiferencia y serenado por mi calmaimpenetrable. ¡Respétemesiapreciaustedsupropiavida!Leconminoaqueresponda a tres preguntas antes de abrir la boca de nuevo. Escúchelas, sonnecesarias para esta entrevista.Responda a ellas porque son necesarias paramí.

Levantóundedodelamanoderecha.

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—Primera pregunta —dijo él—, usted vino aquí poseyendo unainformación que puede ser verdadera comopuede ser falsa, pero, ¿dónde laconsiguió?

—Meniegoadecírselo.

—Noimporta:lovoyaaveriguar.Yalaencontraré,siestainformaciónesverdadera... y, ¡fíjese usted en que lo digo con toda resolución, está ustednegociando con ella a base de una traición suya o de otro hombre tambiéntraidor.Anotoestacircunstancia—parausosvenideros—enmimemoriaquenoolvidanada...Continúo.

Levantóotrodedoydijo:

—¡Segundapregunta!Esaslíneasquemehapedidoustedqueleanoestánfirmadas.¿Quiénlasescribió?

—Unhombreenquienyotengomuchasrazonesparaconfiardepleno,yusted,otrastantasparatemer.

Mirespuestaprodujoelefectoesperado.Sumanotemblódemodoaudibledentrodelcajón.

—¿Cuánto tiempo tengo —preguntó, haciendo su tercera pregunta contonomáscalmado—,antesdequesuenenlascampanadasdelrelojyserompaelsello?

—Eltiemposuficienteparaquenospongamosdeacuerdo—repliqué.

—Contésteme usted con claridad, señor Hartright. ¿Qué hora tiene quesonarenelreloj?

—Lasnuevedemañanaporlamañana.

—¿Lasnuevedelamañana?YaveoqueustedhapreparadolatrampaparaantesdequeyoconsigaelpasaporteypuedasalirdeLondres.¿Noseráantesdeeso,supongo?Yaloveremosluego.Puedoretenerleaustedaquíderehénynegociar el asunto de la carta para recuperarla antes de que le permitamarcharse.Mientrastanto,tengalabondaddeexponermesuscondiciones.

—Vaustedaescucharlas.Sonsencillasynonecesitomuchotiempoparahacérselassaber.¿Sabeustedafavordequiénactúoviniendoaquí?

Sonrióconun supremodominiode símismoehizoungestodisplicenteconlamanoderecha.

—Intentaré adivinarlo—dijo conmordacidad.— ¡A favordeunadama,porsupuesto!

—Demimujer.

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Me miró y por primera vez vi en su rostro una expresión honesta, laexpresióndefrancaestupefacción.Pudeverqueapartirdeestemomentoyohabía descendido en su estima como hombre peligroso.Cerró en seguida elcajón, se cruzó de brazos y siguió escuchando con una sonrisa de atenciónsarcástica.

—Le supongo a usted suficientemente enterado—continué—, del cursoque tomaronmis investigaciones hacemuchosmeses, para comprender quetodo intento de negar ante mí hechos reales sería infructuoso. Usted esculpabledeunaconspiracióninfame.Yelmotivodeéstafuehacerseconunafortunadediezmillibras.

No contestó nada. Pero su rostro se ensombreció de pronto con unaangustiacreciente.

—Guárdesesuganancia—continué.

(Surostrovolvióailuminarseinmediatamente,ysusojosseabrieronconunasombrosiempremásgrande.)

—Nohevenidoparadegradarmedisputándoleeldineroquehapasadoporsusmanosyquehasidoelpreciodeuncrimenvil...

—Cuidado, señor Hartright. Su palabrería moral produce un excelenteefectoenInglaterra.Guárdelaparaustedyparasuscompatriotas,sileparece.Las diez mil libras eran un legado que el anterior señor Fairlie dejó en sutestamentoamiexcelenteesposa.Mireelasuntodesdeestepuntodevistaylodiscutiré con usted si así lo desea. Sin embargo, para un hombre con missentimientos,eltemaesdeplorablementesórdido.Prefieropasarlodelargo.Leinvitoavolveraladiscusióndesuscondiciones.¿Quéquieredemí?

—En primer lugar quiero una completa confesión de la conspiraciónescritayfirmadaporustedenmipresencia.

Levantóotravezundedo.«¡Una!»—dijo interrumpiéndomecon lavivaatencióndeunhombrepráctico.

—Ensegundo lugarquierounapruebafehacientequenodependadesusaseveraciones personales, de la fecha en quemimujer salió de BlackwaterParkparairaLondres.

—Vaya,vaya;veoqueponeustedeldedoenlallaga,—observótranquilo—¿Algomás?

—Demomento,nadamás.

—Bien.Haestablecidoustedsuscondiciones,yahoraescuchelasmías.Laresponsabilidad que representa para mí admitir lo que usted quiere llamar«conspiración» es quizá menor, después de todo, que la responsabilidad de

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dejarleaustedmuerto sobreesaalfombra juntoa lachimenea.Supongamosqueadmitosuproposición...conmiscondiciones.Escribiré laconfesiónqueusteddeseay tendráusted laprueba fehaciente.¿Lebastará, supongo,comotalpruebaunacartademi lloradoamigoinformándomedeldíay lahoraenque su mujer llegaba a Londres, escrita firmada y fechada por él? Puedodársela.Tambiénpuedoproporcionarlelasseñasdelhombrequemealquilóelcocheparairabuscaramihuéspedalaestacióneldíaquellegó:sulibrodeencargos podrá informarle de la fecha, incluso si el cochero que condujo elcoche no puede serte útil. Es lo que puedo hacer y haré con las siguientescondiciones.Primera:MadameFoscoyyosaldremosdeestacasaalahorayde la forma que nos parezca y sin obstáculos de ningún tipo por su parte.Segunda:ustedesperaráaquíconmigo,amiagente,quevendráalassietedelamañanaparaarreglarmisasuntos.Ledaráunanotaescritaparaelhombrequetienelacartalacrada,conordensuyaexpresadequeledevuelvaesacarta.Usted esperará aquí hasta quemi agente vuelva yme entregue la carta sinabrir.Despuésdeesto,medaamímediahoraparamarcharmedeestacasa,después de lo cual recupera usted la libertad de actuación y se va a dondequiera. Tercero,me debe usted una satisfacción como caballero por haberseinmiscuidoenmisasuntosparticularesyporel lenguajequesehapermitidoustedusarconmigoduranteestaentrevista.Lahorayellugar,enelextranjero,se fijarán en una carta escrita con mi mano que le mandaré cuando meencuentresanoysalvoenelcontinente;lacartacontendrátambiénunatiradepapeldelalongitudexactademiespada.Estassonmiscondiciones.Dígamesilasacepta.Síono.

La extraordinariamezcla de resolución repentina, de astuta previsión, debravata burlesca que sonaban en aquel discurso me dejó por un momentoperplejo,perosóloporunmomento.Laúnicacuestiónquesedebíatenerenconsideración,erasiestabajustificadoonollegaralaposesióndelosmediospara establecer la identidad de Laura a costa de permitir escapar impune alcanallaque se lahabíahurtado.Yo sabíaqueeldeseode conseguir el justoreconocimiento de mi mujer en la casa donde nació, por los que la habíanexpulsado de allí como una impostora, y de desmentir públicamente lafalsedadqueprofanabaaúnlalápidasobrelatumbadesumadre,eraundeseomucho más puro que el deseo vindicativo que se había inmiscuido en mipropósitodesdeelprincipio.Ysinembargo,nopuedoafirmarconhonestidadque mis propias convicciones morales fueran suficientemente fuertes paradeterminareldesenlacedeesta luchaquesedesarrollabaenmi interior.Lesayudó mi recuerdo de la muerte de Sir Percival. ¡Qué horrendo fue elcumplimientodelajusticiaqueentoncesfuearrancadodemisdébilesmanosen el último momento! ¿Qué derecho tenía yo para decidir, en mi pobreignorancia terrenadelfuturo,quetambiénestehombreibaaescaparimpunesólo porque se me escapase a mí? Pensé en estas cosas quizás con la

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supersticióninherenteaminaturaleza,quizáconunsentidomásdignoqueelde la superstición. Era difícil ahora que por fin lo había atrapado, volver asoltarlo por propia voluntad, pero me forcé a hacer el sacrificio. Dichobrevemente, me dejé guiar por el único motivo superior del que yo estabaseguro,eldeserviralacausadeLaurayalacausadelaVerdad.

—Aceptosuscondiciones—ledije—.Conunareservapormiparte.

—¿Quéreservaesésta?—preguntó.

—Merefieroalacartalacrada—respondí—.Exijoqueladestruyaenmipresenciasinabrirla,encuantoselaentreguen.

ElobjetoqueyoperseguíaalestipularloerasimplementeevitarqueFoscollevaseconsigounapruebamaterialdelaíndoledemicomunicaciónaPesca,queFoscodescubriríapor fuerzacuandopor lamañanadiese las señasa suagente.Peroelcondenopodríahacerusodesudescubrimientobasándoseensupropiotestimonioverbal—aunenelcasopocoprobabledequerealmentelointentase.EsodisminuíamisremordimientosenrelaciónaPesca.

—Acepto su reserva—respondió, después de considerar la cuestión congravedad durante un par de minutos—. No merece la pena ni discutirla.Romperélacartacuandollegueamismanos.

Mientras hablaba se levantó de la silla que ocupaba frente amí. Parecíaque hiciera un esfuerzo por liberar su ánimo de toda la presión que nuestraentrevistalehabíainfligido.

—¡Uf!—exclamó, desperezándose placenteramente—; la escaramuza hasidodura.Siéntese,señorHartright.Dentrodeunashorasnosenfrentaremoscomoenemigosmortales.Entretanto,intercambiemosatencionesycumplidoscomoverdaderoscaballeros.Permítamequemetomelalibertadyllameamimujer.

Girólallaveyabriólapuerta.«¡Eleanor!»gritóconsuvozcavernosa.Laseñorademiradaviperinaaparecióenelumbral.

—Madame Fosco: el señor Hartright —dijo el conde haciendo lapresentaciónconunadignidadnatural—.Ángelmío—continuódirigiéndoseasumujer—,¿tepermitiríatufatigaprepararlosequipajesyhacermeunbuencafé?TengoquearreglarunasuntoliterarioconelseñorHartright,ynecesitoestarenposesióndetodasmisfacultadesparahacermejusticiaamímismo.

MadameFosco inclinó su cabeza dos veces: una con frialdad antemí, yconsumisiónantesumarido,ysedeslizófueradelcuarto.

ElcondeFoscoseacercóalescritorioqueestabajuntoalaventana,abrióun cajón y sacó varias hojas de papel y unas cuantas plumas. Esparció lasplumas por lamesa de talmanera que en todas direcciones había alguna al

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alcancedesumanoparacuandoquisieracogerla,yluegocortólashojas,deltamañodecuartillasdelasqueusanlosperiodistasprofesionales.

—Este será un documento magistral—dijo, mirándome por encima delhombro—.Elhábitodelacomposiciónliterariameesperfectamentefamiliar.Entre todas lascualidades intelectualesqueunhombrepuedeposeer,unadelas más raras es la gran facilidad de ordenar las propias ideas. ¡Inmensoprivilegio!Yoloposeo.Y¿usted?

Esperandoelcafésepusoadarvueltasporelcuarto,murmurandoalgoyresaltando sitios donde se presentaban obstáculos para la ordenación de susideas,dándosegolpecitosen la frente,devezencuando,con lapalmade lamano.Laenormeaudaciaconqueélaceptabalasituaciónenlaquelehabíapuesto y que él convertía en un pedestal desde el que su vanidad servía alacariciadopropósitodeadmirarsea símismo,nodejabadeembelesarme.Apesardelasincerarepugnanciaquemeinspirabaaquelhombre,laprodigiosafuerzadesucarácter,inclusoensusaspectosmástriviales,meimpresionabaapesarmío.

Madame Fosco trajo el café. El conde le expresó su agradecimientobesándolelamanoylaacompañóhastalapuerta;volvió,sesirvióunatazadecaféylapusosobreelescritorio.

—¿Puedoofrecerleunpocodecafé,señorHartright?—mepreguntóantesdesentarse.

Declinélainvitación.

—¿Cómo? ¿No creerá que voy a envenenarle?—dijo jovialmente—. Elintelecto de los ingleses es sano, no se puede negarlo, —continuóacomodándolo junto a la mesa—, pero tiene un grave defecto... no sabecuándohayquetenercautela.

Hundió la pluma en el tintero, puso delante de sí la primera octavillaacercándolaconeldedogordocontra lamesa;seaclarólavozycomenzóaescribir. Escribía haciendomucho ruido y conmucha rapidez, con letra tangrandeytorpe,conespaciostanampliosentrelaslíneas,quellegabaalfinalde la cuartilla enmenos de dosminutos desde elmomento en que la habíaempezado. Cuando terminaba una, la numeraba y la tiraba por encima delhombroal suelo, paraqueno le estorbase.Cuando suprimeraplumaestabagastada,éstatambiénfueenviadaporencimadelhombroyenunsegundoelconde se aferrabaaotraplumade lasqueestabanesparcidas sobre lamesa.Cuartillatrascuartilla,pordocenas,porcincuentenas,porcentenares,volabanpor encima de sus hombros a sus dos lados, hasta que la nevada de papelcubriótodoelespacioalrededordesusilla.Pasabahoratrashora,yyoseguíasentado,observándolo;yélseguíasentado,escribiendo.Sólosedeteníapara

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tomaruntragodecaféy,cuandoelcaféseterminó,paradarunapalmaditaensu frente, de cuando en cuando. El reloj dio la una, las dos, las tres, lascuatro... las cuartillas continuaban volando alrededor suyo; la plumaincansable, nodejabade raspar el papel, desde arribahasta abajo, el blancocaosdepapelseguíaelevándosemásymásjuntoasusilla.Alascuatrooíunrepentino rasgueo de la pluma, indicativo de los rasgos floridos con que elcondetrazabasufirma.«¡Bravo!—exclamóélponiéndoseenpiedeunsalto,conlaenergíadeunjovenymirándomeconsonrisasdesoberbiotriunfo.

—¡He terminado, señor Hartright! —anunció, golpeándose su anchopecho. He terminado para mi profunda satisfacción, y para su profundoasombro cuando lea lo que he escrito. El tema está agotado; elHombre—Fosco—noestá.Procedoalaordenacióndemiscuartillas,asurevisiónyasulecturadirigidasolemnementesóloasusoídos.Acabandedarlascuatro.¡Estábien, ordenación, revisión y lectura de cuatro a cinco! Un sueñecillo pararefrescarme,decincoaseis.Últimospreparativosdeseisasiete.Asuntosdemiagenteydelacartalacradadesieteaocho.Alasocho,enroute.¡Heaquíelprograma!

Sesentóenelsuelo,conlaspiernascruzadas,enmediodesuspapeles,losreunióvaliéndosedeunpunzónyuntrozodecuerda;losrevisó;escribióenlacabecera de la primera página su nombre y todos los títulos y honores queconstituían su personal distinción, y luego me leyó el manuscrito con unénfasis teatral y sonoro y con gestos teatrales y profusos. El lector tendrádespuésocasióndeformarsupropiojuiciosobreeldocumento.Porahoraserásuficientedecirquerespondíaamipropósito.

Luegome escribió las señas de la persona que le alquiló el coche ymeentregó la carta de Sir Percival. Estaba fechada enHampshire el día 25 dejulioyanunciabaelviajede«LadyGlyde»aLondres,quetendríalugareldía26, es decir, ¡elmismo día, el 25 de julio, en que el certificado del doctoratestiguaba que había muerto en St. John's Wood, estaba viva, por lademostracióndelpropioSirPercival, sehallabaenBlackwaterParkyaldíasiguiente iba a emprender un viaje!; cuando yo obtuviese del cochero lapruebadeesteviaje,laevidenciadelhechoseríacompleta.

—Las cincoy cuarto—dijo el condemirando su reloj—.Es hora de unsueño reparador. Como habrá podido observar, señorHartright, tengo algúnparecido con Napoleón el Grande. Pues también me parezco a ese hombreinmortalporqueséconciliarelsueñoconfuerzadevoluntad.Dispénsemeporunmomento.VoyallamaraMadameFoscoparaqueleentretengaesterato.

Comprendiendo,lomismoqueél,quellamabaaMadameFoscoparaestarsegurodequeyonosaldríadesucasamientrasdormía,nolecontestéymedediquéaatarlospapelesqueelcondemehabíaentregado.

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Madameentró,tanfría,pálidayvenenosacomosiempre.

—Ángelmío,procuradivertiralseñorHartright—ledijoelconde.

Leacercóunasilla,besóporsegundavezsumano,seretiróhaciaunsofáyalostresminutosdormíaconlapazyfelicidaddelhombremásvirtuosodelatierra.

Madame Fosco cogió de la mesa un libro, se sentó y me miró con lamaliciaporfiadayvindicativadelamujerquenoolvidaniperdonajamás.

—Heestadoescuchandotodasuconversaciónconmimarido—dijo—.Siyohubieraestadoensulugar,elcadáverdeustedyaceríasobreesaalfombra.

Diciendoestaspalabrasabrióel libroynovolvióamirarmenihablamoshastaquesumaridosedespertó.

Abriósusojosyselevantódelsofáexactamenteunahoradespuésdequesehubieradormido.

—Me encuentro infinitamente más descansado —observó—. Eleanor,queridaesposamía,¿lohaspreparadotodoahíarriba?Esoestábien.Endiezminutosacabodearreglarmimaletínymevistodeviajeenotrosdiez.¿Quémequedaporhacerhastaquevengaelagente?Miróasualrededorysefijóenlajauladesusratonesblancos.

—¡Diosmío!,—exclamó, quejumbroso—, aúnme queda por sufrir unamutilación demis sentimientos. ¡Inocentes animalitos, hijos demi corazón!¿Qué voy a hacer con ellos?Ahora ya no vivimos en ninguna parte, ahoraestamos viajando sin cesar. Cuanto menos equipaje llevemos, mejor paranosotros.Micacatúa,miscanariosymisratoncitos,¿quiénvaamirarycuidardeelloscuandosubuenpapásevaya?

Pensativodiounasvueltasporelcuarto.Nolehabíapreocupadotenerqueescribirsuconfesiónperoestabanotoriamenteconsternadoyperplejoantelacuestiónmuchomásimportantedelasuertedesusfavoritos.Despuésdelargareflexión,deprontovolvióasentarsedelantedelescritorio.

—¡Unaidea!—exclamó—.Voyaregalarmiscanariosymicacatúaaestagran metrópoli. El agente los donará en mi nombre al jardín zoológico deLondres.Tengoquecomponerahoramismoeldocumentoconladescripcióndemidonativo.

Empezóaescribir,repitiendoenaltolaspalabrassegúnfluíandesupluma,tanágil:

—«Númerouno:Cacatúadeplumajedescollante:unaatracciónporsísolapara todos los visitantes de gustos refinados. Número dos: Canarios deinteligenciayvivezasinrival,dignosdeljardíndelEdénydignostambiéndel

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Regent'sPark.Homenajealazoologíabritánica.DonadoporFOSCO.

Laplumavolvióa rasguearcon fuerza,y la rúbrica floreadacompletó lafirma.

—Conde,nohasincluidoalosratones—dijoMadameFosco.

Seseparódelamesa,cogiósumanoylallevóasucorazón.

—Toda resolución humana, Eleanor —dijo con solemnidad— tiene suslímites. Los míos están inscritos en este Documento. No soy capaz desepararmedemisratonesblancos.Compréndeme,ángelmíoymételosensujauladeviaje,queestáarriba.

—¡Queadmirableternura!—dijoMadameFosco,admirandoasumaridoylanzandounaúltimamiradaviperinahaciamí.Cogiólajaulacondelicadezaysaliódelcuarto.

Elcondemiróelreloj.Apesardesuostentacióndeserenidad,empezabaaimpacientarseesperando la llegadadel agente.Lasbujías sehabíanapagadohacíamuchoylaluzdelsoldelnuevodíaentrabaenlaestancia.

Alassieteycincosonólacampanilladelapuertayaparecióelagente.Eraextranjeroyteníaunabarbaoscura.

—ElseñorHartright;MonsieurRubelle—dijoelconde,presentándonos.

Llevóasuagente(unespíaextranjerosindudaalguna,esoselenotabaencadafaccióndesurostro)aunrincóndelcuarto:lesusurróunasinstruccionesy luego salió, dejándonos solos. El «Monsieur Rubelle» me sugirió muyceremonioso, que estaba dispuesto a cumplir el recado. Escribí dos líneas aPesca,autorizándoleaentregarmicartalacrada«alportador»,puselasseñasyentreguélanotaaMonsieurRubelle.

Elagenteesperóaquevolviesesuamo,arropadoyaconsutrajedeviaje.El conde examinó las señas de la carta antes de dejar al agentemarcharse.«¡Me lo figuraba!»—dijo, volviéndosehaciamí conunamirada sombría,ydesdeaquelinstantesuactitudcambióunavezmás.

Terminódeprepararsuequipajeysesentóconsultandounmapa,haciendoanotaciones en su cuaderno ymirando continuamente su reloj. Ni una solapalabradirigidaamísaliódesuslabios.Elescasotiempoquefaltabaparaqueemprendieseelviaje,ylapruebaqueacababadever,delacomunicaciónqueexistíaentrePescayyo,evidentementehabíanocupadotodasuatenciónenlasmedidasnecesariasparaprepararunaescapatoriasegura.

UnpocoantesdelasochovolvióMonsieurRubelleconmicartasinabriren la mano. El conde examinó detenidamente la inscripción y el sello,encendióunavelayquemólacarta.

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—Hecumplidomipromesa—dijo—.Peroesteasunto,señorHartright,nohaterminadoaún.

El agente había dejado a la puerta el coche que le había traído. El y lacriada empezaron ameter en el coche el equipaje.Madame Fosco bajó lasescalerasconlacaracubiertaporunespesoveloyenlamanolajauladeviajeconlosratonesblancos;nimehablónimemiró.Sumaridolaacompañóhastaelcoche.

—Sígame hasta el pasillo, —me murmuró al oído—. Tal vez quierahablarleenelúltimomomento.

Salídelcuarto;elagenteestabaeneljardín.Elcondevolviósoloyjuntosnosadentramosenelpasillo.

—¡Recuerdelaterceracondición!—susurró—.Tendráustednoticiasmías,señorHartright.¡Esprobablequeleexijalasatisfacciónantesdeloqueustedsefigura!

Mecogiólamanoantesdequeyopudieraimpedirlo,ymelaretorcióconfuerza;luegosedirigióhacialapuerta,sedetuvoysemeacercódenuevo.

—Una palabra más, —dijo, confidencial—. La última vez que vi a laseñoritaHalcombe la encontrémuy delgada, parecía enferma.Me preocupaesta admirable mujer. ¡Cuídela! ¡Con la mano en el corazón se lo suplicosolemnemente,cuidedelaseñoritaHalcombe!

Estas fueron las últimas palabras que me dijo antes de introducir sudescomunalcuerpodentrodelcocheymarcharse.

El agente y yo esperamos unos instantes en la puerta siguiéndolo con lamirada. Mientras permanecíamos allí, un poco más abajo en la carretera,detrás de una esquina, apareció un segundo coche. Siguió la dirección quehabíatomadoeldelconde,yalpasardelantedelacasaydelapuertaabiertadel jardín su ocupante se asomó a la ventanilla paramirarnos. ¡Otra vez eldesconocidodelaOpera!¡Elextranjerodelacicatrizenlamejillaizquierda!

—Tiene usted que esperar aquí conmigo media hora más, señor —dijoMonsieurRubelle.

—Esperaré.

Volvimosalsalón.Yonoestabadehumorparahablarconelagenteniparadejarqueéstemehablase.Saquélospapelesqueelcondehabíadepositadoenmismanosyleílaterriblehistoriadelaconspiración,relatadaporelhombrequelahabíaplaneadoyperpetrado.

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RELATODEISIDOROTTAVIOBALDASSAREFOSCO

CONDEDELSACROIMPERIOROMANO.

CABALLERODELAGRANCRUZDELACORONADEBRONCE.

GRANMAESTREPERPETUODELOSMASONESROSACRUCIANOSDEMESOPOTAMIA.

MIEMBROHONORARIODESOCIEDADESMUSICALES,MÉDICAS,FILOSÓFICASYFILANTRÓPICASDETODAEUROPA.,

ETC.,ETC.

En el verano de mil ochocientos cincuenta llegué a Inglaterra, con unadelicada misión política que me había sido encomendada por una potenciaextranjera. Personas de mi confianza mantenían conmigo unas relacionessemioficiales y yo estaba autorizado a dirigir sus esfuerzos; entre ellos sehallabaelmatrimonioRubelle.Yodisponíadeunassemanasantesdeiniciarmis tareasyde instalarmeen lossuburbiosdeLondres.Seríanaturalqueseme preguntase por curiosidad cuáles eran aquellas tareas. Comprendoperfectamenteestapregunta,ylamentoqueinteresesdiplomáticosmeimpidancontestarla.

Decidípasardichoperíodopreliminardereposoenlamagníficaresidenciade mi llorado amigo Sir Percival Glyde. Él llegaba del continente con sumujer.Yollegabadelcontinenteconlamía.Inglaterraeselpaísdelafelicidadhogareña.¡Cuálnofuenuestroaciertoalvolveraellaenestascircunstanciashogareñas!

EllazodeamistadquenosuníaaPercivalyamíseestrechótodavíamásporlasimilitudenternecedoradenuestrasrespectivassituacionespecuniarias.Ambosnecesitábamosdinero.¡Inmensanecesidad!¡Deseouniversal!¿Existeunsólo sercivilizadoqueno losientacomonosotros? ¡Qué insensibledebeserunhombreasí!o¡quérico!

Noentroendetallessórdidosoprosaicosalhablardeestetema.Mimentelos repele.Con la austeridadde un romano,muestromi bolsa vacía y la dePercival, a las miradas repulsivas del público. Dejemos que este hechodeplorablehableporsímismodeunavezparasiempre,ysigamos.

EndichamansiónnosrecibióesacriaturaportentosaquemicorazónevocallamándolaMarian,queenlaatmósferamásfríadelasociedadesdesignadacomo «señorita Halcombe». ¡Santo cielo! con qué inconcebible rapidezaprendíaadoraraaquellamujer.Alossesentaañoslaidolatrabaconelardorvolcánico de los dieciocho. Todo el oro de mi rica naturaleza lo puse sinesperanzaasuspies.Amimujer¡pobreángelmío!,amimujer,quemeadora,

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tan sólo lequedaban los chelinesy lospeniques.Así es elMundo, así es elHombre,asíeselAmor.¿Quésomosnosotros(preguntoyo)sinotíteresdeunretablo? ¡Oh Destino omnipotente, tira de nuestros hilos con suavidad!¡Compadécetecuandonoshacesdanzarsobrenuestromiserableescenario!

Estaslíneas,siselasentiendebien,expresantodounsistemafilosófico,elMío.

Continúo.

LascircunstanciasdenuestraestanciaenBlackwaterPark,enlosprimerostiempos, están descritas con asombrosa precisión, con una profundapenetraciónmental,porlamanodelapropiaMarian(quemeseadisculpadalaembriagadorafamiliaridaddellamaraestasublimecriaturaporelnombredepila). El conocimiento exacto del contenido de su Diario —al que pudeaccederpormediosclandestinos—indeciblementepreciosoparamirecuerdo,eximeamidiligenteplumadetratarlostemasqueestamujerinsuperablehahechosuyosyhaagotadoensuesencia.

Los intereses —¡intereses arrobadores e inmensos! — que aquí quieroreferir,comienzanconladeplorablecalamidaddelaenfermedaddeMarian.

La situación en aquel período era alarmante en su gravedad. Percivalnecesitabagrandessumasdedineroquedebíapagarenunafechadeterminada(no digo nada de las módicas cantidades que yo también necesitaba), y laúnica fuente imaginable que podía proporcionárnoslas era la fortuna de sumujer,lacualnopodíadisponerhastalamuertedeaquella.Hastaaquílacosaandaba mal, y desde entonces anduvo peor. Mi infortunado amigo teníaproblemasdecarácterparticular;ladelicadezademiafectodesinteresadoporélmeimpedíainterrogarloconexcesivacuriosidad.Sólosabíaqueunamujerllamada Anne Catherick se ocultaba cerca de la finca; que estaba encomunicación con LadyGlyde y que el resultado de todo ello podía ser larevelación de un secreto que representaría la ruina segura para Percival. ElmismomehabíadichoqueestaríaperdidosinoseconseguíaacallaralamujeryencontraraAnneCatherick.Siélestuvieraperdido,¿quéseríadenuestrosinteresespecuniarios?¡Apesardeservalientepornaturaleza,esaideamehizotemblar!

Toda la fuerza de mi inteligencia estaba dirigida ahora a la forma deencontraraAnneCatherick.Nuestrosapurosmonetarios,porimportantesquefuesen,admitíanunaprórrogaperolanecesidaddeencontraraesamujernolaadmitía.Loúnicoque sabíadeella eraque teníaunextraordinarioparecidocon Lady Glyde. El enterarme de este hecho curioso—que tan sólo debíaayudarme a identificar a la persona que buscábamos—, junto con lainformación adicional de que Anne Catherick se había escapado de unmanicomio,fueel iniciodela inmensaconcepciónquenacióenmimentey

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quemás tarde produjo resultados tanmaravillosos.Esta concepción suponíanada menos que transformar por completo dos identidades independientes.Lady Glyde y Anne Catherick, debían intercambiar sus nombres, lugares ydestinos,unaconlaotra,ylasconsecuenciasprodigiosasdeaquelintercambioseríanlagananciadetreintamillibrasylaeternaconciliacióndelsecretodeSirPercival.

Mis instintos (que rara vez fallan) me sugirieron, al estudiar lascircunstancias,quenuestrainvisibleAnnevolveríatardeotempranoalacasitadebotesdellagoBlackwater.Meapostéallí,avisandopreviamentealaseñoraMichelson, ama de llaves, que si me necesitasen yo estaría en aquel lugarsolitario, estudiando. Tengo por regla no hacer nuncamisterios innecesariosparanolevantarsospechasacercademisinceridad.LaseñoraMichelsonmecreíaaojoscerrados.Estamujercontrazasdeunadama(viudadeunpastorprotestante) resplandecía de fe. Conmovido por aquella confianza simple ysuperfluaenunamujerensusañosmaduros,abrí losamplios recipientesdeminaturalezayabsorbíporcompletoaquellafe.

Mivigilanciaa laorilladel lago fuepremiadacon laaparición,node lamismaAnneCatherick,sinode lamujerquecuidabadeella.Estepersonajetambiéndesbordabafesencillaqueyoabsorbídeigualmaneraqueenelcasoantesdescrito.Dejaréaellaelcuidadodedescribirlascircunstancias(siellano lo ha hecho ya) en las queme introdujo ante el objeto de sus cuidadosmaternales.CuandoviaAnneCatherickporprimeravez,estabadurmiendo.Me quedémesmerizado por el parecido entre aquella desventuradamujer yLady Glyde. Los detalles del gran plan que hasta entones se me habíaninsinuadosóloagrandes trazos, semepresentaronensuplenacombinaciónmagistralantelavistadeaquelrostrodormido.Almismotiempo,micorazón,siempre sensible a influjos de ternura, se deshizo en lágrimas ante elespectáculo de sufrimiento que seme ofrecía. Inmediatamenteme ocupé enproporcionarle alivio. En otras palabras me procuré el estimulanteindispensable para restablecer las fuerzas de Anne Catherick que ellanecesitabaparaemprenderelviajehastaLondres.

Al llegar aquí he de hacer una protesta necesaria y he de enmendar unlamentableerror.

He pasado los mejores años de mi vida estudiando ardorosamente lacienciamédicay laquímica.Estaúltimasobre todosiemprehaejercidounaatracciónirresistiblesobremíporelpoderenormeeilimitadoqueconfieresuconocimiento. Los químicos, y lo digo con énfasis, podrían mandar siquisieran,sobrelosdestinosdelahumanidad.Dejadmeexplicarestoantesdeseguiradelante.

Sedicequelamentegobiernaalmundo.Pero¿quégobiernalamente?El

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cuerpo. Y el cuerpo (síganme con atención) está a merced del másomnipotentedetodoslospotentadosqueeselQuímico.Dadmequímicaamí,a Fosco, y cuando Shakespeare acaba de concebir Hamlet y se sienta paraejecutar su concepción yo, echando en su comida diaria unos granitos depolvos, reduciría su inteligencia influyendo sobre su cuerpo hasta que supluma escribiese la más abyecta tontería que jamás haya degradado papelalguno. En circunstancias similares hagamos revivir al ilustre Newton. Lesgarantizoquecuandoveacaerlamanzana,lacomeráenlugardedescubrirelprincipiodegravitación.LacenadeNerónlotransformaráenelhombremásmansoantesdequepuedadigerirla;yeldesayunodeAlejandroelGrandelehará poner pies en polvorosa al ver al enemigo esta misma tarde. Doy misagrada palabra de honor que la sociedad es dichosa porque los químicosmodernos,porunabuenasuerteincomprensible,sonlosseresmásinofensivosdelgénerohumano,ensumayoríasonvenerablespadresdefamiliaaleladoscon la admiración por el sonido de sus voces pedagógicas; visionarios quedesperdician su vida en fantásticas imposibilidades o charlatanes cuyaambición no vuela más alto que donde ponemos los pies. Así la sociedadpermaneceasalvo,yelilimitadopoderdelaQuímicasiguesiendoesclavodelosfinesmássuperficialesymásinsignificantes.

¿Porquéestedesahogo?¿Porquéestaelocuenciamortificante?

Porque se ha interpretadomalmi conducta, porque se han comprendidomalmismotivos.SehadichoqueutilicémisvastosconocimientosdequímicacontraAnneCatherickyqueloshubierautilizado,sihubiesepodido,contralamismasublimeMarian. ¡Lasdosson insinuacionesodiosas!Todomi interésestribaba (como se verá) en que Anne viviese. Toda mi ansiedad seconcentrabaenrescataraMariandelasmanosdeldiplomadoimbécilquelaasistíayquienviotodosmisconsejosratificadosporelmédicoquellegódeLondres.Tan sólo endosocasiones—ambas igualmente inofensivaspara lapersona en quien realicé mis experiencias—me valí de mis conocimientosquímicos.Enlaprimeradeellas,despuésdeseguiraMarianhastalaposadade Blackwater (estudiando, oculto tras un carro que le impidió verme, lapoesíadelosmovimientosencarnadaensuandar),contabaconlaayudademiinapreciablemujerparacopiarunae interceptar laotrade lasdoscartasquemiadoradaenemigahabíaconfiadoalacriadadespedida.Enestecaso,comolascartasestabanenelcorpiñodelamuchacha,MadameFoscopudoabrirlas,leerlas,cumplirconmis instrucciones,cerrarlasydevolverlasa susitio sóloporqueestabaayudadapor lacienciayestaayudase lahabíaproporcionadoyoenvasadaenunfrascodemediaonza.Laotraocasiónenqueempleé losmismos medios, fue cuando Lady Glyde llegó a Londres (lo contaré enseguida). Jamás en ningún otro caso contraje deuda conmiArma si no eraaplicándolaamímismo.Antetodaslasdemásemergenciasycomplicaciones,micapacidadnaturalparacombatirlascircunstanciasconmanodesarmadame

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resultabainvariablementesuficiente.Afirmolainteligenciadeestacapacidadque supera todos los obstáculos. Sacrificando al Químico, reivindico alHombre.

Respetenestearrebatodegenerosa indignación.Mehaaliviadodemodoindecible.Enroute!Sigamosadelante.

AlsugeriralaseñoraClement(oClements,noestoyseguro)quelamejormanera de poner a Anne fuera de alcance de Sir Percival era llevarla aLondres,alcomprobarquemipropuestafueacogidaconentusiasmo,yalfijareldíaenquemeencontraríaconlasviajerasenlaestaciónparaacompañarlashastaeltren,yoestabaenlibertaddevolveracasayafrontarlasdificultadesquemeaguardaban.

Loprimeroquehicefueconfirmarladevociónsublimedemiesposa.Yohabía apalabrado con la señora Clements que comunicase su direcciónlondinense,porelbiendeAnne,aLadyGlyde.Peroestonoerasuficiente.Enmiausencia,alguienespabiladopodríahacertambalearlasimpleconfidenciadelaseñoraClementsyéstanomeescribiría.¿QuiénestaríadispuestoaviajaraLondresenelmismotrenyseguirlahastasucasa?Mehiceestapregunta.Mecontestóinmediatamentelaparteconyugaldemiser:sóloMadameFosco.

Cuandodecidíconfiar lamisióndeLondresamimujer, loarregléde talforma que el viaje sirviese a un doble propósito. Una enfermera para laadolecidaMarian tan leal a la paciente comoamímismo, representabaunanecesidad,dadamisituación.Unadelasmujeresmásnotoriamentediscretasycapacitadasdelmundoseencontraba,porsuerte,amidisposición.Merefieroaaquellarespetablematrona,MadameRubelle,alacualdirigíunacartaquellevómimujerasudomiciliolondinense.

Eldíaestipulado,laseñoraClementsyAnneCatherick,meesperabanenlaestación.Lasacompañéaltrenamablemente.AmablementeacompañéhastaelmismotrenaMadameFosco.AúltimahoradelanochemiesposavolvióaBlackwater, después de haber cumplido mis instrucciones con la másintachable precisión. Venía acompañada deMadame Rubelle yme traía lasseñas de la señora Clements en Londres. Los ulteriores acontecimientosmostraron que esta última precaución fue innecesaria. La señora ClementscomunicócumplidamentesuparaderoaLadyGlyde.Ojoavizorantecualquierfuturaemergencia,guardésucarta.

Ese mismo día tuve una breve entrevista con el médico durante la cualprotesté, en nombre de los sagrados intereses de la humanidad, contra eltratamiento que él seguía en el caso deMarian. Él estuvo insolente, comotodoslosignorantesloson.Yonomostréresentimiento;releguépelearmeconélhastaeldíaenquetalpeleasirvieraparaalgúnpropósito.

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Lo que hice luego, fuemarcharme de Blackwater yomismo. Tenía quebuscarme una vivienda en Londres, en previsión de los acontecimientosverdaderos. También quería tratar un asunto de índole familiar con el señorFrederickFairlie.

EncontrélacasaquequeríaenSt.John'sWoodyencontréalseñorFairlieenLimmeridgedeCumberland.

MipropioconocimientoprivadodelanaturalezadelacorrespondenciadeMarianme había informado en sumomento que ella había escrito al señorFairlie proponiendo, como una solución a los problemas matrimoniales deladyGlyde, llevarla a visitar a su tío deCumberland. Inteligentemente dejéqueaquellacartallegaseasudestino;pueshabíasentidoquenoharíadaño,ysípodíatenerprovecho.AhoramepresentabaanteelseñorFairlieparaapoyarla proposición de la misma Marian, si bien introduciendo ciertasmodificaciones que, afortunadamente para el éxito de mis planes, suenfermedad había hecho realmente inevitables. Era preciso queLadyGlydesaliese de Blackwater sola, siguiendo la invitación de su tío, y que pasasedurantesuviajeunanocheencasadesutía(lacasaqueyohabíaalquiladoenSt.John's)siguiendoelconsejoexpresodesutío.Conseguirestosresultados,yprocurarmeuna invitaciónhechaporescritoqueyopodríaenseñaraLadyGlyde, eran los objetivos de mi visita al señor Fairlie. Si digo que estecaballero era tan débil de espíritu como de cuerpo y que yo arrojé toda lafuerza de mi carácter sobre él, habré dicho suficiente. Vine, vi y vencí aFairlie.

Al volver aBlackwater Park con la carta de invitaciónme encontré conqueel tratamientoestúpidoqueelmédicoaplicabaalcasodeMarian,habíaconducido a los resultadosmás alarmantes. La fiebre había evolucionado eltifus. Lady Glyde el día de mi regreso trató de entrar por fuerza en lahabitacióndesuhermanaparacuidardeella.Entreellayyonohabíaafinidadde sentimientos; ella había cometido un ultraje imperdonable para misensibilidadllamándomeespía,eraunimpedimentoenmicálculoyeneldePercival,peroapesardetodoeso,mimagnanimidadmeimpidiópropiciarquesepusiera enpeligrodecontagiarse.Almismo tiempo tampocomeopuseaque ella misma se pusiera en tal peligro. Si ella lo hubiera conseguido, elintrincado nudo que con lentitud y paciencia iba yo deshaciendo quedaríacortado por fuerza de las circunstancias. Pero tal y como estaban las cosasintervinoeldoctorynoseledejóentrarenelcuarto.

Algún tiempo antes yo mismo había recomendado que se llamase a midoctor de Londres para consultar con él. Ahora se siguió mi consejo. Elmédicollegóyconfirmómipuntodevista.Lacrisiseraseria.Peroalquintodía de haberse declarado el tifus tuvimos esperanzas de que nuestraencantadorapacientesesalvara.EnestaépocanomeausentédeBlackwater

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Parkmás que una vez, cuando fui a Londres en el tren de lamañana, paraultimar los arreglos de la casa de St. John's Wood; para asegurarme, pormediosprivados,dequelaseñoraClementsnohabíacambiadodecasayparaconcertarasuntospreliminaresconelesposodeMadameRubelle.Volvíporlanoche.Cincodías después elmédicodeclaróquenuestraqueridaMarian sehallabafueradepeligro,yquenonecesitabaotracosasinosimpleatenciónycuidados. Ese era elmomento que yo esperaba.Ahora que la asistencia delmédico no era ya indispensable, hice la primera pasada de mi juego paradeshacerme del doctor. Era uno de losmuchos testigos que yo tenía enmicaminoydelosqueteníaquelibrarme.Unaltercadovivazentrenosotros(enel que Percival, siguiendo mis previas instrucciones, se negó a intervenir),sirvió a este propósito. Aplasté a aquel miserable con una avalancha deindignaciónirresistibleylobarrídelacasa.

Loscriadoseranotroimpedimentoqueteníaqueeliminar.Denuevotuveque dar instrucciones a Percival (cuyo valor moral requería estimulaciónconstante), y la señoraMichelson quedó un día pasmada de asombro al oírdecirasuamoqueseibaaromperelordendecosasestablecido.Limpiamoslacasa,detodoslossirvientesmenosuna,quedejamosparaquecuidasedelacasa,yencuyaobtusaestupidezpodíamosconfiar,puesnolepermitiríahacerningúndescubrimientoembarazoso.Cuandosemarcharonloscriadosnomequedaba otra cosa que hacer que librarnos de la señora Michelson, yconseguimosesteresultadoconfacilidad,enviandoaestacampechanaseñoraabuscarenlacostaunalojamientoapropiadoparasuseñora.

Ahora las circunstancias eran exactamente comodebían ser. LadyGlydeseguíaconfinadaensucuartoporunaafecciónnerviosa,yporlasnoches,unacriada imbécil (heolvidadosunombre),estabaencerradaconellaallí arribapara atender a su dueña. Marian, aunque mejoraba con rapidez, no selevantaba todavía yMadame Rubelle le hacía de enfermera. En la casa noquedabanmáspersonasquemimujer,yoyPercival.Contodasestasventajasanuestrofavorhicelasegundapasadadeljuego.

Ahora el objetivo consistía en inducir a LadyGlyde a dejar BlackwaterPark marchándose sola, sin su hermana. Y a menos que pudiésemosconvencerladequeMarianyasehabíaidoaBlackwater,aCumberland,nosepodíacontarconquesalieradelacasaporsupropiavoluntad.Paraproducirelefecto sobre sumente escondimos a nuestra querida enferma en uno de loscuartosinhabitadosdeBlackwater.EranochecerradacuandoMadameFosco,MadameRubelleyyo(Percivalno teníabastantesangrefríaparaconfiarenél), la llevamos a aquel escondrijo. La escena fue sumamente pintoresca,misteriosaydramática.Por lamañana, siguiendomis indicaciones, se habíapreparado la cama de la enferma sobre un fuerte armazón de maderadesmontable.Sóloteníamosquelevantarsuavementeelarmazón,cogiéndolo

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por los pies y por la cabecera y transportar a nuestra paciente adonde nosplaciera,sinhacerleabandonarlacama.Enaquellaocasiónnoseprecisóniseusómedioquímicoalguno.NuestraqueridaMarianestabasumidaenelsueñoprofundodelaconvalecencia.Previamentecolocamoslasvelasyabrimoslaspuertas.Yoacausademigranfuerzafísica,cogílacabeceradelarmazón,yMadameRubelleymimujer la llevaronpor lospies.Llevémipartedeestacargadeliciosaeinestimableconlaternuradeunhombreyelcuidadodeunpadre. ¿Dónde estará el moderno Rembrandt que pudiera plasmar nuestraprocesióndemedianoche?¡Aydelarte!¡Aydelmáspintorescodelostemas!ElmodernoRembrandtnoapareceporningunaparte.

AlamañanasiguientemimujeryyonosmarchamosaLondres,dejandoaMarian recluida en el centro inhabitado de la casa y bajo la vigilancia deMadameRubelle,lacualaccedióamablementeaquedaraprisionadadosotresdías con su paciente. Antes de irnos entregué a Percival la carta del señorFairlie, con la invitación para su sobrina (aconsejándole que descansara unanocheencasadesutíaantesdeseguirelviajeaCumberland),indicándolequedebíaenseñarlaaLadyGlydealrecibirnoticiasmías.Tambiénrecibídeéllasseñas delmanicomio en el que había estado recluidaAnneCatherick y unacarta para su dueño anunciando a aquel caballero que su paciente fugitivavolvíaparasometerseacuidadosmédicos.

Enmiúltimavisitaalametrópolihabíadispuestolascosasdemodoquenuestra modesta asistenta doméstica estuviese preparada para recibirnoscuandollegásemosaLondresenelprimertrendelamañana.Aconsecuenciade esta precaución prudente estuvimos en condiciones de hacer la tercerapasadadeljuegoaquelmismodíaytomarposesióndeAnneCatherick.

Aquí son importantes las fechas.Reúnoenmipersona lascaracterísticasopuestasdelHombredeSentimientosydelHombredeNegocios.Tengotodoslosdatosenlapuntademipluma.

Elmiércoles24deJuliode1850enviéamimujerenuncocheparaquequitase de nuestro camino a la señoraClements, para empezar.UnpresuntoavisoqueLadyGlydeenviabadesdeLondresbastóparaobtenertalresultado.LaseñoraClementssubióalcoche,mimujerladejóenél(conladisculpadequenecesitabacompraralgo),ysemarchópararecibirasuesperadainvitadaennuestracasadeSt.John'sWood.DifícilmentehacefaltaañadirquesehabíahechopasaralainvitadaantenuestrascriadascomoLadyGlyde.

Entre tanto, yo había salido en otro coche llevando una nota paraAnneCatherickdiciéndolequelaseñoraClementsibaapasareldíaconLadyGlydeyqueAnnedebíareunirseconellas,guiadaporelbuencaballeroqueesperabafuera y que la había salvado ya de ser descubierta por Sir Percival, enHampshire.El«buencaballero»envió lanota conunchiquillode la calley

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esperóverlosresultadosunaodospuertasmásabajo.EnelmismoinstanteenqueAnneaparecióenlapuertadelacasaylacerró,esteexcelentecaballeroabríaanteellalapuertadelcoche,leayudabaasubirylallevabafuera.

(Permitid que haga aquí una exclamación entre paréntesis: ¡quéinteresante!)

Enelcamino,hastallegaraForestRoad,micompañeranodemostrótenermiedo.Puedoserpaternal—másquecualquierotrohombre—cuandoquiero;y en esta ocasión fui intensamente paternal. ¡Cuántos títulos poseía paramerecersuconfianza!Habíapreparadolamedicinaquelehabíahechotantobieny lahabíaprevenidodelpeligrodeSirPercival.Quizáconfiédemododemasiadoirrefutableenestostítulos;quizánosupeapreciarlasuspicaciadeinstintos inferiores que se da en personasmentalmente débiles; lo seguro esquenolapreparécomodebíaparaaldesengañoqueseibaallevaralentrarenmicasa.Cuando la introduje ennuestro salón, cuandovioque allí nohabíanadiemás queMadame Fosco, a quien desconocía, mostró lamás violentaagitación; como si hubiera olfateado peligro en el aire, igual que un perroolfatealapresenciadeunserinvisible,ysualarmanopodíamanifestarsedemaneramásrepentinaymásirrazonable.Intervine,perofueenvano.Hubierapodidosuavizarelmiedoquelainvadía,perolagraveafeccióncardíacaquesufría estaba fuera del alcance de todo paliativomoral. Vi con espanto quecomenzabanasacudirlalasconvulsionesycomprendíqueungolpesemejanteparaelorganismo,ensuscondiciones,podíacausarle lamuerteencualquiermomento.

Semandó buscar al doctor que habíamás cerca y se le dijo que «LadyGlyde»necesitabadesusinmediatosservicios.Paramiinfinitoalivio,eraunhombrecapacitado.Lepresentéamihuéspedcomounapersonaaquejadadedebilidad mental y dada a algunas manías, y decidí que en vez de unaenfermeraseríamimujerlaquevigilaríaalaenferma.Ladesgraciadamujerestaba, sinembargo,demasiadoenfermaparapreocuparsede loquepudiesedecir.El único temor quemeoprimía ahora era que la falsaLadyGlyde semurieseantesdequelaauténticaLadyGlydellegaraaLondres.

PorlamañanahabíaescritounanotaparaMadameRubelleencargándolequemeesperaseencasadesumaridoenlatardedelviernes26;yotraparaPercivaldiciéndolequeeramomentodequeenseñaseasumujerlacartadelseñor Fairlie invitándola a su casa; que le asegurase que Marian se habíamarchadoyayquelaacompañaseparaquecogieraeltrendelasdocedeldía26.Al reflexionar bien, dado el estadode saluddeAnneCatherick, sentí lanecesidad de acelerar el curso de los acontecimientos y de tener a mano aLadyGlydeantesdeloqueyohabíapensadoalprincipio.¿Quéindicacionesnuevas podía dar yo ahora, envuelto en la terrible incertidumbre de misituación? Sólo podía confiar en la buena suerte y en el médico. Mis

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emocionessedesataronenpatéticoslamentosparaquetodosmeoyeranllorara «LadyGlyde».En todos los demás aspectos Fosco, aquel díamemorable,fueunFoscoenvueltoenuneclipsetotal.

Laenfermapasóunamalanoche,sedespertócansadaperounashorasmástarde revivió de unamanera asombrosa.Mi ánimo elástico revivió con ello.Hasta lamañanadeldíasiguiente,el26,yonoesperabarecibirrespuestadePercival ni deMadameRubelle.Anticipándome a que ellos cumplieranmisindicaciones, lo cual, salvandoalgún imprevisto, sabíaque lascumpliría,yosalí a alquilar unaberlina para recoger aLadyGlyde en la estación; ordenéqueparaeldía26estuviesea lapuertademicasaa lasdosde la tarde.Alcomprobar que se había tomado nota de mi pedido, fui a ver a MonsieurRubelleparaprecisarnuestraactuación.Tambiénmeprocurélosserviciosdedos caballeros que podían proporcionarme los necesarios certificados delocura.Aunodeellosloconocíapersonalmente,yelotroeraunconocidodeMonsieurRubelle.Amboseranhombrescuyasmentesvigorosasestabanporencima de angostos escrúpulos, ambos estaban pasando una temporada enapurosyamboscreíanenmí.

Eranmásdelascincodelatardecuandovolvíacasadespuésdecumplirconestastareas.Cuandollegué,AnneCatherickhabíamuerto.Muertaeldía25;y¡LadyGlydenollegabaaLondreshastaeldía26!

Mequedéaturdido.Meditenesto.¡Foscoaturdido!

Erademasiadotardepararetroceder.Estandoyoausente,eldoctortuvolaoficiosidad de evitarme toda molestia registrando la muerte por su propiamanoenlamismafechaenquesucedió.Migranesquemadeactuación,hastaentonces intachable, teníaahora supuntodébilyningúnesfuerzohechopormipartepodíaalterarelfatalacontecimientodeldía25.Afrontéelfuturoconhombría.LosinteresesdePercivalymíosestabantodavíaenjuegoynohabíamás remedio que continuar la partida hasta el fin. Asumí mi impenetrableserenidadyseguíadelante.

Enlamañanadeldía26recibícartadePercivalanunciándomelallegadade sumujer en el tren delmediodía.MadameRubelleme escribió tambiéndiciéndomequevendríaporlatarde.FuialaestaciónenlaberlinadejandoencasaalafalsaLadyGlydemuerta,pararecogeralaverdaderaalastres,alahora de la llegada del tren. Escondí bajo el asiento del carruaje todos losvestidos que Anne Catherick llevaba cuando entró en mi casa: estabandestinadosahacerresucitaralamuertaenlapersonadeunamujerquevivía.¡Quésituación!SugieroutilizarlaalosmodernosnovelistasdeInglaterra.SelaofrezcocomototalmentenuevaalosanticuadosdramaturgosdeFrancia.

LadyGlydeestabaenlaestación.Habíaallíungrantumultoyconfusiónymásretrasoconlosequipajesdelquehubieradeseado(porsiseencuentraella

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con alguno de sus amigos). Sus primeras preguntas, en cuanto la berlina sepusoenmarcha,mepedíannoticiasdesuhermana.Inventénoticiasdelasmásapaciguadoras; leaseguréqueenseguidaveríaasuhermanaenmicasa.Micasa, en aquella ocasión, se hallaba en las cercanías de Leicester Square yestabahabitadaporMonsieurRubelle,quenosrecibióenelvestíbulo.

Conduje a mi acompañante a un cuarto de la parte de atrás. Los doscaballeros médicos esperaban en el mismo piso para ver a la paciente yextenderloscertificados.DespuésdeneutralizaraLadyGlydeconoportunaspromesas respectoa suhermana, introdujeamisamigos,por separado, anteella.Estoscumplieronlasformalidadesprecisasconrapidez, inteligenciayaconciencia. Volví a entrar en el cuarto en cuanto hubieron salido y deinmediatoprecipitélosacontecimientoshaciendoreferenciaalarmantesobreelestadodesaluddelaseñoritaHalcombe.

Los resultados fueron losqueyohabíaprevisto.LadyGlyde se asustóyperdió el conocimiento. Por segunda y última vez, llamé a la ciencia enmiayuda.Unvasodeaguayunfrascodesalesmedicinaleslaeximierondetodapesadumbre y alarma.Aplicaciones adicionales efectuadasmás tarde, por lanoche,leproporcionaronelinestimablebeneficiodeunbuensueño.MadameRubellellegóatiempoparapresidirlaceremoniadetocadordeLadyGlyde.Selahabíadespojadodesustrajesporlanoche;yporlamañana,lasmanosmatronales de la buena de Rubelle la vistieron con los de Anne Catherick.Durante el día mantuve a nuestra paciente en un estado de concienciaparcialmente en suspenso hasta que la hábil asistencia de mis amigos losmédicosmehizoposibleobtenerlaprescripciónnecesariabastanteantesdeloqueyomeatrevíaaesperar.Aquellatarde(ladeldía27),MadameRubelleyyollevamosalmanicomioanuestra«AnneCatherick»revivida.Larecibieroncon gran sorpresa, pero sin sospechas, gracias a la prescripción y loscertificados,alacartadeSirPercival,alparecido,alostrajes,yalaconfusacondición de la propia paciente. Volví en seguida para ayudar a MadameFoscoenlospreparativosdelentierrodelafalsa«LadyGlyde»yllevandolostrajes y los equipajes de la verdadera «Lady Glyde». Luego se los envió aCumberlandenelmismovehículoqueseutilizóparael funeral.Yoasistíalfuneralconladignidadquelaocasiónrequeríayrigurosamenteenlutado.

Mi narración de estos hechos excepcionales, escrita en circunstanciasigualmente excepcionales, termina aquí. Las sutiles precauciones que toméparacomunicarmeconLimmeridgesonyaconocidas,comoloestambiénelmagnífico éxito de mi empresa y también se conocen las sólidasconsecuenciaspecuniariasqueéstatuvo.Tengoqueresaltarcontodalafuerzade mi convicción que el único punto vulnerable de mi plan no se hubieraencontradojamássiantesnosehubieradescubiertoelúnicopuntovulnerabledemicorazón.Sí,mi fatal admiraciónporMarianme impidióactuar enmi

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propioauxiliocuandoorganizólafugadesuhermana.Corríelriesgoyconfiéen la completa destrucción de la identidad de Lady Glyde. Si el señorHartright o Marian trataran de reafirmar su identidad, se expondríanpúblicamenteaqueselesimputaraeldelitodesostenerunengañoevidente,sesospecharíadeellosyselosdesacreditaría,porloquequedaríanincapacitadospara amenazar mis intereses o el secreto de Percival. Cometí un errorconfiandoencálculostanaventurados.CometíotrocuandoPercivalpagólasculpas de su propia obstinación y violencia dejando a Lady Glyde que selibrara de volver otra vez al manicomio y dando al señor Hartright unasegunda oportunidad de escapárseme. En una palabra: en esta crisis seria,Foscofue infielconsigomismo. ¡Queerrormásdeplorableymás impropio!¡ContemplensucausaenmiCorazón! ¡Contemplenen la imagendeMarianHalcombelaprimeraylaúltimadebilidaddelavidadeFosco!

¡A la edad madura de sesenta años hago esta confesión, sin parangón!¡Jóvenes,implorovuestrassimpatías!¡Muchachas,reclamovuestraslágrimas!

Una palabramás y la atención de los lectores (concentrada fijamente enmí)podrádescansar.

Mi natural perspicacia me advierte que las personas de inteligenciainquisitiva van a hacerme aquí tres preguntas inevitables; tengo quecontestarlas.

Primera pregunta: ¿Cuál es el secreto de la devoción incontestable deMadame Fosco para cumplir mis deseos más audaces y llevar a cabo misplanesmássecretos?Podríacontestarhablandomeramentedemipersonalidadypreguntandoamivez:¿Dóndealolargodelahistoriauniversalsehavistounhombredemienvergaduraencuyofondonoestuvieseescondidalamujerqueseinmolavoluntariamenteenelaltardesuvida?PerorecuerdoqueestoyescribiendoenInglaterra,recuerdoquemecaséenInglaterraypreguntosieneste país las obligacionesmatrimoniales le propician una opinión particularacercadelosprincipiosdesumarido.¡No!¡Laobliganaamarle,ahonrarleyaobedecerlesinreserva!Estoesexactamenteloquehahechomimujer.Aquídescansoenunpromontoriomoralsupremoparaafirmarsolamenteelestrictocumplimientodesusobligacionesconyugales. ¡Calla,calumnia! ¡EsposasdeInglaterra,dadvuestraaprobaciónaMadameFosco!

Segunda pregunta: Si Anne Catherick no hubiese muerto como murió.¿Quéhubierahecho?Enestecasohubieraayudadoasuagotadanaturalezaabuscarelreposoeterno.HubieraabiertolaspuertasdelaCárceldelaVidayhubiesepropiciadoalacautiva—víctimadeachaquesincurablesdecuerpoydeespíritualavez—unafelizliberación.

Tercera pregunta: Revisando con serenidad todas las circunstancias...¿merecemiconductaalgúnserioreproche?¡No,nocontodoelénfasis!¿No

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he procurado con todo esmero evitar que se me odie por haber cometidocrímenes innecesarios? Con mis vastos conocimientos en química pudierahaberarrebatado lavidaaLadyGlyde.Sinembargo,acostadeun inmensosacrificiopersonalheseguidolosdictadosdemipropiarectitud,demipropiahumanidad,demipropiacautelaysólolehearrebatadosupersonalidad.Queseme juzguepor loquepodíahaberhecho ¡Cuán inocenteencomparación,cuánvirtuoso,indirectamente,parezcoenloquehehechoenrealidad!

Al comenzar a escribir he anunciado que esta narración constituiría undocumentosingular.Harespondidoabsolutamenteamisexpectativas.Recibíestasfogosaslíneas,miúltimolegadoalpaísqueabandonoparasiempre.Sondignasdelmomentoysondignasde

FOSCO

FINALDELRELATODEWALTERHARTRIGHT

I

Cuando volví la última hoja delmanuscrito del conde había expirado lamediahoraqueyoestabaobligadoapermaneceren lacasadeForestRoad.MonsieurRubellemirósurelojymesaludó.Melevantéalmomentoydejéalagentedueñodelacasavacía.Nuncavolvíaverle,nuncaoíhablardeélnidesumujer.Desdeoscurosaledañosdevillaníay traición,sehabíanarrastradopara cruzar nuestro camino y regresaron a la misma oscuridad, donde seperdieronsecretamente.

AlcuartodehoradesalirdeForestRoadestabadenuevoenmicasa.

Sólo unas palabras bastaron para decir a Laura y aMarian cómo habíaterminado mi desesperada aventura y cuál podía ser el siguienteacontecimientodenuestrasvidas.Dejéparamástardetodoslosdetalles;ymeapresuréavolveraSt.John'sWoodparabuscaralapersonaalacualelcondeFoscohabíaalquiladolaberlinaconlaquefueabuscaraLauraalaestación.

Lasseñasqueyoteníamellevaronacierta«cocheradelibreas»situadaaun cuarto de milla de Forest Road. El propietario resultó un hombrerespetuosoyhonrado.Cuandoleexpliquéqueunimportanteasuntodefamiliameobligabaapedirleconsultarsuslibrosconelfindecomprobarunafechaqueelregistrodesusnegociospodíaproporcionarme,notuvoinconvenienteensatisfacermiruego.Trajoellibroy,allí,bajolafechadel«26dejuliode1850», estaba apuntado el pedido que decía: «Coche cerrado para el condeFosco,enForestRoad,número5.Dosdelatarde(JohnOwen).

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Al preguntar, supe que el nombre de «John Owen» que acompañaba alpedidopertenecíaalcocheroquehabíahechoelservicio.Estabatrabajandoenaquelmomentoenlacuadrayporpeticiónmíaseenvióabuscarlo.

—¿RecuerdaustedhaberllevadoauncaballerodesdeelnúmerocincodeForestRoadhastalaestacióndeWaterloo,enelmesdejulio?—preguntéyo.

—Veráseñor,—dijoelhombre—,nopuedodecirloconseguridad.

—Quizá recuerde a aquel caballero. ¿Puede acordarse de que llevó a unextranjero,elveranopasado,aunseñoraltoyextraordinariamentegordo?

Elrostrodelcocheroseiluminóalmomento.

—¡Síque lo recuerdo,señor!Eraelhombremásgordoquehevistoyelclientemáspesadoquejamáshellevadoenmicoche.Sí,sí,señor,meacuerdodeél.Sí,fuimosalaestación,sí,fuiabuscarloaForestRoad.Enlaventanadelacasahabíaunloro,ocomosellamenesosbichos,quechillaba.Elseñorteníaunaprisahorriblepor recoger losequipajesde laviajeraymediounabuenapropinaparaquemeespabilaseyletrajeseprontolosbaúles.

¡Traer losbaúles!Recordéentoncesque lamismaLaurahabíadichoquerecogiósuequipajeunapersonaquehabíavenidoa laestaciónconelcondeFosco.

—¿Vioustedalaseñora?—lepregunté—.¿Quéaspectotenía?¿Erajovenovieja?

—Verá,señor,conprisasycontantagenteempujandoportodaspartes,nopuedodecircomoeraexactamentelaseñora.Nopuedorecordarnadadeella,tansólosunombre.

—¿Recuerdacómosellamaba?

—Sí,señor.SellamabaLadyGlyde.

—¿Cómoesposiblequeseacuerdedesunombresihaolvidadocomoera?

Elcocherosonrióyazoradosemirólaspuntasdelasbotas.

—Bueno, a decir verdad, señor —explicó—, entonces acababa yo decasarmeyelnombredesolterademimujereraelmismoqueeldelaseñora.MerefieroalapellidoGlyde.Ellamismamelodijo.¿Estásunombremarcadoen los baúles señora? —le digo. «Sí, —me dice—, está marcado en miequipaje;esLadyGlyde.»¡Vaya!—piensoparamí—,notengomemoriaparalos nombres de clientes, pero éste suena como un viejo amigo. Lo que nopuedodecirleescuándofue,señor;puedequefuerahaceunañoypuedequeno.Perolejuraríaquellevéaaquelcaballerogordoyqueésefueelnombredelaseñora.

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No importaba que no recordase cuándo había sido; la fecha estabapositivamenteconfirmadaconlaanotaciónenellibrodepedidosdesuamo.Supeen seguidaque tenía enmismanos losmediospara tirar abajo toda laconspiracióndeunsologolpe,conlasarmasirrefutablesdehechosevidentes.Sindudarlounmomentollevéapartealpropietariodelacocherayledijequéimportanciarealteníaneltestimoniodesulibrodepedidosyeldesucochero.Sin dificultad llegamos a un acuerdo para compensarle de quedarprovisionalmenteprivadodelosserviciosdelcochero;ehiceunacopiadelaanotación del libro que certificó como correcta el propietario con su propiafirma.Salíde lacocherahabiendoestipuladoqueJohnestaríaamisórdenesdurantelospróximostresdíasopormástiemposiasífuesenecesario.

Ahora me encontraba dueño de todos los papeles necesarios; la copialegalizada del certificado de defunción y la carta de Sir Percival dirigida alcondeyquellevabalafecha,estabanguardadasenmicartera.

Con estos testimonios en el bolsillo y con las respuestas del cocherofrescasenmimemoriadirigímispasos,porvezprimeradesdequecomencémisinvestigaciones,aldespachodelseñorKyrle.Unosdelosobjetivosdemisegundavisitaasudespachoera,porfuerza,contarletodoloquehabíahecho.El otro era avisarlo de mi decisión de llevar a mi mujer a Limmeridge lamañanasiguienteyhacerqueselarecibieseyselareconociesepúblicamenteencasadesutío.BajoestascircunstanciasyenausenciadelseñorGilmore,ledejaba decidir si estaba obligado o no, como procurador de la familia, apresenciaresteactoeninterésdelafamilia.

NadaquierodecirdelasombrodelseñorKyrlenidelostérminosenqueexpresólaopiniónquelemerecíamiconductadesdeelprimeralúltimopasode mis pesquisas. Tan sólo es menester indicar que al instante decidióacompañarnosaCumberland.

Alamañanasiguiente,enelprimertren,salimosparaLimmeridge;Laura,Marian,elseñorKyrleyyo,ocupábamosuncompartimiento,yJohnOwenyunescribientedelabogadoibanenotro.AlllegaralaestacióndeLimmeridgenosdirigimosantetodoalagranjadeTodd'sCorner.Eramifirmeconvicciónde que Laura no entrase en casa de su tío hasta que se reconociese en ellapúblicamente a su sobrina. Dejé queMarian tratase con la señora Todd losdetallesdenuestrohospedajeencuantolabuenamujerserestablecieradelaperplejidadquelecausóoírcuáleraelmotivodenuestroviajeaCumberland;y yo arreglé con su marido que se encomendaría a John Owen y a lahospitalidaddeloscriadosdelagranja.Unavezdispuestosestospreliminares,elseñorKyrleyyonosdirigimosjuntoshaciaelcastillodeLimmerigde.

NopuedoextendermehablandodenuestraentrevistaconelseñorFairlie,pues tampoco puedo recordarla sin sentir impaciencia y desprecio, que

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vuelven al sólo recuerdo de aquella, extremadamente repulsiva para mí.Prefiero limitarme amencionar que conseguí lo que quería.El señor Fairlieintentó tratarnos con suprocederhabitual.Nohicimos casode la insolenciacortante que mostró al comenzar la entrevista. Escuchamos impasibles lasprotestasconqueluegotratódepersuadirnosdequeeldescubrimientodelaconspiraciónlohabíaabrumado.Alfinalechóagimotearyaquedarsecomoun niño asustado. «¿Cómo iba a saber él que su sobrina vivía, si le habíandichoqueestabamuerta?RecibiríaasuqueridaLauraconmuchogustosiledábamostiempopararehacerse.¿Acasocreíamosqueteníaaspectodealguienque se apuraba por llegar a la tumba? No. Entonces, ¿por qué apurarlo?»Repetíaestos lamentosa lamenoroportunidad,hastaquelecortésituándolode firme ante dos alternativas inevitables. Le permití escoger entre hacerjusticia a su sobrina en las condiciones que yo exigiera o hacer frente a lasconsecuenciasdelreconocimientopúblicodesuidentidad,anteuntribunaldejusticia.El señorKyrle, a quienpidió socorro, le dijo lisa y llanamente quedebía decidir la cuestión en aquelmomento. Como era característico en él,eligiólaalternativaqueleprometíaliberarlomásprontodetodaperturbaciónpersonal,me anunció en un repentino arranque de energía que no estaba encondiciones de resistir más apremios y que hiciésemos lo que mejor nospareciese.

El señor Kyrle y yo bajamos en seguida y redactamos una carta, queíbamos a enviar a todos los arrendatarios que asistieron al falso entierro,rogándolesennombredelseñorFairliequedentrodeundíasereuniesenenLimmeridgeHouse.También se escribió al lapidista deCarlisle paraque enesamismafechaenviaseaunodesusempleadosalcementerioconobjetodeborraruna inscripción.El señorKyrle, quehabía arregladoque lepreparaseunahabitaciónenlacasa,seencargódequeelseñorFairlieescucharaloquedecíanlascartasylasfirmaraporsupropiamano.

Pasé el día de intervalo en la granja escribiendo la historia de laconspiracióncontemplándolaconlaspruebasdelacontradicciónqueofrecíanloshechosqueacompañabanlamuertedeLaura.LasometíaljuiciodelseñorKyrle antes de leerla al día siguiente entre los arrendatarios. Decidimostambién la forma de presentar las pruebas cuando se concluyese la lectura.DespuésdeacordarestascuestioneselseñorKyrlellevólaconversaciónhacialosasuntoseconómicosdeLaura.Yonolosconocíaynodeseabaenterarmede ellos; dudando si unhombrede negocios aprobaría o nomi conducta enrelación con la renta vitalicia de mi mujer, que había recibido en herenciaMadame Fosco, rogué al señor Kyrle queme dispensara si me abstenía dediscutirestetema.Estabarelacionado—podíadecirlosinceramente—conloshorrores y las desdichas del pasado a las que entre nosotros jamásmencionábamosyqueinstintivamenteeludíamosdiscutirconlosdemás.

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Mi última tarea de la tarde fue obtener «El relato de la losa sepulcral»copiandolafalsainscripcióndelalápidaantesdequelaborrasen.

LlegóeldíaenqueLauravolvióaentrarenelsalónfamiliardedesayunodelcastillodeLimmeridge.Todaslaspersonasallíreunidasselevantarondesus asientos cuando la introdujimos Marian y yo. Un fuerte sobresalto, undistintivomurmullo de curiosidad recorrió la congregación a la vista de surostro.ElseñorFairliesehallabapresenteenconcesiónamiinsistencia,yasulado estaba el señor Kyrle. Su criado se apostaba detrás de su silla con labotelladesalesenunamanoyunpañueloblancosaturadodeaguadeColoniaenlaotra.

Abrí la sesión apelandopúblicamente al señorFairlie para que explicaseque yo intervenía con su autorización y por su expreso mandato. El señorFairlieextendiólosbrazos,unohaciasucriadoyelotrohaciaelseñorKyrle,yéstosleayudaronaponerseenpie;despuésseexpresóenestostérminos:

—PermitanquelespresentealseñorHartright.Yosigosinpodervalermeyélha tenido la amabilidaddeofrecerseparahablarpormí.Este asuntoesterriblementeembarazoso.¡Escúchenle,yporfavornohaganruido!

Con estas palabras se sumergió lentamente en la butaca otra vez y serefugióensupañueloperfumado.

Siguióaestoelrelatodelaconspiracióndespuésdehaberofrecidoyounaaclaración preliminar, breve y sencilla.Me hallaba entre ellos,—informé amisoyentes—,primero,paradeclararquemimujer,queestabasentadaamiladoeralahijadeldifuntoseñorPhilipFairlie;segundo,parademostrarlesconhechospositivosqueel funeral fuedeotramujer;y tercero,paradarlesunaexplicación terminante de cómo había ocurrido todo aquello. Sin máspreámbuloslesleílahistoriadelaconspiración,queladescribíaconclaridadysóloresaltabasusmotivospecuniarios,porevitarasíquemideclaraciónsecomplicaseconreferenciasinnecesariasalsecretodeSirPercival.Hechoesto,recordéamiauditoriolafechadelainscripcióndelcementerio(elveinticincodejulio)ylaconfirmécotejándolaconelcertificadodedefunción.LuegoleílacartadeSirPercivaldeldíaveinticincoanunciandoquemimujerharíaelviaje de Hamsphire a Londres el día veintiséis. Luego demostré que habíarealizado aquel viaje, aduciendo el testimonio personal del cochero de laberlina;yprobéqueelviajehabíatenidolugareldíaindicadoenseñándolesellibro de pedidos de la cochera. Marian añadió luego su propia declaracióncontandosuencuentroconLauraenelmanicomioylahuidadesuhermana.DespuéscerrémiintervencióninformandoalaconcurrenciadelamuertedeSirPercivalydemicasamiento.

ElseñorKyrleselevantócuandoyoregreséamiasientoydeclarócomoconsejero legal de la familia quemi casoquedabaprobadocon la evidencia

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máspalpablequehabíavistoensuvida.Cuandopronuncióaquellaspalabrasrodeé la cintura de Laura e hice que se levantara, para que todos los queestabanenelsalónpudieranverladistintamente.

—¿Son ustedes de la misma opinión? —pregunté, avanzando algunospasosyseñalandoamimujer.

Elefectodemipreguntafuefulminante.Desdeelfondodelaestanciaunodelosarrendatariosmásviejosseincorporóbruscamenteyenuninstantelosdemás siguieron suejemplo.Aúnmepareceestarviendoel rostro curtidoyabierto de aquel hombre, cabello gris, encaramado en el alféizar de unaventana,agitandosobresucabezasupesadolátigodemontaryprorrumpiendoenexclamacionesdealegría:

—¡Aquí la tenemosvivay sana! ¡QuéDios la bendiga! ¡Venga, decidlo,muchachos,decidlo!

Laalgarabíaquelecontestó,yqueserepitióunayotravez,fuelamúsicamásdeliciosaquejamáshayallegadoamisoídos.Loslabradoresdelpuebloyloschiquillosdelaescuelaquesehabíancongregadoenelparquerecogieronel grito y nos devolvieron su eco. Lasmujeres de los granjeros rodearon aLaura,sepelearonporquetodasqueríanserlasprimerasenestrecharsumanoyenimplorarle,conlágrimasensusmejillas,quetuvieraánimoynollorara.Lauraestabadetalmodoanonadadaquetuvequerescatarlayllevarlahastalapuerta.Allí ladejéalcuidadodeMarian..., ¡deMarian,quejamásnoshabíafalladoycuyovalorydominiosobresínofallótampocoentonces!Desdelapuertainvitéatodoslospresentes(despuésdedarleslasgraciasennombredeLaurayenelmío)aquemesiguiesenalcementerioparaverconsuspropiosojoscómosearrancabadelatumbaelfalsoepitafio.

Todos salieron de la casa y se unieron a la multitud de paisanos querodeaban la tumba junto a la quenos esperaba el lapidista.Enmediodeunprofundosilencioresonóelprimergolpedecincelsobreelmármol.Noseoyóni una voz, ni un alma se movió de su sitio hasta que estas tres palabras,«Laura, Lady Glyde», desaparecieron de la vista de todos. Entonces, de lamultitud salió un gran suspiro de alivio, como si hubieran sentido que lasúltimas ataduras de la conspiración habían caído de la propia Laura, y lacongregaciónsedisolviólentamente.Variashorasmástardesehabíaborradotoda la inscripción. Luego en su lugar se grabó una sola línea: «ANNECATHERICK,25dejuliode1850»

VolvíalcastillodeLimmeridgebastanteprontoparadespedirmedelseñorKyrle. Este, su escribiente y el cochero, volvían a Londres en el tren de lanoche.CuandosemarcharonsemeentregóunmensajeinsolentedepartedelseñorFairlie,aquiensehabíasacadodelsalónenestadodegravedadapenasla primera explosión de aclamaciones hubo contestado mi llamamiento

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dirigido a los arrendatarios. El mensaje nos transmitía «las mejoresfelicitacionesdelseñorFairlieeinsistíaenaveriguarsiteníamoslaintencióndepermanecerensucasa.»Mandéunanota,diciendoqueelúnicoobjetoquenoshabíaobligadoatraspasaraquellaspuertasestabaconseguido;queyonoteníaintencióndepermanecerenotracasamásqueenlamíapropia;quenotuvieraelseñorFairlielamenorpreocupacióndevolveravernosjamás,nidetenernoticiasnuestras.Volvimosalagranjadenuestrosamigosparapasarallílanoche;ya lamañanasiguiente,escoltadoshasta laestaciónporelpuebloentero y por todos los granjeros de los alrededores con el entusiasmo y labuenavoluntadmáscordiales,regresábamosaLondres.

CuandolavistadelasmontañasdeCumberlandsedesvanecióenlalejaníapensé en lasprimeras circunstanciasdescorazonadorasbajo lasque sehabíadesarrolladolalargaluchaqueahoraquedabaatrás.Eraextrañovolverlavistaatrásycomprobarquelamismapobrezaquenoshabíanegadotodaesperanzadeconseguirayuda,eraelmedioindirectodenuestrotriunfoparaobligarmeaactuarporcuentapropia.Sihubiéramossidobastantericosparaobtenerayudalegal,¿cuálhubierasidoelresultado?Lavictoria,eltriunfo(segúnlaopinióndelmismoseñorKyrle),hubierasidomásquedudoso;yelfracaso,a juzgarporlosacontecimientostalcomohabíansucedido,hubierasidoseguro.Laleyjamás me hubiera facilitado mi entrevista con la señora Catherick. La leyjamás hubiera convertido a Pesca en un medio de arrancar al conde suconfesión.

II

Quedanporañadirdossucesosmásalacadenaquehaunidoestahistoriadesdeelprincipio,antesdequealcancesufinal.

Cuando la nueva sensación de estar libres de la larga opresión del pasotodavíanos resultabaextraña,mandóabuscarmeaquelamigoquemehabíaproporcionadomiprimerempleo,queahoraibaadarmeunapruebamásdesupreocupación pormis asuntos. Sus clientes le habían encomendado viajar aParísparaconocerundescubrimientofrancésconcernientealasaplicacionesprácticasdesuArte.Suscompromisosnoledejabantiempoparacumplirconelencargo,yconlamayorgentilezaélhabíasugeridoquepodíatransferírmeloamí.Yonodudéenaceptarelofrecimientocongratitud,puessicumplíaconeltrabajocomoesperabacumplir,elresultadoseríaunempleopermanenteenelperiódicoilustradoenelqueyoahoracolaborabasóloenocasiones.

Al día siguiente recibímis instrucciones y preparémi equipaje.Al dejarunavezmásaLauraalcuidadodesuhermana(pero¡enquécircunstanciastancambiadas!)semeocurrióunaseriaconsideraciónquemásdeunavezhabíacruzado lamente demimujer y lamía...me refiero al porvenir deMarian.¿Acaso nosotros teníamos derecho a permitir que nuestro afecto egoísta

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acaparaseladevocióndetodaaquellavidagenerosa?¿Noeranuestrodeberylamejor prueba de agradecimiento olvidarnos de nosotros y pensar sólo enella?Tratédedecírseloenunmomentoenquenosquedamossolosantesdeirme.Cogióellamimanoymehizocallaraloírmisprimeraspalabras.

—Despuésde todo loquehemossufrido los tres juntos—medijo—,nopuedehablarseentrenosotrosdeseparaciones,hastaquelleguelaseparaciónúltima.Micorazónymifelicidad,Walter,estánconLauraycontigo.Esperaunpocoaqueseescuchenvocesdeniñosentuhogar.Yolesenseñaréahablarensulenguaje,ylaprimeralecciónquerepetiránasupadreyasumadreseráésta:«¡Nopodemosprivarnosdenuestratía»!

NohiceelviajeaParíssolo.AúltimahoraPescadecidióacompañarme.DesdelanochedelaOperanohabíarecuperadosuhabitualalegríaydecidióintentarelevarsuánimoconunasemanadevacaciones.

CumplíelencargoquesemehabíaconfiadoyredactéeloportunoinformealcuartodíadenuestrallegadaaParís.DecidídedicarelquintoaverlaciudadyadivertirmeencompañíadePesca.

Nuestrohotelestabademasiado llenoparaquepudieran instalarnosenelmismopiso.MicuartoestabaenelsegundoyeldePescaencimadelmío,enel tercero. La mañana del quinto día subí para ver si el profesor estabapreparado para salir. Poco antes de llegar al rellano de la escalera vi que lapuerta de su habitación se abría desde dentro; una mano larga, delicada, ynerviosa(quenoeraciertamentelademiamigo)lasosteníaabierta.Almismotiempo oí la voz de Pesca que decía baja y ansiosa en su propio idioma:«Recuerdoelnombre,peronoconozcoalhombre.LovioustedenlaOpera,estabatancambiadoquenopudereconocerlo.Yoexpediréelinforme,peronopuedohacernadamás».«Nosenecesitaquehagamásqueeso»,contestóotravoz.Lapuertaseabrióporenteroysaliódeellaelhombredepeloraloyconlacicatrizenlamejilla;elhombreaquienyohabíavistoseguirelcochedelconde Fosco una semana antes, salió de la habitación. Se inclinó ante mícuando le dejé sitio para pasar. Su rostro estaba lívido. Bajó la escaleradejandocorrersumanoporlabarandilla.

Empujé lapuertayentré enel cuartodePesca.Lehallé encogidoenunrincón del sofá, en una postura extraña. Pareció sobresaltarse cuando meacerquéaél.

—¿Lemolesto?—pregunté—.No sabía que estaba con un amigo hastaquelehevistosalir.

—No es amigo—dijo Pesca, agitado—. Le he visto hoy por primera yúltimavez.

—Temoquelehayatraídomalasnoticias.

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—¡Horriblemente malas, Walter! Vámonos en seguida a Londres, noquieroseguiraquímás tiempo.Sientomuchohabervenido.Lasdesventurasde mi juventud se ciernen sobre mí—repuso, volviendo su rostro hacia lapared—,seciernensobremíenestosúltimostiempos.Quieroolvidarlas,pero¡ellosnoquierenolvidarsedemí!

—No creo que nos podamos volver a Londres antes de la tarde —contesté-.¿Legustaríasalirunpococonmigomientrastanto?

—No,noamigomío,Esperaréaquí.Pero,porfavor,vámonoshoy,«ya»,¡vámonos,séloruego!

LedejédespuésdeasegurarlequeaquellatardesaldríamosdeParís.EldíaanteriorhabíamosdecididovisitarlacatedraldeNotreDame,guiándonosporlanoblenoveladeVíctorHugo.Enlacapitalfrancesanohabíaotracosaqueyodesearavermás,ymemarchéalacatedralsolo.

AlacercarmeaNotreDameporelladodelríopasédelantedelahorriblecasadelamuertedeParís,laMorgue.Unagranmuchedumbrevociferanteseagolpaba a la puerta. Evidentemente había algo dentro que excitaba lacuriosidadpopularyalimentabaelapetitopopularporloshorrores.Yohubieraseguido hasta la iglesia si la conversación de dos hombres y una mujersituadosenlaperiferiadelamuchedumbrenohubierallegadohastamisoídos;acababandesalirdeverelcadáverenlaMorgueyloquecontabandelmuertoa sus vecinos, describía un cuerpo de hombre de inmenso tamaño, con unaextrañaseñalenelbrazoizquierdo.

En el momento en que oí aquellas palabras me detuve en seco y mecoloqué entre la gente que entraba. Ciertas vagas sospechas de la verdadacudieron a mi mente cuando oí la voz de Pesca a través de la puertaentreabiertaycuandovielrostrodeldesconocidoquepasódelantedemíparabajarlaescaleradelhotel.Ahoralaverdadmeestabarevelada...reveladaenlaspalabrascasualesqueacababandealcanzarmisoídos.Unavenganzaquenoeramíahabíaseguidoaaquelhombrepredestinadodesdeelteatrohastalamisma puerta de su casa y desde su casa hasta su refugio de París. Unavenganza que no eramía, lo había llamado al juicio y lo había sentenciadocobrándole la vida. Elmomento en que se lo señalé a Pesca en el teatro, aoídos del forastero que estaba a nuestro lado y también le buscaba, fue elmomentoquesellósusentencia.Recuerdolaluchaenelinteriordemipropiocorazón,cuandonosquedamosfrentea frente,élyyo, la luchaque terminócuandoledejéescapar,ymeestremecíalevocarla.

Lentamente,palmoapalmo,meadentréenlamuchedumbre,acercándomemásymásalagranmamparadecristalqueenlaMorgueseparaalosvivosdelosmuertos...meacercabamásymáshastaquemequedédetrásdelaprimerafiladeespectadoresypudemirardentro.

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Allíyacía,desposeído,desconocido,expuestoalacuriosidadimpenitentede la chusma francesa. ¡Aquel fue el fin horrendo de una larga vida deinteligenciadegradanteydecrimendespiadado!Aquelrostroyaquellacabezaancha, firme ymaciza, amasada con el reposo sublime de lamuerte se nosenfrentaba con tal grandeza que las mujerzuelas francesas a mi alrededorlevantaban las manos con admiración exclamando en un coro vocinglero«¡Qué hombre más hermoso!». La herida que lo había matado estabaproducidaconungolpedenavajaodepuñal,exactamentesobreelcorazón.Noseveíanotrasseñalesdeviolenciaentodoelcuerpo,exceptoenelbrazoizquierdo;allí,enelmismolugarenqueyovilamarcaenelbrazodePesca,sedistinguíandosprofundostajosqueformabanlaletraTyqueborrabanporcompleto la señal de la Hermandad. Sus ropas colgadas encima del cuerpodemostraban que vivía consciente del peligro, pues eran ropas de artesanofrancés.Duranteunosmomentos,ysólounosmomentos,hiceesfuerzosparadistinguir todas estas cosas a través de la mampara de cristal. No puedoescribirmássobreellas,puesnovimás.

Quieroconsignaraquílospocosdatosrelacionadosconlamuertequepocoapocofuirecogiendo,enpartedePescayenparteporotrasfuentesantesdedespedirestetemadeestaspáginas.

SacaronsucuerpodelSenaconeldisfrazquehedescrito;noseencontrósobre él nada que revelase su nombre, su rango ni su lugar de residencia.Jamássedescubriólamanoquehabíaasestadoelgolpe;ylascircunstanciasenquefueasesinado,jamásseaclararon.Dejoalosdemásqueextraigansuspropiasconclusionesenrelaciónalsecretodesuasesinato,comoyahehecholas mías. Al insinuar que el extranjero de la cicatriz era miembro de laHermandad(admitidoenItaliadespuésdequePescaabandonósupatria)yalañadirquelosdostajosenformadeunaTquehabíaenelbrazoizquierdodelmuerto significaban una palabra italiana, «Traditore», mostrando que laHermandadseencargódehacer justiciaenun traidor,habrécontribuidoconcuantoséaladilucidacióndelmisteriodelamuertedelcondeFosco.

Seidentificósucadáveraldíasiguientedehaberlevistoyo,porunacartaanónimadirigidaasuesposa.MadameFoscolehizoenterrarenelcementeriodePèrelaChaise.Hastaeldíadehoysevencoronasfrescascolgadasconlapropia mano de la Condesa sobre la balaustrada de bronce ornamental querodeasutumba.ViveenVersalles,enelretiromásestricto.NohacemuchohapublicadounaBiografíadesudifuntoesposo.Estaobranoarrojaluzalgunasobreelnombreverdaderonisobrelahistoriasecretadesuvida,estádedicadocasi por completo a elogiar sus virtudes domésticas, afirmar sus habilidadessingulares y enumerar los honores que se le habían conferido. Lascircunstanciasquerodearonsumuerte,semencionanconnotablebrevedadyseresumenenestafrasedelaúltimapáginadellibro.«Suvidafueunalarga

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afirmacióndelosderechosdelaaristocraciaydelossagradosprincipiosdelOrden.Muriómártirdesucausa».

III

DespuésderegresardeParíspasaronelveranoyelotoño,quenotrajeronningúncambiodignodemención.Vivíamoscontantasencillezyquietud,quemisingresos,queahoraeranfijos,resultabansuficientesparaatenderatodasnuestrasnecesidades.Enfebrerodelnuevoañonaciónuestroprimerhijo.Mimadre,mihermanaylaseñoraVeseyfueronnuestrosinvitadosenlapequeñafiesta con que celebramos el bautizo. La señora Clements estuvo tambiénpresenteparaasistiramimujerenaquellaocasión.Marianfuelamadrinadenuestro hijo; Pesca y el señor Gilmore (este último actuando en rebeldía)fueronsuspadrinos.HedeañadiraquíquecuandoelseñorGilmorevolvióaInglaterra un añomás tarde, y a peticiónmía, me ayudó a componer estaspáginas escribiendo la narración que apareció al principio de esta historia yllevasunombre,yqueaunqueporelordendesucesióneslaprimeradeestaforma,porelordendelasfechasfuelaúltimaquellegóamismanos.Elúnicoacontecimientodenuestrasvidasqueahoraquedaporrelatarsucediócuandonuestro pequeño Walter contaba seis meses de edad. En aquella época meenviaron a Irlandaparahacer bosquejos para preparar unas ilustracionesdelperiódicoenqueyoestabaempleado.EstuveausentecercadedossemanasymecomunicabaconregularidadconmimujeryconMarianexceptodurantelostresúltimosdíasdemiviaje,cuandomiitinerarioerademasiadoinseguroparapermitirme recibir cartas.Hiceelúltimo tramodemicaminodevueltapor la noche y cuando llegué a mi casa por la mañana ante mi inefableasombro,encasanohabíanadie.Laura,Marianyelniñosehabíanmarchadoeldíaanterioramiregreso.Lacriadameentregóunaesquelademimujerquesólo aumento mi sorpresa. Me informaba que habían ido a Limmeridge.Marianlehabíaprohibidoquemediesemásexplicacionesporescritoysemepedíaponermeencaminoencuantovolvieseacasaparareunirmeconellas.EnCumberlandmeesperabanexplicacionescompletasysemeasegurabaqueno debía preocuparme en lomásmínimo.Aquí terminaba la carta. Era aúntemprano y pude coger el tren de lamañana.Aquellamisma tarde llegué aLimmeridge.MimujeryMarianestabanarriba.Sehabían instalado(paraelcolmodemiasombro)enelcuartilloqueantañosemehabíaasignadocomoestudio cuando estaba trabajando con los dibujos del señor Fairlie. En lamisma silla que yo solía ocupar mientras trabajaba, estaba ahora sentadaMarianconelniñosobresus rodillas,quecondestrezase refrescabaconsuchupete,mientrasqueLaurajuntoalamesadedibujotanfamiliaryquetantohabía utilizado, hojeaba el álbum que en otros tiempos yo había llenado dedibujosparaella.—Pero,ennombredelCielo,¿quéoshatraídohastaaquí?—lespregunté—¿LosabeelseñorFairlie?...Marianmecortólaspalabrasenmis labios diciendo que el señor Fairlie había muerto. Había sufrido una

Page 521: La Dama de Blanco - aiete.net · La Dama de Blanco Por Wilkie Collins. PREÁMBULO ... saliendo al encuentro del fresco aire de la noche, paseando por los alrededores. Era una de las

parálisisydespuésdelataquejamásvolvióarestablecerse.ElseñorKyrleleshabía avisado de su fallecimiento recomendándoles que vinieraninmediatamentealcastillodeLimmeridge.Ciertapremoniciónconfusadeungrancambiodespuntóenmimente.Laurahablóantesdequeyofueradeltodoconscientedeello.Sepusomáscercademíparadisfrutardelasorpresaquepermanecía en mi rostro. —Walter, mi vida—dijo—, ¿de veras crees quehemos venido aquí por capricho? Me temo amor mío, que sólo puedoexplicártelo si quebranto nuestra regla y te hablo del pasado.—No hay lamenor necesidad de hacer cosa semejante —dijo Marian—. Podemos serigualmente explícitas y resultará mucho más interesante si hablamos delfuturo. Se levantó y me mostró al niño que pataleaba y gorjeaba entre susbrazos:—¿Sabesquiénes,Walter?—medijo,llorandodefelicidad.—Inclusomi turbación tiene sus límites—contesté—.Creo que todavía soy capaz deconocer amipropiohijo.—¡Tuhijo!—exclamócon lavivazanimacióndelos viejos tiempos.— ¿Te atreves a hablar con familiaridad de uno de loshacendadosmásopulentosdeInglaterra?¿Tedascuenta,cuandotedejoveraesteilustrebebé,delantedequiénteencuentras?¡Veoqueno!Permítemequehagalapresentacióndedospersonajeseminentes:SeñorWalterHartright,elHerederodeLimmeridge.

AsímehablóMarian.

Alescribirestasúltimaspalabrasheterminadomitarea.Laplumatiemblaenmimano;¡eltrabajolargoyfelizhaconcluido!Marianfueelángelbuenodenuestrasvidas,queseaMarianlaqueterminenuestrahistoria.

FIN

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