la españa del quijote vista por los extranjeros. · en este caso, las descripciones más comunes...

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Porfirio Sanz Camañes Universidad de Castilla-La Mancha 291 CLM.ECONOMÍA, Nº 5, Segundo Semestre de 2004. Págs. 291-313 La España del Quijote vista por los extranjeros. Resumen La España de Felipe III (1598-1621) fue objeto de numerosas descripciones por parte de viajeros extranjeros. Las cartas, los memoriales, las crónicas y los relatos más comunes de los viajeros extranjeros se centraron en aspectos relativos a la geografía española, las costumbres, la administración, la religión, la educación, la historia, las artes y las ciencias. Sin embargo, frente a esta visión del viajero ocasional se fue dibujando otra imagen, en este caso más oficial, nacida al calor de una corriente de opinión contraria a los valores hispanos, con participación de críticos españoles e interesada en popularizar y difundir ciertos estereotipos que, en definitiva, han contribuido a la construcción exterior de la imagen de España. Una imagen, por otra parte, que debe comprenderse a la luz de la política exterior heredada en tiempos de Felipe II, como defensor de la ortodoxia católica en Europa y forjada, de forma interesada, en el agitado triángulo entre Londres, París y La Haya. Palabras clave: España, viajes, viajeros, imágenes, literatura, años 1598-1621. Clasificación JEL: Z00 Abstract During the reign of Philip III (1598-1621) Spain was described by many foreign travellers. Letters, memoirs, chronicles and accounts of occasional travellers were focus on the Spanish geography, customs, administration, religion, education, history, arts and sciences. However, besides the view of the occasional traveller another image emerged, in this case much more official, originated by a public opinion against the Spanish virtues. Spanish critics had an important role in the building of this image, which was interested in spreading and popularizing of certain stereotypes which have contributed to the building of the foreign image of Spain. Nevertheless, this image must be understood in the context of the foreign policy inherited from the time of Philip II, the defender of the Catholic orthodoxy in Europe. Moreover, this foreign policy had been forged in a partial way, in the turbulent triangle formed by London, Paris and The Hague. Key words: Spain, travels, travellers, images, literature, 1598-1621 period. JEL Classification: Z00

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Porfirio Sanz CamañesUniversidad de Castilla-La Mancha

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C L M . E C O N O M Í A , N º 5 , S e g u n d o S e m e s t r e d e 2 0 0 4 . P á g s . 2 9 1 - 3 1 3

La España del Quijotevista por los extranjeros.

ResumenLa España de Felipe III (1598-1621) fue objeto de numerosas descripciones por parte

de viajeros extranjeros. Las cartas, los memoriales, las crónicas y los relatos más comunes delos viajeros extranjeros se centraron en aspectos relativos a la geografía española, lascostumbres, la administración, la religión, la educación, la historia, las artes y las ciencias. Sinembargo, frente a esta visión del viajero ocasional se fue dibujando otra imagen, en estecaso más oficial, nacida al calor de una corriente de opinión contraria a los valores hispanos,con participación de críticos españoles e interesada en popularizar y difundir ciertosestereotipos que, en definitiva, han contribuido a la construcción exterior de la imagen deEspaña. Una imagen, por otra parte, que debe comprenderse a la luz de la política exteriorheredada en tiempos de Felipe II, como defensor de la ortodoxia católica en Europa yforjada, de forma interesada, en el agitado triángulo entre Londres, París y La Haya.

Palabras clave: España, viajes, viajeros, imágenes, literatura, años 1598-1621. Clasificación JEL: Z00

AbstractDuring the reign of Philip III (1598-1621) Spain was described by many foreign travellers.

Letters, memoirs, chronicles and accounts of occasional travellers were focus on theSpanish geography, customs, administration, religion, education, history, arts and sciences.However, besides the view of the occasional traveller another image emerged, in this casemuch more official, originated by a public opinion against the Spanish virtues. Spanishcritics had an important role in the building of this image, which was interested inspreading and popularizing of certain stereotypes which have contributed to the buildingof the foreign image of Spain. Nevertheless, this image must be understood in the contextof the foreign policy inherited from the time of Philip II, the defender of the Catholicorthodoxy in Europe. Moreover, this foreign policy had been forged in a partial way, in theturbulent triangle formed by London, Paris and The Hague.

Key words: Spain, travels, travellers, images, literature, 1598-1621 period.JEL Classification: Z00

1.- Introducción.Las imágenes contadas y las vivencias de aquellos que

pasaron por España en tiempos de Felipe III (1598-1621) nostransmiten, fundamentalmente, un interés por satisfacer sucuriosidad, por la necesidad de comunicar a los demás esaexperiencia personal y también por aleccionar a otros futurosviajeros. Estas vivencias tendrán fiel reflejo en las crónicas,memorias, cartas, itinerarios, relaciones o descripcionesgeográficas, es decir, en todo aquello que pudiendo evocar unrecuerdo permita acompañar la imaginación a ese lugar en el quese ha estado. También cabe hablar de los “viajes imaginarios”,aquellos en los que está muy clara la imposibilidad de surealización pero que, en cualquier caso, sirvieron como soporte aposteriores reflexiones sobre la sociedad de la época.

No cabe duda que las impresiones del viajero extranjeropermitieron configurar una imagen de España y de los españolesen el exterior. Aunque España por su situación geográfica estabaalgo alejada de las rutas viajeras más frecuentadas, es decir,aquellas que se centran en el llamado Grand Tour, entorno aFrancia, Italia, los Países Bajos y otras zonas de Europa central, noimpidió que un gran número de diplomáticos, historiadores,soldados y religiosos, todos ellos viajeros, bien de paso por Españahacia otros países o residentes temporales en el nuestro, ejercierande improvisados cronistas y llevaran a cabo, en ocasiones sinpretenderlo, toda una literatura de viajes con sus obras históricas ygeográficas, o con otras de carácter novelesco. Cuando el famosogénero bizantino se impuso, con la acertada simbiosis de fundiraventura sentimental y viajes o peripecias, aparecieron las plumasde viajeros extranjeros como los ingleses James Howell, sir RichardWynn, Robert Bargrave, Lord Roos, William Bromley y sir CharlesCornwallis; los franceses Bartolomé Joly, Jean-François Paul deGondy, Antoine de Gramont, François Bertaut y Antoine de Brunel;los portugueses Bartolomé Pinheiro da Veiga y Joao BaptistaLavanha; el aristócrata polaco Jacob Sobieski; el holandés VanAarsen; el alemán Odoardo Vehemerzio; o los literatos italianosG. Battista, Juan Botero, Giulio Cesare Cortese y Alessandro Tassoni,siguiendo la estela de las famosas relaciones de embajadoresvenecianos, como Octaviano Bon y Simeoni Contarini.

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En este caso, las descripciones más comunes de los viajerosdigamos ocasionales se centraron en aspectos relativos a la geografíaespañola, las costumbres, la administración, la religión, la educación,la historia, las artes y las ciencias. Sin embargo, frente a esta visión delviajero extranjero se fue dibujando otra imagen, en este caso oficial,que debe comprenderse a la luz de la política exterior llevada a cabopor Felipe II y que permite explicar una actitud hostil hacia España,un país que se había convertido en garante de la ortodoxia católicaen Europa. En este sentido, aspectos como la guerra de Flandes, laInquisición o la conquista de América, sentaron las bases para forjaruna de las imágenes más denostadas que se conocen sobre España,en el agitado triángulo entre Londres, París y La Haya.

2.- La imagen de Españay los españoles ante el viajeroextranjero.

Durante las dos primeras décadas del siglo XVII fueronmuchos los extranjeros que viajaron por España. La etapa dedistensión política española en el exterior, tras la firma de las pacescon Francia (Verbins, 1598), Inglaterra (Londres, 1604) y los PaísesBajos (Amberes, 1609), permitió la realización de numerosos viajes,en ocasiones, por motivos científicos y de instrucción; otras, porasuntos diplomáticos o económicos, en todos, intentandorecordar bien aquellos aspectos que les habían llamado laatención para su difusión posterior.

No vamos a cuestionar aquí el valor histórico de este tipo decrónicas o relatos, ni la trivialidad de algunas de las descripcionesrecogidas que en cualquier caso llamaron la atención de un viajeroprocedente de otro entorno, de otra cultura. Sin embargo, si esinteresante profundizar en el carácter y la formación del viajero, enel conocimiento previo que tiene del país, en sus interesesconcretos, etc., porque con todo ello terminará por perfilar suimagen de España. Por otra parte, al margen de la subjetividad quecomporta este tipo de fuentes, las referencias existentes en estosrelatos sobre un mal camino, el precio de una posada, el posibleescondite de bandidos o la incomodidad de un alojamiento, podían

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resultar consejos muy útiles para quienes decidieran emprenderalgún viaje por la España del siglo XVII.

Podríamos centrarnos en una serie de descripciones realizadaspor viajeros que permiten configurar una imagen de nuestro país yque hemos desglosado en tres ámbitos: sociedad y costumbres,fiestas y diversiones y la administración de la Monarquía hispánica.

2.1. Sociedad y costumbres.

Las descripciones geográficas sirven a los viajeros, a modo deintroducción, para dirigirse a sus lectores. Sus primeras impresionessobre el paisaje quedan claramente reflejadas en los primerospárrafos pudiendo hablar, con una validez metodológica sólo paranosotros, de geografía física (aspectos relativos al relieve, el clima, lared hidrográfica, la flora y la fauna), económica (desde el desarrolloagropecuario a la minería o el comercio) y humana (la distribuciónde la población, las ciudades y los nudos de comunicaciones).

En cuanto a las ciudades destacan, como parece natural, lasreferencias a Madrid, como capital del país, donde se describen susplazas, sus palacios, la vida de sus calles, etc..; Valladolid, Salamanca,La Coruña, Santander y Bilbao, completan el recorrido descriptivo dela España costera del norte y del noroeste. Zaragoza, Barcelona yValencia, resultan de obligado recorrido para el conocimiento de laEspaña costera mediterránea y del noreste. Y, por último, la regiónandaluza ofrece al visitante el contraste y costumbrismo del suren ciudades como Granada, Córdoba o Sevilla, tan ricas enmonumentos arquitectónicos, ornamentos y reliquias.

El análisis de los sectores sociales se lleva a cabogeneralmente de forma piramidal, desde la cúspide a la base. LaCorte española y su fastuosidad, con sus fiestas, procesiones festivasy mascaradas sigue siendo objeto del ojo del forastero, mientrasla nobleza articula la columna vertebral del trono junto conel estamento eclesiástico, el otro gran aliado de la Corona.La burguesía ciudadana, cuya meta se cifra en el ascenso social, lacompra de títulos o cargos que le permita ennoblecerse se emergeen un sistema de valores donde el honor, la limpieza de sangre y elstatus prevalecen de forma indiscutida. En el último escalón de lapirámide se sitúa el pueblo español que, en palabras de un Memorial

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de la época, es “inculto y despreocupado”. Las referencias a la vidamarginal se centran en los delincuentes, los menesterosos y laprostitución.

En cuanto a las costumbres de los españoles, en opinión de losextranjeros, se centran en cinco aspectos: su fisonomía y atuendo(rasgos faciales, color del pelo y de la tez, etc..); su vida social; sucarácter, con sus consideraciones a favor y en contra; las alusiones ala gastronomía española, muy alabada en Europa; la educación; y lasprácticas religiosas.

Entre las actitudes a favor de los españoles, los viajeros ingleses,por ejemplo, destacan el carácter grave y sobrio, el patriotismo, lafidelidad, el valor, la constancia, el humor y el ingenio. Por elcontrario, las más criticadas, según Shaw Fairman (1981, pág. 166)son, además de la aversión de los españoles de la época hacia lostrabajos manuales, la pereza, la envidia, la arrogancia, laceremoniosidad, la testarudez, el fanatismo y la crueldad.

Con respecto a la gastronomía, la mayor parte de lasdescripciones atribuyen a España el carácter de país vinícola.España era exportador de vino a Inglaterra y al norte de Europa, y lasreferencias al vino canario, los vinos de Málaga, el Jerez conocido enInglaterra como Sherry y el de Alicante son muy numerosas. Losviajeros hacen también distintas consideraciones sobre una serie deproductos alimenticios entre los que destacan: el pan, cuya blancuray ligereza es muy alabada y las frutas de la huerta valenciana,especialmente naranjas, melocotones o melones. El régimengastronómico español, según los forasteros, está basado, en buenaparte, en carnes asadas y a la plancha y en verduras arregladas conaceite y vinagre. Mención especial se otorga a algunos guisosespañoles como la “olla podrida” que, además de carne, tocino ylegumbres, contiene jamón, aves y embutidos, entre otrosingredientes. También hay numerosas referencias a los huevos, elchocolate, el jamón, el cordero, las terneras, los capones y ciertospescados, como el salmón y el lucio. Por último, resultan muypopulares los pasteles de hojaldre cubiertos de una “espuma blanca”,como denominan el merengue.

No había cambiado mucho la situación económica deEspaña de mediados del siglo XVII cuando el francés Antoine deBrunel en su Voyage d’Espagne curieux, historique et politique (1665),

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describía la deficiente situación económica por la que atravesaba elpaís a causa de la desidia española: “Si tuvieran un poco más deindustria y si, en lugar de alimentarse de humo en sus miserableshogares, cultivasen un poco mejor la tierra y no despreciasen elentregarse a las artes mecánicas, sería para ellos una madre liberal detodo lo que es necesario para el sostenimiento de la vida, tanto por elvestido como por el alimento..” ( Díez Borque, 1975, pág. 111).

Los aspectos más destacados en el ámbito de la educación serefieren a: la enseñanza universitaria, desde sus medios a susmétodos educativos; la belleza arquitectónica de algunos centros,como los de Alcalá de Henares, Salamanca, Sevilla y Toledo; y elcarácter de la instrucción religiosa.

Por último, las prácticas religiosas también llamanpoderosamente la atención del viajero y, más aún, si éste procedede algún país protestante. Las ceremonias litúrgicas asociadas adeterminadas festividades religiosas o días del año, la calidad de losedificios religiosos y el tema de la superstición relacionado con elpoder del clero sobre la gente, son aspectos que aparecen confrecuencia en las descripciones. La mayor parte de las críticas sedirigen hacia el aparato inquisitorial, como tendremos ocasión dever más adelante.

2.2. Fiestas y diversiones.

Entre las formas de diversión que más llaman la atención delviajero extranjero se encuentran las corridas de toros y el juego decañas, como diversiones desconocidas en sus países de origen.También dedican algunas páginas al teatro, a los juegos de cartas,el carnaval, las mascaradas, con su combinación de música y baile,o a determinadas fiestas que concluían con fuegos artificiales.

Los extranjeros admiran en sus obras el valor de los que tomanparte en las corridas de toros, un espectáculo que reúne al mismotiempo la belleza del arte ecuestre y el colorido de la fiesta. Sinembargo, deploran el riesgo que entraña para hombres y caballos,como se deduce de las cifras de muertes y heridos que mencionanalgunos de los viajeros, más aún si tenemos en cuenta que seproducían en una sola corrida. Francis Willughby, un naturalistainglés que visitó nuestro país en la segunda mitad del siglo XVII,

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señala en su Account of the Travels (1738, pág. 175) el caráctercruento de las corridas de toros: “Y con estos espectáculos crueles ysangrientos -dice- la gente está igual de encantada que lo estaban losantiguos romanos en los tiempos del paganismo” (Shaw Fairman,1981, pág. 239).

El diplomático inglés William Cecil, Lord Roos, de viaje porEspaña en 1610, país al que regresó como embajadorextraordinario en la Corte española en 1616, tambiéncensuró las corridas de toros para terminar alabando lascomedias españolas: “La principal diversión popular quetienen -se refiere a los españoles- son las comedias, que, detodas las que he visto, en cualquier país, son las únicas quemerecen que uno pierda el tiempo con ellas, pues no sonindecentes, como las francesas e italianas, ni ridículamenteafectadas, como las inglesas, sino que son la representaciónanimada y natural, ingeniosa y modesta, de historias yacciones humanas” (Shaw Fairman ,1981, pág. 244).

2.3. La Administración de la Monarquía hispánica.

En cuanto a la compleja configuración estatal hispánica, sonmuchos los comentarios procedentes de los diplomáticos que nosvisitaron. Los aspectos más llamativos de la misma se refieren a: lasinstituciones gubernamentales, el carácter consiliar, la administración dejusticia, el número y la calidad de las fuerzas armadas, tanto marítimascomo terrestres, las deficientes infraestructuras, la caótica situaciónhacendística y, por último, la heterogénea composición de la Monarquía.

Una de las primeras relaciones que conocemos sobre laEspaña de Felipe III se debe al embajador veneciano SimeoneContarini, que permaneció en Valladolid, ciudad donde residía laCorte, entre 1601 y 1604. A la conclusión de su embajadacompareció ante el Senado veneciano presentando una detalladarelación sobre el estado de la Monarquía española a principios delsiglo XVII. En el “Discurso” critica claramente al gobierno español y,en particular, a la persona y gobierno del valido Duque de Lerma. Eldiplomático veneciano constata la crisis demográfica, económica ypolítica que atraviesa España, y dedica algunas páginas a enjuiciar ladeficiente administración financiera, la corrupción del funcionariado

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y el desgobierno del país, lo que le permite concluir con una visiónun tanto pesimista del futuro de España: “El estado de las cosas deEspaña no es bueno, porque deseando los pueblos mejorarse delgobierno de Phelipe segundo han alcanzado otro más desigual conjusto y de menos despacho..” (Contarini, 2001, pág. 70).

También dedica algunos comentarios a analizar la complejacomposición de la Monarquía hispánica, un aspecto que veníadeslumbrando a teóricos y politólogos desde tiempos deMaquiavelo. En efecto, a tenor de todos los escritos y a pesar de lacrisis, la Monarquía hispánica había sabido conjugar la unidadpolítica y la diversidad territorial, como señalaba el inglés AnthonySherley 1 en un memorial dirigido al conde-duque de Olivares en elaño 1622:

“Es verdad que no es justo de diferenciar estados que tienen lamisma religión, el mismo trage, la misma lengua y las mismascostumbres aunque tengan diversos apellidos, pues parece que tienenvínculos naturales que los apropian y atan a un cuerpo como sonAragón, la Andaluzía, Valencia y Cataluña en estos reynos de España,los quales, como hablan lo mismo, parece que sería defecto eldiferenciarlos de el mismo cuerpo de España, pues que son de ella yhacen cuerpo de ella.” (Flores, 1963, págs. 57-59).

El Peso político de todo el mundo, escrito por este viajero ingléscuyos ideales católicos le llevaron a identificarse con España, seenmarca en la serie de proyectos y propuestas reformistas enviadasa la Corte durante la década de 1620, la siguiente de la muertede Cervantes. En el memorial se atisbaban algunos indiciosde debilidad de la Monarquía hispánica cuyas raíces para el condeinglés estaban muy claras. En primer lugar, las deficiencias existentesen el poder naval de un Imperio extendido por todos loscontinentes. A continuación, señalaba la falta de solidaridadterritorial entre los distintos integrantes de la Monarquía hispánica,especialmente los portugueses, más pendientes de recoger susfrutos a nivel individual que de buscar con amplitud de miras laresolución de los problemas de interés general.

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1) El conde Sherley, del que desconocemos muchos aspectos de su vida, se afincó en España y, en razón desus cargos diplomáticos y de sus andanzas políticas, tuvo la oportunidad de recorrer numerosos países. Conun gran espíritu de observador, describe una larga serie de países de todos los continentes, profundizandoen distintos aspectos geopolíticos, económicos y militares.

Una situación que no había pasado inadvertida a Olivares,como podía deducirse de su Gran Memorial sobre la España deFelipe IV, al aconsejar al rey “la reducción de los reinos de que secompone España al estilo y leyes de Castilla”. Sin embargo, comoobservaba en 1623 sir Francis Bacon, el avance del poder absoluto yla defensa de los intereses dinásticos y hegemónicos en Europaempezaba a crear fisuras en el sistema imperial español. Cuando lasnegociaciones matrimoniales hispano-inglesas estaban en puntomuerto y se atisbaba la guerra, el filósofo y estadista inglés, apeló, enun discurso pronunciado en la Cámara de los Comunes, a razonesde Estado, de índole dinástico y religioso, para justificar el conflictocon España: “Ahora existe -señalaba Bacon- una gran confederacióncontra ella, por causa de todos esos conflictos y litigios; consolidada porel temor que todas las naciones tienen a su ambición, que lahumanidad cree no tener fin y, sobre todo, por contrarrestar sus fuerzas”.(Speeding ,1874, vol. VII. págs. 460 y ss).

Sin duda, como reflejaba Bacon, España se encontrabainvolucrada en demasiados conflictos: “Merece no poca consideraciónel hecho de que la grandeza de España esté fuertemente alterada yque cada vez tenga menos fuerza; construida sobre débilesfundamentos, a la postre no dispondrá del menor apoyo y no podrácontar con aliados seguros y de confianza. Con Francia se halla endisputa por Navarra, Milán, Nápoles y el Franco Condado de Borgoña.Con la Santa Sede también por Nápoles. En Portugal, con los herederoslegítimos de aquella casa. En los Países Bajos con las Provincias Unidas.Ahora, por Ormuz, con Persia. En Valencia con los moros expulsados ysus aliados. En las Indias Orientales y Occidentales, con todo el mundo.”(Speeding, 1874, vol. VII. págs. 465).

3.- La otra mirada y la otra lectura:la creación de la imagen de España.

Frente a la visión del viajero ocasional se fue construyendo otraimagen, en mi opinión, intencionada sobre España. La otra miradade la España del Quijote se refiere, como puede pensarse, a la visióndifundida en Europa sobre distintos aspectos como la intervenciónespañola en la rebelión holandesa, el proceso de conquista y

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colonización española en América o las prácticas inquisitorialesdel Santo Oficio. Una visión que debe comprenderse a la luz dela guerra de opinión y propaganda forjada durante el período de laContrarreforma. Sea como fuere, la creación de esta Leyenda negra,cuyos orígenes sitúan algunos durante las guerras de Italia, perfilóuna España defensora de la ortodoxia católica con un coste que tuvoun primer reflejo en una opinión europea adversa y crítica con laposición española en los continentes europeo y americano. ComoDiego de Saavedra Fajardo, señalaba en sus Empresas a la altura de1640, era el dominio español en el mundo y no otras cuestiones lasque suscitaban la envidia y, en consecuencia, la falsedad por parte desus rivales: “Cuanto son mayores las monarquías, más sujetas están a lamentira. La fuerza de los rayos de una forma ilustre levanta contra sí lasnieblas de la murmuración. Todo se interpreta mal y se calumnia en losgrandes imperios... ¿Qué libelos inflamatorios, qué manifiestos falsos, quéfingidos Parnasos, qué pasquines maliciosos no se han esparcido contrala monarquía de España?.” ( Saavedra Fajardo, 1988, pág. 90).

En la denostada imagen internacional española, según R. GarcíaCárcel (1992, pág. 31), intervinieron figuras como: John Foxe, unexiliado de la Inglaterra de María I Tudor en Holanda que escribió, en1554, su Acts and Monuments (El libro de los mártires); ReginaldoGonzalo Montes, un protestante español refugiado en Franckfurt, consu Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición española(Heidelberg, 1567) y pronto traducido al inglés, francés, alemán yholandés; Antonio Pérez, el célebre ex-secretario de Felipe II, con lapublicación de sus famosas Relaciones, bajo el seudónimo de RafaelPeregrino (Londres, 1594); y Guillermo de Orange, con su Apologíapublicada a fines de 1580, poniendo una extraordinaria munición alalcance de numerosos libelistas franceses, ingleses y alemanes. Elpunto de mira de Orange cargó sobre aspectos que sensibilizaban laopinión pública, tales como los abusos de la soldadesca, la represiónpor parte del duque de Alba y el asesinato de Don Carlos, hijo de Felipe II.Al presentar a los españoles como personajes ávidos de riqueza,termina refiriéndose a las cruentas matanzas de indios en América. Laobra tuvo gran éxito propagandístico entre los panfletos antiespañolesque circularon por los Países Bajos y la Inglaterra de las últimas décadasdel siglo XVI y primeras del siglo XVII. Algunos autores holandesescontemporáneos al conflicto, como señala Wessels (1999, págs.

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157-181), continuaron con esta visión de Felipe II, de una u otra forma,tales como: Van Meteren, Pieter Bor, Van Reyd y Franciscus Haraeus.

En suma, la leyenda negra, de tanto éxito durante los siglos XVIy XVII, tendría su continuidad en algunas obras del siglo XIX, cuyapervivencia pudo ser sancionada, incluso, en determinadascreaciones literarias. Los juicios emitidos por Henry Thomas Buckle yJohn William Draper, los dramas románticos de Otway, Campistron,Alfieri o Schiller (éste último con su Don Carlos, Infant von Spanien en1787) o las representaciones teatrales (G. Verdi, la representó en Parísen 1867) se basaban en la turbia conducta de Felipe II frente a suhijo Don Carlos y su tercera esposa, Isabel de Valois. En otraspalabras, se defendía el canto a la libertad representado por elpríncipe frente a la tiranía y despotismo del monarca. Sin embargo,en las últimas décadas del siglo XIX se empezó a matizar la historiapersonal del poderoso monarca resaltando su perfil humano, engran medida gracias a la publicación desde 1884 de lacorrespondencia con sus hijas, Isabel Clara Eugenia y CatalinaMicaela. Se iniciaba una labor de recuperación historiográfica deFelipe II que, según F. Bouza (1998, pág. 23), nos mostraría el ladoamable del rey severo. Sin duda, un buen fundamento para sostenerla leyenda rosa, en contraposición a la anterior, a través de unadenodada defensa de lo hispánico. En este sentido, aspectos comola glosa devota a Felipe II, de la que se encargaron multitud dehistoriadores (Cabrera de Córdoba, Antonio de Herrera, Van derHammen, Cervera de la Torre, Baltasar Porreño y Bernal Díaz delCastillo, etc..), con la ayuda inestimable de poetas épicos (Alonso deErcilla o Fernando de Herrera) o la exaltación de la lengua y de lacultura hispánica, prepararían el camino hacia un narcisismohispánico, claramente desatado a lo largo del siglo XVII, a través delas plumas de Mártir Rizo, en su Norte de Príncipes (1626), de FrayBenito Peñalosa, en su Libro de las cinco excelencias del español, quedespueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629), o delpadre Caramuel, en la Declaración mística de las Armas de España,incítamente belicosas (1636). En La España defendida de Quevedo(1609) o en El Criticón de Gracián (1651), también encontramosjunto a la decadencia y la crisis del Estado español del siglo XVII unadefensa apasionada de lo español.

Durante los últimos veinte años hemos asistido a una auténticarenovación de los estudios filipinos, de una forma más

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desapasionada, también en buena parte gracias a la obra dehistoriadores procedentes de ámbitos culturales de influenciaprotestante. Sirvan de ejemplo las biografías de algunos hispanistascomo Geoffrey Parker (1984) y Henry Kamen (1997) que tanto hancontribuido a aclarar los aspectos más oscuros del personaje entreel gran público y comprenderlo a la luz de la mentalidad y losvalores que predominaron en su propia época, enjuiciando la visiónde Felipe II desde una óptica más tecnócrata y mucho menospersonalista. En otras palabras, anteponiendo la imagen del reyprudente frente a la anterior del demonio del Mediodía.

3.1. La rebelión holandesa.

La imagen de una monarquía centralista como la hispana,orientada por sus inclinaciones religiosas y su voracidad en elterreno fiscal sirvió, sin duda, para alimentar una publicísticaholandesa defensora de privilegios provinciales y locales apenasvulnerados. La máxima de permanecer en Flandes, terminóconvirtiéndose en una forma de hacer política que iba más allá de“defender lo poseído”para entenderse dentro de un plan estratégicoque comportaba la inalienabilidad de las tierras patrimonialesheredadas, la defensa de determinados principios religioso-ideológicos y el mantenimiento del prestigio del poder español. Eneste panorama, la rebelión de los Países Bajos, o los tambiénconocidos Sucesos de Flandes o Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), tendrían una enorme repercusión en la configuración de laimagen exterior de la Monarquía hispana.

Desde el principio de la rebelión, se produjo un importantealuvión de pasquines y panfletos que juzgaban los hechos tratandode legitimar la posición de quienes habían permanecidosubordinados a la tiranía de un gobierno injusto como el español.La oleada panfletaria resultó fundamental a la hora de crear unaserie de mitos e imágenes sobre la persona y las iniciativas políticasde Felipe II. La imagen transmitida, en ocasiones cambiante, secentró durante la primera generación de los historiadoresholandeses en la explicación de las causas de la revuelta aunqueautores como el notario de Utrecht, Pieter Bor (1559-1635), en suOrigen, comienzo y transcurso de las Guerras de los Países Bajos, o el

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negociante emigrado y oriundo de Amberes, Emanuel van Meteren(1535-1612) en su Historia de Bélgica o de los Países Bajos, de nuestrostiempos, no dudaron en recalcar el fervor religioso del monarca y suafán de dominio.

La lucha en los Países Bajos se convirtió, al mismo tiempo, enuna guerra militar e ideológica, donde a las viejas y conocidastécnicas de persuasión desde el púlpito, se sumaron el uso delpanfleto publicista-libelista, con un sentido propagandista dondeestaban presentes la distorsión, la exageración y la manipulación.Sin embargo, desde España se intentó contrarrestar esta imageninternacional desde campos como la literatura, tanto en verso comoen prosa, o el teatro. Por ejemplo, algunas piezas teatrales del Siglode Oro español abordan el conflicto hispano-holandés comosucede con Los españoles en Flandes y El asalto de Mastrique por elPríncipe de Parma, ambas comedias lopescas, donde se hace unadefensa elocuente de la permanencia española en los Países Bajos.A la serie se podrían añadir otras piezas del teatro barroco, dedramaturgos como fray Alonso Remón, Francisco de Rojas Zorrilla,Pedro Calderón de la Barca, Luis Vélez y Andrés de Claramonte. Laprimera, atribuida en su día a Lope, y considerada actualmente porlos especialistas obra de Alonso Remón corresponde a la comediatitulada Don Juan de Austria en Flandes (representada en Palacio en1628) y se centra en el gobierno del protagonista en los Países Bajoshasta el día de su muerte. El Saco de Amberes escrita por el toledanoRojas Zorrilla, pone énfasis en el motín de los soldados del ejércitoespañol en Flandes en 1576 debido a la tardía recepción de su paga.

La comedia El sitio de Bredá de Calderón de la Barca, escrita cincomeses después de la rendición de la ciudad, tenía la intención deunirse a la campaña propagandística impulsada por el gobierno deOlivares para conmemorar uno de los mayores éxitos militaresobtenidos por la política exterior de la monarquía hispánica en losPaíses Bajos: la toma de la plaza de Breda. Las razones del rey, de lapatria y de la religión católica por las que luchan las tropas españolas,un tanto idealizadas, y opuesta a la visión sanguinaria que se tiene delas mismas en las guerras de Flandes, también aparecerá en lascomedias tituladas Los amotinados de Flandes, de Luis Vélez(representada en palacio en 1633) y en la comedia El valiente negro enFlandes, de Andrés de Claramonte, fechada en 1622.

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En la mayor parte de estas obras se hace una defensaapasionada de la presencia militar española en los Países Bajos,dando verdadera importancia a su reducción al yugo político deEspaña y a la auténtica fe católica. Al margen de otrasconsideraciones geoestratégicas, militares y económicas, queconvirtieron a estos ricos y conflictivos territorios en objetivo de otraspotencias europeas, España se interesó por su conservación, en otraspalabras, por el acatamiento del orden instituido y, en consecuencia,de su monarca. Para el español, la palabra “holandés”, como harecogido el profesor M. Herrero Sánchez (1999, pág. 90) quedó comosinónimo de rebelde, hereje y contrabandista. Una tríada de conceptosdenigratorios que aparecería de un modo recurrente y que tardaríamucho tiempo en disiparse de la mentalidad colectiva al atacar lostres órdenes sustanciales: el de defensa de los intereses dinásticos,el de cohesión religiosa y el de carácter económico.

Sin embargo, desde la posición holandesa las prácticasmilitares de sitio y de saqueo o las represiones españolas de Albatuvieron enormes repercusiones sobre la vida de la población,configurando un determinado estereotipo sobre las tropasespañolas de ocupación que debieron doblegar la tenaz resistenciaholandesa. En efecto, la fama que se desprenderá de El saqueo deAmberes servirá para modelar la leyenda negra española en Flandes,sobre todo a tenor de las gacetas y folletos que circularon durantelos años siguientes. La imagen holandesa de los españoles quedamuy bien reflejada en la acotación del flamenco duque de Ariscoteen la obra Los españoles en Flandes:

“Antes que un español mi vida tase,Antes que un español leyes me ponga,Antes que un español mis puertas pase,Antes que un español me descomponga,Antes que un español mi hacienda abrase,Antes que un español se me anteponga,Antes que un español mi cuello oprima,Tendré los montes de Sicilia encima”. 2

Con esta opinión, no es de extrañar que toda una generaciónde holandeses se mirara en el Spieghel der Jeught of Spaanse Tyrannie

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3052) Segundo acto de Los españoles en Flandes. Cfr. UCLM, E-2.890 (v.6) Obras de Lope de Vega publicadas por laReal Academia Española. Tomo XII. Crónicas y Leyenda dramáticas de España. Sexta ed. Madrid, 1901. pág. 371.

(Espejo de Juventud o la Tiranía Española) a través del cual, comoseñala S. Schama (1988, pág. 64), comprendieron que había habidouna guerra santa por la libertad en la primera mitad del siglo.

3.2. La conquista española de América.

Este particular enfoque, más ocupado en revisar de formacrítica la destrucción de las civilizaciones americanas, que dedescribir ciudades y modos de vida, sirvió para difundir la llamadaLeyenda negra antiespañola, que cargó las tintas en aspectos comola Inquisición, la política exterior y el maltrato dado a los indígenasen América. En su origen y difusión, fue decisiva la participación detres personas: el dominico español Fray Bartolomé de Las Casas,el milanés Girolamo Benzoni y el holandés, Théodore de Bry.

El padre Bartolomé de Las Casas (1484-1566), ha sidotradicionalmente, considerado como el creador de la leyenda negraamericana. Por encima de la visión del conquistador, ofrece la visiónjurídica, teológica y moral, teniendo como fundamento la defensade la libertad indígena. Las Casas trató el problema de las Indias conel Cardenal Cisneros y con Adriano de Utrecht, a los que propuso unMemorial de Remedios, ante los que él consideraba una serie deabusos que generaban un clima de injusticia social, totalmentecontrario al sentido de evangelización, justicia y promoción humanaque los españoles debían llevar a América. La clave del pensamientolascasiano fue su insistencia sobre la libertad de los indígenas.Desde esta base, el ejercicio de la razón era un derecho según elDerecho natural y debería ser ilimitado. La obra de Las Casas nopasaría desapercibida para algunas figuras ligadas al humanismoreformista europeo. Por una u otra vía se encontró salida a la mordazcrítica de estos protestantes, quienes centraron sus ejemplos en laexplotación indígena, la crueldad y la codicia de los españoles.

Las Casas no se propuso tan sólo teorizar y, a pesar de susexageraciones, nos dejó por escrito sus reflexiones en una serie deobras que tendrían un enorme impacto en la intelectualidad de suépoca, tales como: la Historia general de las Indias (escrita entre 1527y 1562, en respuesta a la historia de Fernández de Oviedo); laApologética historia (es un tratado de antropología culturalamericana); su De unico vocationis... donde aborda el problema

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teórico de las relaciones jurídicas entre españoles e indios; y laBrevísima relación de la destrucción de las Indias (escrita en 1542aunque publicada en 1552), redactada antes del fracasadoexperimento misionero de Vera Paz y de su famosa polémica jurídicacon Ginés de Sepúlveda, un historiógrafo de Carlos V.

Pocos son los datos biográficos que conocemos del cronistamilanés Girolamo Benzoni (1518?-). En 1541 se encuentra enAmérica aunque su nombre no figura en el catálogo de lospasajeros a Indias publicados hasta la fecha. Su Historia del MondoNuovo (Venecia, 1565), reeditada en numerosas ocasiones (1572,1578 y 1579), parece formalmente un relato de viajes sobre el que amodo de crónica van apareciendo sus andanzas por América. Entrelos grandes temas abordados dedica bastantes páginas a losprecedentes del descubrimiento colombino y los cuatro viajes delAlmirante, a la actuación del padre Las Casas y al desarrollo yaplicación de las Leyes Nuevas en Indias, en 1542, entre otrosaspectos. Son especialmente significativos sus juicios sobre laconquista a la que dedica algunos de sus dardos más hirientes. Lacodicia de los gobernadores españoles de Tierra Firme, algunasrebeliones internas y los suicidios masivos de los indios,“liberándose” de vivir como esclavos bajo el dominio de losespañoles, encuentran también largas descripciones.

Con la llegada de los españoles y la introducción del esclavonegro, según Benzoni, se ha pervertido la estabilidad del sistemay se sus formas de vida, hasta entonces idílicas. Los españoles-en opinión del milanés- eran cobardes, sucios, ingratos, traidores ysanguinarios, al no respetar la vida humana. Sus críticas no dejanincólumes a la Iglesia que permite la esclavitud, muerte de los indiosy violación de sus mujeres. Benzoni tampoco regatea en cifras paraensalzar la masacre elevando a más de dos millones la aniquilaciónde los indios en la isla de Santo Domingo. La conquista es valoradacomo despreciable en toda su magnitud, no existe ningún atisboadulador que los españoles hayan aportado como positivo. Enconclusión, ni se han fundado ciudades, sino malas aldeas, ni se hallevado a estos pueblos la evangelización, sino el mal ejemplo de laconducta del español que debe ser repudiada.

Por último, el editor holandés Théodore de Bry (1528-1598)llegó a elaborar un compendio de relatos de viajes con numerosos

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grabados que publicó en varios tomos a finales del siglo XVI. De Bry,nacido en el seno de una distinguida familia calvinista, huirá pormotivos religiosos en 1570 estableciéndose en Estrasburgo, dondeejercerá como impresor y grabador antes de asentarse en Frankfurt,en 1590. Este protestante, resentido hacia los españoles, no tardó enreflejar con toda su crudeza las tropelías de los conquistadores en elNuevo Mundo. Su monumental colección de láminas, bajo ladenominación de Grandes Viajes, tuvo un éxito editorial sinprecedentes durante el siglo XVI. El contexto europeo en queaparece la obra, claramente enfrentado por las guerras de religión ylas profundas divisiones entre católicos y protestantes, tuvo unpúblico ávido por conocer los detalles de la conquista. En 1590presenta en Frankfurt del Main un volumen con el título Tesauro delos Viajes a las Indias Occidentales y Orientales, dedicado a losprimeros viajes de la colonización inglesa en Virginia, con un valordivulgativo y un impacto propagandístico extraordinario. Su claroantihispanismo puede contemplarse en su Das Vierdte Buch Von dernewen Welt (Cuarto libro del Nuevo Mundo), publicado en Frankfurtdel Main en 1594. Cualquiera que contemple la fuerza de susgrabados, donde se desata una violencia colonizadora desconocida,con escenas de soldados españoles arremetiendo impunementecontra la indefensa población civil, duda del talante civilizadoreuropeo. Los grabados de indios idealizados de De Bry, de acuerdocon el gusto renacentista, contribuyeron todavía más ala propagación de la Leyenda negra sobre las atrocidades de laconquista. El grabador protestante imprime a sus trabajos uncarácter moralizador que rechaza la ortodoxia católica y susmétodos de imposición. Por ello, podemos concluir que junto aBenzoni y Las Casas, adalides de esa otra lectura, De Bry, ofrecerá allector europeo la otra mirada, por otra parte, presente durantemucho tiempo en el mundo protestante.

3.3. La Inquisición.

La religión y las formas de religiosidad en España, es uno de losámbitos que más llama la atención del viajero extranjero. Cuando elviajero procede, además, del mundo protestante no escatimacríticas hacia algunas instituciones españolas, como sucede con lacompañía de Jesús y la Inquisición. Sobre esta última cargan en sus

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escritos buen número de viajeros como el francés Bourgoanne o losingleses John Chamberlain, William Lithgow y Peter Heylin. Sinembargo, frente a la visión del viajero extranjero estará la imagenoficial transmitida desde las cancillerías europeas, mucho mássevera en sus juicios hacia las prácticas del Santo Oficio.

La censura artística y literaria en España quedaría oficializadaa partir de la promulgación del edicto que indicaba la recogida detodos aquellos libros “prohibidos”, tanto de las librerías como de losparticulares. Además de vigilarse la impresión de los libros, seauguraban malos años para las comedias teatrales y los mediosde prensa periódica, que a partir de entonces serían objeto desupervisión inquisitorial. Los decretos promulgados para prohibirla importación de libros religiosos (1558) o salir a estudiar alextranjero (1559) tuvieron un impacto contrastado sobre laintelectualidad española.

A la llegada de Felipe II a España en 1559, existía un problemade índole religioso, que había ido gestándose a lo largo del reinadode su padre, Carlos V. El elevado grado de intensidad que estabaalcanzando la tensión espiritual castellana quedará refrendado porla aparición de dos núcleos heterodoxos en Valladolid y en Sevilla.Entre 1556 y 1562, se persigue a los disidentes religiosos mientrasaumenta la obsesión por la limpieza de sangre, definiéndose unaactitud definitiva, inmersa en el espíritu religioso militante que serespiraba en Europa como consecuencia del radicalismo ginebrinoy trentino. Los autos de fe celebrados en Valladolid (1559) yen Sevilla (entre 1559 y 1562), sirvieron para desmantelar lascomunidades luteranas de Toledo, Toro y Villamediana, en Castilla, ylas de Sevilla y Llerena, en Andalucía. El auto de fe tuvo el mismosentido ejemplarizante con el objeto de testificar el triunfo de Diossobre el error de los hombres. Por ello, debe ejercerse de formapública y darle un sentido de edificación espiritual ante quienes locontemplan. Un “triunfo de la verdad” para el que se utilizará la plazamayor de la ciudad, testigo de las condenas públicas de los reos, lasmisas solemnes y las ceremoniosas procesiones.

Con Felipe III se asiste a una debilidad en el aparato inquisitorialdebido tanto a su política de pactos y acuerdos en el exterior, queprivó a los anteriores súbditos extranjeros de pasar por los procesosinquisitoriales, como al traslado de la Corte a Valladolid, así como el

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del Consejo de la Suprema, desarmando durante varias décadas lacapacidad de actuación del Santo Oficio. El número total de causas,de autos de fe y de sentencias de “relaxación” disminuyeronconsiderablemente. La debilidad de la institución inquisitorial juegaen contra del nuevo reparto de poderes que se dibuja en el terrenopolítico. De hecho, la Inquisición no reflejaba sino una serie de malesbien detectados: instrumento de poder venido a menos, escasa onula formación de sus cuadros burocráticos, predominio de lapolítica sobre la honradez y la dogmática, etc. Dejemos que nos locuente, Antonie de Gramont, un diplomático francés llegado aEspaña en 1659, en su obra Mémoires du Marechal de Gramont, duc etpair de France:

“El Tribunal de la Inquisición ha sido el principal fundamento sobreel cual han pretendido elevar y sostener esa gran máquina dedominación (...). Conoce de todas las materias de fe; está gobernado porun ministro superior, que se llama inquisidor general, y el cual, amenudo, es muy ignorante y nada letrado; su poder se ejerce en virtudde bulas apostólicas, conforme al nombramiento del rey y la fundaciónde dicho Tribunal..” (Díez Borque, 1975, pág. 176).

La estructura inquisitorial fue duramente criticada durante laIlustración. Una institución de poder como la del Santo Oficio eracapaz de entorpecer las reformas, poner trabas al utilitarismo ypragmatismo de la moral burguesa y frenar el desarrollo de unasociedad plural. La Inquisición seguía manteniéndose comoestandarte de la intolerancia, de la persecución ideológica, de lainjusticia de sus procedimientos, y de una serie de prácticasarbitrarias y abusos, que no podían ser baldón alguno en la nuevasociedad que se estaba dibujando.

4.- Imágenes, mitos y realidades.Las visiones de España.

Comprobar la veracidad de cada relato, de cada descripciónaportada por el viajero es una tarea cuando menos complicada y quesupera con creces el objetivo de este artículo. Lo cierto es que alviajero de a pie no le fue fácil desprenderse de la existencia de ciertos

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estereotipos y clichés ya existentes sobre la España del Quijote.

La llamada leyenda negra, según la expresión acuñada porJuderías (1914), y cuyas raíces se hunden en la “tradiciónprotestante”, no sería ni mucho menos exclusiva de nuestro país,pues a la mayor parte de los países europeos puede adjudicárselealguna, solo que las culpas imputadas a España, según W.S. Maltby(1982), se han exagerado. Defendamos su existencia desde lapresencia española en la Italia Renacentista, como ha sostenidoS. Arnoldsson (1960), o aparecida como reacción de los liberales delsiglo XIX ante la figura de Felipe II, según H. Kamen (1997), algunosautores como R. García Cárcel (1992) han terminado por considerarinfundada la crítica negativa sistemática e intencionada haciaEspaña y los españoles.

No cabe duda, sin embargo, que es difícil eludir la existencia detoda una corriente de opinión procedente del exterior, con una altaparticipación de críticos españoles, interesada en popularizar ydifundir ciertos aspectos que han contribuido a la construcciónexterior de la imagen de España. Sin duda, la imagen heredada porlas consecuencias de la política intervencionista de Felipe II fueforjada, en mi opinión de forma interesada, en la Europa del nortedurante la segunda mitad del siglo XVI.

Los ataques personales contra Felipe II, la denuncia de lasatrocidades cometidas por los españoles en el gobierno de losPaíses Bajos y en la conquista de América, y las críticas hacia elfanatismo y la crueldad de la Inquisición, también intentaron sercontrarrestadas por algunos autores y libelistas franceses, ingleses oitalianos, como Pedro Cornejo (París, 1590), Thomas Stapleton, bajoel seudónimo de Didymus Verídicus, en su Apologia pro Philipo II(1592) o Tommasso Campanella en su De Monarchia Hispanica(hacia 1603) defensores de los valores hispánicos y, enconsecuencia, de la imagen de la política filipina. Su Monarchia, sinembargo, tuvo un escaso eco en España aunque paradójicamentefue atentamente leída en Europa, una más de esas contradiccionesque no pudieron impedir la divulgación intencionada de ciertostópicos e imágenes sobre la España del Quijote.

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