la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

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LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO ASITENCIAL DE URGENCIAS EN LOS HOSPITALES Y CLÍNICAS DE COLOMBIA: UN QUEBRANTAMIENTO PERMANENTE AL PRINCIPIO BIOÉTICO DE NO MALEFICENCIA ELÉVEL MARSIGLIA MORALES PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA INSTITUTO DE BIOÉTICA BOGOTÁ D.C. 2015

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LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO ASITENCIAL DE URGENCIAS

EN LOS HOSPITALES Y CLÍNICAS DE COLOMBIA:

UN QUEBRANTAMIENTO PERMANENTE AL PRINCIPIO BIOÉTICO

DE NO MALEFICENCIA

ELÉVEL MARSIGLIA MORALES

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

INSTITUTO DE BIOÉTICA

BOGOTÁ D.C.

2015

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LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO ASITENCIAL DE URGENCIAS

EN LOS HOSPITALES Y CLÍNICAS DE COLOMBIA:

UN QUEBRANTAMIENTO PERMANENTE AL PRINCIPIO BIOÉTICO

DE LA NO MALEFICENCIA

Elével Marsiglia Morales

TRABAJO DE GRADO PRESENTADO PARA OBTENER

EL TÍTULO DE MAGISTER EN BIOÉTICA

Director: Dr. Eduardo Díaz Amado

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

INSTITUTO DE BIOÉTICA

BOGOTÁ D.C.

2015

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ANEXO 2

CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES

(Licencia de uso) Bogotá, D.C., Abril 30 de 2015

Señores Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J. Pontificia Universidad Javeriana Cuidad Los suscritos:

ELÉVEL EZEQUIEL MARSIGLIA MORALES , con C.C. No 6.616.016

, con C.C. No

, con C.C. No

En mi (nuestra) calidad de autor (es) exclusivo (s) de la obra titulada: LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO ASITENCIAL DE URGENCIAS EN LOS HOSPITALES Y CLÍNICAS DE

COLOMBIA: UN QUEBRANTAMIENTO PERMANENTE AL PRINCIPIO BIOÉTICO DE NO MALEFICENCIA

(por favor señale con una “x” las opciones que apliquen)

Tesis doctoral Trabajo de grado X Premio o distinción: Si No

cual:

presentado y aprobado en el año 2015 , por medio del presente escrito autorizo

(autorizamos) a la Pontificia Universidad Javeriana para que, en desarrollo de la presente licencia de uso parcial, pueda ejercer sobre mi (nuestra) obra las atribuciones que se indican a continuación, teniendo en cuenta que en cualquier caso, la finalidad perseguida será facilitar, difundir y promover el aprendizaje, la enseñanza y la investigación. En consecuencia, las atribuciones de usos temporales y parciales que por virtud de la presente licencia se autorizan a la Pontificia Universidad Javeriana, a los usuarios de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J., así como a los usuarios de las redes, bases de datos y demás sitios web con los que la Universidad tenga perfeccionado un convenio, son:

AUTORIZO (AUTORIZAMOS) SI NO

1. La conservación de los ejemplares necesarios en la sala de tesis y trabajos de grado de la Biblioteca.

X

2. La consulta física (sólo en las instalaciones de la Biblioteca) X

3. La consulta electrónica – on line (a través del catálogo Biblos y el Repositorio Institucional)

X

4. La reproducción por cualquier formato conocido o por conocer X

5. La comunicación pública por cualquier procedimiento o medio físico o electrónico, así como su puesta a disposición en Internet

X

6. La inclusión en bases de datos y en sitios web sean éstos onerosos o gratuitos, existiendo con ellos previo convenio perfeccionado con la Pontificia Universidad Javeriana para efectos de satisfacer los fines previstos. En este evento, tales sitios y sus usuarios tendrán las mismas facultades que las aquí concedidas con las mismas limitaciones y condiciones

X

De acuerdo con la naturaleza del uso concedido, la presente licencia parcial se otorga a título gratuito por el máximo tiempo legal colombiano, con el propósito de que en dicho lapso mi (nuestra) obra sea explotada en las condiciones aquí estipuladas y para los fines indicados, respetando siempre la titularidad de los derechos patrimoniales y morales correspondientes, de acuerdo con los usos honrados, de manera proporcional y justificada a la finalidad perseguida, sin ánimo de lucro ni de comercialización.

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De manera complementaria, garantizo (garantizamos) en mi (nuestra) calidad de estudiante (s) y por ende autor (es) exclusivo (s), que la Tesis o Trabajo de Grado en cuestión, es producto de mi (nuestra) plena autoría, de mi (nuestro) esfuerzo personal intelectual, como consecuencia de mi (nuestra) creación original particular y, por tanto, soy (somos) el (los) único (s) titular (es) de la misma. Además, aseguro (aseguramos) que no contiene citas, ni transcripciones de otras obras protegidas, por fuera de los límites autorizados por la ley, según los usos honrados, y en proporción a los fines previstos; ni tampoco contempla declaraciones difamatorias contra terceros; respetando el derecho a la imagen, intimidad, buen nombre y demás derechos constitucionales. Adicionalmente, manifiesto (manifestamos) que no se incluyeron expresiones contrarias al orden público ni a las buenas costumbres. En consecuencia, la responsabilidad directa en la elaboración, presentación, investigación y, en general, contenidos de la Tesis o Trabajo de Grado es de mí (nuestro) competencia exclusiva, eximiendo de toda responsabilidad a la Pontifica Universidad Javeriana por tales aspectos. Sin perjuicio de los usos y atribuciones otorgadas en virtud de este documento, continuaré (continuaremos) conservando los correspondientes derechos patrimoniales sin modificación o restricción alguna, puesto que de acuerdo con la legislación colombiana aplicable, el presente es un

acuerdo jurídico que en ningún caso conlleva la enajenación de los derechos patrimoniales derivados del régimen del Derecho de Autor. De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. En consecuencia, la Pontificia Universidad Javeriana está en la obligación de RESPETARLOS Y HACERLOS RESPETAR, para lo cual tomará las medidas correspondientes para garantizar su observancia. NOTA: Información Confidencial: Esta Tesis o Trabajo de Grado contiene información privilegiada, estratégica, secreta, confidencial y demás similar, o hace parte de una investigación que se adelanta y cuyos

resultados finales no se han publicado. Si No X

En caso afirmativo expresamente indicaré (indicaremos), en carta adjunta, tal situación con el fin de que se mantenga la restricción de acceso.

NOMBRE COMPLETO No. del documento

de identidad FIRMA

ELÉVEL EZEQUIEL MARSIGLIA MORALES

6.616.016

FACULTAD: INSTITUTO DE BIOÉTICA

PROGRAMA ACADÉMICO: MAESTRÍA EN BIOÉTICA

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ANEXO 3

BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

FORMULARIO

TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO

LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO ASITENCIAL DE URGENCIAS EN LOS HOSPITALES Y CLÍNICAS DE COLOMBIA: UN QUEBRANTAMIENTO PERMANENTE AL PRINCIPIO BIOÉTICO DE NO MALEFICENCIA

SUBTÍTULO, SI LO TIENE

AUTOR O AUTORES

Apellidos Completos Nombres Completos

MARSIGLIA MORALES

ELÉVEL EZEQUIEL

DIRECTOR (ES) TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

Apellidos Completos Nombres Completos

DIAZ AMADO

EDUARDO

FACULTAD

INSTITUTO DE BIOÉTICA

PROGRAMA ACADÉMICO

Tipo de programa ( seleccione con “x” )

Pregrado Especialización Maestría Doctorado

X

Nombre del programa académico

MAESTRÍA EN BIOÉTICA

Nombres y apellidos del director del programa académico

Jose Edwin Cuéllar Saavedra

TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE:

Magister en Bioética

PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):

CIUDAD AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

NÚMERO DE PÁGINAS

Bogotá, D.C. 2015 103

TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” )

Dibujos Pinturas Tablas, gráficos y

diagramas Planos Mapas Fotografías Partituras

SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente en formato PDF.

MATERIAL ACOMPAÑANTE

TIPO DURACIÓN (minutos)

CANTIDAD FORMATO

CD DVD Otro ¿Cuál?

Vídeo

Audio

Multimedia

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Producción electrónica

Otro Cuál?

DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la

Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les

orientará).

ESPAÑOL INGLÉS

FALLA DEL SERVICIO FAILURE OF DE SERVICE

URGENCIA HOSPITALARIA HOSPITAL EMERGENCY

CARRUSEL DE LA SALUD HEALTH CAROUSEL

NO MALEFICENCIA NON-MALEFICENCE

PASEO DE LA MUERTE RIDE TO THE DEATH

RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)

Resumen

Actualmente el Sistema de Salud en Colombia está en crisis por su ineficiencia para atender a sus usuarios. Esta ineficiencia se percibe particularmente en la atención de urgencias médico-hospitalarias y ha dado lugar a lo que con ironía se conoce como “el paseo de la muerte”; denominación sarcástica que describe el calvario de quienes van de hospital en hospital suplicando ser atendidos, hasta que se complican y mueren. Lo más grave de esta realidad no es la falta de dinero, pues el Estado tiene destinados suficientes recursos para atender en cualquier circunstancia los casos de urgencia hospitalaria. El problema radica en que los recursos se los roban a través de los mecanismos llamados “carruseles”; y en que ni el Estado ni las entidades de control hacen lo suficiente para detener ese saqueo, lo cual ha convertido a la salud en un negocio donde no cuentan para nada los derechos fundamentales de los pacientes. En el presente trabajo y luego de hacer un análisis de los antecedentes legislativos y de medio centenar de sentencias sobre fallas en el servicio de urgencias hospitalarias proferidas por las altas cortes, llegamos a la conclusión de que muchas de estas fallas son claramente violatorias del principio bioético de NO MALEFICENCIA. Con base en ello, esbozamos una propuesta integral que, desde la perspectiva bioética, ayude a mejorar la prestación de los servicios de urgencias en los hospitales y clínicas colombianos y, de contera, a rescatar la dignidad del ser humano.

Abstract Currently, the Colombian Health system is in crisis because of its inefficiency in attending the users. This inefficiency is particularly perceived in the medical-hospital emergency attention and has led to what is ironically known as “ride to the death” (paseo de la muerte); sarcastic denomination which describes the “calvary” of people who travel from hospital to hospital begging for some attention, until their diseases get worse and they die. The worst part of this reality isn’t the lack of money, since government has enough resources destined to attend hospital emergency cases, regardless of the circumstances. The problem lies on the fact that resources are stolen through mechanisms called “carousels” (carruseles); and that neither the government nor the Control Entities, do enough to stop the looting, a fact that has turned Health into a business in which Fundamental Rights of patients do not count at all. In the current paper, and after analyzing the legislative antecedents and half-hundred judicial rulings regarding failures of the hospital emergency service issued by the high courts, we arrived to the conclusion that many of these failures clearly violate the bioethical principle of NON-MALEFICENCE. Based on that, we have roughed out an integral proposal which, from a

bioethical perspective, helps to improve the lending of emergency services in Colombian clinics and hospitals and, therefore, rescue human dignity.

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DEDICATORIA

A mi madre, Erinda Isabel, mi primera maestra de bioética, quien me enseñó que el

primer título que debía procurar en la vida era el de la honradez y la decencia, porque

todos los demás los podría obtener por añadidura.

A mi esposa y a mis hijos, por la abnegación con que sobrellevaron las muchas horas de

ausencia familiar mientras realizaba este trabajo, y sin cuyo estímulo en los momentos

de fatiga, no hubiera sido posible terminar este apasionante reto académico.

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AGRADECIMIENTOS:

A mi tutor, Dr. Eduardo Díaz Amado, a mi profesora y amiga Olga Maldonado (+) y

demás profesores y colaboradores del Instituto, por su apoyo y complicidad en el

descubrimiento de unos nuevos horizontes que hoy amplían mis perspectivas sobre la

manera de ver y vivir la vida.

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN, …………………………………..…………………………….. 1

CAPÍTULO 1. EL PRINCIPIALISMO Y EL PRINCIPIO DE NO

MALEFICENCIA

1.1. Antecedentes, ………………………………………..………………………….. 5

1.2. Del principio de no maleficencia, ……………………………………………… 8

1.3. Del principio de autonomía, ……………………………………………………. 14

1.4. Del principio de beneficencia, ………………………………………………..... 17

1.5. Del principio de justicia, ……………………………………………………….. 18

1.6. De las críticas al Principialismo, ……………………………………………….. 22

1.7. Conclusión, ……………………………………………………………………… 30

CAPÍTULO 2. LA FALLA DEL SEVICIO MÉDICO ASISTENCIAL

2.1. Introducción,..……………………………………………………………………. 31

2.2. Noción de servicio público,..…………………….……………………….............. 31

2.3. Noción clásica de falla del servicio, ……………………………………………... 33

2.4. Noción de urgencia hospitalaria, …………………………………………………. 35

2.5. La falla del servicio en las urgencias hospitalarias según la Jurisprudencia

Nacional, ….……………………………………………………………………… 39

2.6. Conclusión, ………………………………………………………………………. 47

CAPÍTULO 3. FORMAS DE PRESENTARSE LA FALLA DEL SERVICIO

MEDICO-ASISTENCIAL EN LAS URGENCIAS

HOSPITALARIAS

3.1. Introducción, ……………………………………………………………………… 49

3.2 Por demora injustificada en la prestación del servicio, …………………………… 50

3.3. Por la deficiente o irregular prestación del servicio, ……………………………… 58

3.4. Por omisión en la prestación del servicio, ………………………………………… 66

3.5. Conclusiones, ……………………………………………………………………. 75

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CAPÍTULO 4. PROSPECTIVAS SOBRE LA FALLA DEL SERVICIO EN

LAS URGENCIAS HOSPITALARIAS

4.1. Introducción, ……………………………………………………………………. 77

4.2. Situación actual del Sistema de Salud en Colombia, …………………………… 77

4.3. Propuesta bioética para contribuir al mejoramiento en la atención de

urgencias hospitalarias,…… …………………………………………………… 85

4.4. Conclusión, ……………………………………………………………………… 91

CONCLUSIONES, ……………………………………………………………………. 93

BIBLIOGRAFÍA, …………………………………………………………………….. 96

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1

INTRODUCCIÓN

Para nadie es un secreto que actualmente el Sistema de Salud en Colombia está en grave

crisis, cuando no en cuidados intensivos, por su incapacidad e ineficiencia para atender la

solicitud de servicio que día a día le hacen sus usuarios; tal como lo demuestran las

innumerables denuncias de los pacientes que a diario registran los periódicos y noticieros, por

la deficiente o mala atención en clínicas y hospitales; y las demandas y tutelas que atestan

juzgados y tribunales para obtener desde el suministro de un medicamento o la autorización

de un procedimiento, hasta la reparación de daños causados por la deficiente o irregular

atención. Así lo han denunciado de manera reiterada las entidades de vigilancia y control

oficiales como la Superintendencia de Salud, la Procuraduría General de la Nación, las

Personerías y las Defensorías del Pueblo; y como también lo reconoció públicamente el

gobierno al expedir el Decreto 4975 de 2009 (declarado inexequible por la Corte

Constitucional mediante Sentencia C-252 de 2010), mediante el cual se declaró el Estado de

Emergencia Social en todo el territorio nacional, dada la crisis por la que atravesaba el

Sistema de Salud en el país.

Esta desidia y negligencia en la atención de casos de urgencia médico-hospitalaria es lo que

con ironía se ha denominado popularmente “el paseo de la muerte”. Denominación eufónica

pero también sarcástica que describe el calvario de quienes, en grave estado de salud y en

peligro de perecer, van de un lado a otro pidiendo y suplicando ser atendidos hasta que se

complican y mueren, siendo víctimas del peloteo entre hospitales, clínicas y Empresas

Prestadoras de Salud (EPS) a las cuales acuden inútilmente en busca de atención y en donde

no son recibidos por falta de recursos, o son atendidos en forma tardía y deficiente, cuando ya

es demasiado tarde. Tanta miseria e injusticia ha servido de zaguán para la violación más

abyecta de uno de los principios de la bioética: EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA.

En muchas ciudades de Colombia este problema se está volviendo una constante. En ellas no

existe una adecuada oferta pública de atención en salud, con la consecuencia de muertes

inexplicables de personas, particularmente de menores de edad. Lo más grave de esta penosa

realidad quizá no sea la falta de dinero, pues el Fondo de Solidaridad y Garantías – FOSYGA,

ante el cual las Entidades Promotoras de Salud pueden recuperar los gastos hechos en la

atención de casos que están por fuera del Plan Obligatorio de Salud (POS), tiene los

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2

suficientes recursos para atender en cualquier circunstancia al grueso de la población

colombiana.1 El problema radica en la aciaga operación del sistema: Primero, los recursos se

los roban descaradamente sin que el Estado haga nada o muy poco para recuperarlos o

descubrir y encarcelar a los culpables, aunque algo se ha empezado a hacer recientemente con

el destape de los llamados “robos y carruseles” de la salud, y con la Ley 1751 Estatutaria de la

Salud sancionada por el presidente Juan Manuel Santos el 16 de febrero de 2015. Y Segundo,

no existe un ente que realmente vigile y controle a los aseguradores y prestadores de los

servicios públicos y privados de salud, pues la Superintendencia de Salud es una institución

débil, politizada e ineficiente, de manera que dichas entidades prestadoras actúan como si no

existieran entes que las vigilaran y controlaran por parte del Estado.

Las consecuencias son evidentes: el famoso "Paseo de la Muerte" ha cobrado la vida de

muchas personas, especialmente niños, sin que la sociedad se haya indignado o rebelado lo

suficiente ante esta dolorosa realidad. La falta de sensibilidad social de quienes dirigen los

hospitales, las clínicas y las empresas privadas prestadoras de salud, que dejan morir a un

paciente porque no ha cotizado las semanas requeridas para obtener atención médica, o no

tienen en sus centros de atención camas o médicos disponibles, debería merecer todo el

rechazo social y una penalización ejemplarizante por parte del Estado. Pero no pasa nada. El

Gobierno no asume su responsabilidad y la sociedad colombiana no se inmuta, pues cuando

se denuncia un caso aberrante de atención médico-hospitalaria, todo queda en el repudio

pasajero que hace la sociedad y en la fórmula sarcástica anunciada por las autoridades de que

se realizarán las “investigaciones exhaustivas” para hacer caer sobre los responsables “todo

el peso de la ley”; una ley que no existe, y si existe no pesa porque está vacía de voluntad.

La crisis por la que atraviesa la sociedad postmoderna tiene como raíz la extensión y arraigo

de una concepción empobrecida del ser humano y de su dignidad, la cual se fundamenta de

manera casi exclusiva en criterios economicistas. Desde esta óptica, la salud se ha convertido,

en la práctica, en un negocio donde no cuentan para nada los derechos fundamentales de los

pacientes. Como producto de esta mercantilización, se observa en la praxis médico-

hospitalaria una tendencia hacia el desapego a los principios éticos y al compromiso con la

profesión, dejándose de servir a los intereses de los pacientes para privilegiar los intereses del

mercado.

1 Según lo expuesto por académicos y expertos durante el foro “La salud en Colombia ¿en Emergencia?”, realizado el 11 de

febrero de 2010 en la Universidad Javeriana de Bogotá, el Fosyga tenía en junio de 2009 4.5 billones en TES y 1.2 billones

en CDT (Revista Semana, "El problema es el mal manejo que le han dado a los dineros de la salud", publicado el 12/02/2010)

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3

La mayoría de las causas que han generado la agudización de esta crisis han sido señaladas

por el propio gobierno y denunciadas por los entes de control, expuestas en foros y

seminarios, y publicadas en editoriales y artículos de periódicos y revistas; sin embargo la

situación sigue igual. Por qué?...

Para responder dicha pregunta abordaremos mediante el presente trabajo el estudio del

problema con la siguiente metodología: En primer lugar haremos un análisis crítico y

sistemático del Principialismo y en particular del Principio de No-maleficencia, para

establecer los parámetros de referencia sobre los cuales haremos nuestras reflexiones

bioéticas. Ello por cuanto desde el punto de vista de la bioética, se han desarrollado unos

paradigmas racionales que facilitan establecer la responsabilidad moral de los actos humanos.

Uno de ellos es el Principialismo el cual asume que nuestras obligaciones morales son

básicamente cuatro: no hacer el mal (principio de no maleficencia), hacer el bien (principio de

beneficencia), ser justos (principio de justicia) y respetar y promover la autonomía de las

personas (principio de autonomía).

Pero al analizar la literatura de los bioeticistas que han abordado los problemas de asistencia

sanitaria, encontramos que casi todos toman como referentes éticos los principios de

beneficencia y justicia, dejando a un lado el Principio de No-maleficencia. Nosotros creemos

que tales problemas, pero particularmente el acto de no prestar una clínica u hospital de

manera oportuna y eficiente el servicio médico-asistencial de urgencia a un paciente, es

claramente violatorio al principio bioético de la NO MALEFICENCIA; y por ello lo

tomaremos como paradigma de análisis al abordar los casos seleccionados.

En segundo lugar, revisaremos los antecedentes legislativos que a partir de la Constitución

Política de 1991 abordaron el tema de las urgencias hospitalarias, para pasar luego a las

disposiciones legales y reglamentaciones administrativas (como las expedidas por la

Superintendencia de Salud y el Ministerio de la Protección Social) que, teniendo como marco

supra legal el nuevo enfoque de dicha Constitución, han regulado el tema; y exponer al final,

de manera breve, lo que en la jurisprudencia nacional se ha denominado “falla del servicio

médico asistencial” dentro de la modalidad por prestación tardía o por omisión, y teniendo

como referente la noción clásica de falla del servicio.

En tercer lugar, y mediante un análisis de tipo descriptivo y causal, abordaremos medio

centenar de sentencias proferidas con posterioridad a la Constitución Política de 1991 por el

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4

Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, de entre las cuales

seleccionaremos quince fallos sobre casos ocurridos en las diferentes regiones del mapa

colombiano, dado que las fallas en la prestación del servicio médico-asistencial de urgencias

se han presentado y se siguen presentando en todo el territorio nacional. Ello para establecer

a través de dicha jurisprudencia cómo con la falla del servicio médico hospitalario de

urgencias en muchos casos se han venido vulnerando derechos fundamentales del ser humano

y de contera principios bioéticos como el de no maleficencia, transgrediendo los preceptos

reguladores de la prestación de dicho servicio y deshumanizando la práctica de la medicina y

de la asistencia sanitaria.

Establecidas las causas generadoras de la crisis que atraviesa la prestación del servicio

asistencial de urgencias en Colombia, las analizaremos bajo la perspectiva de los paradigmas

racionales propuestos por el Principialismo, para advertir cómo muchas de las omisiones y

actuaciones de los centros hospitalarios en los casos de urgencias, son claramente violatorias

del principio bioético de la NO MALEFICENCIA.

Para finalizar, presentaremos unas prospectivas sobre las fallas del servicio en la atención de

las urgencias hospitalarias, esbozando una propuesta que, desde la perspectiva bioética, pueda

contribuir a mejorar la asistencia médico-hospitalaria de urgencias en los hospitales y clínicas

colombianos.

Tales razonamientos y apreciaciones nos deberán conducir a la conclusión de que esta crisis

tiene como raíz la extensión y arraigo de una concepción empobrecida del ser humano y de su

dignidad, la cual se fundamenta de manera casi exclusiva en criterios mercantilistas, una de

cuyas expresiones más caricaturescas y perversas es el famoso "Paseo de la Muerte" que

tantas vidas ha cobrado.

Con la realización del presente trabajo pretendemos hacer, entonces, un ejercicio de reflexión

bioética acerca de los principales factores que favorecen la deshumanización de la asistencia

sanitaria en muchos centros hospitalarios colombianos; y presentar la propuesta de una

estrategia que, integrando aspectos legales, éticos y sociales, permitan coadyuvar a la

humanización del servicio médico asistencial de urgencias. Ello, de suyo, justificaría el

esfuerzo que aquí nos hemos propuesto.

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5

CAPÍTULO 1

EL PRINCIPIALISMO Y EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA

1.1. Antecedentes.

La idea de tomar el Principialismo, y en particular el Principio de No-maleficencia, como el

referente bioético para la elaboración del presente trabajo, tuvo como fundamento las

siguientes premisas:

Que las discusiones y críticas alrededor de los problemas de la biomedicina y la ética

sanitaria se han centrado históricamente en el Principio de Autonomía. Desde su origen la

gran preocupación de la Bioética, y como reacción a los abusos en las investigaciones

médicas, fue la de proteger los derechos de los sujetos y pacientes que participaban en

investigación, y por ello dicho principio pasó a ser el más discutido y defendido,

llegándose hoy en día a una obsesión por la autonomía del paciente y a una euforia por su

paradigma básico, el “consentimiento informado”, lo cual no ha permitido en muchos

casos evaluar objetivamente la realidad clínica.

Que en medio de la tendencia actual que parece trasladar casi por completo el debate

bioético a temas como la clonación, la transgénesis, las células madres, el aborto, la

eutanasia, entre otros, nos parece importante hacer un ejercicio de análisis y reflexión

acerca de los principales factores que han incidido en la deshumanización de la asistencia

sanitaria que prestan las entidades hospitalarias colombianas, particularmente en los

servicios de urgencia

Que desde Hipócrates, el Principio de No-maleficencia ha sido considerado como

principio rector de la práctica médica, y como tal, uno de los pilares de la ética de los

profesionales de la salud; pero que a partir de la segunda mitad de los años noventa del

siglo pasado, se ha venido imponiendo una nueva visión de dicha práctica bajo el enfoque

de la denominada “medicina gestionada”, la cual consiste en colocar la gestión tanto

administrativa como financiera en salud, como un fin y no como un medio, y que aboga

porque las decisiones finales sean autorizadas por el financiador que pareciera erigirse

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6

como el “rey absoluto” con capacidad para vetar todo lo que no sea rentable. Frente a este

panorama tener en cuenta el Principio de No-maleficencia permitiría imponer ciertos

límites a dicho enfoque.

Que al analizar las condenas que han hecho los Tribunales de Justicia colombianos en los

casos de falla del servicio médico asistencial, la gran mayoría tiene como causa principal

de dicha falla la negligencia, entendida esta desde el punto de vista jurídico, como el acto

mediante el cual se infringe el criterio del cuidado y diligencia debidos estando en

capacidad intelectual o técnica de preverlo; negligencia que constituye una de las maneras

de violar el principio bioético de No-maleficencia.

Han sido muchas las propuestas que se han formulado como paradigma de racionalidad ética

para abordar los interrogantes morales de la biomedicina, pero el llamado Principialismo,

enfoque basado en los principios de ética biomédica formulados inicialmente en el Informe

Belmont y luego por Beauchamp y Childress, se han convertido en preceptos “canónicos” en

este campo. Y aunque estos principios no son los únicos a tener en cuenta, sí son una buena

guía para elaborar una concepción bioética del mundo a partir de la medicina que permita

resolver las dudas, los dilemas y las cuestiones morales en los casos particulares. Ha sido a la

luz de estos principios y sus especificaciones, que hoy en día se abordan y se intentan

clarificar los problemas concretos y más relevantes en biomedicina y en la relación sanitaria.

Es por ello que consideramos importante abordar el tema de la falla del servicio médico

asistencial de urgencias en los hospitales y clínicas de Colombia bajo la perspectiva del

Principialismo y, particularmente, del principio bioético de No-maleficencia, pues

consideramos que dicha falla constituye primordialmente una violación a dicho principio.

En el año de 1974, cuando el término “bioética” comenzaba a ser usado en Estados Unidos,

la Comisión Nacional Norteamericana para la Protección de Sujetos Humanos de

Investigación Biomédica y del Comportamiento,2 luego de los horrores del Experimento

Tuskegee,3 y la investigación sobre la vacuna de hepatitis realizada en niños con síndrome

2 Creada el 12 de julio de 1974 por la Ley Nacional de Investigación de EE UU.

3 El "Experimento Tuskegee", titulado “Principios éticos y pautas para la protección de los seres humanos en la

investigación”, fue un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en Tuskegee, Alabama (Estados Unidos), por los servicios públicos de salud de EE UU., mediante el cual 400 aparceros afroamericanos, en su mayoría analfabetos, fueron

estudiados para observar la progresión natural de la sífilis si no era tratada, pudiéndose llegar hasta la muerte de los

aparceros. Este experimento generó mucha controversia y provocó cambios en la protección legal de los pacientes en los

estudios clínicos, ya que los sujetos utilizados no dieron su consentimiento, no fueron informados de su diagnóstico, y fueron

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7

de Down,4 comenzó a realizar una serie de trabajos con el propósito de identificar los

principios éticos básicos que debían inspirar la conducta de la investigación biomédica y de

comportamiento en seres humanos, así como para elaborar directrices que debían seguirse

para asegurar que este tipo de investigación se llevara a cabo de acuerdo con esos principios.

En 1978 como resultado de cuatro años de trabajo, la Comisión elaboró un documento

conocido con el nombre de Informe Belmont, nombre que tomó por la ciudad donde dicho

informe fue elaborado, y que formula tres principios fundamentales de la Bioética: el respeto

por las personas, la beneficencia y la equidad (posteriormente denominado justicia).5

Estos principios, tal como se presentaron entonces, tuvieron muchas críticas porque eran muy

abstractos y difíciles de aplicar en la práctica clínica y la investigación biomédica; fue por ello

que Beauchamp y Childress consideraron que debían ser traducidos o concretados en normas

particulares.6 A este proceso lo denominaron como “especificación”, el cual consiste en la

deliberación que, a partir de los principios generales, debe hacerse para resolver las cuestiones

morales de carácter particular y concreto.7 Proceso que debe estar acompañado, además, de la

“ponderación” para determinar qué principio prevalece de hecho en cada situación concreta;

es decir, que ninguno de los principios tiene prioridad sobre el otro, de modo que solo pueden

ser las circunstancias y las consecuencias las que permitan ordenarlos jerárquicamente. Esto

significa que los principios obligan de modo absoluto, pero solo prima facie (a primera vista)

y en caso de conflicto entre sí, habrá de ser la propia realidad la que establezca el orden de

prioridad.8

engañados al decirles que tenían "mala sangre" y que podrían recibir tratamiento médico gratuito, transporte gratuito a la clínica, comidas y un seguro de sepelio en caso de fallecimiento si participaban en el estudio.

4 Esta investigación fue liderada por el médico y bioquímico norteamericano Baruch Samuel Blumberg, a quien en 1976 le

fue concedido el premio Nobel de Fisiología y Medicina por haber identificado el virus de la Hepatitis B, y quien realizó sus experimentos en niños con síndrome de Down.

5 INFORME BELMONT, Disponible en https://www.etsu.edu/irb/Belmont%20Report%20in%20Spanish.pdf. Consultado el 30 de noviembre de 2013

6 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, Principios de Ética biomédica. (Barcelona: Masson, S.A., cuarta edición, 1999), p. 25

7 THOMPSON JULIA, “Los principios de ética biomédica”, pp. 15-16. Disponible en www.scp.com.co/precop/precop_files/modulo_5.../15-34.pdf. (Consultado el 15 de noviembre de 2013).

8 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, op. cit., pp. 24-33

Page 21: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

8

Aunque el Informe Belmont se ocupó exclusivamente de la investigación clínica, la

generalidad de sus principios hizo posible que fueran referidos posteriormente a la relación

terapéutica y a los dilemas de tratamiento en el medio hospitalario.

Un año después, esto es en 1979, Tom L. Beauchamp,9 y James F. Childress

10 publicaron la

primera edición de su libro “Principios de ética biomédica” en el cual aceptan los tres

principios del Informe de Belmont, pero le agregan un cuarto: el de No- maleficencia, el cual

toman del profesor escocés William David Ross, quien en su obra The Rigth and the Good

(Lo correcto y lo bueno) publicada en 1930, plantea por primera vez como uno de los cinco

deberes éticos fundamentales del ser humano, el deber de no maleficencia, o el deber de no

dañar a los demás,11

el cual abordaremos a continuación.

1.2. Del principio de No maleficencia

El término maleficencia deriva del vocablo latino maleficentia, que significa: “Hábito o

costumbre de hacer mal.”12

De donde no maleficencia significaría, entonces, no hacer el mal,

o no causar daño.

El principio de no maleficencia, considerado el principio fundamental de la tradición

hipocrática, está íntimamente relacionado, desde el punto de vista de la ética médica, con la

máxima “primum non nocere” (en primer lugar, no hacer daño). De acuerdo con el filósofo

español Xavier Zubiri citado por Ricardo Páez Moreno, esta máxima que es la norma más

antigua de autorregulación del ejercicio de la medicina desde el seno de la propia profesión,

ha estado presente en la cultura griega, la religión israelita y el derecho romano, tres de los

9 Filósofo estadounidense nacido en Austin, Texas (1939) especializado en filosofía moral, bioética y ética animal. Profesor

de Filosofía en la Universidad de Georgetown e Investigador Principal en el Instituto de Ética de la Universidad Kennedy. En

1976 fue incluido en la plantilla de la Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Humanos de Investigación Biomédica

y del Comportamiento, donde participó en la elaboración del Informe Belmont (1978). 10 Filósofo y teólogo estadounidense nacido en octubre de 1940, que se ha ocupado principalmente de la bioética médica.

Profesor de ética en la cátedra John Allen Hollingsworth del Departamento de Estudios Religiosos en la Universidad de

Virginia. Además, ha sido profesor de Educación Médica en dicha universidad, donde también dirige el Instituto de Ética Práctica.

11 ROOS, W., The Rigth and the Good. (Oxford: Clarendon Press, 1930), p. 41

12 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, Décima octava edición. (Madrid: Editorial Espasa-Calpe, S.A., 1956).

Page 22: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

9

productos más gigantescos del espíritu humano que se hallan en las raíces de la cultura

occidental.13

Aunque algunos filósofos incluyen la no maleficencia y la beneficencia en un solo principio,

son muchas las teorías éticas que las aceptan como principios por separado; como la de

WILLIAM FRANKENA,14

quien considera que el Principio de No-maleficencia se puede

dividir en cuatro obligaciones, la primera de las cuales es para los autores la obligación

principal de la no maleficencia: NO SE DEBE CAUSAR DAÑO O MAL. Aunque la

beneficencia y la no maleficencia son similares, incluirlas en un mismo principio puede

dificultar la comprensión de ciertas diferencias importantes, ya que la obligación de no hacer

daño es totalmente distinta de la obligación de ayudar a los demás; pues esta puede ser, en

ocasiones, menos estricta que aquella, o lo contrario.

Según Beauchamp y Childress, una buena forma de establecer diferencias entre estos dos

principios consistirá en que, mientras las tres formas de beneficencia implican actuar

activamente (prevenir y evitar el mal, y promocionar el bien), la no maleficencia implica

simplemente abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño. Los

autores, analizando varios casos reales, afirman que es muy difícil identificar las diferentes

obligaciones específicas con los principios de beneficencia o de no maleficencia.15

De los diferentes puntos abordados por los autores en el capítulo sobre el Principio de No-

maleficencia, rescataremos por la importancia que tiene para el desarrollo de nuestro trabajo,

tres temas:

El Concepto de daño, que según Beauchamp y Childress, es de mucha ambigüedad y

comporta definiciones muy amplias.16

Ellos utilizan la que significa obstaculizar,

dificultar o impedir que se cumplan los intereses de una de las partes por causas que

incluyen las condiciones autolesivas y los actos - intencionados o no - de la otra parte. Y

centran dicho significado en los daños físicos, sin que se llegue a negar la importancia de

los daños mentales. Por eso sus análisis están dirigidos principalmente a los actos que

13 PÁEZ MORENO, RICARDO. Revista Cirujano General, “La riqueza del principio de no maleficencia”, Vol. 33, Supl. 2 – 2011, p. 180

14 WILLIAM FRANKENA (1908–1994), filósofo moral americano autor de varias obras y editoriales sobre ética. Su obra más famosa, Etica - 1963, fue particularmente influyente y traducida a ocho idiomas. 15 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, op. cit., pp.180-182

16 Ibíd.: 182-183

Page 23: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

10

buscan, causan o permiten la muerte o exponen al riesgo de muerte. Se puede causar un

daño o someter a otra persona a un riesgo, sin malicia ni intención, y el agente causante

puede no ser moral o legalmente responsable del daño. Y en este sentido los autores

afirman que “En los casos de exposición a un riesgo, tanto el derecho como la Moral

establecen el criterio del cuidado debido como especificación del principio de no

maleficencia”.17

No cumplir con dicho criterio genera negligencia, lo cual incluye someter

o exponer a los demás a riesgos irracionales. El término negligencia sirve, entonces, para

señalar varios tipos de incumplimiento de las obligaciones, tales como la ausencia de la

atención debida y la de no proteger a los demás de los riesgos que puedan producir algún

daño.18

Es aquí donde el enfoque bioético adquiere importancia, pues casi la totalidad de las

condenas que han hecho los Tribunales de Justicia colombianos en los casos de falla del

servicio médico asistencial, tienen como fundamento principal la negligencia, entendida

ésta, desde el punto de vista jurídico, como el acto mediante el cual se viola un deber de

atención, cuando se está en capacidad intelectual o técnica de preverlo. Es por ello que,

tanto la jurisprudencia de la Corte Constitucional como la del Consejo de Estado, han

reiterado que la negación del servicio médico asistencial en salud, o su prestación

deficiente o tardía, configuran una falla del servicio; y que, cuando se comprueba que esta

es la causante del daño o perjuicio ocasionado al paciente, se genera entonces

responsabilidad por parte de quien legal y éticamente estaba en la obligación de prestar

oportuna y eficazmente dicho servicio.

Los conceptos de matar y dejar morir. Según los autores, al haber muchas clases de daño,

el Principio de No-maleficencia da lugar a una serie de reglas morales específicas, entre

las cuales se encuentra la de NO MATAR, alrededor de la cual se ha centrado un gran

debate particularmente al tratar de distinguir entre omisión y comisión, especialmente

entre no iniciar y continuar un tratamiento o procedimiento; pues muchos profesionales se

sienten justificados al no iniciar un tratamiento, pero no al continuar uno ya instaurado. En

este mismo orden de ideas parece que los asistentes sanitarios se sienten incómodos,

responsables y culpables de las consecuencias al retirar un tratamiento iniciado, pero no

17 Ibíd.: 184

18 Ibíd.: 182-185

Page 24: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

11

así de no iniciarlo. La diferencia entre una y otra conducta es moralmente insostenible,

pues ambas pueden provocar la muerte de un paciente o causar un perjuicio grave en el

ámbito de la asistencia sanitaria. Sin embargo, la supuesta diferencia entre ambas la han

venido utilizando los hospitales y los profesionales de la salud para justificar el hecho de

no iniciar un tratamiento, porque lo consideran no grave, o menos grave; toda vez que en

el lenguaje común matar implica la ejecución de un acto generalmente intencionado que

destruye la vida, mientras que dejar morir hace referencia a aquellas omisiones a causa de

las cuales una enfermedad o lesión produce la muerte y que, en ocasiones, están

justificadas por razones médicas, morales o administrativas.19

A fin de concretar las exigencias del Principio de No-maleficencia en cuanto a la regla de

no matar en el ámbito de la asistencia sanitaria, Beauchamp y Childress hacen una

distinción entre “matar y dejar morir”, la cual da lugar a un conjunto de diferenciaciones

y reglas. Para los autores esta distinción es la más importante y necesita ser reformulada

tanto en el ámbito de la ética biomédica, como en el de las políticas públicas, y en tal

sentido, plantean los siguientes interrogantes: ¿Los conceptos de matar y dejar morir,

significan lo mismo, o son términos que se solapan?... ¿No tratar voluntariamente a un

paciente puede considerarse dejar morir, en lugar de matar?.... ¿Es el término “dejar

morir” un eufemismo de matar?...

Para ayudar a responder tales preguntas, los autores afirman que en el lenguaje común,

cualquier acto que prive o destruya la vida (aún de los animales), y sin que sea

intencionado, constituye un acto de matar. Desde este punto de vista, matar implica causar

directamente la muerte; y dejar morir incluye todas las acciones cuyo principal objetivo

consiste en evitar intencionadamente una intervención causal de manera que se produzca

la muerte. Para ellos, entonces, estos conceptos no son excluyentes, pues se puede matar a

una persona por omisión, esto es, dejándola morir deliberadamente, pero también se puede

matar por comisión. Tanto el derecho como la medicina, la ética y el lenguaje común,

reconocen que a veces dejar morir es lo mismo que matar, o a veces peor.

Omitir el tratamiento es a veces matar y a veces dejar morir. Muchos autores de medicina,

ética y derecho consideran que no realizar un tratamiento, cuando existen buenas razones

19 Ibíd.: 208-210

Page 25: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

12

médicas y morales para ello, es dejar morir y no matar. Desde este punto de vista, dejar

morir es actuar en forma no maleficente y matar es actuar en forma maleficente, tesis

difícil de defender en muchos casos. Los autores consideran que la distinción entre matar

y dejar morir es confusa y poco precisa, lo que hace difícil catalogar determinados actos

en una u otra categoría; por ello opinan que es más satisfactorio evitar dichos términos y,

en su lugar, utilizar los conceptos de tratamiento optativo y tratamiento obligatorio.

Frente a esta conclusión de los autores, hoy por hoy, y dada la revolución tecnológica y

científica de la Medicina contemporánea, así como el incremento de las expectativas de

vida en el ser humano, han surgido en la práctica médica unos conflictos de difícil

resolución y para los cuales es posible dar respuestas solo a partir de los conceptos de

tratamiento optativo y tratamiento obligatorio propuestos por Beauchamp y Childress. A

ello debe agregarse el hecho de que cada vez son más las personas sanas y enfermas que

manifiestan su voluntad anticipada de no consentir que se les sostenga la vida de manera

artificial o en medio de intensos e interminables sufrimientos. Pero así mismo, cada vez

también son más las familias que solicitan el sostenimiento de terapias que los médicos

consideran médicamente injustificadas. Este panorama ha venido favorecido desde finales

del siglo pasado una gran controversia sobre el denominado “tratamiento fútil”, sobre el

cual no hay una definición clara o unánime, pues frente al término se han planteado

innumerables propuestas, la gran mayoría criticadas tempranamente por considerarlas

incompletas, aunque todas ellas hacen mención a la inutilidad o ineficacia de una

intervención o tratamiento para alcanzar los resultados clínicos esperados o porque

produciría efectos perjudiciales razonablemente desproporcionados al beneficio esperado

para el paciente o sus condiciones familiares, económicas o sociales.20

El surgimiento de la noción de futilidad en medicina, constituyó parte de la respuesta a la

búsqueda de una justificación ética y legal para las decisiones unilaterales de abstención o

suspensión de un tratamiento por las razones que el médico considere apropiado, sin que

esta decisión cuente con la aprobación del paciente o de sus familiares. A pesar de las

evidentes dificultades y discrepancias alrededor del apropiado uso del vocablo y aunque

no exista acuerdo frente a la definición de la futilidad en medicina, probablemente por

insuficiente consenso político y social sobre el tema, la realidad es que en la práctica se 20 CFR. MENDOZA DEL SOLAR, GONZALO, El concepto de futilidad en la práctica médica, Disponible en

G:\TESIS\ARTICULOS REVISTAS ACADEMICAS\Futilidad en Medicina.htm. (Consultada el 23 de julio de 2014).

Page 26: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

13

utiliza el concepto como justificación para decisiones unilaterales de suspensión de

tratamientos que el médico considera inefectivo; y aunque su definición es controversial,

se invoca cada vez con mayor frecuencia en diferentes escenarios clínicos donde son

permanentes los cuestionamientos del personal de salud acerca de la futilidad de las

intervenciones que se llevan a cabo.21

Cuando matar no es moralmente distinto de dejar morir. A veces el acto de matar puede

ser peor que ciertas formas de dejar morir; pero a veces dejar morir, puede ser peor que

matar. Estos dos conceptos no llevan implícitos juicios sobre lo correcto o lo incorrecto,

beneficencia o no maleficencia del acto y por consiguiente no son, per se, incorrectos,

como sí lo es el asesinato. Y aunque, prima facie, aparecen como incorrectos, en algunas

circunstancias pueden estar justificados (como la defensa propia, el evitar grandes

sufrimientos….).22

Sobre la justificación que pueden tener algunos actos u omisiones por cuya causa se deja

morir a una persona, nuestra Corte Constitucional a partir de 1997 ha venido fijando unos

criterios según los cuales, en determinadas circunstancias, dejar morir e incluso producir

la muerte, no es lo mismo que matar. Es el caso del “homicidio por piedad o eutanásico”,

tipificado como la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a los

intensos sufrimientos de otro obrando con un claro sentido altruista. A quien así actúa, la

ley le asigna una pena considerablemente menor a la prevista para quien mata con un

interés distinto, como el económico (homicidio simple o agravado).

Ha dicho la Corte en tal sentido que para que se configure esta forma de homicidio

atenuado, no basta el actuar conforme a un sentimiento de piedad, ya que es necesario que

el sujeto pasivo tenga intensos sufrimientos derivados de lesión corporal o enfermedad

grave o incurable, de tal manera que la muerte puede ser vista como un acto de compasión

y misericordia. Por consiguiente, no existe homicidio piadoso cuando una persona mata a

otro individuo que no padece esos sufrimientos, aún cuando invoque razones de piedad.

21 CFR. TORREGROSA, LILIAN, La perspectiva de las capacidades en el debate sobre la futilidad en medicina. (Bogotá:

Pontificia Universidad Javeriana), 2012.

22 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, op. cit., pp. 210-213.

Page 27: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

14

Íntimamente ligado al homicidio por piedad está el derecho a “morir dignamente” el cual

aún no ha sido regulado por la ley colombiana, pese a las exhortaciones de urgencia

hechas por la Corte Constitucional, la cual ha establecido unos criterios orientadores que

permiten llegar a la conclusión de que el Estado no puede oponerse a la decisión del

individuo que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una

enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incompatibles con su idea de

dignidad. Por consiguiente, si un enfermo terminal considera que su vida debe concluir,

porque la juzga incompatible con su dignidad, puede proceder, en ejercicio de su libertad,

a que un tercero le ayude a hacer uso de su opción, sin que el Estado pueda impedírselo a

través de la prohibición o de la sanción.23

En auxilio de la distinción entre matar y dejar morir, Beauchamp y Childress analizan en

qué circunstancias unos tratamientos o procedimientos pueden ser optativos y en cuáles

otras pueden ser obligatorios, para lo cual establecen unas condiciones que podrían

justificar la decisión de no tratar o no realizar un procedimiento:

Cuando el tratamiento es inútil o carece de sentido. Y un tratamiento es inútil cuando

no tiene ninguna posibilidad de resultar eficaz y, por lo tanto, no es obligatorio.

Cuando los inconvenientes del tratamiento superan los beneficios, en cuyo caso

tampoco es obligatorio. El Principio de No-maleficencia no obliga a prolongar la vida

biológica, ni a iniciar o mantener un tratamiento sin tener en cuenta el dolor, el

sufrimiento y las incomodidades del paciente.

1.3. Del principio de Autonomía.

Respetar las decisiones de otros está dentro del ámbito de la moral común, pero no parece

haber mucho acuerdo sobre los límites de esa autonomía. Por eso Beauchamp y Childress

consideran muy importante precisar algunos conceptos sobre el tema.

En primer lugar, afirman que el concepto de AUTONOMÍA no es un concepto etimológica ni

filosóficamente unívoco, aunque todas las teorías coinciden en señalarle dos condiciones

23 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-239 del 20 de mayo de 1997. Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz.

Page 28: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

15

esenciales: la libertad y la capacidad del agente para actuar. Luego de analizar lo que para

varios autores es la autonomía, Beauchamp y Childress la definen como “la regulación

personal de uno mismo, libre, sin interferencias externas que pretendan controlar, y sin

limitaciones personales”24

y consideran que para que una acción sea autónoma no es

necesario que el conocimiento y la independencia sean totales, sino que bastará simplemente

con cierto grado de ambas; y creen que la toma de decisiones debe cumplir con el ideal de

autonomía es utópico, ya que en la práctica son pocos, por no decir ninguno, los actos

totalmente autónomos.

Ahora bien, el principio del respeto a la autonomía implica asumir el derecho del otro a tener

opiniones propias, a elegir y a realizar acciones basadas tanto en sus valores como en sus

creencias. Implica no solo la obligación de no intervenir, sino la de asegurar las condiciones

necesarias para que su elección sea realmente autónoma. Por ello respetar la autonomía obliga

a informar, a buscar y asegurar la comprensión y a fomentar la toma de decisiones adecuadas.

En medicina existe la tentación de utilizar la autoridad del médico para favorecer o perpetuar

la dependencia de los pacientes, en lugar de promover su autonomía. El respeto de la

autonomía deriva en parte de la relación fiduciaria especial que existe entre los profesionales

y sus pacientes; pero este principio no debería ser ejercido por aquellas personas que, por

inmadurez, incapacidad, ignorancia, coerción o explotación, son incapaces de actuar de una

forma suficientemente autónoma.

La manera como se entiende este principio ha recibido últimamente numerosas críticas en el

ámbito de la ética biomédica, pues algunos consideran que concederle demasiada importancia

a la autonomía, desplaza o distorsiona otros valores morales, lo cual podría dejar a muchos

pacientes desprotegidos.

El paradigma básico de la autonomía en la asistencia sanitaria es el consentimiento informado,

mediante el cual se legitiman tipos de autoridad y conductas que de otra forma no lo estarían.

Este consentimiento fue una necesidad sentida que surgió a partir de los informes

espeluznantes presentados en los Juicios de Nuremberg sobre los experimentos médicos

llevados a cabo en los campos de concentración nazi; de esta manera el consentimiento de los

pacientes se convirtió en uno de los principales temas de la ética biomédica, hasta que en

24 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, op. cit., p. 113

Page 29: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

16

1972 se estudió con detalle asignándosele como función y justificación la de proteger a los

pacientes de posibles perjuicios y facilitar la elección autónoma individual.25

Giro que se

produjo a raíz del juicio adelantado por el Tribunal del Distrito de Columbia (Estados Unidos

de América) en el caso Canterbury vs. Spence, celebrado en dicho año, en el cual se establece

el consentimiento informado como un derecho legal con plena reparación jurídica si dicho

consentimiento no se proporcionó adecuadamente al paciente.26

Para Beauchamp y Childress

el consentimiento informado es la autorización que da un paciente con capacidad de

comprensión y que no está controlado por otros, para que se le haga una determinada

intervención o para participar en un proyecto de investigación. Tal definición comprende dos

elementos esenciales: la información que se le da al paciente en forma comprensible; y la

decisión voluntaria manifestada por el paciente de someterse o no a una intervención

determinada. En donde la obligación de exponerle al paciente la información se ha

considerado una condición necesaria, e incluso la única, para que un consentimiento

informado sea válido. De tal manera que cuando la información no se le transmite

eficazmente a los pacientes, estos quedan en una posición de desventaja para tomar

decisiones, lo que invalida su consentimiento.27

Ahora bien, esta obligación de informar al paciente puede tener excepciones como cuando se

hacen omisiones intencionadas, que le permiten al profesional sanitario actuar sin

consentimiento en situaciones de urgencia, incompetencia, renuncia o situaciones similares. Y

una de las excepciones más polémicas es el privilegio terapéutico, según el cual el médico

puede legítimamente ocultar información si considera razonable que lo contrario podría

resultar potencialmente perjudicial para un paciente deprimido o inestable (poner en peligro

su vida, crear ansiedad….) 28

25 Ibíd.: 134

26 TARODO SORIA, SALVADOR. La doctrina del consentimiento informado en el ordenamiento jurídico norteamericano. Disponible en file:///C:/Users/Elmar/Downloads/La doctrina del consentimiento informado en el ordenamiento jurídico norteamericano.doc.pdf. (Consultada en julio 30 de 2014). 27 BEAUCHAMP TOM y CHILDRESS JAMES, op. cit., pp. 134-139

28 Ibíd.: 243

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17

1.4. Del Principio de Beneficencia.

De acuerdo con la opinión de Beauchamp y Childress expresada en la obra aquí citada, el

término beneficencia connota actos de misericordia, bondad y caridad, así como de altruismo,

humanidad y amor; pero no debe confundirse con el de benevolencia, la cual hace referencia

al rasgo del carácter o a la virtud de estar dispuesto a actuar en beneficio de otros. Con base

en ello, los autores sostienen que el Principio de Beneficencia se refiere a la obligación moral

de actuar en beneficio de otros; y que, aunque muchos actos de beneficencia no sean

obligatorios, el Principio de Beneficencia, que se percibe como un principio de la naturaleza

humana que nos impulsa a actuar en beneficio de los demás, sí impone la obligación de

ayudar a otros a promover sus importantes y legítimos intereses.29

Ahora bien, según Beauchamp y Childress, en algunas circunstancias la discrecionalidad

permitida en algunos actos de beneficencia, se elimina o reduce surgiendo para los sujetos la

obligación específica de ayudar a personas concretas. Estas obligaciones de beneficencia

específica, afirman los autores, también se extienden por razón de sus funciones u objetivos a

los médicos y otros profesionales sanitarios, así como a las instituciones encargadas de prestar

los servicios de salud, tal como se evidencia en las acciones de salud pública adelantadas para

la distribución de vacunas o en las campañas de educación y prevención sanitarias.30

Otro de los aspectos que abordan los autores al exponer su posición sobre el principio de

beneficencia y que nos interesa para el objetivo del presente trabajo, se refiere al valor y

calidad de vida, toda vez que al momento de establecer los beneficios que se deducen de las

prácticas y políticas sanitarias, el valor económico que se le asigna a la vida humana ha sido

objeto de controvertidas y dramáticas discusiones. Si no que lo digan las cientos de sentencias

y fallos de los Tribunales Administrativos y del Consejo de Estado que en Colombia se han

ocupado de condenar a las instituciones sanitarias por haber incurrido en una falla al momento

de prestarles a los pacientes un deficiente servicio de salud.

Se han registrado muchas objeciones morales a los esfuerzos por darle un valor económico a

la vida humana, basados en la concepción kantiana de que las personas lo que tienen es

dignidad y no un precio; sin embargo, tales esfuerzos podrían servir para ponderar los

29 Ibíd.: 245-246. 30 Ibíd.: 254

Page 31: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

18

beneficios, costes y riesgos y, con base en ello, fijar estrategias especiales de política

sanitaria.

1.5. Del Principio de Justicia.

Las desigualdades en el acceso a los servicios de asistencia sanitaria y el incremento de los

costes de dichos servicios, han generado grandes debates en el ámbito de la sanidad sobre la

justicia social. Al abordar este tema Beauchamp y Childress reconocen que tratar de exponer

los distintos principios de justicia que se han propuesto es una tarea imposible, y, por ello,

deciden enfocarlo desde el punto de vista de una de las clases de justicia que se han

propuesto: la justicia distributiva, entendida esta como el tratamiento equitativo y apropiado a

la luz de lo que es debido a una persona. Una injusticia se produce, entonces, cuando se le

niega a una persona el bien al que tiene derecho o no se distribuyen las cargas

equitativamente.

Al desarrollar el tema los autores distinguen entre un principio de justicia formal y varios

principios de justicia material. El principio de justicia formal, atribuido tradicionalmente a

Aristóteles, establece que “los iguales deben ser tratados igualmente, y los desiguales deben

ser tratados desigualmente”. La dificultad surge cuando, al tratar de resolver un problema de

asistencia sanitaria, se precisa definir quién es igual y quién es desigual, o cómo se debe

definir la igualdad. Para solucionarlo, los autores acuden a los denominados principios

materiales de justicia, los cuales especifican las características o propiedades relevantes que

deben tenerse en cuenta para la distribución en un contexto de igualdad, tales como el

principio de la necesidad, el de la contribución, el del esfuerzo o el del mérito, entre otros. La

mayoría de las sociedades invocan varios de estos principios materiales en el diseño de las

políticas públicas, creando en su aplicación una serie de conflictos de prioridad entre ellos, lo

que sugiere la necesidad de especificarlos y sopesarlos. En algunos contextos, esas

propiedades relevantes que identifican los principios materiales están fuertemente establecidas

por la tradición, por los principios morales o legales, o por la política.31

31 Ibíd.: 311-316

Page 32: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

19

Habiendo escogido Beauchamp y Childress como modelo de enfoque para resolver los

problemas bioéticos de atención sanitaria la justicia distributiva, se preguntan cuál de las

diferentes fórmulas propuestas por las teorías sistemáticas más aceptadas tales como las

utilitaristas, las liberales, las comunitaristas y las igualitaristas, sería la más idónea para hacer

la distribución de bienes y servicios sociales incluyendo los de asistencia sanitaria. Pero no se

inclinan en particular por ninguna de ellas, antes sostienen que una sola teoría, por las

limitaciones éticas que cada una tiene, sería insuficiente para la reflexión constructiva sobre la

política sanitaria; ello explica por qué existen tantas barreras para construir un sistema justo

de atención sanitaria que permita satisfacer de manera eficiente y oportuna todas y cada una

de las necesidades de los usuarios, convirtiéndose por tal razón en un ideal distante. Con base

en esta premisa es que los autores sugieren una perspectiva desde la cual se podrían enfocar

los problemas de asistencia sanitaria, a saber: “reconociendo un derecho exigible a un mínimo

decente de asistencia sanitaria dentro de un marco de distribución que incorpore, de modo

coherente, normas utilitaristas e igualitaristas.” 32

En épocas anteriores, la asistencia sanitaria a los necesitados se prodigaba a través de los

hospitales públicos y se hacía bajo la motivación de virtudes como la caridad, la compasión,

la misericordia y la beneficencia. Pero en estos nuevos tiempos, dada la alta tecnología

incorporada a dicha asistencia, así como los costes que esta requiere, esos modelos antiguos

de asistencia voluntaria ya no tienen presentación y han ido dando paso gradualmente al

modelo cada vez más aceptado de un derecho a la atención sanitaria exigible, basado en la

justicia.

Ese derecho a un mínimo decente de asistencia sanitaria, sostienen los autores, está apoyado

en dos argumentos principales, a saber: Uno basado en la protección social colectiva según el

cual, los riesgos que amenazan la salud son similares a los que presentan el crimen, el fuego y

la contaminación ambiental y, por consiguiente, deben ser afrontados por medio de acciones

y recursos colectivos; y otro argumento basado en la oportunidad justa, regla ésta según la

cual, a nadie se deberían negar beneficios sociales sobre la base de condiciones desventajosas

significativas como la discapacidad o la enfermedad, que reducen la capacidad de vivir

adecuadamente, casos en los cuales los recursos de asistencia sanitaria deben usarse para

32 Ibíd.: 373

Page 33: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

20

contrarrestar tales desventajas y devolverles a las personas la oportunidad justa de utilizar sus

capacidades.33

Ahora bien, este acceso a un mínimo de asistencia sanitaria puede tener unos límites según se

trate de necesidades básicas, de catástrofes de la salud, o de cobertura privada voluntaria para

otras necesidades y deseos de salud. Y tener también algunas dificultades al momento de

definir qué significa para la sociedad un mínimo decente que permita pasar de un modelo

puramente programático a planes operativos.

Por otro lado, los autores se preguntan si este derecho a un mínimo decente de asistencia

sanitaria que debemos tener todos los ciudadanos, se puede perder en algunos casos como el

de los enfermos de SIDA que han adquirido la enfermedad por el uso de drogas por vía

intravenosa, los fumadores con cáncer de pulmón, o los alcohólicos que desarrollan una

enfermedad del hígado, del mismo modo en que una persona puede perder su derecho a la

libertad por la comisión de delitos; pues para algunos es injusto que los fondos sociales se

utilicen para sufragar a las personas que han adquirido estas enfermedades por haberse

involucrado voluntariamente en acciones arriesgadas. Los autores plantean inicialmente que,

con base en el principio de la justicia, la negación de la asistencia en dichos casos no podría

justificarse a menos que se den algunas condiciones, como cuando la enfermedad es resultado

inevitable de las actividades personales, más que de alguna otra cosa; o como cuando tales

actividades personales son autónomas, de tal manera que los actores conocen los riesgos que

se corren y, aun así, las ejecutan. Sin embargo, concluyen que es imposible virtualmente

establecer con razonable certeza y sobre la base de pruebas científicas, la existencia de tales

condiciones justificativas, pues muchos casos críticos de salud son el resultado de la

conjunción de factores como las predisposiciones genéticas, las acciones personales y las

condiciones ambientales y sociales.34

El derecho a un mínimo decente de asistencia sanitaria tropieza con muchas dificultades, tanto

teóricas como prácticas, a la hora de la distribución de los recursos, pues la salud no es el

único valor u objetivo de las políticas sociales, ya que hay otros bienes como la vivienda, la

educación, la cultura, la defensa y el ocio, que deben ser incluidos en tal distribución. Es más,

dentro del presupuesto que se destina a la asistencia sanitaria, también hay tropiezos al

33 Ibíd.: 332-337

34 Ibíd.: 340-346

Page 34: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

21

momento de establecer prioridades entre los proyectos y procedimientos que conforman el

todo de la asistencia sanitaria, pues en muchos casos la asistencia preventiva es más efectiva y

más eficiente que la medicina aplicada en casos críticos para salvar vidas, reducir el

sufrimiento o elevar los niveles de salud; pero en otros, concentrarse en la prevención, puede

llevar a descuidar a personas necesitadas que se beneficiarían directamente de la asistencia en

caso crítico y a las que la sociedad ha sido históricamente más proclive en favorecer. Igual

inconveniente se presentaría en la asignación de los recursos sanitarios al momento de

determinar qué categoría de daño o enfermedad debería atenderse en forma prioritaria, pues

no todos los que necesitan una forma concreta de asistencia sanitaria podrán tener acceso a

ella dado que las necesidades sanitarias son virtualmente ilimitadas y todo sistema de

asistencia tiene limitaciones y formas de escasez.

Para resolver estos inconvenientes los autores recomiendan que, al momento de la

distribución de los recursos y de las prioridades, se deberían examinar factores como la

contagiosidad, la frecuencia, el coste, el dolor y sufrimiento asociados, el impacto en la

longevidad y en la calidad de vida; así como concentrarse menos en las enfermedades

mortales y más en las enfermedades generales discapacitantes. La distribución y

categorización de los recursos según las prioridades, tarea que ha sido difícil en muchos

países por diversas razones, han dado lugar a lo que la bioética médica ha denominado

racionamiento y triage. Entendiendo por racionamiento, la asignación equitativa de los

recursos de acuerdo con las prioridades y políticas sociales que no viole la norma del mínimo

decente; y por triage, la clasificación de los pacientes para la atención médica, de acuerdo con

sus necesidades y pronósticos, a fin de utilizar los recursos médicos disponibles tan efectiva y

eficientemente como sea posible.

Afirman los autores que existen muchas barreras para lograr el acceso de las personas a la

asistencia sanitaria; y que para los millones que se encuentran en estas barreras, un sistema de

asistencia sanitaria justo, seguirá siendo un ideal muy distante. Y que si bien es cierto que la

situación de escasez sugiere la probabilidad de que no seamos capaces de satisfacer todas y

cada uno de las exigencias de este ideal, nuestra sociedad, si se lo propone, sí sería capaz de

tapar algunos huecos en el acceso a la asistencia sanitaria con mayor conciencia de la que

hemos tenido hasta ahora.

Terminan los autores sugiriendo una perspectiva general desde la cual se podrían enfocar

todos los problemas, consistente en reconocer un derecho exigible a un mínimo decente de

Page 35: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

22

asistencia sanitaria dentro de un marco de distribución justa de los recursos que incorpore, de

modo coherente, normas utilitaristas e igualitaristas.35

1.6. De las críticas al Principialismo

Los planteamientos de los principios bioéticos hechos por Beauchamp y Childress para

resolver desde su óptica las dudas, los dilemas y las cuestiones morales en los casos

particulares de biomedicina y de relación sanitaria, se convirtieron rápidamente en los

referentes teóricos más socorridos en toda discusión sobre dichos problemas morales, pero

muy pronto fueron objeto de múltiples críticas; lo que ha llevado a dichos autores a realizar

varias modificaciones, redefiniciones y extensiones al ámbito teórico y metodológico de los

principios contenidos en las ediciones posteriores de su libro cuya primera edición fue en

1979. De hecho el término "principialismo" es un vocablo acuñado por los críticos del modelo

de bioética basado en los principios de autonomía, no-maleficencia, beneficencia y justicia,

que en sus inicios tenía un tono peyorativo, pero que los propios “principialistas” terminaron

adoptando como el rasgo más característico de su teoría.

Entre las críticas al Principialismo, se destacan las realizadas por DIEGO GRACIA

GUILLÉN,36

quien reprocha a Beauchamp y Childress la carencia de un sistema previo de

referencia, una epistemología de base, y la ausencia de una jerarquización en los principios.

Para Gracia, dichos autores en su enfoque principialista entienden la ética biomédica como

una “ética aplicada” en el sentido de que lo específico de ella consiste en aplicar los

principios éticos generales a los problemas de la práctica médico-asistencial. Igualmente,

reconoce en los autores el haber propuesto el procedimiento de mayor aceptación a lo largo de

los últimos años para el análisis de los problemas éticos, cuya mayor novedad consistió en

hacer la distinción entre no maleficencia y beneficencia, que traducidos en términos de

obligaciones éticas significan no hacerle el mal a otros, y hacerles el bien, respectivamente.

Pero les censura el creer haber establecido un procedimiento infalible para resolver los

conflictos éticos, en primer lugar, porque aceptan como un hecho evidente que todas las

reglas son, prima facie, del mismo rango y que, por consiguiente, ninguna tiene prioridad

35 Ibíd.: 340-373

36 DIEGO GRACIA GUILLÉN, (Madrid, 21 de mayo de 1941) médico y filósofo español, reconocido como una autoridad mundial en bioética. Es considerado por muchos como "el bioeticista más importante del mundo iberoamericano”.

Page 36: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

23

sobre las demás; y en segundo lugar porque, en caso de conflicto, hay que jerarquizar los

principios, a fin de conceder prioridad a uno sobre los demás. El problema está, dice el autor,

en cómo establecer tal jerarquía.37

Para fijar su posición frente al Principialismo, Gracia parte del enfoque dado por Beauchamp

y Childress y luego analiza los diferentes procedimientos y enfoques (casuístico, narrativo,

clínico y sincrético) que se han propuesto para resolver las dudas y los problemas morales que

surgen en los casos particulares de biomedicina y de relación sanitaria. Con base en ello

denomina a los principios bioéticos esbozos morales, entendidos estos como unas creaciones

mentales (suposiciones) que al ser verificadas, se convierten en tesis. Cuando no entran en

conflicto entre sí, hay obligación moral de cumplir con todos; pero en caso de conflicto, es

preciso ordenarlos jerárquicamente, a fin de poder optar por aquel que sea de rango más

elevado, ordenación jerárquica que ha de hacerse siempre a la vista del caso concreto. En este

orden de ideas el autor piensa que la no-maleficencia y la justicia se diferencian de la

autonomía y la beneficencia, en que obligan con independencia de la opinión y la voluntad de

las personas implicadas y que, por lo tanto, tienen un rango superior a los otros dos.38

Gracia propone, entonces, lo que denomina un “esbozo bioético ideal” que construye a partir

del concepto de “esbozo moral”, entendido este como una creación mental, una hipótesis, una

suposición que tenemos que verificar con la razón. Dicho esbozo bioético consiste en un

esquema conformado por los cuatro principios presentados por Beauchamp y Childress, pero

no con el mismo rango jerárquico, sino con características diferentes y diferenciadoras que le

otorgan a unos prioridad sobre otros.39

En este orden de ideas, los cuatro principios se ordenan

en dos niveles jerárquicos, así:

NIVEL 1: Conformado por los principios de no-maleficencia y de justicia, propios de la

ética de mínimos y a los cuales se nos puede obligar desde afuera, razón por la cual

corresponden a la esfera del derecho.

NIVEL 2: Conformado por los principios de autonomía y de beneficencia, propios de la

ética de máximos y dependen siempre del propio ideal de perfección y felicidad que nos

hayamos trazado. A estos no se nos puede obligar y corresponden a la esfera de la moral.

37 GRACIA, DIEGO. Procedimientos de decisión en ética clínica, Madrid: Ediciones de la Universidad Complutense – Eudema, 1991), pp. 34-35 38 GRACIA, DIEGO. op. cit., pp. 124-126

39 Ibíd.: p. 128

Page 37: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

24

Según Gracia la NO MALEFICENCIA y la JUSTICIA tienen que ver con el principio general

de que todos los seres humanos deben ser tratados con igual consideración y respeto,

imperativo que no depende de la voluntad de las personas, razón por la cual todos tenemos la

obligación de cumplirlos, y los demás nos pueden obligar a que los cumplamos, aún en contra

de nuestra voluntad.

Esta organización de los cuatro principios en dos niveles jerárquicos, en opinión de autores

como JORGE JOSÉ FERRER,40

deben ordenarse, además, en otros dos niveles: uno privado,

que comprende los principios de autonomía y beneficencia, y otro público que reúne a los de

no maleficencia y justicia, cuyo contenido concreto es fruto del acuerdo social y por ello

deben aplicarse a todos por igual. Si los privados entran en conflicto con los públicos, estos

tienen prioridad sobre aquellos.41

Ahora bien, la no maleficencia no debe entenderse en el sentido meramente negativo de no

hacer mal, sino que también tiene una dimensión positiva: procurar que la vida biológica de

todos los hombres sea tratada con total consideración y respeto. En cambio la AUTONOMÍA,

en bioética, consiste en la capacidad de realizar actos con conocimiento de causa y sin

coacción; y la BENEFICENCIA, principio inseparable del de autonomía, consiste en hacer el

bien a otro, pero ello no puede realizarse en contra de su voluntad. Con base en este

razonamiento, Gracia afirma que los principios de no-maleficencia y de justicia son

jerárquicamente superiores a los de autonomía y de beneficencia, ya que los primeros obligan

aún en contra de la voluntad de las personas, y los segundos no.

Para Gracia, el esbozo moral propuesto es el mejor, ya que recoge la sabiduría de muchos

siglos y permite evitar caer en los extremismos doctrinarios como la negación de los

principios del nivel 2 que ha llevado a la degradación moral de las personas y de la misma

sociedad; o el desconocimiento de los principios del nivel 1, lo cual ha conducido a una utopía

liberal extrema y libertaria. Se deben respetar, entonces, los dos niveles y conceder a cada uno

la importancia que tienen. Con todo, y pese a que el criterio de jerarquía no permite hacer

excepciones, hay situaciones que sí las admiten y son las urgencias; pues estas permiten a

40 JORGE JOSÉ FERRER, Sacerdote jesuita, Doctor en Teología con especialidad en Teología Moral, Presidente del Comité Institucional para la Protección de Seres Humanos en la Investigación (CPSHI/IRB) desde 2006, Catedrático del Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico (Mayagüez, Puerto Rico) y autor de varios libros y artículos sobre su especialidad. 41 FERRER, JORGE. Los principios de la Bioética, (Santiago de Chile: Cuadernos del Programa Regional de Bioética, Número 7, 1998), p. 54

Page 38: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

25

veces actuar en contra de la jerarquía, es decir, eligiendo valores o principios inferiores en

lugar de los superiores, todo lo cual se puede justificar desde otro nivel llamado experiencia.42

Así lo reitera Diego Gracia en su discurso de ingreso como miembro de número a la Real

Academia Española de Medicina al afirmar que el Principio de No-maleficencia es el

fundamento de la ética médica. En dicho discurso Gracia se pregunta si el valor de dicho

principio es absoluto, respondiendo que no, pues si lo fuera implicaría que siempre y en todas

las circunstancias debería cumplirse, lo cual resultaría difícil de asumir, dado que la

experiencia parece demostrarnos continuamente que los principios morales más aceptados

tienen excepciones, permitiendo que las circunstancias y las consecuencias jueguen un papel

importante en la toma de decisiones.43

Tales afirmaciones tienen respaldo en el hecho de que estamos inmersos en una sociedad en la

que todos sus integrantes son, o pueden considerarse, como agentes morales autónomos con

diversos criterios sobre lo que es bueno y lo que no lo es. En el caso de la atención sanitaria,

el conflicto se profundiza si se debe tener en cuenta no sólo al médico y el paciente, sino

también a la enfermera, a la dirección del centro asistencial, a las autoridades sanitarias y a la

familia del paciente. Por lo mismo, la ética del siglo XX – y la ética biomédica en particular -

tuvo que ser distinta a la de cualquier época anterior: Hoy no es posible afirmar principios

deontológicos como absolutos, sino apelando a instancias como las creencias o las emociones.

Frente a estas éticas que pudiéramos llamar de convicción, se ha intentado elaborar unas

éticas basadas en la idea de responsabilidad. Todos estos factores marcaron el comienzo de lo

que Diego Gracia, ha dado en llamar «La Ética del código múltiple», que considera a la

conciencia como bastión último de decisión moral.

Para otros críticos contemporáneos como ERICK VALDÉZ MESA,44

el Principialismo de

Beauchamp y Childress es un marco conceptual y teórico de carácter abstracto que requiere

un enfoque hermenéutico, es decir, que tiene que ser interpretado, ya que la teoría y el

procedimiento propuesto por dichos autores, son todavía insuficientes para abordar, con un

42 GRACIA, DIEGO. op. cit., pp. 128-134

43 GRACIA, DIEGO. “Primum non nocere”, el Principio de No-maleficencia como fundamento de la ética médica, discurso pronunciado ante la Real academia Nacional de Medicina de España, Madrid, 1990

44 ERICK VALDES MESA, Doctor en Filosofía con especialización en Filosofía Política y Bioética, con Postdoctorados en Filosofía y en Bioética y Derecho. Es profesor de la cátedra de Health Care Ethics en la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown, y profesor de las catedras Bioethics, Theories of Democracy and Human Rights, y Epistemology of Social Sciences en la Facultad de Artes y Ciencias de la American University en Washington, DC.

Page 39: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

26

alto grado de objetividad, los diversos problemas morales que surgen en los campos médicos

y científicos. De manera general, la crítica de Valdéz al Principialismo se fundamenta

esencialmente en que no cuenta con un criterio objetivo para la clasificación de los principios

y que en su estructura no admiten excepciones en su aplicación, creando una especie de

"diálogo sordo" entre los grupos que discuten temas delicados y controversiales; en que

destaca la superioridad de los valores universales y vinculantes sobre las concepciones

particulares, y sigue un razonamiento utilitarista en la resolución de los distintos conflictos

morales concretos y, por lo tanto, su neutralidad es sólo aparente; y en que es relativista

teniendo una dependencia significativa de la contradicción, pues si tal contradicción es

insuperable, los principios pierden su sentido y su significado ya que no son eficaces para

resolver cualquier problema moral, y entonces es necesario acudir a la casuística.45

Con todo, Valdéz, sin dejar de lado el valor de los principios de Beauchamp y Childress como

directrices deliberativas importantes para abordar los conflictos morales, considera necesario

superar lo que llama "el síndrome de la contradicción del Principialismo”, entendido este

como la propensión a considerar necesaria la existencia de un conflicto interno entre los

principios, para poder elegir entre ellos los que deben prevalecer sobre otros en la solución de

los problemas; y consciente de que una sola teoría moral no puede resolver todos los

problemas morales, propone una aproximación teórica y práctica de naturaleza ecléctica que

recoge elementos importantes de pensadores clásicos como Aristóteles, Hume, Kant y Mill,

consistente en un modelo que, si bien no se ha contrastado empíricamente para demostrar su

viabilidad, tiene dos características que, según el autor, podrían ser prometedoras: 1. Elimina

la parálisis resultante de la incapacidad para clasificar a los principios en casos complejos, lo

que facilita la toma de decisiones de una manera más objetiva. 2. Es aplicable no sólo a los

actos, sino también a las normas jurídicas, determinando su equidad, eficacia y credibilidad.

Este modelo se basa en unos nuevos principios que no se contradicen entre ellos cuando se

aplican en la práctica, son cooperativos y funcionales entre sí, y aunque hacen énfasis en los

derechos y deberes específicos, trabajan como guías convergentes que no están en

contradicción en la práctica. Tales principios son:

Prevención, que implica el respeto a la autonomía y a la no maleficencia;

Libertad, que implica el respeto a la autonomía y la beneficencia;

45 VALDÉZ, ERICK. "The problem of principlism”, Revista de Bioética, Bogotá (Colombia), N° 5, enero - julio 2011, pp. 54-60

Page 40: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

27

Igualdad, que implica la Justicia;

Buena voluntad, que implica el respeto a la autonomía y la justicia; y

Evaluación Utilitaria, que es un principio de excepción para resolver el problema cuando

no es posible determinar claramente la violación de los principios o cuando todos ellos

son violados, y que implica tomar la decisión que beneficia a la mayoría de los individuos

involucrados en el problema. 46

De manera puntual sobre el Principio de No-maleficencia, Valdéz critica la distinción que

Beauchamp y Childress hacen entre esos principios, pues considera que la no maleficencia y

beneficencia sólo podrían justificarse como principios separados si se entiende el primero

como un deber, y el segundo como un derecho individual. Por lo tanto, la colisión entre ellos

se podría resolver mediante la imposición de la no maleficencia sobre la beneficencia, ya que

la primera implica obligaciones vinculantes que se basan en la protección y promoción de los

valores universalmente aceptados, por ejemplo, la vida. De lo contrario, si se considera que

tanto la no maleficencia como la beneficencia son deberes, será muy difícil encontrar criterios

plausibles para clasificarlas cuando entran en conflicto.47

Para Valdéz hay críticos como Clouser y Gert que buscan desacreditar el Principialismo

calificando su método bioético como inútil e inaplicable, afirmando que este es sólo un

conjunto de nombres muy generales y vagos relacionados con aspectos éticos y problemas

morales, pero no es una guía práctica para la acción; y que los principios de Beauchamp y

Childress son a menudo contradictorios entre sí y no tienen ninguna relación sistemática entre

ellos a causa del uso ecléctico que hacen de la teoría moral.

Tal descalificación, según Valdéz, es demasiado abstracta porque no está relacionada con la

naturaleza de la bioética, pues el Principialismo fue concebido precisamente como una

respuesta a las teorías morales tradicionales que estaban llenas de fundamentos, pero sin

efectividad en la práctica, es decir, carentes de una característica de procedimiento, tan

necesaria en el campo de la ética aplicada; y porque, a pesar de los obstáculos que los

principios bioéticos tienen para su aplicación, no es prudente ignorar el Principialismo ya que

este, en el complejo campo del razonamiento moral, representa una estructura deliberativa

inherente a la razón humana, que siempre está en constante tensión. Los principios no sólo

46 VALDÉZ, ERICK. op. cit., pp. 71-73

47 Ibíd.: pp. 69-70

Page 41: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

28

representan posibles respuestas para hacer frente a los nuevos dilemas morales, sino que

también implican una referencia para cuestionar las eventuales decisiones que pudieran

contener errores debido a la complejidad que estos problemas implican.48

Con todo, Clouser y

Gert, pese a la descalificación que hacen de los principios bioéticos, señalan que solamente el

Principio de No-maleficencia cualifica como una verdadera y genuina guía para la acción

moral.

Igualmente dichos autores, al constatar que Beauchamp y Childress habían tenido en cuenta a

sus críticos en las sucesivas ediciones de su ya clásico libro, reconocieron que estos habían

acomodado tan bien las críticas que les habían sido formuladas, que podría no ser ya el mismo

Principialismo contra el que ellos inicialmente habían estado enfilando sus ataques

filosóficos.

Dentro de las críticas que últimamente se le han hecho al Principialismo, es importante

resaltar los reparos de que ha sido objeto el Principio de No-maleficencia, orientados a

cuestionar la jerarquía que tradicionalmente se le había otorgado dentro de las obligaciones

éticas, no solo porque en el nuevo milenio su prioridad ha querido ser desplazada por otros

intereses como el de la medicina gestionada, sino porque se han empezado a plantear

propuestas para que la máxima moral en que se fundamenta (primum non nocere) sea

sustituida por otro código moral como el llamado “Estatuto de profesionalismo” promulgado

en el 2002 por la Declaración conjunta de la Federación Europea de Medicina Interna, el

American College of Physicians - American Society of Internal Medicine (ACP-ASIM) y el

American Board of Internal Medicine. Dicho código surge como una respuesta a los desafíos

sin precedentes que en todas las culturas y sociedades sufre la práctica de la medicina en la

época actual, centrados en las disparidades, cada vez mayores, entre las legítimas necesidades

de los pacientes, los recursos disponibles para satisfacer esas necesidades, la dependencia

creciente en las fuerzas del mercado para transformar los sistemas de atención de salud, y la

tentación de los médicos de claudicar en su tradicional compromiso con la primacía del

interés del paciente y en el cual se proponen la primacía del bienestar y de la autonomía del

paciente, así como la de la justicia social; y como compromisos de los médicos, la

competencia profesional, la honestidad y confidencialidad con los pacientes, el mantener

relaciones apropiadas con ellos, el mejorar la calidad de la atención, el guardar la fidelidad al

conocimiento científico, el mantener las responsabilidades profesionales y la confiabilidad en

48 Ibíd.: pp. 66-67

Page 42: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

29

el manejo de los conflictos de intereses, y el realizar una distribución justa de recursos

limitados.49

Otra de las posturas actuales surgidas contra el Principialismo la configura una tendencia que

le otorga un significado particular a la máxima primum non necere. Según este nuevo

enfoque, el médico es considerado la segunda “víctima” en los daños iatrogénicos (aquellos

que se producen en el paciente como consecuencia de la aplicación de un tratamiento médico

o un método diagnóstico), no sólo por el riesgo que implica exponerse a demandas y

reclamaciones de los pacientes y sus familiares, sino porque tiene que enfrentar las culpas y

remordimientos que un profesional responsable siente cuando percibe que ha perjudicado a su

enfermo.

Esta nueva perspectiva se basa en el principio que, en medicina, se denomina el acto de doble

efecto, según el cual cada una de las acciones del médico tiene un efecto bueno y otro malo.

Así por ejemplo, la extirpación de un tumor puede salvar la vida, pero produce dolor y a veces

discapacidad y mutilación; los medicamentos tienen, además del efecto benéfico, efectos

secundarios adversos. Esta duplicidad permite considerar como lícitos aquellos actos de los

que se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo, siempre y cuando se satisfagan

determinadas condiciones relativas a la intención con que se realizan, al buen resultado y a la

proporcionalidad entre los extremos.

Ahora bien, el aceptar que en las acciones de los médicos está implícita la probabilidad de

producir daño, no significa dejar de reconocer que una alta proporción de estos daños son

evitables, particularmente los que dependen, entre otros factores, de la negligencia, la

imprevisión, los errores, y el fraude o la ignorancia injustificables.

Quienes defienden esta posición consideran que, si bien es cierto que los daños iatrogénicos

no son evitables en términos absolutos, sí lo son en términos relativos; para lo cual proponen

extremar las medidas precautorias en aquellas situaciones donde los riegos de errores o

accidentes ocurren más frecuentemente como cuando los médicos y el personal son

inexpertos, cuando se trata de procedimientos nuevos, cuando los pacientes se encuentran en

49 REVISTA MÉDICA DE CHILE, “Declaración conjunta de la Federación Europea de Medicina Interna, el American College of Physicians - American Society of Internal Medicine (ACP-ASIM) y el American Board of Internal Medicine”,

v.131 n.4, Santiago de Chile, abr. 2003.

Page 43: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

30

los extremos de la vida, cuando se otorgan cuidados complejos o se presta atención de

urgencia.50

1.7. Conclusión

Pese a todas las críticas y reparos que ha recibido el Principialismo como método para la

resolución de problemas que surgen dentro de la bioética médica, es indudable la importancia

que ha tenido su aplicación a las situaciones de conflicto que se presentan en la atención

médica y en la asistencia hospitalaria. Prueba de ello es que uno de sus principios, el de no

maleficencia, desde Hipócrates hasta la actualidad, ha sido el principio rector de la práctica

médica. Por ello, y porque la mayor parte de las críticas formuladas en su contra y las

propuestas hechas son complementarias al paradigma principialista y no verdaderas

alternativas, y ante la ausencia hoy de una teoría moral amplia y diferente que permita

resolver con total objetividad y solvencia epistemológica los problemas de biomedicina y

ética sanitaria, escogimos el Principio de No- maleficencia como referente bioético para el

análisis de las fallas del servicio médico asistencial de urgencias que se presentan en los

hospitales y clínicas de Colombia y que abordaremos en el próximo capítulo.

50 LIFSHITZ, ALBERTO. “El significado actual de primum non nocere”. Disponible en http://www.facmed.unam.mx/eventos/seam2k1/junio_2k2.pdf. (Consultado el 13 de marzo de 2014).

Page 44: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

31

CAPÍTULO 2

LA FALLA DEL SEVICIO MÉDICO ASISTENCIAL EN LAS

URGENCIAS HOSPITALARIAS.

2.1. Introducción

Habiendo tomado las perspectivas del Principialismo y, en particular, la del Principio de No-

maleficencia como paradigmas de racionalidad para abordar las dudas y los dilemas morales

que se presentan en la prestación del servicio médico asistencial de urgencias en las clínicas y

hospitales colombianos, consideramos conveniente acudir a las nociones de “servicio

público” y de “falla del servicio” que se han dado en la doctrina y jurisprudencia nacionales,

toda vez que la falla de dicho servicio solo se puede dar cuando se omite o se presta de

manera deficiente o tardía, el servicio público de salubridad. Por ello en el presente capítulo

abordaremos dichas nociones junto con la de urgencia hospitalaria, partiendo desde sus

concepciones clásicas hasta llegar a las definiciones y regulaciones que de tales conceptos han

hecho nuestras leyes; para desembocar luego en las precisiones que de ellas han hecho

nuestros tribunales de justicia, como criterios orientadores para la resolución de los conflictos

particulares que se han venido presentando y han sido demandados ante los operadores de

justicia.

2.2. Noción de servicio público

La noción de servicio público no es una invención de la época moderna. La gran mayoría de

los autores consideran que una de las primeras expresiones de esta teoría se dio en Francia

con el famoso Fallo Blanco.51

; y desde entonces dicha noción, que dio origen a una corriente

filosófico-jurídica denominada Escuela del servicio público o Escuela de Bordeaux, se colocó

como piedra angular del Derecho Administrativo y como razón de ser del Estado, pues este

tenía a su cargo la prestación de ciertos servicios públicos que constituían su finalidad social.

51 Fallo proferido en 1.873 por el Tribunal de Conflictos de Francia, denominado así porque mediante él se resolvió una demanda instaurada por el padre de la menor AGNÉS BLANCO, quien reclamaba una indemnización por parte del estado a causa de que su hija fuera arrollada por imprudencia de unos funcionarios que conducían una vagoneta de propiedad de una fábrica de tabaco, entidad de carácter estatal.

Page 45: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

32

Sobre la autoría del concepto de servicio público en Francia, no hay unidad de opiniones, pues

algunos autores le otorgan la paternidad a LEÓN DIGUIT, uno de los principales exponentes

de la Escuela de Bordeaux, para quien el servicio público consistía en toda aquella actividad

cuyo cumplimiento debía ser regulado, asegurado y controlado por los gobernantes, ya que

era indispensable para la realización y desarrollo de la independencia social y porque era de

tal naturaleza que no podía ser asegurada completamente más que por la intervención de la

fuerza gobernante.

Hoy en día la noción de servicio público todavía es un concepto impreciso, pues hay tantas

nociones como autores, aunque todas giran alrededor de tres elementos esenciales: La

existencia de una necesidad colectiva; la participación de la administración pública en la

satisfacción de dicha necesidad; y la regulación de su prestación por un régimen jurídico

especial.

En un principio los servicios púbicos a cargo del Estado estuvieron reducidos a tres: el de

defensa, prestado por el ejército; el de mantener el orden interno, a cargo de la policía; y el de

justicia, prestado por los jueces para resolver los conflictos entre los particulares. Pero con el

progreso de las ciencias, la proclamación de los derechos y las libertades del hombre, las

guerras entre naciones y al interior de estos y sus consecuencias, el Estado se vio obligado a

asumir otras tareas que antes estaban en manos de los particulares, ampliándose de esta

manera la cobertura de los servicios públicos a otras actividades como la enseñanza y la

sanidad, que tradicionalmente habían sido prestadas por la Iglesia en cumplimiento de los

preceptos evangélicos. De esta manera, a medida que fue evolucionando el Estado, fueron

apareciendo nuevas necesidades colectivas que le impusieron la exigencia administrativa de

prestar nuevos servicios públicos, hasta el punto de convertirse su prestación en la función

esencial de la concepción más moderna del Estado: el Estado social de derecho.

Después de la segunda guerra mundial, el Estado hizo crisis a causa del colapso que sufrió la

economía mundial por los grandes costos en que tuvieron que incurrir las naciones

involucradas y sus aliados, y por las necesidades de la postguerra. Ello generó una

incapacidad financiera de los Estados para seguir prestando ciertos servicios públicos,

viéndose obligados, entonces, a autorizar a los particulares para prestarlos mediante el

mecanismo de la privatización. Esta tendencia, que fue creciendo a medida que fueron

aumentando las necesidades colectivas por satisfacer, fue generando, por la mayor incidencia

que tenían en la sociedad la satisfacción de tales necesidades, una monopolización perniciosa

Page 46: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

33

por parte de los particulares cuyos efectos dañinos les ha tocado padecer a los usuarios, pese

al esfuerzo de algunos estados para frenar ese desbocado apetito mediante el mecanismo de la

nacionalización, por razones de soberanía o de interés social.52

En Colombia la definición legal de los servicios públicos se encuentra en el artículo 430 del

Código Sustantivo del Trabajo, donde son definidos como “toda actividad organizada que

tienda a satisfacer necesidades de interés general en forma regular y continua, de acuerdo

con un régimen jurídico especial, bien que se realice por el Estado, directa o indirectamente,

o por personas privadas”. Y para relievar su importancia y garantizar su prestación, el

constituyente en la Carta Magna de 1991, al escoger para Colombia la concepción de Estado

social de derecho, elevó a deber constitucional el suministrar tales servicios a la colectividad

por parte del Estado. Así se consagró en la Constitución Política cuando en su artículo 365 se

expresa: “Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del

Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional.”

2.3. Noción clásica de falla del servicio.

En la prestación de los servicios públicos por parte del Estado y dado el crecimiento y

desarrollo de las organizaciones sociales y el consecuente aumento de las necesidades

colectivas por satisfacer, se empezaron a presentar conflictos por la deficiente prestación de

tales servicios, causándose daños a los ciudadanos. A esta defectuosa prestación se le ha

denominado comúnmente falla del servicio, cuyo origen algunos autores también ubican en la

teoría clásica del derecho administrativo francés, quedando dicha noción inscrita, por esta

razón, en el ámbito jurídico. Es, pues, en la sentencia Pelletier,53

donde, en concepto del

tratadista Ramiro Saavedra Becerra, se reconoce por primera vez la falla del servicio cuando

en dicha providencia se hace alusión a las actuaciones irregulares atribuibles al particular o a

la administración, constitutivas de falta o falla del servicio, según el caso.54

52 PENAGOS, GUSTAVO. Derecho Administrativo, Tomo II, (Bogotá: Ediciones Librería del Profesional, 1995), pp. 275-283.

53 Fallo proferido por el Tribunal de Conflictos de Francia el 30 de julio de 1873, a raíz de una solicitud presentada por un ciudadano que demandó la nulidad de la orden de confiscación de un periódico que pretendía publicar, hecha por

un comandante en estado de sitio; y mediante el cual se establece la diferencia entre culpa personal y falla del servicio. 54 SAAVEDRA, RAMIRO. La Responsabilidad Extracontractual de la Administración Pública, tercera reimpresión, (Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2005), p. 241.

Page 47: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

34

En el derecho colombiano no existe una definición clara sobre falla del servicio, ya que cada

vez que los tribunales o los tratadistas han hecho referencia a esta figura, se remiten a la

jurisprudencia administrativa francesa, pues, como es sabido, nuestro derecho administrativo

tiene como fuente principal el derecho administrativo francés. Con base en estas influencias,

el Consejo de Estado ha erigido las bases doctrinales sobre las cuales ha construido su noción

tradicional de falla del servicio; la primera de las cuales sienta en la sentencia del 28 de Abril

de 1967 cuando dice:

“Ahora bien: si como consecuencia, bien de un mal funcionamiento del servicio

o de su ‘no funcionamiento’ o del tardío funcionamiento del mismo se causa

una lesión o un daño, el Estado es responsable y por consiguiente está en la

obligación de indemnizar los perjuicios ocasionados. Y esto con prescindencia

de la culpa personal del agente o agentes encargados de la prestación del

servicio, pues bien sea que aquel o aquellos aparezcan o no como responsables

del hecho dañoso, la administración debe responder cuando el daño se ha

causado como consecuencia de una falla en el servicio que estaba obligado a

prestar por cuanto, ser repite, esa responsabilidad se origina en último término,

en el deber primario del Estado de suministrar a los asociados los medios

conducentes a la efectividad de sus servicios, a la consecución de sus fines; en

otras palabras, a la realización del bien común.”55

Posteriormente el Consejo de Estado complementa esta noción de falla del servicio en dos

sentencias de 1990, en la primera de las cuales estableciendo que:

“La violación al contenido obligacional que se impone al Estado, y que puede

ser infringido ya sea porque así se deduce nítidamente de una norma que

estatuye con precisión aquello a lo cual está obligado el Estado frente al caso

concreto, ya que sea porque así se deduce de la función genérica del Estado, se

encuentra plasmada prioritariamente en el artículo 16 de la Constitución

política.”56

55 CONSEJO DE ESTADO, Sección tercera. Sentencia del 28 de Abril de 1967. Magistrado Ponente: Carlos Portocarrero Mutis. 56 CONSEJO DE ESTADO. Sección Tercera. Sentencia de 30 de Marzo de 1990. Exp. 3510. Magistrado Ponente: Antonio José de Irisarri Restrepo.

Page 48: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

35

Y en la segunda, diciendo que:

“Cuando se habla de responsabilidad por falla del servicio quien lo hace se

está refiriendo a una especie de responsabilidad nacida de una falla funcional u

orgánica que encuentra su fundamento en un servicio que la administración

debía prestar, bien por disposición de la ley o de los reglamentos o cuando de

hecho lo asume y que o no lo presta o lo presta de manera irregular en el

espacio o en el tiempo.”57

De lo expuesto se puede colegir, que la falla del servicio en su concepción clásica, si bien

implica una conducta de la administración plasmada en un servicio que, o bien funcionó mal,

no funcionó o lo hizo tardíamente, ello no supone que el elemento “culpa” esté ausente en la

responsabilidad por falla del servicio. Al contrario, el mismo Consejo de Estado en varias

oportunidades ha expresado que no toda falla implica responsabilidad del ente administrativo

causante del daño, sino que será únicamente la proveniente de una conducta negligente o

descuidada del servicio mismo, sin que importe la identificación del agente de la

administración que intervino en su acontecer.

En esta breve exposición hecha sobre falla del servicio nos hemos limitado a señalar la

concepción que en el derecho francés se tuvo de esta figura, y las bases doctrinales sobre las

cuales la jurisprudencia administrativa colombiana elaboró su concepto, porque fue de aquella

de donde el Consejo de Estado construyó su noción clásica, la cual ha venido aplicando en sus

fallos. Hemos omitido deliberadamente aspectos muy importantes de su estructura y

evolución tales como el de la falla presunta o probada, porque muy poco aportan al desarrollo

de nuestro trabajo. Si acaso más adelante haremos alguna alusión tangencial a estos aspectos.

2.4. Noción de urgencia hospitalaria.

Trasladados al campo de la atención de pacientes en las urgencias hospitalarias, debemos

precisar en qué consisten estas y cuándo se presentan fallas al momento de atenderlas.

57 CONSEJO DE ESTADO. Sección Tercera. Sentencia del 24 de Octubre de 1990. Exp. 5902. Magistrado Ponente: Gustavo de Greiff Restrepo.

Page 49: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

36

Según el Diccionario de la Real Academia, urgencia proviene del vocablo latino urgentia y

significa “necesidad o falta apremiante de lo que es menester para algún negocio”. Desde

este punto de vista, una urgencia es algo que debe resolverse de forma inmediata o requiere de

pronta atención. Generalmente el concepto suele asociarse a los problemas de salud de una

persona, como cuando está en riesgo de muerte, ante lo cual los médicos deben responder con

celeridad y prontitud. Ahora bien, en el ámbito de la medicina se han establecido tres niveles

de urgencia:

• La urgencia vital, cuando la vida del paciente corre riesgo o bien la posibilidad de que

se produzca una secuela funcional de gravedad.

• La urgencia percibida, que es aquella que no es vital, es decir, no se pone en riesgo la

vida del paciente.

• La urgencia relativa, que tiene que ver con los casos en que los especialistas son los

que determina si se trata o no de una urgencia que precisa una atención con carácter

preferente.

Y según la Organización Mundial de la Salud, urgencia sanitaria es “la aparición fortuita

(imprevista o inesperada) en cualquier lugar o actividad, de un problema de salud de causa

diversa y gravedad variable, que genera la conciencia de una necesidad inminente de atención

por parte del sujeto que lo sufre o de su familia”. De donde los elementos esenciales que

identificarían una urgencia sanitaria serían la aparición imprevista de un problema de salud, y

la necesidad inminente de atenderlo.

Ahora bien, recurrentemente suele confundirse urgencia con emergencia, que según la

Organización Mundial de la Salud hace referencia a los casos en que la falta de asistencia

conduciría a la muerte en minutos y en el que la aplicación de primeros auxilios por cualquier

persona es de importancia vital. De acuerdo con esto, entonces, urgencia y emergencia no son

lo mismo, ya que la emergencia es una situación de salud que se presenta repentinamente y

que requiere de inmediato tratamiento y atención médica, es decir, la emergencia podría

situarse al lado de la urgencia pero denota un caso de mayor gravedad, que deberá ser asistido

en forma inmediata; en cambio la urgencia es un término que refiere alarma pero que no

denota la misma gravedad que tiene la emergencia.

Page 50: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

37

En el ámbito nacional son muchas las disposiciones legales que a partir de 1990 se refieren de

manera particular y reiterada al tema de las urgencias hospitalarias, estableciendo desde lo

que debe entenderse por urgencia y atención inicial de urgencias, así como la obligatoriedad

de atenderlas por parte de las entidades prestadoras de salud, hasta la forma como deben

subvencionarse y manejarse.

En primer lugar tenemos la Ley 10 de 1990, mediante la cual se reorganizó el sistema

nacional de salud, en cuyo artículo 2° se estableció que todas las instituciones que ofrecieran

servicios de salud estaban obligadas a prestar atención inicial de urgencia,

independientemente de la capacidad socioeconómica de los solicitantes de este servicio.

En desarrollo de dicha ley y con el propósito de reglamentar los servicios de urgencia, se

expidieron, primero, el Decreto 1761 de 1990 y, después, el Decreto 412 de 1992. En este

último se estableció que todas las instituciones tanto públicas como privadas que ofrecieran

servicios de salud, estaban obligadas a prestar la Atención Inicial de Urgencias,

independientemente de la capacidad socioeconómica de los solicitantes. Definió el artículo 3°,

numeral 1, del citado Decreto 412 la URGENCIA como “La alteración de la integridad física

y/o mental de una persona, causada por un trauma o por una enfermedad de cualquier

etiología que genere una demanda de atención médica inmediata y efectiva tendiente a

disminuir los riesgos de invalidez y muerte.” Y la ATENCION INICIAL DE URGENCIA

como “todas las acciones realizadas a una persona con patología de urgencia y que tiendan

a estabilizarla en sus signos vitales, realizar un diagnóstico de impresión y definirle el

destino inmediato, tomando como base el nivel de atención y el grado de complejidad de la

entidad que realiza la atención inicial de urgencia, al tenor de los principios éticos y las

normas que determinan las acciones y el comportamiento del personal de salud.”58

La Ley 100 de 1993, inspirada en los nuevos lineamientos de la Constitución Política de

1991, revolucionó, para bien o para mal, el sistema nacional de salud creando el Sistema de

Seguridad Social Integral y dentro de este, el Sistema General de Seguridad Social en Salud,

elevando a ley lo que el decreto de 1992 ya había establecido respecto de la atención inicial de

urgencias, según lo expuesto arriba, y estableciendo que la prestación de este servicio no

requería contrato ni orden previa, pues sus costos serían cubiertos por el Fondo de Solidaridad

58 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, Decreto 412 de 1992, Articulo 3°, numeral 2

Page 51: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

38

y Garantía, FOSYGA, en los casos correspondientes, o por la Empresa Prestadora de Salud -

EPS - a la cual el usuario estuviera afiliado.

La Superintendencia Nacional de Salud, entidad de carácter técnico creada para inspeccionar,

vigilar y controlar el funcionamiento del Sistema General de Seguridad Social en Salud, y

ante las irregularidades y anomalías que venía presentándose en la atención de urgencias por

parte de las entidades encargadas de prestar este servicio, impartió instrucciones precisas a los

gobernadores, alcaldes y directores o gerentes de entidades públicas y privadas que prestan

servicios de salud, para garantizar el acceso de las personas a la atención inicial de urgencias,

así como para orientar al sector salud sobre la forma de garantizar la financiación de este tipo

de atención.

Por su lado, el Ministerio de la Protección Social desde 1996 ha venido elaborando una serie

de Guías para el manejo de las urgencias hospitalarias, la tercera de las cuales se publicó en el

2009. Dichas guías, en las que participaron 190 especialistas de reconocida competencia

provenientes de diversos centros académicos y hospitalarios del país, fueron elaboradas

pensando en las necesidades de los diferentes actores del Sistema General de Seguridad Social

en Salud y en especial, en los requerimientos de los profesionales de las Instituciones

Prestadoras de Servicios de Salud que laboran día a día en los servicios de urgencias del país.

Se resalta en estos documentos que las patologías de urgencia son una causa de consulta

médica que requieren de una adecuada y pronta atención por parte del personal que labora en

los servicios de urgencias de las instituciones de salud; y que es de vital importancia que este

personal tenga los conocimientos y las destrezas necesarias para poder diagnosticar y manejar,

de la mejor manera posible, las urgencias médicas que se le puedan presentar en su trabajo

cotidiano.

Finalmente, la Ley 1122 de 2007 modificada por el Decreto Nacional 126 de 2010, establece

en el Parágrafo de su Artículo 20 severas multas para las entidades que no presten la atención

inicial de urgencias. Dice dicha norma:

“Parágrafo.- Se garantiza a todos los colombianos la atención inicial de urgencias en

cualquier IPS del país. Las EPS o las entidades territoriales responsables de la atención a la

población pobre no cubierta por los subsidios a la demanda, no podrán negar la prestación y

pago de servicios a las IPS que atiendan sus afiliados, cuando estén causados por este tipo de

servicios, aún sin que medie contrato. El incumplimiento de esta disposición, será sancionado

Page 52: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

39

por la Superintendencia Nacional de Salud con multas, por una sola vez o sucesivas, hasta de

2.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes (smlmv) por cada multa, y en caso de

reincidencia podrá conllevar hasta la pérdida o cancelación del registro o certificado de la

institución.”

Como podemos ver, en el sistema jurídico colombiano existen abundantes normas y

disposiciones que no solo definen lo que es una urgencia hospitalaria, establecen la

obligatoriedad de atenderlas y la forma como deben manejarse y costearse, sino que también

regulan su adecuada prestación fijando sanciones drásticas para las entidades que, obligadas a

atenderlas, no lo hacen.

2.5. La falla del servicio en las urgencias hospitalarias según la jurisprudencia nacional.

Establecido el concepto de falla del servicio, tanto en sus orígenes como en la jurisprudencia

nacional, así como el de urgencia hospitalaria, se precisa ahora determinar cuándo se da, en la

jurisprudencia nacional, la falla del servicio médico-asistencial en los casos de urgencias

hospitalarias para construir, a partir de estos, el escenario donde haremos nuestras reflexiones

bioéticas.

En primer lugar hemos de precisar el concepto que se ha tenido de salud el cual no ha sido

siempre el mismo, pues ha tenido una evolución conceptual muy importante. Durante mucho

tiempo se creyó que la salud simplemente era la ausencia de enfermedades biológicas; pero a

partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, se elabora una nueva definición dada por

la Organización Mundial de la Salud según la cual la salud no consiste únicamente en la

ausencia de enfermedades biológicas, sino que es un estado de completo bienestar físico,

mental y social; noción de bienestar humano que trasciende lo meramente físico. La

Organización Panamericana de la Salud aportó luego un dato más: la salud también tiene que

ver con el medio ambiente que rodea a la persona.

Por su parte nuestra Corte Constitucional, siguiendo la línea planteada por la OMS, ha

definido la salud de la siguiente manera:

“(…) es un estado variable, susceptible de afectaciones múltiples, que inciden

en mayor o menor medida en la vida del individuo. La ‘salud’, por tanto, no es

Page 53: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

40

una condición de la persona que se tiene o no se tiene. Se trata de una cuestión

de grado, que ha de ser valorada específicamente en cada caso. Así pues, la

salud no sólo consiste en la ‘ausencia de afecciones y enfermedades’ en una

persona. Siguiendo a la OMS, la jurisprudencia constitucional ha señalado que

la salud es ‘un estado completo de bienestar físico, mental y social’ dentro del

nivel posible de salud para una persona. En términos del bloque de

constitucionalidad, el derecho a la salud comprende el derecho al nivel más

alto de salud posible dentro de cada Estado, el cual se alcanza de manera

progresiva. No obstante, la jurisprudencia también ha reconocido que la noción

de salud no es unívoca y absoluta. En un estado social y democrático de

derecho que se reconoce a sí mismo como pluriéntico y multicultural, la noción

constitucional de salud es sensible a las diferencias tanto sociales como

ambientales que existan entre los diferentes grupos de personas que viven en

Colombia.” 59

También nuestra Constitución Política estableció que la salud en Colombia es un servicio

público inherente a la finalidad social del Estado que está a su cargo, pudiéndolo prestar

directa o indirectamente, por comunidades organizadas, o por particulares. A|sí quedó

consagrado de manera explícita en sus artículos 49 y 365 cuando establece:

“ARTÍCULO 49.- La atención de la salud y el saneamiento ambiental son

servicios públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el

acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud.

Corresponde al Estado organizar, dirigir y reglamentar la prestación de

servicios de salud a los habitantes y de saneamiento ambiental conforme a los

principios de eficiencia, universalidad y solidaridad. También, establecer las

políticas para la prestación de servicios de salud por entidades privadas, y

ejercer su vigilancia y control. Así mismo, establecer las competencias de la

Nación, las entidades territoriales y los particulares, y determinar los aportes a

su cargo en los términos y condiciones señalados en la ley.

Los servicios de salud se organizarán en forma descentralizada, por niveles de

atención y con participación de la comunidad.

59 CORTE CONSTITUCIONAL, Sala Segunda de Revisión, Sentencia T- 760 del 31 de julio de 2008. Magistrado Ponente: Manuel José Cepeda Espinosa.

Page 54: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

41

La ley señalará los términos en los cuales la atención básica para todos los

habitantes será gratuita y obligatoria.

Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de

su comunidad.”

ARTICULO 365.- Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social

del Estado. Es deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los

habitantes del territorio nacional.

Los servicios públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley,

podrán ser prestados por el Estado, directa o indirectamente, por comunidades

organizadas, o por particulares. En todo caso, el Estado mantendrá la

regulación, el control y la vigilancia de dichos servicios.

La atención de la salud, es pues, un servicio público cuya prestación eficiente debe

garantizarla el Estado a todas las personas que habitan en el territorio nacional y cuya

organización, dirección y reglamentación está a su cargo. Esta es una premisa que no

debemos olvidar por cuanto juega un papel importante al momento de analizar los casos

particulares de negligencia en los servicios de urgencia médico hospitalaria.

Pero nuestra jurisprudencia constitucional fue aún más lejos, pues, dada la importancia que

tiene la prestación oportuna y eficiente de este servicio en la conservación de la vida y en la

protección a la integridad personal, le concedió el rango de derecho fundamental autónomo

que la carta magna no le había otorgado. Así lo estableció la Corte Constitucional desde sus

inicios después de haber sido creada por la Constitución Política de 1991 cuando dijo:

“El derecho a la salud conforma, en su naturaleza jurídica, un conjunto de

elementos que pueden agruparse en dos grandes bloques: el primero, que lo

identifica como un predicado inmediato del derecho a la vida, de manera que

atentar contra la salud de las personas equivale a atentar contra su propia

vida. Por estos aspectos, el derecho a la salud resulta un derecho

fundamental. El segundo bloque de elementos, sitúa el derecho a la salud con

un carácter asistencial, ubicado en las referencias funcionales del denominado

Estado Social de Derecho, en razón de que su reconocimiento impone acciones

concretas. La frontera entre el derecho a la salud como fundamental y como

asistencial es imprecisa y sobre todo cambiante, según las circunstancias de

Page 55: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

42

cada caso, pero en principio, puede afirmarse que el derecho a la salud es

fundamental cuando está relacionado con la protección a la vida. Los derechos

fundamentales, solo conservan esta naturaleza, en su manifestación primaria, y

pueden ser objeto allí del control de tutela.(….)60

[Subrayas y negrillas fuera de

texto]

Tal declaración nos permite concluir que el servicio público de salud no constituye ninguna

dádiva o favor del aparato estatal a sus ciudadanos, como en ocasiones se nos hace creer, sino

que, por el contrario, representa una actividad de aquellas definidas como esenciales por el

constituyente primario, razón por la cual el Estado se encuentra obligado a garantizar su

prestación de manera eficiente, en aras de proteger y salvaguardar la vida y la integridad de

las personas.

También la Corte Constitucional ha venido precisando las características intrínsecas que

informan el derecho a la salud en nuestro país, tales como la integralidad y la oportunidad.

Respecto de que la prestación del servicio de salud debe ser integral, la Corte dijo:

“El alcance del servicio público de la seguridad social en salud, es el

suministro integral de los medios necesarios para el restablecimiento de los

derechos fundamentales amenazados o vulnerados y la preservación de la

garantía de llevar una existencia en condiciones dignas, de acuerdo con las

prescripciones médicas aconsejadas para el caso, ya conocidas, pronosticadas

o previstas de manera específica, así como de las que surjan a lo largo del

proceso, encuéntrense o no contenidas dentro de las enlistadas como de

asistencia obligatoria por parte de las entidades que dispensan el servicio.

Atendiendo las consideraciones expuestas, la Corte ha considerado que la

prestación de estos servicios comporta no sólo el deber de la atención puntual

necesaria para el caso de la enfermedad, sino también la obligación de

suministrar oportunamente los medios indispensables para recuperar y

conservar la integridad física afectada, dentro de lo razonable y prudente que

enseñe la experiencia médica en la materia.” 61

60 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-484 de 1992, Magistrado Ponente: Fabio Morón Díaz. 61 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-1059 de 2006. Magistrada Ponente: Clara Inés Vargas Hernández

Page 56: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

43

En el mismo sentido la Corte también expresó:

“Este tribunal Constitucional se ha referido al principio de integralidad en el

tratamiento médico como una característica del Sistema de Seguridad Social en

Salud, que debe abarcar todas las áreas del bienestar humano, como lo señala

la norma, desde una política de prevención, para evitar las enfermedades, hasta

la rehabilitación de la mismas, ya que es posible que la enfermedad padecida

genere secuelas, que fuera de la atención médica sea necesario la

implementación de otro tipo de actividad, dirigida a lograr una rehabilitación

satisfactoria de la condición de salud y en consecuencia la posibilidad de llevar

una vida estable en condiciones dignas.” 62

Y respecto de la prestación oportuna del servicio de salud, ha sostenido la Corte:

“Cuando una E.P.S., en razón a trámites burocráticos y administrativos tales

como el vencimiento de un contrato con una I.P.S., demora la prestación del

servicio de salud requerido por una persona que padece una enfermedad

catastrófica, vulnera el derecho a la vida de ésta. Solamente razones

estrictamente médicas justifican que se retrase la prestación del servicio de

salud a personas en situaciones tan graves como la que atraviesa Martha Ligia

Sánchez Pérez.”

(.....)

Así pues, es claro para esta Sala que con relación al caso de Martha Ligia

Sánchez Pérez, el proceder del I.S.S. ha sido negligente. El hecho de que a

pesar de la urgencia con la que la accionante requiere los exámenes y

procedimientos exigidos por su médico tratante, a los cuales ella tiene derecho,

éstos no se hayan podido llevar a cabo por que el I.S.S. ha incumplido sus

obligaciones contractuales con aquellas entidades a las que ordenó la práctica

de dichos procedimientos, constituye un demora injustificada en la prestación

del servicio de salud, y en consecuencia una violación de los derechos

fundamentales de la petente.” 63

62 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-730 de 2007, Magistrado Ponente: Marco Gerardo Monroy Cabra. 63 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T- 635 de 2001, Magistrado Ponente: Manuel José Cepeda Espinosa.

Page 57: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

44

Siendo entonces la salud un derecho fundamental autónomo a la vez que un servicio cuya

titularidad y deber de prestación recae primariamente en el Estado, se prevé que en algunas

ocasiones el servicio se preste de manera incorrecta, o lo preste tardíamente o sencillamente

no lo preste. Ante estas eventualidades nuestro sistema jurídico ha establecido una serie de

responsabilidades que conllevan sanciones de tipo disciplinario y/o penal, con su

correspondiente obligación de indemnizar económicamente a quienes resulten afectados.

En la construcción del escenario que nos ha de servir para nuestra reflexión bioética, solo nos

resta establecer cuándo se da la falla en la prestación del servicio médico asistencial de

urgencias, para lo cual acudiremos a los fallos y sentencias más representativos del Consejo

de Estado y de la Corte Suprema de Justicia.

Previamente hemos de precisar que cuando un paciente es llevado al servicio de urgencias de

un hospital o clínica porque su estado de salud requiere una atención médica inmediata y

efectiva a fin de disminuir los riesgos de invalidez y muerte, y la entidad obligada a atenderlo

no lo hace, o lo hace de manera irregular o tardía, ese paciente o sus familiares, según el caso,

podrán acudir a los jueces para que estos determinen si hubo falla del servicio médico

asistencial y si, a consecuencia de ello, se produjo la invalidez o muerte del paciente; en cuyo

caso los jueces condenarán a la entidad responsable a pagar la indemnización económica

correspondiente. Estos jueces pueden ser de dos jurisdicciones distintas: de la jurisdicción

contenciosa administrativa (Juzgados administrativos, Tribunales administrativos y Consejo

de Estado) si la entidad a la que se acudió en procura del servicio de urgencia era de

propiedad del Estado, como lo son todos los hospitales del país; o de la jurisdicción ordinaria

(Juzgados Civiles, Tribunales Superiores y Corte suprema de Justicia), si la entidad era de

carácter particular, como lo son las clínicas.

En Colombia la responsabilidad del Estado por los daños que le llegare a causar a una

persona a través de sus órganos y entidades, como los hospitales, quedó consagrada de

manera explícita en el Artículo 90 de la Constitución Política de 1991 bajo el siguiente texto:

“El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables,

causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas”. Esta responsabilidad nace,

entonces, del daño que injustificadamente sufre una persona con ocasión del ejercicio, por

parte del Estado, de una función pública como lo es la prestación del servicio de salud; y por

ello es que a partir de dicha consagración constitucional las demandas por fallas en el servicio

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45

médico-asistencial, particularmente del prestado por los hospitales, empezaron a aumentar de

manera considerable.

Como quiera que es en el Consejo de Estado, máximo tribunal en lo contencioso

administrativo, donde se ha definido y desarrollado el concepto de falla del servicio médico

asistencial en los casos en que los hospitales han comprometido la responsabilidad del

Estado, expondremos brevemente la forma como ha evolucionado en Colombia la

jurisprudencia del Consejo sobre este tema.

Antes de 1992 la responsabilidad por la prestación del servicio médico-asistencial fue

resuelta con base en la teoría de la FALLA DEL SERVICIO PROBADA, según la cual y

partiendo de la base de que dicha prestación es una obligación de medios y no de resultados,

el paciente debía demostrar las fallas del servicio médico que padeció. Pero esta postura

comenzó a cuestionarse porque con mucha frecuencia se presentaban situaciones en las que

para al paciente le era muy difícil, cuando no imposible, demostrar tales fallas, como en el

caso de las intervenciones quirúrgicas en donde el paciente, privado del conocimiento por los

efectos de la anestesia, quedaba en imposibilidad cognitiva de probar el más simple hecho

ocurrido en ellas, y mucho menos dada su ignorancia en los temas médicos, la imprudencia,

negligencia o impericia con que los procedimientos científicos eran realizados.

Con la expedición de la sentencia del 24 de agosto de 1992, el Consejo de Estado cambia la

línea jurisprudencial respecto del servicio médico-asistencial, para establecer que el régimen

aplicable para estos casos era el de la FALLA PRESUNTA, basada en el argumento de que

es el médico y no el paciente, lego e ignorante en materia médica, el que mejor conoce su

situación, las terapias o procedimientos quirúrgicos que son más conveniente de acuerdo con

el diagnóstico hecho, y, por consiguiente, es él quien debe probar que no incurrió en la falla

del servicio médico reprochada.

Sin embargo, a partir de 2007 el Consejo de Estado ha adoptado algunas decisiones que dejan

entrever un posible cambio de postura: el régimen de la falla presunta es de aplicación

meramente excepcional, cuando se acredite que por los conocimientos técnicos y científicos

requeridos, la carga de probar la falla le resulte imposible o muy difícil al paciente. Este

nuevo criterio ha venido generando controversias entre muchos juristas que consideran que

esta posición constituye un retroceso de la jurisprudencia administrativa y acaba con la

evolución lograda hasta el momento.

Page 59: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

46

De conformidad con la nutrida jurisprudencia del Consejo de Estado, en la prestación del

servicio médico-asistencial de urgencias la falla puede presentarse, a grandes rasgos, de tres

maneras:

Cuando el servicio se presta tardíamente, como cuando se debe operar por apendicitis y,

por la demora en hacerlo, el paciente fallece de peritonitis.

Cuando el servicio requerido se presta en forma deficiente o irregular. Es el caso del

tratamiento médico o procedimiento quirúrgico que se presta mal o incompleto, o distinto

al requerido.

Cuando simplemente el servicio requerido no se presta, y de ello se derivan

consecuencias graves como la muerte.

De esta forma, cuando la falla en el servicio médico asistencial de urgencias se presenta en

cualesquiera de estas tres maneras, se estaría atentando contra la vida o la integridad física

del paciente y, por consiguiente, en contra de su dignidad de ser humano. Ello constituye, per

se, una vulneración al Principio de No-maleficencia, pues aunque este en primera instancia

impone la obligación de no hacer daño, también el daño se puede causar al no prevenir las

consecuencias nefastas de acciones u omisiones para el paciente, o al exponerlo a riesgos

innecesarios.

Las crecientes condenas que la justicia contencioso-administrativa viene profiriendo contra

los centros hospitalarios, tienen apoyo en realidades fácticas donde se evidencia la falta de

consideración y respeto por el paciente, quien es tratado con frecuencia, no como una persona

humana sino como una cosa, en situaciones donde los centros hospitalarios son como

supermercados donde si uno no encuentra un producto, simplemente tiene que ir a otra parte

a buscarlo, y en donde muchos médicos desempeñan el papel de simples técnicos. En la

actualidad existe una gran ambivalencia en nuestro Sistema de Seguridad Social,

caracterizado por la globalización de la salud (tecnología y medicamentos) y la privatización

de la atención sanitaria; pues se pretende controlar el gasto, manipulando la relación médico-

paciente con la intervención de terceros en las decisiones médicas, con la limitación del

acceso a servicios de alto costo, con las demoradas listas de espera para la atención

especializada, y con la reglamentación excesiva del acto médico con base en criterios

exclusivos de rentabilidad económica. Es por ello que tanto la jurisprudencia constitucional

Page 60: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

47

como la contencioso-administrativa han venido reiterando que la negación del servicio

médico asistencial en salud, o su prestación deficiente o tardía, configuran una falla del

servicio; y que cuando se comprueba que esta es la causante del daño o perjuicio causado al

paciente o sus familiares, se genera entonces una responsabilidad de quien legal y éticamente

estaba en la obligación de prestar oportuna y eficazmente dicho servicio.

2.6. Conclusión

Del recorrido que hemos hecho en el presente capítulo a través de la doctrina nacional e

internacional, las normas legales y la jurisprudencia de los tribunales de justicia colombianos,

queda claro que la defectuosa prestación del servicio médico asistencial en las urgencias

hospitalarias constituye lo que se ha denominado una “falla del servicio”, y que cuando se da

en cualquiera de sus modalidades, implica una violación grave a nuestro ordenamiento legal,

generando para quienes estaban obligados a prestar dicho servicio, una serie de

responsabilidades y sanciones drásticas.

Queda claro también que el servicio de urgencias hospitalarias no es un favor que prestan las

entidades encargadas de hacerlo, sino que constituye, como el que más, la esencia del

servicio público de salud y, por tanto, y por haber sido elevado este al rango de derecho

fundamental autónomo, el Estado se encuentra obligado a garantizar su prestación de manera

eficiente y oportuna.

Pero lo más importante que debemos rescatar de las consideraciones hechas en el presente

capítulo tiene que ver con lo dicho por la Corte Constitucional cuando afirma que atentar

contra la salud de las personas equivale a atentar contra su propia vida. Y el que atenta

contra la vida de una persona comete el delito de homicidio en el grado de tentativa, el cual

tiene señalada en el Código Penal Colombiano una pena no menor de la mitad del mínimo, ni

mayor de las tres cuartas partes del máximo de la señalada para el delito de homicidio

consumado.64

Las anteriores premisas nos permiten platear los siguientes interrogantes:

64 CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, Ley 599 de 2000 (Código Penal), Artículo 22.

Page 61: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

48

1. Cuando en la prestación del servicio médico-asistencial de urgencias, la falla se da porque

el servicio se presta tardíamente, se presta en forma deficiente o simplemente no se

presta, y de ello se derivan consecuencias graves como la muerte del paciente, se tipifica

el delito de homicidio?..

2. Cuando en la prestación del servicio de urgencias se da la falla de dicho servicio en

cualesquiera de sus modalidades y a consecuencia de ello no se produce la muerte, pero sí

grandes daños en la salud del paciente, estaríamos en presencia de una tentativa de

homicidio?...

Las respuestas a estos interrogantes las encontraremos en el siguiente capítulo donde

analizaremos los fallos y sentencias más representativos del Consejo de Estado y de la Corte

Suprema de Justicia sobre las fallas que se han dado a lo largo y ancho del país, en la

prestación del servicio médico asistencial de urgencias.

Page 62: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

49

CAPÍTULO 3

FORMAS DE PRESENTARSE LA FALLA DEL SERVICIO MÉDICO

ASISTENCIAL EN LAS URGENCIAS HOSPITALARIAS

3.1. Introducción.

Ya explicamos en el capítulo anterior que la falla del servicio médico-asistencial en las

urgencias hospitalarias se puede dar principalmente de tres maneras: Cuando el servicio

requerido se presta en forma tardía, cuando se presta de manera deficiente o irregular y

cuando simplemente no se presta.

Para explicitarlo, señalaremos ahora de manera sucinta los casos más representativos en

los cuales, en nuestra opinión, se evidencian de manera notoria las distintas formas de

falla del servicio médico-asistencial en la atención de las urgencias hospitalarias. Para

ello escogimos dentro del universo jurisprudencial de los cientos de procesos judiciales

que han terminado estableciendo la existencia de dicha falla, medio centenar de

sentencias, de entre las cuales seleccionamos quince, cinco en cada modalidad, sobre

casos ocurridos en diferentes ciudades del país, tratando de hacer un cubrimiento de

todas las regiones del mapa de Colombia, dado que las fallas en la prestación del

servicio médico-asistencial de urgencias se han presentado y se siguen presentando a

todo lo largo y ancho del territorio nacional, importando poco si se trata de un

municipio de sexta categoría o de una capital de departamento.

Las sentencias seleccionadas fueron proferidas dentro del período comprendido entre el

año 1992 y el 2013 como quiera que fue a partir de la Constitución Política de 1991

que, con la proclamación de Colombia como un Estado Social de Derecho, se

estableció como derecho fundamental el derecho a la salud y se elevó a deber

constitucional la prestación del servicio público de salubridad a la colectividad por

parte del Estado; lo que permitió que las altas cortes se fueran pronunciando más

enérgicamente sobre las fallas del servicio médico asistencial en las clínicas y

hospitales.

Page 63: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

50

La metodología utilizada para la presentación de los casos tendrá tres pasos: en primer

lugar haremos un resumen de los hechos relatados en las demandas; luego

expondremos las consecuencias jurídicas que, en criterio de los tribunales de justicia, se

derivaron de las fallas del servicio médico-asistencial y que son relevantes para nuestro

trabajo; y por último, haremos un análisis bioético sobre las distintas formas como se

violó el Principio de No-maleficencia en cada una de las tres secciones en que se

agruparon los casos.

3.2. Por demora injustificada en la prestación del servicio.

Esta modalidad de falla del servicio médico-asistencial se presenta cuando un paciente

llega al servicio de urgencias de un hospital o clínica en demanda de atención y la

entidad hospitalaria se demora, sin ninguna justificación, en prestarle los servicios

requeridos de suerte que, de haberse tratado al paciente oportunamente, era altamente

probable que los resultados finales hubiesen sido diferentes.

Caso 1.

Descripción del caso. El señor JORGE DARÍO MORENO, afiliado a la Caja Nacional

de Previsión - Cajanal - el 3 de abril de 1993 fue atropellado en la ciudad de Medellín

(Antioquia) por un vehículo automotor que lo dejó inconsciente y con heridas en la

cabeza, por lo que fue llevado al Hospital San Vicente de Paúl de dicha ciudad, en

donde, por no haberse podido obtener de Cajanal la correspondiente autorización para

ser internado en una unidad de cuidados intensivos, fue remitido a la Clínica Medellín,

de donde, por no contar con una unidad de cuidados intensivos, se remitió a la Clínica

SOMA. Aquí se le negó la atención por tratarse de un paciente afiliado a Cajanal,

aduciéndose que esta “no pagaba”. De inmediato el paciente fue enviado a la Clínica

del Rosario donde, previo aporte en dinero efectivo de los familiares del paciente, fue

llevado a cuidados intensivos, pero con el compromiso de que se obtuviese la

correspondiente orden de atención por parte de Cajanal.

Después de mucho trasegar, CAJANAL dio la orden de atención pero solo para

cuidados intensivos, por lo que, una vez el paciente salió de la UCI y por orden también

de Cajanal, fue remitido al Hospital San Vicente de Paúl, en donde quedó al cuidado

Page 64: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

51

solo de las enfermeras sin supervisión médica alguna. A consecuencia de los constantes

traslados de un centro asistencial a otro, a la ausencia de una atención médica oportuna

e integral, y a la negativa de CAJANAL de dar oportunamente las respectivas órdenes

de servicio, la salud del señor Jorge Darío Moreno se fue agravando hasta que falleció

el 12 de abril de 1993.

En agosto de 1993 los familiares del señor Moreno interpusieron demanda ante el

Tribunal Administrativo de Antioquia, el cual en sentencia de 9 de marzo de 2000,

negó las pretensiones, pues consideró que la demora en los trámites administrativos

para remitir el paciente desde el Hospital San Vicente a las otras instituciones

hospitalarias, no había contribuido o precipitado la muerte del señor Moreno.

Apelado el fallo, el Consejo de Estado mediante fallo del 18 de febrero de 2010, revocó

la sentencia proferida por el Tribunal, declarando patrimonialmente responsable a la

Caja Nacional de Previsión Social por los perjuicios causados a los demandantes,

condenándola a pagarles una indemnización por los daños morales causados.

Consecuencias jurídicas. Con base en las pruebas obrantes en el proceso, el Consejo

de Estado pudo establecer que la dilación injustificada en la prestación del servicio

hospitalario por parte de Cajanal supuso un grave desconocimiento de los elementos

esenciales de la obligación médica, ya que el servicio público de salud no constituía

ninguna dádiva del aparato estatal, sino que, por el contrario, representaba una de sus

actividades esenciales; razón por la cual el Estado se encontraba obligado a garantizar

su prestación de manera eficiente, en aras de proteger y salvaguardar la vida e

integridad de las personas.

También respalda el Consejo de Estado su decisión en la jurisprudencia de la Corte

Constitucional la cual ha precisado que “se irrespeta el derecho de salud de los

pacientes cuando se les niega el acceso a un servicio por no haber realizado un trámite

interno que corresponde a la propia entidad”;65

así como en el Decreto 1703 de 2002,

en el cual se prevé que los trámites de verificación y autorización de servicios no

podrán ser trasladados al usuario y serán de carga exclusiva de la institución prestadora

de servicios y de la entidad de aseguramiento correspondiente.

65 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 18 de febrero de 2010. Exp. N° 18524. Consejero ponente: Enrique Gil Botero.

Page 65: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

52

Concluye el fallo que en este caso se había configurado una falla del servicio médico–

asistencial lo que hacía imputable el daño antijurídico a la entidad demandada, ya que,

de haberse tratado al paciente de forma oportuna era altamente probable que el

resultado final hubiese sido diferente.

Caso 2.

Descripción del caso. La señora BLEIDIS JIMÉNEZ MERCADO de 23 años y 7

meses de edad, ingresó el 16 de noviembre de 1996 a la Clínica San Jorge de la ciudad

de Maicao (Guajira) por cuenta del Instituto de Seguros Sociales, al cual se encontraba

afiliada, para ser atendida por parto normal, dándosele de alta al día siguiente.

El día 20 de noviembre de 1996 en la mañana, la señora Bleidis fue encontrada por su

señora madre tirada en el suelo del baño en estado semi-inconsciente y sin habla.

Inmediatamente fue trasladada a la Clínica San Jorge a donde llegó con medio cuerpo

paralizado. Allí fue atendida por un internista quien recomendó su remisión inmediata a

un hospital de tercer nivel, pero la paciente sólo fue remitida a un hospital de Cartagena

18 horas después.

Durante el traslado la paciente presentó convulsiones, por lo que se varió el destino de

remisión al Instituto de Seguros Sociales de Santa Marta, donde fue recibida a las 4:10

de la tarde, presentando paro respiratorio. Allí fue remitida a la Unidad de Cuidados

Intensivos de la Clínica Milagrosa, que la recibió a las 6:30 p.m. en estado comatoso y

en donde falleció el 23 de noviembre de 1996. Ninguna de las entidades que la

atendieron le realizó a la paciente el TAC prescrito por los médicos que la revisaron

inicialmente.

Consecuencias jurídicas. El Consejo de Estado, mediante fallo del 10 de agosto de

2005, dedujo la existencia de una anomalía en la conducta del Instituto de Seguros

Sociales, frente a la atención hospitalaria de la paciente a través de la Clínica San Jorge

de Maicao, en virtud de un contrato de prestación de servicios celebrado entre ambas

entidades.

Anomalía que constituyó una falla del servicio médico-asistencial con fundamento en

el hecho de que la paciente debió ser remitida en forma inmediata a una entidad que

cumpliera con el nivel de complejidad exigido para el estudio y tratamiento de su

Page 66: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

53

patología. Traslado que, pese a la inmediatez con que fue recomendada por los médicos

tratantes, solo se produjo aproximadamente 24 horas después; y la clínica, en vez de

proceder a ordenar inmediatamente la respectiva remisión siguiendo los protocolos

médicos establecidos para estos casos, procedió por el contrario a hospitalizarla en

dicho centro médico, lo cual resultaba inoficioso.66

Caso 3.

Descripción del caso. El 7 de julio de 1996 el señor VICTORIANO VARGAS ETRÉN

sufrió una caída en la calle y se incrustó un vidrio en el brazo derecho, razón por la cual

fue trasladado a urgencias del Hospital Timothy Britton de San Andrés Islas, a donde

ingresó a las 10:30 de la noche. Al ser examinado se encontró que presentaba una

herida en la región de pliegue de codo derecho que comprometía piel, músculo, arteria,

vena humeral y nervio mediano, razón por la cual fue intervenido quirúrgicamente para

practicarle ligadura de las venas y de la arteria humeral.

El 10 de julio siguiente, fue sometido a una nueva cirugía, toda vez que presentaba

disminución del flujo sanguíneo en los músculos y nervios adyacentes (“Síndrome

Compartimental”). Seguidamente los días 12 y 14 de julio del mismo año fue sometido

nuevamente a sendas cirugías por presentar infección en la herida y continuar con el

síndrome compartimental. La historia clínica reveló, asimismo, que el paciente fue

intervenido por quinta vez el mismo 14 de julio, para practicarle un “Lavado quirúrgico

más debridamiento de tejidos”.

Como la evolución del estado de salud del paciente fue tórpida, es decir, que nunca

hubo realmente una mejoría, el médico ortopedista que lo atendió estableció la

necesidad de remitirlo a un hospital de tercer nivel de atención, para someterlo a la

práctica de un estudio de diagnóstico complementario y manejo de cirugía vascular,

pero dicho traslado apenas se surtió el 16 de julio de 1996, esto es, transcurridos 9 días

de haber ingresado al Hospital Timothy Britton de San Andrés.

Remitido el paciente al Hospital Universitario de Cartagena, se le diagnosticó que

presentaba “Herida en M.S.D. infectada, más lesión vascular y necrosis del antebrazo

66 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 10 de agosto de 2005. Exp. N° 15683. Consejera Ponente: María Elena Giraldo Gómez.

Page 67: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

54

derecho”, razón por la cual fue sometido a un tratamiento para contrarrestar la

infección; sin embargo, como no se evidenció mejoría alguna, el 20 de julio de 1996 se

le practicó “amputación supracondilea de M.S.D.” y, el 22 de julio siguiente, fue dado

de alta.

Consecuencias jurídicas. Mediante sentencia del 24 de octubre de 2002, el Tribunal

Administrativo de San Andrés, Providencia y Santa Catalina negó las pretensiones de la

demanda, por estimar que en el Hospital Timothy Britton de San Andrés se le había

suministrado al paciente una atención médica adecuada y oportuna. La sentencia fue

apelada y el Consejo de Estado en fallo del 6 de julio de 2012 revocó la sentencia

proferida por el Tribunal, acogiendo el dictamen pericial de Medicina Legal según el

cual, no obstante la atención prestada al paciente por el Hospital Timothy Britton, dada

la gravedad y complejidad de la lesión su traslado debió realizarse con la mayor

brevedad posible, cosa que no ocurrió, razón por la cual fue imposible controlar la

infección en el brazo derecho del señor Vargas y mucho menos evitar que éste fuera

amputado. Concluyó el Consejo de Estado en el fallo afirmando:

“(….) no hay duda que el Hospital Timothy Britton de San Andrés fue

negligente, por no haber trasladado oportunamente al señor Victoriano

Vargas Etrén a otro centro asistencial de mayor nivel de atención, a fin

de que pudieran salvarle la extremidad superior afectada.

(…..) el señor Vargas Etrén, por las razones atrás anotadas, requería una

atención especial y ésta solo era posible en un hospital de tercer nivel,

razón más que suficiente para haber ordenado su traslado inmediato a

otro centro asistencial que cumpliera con las especificaciones y

exigencias requeridas, cosa que, como se vio, solo se hizo 9 días después

de su ingreso al Hospital Timothy Britton de San Andrés, es decir, cuando

la herida se encontraba en avanzado estado de infección, conforme se

evidenció en la historia clínica del Hospital Universitario de Cartagena,

el cual, a pesar de haber agotado todas las posibilidades que se

encontraban a su alcance, para sortear con éxito la infección en la herida

Page 68: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

55

de la víctima, no tuvo alternativa distinta que amputar la extremidad

afectada, para salvar su vida.” 67

Caso 4.

Descripción del caso. El 9 de octubre de 1986 el profesor OSCAR PEDRAZA

OCHOA, fue remitido desde el Municipio de San Andrés (Santander) a la Clínica de

Bucaramanga por presentar síntomas de apendicitis. A dicha clínica ingresó a las 2:00

de la tarde del mismo día, pero solo fue examinado tres horas después, dejándosele en

observación por no estar claros los síntomas que presentaba.

El 10 de octubre al ser examinado, el paciente presentó abdomen tenso y doloroso, por

lo que se dispuso operarlo. A las 9 a.m. fue sometido a una cirugía, presentándo vómito

en el momento de la inducción anestésica. La intervención se practicó hallándose

“necrosis en el ileón terminal”. Se efectúo resección intestinal y apendicectomía

profiláctica. A la una de la tarde, el paciente presentó dificultad respiratoria e

hipotensión. Se insinuó la colaboración de un internista preferiblemente neumólogo,

ante la sospecha de broncoaspiración. Intervino entonces un internista, quien compartió

el diagnóstico y solicitó lavado bronquial, procedimiento que requería la asistencia de

un neumólogo según lo había recomendado el cirujano, sin que su advertencia fuese

atendida. A las 5:30 un médico intentó realizarlo, pero el paciente falleció al iniciarse el

procedimiento.

Consecuencias jurídicas. De la valoración que hace el Consejo de Estado del caso,

concluye en su fallo proferido el 26 de mayo de 1992 que la obligación de medio, que

estaba a cargo del Instituto de Seguro Social de Santander y que éste pretendió cumplir

con la atención que se brindó al enfermo en la Clínica Bucaramanga, no se cumplió,

porque no se le brindó ninguna atención médica seria y adecuada, no obstante la

gravedad de la enfermedad evidenciada con la sintomatología que tenía; porque el

enfermo solo fue atendido tres horas después de haber ingresado; y porque se procedió

a operar al paciente sin la asistencia de un neumólogo, habiendo tenido vómito masivo

con olor fecaloide antes de la misma. Para el Consejo de Estado resulta incuestionable

que frente a esta situación crítica, se ha debido ordenar lo que sólo más tarde se hizo

67 Colombia. CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera – Subsección A, Sentencia del 6 de junio de 2012. Exp. N° 24133. Consejero Ponente: Carlos Alberto Zambrano Barrera.

Page 69: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

56

cuando ya el paciente estaba en un estado casi terminal, esto es, buscar un profesional

especializado para optimizar los cuidados al enfermo.

Por las razones expuestas el Consejo de Estado concluye que Instituto de Seguro Social

de Santander y la Clínica de Bucaramanga incumplieron el deber jurídico que tenían de

brindarle al paciente todos los medios para tratar su enfermedad. Estos últimos, en

puridad de verdad, no se dieron con el cuidado y esmero que la enfermedad requería.

Llama poderosamente nuestra atención la cita que el Consejo de Estado hace de un

texto que bien podría considerarse una reflexión hecha a propósito de los principios

bioéticos: "De consiguiente, el eje de la responsabilidad médica gira sobre los

siguientes postulados: hacer todo aquello que esté indicado hacer, consideración

habida al grado de progreso de los conocimientos médicos y a los recursos disponibles

en el correspondiente medio; y abstenerse de hacer todo aquello que no deba hacerse,

en atención a las mismas circunstancias". (Teoría General de las Obligaciones.

Volumen lll, parte Segunda, Editorial Temis, 1955, págs. 201 y ss.ss).” 68

(Subrayas de

la Sala).

Caso 5

Descripción del caso. El señor ARTURO VILLALBA CORTÉS fue atropellado por

una motocicleta en la ciudad de Neiva el día 11 de enero de 1997, razón por la cual fue

trasladado al Instituto de Seguros Sociales de dicha ciudad, de donde por presentar

“politraumatismo, fractura cóndilo mandibular y trauma dental” se le remitió a la

Clínica de Fracturas y Ortopedia de dicha ciudad en la cual se le realizó una

intervención quirúrgica consistente en la “reducción abierta de fractura mandibular y

exploración del conducto dentario”.

Los exámenes de laboratorio realizados al accidentado antes de la cirugía arrojaron

resultados normales; igualmente, al culminar la intervención quirúrgica se informó a los

familiares que no se había presentado complicación alguna. Según la historia clínica, al

paciente se le prescribieron varios medicamentos como la ampicilina y la aplicación de

unas ampolletas de “dipirona”, pero la enfermera en su lugar le aplicó ampollas de

“diclofenaco”. También consta en dicha historia que el señor Villalba después de la

68 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 6 de marzo de 1992. Exp. N° 6255. Consejero Ponente: Julio César Uribe Acosta.

Page 70: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

57

cirugía no recuperó su nivel de conciencia normal y siempre permaneció dormido. En

las anotaciones correspondientes al día 4 de febrero de 1997 quedó registrado sin

mayor explicación que el paciente falleció hacia las 2:40 A.M. El Instituto de Medicina

Legal concluyó que el deceso del paciente se produjo por “un cuadro de hipoxia aguda

sufrida en el posoperatorio inmediato”.

Después del deceso del paciente y antes de la autopsia se le practicó “cerclaje (le

amarraron las mandíbulas con alambre de acero)”, lo cual, según la anotación hecha en

la historia clínica, era “parte de la operación”, alterándose su estado con el único

propósito de ocultar la consabida responsabilidad médica.

Consecuencias jurídicas. El Juzgado 4º Civil del Circuito de Neiva mediante sentencia

del 4 de mayo de 2004, absolvió a uno de los demandados y declaró a los demás, así

como a la clínica, civil y solidariamente responsables por la muerte de del señor

Villalba Cortés, imponiéndole las correspondientes condenas indemnizatorias.

Apelada la sentencia de primera instancia, el Tribunal la confirmó estableciendo que la

clínica y los profesionales que intervinieron en la operación habían incurrido en una

negligencia grave, pues estos habían descuidado irresponsablemente al paciente ya que,

siendo el procedimiento quirúrgico de naturaleza ambulatoria, tuvo como consecuencia

su muerte; de suerte, pues, que el actuar de quienes intervinieron en la operación no se

ajustó a los deberes profesionales exigidos para el caso, es decir, al cuidado y diligencia

debidos.

Reflexiones sobre los casos del primer grupo.

En los cinco casos expuestos en este acápite se evidencia una falla del servicio médico-

asistencial, porque las instituciones hospitalarias obligadas a prestar el servicio de

urgencia dilataron injustificadamente la atención del paciente, incurriendo en

negligencia grave por no remitirlo con la inmediatez que se requería a un hospital con

el nivel de complejidad exigido, incumpliendo de manera flagrante la obligación que

tenían de prestarle en forma oportuna el cuidado y la diligencia debidos; irrespetando

de esta manera el derecho a la salud de los pacientes y violando el Principio bioético de

No-maleficencia, una de cuyas obligaciones, la primera, consiste en que no se debe

causar daño o mal.

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58

La violación a dicho principio se da por cuanto la no maleficencia no debe entenderse

en el sentido meramente negativo de no hacer el mal, sino que también tiene una

dimensión positiva: procurar que la vida biológica de todos los seres humanos sea

tratada con total consideración y respeto. Desde este punto de vista las consideraciones

hechas por el Consejo de Estado de que en los casos analizados había existido una falla

del servicio médico-asistencial por negligencia culpable, permiten concluir que hubo

violación a una de las especificaciones del Principio de No-maleficencia, por cuanto las

instituciones hospitalarias, por la demora en prestar los servicios requeridos por los

pacientes, a unos les ocasionaron la muerte y a otros les causaron graves daños

exponiéndoles innecesariamente a riesgos irracionales.

Son muchos los casos que a diario se presentan en el país en que el enfermo, agobiado

por la angustia y el sufrimiento propios de su dolencia, cuando es llevado a los

servicios de urgencia de un hospital o clínica se siente perdido como en un oscuro

laberinto, y en donde es recibido por unos funcionarios y administradores las más de las

veces indiferentes e indolentes, cuando no altaneros, y para quienes el paciente es un

número más, pero no UNA PERSONA.

Lo anterior pone de manifiesto que en muchos de los centros hospitalarios hace falta

más formación y educación en sus empleados, para vivenciar la dignidad de la persona

humana, que tiene derecho a morir también en paz; o como lo dijo el Consejo de Estado

en una de las sentencias expuestas, el paciente tiene derecho a la ORTOTANASIA, es

decir, a morir con dignidad, porque morir es también un derecho inalienable del ser

humano.

3.3. Por la deficiente o irregular prestación del servicio.

Esta otra forma de falla del servicio médico-asistencial se presenta cuando un paciente

llega al servicio de urgencias de un hospital o clínica en procura de atención y la

entidad hospitalaria se la presta pero de manera defectuosa o incorrecta, por omisión,

carencia o descuido en tal forma que, de habérsele prestado el servicio en forma

adecuada y eficiente, las consecuencias hubiesen sido diferentes.

Page 72: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

59

Caso 6.

Descripción del caso. El día 10 de febrero de 1991, domingo de carnaval, la niña

NORA ESTHER ZÁRATE GUELL, de 7 años de edad, fue arrollada por un bus en el

barrio Rebolo de la ciudad de Barranquilla, recibiendo el golpe en el fémur derecho, el

cual se fracturó con desplazamiento. La menor fue llevada al Hospital General de esta

ciudad por el servicio de urgencias aproximadamente a las 11:30 a.m., a donde ingresó

consciente, orientada, pero con politraumatismos, Allí fue atendida por un médico

interno, porque los médicos de planta no se encontraban prestando el servicio que les

correspondía. El médico que la atendió ordenó aplicarle Profenil, pero como en el

hospital no había tampoco personal paramédico que atendiera, el padre de la niña tuvo

que salir y aplicarle la droga a su hija por fuera del hospital.

Más tarde y por insistencia de la madre, el médico decidió practicarle una radiografía

en la pierna derecha, que reveló fractura de fémur, pero omitió tomarle los signos

vitales y examinar los demás órganos. Sólo hasta las 2:00 de la tarde un ortopedista dio

la orden de remitir a la niña a otro centro asistencial, porque en el hospital no había

servicio de cirugía pediátrica.

La niña fue llevada al Hospital Pediátrico a donde ingresó a las 2:15 p.m.; allí le

practicaron los exámenes que la emergencia requería, se le suministraron líquidos a

chorro y se le practicó una trasfusión de sangre; fue valorada por el pediatra, por el

ortopedista y por el cirujano, quienes diagnosticaron que había sufrido trauma cerrado

de abdomen, fractura de fémur y shock hipovolémico. Sin embargo, la niña empezó a

sangrar por la nariz y por la boca, presentó paro cardiorrespiratorio y lamentablemente

falleció, antes de que pudiera ser intervenida.

Consecuencias jurídicas. El Consejo de Estado al resolver el recurso de apelación

interpuesto por el Departamento del Atlántico en contra de la sentencia proferida por el

Tribunal Administrativo del Atlántico, señala las graves deficiencias que se presentaron

en el Hospital General de Barranquilla, en relación con la atención que debió

brindársele a la niña Nora Zárate durante el lapso en el que permaneció en dicho centro

asistencial.

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60

Consideró el Consejo de Estado que la muerte de la menor era imputable al

Departamento del Atlántico, porque en dicho hospital no se le brindó la atención

médica que requería, en tanto que no fue valorada por ningún médico de la entidad,

sino que su atención se dejó a cargo del interno, quien carecía de la experiencia

necesaria para atender un caso de tanta gravedad; porque no se tomaron los signos

vitales de la menor con el fin de establecer si además de la lesión del fémur, había

sufrido daños en sus órganos internos, como de hecho ocurrió, para así adoptar las

medidas necesarias con el fin de evitar que sufriera la anemia aguda, lo que le causó la

muerte, según el criterio de los médicos del Hospital Pediátrico; y por no haber

remitido a la niña en forma inmediata a un centro asistencial donde fuera debidamente

atendida y de esta manera salvarle la vida.69

Caso 7.

Descripción del caso. El día 27 de marzo de 1997, el señor MARIO FERNANDO

OSEJO MARTÍNEZ ingresó a urgencias de la Clínica Maridíaz del Instituto de

Seguros Sociales de la ciudad de San Juan de Pasto (Nariño), por presentar dolor en su

pecho y dolor epigástrico, vómito abdominal, con una tensión arterial de 70/50. Se le

diagnosticó en ese momento una intoxicación etílica.

Como la salud del paciente no mejoraba puesto que el dolor persistía, se le introdujo

una sonda nasogástrica y se le practicaron unos exámenes de laboratorio con base en

los cuales y por disposición médica, se le practicaron “pruebas de función cardiaca”.

Teniendo en cuenta que el paciente continuaba con mucho dolor abdominal, se le aplicó

un medicamento denominado “demerol” y posteriormente buscapina compuesta,

milanta y ranitidina.

No se registraron en la historia clínica datos adicionales, especialmente relacionados

con la salida del paciente del centro asistencial y las razones médicas que dieron lugar a

ese hecho; es decir, que existe un vacío en dicha historia a partir de las 2:20 p.m. último

registro de la primera atención hasta las horas de la noche, momento en el cual ingresó

por segunda vez al centro hospitalario con la misma sintomatología de la primera

69 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 9 de abril de 2012. Exp. N° 23271. Consejera Ponente: Ruth Stella Correa Palacio

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61

ocasión. A las 11:30 de la noche se ordenó la práctica de enzimas cardiacas, sin mejoría

y aproximadamente a las 3:00 a.m. el paciente sufre un paro respiratorio y fallece.

Consecuencias jurídicas. De conformidad con el análisis hecho por El Consejo de

Estado en el presente caso, se establece que la prestación del servicio médico-

asistencial suministrada por la entidad demandada al paciente fue indebida e incluso

denegada, dado que se dispuso su salida del centro asistencial, no obstante que no había

recuperado su salud y, lo que es peor, con desconocimiento de cuál era la patología que

presentaba, todo lo cual comportaba una evidente falla en el servicio, por virtud de la

cual el Instituto de Seguros Sociales estaba llamado a responder patrimonialmente.

Precisa el Consejo de Estado que en este caso podría predicarse la pérdida de

oportunidad de la víctima en recuperar su salud, toda vez que la conducta irregular de la

entidad al disponer el retiro del paciente, le impidió ser objeto de otros análisis y de

estudios más especiales para determinar cuál era su enfermedad y, por ende, cuál debía

ser el tratamiento a seguir frente a la misma, para tratar de salvarle su vida o al menos

concederle el chance de recuperar su salud.70

Caso 8.

Descripción del caso. El menor LEONARDO ALVAREZ QUINTERO ingresó a las

seis de la mañana del 2 de diciembre de 1990 con un cuadro clínico de obstrucción

intestinal a la Sección de Urgencias del Hospital Universitario San José de Popayán

donde fue atendido por el médico general de turno quien le formuló 0.8 centímetros de

metoclopramida por vía parenteral y dispuso la remisión a la casa del menor, de donde

debió regresar nuevamente al Hospital hacia las 10 a.m. totalmente dopado, insensible,

con la boca rígida, síndrome febril y con obstrucción intestinal.

La pediatra de turno, con base en los hallazgos radiológicos, diagnostica obstrucción

intestinal y pide interconsulta al cirujano de turno. Entre el momento en que se hace

dicho diagnóstico y el acto quirúrgico, transcurren 8 horas. Según la historia clínica no

hay evaluación médica post-quirúrgica del paciente y a las 2 de la mañana del día 3 de

70 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 27 de abril de 2011. Exp. N° 19192. Consejero Ponente: Mauricio Fajardo Gómez.

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62

diciembre de 1990 el niño, que continúa con temperatura de 39 grados, se queja y trata

de vomitar, le merma la respiración, se queda con la mirada fija y fallece.

Consecuencias jurídicas. En el presente caso el Consejo de Estado estableció que el

hospital no había actuado con la diligencia y cuidado debidos y que una serie de

omisiones, carencias o descuidos se hicieron presentes de manera por demás alarmante

durante la atención prestada al menor; tales como que el niño careció del suministro de

algunos medicamentos adecuados y específicos para el efectivo control de los efectos

colaterales de la Metoclopramida; que la evaluación fue hecha por médico general y no

por un pediatra, quien hubiera podido hacerla desde un principio en forma más

adecuada; que hubo retardo de ocho horas en la intervención quirúrgica, lo que pudo

agravar las condiciones del paciente; y que el paciente no tuvo un control post-

operatorio oportuno.

Dice el Consejo de Estado en la sentencia: “Resulta evidente la muy triste realidad de

la deficiente atención prestada en el caso del menor ALVAREZ QUINTERO dejando

traslucir la muy poca importancia que le merece a la Administración la adecuada

dotación de hospitales y servicios oficiales de salud que, para utilizar la expresión del

Tribunal Nacional de Etica Médica, se caracteriza por el excesivo celo de ahorro

económico, lo cual se hace en graves riesgos para la salud y la vida del enfermo...”

Finaliza la sentencia el Consejo haciendo esta reflexión de contenido ético y matiz

principialista: “Frente a los temores que el cuerpo médico viene registrando por las

continuas condenas que la justicia contencioso administrativa hace, contra los centros

de reputación jurídica a cargo del Estado, la Sala desea recordar que ellas toman

apoyo en realidades fácticas como las que se recogen dentro del presente proceso, que

conmueven por la falta de consideración y respeto por la persona humana enferma.

Esta es tratada con frecuencia, como una cosa, y muchos médicos desempeñan su

papel como simples TECNICOS, pues no ven en el hombre más que una MAQUINA, y

no al SER HUMANO que soporta la enfermedad. Un centro de atención médica

responsable debe contar con los elementos necesarios para atender a los pacientes, y

los profesionales de la medicina no deben avalar con su comportamiento complaciente

Page 76: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

63

las deficiencias que ellos presentan, como consecuencia de la burocracia o el

desgreño”.71

Caso 9.

Descripción del caso. El 27 de agosto de 1999 el niño GABRIEL RICARDO

CARVAJAL MORENO de dos años de edad y quien padecía de “atrofia cortical” con

diagnóstico de síndrome convulsivo, fue conducido por su madre al hospital San

Vicente de Arauca para practicarle un TAC cerebral que estaba programado.

A las 9:30 a.m. un anestesiólogo del hospital, luego de interrogar a la madre del menor

sobre sus antecedentes y teniendo en cuenta el síndrome convulsivo diagnosticado, le

aplicó una dosis de un miligramo de “dormicum” para poderle practicar el TAC dada la

exigencia de inmovilidad que había que hacerle al paciente para dicho examen.

Al salir del examen, el menor fue conducido a la sala de urgencias registrando fiebre

alta de inicio súbito con vómito, posterior a la anestesia. Se le realizaron medios físicos

antitérmicos y se le suministró “lactato de Ringer” permeable mas oxígeno por cánula

nasal. A las 3:00 p.m. es valorado por una médica del hospital quien lo encuentra

febril, con episodio de convulsión y en regulares condiciones generales por lo que se

ordena valoración por pediatría urgente, la que nunca se practica. Se aplica “diazepam”

intravenoso y “dipirona” y se ordena continuar con oxígeno.

Hacia las 4:05 p.m. el menor empieza a presentar vómito sugestivo de una hemorragia

de vías digestivas ante lo cual se ordena sonda nasogástrica. Al poco tiempo se observa

que el paciente tiene salida de líquido espumoso abundante por cavidad oral y entra en

paro cardiorrespiratorio. Se inicia inmediatamente reanimación cerebro cardio-

pulmonar avanzada, se aspiran abundantes secreciones y el paciente fallece después de

35 minutos de iniciarse el procedimiento.

Consecuencias jurídicas. Para el Consejo de Estado, los servicios hospitalarios que se

le prestaron al menor en el hospital San Vicente de Arauca fueron deficientes y

constituyen falla del servicio médico-asistencial que genera responsabilidad por parte

71 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 15 de noviembre de 1994. Exp. N° 8380. Consejero Ponente: Julio César Uribe Acosta.

Page 77: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

64

de dicha institución. Entre las deficiencias señaladas por el Consejo están, entre otras,

las siguientes:

• Que durante las horas transcurridas entre la finalización del TAC y la muerte del

menor, las médicas de turno del servicio de urgencias solicitaron la valoración por parte

de un pediatra en múltiples oportunidades, la cual nunca se llevó a cabo;

• Que el hospital no tenía la sonda ordenada para realizar el lavado nasogástrico,

la cual le fue solicitada a los padres del menor quienes se vieron en la obligación de

salir a buscarla. Situación esta que, si bien no incidió en el resultado final, a juicio de la

Sala, sí constituyó una falla evidente en la prestación del servicio de salud pues resulta

inadmisible que el servicio de urgencias de un hospital de nivel II no cuente con este

tipo de material para atender las emergencias que son más que previsibles.

• Que la historia clínica diligenciada por el hospital no cumplía con los

requerimientos normativos, ya que se dejaron espacios en blanco y las actuaciones no

fueron registradas de manera cronológica.72

Caso 10

Descripción del caso. El 10 de julio de 1992 la señora MARÍA ANA LUISA RUGE

ORTEGA de cuarenta años, fue conducida a urgencias de la clínica NUESTRA

SEÑORA DEL PILAR de la ciudad de Bogotá, en donde fue sometida a un

procedimiento quirúrgico de colecistectomía, dándosele de alta tres días después. El 15

de julio tuvo que ser hospitalizada de nuevo, por sufrir fuertes dolores en el vientre y al

día siguiente, se autorizó nuevamente su salida.

En octubre de 1992, el estado de salud de la señora María Ana se complicó porque no

podía ingerir alimentos y, debido a ello, fue llevada otra vez a la clínica NUESTRA

SEÑORA DEL PILAR en donde, después de varios exámenes, se determinó que debía

ser operada nuevamente.

El cónyuge de la paciente, receloso de que realizarle una nueva operación a su esposa

no fuera lo correcto, decidió hacerla examinar por un médico gastroenterólogo del

72 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 5 de abril de 2013. Exp.

N° 25887. Consejero Ponente (E): Danilo Rojas Betancourth.

Page 78: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

65

Hospital Militar, quien luego de analizar los exámenes y radiografías concluyó que

debía ser intervenida de inmediato, debido a un obstáculo que se presentaba adelante

del píloro, el cual no permitía el paso del tubo para la endoscopia.

Practicada la nueva cirugía el 4 de noviembre de 1992, se le extrajo del cuerpo de la

paciente una compresa encapsulada por fibrosis desarrollada en la zona donde se le

había practicado la colecistectomía, elemento que de acuerdo con los resultados de

patología, generó una PERITONITIS AGUDA CRÓNICA. Tras una ligera

recuperación, a la paciente se le dio de alta el 28 de noviembre del mismo año. Sin

embargo, la peritonitis desencadenada por la compresa dejada en su vientre, le originó a

la señora María Ana una congestión cardio-pulmonar, por lo que el 3 de diciembre de

1992 debió ser llevada nuevamente de urgencia al Hospital Militar, complicación que

no fue posible controlar, pese a los esfuerzos médicos, pues la paciente falleció el 6 de

diciembre de 1992.

Consecuencias jurídicas. Adelantado el proceso, la primera instancia se definió con

sentencia condenatoria en contra de la clínica demandada, que fue confirmada por el

Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá mediante sentencia del 27 de julio de

1999, contra la cual se interpuso el recurso extraordinario de casación el cual fue

resuelto por la Sala de Casación Civil de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, con

base en las siguientes razones:

• Que al terminarse la cirugía, el equipo de la clínica NUESTRA SEÑORA DEL

PILAR que practicó la operación, había dejado una compresa en el vientre de la

paciente, elemento que desencadenó una serie de consecuencias nefastas en su salud,

por las cuales debió ser intervenida nuevamente en el Hospital Militar falleciendo

posteriormente, porque no se tuvo el cuidado que correspondía desplegar en la

actividad quirúrgica.

• Que la víctima falleció como consecuencia directa de un acto lesivo y del

incumplimiento del deber genérico de no causar daño a los demás.73

73 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia del 18 de mayo de 2005. Exp. No. 14415. Magistrado Ponente: Jaime Alberto Arrubla Pascar.

Page 79: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

66

Reflexiones sobre los casos del segundo grupo.

En este grupo de casos la falla del servicio médico-asistencial se da porque a los

pacientes que acudieron a los servicios de urgencias, la atención se les prestó de manera

defectuosa, por cuanto en unos eventos fueron atendidos por médicos que carecían de la

experiencia necesaria para atender casos de tanta gravedad; en otros no se actuó con la

diligencia y cuidado debidos, pues no se les suministró algunos medicamentos

adecuados y específicos, o no se hizo la valoración por el correspondiente especialista

pese a haberse solicitado; y en otros, el hospital no contaba con el equipo necesario

para realizar el procedimiento requerido, o absurdamente se le dejó una compresa en el

vientre del paciente.

En estos casos la violación al Principio de No-maleficencia se da porque, aunque a los

pacientes se les prestó oportunamente el servicio solicitado, este se hizo de manera tan

deficiente que a unos se les causó la muerte y a otros se les ocasionaron daños

irreversibles que les privaron de la oportunidad de salvar su vida o, al menos, de

concederle el chance de recuperar su salud.

De acuerdo con la opinión de algunos de los autores expuestos en el capítulo I del

presente trabajo, las reglas morales del Principio de No-maleficencia no se agotan en el

precepto de no matar, sino que, como en los casos aquí analizados, se extienden

también a las situaciones en donde el daño se causa por no iniciar o continuar un

tratamiento o procedimiento.

Dentro de la concepción técnica de la no maleficencia expuesta por dichos autores, está

la falta de cultura en muchos de los profesionales sanitarios para la prevención del daño

o el no incurrir en negligencia, lo que eliminaría mucha mala práctica. Dicha

negligencia se daría, entonces, cuando se infringe el deber del cuidado y diligencia

debidos, es decir, la obligación de proteger a los demás de los riesgos irracionales y del

descuido.

En la práctica clínica se produce mucho daño cuando los profesionales sanitarios no

están bien entrenados, lo que propicia una mala praxis de la profesión; y las cosas se

complican aún más cuando, como sucede con frecuencia, se obliga a dichos

profesionales a cumplir jornadas excesivas de trabajo más allá de lo razonable. Un

Page 80: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

67

médico fatigado es un peligro para el enfermo, que definitivamente no puede ser en sus

manos, un juguete del destino.

3.4. Por omisión en la prestación del servicio.

Esta última modalidad de falla del servicio médico-asistencial, en nuestra opinión la

más grave de todas, se presenta cuando la entidad obligada a prestarle los servicios de

urgencia hospitalaria a un paciente se los niega, pretextando razones que van desde no

tener los equipos o especialistas necesarios, hasta no estar al día en los pagos la EPS a

la cual se encuentra afiliado el paciente; y para lavarse las manos, entonces lo remite a

otra institución hospitalaria y de esta a otras, hasta cuando el paciente fallece por no

habérsele prestado en ninguna parte el socorro y atención debidos; ejecutándose de esta

manera uno de los actos más bochornosos y aberrantes de la ética médico-asistencial

denominado eufemísticamente como “el paseo de la muerte”

Caso 11

Descripción del caso. El día 30 de octubre de 1993, aproximadamente a las 5 de la

tarde, la señora BLANCA LIBIA BOLAÑOS DE POLANCO de 66 años de edad, fue

llevada al servicio de urgencias de la Clínica Hospital Tolima ubicada en la ciudad de

Ibagué, en donde se le diagnostica “mal estado clínico general”, se le aplica ISORDIL

sublingual y se le receta medicación analgésica.

Como dicha clínica no le estaba prestando en ese momento servicios médicos a

Caprecom, entidad a la que estaba afiliada la paciente, la señora Blanca Libia fue

remitida a la Clínica Minerva también de la ciudad de Ibagué, a donde ingresa a las

5:45 de la tarde ya fallecida, pues de acuerdo con el examen físico practicado se le

encontró cianótica, sin signos vitales y pupilas midriáticas fijas.

Consecuencias jurídicas. Observa el Consejo de Estado en su fallo de fecha 14 de

junio de 2001, que en este caso se encontraba probada de manera clara la omisión de

hospitalización por parte de la Clínica Hospital Tolima, hecho constitutivo de una grave

falla del servicio médico-asistencial, porque dicha entidad estaba obligada a prestar ese

tipo de servicios.

Page 81: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

68

Señala igualmente el Consejo que si bien es cierto que el tratamiento seguido en

urgencias de la Clínica Hospital Tolima logró estabilizar a la paciente, esta situación se

perdió cuando se le negó la oportunidad de hospitalizarla para estudiar el tratamiento

que debía brindársele, y con dicha oportunidad otra, cual fue la de intentar recuperar su

salud. Entre el momento de la decisión de no recibir a la paciente para hospitalización,

por parte de dicha clínica, y la recepción de la paciente en otro centro de salud, la

señora Blanca Libia falleció, sin que hubiese recibido ninguna otra atención pese a su

estado de gravedad, frustrándosele de esta manera la oportunidad de recuperarse.74

Caso 12

Descripción del caso. El señor GONZALO OLAVE BANGUERA sufrió en la ciudad

de Buenaventura un accidente de tránsito el 17 de octubre de 1994, a las 9:45 de la

noche aproximadamente, razón por la cual fue trasladado inmediatamente al Hospital

Departamental de Buenaventura, a fin de que le fueran suministrados los primeros

auxilios, pues la víctima presentaba fractura abierta con avulsión de tejidos en el

miembro inferior izquierdo.

El Hospital Departamental de Buenaventura, alegando “no contar con los elementos

básicos para la cirugía”, ordenó la remisión del señor Olave a la Clínica San Fernando

de Cali el 18 de octubre de 1994, a donde ingresó a las 11:30 de la mañana, esto es, 14

horas después.

En la mencionada clínica y habida consideración al grado de complejidad de la lesión

que afectó al señor Olave, y sin que en el Hospital Departamental de Buenaventura se

le hubiera suministrado un tratamiento médico oportuno y adecuado para enfrentar una

posible infección, la que en efecto ya había ocurrido, los médicos especialistas se

vieron obligados a amputarle la pierna izquierda.

Consecuencias jurídicas. El Consejo de Estado, desatando el recurso de apelación

interpuesto contra el fallo de primera instancia proferido por el Tribunal Administrativo

del Valle que absolvió al Hospital Departamental de Buenaventura, estableció mediante

74 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 14 de junio de 2001.

Exp. N° 13006. Consejera Ponente: María Elena Giraldo Gómez.

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69

sentencia del ocho de junio de 2011 que en este caso sí se había presentado falla del

servicio médico-asistencial por cuanto el señor Olave Banguera no recibió atención

médica alguna en la mencionada institución hospitalaria. Las principales razones en las

que el Consejo de Estado fundó su fallo, fueron:

• Que la lesión sufrida por el señor Olave Banguera era tan grave, que ello

ameritaba una actuación inmediata por parte del personal médico del Hospital

Departamental de Buenaventura, particularmente dirigida a evitar posibles focos de

infección, toda vez que en este tipo de lesiones el plazo de contaminación es corto.

• Que el señor Olave permaneció doce horas en el Hospital Departamental de

Buenaventura sin que se le suministrara el correspondiente tratamiento médico para

enfrentar una posible infección, como en efecto ocurrió, la cual no pudo ser

contrarrestada por los médicos de la Clínica San Fernando de Cali a la que fue remitido,

y quienes se vieron obligados a amputarle la pierna izquierda

Con base en las razones expuestas, el Consejo de Estado encontró en la omisión del

Hospital Departamental de Buenaventura un grado de responsabilidad mayor, bajo el

entendido de que las entidades hospitalarias cumplen una labor social y sus actuaciones

comprometen el interés general en la medida que prestan un servicio público, sujeto a

los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad, y están obligadas a la

protección de un derecho fundamental y humano, comprendido por el derecho a la

salud en conexidad con el derecho a la vida, el cual merece especial protección y

garantía por parte de las autoridades prestadoras del servicio.75

Caso 13

Descripción del caso. La menor LINA MARCELA BELTRÁN BELTRÁN de tan solo

un año de edad, fue llevada por sus padres el 11 de Abril del 2001 a consulta médica al

Centro de Salud MONTES DE MARIA del municipio de Chalán (Sucre), por presentar

“abdomen globoso, vómito y estreñimiento”; desde donde fue remitida al Hospital

Regional NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES de Corozal (Sucre), donde fue

75 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera – Subsección A, Sentencia del 8 de junio de 2011. Exp. N° 20116. Consejera Ponente: Gladys Agudelo Ordoñez.

Page 83: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

70

hospitalizada ese mismo día y, después de realizársele varios exámenes de laboratorio y

suministrársele algunas drogas, fue dada de alta cinco días después.

Nuevamente en Junio 26 y Julio 26 del 2002, la menor es llevada por segunda y tercera

vez al hospital por presentar los mismos síntomas, ordenándosele en esta última la

práctica de una biopsia rectal, la cual solo se le practica cuarenta días después y cuyos

resultados arrojan como diagnóstico un “megacolon agangliónico congénito”, el cual

no se le practicó por “no haber cama disponible”, según consta en la historia clínica de

la paciente. Entonces la niña es devuelta a sus padres, a quienes se les advierte estar

pendientes sobre la disponibilidad de camas en el hospital.

En Septiembre 27 de 2002, de nuevo es llevada a urgencias del hospital en cuya fecha

el médico que la atendió dio la orden de que se le debía preparar para realizarle una

cirugía correctiva; pero tampoco para esta fecha había cama en el hospital. En Octubre

24 del 2002 la menor es llevada otra vez a urgencias, en esta ocasión por presentar,

además de los síntomas ya descritos, una DESNUTRICIÓN SEVERA, ante cuya

situación el médico tratante establece la conveniencia de realizarle “colostomía para

recuperación nutricional”. Pero tampoco en esta oportunidad hubo cama en el hospital.

Finalmente en Noviembre 16 del 2002 se autoriza la hospitalización de la menor para

realizarle el procedimiento tantas veces diagnosticado, pese a lo cual no pudo

practicársele ese día “por no haber cama”, tal como quedó consignado en la Historia

Clínica.

El 18 de Noviembre de 2002, la menor empieza a registrar graves síntomas de deterioro

en su salud, razón por la cual es trasladada, ya inconsciente y con dificultad

respiratoria, a la unidad de urgencia pediátrica del hospital, de donde se ordena traslado

inmediato a UCI. El mismo día a las 4:30 p.m, y después de entrar en paro cardio-

respiratorio y de continuar con dificultad para respirar, la niña es trasladada a la Unidad

de Cuidados Intensivos de la Clínica Santa María de la ciudad de Sincelejo (Sucre), en

donde permanece durante 10 días, falleciendo el 29 de Noviembre de 2002.

Consecuencias jurídicas. El fallo de primera instancia fue proferido por el Juzgado

Sexto Administrativo del Circuito de Sincelejo, fallo que, una vez apelado, decidió en

segunda instancia el Tribunal Administrativo de Sucre mediante sentencia del 4 de

Page 84: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

71

diciembre de 2010, en la cual se estableció que el Hospital Regional Nuestra Señora de

las Mercedes había sido negligente en la prestación del servicio médico hospitalario a

la menor Lina Marcela, pues dada su especial condición de infante, desde el primer

momento de su asistencia al ente hospitalario, este debió priorizar el tratamiento que se

le debía realizar a la menor, y no esperar hasta casi cinco meses para diagnosticar su

enfermedad; y otro mes más para intentar practicarle la cirugía que le permitiera

recuperar su estado nutricional y, de esta manera, podérsele practicar la cirugía

definitiva que corrigiera el defecto congénito que padecía la menor.

También puntualiza el Tribunal que la dilación injustificada en la prestación del

servicio quirúrgico requerido por la paciente, supuso un grave desconocimiento de los

elementos esenciales de la obligación médica, ya que el servicio público de salud no

constituye ninguna dádiva del aparato estatal, sino que, por el contrario, representa una

de sus obligaciones esenciales; razón por la cual el hospital, como uno de los órganos a

través de los cuales actúa el Estado, se encontraba obligado a garantizar su prestación

de manera eficiente, en aras de proteger y salvaguardar la vida e integridad de la

menor.76

Caso 14

Descripción del caso. A la señora CONSUELO DEL PILAR MORA DÍAZ, de 30 años

de edad y afiliada al Instituto de Seguros Sociales, el 21 de febrero de 1996 le fue

diagnosticada por el Departamento de Patología de la Fundación Santa Fe de Bogotá

una CIRROSIS BILIAR PRIMARIA. Diagnóstico que fue ratificado tres años más

tarde por el Coordinador de Gatroenterología de la Clínica San Pedro Claver, quien en

junio de 1999 le comunicó al Jefe de Contratación del Seguro Social que la paciente

requería trasplante de hígado. En septiembre de ese año el ISS responde que el

trasplante hepático estaba por fuera del Plan Obligatorio de Salud.

El día 26 de abril de 2000 la señora Consuelo presenta ante el Tribunal Administrativo

de Cundinamarca una Acción de Tutela solicitando que se le ordenara al Seguro Social

remitirla en forma urgente a la Fundación Valle de Lili de Cali, única institución que en

esos momentos realizaba trasplantes de hígado en Colombia.

76 TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE SUCRE, Sala Segunda de Decisión, Sentencia del 14 de diciembre de 2010. Radicación N° 2004-02051-01. Magistrado Ponente: Jorge Iván Duque Guriérrez.

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72

El 12 de mayo de 2000 el Tribunal falla la tutela ordenándole al ISS adoptar las

medidas correspondientes en el término de cuarenta y ocho horas para la remisión de la

accionante a la Institución Prestadora de Servicios (I.P.S.) que estuviera en capacidad

de practicar el procedimiento diagnosticado; estableciendo que el Instituto del Seguro

Social podía cobrar al Fondo de Solidaridad y Garantía (FOSYGA) los sobrecostos que

se ocasionaran en el tratamiento ordenado. Dicho Instituto apela el fallo y el Consejo

de Estado en sentencia de junio 16 de 2000 lo confirma. No obstante estos dos fallos, el

ISS no cumple lo ordenado por los tribunales.

El día 31 de agosto de 2000 la señora Consuelo ingresa a la Clínica San Pedro Claver

del Seguro Social, presentando “hemorragia de vías digestivas altas secundaria a

varices dúndicas de difícil manejo que no responde al octreotido”. Y el día 2 de

septiembre de 2000, la paciente fallece por “schock hipovolemico secundario a varices

fúndicas”, sin que se le hubiese practicado el trasplante hepático requerido y ordenado

por los dos altos Tribunales de Justicia.

Consecuencias jurídicas. El 19 de diciembre de 2008, el Juzgado 34 Administrativo

del Circuito de Bogotá, niega las pretensiones de la demanda, y el Tribunal

Administrativo de Cundinamarca el 21 de enero de 2010 resuelve la apelación

interpuesta estableciendo que el Instituto de los Seguros Sociales y la Fundación Valle

de Lili dilataron el trámite administrativo para el cumplimiento del fallo judicial por

aspectos financieros, pues ésta última exigía el pago anticipado de la intervención

quirúrgica.

Con base en lo anterior, el Tribunal concluye que efectivamente existió falla en la

prestación del servicio médico hospitalario atribuible al Instituto de los Seguros

Sociales por no haberle brindado a la paciente la atención médica requerida en forma

diligente y oportuna conforme a la patología por ella presentada, pese a la existencia de

una orden judicial que obligaba a la demandada a remitir a la accionante a la Institución

Prestadora de Servicios que estuviera en capacidad de practicar el procedimiento

diagnosticado.

Finalmente estima el Tribual que la causa eficiente de la muerte de la accionante fue la

no realización del trasplante hepático ordenado por los galenos de la misma institución

demandada y que era necesario para garantizar su vida, dadas sus lamentables

Page 86: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

73

condiciones de salud, habiendo fallecido sin que se le hubiera practicado la

intervención quirúrgica requerida y ordenada por los tribunales de justicia.77

Caso 15

Descripción del caso. El día 12 de febrero de 1997 la menor LUZ ELENA

MONTOYA MARÍN de cuatro años de edad, es llevada por su madre a Urgencias del

Hospital de Cuba de la ciudad de Pereira, en procura de que se le prestaran los primeros

auxilios, pues presentaba fiebre alta, diarrea y vómito. El médico de turno le manifestó

a la madre de la menor que los médicos se encontraban en paro, razón por la cual sólo

se atendían casos de suma urgencia, por lo que la madre de la menor tuvo que regresar

a su residencia con su hija.

Como la menor continuó con diarrea y fiebre durante toda la noche, la madre regresó

nuevamente con ella a urgencias, donde después de un chequeo médico fue encontrada

inconsciente y con flacidez generalizada y sin rigidez de nuca, razón por la cual fue

remitida al Hospital Universitario San Jorge de Pereira para manejo especializado. A

éste centro llega en paro cardio-respiratorio, cianosis generalizada, mucosas orales

secas, midriasis no reactiva y asistolia. Se inician maniobras de reanimación y

resucitación cardiopulmonar con éxito, quedando la paciente al parecer sin daños

neurológicos. Posteriormente fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos

pediátricos de dicho hospital donde la paciente fallece el 18 de febrero de 1997, luego

de habérsele diagnosticado muerte cerebral.

Consecuencias jurídicas. Tramitada la demanda, el Tribunal Administrativo de

Risaralda mediante sentencia proferida el 29 de junio de 2001, declaró responsable al

Hospital de Cuba de Pereira por los daños causados a los familiares, con ocasión de la

muerte de la menor Luz Elena Montoya Marín. El Consejo de Estado en fallo del 7 de

marzo de 2012 resuelve el recurso de apelación interpuesto por el hospital,

estableciendo que a la menor Luz Helena se le había negado injustificadamente la

atención médica que requería de forma urgente y solo se le había remitido a un centro

77 TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA, Sección tercera - Subsección “A”, Sentencia del 21 de enero de 2010. Expediente N° 2002 – 02274. Magistrado Ponente: Alfonso Sarmiento Castro.

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74

médico de mayor nivel de atención 12 horas después de haber llegado al Hospital, lo

que constituyó la falla en el servicio que finalmente condujo al fatal desenlace.

Y frente al hecho de no haberse prestado a la menor la atención requerida por

encontrarse en paro los médicos del Hospital de Cuba de Pereira, el Consejo dijo:

"De las pruebas anteriormente señaladas se concluye que el citado

médico sin examinar a la niña dijo que no era de urgencia, a pesar [de]

que su madre y amigos le insistían que la niña se encontraba en muy

malas condiciones, tanto así que hasta el vigilante dice que la vio tan

mal que le permitió pasar. Su conducta es gravemente culposa como

quiera que se negó a atender a la menor, siendo no sólo su obligación,

sino que ese fue el compromiso que juró al recibirse como médico, y

necesariamente condujo a la evolución de la enfermedad y que fuera

tardía la atención que el otro día se le prestó por parte de los médicos

que la atendieron, los cuales no pudieron evitarle la muerte.

(…). No queda duda alguna que la actitud del sindicato al limitar y

restringir la atención en el servicio de urgencias del Hospital de Cuba,

comoquiera que sólo el médico está en condiciones después de analizar

al paciente, en determinar si se trata de una urgencia o no, incidió en

forma directa en la omisión en la prestación del servicio médico a la

menor, con las consecuencias ya sabidas, la muerte de la misma.

La prestación del servicio médico es un servicio que se encuentra a

cargo del Estado y como servicio público que es le está prohibido el

cese de actividades y sobre todo si el mismo constituye una amenaza a la

vida de los ciudadanos inermes, no olvidemos que la salud es un

derecho conexo con el derecho fundamental a la vida (…...).78

Reflexiones sobre los casos del tercer grupo.

78 CONSEJO DE ESTADO, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 7 de marzo de 2012.

Exp. N° 21345. Consejero Ponente: Mauricio Fajardo Gómez.

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75

La falla del servicio médico-asistencial se presenta en este último grupo de casos por

cuanto a los pacientes que acudieron a los servicios de urgencias se les negó la

oportunidad de hospitalización para recibir el tratamiento que debía brindárseles; o

debieron permanecer largas horas en las instituciones hospitalarias en espera de una

atención que nunca se dio; o no fueron remitidos oportunamente al centro hospitalario

que tuviera el nivel de complejidad exigido para el manejo del caso.

En este grupo de casos la violación al Principio de No-maleficencia se presenta porque

este también implica el hecho de abstenerse a realizar acciones que pueden causar daño,

lo que configura una negligencia grave con la cual se viola el deber de atención,

estando en capacidad intelectual o técnica de preverlo. Negarle la hospitalización a un

paciente grave, no darle la atención que requería o no remitirlo oportunamente a otro

hospital, si con ello se produce la muerte, constituye un acto de dejar morir, lo que, en

ocasiones, es peor que matar.

3.5. Conclusión

Tanto la Constitución Política como las leyes y la jurisprudencia colombianas imponen

a clínicas y hospitales la obligación de brindar la atención de urgencia a todas las

personas que la soliciten, sin condicionarla a exigencias económicas o contractuales.

Tales disposiciones, pretenden humanizar estos servicios a fin de evitar situaciones

absurdas e inaceptables de pérdida de vidas humanas en las puertas de clínicas u

hospitales.

De acuerdo con las diferentes aplicaciones que tiene el Principio de No-maleficencia,

hoy, muchas veces el no dañar significa tomar la decisión más racional posible, que es

tanto como optar por la alternativa más probable, si de veras se quiere no dañar al

paciente. Lo que quiere decir que el “no dañar” como precepto técnico, comprende una

enorme complejidad dadas las circunstancias particulares en que se deben tomar las

decisiones.

Sorprende que en las empresas sanitarias, eufemísticamente llamadas Empresas

Prestadoras de Salud si son privadas, o Centros de Salud si son públicas, sea en las que,

en los casos de urgencias, se atente más contra la salud. Ello explica por qué, hoy por

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76

hoy, el derecho a la salud en Colombia es uno de los más quebrantados, y la urgencia,

el área donde se presenta la vulneración más sentida.

La práctica médica actual, estrechamente asistida por el avance técnico y científico,

detenta como nunca antes un insospechado poder del médico sobre las personas. Poder

fabuloso que, según el médico bioeticista español Manuel de Santiago, ignora la gente,

pero que influye decisivamente sobre sus vidas: sobre el número de hijos que se deben

tener, sobre el tipo de trabajo que se debe realizar, sobre el modo de comer, y,

últimamente, hasta sobre el modo de morir. Poder que en ausencia de claros referentes

éticos puede conducir al vértigo del dominio y la manipulación más deshumanizante y

cruel, en lugar de lo que está realmente llamada a ser: el servicio más noble, honorable

y dignificante.79

Por otro lado, uno de los valores fundantes de la Bioética es el de la dignidad humana,

entendida esta como el valor intrínseco e inalienable de todo ser humano,

independientemente de su condición social o económica, raza, religión, sexo o edad,

que constituye la base de todos los derechos y le impide ser sometido a tratos

inhumanos, crueles o degradantes. Bajo esta consideración, el “paseo de la muerte” al

cual son sometidos muchos de los pacientes que acuden a los servicios de urgencias de

clínicas y hospitales, como en algunos de los casos aquí analizados, constituye un

atentado a la dignidad humana; pues todo el “peloteo”80

de que son víctimas entre los

diferentes hospitales y que los obligan a recorrer inútilmente dichas entidades, afectan

derechos humanos fundamentales como la salud y la vida. Ello, de suyo, constituye, no

solo una clara violación al Principio de No-maleficencia, sino también una grosera

transgresión a los derechos humanos, otro de los pilares fundamentales de la bioética.

Finalmente resulta paradójico que entidades como el Consejo de Estado y un Tribunal

Administrativo Seccional, órganos estatales encargados por antonomasia de administrar

justicia, se hayan demorado, como en uno de los casos analizados, hasta diecisiete años

(de 1993 a 2010) para producir el fallo definitivo que condenó a la entidad demandada

por su demora en la expedición de las órdenes para la atención médico-hospitalaria del

79 DE SANTIAGO, MANUEL. La crisis de la conciencia médica en nuestro tiempo. Cuadernos de Bioética 1998; 36(9), p. 67.

80 Costumbrismo utilizado en algunos países suramericanos que significa enviar de un lado para otro una cosa sin

ningún propósito o por puro entretenimiento.

Page 90: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

77

paciente que terminó muerto después del “paseo”; pues ese retraso en proferir las

sentencias, cuya duración en la mayoría de los casos no es inferior a seis años, no solo

le resta autoridad moral a los tribunales judiciales para hacer reproches de demora, sino

que constituye una verdadera injusticia, una de cuyas formas más sofisticadas es la

tardanza con que el Estado administra la justicia.

Page 91: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

78

CAPÍTULO 4

PROSPECTIVAS SOBRE LA FALLA DEL SERVICIO

EN LAS URGENCIAS HOSPITALARIAS

4.1. Introducción

Hecho el análisis de los diferentes casos de deficiencia que se han presentado en las urgencias

hospitalarias y que se han demandado ante los tribunales de justicia, bajo las perspectivas de

sus consecuencias jurídicas e incidencias en la ética de los profesionales de la salud, nos

queda aún por hacer un análisis de las circunstancias técnicas, económicas y sociales que

caracterizan las fallas de atención en las urgencias hospitalarias, lo cual abordaremos en el

presente capítulo describiendo y analizando en primer lugar la aberrante y lamentable

situación en que se encuentra el Sistema de Salud en Colombia, pese a la obligación

constitucional que tiene el Estado de protegerlo, subsidiarlo y vigilarlo, y de los escasos e

ineficientes intentos que han hecho los gobernantes para mejorarlo a través de superficiales y

peregrinas reformas; y en segundo lugar, presentando una propuesta que, propiciando un

escenario para el dialogo bioético, contribuya a mejorar en un futuro no muy lejano la

asistencia médico-hospitalaria de urgencias en los hospitales y clínicas colombianos.

4.2. Situación actual del Sistema de Salud en Colombia

Desde la Constitución de 1991, la salud de los colombianos pasó a ser, por esencia y

conexidad con el derecho a la vida, un derecho fundamental de las personas, cuya prestación

debe garantizar al Estado Colombiano dada su condición de Estado Social de Derecho. Por

ello, cuando la salud de una persona se resiente, esta tiene derecho a que las entidades

hospitalarias y de previsión social, directamente o mediante un tercero, le suministren la

atención médica, quirúrgica y hospitalaria debida y los servicios que sean indispensables para

prolongarle su vida.

Este derecho a la salud es de aquellos que, por ser inherente a la existencia de toda persona, se

encuentra protegido por nuestra Constitución; por esto, cuando su vulneración amenaza o

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79

compromete otros derechos como la vida y el trabajo, goza de protección especial y, por

consiguiente, es susceptible de ser amparado por la vía de la Acción de Tutela.

No se requiere de mucho esfuerzo para establecer que el Sistema de Salud en Colombia es

ineficiente y mezquino, a tal punto que la atención de ciertas urgencias y enfermedades

catastróficas se han ido trasladando de los hospitales a los estrados judiciales, pues son los

jueces a través de las acciones de tutela y a fin de salvaguardar los derechos fundamentales

del ser humano, quienes están dando las órdenes para que muchos de los tratamientos médicos

e intervenciones quirúrgicas requeridos se realicen, en ocasiones, cuando ya no hay nada que

hacer.

Los constantes abusos de los hospitales, clínicas y las EPS en la prestación de los servicios

médico-asistenciales revelan la incapacidad del aparato estatal para inspeccionar, vigilar y

controlar en tiempo real a las entidades del Sistema de Seguridad Social en Salud. Es por ello

que las personas se han visto obligadas a acudir al mecanismo jurídico de la tutela para que se

les garantice el goce efectivo del derecho fundamental a la salud. Así las cosas, mientras el

Estado no haga una eficaz y eficiente reforma al sistema de salud para que el acceso de todos

los colombianos a la salud deje de ser una utopía, la tutela seguirá siendo el mecanismo

idóneo y expedito para salvar la vida y recuperar la dignidad de miles de ciudadanos que

acuden a este procedimiento que ha permitido materializar la justicia social en salud que tanto

anhela nuestra sociedad.

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el derecho a la salud es, después del derecho de

petición, el más invocado en las tutelas y el de mayor vulneración sistemática por parte de las

entidades prestadoras del servicio de salud, pues estas siguen imponiendo barreras a los

usuarios en el acceso a tales servicios y obligando a los ciudadanos a interponer tutelas para la

realización de procedimientos tecnológicos o la entrega de medicamentos incluidos en el Plan

Obligatorio de Salud (POS), que ya han sido cancelados mediante el pago de la Unidad de

Pago por Capitación (UPC). Resulta preocupante que de cada diez solicitudes de tutela que

invocan el derecho a la salud, siete sean para reclamar lo que ya está incluido en el POS y que

las EPS deberían suministrar sin disculpas, pero no lo hacen.

Es preciso destacar que, de acuerdo con el último reporte de la Defensoría del Pueblo

publicado en el año 2013 acerca de las tutelas presentadas en el 2012 sobre el derecho a la

Page 93: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

80

salud, estas representaron el 26.94% de todas las tutelas presentadas en el país; lo cual quiere

decir que las cifras que reporta la Defensoría, de por sí alarmantes, son sólo una fracción de

las acciones legales que los usuarios deben interponer; esto sin contar que muchas personas

no hacen uso de los mecanismos de exigibilidad jurídica y que, por tanto, en el país, la

dimensión del problema de negaciones de servicios de salud a cargo de las instituciones del

sistema es mucho mayor de lo que hasta ahora se ha pensado.81

La obligación de atender las urgencias hospitalarias por parte de las entidades públicas y

privadas encargadas de prestar el servicio de salud, tal como ya se expuso en el capítulo 2 del

presente trabajo, fue establecida legalmente en Colombia a partir de 1990 cuando se expidió

la Ley 10, mediante la cual se estableció que todas las entidades que prestaran servicios de

salud estaban obligadas a suministrar la atención inicial de urgencias, con independencia de la

capacidad socio-económica de los demandantes, en los términos que determinara el

Ministerio de Salud.82

Con la expedición de la Constitución Política en 1991, hubo necesidad de adecuar toda la

legislación vigente a los nuevos postulados legales y políticos de la carta magna que adoptaba

para el Estado Colombiano el modelo de un Estado Social de Derecho. En este orden de ideas

la citada ley 10 fue reglamentada por el Decreto 412 de 1992 que definió el concepto de

urgencia y precisó su prestación inicial, así como las responsabilidades y sanciones para

quienes, estando en la obligación de prestarla, la incumplieran. Llama la atención que dicho

decreto en su artículo tercero, numeral 2, al definir lo que es una atención inicial de urgencia,

establece como uno de los parámetros que debe orientar su prestación, el acatamiento de los

principios éticos y las normas que determinan las acciones y el comportamiento del personal

de salud. Sin duda el legislador, al establecer dicho criterio subordinante, pensó que la

atención de urgencia hospitalaria debía estar orientada por claros preceptos de ética

profesional, con base en los cuales debía prevalecer el respeto por la dignidad humana del

paciente, a cualquier otro criterio económico u organizacional.

La propia Ley 100 de 1993 que hizo en los últimos veinte años la denominada gran reforma al

Sistema de Salud en Colombia, con todo y su marcada tendencia neoliberal, establece con

81 DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA. La tutela y el derecho a la salud - 2012. (Bogotá, D.C., 2013).

82 CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Ley 10 de 1990, Artículo 2.

Page 94: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

81

claridad que “la atención inicial de urgencias debe ser prestada en forma obligatoria por

todas las entidades públicas y privadas que presten servicios de salud, a todas las personas,

independientemente de su capacidad de pago. Su prestación no requiere contrato ni orden

previa”.83

La norma declara que el costo de estos servicios será pagado por el Fondo de

Solidaridad y Garantía (FOSYGA) y por la Entidad promotora de Salud a la cual esté afiliada

la persona.

Desde hace más de una década se ha estado hablado de otra reforma al sistema de salud que

permita solucionar los inconvenientes y vacíos de la conocida ley 100 del 93 que impulsó,

para muchos, avances significativos como el de garantizar a las personas el derecho a la salud;

pero que para otros, llevó a establecer el servicio como un negocio, lo que condujo a la

deshumanización que actualmente caracteriza al sector de la salud. Con este propósito

reformador en el 2007 se expidió Ley 1122 que debió ser desarrollada mediante los

correspondientes decretos legislativos, pero ello nunca mereció una reglamentación por parte

del presidente de entonces, Álvaro Uribe Vélez. Cuatro años después, esto es en el 2011, se

aprobó la Ley 1438 con los mismos propósitos, pero el presidente Juan Manuel Santos en su

primer período presidencial también se hizo el de la vista gorda y tampoco hubo

reglamentación alguna. Ambas leyes, sin contar con los mecanismos legales para su

aplicabilidad, se quedaron en el limbo.

También con las mismas intenciones el gobierno en el año 2009, invocando la grave crisis del

sistema de salud que amenazaba el cierre de los hospitales públicos y la quiebra de las IPS y

las EPS, y, consecuencialmente, la inminente parálisis de la prestación de los servicios de

salud, expidió el Decreto 4975, el cual fue declarado inexequible por la Corte Constitucional

al descartar la presencia de los hechos sobrevinientes y extraordinarios alegados por el

gobierno; sin embargo, en el fallo la Corte reconoce la existencia de una problemática de

índole estructural, generada desde hace más de una década y de presentación recurrente, que

tiene que ver con el diseño, organización y sostenibilidad del sistema de salud establecido por

la Ley 100 de 1993, lo cual ha sido reconocido por los actores de la salud, la academia, los

órganos de control y, como ya dijimos, por el propio Gobierno.84

83

CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Ley 100 de 1993, Artículo 230.

84 CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-254 del 16 de abril de 2010.Magistrado Ponente: Mauricio González Cuervo.

Page 95: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

82

También en el 2013 se materializaron dos proyectos que fueron llevados al Congreso de la

República: uno de ley estatutaria que fue aprobado con mensaje de urgencia del presidente

Juan Manuel Santos, declarado exequible por la Corte Constitucional y recientemente

sancionado por el presidente Santos como Ley 1751 Estatutaria de la Salud el 16 de febrero

de 2015; y otro, de ley ordinaria que aún no ha acabado la totalidad de sus debates

reglamentario en el Congreso. Leyes polémicas con las cuales se pretende detener la agonía

del sistema de salud, pero que, teniendo en cuenta que han sido elaboradas sin escuchar a la

academia ni a los gremios médicos, como tampoco a los usuarios del sistema, verdaderos

protagonistas de la situación, están condenadas a fracasar. Por ello multitudes de estudiantes y

usuarios, enfermeras y médicos de todo el país salieron en su momento a las calles

protestando por no haberlos tenido en cuenta para la expedición de las leyes y exigiendo el

retiro de los proyectos por carecer de presupuestos fácticos.

En medio de esta lamentable realidad, lo cierto es que, independientemente del modelo de

salud que se establezca, un componente necesario para la vigilancia del sistema lo constituye

la participación de la comunidad en el control social ciudadano; de ahí la importancia de

generar o fortalecer mecanismos como las veedurías, ejercidas por ciudadanos y usuarios de

los servicios de salud con el propósito de efectuar un mayor control sobre la función

administrativa de las entidades prestadoras de tales servicios; lo que sin duda contribuiría a la

vigilancia del sector que está a cargo de los entes estatales de control, los cuales están siendo

cuestionados no solo por su ineficiencia, sino también por la presencia en ellos del fenómeno

de la corrupción.

Da grima que el término “carrusel”, otrora plataforma rotatoria y emblemática de una niñez

feliz y divertida, haya desfigurado su sentido primigenio pasando a significar hoy en día la

interacción delincuencial entre funcionarios del Estado y empresarios privados, que compiten

en la sagacidad de sus prácticas para apoderarse de los dineros públicos. El “carrusel de la

salud” se entronizó, o mejor, se agudizó, cuando a raíz de la adopción de las políticas del

neoliberalismo económico, se estableció que el Estado era incapaz de seguir prestando

directamente la salud a los asociados, razón por la cual debía delegársela a los particulares

para que la prestaran, facultándolos para cobrar por ello. De esta forma y con banco propio y

del Estado llamado FOSYGA, se facilitó el sobrecosto de medicamentos y de procedimientos,

instrumentados por hospitales, clínicas y profesionales e intermediado por las EPS para

organizar el tráfico de comisiones, entre unos y otros, previo pago del “peaje” a funcionarios

Page 96: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

83

del Ministerio de Salud o de Protección Social y de la Superintendencia de Salud que, según

la Contraloría General de la Nación, han dado lugar a 862 procesos de responsabilidad fiscal

cuya cuantía para el año de 2012, ya ascendía a la estrambótica cifra 8 billones de pesos.85

A través del sistema de contratación, que también tiene ensamblaje de “carrusel”, y con la

complicidad de los funcionarios públicos de los entes de control y vigilancia (Contralorías,

Fiscalías, Procuradurías, Superintendencia y Secretarías de Salud), se desangran día a día los

hospitales. Los sobrecostos en los medicamentos que alcanzan incrementos hasta del 300%, a

pesar de que hay unas tarifas reguladas por la Comisión Nacional de Precios, permiten inferir

sin mayor dificultad y tal como se ha denunciado públicamente, que cada hospital negocia

como le parece con proveedores de insumos médicos o medicamentos, quienes con frecuencia

ofrecen precios inflados argumentando, cuando los descubren, que lo hacen porque los

hospitales no les pagan a tiempo y por eso tienen que cobrar más caro, pero que en el fondo lo

hacen para pagar las comisiones o peajes a quienes, burlando el estatuto de contratación, les

adjudican los contratos. Esto nos demuestra que la mencionada Comisión Reguladora de

Precios se convirtió en un rey de burlas, pues se dedica a emitir disposiciones que nadie

cumple, ni nadie hace cumplir.

Resulta repugnante, por decir lo menos, todo lo que se ha venido conociendo sobre el saqueo

a la salud. Encopetados mercaderes se embolsillan, ante la mirada cómplice del Estado,

cientos de miles de millones de pesos que tenían como único fin garantizar la salud de los más

pobres. Se montaron innumerables empresas de la muerte con fachada social, bajo la mirada

cómplice de funcionarios públicos corruptos para desangrar el erario, de la forma más

abominable y despreciable de todas: poniendo en riesgo la vida humana. Pero más repugnante

es que los grandes empresarios de la salud piensen que están por encima de la ley, y que, por

lo mismo, y en abuso de la posición dominante, puedan diseñar “muñecos” jurídicos

altamente sofisticados para burlar las normas sin que el Estado pueda sancionarlos.

Ojalá que la Fiscalía General de la Nación pueda hacer cuanto antes una lista detallada de los

muertos que ha dejado el robo de la salud, aquellos a los que nunca atendieron, a pesar de

saberlos muy enfermos, simplemente porque la plata destinada para esos menesteres, terminó

en paraísos fiscales o en suntuosas propiedades de particulares. Los representantes legales y

85 CONTRALORIA GENERAL DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Boletín de Prensa publicado el 10/10/2013.

Disponible en http://www.contraloriagen.gov.co/web/guest/boletines-2013. (Consultada el 25 de junio de 2014).

Page 97: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

84

miembros de las juntas directivas de los hospitales, clínicas y EPS que incurrieron en esas

conductas deberían ser procesados por homicidio doloso, pues poseían un conocimiento claro

de la situación antijurídica, y, sin embargo, nunca hicieron nada para evitar el resultado;

quebrantado de esta manera y en forma flagrante el Principio de No-maleficencia, pues tenían

en su esfera de dominio la posibilidad de salvar la vida de cientos de inocentes víctimas y

prefirieron enriquecerse haciéndose los de la vista gorda, los que los convierte en asesinos de

la salud. Recordemos que unas de las aplicaciones que actualmente se ha hace del Principio

de No-maleficencia establece que es tan grave matar, como dejar morir.

También en la organización y funcionamiento de las instituciones hospitalarias se hallan

algunos de los factores que, de forma directa o indirecta, atentan contra una asistencia

sanitaria humanizada, entre los que se encuentran: la Inestabilidad del personal de los centros

hospitalarios, pues no siempre es el mismo profesional el que atiende y hace seguimiento al

paciente; y la tendencia de evaluar, con base en la economía de mercado de corte neoliberal,

los resultados y la calidad de los servicios de salud con fríos criterios economicistas

(competencia, productividad, eficiencia). Las consecuencias de este enfoque han sido

desastrosas, pues los hospitales y las clínicas son considerados como empresas comerciales

que deben someterse al criterio del provecho; de esta manera la asistencia sanitaria se ha

convertido en un “producto” y el paciente en un “cliente”. En la práctica esto se traduce en

recortes presupuestarios y de personal, aumento del volumen de pacientes-clientes, omisión

de procedimientos diagnósticos o terapéuticos costosos, así como la escandalosa carestía de

servicios y seguros médicos, que excluyen a todo aquel que carece de suficiente capacidad

financiera, todo lo cual constituye una ominosa deshumanización de la asistencia sanitaria.

Tampoco se pueden desconocer otros factores relativos al personal médico-asistencial que

inciden en la calidad de la prestación de los servicios sanitarios, tales como la sobrecarga de

trabajo y el desgaste profesional, que favorecen la despersonalización de la atención médica,

pues en ambientes sanitarios con mucho volumen de trabajo no habrá tiempo ni

disponibilidad para establecer una verdadera relación humana con las personas que atiende.

Muchos médicos, presionados por atender un número de pacientes asignado por la entidad

contratante en un tiempo mezquino, a la vez que interrogan al paciente, llenan formatos, leen

su historia clínica y escriben recetas u ordena exámenes complementarios, sin siquiera mirarle

directamente a su rostro.

Page 98: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

85

La sobrecarga de trabajo, puede dar lugar a un estado que ha sido descrito como “Síndrome de

desgaste profesional”, consistente en un cuadro de agotamiento emocional, y una

despersonalización en el trato con los pacientes, que se desarrolla progresivamente como

respuesta a una situación de estrés, haciéndole incurrir a quien la padece, aun de manera

involuntaria e inconsciente, en un actuar deshumanizado.

También es frecuente que el paciente, basándose en sus experiencias negativas o de quienes le

rodean, acuda ante el personal sanitario con serias reservas que le impiden abrirse al

encuentro. Esta situación de desconfianza crea un enrarecido clima en el que el paciente llega

a omitir aspectos relevantes o a mentir, albergando una agresividad latente que fácilmente

puede degenerar en franca hostilidad. O, por el contrario, basado en falsas expectativas

generadas por los avances de la tecnología y del saber médico, hace que muchos pacientes

depositen una fe desmesurada en los “prodigios” de la ciencia médica a la que le han

conferido una omnipotencia utópica, lo que desembocará tarde o temprano, ante cualquier

falla o error, en frustración y amargura.

También existen factores sociales que van más allá del ejercicio de la medicina y que inciden

notablemente en las fallas del servicio médico asistencial: Por un lado, los conflictos éticos de

los médicos de empresa que deben responder a los intereses del empresariado, del que

dependen, o de las políticas públicas en salud, lo que no siempre está en armonía con las

necesidades sanitarias de los pacientes. Por otro lado, el fenómeno de los paros y huelgas

laborales cada vez más frecuentes en los hospitales, tal como ocurrió en uno de los casos

analizados, que enfrenta la solidaridad debida por el profesional a la agremiación a la que

pertenece, con el deber que tiene el médico de atender al paciente sean cuales sean la

circunstancia que se presenten y por ser la salud un servicio público en el cual no está

permitida la huelga.

Hoy es frecuente que médicos, odontólogos y demás profesionales de la salud, sean sometidos

por las EPS a humillantes procesos de “negociación” en los que son amenazados de quedar

sin trabajo si no admiten sus condiciones, lo que, sin duda, termina mercantilizando la

profesión: examinar en determinado lapso el mayor número de pacientes, revisándolos a las

volandas uno tras otro, como si por docenas fuera más barato, sacrificando de un tajo la ética

profesional y la atención humanizada y eficiente de los pacientes. Como también se volvió

frecuente la costumbre en las clínicas, hospitales y EPS, de contratar a los profesionales de la

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86

salud a través de las cuestionadas Cooperativas de Trabajo Asociado, convertidas en la

práctica en verdaderos intermediarios laborales, burlando de esta manera precisas normas

legales que lo prohíben; muchas de ellas creadas por congresistas y políticos corruptos para

tener una caja menor, qué digo, caja mayor, abastecida con depósitos permanentes del

presupuesto de la salud.

4.3. Propuesta bioética para contribuir al mejoramiento en la atención de urgencias

hospitalarias

Ante la situación que hemos retratado del sistema de salud en Colombia, nuestro análisis no

podría terminar sin presentar una propuesta que, si bien no tiene la pretensión de resolver el

problema de la asistencia médico-hospitalaria de urgencias, sí procura abrir un escenario que

propicie el dialogo bioético, convencido como estamos de que solo un enfoque de esta

naturaleza podría acercarse a la verdadera solución. Dicha propuesta tendrá como sustrato

filosófico el Principio de No-maleficencia, como quiera que su perímetro aunque no esté bien

delimitado, abarca, en nuestra opinión, muchas áreas del comportamiento humano y

particularmente muchos de los actos que se ejecutan o tienen que ver con la prestación del

servicio de urgencias hospitalarias. Por la complejidad misma de la situación, la propuesta

está conformada esencialmente por los siguientes aspectos:

1. Incluir como mínimo dentro de la reforma al Sistema de Salud que debe realizar el

gobierno, los siguientes aspectos:

Financiación. Asignar, dentro del presupuesto destinado a la salud, un rubro para la

atención de urgencias hospitalarias que permita la prestación de un servicio basado en

el mínimo decente; y el blindaje seguro de tales recursos para protegerlos de la

voracidad insaciable y escandalosa de los particulares y funcionarios públicos que

esperan la menor oportunidad o descuido para apropiarse de ellos. Un estado que no

garantice efectivamente el derecho a la salud, es decir no sólo con cobertura universal

sino que ésta sea de unos mínimos de calidad, incurre en una práctica maleficente.

Acceso oportuno. Eliminar todas las barrera que dificultan el acceso oportuno y

efectivo de los pacientes a los servicios de salud y, desde luego, a los servicios de

urgencia hospitalaria, especialmente de la población más pobre y/o vulnerable. La

medicina que atiende a esta población con menor capacidad de reclamar sus derechos,

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87

es donde más se puede prestar la mala práctica médica; pues las angustias que tienen

que sufrir los pacientes para la atención oportuna en las urgencias de los hospitales,

de por sí es una práctica maleficente del Estado al no otorgar los recursos suficientes

a las instituciones públicas de salud, o vigilar y controlar su correcta inversión.

Vigilancia y control. Dotar a los entes de vigilancia y control del sector salud, como

la Superintendencia Nacional de Salud, la Procuraduría General de la Nación, la

Contraloría General de la República y la Fiscalía General de la Nación, de unos

mecanismos breves y eficaces conforme a sus competencias ordinarias, para evitar la

negación de los servicios de urgencia, cualesquiera sean las circunstancias o

condiciones de los pacientes que la soliciten y evitar de esta manera la violación al

Principio de No-maleficencia.

2. Tipificar como delito en el Código Penal la conducta que, ante un caso de urgencia

hospitalaria, ponga en peligro por omisión, tardanza o deficiencia, la vida o la salud de

una persona, por parte de quienes legal y reglamentariamente estén obligados a ello

(incluyendo a los representantes o directores de las instituciones hospitalarias),

imponiéndose una pena de prisión sin beneficio de excarcelación que oscile entre los diez

y los quince años, de acuerdo con las circunstancias de agravación punitiva; y como pena

subsidiaria si la conducta fuese realizada por el director de un hospital o clínica, o un

profesional de la salud, previo el debido proceso por parte del Tribunal Nacional de Ética

Médica, la inhabilidad para el ejercicio de la profesión por el tiempo de la pena principal

o, si fuere el caso, la cancelación definitiva de su tarjeta profesional. Se precisa esta

tipificación por dos razones principales:

Por cuanto de acuerdo con nuestra legislación penal, para que la conducta negligente

de un profesional sanitario que le causa daño a un paciente sea penalmente castigada,

debe ser típica (estar definida de forma inequívoca en la ley como delito),

antijurídica (que lesione o ponga en peligro, sin justa causa, un interés jurídico

tutelado por la ley, como la vida o la salud) y ser ejecutada con dolo (cuando se

quiere el resultado dañino) o culpa (cuando se ha incurrido en ella por negligencia,

imprudencia o impericia). En ausencia de cualesquiera de estos elementos, no se

podrá sancionar penalmente al profesional acusado.

Porque ya el gobierno nacional había expedido el Decreto 126 de 2010, mediante el

cual se agregaba el Artículo 131A al Código Penal que tipificaba como delito la

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88

omisión en la atención inicial de urgencias86

, pero dicho decreto fue declarado

inexequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-302 de 2010 por

razones de consecuencia87

.

Ya vimos en el capítulo 2 (2.5) del presente trabajo que, de acuerdo con la jurisprudencia

nacional, la falla en el servicio médico asistencial de urgencias se puede presentar de tres

maneras: cuando se niega la prestación del servicio, cuando se presta de manera

deficiente y cuando se presta en forma tardía. Como bien se puede observar, el artículo

131A citado, solo tipificaba como delito la omisión en la atención inicial de urgencias,

dejando por fuera las otras dos conductas que, como lo vimos en los casos analizados,

pueden también causar graves daños en la salud de una persona, incluso la muerte.

La inclusión que se hace de los representantes o directores de las instituciones

hospitalarias como sujetos penales del delito a tipificar se propone por cuanto ello es

legalmente posible al tenor de lo establecido en el Artículo 402 del Código Penal que

establece una pena de prisión (de 3 a 6 años) para el agente retenedor o recaudador que

no consigne dentro del término legal las sumas retenidas o recaudadas. Y dice dicho

artículo en su último párrafo: “Tratándose de sociedades u otras entidades, quedan

sometidas a esas mismas sanciones las personas naturales encargadas en cada entidad

del cumplimiento de dichas obligaciones”. Consideramos que si se penaliza la omisión

de una persona natural que no realiza a tiempo la consignación de unos dineros

recaudados por una sociedad o entidad, con más veras lo ha de ser quien, teniendo la

función y el deber de velar porque la entidad que representa preste oportuna y

adecuadamente el servicio de atención inicial de urgencias al cual está obligada, sin justa

causa niegue o preste de manera deficiente dicha atención a una persona que se encuentre

en grave peligro.

86 El Decreto 126 de 2010, Artículo 131A del Código Penal decía: “Omisión en la atención inicial de urgencias. El que teniendo la capacidad institucional y administrativa para prestar el servicio de atención inicial de urgencias y sin justa causa niegue la atención inicial de urgencias a otra persona que se encuentre en grave peligro, incurrirá en pena de prisión de treinta y seis (36) a setenta y dos (72) meses”. 87 La Corte de manera general ha señalado que se configura una “inconstitucionalidad consecuencial” cuando en los casos de decretos con fuerza de ley, derivados ya sea de la declaratoria del estado de emergencia o del ejercicio de facultades extraordinarias, ha recaído un pronunciamiento de inconstitucionalidad sobre el decreto que declara el estado de emergencia o sobre la norma legal de autorizaciones extraordinarias (Sentencia C-302/10, Magistrado Ponente: Juan Carlos Henao Pérez)

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89

Como antecedentes más recientes de esta propuesta encontramos, en primer lugar, la Ley

1751 de 2015 Estatutaria de Salud, mediante la cual se faculta al Congreso de la

República para que determine las sanciones penales y disciplinarias por la negación en la

prestación del Servicio Público de Salud. Establece el Parágrafo 1° del Artículo 14 de

dicha ley: “En los casos de negación de los servicios que comprenden el derecho

fundamental a la salud con independencia a sus circunstancias, el Congreso de la

República definirá mediante ley las sanciones penales y disciplinarias tanto de los

Representantes Legales de las entidades a cargo de la prestación del servicio como de

las demás personas que contribuyeron a la misma”.

Y en segundo lugar, resultando altamente satisfactorio para quien ha realizado el presente

trabajo de grado, que el pasado 19 de marzo de 2015 se presentara ante el Congreso de la

República de Colombia el PROYECTO DE LEY 144 (Senado) a través del cual se

adiciona un artículo nuevo al Capítulo VII del Título I del Libro Segundo del Código

Penal, mediante el cual se tipifica la conducta de omisión o denegación de urgencias en

salud, estableciendo pena de 4 a 6 años e inhabilidad para el ejercicio de la profesión al

representante legal o empleado de la entidad vigilada por la Superintendencia de Salud

que sin justa causa niegue la prestación del servicio. También establece dicho artículo

que, si como consecuencia de la anterior conducta sobreviene la muerte, la pena de

prisión se aumentará hasta en una cuarta parte. El objeto de esta iniciativa consiste en

garantizar que ninguna entidad de salud se niegue a prestar el servicio a una persona

alegando no estar afiliada ni tener semanas reglamentarias o estar en mora dentro del

Sistema de Salud, o no contar con los recursos económicos suficientes, pues se

sancionaría penal y disciplinariamente al representante legal de la prestadora de salud. Y

de esta manera contrarrestar una realidad evidente en la prestación del servicio de salud

que vulnera directamente el derecho fundamental de la salud y, por consiguiente, el de la

vida, como lo es el llamado “paseo de la muerte” que, según las palabras del ponente de

la iniciativa, consiste en la negación del servicio inicial de atención de urgencias por parte

de algunas entidades prestadoras del servicio de salud que, por evadir un servicio que no

les reporta ingresos inmediatos, niegan a la población más vulnerable el servicio de

urgencias, obligando al paciente y a su familia a realizar un interminable e inclemente

recorrido en clínicas, hospitales y centros de salud, lo que en varias ocasiones implica la

muerte del paciente.

Finalmente esta tipificación se justifica porque, en la práctica, la mayoría de los casos que

se han llevado ante la justicia penal por negligencia médica han rodado por una pendiente

Page 103: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

90

resbaladiza, aceitada principalmente por la falta de una tipificación penal específica de la

negligencia en la atención de urgencias.

3. Retomar en las escuelas, colegios, institutos, academias y universidades la educación

ética y de valores, no tanto en la forma de una asignatura curricular tradicional, sino como

un espacio para la reflexión cotidiana que permee y fertilice en forma transversal todo el

currículo, de manera que en todas las áreas del conocimiento puedan sembrase las

semillas de los valores morales. Ello por cuanto la formación centrada de forma casi

exclusiva en el desarrollo de habilidades técnicas, en detrimento de los contenidos

filosóficos y antropológicos humanistas casi inexistentes en los programas de pre y

postgrado, logra como resultado la graduación de profesionales con un elevado saber

científico y gran pericia técnica, pero con una pobre formación humana escasa de valores

morales.

4. Reglamentar por parte del gobierno nacional la Ley 1374 de 2010 que creó el Consejo

Nacional de Bioética como organismo asesor y consultivo del Gobierno Nacional, el cual

debe propender por establecer un diálogo interdisciplinario para formular, articular y

resolver los dilemas que plantea la investigación y la intervención sobre la vida, la salud y

el medio ambiente, así como la construcción e implementación de políticas en los asuntos

referentes a la Bioética. Esto por cuanto ya han transcurrido cuatro años desde cuando se

expidió dicha ley y el mencionado Consejo no ha podido integrarse por falta de la debida

reglamentación. Ojalá no pase lo mismo que con las leyes 1122 de 2007 y 1438 de 2011,

mediante las cuales se reformaron aspectos importantes del Sistema de Salud, y las cuales

no han podido aplicarse por cuanto tampoco se les ha hecho la correspondiente

reglamentación por parte del gobierno.

5. Establecer como obligatorio en las clínicas, hospitales e instituciones prestadoras del

servicio de salud, la creación de los Comités de Ética que no solo se ocupen de los

aspectos morales en los estudios de investigación que involucran seres vivos, sino que

también evalúen las actuaciones realizadas en dichos centros con ocasión de la prestación

del servicio médico-hospitalario especialmente cuando se presenten fallas en los servicios

de urgencia, a fin de poderles sacar provecho a los errores y, a partir de ellos, diseñar los

correspondientes planes de mejoramiento.

Page 104: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

91

6. Adicionar al Decreto 3380 de 1981, reglamentario de la ley 23 del mismo año que

estableció las normas sobre ética médica, unas disposiciones concretas que materialicen

el precepto del “primum non nocere” y le den preponderancia a la obligación de no hacer

daño, tales como el sistematizar o protocolizar los procedimientos a fin de prever las

contingencias y minimizar los riesgos; evitar a toda costa el sufrimiento innecesario del

paciente y minimizar la magnitud de los desenlaces dañinos inevitables; analizar los

propios errores y sacar debido provecho de ellos corrigiendo los defectos y superando la

ignorancia; denunciar fraudes y charlatanes a fin de neutralizar los riesgos de canibalismo

por razones de competencia comercial. Esto último por cuanto al igual que los estudiantes

que suelen no denunciar a sus compañeros cuando copian en un examen porque

jerarquizan el compañerismo por encima de la honestidad, los médicos, tanto como los

militares, los abogados y todos los que conforman gremios profesionales, también suelen

no denunciar a sus colegas cuando cometen fraudes contra la salud, contemporizando de

esta manera con la comisión de dichas faltas y que, desde el punto de vista de la ética

profesional, no es otra cosa que una complicidad velada. Si bien el Principio de No-

maleficencia afirma, esencialmente, la obligación de no hacer el daño intencionalmente,

ello no significa que el error accidental o propio del arte médico que produce un daño pero

no se hace con intención, no implique uno violación a dicho principio, pues se configurará

cuando el error se haya cometido por irresponsabilidad, negligencia o descuido.

7. Implementar las veedurías ciudadanas reglamentadas por la ley 850 de 2003, para que

puedan ejercer en forma eficaz su función de vigilancia sobre las entidades públicas o

privadas encargadas de la prestación del servicio público de salud, y, en particular, el de

las urgencias hospitalaria; a fin de que se proteja a los pacientes y se garantice el respeto a

la vida humana como derecho irrenunciable, y la salud como derecho fundamental.

8. Mejorar la atención primaria en las clínicas y hospitales permitiendo un mayor acceso a

la tecnología diagnóstica, y potenciando la formación continuada de los profesionales en

la atención de urgencias, pues en la práctica clínica se produce mucho daño cuando el

personal sanitario no está bien entrenado o formado, lo que propicia una mala praxis de la

profesión. Dentro de la concepción técnica de la no maleficencia está la falta de cultura de

la prevención del daño, o negligencia, que eliminaría mucha mala práctica. La negligencia

se da cuando se infringe el criterio del cuidado debido, es decir, la obligación de proteger

a los demás de los riesgos irracionales o del descuido.

Page 105: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

92

4.4. Conclusión

Hecha en este capítulo la descripción del lamentable estado en que se encuentra el Sistema de

Salud en Colombia, particularmente lo relativo a la prestación del servicio médico-asistencial

de urgencias, hemos presentado una propuesta que propicie la discusión bioética con miras a

mejorar la asistencia médico-hospitalaria en los hospitales y clínicas colombianos. Propuesta

que hemos hecho girar alrededor del Principio de No-maleficencia por considerar que a través

de esta perspectiva es posible rescatar la humanización de las prácticas médicas, amenazada

cada vez más por el impulso avasallador de los criterios mercantilistas.

Los aspectos contemplados en la propuesta tratan de minimizar o eliminar el impacto nefasto

que tienen en la prestación de los servicios hospitalarios de urgencia, todas aquellas políticas

del Estado, disposiciones legales y vacíos normativos, conductas inmorales de funcionarios y

personal médico, que favorecen la mala praxis en dichos servicios y constituyen una clara

violación al Principio de No-maleficencia

Recordemos que, aun cuando estrictamente el Principio de No-maleficencia impone una

obligación negativa que es la prohibición de hacer el mal o algún daño, también se puede

ocasionar daño al no prevenir las consecuencias nefastas de acciones u omisiones como las

señaladas en los casos de urgencias hospitalarias analizados en el capítulo tercero del presente

trabajo. Tampoco debemos olvidar que el criterio del cuidado debido es una especificación

del Principio de No-maleficencia, establecida por el derecho y la moral en aquellos casos en

los que algún agente expone a otro a riesgos innecesarios.

Pero también fuera del campo clínico se da la no maleficencia por falta de prevención o

negligencia, como cuando no se cuenta con los equipos adecuados o los profesionales

especializados ni los medicamentos necesarios para atender los casos propios del nivel que

tiene la institución hospitalaria, tal como se presentó en algunos de los casos estudiados.

Si bien es cierto que los tribunales de justicia al establecer en sus sentencias la existencia de

una falla en el servicio de urgencia hospitalaria, se limitan a determinar responsabilidades de

carácter administrativo o civil y, con base en ellas, a condenar el pago de perjuicios materiales

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93

y morales causados al paciente y/o a sus familiares, en muy pocos casos han establecido la

responsabilidad penal de los sujetos responsables de la falla; ello por cuanto las pretensiones

de las demandas son de contenido patrimonial orientadas a obtener un resarcimiento

económico para las víctimas o sus familiares, y por cuanto son dirigidas en contra de los

hospitales, las clínicas y demás entidades encargadas de prestar el servicio de salud, las cuales

son personas jurídicas que no son sujetos de la acción penal, y no contra los médicos,

auxiliares o administradores de los centros hospitalarios.

Qué bueno fuera que, con base en la aplicación del Principio de No-maleficencia en los casos

de falla en el servicio de urgencias hospitalarias, además de las condenas de carácter civil y

patrimonial que impongan los tribunales a los responsables, también se dieran las

correspondientes sanciones de carácter penal, si en la configuración de dicha falla y por no

prestar oportuna y eficazmente el servicio requerido, se hubiera dejado morir al paciente, o se

le hubieran causado graves lesiones o daños. Ello se facilitaría si se tipifican como delito tales

conductas que ponga en peligro la vida de una persona.

Page 107: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

94

CONCLUSIONES

La salud en Colombia que, según se ha expuesto en el presente trabajo, es un derecho

fundamental por conexión con la vida y, además, un servicio público a cargo del Estado, se ha

convertido en la práctica en un negocio, donde, en ocasiones, no cuentan para nada los

derechos fundamentales de los pacientes y de los usuarios. Como producto de esta

mercantilización, se observa en la práctica médica una tendencia hacia el desapego a los

principios éticos y al compromiso con la profesión, dejándose de servir a los intereses de los

pacientes para privilegiar los intereses particulares según las reglas del mercado.

El modelo de desarrollo económico, social y político existente en Colombia, clasificado como

“neoliberal”, ha repercutido en el ejercicio de la medicina de nuestro país, fomentando la

práctica de una medicina mercantilista, deshumanizada y materialista, cosificando al ser

humano e incrementando las brechas separatistas en la cobertura, calidad y servicio de los

diferentes marcos existentes de atención médica. Desde este punto de vista, la salud hecha

mercancía está al alcance solo de aquellos que la puedan comprar, los demás, que son la

mayoría, están condenados a morir de enfermedades curables en las puertas de las clínicas y

los hospitales. Por ello es preciso que el Estado tome cartas en el asunto y adopte medidas

drásticas que permitan la sanción, a posteriori, de las entidades y funcionarios comprometidos

en esta mercantilización de la medicina.

Existe un consenso de todos los estamentos sociales para reconocer que el Sistema de Salud

padece una crisis estructural y que es necesario empezar a tomar medidas de fondo para evitar

que los pacientes sigan siendo perjudicados por esta situación, porque el sistema de salud

colombiano se está muriendo: lo están acabando la politiquería y la corrupción, que como

hermanas siamesas se han aliado con la voracidad de unas empresas privadas y con la

podredumbre que campea en algunas oficinas públicas para asfixiarlo, ante la mirada

indiferente de los gobernantes y de los entes de control.

Resulta oprobioso ver como muchas personas han tenido que hacer cola desde las tres de la

madrugada, o antes, para conseguir una cita médica general; luego, esperar meses para que los

atienda un especialista y, después, pasarse la vida entera interponiendo tutelas para que le

autoricen una operación o le entreguen un medicamento vital para su existencia, porque no

Page 108: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

95

están contemplados en el plan obligatorio de salud, POS. Y cuando estas personas han tomado

la resolución de denunciar los atropellos de que han sido objeto ante los organismos oficiales

de control, no logran pasar de la portería, o si pasan, sus denuncias se embolatan en la

instancia burocrática del reparto y la “investigación exhaustiva” que nunca termina.

Año tras año, venimos asistiendo al lamentable espectáculo que genera el colapso de los

servicios de urgencia de los hospitales sin que los gobernantes de turno hayan sido capaces de

encontrar solución alguna al problema. En el mejor de los casos, y cuando la crisis amenaza

explosión, se adoptan soluciones paliativas y temporales basadas generalmente en el

incremento supernumerario del personal y en la destinación de partidas presupuestales

extraordinarias que generalmente llegan incompletas a los hospitales, o en muchos casos

nunca llegan, porque se pierden en los oscuros vericuetos de la burocracia y de las

estratagemas politiqueras, urdidas para recuperar en forma exponencial las millonarias

inversiones hechas en las campañas políticas.

Como podemos ver, son numerosas las causas que hoy en día propician la despersonalización

y la deshumanización en la asistencia sanitaria, en cuya aparición y aumento han interactuado

de manera compleja factores de tipo sociológico, organizacional y tecnológico, así como

factores imputables al personal sanitario y los relativos al paciente y su medio. Es aquí donde

se hace imperativo un diálogo bioético e interdisciplinario que, bajo el enfoque del Principio

de No-maleficencia, pueda facilitar la toma de decisiones que, a corto y mediano plazo,

permita frenar las consecuencias de un nefasto servicio médico asistencial de urgencias. Por

ello en la realización del presente trabajo abordamos el estudio de las urgencias hospitalarias

bajo la perspectiva del Principio de No-maleficencia como quiera que muchas de las

situaciones que se presentan en ellas constituyen una clara violación a dicho principio. Y fue

también bajo esta perspectiva que hicimos nuestras propuestas con el fin de hacer más

humana la prestación de tales servicios.

Pero ninguna de las propuestas hechas resultará eficaz si no hay un cambio de mentalidad en

las presentes y futuras generaciones de educandos, que estimule en su etapa de formación el

afianzamiento de aquellos valores éticos que permitan recuperar el respeto por los derechos

inalienables del ser humano, que hoy está siendo ninguneado por la vorágine del mercadeo de

la salud y el desarrollo desbocado de la biotecnología; y batallar para que “el paseo de la

muerte”, una tragedia humana que a causa de la incuria estatal y la indiferencia de la sociedad

Page 109: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

96

se ha convertido en paisaje natural de nuestra realidad nacional, nunca más se vuelva a

presentar.

La realización del presente trabajo bajo la perspectiva del Principio de No-maleficencia ha

tenido como propósito resaltar su importancia en el análisis de los dilemas morales que se

presentan en la prestación del servicio médico asistencial de las urgencias hospitalarias, para

que sirva de puente entre la moral y el derecho, a fin de que se pueda tener como referente

obligado en toda discusión que implique la emisión de juicios de valor en la resolución de

problemas surgidos con ocasión de la prestación del servicio médico de urgencias.

Dentro de la interpretación contemporánea de la no maleficencia se podría hacer una larga

lista de prácticas médicas que en los servicios de urgencias hospitalarias lesionan la dignidad

humana y que fue imposible abarcar en el presente trabajo. Queda a cargo de los bioeticistas o

de los comités de bioética de cada institución, determinar en cada caso específico aquello que

es maleficente.

Al término del recorrido que hemos hechos sobre las interpretaciones y algunas aplicaciones

del Principio de No-maleficencia, se ha podido constatar la riqueza de contenidos que dicho

principio puede tener y la gran relevancia que tienen sus aplicaciones a la práctica clínica al

abarcar un amplio espectro del mundo moral, demostrándose de esta manera ser el pilar de

todo el edificio bioético.

Por último, la crítica y aberrante situación expuesta y analizada en el presente trabajo, nos

debe obligar a quienes nos hemos aproximado de alguna forma al mundo de la bioética, a

adoptar posiciones enérgicas y valerosas sobre nuestro compromiso de rescatar la dignidad

del ser humano del pantano cenagoso a donde ha sido arrojada por los mercaderes de la salud.

Es por ello que en las circunstancias actuales se precisa un volcamiento masivo en favor de la

vida de todos los que malviven, o de los que mal mueren, por falta de un mínimo decente

para vivir o para morir con dignidad. Si la bioética no consigue dar pasos en esa dirección

seguirá siendo un bello discurso o una actividad académica con mayor o menor influencia en

la sociedad, pero no un quehacer ético que se involucra realmente, aquí y ahora, en la

problemática del ser humano.

Page 110: la falla del servicio médico asitencial de urgencias en los hospitales

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