la lectura serafini

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La Lectura. << ¡Ya leí la lección para mañana, pero no entendí nada!>> Ma. Teresa Serafini. Los estudiantes dedican gran parte de su tiempo a la lectura de libros de texto y narrativa, de periódicos y de seminarios, de ensayos y de trozos de antología seleccionados por el profesor. Leen en la escuela, en la casa y en la biblioteca, para aprender y divertirse. A través de la lectura se desarrolla gran parte del aprendizaje, y las ocasiones de reflexión y del desarrollo de la capacidad de trabajo provienen de ella. Lamentablemente, es muy diferente leer un texto de manera superficial que comprenderlo y asimilar su contenido. Muchos estudiantes leen y releen los pasajes que hay que estudiar sin cumplir ninguna operación que ayude a apropiarse del contenido; más tarde se asombran de los malos resultados de las preguntas orales y escritas. Para aprender se requiere que el estudiante comprenda el texto, extraiga la información y las ideas más importantes y las relacione con lo que ya conoce reorganizándolas y sintetizándolas según criterio propio, y haciendo más fácil de este modo el proceso de memorización. Saber leer significa entonces poseer varias capacidades de tipo técnico (Bellenger; Rowntree, 1979 y Crowder, 1986). La aproximación básica a la lectura es la misma para todas las materias de estudio. Aún cuando cada tipo de texto requiere capacidades específicas. La lectura de textos de historia, por ejemplo, necesita que sepan organizar acontecimientos e ideas en orden cronológico, mientras que la lectura de textos científicos requiere reconocer relaciones de causa-efecto. Pero bien sea el estudio de la historia, bien sea el de las ciencias, implica capacidades comunes de lectura:

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  • La Lectura.

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    Ma. Teresa Serafini.

    Los estudiantes dedican gran parte de su tiempo a la lectura de libros de texto y

    narrativa, de peridicos y de seminarios, de ensayos y de trozos de antologa

    seleccionados por el profesor. Leen en la escuela, en la casa y en la biblioteca,

    para aprender y divertirse. A travs de la lectura se desarrolla gran parte del

    aprendizaje, y las ocasiones de reflexin y del desarrollo de la capacidad de

    trabajo provienen de ella.

    Lamentablemente, es muy diferente leer un texto de manera superficial que

    comprenderlo y asimilar su contenido. Muchos estudiantes leen y releen los

    pasajes que hay que estudiar sin cumplir ninguna operacin que ayude a

    apropiarse del contenido; ms tarde se asombran de los malos resultados de las

    preguntas orales y escritas. Para aprender se requiere que el estudiante

    comprenda el texto, extraiga la informacin y las ideas ms importantes y las

    relacione con lo que ya conoce reorganizndolas y sintetizndolas segn criterio

    propio, y haciendo ms fcil de este modo el proceso de memorizacin. Saber leer

    significa entonces poseer varias capacidades de tipo tcnico (Bellenger; Rowntree,

    1979 y Crowder, 1986).

    La aproximacin bsica a la lectura es la misma para todas las materias de

    estudio. An cuando cada tipo de texto requiere capacidades especficas. La

    lectura de textos de historia, por ejemplo, necesita que sepan organizar

    acontecimientos e ideas en orden cronolgico, mientras que la lectura de textos

    cientficos requiere reconocer relaciones de causa-efecto. Pero bien sea el estudio

    de la historia, bien sea el de las ciencias, implica capacidades comunes de lectura:

  • por ejemplo, la capacidad de determinar las ideas principales de un texto o de

    memorizar los trminos nuevos.

    En este captulo enfocamos algunas tcnicas para leer un texto. Ante todo

    determinamos varias fases: la pre-lectura, en la cual se crean expectativas y unos

    se prepara para comprender un texto; la llamada , que

    permite recorrer textos muy largos en poco tiempo, extrayendo pocas pero

    fundamentales informaciones, y finalmente, la lectura analtica, aquella que lleva

    a una comprensin precisa del texto y a la valoracin y la comprensin crtica de

    sus elementos. En esta fase, en particular, se evala la validez de las fuentes y se

    distingue entre hechos y opiniones. En el captulo 4 veremos como la lectura

    analtica debe ser completada tomando apuntes y esquematizando el contenido de

    un texto, mientras que en el captulo 5 veremos las tcnicas de memorizacin. En

    cambio, este captulo termina con algunos consejos prcticos para entrar en el

    mundo de la narrativa y para alcanzar la posibilidad de gozar de uno de los

    placeres que estn ms al alcance de la mano: la lectura por diversin.

    3.1. Fases de la lectura. En la escuela, la capacidad de estudio, a menudo, se considera innata o ligada a

    factores ambientales. sta postura hace difcil la determinacin de las

    capacidades bsicas para el estudio y excluye su enseanza del currculo escolar.

    La dificultad para aprender a leer y comprender se debe al hecho de que las

    capacidades de juego son muchas, de difcil definicin y en varias combinaciones.

    Un modo de presentarlas es ver cmo afrontar la lectura de un texto a travs de

    una serie de fases separadas que requieren operaciones especficas. Veamos

    estas fases en sntesis.

    I. Fase pre-lectura. Durante esta fase se lee superficialmente el texto, tratando de captar los elementos ms importantes, evaluar el inters del

    contenido, determinar la estructura general y formarse una idea global.

  • Esta operacin puede realizarse tambin a travs de la llamada lectura

    rpida, que trata de analizar un texto rpidamente y en forma global

    para tomar de l unos pocos elementos. Teniendo en cuenta los

    elementos que se han captado al recorrer el texto y la curiosidad de

    cada uno sobre el tema, puede resultar til preparar una serie de

    preguntas a las que se quisiera dar una respuesta durante la siguiente

    lectura crtica.

    II. Fase: Lectura crtica del texto. La propia y verdadera lectura analtica debe realizarse con una disposicin activa por parte del lector,

    distinguiendo los hechos de las opiniones, concretando los objetivos en

    el fragmento que leen y determinando las informaciones de mayor

    importancia. La lectura crtica puede acompaarse de un subrayado del texto y de la toma de apuntes.

    III. Fase: post-lectura. Para completar el aprendizaje es necesario controlar y reorganizar los apuntes. Pueden elaborarse diagramas,

    representaciones grficas que muestren la estructura de la informacin,

    o bien fichas, tablas terminolgicas y fichas con preguntas/problemas

    que ayuden a memorizar. Estas informaciones son bsicas para la

    preparacin de un trabajo escrito o de una exposicin oral.

    Todos pueden aprender a leer si adquieren poco a poco estas tcnicas y la capacidad de aplicarlas en el orden justo y el modo oportuno. (Devine, 1981; Lend, 1983; y Tonjes y Zintz, 1981).

  • La lectura crtica. Mara Teresa Serafini.

    En esta seccin determinaremos algunos aspectos importantes para desarrollar la

    capacidad propia de lectura crtica. Estos son: la comprensin de los objetivos del

    autor, la valoracin de la fiabilidad de las fuentes del escrito, y la distincin entre

    hechos y opiniones. Las Tcnicas de Estudio

    3.5.1. Determinacin de los objetivos del autor. Comprender un texto tambin significa darse cuenta de los objetivos primarios de

    su autor. Por ejemplo, questo un uomo de Primo Levi no puede comprenderse ni

    apreciarse sin reconocer la voluntad del autor de denunciar las graves

    persecuciones raciales que sufrieron los judos en Italia en la dcada de 1930. A

    veces, los objetivos principales se declaran de modo explicito, otras en cambio, es

    el lector quien los debe encontrar a travs de un complejo proceso de

    combinaciones de objetivos secundarios presentes en el texto. En Castelfranchi y

    Parisi, 1980, se propone un modelo de comprensin del texto como construccin

    de la correcta jerarqua de los objetivos de las diversas partes y de los

    diferentes niveles del texto.

    A veces, el objetivo declarado o aqul inmediatamente evidente en un texto no

    coincide con el objetivo efectivo del autor. Las stiras son un gnero literario en el

    que siempre existe una diferencia entre el llamado objetivo declarado y el

    objetivo real; parece que el objetivo principal de la stira es el de divertir, mientras

    que en realidad, las stiras nos transmiten mensajes precisos que reflejan un

    objetivo bien definido de su autor. Tomemos como ejemplo el Candido de Voltaire:

    en este caso, el lector debe comprender que el intento del autor no es de

    mostramos una agradable secuencia de desafortunadas aventuras del

  • protagonista sino ms bien la de criticar la filosofa de Leibniz, sostenedor de la

    hiptesis del mejor de los mundos posible, mostrando que, en realidad, la vida

    est llena de adversidades.

    La diferencia entre objetivo declarado y objetivo real puede verse tambin en

    libros de tipo cientfico. Por ejemplo, el objetivo declarado de un libro de texto

    debera ser el de describir una materia del modo que resulte ms accesible para el

    lector. A veces, sin embargo, reconocemos que el autor quiere poner en evidencia

    su rea de especializacin, dndole una importancia comparativamente mayor con

    respecto a los dems campos de estudio. O bien notamos que el autor hace

    alarde de su capacidad tcnica para resolver algn problema, aun cuando la

    importancia del problema no es enorme; o bien el autor introduce dificultades

    artificiales, por ejemplo, dando a toda costa una presentacin rica en formalismos

    a problemas que podran tratarse de un modo simple.

    En la escuela, a menudo es til reflexionar sobre cul es el objetivo del docente

    cuando indica un texto particular de lectura. Consideremos, por ejemplo, una

    antologa en la que aparece una poesa de Neruda seguida de varios ensayos

    extrados de las crticas literarias de diversos autores. Dentro de este contexto, si

    el docente nos indica que leamos una sola de las crticas, intuimos que realiz una

    eleccin por nosotros (por ejemplo, extrajo la ms simple, o bien la que l

    considera ms vlida); si en cambio nos induce a leer todas las crticas, intuimos

    que quiere dejamos la tarea de confrontarlas y de construir una interpretacin

    propia.

    3.5.2. Valoracin de la autoridad de las fuentes Un texto o una afirmacin tienen valor segn la competencia que posee el autor

    sobre el tema. Resulta til aprender a relacionar una informacin con la autoridad

    de su fuente. Por ejemplo, una declaracin del Fondo Monetario Internacional

  • respecto a la evolucin de la inflacin puede resultar ms fiable que la evaluacin

    de un nico operador econmico.

    El principio de autoridad, sin embargo, no debe condicionar demasiado nuestro

    juicio: ms all del valor de la fuente, las informaciones y las ideas que contiene

    un texto deben resultar razonables y convincentes. Sucede a menudo que las

    llamadas grandes firmas afrontan con ligereza los temas; por el contrario,

    sucede a veces que textos debutantes revelan gran competencia y dominio del

    sector objeto de ese trabajo. En otras palabras, la sola 'autoridad de la fuente no

    puede justificar una postura acrtica frente a un texto, y, al mismo tiempo, la falta

    de autoridad no debe bastar para hacemos juzgar un escrito en trminos

    negativos.

    3.5.3. Distinguir los hechos de las opiniones Estudiando historia o leyendo los peridicos, sobre todo, es cuando nos damos

    cuenta de la necesidad de separar los hechos de las opiniones, aun cuando la

    distincin entre ellos resulta muy difcil. De manera un poco simplista diremos que

    una proposicin describe un hecho si ste puede ser verificado de modo objetivo

    (por ejemplo, si se trata de una aseveracin cientfica que puede probarse

    mediante experimentos); en cambio describe una opinin cuando presenta una de

    las posibles interpretaciones de la realidad.

    Por otra parte, muchos hechos son puestos en duda con el correr del tiempo.

    Pensemos, por ejemplo, en el caso del tomo, que en la dcada de 1930 se

    consideraba la parte ms pequea indivisible de la materia, aun basndose en

    resultados de experimentos cientficos, y que en la dcada de 1940, en cambio, se

    reconoci que estaba compuesto por partculas elementales ms pequeas. Por

    este motivo, justamente, se tiende a hablar en el ambiente cientfico de teoras,

    probadas en el mbito de particulares hiptesis iniciales, antes que de hechos.

  • En cambio es ms fcil distinguir una opinin; son opiniones nuestras creencias,

    nuestras sensaciones y nuestros juicios. Una opinin es algo subjetivo, es un juicio

    de valor que no puede ser comprobado. En ltimo extremo podemos atribuir a una

    opinin una probabilidad de ser verdadera; por ejemplo, sumando varios juicios

    negativos de diversos periodistas llegaremos a creer que un rbitro dirigi mal un

    partido y atribuiremos a nuestra opinin una gran probabilidad de ser correcta.

    El lector puede tratar de evaluar su capacidad de distinguir hechos de opiniones

    en los siguientes ejemplos:

    1. Sandro Pertini fue un presidente de la Repblica Italiana.

    2. Sandro Pertini fue el mejor presidente que tuvo la Repblica Italiana.

    3. El semanario Panorama es mejor que el semanario Cambio 16.

    4. Por lo general, las pelculas permiten relajarse ms que los libros.

    5. Cristbal Coln descubri Amrica en 1492.

    La primera proposicin es un hecho ya que puede ser, verificada. La segunda, en

    cambio, entra en el campo de las opiniones porque se trata de una afirmacin no

    probable y por tanto subjetiva; todos los adjetivos como maravilloso, bello, terrible,

    inteligente o estpido, corresponden a una opinin no verificable. Tampoco la

    tercera proposicin presenta un hecho porque mejor indica un juicio de valor;

    adems, ese juicio es muy difcil de analizar: mejor podra referirse a elementos

    diversos como el contenido, la compaginacin, la calidad del papel. Tambin la

    cuarta proposicin presenta un juicio de valor y es por lo tanto una opinin. Estas

    consideraciones nos llevan a ejercitar nuestras facultades crticas, y a interpretar

    con la atencin debida las proposiciones de este tipo.

    La quinta proposicin aparece a primera vista como un hecho; pero algunos

    historiadores sostienen que, efectivamente, Coln no lleg nunca al continente

  • americano (sus expediciones exploraron las islas de Amrica Central) y que los

    vikingos llegaron a Amrica mucho antes que Coln. A veces, los libros de historia

    hacen de la quinta proposicin un hecho, mientras que, a ojos vista, se trata de

    una afirmacin imprecisa y quizs errnea.

    Distinguir entre hechos y opiniones de un modo sistemtico puede ayudar al

    anlisis y la evaluacin de textos, y puede facilitar la gnesis y el desarrollo de

    nuestra capacidad de juicio autnomo.

    3.6. La lectura como diversin Dentro de la escuela italiana encontramos una situacin contradictoria: por una

    parte se alienta a los alumnos a leer, y por la otra, especialmente en el ciclo

    bsico, se les da libros en los cuales las notas, las fichas de lectura, los cuadros

    sinpticos histricos, los diccionarios de bolsillo y los ms diversos auxilios para la

    comprensin ocupan ms espacio que el propio texto narrativo. La presencia de

    estos libros en la escuela quizs se debe ms a las presiones de las editoriales

    que a una real conviccin de los docentes, pero es un sntoma del escaso espacio

    que se le otorga a la lectura como diversin. De este modo no es fcil encontrar

    grandes lectores entre los alumnos: parece que leen, y con esfuerzo, solamente

    los libros sobre los que se les interrogar o sobre los que tendrn que escribir una

    composicin. Pocas escuelas son las que utilizan las bibliotecas de la zona o que

    tienen una biblioteca propia.

    Una de las causas por las cuales los alumnos leen poco es tambin la falta de

    modelos de adultos-lectores. En el mundo de los adultos, a menudo se mantiene

    una posicin crtica frente a la lectura a la que se contraponen otros modos de

    pasar el tiempo libre (Livolsi, 1986).

    Algunas encuestas hicieron el retrato robot del lector empedernido por diversin.

    Se observ a un grupo de personas que leen por lo menos un libro por semana

    (Nell, 1988); todos tienen buenas capacidades de lectura y han alcanzado un alto

    grado de automatismo en todos los componentes de la lectura, leyendo a una alta

  • velocidad y sin dificultades de comprensin. No qued claro si esta facilidad de

    lectura es un elemento que impulsa a leer, o ms bien su consecuencia.

    Entre los lectores empedernidos se encuentran mayormente personas con una

    rica imaginacin, que aman los textos de tipo fantstico, pero tambin

    encontramos lectores que prefieren los textos realistas. Los lectores habituales

    viven la lectura como una droga (liviana!) y dicen sentirse aburridos, frustrados y

    a veces incluso desesperados cuando se encuentran en situacin de no tener un

    libro a su disposicin y de no poder conseguirlo. Para algunos, el lugar preferido

    de lectura es un espacio solitario al aire libre; para otros, en cambio, un

    subterrneo repleto (y en este caso, un libro puede llegar a ofrecer un aislamiento

    precioso); para muchos, el lugar de la lectura por excelencia es la cama, antes de

    dormirse. En este caso, cinco minutos de lectura antes del sueo son una

    verdadera necesidad, un modo de relajarse, y de relajarse de los problemas de la

    jornada.

    Algunos elementos actan como refuerzo para el placer de comenzar o de

    continuar una lectura en lugar de otras actividades. Para algunos, la lectura es una

    verdadera fuga de las preocupaciones, ya que desplaza el foco de atencin de s

    mismos hada realidades distintas, favoreciendo un cambio en el estado de nimo.

    En otros casos, la lectura puede aumentar la conciencia de recuerdos, de

    experiencias o aspiraciones placenteras.

    Una lectura tambin puede desencadenar efectos negativos que lleven a su

    imprevista interrupcin. Muchos tienden a descartar los libros con argumentos

    ligados a sus problemas presentes o pasados. Por ejemplo, aqul que tuvo una

    adolescencia solitaria y sufre todava por esa experiencia tiende a evitar libros que

    recuerden de alguna manera ese perodo de la vida; en ese caso, el contenido del

    libro crea desasosiego porque permite que emerjan experiencias negativas

    pasadas. En la mayora de los casos, sin embargo, los abandonos a la mitad de

  • un libro estn relacionados con la dificultad de apasionarse por el tema que trata,

    o bien por la dificultad de adecuarse al estilo del autor. A veces, dicho abandono

    de la lectura es un modo de ejercitar nuestra crtica hacia un bestseller

    adquirido de manera pasiva ya que nos fue impuesto por la publicidad, pero que,

    en realidad, no nos gusta en absoluto.

    3.6.2. Cmo hacer crecer la pasin por la lectura La lectura es un enorme placer que se halla al alcance de todos y del cual privarse

    es realmente insensato. Los docentes y los adultos deberan ayudar a los jvenes

    a adquirir una relacin constante con los libros ya cuando son muy nios (Denti,

    1982), eligiendo textos adecuados para la edad y dedicando tiempo a los chicos

    para afrontar juntos las primeras dificultades. Veamos algunos consejos que

    pueden facilitar el crecimiento de la pasin por la lectura.

    1. Elegir libros que estn al nivel de las propias capacidades de lectura. No es

    cuestin de afrontar Guerra y paz en la segunda etapa de EGB, y tampoco

    leer El corsario negro o La isla del tesoro en el instituto. El adulto debe

    aconsejar libros analizando el modo de leer de los chicos y su madurez,

    ms que basndose en su edad. Adems, la eleccin de un libro debe

    reflejar de todos modos el gusto del lector; por ejemplo, hay jvenes

    incapaces de leer ms de dos pginas del Ulises de Joyce pero que saben

    apreciar Muerte en Venecia de Thomas Mann o La ragazza di Bube de

    Carlo Cassola.

    2. Leer libros de argumentos y gneros literarios diferentes, con el fin de

    encontrar aqullos que puedan proporcionar mayor placer. No hace falta

    limitarse a la narrativa: existen autobiografas, ensayos, libros sobre

    costumbres, que pueden crear el mismo placer que una novela sin requerir

    mayor esfuerzo o resultar fatigosos. He aqu tres ejemplos para estudiantes

    de enseanza media y para adultos.

    S. Freud, Casos clnicos: la psicologa y el psicoanlisis son presentados

    bajo el aspecto de una novela policial.

  • A. Morita, Autobiografa del presidente de la Sony, ed. Comunit: las

    economas y las culturas japonesa, norteamericana y europea son

    comparadas a travs de la historia de una empresa de grandes xitos y de

    uno de sus fundadores.

    D. Stamone, Ex cathedra, ed. Rosso-Manifesto: una stira del instituto

    desde el punto de vista de un profesor amargado de unos 68 aos.

    3. Poner empeo y constancia en la lectura de las primeras 20-30 pginas de

    un texto, que se leen todas juntas el mismo da, con objeto de entrar en el

    espritu del libro.

    4. Cuando no se logra entrar en la esencia de libro, dedicar sesiones de por lo

    menos 20 minutos a la lectura. Hay libros que fascinan desde la primera

    pgina, mientras que otros necesitan tiempo antes de apasionamos (en

    particular, los libros de argumentos apartados de nuestra experiencia y

    nuestra cultura).

    5. Una vez que hemos entrado en el espritu del libro, no hay que

    avergonzarse de saltar renglones, pginas o secciones si no nos interesan

    y si su lectura pudiera provocar la interrupcin del mismo. Saltando algunas

    partes uno construye una visin propia; y esto nos hace sentir activos. Sin

    embargo no hay que abusar de ello, porque a la larga podra creamos el

    mismo tipo de frustracin que se tiene cuando se pasa con el control

    remoto de un canal de televisin a otro, buscando un programa que divierta

    ms.

    6. Tener siempre a disposicin algn libro que nos interese. Cuando leemos

    comentarios, publicidad o citas que provocan nuestra curiosidad, anotar de

    inmediato en la agenda los ttulos de los libros, y comprarlos en la primera

    ocasin. No hay que dejar para ms adelante su adquisicin aun cuando en

    ese momento nos falte el tiempo para la lectura, o si tenemos ya un montn

    de libros para leer sobre la mesita de noche, ya que antes o despus se

    presentar la ocasin de dedicar tiempo a la lectura. Entonces estaremos

    contentos de tener la posibilidad de leer uno de nuestro agrado, en lugar de

  • aburrimos o de elegir con apuro en un kiosco libros o revistas de escaso

    inters.

    Al final del libro, centrar la atencin sobre el texto ledo, evaluar los aspectos que

    ms nos han gustado y aqullos que nos dejaron perplejos; en otras palabras,

    jugar el papel del crtico, aunque sea diletante. Esta reflexin nos permitir discutir

    acerca del mismo con los amigos, dndonos argumentos vlidos para aconsejarlo

    o para desaconsejarlo a otros lectores, y nos permitir recordar aquellas partes del

    libro que tal vez quisiramos releer, pasados algunos aos.

    Bibliografa: Serafini, Ma. Teresa. COMO SE ESTUDIA. La organizacin del trabajo intelectual. Edit. Paidos.1997. pp. 64-70