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LA REFORMA BACONIANA DEL SABER:

MILENARISMO CIENTIFISTA, MAGIA, TRABAJOY SUPERAClON DEL ESCEPTICISMO

Miguel A. Granada

Ya desde el mismo siglo XVII Francis Bacon (1561-1626)pasó a ocupar un lugar destacado en la tradición filosófica y cien-tífica, en primer lugar como formulador del método (la induc-ción) pretendidamente seguido después por la ciencia moderna ensu incontenible despliegue hacia el conocimiento de la naturalezay el descubrimiento de sus leyes; en segundo lugar en su calidadde formulador de la nueva noción de ciencia como conocimiento

progresivo, obra colegiada y vía de dominio sobre la naturaleza.La crítica de la metodología inductiva y asimismo la nue-

va visión del desarrollo histórico de la ciencia han traído consigola pérdida del elevado sitial hasta entonces ocupado por Bacon(y podemos poner como ejemplo la animadversión de A. Koyréhacia la figura del canciller). No obstante el Bacon al que se des-poseía de su sitial era una figura que había perdido sus aristasreales y su inserción en la cultura a él contemporánea para que-dar convertido en gran medida en bandera o topos retórico (ver-dadero y falso a la vez; en todo caso un rostro excesivamentesimplificado) de la nueva autoconciencia fIlosófico-científica. Lassiguientes páginas aspiran a contribuir (uniéndose a los esfuerzosde P. Rossi, B. Farrington, F. H. Anderson y otros estudiosos deBacon o de la cultura contemporánea) a la necesaria restitucióndel verdadero rostro baconiano y en consecuencia de la batallafIlosófica librada por el canciller. Ello nos situará en mejores con-diciones para comprender y evaluar la razón de la ulterior presen-cia baconiana y también de la deformación y simplificación inhe-rente a esa presencia.

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La Inglaterra en la que Baconvivey desarrollasu actividadpolítica y fIlosófica-la Inglaterra de Isabel I (1558-1603) Y delprimer Estuardo (Jacobo 1, 1603-1625)- está sometida a un fe-bril proceso de cambio, transformación y desarrollo en todos losórdenes de la vida, del cual surgirá la moderna Inglaterra burgue-sa. La industria, el comercioy la navegación-bases y pilares de laexpansión inglesa ulterior-efectúan su gran despliegueen estosmomentos. Por otra parte la Inglaterra isabelinaasistea la defmi-tiva consolidación de la Reforma religiosatras la fortísima reac-ción y restablecimiento católicos producidos en el reinado de Ma-ría Tudor (1533-1558) como rectificación de la política religiosade Enrique VIII y Eduardo VI; asiste también a la considerableexpansión del calvinismoy del "puritanismo", esa típica versiónanglosajona de credo religioso y estructura moral y de cáracter.Es en gran medida durante el reinado de Isabel I y su sucesorJa-cobo I cuando el puritanismo pone las bases de su gran penetra-ción en el tejido social inglés que constituye el punto de partidade la gran revolución antimonárquica de la década de 1640 y dela dominanciaideológicadel puritanismo a lo largo del sigloXVII.

Finalmente, durante la época isabelina se produce la eclo-sión del "Renacimiento": la cultura inglesa(tanto en arte comoen literatura y pensamiento religioso-filosófico-científico)estáprofundísimamente impregnada (y confiere un notable desarrolloa todo ello) de platonismo, del acercamiento "naturalista" a lanaturaleza, de las tradiciones de la magia, alquimia y cábala; laobra de Shakespeare, de Sir Philip Sidney, de Marlowe o JohnDee lo muestra cumplidamente. También el escepticismo-en susversiones religiosas(la actitud fideísta) o más directamente epis-temológicas(la tradición pirroniana o académica)- mostraba unanotable presencia en la Inglaterra de Isabel 1,como testimonian laobra de Sir WalterRaleigh,de FuIke Grevilley las mismastraduc-ciones al inglés del De incertitudine et vanitate scientiarum etartium de Comelius Agrippade Nettesheim(traducida al inglésen1569 y reeditada en 1575) y de losEssaisde Montaigne(traduci-dos en 1603, pero ya conocidos con anterioridad, pues el mismoBacon había utilizado ese método de discursoy el término que 10designabaen susEssays de 1597).

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La reforma baconiana del saber 73 ,Por lo. que se refiere a las universidades (Oxford y Cam-

bridge) la situación en Inglaterra no era, en la segunda mitad delsiglo XVI y de comienzos del XVII, muy diferente de la del restode Europa: también allí reinaba la tradición aristotélico-escolás-tica, pues las líneas de pensamiento que mencionábamos con an-terioridad son eminentemente laicas, urbanas o cortesanas. Den-tro de la general orientación aristotélico-escolástica la universidadde Cambridge ve implantarse en su seno durante un tiempo nue-vas tendencias y orientaciones que tratan de hacerse un hueco enlucha con el aristotelismo ambiental; se trata de la penetración delramismo en los años 1570 y 1580 en aquellos colegios y profeso-res de especial impronta puritana, pero de una penetración quenunca consigue arrinconar al aristotelismo.

Si esta era la situación de las universidades, en Londres (yen relación marcadamente estrecha con los sectores y ambientesmercantiles, burgueses, financieros; en estrecho contacto con losambientes técnicos interesados en la navegación y profesionalesde ella) se desarrollan durante el período isabelino nuevas áreas deinterés filosófico-científico, caracterizadas por la constante refe-rencia a la experiencia y práctica cotidianas y por la perspectiva

. utilitarista y pragmática del estudio. Se trata de los "popularscientists" interesados por la astronomía, la matemática, el mag-netismo, la cartografía, por la construcción de aparatos e instru-mentos, siempre atentos a la vertiente práctica de las disciplinasy fundamentalmente a sus aplicaciones en lo relativo a la navega-ción oceánica y al mejoramiento de las técnicas. Los resultadosde este conocimiento se manifestaban en una riquísima literatura(muy difundida y de amplia penetración social) redactada en in-glés y sólo rarísimas veces en latín por la sencilla razón de que losautores y sobre todo el público destinatario no conocía esa lenguaen la medida suficiente; encontraban también canalización y ex-presión en nuevas agrupaciones o fundaciones de enseñanza e in-vestigación (ajenas a la universidad) de las que el ejemplo más pre-claro era el Gresham College. Esta institución canalizó buena par-te de la actividad cientítico-técnica desarrollada en Inglaterra acomienzos del :;iglo XVII y su desarrollo ulterior se vincula conlas personalidades científicas que en la década de 1640 establecie-


ron los primeros contactos y reuniones de 10que luego resultaríaen 1660 la Royal Society, es decir, la primera gran sociedad cien-tífica moderna.

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Francis Bacon es un miembro de la clase política. Su pa-dre -Sir Nicholas Bacon, guardián del gran sello reales uno delos personajesmás importantes de la corte isabelinay un represen-tante típico de esa generación de hombres nuevos -ajenos a laaristocracia de la guerra y el clero; enriquecidos con las tierrasmonásticas- que dirigen la administración del reino. El mismoFrancis Bacon es un político y miembro de este grupo social: suactividade itinerario vital se desarrollaal margen de la universidady sin contacto directo o profesional con el mundo de la enseñan-za superior. Bacon asume desde los comienzosde su actividadin-telectual los nuevos rumbos de la cultura isabelina y londinense;hace suyos los planteamientos de los "popular scientists" -no sinciertas reservas y desde luego con importantes integraciones- ycon ello hemos de poner en conexión la decididadefensabaconia-na (a pesar de las evidentes reservasque también expresa) de lasartes mecánicasy su progresopaulatino, constante e ininterrumpi-do frente al estancamiento, repetición y esterilidadde la fIlosofíanatural tradicional, es decir, del saber transmitido y conservadoen las universidades.A esta identificación, pues, con el tipo de ac-tividades y la orientación de los núcleoscientífico-artesanaleslon-dinenses (que -repetimos- no agotan los planteamientos positi-vos de Bacon) se une el rechazo crítico de la fIlosofía tradicional,la condena de la tradición aristotélico-escolástica.Ante la inte-lectualidad -esa mismaintelectualidad sometida al escolasticismoo vinculada con una concepción contemplativay no operativa delconocimiento- y también ante el Estado (la Corona y las altasinstancias de la administración) Bacon se convierte y se hace a símismo portavoz (lo cual ~o significamero repetidor sin aportacio-nes personales) de las nuevas aspiracionesen materia de conoci-miento y cienciapresentesen la sociedadinglesa.Como claramen-

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te dice Chistopher Hill:Antes, pues, de que Bacon comenzara a escribir, una revolu-ción intelectual estaba en marcha. Se glorificaba el valor uti-litario de la ciencia como medio de aliviar la condición del

hombre sobre la tierra; algunos aceptaban la idea del progresoa través de la ciencia y de la cooperación entre el artesanomás humilde y el científico... Bacon asimiló, sintetizó yofre-ció a los intelectuales este caudal de pensamiento popular,...no careció de importancia el hecho de que escribiera fIlosofíacomo un Lord Canciller. Bacon elevó al rango de sistema in-telectual coherente lo que hasta entonces habían sido merasafirmaciones fragmentarias de hombres prácticos. Eso es loque quería decir Bacon ~uando afirmaba no ser más que elportavoz articulado de las fuerzas inarticuladas de su época(Los orígenes intelectuales de la revolución inglesa, Barcelona1980, pp. 87s., 30, 107s.).

Por todo ello es perfectamente correcto decir que toda laobra baconiana, el proyecto fIlosófico al que consagró su vida ysu energía intelectual, consiste sencillamente en la realización(personal en tanto que él pretendía haber hecho y estar haciendoaportaciones decisivas en esa dirección; social y colectiva tambiénen tanto que su obra era concebida asimismo como la búsquedade la imposición social de un proyecto colectivo que en su calidadde opus basilicum sólo podía ser realizado de forma instituciona-lizada y social) de una reforma total del conjunto del saber hu-mano, no limitada únicamente a los contenidos del saber, sino ex-tendida también a las formas de educación y enseñanza, esto es, alos procedimientos de comunicación y al lugar y relevancia socialde la ciencia. El núcleo de esta reforma del saber estaba formado

por la "nueva" concepción de la ciencia como forma de conoci-miento y paralelamente de acción humana sobre la naturaleza.

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Esta reforma total del saber es denominadapor BaconIns-tauratio Magna y en 1620 publicadaen Londresla primera"en-

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trega" de su magno proyecto. No se trataba sin embargode lo pri-mero que Bacon escribía (pues eran abundantes los escritos toda-vía inéditos) ni publicaba, pues -además de ]osEssays de 1597-habí~ publicado en 1605 el Advancement of Leaming y en 1609el De sapientia veterum, dos obras muy importantes. La publica-ción de 1620 comprendía varios prefacios, la dedicatoria al reyJacabo 1 del conjunto de la obra, una distribución de ésta en seispartes -la llamada Distributio Operis- y la segunda parte de suproyecto general, denominada "ars ipsa interpretandi naturam"y "Novum Organumsivelndicia vera de interpretatione naturae".la lnstauratio Magna, la reforma del saber, tiene literal y realmen-te para Bacon el significado de una "gran restauración" de lasciencias (Instauratio magna scientiarum) y del dominio humanosobre el universo (L m. imperü humani in universum). Lo que setrata por tanto de efectuar mediante la reforma del saber es algoque va mucho más allá de un cambio en los contenidos teóricos,en los procesos metodológicos y en los sistemasde enseñanza ytransmisión del saber; la lnstauratio magna es la recuperación dela situación originariadel hombre, de aquel conocimiento y podergeneral y absoluto "otorgados por Dios" de que gozabaen el pa-raíso y perdió como consecuencia de la caída o pecado original:"horno enim per lapsum et de statu innocentiae decidit et de reg-no in creaturas" (Novum organum, libro Il, aforismo 52; J. Spe-dding editor: The Worksof F. Bacon, Londres 1858 ss., reimpre-sión en Stuttgart-Bad Cannstatt 1963. Nuestras referencias ulte-riores a la obra de Baconse harán a esta edición).

El estado adámico perdido con la caída estaba marcadopor el conocimiento perfecto de la realidad natural y por el con-siguiente poder sobre ella; ambas dimensiones vienen señaladaspor la capacidad adámica de imponer nombres a las criaturas se-cundum naturam (cfr. Advancement, Spedding III p. 264; Deaugmentis, Spedding 1 p. 434). El lenguajeverbaloriginarioteníauna directa vinculacióncon los objetos que se perdió con la caída.Que esta dimensión del lenguajeera la base y fundamento del po-der sobre la creación es una consecuencia del poder mágicode lapalabra en la estructura mental mágico-naturalistay premecanicis-ta: la dimensión real de la palabra y la capacidad evocadora y

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creadora de 10designadopor ella es principio fundamental de laobra mágica. De ahí el carácter y la dimensión retórica de la ma-gia y el papel que en ellajuega el elemento oral: conjuros, invoca-ciones, plegarias, seducción, imprecaciones, etc. Sin embargo enBacon la conciencia de la deficiencia idólica del lenguajenatural,como consecuenciaprecisamentede la caída, coloca - como vere-mos- la acción mágicaa un nivel a-verbalnuevo y generauna se-rie de problemasmetodológicosque Baconno consigueresolver,.fundamentalmente f'orque no acepta la geometría como lenguajeúnico de la filosofía natural.

En todo caso, la situación de caída marcadapor el pecadooriginal encuentra reparación -como señala el propio Bacon- enlo que a la pérdida de la inocencia o enajenacióndeDiosserefiere,en "la religión y en la fe" (y en cierto modo también -enlazandocon la nueva concepción reformada- en el trabajo, es decir, "ga-.nando el pan con el sudor de la frente"); la reparación de la caíday de la pérdida del reino sobre la creación se obtiene "mediantelas artes y las ciencias" (Novum Organum11,52). Sin embargonose trata de reparacionesseparadas,sino de un retorno unitario a laprimitiva situación de gracia, conocimiento y poder, que nos per-mite decir que su realizaciónefectiva(la realizaciónde la reformadel saber o lnstauratioMagna)no es otra cosa que el cumplimien-to del milenio, esto es, la realizacióndel reino de Diosen la tierray la encarnación en la sociedadinglesay europea de la "NuevaJe-rusalén". Que Bacon inserta su reforma del saber en esta perspec-tiva religiosa,escatológico-milenarista,lo muestra por ejemplo suconstante uso de la profecía del libro de Daniel (una de las gran-des fuentes de las actitudes milenaristasy punto de partida funda-mental para la elaboración de los cálculosnumerológicostenden-tes a determinar los plazos y las fechas de las "postrimerías") se-gún la cual "multi pertransibunt et augebitur scientia" (Daniel12,4; citado por Bacon en N. O. 1, 93 y practicamente en casitodas sus obras). Esa frase profética aparece ademásen el frontis-picio de la Instauratio de 1620, como pie del emblema que pre-senta la nave cruzando las fatales columnas de Hércules. Bacon,pues, interpreta la frase blblica como el anuncio profético de lacoincidencia cronológica-el momento europeo contemporáneo-

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del descubrimientode nuevastierras y del "incremento del saber"(o lnstauratio Magna); también se inserta en esta perspectiva elconstante uso baconiano de terminología hebraica y mesiánicadecarácter escatológico: "sabbath", "parascevo" y la figura de laciudad de "Bensalem" y su rey "Solamona" en la New Atlantis.

La caracterización de la lnstauratio y la reforma del sabercomo recuperación de la situación originariadel hombre antes dela "caída" permite, además, a Bacon dignificar la cienciay el co-nocimiento de la realidad natural frente a los ataques de aquellosteólogos y fideístas escépticos (Agrippa de Nettesheim en la obraya mencionada; también GianfrancescoPico DellaMirandolaconsu Examen Vanitatis doctrinae gentium et Veritatis christianaedisciplinae de 1520 y el mismo Montaigneen ensayos como L á-pologie de Raymond de Sebond) que denigrabantal conocimien-to como "vana" pretensión humana de obtener un fruto que sóloa Dios corresponde, fuente de "orgullo" humano (por eso la inde-

. bida pretensión de conocimiento había sido la causa del pecadooriginal) e injustificada pretensión humana de "legislar" con loque en última instancia es una "razón meramente municipal" so-bre el conjunto de la creación, prescribiendoa la obra divina(y aDios mismo como creador) unas pautas y normas de comporta-miento rígidas y uniformes, fruto de la libreespeculaciónhumana.La dignificaciónbaconiana de la cienciaera tanto más eficaz a es-te respecto cuanto que era en la mismareligión,en la mismaescri-tura y en la misma relación del hombre con Dios, donde Baconencontraba los argumentos que venían a refutar y neutralizar lacrítica y la condena fideísta de la ciencia y del conocimiento dela naturaleza. Pero 10 que con ello quedaba fundamentado y le-gitimado no era sólo la licitud del conocimiento de la naturaleza,sino también su correlato, el dominio humano sobre la misma: "elúltimo o supremo fm del conocimiento...: la glorificación delcreador y la mejora de la condición humana" (Advancement,SpeddingIII p. 294).

Bacon llegaba así a denunciar la concepción puramenteteorético-contemplativa del saber científico (dominante en la en-sefianza superior y entre la intelectualidad universitariapor causade la hegemonía aristotélico-escolástica)y a exigir la sustitución

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-por un conocimiento capaz de generardirectricesoperativo-tecno-lógicas sobre la naturaleza (y en consecuenciavinculablecon el'proceso de producción y "capaz de aliviary mejorar la existenciahumana sobre la tierra" que es "el verdaderofm del conocimien-

~ to"): "But men must know, that in this theatre of mans life it is.reserved only for God and Angels to be lookers on". Pero -yaquí reside lo importante del nuevo planteamiento baconiano-conocimiento y acción sobre la naturaleza no son dos procesosin-dependientes unidos de forma artificial y exterior, sino de hecholas dos caras de una misma moneda, dos manifestacionesalterna-tivas de un proceso único de relación del hombre con la naturale-za; son famosos (y no siemprebien comprendidos)los pasajesdelNovum Organum en los que Bacon formula este principio funda-mental de su reforma del saber: "La ciencia y el poder humanosvienen a coincidir en lo mismo, pues la ignorancia de la causaimpide la realización del efecto... y lo que en el plano teórico esla causa deviene en el plano operacionalla regla" (N. O. 1,3), "Yasí las cosas, tal y como son en realidad, ofrecen conjuntamentela verdad y la utilidad: y las obras mismashan de ser estimadasmás en su calidad de prendas de verdad que no en tanto que co-modidades de la vida" (N. O. 1, 124).

Paolo Rossi (véase "Verdad y utilidad de la ciencia en F.Bacon", en Rossi: Los filósofos y las máquinas, 1400-1700, Bar-celona 1966, pp. 139-161;y también su gran monografíaF Baco-neoDallamagiaalla scienza Bari 1957) ha llamadola atención so-bre la gran importancia de este planteamiento baconiano y ha in-sistido sobre la unidad de conocimiento teorético y operatividaden Bacon, enfatizando que ello aleja al canciller de los plantea-mientos de un utilitarismo vulgar.Nadie(creemos)ha insistido sinembargo en que la dimensiónteorético-contemplativaque la ope-ratividad presenta en Bacon (manifiesta en el pasaje antes citadode N. 0.1, 124) reside fundamentalmente (y ello tiene un alcancey una importancia decisivas)en que la capacidad operativa realsobre la naturaleza constituye y proporciona un criteriode verdad

t (material y objetivo; no mental y reflejo o pasivo) de las construc-I

1 ciones teóricas, el único criterio de verdad capaz de estableceruna.

! nítida demarcación entre las muchas anticipacionesde la natura-!;

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leza erróneas y la única interpretaciónde la naturalezaverdadera,posibilitando con ello la superación de la secularcrítica escéptica,la cual -al negarjustamente los criterios de verdad sucesivamentepropuestos por los fIlósofos dogmáticos- reducía toda posibleconstrucción ftlosóficahumana acerca de la naturaleza del mundoreal al papel de puras anticipaciones arbitrarias, subjetivas,con-vencionaleso indiferentes:

A la hora de decidir y determinar la verdad del conocimien-to los hombres se han sometido a criterios no apropiados: laantigüedad y la autoridad; nociones comunes y reconocidas;el consentimiento natural y dócil del entendimiento; la armo-nía y coherencia de un conocimiento consigomismo;el esta-blecimiento de principios con la reducción a ellos de otrasproposiciones; inducciones sin instancias negativasy la infor-mación de los sentidos, ninguno de ellosconstituye absolutae infalible evidencia de verdad y no aporta ninguna seguridadsuficiente para efectos y operaciones.El único criterio que hade ser aceptado es el descubrimiento de nuevasobras y direc-ciones activas no conocidas con anterioridad... La naturalezade este criterio no reside únicamente en si el conocimiento es.útil o no, sino precisamenteen si el conocimiento es verdade-ro o no... Es un gran error el buscar el conocimiento en lasAnticipaciones (llamo con este nombre las coleccionesvolun-tarias que el entendimiento hace de conocimiento, lo cual esla razón particular de cada uno) pues aunque esto sea una co-sa solemne y dé la vez para negociarentre hombre y hombre(debido a la conformidad y participación de los entendimien-tos humanos en los mismoserrores), sin embargono valenna-da a la hora de inquirir la verdad de las cosasy de las obras...No es extrafio en absoluto si estas Anticipacioneshan produ-cido tal diversidade incompatibilidadde opiniones, teorías ofIlosofías y tantas fábulas de diversosargumentos... A la se-gunda escuelade los Académicosy a los seguidoresde Pirrón,o a los escépticos que negaban la comprehensión caracteri-zando como insuficiente e inhábil el conocimiento humano

(consist~nte en Anticipaciones),se les puede dar la razón, pe-ro hubieran debido (tras efectuar el derribo y tras limpiar el

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suelo de ruinas) tratar de construir algo mejor a cambio. A-demás ellos hicieron responsablesdel engaño -injustamentey por prejuicio- a la información de los sentidos, que admi-te muy poco remedio, cuando debían haber cargadola culpaa las Anticipaciones del entendimiento, lo cual admite per-fectamente remedio (ValeriusTerminus,SpeddingITIpp142,244. Este es por tanto el verdaderoalcancede la ecuaciónba-coniana "contemplatio vera-operatio libera"; cfr. ValeriusTerminus, Spedding111,pp. 235-241 y N. O. 11,3-5).

IV

Esta perspectiva operacional (unificadora del plano teóri-co y técnico de la actividad humana) se manifiestaen la clasifica-ción baconiana de las ciencias, uno de los aspectos más conspi-cuos de la ulterior presenciadel baconismoen la cultura europea,pues es la clasificaciónque en el sigloXVIII hará suya D'Alem-bert y figurará al frente de la Enciclopedia.Rechazandola clasifi-cación tradicional de origen aristotélico en disciplinasteoréticas,prácticas y productivas (Theoria, Praxis, Poiesis), Bacon adoptacomo punto de partida para la ordenación de los conocimientoshumanos las facultades de la mente humana que los producen;así a las facultades de la imaginación,memoria y razón correspon-den respectivamente la poesía, la historia y la filosofía con susulteriores divisiones.Fijando nuestra atención en la última vemosque la filosofía natural(integrante junto con la filosofía humanade este sector) posee segúnel cancillerdos niveleso gradosde pe-netración en el conocimiento de la naturalezay consecuentemen-te dos gradosdiferentes de acciónhumana sobre la misma: un pri-mer nivel constituído por la física (con la mecánicacomo vertien-te operativa) y un nivel más profundo de conocimiento denomi-nado metafísica y cuya manifestación operacionales la magiana-tural.

Estos primeros puntos de la clasificaciónbaconiana de laftlosofía natural presentan algunos temas de interés. En primerlugar, la presencia de la mechanica nos muestra la conexión de

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Bacon con la tradición de las artes mecánicas,su interés por ellasy su evaluación positiva en términos generales.Sin embargo, co-mo vertiente operacional de la física (disciplina que estudia engran medida las formas o sustancias segundas, esto es, los com-puestos y que permanece por tanto a un nivel relativamente su-perficial de la realidad objetiva) la mecánica posee un alcanceoperacional limitado y presenta siempreen Bacon este carácter de"tecnología operacional" emanada de la física, que nos permiteapreciar que en él todavía no se ha producido la tranformacióngalileano-cartesianade la mecánicaen theoria, en ciencia generaldel movimiento e incluso filosofía general de la naturaleza (elmundo como machina, como reloj); la concepción baconiana dela mecánica, aunque él pretenda elevada en dignidady rigor sobrela tradición al conectada directamente con la ciencia,siguesiendola de una técnica y por tanto la propia de la tradición artesanal.

La maxima capacidadoperativasobre la naturaleza emana,sin embargo,de la magianatural. Conello muestraBaconsu co-nexión con la tradición mágico-naturalistaque ya desde Ficino yPico caracterizaba la magianaturalisen esos términos. "Magiaestpars practica scientiaenaturalis" decía ya Pico en la tercera de susconclusiones mágicas. La defmición se había convertido ademásen tópico en toda la tradición ulterior: Agrippa de Nettesheim,Paracelso,Della Porta, Bruno. La magianatural baconianaes lavertiente operacional o "tecnológica" emanada de la metafisica,es decir, del conocimiento de las formas de las naturalezassim-pIes, concebidas por Bacon como cualidades contrapuestas ("den-so, raro; grave, leve; cálido, frío; tangible, pneumático; volátil, fi-jo; determinado, fluído; húmedo, seco..." De augmentis, Sped-ding 1, p. 650) que en número fInito componen el abecedario dela naturaleza. Las sustancias o formas segundas surgen por compo-sición de las naturalezas o cualidades simplesque integran dichoabecedario. En todo caso, para el canciller, el conocimiento dedicho abecedario(metáfora que describela estructura natural poranalogía con los procesos verbal y de escritura) pone al hombreen condiciones de re-producir por medio del arte o de la técnica(es decir, de la magia naturalis) los procesos naturales, creandopor tanto las mismas sustancias segundaso cuerpos compuestos

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que la naturaleza crea espontáneamente; .un ejemplode todo ellosería la posibilidadde producir oro mediante las directricesopera-tivas mágico-naturalesconstitutivas y garantesde la verdad de unadisciplina metafísica que ha alcanzado sus objetivos de descubri-miento: "el oro tiene las siguientesnaturalezas: grandezade peso,trabazón de las partes, fijación, flexibilidad o blandura, inmuni-dad a la corrosión, color o tintura amarilla. Por eso el procedi-miento seguro (aunque represente un gran rodeo) para hacer oroes conocer las causas de las diferentes naturalezasantes enumera-das y los axiomas relativos a ellas; pues si un hombre puede pro-ducir un metal que tenga todas estas propiedades, ~ue discutanlos hombres si es oro o no" (SylvaSylvarum, SpeddingII, p. 450).Aunque dichas cualidades primarias o naturalezas simplespuedanrecibir cuantificación, no quedan sin embargo agotadas en su di-mensión cuantitativa. Para Bacon, pues, la naturaleza no es en úl-tima instancia cantidad (como para Gali1eoy Descartes)y por esotampoco es reducible a geometría ni puede ser en consecuencialeída únicamente en esa clave. De ahí que la matemática no pue-da superar en el cancillerel papel de "apéndice" de la filosofía na-tural.

Todo ello muestra .palpablemente la inserción baconianaen la tradición mágico-alquimista(tan presente en la Inglaterraisabelina y estuardesca) y la permanente adherencia baconiana alparadigma naturalista y a una estructura mental premecanicista.Como es habitual en la tradición mágico-naturalista(y en los au-tores escépticos del Renacimiento, por ejemplo Montaigne oFrancisco Sánchez), también Bacon parte de una concepción la-beríntica de la naturaleza: "El edificiodel universo,por su estruc-tura, aparece al entendimiento humano que lo contempla comoun laberinto, en el que se presentan por todas partes múltiplesvías ambiguas, semejanzastan falacesde cosasy de signos,espira-les y nudos de las naturalezas tan oblicuos y complicados.El ca-mino debe hacerse siempre a la incierta luz de los sentidos (enocasionesrefulgente y en ocasionesopaca) a través de las selvasdela experiencia y de las cosas particulares. Incluso los que se ofre-cen como guías del camino también (como ya hemos dicho) seven confundidos y aumentan el número de los errores y de los


que van errantes. En una situación tan difícil hay que abandonartoda esperanza ante la capacidad propia del juicio humano o in-cluso ante posibles casos de buena suerte'~(Prefacioa laInstaura-tio magna, Spedding 1, p. 129). Recordemos que Galileo dirá enn Saggiatore(en 1623) que sin la matemática como código desci-frador, como lenguaje, la naturaleza es opaca y laberíntica: "Laftlosofía está escrita en ese grandísimo libro que continuamenteestá abierto ante nuestros ojos (me refiero al universo),pero no esposible entenderlo si no se aprende antes a entender la lengua y aconocer los caracteres en que está escrito. Está escrito en lenguamatemática y los caracteresson triángulos, círculos y otras figurasgeométricas, sin los cuales medios es imposibleque el hombre en-tienda palabraalguna;sinellosesun darvueltasen vanopor un oscu-ro laberinto" ( el subrayado es nuestro). Nadaindicamejor elaleja-miento baconiano de la nueva racionalidad gali1eana:Bacon per-manece en el "laberinto de la naturaleza" porque, a pesar de sucrítica al lenguaje natural verbalcomo instrumento de la filosofíanatural, no puede aceptar que la matemática desempeñeese papely no puede hacerlo porque eso se le antoja una reducción aprio-rística e injustificada de una naturaleza que su adherenciaal para-digmanaturalista le hace representárselamucho más rica.

Lo natural, pues, para el entendimiento humano en estelabyrinthus de la naturaleza es precisamente perderse, confundir-se, vagaren el error sin norte fijo, a no ser que -añade Baconcon-tinuando la metáfora- dispongamosdel hilo de Ariadna que nospermita seguir las huellas, esto es, de un método férreo que im-ponga al entendimiento en su relación con la naturaleza (al pro-ceso de descubrimiento) un ritmo y un curso artificial y casime-cánico: "Los pasos deben ser guiadospor un hilo conductor; todoel camino, desde las primeras percepciones de los sentidos, debeser realizado con procedimiento cierto... Queda una sola vía desalvacióny curación: que toda la obra de la mente sea comenza-da de nuevo desde la raíz y que la mente -ya desdeel primer mo-mento- no sea abandonada a sí mismaen modo alguno, sino quesea gobernada permanentemente de tal manera que se proceda deforma casimecánica" (Spedding1,pp. 129,152).

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No es fácil por tanto el camino del conocimiento, la ob-tención de esa réplica exacta en la mente humana de la realidadobjetiva que es la interpretatio naturaeo interpretación de la na-turaleza. Todo parece estar en contra de ella desde que el hombrecayó de su estado de inocencia,conocimiento y dominio sobre lacreación como consecuencia del pecado original, quedando con-vertido su entendimiento en un "espejo encantado" (enchantedGlass,speculum incantatum inaequale)que distorsionalos "rayosde las cosas" y recibe por tanto una imagendeformada de la rea-lidad exterior. No se trata únicamente de que la naturaleza "labe-ríntica" presente dificultades a un sujeto humano naturalmentedotado con todos los medios para conocerla;la mismamente hu-mana, la misma dotación humana inicial, es un obstáculo decisi-vo para el conocimiento de la naturaleza. Al efectuar esta evalua-ción de la capacidad natural de la mente humana con vistasal co-nocimiento Bacon rompía, sin embargo, con un principio funda-mental de la cosmovisiónnaturalista y también mágica:la corres-pondencia hombre-mundo y por tanto (aunque de manera no to-tal) el principio de la simpatía; no cabe duda de que en esta rec-tificación de su adhesión al naturalismoy en esta actitud negativaante las posibilidadesinicialesde conocimiento Baconera grande-mente deudor de la tradición escépticagriegay renacentista.

La mente humana (los sentidos, la memoria y el entendi-miento) en su ejercicio natural y espontáneo produce siemprere-presentaciones mentales de la naturaleza ex analogiahominis, es-to es, anticipationes naturae. Ello es debido, dejando a un ladolas deformaciones introducidas por las limitacionesy peculiarida-des de la memoria y de nuestra sensación,a que en su uso naturalnuestra mente está poseída, gobernaday dirigidapor toda una se-rie de "pre-juicios", "falsas nociones", representacionesilusorias,fenoménicas o apariencialesa priori a las que Bacon designaconel nombre general de idola (de la tribu, de la caverna,del lenguajey del teatro). No es este el momento de entrar en un análisispor-menorizado de la doctrina baconianade los "ídolos" y de su fun-ción global en el planteamiento baconiano total (vid. sobre todo


N. o. 1, 38-68); mencionaremos solamente algunos rasgos quenos parecen de interés en el marco de la presente exposición: 1)la teoría de los ídolos denuncia como ilegítima (al tiempo quemuestra su raíz) la antropomorfización del mundo producida alintroducir en nuestras cosmologías las pasiones, los afectos y laspautas de comportamiento humanas, con 10 cual Bacon pone encuestión el principio de la cosmología naturalista: la noción desympatheia y la correlación macro y microcosmos; 2) la denunciadel lenguaje natural como idólico (convencional, vulgar, no funda-do in re) cuestiona asimismo un elemento fundamental de la re-lación mágica del hombre con el cosmos (la palabra) e implica lanecesidad de eliminar el lenguaje natural verbal en un verdadero ycorrecto proceso de conocimiento; 3) la caracterización de lasfilosofías naturales anteriores como "idola theatri", esto es, como"fábulas escénicas" (poesía dramática) confundida por los huma-nos con la realidad objetiva, coincidía con la crítica escéptica, lacual reducía en última instancia los productos filosóficos a anti-cipaciones humanas al mundo real de valor perfectamente idénti-co e indiferente.

La mente humana, pues, no es en modo alguno una "tabu-la rasa" (Distributio Operis, Spedding 1, p. 139), sino precisamen-te ese "espejo encantado" marcado y poseído por los "ídolos" yen consecuencia deformador de la realidad y productor de "anti-cipaciones" y "ficciones teatrales". Pero es absolutamente necesa-rio, puesto que el objetivo es acceder a la interpretación de la na-turaleza, reducir el alma a esa condición de tabula rasa: la inter-pretatio naturae sólo puede comenzar si previamente los ídoloshan sido destruídos o (afirmación más modesta) identificados ypor tanto neutralizados y alejados de nosotros en nuestra rela-ción con la naturaleza. Por ello la segunda parte de la lnstauratioMagna (la doctrina del método o Novum Organum) comienza conuna pars destruens (o "refutación de la razón humana nativa" o"verdadera y legítima humillación del espíritu humano") que esprecisamente la denuncia y la crítica de los ídolos, junto con lacrítica de la tradición fIlosófica en tanto que "ídolos teatrales"(vid. Distributio operis, Spedding 1, pp. 135-140). Comprobamosde esta manera la amputación sufrida por el canciller al reducido

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a metodólogo y más concretamente al reducir su planteamiento auna nueva doctrina de la inducción.

Solamente entonces puede comenzarsela edificacióncons-tructiva del saber, de la interpretación de la naturaleza, la cual so-lamente será conseguible si se abandona el curso natural del en-tendimiento y se sustituye por un proceso, en buena medida, arti-ficial y mecánico capaz de poner a la mente en condicionesde en-frentarse a las sutilezas y al laberinto de la naturaleza. El métodobaconiano (denomi.nadopor Bacon con una serie de metáforasque nos indican su origen en la tradición naturalista: claviso for-mula interpretationis, indicia verade interpretatione naturae,fi-lum labyrinthi) consiste fundamentalmente en ayudas (auxilia,helps) para las facultades, para la superación de sus limitacionesyerrores: ayudas a la sensación,ayudasa la memoria,ayudasal en-tendimiento (la inducción forma parte de estas últimas) quemuestran cómo el canciller despliegamediante ellas toda una es-trategia de superación de la crítica escéptica que él había acepta-do previamente con anterioridad. El proceso de conocimiento ode descubrimiento adquiere así un curso artificialy mecánicoquelo configura como una "ascesis permanente" de las facultadescognoscitivas: la ciencia y la recuperación del dominio sobre lanaturaleza son por ello el fruto de un esfuerzolento y penoso quecalifica a la actividad científica como una forma más de trabajo,pues también en este ámbito el hombre sigue el precepto bíblicode "ganarás el pan con el sudor de tu frente" (vid. N. o. 11,52).

El hombre, por tanto, recupera su situación adámicaante-rior a la caída mediante el trabajo; no cabe duda de que esta ca-racterización del trabajo como dimensión esencial del ser huma-no, este énfasisen la recuperaciónde la situación perdida median-te el trabajo científico (esta nueva caracterización del ideal mile-narista como sociedad de trabajadores dirigidospor la ciencia)seinsertaba en la tradición puritana inglesay la enriquecía poderosa-mente mediante esta nueva evaluaciónde la actividad científica.Tiene aquí buena parte de sus raíces el baconismo puritano delsiglo XVII y el milenarismocientifista de puritanos (de ilustradosy marxistasy de buena parte de la tradición con suculto a Bacon).Evidentemente, la concepción baconiana de la interpretación de


la naturaleza a la luz de ese método artificial,mecánicoy coactivode las facultades humanas, era al mismo tiempo una condena detodas las fonnas tradicionales de Filosofía natural: del aristote-lismo escolástico, del platonismo, del empirismo naturalista ytambién de la magiay de la alquimia.Todas ellas son merecedorasde la condena de pretender conseguirun fin lícito (conocimientoy poder) por medios ilícitos: escasabase observacional,sumisióna los ídolos, carenciade control metodológico, etc. Son, en suma,intentos de recuperar la situación humana originalal margendeltrabajo, sustituyendo el penoso y sudoroso curso de interpreta-ción por la apresurada construcción de ficciones teatrales. El es-cepticismo, pues, -piensa Bacon- tiene toda la razón al censurary negar todo valor a estas construcciones anticipatorias del enten-dimiento humano abandonado a sí mismo.

VI

Bacon da un paso más, y muy importante, al decir que larefonna del saber o lnstauratio Magna es el terna, la tarea y laobra del momento histórico contemporáneo. De ahí que el canci-ller utilice con frecuencia para referirse a la refonna la expresiónTemporisPartusMasculus,es decir, "fruto masculino(o supremo)de la época": en 1603 había escrito un opúsculo con ese título yen 1620, en la dedicatoria al rey de la lnstauratio decía que "yomismo (lo admite 'sinceramente) suelo considerar esta obra (lalnstauratio)más como un parto del tiempo que del ingenio"(Sped-ding 1, p. 123). La concienciabaconiana es la de estar en los albo-res de una nueva edad en ruptura radical con la historia anterior,concretamente en el comienzo de las "postrimerías" o milenio.Ello exige precisamente la elaboración de una nueva ciencia, deuna correcta y fiel "interpretación de la naturaleza", pues comoya hemos visto la restauración del saber es el gran detenninantedel paso y del accesoa la beatitud milenarista.

Pero para que esta Gran Restauración de las cienciasy delpoder humano sobre el universo sea posible deben estar previa-mente dadas unas condiciones o garantías materiales. Bacon las

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reconoce y las ve en la propia época, en el nuevo mundo que conlos grandes descubrimientos geográficos se ha abierto a la Europadel siglo XVI (la posibilidad de que por primera vez la mirada y laexperiencia humana pueden ser verdaderamente universales). Elcanciller reconoce finalmente en la propia época la realización delas esperanzas milenaristas porque en ella ve cumplidos y satisfe-chos los cómputos cronológicos y las características que a ese mo-mento atribuye la profecía escatológica del Antiguo Testamento.Ya nos hemos referido con anterioridad al amplio uso baconianode la profecía de Daniel (12,4) según la cual "muchos pasarán ycrecerá la ciencia", interpretada por él como la coincidencia cro-nológica de la expansión del mundo conocido y de la exploraciónde toda la tierra con la restauración del saber.

Tal coincidencia, sin embargo, no es puramente fortuita,sino lógica y necesaria: gracias precisamente a que el viejo mundoha ampliado su extensión en el nuevo "orbis terrarum" se dispo-ne de la necesaria y suficiente base empírica para proceder a lasuperación de las viejas filosofías naturales fantásticas. La reformadel saber es también por ello la necesaria adaptación a la nuevaépoca, pues sería un contrasentido que en la nueva situación semantuvieran las viejas anticipaciones; al nuevo orbis terrarum hade corresponder necesariamente un nuevo orbis scientiarum: "Notiene poca importancia el hecho de que las largas navegaciones yexploraciones que en nuestra época han aumentado han hechomanifiestos múltiples hechos naturales que pueden arrojar nuevaluz sobre la filosofía. Sería vergonzoso para los hombres que, des-pués de haber abierto e iluminado el aspecto del globo material,es decir, de las tierras, de los mares, de los astros, sin embargo losconfines del globo intelectual permanecieran limitados a los estre-chos márgenes de los descubrimientos de los antiguos" (Cogitataet visa, Spedding lB p. 613).

Por eso es comprensible el fracaso de las filosofías tradi-cionales y su carácter anticipatorio: originadas en Grecia, la expe-riencia en que se basaban era puramente local (reducida al Medi-terráneo y Europa; cfr. N.O. 1, 72). Ahora el nuevo mundo, laampliación de la experiencia humana a la totalidad del globo terres-tre, permite recopilar la historia naturalis et experimentalis ad

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condendam philosophiam necesariapara que el entendimiento hu-mano dirigido por el método artificial pueda efectuar la interpre-tatio naturae. Esta nueva historia natural es una "selva de las sel-

vas de la naturaleza" (Sylva Sy/varum) y de aquí emanala necesi-dad de ayudas para la memoria. El carácter, además,universal ytotal de la lnstauratio exige su realización como obra social, co-lectiva y regia ("opus basilicum"): la colaboración y realizacióncolegiada de la ciencia en el marco de una institucionalización po-lí tico-social.

Podemos decir, por tanto, que las limitaciones de la cien-cia tradicional son en gran medida para Bacon fruto de las limita-ciones de las sociedadeshistóricas en que esaciencia seha produ-cido; la realizaciónde lo que él denominabaHistoriaLitterarum(una laguna del saber que en su opinión era necesario colmar ur-gentemente), permitiría mostrar el carácter histórico y socialmen-te relativo de las filosofías tradicionales.Con este proyecto Baconobtenía además una importante consecuenciaen lo relativoal es-cepticismo y a su crítica del saber tradicional y de las posibilida-des humanas de conocimiento: el escepticismo-concluía Bacon-señala defectos y limitaciones reales, pero yerra al transformar lalimitación histórica en imposibilidad e incapacidad esencial delsujeto humano; en última instancia el escepticismo posee los mis- \mos defectos que la tradición por él censurada (Vid. N. O. 1,37, !

67.71,75).

VII

Compleja y matizada es, por tanto, la relación baconianacon el escepticismo clásico y contemporáneo. El mismo cancillerlo señala en un pasaje muy importante: "Sin embargo no pode-mos negar abiertamente que, si alguna relación nos une con losantiguos, se da especialmente con este género de fllosofía [i. e."con los que sostuvieron la opinión de que nada se sabe", los es-cépticos, p. 687], pues reconocemos que han dicho prudente-mente y esgrimidomuchas cosas acerca de las variacionesde lossentidos y de. la debilidad del juicio humano, así como delare-

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tención y contención del asentimiento, a las cuales podríamosañadir también innumerables otras que se refieren a lo mismo"(Scala intellectus sive Filum labyrinthi, Spedding 11,p. 688).

La doctrina de los idola, la reducción de la fllosofía natu-ral tradicional a anticipaciones arbitrarias y equivalentes, la críti-ca del lenguaje natural verbal, la crítica de los criterios de verdadesgrimidos por la tradición fllosófica, la denuncia como insufi-ciente de la base empírica disponible; todo ello muestra el impac-to ejercido sobre Bacon por la crítica escéptica. Por eso puedecontinuar el pasaje antes citado diciendo: "por eso entre nosotrosy ellos hay esta única diferencia: ellos afirman que nada es posiblesaber con certeza absolutamente y nosotros que nada es posiblesaber con certeza por el camino hasta ahora seguido por el linajehumano" (ibidem). Y precisamente el gran compromiso contraí-do por Bacon es abrir una nueva vía y un nuevo proceso de cono-cimiento que permita conseguir el objetivo (la gran restauración)asumiendo las consecuencias inevitables de la crítica escéptica. Pa-ra el canciller aportaciones decisivas suyas en la construcción de lanueva vía eran: el nuevo criterio operacional de verdad, el nuevoplanteamiento del método con sus ayudas para las facultades y sucarácter artificial y mecánico, el nuevo planteamiento de la His-toria natural y de la actividad científica como colegiada e institu-cionalizada, la atención preferente a las "instancias negativas" uobservaciones negativas o falsadoras y el establecimiento de "gra-dos progresivos de certeza" que actúen siempre como freno, con-tención y plomo del entendimiento, impidiendo así su tendenciaa la abstracción y afirmación apresurada: "Nuestro procedimien-to, sin embargo, aunque difícil de realizar, es fácil de exponer,pues consiste en constituir grados de certeza, defender el sentidopor medio de una especie de reducción (rechazando la mayor par-te de las operaciones de la mente subsiguientes al sentido) y enabrir y proporcionar a la mente una vía nueva y cierta a partir yade las mismas percepciones de los sentidos" (Prefacio al N. O.,Spedding 1, p. 151); "y. así al entendimiento humano no hay queañadirle alas, sino más bien plomo y pesas para impedirle saltar yvolar. Y esto hasta ahora no se ha hecho, pero cuando haya sidorealizado, se podrá albergar mejores esperanzas para las ciencias"

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(N. 0.1, 104).Por eso puede diferenciarBacon su actitud epistemológica

de la acatalepsiaescépticaen los siguientestérminos: "El procedi-miento de quienes afirmaron la acatalepsia[incomprehensibili-dad del mundo exterior] y nuestra vía concuerdan de algunama-nera en los orígenes, pero se separan y oponen inmensamenteensu resultado fmal. Ellos afmnan sencillamenteque nada se puedesaber; nosotros que no se puede saber mucho de la naturaleza se-gún la vía actualmente en uso. Ellos destruyen además la autori-dad del sentido y del entendimiento; nosotros descubrimosy su-ministramos ayudas para el uno y para el otro" (N. O. 1,37); "senos objetará también lo siguiente: que por una cierta inhibiciónde juicio nuestra y la negativaa poner principiosciertos hasta quese haya llegado, según el orden establecido, por los grados inter-medios a los principios más generales,efectuamos una cierta sus-pensión de juicio y llegamosa la Acatalepsia.Nosotros ciertamen-te no meditamos y proponemos la A catalepsia, sino la Eucatalep-sia, pues no derogamosel sentido, sino que le damos ayudas y nodespreciamos el entendimiento, sino que lo gobernamos" (N. O.1, 126).

Con el escepticismo y con su versión fideísta estaría dis-puesto a coincidir Bacon en la condena de la filosofía naturaltradicional como manifestación de vanidad y orgullo. Pues enefecto pretenden ni más ni menos que sustituir la creacióndivina(las ideas divinas impresas en ella) por el fruto de una especula-ción gratuita, esto es, por los ídolos y por ficcionesteatrales; todala tradición fllosóficasería un vano y orgullosointento de recupe-rar el saber y el poder perdidos al margen de la vía prescrita porDios: el trabajo y el sudor.

El error del escepticismo,piensaBacon,es haher universa-lizado y absolutizado en una condena de todo saber humano 10que tenía un alcance concreto, histórico y limitado; a diferenciade la filosofía natural tradicional, la lnstauratio Magnapresididapor los principios de la filantropía y de la charity se libera de lasacusacionesde orgullo y vanidadal postular como objetivo la me-jora de la condición humana ("the relief of man's state"). La reli-gión se convierte en soporte de una actividad científica que -al

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igual que cualquier otra fonna de trabajo humano- producejun-to con el beneficioy el progresola glorificacióndel creador ("theglory of the creator"). Con Bacon, por tanto, pasaba a aplicarsetambién a la ciencia y a su desarrollo en una perspectiva milena-rista el principio puritano de las buenas obras y la productividadcomo confmnación de la santidad (y de la verdad) y como glori-ficación del creador. Desaparecidoel creador y sustituido por elpropio sujeto humano, no cabe duda de que el mito baconiano-milenaristapasó a formar parte {laicizadoy manifiestocomo "pro-greso") del movimiento ilustrado, liberaly enciclopedista(ahí es-tá Settembrini) y del sueño del "paraíso marxista". No se tratapor supuesto de reinvidicarla sinrazón y la barbarie (Naphta), pe-ro en todo caso sí que parece necesariocontrolar (o cuando me-nos ser conscientes) de las ideas (o ídolos) -y el milenio es unode ellos- de la razón histórica pura.

NOTA BIBLIOGRAFICA

La edición canónica de las obras de Bacon es la realizada por J. Sped-din2-R. L. Ellis-D. D. Heath con el título de The Works of F. Bacon. 7 vols.Londres 1858 s., completada con 7 vals. titulados The Letters and the Lifeof F. Bacon including all his occ~onal Works editados por Spedding (reim-presión anastática de los 14 vals. en Frommann Verlag, Stuttgart-BadCannstatt 1963).

La renovación en nuestro siglo de los estudios baconianos comenzócon la obra de F. H. Anderson The Philosophy of F. B. (Chicago 1948).Apoyándose en sus resultados y avanzando mucho más en la contextualiza-ción histórico-cultural del pensamiento baconiano P. Rossi publicó en 1957la obra que actualmente sigue siendo la mejor monografía de conjunto: F.Bacone. Dalla magia alla scienza (Bari 1957; reedición en Turín 1974 conun importante prólogo que revisa las aportaciones producidas en años ante-riores). También contienen aportaciones muy importantes para el conoci-miento de Bacon los siguientes trabajos de P. Rossi: Clavis Universalis. Artimnemoniche e logica combinatoria da Lullo a Leibniz, Milán-Nápoles 1960;Los filósofos y las máquinas, Barcelona 1970 e Immagini della scienza Ro-ma 1977. Son siempre valiosas las obras de B. Farrington, acaso limitadaspor un sociologismo excesivo y una quizá exagerada magnificación del can-ciller: F. B. filósofo de la revolución industrial, Madrid 1971 y The Phüoso-phy of F. B. An Essay on its development from 1603 to 1609, Liverpool

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1970 (con traducción inglesa de tres importantes escritos latinos baconia-nos) K. R. Wallace es autor de dos importantes estudios sobre temas baco-nianos puntuales, pero muy importantes: F. B. on Communication andRethorlc, Chapel Hill 1943 Y F. B. on the Nature of Man Urbana, Illinois1967. L. Jardine ha estudiado también diferentes aspectos de las "artes 10-gicaeU en Bacon en su obra F. B. Discovery and the Art of Discourse, Cam-bridge 1974. H. B. White con su Peace among the Willows. The politicalPhilosophy of F. B. , The Hague 1968 ha realizado el mejor estudio sobrela filosofía polÍtica del canciller y la New Atlantis. El uso baconiano de lamitología clásica fue estudiado por Ch. Lemmi en un libro clásico: The Cla-ssical Deities in Bacon. Baltimore 1933; sobre este punto véase también: M.A. Granada: "B. y la "preaparatio mentisu: el De Sapientia Veterum y laNew A tlantis como presentación retórica de la Instauratio Magna a travésde la alegoría y el mito", Resurgimiento n. O (1979) pp. 29-43. Sobre elproblema del discurso o lenguaje científico ha vuelto recientemente J. Ste-phens en su libro F. B. and the Style of Science, Chicago 1975. Por lo quese refiere al problema del método inductivo puede consultarse además: C.J. Ducasse: "F. B. 's Philosophy of Science", en Henke-Kallen-Langer (eds.)Structur, Method and Meaning, N. York 1951, pp. 115-144 yA. Crescini:n problema metodologico alle origini della scienza modema, Roma 1972.

Por lo que se refiere a la situación contemporánea de las universidadesinglesas puede verse M. Curtís: Oxford and Cambridge in Transition 1548-1642, Oxford 1949 y H. Kearney: Scholars and Gentlemen: Universitiesand Society in Pre-Industrial Britain, 1500-1700, Londres 1970. Especial-mente indicativos del estado universitario son los artículos de F. A. Yates("G. Bruno's Conflict with Oxford u, Joumal of the Warburg and CourtauldInstitutes 11 (1939), pp. 227-242) Y Ph. Allen ("Scientific Studies in theEnglish Universities of the Seventeenth Century", Joumal o[ the History o[Ideas 10 (1949) pp. 219-253). Sobre la presencia del escepticismo en la cul-tura del Renacimiento y en Inglaterra remitimos a los siguientes títulos: R.H. Popkin: The History o[ Scepticism [rom Erasmus to Spinoza, Berkeley-Los Angeles 1979, E. A. Strathmann: Sir W. Ralegh. A Study in Elizabe-than Skepticism, N. York 1973; P. H. Kocher: Science and Religion in Eli-zabethan England, S. Marino 1953 y H. G. van Leeuwen: The Problem ofCertainty in English Thought 1630-1690, The Hague 1963.

El problema del método en el Renacimiento ha sido abordado en lassiguientes obras: W. J. Ong: Ramus. Method and the Decay of Dialogue,Cambridge Mass. 1958; W. S. Howell: Logic and Rethorlc in England, 1500-1700, Princeton 1956; N. W. Gilbert: Renaissance Concepts of Method, N.York 1960; C. Vasoli: La retorica e la dialettica del Umanesimo. IIInvenzio-ne" e "m etodo " nella cultura del XV e XVI secolo, Milán 1968. Por la pre-sencia en Bacon de la tradición mnemotécnica es importante el estudio deF. A. Yates El arte de la memoria, Madrid 1974.

Por lo que hace referencia a la relación del movimiento científico y fí-

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losófico inglés con la dinámica social contemporánea remitimos a los si-guientes títulos: R. K. Merton: Science, Technology and Society in Seven.teenth Century England, N. York 1970; P. Mathias (ed.): Science and So.ciety: 1600-1800, Cambridge 1972; A. G. Debus (ed.): Science, Medicineand Society in the Renaissance, 2 vols. N. York 1972; R. F. Jones: An.cients and Moderns. A Study o{ the Rise o{ the Scientiflc Movement in Se.venteenth Century England, Berkeley-Los Angeles, 1965; Ch. Hül: Los orí-genes intelectuales de la revolución inglesa, Barcelona 1981; Ch. Webster(ed.): The lntellectual Revolution o{ the Seventeenth Century, Londres1974 y Ch. Webster: The Great lnstauratlon. Science, Medicine and Re-{orm, 1626-1660, Londres 1975.

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