la revista agraria nº 163 - junio

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AÑO 15 N.º 163 JUNIO de 2014

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En esta edición de La Revista Agraria tenemos:1- Editorial: Plan Nacional de Diversificación Productiva: ¿dónde está el agro?2- El necesario reencuentro con la agricultura familiar3- Mesa redonda: Identidades indígenas en tiempos de consulta4- «Siento que nos ven como personas raras y sin derechos. Nos ven como un objeto».5- Ley de seguridad alimentaria y nutricional: un paso importante6- La saga del perro del hortelano

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ace unas semanas, el gobierno de Ollanta Humala puso a consulta públicasu propuesta de Plan Nacional de Diversificación Productiva1. Las razonesque justifican este plan son —conforme al documento difundido— varias,

entre ellas: nivel de productividad bajo y heterogéneo, empleo informalomnipresente, gran desigualdad en los ingresos, escasa innovación, débilinstitucionalidad, y canasta exportadora aún poco diversificada y concentrada enrecursos naturales. Por lo demás, reconoce lo preocupante del contexto externo,debido a la lenta recuperación de los países desarrollados y la reducción de latasa de crecimiento de China, así como la finalización del viento a favor de laevolución de los precios de las materias primas.

Esta iniciativa debe saludarse, pues constituye un paso para alejarse del«piloto automático» neoliberal que ha conducido la economía peruana en lasúltimas dos décadas. Es el reconocimiento tardío de que el crecimiento económicono significa necesariamente desarrollo económico, y de que, además, reposabasobre bases muy endebles.

La fase actual del plan propuesto es todavía muy general y debe serdesarrollada con los insumos que los ciudadanos alcanzarán al gobierno,precisamente a través de la consulta pública. Aun así, desde ya puede afirmarseque la agricultura no ha merecido la atención que debiera.

En general, el plan mira mucho hacia la economía exportadora y poco hacia elfortalecimiento del mercado interno. Como se sabe, la mayor parte de nuestraagricultura no es de exportación, y uno de los principales problemas es la bajaproductividad de la agricultura orientada al mercado interno, de la que dependenmás de dos millones de productores, la llamada agricultura familiar.

El plan, que considera como eje central de la propuesta el aumento de laproductividad, aparentemente presta más atención al mundo empresarial urbanoy productor de bienes transables, exportables. No es que ignore el problema —eldocumento constata el hecho de que el valor agregado por trabajador, en el sectoragrario, es diez veces menor que en el sector minero y cinco veces menor que enel manufacturero—, pero lo menciona más bien como un elemento de diagnóstico,sin que luego se muestre qué hacer con tan inmensa disparidad.

El hecho es que una buena parte de la agricultura familiar tiene un ampliomargen de mejoramiento de su productividad (alguna, incluso, puede competir enrendimientos con cualquier otro país del mundo, como es el caso de losproductores de arroz en la costa). Dado que agrupa —como ya se mencionó— aun par de millones de productores, los efectos agregados serían muy grandes ysuperiores a los de muchas otras ramas de la economía.

Sus impactos sobre la reducción de la pobreza, el empleo, la seguridadalimentaria y la distribución de ingresos serían, ciertamente, mayores (comoreiteradamente afirman los estudios del Banco Mundial). Inversiones masivasque contribuyan a un mejor y más productivo uso de los activos de los agricultoresfamiliares (tierra, agua, conocimientos sobre la realidad local, etc.) y a la reducciónde sus costos de transacción (acceso a más y mejores servicios productivos, auna densa red vial, a mejor información), mejor educación y atención a la salud,etc., tendrían efectos económicos y sociales seguramente espectaculares. Dadoel carácter territorial de muchas de estas intervenciones, todo ello requiere de unacolaboración multisectorial y una alta voluntad política del Gobierno central y losgobiernos regionales y municipales.

Estaremos a la espera de que la versión más desarrollada del Plan Nacionalde Diversificación Productiva tome atención a la importancia del sector agrario y dela agricultura familiar.

Nota1 El texto está en línea en <http://bit.ly/1iXXlBn>.

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MESA REDONDAIdentidades indígenasen tiempos de consulta

La saga del perro delhortelano

Ley de seguridadalimentaria ynutricional: un pasoimportante

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Directora fundadoraBertha Consiglieri (1950-2007)

DirectorFernando Eguren

Comité editorialLaureano del Castillo, Javier Alvarado,Beatriz Salazar, Ricardo Marapi, Pedro

Castillo, Jaime Escobedo, Miguel Pintado

Corrección/DiagramaciónAntonio Luya / José Rodríguez

Distribución gratuita con La República elúltimo miércoles de cada mes.

Fernando EgurenDirector

Plan Nacional de Diversificación Productiva: ¿dónde está el agro?

«Siento que nos vencomo personas rarasy sin derechos. Nosven como un objeto».Entrevista a la lideresaindígena quechua GladisVila Pihue

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La agricultura familiar —hasta hacepoco, «invisible» para la población ur-bana y los políticos— está cobrando cadavez mayor importancia en la agenda in-ternacional y en las agendas nacionalesde un número creciente de países.

¿Qué es la agricultura familiar?Existen múltiples definiciones de agri-

cultura familiar, pero todas ellas subra-yan dos características comunes: la fa-milia conduce el predio, y sus miembrosconforman la mayor parte de la mano deobra. Ocasionalmente pueden contratarmano de obra asalariada, en ciertos pe-riodos, por lo general en la siembra y lacosecha, pero es raro que tengan con-tratados permanentes.

Un reciente estudio de Lowder et al.,publicado por la FAO2, al que haremos fre-cuente referencia, resalta la diversidad dedefiniciones. En Brasil, así como en otrospaíses, se agrega, a los dos rasgos men-cionados, la fijación de un límite superior

para el tamaño del predio (variable segúnla región y el tipo de tierras) y el que lamayor parte de los ingresos familiares pro-vengan de la finca. De acuerdo con esoscriterios, en Brasil, el 84% de las fincas sonfamiliares, poseen el 24% de las tierras agro-pecuarias y participan con cerca del 38%del total de la producción agrícola.

En EE.UU., la agricultura familiar se defi-ne como aquellos emprendimientos agrí-colas en donde el operador y sus familia-res son propietarios de la mayoría de laempresa. Con este criterio, el 97.7% de lasfincas son familiares. Pero hay un impor-tante segundo criterio: el nivel de los in-gresos anuales. Así, las fincas familiarespequeñas son aquellas que tienen in-gresos anuales menores de US$.350 mil(S/.980 mil a la tasa de cambio de S/.2.80por dólar); las fincas familiares medianas,entre ese monto y US$.1 millón; las fincasfamiliares grandes, más de US$.1 millón.Poca duda cabe de que en el Perú una em-presa agraria con esos niveles de ventas

—aun la de los pequeños— difícilmentesería considerada agricultura familiar.

En efecto, muchas definiciones deagricultura familiar agregan, además delas mencionadas, otras características:escasez de activos a los que tiene acce-so —insuficiente tierra en cantidad o ca-lidad—, escaso acceso a servicios finan-cieros y no financieros, y altos costosde transacción. Las diferentes definicio-nes no solo tienen un interés académi-co; por el contrario, dan lugar a diferen-tes políticas y estrategias de desarrolloagrario y rural.

Importancia de la agriculturafamiliar en el mundo

A propósito de la declaración, porNaciones Unidas, de 2014 como Año In-ternacional de la Agricultura Familiar, laFAO3, en el estudio citado, ha congrega-do información de la mayor parte de paí-ses para mostrarnos cuál es el peso glo-bal de la agricultura familiar.

El necesario reencuentro con laagricultura familiar

Fernando Eguren1

En Perú, la agricultura familiar agrupa alrededor del 90%de todas las unidades agropecuarias y da empleo a cercadel 80% de los trabajadores agrarios. F

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Se estima que existen alrededor de 570millones de fincas o unidades agrope-cuarias en el mundo, de las cuales másde 500 millones están consideradascomo agricultura familiar. Son mayoríaen todos los continentes, así como entodos los países, sean ricos o sean po-bres. Según la información recogida, lasfincas de extensión menor de 10 hectá-reas son el 76% del total de fincas delos 34 países de más altos ingresos delplaneta4.

Los agricultores familiares trabajan unapreciable porcentaje de las tierras agrí-colas del mundo, como puede apreciarseen el cuadro 1.

Aunque las dimensiones de los pre-dios familiares pueden variar mucho encada país —según la dotación de recur-sos, la presión demográfica, la estructu-ra de propiedad de la tierra, etc.—, entodos ellos ocupan los rangos de tama-ño más pequeños. Ahora bien, como todaestructura social y económica, la estruc-tura de las fincas por tamaño es cambian-te. ¿Cuál es la tendencia general? ¿Au-menta el tamaño promedio de las fincaso se reduce? Lowder encuentra que lastendencias varían según los países: enlos de altos ingresos, el promedio del ta-maño de las fincas tiende a aumentar. Locontrario ocurre en los países y regionesde ingresos medios y bajos, donde elpromedio de tamaños se va reduciendo:en la región de América Latina y el Cari-be, esto ocurre en 18 de 25 países; tansolo en 7 aumentan.

En el Perú, ¿cómo estamos?En diferentes números, LRA ha dedi-

cado varios artículos a la agricultura fa-

miliar, incluyendo la edición de mayopasado5. El Perú es uno de los países dela región, en donde la agricultura familiartiene mayor peso: agrupa alrededor del90% de todas las unidades agropecua-rias, aun cuando también es ampliamen-te mayoritaria en Argentina (75%), Brasil(84%), Chile (95%), Colombia (87%) yEcuador (88%)6.

La importancia de la agricultura fa-miliar se debe no solo al hecho cono-cido de que provee la mayor parte dealimentos que el país consume (segúnel Censo Agropecuario, el 75% de lastierras cultivadas con alimentos estánen fincas menores de 10 hectáreas),

sino a su capacidad de generar em-pleo. Esto ocurre tanto en el Perú comoen otros países de la región. Aquí,considerando la información de la Ena-ho 2012, la agricultura familiar da em-pleo a cerca del 80% de los trabajado-res agrarios, mientras que las empre-sas formales que envían obligadamen-te información al Ministerio de Traba-jo sobre los contratos de trabajo, so-lamente emplean al 4% (alrededor de160 mil) del total.

Activos y territorios¿Cuáles son las potencialidades de

esta agricultura familiar? Hay ampliasevidencias en diferentes partes delmundo y en el Perú, de que, dadas cier-tas condiciones favorables, la agricul-tura familiar tiene un importante mar-gen para mejorar su desempeño eco-nómico. Pero ello depende de variosfactores, entre los cuales están la do-tación de activos —sobre todo, tierra,capital y trabajo— y el contexto terri-torial (institucionalidad, infraestructu-ra, recursos naturales, presencia delEstado, etc.), el cual puede ser un fac-tor favorable o desfavorable para lapuesta en valor de los activos.

Es muy diferente la situación de unagricultor que vive y trabaja en un con-

Finca familiar en Brasil, país en el que el 84% de los predios son familiares. Las fincas poseen el 24%

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Cuadro 1. Tierras trabajadas por laagricultura familiar (%)

América del Norte y Central 83%

América del Sur 18%

Europa 68%

África 62%

Asia 85%

Brasil 25%

Estados Unidos 78%

Fuente: Elaboración propia, con información de<http://bit.ly/1ovta4D>.

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Fuente: Julio A. Berdegué y Ricardo Fuentealba, Latin America: The State of Smallholders in Agriculture. IFAD 2011.

Gráfico 1. Gráfico 1. Gráfico 1. Gráfico 1. Gráfico 1. Tipos de agricultura familiar según dotación de activos y contacto

texto territorial con instituciones con-solidadas, buena infraestructura vial,energía eléctrica, economía diversifica-da, con acceso a información, a servi-cios financieros y no financieros, queotro que, aun contando con la mismadotación de recursos, carece de las con-diciones mencionadas. Berdegué yFuentealba7 expresan en el gráfico 1

(pensado para América Latina, pero quese aplica bien al caso peruano) esta in-teracción entre activos y contextos te-rritoriales.

Los agricultores en el cuadrante su-perior izquierdo del gráfico, con másactivos (grupo A), se ubican en con-textos territoriales favorables, donde laproductividad de sus activos es mayor

y se encuentran plenamente integradosal mercado. El grupo B tiene algunosactivos, pero no los suficientes o noestán en un contexto en el que puedanser puestos totalmente en valor. SegúnBerdegué y Fuentealba, este grupo, quesuele ser importante en número, espoco visible y es marginado por laspolíticas públicas, pues no es lo sufi-cientemente pobre (por lo que está ex-cluido de las políticas sociales) ni losuficientemente «empresarial» paramerecer la atención promotora del Es-tado. Sin embargo, «representan lamejor oportunidad [...] para las políti-cas y estrategias públicas orientadas arevitalizar las sociedades rurales y parapromover un crecimiento económica ysocialmente inclusivo» (p. 10). El gru-po C está conformado por agricultorescon escasos activos y con territoriospoco dinámicos o con una actividadeconómica adversa, lo que les obliga arecurrir a otras fuentes de ingresos.

No es usual en la literatura sobreagricultura familiar combinar estosdos factores —dotación de activos ycontextos territoriales—, pero es, sinduda, de gran importancia para sus-tentar políticas adecuadas para sudesarrollo: estas deben orientarse nosolo a proveer o mejorar los activos,sino también a desarrollar los territo-rios. El desarrollo de la agricultura fa-miliar se puede dar siempre y cuandose encuadre en políticas de desarrolloterritorial.

Notas1 Sociólogo. Presidente del Cepes.2 Lowder, S. K.; Skoet, J. y S. Singh. 2014. What

do we really know about the number and distri-bution of farms and family farms worldwide?Background paper for The state of food andagriculture 2014. ESA Working Paper N.o 14-02. Roma, FAO. <http://bit.ly/1leWTAb>.

3 Organización de las Naciones Unidas parala Alimentación y la Agricultura, conocidacomo FAO por sus siglas en inglés.

4 Lowder et al., op. cit, anexo 6.5 F. Eguren. «Las políticas para fortalecer la

agricultura familiar». <http://bit.ly/1rjKw6s>.

6 FAO. Perspectivas de la agricultura y deldesarrollo rural en las Américas: una mira-da hacia América Latina y el Caribe. 2014,p. 176. <http://bit.ly/1svnf5R>.

7 En Julio A. Berdegué y Ricardo Fuenteal-ba. Latin America: The state of smallhol-ders in agriculture. IFAD. 2011, p. 9.

de las tierras agropecuarias y participan con cerca del 38% del total de la producción agrícola.

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Mesa redonda

Identidades indígenasen tiempos de consulta

Fernando Eguren y Ricardo Marapi

A dos años de la promulgación de la tan esperadaLey de Consulta Previa a los Pueblos Indígenas yOriginarios, queda en evidencia que el gobierno delpresidente Ollanta Humala tiene poca voluntad polí-tica para implementarla como un mecanismo de diá-logo para dar solución a los conflictos sociales. In-cluso, desde varios sectores empresariales se estáplanteando la posibilidad de derogarla porque la con-sideran un lastre u obstáculo para las inversiones.

Uno de los temas en debate en torno a la aplica-ción de la consulta previa es definir al beneficiario osujeto de este derecho, lo cual lleva a reflexionar acer-ca de los dinámicos cambios históricos alrededor delconcepto de «lo indígena» y la revaloración o auto-rreconocimiento que ocurre actualmente en el país.(Ver, en esta edición, la entrevista a la dirigente indí-gena Gladis Vila,quien por motivos defuerza mayor no pudoparticipar en la mesaredonda.)

La Revista Agra-ria realizó un conver-satorio sobre estostemas, con la partici-pación del antropólo-go Richard Smith, di-rector ejecutivo delInstituto del Bien Co-mún (IBC), con másde cuarenta añosacompañando el pro-ceso de los movimientos indígenas en el Perú; elabogado Pedro Castillo, investigador del Centro Pe-ruano de Estudios Sociales (Cepes), experto en le-gislación rural y campesina; y el antropólogo JaimeUrrutia, investigador principal del Instituto de Estu-dios Peruanos (IEP), especialista en temas relaciona-dos a comunidades campesinas.

LRA: Existe una pregunta que aún no ha sido cla-ramente respondida en el país, tanto por la compleji-dad del tema como por sus implicancias sociales,económicas y políticas. ¿Qué es ser indígena?¿Quién lo es? ¿Qué grupos en el Perú deberían serconsiderados indígenas?

J. Urrutia: No es fácil contestar a una preguntaacerca de un término que ha servido para excluir a la

población indígena. El uso de las palabras indio oindígena ha sostenido un discurso de mestizaje,impuesto en nombre de la integración de todos. Seha vendido un discurso —convertido en sentidocomún— según el cual somos países mestizos. Y aldecir «países mestizos» las diferencias se borran, yse mantienen los sistemas de propiedad, de subor-dinación y de dominación. Por tanto, no es fácildefinir quién es indígena. En los últimos tiempos, apartir del Convenio 169 de la OIT, vuelve al escena-rio el tema indígena y también la necesidad de laconsulta previa. Sin embargo, en el Perú es difícilque haya una autodefinición como tal. La gente seidentifica como lo que es; dice: «yo soy ashaninka»,o «yo soy comunero de Canchis», o «yo soy aw-ajun»; es decir, las autopercepciones no implican el

término indígena. Desde mi punto de vista, no estámal el término pueblos originarios, pero aún haymucho por debatir. Con las etnias de la Amazoníano hay discusión, porque ellas mismas se autodefi-nen como tales. Con los pueblos aimara y quechuala definición pasa por las organizaciones comuna-les, porque estas son las instituciones más repre-sentativas de estos dos pueblos. Al final estamoshablando de percepciones o de autopercepciones.En el Perú, lo indígena siempre es lo que está másarriba. Por ejemplo, cuando preguntas: «¿Quién esel indio?», todos te responden: «El que está arri-ba». Llegas a la punta del cerro y ya no hay a quiénpreguntarle. Indígena es una palabra asociada, aquí,en nuestro país, a tantas cosas peyorativas, que esdifícil reivindicar el término. Tendría que existir un

Richard Smith: ¿Es viable unEstado o un país que deja abierta laexplotación de todos sus recursos,

sin restricciones de tiempo, decondiciones, etc.? Para mí no es

viable.

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movimiento muy fuerte para que la pa-labra misma fuese reivindicada.

R. Smith: Es una pregunta, sobre todopara el Perú, difícil de contestar, porqueaquí existe más confusión y resistenciasobre el término indígena que en otrospaíses andinos. En los años cincuenta ysesenta había una idea más clara acercade quién era indígena y quién no lo era.En aquella época empieza a tener peso eldiscurso sobre el mestizaje y el campesi-no, que iba en contra de una identidadmás originaria. También hay que desta-car las diferencias que existen entre losAndes y la Amazonía. Históricamente,estas se relacionan con la forma en quela colonia española gestionó espacios enel Perú. En los Andes hubo mucha másmezcla que en la Amazonía. Hay muchosfactores que hacen que este tema seamuy difícil.

P. Castillo: Analizando el tema desdeel derecho, me atrevería a decir que en elPerú, a través de la legislación, tácitamen-te se ha reconocido a los indígenas en lascomunidades campesinas y nativas. Sinembargo, el problema está en la ambigüe-dad del término. Al no querer reconocer-se de manera fehaciente quién es indíge-na, se crea confusión cuando se interpre-tan las normas y finalmente no se sabequién es el sujeto de derecho. Por eso nose puede aplicar el Convenio 169 y el de-recho a la consulta. El Estado no quierereconocer que la comunidad campesinapuede ser indígena y debido a ello no re-conoce su derecho a la consulta. El Esta-do juega con la ambigüedad y con la in-definición de este sujeto. Sin embargo,tácitamente sí lo ha reconocido con otrasnormas, como en la Ley General de Co-munidades Campesinas1. Además, elpropio Estado peruano, mediante comu-nicaciones oficiales a la OIT2 en la déca-da del noventa, reconoció que en el Perúlas formas indígenas son las comunida-des campesinas y nativas. En el actualcontexto eso no es conveniente para al-gunos, pues estamos en una economíamovida por la explotación de los recur-sos naturales, ubicados sobre todo enlas tierras de comunidades campesinasy nativas. Por esta razón elaboran unabase de datos con un listado de los indí-genas. Para el Estado, aquel que no estáen esa lista no es indígena; por lo tanto,

no le aplica sus derechos. El actual dis-curso de los gobernantes es: «Si tú usasjeans y celular, entonces ya no eres indí-gena y jamás te voy a dar un proceso deconsulta». El ejemplo claro es que, a tresaños de la Ley de Consulta Previa, nin-gún proceso se ha realizado en la parteandina sobre temas de minería.

R. Smith: Eso va combinado con inte-reses económicos: los de arriba están asen-tados sobre el oro, el cobre, etc., y el Esta-do no los quiere consultar. Pero tambiéntiene que ver con temas de identidad: amediados de los setenta, la identidad in-dígena unificó a indígenas en Australia,EE.UU., India y diferentes partes del mun-do, pero no existía entonces ese discursoen los Andes peruanos, donde aún regíael discurso de la lucha campesina. Tengola impresión de que el discurso está em-pezando a cambiar: uno nuevo está sa-

liendo de la CCP, la Onamiap3 y variasorganizaciones que están reconociéndo-se como indígenas y empiezan a reflexio-nar que también les corresponden esosderechos. Hace poco estuve en Puno,con las organizaciones campesinas, in-dígenas y originarias. En medio de unconversatorio les pregunté: «¿Cuántosde ustedes son indígenas?». Solo se alzóuna mano por aquí y otra por allá. Perocuando pregunté: «¿Cuántos son de fa-milias o comunidades originarias?», en-tonces todas las manos se alzaron. Mu-cho depende del lenguaje que se usa.Nadie tenía dudas de que pertenecían acomunidades originarias y que, por lotanto, tienen derecho a consulta.

LRA: La vigente Ley de Consulta Pre-via a los Pueblos Indígenas tiene un ca-

rácter no vinculante. ¿Esto es suficien-te para respetar los derechos de las po-blaciones indígenas? ¿Es viable una pro-puesta que establezca el carácter vincu-lante de la consulta previa?

J. Urrutia: No basta con que no seavinculante. Debería serlo, pero así estála norma. Además, la Ley de ConsultaPrevia parece ser la única norma dirigi-da hacia las poblaciones indígenas, puesactualmente no hay ninguna otra tan im-portante. ¿Dónde está la educación bi-lingüe para los pueblos indígenas?¿Dónde está el sistema de salud quetome elementos indígenas para imple-mentarse? Parece que la consulta pre-via es lo único dirigido a los pueblosindígenas, porque en el resto de accio-nes no existe ninguna particularidad in-dígena, a pesar de que la Constitucióndice que somos un país multicultural.

No se hace, simplemente porque no exis-te una política para los pueblos indíge-nas. Más allá de la Ley de Consulta Pre-via, debería insistirse en un proceso detitulación claro de las comunidades yde los pueblos. Los últimos datos mues-tran que la mayor parte del territorio delas comunidades donde se va a realizarla consulta no está inscrita, ni medida,ni georreferenciada. Esto promueve unatrampa en la Ley de Consulta, pues enun territorio no definido se corre el ries-go de que los funcionarios vayan a unlugar cercano o anexo y realicen allí elproceso de consulta. Por lo tanto, serequiere un territorio claramente defini-do como propiedad y pertenencia de ungrupo, porque, además, ello le da iden-tidad. Eso es importante.

Pedro Castillo: El actual discursode los gobernantes es: «Si tú usasjeans y celular, entonces ya no eresindígena y jamás te voy a dar unproceso de consulta».

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R. Smith: En muchos Estados delmundo los indígenas tienen más poderde decisión y la consulta es mucho másvinculante. Tengo cuarenta y cinco añosacompañando movimientos indígenasen el Perú y me he dado cuenta de quelos derechos han sido ganados «pasitoa pasito» y que cada paso es una pelea.No hay nada regalado en cuanto a dere-chos para los pueblos indígenas. ¡To-dos han sido peleados! En el Perú, laley que refleja el derecho del Convenio169 no reconoce que aquel sea vincu-lante. Hay que seguir luchando parafortalecer ese derecho; en diez o quin-ces años podría ser vinculante. Eso nome preocupa tanto y creo que a los in-dígenas tampoco, pues muchos de ellostienen una visión de muy largo plazo.Además, toda relación entre el Estadoperuano y los indígenas es como unbaile: un paso adelante, un paso atrás;siempre ha sido así. En los años quevengo acompañando el proceso, lospasos adelante son cada vez más gran-des, y vamos ganando.

P. Castillo: En términos generales, re-sulta claro que la consulta no es vincu-lante: eso no está en el Convenio 169 y lalegislación lo recoge así. Pero si se llegaa acuerdos durante el proceso de con-sulta, estos acuerdos sí son vinculantesy exigibles. Y cuando no hay acuerdo, elEstado es el que finalmente decide. Lagran finalidad del proceso de consulta ydel Convenio 169 no está en su caráctervinculante, sino en garantizar e institu-cionalizar un proceso de diálogo comouna forma de decidir sobre la repercu-sión de una serie de medidas que pue-den afectar a los pueblos indígenas. La-mentablemente, en nuestro país el diálo-go no está institucionalizado y se gene-ran una serie de distorsiones y descon-fianzas. ¿Es viable darle un carácter vin-culante al proceso? Sí es viable que elresultado final de las consultas sea obli-gatorio. Es decir, si no se ponen de acuer-do en algo, se debería seguir estudiandoel tema hasta llegar a un acuerdo. Perocuando el Estado decide sobre un puntodonde no hubo acuerdo, entonces esose siente como una imposición. Ese es elgran problema. Aclaremos también quesi bien el Estado puede decidir al final,tampoco puede desconocer otros dere-chos, como a la tierra, a la vida y al agua.

No puede sacrificar los derechos que tie-nen los pueblos y las comunidades, conel fin de favorecer a las mineras o a cual-quier otra actividad extractiva. La con-sulta es un derecho más de los indíge-nas, pero las comunidades tienen otrosderechos superiores que el Estado nopuede desconocer cuando aplica unamedida. No podría hacer eso.

R. Smith: Yo haría una contrapregunta:¿es viable un Estado o un país que dejaabierta la explotación de todos sus recur-sos, sin restricciones de tiempo, de condi-ciones, etc.? Para mí no es viable. Tododepende de la visión que tenemos de lasociedad, del país y de lo que queremos.

J. Urrutia: El modelo neoliberal eco-nómico que se implementa desde hacevarias décadas es el que realmente orde-na los recursos en el país. Impide queexistan y funcionen tres elementos: diá-logo, consenso y consulta, debido a quevan contra ese modelo. ¿Por qué creenque fracasan una gran cantidad de pro-puestas de dialogo? ¿Por qué en el Perúno se logra un consenso sobre el uso delos recursos? Además, somos un paísdonde no existe ninguna tradición deconsulta y solo hay tradiciones de auto-ritarismo. La última Constitución perua-na es el ejemplo más claro, porque es una

de las pocas que dice: «El Estado no in-terviene en el mercado». Es lo que diceRichard: todo queda libre. Quieren unmercado sin Estado, lo que no existe enninguna parte. Somos un país en dondeno hay partidos ni intervención del Esta-do. Esta situación hace que el diálogo, elconsenso y la consulta sean totalmentesecundarios y periféricos. Por eso no esfácil lograr avances en temas como losde titulación de tierras, consulta previa,uso de recursos, etc.

LRA: Da la impresión de que variosde los asuntos que ameritan ser consul-tados a las poblaciones indígenas, comolos impactos socioambientales de las ex-plotaciones extractivas, deberían tam-bién ser consultados a las poblacionesno indígenas potencialmente amenaza-das. ¿Estos mecanismos de consulta de-ben ser un derecho de todos los ciudada-nos? Si es así, ¿cuáles serían los dere-chos específicamente indígenas?

J. Urrutia: Ojalá tuviéramos una de-mocracia en donde la consulta fuera unaherramienta permanente, pero los nive-les de desarrollo de la ciudadanía en elPerú son bastante débiles y limitados.En teoría, cuando haya una afectación,las consultas deberían hacerse a toda la

Fernando Eguren, director de LRA, en conversación con los expertos invitados a nuestra mesadirigidas a los pueblos indígenas u originarios.

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culturales, sino que implica que las políti-cas de Estado refuercen sus elementosculturales, como la educación bilingüe, desalud, el reconocimiento a sus autorida-des locales, etc. Existe un campo ampliodonde el Estado peruano no ha tomadonunca una decisión. Por ejemplo, en cuan-to al idioma, los procesos judiciales re-quieren de traductores oficiales para laslenguas originarias, especialmente el que-chua y el aimara. ¡Ese es un derecho quedebería ser fundamental! En Huancaveli-ca, Ayacucho, Cusco y Puno, la mayorparte de la población habla otra lengua,además del castellano. ¿Qué norma existey que obligue a enseñar esa otra lenguadurante los dos o tres primeros años deeducación? Ninguna.

P. Castillo: Recuerdo que por el año2000, un grupo de vecinos del distritolimeño de Miraflores se oponía a la cons-trucción de un estacionamiento subte-rráneo en el parque Kennedy. Los veci-nos protestaron, bajo el argumento deque se afectaba su forma de vivir. Final-mente, el alcalde de entonces no dio luzverde a la construcción del estaciona-miento. Este es un ejemplo de cómo losvecinos, sintiéndose perjudicados en suforma de vida, decidieron protestar, pi-dieron una consulta a su alcalde y logra-ron detener un proceso. Si una medidava a afectar nuestro modo de vida, laconsulta debería ser un derecho de to-dos los ciudadanos; es lo más lógico ynatural. Ahora, ¿por qué se da el derechode consulta específicamente a las comu-nidades? Eso pasa por una tradición le-gislativa y también por una diferencia dederechos culturales, sociales y econó-micos. Igualmente, es por un tema deidentidad cultural. Las propias resolucio-nes de los tribunales internacionales se-ñalan que la tierra y el territorio son de-rechos y recursos esenciales para suvida. Por esa razón, los pueblos indíge-nas tienen que ser consultados cuandoalguien quiera ejecutar cualquier activi-dad que pueda perjudicarlos o poner-los en peligro.

Nota1 Ley Nº 24656, Ley General de Comunidades

Campesinas, promulgada el 13 de abril de 1987.2 Organización Internacional del Trabajo.3 Confederación Campesina del Perú; Orga-

nización Nacional de Mujeres IndígenasAndinas y Amazónicas del Perú.

población, sea cual sea el grupo, al mar-gen de que sea indígena o no.

R. Smith: Debemos entender que estaley que refleja el Convenio 169 es parte deun paquete de derechos que no se origi-nan en el Perú; es una mezcla de deman-das que provienen de Australia, Canadá,

EE.UU., Asia, Centroamérica, entre otroslugares. A fines de los setenta, varias or-ganizaciones empezaron a juntarse en tor-no a las Naciones Unidas. En 1981 se for-mó un grupo de trabajo de dichas pobla-ciones, que permitió la participación deindígenas de todo el mundo. Ese foro hizoposible intercambiar experiencias y pen-

sar en temas como el derecho a la autode-terminación, al territorio y a la consulta.Es a partir de esta historia que podemosentender que estas definiciones son par-te de algo más global. Debido a su lucha,los indígenas tienen el reconocimiento desus derechos y eso es importante. Para

mí, el derecho a la consulta también debeser un derecho de todos los ciudadanos.

J. Urrutia: ¿Cuáles son los derechosespecíficos, propiamente indígenas? Haydos fundamentales: territorio y cultura. Elprimero es la base del sostenimiento delgrupo mismo, y el segundo no solo serefiere a la reproducción de sus eventos

a redonda, quienes criticaron al actual gobierno por la carencia de políticas públicas concretas

Jaime Urrutia: El modelo neoliberaleconómico impide que existan y

funcionen tres elementos: diálogo,consenso y consulta, debido a que

van contra ese modelo.

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10 LA REVISTA AGRARIA / 163

LRA: ¿Cuál es la reflexión que hace sobre serindígena actualmente en el país? ¿Cuáles son loscriterios para reconocer a un pueblo como indíge-na o para autorreconocerse como indígena?

Gladis Vila: ¿Qué es ser indígena en el Perú?Este es un proceso muy reciente en el país. Lospueblos indígenas nos regimos por el Convenio169 de la OIT2, donde se define claramente, porejemplo, quiénes somos los sujetos de consulta.El convenio habla de pueblos que existen desdeantes de la creación de los Estados en diferentespaíses y que aún mantienen parte de sus manifes-taciones culturales. Sin embargo, en el actual pro-ceso de implementación de la Ley de Consulta serestringen varios aspectos, principalmente sobrequiénes somos el sujeto de derecho. Por ejemplo,para las autoridades, no todas las comunidadescampesinas deben ser sujeto de derecho a la con-sulta. Creemos que en el viceministerio de Inter-culturalidad este tema aún no está muy claro.

LRA: ¿Por qué existen obstáculos en el proce-so de definición del sujeto de derecho a la consul-ta previa?

G. Vila: Cuando se elaboró el reglamento de laley, se cumplió lo de «Hecha la ley, hecha la tram-pa», porque en el tema de sujetos de derecho nosimponen a los indígenas varias características. Pri-mero: «que sean diferentes». ¿Qué implica esto?Justamente, ahí entendemos lo que han dicho hacepoco el presidente Ollanta Humala, la misma Na-dine Heredia o incluso varios empresarios: «quedebes tener tu pluma», «que no debes tener celu-lar» o que solamente son indígenas los pueblosno contactados o en aislamiento voluntario. En-tonces, existen varias interpretaciones porque nohay claridad en ese tema. El reglamento nos exigemuchos más aspectos, que incluso no están en elConvenio 169, donde se establece que los indíge-nas pueden cumplir solo algunas de las conside-raciones, como la pertenencia cultural y la autoi-dentificación. Por ejemplo, el reglamento exige quedebamos tener, necesariamente, un idioma pro-

«Siento que nos ven comopersonas raras y sin derechos.

Nos ven como un objeto».Entrevista a la lideresa indígena quechua Gladis Vila Pihue, presidenta de la Organiza-ción Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap), acercade los obstáculos que enfrenta el proceso de consulta previa que se está implemen-tando en las comunidades nativas y campesinas, y sobre el actual significado de lasidentidades indígenas en el Perú.

Ricardo Marapi1

pio. En Onamiap creemos que con esto se anula-ría el derecho de consulta de los pueblos indíge-nas de Cajamarca, donde existe el polémico temadel proyecto minero Conga.

LRA: ¿Por qué las organizaciones indígenasplantean que el idioma no debería ser un factor orequisito obligatorio para definir a los indígenasy sujetos de consulta?

G. Vila: Porque nuestros idiomas indígenas es-tán en extinción. Por ejemplo, el idioma jaqaru, quese habla en la zona de Yauyos, en Lima, está en unaetapa de desaparición. En Cajamarca, los pueblosperdieron el idioma originario durante la época dela conquista española. No todos los pueblos indí-genas hablamos en la actualidad un idioma propio.

LRA: Además, no ha desaparecido por sí solo.¿Qué es lo que está detrás de esta extinción delidioma?

G. Vila: La actual estructura del Estado. No haypolíticas públicas que protejan nuestros idiomas in-dígenas. La educación es homogénea en el país. Sehabla de una educación intercultural, pero esta nose aplica realmente. La política educativa eliminanuestras manifestaciones culturales e idiomas. Porejemplo, hoy en día, en ciertos centros educativosde Huancavelica se prohíbe hablar el quechua. Mu-chos docentes te dicen: «Tú estás estudiando parahablar perfectamente el español; no te sirve el que-chua». Con la eliminación del idioma, asimismo seestá matando a todo un pueblo. Y esto genera tam-bién confusiones en el Estado para la aplicación dela consulta previa. Pero para los pueblos indígenasestá clarísimo: no se debe restringir el derecho a laconsulta en función del requisito del idioma.

LRA: En la actualidad, los procesos de consultase están realizando principalmente con comuni-dades nativas y en temas que no están relaciona-dos con conflictos mineros. ¿El proceso de la con-sulta se aplicará con mucha lentitud en las comu-nidades campesinas?

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JUNIO de 2014 11

G. Vila: Creo que, en los años quevienen, el proceso seguirá estancado.Actualmente se realizan consultas, peroen temas que no son polémicos. Porejemplo, en Huancavelica se está con-sultando sobre el bosque de Amaru parabuscar el reconocimiento de la zonacomo reserva territorial, porque allí es-tán las mejores orquídeas del país. Pero,incluso ahí, la consulta solo se está rea-lizando con dos comunidades, cuandoel acceso al bosque es de seis comuni-dades campesinas. Veo muy difícil queen los próximos meses se pueda imple-mentar con amplitud el proceso de con-sulta en los Andes en temas que sí sonpolémicos.

LRA: ¿Cuáles son las capacidadeso herramientas que las organiza-ciones o pueblos indígenas ne-cesitan para desarrollar unadecuado diálogo intercul-tural con el Estado en elmarco del proceso de con-sulta?

G. Vila: Una herra-mienta que requerimos, yque Onamiap está pro-moviendo, es que en elnuevo censo demográfi-co nacional que debe eje-

cutarse en 2017 se incorpore una pregun-ta acerca del tema de la pertenencia cul-tural. En el INEI se ha formado un comitétécnico, en el que participan diferentessectores académicos, universitarios eindígenas, donde estamos discutiendoacerca de cuál sería la pregunta sobrepertenencia cultural y quisiéramos quese incluya en el censo una pregunta so-bre autoidentificación. Por ejemplo, nohay en la actualidad ningún dato esta-dístico de la cantidad de indígenas en elpaís. Sería importante conocer el nivelde autoidentificación. Por otro lado, laelaboración de la base de datos de pue-blos indígenas, por parte del viceminis-terio de Interculturalidad, requiere tam-bién la participación de las organizacio-

nes indígenas. En la actualidad, esabase de datos se está elabo-

rando de manera autori-taria, vertical y jerár-

quica. Nosotros novamos a permitir

que sea el Esta-do quien nosdiga si somoso no somosindígenas .

D e s d e

Onamiap, impulsaremos el tema de nues-tra autoidentificación a una pertenenciacultural como pueblos indígenas.

LRA: ¿Cómo cree que las autorida-des, funcionarios y empresarios perua-nos están viendo y percibiendo a los pue-blos indígenas? ¿Cómo ve a los indíge-nas la gente que vive en las ciudades?

G. Vila: Siento que nos ven como per-sonas raras y sin derechos. Nos vencomo un objeto y, como tal, las autorida-des se sienten con el derecho de decidirsobre nuestra forma de vida y de desa-rrollo, y sobre los territorios que habita-mos. No nos ven como sujetos de dere-cho. De alguna manera, la Ley de Con-sulta Previa —aprobada por unanimi-dad— es riesgosa para ellos, pues alaprobarla no midieron lo que iba a signi-ficar realmente. Nos siguen viendo comosi fuéramos menores de edad. Nos vendistintos. Eso se aprecia en programasde televisión como el de la «Paisana Ja-cinta». ¿Qué formación estamos dando alos niños de las ciudades? El Estado de-bería promover aquellos valores cultura-les que tenemos los pueblos indígenas ycon los cuales estamos contribuyendodía a día. Hoy se revalora mucho la medi-cina alternativa y natural. ¿Quiénes hanprotegido ese campo? ¿Acaso no hansido los pueblos indígenas? Sin embar-go, estamos en un país donde persistenel racismo, la discriminación, y donde

muchos todavía no han realizado unproceso de autoidentificación. In-cluso a mí me ha costado muchosaños llegar a una claridad acercade mi autoidentificación y perte-nencia cultural. Entonces, paramuchos peruanos, hacer esteejercicio es todavía muy com-plejo. El tema pendiente, yque aún está muy lejos dedefinirse, es que el Perúcuente con una políticapública más realista ydonde se promueva lapertenencia a los pue-blos indígenas.

Notas1 Periodista. Editor de La

Revista Agraria.2 Organización Internacio-

nal del Trabajo.

Gladis Vila Pihue,presidenta de laOnamiap.

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12 LA REVISTA AGRARIA / 163

Por fin el Congreso de la República aprobó la Ley de Seguri-dad Alimentaria y Nutricional. Luego de permanecer seis me-ses en salmuera, una mayoría significativa de parlamentarios(72 votos, contra 1) resolvió, el último 11 de junio, desestimarel pedido de reconsideración planteado por la congresistaMartha Chávez (Fuerza Popular), que pretendía impedir su apro-bación.

Recordemos que en diciembre último, y en dos votacionesseguidas, el Pleno del Congreso votó mayoritariamente por laley. Con esta decisión, el Legislativo da un trascendental pasohacia la constitución de un cuerpo normativo clave para ase-gurar que la población peruana pueda acceder a una alimenta-ción adecuada.

Con todas sus limitaciones (la más importante: el retiro detoda alusión al término soberanía, por presiones del Minagri yel MEF2), la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional es cru-cial por varios motivos. Listamos los principales:

• Reconoce el derecho humano a la alimentación como partedel ordenamiento legal interno. En adelante, el Estado pe-ruano deberá disponer de los recursos necesarios para ga-rantizar que todos los peruanos y peruanas accedan a unaalimentación saludable y nutritiva.

• Establece una serie de lineamientos que deberán seguir laspolíticas públicas para garantizar la disponibilidad y accesi-bilidad (física y económica) a alimentos producidos local-mente y de alto valor nutritivo. Esto implica promover tantola oferta (pequeña agricultura familiar, sobre todo) como lademanda (alentar el consumo de alimentos inocuos, sufi-cientes y nutritivos).

• Dispone la creación de un Sistema Nacional de SeguridadAlimentaria de composición multiactoral. Liderado por elMinagri, este sistema contará —en cada nivel de gobierno:nacional, regional, municipal— con un consejo integradopor representantes gubernamentales, pero también de lasorganizaciones campesinas, de los productores agropecua-rios, comerciantes y trabajadores de la industria gastronó-mica, a fin de articular los distintos espacios de manera sos-tenible y productiva.

Toca ahora al Poder Ejecutivo promulgar la norma e incorpo-rar sus lineamientos y objetivos en el diseño de las políticaspúblicas en materia agrícola, ambiental y social. La seguridadalimentaria es uno de los componentes del desarrollo humano,como lo señala la Organización de las Naciones Unidas para laAlimentación y la Agricultura (FAO), y se inscribe dentro delos compromisos asumidos por el Estado peruano en tratados

Ley de seguridadalimentaria y nutricional:

un paso importanteEnrique Fernández-Maldonado Mujica1

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JUNIO de 2014 13

internacionales, como el Pacto Inter-nacional de Derechos Económicos,Sociales y Culturales (Pidesc, 1976)3.Su ejecución debe acompañarse conla implementación de la Estrategia Na-cional de Seguridad Alimentaria y Nu-tricional (DS N.º 021-2013-MINA-GRI)4, recién aprobada en diciembre delaño pasado. Con ese objeto, el Gobier-no deberá asignar los recursos nece-sarios —en el Presupuesto General dela República previsto para el próximoaño— para que ambos instrumentosde política no terminen siendo letramuerta.

La ley sola no bastaQueda claro, sin embargo, que para

universalizar el derecho a la alimenta-ción y garantizar la seguridad alimen-taria hará falta mucho más que un mar-co normativo adecuado. Un diseñoinstitucional óptimo supone, además,el fortalecimiento de las instancias gu-bernamentales vinculadas con los ob-jetivos asumidos en la ley, comenzan-do por el Minagri, convertido en unministerio «cenicienta» en el marco delEstado neoliberal que tenemos desdeFujimori.

La capacidad de una sociedad paraavanzar hacia niveles de desarrollo so-cial básicos (como proveer a sus ciu-dadanos de las condiciones necesa-rias para el disfrute de una alimenta-ción sana) depende —en gran medi-da, aunque no solo— de la fortalezade sus capacidades productivas.

Dichas capacidades, en este casoparticular, no deben ser entendidas ex-clusivamente en términos tecnológi-cos —que son importantes— sino,sobre todo, en términos sociales: elEstado deberá atender con prioridada los sectores campesinos que hacenposible el consumo de productos agrí-colas (y, de paso, el boom gastronó-mico). El objetivo de la seguridad ali-mentaria supone necesariamente eldesarrollo social y económico de losproductores agrícolas, especialmentede la pequeña agricultura familiar, lacual, paradójicamente, pese a su rele-vancia social y económica, represen-ta la base pobre de nuestra estructurasocial (ver artículo sobre agriculturafamiliar en esta edición).

Un dato importanteEsta ley es importante, también, por-

que nace como resultado de un (in-usual) proceso de diálogo y cabildeoentre los parlamentarios y los secto-res directamente involucrados.

Ya fuera en la Comisión Agrariacomo en la de Inclusión Social, delCongreso de la República, un conjun-to de organizaciones sociales vincu-ladas con el sector agrario —como laAlianza de Organizaciones Agrarias(CNA, CPP, Femucarinap, ANPE), conel apoyo del Colectivo Perú por unaSeguridad Alimentaria con Soberanía(que agrupa a diversas ONG y agen-cias de cooperación)— acompañó lasdiscusiones e incidió en la decisiónde los parlamentarios, quienes final-mente aprobaron, por unanimidad, eldictamen presentado ante el Pleno.Aliadas importantes en este procesofueron las congresistas Claudia Coariy Rosa Mavila, quienes destacaron elimpacto de género de la ley y su im-portancia para sectores clave en elobjetivo de asegurar la seguridad ali-mentaria en el país, como son los pe-queños productores agrícolas.

El reto hacia adelante es consolidarlo avanzado, que no es poco, y planifi-car futuras iniciativas dirigidas a con-cretar el objetivo complementario: lasoberanía alimentaria. Sin obviar la im-portancia (y necesidad) de profundi-zar nuestra vinculación comercial con

el mundo, la meta de la seguridad ali-mentaria dependerá, en gran medida,de los grados de autonomía que asu-mamos como Estado para el diseño eimplementación de políticas públicasque prioricen el derecho a la alimenta-ción adecuada, por encima de cualquierconsideración comercial o económica.

Se trata, sin embargo, de una ideaque suscita resistencia en los secto-res defensores del libre comercio y delos acuerdos bilaterales firmados conpaíses que, paradójicamente, cuentancon políticas agresivas de promocióny protección de su producción agrí-cola local (EE.UU., Unión Europea,etc.); acuerdos contractuales contra-dictorios que afectan, sobre todo, apaíses como el nuestro, que tienen unaposición política débil en las negocia-ciones comerciales y carente de pers-pectiva estratégica hacia el futuro.

El próximo proceso electoral presi-dencial de 2016 será, sin duda, una co-yuntura propicia para debatir pro-puestas de desarrollo agrícola que in-corporen estos elementos y, eventual-mente, nos permitan enrumbar haciauna estrategia integral de seguridad ysoberanía alimentaria. Veremos.

Notas1 Sociólogo.2 Ministerio de Agricultura y Riego, y Mi-

nisterio de Economía y Finanzas.3 Pidesc. <http://bit.ly/1bDPWCi>.4 <http://bit.ly/MqyYj3>.

La aprobación de la ley también obedece al denodado trabajo de diversas organizacionescampesinas, agrarias y de la sociedad civil, que incidieron en la decisión de los parlamentarios.

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14 LA REVISTA AGRARIA / 163

La saga del perro del hortelanoRichard Chase Smith, PhD1

El sábado 14 de junio, el diario El Co-mercio publicó un editorial en dondealegaba que las tierras en manos de lascomunidades campesinas y nativas re-presentan un gran desperdicio para elPerú, y exhortaba al Estado a que titula-se parcelas individuales dentro de ellasa fin de permitir y facilitar su hipoteca oventa. Las distorsiones contenidas enlos argumentos esgrimidos por El Co-mercio sugieren que estamos ante unacampaña a favor de quienes codicianestas tierras y recursos comunales,como podrían ser la agroindustria, laminería y las urbanizadoras.

El referido editorial es el tercero publi-cado por dicho medio de comunicación,con la misma posición, en los últimos dos

años. Se pueden identificar una serie deargumentos en los tres textos, que pare-cen apuntar en la misma dirección: des-prestigiar a la institución de la comuni-dad indígena.

El origen de la propiedadcomunal

El primer argumento afirma que el régi-men de propiedad comunal en el Perú esun mal heredado del gobierno militar deJuan Velasco Alvarado. Falso.

La institución de la «comunidad indíge-na» tiene raíces tanto precoloniales (lossistemas indígenas de tenencia y produc-ción) como coloniales (las «reduccionesde indios» de los siglos XVI y XVII). Estascomunidades originarias o de «indios» fue-

ron reconocidas de manera oficial por laConstitución de 1920, a principios del on-cenio del presidente Augusto B. Leguía.

La titulación de las tierras comunalesempezó en 1928, y para 1968 —cuando asu-mió Velasco— ya se había titulado el 37%del total de comunidades indígenas/cam-pesinas. En sus siete años de gobierno,Velasco sólo tituló el 4% del total, es decir,menos de la mitad que el 10% del presiden-te Fernando Belaunde en la década de lossesenta. En lo que va de la historia, el pri-mer gobierno de Alan García tituló el ma-yor número de comunidades indígenas/campesinas (23%), mientras que el de Al-berto Fujimori tituló el mayor número decomunidades nativas (45%).

El colectivismo y lascomunidades

El segundo argumento de El Comer-cio aduce que tanto el gobierno de Ve-lasco como los antropólogos pretendie-ron engañar al país con el mito de quelos comuneros indígenas son «colecti-vistas por naturaleza». Según el edito-rial, esto es desmentido por la existenciade parcelas individuales dentro de lascomunidades. Falso.

En realidad, existe una tremenda ignoran-cia y desdén en un sector de la poblaciónurbana acerca de las comunidades indíge-nas en el Perú. Quienes las conocemos bien(aun siendo antropólogos) sabemos que noson «colectivistas». Son familias a menudoemparentadas entre sí, que comparten una

A28. EL COMERCIO

SÁBADO 14 DE JUNIO DEL 2014

OPINIÓN

EDITORIAL

“El valor de la propiedad depende del grado de certidumbre con el que sus titulares pueden probar su derecho y, por lo tanto, de la existencia de títulos y registros que la certifiquen”.

Editorial de El Comercio Privados en la ‘Juan Velasco’ /8 de febrero del 2014

El sueño de la propiedad propiaDeben reconocerse legalmente las propiedades privadas que, de facto, ya existen al interior de muchas comunidades.

Ya se sabe que el derecho de propiedad

que no se puede probar clara y fácil-

mente vale menos que el que sí. Es ló-

gico que así sea: uno descuenta de lo

que está dispuesto a pagar por algo lo

que le costaría hacer que los demás lo reconozcan

como el dueño de ese algo. Por el mismo motivo,

el derecho de propiedad que no se puede probar

clara y fácilmente no sirve para obtener créditos

o sirve solo para obtener créditos en condicio -

nes muy castigadas: los bancos –y cualquier otro

prestamista– no consideran que sirve de mucho

la “garantía” cuya eventual propiedad (en caso

de que su deudor no les pague lo que les debe) les

podría ser discutida sin esfuerzo.Puesto en otras palabras, los derechos de pro-

piedad sobre los que no hay títulos claros consti-

tuyen un desperdicio de riqueza, tanto para sus

(precarios) titulares como para la economía en

la que existen.En el Perú este desperdicio no es pequeño: se-

gún el Censo Nacional Agropecuario (Cenagro)

del 2012, ni más ni menos que el 24,64% de las

parcelas rurales carece de un registro que identi -

fique a sus propietarios. Es, pues, muy positivo que este gobierno se

haya propuesto hacer algo por titular la propie -

dad rural en el país, para lo que el Ministerio de

Agricultura (Minagri) obtuvo hace un tiempo

un préstamo de US$50 millones de una organi -

zación internacional. Y es también de saludar

que el defensor del Pueblo acabe de recordar la

prioridad de esta misión al gobierno, hacien -

do énfasis en el caso de la propie -

dad colectiva de las comunidades

campesinas y nativas, que son las

titulares de buena parte de los pre -

dios rurales con problemas de ti -tulación que existen en el país.

El problema, en medio de la buena noticia, es que ni el Minagri ni la defensoría

han hablado de reconocer la propiedad individual

que, de facto, existe en el seno de las comunida -

des, asumiendo, aparentemente, que sus miem -

bros prefieren seguir con el esquema de propie -

dad colectiva que hasta hoy les manda la ley.

¿Por qué mantendrían el Minagri y la defen -

soría una asunción así? No se nos ocurre otro

motivo que la inercia. Después de todo, la con -

cepción de los comuneros peruanos como per -

sonas colectivistas por naturaleza fue empujada

con mucha fuerza por ideologías que tuvieron

un gran apogeo en el país –el gobierno del gene -

ral Velasco, de hecho, hizo de ella una especie de

emblema– y ha de resultar difícil cuestionar una

visión que nos fue inculcada a generaciones de

peruanos desde nuestra educación escolar.

Para quien no parece haber sido tan difícil ha -

cer este cuestionamiento, sin embargo, es para los propios comuneros, quienes desde hace tiempo vienen crean -

do propiedades individuales de facto en el medio de sus comuni -dades y heredándoselas de pa -dres a hijos, con el reconocimien -

to del grupo. De hecho, el propio

Cenagro del 2012, elaborado por el INEI, recoge

1’555.134,31 hectáreas como pertenecientes a

miembros de comunidades campesinas. ¿Cuán -

tas de las parcelas de ese 24,64% que queda sin

titular pertenecerán también a miembros indivi -

duales de estas comunidades?La respuesta a la pregunta anterior parecería

ser “muchísimas”. Al menos a juzgar por las escri -

turas ante jueces de paz o ante notarios locales,

los documentos de compraventa, los testamentos

y toda la rica lista de recursos con que los comu -

neros intentan “legalizar” su propiedad indivi -

dual. Intento este que, sin embargo, está conde -

nado al fracaso –de ahí las comillas–, puesto que

el Estado solo está dispuesto a reconocerlos como

propietarios colectivos, al margen de lo que ellos

piensen al respecto. Y a nadie parece resultar -

le esto discriminatorio y menos que a nadie a los

supuestos “protectores” de las comunidades. Los

demás peruanos no estamos obligados a ningu -

na asociación, pero los comuneros sí, porque “na -

cen” dentro de una y seguir en ella es, por lo visto,

lo que les corresponde. Lo contrario –permitir

que los “antropos” les resulten contestones a los

antropólogos– no parece ser una opción.

Desde luego, dicen los “defensores” del sis -

tema comunal que el “neoliberalismo” quiere

destruir las comunidades, que son mucho más

que propiedades: modos de vida, sistemas cul -

turales, tradiciones. Pero no se llega a entender

cómo una reforma que trate de reconocer exclu -

sivamente a quienes ya han optado –o deseen

optar en el futuro– por una determinada forma

de propiedad (con el consentimiento implícito

de sus comunidades) puede suponer “destruir”

su modo de vida. Los modos de vida no se pue -

den “proteger” de buena fe contra la voluntad de

quien los vive.

COMUNIDAD

Los demás peruanos no estamos obligados a

ninguna asociación, pero los comuneros sí, porque “nacen” dentro de una.

LIMA, SÁBADO 14 DE JUNIO DEL 2014 www.elcomercio.pe

DIRECTOR GENERAL: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C.

INDEPENDENCIA Y VERACIDAD

EDICIÓN SÁBADO88 625

AL SERVICIO

DEL PAÍS

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JUNIO de 2014 15

«Análisis de la política públi-ca sobre reconocimiento y ti-tulación de las comunidadescampesinas y nativas» (infor-me). Defensoría del Pueblo.Lima, 2014.Durante 2013, la Defensoría del Pue-blo realizó una supervisión a los go-biernos regionales con el objetivo deanalizar los avances y desafíos en elproceso de reconocimiento y titula-ción de comunidades campesinas ynativas. Luego de sistematizar y analizar dicha información,concluyó que el Estado peruano no cuenta con una políticapública adecuada para enfrentar dicho proceso. Este infor-me fue remitido recientemente al Ministerio de Agricultura yRiego, con recomendaciones orientadas a que las comuni-dades campesinas y nativas obtengan seguridad jurídica so-bre sus tierras comunales y se garantice su identidad cultu-ral y el desarrollo de sus vidas en comunidad. Puede exami-narse en <http://bit.ly/1qAXCyx>.

El mundo indígena. Autores varios. Grupo Interna-cional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).Copenhague, 2014.El libro ofrece 58 informes y 15 artículos sobre procesosinternacionales en el mundo indígena, que reflejan las ac-tuales violaciones de los derechos humanos a escala mun-dial, con especial foco en los derechos a la tierra, territoriosy recursos de los pueblos indígenas. De igual manera, ana-liza otros procesos, como el camino hacia la ConferenciaMundial de los Pueblos Indígenas, su participación en las

negociaciones sobre cambio climá-tico y en la agenda de desarrollo post2015, y sus luchas locales por la im-plementación de su derecho al de-sarrollo basado en el consentimien-to libre, previo e informado. Los auto-res son activistas y expertos indíge-nas y no indígenas que han trabaja-do con el movimiento indígena duran-te muchos años y forman parte de lared de contactos de IWGIA. Texto des-cargable desde <http://bit.ly/TiAQgR>.

Los derechos de propiedad sobre las tierras co-munales. Lo que se debe saber. Castillo, Pedro yLaureano del Castillo. Lima: Heifer y Cepes, 2014.Esfuerzo de sistematización sobre los derechos de propie-dad sobre las tierras comunales, busca combatir una delas mayores dificultades que enfrentan las comunidades:la falta de información sobre sus derechos de propiedad y

el aprovechamiento de los recursosnaturales ubicados en sus tierras.Este material está destinado a lasensibilización y capacitación querealiza Cepes en Huancavelica, enel marco del proyecto Mujeres y Fa-milias Campesinas Contribuyendoa las Seguridad Alimentaria y Ges-tión de Recursos de ComunidadesCampesinas de Huancavelica, conel apoyo de Heifer Perú. Texto des-cargable desde <http://bit.ly/1ikifgj>.

publicacionespublicacionespublicacionespublicacionespublicacionespublicacion

vida e historia social, religiosa, estética ysimbólica dentro de un espacio común. Laproducción es asunto de cada familia y sepractica en parcelas heredadas o asigna-das por la comunidad. Siempre ha sidoasí. Por esta razón, cada comunidad es unmosaico complejo de ecozonas subdivi-didas en parcelas familiares y comunita-rias, con diferentes usos y derechos. Ysus miembros tienen la obligación de par-ticipar en los órganos de gobierno comu-nitario para asegurar el buen cuidado ymanejo del mosaico en su conjunto.

La libre disposición de lapropiedad

El tercer argumento —tomado del eco-nomista Hernando de Soto— afirma quela propiedad comunal no es una propie-dad real, dado que niega a los comunerosla oportunidad de —libremente— arren-darla, venderla, hipotecarla, o de asociar-se para usarla en una empresa. Falso.

La propiedad comunal es una forma depropiedad privada asociativa, similar a una

cooperativa o una sociedad anónima. So-bre los derechos, obligaciones y usos decada forma de propiedad privada rigennormas y restricciones; la propiedad co-munal no es una excepción. Desde la Cons-titución Política de 1979, y con más apertu-ra desde la de 1993, la comunidad indígenatiene todo el derecho de disponer librementede su propiedad y de asociarse —segúnsu conveniencia— para usar las tierras,siempre y cuando medie un acuerdo for-mal entre sus integrantes, conforme a lasnormas establecidas por el Estado.

El cuarto argumento de los editorialesde El Comercio es el que evidencia la in-tención de esta campaña: afirma que lapropiedad comunal es un capital desper-diciado para el Perú porque obliga a man-tener tantas tierras inmovilizadas. Se tratade un viejo argumento: al igual que loscomerciantes y terratenientes criollosbuscaban liberar las tierras y mano de obraindígena para su propio uso a principiosdel siglo XIX, hoy se busca quitarles alos indígenas este «capital muerto».

El expresidente Alan García fue muydirecto en su artículo «El síndrome delperro del hortelano», publicado, preci-samente, en el diario El Comercio en2007: «Hay [...] otros millones de hectá-reas que las comunidades y asociacio-nes no han cultivado ni cultivarán [...]tierras ociosas porque el dueño no tieneformación ni recursos económicos; portanto, su propiedad es aparente. Esa mis-ma tierra, vendida en grandes lotes, trae-ría tecnología de la que se beneficiaríatambién el comunero [...]»2.

En el contexto americano —y comonos muestra la historia—, el Perú ha sidouno de los países más mezquinos consus pueblos indígenas y originarios.Ellos, y los temas que les conciernen,merecen un trato mucho más serio que elque El Comercio les está dando.

Notas1 Director ejecutivo del Instituto del Bien Co-

mún (IBC).2 Diario El Comercio, 27.10.2007.

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