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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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SSSSSERIEERIEERIEERIEERIE: D: D: D: D: DEMOCRACIAEMOCRACIAEMOCRACIAEMOCRACIAEMOCRACIA YYYYY F F F F FUERZAUERZAUERZAUERZAUERZA A A A A ARMADARMADARMADARMADARMADA

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GOBIERNOGOBIERNOGOBIERNOGOBIERNOGOBIERNO MILITMILITMILITMILITMILITARARARARAR

Lima, 2008

Instituto de Defensa Legal (IDL)

RELACIONES CIVILES MILITARES / GOLPE DE ESTADO / HISTORIA DEL PERÚ /DEFENSA NACIONAL / VELASCO ALVARADO, JUAN

Formato: 17 x 24 N.° de páginas: 362

No está permitida la reproducción total o parcial de esta obra ni su tratamiento otransmisión por cualquier medio sin autorización escrita del IDL.

DERECHOS RESERVADOS

© Instituto de Defensa Legal (IDL)Alberto Alexander 2694, LinceTeléfono: [email protected]

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú 2008-10369ISBN: 978-603-45094-8-1

Proyecto: La Sociedad Civil Frente a la Fuerza Armada:Desarrollando Capacidad Institucional de Control

Coordinadora e investigadora: Ana María Tamayo FloresInvestigadores: José Robles Montoya, Rossy Salazar Villalobos,Gerardo Arce A., Tania Rosas y Milagros Velásquez

Cuidado de edición: Rocío MoscosoImpresión: Tarea Gráfica

Esta publicación se realizó con el apoyo de la Universidad de Utrecht.

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PRÓLOGO

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ÍNDICEÍNDICEÍNDICEÍNDICEÍNDICE

Introducción. El militarismo en el Perú, ayer y hoyIntroducción. El militarismo en el Perú, ayer y hoyIntroducción. El militarismo en el Perú, ayer y hoyIntroducción. El militarismo en el Perú, ayer y hoyIntroducción. El militarismo en el Perú, ayer y hoy 9

PrólogoPrólogoPrólogoPrólogoPrólogo 17

Prólogo a la primera ediciónPrólogo a la primera ediciónPrólogo a la primera ediciónPrólogo a la primera ediciónPrólogo a la primera edición 29

Capítulo 1. El golpe de VCapítulo 1. El golpe de VCapítulo 1. El golpe de VCapítulo 1. El golpe de VCapítulo 1. El golpe de Velascoelascoelascoelascoelasco 37

Capítulo 2. Los militares en la política peruanaCapítulo 2. Los militares en la política peruanaCapítulo 2. Los militares en la política peruanaCapítulo 2. Los militares en la política peruanaCapítulo 2. Los militares en la política peruana 51Dramas militares e intermezzos civiles (1870-1930) 57La amenaza de reformas 63El APRA dominada 69Los militares y la alternativa civil 77

Capítulo 3. Una generación de «jóvenes turcos»Capítulo 3. Una generación de «jóvenes turcos»Capítulo 3. Una generación de «jóvenes turcos»Capítulo 3. Una generación de «jóvenes turcos»Capítulo 3. Una generación de «jóvenes turcos» 83Escuelas militares e intelectuales militares 91El equipo de Velasco 111

Capítulo 4. El presidente y sus asesoresCapítulo 4. El presidente y sus asesoresCapítulo 4. El presidente y sus asesoresCapítulo 4. El presidente y sus asesoresCapítulo 4. El presidente y sus asesores 133El Plan Inca y el golpe de 1968 150La profundización del poder: el presidente, la Junta y elConsejo de Ministros 162El rol del COAP 180

Capítulo 5. El control de la RevoluciónCapítulo 5. El control de la RevoluciónCapítulo 5. El control de la RevoluciónCapítulo 5. El control de la RevoluciónCapítulo 5. El control de la Revolución 195La tesis de seguridad nacional en la práctica 198Hombre y sociedad 221

Capítulo 6: La caída de VCapítulo 6: La caída de VCapítulo 6: La caída de VCapítulo 6: La caída de VCapítulo 6: La caída de Velascoelascoelascoelascoelasco 249La erosión de la estabilidad institucional 258El sucesor de Velasco: hombre o partido 273La «profundización de la Revolución» 282

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Capítulo 7: La herenciaCapítulo 7: La herenciaCapítulo 7: La herenciaCapítulo 7: La herenciaCapítulo 7: La herencia 301Los últimos años de Velasco 303Velasquismo sin Velasco 309La trascendencia del modelo 314

ApéndiceApéndiceApéndiceApéndiceApéndice 319

Principales abreviacionesPrincipales abreviacionesPrincipales abreviacionesPrincipales abreviacionesPrincipales abreviaciones 343

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía 347

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PRÓLOGO

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INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNEL MILITEL MILITEL MILITEL MILITEL MILITARISMO EN EL PERÚ, AARISMO EN EL PERÚ, AARISMO EN EL PERÚ, AARISMO EN EL PERÚ, AARISMO EN EL PERÚ, AYER Y HOYER Y HOYER Y HOYER Y HOYER Y HOYYYYY

El propósito de este libro —publicado por primera vez en 1989— fueanalizar la forma en que se concibió y ejecutó el golpe militar de octubrede 1968, que dio inicio a un régimen militar progresista que se propusollevar a cabo grandes reformas, haciendo, como reza el título, «larevolución por decreto».

Esta obra fue producto de un minucioso trabajo de investigación queincluyó entrevistas en profundidad con los protagonistas del proceso,las figuras más prominentes del gobierno militar en su primera fase.Así, podemos apreciar cómo un reducido grupo de coroneles y generalesnacionalistas emprendieron un experimento político consistente enaplicar un radical programa de reformas que cambió la fisonomía socialy política del Perú hasta la actualidad.

A cuarenta años del golpe de Estado de 1968 —la última intervenciónmilitar institucional clásica en el proceso político peruano— y a veinteaños de la publicación original del libro, esta nueva edición posibilita unabordaje distinto del fenómeno de la participación militar en política, ynos permite hacer un balance sobre los cambios organizacionales,ideológicos y políticos internos producidos en la fuerza armada, así comoen su relación con la sociedad y el poder político.

Las últimas cuatro décadas han constituido un período intenso para lahistoria peruana. En efecto, la reforma agraria llevada a cabo por elrégimen militar eliminó la base material del poder político de la oligarquíaterrateniente, así como las relaciones de semiservidumbre a las queestaba sometida gran parte de la población campesina de la sierra denuestro país. Este proceso intensificó las migraciones hacia las áreasurbanas y desestructuró el orden tradicional precisamente en los

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espacios en los que Sendero Luminoso llevaría a cabo su proyectototalitario contra el Estado peruano.

El conflicto armado interno, que se inició justo con la transición a lademocracia, impidió la institucionalización del control y la subordinaciónde la fuerza armada al poder político civil —cabe señalar que estos temastampoco estaban en la agenda de los principales partidos de la época—,a pesar de la creación del Ministerio de Defensa en el primer gobiernode Alan García. Esto traería nefastas consecuencias en la década de1990, cuando los altos mandos de los institutos armados fueroncooptados por la mafia gobernante para llevar adelante su proyectopolítico autoritario.

Con la segunda transición a la democracia del año 2000, se abrió otraventana de oportunidad para construir un modelo de conducción civilde la defensa, y una relación más sana entre la fuerza armada y la sociedad.Para lograr este acercamiento, creemos necesario asumir un cambio deparadigma que nos permita entender mejor las relaciones cívico-militaresy toda la problemática de la seguridad en democracia. Este cambio deparadigma se refiere a que debemos dejar de pensar simplemente en larelación entre la fuerza armada y el Estado —o el poder político—, parapasar a pensar en esta relación como en una tríada conformada por lafuerza armada, el Estado —del cual esta forma parte— y la sociedadcivil, representada por grupos de ciudadanos interesados e informadosque deciden trabajar e investigar estos temas.

La fuerza armada y la construcción de la naciónLa fuerza armada y la construcción de la naciónLa fuerza armada y la construcción de la naciónLa fuerza armada y la construcción de la naciónLa fuerza armada y la construcción de la nación

Es necesario reconocer que la fuerza armada ha desempeñado un im-portante papel en la construcción del Estado y la formación de la naciónperuana. Sin embargo, esta destacada participación también ha sido unobstáculo para la construcción de una democracia institucionalizada ennuestro país, pues durante largos períodos la fuerza armada se consti-tuyó en un actor relevante dentro del proceso político, además de gozarde niveles de autonomía y prerrogativas corporativas incompatibles conun régimen democrático.

Kruijt (Kruijt y Koonings 2003) define a los ejércitos políticos comoinstituciones militares que consideran su participación o control sobre

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INTRODUCCIÓN

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la política interna y los asuntos de gobierno como parte central de suslegítimas funciones. Sus principales características, según Kruijt, son unafuerte identificación de la fuerza armada con el destino de la nación y susvalores centrales, el énfasis en el tema del orden y, especialmente, laprotección de la integridad del Estado, el poderío nacional y el tema deldesarrollo, y la incorporación de estos asuntos en una doctrina militar deintervención política que vincula el destino de la nación y los intereses desu pueblo con la misión histórica de la fuerza armada. Sin lugar a dudas,durante gran parte de la historia republicana —en especial durante elllamado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada— los militaresperuanos entendieron su función en la sociedad peruana en esos términos.

Para Kruijt (Kruijt y Koonings 2003: 50-53), la concepción militarista dela política se basa en tres principios. En primer lugar, el principio deprimogenitura, que actúa como si los militares hubieran estado presen-tes en el nacimiento de la nación o piensa que sin los sacrificios de lafuerza armada, la nación no se habría formado ni sobrevivido, al margende si este mito es o no históricamente correcto. En segundo lugar, elprincipio de competencia, que se basa en la idea de que los militaresestán mejor ubicados para hacerse cargo de los intereses nacionales —ypor lo tanto de los asuntos del Estado— porque su organización y recur-sos se lo permiten. Por último, este autor señala el principio de «ineptitudcivil», que promueve la idea de que «los civiles pueden ser cualquier cosadesde ineficientes, pasando por fraccionados, guiados por el interés pro-pio y corruptos, hasta desleales y antinacionales». Debido a ello, elmilitarismo considera que la conducción de la política interna es dema-siado importante como para dejarla en manos de los civiles, especialmenteen situaciones de crisis: colapso de la gobernabilidad o de la legitimidaddel régimen existente, severos problemas o contradicciones socioeconó-micas, conflictos internos o agitaciones violentas.

En el Perú, al igual que en otros países, la intervención de los ejércitospolíticos se justificaba en que sus acciones eran necesarias paracontrarrestar peligros tales como la inestabilidad económica y la pobrezacreciente, el quiebre institucional o el colapso del Estado, o ladesintegración social y la proliferación de la violencia (Kruijt y Koonings2003: 26). Salta a la vista que estos argumentos, que justificaron laintervención militar de 1968, no fueron muy distintos de los utilizadosen el golpe de Estado de 1992.

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Kruijt sostiene que debajo de la superficie de muchos procesos deconsolidación democrática y de conducción civil de la defensa en AméricaLatina, y ante la virtual desaparición de hipótesis de conflictointerestatales, la fuerza armada se encuentra en búsqueda de un nuevosentido institucional, así como de nuevos roles y misiones, como elmantenimiento del orden interno y la aplicación de la ley, la lucha contrael narcotráfico, la acción cívica, etcétera, lo que conlleva el riesgo depermitir que mantenga —o recupere— su tradicional participación enla política y en la administración de los asuntos internos.

De ejércitos políticos a ejércitos pacificadoresDe ejércitos políticos a ejércitos pacificadoresDe ejércitos políticos a ejércitos pacificadoresDe ejércitos políticos a ejércitos pacificadoresDe ejércitos políticos a ejércitos pacificadores

De esta manera, se puede observar una evolución desde un rol de ejércitopolítico, que se ocupa de la construcción del Estado y llega a asumirtareas de gobierno —rol que, en nuestro país, alcanzó su pico duranteel Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, de 1968 a 1980—,hacia un papel de ejército pacificador, encargado del control del ordeninterno y la conflictividad social producida por una fallida gobernabilidaddemocrática. Sin embargo, cabe señalar que por lo general la fuerzaarmada no asume estas tareas con beneplácito, sino con renuencia frenteal poder político.

Una constante en la labor de la fuerza armada en la región ha sido queha tendido a distraer su trabajo de defensa nacional ante peligrosexternos, por considerar a sus conciudadanos como los principalesenemigos potenciales. Esto ha tenido como consecuencia, en los últimosaños, la militarización de la protesta social, motivada por pedidos de«mano dura» desde sectores civiles conservadores. Ello se ha cristalizadoen el uso de la fuerza, por parte de la fuerza armada, para controlar elorden interno en estados de emergencia, a pedido de los gobiernos civiles.

En este contexto, cabe señalar que la actual reforma del sector Defensatiene un carácter limitado, ya que se restringe a objetivos de eficienciaadministrativa y mejora de capacidades operativas, dejando de lado lamodificación del esquema de relaciones cívico-militares y el rol de lafuerza armada en el modelo de gobernabilidad vigente.

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INTRODUCCIÓN

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El militarismo en la actualidadEl militarismo en la actualidadEl militarismo en la actualidadEl militarismo en la actualidadEl militarismo en la actualidad

En la actualidad, uno de los mayores riesgos para la consolidación de lademocracia en nuestro país radica en la posibilidad de que, en un esce-nario posconflicto armado interno —pero también externo—, la lógicamilitar del enfrentamiento se traslade al ámbito de la política. Esta ló-gica convierte al rival en enemigo, al opositor en subversivo o elementoantisistema al que se debe eliminar por el bien del conjunto social.

Esta visión militarista de la política se manifiesta en diversos aspectosde la sociedad peruana. Por ejemplo, en los continuos pedidos para reins-talar el servicio militar obligatorio como medio no solo de subsanar laescasez de reclutas con que cuenta la fuerza armada para realizar susfunciones relacionadas con la defensa nacional, sino sobre todo paraimbuir a la juventud de «sentimientos patrióticos» y combatir proble-mas sociales como la proliferación de pandillas juveniles en los barriosmarginales. Así, se configura una visión del servicio militar visto comoun gran reformatorio para ciudadanos descarriados.

Otro signo del militarismo subyacente en nuestra sociedad está consti-tuido, igualmente, por los pedidos para reinstaurar la instrucciónpremilitar en las escuelas públicas, como forma de imponer disciplina alos estudiantes. Obviamente, la instrucción premilitar no es la mejormanera de inculcar valores cívicos y republicanos en un espacio quedebiera estar destinado a la construcción de ciudadanía. Asimismo, laimportancia de los valores castrenses en la definición de la nacionalidadtambién se ve reflejada en forma significativa en los desfiles militares deFiestas Patrias. Aunque en los últimos tiempos ha habido intentos porreemplazar la práctica de las paradas militares por pasacalles en losque se muestren las distintas manifestaciones culturales de nuestropaís, aún persiste un ambiente ideológico que trae remembranzas deépocas pasadas, en las que, como señala Eduardo Toche (2006:116):

La ciudadanización se entendía fundamentalmente como unapropagación de valores patrióticos que debían ser internalizadospor la población peruana y, a su vez, estos valores eran concebidoscomo algo en el que los componentes propiamente militaresresultaban fundamentales. Es decir, aunque sonara paradójico, elciudadano adquiría este status porque había hecho suyo las

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prácticas, discursos y sentimientos que los militares construyeronpara dar forma a los conceptos de nación y nacionalismo.

Finalmente, el sesgo militarista en la sociedad política se vio reflejadoen el último proceso electoral, en el que, de los siete principales partidosen competencia, seis de ellos tenían planes de gobierno para el sectorDefensa elaborados por militares en retiro o personas directamenterelacionadas con la fuerza armada. Esto resalta la escasez deespecialistas civiles en la materia y la difundida visión —compartidapor los propios partidos— de que la defensa es un asunto que lesconcierne exclusivamente a los miembros de la fuerza armada. Estoresulta más paradójico aún si tenemos en cuenta que en el 2006, porprimera vez, los miembros de la fuerza armada y la policía nacionaltuvieron derecho al voto (Florez y Castañeda 2006).

No queremos finalizar estas líneas introductorias sin antes señalar quebien se podría discutir la percepción presente en el mundo académicode que el tema de las relaciones entre civiles y militares y la participaciónpolítica de la corporación militar está superado. La propia evoluciónintelectual de un autor como Kruijt nos podría hacer pensar en ello, yaque, al igual que otros académicos que empezaron estudiando lasrelaciones cívico-militares y a la fuerza armada como actor político enAmérica Latina, él se dedica ahora a investigar la problemática de losactores armados no estatales, en el contexto del crimen organizadotransnacional, el narcotráfico, la proliferación de las maras, etcétera.Sin embargo, cabe señalar que la relación entre la ciudadanía, la fuerzaarmada y el poder político aún es problemática y todavía necesitainvestigarse; no es un problema superado, todavía debe constituirse enun tema de la agenda pública.

Por todo lo dicho, ante la pregunta de si la fuerza armada y las relacionesentre civiles y militares aún son pertinentes como objeto de estudio,cabría señalar que la participación e influencia militar en el ciclo políticono ha desaparecido sino que ha mutado, y adopta formas tal vez mássutiles, pero no menos graves para la gobernabilidad democrática. Enese contexto, este libro busca ser un aporte más no solo para hacer unarevisión del fenómeno de la participación militar en política en el Perú,sino también un balance sobre los cambios internos —organizacionales,ideológicos y doctrinarios— que se han producido en la fuerza armada

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INTRODUCCIÓN

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durante las últimas décadas, así como en su relación con la sociedad yel poder político.

Área de Defensa y Reforma MilitarInstituto de Defensa Legal

Referencias bibliográficasReferencias bibliográficasReferencias bibliográficasReferencias bibliográficasReferencias bibliográficas

FLOREZ, José Miguel e Ivette CASTAÑEDA

2006 Orden cerrado. Perspectivas de la defensa y la fuerza armadadesde los partidos políticos. Lima: Instituto de Defensa Legal.

KRUIJT, Dirk y Kees KOONINGS

2003 Ejércitos políticos. Las fuerzas armadas y la construcción dela nación en la era de la democracia. Lima: Instituto de Estu-dios Peruanos.

TOCHE, Eduardo2006 Los militares peruanos ante los dilemas de la democratización

en el Perú: un acercamiento histórico del problema. Informefinal de proyecto de investigación. Lima: Consejo Latinoameri-cano de Ciencias Sociales (CLACSO).

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PRÓLOGO

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PRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGOPRÓLOGO

El Perú es, sin duda, el país latinoamericano que ha tenido la mayorincidencia de cambios políticos dramáticos y trastornos catastróficos enlos últimos cincuenta años. Al comenzar la década de 1960, un golpemilitar institucional —el primer golpe institucional en América Latinarealizado por cuenta y riesgo del Ejército, la Marina y la Fuerza Aéreajuntos y participando como instituciones— anuló los resultadoselectorales de 1962 para prevenir una posible victoria electoral del PartidoAprista, entre otros motivos. No fue un golpe de militares reaccionarios.En los doce meses que asumieron el gobierno, propusieron reformas paramodernizar la economía y la sociedad, crearon el Instituto Nacional dePlanificación (INP) y organizaron un proceso de elecciones en el que sucandidato preferido, Fernando Belaunde, salió victorioso. Las institucionescastrenses prometieron un apoyo amplio al nuevo presidente, de tintereformista y, efectivamente, él seleccionó a oficiales competentes paraque ocupen cargos ministeriales en materia económica y de planificación.

Cinco años más tarde, en 1968, los militares, decepcionados por laausencia de reformas contundentes y habiendo sido involucrados enuna lucha contrainsurgente frente a tres movimientos guerrillerosincipientes, removieron a Belaunde del palacio presidencial para instalarun gobierno revolucionario de ideología nacionalista y progresista,liderado por su comandante general, Velasco Alvarado. A su turno, Velascofue relevado en 1975 por una promoción de militares tecnócratas quese mantuvieron en el poder hasta el año 1980, y que, gradualmente,fueron asumiendo posiciones menos progresistas y más represivas. Enlas elecciones de 1980, Belaunde triunfaría por segunda vez.

Sin embargo, el mismo día de las elecciones de 1980, un nuevo movimientoguerrillero, Sendero Luminoso, se manifestó y dio inicio al conflicto armadointerno cuyas consecuencias causaron heridas tan profundas que el país,

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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devastado, necesitará, tal vez, una generación entera para recobrar elestado de normalidad (Manrique 2002). El Perú pasó por veinte años deuna desgastante guerra en la que murieron 69 mil personas, 80 por cientode ellas en los departamentos indígenas y deprimidos de Ayacucho,Apurímac, Junín, Huánuco y Huancavelica; 75 por ciento de las víctimastenía el quechua como idioma materno (Degregori 2008, Comisión de laVerdad y Reconciliación 2004). Con estos datos, nadie puede negar queel conflicto interno tuviera un rostro indígena.

Las dos décadas de guerra fueron acompañadas por una vasta y profun-da crisis económica que comenzó en los últimos años del gobierno militar,empeoró por años de hiperinflación y fue seguida por un ajuste econó-mico draconiano. La década de 1980 fue un período de gobiernosdemocráticos, elegidos en las urnas. Durante el primer período presi-dencial, el de Belaunde, el presidente descuidó la guerra. En el segundoperíodo, el de García, el presidente descuidó la economía (GonzálezManrique 1993). A finales de los años ochenta, el país sufrió una hipe-rinflación galopante que tenía reminiscencias de la República de Weimarde la década de 1920. Los años noventa fueron el período del presiden-te Fujimori, quien primero implementó un reajuste draconiano para luegoconstituirse en un dictador civil tras un autogolpe, y formó un triunvi-rato con un general cooptado y un jefe de inteligencia nefasto. Fujimorirenunció en el 2000 tras una reelección fraudulenta y movimientosmasivos de protesta popular. Con mucha razón, Degregori (2001) cali-ficó el período de gobierno de Fujimori como «la década de laantipolítica». Tras un año de un gobierno de transición —uno de losregímenes más atractivos en estos cincuenta años—, el Perú empezó arecuperarse lentamente en la primera década del presente siglo. Perosigue siendo un país pobre, convulsivo, traumatizado y, por lo menosyo, no encuentro otro país latinoamericano que se haya desmejorado enciclos tan fatales de sacudidas económicas, sociales y políticas. Recien-temente, en los últimos años, hay señales de recuperación.

Este libro cubre uno de los episodios más sorprendentes de la dramáticahistoria de este medio siglo: los años del Gobierno Revolucionario de laFuerza Armada, que coinciden con el período presidencial del general JuanVelasco Alvarado, entre octubre de 1968 y agosto de 1975. Ha sido ungobierno controversial para aquellos cuyos intereses económicos fueronafectados. Vargas Llosa (1993) tipifica el decenio militar de Velasco y

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PRÓLOGO

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Morales Bermúdez —y sobre todo los años de Velasco— como un interregnode dictadura entre dos ciclos democráticos, ambos bajo la presidencia deBelaunde. En retrospectiva, sin embargo, y considerando la historia delpaís más desde el ángulo serrano e indígena que desde el de Lima, la capital,se aprecia que el gobierno de Velasco fue el último intento por forjar unEstado-nación que garantizara la estabilidad nacional y eliminara las causasque permitieron el surgimiento de una guerra de guerrillas en el campo.

Los militares del entorno de Velasco habían estado involucrados en lacampaña para combatir a los tres frentes guerrilleros surgidos en losaños sesenta, inspirados decididamente en el triunfo de la revolucióncubana de 1959. Como se demostrará en detalle en los siguientes capítu-los, esos mismos oficiales fueron los que llegaron a la conclusión de quelos guerrilleros servían una causa justa. Regresaron a sus cuarteles enLima indignados por la miseria en el campo, por la exclusión de los indí-genas, por la pobreza de los pueblos quechuas y aimaras. «¡No puedeser!», informaron a sus superiores, quienes comenzaron a diseñar pro-puestas de reformas que, en su esencia, sirvieron de base para formular elPlan Inca, el plan de gobierno de Velasco. Sin duda, la reforma agraria de1969 fue la que sacudió las bases del poder del Perú tradicional, que enmuchos rasgos pertenecía al siglo XIX en vez de a la segunda mitad delsiglo XX. La reforma agraria y otras reformas de la propiedad acabaroncon el orden tradicional de la oligarquía, tan finamente perfilado porBourricaud (1967) inmediatamente antes del golpe de 1968.

El golpe de Velasco y sus oficiales progresistas no fue el primer ejemplode un esfuerzo militar por lanzar reformas estructurales y cambioseconómicos, sociales y políticos profundos a favor de las masaspopulares, para prevenir una guerra civil. En los últimos años, me hededicado al análisis de los movimientos guerrilleros en El Salvador,Guatemala y Nicaragua (Kruijt 2008). Hay cierta afinidad, hasta analogía,entre la actuación de los jóvenes militares progresistas guatemaltecosde las décadas de 1940 y 1950 y la de sus colegas coroneles y generalesperuanos unos años más tarde. Los cadetes guatemaltecos, que en 1944pusieron fin a décadas de dictaduras perversas en Guatemala —paíscasi gemelo del Perú—, participaron en el gobierno revolucionario delpresidente-coronel Arbenz, cuyo régimen fue bruscamente ultimado porun golpe preparado y financiado por la CIA en 1954. En sus ensayos,Mercado Jarrín, primer ministro en los años de Velasco, aludió varias

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Sin duda, la reforma agraria de 1969 La reforma agraria y otras reformas de la propiedad acabaron con las bases del poder oligárquico del Perú tradicional, que en muchos rasgos pertenecía al siglo XIX en vez de a la segunda mitad del siglo XX.
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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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veces a la similitud de las revoluciones de Arbenz y de Velasco. Por otrolado, es interesante darse cuenta de que la generación de coroneles ygenerales guatemaltecos que en los años noventa negociaronsilenciosamente con los comandantes guerrilleros la posibilidad de unpacto, y que en marzo de 1996, en La Habana, Cuba, llegaron a un acuerdocon los beligerantes —abriendo así el espacio para el acuerdo de pazsuscrito en diciembre del mismo año—, fueron alumnos del generalPeralta Méndez, director de la Escuela Militar y anteriormente agregadomilitar en el Perú de Velasco, a quien sus alumnos guatemaltecosconsideraban como «peruanista».

En el país vecino, El Salvador, la juventud militar derrocó dos veces, en1944 y en 1972, a un gobierno dictatorial represivo. En 1969 discutióun proyecto de reforma agraria similar al del Perú e intentó, por ungolpe fracasado en 1971, lanzar un programa de reformas estructurales.Los herederos de este movimiento en la juventud militar efectuaron, en1979, un nuevo golpe con el propósito explícito de instalar una juntacívico-militar con amplios poderes para realizar reformas. Fue el últimointento por detener la naciente guerra civil de los años ochenta. Elcontragolpe de los estamentos militares reaccionarios, seguido por elasesinato del arzobispo Romero, significó el inicio del conflicto armadointerno, una tragedia que duró doce años.

El gobierno de Velasco se inició, entre otros propósitos, para acabarcon la miseria y el retraso de las masas populares, y por ende eliminarlas causas de una posible guerrilla. Pero el programa del gobierno militarprogresista era mucho más amplio. Era un modelo —por cierto,decretado desde arriba— para la construcción de un Estado más justoy una nación más cohesionada. Implicaba un programa de cambiosradicales en la propiedad. Contenía un programa de participación ampliade las masas populares, al estilo militar, organizadas en «sectores».Este programa fue implementado por un gobierno de facto, pero con unminucioso respeto por la Constitución y la jurisprudencia existente. Apesar del aluvión de decretos leyes que llegaron semana tras semanadesde palacio de gobierno, los años de Velasco fueron, probablemente,el más estable intento en la historia reciente del país por moldear yforjar un Estado-nación con una agenda coherente de reformaseconómicas, sociales, políticas y culturales. Eso lo hace, por ende, unmodelo reformista de interés académico permanente y duradero.

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PRÓLOGO

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Como modelo ejecutado por militares, es totalmente atípico para AméricaLatina. La filosofía, la óptica moral y el lenguaje mismo aluden, a veces,más a la visión de un Che Guevara que a la manera de pensar los términosgeopolíticos de un Henry Kissinger. Velasco tenía en mente destruir «elordenamiento tradicional […] basado en la desigualdad, en la injusticia,en la dependencia y en el privilegio […]. Porque la Nación entera sólopodrá florecer y ser grande cuando dentro de ella la explotación de losmás a manos de los menos haya sido desterrada para siempre […]». Elgobierno militar también busco crear «el hombre nuevo» en una sociedad«ni capitalista ni comunista» (Velasco 1973: 40-41, 127 ff.). Losministros militares más cercanos a Velasco, probablemente inspiradospor la corriente de indigenistas que trataban de restaurar el «socialismoincaico», buscaron, en última instancia, una forma sui géneris de aplicarun socialismo peruano, «el socialismo con chullo».

El régimen militar que estuvo en el poder entre 1968 y 1975 no era ungobierno democrático. Tampoco era dictatorial en el sentido clásico.Era una de las pocas «dictablandas» benignas en las que la organizacióny la participación de las masas populares era ordenada desde arriba. Sise comparan las personalidades de dos grandes generales-presidentesprogresistas y reformistas de América Latina en el siglo XX, LázaroCárdenas en el México de los años treinta y Velasco en el Perú de losaños setenta, se puede afirmar que el primero era más político que military el segundo, sin duda, más militar que político.

Velasco sentía una desconfianza profunda frente a los partidos políticos:«partido viene de partir», era uno de los comentarios lacónicos con losque solía terminar las discusiones sobre la representación del pueblo.En última instancia, Velasco confiaba más en los militares que en losciviles. En su antipartidismo, fue apoyado por un grupo de asesoresciviles que, mediante sus funciones en el Sistema Nacional deMovilización Social (SINAMOS) y otros organismos —como la de redactarlos discursos del presidente—, optaron por «organizaciones departicipación popular» en vez de por partidos. Uno de los enigmas de larevolución militar era —y sigue siendo en retrospectiva— la ambiguainstitucionalidad de SINAMOS, organismo constituido para profundizar larevolución, organizar a las masas y canalizar el apoyo popular. Muchosde los asesores civiles de Velasco ocupaban altos cargos en SINAMOS, perono cabe duda de que también, por la intromisión de detectives de la

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Policía de Investigación (PIP) y de funcionarios del Servicio deInteligencia del Ejército (SIE), constituyó una institución cuya jefaturatenía una cabeza de Jano. En general, la presencia de militares —enservicio activo o en retiro— en los altos estamentos del sector públicosubrayó finamente el hecho de que la Revolución Peruana era unarevolución por decreto.

En palacio funcionó una especie de estado mayor político del presidente,el Comité de Asesoramiento de la Presidencia (COAP), compuesto pormilitares que serían los futuros ministros. Algunos ministros militarescrearon una plana propia de asesores según el modelo del COAP. Perohubo otros casos: la injerencia de coroneles en cada ministerio «paramoralizar» o hacer guardia por los pasillos e identificar a los funcionariospúblicos de probada «conducta antipatriótica». La costumbre de nombrara militares echó raíces. Del Ejército, de la Marina y de la Fuerza Aérea sereclutaba a capitanes, mayores, comandantes o tenientes coroneles, asícomo a oficiales en retiro, para ocupar los puestos de confianza. El númerode nombramientos y cargos dobles —como el de jefe militar y directorregional de SINAMOS— fue restringido, en cierto modo, durante el gobiernode Velasco. El general Ramón Miranda —quien trabajó en el COAP ydesempeñó varios cargos de ministro, para llegar a la edad del retirocomo jefe del estado mayor en 1982— calcula que, durante el período deMorales Bermúdez (1975-1980), entre 40 y 50 por ciento de los altosoficiales militares se ocupaban de tareas políticas o administrativas (Kruijty Torres-Rivas 1991).

Los historiadores en general han prestado poca atención al gobierno deMorales Bermúdez. Klarén (2000) dedica un capítulo entero al gobiernode Velasco, y analiza el período de Morales en seis páginas. Seis páginases también el total que Contreras y Cueto (2000) destinan al gobiernomilitar «en su segunda fase», como el nuevo presidente y su gabinete seautodenominaron. En retrospectiva, el gobierno de Morales Bermúdezsignificó el parar —y, eventualmente, desmontar— varias de las reformasde Velasco. A pesar de no ser la completa antítesis de los años 1968-1975, la «segunda fase» del gobierno militar fue la distopía en comparacióncon el optimismo y la efervescencia generados cuando las primerasreformas velasquistas fueron decretadas e implementadas. En el presentelibro, termino con el análisis de los primeros seis meses del gobierno deMorales Bermúdez, período poco conocido y documentado, cuando el

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nuevo presidente y el viejo equipo de Velasco intentaron «profundizar larevolución» hacia el socialismo. Durante algunos meses, discutieron sobreel nuevo hombre y la nueva sociedad, sobre la democracia plena basadaen los comités de defensa de la revolución. Hasta se propuso que el salariodel presidente no fuera más que el doble del salario mínimo.

Pero cuando este nuevo plan de gobierno, llamado Túpac Amaru, fueaprobado por el nuevo presidente, se generó una suerte de rebelión entrelos generales y almirantes de las nuevas promociones en el poder. Ellosexigieron a Morales Bermúdez el retiro forzado de los radicales velasquistasy una drástica reformulación del Plan Túpac Amaru, «para llegar a lanormalidad». Y así sucedió. El golpe de Morales Bermúdez de agosto de1975 fue seguido por un segundo golpe, esta vez de la derecha militar,contra los hombres de confianza de Velasco, en julio de 1976. Losintegrantes de la Marina en el gabinete de Morales Bermúdez y losrepresentantes de la línea dura dentro del Ejército lideraron unpronunciamiento en el Centro Académico Militar, no contra el gobiernocomo tal sino contra la presencia de «comunistas» en el consejo deministros. En algunos meses, casi todos los ministros progresistas fueronrelevados de sus puestos. En su lugar entraron como ministros otrosmilitares, tecnócratas, no abiertamente reaccionarios, pero carentes dela aspiración de contribuir a un cambio social. Entraron también ministrosciviles, competentes, pero igualmente tecnócratas. Su presencia resultógradualmente más marcada cuando se hizo sentir, a partir de 1976-1977,una crisis económica que fue acompañada por severas políticas deausteridad.

Sobre el origen de la crisis, hay una controversia. Gran parte de losaños en los que gobernó Morales Bermúdez constituyeron un períodode ajuste, recortes y medidas de austeridad. Silva Ruete (1981) —mi-nistro de Agricultura en el primer gobierno de Belaunde, y luego ministrode Economía y Finanzas en los gobiernos de Morales Bermúdez, Pania-gua y Toledo— sitúa el origen de la crisis en 1974, y cita un célebreinforme de Duisenberg, ministro de Finanzas holandés y luego el primerpresidente del Banco Central de la Unión Europea, quien en 1978, asolicitud del gobierno peruano, entregó un análisis minucioso del esta-do de la economía nacional, formulando recomendaciones para combatirla crisis. Pero este informe no menciona fechas. Vargas Gavilano (1989),el último ministro de Economía y Finanzas de Velasco, publicó como

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reacción un detallado análisis de la economía peruana durante los añossetenta, y cita un muy favorable informe del Banco Mundial entregadoen 1975. Todo el material estadístico que él y Silva Ruete publicaronindica que el punto de viraje del ciclo económico se halla en 1975, loque demuestra el revés de la economía en los años subsiguientes. Cuan-do como parte del proceso de redacción de este libro yo me entrevistécon los miembros del gabinete de Velasco —en 1985, 1986 y 1988—,ninguno recordaba que, hasta el 29 de agosto de 1975, día en que Ve-lasco fue relevado por el golpe de Morales Bermúdez, en uno u otromomento se hubiera planteado en el Consejo de Ministros una discu-sión sobre una incipiente crisis económica.

Sea como fuera, la «segunda fase» del decenio militar terminó en unclima de aparente fracaso y desolación. El desmontaje parcial de lasreformas, las medidas de austeridad, la fuerte reducción del salario realy la desilusión tuvieron consecuencias negativas en la opinión pública.Movimientos rurales, paros regionales y una huelga nacional paralizaronel país. El presidente y los ministros militares buscaron un acercamientocon el APRA. Una Asamblea Constituyente, presidida por Haya de laTorre, modificó algunas de las reformas y abrió el camino para laselecciones de 1980. El día de la transferencia al nuevo presidente electo,Belaunde, comenzó con una parada militar, con poco público y una tropadesmoralizada. Después del tedeum en la catedral, los miembros delgobierno militar se reunieron por última vez en palacio. El presidentecerró el último consejo de ministros con la frase «Misión cumplida».

En este libro, describo y analizo los años de Velasco sobre todo desdelas decisiones tomadas en el palacio de gobierno, el despacho delpresidente, las oficinas del COAP y la sala del Consejo de Ministros. Hetratado de penetrar en la intimidad de las decisiones tomadas entre1968 y 1975 para hacer un balance de lo que fueron la fuerza y ladebilidad, los logros y las oportunidades perdidas, de una revoluciónconcebida y ensayada casi completamente desde las cúpulas castrenses.Mucho del proceso revolucionario militar fue sui géneris.

En comparación con los demás gobiernos militares de la época, losllamados regímenes de seguridad nacional, el Gobierno Revolucionariode la Fuerza Armada era un mirlo blanco. A pesar de ser un régimende facto, que gobernó sin parlamento y sin elecciones, respetó

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escrupulosamente las leyes pertinentes, la jurisprudencia existente y laConstitución vigente. El decano del Colegio de Abogados, el respetadoconstitucionalista Alberto Ruiz Eldredge —uno de sus antecesores fueel único oficial norteamericano presente en los ejércitos de SimónBolívar—, había sido invitado a ser el asesor legal del presidente y delconsejo de ministros. En el palacio y en el consejo de ministros, la leyfue respetada estrictamente y en términos de consideración de losderechos humanos. El récord del gobierno militar entre 1968 y 1975 esimpecable en este terreno. Muchas de las reformas ejecutadas entre esosaños fueron concebidas en el seno de dos partidos claves en aquella época:el APRA y la Democracia Cristiana. Recientemente, en su retiro, en losaños ochenta, algunos de los generales velasquistas crearon su propiopartido político, de tinte socialista, que agrupó a varios diputados. Unode los ex ministros de Velasco, el general Jorge Fernández Maldonado,llegó ser elegido senador. Otros pasaron los años posteriores a su retirocomo funcionarios de ONG al servicio de organizaciones populares oasociaciones de empresarios informales. Muchos de ellos vivían, despuésde su retiro, muy modestamente. Sus casas eran poco ostentosas. Elgeneral José Graham, asesor principal de Velasco, seguía viviendo en lacasa de adobe que había construido como teniente. El propio Velascomandó de regreso, después de su destitución, el cheque que le habíanenviado como ex presidente: él había sido solamente un presidente defacto, dijo, y debía vivir del dinero que recibía como general en retiro.

Casi veinte años después de la publicación de la primera edición en españolde este texto, recuerdo muchas de las entrevistas con los ministros,embajadores y asesores de Velasco. Con excepción de una persona, nadierechazó concederme las entrevistas que les solicité. Pude entrevistarmelibremente con todos ellos, en conversaciones informales pero grabadas,conversaciones que, con frecuencia, se extendieron por horas, y que, enmuchos casos, se repitieron varias veces, algunas durante semanas omeses. De todos los entrevistados, recuerdo su decencia, su sencillez ysu honradez. Si ellos fueron representativos de la época, entonces es unaépoca que merece ser recordada y reevaluada cabalmente.

Dirk KruijtUtrecht, junio del 2008

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INTRODUCCIÓN

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PRÓLOGO APRÓLOGO APRÓLOGO APRÓLOGO APRÓLOGO ALA PRIMERLA PRIMERLA PRIMERLA PRIMERLA PRIMERA EDICIÓNA EDICIÓNA EDICIÓNA EDICIÓNA EDICIÓN

EEEEEl presente es un estudio sobre un enorme experimento social: unareforma del sistema económico y social en un país latinoamericanomediano: el Perú.

No se trata exactamente de un análisis de las reformas y de su imple-mentación. Sobre este tema ya se han publicado excelentes estudios(Urriza 1978; Stepan 1978; Fitzgerald 1979; Matos Mar y Mejía 1980;Pease 1980; McClintock y Lowenthal 1983) que examinan minuciosa-mente los principales cambios económicos y sociales que se produjerondurante la Revolución Peruana. No he pretendido repetir estos análisissino que, por el contrario, he utilizado sus resultados como materiaprima para este trabajo.

Mi propósito era, en cambio, profundizar en la manera en que esteexperimento fue concebido y ejecutado. Por eso, mi trabajo es una reseñade los acontecimientos registrados desde el palacio presidencial, eldespacho del presidente, los cuartos que servían de sede al Comité deAsesoramiento a la Presidencia (COAP) y la sala del Consejo de Ministros.Tres cuartas partes del contenido están fundamentadas en extensasentrevistas grabadas en las que dan su testimonio las figuras máscomprometidas de aquel tiempo: ministros, asesores y embajadores.En algunos casos, las conversaciones se dilataron durante varios meses,por lo que el tiempo neto de entrevista con cada persona varía de unosdías a una semana.

Las posibilidades que permiten provocar y dirigir cambios socialesconstituyen un tema que siempre ha fascinado a los profesionales de lasciencias sociales. Al comenzar a escribir este libro, me encontraba en laprivilegiada situación de disponer de grabaciones y apuntes de diariosde los protagonistas del movimiento, más de diez años después de su

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fin. Ese material pasó a conformar la estructura de la presente anatomíadel régimen militar-revolucionario en el Perú, un período en el cual ungrupo de unos veinte coroneles y generales nacionalistas de izquierdaestuvo «experimentando con la sociedad como si fuera un par de mediasviejas que se pueden lavar y planchar», como lo expresara uno de ellos.

Reformas impuestas desde el poder y bajo la dirección de un líder militarcarismático se han concretado en reiteradas ocasiones en este siglo:Kemal Ataturk en Turquía, Lázaro Cárdenas en México, Nasser en Egipto,Torrijos —que se consideraba un discípulo del general Velasco— enPanamá, Sankara en Burkina Faso. Es esta clase de oficiales progresistas-nacionalistas, los «jóvenes turcos», la que, para citar algunos ejemplos,desheredó a los sucesores del régimen de Salazar en Portugal y provocóla caída del régimen de los coroneles griegos en 1976. Ya he mencionadola revolución de Sankara en Burkina Faso. También puede ser incluidoen esta generación Rawlings, quien se apoderó del gobierno por segundavez en la vecina Ghana. En 1981, un grupo de «jóvenes turcos» tai intentóllevar a cabo una revolución similar en Tailandia. El movimiento de losmilitares surinameses en 1980 pareció al principio seguir el mismocamino, pero pronto comenzaron a manifestarse los síntomas de unproceso de degeneración política que, por lo demás, también fuedetectado en el Perú después de 1976, cuando Velasco y sus seguidoresfueron derrocados por un contragolpe.

El presente es un análisis profundo de un solo caso, el cual, no obstante,es ilustrativo de otros similares: antes de fin de este siglo, el movimientode Velasco y los suyos en el Perú habrá encontrado varios sucesores.

Mi intento ha sido redactar este estudio de la manera más clara y explícitaposible. Dado que disponía de un abundante y detallado material, asícomo de comentarios personales de los protagonistas, he intercaladoextensas citas textuales a lo largo del libro: entrevistas, fragmentos dediarios, copias de actas del Consejo de Ministros, notas del COAP yapuntes relacionados con este.

El material ha sido ordenado en siete capítulos. El primero es un relatodel golpe del 3 de octubre de 1968 como lo viviera el coronel Graham—más tarde general y presidente del COAP—, a quien despertaron esamadrugada para asumir la dirección del país desde la Prefectura de Lima.

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En ausencia de un gobierno nacional, todos los ministros civilesacababan de ser destituidos y habían sido encerrados en la cárcel de laPrefectura, mientras la Junta Militar negociaba con el nuevo presidente,Velasco, sobre el programa de gobierno y la repartición de los puestosministeriales.

En el segundo capítulo se analizan los antecedentes históricos quesirvieron de telón de fondo a los hechos: la larga tradición de intervencionesmilitares en el Perú, tanto como en el resto de Latinoamérica; la formaciónde un ejército profesional después de la derrota en la guerra contra elpaís vecino, Chile, hacía ya más de un siglo; y las «reglas de jaque» queestablecían las pautas políticas entre la élite económica y el establishmentmilitar, tendientes a mantener fuera de la arena política a un partido demasas que había formulado un programa de reformas en los años treinta:el APRA. Cierra el capítulo una descripción del escenario político en ladécada del sesenta, cuando un gobierno civil, subido al poder con ayudade los militares, fracasó en su propósito de llevar a cabo una serie deprudentes reformas, y tres movimientos guerrilleros diferentes obligarona la movilización del Ejército.

En el capítulo tres se describen los factores que propiciaron el surgi-miento de una generación de «jóvenes turcos»: oficiales nacionalistas deizquierda que tomaron en sus propias manos la tarea de elaborar un radi-cal programa de reformas. Se considera, asimismo, la influencia de lasmisiones militares extranjeras —primero la francesa, luego la norteame-ricana— en la organización y el pensamiento ideológico de las institucionesmilitares. Me refiero aquí a la aparición de una nueva clase de oficial, el«intelectual militar», educado en las escuelas de guerra y en los serviciosde inteligencia en materia de planificación, economía, sociología y geopo-lítica.

Se comparan dos tipos de tesis de «seguridad nacional» surgidas eneste contexto: la brasileña, conducente a la creación de un modeloconservador de desarrollo tras el golpe de 1964, y la peruana, que llevóa un modelo de desarrollo del tipo progresista-nacionalista después delgolpe de 1968. El capítulo concluye con un esbozo de las característicaspersonales comunes de unos veinte oficiales que llevaron a cabo laRevolución Peruana: su origen social —por lo general de clase media-baja o clase baja urbana u rural—, el modelo de su carrera militar

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—docentes de las escuelas de guerra, funcionarios de los servicios deinteligencia, autores de tesis de seguridad y oficiales comprometidosen la reorganización de las Fuerzas Armadas peruanas—, sus influenciasideológicas —teología de la liberación, escritores socialistas peruanos,novelistas nacionalistas e investigadores histórico-antropológicos connostalgia por el imperio incaico—.

El cuarto capítulo se centra en la figura de Velasco, el presidente cuyapersonalidad ejerciera una influencia decisiva en la Revolución Peruana.Contiene una breve biografía en la cual dedico especial atención a laformación de sus ideas, sus aptitudes de líder y el crecimiento de sucarisma, que marcó el estilo de gobierno: un comandante militar quellevó a cabo un proceso de reforma social por decreto, empujando a ladefensiva a una Junta Militar y a un Consejo de Ministros renuentes. Laúltima parte del capítulo está dedicada al COAP, un órgano consultivopero a la vez directivo e ideológico formado por los coroneles del grupode Velasco, que fueron pasando desde allí, uno por uno, a integrar elConsejo de Ministros.

El quinto capítulo se enfoca en dos temas: la aplicación práctica de latesis de seguridad nacional, y el control sobre el hombre y la sociedad.La primera parte se refiere particularmente a la política externa,orientada a romper con la supremacía norteamericana por medio de laformación de bloques y la conquista de una posición líder en el TercerMundo. Una consecuencia de esta política son las excepcionalesrelaciones mantenidas con Chile, Cuba y China. Otros temas tratados eneste capítulo son las reformas del aparato estatal, la militarización dela burocracia y la creación de tecnocracias cívico-militares, así como laimplementación del programa de reformas económicas.

La segunda parte del capítulo hace referencia a la ambigua opción por elcontrol de la sociedad desde el Estado —mediante sindicatos yorganizaciones cooptadas— y la formación de organizaciones de baserelativamente autónomas de obreros, campesinos y pobladoresmarginales urbanos, como apoyo al proceso de reformas. Igualmente,se analiza el rol del Sistema Nacional de Movilización Social (SINAMOS),ese singular organismo burocrático con funciones de partido políticoque, por otra parte, nunca contó con un respaldo pleno. En las últimaspáginas se describe la reforma más radical con la que se pretendía gestar

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al hombre nuevo, libre de afán de lucro, a través de la creación de unsistema de autogestión.

El capítulo seis reseña la progresiva erosión del poder tras los exitososaños iniciales, proceso que desembocó en la caída de Velasco. Una graveenfermedad y la amputación de una de sus piernas confinaron alpresidente a su despacho en una silla de ruedas. Paulatinamente, Velascofue perdiendo el contacto con los oficiales más jóvenes de las FuerzasArmadas —el sustento de su poder—, con los miembros del Consejo deMinistros y, en especial, con los representantes de las organizacionesde masas y el pueblo. Irónicamente, su bastión de poder comenzó adesintegrarse en el momento en que su equipo de ex coroneles entró aocupar posiciones claves en el Consejo de Ministros, las FuerzasArmadas y el Servicio de Inteligencia. Un conflicto con los altos mandosde la Marina resultó en una pírrica victoria que creó un clima propiciopara confabulaciones en medios de la derecha. Una huelga de la Policíaterminó en un saqueo en el centro de Lima. El Ejército intervino y cayeronlos primeros muertos entre la población civil. El progresivo decaimientode la salud del presidente hacía urgente la cuestión de su sucesión:había que designar a una persona y organizar un partido.

Esto último nunca se concretó; la decisión fue continuamente postergada,ante el temor de unir a la población en organizaciones políticas autónomas,junto a la inquietud de que los partidos centrados en una persona fueranfocos de corrupción. Los titubeos en la designación de un sucesorengendraron un clima de intrigas y contraintrigas. El entonces primerministro, apoyado con vacilación por el ala izquierda del equipo de Velasco,tomó el poder mediante un golpe de Estado comandado desde una ciudaden la frontera con Chile. Al contragolpe le siguió un singular período deseis meses de «profundización de la revolución»: se adoptaría el socialismocomo doctrina oficial y la propiedad social sería la base de la economía;se elaboró además un programa de gobierno sumamente idealista. Sinembargo, durante una reunión de los comandantes de las tres armas, elnuevo presidente fue colocado entre la espada y la pared: permaneceríaen la presidencia a condición de que se practicara una depuración de todoslos elementos velasquistas del Consejo de Ministros. Un par de mesesmás tarde, el gobierno militar se había convertido en una dictadura delestilo clásico latinoamericano.

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Por último, el capítulo final pasa revista a los últimos años de Velasco—incluyendo un intento de restauración del poder por el APRA— y lainfluencia de la herencia del modelo en la sociedad y la política peruanas—el APRA, la izquierda—. Las páginas finales analizan la trascendenciadel modelo para los países de Latinoamérica y el resto del Tercer Mundo.

La redacción de un libro es, naturalmente, una tarea individual que seapoya, sin embargo, en la colaboración y el asesoramiento de variaspersonas. En un principio, mi intención era escribir un trabajo sobre elSINAMOS, un ministerio que, a mi juicio, se puede considerar como unlaboratorio de sociología aplicada. El doctor José Alvarado, del Centrode Estudios para el Desarrollo y la Participación (CEDEP), Lima, me sugirióla posibilidad de elaborar un estudio mucho más amplio. La doctoraMaría del Pilar Tello, autora de una importante serie de entrevistas conlos velasquistas, me facilitó un abundante material y me dio una mano ala hora de establecer los contactos. El general de división EP (r) MiguelÁngel de la Flor, del Instituto de Promoción del Desarrollo Solidario(INPET), de Lima, fue quien abordó este trabajo con el mayor interés ydedicación entre los ministros militares entrevistados: en más de unaocasión hizo lo imposible para que se pudieran concretar entrevistasque, de otra manera, difícilmente habrían sido realizadas y me asesoródirectamente en la estructuración de mi estudio.

También quiero extender mi agradecimiento al doctor MarianoValderrama, del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), de Lima,por su amistad personal y su apoyo durante el trabajo de campo. Elpersonal directivo y administrativo del Instituto de Estudios Histórico-Militares (Lima) tuvo la amabilidad de facilitarme material del archivo.El coronel (r) Gerrit Maarseveen (Clingendael, La Haya), ex jefe de lamisión militar holandesa en Surinam, revisó el original atendiendoespecialmente a los asuntos de índole militar. Mis amigos y compañerosde trabajo —el licenciado Arend Pieper, del Ministerio de AsuntosExteriores, La Haya; la doctora Rita Haring, el doctor Harry Hoetink, ellicenciado Kees Koonings y el doctor Merno Vellinga, de la Universidadde Utrecht— me ofrecieron sus comentarios sobre las primerasversiones del original.

Obviamente, las personas nombradas no son responsables de eventualeserrores, incorrecciones u omisiones en este texto. La fundación

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Investigación Científica en el Tercer Mundo (WOTRO) y la Facultad deCiencias Sociales de la Universidad de Utrecht financiaron una buenaparte de mi prolongada estadía de trabajo en Lima.

Dirk KruijtAgosto de 1989

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CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1

EL GOLPE DE VELASCOEL GOLPE DE VELASCOEL GOLPE DE VELASCOEL GOLPE DE VELASCOEL GOLPE DE VELASCO

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Cinco generales y cuatro coroneles habían preparado el golpe. Elcomandante general del Ejército, general de división Juan VelascoAlvarado, lo dirigió por teléfono asistido por diez coroneles de confianza.La mitad de ellos recién habían sido comprometidos hacía un par dedías. Para la operación militar se movilizaron dos coroneles, nuevecomandantes, diecisiete oficiales y ciento cincuenta rangers. Un coronel—que ya había tomado parte en un operativo similar en 1962— y diezrangers detuvieron al presidente y lo trasladaron al cuartel general dela división blindada. Una llamada telefónica a la Argentina fue suficientepara que, seis horas más tarde, lo embarcaran en un avión con rumbo aBuenos Aires, escoltado por dos oficiales y dos inspectores superioresde la Policía. En veinte minutos, el segundo coronel ocupó los edificiosdel Congreso, el Ministerio del Interior y la radioemisora nacional. Porpropia iniciativa, oficiales de la Policía de Seguridad tomaron presos alos ministros civiles del último gabinete, que habían jurado en sus cargoshacía dos días. En la víspera, los flamantes ministros habían estadofestejando su nombramiento en el exclusivo Club Nacional.

La población limeña reaccionó con pasividad, más bien con resignación.Al fin y al cabo, un golpe de Estado era el cambio de gobierno máscorriente en Latinoamérica. Nadie sabía aún con certeza cuáles eran losnombres del nuevo presidente y de los miembros de la Junta Militar.Los generales del Ejército y la Aviación y los almirantes de la Marinaestuvieron reunidos hasta las últimas horas de la tarde, gestionando lacomposición de un nuevo gobierno y el estatuto que se otorgaría a losministros.

Lima fue gobernada ese día por un coronel que había sido sacado de lacama en horas de la madrugada mediante una llamada telefónica. Elmismo coronel que más tarde, como presidente del Comité de

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Asesoramiento a la Presidencia (COAP), desempeñaría un cargo desuperministro, aún recuerda ese día con asombro e ironía.

El 3 de octubre de 1968, a las dos y cuarto de la madrugada, sonó elteléfono en la casa del coronel José Graham Hurtado.

La noche anterior, el coronel había estado trabajando hasta tarde porque,como director del curso de Estrategia militar del Centro de Altos EstudiosMilitares (CAEM),1 iba a recibir, la mañana siguiente, a una delegación dela Marina para coordinar cursos comunes del programa de estudios. Elcoronel Graham, siempre tan puntual, esta vez faltaría a su cita.

—¿Coronel Graham?—Sí. ¿Quién habla?—El general Montagne.

Montagne era el inspector general del Ejército, tercero en la jerarquíadespués del comandante general y el jefe de Estado Mayor. Diciembrees el mes de los ascensos, y las listas son preparadas en octubre. «Mellama para comunicarme mi ascenso a general», se le ocurrió pensar aGraham, ahora completamente despierto.

—Sí, mi general, estoy a sus órdenes.—Graham, sabe usted que lo hemos sacado, pues, a este Belaunde.—¿Cómo, mi general?—Sí, lo hemos destituido al presidente Belaunde.—Ah, ya, mi general.—Bueno, ¿qué dice usted de eso?—Bueno. Está muy bien.—¿Está de acuerdo con nosotros?—¿Cómo no voy a estar de acuerdo?—Bueno. Entonces, estoy con el general Velasco. Véngase usted al CIMP.2

1 En el que se impartía la formación de posgrado para los futuros oficiales generalesdel Perú.2 El Centro de Instrucción Militar del Perú (CIMP) era el centro de operaciones paratoda la educación militar, que disponía de un sistema propio de comunicaciones.

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El general Juan Velasco Alvarado era el comandante general del Ejércitoy presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Habíarechazado un nombramiento como ministro de Guerra para podermantener su posición de oficial en servicio activo.

Al llegar, Graham observó que el edificio del CIMP estaba vigilado porrangers y que había algunos carros particulares estacionados en laentrada. En el interior, tres o cuatro generales sostenían una discusión.Los saludó y se dirigió hacia uno de los coroneles que iban y venían de laoficina del general.

Reconoció a algunos compañeros de promoción y a otros amigos quehabían participado años atrás en la reorganización del Ejército Peruanoy la creación del Servicio de Inteligencia: Meza Cuadra, FernándezMaldonado, Rodríguez Figueroa, De la Flor, Meneses y otros. Los dosabogados militares, Valdés Palacios y De Rivera Lucero,3 estabanredactando reglamentos y declaraciones.

—Buenas noches. Me llamó el general Velasco y aquí estoy.

Le dijeron que esperara un momento, y unos minutos después se leacercó el comandante general.

—Hola, colorao, ¿cómo estás? Gringo, vente por acá. Vamos a hablarun momentito. Lo hemos botado esta noche al maricón de Belaunde.¿Está bien o estás con miedo?

—No, mi general. Son ustedes quienes le han sacado.—Bueno. Sabes, hemos pensado en ti para que te hagas cargo de la

Prefectura de Lima. No te asustes, por si acaso, es fácil ser prefecto.—No me asusto, mi general. Usted me lo dice y yo me voy.

3 Los datos y sucesos referidos en este libro han sido verificados sobre la base de lacronología política 1968-1980 (1974-1982) recogida en el apéndice. La mayoría delos detalles de este capítulo han sido extraídos de una entrevista realizada por elautor al general Graham (15 de mayo de 1986). Las citas son textuales. Los sucesosde la noche del 2 al 3 de octubre de 1968 han sido expuestos detalladamente porZimmerman Zavala (1974). También se ha incluido información obtenida de entrevistascon otros participantes en el golpe.

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Y le recordaron que, siendo un joven oficial, en 1948, tras el golpe deOdría, había sido llamado a palacio para desempeñarse como edecán delpresidente militar. Se dio cuenta de que era el único coronel en servicioactivo con experiencia en un cargo público. Velasco le pidió que esperararecibir las órdenes por escrito. Hasta cerca de las cuatro y media de lamadrugada estuvo en el CIMP. Observó que Velasco se manteníaimperturbable y que firmaba él mismo todas las órdenes: los demásoficiales actuaban bajo sus órdenes personales.

Se hicieron las tres, las tres y media. Hasta ese momento, solo se hallabanen el edificio algunos generales y varios coroneles. Ninguno de ellostenía un mando directo de tropas: eran miembros del Servicio deInteligencia o desempeñaban un cargo en los institutos de instrucciónmilitar. El único coronel que tenía el mando de una tropa era Hoyos, y élse encontraba en el centro de Lima con Gallegos, otro coronelcomprometido. Entre tanto, los cinco comandantes regionales delEjército —los generales con poder efectivo sobre esta fuerza— habíancomunicado por télex su adhesión a Velasco informando que todo estababajo control en provincias. Pero aún no se sabía cuál sería la reacción dela Marina y la Aviación, que habían estado al margen de los operativos.De hecho, la mayoría de las tropas especiales disponibles habían sidomantenidas en reserva para ocupar el cuartel general de ambasinstituciones en caso de que se negaran a colaborar. En este sentido, elgolpe representaba un hecho consumado no solo para el presidentedestituido, sino también para una gran parte de las Fuerzas Armadas.

Los comandantes de la Marina y la Aeronáutica recién se comunicarontelefónicamente a las tres y media de la mañana. Las conversaciones nofueron precisamente cordiales. El aviador estaba irritado, pero prometióreunirse a deliberar con sus generales. El almirante se declaró contrarioal movimiento golpista. El único que mantuvo la calma entre todos lospresentes fue Velasco.

Dos generales, que más tarde ocuparían posiciones clave, no ocultaronsu malestar. Uno de ellos era el general Morales Bermúdez, consideradocomo el oficial más brillante del Ejército, que había integrado por untiempo uno de los tantos gabinetes del depuesto presidente Belaunde.Ambos aceptaron de buena gana el ofrecimiento de uno de los coroneles—De La Flor— de tomar prestado su carro y marcharse a casa... por el

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interés de la institución, naturalmente. Si el golpe resultaba un éxito,ellos habrían dado muestras de su lealtad; si fracasaba, no se los podríaacusar de complicidad. A Morales Bermúdez no se lo vio más esa noche.Por la mañana, dos coroneles llevaron al otro general, quien había sidoseveramente recriminado por Velasco.

Cerca de las cuatro se presentó otro, que venía con los ojos brillantesde emoción. Era el general Linares, director del Servicio Nacional deInteligencia. Belaunde había nombrado para este cargo de confianza aun antiguo compañero de carpeta, que ahora llegaba a lamentarse deque los golpistas llevarían al país a la ruina. Lo hicieron pasar al cuartodonde se encontraba Velasco. Salió veinte minutos más tarde, y seabalanzó sobre el primer coronel que se le puso al paso: Graham.

—Se dicen revolucionarios... Ah, ¿tú también? —le dijo mirándolo consolemne tristeza, como si estuviera hablándole a Bruto que empuñabaaún en la mano el cuchillo asesino del César.

—Sí, mi general. Me ha llamado el general Velasco y aquí estoy.—¡Ay, caray! ¿Tú también eres revolucionario?—No hay nada que hacer.—Y ahora, ¿qué van a hacer?—Bueno, se verá, pues.—¡Qué barbaridad! ¿Tú sabes cómo está la economía del país? Está

fregada. Y ahora, ¿qué van a hacer? Se cierran los préstamos.—Mire usted, mi general. A mí me ha llamado el general Velasco. No

podría decirle qué planes tiene, pero todo está previsto. Me voy parahacerme cargo de la Prefectura de Lima, no sé qué se piensa de laeconomía.

Ambos callaron. El general rompió el silencio sacando el tema de susdificultades para regresar a casa:

—Bueno, y ahora, ¿cómo me voy? Me trajo un patrullero, pero elpatrullero se fue. Caray, ¿qué hago ahora?

Graham pidió permiso para acompañar al decepcionado y ahora exdirector del Servicio de Inteligencia. Como todavía no se sabía con certezacuándo debería asumir la Prefectura de Lima, recibió instrucciones demantenerse a la espera de nuevas órdenes. En el camino, el general de

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confianza de Belaunde siguió quejándose amargamente: los préstamosinternacionales serían bloqueados, Estados Unidos haría un boicot.

Una vez en casa, Graham se bañó, se afeitó y se mudó de ropa. Avisó a sufamilia que probablemente regresaría tarde y se dirigió al CAEM apreparar la tarea para su sucesor.

A las ocho de la mañana lo llamó Velasco.

—Oye, acabo de firmar tu credencial. ¡Ahora hazte cargo inmediatamentede la Prefactura!

Graham solicitó al director del CAEM la asistencia de dos tenientescoroneles, los comandantes Carmona y Miranda, y los tres ingresaronjuntos media hora después al edificio de la Prefectura en el centro deLima. Hasta ese momento, la situación prácticamente no había variadodesde la noche anterior. Velasco y su grupo de asesores se encontrabanen el CIMP y los comandantes de la Marina y la Aviación estaban reunidoscon sus oficiales superiores. Las tres armas negociaron por teléfonosobre los puestos ministeriales disponibles y el programa de gobiernode las nuevas autoridades. En ausencia de un gobierno nacional, el nuevoprefecto de Lima era el encargado del orden público y la seguridad.

Al llegar a la Prefectura —un siniestro edificio que servía a la vez decárcel de la Policía de Seguridad—, el coronel y los dos comandantesfueron recibidos por el general y jefe de la Policía.

—Mire, general. Me acaba de encargar el general Velasco la Prefectura.Entonces, tenga usted la bondad de acompañarme al despacho paraconversar.

—Sí, mi coronel. Ya hemos puesto todo en orden y tenemos lainformación de cómo andan las cosas.

Hasta ese momento no se habían presentado problemas de urgencia.Entonces, llegó la noticia de que Villanueva, el secretario general delpartido más importante del país, el APRA, iba a pronunciar un discursodesde el balcón de la sede del partido, en el centro de la capital, anteuna multitud que se había reunido allí a toda prisa. El líder aprista

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acababa de lanzar un mensaje por la radio. Graham mandó a un oficial dePolicía y a algunos guardias civiles.

—Inmediatamente que han tomado preso a Villanueva, me disuelveneste grupo.

Minutos más tarde, el prefecto recibió una orden telefónica desde elCIMP. Era uno de sus colegas coroneles.

—Oye, Pepe, me hace llamarte el general Velasco. Dice que has dadoorden de que tomen preso a Villanueva. Dice que mejor no te metascon los apristas. Que disuelvas la manifestación, pero que no tomespreso a Villanueva.

El segundo incidente tuvo visos de opereta. A eso de las once, sepresentó ante el prefecto un inspector de la Policía de Seguridad.

—Tenemos aquí a un general, Gagliardi, que exige ser tomado preso.—¿Está preso?—Él no. Él no está preso. Están presos los otros, los ministros civiles.

Pero él ha venido por solidaridad y no se quiere ir. Está sentado enuna silla.

—¿Y desde cuándo está aquí?—Desde las siete de la mañana. Quiere compartir la suerte de sus

compañeros, dice.

Solo entonces se dio cuenta el prefecto de que tenía al gabinete completode Belaunde —con excepción de los tres ministros militares de Guerra,Marina y Aviación— encerrado en la cárcel de la Prefectura. Los ministrosdel presidente depuesto habían abandonado el edificio del Ministeriodel Exterior, tras haber intentado organizar una reunión de gabinete.Habían salido a la calle a los gritos de «Viva Belaunde», y la Policía deSeguridad los había detenido por alteración del orden público y los habíaencarcelado en la Prefectura.

—¿Pero no le han dicho al general que se vaya?—Sí, pero no quiere irse.

Graham hizo llamar al comandante Miranda.

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—Bueno, mira, hazme un favor. Anda donde el general Gagliardi, salúdalode mi parte y dile que el coronel Graham se ha encargado de laPrefectura. Y dile que estamos aquí en representación de las FuerzasArmadas y que no nos ponga en situaciones difíciles. Que contra él nohay absolutamente nada. Pero por el hecho de que él se autoapresanos está comprometiendo. Entonces que por favor, de verdad porfavor, se vaya a su casa.

Al rato regresó Miranda solo. El general en retiro Gagliardi, ministro deAviación en el último gabinete de Belaunde, se había levantado de lasilla y se había marchado.

El tercer incidente fue más significativo, no porque fuera un asunto devida o muerte, sino por ser ilustrativo del conflicto entre el antiguoorden establecido de la élite política y la nueva situación de dominacióninstitucional del Ejército. Esta circunstancia contribuiría a profundizarel desprecio que los militares experimentaban por el régimen depuesto,al que veían como la personificación de la sosera y la corrupción.

Media hora después de que el general Gagliardi concluyera su solitariavigilia de solidaridad, un alboroto en el pasillo fue llegando hasta eldespacho del prefecto. A los pocos minutos, la puerta se abrió con granestruendo. Era el doctor García Rada, presidente de la Corte Suprema ycuñado de Belaunde.4

Enrojecido y casi ahogándose de cólera, el recién llegado se abalanzósobre el prefecto:

—¡Así... asá!... ¡carajo!... ¡huevonada!... tal cosa por allí... por allá...

Sus dos hijos habían sido detenidos por la mañana, y el presidente de laCorte exigía a voces su inmediata liberación.4 Belaunde había nombrado también a otros familiares en puestos de confianza. Susobrino, el coronel Alfredo Belaunde, acababa de ser ascendido a jefe del EstadoMayor de la División Blindada. Esta división, cuya sede estaba ubicada a un kilómetrode distancia del palacio presidencial, ha jugado tradicionalmente un rol decisivo engolpes o intentonas. El comandante general, Alfredo Arrisueño, quien había participadoen los preparativos del golpe, la noche anterior había sustituido a Alfredo Belaundepor otros dos coroneles, también comprometidos con el movimiento: Jorge Vialé, eljefe del Estado Mayor anterior, y Pedro Richter, director de la Escuela de Caballería.

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El prefecto aguardó hasta que se calmara y le dijo:

—Doctor, está usted en el despacho del prefecto. Yo soy el coronelGraham. Y el único que podría gritar en este despacho es el prefecto.Y usted, siendo doctor y el primer magistrado de la nación, siendousted un hombre de cultura, ¿viene usted a armar este bochinche enel despacho de la primera autoridad del departamento?

—¡Pero usted tiene que comprender que han tomado presos a mis hijos!—Cualquiera sea el motivo, no es la manera de conversar con una

autoridad. Y sobre todo cuando sus hijos están aquí por haber faltadoa la Policía.

El prefecto ya había sido informado de la llegada de García.

Esa mañana, los dos hermanos García Belaunde5 habían desahogado sucólera por la caída de su tío arremetiendo a garrotazos contra un agentede Policía, justo al frente del edificio del partido de Belaunde, AcciónPopular. Los dos habían sido detenidos y llevados a la Prefectura.

—Los teníamos que detener —explicó el general de la Policía.

Asaltado por un nuevo acceso de cólera, el doctor García extrajo de suamericana una cinta con una medalla.

—Aquí tengo una condecoración de la Policía y se la voy a tirar en lacara, ya no la quiero tener.

Pero antes de que pudiera concretar su propósito —el blanco era elgeneral de la Policía—, se interpuso Graham:

—Usted, doctor, un magistrado, un hombre que debería dar el ejemploen el país, ¿usted quiere botar así una distinción que le ha otorgadouna institución? Supongamos que por un error que ha cometido unode sus miembros ha ocurrido la detención. No, doctor, usted estátotalmente equivocado. Usted ha causado un incidente que para míes de lo más fastidioso y seguro que para usted también. Yo trato de

5 Uno de ellos sería elegido como diputado en 1980, por supuesto por el partido desu tío.

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comprenderlo porque también soy padre de familia, tengo cinco hijosen este momento. Sé cómo le duele a un padre cuando le tocan a unhijo. Pero hay que entender que no se resuelve nada gritando.

Se dirigió al general de la Policía:

—General, hágame un favor. Tráigame a esos dos jóvenes. Vamos a ver,doctor, ¿por qué han sido detenidos, general?

—Mire, mi coronel, por atacar a la Policía. Lo han agarrado a palos.—Usted sabe, doctor, que eso es un delito: ataque a la Fuerza Armada.

La Policía podría haberles contestado con un balazo. Usted sabe deeso más que yo porque usted es un magistrado. Bueno, general,hágame el favor de traer a esos dos jóvenes.

Cuando los dos sobrinos de Belaunde fueron conducidos ante el coronel,la familia García recibió una última reprimenda:

—Bueno, jóvenes. Aquí está su papá. Ha tenido un momento muydesagradable aquí en mi despacho, que se lo han hecho pasar ustedes.Porque ustedes, antes de enfrentarse a la Policía, tenían que haberpensado en que eran hijos del presidente de la Corte Suprema delPerú, y que por consecuencia cualquier acto que ustedes deciden hacercae sobre el prestigio, sobre las espaldas de vuestro padre. Ha tenidoque venir, siendo el primer magistrado del país, al despacho delprefecto de Lima para abogar por ustedes. Los voy a soltar, peroacuérdense para siempre, antes de meterse en cualquier cosa, queustedes son hijos del señor presidente de la Corte Suprema de estepaís. Doctor, llévese a sus hijos. Muchas gracias, general.

Después de los sobrinos de Belaunde, fueron liberados sus ministros.Ese día no se produjeron otros incidentes, excepto la lamentable muertede un estudiante durante una manifestación en el centro de Lima, dondetambién fueron incendiados algunos coches. No hubo, por lo demás,otras manifestaciones importantes. Unas trescientas personas fuerondetenidas en todo el país y dejadas en libertad el mismo día.

A últimas horas de la tarde, las tres ramas llegaron a un acuerdo. LaAviación se plegó al movimiento del Ejército. El comandante general,teniente general Alberto López Causillas, se dirigió en helicóptero al

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CIMP para firmar el Estatuto del nuevo gobierno como miembrointegrante de la Junta. La Marina, aunque vacilante, decidió adherirseal movimiento. El comandante general, vicealmirante Mario Castro deMendoza, solicitó su pase a retiro. Los almirantes presentes propusieronal contralmirante Raúl Ríos Pardo de Zela como su sucesor y miembrode la Junta. Esa misma tarde también se solicitó encarecidamente surenuncia al segundo hombre en la jerarquía del Ejército, el general dedivisión Alejandro Sánchez Salazar, partidario de Belaunde y en arrestodomiciliario desde la noche anterior.

Seguidamente, Velasco renunció a su cargo de comandante general delEjército, dejando en su lugar a Montagne como el tercer integrante dela Junta Militar.

El nuevo presidente y los tres miembros de la Junta fueron trasladadosal palacio en un helicóptero de la Aviación, que aterrizó haciendomalabares entre los cables de electricidad. En un segundo helicópterollegaron a palacio los coroneles que habían tomado parte en el golpe, yallí fueron nombrados miembros del Comité de Asesoramiento a laPresidencia, el COAP,6 que había sido creado la noche anterior como unaespecie de Estado Mayor político del presidente. Velasco juró comopresidente alrededor de las siete de la noche y luego, por orden deantigüedad, tomó el juramento de los nuevos ministros, todos generaleso almirantes en servicio activo. Esa noche, todos los oficiales que estabanen el palacio presidencial vistieron uniforme de gala.

Los colaboradores del presidente depuesto habían sido retirados contal premura que no habían tenido tiempo de deshacerse de los chequesfraudulentos de la Junta de Asistencia Nacional (JAN),7 entidad públicade beneficencia que preside tradicionalmente la primera dama de laRepública. Velasco los destruyó en presencia de su coronel de mayorantigüedad, Meza Cuadra, quien infructuosamente intentó convencerlode que guardara alguno para la historia, un documento aunque sea. PeroVelasco se negó rotundamente: «Así no se trata a una dama».

6 En el capítulo 4 hay mayor información sobre el COAP.7 Desde 1968, esta junta fue presidida por la señora de Velasco. En 1975, despuésdel golpe contra Velasco conducido por Morales Bermúdez, la señora de Moralesocupó el puesto. En la época de Velasco, la dirección efectiva era ejercida por laseñora de Valdés, esposa del secretario del Consejo de Ministros.

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CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2

LLLLLOS MILITOS MILITOS MILITOS MILITOS MILITARESARESARESARESARESEN LA POLÍTICA PERUEN LA POLÍTICA PERUEN LA POLÍTICA PERUEN LA POLÍTICA PERUEN LA POLÍTICA PERUANAANAANAANAANA

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Las cifras estadísticas demuestran que el camino más seguro para llegara la presidencia del Perú es la carrera militar. Desde que el libertadorgeneral José de San Martín proclamara la independencia de la nación, el28 de julio de 1821, 71 presidentes asumieron el destino del país.1 Loscomandantes de tres ejércitos de liberación sucesivos fueron investidoscon la dignidad presidencial. Dos presidentes llegaron al poder a travésde una insurgencia popular. En nada menos que 26 oportunidades unmilitar logró apoderarse de la presidencia mediante un golpe de Estado.Sin embargo, incluso por la vía democrática de elecciones, reales oescenificadas, la población demostró su preferencia por un líder militar.De los 71 presidentes, 51 fueron oficiales: 8 mariscales, 34 generales,6 coroneles y 2 comandantes. La Marina hizo una modesta contribuciónaportando un contralmirante al sillón presidencial.

Entre 1821 y 1872, el país fue gobernado exclusivamente porpresidentes militares.

Las relaciones sociales estaban determinadas por la oligarquía y lasFuerzas Armadas. A la primera categoría pertenecían las familiaslatifundistas. De hecho, la estructura social de la república, en la cual latenencia de la tierra constituía la base del poder y la riqueza, fue unaprolongación de la sociedad colonial hasta bien entrado el siglo XIX(Spalding 1980: 79-97). Los oficiales y generales del Ejércitorepublicano se reclutaban entre la clase media-baja de las capitales deprovincia. La mayor parte de ellos eran mestizos que habían idoascendiendo en la escala jerárquica como comandantes de tropasdurante las guerras de la independencia, gracias a su experiencia en labatalla. Los soldados rasos eran indígenas reclutados en las comunidades

1 Véase el cuadro 1 del Apéndice para la sucesión presidencial en el Perú.

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andinas. La profesionalidad dentro de las Fuerzas Armadas eraprácticamente inexistente, aunque el militar con mando de tropa yaspiraciones políticas podía hacer fortuna en asuntos del Estado.Comandantes del Ejército, liberales y conservadores, vencedores de lasrespectivas guerras civiles, se fueron sucediendo unos a otros. Revoluciones,golpes y embrolladas aventuras militares contra los países vecinos—Ecuador, Colombia y Bolivia— conformaban el panorama político nacional.

A mediados del siglo XIX, la serie de golpes, alzamientos y guerras entrecaudillos militares y aventureros políticos aliados a conservadores yliberales fue interrumpida por los períodos presidenciales de RamónCastilla (1845-1851 y 1854-1862). Castilla fue el primer militar quegobernó dentro de un mandato civil, a pesar de haber inaugurado susegundo período con un golpe. Su respeto por la Constitución, y lasreformas sociales y políticas resultantes del sello personal que supoimprimir sobre el gobierno nacional, lo elevan muy por encima de lalista de valentones que se adornaron con la banda presidencial.

Castilla puede ser considerado, con razón, como un político militar querealizó un importante aporte al desarrollo de su país. Hijo de un minero yformado en los asuntos de gobierno como ministro militar, Castilla llegóal poder por la vía electoral, y fue el primer presidente que intentó unamodernización y una reforma del Estado. En cierto sentido, fue Castillaquien libró al Perú de las secuelas de la dominación hispánica y la herenciacolonial. Durante su mandato, se codificaron los títulos de propiedad dela tierra, lo que otorgó algunos derechos mínimos a la población indígena.Se comenzaron a pagar regularmente los salarios de los funcionariospúblicos, para garantizar su autonomía del gobierno de turno. El Ejército,que hasta entonces no era más que un conglomerado de reclutas, seconvirtió en una organización con cierta profesionalidad, entrenamientoy equipamiento técnico. Se creó un cuerpo de Policía nacional. Castillapuso en marcha, además, la creación de la Armada nacional, lo que no eraun lujo superfluo para un país con una franja costera tan vulnerable comoel Perú. De su gestión surgió también el primer presupuesto nacional.

Es indudable que el empeño reformista de Castilla se vio favorecido enparte por un sorpresivo período de prosperidad económica. En la costaboliviana y en el sur del Perú se había descubierto, hacía unos años, unanueva materia prima susceptible de ser exportada: el guano. Su

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comercialización inició una economía de bonanza para ambos países,que no tardaron en dominar un monopolio de fertilizantes destinados ala agricultura norteamericana y europea. Si bien es cierto que eldesarrollo económico de las provincias andinas dejaba todavía muchoque desear, la exportación de guano proporcionó una fácil y constantefuente de ingresos al gobierno nacional: los ingresos provenientes delguano representaban 5% del presupuesto nacional en 1846 y 75%veinte años después (Cotler 1978: 88). Gradualmente, una política delaissez-faire se fue convirtiendo en la doctrina imperante.

La superioridad de las empresas y comerciantes extranjeros fue aceptadacomo ley natural. De esa época data la práctica, vigente hasta el día dehoy, de confiar generosamente en manos de firmas extranjeras lasactividades económicas vitales del país. Los bancos europeos conquistaronmonopolios sobre la venta del guano y, en retribución, financiabanampliamente la amortización de la deuda externa, producto en ese entoncesprincipalmente de las interminables guerras y los préstamos solicitadospara mantener en funcionamiento el aparato estatal. Las rentas percibidasa través de la exportación de productos agrícolas y minerales a Europa yEstados Unidos —y luego también a Japón— vinieron a ser la fuenteestable de ingresos del Estado, de tal modo que, hasta muy avanzado elsiglo XX (Thorp y Bertram 1978, Macera 1977), los gobiernos nacionalesapenas se preocuparon por edificar una estructura productiva propia yorientada hacia el mercado interno.

En ese período, una clase de nuevos ricos pasó a engrosar las filas de laoligarquía: los comerciantes y banqueros, aliados con el sector deexportación (Cotler 1978: 101-102). La prosperidad económicagenerada por ese sector contribuyó a crear el espacio necesario para laintroducción de reformas sociales. Durante las insurgencias popularesque estallaron al principio de su segundo período presidencial, Castilladecretó la abolición de la esclavitud y suprimió la recaudación de tributosque la población indígena debía pagar al Estado.

Castilla se comportó como un patriota, si bien no ortodoxo. Juró fidelidada tres constituciones2 y trató de respetarlas a todas. Mantuvo una2 En ese tiempo, el Congreso nacional atravesaba un período de creatividad. Tras lasconstituciones de 1823, 1828 y 1834, se elaboraron cuatro constituciones radicalmentediferentes, entre 1856 y 1868.

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postura ambivalente con respecto a las dos potencias extranjeras delas que el Perú dependía en mayor medida, Gran Bretaña y EstadosUnidos. Por un lado, era suficientemente realista como para reconocerla dependencia económica, política y militar de su país. Por el otro, sedio a conocer en el contexto internacional como un latinoamericanodeclarado, defensor de la formación de un bloque continental —andino—opuesto a los «potentados internacionales». En el primer año de sugobierno, organizó el servicio diplomático y envió a representantespermanentes a la corte británica, a Estados Unidos y a Chile, Bolivia yEcuador, estos últimos Estados limítrofes con los cuales el Perú habíamantenido relaciones tirantes desde su independencia.

Algunos incidentes internacionales favorecieron su aspiración —frustradapor lo demás— de formar alianzas continentales. Al ejemplo de Bolívar,organizó Asambleas Interamericanas en 1847 y 1856. La primerareunión fue motivada por un intento español de implantar la monarquíaen Ecuador, que significaba, en realidad, una tentativa encubierta derestablecer las relaciones coloniales. La segunda asamblea de delegadosse convocó a raíz de la expedición a Nicaragua de William Walker, elaventurero norteamericano que se apoderó del gobierno de esa nación,si no respaldado por el gobierno de su país, al menos financiado poralgunos poderosos hombres de negocios norteamericanos.

Ante una amenaza de intervención desde España, el Perú firmó un tratadode defensa mutua con sus vecinos Bolivia y Chile. La antigua madrepatria, cuya ocupación de la República Dominicana en 1861 habíaprovocado la indignación de los demás países latinoamericanos, envió,dos años más tarde, una Armada a sus ex colonias americanas. Con elpretexto de un remoto pleito sobre una deuda, la fuerza invasora españolaocupó las islas que tenían la mayor producción de guano. Castilla, quienentre tanto ya había finalizado su período presidencial, abogó por unaenérgica respuesta militar. Pero el gobierno peruano, considerando ladebilidad de su Armada, decidió optar por la vía diplomática.Afortunadamente, en ese momento la Armada chilena echó a pique alprincipal barco de guerra español y la guardia costera peruana infligióconsiderables averías al resto de las naves. En 1866, la Armada invasoraizó las velas rumbo a España.

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Dramas militares e Dramas militares e Dramas militares e Dramas militares e Dramas militares e intermezzosintermezzosintermezzosintermezzosintermezzos civiles (1870-1930) civiles (1870-1930) civiles (1870-1930) civiles (1870-1930) civiles (1870-1930)

El intento español de conquista debería haber servido de lección para elPerú. En los círculos militares peruanos, la Marina era considerada tanineficiente que no se atrevían a confiarle ningún rol de importancia en laTriple Alianza de los Estados del Mar del Sur —Bolivia, Chile y Perú—.No fue la Armada peruana sino la chilena la que hizo frente a la Armadaespañola. Chile sí sacó provecho del incidente. Recurrió al asesoramientode misiones alemanas para reorganizar su Ejército, y contrató a oficialesbritánicos para modernizar su Armada. El Perú, paralizado una vez máspor revueltas militares internas y gozando de un interludio de progreso,trató de buscar la salida firmando un tratado secreto de ayuda mutuacon Bolivia. Una opción particularmente desafortunada, considerandola inminencia de una confrontación entre Chile y Bolivia.

Chile había estado observando con creciente malestar la prosperidadeconómica de sus vecinos del norte, sustentada en la exportación delguano y más tarde también del nitrato. De hecho, colonizadores chilenosya había empezado a poblar paulatinamente las provincias costerasbolivianas. Recién después del intento de invasión española se habíapodido llegar a un arreglo con Bolivia. Ambos gobiernos acordaron,entonces, determinar los 24 grados de latitud como su línea fronterizacomún, y el territorio comprendido entre las latitudes 23 y 25 comozona común de explotación económica. Esto resultó, en realidad, enuna creciente afluencia de chilenos, quienes en poco tiempo llegaron apoblar casi completamente el territorio que se extiende hasta la fronteraboliviano-peruana (Blakemore 1974). Un conflicto de índole fiscaldesembocó en una declaración de guerra a Bolivia. El Perú se vio obligadoa entrar en la contienda como parte beligerante, en virtud del tratadode apoyo mutuo. Las consecuencias fueron desastrosas. En pocos días,el Ejército chileno ocupó la región costera boliviana cercana a la ciudadde Antofagasta. Un ejército boliviano formado a toda prisa en La Paz seextravió en el desierto, giró sobre sus talones y regresó para llevar acabo el enésimo golpe de Estado en su país. ¡En su desesperación, elpresidente de turno había intentado nombrar como ministro de Economíaal embajador chileno! Seguidamente, los chilenos ocuparon toda laprovincia marítima boliviana de Atacama. Bolivia perdió, así, su salidaal mar y se originó un problema que marcaría sus relaciones con Chile yel Perú hasta el día de hoy.

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Si la superioridad de la Armada chilena estaba ampliamente demostrada,distinto era el caso con respecto al comandante de la Marina chilena.3

Este héroe del conflicto con España intentó inmortalizarse en la guerracon el Perú librando una batalla naval al estilo clásico. Al iniciarse lashostilidades, la Marina chilena había bloqueado el puerto limeño del Callao.Solo lograron evadir el bloqueo dos monitores peruanos; uno de ellos erael Huáscar, a las órdenes del capitán de navío Miguel Grau, quien mástarde fue nombrado almirante y, póstumamente, fue ascendido a granalmirante. El primer monitor fue eliminado apenas salió del puerto. Grauadoptó, entonces, una táctica de guerrilla naval. El comando de la Marinachilena, dispuesto a librar una batalla, se negó a dispersar a su Armadapara localizar a Grau. Este logró eludir varias veces un inminente bloqueo,para aparecer súbitamente ante los puertos chilenos. De esta manera,obligó a una parte del Ejército chileno a tomar posiciones de defensa enla costa, y paralizó la marcha hacia el norte. Un cambio en la cúpula navalchilena hizo que se modificara también la estrategia marítima. La Armadafue distribuida entre varios sectores y el Huáscar fue sistemáticamenteacosado, cercado y por último aniquilado.

Así, las reservas chilenas estaban libres para emprender la expediciónterrestre hacia el norte. En seis meses, se habían invadido losdepartamentos peruanos de Tarapacá, Arica y Tacna. Con ello, Chile seapoderaba de la costa del desierto, donde se encontraban los depósitosde guano y la industria del nitrato, recursos principales con los que elPerú financiaba los costos del conflicto bélico. Si hasta ese momento laguerra del desierto en el sur había sido una catástrofe, lo que siguió fueuna verdadera humillación para las Fuerzas Armadas y el gobiernoperuano. Al conocerse la noticia de la derrota de Tacna, el presidentePrado tomó la súbita decisión de realizar un viaje a Europa parasupervisar personalmente la compra de armamentos. Esta excepcionalmuestra de cobardía ofreció a un político civil, Nicolás de Piérola, laoportunidad para dar un golpe de Estado. El nuevo presidente organizópersonalmente la defensa de la capital, pero Lima fue sitiada por el norte,el sur y el oeste mediante una maniobra combinada de la Armada y elEjército chilenos. Un ejército de invasión compuesto por 30 mil hombresocupó la ciudad.

3 Véase la obra del militar y diplomático venezolano López (1979 [1930]) sobre eltranscurso de la guerra.

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Piérola y uno de los pocos generales que no habían sido derrotados,Cáceres, se refugiaron en la sierra para organizar una guerrilla contralas fuerzas de ocupación. El Ejército chileno invadió la región costerasin encontrar mayor resistencia, y se iniciaron las gestiones para untratado de paz. Al cabo de tres años de negociaciones, ambos paísesfirmaron el Tratado de Ancón, por el cual Tarapacá quedaba bajo soberaníachilena, y Arica y Tacna serían gobernadas por Chile durante diez años,después de los cuales se decidiría por plebiscito la cuestión de lasoberanía. Lo que finalmente sucedió fue que Arica siguió siendo dominiochileno y Tacna no fue devuelta al Perú hasta varias décadas más tarde.La disputa chileno-peruana sobre los territorios ocupados y el problemano resuelto de una salida al mar para Bolivia fueron la causa de variassituaciones de conflicto entre los tres países sudamericanos.

Durante los primeros años posteriores a la guerra del Pacífico, elpanorama político fue dominado por presidentes militares, al igual queen el período anterior. El general Iglesias, el presidente que había firmadoel Tratado de Ancón, era una figura odiada. En cambio, se aplaudióvivamente el golpe de Cáceres, símbolo de la enconada resistencia contrala ocupación chilena. A él y a su sucesor y testaferro Morales Bermúdez,sin embargo, se los toleró como a aquellos que tenían que poner lascosas en orden. Pero un intento de Cáceres por llegar por segunda vez ala presidencia resultó en un rotundo fracaso.

El catastrófico desenlace de la guerra del Pacífico llegó a significar el finde la veneración del liderazgo político-militar. Los presidentes militaresse convirtieron en figuras impopulares. Aun cuando las Fuerzas Armadaspesaban todavía sobre los políticos nacionales como una espada deDamocles, la intervención de los generales se vio limitada a situacionesde crisis, y los golpes se realizaron desde entonces por invitación depolíticos civiles. De 1895 a 1919, el Perú fue gobernado por presidentesciviles, elegidos en las urnas, excepción hecha de una breve intervenciónmilitar. El poder político estaba en manos de una compacta oligarquía,compuesta por las élites adineradas y poderosas. Por esta razón, elhistoriador peruano Basadre calificó irónicamente este período con elapelativo de «la república aristocrática». La fórmula política dedominación era la de dos partidos rivales. A pesar del hecho de queambos partidos, el de los demócratas y el de los civilistas, se alternabanen el poder, en esencia se trataba de fórmulas que representaban

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directamente a la oligarquía: hombres de finanzas, banqueros, magnatesde los negocios y latifundistas.4 En 1919, el sistema bipartito llegó asu fin cuando Leguía, el héroe de la clase media urbana, se reveló comoun «dictador civil» al permanecer once años consecutivos en el poder.De ahí en adelante, la oligarquía tuvo que compartir el poder políticocon la incipiente clase media, aunque su base socioeconómica permanecióintacta durante el gobierno de Leguía y así se mantuvo, en realidad,hasta 1968.5

Junto con la oligarquía —arraigada principalmente en el sector bancario,en las compañías comerciales, en el latifundio y en parte en la industria,que surgía tímidamente—, el capital extranjero representaba unsignificativo poder en la economía peruana. Entre la oligarquía y esteúltimo se originó una suerte de simbiosis, en la cual cada parte respetabalos intereses vitales de la otra. Además, los sectores en los que seestableció el capital foráneo eran distintos de aquellos dominados porla oligarquía. Por ejemplo, los banqueros británicos, a través de laPeruvian Corporation, financiaron la construcción de vías férreas acambio de una considerable concesión de guano y los futuros derechosde explotación por un período de 66 años.6 Empresarios británico-norteamericanos adquirieron derechos exclusivos sobre el petróleo enla región costera septentrional de Lobitos-Talara. Más tarde, traspasaronsus acciones a la Internacional Petroleum Company (IPC), una filial deStandard Oil of New Jersey. También se realizaron importantesinversiones extranjeras en las plantaciones de azúcar. Así fueronsurgiendo modernas empresas agroindustriales en los valles costerosdel norte: Casa Grande, Cartavio, Paramonga, Laredo. El sectoralgodonero experimentó un desarrollo similar. La firma Grace adquirió,además de sus intereses en la producción azucarera y algodonera, unconglomerado horizontal integrado que incluía, asimismo, una línea debarcos, fábricas textiles y establecimientos bancarios.

4 En 1896, Piérola decretó la formación de tres instituciones que reunirían a losgrandes potentados de la economía: la Sociedad Nacional de Agricultura, la SociedadNacional de Minería y la Sociedad Nacional de Industrias (Cotler 1978: 130). Losmiembros de la oligarquía se encontraban, naturalmente, en el exclusivo Club Nacionalde Lima, al que solo era posible ingresar como socio por vía de la cooptación.5 El análisis más sólido es el de Cotler (1978).6 Más tarde, incluso de 99 años.

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La empresa extranjera más notoria se estableció en el sector minero enel centro del Perú, donde un grupo de financistas norteamericanosadquirió el monopolio real sobre las concesiones, la explotación y elrefinamiento, la energía, el transporte y el comercio extranjero deminerales. Con la compra de las tierras donde se depositaban losdesechos de la extracción mineral, esta empresa, la Cerro de PaseoCorporation, se apropió del complejo agrícola más grande del país. Elnombre de la empresa, principal exportadora de minerales y productosderivados, propietaria del ferrocarril local y la mayor latifundista delpaís, pasó a ser sinónimo de «imperialismo yanki».7 Todas estasempresas operaban dentro de las llamadas company towns, enclavesterritoriales en los que la lengua oficial era el inglés; en algunos casos,acuñaban una moneda propia, y contaban con un servicio interno dePolicía y vigilancia que ejercía el gobierno y la autoridad locales.8 Laexportación se dirigía primeramente a Gran Bretaña y luego, desdeprincipios del siglo XX, a Estados Unidos.

Los cambios sociales y políticos también se originaron entre grupos dela población cuyas voces no se habían hecho oír hasta entonces, exceptoen insurrecciones o revueltas: los trabajadores y los campesinos. Lasprimeras agrupaciones de trabajadores en el sentido de un proletariadoclásico surgieron en torno a los enclaves mineros de exportación, elsector petrolero y la agroindustria, así como en los establecimientosindustriales tradicionales —textiles y alimentos— de las tres grandesciudades: Lima-Callao, Arequipa y Trujillo.9

Allí también se engendraron los primeros movimientos gremiales: entrelos mineros, los trabajadores ferroviarios, los obreros de las plantacionesde azúcar y algodón, los tipógrafos, los panaderos, los obreros textilesy los estibadores en el puerto de Callao. Y fue allí, igualmente, donde semanifestaron los primeros conflictos laborales en reclamo de una jornadade trabajo más reducida o de mejores condiciones laborales, y másadelante también en apoyo a la legislación laboral y para presionar por

7 La historia de la Cerro de Pasco Corporation se puede leer en Kruijt y Vellinga(1983: 49 y ss.).8 Para una descripción de estos enclaves y company-towns, véase la obra de Goodsell(1974: 169 y ss.).9 Me he basado en tres textos que se refieren al surgimiento del movimiento sindicalistaperuano: Yépez del Castillo (1972) y Sulmont (1977 y 1981).

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demandas salariales. En 1904, los estibadores organizaron la primerahuelga formal en el Perú. Ese mismo año se declaró la primera huelgageneral entre los trabajadores textiles en Lima, que exigían una jornadalaboral de ocho horas.

Algunos años más tarde, subió a la presidencia por la vía electoralGuillermo Billinghurst, un político de ideas progresistas. Comosimpatizante del incipiente movimiento sindical, Billinghurst —a quiense le había otorgado el título honorífico de «primer trabajador del Perú»—efectuó un modesto ensayo de legislación y reformas sociales. En losturbulentos años de 1913 y 1914, el presidente intervino regularmenteen conflictos laborales. No pasaría mucho tiempo antes de que elEjecutivo se viera enfrentado a la hostilidad del Congreso: una mayoríade parlamentarios votó en contra del presupuesto presentado por elprimero, y tras una resolución presidencial de disolución del Congreso,sobrevino un golpe de Estado. Se trataba de un movimiento que satisfacíaservicialmente los deseos de la oligarquía. El coronel Benavides, jefe delEstado Mayor del Ejército —y luego mariscal y miembro del ClubNacional—, se apoderó del palacio y de la dignidad presidencial.Billinghurst fue desterrado y así concluyó un breve período deadministración en el que la clase trabajadora pudo ejercer su influenciaen el gobierno nacional. La caída de Billinghurst fue, asimismo, el prólogode un nuevo período de intervención castrense. A partir de entonces, losmilitares volvieron a apoderarse del gobierno en defensa de los interesesoligárquicos o en tiempos de crisis. La idea primordial era actuar comoun factor correctivo, anulando resultados electorales desfavorables yapoyando la elección de candidatos más aceptables —muy rara vez elpropio caudillo—, pero siempre favorecidos con la aprobación de los«intereses establecidos».

Surgieron, asimismo, movimientos de protesta en el sector rural: en1914 se generó un movimiento mesiánico encabezado por un mayor aquien el gobierno había enviado a Puno, la provincia fronteriza con Bolivia,como jefe de una comisión que investigaba abusos en el campo. Pocodespués, y con el nombre de Rumi Maqui, el inspector gubernamentalencabezó una rebelión en la que participaron miles de campesinos, yque acabó brutalmente reprimida por el Ejército. En los diez añossubsiguientes, estallaron protestas en ocho departamentos andinos ycosteros.

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La opinión pública reaccionó inclinándose ligeramente a favor de loscampesinos. Por iniciativa de un grupo de estudiantes, se creó unaorganización en defensa de los campesinos indígenas, para protegerloscontra el abuso de poder de los latifundistas y comerciantes: laAsociación Pro-Indígena.

Durante la presidencia de Leguía, en la década de 1920, se aprobó unalegislación más benigna para los campesinos y los obreros. El Parlamentoadoptó una ley que estipulaba la jornada laboral de ocho horas para lostrabajadores urbanos. El presidente decretó una serie de medidas queafectaban también las condiciones laborales en el campo: salario mínimo,oportunidades de capacitación, garantías en procedimientos civiles ypenales, etcétera. Se proclamó el Día del Indio, y en esa ocasión, Leguíapronunció un discurso en quechua, lengua indígena que el presidenteno hablaba ni entendía.

De mayor envergadura fue la creación del Departamento de AsuntosIndígenas del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, dirigido por elhistoriador y antropólogo Hildebrando Castro Pozo, de inclinaciónprogresista. Por iniciativa suya, se fundó el Patronato de Defensa de laRaza Indígena, una entidad cuya misión era proteger los derechos delos pueblos aborígenes. Muy pronto, sin embargo, los miembros y elpresidente de esta comisión fueron acusados de agitadores comunistas;la organización fue disuelta y Castro Pozo partió al exilio. A partir deese momento, el presidente se guiaría por una receta segura y eficaz:recurrir al Ejército en vez de hacerlo al patronato.

La amenaza de reformasLa amenaza de reformasLa amenaza de reformasLa amenaza de reformasLa amenaza de reformas

El surgimiento de los movimientos de masas de obreros y campesinosno se había reducido a los límites del territorio peruano. Antes bien, sise comparaba al Perú con otros grandes Estados latinoamericanos comoArgentina, Brasil y México, parecía justamente que en el primero eltiempo se había detenido. La revolución mexicana de 1910-1917 habíamodificado radicalmente el panorama político precedente: los cuarentaaños del régimen de Porfirio Díaz, considerado como el ejemplo clásicode orden y tranquilidad. Los latifundistas habían desaparecido de laescena como clase social: ejércitos de campesinos habían tomado el

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poder efectivo en los estados. Las sociedades oligárquicas de Argentinay Brasil llegaron a su fin durante la década de 1930. La crisis mundialhizo trastabillar la base económica de este sistema político y social,reduciendo drásticamente la exportación de productos agrícolas ymaterias primas. Los golpes de Estado de Vargas y Perón generaronreformas estructurales en la economía, la sociedad y la política nacional.En Brasil y Argentina, el poder económico y político de la oligarquía sevio —al igual que en México quince años atrás—, si no completamentederrumbado, al menos sensiblemente reducido.

En estos tres países se concretaron reformas desde el poder, bajodiversos signos políticos y basadas en alianzas de clase de variadaconstitución, pero en todos los casos, con un líder presidencial ilustrado.En su política de reforma, estos innovadores presidenciales podíancontar con el apoyo del sector progresista de las Fuerzas Armadas:oficiales nacionalistas con ideales patrióticos y sentimientosantioligárquicos. El movimiento sindical, organizado desde la cúpuladel gobierno, jugaba un rol de importancia en los tres países. En México,durante el régimen del general Lázaro Cárdenas, el movimiento laboralorganizado adoptó el carácter de un «frente popular de trabajadores,campesinos y soldados». Estos tres modelos políticos, salvando lasgrandes diferencias que tenían entre sí, introdujeron considerablescambios en el modelo de desarrollo nacional de estos países. Loscarismáticos presidentes echaron por tierra las barreras del antiguorégimen. Apoyándose en las masas populares que ellos mismos habíanorganizado, modernizaron el Estado, estimularon el proceso deindustrialización y crearon una nueva estructura de la sociedad. Pusieronen marcha cambios revolucionarios cuyo cumplimiento, sin embargo,quedó a medio camino y fue frenado por el orden político impuesto en lanación por los sucesores, mucho más conservadores, que los siguieron.

Ideas reformistas similares circulaban también en el Perú, en el momentoen que se instituían los modelos de desarrollo argentino, brasileño ymexicano. Dos de los principales pensadores de ese tiempo, Mariátegui yHaya de la Torre, ejercerían una profunda influencia en el panorama políticoperuano sin haber desempeñado jamás funciones gubernamentales.10

10 Mariátegui murió en 1930 y Haya falleció en 1979, un año después de haber sidonombrado presidente de la Asamblea Constituyente convocada por el gobierno de

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Ambos se pueden situar perfectamente en la tradición latinoamericanade pensadores filosóficos y revolucionarios de los siglos XIX y XX,precursores de las ciencias sociales y económicas de este continente.11

A este grupo pertenecía también uno de los intelectuales másprominentes del Perú, Manuel González Prada (1840-1918). Estebrillante polemista y librepensador, de afilada pluma y famoso por susfuriosos embates contra la ignorancia y el conservadurismo de la Iglesiacatólica y el clero, y además ferviente nacionalista, fue el primero enponer en tela de juicio, en forma radical, la estructura política yeconómica de su país. González Prada no explicaba la depresióneconómica en la que el Perú se había sumergido después de la guerracon Chile con el argumento de falta de unidad nacional o liderazgoincompetente, sino que buscaba las causas profundas: la sociedad andinatenía una «estructura dualista». Los blancos y los indios vivían dentrode un mismo Estado político, pero en dos naciones diferentes en lascuales una explotaba a la otra gracias al poder derivado de los modelosde dominación feudales. González Prada no daba mucho crédito a losprogramas de reformas ideados por los filósofos y sociólogos de suépoca. El feudalismo y el latifundio eran un flagelo para la humanidad, yla masa indígena no podría liberarse jamás de sus amos blancos comono fuera a través de una revolución.

Las ideas políticas de González Prada tenían mucho en común con latradición anarco-sindicalista. Su influencia en el movimiento de masasse ejerció principalmente a través de sus dos discípulos, José CarlosMariátegui (1895-1930) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1894-1979).Ambos heredaron su inclinación antioligárquica y antiimperialista, y suapasionado espíritu revolucionario. Haya y Mariátegui han dejado unprofundo sello en las relaciones políticas y sociales del Perú hasta el díade hoy. Cada uno de ellos ha sido fundador o precursor de uno de los dospartidos más importantes —el APRA e Izquierda Unida— y de centralessindicales —la Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) y la

Morales Bermúdez para asentar los resultados del programa de reformas de losgobiernos militares en una nueva Constitución.11 En Crawford (1944: 73-189) se presenta una acertada síntesis de sus principalesideas.

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Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP)—.12 En unprincipio, Mariátegui y Haya trabajaron juntos en la formación de unamplio movimiento popular. Mariátegui, autodidacta, llegó a ser unafamado publicista. Su revista Amauta pasó a la historia por lasoriginales contribuciones del fundador y de sus compañeros degeneración, así como por las polémicas sostenidas a través de suspáginas. Durante un viaje de estudios por Europa, Mariátegui entró encontacto con intelectuales marxistas franceses e italianos —Gramsci,entre otros— y de regreso al Perú se convertiría en uno de los líderessocialistas más destacados de América Latina.

Junto a la influencia de las doctrinas marxistas europeas, Mariáteguifue atraído también por las controvertidas ideas de algunos historiadoresy etnógrafos peruanos y franceses sobre la civilización incaica.13 Setrataba, según estos autores, de un imperio socialista construido entorno al aillu original. Mariátegui y quienes en él se inspiraron compartíanlas ideas románticas y restauradoras sobre la confluencia del socialismo,la antropología y la etnohistoria.

Mariátegui estuvo estrechamente ligado a la fundación de sindicatossocialistas independientes en Lima y la región minera del centro delPerú. También fue el principal impulsor —hasta su muerte, acaecida en1930— del Partido Socialista, que mantuvo incómodas relaciones conla Tercera Internacional y después se bifurcó en un ala socialista y unacomunista, el futuro Partido Comunista (PC). El intenso clima derepresión a principios de los años treinta determinó, en parte, la breveexistencia que le estuviera reservada tanto al movimiento sindical como

12 Burga y Flores Galindo (1979: 185-196) describen en detalle la polémica queHaya y Mariátegui sostuvieron en las páginas de la revista Amauta (1926-1928).Los estudios de Klaren (1973) y Stein (1980) proporcionan un buen resumen de losprimeros años del movimiento de Haya. Una visión parcial, pero detallada, es la deSánchez (1978-1981). Martínez de la Torre (1947-1949) ofrece una descripciónsimilar sobre el movimiento de Mariátegui. La historia del APRA está bien documentada.La del movimiento socialista, comunista y neomarxista peruano, en cuanto alcanza miconocimiento, todavía no ha sido escrita.13 Sobre todo los textos de Baudin (1928), que no solo influyeron profundamente enMariátegui sino también en Castro Pozo. Véase Murra (1980) sobre la incidencia deestas ideas.

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al partido político. Vista en retrospectiva, su influencia fue mayor sobrelos futuros líderes de izquierda que sobre los de su propia generación.Mariátegui era leído también por militares progresistas.14 La preferenciaque gozaba este autor en círculos castrenses guarda conexión,igualmente, con el enconado antagonismo surgido poco después entreel partido de Haya y el cuerpo de oficiales.

Haya de la Torre trocaría en forma gradual las ideas que compartíaoriginariamente con Mariátegui, sobre un amplio movimiento popular yuna organización política de las masas, por pensamientos en los que sedaba mayor cabida al nacionalismo y al populismo. Proveniente de laélite regional de Trujillo, pronto adquirió fama como organizador, oradory dirigente estudiantil en Lima. En la Universidad Nacional Mayor deSan Marcos consiguió asociar a los estudiantes radicales, y fundóuniversidades populares —que llevaban el nombre de González Prada—en las que reunió y formó a los cuadros radicales de los movimientosgremiales.

En 1923, el presidente Leguía intentó consagrar al país al Sagrado Corazónde Jesús. Haya se labró la popularidad nacional como coordinador de lasprotestas anticlericales entre estudiantes, trabajadores y la clase mediaurbana. Leguía decretó su deportación, y de este modo Haya inició unaexperiencia que duraría considerable parte de su vida: la de exiliado en elextranjero o asilado en embajadas de países latinoamericanos en Lima.En 1924, durante su exilio en México,15 Haya fundó la Alianza PopularRevolucionaria Americana (APRA), un frente de unidad latinoamericana

14 La influencia de Mariátegui en círculos progresistas militares es menos extraña delo que parece a primera vista. Como teórico, Mariátegui era indudablemente uno delos precursores más originales de la futura «escuela de la dependencia», que hainfluido en el carácter de las ciencias sociales latinoamericanas desde fines de losaños sesenta hasta la fecha. Sus ensayos más importantes —reunidos en Sieteensayos de la realidad peruana, 1928— y sus artículos —publicados en las revistasLabor y Amauta— están dedicados a temas como la dependencia peruana de laeconomía internacional, las brechas en la sociedad peruana, el carácter clasista de lasociedad y la necesidad de un proceso de transformación revolucionaria que libraríaal Perú del suplicio de la oligarquía y el imperialismo.15 Garrido (1982:73) menciona la influencia que Calles, y luego Lázaro Cárdenas,recibieron de las ideas que Haya difundiera durante su exilio en México en el períodoinmediatamente anterior a la fundación del Partido Nacionalista Revolucionario (PNR),luego Partido Revolucionario Institucional (PRI).

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para «trabajadores intelectuales y manuales». En esta coalición, Hayareservó a la vez un importante lugar para los «indoamericanos», loscampesinos indígenas. En realidad, su partido se consolidó únicamenteen el Perú, y dejó huellas en Venezuela y Costa Rica. En el Perú, el APRAapeló principalmente al proletariado industrial y a la clase media urbana:en Lima, en la región minera y en el «sólido norte», en torno a Trujillo, lacapital de la región donde la agricultura de las plantaciones y laagroindustria —algodón, azúcar— habían reunido a grandes contingentesde trabajadores. La organización política, proclamada en su origen comofrente internacional, se basaba, según su fundador, en un programaelemental de cinco puntos: antiimperialismo, unidad política de AméricaLatina, nacionalización de la tierra de cultivo y la industria,internacionalización del canal de Panamá y solidaridad entre todas lasclases y pueblos oprimidos.

Al igual que Mariátegui, Haya era un prolífico escritor. Publicó unas veintecolecciones entre las que se sobresalen El antiimperialismo y el APRA(1928) y El plan del aprismo (1923). Haya era, además, un hombre debrillante elocuencia y gran capacidad de organización. A diferencia de lasorganizaciones populares y gremiales de Mariátegui, los núcleos apristasen el Perú fueron creciendo en contra de la represión política y la opresión.El APRA echó raíces gracias a una férrea disciplina, una estructura celulary sus amarras fijas en innumerables organizaciones vecinales y escolares(Klaiber 1975).

A quien, como el autor, ha conocido al partido a través de sus cuadrillasde provocadores y de los endurecidos veteranos de su dirección, leresulta difícil imaginar y comprender el ímpetu revolucionario originalde la organización. El drástico giro político y la progresiva derechizaciónhicieron que, por ejemplo en 1968, los militares que tomaron el poderdefinieran al APRA como una agrupación política de derecha. De todosmodos, el llamado revolucionario y de defensa de los derechos del puebloque partió de la organización de Haya durante los primeros quince añosde su existencia era auténtico. Estudios recientes demuestran el apoyopopular del que Haya y los suyos gozaban entre la clase trabajadora, lasorganizaciones campesinas y las agrupaciones de clase media urbana(Stein 1986 y Vega Centeno 1986). Mucha de la retórica del APRA sepuede encontrar en las canciones populares, así como en la literaturasatírica y de protesta de aquella época.

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Sin embargo, poco a poco la ideología y la práctica se fueron bifurcando,a causa principalmente de una serie de «reglas de jaque» cívico-militaresque surgirían a partir de 1930 entre la oligarquía y el establishmentmilitar, y que bloquearían el acceso del APRA al poder, ya sea a través dela insurgencia como de las elecciones democráticas. Por la frustraciónde haber sido eliminado del escenario político y en un intento de, almenos, compartir el poder, el partido desarrolló una estructura quetenía la flexibilidad de un acróbata circense. En el curso de los añoscincuenta, el león aprista se había transformado en un caballo de tiroque aprendió a seguir las riendas manejadas por la oligarquía y ladictadura militar. Para comprender esta trágica mutación, debemosretornar a las postrimerías de la larga dictadura presidencial de Leguía(1919-1930), un período de agitación social en el que el APRA echaríasus raíces como organización.

El APREl APREl APREl APREl APRA dominadaA dominadaA dominadaA dominadaA dominada

Los efectos de la crisis mundial se hicieron sentir también en el Perú,manifestándose en una sensible reducción de las exportaciones depetróleo, minerales, azúcar, algodón y café en los primeros meses de1929. Fracasó una apelación a los acreedores norteamericanos —lapolítica externa de Leguía se amoldaba estrechamente a los designiosde Washington—: no se concedieron nuevos préstamos, la cotizaciónde la moneda nacional sufrió una abrupta caída, y en las ciudades losefectos de la crisis se reflejaron en un galopante aumento del desempleoy la miseria económica, que generó la depauperización de la clasetrabajadora y los pequeños comerciantes. La situación económica yaera lo suficientemente apremiante, pero la decreciente popularidad deLeguía llegó a su punto más bajo con los magros resultados obtenidospor sus gestiones políticas tendientes a recuperar el territorioconquistado por Colombia y Chile. Bajo presión de Estados Unidos, elPerú firmó un tratado con sus dos vecinos, en virtud del cual cedíadefinitivamente a Colombia la ciudad de Leticia y la región de Putumayo,en la Amazonía, y por el cual los chilenos, de todas las provincias quehabían usurpado durante la guerra del Pacífico, solo devolvieron Tacnaal Perú. Algunos meses después, en 1930, el comandante Sánchez Cerroemprendió desde Arequipa un exitoso golpe de Estado contra el dictador,quien, mientras tanto, ya se había hecho acreedor del odio popular.

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El régimen de Sánchez Cerro pronto se vio enfrentado a huelgas masivasy a la resistencia de la izquierda. Desde la ruptura entre Haya yMariátegui, este último se había dedicado a la formación del PartidoSocialista y de una central sindical para trabajadores y campesinos —laConfederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), que reunía casiexclusivamente a obreros urbanos y mineros—. Sánchez Cerro no tardóen echar mano al instrumento de la represión. La cárcel y el garrotepusieron fin a los sueños de un Perú socialista. Sin lugar a dudas, laprematura desaparición de Mariátegui, en 1930, contribuyó aldesmantelamiento de la izquierda socialista: el partido se dividió endos ramas, de las cuales el Partido Comunista (PC) resultó la más fuerte.El PC fue declarado ilegal y el sindicato fue proscrito. Para colmo deinfortunios, a las tensiones sociales se sumaron las agitaciones militares:intentonas de golpes y alzamientos castrenses aumentaron aún más laconfusión social y política, y desembocaron en la dimisión del régimende Sánchez Cerro. Finalmente, los gobiernos provisionales que sesucedieron convocaron a elecciones. Los dos candidatos más importanteseran Sánchez Cerro y Haya de la Torre.

Hasta ese momento, el APRA había sido formalmente una alianzainternacional, pero en marzo de 1931, Haya, de regreso de su exilio enMéxico, fundó el Partido Aprista Peruano, con un «programa mínimo»que no sería modificado hasta los años sesenta. En primer lugar, elprograma exigía una serie de medidas redistributivas: educación escolargratuita, seguro social, vivienda popular, salario mínimo, etcétera. Ensegundo lugar, se hizo hincapié en la «nacionalización de la producción»,según la cual el Estado, «conducido científicamente», expropiaría sobretodo los capitales extranjeros a favor de la propia industria y la clasemedia. El programa incluía, además, una reforma agraria y una legislaciónsocial radical. La planificación sería uno de los instrumentos del Estadoaprista, en el cual el capitalismo de Estado se convirtió en la doctrinaimperante. Se dio prioridad a los objetivos antiimperialistas ynacionalistas, dejando en segundo lugar los cambios en las estructurasde propiedad.

Haya era considerado en esos años como «un agente de Moscú», y losaterrados propietarios extranjeros y oligarcas nacionales hicieron todolo posible para que la victoria electoral favoreciera al candidato menosodioso de los dos, el imprevisible Sánchez Cerro, quien ganó las elecciones

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por una estrecha mayoría de votos. Durante los meses siguientes,circularon toda suerte de rumores sobre fraude electoral y estallaronhuelgas espontáneas por todo el país. Sánchez Cerro respondió volviendoa declarar la ilegalidad de la CGTP — que había caído, paulatinamente,dentro de la esfera del APRA— y persiguiendo a los dirigentes apristas. Elresultado fue una ola de detenciones, proscripciones, manifestaciones ylevantamientos regionales. En Trujillo, el bastión más importante del APRA,se desencadenó una rebelión. En julio de 1932, una multitud agolpadairrumpió en la cárcel municipal, puso en libertad a los presos y encerró ensu lugar a los funcionarios del gobierno. Desde Lima se enviaron tropas,y la población trujillana reaccionó con furia linchando a los oficiales quehabían sido encarcelados.16 El Ejército peruano respondió masacrando ala población local, lo que dejó un saldo de mil a dos mil muertos. Cuarentay cuatro personas fueron ejecutadas.

Este sangriento episodio tuvo consecuencias trascendentales para lasrelaciones entre el APRA y las Fuerzas Armadas. Haya y el APRA fueronacusados de haber instigado la masacre y desde ese momento fuecreciendo el antagonismo entre los militares y los políticos del «partidodel pueblo», hasta convertirse en una permanente enemistad. Un intentode los apristas por infiltrarse en círculos del Ejército aumentó aún máseste mutuo aborrecimiento.17 Detrás de cada huelga, agitación otentativa de insurgencia, los militares creían ver la mano maestra delos confabuladores del APRA.18 El cuerpo de oficiales votaría por loscomunistas del PC antes que votar por el APRA, y la mera amenaza deuna victoria electoral aprista fue motivo para más de un cuartelazo. Deeste modo, el establishment militar y el social encontraron un

16 Una de las víctimas fue el teniente coronel Morales Bermúdez, hijo del ex presidenteRemigio y padre del futuro presidente, Francisco. Esa era, al menos, la versiónoficial hasta 1976. Ese año, el presidente Francisco Morales Bermúdez llegó a unacuerdo con el APRA y descubrió que su abuelo Remigio, un aprista convencido,había caído en nombre del pueblo. El hijo de Francisco, Remigio, se convirtió enministro aprista en 1985.17 Welch y Smith (1974: 150) señalan que las continuas tentativas de infiltración enel cuerpo de oficiales fueron las que, sobre todo, alimentaron los sentimientos deodio. El autor lo puede confirmar por otra fuente: la mayoría de los militaresentrevistados se refirieron a regañadientes a este hecho.18 La prolongada guerra de posiciones entre el aparato militar y el APRA ha sidodocumentada con mayor detalle por el historiador militar peruano Víctor Villanueva(1962, 1973, 1975, 1977).

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denominador común en sus sentimientos antiapristas: preferible el statuquo que un presidente del APRA. La clase trabajadora y el sector urbano-industrial permanecieron relativamente reducidos en el Perú y fue allíjustamente donde el APRA encontró a sus adeptos. Las organizacionescampesinas se fueron desarrollando lentamente19 y no contaron conmuchos apristas entre sus miembros. En el Perú no llegó a surgir unaburguesía industrial ni una clase trabajadora organizada de considerablemagnitud, que en los grandes países latinoamericanos fueron lossoportes de una alianza nacionalista-populista junto con el sectorilustrado de las Fuerzas Armadas. Esto explica por qué la enemistadentre el APRA y la cúpula del Ejército se encontraba en un callejón sinsalida, dando pie a que la oligarquía movilizara una y otra vez alestablishment militar en contra de este partido.

El régimen de Sánchez Cerro terminó violentamente, en perfectaconcordancia con su estilo de gobierno. En 1933, un joven aprista ledisparó a quemarropa cuando salía del local del Jockey Club en compañíadel mariscal Óscar Benavides, ex líder golpista y en ese entonces ministrode Guerra. Mientras Sánchez era llevado al hospital, donde se constatósu defunción, Benavides se instalaba en el palacio presidencial ymovilizaba a las tropas en Lima. Al Congreso no le quedó más remedioque ratificar al presidente de facto como presidente de jure.

Benavides se convirtió en el defensor de los intereses de la oligarquía, encontra de los intentos revolucionarios y el APRA. En un principio, lasrelaciones entre el gobierno y el «partido del pueblo» eranexcepcionalmente afectuosas. Apenas inaugurado en su cargo, Benavidesdecretó una ley de amnistía y acompañó personalmente a Haya desde laprisión hasta su casa. Pero pronto comenzaron a aparecer de nuevo en lacalle los primeros camaradas del partido encabezando manifestacionescontra el presidente. Una extensa ola de huelgas se sumó a la depresióneconómica y a las agitaciones en la capital y en provincias; en consecuencia,el presidente dirigió su cólera contra este partido. En un intento pordejar al APRA fuera de juego, el presidente anunció unas reformas queconcordaban con el «programa mínimo» que Haya había formulado en sumomento: seguro social, comedores populares, legalización de sindicatos,

19 Recién en 1947 se fundó la primera federación campesina, la Federación Generalde Yanaconas y Campesinos del Perú.

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creación de un departamento de asuntos laborales en el Ministerio deSalud. Al mismo tiempo, se prohibieron las confederaciones sindicales ylos miembros del APRA fueron arrestados o desterrados. El partido pasóa la clandestinidad y se volcó a la tarea de planear otra estrategia parallegar al poder o, al menos, compartirlo.

La ocasión se presentó al asumir la presidencia Manuel Prado yUgarteche, en 1939. Prado, representante de la oligarquía —incluso ensu aspecto exterior, con sombrero de copa y puro en la boca—, prontocomprendió que una coexistencia pacífica con los seguidores de Hayaera imprescindible para asegurar la estabilidad de su período de gobiernoy, ya antes de asumir la presidencia, hizo un gesto de reconciliaciónnacional. A su vez, también la cúpula política del APRA estaba deseandoun período de tranquilidad. El estallido de la Segunda Guerra Mundialhabía tenido, asimismo, influencia directa en la línea del APRA: una vezque tomaron partido por la causa de los aliados, Haya y los suyos fueronmoderando su programa antiimperialista y virando el énfasis hacia lanecesidad de contar con inversiones extranjeras como condiciónnecesaria para el desarrollo nacional. En un intento por conquistar unaimagen respetable también para su partido, eliminaron definitivamentede la retórica toda terminología con reminiscencias marxistas. Alanticlericalismo original propio de los círculos apristas le sucedió undiscurso reconciliador a favor de la Iglesia. Y en 1944, cuando el gobiernoautorizó la fundación de una nueva central sindical, la Central deTrabajadores del Perú (CTP), las incómodas siglas del APRA fueronreemplazadas temporalmente por el nombre de «Partido del Pueblo».

Al concluir su pacífico período presidencial, Prado dispusoconvenientemente la transición a un nuevo gobierno civil sin dar lugar auna intervención militar. Prado suprimió el decreto que prohibía laparticipación del APRA en elecciones nacionales a condición de que Hayano se presentara como candidato. El partido entró luego en negociacionescon el candidato presidencial, José Luis Bustamante y Rivero, un juristaarequipeño de tendencia política indefinida pero de gran honestidad yexcelente reputación. Bustamante y Rivero ganó así las elecciones conuna amplia victoria, y el APRA conquistó la mayoría absoluta tanto en elSenado como en la Cámara de Diputados. Con igual mayoría en la CTP, elpartido controlaba entonces el movimiento laboral organizado. Al mismotiempo, el PC perdió a sus electores y su popularidad entre los sindicatos.

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A principios de 1964, los ministros del APRA controlaban los ministeriosvitales de Hacienda, Fomento y Agricultura, en ese entonces las únicastres carteras que se ocupaban de la estructura económica, financiera yproductiva. Entre bastidores, Haya seguía haciendo el papel del invisiblepero siempre presente antagonista. Entre tanto, el APRA había hechoya tantas concesiones en el terreno económico y financiero, que losprincipales puntos del programa mínimo —reforma agraria,nacionalizaciones y capitalismo de Estado— solo se cumplían en formaverbal (Valderrama et al. 1980: 47 y ss.). Las empresas nacionales einternacionales del sector de exportación, el bancario y el industrialcontinuaron su constante expansión (Goodsell 1974 y Cabieses et al.1982) sin afectar en lo más mínimo la posición económica de laoligarquía. Por ejemplo, el APRA apoyó entusiastamente la ampliaciónde las concesiones de petróleo a la IPC en 1946.

Un incidente —el asesinato del redactor en jefe del periódico La Prensa,que fue atribuido a los miembros del APRA— ocasionó la ruptura de lacoalición de gobierno. Los tres ministros apristas del gabinetepresentaron su renuncia y el presidente Bustamante se abocó a la tareade formar un gobierno cívico-militar. Cinco ministros militares, entreellos el general Odría, entraron en un nuevo gabinete. Gradualmente, elpoder efectivo fue recayendo cada vez más en los representantes de lasFuerzas Armadas. En 1948, un levantamiento de oficiales subalternosdel Ejército y la Fuerza Aérea, reprimido por Odría, generó fuertestensiones en la relación entre el APRA y el Ejército. El partido fue acusadode infiltración en el cuerpo de oficiales. Un segundo alzamiento, estavez de tropas de la Marina en el Callao, fue motivo para un golpe: Odríase hizo con el poder en octubre de 1948 y proscribió al APRA. Haya serefugió en la embajada de Colombia.

Poco después del golpe, Odría se hizo asignar a través de elecciones elrespetable estatus de presidente electo, si bien gobernó de hecho comoun dictador militar hasta 1956. El presidente determinaba la políticaeconómica del país según la conocida fórmula del laissez faire. Seestimularon las inversiones extranjeras en la industria y la minería,20 y

20 En 1950 se creó una nueva legislación minera, seguida en 1952 por una nuevalegislación petrolera y en 1955 por una nueva legislación de electricidad.

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a partir de ese momento se incrementaron en forma espectacular lasinversiones norteamericanas. Hunt21 ha calculado que el crecimientoporcentual de estas inversiones en los décadas de 1950 y 1960 en elPerú era el mayor de todos los países latinoamericanos, después deMéxico. El APRA y el PC continuaron en la ilegalidad. Se prohibieron lashuelgas y se persuadió a los trabajadores de que se mantuvieran dócilesdurante los conflictos laborales, para lo cual, cuando fue necesario, seempleó la fuerza de las tropas de la Policía. Pero Odría comprendiótambién que la opresión de la clase trabajadora y la supresión de laslibertades políticas civiles debían ser paliadas con algunos actos.Escuelas y barrios nuevos, brillante iluminación de las calles y laconstrucción de hospitales mostraron en seguida a la poblacióncapitalina que el presidente abrigaba las mejores intenciones.

En la década de 1950, los limeños conocieron un nuevo fenómenosocial. Surgieron en el núcleo urbano las primeras poblacionesmarginales —las barriadas—, seguidas inmediatamente después porasentamientos que crecían al azar en los suburbios de la ciudad. 22 Laesposa de Odría tomó a su cargo las obras sociales del Estado para lospobres de estas poblaciones, tarea que, desde entonces, pasó acorresponder a las primeras damas. El propio Odría tomó la iniciativa,comenzando con un prudente experimento de autogestión empresarial.El ensayo acabaría poco después, pero la idea seguiría existiendo ycontribuiría a formar, veinte años más tarde, la legislación de lascomunidades laborales surgidas durante el gobierno de Velasco.

A finales del gobierno de Odría, se presentó una nueva alternativa política,por primera vez desde la década de 1930. El propio dictador intentóarreglar su sucesión mediante la conformación de un nuevo partido deunidad nacional con un fuerte sello personalista. Esperaba poder contarcon los votos de los nuevos migrantes urbanos, unidos al presidente através de vínculos clientelistas. La oligarquía, temiendo la continuación

21 Shane Hunt, «The Growth Performance of Peru», (tesis doctoral, Princeton), citadapor Cotler (1978: 274-275).22 Sobre el surgimiento de esta nueva clase de «marginales» y la política oficial apartir de Odría hasta el gobierno de Velasco inclusive, véase Gianella (1970) yprincipalmente Henry (1978).

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de la carrera política de Odría, volvió a recurrir a su líder, Manuel Prado.Sin embargo, desde la clase media urbana se elevaron voces dedescontento contra la antigua fórmula: la del presidente saliente, unpartido donde mandaba la oligarquía, y por otro lado el APRA, que aunquehabía sido declarada ilegal, mostraba ya una postura demasiadotransigente. Alrededor de la figura de Fernando Belaunde, arquitectoarequipeño que abogaba por la necesidad de realizar reformas radicales,se creó un Frente Juvenil Nacional, rebautizado luego como AcciónPopular. También se presentó un partido de base con inspiracióneclesiástica, el Partido Demócrata Cristiano, y a su izquierda elMovimiento Social Progresista, en el que se habían unido jóvenesacadémicos progresistas de Lima: docentes universitarios, científicossociales, filósofos, juristas, ingenieros y médicos.

El APRA, excluida de las elecciones, al igual que el PC, decidió recurrirnuevamente al apoyo de su antiguo aliado, el obviamente imprescindibleManuel Prado. Esta alianza entre el APRA y la oligarquía pasó a serconocida en la historia peruana como «la convivencia», aun cuando «losque cohabitaban fueran dos extraños».23 Durante un encuentro masivode sus seguidores, Haya explicó que se trataba de una «alianza táctica»,y si bien los resultados de los comicios parecieron reforzar el éxito de lafórmula Prado-Haya, creció el resentimiento entre los miembros del alaizquierdista del partido aprista,24 que se separaría del partido en losaños subsiguientes. El gabinete de Prado, reclutado exclusivamente encírculos oligárquicos —a excepción de los tres ministros militares—,se apoyaba sobre todo en el APRA que, entre tanto, ya había recobradola legalidad. El PC siguió fuera de la ley y el APRA siguió manejando lasriendas de la CTP; se amenazaba con convocar a una huelga, no conllevarla a cabo.

Durante este período, se modificó el panorama político. El segundogabinete de Prado fue dirigido por Pedro Beltrán, propietario de La Prensay conocido como uno de los líderes más conservadores de la oligarquía.El APRA apoyó al gobierno, y se produjo una reorganización política del

23 La expresión pertenece a Payne (1965: 168).24 En los antiguos cuadros apristas que entrevisté en 1978 y 1986, pude percibir elresentimiento que conservan aún aquellos afiliados que partieron su tarjeta en dosa causa de este «giro táctico».

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centro y de la izquierda. El partido de Belaunde, Acción Popular, y losdemocristianos de Cornejo Chávez,25 jugaron inspiradamente el rol deoposición parlamentaria. Nuevas agrupaciones conquistaron apoyo entrela clase trabajadora: trotskistas, miristas26 y comunistas. Los sindicatosy otras organizaciones gremiales se separaron de la CTP, dominada porel APRA. Diez años más tarde, en 1967, esta evolución conduciría a lareconstitución de la CGTP como segunda central sindical nacional,fuertemente controlada por cuadros del PC. A partir de la «convivencia»,se hizo costumbre que partidos y agrupaciones, legales o ilegales,incluidos o no en las elecciones, intentaran establecer su base de poderauténtico controlando sindicatos y confederaciones dentro de lascentrales sindicales.

Los militares y la alternativa civilLos militares y la alternativa civilLos militares y la alternativa civilLos militares y la alternativa civilLos militares y la alternativa civil

Durante el régimen de Prado, se elevaron las primeras voces de la masacampesina, aún desorganizada y semianalfabeta, que, de hecho, habíasido excluida hasta entonces de la participación política. En el campo yen los barrios marginales de las grandes ciudades comenzaron a nacerlos brotes de protesta. Acción Popular, la agrupación comunista y latrotskista, los líderes del Movimiento Social Progresista (MSP) y de laDemocracia Cristiana (DC) buscaron a sus adeptos en esos sectores.En la sierra se habían conformado grupos guerrilleros. Desde principiosde la década de 1960, se hicieron oír los movimientos campesinos quehabían confiscado propiedades de latifundistas. Desde las bancadas dela oposición en el Parlamento se oyeron demandas de reforma agraria yreforma urbana. El período de Prado finalizó con la presentación de unaprudente propuesta de ley para introducir leves cambios en la estructurade la propiedad urbana y rural.

En las elecciones de 1962 se presentaron cinco candidatos: Haya,Belaunde, Odría, Cornejo Chávez y Ruiz Eldredge; los dos últimos

25 Este partido estaba formado por antiguos adeptos del presidente Bustamante:Cornejo Chávez, su secretario personal, y Bedoya Reyes, en ese entonces líder de sucampaña.26 La rama izquierdista escindida del APRA, el APRA Rebelde, más tarde llamadaMovimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

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representaban, respectivamente, a la DC y al MSP. Todos los partidosabarrotaron sus campañas con promesas de reforma social. Ninguno delos candidatos alcanzó una mayoría absoluta en las elecciones: el ColegioElectoral Nacional asignó a Haya 33 por ciento de los votos, a Belaunde32 por ciento y a Odría 29 por ciento. El APRA obtuvo la mayor cantidadde escaños en el Parlamento.

En ese momento, las Fuerzas Armadas hicieron su intervención en lapolítica. Como se verá en el capítulo siguiente, a fines de la década de1950 se había producido una drástica modernización y reorganizacióndel Ejército. Aunque la antigua cúpula militar simpatizara con Odría,los oficiales más jóvenes, que ocupaban puestos claves desde 1959 enel Estado Mayor General y en el Servicio de Inteligencia del Ejército,estaban dispuestos al cambio. El autor mantuvo una extensa entrevistacon el reorganizador de las Fuerzas Armadas y del Estado Mayor General,el general Rodríguez Martínez,27 quien le informó que sus oficialescolaboradores en los rangos de mayor, comandante y coronel veían conbuenos ojos la candidatura de Belaunde.

El Estado Mayor General del Ejército anunció un nuevo cómputo devotos. En las cifras publicadas después, Belaunde destacó como elcandidato con la mayor cantidad de sufragios a su favor. «Fraude» fue ladenuncia que se escuchó no solo en los círculos castrenses. El propioBelaunde pronunció esta acusación en una petición casi abierta deintervención militar, a lo que las Fuerzas Armadas respondieron anulandolos resultados electorales. Mediante un «golpe de Estado institucional»,una operación planeada y ejecutada desde el Comando Conjunto de lastres ramas —la primera en su tipo en Latinoamérica—, los militarespusieron fin al período presidencial de Prado. A las tres de la madrugadadel 17 al 18 de junio de 1962, doscientos rangers y veinte tanques se

27 Entrevista con el general Rodríguez Martínez, realizada el 24 de julio de 1986. Entérminos semejantes se expresó el general Fernández Maldonado, una de las figurasclaves después de 1968, quien con Rodríguez Martínez y Bossio Collas había estadocomprometido en la reorganización del Estado Mayor General y la fundación delServicio de Inteligencia: «En ese entonces yo era muy pro Belaunde. En 1962 todosesperábamos que iba a ganar [...] no tenía ni idea de que trabajaría cinco años mástarde en un plan para sacarlo del palacio», señaló en una entrevista realizada el 19de mayo de 1986.

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presentaron frente a los portones del palacio. Prado fue detenido yrecluido a bordo de un barco en el Callao, donde pasó los últimos diezdías de su presidencia.

Una Junta Militar anuló las elecciones y se apoderó del gobierno. El hombrefuerte era el general Pérez Godoy, un militar del nuevo estilo, entrenadotanto en cuestiones militares como político-administrativas. La JuntaMilitar publicó una declaración prometiendo ordenar la situación en unaño, y convocar a nuevas elecciones. Resulta sorprendente constatar quelas primeras reformas en la estructura de la propiedad fueron realizadasdurante este gobierno militar. Se anunció una modesta reforma agrariapara el valle de La Convención, en el sur del Perú, donde se habíanproducido ocupaciones de tierras dirigidas por líderes trotskistas. En1962, los militares crearon el Instituto Nacional de Planificación (INP)con la tarea explícita de proyectar planes de desarrollo y reformas. Comose verá en el capítulo siguiente, esto también refleja la mentalidad militarque se había desarrollado en la década de 1950. Se creó asimismo unbanco de fomento para la construcción de viviendas y el mejoramiento delos barrios marginales, junto con un organismo oficial para la vivienda: laJunta Nacional de la Vivienda (1962). Militares con reputaciónprogresista recibieron puestos en el gabinete; el general Bossio, porejemplo, ocupó la cartera de Interior. Sin embargo, unos meses despuéstuvo que abandonar su cargo tras proponer sus planes de nacionalizaciónpara el sector petrolífero y minero.28

También Pérez Godoy se vio obligado a ceder el sillón presidencial. Yasea por sus presuntas ideas nasseristas o por sus ambiciones políticaspersonales, los comandantes generales de las Fuerzas Armadas pusieronobjeciones a su permanencia. Pérez Godoy se alejó silenciosamente delescenario político29 y el Ejército designó como sucesor al general NicolásLindley, un militar sin ambiciones políticas. Tal como se había prometido,las Fuerzas Armadas establecieron la infraestructura para las elecciones.

28 Principalmente las instalaciones de la IPC y de la Cerro de Pasco Corporation.Durante el período de Velasco, Bossio estaría encargado de la dirección de la empresaestatal minera MineroPerú, cuando su amigo y discípulo Fernández Maldonadoocupaba el Ministerio de Energía y Minería.29 Velasco lo nombró embajador en España.

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Los comicios se realizaron en junio de 1963. Belaunde, quien entre tantose había aliado con la DC, contaba también con los votos de la izquierda,30

desde donde diversas agrupaciones presentaron a sus propios candidatosparlamentarios, pero sin abrigar ilusiones de que ganara uno de su propiocolor político. Sobre la base de los resultados de los comicios, Belaundeocupó la presidencia con 39 por ciento de los votos. Haya alcanzó 34 porciento y Odría, 26. No obstante, los apristas —junto con Odría—conquistaron una amplia mayoría parlamentaria. Belaunde inició su períodode gobierno con un gabinete que apenas podía contar con 40 por cientode los votos en la Cámara de Diputados y en el Senado.

La subida de Belaunde a la presidencia provocó también un incidente encírculos castrenses. La comandancia general vaciló en entregar el poderdespués de las elecciones. Este intento implícito de golpe fue frustradopor los jóvenes coroneles y comandantes del Estado Mayor General delEjército, que gozaban de un alto prestigio y amenazaron con abandonarsus funciones.31 Algunos de ellos —Fernández Maldonado, Solari, VargasPrieto, Barandiarán, Vialé y Sierralta— ocuparían luego puestos clavesen el Ejército, el aparato estatal y el gabinete del período de Velasco.

Belaunde había prometido «solucionar los problemas [del petróleo deBrea y Pariñas y la relación con la IPC] en noventa días», y al principio elpaís estaba más que dispuesto a concederle crédito político. Al transferirel poder, las Fuerzas Armadas prometieron todo el apoyo que un presidentereformista pudiera necesitar. El presidente podría elegir a los mejoresoficiales para que ocuparan altos puestos públicos y ministeriales enasuntos económicos, de educación y de planificación nacional. Su ministrode Justicia, el líder de la DC Bedoya Reyes, ganó sin mayores problemasla alcaldía de Lima, una posición que, para un presidente en funciones, estan importante como el control sobre puestos ministeriales. Con el apoyodel APRA, el presidente logró que, en 1963, se aprobara una propuestade ley para realizar una modesta reforma agraria.

Sin embargo, tras un breve flirteo con el programa de reformas deBelaunde, los líderes apristas cambiaron de pareja y se aliaron con el

30 En 1980 se repetiría esta situación.31 Entrevista con el general Fernández Maldonado realizada el 19 de mayo de 1986.Urriza (1978: 81) también menciona este intento de golpe.

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partido de Odría, el ex dictador que los había perseguido y habíadeclarado ilegal al APRA unos años atrás. Este giro —explicó Haya asus partidarios en un encuentro masivo— era también el resultado deajustes tácticos. Esto le costó al partido la ruptura formal con su ala deizquierda, el APRA Rebelde. Esta agrupación pasaría muy pronto aconvertirse en una guerrilla abierta —junto con otros grupos,ramificaciones del PC y trotskistas— cuando se hizo evidente que lareforma agraria de Belaunde se reduciría a meras palabras.32 La oposicióndel APRA y de los odriistas imposibilitó al presidente la conducción delgobierno: cada dos o tres meses, se derrumbaba su gabinete en el Senadoo en la Cámara de Diputados. Cotler (1978: 358) ha calculado queBelaunde ¡empleó a 178 ministros en sus cuatro años de gobierno!

El programa de Belaunde originó un acelerado incremento del gastopúblico, principalmente en el campo de la educación y la construcciónvial, el caballito de batalla del presidente. Una considerable parte de losgastos se dedicó a un ambicioso proyecto de construcción de unacarretera en los Andes orientales, la Marginal de la Selva. Al noconcretarse la prometida reforma fiscal, la deuda pública aumentórápidamente, suscitando aumentos de precios y una galopante inflación.A la intranquilidad social en el campo, la acción de la guerrilla y lasocupaciones de tierras, se sumaron una ola de conflictos en las grandesciudades y una serie de invasiones en los cinturones de pobreza quecrecían en los suburbios de estas. Los últimos años del gobierno deBelaunde se caracterizaron por olas de huelgas nacionales. La devaluaciónde la moneda, el hecho de que la deuda externa se hubiera cuadruplicadoen cuatro años, el despliegue del Ejército contra la guerrilla, laintranquilidad social en las ciudades y en el campo, la impotencia paragobernar y el continuo fracaso en el Parlamento, unido al interminabledesfile de ministros entrantes y salientes, acabaron erosionando lapolítica nacional. La talla presidencial de Belaunde se redujo a la de unenano político.

El Ejército retiró de su cargo al ministro de Educación, generalMontagne, quien había sido relevado de sus funciones militares. A

32 Entre 1963 y 1967, se expropiaron unas 375 mil hectáreas del total de 10 millonesde hectáreas, en beneficio de unas 13.500 familias de campesinos frente a un totalde un millón de familias campesinas (Cotler 1978:359).

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principios de 1968, también dimitió el ministro militar de Hacienda, elgeneral Morales Bermúdez, denunciando públicamente la corrupción.La coalición política sobre la que se sostenía el presidente comenzó adesmoronarse. La DC se retiró del gobierno como partido gobernante yse bifurcó en una rama de izquierda y una de derecha: la DC de CornejoChávez y el Partido Popular Cristiano (PPC) de Bedoya Reyes. La mismasuerte le tocó al propio partido de Belaunde: Acción Popular se disolvió,y la rama izquierdista —Acción Popular Socialista, conducida porEdgardo Seoane, el ex primer ministro de Belaunde, nominado como susucesor— retiró su confianza en el presidente. Escándalos de corrupciónagravaron la reputación de ministros en funciones, proyectando unasombra sobre el líder político que ocupaba el palacio presidencial, quienunos años antes fuera elegido como el representante de la razón, elprogreso y la reforma.

Entre tanto, algunos militares habían formado un grupo de estudio entorno al comandante general del Ejército, el general Velasco. Este grupodesarrolló un plan de gobierno alternativo, con reformas más drásticasde las que había concebido Belaunde. Unos meses después, los miembrosdel grupo le anexaron un plan militar destinado a tomar el poder. Eseplan de reformas estructurales no era una mera coincidencia. El hechode que quienes lo elaboraron fueran militares y no políticos tiene unaexplicación que se relaciona íntimamente con la creación de un ejércitonacionalista, conducido por una élite de oficiales reformistas.

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CAPÍTULO 3CAPÍTULO 3CAPÍTULO 3CAPÍTULO 3CAPÍTULO 3

UNA GENERUNA GENERUNA GENERUNA GENERUNA GENERACIÓN DEACIÓN DEACIÓN DEACIÓN DEACIÓN DE«JÓVENES TURCOS»«JÓVENES TURCOS»«JÓVENES TURCOS»«JÓVENES TURCOS»«JÓVENES TURCOS»

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UNA GENERACIÓN DE «JÓVENES TURCOS»

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El hecho de que los impulsos reformistas de la década de 1930 fueranmaterializados tantos años más tarde, y que, además, fueran ejecutadospor militares progresistas, se relaciona con los cambios ocurridos encírculos castrenses peruanos en la década de 1950. Los antecedentesde estos cambios se remontan a los procesos de profesionalización queya habían tenido lugar en el Ejército; estos, a la vez, están entrelazadoscon la historia de las Fuerzas Armadas peruanas.

La derrota en la guerra del Pacífico dejó una profunda huella en el sistemamilitar durante varios decenios. La humillación sufrida por la Marina yel Ejército continúa hasta el día de hoy como un mal recuerdo. Desdeentonces, pasó a la historia el tiempo de mariscales y tropas irregularescomandadas por coroneles autoproclamados en este rango. Las metaspropuestas en su lugar fueron profesionalidad y preparación técnica,para lo cual los medios castrenses recurrieron, por el momento, amisiones técnicas europeas.1 De los países latinoamericanos, Chile habíasido el primero en asegurarse, en 1886, los servicios de oficialesextranjeros para la formación profesional. De hecho, eran contratosfirmados con personas, a nivel individual. Los chilenos apelaron a losalemanes, y los peruanos, naturalmente, buscaron la ayuda de los rivaleseuropeos de aquellos: las Fuerzas Armadas francesas. Los primerosoficiales franceses llegaron al Perú en 1896.

La llegada de misiones militares europeas a Latinoamérica no tardó endevenir una práctica corriente. Los ejércitos de Chile, Argentina, Uruguayy Bolivia fueron entrenados por oficiales alemanes. Brasil, Perú, Ecuadory Guatemala recibieron a misiones militares francesas. Las armadas de

1 Cobas (1982:77-105) ofrece un resumen histórico de la presencia de misionesmilitares extranjeras en el Perú.

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varios países latinoamericanos también recurrieron a sus institucionesoccidentales hermanas para ofrecer formación técnica profesional a susmiembros. En 1918 y 1920, hicieron su aparición las primeras misionestécnicas de la Marina estadounidense en el Brasil, y poco después en elPerú. Hasta la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, los ejércitoslatinoamericanos se orientaron principalmente hacia Europa.

La influencia de las misiones francesas en las Fuerzas Armadas peruanas,especialmente en el Ejército, no se limitó a los uniformes y a laterminología empleada. La estructura de las ramas, del cuerpo deoficiales y de los institutos militares también delata esa influencia; aúnhoy existe una afinidad de conceptos con los militares galos.2

Paralelamente, es posible detectar el influjo norteamericano en lo relativoa conceptos, procedimientos y esquemas organizativos militares. Lapresencia norteamericana se hizo sentir a partir de la Segunda GuerraMundial, no solo a través de misiones militares, sino también en losprogramas militares y civiles de ayuda al desarrollo, complementadoscon la formación de cuadros especializados en Estados Unidos. De lospaíses latinoamericanos, el Perú y el Brasil fueron los privilegiados conel mayor número de misiones y programas de ayuda, al menos hastamediados de la década de 1960.

El influjo de las misiones francesas en el Perú se manifestóprimordialmente a través de la capacitación militar. Dos años después dela llegada de los primeros oficiales extranjeros, se creó la Escuela Militar(1898), cuya dirección fue ejercida por oficiales franceses hasta 1922. Alfundarse la Escuela Superior de Guerra en 1904 —donde se formaríanlos cuadros para funciones del Estado Mayor—, fueron nuevamente losfranceses quienes estuvieron a cargo de la conducción, con solo brevesintervalos, hasta 1938. Todas las escuelas especializadas creadas hasta1939 no solo tenían a un francés en la dirección sino que, en algunoscasos, la planta docente estaba enteramente compuesta por franceses.

2 El autor, que estudió la Revista Militar del Perú de 1958 a 1985, se asombró de lasmúltiples referencias a citas y charlas moralizadoras de militares franceses hastabien entrada la década de 1970. El más popular era, sin lugar a dudas, el generalWeygand. Este estratega francés, por lo menos corresponsable del derrumbe de lasFuerzas Armadas francesas en 1940, gozaba entre los redactores de la revistaperuana, hasta mediados de los años sesenta, de una reputación de conductorconceptual.

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Durante su período de gobierno (1919-1930), Leguía3 incluso les confióel cargo de inspector general de las Fuerzas Armadas. Altos militaresperuanos eran enviados por regla general al extranjero, a Francia en estecaso, para seguir cursos especializados en las escuelas superiores deguerra. En contadas ocasiones, la Fuerza Aérea mostró preferencia poruna formación en Estados Unidos.

El predominio norteamericano en el Ejército peruano solo comenzó amanifestarse durante la Segunda Guerra Mundial y especialmente duranteel período de posguerra. Sin embargo, en 1919 Leguía fundó el Ministeriode Marina y un año después arribó una misión norteamericana, cuyapresencia fue notoria en la constitución de la Armada y de lainfraestructura institucional. En un principio, el sello norteamericanoen la instrucción de la Marina peruana fue menor que el francés en laformación del Ejército. La instrucción de la Marina se mantuvo en sumayor parte en manos de los peruanos, aun cuando los oficiales delEstado Mayor cursaban estudios superiores en Estados Unidos. Noobstante, en la época previa y posterior al segundo conflicto bélicomundial, los oficiales estadounidenses ocuparon cargos clavessorprendentemente altos en la Marina —por ejemplo, los de inspectorgeneral y jefe del Estado Mayor— y siguen manteniendo estrechasrelaciones con su institución hermana en el Perú hasta el día de hoy(Einaudi 1972: 74).

La Fuerza Aérea, surgida en 1920 como una subdivisión del Ejército eindependizada recién en 1943 con la creación del Ministerio deAeronáutica, experimentó las mismas influencias externas que el Ejército.Ambas ramas recurrieron a Estados Unidos al concluir la Segunda GuerraMundial. Las primeras misiones del Ejército, la Aeronáutica y la Marinallegaron en 1947. El desplazamiento del influjo europeo por elnorteamericano obedecía a una lógica natural: Estados Unidos se perfilóen la posguerra como la primera potencia militar occidental. El enorme

3 Leguía intentó modernizar todo el aparato estatal a través de misiones extranjeras.Así, misiones norteamericanas inspeccionaron la Marina, la Aduana y el Ministeriode Educación. Se contrató a particulares norteamericanos como asesores del nuevoBanco Central de Reserva. Una misión española constituyó las fuerzas policiales, y lacompañía británica Marconi actuó como consultora del servicio de Correo y Telégrafos(Marett 1969: 140).

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potencial movilizado por este país en concepto de asistencia militar yotras formas de ayuda al desarrollo a favor de sus aliados europeo-occidentales y latinoamericanos a comienzos de la Guerra Fría hizodesvanecer rápidamente los lazos con otras potencias militares. Porotra parte, el Perú, al igual que otras potencias militares medianas enAmérica Latina, pronto pasó a depender de Estados Unidos para lossuministros de materiales militares y armamento.

El monopolio militar norteamericano en Latinoamérica se materializó através de una serie de instituciones insertas en una doctrina deinspiración norteamericana: la seguridad continental común. Esta tesis,que ya había sido lanzada durante la vigencia de la «política de los buenosvecinos» (Good Neighbor Policy) en los años treinta, se fundamentabaen intereses interamericanos mutuos de defensa. Propuesta en su origencomo contrapeso democrático del bloque conformado por las potenciasfascistas europeas y el Japón,4 su objetivo se transformó al comienzode la Guerra Fría, evolucionando en la constitución de una alianzaanticomunista. Los intereses comunes consistieron, desde ese momento,en la defensa de la democracia occidental contra el enemigo externoaliado en el bloque oriental. Después del movimiento nacionalistaguatemalteco (1953) y la revolución cubana (1959), la lucha contra elenemigo interno pasó a jugar también un rol preponderante en esosintereses, y así surgió la tesis de la «seguridad nacional»:5 EstadosUnidos garantizaba la seguridad externa del continente, en tanto que elmantenimiento de la estabilidad interna era confiado a las fuerzasarmadas nacionales latinoamericanas.

Para facilitar la tarea de estas instituciones militares nacionales, secrearon nuevas organizaciones sustentadas en tratados militares ypolíticos. En 1945, veinte naciones americanas firmaron el Tratado deChapultepec, con miras a la constitución de una liga de consulta y apoyomutuo. Dos años más tarde, en septiembre de 1947, estos países, juntocon otros cuatro, suscribieron el Tratado de Río de Janeiro, dando origenal Inter-american Treaty of Reciprocal Assistance o TratadoInteramericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Seis meses más tarde,

4 Para mayor documentación, consúltese Gellman (1979: 126 y ss.).5 Sereseres (1977: 213-225) describe la evolución de esta doctrina hasta los añossetenta.

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en abril de 1948, el TIAR obtuvo su complemento político al crearse enWashington la Organización de Estados Americanos (OEA).

Durante la presidencia de Kennedy, se fundó la Alianza para el Progreso,cuyas ideas se centraban en la posibilidad de realizar reformas socialesmediante el Estado nacional. Por lo demás, el principal órgano de laOEA, la Junta Interamericana de Defensa,6 hacía hincapié en la estrecharelación entre las actividades de ayuda militar y las de otra índole. Estainterrelación se pone de manifiesto, igualmente, en el gran número deprogramas de intervención cívico-militares, acciones de fomento enbeneficio de la población civil realizadas por intermedio de las FuerzasArmadas. Estos programas fueron creados a través de la unión de dosorganizaciones norteamericanas de cooperación: el Military AssistanceProgram o Programa de Asistencia Militar (MAP) y la Agency forInternational Development o Agencia para el Desarrollo Internacional(AID) (Barber y Ronning 1966: 238).

Estos programas cubrían, por una parte, apoyo militar directo, y por laotra, proyectos de desarrollo llevados a cabo por las Fuerzas Armadaspara combatir los «focos internos» del comunismo.7

6 Ball (1966) describe en detalle la evolución de la OEA y sus subdivisiones. Véasetambién Osgood (1971).7 Barber y Ronning (1966: 6-7) escriben en su manual: «“La acción cívico-militar” sedescribe como el uso de fuerzas militares preponderantemente locales en proyectosútiles a las poblaciones locales a todos los niveles, en terrenos como la educación,entrenamiento, obras públicas, agricultura, transporte, comunicaciones, salud, higieney otros, que contribuyen al desarrollo económico y social, que también servirían paraelevar la estima hacia las fuerzas militares por parte de la población (Las fuerzas deEstados Unidos pueden en algunas ocasiones asesorar o actuar en acciones cívico-militares en áreas de ultramar) […] Pero el desarrollo económico, o el mejoramientode la imagen de los militares, por ejemplo, pueden convertirse en fines en sí mismos.Esto explica también por qué hablamos de contrainsurgencia y acción cívica, aunqueen las definiciones oficiales, la acción cívica está comprendida en la contrainsurgencia.Se podría observar, por ejemplo, que los oficiales de la Agencia Internacional para elDesarrollo consideran la acción cívica en términos de proyectos que contribuirían aldesarrollo económico. Funcionarios del Departamento de Estado ocupados en losmismos proyectos bien podrían estar pensando en términos de cómo el proyecto enel que están embarcados podría desviar influencia y actividad militar de la intrigapolítica, e influir en las Fuerzas Armadas en sus contribuciones al gobiernorepresentativo y las prácticas constitucionales. Y simultáneamente, como se ha puestoen evidencia, las fuerzas armadas de EE.UU. tienen el objeto de mejorar la imagen

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En la década de 1950, y más aún en la de 1960, las misiones militaresnorteamericanas se convirtieron en una práctica corriente en cualquierpaís latinoamericano. Así, surgieron relaciones más o menos abiertas decolaboración con servicios de inteligencia y militares norteamericanos.En el caso del Perú, la CIA fue adquiriendo un rol activo (Saxe-Fernández1974: 347-360; Stepan 1978: 361-367; Blackstock 1977: 257-279)a través de vínculos con el Servicio de Inteligencia de la Marina,8

principalmente. En los años cincuenta y sesenta, la mayor proporción deayuda militar norteamericana correspondió al Perú, después del Brasil(Cobas 1982: 88-89); esta ayuda se extendía sobre todo a través devinculaciones con la Marina y en suministros para el Ejército y la FuerzaAérea. El número de militares norteamericanos presentes en el Perú encalidad de asesores era modesto en comparación con la hegemonía francesaprecedente. Por ello, su influencia no alcanzó gran preponderancia en elprograma nacional de estudios. El Ejército peruano se reservó para sí lastareas de instrucción y elaboración de una doctrina militar para los cuadrosnacionales. La formación de oficiales auspiciada por Estados Unidos tuvolugar, principalmente, mediante cursos especializados de posgrado enese país; en la zona del canal de Panamá, para oficiales en los rangos decapitán y mayor; y en Fort Leavenworth, para los futuros comandantes,9

quienes encontrarían, junto a sus compañeros norteamericanos, a tantosde sus propios colegas latinoamericanos.

de los militares entre la población local. En este sentido, el desarrollo económico esuna forma de contrainsurgencia (repetimos, sería mejor formulado como “prevenciónde insurgencia”), se podría decir que la mayor parte de la política de Estados Unidosen Latinoamérica, incluyendo la Alianza para el Progreso, ha tenido este objetivo entanto esa política concierne la estabilidad política y la seguridad hemisférica».8 Véase la entrevista que realizó María del Pilar Tello al almirante José Arce Larco, exministro de Marina y ex embajador del Perú en Estados Unidos (Tello 1983, t. II: 28-29). Durante el período de Velasco, el Servicio de Inteligencia de la Marina instaló enel palacio presidencial un sistema de interferencia de teléfonos a favor de la CIA.9 Véase Cobas (1982: 76-77). La Escuela de la Armada de Estados Unidos en FortGullick, zona del canal de Panamá, se hizo famosa como el «West Point latinoamericano».Los cursos se dictaban en español y todos incluían, junto a las materias técnicas,clases de «seguridad interna» como disciplina central. El equivalente de la FuerzaAérea para esta escuela era la Air Force School for Latin America, ubicada en la baseaérea de Albrook, también en la zona del canal. En Estados Unidos se formaronoficiales peruanos y otros latinoamericanos en la Army Special Warfare School en FortBragg (California), la Army Engineering School en Fort Belvoir (Virginia), el SpecialAir Harfare Center en la base aérea de Englin (Florida), y el Inter-American DefenseCollege (Washington D. C.) (véase Wood 1967: 6-7).

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En un principio, los suministros de armamentos dependíanfundamentalmente del material bélico norteamericano, pero esta situaciónse modificó a principios de los años sesenta. Tras reiteradas negativas deEstados Unidos de proveer lo más avanzado en material de defensa a laFuerza Aérea y el Ejército (Cobas 1982: 142), la comandancia peruanadecidió distribuir sus compras y romper, así, la dependencia unilateral enlos envíos militares norteamericanos. Esta resolución, adoptada aprincipios de la década de 1960, se puso en práctica primeramente en laFuerza Aérea, y desde fines de esa década, en el Ejército y la Marina.

Escuelas militares e intelectuales militaresEscuelas militares e intelectuales militaresEscuelas militares e intelectuales militaresEscuelas militares e intelectuales militaresEscuelas militares e intelectuales militares

Las Fuerzas Armadas latinoamericanas no han librado ninguna guerradesde hace casi un siglo, salvo escaramuzas fronterizas y las operacionesantiguerrilleras. Junto a su importancia como fuerzas policíaco-militares,el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y las fuerzas policiales poseen,sobre todo, una relevancia política. Existe un estereotipo generalizadosobre la constitución de las Fuerzas Armadas latinoamericanas: soninstituciones con numerosos oficiales, y atestadas de coroneles ygenerales. Esta imagen, sin embargo, no concuerda con la realidad. Enprimer lugar, cuentan con un formidable potencial militar represivodestinado al uso interno. En segundo lugar, la estructura del cuerpo deoficiales —la distribución del número total de oficiales entre los diversosrangos— presenta una sorprendente semejanza con la del cuerpo deoficiales norteamericano10 en por lo menos tres casos: el brasileño, elchileno y el peruano.11

Me detengo aquí un instante para considerar los modelos de instrucciónbrasileño y peruano. Se trata de dos variantes procreadoras de«revoluciones militares», la primera de signo conservador, la segundaprogresista. Los modelos de carrera de la oficialidad brasileña y peruanason muy similares a los de Estados Unidos. En el primer caso, las

10 Véase el cuadro 2 del apéndice para las diferentes denominaciones.11 Véase Stepan (1971: 26-28) para una comparación entre la estructura del cuerpode oficiales brasileño y norteamericano. La estructura de la oficialidad brasileña,chilena y peruana se menciona en las diversas ediciones de The Military Balance.

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promociones están más condicionadas a los resultados académicos queen el país del norte. Cada ascenso de rango significa que se ha completadocon éxito una etapa de formación en una escuela especial. Tanto en elBrasil como en el Perú se pasa de cadete a oficial después de concluiruna educación de cuatro años en la Academia Militar, a la que se ingresaa través de un examen comparativo y habiendo cursado, como mínimo,estudios secundarios completos, complementados normalmente con uncurso de preparación universitaria de uno o dos años. Para poder accedera funciones del Estado Mayor en estos dos países sudamericanos, sedeben efectuar estudios de dos y tres años, respectivamente, en laEscuela Superior de Guerra, al cabo de los cuales, coroneles y generalesde brigada siguen un curso de un año en el Centro de EstudiosSuperiores de Estrategia.12 Para acceder a un nombramiento comoagregado militar, en el Perú se requiere, además, una formación en laEscuela del Servicio de Inteligencia; la calificación obtenida en el cursode inteligencia estratégica es un importante indicador para acceder acarreras militares del más alto nivel, tanto en el país como en elextranjero.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, un nuevo tipo de oficial, el«intelectual militar», empezó a conformarse en las Fuerzas Armadas delPerú y el Brasil, en especial dentro de la rama más importante, el Ejército.Intelectuales militares ocupan funciones en el Estado Mayor, en losinstitutos de formación para oficiales y en las escuelas superiores deguerra, así como en los órganos de los servicios de inteligencia. EnLatinoamérica, esta última actividad está menos consagrada al enemigoexterno de la nación que al enemigo interno. En una amplia interpretaciónde sus objetivos, el Servicio de Inteligencia se ocupa no solo de analizarla posición del «enemigo nacional» (interno), sino también de la manerade combatirlo y del rol que les corresponde a las Fuerzas Armadas enesa tarea.13 Desde esta perspectiva se debe interpretar la concepciónde su misión como productores de ideología militar, por lo cual pasó aser tarea intrínseca de esa institución no solo la información objetiva

12 En la Argentina es la Escuela Nacional de Guerra; en el Brasil, la Escola Superiorde Guerra; y en el Perú, el Centro de Altos Estudios Militares.13 Véase Stepan (1971) y en especial Moreira Alves (1985) sobre el desarrollo delpensamiento entre los militares brasileños desde 1945.

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—correcta o errónea— sobre el enemigo, sino también el rol asignadoal Ejército y a las otras ramas de las Fuerzas Armadas en la política y enla economía nacionales. La planificación y el análisis político-militarfueron adoptados como materias básicas de los cursos para coroneles ygenerales de brigada. A través de la línea de conexión entre los serviciosde inteligencia, los institutos de planificación y las escuelas superioresde guerra se comprende, entonces, la manera en que los «intelectualesmilitares» de Latinoamérica formularon su «propia» tesis de seguridadnacional y erigieron estas doctrinas como modelos político-militares.Modelos fundidos generalmente en términos geopolíticos, pero que serefieren, en realidad, a estrategias nacionales de desarrollo.

Las escuelas geopolíticas surgieron en Alemania a fines del siglo pasado.Los teóricos más importantes eran geógrafos en su origen, pero todosrecibieron un nombramiento en la escuela geopolítica (militar) de Munich.La idea de espacios dominables —«espacio vital» para el Estado y lasociedad— y las estrategias político-militares derivadas pasaron a ser,en poco tiempo, representativas de un estilo de buen gusto en círculosdel Estado Mayor alemán. Antes de la Primera Guerra Mundial y pocodespués del conflicto, la geopolítica se transformó en una actividadacadémica, y se convirtió gradualmente en exclusividad militar. EnLatinoamérica, la geopolítica ya se incluía como asignatura en lasacademias militares desde la década de 1940. A través de los programasde preparación militar y de asistencia mencionados anteriormente, lastesis de seguridad nacional y la consiguiente estructura de los serviciosde inteligencia y seguridad que surgieron en Estados Unidos a partir de194714 hicieron sentir su influjo sobre las tradiciones geopolíticas«endógenas» en Latinoamérica. Intelectuales militares reelaboraron lasconcepciones originales norteamericanas de seguridad, transformándolasen sus «propias» tesis de seguridad nacional.

En el Brasil, las principales tesis y doctrinas sobre seguridad sedesarrollaron en la Escola Superior de Guerra (ESG) entre los años 1952y 1956. Muchos de sus autores tuvieron la oportunidad de llevarlas a lapráctica a partir de 1964, al participar en la planificación e implementaciónde estas durante los sucesivos gobiernos militares (Stepan 1971: 175 y

14 El año en que entró en vigor la Ley de Seguridad Nacional.

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ss. y 1986: 57 y ss.; Rocha Valencia 1982: 65 y otras; Moreira Alves1985: 19-71). Las tesis de seguridad nacional, desarrolladasprincipalmente por Golbery do Couto e Silva, fueron presentadas porprimera vez en forma de conferencias en la ESG (Do Couto e Silva 1955 y1965; De Meiro Mattos 1975), y ya desde el principio se tradujeron enestrategias de desarrollo de sello conservador. Estas continuaron siendoel hilo conductor del régimen brasileño hasta fines de la década de 1970.

La ESG fue fundada en 1949 con la asistencia de una misiónnorteamericana, sobre la base del modelo del instituto militar de EstadosUnidos —el United States National War College—, pero con dosdiferencias importantes. En primer lugar, los generales brasileñosargumentaban que, a diferencia de Estados Unidos, el Brasil era un paíssubdesarrollado; por lo tanto, junto con las tareas militares, un ejércitofuerte debería dedicarse necesariamente al desarrollo económico, laagricultura, la industria y la educación: desde el principio, entonces, elconcepto de seguridad nacional fue interpretado en un vasto sentido. Ensegundo lugar, al fundar la ESG, los geopolíticos brasileños partían de unamplio modelo de difusión: dada la compenetración entre las tareasmilitares y las de desarrollo, era necesario preparar en la misma ideologíade seguridad no solo a una élite militar, sino también a un grupo selectode planificadores en los ministerios e instituciones de planificación.

Los conceptos de geopolítica y seguridad nacional fueron vertidos enun curso que incluía las siguientes asignaturas: asuntos políticos,asuntos psicosociales, logística y movilización, asuntos de inteligenciay seguridad, y asuntos doctrinarios. Tema central de estos últimos eranlas relaciones Este-Oeste y el lugar que le correspondía al Brasil en esecontexto. Totalitarismo y comunismo eran considerados como la antítesisde democracia y cristianismo. Esta formación de bloques geopolíticos eideológicos en el ámbito internacional también tuvo repercusión enLatinoamérica: la crisis económica y la inestabilidad política abrieron elcamino para la subversión de la herencia europeo-norteamericana(occidental) del cristianismo y la democracia. En este sentido, laestrategia total de penetración desde el bloque oriental tuvo libertadde acción en Latinoamérica: la guerrilla, la infiltración y la propagandaideológica encontraron un campo fértil en países donde la ignorancia, elhambre, la miseria, la corrupción y el estancamiento económico estabana la orden del día.

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La respuesta que se imponía era una fórmula de estabilidad, unidadnacional y una enérgica política de desarrollo nacional. La seguridadnacional solo podía ser garantizada a través de la planificación coordinaday el control estratégico de la ejecución de «objetivos nacionales». Porello, los planes de estudio para planificadores militares y tecnócratasciviles incluían programas antiinflacionarios, reforma agraria, reformacrediticia, problemas de transporte, reforma educativa, etcétera, juntoa temas de índole militar como la lucha antiguerrillera, y estrategia ytáctica de guerra. La ESG se convirtió en el máximo exponente de laideología de seguridad nacional en el Brasil. Junto con ello, sin embargo,se puede observar una interacción entre la ESG, los servicios deinteligencia y los ministerios militares (Stepan 1971: 185).

Do Couto e Silva se desempeñó como director del Servicio de Inteligenciadurante los regímenes militares posteriores a 1964. El primerpresidente, Castello Branco, había sido director del Centro de Estudiosde la ESG en la década de 1950. Cordeiro de Farías —ministro jefe de laCasa Militar, luego secretario general del Consejo de Seguridad Nacionaly finalmente presidente de la República— también cursó estudios en laESG, al igual que la mayoría de los ministros militares y civiles de losgabinetes que siguieron al golpe de 1964.

En el Perú, la interpretación nacionalista del «concepto de seguridadnacional» se relaciona, en primer lugar, con la figura del general Josédel Carmen Marín Arista. Marín, nacido en Chachapoyas —capitaldepartamental situada en la cordillera occidental de los Andes—, eraun mozo provinciano que llegó a ser general sin abdicar jamás de susraíces. Siendo un joven oficial, le habían atribuido simpatías apristas,15

lo que más tarde sería causa de relaciones tirantes con el presidenteOdría. Aun así, el hecho de que Marín haya sido el fundador del Centrode Altos Estudios Militares (CAEM), el primer reorganizador del Ejércitoy el iniciador de una original interpretación de la tesis de seguridad

15 Los datos personales sobre Marín provienen de una entrevista con el general ValdésPalacio —realizada el 14 de mayo de 1986—, quien fue secretario y asesor jurídico dediez comandantes sucesivos del Ejército y actuó en nombre de esta institución comoprocurador general de la República. De esta entrevista, y también de Villanueva (1972:17-51), he extraído los datos sobre la historia inicial del CAEM. Villanueva —y con élmuchos autores norteamericanos que utilizan como fuente este libro estándar sobre elCAEM— muestran una tendencia a sobrestimar la importancia de esta institución.

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nacional, que asumía una postura intermedia entre el capitalismo y elcomunismo, es un indicador de su carácter y el considerable prestigiodel que gozaba en círculos castrenses.

La orientación que Marín y sus seguidores imprimieron en la estructuradel Ejército reflejaba, ya desde el principio, una clara tendencianacionalista, con un menor contenido de elementos anticomunistas opronorteamericanos. En 1942, por ejemplo, cuando participaba comocomandante en la reorganización de la cúpula militar, con miras a lograruna estructura más ágil y racional, Marín ya había declarado que la defensanacional tenía que estar forzosamente ligada con las fuerzas morales ysociales, las fuerzas vivas, del pueblo peruano (Marín Arista 1942: 7).Conociendo esta temprana expresión de sus convicciones, quizá se puedacomprender más fácilmente el motivo por el cual Marín recurriría a latradición científica latinoamericana antes que a la norteamericana cuando,en 1950, Odría autorizó la organización del «primer ciclo de formaciónprofesional para coroneles» en el CAEM.16 Para elaborar el contenido delos cursos sobre problemas socioeconómicos, Marín buscó asesoramientono en misiones norteamericanas —como lo habían hecho los brasileñosal constituir la ESG— sino en los teóricos latinoamericanos de Santiago,vinculados a la recientemente establecida Comisión Económica paraAmérica Latina (CEPAL) de las Naciones Unidas y al instituto deplanificación asociado a esta.17 Para explicar la situación de atraso deLatinoamérica con respecto al poderoso vecino del Norte, Prebisch y sugrupo habían lanzado conceptos nuevos como «subdesarrollo», «centro-periferia» y «dependencia». Estos conceptos armonizaron desde el primermomento con las tangibles ideas nacionalistas de los teóricos militaresdel Centro de Altos Estudios del Ejército (CAEE) y el CAEM.

16 Poco antes, Odría había rechazado un plan para la reorganización de los tresministerios de las Fuerzas Armadas, que se convertirían en un Ministerio de DefensaNacional. El dictador, ya bastante antiintelectualista, tampoco permitió por ello lacreación de una escuela superior de guerra destinada a las tres ramas conjuntas delas Fuerzas Armadas. Recién en 1953 se reestructuró el CAEE, que se convirtió en elCAEM —para las tres ramas—, con lo cual se abrió la posibilidad de que, además delos coroneles y generales de brigada, también ingresaran a los cursos altos funcionariosy oficiales de la Policía.17 El Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES).

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Marín fue desarrollando desde el comienzo su tesis sobre la concordanciaentre la Fuerza Armada y las fuerzas vivas. En 1951, con motivo de lainauguración del instituto, Marín señalaba que:18

[…] la potencia inicial de esas Fuerzas Armadas, así como elmantenimiento de su combatividad en el curso de un conflicto,depende directa y sustancialmente del valor de las fuerzasespirituales y materiales del país y de la forma como éstas sehallan organizadas y adaptadas a la satisfacción de las necesidadesde la guerra.

Este «binomio pueblo-Fuerza Armada» original, fuertemente orientadohacia las necesidades militares, sería ampliado en los años siguientesen la elaboración de la variante peruana de la tesis de seguridad nacional.La seguridad nacional, afirmaban los ideólogos del CAEM, no es soloseguridad militar, sino también seguridad económica y social. El propioMarín decía, en 1953, durante la inauguración del tercer ciclo deformación de coroneles:19

(El bienestar general) es la meta suprema que se fijan las nacionesal organizarse en estados, pues sería inconcebible, por sercontrario a la naturaleza humana, que sus individuos se asociaranpara vivir en la esclavitud, la miseria, la ignorancia, el desamparoen la desgracia, etc. Se organizan pues para conquistar (...) esoque llamamos felicidad.

Valdés Palacios, el secretario oficial de Marín en aquellos años, reproducepalabras de él en las que afirma que «la seguridad es cosa para los EstadosUnidos, es un lujo para países ricos».20 Valdés Palacios también relataque Marín pensaba que, para los habitantes de países pobres como elPerú, la seguridad nacional debía significar que todos tuvieran algo paradefender: una parcela de tierra, una casa, su salud propia y la de sufamilia, así como el alimento diario. Y que si el Estado no podía garantizartodo eso, entonces las Fuerzas Armadas, encargadas de la defensa

18 Citado en Villanueva (1972: 54).19 Marín Arista, José del Carmen. «Preparación y ejecución de la Defensa Nacional.Síntesis doctrinaria». Chorrillos: CAEM, 1953, tal como lo cita Villanueva (1972: 56).20 Entrevista con el general Valdés Palacios, 14 de mayo de 1986.

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nacional, tendrían que salir a defender también los derechos sociales:«Nuestra seguridad depende de otra cosa, del bienestar general, deldesarrollo nacional, y eso no es precisamente el interés de los EstadosUnidos».

El CAEM ganó prestigio como institución en la década de 1960. En unprincipio, solo asistían oficiales de segunda fila, pero en 1953, cuandoOdría permitió también el ingreso de oficiales de igual rango de la FuerzaAérea y de la Policía, así como de altos funcionarios públicos civiles, loscursos del CAEM fueron considerados como ventajosos para la carrerafutura. El interés de la Marina hacia esta institución se despertó reciénen 1957. Marín y los suyos no solo profundizaron su doctrina de«progreso nacional y desarrollo integral», sino que iniciaron, asimismo,estudios sobre el potencial económico, social y político de la nación.Observando el temario de los exámenes finales de los años cincuenta yprincipios de los sesenta, nos encontramos con asignaturas como «Plande desarrollo para la región selvática», «Consolidación de las fronterasvivas», «Plan de caminos para la región de los Andes occidentales» y«Los problemas de la agricultura nacional». Los resultados de estosestudios fueron más bien desalentadores para los teóricos militares,quienes concluyeron que el Perú era subdesarrollado aun si se locomparaba con otras naciones latinoamericanas. Pronto empezaron aelevarse en medios castrenses voces que reclamaban la creación de uninstituto de planificación con miras a la modernización del aparatoestatal, así como una serie de reformas sociales y económicas.

La actuación de la Junta Militar de 1962-1963 se enmarca en el contextode las demandas de los intelectuales militares del CAEM, quienes yahabían expresado sus aspiraciones durante el segundo gobierno de Prado(1956-1962): reformas económicas y estatales, creación de nuevosministerios y, en general, mayor atención hacia los intereses de lasregiones menos desarrolladas. Para sustentar sus demandas reformistas,apelaron a las ideas progresistas del sacerdote francés Lebret, ex oficialde la Marina francesa y muy estimado en los círculos militares peruanos.En esa época, Lebret era director de un centro de estudios paraLatinoamérica, y los generales Romero Pardo, vicedirector del CAEM, yRodríguez Martínez, comandante general del Ejército y encargado de lareforma del Estado Mayor, agotaron los recursos para lograr que el

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gobierno peruano invitara a este francés a establecer un diagnósticodel estado socioeconómico del país.21

Por eso esas ideas, oiga Ud., en confrontación con la realidad delpaís, surgen en el Perú. Surgen así ideas de que debe haber planesde desarrollo. Se va divulgando la cuestión. Pero los políticosnuestros no entienden este problema. Ellos viven nada más consus ideas antiguas. Y sobre todo para desarrollar sus interesespara el grupo, para su bienestar, no para la gente del país.Entonces, Ud. comprende, surgen esas inquietudes en el Ejército,en las escuelas superiores de guerra, en el CAEM, y casi todos losoficiales que después forman parte de la revolución son egresadosde esas escuelas. Pero le voy a advertir, sin ideas de revolución,nada, sino más bien como una idea de colaborar con los gobiernos,no con ideas de una revolución. Pensamos en el desarrollodemocrático del país, en la estabilidad del gobierno. Lo quequeríamos era que nos oyeran [...]. Entonces tomamos contactocon una misión que dirigía el padre Lebret, francés, que inclusivecreo era asesor de Juan XXIII. Y ese señor, que antes había sidomarino en la guerra, pero después por su inquietud social se hizosacerdote, tenía un instituto en Montevideo. Y lo hicimos llegaracá, para que hiciera estudios sobre el problema socioeconómicodel país. Esa era la especialidad de él. Él dirigía un instituto, ¿meentiende? También desarrolló estudios en Bogotá. Entonces locomprometimos para que hiciera estudios acá y le dábamos unacantidad de dinero. Porque el no tenía idea de lucro, sino de unbien grupal. Pero francamente, el gobierno de esa época no quisoescuchar y le tildaron, como Ud. sabe, con una cierta sutilezamaquiavélica, como de medio comunista, lo que no era posibleporque era un sacerdote, ¿no? Pero con el gobierno de la derechaque tuvimos nosotros, no se pudo conseguir nada. El padre Lebretse despide en mi oficina y me dice: «Oiga Ud. En su país no sepuede hacer nada. Se han reído de mí. Se han reído de ustedes. ¡ElPerú, mi general, está sentado sobre un polvorín!». Palabrasproféticas.

21 Entrevista con el general Rodríguez Martínez, 24 de junio de 1986.

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El general Romero Pardo dejó entrever una frustración similar al referirsea los continuos conflictos entre los oficiales reformistas y los miembrosdel gabinete en funciones, al final del segundo período de gobierno dePrado:22

Prado me lo escuchó con sus ministros. Tres horas hice laexposición. Abrazos y qué sé yo, pero no se realiza. A pesar deestar conversando en esa forma, invitando al nuevo director quehiciera el máximo desarrollo, etc., etc., al final, proyectos de granimportancia como el de la Selva Central, por una parte, y por otra,la constitución del Comando Único y el Consejo Supremo de lasFuerzas Armadas no fueron aprobados. El propio presidente medijo: «Pero si yo apruebo todas estas cosas le doy el mando austedes. ¡Me quedo yo sin nada!». Una cosa inocente para laimportancia de un Presidente que tiene una nación, ¿no? Yo mepermití simplemente refutar: «Yo pensé, señor Presidente, que ledábamos toda la fuerza que ahora no tiene, porque en la nuevaestructura que le estamos planteando estamos cambiando laestructura del Estado y le estamos dando ministerios que ahorano existen pero que tienen que hacerse». De manera que yo creoque la tradicional miopía de los gobiernos de tipo tradicional noles permitía ver que realizando una obra de transformación leshubiera ido mucho mejor.

Estas citas reflejan el pensamiento de los altos mandos militares yexplican a la vez la razón por la que se anhelaban los cambios. Por otraparte, la concepción de «desarrollo integral» discutida entre losmiembros del CAEM desde la década de 1960 no era formulada solamentepor teóricos militares. A la lista de conferencistas permanentes en elCAEM se le había agregado a un grupo de personas vinculadas con elMovimiento Social Progresista, compuesto por intelectualesprogresistas capitalinos entre quienes se incluía a Jorge Bravo Bresani,autor de un estudio clásico sobre la oligarquía peruana; José MatosMar, antropólogo y fundador del Instituto de Estudios Peruanos; VirgilioRoel, historiador y hombre de ideas progresistas; los hermanos SalazarBondy, filósofos, que luego serían los arquitectos principales de la

22 Entrevista con el general Romero Prado, tal como la describe Rodríguez Beruff(1983: 56-58).

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reforma educativa de Velasco; Alberto Ruiz Eldredge, más adelante unode los principales asesores civiles de Velasco; y Leopoldo Chiapo, quecolaboraría en la reforma de la prensa.

Fue esta marcada inclinación hacia los problemas sociales la que movióa los autores (anónimos) de un informe del CAEM a escribir en 1963:23

Desde el punto de vista económico, el liberalismo que aún dominaen la entraña democrática ha fomentado el fenómeno delimperialismo o capitalismo monopolista. El monopolio se haapoderado de las más importantes fuentes de materias primas, loque ha aumentado enormemente el poderío del gran capital; elmonopolio ha abarcado los bancos que, de modestas empresasintermedias que eran, se han convertido en monopolistas delcapital financiero, adquiriendo los caracteres de una oligarquíafinanciera que dirige las instituciones económicas y políticas, delas democracias, según sus intereses [...]. Una nación hermana,Cuba, se ha apartado de la unidad americana, y ello constituye unejemplo históricamente eficaz que varias naciones iberoamericanasurgidas por la miseria y la injusticia desean seguir [...]. Es unatriste y desesperada verdad que en el Perú los poderes reales noson el legislativo, el ejecutivo, el judicial y el electoral, sino loslatifundistas, los exportadores, los banqueros y las empresasamericanas [...]. De acuerdo a lo expuesto, las aspiracionesnacionales del Perú pueden ser puntualizadas así: 1) Elevación delos niveles de vida del trabajador. 2) Reforma del sistema de tenenciade la tierra. 3) Incremento y diversificación de la industria nacional.4) Ampliación de los servicios de asistencia social referidos a: a)educación; b) salud; c) vivienda; y d) trabajo. 5) Reformainstitucional básica del Estado y adecuación administrativa, en elsentido de su mayor eficacia y honestidad.

Este documento fue retirado de circulación un tiempo después, aunqueno por ello mermó la difusión de esta clase de ideas entre los militares.Cuando el primer ministro de Belaunde, Beltrán, ordenó a la dirección

23 «El Estado y su política general: determinación de objetivos nacionales». Lima:Centro de Altos Estudios Militares, 1963. Serie Divulgación de Conocimientos, citadopor Villanueva (1972: 85-86).

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del CAEM que en adelante se ocupara de asuntos de orden estrictamentemilitar, los estudios socioeconómicos quedaron relegados al dominiode los «informes de circulación limitada» entre oficiales selectos. Sutono radical, sin embargo, no se atenuó sino que solo dejó de trascenderlos límites castrenses.

En la reorganización del Estado Mayor General habían intervenido algunosoficiales que al mismo tiempo entraron a formar parte del recién fundadoServicio de Inteligencia. Escasa atención se ha dedicado al rol vital delServicio de Inteligencia en la formación de los cuadros nacionalistas dedonde surgieron las figuras claves que rodearon a Velasco; este rol, sinembargo, es comprobable. En 1956, el general Rodríguez Martínez fueencargado de la reorganización del Ejército y encomendó a su cercanocolaborador, Bossio Collas, la tarea de crear los servicios de inteligenciay los correspondientes centros de formación profesional. Ya he dicho queel general Bossio fue dejado cesante como ministro en la Junta de 1962a raíz de sus ideas progresistas. Rodríguez Martínez reunió a un grupode oficiales de 35 a 40 años para llevar a cabo su misión, Este punto sevolverá a tratar más adelante en este capítulo.

El colaborador próximo de Rodríguez y Bossio era Fernández Maldonado.Este último junto con Bossio, el comandante Martínez y el coronelMercado Jarrín establecieron las bases del Servicio de Inteligencia delEjército, el Servicio Nacional de Inteligencia y las escuelas de oficialesde inteligencia.24

Dada la íntima afinidad con las concepciones militares francesas, seacudió también al apoyo de Francia, además del de Estados Unidos,para la formación de estas instituciones. La técnica era norteamericana;las ideas, francesas. El tercer socio fue la Argentina, aliado geopolíticodel Perú en el perpetuo antagonismo con Chile. Los argentinoscontribuyeron especialmente en la forma de organización. Bossio yFernández Maldonado hicieron un prolongado viaje de estudios visitando

24 La mayoría de los datos provienen de entrevistas que he realizado al generalFernández Maldonado el 19 de mayo y el 12 de junio de 1986. Ambos fueron directoresdel Servicio de Inteligencia del Ejército. Mercado Jarrín estaba encargado de laconducción del CIMP en 1968. Los datos sustantivos han sido comparados con elanálisis.

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todos los centros argentinos, el Centro de Informaciones del Estado(CIDE), el CIES y las escuelas militares. El programa de estudios de lasescuelas peruanas para la formación de los servicios de inteligenciaincluía un total de ocho disciplinas: política, economía, sociología,estudios militares, geografía, ciencias exactas, técnica y estudiosbiográficos. Lo que no parecía factible en el CAEM se podía alcanzar enel mayor hermetismo de las escuelas de inteligencia. Se buscó a losmejores docentes, muchos de ellos simpatizantes de izquierda. Elmarxismo se convirtió en un tema de discusión recurrente junto a laestrategia subversiva y antisubversiva.

Para esta última materia, se apeló al asesoramiento de los franceses. Elúltimo período de la guerra colonial en Vietnam y la convulsiva guerrade la independencia en Argelia habían dejado sus huellas en la filosofíadel Servicio de Inteligencia francés. Varios prominentes generales queservirían a Velasco más tarde recibieron allí un entrenamiento especialy los principales cuadros militares realizaron visitas de trabajo a París yArgel. Romero Pardo, en esa época director del CAEM, rememora unalarga conversación que mantuvo con el general Salán, entoncescomandante en jefe en Argel.25

Yo he sido invitado por el gobierno francés para observar la guerraen Argelia en 1958. Yo estuve allá, en Argelia, quince días con ungeneral adjunto a mi persona, un avión y un helicóptero. Elcomandante en jefe, el general Salán, seis estrellas en la manga,mil y una condecoraciones y una autoridad tremenda [...] creía enel concepto de la pacificación y fue con sus fuerzas a apelar por elbienestar general de la población. Esa fue una de las cosas quetambién influyó en mí para todos estos planteamientos modernos.[Él] dedicó diez por ciento de sus elementos, de su personal, desu tiempo, a problemas militares [...] pero lo demás era a lo depacificación que estaba compuesto por acción cívico-militar, acciónsocial, acción educativa, etc. ¡Yo he visto eso en el terreno mismocómo los argelinos bajo esta sombra se sentían protegidos!

Romero Pardo no fue el único que regresó al Perú impresionado y sededicó a publicar artículos sobre sus observaciones. En diversas revistas

25 Entrevista del general Romero Pardo en Rodríguez Beruff (1983: 119).

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militares de esa época aparecieron escritos de oficiales franceses decontrainsurgencia.26 Los comandantes peruanos Vargas Prieto y GallegosVenero, recién llegados de un curso de entrenamiento en Francia,advirtieron, en 1959 y 1960, el peligro de una guerrilla comunista quepodía encontrar un terreno fértil en el Perú. En última instancia, laoligarquía era responsable de esta amenaza potencial a la seguridadnacional y, a la larga, este peligro solo se podría eliminar a través de«transformaciones estructurales» (Vargas Prieto 1959 y GallegosVenero 1960). La Revista Militar del Perú se convirtió en el vocero dealarmados militares nacionalistas. Esta revista, que en los años cincuentaera una publicación poco brillante, cuya redacción se concentraba entemas militares y técnica de armamentos, alternados con reflexionessobre Nietsche, Platón, Sócrates, Spengler, Einstein y Clausewitz, cambiósustancialmente de tono al subir al poder Belaunde.27 Desde entoncesempezaron a descollar temas sobre economía, cooperativismo,programas de fomento y análisis social. Hasta 1968, aparecieron concierta regularidad artículos sobre seguridad nacional y luchaantiguerrillera. En las operaciones emprendidas entre 1964 y 1966contra los tres grandes movimientos guerrilleros —dirigidos por De laPuente (MIR), Béjar (ex PC) y Blanco (trotskista)— actuaron la mayoríade los oficiales mencionados.28 Las ideas reformistas militaresexpresadas en las páginas de la Revista Militar del Perú fueron un preludiode los cambios que ocurrirían en la estructura social. En 1964 aparecióun extenso artículo (Escudero Carrasco 1964) sobre el movimientocooperativista, desde la tradición utópico-socialista hasta nuestros días.Le siguieron otros tres, escritos por Hildebrando Castro Pozo (1966a,1966b, 1966c). En ellos, el antropólogo defendía la tesis de que laorganización comunal de la población indígena tenía tanto «una utilidadgeopolítica como social y moral»; su intensiva distribución por elterritorio andino, las formas comunales de propiedad y administracióny la atención a las necesidades básicas por parte del Estado durante el

26 Entre otros, Claude Delmas, Maurice Megret, Gabriel Bonnet, Jacques Mercier,André Souyris, Raymond Troye y Alan Yeutel, que entrevistó al general Bossio en1977.27 En julio-agosto de 1963, en el número 677 de la Revista Militar del Perú se publicóun texto elegíaco sobre el nuevo presidente Belaunde.28 Además de los ya mencionados Vargas Prieto y Gallegos, escribieron en ese períodoFernández Maldonado, Marcó del Pont y, principalmente, Mercado Jarrín. Todosocuparon puestos ministeriales claves entre 1968 y 1976.

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imperio incaico estaban en agudo contraste con la situación deexplotación de estas comunidades indígenas durante la Colonia y desdela Independencia:

En la conquista del Tahuantinsuyo por los españoles se enfrentarondos culturas: dos modos de ser económicos, políticos, religiososy sociales diametralmente opuestos que, como sistemas jurídicos,no pudieron coexistir en el sentido legal del Estado que elconquistador traía en mente para realizar. El individualismoutilitario de éste, su ideal, sin reparo en los medios de acaparar yhacer acopio de la riqueza y valores para gastarlos en la adquisiciónde poder y de dominio sobre los demás hombres u holganza deplaceres en la vida: esta tendencia económica-política interrumpióen el campo de la realidad jurídico-social incaica y destrozó elsistema de sus valores, ya establecidos en todo orden de cosas yfenómenos sociales, con lo cual se desquició la vida del Imperio ysus hombres fueron despojados de todo lo que poseían,sometiéndoseles a la más ruda explotación y servidumbre [...]. Elindígena estaba acostumbrado al trabajo obligatorio, sinremuneración pecuniaria en el régimen incaico, pero, en cambio,éste satisfacía todas sus necesidades, razón por la cual la poblacióndel Imperio se desenvolvió ampliamente, realizando sus fines yconstituyendo el centro de mayor importancia cultural enSudamérica. Empero, satisfaciendo el conquistador sólo unamínima parte de las necesidades alimenticias de sus siervos ydesentendiéndose de las demás, no sólo, de hecho, establecía laesclavitud económica de las poblaciones indias, sino que ponía enpráctica un nuevo método de destrucción de estos factoreshumanos, que se perdieron en una proporción aterradora [...]. Lodicho anteriormente explica por qué al indio no se le creannecesidades sino que, antes bien, se le reducen o cercenan susanhelos hasta dejarlo convertido en un ser casi irracional, con unnivel de vida próximo al de las bestias de labranza y un pocosuperior al de las llamas cargueras. Todo esto [...] lo acostumbróa vivir una existencia vegetativa, carente de todo contenidovolitivo, entre el claroscuro de la pereza y la imbecilidad, tarapsicopatológica que hasta la fecha viene sufriendo en algunascircunscripciones del país y que es la peor herencia que ha legadoa la República el régimen colonial español […]. Sin embargo, las

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comunidades constituyen una institución económica, susceptiblede transformarse en una formidable cooperativa de producción yconsumo agropecuario, dentro de su respectivo sistema deorganización crediticia. Para ellos cuentan con una gran riquezaen tierras, ganados y herramientas, así como la costumbre delaborar juntos en la misma obra, cooperando en la conjunción deun servicio que redunda en bien de la colectividad.

El socialismo —«comunal» en su origen, y luego «estatal»— era paraCastro Pozo un bien cultural intrínsecamente peruano. Esta nostalgiadel imperio incaico y la idea de un «socialismo nacional y peruano» comopatrimonio cultural han influido profundamente en los futurosreformadores militares, a la hora de organizar la reforma agraria, las«comunidades industriales y la creación del sistema de autogestión».La tesis sobre el bienestar general, que Castro Pozo consideraba derivadade las comunidades comunales peruanas como patrimonio intrínseco,fue readaptada por el CAEM (1966) el mismo año en que aparecieronlas contribuciones de aquel en la Revista Militar:

En el CAEM tenemos aceptada hasta este momento la siguientedefinición: «BIENESTAR GENERAL: la satisfacción adecuada yoportuna de las necesidades espirituales y materiales de la personahumana tanto de carácter colectivo como individual, previendolas futuras».

Las páginas siguientes de este singular artículo están dedicadas a laelaboración de una metodología que serviría para organizar en el ámbitoestatal la consecución de este bienestar general.

A esta misma temática se dedican también las primeras publicacionesde Mercado Jarrín, cuya reelaboración de la tesis de seguridad nacionalen los años sesenta lo convertiría en el discípulo más brillante de Marín.En un artículo escrito en 1964 sobre el rol del Ejército en el período1940-1965, Mercado Jarrín (1964) señala la necesidad de llevar a cabono solo análisis militares sino también sociológicos. La formaciónpolítica es tan importante como la militar:

En tiempos recientes, la Defensa Nacional ha asumido dimensionesmás amplias, incluyendo el juego de todos los factores políticos,

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económicos, sociales, cumpliéndose tanto en el campo internocomo el externo, en la paz como en la guerra [...]. El oficial dehoy tiene la necesidad de proyectar y ampliar sus conocimientosfuera del campo castrense [...] y conocer la Política Nacional,porque la Polít ica de Seguridad es parte de el la yconsecuentemente todo problema militar guarda estrecharelación con los factores económicos, políticos y sociales y luegoa proyectarse aún mucho más allá de las fronteras hasta abarcarel continente y de manera generalizada el mundo y el bienestargeneral del país ya no dependen solo de sí mismo, sino que sufreel impacto de influencias cuyo origen radica más allá de los límitesfísicos de las fronteras, para ubicarse en regiones exóticas ajenasa nuestra geografía e idiosincrasia, debido a que el mundo consus adelantos tecnológicos, cada día se vuelve más pequeño yhace a los estados interdependientes.

El ideal de un oficial político-militar fue formulado igualmente por otrosautores. Bobbio Centurión —quien en esa época era comandante, y luegoel general que incitara a Morales Bermúdez a eliminar del Consejo deMinistros a los últimos velasquistas— publicó, en 1962 y 1963, unpar de artículos en los que se describía al oficial peruano, en primerlugar, como «un combatiente del subdesarrollo»:29

Necesitamos ser un Ejército cuyos objetivos se midan también enkilómetros de carreteras, en miles de hectáreas de terreno que seha incorporado a la agricultura, en número de individuos que seha alfabetizado, en kilómetros de canales de regadío, en númerode localidades que se ha saneado, en zonas que se han incorporadoa la nacionalidad. Es decir, un Ejército que sea un símbolo paratodos aquellos países que como el nuestro estén en una etapa desubdesarrollo, con escasez de capitales, déficit en mano de obraexperta, especializada y con una inconmensurable cantidad de

29 Ambos artículos, «Guerra o revolución: ¿una nueva aproximación?» y «¿Qué Ejércitonecesita el Perú?», se publicaron originalmente en la Revista del Centro de InstrucciónMilitar del Perú (marzo-abril 1962 y julio-agosto-septiembre de 1963,respectivamente) y fueron reimpresos en la Revista Militar del Perú (enero-febrerode 1972), número 726, pp. 7-10, y la Revista Militar del Perú LXII (marzo-abril de1972), número 727, pp. 13-17, respectivamente. Las citas mencionadas en estelibro provienen del último artículo.

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trabajo por realizar, con una clase directriz egoísta y sin emociónsocial, y un pueblo falto de fe, incentivos, esperanzas, carcomidoy semidestruido por el engaño y la explotación [...]. De oficialesque al igual que Cruzados, tengan en la mirada la chispa del«iluminado» por su credo, por su mística, que no sólo es el biendel Ejército sino el desarrollo del país.

Al trazar la evolución del pensamiento militar que culminaría en el golpede Estado, me guío por las líneas ideológicas del autor más elocuentede su generación, Mercado Jarrín. Para ello, he consultado laspublicaciones aparecidas hasta fines de 1963 —las posteriores a esafecha acusan una evidente radicalización—, recogiendo solamente losdetalles principales referidos a la seguridad externa e interna.30

El condicionamiento externo de la seguridad nacional peruana esdeterminado, según Mercado, en el contexto del Tratado Interamericanode Asistencia Recíproca (TIAR).31 Sin embargo, ese contexto, en el que segarantiza la «seguridad colectiva del continente», no representaautomáticamente el medio óptimo para reflejar con la mayor idoneidadlos intereses de todas y cada una de las naciones latinoamericanas. Estaes una tarea del ejército de cada país por separado, pero el ejército deEstados Unidos, como el más poderoso del continente, ha adquirido unainfluencia desproporcionada en la definición de los intereses continentales.

La historia de América Latina dio a las FFAA la oportunidad dedesempeñar un rol preponderante en la conformación de lapersonalidad de cada Estado [...]. Los objetivos nacionales [de

30 Mercado Jarrín, entre cuyas numerosas virtudes no descolla la modestia, secomplace en describirse como el principal ideólogo de la Revolución Peruana. Él es,indudablemente, uno de los exponentes más respetables del pensamiento militarsobre el desarrollo, y uno de los redactores de las secciones relativas a la gestióninternacional en el Plan Inca. La política exterior del Perú entre 1968 y 1976 fueconducida por él y De la Flor. Según este último, el sello personal de Velasco y losmiembros del COAP en la política internacional fue notablemente superior que lo queafirma Mercado Jarrín tanto en palabras como en escritos. Esta es la razón por laque he vacilado en utilizar la obra posterior de Mercado como representativa delpensamiento militar previo a 1968. En esta sección, por lo tanto, seré breve en elanálisis de sus últimos ensayos, y me explayaré en estos recién en el capítulo dedicadoa la política extranjera.31 Parafraseo aquí el texto de Mercado Jarrín (1968: 16-19).

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cada Estado] se concretan como resultado del interés general. Anivel continental, es difícil determinar qué es lo que puedeconstituir el interés general de todos los pueblos de América, loque hace a su vez difícil precisar los objetivos del SistemaInteramericano. El ‘anticomunismo’ o el ‘anticastrismo’ sonactitudes que no pueden por sí solas llegar a constituir ‘el interésgeneral de los pueblos de América’, como objetivos continentales,a cuya consecución deben orientarse los recursos y los esfuerzosdel continente americano […]. Por consiguiente, orientar losesfuerzos del Continente para alcanzar principalmente comoobjetivo el anticomunismo implica cierta subordinación a estapolítica y desconocer los verdaderos objetivos del SistemaInteramericano que reclaman como primera prioridad el esfuerzopara lograr el desarrollo de los pueblos […] y no la represión.32

Dentro de esta misma concepción, el interés nacional está íntimamentevinculado al desarrollo armónico del potencial nacional. En uncomentario casi tomista de la tesis del CAEM, Mercado señala:33

Es función de la política de seguridad nacional orientar […]acciones estratégicas necesarias para eliminar o neutralizar losantagonismos que se opongan a la ostentación o mantenimientode los objetivos nacionales, Una política de seguridad nacionalabarca la defensa global de las instituciones y la consecución delas aspiraciones nacionales. En último análisis y en su aceptaciónmás amplia, una política de seguridad nacional es sinónimo deestrategia nacional. La primera busca incrementar el potencialnacional; la segunda está encaminada a preservar dicho potencial.La primera se refleja en la acción dinámica encaminada a alcanzarel bienestar de la comunidad; la segunda tiende a crear un cierto

32 En una redacción posterior de esta tesis (Mercado Jarrín 1974b: 159), agregó:«En la última década son conocidas las informaciones referentes a la labor de laAgencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos de América en lasubversión contra el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala y más tarde en lainvasión a Cuba por Bahía de Cochinos, así como sobre el contenido de los planes“Camelot”, “Simpático”, “Untersuchung 503” y “Colonia”».33 Escrito en 1968 pero publicado, según propias palabras de Mercado Jarrín—entrevista del 15 de mayo de 1986—, recién en 1974 (véase Mercado Jarrín1974b: 56-57).

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grado de garantía para asegurar la permanencia de dicho bienestary la identidad nacional. Los conceptos de desarrollo y seguridadestán permanente y estrechamente unidos. Sin desarrollo no hayseguridad y viceversa.

El desarrollo es un proceso armónico e integral que experimenta unanación; estos procesos, sin embargo, pueden tropezar con escollos uobstáculos. Se trata a veces de bloqueos de carácter subversivo —losmovimientos guerrilleros, por ejemplo— y otras de impedimentosestructurales enraizados dentro de la sociedad. En este último caso, laestructura económica, social y política, tanto interna como externa,constituye una barrera que exige cambios estructurales. Una manera,indeseable a los ojos de los militares, de imponer una transformaciónes la acción subversiva, a pesar del hecho de que las demandas de justiciasocial exigen acción. Otra manera, más ajustada lógicamente a la medidade las fuerzas armadas, es una combinación de actividades anti-subversivas y de desarrollo:34

Los obstáculos que se oponen a la acción de los Estados y susvulnerabilidades, en los cuales se encuentran las verdaderas causasde la subversión, han determinado que las fuerzas armadas enAmérica Latina no circunscriban su acción únicamente a mantenerla ley y el orden mediante la acción represiva. Resulta ahorafundamental neutralizar, eliminar o superar los desequilibriosestructurales, verdaderas causas de la subversión, para evitar quelos brotes de la violencia se produzcan. Existe, evidentemente,una relación directa entre desarrollo y subversión. La lucha contrala subversión ha venido a precisar la íntima relación que debeexistir entre la Política de Desarrollo y la Política de Seguridad.La lucha contra la subversión ha impuesto a las fuerzas armadasde América Latina una nueva función dentro de sus posibilidades:cooperar en el desarrollo nacional y en la lucha por una auténticajusticia social. Por ello las fuerzas armadas de América Latinacolaboran en la realización de obras de infraestructura, preparanparte del contingente que se licencia para disminuir el déficit de

34 Me guío por el texto de Mercado Jarrín (1967), en una reimpresión ligeramenterevisada en Mercado Jarrín (1974a: 89-182). Las citas se pueden encontrar en estaúltima versión, en las páginas 112-113.

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mano de obra calificada [...] cooperan en trabajos de colonizacióny mediante la instrucción que imparten en los cuarteles estáncreando la receptividad sicológica para el ‘ambiente técnico’, quenecesitan los países para el desarrollo industrial, contribuyendoeficazmente a la formación de la Sociedad Industrial. Esta nuevaconcepción de la misión de las Fuerzas Armadas las ha obligado asalir del tradicional enclaustramiento de sus cuarteles, en sumisión tutelar de garantizar el territorio nacional contra lasamenazas externas, campo netamente militar, para tomar uncontacto cada vez mayor con los problemas socio-económicosdel país, en función de su misión de velar contra las amenazasinternas que abarcan los campos económico, sicológico, político,sociológico y militar.

El equipo de VEl equipo de VEl equipo de VEl equipo de VEl equipo de Velascoelascoelascoelascoelasco

El grupo de oficiales alrededor de Velasco estaba compuesto por unaélite militar formada en la ideología detallada en las páginas anteriores.Como se verá, conformaban un círculo reducido y relativamente cerrado.Todos se iniciaron en la carrera militar como cadetes en 1940, ganandoméritos desde sus puestos de oficiales de los servicios de inteligencia yde docentes en las escuelas militares. En el cuadro 3 del apéndice, heagrupado a los oficiales más importantes que formaban parte del Consejode Ministros entre 1968 y 1975, y que en su mayoría eran los hombresde confianza de Velasco. Se trata de un grupo de veinte personas.

Sorprenderá, quizá, no encontrar en la lista a ningún oficial de la Marina;volveré sobre este tema más adelante. En el grupo aparecen tres oficialesde la Aeronáutica: Gilardi, Sala Orosco y De Rivera Lucero. Este últimoera, asimismo, coronel del Ejército, y llegó a general de la Aeronáuticaen forma indirecta. De Rivera pertenecía, junto con Valdés Palacios, alservicio jurídico de las Fuerzas Armadas. Valdés hizo carrera más rápidoque él; entonces, Velasco y Gilardi hicieron pasar disimuladamente alotro coronel del servicio jurídico a la Aeronáutica, donde podría ascendera general.

Gilardi y Sala Orosco se convirtieron en amigos personales de Velasco.Gilardi fue designado ministro de Aeronáutica por una maniobra de

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Velasco, poco después del golpe de 1968; de esta manera, pasó a integrarla Junta y manifestó siempre una leal gratitud hacia Velasco. Con laprominencia de Gilardi dentro de la Fuerza Aérea, el presidente seaseguró un permanente apoyo de los ministros del gabinete quedependían directamente de este miembro de la Junta. Velasco trabóamistad con Sala Orosco por su carácter y su lealtad, y le ofreció lacartera de confianza del Ministerio de Trabajo. Sala Orosco sería el únicoministro que mantendría un puesto en el Consejo después de su retirodel servicio activo como militar.35

Maldonado Yáñez y Arrisueño ocupaban mandos vitales y esto fue loque estimuló a Velasco a hacerlos partícipes de los planes previos algolpe. Formalmente, participaban en la producción del futuro plan degobierno, el Plan Inca, aunque su tarea, en realidad, era revisar, juntocon los generales Mercado Jarrín y Montagne, los planes elaboradospor los coroneles Fernández Maldonado, Gallegos, Hoyos y RodríguezFigueroa; por su actuación fueron recompensados con carterasministeriales.

Carpio Becerra entró en el equipo de Velasco por azar.36 Tantaleán, queno pertenecía al grupo que preparó y ejecutó el golpe, ocupa, asimismo,una posición especial. En 1968 era agregado militar en Chile, peroanteriormente, cuando Velasco cumplía tareas en la Primera RegiónMilitar, había prestado servicio como su jefe de operaciones. Él y suesposa se convirtieron en sus amigos personales. En 1971, Velasco lorelevó de su cargo en el extranjero para nombrarlo ministro, en contrade la opinión mayoritaria de sus asesores. Tantaleán mantenía unaamistad personal con Velasco, al igual que Giraldi, Sala, Meza Cuadra y,por un largo tiempo, Richter.

Quedan así catorce personas que en el momento del golpe eran coroneleso generales de brigada —a excepción de Montagne, que era general dedivisión e inspector general del Ejército en 1968 y luego sería primer

35 Si bien como ministro de Estado, con voz pero sin voto. Llegó a ocupar un puestode confianza en SINAMOS.36 Velasco y Montagne estaban en su casa la noche del golpe. Los tres se tomaron unpar de whiskies y Carpio Becerra insistió en acompañar a sus dos colegas. Por su roltambién sería premiado con un puesto ministerial.

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ministro—. En el grupo hay tres generales: Montagne, Mercado yMorales. De ellos, solo Montagne era amigo de Velasco, quien mantenía,desde hacía años, una relación de distancia con Morales. Cada uno delos tres generales llegaría a ocupar el cargo de primer ministro; todostenían reputación de brillantes oficiales del Ejército, y su presencia enel gabinete de Velasco se debió más a su prestigio militar que a la amistadpersonal con el general. Montagne era, como ya dije, el único que sosteníauna relación de amistad con el presidente, aunque el vínculo se deteriorósensiblemente unas semanas después del golpe, cuando Velasco se retiródel servicio activo y los generales del Ejército designaron a Montagnecomo su sucesor. Velasco salió victorioso de este conflicto, pero lasrelaciones entre el presidente y el primer ministro nunca se distendieroncompletamente.

Los once restantes eran todos coroneles en el momento del golpe ypertenecían a la intelligentsia, habiendo llegado a ocupar funciones enel Estado Mayor General durante las reformas del Ejército implementadaspor el general Martínez Rodríguez. En el curso de 1967, Velasco habíaempezado a trabajar con ellos y a apreciar sus cualidades profesionales.Algunos desempeñaron un rol clave en la constitución del Plan Inca:Fernández Maldonado, Gallegos y Rodríguez redactaron la secciónpolítica; Hoyos se ocupó de las cláusulas militares. De Rivera Lucero yValdés ocupaban cargos de confianza en el servicio jurídico. Todos losdemás, excepto Graham, colaboraban en los servicios de inteligencia, ytodos fueron comprometidos en la preparación y ejecución del golpe.Solo uno, Meza Cuadra, llegó a ser amigo personal del presidente,especialmente durante el último año de su gobierno y en los dos años ymedio que siguieron antes de su muerte. Todos ellos fueron designadosel día del golpe o poco después como miembros del Comité deAsesoramiento a la Presidencia (COAP), en el que fue creciendo unarelación de confianza con Velasco. Después de 1970, cuando Velascohabía consolidado su poder presidencial, llegaron a ocupar posicionesclaves dentro del Consejo de Ministros, a través del COAP. El equipo deVelasco fue de naturaleza esencialmente política: compartía sus ideas,actuaba como su memoria colectiva, lo asesoraba y a veces lo criticaba—pocos se atrevían a hacerlo entre los hombres de Velasco—, eintervenía en todas las reformas y asuntos importantes del Estado.

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En las páginas siguientes, trazaré un perfil de este grupo íntimo depolíticos militares que rodeaban a Velasco, partiendo de característicasgenerales: extracción social, formación y carrera, y las influenciasideológicas comunes a la mayoría de ellos.

a) Extracción social.a) Extracción social.a) Extracción social.a) Extracción social.a) Extracción social. Existe una notable diferencia entre el origensocial de los tres generales y el de los once coroneles que eran las figurasclaves alrededor de Velasco. Los tres generales —Montagne, MercadoJarrín y Morales Bermúdez— pertenecían a la clase media-alta urbana ytodos ellos estaban vinculados al Ejército por parentesco —padres,familiares—. Los coroneles, en cambio, procedían del interior, de familiasde humilde condición que vivían en pequeñas ciudades de provincia oprovenían de comunidades campesinas. Los tres generales gozaban deuna excelente reputación en el Ejército, gracias a su procedencia social,política y militar.

Montagne nació en Barranco, un suburbio limeño de carácter finisecular.Su padre era militar, y llegó a ser general y ministro. En 1950, Montagnepadre incluso fue candidato presidencial en una batalla electoral queOdría ganaría sin muchas dificultades. Su hijo, Ernesto MontagneSánchez, era considerado como la personificación peruana de «un oficialy un caballero». Contaba para ello con las referencias sociales idóneas:su esposa era hermana del cardenal de Lima, y su hijo estudiaba con losjesuitas. Durante el gobierno de Belaunde había dejado temporalmenteel Ejército para asumir la cartera de Educación. Luego fue incorporadonuevamente y ascendió al cargo de inspector general.

Mercado Jarrín era oriundo de Moquegua. Su padre era médico, pero suabuelo había sido coronel y había retornado como héroe de la guerracon Chile. Mercado había estudiado en el prestigioso colegio San Luisde Barranco, Lima, dirigido por los padres maristas, y también élalcanzaría experiencia política como militar. A los 27 años, siendocapitán, fue nombrado edecán del arequipeño Bustamante y Rivero, trasla victoria de este en las elecciones presidenciales.37

37 En 1948, durante el golpe de Odría contra Bustamante, acompañó atentamente ala familia presidencial al aeropuerto. Al día siguiente fue reemplazado por el tenienteGraham como edecán del nuevo presidente.

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Sin embargo, las mejores cartas de referencia estaban en manos deFrancisco Morales Bermúdez Cerruti. Nieto de un presidente militar —elcoronel Remigio Morales Bermúdez— e hijo de un mártir militar —elteniente coronel Francisco Morales Bermúdez—, estaba predestinadoa una carrera en las filas castrenses:

Ingresé al Ejército por una vocación muy definida. No fue un ingresopor razones de coyuntura. Había en mí una vocación militar total,apoyada en mis antecesores: el caso de mi abuelo que fue oficialdel Ejército y llegó a la presidencia de la República en 1890;combatió durante toda la guerra con Chile, en las campañas deTacna, de Tarapacá y del Alto de Alianza y llegó a ser jefe del EstadoMayor de Cáceres en la campaña de La Breña. Mi bisabuelo, donPedro Morales, era un militar español que contrajo matrimoniocon Catalina Bermúdez, y a partir de mi abuelo nace el apellidocompuesto. Mi padre también fue militar, llegó al grado de tenientecoronel y terminó su vida trágicamente. Hay, pues, una vocaciónde tipo familiar (Tello 1983, t. I: 11).

Su origen social y su educación —estudió en el prestigioso colegio deLa Inmaculada, en Lima, y en 1943 egresó de la Escuela Militar como elprimero de su clase, con el grado de segundo teniente de infantería—,junto con su especialización posterior en Economía, señalaron a MoralesBermúdez como una persona que habría de escalar ágilmente los rangosmilitares en un Ejército en proceso de modernización. Al igual queMercado Jarrín, llegó en el menor tiempo posible al grado de general debrigada, y como Montagne, abandonó la Fuerza Armada temporalmentepara ocupar un ministerio. Fue ministro de Hacienda en uno de losgabinetes de Belaunde, y supo retirarse a tiempo para no llegar a verseenvuelto en uno de los escándalos políticos que precedieron a la caídadel presidente.

La extracción social de los coroneles era completamente diferente.Provenían de familias de modesta condición económica, a excepción deDe Rivera Lucero, criado en Arequipa en un medio austero, peroprotegido. Los que crecieron en las pequeñas ciudades del interiorvivieron la crisis de la década de 1930. Sus padres se habían vistoobligados a vender sus bienes para subsistir y costearles los estudios aellos. Aquellos que provenían del campo, recuerdan la vida de privaciones

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que tuvieron en el hogar paterno. Varios de ellos —Meza Cuadra yGraham, por ejemplo— perdieron a su padre a temprana edad y tuvieronque trabajar para mantener a su familia. Valdés Palacios —que se graduóen la facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú,al igual que su esposa— era hijo de un minero, y al egresar de la escuelasecundaria se costeó los estudios ejerciendo los oficios de peón, marineroy empleado de taquillería en un cine.

Si bien todos los militares profesionales cursaron estudios secundariospara cumplir el requisito de ingreso como cadetes, un considerablenúmero de ellos había servido primero como soldado raso para poderatender al sustento de su familia. Todos ellos fueron ascendiendo porlos grados de cabo primero, sargento segundo y sargento primero, hastallegar a la Escuela de Oficiales. A este grupo pertenecían Meza Cuadra,Rodríguez Figueroa —quien había nacido en una comunidad del Cuzco yhablaba quechua—, Graham, Tantaleán e incluso Velasco.

Los primeros años de Meza Cuadra en el Ejército son ilustrativos:38

Entré por vocación, pero también parece que hay gente con dosvocaciones. Quería ser médico o militar. Al morir mi padre, yo tenía12 años. Realmente, la vida fue muy dura. Y yo reafirmé mi vocaciónmilitar, particularmente leyendo la historia de mi país. Por eso,cuando termino la instrucción secundaria, era muy muchacho. Nihabía cumplido los 16 años. La talla mínima tenía, pero ni el pesoni la edad para entrar en el Ejército. Entré como conscripto [...]pero no me aceptaron, era muy niño todavía. Me fui a la EscuelaMilitar de Chorrillos, logré entrar, tenía medidas completas, buenascalificaciones. Mi primer oficial era el general Velasco.

Similares fueron los años juveniles de Graham:39

Bueno, yo soy hijo de padres muy pobres. Mi padre era un empleadoen el puerto de Mollendo. Trabajaba en un despacho de aduana. Élhabía heredado de sus padres (no legítimos, pero que le acogieron),le dejaron unas casitas viejas en donde vivía. Entonces quedaba

38 Entrevista con el general Meza Cuadra, 6 de junio de 1986.39 Entrevista con el general Graham, 15 de mayo de 1986.

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muy poco. Yo tuve que dejar a mi madre, fui a Arequipa paraestudiar allá, estuve con mis abuelos maternos y estudié en laciudad. Hice mi primaria en el colegio de La Merced y estudié allíhasta el tercero de media. Desgraciadamente, no había cuarto yquinto. Así es que tuve que buscar otro colegio para terminar[...]. La cuestión, sin embargo, fue de los medios económicos.Bueno, en La Merced se pagaba una pensión muy baja. Así es quelos Hermanos Cristianos, que tenían el colegio La Salle en Arequipa,al conocer mis problemas acordaron acogerme pagando una cuotasimbólica, y así formé parte de la primera promoción del colegiode La Salle. Terminé en el 35 la instrucción media, a los 16 años,y entonces murió mi padre seis meses antes que yo terminara micolegio. Yo siempre pensé ser médico. Era mi arreglo. Pero en LaSalle tuve un instructor militar, un teniente. Los militares usabanen esta época botas, y el teniente tenía un par de botas muy bienquebradas. Oiga, la bota me llamaba la atención, porque teníamoscada semana una hora de instrucción militar. Aunque le parezcamentira, así me nació la vocación por la carrera de las armas. Aesto le sumamos el hecho que se murió mi padre. La carrera médicacostaba dinero, y ya no había nada que hacer. Me quedaron solomi madre, yo, una hermana mujer y una tía hermana de mi padre(dicho sea de paso, era un poquito nerviosa, cuando entró en laedad crítica). Yo les tenía que mantener a la edad de los 16 años.Antes éramos seis hermanos, pero murieron cuatro de pequeños.Y yo ya dije: «Ya no puedo seguir estudiando. Tengo que escogerla carrera de las armas o buscar un trabajo en Arequipa parasostener a mi madre». En eso llegó a Arequipa la comisión quemandaba la Escuela de Clases de Chorrillos para seleccionar unatreintena de muchachos y traerles a Lima. Pero resulta que yo eramuy delgado y me faltaba un kilo de peso. Entonces en la selecciónno entré entre los veinte. Pero quedamos como unos quincemuchachos en Arequipa que éramos muy buenos [...]. Entoncesel capitán hizo un telegrama a la escuela que había ese contingente,si le autorizaban a aumentar su cuota y llevar esos quincemuchachos más. Y el día antes de partir de Arequipa me dijeronque bueno. Así vine a la Escuela de Clases de Infantería. Aquí, enesa foto, estoy de cabo, en el año 1937. A la Escuela de Clases,que estaba al lado de los oficiales, acudía gente de todo el país. Seformaban clases de artillería, infantería, ingeniería y caballería.

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Salían sargentos primeros y segundos en que se demoraba un añoen ascender a cabo, un año para ascender a sargento, y el contratoque firmamos era para dos años más, para servir en tropa.

En los años treinta, las Fuerzas Armadas podían elegir entre la flor ynata de la nación para reclutar a su cuadro y a sus oficiales. La mayoríade las universidades estatales, que representaban un medio de acceso alos círculos académicos y un filtro de movilidad social desde las clasesmedias-bajas, estaban cerradas a causa de la situación política. Lasuniversidades particulares podían exigir una abultada cuota deinscripción, y los hijos de las familias adineradas podían optar, asimismo,por cursar estudios superiores en el extranjero. Sin embargo, para unaamplia porción de la población, la única alternativa de ascenso socialresidía en el Ejército. Mercado Jarrín, sin ajustarse a datos muy exactos,caracteriza el proceso de reclutamiento de la siguiente manera:40

En eso el gobierno de las Fuerzas Armadas se hace distinto a losmodelos del Brasil y de Chile. Se debe a muchos factores, pero hayuno que sobresale: el momento en que la Fuerza Armada toma laconducción del país es un momento muy singular, quesociológicamente es el resultado de unos 30, 35 años antes. Esla cuestión de la formación de una generación de militares, a lavez brillantes y progresistas. Los hombres que van a trabajar enel equipo de Velasco son producto de circunstancias especiales.En la década del treinta al cuarenta, en el Perú las universidadesestán cerradas. Como consecuencia, solo los hijos de la genteadinerada salen afuera. Las vacantes en las promociones militares,digamos normalmente unas treinta por año, fueron unastrescientas. Había, como consecuencia, una selección natural. Lomejor de una entera generación estaba en las escuelas. No es porsi acaso. Con Velasco llega una generación que va a actuar con sufuerza propia. Velasco es un director de orquesta, que sabesintonizar a todos [...]. Velasco era un hábil conductor de orquesta.Pero éramos una generación que surgió por selección natural.Ahora hay cosas diferentes, hay quinientas vacantes y se presentandos mil. Se presentan cuatro por plaza vacante, en esa época dedoscientos a trescientos por plaza. Esa selección natural es un

40 Entrevista con el general Mercado Jarrín, 15 de mayo de 1986.

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primer elemento que permite contar con recursos humanos, parapoder ir adelante. Y eso hace que la Fuerza Armada actúe comofuerza sola, autosuficiente. Fue una generación tanto brillantecomo progresista. Se tenía que hacer una revolución. Tenía quetener participación de la Fuerza Armada, compartir en eso.

b) La formación profesional y la carrera militarb) La formación profesional y la carrera militarb) La formación profesional y la carrera militarb) La formación profesional y la carrera militarb) La formación profesional y la carrera militar..... La promociónde 1940 de la Escuela de Oficiales de Chorrillos pasó a ser conocidacomo «promoción terremoto». La ciudad de Lima, incluyendo el suburbiode Chorrillos, había sido abatida ese año por un poderoso sismo. Lasescuelas militares habían quedado tan desmoronadas que algunas clasesse dictaban en carpas. Al año siguiente estalló una guerra fronterizacon el Ecuador. Los años 1939 y 1940 fueron reunidos en una solapromoción debido a que el Ejército necesitaba oficiales. Muchos de losque rodeaban a Velasco provenían de ese grupo o habían estudiado mástarde en escuelas militares de educación superior con los oficialesegresados de esa promoción. El propio Velasco era oficial docente de laAcademia de Chorrillos, donde instruyó a muchos de los reclutas queocuparían puestos ministeriales durante su gobierno. Morales Bermúdezy Fernández Maldonado servían juntos como cadetes; unos diez añosmás tarde, conocieron como compañeros de clase —en la XXIV promociónde la Escuela de Guerra, en 1955— a De la Flor, Gallegos y Richter.Meza Cuadra y Graham, ya mencionados, se cruzarían repetidamente ensu camino mientras ascendían por los rangos militares.

Sus modelos de formación y de carrera son similares. Todos ellos fueronespada de honor en el grado de teniente segundo, y en los cursossubsiguientes para los rangos de capitán, mayor y oficial del EstadoMayor. Entre los compañeros de generación se fueron forjando asíamistades y vínculos de compadrazgo, a través de casamientos ybautizos: Meza Cuadra y Mercado Jarrín eran compadres, al igual queRodríguez Figueroa y Fernández Maldonado. Entre estos últimos y Dela Flor creció una amistad que duraría más de 35 años. También De laFlor y Richter eran amigos, y harían carrera junto con Meza Cuadra.Este último, Rodríguez Figueroa, Gallegos y Fernández Maldonado, alas órdenes de Bossio Collas y Mercado Jarrín, llegaron a ocupar funcionesvitales en los servicios de inteligencia o en las escuelas militares. Enesta institución se encontraron con Graham, quien ya desde muytemprano dictaba cursos de estrategia y táctica.

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Cuando conversé con el general Rodríguez Martínez, en esa época elreformador del Ejército peruano que nombrara el equipo de Velasco enel Estado Mayor General, le pedí que mencionara a los militares quemás habían descollado entre los ministros de Velasco. A pesar de los 71años que tenía en el momento de la entrevista,41 el general Rodríguezgozaba aún de una excelente memoria. Fernández Maldonado y MoralesBermúdez eran los oficiales que mejor impresión le habían dejado. A Dela Flor, Gallegos, Mercado Jarrín, Meza Cuadra, Montagne y RodríguezFigueroa los consideraba «oficiales brillantes con gran inquietud social».Richter también era, a su juicio, un excelente oficial, pero se habíalimitado principalmente a las actividades castrenses. Sobre ValdésPalacios señaló: «Es abogado, pero también general, ¿no? Porque, entrenosotros, en el Ejército, el médico, el abogado entran de oficial. Hacencursos, hacen todo y son como oficiales. Era una buena persona, unamuy buena persona. Con una gran inquietud. Ha sido un magníficocolaborador. En el Ejército estuvo muy cerca de Velasco. A él se leecharon los fracasos de la revolución y por eso parece que ahora está endesgracia».

Como ejemplo ilustrativo de las numerosas carreras, casi idénticas,extraigo la de Fernández Maldonado:42

Postulé a la Escuela Militar en el año 1940. Ya estaba en la escuela,el 24 de mayo se da el terremoto y Chorrillos queda prácticamentedestruido. Por eso autodenominamos a nuestra promoción ‘elterremoto’. En realidad se llamaba ‘Mariscal Nieto’. ¿Y quién erael espada de honor? Desgraciadamente era el general FranciscoMorales Bermúdez. Éramos compañeros de armas desde queéramos cadetes, de antes de entrar incluso éramos amigos.Nuestra promoción hizo la escuela militar en tres años;normalmente son cuatro años. ¿Por qué? En el año 1941 hubo elconflicto con el Ecuador, entonces a mitad del año dimos losexámenes y los sesenta primeros pasábamos al final del año altercer año, el resto continuó su escuela en cuatro años. Nuestrocapitán del año en ‘42 fue Juan Velasco Alvarado. En 1973 salimos

41 Entrevista con el general Rodríguez Martínez realizada el 24 de julio de 1986.42 Citada en Cornejo Chávez (1975: 241 y ss.).

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como subtenientes, el 1 de febrero. Yo soy del arma de Infanteríay me trasladaron a provincia con sede en Moquegua. Volvícuriosamente después de muchísimos años a mi tierra: había salidode once años. Estuve tres años allí, ascendí a teniente en el año1946, me cambiaron al batallón de Tanques Uchumayo, seguí dosaños en la blindada. El año ‘48 fui cambiado a la Escuela Superiorde Guerra, como traductor. Manejo el inglés fundamentalmentepara traducciones; lo hablo, lo entiendo, pero fundamentalmentees para traducciones. Participé en las traducciones de los FieldManuals sobre tanques, blindado, el material, etc. En base a esteconocimiento me cambiaron a la Escuela de Guerra como traductor.Había los profesores que habían dado su posgrado en FortLeavenworht. Yo traduje la información al castellano. Ascendí enel 49 a capitán. Me cambiaron al batallón número 1 de Infanteríaen Lima, en 1949. Me cambiaron de allí a la entonces llamadaInspección General del Ejército, División de Infantería [...]. Teníamuchos años en la capital y presenté una solicitud de ser cambiadoa la frontera. Entonces me cambiaron al batallón de Infanteríanúmero 35, General Salaverry, con sede en Querecotillo, en lafrontera con el Ecuador. Me nombraron jefe de una compañía quetenía bajo su responsabilidad el subsector Suyo. El año ‘53 medesignaron para seguir el curso avanzado en la Escuela delnfantería; en esta escuela van los capitanes al ascenso a mayor.Estuvimos varias promociones juntas; por ejemplo De la Florestuvo allí. Ascendí a mayor en el ‘58. En el curso de este añohabíamos postulado a la Escuela de Guerra, ingreso por examen,por selección. Hice una dupleta: ascendía a mayor e ingresé en laEscuela de Guerra. Estuve dos años como alumno. Estaba tambiénMorales Bermúdez. Formamos parte de la vigésima cuartapromoción de la Escuela de Guerra. El número uno eradesgraciadamente Morales Bermúdez. Es interesante saberquiénes eran miembros de esa promoción: Morales Bermúdez, Dela Flor, Graham, Gallegos, Bobbio, Violé, yo, una excelentepromoción porque la mayoría era espada de honor o número uno.La Escuela de Guerra es del Estado Mayor. Es un requisitoindispensable para entrar en los altos mandos. Director de laEscuela de Guerra era Alfredo Rodríguez Martínez, hombrebrillante, uno de los mejores generales del Ejército y nacionalista.Mi maestro y mi guía ha sido el general Rodríguez, de la mayoría

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de nosotros. Era comandante general del Ejército, subió aMinistro de Guerra con el problema de la IPC. Los primeros alumnosde nuestra promoción eran invitados a ser profesores de la Escuelade Guerra: otra vez Morales Bermúdez, Leonidas Rodríguez,Marcó del Pont, Meza Cuadra, quien era uno de los mejores, EnriqueValdés Angulo quien luego sería ministro de Agricultura, Gallegosy yo. Yo era profesor de Inteligencia, junto con De la Flor, habíacampos como de logística, inteligencia, operaciones, personal. Esofue en ‘56. Al final de ese año, Rodríguez Martínez, hasta la fechadirector de la escuela, es nombrado como Jefe del Estado MayorGeneral del Ejército, para participar en la reorganización delEjército. Entonces él pidió a varios de nosotros que le ayudáramos;otra vez Morales Bermúdez, Leonidas [Rodríguez Figueroa], Marcódel Pont, yo, Benavides, todos profesores. Es importante, en todosnosotros (por lo menos en mí) ha influido. Leonidas fue a Logística,yo al Departamento de Inteligencia, Morales y Marcó al Departamentode Desarrollo. Yo estuve tres años en Inteligencia. En este momentofue nombrado director del Departamento de Inteligencia el generalJuan Bossio Collas. El pidió luego como ministro de la junta del‘62 la nacionalización de la Cerro de Pasco y por eso lo botaron.Muy hábil persona, honesto, progresista, nacionalista. El generalBossio, el comandante Martínez y el mayor Fernández Maldonadoestuvimos los tres en Inteligencia. Creamos lo que ahora hay enInteligencia, en el Ejército y a nivel nacional: escuela del Ejército,servicio del Ejército, servicio nacional. Antes existía en formaartesanal. Pedimos asesoramiento a Francia, a la Argentina y a losEstados Unidos. Vino un asesor norteamericano, no recuerdo sunombre. Llegaba gente de Francia. Con el general Bossio fuimos aArgentina. Visitamos todos los organismos de inteligencia delEstado: la CIDE, CIES. En base de todo eso, lo primero que se hizoera formar una escuela y formar personal. Comenzamos con losdiferentes cursos y paralelamente se avanzó en el Servicio deInteligencia. Después el servicio nacional. La Marina también teníasu Servicio de Inteligencia, apoyado por la CIA. Todo el equipoelectrónico fue donado por la CIA, hay una vinculación profundade muchísimos años. En ‘59 era nombrado (ya siendo tenientecoronel) como agregado militar en Argentina, pero en hecho paracontinuar la coordinación con la inteligencia argentina. La ligazónviene desde la lucha de la emancipación, desde San Martín, y

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además compartimos con ellos el problema con Chile. Esconsecuencia del interés nacional, como también coordinamos conVenezuela frente a Colombia. En Argentina estuve dos años. En el‘62 me movieron a Tumbes, nuevamente la frontera con el Ecuador,en Infantería, hasta noviembre del ‘62. ¿Quién era el jefe del EstadoMayor en la región? El coronel Edgardo Mercado Jarrín. Ennoviembre, creo el día 24, estaba yo en mi oficina y me llamó elcoronel Mercado, con quien desde niño, desde muchacho, éramosamigos. Me dice: ¿Estás sentado?’ ‘Sí, estoy sentado.’ ‘Agárrateentonces, te voy a dar una noticia.’ Pensaba que me comunicabami ascenso a coronel. Pero eso era recién en enero del próximoaño. Entonces: ‘Acaba de llamar el comandante general del Ejércitoy tienes 48 horas para entregar el batallón e irte a Lima, vienescomo jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército. Como es, ¿no?En el ‘63 ascendí a coronel y todo el año 1963 era jefe deInteligencia hasta que se armó este pronunciamiento de coroneles:impedimos un golpe para evitar que Belaunde llegara al poder [...].A raíz de eso nos cambiaron a toititos en el mes de agosto. Mesacaron como jefe de Inteligencia. Menos mal, porque menombraron como director de la Escuela de Inteligencia. Todo elaño ‘64 y la primera mitad del ‘65 era director de la escuela. Menombran subdirector de Inteligencia del Estado Mayor. Fue el añode las guerrillas. En el ‘65 soy mandado al Colegio Militar enTrujillo; fui a reemplazar al coronel José Graham Hurtado, primerdirector y fundador. Estoy dos años, ‘66 y ‘67. El primero deenero de 1968 soy cambiado a Lima, como subdirector del personaldel Estado Mayor del Ejército. En este momento, el coronelRodríguez Figueroa es subdirector de Inteligencia, Gallegos esjefe del Servicio de lnteligencia. Ambos fueron alumnos míos en laEscuela de Inteligencia cuando yo era director.

c) Influencias ideológicas.c) Influencias ideológicas.c) Influencias ideológicas.c) Influencias ideológicas.c) Influencias ideológicas. Es lógico suponer que un grupo de oficiales,cuya trayectoria profesional estaba íntimamente entrelazada, hayancompartido valores y creencias comunes. Tres de los coroneles queredactarían el Plan Inca —Gallegos, Fernández Maldonado y RodríguezFigueroa— recibieron influencias de autores eclesiásticos progresistasy de teólogos de la liberación. Mantenían excelentes contactos con losobispos progresistas de la jerarquía eclesiástica: el monseñor Dammert,obispo de Cajamarca, y Bambarén, obispo auxiliar de Lima, más tarde

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obispo de Chimbote. En más de una ocasión fueron invitados a la OficinaNacional de Información Social (ONIS), la organización peruana de sacerdotesprogresistas entre los que se encontraba el padre Gustavo Gutiérrez, teólogode la liberación de fama internacional, que daba cursos sobre Mariátegui yfilosofía política en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. La mayoría de los demás integrantes del equipo de Velascoeran agnósticos, aunque sin llegar a ser anticlericales. También ellos seimpregnaron de las ideas progresistas provenientes de la Iglesia católica ymantenían excelentes relaciones con los representantes eclesiásticosoficiales. Montagne era cuñado del cardenal.

La influencia política más directa provenía de dos partidos: la DC y elMovimiento Social Progresista (MSP), un movimiento inspiradoigualmente en la teología de la liberación y las ideas etnohistóricas sobreel «imperio socialista incaico». El escritor José María Arguedas, cuyasnovelas giran en torno al tema de la miseria y la pobreza del campesinadoindígena, pertenecía a ese círculo. Varios socialprogresistas prominenteshabían dado clases en el CAEM. Cornejo Chávez, el líder de la DC, y RuizEldredge, presidente del MSP, serían influyentes asesores civiles deVelasco, y la propuesta de ley para la empresa comunitaria presentadapor la DC dos meses antes del golpe de 1968 muestra notablescoincidencias con la futura Ley de Propiedad Social anunciada al final delos años de Velasco. Sobre la relación entre los militares y la DC, comentaCornejo Chávez (1975):

Porque si bien no podemos decir sin incurrir en soberbia majaderíaque la Revolución ha asumido nuestros planteamientos, tampocoes históricamente posible sostener lo contrario. Por la simplerazón cronológica de que, al madurar y concretar, entre 1956 y1969, nuestros planteos, no podíamos haber adivinado los quehabrían de contenerse en el Plan Inca redactado en 1968 peropublicado en julio de 1974, ni en las Bases Ideológicas de laRevolución Peruana formuladas en 1975.

También Ruiz Eldredge se sorprendía en 1968 por el paralelismo entrelas ideas de los militares y los pensamientos que circulaban en mediosdel MSP.43

43 Entrevista con Alberto Ruiz Eldredge realizada el 27 de junio de 1986.

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En el ‘62 fui candidato a la presidencia por el MSP. Nuestraintención no era participar para ganar las elecciones. Ni teníamosplata para hacer los votos. Nuestros familiares fueron los únicosvotantes. Pero sí era para dar un mensaje, y en este sentidoganamos las elecciones. Porque todos los partidos tomaron lascinco reformas. Todos hablaron sobre la reforma agraria. Luegohicimos una batalla para la nacionalización del petróleo y larecuperación de Brea y Pariñas [...]. Pero por lo menosradicalizamos a las clases medias. Había un sentimiento dehumanismo, radicalismo, de profundidad. En todos los colegios osea de nuestras profesiones, entraba gente nuestra osimpatizantes de nosotros: médicos, arquitectos, abogados,ingenieros, en todos los colegios. Y las universidades. Y lo quenunca pensamos: los militares. Que no solo se radicalizó elpensamiento estudiantil, sino también el militar. A punto tal quecuando yo leo el Manifiesto de Velasco, el 3 de octubre, pienso:«Hubiera podido ser hecho por uno de nosotros». Tenía contactoscon militares. En el CAEM, Augusto Salazar Bondy y yo habíamosdado conferencias. Con la llegada del padre Lebret de Francia, laSociedad de Ingenieros, encabezada por Bravo Bresanni, y el Colegiode Abogados, y, de nuestra parte, Germán Gutiérrez en la Cámarade Diputados, hicimos una proclamación, un mensaje [...]. Laencíclica Mater et Magister de Juan XXIII influye también en losmilitares [...]. Con Fernández Maldonado, De la Flor, Velasco, nuncateníamos contacto. Indirecto, sí. Velasco me contó que una vezcon Carlos López Mendoza, en su casa, me conoció y que habíamosconversado. Velasco era entonces un coronel y me dijo que yohablaba con mucha franqueza. Era el santo de López, mi amigo, yel coincidía conmigo.

Otros factores de influencia fueron los docentes nacionalistas y laliteratura nacionalista. El historiador Basadre, el antropólogo CastroPozo y el economista e historiador Roel eran docentes de las escuelasmilitares donde se formaban los oficiales que cumplían funciones deélite. Escritores como José María Arguedas y José Carlos Mariáteguieran los autores preferidos entre el común de los coroneles del grupode Velasco. En general, todos habían adquirido una amplia formación,en especial los oficiales del Ejército: la mayoría de ellos, por ejemplo,informó al autor que siendo jóvenes oficiales, habían leído libros de

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filosofía.44 Y casi todos manejaban una ágil pluma: Mercado Jarrín yMorales Bermúdez publicaron sobre temas militares y políticos; MezaCuadra, Tantaleán, Graham, Gilardi y Valdés redactaron sus memorias.45

Sin embargo, el entorno intelectual de estos oficiales quedó circunscritoprincipalmente al Perú. Su dominio lingüístico se reducía por lo generalal español, con un conocimiento pasivo del inglés o el francés. El campode intereses en los asuntos políticos no traspasaba las fronterasnacionales. Resulta extraño constatar que la generalidad de elloscontaran —y cuentan aún— con magros conocimientos de historiapolítica contemporánea de Latinoamérica.

El movimiento de Velasco muestra evidentes puntos de coincidenciacon los períodos de gobierno de Vargas y Perón. Si tuviera que haceruna comparación, señalaría, entre los más cercanos a Velasco y su equipo,a Lázaro Cárdenas y los suyos en el México de los años treinta. En todaslas entrevistas realizadas en 1985 y 1986, solicité explícitamente amis interlocutores que trazaran una comparación con Vargas y Perón,con Calles y Lázaro Cárdenas. Sorprendentemente, demostraron poseerconocimientos específicos muy escasos sobre esos modelos políticos.El equipo de Velasco nunca se equiparó con los ejecutores de losprogramas de desarrollo argentino, brasileño y mexicano. Si se establecíauna comparación, era con el movimiento de Ramón Castilla. Losconocimientos sobre la situación política argentina o mexicana los habíanadquirido después —y no antes— del período de Velasco o durante este.Aquellos que fueron deportados por Morales Bermúdez en 1977 y 1978a uno de estos dos países aprendieron sus nociones sobre el peronismoy el PRI por experiencia propia. De la Flor esboza así la formación delmundo conceptual dentro de este grupo de militares:46

44 Mi impresión es que existe una inclinación por reflejar una imagen de «pensador».Tantaleán me relató que, durante su permanencia en la cárcel —acusado de corrupcióntras la caída de Velasco, pero rehabilitado tiempo después—, había leído antiguasobras maestras de filosofía, y Mercado Jarrín me confió que por las noches leía aMax Weber, quizá el más brillante —pero también el más impenetrable— de lossociólogos de este siglo.45 Solo Tantaleán publicó las suyas (Tantaleán 1978).46 Entrevista con el general De la Flor realizada el 19 de mayo de 1986.

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Hay muchos factores que influyen en el pensamiento de un militar.A mi persona: la realidad del Ejército, en primer lugar. Encontrarmecon una institución vertical, disciplinada y autoritaria. Dentro deella encontrarte que el núcleo de la tropa está constituido por genteanalfabeta, proveniente generalmente de la sierra del Perú, es unasituación que impacta. Llegas a conocer la real situación de nuestropaís. Había gente de tropa, en el centro-sur y en la sierra sureña,que no hablaba castellano y había que usar intérprete. Yo lo conocíde los libros, pero ahora lo veía en la realidad. En mi tropa habíagente que sabía hablar castellano pero no escribir. Hay reclutasque hablan solo quechua o aimara.Vivimos, en segundo lugar, en una época de efervescencia. Hay unaefervescencia política cuando estoy en las escuelas del Ejército dellevar adelante gobiernos democráticos o llamados democráticos.El APRA en esa época era indudablemente el partido másprogresista, más revolucionario, y más peligroso que el PC.Entonces, el APRA era el diablo. Haya era un hombre perseguidopor todos los gobiernos. Había leído muchos libros que dentro delEjército eran leídos por gente joven, no por la oficialidad. Por otrolado, habían los libros escritos por políticos e intelectuales comoMariátegui. Los Siete ensayos influyó en mi pensamiento, creó unadoctrina político-económico-social que por muchos fue consideradacomo comunista. Pero él era un hombre que conocía la realidad delpaís, propuso alternativas políticas y reformas. Pero como él creóel PC, formaba parte, por lo menos es considerado como comunista.Sin embargo, él y Haya influían en nuestras generaciones, no soloen la mía del Ejército, de todo el país, de los años treinta paraadelante. Había otros: Ciro Alegría, sobre todo su libro El mundoes ancho y ajeno, y José María Arguedas. Nos han dado visión sobreel «Perú profundo» que ahora es muy usado por políticos. Al lado deeso, lo que más influyó fue el pensamiento del general RodríguezMartínez, hombre progresista y muy nacionalista, hombre difícilde encontrar en los generales activos de esa época. Había otrosnacionalistas, pero no progresistas. Al contrario: lo normal fueconservador-nacionalista. Pero son más chauvinistas quenacionalistas. Nacionalistas-progresistas como Rodríguez Martíneztienen otra concepción sobre la nación, el Estado, el desarrollo.Más apropiado a cambios. No miran a la sociedad a través de losojos de las gentes de arriba, sino también de los estratos medios

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y bajos deprimidos. La gente de mi generación leía sobre las zonasdonde iban a ser destacados, porque alguien va para mucho tiempo:dos, tres años. Sabíamos de las grandes haciendas azucareras en lacosta, de ganado y otro en la sierra, y de la enorme desigualdad quehabía en mi país. Todo eso me fue formando en mi persona unsentimiento rebelde sobre la situación injusta que existía en el Perú,de hacer algo, lograr conciencia. No fue una definida orientacióncon tal o cual partido o doctrina, sino un deseo de superar elsubdesarrollo, la injusticia, y tener un país liberado económica ypolíticamente, ya no tener un país subdesarrollado y dependiente.

Esta generación de oficiales que se conocían entre sí y eran amigos conformó,desde fines de la década de 1950, una élite de militares que hacía carrera ya la vez persistía en su tendencia progresista. Se habían graduado con losmás altos méritos de su clase o con distinciones honoríficas. Durante elperíodo de Rodríguez Martínez entraron en las escuelas del Estado MayorGeneral, primero como estudiantes, luego como docentes. Casi todosparticiparon en la reorganización de las Fuerzas Armadas que llevó a caboRodríguez Martínez. Todos iban circulando entre las diversas funciones delEstado Mayor, puestos de docentes y el Servicio de Inteligencia, y casitodos sirvieron durante un tiempo como agregados militares en puestosestratégicos: Francia, Estados Unidos, Ecuador, Argentina y Chile.

Volviendo a los coroneles que luego integrarían el equipo de Velasco—Gallegos, Fernández Maldonado, De la Flor, Graham, Meza Cuadra,Mercado Jarrín y Rodríguez Figueroa—, diremos que formaban el núcleode un grupo de discusión47 en el que participaban unos veinte oficiales.48 Sereunían periódicamente en Lima para tomar una copa, pero también paraconversar de política, de la realidad nacional, del problema de la integracióndel Perú, etcétera.

La orientación nacionalista y progresista continuó existiendo en los añossesenta, cuando la mayoría de ellos estaban comprometidos en la luchaantiguerrillera, como oficiales del Servicio de Inteligencia. En 1965 seorganizaron tres movimientos guerrilleros: el de Héctor Béjar en el norte, elde Luis de la Puente en el centro, y el de Hugo Blanco en el sur de la cordillera:49

47 Entrevista con el general De la Flor, 13 de mayo de 1986.48 Entrevista con el general De la Flor, 16 de mayo de 1986.49 Entrevista con el general Fernández Maldonado, 28 de junio de 1986.

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La guerrilla resultó breve, porque en casi todos habíamos infiltrado.Por eso nos hizo ratificar una vez más nuestro conocimiento queno bastaba aplastar a la guerrilla. En su afán de idealista, cometieroncasi suicidio. Desde el punto de vista técnico, no fue difícil. Fue ungrupo de idealistas que se impuso en la sierra, sin origen, sin trabajo,gente relativamente ajena. Fueron de Lima, idealizaron alcampesinado que no conocían. La guerrilla no funcionó. Muy diferentees Sendero ahora, que sí ha hecho trabajo en las bases. Fue fácil.Fue fundamentalmente el acabar con la guerrilla por el Servicio deInteligencia. En casi todos los grupos estábamos nosotros.

Aunque el movimiento guerrillero desapareció rápidamente, la lucha contraun enemigo que en realidad no era tal dejó una profunda impresión en estageneración de oficiales. Valdés Palacios, quien era asesor del Servicio deInteligencia y como jurista militar se ocupaba en esa época de los trámitesadministrativos con los familiares de los guerrilleros desaparecidos yconversaba diariamente con los oficiales que visitaban el cuartel general,recuerda:50

Yo sigo insistiendo e insisto que mucha responsabilidad tiene lasituación de los sesenta. La política de esos años y la intervenciónde las guerrillas. Los movimientos guerrilleros del 65, que fueronproducto real de los años sesenta, siguieron para formarnos. Todoslos que rodeamos a Velasco en aquella época son todos gentesque han trabajado en Inteligencia: Mercado Jarrín era director, yotrabajaba como asesor, estaba Leonidas Rodríguez, quien ha sidosubjefe, Fernández Maldonado ha sido jefe de Inteligencia del SIDE[Sistema de Inteligencia del Ejército] del Ejército. Todos ellos,Gallegos también, han tenido intervención con la Inteligencia. Loque me pasó a mí pasó con ellos. Todos ellos, como yo, tenían quever con lo de la guerrilla. Participé como asesor de la Inteligencia,y me han tocado cosas muy desagradables de tratar, de entregarlos anteojos, otras cosas personales de los muertos. Por ejemplo:el anillo y los anteojos de De la Puente, la cartera del otro, de casitodos los muertos. Porque me tocó a mí. Porque estaba en elcuartel general, se tenía que hacer un tipo de intervención legal

50 Entrevista con el general Valdés Palacios, 14 de mayo de 1986.

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para comprobar que habíamos entregado las cosas de ellos. Ydespués, óigame Ud., cuando me nombraron como procuradorgeneral de la República, fue una de las primeras cosas la de Marta,la viuda de De la Puente, solicitando el cadáver de su esposo yqueriendo saber dónde estaba enterrado. Cosa que ocasionó untremendo problema porque nadie sabía dónde. Yo no pude indicarmás que «En la selva». Entonces ella nos pedía una partida dedefunción, qué habíamos hecho. Tenía que hacer toda unamermelada. No había otra cosa que hacer. Jamás se ha sabido,hasta ahora no se sabe.Pero, ¿qué pasaba? Nosotros recibíamos a la gente que se iba alcombate, a las guerrillas, y quienes dieron su información al cuartelgeneral. A mí me tocaba ver y recibir los contratos. Pude enterarmede todos los abusos a que estaban sometidos los campesinos,por ejemplo el pago de los 50 centavos, no era nada. Como lesdaban las tierras que siempre estaban en las afueras, en los cerros,recibían un poco de semillas y tenían que dar una parte de lacosecha. Pero les metían en tierras que eran casi pura piedra. Yasí los trabajaban. Se ha llegado al extremo de prohibir, porejemplo, el colegio. Todo eso nosotros íbamos sabiendo. Yo estabaleyendo los informes, las declaraciones de los propios oficiales.Entonces, todo eso, como a mí me hizo impacto, les hizo impactoa los oficiales, que dijeron: «¡No puede ser!». Yo les escuchabaconversando cuando dijeron: «Estamos simplemente tratando deeliminar a la guerrilla, pero estamos olvidando una cosa. Estamosdejando lo que produce la guerrilla. Estamos quitando el efectopero no la causa. Y hay necesidad de eliminar la causa porque sino, se vuelve a repetir todo». Entonces comienzas a pensar que,para eliminar la causa, se necesita transformación. Y esatransformación tiene que ser estructural, no de coyuntura.Entonces todos comenzamos a dar vueltas a la cosa.

Las secuelas del período de la guerrilla se prolongaron hasta 1967 y lamayoría de las personas que se mencionan escribieron en esa época losinformes evaluativos sobre lo que se había vivido y lo que se tenía quehacer. Los informes nunca se publicaron, sino que permanecieronrestringidos a los círculos castrenses. Se tenía la sensación de que elsistema político había fracasado y de que podría surgir una nueva olaguerrillera. ¿Tendría la iniciativa que surgir, entonces, de las propias

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Fuerzas Armadas? En el sombrío período final del gobierno de Belaunde,fue madurando el momento de una intervención. La hora llegó cuandoVelasco se incorporó como comandante del Ejército y presidente delComando Conjunto. Durante el año 1968, este general, un hombrecerrado, con una reputación de firmeza y aptitudes militares, comenzóa reunir a su alrededor a las personas del grupo mencionado. La mayoríaprovenía del Estado Mayor General, donde habían ocupado cargosdirectivos casi sin interrupción desde la dimisión de Rodríguez Martínezen 1961, o habían circulado en puestos dentro del Servicio deInteligencia. La carismática personalidad de Velasco proveería a esteequipo de un indiscutible liderazgo. En el siguiente capítulo, en el quese presenta una anatomía del régimen presidencial, este grupo depersonas desempeñará nuevamente un rol preponderante.

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CAPÍTULO 4CAPÍTULO 4CAPÍTULO 4CAPÍTULO 4CAPÍTULO 4

EL PRESIDENTE Y SUS ASESORESEL PRESIDENTE Y SUS ASESORESEL PRESIDENTE Y SUS ASESORESEL PRESIDENTE Y SUS ASESORESEL PRESIDENTE Y SUS ASESORES

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Juan Velasco Alvarado no era un hombre fácil. De indiscutible autoridad,los que lo rodeaban lo consideraron desde temprano un líder natural ylo seguirían viendo así a través de su mandato presidencial. Hasta 1968,su carrera se había desarrollado completamente dentro de los círculoscastrenses: en los primeros días posteriores al golpe era un desconocidoentre la población civil, pero transcurrido su primer año como presidente,Velasco se había labrado también un carisma político.

Tanto partidarios como detractores reconocen el genio personal deVelasco: no solo lo hacen sus asesores militares —luego sus ministros—,sus asesores civiles y sus redactores de textos, embajadores, jefes deprensa y propagandistas, sino también sus enemigos entre los oficialesde la Marina, los políticos del APRA y los miembros de la oligarquía. Elvicealmirante Luis Vargas Caballero, opositor y antagonista público deVelasco como ministro de Marina y miembro de la Junta, recuerda:1

Era un hombre que sinceramente quería transformar el Perú. Yo nocreo que fuera comunista. Pero, a la vez, creía que el único capacitadopara llevar a cabo las transformaciones era él. Con la ayuda de quiensea, de Dios y del diablo. No creo que se creyera enviado por Dios,porque no creía nada en Dios. Con la enfermedad se volvió irascible.Antes era un fosforito. Pensaba que se le acortaba la vida y que nole quedaba tiempo. Se creía obligado a hacer transformaciones.

Escasos indicios aparecen en la juventud de este hombre que permitanvislumbrar al futuro reformador. Juan Francisco Velasco Alvarado nació

1 Entrevista con el almirante Vargas Caballero (7 de septiembre de 1976), realizaday publicada por Pásara (1980: 345-346).

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el 16 de junio de 19102 en Castilla, un pueblo cercano a la capital provincialde Piura, en el norte del país. Era hijo de Juan Manuel Velasco Gallo yClara Luz Alvarado Zevallos, quienes constituían una familia de modestasituación económica. Su juventud y los comienzos de su carrera militarse asemejan en mucho a la trayectoria de los coroneles que formarían suequipo. Juan Velasco hizo sus estudios primarios y secundarios en Piura,una ciudad cercana a su pueblo natal. De inteligencia indudable, Velascodestacó, empero, más por sus logros deportivos que por los intelectuales.Sus notas escolares lo describen como un alumno de nivel medio: en elexamen de ingreso que rindió en 1926 para estudiar en la Escuela Militar,3

Velasco resultó noveno de los veintidós alumnos de la clase; las notasmás altas correspondían a las pruebas de ejercicios físicos. A diferenciade algunos de sus colaboradores próximos, Velasco siempre fue reticentea develar detalles de su vida personal. Manifestaba una clara preferenciapor proteger sus asuntos privados, manteniéndolos estrictamenteseparados de su rol de figura pública, lo que le procuró siempre un ciertoanonimato sobre su persona.

La mayor parte de la información personal que poseo sobre el jovenVelasco proviene de Meza Cuadra y se sustenta en datos «filtrados»:fragmentos de recuerdos que el presidente le confió durante su últimoperíodo entre 1976 y 1977.4

Él —lo que me ha contado personalmente y lo apunté y por lo tantome lo recuerdo bien— desde su niñez, en su juventud, él siempreera un líder: en el colegio, en la calle. Y ha sentido desde niño —encarne propia, probablemente— la injusticia social en que vivía elPerú en los años treinta. Nunca se quejó de ser nacido humilde, opobre. Eso lo tengo que rechazar enfáticamente. Lo que mucha genteha dicho, que tenía un complejo de inferioridad porque había sidopobre, o incluso humilde. Yo estoy convencido que no. El más bienpeleaba por pequeños detalles de injusticia. Y creo que le motivó,desde pequeño, las injusticias por las que pasaba el Perú [...]. Yopienso que desde su niñez ha sufrido la desesperanza, la injusticia.

2 En Cornejo (1969) y Cinco años de la revolución —publicado por Producciones delPerú (1973)— se mencionan diversos datos biográficos.3 Mencionado allí como «Juan Velasco».4 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.

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E incluso, ya disminuido, me dijo: «Yo sentía una lástima» no en elsentido peyorativo sino porque el destino le había dado de esamanera. Una de las zonas donde más se encontró la desigualdad enel Perú ha sido Piura, su tierra. Había gente inmensamente rica quese compraba una avioneta en lugar de comprarse un automóvil. Yniños pobres que no tenían qué comer, explotados al máximo, queno tenían cómo. Se le quedó adentro, como a muchos de nosotrostambién, la necesidad impostergable del cambio. Particularmenteel general Velasco, a pesar de no haber seguido el CAEM, tenía unconcepto muy claro sobre la relación que hay entre desarrollo,seguridad y justicia.

Su carrera militar fue más sólida que brillante. Aun cuando era el líderindiscutible de su grupo, Velasco no perteneció a la clase de «intelectualesmilitares» de la que formaban parte los integrantes de su equipo ni volcósus ideas o pensamientos por escrito, como lo hizo la mayoría de susministros. Si bien él mismo señalaba los puntos principales de susdiscursos y de los textos que serían publicados, la redacción, revisión ycorrección estaban a cargo de sus asesores del Comité de Asesoramientoa la Presidencia (COAP). Rodríguez Martínez5 describe incluso comolimitadas sus aptitudes militares con respecto a sus jóvenes colaboradores:

¿Velasco? Yo le voy a decir, fue un militar de nivel medio, sí, de nivelmedio, que durante su gestión no se destacó mucho. Era un oficialde cultura normal, media, si mal no recuerdo. Pero después, porrazón de tiempo, fue escalonando posiciones y ganó postura. Porantigüedad le tocó ser comandante general. Y eso sirve para queentonces sus camaradas jóvenes, más brillantes, como FernándezMaldonado y también Morales Bermúdez, puedan haber influido.Ahora, posiblemente tenía un profundo deseo patriótico de empujaral país. Entonces esto, unido a estos jóvenes que habían estudiado,que posiblemente se sintieron capaces de actuar. Seguro queinfluyeron en las decisiones de él.

También Velasco empezó su carrera militar como soldado raso. En 1929viajó a Lima como polizón en el barco chileno Imperial desde el nortedel Perú, para inscribirse como cadete en la Escuela Militar de la capital.

5 Entrevista con el general Rodríguez Martínez, 24 de julio de 1986.

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En sus primeros días en la gran ciudad, el joven provinciano se sentíatorpe y aturdido, lo que hizo que fuera a parar a la Escuela de Clases,para soldados de tropa, en lugar de la Escuela para Oficiales. Como élmismo lo relata en Cinco años de revolución (Producciones del Perú1973):

Tomé el tranvía que me condujo hasta Chorrillos. No quería perder niun minuto. Ser militar era el sueño de mi vida. Llegué a la EscuelaMilitar de Chorrillos y encontré una cola enorme de gente. Me puseen la fila. No tomaron examen médico, rendí las pruebas físicas y solocuando terminó el examen me di cuenta que la cola que yo habíaformado no era para oficiales sino para tropa. La de admisión paraoficiales ya se había cerrado [...]. Para colmo de males, me robaronmi plata y me quedé sin un cobre [...]. Entonces, vi parado a un hombremuy serio, de bigotes. Pregunté a un soldado quién era aquel señor.«Es el capitán Huamán», me dijo. «¿Y de dónde es», pregunté. «DePiura», me dijo el soldado. «Ay, caray, es mi paisano», me dije. Huamánde verdad me ayudó y yo ingresé a la tropa. Estuve un año sirviendocomo soldado raso. En ese año estudié duro y parejo para postular alexamen de ingreso a la Escuela Militar de Chorrillos.

Velasco aprobó el examen en el decimoctavo lugar entre un total deveinte candidatos.6

Posteriormente, su carrera fue antes la de un comandante de tropa quela de un oficial del Estado Mayor. Entre 1930 y 1960, se desempeñócomo instructor y docente en institutos militares y fue comandante deunidades provinciales del Ejército.7 Aunque su nombre no traspasó las

6 Su promedio final fue rescatado por la nota obtenida en su «redacción libre», por laque obtuvo 20 puntos —el máximo en el sistema escolar peruano—. El ensayo teníacomo tema sus esfuerzos para llegar a cadete, y describía principalmente sus díascomo polizón en el Imperial.7 1930-1934: cadete; 1934-1935: subteniente de Infantería; 1935-1940: instructorde tropa en Chorrillos; 1940-1941: capitán en la División de la Selva; 1941-1944:instructor de cadetes en Chorrillos; 1944-1945: formación de mayor; 1946-1950:docente en la Escuela Superior de Guerra; 1950-1953: director de la Escuela Militarde Chorrillos; 1953-1955: comandante del Batallón de Infantería División de la Selva;1955-1959: jefe del Estado Mayor del CIMP (IV división, centro de estudios); 1959-1960: director general de Artillería.

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fronteras castrenses, poco a poco se fue haciendo evidente en el senode la institución que Velasco llegaría lejos. No alcanzó a ser espada dehonor en su promoción —Huáscar—, pero sí terminó como el mejoralumno dentro de la subdivisión de Infantería en el examen final en 1935.Velasco fue ascendiendo por todos los grados en el menor tiempo posible.Debía su reputación a sus excepcionales dotes como comandante detropa que exigía —y obtenía— la lealtad de sus subordinados. Siendoinstructor de cadetes en Chorrillos, entre 1941 y 1944, pasó por susclases la mayoría de los coroneles que lo acompañarían después, quieneslo llegaron a conocer como un hombre sumamente exigente.

Su estrella comenzó a brillar recién a partir de 1960: en 1959 fuenombrado general de brigada y en 1965 ascendió al rango de general dedivisión; en 1960 fue comandante de la Segunda División Ligera, agregadomilitar en Francia en 1962, jefe del Estado Mayor de la Primera RegiónMilitar en 1964 —en Piura— e inspector general del Ejército en 1965.En 1966 pareció correr el riesgo de terminar la carrera cuando lo enviaroncomo delegado ante la Inter-American Defense Board,8 pero ese mismoaño regresó al Perú para ser ascendido a jefe del Estado Mayor Generaldel Ejército. A partir de ese momento, empezó a acumular un cargo sobreotro. Rechazó al menos en una ocasión la cartera de Guerra, cediéndola aun oficial de menor antigüedad. Su permanencia en el servicio activo leprocuró, en 1967, una doble función: la comandancia del Ejército y lapresidencia del Comando Conjunto. En esta posición de acumulación depoder militar, Velasco realizó los preparativos del golpe de 1968.

Desde los años cuarenta, Velasco era conocido en círculos castrensescomo un hombre con especiales aptitudes de líder. Leonidas Rodríguezlo describe de esta manera:9

Fue soldado, fue cabo, sargento segundo, y después se presentóen la Escuela Militar. Y desde muy joven, ya cadete, comenzaba adestacar como militar. Ascendió muy rápidamente, él en losprimeros años fue profesor en la Escuela Militar de Cadetes, fueprofesor en la Escuela de Guerra. Pero fundamentalmente fue oficial

8 Una función que normalmente precedía al retiro.9 Entrevista al general Rodríguez Figueroa, 4 de junio de 1986 y 9 de julio de 1987.

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de tropas y del Estado Mayor. Cursó todas las escuelas que habíay, como le digo, fue un oficial para comandar tropas, batallones,divisiones, siempre comandando tropas. Se le conocía en el Ejércitocomo un oficial muy honesto, muy trabajador, de un carácterfuerte, con don de mando innato, don de mando especial. Hombreque se distinguía, hombre recto, un poco duro, digamos. Sí, duro,pero a la vez muy humano. Nunca era indiferente a los problemasde su gente. Yo recuerdo que cuando él era comandante generaldel Ejército, se le acercó un capitán, había pedido una cita. Peroestaba muy ocupado y el ayudante no lo hizo entrar. El capitántenía problemas familiares muy graves. Cuando se enteró el generalVelasco de eso, se fastidió mucho. Llamó la atención a su ayudante,que era un teniente coronel, y le dijo que un buen oficial tenía queatender a los problemas personales de su gente. Le hizo llamar alcapitán y atendió el caso. Eso pasaba muchas veces en su vida.Era muy justo, muy humano, a la vez muy recto. La gente le teníamucho respeto, quién sabe un poco de miedo. Un hombre muycapaz, muy inteligente, de una viveza bárbara que se notaba ensus propios ojos. Mirada muy aguda. Yo le conocía a él íntimamentecuando era coronel. Antes le conocía porque el general Velascoera muy conocido en el Ejército. Cuando era cadete, subteniente,capitán, se conocía al general Velasco. Se comentaba sobre lapersonalidad de Velasco [...]. Curiosamente, con un hombre queera así: duro, de una actitud de seriedad, hombre que no era derostros sonrientes permanentemente, era una persona que atraíaa la gente. La gente le estimaba. Veía en él un conductor innato degente, tanto en el medio militar como en el medio civil. Era unhombre con un mando especial. Él no era recto ni severo paraasuntos de orden personal. Era un hombre duro y severo con eltrabajo, con la profesión. En su casa era otra persona: alegre, legustaba tomar su trago, bailar la marinera, la reunión con amigos,la música criolla. Muy alegre. En estos momentos, con nosotrosmismos era muy cordial. Pero en el cuartel, en el Estado Mayor,era un hombre que exigía mucho. No se le podía trasladar elambiente en un salón, un restaurante, con el de oficina. Erarealmente imposible. Por esta razón la gente le respetaba mucho[...]. Tal vez era su propio don de mando, no solo su honestidad,su trabajo, y su propia fuerza física. Siempre era deportista, el

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primero en el Ejército cuando era cadete, capitán, comandante,coronel. Siempre estaba a la cabeza de todosEra soldado, ante todo. En el Ejército era la institución, cien porciento [...]. Se enfrentaba con los altos grados políticos paradefender al Ejército. Tuvo, por ejemplo, un enfrentamiento con elministro de Economía del primer gobierno de Belaunde, que erael Dr. Ulloa, cuando era comandante general del Ejército. Fue adiscutir las partidas presupuestales del Ejército. Y se puso duro,muy duro, para lograr lo que quería. Lo consiguió, porque seimpuso. En un momento dado le dijo: «Le digo que es necesidaddel Ejército, es indispensable lo que le pedimos. O Ud. tiene queenfrentarse con las consecuencias». Y el otro cedió.

Esta es la imagen de un líder militar, interesado primeramente en losasuntos castrenses, empeñado en mantener una división entre la vidaprofesional y la personal, y nunca claramente perfilado en el terrenopolítico. Una persona que apenas se dejaba influir, y que tenía que estarconvencida de una idea antes de ejecutarla en aras del bien público, dela institución, del país. Esa era la actitud de un militar que pesaba ysopesaba una idea pero que, cuando tomaba una decisión, la ponía enpráctica venciendo a opositores y obstáculos.

También el Velasco presidente, que adquiriera poder político después de1968, actuaba en asuntos del Estado a la manera de un comandante militar.Las medidas se discutían y se analizaban previamente, el comandantetomaba una decisión y la ejecutaba procurando reducir al mínimo laspérdidas y consolidar el resultado deseado. El político Velasco de losaños subsiguientes no era teórico ni estratega, sino primordialmente lídermilitar que, como comandante, decretaba y ponía en ejecución suprograma de reformas. Velasco desarrolló en este sentido un ingenio yastucia increíbles. No sería justo tildarlo de mañoso o taimado, pero poseíala habilidad natural del político que no se deja engañar fácilmente y quesabe lo que quiere.

Velasco no acostumbraba expresarse con conceptos abstractos. Por elcontrario, sentía aversión por la jerga de los abogados y las artimañasgramaticales con subjuntivos. Su manera de comunicarse reflejaba sumodo de pensar: intuitivo, orientado directamente al meollo de lacuestión, con una gran habilidad para distinguir los asuntos principales

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de los secundarios, y todo formulado de forma muy directa, en un lenguajecomún salpicado de vocablos del habla popular. Todos los colaboradoresde Velasco entrevistados resaltaron su talento para ir directo al grano ydiferenciar siempre lo accidental de lo sustancial. Este rasgo de sucarácter solía despertar cierto nerviosismo entre sus ministros durantelas reuniones del Consejo, pues a veces ellos experimentaban la sensaciónde estar a prueba o rindiendo un examen de sus conocimientos en lamateria. Meza Cuadra, quien en 1973 se encontraba en Estados Unidospor razones de salud y recién regresó en 1974 como comandante de laPrimera Región, no estuvo presente cuando Velasco presidía el Consejode Ministros en la cumbre de su poder, pero recuerda lo que le contó suconcuñado Vargas Gavilano, entonces ministro:10

Yo recuerdo que una vez el general Vargas [Gavilano, ministro deEconomía y Finanzas de 1974 al 29 de agosto de 1975],concuñado mío, casado con la hermana de mi señora, me contóuna anécdota y me dijo: «El general Velasco comenzaba el Consejode Ministros —y yo también me lo recuerdo con un momento desuspenso, como si él estuviera pensando—. Entonces le dice alministro de Agricultura: “¿Qué es más importante?”, le dice, “¿unavaca o un caballo?”. El otro se sorprendió. “Bueno”, le dijo,“depende, pero yo creo que una vaca”. “Muy bien”, le dijo elgeneral. “Explíqueme, entonces, por qué se están dando tantasfacilidades para el caballo y no para traer vacas”». Y es que en díasanteriores se habían dado resoluciones ministeriales facilitandoen grande el ingreso de caballos. Y en el Ejército ya no usamoscaballos. Más bien, era para intereses civiles. En cambio, él veníapidiendo continuamente el mejoramiento del ganado en el Perú, elproblema de sembrar la papa, el problema para hacer silos paraguardar, campos deportivos. Él, entonces, para concluir eso, eraun hombre que razonaba muy simple, sin rebuscamientosfilosóficos. Pero siempre apuntaba. Tenían un poquito de venenosus preguntas, siempre: «¿Qué es más importante, un caballo ouna vaca?». Y así hay centenares de ejemplos.

No obstante, para alguien que más tarde se labraría un carismaindiscutible, las aptitudes de Velasco como orador eran deplorables. En

10 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.

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un diálogo personal, Velasco se expresaba con mayor soltura en el lenguajepopular, en la jerga del hombre de la calle, y manifestaba un desdén absolutopor el trato diplomático. Una vez, durante una huelga general magisterial,cuando el dirigente sindical enumeraba las demandas y reclamosapuntando cada vez más enérgicamente hacia Velasco, este lo interrumpióen el mismo tono subido y le dijo: «Hombre, métete el dedo en tu culo,que estás hablando con el presidente de la República». Por esa mismamanera directa de expresarse sabía encontrar a menudo el estilo apropiadodurante sus visitas a los barrios marginales, en provincia, en las fábricaso al recibir a delegaciones de obreros, campesinos o sindicalistas quellegaban a presentar sus respetos al palacio. Varias anécdotas hacían laronda sobre esta clase de encuentros. Como orador público, sin embargo,Velasco hacía un pobre papel. Al principio, incluso, tenía que seguir con eldedo el texto que iba leyendo, y en los primeros años de su período losdiscursos presidenciales eran una cruz para quien debía escucharlos. Elestilo solo se renovó cuando el sociólogo Carlos Delgado —profesor de laUniversidad Nacional Mayor de San marcos y ex secretario de Haya de laTorre— entró a formar parte del equipo de redactores presidenciales, yempezó a incorporar términos del habla popular a los discursos. Suexpresión «Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza»,pronunciada al final del discurso anunciando la reforma agraria, seconvirtió en la frase más citada de Velasco.

Velasco nunca llegó a ser un consumado declamador, pero su destreza enlas relaciones es atestiguada tanto por partidarios como por opositores.De estatura mediana —cerca de 1,70 metros de altura— sabía, sinembargo, captar el centro de la atención cuando se encontraba encompañía. Por su manera llana y directa de expresarse, Velasco daba laimpresión de ser una persona sencilla y sin rebuscamientos. Los que loconocieron recuerdan la penetrante mirada con la que medía y se ganabael favor de los que conocía por primera vez. Héctor Béjar, por ejemplo,tomado prisionero después de la guerrilla de 1966 e internado en la prisiónde El Sexto, describe el encuentro con Velasco inmediatamente despuésde que fuera liberado, lo que le dejó una profunda impresión y lo estimulóa integrarse en la dirección del SINAMOS (Béjar 1976: 223-234):

Bajo, rechoncho, sonriente, la mirada aguda lanzada al frente comouna flecha, aquel general semi-calvo me esperaba, como para unacita de amigos, al lado de una puerta enorme, entre mármoles de

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colores, maderas talladas, azulejos, oscuros óleos donde asomabanapenas los rostros de viejos y adustos personajes, en el fondomismo de su Palacio. Yo había visto su rostro adusto, deformadopor la televisión, había escuchado su voz leyendo dificultosamentesus discursos, lo había oído carraspear por radio mientras contono bronco anunciaba al país que las tropas peruanas tomabanen ese momento los pozos de la Internacional [...] y ahora allí,este extraño general de rostro cetrino, astuto, desconfiado él, meabría los brazos como a un viejo conocido.

«Confiaba en nosotros, pero nunca fuimos de su confianza»: en estos yotros términos similares se expresan sus colaboradores cercanos delos años 1968-1975. Por más jovialidad y camaradería que demostraraen el trato para con su equipo, su actuación estaba siempre rodeada deun muro defensivo difícil de vencer. Velasco se protegía con una corazapor detrás de la cual empezaban los límites de su dominio privado, abiertosolo a familiares y amigos de quienes, a su vez, no toleraba ningúnentrometimiento en sus asuntos públicos. Por fuera de esa corazaestaban sus oficiales, asesores y ministros, a quienes les estaba vedadoel acceso a su vida privada. Solo los miembros de su familia y sus amigospersonales de los años anteriores a 1968 lo llamaban por su nombre,«Juan», o lo tuteaban. Los demás se dirigían a él como «mi general», omantenían el tratamiento distante de «usted».11 Por su parte, Velascotuteaba a todo el mundo. Los únicos asesores a quienes no trataba de«tú» eran Cornejo Chávez y Ruiz Eldredge.

Su tenaz persistencia en la estricta división de esferas se puede apreciaren la siguiente cita de Tantaleán, a quien Velasco reprendió una vez porhablar de política en una reunión de amigos. Tantaleán había servido enPiura a las órdenes de Velasco. Sus respectivas esposas eran amigas desde1964 y Tantaleán, que era amigo de la casa, podía llegar los domingos sinanuncio para quedarse a almorzar con el general y su familia.12

11 Cuando realicé mis entrevistas en Lima en 1985 y 1986 —la mayoría de loscolaboradores de Velasco ya habían pasado al retiro—, pude advertir la firme autoridadque debió de haber ejercido sobre ellos. Incluso en reuniones informales y entrecopas, hablaban de «el general». Cuando mencionaban a Velasco, era siempre enalusiones temporales, como «eso no habría ocurrido en los años de Velasco».12 Entrevista con el general Tantaleán, 14 de mayo de 1986.

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Yo quiero tipificar sus amistades. Él tenía sus amigos civiles a loscuales nunca permitió hablar de política. Entre sus amigos militarescreo sinceramente que tenía sólo a dos: Meza Cuadra y yo, y hastaentre nosotros distinguía. Con el uno conversaba horas y horas,sobre todo en sus últimos años, y yo fui amigo de la casa. Mire Ud.,por ejemplo los domingos, normalmente, salvo raras excepciones,la única persona extraña a su familia era yo a almorzar. Sus otrosamigos eran personas que conocía de antes: León Velarde,Monteblanco, Boza, a quienes consideraba sus amigos personalesy quienes se turnaban cada semana para el almuerzo y las cartas.Yo nunca le pedía una invitación, pero nunca dejó de pedirme queyo fuera. Iba con mi señora, con mis nietos, pero todos los domingos,y alguna vez llegaba como quién le diré, por ejemplo el embajadorBeicher de los Estados Unidos, muchas veces monseñor Bambarénque hacía misa allá en la casa en Chaclacayo. No era hombre religioso,no, el creía más en los hombres. También he visto allí a RamónRivero. Pero Velasco casi no hablaba. Entonces almorzamos casidiez personas, y el gozaba viéndome comer a mí porque soy de biencomer y me gustaba el cabrito. Entonces todos los domingos él mepreparaba cabrito y previamente me llevaba a ver sus gallos de pelea[...]. Le encantaba verme tomar vino. Siempre no tomaba. Muchagente creía que él tomaba, pero nunca tomaba. Fumaba mucho. Amí me ofreció una botella de Mariscal Riscal. Me tenía que tomartodo —no me gusta tomar mucho— bueno, a él le agradaba. Y a lasseis de la tarde nos poníamos a jugar a las cartas, entre cuatro,cinco personas. Él, su señora, yo, mi señora y muchas veces unaamiga de ellos dos. Y jugábamos hasta las 11 de la noche. Y él,siempre que se quedaba pelado, quería que jugáramos hasta mástarde, pero teníamos que despertarnos muy temprano al díasiguiente. Bueno, lo que Ud. me preguntó: «¿Y nunca se hablaba depolítica?». La respuesta es no. Nunca hablamos de política, salvodos veces en tantos años de amistad, fuera del Consejo de Ministros.Yo sabía a que él no le gustaba. Y recuerdo que una vez en su casa,con otro amigo quisimos hablar algo de política mientras estábamosjugando. Pero él no quiso hablar de política y me dijo muy seco:«Esta es una reunión de amigos, no de políticos».

A Velasco lo describen como «un amigo para sus amigos y un enemigopara sus enemigos» y «alguien a quien convenía mantener de amigo y

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con quien era mejor no enemistarse». Así lo retratan sus colaboradoresMeza Cuadra, Graham, Rodríguez Figueroa y Valdés Palacios. Velasco noera un militar al estilo del estereotipo latino, que bebe, juega, cede a lacorrupción y, junto a su familia, tiene a una amante e incontables amoríos.Velasco era, ante todo, un padre de familia. Desde los días de SánchezCerro, se había hecho costumbre procurar al presidente militar una amigaseleccionada en los círculos de la oligarquía. Valdés y Meza Cuadrarecuerdan que, cuando Velasco acababa de subir al poder y la aristocracialimeña, encabezada por Miró Quesada, asistía a las reuniones de militarespara observar el ambiente, ellos y sus esposas captaron fragmentos dediálogos de los que se podía deducir que estaban buscando un arreglosimilar para Velasco. Sin embargo, el general se mostró insensible yreaccionó casi ruborizado ante esta clase de acercamientos. Lo que sílo afectaba, en cambio, eran las ideas de sus conservadores amigospersonales. Los hombres de su equipo recuerdan que la mañana dellunes consistía en la diplomática declinación de propuestas que él sugeríacon cautela y que le habían sido insinuadas o habían surgido durante lasreuniones en su casa. Pero Velasco las trataba con precaución y lassometía siempre al juicio de sus asesores de confianza. Era tolerante enexceso para perdonar las transgresiones de sus amigos, lo que sedemostró incluso en la ocasión en que un amigo de la casa, detenido enel aeropuerto de Lima por contrabando, supo escabullirse de la situaciónargumentando que el material era para una pierna ortopédica para elpresidente. Velasco sufría ataques de cólera cuando los periodistasescribían sobre las aspiraciones políticas y empresariales de susfamiliares y amigos.

Las ideas políticas de Velasco nunca se pudieron precisar en un programapolítico claro. De sus contemporáneos, Velasco admiraba sobre todo algeneral De Gaulle, no tanto por su rol de innovador militar y héroe de laresistencia, sino como el político militar que había tomado el poder entiempos de crisis, estabilizado el gobierno de su país y eliminado elobstáculo para el progreso —la cuestión argelina— con gran energía yliderazgo personal. Durante su estancia en París como agregado militar,Velasco tuvo la oportunidad de conocer al presidente galo en persona,pero lo que más le impresionó fue su estilo de gobierno y conduccióndel país en tiempos de vicisitudes. Sin embargo, no era un imitador delmodelo francés. Velasco, la igual que los miembros de su equipo, enfatizóreiteradamente el carácter sui géneris de su gobierno.

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En su entorno inmediato se movían personas con simpatías apristas.Bertha, hermana de su esposa Consuelo, sería senadora por el APRA en1985. Su concuñado González Posada fue ministro de Justicia en elprimer gabinete de García (1985-1986). Tantaleán provenía de unafamilia de inconfundibles tendencias apristas, que no procuraba disimular.Si bien en el último período de Velasco el APRA hizo un subrepticiointento de aliarse al general, el propio Velasco nunca fue adepto de estepartido. Conocía a Haya de la Torre desde sus años en París. Habíamantenido una conversación con él siendo agregado militar, pero no lehabía caído simpático. En primer lugar, Velasco poseía una mentalidaddemasiado militar como para congeniar con el aprismo, y en segundolugar sentía una manifiesta aversión por los «perversos y maricas», yHaya era homosexual. Velasco definía al APRA como un partido de derechay siempre evitó un enfrentamiento abierto. Tampoco el PC, que lo apoyódurante y después de su régimen, merecía su afecto. El militar Velascoera demasiado anticomunista para identificarse con las ideas del«comunismo internacional», aunque compartía de buen grado sussentimientos antiimperialistas y nacionalistas de izquierda. Se sentíaatraído por las ideas de la Democracia Cristiana y del Movimiento SocialProgresista, y concordaba con las creencias cristianas y humanistas delos políticos de esas corrientes. No era un socialista, sino un hombrecon una profunda inquietud social, que aborrecía la injusticia. Inclusosus acérrimos enemigos políticos resaltan estos rasgos de supersonalidad. Era, ante todo, un ferviente nacionalista, y como tal unperuano de pensamiento y acción antiimperialistas y antioligárquicos.Sus conceptos ideológicos fueron cobrando forma a través de una ópticamilitar. Había leído profusamente a Mariátegui y a los grandes autoresperuanos. El antropólogo Castro Pozo había sido su profesor y se puedecreer que Velasco comulgaba con sus ideas; Meza Cuadra recuerda laapreciación que Velasco sentía por este indigenista. Se podía desenvolveren inglés y francés, aunque más tarde, como presidente, insistió en quetodos los visitantes hablaran en español: «Los idiomas extranjeros loshablo en el extranjero».

Su evaluación de los acontecimientos internacionales iba siempreaparejada a la repercusión que el hecho tuviera para el Perú. Los interesessociales, políticos y militares del Perú eran los determinantes primordialesdel pensamiento de Velasco. Cuando su homólogo político y militar Torrijosalimentaba la idea de nacionalizar el Canal de Panamá, y el ministro peruano

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de Exterior junto con los diplomáticos se suscribieron entusiastas aesta aspiración, Velasco propuso al Consejo de Ministros suspender elapoyo oficial del Perú hasta que se hubiera garantizado que lasconsecuencias serían favorables para la Marina y la flota comercialperuanas. Otra de sus convicciones básicas era que toda sociedadnecesita una autoridad. Llevaba dentro de él a un celoso y conservadorguardián de la moral pública, que decretaba orden y progreso «desdearriba». La autoridad era, a su juicio, condición imprescindible para elprogreso. Sus ideas militares sobre el liderazgo lo hicieron dirigir elpaís, después de 1968, tal como había dirigido antes al Ejército:dictando órdenes. La siguiente caracterización procede de ValdésPalacios, el único que lo asistiera constantemente desde el momentodel golpe en 1968 hasta su destitución en 1975:13

El general Velasco tenía visiones sumamente marcadas: familia,autoridad, sociedad. Todo lo que era cuestión familiar, familia, erasagrado. Por encima de todo tenía en primer lugar su hogar. Muyhogareño. No se emborrachaba, no era mujeriego. Con seguridad:no lo era. La familia no era para tocar, la familia de nadie, por siacaso [...]. En sus ideas políticas no era socialista. Lo que lemovilizaba era, de hecho, su emoción social y su nacionalismo. Eraun hombre que sentía lo que pensaba y necesitaba el pueblo. Sefijaba en eso. Él había tenido una vida bastante dura, había sufridode joven y sentido en carne propia lo que hace la injusticia. En sunacionalismo tenía la concepción típica del militar, o sea del Ejército,de las Fuerzas Armadas. El comunismo era rechazable; elnacionalismo, una virtud. Y también es así que usted le ve todoaquello relacionado con el Plan Inca. Usted lee que son hombresprofundamente nacionalistas. Y la parte social es una mezcla desocialismo y cristianismo. En realidad, quiso que se planteara unatercera posición: ni comunismo ni capitalismo, y así lo dijo. No erasocialista, mas sí nacionalista. Buscaba algo nuevo. La sociedaddebería ser organizada reconociendo la necesidad de una autoridad.Evidentemente la tenía. Viene directamente de su propia profesión:que no haya desgobierno ni anarquía, pero que haya mando. «Elcomando nunca muere», dijo; era su principio. Buscaba un gobiernofuerte. Debería ser un gobierno paternalista con respecto a las

13 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de mayo de 1986.

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masas. Es entonces por eso que comienza a crearse paralelamenteuna serie de instituciones. Cree que él debe dirigir, que hay quecrear organismos para las masas. Que ellos no pueden crearlaslibremente, decir lo que quieren decir, hacer lo que quieren hacer. Osea: en el fondo no era demócrata. Es verdad. No quería lo quequería la mayoría. Era lo que quería la autoridad. Era un gobiernotipo fuerte, militar, autoritario, pero velando por la mayoría, porlas necesidades del hombre. Tratando de sustituir todo aquello quedañaba. Dar todo lo que fuera subsistencia, satisfacer necesidadesbásicas. Eso era su motor, su idea básica, su plan de gobierno. Teníaprejuicios, fundamentalmente sobre el intelectual; para él, él creíaque los intelectuales siempre eran maricones. ¿Por qué? Estaba[se omitió mencionar el nombre] del equipo de los asesores civiles,y luego consideraba a todos unos degenerados. Otra cosa: tambiéntenía prejuicios frente a quienes se acercaban a él siendo presidente,y distinguía entre los amigos de antes y de después. A la primeracategoría les permitía todo, eran sus «verdaderos amigos». Nosconfiaba, pero con ninguno de nosotros tenía confianza. No deamistoso. De los militares, solo sus antiguos compañeros le decíande «tú». Él nos decía de «tú» y nosotros le decíamos «usted», todosnosotros. Tenía por un lado amigos de antes y de después de supresidencia. Estimaba mucho a sus amigos de antes. Frente a laoligarquía era para matizar. A un lado tenía amigos entre ellos. Peroen la cuestión de leyes era recto. Amigo o no, la ley era ley. Cuandohabía que cambiar, había que cambiar. La vieja oligarquía —salvosus amigos— al resto repudiaba. En su nacionalismo demostró serun antiimperialista convencido. En cuanto a los Estados Unidos,quisiera que desapareciera el entero país. La moral pública era una,esencial. Honestidad era una cosa fuerte, tajante. Velasco nuncaera ladrón y nadie le ha dicho eso sobre él; ni ladrón era ni borrachínni mujeriego. Todo lo del hogar, del matrimonio, era intocable. Encuestiones de moral, era conservador. Como militar era tambiénconservador.14 Era típicamente el militar de todas las posibilidades

14 Esta impresión es apoyada por Tantaleán, quien recuerda que Velasco, algunosdías después de ser nombrado comandante del Ejército, rehabilitó el honor del antiguouniforme de cadetes, con botones de la cabeza a los pies y el kepí francés que databade 1933. «Las tradiciones están para ser mantenidas», era un dicho repetido porVelasco (entrevista con el general Tantaleán, 14 de mayo de 1986).

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y todos los prejuicios. Había un grupo muy fuerte de militaresreligiosos, pero Velasco era como nosotros: agnóstico. Pero jamástocaba la religión. Porque tenía un profundo convencimiento deque irse en contra de la religión católica en el Perú eraterminantemente el desarme. «Nunca te metas con los curas»,decía. No se metía y guardaba buenas relaciones con ellos. CuandoArtola se mete con el monseñor Bambarén, le bota a él, terminóArtola. Claro, no era cosa de él solo. Era también lo que le metióla gente del COAP, su jefe principalmente. Ya estaba poniéndosepeligroso Artola. En lo social y con las reformas económicas, eraprogresista. Quería hacer medidas de cambio pero, como en todosu gobierno, hay un refrán: «Zapatero, a tus zapatos».

Este estilo de gobierno, caracterizado por delegar la implementaciónde gran parte de las medidas en subcomandantes responsables, acabaríaoriginando la típica segmentación de la economía y la sociedad en«sectores». Segmentación que tuvo grandes consecuencias para laconducción política de la revolución. El lúcido comentador venezolanoUrriza (1978: 136) describe este proceso como la «feudalización delpoder». A mi juicio, este fenómeno contribuyó cada vez más a la paulatinapérdida de control sobre las Fuerzas Armadas y el Consejo de Ministrosdespués de 1973, cuando le amputaron una pierna y su salud comenzóa resquebrajarse. Como se verá más adelante, las Fuerzas Armadasservían, de hecho, como el bastión de poder de Velasco, y él presidía suConsejo de Ministros de la misma manera como un comandante actúacon sus oficiales. Hasta poco antes de su caída, en agosto de 1975, suliderazgo era indestructible e indiscutible. El resto de este capítulodescribirá el surgimiento, la consolidación y la práctica de ese liderazgo.

El Plan Inca y el golpe de 1968El Plan Inca y el golpe de 1968El Plan Inca y el golpe de 1968El Plan Inca y el golpe de 1968El Plan Inca y el golpe de 1968

En abril de 1968, Velasco habló por primera vez, con algunoscolaboradores de confianza, sobre un plan de reformas estructurales.Antes de esa fecha, seguramente debió de haber considerado, sin precisarcon exactitud, los planes para un gobierno militar, con el presidentecivil Belaunde a la cabeza o sin él. Velasco, reservado como era,acostumbraba ocultar a su mano izquierda lo que hacía la derecha. Yodispongo solamente de las declaraciones de sus colaboradores cercanos

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—los coroneles y futuros miembros del COAP que elaboraron el PlanInca— y de los recuerdos del propio Velasco en segunda versión:expresados a través de la excelente memoria de Meza Cuadra, que loacompañó durante su enfermedad, en los años 1976 y 1977, y quienoía sus elucidaciones, a veces contradictorias, y anotaba algunas deellas.

Mi tesis es que Velasco fue creciendo progresivamente en su papel deconfabulador contra el gobierno civil, como fue evolucionando, asimismo,en su rol de presidente durante los primeros meses después del golpe, yen el papel de líder de una revolución en los primeros dieciocho meses desu régimen. Lo cierto es que Velasco consideró diversas alternativas antesde realizar el golpe, a pesar de aseveraciones de lo contrario por parte desus colaboradores; fueron ellos los que concibieron, en gran parte, elPlan Inca: era «su» golpe y «su» revolución. Este esquema hace suponer,entonces, que se trataba de un grupo maestro de revolucionarios de acciónlógica y premeditada. El Plan Inca, un croquis del proyecto de reformas,surgió probablemente como un plan de contingencia, al igual que otrosque ya habían elaborado los altos mandos del Ejército para pronunciarsesobre los asuntos políticos nacionales. A principios de 1968, Velascosondeó a algunos de los que serían sus colaboradores —Meza Cuadra,entre ellos— sobre la posibilidad de redactar un plan nacional de apoyo algobierno de Belaunde desde los medios castrenses. A fin de cuentas,Belaunde había llegado al poder, en 1963, como un político reformadorque contaba con la simpatía de la cúpula del Ejército. Pero los tiemposhabían cambiado: el grupo de «jóvenes turcos» se había radicalizado porel movimiento guerrillero de 1965-1966, el gabinete había caído en unasituación sumamente embarazosa por escándalos de corrupción, y elpartido de Belaunde se estaba desintegrando.

En abril de 1968 estalló la división en el seno de la comisiónparlamentaria que investigaba los escándalos de malversaciones en elpaís.15 Uno de los diputados demócrata-cristianos también había lanzadoacusaciones contra las Fuerzas Armadas. Los círculos castrenses seprepararon para emitir una declaración respaldando al ministro deGuerra, el respetado general Julio Doig, y al comandante del Ejército, el

15 Consulté a Zimmermann para la Cronología (1968: 33 y ss.), y las entrevistas conlos participantes fueron publicadas por Tello (1983).

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igualmente estimado general Juan Velasco. La Marina y la Fuerza Aéreaprepararon declaraciones similares. Un día, cuando trabajaban en laredacción del texto, los coroneles Gallegos y Rodríguez Figueroa sedirigieron al patio del edificio ministerial para tomar un descanso y fumarun cigarrillo. El general Velasco llegó y se sumó a los dos, y surgió eldiálogo sobre la situación política del país. Cuando ambos coronelessugirieron prudentemente que quizá sería necesario que las FuerzasArmadas redactaran un plan de gobierno, Velasco no respondió. Se quedópensativo, carraspeó un par de veces y se alejó. Cuatro días después, el25 de abril, Velasco convocó a tres coroneles: a los ya mencionadosGallegos y Rodríguez, y a un tercero, Molina, vicedirector interino delServicio de Inteligencia. Los tres fueron encargados de «analizar eventualesacciones del Ejército, para el caso de que la situación se agravara».

Se comenzó a trabajar sobre la base de los cinco puntos de partida quehabía establecido en su tiempo el Movimiento Social Progresista: reformade la empresa, reforma agraria, reforma fiscal, reforma del sistemabancario y reforma del aparato estatal. Las reuniones se realizaban endespachos del Servicio de Inteligencia, otras veces en cuartosdesocupados del Cuartel General, y de noche en casa de alguno de ellos.A mediados de mayo, se tenía preparada una primera versión, un plande gobierno que contaba con el apoyo de las Fuerzas Armadas. El textoque Velasco recibió el 16 de mayo llevaba el título provisorio de «Inca».Unos días más tarde se lo entregó al jefe del Estado Mayor, generalDianderas, pero este respondió con indiferencia. Al día siguiente, elServicio de Inteligencia se enteró de los escamoteos del gabinete deBelaunde con el presupuesto. El 23 de mayo, el general MoralesBermúdez, en ese entonces ministro de Hacienda, quien había filtradolos datos, expuso los detalles de la situación a los generales Velasco,Dianderas y Sánchez Salazar —los números uno, dos y tres en los altosmandos del Ejército—, y a los coroneles Fernández Maldonado, Gallegos,Molina y Meneses. Poco después, Morales Bermúdez presentó sudimisión como ministro. Las Fuerzas Armadas pronto se veríanenfrentadas a un nuevo dilema: cubrir el puesto vacante del ministro deGuerra. El general Doig abandonó la cartera de Defensa, y Belaunde seacercó con tacto al general Velasco para averiguar si él estaríaeventualmente dispuesto a sucederlo. Este era el procedimiento corrientepara designar una sucesión, pero para Velasco habría significado lapérdida del control real sobre las Fuerzas Armadas. Velasco consiguió

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persuadir a Doig sobre la conveniencia de que permaneciera al frente dela comandancia del Ejército, y él a su vez convenció a Belaunde para quenombrara como ministro al segundo hombre, Dianderas. Sánchez Salazar,de ideas afines a las del presidente en funciones, se convirtió, así, en eljefe del Estado Mayor, y Montagne, el sucesor de Sánchez, fue nombradoinspector general del Ejército.

Velasco encargó a los redactores una nueva versión del texto originaldel plan político-militar, y el equipo fue incrementado con la incorporaciónde los coroneles Fernández Maldonado y Hoyos. El primero pertenecía,asimismo, al Servicio de Inteligencia, y el segundo acababa de recibir elmando de las tropas especiales, unidades de comando claves en caso deuna intervención militar. Molina fue colocado en otro grupo de trabajo,compuesto además por los coroneles Meza Cuadra y De la Flor, bajo lacomandancia del general Soriano, encargado de los preparativos paraorganizar la Octava Conferencia de Ejércitos Latinoamericanos, que secelebraría a fines de septiembre de ese año en Río de Janeiro y a la queasistiría Velasco. La segunda versión del plan, que todavía era unbosquejo de eventuales reformas, fue entregada el 19 de junio alcomandante del Ejército. Él la depositó en una gaveta y recomendó asus colaboradores que, por el momento, se olvidaran de la cuestión.

Hasta ese momento, Velasco debió de haber estado considerando unasalida regular: la formación de un gobierno cívico-militar o de un gabinetedirigido por un primer ministro militar, una solución que en tiempos decrisis en Latinoamérica se considera como un apoyo de las FuerzasArmadas al presidente electo. Así había ocurrido ya anteriormente en elPerú durante el gobierno de Bustamante y Rivero, a fines de la décadadel cuarenta, y así ocurriría en el Chile de Allende cuando el comandantegeneral de las Fuerzas Armadas, el general Pratts, fue nombrado ministrodel Interior y vicepresidente, en 1972. Meza Cuadra guarda los siguientesrecuerdos sobre este tema:16

Él mismo [Velasco] me ha confirmado que el año 68 fue un añodecisivo para él, para el Perú, para la generación de los coronelesprogresistas. Yo también recuerdo que un día a mí me habló, perono me propuso nada. En el año 1968 comenzó a tener la seguridad

16 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.

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de que sería impostergable la intervención de la Fuerza Armada.Él ha propuesto, primero, hacer un gabinete militar. Él le propusoal general Dianderas —eso me ha contado personalmente— que seríaél quien iría al presidente diciéndole que se ha, desgraciadamente,desprestigiado tanto su gobierno, que será necesario que se formeun gobierno militar. Esa era su primera opción, eso me ha confesado.Y es natural, muy natural, en los momentos de crisis en los paíseslatinoamericanos, es necesario aumentar el poder decisivo delpresidente y así a veces se forma un gabinete militar. Llamar al ordena la ciudadanía y darles un toque de alerta que ya no siga como antes,el abuso, el desbarajuste. Se fue, entonces, al general Dianderas.Dianderas era muy hábil como militar, pero no tenía políticamentemayor desarrollo. Era ministro de Belaunde. Y como él se negaba, él[Velasco] se decidió. Yo también pienso que no le tomó mal, porqueél tenía en mente una serie de cambios muy profundos. Él sabía queno los podía hacer el general Dianderas. Se decide, entonces; en estemomento propone y compromete diversos elementos, entre otrosquien habla, para que lo respalden [...]. De suerte que no era él unode los típicos oficiales golpistas, listos para servir una aventura. Élestaba pensando desde el primer momento que la Fuerza Armadadebería intervenir, fuera del aspecto democrático, pero solo paraefectuar cambios muy profundos. Él me hablaba: «¿De qué democraciahablamos? Ojalá que lleguemos un día a la democracia. Ojalá», medijo. «¿Pero dónde hay democracia?», me preguntaba. «¿Dónde hasvisto democracia? Si en los Estados Unidos, que se cree que es lacuna de la democracia, hay esta separación con los negros; si enFrancia, que es la cuna de la igualdad, de la fraternidad, hay el mismoproblema con los argelinos, y yo lo he visto en África. No —me dijo—, elpoder se impone. En todas partes manipulan los ricos. Si en todaspartes hay las grandes compañías que tienen el poder, estánreuniéndose, quién será el presidente o el primer ministro. ¿Dóndeestá una expresión auténtica del pueblo?». Así conversábamosrepetidas veces. «¡Enséñame dónde!», y eso ya hemos conversado enel COAP y después, cuando había salido él. Casi estoy seguro que él,sin habérselo dicho a nadie —porque él era muy reservado—, yahabía tomado la decisión que la Fuerza Armada debe intervenir parahacer los cambios que necesita el Perú, particularmente para rescatarsu soberanía, que estaba sumamente comprometida, particularmentecon Estados Unidos.

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Mientras, Velasco había confiado en algunas otras personas la existenciade un grupo de trabajo que estaba abocado a la redacción de un plan degobierno. Había informado discretamente a Montagne, a quien le remitióel texto para que lo leyera. También fueron puestos en conocimiento losgenerales Maldonado Yáñez y Arrisueño —comandante de la SegundaRegión Militar (Lima), el primero, y de la División Blindada, el segundo—,cuya aprobación en la eventualidad de un golpe era decisiva. MercadoJarrín, ex jefe del Servicio de Inteligencia y amigo de la mayoría de loscoroneles que trabajaban en el plan, también pasó a formar parte delgrupo de confidentes. Hasta el momento del golpe, Mercado Jarrín habíasido director de los institutos militares de Chorrillos, donde tuvo lugarel operativo de octubre. Velasco también intentó sonsacar la opinión deSánchez Salazar, pero este le hizo saber que no veía mucho provecho enlas incursiones políticas del Ejército, y a partir de este momento se lohabría de considerar como un obstáculo.

El grupo de trabajo propiamente dicho estaba compuesto por loscoroneles Fernández Maldonado, Gallegos, Rodríguez Figueroa y Hoyos.Ellos fueron, en realidad, los redactores del plan. Los tres primeros seocuparon de la «sección ideológica» —el programa de reformas— y Hoyos,asistido por Gallegos, de la «sección técnica»: la preparación del golpe.17

Los cuatro generales cuya colaboración era imprescindible para el éxitodel operativo actuaron como supervisores. Como maniobra de distracción,y para justificar las frecuentes reuniones de semejante cantidad de oficialesdel Estado Mayor, Velasco decidió crear una comisión especial encargadade una seudomisión: la defensa interior del territorio. A fines de agosto,Gallegos encargó a uno de sus comandantes que alquilara un despacho en

17 De ellos, actualmente son accesibles los generales Jorge Fernández Maldonado yLeonidas Rodríguez Figueroa. Gallegos se retiró amargado en 1975 y trabajaactualmente como asesor de una compañía privada de seguros. A pesar de la repetidainsistencia de sus antiguos amigos y colegas, se negó a concederle una entrevista aMaría del Pilar Tello y luego también al autor. Urriza (1978) lo entrevistó en 1977,pero no provee una información detallada. Hoyos murió en 1981, en un accidenteaéreo, cuando era jefe del Estado Mayor del Ejército. Las contribuciones de Hoyos alos planes para el golpe parecen haber sido, efectivamente, de carácter militar ylogístico. Las de Gallegos estaban relacionadas tanto con los aspectos políticos comocon los militares. Y por último, Fernández Maldonado y Rodríguez Figueroa redactaronel Plan Inca y el Estatuto, que fueron acabados por Valdés Palacios y De RiveraLucero, en la madrugada del 2 al 3 de octubre. Gallegos y Hoyos condujeron lasoperaciones militares el 3 de octubre de 1968.

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el edificio Marsano, un laberíntico complejo con innumerables entradas ysalidas, y una garantía natural para el anonimato. Se necesitaba un localpara recibir a los asesores, archivar resúmenes y redactar las diversasversiones consecutivas del plan.

La presencia de un grupo de coroneles embarcado en la tarea deestablecer un diagnóstico de la economía y de la sociedad peruana nopasó completamente desapercibida. Economistas, sociólogos, abogadosy alguno que otro político limeño fueron discretamente consultadospara discutir sobre problemas nacionales. Mientras se completaba lasección política del Plan Inca, la redacción de la sección militar seconvirtió, repentinamente, en un asunto de urgencia. El 28 de julio, díade Fiestas Patrias, el presidente Belaunde había anunciado en su mensajea la nación que se había alcanzado una solución satisfactoria al problemadel controvertido contrato sobre concesiones y rentas firmado con laInternational Petroleum Company (IPC). Esta empresa petrolíferanorteamericana, que ya había sido la piedra del escándalo en dosocasiones anteriores y había contribuido a la caída de dos presidentesen el siglo XX, sería el motivo directo del golpe de Estado. A mediadosde agosto comenzaron a circular rumores sobre una serie de cláusulassecretas en el tratado. Formalmente, la IPC había transferido su concesiónen Brea y Pariña al gobierno peruano, aunque conservando susinstalaciones y con la condición de seguir manteniendo durante añoslos derechos reales de explotación. Maldonado Yáñez, uno de losgenerales comprometidos en la conspiración, era el representante militaren el directorio de la empresa petrolífera estatal,18 y consiguió una copiadel tratado completo, incluyendo las cláusulas secretas. Velasco resolviósolicitar el pronunciamiento de los generales del Ejército sobre estacuestión. Unos años antes, durante la comandancia de RodríguezMartínez,19 esta práctica había contribuido a que el cuerpo de oficialesadoptara una actitud más nacionalista. En ese entonces, Rodríguez

18 La Empresa Petrolera Fiscal.19 Valdés Palacios, en ese entonces secretario de la comisión, aún recuerda la curiosasituación que se originó durante la discusión, cuando generales conservadores delEjército se preguntaron si el petróleo era, efectivamente, una materia prima estratégica:«Entonces también se puede llamar materias primas estratégicas a las papas, losfrijoles y el maíz». Al general se le hizo ver que, desde la Primera Guerra Mundial,los tanques —y en general todo el material militar rodado— dependen de los productospetrolíferos. Entrevista con el general Valdés Palacios, 6 de mayo de 1986.

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Martínez había encargado a su jefe del Estado Mayor la formación deuna comisión de asesoramiento y la redacción de un documento ennombre del Ejército. Velasco recurrió a la misma fórmula, pero su jefedel Estado Mayor, Sánchez Salazar, era un decidido partidario deBelaunde, y la comisión que él presidía presentó una propuesta másbien indefinida. Velasco solicitó entonces a Montagne que formara unasegunda comisión, compuesta por oficiales más nacionalistas, y estegrupo elaboró, a su vez, una versión de contornos más pronunciados.El 11 de septiembre, Velasco convocó a una reunión en la queparticiparían todos los generales y organizó una votación individual sobreambas propuestas. La versión más nacionalista se impuso por ampliamayoría de votos, lo que fue interpretado por Velasco y los suyos comouna manifestación de apoyo.

Ese mismo día, el 11 de septiembre, el presidente de la empresa petrolíferaestatal, que acababa de dimitir, hizo una declaración por televisión: en elcontrato —que entre tanto ya era objeto de fuertes críticas— habíadesaparecido la página 11, en la cual figuraban condiciones sumamentedesfavorables para el Perú, y muy favorables para la IPC. El escándalollegó a un nuevo paroxismo. En la prensa capitalina se analizó ampliamentela postura de las Fueras Armadas, y se entabló un debate público sobre lanecesidad de publicar íntegramente los documentos, así como de exigirla dimisión del gabinete en funciones. Cuanto más intentaba el gabinetede Belaunde restar importancia al asunto, más se encarnizaban laspolémicas, cuyas secuelas fueron perceptibles durante el resto del mesde septiembre. El Colegio de Abogados elevó protestas en diversasocasiones. El ministro de Guerra, general Dianderas, emitió una declaraciónmanifestando que las Fuerzas Armadas no tenían ninguna conexión con«el Acta de Talara», como se había dado en llamar el contrato en los mediosperiodísticos. La DC, el APRA y el ala izquierda de Acción Popular, el partidode Belaunde, exigieron una encuesta parlamentaria.

Mientras tanto, los coroneles y los generales que habían redactado elPlan Inca estaban preparando el golpe de Estado. Gallegos y Hoyosempezaron por la elaboración de un plan para la toma del palacio. Gallegos,quien ya había participado en la ocupación del palacio en 1962, trazó unplano detallado del edificio, sobre la base del cual se elaboró, días después,el Plan Colla, un esquema de operaciones que contemplaba la detencióndel presidente por parte de Gallegos. El segundo plan, el Plan Huayna,

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incluía la toma del Congreso, de la radioemisora nacional y de otrosedificios. Hoyos fue encargado de la ejecución de las operaciones.

Las entrevistas con diversos asesores, el discreto sondeo para averiguarla opinión del jefe del Estado Mayor, Sánchez Salazar, y el hecho de queVelasco tomara partido públicamente con respecto al caso IPC, habíancreado un clima propicio para la generación de rumores sobre unaintervención militar.20 Velasco tenía que ausentarse el 21 de septiembrepara asistir a la Conferencia de Ejércitos en Río de Janeiro. En Lima,hervidero de rumores, empezaron a circular versiones sugiriendo queBelaunde relevaría a Velasco de su cargo de comandante del Ejército21

tan pronto como pusiera el pie en el avión que lo transportaría al Brasil.Su probable sucesor era Sánchez Salazar. Acto seguido, Velasco encargóa Montagne que lo reemplazara en la conferencia en el extranjero. Laintranquilidad generada por el hecho de que Velasco cancelara su viaje seacrecentó al día siguiente, cuando los periodistas le preguntaron su opiniónsobre las declaraciones del general Gagliardi, ministro de Aeronáutica enel gabinete de Belaunde, quien había afirmado que las Fuerzas Armadasno se inmiscuirían en asuntos del Estado. Velasco se distanció en formaimplícita de estas afirmaciones, comentando secamente que las tres ramasde las Fuerzas Armadas no dependían de un solo ministro, sino de varios.

Entre tanto, el grupo de Velasco había planeado el golpe para un día dela semana comprendida entre el 4 y el 11 de octubre. A los dos planesde operaciones militares se había añadido el tercero, que contenía lasmedidas que se deberían ejecutar en provincias bajo la responsabilidadde los comandantes de las cinco regiones militares. Por motivos deseguridad, no se informó a nadie sobre los preparativos hasta fines deseptiembre, por lo que Velasco corría el riesgo de que la Marina se negaraa colaborar. Esta era una de las razones por las que se había mantenidoel carácter confidencial del Plan Inca. Incluso se había preparado unplan de emergencia para ocupar las bases de la Marina y la Fuerza Aérea

20 Más tarde, el ministro de Guerra, Dianderas, encargó que se publicara unadeclaración desmintiendo la existencia de divergencias en el seno de las FuerzasArmadas. Belaunde emitió una declaración en la cual condenaba severamente unaeventual intervención,21 La función de presidente del Comando Conjunto, que desempeñaba también Velasco,es formalmente de mayor relevancia, pero no implica una estructura de mando directasobre una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.

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en los alrededores de Lima, en caso de que sus comandantes semantuvieran leales al gobierno.

Cuando Montagne regresó de Río el 29 de septiembre, los nuevemiembros del grupo original se habían vuelto a reunir y empezaron acomprometer a otros oficiales en el golpe. Tres coroneles de confianzafueron informados: Pérez Tenaud, Richter y De la Flor. Durante la mañanadel 1 de octubre, en el cuartel general del Ejército, Velasco recibió lanoticia de que el primer ministro de Belaunde, Hercelles, había ofrecidola dimisión de su gabinete, que finalmente había sucumbido al escándalosuscitado por la desaparecida página 11 del contrato con la IPC. Al mismotiempo, se anunció que Mujica Gallo había sido nombrado primerministro. Los demás ministros del nuevo gabinete recién asumirían susfunciones al día siguiente. Un período sin gabinete, es, naturalmente, laoportunidad perfecta para llevar a cabo un golpe de Estado. Velascollamó por teléfono a Montagne, este avisó a los demás, y se fijó comofecha para el golpe la noche del 2 al 3 de octubre. Fernández Maldonadorecuerda:22

El plan estaba listo. Día D, hora H. Me preguntas por la anatomíadel golpe. Bueno, en el caso nuestro hay cosas que tienen vigenciaen el 68 y que tienen vigencia ahora. Para hacer una intervenciónmilitar, lo fundamental es tener la colaboración del Ejército. LaMarina ahora es mucho más fuerte que antes: tiene una buenainfantería marítima, tiene aviones, tiene helicópteros, tienecomunicaciones. Pero aun así, la voz cantante la tiene el Ejército.Pero tampoco solo no lo puede hacer. Para ser otra cosa que decaudillo, un golpe requiere colaboración de las tres instituciones.Un golpe de la Marina, ni de la FAP, tiene éxito. La voz cantante latiene el Ejército. Y dentro del Ejército, ¿quiénes tienen el poderde decisión? La presidencia del comando militar en primer lugar.Pero debe poder contar con la fuerza real de las armas en lasregiones militares: la región Norte (I, Piura), Centro (Lima, II),Sur (Arequipa, III), Sur-Este (Cusco, IV) y Selva (Iquitos, V). Dentrode las regiones, la del Sur pesa más, con el Norte y el Centro.Estas tres regiones son los resortes del poder real. La IV y la Vregión tienen relativamente poca fuerza. Ahora, ¿qué cosa es

22 Entrevista del 28 de junio de 1986.

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esencial en las regiones? ¿Qué cosa hay que procurar para quetenga éxito un golpe? Como teníamos la experiencia en inteligencia,el golpe exigiría el más absoluto secreto y silencio. Secreto ysorpresa, principios militares. Escrupulosamente lo preparamoslos cuatro coroneles y los cinco generales: Velasco, Montagne,Mercado, Maldonado Yáñez, Arrisueño, y los cuatro coronelesLeonidas [Rodríguez Figueroa], Gallegos, Hoyos y yo. Nadie más.Hasta 48 horas antes, el grupo actuaba con disfraz, como el grupoDTT, Defensa Interior del Territorio. Hicimos una serie deprecauciones de engaño. Te cuento uno, por ejemplo. Hubo,inmediatamente antes del 3 de octubre, una conferencia de jefesdel Ejército, al cual iban los comandantes generales. Se hizo todauna publicidad sobre el viaje del general Velasco para esaconferencia. De engaño, porque ya en agosto se había tomado ladecisión de tomar el poder. Faltaba decidir el día D, hora H, dentrodel grupo de los nueve. Todavía éramos nueve, nada más. Hasta eldía de la conferencia, manteníamos en publicidad el viaje del generalVelasco y al final viaja el general Montagne. Para determinar el díaD, la hora H, la toma del palacio y la toma de Talara, faltaba ladecisión hasta que se produce la crisis del gabinete. Se anunciaun nuevo gabinete, cuyo juramento será el 2 de octubre. Entonces,el día D es la noche del 2 al 3, hora H: 01.00. Para esto, 48 horasantes el general Velasco hace los contactos: con Artola, conBenavides, con Valdivia, etcétera, en las regiones militares. ConArtola, desgraciadamente. Habló con todos los comandantes delas regiones. Con la Marina y la Fuerza Aérea: con la Marinahablamos con el contralmirante Guillermo de las Casas, deInteligencia; habíamos trabajado juntos. Y con la FAP, solamentecon el general Chamot, muy amigo de nosotros y de Mercado. Conla Policía se habló a último momento, con el general Marthans,amigo nuestro. Y en las últimas 48 horas, se nos abrió un poquitomás. Hablamos con compañeros nuestros: De la Flor, Valdés, DeRivera Lucero, Meza. Había más, pero la memoria de Miguel Ángel[De la Flor] es mejor que la mía. Y el día 2 de octubre, a las 12.00del día, se produce el juramento del gabinete, se da el clásico«besamanos». El general Velasco va también al besamanos, comosi no ocurriese nada, pero ya estaba todo en marcha. Era paraellos un alivio. El gabinete renunciante respiró, el nuevo gabinetese sintió tranquilo durante el día. Quizás algunos ni siquiera se

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acercaron a sus ministerios ese día. Belaunde se fue a dormirtranquilo. Y se produce a las 03.00 horas del 3 de octubre latoma. Gallegos va con los tanques. Con los rangers va Hoyos. Y selogró la captura total del poder. Gracias al secreto, la toma fue uncompleto éxito. Hasta las 13.00 del día 3, ni la Marina ni la FuerzaAérea habían entrado. No nos asustamos, porque para todo esoteníamos planes de emergencia, inclusive para actuar contra laMarina, contra la FAP. Teníamos tropas para ocupar sus bases encaso de necesidad.

El operativo central del golpe se produjo entre la 1 y las 5 de lamadrugada. Poco después de las 3, el ex presidente se encontrabadetenido. La toma del poder transcurrió con algunas imperfecciones. Alllegar al palacio, se encontraron con el portón cerrado, y un soldado delas tropas de la guardia tuvo que guiar a los sublevados por una entradalateral. Pero esa entrada también resultó estar cerrada, por lo que unsargento de la guardia del palacio los condujo por un laberinto deescaleras, pasillos y cobertizos. A Belaunde lo sacaron de la cama y lotrasladaron a la División Blindada, donde intentó dirigirse a las tropasde Arrisueño. Por un error de libreto, no se había previsto el lugar enque alojarían al presidente depuesto. Velasco telefoneó primeramente aBuenos Aires y pidió luego un avión a la Compañía Peruana de Aviación.A las 7 y cuarto de la mañana, el ex presidente partió rumbo a laArgentina. Graham, nombrado entre tanto prefecto de Lima, descubriríamás tarde, para su sorpresa, que tenía a los miembros civiles del gabinetede Belaunde encerrados en la prefectura. Los generales Dianderas ySánchez Salazar habían sido puestos en arresto domiciliario.

Las deliberaciones entre los oficiales superiores de la Fuerza Aérea—en sus bases— y los de la Marina —en el puerto del Callao— seprolongaron toda la mañana. El Ministerio de Marina había sido cercadopor tropas. La Fuerza Aérea fue la primera en anunciar su adhesión almanifiesto, seguida por el consentimiento a desgano de la Marina.Alrededor de las 3 de la tarde, los comandantes y sus jefes de EstadoMayor fueron trasladados en helicóptero al CIMP. El comandante de laMarina, opuesto al golpe, solicitó formalmente su retiro, y fue sucedidopor el contralmirante Raúl Ríos Pardo de Zela. Luego, los nuevosintegrantes de la Junta —Montagne Sánchez, Ríos Pardo de Zela y LópezCausilas— firmaron el Estatuto del Gobierno Revolucionario de las

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Fuerzas Armadas. Mientras tanto, se había publicado el Manifiesto delGobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, con fecha oficial del 2de octubre. Las horas restantes se dedicaron a constituir un gobiernomilitar, ya que el artículo 3 del estatuto establecía que la Junta seríaformada por los comandantes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea,los que simultáneamente formarían parte del gobierno como ministrosde Guerra, Marina y Aeronáutica; el ministro de Guerra era, a la vez,primer ministro. En las discusiones participaron el nuevo presidenteVelasco y los miembros de la nueva Junta; las demás personas presentesabandonaron el recinto. Entonces, pasando puestos ministeriales deuna rama de la Fuerza Armada a la otra en cuestión de minutos, se llegóa la composición de un nuevo gabinete.

En horas de la tarde, seis coroneles de confianza del Ejército y uno delas otras ramas fueron relevados de sus funciones militares para integrarel COAP, el Comité de Asesoramiento a la Presidencia formado in situ.23

A las 7 de la tarde, el nuevo gobierno asumió oficialmente la direccióndel país.

La profundización del poder: el presidente, la Junta y elLa profundización del poder: el presidente, la Junta y elLa profundización del poder: el presidente, la Junta y elLa profundización del poder: el presidente, la Junta y elLa profundización del poder: el presidente, la Junta y elConsejo de MinistrosConsejo de MinistrosConsejo de MinistrosConsejo de MinistrosConsejo de Ministros

El gobierno de Velasco no llegó al poder con una manifiesta simpatía dela población —esta surgiría más tarde—, pero tampoco se vio enfrentadoa una oposición interna de consideración. Los principales partidos selimitaron a elevar una protesta. El nuevo presidente, Velasco, declaró,durante una conferencia de prensa el 3 de octubre, que el gobierno nohabía previsto un plazo determinado de permanencia y que no se había

23 Los coroneles Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroa, Meza Cuadra, De RiveraLucero, Valdés y Vialé. Originalmente, también los coroneles Schroth y Molina habíansido elegidos para este puesto, pero fueron reemplazados en el curso de la jornadapor el coronel de la Fuerza Aérea Niessen y el capitán de navío Masías. RodríguezFigueroa había sido designado en un principio por Velasco como jefe de la CasaMilitar; más tarde el coronel Porteila asumió esta función, con Ibáñez como subalterno.Gallegos recibió un nombramiento en el Ministerio del Interior, Hoyos y De la Florvolvieron a ocupar sus antiguos puestos, Ritcher permaneció como jefe del EstadoMayor de la División Blindada y Pérez Tenaud fue nombrado jefe de la DirecciónGeneral de Información.

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adoptado aún una postura con respecto a las futuras eleccionespresidenciales, que según la Constitución debían realizarse a principiosde 1969. Para esto había un amplio margen de especulación, ya que elartículo 5 del estatuto revolucionario disponía la continuidad de lavigencia de la Constitución y las leyes en vigor «en tanto estas coincidancon los objetivos del Gobierno Revolucionario».

El nuevo gobierno tampoco tuvo que hacer frente a una significativaoposición de las agrupaciones políticas existentes. La guerrilla de 1965-1966 había sido eliminada por la mayoría de los ministros en funciones,al igual que los miembros del nuevo COAP. La principal fuente de conflictoresidía en la confrontación entre el antiguo y el nuevo orden dentro delas Fuerzas Armadas: entre el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea,entre el ala derechista y la izquierdista del Ejército, entre los generalesmás viejos y los coroneles más jóvenes, entre el presidente y el Consejode Ministros. No por azar se había evitado la publicación del texto delPlan Inca. Más aún, la mayoría de los miembros del nuevo gabinete nisiquiera estaban enterados de la existencia de un plan de reformas. Enrealidad, el nuevo presidente había iniciado una revolución con la ayudade una Junta y un gobierno cuya mayoría era conservadora, si bien deribetes nacionalistas. En el Consejo de Ministros no había reaccionariosincómodos, pero tampoco fervorosos progresistas. Los radicales, conel grado de coroneles, ocupaban funciones de asesoramiento en el COAP.

Una de las mayores habilidades de Velasco se reveló entre 1968 y1971, con su talento para decretar reformas mediante un Consejo deMinistros sin deseos reformistas. En los primeros meses después delgolpe, Velasco consiguió imponer firmemente su voluntad sobre laJunta y el Consejo de Ministros. Tres sucesos en su primer año degobierno fueron motivo de un desplazamiento de las relaciones de poderentre el presidente, la Junta y el Consejo de Ministros: lanacionalización de las instalaciones de la IPC —la empresa petrolíferanorteamericana que había estado involucrada en el escándalo de ladesaparecida página 11 del contrato—, un relevo en la comandancia de laFuerza Aérea y un frustrado intento de cambio de la presidenciacomandado por los generales del Ejército con ocasión del retiro deVelasco del servicio activo. Tanto en el primero como en el último, loscoroneles del COAP jugaron un rol de importancia.

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La nacionalización de las instalaciones de la IPC en Brea y Pariñas, y laanulación del llamado contrato de Talara eran medidas que habían sidodecididas durante la noche del 2 al 3 de octubre. El COAP, constituidoesa misma noche, comenzó las preparaciones jurídicas y militares de lanacionalización. Sin embargo, en el primer pleno de ministros, que serealizó el 5 de octubre, se reveló la existencia de una divergencia deopiniones entre los generales que habían preparado el Plan Inca y lamayoría de los ministros —los demás generales, la Junta, la Marina y laFuerza Aérea—. La composición del Consejo de Ministros había sidodecidida por un compromiso entre los ejecutantes del golpe, loscomandantes regionales y la Marina y la Fuerza Aérea, que habían sidoexcluidas del plan. Además de los generales del Ejército Montagne,Mercado, Maldonado Yáñez y Arrisueño, corredactores formales delsecreto Plan Inca, Velasco había incluido en su gabinete a los generalesArtola —entonces comandante general de la Primera División deCaballería—, Valdivia y Benavides, los dos últimos comandantes de laTercera y Quinta regiones militares, respectivamente.24 Artola yBenavides —hijo del ex presidente mariscal Benavides, y latifundista—eran conservadores. En mayor o menor medida, este calificativo tambiénse podía aplicar a los tres miembros de la Junta: Montagne, cuñado delprimado del Perú, el cardenal de Lima, Juan Landázuri Ricketts, era másnacionalista que radical; el general de la Fuerza Aérea, López, habíaingresado al gabinete con gran vacilación; y el contralmirante Ríos lohabía hecho solamente porque la cúpula de la Marina lo había propuestocomo comandante, es decir, como miembro de la Junta. La mayoría delgabinete se estremeció ante la propuesta de Velasco de nacionalizar lasinstalaciones norteamericanas, y urgió tomar medidas menos drásticaspara llegar a un compromiso o un acuerdo. Lo que más les preocupabaera la eventual aplicación de la enmienda Hinckenlooper, una leynorteamericana según la cual los gobiernos que incurrieran enexpropiaciones de propiedades norteamericanas quedarían excluidos detodo futuro crédito. Velasco, quien no quería correr el riesgo de sufriruna derrota, estuvo de acuerdo con una propuesta de compromiso, ysugirió la suspensión del caso por dos semanas. Entre los coroneles del

24 Para la información sobre los nombres y los términos de permanencia en loscargos correspondientes, remito al lector a los cuadros 4, 5 y 6 del Apéndice, en losque se mencionan todos los cambios en la composición de la Junta, en el Consejo deMinistros hasta la reforma del aparato estatal en 1969 y en el mismo Consejo en sucomposición ampliada después de ese año.

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COAP se produjo una gran conmoción cuando su presidente25 bajó lasescaleras desde el Consejo de Ministros. Valdés recuerda:26

Esto nos violentó a todos. Esa explosión de furia fue capitaneadapor Fernández Maldonado. Él tomó la palabra aunque él no era elmás antiguo. El más antiguo era Aníbal Meza Cuadra, que despuésfue jefe del COAP. Éramos un grupo de amigos y olvidándonos unpoco de la jerarquía militar, todos protestamos. Le dijimos a Cavero[presidente formal del COAP] que nos hiciera el favor de subir alConsejo de Ministros para explicar claramente que el COAP noaceptaba esa dilatación, que si el Consejo de Ministros acordabadilatar la toma de Talara, el COAP se retiraba inmediatamente delproceso revolucionario y se iba de baja, pero se iba. Esto era unmotín. Nos jugamos todos. Cavero, que es un hombre muydespreocupado, muy buen amigo, se sorprendió [...] pero cumpliócon nuestro deseo y fue al Consejo y expuso la posición. Se armó unberenjenal. Hay que tomar en cuenta el concepto de disciplina military que nosotros éramos solamente coroneles. Arriba estaban todoslos generales, que eran los que comandaban no solo el Ejército sinola Fuerza Armada en su totalidad. El asunto fue estrepitoso y pusoa prueba la inteligencia de Velasco. Se da cuenta él que si toma unaactitud dura contra nosotros, perdería a toda su gente, a suscolaboradores inmediatos, en quienes tenía mayor confianza [...].Como todos protestan y dicen que eso no se puede admitir dice:«Hay que tener tranquilidad. Los muchachos están un poquitoalterados, creo que se puede designar al general Montagne paraque hable con ellos». No se pone a discutir con nosotros, manda aMontagne. Estábamos todos en una sola mesa, en la cual nostocábamos codo a codo y cada uno trabajaba un tema diferente. Searmaban líos porque algunos al escribir hablaban y todosprotestaban porque muchas veces todos interferíamos unos a otros.Tal era la incomodidad, en una sala muy pequeña, junto al presidente.Así trabajamos. Estábamos todos en esta mesa cuando entró el

25 El general Cavero Calixto. Formalmente, él era el presidente, aunque ya desde elprimer día el COAP fue encabezado, en realidad, por el coronel de mayor antigüedad,Meza Cuadra. Cavero y Velasco no tenían relaciones amistosas y el primero prontosolicitó su traslado al Servicio de Inteligencia, siendo sucedido por Meza. Después desu retiro, Cavero fue nombrado alcalde de Lima.26 Entrevista en Tello (1983, t. II: 258-262).

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general Montagne. Inmediatamente, nos paramos. Montagne esun hombre evidentemente inteligente, se dirigió a nosotrosdiciéndonos que había la plena seguridad de que se iba a tomarTalara, que nadie se oponía a eso y que todos estaban deseosos dehacerlo, pero que las cosas había que hacerlas bien, con tiempo, yque no se podría arriesgar cualquier acto de sabotaje que pudieraperjudicar. Todo debía ser una maniobra militar debidamentepreparada. Miré a mis compañeros y vi la indignación pintada enlos rostros ante la explicación que no convencía. A FernándezMaldonado lo vi con los ojos inyectados por la violencia que loinvadía, tenía los ojos rojos como si tuviera conjuntivitis. Todosparecían dispuestos a saltar. Personalmente, pensé que entre todosquien menos arriesgaba era yo. Para ellos era duro interrumpir sucarrera, pero yo tenía otra carrera con la cual podía seguirtrabajando. Entonces pedí la palabra y le expliqué al general quelo que queríamos era que se hiciera lo más rápido posible paraevitar problemas, justamente. Que Lobitos estaba cerca, queteníamos allí una división y coordinando con ella, podíamos atacar.Me contestó con mucha suavidad: «No, pues, no es así. Ud. noentiende cómo es el operativo. No puede hacerlo de la noche a lamañana». Cometí la torpeza de insistir y entonces se violentó. Nome trató por el grado militar sino que dijo: «Doctor, Ud. no sabede esto que está hablando y en consecuencia no sabe de los riesgosque pueden afrontar en una operación de esta naturaleza. Por lodemás, esta es una orden militar y se cumple». Muy molesto, seretiró de la oficina. Todos explotaron. Cogimos las gorras y dijimos:«¡Vámonos de aquí! ¡Se acabó para nosotros la revolución!». Habíaen la habitación, a un lado, una estufa con una pequeña salientedonde subió Molina Pallochia. «¡Un momento, compañeros! ¡Calma!Las cosas no se pueden hacer así. Yo estoy de acuerdo con todosustedes, pero vamos a pensarlo. Estamos protagonizando unainsubordinación. Lo que debemos hacer es darle por lo menos 48horas al Consejo de Ministros. Si dentro de este plazo no se producela toma de Talara, nosotros nos vamos». Esto sucedía el 6 deoctubre. Al día siguiente, se notaba, sí, en todos la preocupaciónsobre lo que decidirían. El 8 entraba al palacio por la puerta delCOAP el comandante general de la primera división del Ejército,que era el general Málaga, llamado por el presidente. Al salir desu entrevista, nos dijo con gran satisfacción: «Lograron su

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objetivo». Después, el presidente salió a hablar con nosotros ynos comunicó que se había dispuesto la toma de Talara para el 9.

El 9 de octubre de 1968, la población limeña escuchó un mensajeradiofónico del presidente: «De esta manera, las Fuerzas Armadas enestrecha hermandad con la población civil, han cumplido nuevamentecon su deber y han establecido las bases para la restauración de lasoberanía nacional». Los directivos del partido de Belaunde, AcciónPopular, de la Democracia Cristiana, del Partido de Odría y del PartidoComunista publicaron al día siguiente jubilosos comentarios deaprobación. Se informó que Ruiz Eldredge, decano del Colegio deAbogados, representaría al Estado peruano en el hábeas corpus de laIPC. El cardenal Landázuri manifestó públicamente su adhesión y Odría—quien unos meses después disolvería el partido que había fundado—solicitó una cita para congratular a Velasco. Las reacciones públicasoscilaron entre el asombro y la estupefacción. En poco tiempo, elgobierno militar había ganado popularidad, una popularidad que seacrecentó en el mes de noviembre por el anuncio de otras medidas, másradicales aún: la reforma del aparato estatal, la expropiación de lapropiedad extranjera y la reforma agraria. El prestigio y la autoridad deVelasco crecieron ostensiblemente en las primeras semanas de octubre.

El segundo desplazamiento en la esfera del poder se produjo con ocasióndel cambio en la comandancia de la Fuerza Aérea. Contrariamente a losoficiales superiores de la Marina —quienes pronto lanzaron críticas,entre estas a los comunistas del COAP—, los generales de la FuerzaAérea no eran conservadores; eran, además, mucho más jóvenes. Noobstante, el general López, comandante y miembro de la Junta a pesarsuyo, continuó manteniendo grandes dificultades con respecto a la líneageneral de política del gobierno militar. Velasco lo citó y lo persuadió depresentar su dimisión por el interés del servicio.

En esa época, Velasco todavía mantenía extensas deliberaciones con elConsejo de Ministros, y después de consultar con su gabinete convocabaa una asamblea con todos los generales de la Fuerza Aérea en el palaciopresidencial. De ese modo, su influencia en la elección de una personade su preferencia, Gilardi, fue decisiva. El siguiente es un extracto queMaría del Pilar Tello (1983, t. I:194) recoge de las memorias de aquel:

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El general López aceptó la sugerencia del presidente y presentósu renuncia; acto seguido el presidente informó al Consejo deMinistros que había pensado en reunir a los oficiales generales dela FAP en palacio de gobierno, para que democráticamentepropusieran al que debería ser designado como ministro deAeronáutica. En efecto, al día siguiente se reunieron trece oficialesy luego que el presidente explicara las razones de la convocatoria,advirtiéndoles que no se preocuparan por la antigüedad, porqueel oficial designado sería de inmediato ascendido al grado deteniente general (el Estatuto del gobierno militar precisaba queel más antiguo de cada instituto debía ocupar la comandanciageneral). Realizada la votación, tuve el honor de ser designadocomo comandante general y ministro de Aeronáutica. El presidentede la República informó de todo esto al gabinete ministerial queluego dispuso mi ascenso con fecha 1 de noviembre de 1968, enrealidad fuera de época, para adecuarlo a lo previsto en el Estatuto.

Con Gilardi, Velasco se ganó a un aliado leal. Este nuevo integrante de laJunta, que continuaría hasta la caída del presidente el 29 de agosto de1975, y en esa misma fecha presentaría su renuncia, acudiría en suayuda más tarde, cuando lo que estaba sobre el tapete era la permanenciadel propio Velasco en el sillón presidencial.

Para una mejor comprensión de estos sucesos, es necesario tener presenteque el Ejército peruano hace efectivos los ascensos el 1 de enero de cadaaño, y el 31 del mismo mes concede los retiros a los oficiales que entranen consideración para ello. El 31 de enero de 1969, Velasco habríacumplido 35 años de servicio como oficial, período máximo de actividadcontemplado por la legislación militar. Ahora bien, en el estatuto militarexistían cuatro artículos de relevancia en este contexto, que regulabannormalmente las relaciones entre el presidente, la Junta y el Consejo deMinistros. El hecho de que cuatro de los once artículos del estatuto«inmodificable» se refirieran a estas relaciones pone aún más de relieve laimportancia del golpe que Velasco llevó a cabo dentro de su propio golpe:la sujeción de la Junta y el control sobre el Consejo de Ministros.

Abordaré aquí, en forma sucinta, los cuatro artículos pertinentes. Elartículo 3 establecía la fusión de la función de comandante y ministropor cada rama de las Fuerzas Armadas, y tenía por objeto garantizar la

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existencia de un gobierno fuerte, con autoridad sobre el Estado y lasFuerzas Armadas. El artículo 4 determinaba que los miembros de lajunta elegirían por unanimidad al presidente de la República, y que éldebía ser integrante de las Fuerzas Armadas. Además, según el mismoartículo, el presidente debía designar a los ministros que no formabanparte de la Junta, con la aprobación de los tres comandantes. El artículo6 incrementaba aún más las facultades de un presidente constitucional,ya considerablemente amplias, en beneficio del jefe de Estado militar.Este artículo determinaba que el presidente, en el marco de laconstitución vigente, revestía no solo el poder ejecutivo sino también,previa aprobación del Consejo de Ministros y contraseña de la Junta, ellegislativo. El artículo 9 estipulaba que los integrantes de la Juntaretirados serían sucedidos por el general o almirante de mayorantigüedad. En el caso de Gilardi, Velasco había aplicado esta cláusulacon suma flexibilidad.

En la noche del 2 al 3 de octubre, Velasco había señalado a los abogadosmilitares Valdés y De Rivera la sugerencia implícita contenida en esteúltimo artículo.27 Rodríguez Figueroa y Fernández Maldonado habíandiscutido sobre el tema con Velasco. Valdés, que traía consigo suscódigos militares, había28

consultado un pequeño librito que casi nadie lee. Y estaba escrito:«Formamos parte de las Fuerzas Armadas en la situación deactividad, de disponibilidad y de retiro». «¿Entonces también ensituación de retiro? ¿En situación de retiro sigo formando partede las Fuerzas Armadas? ¿Estás seguro?», me dijo. «Sí, migeneral». «Ah, bueno, muy bien». Y se fue.

Durante los primeros meses después del golpe, la popularidad y elprestigio de Velasco habían crecido sensiblemente. La ocupación deTalara, y la firme actitud del presidente, que se había enfrentado a lamayoría del Consejo de Ministros y había salido victorioso de lacontienda, despertaron tanto sentimientos de respeto como de receloentre sus ministros. Velasco había exigido prácticamente un voto por el

27 Entrevistas con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986, y con el generalDe Rivera Lucero, 17 de julio de 1986.28 Entrevista con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986.

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sí en el Consejo: «Ustedes no se van a entrometer aquí», dijo al concluirla votación, cuando los ministros, a iniciativa de Benavides, propusieronun texto más conciliador del decreto de expropiación y un mensajeradiofónico más moderado desde Talara.

Los vínculos entre el presidente y los coroneles del COAP se habíanestrechado. Por las tardes, alrededor de las 6, cuando finalizaba sujornada oficial de trabajo, Velasco solía unirse a los ocho coronelesencabezados por Meza Cuadra. Cada uno en su propio terreno, loscoroneles analizaban propuestas de ley, estudiaban decisionesministeriales o resoluciones directorales que, según la Constitución,requerían la firma o contraseña del presidente, revisaban cuentas ypartidas del presupuesto, y redactaban propuestas y discursos. Velascose iba ganando el aprecio popular, y en más de una ocasión se reunióuna multitud en la Plaza de Armas. Un día, en diciembre de 1968, LeónVelarde, viejo amigo de Velasco y en esa época alcalde del municipio deSan Martín de Porras, un pueblo joven limeño, había convocado unamanifestación de apoyo a Velasco.29 Había hecho imprimir panfletos conla figura de Velasco en la portada y la suya propia al dorso. Esa noche, elConsejo de Ministros entero estuvo ausente del palacio presidencial. Elúnico que se presentó fue Artola, el ministro del Interior, quiendesaconsejó al presidente que hiciera su aparición en el balcón delpalacio. Pero la muchedumbre vitoreaba y clamaba por Velasco. Entonces,los miembros del COAP que se encontraban en el palacio —Meza, De laFlor (recién incorporado), Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroa yotros— salieron al balcón con la gorra hundida hasta los ojos, figurandocomo miembros del Consejo de Ministros, y recibieron una ovación allado de Velasco. La popularidad del general comenzaba a provocarmalestar entre sus camaradas.

Los generales se sentían tranquilizados, no obstante, por la perspectivadel inminente retiro de Velasco. El general, que en las discusiones en lanoche del golpe había dejado entrever su intención de permanecer en lapresidencia, todavía no había tomado una decisión sobre este asunto,aunque se inclinaba por la dimisión y la entrega formal del poder a su

29 Formalmente, Lima es una provincia con varios municipios. En la práctica, el gobiernoprovincial administra la capital, hasta Ancón en el norte, Chosica en el este y Pucusanaen el sur.

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sucesor, Montagne, el 31 de enero de 1969. Mientras tanto, ya habíaencargado a Meza Cuadra la redacción de un discurso de despedida:30

Un buen día me dijo: «Aníbal —o Flaco, como me decía siempre, aveces Allende, porque tenía la idea de que yo me parecía mucho aAllende, hombre que él respetaba mucho—. Oye, Flaco, me va atocar ir al retiro, así que vas preparando el discurso». Todo eldiscurso se lo hemos preparado. Cuando no le gustaba una palabra,él la corregía. En estos días no ha existido aquí ni Carlos Delgado,Graham ni nadie. Había solo sinceridad y emotividad. No sé sihasta ahora guardo el borrador. Él iba a dar un discurso-mensajede despedida, indicando sustancialmente que había comenzadocon una cruzada nueva para el Perú, un deseo auténtico de cambio,y que agradecía a la Fuerza Armada, la que había permitido que élpusiera en práctica el inicio de nuevos ideales, libre y limpio. Eraúnica y exclusivamente producto de la lucha y pugna entre losque se oponían al cambio y los que creían en eso. Queríacomprometer el pensar futuro para que los cambios siguiesenadelante. En eso estábamos trabajando —era un sábado o unviernes, cuarto para las ocho, yo había dormido en el palacio—, élllegó y me dice: «Ven acá a mi despacho». Y yo noté que estabaarmado, cosa que nunca en mi vida había visto antes, ni siquieraal momento de la Revolución llevaba pistola. «Están complotando—me dijo—. Pepe Benavides me ha contado todo».

Días antes, el grupo de ministros del Ejército se había reunido en secretoen el Ministerio de Guerra para deliberar sobre el próximo retiro de Velascoy se había manifestado unánimemente a favor de un cambio en el poder.Montagne sería presidente y Valdivia, primer ministro. Montagne era unoficial del Ejército que gozaba de una alta estima y su elección eraindiscutible.31 Valdivia, algo mayor que los de la generación de Velasco,era el primer oficial peruano que había cursado estudios de planificaciónen el extranjero y era el creador del primer presupuesto militar despuésde la reforma del Ejército llevada a cabo por Rodríguez Martínez. Valdivia

30 Entrevista con el general Meza Cuadra, 6 de junio de 1986.31 La reputación de Montagne siguió siendo indiscutible en el equipo de Velasco.Después de su retiro en 1973, volvió a su condición de civil sin cargo público. Aprincipios de la década de 1980 era presidente de la Asociación de Oficiales Generalesen Retiro (ADOCER).

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tenía la reputación de brillante tecnócrata y discutía en el Consejo deMinistros sobre asuntos económicos con gran autoridad.32

Cuando Velasco —hombre desconfiado para quien muy pocas cosaspasaban desapercibidas— se enteró de este encuentro secreto, interpelóa Artola, amigo íntimo de Montagne. Artola fingió no tener antecedentesdel asunto, lo que aumentó aún más las sospechas de Velasco. Entonces,llamó por teléfono a Benavides, a quien conocía como una personahonesta que no lo engañaría. Benavides le confirmó que, en efecto, sehabía realizado una reunión. Cuando el general Velasco le requiriómayores detalles, Benavides se ofreció ir a palacio, pero Velasco subió asu carro y se dirigió a la casa de este. En la conversación, Benavides leinformó que se habían sostenido algunas conversaciones preliminaressobre el tema de la sucesión cuando Velasco se retirara, y que la opiniónunánime era que se trataba de una revolución institucional, que lasFuerzas Armadas acarreaban la responsabilidad y que, por ello, elpresidente debía ser un oficial en servicio activo. Benavides le dijo queél también estaba de acuerdo con todo esto, que la revolución debía serconducida por el comandante del Ejército y el presidente del ComandoConjunto, y que, por lo tanto, le correspondía al general Montagne serel nuevo presidente; que esto había sido propuesto por Valdivia y quetodo el mundo estaba de acuerdo.

Ese mismo día, un viernes, Montagne solicitó la autorización de Velascopara organizar una reunión de la Junta en una de las habitaciones de laplanta alta del palacio, donde se encontraba también la sala del Consejode Ministros. Velasco comprendió de inmediato de qué se trataba ysugirió convocar la reunión en el despacho presidencial. Entre tanto,había cambiado la composición de la Junta. Además de Montagne yGilardi, estaba Navarro, originalmente ministro de Justicia, que habíasucedido a Ríos Pardo de Zela como ministro de Marina a la muerte deeste último por infarto en diciembre de 1968. Ante el curso de losacontecimientos, es muy probable que Velasco se haya puesto en

32 La única vez que la Revista Militar del Perú publicó un discurso de un ministromilitar entre 1968 y 1980 fue en ocasión de la exposición de Valdivia sobre la reformadel aparato estatal (Valdivia 1968: 40-82). Esta revista sí publicó algunos artículosde Mercado Jarrín entre 1968 y 1974.

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contacto en Gilardi a raíz de esta sesión extraordinaria de la Junta.33 Entodo caso, discutió el tema con el COAP, con Meza Cuadra y con Valdés,quien actuó como secretario de actas:34

Él estaba muy violento por la forma en que le querían sacar, y enel COAP dijo: «Le pego [a Montagne] un balazo». Ahí fue queacordamos que era razonable que le diera un balazo, pero tambiénque era el presidente de la República y que, en consecuencia,nosotros del COAP procedíamos adelantar. Y cuando se tenía quepegar un balazo, que sería cualquiera de nosotros. Nos parecía,no me acuerdo quién habló, creo el jefe del COAP, el general MezaCuadra. Se acordó así y ahí fue que habló con el general Montagney con los dos otros comandantes que estaban en la oficina. Elgeneral me había llamado antes y me dijo: «¿Qué es lo que serequiere para que me puedan sacar de la presidencia?». Y le indiquéque se requiere sustantivamente que los mismos que acordaronque él fuera presidente, que los mismos deberían acordar que éldejaría la presidencia. O sea: el acuerdo unánime de los trescomandantes generales. Entonces ahí fue que me pidió si eso lopodía hacer por escrito. Le dije que sí y le hice un memorándummuy pequeño y se lo entregué. Y me dijo: «¿Estás seguro de eso?»y le dije: «¡Sí, mi general!». Cuando la Junta entró en el despachopresidencial, los miembros del COAP se habían escondido. Ud. serecuerda que le conté que nuestro cuarto estaba junto al cuartode él. El general Montagne, en presencia de los dos otroscomandantes generales, tomó la palabra y dijo que en una reunióncon los generales se había acordado y que todos los generalesestaban de acuerdo que usted [Velasco] deje la presidencia. Y sevolteó donde el marino y le preguntó su opinión. «Estoy de acuerdocon el general Montagne». «¿Tú has reunido a tus almirantes?».«No, mi general». «Ah», le dijo, «¿o sea que solamente tu criteriovale? ¡Se te ocurre y se acabó!». Y el almirante no le contestónada, se quedó callado. Se volteó a Gilardi. «¿Y tú?». «Yo sí me he

33 Su versión de los sucesos (Tello 1983, t. II: 196-198) difiere ligeramente de esta.Según él, Velasco convocó a la Junta una semana antes para deliberar sobre suretiro y eventual sucesión. Gilardi sugirió, entonces, tomarse una semana parareflexionar sobre la cuestión.34 Entrevista con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986.

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reunido con mis generales, y estamos de acuerdo que Ud. continúecomo presidente de la República». Se volteó y dijo: «Bueno, deconformidad con la ley que les estoy indicando, se exige unanimidadde ustedes tres sobre mi salida. Como no hay unanimidad, me quedo.Si lo hubiéramos conversado eso antes, yo tranquilo. Pero no mevan a sorprender con una reunión». Y se volteó al aviador y dijo:«Ahora sí, ¡vamos arriba!». Y subimos, él, los tres comandantes yyo como el secretario del Consejo de Ministros. En el Consejo, elgeneral Velasco tomó la palabra diciendo que la Junta le habíaprolongado en la presidencia. Sorpresa total. La reunión se volviómuy tensa, la gente gritaba, los micrófonos quedaron abiertos y seusaban palabras duras. Y en la reunión se presentó un problema enel sentido que el general Montagne estaba muy dolido porque elgeneral Velasco le había gritado «traidor». Y en el Consejo deMinistros dijo: «Mi general, nuestra amistad, que ha durado tantosaños, se ha resquebrajado en forma definitiva. Porque usted me hadicho “traidor” y no soy traidor. No he sido traidor de nadie y denada». El presidente dijo que allí estaba, y si había algo que decir,que lo dijeran en su cara. Todos se miraron y se quedaron callados.Menos el general Valdivia, que miraba a todos y estaba frenético derabia, y dijo: «Sí, mi general, en principio yo no estoy de acuerdo,porque hemos hablado perfectamente claro que el presidente debeser un hombre en actividad. Y yo quiero saber quién ha sido el traidorque ha hablado con el general Velasco». Al fondo de la mesa seescuchó: «¡Yo!». Era el general Benavides. «¡Yo, mi general! Pero yono soy un traidor, porque a mí no se me llamó para complotar.Porque si me llamaran para complotar, yo no concurro y no loacepto. Se me llamó para ver un asunto que no era secreto, porquesi no, hubiéramos complotado». La palabra del general Benavidesera sumamente fuerte, y en realidad tenía toda la razón.

El 26 de enero de 1969 apareció un comunicado de la Junta en el que seinformaba que Velasco permanecería en la presidencia incluso después desu próximo retiro a partir del 31 de enero, y que la Junta lo había ratificadocomo presidente. A partir de entonces, cambió la actitud de Velasco paracon la Junta y el Consejo de Ministros. Hasta ese momento, se habíacomportado primordialmente como un primus inter pares. Tras esteincidente, comenzó sistemáticamente a atraer el poder hacia la presidencia.De hecho, la Junta pasó a ser un mero cuerpo ceremonial. Velasco la

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convocaba cuando no le quedaba otro remedio y le imponía su voluntad.Gilardi fue el único a quien siguió tratando con mucho respeto y afecto.Gilardi, cuya autoridad en los círculos de la Fuerza Aérea era indiscutible,continuó como ministro hasta el día mismo en que cayó Velasco; esto loconvirtió no solo en el miembro de mayor antigüedad en el Consejo deMinistros sino también en la Junta. Velasco sabía que podía contar, a travésde Gilardi, con el apoyo de la Fuerza Aérea. Formalmente el ministro deGuerra era ministro presidente, pero como la Junta no tenía presidente,surgió una rivalidad entre el ministro de Aeronáutica —el de mayorantigüedad— y el ministro de Guerra —además de ser formalmente el primerministro, era el comandante de la rama más importante de las FuerzasArmadas—. Los ministros de Marina se fueron sucediendo rápidamente:en el cuadro 4 del Apéndice, donde se describe la composición de la Junta,se observa a dos oficiales para la Fuerza Aérea —López y Gilardi— y trespara el Ejército —Montagne, Mercado y Morales Bermúdez—. La Marinasustituyó a sus comandantes nada menos que nueve veces. Dos de ellosfallecieron de infarto cardíaco y otros cuatro dimitieron al alcanzar la edadde retiro. En 1972, Vargas Caballero fue nombrado ministro de Marina.Gradualmente, se fue revelando como el oponente ideológico de Velascodentro del Consejo de Ministros, y Velasco provocó su caída en 1974, en loque más tarde resultaría una pírrica victoria.

A partir de enero de 1969, Velasco comenzó a actuar en el Consejo deMinistros como si reuniera en una persona las funciones de comandantemilitar, jefe de Estado y primer ministro. La función de presidente delComando Conjunto fue puesta directamente bajo las órdenes de lapresidencia de la nación, lo que resultó en el nombramiento de algunosoficiales competentes, pero sin perfil político. Al formalizarse estasubordinación en 1969,35 ello implicaba, asimismo, que las facultadesmilitares de los miembros de la Junta eran coordinadas formalmentepor el presidente. El presidente ejerció los poderes que le atribuía elartículo 4 del Estatuto —designación de los ministros con acuerdo dela Junta— de modo que, paulatinamente, los miembros de su equipo decoroneles fueron entrando en puestos ministeriales regulares, ascendidosprimero al grado de general de brigada, y luego a general de división. Para

35 El Decreto Ley 18064, del 24 de diciembre de 1969, confirma que la función depresidente del Comando Conjunto depende directamente del presidente de laRepública.

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ello aprovechaba la escisión interna de la Junta, resignada implícitamentea opinar solo en los casos de nombramientos desde su propio círculo.Los oficiales superiores de la Fuerza Aérea y la Marina se reuníanúnicamente cuando se trataba de la elección de un nuevo comandante loque, de hecho, solo aconteció en la Marina. En la Fuerza Aérea, Gilardipermaneció como comandante ininterrumpidamente desde fines de 1968hasta el 29 de agosto de 1975, y en el Ejército, Velasco controló la sucesióninterna de tal manera que en 1972, un año antes de que Montagne seretirara, dio el cese como ministro a Mercado Jarrín con el fin de permitirleque se preparara durante un año como jefe del Estado Mayor del Ejércitopara cumplir su triple función de comandante, ministro de Guerra y primerministro. Lo mismo hizo en 1974 al designar a Morales Bermúdez comojefe del Estado Mayor, para hacerse cargo del Ministerio de Guerra a partirde 1975. Durante la presidencia de Velasco ya no se realizaron reunionesformales de los generales del Ejército hasta los meses previos a su caída,en 1975, cuando diversos grupos se reunirían para complotar en secreto.

Velasco eludía, en la medida de lo posible, todo lo que se relacionaracon modificaciones del Estatuto o la obligatoria unanimidad de actuaciónde la Junta. En 1973, se desencadenó una crisis de poder cuando,durante la grave enfermedad de Velasco, el primer ministro expresarasu propósito de asumir una parte de las funciones presidencialesceremoniales, a propuesta de la Junta. En 1975, a raíz del progresivodeterioro de la salud del presidente, el jefe del COAP le propuso crearuna vicepresidencia; la idea fue suficiente para que se produjera unaruptura de la confianza mutua. Todo lo relacionado con la sucesiónpresidencial, la designación de un vicepresidente o el desplazamientode la balanza política entre el presidente y la Junta era tabú.

El carácter presidencial de este modelo político y la supremacía delpresidente quedan claramente demostrados en la disposición de lospuestos asignados a cada uno de los ministros en la mesa de reunionesdel Consejo, donde se ubicaban por orden de antigüedad: generales detres estrellas y almirantes, y generales de brigada y contralmirantes, segúnlos años de servicio cumplidos.36 El orden jerárquico se alteraba

36 Durante la presidencia de Morales Bermúdez, cuando el gabinete estaba compuestotambién por civiles, se resolvió el problema de la antigüedad ubicándolos entre losgenerales y almirantes de tres estrellas y aquellos de una estrella (entrevista con elgeneral De Rivera Lucero, 17 de julio de 1986).

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periódicamente, cada vez que ocurría un reemplazo de los titulares de losministerios.

Solamente existían cuatro puestos fijos en la mesa de reuniones —queprimero era rectangular y después en forma de V—: el del presidente, eldel jefe del COAP, el del secretario del Consejo de Ministros y el delprimer ministro. El presidente conducía al Consejo de Ministros. Elsecretario daba lectura a los artículos de la ley, redactaba lasmodificaciones propuestas y levantaba las actas de la sesión. Elpresidente del COAP, que llevaba el archivo sobre los decretospropuestos, ocupaba un asiento con ruedas junto al presidente, paraasistirlo durante los debates y hacerle sugerencias al oído. El primerministro tenía voz y voto, al igual que cualquier otro ministro. El Consejodecidía por votación, aunque esto no impidió que, muchas veces, elpresidente manifestara explícitamente su propia preferencia. Valdés yDe Rivera Lucero, secretario y secretario interino del Consejo deMinistros entre 1968 y 1975, respectivamente, mencionan lacondescendiente actuación del Consejo de Ministros con respecto alpresidente. Valdés37 lo describe de esta manera:

Desde el choque con la Junta y el Consejo de Ministros, cambió elgeneral. Los primeros meses había sido muy jovial. Cualquierapodía pedirle una cita, las cosas marchaban de manera poco formaly se discutía en base de argumentos y opiniones. Ya no. El generaliba cambiando de carácter. Ya no era tan accesible a las ideas delos ministros. Comenzó a imponerse. Y los ministros: suavecitos.Era un cambio feo. Feo, porque yo lo atribuyo a una cosa. Yo loatribuyo a la domesticidad de los ministros. El ministro no era,pues, el hombre que defendía su punto de vista. Yo le he contadoque vi tres casos nomás de defensa de sus puntos de vista departe de los ministros. De los demás no. A la larga transaban. Hayalgunos que antes defendían su punto de vista por el momento,en el principio. Pero después, cuando la cosa presionaba, sabíanque iban a perder y querían continuar. No había un grupo dehombres que decía: «Bueno, mi general, Ud. no está contento conmi actuación. Cuando yo creo, me voy». Por eso tengo tanto afectopor el general Barandiarán, Jorge, de Agricultura, el hermano del

37 Entrevista con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986.

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aviador, quien luego será ministro de Comercio. Porque Jorge dijo:«Tómese una nota, mi general. Mi general, olvídese lo que Ud.piensa. Quizás yo tampoco sé todo del asunto. Pero mis técnicosdicen esto, y ellos sí saben de lo que están hablando. Y yo piensocomo mis técnicos». El general estaba violento y Jorge sabía queiba a perder porque los demás ministros estaban mirando al generalqué cosa votaba para después votar toditos, porque así es la vida.Después me dijo: «Arturo —me dijo—, no voy a almorzar. Me voya comer un sanguchito. Dame la llave de tu cuarto, voy a descansar.Pero hazme un favor, hazme una carta de renuncia». Y por eso esque yo también hablo bien del almirante Vargas Caballero. Fueuno de los pocos que dijo: «Mi general, disculpe, pero la Marinapiensa así». Y los demás, calladitos. Todo va conformando,conformando, de callarse la boca, de sumisión. Va conformandoun sistema. Y el general les conoce. Él estaba dándose cuenta delo ocurrido, porque él seguía como siempre. Siempre ha sidoautoritario, nunca ha sido otra cosa. Solamente la primera etapaera accesible a otras opiniones. Hasta que se dio cuenta que leiban a botar. Luego se puso duro. Se puso como era antes.

Esta relación entre el presidente y sus ministros se fue enraizando conel transcurso de los años. Los ministros eran conscientes de que nodebían enfrentársele abiertamente, ya que el Consejo nunca llegaría aformar un bloque unido. Si había algún asunto pendiente, se lo discutíacon el general una vez por semana, en el día y a la hora reservada por elpresidente para cada ministro, y entonces se podía llegar a algúnresultado. En las sesiones del Consejo de Ministros, se tratabanexclusivamente asuntos legislativos. En forma gradual fue cambiandola naturaleza del Consejo: de ministros de las tres ramas de la FuerzaArmada, con características relativamente diferenciadas por institución,pasaron a ser miembros de un colegio en el cual cada uno manteníarelaciones con sus camaradas de la misma fuerza, guardando a la vezrelaciones diádicas con el presidente. Este proceso se vio acentuado apartir de la reforma del aparato estatal en 1969, que permitió laformación de un «sector presidencial» compuesto por ministros sin votopero con voz en el Consejo: ministros de Estado y jefes de nuevosorganismos denominados «sistemas», con rango de ministro. El númerooriginal de doce ministros en 1968 fue aumentando hasta llegar aveintitrés en 1975: catorce provenientes del Ejército, cuatro de la

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Marina y cinco de la Fuerza Aérea. Seis ministros pertenecían al sectorpresidencial.38

El poder de Velasco en el Consejo se consolidó por factores comodimisiones voluntarias o coercitivas de ministros conservadores oreticentes —Valdivia, Benavides, Artola—,39 la habilidad de Velasco depreseleccionar a su propio equipo40 y la designación de amigospersonales como Tantaleán, por quien Velasco sentía profunda confianza.Desde 1972, el presidente disponía de un Consejo de Ministros en elcual Gilardi controlaba los puestos de la Fuerza Aérea, y el propiopresidente podía contar con la lealtad de Graham, Marcó del Pont, LaVera Velarde, Rodríguez Figueroa, De la Flor, Richter, Meza Cuadra,Fernández Maldonado y Tantaleán mediante nombramientos en el sectorcastrense y el presidencial. El único que ejercía una tímida oposiciónera el vicealmirante Vargas Caballero.

El presidente, cuya popularidad se había ido acrecentando desde 1969,especialmente después del anuncio de la reforma agraria, adoptó tambiéncon los ministros una actitud paternalista. Les daba consejos encuestiones personales y les recordaba a los jóvenes recién nombradoscuáles eran los puntos críticos de su ministerio. La mayoría de los exministros que entrevisté recuerdan haber recibido advertencias como:

38 Excluyendo el secretariado del Consejo de Ministros —puesto que formalmente notenía voz, pero informalmente sí— y algunas otras funciones cuyos titulares poseían elrango de ministro de Estado, pero no contaban con una banca en el Consejo —como lafunción de inspector general de la República y la de jefe del CECOMBA, un organismopara el polo de desarrollo Bayóvar, en el norte del país—.39 Valdivia dimitió a raíz del incidente sobre el retiro de Velasco. A Benavides se lesolicitó su dimisión porque su propuesta de reforma agraria fue rechazada por elCOAP. Artola fue destituido por ordenar la detención del monseñor Bambarén, obispoauxiliar de Lima para las barriadas, a quien había acusado de agitador. Velasco y losmiembros del COAP abrigaban sospechas de que este ministro filtraba informaciónal APRA sobre las discusiones y decisiones dentro del Consejo de Ministros. Artolafue sucedido por Richter.40 Si bien Velasco nunca se ocupó directamente de los ascensos en el cuerpo de oficiales,sus deseos eran considerados. Los nombramientos para el cargo de general, porejemplo, se producen sobre la base de puestos vacantes. Cuando durante el procesode ascensos de enero de 1971 los coroneles De la Flor, Richter y Gallegos corrían elriesgo de ser sobrepasados, una llamada telefónica desde el palacio presidencial resultósuficiente para crear tres puestos vacantes adicionales como general de brigada.

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«Ten cuidado, no caigas en la corrupción, no malgastes los fondos públicos,mira que tendrás que justificarte luego» y otras recomendaciones de esteestilo. El propio presidente llevaba una vida sobria y era conocido por suintegridad.41 Todos sus ministros, sin excepción, le profesaban respeto.Era como si el viejo comandante estuviera nuevamente dando órdenes asus jóvenes oficiales. Sabía encontrar generalmente el tono apropiado ycombinaba su autoritarismo con la cordialidad personal fuera de las horasde trabajo. El presidente no solo era capaz de discernir entre lo esencialy lo episódico, sino que siempre sabía más y estaba mejor informado. Erasabido que solía quedarse después de las 6 de la tarde trabajando con losmiembros del COAP hasta las 2, las 3 o incluso las 4 de la madrugada. Seimponía sobre sus ministros más jóvenes por su fuerza y su vitalidad,cualidades que siempre lo habían distinguido en el Ejército. Velasco semantenía en buen estado físico y solía presidir sesiones del Consejo deMinistros durante más de doce horas, aun después de haber estadotrabajando hasta altas horas de la noche. El presidente reunía en síaptitudes de líder ante las cuales los ministros militares se sentíanavasallados, aptitudes que ellos mismos reconocían: era enérgico,decidido, severo pero justo, carismático pero al mismo tiempoestrictamente militar. El autoritarismo de Velasco sobre las FuerzasArmadas, el gobierno y el programa de reformas era visto por su equipono solo como algo tolerable, sino incluso necesario.

El rol del COAPEl rol del COAPEl rol del COAPEl rol del COAPEl rol del COAP

El COAP fue el instrumento por excelencia que permitió a Velasco controlary dirigir el complejo proceso de transición económica y social. En estasección se analizará la evolución y el funcionamiento de este comité,formalmente un órgano asesor pero a la vez un instrumento de dominaciónsobre el Estado, la arena política y el proceso de reformas. Como ya hemencionado en los capítulos anteriores, el COAP fue creado la mismanoche del golpe, del 2 al 3 de octubre. En un principio, se lo considerabacomo un cuadro más o menos informal y personal de apoyo al presidente.Además de los ocho coroneles nombrados como asesores, también

41 Además de sustentarme en mis propias entrevistas y las publicadas por Tello(1983), me baso en los análisis de Pease (1980: 229-232) y Franco (1986: 365-366).

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colaboraban en el COAP en las primeras semanas Molina,42 Richter y De laFlor. Unas semanas más tarde, Meza Cuadra —quien había asumidoinicialmente la presidencia a nivel informal, y luego formalmente en enerode 1969— organizó al COAP en secciones. En abril de 1969, Graham losucedió como presidente —esa función, entre tanto, había sido elevada aun puesto de ministro de Estado con voz en el Consejo de Ministros—, yél reorganizó el COAP hasta que adoptó la forma definitiva que conservaríahasta 1980: un eficiente sistema de coordinación entre los ministros y laburocracia, por un lado, y el presidente, por el otro. Con ello, el COAPadquirió tal grado de poder político, especialmente en los años de Velasco,que llegó a constituirse de hecho en un superministerio. Si el términovicepresidencia no hubiera adquirido una connotación tan cargada a partirde la enfermedad de Velasco en 1973, me habría complacido reservarlopara definir la posición de Graham en los años 1970-1975.

La afinidad entre Velasco y el COAP era notoria ya desde el principio: unaparte de sus hombres de confianza entraron a este órgano en calidad deasesores. También el secretario y el secretario adjunto del Consejo deMinistros fueron incorporados al COAP.43 Tras la reorganización del aparatoestatal en 1969, Valdés recibió incluso la vicepresidencia del COAP.44

Numerosos personajes civiles desempeñaron el rol de asesores en estecomité; varios miembros del equipo de Velasco trabajaron en el COAPantes de ocupar una cartera ministerial. A excepción de Graham, quecontinuó como ministro de Estado, los siguientes miembros del COAP

42 Quien sería comandante de la Primera Región y luego fue recompensado por suparticipación en el golpe de Morales con la presidencia del COAP y finalmente con elcargo de primer ministro.43 Durante los últimos años del período de Morales Bermúdez, De Rivera Lucero,entonces secretario del Consejo de Ministros y vicepresidente del COAP, formalmentepasó a depender en forma directa del presidente, para evitar un conflicto jerárquico-militar: De Rivera, que como oficial técnico —abogado— había alcanzado su rangomáximo de mayor-general, era de mayor antigüedad en el rango que el general debrigada encargado de la dirección del COAP, y los generales de mayor antigüedad nopueden servir bajo las órdenes de generales más jóvenes cuando son rangos similares.De Rivera permaneció como vicepresidente del COAP y secretario del Consejo.44 Junto a su función como procurador general de la República en representación delEjército y asesor jurídico personal del presidente, De Rivera fue más tarde generalen la Fuerza Aérea y ocupó una función similar como procurador general de la Repúblicaen representación de la Aviación.

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ingresaron luego al Consejo de Ministros: Meza Cuadra —Transporte yComunicaciones, luego comandante de la Primera Región, y por últimojefe del Estado Mayor del Ejército—, Fernández Maldonado —Fomentoy Obras Públicas, luego Minería y Energía, después jefe del Estado Mayordel Ejército y finalmente primer ministro—, Rodríguez Figueroa—primero comandante de la División Blindada, luego ministro de SINAMOS,seguidamente comandante de la Segunda Región y a la vez ministro dePrensa—, De la Flor —Exterior—, Meneses —Transporte yComunicaciones—, Gallegos —Agricultura—, Miranda —Educación,luego jefe del Estado Mayor del Ejército— y Gamarra —Propiedad Social,luego Agricultura—. De la Fuerza Aérea, Arias Graciani y Boluarteocuparon diversas carteras ministeriales.45 De esta manera, el COAPfuncionaba a modo de centro de entrenamiento político para futurostitulares de ministerios claves.

En un principio, las diversas funciones dentro del COAP no sediferenciaban muy claramente. Velasco solicitaba asesoramiento alpresidente de su comité en cuestiones de propuestas de ley, manuscritosde discursos, opiniones sobre presupuestos y sobre documentospúblicos o ministeriales. Una de las primeras iniciativas emprendidaspor el COAP, con el visto bueno de Velasco, fue la transformación delPlan Inca en instrucciones y lineamientos de gestión para cadaministerio. Para ello había que actuar con tacto, recuerda Meza Cuadra,quien cumplió esta tarea sin interrumpir sus actividades regulares en elCOAP:46

La idea del COAP sigue la lógica militar. Hasta cierto punto, es unasunto normal entre nosotros que el jefe nunca tiene que tomardecisiones solo. Debe oír, primero, a la gente que ha estudiado elproblema en mayor dimensión, y después decidir. Así nos hanenseñado. Es la única responsabilidad que debe aprender a tomarel jefe. Hay que decidir, y de allí te puede ir bien o mal. El COAP tuvoentonces su génesis en el concepto de trabajo en equipo de unEstado Mayor. No estuve, como le dije, en el planeamiento, peropienso, y creo con mucha lógica, de que el general Velasco pensó

45 También después de 1980 ambos ocuparon el puesto de ministro de Aeronáutica,con De Rivera Lucero en calidad de asesor.46 Entrevista con el general Meza Cuadra, 6 de junio de 1986.

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que como no podía ver todos los problemas ni estudiarlos ni teneruna idea de estos que le merecería confianza, entonces se dijo: «Mevoy a llevar gente preparada junto conmigo, para que lo estudien».El general Cavero Calixto era director de Inteligencia, y por eso lenombraron jefe. Pero era de conocimiento público que no era unode los preferidos del general Velasco, porque él había firmado elestudio sobre el petróleo que había presentado el general SánchezSalazar. Entonces me llamó el general Velasco y me dijo: «Mira, voya ser muy franco contigo. Cavero es un individuo que conmigo notrabaja. Quiero que todo el COAP trabaje por medio tuyo. Eres elmás antiguo de todos los coroneles». Por lógica castrense, era yoel segundo jefe del COAP. Ya no recuerdo quién propuso el nombreCOAP, el general o yo. Comité de Asesoramiento. El COAP, porsupuesto, era una cosa incipiente, no tenía una directiva, era ungrupo de coroneles del Ejército primero, que iban a ayudar al general,su Estado Mayor. No había nada en ese momento, ni estructura nireglamento. Entonces ni había tiempo para una directiva inicial.Porque las cosas se venían tan apresuradamente que, en realidad,no había tiempo para hacer una cosa muy formal. Bueno, asícomenzamos a trabajar en el COAP. Los primeros días no veíamosnuestra casa, dormíamos por turno en unos sillones porque habíatantos problemas y tantas dificultades [...]. El general Velascoentraba al COAP en cualquier momento. Era como si estuviera ensu propio despacho, decía tal cosa, pedía la información necesaria,se mantenía, como a él le gustaba, en estrecho contacto con sugente. Éramos su oreja y oído: durante los primeros días, con lacuestión del petróleo, de Talara, teníamos incluso gente queescuchaba detrás de la puerta del Consejo de Ministros. En el COAPse encontraban individuos profundamente motivados, comoFernández Maldonado, Rodríguez Figueroa, quien habla, MiguelÁngel de la Flor, el coronel Niessen de la Aviación, el capitán denavío Masías, Valdés, por supuesto […]. El COAP mantuvo en todomomento vigente la necesidad de los cambios estructurales de loscuales se hablaba en el Manifiesto y el Plan Inca. Desde el primermomento lo veo al COAP como elemento que mantiene la línea, quequiere llegar a los cambios estructurales, pero que por otro ladoejerce una especie de fiscalización a nivel ministerial, sin habérselopropuesto. Fiscalización también de los ministros, evitando que sedisparen fuera del Plan, porque quien habla ha entregado las primeras

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directivas de gobierno a cada uno de los ministros.Desgraciadamente, no guardé la mía, porque la encontré en elMinisterio de Transportes y Comunicaciones cuando me nombraronministro. El coronel —hoy general— Scherot y el general Niessen,el que habla y un capitán de navío —no era Masías, sino otro—, poriniciativa nuestra pero con la aprobación del general Velasco,redactamos lo que se llamaría una directiva de gobierno, sustentadaen lo estrictamente necesario del Plan Inca, para que cada ministeriohiciera a base de ella la política sectorial. Eso lo distribuyó el generalVelasco personalmente a cada ministro, cosa que nunca en la vidase ha hecho antes acá, ni después, creo. Eso fue en las primerassemanas, cuando recién se había nombrado a los ministros. Nosolamente consultamos el Plan Inca. También se había publicado elPlan de Venezuela, otros más. Veíamos entre sus objetivos amediano, corto plazo, etcétera, cosas bien hechas, si no me equivocoera de Caldera. Nos servía no de copia, sino de pauta. Nosotroscondensamos y disfrazamos un poquito el aspecto estructural. Porejemplo, cuando llegamos al punto de la Reforma Agraria, no sedecía de frente «Se dará una Reforma Agraria» sino decíamos «LaReforma Agracia va a hacerse de acuerdo a la política sectorial». Elgeneral Niessen, en este momento coronel, fue quien se encargó dellevárselas a la Aviación y ponerles anillas, y él fue quien hizo larecopilación, todito, del total. Los documentos eran secretos. Enalgunos casos, he dicho que sustentamos este cambiorevolucionario en la velocidad, sorpresa y secreto que soncaracterísticas militares, pero fueron muy bien aplicadas. Porqueteníamos el temor de la reacción contraria. Teníamos que estarmuy discretos. Tal es así que en el manifiesto que para Montagnepreparamos con el Dr. Otoniel Velasco y otros, Lineamientos de lapolítica económica y social del Gobierno Revolucionario, que leyóMontagne, yo presidí la comisión. Trabajaron Otoniel Velasco,Estremadoyo, cuatro, cinco trabajamos, civiles y militares.47 Lopreparamos en tiempo récord, trabajando noche y día. Para darleuna idea sobre la relación del COAP y el Consejo de Ministros: loentregué al general Montagne a las 5 de la tarde, él no tuvo tiempo

47 Otoniel Velasco fue luego viceministro de Planificación y coautor del primer planquinquenal.

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de verlo a leerlo antes, y lo leyó a las 8 o 9 de la noche en televisión.48

De tal manera trabajamos. Dijimos: «Hay que camuflarlo para que nose den cuenta, porque ellos son muy mañosos, etcétera». Eso era elcomentario casi diario. El general Velasco daba aquí en el Perú, quizáspor primera y única vez, una directiva a cada uno de sus ministros,derivada de la política general [...]. El COAP se extiende y va tomandouna presencia muy importante. Es una especie de colchón entre elgeneral Velasco y los ministros, porque lógicamente iban a haberchoques, disgustos. Y ahí me llamaban, me llamaba Mercado —miabuela es madrina de la señora de mercado y un tío mío, el ingenieroArturo Cuadra, es padrino de Mercado—. En consecuencia [...] éramosíntimos amigos en esta época. Dice Mercado: «Oye, Aníbal, por allí¿qué piensas?». «No te preocupes, le voy a decir al general». Otrosministros comenzaron a llamar. Una de las cosas más positivas fueque en las noches yo hacía parte con el general. Porque el general —nadie decía que era autoritario—, cuando él tenía una idea, solamentecuando le demostraron que la idea no era buena, él aceptaba. De otromodo, con observaciones así tranquilas, fáciles, de hecho lasdescartaba. Como yo conocía la idiosincrasia del general Velasco, alas 7 de la noche, en víspera de los consejos de ministros, me reuníacon él: «Mi general, mañana tenemos que discutir tal y tal punto. Ud.no puede decidir sin nuestras recomendaciones. Son tales y tales».Se sentaba, y luego él tomaba sus propias decisiones, muchas veces,sí, es cierto, contra lo recomendado. Pero nuestra función eraasesorarlo. Y al mismo tiempo servirle como de parachoques a losministros. Eso le salvó muchas veces de situaciones difíciles. Yo lepodía enumerar varias. Por ejemplo, con el general Valdivia alprincipio, cuando él compró un automóvil para su uso, sinconocimiento del general. Le causó un tremendo colerón al generalVelasco. Yo le dije: «Despacio, mi general, hay que tornar en cuentaque están acostumbrados a trabajar en otra forma». Tratamos demantener la unidad, y por otro lado buscar la homogeneidad.

Los ministros y los miembros de la Junta comprendieron, tras losprimeros meses, que el COAP actuaba por iniciativa del presidente.Pronto se hizo rutinario enviar propuestas de ley y resoluciones

48 Los Lineamientos de la política económica y social del Gobierno Revolucionario, del4 de diciembre de 1968.

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ministeriales al COAP para su asesoramiento, antes de que fuerandiscutidas en el Consejo de Ministros. El hecho de que el presidente lashiciera leer por el secretario del Consejo —y miembro del COAP— yconsultara continuamente al presidente del COAP, sentado a su izquierda,aumentó el peso de este órgano consultivo. No pasó mucho tiempoantes de que los ministros mismos llamaran al COAP para solicitarasesoramiento, se presentaran en persona a entrar en las discusionesen las reuniones o enviaran a sus funcionarios superiores para participaren discusiones preliminares. En las audiencias semanales con susministros, cuando ellos le presentaban sus propuestas, el presidenteinvariablemente quería saber cuál había sido la opinión del COAP. Aunantes de que se convirtiera en ley, en abril de 1969, ya era procedimientocorriente discutir los asuntos del Estado en el COAP antes de que fuerantratados en el Consejo de Ministros. Incluso se solicitó el juicio de estecomité sobre asuntos de índole estrictamente militar.

Los oficiales mejor calificados de las tres ramas de las Fuerzas Armadasentraron a trabajar en el COAP, que más de una vez fue consultado sobreasuntos relacionados con la coordinación entre las tres ramas de lasFuerzas Armadas. En un sistema en el cual el comandante generalfuncionaba bajo la presidencia, pero con tres comandantes, uno paracada cuerpo, que eran a la vez ministros y participaban en el poder através de la Junta y en nombre de su institución, no causaba sorpresaque también se remitieran asuntos militares al asesoramiento del COAP.

Desde principios de 1969, esta institución funcionó como una «direcciónpolítica del proceso revolucionario»: requería la justificación de losministros, revisaba la política diaria de los ministerios sectoriales ypodía hacer mudar de opinión incluso al presidente, a través de consejosno solicitados, pero siempre atentamente escuchados. Por las tardes,después de las 6, Velasco tomaba parte en las deliberaciones y presidíaperiódicamente las discusiones dentro del COAP. De él partió la idea deelevar al presidente del COAP al rango de ministro, a fin de otorgarmayor efecto a este órgano de asesoramiento. Meza lo organizó de talmanera que cada coronel estuvo a cargo de la vigilancia de uno o dos«sectores» —ministerios o secciones ministeriales—. Algunos de losfuturos ministros recibieron así su preparación política. A largo plazo,esta situación tuvo como consecuencia que iniciativas de reformas,procedentes oficialmente de los ministerios, en realidad fueran a parar

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al COAP, donde se les daba curso. Por ejemplo, la reforma agraria fueproyectada en buena medida por una comisión al mando de RodríguezFigueroa, en estrecha colaboración con el recién nombrado ministro deAgricultura, Barandiarán, quien tomó parte en las conversaciones consus funcionarios en el palacio presidencial. Miranda intervino desde elCOAP en las deliberaciones de la comisión sobre la reforma educativa,bajo la dirección del filósofo Salazar Bondy, el único presidente civil deuna comisión reformadora.49 La iniciativa de una gran parte de lasnacionalizaciones se tomó también en el COAP: Meza Cuadra, comoministro de Transportes y Comunicaciones, y Fernández Maldonado, deEnergía y Minería, pronto tuvieron la oportunidad de efectuarlas. En elseno del COAP se proyectaron las reformas del aparato estatal. Un mesantes de que entraran en vigor, en abril de 1969, los nuevos titulares yase habían puesto en contacto con sus nuevos ministerios, lo que condujoa la dimisión de varios miembros del COAP y al ingreso de nuevoscoroneles. La elaboración de la idea de comunidades laborales en laindustria, la minería y el comercio, y su conversión en una propuesta deley, corrió casi enteramente a cargo de Graham, en el COAP. Valdés fuenombrado desde el COAP como presidente de la comisión para lapropiedad social. En 1973 y 1974, el COAP elaboró un nuevo texto delPlan Inca,50 transformándolo en la primera versión que se publicaríafinalmente: durante largo tiempo, se dudó de la existencia real de dichoplan maestro. Sin embargo, De la Flor ha asegurado al autor que existíaefectivamente una versión mecanografiada, guardaba bajo llave en elescritorio del presidente. Cuando fue nombrado ministro de RelacionesExteriores en 1972, De la Flor le pidió a Velasco que le entregara unacopia para los lineamientos de la política externa. Tuvo que insistirreiteradamente para que, por fin, le permitieran sentarse a la mesapresidencial a escribir los pasajes referentes a la política internacional.Por último, el COAP asesoraba al presidente en la designación de nuevosministros. Meza Cuadra y Graham, los asesores políticos de mayor pesopor su presidencia del COAP, averiguaban los antecedentes de loscandidatos a ministros y daban consejo al presidente tras meditadasreflexiones. Meza Cuadra lamenta hasta el día de hoy haber sugerido a

49 Los dos ministros de Educación que habían conducido el ministerio antes de Miranda,Arrisueño y Carpio Becerra, se habían limitado a la dirección diaria de su departamentoy habían intentado crear organizaciones cooptadas para profesores.50 Meneses y Miranda eran los principales redactores.

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51 Entrevista con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986.

Velasco el nombramiento de Morales Bermúdez como nuevo ministro deEconomía y Finanzas. Antes de que, bajo la dirección de Graham —igualmentepropuesto por Meza como su sucesor—, el COAP se convirtiera en lainstitución de asesoramiento que daría prestigio popular al régimen,esta instancia cumplía algunas otras funciones formales e informales.Valdés recuerda, sobre el primer año de gobierno:51

Un día, en una reunión de la ceremonia del Ejército, el propiopresidente dijo que su COAP era la materia gris que estaba ayudandoa la Revolución, porque nosotros teníamos la obligación de ver todoslos aspectos. Hacíamos labor del Congreso, en la cuestión de lasleyes. Pero además hacíamos labor política en el sentido que tambiénnos preocupábamos por los aspectos políticos. Y teníamos laboresejecutivas. Dentro del COAP se reunía el poder ejecutivo y legislativodel régimen [...]. Los ministros eran conscientes que si el COAP noestaba de acuerdo con algo que ellos querían llevar, no salía. El jefedel COAP, que casi todo el tiempo fue Graham, era un superministro.Porque los ministros en realidad iban e iban. Cuántas veces me hereunido con ellos, llevándose su propia ley a discutirla: «Oigan,ustedes no están de acuerdo. ¿Por qué no están de acuerdo?».«¡Fíjense!», y discutíamos. Y otras veces era: «Oye, hazme el favor,empújame esta ley» [...]. La ley se presentaba con una gran cantidadde documentos, con todos sus estudios que se habían hecho. Estosdocumentos quedaban en el poder del jefe del COAP [...]. El generalGraham se quedó con todos los documentos relacionados con laley. Y yo, como secretario del Consejo y asesor legal del Consejo ydel COAP, leía la ley y la sustentaba. No el ministro, sino yo, explicandopor qué el COAP había acordado tales cosas. «El COAP dice que esfavorable y no se aprueba, por esto y por eso». El ministro agregabalo que quería agregar y yo no recuerdo sinceramente una ley quefuera tachada por el COAP y pasada. El poder nuestro era muy fuerte.¡Ni hablar! A nadie se le ocurría decir que estábamos sobre losministros, pero en realidad estábamos. En todo lo que esdocumentos, la parte legislativa, y no solamente eso. Porque habíantareas políticas que el presidente nos encargaba. Al comienzo, elpresidente iba al COAP y participaba en las reuniones, porque lasorganizaciones [encargadas] de aprobar la ley eran comité,

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subcomité o equipo. Generalmente, cuando el COAP estaba en comitépleno porque era un asunto difícil, el presidente estaba presente.Entraba, se sentaba, escuchaba las discusiones de nosotros. Y elgeneral intervenía muchas veces. Pero cuando a él ya le faltómovilidad por la falta de la pierna, entonces la cosa cambia. Se reúneél solamente con el jefe del COAP y eventualmente conmigo, cuandotenía algo que discutir. Nos llamaba a cualquier hora, por la tardegeneralmente, y entrábamos y nos quedábamos hasta la hora queél quisiera. No comíamos y nos decía: «Vamos a comer un pan concarne, un café con leche». Y su pan era con lomo adentro. Y nosquedábamos y nadie se levantaba. Se conversaba de todo, tenía connosotros este acercamiento. Pero después del 73 este acercamientose va alejando. Llegó un momento que no le veíamos. El jefe delCOAP entraba no sé cuántas veces en su despacho, cuatro, seis,siete veces al día. Eventualmente, pasaba una semana y entraba yo,me llamaba. Solamente Graham lo veía permanentemente, ibatrasladando las inquietudes de lo que estaba pensando.En el comienzo hicimos todavía más. Fiscalización, por ejemplo.Chequeábamos por ejemplo lo que se estaba haciendo en losministerios. Cuando hubo la reforma agraria, a cada cual de nosotrosnos tocaba uno de los grandes complejos azucareros del norte. Amí me tocó Cartavio. Entonces, el sábado me iba con una avionetade seis pasajeros, íbamos dos, tres a los fundos los sábados ydomingos, y regresábamos en la noche. El lunes a las 8 de la mañanaestábamos en el palacio [...]. Después nos fue ganando el trabajoadministrativo y perdimos el control político, y eso fue lamentable.Eso ocurrió relativamente pronto. Yo le diría que a partir del 71 yaestábamos fuera del chequeo [...]. Claro, siempre acompañábamosal presidente si salía él fuera de Lima. No era eso. La idea era caersolos y sin aviso a chequear, qué pasa allá, qué cosa ocurre [...]. Alcomienzo —Meza era todavía jefe del COAP— llegamos a formaruna especie de guardaespaldas políticos del presidente. Porquenosotros íbamos a las fiestas del presidente y teníamos instrucción—que él no sabía porque nunca se lo dijimos— de parte del jefe delCOAP de no dejarlo nunca solo al presidente. Porque el presidentetenía algunos amigos de una condición económicamente alta y ellosdaban las fiestas. Entonces, nos propusimos formar una Guardia deCorps para estar con él, entrar con él y no salir sin él. Lo peor esque íbamos a estas reuniones con nuestras señoras. Mi mujer me

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decía: «Yo me muero de sueño» y tenía que decirle: «Tienes queaguantar hasta que se vaya el presidente». A veces nos íbamos a las5 de la mañana.

Casi inmediatamente después de la reforma del aparato estatal, en abrilde 1969, el COAP obtuvo su propia ley orgánica, que regulaba su estructuray sus funciones. Graham asumió como nuevo presidente y reorganizó elsistema de trabajo, que prácticamente no sería modificado después de1970.52 Se amplió de ocho a doce el número de miembros, todos ellosmilitares. La composición final del personal del COAP estaba integradapor el propio Graham —general de división—, Valdés y De Rivera —generalde brigada y mayor general, respectivamente—, cuatro coroneles delEjército, dos capitanes de la Marina, dos coroneles de la Fuerza Aérea, uncoronel de la Guardia Civil y un inspector general de la Policía de Seguridad.El personal administrativo del COAP estaba compuesto por dos tenientescoroneles del Ministerio de Guerra en la secretaría, dos tenientescoroneles de asuntos jurídicos y un mayor, edecán de Graham. La Marina,el Ministerio del Interior y la Fuerza Aérea habían aportado cada uno ados secretarias al comité; el Ministerio de Guerra no estaba dispuesto aconceder personal adicional. La planilla se completaba con dosbibliotecarias, tres porteros y tres empleados del servicio de limpieza. ElCOAP no disponía de un presupuesto propio: las tres institucionesmilitares cubrían el salario de los oficiales, en tanto que los fondos parala compra de materiales de oficina, papel, gomas, bolígrafos, cintas paramáquina de escribir, etcétera corrían a cargo del presidente. Un funcionariode la Casa Militar pasaba una vez al mes a recoger la lista de pedidos.

Los coroneles cambiaban cada dos años, de modo que no se afectarademasiado su carrera militar, ya que era necesario estar estacionadoalgunos años fuera de Lima para obtener el ascenso. Entonces ingresabanotros, seleccionados por Velasco y Graham si pertenecían al Ejército o,en caso contrario, elegidos de una lista de cuatro candidatos, elaboradapor el ministro de Marina o Aeronáutica. Velasco exigía a los mejores decada promoción: los número uno y los espadas de honor.53

52 Los datos siguientes se basan en una serie de entrevistas al general Graham —5,15 y 22 de mayo, y 29 y 4 de junio de 1986—.53 Graham calcula que, exceptuando a los ministros, entre 1970 y 1975 trabajabanen promedio cada año 15-20 por ciento de los generales, 6-8 por ciento de los

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De su primer alojamiento en el cuarto contiguo al despacho presidencial,el COAP se trasladó al ala derecha de la planta alta del palacio, donde sedispuso una habitación para cada coronel, se reservaron otras paraasesores especiales y para reuniones, y se instaló el archivo. Con laampliación del personal y de la infraestructura, se modificó, asimismo, elmétodo de trabajo del comité. Graham daba curso a los documentosministeriales entrantes delegando su posterior gestión: (a) a través deun grupo de trabajo, (b) a través de una subcomisión, o (c) a través desesiones plenarias del COAP. Cada coronel en el COAP tenía la tarea deseguir la marcha diaria de uno o dos ministerios. Cada uno de ellos formabaparte de un grupo fijo de trabajo de tres personas, a cada uno de loscuales, a su vez, se le había asignado a un coronel del Ejército; a uno se leagregó, además, a un coronel de la Fuerza Aérea; a los otros dos, a uncapitán de la Marina. En cada uno de los grupos trabajaba un abogado.

Los asuntos de rutina eran remitidos directamente al coronelcorrespondiente. En el caso de que una propuesta afectara a una serie deministerios a la vez, era enviada a una subcomisión compuesta por unaserie de grupos de trabajo. Los asuntos de importancia nacional eranremitidos automáticamente a una sesión plenaria del COAP en la queparticipaba la totalidad de sus miembros. Normalmente, era Graham quienpresidía la sesión, pero solía suceder que lo hiciera Velasco, cuando acababasu labor después de las 6 de la tarde. En caso contrario, las sesiones eranpresididas por el coronel de mayor antigüedad. Este orden de cosassignificó que, al cabo de un tiempo, todo asunto, toda ley, toda resolución,por más trivial que fuera, pasaba primeramente por el COAP. Graham calculaque el comité evaluaba diariamente unos diez asuntos de rutina. Laspropuestas de carácter estructural —todas las reformas, por ejemplo—tardaban unos dos meses en ser procesadas. Eran largas horas de pesadalabor: generalmente, se trabajaba doce horas en el palacio, de las 8 de lamañana a las 8 de la noche, sin interrupción. Cada vez que surgía la

coroneles, 3-4 por ciento de los tenientes coroneles y una pequeña fracción de losoficiales de menor rango —alrededor de 120 personas en total, de teniente a mayor—como asesores, presidentes de consejos y comisiones, jefes de empresas o directoresen puestos administrativos claves. Morales Bermúdez ensanchó considerablementeesta cantidad nombrando a sus compañeros de promoción y luego también a unamplio número de generales y coroneles como miembros directivos de empresasestatales, bancos, etcétera (entrevistas al general Graham, 29 de mayo de 1986, yal general Miranda, 7 de junio de 1986).

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54 Ex mano derecha de Belaunde, luego jefe del escindido AP Socialista. Seaone, élmismo un terrateniente, desarrolló una serie de procedimientos técnicos de expropiaciónpara la reforma agraria.55 Un abogado sindicalista muy popular en esa época, luego líder de la Izquierda Uniday alcalde de Lima entre 1983-1986.56 Antiguo juez de la Corte Suprema y cuñado de Belaunde, que tuvo un altercado conGraham el 3 de octubre de 1968 (véase el capítulo 1).

necesidad, se recurría a asesores civiles, siempre a título personal ysiempre ad honórem. Los dos asesores civiles más importantes delpresidente, Ruiz Eldredge y Cornejo Chávez, eran consultadosregularmente. Delgado, redactor principal de los discursos presidencialesentre 1969 y 1975 —estructurados previamente por Graham y Valdés—,visitaba el COAP una vez por semana. En total, el comité utilizó los serviciosespeciales de cientos de asesores, además de las consultas realizadasdentro del aparato ministerial.

En vista de la influencia presunta y efectiva de este órgano, no era difícilconseguir a asesores dispuestos a colaborar: Seoane54 Barrantes,55 perotambién García Rada,56 invitados por Rodríguez Figueroa, Graham y DeRivera Lucero, respectivamente, prestaron servicios, al igual quenumerosos personajes prominentes del mundo político, intelectual,profesional y de negocios. Se hizo costumbre mantener reunionesagotadoras con grupos de asesores para preparar el anuncio de reformaso modificaciones a estas. Cinco coroneles —entre ellos Gallegos yMeneses— fueron internados en el hospital entre 1969 y 1973, consíntomas de surmenage. El mismo Graham recuerda que regresaba a sucasa normalmente entre la 1 y las 3 de la madrugada. Su horario de trabajono se regularizó hasta después de la enfermedad de Velasco, en 1973.

El COAP se había convertido, así, en el principal órgano asesor del Estado,y en escuela política para futuros ministros. Fueron pocos los asuntos deEstado que llegaron al orden del día del Consejo de Ministros sin habersido extensamente discutidos en el COAP. Después de 1969, lasevaluaciones preliminares en el COAP incluso se convirtieron en regla. ElCOAP actuaba, además, como el órgano productor de ideología delgobierno. Los ministros recurrían al asesoramiento del COAP. Endeclaraciones oficiales, se hizo corriente requerir la asistencia de Grahamcomo orador invitado. Su autoridad, así como la de los miembros del

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COAP, ganó aceptación en los círculos políticos limeños. Graham dictabael estilo de la ideología política que luego era desarrollada por suscoroneles y Velasco, que solía rectificar asuntos secundarios, aunque podíatambién proponer enmiendas radicales, y tenía siempre la última palabra.Durante la mayor parte del gobierno de Velasco, Delgado daba el toqueemocional y personal a los discursos presidenciales.

El COAP era un aval de la ideología, junto con otras instituciones como laOficina Nacional de Información (ONI), la secretaría de prensa de Velasco,conducida por Zimmermann y un equipo de asesores civiles reunidos entorno a la figura de Delgado, que había sido creado por este último yRodríguez Figueroa con motivo de la fundación de SINAMOS. El COAPconfiguraba el esquema de los discursos presidenciales, los discursos delos miembros de la Junta y finalmente todos los mensajes ministerialesimportantes. Una vez redactados por los asesores ministeriales, los textosde los discursos pasaban a los miembros del COAP —sobre todo Grahamy Valdés—, quienes les aplicaban el barnizado final. Para los ministros enfunciones, resultó de vital importancia mantener buenas relaciones conel COAP. Más adelante, cuando Velasco se tornó cada vez más inabordablea causa de su enfermedad, se consolidó la influencia de Graham, el únicoque tenía acceso permanente al presidente. Finalmente, fueron elpresidente y los miembros del COAP quienes determinaron el ritmo delas reformas. El anuncio de la última reforma estructural de la propiedaden 1974, la expropiación de la prensa y los medios de comunicaciónmasivos, fueron continuamente pospuestos y solo se concretaron unavez que Graham hubiera asegurado a Velasco que había llegado el momentooportuno (Tello 1983, t. I: 248). Velasco se encontraba, entonces, en elauge de su poder. Muy poco tiempo después comenzaron a manifestarselos primeros síntomas del proceso que finalmente desembocaría en sucaída. Este es el tema central del capítulo seis. En el quinto se esboza elcontrol ejercido sobre el programa de reformas considerado en sutotalidad.

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CAPÍTULO 5CAPÍTULO 5CAPÍTULO 5CAPÍTULO 5CAPÍTULO 5

EL CONTROL DE LA REVEL CONTROL DE LA REVEL CONTROL DE LA REVEL CONTROL DE LA REVEL CONTROL DE LA REVOLOLOLOLOLUCIÓNUCIÓNUCIÓNUCIÓNUCIÓN

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Los años de Velasco fueron los de una revolución por decreto. El primerdecreto ley que promulgó, anunciando el Estatuto Militar, llevaba elnúmero 17063;1 el último fue el 21267.2 Entre el 3 de octubre de 1968y el 29 de agosto de 1975, el gobierno sancionó nada menos que 4.205leyes. La marejada de decretos y resoluciones con que los militaresanegaron al país señala una revolución llevada a cabo mediante reformasimpuestas por el Estado.

El régimen presidencial que impulsó los cambios se caracterizaba porel énfasis en la dirección y el control. La dominación del poder militar yel orden político extendió ese control hasta abarcar la economía y lasociedad peruanas. En los primeros años, una parte del programa dereformas y de los lineamientos políticos contemplaba una autonomíanacional. El poder que ejercía sobre el Ejército y su dominación delaparato estatal le otorgaron a Velasco el espacio necesario paraimplementar reformas en el territorio nacional. La redefinición de lapolítica exterior aspiraba a un cambio en el campo de fuerzas quedelimitaba el espacio de maniobra del Perú en los terrenos militar,económico y financiero.

Una vez que se consideraba viable la condición de asegurar la autonomíanacional, y completadas las principales nacionalizaciones y modificaciones

1 En el Perú, las leyes y los decretos leyes —sancionados por el Parlamento y promulgadospor juntas militares, respectivamente— están numerados consecutivamente.2 El primer decreto ley de Morales Bermúdez —la confirmación de su presidencia—recibió el número 21268. El último decreto —número 23201— de los gobiernosmilitares que ocuparon el poder entre 1968 y 1980 reglamentaba los tribunalesmilitares.

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en la estructura de la propiedad, los militares comenzaron aexperimentar con las reformas del hombre y de la sociedad. La reformamás idealista y radical, la institución de la autogestión en todo elterritorio nacional, mostraba claros perfiles utópicos: el enorme procesode reformas sociales estructurales redundaría en la creación de unhombre nuevo y mejor. Sin embargo, incluso en la planificación ydirección de estos cambios sociales, el énfasis en el orden y la autoridad,la jerarquía y el control, era muy evidente.

La tesis de seguridad nacional en la prácticaLa tesis de seguridad nacional en la prácticaLa tesis de seguridad nacional en la prácticaLa tesis de seguridad nacional en la prácticaLa tesis de seguridad nacional en la práctica

a) La política externa.a) La política externa.a) La política externa.a) La política externa.a) La política externa. El primer acto significativo del nuevo gobiernofue la expropiación de las instalaciones de la International PetroleumCompany en Talara, seis días después del golpe. Esa fecha fue declaradaoficialmente el Día de la Dignidad Nacional. En un discurso transmitidopor televisión, y redactado por los miembros del COAP, el primer ministroMontagne había declarado con orgullo:3 «La soberanía de un país no secompra ni se negocia. La soberanía de un país se impone».

Era evidente que un gobierno que inauguraba su programa con lanacionalización de una propiedad norteamericana entraría en tirantesrelaciones con Estados Unidos, relaciones que, precisamente, eran decrucial importancia para el éxito del programa de reformas. La políticaexterior del Perú se basó pronto en la estrategia de eliminar, o al menosreducir, su dependencia militar, financiera, económica y política deEstados Unidos, pero evitando suscitar un conflicto abierto con supoderoso vecino del norte. No se concebían vanas esperanzas de que unpaís latinoamericano mediano pudiera sustraerse por completo de lainfluencia de Estados Unidos. Lo que sí se planteaba era undebilitamiento del sistema de vínculos militares, económicos y políticosorganizado en el Tratado Internacional de Asistencia Recíproca (TIAR),que encarnaba la subordinación de Latinoamérica con respecto a EstadosUnidos. El Perú decidió establecer relaciones con países ubicados fuera

3 Discurso transmitido por televisión el 9 de octubre de 1969. Las citas de estecapítulo, salvo indicación contraria, provienen de discursos y mensajes públicossegún fueron publicados en los resúmenes oficiales trimestrales de la Oficina Nacionalde Información (ONI).

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de la órbita de aliados norteamericanos. Se optó por contactoscomerciales con países socialistas y vínculos con países del TercerMundo. El cierre de tratados comerciales con la Unión Soviética y elcontacto con una potencia aislada —China— y un país latinoamericanoaislado —Cuba— se convirtieron en un punto de partida de la políticaexterior de los primeros años. Se iniciaron o impulsaron iniciativastendientes a la formación de bloques entre países latinoamericanos yalianzas entre países del Tercer Mundo, con la idea de que los vínculoscon estas naciones constituirían un contrapeso en la balanza de poderque se había inclinado siempre a favor de Estados Unidos.4

Bajo la dirección de dos prominentes ministros del Exterior, MercadoJarrín (1968-1971) y De la Flor (1972-1976), el Perú conquistaría,finalmente, una posición líder en el Grupo de los 77, el Movimiento dePaíses No Alineados. Antiimperialismo, igualdad de derechos y nointervención pasaron a ser palabras clave de la política externa, resumidapor Velasco en los siguientes términos:5

Esta política internacional nueva e independiente se basa en laconvicción de que ella debe responder únicamente a los interesesnacionales. Son ellos los que dictan su sentido y su rumbo; son elloslos que definen sus límites y sus objetivos. Dentro de esta perspectiva,el Perú ha ampliado sus contactos diplomáticos, comerciales yculturales con países de fisonomía política distinta a la nuestra [...].La dependencia latinoamericana surge fundamentalmente de lanaturaleza de las relaciones económicas, financieras y culturales denuestros países con las naciones desarrolladas del mundo. Talesrelaciones generan desequilibrios altamente perjudiciales para lospaíses latinoamericanos. Por tanto, el Perú plantea la necesidad de

4 El 16 de diciembre de 1968, Velasco clausuró el año académico de la AcademiaDiplomática con un discurso en el que decía: «El Perú iniciará y mantendrá relacionesdiplomáticas con todos los países del mundo que nos garanticen el mismo tratamientoy respeto por los asuntos internos». El 17 de febrero de 1969, el gobierno anunció elprimer tratado comercial con un país del Pacto de Varsovia: «La apertura hacia el Esteha conducido hoy a la suscripción de un tratado comercial entre el Perú, representadopor el embajador Javier Pérez de Cuéllar, y la Unión Soviética, representada por el jefede la delegación comercial, Nicolai V. Zinoviev».5 En su discurso en ocasión del 148 aniversario de la independencia, el 28 de juliode 1969.

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introducir modificaciones sustantivas en áreas importantes de laacción internacional [...]. Actuamos así porque estamos convencidosde que dentro de la comunidad de naciones americanas no debenexistir relaciones de dominación. Todos podemos colaborar dentrode un marco global de respeto por las decisiones soberanas de cadapaís. América Latina rechaza cada forma de intervencionismo; y seinterviene, o se pretende intervenir, cuando surgen contra nuestropaís amenazas de «enmiendas» que rechazamos categóricamente porser expresión de actitud imperialista [...]. Reiteramos nuestro deseode armonía, de paz y de cooperación. Pero, al mismo tiempo,ratificamos nuestra decisión de luchar por el respeto a nuestrasoberanía y por nuestro derecho a decidir el destino del Perú, deacuerdo a sus intereses dentro de un marco de justicia.

El nombramiento de Mercado Jarrín para el Ministerio de RelacionesExteriores era, a todas luces, explicable. Mercado era, en esa época, elredactor geopolítico más importante del país, y una figura sumamentehábil en la diplomacia latinoamericana. En un año, se convirtió en el vocerode sus homólogos del continente en las conferencias internacionales.Mercado, que no dejó de publicar después de 1968,6 formuló así la políticainternacional del Perú de esos años:7

Nosotros partimos de una concepción geopolítica distinta: el mundoestá dividido entre el Norte y el Sur. En el Norte están los paísesricos: de tecnología avanzada, de ingresos altos, allí está la cuartaparte de la población mundial, pero tres cuartos de la riqueza, casitoda la tecnología. Al otro lado están los países pobres,subdesarrollados, donde está el hambre, la miseria, la desnutrición,el analfabetismo. Pertenecemos a ese conjunto del Tercer Mundo [...].Consecuentemente, hay que buscar un nuevo tipo de relacionesinternacionales: mejor distribución de las riquezas [...]. Comprobamos

6 Siendo primer ministro, publicó dos colecciones de ensayos en 1974 (MercadoJarrín 1974a y 1974b). Poco antes del golpe de 1968, había publicado un artículosobre el sistema de seguridad interamericano en la Revista Militar del Perú (MercadoJarrín 1968) en el que abogaba, por un lado, por una política de no intervención —porparte de Estados Unidos—, y por el otro, por una política antisubversiva. En artículosposteriores (Mercado Jarrín 1972 y 1973) el tono anticomunista se desvanecegradualmente y aparece una postura protercermundista.7 Entrevista con el general Mercado Jarrín, 12 de junio de 1986.

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que ya los intereses de los Estados Unidos y de América Latina noeran los mismos. Desde el comienzo, entonces, estuvimosconfrontados con los Estados Unidos. Eso nos obligó a planificarestratégicamente una política exterior. Establecimos unos tres anillosconcéntricos [...]. El primer anillo era buscar la solidaridad de paísesvecinos, para tener una mayor capacidad de enfrentamiento a losEstados Unidos. En esa situación privilegiamos al Pacto Andino. ElPacto Andino fue una decisión de quien habla. Así es. No se mereconoce históricamente. Aquí nadie quisiera saber del Pacto Andino,ni los empresarios ni los ministros ni Torre Tagle [RelacionesExteriores], nadie. El propio presidente, el general Velasco, noconoció del asunto y me dejó carta blanca y yo fui quien condujotodas las relaciones sobre el Pacto Andino [...]. El segundo gran anilloconcéntrico era buscar la solidaridad de América Latina [...]. Eso loconseguí en el consenso de Viña del Mar. La reunión fue hecha apedido mío, al canciller Gabriel Valdez. Él me contestó que ya eratarde para llevar a cabo esta reunión, y yo le dije que por favor lointentáramos. Después de que yo conseguí la autorización deVenezuela, Colombia y Argentina, le llamé nuevamente y pusimos enmarcha Viña del Mar. El embajador del Brasil vino a Torre Tagle apedir que no se llevara a cabo esa reunión, porque posiblemente ibaa ser un enfrentamiento con los Estados Unidos. El embajador sehabía equivocado de puerta en el Perú. No sé cómo, pero después depoco tiempo se había cambiado a ese embajador [...]. Por primeravez se estableció una concertación latinoamericana, entregándose eldocumento al presidente de los Estados Unidos, por el canciller Valdez[...]. Al término de la reunión, el canciller del Brasil se me acercó afelicitarme y quiso almorzar conmigo para decirme que había manejadola reunión con una gran ponderación, y que él estaba antes preocupadopero que resultó una reunión principalista de todos los países [...].El tercer anillo estratégico era buscar el apoyo del Tercer Mundo. Yeso se tradujo en dos grandes acciones: la acción económica en basede los países del Tercer Mundo —cosa que se concretó en la reuniónde los 77, por primera vez en el Perú— y, en segundo lugar, laparticipación del Perú en el No-Al, que fue una decisión personal dequien habla [...]. Todo eso me llevó a mí a mantener una situacióncon los Estados Unidos, pero manteniendo un diálogo, unaconversación. Además, eso se había complicado por los pesquerosnorteamericanos que pescaban en nuestras aguas, a los cuales

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nosotros les aplicamos una multa y les capturamos para respetarla situación nuestra. Además [...] se establecieron relaciones contodos los países, incluso los países socialistas como Cuba y China.En Torre Tagle había un sello que se puso en todos los pasaportes:«Se prohíbe viajar a Cuba» y «Prohibido viajar a los paísessocialistas» [...]. El Perú se convirtió luego en un instrumento dedefensa de la situación de Cuba, y del ingreso de ese país en lasNaciones Unidas. En todas esas reuniones de cancilleresmantuvimos la necesidad de acabar con el aislamiento de Cuba ocon China, con una población tan grande. Y yo fui también el pionerodel ingreso de China Popular en las Naciones Unidas. Quizás losEstados Unidos tenían otra opinión. En dos oportunidades mevino el embajador de los Estados Unidos para pedirme el voto. Yyo le dije: «Jamás le voy a dar ese voto, ¿Por qué? Por la pazmundial, un país de mil millones de habitantes debe entrar». Y ledije: «¿Ellos no pueden votar? ¿La tercera parte de la poblaciónmundial? ¿Mil millones de gentes, sin voto?». Por eso es que,cuando yo fui a China Popular en el retiro, tanto Cuba como Chiname rindieron homenaje. Cuba, en la plaza Martí me rindió unbatallón. Y, estando en el retiro, me recibió China Popular. Merecibió el propio Chu En Lai, el ministro presidente, en plena plazaTien An Men, y en el palacio me recibió el presidente de China,Hua Qu Huen, quien no recibía a nadie [...]. Hasta el propiopresidente Velasco tenía sus dudas: «De nuevo un elefante blanco»,me dijo, y cuando regresé, me recibió solo mi ayudante, porquetodos los ministros iban a tomarse cuentas. En el Consejo deMinistros me dijo: «Tú eres mi mejor ministro, no te puedes ir»,porque me sentí obligado a ofrecerle mi renuncia.

La posición frente a Estados Unidos era más delicada. Se tenía laconvicción de que, en tanto este país se estuviera agotando en la guerrade Vietnam, no tendría fuerzas para responder simultáneamente conigual grado de represión a los sucesos en América Latina.8 La mitad de

8 Entrevista con el general De la Flor, 19 de mayo de 1986. En el curso de variasentrevistas, conversé con el general De la Flor sobre diversos asuntos: uno de lostemas recurrentes era el de la política exterior durante el período de Velasco y el añosiguiente a su caída (entrevistas del 26, el 7 y el 19 de mayo, así como del 23 dejunio y el 17 de diciembre de 1986).

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la Fuerza Armada se encontraba estacionada en el extranjero, la crisishabía provocado una profunda división en la opinión pública y el país yano se podía adjudicar impunemente el rol de guardia civil deLatinoamérica. Si se lograba cambiar el sistema de relaciones bilateralesentre cada uno de los países latinoamericanos y Estados Unidos por unsistema de alianzas subregionales o regionales en el cual ese país nollevara la voz cantante, se podría fortalecer sensiblemente la posicióndel Perú en el concierto de las naciones americanas.

Durante los primeros años del período de Velasco, la coyuntura políticainternacional era relativamente favorable: Castro procuraba unacercamiento a sus vecinos latinoamericanos. En Panamá, Torrijosperseguía objetivos similares a los de Velasco. En Bolivia había subido ala presidencia el general J. J. Torres, quien contaba con el apoyo de lasorganizaciones populares, y en Ecuador el general Rodríguez Lara habíamarcado un rumbo de clara tendencia nacionalista. Allende había ganadolas elecciones en Chile. Y en el Brasil, aunque el gobierno estaba enmanos de una junta militar de ideología completamente diferente de ladel Perú, ambos regímenes militares eran definidos en el Consejo deMinistros como «estables y nacionalistas». Eventuales intentosnorteamericanos de desestabilizar a gobiernos indeseables seríandirigidos, con toda probabilidad, a Bolivia y Chile primero, y recién ensegunda instancia al Perú, donde la Fuerza Armada estaba realizando unprograma de reformas sin oposición interna organizada. Se tenía encuenta el temor norteamericano a la «exportación del modelo peruano»,una de las razones por las que se hacía hincapié en el carácter sui génerisdel experimento peruano. Los componentes ideológicos de este programade reformas —nacionalismo, socialismo, humanismo y cristianismo—fueron presentados al mundo de diferentes maneras. Frente a EstadosUnidos, se subrayaba el carácter humanista y nacionalista. Hacia lospaíses vecinos, se ponía énfasis en el nacionalismo y el cristianismo.Con los países de orientación marxista, se realzaba el socialismo y elhumanismo; con los países no alineados del Tercer Mundo, la igualdadde intereses, el derecho a la autodeterminación y la soberanía nacional.

Inicialmente, el Departamento de Estado norteamericano estuvo a puntode aplicar la enmienda Hickenlooper —por la que se imponían sancionesautomáticas en caso de expropiación— y de cerrar los créditos del BancoEximbank, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros.

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El terremoto de mayo de 1970 —que causó la muerte de 70 mil habitantesde Áncash y enormes estragos materiales— desató una campañainternacional de ayuda de la que Estados Unidos no podía o no deseabaabstenerse. A partir de ese momento, se desvaneció la amenaza de lasuspensión de los créditos internacionales. Velasco se empeñaba en designarcomo embajador en Estados Unidos a una persona que gozara de la confianzade la Casa Blanca. Su elección recayó en Berckemeyer, latifundista oligárquicode la costa norteña, que fue persuadido a aceptar. El hecho de que unterrateniente optara por los militares era una confirmación de que Velascoy los suyos no eran una banda de criptocomunistas.

Ruiz Eldredge fue nombrado embajador en servicio extraordinario, y seocupó de limar las asperezas que iban surgiendo en las relacionesnorteamericano-peruanas cada vez que se practicaba una expropiación ose ejecutaba una reforma. Ruiz Eldredge, descendiente directo del únicooficial norteamericano que había sido miembro del ejército de SimónBolívar, trabó amistad personal con el embajador norteamericano JohnIrwin, y mantuvo el contacto aun después de que este último regresara alDepartamento de Estado. Posteriormente, Irwin actuó como defensor dela causa peruana en diversas ocasiones. La elección de su sucesor, Green,fue, evidentemente, una decisión de gran tacto. Green, como era sabidoen el Perú, había sido una víctima de la purga del macartismo. Él y RuizEldredge prepararon el acuerdo entre ambos países que fue firmado en1973, el llamado «Convenio Green-De la Flor», que preveía un arreglo deindemnización conjunta para todas las expropiaciones. La esposa de Nixonhabía estado de visita en Lima tras el sismo de 1971, y había sido recibidaen la residencia veraniega de los Velasco en Chaclacayo. Al año siguiente,la esposa de Velasco fue invitada a Washington. Se cuenta que, duranteuna visita a la Casa Blanca, Nixon le dijo: «Mientras yo sea presidente, elPerú no tiene nada que temer. Y dígale a su esposo que yo tampocoprovengo de la oligarquía. Yo también empecé de abajo».9

Las relaciones con Estados Unidos comenzaron a empeorar en la segundamitad de 1974. La guerra de Vietnam había concluido, J. J. Torres habíasido destituido por un golpe de Estado, Rodríguez Lara había fallecido yEcuador había optado por una política pronorteamericana. El golpe de

9 Al parecer, Ruiz Eldredge fue informado del hecho personalmente por Velasco(entrevista del 2 de julio de 1986).

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Pinochet acabó con el gobierno de Allende y desde Washington comenzarona llegar equipos militares para las Fuerzas Armadas chilenas, mientras secongelaban los suministros de equipos y repuestos para el Perú. Este país,que hasta 1968 dependía en gran medida de los envíos militaresnorteamericanos, había comenzado lentamente a diversificar las comprasde defensa a partir del gobierno de Velasco. Desde esa fecha, empezaron allegar tanques y cazas franceses y bombarderos ligeros británicos, luegoaviones de transporte canadienses, vehículos blindados alemanes, y crucerosy fragatas de Holanda y Gran Bretaña. Al congelarse las entregasnorteamericanas de partes y equipos, el gobierno peruano acudió a la UniónSoviética y otros países del Pacto de Varsovia, así como a su antigua aliada,Francia. Tanques soviéticos, vehículos blindados de Europa Oriental, misilesguiados franceses y cazabombarderos soviéticos fueron adquiridos encondiciones favorables.10 En sus contactos directos con Estados Unidos,el Perú no cesó de hacer hincapié en su autonomía y en la confianza en suspropias fuerzas, como lo ejemplifica el siguiente fragmento extraído deldiario de Graham, que fuera escrito en algún momento de 1975:11

Augusto Zimmermann [secretario de prensa de Velasco] a las11:00 horas estuvo en mi oficina. Me comunicó que había recibidoel encargo del embajador de los Estados Unidos, si podría aceptarel concurrir a una comida íntima para dialogar con el subsecretariodel Estado para Asuntos Latinoamericanos, Rogers, a las 20:00horas de la noche. Encontramos a Rogers con tres gringos más,el embajador y su esposa, Fernando Berckemeyer [el embajadorperuano en Washington] y su esposa. Dialogamos de laconveniencia de la visita de Kissinger. Nos indicó que él visitaríacinco países: Perú, Chile, Argentina, Brasil y Colombia, quizásUruguay. Que esto dependía de cómo se manejara la cosa. Y queestos cinco países visitaría en siete días. Le manifesté lainconveniencia política de una visita que comprendiese períodostan cortos para cada país. Que políticamente daría la sensaciónque sería de interés para ellos, pero no de real deseo de dialogar,para entendernos y conocernos mejor, y sentar bases para la solución

10 Para una información detallada, véanse las ediciones anuales de The Military Balanceentre 1969 y 1976. Según Theberge (1974: 87-88), también llegó un gran contingentede instructores soviéticos, aunque él es la única fuente de esta información.11 Entrevista con el general Graham, 29 de octubre de 1986.

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de los problemas. Podría ocurrirle al señor Kissinger, le dije, lo queme ocurrió a mí hace tres años, cuando viajé a Europa y a Asia enmisión oficial con el ministro de Industria y Comercio, y en 36 díasvisité 11 países. Terminé la gira y se me armó tal confusión que nosabía quién era quién. Claro, le dije, que de repente que yo no soytan inteligente como el señor Kissinger, pero seguro que no soymás bruto, y que a Kissinger le podría pasar que al terminar suvisita hablara sobre el humanismo revolucionario de Pinochet.

La política exterior del Perú alcanzó su máxima coherencia durante elministerio de De la Flor. Se entablaron relaciones diplomáticas con casi todoslos países del mundo, y se propugnó la formación de bloques con los paíseslatinoamericanos y los del Tercer Mundo. El gobierno prestó un firme apoyoa la formación del Pacto Andino, culminando en la creación de un mercadocomún integrado por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Tras laseparación de Chile en 1973, durante el gobierno de Pinochet, se hicieronesfuerzos para lograr el ingreso de Venezuela a la organización andina, cuyasede central fue establecida en Lima. El Perú se asoció al ConsejoIntergubernamental de Países Exportadores de cobre (CIPEC) —el cartel depaíses exportadores de cobre— y contempló su adhesión a la Organizaciónde Países Exportadores de Petróleo (OPEP). También llegó a ser uno de lospaíses líderes del Grupo de No Alineados. Este movimiento —iniciado porNasser (Egipto), Nehru (India), Tito (Yugoslavia) y Kaúnde (Zambia)— habíaasumido en su origen una política de resistencia contra los bloques militaresde las grandes potencias, como la Organización del Tratado del AtlánticoNorte (OTAN) y el Pacto de Varsovia, que dividirían el mundo en satélites deOriente u Occidente. Al mismo tiempo, durante una asamblea de las NacionesUnidas, 44 países del Tercer Mundo crearon una asociación con fines decooperación económica. Tras la incorporación de otros países, inclusivealgunos latinoamericanos, la iniciativa surgida de Asia y África se constituyóen el Grupo de los 77, que procuraba encontrar vías conducentes a la formaciónde bloques económicos entre países del Tercer Mundo. Paulatinamente, elgrupo de Países No Alineados se fue fundiendo con el Grupo de los 77. El Perúconquistó una posición líder en esta asociación de naciones. Cuatro díasantes del golpe contra Velasco, el 25 de agosto de 1975, se inauguraba enLima la Quinta Conferencia de Países No Alineados.

Durante el gobierno de Velasco, se profundizaron las relaciones del Perúcon los países vecinos. El presidente argentino realizó una visita al país

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en 1972. Entre 1972 y 1975 llegaron en misión oficial al Perú lospresidentes de Chile, Bolivia, Venezuela, Panamá y México. Desde elconflicto con Ecuador en 1941 no se había recibido a ninguna delegaciónoficial de Quito. Ahora, el primer mandatario ecuatoriano era agasajadopor Velasco como huésped oficial. Con el Brasil se llegaron a mantenercordiales relaciones. Los cancilleres de ambos países se visitaban concierta regularidad, y Ruiz Eldredge fue embajador del Perú en Brasil. Lavisita de Salvador Allende a Lima significó un vuelco en las tensas relacionesentre ambos países. El doctor Allende era muy respetado en el Perú, y sesabía de sus colecciones de trajes y sus gustos culinarios. Durante losúltimos años de Allende, las relaciones entre Chile y el Perú llegaron a unnivel francamente cordial. De la Flor y el canciller chileno se hicieronamigos, y los unía una profunda compatibilidad de ideas. La armonía sequebró con el golpe de Pinochet, principalmente cuando Chile comenzó aabastecerse nuevamente de material bélico norteamericano y británico.En 1975 empezaron a surgir rumores de un inminente conflicto armadoentre ambos vecinos, por lo que Velasco ordenó la concentración deunidades en la frontera con Chile. Las maniobras combinadas del Ejército,la Marina y la Aviación proporcionaron a Morales Bermúdez, primerministro y comandante general del Ejército, la oportunidad de cometersu golpe en agosto de 1975 en Tacna, donde se encontraba en viaje detrabajo.

Las relaciones con Cuba pasaron de frías a neutrales y de neutrales aamistosas. Este país caribeño había enviado materiales y personal médicode ayuda a las víctimas del terremoto de 1970. El Perú abogaba por sacara la isla caribeña de su aislamiento político y económico. A su regreso deuna larga estadía en Chile en 1972, Fidel Castro hizo una escala en elaeropuerto de Lima. Velasco y sus principales ministros compartieronunas copas con el líder cubano y se quedaron impresionados por supersonalidad. Ese año, ambos países restablecieron sus relacionesdiplomáticas intercambiando embajadores. Posteriormente, durante lasconferencias del TIAR, el Perú consiguió modificar los acuerdos parapermitir que los países latinoamericanos pudieran entablar relacionesbilaterales con Cuba sin necesidad de aprobación previa de la asambleageneral, como había sido hasta ese momento. Velasco siguió destacandolas diferencias de ideas, junto a los intereses comunes entre ambos países,pero Castro trabó una estrecha relación con algunos miembros de suequipo. Entre estas personas, las visitas a Cuba se convirtieron en una

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costumbre, y eran recibidos como compañeros revolucionarios. RaúlCastro estuvo varias semanas en el Perú, y se hizo fotografiar en el Cuzcojunto al hijo de Fidel y Mercado Jarrín. Fernández Maldonado guarda conorgullo las fotografías que lo retratan abrazándose con Fidel. A Graham, ellíder cubano le regaló un fusil. Pero las relaciones más profundas de amistaderan entre Castro y Morales Bermúdez. La nutrida correspondencia quemantuvieron iba siempre encabezada por «Querido Fidel-Querido Pancho».En 1975, intentando ganarse la simpatía del ala izquierda del equipo deVelasco, Morales Bermúdez citaba fragmentos de sus cartas con Castro,para demostrar que el dirigente cubano lo consideraba como el sucesormás apropiado y más revolucionario de Velasco.12

b) La dominación del aparato estatal.b) La dominación del aparato estatal.b) La dominación del aparato estatal.b) La dominación del aparato estatal.b) La dominación del aparato estatal. Junto con los esfuerzos paracrear un contexto internacional favorable, se intentó, asimismo, establecerlas condiciones internas necesarias que permitieran hacer prosperar elprograma de reformas. Velasco sentía una intensa desconfianza hacia laestructura de partidos existente, sentimiento que era compartidoigualmente por los miembros del COAP. El Partido Odriista —agrupadoen torno a la figura de Odría— y el APRA habían obstaculizado lascautelosas reformas de Belaunde. Acción Popular, el partido de Belaunde,se había mostrado incapaz de gobernar. Se intentaba neutralizar lainfluencia de los partidos políticos privándolos de toda iniciativa. ElParlamento, sin haber sido disuelto, no volvió a sesionar. Entre 1968 y1978, la tarjeta electoral servía de documento de identidad, y lascomisiones electorales la seguían expidiendo a los nuevos ciudadanosque alcanzaban la mayoría de edad, a guisa de pasaporte interno.

Aunque no se declaró la ilegalidad de los partidos políticos, las reunionesy encuentros masivos debían contar con una autorización del prefecto deLima, que era un militar. Esta autorización se concedía en forma selectiva.Poco a poco, los prefectos y alcaldes fueron reemplazados por militaresen servicio activo o en retiro. Los políticos no fueron perseguidos pero,

12 Entrevista de María del Pilar Tello con el general Graham (1983, t. I: 241): «Moralestiene unas cartas que le escribía Fidel, en las que le decía, comentándole la enfermedadde Velasco y el deterioro del proceso revolucionario: «Pancho, ya felizmente vas ahacerte cargo del poder» [...]. Yo las he visto. Él nos las ha leído. «Esto lo guardocomo reliquia», nos dijo, estando presentes Leonidas [Rodríguez Figueroa], FernándezMaldonado y Gallegos».

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en los años posteriores, varias personas salieron expulsadas del país porVelasco, primero en casos aislados, luego por decenas. La iniciativa partíageneralmente del ministro del Interior, Richter, quien durante las sesionesdel Consejo de Ministros leía con voz monótona las listas de «agitadoresantipatrióticos de ultraderecha y ultraizquierda». Belaunde, quien algunasveces intentara visitar a sus familiares, fue expulsado del país al igual quealgunos políticos del APRA, los sociólogos Cotler y Quijano y, en 1975,periodistas, dirigentes sindicales y otros «extremistas».13 Si bien Velascojustificaba las deportaciones como «una especie de medalla para laoposición», era un enconado enemigo de la pena capital. Durante sugobierno, hubo un solo caso de fusilamiento: un militar chileno acusadode espionaje fue ejecutado en 1975. El Consejo de Ministros exigió lapena de muerte por amplia mayoría al menos en una ocasión, en el casodel asesinato de un sacerdote. El gabinete ya había aprobado la sentencia,cuando llegó un mensajero con una carta del primado de Lima solicitandoclemencia. Entonces, Velasco ordenó una segunda votación.14

El problema de la constitucionalidad del régimen siguió preocupando alos militares. En la práctica diaria se continuó operando en lo posibledentro de los límites de la constitución vigente de 1933. En el artículo 5del Estatuto se establecía que «el gobierno revolucionario» actuaría «segúnlas estipulaciones del presente Estatuto y de acuerdo con la constitucióny la legislación vigente, en tanto éstas sean compatibles con los objetivosdel gobierno revolucionario». Esta última condición había sido añadida alEstatuto el 3 de octubre, a sugerencia de De Rivera Lucero, para evitardeclarar la nulidad de la Constitución. En los preámbulos de casi todoslos decretos ley promulgados hasta 1975 se incorporó una extensareferencia jurídica a la legislación anterior a 1968 o a la Constitución. Elartículo 5 del Estatuto fue aplicado expresamente en la menor medidaposible,15 y Velasco siempre recordaba a sus ministros el hecho de que

13 Las deportaciones de 1975 fueron utilizadas por Morales Bermúdez, quien habíavisado las listas en su despacho, para subrayar las tendencias dictatoriales de Velasco.14 Entrevista con Alberto Ruiz Eldredge, 2 de julio de 1986.15 Entrevista con el general De Rivera Lucero, 17 de julio de 1986. La legalidad delgolpe se justificaba en privado con un argumento rebatible, basado en el artículo 12de la Constitución de 1933: entre los derechos de la República se incluían sus recursosmateriales; entre sus recursos materiales, la riqueza petrolífera nacional, y por ellola desaparición de la «página 11» justificó la intervención de la Fuerza Armada.

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formaban parte de un gobierno de facto y no de jure, y de que lo único quejustificaba su permanencia era la ejecución de una revolución.

Con respecto a la magistratura en funciones, Velasco se manejó conprudencia. Puso fin a la costumbre de elegir a los nuevos jueces enmedios de los grandes partidos que estaban en el parlamento —el APRAy Acción Popular entre 1963 y 1968—, aunque ya antes del golpe de1968 el Colegio de Abogados se había pronunciado en contra de estapráctica. Se constituyó un nuevo Consejo Nacional de Justicia,16

encargado de denominar y supervisar a los miembros del Poder Judicial.Estaba compuesto por ocho miembros, cuatro propuestos por la CorteSuprema y cuatro independientes, respetándose la preferencia delColegio de Abogados.

La cartera de Justicia presentaba las mayores dificultades. Al principio,este ministerio había sido asignado a la Marina, pero más tardedesapareció, al implementarse la reforma del aparato estatal en 1969;un hecho insólito, en especial si se tiene en cuenta que, en abril de eseaño, varios ministerios fueron subdivididos y se crearon otros nuevos.No sabían qué destino dar al Ministerio de Justicia, al no encontrarse aun militar a quien se le pudiera confiar esa cartera. Esto demuestra, unavez más, hasta qué punto Velasco identificaba el programa de reformasexclusivamente con la Fuerza Armada. El Ejército cuenta con serviciostécnicos para asuntos jurídicos y de salud. Velasco, sin embargo, senegaba a reclutar a ministros de este grupo, y más aún a nombrar aciviles en los puestos ministeriales.17 Los ministros y los miembros del

16 Entrevista con Alberto Ruiz Eldredge, 2 de julio de 1986.17 Velasco llegó a designar eventualmente a un civil para una función que, en otrospaíses, cuenta con un puesto de gabinete. La Dra. Marta Hildebrandt, ex rectora de laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, fue nombrada en 1970 directora generaldel Instituto Nacional de Cultura, organismo que abarca el cuidado de los museos, lostesoros arqueológicos, las bibliotecas y los archivos nacionales. Durante su gestión, sesancionó una ley sobre el patrimonio cultural nacional; en 1971, impidió la construcciónde un hotel de la cadena Hilton en Macchu Picchu (entrevista del 29 de mayo de1985). La Dra. Hildebrandt fue nombrada vicedirectora general de la UNESCO en 1972.Velasco había designado a Augusto Zimmermann como jefe de prensa ya en 1986. Elingeniero Ángel de las Casas fue nombrado, en 1975, jefe de la Comisión Nacional dela Propiedad Social (CONAPS), un puesto que Morales Bermúdez elevara más tarde a lacategoría de ministerio de Estado.

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COAP le propusieron en diversas ocasiones que designara también aciviles de confianza en los ministerios,18 como reafirmación al exteriorde que la revolución era un asunto de alcance nacional. La respuestaera: «No, esos civiles son nuestros allegados, pero no han luchado porla revolución. Nosotros nos hemos arriesgado y esta es la revolución delas Fuerzas Armadas, bajo nuestra responsabilidad».

El Ministerio de Justicia desapareció19 y sus funciones fueron repartidasentre otros dos ministerios: el sistema penitenciario pasó al Ministeriodel Interior, y el resto al gabinete del primer ministro. Ante las protestasdel Colegio de Abogados, el general Velasco prometió convertirlo a sutiempo en una secretaría de Estado, pero esto nunca se llegó a concretar.Los asuntos de jurisprudencia fueron relegados por el primer ministroa uno de los secretarios generales de su gabinete, que era siempre unmilitar con grado de general. Gamarra, que después de su paso por elCOAP fue director general de Presupuesto en el Ministerio de Energía yMinas, se desempeñó como secretario general en el despacho del primerministro en 1975:20

Era solo uno de los secretarios generales. Tenía otros, en su funciónde ministro de Guerra. A mí me correspondía lo que hoy en día lecorresponde al ministro de Justicia. Coordinaba todos losorganismos de carácter jurídico, los vínculos con la Iglesia, OficinaNacional de Asuntos jurídicos, Oficina Nacional de RecursosNacionales. El secretario general viene a ser una especie deministro de Justicia. Coordinaba todas esas entidades y comitésy organismos del tipo intersectorial. El ministro de Guerra estabamuy ocupado con su labor de primer ministro. Tuvo la gentilezade delegar en mí una gran confianza, tanto que duranteprácticamente todo el tiempo que estuve en la secretaría él no fueuna sola vez a la oficina. Iba yo cada semana dos veces a darlecuenta de todo lo que hacía. Me daba unas orientaciones, perofelizmente no hubo ningún problema.

18 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de mayo de 1986, y con el generalMeza Cuadra, 13 de junio de 1986.19 El 4 de julio de 1980, por explícita petición de Belaunde, presidente electo queasumiría el 28 de julio de ese año, se volvió a crear el Ministerio de Justicia pordecreto ley 23-103, uno de los últimos del gobierno de Morales Bermúdez.20 Entrevista con el general Gamarra, 4 de julio de 1986.

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En los cuadros 6 y 8 del Apéndice se describe el crecimiento del aparatoestatal. Entre 1968 y 1975, la administración pública se amplió en un64 por ciento, frente al 18 por ciento de la población económicamenteactiva registrada oficialmente. Los cambios más sustanciales sepracticaron en el campo de los ministerios con tareas productivas ysocioeconómicas, cuyo número se incrementó de tres en 1968 a diezen 1975. La reforma del aparato estatal generó una segmentación delámbito público en sectores y sistemas. Cada «sector» —por ejemploRelaciones Exteriores, Energía y Minas, Vivienda o Industria— fueprovisto de una ley orgánica. Los ministerios tenían uno o varios sectoresbajo su dirección, a modo de unidades administrativas autónomas,constituidas por un departamento o ministerio, una oficina deplanificación sectorial, oficinas regionales de implementación e institutosdescentralizados. Dentro de determinado sector se administraban lasempresas públicas y privadas que le correspondían. Algunos ministerioseran multisectoriales, como el de Industria, Comercio y Turismo,integrado por tres sectores entre 1969 y 1975, o el Ministerio deAgricultura, multisectorial en su origen, que fue dividido en tres ramasentre 1969 y 1975: Agricultura, Pesquería y Alimentación. Algunos«sectores» continuaron con una existencia ambulante. El Ministerio deAlimentación fue anexado nuevamente al de Agricultura. Comercio fueautónomo en un principio, pero luego se fundió con el de Economía yFinanzas. Integración —asuntos relacionados con el Pacto Andino—terminó finalmente en el Ministerio de Industria y Turismo.

Los «sistemas» eran por principio multisectoriales, aunque poseían lamisma estructura administrativa que los sectores. El COAP, el Institutode Planificación Nacional (INP) y SINAMOS —véase más adelante en estecapítulo—, y después de 1975 también el órgano para la autogestión—SINADEPS-CONAPS— recibieron el estatus de sistemas cuyas competenciasse extendían a través de la estructura sectorial. No es difícil imaginarlos problemas de las facultades administrativas conflictivas en casoscomo el del estatus jurídico de las haciendas expropiadas, en el que elCOAP, el INP, el Ministerio de Economía y Finanzas, el de Agricultura, elde Alimentación, SINAMOS, SINADEPS y la Oficina de la Reforma Agraria teníanfacultad de decisión sobre uno o varios aspectos. Los «sectores» eranadministrados por ministros regulares con voz y voto; los «sistemas»,por ministros de Estado, con voz solamente. No obstante, las relacionesrecíprocas de poder eran determinadas en menor grado por el peso de

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los ministerios o departamentos, exceptuando quizá el rol del Ministeriode Economía y Finanzas y, ciertamente, el del COAP. Factores de mayorinfluencia eran la antigüedad del ministro en cuestión, el prestigio en larama de las Fuerzas Armadas a la que pertenecía, el acceso al COAP o unvínculo de confianza con Velasco.

En el aparato estatal y el sector público rápidamente se observó unadoble tendencia: la militarización de los cargos superiores21 y la apariciónde una élite tecnocrática de planificadores y asesores. Estas tecnocraciasse desarrollaron en el INP, el Ministerio de Economía y Finanzas, y en losdepartamentos de asesoramiento y planificación de los ministeriossectoriales y de los «sistemas». La idea surgió a través del funcionamientodel COAP, con el que la mayoría de los ministros mantenía estrechos lazos.Los miembros de este órgano consultivo habían ido creando redes deasesores a quienes llevaron consigo al ser nombrados ministros.

El ingreso de Carlos Delgado se debió a un incidente: uno de los exdocentes de la Escuela del Servicio de Inteligencia, el sociólogo Vega,organizó una reunión informal en octubre de 1968, a la que fueroninvitados los coroneles del COAP y algunos intelectuales capitalinos.Delgado se puso a lanzar críticas contra los militares y Meza Cuadra leinterrumpió la arenga. Más tarde, el COAP intentó impedir elnombramiento de Delgado, propuesto para el INP; De la Flor, paisano deDelgado, salió en su defensa, y Delgado entró en el INP. Un tiempodespués, el COAP solicitó asesoramiento sobre la política internacional,y el INP envió un informe excelentemente redactado sobre la posiciónque se debía adoptar. Rodríguez Figueroa pidió hablar con su autor,Delgado. El COAP enfrentaba problemas para encontrar el estiloadecuado en los discursos del presidente, y así Delgado fue encargadode redactar algunos temas preparados con anticipación. RodríguezFigueroa y Delgado trabaron amistad mientras elaboraban el texto deldiscurso con motivo de la reforma agraria. Velasco quedó muycomplacido con Delgado y este se convirtió en el redactor principal delpresidente.22

21 Véase Kruijt y Vellinga (1976: 90-93) para un análisis de cinco ministerios sectorialesentre 1968 y 1975.22 Entrevista con el general Rodríguez Figueroa, 4 de junio de 1986.

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A través del COAP, el propio Velasco obtuvo los servicios de asesoramientode Ruiz Eldredge y Cornejo Chávez. Algunos días después del golpe, losmiembros del COAP invitaron a Otoniel Velasco y a Enrique Estremadoyro,miembros del INP, a discutir el plan de gobierno que el primer ministroMontagne anunciaría en un discurso televisivo a principios de diciembre.Tras una eficiente colaboración con los miembros del COAP, ambosrecibieron conjuntamente la tarea de reorganizar el INP. Se adoptó paraello el método de trabajo del COAP: la división de tareas entre losmiembros de los grupos de trabajo, siendo el presidente el único quetenía una visión amplia del conjunto. Se comenzó a reclutar a graduadosde las universidades limeñas y a especialistas doctorados en el extranjero.23

Otoniel Velasco había cursado estudios en el Instituto Latinoamericanoy del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) en Santiago y enHarvard, y sería director técnico de Planificación —viceministro— de1969 a 1975. Carlos Delgado, quien también había estudiado en Santiago,y Francisco Guerra, con estudios en Lovaina, entraron en el INP y formaronluego, con Rodríguez Figueroa, el equipo que iniciaría el SINAMOS. La ideade crear este organismo surgió durante discusiones en el COAP y en elINP. Unas quince personas de la planilla del INP se trasladaron luego aotros ministerios sectoriales, donde llegaron a ocupar puestos del másalto nivel. Al crearse las oficinas de planificación sectorial en abril de1969, durante las reformas del aparato estatal, se adoptó el estilo detrabajo del INP. Algunos ministros crearon una plana propia de asesoressegún el modelo del COAP. Valdez Angulo, por ejemplo, que era ministrode Agricultura (1971-1974) cuando se implementó efectivamente lareforma agraria, nombró a un grupo de asesores civiles dirigidos por ungeneral, que funcionaba explícitamente a la manera del COAP.24 CuandoMeza Cuadra asumió la cartera de Transportes y Comunicaciones, procuróque De la Flor lo acompañara como su principal asesor.25 Al asumir estemás tarde la cartera de Relaciones Exteriores, volvió a recurrir a losasesores conocidos de su época en el COAP, que trabajaban a veces envarios ministerios a la vez. En algunas ocasiones, los asesores se

23 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.24 Entrevista con el general Valdez Angulo, 18 de julio de 1986. En este estudio setrata la reforma agraria y la política agraria solo de forma marginal. Los análisis deMatos Mar y Mejía (1980), Álvarez (1980 y 1983) y McClintock (1981) ofrecen unavisión más detallada.25 Entrevista con el general De la Flor, 19 de mayo de 1986.

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trasladaban junto con el ministro, cuando este era asignado a otrodepartamento. También Miranda, encargado de Educación en 1975, trabajócon una comisión de varias personas, todos civiles, que habían colaboradocon él durante su época en el COAP, cuando coordinaba el sector deEducación.26 Morales Bermúdez formó, en Economía y Finanzas, su propiogrupo de asesores, a quienes conocía en su mayoría desde la época enque había sido ministro de Belaunde.

La militarización de los cargos superiores del aparato estatal se realizó alprincipio «para moralizar la burocracia». En una versión del Plan Inca,publicada posteriormente, el punto 24 —la reforma del aparato estatal—afirmaba que la burocracia era «ineficiente, lenta y deshonesta».Investigaciones académicas realizadas poco antes de 1968 coincidieronperfectamente con este diagnóstico (Hopkins 1967, Bourricaud 1967 yAstiz 1969). Lentitud, ineficiencia, corrupción y conservadurismo erancaracterísticas con las que los estudiosos calificaban a la burocraciaperuana. En su primer discurso general en ocasión de las Fiestas Patrias,el 28 de julio de 1969, Velasco reiteró la necesidad de «moralizar elaparato estatal [...]. Anteriormente existían innumerables ejemplos deactuación inmoral y corrupta de los funcionarios públicos». En un principio,se designó a uno o varios coroneles por cada ministerio para controlar alos funcionarios e inducirlos a un cumplimiento más estricto de su deber.Algunos dedicaban horas enteras a montar guardia por los pasillos y acusarpúblicamente a los funcionarios de probada holgazanería o «conductaantipatriótica». Hubo incidentes jocosos, como aquel en el que el coronel—luego general— Guabloche, nombrado por Carpio Becerra comomoralizador en el Ministerio de Educación en 1971, y más tarde inclusoministro de Educación de 1978 a 1980, metió a todos los funcionariosque constituían el personal directivo del departamento del Amazonas enun avión militar y los condujo personalmente en una marcha forzada porla selva, para que conocieran «la práctica cotidiana». Cuando seconcretaron las primeras nacionalizaciones, con un sensible incrementodel número de empresas estatales y la nacionalización de gran parte de labanca, surgió la necesidad de contar con una administración de confianza.Junto con oficiales en servicio activo, se recurrió para los cargos directivosa coroneles o generales en retiro, capitanes de navío y almirantes:27

26 Entrevista con el general Miranda, 17 de junio de 1986.27 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de mayo de 1986.

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Comenzaron a abrir una serie de puertas para colocar gente deconfianza. Y no tenían confianza en la burocracia de Belaunde. Ycomienzan a poner militares. Cada ministro puso por ejemplo uncoronel para gritar a los empleados públicos, que controlara elEjecutivo. Y comienzan a poner retirados. Hay casos absurdos. Elnombramiento no dependía de su capacidad, sus conocimientos,no: porque eran militares. Velasco, por ejemplo, un día ordenó:«Manden al general O., es paracaidista. Es un cholo trejo. Se meteen la cantina y se emborracha con los demás. Y si alguien se levanta,le fastidia, se les va como un toro». Y le nombran como presidentede CENTROMIN [la anterior Cerro de Pasco Corporation, recientementeexpropiada] para calmar a los trabajadores.

El nombramiento de militares se hizo costumbre. De cada rama de lasFuerzas Armadas se reclutaba a capitanes, comandantes y tenientescoroneles u oficiales en retiro con capacidad para ocupar los puestos deconfianza. El número de nombramientos y cargos dobles, como el dejefe militar y jefe regional de SINAMOS, fue restringido en cierto gradodurante el gobierno de Velasco. Miranda —quien trabajaba en el COAPde 1971 a 1973, fue ministro de Velasco y Morales Bermúdez de 1975a 1976 y luego, a su propia solicitud, regresó a una función militar parallegar a la edad de retiro como jefe del Estado Mayor en 1982— calculaque, durante el período de Morales Bermúdez, entre 40 y 50 por cientode los altos oficiales se ocupaban de tareas políticas o administrativas:28

Con Morales comienza una época que, con los mismos movimientospersonales, entran los oficiales resentidos, que no habían tenido laoportunidad de participar. Se genera una dinámica más continuaque yo creo que no fue beneficioso. Eso también empujado por lanecesidad de cambiar a quienes ellos consideraban comovelasquistas. Todo eso origina mayor rotación en los cargos, ustedno se equivoca. Hubo una militarización del Estado. Se llenó elaparato del Estado de manera exagerada con militares. Ponermilitares en los ministerios es hasta cierto punto entendible. Cuandose inicia el gobierno de Velasco, interviene gente en política que notiene experiencia. Tienen que encontrarse con gente que no conocen.Cuando uno entra en un ministerio, no sabe con quién relacionarse

28 Entrevista con el general Miranda, 23 de mayo de 1986.

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de los funcionarios civiles. Y uno no va a interiorizarse qué pasadentro de organizaciones tan grandes como los ministerios. Senecesita a gente de confianza, y los militares conocen solo a otrosmilitares, Además, se quiso dar un carácter al gobierno militar deque la responsabilidad iba por cuenta de la Fuerza Armada, y por lotanto que la responsabilidad de los ministros, en algunos casos delos directivos superiores, debería ser de los militares. Y esto, porsupuesto, se fue extendiendo a otras instituciones: ministerios,organismos descentralizados, empresas públicas. Se copóexageradamente el aparato militar. Que hubo eso en el primermomento es entendible. Creo que no se tuvo la habilidad para luegosacarles, en la medida que íbamos encontrando gente civil, capaz ycomprometida: ¡que la hubo!, ¡y además mucho! Entonces, es verdadque cuando yo, por ejemplo, entro en el Ministerio de Educación enel 75, yo tenía al general Daniel Morales Bermúdez. Era directorsuperior. Yo ya quise nombrar a un director superior civil. Pero entréen un medio ambiente no hostil, pero sí desconocido. Entro porprimera vez y no sé con quién asociarme. Pregunto al ministroanterior que me dé nombres, gente de confianza, pero no me orientatan claramente. Qué voy a hacer, por lo menos el primer momento.Y me quedo con Morales, por lo menos el primer año, él deviceministro. Después hay otras preguntas: de los civiles, no sesabe de qué partido son, qué cosa son, qué cosa quieren. Qué tipode apoyo dar. Entonces: se pide unos militares más, para cuadrar laforma. Con ellos nos sabemos manejar.En retrospectiva: en el primer momento, sí había que militarizar.¿Cuánto? No sabemos: dos, tres años. Y después hay que comenzara desmilitarizar. Ahí entra un problema difícil: cada uno que entrade nuevo tiene el temor de ser mafiado. Y después entra otro factor:el apetito del poder, el dulce sabor del poder y orientar la política.Entonces, la gente que no alcanzó los puestos altos también quiereparticipar, y eso es cierto: quienes mandan, lógicamente sientenque los otros también quieren participar. Ahí comienza la dificultadde desmilitarizar el aparato estatal. ¡Y también las reformasprofundas requieren mano dura! Todos entendemos que elgobierno normal tiene que ser ejercido por la sociedad civil y nopor militares, y que era solamente un proceso de transición. Porotro lado, como se iniciaron cambios tan profundos, yo creo quehonradamente era necesario estar un buen tiempo para poder

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hacerlo, las reformas que luego, desgraciadamente, iban aretroceder. Lo que también influyó era la enfermedad del general,de Velasco, el cambio de Velasco por Morales. Todo llega a unaretoma de los mandos del gobierno por otra gente, con otrospensamientos, y esto da lugar a la militarización mayor que yo,francamente, no considero como la mejor.

c) Reformas económicas.c) Reformas económicas.c) Reformas económicas.c) Reformas económicas.c) Reformas económicas. La política económica era coordinada pordos instituciones que se apoyaban y a la vez rivalizaban entre sí: elInstituto de Planificación Nacional (INP) y el Ministerio de Economía yFinanzas (MEF). El INP había estado estrechamente vinculado a lasreformas del aparato estatal, y en el trazado original del COAP y del INPconvenía tener un número de ministerios sectoriales «pesados» juntocon un Ministerio de Finanzas relativamente «liviano». El INP actuaríacomo coordinador en el terreno de la economía y la producción. Sinembargo, el candidato propuesto para Finanzas, Morales Bermúdez, sehabía labrado una buena reputación en círculos del Ejército comoministro de Hacienda —un ministerio mucho más amplio— durante elgobierno de Belaunde, y se sabía respaldado por algunos oficialestecnócratas. En círculos castrenses, era habitual que la función deldirector de Planificación y Presupuesto del Ministerio de Guerra estuvieravinculada con la dirección de Economía —Morales había ocupado estepuesto antes de su cartera en el gabinete de Belaunde— y Velasco fuepersuadido de la necesidad de ampliar el sector de Finanzas en unomucho más vasto, el de Economía y Finanzas, que llegó a abarcar alsector bancario en su totalidad. De esta manera, Economía y Finanzasse convirtió en un superministerio al que los demás ministerios teníanque tener en cuenta.29 En una división de tareas con el MEF, el INP seocuparía mayoritariamente de la planificación, prescrita para el sectorpúblico e indicativa para el privado, en tanto que el MEF se ocupaba dela política económica general, el nivel de los precios y la deuda externa.30

La estructura de la propiedad sufrió cambios considerables. En el cuadro8 del Apéndice se han agrupado los principales indicadores globales. Entre

29 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.30 La sección siguiente se basa en datos de Fitzgerald (1979: 147, 180-259), Kruijty Ugarteche (1979: 16-35), Ugarteche (1980: 29, 32-50), y Cabieses y otros (1982:29-91).

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1968 y 1975, la participación del sector público y asociativo —empresasestatales, cooperativas y otras formas de autogestión y cogestión— enel producto interno bruto aumentó de 14 a 33 por ciento. Los principalescambios se produjeron como consecuencia de las nacionalizaciones. Losde la propiedad extranjera se concretaron entre 1969 y 1971, y en 1974y 1975, en dos «sectores»: Energía y Minería —cartera ocupada porFernández Maldonado entre 1969 y 1975— y Transportes yComunicaciones —con Meza Cuadra como ministro entre 1969 y 1972,y luego con Meneses entre 1973 y 1975—. Las expropiaciones depropiedades nacionales fueron el resultado de las reformas en la industria,para las que 1971 fue un año decisivo, y de la reforma agraria, anunciadaen 1969 pero cuyos principales éxitos fueron cosechados en 1974 y 1975,durante el ministerio de Valdez Angulo y luego de Gallegos.

Se iniciaron enormes proyectos de desarrollo: proyectos de riego a granescala como Majes, cerca de Arequipa, Chao-Virú en la zona de Trujillo yOlmos en la costa septentrional peruana, que nunca fue terminado. Igual-mente, en el norte debía haberse generado un importante polo dedesarrollo alrededor de Bayóvar; el jefe del órgano encargado de dichoproyecto recibió el estatus de ministro de Estado. En el sector de Mi-nas y Energía se pusieron en marcha importantes proyectos como lasexplotaciones mineras de Cuajone, la refinería de zinc en Cajamarquilla,las minas de Cerro Verde y el oleoducto trasandino. Exceptuando lamina de Cuajone, que fue adquirida por una empresa multinacional,31 lasinversiones provenían de recursos públicos. Se inició un ambicioso pro-grama de desarrollo de una industria sustitutiva de importaciones. Laparticipación de las inversiones públicas en el total se incrementó de16 por ciento en 1967 a 54 por ciento en 1974. Las nacionalizacionescrearon la necesidad de un programa de inversiones basado en fondospúblicos. Hasta 1973, los precios internacionales de los principalesproductos de exportación del Perú provenientes del sector primario—especialmente el cobre— se encontraban en un alto nivel. Despuéssufrieron una rápida caída, el finalizar la guerra de Vietnam, y el Perúechó mano a la banca internacional.

31 Cuajone comenzó sus operaciones en 1974. Velasco también había intentadonacionalizar esta empresa minera en su tiempo (entrevista con el general FernándezMaldonado, 5 de julio de 1985).

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También se necesitaban préstamos extranjeros para el programa dearmamentización y otros gastos militares, considerados necesarios apartir de 1974, con la subida de Pinochet al poder en Chile. Entre 1967y 1976, el Perú importaba armas por valor de US$ 655 millones, frentea los US$ 355 de Chile durante el mismo período; el único país enLatinoamérica que dedicaba un presupuesto mayor a armamentos eraBrasil, con US$ 690 millones (Fitzgerald 1979: 215). Comparado conel ritmo de crecimiento de la deuda externa total en Latinoamérica, elPerú ocupó una posición excepcional. En 1970-1971, la deuda externadel Perú aumentó en 1 por ciento, frente a 30 por ciento de la deudatotal de Latinoamérica. En 1973-1974, el crecimiento de la deudaexterna en Latinoamérica fue de 44 por ciento y en el Perú, que sufríalas severas consecuencias del receso de los precios del cobre en elmercado mundial y el derrumbe de la industria de harina de pescado, de64 por ciento (Ugarteche 1980: 29).

Los tecnócratas del INP y el MEF veían con creciente desagrado la caídade los precios mundiales y el abultamiento de la deuda externa. Noobstante, recién medio año después del ingreso de Morales Bermúdez ala presidencia, en la primavera de 1976, se comenzó a hablarabiertamente de una crisis y se empezó a diseñar un programa deestabilización. El tema no fue tratado en ninguna sesión de gabinetepresidida por Velasco.32 Por el contrario, en 1975 todavía se teníanesperanzas de adherirse a la OPEP, pero ese mismo año las reservascomprobadas de petróleo resultaron ser mucho más bajas de lo esperado.La inflación rondaba 15 por ciento; la moneda peruana, el sol, sostuvouna cotización fija con respecto al dólar entre 1968 y 1975; los preciosy los salarios se mantuvieron estables y no se necesitaron grandessubsidios del gobierno sobre los precios de los alimentos y otrosartículos de primera necesidad.33 Tal como lo veía el Consejo deMinistros, el Perú estaba pasando por un período de reposadocrecimiento económico.

32 Entrevista con el general De la Flor, 26 de junio y 17 de noviembre de 1986.33 Lajo Lazo (1986: 20, 112-113) ha calculado que la inflación entre 1968 y 1974nunca superó 10 por ciento y en 1975 llegó a 19 por ciento. Durante el período deVelasco, se aplicaron subsidios a los productos alimenticios en un promedio anual deUS$ 82,7 millones. El promedio anual correspondiente al gobierno de Morales.Bermúdez llegó a US$ 488,2 millones y el del segundo período presidencial deBelaunde a US$ 131,7 millones.

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Hombre y sociedadHombre y sociedadHombre y sociedadHombre y sociedadHombre y sociedad

El programa de reformas no se redujo únicamente a cambios en laestructura de la propiedad y la organización del Estado. Lasnacionalizaciones y las expropiaciones agrícolas generaron alteracionesde igual o mayor magnitud en la organización del trabajo. La creación deministerios sectoriales —como el de Agricultura, Pesquería, Alimentación,Industria y Comercio, Energía y Minas, y Transportes y Comunicaciones—amplió las posibilidades de dirección y control dentro de cada uno deestos «sectores». Las nuevas estructuras de la propiedad, las nuevasformas de gestión y las nuevas relaciones laborales recayeron bajo laresponsabilidad de los ministros sectoriales. La división de la economía yel aparato estatal en sectores generó, asimismo, una sectorización de lasociedad. Efectos similares tenían otras reformas, que no se relacionabancon alteraciones en la estructura de la propiedad y el poder. La reformaeducativa, concebida por un grupo de respetados intelectuales idealistas,encontraría resistencia en las filas de los sindicatos magisteriales. A finesde la década del sesenta, se había iniciado un masivo proceso migratoriodesde el campo a la capital y otras ciudades costeras. El crecimiento deesta nueva clase urbana marginal fue en parte consecuencia de la reformaagraria —por la cual, según los cálculos, entre 50 y 80 por ciento de loscampesinos migraron—.34 La presencia de estos pobladores de lasbarriadas no se podía desestimar, por lo que en el COAP y en el Consejo deMinistros se discutió la necesidad de controlar a las masas urbanas. Losinsistentes rumores sobre reformas urbanas que traerían radicalesmodificaciones en la propiedad nunca se convirtieron en realidad, aunqueel gobierno de Velasco introdujo reglamentaciones sobre los alquileres yse creó un nuevo sistema de títulos de propiedad en los pueblos jóvenes.

a) Las organizaciones existentes. a) Las organizaciones existentes. a) Las organizaciones existentes. a) Las organizaciones existentes. a) Las organizaciones existentes. Stepan (1978: 158, 190)35 ofreceuna acertada caracterización del proceso que se produjo en esos años:la reorganización de los que ya estaban organizados, y la organización

34 El ministro de Agricultura entre 1971 y 1974, el general Valdez Angulo —entrevistadel 8 de julio de 1986— calcula el número de expropiados en un 50 por ciento;según estimaciones del INP, la cifra al final del gobierno de Morales Bermúdez era de80 por ciento (diversos apéndices estadísticos de la Caracterización de la realidadnacional, 1978, y del Diagnóstico de la realidad nacional, 1980).35 Cleaves y Scurrah (1980) comparten esta interpretación.

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de los apenas organizados. En los primeros años de Velasco, una granparte de la población peruana apenas se encontraba agrupada enorganizaciones. Los pobladores de las barriadas estaban desunidos oformaban asociaciones de alcance puramente local, dirigidas por un líderlocal. El único sindicato nacional campesino, la Federación General deYanaconas y Campesinos del Perú, fundada en 1947, abarcaba a unas370 organizaciones de sindicatos locales a fines de 1968, cuyosmiembros eran en su mayoría peones.36 En un principio, el PC tenía unainfluencia dominante en esta federación, pero en 1958, el APRA consiguiódesprender a una parte de estas organizaciones y reagruparlas en laFederación Nacional de Campesinos del Perú (FENCAP). El FENCAP, quecontaría con unos 10 mil miembros y representaba el sector agrícolamás moderno —como los trabajadores azucareros y arroceros— estabaasociado a la CTP, confederación controlada por el APRA. Otra parte delas organizaciones campesinas se agrupó en la Confederación Campesinadel Perú (CCP). La CCP tenía su base principalmente en las comunidadescampesinas indígenas y entre los campesinos de las haciendas andinas,es decir, el segmento más tradicional del sector agrícola. La dominabael PC, cuyos rivales desde la izquierda eran agrupaciones trotskistas yneomarxistas. Los movimientos guerrilleros de la región andina, quepreludiaron el golpe de 1968, influyeron, asimismo, en la afiliación yorganización de la CCP. Cuando los integrantes de la guerrilla fueronencarcelados, la CCP perdió popularidad. Las discusiones internas sobreel final del movimiento de insurgencia, la pugna por el poder en ladirigencia, junto al anuncio de la reforma agraria en 1969, que generóuna gran conmoción entre el campesinado andino, hicieron que la CCPfuera, hasta 1973, una organización compuesta esencialmente pormiembros cuya afiliación se reducía a figurar en las listas.

La situación era distinta en el caso de las confederaciones sindicales detrabajadores. En la CTP dominaba el APRA. Pero en importantes centralesnacionales —como la de mineros, de trabajadores ferroviarios, detrabajadores del sector de electrónica y metalurgia y de empleados delsector bancario— se produjo un giro hacia la izquierda durante la segundamitad de la década del sesenta (Sulmont 1977: 167-213). En 1968,representantes de estas federaciones volvieron a fundar la CGTP, recordando

36 Matos Mar y Mejía (1980: 68-75 y 329-335) constituye la principal fuente deconsulta sobre las organizaciones campesinas que se mencionan a continuación.

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a la central creada anteriormente por Mariátegui. El PC obtuvoconsiderable influencia, aunque simpatizantes de partidos más pequeñoscomo el MIR, los trotskistas, los maoístas y varios grupos leninistasmenores le disputaban el poder dentro de las diversas federaciones o enlos sindicatos anexados. En pocos años, la CGTP cobró una fuerzaconsiderablemente mayor que la de la CTP. En junio de 1968, contaba con19 federaciones y 66 sindicatos, y un total de 140 mil miembros. Aprincipios de 1968, se creó una tercera central sindical nacional, deorientación demócrata-cristiana, la Central Nacional de Trabajadores(CNT), que siempre siguió siendo la más reducida de las tres.

Al llegar Velasco al poder, la CGTP y la CNT comenzaron a apoyar elprograma de gobierno, primero en forma encubierta y luego públicamente.La CTP asumió una postura opositora que era predominantemente verbal,debido a la disminución del número de miembros y, por ende, de su esferade influencia.

b) b) b) b) b) SSSSSINAMOSINAMOSINAMOSINAMOSINAMOS..... Algunas de las reacciones provocadas por la reforma agrariase canalizaron espontáneamente en organizaciones locales. Se crearonComités de Defensa de la Reforma Agraria (CDRA), y después de habersido anunciados en los medios periodísticos, empezaron a proliferar losComités de Defensa de la Revolución (CDR). Estos comités eran fundadosgeneralmente por campesinos que serían beneficiados por la reformaagraria, y constituían una reacción contra las acciones de los patronesque sacrificaban al ganado o ponían en venta las instalaciones pararetrasar o sabotear el proceso. La CGTP respaldaba estas iniciativas,pero el Consejo de Ministros no veía con unánime agrado estasespontáneas manifestaciones de apoyo y a estas organizaciones quefuncionaban al margen del Estado nacional. El nombre mismo causó unsobresalto: también en Cuba los campesinos habían creado Comités deDefensa de la Revolución,37 y cuando, en pocas semanas, entraran milesde inscripciones de estos comités al Ministerio de Agricultura, algunoscreyeron ver en este hecho la mano del comunismo internacional.38

Comprendieron, sin embargo, que era imposible llevar a cabo reformasradicales sin el apoyo organizado del pueblo. Para implementar cambios

37 Y más tarde en Nicaragua y en Burkina Faso, con el mismo nombre (véaseAndriamirano 1987: 235).38 Entrevista con el general Rodríguez Figueroa en Tello (1980, t. II: 83).

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sociales, era imprescindible actuar planificadamente y contar con unaorganización central. ¿Por qué no coordinar, entonces, el apoyo populardesde el Estado? Graham39 lo expresa así:

Teníamos que escoger: ¿con cuáles fuerzas políticas hay que hacerlos cambios tan profundos? El primer paso trata dentro de loinformal de formalizar la Revolución. Con eso prácticamente hemosganado más del cincuenta por ciento. Entonces: había que normarcómo se debía dar las leyes: que en este caso serán los decretosley. Se dictó todo un sistema para dar estas leyes. Simultáneamente,era necesario ver con qué fuerzas políticas se puede hacer estatransformación. En el caso nuestro —la Fuerza Armada, no unafuerza política y sin ninguna representatividad política— el casono fue muy sencillo. No hubo respaldo político, salvo de aquellosque en primer lugar simpatizaron con el desalojo del anteriorgobierno, el desprestigiado señor Belaunde. Igualmente, aquellosque simpatizaban con el programa que planteaban los militaresque llegaron al poder. Un tercer grupo, muy reducido, eracompuesto por quienes siempre fueron amigos de la FuerzaArmada: intelectuales, pero muy pocos [...]. Y el APRA: ellos sedeclararon automáticamente enemigos del gobierno, a pesar deque el programa que estaba guiando la revolución era, pues, similaral programa que venía predicando el APRA hace un montón deaños. Pero el hecho de que había gente que nunca habían ofrecidoalgo y pusieron a funcionar la maquinaria del gobierno, en beneficiodel pueblo para realizar estas transformaciones, automáticamenteles colocó en la banda opuesta. Entonces, había que echar a poneren marcha la maquinaria de las transformaciones. Y la maquinariase hace caminar en dos formas: mediante dispositivos legales quedisponen los cambios, y mediante los grupos de gentes que,convencidos de la necesidad de estos cambios, los trata deintroducir dentro de los grupos sociales para que sean fácilmenteaceptados. Porque se trata de romper un sistema, un modusvivendi. Y lo que menos le gusta al ser humano es eso. Por esoviene el dicho «Más vale malo conocido que bueno por conocer».Así es, pues, que hay que hablar con la gente, conducirles,

39 Entrevista con el general Graham, 22 de mayo de 1986.

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conversar, explicar. Esto era la parte que nos faltaba a nosotros.Por eso dicen los políticos: «Las revoluciones se hacen por debajo».Cambiar a una sociedad no es lo mismo que lavar y planchar unasmedias viejas. Hay que planificar cómo se pliega gente a larevolución, grupos mixtos. Hacer cambios es dar origen a lasfuerzas de oposición. ¿Y cómo organizar a los simpatizantes? Noteníamos un partido. Teníamos un diálogo interno: de crear unpartido o no. ¿Cómo formar, pues, un partido? No éramos, pues,un organismo político. ¿Cómo, entonces, cómo organizar, cómomovilizar a las masas sin crear un partido? Se creó el organismopara movilizar y organizar las masas, que fue SINAMOS.

La fundación de SINAMOS significó el nacimiento de una organización quesería tan particular como controvertida. SINAMOS fue constituidoformalmente en 1971,40 tras largos meses de preparativos y discusionespreliminares. Los proyectos se habían iniciado en el COAP, en un grupode trabajo dirigido por Rodríguez Figueroa al que se unieron pocodespués Otoniel Velasco y Carlos Delgado, por parte el INP. En unprincipio, existían tres alternativas: la constitución de una alianza conlos partidos existentes, la creación de un partido nuevo o la formaciónde un aparato tecnocrático con funciones políticas. Considerando laanimadversión de Velasco por los partidos existentes, y en vistas delestilo de implementación de las reformas por decreto y «desde arriba»,se optó por la tercera alternativa. La primera estaba excluida: de losmiembros del Consejo de Ministros, Tantaleán fue el único en abogar,una sola vez, por una reorientación hacia el APRA, y Velasco le dejó bienclaro que no estaba interesado en absoluto en esa posibilidad. Para laformación de un partido propio no había gran entusiasmo en esosmomentos. Velasco asociaba la idea de partido con una organizaciónpersonalista, al estilo del partido de Odría, y en el Consejo de Ministrosinsistió reiteradamente en los efectos negativos y corruptores de esesistema. Sin embargo, los miembros del equipo de Velasco reclamaronrepetidas veces la creación de un «partido de la revolución», pero había

40 Los datos concretos en esta sección se basan en las siguientes fuentes, salvoindicación de lo contrario: Béjar (1976, 1986), Delgado (1972, 1973, 1974a, 1974by 1974c), Franco (1979) y Guerra García (1930, 1983, 1986). La última publicaciónmencionada ofrece la información más completa. Delgado (1974b) publicó tambiénapuntes autobiográficos.

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otros ministros que temían una radicalización desmedida e incontrolablede la población.

La elección de una alternativa burocrática fue reforzada por el ingreso enlas discusiones de una decena de asesores civiles que se habían concentradoen torno a Delgado. Rodríguez Figueroa fue nombrado futuro jefe del nuevoórgano, y este propuso a Velasco designar a Delgado como viceministro.Delgado fue encargado de seleccionar a un grupo de colaboradorespróximos, que se retiró para celebrar durante algunos meses un cónclaveen el que se deliberó sobre los objetivos, la estructura, los métodos detrabajo y la organización de SINAMOS. Delgado, ex secretario de Haya de laTorre, se había alejado del APRA profundamente decepcionado. A sualrededor reunió a personas como Franco —proveniente del PC— y Béjar—ex guerrillero liberado de la prisión por Velasco—, que también habíanabandonado sus respectivos partidos por una gran frustración. Llosa,otro integrante del grupo, pertenecía a una corriente de propaganda de«socialismo libertario». Entre sus correligionarios se encontraba Cárdenas,que luego también se incorporó al grupo. Delgado reclutó a Guerra, amigode juventud y compañero de la Oficina de Planificación, y él llevó, a su vez,a Velarde y Jaworski, a quienes conocía de la DC, de donde, mientrastanto, ya habían dimitido. A través de Delgado llegaron otros ex adeptosde la DC. Guerra, quien había trabajado en la Facultad de Ciencias Socialesde la Pontificia Universidad Católica del Perú, le sugirió a Delgado el nombrede su antiguo compañero de trabajo, Vásquez. De esta facultad llegaronluego otros a unirse al grupo.41 La mayoría de ellos fueron viceministrosadjuntos de SINAMOS y trabajaban en Lima. Otros fueron encargados dedepartamentos regionales.42 El antropólogo y político populista brasileñoDarcy Ribeiro, proscrito por el gobierno militar de su país, fueposteriormente director del Departamento Científico de SINAMOS, aunqueno participó en las primeras discusiones. En estas discusiones:

41 Entrevistas con José Alvarado, 5 de mayo de 1986, y Francisco Guerra, 19 demayo de 1986.42 Los siguientes fueron nombrados en el cargo de director general (viceministro)adjunto: Helan Jaworski, Francisco Guerra, José Luis Alvarado, Diego Robles, GerardoCárdenas, Héctor Béjar, José Adolph, Willy Bezold, Mario Vásquez, Hugo Neira yJaime Llosa. Para los departamentos regionales se designó a Federico Velarde (Lima),Óscar Balbuena (Áncash) y José Alvarado (Áncash, Lambayeque). Este último eradirector general adjunto cuando SINAMOS fue disuelto en 1978.

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Se creó algo nuevo. Participación activa de la población en vez detutelaje político por los viejos partidos de siempre. Creatividad,en vez de cosas forzadas. Teníamos que dejar a un lado, así nosquedó claro, el camino viejo de los partidos políticos. La reformaagraria era una invitación a participar por medio de nuevas formasasociativas. La cogestión, la autogestión era lo que importaba,más que los votos comprados por un politiquero, una vez en tantosaños. Las reformas en la industria, en el comercio, en las empresaspúblicas exigían una canalización activa de la población, susexpresiones creativas de solidaridad que superarían cualquieregoísmo individual y de grupo.43

En virtud de su ley orgánica,44 SINAMOS fue encargado de «impulsar laparticipación consciente y activa de la población nacional en las tareasque requiere el desarrollo económico y social». Los objetivos fuerondescritos más específicamente en «la formación, orientación yorganización de la población nacional», «promoción de las fuerzascreativas de la población», «fomento de la organización de la poblaciónen unidades dinámicas [...] de índole comunal, cooperativa y otras»,«promoción del diálogo entre el gobierno y la población nacional paraorientar la participación consciente del pueblo hacia sus decisionesbásicas, en función de su propia realidad e intereses y objetivoscomunes». Otros artículos determinaban para el rol de SINAMOS la«coordinación de la movilización social» a nivel nacional, regional y local,la «coordinación sistemática de actividades y servicios entre el gobiernoy la población» y la «contribución a una mejor prestación de serviciosdel aparato estatal, con un cambio de actitudes y comportamiento delos funcionarios públicos». Era una ley que aludía a la «mística» y a la«identificación con los intereses y aspiraciones del pueblo».

En poco tiempo, SINAMOS se convirtió en un poderoso organismo capazde desplegar a un gran número de personal, vehículos y materiales deayuda en las provincias, que contaba con la confianza del presidente,

43 En diciembre de 1977, conversé durante una semana con Jaime Llosa, ex directorgeneral adjunto de la propiedad social, sobre su participación en SINAMOS y laautogestión.44 Decreto Ley 18896, del 2 de julio de 1971. Las citas fueron extraídas de losartículos 1, 2 y 5.

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especialmente en los primeros años. En muchos casos, podía actuarcon mayor rapidez y eficacia que las burocracias regionales de losministerios sectoriales: los directores regionales podían nombrar ydespedir personas a voluntad. La plantilla de SINAMOS se formó desde dossegmentos. Unos 5 mil colaboradores habían sido «heredados» de ochoorganizaciones absorbidas por SINAMOS: eran cuatro oficinas nacionales—la Oficina Nacional para los Pueblos Jóvenes (tomada una semanadespués del golpe de 1968 por el gobierno,45 con participación de De laFlor, monseñor Bambarén, el obispo auxiliar de Lima, Vidal, otrosfuncionarios estatales y unos tres dirigentes de barriadas), la OficinaNacional de Cooperativas, la Oficina Nacional de Comunidades Campesinasy el Fondo Nacional para el Desarrollo Regional— y cuatro direccionesdepartamentales —la Dirección General de Asuntos Comunales, laDirección de Organizaciones Campesinas, la Dirección de ComunidadesCampesinas y la Dirección de Formación de la Reforma Agraria— quehabían sido transferidas con personal y fondos a SINAMOS. Entre 2 mil y 3mil miembros nuevos fueron reclutados directamente46 mediante lacooptación, no solo en función de sus aptitudes técnicas sino tambiénpor su entusiasmo y el compromiso con el programa de reformas. Aligual que los miembros del COAP y la cúpula del INP, y más tarde los delCONAPS-SINADEPS en el apogeo de la autogestión, los integrantes de SINAMOS

se consideraban a sí mismos como una tropa escogida, una banda deGedeón, una selecta cuadrilla de elegidos para ejecutar la revolución.En esa época, se hablaba de la «mística de la revolución» y la «entrega»que ella exigía,47 de la «identificación completa con la revolución»48 y la«abstinencia» que ella implicaba.49 El mismo vocabulario se hizo partedel trato informal dentro de SINAMOS:

Nadie pensaba en horario de oficina. Una semana tenía siete díaslaborales, cada cual de doce a quince horas, eso era lo normal.50

45 Entrevista de Stepan con el monseñor Bambarén el 12 de noviembre de 1972(1978: 162 y ss). Cinco de los nueve miembros de este Consejo Nacional proveníande la organización de Bambarén. Estos datos fueron luego corregidos por el generalde división del EP (r) Miguel Ángel de la Flor (entrevista del 3 de febrero de 1991).46 Entrevista con Francisco Guerra, 13 de mayo de 1986.47 Entrevista con el general Graham, 22 de mayo de 1986.48 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.49 Serie de entrevistas con Jaime Llosa, diciembre de 1977.50 Entrevista con Francisco Guerra, 19 de mayo de 1986.

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Se nos rompió un conjunto de barreras mentales y psicológicas.Yo, por ejemplo, comencé a involucrarme en un trabajo políticoen SINAMOS. Abandonar, pensamos nosotros después de discusionesde meses, la carrera política normal. Abandonar, definitivamente,trabajar en partidos. El proyecto de SINAMOS trascendía el proyectode partidos. Comprendíamos que el partido político no era elvehículo más adecuado [...]. Que tuviera la vocación decomprometerse con la sociedad peruana, las clases populares, consu participación política en la escena nacional. Esa fue la granidea del compromiso de SINAMOS. Con la misma dedicación ydisciplina política trabajamos en SINAMOS para reagrupar los sectoresatomizados hacia una sociedad homogénea: apoyar a loscampesinos para realizarse, profundizar el camino a los obreros ya los empleados y a los jóvenes, las mujeres, los pobladores de lospueblos jóvenes. Nos faltaba tiempo, siempre nos faltaba tiempo.Quienes escogíamos en Áncash eran personas con compromiso,gente con idea de la importancia de su tarea, que sabía trabajarde manera intensa, no burocrática. Comenzamos a comprometera la gente uno a uno. No nos interesaba la tendencia política, sí sudisposición a trabajar, su entrega personal al proceso nacional, elgrado de compromiso a través de sus tareas, su identificacióncon la Revolución. Capacidad técnica, disposición personal yapertura sociopolítica deberían coincidir. Llegamos a reclutar a250-300 personas en la región de Áncash. Pudimos contratar ydespedir al personal según nuestro criterio. Podíamos decir:«Hasta allí, señores». Sabíamos lo que era el poder nuestro. Perotambién que corríamos contra el tiempo. Que estábamos armandoy consolidando organizaciones de masas. Sabíamos, además, queestábamos armando una institución que, si queríamos, tuvieraéxito, y cuando hubiera éxito, tenía que desaparecer. Siempreteníamos que guardar perfil bajo, dar flores a los demás. Exigíauna madurez política. Nuestro espíritu era de un militante, unamilitancia de un partido político. Pero a la vez SINAMOS era unmonstruo con dos cabezas. Muchos promotores y funcionariosde SINAMOS utilizaron su puesto, el puesto de burócrata, de labúsqueda de poder, trataron de enriquecerse. Sobre todo por laherencia de las ocho organizaciones transferidas a SINAMOS: un lastrepesado. Se heredó miles de funcionarios de los organismospreexistentes. Era un obstáculo, desde el comienzo hasta el final.

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Pero la mayoría de la gente nueva tenía el espíritu de servicio,trabajaba con mística, casi con fanatismo religioso.51

Durante su existencia, SINAMOS nunca recibió el calificativo de «neutral».Si la derecha lo veía como una partida de comunistas, la izquierda lollegó a considerar una organización «criptofascista» y «manipuladora».Esta asombrosa cabeza de Jano se puede comprender con mayor claridada través de entrevistas con personas que, primero siendo estudiantes yluego como amigos personales de Delgado, estuvieron allí varios añossin haber pertenecido formalmente a la plantilla:

Carlos Delgado era, por supuesto, un personaje muy controversial.Comenzó a escribir su autobiografía para la generación siguiente:ellos le apreciarían o le darían la razón. Fuera de SINAMOS eraconsiderado como fascista o comunista, depende de quién. Algunosde los militares le desconfiaron por su militancia aprista anterior.Otros le perdonaron su pasado aprista, siendo secretario privadode Haya de la Torre a los 18 años. Ahora escribía los discursos deVelasco. Había sido profesor en San Marcos y dejó entrarestudiantes de ideas maoístas. Alrededor de él se formó un equipoque, de medio burlón, medio irónico, se llamaba La Aplanadora:atacando a uno, lo defendieron todos los demás. Pero es ciertoque atrajo a gente de la izquierda: Héctor Béjar, ex guerrillero delFrente de Liberación Nacional; Carlitos Franco, del PartidoComunista. Ellos formaron el núcleo de SINAMOS, unas diez, quincepersonas. Eran los in-con-di-cio-na-les. La Aplanadora le fueincondicional y él la manejaba. Él tenía la idea de hacer unaorganización que es partido sin ser partido y que es SINAMOS. Debajodel núcleo, de la cúpula de La Aplanadora, había la gente de segundacategoría; poetas, periodistas, dibujantes, un montón. ¡Cuántode la izquierda estaba en SINAMOS! Casi todos los principalespromotores son de izquierda. Casi toda la gente entre Carlos, LaAplanadora y la gente más abajo, era de la izquierda. Ellos viajabanpor provincias, promovían los grandes encuentros campesinos[…]. Carlín, el famoso dibujante. El arquitecto Carlos Tovar. Eranquienes preparaban los grandes letreros para los mítines. Vinogente de INIDE a través de Raúl Vargas, que preparaba bien boletines,

51 Entrevista con José Alvarado, 14 de junio de 1986.

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volantes, convocatorias a mítines. Tenías al cineasta FedericoGarcía, poetas, pintores, dibujantes, escritores, lingüistas. Muchaspersonas que ahora militan en la Izquierda Unida aprendieron enSINAMOS. Yo conozco, por ejemplo, cómo preparan la llegada deVelasco a Pucallpa. Magistral, impecable. Primero Tovar ylingüistas para recoger antes el habla popular antes que llegue elpresidente y sepa hablar como la gente habla. Van a ver los rostrosde las mujeres, los niños en Pucallpa, para después dejarles enafiches. Llevaron un avión especial fletado, dos semanas estuvieroncaminando por las calles, recogiendo palabras, para ver creenciasde los indígenas, sus símbolos, sus magias. Por eso le hicieronsobrevolar en un helicóptero, y la masa estaba impresionada. EnSINAMOS había dinero, tenían carta abierta: «Necesitamos 20 metrosde tela». Ahí está. «Un equipo de gente para las cámaras». Tenga.«¿Un avión?». Acá está, ándense hoy día. Mucha gente de laizquierda que participaba en las campañas de 1980, 1983 y 1985fueron así formados. Cuando eran más jóvenes, trabajaban en laoficina de Carlos Delgado. Tienen todas las garantías y libertadesque quieran. «¿Que necesitas? ¿Esto? Acá está. Duplica el pago».Sin ninguna duda, tanto Sala Orosco como Leonidas [RodríguezFigueroa] duplicaron el pago en caso de necesidad. Dijo Carlos:«Sé que son de la izquierda, pero son los mejores. Si nos quiereno no, a mí no me importa, pueden expresarse aquí y les doy buenossalarios».52

El aspecto manipulador de SINAMOS se podía percibir a simple vista. El 30de abril de 1975, en los últimos meses del período de Velasco, se designóa una comisión de reorganización de SINAMOS con Sala como presidente yDelgado en función de secretario ejecutivo. Se necesitaría un «estudiode evaluación integral» para guiar la reorganización:

Carlos se había enterado que necesitaba plata y me pidió si queríaparticipar en la evaluación. Le dije que sí. Por desgracia, hay unhombre que se estrella contra mi carro. Me condenaron y teníaque pagar unos 50 mil soles. Ganaba 12 mil al mes en San Marcos.Era mayo de 1975. En unos tres meses, se tenía que hacer elanálisis de todas las oficinas zonales de SINAMOS. Pusieron un Gómez

52 Entrevista con Wilma Derpich, 29 de mayo de 1986.

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de la Torre como jefe del estudio, quien era un demócrata-cristiano,tipo muy apagado, economista del Banco Central de Reserva. Élhizo una matriz de insumo-producto de todas las actividades deSINAMOS: obras y fondos, nunca nos llegaron a entender. Yo tenía queresumir los informes que habían producido durante estos años enlas zonales. Comencé a leer, entonces, los informes, para hacermemis propias ideas. Pero era tanta la indignación, que no tuve lafrialdad suficiente para ponerlo en un documento antropológico.Se presentaron todas las acciones de los diferentes sectores. Quéhabía hecho tal y cual funcionario de todos los ministerios. Lo quemás me impactó era la «información social». Empezaba por ladescripción de la situación, las características básicas de la zona,la población, datos monográficos, cierto intento de estratificación.Es como si tuviera que repetir mis exámenes en San Marcos, deSociología. Lo que era más tajante: las organizaciones existentes,la oposición, y los activistas de los partidos decían en los informes:«En este barrio hay tres activistas del MIR, dos de VanguardiaRevolucionaria». Parecía que estabas trabajando en una comisaría yleyendo informes policiales. Estaba trabajando en San Marcos y measombró el conocimiento detallado de los partidos presentes en launiversidad, los miristas... Letts y gente relacionada a Letts... Quiénhabía colaborado en las tomas de tierras, quiénes eran los dirigentes,quién era miembro del CCP, de la CNA. Avelino Mar, el presidente dela CNA, era mencionado. Que iba a formar una ConfederaciónIndependiente de Campesinos del Sur, los contactos con HugoBlanco [...]. Parecía una policial.53

SINAMOS tenía la facultad de reconocer o disolver cooperativas, lo que leotorgó un enorme poder sobre las organizaciones de base. Contribuyóa la creación de organizaciones campesinas e influyó en gran medida enla formación de la Confederación Nacional Agraria (CNA) queexperimentaría un explosivo crecimiento entre 1973 y 1975, yalcanzaría sus máximas dimensiones en julio de 1977, con 2 milcomunidades campesinas —500 mil campesinos— asociadas, 500cooperativas con 65 mil socios, 30 macrocooperativas (SAIS) con 15mil socios, 160 asociaciones campesinas representando 4.500 sindicatos

53 Entrevista con Carlos Arriola, 10 de julio de 1986.

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locales autónomos y un total de 675 mil miembros.54 A proposición deSINAMOS se podía intervenir en la administración de las cooperativasagrarias. SINAMOS asistía en la creación de «comunidades laborales» en laindustria, el comercio, la minería y la pesquería, y entró en conflictocon las organizaciones sindicales existentes (Alberti y otros 1977: 197y ss.). Cuando el gobierno decidió formar «organizaciones paralelas»,empleó al personal de SINAMOS, por lo que esta organización despertó elrecelo de todas las centrales sindicales y organizaciones no cooptadas,que temían ser asimiladas. Lo que causaba mayor temor era la amalgamade funciones entre civiles y militares.

El original del proyecto de ley para la creación de SINAMOS fue elaboradopor el grupo de Delgado, aunque algunos elementos de la estructuraorganizativa fueron modificados durante las discusiones en el Consejode Ministros. Por ejemplo, se decidió que la función de director de lasoficinas regionales recaería en los comandantes militares de las regionesen cuestión, y se crearon dos regiones adicionales —Tacna, en la fronteracon Chile, y Lima, región X para los Pueblos jóvenes— que tuvieronigualmente en su jefatura a un general. También se empleó a militaresen algunas oficinas locales, como la de Chimbote, donde se concentrabael sector pesquero con un masivo contingente de trabajadores. Poco apoco, otros militares provenientes de los servicios de inteligencia fueronengrosando las filas de SINAMOS.

Al crearse las organizaciones paralelas, los miembros del gabineteempezaron a solicitar los servicios de funcionarios para tareasextraordinarias y, discreta pero firmemente, se los fue alejando de laautoridad de Lima o las oficinas regionales.55 Las injerencias externasfueron escasas en tanto estuvo Rodríguez Figueroa como ministro. Susucesor, Zavaleta, que asumió la dirección en 1974, mantuvo una actitudmucho más amistosa con el grupo de ministros embarcados en lafundación de sus «propias» organizaciones, y comenzó a despedir apersonas. La mayoría de los integrantes del grupo de Delgadopresentaron su dimisión a Velasco; en un primer momento, él supo

54 Datos en Matos Mar y Mejía (1980: 326-327). Cifras redondeadas.55 José Alvarado —entrevistas del 14 de junio y el 16 de diciembre de 1986— yFrancisco Guerra —entrevistas del 13 y el 19 de mayo de 1986). Véase tambiénBéjar (1976: 67 y ss.).

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convencerlos de que no era deseable que dimitieran, pero en segundainstancia, aceptó la renuncia. Algunos de ellos recibieron cargos en ladirección o en la redacción en los periódicos, cuando se puso en prácticala reforma de los medios de comunicación; otros se quedaron esperandoque vinieran tiempos mejores. En 1975, Velasco confió la dirección deSINAMOS en su amigo Sala, entre tanto militar retirado. Después de subiral poder, Morales Bermúdez designó en la conducción de este ministerioa un exponente del ala derechista de la Fuerza Armada, Cisneros, queeliminó a los últimos «comunistas e infiltrados». La organización fuedisuelta en 1978.

c) Las organizaciones paralelas. c) Las organizaciones paralelas. c) Las organizaciones paralelas. c) Las organizaciones paralelas. c) Las organizaciones paralelas. La reforma agraria y los cambiosen la estructura de la propiedad en la industria, la minería, la pesqueríay el sector de energía y transportes tuvieron, igualmente, consecuenciasen otro terreno: la dirección y administración de las organizacionesproductivas. Si hubiera que agrupar bajo un común denominador elconjunto de cambios en la esfera de las cooperativas agrarias, lascomunidades campesinas, las comunidades laborales en el sector privadoy dentro de las empresas estatales, el término «comunalización forzada»sería el que más se aproximaría a este proceso.

Al redactar la ley de reforma agraria, la comisión del COAP dejó el espacionecesario para el fortalecimiento de las propiedades comunales rurales.56

Esto concordaba completamente con las ideas sobre el patrimonio culturalde los incas, pregonadas reiteradamente en la Revista Militar del Perú enla década del sesenta. A través de la adjudicación a cooperativas ycomunidades campesinas de tierras expropiadas, surgió un «sectorasociativo» agrícola compuesto por las cooperativas agrarias deproducción, las propiedades comunales indígenas reivindicadas y lasSociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS),57 una compleja forma deadministración en la cual se integraron diversos sistemas cooperativos ycomunales. El Ministerio de Agricultura, el servicio ejecutivo de la reformaagraria y SINAMOS unieron sus esfuerzos en la formación de estas empresasy la organización de la población campesina en confederaciones, ligas y la

56 Entrevista con el general Rodríguez Figueroa, 27 de agosto de 1987.57 En total se crearon 59 SAIS entre 1970 y 1980. Estas 59 empresas recibieron 38por ciento de las tierras expropiadas; 20 por ciento de los que aprovecharon losbeneficios de la reforma agraria se asociaron a una SAIS (Cárdenas 1983: 286-289).

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CNA. SINAMOS solo entró en conflicto con los funcionarios de Agriculturacuando decidió crear también «confederaciones de campesinos sin tierra»:58

SINAMOS, que creó una concientización política, iba a ser unaconcientización multisectorial. Cuando se metieron en el sector agrariopara concientizar el campesinado, se encontraron con los funcionariosde la Reforma Agraria, técnicos que dijeron: «¡Hasta ahí, señores!».Había estos choques. Sobre todo cuando SINAMOS comenzó a formarfederaciones de agricultores, inclusive agricultores sin tierra. Creóuna confusión. ¿Qué hacíamos? Ellos pedían tierras, pero no habíatierras para darles. El Perú tiene muy pocas tierras, llega a dos décimasde hectárea por habitante. El crecimiento de la frontera agrícola nocubre el crecimiento poblacional de tres por ciento que tenemos. Nopodíamos tener federaciones de gentes sin tierra. Hicimos la ReformaAgraria más grande de América Latina, hicimos gigantescas obras derepresas, de irrigación, en Piura, en Majes iniciamos, para Olmos sefirmó un convenio con los rusos. Pero no para regalar tierras acualquiera, este no es un país superagrícola. Hasta el propio artículo1 de la ley de Reforma Agraria decía que la agricultura iba a favorecera la industria. El movimiento de campesinos sin tierra nos trajodificultades.

En la costa septentrional al norte de Lima, y principalmente en la regiónandina meridional, en Andahuaylas, se produjeron ocupacionesespontáneas de tierras que pusieron en un compromiso a SINAMOS y laCNA, y contribuyeron a un nuevo crecimiento de la CCP, la confederacióncampesina independiente que había perdido influencia a partir de 1968.La mayoría de los asesores de la CCP eran miembros de agrupacionesneomarxistas, que conquistarían un considerable control sobresindicatos locales y confederaciones agrícolas, mineras y luegoindustriales en los últimos dos años de Velasco y especialmente duranteel gobierno de Morales Bermúdez. Funcionarios y ex funcionarios deSINAMOS se convirtieron en asesores de la CNA.

En el sector industrial, los cambios en la propiedad se realizaron pordos vías: a través de nacionalizaciones de propiedades extranjeras, quemotivaron el surgimiento de un sector estatal en acelerado crecimiento,

58 Entrevista con el general Valdez Angulo, 8 de agosto de 1986.

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y mediante un sistema de venta y traspaso gradual de acciones en elsector nacional privado. Con motivo de las reformas industriales, Graham59

elaboró en el COAP la idea de «comunidades industriales», por la cual losobreros de las empresas comprarían acciones en forma colectiva e iríanaumentando su participación en la administración a medida que aumentabael número de acciones en su poder. Tras discusiones entre el COAP, elMinisterio de Industria y el sector privado,60 en las que se elevó de 25 a33 el porcentaje de copropiedad, se estableció 50 por ciento como límitemáximo en el texto final de la ley; la propuesta más radical favorecía 100por ciento de propiedad colectiva. Las «comunidades industriales», basadasen la adquisición gradual de acciones y cogestión, tuvieron su contraparteen el sector estatal recién formado. En las empresas mineras, pesquerasy comerciales del Estado, las propiedades permanecerían íntegramenteen manos del Estado, pero los trabajadores recibieron el derecho colectivode obtener determinado porcentaje de puestos en la dirección. Losministerios de Industria, de Minería y de Pesquería se encontraron prontocon un sistema de «comunidades laborales» en cada uno de estos sectores.La relación entre estas «comunidades» —a través de las cuales lostrabajadores se convertían finalmente en copropietarios y codirectoresde las empresas— y los sindicatos, que defendían los intereses de lostrabajadores, no era del todo clara. SINAMOS se concentró principalmenteen la creación de comunidades laborales en el sector industrial. EntreSINAMOS y el Ministerio de Industria surgió una divergencia de opinión sobreel grado de autonomía deseado para la Confederación Nacional deComunidades Industriales (CONACI), el órgano máximo de estascomunidades. Las centrales sindicales como la CGTP y la CNT, a pesar desu lealtad al gobierno, emitieron voces que no concordaban con las quese esperaba oír en los diversos ministerios sectoriales, SINAMOS y elMinisterio de Trabajo. El sector magisterial, que no había participado enlas discusiones de la comisión preparativa, acogió con desagrado el anunciode la reforma educativa. En 1971 se creó el Sindicato Unitario deTrabajadores de la Educación del Perú (SUTEP), que no tardó en caer bajo

59 Entrevista con el general Graham, 4 de junio de 1986. El grupo de trabajo en elCOAP estaba dirigido por el capitán de navío Masías. De Rivera Lucero redactó eltexto de ley.60 La Sociedad Nacional de Industrias (SNI). La Sociedad Nacional Agraria (SNA) fuedisuelta en mayo de 1972. Su patrimonio, consistente primordialmente en bienesinmuebles, fue transferido a la CNA.

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la influencia de agrupaciones maoístas. Opositores de la derecha y laizquierda se unieron en las acciones de protesta contra las reformaseducativas. El SUTEP, controlado por grupos de orientación maoísta y enmenor grado por el APRA, puso en aprietos al gobierno con una serie dehuelgas, en tanto que la Organización de Padres de Familia, apoyada porel ala conservadora del Episcopado, seguía censurando el ateísmo de lasreformas y la decadencia moral.

Los ministros de Industria, Pesquería, Trabajo, Educación e Interiorencontraron un punto de interés común: deshacerse de lasorganizaciones sectoriales autónomas y reemplazarlas por institucionesparalelas cooptadas. A través del Ministerio del Interior, cuyo ministro,Richter, no vacilaba en poner a oficiales de Policía y detectives como«asesores legales», también se agregó la creación de nuevasorganizaciones como el Servicio de Inteligencia, que reclutó aparte delpersonal de SINAMOS. Esta tarea se vio facilitada cuando RodríguezFigueroa recibió la comandancia de la Segunda Región Militar (Lima), yZavaleta lo sucedió en el cargo. Al asumir la dirección del Servicio deInteligencia al año siguiente, Zavaleta fue sucedido en SINAMOS por Sala,ex ministro de Trabajo. Durante una conferencia organizada por elMinisterio de Pesquería y SINAMOS en mayo de 1972, poco después de lacreación y el reconocimiento oficial de la CNA, se anunció la creacióndel Movimiento Laboral Revolucionario (MLR).61 Rodríguez Figueroa,ministro de SINAMOS, proclamó: «Nuestro total apoyo para que seconvierta en un movimiento nacional». Dos meses después, el ministrode Industria y el de SINAMOS inauguraron el primer congreso de la CONACI.En esta oportunidad, Graham se refirió a «las propiedades comunitariasen las que estará representado el cooperativismo». A fines de ese año,durante su segundo congreso nacional, la CGTP acusó a SINAMOS deinfiltración en los sindicatos. Se expresó preocupación por la creaciónde una nueva confederación cooptada que desplazaría a la CGTP, la CNT yla CTP a la ilegalidad. A mediados de diciembre del mismo año,trabajadores progubernamentales organizaron un congreso en el quesurgió una nueva central, la Central de Trabajadores de la RevoluciónPeruana (CTRP). Entre los oradores se encontraban Sala (Trabajo),Rodríguez Figueroa (SINAMOS) y Graham (COAP). El Ministerio de Trabajo

61 La información y los datos concretos fueron verificados por medio de la CronologíaPolítica 1968-1980 (1974-1982).

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reconoció esta central con sorprendente celeridad antes de queterminara el año.

En junio de 1973, el SUTEP organizó una serie de marchas de protesta.Unos meses antes, este sindicato magisterial había ganado más de 60por ciento de los votos en las elecciones para el fondo nacional dejubilación para personal docente. De nada sirvieron las declaraciones afin de año de que «el SUTEP no existe» y la consiguiente detención delos miembros directivos. El Consejo de Ministros optó, también en estecaso, por la creación de una organización paralela de educadores lealesal gobierno, y durante la fundación del Sindicato de Educadores de laRevolución Peruana (SERP), en marzo de 1974, actuaron como oradoresoficiales Graham, Jiménez de Lucio (Industria), Richter (Interior) y CarpioBecerra (Educación). Durante una conferencia de prensa ese mismo año,Richter prometió al SERP el apoyo financiero del Estado.

La CONACI resultó menos manejable de lo que se esperaba. En abril seprodujo una escisión entre el sector opositor de CONACI y una ramaprogubernamental. Poco después, esta CONACI «legítima» —llamada CR-CONACI— recibió su propio local. Zavaleta (SINAMOS), Richter y Jiménezasistieron a la inauguración. Durante todo el año 1974, se intentó envano que una «comisión para la unificación de CONACI» llegara a uncompromiso.

Las personas que participaron en la creación de estas organizacionesparalelas han desmentido siempre toda vinculación con la fundación delMLR, el SERP, la CTRP o la escisión de CONACI,62 o restaron importancia alrol desempeñado. Sin embargo, no pueden haber actuado sino con laaprobación de Velasco. La fundación de la CTRP y la del SERP figuraroncomo puntos de la agenda del Consejo de Ministros. El propio Velascofue proclamado «el primer trabajador de la Revolución Peruana», el 1 demayo de 1975, durante una conferencia de prensa organizada por laCNA, la CTRP y las dos CONACI. El MLR no estaba presente, pero Salahabía declarado dos semanas atrás el apoyo incondicional del gobierno

62 Tantaleán afirma no haber tenido ninguna relación con el MLR u otras organizacionescooptadas (Tantaleán 1978: 171 y siguientes; entrevistas en Tello 1983, t. II: 140 ysiguientes; entrevista del autor, 14 de mayo de 1986; En las entrevistas con elautor, Rodríguez Figueroa y Graham también se distanciaron de estas.

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a esta organización. Una última prueba del amplio respaldo oficial aestas organizaciones paralelas cooptadas la constituye un documentoelaborado a principios de 1976 por algunos ex ministros y ex asesoresde Velasco tras la caída de este.63 En la sección titulada «Lasorganizaciones del proceso» se lee:

CNA: La más importante. Típicamente agraria, preconiza el pagode la deuda agraria y la propiedad colectiva de la tierra. Cuentacon rentas propias, lo cual le permite independencia frente algobierno, la que administra con mucha cautela.CTRP: Creada por el gobierno en un intento de neutralizar a lasotras centrales. Nace mal, al escogerse líderes desprestigiados yrentados. Hay un intento de independencia comandado por lacentral de Lima. Logrado el cambio de la antigua cúpula sindical,sin embargo, la nueva es manejada por SINAMOS, quien mantieneesa central económicamente. Su lema es el sindicalismoparticipacionista y gobiernan bases que carecen de independenciapor su falta de cotización.CONACI: Sus primeros pasos fueron independientes, con influenciadel PC, lo que motivó la intervención del Ministerio de Industria yTurismo, quien lo dividió en dos, la segunda claramente gobiernista,con fuerte apoyo económico del MIT. Por trabajo de este ministeriose ha vuelto a unir, pero aún mediatizada.SERP: Sindicato de Educadores de la Revolución Peruana. Creadopor el gobierno en un intento de neutralizar el SUTEP. Su ámbitoes puramente magisterial, con malos dirigentes iniciales. Se havuelto en acción favorable, pero tiene excesiva manipulación de laparte burocrática.JRP: Juventud Revolucionaria Peruana: organizada por SINAMOS, perodirigida hábilmente por el director del área juvenil Héctor Béjar. Hatenido posiciones críticas, mantiene control sobre la Universidadde Ica. No tiene representatividad en las otras universidades. Hansabido repeler agresiones físicas del APRA y mantener su vida delucha.

63 El contenido del documento fue grabado en una cinta magnetofónica por uno delos redactores, durante una entrevista con el autor.

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MLR: Movimiento Laboral Revolucionario. Organización que naceen el sector Pesquería, con el apoyo económico del ministroTantaleán. Su línea es la fuerza en la toma de los sindicatos. Sirvióun tiempo como el brazo armado de la Revolución, con accionesclaramente fascistas contra otros sindicatos e inclusive contraorganizaciones de pueblos jóvenes. Tuvo rechazo en lasorganizaciones sindicales. Aparentemente fue desbaratada a lacaída del ministro Tantaleán. Sin embargo, muchos de susdirigentes siguen como asesor del actual ministro de Pesquería yes muy probable que se vuelva a escuchar su grito de lucha«Hatari».

Es difícil estimar aún hoy cuál fue la contribución definitiva de estasorganizaciones. La CTRP (gobierno) limitó en buena medida el campode acción de la CGTP (partido comunista). El MLR prácticamente pusofin a la existencia de asociaciones sindicalistas autónomas en el sectorpesquero. La división de CONACI perjudicó al gobierno durante muchotiempo, y es muy posible que una organización autónoma y unida decomunidades laborales habría significado, a largo plazo, un apoyo másfirme al régimen y las reformas, al igual que la CNA, que eligió una posturaindependiente hasta el final.

Durante el período de Morales Bermúdez, la CONACI fue desmanteladacon relativa facilidad, a diferencia de la CNA, que el gobierno siguiótratando con gran prudencia años después, a pesar de ser definida comoopositora. El SERP contribuyó indudablemente a la radicalización delSUTEP. Miranda, ministro de Educación en 1975, concluye:64

El magisterio no aporta directamente al proceso productivo y porlo tanto alguien pensará que una huelga del sindicato nacional deprofesores no será de significado político. Al contrario. Lasactividades laborales quizás más sensibles en sociedades comolas nuestras son el transporte y el sector educativo. En Chile, lahuelga del transporte era casi decisiva para la caída de Allende. Yallí también, una huelga de transporte causó mucho impacto. Yeducación también, los padres no saben qué hacer con sus hijos,no van al colegio, el papá no puede ir a trabajar, la mamá tiene que

64 Entrevista con el general Miranda, 7 de junio de 1986.

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quedarse en casa. Son sectores que fácilmente cubren a la sociedaden su sentido horizontal. Son siempre bastiones políticos y lohan sido tradicionalmente. La oposición del SUTEP, sindicato quese dijo único en la educación, tenía entonces mucha importancia.Una huelga significaría que los niños quedarían en casa y, porconsecuencia, los padres. Además, los profesores de barrio siempregozan de la simpatía de los pobladores. Muy rápidamente, el SUTEPcomienza a lanzarse con actividades duras. ¿Y el SERP? Claro, segeneró una organización por nuestra parte, claro, de Educadoresde la Revolución Peruana. Con toda la organización sindical que secrea con gente que está actualmente en el gobierno, desafortu-nadamente la gente que se acerca no siempre es la mejor. ¿Porqué? Porque está muy ligada a la posibilidad de obtener beneficios.Y siempre se está en la duda. Es como el hombre o la mujer dedinero, que nunca se sabe si se enamora de él o de ella por amor opor la plata. No se sabe si esa gente se está acercando al gobiernode buena fe o porque quiere un puesto mejor. Y muchas veces senota que lo hicieron por la razón de que le dieran un mejor sitio.Cuando llegué al ministerio, se había formado el SERP, inclusohabía llegado a tener cierta fuerza, por intermedio del Ministeriodel Interior, Trabajo y Educación. De alguna manera, sirvió de algúncontrapeso contra el APRA y la izquierda, que en este momentodominaba el SUTEP. De balance: en el SERP seguro que había gentede buena fe, que sentía algo, pero también había otros que habíanestado en diferentes tiendas y que se aprovechaban de nosotros.

d) La imaginación al poderd) La imaginación al poderd) La imaginación al poderd) La imaginación al poderd) La imaginación al poder..... La ambigüedad producida por el controly la dirección de la población a través de organizaciones especialesimpuestas desde arriba, junto a la anexión de grupos de la población —hasta ese momento marginados— en instituciones con ciertaautonomía, se refleja, asimismo, en un plan de reforma llevado a cabo afines del período de Velasco. Esta última reforma, no incluida en el PlanInca y desarrollada paulatinamente en el COAP desde 1972, debía haberseconvertido en la más amplia y la más radical. Todos los miembros delequipo de Velasco habían colaborado en la concepción de al menos unareforma en el seno del COAP y habían dirigido luego uno de los sectoresclaves en calidad de ministro. Meza Cuadra fue presidente del COAP,trazó los lineamientos para los ministerios sectoriales y, desde su cargode ministro de Transportes y Comunicaciones, estuvo estrechamente

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vinculado a las nacionalizaciones en ese sector. Meneses lo sucedió enel cargo. Después de su servicio en el COAP, Fernández Maldonadoparticipó como ministro de Energía y Minería en las importantesnacionalizaciones en ese sector y en el establecimiento de «comunidadeslaborales» en la minería. Rodríguez Figueroa fue nombrado ministro deSINAMOS después de presidir la comisión de reforma agraria en el COAP.Gallegos asumiría la cartera de Agricultura y Hoyos la de Alimentación.De la Flor sucedió a Mercado Jarrín en Relaciones Exteriores. Grahamhabía asumido la presidencia del COAP y ofreció la contribución de mayorpeso para la creación de la «comunidad industrial». La última reforma,la de la propiedad social y la autogestión, llevaba el sello de ValdésPalacios, vicepresidente del COAP, secretario del Consejo de Ministros yasesor jurídico de Velasco. La idea de la propiedad social ya había sidodiscutida en 1968, pero las reformas en el sector agrario y la formaciónde las comunidades laborales tuvieron prioridad. En octubre de 1968,Valdés encontró en el palacio presidencial una propuesta de ley sobreun sistema de «empresas comunitarias»65 que había estado circulandoentre la DC. Esta proponía un «tercer camino entre el capitalismo y elcomunismo» a través de la creación de empresas cuyos trabajadoresserían a la vez sus propietarios:66

Reunida en la misma persona la doble calidad de capitalista ytrabajador, la explotación de éste por aquél no es posible; la luchade clase desaparece, y el trabajo asume, por primera vez en lahistoria de la humanidad, su pleno señorío y entera dignidad. Heaquí el meollo de la revolución social cristiana.

También llegó a manos de Valdés el plan que Odría había encargado ensu época para introducir una forma limitada de autogestión en laindustria. Se había preparado una propuesta de ley por la cual serepartiría entre los trabajadores el 10 por ciento de los beneficios delas empresas industriales, que obtenían así una parte equivalente en laadministración de la empresa. El Consejo de Ministros de Odría rechazóla propuesta y esta fue a parar al archivo. Graham la utilizó luego aliniciar el proyecto de un sistema mucho más radical sobre participación

65 Para los datos concretos, me baso en Kruijt y Ugarteche (1979), Samson (1987) yen entrevistas con el general Valdés Palacios (29 de mayo y 4 de junio de 1986).66 Preámbulo de la propuesta de ley, citado en Kruijt y Ugarteche (1979: 38).

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en las acciones y cogestión por medio de las comunidades industriales.Durante las discusiones acerca de las comunidades laborales en el COAP,Valdés había desarrollado un esquema sobre tres posibles formas depropiedad no capitalista: la empresa comunitaria sugerida en la propuestade ley de la DC, el sistema yugoslavo de autogestión laboral que se estabaanalizando, y la propuesta de las comunidades laborales que estaba siendodiscutida en el COAP. Esta última interesaba particularmente a Velasco,porque significaría una alternativa peruana para una sociedad que no seríani capitalista ni comunista. No obstante, algunos miembros del COAP, yluego el INP y el Ministerio de Industria y Comercio, no la consideraron losuficientemente avanzada. Una auténtica democracia empresarial exigíacien por cien de propiedad colectiva, y en Europa ya se habían emprendidocon éxito experimentos de autogestión, en Yugoslavia y en España,notablemente bajo el régimen de Franco.

El COAP invitó también a asesores extranjeros. Vanek y Horvat dieronconferencias en 1971 y 1972. El equipo que SINAMOS estaba formandoorganizó, en 1972, una evaluación de las cooperativas costeras, lasgrandes empresas azucareras que habían sido confiadas a manos de lostrabajadores al principio de la reforma agraria. Llosa, presidente delgrupo de estudio, publicó un informe concluyendo que el «egoísmo degrupo» de los cooperativistas se manifestaba en la compra de bienes deconsumo individuales, y que apenas se volvían a invertir los beneficios.Las corporaciones azucareras seguirían siendo «economías insulares»con modestos resultados. Se necesitaba un cambio más sustancial en laestructura de la propiedad.

Por fin el general Velasco se dejó convencer de que la propiedad social,la autogestión, no tenía que ver nada con el comunismo. Por el contrario,que excluiría al comunismo. «Es el camino al humanismo, al socialismo,mi general». «De acuerdo, pero va a ser un socialismo con chullo, elsocialismo peruano».67

Valdés partió en viaje de estudios a Yugoslavia y España, y regresóimpresionado por los experimentos en Mondragón (España) y por larentabilidad de los grandes complejos industriales y agrícolas conautogestión en Yugoslavia. Velasco lo dispensó de sus demás tareas en

67 Entrevista con el general Valdés Palacios (4 de junio de 1986).

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el COAP para que se dedicara a formar una comisión que habría deredactar una propuesta de ley:68

Comencé a trabajar con Jaime Llosa, de SINAMOS; con Ángel de lasCasas, de Industrias; Pucho Yulfo; Carlos Otero, mi yerno; OtonielVelasco, del INP. Trabajamos en equipo constante. Pero cuando sesabía que habíamos formado una comisión para la propiedad social,comenzó la crítica. No podíamos lanzar la idea, sino graduarla.Teníamos la idea que esa reforma sería la reforma cumbre. Elprincipio era la propiedad colectiva, que todos participaran entodas las empresas. El trabajador que entraba en la empresa A,era también socio de la empresa B, C, etcétera. Así podíamosequilibrar las empresas buenas con las empresas malas y darlebastante flexibilidad a las cosas, que evidentemente en la propiedadsocial habría muchas empresas a fondo perdido, en que no seganaría nada, pero en el cual el trabajador no debería sufrir lasconsecuencias, porque era socio del sector en su conjunto: unagran cantidad de empresas, buenas y malas, unas con maduraciónlenta, otras con maduración rápida, pero el conjunto podríarepartir algo. Eso sería la acumulación social. Participación ydemocracia plena eran las palabras claves. Trabajamos en secreto,atribuimos capítulos de la ley a subcomisiones que tambiénabsorbía comentarios que llegaban, observaciones populares, lamayoría mandadas por gente sindical, pobladores de pueblosjóvenes, técnicos de la banca.

Y Llosa añade:69

Trabajamos con entusiasmo colectivo. Estábamos creando algonuevo. Quizás ahora por primera vez el trabajador peruano seríaliberado de sus cadenas. Él mismo podría escoger, administrar,sindicato y gerencia serían un conjunto. Trabajamos con fiebre,con mística, parte en secreto. Discutimos en comisión durantemeses sobre la nueva forma de propiedad: colectiva, sin embargoen parte individual, ¿o estatal? Eso último quisieron los técnicosde COFIDE [corporación de desarrollo dentro del sector de Economía

68 Entrevista con el general Valdés Palacios, 4 de junio de 1986.69 Serie de entrevistas con Jaime Llosa en diciembre de 1977.

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y Finanzas], que tenían guardado un stock de planes y proyectospara financiarlos con los fondos de la propiedad social. En losgrupos de trabajo se presentaron técnicos preocupados por elfinanciamiento. El entonces ministro de Economía y Finanzas,Morales Bermúdez, tomó la palabra en una de las primerassesiones y explicó que se trataba de una decisión histórica, unaopción política de índole superior, y que no deberían confundir lasideas con los argumentos técnicos. «La técnica tiene que darservicios a las ideas», dijo él. En la comisión se discutía sobremucho más: sobre el principio de la solidaridad, sobre el hombrenuevo y libre, sobre la nueva economía.

Se publicó una propuesta de ley que fue discutida en un amplio espectrosocial. Organizaciones de pobladores de barriadas y personal directivode centros de estudio enviaron comentarios, al igual que la CNA y lascomunidades industriales. ¿Se plegarían las cooperativas al nuevosistema de propiedad social? ¿Las empresas industriales o las compañíasmineras nacionalizadas? ¿La siderúrgica? En casi todos los ministeriossurgieron unidades de planificación para la propiedad social, comparablescon las oficinas sectoriales de planificación coordinadas con el INP.Propietarios de empresas industriales como Drassinower, granindustrial que había elogiado públicamente a Velasco, llegaron apreguntar si podían ceder sus empresas. Discretamente, se negociarongestiones sobre la transferencia de la cadena de supermercados Scala.A propuesta de Llosa, no solo se formularon artículos sobre laincorporación de cooperativas agrarias, sino también un reglamentopara la expropiación de cajas de ahorro, la creación de nuevos bancospopulares y el establecimiento de supermercados en los pueblos jóvenes,cuya propiedad sería compartida por todos los pobladores. El sectorpesquero presentó un proyecto para la construcción de un complejourbanístico, pesquero y portuario autogestionado, Samanco. A travésde SINAMOS se propuso el plan para la creación de un enorme complejoindustrial y comercial en Villa El Salvador, un barrio de invasores en elsur de Lima por el cual monseñor Bambarén y diversos ministros teníangran interés.

El proyecto daría cabida a la cifra nada despreciable de 20 mil puestosde trabajo. COFIDE lanzó un proyecto para la institución de una empresacolectiva de transportes, Lima Metropolitana, la cual, una vez creada,

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absorbió un porcentaje tan alto del presupuesto nacional destinado a lapropiedad social que puso en peligro las inversiones a favor de las demásempresas. Las empresas estatales CENTROMIN —la antigua transnacionalminera Cerro de Pasco— y la siderurgia SIDERPERU formularon por lo menostreinta proyectos nuevos cada una. Entre las ideas y proyectos recibidospor la comisión,70 se lanzaban a veces las sugerencias más insólitas: laapertura de un servicio aéreo para zepelines en la selva, la industrializaciónde piel de paloma para la manufactura del calzado, una fábrica de riñonesartificiales en una barriada, la construcción de una fábrica de ataúdes,etcétera. Las propuestas incluían, asimismo, la creación de una gigantescacooperativa productora de alimentos destinados al consumo de la capital,presentada por un grupo de cooperativas de los valles costeros en eldepartamento de Lima. El Ministerio de Agricultura, y luego también elde Alimentación y el del Interior, se opusieron a la formación de estasupercooperativa, ya que habría encarecido demasiado los precios de losalimentos, la modalidad empresarial era demasiado complicada y daríalugar a una transferencia descontrolada del poder a los campesinos.Finalmente, al cabo de largas discusiones en el Consejo de Ministros, el30 de abril de 1974 se promulgó la Ley de Propiedad Social:71

La ley que salió no fue la primera ley. Había una ley anterior quedecía cosas diferentes; abarcaba, por ejemplo, todas lascooperativas agrarias. Hubiera querido incluir también lasmutuales, las urbanizaciones nuevas. La lógica era incorporarlasen la propiedad social para darle más fuerza. Pero estábamosluchando contra muchas personas que se oponían, que noszapateaban por todas partes: empresarios, el sector privado. Elsector público exigió también modificaciones. Así se explican lastremendas barbaridades en la ley; por ejemplo, el hecho de que lapropiedad social funcione debajo de cinco ministros. Fue uncompromiso que yo resolví en el Consejo de Ministros. Estábamos

70 Cuando trabajaba con Ugarteche en un estudio sobre la propiedad social, entrediciembre de 1977 y enero de 1978, leímos unas 700 propuestas de proyectos, dela más variada calidad, en el archivo de CONAPS. Pásara (1975) fue el primero enseñalar la singular combinación de utopía y realidad contenida en el proyecto. Sellegó, incluso, a crear una nueva categoría de derecho, el «derecho social», junto albinomio corriente de «derecho privado» y «derecho público». La propiedad social sebasaría en el derecho social (véase, además, Ruiz Eldredge 1979: 179 y ss).71 Entrevista con el general Valdés Palacios, 4 de junio de 1986.

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en Consejo, aprobando las disposiciones, y de repente dijeron:«No puede ser. Son grandes partes de mi sector. No puede estar acargo de solo uno». Y comenzaba a discutirse las cosas, cada unoquisiera ser el ministro líder. Yo estaba defendiendo mi propia leyy además tenía que hacer las notas. Redacté un nuevo artículo y lepasé a Velasco y dije: «Mi general, propongo este artículo. Haycinco ministros, pero quien tiene que manejar las cosas es Trabajo».«Ya, ya, que salga». Había mucho de compromiso en los artículos,que fueron modificados en el Consejo.

Si bien se apresuraron a anunciar que la institución de una nueva formade propiedad resultaría en una «economía nacional pluralista en la cualla propiedad social sería hegemónica», el nuevo sector nació, sinembargo, bajo una estrella desfavorable. Faltaban fuentes importantesde financiación. El Consejo de Ministros declaró optativa la adhesión delas cooperativas y las SAIS, y prohibió la incorporación de empresasestatales. Velasco no aceptó que Valdés se retirara del COAP para asumirla presidencia de la CONAPS, la comisión coordinadora. Pensó primero enel monseñor Bambarén y luego en el industrial Drassinower, y se dejópersuadir por último en la elección de De las Casas, un tecnócrata delMinisterio de Industria y Comercio. De las Casas inició una extensacampaña propagandística por el país para conquistar el apoyo popular.

COFIDE, el banco de fomento que financiaría el proyecto de propiedadsocial, asignó la mayor parte de los fondos a su propia empresa detransportes. Ninguna de las grandes cooperativas agrarias se adhirió alplan. La autogestión fue esencialmente una actividad ideológica hastael fin del período de Velasco. Los ministros ensalzaban porfiadamentelos méritos de la nueva modalidad de propiedad como «la másrevolucionaria». Centrales sindicales como la CTRP y CGTP recalcaban«la profundización de la revolución» implementada por la propiedad social.Cuando Morales Bermúdez anunciara la «profundización del proceso»,inmediatamente después de la caída de Velasco, se comenzó a gestar, sibien por breve tiempo, la hegemonía de la autogestión de lostrabajadores. En las últimas páginas del siguiente capítulo se volverásobre este punto para mostrar la influencia que tuvo la radicalizacióninicial del programa de reformas en el giro a la derecha.

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CAPÍTULO 6CAPÍTULO 6CAPÍTULO 6CAPÍTULO 6CAPÍTULO 6

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A principios de 1975, todo parecía estar aún bajo control. Las reformasse habían ejecutado y los resultados eran visibles. Se había quebrantadoel poder de la oligarquía y la estructura de la propiedad había sufridouna profunda transformación. La reforma agraria estaba en plena marcha.Las grandes nacionalizaciones en los sectores minero, energético,pesquero y del transporte eran una realidad, y se preparaba laexpropiación de la compañía explotadora del hierro Marcona. Loscambios habían originado una economía «mixta» o «pluralista», con unpoderoso sector estatal; a su debido tiempo, el nuevo sector de propiedadsocial debería adquirir hegemonía dentro de ese sistema económico.Faltaba aún consolidar a las organizaciones de masa creadas por elgobierno, pero eso era solo una cuestión de tiempo. Al fin y al cabo, en1968 se había previsto un período de régimen militar de unos quince oveinte años como mínimo. Los periódicos y las emisoras de radio ytelevisión, que se habían expropiado, permanecían por el momento enmanos del Estado. A su tiempo, cada uno de los sectores de la población—campesinos, obreros, mineros, trabajadores del sector pesquero,pobladores de barriadas, maestros, intelectuales— tendrían su propioperiódico: El Comercio, hasta hacía poco propiedad de la familia patriciaMiró Quesada, sería el diario de las organizaciones campesinas; LaPrensa, expropiada a la familia Beltrán, sería el vocero de las comunidadeslaborales.

En enero de 1975, colaboradores de confianza habían pasado a ocuparposiciones claves en el Ejército. Molina, que había trabajado en unaversión preliminar del Plan Inca, fue designado comandante de la PrimeraRegión Militar. La Vera Velarde, ex ministro de ORDEZA —el órgano dedesarrollo de las zonas afectadas por el terremoto de 1970—, habíasido nombrado comandante de la delicada Tercera Región, en la fronteracon Chile. La comandancia de la Segunda Región, Lima, donde estaba

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estacionada asimismo la División Blindada, había pasado a manos deRodríguez Figueroa. Vargas Prieto, un militar de confianza pero sin perfilpolítico, había asumido la presidencia del Comando Conjunto,1 y MezaCuadra era jefe del Estado Mayor del Ejército. La triple función decomandante del Ejército, ministro de Guerra y primer ministro recayóen Morales Bermúdez, quien había ido ganando la confianza de Velasco;el presidente había colocado a Morales en el umbral de la jefatura degobierno, designándolo jefe del Estado Mayor del Ejército.

Morales asumió el cargo de primer ministro el 1 de febrero, en sucesiónde Mercado Jarrín, quien había pasado al retiro un día antes por habercumplido el período límite de 35 años de servicio activo. Hoyos, hastaentonces coordinador del Servicio de Inteligencia, entró en el gabinetecomo ministro de Alimentación. Gallegos era ministro de Agricultura,mientras que Fernández Maldonado continuaba con la cartera de Energíay Minería. Así, tres de los cuatro redactores del Plan Inca ocupabanimportantes posiciones ministeriales mientras que el cuarto, RodríguezFigueroa, desempeñaba una función militar de suma confianza. Del equipooriginal de Velasco, De la Flor era ministro del Exterior, Richter de Interiory Meneses de Transportes y Comunicaciones. Miranda, representantede una generación más joven formada en el COAP, había recibido la carterade Educación. En el COAP, Graham seguía ejerciendo la jefatura y ValdésPalacios, secretario del Consejo de Ministros, actuaba comovicepresidente. El grupo de representantes de la Fuerza Aérea en elgabinete estaba encabezado por Gilardi, el miembro de la Junta en quienVelasco tenía absoluta confianza. Arias Graciani salió del COAP paraocupar la cartera de Comercio, y Sala, retirado del servicio militar activo,asumió la jefatura de SINAMOS.

Las relaciones con la Marina habían sido incómodas desde 1972. Comomiembro de la Junta, el vicealmirante Vargas Caballero había asumido

1 El edificio del Comando Conjunto donde, al menos en teoría, coordinan sus actividadeslas tres ramas de la Fuerza Armada, se encuentra emplazado en la misma manzanaque la del comandante de la Segunda Región. En las inmediaciones está situada laresidencia del embajador norteamericano. El Ministerio de Guerra estaba en esaépoca a unos pasos de distancia —más tarde, por razones de seguridad, fue trasladadoa las afueras de Lima—. El edificio del Comando Conjunto está a unos diez minutosen carro del palacio presidencial.

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una actitud de oposición relativamente independiente. En 1974 dimitiócomo ministro de Marina por un conflicto sobre el rol de la Junta conrespecto al presidente, y fue reemplazado por oficiales más reformistas—Arce, y Faura desde enero de 1975—. Hasta el 1 de febrero de 1975,las perspectivas de continuación del régimen y consolidación de lasreformas parecían sumamente favorables.

Un incidente en sí insignificante, ocurrido en febrero de 1975,desencadenó una serie de sucesos que generarían la desestabilizacióndel gobierno de Velasco. El general Ibáñez, cercano a la esposa de Velascoy jefe de la Casa Militar, había prohibido el ingreso de la prensa al palaciopresidencial. Un día, sin embargo, los periodistas detuvieron a Velascoen su carro, junto a las rejas del palacio, cuando salía de una sesión delConsejo de Ministros. Velasco ofreció, entonces, una improvisadaconferencia de prensa. Ibáñez se puso furioso y mandó llamar al guardiaresponsable. Se llegó a las manos y el general Ibáñez al parecer propinóun par de golpes y un puntapié al agente de Policía, quien, aunque ibaarmado, se disculpaba argumentando que el propio presidente era elque había tomado la iniciativa de hablar con los periodistas. El incidentetuvo mayor repercusión cuando Ibáñez telefoneó a su hermano,comandante de la Guardia Civil de la que dependía directamente el agenteen cuestión, para ordenar su arresto. Los miembros de la Policía sehabían sentido siempre subestimados dentro de las fuerzas militares.En Chile se había formado una junta de cuatro miembros, a la quepertenecía el comandante de Carabineros. En el Perú, la Policía ni siquieratenía un escaño en el gabinete. Un general del Ejército dirigía los asuntosdel Interior, y oficiales castrenses ocupaban posiciones directivas vitalesen el departamento. Entre las filas subalternas del personal policialreinaba el descontento por el rechazo de una demanda de aumentosalarial. El maltrato de un camarada por parte de un general del Ejércitofue la gota que hizo rebalsar el vaso: empezaron a circular cartas deprotesta entre las fuerzas del orden, exigiendo la dimisión de Ibáñez. LaPolicía se dirigió a Mercado Jarrín, entonces jefe de gobierno y ministrode Guerra, para pedirle una disculpa formal de parte del Ejército. Mercadoabordó a Velasco sobre la cuestión, pero él no cedió a razones: Ibáñezera un allegado suyo. También Graham habló con el presidente sobre elasunto: se alzaban las protestas de la Policía y era necesario realizar ungesto de buena voluntad. La intranquilidad entre los policías fue temade debate incluso en el Consejo de Ministros.

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El 3 de febrero, el personal subalterno de algunas comisarías en el centrode Lima se declaró en huelga. Se nombró un «comando institucional»2

como comité de huelga que formuló las exigencias: un puesto en elgabinete para el director general de la Guardia Civil, mejoras salarialespara el personal más bajo y designación de un nuevo jefe de la CasaMilitar. Al cabo de algunas horas, la mayoría de los agentes de Policía sehabían adherido y el comité de huelga se acuarteló en la comisaría 29,situada en el barrio La Victoria, colindante con el centro de Lima.

Una huelga de la Policía bajo un gobierno militar era algo insólito, yLima era un hormiguero de rumores. ¿Se había producido una crisismilitar? ¿Había verdaderamente oposición dentro de las FuerzasArmadas? ¿Se llegaría a un enfrentamiento entre el Ejército y la Policía?¿Y quién se encargaría de mantener el orden público si empezaban lossaqueos? ¿Cuál sería la reacción del APRA? ¿Estaba implicada la CIA entodo esto? El mismo problema fue discutido en sesión plenaria deministros el 4 de febrero:3

Este tipo de cosas están previstas dentro de lo que llamamos elPlan de Defensa Interior del Territorio. Claro que las hipótesisdentro de las cuales se formulan estos planes no considerabanaquella que una de las fuerzas que está llamada a dar la seguridadinterna sea la que ocasione los desórdenes. Esto rompía elesquema. Era ilógico. Pero que se rompiese el esquema nosignificaba que se abandonase todo a la buena de Dios, y el Comandodebió inmediatamente tomar sus previsiones [...]. Hubo undiálogo. El día martes 4, en Consejo de Ministros, fue enviado elministro Richter [ministro del Interior, encargado de los asuntospoliciales] para que hablara con los revoltosos y les pidiera quedepusieran su actitud. Regresó a informar, a la hora del almuerzo,señalando que continuaban en actitud de rebeldía. Ya se habíadado orden al Comando Conjunto de que tomara sus previsionespara que, en caso de continuar, desalojaran el cuartel. Se iniciaronlas discusiones sobre el uso de los tanques y de otras medidas. Yopedí la palabra y señalé que el problema hacía que el Consejo deMinistros pareciera una sala del Estado Mayor, donde unos quieren

2 Para los sucesos reales, me baso en la Cronología política.3 Entrevista con el general Graham por María del Pilar Tello (1983, t. I: 244).

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atacar con tanques, otros con infantería, otros con artillería. «Esono es función del gobierno. Dejemos que el Comando Conjunto désus órdenes y ellos verían la metodología. Hay que decidir si setoma o no se toma el cuartel y luego dar las órdenes para que elComando Conjunto proceda». Aceptaron el argumento y yo volví apedir la palabra diciendo que «como está en huelga la Policía, laciudad está desguarnecida desde ayer lunes; en consecuencia, seríabueno que salgan tropas a patrullar las calles». «Cómo, ¿tú hasdicho que aquí no debemos discutir esas cosas y que es cuestióndel Comando Conjunto?». «Yo solamente hago una sugerencia».«El Comando Conjunto verá lo que hace», terminó Velasco.

El Consejo de Ministros decretó el estado de emergencia para todo elpaís y delegó el «mando político-militar sobre las zonas de seguridad»en los cinco comandantes de las regiones, según las provisiones delPlan de Defensa Interior del Territorio. Pero entre los jefes de EstadoMayor también dominaba la confusión, agravada por la sobreposiciónde facultades entre el presidente del Comando Conjunto —que dependíadel presidente—, el primer ministro y comandante del Ejército —MoralesBermúdez, que había asumido funciones cuatro días antes—, el jefe delEstado Mayor de este último y el comandante de la Tercera Región, eloficial de mayor jerarquía con mando efectivo de tropas de combate. Lasituación de desconcierto tuvo como consecuencia una serie desorprendentes negligencias. Meza Cuadra, jefe del Estado Mayor Generaldel Ejército, la describe así:4

Hay una relación entre el 5 de febrero y las cosas posteriores. Yollegué a Lima el día 3 de febrero, como jefe del Estado Mayor. El 5de febrero era un día en el cual se producen cosas totalmenteanómalas. Acá en el Comando Conjunto hay una preparación deDefensa Interior del Territorio, a base de hipótesis y planes. Nunca,creo yo, desgraciadamente, pero nunca se consideró una hipótesispara el caso que la Policía u otra fuerza importante se sublevara[...]. Esa fue la falta [...]. Pero para cualquier cosa hay planes, yuna de las características de un buen militar debe ser la flexibilidad

4 Entrevistas con el general Meza Cuadra del 6 de junio y el 18 de diciembre de1986. Meza corrigió la versión transcrita de la grabación, revisando incorreccionesfactuales.

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de cambiar o modificar los planes existentes, dar una hipótesispor otra. Como militar, no acepto que hayan fracasado en sofocarun levantamiento policial y sus consecuencias en tres días. No sesabe todo. Yo le voy a contar ahora. Primero, no está contempladala salida de tanques dentro de la ciudad. Sería absurdo. Solamentecuando se trata de una Revolución a sangre y fuego es que pudierapensarse en tanques que van a disparar a la población. No sirvenesos armamentos. No son los más adecuados, hay carros másveloces, con mayor movilidad y menos vulnerabilidad. Nadie, creo,pensaba cañonear con los tanques. Por el contrario, corren riesgo.Cualquiera con un cóctel molotov puede destruirlos. Sin embargo,habían mencionado motines, edificios quemados, y los sacaron ala calle. Desgraciadamente, el jefe del Estado Mayor no tienecomando: es simplemente un burócrata que coordina con otrosburócratas militares. Y veía con impotencia algo que me parecíairreal. Llamé por ejemplo al comandante general de la DivisiónBlindada y no lo encontré. Y cuando lo habían encontrado, le dije:«¿Por qué han salido los tanques? ¿Tú crees acaso que tus sirenasasustan? ¡Eso fue hace 10, 15, 15, 20 años, ahora no! ¿Y por quéno se ha coordinado con las otras fuerzas: Aérea, Naval, GuardiaRepublicana?» [...]. No puede explicarse por qué el general Richterllegó a tal extremo de fracaso con la Policía. Primer interrogante.Segundo punto: no sé por qué el comandante general del Ejércitopermanecía inactivo; me refiero a Morales Bermúdez, sentado ensu despacho. Tercero, por qué el presidente del Comando Conjunto,el general Vargas Prieto, delegó la responsabilidad y se echó adormir. No sé. [...]. Desde la dirección de Inteligencia, llamé porteléfono a Vargas Prieto, estábamos muy amigos entonces.«Óscar», le dije, «a mí no me importa que ese cuartel puedadesaparecer de un cañonazo, es problema de ustedes. Lo que mepreocupa es lo que va a pasar mañana con la población, cuando nohaya Policía [...]. La Policía se va a sentir herida y no va a salir. Esprevisible ver ahora a la Policía Militar». «No sé», me dijo, «esproblema del comandante de la Región». 0 sea, de LeonidasRodríguez. «Pero un jefe nunca deja de supervisar. Si tú dices quetodo está bien, no hay problemas». No podía hacer más. Pero aúnhoy sigo pensando en tantos errores que se cometieron y llego ala conclusión de que fue uno de los planes alternos para hacerrenunciar o relevar al general Velasco frente a las consecuencias

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graves en muertos y heridos. «¿Quién habrá cambiado losplanes?», pensé. Primero: sacar tropas inadecuadas. Segundo: nocoordinar con las otras fuerzas. Yo estaba en el Comando Conjuntoy le he dicho al general Podestá, el jefe de la Fuerza Aérea: «Oye,¿por qué tus helicópteros ni siquiera salen a echar harina encima?¿Para dispersar a esa gente y ubicar dónde están?». «Tienesrazón». Eran las 10 de la mañana. Y al marino, este infeliz delalmirante Parodi, jefe del Estado Mayor: «¿Y tú crees que el pleitoes solo del Ejército? ¿Por qué los marinos no han tomado el Callaoy Bellavista, como es la base del plan de defensa a la ciudad? ¿Dóndeestán tus infantes?». En la noche, he ido a revisar la SegundaRegión en Lima. Me recibió Leonidas Rodríguez y me dijo: «Migeneral [...]». Yo había llegado de Piura el 3 de febrero, la PrimeraRegión, donde tenía un batallón para lucha urbana, el quecomandaba el entonces comandante Hermosa, hoy día general,un magnífico oficial. Me había alejado del círculo militar. El día 4asistía una reunión en la oficina de Morales Bermúdez donde secomunicaba que se había dado la orden de que el Comando Conjuntotomara acción. Yo le dije: «Por si acaso», le dije, «tengo un batallónentrenado en lucha urbana en Piura». Y Leonidas Rodríguez me dijo:«No, mi general, no es necesario, aquí hay tropa de sobra» [...]. Alllegar a la Segunda Región Militar le dije: «¿Dónde están tus tropasde que me hablaste? ¿Qué se han hecho? Aquí, en este momento,voy a ordenar el batallón de Piura». Efectivamente, llamé a Gilardi:«Rolando», le dije, «¿tienes transporte?». «¿Qué necesitas?». «Quetraigas el batallón número 1 de Piura, con su jefe y todo». Los avionessalieron inmediatamente, a las 19:30 de la noche, y el batallónestuvo aquí al amanecer. Por teléfono había ordenado a Molina enPiura. En tres horas salieron bien preparados y al llegar tomaroncontrol sobre el mercado de Lima y otros sitios vitales. Esto lohice conocer a Morales Bermúdez, quien asintió indiferente. Sequedó sentado en su escritorio. Yo en broma le decía: «El ministrode Guerra y comandante general del Ejército esta ahí, contemplandola crisis». «Sí, pues», me dijo.

El día 5 de febrero se cometieron asaltos en el centro de Lima. Latelevisión mostraba imágenes de calles comerciales con pobladores delas barriadas que bordeaban el centro acarreando televisores, neveras ylavarropas sustraídos de los comercios. No era una acción organizada.

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Pero más tarde, ese mismo día, una multitud comenzó a cercar losedificios de los periódicos gubernamentales, La Crónica, Correo yExpreso. Luego se descubrió que el APRA «había dirigido lossentimientos populares». Estudiantes de la Villarreal, una universidadaprista ubicada en el centro de Lima, salieron a la calle para protestarcontra el gobierno. La ciudad era patrullada por tanques a los que lesdisparaban desde ventanas y techos. Entre la masa de personas en lascalles cayeron muertos y heridos. Por la tarde se fueron aplacando lossaqueos, pero continuaron los incendios intencionados y aumentó elnúmero de víctimas. Rodríguez Figueroa, comandante de la SegundaRegión, decretó el toque de queda a partir de las 10 de la noche y ordenóla transmisión de un mensaje por radio y televisión anunciando feriadoobligatorio para el día siguiente. Esa noche, los tanques apuntaron suscañones contra el edificio de la 29 Comisaría y los policías acuarteladosse rindieron. En los días siguientes, corrieron rumores de que la tomade la comisaría había terminado en un baño de sangre, y de que decenasde agentes habían muerto. Las víctimas entre la Policía, sin embargo,se redujeron a algunos heridos, pero los muertos y heridos entre lapoblación civil sí fueron numerosos. Según cifras oficiales publicadas lasemana siguiente por el Comando Conjunto, hubo 86 muertos —entreellos 25 no identificados— y 155 heridos. Unos 500 agentes fuerondetenidos; contra 53 de ellos se dictaron autos de procesamiento. Lossucesos significaron una considerable pérdida de prestigio para elgobierno de Velasco.5 Se había disparado contra la población. Se decíaque se había disparado contra los policías. Habían caído muertos yheridos. Y circulaban rumores sobre divergencias dentro del gobierno.

La erosión de la estabilidad institucionalLa erosión de la estabilidad institucionalLa erosión de la estabilidad institucionalLa erosión de la estabilidad institucionalLa erosión de la estabilidad institucional

La estabilidad del régimen de Velasco ya se había empezado a corroer,en realidad, antes de esos sucesos. Su posición y liderazgo habían sidoincuestionables hasta 1973: era el líder de la Revolución llevada a cabopor la Fuerza Armada. Su bastión de poder era el Ejército, desde dondecontrolaba a las tres instituciones armadas. Operaba desde una posición

5 Diversos ex ministros y ex asesores que entrevisté tienden, actualmente, a explicarla ambigua actitud de Morales Bermúdez en el período del 3 al 5 de febrero de 1975como un deliberado intento de desestabilizar el gobierno de Velasco.

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de superioridad por el hecho de que, mientras cada uno de los ministrosera responsable de su propio sector, Velasco y el COAP dominaban elescenario político. De hecho, los miembros de la Junta habían sidoreducidos al rol de ministros de una de las tres fuerzas; el tiempo enque se atrevían a una confrontación abierta con el presidente pertenecía,definitivamente, al pasado. Desde la colisión entre el presidente y laJunta con ocasión del retiro de Velasco como oficial en servicio activo,el pleito había sido decidido a favor del presidente.

En febrero de 1973 surgió un nuevo problema sobre la sucesiónpresidencial. A principios de ese mes, Mercado Jarrín había reemplazadoa Montagne en la jefatura de gobierno y el Ministerio de Guerra.Montagne, uno de los comandantes y miembro de la Junta, había sido elde mayor antigüedad y ahora era Gilardi, de la Aviación. Gilardi habíapresentado a Velasco su renuncia: Mercado era de menor antigüedadpero, además de comandante del Ejército, era ahora primer ministro, yse presentaría un molesto problema en materia de prestigio: ¿quiénpresidiría la Junta, el primer ministro o el de mayor antigüedad? Velascoconsiguió persuadir a Gilardi de que permaneciera en su puesto y resolvióque la Junta no tenía presidente. El incidente pareció no tenerimportancia. Pero la rivalidad dentro de la Junta se reveló de repentecomo un factor de peso cuando, a fines del mismo mes, Velasco seenfermó tan gravemente que se temía por su vida. El 23 de febrero seemitió un escueto comunicado anunciando que el presidente de laRepública había sido internado en el hospital y sometido a dosoperaciones. La señora Consuelo de Velasco, quien se encontraba devisita en Cuba, regresó apresuradamente a Lima. Graham, quien escribióun diario sobre estos sucesos, me leyó lo siguiente:6

6 He empleado el texto de la entrevista de María del Pilar Tello a Graham (1983, t. I:252-258), comentado y completado a pedido mío con fragmentos de su diario(entrevista del 29 de mayo de 1986). En las citas no textuales, utilizo los datos dedos entrevistas con Meza Cuadra (6 y 13 de junio de 1986) quien, si bien no estuvopresente, conversó con Velasco más tarde sobre el tema en repetidas ocasiones.Tello conversó exhaustivamente sobre el tema con los militares en cuestión. Durantemis entrevistas, me aseguraron que la investigadora había reflejado correctamentesus versiones: Valdés (Tello 1983, t. II: 266-268), Mercado Jarrín (Tello 1983, t. I:296-298), Vargas Caballero (Tello 1983, t. II: 191-192), Tantaleán (Tello 1983, t. II:228-230). Gilardi (Tello 1983, t. I: 204-210) había fallecido cuando realicé la largaserie de entrevistas en Lima en 1986.

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Era un día en que se casaba la hija de Cornejo Chávez. Trabajamoscon Velasco hasta las 7 de la noche. Como siempre, llegaba él consu libreta y nos pasábamos de largo, si era posible hasta lamadrugada. Ese día me dice: «Caramba, hoy no vamos a podertrabajar. Tengo varios compromisos. Se casa la hija de CornejoChávez [...]. Se casa también una sobrina de la Chola, y como ellaestá en Cuba y llega recién esta noche, tengo que ir porque despuésse me arma el lío. Y hoy son las misas de bodas de oro de los padresde Hoyos [...]. Vine a casa, me cambié y me fui al casamiento.Estuvimos ahí esperando la llegada del presidente, que no llegó.Me despedí a la medianoche y ya en casa recibí una llamada depalacio, del edecán de servicio: «Mi general, el presidente se muere[...]». Salí volando a palacio. Cuando llegué, encontré un alborototerrible. Había varios médicos y él estaba en la cama, sudandofuertemente. «¿Qué pasa, mi general?». «Estoy fregado». «¿Por quéno lo llevamos al hospital?». «Dos veces se ha puesto con la presióna cero. No podemos moverlo mientras no tenga por lo menos presiónnueve». En el momento que llegué, su hijo le estaba frotando el piederecho. Le habían puesto inyecciones. No sabían qué era lo quetenía. Había sentido un dolor muy fuerte, pero como tenía elcompromiso, se sobrepuso y se fue a la misa de los padres de Hoyos.En la iglesia, en el momento del saludo, le vino nuevamente el dolorhorrible. Salió transpirando y se dobló en el carro gritando: «¡Apalacio!» [...]. A las 2 de la mañana, alertamos al hospital y estabana la espera. Su mujer no estaba. Llegaba recién a las 3 de la mañanade Cuba. Lo llevamos muy despacio. Yo iba en el carro delante y losmotociclistas detrás. A la llegada al hospital, se moría de dolor decabeza. Un médico sugirió una ampolleta que echaron en el suero.Con eso, Velasco quedó profundamente dormido [...]. Los médicospidieron hablar conmigo y con la señora. Querían consultar un médicode Estados Unidos: «Señora, hemos estudiado los exámenes y losanálisis que se han hecho y la sintomatología, y no da nada preciso.Pensamos que puede ser una pancreatitis, una dolencia renal o unaafección circulatoria». Pedí que me dijeran el nombre de los tresmejores clínicos que hay en el país y cada uno de los médicospresentes se ofreció a buscarlos. El general dormía profundamente.Llegó el jefe de la Casa Militar, el general Ibáñez [...]. En estemomento, pensé que no era conveniente que solo yo estuvieracargando con la responsabilidad de la suerte de Velasco. Llamé a

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Richter, porque era el ministro del Interior. Llamé a Mercado. Noestaba en su casa y no contestaba en ningún teléfono. Me dijeronen su ministerio que estaba en Punta Hermosa, en la playa; eraverano. Como no tenía teléfono ahí, le mandé un patrullero. LlegóRichter. Llegó Mercado. «¿Por qué no me has mandado a avisarantes?». «Te he mandado a avisar cuando las cosas se han puestomal, y se te ha estado buscando en Lima, pero estabas fuera». Leconté todo el problema. Se comenzó a llamar a todos los ministros.Llegaron Gilardi, Vargas Caballero y otros. A las 6 de la mañana lesdije: «Estando ustedes aquí, y no habiendo descansado toda la noche,me voy a dormir porque estoy rendido». [...]. Durante el día meinvitaron a almorzar. Estaba un ministro de Energía y Minasextranjero de visita, y Fernández Maldonado me había invitado aalmorzar con él y Leonidas [Rodríguez Figueroa] al Tambo de Oro.Fui al almuerzo, y cuando estábamos ahí con Leonidas, me llamandel hospital de urgencia. «En este momento van a operar alpresidente. Está gravísimo. ¡Se muere!». Conseguimos unacamioneta y fuimos al hospital. Cuando llegamos, ya estaba en salade operaciones. ¿Qué había pasado? Cerca de la 1 de la tarde, fue asaludarlo Hoyos; como no le contestaron, entró y encontró a Velascocon el ronquido de la muerte. Le hizo respiración boca a boca. Lapresión estaba a cero y Velasco estaba agonizando. Salió gritandodesesperado. Los médicos no atinaron sino a llevarlo a la sala deoperaciones y abrirlo. Cuando lo han abierto, la sangre les ha saltadoen la cara y han tenido que tapar con las manos y cogerle las venasy recién ligar y comenzar a manipular. Ahí llamaron al especialista,al doctor Molina, que viene a las 2 de la tarde y se demora operandohasta las 5 de la tarde [...]. Ya después los médicos me explicaronque una pierna puede vivir sin irrigación un número de horasdeterminado. A Velasco le faltó irrigación en la pierna derecha desdelas 9 de la noche del día anterior. Esta pierna ya estaba perdida.Como se trataba del presidente y no querían amputársela, le sacaronlos músculos necrosados. Pero ya había intoxicado el torrentesanguíneo y comenzó la complicación a los riñones, quizás más.

El Consejo de Ministros se reunió varias veces en una sala del hospital.Más adelante, la Junta discutía los problemas en casa de Gilardi. Setemía por la reacción de Velasco, pero la vida continuaba: había quefirmar leyes, recibir a los visitantes. ¿Quién ocuparía, aunque fuera

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temporalmente, el lugar de Velasco? El Estatuto Militar no preveía lasituación de una presidencia interina; la Constitución estipulaba que, encaso de que un presidente no estuviera en condiciones de gobernar, deberíaser reemplazado durante el tiempo en que se prolongara esa situación.Pero según la Constitución, el presidente interino debería ser elvicepresidente electo. ¿Cuál de los miembros de la Junta asumiría lasfunciones del presidente? Gilardi, por ser el integrante de la Junta demayor antigüedad, había dado la aprobación, a solicitud del equipo médico,para que Velasco fuera operado, cuando los médicos no se atrevían a cargarcon esa responsabilidad. En primeras deliberaciones entre los tresmiembros, Gilardi insistió en que el derecho de sucesión recaía en el demayor antigüedad. Pero anteriormente, Mercado Jarrín y Vargas Caballerohabían estado conversando entre sí. Para los oficiales del Ejército y de laMarina, sería inaceptable que un hombre de la Fuerza Aérea asumiera lapresidencia, aunque fuera en forma provisoria. Vargas Caballero propusoa Mercado como el que debería presidir el Consejo de Ministros. A fin decuentas, el jefe de gobierno era el único que ocupaba un puesto fijo en lamesa de reuniones, junto a los tres lugares reservados para el presidente,el jefe del COAP y el secretario del Consejo. El Consejo aprobó la proposicióny aplaudió a Gilardi por acogerse a la voluntad de la mayoría. Sin embargo,en el COAP había objeciones contra Mercado, que estaría demasiadomotivado por ambiciones personales. Se sabía que Velasco y algunosministros del Consejo compartían esa opinión. Pero el tiempo apremiabay la salud de Velasco apenas mejoraba. Lo estaban atendiendo, y tenía unequipo de médicos a su continua disposición. Castro había enviado desdeCuba a algunos especialistas y enfermeros para asistir a sus colegasperuanos. El 10 de marzo, los médicos constataron la existencia de unagangrena en la pierna derecha de Velasco e informaron inmediatamente alConsejo de Ministros, reunido esa misma tarde en el hospital, que habíanconsiderado la posibilidad de amputarle la pierna. El propio Velasco y suesposa dieron su consentimiento para la intervención.

Mientras, los miembros de la Junta y representantes del COAP deliberabanentre sí. En la Junta se elaboró una fórmula según la cual el primer ministro,Mercado, ejercería las funciones de presidente interino; el ministro deAeronáutica, Gilardi, lo reemplazaría en su tarea de jefe de gobierno; y elministro de Marina, Vargas Caballero, visaría las resoluciones delpresidente interino. El 12 de marzo se publicó un comunicado de prensaen esos términos. Velasco había sido informado sobre el comunicado a

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través del jefe de la Casa Militar —quien, a su vez, lo había puesto enmanos de la señora Consuelo—. El presidente convocó a una reunión delCOAP y el resto del Consejo de Ministros en el hospital. Graham y Valdéstuvieron acceso al lecho del enfermo. Por un lado estaban los tres miembrosde la Junta; por el otro, Ibáñez, jefe de la Casa Militar, y Graham. Valdésestaba al pie de la cama. Con voz apenas perceptible, Velasco propuso doscambios: Mercado no estaría autorizado para recibir credenciales deembajadores, y el presidente reasumiría sus funciones a partir del 31 demarzo. Al día siguiente, la decisión se hizo pública a través de uncomunicado de prensa. Dos días más tarde, el 16 de marzo, se realizóuna masiva manifestación de apoyo al presidente convaleciente. La marchaestaba organizada por la CTRP, la CNT, Acción Popular Socialista, laDemocracia Cristiana y el Partido Comunista. SINAMOS se había encargadodiscretamente de los preparativos. Todos sus funcionarios, incluso losque estaban de vacaciones en el extranjero, fueron llamados a participaren la manifestación que reunió, según los cálculos, a unas 300 milpersonas. La señora de Velasco leyó un mensaje de agradecimiento frenteal hospital, en nombre de su esposo. Mercado recalcó la unidad de laFuerza Armada y el liderazgo de Velasco. El 1 de abril, el presidente reanudósus funciones, y el 4 de abril, sentado en su sillón de ruedas, dio su primeraconferencia de prensa al concluir una sesión del Consejo. Parecía estarrecuperándose rápidamente de la grave operación.

La enfermedad de Velasco y las maniobras de diversos integrantes delgabinete en ese período tuvieron consecuencias de envergadura. En primerlugar, se enfriaron las relaciones entre el presidente y el primer ministro.«Cuando salió en el diario el decreto anunciando que me reemplazaría enmis funciones, había esa noche por lo menos 500 carros frente a su casa,de gente que lo iba a felicitar como mi sucesor», continuó repitiendoconstantemente Velasco7 meses después y hasta poco antes de su muerte.Si Mercado había tenido aspiraciones a la presidencia, la avidez con que seautoasignó la presidencia interina le estaba costando caro. Su relación conVelasco era de respeto mutuo, pero ya nunca llegó a ser cordial ni íntima.Velasco, que ya era bastante desconfiado de los «príncipes herederos» y semantenía extraordinariamente alerta frente a cualquier intento de socavarsu posición de líder, estrechó en lo posible la función del primer ministro ydelegó más que antes en Graham las responsabilidades de esa función.

7 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.

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Después de abril de 1973, se le asignó al COAP, además de las voluminosastareas descritas en el capítulo anterior, la función de un Ministerio deAsuntos Generales y Oficina de Coordinación del presidente. MercadoJarrín decidió someterse a la situación, limitándose en adelante a su cargode ministro de Guerra:8

Traté de tomarlo positivamente ya que, viendo mi acción como primerministro totalmente bloqueada, me dediqué a mi Ejército e hice deél el mejor Ejército de América Latina. Transformé el Ejército, hicelas adquisiciones de material, lo reestructuré y lo hice el másequipado, creé las escuelas técnicas y tecnológicas. Hice una laborcon una proyección de treinta años. Supe aprovechar lascircunstancias y al final creo que me hicieron un favor al cerrarmelas puertas.

Al desaparecer Mercado Jarrín del espectro de poder —continuó comoministro de Guerra hasta enero de 1975—, se alzó la estrella de MoralesBermúdez. En un comienzo, Velasco no se había sentido muy atraído por lafría personalidad de este hombre, que se presentó en el gabinete ante todocomo un tecnócrata y no sabía opinar sobre otros temas que no fueranasuntos de economía, finanzas y banca. Otoniel Velasco acompañó a Moralesen algunas misiones al extranjero, en su calidad de viceministro del INP —Morales lo trataba con gran deferencia porque, equivocadamente, lo habíatomado por pariente de Velasco—, y constató con asombro que el ministrode Economía y Finanzas no había sido informado previamente sobre loscontenidos propuestos para la reforma agraria, sobre determinadas leyesde expropiación o, por ejemplo, sobre la designación de nuevos ministros.El nombramiento de Rodríguez Figueroa como ministro de SINAMOS, del que,como asesor civil del COAP, Otoniel Velasco ya estaba enterado hacía seismeses, cayó como una completa sorpresa para Morales, quien se enterópor un télex que le enviaron a Londres.9

Meza Cuadra también recuerda que, en los primeros años, Morales habíasido excluido del círculo de deliberaciones previas y ruedas deasesoramiento en el COAP y en el Consejo de Ministros. Meza Cuadrarecuerda que Velasco lo mandó llamar un día, después de una fatigosa

8 Entrevista con el general Mercado Jarrín por María del Pilar Tello (1983, t. II: 99).9 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.

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sesión del Consejo, para que intentara echar mano a las hojas de papel enlas que Morales, como siempre, había borroneado círculos, rectángulos yflechas, para hacerlas analizar por un grafólogo o un psiquiatra.10 Noobstante, gradualmente fue aumentando la confianza de Velasco enMorales. Poco a poco, este último empezó a ocuparse de labores decoordinación entre diversos ministerios socioeconómicos, una tarea que,normalmente, forma parte de las competencias del primer ministro. Aprincipios de 1974, Morales fue nombrado jefe del Estado Mayor delEjército lo que, de hecho, significaba su ascenso a primer ministro para elaño siguiente.

Velasco, obviamente impedido de tener libertad de movimiento debido a laamputación de su pierna, se dedicó durante medio año a practicar elprograma de rehabilitación prescrito. Una espaciosa habitación de su casaveraniega de Chaclacayo fue transformada en un gimnasio donde elpresidente hacía ejercicios y aprendía a caminar con su pierna ortopédica.Pero el muñón le causaba muchos problemas, como frecuentes hemorragias,y al cabo de un tiempo, Velasco volvió a sostenerse en las muletas; se poníala pierna ortopédica solamente durante sus apariciones en público. En algúnmomento entre finales de 1973 y principios de 1974, debe de haber perdidola esperanza de lograr una rehabilitación completa. De ahí en adelante,aparecía en el Consejo de Ministros sentado en su sillón de ruedas y empezóa recluirse a trabajar en su despacho del palacio presidencial.

Solo después de un tiempo las consecuencias se hicieron perceptibles.Velasco perdió el contacto directo con los miembros del COAP, que sedirigían a él desde entonces a través de Graham. Como siempre, Grahampodía entrar en el despacho del presidente sin llamar y mantuvo suslazos personales con Velasco. Pero el presidente empezó a encargar cadavez más al jefe de la Casa Militar tareas que, en principio, correspondíana los miembros del COAP —un consejo, una opinión de confianza—.Llegaba a palacio a las 7 y media de la mañana y tenía, primero, undesayuno de trabajo con Ibáñez, tan cercano a su esposa que ahora,más que nunca, había entrado a formar parte del reducido núcleo deíntimos del presidente. Como había sucedido antes entre Gilardi yMercado, se producían ahora conflictos de competencia entre Ibáñez yGraham, aunque este último siguió encargado de todas las funciones de

10 Entrevista con el general Meza Cuadra, 6 de junio de 1986.

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asesoramiento político. Velasco perdió también el contacto directo con losministros de su equipo, el antiguo grupo de coroneles a quienes lo unía unlazo de confianza, aquellos con los que solía solucionar los problemas enuna plática cara a cara y visitaba de vez en cuando en sus hogares. Ahora,por la noche, desde el palacio se dirigía directamente a su casa en Chaclacayo,donde siempre brillaba el sol y donde se reponía de la sombría atmósfera desu despacho presidencia.11 «Velasco y su equipo», junto con el COAP, seguíansiendo la maquinaria que impulsaba la marcha del proceso. Pero loscontactos personales eran cada vez más aislados. Se estrecharon, en cambio,las relaciones con los militares que eran sus amigos personales —Tantaleán,Sala, Richter, luego Jiménez de Lucio—, quienes lo visitaban con másfrecuencia.

Velasco perdió, asimismo, el contacto directo con los generales de brigaday los coroneles del Ejército. Siempre había sido un militar ante todo, y entanto fue presidente, se presentó vistiendo uniforme. Un traje de civil y labanda presidencial, decía, son vestiduras oficiales de un presidenteconstitucional, y él era un presidente de facto que conducía una Revoluciónen nombre de la Fuerza Armada. Solía aparecer en todas las fiestas, entodos los días de conmemoración del Ejército, a conversar con los oficialesjóvenes y los comandantes en funciones. Sabía que su poder efectivodescansaba en el Ejército y en la lealtad del cuerpo de oficiales. Pero, entretanto, sus compañeros de promoción ya se habían retirado del servicioactivo y habían sido relevados de sus cargos militares. Ahora, las funcionesvitales, a las que llegan los generales más destacados, estaban ocupadaspor los compañeros de promoción de su equipo. Después de su enfermedad,Velasco seguía conociendo solo a la élite de la generación más joven —esdecir, a los que habían sido seleccionados para trabajar en el COAP o servircomo asesores en los ministerios sectoriales—, pero no a la futura cúpulamilitar que servía en provincia.

Perdió, igualmente, el contacto directo con las organizaciones popularesy las masas. Antes de caer enfermo, acostumbraba salir en su carro tres

11 Entrevistas con el general Meza Cuadra, 6 y 13 de junio de 1986. Velasco le contóluego que había pensado en transformar el palacio presidencial en un museo porqueya era un edificio viejo, donde a veces goteaba el agua por las paredes. Queríaconstruir un gran edificio para alojar a la secretaría presidencial, el COAP y losdespachos presidenciales.

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o cuatro veces por semana, a recorrer pueblos jóvenes, a conversar conlas mujeres en el mercado o a visitar a pequeños productores. Lo mismosucedía cuando viajaba a las ciudades del interior, cuando loacompañaban los miembros del COAP. La mayoría de estos últimosentrevistados por el autor recuerdan aún con qué interés, tanto elloscomo el presidente, prestaban atención a las pequeñas cosas del podery la política nacional: el precio del pan, la escasez del aceite de cocina,la mala iluminación de la escuelita del barrio, etcétera.

Nos referimos, por el momento, a tendencias que fueron surgiendolentamente y a cambios que solo más tarde se hicieron palpables. Elenfriamiento de las relaciones entre Velasco y los miembros de su equipoy el COAP no tenía todavía consecuencias dramáticas. El presidente habíaperdido su libertad de movimiento, pero conservaba aún su salud y seencontraba en perfectas condiciones de mantener el control. La incipienteformación de facciones y las controversias por razón de competenciaspermanecían todavía en estado latente. No se manifestaron conflictosabiertos, con una excepción: la Marina.12

Una semana después de caer enfermo Velasco, el 23 de marzo de 1973,el primer ministro Mercado Jarrín fue admitido en la Asociación NacionalPro Marina, a propuesta del vicealmirante Vargas Caballero. En sí, setrataba de un caso de rutina, ya que a todos los integrantes de la Juntales llegaba a su tiempo este honor. También era de esperar que estaocasión resultara en una fastuosa distinción, ya que Mercado y VargasCaballero habían tenido buenas relaciones las semanas anteriores. Losingular estuvo en el estilo del discurso de Vargas:13

Lo que queremos hacer es lo que siempre hemos hecho, respetarnuestras tradiciones y seguir manteniendo el estilo de vida quesiempre ha existido en el Perú. Pertenecemos a la civilizaciónoccidental y cristiana, y esa es la cultura que debemos defender.

La reacción de dos de los miembros del gabinete no se hizo esperar:Meneses calificó a Vargas de exponente de la derecha, y Fernández

12 Pease, cuyo padre era almirante y había sido ministro durante la junta de PérezGodoy, describe este conflicto con los detalles pertinentes (1980: 107, 114 y ss.).13 Cronología política de 1973 (23 de marzo).

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Maldonado aludió sutilmente a los lineamientos políticos que Velascohabía diseñado como programa común de la Junta. La reacción de laprensa, aún no nacionalizada, fue casi de júbilo. A partir de ese momento,El Comercio informó escrupulosamente sobre todos los pronunciamientosde Vargas Caballero, quien no tardó en ser considerado como el campeónde la derecha.

Las relaciones entre la Marina y las otras dos ramas armadas siemprehabían estado en latente tensión. Los círculos de la Marina estabandominados por una tradición aristocrática, y la oficialidad reclutaba asus miembros en la clase media alta. Era sabido que en reuniones deoficiales de la Marina se motejaba de «comunistas» a FernándezMaldonado y Rodríguez Figueroa, que habían colmado a SINAMOS demaoístas y castristas. Las frases de Vargas Caballero eran apenas unapálida expresión de los sentimientos que fluían por debajo de la superficieen medios de la Marina. Con el apoyo de la prensa capitalina, VargasCaballero comenzó a convertirse, por grado o por fuerza, en un puntode cristalización hacia el cual convergían todas los elementos opositoresdentro y fuera de la Fuerza Armada. Vargas Caballero era, al igual queGilardi, un veterano en el Consejo de Ministros: pertenecía a este desde1968, y en 1972 había pasado a integrar la Junta. Durante los primerosaños, mantuvo una buena relación de trabajo con Velasco quien, si bienes cierto que no toleraba contradicciones, respetaba, sí, a aquellos quese atrevían a expresar su opinión.

A Vargas Caballero, la carrera no le había llegado como regalo del cielo,y eso también le había hecho ganar el respeto del presidente. Hijo delcónsul peruano en Sydney, que falleciera a temprana edad, había dadoclases particulares de inglés durante su época de estudiante. ValdésPalacios, que hablaba inglés con un fuerte dejo peruano, había sido unode sus alumnos, y cada vez que su chapurreo de nombres anglosajonesdespertaba el regocijo en el Consejo de Ministros, Valdés le echaba laculpa a Vargas Caballero. «Uno de los pocos hombres de la Marina quehan conocido la pobreza», había dicho Velasco sobre el almirante.14

Pero las relaciones se congelaron en el momento en que Vargas Caballerose convirtió en el símbolo de la oposición. A principios de 1974, El

14 Entrevista con el general Valdés Palacios, 20 de mayo de 1986.

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Comercio abrió una campaña contra «el comunismo en el Perú» ynuevamente dio amplia cabida a las manifestaciones del almirante sobreel cristianismo, la libertad y la propiedad privada. A fines de mayo deese año, Vargas Caballero declaró a los periodistas que el derecho delibre expresión era un bien inalienable, y que el hecho de que alguiencriticara al gobierno no lo convertía en un contrarrevolucionario.15 Dosdías más tarde, Velasco declaró en una conferencia de prensa que soloel presidente y el primer ministro estaban autorizados a emitirdeclaraciones sobre la política general, y que Vargas Caballero habíahablado a lo sumo «a título muy personal». Dijo además que en unaRevolución se trata solo de «revolucionarios y contrarrevolucionarios».De esta manera, se suscitó un nuevo conflicto entre el presidente y unmiembro de la Junta sobre competencias y facultades:16

El día lunes fui a palacio y hablé con él [Velasco]. Lo encontré muyfrío: «Pienso que es un grave error y creo que usted ha debidoantes avisarnos a los miembros de la junta». Siempre que yo lehablaba de la junta, él me respondía preguntándome: «¿Quéjunta?». Yo tenía que responderle: «La Junta Revolucionaria,conformada por los comandante generales del Ejército, Marina yAviación» [...]. Estuvimos más de una hora hablando y él estabamuy molesto. Cuando se calmó, yo le dije: «Usted no puede estaren contra de lo que yo digo porque la civilización occidental ycristiana está en el Manifiesto» [...]. «Es curioso, pregúntele acualquiera de los ministros si están de acuerdo con lo que usteddice, va a ver como ninguno está de acuerdo». «¡Qué raro!», ledije, «eso me parece realmente interesante porque quiere decirentonces que si yo estoy declarando cosas que están en elManifiesto y que están en el Estatuto, y que están en muchosdiscursos suyos, que usted también las ha dicho, y sin embargome dice usted que ninguno de los ministros está de acuerdo coneso, quiere decir entonces que los ministros están haciendo otraRevolución, ya no estamos en la Revolución inicial, ya estamos enotra». Seguimos conversando y ya nos despedimos tranquilos. Al

15 Ese mismo día, el 25 de mayo de 1974, Vargas Caballero recibió de la CTRP unamedalla de honor.16 Entrevista de María del Pilar Tello con el almirante Vargas Caballero (1983, t. II:200-205).

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día siguiente, martes, había Consejo de Ministros [...]. Entré alsalón del gabinete y noté algo raro porque varios no me vieronentrar. Se leyeron los informes previos y en seguida Velasco sepasó como diez minutos sin hablar y había una tensión tremenda[...]. Comenzaron los informes corrientes y no se habló una solapalabra sobre mis declaraciones. Terminó esa sesión normalmente.Al día siguiente, en una conferencia de prensa, Velasco movió todoel asunto otra vez. Ahí dijo que yo, como ministro de Marina,tenía mi sector, que era la Marina, pero como miembro de la juntamilitar, que el Estatuto dice que es la encargada de cumplir yhacer cumplir esa norma, y ello quiere decir llevar toda la políticadel gobierno, mi sector era todo [...]. Un ministro marino me llamópor teléfono para preguntarme si las [declaraciones] había oído.Yo no las había oído ni sabía qué había declarado. Hice que lasconsiguieran y las escuché en un casette. Hablé con Mercadoprimero diciéndole que cómo era posible que después de haberhablado conmigo el lunes y el martes, saliera el miércoles a decircosas así. Eso no era posible. «Hoy día es conmigo, mañana tedestituye a ti. Eso no se puede aceptar». Mercado me dijo queestaba completamente de acuerdo y que nos reuniríamos conGilardi. Lo hicimos en casa de Gilardi, discutimos largo rato sobrequé deberíamos hacer y decidimos que el día siguiente, a las 9 dela mañana, íbamos a ir los tres a hablar con Velasco. Cuando regreséal Ministerio de Marina, nos enteramos de que ya había una reuniónen palacio y que estaban yendo todos los ministros militares. Unode los últimos que llamaron fue Mercado [...]. Ya en la mañanasiguiente se presentaron a buscarme al Ministerio de Marina,Mercado y Gilardi y Cavero Calixto [presidente del ComandoConjunto]. Dijeron que había que discutir sobre la declaraciónque habían sacado los almirantes diciendo que me apoyaban. Enla reunión de almirantes se vio que era necesario aclarar que yo,como miembro de la junta, no tenía un sector limitado a la Marinasino que, como miembro de la junta, mi sector era todo. Mepidieron que no renunciara y que me enfrentara. Yo rechacé estosencillamente porque no quise que, en caso de separarse la Marinadel gobierno, podía darse que se la marginase completamente yse la dejara en muy mala situación para cumplir la misión quetiene que cumplir [...]. Sencillamente, llamé a palacio para hacerlesaber que iba a ir a presentar mi renuncia. Velasco me hizo contestar

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con Mercado que ya había salido para su casa por estar muycansado. No quiso recibirme; fui y presenté mi renuncia a Mercado.

El precio de la victoria fue muy alto. Velasco se había preparado parauna confrontación con la cúpula de la Marina. Durante la sesión especialde los ministros del Ejército y la Aviación, en el palacio también estabanpresentes otros comandantes del Ejército, para poder intervenir a manoarmada si era necesario. Velasco decidió purgar los altos mandos de laMarina de elementos opositores, esperando acallar la oposición. Hizovolver a Arce Larco, agregado militar en la embajada en Washington, eimpulsó su nombramiento como nuevo comandante de la Marina. Estogeneró el pase a retiro obligatorio de los almirantes de mayor antigüedad,por razón de la regla de que el de mayor antigüedad debe ser elcomandante general.

Pero Velasco cometía un error. Vargas Caballero había sido su opositoren el Consejo de Ministros, pero nunca un detractor declarado que queríao podía movilizar un frente cerrado a su derecha. Era muy estimadoentre los oficiales de la Marina y, en su calidad de comandante, ventilabalas críticas de su oficialidad. Esto funcionaba como válvula de escape delas presiones acumuladas las que, a la vez, eran canalizadas y controladas.A partir de este momento, comenzó a aumentar la resistencia. Ahorahabía una cuenta que liquidar con Velasco y los velasquistas en elgabinete, que habían urgido a la destitución de Vargas Caballero,causando así la humillación de la Marina.

A principios de diciembre de 1974, atacaron con disparos al carro en elque viajaban Mercado, Tantaleán y Arbulú —cuñado de Tantaleán y luegoprimer ministro durante el gobierno de Morales Bermúdez—. En círculosoficiales, se acusó a la CIA de este atentado homicida. Pero luegocomenzaron a circular persistentes rumores de que los proyectileshabían sido disparados por miembros o ex miembros del Servicio deInteligencia de la Marina, el que, por otra parte, mantenía estrechoscontactos con la CIA, que le suministraba el material bélico más avanzado.

Arce Larco, un extraño al medio con una buena hoja de servicios, fuetolerado en círculos de la Marina. Él supo convencer a Velasco de queno era oportuno destituir al mismo tiempo a la totalidad de losalmirantes: todos habían protestado por la dimisión de Vargas Caballero

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—excepto Jiménez de Lucio, ministro de Industria, y Faura, quien luegosería nombrado por Velasco como comandante de la Marina—. Si se losdestituía en forma masiva, sería necesario ascender simultáneamente aun gran número de capitanes de navío.17

Después de su retiro en 1975, Arce fue nombrado embajador enWashington por Velasco. Volviendo a sobrepasar a algunos almirantes,obligados al retiro, el presidente designó sucesor a Faura, quien habíasido comandante de la Armada del Pacífico y uno de sus pocos partidariosdeclarados en la Marina. Un día después de su nombramiento, una bombadestruyó una pared medianera en su casa. Nuevamente fuerondesconocidos, y otra vez se rumoreó que los autores pertenecían algrupo que había atentado meses antes contra el primer ministro, elministro de Pesquería y el cuñado de este último. Faura era un oficialrespetado por todos, pero su nombramiento fue la gota que colmó lamedida en los altos mandos de la Marina: se sentían desplazados porsegunda vez, ya no podían esperar mucho más.

En junio de ese año, estando Faura en misión de inspección en la regiónselvática, junto a la flota amazónica, la entera Armada del Pacífico zarpó alas órdenes de uno de los almirantes, con el pleno respaldo de loscomandantes. El objetivo era destituir a Faura y nombrar a un comandanteelegido por ellos mismos (Pease 1981: 69). Con este fin, se convocó aunidades del Ejército para que rodearan la base de la Marina en el Callao.Pero Faura se sometió a la voluntad de los comandantes y presentó surenuncia «por razones institucionales».18 Entonces, Velasco optó por unamovida de tablas: aceptó la dimisión de Faura y nombró en su lugar alalmirante de mayor antigüedad, Gálvez, quien había acompañado a Fauraen su viaje y se desempeñaba entonces como ministro de Vivienda.

Era evidente que, de ahora en adelante, iba a resultar difícil encontrarsimpatía por el gobierno de Velasco en círculos de la Marina. Esta vez, lacadena de sucesión institucional había sido completamente respetada y elalmirante Parodi —quien ya ocupaba un puesto ministerial con voz y fueuno de los organizadores de la rebelión de la Marina— fue nombrado jefedel Estado Mayor de esta rama. Al subir Morales Bermúdez al poder, Parodi

17 Entrevista de María del Pilar Tello con el almirante Arce Larco (1983, t. I: 23-26).18 Entrevista de María del Pilar Tello con el almirante Faura (1983, t. I: 109-114).

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llegaría a ser ministro de Marina con el apoyo que se había ganado entrelos oficiales de su institución por haber contribuido a la caída de Faura.

El sucesor de VEl sucesor de VEl sucesor de VEl sucesor de VEl sucesor de Velasco: hombre o partidoelasco: hombre o partidoelasco: hombre o partidoelasco: hombre o partidoelasco: hombre o partido

La salud de Velasco comenzó a resquebrajarse en los últimos meses de1974: sufría de insomnio y pérdida de la memoria, y reaccionaba consúbitos arrebatos de cólera en situaciones que antes había sabidoresolver con delicadeza. Graham,19 quien lo acompañaba cinco o seishoras al día, fue uno de los primeros en detectar el proceso de decadencia,que atribuyó a un principio de arteriosclerosis. En palacio todo marchabademasiado lentamente para Velasco: era imprescindible consolidar laRevolución y nacionalizar las últimas empresas privadas que quedabanen el sector minero, aunque fuera necesario hacerlo sin consultar. Losministros que llegaban sugiriendo prudencia eran recriminados: era ahorao nunca, urgía actuar con celeridad, todavía quedaba mucho por hacer.

En su hogar, Velasco se enfrascaba en la literatura; leía, por ejemplo,eventos sobre el departamento de Piura, donde había pasado su juventud.Estas lecturas vespertinas podían conmoverlo hasta saltarle las lágrimas,pero constituían un hábito agotador: solía leer hasta las primeras horasde la madrugada (Franco 1986: 397). También empezó a sentirse solo eincomprendido: por la izquierda, por la derecha, incluso dentro de la FuerzaArmada, por los almirantes de la Marina. ¿Habría llegado, de verdad, suhora de retirarse? Esa era, en todo caso, la opinión de su familia. Solo enuna ocasión aludió al tema con Graham: la contrarrevolución se empezabaa sentir, esto exigía una intervención efectiva, y él temía que sus fuerzaslo abandonaran. Pero se retractó al día siguiente: la Revolución era asuntosuyo y solamente suyo, era él quien debía consolidarla, y así lo haría antesde retirarse. Graham habló sobre esto con Richter, con De la Flor, contres redactores del Plan Inca —Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroay Gallegos—, e incluso con Carlos Delgado. Su primera reacción fue deincredulidad: ellos se encontraban con Velasco varias horas por semana ylo juzgaban en condiciones de hacer frente a la situación.

19 Entrevista con el general Graham, 29 de mayo de 1986.

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Sin embargo, a mediados de febrero de 1975, Velasco sufrió un fuerteataque y por varios días apenas pudo hablar o moverse. Ya antes algunosde sus íntimos se habían planteado el tema de la sucesión. Ahora, era elpropio Velasco quien comenzaba a pensar y discutir con sus asesoressobre la cuestión. Se enfrentaban a un doble problema: había queencontrar a la persona más adecuada para sucederlo como presidenteen el futuro inmediato, y la mejor estructura de organización paracanalizar y consolidar el proceso iniciado en 1968. Se trataba, entonces,de la elección de una persona y de un contexto institucional. Velasco semantuvo ambiguo e indeciso en ambos ámbitos hasta que, finalmente,las circunstancias lo enfrentaron con un hecho consumado.

Un tiempo atrás, asesores civiles como Ruiz Eldredge y Cornejo Chávezya habían aconsejado a Velasco considerar la formación de un partido, oal menos de un movimiento de masas. Una vez, Tantaleán le propusoaliarse al APRA si no le interesaba crear un partido propio; la reacciónde Velasco fue tan gélida y negativa que nunca más intentó hacer unasugerencia en este sentido.20 No obstante, hasta los últimos meses antesde su muerte, Velasco estaba convencido de que un partido formado entomo a su persona acabaría en la corrupción:21

Cuando él no quería un partido era porque no quería ser líder de unpartido. Era el líder de una Revolución que debería —de maneratransitoria— dar en un momento dado a todo el Perú. La idea era quetodo el Perú defendiera eso. Me recuerdo que más de una vez le dije:«Pero nosotros necesitamos un partido. Necesitamos que alguiennos defienda». «Cuando triunfamos, es porque la misma gente nos vaa defender. Que ellos ya se organicen en un partido». Yo también meequivoqué con él, pensaba como él pensaba: «El partido es para partir,dividir más de lo que ahora estamos. ¿Por qué —me dijo— tenemosque formar un partido? Después de los golpes de Sánchez Cerro, deOdría, se formaron partidos. Nosotros no necesitamos que nosdefienda el partido. Que la historia nos juzgue mañana. Vamos a actuarcon la mayor limpieza. Entonces, ¿qué necesidad tenemos delpartido? Unos mercenarios que vinieron, ¿qué gritan? ¿Ustedes creenque yo les creo a ellos?». Y yo también creía, honestamente, y siempre

20 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.21 Entrevista con el general Meza Cuadra 13 de junio de 1986.

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le presenté públicamente, que no había necesidad de un partido. Perome he olvidado de nuestra realidad. Nuestra realidad es así,desgraciadamente. Se necesita un partido para dar continuidad a unaidea. No era un programa político por elecciones ni nada por el estilo,quisiéramos hacer los cambios [...]. Claro, hoy en día lo veo diferente.Y él, al último, quizás se dio cuenta. Y por transigir, a algunosindividuos les dijo: «Bueno, si quieren, fórmense su partido». Peronunca porque él lo quiso. «Ustedes, por si acaso, ¿creen que voy aser como Odría? ¿O Sánchez Cerro?», nos decía. «¿Qué voy a formarel partido odriista o sánchez-cerrista? ¿Para qué? ¿Para terminar enla pobreza? ¿En la oscuridad? Cuando logremos lo que queremos,les vamos a trasladar el poder [...]». Me recuerdo que me dijo: «LaFuerza Armada lo inició sin ayuda de civiles, y ahora se va a terminarsin ayuda de civiles». [...] además, y eso sí me acuerdo con claridad:«Se necesita plata. Plata, plata —decía—. ¿Y de dónde saco eso?¿Ustedes tienen plata para darme a mí? ¿Van a seguir siendo lospolitiqueros de siempre? ¿Para que formemos un partido?». Etcétera.Y también: «Si ellos [los civiles] toman conciencia, que ellos formensu partido. Si nos defienden, perfecto. Y si no, nos hemos equivocado.¿O quieren ustedes que yo tome dinero del gobierno?». Usted tieneque entender que nuestras ideas todavía eran muy castrenses. Quizáséramos en muchos aspectos muy idealistas. A pesar de ser soldados.Me recuerdo que vinieron también unos extranjeros, del Brasil porejemplo, que nos aconsejaron formar un partido. Para darlecontinuidad a la Revolución. Quizá, quizá, si nosotros hubiéramosformado un partido de élite pequeño, quienes hubieran defendido laRevolución. Quizá.

Los ministros, que ya anteriormente se habían empeñado en la formaciónde un movimiento de masas a través de organizaciones cooptadas—Tantaleán, Richter, Jiménez de Lucio, Sala, Zavaleta—, fueron losprimeros en intentar convencer a Velasco de la utilidad de un movimientoo un partido. Es verdad que formaban una cierta facción dentro del Consejode Ministros, no tanto como un grupo de acción coherente con unprograma político —los llamaban La Misión22 y les atribuían una gran

22 El término fue concebido por Thorndike (1976). «Una novela pensada por unnovelista», fue el comentario de Valdés Palacios en la entrevista del 20 de mayo de1986. «Ese grupo nunca ha existido». Pease (1980, 1981) ha analizado profundamente

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influencia negativa sobre Velasco—, sino como un número de individuosrivales entre sí, que mantenían una relación personal directa con elpresidente. Hacía tiempo que habían declarado urgente la formación deun partido o movimiento de masas, pero Velasco recién se dejó persuadircuando se retractaron de sus objeciones los integrantes de la segundafacción, más fuerte y coherente que la primera, compuesta, a saber, porFernández Maldonado, Rodríguez Figueroa, Gallegos, De la Flor, Graham,o sea los miembros de su antiguo equipo y el COAP, que hasta ese momentohabían titubeado como él sobre el sentido de una organización política.

En febrero de 1975, apareció en la prensa un anuncio llamando a laformación del Movimiento de la Revolución Peruana, firmado por RuizEldredge, Guillermo Thorndike, Otoniel Velasco y otros; en total, doceasesores civiles que ocupaban, entonces, puestos directivos en losperiódicos expropiados o funciones de asesoría en los ministeriossectoriales. Una semana después, el Consejo de Ministros, «a reiteradasolicitud de ciudadanos individuales, organizaciones y sectores socialesdentro del proceso», formó una comisión para constituir este movimiento.Entre sus miembros se contaban a Sala (presidente), Richter y Jiménezde Lucio. Otra semana más tarde, el COAP publicó las Bases ideológicasde la Revolución Peruana, el marco ideológico del nuevo movimiento, yuna breve relación de los puntos de partida del proceso de reformas, quefue descrito como «nacionalista e independiente y basado en el humanismorevolucionario». El «humanismo revolucionario», a su vez, era la herenciade la tradición socialista, libertaria y cristiana, y conduciría a un modelosocial «pluralista y participativo».

En la prensa capitalina ya se había estado discutiendo durante largotiempo sobre los pros y los contras de un partido político. El grupo detécnicos que habían estado presentes en la creación de SINAMOS, algunosde los cuales llegaron a ocupar puestos directivos en la prensanacionalizada,23 entabló una fiera polémica en contra de la formación deun partido: los partidos separarían a las masas de sus redes de

la versión según la cual La Misión era una facción coherente, con aspiraciones políticas,y más de un autor que se basa en sus análisis, por lo general excelentes, hasobreestimado el rol de estos ministros. El día en que cayó Velasco, la influencia delgrupo había sido reducida a cero.23 En junio de 1974, las siguientes personas habían sido nombradas como director yvicedirector, respectivamente, de los medios de comunicación expropiados: El Comercio,

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participación política y económica, el partido era la herencia de ideastradicionales, el partido engendraba a burócratas, etcétera. En los mesessiguientes, a través de las páginas del periódico se libró una singularbatalla entre los asesores civiles que estaban a favor y en contra de laformación de un partido.

En alguna ocasión también se publicaron declaraciones de la comisiónde ministros: SINAMOS jugaría un rol importante, las organizacionesparalelas y las otras organizaciones que se habían consagrado a laRevolución también tendrían un lugar allí. Sin embargo, los ministrosparticipantes estaban demasiado ocupados determinando sus posicionesindividuales con respecto a la sucesión de Velasco, y tenían opinionessobre lo que convenía hacer u omitir.

El 1 de agosto de 1975, pocas semanas antes de la caída de Velasco, elgobierno anunció el nombramiento de 32 miembros de un ComitéProvisorio de la Organización Política de la Revolución Peruana (OPRP).Entre sus miembros se contaba a representantes de las «organizacionesde la Revolución» como la CNA, la CTRP, el SERP, CONACI, la JRP y altosfuncionarios del aparato estatal —INP, SINAMOS, CONAPS, Minería, Pesquería,Educación, Agricultura, Comercio, Industria y Alimentación—. No habíaningún ministro o militar representado en el comité. Todos sus miembroseran civiles, y entre los más conocidos estaban Ángel de las Casas(CONAPS), Otoniel Velasco (INP), Héctor Béjar y Carlos Franco (SINAMOS).El presidente era Enrique Estremadoyro, proveniente del INP y en eseentonces viceministro de Comercio. Pero era, para emplear una expresióncorriente, «demasiado poco y demasiado tarde». Un mes después,Morales Bermúdez envió un mensaje a la nación comunicando que habíacomenzado la «segunda fase» de la Revolución, en la que también habríalugar para los demás partidos políticos. La OPRP, creada quizá para servirde partido, frente popular o movimiento de masas, desapareció pocodespués silenciosamente. El 15 de octubre de ese año, Béjar y Francomantuvieron una polémica por televisión con Roncagliolo y Benza24

Cornejo Chávez; La Prensa, Peñalosa; Última Hora, Frías, Cabrera; Correo, Neira,Guerra; Expreso, Ruiz Eldredge, Moncloa; Nueva Crónica, Thorndike, Roncagliolo. Alaño siguiente, Escudero fue director de La Prensa, Chiappo de Expreso, Guerra deÚltima Hora y Posada, cuñado de Velasco, de La Crónica. Unos meses después de lacaída de Velasco, Jaworski y Béjar, quienes entonces estaban trabajando para SINAMOS,fueron nombrados, respectivamente, director y vicedirector de El Comercio.

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acerca de la OPRP: era una repetición del debate periodístico de antes yel canto de cisne en el que, por última vez, se hablaba del partido de laRevolución.

La elección del sucesor de Velasco mantenía los ánimos más ocupadosque la cuestión de la organización de un partido o una organización demasas para dar continuidad a la Revolución.25 El propio Velasco redactóun proyecto de ley, en abril de 1975, por el cual se prevería su sucesiónen forma regular si, repentinamente, le ocurriera algo grave. Dos añosantes, cuando se temía por su vida a causa de su enfermedad, la situaciónhabía generado la división y un enfrentamiento entre el presidente y laJunta. Graham —COAP—, Ibáñez —Casa Militar— y Valdés Palacios—asesor jurídico del presidente— trabajaron en el mayor secretobuscando la fórmula de un presidente interino en caso de emergencia.Velasco permanecería, en tal caso, como presidente y líder de laRevolución.

La sensibilidad de Velasco sobre el tema de su sucesión le volvió a jugaruna mala pasada. Por una desafortunada ocurrencia, un periódicovenezolano publicó, alrededor de esa fecha, un artículo en el que sesugería que las autoridades peruanas estaban considerando instauraruna vicepresidencia. Más tarde, se constató que se trataba de una meracoincidencia. Pero Ibáñez llevó el recorte del periódico a Paracas, unaciudad costera a 200 kilómetros al sur de Lima, donde Velasco estabapasando el fin de semana con algunos ministros. Un día más tarde, secelebraría el Consejo de Ministros. Velasco dirigió duros reproches aGraham, quien escribió su carta de dimisión al día siguiente. Velasco lollamó por teléfono y ambos mantuvieron una larga conversación, en lacual se reconciliaron y se conmovieron hasta soltar las lágrimas. La

24 Quien más tarde formaría parte de la fundación del Partido Socialista Revolucionario(PSR), un partido que agruparía a la mayoría de los velasquistas.25 Salvo mención de lo contrario, los hecho descritos se basan en datos extraídos deuna serie de entrevistas mías con los generales De la Flor (7, 13, 19 y 26 de mayo,23 de junio y 17 de diciembre de 1986), Graham (8, 15, 22 y 29 de mayo, y 4 dejunio de 1986), Meza Cuadra (6 y 13 de junio y 18 de diciembre de 1986), Tantaleán(14 de mayo de 1986) y Valdés Palacios (14, 20 y 29 de mayo, 4 de junio y 29 dejunio de 1986). Algunas versiones difieren entre sí, y en contadas ocasiones hepreferido mencionar un lugar o a una persona anónima en vez de especificar nombresy apellidos.

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relación de confianza parecía restablecida y Graham recuerda aún algunaslargas charlas que siguieron al incidente. Sin embargo, ese mismo añoVelasco tuvo otro acceso de cólera en el Consejo de Ministros, y acusóimplícitamente a Graham de comunista. Graham se guardó el honor y sefue a casa. Por la noche, Velasco mandó a Valdés a la casa de Graham,quien se encontraba en pijamas y bata, con una carta de dimisión.«Pregúntale qué quiere», había dicho Velasco, «un ministerio, un cargode embajador». Pero Graham pidió que le devolvieran la presidencia delCOAP o le asignaran una función militar, y entregó a Valdés su carta dedimisión. Valdés, conociéndolos a ambos, aguardó un tiempo antes deentregarla a Velasco. Y, en efecto, ambos se volvieron a reconciliar porsegunda vez y prometieron trabajar como antes, colaborando el unocon el otro. Pero la relación ya no volvió a ser la misma, y Velasco comenzóa sentirse vigilado por Graham.

Graham siguió funcionando, sin embargo, como el asesor principal deVelasco. Algunas personas que se movían junto a Velasco perseguíanambiciones políticas. Tantaleán se comportaba a veces como el príncipeheredero de Velasco, pero no era probable que lo sucediera: si bien eraun amigo personal, su poder derivaba de la autoridad de Velasco, y lasopiniones sobre su persona en medios castrenses estaban divididas.Richter era demasiado militar y se lo identificaba excesivamente con lalínea dura del régimen. Rodríguez Figueroa ocupaba un puesto militarde confianza pero, al igual que su amigo y compadre FernándezMaldonado, tenía una reputación de «ultra» entre las Fuerzas Armadas.En cuanto a Graham, este tenía el poder de un superministro —unaposición que había obtenido, por otra parte, por delegación personaldel presidente—, pero había estado alejado del mando militar pordemasiado tiempo. ¿Meza Cuadra? Él gozaba del prestigio en medioscastrenses, había constituido el COAP y era jefe del Estado Mayor enese momento. ¿Y Morales Bermúdez? De impecable reputación militar,era primer ministro y coordinaba todos los ministerios socioeconómicos.Era un profesional con amplia experiencia en asuntos económicos yfinancieros, y se había consagrado a la causa de la Revolución el últimoaño.

Velasco comenzó un cauteloso sondeo de opiniones: ¿qué pensabaGraham sobre Morales como sucesor? ¿Confiaba Meza en el primerministro? Antes se hacían bromas sobre su persona, pero su capacidad

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y dedicación eran indiscutibles. Morales se enteró por ambos de queVelasco lo consideraba para la sucesión. La pregunta era cuándo y enqué condiciones. ¿Quería Velasco traspasar el poder presidencialguardando para sí el papel de líder del movimiento político? Calles habíautilizado esta fórmula en tres ocasiones consecutivas, en la década deltreinta, para controlar al presidente mexicano como líder máximo. ¿Setrataba de transmitir el poder absoluto o lo tendría que compartir conotros? Al mismo tiempo, Velasco había pensado en formar una direccióncolegiada que asistiría al nuevo presidente y en la cual tendrían un sitioMeza Cuadra y otros hombres de confianza. Morales ignoraba este plan,aunque sí sabía que Velasco había solicitado a Graham algunos nombrespara formar un grupo asesor que se ocuparía de su sucesión. Grahamhabía propuesto, entonces, a Fernández Maldonado, Gallegos, Hoyos yRodríguez Figueroa, los cuatro que lo habían ayudado a llegar al poder.Había esperado una ocasión propicia para hablar sobre el asunto conVelasco, pero esta nunca se presentó. Velasco le había sugerido a Morales,por lo menos en dos oportunidades, las perspectivas de que él losucediera en la presidencia. Pero ¿cómo podía estar seguro? ¿Y cuándose concretaría? Velasco había hecho saber una vez que se retiraría el 28de julio, día de Fiestas Patrias, pero no se había ido. ¿Se retractaríaVelasco nuevamente y designaría a un sucesor solo cuando Moralespasara a retiro al año siguiente? ¿No tendría preferencia por MezaCuadra? ¿O por Fernández Maldonado? ¿O Rodríguez Figueroa? ¿OTantaleán, después de todo?

Mientras Velasco averiguaba prudentemente las opiniones de losmiembros de su equipo, estos comenzaron las consultas entre sí. RodríguezFigueroa invitó a su casa a los ministros de mayor confianza: FernándezMaldonado, Gallegos, Graham y Morales Bermúdez. Estaban preocupadospor el decaimiento de Velasco y el estancamiento del procesorevolucionario. Morales citaba fragmentos de las cartas de Fidel Castropara mostrar que él compartía su inquietud. ¿Estaba Velasco extenuadoo había entrado en un período de autoglorificación? Un sábado de mayo,intentaron ensanchar el círculo de revolucionarios inquietos. Con elpretexto de realizar una reunión general de todos los comandantes,Rodríguez Figueroa, entonces el general de mayor antigüedad con mandoefectivo, invitó a los demás generales y a los ministros. Además de loscinco mencionados, estaban presentes de La Vera, Molina, Meza Cuadra,Richter y De la Flor. Las conversaciones eran animadas y a veces subían a

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un tono enérgico. Al principio, los recién llegados pensaban que se hablaríade Ibáñez, el jefe de la Casa Militar, a quien se atribuían los sucesos del 5de febrero. Pero no tardaron en darse cuenta de que se trataba del propiofebrero.26 Algunos de los últimos mencionados experimentaron ladesagradable sensación de verse implicados en lo que significaría elprincipio de una ruptura con Velasco. Al día siguiente, cuando él celebróuna reunión de todos los comandantes del Ejército —unos veinte— ensu casa de Chaclacayo, Meza aprovechó la oportunidad para poner sobreel tapete los problemas tratados en la víspera: «Mi general, hay quejasque usted no oye, pero de las que se habla. Queremos discutirlas conusted». Pero un gran silencio invadió la sala; nadie tomó la iniciativa, y laocasión quedó desaprovechada. Al volver a casa, Meza le dio una palmadaen el hombro a Molina, comandante de la Primera Región, diciéndole:«Gordo, ¿por qué te quedaste callado? Ayer tenías tanto que decir». «¡Nosé, pues!», fue la respuesta.

Empezó a crearse un clima de protestas y rumores sobre el crecienteautoritarismo de Velasco, su favoritismo con sus amigos, las deportacionescada vez más frecuentes de personas por asuntos cada vez más triviales,sobre el MLR y el rol de Tantaleán en este, sobre males pasados y presentes.Entre los comandantes del Ejército y en el Consejo de Ministros seintensificaron los rumores de que Velasco había reñido con los miembrosde su antiguo equipo. En un intento reconciliador, Meza invitó al grupo asu casa a principios de junio, procurando que Velasco también estuvierapresente. Pero el ambiente no era muy agradable: uno de ellos había llevadoun casete con una grabación en la que una espiritista profetizaba el éxitode la Revolución en nombre del mariscal Benavides; otros se excedieronen la bebida. Se formaron dos grupos: uno alrededor de Velasco y otro entorno a Morales Bermúdez. El presidente montó en cólera y se marchó.De la Flor quiso aprovechar la fecha del cumpleaños de Richter paraorganizar una nueva reunión, pero cuando Velasco se enteró, se negó aasistir y el encuentro se suspendió.

26 Poco después, Velasco al parecer oyó que conspiraban en su contra. Según suspropias afirmaciones posteriores, lo supo por un oficial de inteligencia que estuvopresente en la reunión, disfrazado de camarero, y pudo captar así fragmentos de laconversación. Sin embargo, se necesitan dotes de James Bond para realizar unahazaña semejante, y por ello prefiero apoyarme en la teoría de que uno de lospresentes filtró la información a Velasco.

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Como se vería después, Velasco y el grupo de «progresistas inquietos»contemplaban, en grandes líneas, la misma fórmula y la misma fechapara la sucesión. Velasco había pensado en traspasar el poder el 3 deoctubre de 1975, en el séptimo aniversario del golpe contra Belaunde.En una gran ceremonia, él mismo entregaría la presidencia a MoralesBermúdez y seguiría presidiendo como «líder de la Revolución» a laorganización libre que Velasco pensaba crear, compuesta por lasinstancias generadas por el régimen o las que se mantenían en armoníacon el gobierno. El grupo de los cinco —Morales Bermúdez, Graham,Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroa y Gallegos— pensaba en unafecha posterior al 31 de agosto. Entonces, ya se habría retirado Gilardi,el miembro de la Junta de mayor antigüedad, y Morales sería el de mayorantigüedad también dentro de la Junta. También ellos pensaban en unafórmula en la que Velasco siguiera siendo reconocido como símbolo dela Revolución, pero en la que Morales y los suyos tendrían el poder realpara «acelerar y profundizar la Revolución». Graham había estado enChina y había visto cómo Mao, ya senil, continuaba siendo el símbolo deunidad, en tanto que Chu En-Lai asumía la responsabilidad del gobierno.Un sistema similar que permitiera a Velasco retirarse con dignidad erael que anhelaban encontrar para el Perú.

La «profundización de la Revolución»La «profundización de la Revolución»La «profundización de la Revolución»La «profundización de la Revolución»La «profundización de la Revolución»

Morales Bermúdez, sin embargo, no conversó solamente con suspartidarios de izquierda. Él gozaba de una buena reputación entre suscompañeros de promoción, que mantenían el poder en el Ejército comocomandantes regionales. Era apreciado en la Marina, que tenía aún unacuenta que saldar con Velasco y los velasquistas, a los que se considerabaresponsables de la caída de Vargas Caballero y el forzoso pase a retirode tantos almirantes. También era estimado por el sector privado, parael cual el régimen representaba la antesala del comunismo internacional;sus integrantes consideraban que si era irremediable negociar con eldemonio, que fuera al menos con el sensato y competente ex ministrode Economía y Finanzas, que había llevado a cabo su gestión con tantamoderación. Conversó con representantes de todas las agrupaciones yse mostró inclinado a escuchar sus deseos. En realidad, MoralesBermúdez era el sucesor ideal de Velasco: para la cúpula del Ejército,que también quería compartir el poder, pero que nunca tuvo acceso al

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Consejo de Ministros; para la izquierda dentro del equipo ministerial,que confiaba en que lo podría manipular; para la Marina, con sus antiguasheridas; para el sector privado, que se sentía amenazado. Y finalmente,incluso para Velasco, que buscaba a una persona de confianza que gozaradel respeto general dentro del Ejército.

No es completamente descabellado considerar a Morales Bermúdez comoel Dr. Jekyll y Mr. Hyde de los gobiernos militares entre 1968 y 1980. Sudoble personalidad se pone de manifiesto en los siguientes retratos,descritos por partidarios y detractores. La primera caracterizaciónproviene del mismo documento citado en el capítulo anterior, redactadoa principios de 1976 por algunos ex ministros y ex asesores de Velasco:27

Francisco Morales Bermúdez:Personalidad: mentalidad fría, calculadora, buen estratega,inteligencia media, compensada por la astucia, buena capacidadpolítica. Maneja y utiliza personas. Ambición de poder y capacidadde espera. Carece de escrúpulos. Hipócrita, desleal, cínico,entiende que el fin justifica los medios. No le interesa la moral.Evita todo enfrentamiento personal.Trayectoria: ingeniero militar. Ingresa al Ejército al adoptar laimagen de su padre asesinado. Cuida su propia imagen desde muyjoven, presentándose como una persona íntegra, estudiosa,honesta. Logra ascender en el Ejército y se especializa en economía,anticipándose a la importancia de esta y formándose en unadisciplina no castrense. En el gobierno de Belaunde acepta lacartera de Hacienda y Comercio, denuncia un contrabando dentrodel cual están implicados miembros del Ejército. Plantea unareconstrucción de Economía, que no es aceptada y denuncia porcarta pública. En el gobierno de Velasco no se incorpora a su inicio.Se ha puesto renuente. Acepta el Ministerio de Hacienda a larenuncia del ministro Valdivia. Mantiene una apariencia externade seriedad, apartándose de todo el compromiso político yfigurando como tecnócrata. En los consejos de ministrosúnicamente toma la palabra por asuntos de su portafolio, sinmanifestar ningún interés en los cambios estructurales ajenos a

27 Véase la nota 63 del capítulo 5.

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los puramente económicos. Sin embargo, en este campo propone einicia la reforma de la banca y del crédito. Como primer ministro,aglutina y dirige a los ministros de la producción, vitalizando elCIAEF: Consejo Interministerial de Asuntos Económicos yfinancieros, del cual es presidente. Pero no manifiesta su opiniónen el Consejo de Ministros; mantiene un prudente silencio, figurandocomo hombre de confianza del presidente Velasco. En los últimosmeses del régimen conspira con los generales Fernández Maldonado,Rodríguez Figueroa, Graham Hurtado y Gallegos Venero. Secompromete a plantear su oposición a la represión en un Consejode Ministros determinado, con el apoyo de los complotados quetenían cargos ministeriales. Aprovechando un viaje a la fronterasur, compromete al general De la Vera Velarde [comandante de laTercera Región Militar] y se pronuncia inopinadamente en Tacna,reclamando el apoyo o el rebaje de los comandantes generales, yobliga así al general Rodríguez Figueroa, como comandante generalde la II Región, a rebelarse en Lima. Triunfante, retorna a Lima y endiez meses, utilizando diversas formas de acción, ninguna de ellasfranca, pasa al retiro a todos los generales que le llevaron al poder.

El segundo retrato procede de De Rivera Lucero, quien a principios de1976 asumió las tareas y funciones de Valdés Palacios y fue asesorjurídico de Morales hasta 1980. En los años que siguieron, De Riverallegó a estimar a Morales, a quien describe de la siguiente manera:28

Tenemos que reconocer que hay grandes diferencias entre una yotra personalidad, la del general Velasco y la del general Morales.El general Velasco, muy decidido, muy intuitivo. El general Morales,quien se había educado con los jesuitas, tenía otra mentalidad:más reflexiva, más ponderada, diría yo. El uno precipitando lascosas, el otro reflexionándolas. Tenía la ocasión, apreciándolos alos dos, de compararlos, de manera que, lo que en uno puede servirtud, en otro puede ser su defecto. O lo que en uno le sobra, enotro le falta. Quizás hubieran podido complementarse [...]. Encuanto, a la relación del COAP con el presidente y la Junta degobierno, había cierta preponderancia militar del general Velasco

28 Entrevista con el general De Rivera Lucero, 17 de julio de 1986.

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sobre la Junta. Pero tenía una consideración muy especial con elgeneral Gilardi. El presidente Velasco tenía un ascendiente deltipo militar. Con la gente del COAP, sin embargo, era muy cordial.Éramos sus confidentes, sus patas. En cambio, el general Moralessí escuchaba a la Junta, y decidía con la Junta. En cuanto al COAP...a distancia, cumpliendo la misión, pero no había una integración,diríamos, corporativa con el presidente. Aunque tengo que decirque conmigo sí guardaba reverencia, tenía más confianza enconsultar; inclusive me llamó él mismo: «Vente, ¿quieres? Hayesto» [...] El general Velasco tenía mucha muñeca para imponersu criterio como si fuera de consenso. Cocinaba los «sí» antes.Esa misma política usaba Morales, pero no imponiendo sino oyendouna opinión: «A ver, ¿por qué no debe ser así? ¿Qué dicen lostécnicos?». Cuando veía que no había consenso, suspendía tambiény conversaba. Y después se entraba nuevamente al debate, paraque fuera la resolución de consenso, pues, de la mayoría. Cuandoentró en situación de retiro, la Junta le reconoció sin ningunadificultad como presidente. El general Velasco imponía, él [MoralesBermúdez] no. Orientaba el debate, tomaba en cuenta las diferentesopiniones y dejaba votar. Había a veces gente que dejaba constanciaque consta su voto en contra. Me recuerdo una frase que utilizabamucho: «A nosotros nos han formado desde muchachos paraactuar en el campo militar, y en consecuencia tomar decisionesmilitares. Ahora estamos actuando en el campo político. A lopolítico hay que dar soluciones políticas». Con el cambio de lapresidencia, la Junta retoma más poder, como usted me preguntó.Eso determinó cierta influencia de la Marina, que motivó la salidade Jorge Fernández, la salida de Graham, de Valdés. Porque fueronconsiderados como los extremistas.

Si Morales hubiera esperado un mes y medio, Velasco mismo le habríatransmitido el poder por su propia decisión. Tampoco habría sidonecesario realizar una revolución de palacio en septiembre, como habíanpropuesto los cuatro alarmados generales de izquierda junto con Morales.Pero estas son elucubraciones posteriores a los hechos. Morales, quiena fines de agosto había viajado a Tacna, en la frontera sur con Chile, conocasión del Día de Tacna —para conmemorar la devolución deldepartamento de Tacna al Perú por parte de Chile—, se excedió en lascopas esa noche junto con La Vera, comandante de la vital Tercera Región

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Militar, y dejó a todos frente a un hecho consumado con su precipitadogolpe del 29 de agosto. Si no fuera por sus trágicas consecuencias, sediría que la operación de Morales contenía todos los elementos de unaopereta. Aunque es discutible que haya actuado por impulso —ya quehabía alistado un avión para la eventualidad de una huida29—, dos díasdespués, Graham narró:30

Comenzó por contarnos que habían tenido una celebración del Díade Tacna muy alegre. Luego un almuerzo con la guarnición de allá,muy regado de vino, y después, en la noche, una fiesta en el Club deTacna con toda la sociedad, a la que asistieron los oficiales con susesposas. Las señoras, después de bailar un rato, se cansaron y seretiraron a descansar en una salita, pero al ver que las muchachassacaban a bailar a los generales, se pusieron celosas y los obligarona salir de la fiesta. Morales recalcó: «¡Fíjense cómo puede influirlos celos de las mujeres en la vida de un país!». Contó que todos setuvieron que retirar con las esposas, a regañadientes, por supuesto.«Nos fuimos a nuestro alojamiento en casa de García Vargas[comandante de la guarnición de Tacna], La Vera y yo. Las señorasse retiraron y nos quedamos desde la una de la mañana en el comedorde García tomando whisky y conversando. Alrededor de las tres dela mañana, nos pusimos a hablar de política. Yo les conté cómoestaba la tensión con Velasco, y La Vera y García sugirieron quedebíamos sublevarnos en este momento para derrocar a Velasco».Y así se sublevan y comienzan a llamar por teléfono. Por eso Leonidas[Rodríguez Figueroa] dice que cuando lo llaman estaban en unatranca que no se les entendía porque estaban los tres borrachos.Esto nos lo ha contado el propio Morales delante de De la Vera y detodos los que ya he mencionado. No es un chiste ni son decires. Lode Tacna fue fruto de una borrachera.

Para Graham, la noche del golpe de Morales tuvo algunas similitudescon la madrugada del golpe de Velasco, casi siete años atrás. Grahamhabía estado trabajando hasta horas de la noche con FernándezMaldonado, Rodríguez Figueroa y Gallegos en el plan que preveía el retirohonroso de Velasco. La fecha había sido fijada para el 13 de septiembre,

29 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de julio de 1986.30 Entrevista de María del Pilar Tello (1983, t. I: 273-274) con el general Graham.

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pues Gilardi pasaría al retiro el 31 de agosto y Morales regresaría deTacna el 2 de septiembre; quedaban, entonces, unos diez días para ultimarlos detalles. Morales, como líder del grupo, había prometido que lesolicitaría Velasco su retiro en nombre del Ejército. Como motivo directoaduciría la última serie de deportaciones ordenadas por Velasco, que elala izquierdista del gabinete no había podido asimilar. El primer 3 deoctubre siguiente, Morales se encontraría en el poder y se podríagarantizar la continuidad de la Revolución.

A las 5 de la mañana, sonó el teléfono en la casa de Graham. RodríguezFigueroa, comandante de la Segunda Región Militar de Lima, acababade recibir una llamada de Morales, que le comunicaba con voz pastosaque había dado un golpe y estaba llamando a los comandantes regionalesdel Ejército y a los jefes de Estado de la Marina (Parodi) y de la Aviación(Podestá), cuyo apoyo esperaba recibir. La Tercera Región ya se habíaadherido formalmente a Morales. Rodríguez Figueroa también habíahablado con La Vera y, en un principio, apenas comprendió lo que ledecía. No cabía duda de que los tres en Tacna estaban como una cuba.

Media hora más tarde, Fernández Maldonado y Rodríguez Figueroallegaron a casa de Graham. Todas las regiones militares, excepto laSegunda de Lima, habían manifestado su adhesión a Morales, al igualque la Marina y una parte de la Fuerza Aérea. Poco después llegarontambién los comandantes de la División Blindada y la Aerotransportada—ambas pertenecientes a la Segunda Región— y los tres comandantespartieron hacia el edificio de la Segunda Región. Se había convenido queRodríguez Figueroa informaría allí a los ministros castrenses cuál era lasituación. Graham llamó por teléfono a Richter, que aún no estabaenterado, para que adoptara medidas con respecto a la Policía. Hoyosllamó unas horas después para indagar sobre la conveniencia de asistira la reunión en el edificio de la Segunda Región. Todos estabanpreocupados por la reacción de Velasco.

Pero Velasco ya lo sabía. Gilardi había sido informado por su jefe deEstado Mayor y había telefoneado a Velasco.31 Cuando Graham llegó apalacio, en el horario normal de las 8 de la mañana, encontró a Velasco

31 A través del jefe de la Casa Militar, porque el teléfono público que comunicaba conla casa de verano de Velasco en Chaclacayo carecía de sistema de seguridad.

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conversando con Hoyos. Velasco conocía la situación y sabía que losministros castrenses reunidos en el edificio de la Segunda Región habíansido informados por Rodríguez Figueroa sobre el estado de cosas. Mandóllamar a todos los ministros que se encontraban en el país para unasesión extraordinaria del Consejo de Ministros, que comenzó a las 9 dela mañana y terminó a las 2:30 de la tarde. El gabinete en pleno fuellegando, un ministro tras otro, excepto los tres que se encontraban enel extranjero.32 Morales estaba ausente, naturalmente, al igual que Parodi—que ocupaba una cartera ministerial con voz y era, al mismo tiempo,el jefe del Estado Mayor de la Marina— y Fernández Maldonado. Esteúltimo permaneció toda la tarde junto a Rodríguez Figueroa en el edificiode la Segunda Región.

Velasco presidió el Consejo, por momentos abatido y en otros emocionado.Muy pronto llegaron a la conclusión de que se encontraban frente a unhecho consumado: las cuatro regiones militares, excepto la Segunda, sehabían unido a Morales, y en la Segunda continuaban las deliberaciones.En un momento, se pensó en la posibilidad de que Velasco hiciera unaapelación personal a la lealtad de Rodríguez Figueroa. Pero ¿qué se ganaríacon ello? Se generaría la división del Ejército en dos partes, y la Marinaestaba en manos de Morales. La unidad de la Fuerza Armada era másimportante que la caída de un presidente. En una sola ocasión Velascolevantó la voz, para tildar a Morales de cobarde, diciendo que había tenidoque recurrir a la bebida para encontrar el valor que, evidentemente, notenía en presencia suya. ¡Y pensar que le había comunicado personalmentea Morales que le traspasaría el poder el 3 de octubre! Pidió que lo llamaranpor teléfono desde el Consejo de Ministros, pero no lograron ubicarlo.Tampoco resultó posible ponerse en contacto con Molina, el comandantede la Primera Región (Piura). Gilardi propuso que volaran a Tacna paraconvenir con Morales en una despedida honrosa de Velasco, que entregaríapersonalmente el poder. La proposición fue unánimemente aceptada. Enese momento, en la pantalla de televisión de la sala aparece un locutoranunciando el golpe de Tacna y leyendo un resumen del discurso queMorales pronunciaba en esta ciudad; entonces, se decidió que el viajepropuesto no tenía sentido.

32 Meneses, Tantaleán y Vargas Gavilán se encontraban ese día en el extranjero.

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Velasco había encargado una placa de plata para entregarle a Gilardi enhonor a su retiro, y le pareció mejor dársela ahí mismo. De Rivera Lucerorecuerda: 33

Todos estamos en su oficina. Todos los ministros así, la televisiónacá y él miraba. A ratos se escuchaba: «¡Esos desgraciados!» ydespués le traían una copita llena de pildoritas. No se quiso servirde esas. El 31 sería el santo de Gilardi, tenía que irse al retiro. Letrajeron una hermosa placa, firmada por todos. Dijo a Gilardi: «Oye,flaco, ya no te vamos a ver aquí. Por eso te trajimos tu placa». Enmedio de todo, llegó la señora Consuelo, toda una dama, emocionada,sin llorar pero con los ojos brillosos. «¿Qué te parece?», le dijo.«¿Quién ha sido?». «¡Morales!». «Pero estás aquí con tus amigos—le dijo ella—, estás rodeado por tus amigos. Tú has cumplido tudeber. Y has hecho todo por tu patria». ¡Qué bien me pareció laspalabras de la señora! [...]. En eso viene Meza Cuadra, jefe del EstadoMayor, con su arma y todo, acompañado por su hijo. Se sentó ahí;quise darle mi silla, pero tomó otra. Entonces, Miguel Ángel de laFlor, creo que estaba acá, le dijo: «Bueno, creo que nosotros todosdebemos renunciar». Y entonces Gilardi le dijo: «¡Qué renunciar!Entonces ya estamos renunciados». ¿Qué cree usted que le dijo elgeneral Velasco? «No —le dijo—, ninguno de ustedes se va. ¿Dedónde va a sacar Morales ministros de la calidad de ustedes? Acáno es problema de hombres. Es problema del país. Quédense conél». Yo lo vi. Fíjese, ¡qué tal altura!

Durante la mañana, Meza Cuadra había recibido una llamada de Moralessolicitándole ponerse de parte de los golpistas, pero él había rechazadoesa sugerencia con indignación: «Eres un miserable y un traidor. Si elgeneral había hecho algo malo, tú y yo lo habríamos podido impedir».

A primeras horas de la mañana, Meza Cuadra había intentado ponerseen contacto con Vargas Prieto, para que, en última instancia, emitieranuna declaración conjunta, pero aquel se encontraba en su casa de veranoen Chosica y regresó a Lima recién por la tarde. Velasco hizo llamar aMeza Cuadra para que estuviera presente en la última sesión del Consejo

33 Entrevista con el general De Rivera Lucero, 17 de julio de 1986.

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de Ministros. Meza redactó su carta de renuncia y se dirigió al palacio,acompañado por su mujer y su hijo, y armado con una pistola automáticapor si alguien importunaba a Velasco. Pero ese día la Plaza de Armasestaba casi desierta. Velasco leyó un breve discurso de despedida porradio y televisión, preparado por Graham34 y aprobado por el Consejo deMinistros. A las dos y media se levantó la sesión. Velasco se despidió detodos los presentes con un abrazo y se retiró con su familia a susaposentos privados para ordenar sus papeles. A las cuatro de la tardeabandonó el palacio por la salida lateral, en compañía de su esposa ydos de sus hermanos, un teniente coronel y un mayor. Siguió luego elcarro de Meza Cuadra.35 Solo uno de sus amigos civiles, León Velarde, loestaba aguardando en el portón del palacio. En horas de la tarde, elcomandante de la Segunda Región también publicó un comunicado delque se desprendía que él, como el último comandante del Ejército queaún no se había pronunciado, se declaraba a favor de Morales y los suyos.

Esa noche, el agregado militar cubano daba una fiesta, y Franco (1986:415) menciona que un grupo de prominentes hombres de izquierdapropuso un brindis por el comienzo del socialismo en el Perú.

Otra vez, como lo había hecho en 1968, Graham asumió interinamenteel gobierno hasta que el presidente entrara en funciones. De hecho,también la Junta había sido disuelta: tras la salida de Velasco, Gilardi sehabía dirigido a su ministerio, había arreglado sus papeles y entregadoun informe a los generales de la Aviación allí reunidos. Solicitó a Podestá,jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea y su sucesor regular en dosdías, que ya se hiciera cargo de los asuntos y se marchó a su casa.Parodi, jefe del Estado Mayor de la Marina, no había asistido a la últimasesión del gabinete, pero había convocado a los almirantes. Había sidouno de sus portavoces durante la acción para destituir a Faura, y no lecostó gran esfuerzo lograr que lo propusieran como el nuevo comandantede la Marina. El vicealmirante Gálvez, el último ministro de Marina

34 El vicealmirante Paredes y el mayor general Miró Quesada colaboraron en laredacción del último mensaje de Velasco, en nombre de sus instituciones.35 En su casa de Chaclacayo, Velasco intentó nuevamente convencer a Meza Cuadrade que anulase su retiro. Vargas Prieto, el probable primer ministro, pasaría a retiroa fines de 1976, y Meza Cuadra sería, entonces, el designado para sucederlo.

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nombrado por Velasco, quiso ofrecer también su renuncia y retirarse.Le costó trabajo a Graham convencerlo de que permaneciera comomiembro de la Junta: el nuevo presidente debería jurar en presencia dela Junta, y el almirante era el único integrante que quedaba:36

Me había retirado a mi despacho cuando Velasco había salido delpalacio. Fíjese, yo me quedó en el COAP. Morales quiso quedarsetres días en Tacna, festejando su triunfo. Viene Rodríguez[Figueroa] y me dijo: «Oye, Pepe, ¿qué te parece? El animal deMorales quiere venir el lunes». Ya era el viernes. «¿Qué cosa? —ledije— ¿Quién te lo ha dicho?». «Él me ha llamado por teléfono yme ha dicho que va a quedarse hasta el lunes en Tacna, porquetiene una serie de invitaciones». «Oye —le dije—, es un animal.¿Qué cree? ¿Que esto es un juego? ¿Cree que el Perú va a estaraquí esperando hasta que le dé la gana? Él tiene que jurar mañanamismo». Llamamos por teléfono a Tacna, estaba interrumpida lalínea. Llamé al ministro de Salud, Miró Quesada, de la Aviación.Me consiguió, por medio del Cuzco, una conexión con la FAP. Hablécon Morales. «¿Quién habla?». «Graham», le dije. «¿Cómo estás?¿Qué tal?». «Aquí —le dije—. Oye, acabo de hablar con Rodríguez.Él me dice que quieres venir el lunes». «Sí. Sabes, colorao, voy aquedarme aquí unos días». «Oye, ¿tú crees que esto es un juego?Tú vienes mañana a jurar aquí. Mañana por la mañana, porquetodavía no sabemos quién se sienta en la presidencia. Y tiene queser —le dije— antes de las cinco de la tarde. Porque es convenienteque jures con luz. Después de las cinco de la tarde es peligroso».

Morales y la nueva Junta se encontraron al día siguiente por la tarde enla base aérea de Las Palmas, al sur de Lima. Podestá asumió funcionescomo el nuevo comandante de la Aviación; había sido propuesto para elcargo por los generales de su institución. Gálvez propuso su propioretiro de la Junta, anunciando que los almirantes designarían a Parodi,entre tanto un buen amigo de Morales. Siguiendo los reglamentos,Vargas Prieto continuaría como ministro-presidente por unos mesesmás, pero ya ese miso día se discutió la cuestión de su sucesor, aquelque en ese momento fuera nombrado jefe del Estado Mayor. Morales

36 Entrevista con el general Graham, 29 de mayo de 1986.

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sugirió tímidamente a Meza Cuadra, pero Vargas Prieto entregó a lospresentes la carta de renuncia de Meza. El segundo en el escalafón pororden de antigüedad era Graham. Morales se dirigió al jefe del COAProgándole encarecidamente que no renunciara a su cargo, por el bien dela Revolución y de la patria, y que no reclamara el puesto que en realidadle correspondía. El candidato siguiente era Fernández Maldonado, quienfue elegido para la jefatura del Estado Mayor del Ejército.

El nuevo presidente prestó juramento en presencia de la Junta asíformada, y Vargas Prieto fue reconocido como comandante del Ejércitopor Rodríguez Figueroa, el oficial con mando de mayor antigüedad. Losdiscursos estuvieron ausentes de todas estas ceremonias.

Al día siguiente, se publicó la composición del nuevo gabinete, con cinconuevos ministros y tres nuevos ministros de Estado. También fueronsustituidos el jefe de la Casa Militar y el director del Servicio deInteligencia. Entre los miembros más destacados del gabinete se incluíaa La Vera Velarde, sucesor del nuevo jefe de Estado Mayor; FernándezMaldonado, en el Ministerio de Energía y Minas; y Rodríguez Figueroa,nombrado jefe del Sistema Nacional de Prensa, Radio y Televisión, juntoa su comandancia de la Segunda Región Militar. Entre los nuevosmiembros también figuraba Cisneros,37 en ese entonces general debrigada encargado de SINAMOS, y más tarde ministro del Interior comogeneral de tres estrellas.

Así se inició un período que pasaría a ser conocido como «la segundafase de la Revolución, destinada a profundizar y consolidar el proceso».Las «bases ideológicas» seguirían siendo la línea directriz del proceso,y no se «desviarían ni un centímetro de la senda correcta». Que esasenda conduciría al socialismo era una razonable deducción: la izquierdahabía reforzado su posición y Morales era el líder. El gabinete anuncióuna ley de amnistía para los deportados, anulando así los «peligrososdefectos personales» del precursor de Morales.

El primer discurso de Morales, el 5 de septiembre de 1975, desbordabalas buenas intenciones: más voz y posibilidades de participación a las

37 Su insistente preferencia por utilizar los métodos argentinos de lucha antiterroristay de guerra sucia le valió más tarde el apodo de El Gaucho.

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masas, un mayor espacio para la mujer peruana, un diálogo abierto contodos, en un contexto de pluralismo ideológico. Cuatro días después, elprimer ministro, Vargas Prieto, pronunció un mensaje con ocasión del150 aniversario del nacimiento de Bolívar. Refiriéndose a la herenciasobre la que se edificaba la Revolución Peruana, recordó en especial lacontribución de José Carlos Mariátegui, «un gran socialistaantidogmático, un rebelde formidable y uno de los grandes hijos delPerú». Una semana más tarde, en un discurso ante la Policía, Moraleshizo hincapié en la necesidad de «cambios radicales» para formar una«sociedad de solidaridad». Meneses, uno de los ministros del alaizquierda, tuvo que dimitir por razones de salud y fue nombrado asesorespecial del presidente para la elaboración de un nuevo programa degobierno.38

Adelantándose a ese programa, a mediados de octubre Morales dio undiscurso en una conferencia nacional de industriales. Ante el estupor delos presentes, empresarios y funcionarios del gobierno, Morales anuncióque, en adelante, la misión sería erradicar el egoísmo y la persecucióndel lucro: «Debemos construir lentamente una nueva economía moldeadaen un auténtico socialismo, sin perjudicar los fundamentos económicosexistentes sobre los que se asienta actualmente el país». En otra ocasión,Morales lanzó un mensaje por radio y televisión anunciando que lapropiedad social sería «el sector hegemónico de la economía peruana».Valdés Palacios, el redactor principal de ambos discursos, habíaconsultado a Graham para su composición:39

Los discursos del primer tiempo fueron hechos por mí ycontrolados por mí y compuestos por mí. Como Graham estabamuy ocupado, nos dividíamos el trabajo. Él controlaba tales, yootros discursos. Resulta, pues, que le comenzaba a meter otrascosas, sobre el socialismo y la hegemonía de la propiedad social.En un momento, le dije [a Graham]: «Oye, no, no pongas esto».«Lo pongo, y si lo firma, él lo ha dicho, está de acuerdo. Si no lofirma, que lo corrija». «Tienes razón». Y se fue a Morales y él firmó.También firmó lo de «socialismo» que le puse, y varias veces cuando

38 Meses después fue sucedido por García Vargas, en cuya casa de Tacna se alojóMorales el 29 de agosto.39 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de mayo de 1986.

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comencé a utilizar la palabra más. Entonces, él estaba de acuerdo.Él no era un hombre que dice cosas así nomás. Él leía, leía todoantes, y puso su firma. Por eso le digo: en el comienzo pensabapor lo menos bien, ha comenzado con la idea progresista.

«Ese hombre es más progresista que Velasco», le comentaron a Graham.40

Y eso era solo el principio. En noviembre de 1975, Morales formó unapequeña comisión para redactar su nuevo programa de gobierno. ValdésPalacios fue exonerado de sus tareas de secretario del Consejo deMinistros y vicepresidente del COAP para presidir esta comisión. OtonielVelasco, que seguía como viceministro de Planificación, fue su asesor.Morales en persona le solicitó que dirigiera la comisión con Valdés: elpropósito era llegar a una profundización del Plan Inca original. Ambosse abocaron a la tarea en el INP, donde se habían reservado salones dereunión y de trabajo. Morales les había dado toda la libertad paradisponer del funcionario estatal que quisieran y, tras algunos meses deintensa labor, ambos autores, que también habían redactado la primeraversión de la ley de Propiedad Social, produjeron el borrador del nuevoprograma de gobierno. Se titulaba «Túpac Amaru», como el rebelde quehabía adoptado el nombre del último inca en el siglo XVIII para combatiral régimen español.41

El Plan Túpac Amaru era mucho más radical que la Ley de PropiedadSocial. El Estado, por ejemplo, sería sensiblemente descentralizado.Desde las bases —pueblos jóvenes o pequeños municipios—, la poblaciónpodría elegir a los representantes para los cuerpos administrativos demenor y mayor nivel.42 La idea era rehabilitar los comités de defensa dela Revolución. Barrios y municipios menores se agruparían en provincias,y estas, a su vez, en regiones. El país sería dividido en cinco regiones,con un presidente y un parlamento en cada una de ellas. Desde la región,y a través de elecciones escalonadas, se podría elegir al presidente y alos miembros del parlamento nacional. El presidente sería asistido porcinco ministros coordinadores, cada uno de ellos sería responsable deun grupo de ministerios sectoriales: Defensa, Producción, etcétera. En

40 Entrevista con el general Graham, 29 de mayo de 1986.41 El retrato de Túpac Amaru II adornaba también los vehículos de servicio de SINAMOS.42 Los detalles mencionados aquí provienen de una entrevista con el general ValdésPalacios realizada el 29 de mayo de 1986.

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este sentido, seguía en grandes líneas la estructura de dirección aplicadaa la propiedad social, que se convertiría pronto en el sistema económicomás importante del país.

En febrero de 1976, el Plan Túpac Amaru estaba listo para su discusión.Morales invitó a los redactores a palacio, y durante dos semanas ungrupo de asesores, dirigidos por él, sesionó todas las tardes en eldespacho presidencial. Además del presidente, se encontraban Molina—quien había sucedido, entre tanto, a Graham en la jefatura del COAP— yMeneses —asesor especial de Morales—, ambos miembros de lacomisión, y un secretario de actas. Para asombro de los presentes,Morales y Meneses proponían regularmente cambios más radicales enel texto original:43

Recuerdo que entre las cosas que propusimos habíamos puestoun salario máximo y mínimo. Que el sueldo no tenía más diferenciasmayores de uno a siete. Y entonces hubo una intervencióninmediata del general Meneses para decir que no estaba deacuerdo. Estaba de asesor de Morales. «No —dijo— basta de unaa dos». Y yo: «¿Cómo? El salario máximo lo tiene el presidente dela República». Morales se asombraba, y él [Meneses] le dijo: «Sí,mi general. Pensamos que el hombre debe poder cumplir todassus necesidades con el sueldo que está ganando. No un sueldo dehambre, sino un sueldo real. Él y su familia. Tenemos que pensartambién que alguien quien tiene la suerte de ganar el doble, noganaría demasiado. No hay que pagarle siete veces más». «Vamosa ver eso —dijo Morales—, lo dejamos por el momento así». Perono lo aprobó y quedó el pedido de uno a siete. Pero tambiénMorales modificó algunas propuestas.

La discusión se prolongó durante dos semanas, día tras día, de cuatro acinco horas diarias. Finalmente, el presidente dio su aprobación al plancompleto:44

El proyecto salió discutido con Morales Bermúdez línea por línea,discusión que tomó un par de semanas. Incluso el concepto fue

43 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de mayo de 1986.44 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.

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radicalizado por Morales en varios aspectos. Al despedirnos elúltimo día, le pregunté: «Y ahora, general, ¿cómo y quién va aaprobar el plan?». «El plan ya está aprobado. Bueno, se necesitalas formalidades, la aprobación por el Consejo de Ministros. Meparece muy bien». Días más tarde, recibo una llamada del palacioy me dicen: «Los generales del Ejército están reunidos en Lima yquisieran una explicación del Plan Túpac Amaru». Entonces ArturoValdés y yo fuimos. Estaban todos los generales del Ejército. Yexpusimos el plan.

Pero las formalidades para la aprobación del plan no se concretaron conla agilidad que Morales había imaginado. Tras la caída de Velasco, el aladerechista del Ejército había empezado a alzar su voz. En la Junta, laMarina había adquirido mayor prominencia. Los generales y losalmirantes, que veían llegada su oportunidad después de todo el tiempoen que Velasco estuvo conteniendo los ímpetus anticomunistas de losmedios castrenses, reclamaban ahora su papel en el reparto.

En un principio, Morales debe de haber pensado que solo habría víctimasindividuales. La primera fue Rodríguez Figueroa. Un oficial había sidonombrado para una delicada función dentro de la Tercera Región, sin suconocimiento. En protesta, Rodríguez puso su cargo a disposición. Peropara su gran sorpresa, Morales aceptó su renuncia sin hacerse rogar.Unos días antes, el presidente había agasajado a Graham en ocasión desu cumpleaños. Graham estaba escribiendo un discurso presidencialcuando le fueron a solicitar su retiro. A fines de octubre, apareció uncomunicado de prensa anunciando la partida de las dos antiguas figurasclaves. Molina sucedió a Graham en el COAP y Rodríguez Figueroa fuereemplazado por Villalobos en los asuntos de prensa, radio y televisión;Portella fue el nuevo comandante de la Segunda Región. Ese mismo díase informó que habían pasado a retiro igualmente tres generales de laAviación, entre ellos Niessen, ex miembro del COAP y conocido comoprogresista.

Sin embargo, en 1976 Fernández Maldonado asumió las funciones deprimer ministro y todo pareció retornar a la normalidad, fuera deincidentes como el traslado de Cisneros al Ministerio del Interior, y ladetención o la deportación de viejos amigos de Velasco, ordenadas poreste ministro. El poder real estaba en manos del Ejército, dirigido por

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Fernández Maldonado, con La Vera Velarde como nuevo jefe del EstadoMayor.

Al organizar la reunión de aprobación del Plan Túpac Amaru, Moraleshabía apostado a lo seguro y había ordenado a todos los comandantesde las tres ramas que se trasladaran en avión a Lima para deliberar.Valdés Palacios y Otoniel Velasco fueron encargados de persuadir al grupode generales del Ejército. La primera vez, ingresaron ambos a la sala,pero la segunda vez el asesor civil no pudo entrar, pues se trataba de unasunto estrictamente militar:45

Vinieron veintiocho generales que Morales había traído de todoel país, porque no eran solo de Lima. Era un tipo de corte marcial,yo el acusado. Yo iba solo, a mi asesor ni siquiera lo dejaron entrar.«Vamos a hablar sumamente francos entre los militares; enconsecuencia, los técnicos no entran». Fueron tres días en queyo, sinceramente, sufrí, días que fueron un calvario. Me daba cuentade que se había terminado mi carrera militar. Hubo muchasdiscusiones, pero a la hora de los loros nadie había hecho unapunte o un extracto de las críticas. Eran generales traídos detodas partes, por disposición de Morales. El que le dirigía esoera, pero quien casi nunca iba, era el comandante general delEjército, general Fernández Maldonado. Quien lo representaba erael jefe del Estado Mayor, amigo mío, en actitud abierta y amistosa,tengo que admitir. Pero el ambiente general era hostil, casiabiertamente negativo. Todo ese anticomunismo del militar,contenido en la época de Velasco pero no eliminado, se abrió comouna compuerta. Saltaron como aluvión en lo que encontraron. Porejemplo, en la parte de trabajo del plan, queríamos sustituir en loposible la maquinaria por la mano de obra. La idea era dar trabajoa la gente, para carreteras, irrigaciones. Lo empleamos en manode obra masiva lo que nos va a costar la maquinaria. Saltó elministro Vanini [Transportes y Comunicaciones, el sucesor deldesaparecido García Vargas, muerto en un accidente dehelicóptero]: «Oiga usted, yo soy ingeniero. Y usted, ¿cómo va apretender que se puede remover rocas sin máquinas?». Yo:«Perdón, mi general, está usted interpretando mal. Yo he dicho

45 Entrevista con el general Valdés Palacios, 29 de junio de 1986.

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que se emplee al máximo la mano de obra, para dar de comer a lagente pobre». Esto era, por supuesto, comunismo. Les parecióuna barbaridad. Bobbio se levantó y me dijo: «Son barbaridades.Son ideas extrañas a nosotros y extremistas». «Oiga, mi general—le dije (porque cuando alguien discute se emplea el título, aunquenos hablamos de tú afuera)— eso ha sido aprobado por elpresidente». «¡No puede ser!». «Sí, y eso ha sido dicho por elprimer ministro en la mañana». Me llamaron la atención a mí y aBobbio. A los dos. Y a la hora final, ¿qué observaciones había en elEjército? Nadie tenía nada. Habían discutido, gritado, pero notenían nada que observar concretamente. No sabían. Se dio el casocurioso: el ministro de Guerra me dijo: «Hazme un favor, Arturo.Prepárame las observaciones». Y yo preparé las observaciones deGuerra. Eran, entonces, observaciones de forma, pero en el fondoaprobaba el plan. Sin embargo, el plan fue desechado por Morales.Recibió el informe de Aeronáutica y de la Marina, la Policía, de losministerios, y por último el de Guerra, que era el más tranquilo.Las demás reacciones eran totalmente negativas al plan. Se diocuenta que publicar el plan que antes le había parecido bien iba atener como consecuencia una reacción negativa de todos ellos. Yqué hizo: lanzó por televisión un discurso que yo escuchéasombrado, en el cual decía que se había presentado un plan conuna serie de ideas foráneas, traídas de otros medios, países queno querían la democracia, y que lo había rechazado.

Eran los últimos días de marzo, el verano llegaba a su fin. El 31 de esemes, el último día de la estación y el fin de temporada de playa en Lima,el presidente Morales Bermúdez pronunció un discurso por la cadenade radio y televisión. El público, que lo había considerado hasta entoncescomo el hombre que conducía el país al socialismo, escuchó sorprendidoalgunos pasajes:

Ha llegado el momento de grandes decisiones [...] queaparentemente la autoridad gubernamental está debilitada [...] undeliberado propósito de desviar el proceso [...] problema deinfiltración de un minúsculo grupo de contrarrevolucionarios [...]ni capitalista ni marxista-socialista [...] Realizar un reordenamientoen la reorientación política que había sufrido ciertas desviaciones[...] Demanda de una profunda evaluación y la estructuración de un

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46 Lo mismo hizo Hoyos cuando su ministerio, el de Alimentación, se fundieranuevamente con el de Agricultura, a fines de 1977. Hoyos fue nombrado jefe delEstado Mayor del Ejército en 1980. A su muerte, en un accidente de aviación, fuesucedido por Miranda.

nuevo Plan de Gobierno [...] desde septiembre de 1975 se formaronequipos de funcionarios y técnicos para la evaluación del Planvigente, los cuales formularon un primer borrador o anteproyectodel Plan, el que no ha llegado a materializar el pensamiento delGobierno Revolucionario de la Fuerza Armada [...] Modelo importadosin incorporar el sentir y los anhelos de la Fuerza Armada [etcétera].

Valdés Palacios fue trasladado al despacho del primer ministro, dondeseguiría conduciendo por unos meses el SECOAP, un órgano asesor delprimer ministro, análogo al COAP. Una nueva comisión de generalesredactó una versión completamente nueva del texto del Plan TúpacAmaru.

En julio de 1976, Valdés y las demás figuras prominentes de la época deVelasco desaparecieron del escenario político por un pronunciamientoen el seno del CIMP, el centro académico-militar desde donde Velascohabía comandado su golpe. La rebelión estaba encabezada por el generalBobbio, portavoz del ala derechista del Ejército; no iba en contra delgobierno como tal, sino del ala izquierdista presente en el Consejo deMinistros, encabezada por el primer ministro Fernández Maldonado. Elpresidente y el primer ministro visitaron juntos el CIMP y Bobbio fuecastigado con un retiro forzoso. Sin embargo, el precio exigido por loscinco comandantes regionales era el relevo de todos los velasquistasdel Consejo de Ministros. Cuando Valdés Palacios llegó a su oficina aldía siguiente, su carta de dimisión ya estaba lista. Fernández Maldonadoy Gallegos fueron invitados a pasar al retiro. Para mayor seguridad,también se pidió la renuncia de La Vera Velarde, el jefe del Estado Mayorque había estado implicado en el complot con Morales, pero eraconsiderado como integrante del ala izquierdista del Ejército. De la Florsolo tuvo que ceder su cartera del Exterior y fue nombrado representantedel Perú ante la Junta Interamericana de Defensa, una decente forma deexilio político antes de su retiro militar. El mismo año renunció Mirandacomo ministro de Educación, por un conflicto sobre la restricción delas reformas educativas, y por solicitud propia regresó a una función enlos mandos militares.46

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En menos de un año de gobierno, Morales había dado un giro de izquierdaa derecha, la derecha de la mayor parte del Ejército y la Marina. Medioaño más tarde, Morales era líder de una dictadura clásica en la que solola fraseología traía reminiscencias de otros tiempos. Salvando lasdiferencias entre su gobierno y los del Cono Sur, esos fueron, sinembargo, años de un régimen militar represivo que hizo recordar en elPerú los días de Odría y Sánchez Cerro. Los nuevos hombres fuertes delgabinete —Parodi, ministro de Marina, y Cisneros, ministro delInterior— se abocaron en conjunto a la purga de los elementos deizquierda. En seguida descubrieron que la «ultraderecha y laultraizquierda» amenazaban nuevamente a la Revolución, y que loslíderes de la ultraizquierda eran los velasquistas, los mismos que unosaños atrás habían proyectado y ejecutado el proceso de reformas.

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CAPÍTULO 7CAPÍTULO 7CAPÍTULO 7CAPÍTULO 7CAPÍTULO 7

LA HERENCIALA HERENCIALA HERENCIALA HERENCIALA HERENCIA

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LA HERENCIA

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LLLLLos últimos años de Vos últimos años de Vos últimos años de Vos últimos años de Vos últimos años de Velascoelascoelascoelascoelasco

Velasco vivió unos dos años después del golpe de Morales; fueron días desoledad y aislamiento. En los primeros meses todavía lo visitaban susamigos y personas de confianza. Tenía el aire de hombre derrotado perono amargado, y se inquietaba al ver que su revolución se deslizaba haciael comunismo. Pronto se alejó de los asuntos políticos: lo habían destituidode su cargo presidencial y llevaría ahora una vida de general retirado. Enla primera asignación percibida después del golpe, recibió, junto a supensión de general, una suma complementaria correspondiente a lajubilación de un presidente.1 Pero Velasco la devolvió: él había sido ungeneral y solo aspiraba a su pensión de militar retirado, como lecorrespondía por ley; no tenía derecho a cobrar la jubilación de un jefe deEstado porque nunca había sido presidente constitucional por elecciones.

En poco tiempo lo envolvió un halo de silencio. Quienes llegaban avisitarlo eran fotografiados a la entrada y debían identificarse ante laPolicía de Seguridad que montaba guardia en su residencia de Mirafloresy en su casa de verano de Chaclacayo. Luego la Policía rodeó las dosviviendas con cadenas y reforzó el contingente de guardias armados. Dehecho, era una situación de arresto domiciliario. Solamente podíaningresar sus familiares próximos y habían vedado la entrada a cualquierotra persona. Velasco quedó virtualmente incomunicado del mundoexterior. No pasó mucho tiempo antes de que también desconectaran elteléfono:2 una humillante situación para un hombre postrado en una

1 Los ministros de Velasco, y luego también los de Morales, recibieron, junto con susueldo regular de general o almirante, una asignación complementaria por sutitularidad durante todo su ministerio.2 Lo mismo ocurrió con Tantaleán, el mismo día, a la misma hora (entrevista del 14de mayo de 1986).

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silla de ruedas, que debía enviar a alguien fuera de la casa a telefonearcada vez que necesitaba un médico.

Uno de sus antiguos amigos en el Ejército, el general retirado Bossio,no se dejó intimidar; la Policía lo detuvo, pero el general saltó por encimade las cadenas y entró en la casa. Lo mismo hicieron otros dos de susamigos militares: Tantaleán atravesó el cordón de agentes sin prestarla menor atención a las amenazas; Meza Cuadra desenfundó su pistola ydio cinco minutos al comandante policial para que se marchara a hablarcon su jefe en el Ministerio del Interior. A partir de entonces, nunca levolvieron a interceptar la entrada. La vigilancia se hizo más discreta ydesaparecieron las cadenas que rodeaban la casa.

Ahora la atención se desplazó a los familiares y amigos de Velasco. Lasprimeras víctimas fueron sus dos hermanos, ambos oficiales: uno quedócesante y el otro fue a parar a la cárcel. Sus hijos eran perseguidos en lacalle, su yerno perdió el trabajo. Su amigo León Velarde estuvo un año en laprisión, Tantaleán permaneció tres meses entre rejas. Se promulgaronórdenes de detención contra Zimmermann —ex jefe de prensa de Velasco—y González Posada —su concuñado—, y contra sus amigos Urteaga, Dongoy Monteblanco. Toda persona que hubiera estado en conexión con Velascoy todo aquel que lo visitara en ese momento exponía su seguridad. Aundespués de un año del golpe, en septiembre de 1976, los miembrosdirectivos de la CNA que fueron a visitar a Velasco no lograron atravesar elcordón policial y tuvieron que marcharse dejando un mensaje.

Al final, sus opositores desataron una campaña en contra de su persona:según ellos, Velasco había cometido maniobras ilícitas, había perseguidosu enriquecimiento personal, el de su familia y el de sus colaboradorespróximos. Dijeron, además, que a principios de 1968 estuvo implicadoen el escándalo de contrabando que Morales Bermúdez, en ese entoncesministro de uno de los gabinetes de Belaunde, denunciara públicamente.Velasco, herido, envió una carta al general Arbulú, primer ministro ycomandante del Ejército.3 Este lo exoneró de toda mala fama en nombrede la Fuerza Armada y emitió un comunicado de prensa declarando quese guardaban buenos recuerdos del tiempo en que él, Velasco, habíacomandado el Ejército «con honradez y con las manos limpias».

3 Arbulú era a la vez cuñado de Parodi y de Tantaleán.

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Velasco nunca tuvo grandes dotes literarias. No consiguió empezar aredactar sus memorias, a pesar de que se lo había propuesto y así lohabía anunciado. Junto con Meza Cuadra, había tomado anotaciones yambos se reunían frecuentemente a trabajar por las tardes; pero entoncesVelasco solía enfrascarse en sus pensamientos y rememorar hechospasados. A veces permanecía durante horas abstraído en un mutismoabsoluto. Consumía la mayor parte del tiempo en su casa en Chaclacayo,sin mucho entre manos. En contadas ocasiones concedió una entrevistaa un periodista o un historiador. Cuando conversaban con él, sus amigoseludían los temas políticos y de actualidad. Su resistencia se habíaresquebrajado, estaba muy disminuido y era presa fácil de sus emociones.Su salud se iba deteriorando progresivamente.

Las visitas no se redujeron a las personas de su círculo de amigos.Representantes del APRA, como Chirinos Soto, dirigente aprista quehabía sido desterrado en 1975 durante la presidencia de Velasco, seacercaron para sondear cautelosamente sus ideas. En aquella época,Chirinos le había enviado un telegrama desde el extranjero diciéndoleque carecía de recursos y que su familia estaba enferma. Velascorespondió anulando la orden de exilio y enviándole los pasajes pararegresar al Perú. A su llegada, Chirinos lo visitó para agradecerle losfavores4 y, en esa ocasión, dejó entrever que el APRA seguía informadade las decisiones del Consejo de Ministros a través de Artola, ministrodel Interior antes del nombramiento de Richter para ese cargo. Ahora,Chirinos y otros volvían a visitar a Velasco:5

Mi hijo, su novia, mi esposa y yo queríamos viajar a Cajamarcapara tomarnos un descanso. Ya estaba fuera del Ejército. A las 11de la noche —ya estaba acostado— me llamó el general: «¿Quéhaces?». «Tratando de dormir, mi general. Y usted debería hacerlo mismo». «¿Puedes venir?». «¿Pasó algo?». «De salud no, peropasa algo. Vente un momento». «Muy bien, me voy». Tomé mi carroy me fui. Le encontré a él en la cama, y a la señora Consuelo. Y medice: «Mira, Aníbal. El APRA me ha mandado emisarios, para, consu apoyo, volver a tomar el poder». Yo callado, no quería hablar,sabiendo que él quisiera tener la última palabra. «Y usted, mi

4 Entrevista con el general Meza Cuadra, 6 de junio de 1986.5 Entrevista con el general Meza Cuadra, 13 de junio de 1986.

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general, ¿qué piensa?». Habló, que tal, que cual. Quizás... si continuarcon la Revolución... Yo nunca he sido antiaprista ni anticomunista niantinada, pero no simpatizaba con el APRA. Se recuerda la tensiónentre el APRA y el Ejército. «Entonces, mi general, ¿seguramente meha llamado para pedirme mi opinión?». «Así es. Vengo a preguntartesi tú me acompañarías». «Mi opinión es que ellos quieren aprovecharla sombra que usted todavía tiene. Esa es mi opinión». «No, cómo esposible, es una oportunidad para seguir adelante con la Revolución».Pero en fin, le dije: «Yo —le dije— soy una sola persona. Detrás de mipersona pudiera estar mi esposa, quizás mis hijos. No soy político.Usted es político. Pregúntele a Leonidas Rodríguez, a Tantaleán, aFernández Maldonado, a Sala. ¡Conmigo no cuente, mi general!». Sepuso un poco sentimental: «Tú, la persona que más está ligada a mí,¿cómo me vas a abandonar en este momento? Los que han venido ahablar tienen caudal político». «No, mi general, yo no. Además, notengo ninguna importancia. Ahora, usted me dispensa, pero a lascinco de la mañana me voy a Cajamarca». Ya era tarde y me fui. Elviaje, por supuesto, se me malogró; veía una maniobra política deellos. Estuve como quince días, pero muy preocupado. Cuando yoregresé, llegué a las cuatro y media de la tarde, encontré dos llamadasde él y le llamé inmediatamente. «¿Cuándo puedes venir a conversar?».«Si me permite, me baño y salgo donde Ud. para conversar». «Yapues, vente». Y me dijo: «No se produjo nada de eso». «Felizmente,me quita un peso, porque cada día se me hizo claro que queríanaprovecharse de su sombra, nada más». «¿Tú conversaste algo conSala?». «No, a las siete de la mañana me fui a Cajamarca. Me encontrécon el embajador de Cuba, le dije muchas cosas. ¿Por qué me preguntaeso?». «Porque Sala, cuando le consulté —él tenía mucha confianzaen el cholo Sala, el aviador, era muy leal con él también—, él me dijomás o menos lo mismo, que me quieren utilizar». «¿Y con quién máslo conversó Ud.?». «Me bastó con esto». Pero claro, el hombre era unhombre de tanta emoción, de tanta sinceridad, de tanto anhelo parahacer algo para el Perú, que veía cualquier cosa para poder salir [...].Y unos quince días más tarde, el general Morales fue a Trujillo, y en laPlaza de Armas levantó el veto al APRA.

En esa oportunidad, en mayo de 1976, Morales Bermúdez recordó depronto que su padre no había sido linchado por la turba de APRA sinoque los líderes apristas, justamente, lo habían protegido contra sus

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asesinos anónimos. Se llegó a una reconciliación con el APRA, primeropor un pacto de caballeros y más tarde, durante la campaña electoralpara la Asamblea Constituyente en 1978, por un acuerdo casi público.Velasco se refirió a este tema en la última entrevista que se publicódurante su vida:6

Pregunta Una última pregunta, general. ¿Cuál es, según su puntode vista, la salida política para el país?Respuesta: Si ya no hay Revolución, entonces el gobierno militar yano se justifica. ¿Debería haber, pues, un gobierno democrático, no?Pregunta: ¿O sea, virtualmente, una convocatoria a elecciones?Respuesta: Bueno, eso es lo único hasta la fecha inventado, ¿no?

En julio de 1977, un gran número de dirigentes sindicales y delegacionesde la CNA se acercaron a congratular a Velasco con ocasión de sucumpleaños. Llegaron casi todos sus amigos, excepto uno que otro que,entre tanto, había sido deportado. En esos días se presentaron susantiguos colaboradores, inclusive aquellos que habían mantenidodeliberaciones con Morales en el momento del golpe, y con los cualesVelasco no había querido restablecer el contacto hasta ese momento.Llegó una delegación del PSR. Velasco había recibido con simpatía la noticiade la fundación de este «partido velasquista», pero se había rehusado aintegrarse a este. Otra agrupación política, fundada por De las Casas, yun movimiento que Tantaleán tenía el propósito de crear, podían contarigualmente con su simpatía, pero no con su afiliación: él, que se habíasituado siempre por encima de toda agrupación política formal y habíasido líder de una revolución, no sentía vocación por la función de «sargentopolítico». Volvió a recitar su antiguo lema de que el partido «parte», siembradivisión, y afirmó que él siempre había propugnado el binomio pueblo-Fuerza Armada (Zimmermann 1978: 45 y ss).

Su salud fue empeorando desde el día de su cumpleaños. En octubre lotrasladaron a Houston mediante los oficios de De la Flor, para sersometido a una intervención quirúrgica a cuenta del Ejército. Al messiguiente, regresó debilitado a Lima. Casi inmediatamente fue ingresado

6 Entrevista con el general Velasco por César Hildebrandt, publicada el 3 de enero de1977 en Caretas N.° 512, y luego incluida en su antología Cambio de palabras(Hildebrandt 1981: 75-85).

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en el Hospital Militar, y a fines de noviembre le permitieron retornar asu hogar, donde le administraban asistencia médica. A las dos semanastuvo que ser reinternado y sometido a una nueva intervención. Díasdespués, sufrió una hemorragia en el estómago que le resultó fatal.Falleció el 24 de diciembre, rodeado de su familia y de sus amigosíntimos.

Una larga cola de personas se fue concentrando frente al hospital, yllegó a alcanzar varios kilómetros. Presionado por la amenaza de unparo de 24 horas, convocado por la CTRP con la adhesión de la CNA, elgobierno decretó el día del sepelio, el 26 de diciembre, jornada de duelonacional y feriado. Se calcula que unas 700 mil personas se agolparonen el centro de Lima para asistir a los funerales. Nunca se había vistouna aglomeración tan masiva. La Junta estuvo presente en los serviciosreligiosos. Morales Bermúdez no asistió, cumpliendo la condición exigidapor la familia. Ocho oficiales cargaron el ataúd hasta un coche fúnebreque los aguardaba. Pero la muchedumbre les obstruyó el paso y arrebatóel ataúd de las manos de los oficiales. Efraín Salas, uno de los líderes deSINAMOS en la buena época, fue la primera persona en remover a un oficialdel ataúd. El féretro fue alzado por el público y cargado en los hombros,y una gigantesca procesión, en la que no se distinguía a militares ni apolicías, acompañó los restos mortales de Velasco hasta su últimamorada. A lo largo del camino, se escucharon proclamas contra elgobierno de una aspereza inusual, la más benévola de las cuales era«Velasco al palacio, Morales al cajón». En el cementerio, el primerministro, el general Arbulú,7 pronunció unas palabras en nombre delgobierno, y Meza Cuadra habló en nombre de la familia:8

Sí, hoy los desvalidos y humildes del Perú también están de luto,sus voces de reclamo ya no podrán ser atendidas por aquel rostrohumano, jovial y siempre optimista, que solía levantar una penacon una sonrisa y que mitigaba un dolor con una suave palabracargada de humanidad [...]. Y es por eso, mi general, que laspalabras se entrecortan en mi garganta, y por más que hago nopuedo expresar el dolor que nos produce su inevitable partida; lapérdida tan grande que ella representa en la esperanza de una

7 Quien había visitado a Velasco horas antes de su muerte.8 El texto ha sido incluido en Zimmermann (1978: 164-166).

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vida más humana para tantos desvalidos y en la esperanza de hacerdel Perú la Patria grande y respetada con que usted soñó [...]. Ypor eso, mi general, que no me avergüenza la lágrima que tiemblaen mis ojos, ni el nudo que oprime mi garganta cuando recapacitoen la pena sin límites y en el inmenso vacío de su partida del senode la Patria, de su hogar y de la rueda de sus amigos. Pero [...]esos humildes que están llorando su partida en el silencio de lanoche, con la tristeza callada del lamento de una quena, serviráncomo lluvia benéfica en el abrasador desierto, que hará germinaruna brillante aurora para un nuevo Perú. Para ellos han quedadosus obras irreversibles en los cambios estructurales que no puedenser comprendidos aún por todos y en el ejemplo de su voluntadde lucha, mostrando hasta el último suspiro la preocupación porsu pueblo, sin odios, sin rencores y con una comprensión humana[…] Por eso, mi general, no queremos ni podemos decirle adiósya que su recuerdo vivirá siempre presente y mantendremos elvínculo a través de las obras que todavía le faltó realizar. Por eso,mi general, le decimos hasta siempre.

VVVVVelasquismo sin Velasquismo sin Velasquismo sin Velasquismo sin Velasquismo sin Velascoelascoelascoelascoelasco

Al asumir el mando el presidente García, en julio de 1985, el APRA llegóal poder por primera vez en toda su existencia. El primer gabinete incluíaa tres ministros cuyos nombres se han hecho familiares a través denuestra historia: Luis González Posada, ministro de Justicia, eraconcuñado de Velasco; Javier Tantaleán hijo, ministro de Planificación,era el hijo del general Tantaleán, quien había sido ministro de Pesquería;y Remigio Morales Bermúdez, hijo del general que había causado la caídade Velasco diez años atrás, era ministro de Agricultura. Comoviceministro, y luego ministro de Industria, fue nombrado GustavoSaberbein, uno de los competentes tecnócratas del INP y del Ministeriode Industria durante el período de Velasco. En los primeros años degobierno de García encontramos, además, a otras figuras quedesempeñaron un rol en esta historia: Carlos Franco, ex funcionario deSINAMOS y uno de los más ardientes polémicos contra el «partido de larevolución», era asesor de García, que había subido al poder como líderdel «partido del pueblo». El general Mercado Jarrín formaba parte delConsejo Nacional de Asesoramiento para la Planificación, al igual quelos ex funcionarios de SINAMOS Héctor Béjar, Francisco Guerra y Federico

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Velarde. Antiguos funcionarios del más alto nivel, como José Alvarado(SINAMOS), Daniel Carbonetto (CONAPS), Carlos Collantes (INP), HelanJaworski (SINAMOS) y Joaquín Maruy (CONAPS) recibieron puestos de asesoresen las principales comisiones de planificación. ¿Continuaría el nuevogobierno aprista la política de Velasco? La pregunta no era ociosa ya que,de hecho, Velasco había llevado a cabo la mayor parte del programa originaldel APRA, complementado con ideas que circulaban en medios delMovimiento Social Progresista y de la Democracia Cristiana. El éxito deuna revolución aprista en los años treinta o cuarenta —cuando sedesarrollaban procesos similares en México, Brasil y Argentina— habríaconvertido al movimiento de Velasco y los suyos en un anacronismo.

Lo cierto es que la actuación de García en su primer año de gobiernotrajo reminiscencias de los días de Velasco: el presidente llevó a cabouna gestión económica no ortodoxa con respecto al FMI y a la bancainternacional; siguió una nueva ola de estatizaciones de los bancosnacionales; nacionalismo y participación volvieron a ser palabras clavesen los mensajes presidenciales. Incluso se volvió a desempolvar eltérmino revolución. Con el transcurso de los primeros años, sin embargo,los antiguos velasquistas tuvieron que ir cediendo nuevamente suspuestos en las funciones asesoras y directivas a favor de la línea duradel APRA. La herencia de Velasco acabó manifestándose con mayorinsistencia en círculos de la izquierda. Poco después de que FernándezMaldonado, Gallegos y Valdés fueron desplazados de las esferas degobierno, el último buscó contacto con simpatizantes del período deVelasco: funcionarios y ex funcionarios gubernamentales y asesores.Valdés y Rodríguez Figueroa mantuvieron algunos encuentrospreliminares y, en el otoño de 1976, en casa de Valdés, fundaron elPartido Socialista Revolucionario (PSR). Entre los 54 miembrosconstitutivos figuraban personas del campo velasquista, de la antiguaOrganización Política de la Revolución Peruana (OPRP) y de partidos ycentros de estudios de izquierda.

Como una consecuencia inesperada de los gobiernos militares, durantelos últimos años de Velasco y en el gobierno de Morales se vio surgiruna intelligentsia nacionalista de izquierda. Estaba compuestaprincipalmente por docentes universitarios, pero no tardaron en unírseleslos incontables antiguos tecnócratas del período de Velasco que buscabanallí su refugio, acosados por el anticomunismo de los ministros de

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Morales. Los fondos de financiación de estos centros de estudios, queprimero se contaban en algunas decenas pero luego fueron 150 yfinalmente 350, resultaron provenir de la ayuda al desarrollo brindadapor Holanda, Suecia, Canadá y Gran Bretaña. Entre los partidosizquierdistas y estos centros se crearon innumerables lazos deconcertación, informales pero muy estrechos. Al margen de la prensa ylos otros medios de comunicación expropiados, que cayeron bajocompleta supervisión estatal durante el gobierno de Morales, algunosgrupos de redactores, aliados con los centros de estudios, iniciaron lapublicación de periódicos y revistas.

Entre los fundadores del PSR se incluían cuatro ex militares de la épocavelasquista: Rodríguez Figueroa —presidente de la agrupación—, ValdésPalacios, Dellepiani —ex ministro de Industria— y Benza.9 Arce y Faurase incorporaron luego al partido. Dos meses después de la inauguración,los cuatro primeros fueron deportados y se exiliaron en Panamá yMéxico. Con motivo de la convocatoria para la Asamblea Constituyentede 1978, se anuló provisoriamente su orden de destierro. Cuandoregresaron a Lima, en abril de ese año, Rodríguez Figueroa fue nombradoasesor de la CNA.10 Un mes más tarde lo volvían a expulsar del país,junto con Faura y Arce.

En las elecciones para la Asamblea Constituyente, el PSR alcanzó 7 porciento de los votos, y aún antes de la apertura de esta asamblea, lacúpula del partido anunció su colaboración con los otros dos partidosque habían apoyado a Velasco: el PC y la DC. Entre los parlamentarioselegidos para el PSR se contaba a Rodríguez Figueroa, Avelino Mar—presidente de la CNA— y Ruiz Eldredge. A fines de 1978, el PSR seadhirió al frente Izquierda Unida liderado por Barrantes, y desde esaposición lanzó su campaña en los comicios de 1980 y 1985. En unintento de infundir nueva vida al legado del velasquismo, Tantaleánpresentó, en 1980, su candidatura por la OPRP, y obtuvo casi 20 mil

9 Fernández Maldonado y Zimmermann habían intentado afiliarse, pero no fueronaceptados en un principio, el primero por su conexión con Morales, el segundo poruna cuestión financiera. Fernández Maldonado luego fue admitido y elegido senadorpor el PSR en 1985.10 Ruiz Eldredge ya había sido asesor de la CNA anteriormente. Su hijo fue deportadopor orden de Cisneros; el día en que regresó del exilio, estalló una bomba en sucasa.

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votos.11 Barrantes conquistó la alcaldía de Lima a través de las urnas en1983; en las campañas electorales de 1983 y 1985, invocaba a TúpacAmaru II, Mariátegui y Velasco como los tres ejemplos peruanos delnacionalismo de izquierda.

Además de sus incursiones políticas, los adeptos de Velasco se dedicarona prestar servicios de asesoramiento a organizaciones populares o alperiodismo. Por iniciativa de De la Flor, Graham, Meza Cuadra, FernándezMaldonado, Ruiz Eldredge, César Delgado y Zimmermann fundaron unarevista, denominada Kunan, orientada a los oficiales del Ejército y a lostrabajadores organizados. Un conflicto financiero decidió la suerte de lapublicación y cada uno continuó por su propio camino. Zimmermann creóla revista Kausachum, una publicación que enarbolaba la bandera delvelasquismo y se orientaba principalmente a jóvenes oficiales castrenses.Otra publicación, Socialismo y Participación, vio la luz a fines de 1977; laredacción estaba compuesta por ex funcionarios de SINAMOS, miembros delequipo de Carlos Delgado12 unidos en el Centro de Estudios para elDesarrollo y la Participación (CEDEP). Este centro se perfiló como lazo deunión entre el APRA y los partidos de la Izquierda Unida.

Otros ex funcionarios de SINAMOS regresaron a los centros de estudios enla capital —como Desco— a los que habían pertenecido en el pasado.Antiguos asesores y altos funcionarios del período de Velasco tambiénfundaron sus propios centros de estudios y asesoramiento: para lostrabajadores pesqueros, para los campesinos, para los pobladores delos pueblos jóvenes. Algunos prominentes ex ministros y asesores, comoFernández Maldonado, De la Flor y Miranda, crearon el Instituto Peruanode Empresas de Propiedad Exclusiva de Trabajadores (INPET), que en unprincipio fue financiado completamente con recursos propios, y luegoechó mano a los fondos internacionales de solidaridad para obtenercréditos comerciales y fondos rotativos. Su función era prestarasesoramiento a empresas de autogestión y otras institucionescomerciales cuya propiedad había pasado a manos de los trabajadores.Entre los miembros fundadores se encontraban Ruiz Eldredge, OtonielVelasco y César Delgado.

11 En febrero de 1980, la Sra. Consuelo de Velasco emitió una declaración desmintiendocategóricamente los rumores de que se presentaría como candidata a la vicepresidenciapor la OPRP.12 Quien falleció de cáncer en Nueva York en 1979.

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Algunos ex ministros de Velasco emprendieron una reciente iniciativa, alfundar una asociación de antiguos oficiales latinoamericanos, laOrganización de Militares por la Democracia, la Integración y la Liberaciónde América Latina y el Caribe (OMIDELAC), que se reunió por primera vez enabril de 1986 en la Argentina. Mercado Jarrín fue designado presidente yDe la Flor, anteriormente su sucesor en la cartera de Exterior, funcionacomo portavoz de la sección peruana.13 En la «Declaración de BuenosAires», pronunciada en ocasión del encuentro inaugural, se adoptó unapostura con respecto a la política de seguridad de Estados Unidos quehacia referencia a la militarización de todo conflicto regional, la políticaintervencionista de Washington en los asuntos internos de Granada(1983) y la desestabilización de los actuales gobiernos centroamericanos.El estilo de los pronunciamientos recuerda en mucho las tesis de seguridadperuanas de la época anterior. La segunda conferencia, realizada a finesde 1986 en Lima, fue organizada en un marco ideológico similar. En lasponencias se habló sobre la seguridad nacional y el subdesarrollo, laformación de una comunidad latinoamericana de defensa, el rol de la FuerzaArmada en el proceso de democratización y las iniciativas de paz enCentroamérica.

En la actualidad, los protagonistas de la época de Velasco llevan unaexistencia de militares jubilados. Meza Cuadra, Graham y Tantaleán sonciviles sin funciones. En sus casas guardan un archivo y redactan susmemorias, «para sus hijos y nietos», según afirman todos ellos. La familiade Velasco vive en un aislamiento casi absoluto y evita la publicidad.Rodríguez Figueroa sigue siendo presidente del PSR y desempeña unpapel principal en la Izquierda Unida. Fernández Maldonado es senadorpor el mismo partido. Cuando prepara sus discursos, se sienta a trabajaren su despacho en el INPET, donde De la Flor y Miranda cumplen horariode oficina y prestan servicios de asistencia en las tareas contables y laadministración de pequeñas empresas autogestionarias. Valdés esconcejal por el PSR en un municipio de Lima. En su casa posee un archivo

13 En diciembre de 1986, OMIDELAC contaba con miembros de doce países. Generalesy almirantes provenientes de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguayy Venezuela. De Brasil, Chile, República Dominicana, El Salvador y Paraguay llegaronrepresentantes de rango inferior. La sección peruana es la más numerosa. Entre susmiembros se incluyen Arce, Faura, Fernández Maldonado, Miranda y, por supuesto,De la Flor y Mercado Jarrín. Meza Cuadra no aceptó integrarse por considerar quelos ex militares no se deben ocupar de política en forma organizada.

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que, aunque desordenado, es probablemente el más completo del períodode Velasco. Su antiguo colega De Rivera Lucero fue asesor jurídico en elMinisterio de Aviación después de 1980 y conserva ese cargo hasta eldía de hoy. Mercado Jarrín conduce un instituto de estudios geopolíticos,alojado en el edificio del Tribunal Militar.

Periódicamente, se encuentran en reuniones políticas o militares, enocasiones sociales, en misas o en el velatorio de algún colega. No mantienenlazos formales. Algunos conservan aún vívidos en la memoria los recuerdosde agosto de 1978, y ninguno de ellos aceptará sentarse a la mesa deconferencias si Morales Bermúdez se incluye entre los expositores.

La trascendencia del modeloLa trascendencia del modeloLa trascendencia del modeloLa trascendencia del modeloLa trascendencia del modelo

Velasco es uno de los reformistas militares del siglo XX que condujeronuna revolución «desde arriba», por lo que puede ser comparado conmodernizadores progresistas como Atatürk, en Turquía, Lázaro Cárdenasen México, Nasser en Egipto, Torrijos en Panamá —que se considerabasu discípulo— y Sankara en Burkina Faso. En América Latina es el últimorepresentante de la tradición establecida por Calles y Lázaro Cárdenas,Getulio Vargas en Brasil y los Perón en la Argentina.

El programa de reformas de Velasco constituye una excepción por haberllevado a cabo, en los años setenta, un proceso desarrollado del treintaal cincuenta en forma mucho más progresiva en la Argentina, Brasil yMéxico: el derrocamiento del antiguo régimen, las nacionalizaciones depropiedades extranjeras, la modernización del aparato estatal y elfomento de la industrialización nacional bajo la protección del Estado.La diferencia con el modelo peruano es que, en este último, seimplementó una reforma agraria de enormes consecuencias, quetransformó fundamentalmente la estructura tradicional del sector rural.Otra diferencia con los modelos nacionalistas latinoamericanosmencionados es que Velasco y los suyos desarrollaron y ejecutaron undrástico programa de reformas no a través de una fórmula de partido,sino por medio de una estructura de dominación basada en el controlde las instituciones armadas combinado con tecnocracias civiles. Callesy Cárdenas son los fundadores de un partido que, incluso en sudenominación —Partido Revolucionario Institucional—, ya indicaba que

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consolidaría los resultados y perpetuaría el equilibrio de poder nacional.El Partido Justicialista en la Argentina se convirtió en el instrumentopolítico que mantuvo vivo en la memoria al régimen de Perón y lo trajonuevamente al poder tantos años después de su derrocamiento. Vargasorganizó incluso dos agrupaciones simultáneas, una para los trabajadoresy la otra para las demás categorías sociales. Velasco siempre postergóla formación de un partido, al que consideraba como fuente decorrupción, y en esta creencia era apoyado por los ideólogos de SINAMOS,el singular órgano burocrático con funciones de partido político. «Elverdadero partido político de Velasco era el Ejército», dijo uno de misinterlocutores en una contundente definición del problema14 que yo nopuedo expresar con mayor eficacia.

La Revolución Peruana fue, en primer lugar, una revolución militar, y allíse esconde a la vez su fuerza y su debilidad. Su punto fuerte residía en laposibilidad de llevar a cabo reformas y cambios en unos pocos años sinenfrentarse a una oposición significativa. En los ocho años quetranscurrieron entre el golpe de 1968 y la desaparición de los últimosvelasquistas del Consejo de Ministros en 1976, se estuvo experimentandocon la sociedad peruana en un grado sin precedentes. No me resulta fácilcitar inmediatamente otro ejemplo de un país que, en determinadomomento, contara con cinco formas de propiedad diferentes en suestructura económica. Los experimentos abarcaron, virtualmente, todaslas posibilidades: autogestión, cogestión, restablecimiento de lascomunidades indígenas, repartición de las utilidades en la industria,participación obrera en la dirección de las empresas estatales,supercooperativas agrarias. La prensa sería socializada tras un períodode propiedad estatal, la juventud peruana recibiría una educacióncompletamente diferente. Se intentó crear las condiciones para elsurgimiento del Hombre Nuevo y la Nueva Sociedad a través del sistemade propiedad social, y en 1973 hasta se llegó a colocar el tradicionalchullo indígena en la cabeza del Niño Jesús. Todas estas reformas, todosestos experimentos, hasta la misma participación del pueblo, fueronproclamados e impuestos por decreto.

Y este es, justamente, el talón de Aquiles de esta revolución militar: laintegración de las masas anónimas en estructuras políticas. ¿Fue acaso

14 Entrevista con Otoniel Velasco, 18 de diciembre de 1986.

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el temor de una movilización descontrolada de la población lo que movióa los ministros a canalizar la participación de los trabajadores, loscampesinos y los pobladores de las barriadas a través de un aparato estatalcomo SINAMOS, que no tardó en recibir también tareas separadas de algunosministros y se intercaló discretamente con los cuadros castrenses y losoficiales del Servicio de Inteligencia? ¿Habrá sido el miedo a la autonomíadel proceso revolucionario que se había puesto en marcha lo que condujo,en el Consejo de Ministros, a una prohibición de los innumerables Comitésde Defensa de la Revolución, surgidos espontáneamente al iniciarse lareforma agraria? ¿Sería el recelo de que se produjera un proceso deradicalización sin control lo que indujo a los ministros del Interior, dePesquería, de Industria, de Educación, de Trabajo y SINAMOS a crearorganizaciones sectoriales paralelas con miembros cooptados yremunerados? ¿Es a causa de estas características que la literaturaeuropea y norteamericana ha acusado al régimen de Velasco, de formamás bien estereotipada e injusta, de «corporativista» o «fascista»?15 Laincapacidad demostrada para llegar a la fusión de los cuadros militares yciviles de un partido político, la continua postergación y el final abandonode la idea de fundar un partido de masa con participación política real dela población constituyen las principales razones de que la caída de Velascohaya significado, asimismo, el final del programa de reformas. No hubo unpartido para defender el régimen. En los sectores donde el gobierno habíacreado organizaciones cooptadas, las reformas fueron desmanteladasdespués de 1976 sin grandes dificultades. El gobierno de MoralesBermúdez se enfrentó a una mayor oposición en el caso de la CNA, quehabía ganado autonomía mucho mayor que las «organizaciones paralelas».Así se pudo consolidar la reforma agraria.

Y, por otra parte, cabe considerar el proceso de degeneración implícitoque pesa sobre las revoluciones militares. En el caso peruano, este seprodujo pocos meses tras la caída de Velasco. Una evolución similarocurrió tras la muerte de Torrijos en Panamá. La «revolución de lossargentos» en Surinam16 pareció seguir en un principio el modelo

15 Sobre todo Palmer (1980), pero también Stepan (1978) y Wynia (1984: 234 yss.). Pásara (1982) ofrece una buena crítica de estas interpretaciones.16 El término proviene de Cárdenas (1983), que fue embajador cubano en Paramariboentre 1980 y 1984.

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peruano: el ejército sería un «ejército de desarrollo» y serviría comoinstrumento de la Revolución. Incluso se envió al agregado militarholandés en misión a la vecina Guayana Francesa, para discutir sobrelas tareas competentes a un ejército de esa naturaleza.17 Pero los ímpetusreformistas se agotaron muy pronto y a partir de ese momento la FuerzaArmada fue utilizada como instrumento de represión contra la población.En Burkina Faso, Sankara fue destituido y murió en un confuso golpe«para profundizar la Revolución». Es de temer que la «segunda fase»,preludiada por su sucesor Sécouaré, adopte las características delejemplo peruano de Morales Bermúdez.

La «Revolución Peruana de las Fuerzas Armadas» ha pasadodefinitivamente a la historia, pero la nostalgia perdura aún. En la décadade 1970 existían agrupaciones denominadas «peruanistas» en el cuerpode oficiales de diversos ejércitos latinoamericanos: oficiales jóvenes,nacionalistas de izquierda, que discutían sobre reformas. Es la mismaclase de militares que expulsaron a los herederos del régimen de Salazaren Portugal, en 1974. La misma clase de oficiales que arrebató el poderal régimen de los coroneles griegos en 1976. En países del Tercer Mundo,donde los gobiernos militares son un fenómeno endémico, suele surgirun grupo de oficiales progresistas para hacerse con el poder. Elmovimiento de Sankara en Burkina Faso, ya mencionado, es un ejemplo.Rarvlings, en la vecina Ghana, es otro militar reformista, que se apoderóhasta dos veces del gobierno. Por un instante, también los militares deTailandia parecieron estar encaminados en una revolución. En 1981, ungrupo de jóvenes oficiales autodenominados «jóvenes turcos» emprendióun intento de reemplazar el gobierno conservador del país por un equipode ministros mucho más radical, que actuaba sobre la base de un plande nacionalizaciones y reformas. El modelo de la Revolución peruana novolverá a repetirse en Latinoamérica. Sin embargo, la tesis peruana deseguridad nacional —que adjudica a la Fuerza Armada, además de sumisión tradicional, la tarea de combatir la pobreza, fomentar el desarrolloe implementar reformas y que, en todo caso, no pone él énfasis en lastareas policiales y represivas del aparato militar— seguirá siendo undesafío. También dentro del proceso de regreso a la democracia queestá viviendo la región latinoamericana, la Fuerza Armada continuará

17 Comunicación personal del coronel Maarseveen, agregado militar y jefe de la misiónmilitar holandesa en Surinam entre 1980-1981.

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

desempeñando un papel esencial. La presencia de un cuadro militar esuna espada de Damocles sobre todos los gobiernos elegidosdemocráticamente. La orientación de las instituciones armadas haciatareas de desarrollo en lugar de policiales es una estrategia significativaque producirá resultados a largo plazo. Los modelos de gobierno cívico-militares seguirán comportando una alternativa, mientras que larealización de cambios y transformaciones a través del brazo fuerte dela nación es un deseo acariciado calladamente por más de un joven oficial.La incorporación del sector progresista nacionalista del Ejército a lasnuevas democracias latinoamericanas es una condición sine qua nonpara asegurar un proceso de democratización en la región. Y en estesentido, el modelo peruano no es uno de los peores recuerdos.

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LA HERENCIA

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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1821 General José de San Martín Ejército de liberación1822 General José de la Mar (1) Congreso1823 Mariscal José de la Riva Agüero Golpe de Estado-congreso1823 General José B. de Tagle Congreso1824 General Simón Bolívar Ejército de liberación-congreso1826 General Antonio José de Sucre Ejército de liberación-congreso1826 General Andrés de Santa Cruz (1) Golpe de Estado-congreso1827 Mariscal José de la Mar (2) Congreso1829 Mariscal Augustín Gamarra (1) Golpe de Estado-congreso1833 Mariscal José Luis de Orbegoso Congreso-elecciones1834 General Pedro Bermúdez Golpe de Estado1835 General Felipe Santiago de Salaverry Golpe de Estado1836 General Andrés de Santa Cruz (2) Golpe de Estado1838 Mariscal Augustín Gamarra (2) Golpe de Estado1841 General Manuel Menéndez (1) Golpe de Estado1842 General Juan Torrico Golpe de Estado1842 General Francisco de Vidal Golpe de Estado1843 General Manuel I. de Vivanco Golpe de Estado1843 Mariscal Domingo Nieto Golpe de Estado1844 General Manuel Menéndez (2) Golpe de Estado1845 General Justo Figueroa Sucesión regular (vicepresidente)1845 General Ramón Castilla (1) Elecciones1851 General José R. Echenique Elecciones1855 Mariscal Ramón Castilla (2) Golpe de Estado-elecciones1862 Mariscal Miguel P. de San Román Elecciones1863 General Juan A. Pezet Sucesión regular (vicepresidente)1864 General Pedro Diez Cansejo Sucesión regular (vicepresidente)1865 Coronel Mariano I. Prado (1) Golpe de Estado1868 Coronel José Balta Elecciones1872 Coronel Tomás Gutiérrez Golpe de Estado1872 Manuel Pardo Elecciones1876 General Mariano I. Prado (2) Elecciones1879 General Luis La Puerta Sucesión regular (vicepresidente)1879 Nicolás de Piérola (1) Insurgencia1881 General Francisco García Calderón Junta de notables1881 Contral. Lizardo Montero Sucesión regular (vicepresidente)1883 General Miguel Iglesias Golpe de Estado1886 General Andrés A. Cáceres (1) Golpe de Estado-elecciones

Continúa...

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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1890 Coronel Remigio Morales Bermúdez Elecciones1894 Coronel Justiciano Borgino Sucesión regular (vicepresidente)1894 General Andrés A. Cáceres (2) Elecciones1895 Manuel Candamo (1) Insurgencia1895 Nicolás de Piérola (2) Elecciones1899 Eduardo López de Romaña Elecciones1903 Manuel Candamo (2) Elecciones1904 Serapio Calderón Sucesión regular (vicepresidente)1904 José Pardo y Barreda (1) Elecciones1908 Augusto B. Leguía (1) Elecciones1912 Guillermo Billinghurst Elecciones1914 Coronel Óscar B. Benavides (1) Golpe de Estado-congreso1915 José Pardo y Barreda (2) Elecciones1919 Augusto B. Leguía (2) Golpe de Estado-congreso1930 General Manuel M. Ponce Golpe de Estado1931 Teniente cor. Luis M. Sánchez Cerro (1) Golpe de Estado1931 Ricardo Leoncio Elías Junta de notables1931 Teniente cor. Gustavo Jiménez Golpe de Estado1931 General David Samanez Ocampo Junta de notables1931 General Luis M. Sánchez Cerro (2) Elecciones1933 General Óscar Benavides (2) Congreso1939 Manuel Prado Ugarteche (1) Elecciones1945 José Luis Bustamante Rivero Elecciones1948 General Manuel A. Odría Golpe de Estado-elecciones1956 Manuel Prado Ugarteche (2) Elecciones1962 General Ricardo Pérez Godoy Golpe institucional1963 General Nicolás Lindley Golpe institucional1963 Fernando Belaunde Terry (1) Elecciones1968 General Juan Velasco Alvarado Golpe institucional1975 General Francisco Morales Bermúdez Golpe institucional1980 Fernando Belaunde Terry (2) Elecciones1985 Alan García Pérez Elecciones1990 Alberto Fujimori Elecciones

Fuente: Cronología Política 1968-1973. II (691-693) y De la Flor Valle (1985: 59-61).

... continuación

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APÉNDICE

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Cuadro 2Cuadro 2Cuadro 2Cuadro 2Cuadro 2Jerarquía en la Fuerza Armada peruanaJerarquía en la Fuerza Armada peruanaJerarquía en la Fuerza Armada peruanaJerarquía en la Fuerza Armada peruanaJerarquía en la Fuerza Armada peruana

F u n c i ó nF u n c i ó nF u n c i ó nF u n c i ó nF u n c i ó n E j é r c i t oE j é r c i t oE j é r c i t oE j é r c i t oE j é r c i t o M a r i n aM a r i n aM a r i n aM a r i n aM a r i n a Fuerza AéreaFuerza AéreaFuerza AéreaFuerza AéreaFuerza Aérea

Comandante depelotón Teniente (alférez) Alférez de fragata Teniente

Comandante decompañía Capitán Capitán de corbeta Capitán

Jefe de EstadoMayor, batallón Mayor —— Mayor

Comandante debatallón Teniente coronel Capitán de fragata Comandante

Jefe de Est. May.brigada Coronel Capitán de navío Coronel

Comandante debrigada*División ligera General de brigada Contralmirante Mayor generalDiv. y comandos** General de división Vicealmirante Teniente general

* Una estrella** Tres estrellas

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

Cuadro 4Cuadro 4Cuadro 4Cuadro 4Cuadro 4Cambios dentro de la Junta durante el período de VCambios dentro de la Junta durante el período de VCambios dentro de la Junta durante el período de VCambios dentro de la Junta durante el período de VCambios dentro de la Junta durante el período de Velascoelascoelascoelascoelasco

Guerra (Ejército)Guerra (Ejército)Guerra (Ejército)Guerra (Ejército)Guerra (Ejército)3 de octubre de 1968- General de división EP Ernesto Montagne,31 de enero de 1973 retirado según la ley

31 de enero de 1973- General de división EP Edgardo Mercado31 de enero de 1975 Jarrín, retirado según la ley

31 de enero de 1975- General de división EP Francisco Morales29 de agosto de 1975 Bermúdez, presidente por medio de golpe

Mar inaMar inaMar inaMar inaMar ina3 de octubre de 1968- Contralmirante AP Raúl Ríos Pardo de Zela,5 de diciembre de 1968 retirado según la ley

5 de diciembre de 1968- Contralmirante AP Alfonso Navarro Romero,11 de septiembre de 1969 vicealmirante AP desde el 1 de enero de 1969,

fallecido de infarto cardíaco

11 de septiembre de 1969- Vicealmirante AP Enrique Carbonell Crespo,1 de enero de 1970 retirado según la ley

1 de enero de 1970- Vicealmirante AP Manuel Fernández Castro,4 de abril de1971 fallecido de infarto cardíaco

4 de abril de 1971- Vicealmirante AP Fernando Elías Aparicio,1 de enero de 1972 retirado según la ley

1 de enero de 1972- Vicealmirante AP Luis Vargas Caballero, solicitó30 de mayo de 1974 su pase a retiro tras el conflicto con Velasco

sobre el carácter de la Junta

30 de mayo de 1974- Vicealmirante AP José Arce Larco, retirado1 de enero de 1975 según la ley

1 de enero de 1975- Vicealmirante AP Guillermo Faura Doig, solicitó25 de junio de 1975 pase a retiro tras el conflicto con la Marina y

la acción de los almirantes

25 de junio de 1975- Vicealmirante AP Augusto Gálvez Velarde,29 de agosto de 1975 solicitó pase a retiro

Aeronáut icaAeronáut icaAeronáut icaAeronáut icaAeronáut ica3 de octubre de 1968- Teniente general FAP Alberto López Causillas,25 de octubre de 1968 solicitó pase a retiro

4 de noviembre de 1968- Teniente general FAP Rolando Gilardi29 de agosto de 1975 Rodríguez, solicitó pase a retiro

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Page 328: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

328

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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19

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Page 329: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

APÉNDICE

329

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l 1

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1

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19

69

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Page 330: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

330

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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Page 331: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

APÉNDICE

331

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19

71

juli

o 1

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juli

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Page 332: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

332

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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Page 333: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

APÉNDICE

333

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19

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19

72

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19

72

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Page 334: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

334

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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Page 335: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

APÉNDICE

335

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19

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Page 336: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

336

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

mar

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19

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Page 337: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

APÉNDICE

337

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Page 338: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

338

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

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340

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APÉNDICE

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LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

Page 343: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

PRINCIPALES ABREVIACIONES

343

PRINCIPPRINCIPPRINCIPPRINCIPPRINCIPALES ABREVIACIONESALES ABREVIACIONESALES ABREVIACIONESALES ABREVIACIONESALES ABREVIACIONES

ADOGER : Asociación de Oficiales Generales en RetiroAID : Agency for International DevelopmentAPRA : Alianza Popular Revolucionaria AmericanaBID : Banco Interamericano de DesarrolloCAEE : Centro de Altos Estudios del EjércitoCAEM : Centro de Altos Estudios MilitaresCCP : Confederación de Campesinos del PerúCDR : Comités de Defensa de la RevoluciónCDRA : Comités de Defensa de la Reforma AgrariaCECOMBA : Centro de Coordinación y Movilización de BayóvarCGTP : Confederación General de Trabajadores del PerúCIA : Central Intelligence AgencyCIAEF : Consejo Interministerial de Asuntos Económicos y

FinancierosCIMP : Centro de Instrucción Militar del PerúCNA : Confederación Nacional AgrariaCNT : Central Nacional de TrabajadoresCOAP : Comité de Asesoramiento a la PresidenciaCOCOMI : Comunidad Laboral MineraCOFIDE : Corporación Financiera del DesarrolloCONACI : Confederación Nacional de Comunidades IndustrialesCONAPS : Comisión Nacional de Propiedad SocialCRYRZA : Comité de Rehabilitación y Reorganización de la Zona

AfectadaCTP : Central de Trabajadores del PerúCTRP : Central de Trabajadores de la Revolución PeruanaDC : Democracia CristianaDIT : Defensa Interior del TerritorioECLA : Economic Commission for Latin America

Page 344: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

344

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

FENCAP : Federación Nacional de Campesinos del PerúFONAPS : Fondo Nacional de la Propiedad SocialIADB : Inter-American Development BankILPES : Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y

SocialINAP : Instituto Nacional de Administración PúblicaINIDE : Institución Nacional de Investigación de la EducaciónINP : Instituto Nacional de PlanificaciónINPET : Instituto Peruano de Empresas de Propiedad Exclusiva

de TrabajadoresIPC : International Petroleum CompanyJAN : Junta de Asistencia NacionalJRP : Juventud Revolucionaria PeruanaMAP : Military Assistance ProgramMIR : Movimiento de Izquierda RevolucionariaMLR : Movimiento Laboral RevolucionarioMSP : Movimiento Social ProgresistaOCI-SINADI : Sistema Nacional de InformaciónOEA : Organización de Estados AmericanosOMIDELAC : Organización de Militares por la Democracia, la Integración

y la Liberación de América Latina y el CaribeONI : Oficina Nacional de InformaciónONIS : Oficina Nacional de Información Social (Sacerdotes

Progresistas)ONIT : Oficina Nacional de Integración (Pacto Andino)ONU : Organización de Naciones UnidasOPRP : Organización Política De La Revolución PeruanaORDEZA : Organismo de Desarrollo de la Zona Afectada (por el sismo

de 1970)PC : Partido ComunistaPPC : Partido Popular CristianoPRI : Partido Revolucionario InstitucionalPS : Partido SocialistaPSR : Partido Socialista RevolucionarioSAIS : Sociedad Agrícola de Interés SocialSECOAP : Secretaría de la Comisión de Asesoramiento al Primer

MinistroSERP : Sindicato de Educadores de la Revolución Peruana

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PRINCIPALES ABREVIACIONES

345

SIDE : Sistema de Inteligencia del EjércitoSINADEPS : Sistema Nacional de Empresas de la Propiedad SocialSINAMOS : Sistema Nacional de Movilización SocialSNA : Sociedad Nacional AgrariaSNI : Sociedad Nacional de IndustriasSUTEP : Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del PerúTIAR : Tratado Interamericano de Asistencia RecíprocaUNO : Unión Nacional Odriista

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346

LA REVOLUCIÓN POR DECRETO: EL PERÚ DURANTE EL GOBIERNO MILITAR

Page 347: La revolucion por decreto. El Perú durante el gobierno militar - Dirk Kruijt

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SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE

TTTTT A R E AA R E AA R E AA R E AA R E A A A A A A S O C I A C I Ó NS O C I A C I Ó NS O C I A C I Ó NS O C I A C I Ó NS O C I A C I Ó N G G G G G R Á F I C AR Á F I C AR Á F I C AR Á F I C AR Á F I C A E E E E E D U C A T I V AD U C A T I V AD U C A T I V AD U C A T I V AD U C A T I V A

PASAJE MARÍA AUXILIADORA 156 - BREÑA

Correo e.: [email protected]ÉF. 332-3229 FAX: 424-1582

SETIEMBRE 2008 LIMA - PERÚ

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