NUEVOS GRABADOS PARIETALES EN LA CUEVA DE LAS AGUAS (NOVALES, CANTABRIA)

por

M. R. GONZÁLEZ MORALES y C. GONZÁLEZ SÁINZ*

INTRODUCCIÓN

El objetivo de esta breve nota es dar a conocer algunas nuevas represen­taciones parietales en la cueva de Las Aguas —o de Los Santos—, situada en las cercanías de Novales (Alfoz de Lloredo, Cantabria).

Las figuras de esta cueva, descubiertas por Hermilio Alcalde del Río en febrero de 1909, fueron publicadas poco después en la obra de conjunto Les Cavernes de la Région Cantabrique 1. De la lectura atenta de las descripcio­nes de figuras que allí se recogen, parece desprenderse la impresión de que la visita de los autores debió ser apresurada; la posterior comparación de los calcos publiados con las figuras originales, relativamente diferentes en algu­nos casos, acentuó esa primera impresión.

Estos hechos, unidos a la falta de cualquier estudio monográfico de la cueva de Las Aguas desde su descubrimiento, nos ha movido a realizar una revisión detallada de la misma y sus figuras. Los años transcurridos desde los trabajos iniciales justifican esta tarea: si bien en su época pudo conside­rarse suficiente la publicación de que disponemos, las nuevas tendencias de estudio del arte parietal y las aportaciones de los años recientes en este cam­po, obligan a prestar una atención más pormenorizada a diversos factores que, cuando son citados, se tratan de modo somero en la obra de ALCALDE

DEL RÍO, BREUIL y SIERRA. En concreto, el interés que cobra el tema de las asociaciones de figuras

de animales y signos y su distribución topográfica, a partir de las obras de A. LEROI-GOURHAN y A. LAMING-EMPERAIRE, sobre todo, requiere el esta­blecimiento de planos precisos y detallados donde se recoja la ubicación exacta de las figuras, así como su relación con elementos presuntamente sig­nificativos del soporte natural.

(*) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Santander. 1 ALCALDE DEL RÍO, H.; BREUIL, H; SIERRA, L.: Les Cavernes de la Région Cantabrique,

Monaco, Imp. V. de Chene, 1911, p. 46. En la cueva, junto a una de las figuras de bisonte, se encuentra un gráfico, a lápiz, con la inscripción «H. Alcalde (1909)».

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En el curso de estas tareas, al analizar detalladamente las paredes de las zonas decoradas, nos hemos encontrado con algunas figuras que no apare­cían citadas en absoluto en la publicación original —caso de una pequeña ca­beza de cierva— o lo hacían bajo la referencia de «vagues traces de gravu­res» en un lugar donde se ha podido constatar la presencia de una magnífica cabeza de caballo. El análisis pormenorizado de todas las figuras de la cue­va, será objeto de un trabajo más extenso.

DESCRIPCIÓN DE LOS GRABADOS

Todas las manifestaciones rupestres conocidas de Las Aguas, se locali­zan en la zona terminal de la gruta, constituyendo en principio un claro ejemplo de «santuario de fondo». Este esquema, sin embargo, debería ser to­talmente modificado si el cono de deyección que sella el fondo de la galería principal actualmente, formado por piedras y arcillas, ocultara una segunda entrada a la cavidad, cuestión esta aún no verificada.

Los distintos paneles en que están organizadas las figuraciones rupestres se sitúan en el lateral izquierdo —según se avanza hacia el interior— de la galería principal, y en lo que hoy es un pequeño y difícilmente practicable di-vertículo, abierto en ese mismo lateral a escasos metros de las principales re­presentaciones. En realidad, ese divertículo no es más que la más baja de las varias concavidades de erosión presentes en ese lateral izquierdo, pero aisla­da de la galería principal por el cono de deyección citado.

El primero de los grabados que presentamos, una cabeza de cierva de realización extremadamente sencilla, se encuentra en esa zona izquierda de la galería principal, pero ya sobre el mismo techo, a sólo 50 cm. de la parrilla pintada en rojo que ya publicaron H. ALCALDE, H. BREUIL y L. S IERRA 2 .

Allí, con trazo único y simple, fino y realizado de una sola vez, se ha presen­tado la línea frontal, hocico y maxilar inferior de la cierva, en tanto que las orejas vienen marcadas por haces divergentes de trazos simples y repetidos (Fig. 1, Fot. I)

La figura, que de extremo a extremo apenas mide 18 cm., no presenta ningún tipo de detalles o rellenos internos. Esta reducción a lo esencial, a lo más definitorio: línea externa de la cara y orejas enhiestas, al menos en este caso parece bien coherente con la rapidez de ejecución (trazo realizado de una sola vez), que apenas ha permitido un modelado de los diferentes resal­tes o abultamientos de la cara.

En el fondo del divertículo, sobre su lateral izquierdo, se encuentra gra­bada un magnífica cabeza de caballo, segunda figuración objeto de este tra­bajo. En realidad, todo ese lateral izquierdo, de muy escasa altura sobre el suelo actual (nuestra figura se encuentra sólo a 45 cm.), presenta numerosos

2 ALCALDE DEL RÍO, H.; BREUIL, H.; SIERRA, L.: ob. cit., Fig. 49.

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trazos grabados —entre los que hasta el presente no hemos logrado recons­truir otra figuración que la que presentamos— y algunas líneas y puntuacio­nes pintadas en rojo. Entre estas últimas destaca una serie de al menos 20 puntos, de apenas 1 cm. de diámetro, concentrados en el espacio que delimi­ta la concha fosilizada de un molusco marino (Fot. II). Esta serie de puntos rojos ya había sido señalada por H. ALCALDE, H. BREUIL y L. SIERRA3, pero adquiere actualmente una nueva dimensión por el aprovechamiento y asociación a una forma natural cerrada.

Centrándonos ya en la cabeza del caballo anunciada, es nítida también en este caso su relación con una forma natural de la roca soporte: algunas formaciones estalagmíticas en forma de rebabas adosadas a la pared rocosa, de dirección vertical, han sido completadas mediante diversos trazos graba­dos para conformar la figuración. De esta forma, una oreja puntiaguda, todo el maxilar inferior y una línea que atraviesa la cara desde la oreja al ollar, vienen dadas por esas rebabas, que además finalizan en una leve depresión —formada por pequeñas grietas—, que de forma natural completaba la par­te anterior de la cara del caballo (Fig. 2, Fot. III).

En grabado de trazo simple y repetido, muy fino, se realizó la línea frontal de la cara, continuada en su parte anterior por dos líneas convexas que apoyan el resalte natural producido por las grietas señaladas. Asimismo, se ha marcado el ollar con algunos trazos en su interior. En la parte inferior de la cabeza se reforzó con ese mismo tipo de trazos la línea inferior de la oreja y la zona posterior de la mandíbula. Por su parte, se ha representado el ojo mediante dos círculos concéntricos en trazo simple y único, realizados de forma discontinua, con diferentes grados de presión del útil grabador. Sin relación con la cabeza descrita, según creemos, se aprecian sobre ella algu­nos trazos en forma de L, de tipo simple y repetido, también muy finos.

Sorprende en esta cabeza de caballo, que de extremo a extremo mide 21 cm., la sensación de volumen alcanzada, conseguida como hemos visto por el aprovechamiento de unas formas naturales con cierto resalte (rebabas verti­cales y depresión de la pared en la parte anterior de la cara). Es difícil supo­ner que el papel de esas formas naturales en relieve fuera totalmente pasivo, que únicamente se aprovecharán en la representación de un caballo, y no también inductivo, motivando su descubrimiento la figuración misma. Un mecanismo semejante pudo provocar la realización de la serie de puntos ro­jos comentada, en relación a la forma fósil en que se inscriben.

Señalar, por último, tanto por la forma y proporciones como por esa sensación de volumen comentada, esta cabeza de caballo evoca inmediata­mente los contornos recortados muebles del Magdaleniense Medio pirenaico, también reconocidos recientemente en la región Cantábrica. Creemos que la semejanza es lo suficientemente acusada como para, al menos, plantear la posibilidad de que el artista conociera ese tipo de manifestaciones muebles.

3 ALCALDE DEL Río, H.; BREUIL, H.; SIERRA, L.: ob. cit., Fig. 49.

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VALORACIÓN

A falta por el momento de un estudio detallado de todas las representa­ciones de la cueva, no cabe sino plantear algunas sugerencias respecto al esti­lo y cronología del conjunto.

La cueva de Las Aguas contiene un santuario parietal de muy escasas representaciones, y esto parece acorde en principio con la probable contem­poraneidad de todas ellas. La diferente técnica de realización de las figura­ciones ahora descubiertas respecto a las antiguas, pintadas en rojo y graba­das en algunos casos, no invalida necesariamente ese supuesto. Desde una consideración topográfica, el divertículo donde se representó la cabeza del caballo quizá formaba parte de la misma galería principal en la época en que se realizaron las figuraciones, y, en cualquier caso, también allí existen pin­turas en rojo (como la serie de puntos comentada), técnicamente semejantes a las representaciones pintadas de esa galería principal.

Las figuras conocidas de antiguo en Las Aguas, básicamente dos bison­tes asociados a signos también pintados en rojo, que según hemos podido comprobar no son sino un cuadrangular en forma de parrilla (del tipo pre­sente en La Herrería), un claviforme y algunos puntos, adquieren una más amplia lectura asociadas a las cabezas de caballo y cierva presentadas, si aceptamos el supuesto de su estricta sincronía. Esto es, el conjunto parietal de Las Aguas se revelaría en cuanto a su organización temática (bisontes/ca­ballo, completados por cierva y signos), de forma muy semejante a otros ya­cimientos, entre los que destaca el de Altamira, del que por otra parte sólo dista 6,4 Km. en línea recta.

Respecto a esta cueva, la de Las Aguas no sólo presenta paralelos en los temas desarrollados (además de tipos animales coincidentes, son de una gran semejanza formal los signos presentes en ambos santuarios), o en su or­ganización (en cuanto que coincida en ambos yacimientos la posible yuxtapo­sición de significados de unas y otras figuraciones), sino también en su reali­zación, tanto en lo referido a algunas técnicas como a convenciones y uso del deporte.

Estas son cuestiones que desarrollaremos una vez ultimado el estudio completo de la cavidad, pero que ya actualmente permiten integrar el con­junto de Las Aguas dentro del estilo IV antigo de A. LEROI-GOURHAN, y específicamente dentro del subgrupo caracterizado por la ausencia de reno y mamut y la presencia de la cierva como animal complementario. A ese sub­grupo corresponderían igualmente, además del gran techo de Altamira, el conjunto de la galería Β de La Pasiega o el de Santimamiñe, por citar dos ejemplos cantábricos reseñados por ese autor4.

4 LEROI-GOURHAN, Α.: Préhistoire de l'Art Occidental, París, 2.· éd., 1971, p. 155.

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