las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

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l as percepciones suburbanas de josep lluis sert y la seducción última del mito MAR LOREN Mar Loren es profesora asociada en el departamento de Historia, Teoría y Com- posición Arquitectónicas en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla Platón comienza en el año 390 antes de Cristo una tradición en torno al sueño del ideal social. Su tratado Politeia N1 sienta las bases de las reflexiones y ensoñaciones de una sociedad perfecta, igualitaria y en armonía. En el siglo XVI y dentro de la tra- dición platónica, Tomás Moro acuña el neologismo "Utopía" N2 en el título de un libro que se centra en la descripción de una sociedad ideal. El soporte físico donde tiene lugar tal sueño es la capit al de la isla imaginaria de Amaurot sirviéndose de la narración del explorador que la descubre. La etimología del término utopía combina dos palabras griegas: "no" (ou) y "lugar" (topos), el "no-lugar". Moro no trabaja por tanto sobre la base de la "no-socie- dad", sino la nombró a partir del espacio, del lugar, vinculándolo para siempre con su soporte físico, ya sea naturaleza intacta, ciudad o en definitiva marco territorial más o menos modificado por la implantación arquitectónica. Para la Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, este sueño ha tenido una repercusión trascendental, ya que el terri- torio y su configuración arquitectónica se convierten en el soporte físico de las pro- puestas capaces de materializar un ideal social. Es por tanto la arquitectura parte fundamental en la consecución de una sociedad determinada. El autor Joseph Rykwert, incluso cuando reflexiona en torno al paraíso bíblico N3, afirma la nece- saria presencia de la arquitectura en la conformación del Edén. Aún cuando en el texto no aparece incluida de forma explíci- ta, el aut or asegura que todo paraíso como lugar ideal debe ir necesariamente ligado a una arquitectura que formalizara esa forma de hab itar. Aunque el significado más directo y en el que ha desembocado el término utopía es el • no lugar", fue creado en su origen para sugerir dos neologismos griegos: outopia -que efectivamente habla del no lugar- y eutopia -que significa el lugar acertado o el buen lugar-. Estados Unidos supo, sin duda, identificarse ante Europa como ese buen lugar implícito en los orí- genes del concepto de Utopía. El término "utopía" sin embargo queda semántica- mente más identificado con el no-lugar. Todo par aíso, nos confirma Proust, debe ser necesariamente un paraíso perdido. Su búsqueda por tanto es inútil puesto que la utopía existe en la medida que se mantie- ne intacto su significado fundamental del • no lugar" pero paradójicamente inspira- dora, germen de altos de ideales de paisa- jes fascinantes, sociedades perfectas, y cómo no, de arquitectura ideal. América cumplía todos los requisitos y estaba dis- puesta convencer al mundo de que el paraíso, Amarout o el Edén tenían ubica- ción geográfica dentro de sus fronteras. Desde que en el siglo XVIII se conformara la nueva nación estadounidense, sus valo- res esenciales se cimientan sobre su identi- ficación con lo natural; Thomas Jefferson admiraría la cultura arquitectónica euro- pea y pondría por escrito sus recomenda- ciones para aprender de ella y emularla. Sin embargo, y en contraste con Europa, la gran riqueza de Estados Unidos eran sus increíbles paisajes y territorios que se man- tenían intactos, lejanos y por tanto con un potencial utópico que Norteaméri ca no desperdiciaría. Los grandes escritores e intelectuales americanos de la talla de Thoureau se unirían a esta visión mítica de la nueva sociedad estadounidense, en la que los valores democráticos se identifican con un modo de vida rural y en el que la ciudad sería considerada por au t ores como el mismo Poe como una forma de creci- miento cancerígeno. En el campo de la arquitectura sería Frank Lloyd Wright el que sin ambigüedades se adscribi ría a esta forma de ver y construir Estados Unidos. Proclamaría la maldad implícita en la ciudad y en sus moradores y predicarla la necesidad de vivir en contac- to con la naturaleza para forjar una socie- dad mejor, cuyo habitante encarnaría al hombre democrático y libre que canfor- DIBUJO DE AMAROUT, ILUSTRACIÓN DE LA UTOPIA DE TOMÁS MORO N1 PLATO, Republic, The Fouhs Press, London, 1763. N2 MORE, Thomas Libellus vere aureus nec mmus saluta- ris quam fest,vus de optimo reip. statu, deq: nova /nsu/a Utop,a. N3 RYKWERT, Joseph, La casa de Adán en el Paraíso, Gustavo G1h, Barcelona, 1974 N4 WRIGHT, Frank Lloyd, The Living Oty, Horizon Press, New York, 1958 El VALLE DE YELLOWSTONE, 1871 NS WRIGHT, Frank Lloyd, Broadacre oty: a new com- murnty plan·, Arch,tectural Record, Mayo 1935. N6 Su convenom1ento del valor • arqu1tectórnco de la naturaleza por enoma de cualquier realización humana queda plasmado en escntos como WRIGHT, Frank Lloyd, • Nature as Arch1tect en Frank Lloyd Wright on Archi- tecture, editado por Fredertck L. Guthe1m, 1941 maria la nación. El nuevo ciudadano ame- ricano tenía la capacidad de cambiar su entorno y prescindir de la gran ciudad N4 . "Por eso está emergiendo un tipo humano capaz de cambiar rápidamente el entorno a la medida de sus deseos, ampliamente capaz de compensar la gran ciudad de hoy, remanente del antiguo gran muro. En la capacidad de cambiar tenemos al nuevo tipo de ciudadano" . Wright trasl ada así el mito rural al campo de la teoría de la arquitectura formalizado en lo que se convertiría en el germen del sueño americano: "Broadacre City" . Ads- crito abiertamente a las filas del mito jef- fersoniano, confronta abiertamente su visión de la contemporaneidad europea con la mirada pues ta en una identidad americana netamente rural, apegada a la tierra. Desarrollado al principio de la Gran Depresión, su publicación Broadacre City: a new community plan NS recoge su visión descentralizadora de América, viendo en el automóvil y en general en los medios de transporte el único aliado fiel de la era maquinista que permitir ía al ciudadano americano ser independiente y libre. Su visión recoge efectivamente en los años treinta las claves de la ocupación extensiva del territorio, horizontal e infinita, y para- dójicamente, en contra de lo que el propio Wright defendí a, destructiva con ese paisa- je americano intacto N6 . Éste quedaba do- mesticado y sometido a la retícula de par- celas de 4.000 m' (1 acre) soñado por

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Page 1: las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la seducción última del mito

MAR LOREN

Mar Loren es profesora asociada en el departamento de Historia, Teoría y Com­posición Arquitectónicas en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla

Platón comienza en el año 390 antes de

Cristo una tradición en torno al sueño del ideal social. Su tratado Politeia N1 sienta

las bases de las reflexiones y ensoñaciones de una sociedad perfecta, igualitaria y en armonía. En el siglo XVI y dentro de la tra­dición platónica, Tomás Moro acuña el neologismo "Utopía" N2 en el título de un libro que se centra en la descripción de una sociedad ideal. El soporte físico donde tiene lugar tal sueño es la capital de la isla imaginaria de Amaurot sirviéndose de la narración del explorador que la descubre.

La etimología del término utopía combina dos palabras griegas: "no" (ou) y "lugar" (topos), el "no-lugar". Moro no trabaja por tanto sobre la base de la "no-socie­dad", sino la nombró a partir del espacio, del lugar, vinculándolo para siempre con

su soporte físico, ya sea naturaleza intacta, ciudad o en definitiva marco territorial más o menos modificado por la implantación arquitectónica.

Para la Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, este sueño ha tenido una

repercusión trascendental, ya que el terri­torio y su configuración arquitectónica se convierten en el soporte físico de las pro­puestas capaces de materializar un ideal social. Es por tanto la arquitectura parte fundamental en la consecución de una sociedad determinada. El autor Joseph Rykwert, incluso cuando reflexiona en torno al paraíso bíblico N3, afirma la nece­saria presencia de la arquitectura en la

conformación del Edén. Aún cuando en el texto no aparece incluida de forma explíci­ta, el autor asegura que todo paraíso como lugar ideal debe ir necesariamente ligado a una arquitectura que formalizara esa forma de habitar. Aunque el significado más directo y en el que ha desembocado el término utopía es el • no lugar", fue creado en su origen para sugerir dos neologismos griegos: outopia -que efectivamente habla del no lugar- y eutopia -que significa el lugar acertado o el buen lugar-. Estados Unidos

supo, sin duda, identificarse ante Europa

como ese buen lugar implícito en los orí­genes del concepto de Utopía. El término "utopía" sin embargo queda semántica­mente más identificado con el no-lugar. Todo paraíso, nos confirma Proust, debe ser necesariamente un paraíso perdido. Su búsqueda por tanto es inútil puesto que la utopía existe en la medida que se mantie­ne intacto su significado fundamental del • no lugar" pero paradójicamente inspira­dora, germen de altos de ideales de paisa­jes fascinantes, sociedades perfectas, y cómo no, de arquitectura ideal. América

cumplía todos los requisitos y estaba dis­puesta convencer al mundo de que el paraíso, Amarout o el Edén tenían ubica­ción geográfica dentro de sus fronteras.

Desde que en el siglo XVIII se conformara

la nueva nación estadounidense, sus valo­res esenciales se cimientan sobre su identi­ficación con lo natural; Thomas Jefferson admiraría la cultura arquitectónica euro­pea y pondría por escrito sus recomenda­ciones para aprender de ella y emularla. Sin embargo, y en contraste con Europa, la

gran riqueza de Estados Unidos eran sus increíbles paisajes y territorios que se man­tenían intactos, lejanos y por tanto con un potencial utópico que Norteamérica no desperdiciaría. Los grandes escritores e intelectuales americanos de la talla de Thoureau se unirían a esta visión mítica de la nueva sociedad estadounidense, en la que los valores democráticos se identifican con un modo de vida rural y en el que la ciudad sería considerada por autores como

el mismo Poe como una forma de creci­miento cancerígeno.

En el campo de la arquitectura sería Frank Lloyd Wright el que sin ambigüedades se adscribiría a esta forma de ver y construir Estados Unidos. Proclamaría la maldad implícita en la ciudad y en sus moradores y predicarla la necesidad de vivir en contac­to con la naturaleza para forjar una socie­dad mejor, cuyo habitante encarnaría al hombre democrático y libre que canfor-

DIBUJO DE AMAROUT, ILUSTRACIÓN DE LA UTOPIA DE TOMÁS MORO

N 1 PLATO, Republic, The Fouhs Press, London, 1763.

N2 MORE, Thomas Libellus vere aureus nec mmus saluta­ris quam fest,vus de optimo reip. statu, deq: nova /nsu/a Utop,a.

N3 RYKWERT, Joseph, La casa de Adán en el Paraíso, Gustavo G1h, Barcelona, 1974

N4 WRIGHT, Frank Lloyd, The Living Oty, Horizon Press, New York, 1958

El VALLE DE YELLOWSTONE, 1871

NS WRIGHT, Frank Lloyd, • Broadacre oty: a new com­murnty plan·, Arch,tectural Record, Mayo 1935.

N6 Su convenom1ento del valor • arqu1tectórnco • de la naturaleza por enoma de cualquier realización humana queda plasmado en escntos como WRIGHT, Frank Lloyd, • Nature as Arch1tect • en Frank Lloyd Wright on Archi­tecture, editado por Fredertck L. Guthe1m, 1941

maria la nación. El nuevo ciudadano ame­ricano tenía la capacidad de cambiar su entorno y prescindir de la gran ciudad N4 .

"Por eso está emergiendo un tipo humano capaz de cambiar rápidamente el entorno a la medida de sus deseos, ampliamente capaz de compensar la gran ciudad de hoy, remanente del antiguo gran muro. En la capacidad de cambiar tenemos al nuevo tipo de ciudadano" .

Wright traslada así el mito rural al campo de la teoría de la arquitectura formalizado

en lo que se convertiría en el germen del sueño americano: "Broadacre City" . Ads­crito abiertamente a las filas del mito jef­fersoniano, confronta abiertamente su visión de la contemporaneidad europea con la mirada puesta en una identidad

americana netamente rural, apegada a la

tierra. Desarrollado al principio de la Gran Depresión, su publicación Broadacre City: a new community plan NS recoge su visión descentralizadora de América, viendo en el automóvil y en general en los medios de transporte el único aliado fiel de la era maquinista que permitiría al ciudadano americano ser independiente y libre.

Su visión recoge efectivamente en los años treinta las claves de la ocupación extensiva del territorio, horizontal e infinita, y para­dójicamente, en contra de lo que el propio Wright defendía, destructiva con ese paisa­je americano intacto N6. Éste quedaba do­mesticado y sometido a la retícula de par­celas de 4.000 m' (1 acre) soñado por

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Wright y hecho realidad de forma genera­lizada tras la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, a pesar de las críticas que ya en los años treinta recibió su visión de Norteamérica N7.

·Al final, el desarrollo suburbano en los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial hizo realidad gran parte de la visión de Wright a pesar de las preocupac,ones de los críticos. Las viviendas de baja densidad que se extienden por lo que antes era terreno rural, los centros de comercio e industna suburbanos dispersos, y una vasta red de carreteras que lo conecta todo, definen en general el crecimiento de los Estados Unidos después de la guerra·. N1 los críticos n1 las contradicoones de un discurso que mantuvo Wright y perfeccio­nó hasta su muerte impedirían que frente al mito de lo natural o de la gran metrópo­lis, el suburbio se convirtiera en el sueño americano por excelencia. Como afirma Lisa Philips NS en la década 1950-1960: America Takes Command y con ella su for­malización arquitectónica y urbana de la felicidad: la casa en el suburbio. La fascina­ción e¡erc1da por Estados Unidos se poten­ciaba con la distancia, la mirada desde fuera perpetuaba el mito americano, ele­vando su arquitectura y su forma de vida a la categoría de modelo. La casa americana se erige como el símbolo de la domestici­dad, de la familia como último baluarte de la sociedad perfecta, de la definición de la nueva clase media.

La subida espectacular del poder adqu1s1-t1vo, que se triplicó entre 1940-1955 ha­ciendo posible la creación de esa clase media a la que pertenecían el 60% de su población N9, contrastaba con una de­manda de vivienda arrastrada desde la Depresión N10, problema que se vio agra­vado por el denominado baby-boom N11 ,

que disparó las tasas de natalidad y dejó al descubierto el grave problema de infravi-

v1enda que sufría la población americana, que vivía en gara¡es, graneros, vie¡os auto­buses, siendo, en contraste, el país con mayor poder adquisitivo del mundo N12.

"El incremento en la curva de la natalidad había chocado con el descenso en la curva de la construcción. Millones de americanos en el país más rico del mundo vivían en garajes, cobertizos para el carbón, galline­ros, casetas de herramientas, graneros, ahumaderos, viejos autobuses, cabañas del Ejercito Quonset·.

Sin daños materiales, con una capacidad productiva intacta y una economía fortale­cida durante la guerra, Estados Unidos ya generaba en 194 7 el 50% de los bienes de consumo mundiales N1 3. El sistema prag­mático por excelencia adaptó sin pudor las técnicas militares a las operaciones de ofer­ta y demanda de la v1v1enda moderna y a su redef1n1ción. La producción en masa de v1v1enda con la complicidad de la industria y las posibilidades de prefabricación serían las claves para una transformación y con­solidación del ideal doméstico americano. El proceso de industrialización en su fabri­cación se completaba con la integración tecnológica -telev1s1ón, lavadora, calefac­ción central- como pieza fundamental del concepto moderno de felicidad doméstica que Estados Unidos ponía al alcance de todos. Los europeos ven materializadas las fantasías de las formas modernas del habi­tar, que habían estado desarrollando desde el cambio de siglo.

ARRIBA. BROADACRE PLAN, FRANK LLOYD WRIGHT, 1935· 1958 ABA/O A LA IZQUIERDA, UNA FAMI· LIA AMERICANA VIENOO LA TELEVI­SIÓN EN LOS AÑOS 50.

N7 GELERNTER, Mark, A H1s• rory of Amer,can Arch,tecture Bu,ldmgs ,n the,r cultural and technolog,cal conrext Un,ver• s,ry Press of New England, Hanover y Londres, 1999

NS PHILLIPS, lisa, The Amer,• can Cenrury Art & Culture 1950-2000. Wh1tney Museum of American An y W W Nor• ton & Company, New York, 1999

N9 EVANS, Harold, The Ame­r,can Cenrury, Alfred A. Knopf, New York, 1998

N10 ROWE. Peter G , Moder• n,ry and Housmg, The Mil Press. Cambridge, MA y Lon• dres, 1995

N11 ROWE, P, op. Cit.

N12 EVANS, H , op. Cit.

N13 PHILLIPS, L. op. Cit.

AM AUROT IS NOT AM ERICA ... ?

SUBURBAN PERCEPTIONS Of JOSEP LLUIS SERT AND THE FINAL SEDUCTION OF THE MYTH

Plato started a trad 1100 •elated to tne d1eam of a social ideal in the year 390 BC H,s treaty Poi te,a N1 set out la d 1he bas1c reílections and dreams of a pe-fect ega tarian soc,ety n harmony

In the ~•teenth century, and with n lhe Pla• toruc trad111on, S,r Tl'omas M01e comed the neologtsm Utopta' Nl n lhe Utle of a boolt wtuch ,s about the descnpt,on of an ideal society lhe physical locauon where such a dream t.ikes place s the capital Oty of the 1mag nary sland of Amaurot t IS the narrawe of the e,plorer who d scovered t

lhe etymOtOgy of the term utOl)1<1 combines lWO Greek WC!ds ·e· (no) and ·topos· (place). the no place lheref01e More d d "01 WO<k on the base of the "O-SOC!ety but he derived ts name from the space, •he place. bond ng t f01ever wltr. ns physícal environmen~ wnether that was u-nde· veloped '!ature, a Oty 01 any terr 101,a frame more e less mod fied by arch tectonic 1mplamauon

lh,s dream had a great repera.;s,on or. the h1SIO/f of arch1tecture and urban plannmg as lhe temtOIY and 111 arch,tectomc conf,gurat1on became the physícal basis of the proposals capable of materiahzmg a sooal ideal Consequently arch tecture 1s an essent1al part of secur ng a particular sooety lhe author Joseph Rykwert, even when he was ref ea,ng on the biblical parad,se N3 declared tnat the p,ese!'Ce of arch tec• ture was 'lecessary m the fonnauon of Eden. Even though ti! s was not 1nduded m the teX1 in an exp ot way, the author ma nt.imed that any parad se as an idea plJCe m1.s1 necessa• nly be •ela1ed to a form of arch tecture which would forma ze the way I s mhabi:ed

Although the u L'Thlte and most direct '11E!a• n ng of the term 1.top,a s the no-place, 11 was 0119,na fy crea• ted 10 suggest IWO Greek neolog,sms. outop,a wh1ch ndeed means the no-place'- and eutop,a -11!uch means the nght place. the good pia<e lhe Un ted States ,earnt to 1d~ufy nsett 10 Europeas 1h11 good place 1mpl 01 ,n the ong ns of the con• cept of U10p1a lhe term ·u1op1a·, however, s semant cally more 1dent1f ed w1th the 'no place' Every parad11e, Proust co:> f,rmed. must necessanly be a lost parad,se So, search ng 101 11 s use ess because utop,a ex,sts as long as ts baSIC mear ng of no-place' ,s kept ntact But searcr ng s parado, ca fy ,nspt• ~ng. t IS the seed of h1gh Idea s 101 fasonabng andscapes, perlect sooe11es a:-d. ol course, dea arch tecture America ful• ' ed a I the requ ements and was wi ng 10 convince the WO<ld trat parad,se Amarout 01 even Eden had IS geograpll • ca =t w th 115 border~

S nce the creat,on of tne Un ted States as a new '!al on n the e,ghteenth century, IS essenba va ues have been fc;.~ed C" IS ldenu!cauon w th 1ature Thomas 1effer• son adm red European arel- tectonic culture and ~e •ecommen­ded that they earn from n al'd emulate 11. However, and n contrast w th E ope, the grea1 wealth of the Ur ted States was 11 ncred ble al'dscapes and temt01 e~ wh ch were ntact and far away and, therefore, w,th a utopran potent al thal the Un 1ed States wo¡¡ d not ,gnore Grea1 American wmers and mtellectua s sueh as lhoureau would share th,s myth1cal v11Kll1 of lhe 'leW American soc ety. m whKh democrat,c va ues are 1dent f1ed w th the rura way of fe and n wh,ch the c ty wou d be cons,dered by autnors I ke Poe as a f01m of cancerous grw1/I

In 1re feld o' arch tecture Frank Joyd W ,'t would be the one who J ned, w11ro..t ambigu ties. th,s way of see ng and bu ldmg lhe .inited States He proda med the 1mplrot ev, ness of the oty and 11S dwel ers and advocated the need to ive m contact w,tl' n.iture to f01ge a better soc,ety, whose mhab1tants would embody the democra~c and free man who would oea1e the United States 'he new American c1t1zen had the capac,ty 10 change h11 enwonment and ex1st w1thout the c,ty N4

Th s 11 why a new human type 11 emerg1ng. capable of qurckly chang ng h,s enwonment 10 l1t ~ s des es. very capable of compensa1mg fo, the big c1ty o1 today. the ,ema ns of the old great wa · ' the capac1ty 10 change we 'lave the new type of m,zen •

Wnght thus transpolll tne rura myth to the field of arch tecture lorma ,zed n wha1 w, 1 become the seeds of the A'11E!rican dream Broadacre C,ty Open~ enoors ng the •arks of the Jeffersoman myin, he openfy conlronted ~ s v,s101' of E.iropear contemporane,ty w th h11 m '1d on an American

arqu11ectura S9

Page 3: las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

Pero sin duda, el gran triunfo en la redefi­

nición moderna estadounidense es la

superación en la distinción entre la arqui­

tectura culta y la arquitectura popular o de masas y en la capacidad de esta última

para enunciar la modernidad norteameri­

cana. El caso paradigmático del Case Study Program impulsado por John Entenza,

recoge los requisitos de prefabricación, de

rapidez en la construcción y de desvincula­

ción estilística de la misma forma que los millones de casas en los imponentes subur­

bios cubrieron el paisaje estadounidense. Estos objetos fetiche, como son las pro­

puestas de Richard Neutra o de Pierre Koe­

nig, son los que se convierten en Europa

en iconos de la modernidad americana

dentro de esa arquitectura culta, pero se

funden y confunden con la construcción

más popular, que parte de las mismas pre­misasw de prefabricación y rapidez t que

cubrirá Estados Unidos con un total de 13 millones de viviendas entre 1948 y 1958.

La presentación a Europa de una forma de vida moderna en la casa industrializada,

convertida, por fin, en bien de consumo,

alejada de la monumentalidad tradicional

histórica -la casa como depositaria de

recuerdos y objetos familiares- que

adquiere el simbolismo moderno de la

capacidad de cambio, es mucho más que

un grupo concreto de determinadas casas,

objetos aún de una adoración culta, y se

convierte en una redefinición de la moder­nidad y una identificación con la sociedad

del bienestar.

El pa1sa¡e estadounidense de la periferia y

su profunda transformación estaría así, en

mi opinión, mucho más relacionado con la

tendencia pragmática y especulativa que

define la identidad estadounidense, pero no por ello desligado sino vinculado más

que nunca a la "eutopía" norteamericana,

es decir, a la ubicación del ideal social

(frente a la outopía del no-lugar). En ese

momento serían personajes como el pro­motor de origen ruso Bill Lewitt, los que construyeron miles de viviendas unifamilia­

res en la periferia de las ciudades, materia­lizando el sueño americano y transforman­

do para siempre su paisaje. Suburbios

60¡arqu,tectura

como Levittown en Nueva York formaliza­

rían el auténtico sueño americano, a pesar

de las críticas sobre su monotonía de pen­

sadores como Lewis Mumford, o de la pre­dicción de los sociólogos de que este

imponente suburbio de 6.000 casas se

convertiría en un gueto en menos de 20 años N14.

Hay pocos arquitectos españoles que tuvie­

ron, sin embargo, la oportunidad de revisar la propuesta americana desde dentro, encontrando las coordenadas reales de

Amaurot. Josep Lluis Sert llegó a Estados

Unidos en 1939 para quedarse, y su con­

tacto con el país adquiere una profundidad que supera la figura del espectador, perfi­

lándose como uno de los grandes pensa­

dores de la ciudad norteamericana desde una revisión humanizada de los postulados

de la modernidad.

Pero la cuestión interesante que subyace

en el análisis de su pensamiento urbano en torno a la predilección en Estados Uni­

dos por las formas de ocupación extensi-

va, es si tras las críticas de Sert y la volun­

tad de transformación del urbanismo

americano subyacía también la fuerza y la

atracción hacia el mito americano y por

tanto una influencia en su propuesta

arquitectónica.

Su implicación en proyectos urbanos en la

década de 1930 en el seno del G.A.T.C.P.A.C. de la importancia de La Ciu­

dad de Reposo en Cavá y Castelldefels,

considerada por Oriol Bohigas la mayor

contribución de este grupo N1 5, corrobo­

ran su vocación de urbanista. Su implica­

ción en la definición del urbanismo moder­

no en los Congresos de los CIAM, dan

definitivamente una proyección internacio­nal a su pensamiento en torno a las formas

de ocupación territorial. Era de esperar, por

tanto, que uno de los campos de estudio

crítico a su llegada a Estados Unidos fuera

precisamente el urbanismo americano. En 1942, y tras sólo tres años después de su llegada publica su visión de las propuestas

del IV CIAM en torno a la ciudad funcional,

bajo el título Can our cities survive? An ABC of urban problems, their analysis,

N14 EVANS, H., op. cir.

N 15 BOHIGAS, Oriol, Arqui­recrura Española de la Segun­da República, Tusquets, Barce­lona, 1970.

A LA IZQUIERDA, STAM0 PAPADAKI. DISEÑO DE SOBRECUBIERTA PARA El LIBRO MECHAN/ZA r/ON TAKES COM­MAND, DE SIGFRIED GIEDI0N A LA DERECHA, FOTOGRAFIA DE LA CASE STUDY HOUSE DE PIERRE KOENIG. ABAJO, FOTOGRAFIA AtREA DE LEVITTOWN, LONG ISLAND, NEW YORK, 1947.

identity which was clearly rural, and attached to the land. Developed at the beginning of the Great Depression, his publi• cation Broadacre C1ty: a New Commumty Plan NS reflected h1s decentralizing v1sion of America, seeing the car, and in general means of transpon, as the only loyal ally in the machinist era which would allow the American c1tizen to be independent and free.

His vision effect,vely reflected, m the thin,es, the keys to the extensive occupation of this horizontal and infi­nite temtory, and was paradoxically, in opposition to what Wright himself defended, destruct,ve to the intact American landscape6. lt was domest,cated and submitted to the reticule of 1 acre (4,000 ma) plots, dreamt up byWnght and made real In a general way after the Second World War in the Umted States desp,te the criticisms that his vision of Nonh America N7

rece,ved even in the thin,es. • As ,t turns out, American Suburban develop­

ment after the Second World War turned much of Wnght's v,sion into reality desp,te the critics' concerns. Low dens,ty housmg spreading over the once rural land. with dispersed suburban centres of retail and industry, and a vast network of roads inking ,tal, together, have largely definedAmerica's post-war growth"

Neither the critics nor the contradictions of a discourse that Wright cont,nued and improved until his death would stop the suburb from becoming the American dream par excellence, in contrast w,th the myth of Natu,e or the big metropolis. As lisa Ph1lips NS stated between 1950-1960. America Takes Command and w,th its architectonic and urban formalizat1on of happmess: the house m the suburb. The fasci­nat,on for Amenca was strengthened by drstance. the view from abroad perpetuated the Amencan myth. elevat1ng ,ts arch,tecture and its way of lile to the category of model. The American house is erected as a symbol of domest,city, of the fam,ly as the ult,mate value of a perfect society, of the deíim­t,on of the new m,ddle class. The stunning mcrease of Ameri• ca's purchasing poweI which tnpled between 1940 and 1955 -makmg poss,ble the creatIon of this American m1ddle class. contaimng 60% of ,ts populat,on N9-, was m contrast w,th the cont,nued demand for housmg smce the Depression Nto A problem that was worsened by the Baby Boom Nt 1, when the bi•th ra1es shot up and revealed the senous problem of infra• housmg suffered by Americans. who l1ved ,n garages, granaries and old buses desp11e be,ng the country w,th the greatest pur chasing power N1l

"The mmg curve of the binh rate had collided w,th the falling curve of housing stans. M,II,ons of Americans

Page 4: las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

in the richest country in the world were living in garage~ coal sheds, chicken coops, tool sheds, granaríes, smokehouses, old trolley buses, Army Quonset huts. •

W1thout material damage, w1th its produa1ve capacity rntaa and an economy strengthened during the war, by 1947 the United States generated 50% of the world's con­sumer goods N1l The ever pragmatic American system adap­ted mihtary techniques w1thout shame to modern housing supply and demand operations and to the1r redefinit1on. The mass produaion of housing w,th the compl1city of the rndustry and prefabrrcat1on pos11bilit1es would be the key for a transfor­mation and consohdation of the American domestic ideal. The industrralization process in 1ts manufaaure was completed w1th technolog,cal integration -telev11ion, washrng machrne, central heating- as a basic piece of the modern concept ol domestic happiness which America made ava,lable for everyo· ne. Europeans saw the materializat,on of their fantasies of modern living, wh,ch had been developing s,nce the turn of the century.

But, without doub~ the great trrumph of Ame· rican modern redefrnit,on ,s overcom,ng the difference betwe· en cult arch1tecture and popular arch1teaure, or mass arch,tec ture, and the capacity of the latter to enounce North American modernity. The paradigmat,c ,nstance of the Case Study P<o· gram, promoted by John Entenza, gathered together the •equ rements of prefabrication, qulCkness rn construction and sty s t,c dissociat,on rn the same way as mil ions ol houses in the rmpressive suburbs that covered the North Amerrcar landsca­pe, These fet,sh ob1eas, l,ke those proposed by Richard Neutr, or Pierre Koemg, 1n Europe became icons of America~ rnoder mty w,thrn cult arch,tecture but were m1xed and confused w,tl the most popular arch,tecture, whrch 1ta1ted from the same p¡em ses of prefabr1Cat1on and quickness and wh1ch prov1ded America w,th a total of 13 m lhc" houses between 194B and 195B.

The ,ntroduct1on to Europe of a rnodern way < ! irle, through the ,ndustnal,zed house, l,na ~ converted rnto a consumer good, d stant from hrstoncal trad1t1onal monument 1ty -the house as a depository of family memorres and ob¡ects-, wh,ch modero symbohsm derrved from the capacrty to change, is a lot more than a specd,c group of certa1• hou­ses-obJects, even more than cult adorat1on, and becomes a redel "•tren ol modern ty and an dent,ficatron w,th t~e welfa soc1ety.

The suburban North American andscape and ,11 deep transformat,on would thus be, rn my op n <r. mueh more related to the pragmat,c and specu ative tendency t~at def,nes Amerrcan ,dent,ty, although not disassoc1ated ~ut do­ser than ever to Amerrcan 'eutop1a' That ,s, to the ocatior ol socral rdeal (rn opposrtron to the 'ootop1a' of the no-place). li those years t was people l,ke the deve oper of Ru1s1an orrg n B,11 Lew,tt, who bu lt thousands of houses on the per phery ol American Cites, manifestrng the Amerrcan dream and tran1f01 mrng for ever ,ts :andscape. Suburbs I ke lev,ttown " New York would make real the authent,c American dream, desp1te cr t,cs about ts monotony frOfl' thínkers sucf, as Lew s Mufl'• ford, or the soc,olog sts pred a,ons that th11 ,mpress1ie subo o w th 6,000 houses would become a ghetto m less tha• twenty years N14

'here were, hm,ever, lew Spamsn architects who had the oppOHunity :o revise the Amerrcan propo~ fror w1th1n, find ng the real coord nates of Arnaurot Jo<ep llurs Sert arrrved m the United States ,n 1939 to stay and h1s con• tact v.,th North Amerrca ga ned a deepness that surpassed th figure ol 1peaato1. becomrng one of the great •hrnkers of Am , ca~ crt,es frOfl' a ~uman sed ,ev,11on of the postulates of modemty

But the 1nterest ng que1t1on, wh1ch under res n the ana ys11 of h11 urban th nk,ng on the Un ted State s predi• iect o• lor the extens,ve form of occupat on. ,s whether atte Sert's rnt,crsms and the NI for transformat1on ol Amerrcan urban plann ng the strength and aurawon towards the Amer can myth 11 a so underly,ng and, rs therefore, an níluence rn h11 archrtectonic proposal

H•s mvolvement n the G A.' C PAC wrth urban pro¡eas durrng the th •t es, as rmpc" ant as la C udad de Reposo 1n Cava and (aste defE s, con11dered by Orrol Boh gas :he best cootributron of thrs group N15, conf rm hrs voca• ton for urban plann ng H I nvolvement n the 1ef nit on of modern urban plann ng n the CIAM Congresses def n trvely gave an rnterrational pro¡~1on to hrs th nk,ng about te",tO· na lorfl's o' occupatron.11erefore, on h11 ª" va rn the State,

their solutions, Sert ya incluye una prime­ra reflexión de la ciudad norteamericana y empieza así a definirse su visión de la arquitectura y del urbanismo estadouni­dense.

Desde su propia identidad y su visión de la ciudad europea, Josep Lluis Sert se adscri­be a formas de ocupación urbanas, y en su producción teórica sobre la ciudad nortea­mericana, queda claro, en un principio, su rechazo hacia el suburbio como solución a la vida moderna. Sert analiza las grandes carencias de este modelo, el carácter introspectivo del sueño americano, que se centra en la casa despreocupándose de los efectos alienadores del suburbio N16.

"Me dan miedo las imágenes de la "ciudad del mañana" que aparecen con frecuencia en revistas famosas, una "ciudad" formada por interminable suburbios; una casita al lado de otra, iY un helicóptero en cada jar­dín! Cuando intento imaginar estas ciuda­des del futuro, prevalece el complejo de "Superman", se describen todo tipo de artilugios con todo detalle, y se olvidan los factores básicos que van a conformar la ciudad".

Dentro de los factores básicos que Josep Lluis Sert tratará de introducir en Estados Unidos está la necesidad en nuestras ciu­dades de un espacio público para la inter­acción social, de "centros" o • núcleos cívi­cos", junto con la aplicación de mayores densidades y el factor humano como punto de partida de un nuevo planeamien­to de carácter orgánico para la nueva sociedad de posguerra. Fruto de esta pre­ocupación será la creación de una nueva disciplina en las Escuelas de Arquitectura: el Diseño Urbano.

El autor advierte de la ausencia del espacio público en las agrupaciones americanas, derivado de su efecto descentralizador y consolida su propuesta realizada a princi­pios de los 50 en el CIAM 8 en donde ya confirma la necesidad de centros para la vida colectiva N17. El crecimiento suburba­no precisa integrar este espacio no cons­truido para la interacción de la comunidad

PRIVATIZED UVES, FOTOGRAFIA OE BILL OWcNS.

N16 SERT, Josep Llurs, "The Human Scale rn C,ty Plan• nrng", A.AVV, en New Arch,tecture and c,ry Plan­nmg, a sympos,um ed1ted by Paul Zucker, Phrlosophrcal Lrbrary, New York, • 1944

N17 SERT, Josep Llurs, ·cen­tres for the Communrty Ufe ·, A.AVV, en The Heart of the Ciry· Towards the Humaniza• r,on of Urban Ufe, Lund Humphrres, Londres, 1952.

N18 SERT, Josep Llurs, "The Human Scale 1n C1ty Plan­nrng ·, op. c,r

N 19 ORTEGA Y GASSET, José, La rebelión de las masas Citado por Sert en"Centres for the Communrty Lrfe· , A.A.VV

como instrumento fundamental del fomento del debate ciudadano y por tanto del libre pensamiento y de la misma demo­cracia. El suburbio como producto de la especulación desvincula al ciudadano del hecho social del habitar y hace peligrar la integridad del territorio, destruyéndolo más que la propia construcción de infraes­tructuras, cubriendo regiones completas y produciendo un modelo que no es urbano pero tampoco rural N18.

"Si los sueños de esos especuladores se hacen realidad, la destrucción del paisaje será mucho mayor que la provocada por el uso del ferrocarril y del automóvil. El com­plejo resultante de "ni ciudad ni campo" probablemente cubriría regiones enteras, donde se colocarla en cada parcela una casa prefabricada tras otra para hacerlas disponibles rápidamente incluso antes de que se hubiese podido esbozar una plani­ficación adecuada".

Sus teorlas son del todo contrarias a lo pre­dicado por Wright, desde las bases de la identidad norteamericana, en las que la actividad democrática sólo es posible a tra­vés de este tipo de vida suburbana, que hace al ciudadano libre, independiente y en contacto con la tierra.

La ciudad que venga a formalizar los nue­vos valores logrados por las Naciones Uni­das tras la Guerra, debe ser proyectada, según Sert, teniendo como principal factor la comunidad, el individuo democrático y la escala humana, precediendo los valores industriales/maquinistas y los valores eco­nómicos/especulativos que dominaron hasta la fecha. Desde este punto de parti­da Sert realiza sus propuestas de ciudad en los años 40, en las que casi inconsciente­mente, entra de nuevo en el territorio de la eutopía. El suburbio queda así sustituido por un territorio planeado, estructurado a partir de la unidad básica del barrio, "the neighborhood unit", que se agrupan para formar poblaciones, "townships", que a su vez se unen para conformar una ciudad.

Apunta datos cotejados sobre número de habitantes, densidades y servicios mínimos de cada unidad así como su configuración. Cada unidad es asf un organismo centrali­zado en torno al "núcleo cívico·, que es frente a la casa en la identidad americana, el motor que hace posible el avance de una sociedad, de una nación, a partir de la interacción cultural y política que estos centros hacen posible N19.

"Así, la cuidad, o polis, empieza siendo un espacio vacío, el foro, la plaza, y todo

arquitectura 61

Page 5: las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

lo demás son sólo los medios para fijar

ese espacio vacío, de limitar su contorno.

La polis no es básicamente una colección de viviendas, sino un lugar de encuentro

para los ciudadanos, un espacio diferen­ciado de la función privada".

De nuevo en los años cincuenta, Sert parte

de su propia identidad mediterránea para

la formalización de estos centros, estos

núcleos de la ciudad, reinterpretando ele­mentos como el patio y lo pone en prácti­ca en las propuestas que junto con Paul

Lester Wiener realiza para las ciudades de

América Latina. En el artículo "Can Patios

make cities?" William Letwich establece

un análisis comparativo de esta propuesta esencialmente centrípeta, con una direc­

cionalidad hacia su interior, hacia esos cen­

tros que provocan el encuentro y el diálo­go, con la propuesta americana de

Radburn, esencialmente centrífuga, con la

mirada puesta en el exterior, en la calle, en el paisaje. Sin embargo, junto a las diferen­cias superficiales que las separan, en un

estudio más detenido, el autor analiza las

similitudes que encuentran en ambos

modelos valorando este modelo america­

no como excelente. La existencia en esta

propuesta estadounidense de un gradiente

de espacios exteriores vivideros hace posi­ble la interacción colectiva y la separación

de accesos peatonales y rodados separa definitivamente esta propuesta de la tóni­

ca general de los proyectos suburbanos del

momento N20.

"Esta serie graduada de espacios exterio­

res compartidos, que va desde lo más ínti­mo a lo menos íntimo, aunque todo a

escala humana, es lo que la hace diferen­te. Es la diferencia fundamental entre la

calidad de Radburn y el tipo de urbanis­

mo desatinado y sin sentido que se lleva acabo en nuestras urbanizaciones".

Este punto de vista es compartido por el mismo Sert que en 1961 publica junto con

J. Tyrwhitt "The shape of the American

City" N21 que comienza con una reflexión crítica a las distintas utopías en torno a la

ciudad ideal. Cuando se refiere a la utopía

del "paraíso suburbano" afirma que las soluciones de Clarence Stein y Henry

Wnght como Radburn en New Jersey o

Greenbelt en Maryland marcaron un cami­

no que hacía posible el ideal de la ciudad

jardín en Estados Unidos, con posibilidad de centros para la interacción social y la

separaoón de los recorridos peatonales y

los rodados. Estas propuestas las conside­

ra por tanto, acertadas como solución de la ciudad ideal y perteneciente al universo utópico, viéndose t runcado su continui-

62 arquitectura

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dad por el carácter especulativo de los

grandes complejos.

"Welwyn en Inglaterra y Greenbelt en los

Estados Unidos señalaban el camino - pe­ro fueron sumergidos baj o la gran ola de

desarrollo urbano que rompió sobre el

mundo occidental- . Muy pocas áreas sub­

urbanas tenían la pretensión de proporcio­

nar todos los medios para la vida social, con un cinturón verde de protección o separando a las personas de los coches.

Casas unifamiliares para la gente, que

harta de las condiciones en la ciudad, pro­

liferaban con una monotonía inacabable,

sin escala. La ciudad jardín ideal se vio reducida a una propuesta de negocios para

el desarrollo suburbano a gran escala".

Es interesante que si comparamos la pro­

puesta de Stein y Wright para Radburn hay

muchos puntos en común con las propues­

tas diagramáticas de Sert de los años 40,

referidas anteriormente en este artículo, confirmándose una influencia de las pro­

puestas americanas en su arquitectura. La

cualificación de lugares para la vida colec­

tiva en distintas escalas, la separación de

los recorridos peatonales y rodados con la

preeminencia de la escala humana, una

apuesta por mayores densidades y la

estructuración de todo el con1unto a partir

de una calle principal donde se concentran las actividades comerciales sería muy simi­

lar a lo propuesto por Sert en las ciudades

de nueva planta. Sert se separa así de las

propuestas netamente especulativas de la

vida suburbana americana pero se adscribe

a sus primeros intentos de finales de los

años 20, propuestas que como Radburn se realizan en el marco de las ayudas públicas

y que nunca se llegan a terminar ya que la entidad pública promotora, City Housing

Corporation, abandona su actividad en

1933 N22.

Sert se muest ra muy crítico con la ciudad

americana de posguerra, su dependencia

del automóvil que no posibilita el acortar

distancias y tiempos, sino que hace posible dispersar cada vez más los suburbios en el

ARRIBA, DIAGRAMA DE SERT DE UNA POBlACIÓN "TOWNSHIP" BASICA A PARTIR DE lA AGRUPACIÓN DE BARRIOS "NEIGHBORHOOD UNITS". ABAJO, DIAGRAMA DE SERT DE UNA CIUDAD A PARTIR DE lA AGRUPACIÓN DE POBlACIONES "TOWNSHIPS"

N20 LETWITCH, W1lham, "Can patios make c1t1es7 · , Architectural Forum, Agosto 1953.

N21 SERT, J. LI. y TYRWHITT, J., "The shape of the Amen­can C1ty· , Conremporary Arch,recture of the World 1961 , The Shokokusha Pubhs­hing c o , Tokio, 1961

N22 ROWE, Peter G., op. Cit.,

p. 195

it was to be expected that one of his fields of rntical study would be American urban planning. In 1942, only three years after having arrived in the States, his vision of the proposals in the 4th CIAM about the functional city, under the t1tle Can our oties SU1v1ve? An ABC of urban problems, their analysis, the1r solution, Sert already included the first reflection on the Ameri­can city and his vision of American arch1tecture and urban planning thus staíled to be more defined

From his own ident1ty and vision of the Euro­pean c,ty, Josep Lluis Seíl considered urban forms of occupa­t1on, and from the start it is clear, in h1s theoretical production on the American city, that he rejects the suburb as a solution for modern living. Sert analyzed the 1mprntant deficiencies in this model, the introspect1ve character of the American dream, which is centred around the home, unconcerned w1th the alie• natmg effects of the suburb N16

1 dread the pictures of the ·c,ty of tomorrow' wh1Ch appear frequently m popular magazines, a 'city' formed of endless suburbs; one small cottage closed to the next one, a helicopter ,n every backyard I In trying to picture these cities of the future the 'Superman' complex prevails, gadgets of all types are described 1n detail, and the basic factors that go to make a city are forgonen •

Among the basic factors that Seíl tried to introduce 1n the United States was the need for public spaces for social interaction, of 'civ1c centres' or 'nuclei ', 1n our c1ties, along with the applicat1on of higher densit1es and the human factor as the staíling point for a new approach of an organic character for the new post-war society. The result of th11 con­cern w1II be the creation of a new d11opline in American Arch,­tecture schools: Urban Design.

The author warned of the absence of public space m American ciues, denved from 1ts decentralizmg effect, and he consol idated his proposal at the beg1nning of the fif ties, in the 8th CIAM, where he already conf1rmed the need for centres for collecllve living N17 American suburban growth neecled to mtegrate 1h11 non-bu1lt space for community mter· action as basic a instrument for stimulat1ng public debate and, therefore, free thinkmg and democracy 1tself. The suburb as the product of speculation disassociates the citizen from the social fact of inhab111ng and places m jeopardy the integrity of the territory, causmg even more destruct1on than the construct1on of mfrastructures, covering whole regions and producing a model wh1ch is neither urban nor rural N18

"lf these speculators' dreams became reality, the destruction of the countryside would be far greater than that provoked by the use of the railway and the automobile. The ·ne1ther·oty-nor-country complex' resultmg, would pro­bably cover entire regions, where one prefabncated dwelling aher another could be dropped onto 111 lot and made quickly ava,lable befare any sound planning could even be outlmed. •

His theories are total~ opposed to what Wright advocated, from the base of American 1dent1ty, m wh1ch democrat1c acuv,ty 1s only possible through this type of subur­ban hfe, wh1ch makes the C1t1zen free, independent and in con­tact w1th the land.

The city that would come to formalize the values ach1eved by the United Nations aher the War. must be designed, according to Seíl, hav1ng the community, the demo­cratic 1nd1vidual and human scale as main factors, preced1ng the industrial/machmist values and economidspeculative values which had dom,nated until then. from this stamng po1nt, Seíl made his proposals for ot1es 1n the fort1es in which he almos! obliviously carne again mto the temtory of eutopia. The suburb 11 thus subst1tuted by a planned temtory, structu­red from the basic un1t of ne1ghbourhoods, which come toge· ther to form townships, which 1n turn come together to forma city. He recorded contrastmg data about the number of inhab1-1ants, the density and mínimum services of each oty as well as 111 configuration. So each city 11 a organism centred around the ·civ1c nucleus', which 11, in contras! w1th the house in the Ame­rican 1dentity, the motor that makes the progress of a society, a nailon possible, through cultural and poliucal 1nteract1on that these centres make possible N19

'So, the city, or the polis, starts by be1ng an empty space, the forum, the agora, and ali the rest are ¡ust means of fixing that empty space, of l1m1tmg its outlines. The polis is not primarily a collection of habitable dwellings. but a meeting place for c1t1zens, a space set apart for prívate func­t1ons."

Agam 1n the f1ft1es, Seíl staíled from his own Med1terranean 1dent1ty for the formal1zat1on of these centres, these oty nucle1, re1nterpretmg elements hke the patio and

Page 6: las percepciones suburbanas de josep lluis sert y la

territorio, confiando su conexión a la fe incondicional en el coche. A pesar de la crí­tica abierta que Sert realiza en el artículo "The shape of the American City" sobre la vida suburbana norteamericana, coinci­diendo en este momento con la publica­ción de Jane Jacobs de The Death and Life of Great American Cities N23, -la publica­ción más importante en la crítica de la ciu­dad norteamericana de los 50-, en su últi­ma parte siente de nuevo la seducción de Estados Unidos. Sert se rinde así a la reali­dad del tipo de vida ya consolidado y se siente atraído por la nueva tipología del mal/, que empezaba a aparecer en el pai­saje americano, y lo propone como el modelo a seguir para hacer posible de nuevo la introducción de centros para la vida colectiva a nivel regional N24.

"Pero, aunque sean pocos y aislados [los centros comerciales}, apuntan el camino para la reintroducción de la escala humana en el marco regional; y puede que propor­cionen la clave para que la luz llegue a la oscuridad de nuestros distritos periféricos actuales".

Sert se impregna así de la mentalidad ame­ricana, del reconoc1m1ento del consumo como " La Actividad' por excelencia capaz de crear interacción social y sust1tu1r a los centros cívicos tan defendidos por él. Aún en el marco de lo público y todavía en 1929, la propuesta de Radburn que él reconocía que marcaba el camino hacia el habitar contemporáneo, ya denomina como "comercial" el eje-núcleo vertebra­dor de la propuesta. La fuerza de las pro­puestas americanas se introducen en el discurso del autor y la novedad del mode­lo de los centros comeroales lo ubican en los años sesenta aún en el territorio de la utopía, manteniendo intacto el deseo internaoonal por el sueño americano. No debemos olvidar que Víctor Gruen, arqui­tecto conocido como el creador de la tipo­logía de centro comercial como edificio cubierto y d1stnbu1do en dos plantas fue también europeo y, tras construir vanos de sus eJemplos más paradigmáticos, despre­ció abiertamente en lo que se había con­vertido esta tipología para la sociedad y el territorio americano. La seducoón del mito americano es, por tanto, incombustible incluso ante las miradas más cercanas y certeras. La prox1m1dad a las coordenadas de Amaurot introduce la posibilidad de un análisis obJet1vo y en algunos casos profun­damente crítico ante la realidad estadouni­dense pero no logra al fin, una liberación de la eutopía americana; def1nit1vamente en la época de posguerra Amaurot tiene sus coordenadas en Estados Unidos.

puttmg it ,nto pract,ce m the proposals M11ch, along w,th Paul Lester w,ener, he made for c,1,es n Lat n Amenca. In the art,cle ·can pat,os make rn,es1' Will am Letw,ch estabhshed a com parat,ve analys,1 of 1h11 proposal, es1en1,a ly cent11petal, 11 a rected towards ,11 ,nten01, towards those centres that 11,mu-1ate encounters and dialogue, 1n contra11 v.1th Radhurn'1 Ame-·ª" proposa1 essent,ally cent11fugal, wh1ch lookl 1oward1 t~e

exterior, the 1treet, the andS<ape ~owever, desp1te the super­f,cial d,fference1 that set them apart. na more deta,led 1tudy, the author analyzed the 11milant1es he found m both model~ ,, lumg this Amencan model as excellent In th11 American pro­p,'l\al, the existence of a grad1ng of exte11or living spaces make1 collect1ve mteract,on po111ble and the different1at1on of pedest11an and traffic acces1 definitive~ separates this propo­s from the gfneral trend of the 1uburban project1 of that p,11.xJ NlO

·11 .s this graaed senes of outdoor w,ng spa· e~,. graded from m01e m~mate to less 1nt1mate, yet ali of a t,uman S<ale. that makes the d,fference, the ma1or d,fference between excellent Radburn ind the a1mle11, 1tup1d type of planning carried out so general~ in our development, •

This pomt of view IS shared by Sert himself In 1961, he pubh1hed The Shape of the American City Nl 1, w,th

Tyrwt,,11. wh1ch begm1 w,th a C11t1cal reflect1on on the d,ffe· rent utop1a1 for the ideal oty When he ment,oned the utop,a of 'suburban parad,se' he asserted that the solut,ons by Cla• ence Stem and HenryWright. a1 well as Radburn m Nevv Jer·

sey or Greenbelt m Maryfand, marked a path that made the ideal of garden crty poss,ble m the Un,ted State~ w,th the pos-1ib1l1ty of centres for social ,nteract,on and the drfferent,ation between pedestnan and uaff,c routes. He con11dered these proposals a1 adequate solut,ons for the ideal c,ty and belon• g,ng to the utop1an unrverse, 111 cont,nu,ty be,ng broken by the ,peculat,ve character of large complexes.

"Welwyn m England and Greenbelt ,n the Un• ted States po,nted the way -but they were submerged m the great wave of suburban development that broke over the we tern World. Very few other suburbs made even a pretence at prov,dmg fo, a full measure of social hfe, zomng for a protect, ve green belt or 1eparatmg the people from the cars. Single fam,ly hou1es for people, fed up wrth cond1t1on1 m the crty, prol,ferated ,n an endless, 1<aleles1, sameness. The garden City ,deal became reduced to a business propos1t1on for l.lrge 1<ale uourban d~lopments. •

lt 11 mterest,ng when comparing the proposal by Stein and Wnght for Radburn w,1h Sert·s d,agrammat,c pro•

PLANIMETRIA DE UNA UNIDAD BÁSICA DEL PROYECTO DE RADBURN

N23 JACOBS, Jane, The Death and Ltfe of Great Ame­r,can emes. Vmtage Books, New York, 196 t

N24 SERT, J U y TYRWHITT. J., op ot.

NORTHGATE REGIONAL SHOPPING CENTER, SEATTLE. WASHINGTON, t950, JOHN GRAHAM AND COM• PANY.

posal m the forties, previou1~ ment,oned m t~ s art,de, 10 see that there are many pomts m cornmon. t conf,rms the mfluen­ce of the Amerrcan proposals m hrs arch1tecture The classifica• tion of places for collect,ve l,fe ,n ,nd,fferent S<ales, the separa· 1,on ol pede-;trran and car routl'I with the pre-emmence of hi.ma~ scale, the pledge for h1gher dens,tres and the structu nng of thP. MlOe development frorn the mam street, Miere cornmemal ac1,v,11es are concentrated, are all very s mllar to Miat Sert proposed m ne~ planned at,es. Thu\ Sen distan ced h1mself frorn proposals of Amencan suburban l,fe wh10h were clearty speculatr.e, but he supported 111 early atternl)IS ,n the twent,es. p,oposals that. 1,ke Radburn, were camed out w1tl1 the help of pubhc money and wh1Ch were never f mshed because the prorno~ng pubhc cornpany, C,ty Hou1mg Capora-1,on, stopped ,1s act1\llty ,n 1933 Nll

Sert was very cr,1,cal of the post war Amencan c,ty, ,ts dependency on cars which m.1kes ,1 1mpos~ble to shor ten d11tances and t,me. but makes ,1 pos~ble to disperse 1he suburbs throughout the temtory even more, trustrng therr con­nectron to the uncond1t1onal fa,th m the car. Desp,te the open rntic,sm that Ser! 1ncluded ,n h11 artrcle The Shape of the American C,ty about Amencan suburban l,fe, M11ch cornc,ded w,th the pubhcat,on of The Death and ufe of Great Amencan e,~ Nll by Jane Jacobs -the most 1mportant pub 1Ca1,on ,n the a,t,osm of Amerrcan ot1es in the f,ft,es-, m the final part he aga1n felt the American seductron Sert. thus 1urrendered to the reahty of an already cOIISol,dated type of hfe and felt anracted by the new typology of the mall, wh1ch was begm· mng to appear m the American landscape and he proposed ,t as a model fa making the mtroduct,on of centres for co ective !,fe at a regional level possible aga,n Nl t

• But, few and iSolated as they are I the shop· prng centres! they pomt the way to the re·mtroduct,on of the human S<ale m the frame of the urban reg,on; and they may prov,de a key to let hght m upon the darkness of our present downtown CJty d11t11ct1. •

So, Sefl absorbed the Amencan mentahty, recogmz,ng consumpt,on as 'The ActlVlty' par e,cellence capa­ble of creat,ng social ,nteract,on and 1ubst1tut1ng the CMC cen­tres he had advocated so often Even w thm the framework of what 11 pub!K andas early as 1929, Radw~·s proposal. whKh he reckoned marked the way 10 contemporary habita· IIC!' a eady denom na1ed me backbone a,rs-nucleus of the proposal as 'cornmemal' The strength of the Amerrcan propo­sals penetrated the author's d1S<ourse and the novelty of the ma I model found h m 111 n the 1em1ory of u1op1a n the srx• t,es, keep1ng mtact the rnternat,onal desHe for the Amer1tan dream. We must not forget that V1ctor Gruen, the arch1tect known as the creator of the mall typology as a covered bu • d ~g. d,str buted on two floors, was also European and. afte1 bu (! ng sorne of h,s most pragmat,c examples, openly re1ected what th,s typology had becorne for soc1ety and Amencan tem­tory. The seduct,on of the Amencan dream 11 therefore ,ncorn­bustrble even to dosest and most accurate v1ew ng. The prox,­m,ty to Amarout's coord nate1 ,ntroduced the po111bih1y of an object,ve analys,s, and m sorne cases deeply cm,cal, when faced by Amencan reahty. But. m the end, ,t d,d not manage to hberate the American eutopia. In the post·war t,mes Amarout defin trvely h id ,ts coordinilte< m NOrth Amenca.

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