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  • Libro proporcionado por el equipoLe Libros

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  • Corre el ao 1772, en los das prximos a la revolucin americana, y lalarga mecha de la rebelin ya est encendida; en Boston hay muertos enlas calles, y en las zonas apartadas de Carolina del Norte las cabaasaisladas arden en la oscuridad del bosque. Sobre la casa del cerro de Fraser,donde vive Jamie Fraser con su familia, acecha una sombra cada vez mslargaClaire, la esposa de Jamie, es una viajera en el tiempo. Y Jamie sabe quetres aos ms tarde alguien efectuar un disparo que se oir en el mundoentero. Confirma la amenaza un pequeo recorte de la Wilmington Gazettecon fecha de 1776, que habla de muerte y destruccin. Esta vez, Jamieespera que Claire est equivocada sobre el futuro; pero slo el tiempopodr confirmarlo.

  • Diana GabaldonViento y cenizaForastera - 6

  • Este libro est dedicado a Charles Dickens, Robert Louis Stevenson, Dorothy L. Sayers, John D. Macdonald y P. G. Wodehouse.

  • Agradecimientos

    Quiero expresar mi enorme gratitud aMis dos maravillosos editores, Jackie Cantor y Bill Massey, por sus lcidos

    comentarios, su apoyo, sus tiles sugerencias ( Y qu hay de Marsali?! ), susentusiastas reacciones ( Yujuuu! ), y por compararme (favorablemente, meapresuro a responder) con Charles Dickens.

    Mis excelentes y admirables agentes literarios, Russell Galen y Danny Baror,que hacen tanto para que el mundo preste atencin a estos libros y para quetodos mis hijos puedan asistir a la universidad.

    Bill McCrea, procurador del Museo de Historia de Carolina del Norte, y supersonal, por los mapas, los resmenes biogrficos, la informacin general y undelicioso desayuno en el museo. Me encantan esos panecillos de queso!

    El personal del Centro de Visitantes del campo de batalla de Creek Bridge, deMoore, por su amable atencin y por haberme proporcionado casi veinte kilos delibros nuevos e interesantes en particular, obras fascinantes como Roster of thePatriots in the Battle of Moores Creek Bridge y Roster of the Loyalists in the Battleof Moores Creek Bridge, y por explicarme qu es una tormenta de hielo,porque acababan de pasar por una. En Arizona no tenemos tormentas de hielo.

    Linda Grimes, por apostarme a que no poda escribir una escena atractivasobre el hecho de hurgarse la nariz. Esa escena es completamente culpa suya.

    La asombrosa y sobrehumana Barbara Schnell, que tradujo el libro al alemnal mismo tiempo que yo lo escriba, casi codo a codo conmigo, para tenerloterminado a tiempo para la edicin alemana.

    Silvia Kuttny -Walser y Petra Zimmerman, que removieron cielo y tierrapara ay udarme en el debut en Alemania.

    La doctora Amarilis Iscold, por sus abundantes y detallados consejos y susperidicos ataques de risa respecto de las escenas mdicas. Cualquier libertadque me haya tomado o cualquier error son responsabilidad exclusivamente ma.

    El doctor Doug Hamilton, por su experto testimonio sobre la odontologa, y loque uno puede o no puede hacer con un par de frceps, una botella de whisky yuna lima para dientes de caballo.

    El doctor David Blacklidge, por sus tiles consejos sobre la fabricacin, lautilizacin y los riesgos del ter.

    El doctor William Reed y la doctora Amy Silverthorn, por mantener mi narizdespejada durante la temporada del polen para que pudiera terminar este libro.

    Laura Bailey, por sus eruditos comentarios con dibujos, nada menossobre la ropa de poca y, en particular, por la til sugerencia de apualar aalguien con la varilla de un cors.

    Christiane Schreiter, a cuyas habilidades detectivescas (y a la buena voluntad

  • de los bibliotecarios de la biblioteca Braunschweig) debemos la versin alemanade la cabalgata de Paul Revere.

    El reverendo Jay McMillan, por su abundante, fascinante y til informacinrespecto de la iglesia presbiteriana en la Norteamrica colonial y a BeckyMorgan, por presentarme al reverendo Jay, as como a Amy Jones, por sus datossobre la doctrina presbiteriana.

    Rafe Steinberg, por proporcionarme informacin sobre horas, mareas ycuestiones generales de nutica, en especial, el provechoso detalle de que lasmareas cambian cada doce horas. Cualquier error en este aspecto es,definitivamente, mo. Y si la marea no cambi el 10 de julio de 1776 a las cincode la maana, no quiero saberlo.

    Mi asistente Susan Butler, por lidiar con diez millones de notas autoadhesivas,por hacer tres juegos de fotocopias de un manuscrito de 2500 pginas, ymandarlo por Federal Express a todas partes con eficiencia y puntualidad.

    La incansable y diligente Kathy Lord, que revis todo este manuscrito en unplazo de tiempo imposible, sin quedarse ciega ni perder su sentido del humor.

    Virginia Norey, Diosa del Diseo de Libros, que una vez ms consigui meterTodo Esto entre dos cubiertas y hacerlo no slo legible, sino tambin elegante.

    Steven Lopata, por sus invalorables sugerencias tcnicas respecto de lasexplosiones y los incendios.

    Arnold Wagner, Lisa Harrison, Kateri van Huystee, Luz, Suzanne Shepherd yJo Bourne, por sus consejos tcnicos sobre cmo moler pigmentos, almacenarpintura y otras pintorescas exquisiteces, tales como el dato de que el marrnegipcio se obtiene de momias molidas. No consegu incluir esa informacin enla trama del libro, pero es demasiado buena como para no compartirla.

    Karen Watson, por la notable cita de su excuado respecto de las sensacionesde una persona que padece de hemorroides.

    Pamela Patchet, por su excelente e inspiradora descripcin de lo que se sienteal clavarse una astilla de cinco centmetros debajo de la ua.

    Margaret Campbell, por el hermoso ejemplar de Piedmont Plantation.Janet McConnaughey, por su visin de Jamie y Brianna jugando a las cartas.Marte Brengle, Julie Kentner, Joanne Cutting, Carol Spradling, Beth Shope,

    Cindy R., Kathy Burdette, Sherry y Kathleen Eschenburg, por sus tiles consejosy sus entretenidos comentarios sobre los espantosos himnos eclesisticos.

    Lauri Klobas, Becky Morgan, Linda Alien, Nikki Rowe y Lori Benton por sussugerencias tcnicas sobre la fabricacin del papel.

    Kim Laird, Joel Altman, Cara Stockton, Carol Isler, Jo Murphey, EliseSkidmore, Ron Kenner, y muchos, muchos (muchos, muchos) otros habitantesdel Compuserve Literary Forum, ahora rebautizado como Books and WritersCommunity (http://community.compuserve.com/books), pero que sigue siendo elmismo lugar de reunin de eclctica excentricidad, tesoro de erudicin y fuente

  • de Hechos Verdaderamente Extraos, por sus contribuciones de hipervnculossobre datos y artculos que crey eron que me resultaran tiles. Con frecuenciatenan razn.

    Chris Stuart and Backcountry, por el regalo de sus maravillosos CD, Saints andStrangers y Mohave River, al comps de los cuales escrib bastantes partes deeste libro.

    Ewan MacColl, cuya interpretacin de Eppie Morrie inspir el captulo 85.Gaby Eleby, por los calcetines, las galletas y el apoy o moral en general, y a

    las Damas de Lallybroch, por su ilimitada bondad, manifestada bajo la forma decajas, tarjetas y enormes cantidades de jabn, tanto comercial como casero(Jack Randall Lavender est bien, y me gust mucho el que se llama Breath ofSnow. El denominado Lick Jamie All Over, sin embargo, era tan dulce que uno demis perros se lo comi).

    Bev LaFrance, Carol Krenz, Gilbert Sureau, Laura Bradbury, Julianne, Luliey muchas otras buenas personas cuyos nombres, por desgracia, he olvidado deapuntar, por su ayuda con las frases en francs.

    Monika Berrisch, por permitirme apropiarme de su personalidad.Y a mi marido, Doug Watkins, que esta vez me suministr las primeras lneas

    del prlogo.

  • Prlogo

    El Tiempo es una de las muchas cosas que la gente atribuye a Dios.Siempre est ah, preexistente, y no tiene final. Existe la nocin de que estodopoderoso, puesto que nada puede oponerse al tiempo, no es cierto?Ni montaas, ni ejrcitos.Y el Tiempo, desde luego, lo cura todo. Con tiempo suficiente, todo seresuelve: todos los dolores se engloban, todas las adversidadesdesaparecen, todas las prdidas se clasifican.Polvo eres y en polvo te convertirs. Recurdalo.Y si el Tiempo se parece en algo a Dios, supongo que la Memoria debe deser el Diablo.

  • Primera Parte

    Rumores De Guerra

  • 1

    Una conversacin interrumpida

    El perro fue el que primero se percat de su presencia. Con lo oscuro que estaba,Ian Murray sinti, ms que vio, que la cabeza de Rollo se alzaba de repente cercade su muslo, con las orejas erguidas. Puso una mano sobre el cuello del perro ysinti que los pelos de esa zona se erizaban en una seal de advertencia.

    Haba tanta sintona entre ambos que Ian ni siquiera pens conscientemente Hombres , sino que llev la otra mano al cuchillo y permaneci inmvil,respirando. Escuchando.

    El bosque estaba en silencio. Faltaban an varias horas para el amanecer, y elaire estaba en calma como el de una iglesia; una bruma densa como incienso seelevaba lentamente del suelo. Ian se haba tumbado a descansar en el troncocado de un gigantesco tulipero, puesto que prefera las cosquillas de lascochinillas a que se filtrara humedad entre sus ropas. Su mano segua sobre elcuello del perro, esperando.

    Rollo grua, con un ronquido grave y constante que Ian apenas poda or peroque perciba fcilmente, como una vibracin que suba por su brazo y despertabacada nervio de su cuerpo. No se haba quedado dormido ya casi nunca dormade noche, sino que haba permanecido inmvil, mirando la bveda celeste,absorto en su habitual discusin con Dios. La quietud haba desaparecido con elmovimiento de Rollo. Se sent lentamente, con las piernas colgando a un costadodel tronco semipodrido, con el corazn latindole cada vez ms de prisa.

    La inquietud de Rollo no se haba disipado, pero su cabeza gir, siguiendo algoinvisible. Era una noche sin luna; Ian alcanzaba a ver las dbiles siluetas de losrboles y las sombras inquietas de la noche, pero nada ms.

    Entonces los oy. Eran sonidos de pasos. Estaban an a bastante distancia,pero se acercaban cada vez ms. Se puso en pie y entr lentamente en un charcooscuro debajo de un pino. Chasque la lengua, Rollo dej de gruir y lo sigui,silencioso como el lobo que haba sido su padre.

    El lugar de reposo de Ian daba a un sendero de venados. Los hombres que loseguan no estaban cazando.

    Hombres blancos. Eso s que era extrao, ms que extrao incluso. No podaverlos, pero no era necesario; el ruido que hacan era inconfundible. Los indios,cuando se trasladaban, no eran silenciosos, y muchos de los montaeses con losque vivan podan moverse como fantasmas en el bosque. Pero Ian no tenaninguna duda: metal, era eso. Estaba oyendo el tintineo de arreos, el choque de

  • botones y hebillas, y caones de escopetas.Muchos. Tan cerca que ya empezaba a olerlos. Se inclin un poco hacia

    adelante, con los ojos cerrados, para olfatear lo mejor que pudiera y obtenerpistas.

    Llevaban pieles; le lleg el olor de pelo fro y sangre seca que probablementehaba despertado a Rollo; pero seguramente no eran tramperos. Erandemasiados. Los tramperos viajaban solos o, como mucho, en parejas.

    Hombres pobres y sucios. No eran tramperos, tampoco cazadores. Era fcilconseguir presas en esa poca del ao, pero ellos olan a hambre. Y al sudor de lamala bebida.

    Ya estaban cerca, tal vez a unos tres metros del lugar en el que l seencontraba. Rollo solt un leve bufido, y una vez ms Ian le cerr el hocico conla mano, pero los hombres hacan demasiado ruido como para orlo. Cont laspisadas, el ruido de las cantimploras y las cajas de balas, los gemidos causadospor los pies heridos y los suspiros de fatiga.

    Veintitrs hombres, calcul, y haba una mula no, dos mulas con ellos; oyel cruj ido de alforjas cargadas y una respiracin pesada y afligida, como la delas mulas.

    Los hombres jams los habran detectado, pero algn raro movimiento delaire llev el olor de Rollo hasta las mulas. Un rebuzno ensordecedor rasg laoscuridad y el bosque a su alrededor estall con el ruido de golpes y gritos dealarma. Ian ya estaba corriendo cuando oy disparos detrs de l.

    A dhia! Algo lo golpe en la cabeza y cay hacia adelante. Lo habanmatado?

    No. Rollo, alterado, le meta el hocico mojado en la oreja. La cabeza lezumbaba como una colmena y vea brillantes relmpagos de luz delante de losojos.

    Corre! Ruith! jade, empujando al perro. Huye! Vete!El animal vacil, gimiendo desde lo ms profundo de su garganta. Ian no

    poda ver, pero sinti que el gran cuerpo lo embesta, giraba y volva a girar,indeciso.

    Ruith! Se apoy sobre las manos y las rodillas, urgindolo a marcharse,y Rollo por fin obedeci y corri como lo haban entrenado.

    No tena tiempo de correr l tambin, incluso aunque pudiera haberseincorporado. Cay boca abajo, hundi las manos y los pies en el mantillo y seagit como un poseso, enterrndose cada vez ms.

    Un pie se clav entre sus omplatos, pero el jadeo que le provoc quedamortiguado por las hojas mojadas. No importaba; hacan demasiado ruido.Quien fuera que lo haba pisado no se haba dado cuenta. Lo haba golpeado derefiln al pasar sobre l presa del pnico, sin duda pensando que se trataba de un

  • tronco podrido.Los disparos cesaron. Los gritos no, pero Ian no poda entenderlos. Saba que

    estaba tumbado boca abajo, con las mejillas fras por la humedad y el hedor dehojas muertas en la nariz, pero se senta como si estuviera muy borracho, con elmundo girando lentamente a su alrededor. La cabeza no le dola demasiado, msall del primer estallido de dolor, pero pareca que no poda levantarla.

    Se le ocurri la idea de que, si mora all, nadie se enterara. Su madre sepreocupara, pens, al no saber qu haba sido de l.

    Los ruidos se hicieron ms dbiles, ms ordenados. Alguien segua gritando;pareca que daba rdenes. Se marchaban. Entonces se le ocurri que podrallamar su atencin. Si saban que era blanco, tal vez lo ayudaran. O tal vez no.

    Permaneci inmvil. Si iba a morir, no podran ay udarlo. Si no, su ay uda nosera necesaria.

    Bueno, es justo lo que ped, no? pens, reanudando su conversacin conDios. Una seal, dije. Pero no esperaba que respondieras tan pronto .

  • 2

    La cabaa holandesa

    Marzo de 1773

    Nadie saba que haba una cabaa all, hasta que Kenny Lindsay vio las llamas,cuando suba por el barranco.

    No la habra visto dijo, tal vez por sexta vez, si no hubiera sido porqueestaba oscureciendo. Si hubiera sido de da, nunca me habra dado cuenta de queestaba all, nunca. Se pas una mano temblorosa por la cara, incapaz deapartar la vista de la fila de cadveres que yacan al borde del bosque. Fueronlos salvajes, Mac Dubh? No les han arrancado la cabellera, pero es posible que

    No. Jamie volvi a posar con suavidad el pauelo manchado de hollnsobre la cara azulada y de ojos abiertos de una nia pequea. Ninguno de ellosest herido. Seguramente te diste cuenta de ello cuando los sacaste de all,verdad?

    Lindsay neg con la cabeza con los ojos cerrados, y se estremeci. Eran lasltimas horas de la tarde de un da fresco de primavera, pero todos los hombresestaban sudando.

    No mir dijo simplemente.Mis propias manos estaban como el hielo; entumecidas e insensibles como la

    piel gomosa de la mujer sin vida que estaba examinando. Llevaban muertos msde un da; el rigor mortis y a haba pasado, dejndolos flcidos y helados, pero eltiempo fro de la primavera en la montaa los haba protegido, por el momento,de las humillaciones ms brutales de la putrefaccin.

    Trat de que mi respiracin no fuera muy profunda; el aire traa el oloramargo de algo quemado. Cada tanto se elevaban volutas de humo de las ruinascalcinadas de la diminuta cabaa. Vi de reojo que Roger pateaba un troncocercano, luego se agachaba y levantaba algo del suelo.

    Kenny haba llamado a nuestra puerta bastante antes del amanecer.Habamos acudido a toda prisa, incluso sabiendo que y a era demasiado tardepara prestarles ayuda. Tambin haban venido algunos de los arrendatarios de lasgranjas de cerro de Fraser. Evan, el hermano de Kenny, estaba junto a Fergus yRonnie Sinclair en un pequeo grupo bajo los rboles, hablando en galico y envoz baja.

    Sabes qu les ha ocurrido, Sassenach? Jamie, con gesto depreocupacin, se agach a mi lado. Me refiero a los que estn debajo de los

  • rboles. Ya me he dado cuenta de qu fue lo que mat a esa pobre mujer.El viento agit las largas faldas de la mujer y las levant, dejando al

    descubierto unos pies largos y delgados calzados con zuecos de cuero. A loscostados yacan un par de manos tambin largas. Haba sido alta, aunque no tanalta como Brianna, pens, y busqu automticamente el pelo brillante de mi hija,que se balanceaba entre las ramas al otro extremo del claro.

    Yo haba levantado el delantal de la mujer para cubrirle la cabeza y la partesuperior del cuerpo. Tena las manos rojas, con los nudillos endurecidos por eltrabajo y callos en las palmas, pero por la firmeza de los muslos y la delgadez desu cuerpo, deduje que no tendra ms de treinta aos, probablemente muchomenos. Era difcil de decir si haba sido bonita.

    No creo que muriera a causa del fuego dije. Mira, las piernas y lospies estn intactos. Debi de caer sobre la chimenea. Su pelo ardi y el fuegoprendi los hombros de su vestido. Luego las llamas se extendieron por toda lacasa.

    S, tiene sentido. Pero qu fue lo que los mat, Sassenach? Los otros estnalgo chamuscados, aunque ninguno tan quemado como ella. Debieron de morirantes de que la cabaa se incendiase, puesto que ninguno intent escapar. Algunaenfermedad mortal, tal vez?

    No lo creo. Djame volver a examinar a los dems.Camin lentamente hacia la hilera de cuerpos inmviles con los rostros

    cubiertos por una tela, y me agach sobre cada uno de ellos para volver a mirardebajo de sus improvisadas mortajas. En esos tiempos haba bastantesenfermedades que podan matar rpidamente; sin antibiticos disponibles, y sinninguna forma de administrar lquidos salvo por la boca o el recto, una simplediarrea poda matar en veinticuatro horas.

    A menudo vea casos as como para reconocerlos fcilmente; como le sucedea cualquier mdico, y yo llevaba ms de veinte aos en el oficio. Cada tantoencontraba casos en ese siglo con los que jams me haba topado en el mo,como enfermedades parasitarias particularmente horribles, transmitidas desdelos trpicos con el comercio de esclavos. Pero estaba segura de que no eraningn parsito lo que haba acabado con la vida de aquellas pobres almas, nitampoco ninguna enfermedad que y o conociera dejaba aquellas seales en susvctimas.

    Todos los cuerpos la mujer quemada, otra mujer mucho mayor y tresnios haban sido hallados en el interior de la casa en llamas. Kenny los habasacado, justo antes de que el tejado se hundiera, y luego haba cabalgado enbusca de ayuda. Al parecer, todos estaban muertos antes de que el fuegoempezara; todos muertos prcticamente al mismo tiempo. Entonces,seguramente, el fuego se habra iniciado poco despus de que la mujer cayeramuerta sobre la chimenea.

  • Las vctimas estaban ubicadas cuidadosamente bajo las ramas de ungigantesco abeto negro, mientras los hombres comenzaban a cavar una tumbacerca de all. Brianna permaneca de pie junto a la nia ms pequea, con lacabeza inclinada. Me acerqu a arrodillarme al lado del cuerpecillo, y ella searrodill conmigo, al otro lado del cadver.

    Qu ha sido? pregunt en voz baja. Veneno?Creo que s. Qu te ha hecho pensar eso?Ella seal con un gesto el rostro teido de azul. Haba tratado de cerrarle los

    ojos, pero abultaban demasiado debajo de los prpados, confirindole a la niitauna mirada de horror y alarma. Los rasgos pequeos, an no formados, estabanretorcidos en un rictus de agona, y haba restos de vmito en las comisuras de loslabios.

    El manual de las girl scouts respondi Brianna. Mir de reojo a loshombres, pero no haba nadie lo bastante cerca como para orla. Nuncacomas ninguna seta que no conozcas cit. Hay muchas clases que sonvenenosas, pero slo los expertos pueden distinguirlas . Roger encontr stas,que crecan en forma de anillo junto a aquel tronco.

    Sombreretes hmedos y carnosos, de color beige con manchas blancas,como verrugas, laminillas abiertas y tallos finos tan claros que parecan casifosforescentes a la sombra del abeto. Tenan un aspecto agradable y terroso queocultaba sus mortferos efectos.

    Setas pantera dije como para m misma. Agaricus pantherinus O ases como se los llamar en el futuro, una vez que alguien se disponga a bautizarloscorrectamente. Pantherinus, porque matan rpidamente, como el ataque de unfelino.

    Vi que la piel del antebrazo de Brianna se erizaba, levantando sus vellossuaves y dorados. Ella inclin la cabeza y dej caer al suelo el resto de aquellassetas mortales.

    Quin en su sano juicio comera setas venenosas? pregunt, limpindosela mano en la falda con un repentino estremecimiento.

    Personas que no saban que lo eran. Personas que tenan hambre, tal vez respond en voz baja.

    Cog la mano de la niita muerta y segu con los dedos los delicados huesos desu antebrazo. El pequeo vientre mostraba seales de hinchazn, aunque no podadecir si se deba a la desnutricin o se produjeron post mrtem; pero la clavculaera afilada como la hoja de una hoz. Todos los cuerpos eran delgados, aunque nollegaban a ser esculidos.

    Levant la mirada hacia la sombra azulada y oscura de la ladera que estabaencima de la cabaa. Todava no haba llegado la temporada de recoleccin,pero haba comida en abundancia en el bosque para aquellos que podanreconocerla.

  • Jamie se acerc y se arrodill a mi lado, posando suavemente una manogrande en mi espalda. A pesar del fro que haca, un chorro de sudor le corra porel cuello, y su tupido pelo ceniciento se haba oscurecido a la altura de la sien.

    La tumba est lista dijo hablando en voz baja, como si temiera asustar alos nios. Eso fue lo que mat a la nia? seal los hongos esparcidos.

    Creo que s y tambin a todos los dems. Has echado un vistazo por losalrededores? Alguien sabe quines son?

    No son ingleses, la vestimenta no concuerda. Si fueran alemanesseguramente se habran dirigido a Salem, porque esas personas suelen moverseen clanes y no estn inclinados a establecerse de manera aislada. Es posible questos fueran holandeses. Seal con un gesto los zuecos de madera tallada delos pies de la anciana, agrietados y manchados por el uso. No queda ningnlibro ni otros papeles, si es que los hubo alguna vez. Nada que pudiera indicarnossus nombres. Pero

    No llevaban mucho tiempo aqu. Una voz grave y quebrada me hizolevantar la mirada. Haba llegado Roger; se acuclill junto a Brianna, sealandocon la cabeza los restos humeantes de la cabaa. Haban trazado una pequeahuerta en la tierra, pero las pocas plantas que asoman no son ms que brotes,hojas tiernas y endebles, ennegrecidas por las ltimas heladas. No haycobertizos, ninguna seal de ganado, mulas o cerdos.

    Nuevos emigrantes dijo Roger en voz baja. Ningn sirviente. Estafamilia no estaba acostumbrada a trabajar al aire libre; en las manos de la mujerhay ampollas y cicatrices recientes. Inconscientemente, se frot la rodilla,cubierta por un pantaln de confeccin casera. Sus palmas y a estaban tanencallecidas como las de Jamie, pero en otra poca haba sido un acadmico depiel suave, y recordaba el dolor que le haba causado su propia adaptacin.

    Me pregunto si habrn dejado familiares en Europa murmurBrianna. Apart el pelo rubio de la frente de la niita y volvi a cubrirle la caracon el pauelo. Vi que su garganta se mova cuando tragaba saliva. Jamssabrn qu les ocurri.

    No. Jamie se incorpor bruscamente. Dicen que Dios protege a losnecios, pero creo que hasta el Todopoderoso pierde la paciencia de vez encuando. Se apart, haciendo gestos en direccin a Lindsay y a Sinclair.

    Buscad al hombre le dijo a Lindsay.El hombre? pregunt Roger, y entonces cay en la cuenta. Claro

    Quin construy esa casa?Podran haberlo hecho las mujeres seal Bree.T, s respondi l, torciendo un poco la boca mientras miraba de

    soslayo a su esposa. Brianna se pareca a Jamie en algo ms que en el color de lapiel; meda ms de un metro ochenta sin zapatos y tena la fuerza de su padre enlos brazos y las piernas.

  • Es posible, pero no lo hicieron ellas interrumpi Jamie. Seal con ungesto la estructura de la cabaa, donde unos escasos muebles todavaconservaban sus frgiles formas.

    Mientras yo miraba lo que l haba indicado, el viento del anochecercomenz a soplar, azotando las ruinas, y la sombra de un banco se desmoron sinhacer ruido, convirtindose en ceniza, generando rfagas de holln y partculascarbonizadas que flotaban sobre el suelo como fantasmas.

    A qu te refieres? Me puse en pie y me acerqu a l, mirando la casa.No hay nada de metal en la casa dijo, sealando la chimenea

    ennegrecida, donde yacan los restos de un caldero. Ninguna olla, salvoaqulla, que es demasiado pesada para que se la llevaran. Ninguna herramienta.Ni siquiera un cuchillo, ni una hacha Y t misma puedes ver que quienquieraque construy era esta cabaa debi de utilizar alguna herramienta.

    Era cierto; los troncos no estaban descortezados, pero en las muescas y losextremos haba claras marcas de haber sido cortados con un hacha.

    Roger frunci el ceo, levant una larga rama de un pino y comenz a hurgarentre las pilas de ceniza y escombros, tratando de asegurarse. Kenny Lindsay ySinclair no se molestaron; Jamie les haba dicho que buscaran a un hombre, y deinmediato se dispusieron a hacerlo. Fergus los acompa; Evan Lindsay, suhermano Murdo y los McGillivray comenzaron a reunir piedras para cubrir latumba.

    Quiz hubiera un hombre y las abandon murmur Brianna. Esposible que esa mujer crey era que no sobreviviran solas

    Y, por tanto, se quit su propia vida, y la de sus hijas, para evitar una agonaprolongada a causa del fro y el hambre?

    Las abandon y se llev todas sus herramientas? Por Dios, espero que no.Me santig al pensar en ello, a pesar de que, al tiempo que lo haca, dudabade que fuera verdad. No se habran marchado, en busca de ay uda? Inclusocon las nias Ya casi no hay nieve. Slo los desfiladeros ms altos seguancubiertos de nieve, y si bien los senderos y las pendientes de la montaa estabanhmedos y llenos de barro, haca por lo menos un mes que eran transitables.

    He encontrado al hombre anunci Roger, interrumpiendo mispensamientos. Justo justo all.

    La luz comenzaba a disminuir, pero de todas formas me di cuenta de quehaba empalidecido. Y con razn; la silueta retorcida que haba descubiertodebajo de las maderas de una pared derrumbada era lo bastante aterradoracomo para que cualquiera sintiera la necesidad de hacer una pausa. Carbonizadohasta la negrura, las manos levantadas en la postura de boxeador tan habitual enaquellos que mueren quemados, era incluso difcil estar seguro de que se tratabade un hombre; aunque a m me pareca que as era, por lo que poda ver.

    Las especulaciones sobre el hallazgo de ese nuevo cuerpo se interrumpieron

  • cuando se oy un grito desde el borde del bosque.Los hemos encontrado, milord!Todos dejamos de contemplar el nuevo cadver para mirar a Fergus, que

    gesticulaba junto a los rboles. Los , claro que s. Dos hombres, esta vez. Despatarrados en el suelo a la

    sombra de los rboles, no juntos, pero tampoco muy separados, a corta distanciade la casa. Y ambos, por lo que poda ver, probablemente muertos deintoxicacin por las setas.

    Aqul no es holands dijo Sinclair, tal vez por cuarta vez, sacudiendo lacabeza cerca de un cuerpo.

    Podra serlo seal Fergus, dubitativo. Se rasc la nariz con la punta delgarfio que llevaba donde debera haber estado la mano izquierda. De lasIndias Orientales, non?

    Uno de los cuerpos era el de un hombre negro. El otro era blanco, y ambosllevaban ropas indefinidas de confeccin casera: camisas y pantalones; sinabrigos, a pesar del clima fro. Estaban descalzos.

    No. Dijo Jamie, frotndose la mano contra sus propios pantalones, comosi quisiera librarse del roce de los muertos. Los holandeses tienen esclavos enBarbuda, es cierto, pero stos estn mejor alimentados que la gente de la cabaa.No vivan aqu. Adems Vi que sus ojos se clavaban en los pies de losmuertos, que estaban mugrientos a la altura de los tobillos, y muy encallecidos,pero en general estaban limpios. Las plantas de los pies del negro tenan un colorrosado amarillento, sin manchas de barro ni hojas sueltas entre los dedos.Aquellos hombres no haban caminado descalzos por el bosque, eso era evidente.

    De modo que tal vez haba ms hombres Cuando stos murieron, suscompaeros les quitaron los zapatos y cualquier otra cosa de valor aadiFergus en un tono prctico, y huy eron.

    S, es posible. Jamie frunci los labios, recorriendo lentamente el jardncon la mirada; pero el suelo estaba lleno de huellas y matojos arrancados, y latotalidad del jardn estaba cubierto de cenizas y pedacitos de maderacarbonizada. Pareca como si hubiese pasado por all una manada dehipoptamos. Ojal el joven Ian estuviera aqu. l es el mejor rastreador queconozco; tal vez podra decirnos qu ocurri, cuntos eran, y en qu direccin semarcharon

    El propio Jamie no era un mal rastreador. Estaba anocheciendo de prisa;incluso en el claro donde se hallaba la cabaa incendiada, la oscuridad estabacreciendo, arremolinndose debajo de los rboles, arrastrndose como aceite porla tierra marchita.

    Sus ojos se dirigieron hacia el horizonte, donde unas cintas de nubescomenzaban a teirse de dorado y rosa cuando el sol se pona detrs de ellas, ysacudi la cabeza.

  • Enterradlos. Luego nos iremos decidi.No obstante, quedaba otro triste descubrimiento por hacer. El hombre, el

    nico de todos los muertos, no haba fallecido por el fuego o el veneno. Cuandolevantaron el cadver carbonizado para transportarlo hasta la tumba, algo cay del cuerpo y aterriz con un ruido sordo y pesado sobre el suelo. Brianna lo cogiy lo limpi frotndolo contra su vestido.

    Supongo que pasaron esto por alto dijo en un tono algo sombro,levantndolo. Era un cuchillo, o la hoja de un cuchillo. El mango de madera sehaba quemado hasta desaparecer, y la hoja estaba retorcida por el calor.

    Sobreponindome al hedor denso y agrio de la carne y la grasa quemadas,me inclin sobre el cadver, palpando suavemente el tronco. El fuego destruy emuchas cosas, pero conserva otras muy extraas. La herida triangular era muyvisible, marcada por el fuego debajo de las costillas.

    Lo apualaron dije, y me limpi las manos sudorosas en mi propiovestido.

    Lo mataron seal Bree, mirndome a la cara. Y luego su esposaMir a la joven en el suelo, con el vestido que le cubra la cabeza. Preparun guiso con las setas y todos lo comieron. Los nios tambin.

    El claro qued en silencio, salvo por los chillidos lejanos de los pjaros de lamontaa. Yo oa mi propio corazn, latiendo dolorosamente en mi pecho.Venganza, o simple desesperacin?

    S, es posible dijo Jamie quedamente. Lo llamaremos accidente .Depositaron al holands y a su familia en una tumba, y a los dos

    desconocidos en la otra.Al caer el sol empez a soplar un viento fro, que hizo que el vestido se

    moviera de la cara de la mujer cuando la levantaron. A causa de la impresin,Sinclair dej escapar un extrao grito y casi solt el cuerpo.

    La mujer ya no tena rostro ni pelo; su delgado cuello se estrechababruscamente y se converta en restos carbonizados. La carne de su cabeza habadesaparecido por completo, dejando una calavera extraamente diminuta, dondesus dientes sonrean con una frivolidad desconcertante.

    La bajaron apresuradamente a la tumba poco profunda, con sus hijos y sumadre a su lado, y dejaron que Brianna y y o hiciramos un pequeo montn depiedras sobre la sepultura, segn la antigua tradicin escocesa, para sealar ellugar y protegerla de las bestias salvajes, mientras otros cavaban una ltimamorada un poco ms rudimentaria para los dos hombres descalzos.

    Cuando el trabajo estuvo terminado, todos nos reunimos, con los rostrosplidos y en silencio, en torno a los flamantes montculos. Vi que Roger se parabacerca de Brianna, rodendole la cintura en un gesto de proteccin. Un pequeoestremecimiento, que a m me pareci que no tena nada que ver con el fro, larecorri de la cabeza a los pies. El hijo de ambos, Jemmy, tena alrededor de un

  • ao menos que la nia ms pequea.Dirs algunas palabras, Mac Dubh? Kenny Lindsay mir a Jamie con

    actitud de interrogacin, al tiempo que se acomodaba la gorra de lana de modoque le protegiera las orejas del fro cada vez ms intenso.

    Ya casi haba anochecido y nadie quera permanecer all mucho tiempo.Tendramos que acampar lo ms lejos posible del hedor del incendio, y eso serabastante difcil en la oscuridad. Pero Kenny tena razn: no podamosmarcharnos sin llevar a cabo al menos una mnima ceremonia simblica, unadespedida a los desconocidos.

    No, que hable Roger Mac. Si estas personas eran holandesas, lo msprobable es que fueran protestantes.

    Aunque haba poca luz, vi la mirada de furia que Brianna le dirigi a su padre.Era cierto que Roger era presbiteriano, pero tambin lo era Tom Christie, unhombre mucho mayor cuyo adusto rostro reflejaba su opinin sobre esa reunin.La cuestin de la religin, sin embargo, no era ms que un pretexto, y todos losaban, incluido Roger.

    Roger se aclar la garganta con un ruido que pareca el de un lienzo que serasga. Un sonido siempre doloroso, pero que ahora tambin tena un elemento deira. De todas formas, no protest y mir directamente a los ojos de Jamiemientras ocupaba su sitio delante de la tumba.

    Yo haba supuesto que se limitara a recitar el padrenuestro, o tal vez uno delos salmos ms moderados, pero fueron otras las palabras que le vinieron a lamente:

    He aqu que y o clamar agravio y no ser odo; dar voces, y no habrjuicio. Ha vallado mi camino, y no pasar; sobre mis veredas ha puestotinieblas .

    Su voz haba sido profunda antes, y hermosa. Ahora sonaba ahogada, connada ms que una spera sombra de su antigua belleza; pero haba suficientefuerza en la pasin con la que recitaba, lo que hizo que todos los que lo oamosbajramos nuestras cabezas, con los rostros perdidos en la penumbra.

    Me ha despojado de mi gloria, y quitado la corona de mi cabeza. Me haarruinado por completo, y perezco; y me ha arrebatado toda esperanza comorbol arrancado . Su expresin era resuelta, pero sus ojos se posaron duranteun momento en el tocn carbonizado que la familia holandesa haba usado comosuperficie para cortar madera. Alej de m a mis hermanos, y misconocidos como extraos se apartaron de m. Mis parientes me fallaron, y misconocidos se olvidaron de m .

    Vi que los tres hermanos Lindsay se miraban y se acercaban entre s, paraprotegerse de la fuerza cada vez mayor del viento.

    Amigos mos, tened piedad de m, tened piedad de m! dijo, y su vozse volvi ms queda, hasta que se hizo difcil orlo por encima de los suspiros de

  • los rboles. Porque la mano de Dios me ha tocado .Brianna hizo un ligero movimiento a su lado, y Roger volvi a aclararse la

    garganta con fuerza, estirando el cuello, y pude atisbar fugazmente la cicatriz dela cuerda que lo haba mutilado.

    Ojal que mis palabras fuesen escritas! Ojal que se escribiesen en unlibro; que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra parasiempre! .

    Pas la vista lentamente de una cara a la otra, luego inhal un profundoaliento antes de continuar recitando, con la voz quebrada:

    Yo s que mi Redentor vive, y al fin se levantar sobre el polvo, ydespus de deshecha sta, mi piel en mi carne he de ver a Dios. Y mis ojos lovern, y no otros .

    Se detuvo, y se oy un breve suspiro colectivo cuando todos soltaron el alientoque contenan hasta el momento. Pero Roger an no haba terminado. Extendi lamano hacia la de Bree y la agarr con fuerza. Pronunci las ltimas palabrascasi como para s mismo:

    Temed de la espada; porque el furor de la misma sobreviene a causa delas injusticias, para que sepis que hay un juicio .

    Me estremec, y la mano de Jamie rode la ma, fra pero fuerte. l me miry yo le devolv la mirada. Saba lo que estaba pensando.

    Al igual que y o, no estaba pensando en el presente, sino en el futuro. En unpequeo artculo que aparecera tres aos ms tarde, en las pginas delWilmington Gazette, con fecha del 13 de febrero de 1776.

    Con profundo pesar, comunicamos la noticia de la muerte en un incendio deJames MacKenzie Fraser y su esposa, Claire Fraser, en una conflagracin quedestruy su casa en la colonia del cerro de Fraser, la noche del 21 de eneropasado. El seor Fraser, sobrino del difunto Hector Cameron, de la plantacin deRiver Run, naci en Broch Tuarach, Escocia. Era muy conocido yprofundamente respetado en la colonia; no deja ningn hijo que lo sobreviva.

    Haba sido fcil, hasta el momento, no pensar demasiado en aquello. Estaba muylejos en el futuro, y seguramente se podra modificar; despus de todo, hombreprevenido vale por dos no es as?

    Contempl el montn de piedras y un escalofro an ms profundo meatraves. Me acerqu ms a Jamie y puse mi otra mano sobre su brazo. l cubrimi mano con la suya y la apret con fuerza, como para tranquilizarme. No me dijo l en silencio. No permitir que ocurra .

    Sin embargo, cuando salimos del desolado claro, no pude quitarme de lacabeza una imagen vvida. No era la cabaa incendiada, ni los lamentablescuerpos, ni la pattica huerta. La imagen que me acosaba era una que haba visto

  • algunos aos antes: una tumba en las ruinas de Beauly Priory, en la parte alta delas Highlands escocesas.

    Era la tumba de una dama noble, con su nombre coronado por la talla de unacalavera sonriente, muy similar a la que se ocultaba debajo del vestido de laholandesa. Debajo de la calavera estaba su lema:

    Hodie mihi eras tibi, sic transit gloria mundi.

    Hoy por ti, maana por m. As pasa la gloria del mundo.

  • 3

    Mantn cerca a tus amigos

    Regresamos al cerro de Fraser al da siguiente, justo antes del crepsculo, yencontramos a un visitante que nos aguardaba. El may or Donald MacDonald,antiguo miembro del ejrcito de su majestad y hasta haca muy poco parte de laguardia personal de caballera ligera del gobernador Tryon, estaba sentado en laentrada de nuestra casa, con mi gato sobre las piernas y una jarra de cerveza aun lado.

    Seora Fraser! A sus pies, seora grit cordialmente cuando me viollegar. Trat de incorporarse, pero dej escapar un gemido cuando Adso, comoprotesta por la prdida de su confortable asiento, clav las uas en los muslos delmay or.

    Sintese, mayor dije.l se dej caer con una mueca de dolor, pero se abstuvo noblemente de

    arrojar a Adso a los arbustos. Me acerqu al escaln de la entrada y me sent asu lado, suspirando aliviada.

    Mi marido est ocupndose de los caballos; vendr en seguida. Segn veo,alguien ya lo ha recibido como es debido. Seal la cerveza, que linmediatamente me ofreci con un gesto distinguido, limpiando el borde de lajarra con la manga.

    Oh, s, seora asinti. La seora Bug ha hecho todo lo que ha podidopara que me sintiera cmodo.

    Para no parecer poco cordial, acept la cerveza que, a decir verdad, mesent muy bien. Jamie estaba ansioso por volver, y habamos estado cabalgandodesde el amanecer, con tan slo un breve intervalo para descansar al medioda.

    Es una cerveza excelente dijo el mayor, sonriendo cuando me oyexhalar despus de beberla, con los ojos entrecerrados. La ha preparado ustedmisma?

    Negu con la cabeza y beb otro sorbo, antes de devolverle la jarra.No, la ha hecho Lizzie. Lizzie Wemyss.Oh, su esclava; s, por supuesto. Por favor, felictela de mi parte.No est aqu? Mir la puerta abierta tras l, un poco sorprendida. A esa

    hora del da supona que Lizzie se encontrara en la cocina, preparando la cena.Ahora que me fijaba, no ola a comida.

    Hum, no. Ella est El mayor junt las cejas en un esfuerzo porrecordar, y me pregunt cun llena habra estado la jarra cuando l le puso lasmanos encima; no quedaban ms que unos pocos centmetros de lquido en el

  • vaso. Ah, s. Fue a casa de los McGillivray con su padre, me dijo la seoraBug. Para visitar a su prometido, creo.

    S, est prometida con Manfred McGillivray. Pero la seora BugEst en el depsito dijo, sealando el pequeo cobertizo en la ladera de la

    colina. Algo relacionado con queso, creo que dijo. Ha tenido la amabilidad deofrecerme una tortilla para la cena.

    Ah Me relaj un poco ms, mientras el polvo del viaje se asentabacomo la cerveza.

    Supona que la seora Bug le haba contado adnde habamos ido, pero elmayor no hizo ninguna mencin a ese tema, ni tampoco al motivo que lo habatrado al cerro. Por supuesto que no; para hablar de cuestiones serias esperara aJamie, como era apropiado. Yo era una mujer, as que slo poda esperar unacortesa impecable y algunos inofensivos chismorreos de sociedad.

    Evidentemente, yo poda cotillear, pero necesitaba estar preparada; no tenaun talento natural para ello.

    Ah Sus relaciones con mi gato parecen haber mejorado aventur.Ech una mirada involuntaria a su cabeza, pero su peluqun haba sido reparadopor una mano experta.

    Es un principio establecido de la poltica, creo. Mantn cerca a tus amigos,pero ms cerca an a tus enemigos.

    Muy sabio asent con una sonrisa. Eh No llevar mucho ratoesperando, verdad?

    Se encogi de hombros, dando a entender que cualquier espera erairrelevante. Las montaas tenan su propio tiempo, y un hombre sabio nointentaba que corriera ms de prisa. MacDonald era un soldado experimentadoque haba viajado mucho, pero haba nacido en Pitlochry, lo bastante cerca de lascumbres de las Highlands como para conocer sus costumbres.

    He venido esta maana dijo. Desde New Bern.Unas campanillas de alarma sonaron en alguna parte de mi cabeza. Habra

    tardado diez das en llegar desde New Bern, si hubiera venido directamente, y elestado de su arrugado uniforme, lleno de manchas de barro, sugera que habasido as.

    New Bern era el lugar donde el nuevo gobernador real de la colonia, JosiahMartin, haba fijado su residencia. Y que MacDonald hubiera dicho desde NewBern me dejaba bastante claro que el asunto que haba causado esa visita, fuerael que fuese, se haba originado en New Bern. No me fiaba de los gobernadores.

    Ech un vistazo hacia el sendero que iba hacia la caballeriza, pero Jamie anno estaba a la vista. Aunque s la seora Bug, que sala del depsito de alimentos;le hice un gesto que ella correspondi dndome la bienvenida, aunque condificultad, puesto que llevaba un cubo de leche en una mano, otro de huevos en laotra, una vasija de manteca bajo un brazo, y un gran pedazo de queso

  • cuidadosamente encajado debajo del mentn. Baj por la empinada cuesta ypas por la parte trasera de la casa, rumbo a la cocina.

    Tortillas para todos, al parecer coment, volvindome hacia el may or.Por casualidad ha pasado por Cross Creek?

    Pues s, seora. La ta de su marido le manda muchos saludos, y una grancantidad de libros y peridicos que he trado.

    Aquellos das tampoco me fiaba de los peridicos, aunque losacontecimientos de los que informaban haban ocurrido, sin duda alguna, variassemanas o meses antes. De todas formas, profer algunas exclamaciones deagradecimiento, deseando que Jamie se apresurara, para poder excusarme. Mipelo ola a quemado, y mis manos todava recordaban el roce de la piel fra;necesitaba un bao desesperadamente.

    Perdn? Me haba perdido parte de lo que MacDonald estaba diciendo.l, en un gesto de cortesa, se acerc para repetrmelo, pero de pronto sesobresalt y los ojos parecieron salrsele de las rbitas.

    Maldito gato!Adso se haba abalanzado de lleno sobre las piernas del may or, con los ojos

    resplandecientes, siseando como una tetera y clavndole las uas con fuerza enlos muslos. Antes de que yo pudiera reaccionar, salt por encima del hombro deMacDonald y trep por la ventana abierta de mi consulta, que estaba detrs,rasgando los galones del mayor y torcindole la peluca.

    MacDonald empez a maldecir desenfrenadamente, pero yo no podaprestarle atencin. Rollo estaba subiendo por el sendero hacia la casa, su aspectobajo el crepsculo era lobuno y siniestro, pero su actitud era tan extraa que yoy a me haba incorporado antes de que fuera consciente de lo que suceda yvolviera a la realidad.

    El perro corri unos pasos hacia la casa, gir una o dos veces, luego volvi ainternarse en el bosque, se dio la vuelta, y una vez ms corri en direccin a lacasa, gimiendo todo el tiempo, con la cola baja y temblorosa.

    Por Dios y por H. Roosevelt! exclam. Sala toda prisa del porche ycorr hacia el sendero, haciendo caso apenas del alarmado juramento del may ora mis espaldas.

    Encontr a Ian unos cientos de metros ms adelante, consciente peroaturdido. Estaba sentado en el suelo, con los ojos cerrados y cogindose la cabezacon ambas manos, como si quisiera evitar que se le partiera el crneo. Abri losojos cuando me puse a su lado y me sonri con la mirada extraviada.

    Ta dijo con voz ronca. Pareca que quera decir alguna otra cosa, perono estaba seguro de qu; la boca se abri, pero permaneci as, abierta, con lalengua movindose de un lado a otro.

    Mrame, Ian dije con la mayor serenidad posible.El chico hizo lo que le peda; buena seal. Estaba demasiado oscuro para ver

  • si tena las pupilas dilatadas de una manera anormal, pero incluso en la penumbrapude ver la palidez de su rostro y el oscuro reguero de manchas de sangre que lebajaba por la camisa.

    Detrs de m, por el sendero, se oy eron unos pasos apresurados; era Jamie,seguido de cerca por MacDonald.

    Qu ocurre, muchacho?Jamie lo agarr de un brazo e Ian se balance muy suavemente hacia l,

    luego dej caer las manos, cerr los ojos y se relaj en los brazos de Jamie conun suspiro.

    Est grave? pregunt Jamie, nervioso, por encima del hombro de Ian,sujetndolo mientras yo lo palpaba en busca de heridas.

    La espalda de su camisa estaba saturada de sangre seca; pero estaba seca, alfin y al cabo. El pelo, recogido en una coleta, tambin estaba endurecido por lasangre, y no tard en encontrar la herida que tena en la cabeza.

    No lo creo. Ha recibido un duro golpe en la cabeza que le ha arrancadoparte del cuero cabelludo, pero

    Crees que ha sido una hacha tomahawk?MacDonald se acerc a nosotros, prestando atencin.No dijo Ian arrastrando las palabras, con la voz amortiguada por la

    camisa de Jamie, que le cubra la cara. Una bala.Fuera, perro le orden Jamie a Rollo, que haba metido la nariz en la

    oreja de Ian, provocando un chillido contenido en el paciente y un movimientoinvoluntario en los hombros.

    Lo examinar mejor con luz, pero no creo que sea muy grave dije alver el gesto. Despus de todo, ha venido andando hasta aqu. Llevmoslo acasa.

    Los hombres se turnaron para ayudarlo a subir por el sendero, sostenindolelos brazos en los hombros y, pocos minutos despus, el chico y a estaba tumbadoboca abajo en mi consulta. All nos relat sus aventuras, de una manera inconexae interrumpida por pequeos gritos mientras yo le limpiaba la herida, le quitabapedacitos de pelo llenos de sangre coagulada y le daba cinco o seis puntos desutura en la cabeza.

    Cre que haba muerto dijo Ian, y cogi aire con los dientes apretadosmientras yo pasaba el grueso hilo a travs de los bordes de la irregular herida.Dios mo, ta Claire! Pero cuando me despert esta maana no estaba muerto,aunque tena la cabeza abierta y el cerebro se me derramaba por el cuello.

    Has estado muy cerca murmur. Pero no fue una bala.No me han disparado? dijo Ian en un tono de ligera indignacin. Una de

    sus grandes manos se levant y la apart con un leve gesto.Estate quieto. No, no te han disparado, pero no es mrito tuy o. Haba

    bastante tierra en la herida, astillas de madera y corteza. Si tuviera que adivinar,

  • dira que uno de los tiros derrib una rama que te golpe en la cabeza al caer.Est completamente segura de que no fue una tomahawk? El may or

    tambin pareca defraudado.At el ltimo nudo y cort el hilo restante.Me parece que nunca he visto una herida de tomahawk, pero no lo creo.

    Ve lo irregulares que son los bordes? Y aunque el corte de la cabeza es muy feo,no creo que el hueso est fracturado.

    Adems, segn nos ha contado el muchacho, estaba completamente oscuroaadi Jamie con lgica. Ninguna persona razonable lanzara un hacha en unbosque oscuro a algo que no puede ver.

    Jamie sostena la lmpara de alcohol para alumbrarme mientras yotrabajaba; la acerc un poco ms, de modo que pudiramos ver no slo lairregular lnea de los puntos, sino tambin el moretn que se extenda a sualrededor y que haba quedado al descubierto cuando cort una parte del pelo.

    Es cierto, lo ves? El dedo de Jamie separ suavemente los pelos quequedaban, sealando varios rasguos profundos en la zona del moretn. Tu tatiene razn, Ian; has sido atacado por un rbol.

    Ian abri un ojo, achinndolo.Alguna vez te han dicho que eres muy gracioso, to Jamie?No.Ian cerr el ojo de nuevo.Eso est bien, porque no lo eres.Jamie sonri, y apret el hombro de Ian.Ya te sientes un poco mejor, verdad?No.S, bueno interrumpi el mayor MacDonald, la cuestin es que el

    muchacho se top con alguna clase de bandidos, no? Te pareci que podan serindios?

    No repiti Ian, pero esta vez abriendo el ojo del todo; estaba iny ectadoen sangre. No lo eran.

    MacDonald no pareci complacido con la respuesta.Cmo puedes estar tan seguro, muchacho? pregunt algo airado. Si

    estaba tan oscuro como dicesIan gimi un poco, luego solt un profundo suspiro y contest.Los ol dijo, y casi de inmediato aadi: Creo que voy a vomitar.Se incorpor apoy ndose en un codo y vomit. Eso consigui poner fin a las

    preguntas. Jamie se llev al mayor MacDonald a la cocina mientras y o limpiabaa Ian y trataba de instalarlo en la posicin ms cmoda posible.

    Puedes abrir los dos ojos? pregunt una vez que estuvo mejor ubicado,descansando de costado, con una almohada bajo la cabeza.

    Ian hizo lo que le peda, parpadeando ligeramente. La llama azulada de la

  • lmpara de alcohol se reflej dos veces en sus ojos, pero las pupilas secontrajeron de inmediato y al mismo tiempo.

    Fantstico! asent, y dej la lmpara sobre la mesa. Djalo en paz le dije a Rollo, que estaba olfateando el extrao olor de la lmpara, una mezclade brandy de baja graduacin y aguarrs. Cgeme los dedos, Ian.

    Extend mis dedos ndices y l, lentamente, cubri cada uno de ellos con unamano grande y huesuda. Le hice hacer diversos ejercicios para descartar daosneurolgicos, indicndole que apretara, tirara y empujara, y luego terminauscultndole el corazn, que lata con una fuerza tranquilizadora.

    Tienes una ligera conmocin cerebral anunci con una sonrisa.Ah, s? pregunt l, mirndome con los ojos entrecerrados.Significa que te duele la cabeza y que tienes nuseas. Te sentirs mejor

    dentro de unos das.Eso podra habrtelo dicho yo murmur l, volvindose a acostar.Es cierto repliqu. Pero conmocin cerebral suena mucho ms

    importante que golpe en la cabeza , no?l no se ri, sino que me respondi con una dbil sonrisa.Puedes ocuparte de darle de comer a Rollo, ta? Se neg a dejarme en el

    camino; debe de tener hambre.Rollo levant las orejas al or su nombre y meti el hocico en la mano de Ian,

    jadeando suavemente.Se encuentra bien dije dirigindome al perro. No te preocupes. Y s

    aad para Ian, le traer algo de comer. Y t crees que podras tragar un pocode pan y leche?

    No respondi l con firmeza. Una copita de whisky, tal vez.No dije yo con la misma firmeza, y apagu de un soplido la lmpara.Ta me llam l cuando me volv hacia la puerta.S? Yo haba dejado una vela encendida para iluminarlo, e Ian se vea

    muy joven y plido bajo aquella vacilante luz amarillenta.Por qu crees que el mayor MacDonald quera que fueran indios los que

    encontr en el bosque?No lo s. Pero supongo que Jamie si lo sabe. O y a lo habr averiguado.

  • 4

    La serpiente en el Edn

    Brianna abri la puerta de su cabaa prestando atencin por si oa corretear aalgn roedor o el seco susurro de escamas en el suelo. Una vez haba entrado enla oscuridad y haba estado a punto de pisar una serpiente de cascabel, y si bienel reptil se haba asustado tanto como ella y se haba escondido a toda velocidadentre las piedras de la chimenea, Brianna haba aprendido la leccin.

    Ninguna rata ni ratn se escabull cuando entr, pero algo ms grande, queya no estaba, haba entrado empujando la piel engrasada sujeta a la ventana. Elsol se estaba poniendo, y todava quedaba luz suficiente como para que ella vieraque la cesta tej ida en la que guardaba cacahuetes tostados haba cado de suestante al suelo y que alguien la haba abierto y se haba comido el contenido,dejando un reguero de cscaras por toda la habitacin.

    Un fuerte cruj ido la paraliz momentneamente y la hizo prestar atencin. Elruido se repiti, seguido de un violento estrpito cuando algo cay al suelo, al otrolado de la pared trasera.

    Pequeo bastardo! exclam Brianna. Ests en mi despensa!Animada por una justificada indignacin, cogi la escoba y entr en el

    cobertizo, gritando como un demonio. Un enorme coyote, que masticabatranquilamente una trucha ahumada, dej caer su presa cuando la vio, seescabull entre sus piernas y huy soltando chillidos de alarma.

    Con los nervios de punta, Brianna dej la escoba a un lado y se agach pararescatar lo que pudo de aquel desastre, maldiciendo en voz baja. Slo Dios sabacunto tiempo llevara all aquel animal, pens. Lo suficiente como paraacabarse toda la manteca del molde, bajar un montn de pescado ahumado delas vigas y cmo algo tan pesado podra haber llevado a cabo una hazaa tanacrobtica como sa? Por suerte, los panales de miel estaban guardados en tresjarras separadas, y slo una haba cado en las zarpas del vndalo. Las patatasestaban desparramadas por el suelo, faltaba casi todo un queso fresco, y lavaliosa jarra de jarabe de arce se haba volcado, formando un charco pegajosoen la tierra. Ver todo aquel desbarajuste la enfureci nuevamente, y apret lapatata que acababa de recoger con tanta fuerza que sus uas se hundieron en lacscara.

    Maldita bestia horrible!Quin? dijo una voz a sus espaldas. Alarmada, Brianna se gir como un

    remolino y lanz la patata contra el intruso, que result ser Roger. Le acert delleno en la frente y lo hizo trastabillar.

  • Ay! Por Dios! Qu demonios ha ocurrido aqu?Un coyote se apresur a responder ella, y se ech hacia atrs, dejando

    que la menguante luz que entraba por la puerta alumbrara los daos.Se ha comido el jarabe de arce? Qu cabrn! Has atrapado a ese

    bastardo? Llevndose la mano a la dolorida frente, Roger se agach, buscandoa su alrededor algn cuerpo peludo.

    No respondi. Se ha escapado. Ests sangrando? Y dnde est Jem?No lo creo dijo, separando la mano suavemente de la frente y mirndola

    . Ay Tienes un brazo fuerte, muchacha. Jem est en casa de los McGillivray.Lizzie y el seor Wemyss lo llevaron a celebrar el compromiso de Senga.

    En serio? A quin ha escogido?Ute McGillivray haba elegido con meticulosidad alemana a los cny uges de

    su hijo y de sus tres hijas de acuerdo con sus propios criterios, segn los cuales,las propiedades, el dinero y la respetabilidad eran lo ms importante, mientrasque la edad, el aspecto fsico y la personalidad estaban muy atrs en la lista. Sushijos, como era natural, tenan otras ideas, aunque la fuerza de la personalidad deFrau Ute era tal que tanto Inga como Hilda se haban casado con hombres queella haba aprobado.

    Senga, por otra parte, era hija de su madre, lo que significaba que susopiniones eran tan fuertes como las de ella, y que las expresaba con la mismadesinhibicin. Durante meses haba estado vacilando entre dos pretendientes:Heinrich Strasse, un joven atractivo pero pobre y luterano! de Bethania, yRonnie Sinclair, el tonelero, un hombre adinerado para el nivel de la zona. ParaUte, el hecho de que Ronnie tuviera treinta aos ms que Senga no representabaun obstculo.

    La seora Bug no lo sabe, lo que est volvindola loca respondi Rogercon una sonrisa. Manfred McGillivray fue a buscarla ay er por la maana,pero la seora Bug an no haba ido a la Casa Grande, de modo que Lizzie dejuna nota en la puerta trasera diciendo dnde haban ido pero no se le ocurriaadir quin era el afortunado prometido.

    Supongo que tendremos que esperar hasta maana para averiguarlo selament. La casa de los McGillivray estaba a ms de ocho kilmetros; ya habraoscurecido cuando llegaran all, y, a pesar de que el deshielo ya haba pasado,uno no se aventuraba en las montaas de noche sin una buena razn o, almenos, una razn mejor que la mera curiosidad.

    Cierto. Quieres ir a la Casa Grande a cenar? Ha venido el may orMacDonald.

    Oh, l. Roger reflexion un momento. Por una parte, le habra gustadoenterarse de las noticias que hubiera trado el mayor, pero, por otra, no estaba dehumor para ser sociable, despus de haber soportado tres das deprimentes, unalarga cabalgata y la profanacin de su despensa.

  • Brianna se percat de que Roger se cuidaba de manifestar su opinin. Con unbrazo apoyado en el estante en el que se almacenaba la provisin cada vezmenos abundante de manzanas, acariciaba una de las frutas con expresinausente, rozando con el dedo la superficie redonda y amarilla. Pareca emitirunas vibraciones dbiles y familiares, que sugeran silenciosamente que podrahaber ventajas en pasar una noche en casa, sin padres, conocidos, ni el beb.

    Cmo est tu pobre cabeza?l la mir brevemente, mientras los dbiles ray os de sol doraban el puente de

    su nariz y proyectaban un reflejo verde en uno de sus ojos. Se aclar la garganta.Supongo que podras besarla sugiri con timidez. Si quieresElla, obediente, se puso de puntillas y lo hizo, con suavidad, apartndole el

    tupido pelo negro de la frente. Haba una hinchazn perceptible, aunque an nohaba comenzado a amoratarse.

    Mejor?An no. Intntalo de nuevo. Un poco ms abajo, tal vez.Sus manos se posaron en la curva de su cintura, atray ndola hacia l. Brianna

    era casi tan alta como Roger; ya haba notado antes lo conveniente que era eso,pero volvi a sentirlo, con fuerza, en ese momento. Se revolvi ligeramente,disfrutndolo, y Roger solt una exhalacin profunda y ronca.

    No tan abajo dijo. Todava no, en cualquier caso.Qu quisquilloso brome ella, y lo bes en la boca. Sus labios estaban

    calientes, pero an olan a ceniza y a tierra hmeda. Brianna pens que ellatambin deba de oler as, se estremeci levemente y se apart de l.

    Roger dej una de sus manos en la espalda de ella, sin forzarla, pero seinclin un poco y pas un dedo por el borde del estante donde se haba volcado lajarra de jarabe de arce. Luego pas el dedo con suavidad por el labio inferior deella, despus por el suy o, y volvi a inclinarse para besarla, mientras la dulzuracreca entre ambos.

    No recuerdo cundo fue la ltima vez que te vi desnuda.Hace unos tres das. Supongo que no debi de ser muy memorable.

    Haba sido un gran alivio quitarse la ropa que haba usado los ltimos tres das ynoches. Pero incluso desnuda, y despus de lavarse apresuradamente, su pelosegua oliendo a polvo, y senta la suciedad del viaje entre los dedos de los pies.

    Oh, s, es cierto. Pero no era a eso a lo que me refera; quiero decir, hacamucho tiempo que no hacamos el amor a la luz del da. Se tumb de costado,enfrentndose a ella, y sonri al tiempo que le pasaba la mano ligeramente por lapronunciada curva de la cintura y la ondulacin de las nalgas. No tienes ideade lo hermosa que ests, totalmente desnuda, con el sol detrs de ti. Toda dorada,como si te hubieras baado en oro.

    l cerr un ojo, como si la visin lo deslumbrara. Ella se movi y el sol brill

  • en su cara, haciendo que el ojo abierto resplandeciera como una esmeralda en lafraccin de segundo que pas antes de que l parpadeara.

    Hum. Ella extendi la mano lnguidamente y acerc la cabeza de lpara besarlo.

    Saba muy bien de qu hablaba Roger. Era una sensacin extraa, casiperversa, pero a la vez placentera. La mayora de las veces hacan el amor denoche, despus de que Jem se dorma, encontrndose entre las capas cruj ientes ysecretas de los edredones y la ropa de dormir. Y si bien por lo general Jemdorma como si lo hubieran noqueado, siempre eran conscientes del pequeomontculo de respiracin profunda que se esconda bajo las mantas de la pequeacuna que se encontraba cerca de ellos.

    Por extrao que pareciera, Brianna era igualmente consciente de Jem en esemomento, en ausencia de l. Le resultaba raro estar separada de l, no saberconstantemente dnde se encontraba, no sentir su cuerpo como una extensinpequea y mvil de s misma. Esa libertad era excitante, pero le dejaba unasensacin de incomodidad, como si hubiera perdido algo valioso.

    Haban dejado la puerta abierta, para disfrutar mejor de la luz y el aire sobrela piel. Pero el sol y a casi haba desaparecido y, aunque el aire segua siendoclido como la miel, haba algo glido en l.

    Una repentina rfaga de viento agit la piel clavada a la ventana y sopl porla habitacin, cerrando la puerta de un golpe y dejndolos de repente en laoscuridad.

    Brianna solt un grito ahogado. Roger gru, sorprendido, se levant de lacama y se dirigi hacia la puerta. La abri del todo y ella absorbi la corriente deaire y luz solar, consciente en ese momento de que haba contenido el alientocuando la puerta se cerr, sintiendo una claustrofobia momentnea.

    Roger pareca sentir lo mismo. Se qued de pie en el umbral, apoy ndose enel marco de la puerta, dejando que el viento agitara sus rizos oscuros. Su pelosegua recogido en una coleta; no se haba molestado en soltrselo, y ella sinti elrepentino deseo de acercarse a l, desatar la tira de cuero y pasar los dedos poraquella negrura suave y brillante, herencia de algn antiguo espaol, naufragadoentre los celtas.

    Se levant y comenz a hacerlo, incluso antes de decidirlo conscientemente,quitndole espigas amarillas y ramitas de entre los mechones. l se estremeci,por el roce de los dedos de ella o los del viento, pero su cuerpo estaba caliente.

    Tienes la piel bronceada como un campesino dijo Brianna, apartndoleel pelo del cuello y besndolo en la nuca.

    Y? Acaso no soy un campesino? Su cara, el cuello y los antebrazoshaban perdido color durante el invierno, pero seguan siendo ms oscuros que laespalda y los brazos, y todava tena una dbil lnea alrededor de la cintura, queseparaba el suave color de gamuza de su torso de la sorprendente palidez de su

  • trasero.Le agarr las nalgas con las manos ahuecadas, gozando de su solidez turgente

    y redondeada, y l respir hondo, inclinndose un poco hacia ella. Los pechos deBrianna presionaron su espalda y la barbilla descans sobre su hombro, mirandohacia afuera.

    Los ltimos y largos ray os del sol crepuscular estallaron a travs de loscastaos, y el suave verde primaveral de sus hojas ardi con un fuego fro ybrillante. Ya casi haba anochecido, pero era primavera; los pjaros seguancharlando y cortejndose. Un ruiseor cant desde el bosque cercano, en unpopurr de trinos, claras melodas y extraos alaridos, que a Brianna le parecique haba aprendido del gato de su madre.

    El aire era ahora ms fro, y la carne de gallina le cubri los brazos y losmuslos, pero el cuerpo de Roger, apretado contra ella, estaba muy caliente.Brianna le rode la cintura con los brazos, mientras los dedos de una manojugaban entre el matorral ensortijado de su vello.

    Qu ests mirando? pregunt en voz baja. Los ojos de Roger estabanfijos al otro extremo del jardn, donde el sendero se internaba en el bosque.

    Estoy vigilando por si aparece una serpiente que trae manzanas dijo l,echndose a rer; luego se aclar la garganta. Tienes hambre, Eva?

    Un poco. Y t? l deba de estar hambriento; apenas haban comido unrpido bocadillo al medioda.

    S, pero Se interrumpi, vacil, y sus dedos apretaron con fuerza los deella. Pensars que estoy loco, pero te molestara si fuera a buscar a Jemesta noche, en vez de esperar hasta maana? Es slo que me sentira un pocomejor si l estuviera aqu.

    Ella le devolvi el apretn en la mano, sintiendo que su corazn se alegraba.Iremos juntos. Es una gran idea.Tal vez, pero son ocho kilmetros hasta la casa de los McGillivray.

    Oscurecer mucho antes de que lleguemos. Estaba sonriendo, y su cuerpo leroz los pechos cuando se volvi.

    Algo se movi junto a la cara de Brianna, que se ech hacia atrsbruscamente. Una oruga diminuta, verde como las hojas de las que sealimentaba y vibrante contra el pelo oscuro de Roger, se acurruc formando unaS buscando en vano un refugio.

    Qu? Roger mir de reojo, tratando de ver lo que ella miraba.He encontrado tu serpiente. Supongo que est buscando una manzana.

    Brianna hizo subir a la minscula oruga a su dedo, sali de la casa y se agachpara soltarla sobre una hoja. En apenas un instante, el sol haba desaparecido, yel bosque y a no tena el color de la vida.

    Una voluta de humo le lleg a la nariz; era humo procedente de la chimeneade la Casa Grande. Su garganta se cerr con el olor a quemado. De pronto, la

  • inquietud que senta se volvi ms fuerte. El ruiseor haba callado, y el bosquepareca lleno de misterios y amenazas.

    Brianna se puso en pie, pasndose una mano por el pelo.Vayamos, pues.No quieres cenar antes? Roger la mir con expresin de curiosidad, con

    los pantalones en la mano.No, vmonos. En ese instante, nada pareca importar, salvo ir a buscar a

    Jem y estar juntos de nuevo, como una familia.De acuerdo dijo Roger. Pero creo que ser mejor que te pongas tu

    hoja de parra por si nos cruzamos con un ngel con una espada de fuego.

  • 5

    Las sombras que proyecta el fuego

    Abandon a Ian y a Rollo al torbellino de la benevolencia de la seora Bug aver si Ian poda decirle a ella que no quera pan y leche, y me sent a comermi propia y tarda cena: una tortilla recin hecha, que llevaba no slo queso, sinotambin trocitos de tocino, esprragos y setas silvestres, todo ello condimentadocon cebolleta.

    Jamie y el mayor ya haban terminado de cenar y estaban sentados junto alfuego bajo la atmsfera viciada y amable del humo de tabaco que sala de lapipa de barro del mayor. Al parecer, Jamie acababa de contarle a MacDonald lahorrible tragedia que haba tenido lugar, puesto que el mayor frunca el ceo ymova la cabeza en un gesto de pesar.

    Pobres necios! exclam. Cree que sern los mismos bandidos queatacaron a su sobrino?

    S respondi Jamie. No me gustara pensar que hay dos bandas comosa merodeando en la montaa. Mir hacia la ventana y de pronto me dicuenta de que haba cogido la escopeta de caza y que estaba limpiando conexpresin ausente el inmaculado can del arma con un trapo encerado.Deduzco, a charaid, que ha recibido usted informes de casos similares.

    Tres ms, por lo menos. La pipa del may or amenazaba con apagarse, yste le dio una poderosa chupada, haciendo que el tabaco resplandeciera en lacazoleta y chisporroteara con un repentino resplandor roj izo.

    Sent una mnima aprensin que me hizo detenerme, con un bocado de setacaliente en la boca. La posibilidad de que una misteriosa pandilla de hombresarmados estuviera rondando por ah, atacando asentamientos al azar, no se mehaba ocurrido hasta ese momento.

    Obviamente, a Jamie s se le haba ocurrido. ste se incorpor, volvi acolgar la escopeta de sus ganchos y toc el rifle que colgaba ms arriba en ungesto tranquilizador. Luego se dirigi al aparador, donde guardaba sus pistolas derueda y el estuche con el elegante par de pistolas de duelo.

    MacDonald observ con un gesto de aprobacin cuando Jamie procedi adesplegar metdicamente sus armas, bolsas de balas, moldes para fabricarmunicin, refuerzos, varas y todos los otros elementos de su arsenal personal.

    Ejem Qu arma tan bonita, coronel dijo MacDonald, sealando con lacabeza una de las pistolas de rueda, un objeto elegante, de can largo, con unaculata tallada y accesorios baados en plata.

    Jamie mir de reojo a MacDonald al or la palabra coronel , pero

  • respondi con aparente calma:S, es bellsima. Pero no acierta a nada que est a ms de dos pasos de

    distancia. La gan en una carrera de caballos.De todas formas, revis el pedernal, volvi a ponerlo en su lugar y dej el

    arma a un lado.Dnde? pregunt Jamie, buscando el molde para hacer balas.Le advierto que es slo lo que me han dicho dijo MacDonald, sacndose

    la pipa de la boca un momento, para luego volver a metrsela y dar otra chupada. Un asentamiento a cierta distancia de Salem, totalmente incendiado. Unostipos que se apellidaban Zinzer Alemanes. Eso fue en febrero, a finales demes. Luego, tres semanas despus, un ferry, en el Yadkin, al norte de WoramsLanding. Robaron en la casa y mataron al barquero. El tercero En ese puntodej de hablar, chupando con furia; me observ y luego mir a Jamie.

    Hable, amigo mo pidi Jamie en galico, con expresin resignada.Seguramente ella habr visto cosas ms terribles que usted.

    Asent con un gesto, y el mayor tosi.S. Bien, con perdn, seora Yo me encontraba en un, eh,

    establecimiento de EdentonUn burdel? Deduje. S, claro. Contine, mayor.l se apresur a hacerlo, mientras su cara adquira un tono rojo subido debajo

    de la peluca.Ah en efecto. Bien, vern, fue una de las eh muchachas del lugar, que

    me cont que la haban secuestrado de su casa unos delincuentes que un da sepresentaron de improviso. Ella viva con una anciana, su abuela, la nica familiaque tena, y me dijo que mataron a la anciana y luego quemaron la casa con elladentro.

    Y quin dijo que lo haba hecho? Jamie haba girado la banqueta paracolocarse frente a la chimenea, y estaba derritiendo trocitos de plomo para elmolde de la municin.

    Eh MacDonald se ruboriz un poco ms y el humo sali de su pipa contanta ferocidad que apenas poda distinguir sus facciones entre las volutas.

    Finalmente, y despus de muchas toses y rodeos, supimos que el mayor enrealidad no haba credo a la muchacha en el momento, o bien haba estadodemasiado interesado en disponer de sus encantos como para prestarle muchaatencin. Suponiendo que se trataba de una de las historias que las prostitutassolan contar para generar simpata y conseguir una copa extra de ginebra, no sehaba molestado en averiguar ms detalles.

    Pero cuando ms tarde me enter de los otros incendios Bueno, vern,he tenido la suerte de que el gobernador me encargara mantener la oreja pegadaal suelo por si haba movimiento. Y comenc a pensar que este ejemploparticular de movimiento tal vez no fuera una coincidencia.

  • Jamie y yo nos miramos, l con aire divertido, y o con gesto de resignacin.Me haba apostado que MacDonald un oficial de caballera retirado quesobreviva con trabajos privados no slo saldra indemne de la renuncia delgobernador Tryon, sino que tambin lograra procurarse algn puesto en el nuevorgimen, ahora que Try on se haba marchado para aceptar el cargo degobernador de Nueva York.

    El olor del plomo caliente comenz a invadir la sala, compitiendo con elhumo de la pipa del mayor e invadiendo la atmsfera agradable y domstica delpan caliente, procedente de la cocina, de las hierbas aromticas, los estropajos yla lej a, que por lo general llenaban la cocina.

    El plomo se derrite de repente; en un momento, puede haber una baladeformada o un botn doblado en el cazo, entero y bien definido; en el momentosiguiente, ya ha desaparecido, convertido en un diminuto charco de metal quebrilla dbilmente. Jamie verti el plomo derretido en el molde con muchocuidado, apartando la cara del humo.

    Por qu indios?Ah. Eso fue lo que dijo la prostituta de Edenton. Me cont que algunos de

    los que quemaron su casa y la secuestraron eran indios.Y cundo conoci a esa muchacha, Donald?Por Navidades. El mayor hurg en la cazoleta de su pipa con un dedo

    ndice manchado, sin levantar la mirada. Se refiere a cundo atacaron sucasa? No me lo dijo, pero creo que no debi de ser mucho antes. Ella an erabastante eh nueva. Tosi, se dio cuenta de que yo estaba mirndolo,contuvo el aliento y volvi a toser con fuerza, ruborizndose.

    Dej el tenedor sobre la mesa, ya sin ningn apetito.Cmo? exig saber. Cmo fue a parar esa joven al burdel?La vendieron, seora. El rubor segua manchando las mejillas de

    MacDonald, pero haba recuperado la compostura lo bastante como paramirarme. Los foraj idos. Se la vendieron a un comerciante fluvial, dijo ella,pocos das despus de que la secuestraron. l se la qued un tiempo, en su barco,pero una noche acudi un hombre para hacer negocios, le gust y la compr. Lallev hasta la costa, pero supongo que a esas alturas se habra cansado y a deella

    Ya veo asent. La mitad de la tortilla que haba comido haba formadouna bola dura y pequea en el fondo de mi estmago.

    An era bastante nueva Me pregunt cunto tiempo tardara. Cuntotiempo durara una mujer, pasada de mano en mano, desde las tablas astilladasde la cubierta de un barco fluvial a los andrajosos colchones de una habitacinalquilada, con apenas lo necesario para mantenerse con vida. Era muy posibleque aquel burdel de Edenton le pareciera una especie de refugio para cuandolleg a l. Pero la idea no me hizo congraciarme con MacDonald.

  • Recuerda su nombre, al menos, mayor? pregunt con una cortesaglacial.

    Me pareci ver de reojo que las comisuras de los labios de Jamie seretorcan, pero no apart la mirada de MacDonald.

    A decir verdad, seora, y o las llamo a todas Polly explic. Me ahorraproblemas, sabe?

    El regreso de la seora Bug, que traa un cuenco vaco, me ahorr larespuesta, o algo peor.

    El muchacho ha comido, y va a acostarse anunci. Sus agudos ojospasaron de mi cara a mi plato semivaco. Abri la boca, frunciendo el ceo, peroentonces mir a Jamie, y, despus de recibir, al parecer, una orden muda porparte de l, volvi a cerrarla y levant el plato con un breve hum! .

    Seora Bug dijo Jamie, podra ir ahora mismo a buscar a Arch ypedirle que venga? Y, si no es mucho pedir, tambin a Roger Mac?

    Lo har asinti, y regandome por mi falta de apetito con unmovimiento de la cabeza, dej los platos y sali, sin cerrar la puerta con llave.

    Worams Landing dijo Jamie dirigindose a MacDonald, reanudando laconversacin como si sta no se hubiera interrumpido. Y Salem. Y si son losmismos hombres, el joven Ian se encontr con ellos en el bosque, al oeste, a unda de distancia de aqu. Bastante cerca.

    Bastante cerca para ser los mismos? S, es verdad.Estamos a principios de primavera dijo Jamie mientras miraba por la

    ventana; y a haba oscurecido, y los postigos estaban cerrados, pero una frescabrisa se colaba a travs de ellos y agitaba los hilos donde yo haba colgado setas asecar, formando siluetas oscuras y arrugadas que se balanceaban comodiminutos bailarines, congelados contra la madera plida.

    Entend qu quera decir con ello. El terreno montaoso era imposible deatravesar durante el invierno; en los pasos altos an haba nieve, y las laderasms bajas haban empezado a reverdecer y florecer en las ltimas semanas. Sihaba una pandilla organizada de bandoleros, no habran empezado a trasladarseal campo hasta ahora, despus de pasar el invierno ocultndose al pie del monte.

    Es cierto accedi MacDonald. Tal vez estemos a tiempo de ponernosen guardia. Pero antes de que vengan sus hombres, seor, podramos hablar de loque me trajo aqu.

    S? dijo Jamie, entrecerrando los ojos al tiempo que verta un torrentebrillante de plomo. Por supuesto, Donald. De qu se trata?

    MacDonald sonri como un tiburn; habamos llegado a la cuestin principal.A usted le ha ido bien en este lugar, coronel. Cuntas familias tiene en sus

    tierras?Treinta y cuatro respondi Jamie. No levant la mirada; en cambio, hizo

    girar otra bala en las cenizas.

  • Habra lugar para unas cuantas ms?Estbamos rodeados de miles de kilmetros de espesura; el puado de

    residencias en el cerro de Fraser apenas formara un punto en un mapa, y podadesvanecerse como el humo. Pens por un momento en la cabaa holandesa, yme estremec. Todava poda sentir el olor amargo y asfixiante de la carnequemada en el fondo de mi garganta.

    Es posible respondi Jamie con ecuanimidad. Los nuevos emigrantesescoceses, verdad? Desde ms all de Thurso?

    Tanto MacDonald como y o lo miramos fijamente.Cmo diablos lo sabe? exigi saber el may or. Yo no me enter hasta

    hace diez das!Ayer encontr a un hombre en el molino. Un caballero de Filadelfia, que

    haba venido a las montaas a recoger plantas. Vena de Cross Creek y los habavisto. Al parecer, provocaron un gran revuelo en Brunswick, y no se sintieron deltodo bienvenidos, de modo que remontaron el ro en barcazas.

    Revuelo? Qu hicieron? Quise saber.Ver usted, seora explic el mayor, son muchos los que estn

    llegando en barcos estos das, directamente desde las Highlands. Aldeas enteras,apiadas en las bodegas de los barcos, y desembarcan como si fueran ganado.Pero no hay nada para ellos en la costa, y los vecinos del lugar acostumbran asealarlos con el dedo y a rerse de ellos, al ver las fachas estrafalarias quegastan; de modo que, en su may ora, se meten directamente en una barcaza ysuben por el cabo del Miedo. En Campbelton y Cross Creek, al menos, hay gentecon la que pueden hablar.

    Me sonri, quitndose una pelusa de los faldones de su uniforme.Los vecinos de Brunswick no deben de estar acostumbrados a unos

    escoceses tan hambrientos, puesto que slo han visto escoceses civilizados comosu marido y su ta.

    Seal a Jamie, quien hizo una pequea, irnica, reverencia.Bueno, relativamente civilizados murmur. Todava no estaba dispuesta a

    perdonar a MacDonald por la prostituta de Edenton. PeroApenas saben una palabra de ingls, por lo que me han dicho se apresur

    a continuar MacDonald. Farquard Campbell fue a hablar con ellos y los trajoal norte, hasta Campbelton, y no tengo dudas de que todava deben de estar dandovueltas por la costa, sin ninguna idea de dnde ir o qu hacer.

    Qu ha hecho Campbell con ellos? pregunt Jamie.Ah, se los estn repartiendo entre los conocidos de Campbell de

    Campbelton, pero eso no dar resultado a largo plazo, como usted sabeCampbelton era un pequeo asentamiento cerca de Cross Creek, que girabaalrededor de las prsperas actividades comerciales de Farquard Campbell, y latierra que la rodeaba estaba totalmente asignada, may ormente en manos de

  • parientes de Campbell. Farquard tena ocho hijos, muchos de los cuales estabancasados, y eran tan frtiles como su padre.

    Por supuesto asinti Jamie, receloso. Pero son de la costa del norte.Seguramente son pescadores, no campesinos.

    S, pero estn dispuestos a cambiar, no? No hay nada para ellos enEscocia. Han venido hasta aqu, y ahora deben sacar el mejor partido posible dela situacin. Un hombre puede aprender a trabajar la tierra, verdad?

    Jamie tena una expresin dubitativa, pero el entusiasmo de MacDonald eraincontenible.

    He visto a muchos pescadores y labriegos convertirse en soldados, yapuesto a que usted tambin. Trabajar la tierra no es ms difcil que ser soldado,no es as?

    Jamie sonri; haba dejado el campo a los diecinueve aos y combatidocomo mercenario en Francia durante varios aos antes de regresar a Escocia.

    S, bien, tal vez sea cierto, Donald. Pero el asunto es que cuando eressoldado alguien te dice lo que tienes que hacer desde el momento en que televantas hasta que te desplomas por la noche. Quin les explicar a estos pobresnecios de qu lado se ordean las vacas?

    T, espero le dije. Me desperec, relajando la espalda y mir fijamentea MacDonald. O al menos supongo que usted va por ah, no es cierto, mayor?

    Su encanto es superado slo por su astucia, seora dijo MacDonald,haciendo una elegante reverencia en mi direccin. S, sa es la cuestin. Todasu gente son de las Highlands, seor, y campesinos; pueden hablar con esosrecin llegados en su propia lengua, ensearles lo que tienen que saber, ayudarlosa abrirse paso.

    Hay muchos otros pueblos en la colonia en los que hablan Gaidhlig objet Jamie. Y la may ora de ellos estn en una zona mucho mejor situadaque Campbelton.

    Cierto, pero usted tiene tierras libres que necesitan ser asignadas. Sintiendo, al parecer, que haba ganado la discusin, MacDonald volvi a sentarsey levant su abandonada jarra de cerveza.

    Jamie me mir, levantando una ceja. Era cierto que tenamos tierras libres:cuatro mil hectreas, pero apenas ocho de ellas cultivadas. Tambin era ciertoque la escasez de trabajadores era muy grande en toda la colonia, pero todavams en las montaas, donde la tierra no se prestaba al tabaco o al arroz, la clasede cosechas aptas para el trabajo de esclavos.

    La dificultad, Donald, es cmo instalarlos. Jamie se inclin para hacergirar otra bala en la chimenea, y luego se incorpor, metindose un mechnsuelto de pelo ceniciento detrs de la oreja. Tengo tierra, es cierto, pero pocoms. No puedes soltar a gente recin llegada de Escocia en el bosque y esperarque se ganen la vida por su cuenta. Ni siquiera podra proporcionarles los zapatos

  • y la ropa que tendra un esclavo; mucho menos herramientas. Y cmoalimentarlos a todos ellos y a sus esposas e hijos durante el invierno? Cmoofrecerles proteccin? Levant el cazo para subrayar su argumento, luegodej caer otro pedazo de plomo.

    Ah, proteccin. Bien, puesto que lo ha mencionado, djeme pasar a otracuestin de inters. MacDonald se inclin hacia adelante, bajando la voz enactitud confidencial, aunque nadie poda orlo. He dicho que trabajo para elgobernador, verdad? l me ha encargado que viajara a la parte occidental de lacolonia y que mantuviera la oreja en el suelo. Hay reguladores que an no hansido indultados, y Mir con recelo a un lado y otro. Usted habr odohablar de los comits de seguridad, no?

    Un poco.Pero an no debe de haber ninguno establecido aqu, en el campoNo, que yo sepa. Jamie se haba quedado sin ms plomo para derretir, y,

    cuando se agach para recoger las balas recin hechas de las cenizas que tena alos pies, la clida luz del fuego form un resplandor roj izo en su coronilla. Mesent a su lado en el banco, cog la bolsa de municiones de la mesa y la sostuveabierta para l.

    Bien dijo MacDonald con un gesto de satisfaccin. Veo que he venidoen un buen momento, entonces.

    Durante los disturbios entre civiles que rodearon la guerra de la Regulacin deun ao antes, se haban formado varios grupos informales de ciudadanos,inspirados por grupos similares de las otras colonias. Si la Corona ya no era capazde garantizar la seguridad de los colonos, decan, entonces ellos deban ocuparsepersonalmente del tema.

    Ya no se poda confiar en que los sheriffs mantuviesen el orden; losescndalos que haba inspirado el movimiento de los Reguladores haban dadobuena cuenta de ello. La dificultad, por supuesto, resida en que, como loscomits eran autoproclamados, no eran ms fiables que los sheriffs.

    Tambin haba otros comits. Se trataba de comits de correspondencia,organizaciones poco definidas de hombres que escriban cartas a diestro ysiniestro, difundiendo noticias y rumores entre las colonias. Y de estos distintoscomits surgiran las semillas de la revolucin, que ya estaban germinando enalguna parte, aquella fra noche primaveral.

    Como me ocurra cada tanto calcul el tiempo que quedaba. Ya casiestbamos en abril de 1773 y el dieciocho de abril, en el setenta y cinco como haba escrito Longfellow de una manera tan pintoresca

    Dos aos. Pero la guerra tiene una larga mecha y una cerilla de efecto lento.sta se haba encendido en Alamance, y las lneas calientes y resplandecientesdel fuego que se arrastraba por Carolina del Norte y a eran visibles para aquellosque saban dnde mirar.

  • Las balas de plomo en la bolsa de municiones que y o sostena rodaron ychocaron entre s; mis dedos apretaban el cuero. Jamie se dio cuenta y me tocla rodilla, en un gesto rpido y leve para tranquilizarme, luego cogi la bolsa y laguard en la caja de cartuchos.

    Un buen momento repiti. Qu quiere decir con eso, Donald?Qu otra persona, aparte de usted, coronel, debera liderar un comit de

    esa clase? Desde luego que se lo he sugerido al gobernador.Muy amable por su parte, may or dijo Jamie secamente, y me mir

    enarcando una ceja. El gobierno de la colonia deba de estar en una situacinmucho peor de lo que l supona para que el gobernador Martin no slo tolerarala existencia de los comits, sino que los aprobara clandestinamente.

    El sonido largo y profundo del bostezo de un perro me lleg dbilmente desdeel vestbulo, y me excus para ver cmo se encontraba Ian.

    Me pregunt si el gobernador Martin tena alguna idea de lo que estabaliberando. Supona que s, y que estaba tratando de sacar el mejor partido de unamala situacin, intentando asegurarse de que al mando de los comits deseguridad hubiera hombres que haban apoy ado a la Corona durante la guerra dela Regulacin. Pero la verdad era que l no poda controlar muchos de esoscomits, o conocer siquiera su existencia. La colonia comenzaba a sisear comouna tetera a punto de hervir, y Martin no tena tropas oficiales a su mando, sloirregulares como MacDonald y la milicia.

    sta, por supuesto, era la razn de que MacDonald llamara coronel aJamie. El gobernador anterior, William Tryon, haba nombrado a Jamie bastante en contra de su voluntad coronel de la milicia para los territorios a estelado del Yadkin.

    Hum , dije para mis adentros. Ni MacDonald ni Martin eran tontos. Invitara Jamie a establecer un comit de seguridad significaba que ste convocara a loshombres que haban servido a su mando en la milicia, pero no comprometera algobierno a pagarles o equiparlos, y el gobernador quedara exento deresponsabilidad puesto que un comit de seguridad no era un organismo oficial.Jamie corra un peligro considerable as como todos nosotros si aceptaba esapropuesta.

    Estaba oscuro en el vestbulo; no haba ninguna luz, salvo la que llegaba desdela cocina, detrs de m, y el dbil resplandor de la nica vela encendida en laconsulta. Ian dorma, pero tena un sueo inquieto, con una ligera arruga deturbacin en la suave piel entre las cejas. Rollo levant la cabeza y su gruesa colase balance de un lado a otro a manera de saludo.

    Ian no respondi cuando lo llam por su nombre, ni cuando pos una manosobre su hombro. Lo sacud con suavidad, luego con un poco ms de fuerza. Vique se debata, bajo la inconsciencia, como un hombre nadando en corrientessubterrneas, rindindose a las profundidades que lo llamaban, hasta que de

  • pronto un anzuelo inesperado lo atrapaba, una punzada de dolor en la pielentumecida por el fro.

    Sus ojos se abrieron de golpe, oscuros y perdidos, y l me contempl sinentender.

    Hola le dije en voz baja, aliviada al ver que despertaba. Cmo tellamas?

    Me di cuenta de inmediato que la pregunta no tena sentido para l, y larepet, pacientemente. La comprensin brill en las profundidades de sus pupilasdilatadas.

    Quin soy? dijo en galico. Dijo algo ms, arrastrando las palabras, enmohawk, y sus prpados se agitaron y se cerraron.

    Despierta, Ian dije con firmeza. Dime quin eres.Sus ojos volvieron a abrirse y l me mir confundido.Intentemos algo ms fcil suger, levantando dos dedos. Cuntos

    dedos ves?Un resplandor de comprensin surgi en sus ojos.No dejes que Arch Bug te vea haciendo eso, ta dijo lentamente, con la

    insinuacin de una sonrisa en el rostro. Es un gesto muy grosero, sabes?Bueno, al menos me haba reconocido, as como la seal de la V ; eso era

    algo. Y deba de saber quin era, puesto que me haba llamado ta .Cul es tu nombre completo? volv a preguntar.Ian James FitzGibbons Fraser Murray dijo, algo enojado. Por qu

    insistes en preguntar mi nombre?FitzGibbons? pregunt. De dnde demonios has sacado eso?l gimi y se llev dos dedos a los prpados, haciendo una mueca de dolor

    cuando los apret suavemente.Me lo puso el to Jamie; chale la culpa a l dijo. Es por su viejo

    padrino, segn me explic. Se llamaba Murtagh FitzGibbons Fraser, pero a mimadre no le gustaba el nombre de Murtagh. Creo que voy a volver a vomitar aadi, apartando la mano.

    Finalmente, tembl e hizo arcadas sobre la palangana, pero en realidad novomit, lo que era buena seal. Lo ayud a que se pusiera de costado, blanco yhmedo de sudor, y Rollo se apoy en las patas traseras para lamerle la cara. Ianri entre gemidos y trat de apartarlo.

    Theirig dhachaigh, Okwaho dijo. Theirig dhachaigh significaba vete acasa en galico, y era evidente que Okwaho era el nombre de Rollo enmohawk. Ian pareca tener dificultades en escoger entre los tres i