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Facultad de Ciencias Humanas y Económicas Sede Medellín

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Renzo Ramírez BaccaEditor

Universidad Nacionalde Colombia-150 años-Facultad de Ciencias Humanas y Económicas

1975-2015, 40 años creciendo, escribiendo y publicando. Reseña histórica de las

publicaciones de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad

Nacional de Colombia - Sede MedellínLina Marcela González Gómez

Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 1975-2015

Juan David Montoya GuzmánMaría del Pilar Ramírez Restrepo

Luis Felipe Vélez PérezJuan José Velásquez Arango

Knowledge, Culture and SocietyPeter Burke

OTROS LIBROS PUBLICADOS POR LA FACULTAD

Marco Tobón Mejía: un escultor en busca de nuevos horizontes

(Santa Rosa de Osos 1876 – París 1933)Marta Fajardo de Rueda

COLECCIÓN FOLIOSLa horrible noche: el conflicto armado colombiano en perspectiva histórica

Forrest Hylton

La culebra sigue viva: miedo y política. El ascenso de Álvaro Uribe al poder

presidencial en Colombia (2002-2010)Luz Margarita Cardona Zuleta

Ciudadanía, pueblo y plaza pública. Campañas presidenciales en

Colombia 1910-1949Darío Acevedo Carmona

LIBROSCONMEMORATIVOS 40 AÑOS FCHE

El Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Huma-

nas y Económicas de la Universidad Nacional de

Colombia - Sede Medellín fue creado en 2012 (Acuer-

do 039 del Consejo Superior Universitario). Es respon-

sable de editar o reeditar publicaciones propias o en

colaboración con otras instituciones externas a ella.

Cuenta con un comité editorial, que es el órgano

colegiado responsable de los distintos procedimien-

tos que conlleva el trabajo de edición y que sigue los

lineamientos generales que aprueba la Universidad y

la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia.

Renzo Ramírez Bacca es su director. Formado como

Ph. D. en Historia es también director-editor de la

revista digital HiSTOReLo. Revista de Historia Regional

y Local. En calidad de profesor-investigador fue

editor académico de varias compilaciones de textos

resultados de investigación entre las que se desta-

can Estudios comparados de historia moderna y contem-

poránea. El caso de México y Colombia (2011); Miradas

de contraste. Estudios comparados sobre Colombia y

México, (2009), (coeditado con Alexander Betan-

court Mendieta); Ensayos sobre historia y cultura en

América Latina (2008), (coeditado con Alexander

Betancourt Mendieta); Identidades, localidades y

regiones. Hacia una mirada micro e interdisciplinar

(2007), (coeditado con Álvaro Acevedo Tarazona); e

Historia local. Experiencias, métodos y enfoques (2005).

Además, es autor de varios libros y artículos en

revistas indexadas sobre aspectos historiográficos,

teóricos y metodológicos de la disciplina Historia, y

temas relacionados con la caficultura, historia

laboral y agraria, poblamiento y colonización

durante los siglos XIX y XX en Colombia.

Desde 1867 la Universidad Nacional de

Colombia ha sido protagonista en la historia

del país. Sus estudiantes, egresados y docen-

tes han participado activamente en la cons-

trucción, reconfiguración y crecimiento de

todas las regiones, desde el pensamiento

académico hasta la intervención social, en

retribución a los requerimientos, necesidades

y demandas de la población.

La Facultad de Ciencias Humanas y Económi-

cas se une a la conmemoración de los 150

años de la Universidad Nacional de Colom-

bia con un llamado a su quehacer y a sus

memorias, en un esfuerzo por recuperar los

sistemas de conocimiento construidos, la

gestión de un país distinto promovida por

sus estudiantes, docentes y administrativos,

y la lucha incansable por conocernos desde

adentro y comenzar a significar a Colombia

con todas sus particularidades.

Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona

Decano, Facultad de Ciencias

Humanas y Económicas

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Facultad de Ciencias Humanas y EconómicasSede Medellín

Universidad Nacionalde Colombia—150 años—

Renzo Ramírez BaccaEditor

UniversidadNacional

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Renzo Ramírez BaccaEditor

Centro Editorial FCHE2017

Homenaje Consejo de Facultad de

Ciencias Humanas y EconómicasSede Medellín

UniversidadNacional

de Colombia-150 años-

Renzo Ramírez BaccaEditor

Centro Editorial FCHE2017

Homenaje Consejo de Facultad de

Ciencias Humanas y EconómicasSede Medellín

Universidad Nacional de Colombia –150 años–Homenaje

Consejo de Facultad de Ciencias Humanas y EconómicasSede Medellín

©Universidad Nacional de Colombia - Sede MedellínFacultad de Ciencias Humanas y Económicas

Centro Editorial

ISBN: 978-958-783-162-7 (papel)ISBN: 978-958-783-164-1 (POD)

ISBN: 978-958-783-163-4 (Digital)

Primera edición Medellín, 2017

Preparación editorialCentro Editorial Facultad Ciencias Humanas y Económicas

Corrección de texto: María Mercedes Molina – Andrés Vergara Diagramación: Melissa Gaviria Henao – Hernán Gómez Rivadeneira

Fotografía de portada: Unimedios - Sede Medellín

Impreso en Colombia, 2017

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin autorización escrita de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín

378.009861U54 Universidad Nacional de Colombia -150 años- / Renzo Ramírez Bacca, editor. -- Medellín : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 2017. 353 páginas : ilustraciones.

ISBN : 978-958-783-162-7

1. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA - HISTORIA. 2. UNIVERSIDADES – HISTORIA . 3. EDUCACIÓN SUPERIOR – HISTORIA - COLOMBIA. Ramírez Bacca, Renzo. I. Título Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia. Sede Medellín

Contenido

7Prólogo

Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona

9 Introducción

Renzo Ramírez Bacca

15 La Escuela Nacional de Minas y los aportes de la Planta Metalúrgica Nacional de Medellín a la industria minera colombiana, 1933-1942Juan Óscar Pérez Salazar / Yohana Rodríguez Vega / Marion Weber

31Camilo Mayo Caicedo, el primer arquitecto “negro” de Colombia

Luis Fernando González Escobar

51La historia, los instructores y sus editores en la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, 1868-1875Renzo Ramírez Bacca / Elidio Alexander Londoño Uriza

83La divulgación científica en los orígenes de la Universidad Nacional

Jorge Manuel Escobar Ortiz

97La Ingeniería Industrial en la Facultad de Minas

Andrés Felipe Zamara Correa

119Antecedentes históricos de la llegada de la primera

mujer a la Universidad Nacional de ColombiaYesenia Morales Mejía

131El Carnaval Universitario: apuntes históricos y estado del arte

Luis Felipe Vélez Pérez

163La ciudad de los nuevos capitanes. Una analítica de las prácticas

de consumo en Medellín (Colombia, 1940-1955)Juan Esteban Posada Morales

195Naciones indígenas y recursos naturales, un debate entre naciones.

Situación de la Sierra Nevada de Santa Marta, ColombiaItzamar Nataly Cuervo López

211La Reforma Rural Integral en el Acuerdo de Paz de La Habana

Isabel Cristina Ruiz Córdoba

241Blanca Ochoa de Molina: “Fui profesora de muchas asignaturas, según las

circunstancias y las necesidades de la carrera [en el Departamento de Antropología]” Profesora Emérita de la Facultad de Ciencias Humanas - Sede Bogotá

Por Rubén Darío Acevedo Carmona

305Eugenia González Castrillón: “Yo creo que se debe intentar de nuevo y

propender por consolidar la cadena productiva de la guadua en Antioquia” Profesora Asociada de la Facultad de Ciencias Agrarias

Por Elidio Alexander Londoño Uriza

329Luz Mery Restrepo Cuervo: “…Muchas personas

marcan la vida de uno en la Universidad”Funcionaria Biblioteca Efe Gómez

Por Alejandro Martín Naranjo

337Índice onomástico y analítico

Prólogo Aquellos que carecen de los conocimientos más básicos de la historia de su propio país y sus particu-laridades sociales, económicas y políticas, difícilmente pueden comprender la riqueza de su territorio, de su patrimonio y de su memoria. Nuestra contempo-raneidad e, incluso, algunos lectores de la moderni-dad han promovido el aislamiento de nuestro tiem-po histórico, considerando que el mismo es ajeno a los tiempos remotos, con lo cual se ha fortalecido la indolencia y la miopía, no solo del pasado sino también del presente más inmediato.

La historia no se dedica a repensar frases de grandes maestros, o a elaborar exégesis eruditas de académicos y políticos, sino a comprender íntegra-mente los alcances y matices de sus trabajos, al tiempo que rastrea las particularidades de la po-blación y sus sistemas simbólicos, desde su génesis hasta las derivas que se presentan en ellos.

Si bien en algún momento se comprendió como función del historiador el papel de repositorio en-ciclopédico de los grandes hombres y los grandes hechos, queda la duda sobre la viabilidad de pensar a Colombia por fuera de sus artistas, literatos, pensa-dores, académicos y la población anónima que día a día gesta y configura los cambios, sobre todo aquellos que han sido poco visibles para la lupa de los historiadores.

La historia de nuestra Universidad no ha sido aje-na a esta visión, donde se reconocieron fechas y nom-bres insignes en medio del logro de uno de los proyec-tos más ambiciosos y democráticos de Colombia, al

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articular las Escuelas de Jurisprudencia, Medicina, Ciencias Naturales, Ingeniería, Artes y Oficios, Literatura y Filosofía. Posteriormente, se incluirían en este proyecto la creación de las Sedes Medellín, Manizales y Palmira, más las Sedes de Presencia Nacional: San Andrés, Amazonía, Arauca, Tumaco y, en un futuro próximo, la Sede de la Paz en el Cesar, para constituir una universi-dad pública, de carácter nacional y al servicio de los colombianos.

Desde 1867 la Universidad Nacional de Colombia ha sido protagonista en la historia del país. Y sus estudiantes, egresados y docentes han participado activamente en la construcción, reconfiguración y crecimiento de todas las regiones, desde el pensamiento académico hasta la intervención social, en retribución a los requerimientos, necesidades y demandas de la población.

La Facultad de Ciencias Humanas y Económicas se une a la conmemo-ración de los 150 años de la Universidad Nacional de Colombia con un llamado a su quehacer y a sus memorias, en un esfuerzo por recuperar los sistemas de conocimiento construidos, la gestión de un país distinto promovida por sus estudiantes, docentes y administrativos, y la lucha in-cansable por conocernos desde adentro y comenzar a significar a Colombia con todas sus particularidades.

Esta obra es un esfuerzo por presentar las voces de algunos de esos per-sonajes, un intento por recuperar la memoria de la Universidad Nacional de Colombia y el trabajo colosal que ha realizado para el país al cual se debe. Es un llamado a la reflexión académica, crítica y constructiva, a partir de la cooperación y la colaboración. Con suerte, será la primera de muchas más obras que construyan una memoria institucional y conmemoren el sesqui-centenario de la primera universidad del país.

Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona

Decano FCHE

IntroducciónEn 2017 es la conmemoración de los 150 años de creación de la Universidad Nacional de Colombia (unal). Efemérides que celebramos convocando a los distintos estamentos a pensar y escribir en torno a la Universidad —conservando la memoria y preservan-do el pasado institucional y académico—, y a que se expresara el conocimiento individual y libre —mante-niendo el espíritu de libertad de pensamiento— de los interesados de nuestra institución en esta trayectoria. No por otra razón propusimos este espacio para pre-sentar una serie de artículos y ensayos resultados de investigación; además de textos derivados del ejerci-cio analítico y reflexivo individual, y entrevistas que representaran memorias de algunos de nuestros pro-fesores y administrativos.

Hay que advertir que la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (fche), recientemente cele-bró sus 40 años de creación. Y, de igual modo, se desarrollaron proyectos editoriales conmemorativos que forman parte de la historia de nuestra univer-sidad. Es el caso de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 1975-2015 escrito por Juan David Montoya Guzmán, María del Pilar Ramírez Restrepo, Luis Felipe Vélez Pérez, Juan José Velásquez Arango; y Facultad de Ciencias Humanas y Económicas 1975-2015, 40 años creciendo, escribiendo y publicando. Reseña histórica de las publicaciones de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, coor-dinado por Lina Marcela González Gómez.

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En tal sentido, la invitación es a leer y consultar esta compilación de tex-tos escogidos y seleccionados gracias a la Convocatoria para la publicación de un libro abierto de ensayos por la celebración del sesquicentenario de la Universidad Nacio-nal de Colombia, aprobada por el Consejo de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, y avalada por el Comité Editorial de su Centro Editorial.

Las propuestas fueron escritas y enviadas por estudiantes, profesores, administrativos y egresados de la Sede Medellín. Los textos fueron someti-dos a una revisión académica a ciegas y avalada por el Comité Editorial. Visto del anterior modo, qué mejor espacio que este libro para aquellos interesados en conocer fragmentos de nuestra historia institucional y de algunos de sus actores.

La primera sección sobre artículos y ensayos de investigación y reflexión inicia con el texto “La Escuela Nacional de Minas y los aportes de la Plan-ta Metalúrgica Nacional de Medellín a la industria minera colombiana, 1933-1942”, escrito por Juan Óscar Pérez Salazar, Yohana Rodríguez Vega y Marion Weber, estudiantes y profesores de la Facultad de Minas. Como su título lo indica, los autores analizan el cómo del aporte de la unal a la naciente industria minera colombiana a partir del caso de la Planta Metalúrgi-ca Nacional de Medellín y del liderazgo del ingeniero civil y de minas egresa-do de la Facultad de Minas Hernán Garcés González. Luego, el profesor Luis Fernando González Escobar, adscrito a la Facultad de Arquitectura, ofrece el texto “Camilo Mayo Caicedo, el primer arquitecto ‘negro’ de Colombia”, un trabajo que responde a su interés por la historia cultural de la arquitectura en Colombia y que aborda el tránsito del arquitecto chocoano Mayo Caicedo por la unal a finales de los años treinta y comienzos de los cuarenta. El autor se interesa en estudiar y resaltar su papel pionero en cuanto a su identidad étnica en la sociedad colombiana de esas décadas.

La Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (fche), representada en Renzo Ramírez Bacca y Elidio Alexander Londoño Uriza, propusieron el tex-to “La historia, los instructores y sus editores en la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, 1868-1875”. Los autores indagan por los orígenes de la enseñanza de la historia y las humanidades en la Univer-sidad Nacional en el período 1868-1875. Reflexionan en torno al espíritu del proyecto de educación propuesto, las características que impulsaron la instrucción de las humanidades desde la Escuela de Literatura y Filosofía, y los principios que dirigieron el aprendizaje de la historia al servicio de la construcción del Estado-nación. Adicional, sobre la utilidad de las publica-ciones históricas en el proceso de enseñanza académica de los estudiantes, y la importancia de la creación de datos (o acervo documental) para la

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conformación de una historia nacional que complementara el desarrollo de los conocimientos históricos impartidos desde la Universidad. Es un texto que contribuye a conocer la historiografía nacional colombiana e incluso la historia institucional y académica de la Universidad. En esa misma línea, la de los orígenes, Jorge Manuel Escobar Ortiz ofrece el texto “La divulgación científica en los orígenes de la Universidad Nacional” en la década de 1870. Como estudiante del programa de Doctorado en Ciencias Humanas de So-ciales se centra en las llamadas conferencias populares, una estrategia de divul-gación del conocimiento dirigida a los estudiantes y público interesado, y acobijada por las seis escuelas con las que se fundó la Universidad.

En el mismo enfoque, pero ahora en torno al programa de “La Ingeniería Industrial en la Facultad de Minas”, Andrés Felipe Zamara Correa, en la actualidad estudiante de séptimo semestre de la misma carrera, se intere-sa por los antecedentes de la Facultad Nacional de Minas y la creación y transformación del programa de Ingeniera Industrial. Otro ensayo, escrito por Yesenia Morales Mejía, historiadora egresada de la fche, resalta los antecedentes de la mujer en distintos escenarios de la vida colombiana, pero en especial en torno a la “llegada de la primera mujer a la Universidad Nacional de Colombia”, admitida para el programa de Medicina en 1935. El estudiante de maestría en Historia, Luis Felipe Vélez Pérez, se interesa por “El Carnaval Universitario: apuntes históricos y estado del arte”, motivado en su resurgimiento, que se dio en la Sede Bogotá en 2010, y por ser una expresión —social y popular— de nuestros estudiantes.

Hasta aquí los textos sobre el pasado y los orígenes de programas, facul-tades, egresados y estudiantes de la Universidad Nacional.

La convocatoria ofreció también un espacio para los formatos de “ensayo libre”, que en este caso son “textos abiertos con un enfoque y tema definido por el autor”. En tal sentido estudiantes y profesores han podido presentar sus avances académicos y preocupaciones intelectuales relacionadas con problemas contemporáneos de la sociedad colombiana. Es el caso de Juan Esteban Posada Morales, estudiante de doctorado del programa de Ciencias Humanas y Sociales, quien ofrece un análisis sobre las prácticas de consumo en Medellín entre 1940 y 1950 en su texto “La ciudad de los nuevos capitanes”. También la profesora y egresada de la Facultad de Arquitectura Itzamar Na-taly Cuervo López es sensible al tema de las “Naciones indígenas y recursos naturales” en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Y la estudiante del programa de Maestría en Ciencia Política y catédratica Isabel Cristina Ruiz Cór-doba, sobre “La Reforma Rural Integral en el Acuerdo de Paz de La Habana”. Estos últimos temas, de gran actualidad en el acontecer de la vida nacional.

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El segundo bloque de textos lo conforman varias entrevistas. Estas gi-ran alrededor de tres mujeres: Blanca Ochoa de Molina, profesora eméri-ta de la Facultad de Ciencias Humanas, Sede Bogotá; Eugenia González Castrillón, profesora asociada de la Facultad de Ciencias Agrarias, Sede Medellín; y Luz Mery Restrepo Cuervo, funcionaria de la Biblioteca Efe Gómez. Son testimonios de mujeres valiosas de la Universidad, por la cali-dad de su servicio público y académico. En tal sentido, sus entrevistadores representan el interés de profesores, egresados y estudiantes de la insti-tución. Ellos son: el profesor Rubén Darío Acevedo Carmona, el egresa-do Elidio Alexander Londoño Uriza —ambos historiadores—, y Alejandro Martín Naranjo, periodista y comunicador social de Unimedios.

Finamente, pedimos a los autores que respondieran sobre la moti-vación de su propuesta y la celebración de los 150 años de la Universidad. Hemos querido entonces introducir, de modo breve, cada texto con sus propios argumentos, a modo de memoria y reflexión para las comunidades universitarias y la sociedad colombiana del presente y del futuro.

Renzo Ramírez Bacca

Director Centro Editorial

Facultad de Ciencias Humanas y Económicas

Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín

Camilo MayoCaicedo, el primerarquitecto “negro”de Colombia

Camilo Mayo Caicedo, el primer arquitecto

“negro”*1 de Colombia

Luis Fernando González EscobarFacultad de Arquitectura

Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín

La celebración del sesquicentenario, más que el acto conmemorativo en sí, implica la posibilidad de reactualizar el papel que ha cumplido y cumple la Universidad Nacional de Colombia en la construcción de saber y en la manera como ha incidido en la sociedad colombiana, en general y en sectores étnicos y regionales en particular. En tal sentido, es impor-tante destacar personajes egresados, de la misma Universidad, pero que no han sido reconocidos y visibilizados de la manera debida; de ahí el interés particular por destacar el surgimiento temprano, junto a la carrera y facultad de Arquitectura, de uno de los primeros arquitectos “negros”, nacido en el Chocó, como parte de la contribución a esos procesos históri-cos que se deberían incluir en un libro conmemorativo.Las condiciones de esclavización y de subordinación de los grupos étnicos —in-dígenas y negros—, ha conllevado que en la historia colombiana se invisibilicen

* Acojo para este texto el planteamiento que hace Pietro Pisano de utilizar el término “negro” en-

tre comillas, pues este plantea que “utilizar términos contemporáneos como ‘etnia’ y ‘afrocolom-

biano’ en un estudio sobre el pasado es un anacronismo. Las palabras, en efecto, son el producto

de un contexto, en el cual tiene un significado específico que difícilmente puede ser atribuido a los

neologismos. Así, el ‘negro’ de los años cuarenta no tiene el mismo significado de ‘afrocolombia-

no’[…]” Ver: Pietro Pisano, Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964 (Bogotá, D. C.: Facultad

de Ciencias Humanas/Departamento de Historia-Universidad Nacional de Colombia, 2012), 22.

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o cumplan un papel subalterno en la construcción de la idea de nación; por los intersticios se ha valorado el papel de algunos pioneros, quienes en esfuerzos generalmente solitarios, tozudos y contra todas las ad-versidades, lograron destacarse en el mundo político, intelectual o profesional del país.

En la búsqueda de visibilización de los aportes de la gente negra a la construcción de la nacionali-dad colombiana se han hecho múltiples esfuerzos, especialmente en los últimos decenios, luego de la promulgación de la Ley 70 de 1993 o de “negri-tudes”. Esto implicó también un cambio de para-digma en tanto comenzaron a tener importancia las dinámicas colectivas y territoriales. Pero no por esto deja de ser importante seguir el rescate de aquellos personajes que, en algún momento histórico, plantearon con su accionar puntos de quiebre en distintos espacios de la política, la cul-tura o la academia, entre otros.

En el caso específico de la gente negra y en el campo político, se ha puesto en valor el caso del gua-jiro Luis Antonio “El Negro” Robles, graduado como abogado en el Colegio Mayor del Rosario, quien fue presidente del Estado Soberano del Magdalena hacia 1873 y llegó a ser ministro de Hacienda y Fomen-to en 1876, en el gobierno de Aquileo Parra. En la literatura se destaca el mompoxino Candelario Obeso (ver la figura 1), con estudios frustrados de ingeniero en el Colegio Militar, pero graduado de maestro en Bogotá, por ser una voz temprana y pionera de la poesía negra en América. Así como los dos an-teriores, se podrían mencionar otros nombres que han salido del anonimato en que estuvieron por desconocimiento, racismo, prejuicios ideológicos o sesgos históricos, y que ahora son reivindicados en su verdadera trascendencia.

Generalmente, muchos de estos casos están centrados en las profesiones escolásticas, muy propias de la heredad educativa colonial que se

Sobre el autor

Luis Fernando González Escobar

Profesor Asociado de la

Escuela del Hábitat de la

Facultad de Arquitectura

de la Universidad Nacional

de Colombia - Sede

Medellín. Arquitecto

constructor, con

Maestría en Estudios

Urbano-Regionales y

doctor en Historia por

la Universidad Nacional

de Colombia - Sede

Medellín. Fue

coordinador de la

Maestría en Hábitat

y director de la

Escuela del Hábitat, en

este caso entre junio de

2014 y junio de 2016.

Le fue otorgada la Orden

Gerardo Molina de la

Universidad Nacional

de Colombia en 2016.

Correo electrónico:

[email protected]

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prolongó por varias décadas en el siglo xix, y muy pocos se han referido a las profesiones liberales, que comenzaron a establecerse en el país a partir de la enseñanza y estudio de la ingeniería en el Colegio Militar en 1847; sin embargo, de la ingeniería se ha rescatado como pionero a Manuel Baena, natural de Remedios (Antioquia), donde nació en 1888, quien escribió sus experiencias en el libro autobiográfico Cómo se hace ingeniero un negro en Colombia, publicado en España en 1929. Fue el primer bachiller negro graduado en Medellín, en noviembre de 1910.

Figura 1. Monumento a Candelario Obeso, el poeta mompoxino,

en el cementerio de su pueblo natal

Fuente: fotografía del autor, 2014.

Después de intentar ser ingeniero en la Escuela Nacional de Minas y desistir, se graduó en la Facultad de Matemáticas e Ingeniería de la Uni-versidad Nacional de Colombia en septiembre de 1923. A pesar de los penosos esfuerzos iniciales de su madre y durante muchos años por él mismo, tuvo que dejar el país, pues sus capacidades no fueron valoradas

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y su condición racial lo condenaba a recibir puestos inferiores a su condición de ingeniero, incluso llegando a ser contratado como cadene-ro o simple ayudante de otros ingenieros como él, por lo cual se fue de Colombia y se radicó en España a partir de 1927.

Hay otros pioneros menos conocidos que irrumpieron en ámbitos y profesiones que incluso apenas despuntaban en el ambiente académi-co colombiano. Este es el caso de Camilo Mayo Caicedo, quien sería el primer arquitecto negro graduado en Colombia, en momentos cuando la arquitectura misma buscaba su autonomía académica y profesional frente a la ingeniería en las primeras décadas del siglo xx.

Mayo Caicedo perteneció a una generación de jóvenes que salieron de la entonces Intendencia Nacional del Chocó, a los centros educativos de Popayán, Medellín y Bogotá en la primera mitad del siglo xx, en busca de profesionalización. Mientras en el interior del país, especialmente en la ciudad de Bogotá, estaban en boga los discursos eugenésicos de per-sonajes como el médico boyacense Miguel Jiménez López o el literato y sociólogo antioqueño Luis López de Mesa, quienes hablaron de “razas superiores” y “razas inferiores”, herencias biológicas o raciales negativas, cruces mestizos con elementos hereditarios dispares, degeneración de las razas, decadencia de la “raza colombiana”, taxonomía de las razas donde las de origen africano ocupaban el último lugar del escalafón, entre otras lindezas propias de estos discursos, del Chocó y otras lo-calidades con población mayoritariamente negra, salieron jóvenes que buscaron a través de la educación un posicionamiento social. En el caso específico del Chocó es reconocido un representativo grupo formado en-tre otros por Ramón Lozano Garcés —graduado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquia—, Diego Luis Córdoba —abo-gado, con estudios iniciales en Medellín y después en Bogotá, donde se graduó en la Universidad Nacional en 1932— (ver figura 2), Manuel Mosquera Garcés —abogado de la Universidad Externado de Colombia—, Adán Arriaga Andrade —también abogado, graduado en la Universidad de Antioquia a finales de la década de 1920—, Daniel Valois Arce —otro abogado, graduado en la Universidad Nacional en la década de 1930—, quienes salieron a partir de la década de 1920, y luego de estudiar y grad-uarse ocuparon los espacios políticos, llegaron a la Cámara o al Senado, fueron ministros, entre otros importantes cargos locales —en Medellín— o nacionales —en Bogotá—.

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Figura 2. Diego Luis Córdoba1

Fuente: La Defensa, Medellín, 21 de febrero, 1947, 3.

Esa imagen de prohombres, encabezada por Diego Luis Córdoba, exaltado como el padre del departamento del Chocó, está determinada en gran me-dida por corresponder a quienes organizaron y controlaron la nueva estruc-tura política regional, iniciándose cierto culto a la personalidad debida a los intereses políticos de las vertientes partidistas; algo que, incluso, se prolonga hasta nuestros días; esto, a su vez, implicó dejar de lado a otros coetáneos que también surgieron en aquellos años, impulsados en buena medida por los apoyos que brindó la Intendencia Nacional del Chocó.

Por aquellos años la llamada Educación e Instrucción Pública comenzó a ser valorada y tenida como un factor fundamental del cambio social, al

1. El dirigente chocoano Diego Luis Córdoba inició estudios en Medellín y los culminó en la Universidad

Nacional en Bogotá. Llegó al Senado y fue uno de los más caracterizados líderes del Partido Liberal.

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punto que para el año de 1927, la “cuarta parte del presupuesto global de la Intendencia, [era] dedicado a mejorar ‘los hijos del pueblo’”,2 como señalaba en un informe el Director General de Instrucción Pública, a pesar de la crítica y oposición de algunos sectores sociales. No solo se mejoró la infraestructura —como la construcción de la Escuela Modelo en Quibdó, construida como un templo para la educación con sus formas a manera de un Partenón—, sino que se premiaba a los mejores alumnos en las escuelas públicas de toda la Intendencia,3 o se becaron muchos estudiantes para los estudios superiores, las que llamaban “pensiones intendenciales”, muchas veces magras o difíciles de cobrar por los problemas presupuestales, espe-cialmente después de la crisis económica de 1930.

Algunos de los beneficiados que estudiaron y se graduaron como ingenieros fueron Luis Mosquera Garcés —de la Universidad Nacional—, César Arriaga Rentería y Ramón Mosquera Rivas, entre otros.4 El más reconocido de ellos es Mosquera Rivas, tal vez por su condición de par-lamentario y por la labor cumplida como gobernador del Chocó, más que por su misma obra, entre ellas su tesis de grado “El Istmo de San Pablo”,5 con la cual se graduó como ingeniero Civil y de Minas, en la Escuela Nacional de Minas de la ciudad de Medellín en 1935.6 Un caso singular es el de Luis Felipe Valencia Lozano, quien se graduó de ingeniero en la Universidad Nacional en 1928, hermano del entonces intendente Jorge Valencia Lozano, quien siendo chocoano era miembro de la élite en el poder, por lo cual no se le incluye y reivindica en estos procesos de ne-

2. Revista del Chocó, Quibdó, núm 1 (1928): 20.

3. Es muy representativo de esto lo que recordaba el ingeniero Ramón Mosquera cuando estudió

la primaria en la década de 1910: “Respecto a premios adjudicados en las escuelas públicas de la

antigua Intendencia del Chocó, hay que destacar que era una loable costumbre que estimulaba a

los estudiantes para superarse en conducta y aprovechamiento. Dichos premios no eran cualquier

librito de cuentos: para los estudiantes de cuarto y quinto año de primaria, se adjudicaban obras

clásicas, como Don Quijote de la Mancha, La divina comedia, La Ilíada, diccionarios de la lengua castel-

lana y novelas de renombre como Robinson Crusoe”. Ramón Mosquera Rivas, Recuerdos de un hijo de

mineros (Medellín: Editorial Difusión, s.f.), 20.

4. Entre el grupo de chocoanos que estudiaron en la Escuela Nacional de Minas entre 1930 y 1935

estuvieron, además de Arriaga Rentería y Mosquera Rivas, Rubén Castro Torrijos (se retiró en el

preparatorio), Benjamín Ferrer Ibáñez y Julián Mayo Córdoba.

5. Esta tesis de 1935 fue rescatada y publicada en 2014 como volumen 66 de la Colección Bicen-

tenario de Antioquia por la Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín, junto a otros textos

escritos por Mosquera Rivas, con prólogo de su hija, la arquitecta e investigadora Gilma Mosquera Torres.

6. Ver el libro autobiográfico de Ramón Mosquera Rivas, Recuerdos de un hijo de mineros (Medellín:

Editorial Difusión, 1985).

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gritudes, pese a la labor que desplegó con diferentes proyectos, entre ellos el diseño del primer acueducto de la ciudad.

El quibdoseño Camilo Mayo Caicedo fue una excepción. Ni abogado, ni ingeniero. Se decidió por la arquitectura, la cual en ese momento resultaba algo indefinible, en tanto era considerada apenas una especialidad de la ingeniería, principalmente desde que se creó el Departamento de Arquitectura en 1928 en la Facultad de Matemáticas e Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá.7 Las mismas autoridades universitarias eran poco optimistas con el desarrollo académico de la arquitectura, pues como lo indicaba Julio Carrizosa Valenzuela al ministro de Educación en mayo de 1931, a pesar de los esfuerzos no había “sido posible despertar el entusiasmo por esta especialidad”, inscribiéndose muy pocos estudiantes y manteniendo fundamentalmente el primer grupo de alumnos que se registró en 1928 al momento de la apertura. Las razones esgrimidas por el directivo era la falta de orientación profesional que no les permitía conocer la diferencia con la ingeniería, y “sobre todo a la falta de afición por el dibujo que es fundamento de esta especialidad”.8 Si bien esto es controvertible en el presente, en ese momento era considerado como un hecho básico.

¿De dónde le vino a Mayo Caicedo entonces ese interés por la arquitectura, si llegaba de una ciudad supuestamente con poca tradición arquitectónica? Según su propia memoria, el entusiasmo temprano por la construcción y el dibujo se le despertó en la ciudad de Quibdó. La construcción tradicional en la ciudad era en madera; pero hacia 1916, cuando se construyeron las instalaciones de la primera planta eléctrica, se utilizó por primera vez el cemento, lo que llamó su atención, y se lo comunicó a su propio padre, por la rareza y plasticidad del material al momento de prepararlo.9 Por otro lado, en Quibdó estuvo por varios años el catalán Luis Llach Llagostera, quien había vuelto procedente de Costa Rica, y en este segundo periodo en Quibdó, a partir de 1920, diseñó y construyó obras de gran calidad constructiva y arquitectónica, las que fueron inauguradas en 1926, como

7. Respecto a este proceso de emergencia y consolidación de la arquitectura dentro de la enseñanza

académica, ver Luis Fernando González Escobar, Del Alarife al Arquitecto. El saber hacer y el pensar la

arquitectura en Colombia 1847-1936 (Santafé de Bogotá: Editorial OjoXOjo, 2013).

8. Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia (Achun), Sección Facultad de

Matemáticas e Ingeniería, leg. 113, Bogotá, mayo de 1931, f. 434.

9. El montaje inicial de la planta eléctrica estuvo a cargo de la empresa de ingenieros antioqueña

Cock, Sanín, Villa & Cía. (formada por los egresados de la Escuela Nacional de Minas de Medellín,

Julián Cock Arango y Gabriel Sanín Villa), quienes fueron los responsables de la parte constructiva

del edificio a partir de 1916, pero fue la empresa barranquillera Weesselhoet & Poor que se encargó

de poner a funcionar la maquinaria en 1920.

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la Penitenciaria, la ya referida Escuela Modelo o el Cementerio San José, aparte del hospital, que no era obra de Llach. Mayo Caicedo recordaba con emoción que le encantaba ver trabajar en su oficina al arquitecto catalán, admiraba sus planos y lo consideraba un formidable acuarelista.10 Tal vez ese influjo fue el que se llevó primero a Medellín, donde llegó a estudiar la secundaria en el Liceo Antioqueño, precisamente en 1926, y luego a Bogotá, cuando fue admitido en la Universidad Nacional.

Aparte de este influjo específico que mantuvo en su memoria por siem-pre, es necesario resaltar la manera como los padres de estos pioneros fueron artífices fundamentales en incentivar los anhelos educativos. Su padre, Camilo Mayo Córdoba, fue un comerciante que había nacido en el pueblo minero de Negüá hacia 1893, pero se radicó en Quibdó y estudió solo hasta cuarto de primaria con el maestro Lisandro Mosquera; para él fue suficiente con labrarse “un camino en la vida” como comerciante de abarrotes, telas y bisuterías. Su padre fue el primer comerciante negro que entró en relaciones con los siriolibaneses mayoristas, conocidos como “turcos”, y comenzó a disputarles una pequeña porción en el mercado local que dominaban con suficiencia en la denominada “Carrera Primera”, espacio de control social y económico de las élites locales (ver figura 3). Pese a las adversidades, como habérsele incendiado en 1914 el almacén misceláneo que tuvo en la avenida Alameda Reyes, en el cual se quemó las manos y el rostro tratando de salvar las mercancías, volvió a levantar su negocio comercial hasta tener su propio almacén en la llamada Carrera Primera, o del Comercio, dominado por la elite blanca, mulata y siriolibanesa, siendo el primer negro en la misma, al que luego se le sumó Misael Moya, ubicado muy periféricamente en lo que se llamaba entonces “La Cabecerita”. Su padre fue un factor determinante dado que al ejemplo comercial, la superación de las dificultades puestas a los negros y la segregación etnoespacial, le sumó el incentivo de la lectura. En una ciudad sin luz, alumbrada con espermas, recibía el periódico El Tiempo cada 15 días —venía por tierra en mula, primero a Medellín y luego a Quib-dó—, con lo cual era uno de los pocos negros que tenía suscripción y lo leía, además de su propia biblioteca. No quería que su hijo se quedara allí sin estudiar y deseaba que “fuera algo o alguien”; por eso mismo el viaje a Me-dellín y luego a Bogotá, con apoyo intendencial.

10. Camilo Mayo Caicedo, entrevistado por Luis Fernando González Escobar. Bogotá, mayo de 1992.

Sobre este arquitecto catalán ver: Luis Fernando González Escobar, Luis Llach En busca de las ciudades

y la arquitectura en América (San José de Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2004).

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Figura 3. Publicidad del comerciante Camilo Mayo C., padre del arquitecto Camilo Mayo Caicedo

Fuente: Biblioteca Luis Ángel Arango, A.B.C., Quibdó, 21 de abril de 1917.

Camilo Mayo Caicedo fue presentado a la Universidad Nacional el 29 de mar-zo de 1932, junto al también aspirante chocoano Juan R. Córdoba, para ser matriculado en el curso preparatorio de la Facultad Nacional de Matemáti-cas e Ingeniería.11 Ya estudiaba en ese momento la carrera de ingeniería otro quibdoseño Luis Mosquera Garcés (1912-1962), quien años después sería el responsable de construir algunas de las obras diseñadas por Mayo Caicedo. Admitido, Mayo Caicedo, inició estudios a la edad de 19 años, aprobando todas las materias de primer año, que era preparatorio (ver figura 4),12 en cambio su compañero Córdoba las perdió todas. Es ese mismo Córdoba que haría parte de la revista Choconía, pensando más en la poesía que publicaba allí o en la revolución que promovía el grupo literario de la revista que en la ingeniería o la arquitectura.

La Intendencia Nacional del Chocó les hacía seguimiento a los estudiantes para evitar el pago de las pensiones sin que ellos cumplieran con sus activi-dades. Por lo que en noviembre de 1931 la Dirección de Educación Pública del Chocó, por intermedio del Ministerio, solicitaba al rector de la Facultad de Matemáticas dar cuenta de cada uno de los estudiantes chocoanos. Por lo mismo, el 3 de mayo de 1933 su padre Camilo Mayo Córdoba le escribió al rector de la Facultad de Ingeniería, Darío Rozo, la siguiente misiva:

11. Achun, leg. 122, Bogotá, 29 de marzo de 1932, f. 60.

12. Achun, leg. 122, Bogotá, 30 de noviembre de 1932, f. 227.

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Por ha ver[sic] un decreto de la Intendencia que obliga a los alumnos pen-sionados por dicha entidad a presentar en la cuenta de cobro el certificado en papel común, por los estudios del mes que se cobra, ruego a Ud. Muy comedidamente se sirva ordenar que por mediación de la Secretaría de la Facultad se me le expida a mi hijo Camilo Mayo Caicedo estudiante de 2º año de ese plantel, certificado cada 30 del mes para que él a la vez, me lo re-mita. Este certificado debe hablar sobre su conducta, asistencia, aplicación y aprovechamiento durante el mes que termina.13

Figura 4. Notas de Camilo Mayo Caicedo en la Facultad de Matemáticas e Ingeniería de la

Universidad Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, el 30 de noviembre de 1934

Fuente: Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia (Achun), Sección Facultad de Matemáticas e Ingeniería, leg. 0133, núm. de Índice 1302, f. 165, Bogotá, 30 de noviembre de 1934.

El año de inicio de actividades académicas, por parte de Camilo Mayo, estuvo marcado por las disputas de sectores que reclamaban el deslinde y reglamentación de las actividades del ingeniero civil y del arquitecto.

13. Achun, Bogotá, firmada en Quibdó el 3 de mayo de 1933, f. 88.

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Si bien desde febrero de 1928 se había establecido el Departamento de Arquitectura, este seguía subordinado a la Facultad de Matemáticas e Ingeniería, y se otorgaba el título de Ingeniero-Arquitecto como una es-pecialidad de la ingeniería, situación que duraría hasta octubre de 1936, cuando se creó una Facultad de Arquitectura autónoma.14 De este periodo entre 1928 y 1936 son estudiantes y egresados personajes que han sido reconocidos en el ejercicio de la arquitectura como los casos de José María Cifuentes, Carlos Cristancho, Carlos Páramo, José Durana, Eusebio San-tamaría, Gabriel Serrano y Alberto Wills Ferro, estos dos últimos los más reconocidos en la historia de la arquitectura colombiana, por sus oficinas de arquitectura o por proyectos emblemáticos como la Biblioteca Nacio-nal, diseñada por Wills Ferro. Todos ellos antecedieron la llegada de Mayo Caicedo, pues Wills Ferro presentó su tesis en 1932, cuando él apenas inicia-ba sus estudios, y Serrano en 1934, cuando Mayo avanzaba en los mismos. Precisamente en ese año Mayo Caicedo cursó las materias correspondientes a la especialidad de Arquitectura, junto a Eduardo Caro, José de Jesús Cas-tellanos, Julio Matiz, Gustavo Mora, Francisco Salcedo, Jorge Valbuena y Diego Zubieta.15 De este grupo se graduaron varios, entre ellos Zubieta, en 1939, y Castellanos, en 1940, pero Mayo Caicedo lo hizo en 1941, con el primer grupo de estudiantes de la ya consolidada Facultad de Arquitectura, al punto de ser considerado uno de los primeros arquitectos graduados en la Universidad Nacional, y así se ha destacado en las diferentes efemérides (ver las figuras 5 y 6).16

14. Hasta antes de la creación de la Facultad de Arquitectura, la Facultad de Ingeniería estaba dividida

en tres escuelas: Escuela de Ingeniería, Escuela de Arquitectura y Escuela Anexa de Artes y Oficios.

Con el acuerdo del Consejo Directivo se creó la Facultad de Arquitectura y Bellas Artes, para el fomen-

to y la enseñanza superior de las artes plásticas, así como la formación de arquitectos, pintores, es-

cultores y decoradores. Pero al año siguiente se dividió en dos secciones: Arquitectura y Bellas Artes.

15. Achun, Bogotá, 12 de noviembre de 1934, f. 362.

16. El grupo de primeros arquitectos graduados y oficialmente reconocidos como tal, lo forma-

ron: Hernando Pinzón Isaza, Efraín Argüelles, Humberto Chica Pinzón, Manuel Jácome Ramírez,

Hernando Vargas Rubiano, Roberto Franco Solano, José Antonio Porras, Gustavo Mora Toscano,

José Fuentes San Juan, Alberto Iriarte Roche, Alfonso Perdomo Escobar, Gilberto Rodríguez Jara-

millo, Luis Davis Vásquez, Gabriel Solano Mesa, Ernesto Muñoz Navarro y Luis Francisco Busta-

mante. En: Eduardo Angulo Flórez, Cincuenta años de Arquitectura. 1936-1986. Universidad Nacio-

nal (Bogotá: Asociación de Arquitectos de la Universidad Nacional, 1987), 21-22. Pero como se

puede apreciar en el texto, hubo otros graduados con antelación del proceso de 1928-1936, solo

que quienes se graduaron en 1941 —en su mayor parte— son del grupo que iniciaron estudios en

1937 como Facultad de Arquitectura.

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Figura 5. Camilo Mayo Caicedo en la reunión de arquitectos egresados

de la Universidad Nacional de Colombia

Fuente: Eduardo Angulo Flórez, Cincuenta años de Arquitectura. 1936-1986. Universidad Nacional (Bogotá: Asociación de Arquitectos de la Universidad Nacional, 1987), 77.

Figura 6. Camilo Mayo como profesor de la Universidad Nacional, en los actos

de graduación del arquitecto Federico Pérez Forero, 1960

Fuente: Eduardo Angulo Flórez, Cincuenta años de Arquitectura. 1936-1986. Universidad Nacional, (Bogotá: Asociación de Arquitectos de la Universidad Nacional, 1987), 123.

Realmente Mayo Caicedo formó parte de los arquitectos de la Generación de la transición académica, aquellos que iniciaron la formación en el Depar-tamento de Arquitectura y terminaron en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, en momentos en que esta era la única facultad de arquitectura del país. Fueron sus maestros, entre otros,

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el arquitecto y urbanista austriaco Karl Brunner (clases de urbanismo), el arquitecto colombiano Arturo Jaramillo (profesor de edificios y dibujo ar-quitectónico), el pintor Domingo Moreno Otero (quien daba las clases de dibujo artístico en la Escuela de Bellas Artes), el chileno Julio Casanova; también los arquitectos colombianos Guillermo Herrera Carrizosa (com-posición arquitectónica), Alberto Manrique Martín y Carlos García Prada, quien fue profesor de Historia del arte y teoría de la arquitectura.

Por la misma razón, los planteamientos estéticos oscilaron entre una vieja tradición historicista, que aún tenía vigencia, y una modernidad incipiente que no se consolidaba de la debida manera pese a los diferentes intentos y planteamientos que procuraban arquitectos como Carlos Martínez Sanabria. Entre estos dos extremos, unas propuestas modernistas, con muchos elementos Art Déco y nacionalistas de corte neocolonial, uno de cuyos abanderados era el profesor García Prada junto con Guillermo Herrera Carrizosa, quien fue el primer Decano de la Facultad. Precisamente unos proyectos tempranos de Mayo Caicedo muestran esas características estéticas. En 1939, aun sin graduarse, en la revista Ingeniería y Arquitectura de Bogotá publicó un texto corto con dos ilustraciones (ver figura 7), en las que daba cuenta de unas obras propuestas para la Intendencia Nacional del Chocó, en esos momentos regida por Dionisio Echeverri Ferrer. No cabe duda de que de alguna manera le estaba retribuyendo el apoyo brindado a sus estudios superiores. El anteproyecto para el Hospital de Istmina —la segunda población del Chocó, en la región del San Juan— y la propuesta para el Hotel Intendencial son el contraste de la búsqueda de una arquitectura tropical acorde con la realidad del medio del primero versus los intentos de una arquitectura protoracionalista, que rompe con la composición clásica, con volúmenes de planos limpios y especies de brise-soleil para controlar la incidencia solar en una de las fachadas. Estas ambigüedades son las que destaca el arquitecto Carlos Niño Murcia en dos proyectos de Mayo Caicedo cuando era profesional: la Concentración Escolar de Girardot de 1942, un “proyecto de planimetría clásica pero de expresión ciertamente moderna”,17 y el Hospital del municipio de El Carmen de Atrato, también en el Chocó, diseñado en 1945, con una concepción claramente “tradicionalista”.

17. Carlos Niño Murcia, Arquitectura y Estado. Contexto y significado de las construcciones del Ministerio de Obras

Públicas, Colombia 1905-1960 (Bogotá: Centro Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1991), 149.

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Figura 7. Anteproyectos elaborados por Camilo Mayo Caicedo para el Hotel

Intendencial en Quibdó —arriba— y el Hospital de Istmina —abajo—

Fuente: Ingeniería y Arquitectura, núm. 7 (1939): 37.

Diferente lenguaje, decididamente funcionalista y muy acorde a los pos-tulados de la arquitectura moderna, fue el empleado en proyectos como el Hotel Citará y el edificio que luego se conoció popularmente en la ciudad de Quibdó como el “Ocho pisos”, de los cuales entregó los planos en la adminis-tración del gobernador Miguel Ángel Arcos, hacia el año de 1958.

Figura 8. Presentación de varios proyectos de Camilo Mayo a las autoridades del Chocó, 195818

Fuente: Archivo familiar de Miguel Ángel Arcos.

18. En 1958, Camilo Mayo Caicedo hizo la presentación de los proyectos para el Hotel, el Edificio

Ocho pisos y otros proyectos arquitectónicos a las autoridades del Chocó, presididas por el Gober-

nador militar, Miguel Ángel Arcos, durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.

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Figura 9. Maqueta del Hotel Citará, diseñado por Camilo Mayo C.19

Fuente: Archivo familiar de Miguel Ángel Arcos.

Ahora bien, buena parte de su actividad profesional descolló en el tema de la vivienda de bajo costo o económica, especialmente después de participar en los cursos del Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento —Cinva—, un proyecto creado por el convenio del gobierno colombiano con la oea en 1951, y que inició actividades en Bogotá en 1952. Como su nombre lo indica, se trataba de investigar y hacer trabajos experimentales para resolver problemas técnicos constructivos, con el fin de planear e intervenir en el problema de la vivienda en América Latina, tan en boga por aquellos años. Mayo Caicedo tenía alguna experiencia de diseño de viviendas como las de la Cooperativa Ferrocaja Ltda., en 1948 y 1949, o para la Caja de la Vivienda Popular del Dis-trito, en 1950. Luego se dedicaría a la búsqueda de materiales y tecnologías, de procesos constructivos, para la vivienda popular.

Aparte de su actividad profesional, tuvo su actividad académica como profesor de la Universidad Nacional de Colombia, precisamente en el área de la construcción, donde además fue Secretario de la Facultad de Arquitectura hacia 1954, y en la cual se jubiló en 1986. También en la Universidad La Gran Colombia, donde fue uno de los profesores fundadores de la Facultad de Arquitectura en 1951, de la cual participaron otros profesores de la Universidad Nacional; allí también fue profesor de construcción, y asimismo llegó al puesto de Secretario en la parte administrativa.

19. El hotel fue construido y funcionó como tal; y luego de múltiples reformas, hoy es sede de una

institución universitaria.

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En realidad se conoce poco de la obra de este arquitecto chocoano y, con la excepción del libro de Carlos Niño Murcia sobre Arquitectura y Estado, los demás libros canónigos de la historia de la arquitectura no lo incluyen. No se trata de un prejuicio sino de la falta de estudios espe-cíficos de orden regional y local, una gran carencia que se trata ahora de subsanar, para que de esta manera se pueda trascender al escenario nacional estableciendo el sentido real de su aporte. También es cierto que los propios coterráneos chocoanos poco lo han valorado, ni aquellos que reivindican a los héroes y pioneros étnicos. Curiosamente, el único homenaje, la poca memoria que lo recuerda, ha sido por parte de una aso-ciación cooperativa de profesores pensionados de la Universidad Nacional de Colombia, que le han puesto su nombre al hostal de su sede campestre. De ahí que se deba hacer un trabajo que reivindique su proceso social; pero, sobre todo, es necesario inventariar, evaluar y reconocer su obra; un reconocimiento que aún está por hacerse, obviamente dentro del canon arquitectónico y no desde el relativismo cultural. Pese a todo, Mayo Caice-do fue un pionero para la gente negra de Colombia, y en el surgimiento de la disciplina arquitectónica en el país.

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Fuentes documentales

Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia (Achun), Sección Facultad de Matemáticas e Ingeniería.

Archivo familiar de Miguel Ángel Arcos.

Biblioteca Luis Ángel Arango.

Bibliografía

Angulo Flórez, Eduardo. Cincuenta años de Arquitectura. 1936-1986. Universidad Na-cional. Bogotá: Asociación de Arquitectos de la Universidad Nacional, 1987.

González Escobar, Luis Fernando. Del Alarife al Arquitecto. El saber hacer y el pensar la arquitectura en Colombia 1847-1936. Santafé de Bogotá: Editorial OjoXOjo, 2013.

González Escobar, Luis Fernando. Luis Llach En busca de las ciudades y la arqui-tectura en América. San José de Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2004.

Ingeniería y Arquitectura, núm. 7 (1939).La Defensa, Medellín, 21 de febrero, 1947.Mosquera Rivas, Ramón. Recuerdos de un hijo de mineros. Medellín: Editorial

Difusión, s.f.Mayo Caicedo, Camilo. Entrevistado por Luis Fernando González Escobar.

Bogotá, mayo de 1992.Niño Murcia, Carlos. Arquitectura y Estado. Contexto y significado de las construcciones

del Ministerio de Obras Públicas, Colombia 1905-1960. Bogotá: Centro Edito-rial, Universidad Nacional de Colombia, 1991.

Pisano, Pietro. Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964. Bogotá: Uni-versidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas-Depar-tamento de Historia, 2012).

Revista del Chocó, Quibdó, núm. 1 (1928).