locvs amŒnvs cultura cortesana e imperio: el libro … · cién sometida provincia de nicaragua....

18
Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo Jesús Carrillo Castillo Universidad Autónoma de Madrid Ciudad Universitária de Cantoblanco 28049 Madrid Resumen Se analiza el proyecto de un temprano tratado sobre empresas escrito por el cronista real de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), tal como es esbozado en su incompleto Libro del blasón. El interés de Fernández de Oviedo por las empresas es puesto en relación con la cultura hispano-italiana en que se formó y con los modos de autorrepresentación caballeresca y cortesana en la época del imperio de Carlos V. Palabras clave: Renacimiento, empresas, España, Italia. Abstract Court culture an Empire: the Libro del blasón by Gonzalo Fernández de Oviedo The object of analysis is the project of an early treatise on Imprese by the Royal Chronicler of the Indies Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557) as sketched in his unfinished Libro del blasón. Fernández de Oviedo’s interest in the Imprese is explained as being the result of his contacts with both the Hispanic-Italian culture in which he was brought up, and the self-fashioning modes of knights and courtiers in the Imperial period of Charles V. Key words: Renaissance, impresse, Spain, Italy. LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 137-154

Upload: phamkiet

Post on 23-Sep-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 137-154

Cultura cortesana e imperio:el Libro del blasón,

de Gonzalo Fernández de Oviedo

Jesús Carrillo CastilloUniversidad Autónoma de Madrid

Ciudad Universitária de Cantoblanco28049 Madrid

Resumen

Se analiza el proyecto de un temprano tratado sobre empresas escrito por el cronista real deIndias Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), tal como es esbozado en su incompleto Librodel blasón. El interés de Fernández de Oviedo por las empresas es puesto en relación con lacultura hispano-italiana en que se formó y con los modos de autorrepresentación caballeresca ycortesana en la época del imperio de Carlos V.

Palabras clave:Renacimiento, empresas, España, Italia.

Abstract

Court culture an Empire:the Libro del blasón by Gonzalo Fernández de OviedoThe object of analysis is the project of an early treatise on Imprese by the Royal Chronicler of theIndies Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557) as sketched in his unfinished Libro del blasón.Fernández de Oviedo’s interest in the Imprese is explained as being the result of his contacts withboth the Hispanic-Italian culture in which he was brought up, and the self-fashioning modes ofknights and courtiers in the Imperial period of Charles V.

Key words:Renaissance, impresse, Spain, Italy.

Page 2: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

138 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

En 1528 Gonzalo Fernández de Oviedo, a lasazón veedor de la fundición de metales enTierra Firme, ejercía sus funciones en la re-

cién sometida provincia de Nicaragua. ContabaFernández de Oviedo cincuenta años de edad ycatorce de experiencia indiana y, posiblemente, es-taba considerando el instalarse definitivamente enLeón de Nicaragua, lejos de las intrigas del ambi-cioso gobernador general Pedrarias Dávila, quetiempo atrás casi le costaron la vida1.

Tras sendas estancias en la metrópolis en 1515y 1523, Fernández de Oviedo veía claro que su fu-turo no estaba en la nueva y competitiva corte im-perial donde, a su edad, no podía aspirar a ser másque un viejo cortesano de segunda fila. Conformepasaba el tiempo, Oviedo se daba cuenta de queAmérica era el destino final de su vida viajera.Durante su siguiente estancia en España, en 1532,incluso llegó a comentar, en una interesante inver-sión de la noción de normalidad climática, suimpaciencia por huir de los fríos inviernos caste-llanos y volver a su residencia caribeña2.

Pero aunque su vida y hacienda estuvieran yapor entonces en tierras americanas, el Viejo Mun-do aún podía ofrecer a Oviedo prestigio y famamediante el ejercicio de una actividad, la de escri-tor y cronista al servicio de la monarquía, que lehabía ocupado de un modo esporádico al menosdesde 1505 en que comenzara una genealogía delos reyes españoles para Fernando el Católico3. Sólodos años antes de la fecha en que nos situamos, en1526, Oviedo dejó publicado en Toledo un nove-doso tratado sobre la naturaleza indiana, el Suma-rio de la Natural Historia de las Indias (RemePetras, 1526), cuyo fin inmediato era apoyar sucandidatura como sucesor de Pietro Martired’Anghiera en el cargo de cronista real de Indias4.Pocos años después, en 1532, insistiría en su peti-ción entregando a la emperatriz una copia manus-crita del primer volumen del proyecto genealógicoque iniciara casi treinta años antes: el llamadoCathálogo Real de Castilla.

Entre ambas entregas Fernández de Oviedodecidía emprender un nuevo proyecto editorial. Nose trataba, sin embargo, de la descripción generalde la naturaleza americana que había prometidoal emperador en la introducción del Sumario, sinouna obra de muy distinto carácter: un magnotratado de heráldica en nueve libros del que sóloconservamos con seguridad los dos primerosvolúmenes:

[…] al presente de 1528 […] escrivo el presentelibro primo e nueva parte de todo el tractado quees en la cibdad de Nicaragua en la costa del sur omar austral a tres grados de la linea equinoccialdonde Pedrarias de Avila es Governador e capi-tán general de su majestad en la conquista destasgentes bárbaras e salvajes5.

Del primer volumen, que será el objeto centralde nuestro análisis, tenemos una copia del siglo XVII

en la colección «Salazar y Castro» de la Bibliotecade la Academia de la Historia bajo el título Libroprimero que trata del blasón de todas las armas ydiferencias dellas e de los escudos e diferencias queen ellas ay…6. Del segundo libro se conservan cua-renta folios de lo que aparentemente es un originalautógrafo de Fernández de Oviedo en la Bibliote-ca Universitaria de Salamanca, bajo el título de Li-bro segundo que tracta de las armas Appcas y delScto Padre y de las órdenes militares de Cavallerosi de las órdenes…7. Su contenido responde fielmenteal título, siendo reseñables sus ilustraciones,aparentemente de propia mano del autor, sus di-gresiones autobiográficas y las notas sobre acon-tecimientos contemporáneos. Además de estos dosvolúmenes, la biblioteca de la Academia de la His-toria de Madrid contiene en el tono C-24 de la co-lección «Salazar y Castro» un manuscrito del sigloXVIII que atestigua ser copia de un Libro de Linajesy Armas que escribió el Capitán Gozalo Fernándezde Oviedo y Baldes Chronista del Emperador Car-los V y de las Yndias, que bien podría ser otro vo-

1. Juan PÉREZ DE TUDELA, «Viday escritos de Gonzalo Fernándezde Oviedo», en Historia Generaly Natural de las Indias, Bibliote-ca de Autores Españoles, tomoCXVIII, Madrid, 1959, CVII.

2. Gonzalo FERNÁNDEZ DE

OVIEDO, Cathálogo Real deCastilla, Biblioteca del Real Mo-nasterio de El Escorial, ms. H-j-7, fol. 1.

3. Ibídem.

4. Fernández de Oviedo (1478-1557) recibió el nombramiento deCronista Mayor de Indias en1532, por el que se le encargabala recopilacion de datos relativostanto a la historia de los descu-brimientos y conquistas de los es-pañoles en América, como de lascostumbres de los indios y de lascosas naturales relevantes. Ver alrespecto el primer capítulo de mitesis The Representation of the Na-tural World in the Early Chroniclersof America: The «Historia Generaly Natural de las Indias» by Gonza-lo Fernández de Oviedo, Universi-dad de Cambridge, 1996.

5. Libro primero que trata delblasón de todas las armas… Bi-blioteca de la Academia de la His-toria, ms. 9/4023, fol. 9r.

6. El término francés blason fue uti-lizado en los siglos XII y XIII paradenominar el escudo y/o las figu-ras contenidas en él. En el siglo xv,el verbo blason se utiliza en el sen-tido de inscribir en términos herál-dicos. Blason también se usaba paraindicar la explicación o interpreta-ción de un escudo de armas. Ver, aeste respecto, Kristen LIPPINCOT,«The Genesis and Significance ofthe XVth century Italian imprese»,en Chivalry in the Renaissance, ed.por Sydney Angle, Woodbridge,1990, p. 49-76, p. 53. Martín deRiquer apunta que el verbo blaso-nar significaba en castellano «des-cribir un escudo con la terminolo-gía de la heráldica». Éste parece elsentido preciso en que Oviedo uti-liza el término al titular su Librodel blasón. Ver Martín DE RIQUER,Heráldica castellana en tiempos delos Reyes Católicos, Barcelona,1986, p. 220.

Page 3: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

139LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

lumen de este tratado. El manuscrito consiste enuna relación de apellidos españoles con la someradescripción de sus armas.

Es inevitable constatar el enorme contraste en-tre el contenido tan pronunciadamente europeodel que llamaremos desde ahora Libro del blasóny el escenario en que Oviedo emprendía la com-posición de la obra: un territorio selvático apenasinscrito en los mapas y sujeto a un violento pro-ceso de conquista militar. La distancia entre textoy experiencia muestra de un modo claro laimpermeabilidad del discurso europeo a la mate-rialidad del Nuevo Mundo, incluso en el caso deun participante directo en la empresa coloniza-dora. En estas circunstancias se diría que la escri-tura respondía a la urgente necesidad del autor deexorcizar el peligro de alienación derivado de vi-vir entre «gentes bárbaras y salvajes», anclándolevirtualmente en el centro de su propia tradición8.Esta paradoja es un temprano ejemplo de la eco-nomía discursiva que se ha venido a denominar«colonial».

La compleja cuestión de lo colonial no es, sinembargo, el tema de este estudio, ya que vamos a per-manecer en el lado europeo del espejo con el fin deanalizar, a través de estos textos, algunos aspectos dela sofisticada cultura de la corte española de iniciosdel quinientos y los modos de autorrepresentaciónque Oviedo propone para los caballeros que habíande liderar el nuevo imperio hispánico.

Civilité y CivilitasComo Oviedo se encargara de recordar a sus lec-tores en distintas ocasiones, la corte imprimía enaquellos que la habitaban una distinguible civilité,tal como define este término Norbert Elias: uncódigo de conducta dictado por el contacto socialen la corte que determinaría tanto las aparienciasexternas como el modo de autorrepresentación delos individuos9. Frente a aquéllos que, como frayAntonio de Guevara, veían en la corte la antítesisde la utopía aldeana estática y contemplativa a quedebía tender idealmente el imperio10, Oviedo en-contraba en el mundo cortesano de su tiempo elejemplo de sociedad activa donde los buenos po-dían ejercer y mejorar sus virtudes y condiciónmediante la conversación con los mejores y el ser-vicio al rey:

Algunos son de la opinión que en palacio aymal aparejo para esto, yo soy de contrarioparescer e especial los que en la Corte Realentran temprano porque allí no pueden dejarde conoscer las ventajas que ay de las virtu-des e los vicios y el valor y estimación y dife-rencia que ay de lo uno a lo otro. Allí losgenerosos son industriados y detenidos de talmanera que demás de su buen natural se me-

joran y aumentan es todo lo que en noblezay militar disciplina compete y tiene conver-sación con los mejores del reyno a los qualesimitandose hagan semejantes en sus obras11.

Y de nuevo:

[…] todos los primores y buena crianza en lacorte están y ella sóla es la escuela y principalcátedra de tal arte [cortesía] y entre los mismosseñores y cavalleros mucho es cosa de ver y denotar su conversación y afabilidad y la maneray respeto que tienen los unos a los otros y verquanto estudia cada qual por ser más humanoy cortés que el otro para ser más bien quistocon su rey y con todos12.

El mejor castellano no sería, para nuestro au-tor, el de Salamanca y su universidad, sino el más«conversable» que utilizaban los cortesanos paracomunicarse entre sí y con su señor. Del mismomodo, la ciudad de Valencia merecía ser distin-guida entre todas las de España como «arrabal»,o lugar más próximo al modelo cortesano, por elcultivo de los modos caballerescos y de la con-versación humana y afable entre sus habitantes13.Es más, cuando Oviedo quiso ensalzar a losconquistadores del imperio azteca les aplicó elapelativo de «cortesanos», jugando con el doblesignificado del apelativo aplicado a los seguido-res de Hernán Cortés14.

Este particular aprecio por la vida de corte tie-ne una clara raíz biográfica. Perteneciente a unainfluyente familia de escribanos y secretarios queestaba estrechamente vinculada a la monarquíaTrastámara, Oviedo había entrado con sólo treceaños a servir al hermano bastardo del rey Fernan-do, el duque de Villahermosa, siendo nombradoen 1493 mozo de cámara del joven príncipe donJuan, heredero de los Reyes Católicos, en cuyacasa permaneció hasta la prematura muerte de ésteen 149715. La pérdida de tan importante patrónllevaría al joven Oviedo a buscar fortuna en Ita-lia, donde sirvió sucesivamente en Génova, en lacorte milanesa de Ludovico Sforza, en Mantuajunto a Isabella d’Este, por toda Italia central enla corte itinerante y guerrera del cardenalGiovanni Borgia y su primo Cesare y, por fin, enla cámara del rey Federico de Nápoles hasta queéste fuera destronado en 1501 y Oviedo acompa-ñara al exilio a las dos reinas Juanas con quienesllegó de vuelta a Valencia en 150316. Desde ese añohasta su partida a las Indias en 1513 —e inclusodespués— Oviedo permanecería en la corte realejerciendo distintos oficios relacionados tanto conel oficio de escribano que le correspondía por tra-dición familiar, como con el servicio del jovenduque de Calabria, heredero de la corona deNápoles en el exilio, al que por orden de su tío el

7. Libro segundo que tracta de lasArmas Appcas y del Scto Padre yde las ordenes militares deCavalleros i de las ordenes sagra-das o que estan atribuydas y escostumbre propias armas e insig-nias, Biblioteca de la Universidadde Salamanca, ms. 359.

8. Michel de Certeau describe estafunción de la escritura en el pro-ceso colonial en la parte tercerade su ya clásico L’écriture del’histoire, París, 1975, cuandoaborda la figura del viajero calvi-nista Jean Léry. En su traduccióninglesa: The Writing of History,Nueva York, 1988, p. 212.

9. Norbert Elias, en el apartado pri-mero del capítulo segundo «Histo-ria del concepto de civilité», de Elproceso de la civilización. Investiga-ciones sociogenéticas y psicogenéticas,Madrid, 1987, p. 99-129. Sobre elorigen medieval de los códigos deconducta cortesanos, ver el estudiode José Antonio Maravall «La cor-tesía como saber en la Edad Media»,incluido en sus Estudios de Histo-ria del Pensamiento Español, Ma-drid, 1973, p. 275-285.

10. Ver al respecto el clásico artí-culo de José Antonio MARAVALL,«La visión utópica del imperio deCarlos V en la España de su épo-ca», en Carlos V (1500-1558). Ho-menaje de la Universidad de Gra-nada, Granada, 1958, p. 41-77. So-bre todo p. 42-59. Sobre laplasmación literaria de este tópicoen la época, ver, dentro de la am-plia bibliografía al respecto, los ca-pítulos «Le paradigme de la nature»y «Le mythe pastoral», de la obraclásica de Jacqueline FERRERAS LesDialogues Espagnols du XVIe siècleou l’expression litteréraire d’unenouvelle conscience, 2 vols., París,1985, vol. I, p. 222-246.

11. Batallas y Quinquágenas, ba-talla II, quinquágena II, diálogoXXXIV, dedicado al Caballero deCartagena. Biblioteca de la Uni-versidad de Salamanca, ms. 359,fol. 190r.

12. Batallas, batalla I, quin-quágena II, diálogo XXXVIII,Biblioteca del Palacio Real, ms.II-2604, fol. 38.

13. Ibídem.

14. Historia General y Natural delas Indias, libro XXXIII, cap.XX, vol. IV, p. 98.

15. Ver José DE LA PEÑA CÁMARA

en «Contribuciones documenta-les y críticas para una biografía deGonzalo Fernández de Oviedo»,Revista de Indias, 69-70, 1957, p.603-705, p. 631-40.

16. Oviedo dedicaría una volumi-nosa obra a narrar el ambiente cor-tesano del primer quinientos en Es-paña e Italia, las llamadas Batallas yQuinquágenas de las que tratare-mos más adelante. Con informaciónsacada de las mismas, Juan Pérez deTudela da cuenta bastante completade estos años de la vida de Oviedoen su estudio introductorio a la His-toria General y Natural de las In-dias ya citado.

Page 4: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

140 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

Rey Católico, Oviedo quedaría asociado durantelargo tiempo17.

Con frecuencia, el aprecio por la corte veníaexpresado en Oviedo con un marcado acento na-cionalista hispano, que se confundía a veces conlo castellano, e incluso con lo propio de Madrid,villa de la que Oviedo era originario. Aunque el«cortesanismo» militante de Oviedo fuera en granmedida interesado y revirtiera directamente en supropio estatus social como individuo carente deestirpe nobiliaria propia18, ello no resta interés alhecho de que Oviedo propusiera sistemáticamentela civilité cortesana como equivalente modernode la civilitas romana: una serie de principios decomportamiento que distinguían al ciudadano ro-mano del resto y fundamentaba tanto su superio-ridad cultural como la expansión del imperio. Enun momento en que desde posiciones encontra-das se buscaban modelos respecto a los que aco-modar la propia identidad individual y grupal den-tro del recién inaugurado régimen universalistade Carlos V, Oviedo propone la corte y los códi-gos caballerescos como escuela y espejo de con-ducta para la sociedad laica: militares y funciona-rios que habrían de regir el imperio19. A pesar deque el «cortesanismo» de Oviedo está elaboradosobre elementos firmemente establecidos en lamentalidad monárquica castellana del siglo XV yevita los componentes utópicos de otras propues-tas, no debe ser clasificado, sin embargo, comoexclusivamente «medievalizante» o reaccionario.El modelo defendido por Oviedo suponía la pos-tergación de cualquier otro valor o derecho aaquéllos adquiridos o demostrados por el indivi-duo en el ámbito cortesano o en el servicio al rey,incluso aquéllos de nacimiento propios de unasociedad aristocrática como la hispana. Tal comoOviedo manifiesta al hablar de la figura del secre-tario Miguel de Almazán, no era exclusivamenteel linaje sino el ejercicio de la virtud y su exterio-rización en la conversación y la cortesía lo quehacía destacar a un individuo sobre el resto:«Nobilitas est atque unica virtus, dice Juvenal: laúnica virtud es la nobleza. Non obstante que enlos pueblos mayor es el que más aparejo tiene parala combersación de los buenos para ser los hom-bres virtuosos y mejor ejercitados».20 En definiti-va, el individuo cortesano propuesto por Oviedocomo agente del nuevo marco sociopolítico im-perial se desmarcaba del rígido esquemaestamental preexistente.

Libros para el ImperioOviedo estaba dispuesto a enriquecer desde su ac-tividad literaria el imaginario de esta buena socie-dad cortesana que debía convertirse en el corazóndel imperio. El Libro del blasón no era en modo

alguno la primera obra de carácter cortesano y tonoimperial que Oviedo proyectara desde América.Entre su llegada a costas americanas en 1514 y suprimer viaje de vuelta a la metrópolis a fines delaño siguiente, Oviedo concibió la publicación deuna galería ilustrada de retratos de emperadores ypersonajes antiguos y modernos, similar a las quepondrían de moda más adelante Paolo Giovio yAndré Thevet21:

[…] un libro en que están al natural puestas lasfiguras de los emperadores romanos y muchaspersonas antiguas y algunas de griegos y otraspersonas señaladas modernas. Y debajo de cadafigura hay una copla que dice lo más notable decada uno y en frente de la otra hoja escrita ensuma su vida22.

La descripción de tal obra aparece en una carta deenero de 1517 que enviara el rey don Carlos al Con-sejo transmitiendo una petición de Fernández deOviedo, por cuenta del obispo de Badajoz y re-frendada por el joven secretario real de los Cobos.Gonzalo, que había vuelto de tierras americanascon el fin de informar contra la gestión del gober-nador Pedrarias, asistió a la muerte del rey don Fer-nando e inmediatamente partió hacia Flandes,como muchos otros, para rendir pleitesía al nuevorey23. En Bruselas le recibiría la princesa Margaritade Habsburgo, viuda de su patrón, el príncipe donJuan y tía del nuevo monarca, quien seguramenteapoyaría la solicitud de su antiguo servidor24.

Para la concepción de tan innovadora obra—que, desgraciadamente, nunca llegó a ver la luzdebido a las dificultades económicas que vivió trassu costoso y accidentado viaje a los Países Bajos—Oviedo pudo beber simultáneamente de varias tra-diciones literarias y figurativas. A diferencia de lascontrapartidas castellanas de las obras de Plutarcoy Valerio Máximo que habían elaborado Pérez deGuzmán y Hernando del Pulgar durante el sigloanterior, la obra de Oviedo era un libro de imáge-nes. Es posible que Oviedo tuviera conocimientode un manuscrito similar a la ricamente ilustradaGenealogía de los Reyes de España, una traduc-ción de la Anacephaleosis de Alfonso de Cartagenaque añadía a cada una de las biografías reales unelaborado retrato de cada rey con su atributo o enuna actitud que permitiera su identificación25. Éstau otra copia de la misma obra hubo de utilizar poraquellas mismas fechas cuando —según una cartade su protector, el secretario real Lope Con-chillos— Oviedo estaba dando los últimos toquesa una genealogía de la monarquía castellana26. Otroprecedente en el que Oviedo pudo inspirarse eranlas galerías de retratos heráldicos, como elborgoñón Grand armorial equestre de l’ordre dela Toison d’Or, compuesto hacia 1438 para Felipeel Bueno, bisabuelo del nuevo rey don Carlos. En

17. Oviedo menciona el dato acercade su nombramiento como servidordel duque en 1503 en su Relaciónde lo Sucedido en la Prisión del ReyFrancisco de Francia, BibliotecaNacional, ms. 8756, fol. 19r.

18. Sobre este tema, ver los estu-dios ya citados de José AntonioMARAVALL, «La cortesía como sa-ber en la Edad Media», p. 275-285. Sobre la implicación del es-tamento de los letrados en lamagnificación de la corte real, vertambién de MARAVALL, «La for-mación de la concienciaestamental de los letrados», Re-vista de Estudios Políticos, 70, ju-lio-agosto de 1953, p. 53-81.

19. Sobre la generalización de estepunto de vista en la España de laépoca, ver la obra de RaffaelePUDDU, El Soldado Gentilhom-bre. Autorretrato de una sociedadguerrera en la España del sigloXVI, Barcelona, 1984.

20. Batallas, batalla I, quinquágenaII, diálogo XV, Biblioteca Nacio-nal, ms. 3134, fol. 61v.

21. La obra de Paolo Giovio,Iscrittioni poste sotto le vereimagini de gli huomini famosi, fuepublicado en 1552; La obra deAndré Thevet, cosmógrafo realde los Valois, Le vrais portraits etvies des hommes illustres, grecz,latins et payens, recuilliz des leurstablaux, livres, medaillonsantiques, fue publicada en Parísen 1584.

22. Archivo General de Simancas,Libros de Cámara, lib., 37, fol.4v-5, citado por Vicente BELTRAN

DE HEREDIA en su Cartulario dela Universidad de Salamanca,1978, vol. II, nº 394, p. 399.

23. En el manuscrito conservadoen la Biblioteca Nacional, Pape-les Tocantes a los Reyes Católicos,probablemente redactado por elcronista real Galíndez de Carva-jal, se hace una crítica feroz deaquellas personas «las más dellasbaxas» que acudieron a Bruselasa comprar oficios y obtener be-neficios del nuevo rey y Conse-jo. Ms. 1763, fol. 66v-67r.

24. Oviedo recuerda en las Bata-llas haber visitado a la princesaMargarita en Bruselas. Batallas,diálogo sobre BernardinoManrique, Biblioteca de la Aca-demia de la Historia, ms. 4023,fol. 426r.

25. Alfonso DE CARTAGENA, Estaes la Genealogía de los Reyes deEspaña. Anacephaleosis. Bibliote-ca del Palacio Real, ms. II-3009.

26. Enrique OTTE, «Aspiracionesy Actividades Heterogéneas deGonzalo Fernández de Oviedo,Cronista». Revista de Indias, 71,1958, 9-61, p. 24.

Page 5: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

141LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

él, reyes y aristócratas de toda Europa aparecíanen sus cabalgaduras luciendo las armas de su casa yestados al modo caballeresco. Versado en la litera-tura nobiliaria como era Oviedo, es muy posibleque conociese alguna obra de este género que, se-gún apunta Michel Pastoureau, estaba muy en bogaen la España de la época27.

Sin embargo, el proyecto de Oviedo tenía unsabor clasicista ausente en los ejemplos anteriores.Cecil H. Clough ha apuntado que durante la se-gunda mitad del siglo XV los príncipes italianosgustaban de encargar la ilustración de series de bio-grafías imperiales con retratos sacados de mone-das y medallas antiguas. Uno de los ejemplos másnotables es la Vida de los últimos emperadores, atri-buida a Pisanello, que ya estaba en posesión de lafamilia Gonzaga en 1499, año en que Oviedo sir-viera a Isabella d’Este en Mantua28. En 1517, altiempo en que se cursó en Bruselas la petición deOviedo, se imprimió en Roma una obra de estascaracterísticas: las Illustrium Imagines de AndreaFulvius, que contenía más de doscientos retratosde personajes clásicos inspirados en medallas ymonedas de la antigüedad29.

En cualquier caso, se puede percibir en la opor-tunidad de la propuesta de Oviedo una clarasintonía con la imagen romanista que veníanpromocionando desde inicios de siglo tanto lamonarquía fernandina como el imperio habs-búrguico. Uno de los medios que Maximilianohabía utilizado más comúnmente para propagarsu imagen imperial era la illustración impresa.Gerhild Scholz-Williams ha señalado la intenciónde Maximiliano de encargar un Kaiserbuch —li-bro de emperadores— ilustrado30. Este proyectofue comenzado en 1504 con la colaboración delhumanista Conrad Peutinger y del grabador HansBurkmair, pero nunca llegó a concluirse31. Losgrabados del Arco Triunfal en 1515 y de laProcesion Imperial de 1522 formaban parte de estemagno programa iconográfico que Maximilianotampoco pudo ver acabado32. Johannes Huttichiusmaterializaría finalmente la fusión de la modaneoclásica procedente de Italia con la propagan-da imperial de los Habsburgo en su Imperatorumet Caesarum vitae cum imaginibus ad vivaeffigiem expressis, publicado en Estrasburgo en1525. Huttichius extendió la serie de los empera-dores romanos hasta su época, finalizándola conlos retratos de Maximiliano y sus nietos Carlos yFernando, éste último, futuro rey de Hungría yemperador de Austria tras la abdicación de suhermano33.

Durante ese mismo ínterim, y antes de vol-ver por segunda vez a América, Oviedo empren-dió, esta vez con éxito, la publicación de otraobra de marcado carácter caballeresco: el Librodel muy esforçado e invencible caballero de For-tuna, más conocida como el Claribalte, que pasa

por ser la primera novela escrita en América34.Esta novela de caballería en que se mezclabanlas convenciones del género con alusiones al pro-yecto imperial del recientemente nombrado reyde Romanos fue publicada en Valencia en 151935.

La habilidad de Oviedo para detectar los gus-tos literarios de los círculos cortesanos interna-cionales también se puede apreciar en la publi-cación de su primera obra de tema américano, elSumario, que vio la luz en 1526 durante su si-guiente viaje a la metrópolis. La aparición delSumario sucede a la primera tanda importantede obras impresas sobre el Nuevo Mundo, quese había iniciado con las tres primeras Decadasde Pietro Martire en 1518, seguidas por la Summade Geographia de Fernández de Enciso en 1519y por la publicación de las cartas de Cortés en-tre 1522 y 1525. El entorno cortesano y aristó-crata al que iban mayormente destinadas obrasde tal contenido en la primera mitad del sigloXVI viene confirmada por las referencias explíci-tas en la introducción del tratado de Enciso «alos varones de nobles corazones y progenies»36,o por el significativo hecho de que la carta deOviedo al cardenal Bembo sobre el crecimientodel río Marañón fuera seleccionada por GirolamoRuscelli para ilustrar el tipo de epístola que so-lían enviarse entre sí los príncipes37.

La distancia entre moda cortesana y propa-ganda imperial no era muy grande en 1526. ElSumario fue redactado y dedicado al emperadordurante los fastos de la reunión general de lasCortes castellanas en Toledo que ponían puntofinal a la tormenta de las Comunidades, y en unmomento de gran entusiasmo imperial por la vic-

27. Michael Pastoureau, en el es-tudio introductorio a la edicióndel Grand armorial. Chevaliersde La Toison d’Or. Portraitséquestres du XVème siècle, ed. porM. Pastoureau y Christian deMérindol, París, 1986.

28. Cecil H. Clough mencionatambién otro ejemplo del perio-do 1470-80, la ilustrada HistoriaAugusta de Suetonio, probable-mente relacionada también con elentorno de los Gonzaga, en«Chivalry and Magnificence inthe Golden Age of the ItalianRenaissance», en Chivalry in theRenaissance, Londres, 1990, p.24-47, esp. p. 40-41.

29. E. P. GOLDSCHMIDT, Theprinted book of the Renaissance,Amsterdam, 1966, p. 76

30. Este Kaiserbuch, como la obrade Oviedo, nunca vio la luz deldía. De G. SCHOLZ-WILLIAMS,The Literary World ofMaximilian I. An annotatedbibliography, St. Luis, 1982, p. 15.

31. Los grabados de Burkmairestán basados en la colección demonedas romanas de Peutinger.Ver el artículo de Josef Bellot:«Konrad Peutinger und dieLiterarisch-KünstelerischenUnternehmungen KaiserMaximilian», Philobiblon, 11,septiembre de 1967, p 171-190; yPeutingerstudien, de ErichKÖNIG, Friburgo, 1914, p. 43-60.

32. Gerhard BENECKE, MaximilianI (1459-1519), An AnalyticalBiography, Londres, 1982. Espe-cialmente el primer capítulo:«Man and Image».

33. GOLDSCHMIDT, op. cit. p. 76.

34. Daymond TURNER, «GonzaloFernández de Oviedo y Valdés: FirstSpanish-American Author», enStudies in Language and Literature.The Proceedings of the 23rdMountain Interstate ForeignLanguage Conference, 1977, p. 1-7.

35. Sobre el Claribalte, ver el in-cisivo análisis de Stephanie

MERRIM en «The Castle ofDiscourse: Fernández deOviedo’s Don Claribalte (1519)o «Los correos andan más que loscaballeros», Modern LanguageNotes, 91, 1982, p. 329-346. Laprincipal conexión de nuestroautor con la ciudad de Valenciaeran sus anteriores patronos, lasdos reinas viudas de Nápoles ydon Fernando, duque deCalabria, dedicatario éste últimode la obra. Aquel año de 1519Don Fernando sufría prisión enel castillo de Játiva debido a unaconspiración frustrada para recu-perar el trono de su padre. Ha-bía, sin embargo, una razón máspara elegir Valencia como lugar depublicación del Claribalte, ya queen 1519 la ciudad aún poseía elliderazgo en la producción edito-rial de novelas de caballería. Des-de la publicación del Tirant loBlanch (1490), primera obra deeste género impresa en España,muchos títulos vieron su prime-ra edición en la ciudad del Turia.Juan Viñao, impresor delClaribalte, había publicado dosaños antes el Libro del esforçadocaballero Arderique, uno de losejemplos más acabados del librocaballeresco en la Península.Philippe BERGER («A propos desromans de chevalerie à Valence»,Bulletin Hispanique, vol. 92, nº 1,1990, p. 83-101), ha interpretadoel uso dominante de una lengua noautóctona —como era el castella-no en la Valencia anterior a lasGermanías— en las novelas de estetipo como signo del creciente filo-castellanismo de las élites de la ciu-dad a quien se dirigían las nove-las. Sin embargo, es también muyposible que los impresores valen-cianos decidieran destinar su pro-ducción de obras de género caba-lleresco al más amplio mercadopeninsular, que, a comienzos delsiglo XVI, empezaba a leermayoritariamente en castellano.

36. Suma de Geografía, Sevilla,1519, introducción.

37. Girolamo RUSCELLI, Lettere diPrincipi le quali o si scrivono daprincipi o a principi o ragionan diprincipi. Libro primo, Venecia,1563.

Page 6: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

142 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

toria de Pavía y los preparativos de la boda deCarlos con Isabel de Portugal en Sevilla. No esdescabellado interpretar el Sumario y su descrip-ción de la exótica naturaleza americana como unintento de sumarse a la iconografía triunfal delnuevo imperio. Oviedo había sido testigo direc-to de todos estos acontecimientos durante laredacción del Sumario, tal como atestigua suRelación de lo sucedido durante la prisión deFrancisco I38. En este interesante relato Oviedodescribe con detalle la renovada fidelidad de laaristocracia hispana e internacional al proyectouniversalista de Carlos. La composición de untratado sobre historia natural, por tanto, no dis-taba ni en su público ni en su ideología del mag-no tratado de heráldica que Oviedo propusierados años más tarde desde Nicaragua.

El Primer libro del blasón:primer tratado de empresasen España

Si el valor universal que da Oviedo a los códigosde representación caballeresca y cortesana explicala aparente paradoja de encontrar un tratado deheráldica escrito en la selva nicaragüense, su carre-ra editorial, siempre atenta a experimentar con gé-neros novedosos, proporciona el contexto de unaobra que desborda las convenciones de este tipode literatura en España. Al proponer un tratadoque pusiera orden en el cada vez más generalizadouso de los signos heráldicos39, Oviedo se sumaba alas preocupaciones de su más joven contemporá-neo, el historiador, arqueólogo y humanista Anto-nio Agustín, quien, en su Libro de armas y linajesy en su Diálogo de armas y linajes, intentaba reglaruna práctica en la que, según sus palabras, «Ay cadadía tantos abusos especialmente en España»40.

Sin embargo, y como ocurre con otros textosde Oviedo, el Libro del blasón se desmarca por uncarácter vivencial y un espíritu práctico que noencontramos ni en la obra de Agustín ni en otrasde su género. Oviedo hace de su testimonio direc-to y de su experimentada opinión la guía principalde la obra oponiéndo su autoridad personal a la delos textos franceses y latinos con que Agustín res-paldara sus argumentos41. De este modo, la clasifi-cación de las doce formas de escudo con queOviedo abre el Primer libro del blasón: «Doce ma-neras de escudos que están en constumbre entrelos cavalleros xpanos, he aún entre los antiguosgentiles, según lo testifican los hedificios, he arcostriumphales, he otras antigüedades pintadas e es-culpidas he escriptas»42, aparece como la narraciónen primera persona del recorrido de un arqueólogo,esteta y experto en protocolo por las cortes espa-ñolas e italianas. Desde su experiencia y su juicio

de buen cortesano, Oviedo se permite corregir demodo sistemático la tradición libresca.

El capítulo central de este Primer libro se ofre-ce como una guía para la casi infinita combinatoriade los elementos naturales y sobrenaturales queforman parte del complejo lenguaje simbólico dela heráldica:

Para conseguir el comentado propósitoconbiene especificar he dar noticia particular delos metales del oro he plata, de las cinco colo-res que según estilo de armas se usan en todogénero dellos he para esto conbiene que sedigan he declaren de qué calidad es cada cosade aquestas e a que planeta e complesión es de-dicada he sobre que género de hombres a sudominio, en las piedras preciosas quales le sonatribuidas, e que elementos o signos conbienena su proporción he influencia e que animales heplantas he aves, hen que cielo el tal planetatiene su asiento he en que signo hace su exalta-ción, he qual metal ha por sí, he que día de lasemana se aplica, he que angel es el que tal díade la semana tiene a su protección43.

Si bien Oviedo no concede en este largo capítuloun significado unívoco a cada uno de los elemen-tos que se combinan en un escudo, sí parte de labase de que todos los componentes de la creación:los colores, las formas, los animales, las plantas, losminerales, los astros, las constelaciones y los ánge-les poseen un contenido simbólico de acuerdo consus propiedades que los hace naturalmente com-patibles o incompatibles, convenientes o inconve-nientes para ser conjugados entre sí44. La prolijacasuística y el gran número de recomendacionesque Oviedo ofrece en este capítulo tienen comoobjetivo evitar el error y la disarmonía derivada deignorar los principios de conveniencia inherentesa las cosas. La naturalidad y el decoro eran paraOviedo especialmente importantes tanto en cuan-to que las armas eran, ante todo, el signo de la legi-timidad del linaje de cada noble o familia.

Esta ratio, a la vez natural y práctica, es com-parable a la que Oviedo intentara desentrañar enel aparente caos empírico de la naturaleza ameri-cana en su obra más famosa: la Historia general ynatural de las Indias. Pero, a pesar de este princi-pio racional común, Oviedo tenía clara la netaseparación entre el registro empírico-naturalistapropio de la Historia natural y el simbólico-herál-dico del Libro del blasón. A propósito del «oro»,Oviedo quiso dejar claro que aunque él sabría de-cir mucho al respecto del preciado metal tras suexperiencia en Indias, existía otro lugar, que no untratado de heráldica, para ocuparse de los aspectosno estrictamente simbólicos: «pero porque en estamateria (del oro) yo podría ablar más largo comohombre avisado en Yndias, no quiero derramarme

38. Esta obra, de la que se conser-va una copia manuscrita en la Bi-blioteca Nacional de Madrid (ms.8756), contiene la descripción delos acontecimientos que presen-ciara Oviedo en la corte entre1525 y 1526, principalmente lareunión de cortes en Toledo, lanoticia de la victoria imperial enPavía, la prisión del rey de Fran-cia en Madrid y las bodas impe-riales en Sevilla.

39. A este respecto, ver especial-mente Martín DE RIQUER, op. cit.;también Alfonso DE CEBALLOS,«Novedades y cambios en la he-ráldica castellana del siglo xv», enLas Armerías en Europa al comen-zar la Edad Moderna y su proyec-ción en el Nuevo Mundo, ed.Faustino Menéndez Pidal deNavascués, Madrid, 1993, p. 81-89. Por el editor de éste, «La ar-merías medievales y modernas¿recuerdo del pasado?», Revistade Dialectología y Tradiciones Po-pulares, tomo L, cuaderno segun-do, 1995, p. 83-105.

40. Antonio AGUSTÍN, Libro deArmas y Linajes y Antigüedadescuriosas, así de España y de su no-bleza como de otros puntos delmundo, (1525c), Biblioteca de laAcademia de la Historia, ms. Z-27. La cita procede del manuscri-to de Diálogos de Armas y Lina-jes de don Antonio Agustín, Bi-blioteca de la Academia de la His-toria, 9/265, fol. 5v. Este fragmen-to no está contenido en la ediciónque Gregorio Mayans i Siscar pu-blicara en 1754.

41. Ibídem.

42. Libro primero…, fol. 3r.

43. Ibídem, fol. 8r. Sobre lasimbología de formas, colores yanimales aplicada a la heráldica,ver especialmente la obra deMichel PASTOUREAU, Figures etcoleurs. Etudes sur la symboliqueet la sensibilité médiévales, París,1986.

44. En este sentido puede aplicar-se a Oviedo la noción deconvenientia que Michel Foucaultapuntara como claveepistemológica del siglo XVI euro-peo en «Las cuatro similitudes»,Las palabras y las cosas: una ar-queología de las ciencias humanas,Madrid, 1974, p. 26-34.

45. Libro primero…, fol. 8v.

46. Sobre la moda de manuales yguías y la tendencia de codificar yestandarizar cualquier actividadque siguió a la expansión de la im-prenta en el siglo XVI, ver especial-mente el capítulo segundo de la yaclásica obra de ElisabethEISENSTEIN, The Printing Press asan Agent of Change, 2 vols.,Cambridge, 1990.

Page 7: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

143LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

ni decir del oro más de lo que se viere a propósitode las armas»45.

Además de este original planteamiento gene-ral, el Primer libro del blasón ofrecía otra novedaden el capítulo XXIX cuyo estudio nos va a ocupara partir de ahora: el proyecto de un completo tra-tado de empresas. La tendencia observada durantela primera década de la imprenta de producir guíasy manuales para las actividades más obstrusas eintrincadas46 proporciona el contexto para el in-tento de Oviedo por reglar una de las manifesta-ciones más distintivas del individualismo cortesa-no: las llamadas imprese o empresas y que Oviedodenomina «divisas» o «invenciones».

Michel Pastoureau y Kristen Lippincott handescrito el modo en que la imagen heráldica, con-cebida originalmente como modo de identificar elestatus y el origen de un aristócrata según un códi-go claro y universal, fue objeto de una evolución alo largo del siglo XIV en la que su inteligibilidad fuerestringiéndose a la vez que se iba incrementandoel grado de personalización de sus significados47.Esta transformación sería paralela a la crecientecomplicación y sofisticación de los códigos de com-portamiento en el paso del guerrero o caballerofeudal al cortesano que, como apunta Elias, fueacompañada de una creciente psicologización delas relaciones entre individuos y de los modos deautorrepresentación personal y grupal48. El resul-tado de esta evolución sería la «divisa» o «empre-sa»: una figura frecuentemente acompañada de unasentencia o lema mediante la cual un caballero, enprincipio, y más tarde también damas e intelectua-les, representaban y expresaban su personalidad enel teatro de la corte y la guerra.

Aunque las versiones más tempranas de empre-sa datan del siglo catorce en Francia, Borgoña yFlandes, no sería hasta comienzos de la siguientecenturia cuando pasaron a ser una práctica comúnentre las élites italiana y española49. Aunque la afir-mación de Paolo Giovio acerca de que la moda deusar empresas había pasado a Italia con las tropasfrancesas de Luis XII hacia 1500 no puedainterpretarse literalmente, su testimonio debe to-marse al menos como evidencia del fuerte influjofranco-borgoñón en los usos caballerescos y cor-tesanos de Italia y de España durante el paso delXV al XVI. Kristen Lippincott ha defendido convin-centemente que, a diferencia de los emblemas quenacieron a partir de su codificación por Alciato,no existió una regulación precisa para la composi-ción de empresas hasta la segunda mitad del sigloXVI, cuando ya había pasado la edad de oro del gé-nero50. Sin embargo, la aparición del texto deOviedo veinte años antes de que se publicaran losprimeros tratados sobre la materia de Paolo Giovio(1555) y Girolamo Ruscelli (1556), obliga a revisarla hipótesis de Lippincott y nos lleva a prestar aten-ción al contexto particular en que Oviedo produjo

su obra51. Es importante tener en cuenta, el hechode que el Libro del blasón antecede también en tresaños al Emblematum Liber, de Andrea Alciato(1531), dejando clara la independencia que tuvie-ron, al menos inicialmente, los intentos de codifi-cación del uso de empresas respecto al éxito de laliteratura impresa sobre emblemática que inaugu-ra la obra de Alciato52.

En el folio 33 del manuscrito de la Academiade la Historia, Oviedo ofrece una serie de reglasen que los términos divisa e invención aparecenestrechamente asociados a los usos de la heráldica:

En lo que toca a las divisas o ynvençiones […]las quales cada uno puede tomar según suproposito con tanto que otro no la traiga por-que no se sufre en cortesía, ni es de autoridadni premio al que lo toma seyendo por otro usa-da; porque paresce que de sí no tuvo abilidadni entendimiento por allar alguna ynvençiongentil que significase la paz o la guerra o amoro estado e causa porque tal cavallero la pone hetrae en su torneo de armas o en sus edificios odonde le paresce conviniente. He suelense po-ner estas divisas en los costados de los escudosfuera dellos con una letra que determine su sig-nificación e algunas veces acierta a ser tal la di-visa o ynvençion de no haya menester letra; heque del nombre solamente o significado dellase comprende la causa he motivo del que la trae;pero donde se pone letra u mote que hes mexoren este caso he que no sea villançico o cancioncomo muchas veces hacen por ynadvertencia[…] al proposito de las divisas lo mas breve heslo mejor he si se pudiese en una palabra demos-trar la significación he misterio muy mas lindacosa es he de mas yngenio asi como se vido enaquella divisa del Catolico rey Fernando V detal nombre de gloriosa memoria que con el yugohe coyundas cortadas decia tanto monta […]he tornando a nuestro proposito las divisas hande ser de lindas ynvenciones he de graves heautorizadas sentencias o significados he sustan-ciales letras o notas53.

Una divisa, de acuerdo con la prescripción deOviedo, debía ser exclusivamente personal y ori-ginal, «gentil» y demostrar el ingenio y la erudi-ción de su portador. La función principal dela combinación de imagen o «ynvención», por unlado, y de «letra» o «mote», de que consistíanormalmente la divisa, era el comunicar un«mysterio» o «significación» que indicaba laintención o ideal con que se indentificaba suposeedor. Por medio de una trama más o menoscompleja de símbolos y referencias literarias, el«mysterio» se refería a algún episodio o circuns-tancia biográfica, normalmente relacionada con lostemas caballerescos del amor y la guerra. Si la

47. Sobre este tema, ver el artículode Kristen LIPPINCOTT ya citado,p. 50-51 y 61; Michel PASTOUREAU,«Aux origines d l’embleme: la crisede l’heraldique Europeenne auxXVe et XVIe siecles», en Emblemset devises au temps de laRenaissance, ed. M. T. Jones-Davies, París, 1981, y del mismo,«La naissance de la médaille: Leproblème emblématique», Revuenimismatique, vol. XXIV, 1982, p.206-221. Ver también los estudiosclásicos de Robert KLEIN, «Lathéorie de l’expression figuréedans les traités italiens sur lesimpreses, 1555-1612», enBibliothèque d’humanisme etRenaissance, XIX, 1957, p. 320-42,republicado en R. KLEIN, La for-me et l’intelligible, ed. A. Chastel,París, 1970, p. 125-150; y D.RUSSELL, The Emblem and Devicein France, Lexington, 1985.

48. Stephen Mennel ha hechoénfasis en las consecuencias«psicogenéticas» y de auto-rrepresentación subjetiva quetuvo la expansión de los códigoscortesanos analizada por Elias.Ver Norbert Elias Civilizationand he Human Self-image,Oxford, 1989, p. 101.

49. Seguimos en esta cronologíael estudio de Alfonso CEBALLOS-ESCALERA, «Las divisas en la he-ráldica castellana del siglo xv», enHidalguía, año XXXIII, nº 192,1985, p. 665-688, p. 666. KristenLippincott ha señalado el ojo ala-do de Leon Battista Alberti y lamedalla que Pisanello hiciera paraLeonello d’Este como las prime-ras imprese italianas de las que seconservan ejemplos materiales.Ambas pertenecen a 1438-1444 yal ambiente arqueologista de lasciudades del centro-norte de Ita-lia. Op. cit., p. 66.

50. Karen LIPPINCOTT, op. cit., p.50-51.

51. Les Devises héroiques, deClaude Paradin, Lyon, 1551, es laprimera compilación de empresasde personajes ilustres pero sin darninguna guía para su composción.La obra de Paolo Giovio fue escri-ta probablemente hacia 1550.Girolamo Ruscelli, Discorso […]intorno all’invenzioni dell’imprese,Venecia, 1556.

52. Viri clarissimi D. AndreaAlciati Iurisconsultiss. Mediol. adD. Chonradum PeutingerumAugustanam, IurisconsultumEmblematum liber, Augsburgo,1531. La temprana fecha del tra-tado de Oviedo añade un nuevoelemento al debate sobre la posi-ble influencia de la obra de Alciatien la regulación del género de laempresa en la segunda mitad delsiglo XVI.

53. Libro del blasón, fol. 33v.

Page 8: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

144 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

«ynvención» había de poseer valor estético —ser«linda»—, las «sentencias» habían de dejar clara lapertenencia a la élite y la distinción personal dequien la ostentaba. Los principios de individuali-dad, belleza e ingeniosidad subrayados por Oviedoen esta somera lista de recomendaciones son cier-tamente vagos si los comparamos con las cinco re-glas que da Giovio en su Dialogo dell’impresemilitari et amorose54. Sin embargo, y a pesar de queposiblemente no pretendiera un grado de regula-ción tan preciso como el de Giovio, hay que teneren cuenta que las directrices apuntadas por Oviedoen el manuscrito de la Academia eran solamente elanticipo del último libro del tratado que pensabadedicar en exclusiva a este género. Este libro nove-no estaba planeado, como lo iban a estar los diálo-gos de Giovio años después, como un repertoriocasuístico de empresas de personajes famosos re-producidas y explicadas: «[…] en el libro novenoque hablo de dichas divisas he ynvenciones que tuveen la memoria se veran algunos muy sotiles, lasquales pues en el dicho libro no por orden sinoacaso como ocurrieron a la memoria, ocurre el cu-rioso quando verlo quisiere»55. Desgraciadamen-te, tal libro noveno nunca llegó a escribirse o, comoveremos, no lo fue al menos en la forma en quehabía sido concebido originalmente en 1528.

Oviedo no iba a mencionar en ninguna obraposterior su frustrado proyecto heráldico, comotampoco lo hiciera con su novela de caballería elClaribalte. Ello puede ser debido al desprestigioque sufrían contemporáneamente los libros de ar-mas en general del que Oviedo mismo se haría eco,a pesar de que no estuviera totalmente conforme:

Aunque algunos se burlan de los libros de ar-mas, no son del todo malos […] yo tengo unlibro destos de armas y digo os que ha más decinquenta años y hase andado conmigo por mary por tierra todo este tiempo que os dige, y yohe acrescentado hartas cosas en él de más ar-mas que no tenía cuando vino a mi poder56.

Fernández de Oviedoy el mundo de las empresasEn 1528 el mundo de las empresas no era en modoalguno una novedad en la península Ibérica. En susescritos autobiográficos Oviedo mismo nos infor-ma frecuentemente de la utilización de empresaspor los caballeros asistentes a fiestas, juegos y tor-neos como los que tuvieron lugar en Barcelonadurante la estancia de los Reyes Católicos en la ciu-dad en 149357. Alfonso de Ceballos-Escalera yFrancisco Rico han documentado extensamente lacontinuidad en la utilización de divisas en el ámbi-to caballeresco castellano durante el siglo XV58. Porsu parte, en su Arte en Valencia, 1472-1522, Mi-

guel Falomir da cuenta del importante papel con-cedido a los emblemas personales en los monumen-tos funerarios de los caballeros valencianos de lasegunda mitad del siglo XV. Éstos, como el héroenovelesco Tirant lo Blanc, acostumbraban a ador-nar sus tumbas con los signos de su fama guerreray su naturaleza aristocrática59.

Alfonso Ceballos-Escalera propone una netadistinción entre la divisa medieval, que él definecomo «emblema o señal que se coloca externa-mente en un escudo de armas, consistente en unafigura acompañada o no de una breve y expresi-va sentencia»60, y la más tardía y «renacentistaempresa», que ya no sería una «verdadera formaheráldica», pues «no acompaña y completa a unescudo de armas», «suele ser más elaborada ycomplicada» y «tiene un caracter filosófico-mo-ral acentuado»61. No nos parece conveniente ma-nejar aquí, sin embargo, una distinción que noreconocieron ni Giovio, quien recogió bajo elnombre de empresa figuras que Ceballos-Esca-lera considera entre las divisas, ni tampocoOviedo, quién denominó divisas a «invenciones»de gran complejidad conceptual que en nada des-merecían a las «empresas» tratadas por Giovioaños después. La distinción terminológica debeser revisada desde el momento en que cuandoOviedo habla expresamente de «empresas» lohace para designar un tipo de invención de claraprocedencia francesa cuya especificidad no pro-venía de su mayor o menor complejidad concep-tual, sino del hecho de servir de divisa en los tor-neos caballerescos:

ALC/Un cavallero francés vino a España conuna empresa e dezía quel cavallero hijodalgoque se la tocase vía de correr con él dos lançascon puntas de diamantes […] SER/ Dezidmequé cosa es esa empresa que se han de tocar.ALC/ Yo he visto ya dos caballeros con em-presas. El uno trahía un hilo pequeño de unacadenica de oro, e colgado della un anjllo quedezía él que le avía dado una gentil dama. Elotro trahía del cuello una çinta de seda moradae colgando della una medalla de oro en queestava un rretracto de una dama al natural quedezía ser aquella en cuyo servicio andava […]SER/ Yo lo he entendido, e no me parece muycathólico, ni aún dino, de se permitir porqueandan en peligro las almas desos cavalleros delas empresas, e aún de los que a ellos salen.

En el Libro del blasón no se acusa ninguna con-tradicción entre uso heráldico y contenido concep-tual en las divisas, sino más bien una continuidadcuya naturaleza ha puesto de relieve FernandoRodríguez de la Flor62. Dicha continuidad debe-mos buscarla en los complejos torneos literariosque disputaban caballeros y damas en las cortes de

54. Dialogo dell’Imprese militariet amorose di monsignor GiovioVescovo di Nocera et del S.Gabriel Symeoni Fiorentino. Conun ragionamento di M. LodovicoDomenichi, nel medesimosoggetto in Lyone 1574, con in-troducción de Stephen Orgel,Nueva York, 1979.

55. Ibídem, fol. 35v.

56. Batallas, batalla II,quinquágena III, diálogo XLVI,sobre Luis Carrillo de Albornoz,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 717.

57. Ver especialmente la descrip-ción de las fiestas, torneos y jue-go de cañas celebrados en Barce-lona en 1493 en la batalla I,quinquágena III, diálogo XL, so-bre Luis de Torres, Biblioteca dela Academia de la Historia, 9/5387, fols. 254r-255v.

58. Alfonso DE CEBALLOS, op. cit.,y Francisco RICO, «Un penachode penas: De algunas invencionesy letras de caballeros», en Textoy Contextos. Estudios sobre lapoesía española del siglo XV, Bar-celona, 1991, p. 189-230.

59. Miguel FALOMIR, Arte en Va-lencia, 1472-1522, Valencia, 1996,p. 354-365. Se mencionan los ca-sos de los caballeros Guillem Ra-món de Borja, Baltasar Sorell yMossen Francí Aguilar.

60. Alfonso CEBALLOS-ESCALERA,op. cit., p. 666.

61. Alfonso CEBALLOS-ESCALERA,op. cit., p. 688.

62. Fernando RODRÍGUEZ DE LA

FLOR en «Los contornos del em-blema: del escudo heráldico a ladivisa y la empresa», capítulo se-gundo de Emblemas: lecturas dela imagen simbólica, Madrid,1995, p. 78-107.

63. Colbert I. NEPAULSINGH, en suintroducción a El dezir de las sie-te virtudes, de Micer FranciscoImperial, Madrid, 1977, p. LIII.

64. En este sentido, ver las inven-ciones del poeta Pedro deCartagena (1456-1486) recogidasen el «Cancionero Castellano delsiglo xv», en Biblioteca de AutoresEspañoles, vol. XXII, editado porR. Folché Delbosc, p. 509-535. Laobra en siete volúmenes El Can-cionero Castellano del siglo XV, deBrian Dutton, Salamanca, 1991,ofrece multiples evidencias del éxi-to de las invenciones en la poesíacortesana castellana de la época.Respecto a la «novela sentimental»,existe una amplia bibliografía reco-gida por Keith WHINNOM en TheSpanish Sentimental Romance1440-1550; a critical bibliography,Londres, 1983.

Page 9: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

145LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

los siglos XV y XVI, y nos viene dada por el mismotérmino invención que Oviedo utiliza para deno-minar a la figura que compone la divisa. Proceden-te del ámbito de la retórica, la invención está clara-mente vinculada al campo de la creación poética y,más concretamente, a uno de los géneros más co-munes de la lírica cancioneril castellana del sigloXV. Según Colbert I. Nepaulsing invención era, ate-niéndose a su uso en las rúbricas de Alfonso deBaena, «un recurso original, ingenioso y sutil, des-cubierto no por casualidad, sino por muchos es-fuerzos y aplicado […] a la poesía en lengua ro-mance»63. Las recopilaciones de poesía cancionerilcastellana a nuestro alcance y la llamada «novelasentimental» dan abundantes testimonios de lapráctica de componer y comentar invenciones enverso entre los poetas caballeros y damas del sigloXV64. De hecho, el Cancionero general de Hernandodel Castillo (Valencia, 1511) iba a dedicar un capí-tulo especialmente a la recopilación de las más fa-mosas de estas invenciones.

Aunque Oviedo no es excesivamente consisten-te ni preciso desde el punto de vista filológico, noparece referirse con el término invención exclusi-vamente al elemento figurativo aislado, sino a sufunción como tropo o metáfora poética de un con-tenido conceptual. En este sentido, las divisas deOviedo eran verdaderas «invenciones» según la de-finición anteriormente dada al género literario.

Las múltiples anédotas que Oviedo relata acer-ca de su experiencia en los ambientes cortesanosen las extensísimas y en parte inéditas Batallas yQuinquágenas (1535-1552c) nos ofrecen uno delos testimonios más ricos de la vida cortesanaitalo-española de comienzos del quinientos65. Esimportante resaltar el hecho de que gran parte dela información que nos transmite Oviedo acercade su actividad personal en tales círculos tiene quever, de un modo u otro, con la producción de em-presas o similares. Ello se inicia durante su etapaal servicio de los Reyes Católicos, quienes, comoha documentado Rafael Domínguez Casas, habíanasumido las divisas y empresas como elementossignificativos de su lenguaje de poder66. En 1496,cuando aún trabajaba como mozo de cámara delpríncipe don Juan, Oviedo recuerda haber dise-ñado y cortado con las tijeras una cifra con lasiniciales de la prometida del príncipe, doña Mar-garita de Habsburgo, con la que el heredero que-ría decorar un broche. La cifra o monograma esuna figura caprichosa y decorativa hecha del en-trelazado de letras iniciales sin un significado apa-rente que pertenece al mismo ámbito conceptualy cultural de las empresas:

Yo incado de rodillas de la otra parte de la mesay dibuxando ciertas letras que el príncipe memandava y por que yo no le entendiese el nom-bre que quería que pusiese en una zifra

decíamelas desordenadas de forma que nosonare pero aunque era secreto el encuentro desu matrimonio, cai luego que quería que la ci-fra dixese Margarita y puse este nombre y muya su placer y como se satisfizo de la zifra queestava en letras antiguas mayúsculas Latinas yde muy buena gracia […] entonces díxome suAlteza, guardad los papeles y para quando yovenga mañana de caza tenme dibuxadas otrascinco o seis maneras de esa cifra para que esco-jamos la que mejor fuere para que se haga lue-go una gentil chapera de oro a martillo67.

La participación del joven Oviedo en las cortes másflorecientes de Italia (1499-1503) estuvo estrecha-mente vinculada a su gran habilidad en el diseño yconfección —mediante un sorprendente uso de lastijeras— de las invenzioni ideadas por los poetasde corte, los nobles o el príncipe mismo. El casode Oviedo no era aislado. Como comenta Francis-co Rico, «escultores, pintores, poetas, músicos,orfebres, todos, en efecto, debían sujetarse a pare-jas servidumbres»68. Su habilidad para convertirestos juegos conceptuales en patrones decorativosaptos para ser aplicados a bordados, reposteros,joyas y arneses parece haber justificado su empleoy permanencia en las cortes principescas duranteaquellos años. Al describir en las Batallas su acti-vidad en la corte napolitana del rey Federico, en1500 Oviedo manifestaba:

[…] tuve un poco de espíritu e acertar a orde-nar una linda chapera y boradadura y una guar-nición de un caballo o mula. Estuvo contentoel principe y despues el rey Fadrique con elloporque ambos fueran inclinados a se vestir etraer bien aderezados e galanamente sus perso-nas y como allavan algún aparexo en mis servi-cios en esa su inclinación en ambos y cada unode esos príncipes perdí mucho en perderlos69.

Las noticias más tempranas que nos da Oviedo alrespecto proceden de su estancia en la corte deLudovico Sforza en 1499, donde había llegado pro-cedente de Génova tras el paso de la república ligural bando francés. De acuerdo con lo recogido en eldiálogo de las Batallas dedicado a BernardinoManrique, el joven Gonzalo fue requerido porLudovico el Moro para diseñar y cortar la nota-ción musical de un «motete de canto de órgano»,que le servía como empresa personal. Oviedo notuvo la modestia de ocultar que su habilidad en esay otras obras le mereció el aplauso del granLeonardo da Vinci:

Corté en Milán el año 1499 un motete de cantode órgano pintado a quatro voces con las armasdel duque que era a la sazón el señor LudovicoEsforza que por otro nombre lo llamaban el

65. Batallas y Quinquágenas(1535-1552c), Juan BautistaMuñoz, cosmógrafo real a fina-les del siglo XVIII, recuerda habervisto los dos grandes volúmenesdel manuscrito en la bibliotecaColegio de Cuenca de Salamanca.Uno de dichos volúmenes perma-nece hoy en la Biblioteca Univer-sitaria de Salamanca (Bibliotecade la Universidad de Salamanca,ms. 359), mientras que el segun-do está en la Academia de la His-toria (Biblioteca de la Academiade la Historia, 9/5387). Existen almenos cuatro copias parcialesmanuscritas: dos en la BibliotecaNacional de Madrid (mss. 3134-3135), una en la Academia de laHistoria (ms. 9/4023) y otra en laBiblioteca del Palacio Real deMadrid (ms. II-2604). Juan Pérezde Tudela editó en 1983 una se-lección de diálogos previamentetranscritos por José AMADOR DE LOS

RÍOS: Batallas y Quinquágenas, Ma-drid, 1983. Juan Bautista AVALLE

ARCE, tras prometer una edicióncompleta en «Fernández de Oviedo,biógrafo inédito. Muestras de unaedición», Anuario de Letras XVIII,1980, 117-163, publicó la edición delmanuscrito de Salamanca: Batallasy Quinquágenas, Salamanca, 1989.

66. Rafael DOMÍNGUEZ CASAS, Ar-tistas, Residencias, Jardines y Bos-ques, Madrid, 1993, p. 672-700.

67. Batallas, batalla I, quinquágenaII, diálogo VII, sobre JuanVelázquez de Cuellar, Bibliotecade la Academia de la Historia, ms.9-5387, fols. 83v-84r.

68. RICO, Francisco. p. 190.

69. Batallas, sobre BernardinoManrique, Biblioteca de la Aca-demia de la Historia, ms. 9/4023,fol. 427r.

Page 10: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

146 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

moro el qual maravillado de la sotileza de aque-lla obra quiso verme cortar en su presencia.Corté todo lo que quiso mandarme e maravi-llándose de lo que era preguntó a su grande pin-tor y escultor llamado Leonardo de Vince queera en su arte según algunos dezían único enYtalia que qué le parescia lo que yo hazía y elLeonardo dixo, crea vuestra excelencia que estoes la cosa del mundo que asta oy yo he visto deque más me aya maravillado. Y si no se lo vieracortar yo no creyera que hombre podía hacercosa tan sutil con sólas las tijeras y sin dibuxoalguno más de solamente a memoria mental mo-ver las manos entonces dixo el duque si «questoespañol fu ora al tiempo de quey antichi romanifuora laureato per dio delle forteczie […]70.

La triple combinación de lo visual, lo musical ylo literario en la empresa del duque era un tour deforce que ya había usado la cuñada de Ludovico,Isabella d’Este, en su Impresa delle pause, consis-tente en un una frase musical con una distribuciónsimétrica de notas71 y el hermano de ésta, Ercolede Ferrara, a quien Josquin des Pres, su maestro decapilla, dedicó la Missa Hercules Dux Ferrariae. Lasnotas del cantus firmus de la misa (re/ut/re/ut/re/fa/mi/re) coincidía con las vocales del nombre Her-cu-les-dux-fer-ra-ri-ae72. El mismo Oviedo nosproporcionará más tarde otro ejemplo de empresamusical procedente del ámbito hispánico: «Lo quese calla me duele /y así me va como suele», del capi-tán Alarcón, en que la imagen proporcionaba lanotación musical de la melodía con que se debíancantar los dos versos del mote (figura 1)73. Que unainvención se cantase no parece fuera de lugar en elescenario de la lírica cortesana de la que derivan es-tos versos, ni desentona con las efusiones expresi-

vas de los jóvenes caballeros de la época, en cuyaboca Francisco Rico pone la siguiente cita: «Vamosallá, bolvamos acá, ande la música, pintemos losmotes, canten canciones, invenciones justemos»74.

A pesar del ámbito predominantemente manualen que se desarrollaba su actividad, la curiosidaddel joven Oviedo le hizo extremadamentepermeable a los debates sobre cuestiones literariasy artísticas que acompañaban a la confección y ex-hibición de empresas en los ambientes aristocráti-cos que frecuentó durante aquellos años. A pesarde que en su vejez Oviedo se culpase por no habersacado más fruto intelectual de su soggiorno italia-no, también confesaría la avidez con que había acu-mulado conocimientos durante aquellos años, hastatal punto que muchos de los libros que le acompa-ñarían a las Indias fueron adquiridos entonces:

Notando lo que veía y encomendando a la me-moria y a la pluma todo aquello que yo queríaque no se me olvidase, discurrí por toda Italiadonde me di todo lo que puede a saber e leer eentender la lengua toscana, y buscando librosen ella de los quales oy tengo algunos que ha demás de cincuenta y cinco años que están en micompañía, deseando por su medio no perder detodo punto mi tiempo75.

En el círculo de la corte milanesa, que por enton-ces tenía como miembros a Leonardo da Vinci, aun joven Baldasare di Castiglione y a Gonzalo deAyora —futuro cronista real de Fernando el Cató-lico—76, el joven Oviedo tuvo la oportunidad deconocer a Serafino Cimminelli dell’Aquila, un poe-ta y músico napolitano que había servidoitinerantemente en las cortes de los Montefeltro,los Gonzaga y los Sforza. El artificiosopetrarquismo de Serafino dell’Aquila fue, comoapunta Joseph Vianey, una de las vías más impor-tantes en la difusión de los modelos poéticos ita-lianos en las cortes europeas de la primera mitaddel quinientos77. Además de por sus sonetos yestrambotes, Serafino se haría famoso por su habi-lidad para idear empresas y elaborar sofisticadoscomentarios poéticos acerca de las mismas, comoera el caso, por ejemplo, del soneto que compusopara «el laberinto», una de las varias divisas perso-nales de Isabella d’Este78. Tras la derrota deLudovico el Moro en manos de tropas francesas ypapales en 1499, Serafino y Oviedo debieron aban-donar Milán. El poeta se unió a la corte de AscanioSforza, y Oviedo se trasladó temporalmente a lade los Gonzaga en Mantua, donde, según él mis-mo cuenta, deleitó a los marqueses, y aún al mis-mo Mantegna, con su habilidad para recortar contijeras las figuras de los grabados de los maestrosmás famosos del momento, entre ellos un tal«Martinus», que podría muy bien ser MartinSchongauer:

70. Ibídem, Biblioteca de la Aca-demia de la Historia, ms. 9/4023,fol. 426r.

71. La información fue recogidapor Marin Sanuto en sus Diarii,vol. IV, col. 224, tal comoAlessandro LUZIO y RodolfoREINER apuntaron en «Coltura erelazioni letterarie d’Isabellad’Este», Giornale Storico dellaLetteratura Italiana, 35, 1899, p.193-257. Más recientemente, IvyL. Mumford ha interpretado elsignificado de la «Impresa dellepause» en relación con el mottode Isabella «nec spe nec metu»("ni por la esperanza ni por elmiedo"). El orden simétrico de lasnotas en el pentagrama sería, segúnél, una representación visual delprincipio de equilibrio y la violen-cia de los extremos. Munford nosinforma que Isabella poseía esta im-presa musical al menos desde su lle-gada a Mantua en 1490; en «Somedecorative aspects of the imprese ofIsabella d’Este (1474-1539)», ItalianStudies, XXXIV, 1979, p. 60-70.

72. G. DUROSOIR, «Musique etLangage emblématique», enEmblemes et devises au temps dela Renaissance, ed. por M. T.Jones-Davies, París, 1981, p. 5-8.

73. Batallas, batalla II, quinquágenaI, diálogo XXI, sobre el capitánAlarcón, Biblioteca de la Univer-sidad de Salamanca, ms. 359, fols.154r-162r.

74. En la obra citada, p. 192. Laempresa de Alarcón viene repro-ducida en el diálogo de las Bata-llas dedicado al militar españolque se ganara la gloria en la vic-toria de las tropas imperiales con-tra las francesas en Pavía en 1525.Si no antes, Oviedo conoció alcapitán Alarcón en Madrid cuan-do éste estaba encargado de lacustodia de Francisco I de Fran-cia, que había sido capturado ytomado como rehén en Pavía:

Figura 1.Empresa del capitán Alarcón. Batallas y Quinquágenas, Biblioteca de la Universidad de Salamanca,ms. 359, fol. 162r.

Page 11: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

147LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

En Mantua viviendo la excelente señora mar-quesa Ysabel madre del señor duque primerode Mantua […] mujer que fue del excelente mar-qués don Fco Gonzaga yo corté algunas cosasque aquellos señores dudaban que fuese posi-ble hacerse hasta que en su presencia me vieracortar otras gentilezas y mucho más se maravi-llara deso aquel excelente pintor que entoncesallí vivía llamado Andrea Manteña que fue otroLeonardo de Vince y aun en la pintura algunosle hacían el principal de aquel tiempo en todaYtalia, muchas hystorias e imágenes cortécontrahaciendo tallas de Martinus e otros gran-des varones del buril y tan al propio que davanadmiración79.

Allí residió hasta la llegada del cardenal GiovanniBorgia, arzobispo de Valencia. Éste, acompañadode toda su corte, iba en ayuda de su primo Cesare,el duque Valentino, quien por entonces intentabaexpulsar definitivamente al duque de Milán, quienhabía conseguido recuperar temporalmente el po-der en un golpe de mano:

Pasó por Mantua por donde yo estaba en servi-cio de la illustríssima señora doña Isabel deAragón, mujer del Marqués Francisco Gonzagapor medio de la qual yo asenté con el Cardenaldesde Mantua prosiguiendo su camino fue ahallar al rey a Pavía y de allí fue el rey a Milándonde se le hizo solemne recibimiento80.

El rico séquito del cardenal, según palabras deOviedo, se caracterizaba por su gran número deartistas, músicos y poetas y por la presencia de es-pañoles que ocupaban los más altos oficios:

Era ya su casa como de príncipes, bivían con élcinco o seys obispos y quantos ombres parti-culares avia por Italia famosos en letras, enmusica y en otras facultades y de gentiles habi-lidades […] era amicísimo de españoles y en sucasa todos los más de sus criados y principalesoficios dellos todos eran españoles81.

Oviedo reentró en Milán, esta vez con las tropastriunfales de quienes acababan de derrocar a suantiguo señor, y acompañó al cardenal por su viajefluvial por el Po desde Pavía hasta Ferrara y Boloniapara volverse a encontrar con las tropas de Cesareen campaña por Italia central82. En Urbino el car-denal sufrió una intoxicación y murió antes de lle-gar a Roma tras terribles dolores que Oviedo des-cribe con detalle83. Para nuestro autor, un declara-do anti Borgia, Cesare estaba con seguridad detrásdel envenenamiento de su primo, como lo estabatambién de las muertes del duque de Gandía y desu cuñado Alonso de Aragón84. Sea como fuere, suantiguo compañero Serafino dell’Aquila iba a co-

rrer pronto la misma suerte y cayó víctima de lapeste a comienzos de 1501, poco después de su lle-gada a Roma, ciudad cuyos vicios había criticadotantas veces en sus versos. Ramiro de Lorca, otroespañol en la corte de los Borgia, relata cómo cua-tro poetas españoles contribuyeron al «pianto dellemuse» —el llanto de las musas— durante el fune-ral romano de Serafino85. El joven Oviedo debióquedar impresionado por la habilidad de su com-pañero de corte, ya que los versos de éste sigueninmediatamente a los de Petrarca en el número decitas poéticas modernas recogidas en las obras queescribiera bastantes décadas más tarde86.

El que ventiocho años después de su azarosocontacto con el epicentro cortesano en Italia y susofisticado uso del lenguaje de las empresas, Oviedodecidiera añadir un libro sobre las mismas a su tra-tado general de heráldica puede responder a un hitoconcreto. Este evento fue posiblemente la ceremo-nia de investidura del Toisón de Oro en la catedralde Barcelona en 1519. Con la imposición de estaorden militar borgoñona, el joven rey Carlos—que acababa de recibir la noticia de su eleccióncomo rey de romanos— intentaba vincular a sunueva monarquía a los más poderosos aristócratashispanos. Oviedo, que estaba presente en la cortepor entonces, recuerda en el Libro segundo que tra-ta de las armas que los sitiales de la seo barcelone-sa portaban para la ocasión —y aún se pueden con-templar hoy— los escudos de cada uno de losmiembros de la orden adornados con sus respecti-vas empresas personales pintadas:

«Habeis de saber que el año de1525 yo le vi en Madrid a DonSancho de Alarcón estando allípreso el rey Francisco de Franciadebaxo de la guarda del señorAlarcón primero e tío deste San-cho y le hablé allí y era manceboasaz y después de la persona delseñor Alarcón era don Sancho elprincpal de aquellos capitanes ehidalgos que guardavan a ojo lapersona del Rey de Francia». Ba-tallas, batalla I, quinquágena IV,diálogo XXXIX, Biblioteca de laAcademia de la Historia, ms. 9/4023, fol. 261r.

75. Quinquágenas, quinquágenaIII, estancia XXIII, BibliotecaNacional, ms. 2219, fol. 247v.

76. El estudio clásico deFrancesco MALAGUZZI VALERY,La Corte di Lodovico il Moro. Lavita privata e l’arte a Milano nellaseconda metà del Quattrocento, 4vols., Milán, 1913-1923, nos des-cribe un rico panorama del am-biente que Oviedo experimentódurante su estancia en la corte delos Sforza.

77. Joseph VIANEY, LePetrarchisme en France au XVIesiécle, Montpellier, 1909.

78. Sobre este episodio, ver S.ABD-EL-KADER, Luca Contileuomo di lettere e di negozi delsecolo XVI, Florencia, 1903, p. 213.

79. Batallas, diálogo sin numerarsobre Bernardino Manrique, Bi-blioteca de la Academia de la His-toria, ms. 9/4023, fol. 426r.

80. Batallas, diálogo sin numerarsobre Giovanni Borgia, arzobis-po de Valencia, Biblioteca de laUniversidad de Salamanca, ms.359, fol. 1000r.

81. Ver Batallas, batalla II,quinquágena III, diálogo VI, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 665v-668r; e ibídem, diálogo sobreGiovanni Borgia, Biblioteca de laUniversidad de Salamanca. ms.359, fols. 997r-1001r.

82. «[…] de Milán fué a Pavía yse embarcó en el río Tesino y deaquel entramos en el Po por elqual fue en barco hasta Ferraradonde fue muy festejado del Du-que de Ferrara viejo llamadoErcole y desde allí se fue aBolonia donde estuvo algunosdías […]» Sobre la toma de Imolapor las tropas papales, Batallas,batalla II, quinquágena II, diálo-

go XXXVIII, sobre Juan de Car-dona, Biblioteca de la Universi-dad de Salamanca, ms. 359, fol.680r.

83. Batallas, diálogo sin numerarsobre Giovanni Bergua, arzobis-po de Valencia, Biblioteca de laUniversidad de Salamanca, ms.359, fols. 1000v-1001r.

84. Batallas, batalla II, quinquágenaIII, diálogo VI, Biblioteca de laUniversidad de Salamanca, ms. 359,fols. 665v-666v. Es posible que laactitud francamente anti Borgia deOviedo respondiera a la propagan-da que en este sentido estaban ela-borando los intelectuales de lacorte aragonesa en Nápoles—Pontano y Sannazaro, especial-mente— que frecuentara nuestroautor inmediatamente después desu servicio en el entorno papal.

85. Benedetto CROCE, La Spagnanella vita Italiana durante laRenaiscenza, Bari, 1917, p. 81.

86. La poesía de Serafino es cita-da dos veces en la Historia Gene-ral: libro XII, capítulo II, vol. II,p. 31/ libro XVII, capítulo XIX,vol. II, p. 149; y de nuevo en laRelación de lo sucedido…, Biblio-teca Nacional, ms. 8756, fol. 73v.

Page 12: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

148 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

Todo lo qual se mostró muy bien en Barcelo-na, el año de mill e quinientos y diez y nueveaños, en el seo o iglesia mayor de aquellacibdad, donde su magestad hizo las obsequiasdella magestad del emperador Maximiliano suabuelo que era cavallero de la dicha orden yallí se pintaran las sillas del coro de lascanongías las armas de su magestad y de todoslos reys y príncipes, señores y cavalleros de ladicha orden segun que sus ancianidades y an-tigüedades lo requería, y allí se acrescentarone pintaron las armas de algunos grandes destosreynos que nuevamente su magestad hizo ycreó della dicha orden que fueron el Condes-table de Castilla don Yñigo de Velasco y elAlmirante de Castilla don Fadrique Enríquez,el Duque del Infantado don Diego Hurtadode Mendoza, el Duque de Alba don Fadriquede Toledo y el Duque de Béjar87.

El hecho de que algunos grandes nobles castellanosse hicieran expresamente con una empresa especialpara la ocasión viene atestiguado por el pasaje enque don Fadrique Enríquez, almirante de Castilla,le comentó a nuestro autor: «que aquella montaña yaguila quería de ay adelante tener por timbre de lasarmas»88. La temprana fecha en que Oviedo acome-tió su tratado de empresas podría explicarse, portanto, como un perspicaz intento de satisfacer la ne-cesidad de reglamentación de una práctica sancio-nada «oficialmente» por el protocolo ritualista de lacorte del joven Habsburgo y del que la ceremoniabarcelonesa marcaba el inicio89.

El Libro del blasóny las Batallas y QuinquágenasA pesar de que éste nunca se llegara a realizar,Oviedo iba a reutilizar nueve años más tarde la ideay los materiales que planeaba ofrecer en aquel pro-yectado libro noveno. Éstos iban a formar partede un proyecto más ambicioso aún si cabe, la yamencionada colección de más de trescientos diálo-gos biográficos sobre la aristocracia, castellana ensu mayoría, que él había conocido durante su es-tancia en las cortes españolas e italianas: las Bata-llas y Quinquágenas. En 1535, Oviedo había deci-dido refundir en las Batallas la colección de em-presas concebida en 1528 con otro proyecto tem-poralmente abandonado, la tercera parte de sumagno Cathálogo Real, tal como éste había sidoproyectado en su primera entrega presentada a laemperatriz en 153290. Dicha tercera parte delCathálogo Real debía consistir en una colección debiografías de aristócratas contemporáneos acompa-ñadas de un estudio genealógico al modo de las obrasde Pérez de Guzmán y Hernando del Pulgar. Éstatambién debía contener una descripción del patri-

monio y de las rentas actualizadas de cada nobletal como se había hecho reciente en el De rebusHispaniae Memorabilius Opus, de Lucio Mari-neo Sículo. Oviedo pretendía así completar sucompendio historial sobre la monarquía hispanade modo similar a como pocos años más tarde elcronista real Florián de Ocampo propusiera enel volumen primero de su Cronica General deEspaña.

Los diálogos de las Batallas nos ofrecen un ca-tálogo completo de los elementos y de las conven-ciones que conforman la imagen del individuo idealsegún Oviedo: el caballero cortesano. Oviedoenmarca la representación del caballero dentro dedos ejes principales: la experiencia personal y di-recta con el biografiado encarnada en la voz de unalias del mismo Oviedo —el Alcaide— y la des-cripción del escenario en que se desplegaba la per-sonalidad del caballero: la corte. El tropo que mo-tiva el despliegue de los atributos de cada indivi-duo es, sistemáticamente, el encomio que el Alcai-de y su compañero el Sereno hacen de la fama y delas virtudes del caballero como cortesano y solda-do. Cada diálogo suele comenzar con una descrip-ción del modo en que el personaje se presentabafísicamente en el teatro de la corte. La vestimenta,las maneras y el lenguaje son fundamentales, porejemplo, en la caracterización de don Álvaro deEstúñiga, tal como lo conoció Oviedo durante lasbodas reales en Burgos en 149791, o de Alonso dePimentel y de Luis de Torres, durante los torneosy juegos celebrados para festejar la presencia de losreyes en Barcelona en 149392. Un caso paradigmá-tico a este respecto es la descripción de MossenMalferite:

En lo de vestir estava tan diestro que acertavamejor a salir más luzido y galán que otros y laverdad paresce que lo entendía y acertava confacilidad y ayudava a esto que era mediano decuerpo, era de buen gesto y agraciado y ayrosoy desenvuelto y de linda manera93.

Los atributos que componían el retrato no se limi-taban, sin embargo, al gusto y distinción con queel personaje se presentaba externamente. El buencaballero venía retratado además por destacarse enciertas prácticas consideradas dignas de su condi-ción, tales como el dominio de las letras en el casodel caballero Pedro de Cartagena —excelso poeta«palanciano»—94, de la música y la danza, comoGutierre Velázquez de Ávila95, Bernardino Manriquey Martín de Mendoza96, por su gusto por el arte, comoPedro Manrique97, o por los libros, como PedroNuñez98. Incluso, como es el caso de Remón de Car-dona, se encomiaba la habilidad del caballero en eljuego de la pelota99. El retrato del antiguo patrón deOviedo, Don Fernando, duque de Calabria, abarca-ba casi todo el espectro de virtudes:

87. Libro segundo que trata de lasarmas, Biblioteca de la Universi-dad de Salamanca, ms. 359, fol.4v-5r.

88. Batallas, batalla II,quinquágena I, diálogo V sobreFadrique Enríquez, Biblioteca dela Universidad de Salamanca, ms.359, fol. 275v. Por supuesto, éstano era la primera empresa com-puesta por el almirante. Como hadestacado en varias ocasiones IanMacpherson, don Fadrique eraun avezado poeta cortesano, talcomo demuestran la canciónCuando de vos me partía y la in-vención La mejor vida es aquella,recogidas por Hernando del Cas-tillo en su Cancionero. Ver IanMACPHERSON en «Conceptos e in-directas en la poesía cancioneril: elAlmirante de Castilla y Antoniode Velasco», en Estudios dedica-dos a Jones Leslie Brooks, ed. J. M.Ruiz Veintemilla, Durham, 1984,p. 91-186.

89. Sobre la moda caballerescareimpulsada durante los primerosaños de Carlos V, FernandoCHECA CREMADES, en Carlos V yla imagen del héroe en el Renaci-miento, Madrid, 1987. Especial-mente, el capítulo VII «La ima-gen caballeresca del Príncipe y elmito del Imperio», p. 185-259.

90. Cathálogo Real de Castilla,Biblioteca del Monasterio de ElEscorial, H-j-7.

91. Batallas, batalla II,quinquágena I, diálogo VIII, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 54r

92. Sobre Alonso de Pimentel enbatalla II, quinquágena III, diá-logo IX, Biblioteca de la Univer-sidad de Salamanca, ms. 359, fols.92-93; sobre Luis de Torres bata-lla I, quinquágena III, diálogoXL, Biblioteca de la Academia dela Historia, ms. 9/5387, fol. 143.

93. Batallas, batalla I, quinquágenaIII, diálogo XL, Biblioteca de laAcademia de la Historia, ms. 9/5387, fol. 325.

94. Batallas, batalla II, quinquágenaII, diálogo XXXIV, Biblioteca dela Universidad de Salamanca, ms.359, fol. 187r. Sobre las cualidadesdel Caballero de Cartagena, ver J.B. AVALLE ARCE, «Más sobre Pe-dro de Cartagena, converso y poe-ta del Cancionero General»,Modern Language Studies, XI,1981, p. 70-82.

95. Batallas, batalla II, quinquágenaII, diálogo XXXI, Biblioteca de laUniversidad de Salamanca, ms. 359,fol. 489r.

96. Batallas, sobre BernardinoManrique, Biblioteca de la Aca-demia de la Historia, ms. 9/4023,fol. 426r; y batalla II,quinquágena I, diálogo IX, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 901.

97. Batallas, batalla I, diálogoXXXVIII, Biblioteca Nacional,ms. 3134, fol. 145v.

Page 13: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

149LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

98. Batallas, batalla II,quinquágena III, diálogo X, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 902r.

99. Batallas , batalla II,quinquágena I, diálogo X, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 398v.

100. Batallas, batalla II,quinquágena III, diálogo XV, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359 fol. 344r. So-bre la corte del duque deCalabria, ver la obra clásica deFrancesc ALMELA i VIVES, El Ducde Calabria i la seua Cort, Va-lencia, 1958. En la misma se iden-tifica a «micer Chrysostomo»con Crisóstomo Colonna, pre-ceptor del joven duque desde susalida de Italia, a quien el huma-nista de Lecce Antonio Galateole dedicó en 1504 un tratado parala educación del príncipe previ-niéndole de los malos efectos dela influencia española: p. 17. Elgran músico Luis de Milán ilus-tró la sofisticada vida en la cortedel duque en su versión castella-na del Cortigiano de BaltasarCastiglione, Valencia, 1561.

101. Batallas, diálogo sin nume-rar sobre Juan de Bracamonte,Biblioteca Nacional, ms. 3135,fol. 269r; y diálogo sobre AlvarPérez de Osorio, Biblioteca de laAcademia de la Historia, ms. 9/5387, fol. 437r. El papel de losmotes como retrato «verdadero»del individuo ha sido discutidoen el caso de las medallas deErasmo por Joséphe JACQUIOT,«Le Langage de l’art, dans desportraits et allégories desmédailles, á la Renaissance, est-il toujours Vérité?», en Langageet vérité. Etudes offertes à Jean-Claude Margolin, ed. JeanCeard, Ginebra, 1993, p. 293-305.

102. Reproducido por CliveGriffin en el apéndice microfil-mado a su The History of a Prin-ting and Merchant dynasty,Oxford, 1988, WC 326.

SER/ Fama tuvo de muy docto el duque yaviscente mucho en philosophía y buen theólogoe otras sciencias he oydo que fue general ALC/el duque en su puericia tuvo secretario y maes-tro docto llamado micer Chrysostomo y este leenseñó la lengua latina y después estudio mu-cho en el tiempo que estuvo en Xátiva preso yde su natural fue estudioso y amigo de libros ymuy parcial a la música y la entendía muy bien yfue muy aficionado a la caça y así en estas trescosas muy inclinado trahía consigo una libreríagrande […] y una copiosa capilla de muchos ybuenos cantores100.

Después de una detallada descripción de la genea-logía y de las rentas del caballero retratado, Oviedoconcluía el diálogo con un comentario de las ar-mas de su familia y, sobre todo, de su empresa per-sonal. Ésta se adjuntaba al final del diálogo a modode autorretrato que el caballero en cuestión habíamostrado personalmente a Oviedo o incluso que,como en los casos de Juan de Bracamonte y ÁlvarPérez de Osorio, le habian entregado dibujadopara la ocasión101. Las ilustraciones y los ricos co-mentarios con que Oviedo acompaña la descrip-ción de la empresa de cada caballero pueden to-marse como compensación de la falta del incon-cluso tratado de 1528.

Es importante notar el hecho de que tanto la des-cripción como la representación visual de la empre-sa aparecen indisociablemente ligadas al ámbito he-

Figura 2.Empresa de Gonzalo Fernández de Oviedo, tal como aparece en la página final de su Historia General y Natural de las Indias, Sevilla,Juan Cromberger, 1535.

ráldico siguiendo así lo expuesto en el Libro del bla-són. La divisa se situaba invariablemente como tim-bre del escudo familiar de cada caballero.

Aunque en principio los alrededor de trescien-tos diálogos debían ir a compañados con la corres-pondiente ilustración heráldica, desafortunadamen-te Oviedo no pudo concluir tan ingente labor. Sinembargo, los muchos dibujos a plumín existentesconstituyen por sí mismos un repertorio figurati-vo sin parangón en el contexto español de la pri-mera mitad del quinientos. Su excepcionalidad esmás destacable si tenemos en cuenta que fueronrealizados en Santo Domingo y que estaban desti-nados a la imprenta. El único ejemplo contempo-ráneo y del mismo entorno —una imagen heráldi-ca destinada a la imprenta—, que podría igualar lariqueza y el acabado de las ilustraciones de las Ba-tallas, sería el escudo de armas que abre lasOrdenanças Manuelinas impreso en Sevilla en 1519por la casa de Jacobo Cromberger102. Es cierto, sinembargo, que el escudo timbrado con la divisa per-sonal de Oviedo —la Cruz de los Ángeles— quecierra la primera parte de la Historia General yNatural publicada en Sevilla por Juan Cromberger—hijo y sucesor del anterior— en 1535, muestra eltipo de simplificaciones que, posiblemente, hubie-ran sufrido los originales de las Batallas al ser tras-ladados al taco de madera (figura 2).

La localización de los modelos y repertoriosiconográficos concretos utilizados por Oviedo encada una de las empresas es un trabajo aún por rea-

Page 14: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

150 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

lizar, y ni siquiera estamos en condiciones de afir-mar con seguridad que fuera el mismo Oviedoquien realizara los dibujos. A pesar de que en otrasobras como el Cathálogo Real, de 1532103, se in-cluyen dibujos de su mano, éstos nunca alcanzanla complejidad y maestría de los de las Batallas. Encualquier caso, hay que resaltar la cuidadosa ela-boración de los dibujos que, a la vez que una per-fecta homogeneidad de factura, demuestran el do-minio de un amplísimo lenguaje figurativo tanvariado como la temática misma de las empresasque ilustra. Ésta abarca desde la fábula animalística,como en la empresa de Francisco Enríquez de Ri-bera104 (figura 3), en la de Juan de Vargas105 (figura4) o la de Pero López de Ayala106 (figura 5), a lamitológía clásica como el Júpiter blandiendo el rayode la empresa de Antonio de Padilla107 (figura 6), ola Venus y el Amor de Enrique Acuña108 (figura 7).En este último grupo destaca la medalla de bronceque contiene la escena que servía de empresa aRodrigo Ponce de León109 (figura 8).

Como ejemplifican dos casos cercanos a nues-tro autor: los comentarios de Serafino dell’Aquilaa las empresas de Isabella d’Este y los de Pedro deCartagena a las de Catalina Manrique o MaríaManuel110, las invenciones eran el detonante de unproceso de interpretación y glosa que servía deexcusa para todo tipo de juegos de ingenio, erudi-ción y de creatividad poética. Los comentarios queOviedo realiza a propósito de cada invención, sibien no destacan por su originalidad sí que pro-porcionan valiosísima información acerca del usoespecífico de este género por la aristocracia espa-ñola. Por ejemplo, en el diálogo sobre Martín deAlarcón Oviedo nos informa de que en Españaexistían dos tipos de empresas, unas de carácterhereditario conectadas al linaje y casa y otras ex-clusivamente ligadas al individuo. Al contrario quelas armas propiamente dichas, ambas procedían dela voluntad del señor y eran, por tanto, mudables,aunque para elegir la figura que las reemplazara sehabían de tener en cuenta ciertas reglas de conve-niencia respecto a los colores y a las figuras del es-cudo familiar, tal como Oviedo las había descritoen el Libro del blasón111.

Otro rasgo característico de las empresas es-pañolas era, según Oviedo apunta, «la costumbrede nuestra España es que el nombre de la inven-ción comience en la primera letra del nombre dela Señora»112. Este aspecto amoroso de las empre-sas es muy indicativo de los términos en que seformulaba la individualidad y la subjetividad enla España de finales del siglo XV y comienzos delXVI. El carácter individual del caballero iba a en-contrar su modo de expresión en el estado de exal-tación emocional derivado del enamoramiento, es-pecialmente el despechado113. El poder de estamoda había llegado al punto de convertir, segúncuenta Oviedo en el diálogo dedicado a Iñigo

Page 15: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

151LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

Figura 3.Empresa de Francisco Enríquez de Ribera. Batallas y Quinquágenas,batalla II, quinquágena I, diálogo XXIII, Biblioteca de la Universidadde Salamanca, ms. 359, fol. 304r.

Figura 4.Empresa de Juan de Vargas. Batallas y Quinquágenas, batalla II,quinquágena I, diálogo XLVI, Biblioteca de la Universidad de Salamanca,ms. 359, fol. 614r.

Figura 5.Empresa de Pero López de Ayala. Batallas y Quinquágenas, batalla II,quinquágena I, diálogo XXXII, Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 848r.

Figura 6.Empresa de Antonio de Padilla. Batallas y Quinquágenas, batalla II,quinquágena I, diálogo XXXIX, Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 76r.

Figura 7.Empresa de Enrique Acuña. Batallas y Quinquágenas, batalla II,quinquágena I, dialogo XL, Biblioteca de la Universidad de Salamanca,ms. 359, fol. 268r.

Figura 8.Empresa de Rodrigo Ponce de León. Batallas y Quinquágenas, batallaII, quinquágena I, diálogo IX, Biblioteca de la Universidad de Salamanca,ms. 359, fol. 898r.

103. Nos referimos a las escenasde la Creación y Espulsión delParaíso incluidas en el CathálogoReal de Castilla, Biblioteca delReal Monasterio de El EscorialH-j-7), fol. 3r.

104. Batallas , batalla II,quinquágena I, diálogo XXIII,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 304r.

105. Batallas , batalla II,quinquágena I, diálogo XLVI, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 614r.

106. Batallas , batalla II,quinquágena I, diálogo XXXII,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 848r.

107. Batallas , batalla II,quinquágena I, diálogo XXXIX,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 76r.

108. Batallas, batalla II,quinquágena I, dialogo XL, Bi-

blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 268r.

109. Batallas, batalla II,quinquágena I, diálogo X, fol. 890r.

110. Cancionero Castellano delsiglo XV, Biblioteca de AutoresEspañoles, XXII, p. 535.

111. Batallas, batalla I, quinquágenaIII, diálogo XXII, Biblioteca Nacio-nal, ms. 3135, fol. 34r.

112. Ibídem, fol. 34r-v; en el mis-mo sentido en el diálogo sobre elduque de Calabria, Biblioteca dela Universidad de Salamanca, ms.359, fol. 356r.

113. Este punto ha sido amplia-mente discutido por Roger BOSSE

en El resurgimiento de los trova-dores: un estudio del cambio so-cial y el tradicionalismo en el fi-nal de la Edad Media en España,trad. José Miguel Muro, Madrid,1981. También por FranciscoRico en su obra mencionada.

Page 16: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

152 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

López de Mendoza, segundo conde de Tendilla, lavida social de la corte en un verdadero teatro defingidos enamorados:

Costumbre es en España entre los señores deestado que venidos a la corte aunque no esténenamorados o que pasen de la mitad de la vidafingir que aman por servir y favorecer a algunadama y gastan como quien son en fiestas y otrascosas que ofrecen de tales pasatiempos y amo-res sin que les de pena cupido114.

Un claro ejemplo del tipo de iconografía derivadade ese representar la propia individualidad a travésdel ansia de un amor inalcanzable es el de la em-presa de don Juan de Cardona, tal como Oviedo lapudo contemplar:

Esa medalla vi yo muy bien y la tuve en mismanos y era cosa mucho de ver porque era ricade hermosas y preciosas perlas y piedras y den-tro de un festón en el oro de medio relieve omás estava una dama muy hermosa y uncavallero delante de ella contemplándola pues-tas las manos unos dedos entre otros comotexidos con un descuydo que de sí propio mos-trado que quería llorar y no podía115.

Como ha apuntado Kristen Lippincott, estos te-mas derivaban del desarrollo de los mitos de labúsqueda individual de la virtud por el caballeroerrante y de los topoi del amor cortés en la bajaedad media francesa116. Sin embargo, como MaudaBregoli-Russo ha argumentado extensamente, elgénero francés de la empresa se fundió en Italiacon los modos de representación del sujeto amanteen el petrarquismo y con las corrientes filológicasy éticas del humanismo. Un proceso de asimila-ción parecido debió ocurrir en España, en parti-cular en relación con la poesía cancioneril caste-llana. Sin embargo, los casos que Oviedo nospresenta en las Batallas, la mayoría de ellospertenecientes a los primeros años del siglo XVI,se caracterizan por la influencia explícita y domi-nante de las modas italianas117. De hecho, lafuente principal de este modo dominante de auto-rrepresentación era, como el caso de Don Juan deAlvarado «el Mozo» deja traslucir, Petrarca,cuyos Trionfi y Canzionere se habían convertidoen lectura obligada de cualquier caballero depalacio:

Este cavallero fue muy gentil ombre de palacioy trahía muy en la mano al Petrarca porquecomo las enfermedades del amor son peligro-sas, ocurren a tal auctor los lastimados porquehallan en su amoroso tractado de los triunfos,sonetos y canciones pasos apropiados a su gus-to o estado en que amor los tiene118.

Aunque Oviedo defendiera en determinados ca-sos el carácter idiosincrático de las invenciones enEspaña, para él el ingrediente italiano era el ele-mento definidor de la distinción y la elegancia deuna empresa, muchas veces derivado de estar ins-pirada directamente en poemas de Petrarca119. Aeste respecto señalaría, al elogiar la invención deDon Hugo de Moncada, Virrey de Sicilia:

No me paresce que es timbre o invenciónaquesta para gente común e plebea ni que to-dos los que la vieren la entiendan sin tener bienentendido lo que avés dicho. Bien parescequeste señor visorrey es fundado y su inven-ción italiana y de más que mediocre ingenio fa-bricada y compuesta despacio120.

Este mismo aprecio por lo italiano puede rastrearseen el importante espacio que Oviedo dedica a laekfrasis y al juicio estético de las obras de arte enque el caballero exhibía su divisa121. Oviedo pudofamiliarizarse con esta práctica durante su estanciaen Nápoles, donde, según su testimonio, pudo par-ticipar de un ambiente literario que había contadocon la presencia de Petrarca, Lorenzo Valla yBartolommeo Fazio, éste último discípulo directode Guarino de Verona y precedente inmediato, através de la sección De pictoribus, incluida en suDe viris Illustribus, de los juicios artísticos deVasari. Como se recoge en Las Quinquágenas y laHistoria General y Natural, el joven Oviedo asis-tió durante su estancia en Nápoles, a los debatesliterarios presididos por Giovanni Pontano122, cuyaobra poética se caracteriza por un estilo rico enimágenes y por una capacidad descriptiva, que ejer-ció enorme influencia en los autores italianos delquinientos123.

La práctica de la ekfrasis no era en modo algu-no ajena a la lógica de un género como la empresaa caballo entre lo visual y lo verbal. Las imágenesde que se componían las invenciones eran casisistemáticamente transposiciones figurativas de fa-mosos pasajes literarios, los cuales, a su vez, no eranotra cosa sino descripciones verbales de la expe-riencia visual del poeta124. Un ejemplo del círculohermenéutico en el que la empresa encontraba sulugar es el comentario que Oviedo hace del Cupidoque coronaba las armas del coronel Villalba. Paradescribirlo, Oviedo se iba a apartar de la figura queaparece sobre el papel e iba a recurrir a parafrasearlos versos en los que se había inspirado el Coronelpara componer su empresa: el Triunfo del Amorde Petrarca:

ALC/ Sobre el yelmo de torneo traya el coro-nel el mesmo cupido on los ojos tapados y susalas de diversos colores de plumas con arco enlas manos y su carcax de saetas según lo pintaPetrarca en el triumpho del amor. SER/ Y aun-

114. Batallas, diálogo sin nume-rar, Biblioteca Nacional, ms.3135, fol. 365r.

115. Batallas, batalla II,quinquágena II, diálogoXXXVIII, Biblioteca de la Uni-versidad de Salamanca, ms. 359,fol. 681v.

116. Kristen LIPPINCOTT, op. cit.,p. 61.

117. Mauda BREGOLI-RUSSO,L’impresa come ritratto delRinascimento, Nápoles, 1990.Roger Bosse y Francisco Ricoen sus citadas obras tienden aprimar la impronta francesa so-bre la italiana en esta tendencia,sin embargo las referencias quenos da Oviedo al respecto sonsistemáticamente italianas.

118 Batallas , batalla II,quinquágena II, diálogo XLIII,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 641r.

119. Éste es el caso de la imagendel anillo sin piedra tomado porAlonso de Pimentel de la metáfo-ra «senza gemma anello» del so-neto 338 de Petrarca «Lasciato hai,Morte, senza sole il mondo», ba-talla II, quinquágena III, diálogoIX, Biblioteca de la Universidadde Salamanca, ms. 359, fol. 93.

120. Batallas, batalla II,quinquágena II, diálogo L, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 968r.

121. Sobre este tema, ver ante todola obra de Michael BAXANDALL,Giotto y los Oradores. La visiónde la pintura en los humanistas ita-lianos y el descubrimiento de lacomposición pictórica, 1350-1450,Madrid, 1996; especialmente lasección II, «Los Humanistas y laPintura», p. 83-175.

122. Dos fragmentos de lasQuinquágenas ofrecen un ejem-plo de la participación de Oviedoen los debates intelectuales y li-terarios napolitanos. Tras referir-se a las ideas de Pontano sobre elvalor moral de la escritura y lalectura, Oviedo describió el con-texto en que pudo oír tales opi-niones: «[…] el Pontano (en eltiempo que yo le vi en Napolesen edad de ochenta o más años) yesto era en el año de 1499 y es-tando platicando con ciertos gen-tiles ombres doctos y entre ellosel Jacomo Sannazaro […] porquela verdad el Sanazar y todosamavan e acatavan al Pontanocomo a padre, e era estimado pormuy docto en aquella ciudad, aaun en toda Italia». QuinquágenaI, estancia XLIII, Biblioteca Na-cional, ms. 2217, fol. 103r. En elsegundo pasaje Oviedo refiereuna conversación personal conPontano sobre el origen del águi-la bicéfala de las armas imperia-les: «Lo que más me satisface eslo que me dixo aquel docto va-rón llamado el Pontano deNapoles […] Esto es lo que e dixoel Pontano, e paresce verosimil,pero yo quisiera saber que auctorlo dezía, e si el me lo dixo yo no

Page 17: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

153LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo

me lo acuerdo, porque se lo oy elaño de mil e quinientos»,Quinquágena III, estanciaXLVIII, Biblioteca Nacional, ms.2218, fol. 78r. En la primera partede la Historia General y Natural,Oviedo hace uso de la autoridad delas conferencias de Pontano enNápoles para defender su atribu-ción de la dedicatoria de la obra dela Historia Naturalis de Plinio aDomiciano: «Y para satisfacer a losque desta inadvertencia quisierenculparme, porque a mi parescer nolo es, digo que yo oi sobre la mis-ma quistion al Pontano en Nápoles,año de mill y quinientos el cual enaquella sazón era tenido por unode los literatísimos y doctos hom-bres de Italia; y éste tenía que Plinioescribió a Domiciano e no a su her-mano Tito y para ello da suficien-tes razones». Libro II, cap. I, vol.I, p. 14.

123. Sobre la poesía de Pontanoy su ecléctico interés en el mun-do natural, ver la obra de

que entiendo mal la lengua toscana decidme quequiere decir Petrarca en essos sus versos. Al-caide/ Descrive la forma e ymagen de Cupidodios del amor y pónele como yba en el carrotriunphando de sus victorias y dice sobre loshombros havia solas dos alas grandes de millcolores y todo lo otro desnudo y alrededor in-numerables mortales parte presos en Batalla yparte muertos y parte heridos de punzantes sae-tas o flechas, esto dicen los cinco versos toscanosde susso y conforme a essa descripción o pin-tura y a los diferentes discursos del amor diceel coronel Villalva125.

Otro caso paradigmático es la ekfrasis de la meda-lla que portaba la empresa de Álvar Pérez de Osorioen la que Oviedo describe y elogia, según los cá-nones clásicos, la composición y acabado de unaescena que, a su vez, es la recreación de un paisajebucólico virgiliano articulado a través de los prin-cipios poéticos de varietas y copia. De hecho, sonestos principios de variedad y abundancia y no elcontenido figurativo concreto de la medalla los que,según rezan los versos que el marqués le entregaraa Oviedo en mano, daban la clave para la interpre-tación de la empresa:

ALC/ […] digo que el marqués traía una me-dalla muy rica de oro con un festón en tornomuy acompañado de perlas y piedras de mu-cho prescio y valor y a la mitad de ella un lagoe innumerables y diferentes animales de diver-sos géneros en torno del agua algunos beviendoa la orilla y otros algo entrados en el agua yotros fuera della en sus requiebros y ayunta-mientos amorosos muy al natural y de tal artí-fice decho que era mucho de contemplar segúnsus primores tan al bivo y a lo propio de aque-llos famosos escultores antiguos aunque fuerePhidias famosissimo por la estatua de IupiterOlimpo, ni aquella batalla de las amazonas o lade los dioses y de los gigantes quel Pliniodescrive en su Natural Historia no devia ser demayor perficion que la lavor desta medalla ytanto mas es linda quanto mas es hermosa porla significación de los versos […] Y quando lle-gó par de mí púsome en la mano aquestos ver-sos enseñandome su medalla con el dedo y dán-dome debuxado un retrato della.

Diferentes animalessi engendra lo engendradodiferentes animasno dan fruto está provadoen las cosas naturalesen deseos por mi suertede estos contrarios naciómi mal pero fruto diodel qual sucedió mi muerte126.

Estos ejercicios retóricos aportan información muyvaliosa sobre la absorción del gusto artístico italia-no en la cultura cortesana española de comienzosdel XVI. Las obras que Oviedo describe eran fre-cuentemente relieves en bronce o plata —como erael caso de la ya mencionada medalla de Don Juande Cardona, labrada por un «candoroso platero deMilán que yo lo conoscí en el tiempo que el señorLudovico era duque de Milán y fue uno de los fa-mosos y sotiles ombres de su oficio en aquella sa-zón de toda Ytalia»127. También podían tratarse depinturas como la que, según el parecer de Oviedo,había diseñado el paduano Andrea Mantegna parailustrar la empresa de Diego de Quiñones. El dis-frute de la desconocida obra del maestro paduanorequería, según Oviedo, mirada pausada, conoci-miento pictórico y una sensibilidad que distinguíantanto al entendido caballero que la portaba como aaquél que la contemplaba:

ALC/ Trae Diego de Quiñones un mundo re-dondo con una muy excelente pintura que secree averla pintado aquel famoso pintorMantuano llamado Andrea Mantegna (que yoconoscí) y a una parte había una congregacióno ayuntamiento de doctores y ombres desciencia disputando y otra parte puesta unamesa en que unos juegan a los dados y otros alos naipes y otros al ajedrez y el otra parteestavan otros beviendo y banqueteando y a otraparte otros a cavallo y otros a pie peleando yotros en diversos exercicios empleando su tiem-po y todo lo que he dicho en tanta perficiónque era cosa maravillosa el grandíssimo primory sotilez de todos aquellas figuras y actos queaquel mundo representava tanto que era me-nester que con buena vista y atención y muydespacio se considerasse cada cosa y aun tener

Giuseppe TOFFANIN, GiovanniPontano. Tra l’huomo e la natura,Bolonia, 1938, que incluye unatraducción italiana del diálogoantiplatónico L’Egidio. Ver tam-bién la monografía más recientede Vicenzo PRESTEPINO, Motividel pensiero umanistico eGiovanni Pontano, Milán, 1963.Para un tratamiento completo dela obra de Pontano junto con lade Sannazaro y otras figuras re-levantes de la escena Napolitana,ver especialmente Domenico DI

ROBERTIS, «La Letteraturaaragonese», en In Quattrocento el’Ariosto, en Storia dellaLetteratura Italiana, editado porCecchi y Sapegno, Milán, 1988,p. 662-770. Sobre el uso de laekfrasis en la literatura italiana delcinquecento tras la influencia dePontano, ver especialmente M.José VEGA RAMOS, El Secreto Ar-tificio. Moronolatría y tradiciónPontaniana en la poética del Re-nacimiento, Madrid, 1992.

124. Sobre el papel de la ekfrasisen la poesía occidental, verGeorge Kurman «Ecphrasis inPoetry», Comparative Litera-ture, 26, 1974, p. 1-13; para su rolparticular en la poesía renacen-tista española, ver Alan K. G.PATER, «Ecphrasis in Garcilaso’sEgloga Tercera», The ModernLanguage Review, vol. 72, nº 1,enero 1977, p. 73-92.

125. Batallas, batalla I, quin-quágena III, diálogo XLV, Biblio-teca Nacional, ms. 3134, fols.190-190v.

126. Batallas, diálogo XXVIsobre Álvar Pérez de Osorio,Biblioteca de la Academia de laHistoria, ms. 9/5387, fol. 437r.

127. Batallas, batalla II, quin-quágena II, diálogo XXXVIII,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 681v.

Page 18: LOCVS AMŒNVS Cultura cortesana e imperio: el Libro … · cién sometida provincia de Nicaragua. Contaba Fernández de Oviedo cincuenta años de edad y catorce de experiencia indiana

154 LOCVS AMŒNVS 4, 1998-1999 Jesús Carrillo Castillo

buen conoscimiento del arte de la pintura y sen-tirla para gozar de tanta moltutud de primores128.

No es de extrañar que a la hora de hacer unavaloración del retrato de la esposa de Don FadriqueEnríquez —realizado por Alonso de Berruguetepoco después de su vuelta de Italia— Oviedo re-curriera a los principios teóricos enunciados porun italiano, Leonardo da Vinci, en lo que es una delas primeras evidencias de la recepción de las ideaspictóricas del genio toscano en España129.

Se podría decir que el sentido último de la com-binación de imagen y mote, tal como aparecerecogido por Oviedo en las Batallas, era elconvertirse en detonante de un proceso de inter-pretación y de lectura cuyo fin era el desentrañarel propósito de quien la compuso, y de ese mododar con la clave de su individualidad, su verdade-ro retrato moral. Por medio de la empresa perso-nal el portador exhibía públicamente su subjeti-vidad distinta, a la vez que la insertaba en uncírculo hermenéutico del que formaban parte losotros miembros de la corte que debían averiguarsu significado. Esta expresión de lo interno debíaaparecer —así lo recogía Giovio en su segundoprecepto— no como obviedad, sino como ocul-tación y misterio. La oscuridad voluntaria de lasempresas era algo de lo que Oviedo era perfecta-mente consciente, como demuestra al respecto dela invención del señor Villamarín, almirante deNápoles130:

Mas es menester que me digays para que os en-tienda y se dexen entender esos versos, se yo bienque este Almirante era ombre leydo y demas desoestas invenciones siempre los cavalleros las in-ventan sobre misterios que ellos mismos se en-tienden y a ellos son fáciles metáforas que quie-ren con dificultad ser entendidas131.

Las complejas perífrasis y desplazamientossemánticos que permitía el cruce de metáforas ver-bales y visuales de la empresa aparecían para el ca-ballero o la dama renacentistas como el modo másadecuado de cifrar su subjetividad. El proceso dedesentrañamiento, de sacar a la luz lo oculto queexigía la comprensión de la empresa, ha sido reco-nocido por Thomas Greene como signo caracte-rístico del modo en que los renacentistas conce-bían la búsqueda de lo verdadero y lo valioso, eneste caso la personalidad del individuo132. Aunqueen muchas ocasiones no fuera posible interpretarcon certeza absoluta el significado de la empresa amenos que el personaje en cuestión revelase la cla-ve, el intento de desentrañamiento era, comotranquilizadoramente apunta el Sereno al Alcaide,valioso en sí mismo y cualificador, tanto de quienlo realizaba como del individuo que así se exponíaa la interpretación de sus compañeros de corte:

ALC/ El duque como sabeys fue muy leydo yestudioso y assí quiso que su invencion no fue-se de las comunes, pero como en esto el supiesemejor declarar su invención yo hablaré a tientolo que della me paresciese. SER/ Como dezirlos paresceres en questas invenciones suelen serequívocos y los inventores dellos se entiendennon obstante lo qual a mi me ha parescido muybien lo que en el caso avés dicho133 .

Esta ocultación conllevaba un acto deautoafirmación, ya que oponía la artificiosa opaci-dad de la propia personalidad a la transparencia dellenguaje cotidiano, a la vez que proponía un pulsoy un reto al ingenio y la erudición tanto de los otrosportadores de empresas con los que competían,como de aquéllos que intentaran su desciframiento.El espíritu de reto y competición hace eco de la ideade torneo caballeresco con el que la empresa estabaoriginalmente asociado, pero a la vez deja traslucirla dinámica interna de lucha por el favor real queestaba detrás del individualismo cortesano.

EpílogoDe cuando Oviedo proyectara el Libro del bla-són, en 1528, a cuando escribiera las Batallas yQuinquágenas, con setenta años de edad y másde treinta en América, parece haberse produci-do un cambio de actitud. Después de veinte añoslos ingredientes retrospectivos y nostálgicos desu visión del mundo caballeresco tenían más pesoque en 1528, cuando aún no estaba muy lejanasu propuesta al Consejo de colonizar la gober-nación de Santa Marta mediante la exportacióna América de cien caballeros de la Orden de San-tiago con sus respectivos hábitos y normas decomportamiento134. Posiblemente, también, lasefusiones de individualismo y sofisticada distin-ción que reflejaba el mundo de las empresas leparecieran al anciano Oviedo, desde su residen-cia antillana, más algo perteneciente a su pasadoperdido que un modo plausible de expresar lapropia identidad en el mundo real. Lo que enprincipio había sido concebido como un manualpráctico para la regulación de los códigos sim-bólicos de la élite cortesana y caballeresca que,según Oviedo, había de dirigir el imperio, sehabía convertido veinte años más tarde en el re-trato de una época tan dorada como perdida: lade la juventud del autor. Es más, en la última obrade Oviedo, Las Quinquágenas, de 1556, acaba-da poco antes de su muerte, el mundo de la cortereal que pudo conocer en su última estancia enEspaña de 1546-49 aparece retratado comoun lugar peligroso donde el disimulo y la pru-dencia eran la única garantía de supervivenciamoral y física135.

128. Batallas, batalla II,quinquágena II, diálogo XLI, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 220r.

129. Los comentarios de Oviedo,quien cita directamente a Leonardocomo su fuente, corresponden a lasopiniones de Leonardo sobre re-tratos femeninos recogidos en suParagone. Ver Leonardo, onPainting, ed. por Martin KEMP,New Haven, 1989, p. 26-27. Bata-llas, batalla II, quinquágena I, diá-logo V, Biblioteca de la Universi-dad de Salamanca, ms. 359, fols.275v-276r.

130. El almirante Bernat deVilamarí (- 1516) pertenecía a unode los linajes más destacados deCataluña. Fue capitán general dela armada de la Corona deAragón durante las campañas ita-lianas de Fernando V. Señor dePalermo y colaborador del GranCapitán, por sus servicios fuenombrado Conde de Capaccio en1504. Fue virrey interino deNápoles en 1513 y confirmadocomo capitán general por CarlosV en 1516.

131. Batallas, batalla II,quinquágena I, diálogo XX, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 958r-v.En estos término se refiere a lainvención de Diego LópezPacheco, marqués de Villena:«[…] estas cosas son a benepláçitofechas equivocas, e algunas tan se-cretas que sólo el inventor las en-tiende. E algunos no quieren serentendidos», batalla III,quinquágena I, diálogo XXIII,Biblioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 234r.

132. Thomas GREENE, The lightin Troy. Imitation and Discoveryin Renaissance Poetry, NewHaven, 1982, p. 81-104.

133. Batallas, batalla III,quinquágena II, diálogo XX, Bi-blioteca de la Universidad deSalamanca, ms. 359, fol. 927r.

134. La petición de Oviedo fuecursada en 1519 como contrapro-puesta a una de Bartolomé de LasCasas que finalmente fue conce-dida. Historia, libro XXVI, cap.I, vol. III, p. 61-62.

135. Quinquágenas de los gene-rosos e ilustres e no menos famo-sos reyes, príncipes, duques… Elmanuscrito autógrafo fechado enSanto Domingo en 1555 y acaba-do en 1556 consta de tres volú-menes hoy en la Biblioteca Na-cional, ms. 2217-2219. La prime-ra quinquágena fue editada porVicente de la Fuente en 1880 yuna amplia selección de la obracompleta fue publicada por JuanBautista AVALLE ARCE bajo el tí-tulo Las Memorias de GonzaloFernández de Oviedo, 2 vol.,Chapel Hill, 1974.