monseñor toth y su obra

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    Antonio Sancho NebotCannigo Magistral de Mallorca

    MonseorToth

    y su obra

    19432

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    NDICE

    PRLOGO..........................................................................................................4

    ECOS DE HUNGRA.........................................................................................6

    EL PEDAGOGO...............................................................................................27

    EL APOLOGISTA............................................................................................39

    VOCES DE ESPAA.......................................................................................44

    QU ES LO QUE ESPERAMOS DE LA NUEVA GENERACIN?...........54

    UNA JUVENTUD CATOLICA CONSCIENTE.............................................61

    3

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    PRLOGO

    No pretendo escribir una "biografa" de Mons. Tth.

    En Hungra ya se han publicado biografas y seguirn pu-blicndose otras, las cuales, a medida que se renan datos y vayanpasando aos, presentarn cada ves mas recia la personalidadextraordinaria y cautivadora del "Obispo Tihamr", como se le llamapor aquellas tierras.

    Episodios llenos de colorido; recuerdos emocionantes de

    conversaciones intimas; una ponderacin seria y objetiva delsignificado y trascendencia de los nuevos derroteros abiertos porMons. Tth en tos diversos campos en que pudo influir por suscargos; acaso apuntes y confidencias que todava se cubren con elvelo de la discrecin y que permitirn conocer ms profundamentesu vida interior, vendrn a iluminar la prcer figura y grabar msreciamente algunos rasgos que ahora se presienten, pero que anno resaltan en su semblanza espiritual.

    La preciosa materia que se rena al calor de los recuerdosvivos ha de ser la fuente para la presentacin definitiva de la figurade Mons. Tth. La fuente he escrito, no el criterio, pues para ellofalta an la adecuada perspectiva histrica.

    Si no obstante, he cogido la pluma para escribir sobre Mar.Tth, me han movido dos razones poderosas.

    Primera: las numerosas cartas que me llegan de personasdesconocidas, las cuales me piden con insistencia noticias deMons. Tth, no solamente del escritor, sino del hombre. Ellas meobligan a contestar con ms detencin de lo que permite unasimple carta.

    Segunda: creo que mi modesto escrito puede ser unaaportacin de cierto valor para la presentacin definitiva de Mon-seor Tth aun en Hungra. El largo y paciente trabajo de traducirel opus de un autor; el seguir fielmente no ya el amplio dinamismo

    de los pensamientos, sino los matices ms sutiles de cada frase yde cada expresin, necesariamente establecen una compenetra-4

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    I

    ECOS DE HUNGRA

    El Templo de Matas, o Templo de la Coronacin, cuya torrese dibuja esbelta y graciosa sobre el cielo de Buda, asentada en loalto del monte del Castillo, est de fiesta. Parece que entre susvetustos muros toma vida un jirn del pasado hngaro. Los anti-guos y pintorescos trajes de gala ponen su nota de vivos colores enel sagrado recinto. Ah est la flor y nata de la nacin: autoridades,

    prelados, personajes notables de la vida pblica... y el Cuerpodiplomtico. Se celebra la gran fiesta nacional: la fiesta del primerrey hngaro, plasmador de su pueblo y su apstol en una mismapersona; la fiesta de San Esteban, quien al dar patria a las tribushngaras, dio tambin un nuevo reino a la Iglesia catlica...

    20 de agosto del ao a929.

    Un orador, an joven, ocupa la sagrada ctedra, Hace cuatroaos que fue nombrado catedrtico de oratoria sagrada en la

    Universidad de Budapest, y por este motivo tom posesin delplpito, que se destaca con gran pompa escultrica y recuerdos deglorias no lejanas, en la iglesia de la misma, all abajo, al otro ladodel Danubio, en Pest; de aquel plpito monumental en quepronunci sus ltimas palabras el gran orador y apstol hngaro, elinsigne Obispo Prohszka.

    En la sacrista del Templo de Matas se me obsequia con elsermn impreso, que acabo de escuchar. En su portada se lee el

    nombre del orador: Dr. Tihamr Tth.Fue el primer contacto fugaz, pero directo, entre los que

    dentro de unos aos tenan que verse unidos en estrechsima cola-boracin espiritual.

    Con fecha de 27 de noviembre de 1934 recib una carta delRector del Seminario Central de Hungra.

    Era el orador del da de San Esteban.

    Con sencillez, llana y abiertamente me preguntaba si estaradispuesto a traducir al castellano sus obras de juventud y acaso6

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    tambin las dems. Con sinceridad candorosa aada: "Segu-ramente tambin ah tendran la misma aceptacin que, por ejem-plo, en Francia, donde se procede ya a nuevas ediciones."

    El ltimo da del mismo ao, otra carta efusiva. Carta de

    gratitud por haber accedido a su ruego.Sigue el carteo. Mons. Tth piensa con ilusin en las traduc-

    ciones espaolas. Parece que es asunto de corazn, ya que aveces se asoma el temor de no ver realizado su ensueo.

    13 de febrero de 1933: "... Los libros se publican uno tras otroen los ms diversos idiomas... El matrimonio cristiano aparecer enhngaro, en septiembre; pero se publicar tambin en francs, ale-mn, polaco, etc. Quizs hasta en castellano? Cuando sean mejo-

    res las posibilidades editorialesEn 23 de abril de 1935, una carta corla, pero que rebosa en

    alegra: "Con suma gratitud y alegra he ledo su grata carta.Gracias sean dadas a Dios, por ir tan satisfactoriamente encauzadoel asunto de las traducciones."

    "En estos das, efectivamente, he recibido una larga carta delDirector de ATENAS, y lo que es ms, yo mismo he enviado a sudireccin, en un gran paquete, los ejemplares de todos mis libroshngaros. Seguramente que l, al recibirlos, se los enviar a usted,por lo menos el ejemplar de El joven de carctery el de Creo enDios, porque yo he sealado estas dos obras: lo mejor es empezarpor ellas este ao."

    "Quiera Dios nuestro Seor que, con la eficaz y abnegadaayuda de usted, pueda yo tambin contribuir al levantamientoreligioso del noble pueblo espaol..."

    Alegra juvenil al recibir el primer ejemplar tan anheladode la versin castellana de El joven de carcter. El autor se alegraal ver la elegante presentacin tipogrfica de su libro... Y quizpase la vista por el texto, ya que habla efusivamente de la versin.

    Sus mensajes no faltan al publicarse un nuevo tomo. Quieremucho las ediciones espaolas, se alegra de la marcha de laempresa. Lee con cario sus libros castellanos.

    Autor y traductor van compenetrndose. Ya se conocen. Yasiguen el mismo comps. El primero ya no teme urgir... E insiste.Desea ver cuanto antes la traduccin de Energa y Pureza7

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    Parece que es su obra predilecta. Insiste y pide fidelidad. Y viertesu amargura en el corazn amigo. Le duele que tambin sus obrashayan tenido que sufrir araazos de la "bella infiel", denominacinharto fiel de la traduccin en general.

    Volveremos a mencionar esta espina de Mons. Tth. Pero yaahora queremos advertir que no se trata de orgullo de autor.

    Con el glorioso Movimiento Nacional se cortaron las comuni-caciones. La Sociedad de Educacin ATENAS sufra la tirana rojaen Madrid. La empresa de las ediciones castellanas de Tth,comenzada con empuje e ilusin, peligraba. Pasaron meses yaos. Por fin, en marzo de 1938, pudo reanudarse el triple contactoeditor, autor y traductor podan comunicarse de nuevo. Carta

    jubilosa del autor al traductor: "Gracias a Dios que no le hasucedido nada. No puede pensar usted cunto y cuntas veceshemos rezado por los hermanos catlicos espaoles que tantosufren. Yo mismo he celebrado con frecuencia por tal intencin.An hoy todos los sacerdotes hngaros rezan en la misa la 11 delas oratiiones diversae, para que Dios les ayude a ustedes..."

    El trabajo prosigue contra viento y marea. Los libros dejuventud y la coleccin RAZONEMOS NUESTRA FE se imponen.

    No se trata ya de un xito editorial sino de un verdadero apostola-do. En las trincheras la juventud espaola lee los libros de Tth, oquiz ms exacto sera decir; oye el mensaje del apstol. Y lo oyentambin los adultos y ancianos. Editor, autor y traductor compren-den que la empresa editorial a que se lanzaron es una grandiosacampaa de apostolado... que los obliga.

    Los libros de Mons. Tth pasan los mares y conquistan laAmrica espaola... La conquistan hasta tal punto que empiezan a

    llover all ediciones clandestinas...Hay una pausa en el trabajo. No por falta de entusiasmo, sino

    para preparar en Espaa y en Hungra el XXXIV Congreso Eucars-tico Internacional.

    Otra vez en Budapest.

    El orador del da de San Esteban va a hablar de nuevo. Noante la porcin selecta de una nacin y los contados represen-

    tantes del Cuerpo diplomtico, sino en la magna asamblea de loscatlicos del mundo, ante peregrinos llegados de todos los puntos8

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    de Hungra y de toda la tierra. Y su voz rebasar los mbitos de lasala; las ondas de la radio la esparcirn por doquier..., cuandohable el 26 de mayo en la primera sesin pblica y solemne delCongreso.

    Habla Mons. Tth. Y al da siguiente, cumplimentando lainvitacin del Nuncio, recibida el da mismo del discurso, acude a laNunciatura, donde se le comunica que S. S. el Papa Po XI va anombrarle Obispo titular de Olbia y Coadjutor de Veszprm.

    El da 30 se anuncia desde Castelgandolfo que Mons. Ti-hamr Tth ha sido promovido a la dignidad episcopal.

    Pasados los das del Congreso, das agitados, das de emo-cin, prosigue el trabajo... del apostolado por escrito.

    Poco despus, en julio, llega de Hungra un opusculito..., es latraduccin al hngaro del texto litrgico de la consagracin episco-pal. El nuevo Obispo, consagrado el da de San Pedro en la iglesiade la Universidad de Budapest; el Obispo titular de Olbia yCoadjutor de Veszprm, Dr. Tihamr Tth, lo enva en recuerdo asus amigos y conocidos, juntamente con su retrato. El Obispo ratifi-ca las amistades contradas por el Rector del Seminario..., y siguecon ilusin no menguada mirando hacia Espaa... No olvida quetambin all tiene una misin que cumplir.

    Hay asuntos que tratar... A fines de abril de 1939 una cartasale de Mallorca para Veszprm; va dirigida al Obispo en propie-dad, que lo es desde el mes de marzo Mons. Tihamr Tth...

    Es la primera carta que queda sin contestacin...

    Poco tiempo despus llega la noticia del fallecimiento. El jovenObispo entreg su alma al Seor el da 5 de mayo en el Hospital de

    San Roque, de Budapest.En pleno vigor y actividad, cuando slo tena cincuenta aos

    de edad, fue llamado por Dios el siervo fiel, cumplindose con larapidez que vemos a veces en los escogidos, su lema episcopal:thus ardens in igne...

    Quin era Mons. Tth para los hngaros?

    Quin era ese Prelado junto a cuya tumba pareci hacer actode presencia toda una nacin enlutada, mientras que unos gruposescultistas renovaban su voto ante el antiguo capitn que ya vol

    9

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    al cielo y repetan el lema significativo con que solan despedirseen la ltima noche de campamento: "No ser traidor!"?

    Cmo vean a Mons. Tth, por quin le tenan los que leconocan de cerca, o por lo menos seguan con atencin su activi-

    dad?El cuadro que yo trace de su figura ser como una imagen de

    espejo, un reflejo fiel del retrato que nos presentan los bigrafos yarticulistas hngaros. Ellos nos brindan esa preciosa materia a quealud en el prlogo y que guarda an ese fino y delicado polvillo deirisados colores que suelen tener los recuerdos frescos y profun-dos.

    El retrato que yo presente podr servir de contraprueba a los

    celosos bigrafos hngaros. Yo les ser fiel, aunque slo trace lasemblanza a grandes rasgos. Por ah vern ellos si han dado todoel relieve que queran a la figura; si es as como queran que, atravs de sus propios sentimientos e impresiones, la viesen losdems.

    * * *

    Tena seis aos aquel nio de ojos negros y vivos, cuandohubo de sentir por vez primera el peso de la vida. Quiz no lo sintian con todo su rigor, pero ya pudo barruntarla. Su madre quedabaviuda con cinco hijos, todos ellos muchachos. Tihamr era elsegundo. Habla nacido el 14 de enero de 1889.

    La familia Tth era de puro abolengo hngaro. El eraempleado modelo, Jefe de contadura en el Crdito y Caja deAhorros Agrcola de la ciudad de Szolnok. Ella, hija de un Mayorgeneral cado en Kniggrtz, era ideal como esposa y como madre.A pesar del ambiente de fines de siglo, cuyos soplos liberalesllegaron tambin a Hungra, en el hogar de los Tth reinaba el mspuro espritu cristiano.

    No sabemos si en el alma del nio, con sus cortos seis aos,poda haber dejado un profundo surco el recuerdo del padre, que

    siempre dio ejemplo del ms exacto y concienzudo cumplimientodel deber. Lo cierto es que el pequeo Tihamr pudo ver y admirar10

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    ejemplos hasta en grado heroico de su madre, la joven viudade treinta y cinco aos, que rechazando un noble ofrecimiento desegundas nupcias con que habra podido aliviar la carga quepesaba sobre sus hombros, contest con sencillez y firme decisin:

    Ganar con el trabajo de mis manos lo que sea necesariopara la educacin de mis hijos.

    Y educ a los cinco..., entre ellos al Obispo Tihamr Tth.

    Hay que detener el paso ante esta figura clsica de la "mujerfuerte... Todas las veces que se escriba de Mons. Tth habr quededicar un recuerdo a su madre.

    Hay muchas madres buenas, no cabe duda. Pero no seencuentra con facilidad, aun entre las buenas, la madre ideal delsacerdote. Las hay que movidas por tal o cual motivo quieren quesu hijo sea sacerdote, y hasta quieren forzarle con ruegos orazones insistentes. Las hay que lo aceptan, porque ven en elestado eclesistico una carrera que ofrece solucin a la vida. Otrasse oponen y luchan cuanto pueden para impedirlo. Unas se guanpor motivos humanos, otras por un celo indiscreto. Son honradasen su manera de vivir, moderadas en sus gustos, sensatas engeneral; pero claudican en la vocacin del hijo ms o menosconscientemente. La madre del sacerdote, segn el ideal, acata,alegrndose u llorando, la voluntad de Dios, se inclina ante lavocacin del hijo. Y le sigue los pasos sin que l mismo lo note;siempre pronta para alentarle; humilde y casi imperceptible, slovive para servir.

    Madre de sacerdote fue la de Don Bosco...

    Madre de sacerdote fue la de Tihamr Tth.

    Llor tambin ella. Le costaba hacer el supremo sacrificio.Llor aun en el tren, cuando acompaaba a su hijo, estudiante delsexto curso de bachillerato, para dejarle en el Seminario diocesanode Eger. Tan emocionada estaba, que un sacerdote, compaero deviaje, se sinti obligado a consolarla, y le dijo:

    No llore usted; quiz su hijo llegue a ser Obispo.

    No parece que Ana Brisztella se arrepintiese jams de esesacrificio, ni de la educacin que dio a su hijo; educacin profun-damente religiosa, que foment y quiz hizo florecer la vocacin.Cuando Tihamr ya era sacerdote, todas las veces que regresaba11

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    a su casa despus de celebrar la santa misa, besaba la mano desu madre, y ella besaba la del hijo, la del hijo que acababa deofrecer el santo sacrificio.

    Se traslad Ana Brisztella a Budapest, cuando all fue

    Tihamr. Vivieron juntos hasta que l fue nombrado Rector delSeminario. Entonces no pas una sola noche sin que hablaran losdos por telfono. Mirando con ternura a aquella alma que buscabaal hijo sacerdote para encontrar en l refrigerio; recibiendo lasprimicias de sus libros; recordando con los familiares y conocidoslos das lejanos de la niez y juventud de Tihamr, y quedndosesiempre en el ltimo trmino, siempre comprensiva, siempre cario-sa, siempre humilde, comunica la madre un encanto especial al

    cuadro de conjunto que la vida de Mons. Tth nos ofrece. En unode sus libros de juventud dice l cun feliz es el muchacho quedistingue pronto el camino que Dios le seala, el estado a que lellama el Seor. Tal es su caso.

    Desde la niez le embelesa el servicio del altar. Ya a los sieteaos de edad ayuda a misa con fervor en la iglesia de los PadresFranciscanos all en Szolnok. Sale temprano de casa, sea crudo obenigno el tiempo, sin desayunar siquiera; de misa va directamente

    a la escuela, no sin que los religiosos, sorprendidos del calladosacrificio que apunta en aquel nio le ofrezcan un desayuno en elconvento.

    Ms tarde, a la edad de doce o trece aos, instala una capillitaen casa, y la adorna, y rene a sus hermanos y amigos. Nada faltaen esta "iglesia domstica"; una mesa cubierta con tapete deencajes es el altar. Est provisto de cirios y crucifijo. A los doslados, flores que lo adornan y embalsaman el aire. La campanilla

    es de fabricacin casera: un vaso de vidrio y una cuchara que hacelas veces de badajo. Hay aclitos fervorosos y cantores devotos enel "coro"... Y hay tambin... el celebrante. Es Tihamr, que lleno depiedad y devocin, teniendo por alba un mantel sujeto con uncordn a la cintura, ofrece el sacrificio.

    Era juego de nios. Pero un juego que preludiaba el porvenir.

    La decisin ya est tomada. En el cuarto curso de bachilleratoTihamr sabe ya a qu estado le llama Dios. As se lo manifiesta asu madre: quiere ser sacerdote. Ella desea no desprenderse ande l. 12

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    Tihamr pasa dos aos ms en casa... Despus del sexto cur-so su determinacin es inquebrantable. Ir al Seminario diocesanode Eger para los dos cursos que le faltan de bachillerato.

    Y su madre, viendo la firmeza de esa vocacin, le deja partir.

    No; le acompaa.En el Seminario se repiti lo que en Szolnok: una irradiacin

    misteriosa parece salir del joven, y los dems muchachos se agru-paban en torno suyo, Siempre escrupuloso en el cumplimiento deldeber, era amable con los compaeros; les infunda nimo, lesayudaba, saba seguirlos en la alegra juvenil, pero sin perder

    jams ese aire de disciplina frrea que le caracterizaba.

    Sobresaliente en todas las asignaturas. Pronto descubren en

    l sus profesores una hermosa promesa.En 1906 el Cardenal Jos Samassa, Arzobispo de Eger, le

    enva al Seminario de Budapest para que all prosiga sus estudios.

    Brillante en las aulas y ejemplar en todo, llama la atencin desus nuevos superiores. "Ecclesiae utilissimus fore speratur" decan de l, es una esperanza, una promesa para la Iglesia.

    En 1910, siendo subdicono no tenia an la edad requerida

    para la ordenacin sacerdotal, entr como becario en elAugustineum de Viena, instituto fundado para los sacerdotes deestudios universitarios. All fue a prepararse para el doctorado.

    Si en Budapest haba podido contemplar de cerca la figuranoble y fascinadora del Obispo Prohszka, campeando en elamplio movimiento del resurgir catlico, tambin de cerca pudo veren Viena profesores prestigiosos como Swoboda, Rheinhold,Commer...

    Los grandes ejemplos, las corrientes del movimiento catlicotienen vida en su alma. Su espritu despejado, abierto a las gran-des ideas, recoge todo lo valioso que encuentra.

    En 27 de junio de 1911 recibe la consagracin sacerdotal, y el3 de julio siguiente canta en Szolnok su primera misa.

    Ya es sacerdote.

    Cul ser el campo de su apostolado? Qu gavillas reco-

    ger para llenar los graneros del Seor?13

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    Sirve para todo; sus dotes pueden rendir abundante fruto encualquier campo del apostolado: cura de almas, ciencia es-peculativa, apologa de la religin en la prensa... En todos loscampos ha dado pruebas de su gran valer... Dnde y cmo va a

    trocar en vida exuberante las esperanzas de que sera "Ecclesiaeutilissimus"...?

    Las diferentes estaciones de su vida se suceden aprisa. Enenero de 1912 es vicario en Heves; en septiembre del mismo ao,profesor de religin en Gyngys y coadjutor en la parroquia. Se vafamiliarizando con la cura de almas, pero al mismo tiempo estudiaseriamente y escribe artculos, por los cuales se puede barruntar lafutura talla del escritor. En 1913 pasa como profesor de Escritura a

    Eger y poco despus recibe el nombramiento de Profesor delSeminario. All se mostr una de sus facetas ms caractersticas:apstol de la juventud.

    Cuando an era seminarista, durante las vacaciones que solapasar en su ciudad natal, se haba ya dibujado la silueta del futuroamigo de los jvenes.

    Reuna en torno suyo a los muchachos, que sin saber por qusentan su influjo. Les hablaba, los guiaba, los entenda, saba su

    lengua. Ya entonces llamaba la atencin el hecho de que con sutrato se multiplicaban las vocaciones sacerdotales en Szolnok. Eraun preludio,

    En Eger se le ofreci ms amplio campo. Pareca que los jvenes ocupaban el primer puesto en sus afanes. En junio de1913, cuando se organiz el primer campamento escultista enHungra, Tihamr Tth tom parte en la excursin, y de ella guardprofundos recuerdos cuyos ecos resuenan en El joven observador.

    27 de julio de 1914 torna nuevo rumbo su vida, por lo menostemporalmente Se le llama urgentemente para el servicio militar.Ha de presentarse en el trmino de veinticuatro horas.

    Cinco meses en el frente del Sur, diez en el frente del Norte.Meses duros, que minan su salud, sin menguar su vigor intelectual.Es incansable. Pero qu dolorosas experiencias las de estosmeses, en que ve heridas del cuerpo y descubre profundas llagasdel alma!... Estas le espantan ms que aqullas. Ve la necesidad yla urgencia del remedio. Y nace en su alma el noble propsito detrabajar, trabajar con todas sus fuerzas, hasta consumirse si es14

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    necesario, para salvar a la juventud, para hacerla fuerte,creyente..., pura,

    El campo de batalla fue para l una escuela amarga. All, enmedio del fragor de las armas, vislumbr el campo que le sealara

    el Seor para que lo cultivase. All empez su "misin".El mismo lo confes en el discurso pronunciado el 17 de

    noviembre de 1929 en la fiesta que la Asociacin de los Profesoresde Religin catlicos organiz en honor suyo, por cumplirseentonces diez aos de la publicacin de Energa y Pureza, suprimer libro destinado a la juventud. El sembrado de Mons. Tthera ya mies esplndida. Una generacin nueva, "nueva" por elespritu, reunase para tributar homenaje a su gua.

    "Sabis, amados jvenes deca a los reunidos MonseorTth, cul fue el origen de estos libros? Cmo se me ocurri elpensamiento de escribirlos? Creo que nadie lo sabe, porque esasunto personal del que nunca he hablado. Pero creo que voy aservir nuevamente al gran ideal si manifiesto en estos momentos,llenos de emocin, de qu manera llegu a la idea de escribir mislibros.

    "Si ahora voy cavando en las capas del tiempo con la azadade mi memoria, buscando las races del pensamiento que en eldecurso de diez aos lleg a rbol corpulento, sabis hasta dndeme llevan las races? Hasta la guerra mundial. Hasta el frenteservio, hasta los Crpatos, Galitzia, Rusia, donde prest serviciodurante quince meses y donde hube de convivir, comer, habitar ydormir con la juventud intelectual llamada a filas.

    "Estuve con mdicos, farmacuticos, oficiales, jvenes di-plomados en diferentes carreras; estuve con ellos bajo un mismotecho, en las fras noches de invierno. No solamente no tenacuarto con entrada particular, sino que ni siquiera tena jergnpropio; dorma donde poda: junto a la ancha chimenea de unachoza rutena, en el cuarto sin aire de un mercader de aldea, en lasala de sesiones de un ayuntamiento pueblerino, al aire libre, entregavillas de trigo... Y all junto a m vivan jvenes de carrerauniversitaria...

    "Y lo que durante aquellos quince meses hube de or; lo quehube de sorprender en su conversacin, en sus planes, en sus15

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    objetivos y en su modo de vivir; aquella vaciedad espantosa yaquella frivolidad moral, fueron para m, sacerdote joven, con tresaos de ministerio, una revelacin aplastante. Un dolor sin nombrese apoder de mi corazn. A la sazn no saba an cules seran

    las consecuencias de aquella amargura. Hoy da ya lo s."Hoy da ya s que al volver de la guerra me puse pronto aescribir mis libros de juventud; la primera inspiracin aunque enel subconsciente la recib de la experiencia amarga en los tiem-pos de la guerra. Solamente hoy puedo explicar el motivo que meimpulsaba al escoger los temas para los libros que iba escribiendo.Vea que la falta de orientacin causaba los mayores estragos ennuestros hombres que luchaban en el frente, y senta una

    amargura atormentadora: sea cual fuere el resultado de la guerra,ya no podemos consentir que nuestra juventud siga con la mismaaridez espiritual.

    "Ah tenis el origen de mis libros de juventud."

    Ah tenis podemos aadir nosotros el primer impulso dela mano de Dios para hacer de Mons. Tth el gran director yformador de almas.

    En septiembre de 1918 abandona Eger. Se traslada de nuevoal Seminario Central de Budapest..., esta vez como Prefecto. Serioy disciplinado, exige seriedad y disciplina de los jvenes. Pero nolos ata, no les corta las alas, no hace de ellos viejos prematuros.Ha ledo mucho, conoce la literatura pedaggica, asctica, psicol-gica. La conoce y se ha asimilado sus mejores elementos. Adems,en sus viajes al extranjero estaba siempre con ojo avizor pararecoger todo lo bueno que encontraba y trasplantarlo al propio pas.

    Pide mucho de los jvenes, pero sabe infundirles el nimonecesario para colmar la medida. La primera vez que se habla conl da la impresin de ser un hombre reconcentrado, quiz un pocofro; mas a los pocos minutos sus ojos penetrantes se animan y seasoma el alma. Es Prefecto, pero cuando no ha de levantar la varade la autoridad es el mejor de los compaeros, que no seescandaliza de las bromas inocentes ni se asusta al ver explosio-nes de buen humor. Al contrario, las fomenta. Es apstol de laalegra cristiana. Quiere meter optimismo cristiano en el nimo delos muchachos.

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    Es Prefecto..., pero acude a las clases de gimnasia que limpuls, no sin dificultad; se pone en fila con los alumnos, hacelos mismos ejercicios, trepa por la barra y por la cuerda. Juega a lapelota con los seminaristas; y menudean los casos en que puede

    darles ejemplo de noble camaradera y de sano espritu deportista.Bromeando le escogen los muchachos por blanco de la pelota, y seaniman con alegres gritos: "Da al Prefi!" una especie dediminutivo carioso, contraccin al estilo hngaro de la palabra"Praefectus"; y el "Prefi" aguanta y se re.

    Una ancdota que le retrata de cuerpo entero.

    Entre las costumbres populares y muy extendidas de Hungrahay sta de Pascua: los muchachos rocan finamente a las mucha-

    chas con una botellita de tocador, o sacudiendo los dedos enoja-dos. En la ciudad se emplea para ello un perfume; en el campo sesuele echar mano del agua. Las muchachas corresponden a estafineza regalando a los muchachos huevos duros pintados o huevosde chocolate. De ah se origina otra costumbre ni tan extendida nitan fina: los muchachos entre si se propinan buenos chaparrones.Con un vaso o con un cubo se echan el agua.

    El Seminario no cierra las puertas a tal bullicio. En las fiestas

    de Pascua se permita o toleraba un poco de expansin popular;coma el agua por el patio y corran los seminaristas por los corre-dores...

    Sigilosamente se meten cerca de una ventana, bien provistosde jarros llenos de agua. Abajo hay un centinela encargado dedarles la seal cuando se acerque un seminarista, pobre vctimaque va a recibir la bendicin... a raudales.

    Momentos de espera... Por fin llega uno. Desde arriba no seve ms que el sombrero. El centinela ve algo ms... y da la sealen el momento oportuno.

    El tiro ha sido certero. El del sombrero est calado..., levantala cabeza... Horror!... Es el seor Prefecto. Este sube a su cuarto.Se cambia el vestido.

    Los pobres seminaristas, reos de tremendo delito, estn mu-dos de espanto; esperan la reprimenda. La cara del Prefecto no

    delata el menor enfado. Se acerca a los muchachos... y se mete adirector de escena. El centinela est en guardia otra vez, esperan-17

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    do nueva vctima. Por fin llega alguien. Se da la seal, y cae unjarro de agua desde la ventana. Esta vez quien maneja el artefactoes el Prefecto en persona.

    Y la vctima? El Vicerrector...

    Ese Prefecto, muchacho entre los muchachos, ya tena en-tonces ricos trofeos de apostolado. Con mano segura y coraznencendido diriga muchas, muchsimas almas. Ya haca aos quehaba escrito: "Empieza una procesin de almas hacia el Calvario.El alma humana, esa alma sedienta, esa alma moderna, que cons-tata, explica y proyecta, que quiere hartarse de ciencia constructoray no obstante ha llegado a la bancarrota, parece que en nuestrosdas est para volver a los antiguos ideales." Y ya hacia aos que

    l ayudaba con eficacia a que se realizara tan anhelado retorno.Hablando en Eger con uno de sus colegas de profesorado

    haba trazado todo un programa de vida: "Hay que conducir aCristo el mayor nmero posible de hombres. La misma ciencia nopuede tener otra finalidad. Hay que ensear a los hombres por qucosas se han de interesar, a qu deben dedicarse, qu es lo quedeben saber... con vistas a ese fin." Y haba aadido: "El sentido dela vida, su fin, qu otra cosa puede ser sino llevar la vida cotidiana

    a Cristo?"Y su amor a los jvenes no quedaba enumerado en los muros

    del Seminario. Cuando en marzo de 1919 el comunismo hizo suprimer y funesto ensayo de gobierno fuera de Rusia, en la pobre ymutilada Hungra, el joven Prefecto del Seminario, para contrarres-tar las deplorables consecuencias que la supresin de la ensean-za religiosa en las escuelas pudiera acarrear, hizo un llamamientoal herosmo de los muchachos de la capital.

    En los momentos de recreo de un instituto de segunda ense-anza, los estudiantes mayores dieron en secreto una consigna alos ms pequeos. Se trataba de una cita solemne en el jardn delMuseo Nacional, lugar clsico en que se juntaban para el juego losmuchachos que vivan encerrados entre las grandes manzanas decasas. Esta vez no iban a jugar... Esta vez los animaba el herosmode los mrtires. Reunidos todos tras el edificio del Museo, empren-dieron con toda solemnidad su ruta misteriosa... hacia el Seminario,donde los esperaba aquel que iba a ser espontneamente suprofesor de religin... Era el Prefecto.18

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    El ambiente de esas clases? Ah va lo que dice un testigofidedigno, un muchacho que asisti a las mismas: "Cuando sesuprimi en la escuela la enseanza de la religin yo no habaterminado el cuarto curso de primera enseanza. Todava no se me

    haba ofrecido ocasin de hacer la primera comunin. Entoncessupo mi madre que en el Seminario Central el doctor Tihamr Tth,catedrtico auxiliar de la Universidad, daba ciases de religin a losmuchachos de aquellos alrededores y los preparaba para la prime-ra comunin; naturalmente, se apresur a conducirme all. En lapuerta del edificio montaba guardia un miliciano rojo, pero en elpiso nos esperaba un mundo completamente distinto. En una salasilenciosa esperaban unos veinte o treinta muchachos, poco ms omenos de mi edad. Con qu naturalidad y espontaneidad sabahablar con nosotros, muchachos sencillos, el docto profesor!Siempre nos hablaba en tono de charla, y siempre me produjo laimpresin de que me hablaba solamente a m y conmigo platicaba;creo que lo mismo sentan todos los dems. All no haba diferenciaentre el hijo del conserje o el del profesor de universidad. Todosperseveramos hasta el final."

    En la subida rpida y rectilnea de su carrera le esperaban an

    tres jalones de gran importancia a Mons. Tth: el nombramiento decatedrtico ordinario en la Universidad de Budapest, el nom-bramiento de Rector del Seminario y la exaltacin a la plenitud delsacerdocio: el episcopado.

    En este breve bosquejo de su vida no podemos detenernos,como sera nuestro gusto, en analizar minuciosamente todo lo nue-vo y actual que l aport al campo de trabajo propio de estoscargos. Hemos de contentarnos con captar tan slo unos haces de

    luz.Con la ctedra de la Universidad tom posesin del plpito de

    su iglesia. Con ello hubo de recoger una noble herencia. Aquelplpito tena su gloriosa tradicin. Apareca nimbado con el presti-gio de Prohszka. Dirase que contaba a voces la historia y el finaldel gran Obispo de Szkesfehrvr. Desde aquel plpito impartasus conferencias el insigne orador, el Bossuet de Hungra; empeza velarse su mirada y a buscar con afn al Santsimo Sacramento;

    sus labios pronunciaron los ltimos parabienes dirigidos a los19

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    oyentes: "Benedicat vos omnipotens Deus", y se levant por ltimavez la mano para la bendicin... Prohszka pas a mejor vida.

    Tihamr Tenis comprenda y senta la nueva responsabilidadque pesaba sobre sus hombros. Recogi la herencia. Recogi el

    fuego sagrado. Se entreg a su misin con alma y vida. Compren-di que no haba de intentar una copia servil. Ni era fcil seguir elvuelo de Prohszka, ni los fieles lo esperaban. Se propuso imitar asu insigne antecesor en el afn de llevar almas a Cristo.

    Se entreg de lleno a su propsito. Con un noble y ponderadoeclecticismo iba recogiendo datos, todos los que juzgaba conve-nientes; y asimilndolos por completo, hacindolos sustanciapropia, supo crear su estilo peculiar y supo ser gua de los catlicos

    cultos que acudan a sus sermones.Ya vimos su gran objetivo, que era tambin punto bsico de

    su programa llevar la vida cotidiana a Cristo. En sus mismosestudios predomin siempre el punto de vista prctico. Tena susilva rerum, en que coleccionaba todas las materias apropiadaspara una orientacin prctica. Los hermanos en el sacerdociomuchas veces oyeron de sus labios esta pregunta: Sabes algnejemplo bueno, alguna historia?"

    En el plpito tuvo ocasin de hacer valer sus principios. En elplpito fue creando ao tras ao, y ms exacto sera decir desermn en sermn, su estilo oratorio, que se afianza de lleno en lostiempos modernos, que habla el lenguaje de la poca aunqueanuncia verdades eternas.

    Despus de Prohszka supo hacerse escuchar. Fue su primertriunfo. Triunfo exterior. El verdadero, ntimo, no susceptible demedicin, lo consigui en el confesonario. Desde el plpito sembra-ba..., en el confesonario recoga las cosechas para el Seor.

    Llevarlo todo a Cristo... Todo, absolutamente todo. Nodeclarar la guerra a las aspiraciones del hombre moderno, a susafanes de conocer, de desarrollar la tcnica, a su sed de inventossiempre nuevos. No cortarle las alas en sus proyectos, sinoencauzar rectamente sus energas. Aprovecharlo todo para el reinode Dios. De ah que acogiese con entusiasmo la radio e

    inmediatamente quisiese ponerla al servicio de la divina palabra.Casi diramos que quiso bautizarla en su misma cuna.20

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    Cuando otros ponan reparos, cuando otros miraban conrecelo la posibilidad y el deseo de radiar sermones, Tihamr Tthabogaba en la prensa a su favor, y fue el primero que el 31 deenero de 1926 pronunci en Hungra un sermn ante el micrfono

    en una iglesia parroquial de la capital; sermn inaugural en quehizo entonar un grandioso Benedicite a las antenas, a las ondas dela radio, a las emisoras... Fue el primero en Hungra y el primero enEuropa que aprovech ese "aliado milagroso"como dice nuestroPemn, ese aliado que ofreci al Evangelio "el lomo dcil de susondas para transportarle a las ms dilatadas lejanas".

    Haca casi un ao que el Dr. Tth haba entonado suBenedicite ante un micrfono de Budapest cuando el P. Lhande dio

    comienzo en Pars a sus famosos "radio-sermones".Su nombramiento de Rector del Seminario Central de Bu-dapest aade a sus muchos trabajos nuevas ocupaciones de seriocompromiso, mas no le distrae de sus anteriores empresas. Elorador, el director espiritual sigue con sus responsabilidades, Esincansable. A todo atiende, para todo tiene tiempo.

    Prepara con el mayor cuidado su sermones cclicos; se sientacon la misma regularidad en el confesonario; trata en visitas inter-

    minables los negocios espirituales de quienes se confiaron a sudireccin; edita libros que, a manera de semillas aladas que vuelanllevadas por el soplo del viento, rebasan las fronteras de la nacin yarraigan con vigor y lozana en los ms diversos pueblos; danuevos brios a la piedad, infundiendo savia litrgica en las funcio-nes religiosas; levanta la iglesia de la Universidad a categora decentro y modelo de la ms fervorosa cura de almas; establece unnivel ms alto de preparacin espiritual en el Seminario; trabaja

    incansablemente para realizar a pesar de las circunstanciasdifciles consecuencias de la postguerra en todos los pasesuna grandiosa obra de reforma en el Seminario.

    Piensa que los estudios ms intensos exigen mayor con-centracin de los seminaristas, para la cual necesitan recogimientoy silencio; por esto sustituye las salas comunes por el sistema dehabitaciones particulares; su generosidad no conoce limites cuandopuede poner una nota de elevado arte en la casa y as educar el

    gusto de los jvenes. Ningn detalle se le escapa, sea del ordenespiritual, sea del orden material. Los siete aos de su rectorado le21

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    bastan para dejar su espritu en el Seminario y levantar este centroal nivel de instituto modelo.

    Como Obispo, primero Coadjutor y ms tarde propio, deVeszprm, tambin se caracteriza por esta actividad incansable,

    por este celo realmente apostlico. Quiere ser de todos, ministro desus fieles. Se acerca a los nios que juegan en la calle y trabaconversacin con ellos. Piensa en la formacin de los que sepreparan para el sacerdocio. Como en Budapest, tambin enVeszprm persigue un doble objetivo: levantar el nivel de losestudios y... construir un nuevo edificio para mayor rendimiento detrabajo. Baja diariamente de la colina en que se halla el Palacioepiscopal, para celebrar en la iglesia de las Seoritas Inglesas y as

    estar ms cerca de sus fieles.Y no olvida sus antiguos compromisos. Prosigue sus locu-ciones por radio desde Veszprm. El da 20 de cada mes va a lacapital para dar conferencias, siguiendo en ello el ejemplo deProhszka. Dedica un inters especial a la juventud de su dicesis.Se impone la tarea de formarla, dndole l mismo ejerciciosespirituales. El trabajo se acumula sobre sus hombros. El lo aceptagozoso de manos de Dios. Se siente Pastor de sus ovejas. "Soy el

    primer prroco de mi dicesis" dijo en cierta ocasin en que seofreci a ayudar a los sacerdotes en el ministerio de la confesin. Yen Veszprm se repite la historia de Budapest: su palabra encien-de, enardece, convence, convierte.

    "Los mismos paganos se han convertido": tal fue el comentarioque hizo un estudiante, refirindose al fruto producido por la pala-bra del Obispo en unos ejercidos espirituales.

    Al mismo tiempo estudia tratados tcnicos que le orienten en

    el gobierno de las grandes propiedades de su dicesis, una de lasms ricas de Hungra. Hablando de sus ocupaciones episcopalesdijo con buen humor en una de sus visitas a Budapest: "Antescompraba y lea Mysterien, de Scheeben, o cosas anlogas; peroahora mi ltima adquisicin trata del engorde rpido de los cerdos."

    No hay un punto en el complejo gobierno de su dicesis queno le interese y al cual no dedique toda la atencin debida. Yprosigue su extensa correspondencia, que se ha aumentadotodava por su ausencia de la capital. Correspondencia delicada en

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    que las almas le exponen sus preocupaciones, en que esperan ypiden sus luces y aliento los corazones.

    Los extraos no se dan cuenta de nada. Viendo al Obispo tanincansable en sus mltiples tareas, nadie piensa que una secreta

    dolencia pueda estar minndole. No se sabe que en Budapest yahubo de pronunciar muchas veces sus sermones con alta fiebre ysentarse despus en el confesonario sin tomar un poco dedescanso. La dolencia, contrada en el campo de batalla, se agravacada vez ms. Un dolor continuo de cabeza le aqueja. Un resfriado,que dos meses antes no fue debidamente curado por motivo de lostrabajos apostlicos que siempre le apremiaban, fue la causaprxima de que se agravara el mal.

    El Jueves Santo de 1939, al ir a la Catedral para la ceremoniadel Lavatorio, no pudo disimular el malestar. Tuvo que apoyarse ensu bculo al pasar por el recinto sagrado...

    Despus de la solemne funcin hubo de acostarse...

    Las fiestas de Pascua las pas relativamente bien, pudiendoatender a sus visitas. Pero despus subi otra vez la fiebre, seaument el malestar y se juzg necesario llamar a un especialistade Budapest. Este indic la conveniencia de llevarle al Hospital deSan Roque de la capital. El Obispo prepar por s mismo las cosasnecesarias para el viaje, colocndolo todo en la maleta. Con vozqueda dijo:

    Volver yo aqu?

    El da de la llegada al hospital fue sometido a dos opera-dones. Primero le abrieron la concavidad de Heymur, despus ledestaparon el cerebro. Era la vspera del Domingo in albis. La

    intervencin quirrgica le alivi. Al da siguiente reciba ya visitas.Todos sus admiradores, amigos e hijos espirituales quisieron verle.Sus seminaristas tampoco podan faltar para darle sus parabienes.Uno de los jvenes resume sus impresiones de esta manera:

    "Tuvimos que esperar, porque estaba el P. Bangha con l. Senos pas recado de que iban a hablar todava unas palabras ms.Pronto pudimos entrar y saludar a nuestro Padre Obispo. El P.Bangha dijo con satisfaccin que gracias a Dios el seor Obispo ya

    se encontraba completamente bien. Estaba l sentado en un sillngrande... Nos recibi con visible alegra.23

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    Realmente ha sido algo serio dijo, ya estaba con un pieen el otro mundo.

    Y con su acostumbrada llaneza cont el curso de su enferme-dad:

    Hace ya meses que me senta indispuesto; tena un poco decalentura. Mas quin se preocupa de ello cuando hay tantotrabajo? En los ejercicios espirituales de marzo me senta cansado.Mis fuerzas iban disminuyendo cada vez ms. Ya no quera ir a losejercicios espirituales de Kaposvr..., pero no hubo ms remedio.Fueron magnficos, daban gozo. Principalmente los nios eran unadelicia. De regreso tuve que guardar cama. Pareca que todos losbacilos me acometan a la vez y que yo haba perdido toda la

    fuerza de resistencia. Y se acercaban las fiestas de Pascua.Jueves Santo...

    "El Jueves Santo me levant, pero apenas me sostena. Todala ceremonia tuve que hacerla con sudores. Luego otra vez encama. El lunes de Pascua, un radio-sermn, y de nuevo en cama.Despus, Zirc. Asist tambin. Al final ya me dola mucho lacabeza. No quera venir a Pest, pero me obligaron... El viaje ibabien; pero en Szkesfehrvr tuvimos que hacer parada, porque

    me puse muy mal. En el Hospital de San Roque se me sometiinmediatamente a una operacin, pero esta intervencin no mealivi nada. Hubo consulta, y despus entr el mdico-jefe y mecomunic que habran de abrirme el crneo. Le pregunt qusucedera en caso de no hacerlo, en caso de esperar un poco ms.El mdico contest: Encefalitis. Pues entonces no hay msremedio; adelante. Y, sabis?..., no se puede anestesiar el hueso;fue realmente doloroso. Cortaron la piel junto a las cejas, la levan-

    taron y entonces con un escoplo y un martillo empezaron atrabajar. Uno siente y hasta oye cmo cruje el hueso. Y el dolor esgrande."

    Se sonri:

    Veis? Ya ha pasado todo. Me siento completamente bien;ni siquiera me duele la cabeza. Y no queda rastro de la operacin.

    Efectivamente; no llevaba ms que un pequeo apsito pe-

    gado sobre las cejas. Se vea que estaba fatigado, pero su modode hablar y de pensar era como antes.24

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    Pronto estar sano dijo."

    Hasta aqu las impresiones personales del visitante.

    Realmente todo pareca anunciar el pronto restablecimiento; yel Obispo no descansaba tratando an en la clnica los asuntos de

    su dicesis. Sus antiguas energas hacan acto de presencia.De pronto entr nuevamente la calentura. Fue sometido a

    nueva operacin, que tampoco le alivi. Se comprobaron los snto-mas de trombosis cerebral y despus de encefalitis. El lo aceptabatodo con amor, como venido de la mano de Dios. Sufra horroro-samente, pero aun entonces repeta:

    Padre mo, hgase tu voluntad!

    El 5 de mayo, primer viernes del mes, recibi el santo viticocon la cara radiante. Uno de sus ltimos consuelos fue ver junto asu lecho al Nuncio de Su Santidad, que le traa la bendicin de PoXII.

    Unas horas ms entre la vida y la muerte...

    A las once de la noche el Obispo Tihamr entreg su alma alSeor.

    * * *

    Como recuerdo de sus bodas de plata sacerdotales, base.Mons. Tihamr Tth hizo un don magnifico al Seminario: costenueve ventanales de la capilla. En ellos se representan las diversasfases de la vida sacerdotal, desde la vocacin hasta la entrada enel santuario de los cielos. Corona de todas las vidrieras es esta

    ltima: Cristo Rey coge suavemente con su mano izquierda elbrazo derecho de su ministro fiel que est de rodillas, revestidocon casulla, sosteniendo en la derecha una palma, smbolo devictoria y de recompensa. Angelitos y palomas revoloteangraciosamente en torno del grupo.

    Esta vidriera ha sufrido ahora una ligera modificacin. Se haretocado el rostro del sacerdote que en la gloria se presenta alPontfice Eterno... El donante ya ha perecido... El homenaje ya no

    hiere su humildad... Aquel sacerdote que recibe de manos deJesucristo el galardn de una vida abnegada... es Tihamr Tth.25

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    Es un monumento elocuente, el primero que a raz de sumuerte le erigieron los que le conocieron de cerca, los que con lconvivieron.

    Para ellos Tihamr Tth es sencillamente... EL SACERDOTE.

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    II

    EL PEDAGOGO

    Para nosotros, el rasgo ms saliente en la fisonoma deTihamr Tth es el de PEDAGOGO.

    Seguramente algunos disentirn de nuestra humilde opinin.Unos darn preferencia al ttulo de "orador", otros al de "director dealmas", otros todava y en gran nmero al de "apologista"...,rechazando el de "pedagogo" por trivial y gastado, para

    caracterizar a tan insigne escritor y tan celoso apstol.Pero nosotros empleamos el trmino en su ms alto sentido.

    Clemente de Alejandra, en las catequesis que reuni con elttulo de El Pedagogo, escriba: "Aquiles tuvo como Preceptor aFnix; los hijos de Creso fueron instruidos por Adrasto, Alejandropor Lenidas, Filipo por Nausito... pero nuestro particular pedagogoes Jesucristo, Dios santo, luz del mundo, Verbo del Padre: esteDios clemente y bueno es nuestro pedagogo."

    Pedagogo, segn la escuela del Pedagogo divino, fue TihamrTth. "Educador sin tratado de pedagoga", como escribimos encierta ocasin, refirindonos a l.

    Si le vemos pedagogo "en Cristo" segn el matiz paulinocomprenderemos su actividad y tendremos la clave de sus xitosextraordinarios. "Pedagogo"... es el prisma que muestra con todoslos primores los distintos colores de sus mltiples facetas: orador,

    director, confesor, catedrtico, apologista, rector, obispo...Un solo y grandioso punto de programa... una nica idea-gua,una sola idea luz llevar la vida cotidiana a Cristo; reponer en suaugusta ctedra al Pedagogo divino, al que es luz del mondo, alque fue desterrado de las aulas y de la escuela pblica de la vidacon espritu sectario y con encono.

    Esta es la pedagoga de Tihamr Tth. Esto es lo bsico de sufigura y de su obra. Todo lo dems, por muy brillante que sea

    cargos, distinciones, actividadesno es ms que accesorio, no esms que medio para llegar al fin.27

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    Si Tth sube al plpito, si dirige almas, si confiesa, si daconferencias en la ctedra universitaria, si desciende a la palestramovida de la prensa peridica o entra en la liza menos ruidosa delos libros, esgrimiendo armas bien afiladas, si educa nuevas gene-

    raciones de sacerdotes, si acepta el gobierno de toda una dicesis,es para llevar la vida a Cristo, es para educar "en" Cristo.

    De ah que en todos estos campos, aisladamente considera-dos, pueden algunos echar de menos un relieve particular, el quehace falta aunque sus mritos sean indiscutibles para lapersonificacin del ideal. Estos echarn de menos en el orador para no salir de Hungra el clasicismo y el vuelo majestuoso deun Prohszka; aqullos recordarn acaso, al fijar la mirada en el

    confesor, la discrecin de espritus y la pompa carismtica de unJuan Vianney y de otros no canonizados; los terceros, quiz entrenosotros, al considerar al apologista, recordaran los chispazos deun Sard y Salvany... Pero unamos los colores, concentremos lasluces en el "Pedagogo de Cristo" y crecer la figura de Mons. Tthhasta adquirir proporciones excepcionales. Lo que antes podaparecer dispersin de fuerzas, un moverse a merced de lascircunstancias, nos parecer de repente sabia reconcentracin que

    tiende a poner todas las energas al servicio de un solo fin, undominio perfecto de las posibilidades que se le ofrece para lograrcon ellas el gran objetivo.

    "Llevar la vida cotidiana a Cristo". Programa nico del pedago-go Tth.

    Para lograrlo se aprovecha l de todo: de la palabra hablada,de la escrita, de la radiada..., del plpito, de la ctedra, de la sedeepiscopal.

    Su escuela fue, como vimos, la misma vida. All se form; enel frente de guerra, al contacto directo con lo que la vida tiene detriste, de descorazonador, y muchas veces de abyecto. Y allcomprendi que no hay ms que una pedagoga capaz de curartanto mal: la de "nuestro particular pedagogo, Jesucristo, Diossanto, luz del mundo, Verbo del Padre". Y porque saba que estepedagogo es al par "clemente y bueno", no se desalent Mons.Tth; a pesar de ver con mirada clara todas las dificultades de que

    estaba erizado el camino, se lanz al trabajo con tesn y confianza.28

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    Mons. Tth generalmente pasa como el gran educador de lajuventud. Lo fue, por cierto. Pero despus de lo que acabamos deinsinuar quiz no es necesario siquiera hacer constar que quien leenfoque solamente desde este punto de vista, no puede captar

    toda la grandeza de su talla. Educ, si, a los jvenes, y los educcon un xito incomparable, porque fue y sigue siendo "un directorespiritual que habla en secreto a las almas de todos los jvenes,como si todos se hubiesen a l confiado". Es psiclogo formidable,psiclogo formado cientficamente en los libros y formado por vaexperimental al contacto directo con la vida. Conoce a fondo lapsique juvenil. Un leve temblor de los labios, un fruncir de cejascasi imperceptible, una nube fugitiva que empaa la mirada o unfulgor repentino que la ilumina, cosas que para la mayora pasa-ran inadvertidas, le revelaban a l complejos estados de alma, y lemostraban sin velo el espritu del joven que le consultaba. Hay querendir banderas ante el formidable educador de la juventud.

    Pero fue algo ms. Fue educador de... todos. Pedagogo de laclase culta, tan recalcitrante ahora en punto a religin. Si hubo unmomento en que mir con cierta ilusin su ttulo de catedrtico dela Universidad, fue seguramente al ponderar que este ttulo poda

    ser a los ojos de los intelectuales como un certificado de competen-cia... A un catedrtico de la Universidad bien podan escucharle sinbajar del nivel intelectual en que se crean colocados. Como se hadicho, hizo del templo su aula.

    Tena su pedagoga particular con todos. Con jvenes y adul-tos, con los sencillos y con los orgullosos, pagados de s mismos. Ysiempre acertaba. Porque siempre tenia ante la vista al hombreintegral.

    Su pedagoga era pedagoga aprendida a los pies del Maes-tro, e ilustrada por la misma vida. Conoca bien "la supersticin delintelectualismo", incapaz de enardecer la voluntad y abonar el cora-zn para nobles frutos, tara que malogra tanto esfuerzo noble ysincero en la conquista de las almas. De ah su principio: "Nuestroideal es una educacin viva, una educacin que no pierda de vistala vida, que forme la conciencia catlica, que instigue a obrar, qued una religiosidad profunda y que mueva a la vez la razn y los

    sentimientos. Ms alegra, luz, rayo de sol, calor, vida, intimidad,es decir: ms alma en la enseanza de la religin!"29

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    En la enseanza de la religin desde el plpito, desde lactedra, en los libros, en la prensa, en el trato social. Porque "elvalor de los sistemas pedaggicos se cotiza por la influencia queejercen sobre nuestro organismo moral. Entendemos por "organis-

    mo moral" la totalidad de aquellas capacidades humanas con cuyofuncionamiento va formndose nuestra moral, nuestro carcter,nuestra personalidad. El sistema pedaggico, para influir de unmodo positivo, ha de tener en cuenta las diferentes exigencias dela razn, de la voluntad y del corazn."

    l las tuvo en cuenta. Por lo que se refiere a su propiapersona, primer sujeto de su sistema pedaggico quiz campode experimentacin para dar con el mtodo ms adecuado y eficaz

    , recogemos tres notas que podramos encabezar con estosepgrafes: Hombre de razn, hombre de voluntad, hombre decorazn.

    Hombre de razn. Era intensa su sed de saber. Ya indicarnosque pronto empez su silva rerum, en la que anotaba todo manto lepareca digno de ser retenido y capaz de servirle un da en sustareas apostlicas. Al viajar por el extranjero, siempre tena sucuaderno de notas al alcance de la mano y lo llenaba con apuntes

    regularmente de valor prctico. En los campamentos escultistas,despus de pasar unos das con juegos y algazara porque,segn su mxima de capitn, "cuanto ms serena es la vida tantoms pura es", hacia por la noche breves meditaciones con losmuchachos, levantando sus almas al Creador, que all, en mediodel gran escenario de la naturaleza, bajo la bveda estrellada,pareca estar ms cerca de todos.

    Escribe quien vio a Mons. Tth en alguno de sus campa-

    mentos: "Le tenamos por santo; y esto no le estorbaba en nada deplaticar con nosotros con toda sencillez. Nos gustaba orle. Parecaun lxico vivo. Le preguntbamos cosas difciles, y l tenarespuesta para todo. No buscaba a tientas la contestacin, sinoque responda inmediatamente, con perfecta seguridad. Nosdiverta con juegos de palabras latinas y con historias interesantes."Tena en mente las exigencias de la razn... y aun de la raznmoderna, quisquillosa, inquieta, que apunta en los jvenes.

    Hombre de voluntad. Prosigue declamado el mismo testigo;"Cuando hablaba el Padre Tihamr no lo hacia con facilidad; su30

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    exposicin era ms pesada que la de otros capitanes. Para m unade las mayores sorpresas ha sido el que llegase a ser orador taneximio". Ya en el Seminario, cuando todava era estudiante, hubode trabajar firmemente durante todo el ao, para llevarse la palma

    en el certamen de oratoria. Pero era hombre de voluntad. Triunf.Hombre de corazn. Ya dijimos que la primera impresin alverle era de cierta frialdad. No tal, no era ms que disciplina. Acasoun delicado y pudoroso freno para no descubrir todo el fuego quearda dentro.

    Su madre yaca exnime, con la cara plcida, sobre el lechode muerte. Sus hijos rezaban en torno suyo. Tihamr la miraba ensilencio. Y cuando los otros se aprestaban ya para arreglar el

    lecho, un sollozo profundo, varonil, rompi el silencio del aposen-to... Era Tihamr que, cado sobre una silla en un rincn, acababade medir todo el vaco que la prdida de su madre le produca...

    En cierta ocasin un joven acudi angustiado a l, su directorespiritual. Acababa de perder a su padre. Aquel director, que habasollozado al perder a su madre, supo consolar al joven, dejndolesollozar, y poniendo suavemente la mano sobre su cabeza. Erahombre de corazn.

    Si juntaba en tan admirable armona las exigencias de larazn, las de la voluntad y las del corazn, fcil es barruntar cmolas tendra en cuenta al conducir a los dems. Siempre se apoyabaen la realidad, contando con lo bueno y lo malo que tiene. De ahque predicase el Evangelio y leyese el peridico. Necesitabaconocer todas las flaquezas, los puntitos de orgullo, las mezquin-dades del hombre moderno, como tambin su afn de ideales;necesitaba tomar el pulso a la poca para hablar a todos el

    lenguaje que todos pueden comprender. A ello obedece tambin laeleccin de sus temas y la manera de tratarlos.

    Es elocuente lo que dice en el Padre Nuestro: "Al escoger porlema el "Padre Nuestro" me propuse destacar con peculiar relieve,hasta hacernos conscientes de ellos, los valores espirituales queestn en consonancia con nuestra poca, los que necesita princi-palmente la humanidad moderna..., los que necesita como unbocado de pan."

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    "Desde este punto de vista quisiera examinar el Padre Nuestroy descubrir sus valores de suma actualidad. Quiero aprovecharesta ocasin como aprovechan su varilla mgica los buscadores deagua, que nos gue a nosotros, pobres sedientos en trance de

    morir, y nos seale las fuentes escondidas, de que podemos sacarel agua de una vida elevada, noble, conforme a Jesucristo."

    Y en Los diez Mandamientos hace esta manifestacin:"Despus de increbles conmociones y de un loco derrochar lasanta herencia de nuestros padres, hemos llegado, parece, a nues-tro ideal. Sabemos francs, ingls...; tenemos radio, trenesexpresos, luz elctrica: el hombre moderno baila al son de la msi-ca moderna, frecuenta playas de moda, se divierte en cines, salas

    de fiesta; tiene bibliotecas, universidades; acude a conferenciascientficas... Qu ms necesitamos? Qu ms? No basta todoesto para la felicidad?"

    "En realidad no basta. Porque ese hombre moderno,embriagado con la cultura tcnica, conquistador del universo, seagita de continuo en un lecho de dolor. Sentimos todos que nuestromundo est desquiciado..., y alucinados por nuestra propia ciencia,por nuestra tcnica, hemos credo que la tcnica lo es todo, que

    podemos fundar solamente en ella una vida humana, una vidatranquila, una sociedad digna del hombre."

    "Tiempo hubo en que no estbamos tan engredos. Hubotiempo en que sabamos que el trabajo humano construye lo queaparece por de fuera, pero que los cimientos los pone el respeto dela ley de Dios. Hubo tiempo en que un poeta escriba, "El apoyo, lapiedra fundamental de todo pueblo es... Qu? La mquina? Laciencia? El dinero? No...; la conciencia moral, la integridad

    moral!" Y si hoy notamos con espanto cmo se tambalea amena-zante todo el edificio social, no nos queda otro remedio que volvera los cimientos que fueron tildados de superfluos, y con insensatezabandonados, los diez Mandamientos de la Ley de Dios. Aqutenis mi nuevo tema: Los diez Mandamientos."

    Para volver a los antiguos cimientos, a los que se pusieron enel monte Sina y en el Glgota, Mons. Tth no abruma los nimoscon sombro pesimismo. Por mucho que nos hayamos alejado de

    los dos montes santos, no hemos de perder la esperanza deencontrar el camino de retorno. Mons. Tth aplica los principios32

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    seculares y clsicos de la asctica cristiana, que no intenta con susnegaciones ms que reconcentrar fuerzas para dirigirlas a laafirmacin resuelta de toda noble energa; pero siempre tienepalabras de aliento, siempre hace brillar un rayo de esperanza.

    As como en los das luctuosos del comunismo en Hungraapel al herosmo de los muchachos, y supo lograr que ellosrespondiesen con tesn, aun en medio de peligros, as tambin ensus plticas ntimas, en sus radio-locuciones, en sus libros, en elplpito, hace un llamamiento a la parte mejor que hay en elhombre. Cree firmemente que aun en el espritu de los peoressiempre queda un rincn escondido, y en ste una chispita de Dios.Parece que repite siempre y no solamente a los jvenes el

    tema puesto en uno de los captulos de El joven de porvenir:"Atreveos a ser grandes!".

    Es algo atrevido el lema?... Pero precisamente por ello obraprodigios... Quin, al ver la confianza que en l se deposita, nointenta lo imposible para justificarla? No vemos los excelentesresultados que se logran aun entre los criminales con el sistema dela "confianza"?

    Esta nota optimista, esta confianza sincera le gana los

    corazones. Quizs en ningn terreno sea tan difcil el retorno y lareconquista como en el campo en que se mueve Energa yPureza. Y en este campo logr Mons. Tth sus mayores triunfos.No nos sorprende; Energa y Pereza como todos los libros de

    juventud es algo ms y algo menos que un "libro". El autor no sepuso a cavilar sobre su tema, ni fue desarrollndolo a fuerza dereflexin, enlazando principios, sacando consecuencias. Energa yPureza no es ms que un eco de la vida, la transcripcin de

    conversaciones ntimas sostenidas con muchachos cuyos nombresse callan. Es vida de vida.

    Podramos decir que cada palabra tiene la contraprueba de lavida; que la eficacia de cada vocablo fue probada por la piedra detoque de la experiencia. De ah la fuerza que irradia... y de ahtambin el empeo que tena el autor de que no sufriese cambiospor ciertos escrpulos infundados al ser trasplantado a otrosidiomas. Poco le importaba el mero xito editorial, poca mella le

    haca el orgullo de autor; creemos que hubo pocos escritores tan"impersonales" como l. Con la pluma en la mano era siempre el33

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    "pedagogo en Cristo". Lo que quera era sembrar ideas, hacerpedagoga viva a toda costa, con todos los medios tambin conlos libros.

    En sus libros de juventud no "escribe, sino que recuerda".

    Recuerda escenas, palabras, gestos, expresiones, escenas reales.De ah ese calor misterio que respiran sus pginas.

    "T sers fuerte, querido joven. Cultivars la pureza. As ser.Lo prometes?",

    "Mira: la vida pura es fuerza, alegra, distincin, libertad,hermosura... No vale la pena de luchar por ella?"

    "En este momento me imagino que ests delante de m; y amanera de despedida te miro larga y profundamente a los ojos, y teveo como una vela que se despliega al viento, como una granpromesa en la luz de la aurora; pero veo tambin las enormestempestades morales, las tribulaciones, las tentaciones, que sedesatarn sobre ti en los aos juveniles; y brota una oracinfervorosa de mi corazn:

    "Eres tan puro, tan hermoso, tan intacto, como la rosa; si temiro llora mi alma, tiembla una lgrima en mis ojos."

    "Poniendo mi mano sobre tu cabeza, pido al Padre celestialque conserve puro, blanco, como la nieve, el lirio de tu alma."

    "Joven! Yo confo en ti. Confo mucho. Ahora dame la mano...Mrame a los ojos... largamente, profundamente... As. Y dime:"

    "Yo seguir en adelante el camino de la pureza..."

    "O si fuese necesario dilo de esta manera:

    "Yo me alisto nuevamente en el ejrcito de los jvenes puros

    corno el lirio...""Yo... quiero... quiero... ser casto."

    As escriba, porque as hablaba Mons. Tth. Y as con-quistaba.

    Atreveos a ser grandes!Ah tenis el augusto modelo: Cristo.

    Por esto Mons. Tth enfoca la realeza de Cristo en la realidadde la vida moderna. Por esto escribe un libro en que el ejemplo deCristo se aplica concretamente a la vida de los jvenes.

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    Atreveos a ser grandes!Si os asusta el modelo supremo dela perfeccin, bajad algn tanto la mirada, y contemplad a losSantos. El valor prctico y pedaggico que vea Monseor Tth enla vida de los Santos se destaca con relieve por el capitulo que

    dedica a este tema en la Formacin religiosa de jvenes. "LosSantos son el testimonio ms elocuente de la fuerza pedaggicaque encierra la moral cristiana". Forman la corona de nuestro"particular pedagogo Jesucristo", y adems "cambian en calderillalas enseanzas sublimes de Nuestro Seor".

    Pero cuidado! Aun en este orden, alentar siempre, nodeprimir nunca. Es el mtodo del riguroso y jovial Prefecto, quelevanta el nivel de sus exigencias respecto de los estudiantes, y al

    mismo tiempo se mezcla con alegra juvenil en sus juegos.Mirar a Jesucristo y mirar a los Santos, insignes cooperadoresen la magna empresa de llevar nuevamente la vida cotidiana aCristo. Mirarlos, no para que nos abrume su grandeza, sino paraque nos enardezcan sus ejemplos.

    "Nos atrevemos a decir que en cualquier momento quesorprendamos al Santo, en medio de cualquier ocupacin que lemiremos, nos dar la sensacin de que en todas sus cosas, aun en

    las ms naturales, vibra el amor de Dios. Olvidar la naturaleza yhablar solamente de la gracia, es presentar la figura de un modoviolento. Han de ver.., que el Santo tampoco es un ser sobrena-tural, que tampoco naci santo, que tambin hubo de luchar consus debilidades, con sus inclinaciones. Si es verdad que serhombre significa luchar, entonces es tambin verdad que ser santosignifica luchar con herosmo."

    "Por lo tanto, no presentemos "santos de nacimiento", sino

    "santos de formacin", santos "in fieri", es decir, campeones queluchan, que pierden su aliento y se levantan de nuevo, santos conquienes se puede sentir cierto parecido."

    Es admirable la manera como en las diversas pocas de lahistoria de la Iglesia surgen santos que muestran en su persona lasleyes inmutables de la perfeccin cristiana aplicadas a las circuns-tancias de la vida real, santos que adaptan la norma eterna a lasposibilidades y exigencias de un tiempo sealado, creando as enel sentir general el ideal de santidad ms eficaz y necesario en susdas. 35

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    Al principio de la Iglesia surgen los mrtires, hroes queconfiesan a Cristo en medio de persecuciones y tormentos. Presn-tase ms tarde en lucha contra las herejas, una cohorte aguerridade sabios y doctores. En una poca ms cercana, en que la mirada

    humana queda clavada a la materia, en que el hombre no quiere yno sabe rebasar los estrechos lmites de lo que hay de barro en l yen el mundo que le rodea, hay una esplndida floracin de santosextticos, que pregonan con su misma presencia la primaca delespritu sobre la materia, y la primaca del orden sobrenatural sobretodas las leyes frreas de la naturaleza.

    Nuestros tiempos tambin tienen sus santos. Por lo general,en nuestros tiempos de orgullo, de convencionalismos y de compli-

    cacin no brilla lo extraordinario, lo milagroso, sino que va formn-dose ante nuestros ajos quiz distrados una perfeccin sinapariencia, una santidad que muchas veces se revela y sereconoce slo despus de morir el hroe.

    As surge Santa Teresita, sin aparato, sencilla, sin nada alparecer que llame en ella la atencin. As surgieron y van surgien-do otros que si no fueron elevados todava al honor de los altares,parecen llevar camino de serlo. Y si entra en los planes de Dios

    que la imagen de Tihamr Tth baje de las alturas en que le hancolocado sus admiradores, es decir, de las vidrieras policromadasdel santuario, para ocupar un puesto ms cerca de nosotros, allen el altar, l tambin figurar entre esos elegidos, modelosprovidenciales de la vida ordinaria. Su ejemplo tambin nos mues-tra una sencillez perfecta, con una asctica propia y caracterstica."El trabajo dijo es la abnegacin del hombre del siglo XX". lvivi en su siglo, aprovech para el bien todo lo que tuvo al alcance

    de su mano, y en medio de su siglo present con gallarda el idealde la perfeccin cristiana, ideal sin claudicaciones.

    Llevar la vida cotidiana a Cristo!

    No son tan slo los argumentos de un razonamiento especu-lativo, sino tambin los postulados exigentes de la vida cotidiana,los que nos ensean: Yo, hombre, hombre moderno, hombre delsiglo XX, necesito la religin, necesito a Dios, necesito elpensamiento de la vida eterna, el reinado de Cristo-Rey.

    Jesucristo, que te conduce, lo sabe todo; el que te ignora,nada sabe. 36

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    "Aunque no fuera catlico por conviccin dice un escritorfrancs (Bourguet), lo sera para tener un balcn desde el cualpudiera mirar los ideales modernos..., anmicos, enfermizos, quevan a ras de tierra."

    "S, necesitamos a Cristo; sin l, la vida nos perturba. Necesi-tamos a Cristo; sin l, desfallecemos bajo el peso del sufrimiento.Necesitamos a Cristo; sin l se deshace la familia, sepultando atoda la sociedad humana. Necesitamos a Cristo; si l nos falta,corremos hacia una segura y completa bancarrota."

    Para detener esta loca carrera de nuestro siglo, Mons. Tthopone todo lo que tiene, todo lo que vale, sintiendo continuamenteel acicate paulino: "Ay de m si no evangelizare". l lo predica..., no

    solamente en el plpito, sino en todos los momentos, con lapalabra, con la pluma, con el ejemplo de toda su vida sacerdotal.As es que podra cerrar el libro de su vida con las palabras que seleen al final de uno de sus libros:

    "Me despido con las palabras de San Agustn. Con uno de losms emocionantes pensamientos que brotaron de su alma profun-da."

    "Por qu predico yo? dijo en cierta ocasin. Por questoy sentado en la ctedra de maestros? Por qu vivo yo?nicamente para que nosotros, vosotros y yo vivamos para Cristo.Es el honor que yo deseo. Y si no escucharais mis palabras?Tampoco callara. Quiero salvar mi vida. Quiero salvarme; perosalvarme con vosotros."

    "Huelga hacer constar que... yo tampoco me he preciado desaber otra cosa entre vosotros, sino a Jesucristo, y stecrucificado... Y mi modo de hablar y mi predicacin no fue conpalabras persuasivas de humano saber; pero s con los efectossensibles del espritu y de la virtud. Para que vuestra fe no estribeen saber de hombres, sino en el poder de Dios."

    * * *

    37

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    Qu solemnidad adquieren estas palabras ahora que en lavidriera de la capilla del Seminario de Budapest aparece la figurade Tihamr Tth recibiendo el galardn eterno de manos deJesucristo!...

    Y Tihamr Tth prosigue, acaso con creces, su actividad de"pedagogo"...

    Vitrina de la iglesia del Gran Seminario Central de Budapest, que representaa Mons. Tihamr Tth recibiendo en el cielo de Jesucristo el premio de su

    apostolado.

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    III

    EL APOLOGISTA

    Una de las facetas ms vivas de Mons. Tth y que llamapoderosamente la atencin del lector es la de apologista. Elpedagogo se proyecta sobre el lienzo de la vida real, y, cuando esnecesario, adquiere esta modalidad. El pedagogo y el apologistavan juntos en la persona de Mons. Tth; el apologista va subor-dinado al pedagogo.

    Principios del pedagogo, que dejamos consignados: "Nuestro

    ideal es una educacin para la vida, una educacin que no pierdade vista la vida, que forme la conciencia catlica, que empuje aobrar, que manifieste una religiosidad profunda y que mueva a lavez la razn y los sentimientos." Influir sobre la "conducta moral",teniendo en cuenta "las diferentes exigencias de la razn, de lavoluntad y del corazn". Contacto intimo, profundo y constante conla vida real, para que sta sirva de gua en el plan de enseanza.

    Acatando y ratificando el apologista estos principios del

    pedagogo, se lanza a su trabajo. No va a ofrecer un sistemacompleto a los doctos, ni un libro de texto a los alumnos, para queunos y otros encuentren hechas trizas todas las objeciones que sepresentan contra los dogmas de la fe y la religin catlica engeneral. Este es un trabajo de escuela o para la escuela, muy til ybasta necesario, que no se puede abandonar, que siempre se deberenovar; pero hay muchos operarios en este campo, son muchsi-mos los libros que se han escrito y siguen escribindose de esta

    ndole en todos los pases.Mons. Tth, apologista, siempre subordinado al pedagogo, se

    propone nicamente estar en la brecha, armado de pies a cabezacon los principios clsicos de la doctrina catlica, atacar al errordonde quiera que se presente, detener las corrientes malsanas quedescubra y convencer al hombre del siglo XX respecto de lostemas que flotan en el ambiente.

    Para ello se prepar con ahnco en los aos de estudios, y

    despus sigui sin interrupcin el movimiento filosfico o teolgico39

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    en todas sus manifestaciones. Es la preparacin del soldado y desu armamento.

    Tomaba el pulso a la sociedad contempornea, auscultabasus afanes y pasiones, observaba sus movimientos, leyendo con

    inters revistas y aun la prensa diaria. Son los preliminares del planestratgico.

    Apelaba a sus conocimientos del corazn humano, a su finaperspicacia de psiclogo, al diagnstico de las dolencias que aque-

    jan al hombre moderno, para escoger la tctica que considerabams eficaz en orden a lograr sus objetivos.

    Y todava intensificaba su preparacin prxima, sin olvidardetalle, cuando iba a empezar la lucha.

    De su preparacin remota nos dan fe su vida y su obra.Su carrera fue brillantsima desde el principio. Sus notas,

    sobresalientes. Se forma en los mejores centros de educacinsacerdotal: vimos que precisamente, en atencin a sus dotes pecu-liares, el Cardenal Samassa le envi al Seminario de Budapest, yque despus fue designado como becario para acabar sus estudiosen el Augustineum de Viena.

    El estudiante no tena protectores influyentes; todo hubo delograrlo por los propios mritos y con rudo trabajo. El ambiente enque estudiaba era de selectos, y l descollaba, y lograba becas. Entales circunstancias no cabe el engao. Todo avance se paga consudar.

    Lo que es ms. Tihamr Tth daba pruebas de talento entodos los campos. Saba estudiar y estudiaba mucho. Ya de jovenhizo trabajos que fueron modelos de precisin cientfica y teolgica.

    Aun en las campaas de prensa, en que tan fcil es acalorarse ypor ende tropezar, l precisamente llamaba la atencin y eraalabado por la seguridad de su doctrina. El sabio, el telogo, noquedaron eclipsados ni un momento por el polemista.

    Poda escribir obras que, amanera de claros reflectores,iluminasen las regiones ms altas de la ciencia y de la teologa.Dotes no le faltaban. Tampoco le faltaba disciplina cientfica. Laconoca muy bien; dio de ello buena prueba, por ejemplo, en su

    Formacin religiosa de jvenes, en que, consciente de que sediriga no ya a educandos jvenes o adultos, no importa, sino a40

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    los mismos pedagogos, escribi una obra muy diferente de lasdems, una obra de ceida doctrina, de riguroso tecnicismo, dedominio absoluto de la materia, de imponente conocimiento de laliteratura especialista.

    El deseo de conocer la vida, no para seguirla, sino para trazarsus planes de conquista y llevarla a Cristo, aparece con claridadmeridiana en todas las pginas de sus libros, en las ancdotas conque las ilustra, en las alusiones a corrientes cientficas o a prcticasmuy extendidas, en los apuntes que tomaba.

    Same permitido transcribir un lago prrafo que viene muy apropsito. Mons. Tth nos explica la manera de preparar sussermones:

    "Escojo en espritu a uno de mis oyentes y le invito a sentarsejunto a mi escritorio. Empieza a preparar mi sermn, sosteniendosiempre un dilogo con mi husped imaginario."

    "Oye, hermano, el prximo domingo deseo tratar de tal tema.S cunto estimas tu saber y formacin, y procuro tenerlo encuenta en mi sermn, como s tambin y he de tenerlas encuenta las divisas vacas y las verdades a medias, que flotan enel ambiente. No me sorprende si t tambin te sientes contagiado aveces. Pienso cunto ha menguado entre los hombres la seriedadmoral, hasta qu punto se ha borrado la recia lnea divisoria queseparaba el bien del mal. Cmo resaltan los afanes y deseosterrenos... hasta en la vida de los catlicos creyentes! Cmo sehan velado los pensamientos de Dios, de la divina Providencia, dela vida eterna... aun en la vida espiritual de personas quefrecuentan la iglesia! El espritu del hombre moderno sufri unaterrible convulsin... es un hecho que no debo olvidar al preparar

    mis sermones.""Y a todo ello se aade todava tu espritu de crtica y de

    duda..."

    "Y tu desasosiego? Y tu neurastenia espiritual, siempre enbusca de cosas nuevas, inesperadas? Cmo he de dar comienzoa los smiles y ejemplos de mi sermn con estas palabras: "En elsiglo cuarto despus de Cristo...", o con stas: "Sucedi en el siglo

    XIX..."? A buen seguro que t no haras ms que menear lacabeza. Pero espera un poco. "Hace algunas semanas un seor41

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    qu de Munich a Viena en avin..." O as: "Al pasar yo uno de estosdas por el puente de Francisco-Jos..." O tambin: "Dos personasiban en el metro de Nueva York..." Ves? Ya escuchas, ya teinteresa. Y, sin embargo, la enseanza moral es en este ejemplo la

    misma que en el ejemplo del siglo cuarto, si prestaras a ste tuatencin. Mas no tienes paciencia para las parbolas antiguas; poresto te las cuento nuevas."

    "Y cosas nuevas oirs tambin en mis historias y smiles."

    "Si Nuestro Seor Jesucristo subiese hoy a un plpito dealguna gran ciudad, me figuro que en sus parbolas no hablara dela red, del pan sin fermentar, del campo y de los animales, sino deaviones, de los modernos avances tecnolgicos... Es la norma que

    procuro seguir yo. Para explicar de algn modo el misterio de laSantsima Trinidad se han usado estas frmulas: "Mira la mesa esancha, alta y larga..., y, no obstante, es un todo. Fija tu atencin enel tiempo: pasado, presente, porvenir...; con todo, es algo uno."Hoy yo digo: piensa en la electricidad: calienta, ilumina y muevemquinas..., y, con todo, es una misma fuerza. El valor de estanueva comparacin no es mayor que el de las dos anteriores; sola-mente es nueva, conforme al espritu moderno, la presentacin; por

    este motivo t escuchas con agrado..."La seriedad con que aplicaba sus conocimientos tericos y

    prcticos al plan de ilustrar la mente y robustecer la fe y la concien-cia moral, late como fondo comn en todas sus obras y activi-dades. Principio fundamental de su tctica: convencer y persuadir;convencer para dar una base slida y por ende duradera al criterioque ha de regir la vida, persuadir para que se acepten con msfacilidad y se asimilen mejor los argumentos; convencer y persuadir

    para que el complejo humano o el hombre con todas sus potenciasabrace la verdad terica y prctica. En consecuencia, de esteprincipio escoge Mons. Tth los temas, las razones con que habade probar sus tesis, la dosis de doctrina que haba de dar, loscolores con que intentaba cautivar la fantasa, los toques suaves orudas sacudidas del corazn.

    Y de su preparacin prxima para cada caso concreto sontestigos los que con l convivieron. Monseor Tth nos dicen

    senta profundamente la responsabilidad que pesa sobre el ministrodel Seor al anunciar las verdades de la fe catlica, tanto si se trata42

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    de la predicacin como de la palabra escrita. De ah que sus temascclicos los preparase despacio, aprovechando las vacaciones,para poder dedicarse de lleno al trabajo. Trazado ya el plan, y aundelineadas las partes que iban a componer el conjunto, no olvida-

    ban un momento su tema, lo llevaba siempre presente en suespritu; y siguiendo el pulso de los tiempos, iba salpicando lamateria de comparaciones, simples relatos..., as como lo explica alhusped imaginario.

    De esta suerte escribi pginas luminosas y ms que lumi-nosas sugestivas.

    Escribi de Dios y de Jesucristo, de la Iglesia y de susdogmas. Enjuici la eutanasia, la eugenesia, la cremacin de

    cadveres, la limitacin de la natalidad, el llamado matrimonio deensayo y el de camaradera, el suicidio, el deporte, la educacinsexual, las doctrinas sociales que estuvieron ms en boga... Y entodos los casos defiende de un modo eficaz, por lo persuasivo, laposicin de la Iglesia frente a tales problemas.

    Cada uno de sus temas es posible encontrarlo mejor tratadodesde un punto de vista meramente tcnico en otros autores;mas difcilmente se encontrara en nuestros tiempos otro apologista

    que en realidad haya inculcado tanto caudal de doctrina enseada por la Iglesia o referente a ella en un nmero tancrecido de lectores como Tihamer Tth.

    Tambin han bajado otros a la palestra armados de pies acabeza, bien curtidos en la lucha, deseosos de convencer, per-suadir y mover, psiclogos agudos que conocan el corazn hu-mano; pero pocos habr que aventajen a Mons. Tth en los re-sultados prcticos de enardecer las almas a favor de la Iglesia y de

    su doctrina.Este es su mrito de apologista.

    Del apologista subordinado al "pedagogo en Cristo".

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    IV

    VOCES DE ESPAA

    El captulo de Espaa ser siempre uno de los ms brillantesen la historia de las conquistas apostlicas de Mons. Tth. Tieneluz propia, inconfundible.

    La vida nos ofrece con abundancia casos en que una per-sonalidad recia tiene un gran ascendiente sobre quienes se acer-can a ella. Una palabra, quiz una mirada, el mero silencio, bastana veces para hacer cambiar de propsito, para lanzar a alguno por

    nuevos derroteros, para inundar de luz un alma.Con frecuencia, casi como ley constante, vemos estos casosen la vida de los santos. Y entre stos todava hay algunos en loscuales se destaca con ms relieve y diramos con mayor derrocheese misterioso poder benfico ejercido sobre las personas que seles acercan. Tales santos son los que llevan de un modo mssensible la marca de "pedagogos en Cristo". -

    Felipe Neri, el santo del buen humor y de la alegra cristiana,

    suscit todo un movimiento de almas. Ms cerca de nosotrosrepiti su caso, aunque con matices peculiares y propios, DonBosco. Y es de todos conocida la virtud que haba en la mirada deSan Corado de Parzham, el humilde Hermano Portero de Alttting.En Espaa tenemos otro Hermano Portero que con nada sabiafraguar temples de acero: no recordamos todos al "telogo deDios", San Alonso Rodrguez. a quien debe la Iglesia uno de susmayores misioneros, San Pedro Claver?

    Un ascendiente inexplicable debi ejercer Mons. Tth desdesu juventud sobre las personas que le rodeaban, pues vimos quelos muchachos se reunan en torno suyo, que las vocacionessacerdotales se multiplicaban en su ciudad natal, y ms tarde nodecreci su benfica influencia en el corazn humano, ya que esbrillante testimonio de ello su labor apostlica y la eficacia de lamisma en el confesonario, en la direccin espiritual.

    Esta irradiacin triunfal de su personalidad puede explicar, sino en todo por lo menos en gran parte, el xito que alcanzaron suspublicaciones en Hungra. Los primeros lectores de sus obras de44

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    juventud, los que le conocieron, los que le trataron, sintieronpalpitar en aquellas pginas su vida misma. Muchos percibiranecos de conversaciones ntimas que ellos mismos tuvieron con elautor; otros oiran hablar de l a compaeros y amigos que le

    trataron. La conducta rectilnea del joven sacerdote era muyconocida; su resuelta actividad en la prensa tambin dio a conocer,ms que su nombre, el temple de su carcter...; las simpatas cre-can, se iba formando un ambiente. Los lectores se hacan propa-gandistas de sus obras Energa y Pureza apareca en manos delos estudiantes a la entrada de las iglesias, se caldeaban losnimos, se arrojaba a manos llenas la semilla.

    Sin rebajar en nada el valor intrnseco de las obras de Mon-

    seor Tth, creemos que su xito extraordinario en Hungra nopuede explicarse sin tener en cuenta la irradiacin potente de supersonalidad. Sus obras y su persona eran inseparables en elnimo de los lectores.

    Grandes xitos editoriales obtuvo Mons. Tth en otros pases.Mas en stos tambin encontr el terreno abonado. La comuni-cacin intelectual existente entre los pases de la Europa central yaun entre sta y Francia, haca que su nombre no cayese en el

    vaco. Ya se tena noticias ms o menos directas, ms o menosprecisas de su actuacin.

    En Espaa no ocurra lo mismo. Aqu, al lanzarse la primeraedicin de su primer libro, podemos decir que el nombre de Mons.Tth no solamente era desconocido para el gran pblico, sino queni siquiera sonaba en los crculos ms cultos. Acaso uno que otroestaba enterado de sus ediciones en lengua francesa, o italiana, ohasta alemana; mas los encomios que la crtica les tributara en los

    respectivos pases no llegaban a nosotros con tal resonancia que elautor hngaro alcanzase ocupar un primer trmino en el inters delos pocos espaoles que conocan su nombre.

    Sus obras, publicadas en castellano, tenan que imponerse, alparecer, por el valor que representaban, valor indiscutible, ya queiba refrendado por sus numerosas traducciones a muchos idiomas;mas no pareca que tuvisemos que hablar del "caso de Mons.Tth" en Espaa.

    Y, sin embargo, una necesidad imperiosa nos obliga a llamarloas. 45

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    Si Mons. Tth an siguiese rigiendo la dicesis de Veszprm,estas pginas habran tardado en ver la luz pblica, o quizs nisiquiera se habran escrito, porque la sinceridad y veracidad de lasmismas habran podido parecer lisonja o por lo menos celo indis-

    creto animado por sentimientos do simpata y amistad. Pero Mons.Tth ya recibi el galardn eterno de su trabajo... Ya nos es lcitohablar con el corazn en la mano. Nos sentimos adems obligados.

    Pronto empezaron a llegar cartas al traductor espaol; cartasde personas desconocidas que queran dar libre curso a sussentimientos y hacer constar lo que para ellas significaba la lecturade las obras que iban publicndose. Al principio, a raz de publi-carse El joven de carcter, las cartas en su mayora venan de

    jvenes. Con espontaneidad, sin rodeos, cuentan la profundaimpresin que les caus el libro. Palpita en sus lneas la fiebre delhallazgo: un mundo nuevo parece que se les abre; una voz vibrantelos llama y los alienta y les dice que todo joven de buena voluntadpuede ser "joven de carcter".

    Hubo algunos que despus de una cordial y simptica expan-sin pedan la direccin de Mons. Tth para escribirle directamente,por lo menos en francs.

    Esta efervescencia de los nimos juveniles llamaba ms laatencin entonces, porque no eran tiempos propicios para fomentartales ardores de nobleza en nuestra juventud. Espaa estabaminada. Nuestros jvenes eran presa de la ms subversivapropaganda antirreligiosa, que para ser ms eficaz procurabasuprimir hasta los nobles anhelos que caben en el corazn de unpagano honrado.

    Aquellas cartas espontneas y precisamente en aquellos das,

    si por una parte eran seal alentadora respecto de nuestros jve-nes, por la otra ya anunciaban que Mons. Tth iba a ser en Espaaalgo ms que un autor aplaudido con libros de venta halagadora.

    Cuando se reanud en Espaa a pesar de seguir la luchade nuestra Cruzada la edicin de las obras de Monseor Tth yse normalizaron algn tanto las comunicaciones, no era raro que eltraductor recibiese cartas no solamente de jvenes combatientestambin desconocidos, que le contaban las impresionesprofundas que sentan al leer los libros de Tth durante las horasde espera en las trincheras, sino de sacerdotes castrenses, que se46

  • 8/8/2019 Monseor Toth y su obra

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    dirigan al traductor alentndole a que prosiguiese sin desmayo sutrabajo, para sostener el fuego sagrado que aquellos libros de Tthencendan entre los heroicos combatientes.

    He de subrayar que en todas estas cartas no se trata de hacer

    llegar plcemes o felicitaciones al autor por conducto del traductoraun as sera sorprendente el caso lloviendo las cartas con talabundancia, sino de dos cosas claras y destacadas: unos escri-ben por haber sentido una profunda conmocin espiritual, y acudenal sacerdote para buscar luces y orientaciones, para pedir consejosy estas cartas son las ms preciosas, mas no pueden dartestimonio pblico del apostolado de Mons. Tth, por rozar ya lossecretos de Dios en las almas; otros escriben como encendidos

    de santo celo: al ver la sorprendente eficacia de los libros de Mons.Tth, se creen en el deber de cimentar ese apostolado haciendoconstar su benfico influjo, comprobado por propia experiencia.

    No entra en nuestro propsito hacer aqu un largo espigueo enesta correspondencia sobremanera interesante. Estas brevespginas, como queda indic