narcoparamilitarismo en colombia

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EL FENÓMENO NARCOPARAMILITAR EN COLOMBIA: SURGIMIENTO, CONSOLIDACIÓN E IMPACTOS. MARÍA ANGÉLICA ALBA ESCUDEROS LINA MARÍA LADINO RAMÍREZ NATALIA ROJAS AMAYA LAURA TATIANA VENTURA GALLEGO PROYECTO DE INVESTIGACION UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL HISTORIA DEL SIGLO XX BOGOTÁ

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Sintético recorrido histórico del fenómeno del narcoparamilitarismo en Colombia

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Page 1: Narcoparamilitarismo en Colombia

EL FENÓMENO NARCOPARAMILITAR EN COLOMBIA: SURGIMIENTO, CONSOLIDACIÓN E IMPACTOS.

MARÍA ANGÉLICA ALBA ESCUDEROS LINA MARÍA LADINO RAMÍREZ

NATALIA ROJAS AMAYA LAURA TATIANA VENTURA GALLEGO

PROYECTO DE INVESTIGACION

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL

HISTORIA DEL SIGLO XX

BOGOTÁ

2015

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Introducción

Surgimiento, consolidación e impactos del narcoparamilitarismo en Colombia

El contexto político colombiano se ha visto caracterizado en la historia, principalmente, por la carencia constante de una figura institucional efectiva. De acuerdo con Medina Gallego y Téllez Ardila “el uso de la fuerza como parte del ejercicio de poder es responsabilidad del Estado, y debe utilizarla en forma racional y legal.”1 Y cuando el Estado no se encarga de ejercer completamente el monopolio del poder, emergen otras figuras que se ven en la capacidad de ejercer la responsabilidad que el Estado mismo no ha podido. En primer lugar, están las contraestatales, las cuales, en total desagrado y discordancia con el orden existente intentan generar un cambio radical y despojar al Estado de la autoridad que posee. En segundo lugar, se encuentran las parainstitucionales que, al contrario de lo anterior, son fieles al orden que el Estado otorga y se encarga de garantizar que siga en pie cuando el Estado no lo hace, impartiendo por su cuenta “justicia” a través de la coacción física y la represión. Es allí cuando se entra en conflicto. En el momento en el que el Estado deja de responder por las necesidades y expectativas de la sociedad y entran otras organizaciones a hacerlo por si mismas de manera ilegal en vista de que solo el Estado puede ejercer la fuerza como parte de su ejercicio de poder, se empiezan a generar mecanismos de violencia, violencia que ha sido característica en la historia colombiana.

El país, continúan Medina Gallego & Téllez Ardila2, se ha visto constantemente envuelto en una crisis institucional generando así fenómenos y organizaciones contraestatales y en respuesta a ellas, por la misma crisis institucional, nacen los mecanismos paraestales quienes se encargarían de contrarrestar aquellas fuerzas insurgentes que atentarían con el orden establecido por el Estado.

Teniendo en cuenta lo anterior, se puede dar cuenta de que el fenómeno narcoparamilitar representó el rechazo a las guerrillas y la defensa del orden tradicional de la gran propiedad, y aunque puso en práctica un accionar narcoterrorista (cuestión que se desarrollara más adelante) contra el Estado y sus instituciones, no se puede afirmar que estos grupos narcoparamilitares son contraestatales puesto que sus arremetidas no estaban enfocadas a la subversión

1 MEDINA GALLEGO, Carlos y TÉLLEZ ARDILA, Mireya. Una aproximación al concepto de lo parainstitucional. En: La violencia parainstitucional paramilitar y parapolicial en Colombia. Bogotá: Editorial Rodríguez Quito Editores, 1994. p.432 Ibíd., p. 48

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del orden social establecido sino que buscaban generar presión en el Estado para menguar las consecuencias legales de su accionar ilegal.

Para entender de forma más clara el fenómeno narcoparamilitar, es necesario abordar, no de manera exhaustiva, la historia del paramilitarismo y del narcotráfico en Colombia y cuáles son los procesos por los cuales estos dos actores convergen, generando nuevas dinámicas en el conflicto armado.

Debe entonces, en primer lugar, considerarse al paramilitarismo como un fenómeno histórico-estructural y cuyo origen no puede ser ubicado en alguna fecha exacta de la historia colombiana, sin embargo, para intentar comprender la adhesión de este actor al conflicto armado interno del país se hará un breve recorrido histórico de los sucesos que lo llevaron a consolidarse como tal.

La intromisión estadounidense en los asuntos políticos, económicos y sociales en Colombia y otros países latinoamericanos, fue uno de los factores más importantes para la creación de los grupos paramilitares. La Doctrina de Seguridad Nacional, implementada después de la Segunda Guerra Mundial durante la Guerra Fría, fue una herramienta de Estados Unidos que tenía como objetivo combatir el comunismo, siendo este el enemigo tanto de ellos (Estados Unidos) como de los países en los que tenía influencia (Latinoamérica). De acuerdo con el Memorando 68 aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional en 1950, se estableció la estrategia militar estadounidense y al estar vinculado con América Latina ésta también adoptó lo que se formulaba en el documento.3

El plano militar era la base de esta Doctrina y se complementaba con la idea de que la protección del Estado significaba la protección de la sociedad. Por lo tanto, cualquier manifestación que se considerase comunista era enemiga del Estado y atentaba contra su seguridad y por ende, la seguridad de la sociedad.4 Así que cuando la revolución cubana triunfó, la Doctrina Nacional de Seguridad se impulsó. “Ella [la revolución cubana] sirvió de acicate para que se elaboraran teorías orientadas a explicar y dirigir procesos políticos de cambio que la contrarrestaran.” 5 Francisco Leal Buitrago expone que: 3 LEAL BUITRAGO, Francisco. La Doctrina de Seguridad Nacional: materialización de la Guerra Fría en América del Sur. En: Revista de Estudios Sociales Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Los Andes Colombia. [en línea] No. 15 Junio (2003). Pp. 74-87. Disponible en <http://res.uniandes.edu.co/view.php/476/view.php> [Citado en 10 de junio de 2015]4 Ibíd.

5 Ibíd.

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La Doctrina tomó cuerpo alrededor de una serie de principios que llevaron a considerar como manifestaciones subversivas a la mayor parte de los problemas sociales. Tales principios tuvieron diversas influencias y se propagaron y utilizaron de manera diferente en distintos lugares. Por ello la Doctrina no se sistematizó, aunque sí tuvo algunas manifestaciones claras, que sirven de base para definirla y entenderla. La Doctrina de Seguridad Nacional ha sido el mayor esfuerzo latinoamericano por militarizar el concepto de seguridad. 6

Durante el Frente Nacional, García-Peña Jaramillo explica que también desde la perspectiva legal se estableció

El Decreto Legislativo 3398 de 1965, que fue convertido en legislación permanente por la Ley 48 de 1968, estableció el fundamento jurídico para la conformación de grupos de autodefensa bajo el auspicio y control de las Fuerzas Armadas. Fueron concebidos en el contexto de la Guerra Fría y la llamada Doctrina de Seguridad Nacional como respuesta al surgimiento de las incipientes agrupaciones guerrilleras.7

A través del Estatuto de Seguridad impartido en el mandato presidencial de Turbay Ayala (1978-1982), debido a la delicada situación del país que presentaba marcos de violencia realmente fuertes. El Estatuto logró consolidar el concepto del enemigo interno entendiéndolo como “cualquier adversario político que opera dentro de las fronteras de la nación”8. Debido a esto, con el argumento de la seguridad y equilibro social, empiezan a justificarse la influencia y la autonomía militar, otorgándole a su accionar funciones más allá de las que les corresponderían. Los militares empezaron a abusar de aquel poder que se les había otorgado violando consigo distintos Derechos Humanos y generando la movilización de diferentes entidades nacionales e internacionales, en defensa de aquellos derechos.

En este sentido, las Fuerzas Armadas consolidadas con una desmesurada autonomía politizada de carácter anticomunista y con una concepción no muy 6 Ibíd.7 GARCÍA-PEÑA JARAMILLO, Daniel. La Relación del Estado Colombiano con el Fenómeno Paramilitar: por el Esclarecimiento Histórico. En: Análisis político [en línea]. No.53 Enero (2005). Disponible en <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47052005000100004> [Citado en 10 de junio de 2015]8 TURBAY, Catalina. “El Estatuto de Seguridad. Un estudio de caso” citado por: GMH. Los orígenes, las dinámicas y el crecimiento del conflicto armado. En: ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. 2013. Pp. 132-133

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distante a la de la Fuerza Pública, las elites regionales y los terratenientes se veían acechados ante la latente amenaza guerrillera que se estaba imponiendo alrededor del país, dando la sensación de desprotección de la población por parte del Estado. Respecto a esto, Medina Gallego y Téllez Ardila establecen entonces que “el paramilitarismo surgido de la alianza entre terratenientes, ganaderos, comerciantes, gamonales políticos y Fuerzas Militares, con el objetivo de combatir la subversión comunista y detener el crecimiento del movimiento social de protesta”9 comprendiendo así que la conformación de los paramilitares fue por personas de distintitas ocupaciones y clases sociales. Un ejemplo que se presenta dentro de los propietarios de las tierras fueron Ramón Isaza en Puerto Berrío o Hernán Buitrago en el Casanare. Dichos terratenientes recibían ayuda por parte del Ejército Nacional con respecto a armamentos, entrenamientos o respaldos en sus operaciones.10

Se hace fundamental entonces, entender la relación de los paramilitares con el Estado para poder abordar este fenómeno histórico-estructural que se presenta, en vista de que pudo haberse dado tanto por acción del Estado como omisión del mismo. Esto hace referencia a que bien pudo haber sido una extensión armada ilegal del Estado para poder cubrir las áreas que el Ejército no alcanzaba, o bien podría ser el mismo campesinado alzándose en armas para defender lo que les pertenecía demostrando la ausencia del Estado.11

Referido ya el fenómeno paramilitar, es preciso en este punto profundizar en lo que respecta al narcotráfico para después abordar el narcoparamilitarismo como tal.

Con la prohibición y persecución del naciente negocio del tráfico de drogas, productores y traficantes se aliaron en busca de salidas a las restricciones que empezaban a imponerse para su comercio, de esta forma empiezan a surgir los primeros grupos organizados como carteles clandestinos armados. Durante la década de 1980, se da un incremento en la demanda de estupefacientes, razón que lleva a una mayor expansión y organización de los carteles en grupos criminales de mayor amplitud, la defensa del “negocio” se concentra en el liderazgo de algunas figuras conocidas como “los capos”, por ejemplo, para el caso del Cartel de Medellín que estaba encabezado principalmente en la figura de Pablo Escobar.

9 MEDINA GALLEGO y TÉLLEZ ARDILA, Op. cit., p. 5010 GMH, Op. cit., p. 13411 GARCÍA-PEÑA JARAMILLO, Op. cit.

maria angelica, 10/06/15,
lini, esta cita no sé si está bien, porque ya me había referido antes al Basta Ya, pero era cita de una cita, así que no sé si se haga con el “Op. cit”. O toque referenciar de nuevo
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Los principales carteles del narcotráfico en Colombia se dividieron en dos zonas: Valle y Antioquia. Por un lado en la región antioqueña estaba el Cartel de Medellín el cual emerge en la década de 1970. Los primeros avistamientos del narcotráfico se dan de la mano de "El Padrino" Alfredo Gómez López, quien manejaba el negocio con su propia organización delictiva conformada en Antioquia por Jesús Emilio Escobar Hernández y Fabio Restrepo Ochoa, familiar del Clan Ochoa12.

La organización mantuvo el control y la distribución de los envíos de cocaína hacia los Estados Unidos y otros países. Según varios reportes periodísticos, se estima que cerca del 95% de la cocaína era controlada por el cartel. En cabeza de Pablo Emilio Escobar Gaviria quien inicia como "gatillero", este cartel en su momento, se consolido como la organización criminal más peligrosa en Colombia y del mundo, debido a sus acciones delictivas. A Escobar se le responsabilizó de varios homicidios perpetrados en contra de instituciones de gobierno, civiles, miembros de la fuerza pública y personalidades importantes como Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara, el atentado al edificio del DAS, el secuestro del avión de Avianca, entre otros.

El cartel se desarticulo luego del abatimiento de Pablo Escobar por parte de las autoridades colombianas. Hecho que permitió al cartel de Cali tomar el control y tráfico de estupefacientes. Otras de las cabezas principales de esta cartel incluían a Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias popeye, el jefe de sicarios del cartel, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, Carlos Lehder, Fabio, Jorge Luis y Juan David Ochoa.

En momentos en que Escobar Gaviria libraba su batalla por consolidar su poder dentro de la mafia, en 1976, luego de la caída de los dos primeros capos de Medellín, (Fabio Restrepo Ochoa, quien estuvo a punto de ser capturado en el aeropuerto de Bogotá). Restrepo Ochoa logró la libertad un mes más tarde, pero llegó a Medellín para ser destronado, a manos de su pariente Jorge Luis Ochoa Vásquez. El Clan de los Ochoa había empezado a estructurar su propio negocio desde un principio, Conformado por Fabio Ochoa Restrepo, y sus hijos Jorge Luis, Juan David, Fabio, Cristina María, Angela María y Martha Nieves Ochoa Vásquez. Jorge Luis asumió el liderazgo, y dispuso la estrategia: empezar a colonizar los mercados de la cocaína en Estados Unidos13.

Por otro lado, en el proceso de consolidación de la sociedad vallecaucana como modelo de desarrollo, apareció abruptamente el narcotráfico en la década del

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Laura Ventura, 10/06/15,
Nata, este parrafo no tiene sentido y no entendemos que qyisiste decir, sobre todo al principio.
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sesenta. La región del Valle, la ocuparon principalmente dos carteles El primero de estos carteles, el Cartel de Cali surge como exclusivo comercializador, aprovechando las condiciones de comunicación de la ciudad de Cali, que recibe la cocaína llegada desde Bolivia y Perú, para distribuirla en Norteamérica. Progresivamente se fue introduciendo en el procesamiento de la cocaína, al lograr obtener la materia prima en el vecino Departamento del Cauca; en estas condiciones consiguió ampliar sus rutas al mercado europeo.14

Surgió de la mano de Benjamín Herrera Zuleta, llamado el "Papa Negro de la Cocaína", un traficante de drogas juzgado en 1974 por comercio de cocaína en Atlanta, Georgia, de donde logró huir al poco tiempo para radicarse en Cali. Allí conformó una red de distribución de la base de coca que introducía al país, para su posterior refinamiento y envío a los Estados Unidos15.

Sus herederos fueron los integrantes de la Banda de Los Chemas, como se conocía hacia 1970 la organización delictiva conformada por los hermanos Gilberto José (El Ajedrecista) y Miguel Ángel Rodríguez Orejuela, y José Santacruz Londoño (El Estudiante). El Cartel de Cali fue señalado por las autoridades estadounidenses de ser el responsable del envío del 35% de la cocaína que llegaban a ese país, razón por la cual llegó a ser catalogado como la organización criminal más peligrosa de Colombia tras la caída del cartel de Medellín. Se ve debilitado en 1995, con la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela.

El segundo cartel situado en la región valluna fue el Cartel del Norte del Valle, el cual emerge a mediados de los años 1990, y se consolida con la fragmentación de los carteles de Medellín y Cali tras una violenta guerra por el control de rutas de narcotráfico. En la década del 2000 sufre grandes golpes con la muerte y captura de sus principales cabecillas, su jefe Wílber Varela alias Jabón fuera asesinado en 2008, y sus otros dos líderes Juan Carlos Ramírez Abadía alias Chupeta y Diego León Montoya fueran capturados.

Habiendo ya reseñado superficialmente el surgimiento de los grandes carteles del narcotráfico y la consolidación de los grupos paramilitares en Colombia, se puede abordar de una manera más clara y precisa la conformación y la naturaleza de grupos narcoparamilitares entendiendo sus antecedentes.

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Resulta pues, que el asentamiento de los “capos” de los grandes carteles del tráfico de drogas en el territorio colombiano para llevar a cabo sus actividades ilícitas, que de forma acelerada sumaban millones de dólares a las fortunas de dichos narcotraficantes16, llevo a que grupos guerrilleros como las FARC o el M-19 quisieran acceder a las exuberantes ganancias que dejaba el narcotráfico. Planeando despojar a los narcotraficantes de su dinero para financiar la lucha subversiva, los grupos guerrilleros comenzaban a cometer acciones extorsivas; ya no solo a terratenientes, comerciantes o campesinos, ahora eran también un blanco los narcotraficantes17.

En busca de protección contra las extorsiones, secuestros y “vacunas” de los grupos guerrilleros y la ambición de expansión de los negocios ilícitos los narcotraficantes se aliaron con grupos paramilitares.

El grupo Muerte A Secuestradores, mejor conocido como el “MAS” da cuenta de esto siendo uno de los primeros grupos narcoparamilitares. Nace en el año 1981 como reacción contra los secuestros llevados a cabo por las guerrillas. La más representativa de dichas acciones y la que da paso a la consolidación de dicho grupo es el secuestro de Martha Ochoa el día 12 de Noviembre por parte de Luis Gabriel Bernal Villegas, miembro de un comando del M-19. Martha Ochoa, hermana de los hermanos Fabio, Jorge Luis y Juan David Ochoa, pertenecientes en ese entonces al cartel de Medellín, fue liberada 92 días después de su captura debido a la presión ejercida por el grupo MAS18.

El 1 de diciembre de 1981 los hermanos Ochoa convocan a un encuentro llevado a cabo en Medellín al que asistieron en su mayoría jefes de la mafia, entre ellos Pablo Escobar, Carlos Lehder y Gonzalo Rodríguez Gacha. Dicha reunión tenía como objetivo crear un proyecto que contrarrestara las acciones de los grupos guerrilleros. Al haber organizado a sus hombres y haber comprado las armas, el grupo MAS toma acción frente al secuestro de Ochoa, para esto secuestró a 25 personas cercanas a Villegas Bernal. De esta manera se ejerce presión a Villegas con lo que se consigue la liberación de Martha Ochoa sin pago de recompensa.

16http://www.verdadabierta.com/victimarios/244-la-historia/auc/3556-muerte-a-secuestradores- mas-los-origenes-del-paramilitarismo

17http://www.verdadabierta.com/victimarios/244-la-historia/auc/3556-muerte-a-secuestradores- mas-los-origenes-del-paramilitarismo

18http://www.elespectador.com/impreso/politica/articuloimpreso-1981-plagio-de-martha-ochoa- se-creo-el-mas

Laura Ventura, 10/06/15,
Lini, arregla bien tus citas con normas ICONTEC, asi como las de Angie
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Algunas versiones hablan de la presencia de miembros de la Fuerza Armada, en razón de esto se da uno de los episodios más tensos en la difícil relación entre el Gobierno Betancur y las Fuerzas Armadas, este se produjo cuando el presidente de la República solicitó a la Procuraduría General de la Nación adelantar una investigación acerca del naciente grupo paramilitar MAS. El informe público, presentado por el Procurador General en febrero de 1983, reconoció que 69 de los 163 miembros de ese grupo eran integrantes de las Fuerzas Armadas.19

Otros factores que influyeron en la consolidación de la alianza narcoparamilitar, dan muestras de confluencias de intereses propios entre cada grupo. Por su parte, los grupos narcotraficantes conformaron y patrocinaron grupos armados al margen de la ley con el fin de expandir su control sobre rutas de exportación, el control inmediato del territorio significaba un alivio pues estas tierras pasaron completamente al dominio insurgente como sus principales corredores de droga, sin ninguna clase de injerencia estatal. La lucha por el poder y el control del negocio, fue el eje que movió los actos de violencia y la guerra entre carteles, la necesidad de protección de las acciones delictivas por parte de sus enemigos, así como la inevitable confrontación, provocación y constante amenaza, forjaron la llave entre el narcotráfico y grupos armados paramilitares que protegieran y velaran por sus intereses.

Por otra parte, los grupos paramilitares encontraron en los carteles del narcotráfico la respuesta para las necesidades obvias de un grupo delictivo en emergencia. La financiación económica, el control sobre el territorio y poder e injerencia sobre la población civil, patrocinada por el negocio de la droga, amplió las ideas contraguerrilla con las que se iniciaron estos grupos de derecha. Su defensa por los hacendados, su control de territorios estratégicos, sus alianzas de protección a grupos criminales como la industria del narcotráfico, y su garantía en un trabajo conjunto con fuerzas estatales, son entre otras los cimientos de las bandas narcoparamilitares en Colombia.

Es preciso destacar que, si bien esta alianza fue marcadamente contrainsurgente, hacia mediados de los años ochenta, en su doble papel de élites emergentes y empresarios ilegales, los narcotraficantes irrigaron recursos económicos a todos los actores del conflicto armado. Las organizaciones del narcotráfico instrumentalizaron a los actores armados y sus disputas en función de la actividad ilícita, pero también entraron en confrontaciones con estos por el dominio de los recursos y los territorios.

19 Basta ya!

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Puesto en escena lo anterior, se entiende que el narcoparamilitarismo es, en consecuencia, una de las primeras expresiones de la vinculación activa de los narcotraficantes al conflicto armado, ya fuese en su rol de financiadores o en el de artífices de organizaciones armadas20. También puede afirmarse que el conflicto interno del país se hizo más crudo tras la aparición de grupos narcoparamilitares como el MAS, que si bien no fue una organización de larga trayectoria sí conllevo a que conformaciones de milicias de derecha actuaran bajo el nombre genérico “MAS” y empezaran a expandirse a diferentes regiones del país: Caquetá, en el Magdalena Medio, Meta, el nordeste antioqueño, Arauca, Casanare y el Valle. Cada vez eran más visibles y recurrentes los secuestros, torturas, desapariciones, y asesinatos de guerrilleros o sospechosos de simpatizar con ellos, que demostraban la seriedad del grupo antisubversivo.21

Definitivamente, el narcotráfico impactó tan decisivamente en la estructura paramilitar que en distintas regiones estos grupos se convirtieron en el brazo armado de los narcotraficantes, como se evidencio párrafos anteriores. Se evidencia lo anterior en lo sucedió en el bajo Putumayo y el Ariari, en donde se impusieron los grupos paramilitares al servicio del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha. Esta situación no fue ajena a otros grupos paramilitares de base social más amplia, como los de Córdoba o la Sierra Nevada de Santa Marta, liderados por Fidel Castaño y Hernán Giraldo

Simultánea y casi que obligatoriamente, a medida que las organizaciones narcoparamilitares se iban fortaleciendo y alcanzando mayor dominio territorial, social y político, se dio un refuerzo y crecimiento de sus ejércitos, ejércitos permanentes que los narcos estructuraban y capacitaban militarmente para cuidar tanto rutas de exportación como cultivos y laboratorios. Sin duda, la creación y fortalecimiento de estos comandos narcoparamilitares marcó de sobremanera a Colombia puesto que estos brazos armados del narcotráfico fueron los que más tarde hicieron parte de lo que se conoció como el narcoterrorismo.

El narcoterrorismo ha sido medio, causa y consecuencia. Medio por el cual el narcoparamilitarismo le hace la guerra al Estado y a todo lo que él crea que impide sus actividades ilegales, consecuencia de la consolidación de organizaciones narcoparamilitares y causa de varios acontecimientos que inmutaron al país: atentados terroristas contra instituciones y agentes del Estado, así como contra figuras políticas reticentes a su creciente poder y a su actividad criminal.

20 Basta ya!21 Violentología (revisar, cita de Ventura.)

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Algunas de las acciones narcoterroristas, ejecutadas por el Cartel de Medellín, fueron el carro bomba contra el edificio del das, el atentado contra el periódico El Espectador y la detonación de una bomba dentro de un avión de Avianca en pleno vuelo, todas en 1989. Su capacidad para generar terror se evidenció también en otras acciones, entre ellas: el magnicidio de Luis Carlos Galán, candidato presidencial por el Partido Liberal, en agosto de 1989; el ataque sistemático contra los operadores judiciales, como los ministros de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, y Enrique Low Murtra, en 1990, al igual que el atentado en Budapest contra el ministro de la misma cartera, Enrique Parejo González, en 1987; y el asesinato del Procurador General de la Nación, Carlos Mauro Hoyos, perpetrado en enero de 1988. Esta ola de terror debilitó al Estado por la “diabólica” unión de dos frentes de guerra en uno, el conflicto armado junto con el narcotráfico. Igualmente, el ataque de los narcotraficantes golpeó el sistema judicial, que disminuyó su eficacia en la administración de justicia en casos relacionados con el conflicto armado22.

Para puntualizar algunos impactos y de qué manera influyó el narcoparamilitarismo en el país cuando se adscribió a la realidad colombiana, resulta conveniente en este punto del trabajo recordar y reafirmar que el surgimiento del paramilitarismo se dio a través de un discurso anticomunista y de protección de la integridad y de la propiedad de la población civil puesto que estaban siendo perjudicadas por ciertos grupos guerrilleros. Reconociendo el anterior discurso de su surgimiento como un disimulo de los verdaderos intereses de quienes en un inicio conformaron los grupos paramilitares (mantener el statu quo, acallar los movimientos sociales de protesta que suponían subversivos contra el orden establecido, conservar su poderío territorial, etc.), y a comparación de las organizaciones guerrilleras, los paramilitares no han tenido un ideario político consolidado, cuestión que permite, aún más, su fácil corrupción. Fernando Cubides al respecto afirma que

La principal diferencia [entre las guerrillas y los paramilitares] no está en el dispositivo, en las modalidades de combate sobre el terreno, sino en un intangible: el grado de convicción de sus tropas, el adoctrinamiento y el entrenamiento que reciben. Para el caso de los paramilitares se hace presente la laxitud en los criterios de reclutamiento, el escaso nivel de convicción y de formación de sus efectivos, mucho más cerca del soldado

22 Basta ya

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de fortuna o mercenario que del combatiente político23.

Esta tendencia a la corrupción permitió la entrada y permanencia del narcotráfico en su estructura organizativa abriéndole paso a una nueva etapa del conflicto armado colombiano caracterizada por la consolidación del narcoparamilitarismo, cuestión ya explicada con anterioridad.

Entonces, con el fenómeno narcoparamilitar consolidado se complejizaron las dinámicas del conflicto armado interno y los impactos sociales, económicos, políticos, demográficos y culturales que implicó el arraigo de este nuevo actor al conflicto son sobrecogedores.

Es preciso aclarar que el fenómeno narcoparamilitar no solo generó nuevos impactos con su actuar, sino que agravó problemáticas enraizadas en la historia del país, por ejemplo los conflictos por la tierra y el desplazamiento forzado y la crisis de gobernabilidad del Estado –incluyendo el empeoramiento de la perspectiva que tiene la sociedad colombiana del mismo-.

En primer lugar y sin tener que hacer una lectura exhaustiva de la historia, es evidente que Colombia ha tenido un índice de concentración de la tierra muy elevado. El no reconocimiento de los campesinos como sujetos de derechos y actores clave en la economía nacional fue un factor determinante que permitió que la dañina irrupción del narcoparamilitarismo agudizara la situación de la población rural.

El narcoparamilitarismo reconfiguró y complicó el problema agrario puesto que poseer la tierra hacía la diferencia entre ser un campesino que trabaja en los dominios de un hacendado y ser un poderoso terrateniente. Para los narco-terratenientes, apropiarse de grandísimas parcelas significaba no solo un símbolo de estatus, sino que este acceso a la tierra representaba una ventaja sumamente estratégica al poder usarlas como rutas de exportación (corredores para el tráfico de drogas) o bien para el lavado de activos.

Nosotros, en la Comisión de Seguimiento a la Política Pública Sobre Desplazamiento Forzado, hicimos hace tres años un estudio en el que estimábamos que las tierras privadas, básicamente de campesinos, fueron despojadas en primer lugar por el narcoparamilitarismo, y en segundo por la guerrilla de las FARC. En particular, el 35% de los casos de despojo fue producido por el narcoparamilitarismo; el 33, 32% por las FARC; por el ELN

23 CUBIDES, Fernando. Narcotráfico y paramilitarismo ¿matrimonio indisoluble? En: RANGEL, Alfredo. El poder paramilitar. Bogotá: editorial Planeta. 2005. p. 209

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más o menos el 3 o 4%; y por agentes no determinados aproximadamente un 15%24

Este nuevo proceso de concentración de tierras que ocasionó el despojo de la población rural por parte del narcoparamilitarismo no solo implicó un desplazamiento físico –y por supuesto forzado y masivo-, también causó que se rompieran los tejidos afectivos y sociales del campesinado –e incluso de comunidades afrocolombianas e indígenas- y la pauperización de su calidad de vida. 25 26

En segundo lugar y como ya es sabido, los actores armados, tanto insurgentes como contrainsurgentes, han puesto en jaque la legitimidad del Estado colombiano e indirectamente han puesto a prueba la capacidad de respuesta de este frente al agudo conflicto que parece inherente a la identidad del país. Con la rápida consolidación del fenómeno narcoparamilitar y sus constantes arremetidas contra la población civil se ha acentuado la crisis de gobernabilidad y la sociedad colombiana ha asimilado esta crisis tachando al Estado como una figura incapaz de velar y proteger los derechos de las personas -en especial las de los sectores más vulnerables-; imposibilitado para garantizar la calidad de vida y el cumplimiento de los deberes, el Estado colombiano ha perdido vigencia en la mente colectiva.

Pero no solo la percepción de ineficacia, abandono y negligencia estatal ha permeado la realidad del país ya que, por otro lado, el fortalecimiento de las organizaciones narcoparamilitares también dio inicio a un proceso de corrupción política y administrativa acelerado por la inserción de dineros sucios del narcotráfico a través de campañas políticas, sobornos, etc. De igual manera, Medina y Téllez afirman que en las zonas de predominio narcoparamilitar, los empresarios del narcotráfico accedieron a cargos públicos tales como alcaldías o consejos municipales a través de agentes a su servicio o de manera directa, incluso llevaron o auspiciaron personas en el congreso27.

Arremetidas contra la nación como los magnicidios, las masacres, los genocidios, los atentados, sicariato, los asesinatos selectivos y el secuestro de opinión son

24 GARAY, Luis Jorge. El 95% de las víctimas son pobres y el 75% indigentes. En: INCODER. Pensar la tierra. Colombia. 2013. p. 3225 INCODER. Pensar la tierra. Colombia. 2013.26 GMH. Los orígenes, las dinámicas y el crecimiento del conflicto armado. En: ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. 2013.27 MEDINA, Carlos & TÉLLEZ, Mireya. La violencia parainstitucional, paramilitar y parapolicial en Colombia. Bogotá: rodríguez quito editores. 1994. p. 51.

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algunos de los mecanismos de terror (narcoterrorismo) que pusieron en práctica narcoparamilitares para acallar, desterrar y/o asesinar a toda aquella persona, colectividad o institución que puede limitar o impedir la realización de sus actividades ilegales.

También, fruto del asentamiento y fuerte presencia de las organizaciones narcoparamilitares en distintas zonas del país se generó un auge y desarrollo económico acelerado en ellas

No es extraño entonces, encontrar a partir de 1980, zonas donde las inversiones del narcotráfico constituyeran una importante vía de desarrollo económico, ver “surgir de la nada” regiones tradicionalmente abandonadas por el estado y las entidades financieras, hasta convertirse e emporios de riqueza28

De ese auge económico de varias regiones del país por la inversión con dineros sucios y de las olas de narco-terror y violencia se derivan algunos cambios culturales fundamentales que ha sufrido el país. Ha habido un proceso de descomposición social, no solo por los adheridos mecanismos de corrupción a la institucionalidad colombiana (cuestión que ya se había referido en párrafos anteriores), sino también por otros dos factores fundamentales:

El primero de ellos es el afán de enriquecimiento y los niveles de consumo que genera el influjo de la imagen del capo y del narcotráfico, o sea, el bombardeo de imágenes que recibe la población colombiana de la riqueza y de los estándares de vida que genera la industria del tráfico de drogas causa que amplios sectores quieren imitar los estilos de vida de los narcotraficantes para alcanzar estos estándares29. Lo anterior ha implicado que se han “naturalizado” las actividades ilegales priorizando los fines sin tener en cuenta los medios.

El segundo factor que va de la mano con el anterior –y también con la crónica corrupción adherida a la institucionalidad colombiana- es la condescendencia con la delincuencia y la impunidad a la violación sistemática de derechos por esa misma “naturalización” de lo ilegal. Hay también una falta de solidaridad colectiva e insensibilidad social ya que la gente se acostumbró a vivir la muerte cotidianamente (hay que recordar acciones narcoparamilitares como asesinatos

28 MEDINA, Carlos & TÉLLEZ, Mireya. La violencia parainstitucional, paramilitar y parapolicial en Colombia. Bogotá: rodríguez quito editores. 1994. p. 50.29 MELO, Jorge. Narcotráfico y democracia: la experiencia colombiana. 1996

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sistemáticos contra policías, periodistas, profesores, líderes sindicales, etc. que sumieron a la población en un estado permanente de miedo30

Esta banalización de la violencia y el recurso a ella y el desprecio por la vida evidencia “un deterioro de los referentes éticos de la sociedad que no tienen que ver únicamente con no cuestionar la moralidad de los medios sino también la de los fines”31

Para finalizar este comprimido resumen de los impactos del narcoparamilitarismo en las estructuras sociales colombianas, cabe destacar la última secuela, pero no menos importante, que heredó este fenómeno: Se redujeron las posibilidades de convocatoria, movilización y lucha reivindicativa de muchos sectores sociales debido al terror infundido por las acciones narcoterroristas de los narcoparamilitares.

30 MEDINA, Carlos & TÉLLEZ, Mireya. La violencia parainstitucional, paramilitar y parapolicial en Colombia. Bogotá: rodríguez quito editores. 1994. p. 60.31 GMH. Los orígenes, las dinámicas y el crecimiento del conflicto armado. En: ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. 2013. p. 145.