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“¡Naturaleza! Nos rodea y abraza, incapaces como somos de salirnos de ella e impotentes para penetrarla más profundamente. Sin que se lo pidamos y sin advertírnoslo nos coge en el ciclo de su danza y nos lleva con ella hasta que, agotados, nos caeos de sus brazos. Crea formas eternamente nuevas; lo que existe nunca había existido antes; lo que existió ya no retornará… Todo es nuevo y, sin embargo, siempre lo misma. Vivimos en su seno y le somos extraños. Nos habla sin cesar y no nos revela su secreto. Obramos continuamente sobre ella y, sin embargo, no tenemos poder alguno sobre ella. Vive únicamente en sus hijos, y la madre, ¿dónde está?... Es la única artista: de la materia más simple a los mayores contrastes; sin apariencia de esfuerzo hasta la suprema perfección… hasta la determinación más exacta, siempre recubierta con algo blando. Cada una de sus obras tiene una esencia propia, cada fenómeno, su carácter particular, y todo forma una sola cosa… Piensa y reflexiona sin cesar, pero no como un ser humano, sino como naturaleza. A ella le está reservado un sentido peculiar que lo abarca todo y que nadie puede adivinar. Siembra la existencia con sus criaturas, sacándolas de la nada, y no les dice de dónde vienen ni adónde van. Deben limitarse a transitar, que el camino lo conoce ella. Todo está siempre en ella. No conoce ni pasado ni futuro. El presente es para ella la eternidad. Es buena. La alabo con todas sus obras. Es sabia y silenciosa. No se le puede arrancar ninguna explicación ni obtener por fuerza ninguna liberalidad que no dé voluntariamente. Es astuta, pero con buena intención, y lo mejor es no advertir su astucia. Ella me colocó aquí y ella me sacará de aquí. Me confío a ella. Que haga de mí lo que quiera. No adiará a su obra. No hablé de ella. No, lo verdadero y lo falso, todo lo dijo ella misma, ella es la responsable de todo, a quien le corresponde todo el mérito.” Fragmento de Die Natur, del Diario. Goethe. 1782.

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“¡Naturaleza! Nos rodea y abraza, incapaces como somos de salirnos de ella e impotentes para penetrarla más profundamente. Sin que se lo pidamos y sin advertírnoslo nos coge en el ciclo de su danza y nos lleva con ella hasta que, agotados, nos caeos de sus brazos. Crea formas eternamente nuevas; lo que existe nunca había existido antes; lo que existió ya no retornará… Todo es nuevo y, sin embargo, siempre lo misma. Vivimos en su seno y le somos extraños. Nos habla sin cesar y no nos revela su secreto. Obramos continuamente sobre ella y, sin embargo, no tenemos poder alguno sobre ella.

Vive únicamente en sus hijos, y la madre, ¿dónde está?... Es la única artista: de la materia más simple a los mayores contrastes; sin apariencia de esfuerzo hasta la suprema perfección… hasta la determinación más exacta, siempre recubierta con algo blando. Cada una de sus obras tiene una esencia propia, cada fenómeno, su carácter particular, y todo forma una sola cosa… Piensa y reflexiona sin cesar, pero no como un ser humano, sino como naturaleza. A ella le está reservado un sentido peculiar que lo abarca todo y que nadie puede adivinar.

Siembra la existencia con sus criaturas, sacándolas de la nada, y no les dice de dónde vienen ni adónde van. Deben limitarse a transitar, que el camino lo conoce ella. Todo está siempre en ella. No conoce ni pasado ni futuro. El presente es para ella la eternidad. Es buena. La alabo con todas sus obras. Es sabia y silenciosa. No se le puede arrancar ninguna explicación ni obtener por fuerza ninguna liberalidad que no dé voluntariamente. Es astuta, pero con buena intención, y lo mejor es no advertir su astucia.

Ella me colocó aquí y ella me sacará de aquí. Me confío a ella. Que haga de mí lo que quiera. No adiará a su obra. No hablé de ella. No, lo verdadero y lo falso, todo lo dijo ella misma, ella es la responsable de todo, a quien le corresponde todo el mérito.”

Fragmento de Die Natur, del Diario. Goethe. 1782.