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EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA 10 Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de Torral ba (Soria) Memoria redactada por F. Clark Howell KarI W. Butzer y Emiliano Aguirre, S. ). MINISTERIO BE EDUCACION NACIONAL. DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES SERVICIO NACIONAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

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Page 1: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N ESPAÑA

10

Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

Torral ba (Soria) Memoria redactada por

F. Clark Howell

KarI W. Butzer y

Emiliano Aguirre, S. ).

M I N I S T E R I O B E E D U C A C I O N N A C I O N A L . D I R E C C I O N G E N E R A L D E B E L L A S A R T E S

S E R V I C I O N A C I O N A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

Page 2: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

R E C I E N T E S P U B L I C A C I O N E S D E L A I N S P E C C I O N G E N E R A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N E S P A Ñ A

1. L A N C I A , por FRANCISCO JORDÁ CERDA.

2. H E R R E R A D E P I S U E R G A , por A . GARCÍA Y BELLIDO, A . FERNANDEZ

DE AVILES, ALBERTO BALIL y MARCELO VIGIL.

3. M E G A L I T O S D E E X T R E M A D U R A , por MARTÍN ALMAGRO BASCH.

4. M E G A L I T O S D E E X T R E M A D U R A (II), por MARTÍN ALMAGRO BASCH.

5. T O S S A L D E L M O R O , por JUAN MALUQUER DE MOTES.

6. A 1 T Z B I T A R T E , por JOSÉ MIGUEL DE BARANDIARAN.

7. S A N T I M A M I Ñ E , por JOSÉ MIGUEL DE BARANDIARAN.

8. L A A L C U D I A , por ALEJANDRO RAMOS FOLQUES.

9. A M P U R I A S , por MARTÍN ALMAGRO BASCH.

NOTICIARIO ARQUEOLOGICO HISPANICO

Tomo V . Años 1956-1961.

Dirección: INSPECCION G E N E R A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

Medinaceli, 4. Apartado 1.039. MADRID

Page 3: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

EXCAVACIONES A R Q U E O L O G I C A S EN ESPAÑA

10

Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

Torralba (Soria) Memoria redactada por

F. Clark Howell

Karl W. Butzer y

Emiliano Aguirre, S. J.

MINISTERIO D E E D U C A C I O N NACIONAL, . D I R E C C I O N G E N E R A L , D E B E L L A S A R T E S SERVICIO N A C I O N A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

Page 4: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

I N S P E C C I O N G E N E R A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

D E L E G A C I O N D E Z O N A D E L D I S T R I T O U N I V E R S I T A R I O D E Z A R A G O Z A

E X C A V A C I O N E S E N T O R R A L B A ( S O R I A )

Autorizadas por Orden del 3 1 de septiembre de 1961

Financiadas por la National Science Foundation (U . S. A. )

D I R E C T O R : F . C L A R K H O W E L L . (INVESTIGADOR A N T R O P Ó L O G O ) .

A D J U N T O S : K A R L W . BUTZEIí. ( INVESTIGADOR GEOLOGO Y G E O M O R F Ó L O G O ) .

E M I L I A N O A G U I R R E S. J . ( P A L E O N T O L O G O ) .

Delegada de la D i r e c c i ó n General de Bellas Artes: D O L O R E S E C H A I D E .

Colaboradores: D E S M O N D C O L L I N S , P E T E R T A Y L O R , J O S É V I L O R I A .

E l material se ha depositado en el Museo A r q u e o l ó g i c o Nacional (Madrid) y en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid)

D e p ó s i t o legal M - 12 .783-1962.

D I A N A , Artes G r á f i c a s . L a r r a , 12. M A D R I D .

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Texto escrito a máquina
DOI: 10.4438/12783-1962
soledad.hernandez
Texto escrito a máquina
Page 5: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

I N T R O D U C C I O N

F . CLARK HOWELL.

Torralba del Moral (Soria) es una pequeña aldea de la meseta del cen­tro-norte de España. Está situada a 156 kilómetros al NE. de Madrid, pocos kilómetros al S. y al W. de la villa de Medinaceli, y unos 2 kiló­metros al W. de la carretera nacional Madrid-Barcelona. Torralba está en la línea férrea Madrid-Zaragoza-Barcelona y fue un importante nudo de ferrocarril, ya que un ramal a Soria (capital de esta provincia) se unió en este punto a la línea principal.

La línea férrea de Zaragoza-Barcelona entraba en el valle de Torralba por el E . , corría hacia el N. una corta distancia hasta hacer una curva al W., y entonces se volvía al S., para salir del valle a través de un túnel hacia Sigüenza-Guadalajara-Madrid. E l año pasado este circuito fue aban­donado, junto con la antigua estación (1.108,2 metros de altitud) y los edificios anejos en el lado SW. del valle. Una imponente estación nueva se ha terminado y ocupado, y el ferrocarril Madrid-Zaragoza se ha recti­ficado a través del extremo S. del valle (fig. 1). La disposición original de las líneas férreas, sobre todo la de Soria, es de particular interés para nosotros, ya que fue durante la construcción de este ramal por una compa­ñía belga, en 1888, cuando se descubrió en el lado W. del valle un lugar de ocupación humana del Paleolítico inferior antiguo con mamíferos pleisto-cenos. La localidad parece haber sido descubierta al instalar unas conduc­ciones de agua para el ferrocarril desde la ladera occidental del valle.

Aunque los mamíferos fósiles se hallaron en Torralba en la remota fecha de 1888, las primeras excavaciones sistemáticas fueron dirigidas en este lugar por el Marqués de Cerralbo (E. de Aguilera y Gamboa) unos veinte años después, comenzando en junio de 1909 y continuándose pe­riódicamente al menos hasta 1911. Cerralbo estaba muy interesado en la reciente arqueología e historia de España, y probablemente tuvo noticias del yacimiento después de su boda con la viuda del Marqués de Villa-Huerta, cuya casa y posesión se hallan unos 30 kilómetros al NE., en Santa María de Huerta, también en el ferrocarril Madrid-Barcelona. Desde su matrimonio fue ésta su residencia veraniega. Por desgracia, el Marqués de Cerralbo sólo llegó a publicar dos breves artículos sobre Torralba (1913 a, b; también 1909) antes de su muerte a edad avanzada en 1922. En uno de estos artículos se refiere a una memoria completa y profusa­mente ilustrada del yacimiento en curso de preparación; pero ni él ni su

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Page 6: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

amigo de muchos años y ayudante una época Juan Cabré, que sobrevivió largamente a Cerralbo, llegaron a verla publicada. Estas antiguas exca­vaciones en la localidad de Torralba fueron bien conocidas para los pa-leantropólogos de primera línea, y buen número de ellos, entre otros E . Har-lé (cuatro visitas), E . Cartailhac (dos visitas), H. Breuil (dos visitas) (cf. 1910), H. Obermaier, R. Smith, G. G. Mac Curdy, W. Schmidt y P. Wernert, visitaron el yacimiento a principios de siglo. Muchos científicos españoles, entre otros Ignacio Bolívar, E . Hernández-Pacheco, Juan Ca­

talina García, H. Alcalde del Río y J. Cabré, también visitaron las excava­ciones. E l Director de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas (Ma­drid) , D. Pedro Palacios, informó a Cerralbo sobre la situación geológica y estratigrafía de la localidad.

Según la descripción de Cerralbo, y la contenida en los escritos de Ober­maier (1925 a, b) y Mac Curdy (1926), que visitaron personalmente el ya­cimiento, la estratigrafía en Torralba era simple y normal. Los utensilios y la fauna mastológica aparecían en un depósito arcilloso uniforme de

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color claro, de 50-90 cm. de potencia, con nodulos calcáreos intercalados y estaba cruzado por algunas franjas calcáreas gruesas. Los sedimentos se interpretaron como representantes de depósitos de un antiguo lago salino o salobre, atribuyéndose los horizontes calcificados a fluctuaciones intermitentes del nivel de agua. Estos depósitos fosilíferos y con indus­tria estaban cubiertos por una marga más oscura, azulada, estéril, de al­rededor de un metro de espesor; se pensó que procedía de la levigación o coluviación de las laderas de colinas próximas. La marga estéril a su vez estaba recubierta por una arcilla plástica rojiza muy fina y meteo­rizada.

Torralba proporcionó una rica fauna de mamíferos. Harlé (1909, 1910, 1911 a, b) visitó el lugar al menos tres veces, según su relación, y a él se deben las primeras determinaciones faunísticas. Los restos de elefantes eran muy abundantes, contándose problemente unos 25-30 individuos. Al principio se clasificaron como Elephas meridionalis NESTI (forma crome-riense), pero había otros ejemplares que recordaban a Elephas antiquus FALCONER y CAUTLEY, la especie forestal de defensas rectas, de modo que la determinación quedaba incierta; en un artículo ulterior, Harlé (1911 a) pensaba que la mayoría debían referirse a E. antiquus, pero algunas for­mas eran primitivas y transicionales, E. meridionalis-antiquus. (K. D. Adam (Stuttgart) reexaminó parte del material en 1957 y demostró que todo él debía referirse a E. antiquus, salvo un ejemplar referible a E. tro-gontherii POHLIG.) Otros elementos de la fauna incluían el auroch (Bos primigenius), venado (Cervus élaphus), caballo (Equus caballus) y un mo­lar incompleto de rinoceronte (referido en un principio a Rhinoceros cf. etruscus).

E l conjunto de utensilios de piedra de Torralba fue referido por Ce­rralbo al Chelense o Chelense evolucionado (terminología antigua). Se puede presumir que representa un Acheulense antiguo o medio inferior en la terminología actual. Incluye hachas de mano, dextrales, utensilios de lascado y lascas, hachuelas, núcleos y productos de desecho. La exis­tencia de madera en Torralba no fue objeto de mención especial por Ce­rralbo en sus escritos, pero R. de Saint-Périer (1932, p. 16), Breuil y Lan-tier (1951), y más recientemente Oakley (1955), han llamado la atención sobre su presencia.

E l ajuar lítico, la conservación de madera y la asociación con una rica fauna^ mastológica claramente hacen del yacimiento de Torralba uno de los más importantes de toda Europa. En vista de esto, y del hecho de que permanecía completamente impublicado, el primer firmante hizo una bre­ve visita en julio de 1960 para cerciorarse de la situación exacta del ya­cimiento y apreciar la viabilidad de un trabajo ulterior en él. Las pen­dientes inferiores y el fondo del valle adyacente estaban extensamente cultivados y cubiertos con campos de trigo maduro pero sin segar. Esto impedía en gran manera la observación, mas se localizaron pronto las trin­cheras de las primeras excavaciones por el Marqués de Cerralbo, se vieron varios pequeños fragmentos de hueso y trozos de defensa de elefante, y se recogieron unos pocos artefactos de piedra, todos de la superficie culti­vada adyacente a aquellas viejas trincheras. Se vio que el yacimiento esta­ba situado en un pequeño caballón o espolón, que se adelanta sobre el río

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Fig . 1.—Croquis topográfico y geo lóg ico de la reg ión de Torralba (Soria).

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Ambrona-Mansegal, flanqueado por cárcavas someras. Ya que sólo la par­te oriental de este espolón parecía haber sido excavada por el Marqués de Cerralbo, un trabajo ulterior parecía con seguridad fructífero.

La primera campaña de estas nuevas investigaciones en Torralba ocu­paron los meses de agosto y septiembre de 1961. Además del trabajo prin­cipal en Torralba un pequeño equipo trabajó una semana en abrir una ca­licata en una localidad muy semejante, en una loma tres kilómetros más al N., en el mismo valle, justo al sur del lugar de Ambrona. E l borde sep­tentrional de esta localidad había sido previamente excavado en parte por el Marqués de Cerralbo. E l yacimiento fue mencionado brevemente por Obermaier (1925 a, b).

Las investigaciones de Torralba están patrocinadas por una subven­ción de la National Science Fqundation (U. S. A.) al autor principal F . C. Howell (Departamento de Antropología, Universidad de Chicago, U. S. A.), autorizadas por la Dirección General de Bellas Artes. E l primer firmante está profundamente agradecido al Profesor Antonio Beltrán (Za­ragoza), que intercedió en su favor para obtener esta necesaria autori­zación. Durante tres semanas el Dr. Karl W. Butzer (Departamento de Geografía, Universidad de Wisconsin, U. S. A.) realizó en agosto investi­gaciones geológicas y geomorfológicas en la región de Torralba. Emiliano Aguirre, S. J. (Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid), visitó el yacimiento hacia el final del trabajo de la primera campaña, inventarian­do y determinando la fauna mastológica de estas excavaciones, y ha vuelto a examinar la descubierta en las excavaciones antiguas por el Marqués de Cerralbo. E l Dr. P. Biberson (Museo del Hombre, París) estuvo también presente algunos días al final de la campaña de 1961; su asistencia y con­sejo, basados en una larga experiencia de campo en Marruecos, fueron ver­daderamente muy de agradecer. Los resultados de estas investigaciones se compendian en esta memoria preliminar.

E l primer firmante está profundamente agradecido a estos colegas por su cooperación y ayuda. La Wenner-Gren Foundation for Anthropologi-cal Research, Inc. (New York), hizo posible la visita previa de 1960 a Es­paña y a la localidad de Torralba en particular. La primera campaña en Torralba tuvo una gran ayuda en la presencia de algunos jóvenes, seño­rita Lola Echaide (Universidad de Zaragoza), Mr. Desmond Collins y Mr. Peter Taylor (Universidad de Cambridge). La ayuda del Sr. José Vi­toria (Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid) para la preparación y remoción de gran parte de la fauna mastológica merece también ser re­conocida aquí con profunda gratitud.

Todos los instrumentos líticos de esta excavación de 1961 y los ha­llazgos superficiales en Torralba y Ambrona han sido depositados en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid). La fauna mastológica ha sido pro­visionalmente depositada en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (Ma­drid) , donde se hallan medios adecuados y personal experto para limpiar y restaurar los ejemplares, y donde se albergan las colecciones necesarias para el estudio comparativo, así como el grueso de la fauna antiguamente hallada en Torralba. E l primer firmante está asimismo muy agradecido al Profesor F. Hernández-Pacheco, Director de este último Museo, por su cálida hospitalidad y por la gran ayuda que él y su personal han propor­cionado.

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G E O G R A F I A D E L O S Y A C I M I E N T O S A C H E U L E N S E S D E T O R R A L B A

Y A M B R O N A ( S O R I A )

K A R L W . BUTZER.

Litología y estratigrafía del yacente mesozoico y terciario.

Los depósitos pleistocenos representan sólo una parte minúscula de la superficie de la meseta caliza extendida sobre el límite de Soria y Gua-dalajara. En consecuencia, la geología del substrato de la región adquiere una importancia considerable en el estudio de las localidades prehistóricas en Torralba (fig. 2) y Ambrona. E l substrato local mesozoico merecería ulterior atención como la casi exclusiva fuente de materia prima para los instrumentos paleolíticos.

Ambas localidades se encuentran en la parte noroeste de la hoja de Maranchón (núm. 462) del mapa geológico de España 1 : 50.000, aunque el valle del arroyo local y la unidad de avenamiento se extiende a la hoja adyacente de Barahona (núm. 434). Ambas hojas han sido cartografiadas y descritas en breves memorias por J. Castell y S. de la Concha (Baraho­na, 1955; Maranchón, 1956).

E l Buntsandstein, la unidad más antigua que aflora en este área, se presenta a lo largo de la divisoria Duero-Jalón en Miño, donde aparecen algunas decenas de metros de un total de 400 m. de potencia. La litología consiste en areniscas no calizas, graseras, de color beige a rojo, y conglo­merados de cuarcita detrítica. Los cantos de cuarcita se presentan en al­gunos conos aluviales del Pleistoceno en la región, y sin duda discurrieron valle Ambrona-Mansegal abajo hacia el Jalón durante los períodos de más corriente y acarreo. Constituyen éstos una materia prima excepcional en la estación de Torralba.

Siguiendo al Buntsandstein, ha,y capas plegadas del Triásico medio, MuscheTkalk, constituidas por unos 15-20 m. de dolomitas macizas beige. Se les superponen estratos variables del Keuper, que afloran extensamente en el fondo de los valles hasta más de 120 m. localmente, y que alcanzan 200 m. de espesor. Los estratos que alternan y cambian lateralmente en esta región se desarrollan en alguna de estas cuatro facies principales:

a) Margas yesíferas macizas gris claro. b) Margas amarillas o gris oliva claro en lechos delgados, o cali­

zas margosas amarillas. c) Yeso cristalino con matriz arcillosa pardo-rojiza o gris-rosado.

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Page 12: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

d) Marga yesífera roja a pardo-rojiza con deshidratación en fisuras verticales rellenas de yeso o de marga caliza gris.

Efectos de compresión, ondulaciones o deformaciones tectónicas du­rante el Jurásico o Cretácico inferior, las orogenias del Oligoceno supe­rior al Mioceno inferior y consiguientes deslizamientos de sedimentos lu­brificados han dejado los estratos más bien variables del Keuper práctica­mente inútiles para un estudio sistemático.

La superficie de la meseta está localmente formada por las carniolas (calizas) macizas gris claro a amarillentas, que alcanzan un espesor total de 200 m. y que localmente se hallan expuestas hasta unos 150 m. Los estratos algo deformados son estériles y mal estratificados. Han propor­cionado una parte considerable, naturalmente más deleznable, de las ma­terias primas empleadas para la industria de piedra. Los estratos origi­narios del pedernal, materia prima preferentemente usada, pueden locali­zarse en relación con las calizas neógenas ("de los páramos") o del Mus-chelkalk. La edad de las capas de carniolas es Liásico basal (Retiense). La sedimentación local no recomenzó hasta el Mioceno superior, cuando se depositaron conglomerados de caliza roja a amarillo-rojiza y margas en una cuenca que se extendía al SE. hacia el Jalón medio, pero que no afectó al área inmediata. La zona de Torralba ha estado, pues, expuesta a fuer­zas exogénicas desde el Jurásico inferior (Liásico).

Evolución del paisaje mio-plwceno.

La configuración topográfica del páramo calizo fue ampliamente mo­delada durante el Terciario superior, cuando las grandes superficies pla­nas con inselbergs relictos fueron erosionadas por acción fluvial. Estas tres superficies principales de páramo Mi, M 2 y M 3 son penillanuras (arra­samientos) en el sentido descriptivo y no necesariamente genético de la palabra. Un estudio sistemático de estas superficies de la meseta caliza por J. E . Schwenzner (1936) sitúa la más antigua (M3) en la transición Mioceno-Plioceno, de edad pre-Pontiense. E l nivel general está a 1.200 metros y domina la zona de Torralba a una altura de 1.225 m., con la Sierra Ministra (1.309 m.) dominándola como un antiguo inselberg.

La segunda superficie (M2) fue incompletamente establecida en las cabeceras del alto Duero y Jalón en el período post-Pontiense, i. e. du­rante el Plioceno medio o superior. Los espolones de roca subyacente a 1.160-1.170 m. en los bordes de las carniolas que forman la superficie M 3 , verosímilmente representan la fase erosiva M 2 en el valle Ambrona-Man-segal.

E l tránsito Plio-Pleistoceno no está registrado en esta zona, sino de modo incompleto. Una explicación coherente del Pleistoceno inferior re­quiere un estudio minucioso del sistema de terrazas superiores del alto Jalón (cf. Schwenzner, 1936). Sólo es cierto que los grandes valles de as­pecto "maduro temprano", excavados cien a doscientos metros a través de las carniolas en la blanda serie inferior de Keuper, fueron formados por la disección vigorosa de corrientes lineares durante el Pleistoceno in­ferior o Plioceno superior. E l paisaje actual y la red hidrográfica del valle se estableció en términos más o menos modernos antes de la temprana

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sedimentación post-Villafranquiense asociada con los yacimientos del Pa­leolítico inferior.

Sedimentación del Pleistoceno antiguo (I). Derrubios rojos.

Los depósitos pleistocenos más antiguos que conocemos predatan los yacimientos del Paleolítico inferior con sólo un intervalo de tiempo muy breve. Consisten en depósitos de levigación torrencial y derrubios con con­glomerados de subangulares a subrodados suavemente cryoclásticos. La matriz es de un lehm calizo rojizo-amarillento, recubierta ocasionalmen­te por costras tobáceas dolomíticas.

En el caso del torrente de los Huesos estos depósitos ("derrubios ro­jos") parecen formar terrazas asociadas en su origen con cursos de agua estacionales de considerable magnitud. Lateralmente pasan a depósitos co-Iuviales de carácter climático frío moderado. Los lechos básales rellenaron los canales de drenaje preexistentes en el substrato, que alcanzaron casi las dimensiones actuales, verosímilmente durante el Pleistoceno inferior. La terraza aluvial se escalonaba hasta un valle principal unos 35 m. o más sobre el actual río Ambrona. Este conglomerado, que alcanza espe­sores de 0,5-2 m., contenía una bifaz y algunas lascas in situ, al parecer no muy alejado tipológicamente del conjunto de Torralba.

Lechos semejantes de tipo coluvial subyacen inmediatamente a los ho­rizontes fosilíferos de Torralba, bajo una disconformidad insignificante. Estos lechos alcanzan un espesor de unos 5 m.

Los derrubios rojos no se presentan en Ambrona. Capas totalmente análogas de conglomerados margoso-calcáreos de can­

tos subangulares o angulares deben haber cubierto en aquel tiempo toda la topografía. Los materiales proceden de la desintegración mecánica lo­cal de agregados calizos y de suelos más antiguos removidos de aquéllos por levigación. E l agente responsable fueron violentas avenidas bajo con­diciones pluviales (Butzer, 1961, 1962), con aluvión del valle río abajo y coluviación de laderas corriente arriba. E l clima era más frío que actual­mente como indican las componentes cryoclásticas, aunque no hay hasta el presente evidencia en favor de condiciones "periglaciares" como podía es­perarse por encima del nivel de bosques (1).

No faltan del todo hoy en esta región modernos paralelos sedimento-lógicos. Algunos pequeños torrentes episódicos han acumulado en sus va­guadas idénticas gravas arenosas de cantos subangulares tales como las depositadas en este intervalo del Pleistoceno con carácter de lechos colu-viales. La vegetación de las actuales zonas denudadas consiste en una ga-rriga empobrecida con formas enanas, la de las zonas aluviadas en ar­bustos herbáceos o leñosos y espinosos esparcidos. E l hecho de que duran­te el Pleistoceno haya dominado la coluviación más que la forma mucho más suave de aluvión indica que la arroyada fue grande. Además los de-

(1) L a s deducciones g e o m o r f o l ó g l c a s sobre los tipos de v e g e t a c i ó n asociada, pre­sentadas en este articulo, se hallaron independientemente y fueron presentadas en un Seminario conjunto con F . C . Howel l en la Universidad de Chicago, 6 nov. 1961, antes de que fueran comunicados al autor los notables a n á l i s i s p a l i n o l ó g i c o s por J M e n é n -dez A m o r y F . F l o r s c h ü t z .

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pósitos aluviales pleistocenos contemporáneos (cuadro 1) indican un man­to de agua superficial mucho más grande que el de los mismos torrentes en la actualidad.

Sedimentación del Pleistoceno antiguo (II). Derrubios grises.

Casi en completa concordancia con los derrubios rojos se hallan los depósitos de una segunda fase de sedimentación. Son éstos producto de arrasamiento de valle que van de arenas gruesas, margas y gravas me­dianas fluviales subrodadas (cuadro 1), como en Ambrona, a materiales coluviales subangulares de margen, como en el yacimiento de Torralba. No hay prueba de ulterior arrasamiento de la meseta, y la sedimentación fue más lenta, de materiales finos, como corresponde a una moderada erosión y gradientes fluviales reducidos. Los suelos coluviales están au­sentes del todo, de aquí el color gris, que indica un cambio de la cubierta vegetal, verosímilmente hacia un césped herbáceo continuo bajo una ve­getación arbórea de tipo desconocido. Las cantidades de precipitación de­ben haber sido algo más altas que hoy, puesto que el río Ambrona pudo transportar gravas medianas en lugar de la carga fina y arenosa que úni­camente ha podido transportar desde el Pleistoceno superior. E l clima fue también un poco más templado que durante la deposición del derrubio rojo, aunque los sedimentos muestran aún señales de heladas.

Un corte de 1,5 m. en los derrubios grises de Ambrona muestra esta facies y su relación con el yacimiento prehistórico. Recubriendo la arcilla roja del Keuper hay:

a) Sesenta y cinco centímetros de marga o arena media algo arci­llosa gris (5 Y 6/1), con bandas ocasionales de arena basta o una tintura de óxido de hierro amarillenta (10 YR 7/8; 7,5 YR 6/8). Hay lechos finos de estructura poliédrica angulosa, muy basta.

b) Quince centímetros de marga o arena media ligeramente gris (5 Y 6/1) con gravas fluviales homogéneas, medianas, subrodadas. E l cua­dro 1 indica que el movimiento dominante de transporte de la grava fue doble: rodada y deslizamiento. También se presentan manchas de óxido de hierro.

c) Setenta y cinco centímetros de arena gruesa muy detrítica gris oliva (5 Y 6-7/2) con bandas distintas, bien estratificadas, de grava me­diana.

d) Una banda continua de gravas fluviales medianas, subrodadas, con algunos indicios de helada y empastada en una matriz calcárea. Discon­formidad moderada en la superficie por erosión; sobre ella se localizaba una fauna algo considerable en contacto directo con las gravas.

La interpretación es la de un valle fluvial arrasante, en el que los pri­mitivos depósitos de Ambrona indican condiciones cenagosas a poca dis­tancia del actual nivel del río. Las gravas inferiores sugieren un cambio lateral del río, con ún buzamiento de 5 por 100 hacia N20°E. Después el río permaneció cerrado, e invadió el área con un ángulo diferente hacia el final de la fase de arrasamiento. E l último horizonte principal de gra­vas es menos homogéneo, contiene el doble de cantos fraccionados (¿clima

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progresivamente frío?), y buza 17 por 100 al N130°E. Parece haber seguido un intervalo de disección.

En el yacimiento de Torralba sólo unos 120 cm. de arena gruesa y gra­va subangular recubren los derrubios rojos en semiconcordancia. Pare­cen contemporáneas del nivel c) de Ambrona. A l principio se encuentran con ellas trazas de marga en el nivel superficial de gravas formando el "pavimento" más notable del yacimiento. Estas gravas son de tipo coluvial, completamente heterogéneas, y fracturadas de la misma manera que la grava superficial de Ambrona. Gravas gruesas dispersas en la superficie obedecen a un transporte lateral del torrente del Sahuco. Las capas están inclinadas oblicuamente hacia el valle principal un 5-18 por 100.

Sedimentación del Pleistoceno antiguo (III). Margas grises.

Un breve intervalo de erosión y tal vez de incisión vertical de la co­rriente principal en el valle del río Ambrona-Mansegal siguió a las dos primeras fases sedimentarias de los derrubios grises y rojos. E l clima local permaneció tal vez húmedo ya que la superficie de los derrubios ro­jos muestra efectos notables de levigación, y al parecer los torrentes lo­cales, con escasa interrupción o sin ella, continuaron arrasando semejantes productos de aluvión. Un período de importante actividad cinegética co­rresponde a este intervalo de momento que sobre la superficie del derrubio gris se halla una considerable concentración de restos de animales.

La tercera y última fase sedimentaria está registrada por depósitos más finos de un sistema de drenaje arrasante y lento. Los pocos lechos conservados son sedimentos cenagosos, semiconsolidados, pertenecientes a las partes marginales del valle principal. Estas margas arcillosas grises a unos 40-42 m. sobre el río Ambrona tienen algunos paralelos modernos en la región, tanto en el tipo sedimentario como en la fauna de moluscos. Estas formas varían entre charcas estacionales con una vegetación de matas de Ciperáceas dispersas, y llanadas de hierba periódicamente inun­dadas en el manto de agua del valle con avenamiento pobre, o bien ho­rizontes acuíf eros permanentemente saturados con asociaciones de hierbas y Ciperáceas. Las más fuertes analogías con los principales niveles fosi-líferos, tanto en Torralba como en Ambrona, corresponden a las dos primeras formas. Hasta que las pruebas palinológicas proporcionen in­formación más precisa, no hay indicios de agua permanentemente estan­cada en los yacimientos. Debido al pobre avenamiento había probablemen­te más prado abierto o parque en los valles que en la meseta, que muy verosímilmente era boscosa. No hay datos sobre las temperaturas, pero debieron de ser, a lo más, un poco más bajas que ahora. Las tres espe­cies de caracoles terrestres o semiacuáticos recogidos tanto de antiguos lechos como de contemporáneos no difieren ni en aspecto ni en talla. En espera de una opinión autorizada sobre su ecología, se sugiere que sus mi-cro-habitats fueron muy semejantes.

Nuestra suposición de la amplia extensión de gramíneas y otra vege­tación herbácea en el fondo del valle se basa en la fuerte analogía de la facies sedimentaria y la fauna con sus paralelos actuales. La sugestión de que las laderas y las tierras altas de la meseta estaban cubiertas de

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bosque se basa en la abundancia de agua en que hace pensar el tipo de aluviación. Aun en las actuales condiciones de humedad el páramo puede soportar una vegetación espontánea de encina (Quercus ilex) en un ar­bolado con cláreos. Se ve esto claramente en el bosquecillo protegido exis­tente al otro lado del límite con Guadalajara, justo al Oeste de Galafre. En condiciones de temperatura algo parecida a las actuales y cierto au­mento de humedad en el ambiente, el páramo debió de estar naturalmente cubierto de bosque.

A pesar de las pruebas de humedad general a través del período de deposición de las margas, parece que la precipitación disminuyó. Las mues­tras del yacimiento de Torralba prueban que un depósito aluvial arenoso o moderadamente grosero fue depositado por el torrente del Sahuco duran­te el primer tercio del período de acumulación de la marga. Estas capas detríticas se intercalan con las margas y pueden alcanzar una potencia má­xima de 50 cm. en afloramientos que, por otra parte, no cortan el centro del lecho de la antigua corriente. La superficie de estos depósitos detríti­cos se marca bastante y se puede reconocer en el yacimiento como una es­pecie de "pavimento" (fig. 3). Esta superficie tiene buzamientos seme­jantes al "pavimento" de los derrubios grises (una neta inclinación de 14 por 100 a N35 2E). La fina sedimentación margosa subsiguiente muestra una pendiente reducida de 7 por 100, indicando simplemente que el relieve del fondo del valle fue reducido a una llanura horizontal. E l cese de alu­viación grosera por el torrente local en Torralba y la ausencia de materia­les detríticos de esta fuente parece indicar una reducción del agua co­rriente más que un simple cambio en la distribución e intensidad de la arroyada que hubiera podido ocasionar un manto vegetal más denso. No obstante serán indispensables los análisis palinológicos para esclarecer completamente si la mitad posterior de la fase margosa fue o no más árida.

En Torralba se hallaron fósiles y utensilios asociados hasta unos 35 centímetros por encima del "pavimento", y en Ambrona hasta unos 50 cen­tímetros o así por encima del "pavimento"; faltando aquí las margas de­tríticas básales. Con la potencia total de 2,5-3 m. de la serie margosa en Torralba y Ambrona parece relativamente cierto que, o bien el valle dejó de ser escenario de las actividades cinegéticas del hombre, o que la rica fauna mastológica se retiró del país.

En Torralba los materiales arqueológicos aparecen en el margen de dos metros aproximadamente desde la base de los derrubios grises hasta el tercio inferior de la marga gris. Esto sugiere un uso de la localidad como carnicería muy prolongado aunque necesariamente esporádico: una exten­sión temporal que ha de estimarse en términos de varios milenios. Mues­tras de polen de análogas margas postglaciales junto a la laguna de Am-brona-Miño podrían proporcionar una secuencia palinológica que ayudara a calcular el índice actual de sedimentación.

Tanto lo compacto de las margas como la estratificación de los huesos y los utensilios hacen muy improbable que haya habido remoción de los materiales arqueológicos. Estos deben considerarse más o menos en el sitio de su deposición original. La estratificación en las margas es idén­tica a la de las capas aluviales y coluviales en las que no se puede concebir un "reasentamiento" apreciable de los depósitos. De modo semejante la

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distribución de los restos óseos y los utensilios tanto como la falta gene­ral de rodamiento deja fuera de duda que los materiales arqueológicos han sido afectados apenas o nada por transportes acuáticos. Estas considera­ciones son de valor considerable para el cálculo de la duración de la ocu­pación de esta localidad y sus implicaciones culturales.

Formación de suelo ''braunlehm" en el Pleistoceno medio.

Al complejo sedimentario precedente siguió una fase relativamente seca sin actividad geomorfológica reconocible. Hay toda razón para creer que fue un clima "interglacial seco" no muy distinto del actual (cf. But-zer, 1961). La sedimentación cesó, debido bien a la lenta excavación del río Ambrona con avenamiento de las ciénagas, bien ante todo a la aridi-ficación del clima. Hubo escasa o nula erosión regional, con todo, ya que la superficie del terreno durante la subsiguiente formación de braunlehm tiene exactamente la misma inclinación que las capas margosas, como lo indica el límite inferior del horizonte B fosilífero. Entre la sedimenta­ción de las margas y la pedogénesis indicada intervino un prolongado pe­ríodo de clima más seco, puesto que la formación de braunlehm se des­arrolló con un techo de acuífero bastante más bajo. La sedimentación mar­gosa ha sido asociada con suelos empapados de tipo syrogley (cf. Kubie-na. 1953), como indica el horizonte C bien conservado (con vetas de óxido y venas verticales y un horizonte Fe omnipresente en la base de las mar­gas o en los derrubios grises subyacentes). Sin embargo, durante la pe­dogénesis subsiguiente las densas margas deben de haberse desecado to­talmente, de modo que aun el agua estacional fuera rara; en cambio, un horizonte Ca llegó a desarrollarse.

Así, pues, hay una tal diferencia fundamental entre las condiciones de humedad del suelo antiguas en la fase de la deposición margosa y las del período de la formación de braunlehm, que debió de interponerse un largo intervalo de desecación climática o de avenamiento del valle por disección vertical. Después, alcanza una importancia grande la meteoriza-ción química durante un período de clima templado y húmedo con alguna suerte de estación estival seca. La falta de pruebas en favor de una ero­sión o sedimentación sugiere que este período de equilibrio geomorfoló-gico fue del tipo "interglacial húmedo" (cf. Butzer, 1961). Se llegó a des­arrollar un suelo maduro de térra fusca (cf. Kubiena, 1953) de la clase braunlehm con más de un metro de horizonte B. Este suelo es el proceso pedogenético pleistoceno más notable de la región. Describimos aquí un perfil típico del yacimiento de Torralba (0-49) basado en los caracteres de un estudio de campo:

Horizonte A: 10 cm.—Arena mediana, muy arcillosa, ligeramente detríti­ca, pardo-rojiza (5 YR 5/4). Muy humífera, de tipo húmico mulliforme modcr. Estructura de bloques angulares groseros. Horizonte A de pedogé­nesis contemporáneas bajo vegetación de garriga. Horizontes inferiores fó­siles, que representan horizontes C del suelo actual.

Horizonte B: 55 cm. — Arena mediana arcillosa, detrítica a muy de­trítica, pardo-rojiza (5 YR 5/4). Tipo húmico moder mulliforme. Estrue-

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tura prismática angular mediana a grosera, que pasa a bloques angula­res groseros.

Horizonte B-C: 15 cm. — Arena fina muy arcillosa, ligeramente detrí­tica, parda (7,5 YR 5/4). Débilmente húmico. Estructura prismática an­gular mediana a basta. Vetas de precipitado yesoso-calcáreo y tinciones de hidróxido de manganeso gris-negro.

Horizonte C: 120 cm.—Arena fina ligeramente arcillosa gris claro (5 Y 6/1). Estructura prismática angular grosera (debido a la deshidra-tación de la densa marga arcillosa). Venas de limonita amarillo-rojiza (7,5 YR 6/6-8) decoloran amplias secciones hasta un oliva pálido, e indi­can primitivas condiciones de gley pertenecientes a la actual fase de acu­mulación margosa, concentrada a lo largo de fisuras verticales con algu­nos precipitados de óxido sueltos en las cavidades. Un horizonte C/Ca des­pliega precipitados calcáreos fibrosos entre 30-60 cm. bajo la superficie.

Horizonte D: 50 cm.—Arenas groseras, margas arcillosas y conglome­rados amarillo pálido a amarillo (2,5 Y 7/4; 7,5-10 YR 6/8) con bandas variables de precipitación o tintura de limonita. Antigua zona de oxida­ción del acuífero (horizonte Fe). Todos los horizontes son muy calcáreos.

E l suelo braurilehm representado en este perfil poligenético es un ho­rizonte-guía característico en zonas del Levante español, y el autor lo co­rrelaciona con los suelos rotlehm de las costas mediterráneas (Cataluña e Islas Baleares, Butzer, 1961; Butzer y Cuerda, 1962), que datan del final de la transgresión Tirreniense I, esto es, del Gran Interglacial en el sen­tido convenido. Procesos pedogenéticos de tal intensidad son ciertamente lo bastante singulares para permitir amplias correlaciones regionales.

Evolución durante el Pleistoceno superior.

En el yacimiento de Torralba es posible mostrar que dos importantes fases sedimentarias del torrente de Sahuco postdatan una importante ero­sión del yacimiento y del braunlehm fósil. Durante este episodio erosivo el yacimiento quedó reducido a un pequeño cordón. Las fases sedimenta­rias estuvieron separadas por nueva erosión y por un período de acumula­ción de margas pardo-rojizas como es típica hoy en las ciénagas del ho­rizonte de manantiales permanentemente saturado. Una importante ero­sión subsiguiente y una deposición de margas fueron seguidos por el des­arrollo de un suelo postglacial de tipo rendzina.

También los depósitos de ladera sugieren dos generaciones de acumu­lación de detritus coluviales, el más antiguo de los cuales, por lo menos, muestra huellas claras de solifluxión para alturas de 1.000 m., aunque no se poseen pruebas de cryoturbación del tipo de subsuelo permanentemente helado.

Una débil fase de desarrollo de braunlehm sucedió a este período de co­luviación de clima pluvial frío, y fue seguido por un ciclo deposicional muy extendido, que no muestra pruebas ciertas de meteorización o acarreo gla­ciar. Estas gravas o arenas torrenciales o fluviales han sido disecadas en edad postglacial y sometidas a una formación de rendzina. Un amplio lago en la región de Miño fue contemporáneo de esta fase pluvial del Pleisto­ceno superior, y se vertió hacia el sureste en el río Ambrona. Sus aguas

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fueron 4-5 m. más profundas que las de la laguna sin desagüe, residual, y se depositó como medio metro de detrito orgánico pardo-rojizo oscuro con una estructura aplanada muy grosera. Estas margas parecen muy prometedoras para una serie polínica del Pleistoceno superior. E l mismo interés prometen las huellas vegetales de los potentes travertinos de se­mejante edad en Esteras de Medina.

Hasta ahora no se han reconocido en el alto Jalón terrazas que ante­daten el braunlehm del Pleistoceno medio. Ninguna de las terrazas del Ja­lón entre Arcos y Santa María de Huerta, ni cerca de Zaragoza, ni las te­rrazas del Ebro por debajo de Zaragoza ofrecen señales de solifluxión o cryoturbación. No deben tenerse en cuenta las recientes declaraciones de Johnsson (1960) de que durante el Riss o el Würm ocurrieron en la cuenca del bajo Ebro fenómenos de cuñas de hielo (2).

Sugerencias estratigrafías.

E l edificio estratigráfico, por lo que se desprende de la interpretación geomorfológica de los sedimentos y suelos locales, puede proponerse de un modo más bien provisional. Queda por hacer una labor muy considerable sobre el Pleistoceno superior de una región más amplia, y sería igualmen­te muy de desear que se hallaran sedimentos análogos a los de las series de Torralba-Ambrona en otros valles del país. Para una interpretación definitiva hay que esperar también a que sean analizadas en el laborato­rio las muestras de sedimentos recogidas, y los resultados del trabajo palinológico y paleomastológico en curso. No obstante estas evidentes limi­taciones, el cuadro siguiente (cuadro 2) sugiere las respectivas caracterís­ticas climáticas y la correlación con las unidades estratigráficas usuales.

C U A D R O 2

r O R J J A S C L I M A Correlación Estrat igráf ica

D i s e c c i ó n , f o r m a c i ó n de Rend-sina M á s seco, calido-templado . . . Holoceno.

D e n u d a c i ó n y a l u v i a c i ó n H ú m e d o , f rio-templado W ü r m . Margas pardas, Braunlehm (?) M á s h ú m e d o , c á l i d o I „ D i s e c c i ó n M á s seco, templado (?) j D e n u d a c i ó n , a l u v i a c i ó n , soliflu­

x i ó n H ú m e d o , f r í o Riss. F o r m a c i ó n de Braunlehm H ú m e d o , c á l i d o iHolstein D i s e c c i ó n y avenamiento M á s seco, templado (?) | M a r g a gris, f o r m a c i ó n de Gley. H ú m e d o , f r í o - t e m p l a d o Derrubio gris H ú m e d o , menos f r i ó ^Mindel. Derrubio rojo H ú m e d o , f r í o

(2) N o convence la i l u s t r a c i ó n dada por Johnsson (1960) de una "cuña. de. hielo", ya que los conglomerados adyacentes al borde e s t á n indeformados, y por tanto su­giere bien una d e f o r m a c i ó n t e c t ó n i c a , una d i s t e n s i ó n o posiblemente una fisura de de­s e c a c i ó n . L a s fotos de f e n ó m e n o de s o l i f l u x i ó n no corresponden necesariamente a fe­n ó m e n o s de suelos helados. Parece un procedimiento dudoso el sugerir estas conclu­siones p a l e o c l i m á t i c a s de la.rgo alcance a partir de observaciones tan e s p o r á d i c a s .

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F A U N A M A S T O L O G I C A

E . AGUIRRE, S. J .

Los fósiles recogidos en esta excavación pertenecen a las especies que ya se conocían a partir de la excavación del Marqués de Cerralbo, a sa­ber: elefante, toro primitivo, ciervo, rinoceronte, caballo salvaje primiti­vo, animales que eran buscados por el cazador de Torralba. Por el mo­mento, no parece que ninguno de los huesos extraídos se haya de atribuir a otra especie distinta de las dichas.

El caballo.

Es la especie que más abunda en el lote de 1961, y enriquece notable­mente la representación que existía como fruto de la antigua excavación.

E l total de piezas que se conserva en el Museo Nacional de Ciencias Naturales es de unas 30; en el Museo Arqueológico Nacional hay unas 50, casi todas de dentición; la nueva excavación comprende más de un cente­nar que se detallan en la lista adjunta.

La nueva excavación es inferior a la antigua colección del Museo Na­cional de Ciencias Naturales en algunas piezas interesantes del esqueleto, como falanges, astrágalos; pero la aventaja en otros huesos del carpo y tarso, en toda una articulación tarsal completa en conexión, algunos frag­mentos de mandíbulas, y uno de éstos con la dentición de leche completa en hemiserie.

La determinación del caballo de Torralba ha de ser objeto de estudio; la especie parece ser del grupo Equus cabaUus y no otro, pero es preciso determinar la variedad, que parece ser una de las más primitivas. Este trabajo —que urge hacer con todos los Equus del Cuaternario español— precisa un número mayor de ejemplares, pues ha de hacerse no sólo sobre la morfología, sino con aplicación de métodos estadísticos.

El rinoceronte (Dicerorhmus hemitoechits).

Es un elemento que escasea entre las presas del cazador de Torralba. De la excavación del Marqués de Cerralbo, existían en el Museo Nacional de Ciencias Naturales escasos fragmentos de huesos de extremidades y

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un molar superior; y en el Museo Arqueológico Nacional, otro molar su­perior y algún otro fragmento de diente.

La excavación actual ha dado fragmentos importantes de huesos de ex­tremidades, un molar inferior aislado, tres fragmentos de mandíbulas y un último molar superior incompleto.

Esta última pieza es, con todo, importante, por mostrar con suficiencia las características que permiten determinar la especie de rinoceronte de Torralba y distinguirla de las otras especies europeas de este grupo. Se trata de un D. hemitoechus (como había supuesto K. Adam), cuya presencia proporciona indicaciones respecto al clima y la cronología del hombre de Torralba. Cabe esperar hallazgos más importantes en futuras excavaciones.

El venado (Cervus elaphus).

Tampoco es abundante, las piezas de dentición son muy escasas en to­das las colecciones. E l volumen de piezas obtenidas en esta excavación, por lo que a cuernas se refiere, es aproximadamente igual o ligeramente mayor que en la parte de la colección del Marqués de Cerralbo donada al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Nada se ha añadido, en cambio, en huesos menores de las extremidades: tarso, metápodos, falanges. Pue­den atribuirse algunos restos a otros Cérvidos de menor talla.

El auroch (Bos primigenius).

La cantidad e importancia de los hallazgos de esta especie, se aproxi­man también a las de la colección del Museo Nacional de Ciencias Na­turales. Se ha ganado en fragmentos de mandíbulas, con piezas dentarias en series incompletas; existía un metatarsiano completo y en la actual excavación se ha obtenido un metacarpiano también completo.

Faltan huesos completos de estilópodos y zeugópodos, pero los frag­mentos con epífisis de algunos de estos huesos que existían, se ven algo enriquecidos con una extremidad dista! de húmero.

Los elefantes.

E l lote de la actual excavación aporta datos nuevos al material anti­guo: fundamentalmente, la pelvis incompleta, vértebras, sobre todo un atlas. Los huesos metapodiales y cárpales, aunque escasos con respecto al lote antiguo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, tienen algún interés para la morfología comparada y sistemática. Resulta nuevo el ma­terial de defensas, pues no se ha dado aún con el paradero de las nume­rosas que se refieren de la antigua excavación: verbalmente me han in­formado de que la gran defensa masculina de más de 3 m. fue enviada a un Museo francés (¿de París?) , sin que al presente hayamos podido hacer la averiguación precisa pertinente.

E l material de mandíbulas y molares obtenido en 1961, ofrece una con­tribución no despreciable al estudio en marcha sobre las piezas mucho

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C U A D R O 3

R E S T O S D E M A M I F E R O S P R O C E D E N T E S D E L A S E X C A V A C I O N E S D E L M A R Q U E S D E C E R R A L B O Y D E L A S R E C I E N T E S , 1961, E N L A E S T A C I O N A C H E U L E N S E D E T O R R A L B A ( Y A M B R O N A ) Y C O N S E R V A D A S E N E L M U S E O N A C I O N A L D E C I E N C I A S N A T U R A L E S , M A D R I D (M. N . C . N . ) , M U S E O A R Q U E O L O G I C O N A C I O N A L , M A D R I D (M. A . N.) Y M U S E O C E L T I B E R I C O , S O R I A (M. C.)

E L, E P H A S E Q U U S

Excav. Howell

1961

Excav. Cerralbo

M . N . C . N . M . A . N . M.C. TOTAL

Excav. Howell

1961 M . N . C . N . I M . A . N .

Excav. Cerralbo

M.C. TOTAL

B O S

Excav. Cerralbo Excav. Howell

1961 M . N . C . N . ; M . A . N . M.C. TOTAL

C E R V U S

Excav. Cerralbo Excav. ! Howell '—

1961 M.N.C.N. M . A . N . M.C. TOTAL

D I C E R O R H I N U S

Excav. Cerralbo Excav. Howell '—

1961 ¡M.N.C.N. 1 M . A . N . M.C. TOTAL

C r á n e o (fg.) C ó n d i l o s occipitales Astas

1 » 14

Maxilares (fg.) Paladares con dientes yugales Paladares con muelas deciduas M a n d í b u l a s con dientes yugales H e m i m a n d í b u l a s con dientes yugales M a n d í b u l a s (o fg.) con muelas deciduas Fgs . de m a n d í b u l a s Sinfisis mandibulares con incisivos

1 i 10 8 1 4 6 2

12

1 1 1 1 2

1 15

19 10 30

11 9 2 6

11 3

14

2 1 2 7

2 3

3 1 4

10

2 i

Incisivos o defensas Fragmentos de defensas Muelas de leche (DD) sueltas Dientes yugales (PP M M ) sueltos Dientes yugales incompletos Dientes superiores completos Dientes inferiores completos

5 11

1 3 5

4 3

25

1 ! 3

T O T A L D I E N T E S S U E L T O S 32

5 + ? 12

7 10 30 8

22 29

5 5

8 [28] [35]

47 59 10 50 121 14 1 i 1 ! —

Atlas A x i s V é r t e b r a s cervicales V é r t e b r a s dorsales V é r t e b r a s dorsales a p ó f i s i s esp V é r t e b r a s lumbares V é r t e b r a s sacras Coxis V é r t e b r a s varias y fragmentos Costillas, fragmentos importantes .. Costillas, fragmentos menores C l a v í c u l a E s c á p u l a (2) H ú m e r o H ú m e r o , fgs. o incompleto U l n a Ulna, fgs. o incompleto Radio Radio, fgs. o incompleto Radial = escafoide Intermedio = (lunatum) semilunar Ulnar = (cuneiforme) piramidal . . . Accesorio = pisiforme Primer carpal = trapecio Segundo carpal — trapezoide Tercer carpal = grande (magnum) Cuarto carpal ¡ = unciforme

1 3 3 3 6

4 5

10

3 1 2 1 3

2 5 8 3

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30 1 6 1 9

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T O T A L C A R P O

1 5 8

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Metacarpiano I .. Metacarpiano H . Metacarpiano m Metacarpiano I V Metacarpiano V .

2 1 4 3

T O T A L M E T A C A R P I A N O S 10

Falanges 1.» (I-V) Falanges 2.» (I-V) Falanges 3.» (I-V)

T O T A L F A L A N G E S

Sesamoideos

Pelvis, diversos fragmentos Pelvis, grandes porciones F é m u r F é m u r , fragmentos o incompletos R ó t u l a = patella T i b i a Tib ia , fragmentos o incompletos F í b u l a (maleolar) F í b u l a , fragmentos o incompletos C a l c á n e o C a l c á n e o incompletos A s t r á g a l o = talus Central = escafoide = navicular Primer tarsal = cuneiforme int. ( l .« ) Segundo tarsal = cuneiforme med. (2.°) Tercer tarsal = cuneiforme ext. (3.s) Cuarto tarsal = cuboide

5 1

35 2 3 6 4 4

10

1 2

2 1 8 3

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T O T A L T A R S A L E S

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Metatarsiano I . . Metatarsiano I I . . Metatarsiano III Metatarsiano I V Metatarsiano V ..

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T O T A L M E T A T A R S I A N O S 3 I —

T O T A L M E T A P O D O S 13 I —

3

17 11

Otros fgs. de huesos "largos" sin determinarl

T O T A L E S

Varios fragmentos menores

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15

214 10 33 47 20 I 23 45 10

(1) Queda una base de cráneo . Se ha de dar por perdido o deshecho un cráneo bastante completo. (2) Varios fragmentos sin determinar. (3) Varios. (4) Numerosos. (5) U n tarso completo en conex ión .

Page 26: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

más numerosas y completas de la antigua colección (Museo Nacional de Ciencias Naturales). Este estudio se está haciendo por métodos biométri-cos y estadísticos, y con los nuevos hallazgos nos aproximamos ya a una buena serie: pero igual que en el caso de los caballos es preciso obtener nuevas piezas. En el lote antiguo se halla un molar único de la especie E. (Mammuthus) trogontherii, según determinación de K. Adam (Stutt-gart). La indicación de la procedencia —"Torralba"— escrita sobre la pie­za, parece merecer toda fe, dada la meticulosidad del Marqués de Cerral­bo, a lo que se añade el hecho de existir en el Museo Arqueológico Nacio­nal un molar infantil de elefante con la inscripción "Ambrona", y el tes­timonio de los trabajadores de aquella excavación sobrevivientes en To­rralba y Ambrona, que recuerdan no haberse obtenido grandes molares de elefantes en esta última localidad aislados.

Las demás piezas deben atribuirse todas —nos parece, según los re­sultados provisionales de nuestro estudio biométrico— a la especie E. (Hes-peroloxodon) antiquus, y no he podido confirmar la atribución largo tiem­po discutida de algunas piezas de la antigua excavación, a la especie más primitiva E. meridionális: aún no existía el Mamut propiamente dicho (E. primigenius).

Todavía no es fácil distinguir si alguno de los huesos deben atribuirse a la especie E. trogontherii o todos a E. antiquus. Hay pocos trabajos mo­nográficos que permitan definir claramente características específicas en diversas partes del esqueleto de elefantes del Cuaternario. Con todo, al­gunos huesos merecen describirse y figurarse a fin de aportar nuevos datos útiles para futuros estudios comparativos, y porque, a la luz de los estu­dios recientes sobre elefantes pleistocenos, tal vez pueda precisarse la atri­bución específica de algunas piezas óseas.

Es preciso no perder toda esperanza de que en futuras excavaciones se hallen fósiles representativos de especies de menor talla, como roedo­res y carnívoros, lo cual sería de extraordinario interés para la cronolo­gía y otros aspectos del estudio de esta estación.

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L A S E X C A V A C I O N E S

F . CLARK HOWELL.

En la breve campaña de 1961 en Torralba se intentó lo primero de­terminar la parte del yacimiento excavado por el Marqués de Cerralbo; luego, mediante una serie de calicatas, apreciar la extensión restante del yacimiento (fig. 4). La primera cata (1) se hizo a través del extremo orien­tal del espolón adelantado hacia el valle, por lo que pareció ser una parte posiblemente inalterada del yacimiento. Va de este a oeste entre lo que parecía ser una serie de trincheras dejadas por Cerralbo y abandonadas. De hecho toda esta zona oriental resultó ser la tierra removida de las excavaciones de Cerralbo. Se recogieron cierta cantidad de huesos desecha­dos y muy rotos, unos pocos dientes de mamíferos clasificables, y unos pocos artefactos de piedra. Esta cata tenía unos 40 metros de larga; sólo en ulteriores excavaciones, entre 43 y 49 metros hacia el oeste, se encon­tró el extremo irregular de este corte. La longitud del mismo suministra una clara idea de esta zona oriental del yacimiento, del lado del antiguo ferrocarril, donde trabajó Cerralbo. Lo ancho del área excavada por él no se determinó con precisión, pero puede calcularse por fotografías to­madas en aquella ocasión y afortunadamente conservadas en su casa, aho­ra Museo Cerralbo, de Madrid (3).

Puesto que era claro que Cerralbo había restringido sus excavacio­nes a una buena porción de la parte oriental del yacimiento, las calicatas se extendieron a la parte central y occidental presumiblemente inaltera­das. Una continuación de la primera trinchera (1 a) se prolongó unos 30 metros más hacia el oeste; otra trinchera (2) se cavó hacia el norte y el sur, de otros 30 metros de largo, perpendicular a la anterior y que corta parte del borde occidental de las excavaciones de Cerralbo. Estas dos

(3) Gracias a la gran amabilidad y c o o p e r a c i ó n de la s e ñ o r i t a Consuelo Sanz-Pastor y F e r n á n d e z de P i é r o l a , Directora del Museo Cerralbo, el primer firmante pudo examinar el manuscrito i n é d i t o (Cerralbo, 1911) y las numerosas f o t o g r a f í a s de las antiguas excavaciones, todo lo cual c o n s t i t u í a para el M a r q u é s de Cerralbo l a mono­g r a f í a definitiva sobre el yacimiento de Torralba. E l autor e s t á m u y agradecido tanto a ella como al Patronato del Musco Cerralbo por haberle facilitado el poseer micro-filmada esta inestimable d o c u m e n t a c i ó n . L a excelente calidad de las f o t o g r a f í a s per­m i t i r á probablemente una r e c o n s t r u c c i ó n general del yacimiento antes de sus exca­vaciones, a s í como una a p r e c i a c i ó n de la importancia de las mismas, y alguna idea de las concentraciones de restos de m a m í f e r o s en algunos puntos del yacimiento. F a l ­tan, desgraciadamente, a l g ú n plano de sus excavaciones o a l g ú n mapa de la distri­b u c i ó n de l a fauna y utensilios s e g ú n fueron descubiertos.

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Page 29: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

<v Soria

Linca férreo abandonada del ramal q Soria

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\ ; ^ , s , (>r.,firr*f^ de la antigua estación. Edificios abandonados

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• Pozo 2

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Fie 4.—Sistema de ca l i ca ta» en el yacimiento de Torralba, 1961. Trazo continuo, calicatas: lineas de puntos, á r e a s de las excavaciones subsiguientes.

Page 30: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

trincheras atraviesan sedimentos enteramente inalterados, ayudaron a de­terminar la estratigrafía del yacimiento (que era uniforme en su sección), y mostraron la presencia esporádica de huesos y artefactos líticos. A con­tinuación se tendieron otras cortas trincheras (3. ^,5) perpendiculares una a otra a partir del extremo norte de la cata 2, donde la terrera era menor, a lo largo del margen septentrional del espolón adelantado hacia el valle. Estas catas fueron mucho más fructíferas en huesos tanto como en arte­factos líticos, de modo que en adelante el trabajo se concentró en este sector del yacimiento. Se cavaron también una serie de hoyos testigos (1-5)

— a Soria Ramal de EXLÍL Soria abandonado _ „ ^—r^^^^r^^KC a c s a Ü a [i n a c a c Q a c e s a ñ ; J c i n n B n o a a o s D a e o o G a n c s a c G s s [J u c 5 p n u :• c : ^ - ^ ^ r ̂ rr̂ —^

Edificios abandonados de la antigua esta — ciér, del F. C.

Pozo en el Keuper

Parte del yacimiento excavada por el Marqués de Cerralbo

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Borde de la excavación de Cerralbo

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ESTACION ACHEULENSE DE T O R R A L B A

0 5 W metros. Pozo en el Keuper El

Fie, •El yacimiento <!<• Torralba con las principales zonas de e x c a v a c i ó n (1861) v le «x-tensión presumible del yacimiento.

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en fila hacia el oeste de la trinchera S, y otros dos (6-7) hacia el oeste do la trinchera 1. Se pretendía que sirviesen como "ventanas" para permitir la observación de la estratigrafía subyacente, especialmente del depósito fosilífero y rico en industria, y para proporcionar alguna idea de la ex­tensión hacia el oeste de dicho depósito, y, consiguientemente, del yaci­miento prehistórico.

Estas trincheras y los hoyos-testigo permiten ahora apreciar el área total del yacimiento prehistórico de Torralba (fig. 5) / E l yacimiento se ex­tiende al oeste del ala occidental de las excavaciones de Cerralbo lo me­nos unos 50-55 metros. Como sus excavaciones se extendían por lo menos unos 43 metros por la parte oriental del yacimiento, la extensión total del mismo en sentido este-oeste se aproximaba a unos 100 metros. La an­chura del yacimiento, sobre la base de la longitud norte-sur de las trin­cheras 2 y k y una zona excavada más tarde al norte de la trinchera h (v. más abajo), es por lo menos de 46 metros. Probablemente se extiende más aún, de modo que 50 metros es netamente una aproximación mínima del ancho (dimensión sur-norte) del yacimiento. De donde el área total del yacimiento en un principio era probablemente muy próxima a 5.000 metros cuadrados. E l Marqués de Cerralbo excavó una porción de la parte oriental del yacimiento; cuánto, no se sabe aún (4).

Con la guía de las calicatas para las partes más accesibles y más pro­metedoras del yacimiento de Torralba, en 1961 se excavaron extensiva­mente dos zonas principales:

Zona 1: Esta zona es un ensanchamiento de la trinchera 2 y se super­pone al extremo occidental de las antiguas excavaciones del Marqués de Cerralbo. Un corte norte-sur a través de esta zona se representa en la fi­gura 3. La zona es de forma irregular, como consecuencia de la irregula­ridad de su viejo sector de excavación, y es aproximadamente de 25 me­tros (largo) X 6-7 m. (ancho), o en total de unos 160-175 metros cuadra­dos. Está cruzada oblicuamente por una estrecha trinchera en dirección noreste-sudoeste que contiene dos tuberías; éstas antiguamente traían agua de una mina en las laderas occidentales del valle a la línea férrea ahora abandonada. (Ahora aparece completamente cierto, tal como Obpr-maier da a entender en su libro El Hombre fósil en España, que el yaci­miento fue descubierto al colocarse estas tuberías en 1888; parece muy dudoso que el yacimiento se extendiera al este lo bastante para haber sido descubierto por la vecina trinchera del ferrocarril.) Huesos (y dien­tes) de mamíferos se hallaron irregularmonte dispersos en toda esta, zona, con acumulaciones tal vez algo más densas en la parte más septentrional. En la parte meridional había dispersos restos de elefantes (molar, man­díbula juvenil con un molar, cubito incompleto y un metacarpiano con otros fragmentos de hueso apendicular y costilla) y de caballo (un molar, una vértebra, fragmento de pelvis y otros menores), y probablemente algo

(4) E n su manuscrito i n é d i t o , Cerralbo (1911) estimaba la e x t e n s i ó n del yaci­miento como de unos 200 metros cuadrados, de los cuales é l h a b í a excavado entonces aproximadamente la mitad. N o obstante, se le h a b í a pasado ciertamente por alto en su c á l c u l o que el yacimiento se e x t e n d í a mucho m á s al norte y al oeste hacia las pendientes del valle. A s í , su d e s c r i p c i ó n de loa l í m i t e s del yacimiento es: al N W . , las t u b e r í a s de agua para el ferrocarril; a l S E . , una barranca; a l S., una colina, y al N . , la v í a f é r r e a de Soria. P o r tanto, es indudable que no tuvo noticia, de la e x t e n s i ó n nor-occidental del yacimiento, de la cual se excavaron algunas porciones en 1961.

28

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22a .

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TORRALBA PLANO DE UNA ZONA DE HABITAT

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1

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F i g . 6.—Plano de l a c o n c e n t r a c i ó n de restoa de m a m í f e r o s y utensilios en el sector N . de la

metros

zona 2.

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de ciervo (candil). En la parte más septentrional había restos de elefante (pelvis juvenil, tres vértebras dorsales por lo menos, dos costillas comple­tas y otra rota, un húmero juvenil con la articulación proximal separada, fragmentos de defensas y una defensa adulta completa), así como de ca­ballo (algunos premolares y molares, metápodos) y de ciervo. En el centro de esta parte septentrional de la zona había numerosísimos fragmentos me­nudos de hueso indeterminables; cerca, el húmero de elefante estaba irre­gularmente rodeado por diez cantos de tamaño pequeño a mediano (5-10 centímetros). Los utensilios no eran numerosos y se hallaron muy espar­cidos en toda la zona, pero más generalmente en la parte norte. Totaliza­ron 2 hachas de mano, 1 dextral, otros 2 bifaces, 4 utensilios de lascado (sobre todo pequeños raspadores), unas cuantas lascas retocadas y usa­das, y unas pocas lascas desechadas. Hay un total de 14 lascas, pero no se hallaron núcleos.

Zona 2: Es un ensanchamiento al oeste de la zona 1; está limitada al norte por la trinchera 5. La ancha zona al sur de la zona 2 queda por ex­cavar y tiene hasta unos 2-3 metros de terrera encima. Esta zona se extien­de 16 metros en dirección este-oeste y 11 metros norte-sur, de donde tiene una extensión muy semejante a la de la zona 1, pero con una forma rec­tangular clara. Como se halló una cantidad de huesos en su parte más septentrional, se ensanchó esta zona al norte de la trinchera 5, por la orla norte del yacimiento, 10 metros en la dirección este-oeste y 6 metros norte-sur, por tanto una zona adicional de 60 metros cuadrados.

La mitad sur de la zona 2 ofreció más hallazgos dispersos de huesos y dientes de mamíferos, así como varias porciones de mandíbulas y ma­xilar de caballo y bóvido, y un molar de rinoceronte; había también tres molares aislados de elefante. Un fragmento de asta de ciervo se presentó también. Aparecieron algunos fragmentos indeterminables de huesos gran­des y pequeños; se hallaron restos postcraniales más completos, incluso varias vértebras y una costilla de elefante, pero raros. Se encontraron uten­silios dispersos en la zona incluyendo 4 hachas de mano, 1 dextral, otros 6 bifaces, 10 utensilios de lascado y como otras 40 lascas.

La mitad norte de la zona 2 resultó ser una concentración de huesos muy densa y rica (fig. 6). La concentración estaba esencialmente restrin­gida a una zona de unos 8 X 8 m., o sea, alrededor de 65 metros cuadra­dos. Numerosos eran los restos de elefante incluyendo una pelvis adulta y otra juvenil, radio y cubito incompletos, cantidad de costillas incomple­tas, algunas vértebras dorsales y cervicales, algunos huesos de la mano y del pie, dos defensas casi completas, otros fragmentos de defensas jóve­nes y una mandíbula juvenil (completa) y otra adulta (incompleta). Había otras muchas porciones grandes, fragmentadas de esqueleto postcranial, por el momento indeterminables. Esta concentración de huesos de elefan­te comprende restos de al menos tres, y probablemente cuatro a cinco in­dividuos, de edad diferente, según la repetición de ciertas piezas del esque­leto. También, entre esta concentración, había numerosos molares y pre­molares de caballo y auroch (Bos), algunos fragmentos de mandíbula y maxilares de estas especies, y huesos del pie y cañas de caballo. E l ciervo estaba representado por un solo molar, pero también se presentaban al­gunas bases de asta rotas y candiles. Se hallaron también algunos frag­mentos de mandíbula y porciones de huesos de extremidad de rinoceronte;

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Page 34: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

al meaos tres individuos de esta especie están representados en la colec­ción de 1961, según los fragmentos de mandíbula. Los instrumentos líticos son menos frecuentes en esta parte norte de la zona 2, al menos en rela­ción a sus dimensiones. Hay sólo un hacha de mano y un dextral, otros 2 bifaces, 10 piezas de lascado (raspadores la mayoría) ; se halló gran nú­mero de lascas, cuya mayor parte aparecieron juntas en el borde suroeste de esta concentración de huesos de mamífei*os.

-30

Page 35: Noticia preliminar sobre el emplazamiento acheulense de

NATURALEZA DE L A ESTACION PREHISTORICA

F . CLARK HOWELL.

E l marco geológico y la estratigrafía general han sido ya discutidas por Butzer. Unicamente falta aquí resumir brevemente los aspectos de la sucesión en el yacimiento de Torralba relacionados con la fauna y la ocu­pación prehistórica. Los sedimentos básales (I), encontrados sólo en al­gunos hoyos más profundos en las calicatas, son materiales coluviales ro­jos, de subangulares a semirrodados y yacen en una matriz margosa ca­liza. Estos representan depósitos derivados de torrenteras bajo condicio­nes climáticas húmedas y claramente frías. Están recubiertos en semicon-cordancia por (H) otros productos coluviales, grises, representados por gravas subangulares y arenas groseras que varían gradualmente a sedi­mentos más finos, margosos, a veces con aparición difusa de lechadas de gravas bastas superficiales. Recubriendo estos depósitos, con ligera dis­conformidad, puesto que la superficie muestra señales de una levigación considerable, se presentan (IH) finas margas grisáceas, más bien arenosas en la base, y mostrando el tipo gley de pedogénesis por acarreo de mantos de agua. Estos sedimentos pantanosos, de unos 2 m. de potencia en To­rralba, parecen haber sido depositados en condiciones de un avenamiento torpe, probablemente en un clima húmedo y templado.

Los restos fósiles de mamíferos e instrumentos de piedra se hallan predominantemente entre la mitad y los dos tercios superiores de los se­dimentos coluviales grises de 1 m. de potencia; pero también se presentan esporádicamente y con menor frecuencia en el tercio inferior aproxima­damente de las margas gris oscuras superiores. No hay evidencia neta que sugiera que los mamíferos fósiles (y utensilios) no están predominante­mente in situ, con los sedimentos que se depositaron a su alrededor y so­bre ellos. No hay indicios de transporte o remoción; y los utensilios apa­recen también en un estado fresco e incluso sin usar.

Torralba es evidentemente una estación prehistórica antigua, con ca­rácter de matadero y carnicería, situada a favor de suaves laderas sobre marismas y charcas de un fondo de valle con escaso boscaje y cubierto de hierbas y arbustos (5). La extensión original de la ocupación del valle por

(5) M e n é n d e z A m o r y F l o r s e h ü t z (1959) nos han comunicado un informe previo basado en muestras de sedimentos p o l i n í f e r o s e x t r a í d o s de cinco molares de Elephas y uno de Bos de las antiguas colecciones f a u n í s t i c a s de Torralba en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. H a n encontrado una alta frecuencia de polen no a r b ó r e o en gran parte de graminaceas y quenopodios; el polen de pino representado es referido

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el hombre primitivo es y permanecerá desconocida puesto que la erosión en el Pleistoceno medio tardío y superior removió la mayor parte del se­dimento anterior. Sin embargo, sus restos quedaron enterrados y preser­vados en localidades favorables como las de Torralba, Ambrona y tal vez alguna otra hacia el Sur (según referencias verbales recibidas de los ha­bitantes locales de esta región).

Torralba es un yacimiento notablemente amplio con una concentración extraordinaria de despojos de animales en una zona restringida. Antes de las excavaciones presentes conocían ya restos de al menos 25 elefantes y unos 8 ó 10 caballos sólo del sector E . del yacimiento. Además, sólo 5 especies están representadas en él. Es muy importante la proporción de individuos inmaduros en la serie conocida hasta ahora al menos por lo que toca a los elefantes. Hay ya indicios de la presencia diferencial de unas u otras de estas especies en diferentes ubicaciones del yacimiento. Por ejem­plo, la extraordinaria cantidad de restos de elefantes encontrados por Ce­rralbo en el extremo E . del yacimiento comparada con la cantidad encon­trada en 1961, y viceversa, por lo que se refiere a los restos de caballo. Esto se aplica también probablemente a las diferentes partes del esqueleto de una misma especie de mamífero. La cantidad de restos, viene a sugerir o una frecuentación intermitente por pequeños grupos de cazadores, y aun recolectores durante tal vez algunos milenios, o más densa ocupación por importantes poblaciones de hombre primitivo, durante un margen de tiem­po más corto. Para responder a este intrigante problema pueden resultar de especial utilidad algunos datos comparativos sobre la sedimentación proporcional junto con los diagramas palinológicos de los sedimentos con polen.

Actualmente, se conoce un conjunto de utensilios de la mayor impor­tancia en el yacimiento de Torralba. Cuando se estudien completamente por métodos estadísticos la serie de instrumentos de Torralba puede pro­porcionar un material interesante de comparación con los grandes conjun­tos de las diversas localidades de ocupación al aire libre en el Africa Orien­tal y Central, y de los yacimientos europeos como Torre in Pietra (Blanc,

a Pinus sylvestris. Su i n t e r p r e t a c i ó n de la e c o l o g í a local es favorable a un paisaje estepario salpicado de espacios con pinos; se ha encontrado que hay polen en los de­rrubios grises y en la marga superior en observaciones preliminares hechas a nuestro requerimiento por el Dr . Richard West (Cambridge). U n a serie completa de muestras estratificadas para a n á l i s i s p a l i n o l ó g i c o fueron tomadas en 1961 de las localidades de Torralba y Ambrona, a s í como de charcas pantanosas p r ó x i m a s . Estas y otras mues­tras tomadas a c o n t i n u a c i ó n e s t á n ahora en curso de estudio por l a Srta. Dr . J . M e -n é n d e z A m o r (Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid) . E s t a autora ha escrito recientemente que "la frecuencia de polen en las muestras analizadas es muy variable y en general la m o n o t o n í a de las especies es la t ó n i c a observada. H a y una casi com­pleta dominancia de Gimnospermas, por ahora exclusivamente Pinus; sin embargo, en algunos de los espectros se presentan C u p u l í f e r a s (robles), aunque no abundantes. L a s plantas h e r b á c e a s son fundamentalmente C i p e r á c e a s (juncos), y a juzgar por los hallazgos, casi con certeza, en su mayor parte pertenecen al g é n e r o Carex. E n algún:;:: de las muestras analizadas abundan t a m b i é n las Compuestas y elementos esteparios entre ellas como es Artemisia.

L a r e l a c i ó n entre los porcentajes de polen a r b ó r e o y no a r b ó r e o es bastante varia­ble; esto permite suponer que cuando el a n á l i s i s p a l i n o l ó g i c o se haga de manera me­t ó d i c a y detallada, é s t e permita establecer los cambios y e v o l u c i ó n vegetal durante el Pleistoceno medio y superior, lo cual, unido a los estudios f a u n í s t i c o s y p r e h i s t ó r i c o s , s e ñ a l a n al yacimiento de Torralba como uno de los m á s importantes y en gran parte a ú n ignorados de E s p a ñ a .

32

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1954,1958), Swanscombe y Cagny y algunas de las localidades en el valle del Manzanares, junto a Madrid, todos ellos actualmente en curso de estu­dio por diversos investigadores. En el cuadro IV se da un inventario apro­ximado de este conjunto según las principales divisiones de los instrumen­tos basadas en las colecciones de 1961. Todos los ejemplares de las exca­vaciones de 1961, tanto como los hallazgos en superficie, se han inventariado detalladamente (6). La cantidad de los instrumentos recogidos en el curso de las excavaciones de 1961 es muy pequeña en comparación con la de las excavaciones originales por el Marqués de Cerralbo.

Una variedad notable de materias primas fue empleada para los ins­trumentos de piedra de Torralba. Esta cuestión está todavía pendiente de un estudio cuantitativo, pero merece aquí unas notas preliminares. La ma­teria prima predominante para instrumentos líticos era cuarcita o caliza del país. La cuarcita se presentaba generalmente en forma de guijarros o cantos, y no pocas veces es de grano muy fino; una fuente probable ha sido localizada por el Dr. Butzer y D. Collins en conglomerados del Bunt­sandstein, pocos kilómetros al N., cerca de Miño. A l lado de estos mate­riales se registra también pedernal, sílex, muy raramente jaspe o lidita y también caliza de los páramos.

Es raro que sólo muy pocos núcleos se hayan recogido en las excava­ciones. Es muy probable que una parte importante de los utensilios se haya manufacturado en otro lugar, posiblemente junto a la fuente local de la materia prima, y después se hayan traído al yacimiento acabados o me­dio acabados. Algo más de la mitad del material excavado en Torralba en 1961 (donde se guardó toda suerte de hallazgos) está representada por productos de desecho que incluyen lascas, esquirlas inclasificadas y trozos gruesos. No obstante, en la gran colección de instrumentos de Torralba del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid), los productos de des­echo constituyen menos del 15 por 100 del conjunto total. Como se encon­traron varios ejemplares, entre ellos unos pocos instrumentos, en los mon­tones de tierra sacados de las trincheras de Cerralbo, parece verosímil que una buena parte de productos de desecho fue despreciada por sus obreros (o tal vez por el mismo Cerralbo).

E l conjunto de instrumentos líticos representado en Torralba demues­tra una industria acheulense primitiva. Predomina el uso de la técnica de percusión directa para el desbastado tanto como el acabado de muchos utensilios; se han advertido sólo unos pocos ejemplares con señales del uso de la técnica del palo o del hueso (martillo cilindrico). Ninguno de los núcleos fue preparado (tipo levalloisiense); algunos son de variedades irre-

(6) A los instrumentos de esta lista hay que a ñ a d i r dos ejemplares (1 amigdaloi-de, 1 lasca-dextral) en las colecciones del Brit ish Museum (Natural History) , de L o n ­dres, y seis ejemplares (4 amigdaloides, 1 lasca retocada y 1 fragmento grueso re­cortado en las colecciones del Peabody Museum, de la Universidad de Yale (New H a -ven, U . S. A . ) . Probablemente fueron regalos del M a r q u é s de Cerralbo a dos de s u » visitantes en el yacimiento de Torralba, R . Smith y G . G . MacCurdy , respectivamente. Parece dudoso que otros ejemplares de las colecciones originales se hayan dispersado. Paul Wernet, que v i s i t ó el yacimiento en 1911 con R. R. Schmidt, A b . Breuil , J . C a b r é y el M a r q u é s de Cerralbo, ha escrito recientemente al primer firmante, y expresado su sorpresa, de que no todos los materiales e s t é n en las colecciones de E s p a ñ a ( i » litt 15-1-1962). Subraya que "hubo muy raros visitantes al l í" . E l M a r q u é s tuvo mucho cuidado del material recogido en Torralba y quiso que se conservara todo junto.

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guiares o informes, mientras que otros muestran una remoción radial pe­riférica de lascas. En el inventario (cuadro IV) se verá que junto a amig-daloides característicos y dextrales o cleavers (los primeros son más nu­merosos), hay una variedad de otros tipos de bifaces, y una serie muy considerable, más abundante aún, de instrumentos de lasca, que incluyen sobre todo varias formas y tamaños de raederas de flanco. Otros tipos de utensilios, entre ellos instrumentos cortantes {choppers) y discoides, son singularmente raros. Hay cantidades considerables de pedazos grandes o pequeños de piedra y lascas, que muestran señales de un retoque irregular y en algunos casos de utilización.

La conservación de otros instrumentos no líticos en Torralba da a este yacimiento un interés e importancia especiales. Diversos fragmentos de hueso se hallaron en 1961 (máxime por los cuidados de P. Biberson) con señales de cortes y retoques. En algunos casos son indudablemente pro­ductos de carnicería. No obstante, en otros la acción se dirigía evidente­mente a producir instrumentos o armas de corte o punta afilada con una materia prima de hueso en vez de piedra. Otras piezas semejantes han sido encontradas por E . Aguirre posteriormente en las antiguas colec­ciones faunísticas de Torralba del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. En los lotes de Torralba del Museo Arqueológico Nacional (Ma­drid) hay también una serie pequeña (ocho) de puntas de marfil, prepara­das con el extremo de defensas de elefantes jóvenes. Tienen unos 4 a 6 cen­tímetros de largo y muestran señales de haber sido cortadas, o, en un caso, deliberadamente partidas para producir una punta cónica, aplanada o de sección triangular, a menudo con la base biselada o truncada. Evi­dentemente son los ejemplares más antiguos de esta clase conocidos al me­nos para el firmante.

Más arriba se ha mencionado la presencia de madera de las antiguas excavaciones de Cerralbo. Estos ejemplares se hallan todos en las colec­ciones de Torralba del Museo Arqueológico Nacional. Ninguno ha sido has­ta ahora descrito en la literatura, así que parece conveniente registrarlos brevemente aquí: no han sido determinados desde el punto de vista botá­nico y el firmante apenas ha tenido una oportunidad de examinarlos, úni­camente de paso y sin la ayuda de un microscopio. Nada se ha encontrado de madera en las excavaciones de 1961.

Hay 19 pequeños fragmentos rotos de madera de unos 2-3 cm. de lar­go, que no indican nada de interés. Sus números de registro son: 2726, 2729, 2730-31-32-33, 2735, 2737-38, 2740, 2743-44-45-46-47-48, 2754.

Existen otras nueve piezas, en general mayores, que tienen un gran interés, puesto que algunas muestran claras señales de haber sido traba­jadas. Son las siguientes:

2724: un fragmento largo, puntiagudo, de sección toscamente rectan­gular, pero con un borde notablemente agudo; ha sido retocado a lo lar­go de una superficie, con claros indicios de corté (1,14,4 X (a) 2,2 X (esp.) 2,1 cm.

2725: una pieza alargada, ligeramente curvada a lo largo, con sección

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C U A D R O 4

I N V E N T A R I O (1) D E L C O N J U N T O A C H E U L E N S E D E T O R R A L B A , C O N I N C L U ­S I O N D E L A S C O L E C C I O N E S D E L A S E X C A V A C I O N E S D E C E R R A L B O Y L A S

D E 1961

TIPOS D E U T E N S I L I O S SORIA M A D R I D

TOTALE! TIPOS D E U T E N S I L I O S

M. C. M. N . C. N. M . A . N . Excav. 1961 TOTALE!

Hachas de mano 4 27 11 12 54 Hachas de mano de corte tran-

7 26 21 6 GD Picos bifaciales — 1 5 —- G Utensilios bifaciales grandes . . . 2 — 6 — S Utensilios bifaciales p e q u e ñ o s . — 11 1 5 1.7

2 8 4 — 14 — 1 — 1

Raederas: 2 10 4 11 27

Convergentes 1 — — — 1 Transversales —. 6 9 1 16 Tipo semi-Quina 2 15 4 9 30 Alternadas, dobles — 3 3 1 7 P e q u e ñ a s (< 4 cm.) - - 11 4 1 16

Raspadores ( a t í p i c o s ) — 2 — 1 3 Lascas con retoque marginal

1 12 10 4 27 Lascas con retoque marginal

— 5 15 1 21 Utensilios escotados:

Tipo de Clacton — 2 1 — 3 — 12 2 5 19

Escotaduras naturales utili-— 5 2 1 8

1 11 3 2 17 — 6 6 1 13 — 1 1 3 5

Chopping-tools (y guijarros ta - ; 1 4 4 — 9

Cepillos ( a t í p i c o s ) — 1 — — 1 1 — 4 3 8

Restos p e q u e ñ o s de n ú c l e o s con — 11 — 3 14

Piezas grandes, desbastadas . . . 3 — 19 9 31 Lascas con retoque (utilizadas). 5 65 32 28 128

3 74 13 77 167

35 330 194 182 731

Puntas de defensas de elefan- — — 8 tes talladas

Pedazos grandes de n u d e i u . . . 9 Pedazos p e q u e ñ o s de madera. — — 19

(1) P a r a la i d e n t i f i c a c i ó n y d e s c r i p c i ó n de algunos tipos de utensilios; v é a s e la excelente m o n o g r a f í a de F . Bordes "Typologie du P a l é o l i t h i q u e ancien et moyen". P u -blications de l'Institut de P r é h i s t o i r e de l ' U n i v e r s i t é de Bordeaux, M é m o r i e , n ú m . 1, 2 vols. Imprimerie Delmas, Bordeaux, 1961.

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planoconvexa; hay señales de corte en un extremo biselado, así como en la superficie convexa; la superficie plana muestra señales de pulimento como de haber sido gastada por el uso. 7,8 X 1.2 X 1>1 cm.

2727: una pieza alargada con sección aplanada; un extremo está asti­llado irregularmente como por antigua rotura; el otro está también roto, pero parece presentar cortes. 11,9 X 2,9 X 1.2 cm.

2728: una pieza larga, con sección rectangular muy plana, un extremo está biselado en ambas superficies dando una sección fusiforme aplana­da. 27,4 X 4,1 X 2,3 cm.

2729: un tarugo grueso, de sección planoconvexa tosca; una super­ficie está redondeada, habiendo posiblemente sido cortada; ofrece el aspec­to ennegrecido que sugiere una carbonización (7). 12 X 9.3 X 3,7 cm.

2734: una pieza alargada, de sección aproximadamente planoconvexa; ambos extremos irregulares y rotos, aunque uno muestra señales de cor­te ; posiblemente la pieza fue deliberadamente partida con instrumento cor­tante; la superficie plana muestra señales de pulimento como gastada por el uso. 9,2 X 1.5 X 1,0 cm.

2739: pieza alargada con sección cóncavoconvexa reblandecida y ahue­cada baio la superficie (como perteneciente a un tallo de medula blanda). 9,8 X 2,2 X 1,3 cm.

2751: pieza corta, puntiaguda alargada; con un extremo afilado en pun­ta cónica asimétrica; algo roto cerca del extremo. 5,8 X 2,3 X 2,1 cm.

Una pieza sin numerar, alargada; con punta irregular por rotura, pero con señales de retoque; superficie suavizadas y en algunos sitios gastadas. 10,4 X 2.8 X 1,7 cm.

Cerralbo (1911) afirma que estos "fragmentos de madera fueron en­contrados entre los huesos de Elephas meridionales (¡sic!) y ofrecen al­gunas señales de haber sido usados como utensilios por el hombre primi­tivo." Sin embargo, permanece desconocido el contexto arqueológico y faunístico exacto y su trabajo inédito sobre Torralba no contiene fotogra­fías de estos ejemplares in situ.

Hay, con todo, aún muchísimo trabajo por hacer en el yacimiento de Torralba y, con un poco de suerte, pueden salir a la luz todavía otros ha­llazgos de madera o de otros materiales de difícil conservación en el cur­so de las próximas excavaciones de 1962.

(7) S i l a c r o n o l o g í a relativa de la localidad de o c u p a c i ó n de Torra lba que a q u í se sugiere es correcta, y si esto es realmente madera carbonizada, c o n s t i t u i r í a la prue­ba conservada m á s antigua del uso del fuego por el hombre en el Continente europeo. (Sin embargo, en su manuscrito i n é d i t o , Cerralbo (1911) afirma precisamente que no e n c o n t r ó s e ñ a l e s claras de hogares o de uso del fuego en sus excavaciones de Torra l ­ba.) M á s o menos es c o n t e m p o r á n e o de las diversas pruebas de fuego en los d e p ó s i t o s de la localidad 1 de Choukoutien (Breuil, 1932; Black, 1931). L a s otras pruebas con­servadas de uso primitivo del fuego en localidades europeas con o c u p a c i ó n humana comprobada, y con contexto acheulense (medio), es c a r b ó n en el yacimiento lacustre de Hoxne (Suffolk) (West and MacBurney, 1954) y utensilios de s í l e x finamente es­triados por el fuego y material vegetal carbonizado en las gravas medias de Swans-combe (Wymer, 1955, 1958). Ambos hallazgos e s t á n bien datados como de la ú l t i m a mitad del gran interglaciar (Hoxniense-Holstein). Oakley (1956, 1961) ha dado exce­lentes c a t á l o g o s de las pruebas de uso del fuego por el hombre en el Pleistoceno.

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1: Vista del yacimiento de Torralba desde el SW. L a l ínea del ferrocarril abandonada puede verse juntamente con las edificaciones de servicio. Las figuras incluidas en circuios indi­can con aprox imac ión el área total del yacimiento; la zona de tonos claros entre ellas es

la de la e x c a v a c i ó n actual (1961). 2: Parto de la densa concentrac ión de huesos de m a m í f e r o s encontrada en las excavaciones

de 1961.