número 79

480
Nueva Época N.° Enero-Marzo 1993 79 REVISTA ESTUDIOS POLÍTICOS PETER HABERLE GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA JOAQUÍN VÁRELA SUANZES GIACOMO SANI CESÁREO R. AGUILERA DEPRATyJAUME VERNET LLOBET ELVYRA ELENA PABON TARANTINO Derecho constitucional común europeo El proceso contra el Padre Mariana Un precursor de la monarquía parla- mentaria: Blanco-White y el «español» (1810-1814) Ciudadanos y sistema político: Participa- ción y cultura política de masas en Italia Cuestiones simbólicas y Constitución es- pañola Colombia y su revolución pacífíca. La nue- va Constitución de 5 de julio de 1991. Ini- cio de un marco institucional dentro de un contexto político pluralista CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES 1

Upload: yocaminoscristian

Post on 20-Oct-2015

152 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Número 79

Nueva Época N.° Enero-Marzo 1993

79

REVISTAESTUDIOSPOLÍTICOSPETER HABERLE

GONZALOFERNANDEZDE LA MORA

JOAQUÍN VÁRELASUANZES

GIACOMO SANI

CESÁREOR. AGUILERADEPRATyJAUMEVERNET LLOBET

ELVYRA ELENAPABON TARANTINO

Derecho constitucional común europeo

El proceso contra el Padre Mariana

Un precursor de la monarquía parla-mentaria: Blanco-White y el «español»(1810-1814)

Ciudadanos y sistema político: Participa-ción y cultura política de masas en Italia

Cuestiones simbólicas y Constitución es-pañola

Colombia y su revolución pacífíca. La nue-va Constitución de 5 de julio de 1991. Ini-cio de un marco institucional dentro de uncontexto político pluralista

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES 1

Page 2: Número 79

CONSEJO ASESOR

Presidente: CARLOS OLLERO GÓMEZ

Luis Aguiar de Luque, Elíseo Aja Fernández, Carlos Alba Tercedor, Enrique AlvarezConde, Osear Alzaga Villaamil, Miguel A. Aparicio Pérez, Manuel Aragón Reyes,Andrés de Blas Guerrero, Carlos de Cabo Martín, José Luis Cascajo Castro, JoséCazorla Pérez, Josep M. Colomer, Pedro Cruz Villalón, Luis Diez del Corral, EduardoEspín Templado, Jorge de Esteban Alonso, Rodrigo Fernández Carvajal, Juan FerrandoBadía, Manuel Fraga Iribame, Jesús Fueyo Alvarez, Ramón García Cotarelo, ÁngelGarrorena Morales, José Antonio González Casanova, José Juan González Encinar,Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gurutz Jáuregui Bereciartu, Javier JiménezCampo, Manuel Jiménez de Parga, Ignacio María de Lojendio, Luis López Guerra,Antonio López Pina, Pablo Lucas Verdú, José María Maravall Herrero, Miguel Mar-tínez Cuadrado, Isidre Molas Batllori, José Ramón Montero Gibert, Raúl MorodoLeoncio, Francisco Murillo Ferrol, Dalmacio Negro Pavón, Alfonso Padilla Serra,Manuel Pastor Martínez, Javier Pérez Royo, Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui, José A.Portero Molina, Ramón Punset Blanco, Manuel Ramírez Jiménez, Francisco RubioLlórente, Joaquín Ruiz-Gimcnez, Julián Santamaría Ossorio, Jordi Solé Tura, JoaquínTomás Villarroya, Antonio Torres del Moral, Gumersindo Trujillo Fernández, Josep

Valles Casadevail, Santiago Várela Díaz, Caries Viveí Pi-Sunyer

Director: PEDRO DE VEGA GARCÍA

Secretario: JUAN JOSÉ SOLOZÁBAL ECHAVARRÍA

El Centro de Estudios Constitucionales no se identificacon los juicios de los autores de esta Revista

Page 3: Número 79

REVISTADE

ESTUE POLITK

Enero-Marzo 1993

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALESPLAZA DE LA MARINA ESPAÑOLA, 9

28071 MADRID

Page 4: Número 79

La correspondencia con la REVISTA DF. ESTUDIOS POLÍTICOS

debe dirigirse a la Secretaría de la misma:

FUF.NCARRAI., 45 - 28004 MADRID - TELÉFONO 531 95 53

NORMAS PARA EL ENVIÓ DE ORIGINALES

El original de los trabajos se enviará a «Revista de Estudios Políticos», Fuenca-rral, 45-6.a planta. 28004 Madrid

Los trabajos deben ir mecanografiados a doble espacio y no exceder de treinta ycinco páginas. Si es posible, en su caso, acompañados de la versión en diskette.

Cada texto debe ir precedido de una página que contenga:

— Título del trabajo— Nombre del autor o autores— Dirección completa y teléfono del autor— Número del NIF

Suscripciones:

EDISALópez de Hoyos, 141 - 28002 MADRIDTeléfonos 322 44 00 y 322 43 22

Venia directa y pedidos por correode números sueltos:

C/ Fuencarral, 4528004 MADRID - Teléfono 531 64 30

PRECIOS 1993

NUMERO SUELTO

Hspaña

1.400ptas.

Extranjero

22$

SUSCRIPCIÓN ANUAL

España

4.800 ptas.

Extranjero

61 S

Diseño: JESÚS PÉREZ MERCHÁN

ISSN: 0048-7694 Depósito legal: M. 2.426.—1958 N.I.P.O: 005-93-003-5

ARTE;S GRÁFICAS BENZAI., S. A. - Virtudes, 7 • 28010 MADRID

Page 5: Número 79

EVISTAD E

ESTUDIOS POLI'

Í N D I C E

Año 1992

Núms. 75-78

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALESPLAZA DE LA MARINA ESPAÑOLA, 9

28071 MADRID

ESPAÑA

Page 6: Número 79

Í N D I C E

ESTUDIOS Y NOTAS

ACOSTA SÁNCHEZ, José: Los presupuestos teóricos del nacionalismo y el nuevo ciclo delfenómeno.—Núm. 77, págs. 95-138.

ALCÁNTARA, Manuel, y DELAGE, Femando: Estabilidad y capacidad como legitimidad:El partido liberal democrático japonés.—Núm. 75, págs. 291-31 1.

ARENILLA SÁF.Z, Manuel: El apoyo a la toma de decisiones en la Administración.—Núme-ro 77, págs. 139-168.

BACIGALUPO, Mariano: Política y Constitución en la Alemania actual.—Núm. 75, pági-nas 271-290.

BARAS, Montserrat: Élites municipales y partidos políticos: 1983.—Núm. 76, págs. 161-177.

BOTELLA, Joan: La galaxia local en el sistema político español.—Núm. 76, págs. 145-160.BRUGUÉ TORRUELLA, Joaquim: Gobierno local y thatcherismo: Redefinición de la política

municipal británica entre 1979-1990.—Núm. 77, págs. 285-302.CAPO GIOL, Jordi: La élite política local en España.—Núm. 76, págs. 127-143.CARMONA CUENCA, Encarnación: Las normas constitucionales de contenido social: Deli-

mitación y problemática de su eficacia jurídica.—Núm. 76, págs. 103-125.CARVAJAL A., Patricio: Derecho de resistencia, derecho de revolución, desobediencia

civil. Una perspectiva histórica de interpretación. La formación del derecho públicoy de la ciencia política en la temprana Edad Moderna.—Núm. 76, págs. 63-101.

COLOMÉ, Gabriel: Comunidades Autónomas y representación local.—Núm. 76, pági-nas 179-193.

COLOMER, Josep M., y PADRO-SOLANHT, Albert: Espacio político-ideológico y temas decampaña (El ejemplo de las elecciones autonómicas de Cataluña de 1992).—Núme-ro 78, págs 131-159.

CUENCA TORIBIO, José M., MIRANDA GARCIA, Soledad: Sociología de los ministros de la

Restauración (1902-1931).—Núm. 75 : págs. 87-130.CUENCA TORIBIO, José M., y MIRANDA GARCIA, Soledad: Sociología ministerial de la

Restauración (1875-1902).—Núm. 78, págs. 71-104.CHIMENTI, Cario: Algunos rasgos fundamentales del parlamentarismo italiano.—Núme-

ro 75, págs. 7-46.CHOZA, Jacinto: El sentido común ecológico.—Núm. 77, págs. 249-258.DELAGE, Fernando, y ALCÁNTARA, Manuel: Estabilidad y capacidad como legitimidad:

El partido liberal democrático japonés—Núm. 75, págs. 291-311.

Page 7: Número 79

Í N D I C E

DELGADO SOTILLOS, Irene, y LÓPEZ NIETO, Lourdes: Un análisis de las elecciones muni-cipales (Contribución a partir del caso español).—Núm. 76, págs. 195-219.

FLORES JUBERIAS, Carlos: Modelos de transición y sistemas electorales en la Europa delEste.—Núm. 77, págs. 169-217.

GÓMEZ-REINO CACHAFEIRO, Margarita, y OÑATE RUBALCABA, Pablo: Elecciones locales

y autonómicas de 1991 en Madrid, municipio y comunidad.—Núm. 76, págs. 221-251.GONZÁLEZ ENCINAR, José Juan; MIRANDA, Jorge; LAMOUNIER, Bolívar, y NOHLEN, Dieter:

El proceso constituyente. Deducciones de cuatro casos recientes: España, Portugal,Brasil y Chile.—Núm. 76, págs. 7-27.

GONZÁLEZ ENRIQUEZ, Carmen: Las transiciones a la democracia en Europa del Este (Unanálisis comparado).—Núm. 78, págs. 191-217.

HARO, Ricardo: Elecciones primarias abiertas (Apones para una mayor democratizacióndel sistema político).—Núm. 78, págs. 273-288.

IZQUIERDO, Juan de Dios, y REQUENA, Manuel: Estado actual de la investigación electoralen Castilla-La Mancha.—Núm. 75, págs. 259-270.

LAMOUNIER, Bolívar; GONZÁLEZ ENCINAR, José Juan; MIRANDA, Jorge, y NOHLEN, Dieter:

El proceso constituyente. Deducciones de cuatro casos recientes: España, Portugal,Brasil y Chile.—Núm. 76, págs. 7-27.

LANCHESTER, Fulco: La innovación institucional forzada: el referéndum abrogativo, entreel «estímulo» y la «ruptura».—Núm. 78, págs. 9-34.

LEPENIES, Wolf: La situación de Alemania dos años después de la revolución: los límitesde la Comunidad.—Núm. 77, págs. 33-55.

LÓPEZ AGUILAR, Juan Fernando: Maastricht y la problemática de la reforma de la Cons-titución.—Núm. 77, págs. 57-93.

LÓPEZ GONZÁLEZ, José Luis: La I República española: Desunión e inestabilidad políticasen el debate parlamentario.—Núm. 78, págs. 303-330.

LÓPEZ NIETO, Lourdes, y DELGADO SOTILLOS, Irene: Un análisis de las elecciones muni-cipales (Contribución a partir del caso español).—Núm. 76, págs. 195-219.

LUCAS VERDÚ, Pablo: Una contribución capital para «aprehender» el significado de ladisposición adicional primera de la Constitución.—Núm. 75, págs. 215-231.

LLERA RAMO, Francisco J.: ETA: Ejército secreto y movimiento social.—Núm. 78, pági-nas 161-193.

MANSILLA, H. C. F.: El disciplinamiento social como factor del desarrollo histórico (Unavisión heterodoxa desde el Tercer Mundo).—Núm. 78, págs. 35-69.

MIRANDA, Jorge; GONZÁLEZ ENCINAR, José Juan; LAMOUNIER, Bolívar, y NOHLEN, Dieter:

El proceso constituyente. Deducciones de cuatro casos recientes: España, Portugal,Brasil y Chile.—Núm. 76, págs. 7-27.

MIRANDA GARCIA, Soledad, y CUENCA TORIBIO, José M.: Sociología ministerial de la

Restauración (1875-1902).—Núm. 78, págs. 71-104.MIRANDA GARCIA, Soledad, y CUENCA TORIBIO, José M.: Sociología de los ministros de

la Restauración (1902-1931).—Núm. 75, págs. 87-130..MORATA, Francesc: Institucionalización y rendimiento político del Estado Automómico.—

Núm. 76, págs. 255-297.NOHLEN, Dieter; GONZÁLEZ ENCINAR, José Juan; LAMOUNIER, Bolívar, y MIRANDA, Jorge:

El proceso constituyente. Deducciones de cuatro casos recientes: España, Portugal,Brasil v Chile.—Núm. 76, págs. 7-27.

OÑATE RUBALCABA, Pablo, y GÓMEZ-REINO CACHAFEIRO, Margarita: Elecciones locales

y autonómicas de 1991 en Madrid, municipio y comunidad.—Núm. 76, págs. 221-253.PADRÓ-SOLANET, Albert, y COLOMER, Josep M.: Espacio político-ideológico y temas de

Page 8: Número 79

Í N D I C E

campaña (El ejemplo de las elecciones autonómicas de Cataluña de 1992).—Núme-ro 78, págs. 131-159.

PÉREZ LUÑO, Antonio: Los iusnaturalistas clásicos hispanos y la polémica sobre el NuevoMundo.—Núm. 77, págs. 7-31.

RECCHIA, Giorgio: Derechos fundamentales e integración europea: La jurisprudencia delTribunal Constitucional italiano.—Núm. 75, págs. 47-58.

RECCHIA, Giorgio: La contribución de Vélez Sársfield a las disciplinas publicísticas y al«constitucionalismo latino».—Núm. 76, págs. 45-62.

REQUENA, Manuel, e IZQUIERDO, Juan de Dios: Estado actual de la investigación electoral

en Castilla-La Mancha.—Núm. 75, págs. 259-270.RIBA l ROMEVA, Clara: índices de poder en Izquierda Unida.—Núm. 77, págs. 219-235.ROBLES EGEA, Antonio: Reflexiones sobre las coaliciones políticas.—Núm. 77, pá-

ginas 303-320.RODRIGUFZ-AGUILERA DE PRAT, Cesáreo: El uso del referéndum en la España democrática

(I976-I9S6).—mm. 75, págs. 131-163.ROVIRA VIÑAS, Antonio: Reflexiones sobre el derecho a la intimidad en relación con la

informática, la medicina y los medios de comunicación.—Núm. 77, págs. 259-265.RUIPÉREZ ALAMILI.O, Javier: Algunas consideraciones sobre la reforma constitucional.—

Núm. 75, págs. 233-258.SF.MSEY, Viktoria: Transición política en Hungría (1989-1990).—Núm. 78, págs. 241-

253.SODUPE, Kepa: El estado actual de las relaciones internacionales como ciencia social:

¿Crisis o pluralismo paradigmático?—Núm. 75, págs. 165-213.SOLOZABAL ECHAVARRIA, Juan José: Acerca de la doctrina del Tribunal Constitucional

en materia de libertad de expresión.—Núm. 77, págs. 237-248.SOLOZABAL ECHAVARRIA, Juan José: Sobre el Estado Autonómico español.—Núm. 78,

págs. 105-129.TARNAWSKI, Edward: Revolucionarios e intérpretes: Las revoluciones anticomunistas en

la perspectiva comparada.—Núm. 78, págs. 219-240.TOBOSO, Fernando: Notas para el estudio de la elección pública.—Núm. 77, págs 321-

332.VÁRELA SUANZES, Joaquín: El liberalismo francés después de Napoleón (De la anglofobia

a la anglofllia).—Núm. 76, págs. 29-43.VELASCO, Honorio M.: Identidad cultural y política.—Núm. 78, págs. 255-271.VERNENGO, Roberto J.: Legalidad y legitimidad: Los fundamentos morales del Derecho.—

Núm. 77, págs. 267-284.VILAS NOGUEIRA, J.: Las elecciones autonómicas de Galicia (1981-1990).—Núm. 75,

págs. 59-85.ZAFRA VICTOR, Manuel: La difícil constitucionalización de los derechos históricos. Los

pagarés forales.—Núm. 78, págs. 289-302.

CRÓNICAS Y DOCUMENTACIÓN

LÓPEZ CASTRO, Ana María: La reforma del Senado y las Comunidades Autónomas.—Nú-mero 77, págs. 349-359.

PÉREZ SOLA, Nicolás: Breve análisis de las experiencias de referéndum en la VRepúblicafrancesa.—Núm. 78, págs. 331-359.

Page 9: Número 79

Í N D I C E

ROBERTS, Geoffrey K.: Partidos y Parlamento en Gran Bretaña en 1991.—Núm. 77,págs. 333-348.

VICIANO PASTOR, Roberto: Un paso adelante en la reforma institucional italiana: La

introducción de la preferencia electoral única tras el referéndum del 9 de junio de1991.—Núm. 75, págs. 313-326.

RECENSIONES

AZAÑA, Manuel: Discursos parlamentarios, por Andrés de Blas.—Núm. 78, págs. 361-363.

BLAS GUERRERO, Andrés de: Tradición republicana y nacionalismo español, por JuanMaldonado Gago.—Núm. 76, págs. 307-311.

CORCUERA ATIENZA, Javier: Política y Derecho: la construcción de la autonomía vasca,por Iñigo Lamarca Iturbe.—Núm. 78, págs. 364-373.

FREUND, Julien: Vaventure du politique. Entretiens avec Charles Blanchet, por CarlosRui/. Miguel.—Núm. 78, págs. 374-384.

GARRORENA MORALES, Ángel: Representación política y Constitución democrática, porJosé Luis García Guerrero.—Núm. 75, págs. 327-334.

GIESBERT, F. O.: Mitterrand el Presidente, por José M Cuenca Toribio.—Núm. 76,págs. 299-307.

JIMRNKZ PIERNAS, Carlos: La revisión del estatuto territorial del Estado por el nuevo

Derecho del Mar (El caso de los Estados archipelágicos), por Alejandro J. RodríguezCamón.— Núm. 76, págs. 330-333.

LANCHESTER, Fulco: Rappresentanza, responsabilitá e tecniche di espressione del sujfra-gio, por Luis Jimena Quesada.—Núm. 76, págs. 311-319.

LUCAS, Javier de: Europa: ¿convivir con la diferencia? Racismo, nacionalismo y derechosde las minorías, por José Luis Pérez Triviño.—Núm. 77, págs. 375-378.

PETERS, B. Guy: The Polilics of Bureaucracy, por Manuel Arenilla Sáez.—Núm. 76,págs. 319-333.

PRIETO, F.: Historia de las ideas y de las formas políticas, por Dalmacio Negro Pavón.—Núm. 77, págs. 370-374.

PRIETO SANCHIS, Luis: Estudios sobre derechos fundamentales, por Blanca Martínez deVallejo.—Núm. 75, págs. 334-352.

RAMIREZ, Manuel: Sistema de partidos en España (1931-1990), por Carlos Garrido Ló-pez.—Núm. 77, págs. 361-369.

SORIANO, Ramón: Las libertades públicas. Significado, fundamentos y estatuto jurídico,

por Carlos Ruiz Miguel.—Núm. 75, págs. 352-360.TILLY, Charles: Coerción, capital y los Estados europeos, 990-1990, por Antonio Robles

Egea — Núm 78, págs. 385-389.

NOTICIAS DE LIBROS

ALCÁNTARA, Manuel; CRESPO, Ismael, y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, Antonia (comps.): Par-

tidos y elecciones en América Latina. Guía bibliográfica, por Esther del Campo.—Núm. 78, págs. 398- 401.

ALCÁNTARA, Manuel, y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, Antonia (comps.): México frente al umbraldel siglo XXI, por Esther del Campo—Núm. 78, pág. 403.

Page 10: Número 79

I N D I CE

ARENAL, Celestino del, y NAJERA, Alfonso: La Comunidad Iberoamericana de Naciones.Pasado, présenle y futuro de la política iberoamericana de España, por MarisaRamos.—Núm. 77, págs. 388-392.

BORJA LOPEZ-JURADO, Francisco de: La autonomía de las Universidades como derechofundamental: la construcción del Tribunal Constitucional, por Ana María LópezCastro.—Núm. 76, págs. 341-346.

CÁMARA VILLAR , Gregorio: La objeción de conciencia al servicio militar (Las dimensionesconstitucionales del problema), por Ana María López Castro.—Núm. 75, págs. 368-375.

Comunidades Europeas y Comunidades Autónomas. Relaciones jurídico-institucionales,por Rafael Bustos Gisbert.—Núm. 78, págs. 392-394.

CRESPO, Ismael; MARTÍNEZ, Antonia, y ALCÁNTARA, Manuel (comps.): Partidos y eleccio-nes en América Latina. Guía bibliográfica, por Esther del Campo.—Núm. 78, pá-ginas 398-401.

CUENCA TORIBIO, José M.: Intelectuales y políticos contemporáneos, por Francisco OrtizChaparro—Núm. 78, págs. 397-398.

D'ORMESSON, J., y SUREAU, F.: Garcon de quoi écrire, por José M. Cuenca Toribio.—Núm. 75, págs. 376-378.

FERRO, M.: Histoires de Russie et d'ailleurs, por José M. Cuenca Toribio.—Núm, 75,págs. 386-387

GII.LESPIE, Richard: Historia del Partido Socialista Obrero Español, por Eva AnduizaPerea.—Núm. 77, págs. 382-386.

HIRSCHMAN, Albert O.: Retóricas de la intransigencia, por Rafael García García.—Nú-mero 78, págs. 391-392.

INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS: Memorias del IV Curso Anual In-

teramericano de Elecciones, por Ismael Crespo Martínez.—Núm. 76, págs. 348-349.JF.I.LINEK, Georg: Reforma y mutación de la Constitución, por Carlos Ruiz Miguel.—Nú-

mero 75, págs. 361-365.

LAMOUNIER, Bolívar (comp): A opcáo parlamentarisla, por Ismael Crespo.—Núm. 76,págs. 347-348.

LEMKE, Christiane, y MARKS, Gary: The Crisis ofSocialism in Europe, por Iván Llama-zares Valduvieco.—Núm. 77, págs. 387-388.

LÓPEZ RODO, L: El principio del fin. Memorias, por José M. Cuenca Toribio.—Nú-mero 77, págs. 379-381.

MARKS, Gary, y LEMKE, Christiane: The Crisis of Socialism in Europe, por Iván Llama-zares Valduvieco—Núm. 77, págs. 387-388.

MARTÍNEZ, Antonia; ALCÁNTARA, Manuel, y CRESPO, Ismael: Partidos y elecciones enAmérica Latina. Guía bibliográfica, por Esther del Campo.—Núm. 78, págs. 398-401.

MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, Antonia, y ALCÁNTARA, Manuel (comps): México frente al umbraldel siglo XXI, por Esther del Campo.—Núm. 78, pág. 403.

MERINO HUERTA, Mauricio: Fuera del centro, por Antonia Martínez—Núm. 78, pá-ginas 401-402.

MOLINELLI, Guillermo: Clase política y reforma electoral, por Ismael Crespo.—Núm.76, págs. 346-347.

NÁJERA, Alfonso, y ARENAL, Celestino del: La Comunidad Iberoamericana de Naciones.Pasado, présenle y futuro de la política iberoamericana de España, por MarisaRamos.—Núm. 77, págs. 388-392.

Page 11: Número 79

Í N D I C E

ORTEGA Y GASSET, J.: Cartas de un joven español (1901-/908), por José M. CuencaToribio.—Núm. 75, págs. 375-376.

PAGE, Edward C : Political Authority and Bureaucratic Government, por Manuel ArenillaSáez.—Núm. 75, págs. 378-385.

POWELL, Ch. T.: El piloto del cambio. El Rey, la Monarquía y la transición a la demo-cracia, por José M. Cuenca Toribio.—Núm. 75, págs. 365-367.

REYES HEROLES, Federico: Los partidos políticos mexicanos en 1991, por María delCarmen Martínez Rodríguez.—Núm. 77, págs. 392-393.

REYES HEROLES, Federico: El poder. La democracia difícil, por María del Carmen Mar-tínez Rodríguez.—Núm. 77, págs. 393-394.

ROSE-ACKERMAN, Susan: Rethinking the Progressive Agenda. The Reform ofthe AmericanRegulatory State, por Angélica Guckes.—Núm. 78, págs. 394-396.

SÁNCHEZ DE DIOS, Manuel: La moción de censura (Un estudio comparado), por OsearMateos de Cabo.—Núm. 76, págs. 338-341.

SUREAU, F., y D'ORMESSON, J.: Garcon de quoi écrire, por José M. Cuenca Toribio.—Núm. 75, págs. 376-378.

VALDUNCIEL DE MORONI, M." del Carmen: Objeción de conciencia y deber militar, porGuillermo Escobar Roca.—Núm. 76, págs. 335-338.

Page 12: Número 79

COLABORAN EN ESTE NUMERO

GONZALO FERNÁNDEZ DE LA MORA

Miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas Ex-director de la EscuelaDiplomática y autor de dieciocho libros de Filosofía y Derecho Público.

FRANCISCO FERNÁNDEZ SEGADO

Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago Director del Seminario deEstudios de la Defensa Nacional (CESEDEN, Universidad de Santiago). Miembro del Instituto Españolde Estudios Estratégicos del CESEDEN. Autor de ocho libros, entre ellos: Las Constituciones históricasespañolas, 4.' edición, y El sistema constitucional español. Autor de más de 160 artículos publicadosen muy distintas revistas científicas

ARSENIO GINZO FERNÁNDEZ

Profesor titular de Historia de la Pilosofía en la Universidad de Alcalá de Henares. Su labor investi-gadora se ha centrado especialmente en la Ilustración, el Romanticismo y el Idealismo alemán,incluyendo la filosofía política. Entre sus publicaciones cabe mencionar: La Ilustración francesaEntre Voltaire y Rousseau (Madrid, 1985; Fr. Schleiermacher); Sobre la religión (Madrid, 1990; G.W. Fr. Hegel), y Escritos pedagógicos (Madrid, 1991).

CARMEN GONZÁLEZ ENRÍQUEZ

Profesora titular interina de Ciencia Política en la UNED. Doctora en Ciencia Política por la UNED.Ha realizado la tesis doctoral sobre la transición a la democracia en Hungría y ha publicado variosartículos sobre Hungría y Europa del Este en la Revista del Centro de Estudios Constitucionales,Cuadernos del Este, Política Exterior y Leviatán.

PETER HABERLE

Catedrático de Derecho Público, Filosofía del Derecho y Derecho Canónico en la Universidad deBayreuth y Profesor invitado de Filosofía del Derecho en la Escuela Superior St. Gallen y autor denumerosos libros y monografías.

H. C . F. MANSILLA

Fue profesor en la Universidad Libre de Berlín y Research Fellow de la Academia Alemana deCiencias y de la Fundación Volkswagenwerk. Publicaciones más importantes: Introducción a la teoríacrítica de la sociedad (Seix Barral, Barcelona, 1970); Faschismus und eindimensionales Gesellschaft(Luchterhand, Neuwied, 1971); Systembedürfnis und Anpassung (Athenáum, Francfort, 1973), ydentro del marco de la teoría crítica de la modernización, Der südamerikanische Reformismus(Schnindelc, Rheinstetten, 1977); Entwicklung ais Nachahmung Vorarbeiten zu einer kritischen Theo-rie der Modernisierung (Hain, Meisenheim, 1978); Nationalidentitát, gesellschaftliche Wahrnehmungnalürlicher Ressourcen undókologische Probleme in Bolivien (Fink, Munich, 1984), y Die Trugbilderder Entwicklung in der Dritten Welt. Elemente einer kritischen Theorie der Modernisierung (Scho-ningh, Paderbom-Zurich, 1986).

Page 13: Número 79

ELVYRA ELENA PABÓN TARANTINO

Licenciada en Ciencias Sociales y Económicas por la Universidad Pedagógica de Colombia (1962).Doctorada en Ciencia Política por la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá (1984). Ha sidoprofesora de Sociología Americana en la Universidad Politécnica de Nicaragua y en la Facultad deDerecho Internacional y Diplomacia de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. BecariaInvestigadora en Madrid del CEDEAL, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y deAIETI. Ha realizado investigaciones sobre temas educativos y políticos en las Universidades de Chile,Bogotá y Madrid Mastcr en Relaciones Internacionales por el Instituto Universitario Ortega y Gasset(1990). Autora del primer Anuario de la Casa de América (1992) y del libro El Frente Sandinista deLiberación Nacional como Partido de Gobierno en Nicaragua (Madrid, Plaza y Janes, 1986). Hapublicado diversos trabajos en Cuadernos de Trabajo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociologíade la Universidad Complutense y pronunciado diversas conferencias sobre temas políticos y constitu-cionales.

JUAN LUIS PERÉZ FRANCESCH

Profesor titular de Derecho Constitucional en el Departamento de Ciencia Política y Derecho Públicode la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre sus trabajos destacan El derecho de reunión (1988),El refrendo del nombramiento regio del Presidente de una Comunidad Autónoma (1989), El controlparlamentario de los medios de comunicación públicos (1991), El Gobierno como órgano constitucio-nal de dirección política (1992) Su interés se ha centrado también en el estudio del pensamientopolítico catalanista: Les Bases de Manresa i el programa politic de la Unió Catalanista (1992).

CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT

Profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona. Entre sus publicaciones destacan,como coautor: Els grups politics a Catalunya: partits i programes (Los grupos políticos en Cataluña:partidos y programas), 2 vols. (Barcelona, Avance, 1976); en colaboración con varios autores: Laevolución del Estado en el pensamiento jurídico (Barcelona, Petrel, 1981); como autor: Gramsci y lavía nacional al socialismo (Madrid, Akal, 1984); Nacionalismo y autonomía (Barcelona, P.P.U.1993), y con P. Vilanova: Temas de Ciencia Política (Barcelona, P.P.U , 1987). Colabora en elCIDOB y el Master de Estudios Internacionales de la Universidad de Barcelona.

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

Profesor titular de Universidad de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociologíade la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de La moción de censura. Un estudio comparado(Madrid, Congreso de los Diputados, 1992).

GlACOMO SANI

Catedrático de la Universidad de Pavia. Ha sido profesor encargado del Departamento de CienciasSociales y Políticas en la Universidad de Florencia Ha publicado numerosos trabajos y colaboradoen diversas revistas italianas, norteamericanas e inglesas. Entre sus obras citaremos Gruppi Professio-nali, Struttura Burocrática, Tensioni IntraOrganizative, editada en Milán por Giuffré.

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

Catedrático de Derecho Constitucional.

JAUME VERNET LLOBET

Profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Rovira y Virgili de Tarragona-Reus.Entre sus publicaciones destacan: Concepte i objete de les liéis d'harmonització (1984); La posicióinstitucional del presiden! del consiglio a les regions italianes (1988), y Normalització lingüística yaccés a la Función Pública (1992). Es colaborador habitual de la Revista Lengua y Dret.

Page 14: Número 79

ÍNDICE DEL NUMERO 79

ESTUDIOS Páginas

PETER HABERLE: Derecho Constitucional Común Europeo 7

GONZALO FERNÁNDEZ DE LA MORA: El proceso contra el Padre Mariana 47

JOAQUIN VÁRELA SUANZES: Un precursor de la monarquía parlamentaria: Blanco-White y el español (1810-1814) 101

GIACOMO SANI: Ciudadanos y sistema político: participación y cultura política demasas en Italia 121

CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT y JAUME VERNET LLOBET: Cuestiones simbólicas y

Constitución española 139

ELVYRA ELENA PABÓN TARANTINO: Colombia y su revolución pacífica. La nueva

Constitución de 5 de julio de 1991. Inicio de un marco institucional dentro deun contexto político pluralista 161

NOTAS

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH: Notas acerca del Gobierno como órgano de direc-ción política en la Constitución española de 1978. En especial su incidenciaen el ejercicio de las potestades normativas 209

H. C. F. M ANSILLA : Apogeo y declinación del movimiento sindical boliviano 1982-1985. Una nota sobre la cultura política del autoritarismo 227 '

ARSENIO GINZO FERNÁNDEZ: La religión civil y el pensamiento político de Rous-seau 247

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS: El modelo sueco de Estado del bienestar 283

CRÓNICAS Y DOCUMENTACIÓN

FRANCISCO FERNÁNDEZ SEGADO: La correlación entre el tamaño de las circuns-cripciones y las distorsiones de la proporcionalidad en la elección del Con-greso. Un estudio empírico 305

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ: Sistemas electorales y estabilidad política enEuropa del Este 401

RECENSIONES

S. P. PAYNE: Franco. El perfil de la Historia, por José Manuel Cuenca Toribio . 433J. TUSELL: Franco y la guerra civil. Una biografía política, por José Manuel

Cuenca Toribio 433

Page 15: Número 79

RAÚL CANOSA USERA: Legitimación autonómica en el proceso constitucional, porCarlos Ruiz Migue! 450

NOTICIA DE LIBROS

ÁNGEL J. GÓMEZ MONTORO: El conflicto entre órganos constitucionales, por CésarAguado Renedo 461

RAFAEL JIMÉNEZ ASENSIO: Políticas de selección de la Función Pública española(1808-1978), por Manuel Zafra Víctor 463

J. DANIEL: La Blessure suivi de Le Temps oui vient, por José Manuel CuencaToribio 466

MANUEL ALCÁNTARA e ISMAEL CRESPO: Partidos políticos y procesos electorales

en Uruguay (1971-1990), por Antonia Martínez Rodríguez 468M. DE UNAMUNO: Epistolario inédito (1894-/936), por José Manuel Cuenca

Toribio 470SALVO MASTELLONE y ANTONIO ALVAREZ DE MORALES: Pensamiento político

europeo (1815-1975), por Constantino García 473

Page 16: Número 79

ESTUDIOS

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚNEUROPEO (*)

Por PETER HABERLE

SUMARIO

I. PROBLEMA Y TESIS INICIAL: 1. El problema. 2. La tesis inicial.—II. ELEMENTOS

INTEGRANTES CONSTITUTIVOS: 1. Textos y materias o campos temáticos, ejemplosde principios constitucionales «comunes» europeos. 2. Cauces de producción, esdecir, procedimientos e instrumentos en materia de DCCE.—III. PERFILES DE UNATEORfA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO: 1. El «Derecho común»

como categoría científico-jurídica. 2. Estructura de los principios del DCCE.3. Ventajas del reconocimiento y ulterior desarrollo del DCCE; posibles inconve-nientes y limitaciones. 4. Las dos vías existentes de producción del DCCE. 5. Ladivisión del trabajo respecto de los géneros de literatura científica del DCCE.—

IV. PERSPECTIVAS.

I . PROBLEMA Y TESIS INICIAL

1. El problema

En la actualidad, Europa se encuentra atravesando en muchos ámbitos taletapa de desarrollo, que se hace necesario reconsiderar su identidad, sus raíceshistóricas y su posible futuro. Así, en el ámbito político, piénsese en losdenominados países del Este europeo (por ejemplo, los países bálticos) y su«vuelta a Europa» mediante la reentrada en el círculo de países constitucio-nales a través de su alineación dentro del contexto comunitario constitucional

[Traducción de EMILIO MIKUNDA FRANCO] (*•)

(*) El presente artículo fue desarrollado en un ciclo de ponencias de un mes de duraciónpor el propio autor en la Universidad la «Sapienza», Roma, durante el mes de marzo de 1991,por invitación de dicha Universidad.

(**) Emilio Mikunda Franco es actualmente profesor titular de Filosofía del Derecho, Moraly Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla.

Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm 79. Enero-Mano 1993

Page 17: Número 79

PETER HABERLE

europeo-atlántico (puesta de manifiesto mediante la recepción activa de textosoccidentales que les sirven de ejemplo); en el económico, mediante la integra-ción completa del mercado interior europeo en 1992 y la creación de unespacio económico europeo comunitario, resultado de la victoria de la econo-mía social de mercado; y en el cultural, al recuperar la herencia europea«común» gracias a la supresión del telón de acero, a la caída del muro de Berlíny al fracaso del marxismo-leninismo en 1989, dando lugar al renacimientode los cinco Lander alemanes del Este como paisaje cultural, un milagrocultural de 1990, producido mucho antes del tan esperado «milagro económi-co». Todo ello es tan sólo una muestra de la profunda dimensión cultural yde la transformación experimentada en todo el Este de Europa, orientadoahora hacia la Europa integrada.

El Arte, con mayúscula, y en particular muchas artes concretas, las cien-cias en abstracto y muchas disciplinas específicas parciales, se hallan tambiénobligadas no sólo a servir de acompañante, sino a fomentar incluso tal des-arrollo, y ello no sólo en calidad de comentaristas, sino de pioneros. La fuerzade los textos clásicos, estimulante e inspiradora, desde Aristóteles a Popper,de Beethoven (Tercera y Novena Sinfonías) hasta las interpretaciones de K.Masur, y también el ejemplo dado por el ex-presidente poeta checoslovacoVaclav Havel, o el parentesco entre «Somos el pueblo» de G. Büchner (Muertede Danton, acto I, escena II) y el movimiento similar surgido de la revoluciónpacífica de octubre de la otrora Alemania del Este, en 1989, todo ello actúalas más de las veces mejor que cualquier discurso jurídico. Al mismo tiempo,la ciencia jurídica, en todas sus ramas, se ve obligada a colaborar a su modo,es decir, con sus metodologías y sus materias, en la «europeización de Euro-pa». De entre sus disciplinas o ramas parciales, la doctrina iuscivilista es laque ha conseguido notable ventaja en tanto que derivación del antiguo iuscommune y gracias a su aquilatada tradición y a la técnica comparatista—pensemos en la aportación de H. Kótz: Derecho civil comunitario europeo(1981) (1), y en el artículo de E. A. Kramer «Derecho privado europeocomparado» (1988) (2); ambos autores bien podrían haberse sentido inspiradospor textos clásicos de R. von Ihering (1852) (3) y por otros más recientes de

(1) Lo mismo en FS K. Zweigert, 1981, págs. 481 y sigs. También por H. KOTZ: Rechts-vergleichung undRechtsdogmatik, en K. SCHMIDT(ed.): RechtsdogmatikundRechtspolitik, 1990,págs. 75 y sigs.

(2) En Juristische Blátter, 1988, págs. 477 y sigs.(3) R. VON IHERING: Ceisl des rómischen Rechts aufden verschiedenen Stufen seiner Enl-

wicklung, primera parte (1852), pág. 15: «La ciencia se ha rebajado al nivel de la jurisprudenciaregional... Los límites de la ciencia... en la jurisprudencia coinciden con los de la política...Una forma humillante, indigna, de una ciencia...» (Darmstadt, 9." ed., 1953, pág. 15).

8

Page 18: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

R. David (1969) y H. Coing (1986) (4)—. La ciencia jurídica europea «esta-blecida» es la que ha proporcionado sus mayores aportaciones desde loscomienzos del Mercado Común Europeo en 1957 (5). Mas, a pesar de todoello, se encuentra limitada por su propia naturaleza: en el ámbito territorial,por los países de la Comunidad Europea —es decir, por los doce paísesmiembros de que se compone actualmente—; en el material, por el Derechocomunitario —el cual, por cierto, no es el Derecho constitucional de cadaEstado nacional—, si bien amplía ulteriormente determinados elementos cons-titucionales, como los de Estado de Derecho, derechos fundamentales y eco-nomía de mercado. Ni qué decir tiene que tanto el Consejo de Europa comola Comisión Europea de Derechos Humanos van mucho más allá, tanto máscuanto que en la actualidad países como Hungría, perteneciente al Este, obien son ya miembros o, como el caso de Polonia, han iniciado ya las gestionespara su adhesión al seno de la Comisión Europea de Derechos Humanos. ElConsejo de Europa y la susodicha Comisión forman los «pilares del Derechoeuropeo» en su más amplio sentido (incluyendo aquí, igualmente, a la Con-ferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa).

El pensamiento jurídico de carácter comunitario (6) exigido «aquí y ahora»es el más apropiado a la hora de poner en práctica tales pretensiones enEuropa, y, por su parte, también ha sido desarrollado en ella (7). Algo másdifícil resultará lograr su ubicación territorial, ya que ¿a qué Europa: lahistórica, la presente o la futura —geográficamente hablando—, se refiereuno cuando habla de la «Europa comunitaria» o del Derecho constitucionalcomún europeo? En cualquier caso, la «afanosa» génesis del pensamientoeuropeo (8) se puede seguir en la historia yendo hacia atrás hasta Herodotocuando distingue Asia de Europa designándolas como dos espacios culturaly vitalmente diferenciados en cuanto a sus bases. También podría citarse unade las crónicas anónimas que comenta la victoria de Poitiers, en el 732, con

(4) Véase en KRAMER, op. cit. (nota 2), pág. 477, y en KOTZ, FS Zweigert, como ut supra(nota 1), pág. 491, y nota 23 (notas, asimismo, 12 y 16).

(5) H. P. IPSEN: Europáisches Cemeinschaftsrecht (1972); sobre A. BLECKMANN (Europa-recht, 5.*ed., 1990) hastaT. OPPERMANN (Europarecht, 1991), por sólo citar literatura alemana.

(6) Cfr. J. ESSER: Grudsalz und Norm in der richterlichen Fortbildung des Prívatrechts,1.' ed., 1956 (4.1 ed., 1990), pág. 263, y pág. 390 del Schlagwortverzeichnis.

(7) Más al respecto, ut infra y en las notas 8 y sigs., 12, 16, 65 y sigs.(8) Mejor- formulado en M. FUHRMANN: «Herodot Kommt bis Brüssel», en Eurogenesis,

FAZ del 30 de marzo de 1991, núm. 3, sobre «Europa en la Antigüedad» y sobre «El nacimientode Europa»; especialmente, P. KOSCHAKER: Europa und das Rómische Recht, 1947, págs. 5y sigs., y Europa ais Gebiel der Rezeption, págs. 143 y sigs. Respecto al nacimiento del iuscommune europeum, vid. F. WIEACKER: Privatgeschichte der Neuzeil, 2." ed., 1967, págs. 81y sigs.

Page 19: Número 79

PETER HABERLE

estas palabras: «Los europeos regresaron pronto a sus patrias con el ánimoalegre» (9).

Asimismo podría alegarse que Federico II, el Staufer, ante el peligromogol, se decidió a usar como fórmula vinculante en los juramentos —comúna todos los príncipes europeos— el nombre de Europa (10). La idea moderna«de una Europa plural» (Fuhrmann), basada en la premisa de una pluralidadde Estados soberanos nacionales individuales, deberá tener presente, tambiéna nivel jurídico, esta dimensión tan profunda, al igual que la problemáticasituación en la que se «conjuró» el pensamiento europeo; a saber, comoindicación de la existencia de un espacio cultural propio, para cuya salvaguar-dia y validez deberían quedar asegurados en su seno, en tiempos de crisis yguerras, la paz y demás valores fundamentales —como el bienestar—, sirvien-do asimismo de baluarte defensivo común hacia el exterior (recuérdese laidea de la cruzada del papa Pío II contra los turcos en 1453).

Por tanto, el pensamiento europeo ya ha sido usado como correctivo contraegoísmos nacionales, y ello no sólo desde la primera y segunda guerrasmundiales (11). La Europa de hoy debería servir menos como «defensa frenteal exterior» y más como refuerzo de su condición de «puente», que abarcageográficamente, sin duda, la parte europea de la hasta hace poco denominadaUnión Soviética e incluso a la misma Turquía dentro de sus «márgenes».Con ello, Inglaterra quedaría en una posición central en base a su tradiciónjurídica de la common law, tradición que bien podría actualmente ampliar elmarco europeo dada su raigambre vetusta y moderna al mismo tiempo (12).

Hoy por hoy, se viene desgajando ya una tarea específica apenas tomadaen consideración por la Teoría General del Derecho y del Estado de cuñonacional. En una época que permite hablar de la llegada de la hora «del Estadoconstitucional a nivel planetario» en base a las tempranas reformas introduci-das por el presidente Gorbachov y sus efectos permanentes a largo plazo—incluso en los países en vías de desarrollo—, la Teoría General de laConstitución se encuentra, en la Europa actual, en un estado de auge único

(9) Cit. en FUHRMANN, op. cit., nota 8. Vid. la obra clásica de KOSCHAKER Europa unddas rómische Recht, 1947, en la que responde a la pregunta de qué sea Europa (págs. 1 y sigs.)desde la óptica histórico-cultural y científico-cultural («fenómeno cultural», «elementos cultura-les», «círculo cultural europeo»); sobre la idea cultural de una Roma que se extiende paulatina-mente por Europa, vid. op. cit., págs. 45 y sigs.

(10) FUHRMANN, op. cit., nota 8.

(11) Cfr. FUHRMANN, ibidem.

(12) Sobre el ius commune como Derecho «en común» y la tesis contraria a través de lalegislación inglesa de la common law, vid. COING: «Die Bedeutung der europáischen Rechtsges-geschichte für die Rechtsvergleichung», en el mismo autor: Gesammelte Aufsátze, 1974-1975,vol. 2 (1990), págs. 157 y sigs.

10

Page 20: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

en su género (13). El lema de la «casa común europea» exige mantener unasituación puntera en lo tocante a la ciencia jurídica civilista. Una de las víasen este sentido la configura el «Derecho constitucional común europeo», alcrear las bases internas de dicha «casa común europea» (para conservar laterminología) al pergeñar estructuras comunes, como el «reglamento de usointerno» (para los espacios nacionales aún quedan suficientes márgenes ytiempo), mientras que la reconstrucción de la Europa del Este exige una teoríageneral de la Constitución que sea simultáneamente europea «y» nacional.La europeización de la Teoría General del Derecho y del Estado (14) esprograma y proyecto a la vez y se encuentra ya en fase inicial de desarrollo.Las siguientes líneas intentarán bosquejar esta tarea de generaciones sobre latesis de un Derecho constitucional común europeo. Sin embargo, hay queadvertir que por más esfuerzos que pongamos en llevar esta empresa a cabode la forma más cuidadosa y flexible, no por ello podremos evitar ciertasdosis de osadía, ya que la propia Europa jamás avanzaría un paso en sudesarrollo sin unas gotas de utopía (15).

2. La tesis inicial

La tesis que adoptamos como punto de partida del Derecho constitucionalcomún europeo viene a decir que todavía (sic) no existe tal Derecho consti-tucional europeo, toda vez que Europa como tal no forma un único Estadoconstitucional. Ello no obstante, cada vez va surgiendo un conjunto más ymás amplio de principios constitucionales «particulares» que resultan «comu-nes» a los diferentes Estados nacionales europeos, tanto si han sido positivadoscomo si no. Tales principios comunes aparecen parcialmente en las constitu-ciones de los Estados nacionales y en el seno del Derecho consuetudinarioconstitucional de éstos, derivado también en parte del ámbito de validez del«Derecho europeo» —como el de la Comunidad Europea, el del Tribunal deDerechos Humanos de Estrasburgo, reforzado recientemente por el Consejode Europa—, y el dimanante de la Conferencia para la Seguridad y la Coope-ración en Europa (que, como es sabido, vincula a Europa con el Atlántico).

(13) AI respecto, vid. P. HABERLE: «Die Entwicklungslánder im Prozess der Textstufendif-ferenzierung des Verfassungsstaates», en VRU 23, 1990, págs. 225-253.

(14) Completando con mi artículo polémico de 1990, en VVDStRL 50, 1991, págs. 156y sigs.

(15) Cfr. G. NICOLAYSEN: Europa und Utopia, en FS Carstens, 1984, págs. 230 y sigs.;en general, P. HABERLE: Ulopien ais Literaturgattung des Verfassungsstaates, en Ged.-SchriftMartens, 1987, págs. 73 y sigs.

11

Page 21: Número 79

PKTKR HAHKKLH

El Derecho constitucional comunitario aparece con frecuencia en forma deprincipios generales del Derecho o standards.

Los principios del DCCE —reseñados sin pretensión de exhaustividad—contienen de forma muy superficial y casual ideas jurídicas paralelas, análogaso similares. Se trata de profundizar en lo más hondo de la cultura jurídica decada uno de los Estados constitucionales en particular, y sacar a la luz losfactores comunes, lo concordante, lo familiar, yendo más allá de lo meramentejurídico-positivo. No conviene dejarse ofuscar la mirada al escudriñar elDCCE ni con las variantes puramente externas y formales de los textos jurí-dicos ni con las peculiaridades superficiales propias de cada nación. Aquelloque se halla en el substrato común de la cultura jurídica y que, en últimainstancia, aboca en determinadas concepciones sobre la justicia, crece sobreun terreno de raigambre europea que descansa en la unidad histórica del viejocontinente y que hoy se encuentra, de nuevo tras haber superado el horizontedel «futuro de Europa», en la actual conjunción de Estados nacionales euro-peos.

Dos causas han bloqueado durante mucho tiempo toda vía de acceso alDCCE: la primera, el Estado nacional absoluto (16) y la idea de soberaníaexistente en el siglo xix; la otra —en parte también implicada en lo anterior—,la proximidad específica del Derecho constitucional al Derecho político decada nación. Sin embargo, ambas, o sea, el Estado nacional «soberano» y laconcepción del Estado constitucional como Derecho político del Estado, nose hallan enfrentadas —entiéndase bien— al posterior desarrollo y propiaconsolidación del DCCE. El Estado nacional, convertido hoy en «Estadocooperativo constitucional» (17), es en la Europa actual de 1991 tan impres-cindible como relativo; es decir, está tan imbricado desde un principio en latrama formada por los principios jurídicos transnacionales —tan evidente enlos pactos suprarregionales sobre derechos humanos y en los tratados máspreponderantes (como, por ejemplo, el de creación de la Comunidad Euro-pea)—, que ha terminado por disciplinar la soberanía nacional motivando ynormalizando sus actuaciones. Es más, el «tipo» de Estado constitucional secaracteriza propiamente por el hecho de sustituir a la propia soberanía por

(16) Sobre la «dilución» del Derecho común en el nacional, vid. H. COING: EuropáischeGrudlagen des modernen Privatrechls, 1986, pág. 11; ibid., pág. 22, respecto de la vía quepasando por el Derecho comparado vuelve a la ciencia jurídica como ciencia europea unitaria.Sobre la «unidad de la ciencia jurídica europea en sus orígenes», vid. COING: op. cit., Obras,1947-1975, vol. 2, 1982, págs. 137 y sigs.

(17) Mi artículo homónimo en FS Schelsky, 1978, págs. 141 y sigs. Anteriormente, W. VONSIMSON: Die Souveranitat im rechtlichen Verstandnis der Cegenwart, 1965, pág. 220: Fin de lajusticia propia del Estado.

12

Page 22: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

fundamentos basados en el Derecho, es decir, en la «constitución de la socie-dad abierta». La pertenencia de los Estados nacionales europeos al tipo de«Estado constitucional» se aproxima enormemente al hecho de que determi-nadas características de éste no son sino principios jurídicos reputados comu-nes. Reconocer que los Estados nacionales europeos se han constituido deforma «análoga» y que tales analogías son precisamente lo que de comúntienen, al igual que lo que presupone su existencia, permite a cada Estadoseguir su propio camino y, simultáneamente, contemplarse a sí mismo inmersoen el contexto común europeo.

Permítanseme ahora dos palabras sobre Derecho político; la elaboracióndel DCCE no significa en modo alguno seguir una línea apolítica ni tampocoser hostil a la política. El Derecho constitucional europeo es «político» en lamisma medida en la que el Derecho constitucional lo es (18). Su creaciónparte de medios políticos, se refiere a la res publica y se desarrolla a la postretambién mediante política. Lo «nuevo» en todo ello es tan sólo el reconoci-miento de que lo político se halla impregnando el más amplio y profundocontexto de la unidad y variedad europea, al igual que no sólo facilita unmayor espacio para el desarrollo del DCCE, sino que incluso lo fomenta. AlDerecho político en cuanto tal y al específicamente nacional y propio de cadauno de los distintos Estados europeos todavía le queda, por cierto, un ampliomargen individual irrenunciable. El DCCE no pretende ni paralizar ni sofocarel Derecho constitucional sui generis de cada nación, sino, al contrario,pretende ante todo colaborar en su fundamentación, asumirlo y, simultánea-mente, potenciarlo.

I I . ELEMENTOS INTEGRANTES CONSTITUTIVOS

Los siguientes elementos constitutivos sólo pueden señalarse de formafragmentaria: una visión completa del DCCE exige, en conjunto, una perspec-tiva sincrónico-diacrónica simultánea, impensable hoy día en un único inves-tigador.

1. Textos y materias o campos temáticos,ejemplos de principios constitucionales «comunes» europeos

Los principios que permiten captar el DCCE sin pretender por ello lacreación de un Estado europeo son determinados principios constitucionales

(18) Tomado de K. STERN: Das Staatsrecht in der Bundesrepublik Deuischland, lomo I,2.a ed., 1984, págs. 14 y sigs.

13

Page 23: Número 79

PbTER HABERLE

de tipo estatal, como los relativos a los derechos humanos y a la democracia(incluso si cristaliza en un régimen de autogestión en la Administración mu-nicipal), al igual que ciertos fines del Estado, como son el Estado de Derechoy el Estado Social de Derecho. Mas, a pesar de ser todo tan «general» —comoaquí es el caso—, se perfila, no obstante, un ius constitutionale de cuñogenuinamente «común europeo», un ius commune europeum y un iuspublicumeuropeum en cuyos contenidos se vislumbran factores comunes. Naturalmenteque también en estos ámbitos se dan variantes nacionales sui generis; mas,pese a todo ello, igualmente se perfila ya un núcleo constitutivo común. Paraponerlo en evidencia, permítaseme aquí emplear un símil matemático: el dela fracción aritmética, compuesta por numerador y denominador. De estemodo, cuantos más «numeradores» análogos se vayan dando a nivel tanto deDerecho europeo como de cada uno de los nacionales, tanto más claro resultaráque disponen todos ellos de un «común denominador», es decir, de DCCE.

La siguiente secuencia plantea una perspectiva sistemática: textos positi-vos, textos no positivos (es decir, sentencias judiciales sobre todo), doctrinacientífica (Derecho de los juristas), todo ello manifestaciones objetivas que,al actuar de consuno, desarrollan por sí mismas ideas jurídicas que se danen común en Europa.

1) Recordemos el texto más antiguo del Consejo de Europa, fechado el5 de mayo de 1949 (19). En su preámbulo dice, entre otras cosas, y en elsentido de las cláusulas posteriores, relativas al legado cultural que tanto éxitohan tenido (20):

... En inquebrantable unión con los valores ético-espirituales que forman ellegado común de sus pueblos y que son substrato de libertad personal, de libertadpolítica, y de la primacía de la Ley, base de toda democracia... (21).

También se evidencia la existencia de una cultura jurídica común europeaen el preámbulo de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Euro-peo, de 1950:

... Con el nuevo afianzamiento de su fe profunda en las libertades básicas...y el mantenimiento esencial, por una parte, de un sistema político realmente

(19) Cit. en F. BERBF.R (ed) : Vólkerrecht, Dokumentensammlung..., vol. I, 1967, págs. 35Ty sigs.

(20) Más amplio en P. HABERLE: Artenreichtum und Vielschichtigkeit von Verfassungstexlen,en FS Háfelein, 1989, págs. 225 y 237 y sigs.

(21) El artículo 1 habla de la «estrecha vinculación» entre los miembros para la defensa ypromoción de los ideales y principios que forman su acervo y patrimonio común, así como dela protección de los derechos humanos y libertades fundamentales y su posterior desarrollo.

14

Page 24: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

democrático y, por otra, de la idea del respeto común de los derechos humanosde los que derivan; decididos, en cuanto gobiernos de Estados europeos, anima-dos del mismo espíritu y poseedores de un legado común de bienes espirituales,tradiciones políticas, respeto de la libertad y primacía de la Ley... (22).

Dicha línea de referencia a un «legado cultural y jurídico común a todoslos europeos en cuanto a sus fundamentos» prosiguió en los años sesenta,impulsada por la jurisprudencia de la Corte Europea de Justicia, en la consi-deración de los derechos fundamentales como «principios generales del Dere-cho» respecto de la Comunidad Europea, en dos documentos muy relevantes,desarrollados al mismo tiempo y concretados en la «Declaración conjunta delParlamento Europeo, del Consejo y de la Comisión», emitida en abril de1977, en la que se formula el «principio de respeto del Derecho», lo queimplica, «como así fue reconocido por la propia Corte europea», aparte delas normas contractuales y las derivadas del Derecho comunitario, «los prin-cipios generales del. Derecho y, en especial, los derechos fundamentales,principios y derechos que forman el substrato del Derecho constitucional delos Estados miembros».

El Consejo de Europa habló, en su declaración sobre la democracia deabril de 1978 (23), de la elección general y directa de los miembros de laAsamblea como «excelente demostración del ideal democrático común a todoslos Estados miembros», subrayando y precisando además que «los jefes deGobierno consolidan su deseo de identidad europea tal y como lo manifestaronen la Declaración de Copenhague, y garantizan el respeto de los valoresjurídicos, políticos y morales a los que se sienten vinculados, así como losprincipios de la democracia parlamentaria, del derecho, la justicia social y laprotección de los derechos humanos» (24).

(22) Los límites de los derechos humanos respecto de la Comisión europea encargada develar por ellos son: «seguridad nacional», en el seno de «un Estado democrático», o, en su caso,«de una sociedad democrática» (arts. 6.1, 8.2, 9.2, 10.2 y 11.2). Sin embargo, no exige que elcitado standard deba necesariamente ser válido (Frowein, en FROWEIN-PEUKERT: EMRK-Kommen-tar, 1985, preparación al artículo 8.11), pero sí que se controle el margen de discrecionalidadjudicial (margin ofappreciation), es decir, que se aplique el baremo eurocomunitario. Vid. infra,nota 50.

(23) Ambos documentos se citan en vigor y/o con efectividad en BVerfGE 73, pág. 339(especialmente, págs. 381 y sig.) = EUGR 10, 1987, págs. 21 y sig., lo que vuelve a poner de.manifiesto una vez más el carácter comunitario del DCCE.

(24) Ibid., hablando incluso de una «democracia pluralista». Sobre este documento (y sobrelos demás EEA), vid. S. MAGIERA: «Die Einheitliche Europáische Akte und die Fortentwicklungder Europaischen Gemeinschaft zur Europáischen Union», en Ged.-Schriftfür Geck, 1989, págs.507 y sigs.; H. P. IPSEN: VierGlossen z. Einheillichen Europáischen Akte, en FS Partsch, 1989,págs. 327 y sigs.

15

Page 25: Número 79

PETER HABERLE

El Acta Única Europea, de febrero 1986, habla de la decisión de «actuaren consuno en pro de la democracia, en base a las constituciones y legislaciónde los Estados miembros, la Convención europea de protección de los derechoshumanos y libertades fundamentales y los derechos recogidos en la CartaSocial Europea, especialmente lo referente a libertad, igualdad y justiciasocial».

Con no menor solemnidad se proclamó la «idea europea», formuladacomo «deseo de los pueblos democráticos de Europa», apostando en ella porla obligatoriedad de los principios democráticos básicos y la «salvaguardiadel Derecho y, en especial, de los derechos humanos» (25)

Aquí aparece una asombrosa continuidad abierta a un ulterior desarrollo;es más, incluso una relación entre los textos del Consejo de Europa y lospertenecientes a la Comunidad Europea. En este sentido, las declaracionesde los años ochenta de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación enEuropa son la prueba documental de cómo el Derecho europeo dio nuevosimpulsos al Derecho comunitario, en el más amplio sentido de la palabra,aunque desde una perspectiva neta y técnicamente jurídica ello tenga tan sóloel valor otorgado a las declaraciones de este tipo, lo que se denomina con elanglicismo de sofi law.

Asimismo, el denominado «Documento de Copenhague», que gira entorno a la dimensión humana de la citada conferencia para la seguridad ycooperación en Europa, acuñó términos específicos clave, tales como «demo-cracia plural y Estado de Derecho, elementos esenciales para la salvaguardiay respeto de todo derecho humano» (26); «ideales de democracia y pluralismopolítico»; Estado de Derecho «no sólo como pura fórmula jurídica, sinotambién como justicia», y todo un elenco de «elementos de justicia» (porejemplo, elecciones libres, clara línea divisoria entre el Estado y los partidospolíticos, independencia de la fiscalía), y señaló la restricción de derechos ylibertades como los de opinión y libre sindicación, posibles únicamente deacuerdo con los «standards internacionales», y la amplia temática en torno

(25) Vid. la decisión del Parlamento Europeo del 13 de abril de 1989 (EuGRZ, 1989,págs. 204 y sigs., bajo d): «Considerando, que la identidad de la Comunidad al formular losvalores comunes a los ciudadanos y libertades fundamentales», hay que señalar como importantesla indicación sobre la dignidad humana y las tradiciones comunes de los Estados miembros(preámbulo), la garantía de dejar incólume el contenido esencial de tales derechos (art. 26) y lacláusula de protección del artículo 27. La Declaración de Stuttgart, del Consejo de Europa (junio1983), cit.; según J. SCHWARZER-R. BIEBER (eds.): Eine Verfassung für Europa, 1984, págs. 380y sigs., desea «se fomente una más estrecha colaboración para consolidar la conciencia de unlegado cultural común como parte de su propia identidad».

(26) Publicado en EuGR, 1990, págs. 239 y sigs.

16

Page 26: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

a la protección de minorías nacionales como garantías de salvaguardia de su«identidad étnica, cultural, lingüística y religiosa».

La Carta de París en pro de una nueva Europa, de noviembre de 1990(27), se atreve a proclamar que «la única forma de gobierno de nuestrasnaciones» es la democracia. También se encuentran otros elementos textualesnuevos en proposiciones tales como «la democracia es la mejor protecciónpara la libertad de opinión, la tolerancia frente a todo grupo social y la igualdad,de oportunidades para todos», o los de «reiteremos que la identidad étnica,cultural y lingüística de las minorías nacionales deben gozar de protección»y «libertad y pluralismo político son elementos que necesitan nuestros esfuer-zos comunes para desarrollar economías de mercado» (28)

La Carta europea para la autogestión municipal, de 1985-88, denominadafrecuentemente «cuarto pilar del Consejo de Europa», junto a los tres restantes(29) (Comisión de Derechos Humanos, Consejo Económico Social y el Con-venio Europeo para la Cultura) «por parte de los ciudadanos europeos», añadea los «ideales y principios» que forman su «legado común» y que se hallanreseñados en el preámbulo, «la consideración de que las corporaciones muni-cipales forman una de las bases esenciales de todo régimen democráticocomún a todo Estado miembro del Consejo de Europa». Y aunque el citadopreámbulo de por sí ya se considera una importante aportación para la cons-trucción europea en cuanto a refuerzo y consolidación de la autogestión mu-nicipal en todos los Estados europeos «basada en principios de democracia ydescentralización de poderes», lo importante es que de este modo van pocoa poco apareciendo, en mero esbozo o como previa formulación, términosclave que actúan como eslabón de unión con el último de los documentosaquí examinados.

La decisión final adoptada por los participantes en la Conferencia de la«Europa de las Regiones» (30), que fue celebrada en Munich en octubre de

(27) Publicado en EuGR, 1990, págs. 517 y sigs.

(28) Con razón, H. STEINBERGER, VVDStRL 50, 1991, págs. 9-11, observa una «crecientetendencia a la recepción de principios estatales constitucionales», y en pág. 12, «el consenso debase fundado en los mismos valores».

(29) Textos en F. L. KNEMEYER (ed.): Die europáische Charla der Selbstverwaltung, 1989,págs. 273 y sigs. Sobre la «Europa de los ciudadanos», vid. el volumen homónimo editado porS. Magiera, 1990, con el artículo de W. Fiedler sobre aspectos culturales (págs. 147 y sigs.).

(30) De F. L. KNEMEYER: «Subsidiaritat - Fóderalismus - Dezentralisation», ZPR, 1990,pág. 173; U. PETERSEN: «Zur Rolle der Regionen in künftigen Europa», DOV, 1991, págs. 278y sigs.; vid. W. BOTTCHER: «Europafáhigkeit durch Regionalisierung», ZRP, 1990, págs. 329 ysigs.; M. HEINTZEN: «Subsidiaritátsprinzip und Europáische Gemeinschaft», JZ, 1991 ,-págs. 317y sigs.; F. ESTERBAUERL-PERNTHALER (eds.): Europáische Regionalismus am Wendepunkl, 1991;C. EISELSTEIN: «Europáische Verfassungsgebung», ZRP, 1991, págs. 18-21 y sigs.

17

Page 27: Número 79

PLTER HABERLE

1989, consolida en su proemio «la intención, con ayuda de la Obra para laUnificación Europea, de crear un contexto de libertad, paz, bienestar y justiciasocial», manifestando el convencimiento de que la «unión política europeade todos los pueblos y Estados del continente permanece expedita a todosaquellos que respeten los derechos humanos y se pronuncien por la democraciay el Estado de Derecho», para, a reglón seguido, añadir: «1) Que la riquezade Europa consiste en la variedad de sus pueblos y etnias, sus culturas eidiomas, sus naciones, historia y tradiciones populares, sus países y susregiones y sus comunidades políticas... 3) Que la subsidiariedad y el federa-lismo deben ser los principios arquitectónicos de Europa.»

2) La jurisprudencia de la Corte Europea de Justicia respecto de los«principios generales» —contenida en sentencias pioneras como la «Stauder»(1969), la «Internationale Handelsgesellschaft» (1970) y «Nold» (1974), éstatan próxima y encomiada por la ciencia— forma un «acervo» creciente deaspectos de DCCE «en acción». Se trata de «principios vinculados estructu-ralmente y también a simple vista con la Comunidad Europea», como los dedemocracia, Estado de Derecho, Estado Social de Derecho, protección de losderechos humanos y libertades fundamentales y composición de la ComunidadEuropea de forma similar a la del Estado federal, etc. (31). A todos ellos seañaden los principios constitucionales tradicionales de los Estados miem-bros (32).

(31) En este sentido, T. OPPERMANN: Europarecht, 1991, pág. 158.(32) T. OPPERMANN, op. cit. nota 31. Algunos textos y citas de la literatura referida en el

Tribunal de Justicia de la CE bajo: «Aus der Rechtsvergleichung zu entwickelnden allgemeinenRechtsgrundsatzen»; también en A. BLECKMANN: Europarecht, 4.a ed., 1985, págs. 104 y sigs.y 113 y sigs. («... en el marco iuscomparatista hay que tener en cuenta... la tradición constitucionalviva que podría ser reflejada en las posturas adoptadas por el Parlamento Europeo»). B. BEUTLER-R. BIEBER-J. PIEPKORN-J. STREIL: Die Europaische Gemeinschafi-Rechtsordnung u. Politik,3." ed., 1987, págs. 174 y sigs. («Como Derecho no escrito de la CE aparecen como principiosgenerales del Derecho especialmente los derechos fundamentales y las tradiciones constitucionalesde carácter general de los Estados miembros»); G. RESS, art. «Rechtsgrundsatze», en Lexikondes Rechls, vol. 1, grupo 4, 1990, págs. 1-3 (aquí diferencia y distingue su labor de colmarlagunas de ser recurso hermenéutico, y junto a ellas, la función de limitar y corregir aludida).Sobre derechos fundamentales como «principios generales del Derecho» y cómo se logran median-te un estudio iuscomparatista basado en criterios axiológicos, vid. I. Pernice, en E. GRABITZ(cd.), «Gemeinschaftsverfassung, art. 164, red., n.'42,58 m.w.N.»; vid. ibid., «Gemeinschafts-verfassung und Grundrechtsschutz», NJZ, 1990, pág. 2409 (especialmente, págs. 2412 y sigs.),en panorámica sobre «perspectivas de cultura europea en materia de derechos fundamentales»(ibid., págs. 2419 y sigs.).

18

Page 28: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

Al crear el Tribunal Europeo de Derechos Humanos —según sus propiasconfesiones— un «orden público europeo» mediante el que se expresa deforma colectiva su comunidad constitucional jurídica (33), acaba de sintetizarasí su jurisdicción pretoriana en una acertada fórmula que deja entrever loingente de su detallada labor en la Comisión de Derechos Humanos, antescitada, al reescribir (por cierto, de forma muy sugestiva) el Ius PublicumEuropeum. Su exégesis evolutiva y de una «efectividad mucho mayor», supugna por lograr «standards europeos y principios de sociedad democrática»,todo ello goza de una enorme reputación (34). Habría que nombrar aquí alos Tribunales Constitucionales nacionales junto con la Corte Europea deJusticia y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pues aunque su estilojurisprudencial sea diferente en base a sus propias y genuinas tradiciones ya las diferentes mentalidades subyacentes —incluso tras realizar un cotejorecíproco—, no obstante sí que puede hablarse en todo caso de una «europei-zación de la justicia constitucional» (nacional) a medio plazo —incluso si seestablece ésta como postulado—, lo que implica decir que ya se puede hablarde un cada vez más intenso proceso de integración por vía hermenéutica deprincipios europeo-constitucionales «foráneos» a nivel de Derecho comparadoen su fase inicial.

La creciente tendencia al análisis iuscomparatista, o dicho de otro modo,la toma en consideración de criterios hermenéuticos por parte de la ComisiónEuropea de Derechos Humanos, al igual que de otros textos europeos (35),debe ser tan tenida en cuenta como las conferencias mantenidas por losTribunales Constitucionales y que quedan debidamente reflejadas en la Revistaeuropea de Derechos Fundamentales (EuGRZ), en la que se trabaja a nivel

(33) Al respecto, D. THURER: «Der Verfassungsstaat ais Glied einer europaischen Gemein-schaft», VVStRL 50, 1991, págs. 97-106. Sobre las garantías no escritas del contenido esencialdel Derecho en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, vid. P. HABERLE: Die Wesens-gehaltsgarantie des An. 19, Abs. 2 GG, 3.a ed., 1983, págs. 424 y sigs.

(34) Véase Gr. K. W. WEIDMÁNN: Der Europáische Gerichtshoffür MR aufdem Weg zueinem europ. Verfassungsgerichl, 1985, págs. 75 y sigs., 237 y sigs., 267 sigs.

(35) Cfr. Suiza: «BG im Blick auf die Mindestgrundsátze des Europarates f. die Behandlungvon Gefangenen» (cit. de J. P. MULLER: Elemente einer Schweizer Grudrechtstheorie, 1982,págs. 174 y sigs.: «Y puesto que la base de convicciones jurídicas comunes de los miembrosdel Consejo de Europa allí se hallan, deberán ser asimismo tenidas en cuenta a la hora de concretarlas garantías de los derechos fundamentales contenidos en la Constitución federal»). Digno detener en cuenta también por su tendencia, el fallo del llamado «caso Niccolo» respecto de Francia(Consejo de Estado francés), publicado en EuGR, 1990, págs. 99 y sigs. Cfr. al respectoLUDET-STOTZ: «Die neue Rechtssprcchung des Conseil d'Etat zum Vorrang VólkerrechtlicherVertráge», EuGR, 1990, págs. 93 y sigs. Además, C. LERCHE: «Ein Sieg für Europa?», ZaoRv50, 1990, págs. 599 y sigs.

19

Page 29: Número 79

PETER HABERLE

informal como fase previa y que no es, en modo alguno, menos eficaz porello (36).

El Consejo Superior del Poder Judicial del Tribunal Constitucional federalalemán se halla muy cercano, tanto ideológica como materialmente, a un De-recho europeo constitucional. Su informe número 75.223 (págs. 243 y sigs.)señala que «los Estados miembros desean crear un Tribunal en el seno de laComunidad ante el que aparezcan expeditos cauces de acceso al Derechocomo los que han ido surgiendo a lo largo de siglos de cultura y tradicionesjurídicas en común» (37). Asimismo, «los acuerdos comunitarios deben serentendidos a la luz de la tradición y cultura jurídica comunes a Europa».Líneas antes, el susodicho Tribunal había manifestado (Decisión 73, 339-378): «Todos los órganos superiores de la Comunidad se han pronunciadodesde entonces con toda relevancia en el sentido de dejarse guiar en el ejerciciode sus atribuciones y en cuanto a la prosecución de sus objetivos comunitariospor el respeto ante los Derechos fundamentales como máxima de deber jurí-dico, tal y como se desprende en especial de las Constituciones de los Estadosmiembros y de la Comisión Europea de Derechos Humanos» (38). Finalmente,los límites de los principios comunitarios constitucionales se perfilan igual-mente en su papel de «recurso hermenéutico subsidiario» de dicha Comi-sión (39).

3) La Ciencia o, formulado de forma más precisa, las teorías del Derechoy del Estado de cuño europeo (tanto la alemana como las restantes) que sededican al comentario y estudio del Derecho a nivel comparado, es un tercer

(36) Cfr. la segunda conferencia (EuGR, 1974, págs. 81 y sigs.) y la cuarta sobre: «Bestandund Bedeutung der Grundrechte» (EuGR, 1978, págs. 426 y sigs.)

(37) Le siguen indicaciones sobre Derecho romano, common law inglesa, Derecho común,al igual que formación de principios generales del Derecho en Francia, etc.

(38) Vid. ibid., pág. 386 = EuGR, 1987, pág. 23: «Estándares mínimos en cuanto a laestructura de los derechos fundamentales.» Vid. al respecto decisión «transitoria», del TribunalConstitucional federal alemán, comentada por H. P. IPSEN, EUGR, 1987, págs. 1 y sigs.

(39) Vid. EuGRZ, 1987, págs. 203-206: «A la hora de interpretar la ley fundamental hayque tener en cuenta contenidos y desarrollo de la Convención Europea de Derechos Humanos(sic); por ello es útil también la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos comorecurso para determinar contenido y envergadura o alcance de los derechos fundamentales, asícomo los principios jurídico-estatales de los fundamentos de la Ley Fundamental de Bonn.»Vid. EuGRZ, 1990, págs. 329-331, y el voto privado de MAHRENHOLZ, en EuGRZ, 1990,págs. 333-334, el cual caracteriza esta forma de actuar como de ya «clásica». Otras reseñas enA. BLECKMANN, Slaatsrecht, II: Die Grundrechte, 3." ed., 1983, pág. 87, con la siguienteaclaración: «Esto puede ser entendido en el contexto científico-hermenéutico como prueba tangiblede la tradición constitucional occidental existente en común.» Vid. P. HABERLE: Wesensgehalga-ranlie, 3.' ed., 1983, pág. 410.

20

Page 30: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

implicado que colabora, a sabiendas o no, en la creación de un DCCE. Susaportaciones derivan, en parte, por vía de reelaboración dogmática de lostextos anteriormente citados, así como a través de los comentarios de lanormativa promulgada en la Comisión Europea de Derechos Humanos (40),al igual que de la del Tribunal de Justicia de la CE y de las de los TribunalesConstitucionales de cada país a medida que éstos se «europeizan» (¡europei-zación de la justicia constitucional!), y en parte también mediante la prepara-ción de los respectivos proyectos normativos, es decir, de los textos legales,al aventurar una «política de reserva científica»,'cara a una ulterior jurispru-dencia. Aquí habría que anotar algunos logros de la labor científica alemanacomo vehículos de creación del DCCE; veamos tan sólo algunos de lostérminos como prueba.

En primer lugar, hay que destacar la literatura jurídica, que ha allanadoel camino del Tribunal Europeo hacia los derechos fundamentales a través delos principios generales del Derecho —léase vía tradiciones comunitariasconstitucionales de los países miembros— (41). Al exigir la ciencia jurídicaeuropea como condición material un mínimo de «homogeneidad de principiosrespecto de las estructuras constitucionales» (42), indica así a la vez de formaimplícita elementos de DCCE (43).

Finalmente, remisiones «a la homogeneidad de las decisiones valorativas»,«a la herencia común de los pueblos de Europa», «a los bienes generaleseuropeos», todas ellas expresiones que no traducen sino la idea de un pensa-miento jurídico común europeo constitucional (44).

(40) La literatura sobre la Comisión Europea de Derechos Humanos habla de «standardseuropeos comunes»; cfr. K. DOEHRING, Algemeine Staatslehre, 1991, pág. 229 (infra, indicaciónde Frowein).

(41) Pionero fue P. PESCATORE desde 1968 (vid. T. OPPERMANN,0/>. cit. nota 31, pág. 1599).PESCATORE: «Bestand und Bedeutung der GR im Recht der EG», EuGRZ, 1978, págs. 441 ysigs., donde señala la «Declaración de Copenhague sobre Democracia» de 1978 y la realizadade consuno en 1977 (ibid., págs. 442-443). El autor habla en el contexto de principios de lalibre democracia y de la condición no escrita de integración europea. Más datos, en A. BLECK-MANN: Europarechl. 4." ed., 1985, págs. 104 y sigs.; OPPERMANN, op. cit., págs. 158 y sigs.;R. STKEKiZ.Bundesverfassungsrichterlicher Grundrechtsschutz u. Europáisches Gemeinschafis-rechl, 1989, págs. 367 y sigs. y 378 y sigs.

(42) H. P. IPSEN: Über Verfassungs-Homogeneitát in der EG, en FS Dürig, 1990, pá-ginas 159-160.

(43) Sobre «prelación de principios constitucionales» de la CE, en IPSEN: «Europ. Verfas-sung-Nationale Verfassung», EuR, 1987, págs. 195 y sigs., lógicamente advirtiendo, en lapág. 196, que «la Constitución conlleva ciertamente a la referencia del Estado, lo que es prohi-bitivo en el caso de la Comunidad». Esto es válido, asimismo, para el DCCE.

(44) C. O. LENZ: «Gemeinsame Grundlagen u. Grundwert des Rechts der EG», ZRP, 1988,págs. 449 y sigs. (v.gr.: «Los países miembros son todos democráticos, entidades alineadas

21

Page 31: Número 79

PETER HABERLE

D. Thuerer ha adelantado en una de sus frases lo siguiente: «En el senodel Consejo de Europa, el Estado constitucional europeo acaba de configurarsede manera unitaria, firme y vinculante» (45); análogamente, J. Schwarze (46)ha impulsado a su vez el desarrollo de un «Derecho comunitario europeoadministrativo».

La Teoría del Derecho y del Estado y la ciencia jurídica europea, juntocon sus disciplinas integradoras, como el Derecho administrativo y el deprotección del medio ambiente, y el Derecho social y cultural, todas ellasverán reforzada en el futuro cada vez con mayor vigor su propia participaciónen el incipiente desarrollo del DCCE, además en la misma medida en la queya lo están logrando a nivel de Derecho comparado; es decir, al comentar einterpretar textos, y mediante su fecunda labor de creación de categorías yconceptos jurídicos, tarea que facilita en parte laque deben realizar previamen-te los órganos decisorios y jurisprudenciales. El Derecho comparado opera,ciertamente, con textos en vigor en manos de juristas y científicos del Derecho,pero también opera con aquellos otros textos que, no estando formalmenteen vigor, un día podrían estarlo (por ejemplo, con declaraciones o soft law).En este sentido sí se puede decir que el Derecho comparado se convierte encultura comparada (47).

Resumiendo: legisladores, jurisprudencia constitucional y ciencia jurídica(constitucional) constituyen en Europa un substrato jurídico común indisocia-ble que contiene elementos del tipo «Estado constitucional», es decir, antetodo respeto a la dignidad humana, democracia pluralista, derechos humanosy libertades fundamentales, Estado de Derecho (imperio de la ley), justiciasocial, autogestión administrativa a nivel municipal, subsidiariedad, tolerancia

dentro del Estado social de Derecho de carácter comunitario. Por todo ello, sus Constitucionesostentan ciertos niveles de homogeneidad en cuanto a las decisiones de carácter axiológico... ElDerecho no es sólo parte del legado común europeo... Junto a las decisiones valorativas básicasfiguran los métodos hermenéuticos de la jurisprudencia y del desarrollo del substrato común deEuropa.»

(45) D. THÜRER: «Der Vf-Staat ais Glied einer Eur- Gemeinschaft», VVDStRL 50, 1991,págs. 97 y 106, y LSL 4, pág. 137.

(46) Cfr. infra, nota 52.(47) Sobre los cuatro niveles de comparación o cultura jurídica básica, «Derecho básico

del DCCE», «standards de derechos fundamentales del DCCE», entre otros. Mejor enunciadoen H. STEIGER (debate): «Respecto de los derechos fundamentales podemos decir que nos encon-tramos, gracias a la jurisprudencia del Tribunal Europeo, en vías de desarrollar un Derechoeuropeo en común.» Sobre Derecho comparado en la rama publicista, R. BERNHARDT, ZaoRV,1964, págs. 431 y sigs.; J. M. MOSSNER: «Rechtsvergleichung u. Verfassungsrechtssprechung»,AoR 99, 1974, pág. 193; P. HABERLE: N. Vf. in der Schweiz, cit. Sobre Derecho comparado ymetodología del Derecho europeo comunitario, véase el homónimo trabajo en H. W. DAIG, FSZweigert, 1981, págs. 395 y sigs.

22

Page 32: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

y protección de minorías, regionalismo y federalismo. Cuanto mayores seanlas variantes de las formas particulares y mayor asimismo el grado de diferen-ciación y abstracción o, en su caso, de concreción de los principios, tantomás variadas serán las formas en las que se ponga en evidencia la remisiónal «legado común» y a los «valores ético-espirituales», pasando por los prin-cipios generales del Derecho contenidos en cada una de las constitucioneshasta alcanzar los standards europeos, la homogeneidad conceptual y la cate-goría de «Estado europeo constitucional».

Europa se vuelve comprensible desde los principios generales del Derechoque ostenta y que simultáneamente se muestran como legado o herenciaconstitucional y programática. La «constitucionalización de Europa» se efec-túa sobre el terreno de su propia cultura jurídica, que auna en su seno unidady variedad.

Los ámbitos jurídicos «subconstitucionales», como el Derecho privado yel Derecho del trabajo, al igual que cada vez en mayor medida el de proteccióndel medio ambiente y el Derecho social (en tanto que el Derecho penal protegelos bienes jurídicos), también se hallan involucrados de antemano y sonaltamente efectivos. El esquema tradicional jerárquico de fuentes del Derechode disposición vertical sólo ostenta en este contexto un valor relativo, esdecir, el resultante a la hora de comprender la interacción mutua del DCCEy del homólogo civil. Otro tanto puede decirse respecto de textos positivosmeramente formales, como, por ejemplo, los preámbulos de las declaraciones,los textos positivos y consuetudinarios del Derecho constitucional y todasaquellas disposiciones relativas a derechos humanos —incluyendo sus respec-tivas jurisprudencias—, al igual que de la dogmática científica y su categori-zacíon conceptual. La relevancia que le otorga el hecho de ser potencialmenteun recurso hermenéutico «universal» en todo momento o, si se tercia, «regio-nal» es precisamente característica «común» de todos sus instrumentos ycontenidos, por lo que será de ahí justamente de donde arranque el desarrollodel DCCE. Limitarse al mero hecho de «colmar lagunas» sería una funcióndemasiado precaria para caracterizar la calidad de su labor, aparte de que nose ajusta a los procesos de creación de disposiciones jurídicas realizados enrégimen de cooperación impulsados por el pensamiento comunitario. No sepuede crear ni derivar toda una cultura jurídica común limitándose a colmarlagunas en Europa. Dicha cultura brota y se extiende desde un substrato básicocomún enraizado tanto en el pasado como en el presente y orientado hacia elfuturo de Europa.

23

Page 33: Número 79

PETER HABERLE

2. Cauces de producción, es decir, procedimientos e instrumentosen materia de DCCE

Un segundo aspecto sistemático deriva de la cuestión tendente a dilucidarqué sujeto, es decir, qué órgano o fuente material, y qué procedimientos hancontribuido a la formación del DCCE y si en el futuro seguirán igualmentecontribuyendo. Hagamos un primer balance: lo primero de todo sería nombrara los legisladores constitucionales de cada nación que se hallan trabajando anivel comunitario europeo mediante sus propios textos constitucionales, esdecir, mediante su progresivo desarrollo resultante de aplicar el paradigmaque ofrecen los niveles hermenéuticos (48). En este contexto habría queincluir tanto los procedimientos de revisión total como los parciales, toda vezque, incluso en el caso de que el mismo texto difiriera según los respectivoscontextos nacionales de referencia, ello no obstante su contenido seguiríasiendo «común» a todos ellos. Así, por ejemplo, cuando las nuevas constitu-ciones cantonales de Suiza preconizan la protección de la «dignidad humana»están, a su vez, perfilando un standard europeo común en el que actúanmúltiples instancias y funciones dentro del plano de la efectividad comunitariaeuropea (49).

Algo similar puede predicarse respecto de la jurisprudencia constitucionaltanto a nivel europeo como, respectivamente, nacional (50) en cuanto a laciencia jurídica constitucional se refiere e incluso respecto de todas* las enti-dades consagradas a la exégesis constitucional, donde necesariamente se vaincluyendo, por supuesto, tanto al poder legislativo como a los tribunales decualquier instancia. Las líneas divisorias «nacionales» se han vuelto por elloalgo más que meramente «permeables»: la sociedad abierta de los intérpretes

(48) Véase a este respecto mi artículo en FS Partsch, 1989, pág. 555, así como en VRU23, 1990, págs. 225 y sigs.; el paradigma evolutivo del análisis textual por niveles no excluye«irregularidades en el tiempo», sino que las considera necesarias, recordando casi la teoría dela evolución biológica; los argumentos de selección y variación son los reseñados aquí.

(49) Cfr., como reseña, los textos de P. HABERLE ya citados sobre Suiza y el constituciona-lismo en JoR 34, 1985, pág. 303 (especialmente, págs. 424 y sigs.), y sobre dignidad humanaen HdBSlR, vol. I, 1978, págs. 815 y sigs. Además, la especial referencia a Suiza en el artículo«Schweiz, Verfassungspolitik im Blickauf Gesamteuropa», en NZZ, 20 de noviembre de 1990.

(50) Cfr., en general, K. W. WEIDMANN: Der europ. GH f. MR auf dem Weg zu einemEurop. GH, 1985; I. MAIER (ed.): Europáischer MR-Schutz, 1982; J. A. FROWEIN-W. PEUKERT:Europ. MR-Konvenlion (Kommemar), 1985; cfr. supra, notas 22 y 31-33; FROWEIN: «Der Europ.MR-Schutz ais Beginn einer europ. Vfg- Rechtssprechung», JuS, 1986, págs. 845 y sigs.; J.SCHWARZE (ed.): Der EuGH ais Vf-Gericht..., 1983.

24

Page 34: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

constitucionales —siendo nacional— (51) es la que ha tendido los puentesde unión al crearse el DCCE; más todavía, cada vez destacan con mayorevidencia sujetos y estructuras, trámites y procedimientos que dimanan de lasusodicha sociedad abierta de intérpretes constitucionales a lo largo de todala geografía europea. Todos ellos colaboran en el DCCE, a veces de formaindirecta, cuando crean modelos que difieren entre sí al producir consciente-mente variantes y alternativas del legado cultural jurídico europeo y delpresente cultural del Derecho comunitario. Un claro ejemplo lo vemos en elconcepto de «principios generales» del Derecho tal y como lo entienden juecesy magistrados de la Corte Europea; es decir, como correa de transmisión ensentido técnico, idónea para el conocimiento y posterior elaboración delDCCE, especialmente en lo referente a derechos fundamentales. Algo similarpuede decirse igualmente del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo,ya que si bien no se trata en sentido estricto de un Tribunal Constitucional,no obstante está impulsando con inusitado vigor la elaboración de los princi-pios del DCCE en base a los escasos textos de la Comisión Europea deDerechos Humanos. No hay que olvidar que son los textos del Consejo deEuropa los vehículos más importantes y el fermento del DCCE.

Un participante realmente «excepcional» es la propia ciencia; es decir,cada una de las comunidades científicas nacionales y la mismísima cienciajurídica europea en su más amplio sentido, a condición de no dedicarseexclusivamente a un «Derecho administrativo europeo» (52), a un Derechoprivado europeo (53), a un Derecho europeo del trabajo (54) y a un Derechopenal europeo (55), sino que sea consciente de trabajar de forma mediatizadaallí donde se concentran los campos jurídicos más simples, digamos, en losprincipios fundamentales o básicos del Derecho que integran cada una de lasmaterias jurídicas, para concentrar sus esfuerzos finalmente, y en toda suextensión y profundidad, en los principios que informan el DCCE.

(51) Vid. mi referencia propuesta en «Die offene Gesellschaft der Vfs-interpreten», JZ,1975, págs. 297 y sigs.

(52) Sobre ello, vid. el trabajo de pionero de J. SCHWARZE: Europ. Venvaltungsrecht,2 vols., 1988, así como el libro dirigido por él Europ. VW-Recht im werden, págs. 19 y sigs.;U. EVERLING: «Auf dem Wege zu einem VW-Recht», JuS, 1987, págs. 1 y sigs.

(53) Vid. al respecto P. C. MULLER-GRAFF: Privairecht und Europ. Gemeinschafirecht,1989, pág. 15: «El Derecho privado que Europa tiene en común como herencia cultural», yBinnenmarklziel u. Rechtsordnung, 1989, pág. 65: «Crecer y redescubrir una Comunidad Eu-ropea».

(54) Cfr. R. BIRK (ed.): Europáisches Arbeitsrecht, 1990.(55) Al respecto, vid. U. SIEBER: «Europ. Strafrecht, Europ. Einigung (Bochumer Strafre-

chtslehrertagung, 1991)», ZgesStrW, 1991.

25

Page 35: Número 79

PETER HABERLE

Cuando en el ámbito del Derecho administrativo europeo se habla delprincipio configurador del Estado de Derecho (56), en ese momento precisa-mente se está haciendo mención implícita a todo esto, del mismo modo queen el ámbito Derecho europeo del trabajo con relación a las ideas del EstadoSocial de Derecho o en el Derecho penal europeo en cuanto al principio «nulla.poena sine lege» (57). La comunidad científica cada vez se vuelve máscomunidad eurocomunitaria en el sentido de traspasar sus Estados nacionalesde Europa a Europa. Hoy ya no se puede hablar de la europeización de lateoría del Derecho y del Estado como visión de futuro. Ya hace tiempo quese van perfilando proyectos concretos basados desde un principio en datoseuropeos comunes —como, por ejemplo, la investigación sobre el derechode los partidos políticos de La Haya (58) o la ciencia jurídica medioambien-tal— (59). El ámbito cultural de la Comunidad Europea, al igual que los«elementos europeos del Estatuto de Radiodifusión», adoptados en forma deConvención sobre Televisión del Consejo de Europa y las directivas al respectode la Europa comunitaria de 1989, han producido ciertos «standards mínimoseuropeos», al igual que un «Derecho constitucional de los medios de la Europacomunitaria» (60). También se les puede denominar foros y marcos institucio-

(56) Cfr. J. SCHWARZE, op. cit. nota 52, vol. II, 1988, págs. 843 y sigs. (Seguridad jurídicay protección de la confianza) y págs. 1135 y sigs. (Principios jurídico-estatales de procedimientoadministrativo).

(57) En este sentido se manifiesta la conferencia de profesores de Derecho penal de Zurichen su debate; vid. VVDStRL, 50, 1991, pág. 56.

(58) Vid. en el contexto las aportaciones de D. Tsatsos, en TSATSOS-D. SCHEFOLD-H. P.SCHNEIDER (eds.): Parieienrecht im europ. Vergleich, 1990; con estudios iuscomparatistas deM. MORLOK (ibid., págs. 655 y sigs); y TSATSOS: «ZU einer gemeinsamen europ. Pateienrechts-kultur?», DoV, 1988, págs. 1 y sigs.

(59) Cfr., en general, M. KLOEPFER: Umweltrechl, 1989, págs. 289 y sigs.; I. PERNICE,infra, nota 91. La dependencia interconstitucional de la Ley Federal de Bonn en países comoPortugal, España, Polonia, Grecia y Suiza, magistralmente presentada por U. BATTIS-E. G.MAHRENHOLZ-D. TSATSOS (eds.): Das GG im inlernalionalen Wirkungszusammenhang der Vf.,1990, así como los informes de D. Schefold y P. Ridola sobre Italia (págs. 69 y 81). Vid. elvolumen sobre los cuarenta años de la Ley Federal de Bonn editado por STERN-STARCK en 1990,GG u. Di Vfs-Rechsprechung im Spiegel ausl. Vf-Entwicklung. Una valoración sistemática deestos tres tomos, completada con otros paralelos agrupados en torno a Italia (Constitución de1947), España (Constitución de 1978), Francia y Suiza (Constitución de 1874), llevaría muy decerca a los contomos del DCCE.

(60) Vid. lit. de IPSEN: «Der kulturbereich im Zugriff der EG», Gedschrifi Geck, 1989,págs. 339 y sigs.; W. FIEDLER: Impulse der EG im kulturbereich, en S. MAGIERÁ (ed.): DasEuropa der Burger, 1990, págs. 147 y sigs.; B. MOWER-M. SCHMIDT-VOCKENHAUSEN: «Europ.Elemente der Rundfunkordnung», Jura, 1991, págs. 113 y sigs.; M. SCHWEITZER: EG-Kompeten-zen im Bereich von Kultur und Bildung, en D. MERTEN (ed.): Fóderalismus und EG, 1990, págs.147 y sigs.

26

Page 36: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

nales, como el Instituto de Estudios Europeos de Florencia, el programaErasmo y tantos otros proyectos iniciados por la CE en común (por ejemplo,en Budapest y Salzburgo); lo decisivo de todo ello es que la comunidadcientífica en cada una de las disciplinas particulares se incline «tendencialmen-tc» hacia la meta eurocomún.

Todo ello no significa en absoluto rechazo alguno de la ciencia jurídicacomo disciplina «nacional», permaneciendo como tal en mayor medida toda-vía que si se limitara al papel de simple «proveedor». Sin embargo, ellosignifica que la dimensión actual y potencial europea debe ser tomada enconsideración ya desde un principio, en toda cuestión jurídica tanto nacionalcomo estatal, a nivel constitucional.

Metodológicamente, el afianzamiento del Derecho comparado a nivel deDerecho constitucional puede considerarse el «quinto» método exegético yvehículo de perspectiva eurocomún (61). La integración de la metodologíaiuscomparatista en la de Savigny no se limita, por cierto, tan sólo a compararlos ordenamientos jurídicos europeos en materia constitucional (62). El mé-todo comparatista, empero, puede ser empleado en Europa preferentementecomo método exegético en base al hecho de que, pese a toda su variedad,sigue desarrollando una cultura común europea de consuno. Se trata de launidad cultural de Europa, cuya raigambre forma el substrato del DCCE (63).

La elaboración general de la «historia del Derecho europeo», actualmenteen fase de profundización, forma también un elemento más del mosaico de

(61) Vid., completando mi lección magistral de Madrid, «Grundrechtsgeltung u. GR-Inter-pretation im Vf-Staat», JZ, 1989, pág. 913, y más en profundidad en VRU 23, 1990, págs. 225y sigs.

(62) En mi conferencia «1789 ais Teil der Geschichte, Gegenwart und Zukunft des Vfs-Staa-tes», JoR 37, 1988, págs. 35 y sigs. También en H. STEINBERCER, Der Vfs-StaatalsGlied, cit.

(63) Hasta hoy permanecen como ejemplos los escritos iniciales y pioneros de E. RABELen materia de Derecho comparado, especialmente en aspectos de jurisprudencia internacional(cfr. Ges. Aufs., vol. II, 1965; vol. III, 1967). En las págs. 3 y sigs. del vol. III aparecentérminos muy relevantes hoy como «comparación histórica», «introspección de ideas básicas»,«diversificación de las reservas de soluciones», «crítica jurídica, política», etc.; cfr., asimismo,el vol. II, pág. 1: «Si la tarea primera y primordial del Derecho comparado consiste en probary relacionar sistemas jurídicos buscando semejanzas, diferencias y mutuas influencias...» M.REINSTEIN es el otro clásico del moderno iuscomparatismo que vuelve más modesto a todoiuspublicista que se precie. Cfr. sus grandes artículos en Ges. Schrifien, vol. 1, 1979, págs. 251y sigs. («clases de recepción»); 1956, id., págs. 261 y sigs., bajo la frase: «La ciencia jurídicaadoptará de nuevo, como a principios del siglo xix, su rol de preservadora de la unidad culturaljurídica» (pág. 262). Al respecto, H. COING: «Aufgaben der Rechtsvergleichung in unserer Zeit»,NJW, 1981, págs. 2601 y sigs. (especialmente, pág. 2604: «Época que se extiende... hasta unnuevo tus commune»).

27

Page 37: Número 79

PETF.R HABERLE

«europeización de las ciencias jurídicas», es decir, del campo que acota elDerecho comparado en su dimensión histórica (64).

I I I . PERFILES DE UNA TEORÍA DEL DCCE

1. «El Derecho común» como categoría científica

La categoría aquí propuesta como DCCE se incardina en la tradiciónconceptual propia de las ciencias jurídicas que le pudieran reportar utilidaden su futura carrera, véase tanto en el aspecto formal como material. Enprimer lugar, y en calidad de modelos y precursores, se encuentran los textosy materias del «Derecho civil comunitario»—hoy por hoy, foco de discusiónpor parte de la ciencia jurídico-privatista—, vinculado a conciencia con elantiguo ius commune europeo de los siglos xm a xvm (65). En cualquiercaso, no hay que dejar de mencionar aquí fenómenos más antiguos si cabe,como el desarrollo del «Derecho común francés» (66) durante el siglo xvi nipasar por alto las divergencias exegéticas que fue necesario superar a mediadosdel xix en los Estados de la Confederación Alemana del Norte respecto dela Ordenanza General Cambiaría y Código Mercantil (alemán) (67). Y si enAlemania se dio una especie de forma predecesora de lo que más tarde seríala Federación de Estados (Lánder), en Francia, en cambio, aquélla fue unaetapa de unificación que arrancó de los usos y costumbres existentes a lolargo de toda la geografía francesa y desembocó en el Derecho común francés,base del Código de Napoleón. En todo caso, siempre fueron los textos ymaterias del Derecho común el vehículo y la forma de expresión de unaunidad jurídico-político-cultural que se extendió allende las fronteras. Por

(64) Características al respecto son las publicaciones del Instituto Max-Planck, de investi-gación histórica, en cuanto a la colección «Ius commune», con números como el de E. V. HEYEN(ed.): Geschichte der VW-Rechtswissenschaft in Europa, 1982, y Wissenschaft und Recht in derVenvaltung des Ancien Régime, 1984. Vid. los FS de Gagner (editados por M. STOLLEIS y otros,1991) bajo el título Sludien zur Europ.-Rechtsgeschichte. Recientemente, D. WILLOWEIL, en R.SCHULZE (ed.): Europáisches Recht und Vfs-Geschichte, 1991, págs. 141 y sigs.

(65) H. KOI.TZ: Gemeineuropáisches Zivilrecht, en FS K. Zweigert, 1981, págs. 481 y sigs.(especialmente, pág. 490); E. A. KRAMER: «Europ. Privatrechtsvereinheitlichung», JurislischeBlátter, 1988, págs. 477 y sigs., con indicaciones de otras fuentes, como COING: UrsprünglkheEinheil der Rechtswissenschaft, 1986; F. GESCHNITZER: Schaffung eines gemeinsamen europáis-chen Zivilrechls, 1960. Kramer pondera de forma precisa los argumentos pro-contra en la creaciónde un «Derecho comunitario europeo civil» (ibid., págs. 485 y sigs.). Impresionante el trabajode COING en «Europáisierung der Rechtswissenschaft», NJW, 1990, págs. 937 y sigs. TambiénH. P. MANSEL, JZ, 1991, págs. 529 y sigs.

(66) Vid. KOTZ, op. cit., pág. 499.

(67) Vid. KOTZ, op. cit., pág. 489.

28

Page 38: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

ello, no es nada fortuito que la obra, hoy ya clásica a nivel de teoría delDerecho y Derecho comparado, de J. Esser Principio y norma en la elabora-ción jurisprudencial del Derecho privado (1956; cuarta edición, 1990) pole-mice por doquier en torno a un «pensamiento jurídico en común», configuran-do así una terminología jurídica clave que alcanzará hasta los mismos princi-pios de las ciencias de la cultura (68).

En el campo del Derecho público aparecen cada vez con más frecuenciaideas jurídicas comunes respecto del Derecho estatal y el eclesiástico por unaparte, y por otra (69), como eslabón de unión entre el Derecho público y elprivado (70); finalmente —y esto es lo relevante en este contexto—, tambiénen el Derecho constitucional alemán en cuanto «Derecho constitucional comúna todos los alemanes» (71), ampliado desde la óptica iuscomparatista al De-recho constitucional suizo común, extremo este constatado en el respectivodebate sobre la materia (72). En particular, en los últimos tiempos se danalgunos indicios aislados que apuntan a un Derecho comunitario europeo oa fórmulas similares (73) en el propio seno del Derecho europeo y en su más

(68) Vid. supra, nota 6: «herencia jurídica común» (pág. 221); «pensamiento jurídicocomún de la jurisprudencia» (pág. 263); «principios de Derecho común» (pág. 287); «la destruc-ción de esta base comunitaria... es.. . producto de tres factores: absolutismo, ilustración y Estadonacional» (pág. 293); «Derecho común contenido en los principios generales del Derecho (prin-cipes généraux du droit)» (pág. 345). Sobre los principios jurídicos de las naciones basadas enel régimen de Estado de Derecho, generalmente reconocidos, vid. ibid., págs. 34 y sigs. y 387y sigs.

(69) Vid. P. HABERLE: «Gemeinrechtkirchliche Gemeinsamkeiten der Rechtsprechung staa-tlicher und kirchlicher Gerichte?», JZ, 1966, págs. 384 y sigs.; más adelante, de forma paralela,en sentido de un «concepto jurídico unitario» respecto a la «integración del Derecho eclesiásticoen una categoría más amplia que la secularmente dualista», vid. K. SCHLAICH: «Kirchenrechtund Kirche», ZevKR 28, 1983, págs. 337 y sigs. (especialmente, pág. 359).

(70) M. BULLINGER: Oeffentliches Rechl und Privatrechl, 1968.(71) P. HABERLE: «Landesbrauch oder Parlamentarische Rechtsystem?», JZ, 1969, págs.

613 y sigs. (con referencias jurisprudenciales). Sobre Derecho administrativo alemán «común»a todos los Lánder (aspectos históricos), en FORSTHOFF, VWR I, 10.* ed., 1973, pág. 51; sobre«Derecho del Estado "común" a todos los alemanes», vid. M. FRIEDRICH, JOR 34, 1985, págs.1 y sigs.

(72) Cfr. el artículo: «Neuere Verfassungen und Verfassungsvorhaben in der Schweiz...»,JoR 34, 1985, págs. 303 y 340 y sigs. Vid. reseñas en nota 94.

(73) Cfr. H. P. IPSEN: Europáisches Gemeinschafisrecht, 1972, pág. 108 («el Derecho'comunitario es Derecho que todos tienen en común»); E. RIEDEL: «Entschádigung für Eigentum-sentzug nach Art. 1 des Zuzatzprotokolls zur EMRK - Zur Herausbildung eines gemeineuropáis-chen Standards», EuGRZ, 1988, págs. 333-338; J. A. FROWEIN: Eigentumsschutz in Europarecht,en FS Kutscher, 1982, págs. 189-200 («standard europeo común, proceso de toma y daca entreniveles nacional y europeo»); del mismo autor: Die Herausbildung vurop. Vfs-Prinzipien, en FSMaihofer. 1988, págs. 149 y sigs. En general, véase COING: Gemeines Rechl und Gemeinschafis-recht in Europa, en FS Hallstein, 1966, págs. 116 y sigs.

29

Page 39: Número 79

PETER HABERLE

estricto sentido (es decir, en el Derecho de la Comisión de Derechos Humanos,en el del Consejo de Europa y el dimanante de la Conferencia para la Seguridady Cooperación en Europa).

A nivel de política general, como el de la discusión sobre protección deminorías respecto de los alemanes residentes en los otrora territorios alemanesde Polonia, se habla ahora, en 1991, de una regulación elaborada en base a«standares europeos», reflejada en el denominado tratado de buena vecindad,actualmente en vía de negociación (74). ¿Qué podemos colegir de esta reseña?Pues bien, que la categoría «Derecho común» es la adecuada en gran medidapara designar y fomentar el desarrollo de un Derecho de objetivos comunes,impulsado por legisladores, científicos y juristas que lo aplican en la praxisa todo nivel y que además manifiestan su eficacia allende las fronteras,apuntando a objetivos básicos que se desarrollan, finalmente, en un substratode raigambre y cultura jurídica comunes. (Aquí se incluye el factor tiempoen cuanto idea de un desarrollo a corto y a medio plazo.)

Esta función heurística del «pensamiento jurídico común» se muestraaltamente eficaz en las más diversas constelaciones ético-jurídicas de la viejaEuropa, alentando así a su asunción hoy, en vistas a la Europa contemporánea,como DCCE.

La participación de Inglaterra en Europa y su plena integración jurídica-mente institucionalizadas (a nivel CE, Comisión de Derechos Humanos yConferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa) pone también demanifiesto que su tradición basada en la common law—muy justamente traídaa colación por la ciencia jurídica privatista en vistas a la obtención de unDerecho común— (75) más que obstaculizar lo que hace es precisamente locontrario: fomentar el desarrollo de un Derecho común en nuestra Europa.

2. Principios estructurales de DCCE

Teóricamente, la cuestión de principios respecto del DCCE es altamentesignificativa por referirse a algo fundamental y no al mero detalle formalista,

(74) Cit. del FAZ, 6 de marzo de 1991, pág. 1. Declaraciones del ministro federal alemánH. D. Genscher en vistas al convenio de buena vecindad con Polonia: «En conjunto, se halogrado reflejar por escrito en el citado convenio, cobrando por ello validez internacional, unaparte esencial del standard mínimo europeo existente sobre derechos de minorías, como el queconsta en el documento final del encuentro de Copenhague sobre la dimensión humana de laConferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa y anteriores recomendaciones del Consejode Europa» (FAZ, 18 de mayo de 1991).

(75) Cfr. ESSER: Grundsatz, cit. (nota 6), págs. 183 y sigs. 225 y sigs.; vid. también E.A. KRAMER, op. cit. (nota 65), pág. 486, como posible contraargumento. COING, NJW, 1990,pág. 937, cita la common law americana como ejemplo cara a la posibilidad de una «cienciajurídica supraestatal».

30

Page 40: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

al tiempo que indica apertura y flexibilidad. El concepto de «principio» haexperimentado ya hasta el presente y a todos los niveles de la ciencia jurídicasus cualidades específicas: en el ámbito meramente iusprivatista europeocomún, en la forma elaborada por J. Esser en su gran proyecto: Principio ynorma, antes citado, y en el del estatal, en lo tocante a derechos fundamenta-les (76).

El reconocimiento de la existencia intrínseca de principios de Derechoconstitucional común europeo hace que éste sea especialmente adecuado parael cumplimiento de sus objetivos, por lo que no debe unificar de formainflexible, sino actuar de forma no dogmática tras el Derecho positivo (escrito—sensu stricto— o consuetudinario); debe facilitar, al participar en su tarea,el recurso a principios ético-jurídicos, ampliando la panorámica de la culturajurídica. En último extremo, la cuestión de principios —a saber, la de losprincipios constitucional-común-europeos, o principios del DCCE—hace quela relativa a las fuentes del Derecho pase a ocupar, en el mejor de los casos,un lugar secundario, si no la convierte, en último término, en algo puramentetangencial (muchos argumentos se han aducido ya desde hace tiempo en prode la supresión de la locución «fuente del Derecho»); la existencia de algoque se va desarrollando al paso de los complejos estadios que surgen en la^creación y exégesis de textos jurídicos, cuando en ellos participan muchosimplicados, así lo sugiere.

La validez y su respectivo ámbito, o sea, la forma en la que aparece elDCCE, son sólo aspectos secundarios, aunque puedan, de hecho, ostentar lasmáximas cotas jurídicas dentro del Derecho nacional constitucional; sin em-bargo, en ciertas circustancias, será suficiente con leyes ordinarias —con lasque, por ejemplo, se sancionan a nivel estatal convenios como el fundacionaldel Consejo de Europa— y con principios generales del Derecho (no positi-vados) (77) puestos de manifiesto a través de la magistratura de Tribunales

(76) R. ALEXEY: Theorie der Grundrechte, 1985; véase, igualmente, del mismo autor:«Grundrechte ais subjektive Rechte und ais objektive Normen», Der Staat, 29, 1990, págs. 49y sigs. Del mismo modo, mi «referencia» al respecto en VVDStRL 30, 1972, pág. 186, debatesobre si Grundsatz und Norm, de J. Esser, es adecuado o no para tratar la temática de los derechosfundamentales». Finalmente, F. BYDLINSKI: Fundaméntale Rechtsgrundsálze, 1988.

(77) El recurso a los principios generales del Derecho es sólo aglutinante específico paraprocesos de reunificación en el seno de varias culturas jurídicas, tanto si se hallan firmementepositivados (por ejemplo, el art. 215.2 del Tratado de Constitución de la CEE; el art. 123.2 dela Ley Fundamental de Bonn; el art. 3S.l.c) del estatuto alemán IGH; el art. 7 de la ley denavegación suiza; también el núm. 7 de la ABGB) como si no lo han sido; no obstante lo cual,pueden ser entendidos como componente «inmanente» y prueba tangible de una «generalidad»material, arraigada en último extremo en aspectos comunes culturales. Todo lo que no se encuentraen un estado suficientemente denso, desde el punto de vista jurídico —es decir, precisamente lo

31

Page 41: Número 79

PETER HABERLE

Constitucionales —tanto en sentido estricto como en el más amplio— (porejemplo, el Tribunal Federal suizo y el mero Derecho europeo, como el ActaÚnica Europea de 1986 y las dimanantes de la Conferencia para la Seguridady Cooperación de Europa; por ejemplo, respecto de la «dimensión humana»de Copenhague y París, de 1990).

Las mismas ideas se dan, con frecuencia, en forma progresiva en los másdispares ámbitos de validez del ordenamiento jurídico y, poco a poco, encasi todas las fuentes del Derecho para así hacerse valer como substrato comúneuropeo, apareciendo en las constituciones de las naciones del continente (porejemplo, el art. 28.1, ap. 2, de la Ley Fundamental de Bonn; el art. 9 de laConstitución portuguesa de 1976; el preámbulo de la Constitución españolade 1978 y en el más reciente de la húngara de 1949-89 «... la economíasocial de mercado que hace realidad el Estado de Derecho»; el de la ComisiónEuropea de Derechos Humanos, de análogo tenor; la declaración en comúnde la Comunidad Europea, de abril 1989: ... «Europa refuerza la existenciade una comunidad jurídica basada en la salvaguardia de la dignidad humanay de los derechos fundamentales»; el Acta Única Europea, de 1986 [salvaguar-da de la ley]; finalmente [1990], la Carta de París de la Conferencia para laSeguridad y Cooperación en Europa [subordinación del poder del Estado alDerecho]).

3. Ventajas del reconocimiento y desarrollo del DCCE;posibles inconvenientes y límites

La exigencia de una labor abierta y consciente respecto del DCCE tieneun trasfondo teórico y otro práctico. Veamos primero el práctico: el legisladory el intérprete constitucional nacional pueden enriquecerse ambos de la exigen-cia de un cúmulo de principios reputados corrientemente comunes o, en todocaso, capaces de convertirse en ello a nivel constitucional. También puedensacar partido de la experiencia que otros hayan realizado anteriormente enEuropa a la hora de resolver problemas jurídico-constitucionales, así comotambién resolver los suyos propios gracias a una labor iuscomparatista basadaen textos análogos «foráneos». Otro tanto puede decirse en cuanto a lograrun balance equilibrado mediante «préstamos» de textos y normativas legales,caso de existir déficit. Las ciencias jurídicas en general y la doctrina consti-

cultural—, puede convertirse en principio del Derecho a través del vehículo de los «principiosgenerales del Derecho». El método iuscomparatista es justamente el de «concretización de losprincipios generales del Derecho» (formulación similar en K. LARENZ, JZ, 1962, págs. 269 ysigs.). Los standards son una versión moderna de tales principios. Ambos conceptos tienencarácter de principios.

32

Page 42: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

tucional en particular no son todavía lo suficientemente conscientes de supropia envergadura empírico-científica. Las experiencias obtenidas por otrosEstados constitucionales europeos como soluciones, y las respuestas que deello dimanan, tanto a nivel político como exegético-jurídico, pueden serintegradas mediante su «recepción». Las constituciones nacionales europeasasemejan un gran «tallen> en el que a fin de cuentas existen unos procesosde producción y recepción jurídica comunes a todos. A nivel interno, en losEstados federales ya se puede comprobar este aserto de forma casi modélica(por ejemplo, en Suiza, respecto de los movimientos de revisión parcial ototal de los años sesenta) (78).

En el ámbito europeo podría decirse algo similar (por ejemplo, de la CE,del Consejo de Europa y de la Conferencia para la Seguridad y Cooperaciónen Europa), si bien no se ha tomado todavía suficientemente conciencia deello ni tampoco se designa por su nombre. Donde también se observa especial-mente es en la Eurppa del Este, donde resulta más fácil crear estados consti-tucionales, ya que allí siempre puede decirse, desde la óptica occidental, queciertos principios constitucionales no corresponden en el fondo sino a «stan-dards europeos comunes».

Respecto del trasfondo teórico, bien pueden añadirse dos palabras: poruna parte, el paradigma usado en los análisis de niveles en los textos indicacuan efectivo se halla el tipo denominado «Estado constitucional» a lo largoy ancho del planeta, especialmente allende el Atlántico. La especial proximi-dad geográfica y la vecindad de ciertos Estados constitucionales concretos enla vieja Europa posibilita procesos de intercambio por el mero hecho de queEuropa tiene «una» cultura (79). Este aspecto cultural, denominado con másprecisión conceptual «cultura jurídica», es motivo suficiente para acercar atodo legislador e intérprete constitucional europeo mucho más todavía, portener siempre a mano el posible recurso de acceder o reconducir su trabajoal DCCE. La Europa del Este en especial puede recuperar su identidad culturaltras el vacío dejado al desplomarse el marxismo-leninismo, reafirmando supertenencia a la Europa cultural. Consecuentemente con ello, ya se empiezana vislumbrar por doquier en todo el Este los efectos de la imitación comoejemplos de textos constitucionales occidentales.

Por otra parte, la consecución del mercado interno europeo, que se con-sumará en 1992, exige un Derecho constitucional económico unificado (efec-

(78) Vid. al respecto mi trabajo Neuere Verfassungen u. Vfs-Vorhaben in der Schweiz, ci'..,págs. 303 y sigs.

(79) Vid. mi trabajo homónimo respecto de las perspectivas jurídico-constitucionales de lacultura y respecto de Europa en JoR, 1983, págs. 9 y sigs. En general, P. MORAND: L'Europegalante, 1988, y O. MOLDEN: Die europáische Nation, 1990.

33

Page 43: Número 79

PETER HABERLE

tivo bajo los principios de la economía social de mercado y extensible a laslibertades económicas y a los aspectos de seguridad social). El cada vez másamplio tráfico económico allende las fronteras (80) no sólo exige solucionesunificadas a nivel de Derecho privado, sino de Derecho constitucional: heaquí una muestra del DCCE.

La integración europea, empero, no se efectúa sólo a nivel económico,sino fructificando a nivel cultural y profundizando en el jurídico, impulsadapor el desarrollo del DCCE, que debe tener en cuenta en todo caso previamen-te, por supuesto, la diversidad cultural europea a la hora de reflejarse a nivelpositivo como reacción. La Europa del Este en particular sólo puede reinser-tarse en el contexto global europeo a nivel de los estratos más profundos,independientemente de la manera en que lleve a término su integración; esdecir, tanto si lo hace desde la más estricta, mediante su adhesión a la CE,como si es de otra más tenue mediante la inclusión en el Consejo de Europao por pertenecer a la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación enEuropa (factor que últimamente se ha reforzado adoptando el anglicismo softlaw), con todo lo cual colabora intensamente en la consecución de un DCCE(cfr. suprá).

Grosso modo, la toma de conciencia del DCCE ya existente y el cuidadodesarrollo del nuevo pueden conducir al tantas veces soñado refuerzo de la«identidad europea» (81).

Mas tampoco hay que silenciar posibles inconvenientes y limitaciones.No en vano todo europeo está orgulloso de la diversidad de su continen-te (82) tanto a nivel cultural como al jurídico, todo ello sin hablar aquí de lasolución denominada «tabula rasa para todos» a la hora de la unificaciónjurídica europea de T. Mayer-Maly. Sin embargo, es justamente esta diversi-dad la que ilumina, en último extremo, la unidad cultural del continente ysus últimos (y penúltimos) principios de justicia, hoy asumidos por numerosasconstituciones, que no son en el fondo sino idénticos. Aparte de que no setrata de sumar y cuantificar sólo a nivel numérico, sino de evaluar con baremosde justicia y análogos criterios. Deducir el DCCE únicamente puede llevarsea cabo con sumo cuidado y con una gran sensibilidad frente a todo lo no«europeo común» (82), ya que lo nacional es lo que atribuye carácter especí-

(80) Cfr. respecto del campo civilista H. KOTZ, op. cit. (nota 65), y FS Zweigerl, págs.488 y sigs.

(81) Ejemplarmente desarrollado en el campo privatista por E. A. KRAMER, op. cit. (nota2), pag. 487: «En todo caso, el Derecho europeo privado no es sólo un producto culturalsecundario marginal, sino uno de sus componentes centrales en base a su vieja tradición y altacalidad formal y material.»

(82) Tiene razón E. A. KRAMER {op. cit. [nota 2], págs. 486) en este contexto.

34

Page 44: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

fico y es piedra de toque precisa donde radica la diversidad jurídico-culturaleuropea. El tener siempre bien presente el contenido «nacional» específico decada Derecho constitucional de un Estado concreto o país es lo que, en últimotérmino, puede evitar que se incurra en el error de reducir «a común denomi-nador» de forma precipitada justamente aquello que debe ser y permanecer«diferente»; piénsese en los preámbulos de textos legales en cuanto a sudimensión de resumen expositivo de la historia nacional, en las garantías delas festividades nacionales y en tantos otros textos constitucionales repletosde símbolos (83). Tampoco se debe allanar toda diferencia en la estructurafederal de países como, por ejemplo, Suiza, Alemania y Austria —en lotocante a la autonomía de sus Lánder— más allá de lo meramente teórico detodo arquetipo de Estado federal comunitario europeo. Pues bien, a pesar detodo ello, también aquí aparecen con mayor vigor características comunes,como la posibilidad de crear un Derecho común a todos los alemanes (84) eincluso a todos los ciudadanos residentes en los cantones, al igual que la ideade la federación (85).

4. Las dos vías existentes de producción del DCCE

El DCCE no es un producto acabado. Debe ser todavía rigurosamenteelaborado y desarrollado, a la par que reflexionado, por más alcanzables queparezcan sus materias ya desarrolladas, en potencia o de hecho. Visto grossomodo, podrían diferenciarse dos vías sobre las que formular el DCCE: 1) lajurídico-política del legislador, y 2) la exegética de la judicatura. Ambas sediferencian sólo en su aspecto básico, interfiriéndose con frecuencia: el intér-prete crea un gran marco jurídico-político y viceversa; la política aplicada alcampo del Derecho presupone varios momentos hermenéuticos previos (porejemplo, al tratar del análisis comparado de niveles existentes en los textos).

(83) Más amplio en mis trabajos de reelaboración: Práamble im Text und Kontext vonVerfassungen, en FS Broermann, 1982, págs. 211 y sigs.; Feiertagsgarantien ais kulturelleIdentitátselemente des Verfassungsstaales, 1987.

(84) Cfr. supra, nota 72; infra, nota 94.(85) Al respecto, vid. K. STERN: Das Slaatsrecht der BRD, 2.' ed., 1984, págs. 699 y

sigs.; J. ISENSEE: Ide u. Geslall des Foederalismus im GG, cit., págs. 599 y sigs.; U. HAFELIN-W.HALLER: Schweizerisches Bundesstaatsrecht, 2.' ed., 1988, págs. 94 y sig.; C. STARCK (ed.):Zusammenarbeit der Gliedsattaten im Bundesslaal, 1988; P. PERNTHALES: Allgemeiner Slaals-u. Vfs-Lehre, 1986, págs. 430 sigs. Puede verse un trabajo ejemplar de iuscomparatismo federalen T. FLEINER, VVDStRL 46, 1988, págs. 123-126 (debate). Sobre la totalidad, véase mi trabajo«Aktuelle Probleme des dt. Foederalismus», Die Verwaltung, 1991, págs. 169 y sigs.

35

Page 45: Número 79

PF.TER HABERLE

1) Política jurídica en materia de DCCE. En principio, se dedican auna labor jurídico-política quienes pergeñan el Derecho constitucional, empe-zando por el legislador constitucional de cada nación, pero también quienesredactan sus reformas, tanto parcial como en su totalidad, al preparar losproyectos y borradores e ir comparándolos, conscientes de ello o no. Elanálisis de los niveles que existen en los textos puede sacar a la luz esta laborcomparatista (86). Comparar significa reelaborar tanto lo igual como lo des-igual. Quienquiera que desee elaborar un nuevo proyecto constitucional parasu propio país en Europa podrá reconocer, en base a un amplio estudio delcontinente, qué principios se consideran de hecho «comunes» y cuáles debenpermanecer como propios y específicos de cada país. Las constituciones yanálogos proyectos de la Europa del Este de cuño más reciente, y sobre todolos relativos a los nuevos Lander alemanes, evidencian en cuántos camposse da ya el substrato jurídico común de principios constitucionales, de reciboen el Este de Europa, configurado como ius commune constitutionale; laeconomía social de mercado, los derechos fundamentales clásicos y los pro-cedimientos de protección jurídica pertenecen a este apartado (87). al igualque la apertura del Este de Europa y sus procesos actuales de adaptación alDerecho constitucional occidental (que a veces resultan ser elementos de una«constitución modelo») son allí prueba reforzada de la consolidación de prin-cipios constitucionales concordantes de Derecho europeo en común. Los de-rechos fundamentales de la Comisión de Derechos Humanos, si bien a nivelnacional no siempre se sitúan ni se interpretan al mismo nivel de los derechosconstitucionales, son, no obstante, el núcleo central del DCCE (88). Frentea la interacción existente entre el Derecho puro y simple y el constitucio-

(86) Sobre Suiza, vid. mi trabajo Neuere Verfassungen... Schweiz, cit., págs. 303 y sigs.,proseguido por U. BATTIS-E. G. MAHRENHOLZ-D. TSATSOS (eds.), op. cit., pág. 17. Respecto

de los países en vías de desarrollo, cfr., asimismo, mi aportación en «Die Entwicklungslanderim Prozess der Textstufen Differenzierung des Verfassungsstaates», VRU 23, 1990, págs. 225y sigs.

(87) Cfr. los textos de Hungría en JoR 39, 1990, págs. 258 y sigs., y sobre los estadosfederales de los antiguos territorios alemanes del Este, págs. 373 y sigs. Sobre el desarrolloconstitucional en la Europa del Este, véase mi trabajo homónimo en FS Kilagawa, 1991.

(88) Suiza menciona el rango constitucional de la «Comisión de Derechos Humanos delParlamento Europeo». Cfr. al respecto J. P. MULLER: Elemente eine schweizerischen GR-Theorie,1982, pág. 177; también, M. E. VILLIGER: «Die europáische MR-Konvention u. die schweizeris-che Rechtsordnung», EuGRZ, 1991, págs. 81 y sigs. Sobre Austria, véase L. K. ADAMOVICH-B.C. FUNK: Oesterr. Vf-Recht, 2.*ed., 1984, pág. 82. Sobre los principios generales del ordenamien-to jurídico de todos los Estados miembros de la susodicha Comisión, vid. H. MIEHSLER Intkomm-EMRK, 1986, Rdnm. 86 y sigs. (referente al art. 6).

36

Page 46: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

nal (89) no se debería subestimar la labor jurídico-política conseguida al reuni-ficar de iure a Europa a tenor de lo dispuesto en el artículo 100 y \00.a) delTratado fundacional de la CEE, pues si bien desde un punto de vista puramenteformal se halla ubicado un peldaño más abajo que la Constitución (90), bienpodría elevarse a medio plazo en base a los reglamentos y a las directivascomunitarias para lograr una efectividad de mayor envergadura capaz de servirde modelo reunificador; dicho de otro modo, se trata de cooperaciones cons-titutivas en vías de consecución de un DCCE. Todo lo hasta ahora dicho esválido, por ejemplo, para el Derecho que regula el medio ambiente (91). Porlo demás, también hay que citar como hitos todos los esfuerzos encaminadosa la revisión del DCCE «primario», es decir, eventos tales como la creaciónconjunta de un Acta Única Europea, al igual que los simples proyectos deuna Constitución europea (92). Todas estas partes presuponen estudios com-parados previos y pueden señalarse como labor ex ante en vistas a la creaciónde un DCCE.

Es evidente que con la mera creación de textos constitucionales concordan-tes sólo se da un primer paso en la vía de acceso al DCCE, reiteradamentealudido, al igual que es sabido también que formas textuales idénticas enmodo alguno significan garantía de contenidos idénticos, toda vez que dichostextos ostentan a veces o bien un contenido indeterminado o bien inclusoequívoco. Este argumento, que relativiza el paradigma de análisis antes alu-dido a nivel de los textos, debe ser tomado muy en serio. Y viceversa, elDCCE puede aparecer bajo distintas redacciones debido al hecho de que, pesea toda diferencia, el proceso interpretativo depende, en último término, decada una de las concepciones y valores que se atribuya a la justicia en lasdiferentes naciones.

No existe ningún artículo, a nivel de Derecho constitucional, similar ensu tenor literal al artículo 100 del Tratado constitutivo de la CEE; quierodecir con esto que no existe institución jurídica alguna en toda Europa dedicadaa la unificación jurídica —por muy buenas razones—, pese a lo cual la

(89) Al respecto, P. LERCHE-STILLER: Vjs-Wandel ais aktuelles Politicum, en FS Mainz,1971, págs. 285-286; P. HABERLE: Die Wesensgehallgarantie..., cit.

(90) Sobre el artículo 100 del Tratado fundacional de la CEE, vid. A. KRAMER, op. cit.(nota 2), pág. 480.

(91) Cfr. I. PERNICE: «Auswirkungen des europ. Binnenmarkts auf das Umweltrecht-Ge-meinschafts-(Vcrfassungs)-rechtliche Gnindlagen», NVwZ, 1990, págs. 201 y sigs.

(92) Al respecto, véase R. LUSTER (ed.): Bundesstaat Europ. Union, Ein Vfs-Enlwurf, 1988.Vid. también el proyecto constitucional de una unión europea presentado por la fracción del«Europáische Volkspartei» (septiembre 1983) en J. SCHWARZE-R. BIEBER (eds.): Eine Verfassungfur Europa, 1984, págs. 571 y sigs.

37

Page 47: Número 79

PETER HABERLE

actividad jurídica del Consejo de Europa (y de la Conferencia para la Segu-ridad y Cooperación en Europa), la de la Comisión de Derechos Humanos yla del Consejo de Seguridad, todas ellas trabajando en materia de derechosfundamentales, han dado como resultado una ingente labor que calificamoscomo «labor previa». Así, pensemos en las iniciativas presentadas en materiade protección del medio ambiente y en las que regulan los medios de comu-nicación. Por cierto, que también habría que preguntarse si con todo ello,paralelamente a los gremios como sucede en el Derecho civil (93), no deberíaser tarea científica la de proceder a una investigación, mediante el métodocomparatista, de la totalidad del Derecho constitucional europeo que alcanzaraincluso a sus propias propuestas político-constitucionales.

En todo caso, hay que advertir del peligro de incurrir en exageraciones;sea cual fuere la alegría del descubridor y pionero respecto a los elementosdel DCCE, se impone asimismo el respeto de sus límites, entre los que seencuentra la soberanía constitucional de cada nación y la individualidad delos respectivos Estados como factor condicionante de «lo común», dimanantetodo ello de la diversidad cultural viva de Europa. El DCCE no debe conver-tirse en mero instrumento de allanamiento o nivelación uniforme ni de igua-lamiento forzoso de todo Derecho constitucional nacional en una Europa unidapuramente imaginaria o en una que lo pretenda llegar a ser. El vigor y lafuerza del DCCE dependen de su riqueza, incluyendo el «sentido particular»y las «dislocaciones» de cada uno de los tipos de derechos contenidos en susconstituciones nacionales. Lo válido a nivel federal para relacionar cualquierDerecho constitucional alemán o suizo con las constituciones de sus propiosLánder o cantones (94) es, asimismo, válido a fortiori para relacionar elDCCE y el Derecho constitucional nacional (subsidiariedad).

2) La vía exegética de la judicatura en el reconocimiento del Derecho.La segunda vía para reconocer y/o desarrollar el DCCE es la exegética. Heaquí un campo donde la metodología científica debe realizar todavía su tareaprevia. También la jurisprudencia constitucional debería ocuparse y responsa-bilizarse de ello en la práctica. Las doctrinas sobre metodología de la interpre-

(93) Cfr. H. KOTZ, FSZweigen. cit. (nota 1); KRAMER, op. cit. (nota 2), págs. 479y sigs.(94) Al respecto, mis aportaciones: Neuere Verfassungen..., cit. (nota 86). Amplía la lite-

ratura las jornadas de Passau mantenidas por profesores de Teoría del Derecho y del Estado,publicadas en VVDStRL 46, 1988; por ejemplo, VITZHUM, págs. 7 y 13 y sigs.; G. SCHMID,págs. 92 y 113, y B. C. FUNK, pág. 174 (debates). Preferentemente críticos, cfr. C. STARCK,ibid., págs. 156.

38

Page 48: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

tación constitucional (95) se han decidido ya a la ampliación de la dimensióneuropeo-comunitaria. Concretamente, se trata de la dedicada al estudio com-parado a nivel científico-cultural. Tanto si se «canoniza» el método iuscom-paratista como quinto método, según Savigny (96), como si se renuncia aatribuir esta denominación tan sugestiva —lo reconozco—, todo ello es pura-mente contingente. Lo esencial es que el estudio comparado de las constitu-ciones ya se practica de hecho abiertamente y a conciencia, sobre todo encuanto a derechos fundamentales, aunque también aparece en cuestiones deDerecho constitucional primario a nivel nacional y no solamente en las rela-tivas al Derecho europeo en sus aspectos técnicos. Con esto debe quedar muyclaro que no siempre se puede o se debe «reconocer» el DCCE de forma«automática». El método iuscomparatista constitucional puede inducir, porejemplo, a la creencia de que sólo entre los tres cantones alemanes de Suiza,Alemania y Austria surge «lo común» o a tomar conciencia de ello, como,por ejemplo, en el ámbito de la problemática del Estado federal («Derechoeuropeo regional común»). A partir de un morffento dado, la cantidad setransforma en calidad, dando lugar a una «metodología axiológico-iuscompa-ratista», como, por ejemplo, la existente en materia de derechos fundamenta-les, toda vez que muchos Estados constitucionales europeos ya han halladosoluciones concordantes que traspasan el ámbito de la propia Comisión Euro-pea de Derechos Humanos, como las reflejadas en la más reciente declaraciónde la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa. De esta manera,los intérpretes del Derecho constitucional nacionales que no difieran sensible-mente en este punto pueden involucrar a «los otros europeos» como mediosde ayuda a la interpretación. Así se europeiza la sociedad abierta de intérpretesconstitucionales. Las doctrinas nacionales sobre el Estado de Derecho desem-peñan en todo ello un rol de pioneros y tienen una responsabilidad especial:la de formar la comunidad científica europea.

Cada vez se hace más necesaria una doctrina sobre la metodología común

(95) Es ya un clásico P. SCHNEIDER-H. EHMKE: Ppzien. der Vfs-lnterpretation, 1963; asimis-mo, K. HESSE: Grundzüge des Vfs-Rechts der BRD, 17.' ed., 1990, págs. 19 y sigs.; R. DREIER-SCHWECMANN (eds.): Probleme der Vfs-lnterpretation, 1976.

(96) Vid. las propuestas de Constitución en JZ, 1989, págs. 913-916, desarrolladas másampliamente en VRU 23, 1990, págs. 225-244. El método jurídico ya ha comenzado a integrar,en sus compendios, el método iuscomparatista (en principio). Cfr. H. M. PAWLOWSKI: Methoden-lehre für Juristen, 2.*ed., 1991,págs. 117 y sigs. («acceso al acervo de experiencias y conoci-mientos», con indicación a la tesis del autor sobre el «quinto» método hermenéutico). El métodoiuscomparatista se aborda en F. MULLER: Juristische Methodik, 2.' ed., 1976, págs. 124-146 ysigs., 164;4."ed., 1990, págs. 21, 198, 210; vid. K. LARENZ, puntualizando, enMethodenlehre,5.*ed., 1983, págs. 227, 233.

39

Page 49: Número 79

PETER HABERLE

europea. Esbozada ya en materia de Derecho civil (97), es todavía hoy porhoy un petitum o desiderátum en Derecho constitucional.

Así, pues, no se trata de «disciplinar» con todo ello la franqueza y lafuerza creadora de todo acto interpretativo por el que se conozca de formavinculante «de qué manera precisa» hay que combinar cada uno de los métodosde la hermenéutica constitucional (98). En lugar de ello, en cambio, lasmetodologías nacionales se deberían ocupar, con más intensidad de lo quehan venido haciendo hasta ahora, de elaborar sistemáticamente lo que se daen común a nivel de Derecho constitucional en todo Estado constitucionaleuropeo (incluyendo los requisitos de compresión previos «comunes» delDerecho y sus correspondientes técnicas de racionalización, etc.). Así, mien-tras que, por ejemplo, en Suiza.ya se practica con gran interés el Derechocomparado en materia de derechos fundamentales (99), en Francia, y pese asu propia autoconciencia de grandeza, sigue existiendo una gran oquedad—en cuanto a estudios análogos se refiere— en este campo. La Teoría Generaldel Estado en Italia (100), al igual que sucede en España (101), se halla, encambio, mucho más avanzada al respecto.

(97) Cfr., con referencia a Coing, H. KOTZ, op. cit. (nota 1). Una aportación imponderableen el desarrollo del DCCE aparece en el artículo 7 de la ley de la navegación suiza, posiblementeinfluido por el artículo 1.2 del Código Civil homónimo, a cuyo tenor dice:'«En caso de que ellegislador federal... no haya establecido ninguna norma al respecto, el juez juzgará según losprincipios secularmente reconocidos del Derecho marítimo, y a falta de éstos, según las normasque él mismo establecería si fuera legislador, teniendo presente que al hacerlo así debe respetartanto el Derecho legislado como el consuetudinario y tanto la ciencia como la jurisprudencia delos Estados que practican la navegación.»

(98) Vid. mi comentario al respecto, o sea, «Kommentierung statt Verfassunggebung?»,en DVBI, 1988, págs. 262-267.

(99) Ejemplar es J. P. MULLER, op. cit. (nota 35) (referente a la literatura jurídica angloa-mericana y alemana), y del mismo autor, Die GR der schweizerischen Verfassung, 1991, págs.4 y sigs., 87 y sigs., 112 y sigs., y P. SALADIN: Grundrechte im Wandel, 3." ed., 1982, págs.391 y sigs., 419 y sigs.

(100) La Teoría del Derecho y del Estado italiano no sólo cita desde hace tiempo la literaturajurídica alemana, sino que la reelabora en todos sus géneros. Cfr., en general, R. SCHULZE (ed.):Dt. Rechtswissenschaft und Staatslehre im Spiegel der italienischen Rechlskullur wahrend derzweiten Halfte des 19. Jahrh., 1990. También en revistas, como A. CORASANITI: «Note in Temadi Diritti fondamentali», Dirilto e Societá, 1990, págs. 189 y sigs.; en estudios monográficos,como M. CARDUCCI: L'accordo di coalizione, 1989, págs. 3, 15, 125 y passim; P. RIDOLA:Democrazia pluralistica e liberta associative, 1987, passim; en libros de texto, como P. GROSSI:/ diritti di liberta ad uso di lezzioni, I, 2.' ed., 1991, págs. 97, 145, 281, etc.; F. SORRENTINO:Le fonti del Diritto, 1987, págs. 145, 152; A. PACE: Problemática delle liberta costituzionali(Parte genérale), 1985; en obras de recopilación, como A. A. CERVATTI: Le garanzie costitucio-nali nelpensiero di C. Mortati, 1990, pág.418; Dottrine generali e costitucionali delta Repubblicaitaliana, 1962; A. BALDASARRE: Liberta, problemi generali, en Enciclopedia giuridica, I, 1988,págs. l . e t c ; A. D. ATHENA: Adattamento del Diritto interno al Diritto internazional; F. LANCHES-

40

Page 50: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

Pero por más «avanzadas» que vayan hoy las comunidades científicasnacionales respecto del conocimiento del Derecho constitucional de sus veci-nos europeos, lo que depende de su propio temperamento visible —sin ir máslejos, en las diferencias en cuanto a estilo y argumentación—, no le vendríatampoco nada mal a la nueva Alemania reunificada constituirse en «foro parala elaboración del Derecho constitucional comparado», dada su situacióncentral y su papel de mediador. De este modo podría adelantar el trabajopreparatorio en vistas al desarrollo del DCCE, orientado tanto al Este comoal Oeste, efectuándolo a dos niveles: jurídico-político y hermenéutico.

La reunificación alemana, que ha de realizarse a nivel de concienciacióna pequeña escala, ya posee, a gran escala, su paralelo en el ámbito culturalal servir de puente entre los países del Este y el Occidente de Europa. Nue-vamente vuelve a aparecer aquí la unidad en la variedad cultural que haservido de base al lema «Que crezca unido lo que pertenece unido».

5. La división del trabajo respecto de los génerosde literatura científica del DCCE

La teoría del Estado, o mejor dicho, la llamada teoría de la Constitución,puede y debe impulsar los trabajos del DCCE de forma diferenciada segúnla clasificación de los textos jurídicos (102). En primer lugar debemos colocaral libro de texto, siguiendo el modelo del Código Civil (103).

TER: «Stato», en Enciclopedia del Diritto. En comentarios literarios se da un cierto déficit porpermanecer desde hace tiempo muy introvertida en el aspecto nacional; cfr. sólo V. CRISAFULLI-L.PALADÍN (eds.): Commentario breve, 1990.

(101) La Teoría del Derecho y del Estado en España, por su parte, en intensísima relacióncon la italiana (y todo ello no sólo desde la última Constitución de 1978), se ocupa intensamentetambién de la literatura alemana; así, por ejemplo, J. J. ENCINAR: El Estado unitario federal,1985; A. E. PEREZ-LUÑO: Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, 2.' ed., 1986;P. CRUZ VILLALÓN: La formación del sistema europeo del control de constitucionalidad (1918-1939), 1987. Las jomadas hispano-alemanas sobre Derecho comparado, dirigidas por A. LópezPina (Madrid, 1989), se ocupan tanto del «Ius commune constitucionale» como del «regionale»(por ejemplo, Competencias ejecutorias de la Generalitat de Cataluña, 1989). Anteriormente,A. RANDF.LZHOFER (ed.): Deutsch-Spanisches Verfassungsrechtkolloquium, 1982. La literaturajurídica sobre la Comisión de Derechos Humanos actúa como elemento central «nuclear» delDCCE (por ejemplo, Portugal: Coloquio sobre direitos fundamentáis e convengáo europeia dosdireitos do homen, 1983). Los más tempranos pioneros, a través del «Simposio Internacional dela Fundación Humboldt» (1978), en Neue Entwicklungen im óffentlichen Recht, ed. por T.BERBERICH y otros, 1979. Digno de tener en cuenta es H. U. ERICHSEN (ed.): Lateinamerika undEuropa im Dialog, 1989.

(102) Sobre las doctrinas constitucionales dentro del campo de fuerza de los géneros litera-rios, véase mi artículo homónimo en FS Kaufmann, 1989, págs. 15 y sigs.

(103) Cfr. H. KOTZ: «Gemeineurop. Zivilrecht», en FS Zweigert, 1981, págs. 481-489:

41

Page 51: Número 79

PF.TF.R HABERLE

Respecto de las materias jurídicas, la sistemática y la dogmática —queincluyen puntos de vista de política legislativa y, en su caso, variantes político-constitucionales, posibilidades y alternativas—, se debe elaborar el libro detexto de tal modo que la interacción disciplinaria incluya a toda Europa. Enel proceso de preparación se podrían delimitar sus ámbitos parciales en con-creto, como el de los partidos políticos y estructuras democráticas (104),derechos fundamentales (105), justicia constitucional (106), incluso adminis-tración autonómica y municipal (107). Lo esencial es tan sólo que se traspasenlas fronteras nacionales «desde un principio y de manera consciente», viéndosetodo ello en retrospectiva, es decir, a nivel de hacienda constitucional (tambiénaquí allende las propias fronteras), mediante la visión contemporánea actua-lizada que ofrecen los estudios de constituciones y derechos fundamentalesa nivel comparado. Historia constitucional y análisis comparado de las propiasconstituciones son dos aspectos que traslucen con evidencia su íntima vincu-lación: la de ser dos facetas del mismo evento; en suma, la comparacióndentro del espacio y del tiempo (108). Algunas monografías, conceptos yartículos e incluso colecciones ya deberían ir por delante, siendo no menoscierto que de todo ello ya se dan algunos ejemplos (109). Otro problema dedistinto cariz es el relativo a los comentarios jurídicos. El libro Jurisprudenciaconstitucional comentada (110) gira en torno a fallos y sentencias del TribunalConstitucional, sin olvidar reseñar a grandes rasgos los precedentes históricos.Sin embargo, no necesita aportar al libro de texto ningún tipo de sistemáticacomparada en temas de DCCE. Es natural que, limitado a cada «caso», en

«El libro de texto sobre Derecho europeo civil (iniciado en materia contractual y delictiva) exigey puede citar algunos ejemplos para acotar un campo jurídico específico, desde un principio,desde la perspectiva europea.»

(104) Cfr. supra, nota 58.(105) Ejemplar es el trabajo de J. P. MUU.ER, op. cit. (nota 35). Más específico, J.

ILIOPOULOS-STRANGAS (ed.): Extremisten und Oeffenllicher Diensl, 1981.(106) Ejemplos: A. AUER: DieSchweizerische Verfassungsgerichtsbarkeit, 1984; W. KALIN:

Vfs-Gerichtsbarkeii in der Demokratie, 1987; C. STARCK-A. WEBER (eds.): Vfs-Gerichtsbarkeitin Westeuropa, 2 vols., 1986.

(107) Así, por ejemplo, D. THURER: Bund und Gemeinden, 1986; prólogo de KNEMEYER(ed.), supra, nota 29.

(108) H. KOTZ: Rechtsvergleichung, cit. (nota 1), emplea la metáfora de designar al Derechocomparado y a la Historia comparada «hermanas gemelas».

(109) Cfr. la obra recopilatoria del Derecho húngaro-alemán en clave iuscomparatista: DieVerfassung ais Katalysator zw. Gesellschaft und Staat, ed. por A. ADAM y H. SCHOLLER, 1990(«Internationale Festschriften um den nucleus eines europ. Gelehrten gestaltet, kónen Spiegelgemeineurop. Rechtswissenschaft sein»).

(110) Así, mi libro homónimo, 1979.

42

Page 52: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

algo deba profundizar en particular: debe integrar el método iuscomparatistacomo «quinto» método hermenéutico dentro del canon metodológico, adelan-tándose (paradójicamente, ex post, por así decirlo) de esta manera a la tareade los Tribunales Constitucionales nacionales.

El aludido quinto método hermenéutico aparece así como la «clave comúneuropea», como el método de elaboración del contexto europeo por excelenciaaplicado a casos judiciales nacionales.

Y puesto que los tribunales nacionales —normalmente sometidos todosellos a presión en cuanto a tiempo de trabajo— pueden ir aprendiendo pocoa poco a resolver las polémicas que surgen en el Derecho constitucionalnacional en base al acervo común europeo, constatamos que la ciencia jurídicapuede ejercer en este contexto un papel de pionera. Será, pues, mucho mástarde, cuando cuaje el comentario jurídico-constitucional elaborado con basea lo común europeo, el que ensamblará el mosaico, compuesto de múltiplesdecisiones y comentarios separados, en un bloque único (111).

A través de todo lo hasta ahora dicho se ve cuan fomentada se encuentrala Teoría del Derecho y del Estado como ciencia a la hora de elaborar elDCCE, ya que es ella quien debe ir por delante con todo su amplio acervode principios y la amplitud de su temática y puede llegar a ser la que dé losprimeros pasos de un ius commune (ahora léase constitutionalé), como ya losdio la ciencia jurídica privatista en los pasados siglos al pergeñar un «iuscivile europeum», que hoy se sigue manteniendo. No se interprete esto comoun argumento para minimizar oculta o abiertamente la gran cultura iuspriva-tista europea; más bien al contrario: su carácter y su fuerza han sido reitera-damente ensalzados como ejemplares. Más aún, la ciencia del Derecho cons-titucional y la iusprivatista nunca deben ser alentadas en sentido de pugnamutua por construir o reconstruir hoy el ius commune. Cada una de ellastrabaja en buena parte en la consecución de una cultura jurídica en la Europacontemporánea. No hay que olvidar que tanto el Derecho constitucional comoel privado deben ser entendidos cada uno dentro de su propio ámbito devalidez y en sus propias coordenadas (112).

Sería muy de desear que así se lograra desde el intercambio fructífero de

(111) En especial, la ciencia jurídica europea como disciplina del Derecho europeo deberíatrabajar a su vez a nivel comparatista en sus planos más nacionales, es decir, evaluando suDerecho constitucional-administrativo como formas previa o paralela de su propio pensamientojurídico. Así, por ejemplo, J. SCHWARGE: Legislationfor Europe. 1992, 1989; del mismo autor,Europáisches VW-Recht, 2 tomos, 1988.

(112) Al respecto, K. HESSE, op. cit., 1988; P. HABERLE: Verfassung und Privairecht, enM. HALLER-H. HAUSER-R. ZACH (eds.): Addendae, 1990.

43

Page 53: Número 79

PETER HABERLE

perspectivas sobre planteamiento y solución de problemas hasta el reto porconseguir la mejor metodología común europea (113).

Ciertamente, el trabajo en pro de un DCCE evidenciará la necesidad decrear un campo futuro donde se elabore el Derecho de los juristas (Juristen-recht). La teoría del Derecho y del Estado podría acotar un campo de acciónque no le fuera sustraído demasiado rápido por la respectiva jurisprudenciaconstitucional de cada nación (114).

De esta manera se habría constituido a nivel europeo, legitimándose sobreuna nueva base: como teoría iuscomparatista constitucional, la cual no sóloadoptaría el Derecho constitucional nacional respectivo como ejemplo histó-rico de forma mejor o peor lograda, sino que simultáneamente desarrollaríaen profundidad el posible Estado europeo constitucional, en parte ya experi-mentado a nivel superior, como tipo ideal.

Unidad y variedad europeas —evidentes desde 1989, año que hizo época—quedarían reforzadas de este modo. La teoría constitucional, si bien madura-da en el seno del Estado nacional, podría fructificar como ciencia culturaleuropea, puesto que así se perfila en los textos clásicos desde Aristóteleshasta Tocqueville, Hauriou, Heller y Mortati, pasando por Locke y Montes-quieu (115). A hombros de tales gigantes podría extender su visión un pocomás allá (de un confín a otro de Europa) sin sobredimensionarse a sí misma.Mas también los autores «clásicos» y «los posglosadores» deben tener suoportunidad en esta tarea, hasta que un buen día el DCCE contemporáneoalumbre a sus propios clásicos (como, por ejemplo, J. Madison), del mismo

(113) Las revistas especializadas desempeñan un gran papel como vehículo de transmisióny reflexión del DCCE y sus contenidos en Europa (por ejemplo, la EuGRZ desde 1974). Hayque destacar la Revue Européenne de Droit Public, en varias lenguas, desde 1989. También laantigua ZVgl RWiss. Constituir una ciencia jurídica europea puede hacerse mediante artículos,recensiones y comentarios de sentencias, todo ello en colaboración y diálogo entre colegas, anivel nacional y allende las propias fronteras. También hay que incluir los «anuarios», sean detipo «general» (como el JoR y como el Yearbook der University of Rome II, Department ofPublic Law), sean de tipo «limitado a una temática concreta» (por ejemplo, Annuaire Internationalde Justice Constitutionnelle, Université Aix, Marseille II, vol. 2, 1986).

(114) Sobre si la Teoría del Derecho y del Estado (alemana) se agota en sus comentariossobre jurisprudencia constitucional, cfr. B. SCHLINK: «Die Entthronung der Staatsrechtswissens-chaft durch die Vfs-Gerichtsbarkeit», Der Slaat, 28, 1989, págs. 161 y sigs.; también misartículos «Grundrechtsgeltung und Grundrcchtsinterpretarion ¡m Verfassungstaat», JZ, 1989,pág. 913, y «Praktische Grundrechtseffektivitát», Die Verwaltung, 22, 1989.

(115) Sobre H. Heller, cfr. C. MULLER-I. STAFF (eds): Der Soziale Rechlssiaal, en Cedá-chtnisschrifl für H. Heller (1891-1933), 1984, y mi aportación al respecto en DVB1, 1985,págs. 949 y sigs.; sobre C. Mortati, C. MULLER-I. STAFF (eds) , op. cir, 1986; M. GALIZIA-P. GROSSI (ed.): llpensiero giuridicodiCostanlino Mortati, 1990; sobre M. Hauriou, P. HABERLE:Wesensgehaltsgarantie...

44

Page 54: Número 79

DERECHO CONSTITUCIONAL COMÚN EUROPEO

modo que la rama iusprivatista ya los posee. Pienso en Savigny, Von Ihering,Huber y Zweigert (116). La formación cotidiana de los juristas también debeser, a fortiori, europeizada (117) como preparación de una ciencia jurídicacomún europea y de su respectiva praxis.

I V . PERSPECTIVAS

Europa —y ahora se puede decir ya toda Europa—, la del Norte y la delSur, la del Este y la Occidental, se origina en cierto modo «en la economía»;el atractivo de la economía social de mercado ha sido puesto en evidencianuevamente por los propios países del Este al reencontrarse a sí mismos. Laeconomía no debe ser subestimada en modo alguno, ni como factor configu-rador de la historia ni como motivo de revoluciones. Y, sin embargo, no esella ni la última ni la más profunda de las causas: Europa se origina en sucultura y es hoy consciente de ello como nunca en su anterior historia, reen-contrándose de forma específica con la cultura de los Estados Unidos deAmérica, a la que se halla vinculada en materia constitucional, herenciaclaramente admitida.

La economía, tanto en su vertiente ideal como real respecto del tipo«Estado constitucional», se encuentra al servicio del ser humano, como asílo proclaman reiteradamente algunos de sus textos más antiguos y tambiénlos más recientes (118). La dignidad humana, premisa cultural antropológicadel Estado constitucional (119), forma uno de los logros culturales del actualEstado constitucional más arduamente desarrollado y que más veces se havisto amenazada, pese a salir siempre airosa en último extremo, refiriéndo-se a toda la humanidad en conjunto y no sólo al individuo aislado, segúnF. Schiller (1789). El Estado constitucional europeo se basa en la cultura dela dignidad humana, positivada hasta en sus más ínfimos detalles. Puesta demanifiesto por Europa, encierra tendencias de universalidad. El principio de

(116) De manera programática: K. ZWEIGERT, op. cit.; «Rechtsvergleichung...», RabelZs15, 1949-50, págs. 5 y sigs.

(117) Al respecto, cfr. KRAMER, op. cit. (nota 2), y COING: «Europáisierung der R-Wissens-chaft», NJW, 1990, págs. 937-940; F. O S T - M . HOECKE: «Für eine europ. Juristenausbildung»,JZ, 1990, págs. 911 y sigs. Sobre el significado pedagógico del iuscomparatismo, puede verseH. KOTZ, cit., JB1, 1982, págs. 355-357.

(118) P. HABERLE: «Wirtschaft ais Thema neuerer Verfassungstaatlicher Verfassungen»,Jura, 1987, págs. 577-578 y sigs.; el mismo, Textstuffen usw, cit., en FS Parísch, 1989, págs.554-567 y sigs.

(119) Vid. mi artículo al respecto en HdbStR, I, 1987, págs. 815 y sigs., titulado «Mens-chenwürde ais Grundlage der staatliche Gemeinschaft».

45

Page 55: Número 79

PETER HABERLE

«responsabilidad» (H. Joñas) obliga al Estado europeo constitucional y lovincula a nivel mundial a causa de la doble consideración que existe sobrela dignidad humana.

Dicha dignidad es un elemento del desarrollo de los principios de justiciaelaborados a lo largo de la historia europea: desde los textos clásicos deAristóteles (Etica a Nicómaco) hasta los angloamericanos del due process oa los rawlsianos de justicia (justicia as fairness). Si se consigue con estossimples bosquejos que Europa tome conciencia en serio de que su tarea actuales desarrollar el DCCE y que ya se halla en el mejor de los caminos decomprenderlo, entonces se podrá constatar que todo esto no es sino expresiónde un proceso de análisis sobre los diferentes niveles existentes en los textosjurídicos, proceso jurisprudencial y proceso de pura ciencia, en lucha, a lapostre, por la consecución de la justicia.

Cada una de las ciencias jurídicas conserva todavía un poco de estareferencia sin igual, pero podrían ganarla del todo de nuevo si trabajarantendencialmente hacia lo común europeo. La teoría de la Constitución, encomparación con la ciencia jurídica privatista y sus bien consolidados méto-dos, que incluyen los principios de justicia, tiene mucho que recuperar eneste campo y no hay por qué silenciarlo ni soslayarlo. Esperemos que en laEuropa del 91 pueda recuperar una gran parte. El proceso incoado a nivelmundial en cuanto a recepción y producción normativa en materia de Estadoconstitucional y a algunos de sus elementos textuales se refiere, desde elmarco geográfico de la Europa del Este hasta aquellos países africanos ylatinoamericanos en vías de desarrollo, todo ello da pie para un moderadooptimismo.

La labor ya concluida en la Europa actual respecto del perfeccionamientodel análisis de niveles existentes en textos jurídicos, fundado en la cultura yen una sana apreciación y mutuas influencias, que por todo ello la laborconjunta de creación de una ciencia jurídica común europea —jurídico-cons-titucional—, en el sentido expuesto en este trabajo, ha dejado de perteneceral reino de la utopía. Puede hacerse y debe ser todo un éxito. Hay que daruna oportunidad al DCCE como aspecto parcial cuando suene la hora del«Estado constitucional a nivel planetario» (120).

(120) Dedicado a mis anfitriones durante la estancia en Roma en 1991 (marzo); a saber:A. A. Cervatti, F. Lanchester y M. Frh. von Bieberstein, así como al anfitrión de Madrid (mayo1989): A. López Pina (cfr. «La garantía constitucional de los derechos fundamentales»).

46

Page 56: Número 79

EL PROCESOCONTRA EL PADRE MARIANA

Por GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

SUMARIO

I. EL HOMBRE Y LA OBRA.—II. LA REFORMA MONETARIA.—III. LA POSICIÓN DE MA-

RIANA: I La perspectiva económica. 2. La perspectiva política. 3. La perspectiva

moral.—IV. ESTADO DE LA CUESTIÓN.—V. EL PROCESO.—VI. ACTA DE ACUSA-

CIÓN.—VII. EXCULPACIÓN.—VIII. TRAMITACIÓN FINAL.—IX. LA SENTENCIA.—

X. CARACTERIZACIÓN DEL PROCESO.

I. EL HOMBRE Y LA OBRA

Juan de Mariana nació en Talavera en marzo de 1536 y fue bautizado enPuebla Nueva el 2 de abril como hijo de padre y madre desconocidos, si bienhay motivos para pensar que su progenitor fue el deán de Talavera JuanMartínez de Mariana, clérigo ilustrado. A los diecisiete años fue enviado aestudiar humanidades a la Universidad de Alcalá, donde permaneció pocotiempo, pues pronto fue captado para la naciente Compañía de Jesús, aliniciarse el año 1554. Hizo sus dos primeros cursos de estudios eclesiásticosen el noviciado de Simancas y continuó los de teología y lenguas clásicas enAlcalá.

El sucesor de Ignacio de Loyola en el generalato de la Compañía llevó aMariana, recién ordenado sacerdote, al colegio romano en 1561, donde explicóteología. En 1569 fue enviado a la Sorbona, también para explicar teología,y allí se doctoró. Por supuestas razones de salud, Mariana, que viviría ochentay ocho años, pidió el traslado a España, y, vía Amberes, fue destinado aToledo en 1574. No deja de ser sorprendente que un estudioso, preparado enlas mejores universidades del mundo, fuera dedicado en la ciudad del Tajoal simple ejercicio del ministerio sacerdotal. Pese a cuanto afirman todos sus

47Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Marao 1993

Page 57: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

biógrafos apologistas, en el talante de Mariana, que acababa de cumplir treintay ocho años, había algo que sus superiores consideraban problemático.

En Toledo, Mariana compatibilizó la catequesis y la predicación con lainvestigación. Su primer trabajo fue emitir un dictamen a favor de la ediciónpolíglota de la Biblia que, bajo el patronato de Felipe II, dirigió Arias Montanoen la gran imprenta de Cristóbal Plantin, en Amberes. La llamada Biblia regiafilipina, verdadero monumento de la filología escriturística, apareció en 1572.Se hicieron oír ciertos críticos que, entre otras cosas, acusaban a Arias Mon-tano de prestar demasiada atención a la exégesis rabínica. En agosto de 1579,Mariana envió al Inquisidor General el dictamen que se le había encomendado,que era básicamente favorable a Arias Montano, y en el que mostraba sudominio del hebreo, griego y latín bíblicos, así como de las complejas cues-tiones lingüísticas y dogmáticas disputadas. Algo de este dictamen apareceen el estudio Pro editione Vulgata, mucho más tarde incluido en el polémicotomo de varia lección que, con el título Tractatus septem, se imprimiría enColonia en el año 1609. Iniciado el camino crítico, Mariana se encargó dela censura de libros o la edición de clásicos. Colaboró con su amigo elInquisidor General, Gaspar de Quiroga, en la puesta al día del Index librorumexpurgatorum (1583-1584). También participó, a ruegos de su gran amigo yprotector el sabio dominico García de Loaysa y Girón, confesor de CarlosV, consejero de Felipe II y futuro arzobispo de Toledo, en la redacción, conFrancisco de Pisa, del Manual para la administración de los sacramentos(1584).

Desde 1584 Mariana dedicó la mayor parte de su tiempo a reunir materialespara sus Historiae de rebus Hispaniae, cuyos primeros veinte libros se impri-mieron en Toledo en el año 1592. La edición de Maguncia (1605) incluía lostreinta libros definitivos. La primera versión castellana, que revisa y amplíael texto latino, se titula Historia general de España (Toledo, 1601). Ensucesivas ediciones fue añadiendo unos Sumarios que llegaron hasta 1621,año de la muerte de Felipe III. Rectificaciones y apologías aparte, algunosreprocharon a Mariana ser poco benévolo con su patria. El maestro MenéndezPelayo, que admiraba el latín clasicista del jesuita, lo definió como «especiede estoico bautizado, inexorable censor de príncipes y pueblos».

En 1599, con el «privilegio real», las prensas toledanas dieron a la luzDe rege et regís institutione. En el dialogado prefacio, dedicado a Felipe III,el escritor se preguntaba si no caía en «temeridad e imprudencia»; pero locierto es que en España nadie se escandalizó de que Mariana hiciese suya lalegitimación del tiranicidio en circunstancias extremas, según una doctrinaque se remontaba, por lo menos, al medieval Juan de Salisbury. Pero, conocasión del asesinato de Enrique IV el 14 de mayo de 1610, los enemigos

48

Page 58: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

de la Compañía de Jesús lanzaron el rumor de que el regicida había leído ellibro de Mariana, lo que en el proceso se demostró que era falso, y el 8 dejunio el Parlamento de París acordó que De rege, recién condenado por laSorbona, fuera quemado, y así se hizo en el atrio de la catedral. Meses antesde ese auto de fe a la francesa, Mariana había sido procesado en España porsu tratado Sobre la moneda de vellón.

Desengañado por los sinsabores que le habían producido sus audacesincursiones en el campo de la gobernación, Mariana retornó a sus trabajosescriturísticos, y a los ochenta y cuatro años publicó Scholia in Ve tus et NovumTestamentum (Madrid, 1619). Es un tomo de más de mil páginas, donde seanaliza, desde el punto de vista filológico, histórico y teológico, vocablosesenciales. El censor de esta erudita obra calificó de «sapientísimo» a suautor. Fue reimpresa al año siguiente en París con doctas glosas de losescrituristas jesuitas M. Sa y P. Lanselio.

Mariana es un clásico de la historiografía hispana, un clásico del pensa-miento político del barroco y un clásico de la economía preliberal internacio-nalmente reconocido. No se trata ahora de ahondar en esos capitales aspectos,ya bien estudiados, sino de analizar el revelador e insuficientemente conocidoproceso a que dio lugar su importante tratado De monetae mutatione , prohi-bido cuando se publicó en 1609 y no editado en español hasta 1854.

II. LA REFORMA MONETARIA

En los reinos peninsulares había monedas de oro, de plata y de vellón(aleación de cobre y pequeñas cantidades de plata). Estas monedas tuvierondiversos nombres, pesos y ley, según los lugares y los tiempos. Una de lasque alcanzó más dilatada vigencia fue el maravedí, que circuló desde mediadosdel siglo xi hasta la segunda mitad del xix. Hubo maravedís de oro, comolos acuñados por Alfonso VIH de Castilla, y de cobre, como los últimos deIsabel II.

A la muerte de Enrique IV la situación política era caótica, y la economía,bastante crítica. Había tres monedas de oro (dobla, enrique y castellano), unade plata (el real) y tres de vellón (blanca, cuartillo y dinero), de varios pesosy leyes.

Los Reyes Católicos tuvieron que reconstruir el Estado, y una de susimportantes medidas económicas fue la estabilización. En las Cortes de Toledode 1480 se fijó la equivalencia de las distintas piezas con el maravedí o unidadmonetaria. El ordenamiento de 19 de marzo de 1483 determinó el valor deloro respecto a la plata, y la pragmática de Medina del Campo de 13 de junio

49

Page 59: Número 79

GONZALO FERNANDEZ Dl£ LA MORA

de 1497 coronó el proceso y perduró. Entonces se redujo el metal circulantea cuatro monedas: el excelente de oro, el real de plata, la blanca y el maravedí.Estas dos últimas eran de vellón, y el inadecuado nombre de la blanca parauna moneda cobriza procedía de que en un tiempo se las había plateadosuperficialmente. El excelente equivalía al ducado veneciano, que era unmedio de pago internacional, y en 1504 acabaría denominándose ducado; 65y 1/3 de estas piezas, de 3,5 gramos, pesaban un marco (230 gramos enCastilla) de oro de 23 y 3/4 quilates, o sea, casi puro, y cada ducado equivalíaa 375 maravedíes. El real de plata, de una ley de 931 milésimas, pesaba 3,43gramos y valía 68 blancas o 34 maravedíes. La blanca de vellón pesaba 1,20gramos, con una ley de sólo 19 granos de plata por kilo, y valía mediomaravedí. El contingente de maravedís se limitó a diez millones.

A pesar de que las Cortes pedían una rebaja del peso y de la ley delducado de oro, con el dudoso pretexto de su creciente exportación, Carlos Vse resistió a modificar la estabilización monetaria de los Reyes Católicos hastaque en 1537 decidió sustituir el ducado isabelino por una moneda de peso yley ligeramente inferiores, el escudo, de 3,375 gramos y de una ley de 22quilates o 917 milésimas, al que fijó una equivalencia de 350 maravedís. Eldoblón de oro era la pieza de dos escudos y la onza la de ocho. El real deplata (había piezas de uno, dos, cuatro y ocho reales) y la blanca de vellónse mantuvieron con el mismo peso y ley, hasta que en 1552 se rebajó laaleación del vellón (5,5 granos de plata en vez de 7). Pero, a pesar de lascuantiosas remesas de Indias, se conservó la estabilidad de la plata, que erael verdadero patrón metálico.

Felipe II mantuvo el escudo de oro y el real de plata con el mismo pesoy ley, pero en 1566 elevó la equivalencia del escudo a 400 maravedís, man-teniendo la del real en 34 maravedís, pero rebajó la proporción de plata enel vellón a 4 granos en vez de 5,5. La ley de la plata se expresaba en dinerosy el oro en quilates. Según aquel sistema, caído en desuso, un dinero sedividía en 24 granos y la plata pura tendría 12 dineros o 288 granos. La leydel real era 268 granos equivalente a 930,5 milésimas.

Felipe III, a propuesta de su valido Lerma, aprobó la sustitución del vellónpor cobre, o sea, la supresión del pequeño porcentaje de plata en las monedasde uno, dos (blanca), cuatro, ocho maravedís, etc. Con esta operación, laHacienda lograba un beneficio del 100 por 100 en la acuñación de la monedafraccionaria, puesto que un marco de cobre, generalmente importado, costaba34 maravedís; los gastos de manipulación, otros tantos, y se obtenía 140maravedís. El 13 de junio de 1602 Lerma procedía a una nueva devaluaciónreduciendo el peso del maravedí a la mitad, es decir, de un marco de cobrese obtendrían 280 en vez de 140. Por una orden de 18 de noviembre de 1603

50

Page 60: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

se dispuso el resellado de las antiguas monedas para duplicar su valor legal:así, sobre la antigua de dos maravedís se troqueló un luí. Con dos resolucio-nes, en el espacio de un bienio, se multiplicaba el beneficio fiscal a costa deque, en el caso de la moneda de vellón (en realidad, puro cobre), se alejaseel valor legal o nominal del valor real o metálico. Estas operaciones fiduciariasprudujeron confusión comercial, alza de precios y extenso malestar social, ycondujeron a que las piezas de plata tuvieran un «precio» o plusvalía. Lasprotestas de las Cortes se sucedieron hasta conseguir de Felipe III, en 1619,que se retornara al vellón o aleación de plata y cobre, promesa pronto incum-plida (1).

En este contexto publicó Mariana su tratado contra la mutación de lamoneda de vellón.

I I I . LA POSICIÓN DE MARIANA

1. La perspectiva económica

El cálculo de Mariana, posterior a la regulada revaluación de 1603, esmuy sencillo. El marco de cobre tenía entonces un valor de mercado de 46maravedís; los gastos de acuñación se elevaban a 34 maravedís, con lo queel real coste total era de 80 maravedís. Como de un marco de cobre se obtenían280 maravedís, Hacienda ganaba 200 sobre una inversión de 80, lo quesignificaba un lucro del 250 por 100. Los historiadores de la economía hanseñalado «la coincidencia entre los modernos estudios y el cálculo de Maria-na» (2).

Mariana consideraba que esta decretada revaluación de la moneda devellón, ahora únicamente de cobre, tenía consecuencias económicas muynegativas. La primera es que «suben todas las mercaderías sin remedio a lamisma proporción que abajaron la moneda» (3). Esta relación no es exacta,pues el valor de los metales también oscila en el mercado; pero se cumplía

(1) Véase la clarificadora introducción del estudio de E. CoLLANTEsyJ. P. MERINO «Políticamonetaria de Carlos II», en Acta numismática, vol. VIII, Madrid, 1978, págs. 221-249, querectifica los equívocos y errores más difundidos entre los historiadores contemporáneos.

(2) J. LLUIS Y NAVAS: «LOS estudios del Padre Mariana sobre el valor de la moneda a travésde los tiempos», en Cesaraugusta, núms. 17-18, Zaragoza, 1961, pág. 100.

(3) JUAN DE MARIANA: Sobre la moneda de vellón que al presente se labra en Castilla yde algunos desórdenes y abusos, en Obras, vol. II, Madrid, 1854, Ed. Rivadeneyra, pág. 581;también pág. 586. Una reimpresión más cercana editada por I.E.F., Madrid, 1987, 98 págs.

51

Page 61: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

con una cierta aproximación en períodos determinados cuando, de algúnmodo, imperaba el patrón oro o plata.

La segunda es que «el peso, la medida y el dinero son el fundamentosobre el que estriba toda contratación», y no se deben mudar «porque nobambolee y confunda todo el comercio» (4). Efectivamente, que la libracambie de peso o que el ducado varíe su contenido de oro eran causa deconfusión y recelo en los intercambios.

La tercera es que «será fácil falsear esta moneda» (5) porque «es grancebo con costa de doscientos ducados hacer setecientos». Sin duda, cuantomayor es la diferencia entre el valor intrínseco de una moneda (precio delmetal y labor de acuñación) y el valor nominal o legal, mayor será la tentaciónde correr el riesgo de falsificarla.

La cuarta sería que «nadie podrá atesorar para hacer obras pías» (6),aunque podría evitarse tal inconveniente utilizando el oro. Incluso en el casode la moneda de vellón, el argumento sólo tiene fuerza si se trata de asientoscontables o de rentas nominales, no de moneda metálica, pues la mejor leyconservará más valor que la de peor.

La quinta es que «subirá por este camino el cobre» (7), y cita ejemplosque confirman la regla. Es de notar que, en este punto, se contradice laprimera objeción, pues se admite que el metal es una mercancía sujeta a lasleyes del mercado y no una referencia inmutable.

La sexta es que «es necesario un día para contar mil ducados y es menesterotro para conducirlo a las partes donde se hacen compras o pagas» (8), loque sería cierto cuando se manejase moneda de vellón, pero no la de plata yoro, y menos aún si se operaba con letras de cambio.

La séptima es que «las deudas del rey y de particulares se paguen conesta moneda será nueva injusticia» (9). Ciertamente, los acreedores seríanperjudicados si sus reclamaciones en vellón con plata fueran saldadas convellón de sólo cobre y menor peso.

La octava es que, «vista la carestía, se embarazará el comercio necesaria-mente». Si al devaluarse la moneda suben los precios, disminuirán los inter-cambios, al menos temporalmente, hasta que se efectúe un reajuste. Y Marianaadvierte que si el Estado acude al remedio de «poner tasa a todo... la genteno querrá vender».

(4) ídem: op. cil., loe. cit.(5) ídem: op. cit., pág. 585; también pág. 591.(6) ídem: op. cil., loe. cil.(7) ídem: op. cil., pág. 586.(8) ídem: op. cil., loe. cit.(9) ídem: op. cit., loe. cit.

52

Page 62: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

La novena es que las «rentas del rey bajarán notablemente» (10), concre-tamente los arriendos redimibles en moneda de vellón; pero ¿no se compensarátal pérdida con el beneficio de la acuñación?.

La décima es que «bajarán todas las rentas de dinero... de suerte que elque se acostó con mil ducados de juro amanecerá con ochocientos o menos,conforme a la baja, porque los mil que le den no le valdrán más que anteslos ochocientos», lo cual aplica Mariana a monasterios, hospitales, hidalgos,doncellas, etc. Sin duda, la inflación mina las rentas monetarias hasta casianularlas, sin compensación alguna.

Por estas razones estrictamente económicas, Mariana se opuso no sólo ala manipulación de la moneda de vellón, sino también a la de las de plata yoro. Su conclusión es que «cualquier alteración en la moneda es peligrosa ybajarla de ley nunca puede ser bueno» (11). La experiencia confirma su tesisfundamental: «Dos valores tiene la moneda, el uno intrínseco natural, queserá la calidad del metal y según el peso que tiene, a lo que se allegará elcuño, que todavía vale alguna cosa el trabajo que se pone en forjarla. Elsegundo valor se puede llamar legal o extrínseco, que es el que el príncipele pone por su ley... El verdadero uso de la moneda y lo que en las repúblicasbien organizadas se ha siempre pretendido y practicado es que estos valoresvayan ajustados» (12).

2. La perspectiva política

Pero Mariana rebasa el ámbito estrictamente económico para entrar conbrío en el político y afirma que «el mayor inconveniente de todos... es elodio común en que forzosamente incurrirá el príncipe por esta causa...» (13),«de los malos efectos que se han seguido y, como siempre, han redundadoen notable daño del pueblo y del príncipe mismo...» (14). Y, refiriéndoseconcretamente a España, escribe: «Pues todo el mundo clama y gime bajo lacarga, viejos y mozos, ricos y pobres, doctos e ignorantes, no es maravillasi, entre tantos, alguno se atreve a avisar por escrito lo que anda por las plazasy de que están llenos los rincones, los corrillos y calles» (15). De este modopiensa que «cumple en conciencia... ya que unos están impedidos de miedo,

(10) ídem: op. cil., he. cil.(11) ídem: op. cit., pág. 590.(12) ídem: op. cil., pág. 580; también pág. 590.(13) ídem: op. cil., pág. 588.(14) ídem: op. cil., pág. 581.(15) ídem: op. cil., pág. 577.

53

Page 63: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

otros en hierros de sus pretensiones y ambición, y algunos con dones tapadala boca» (16). En suma, la cuestión monetaria es políticamente «de las másimportantes que de años atrás se ha visto en España».

Y con la declarada intención de poner sobre aviso a los gobernantes,Mariana efectúa una serie de graves denuncias despersonalizadas. La primeracontra los procuradores a las Cortes castellanas: «Los más de ellos son pocoa propósito, como sacados por sorteo, gentes de poco ajobo en todo, y quevan resueltos, a costa del pueblo miserable, de henchir sus bolsas... y quesería mejor para excusar cohechos y causas que nunca allá fuesen ni sejuntasen» (17).

La segunda denuncia encubierta es «que se dice que se gasta sin orden yque no hay libro ni razón de cómo se gasta lo que entra en la despensa y enla Casa real» y que «el gasto se podría estrechar algún tanto» (18).

La tercera denuncia es que «no hay en el mundo reino que tenga tantospremios públicos, encomiendas, pensiones, beneficios y oficios» (19).

La cuarta denuncia es que «dícese que de pocos años acá no hay oficioni dignidad que no se venda por los ministros con presentes y besamanos,hasta las audiencias y obispados». Tan grave considera la denuncia, que,además de «dícese», Mariana se cubre añadiendo: «no debe ser verdad, peroharta miseria es que se diga» (20).

La quinta es una consecuencia de la anterior: «Vemos a los ministros,salidos del polvo de la tierra, en un momento cargados de millaradas deducados de renta. ¿De dónde ha salido esto sino de la sangre de los pobres,de las entrañas de los negociantes y pretendientes?... Dícese que los quetratan la hacienda real entran a la parte de los prometidos, que son grandesintereses, lo mismo los corregidores por su ejemplo o los ministros demásque venden las pragmáticas reales todos los años para no ejecutarlas, rematanlas rentas, y admiten las pujas y las fianzas de quien de secreto les unta lasmanos. No se acabarían de contar los cohechos y socaliñas... Verdad es queno hay ninguno de éstos que no tenga quien le haga espaldas en la casa realy en las audiencias, que deben entrar a la parte» (21).

Y la sexta es un pronóstico nacional pesimista: ante estos «desórdenes yabusos que se debieran atajar» (ídem, op. cit., pág. 577), no «basta responder

(16) ídem: op. cit., loe. cit.(17) ídem: op. cit., pág. 578.(18) ídem: op. cit., pág. 591.(19) ídem: op. cit., loe. cit.(20) ídem: op. cit., pág. 592.(21) ídem: op. cit., pág. 592.

54

Page 64: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

que los tiempos están mudados, sino los hombres, las trazas, las costumbrey el regalo, que todo esto nos lleva a tierra si Dios no pone la mano» (22).

Cuando entra en la arena política, el tratado de Mariana adquiere tintesde diatriba.

3. La perspectiva moral

Según Mariana, la desmetalización de las piezas de vellón equivale a untributo: «bajar la moneda..., echar pechos..., hacer estancos de las mercade-rías..., todo es uno, y todo es quitar a los pueblos sus bienes por más quese les disfrace con dar más valor legal al metal de lo que vale en sí mis-mo» (23). E insiste: «son maneras disfrazadas de ponerles gravámenes ytributos, y desangrarlos y aprovecharse de sus haciendas» (24). Lo argumentacon un ejemplo: «¿Podría el príncipe salir con que el sayal se vendiese porterciopelo?» (25). Si tal hiciere se trataría sin duda de un impuesto. Efectiva-mente, la inflación provocada por la excesiva circulación fiduciaria es unade las formas más indiscriminadas de fiscalidad enmascarada.

Supuesto que rebajar el peso y la ley de la moneda, conservando su valornominal, es un tributo, Mariana se pregunta si tal decisión se ha tomadolegítimamente por el Gobierno de Felipe III. Su respuesta es negativa porque«es doctrina muy llana, saludable y cierta que no se puede poner nuevospechos sin la voluntad de los que representan al pueblo» (26). Esta tesis serepite varias veces a lo largo del trabajo: «Los reyes sin consentimiento delpueblo no pueden hacer cosa alguna en su perjuicio, quiere decir, quitarletoda su hacienda o parte de ella» (27); «no es lícito poner pecho sin voluntadde aquellos en cuyo perjuicio redunden» (28); «ninguna cosa que sea enperjuicio del pueblo la puede el príncipe hacer sin consentimiento del pueblo,y llámase perjuicio tomarles alguna parte de sus haciendas» (29), etc. Citaentre otras autoridades a Tomás de Aquino, Inocencio III, Ostiense, Panormi-tano y Comines; también apela al Antiguo Testamento y al Derecho romano,y recuerda que «los aragoneses en particular toman al rey juramento cuando

(22) ídem: op. cit., pág. 593.(23) ídem: op. cit., pág. 580.(24) ídem: op. cit., loe. cit.(25) ídem: op. cit., pág. 581.(26) ídem: op. cit., pág. 579.(27) ídem: op. cit., pág. 578.(28) ídem: op. cit., pág. 579.(29) ídem: op. cit., pág. 580.

55

Page 65: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

se corona que no alterará la moneda» (30). Llega hasta afirmar que, segúnla bula/rt coena Domini, incurren en excomunión los que ilegalmente imponentributos.

A Mariana no le consta que el pueblo haya dado su consentimiento a quese rebaje el peso y ley de ciertas piezas, y concluye: «Este arbitrio nuevo dela moneda de vellón, si se hace sin acuerdo del reino, es ilícito y malo; sicon él, lo tengo por errado y en muchas maneras perjudicial» (31). Era unatajante condena del recurso fiscal a que había apelado el Gobierno de Lermapara tratar de atender al gasto público.

Y, a modo de colofón, Marianaxreivindica incluso el derecho a equivocar-se: «En negocio que a todos toca, todos tienen licencia de hablar y avisar desu parecer, quier que sea errado, quier acertado» (32).

I V . ESTADO DE LA CUESTIÓN

Inmediatamente después de la publicación de los Siete tratados, y a causade dos de ellos, la Inquisición interrogó y arrestó a Mariana. La informaciónpublicada sobre este hecho capital en la biografía del jesuita, y de tantasignificación política y jurídica en la España de la época, es insuficiente.

1. El jesuita Alonso de Andrade, continuador de la obra de su hermanode religión J. E. Nieremberg Claros varones de la Compañía de Jesús(4 vols., 1643-1647), redactó una breve biografía de Mariana, apologética ycon intención más bien edificante (vol. V, 1677), en la que reconoce: «Lasnoticias que tenemos son cortas, aunque le alcanzamos vivo» (33). Efectiva-mente, la información factúal es muy escasa y no menciona el proceso, aunqueafirma que Mariana merece ser «contado entre los mártires de la verdad» (34).

2. El año 1768, es decir, después de la expulsión de los jesuítas, sepublicó, por primera vez en España, el Discurso de las enfermedades de laCompañía (Madrid, Imprenta de G. Ramírez), que, con varios títulos, sehabía editado en español, francés, italiano y latín (Burdeos, 1625). El anónimoeditor antepuso al texto de Mariana un prólogo de veinte páginas, otras diezde testimonios y una erudita disertación de sententa páginas. Dice habercotejado seis manuscritos en lengua española, uno de ellos propiedad del gran

(30) ídem: op. cit.. pág. 588.(31) ídem: op. cit., pág. 593.(32) ídem: op. cit., pág. 593.(33) Cito por la 2 . ' ed., Varones ilustres de la Compañía de Jesús, vol. III, Bilbao, 1891,

pág. 459.(34) ídem: op. cit., vol. III, pág. 466.

56

Page 66: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

amigo y defensor de Mariana, Tomás Tamayo de Vargas. La preocupacióncasi exclusiva del editor es demostrar la autenticidad de la obra y la depuracióndel texto publicado. Las alusiones al proceso inquisitorial son breves y oca-sionales. Citando a Paulo Colomesio, escribe: «Hallándose Mariana en lacárcel por la persecución que le movió el duque de Lerma cuando imprimióen Colonia Agripina su discurso De la mutación de moneda, pasó de ordendel Consejo, Francisco de Sos, general de la orden de San Francisco y obispode Osma, a reconocer sus papeles y halló este libro sobre la Compañía, escritoen lengua castellana, el cual manifestó a diversas personas, y una de ellasfue Nicolás Ricardo, dominicano, con cuyo motivo se sacaron copias que seesparcieron por Francia, Italia y Alemania, y últimamente se dio a luz nosólo en el idioma español, en que fue escrito por su autor, sino en el latino,el francés y el etrusco» (35). Es interesante la noticia de que Lerma, el 30de enero de 1618, donó la casa profesa de la Compañía en la calle del Pradode Madrid y también los restos de su bisabuelo San Francisco de Borja, conla condición de que nunca se mudaran a otro sitio (36), lo que demuestra queLerma consideró el incidente con Mariana como un episodio individual,no representativo de la institución, y que la Compañía conservó buenas rela-ciones con el valido. En el Discurso de Mariana hay una frase que puedeconsiderarse autobiográfica. El general Aquaviva «determinó chocar con losPadres antiguos de esta provincia de Toledo y comenzó por dos Padres deesta casa profesa. Toda la ocasión fue que avisaron al general de algunasfaltas, que debió ser con alguna libertad. Quiso, a lo que pareció, vengarsepor este camino y enviarlos desterrados, al uno de esta provincia y al otro deesta casa. No le salió bien porque el cardenal Quiroga defendió al uno, avisadono sé por quién de lo que pasaba y de la intención de nuestro Padre general.El otro salió a Castilla» (37). Conocida la protección que Quiroga prestósiempre a Mariana, es muy verosímil que quien se salvó de la proyectadasanción fue el propio Mariana, que recurrió al cardenal toledano. La legitima-dora calificación de la falta como «libertad» contribuye a identificar al prota-gonista.

3. El primer estudio riguroso y global de la vida y la obra de Marianaes el que el erudito levantino Vicente Noguera Ramón antepuso al primervolumen de la Historia general de España, magníficamente impreso porBenito Monfort en Valencia el año 1783. Ocupa 84 páginas de texto y 18 dedocumentos inéditos. Los biógrafos posteriores han utilizado, a veces sin

(35) ídem: op. cit., págs. 30 y 31; lo reitera parcialmente en págs. 79 y 80.(36) ídem: op. cil., pág. 23.(37) ídem: op. cil.. pág. 102.

57

Page 67: Número 79

GONZALO FERNANDEZ OK LA MORA

citarlo, el estudio de Noguera, muy valioso por la erudita información y porla equilibrada crítica de los testimonios y de la obra de Mariana. El autor,que transcribe, como apéndice R, la relación de servicios que Mariana presentóal Tribunal, tuvo a la vista una copia del proceso, probablemente la mismaque he utilizado, puesto que Noguera añade como apéndice S la carta deFelipe III a su embajador en Roma y los dictámenes de Francisco Peña, que,aunque ajenos al proceso judicial, también se encuentran al final del manus-crito que manejo. Considero probable que parte de la documentación aportadaprocediese del archivo salvado de la Casa que había sido de la Compañía deJesús en Valencia poco después de la expulsión en 1767, es decir, sólo treslustros antes de que Noguera publicara su notable trabajo. El autor dedicaocho páginas a resumir el proceso y son sus exactas noticias las que hangravitado hasta ahora sobre toda la literatura posterior.

4. Jaime Balmes escribió en 1842 su artículo Mariana (38). En él siguea Noguera; pero, dentro de un espíritu apologético, formula unos juiciospersonales: «cierta agrura..., un dejo sentido de acerbo», «índole inflexible,carácter altivo», «tono atrevido y fogoso que no asienta muy bien a su profe-sión y estado», «dureza y exaltación» y «arrebato». Y cree que «llegó aformarse una especie de poder tribunicio» (39).

5. En la Biografía eclesiástica completa (30 vols., Madrid, 1848-1868),redactada por una comisión bajo la dirección de B. S. Castellanos de Losada,se dedica una entrada de medio centenar de páginas a Mariana. Acerca delproceso, el autor sigue a Noguera; pero como éste no logró localizar lasupuesta sentencia, el autor escribe: «Hasta aquí se tienen noticias puntualesdel curso y circunstancias de la causa seguida contra Mariana, y de aquí enadelante sólo podrá juzgarse por conjeturas más o menos probables.» Laconjetura del autor es que el jesuíta fue «restituido a su dignidad primera» (40),expresión ambigua que parece insinuar una plena obsolución; pero de ello nohay constancia documental alguna.

6. En 1854, Francisco Pi y Margall publicó un extenso Discurso preli-minar a una selección de Obras del P. Mariana para la benemérita Bibliotecade Autores Españoles (Juan de Mariana: Obras, 2 vols., Madrid, 1854. Inclu-ye: Historia de España, Contra los juegos públicos, Del rey y de la instituciónreal, De la moneda de vellón, Escritos sueltos y De las cosas de la Compañía,en total, 1.166 páginas a doble columna). Es un trabajo escrito en estilo

(38) Publicado en francés en Revue Critique et Littéraire.París, 1842, y en español en LaCivilización, vol. II, 1842, págs. 193 y ss., y recogido en Obras completas, 33 vols., Barcelona,1925-1927, reeditadas, 7 vols., Madrid, Ed. BAC, 1948-1950.

(39) Ed. BAC, vol. V, págs. 45, 53, 57 y 58.(40) CASTELLANOS et ai: op. cit., vol. XIII, pág. 153.

58

Page 68: Número 79

EL PROCESO CONTRA F.L PADRE MARIANA

oratorio, donde el prologuista expone difusamente sus propias ideas moralesy políticas y polemiza con el jesuíta, al que llega a calificar de «hombrepérfido, un sacerdote hipócrita», cuyo «pensamiento capital consistía en or-ganizar una teocracia omnipotente». Dedica una página a glosar el tratadoDe monetae mutatione y, en una nota, recuerda que «suscitó un proceso» (41).Más que un estudio sobre Mariana es un pronunciamiento personal y unejercicio retórico, que nada aporta al estado de la cuestión inquisitorial. ElDiscurso lo «refundió» en el opúsculo Juan de Mariana. Breves apuntessobre su vida y escritos (Madrid, 1888), menos radical, pero igualmentepolitizado.

7. El jesuíta Francisco Garzón escribió un extenso libro para, con lógica,datos y casi tanto ímpetu como su adversario, refutar la exégesis, más queprogresista romántica, de Pi y Margall: a Mariana, «merced a los estudios dePi y Margall, se le conoce al revés» (42). La obra se inicia con una biografíaen la que Garzón escribe: «De mutatione monetae dio terrible susto a loscorrompidos privados del Rey y con Mariana en una cárcel... y de la cárcelsalió Mariana, a los sesenta y cuatro años, con el corazón entero como habíaentrado y sin borrar un ápice de su libro, que salió, como su autor, absueltopor la Iglesia» (43). No hubo cárcel, sino convento. Mariana se mostródispuesto a borrar lo que se le pidiera; y la censura suprimió muchas páginasde sus tratados. Garzón, siempre apologético, reproduce el último capítulode un Defensorio en favor de la Compañía (1588) (44), cuyo manuscrito,«de puño y letra de Mariana», afirma tener «a la vista» (45). Esta es una delas razones que le mueven a sostener que el texto publicado en Burdeos delDiscurso de los grandes defectos que hay en la forma del gobierno de losjesuítas (1625) está interpolado. También aduce fragmentos de Mariana paraprobar su adhesión á la existencia y procedimientos del Santo Oficio.

8. José Ignacio Valentí, quizá talaverano, publicó un opúsculo apologé-tico, El Padre Mariana. Noticia histórica de su vida y escritos (2.a ed.,Madrid, 1897), en el que calificó al jesuíta de «alma grande, severa, inflexi-ble» (46); pero dedicó sólo cuatro líneas al «famoso proceso» (47).

(41) Pi Y MARGALL: op. cit., págs. xxxvin y XLXXX.

(42) FRANCISCO DE PAULA GARZON: El Padre Juan de Mariana y las escuelas liberales,Madrid, 1889, pág. 21.

(43) ídem: op. cit., pág. 40.(44) ídem: op. cit., págs. 639- 645.(45) ídem: op. cit., pág. 623.(46) VALENTÍ: op. cit., pág. 55.

(47) ídem: op. cit., pág. 67.

59

Page 69: Número 79

GONZALO FERNANDRZ ÜK LA MORA

9. Antonio Astrain, cuya dispersa contribución a la biografía de Marianaestá bien documentada, pasa muy rápidamente sobre el proceso y se interesaespecialmente por el Discurso de los grandes defectos que hay en la formade gobierno de los jesuítas (Burdeos, 1625), luego reimpreso en España comoDiscurso de las enfermedades de la Compañía (Madrid, 1768). Este escanda-loso alegato ¿era obra de Mariana? Para Astrain, «el libro es indudablementesuyo y auténtico» (48). «Escrito en 1605», el autor repartió alguna copia.Una de ellas fue requisada en la habitación del jesuíta después de su detenciónen 1609, y hacia 1619 empezaron a circular copias en medios hostiles a laCompañía. Cuatro años antes de la edición postuma y pirata de Burdeos, enoctubre de 1621, el General de la Compañía, Mucio Vitelleschi, elegido en1616, se dirigió personalmente a Mariana pidiéndole que declarase «que loque escribió no lo dijo como quien tenía y defendía aquello por verdad, sinocomo quien dudaba y deseaba presentar a la Congregación sus dificulta-des» (49). Y Astrain comenta: «Hallábase entonces Mariana en los ochentay cinco años, y esta edad no es la más a propósito para cambiar de ideas» (50);es decir, no hubo rectificación.

La innovadora Compañía de Jesús, que no había sido bien acogida poralgunas órdenes tradicionales, fue objeto de duros ataques en el último terciodel siglo xvi y padeció divisiones internas. Mariana figuró al principio entrelos más adictos; escribió una Defensión en favor de la Compañía, que perma-neció inédita, y se le encomendó que disuadiera al rebelde y «perturbador»jesuíta Gabriel Vázquez; pero, según Astrain, éste «pervirtió a Mariana» (51).En realidad, los problemas venían de lejos. En 1581, el General ClaudioAquaviva, el segundo no español que asumía el mando supremo, amonestabaa Mariana por «la desedificación que daba en Toledo por su libertad en injuriara otros y murmurar» (52). Diego de Avellaneda, nombrado superior en lacasa de Toledo, se quejaba al General del «señorío y libertad del P. Mariana;no digo más, sino que para tener paz es menester sin replicar hacer todocuanto quiere y mucho caso de él» (53). En 1593, Mariana se presentó a laelección para diputados de la provincia toledana a la V Congregación Generalque se celebraría en Roma, y resultó perdedor por «sus ideas contrarias a

(48) A. ASTRAIN: Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España, Madrid,1902-1925, vol. III, pág. 576; vol. V, pág. 66, y vol. III, pág. 431.

(49) ídem: op. cit., vol. V, pág. 67.(50) Idem:op. cit., loe. cit.(51) ídem: op. cit., vol. III, pág. 575.(52) Citado por ASTRAIN: op. cit., vol. III, pág. 574.(53) Citado por ASTRAIN: op. cit., pág. 575.

60

Page 70: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

nuestro instituto», según su superior (54). Era, en fin, un hombre «duro e¡nmortificable».

Los significativos testimonios aportados por Astrain, que reiteradamentereconoce la inteligencia de Mariana, descubren a un hombre soberbio, terco,crítico y rebelde. Lo difícil de explicar no son sus serios problemas dedisciplina, que, en mi opinión, se remontan a su estancia en París, sino quepermaneciese toda su larga vida, aunque jerárquicamente marginado, en unainstitución vertebrada sobre el voto de obediencia.

10. El hispanista Jorge Cirot dio a las prensas su excelente monografíaMariana historien (Burdeos, 1904) utilizando los manuscritos Egerton, que,con algún error, había inventariado Gayangos (55), y los de la BibliotecaNacional de Madrid, que había reseñado Gallardo (56). En dos apéndicespublicó doce documentos inéditos; pero ninguno se refiere al proceso. Encambio, transcribe el importante texto de la denuncia contra Mariana, proba-blemente dirigida a Lerma (el destinatario es tratado de excelencia) y firmadaen Madrid el 28 de agosto de 1609 por un doctor Fernando de Azevedo.Respecto al proceso propiamente dicho, Cirot reconoce que, «a falta delmanuscrito..., nos remitimos a Noguera» (57), y extracta la información queofreció el valenciano. Esta obra de Cirot, complementada por artículos pos-teriores (58), es la más erudita y rigurosa de las existentes sobre el jesuíta.

11. González de la Calle estudió el pensamiento de Mariana (59). Lasreferencias biográficas son mínimas: «El opúsculo De morte et inmortalitatey el De mutatione monetae atrajeron sobre Mariana la censura teológica y lacólera real, sufriendo, a los setenta y tres años, severa reclusión y peniten-

(54) Citado por ASTRAIN: op. cit., vol. III,pág. 578; ASTRAIN: op. cii., vol. III, pág. 574.

(55) PASCUAL GAYANGOS: Catalogue of the manuscripls in the spanish language in theBritish Museum, 4 vols., Londres, 1875-1893, concretamente, vol. I, págs. 194, y ss. Son losmanuscritos Eg. 1869, de 274 folios; Eg. 1873, de 251 folios; Eg. 1871, de 372 folios, yEg. 291, de 156 folios.

(56) BARTOLOMÉ GALLARDO: Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos,4 vols., Madrid, 1863-1869, concretamente el apéndice al vol. II, pág. 100. Posteriormente seinició la publicación del Inventario general de manuscritos de la Biblioteca Nacional, vol. I,Madrid, 1953, que ha llegado hasta el vol. XII, 1988, con el manuscrito 8.499; en el vol. VIH,1965, aparece el manuscrito 2.819, que no conoció Cirot.

(57) CIROT: op. cit., pág. 102.

(58) En Bulletin hispanique, Burdeos, VI, 1904, págs. 309-311; VII, 1905, págs. 409-411;X, 1908, págs. 95-99; XIX, 1917, págs. 1-25; y XXXVIII, 1936, págs. 295-352.

(59) PEDRO URBANO GONZÁLEZ DE LA CALLE: «Ideas político-morales del P. Mariana», en

Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, vol. XXIX, Madrid, 1913, págs. 388-406; vol. XXX,1914, págs. 46-60 y 201-228; vol. XXXI, 1914, págs. 242-262, y vol. XXXII, 1915,págs. 400-419.

61

Page 71: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE I.A MORA

cia» (60). Expone la teoría monetaria de Mariana (61) y, creyéndola inédita,transcribe la denuncia de Azevedo, fechada en Madrid el 28 de agosto de1609 (62), que ya había encontrado en la Biblioteca Nacional y publicadoCirot diez años antes. El autor manifiesta que dos ejemplares del Tractatusque consultó en la Universidad de Salamanca y otros dos en San Isidro deMadrid, estaban mutilados y censurados, según las órdenes expurgatorias.

12. El jesuita John Laures estudió las ideas políticas y económicas desu hermano de religión en el libro The Political Economy qf Juan de Mariana(Nueva York, 1928) y prestó, entre otros importantes servicios, el de transcri-bir el tratado De monetae mutatione, tan difícil de encontrar que el eruditoNoguera había tenido que servirse de la versión española (63). Laures, quededica la mitad de su trabajo al pensamiento político, sólo alude al procesoen un breve párrafo. Y escribe: «No se sabe con seguridad si se llegó a dictarsentencia. Es seguro, sin embargo, que el preso fue liberado después de unconfinamiento de cuatro meses a condición de que enmendara los pasajesofensivos» de su tratado (64).

13. A. de Balmaseda, en su opúsculo El P. Juan de Mariana (Madrid,1930), escribe acerca del fiscal Gil Ymón que «era bien conocido por suscrueldades» (65), supone que «milagrosamente pudo librarse al P. Marianade ser ejecutado» (66), y afirma que «la causa no llegó a fallarse, recobrandoel P. Mariana su libertad al cabo de un año y medio, durante cuyo tiemposoportó la prisión con admirable estoicismo. Antes de liberarlo hiciéronleprometer que el libro no se imprimiría» (67). El autor, que frecuentementecita a G. Mayans, no aduce ningún testimonio en que fundar los asertostranscritos. Desde luego, la promesa de no reimprimir el primitivo texto nofue necesario exigirla, puesto que la hizo espontáneamente el jesuita al iniciar-se el proceso.

14. Cuando Marcial Solana publicó su Historia de la Filosofía española.Época del Renacimiento (3 vols., Madrid, 1941) dedicó un extenso capítulo

(60) ídem: op. cit., vol. XXIX, pág. 390.(61) ídem: op. cit., vol. XXX, págs. 209-223.(62) ídem: op. cit., vol. XXXII, págs. 404-405.(63) El ejemplar que utilizo es el de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, segura-

mente adquirido por don Marcelino en sus beneméritas cacerías librescas por Europa; en losEstados Unidos, por ejemplo, no hay ninguno; el de la Academia de la Historia de Madrid estácensurado y mutilado.

(64) LAURES: op. cit., pág. 6.

(65) BALMASEDA: op. cit., pág. 38.

(66) ídem: op. cit., pág. 11.(67) ídem: op. cit., loe. cit.

62

Page 72: Número 79

El. PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

al pensamiento de Mariana (Solana: op. cit., págs. 535-563) y aludió muysucintamente a la actuación inquisitorial, «pues el proceso se ha perdido» (68).

15. Manuel Ballesteros Gaibrois se ocupó de Mariana en los prólogosa su Antología. P. Juan de Mariana (Madrid, 1943) y estudió extensamenteal personaje en su libro El Padre Mariana. Vida de un sabio (Madrid, 1944).Es la biografía más completa; tiene en cuenta la bibliografía anterior y ofreceuna imagen muy brillante del jesuita. Ballesteros consagra un capítulo alproceso, apoyado en la base documental de Noguera y de Cirot (69), yconcluye traduciendo un fragmento de la carta de Mariana al Papa (17-V-1610)desde su prisión madrileña (70), apelación suprema cuya tramitación en Romatodavía desconocemos. Tampoco Ballesteros tuvo acceso a las actas del pro-ceso.

16. El pensamiento político de Mariana fue motivo de un objetivo libro,el de G. Lewy: Constitutionalism and statecraft during the Golden Age ofSpain. A Study of the Political Philosophy of Juan de Mariana (Ginebra,1960), donde distancia al jesuita de los monarcómanos y lo sitúa en el contextodoctrinal de la época. Pero no aporta nueva información acerca del proceso.Sigue la misma línea A. Pasa: Un grande teórico della política nella Spagnadel secólo XVI, Giovani Mariana (Ñapóles, 1930).

17. Quizá la primera visión panorámica sobre el polifacético humanista—no el teólogo— sea el breve y erudito libro del hispanista británico AlanSoons Juan de Mariana (Boston, 1982). Constantemente apoyado en Cirot,el autor dedica dos páginas al proceso y afirma que el origen de la causaestuvo en una denuncia de Lerma al Papa, subraya la animosidad de quienfue confesor real e inquisidor hasta 1621, el dominico Luis de Aliaga, yresume la sentencia de 1610 en cuatro puntos: privación de los derechoselectorales eclesiásticos, destierro de Madrid, reclusión en un convento yquema solemne de los Tratados. Pero los jesuítas no tenían tales derechos,Mariana nunca había sido vecino de la Corte, siempre había vivido en unacasa religiosa, y hay pruebas de que sus Tratados fueron censurados y quizásdestruidos, pero no incinerados públicamente. Resume el inédito Origen delos villanos que llaman cristianos viejos (71), que, en mi opinión, no es deMariana (72). Y se equivoca al afirmar que De monetae mutatione es una«republication» o reedición de una sección del famoso De rege (73). Lo más

(68) SOLANA: op. cit., pág. 542.

(69) Op. cit.. págs. 220-229.(70) El original latino de esta epístola se encuentra en la Biblioteca Vaticana.(71) Biblioteca Nacional, ms. 2.803.(72) SOONS: op. cit., págs. 21-22.(73) ídem: op. cit., pág. 17.

63

Page 73: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

original del libro es la exposición y análisis crítico del importante diálogo Demorte el inmortalitate, nunca traducido a una lengua moderna (74).

18. Ese manuscrito del proceso, que tantos consideran perdido, existe.Hace años descubrí una copia del siglo xvn en la magnífica Biblioteca Lassalade Valencia. Son 113 folios sin numerar, escritos por ambas caras en letracursiva, casi sin correcciones y con escasas abreviaturas, a 21 línea por folio.El copista, fiel en los textos latinos, advierte que omite las citas en griego,que son muy escasas. El ejemplar, de fino papel de hilo, encuadernado enpergamino de la época, se encuentra en perfecto estado de conservación,apenas usado. Lo he cotejado con otro manuscrito de 142 folios en letraredondilla del siglo xvm y maltratada encuademación holandesa, copia bas-tante fiel del anterior o de un antecedente común, en la Biblioteca Nacionalde Madrid (75). También lo he cotejado con otro manuscrito (76) de la Abadíade Montserrat en 175 folios de letra redondilla de finales del siglo xvm oprincipios del xix, preparado con una breve nota preliminar para ser publicado,que se declara copiado de un legajo existente en Roma; no incluye dentro deltexto las citas de Mariana en latín, omite documentos como el epistolario conA. Schottus, y presenta alguna variante, más bien exculpatoria, poco signifi-cativa. Agradezco al bibliotecario Xavier Poch la nítida serocopia que leícuando mi trabajo ya estaba totalmente redactado. Utilizo y transcribo única-mente el primer manuscrito, del que poseo una excelente serocopia encuader-nada, que, con la amistosa autorización del actual propietario, Vicente LassalaBau, realizó generosamente para mí el erudito valenciano Vicente Giner Boira.

V. EL PROCESO

No se sabía con seguridad quién era el doctor Fernando de Azevedo quefirmó la denuncia contra el tratado de Mariana. Cirot no excluye que fueseHernando de Malute y Azevedo (77); pero, de acuerdo con el archivador dellegajo, que se encuentra en la Biblioteca Nacional, se inclina por el Fernandode Azevedo que fue obispo de Osma en 1610, arzobispo de Burgos en 1613y finalmente presidente del Consejo de Castilla en 1616. Esta fundada hipótesisviene corroborada por Alonso Méndez de Parada, quien comparece en elproceso como testigo de la acusación y declara haber tratado del libro de

(74) ídem: op. cil., págs. 70-81.(75) Núm. 2.819 del Inventarío.(76) Núm. 905.(77) CIROT: op. cil., pág. 98.

64

Page 74: Número 79

EL PROCESO CONTRA El. PADRE MARIANA

Mariana con Fernando de Azevedo, del Consejo de Castilla, quien «podríaser diese noticias de ello al señor Duque de Lerma». Azevedo hizo unafulgurante carrera eclesiástica y civil. La temprana (28-VIII-1609) y documen-tada denuncia que desencadenó el proceso vino de un inquisidor próximo ala soberanía.

La reacción de Lerma fue inmediata y radical, puesto que las investigacio-nes inquisitoriales se iniciaron a primeros de septiembre. En todo, salvo enla decisión final, se procedió con extraordinaria rapidez. La causa estaríavista para sentencia en menos de cien días, del 2 de octubre al 9 de enero.

Después de un interrogatorio preliminar, al que fue sometido Mariana porla Inquisición toledana, Decio Caraffa (78), arzobispo de Damasco y nunciode Paulo V en Madrid, nombró, el 8 de septiembre de 1609, al franciscanoFrancisco de Sossa, que era obispo de Canarias y miembro del Consejo Realy del Consejo Supremo de la Inquisición, juez apostólico para incoar unproceso contra el jesuíta. La resolución del nuncio, que dice actuar «a instanciade su Majestad», ya era acusatoria, pues en ella se afirmaba que el libro deMariana era «perjudicial y escandaloso» y que implicaba «muy grande delitodigno de punición y castigo» y se autorizaba al juez para que si fuera necesario«prenda y ponga en prisión segura» al acusado. El primer auto del juez, elmismo día 8 de septiembre, fue encargar al canónigo de Canarias, MiguelMúgica, de prender y poner «a buen recaudo» al acusado. El segundo auto,de 2 de octubre de 1609, fue ordenar la «información sumaria de testigos ypersonas graves» sobre «el escándalo que de su publicación (Tractatus VII)se ha seguido en esta Corte y en otras partes contra la Persona real, Gobiernoy Ministros destos Reinos». En esta requisitoria ya se descubre a Lerma trasla persona del monarca. El mismo día se empezó a tomar declaración a lostestigos de la acusación.

El primero fue fray Juan de Vivanco, de treinta y ocho años de edad,franciscano, lector de teología en la Universidad de Salamanca, quien declaróque el tratado de Mariana era «un libelo difamatorio, el mayor que salirpudiera contra la persona del Rey y de todos sus Ministros», que «todas lasproposiciones son muy falsas y mentirosas porque las pone con generalidady sin exceptuar a ninguno».

El segundo testigo, que declaró el 3 de octubre, fue Ignacio de Ibero,abad del monasterio bernardo de Fitero, en Navarra, quien afirmó que en el

(78) Los Caraffa, noble y antigua familia napolitana, dieron catorce cardenales y un pontíficea la Iglesia, Juan Pedro Caraffa (1476-1559), que adoptó el nombre de Paulo IV (1555-1559).Había sido legado pontificio en España, que vetó su elección papal, y guerreó con Felipe II en1556. Decio Caraffa, arzobispo de Damasco, fue nuncio en Madrid desde el 22 de mayo de 1607hasta su promoción al cardenalato en agosto de 1611.

65

Page 75: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

tratado de Mariana se decían «cosas que son en deshonor de todo el reino deEspaña y de la gente principal que se junta en ella a hacer Cortes y en deshonorde todo el estamento eclesiástico».

El tercer testigo que declaró, el mismo día 3 de octubre, fue AlonsoMéndez de Parada, de cincuenta y seis años, Juez del Crimen, quien afirmóque el libro de Mariana se vende en varios puntos de Madrid, que el autorhabía pedido veinte ejemplares y solicitado que se enviasen otros a Toledo,y que había visto el pliego de correcciones de erratas que Mariana habíahecho imprimir en Toledo para intercalar en los ejemplares, de lo que se lehabía indicado que «diese noticia al señor Duque de Lerma». Calificó la obrade «libelo infamatorio contra la Monarquía de España».

A la vista de esta información sumaria, el 14 de octubre, el obispo enfunciones de juez nombró fiscal de la causa a un seglar, el licenciado BaltasarGil Ymón de la Mota (79), quien elaboró un cuestionario de diecisiete pregun-tas, que fueron formuladas ante el juez a Mariana, el mismo 14 de octubre,en la celda del convento de San Francisco de Madrid, donde se hallaba preso.El acusado se reiteró autor del libro Tractatus septem, como ya había declaradoel 5 de septiembre a los «señores de la Inquisición de Toledo», donde residía«antes de que le prendieran». A la pregunta de si había sometido su obra ala aprobación eclesiástica, Mariana dijo que, por orden del Provincial de laCompañía de Jesús, Juan García, lo habían leído tres jesuítas profesores deAlcalá: Pedro de Arrabal, Luis de Torres y Cristóbal de Castro, quienes lepropusieron algunas correcciones en materia teológica, que tuvo en cuenta;pero ninguna en lo tocante a la gobernación del reino. Añadió que el textolo había concluido hacía cuatro años, o sea, en 1605, aunque antes de laimpresión había revisado algunos puntos.

(79) En el manuscrito que utilizo, como la mayoría de los autores, se le apellida Gilimónde la Mota; pero por Mesonero Romanos, entre otros, se sabe que todavía en 1833 la villaamurallada de Madrid tenía cinco puertas reales y doce portillos, uno de los cuales era el «portillode Gil Ymón, inmediato al convento de San Francisco, mirando casi al mediodía, que tomó sunombre del célebre licenciado Baltasar Gil Ymón de la Mota, fiscal de los Consejos y Gobernadordel de Hacienda en 1622, que tenía allí sus casas» (R. DE MESONERO ROMANOS: Manual deMadrid, 2.' ed., Madrid, 1 de enero de 1833, pág. 319). Según Peñasco, el campillo de GilYmón se situaba «entre la calle del Águila y la ronda de Segovia; en el plano de Teixeira notiene nombre; en el de Espinosa se le denomina Portillo de Gil Imón. En 1678 se cedió terrenoal convento de San Francisco para aumentar la enfermería. El nombre proviene de que el terrenodel campillo y colindantes eran propiedad del fiscal del Consejo de Castilla don Gil Imón de laMota, quien parece ser vivía en la calle Mayor» (H. PEÑASCO y C. CAMBRONERO: Noticias,tradiciones y curiosidades de las calles de Madrid, Madrid, 1889, págs. 244-245). Imón es unavilla de la provincia de Guadalajara que en 1847 tenía 200 casas y escuela primaria (PASCUALMADOZ: Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España, vol. IX, Madrid, 1847,

s. 424-425).

66

Page 76: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

Preguntado por la elección de una prensa alemana, Mariana declaró quese trataba de un mercader católico de una ciudad católica y que, «escarmentadode las molestias que se padecen con impresores en España», envió su manus-crito al extranjero en busca de «persona que lo quisiese estampar a su costa».La pregunta décima se concentró sobre las frases presuntamente delictivas delos tratados De monetae mutatione y De morte et inmortalitate, es decir, delas genéricas denuncias de venalidad tanto civil como eclesiástica. Marianadistingue: lo que se afirma en el primer tratado coincide con los casos delconde de Villalonga y del licenciado Ramírez de Prado, de quienes «sepublicaron todas aquestas cosas y otras mayores». Respecto del segundotratado, Mariana explica que está escrito «en forma de diálogo, y es unadisputa en la que en una parte se ponen y refieren los defectos por las palabrasgenerales tan ásperas como lo hacen los que arguyen que proponen su partecon todo el encarecimiento posible, y después, la otra parte, que es comorespuesta y la verdadera denuncia del autor ofreciendo verdad». Al serleaducidos sus propios texos críticos, Mariana reiteró que pensaba en el citadocaso del conde de Villalonga y en el del administrador de la alcabala deToledo, que había sido condenado a muerte.

A la pregunta decimocuarta el acusado declaró que había «comunicadoel Tratado con personas de las más graves que había en Toledo, donde sehallaba, y entre ellas el limo. Cardenal», que no pudo ser su amigo Gasparde Quiroga porque murió en 1594 y la reforma del vellón arranca de 1602.Se preguntó a Mariana —cuestión decimoquinta— si negaba que el Príncipe,en grave necesidad, puede acreditar moneda, a lo que el historiador respondióque discutió el asunto «en cuanto al derecho, creyendo del hecho lo que elpueblo decía», y que pensó hacer un «gran servicio al componer ese tratado,donde distingue lo cierto de lo incierto y propone su opinión, que no es otraque la común de los doctores». Entre esas opiniones se ratificaba en la deque para ciertos tributos generales se requiere «el consentimiento de la repú-blica».

Respecto a su descalificación de los procuradores en Cortes, Marianaarguye que se limitó a recoger «la voz pública del pueblo y que le pareciócosa muy digna que el Príncipe la supiera». Excusa al «Príncipe tan cristianoy celoso» y declara su intención de «llegar a las orejas de Su Majestad paraque lo remedie».

El 27 de octubre, el fiscal presentó su acusación formal y afirmaba queMariana, «dolosa y maliciosamente y de propósito, y con gran ofensa yescándalo de la república ha hecho libelos infamatorios y hécholos imprimircon atrevimiento y osadía nunca en estos ni en otros tiempos usada», queafectan a las acciones del Rey y que constituyen «varios delitos en que se

67

Page 77: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

mezcla el de lesa Majestatis». Esos delitos son varios. El primero es poneren entredicho el derecho soberano de «acuñar moneda y moderar y disponersu valon>. El segundo es haber escamoteado en letra pequeña la razón de lareforma monetaria. El tercero es «provocar los ánimos a movimientos». Elcuarto es «infamar a los procuradores de Cortes en sus talentos e inclinacionesy especialmente notárseles de vendibles». El quinto es calificar de tirano aquien impone tributos sin el consentimiento de la república y considerarloexcomulgado por lo dispuesto en la bula In Coena Domini. El sexto es que,recurriendo a ejemplos extranjeros y otras argucias, no tanto advierte «elpeligro de la impaciencia del Reino cuanto la pronostica e incita». El séptimoes acusar de ineptos a los ministros. El octavo es acusar de prevaricación alos titulares de oficios públicos que «en un punto de tiempo salen con muchosmillares de ducados de renta». El noveno es acusar de corrupción a unosempleados públicos en connivencia con sus superiores. El décimo es sentarla «mala y atrevida doctrina de que en cosa que toca a todos cada uno tienelibertad de decir lo que quisiera, ahora sea diciendo verdad, ahora engañán-dose». El undécimo se contiene en el tratado De morte et inmortalitate, dondecompara la situación del Imperio español con la caída del romano a causa desu extensión excesiva y de «la licencia de los vicios». El duodécimo es acusarde ingratitud al Rey. El decimotercero es afirmar que hay «gastos superfluosen la casa Real». El fiscal concluye pidiendo que se condene a Mariana aque «públicamente se desdiga» y que «las penas capitales en que ha incurridolas pueda imponer y ejecutar la Justicia seglar». Y se requiere al acusadopara que en el plazo de tres días responda. A continuación se transcribe eltexto íntegro del acta de acusación.

V I . ACTA DE ACUSACIÓN

Digo que el dicho Juan de Mariana, olvidado de las obligaciones de lareligión en que es profeso y de las que tiene al servicio de S. M. como suvasallo y a la de ser natural de estos reinos y morador en ellos, dolosa ymaliciosamente y de propósito y con gran ofensa y escándalo de la república,ha hecho libelos infamatorios y publicádolos y hécholos imprimir con título delibro en gran desacato de la Real Persona y del Estado de estos reinos y gobiernoy ministros de ellos con atrevimiento y osadía nunca en éstos ni en otros tiemposusada ni vista, con estudio particular de frases y palabras enconadas, descom-puestas y deshonestas, poniendo faltas y defectos en las acciones reales, infa-mando el gobierno, notando descompuestamente a los ministros, inclinando losánimos a desobediencia, levantamientos y conmociones para cuyo efecto com-puso un libro cuya inscripción es Johannis Marianae ex Societate Jesu tractatus

68

Page 78: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

septem. Y porque su malicia y atrevimiento tuviese efecto y no se le atajase niimpidiese, le envió a imprimir fuera del reino y escogió que la impresión sehiciese en Colonia, ciudad de Alemania donde es el mayor trato y concurso delibros de toda la Europa, con fin de que con brevedad se leyese y extendiesepor toda ella el dicho libro, el cual, aunque en el volumen es libro, en muchaspartes de él es libelo infamatorio de la Persona Real y sus acciones, y de susministros y gobiernos con insistencias multiplicadas en las cuales y en los dichoslibelos infamatorios, notas y persuasiones van implícitos varios delitos en quese mezcla el de «lesa Majestatis». Y puesto que hay muchas partes y particularesen que corregir el libro y castigar al autor, las que tocan a la materia de esteproceso son:

1. Que siendo preeminencia real y una de las cosas que tocan a la soberaníaacuñar moneda y el moderar y disponer el valor y ley de ella, así, atendiendoa lo que toca al bien público como a las necesidades instantes de la Corona,en cuya conservación consiste el de los reinos. Y habiendo S. M., por cédulasy órdenes, dispuesto y mandado que se creciese el valor de la moneda de vellónpara convertir el crecimiento en necesidades públicas e instantes tocando lo unoy lo otro, y el juzgar de la justificación de las causas a la Persona Real, eldicho Juan de Mariana entre los Siete Tratados del dicho libro compuso uno,que empieza en la plana 189, De monetae mutatione tomando por principalasunto de él reprobar, reprender y tachar esta acción enseñándola y publicándolapor injusta con cuidado particular de buscar palabras que con mayor impresióny significación la notasen y desacreditasen, con lo cual sólo la proposiciónasunto y fin del libro contiene delito atroz por impugnar en público una acciónreal ya hecha y ejecutada como atributo de la soberanía. Y aunque la entradaes decir que entra impelido a ello de voluntad sincera y con deseo que S. M.y ministros lo lean y remedien, ésta no es salida de un exceso tan grande porhaber sido el medio tan descompuesto, tan verboso y tan enconado, que todoviene a parar a notar y reprobar acciones reales y ofender ministros y desacreditarla república y estado del reino, infamar la nación y costumbres de ella, conpalabras prevenidas con tanto dolo e inculcación, que todo junto ni cada partede por sí no pudo ordenarse, componerse ni publicarse sin ofender la MajestadReal.

2. Que el dicho tratado en la plana 190 pone el argumento de él, divididoy apartado de la prefación de letra más menuda, y en él presupone que el dichoacrecimiento de la moneda de vellón tuvo fundamento en acudir a necesidadespúblicas, y porque ésto lo justificaba lo apartó del cuerpo del tratado y lo hizoimprimir de letra menos legible para que o no se leyese o no se tuviera porparte del tratado o se advirtiera, quitando de su parte todo lo que fue posiblela causa tan legítima y bastante que justificaba el dicho acrecimiento y dejandotodo el cuerpo del tratado sin ella. Pues si su intento fuera escribir verdad ycumplir con la obligación de ella, era forzoso entrar fundando y pasar, después,a referir los inconvenientes que se habían experimentado, lo cual no fue así,

69

Page 79: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

sino dejando la dicha causa como inútil, corrige y nota en ésta y en todas lasdemás repúblicas toda la acción.

3. En el dicho tratado, en la prefación, en la primera columna, habiendodicho que escribir él aquel tratado parecería a muchos atrevimiento y a otrostemeridad que él, olvidado del peligro, reprobase y notase lo que hombres demayor experiencia y prudencia habían aprobado como remedio de los dañosinstantes, y dicho que era su excusa la sincera voluntad con que entraba deayudar, pone estas palabras: «Ac potius quando universa gens clamat et subonere gemit, senes et iuvenes, divites et egeni, docti et indocti, absonum viderinon debet, si Ínter tan multos aliquis audet de scripto pronuntiare, quae palamet arcano in conclavi et in plateis et circulis non absque animorum motu vitupe-rantur». O sea, «cuando todo el pueblo clama y gime debajo de la carga, viejosy mozos, ricos y pobres, doctos e indoctos, no ha de parecer disonancia si entretan muchos, alguno se atreve a escribir lo que en público y en secreto, en plazasy corrillos se vitupera no sin movimiento de ánimo». Cuya culpa además deconstar por toda la contextura de las palabras se aprueba con reconocer él mismoque era materia peligrosa y sujeta, en parecer de muchos, a atrevimiento ytemeridad y representar aclamación de pueblo, opresión y gemidos de la carga,y movimiento de ánimos; todas palabras que notan la acción de injusta y provo-can los ánimos a movimientos con afirmar que lo están ya.

4. En el capítulo segundo del dicho tratado, segunda columna de él, queestá en la plana 193, infama con palabras descompuestas a los procuradores deCortes en quien está la representación del reino y nota sus hechos y manera deproceder en la comisión de servicios y en ello con gran daño de la república ydel estado de ella y de la autoridad y servicio real, mezcla afirmación, notay represión de la instancia que presupone se hace con ellos de parte de S. M.,y las palabras son: «Procuratores civitatum in conventus vocari certe in Castellaparum prodest, plerique eorum rebus gerendis parum sunt idonei, quippe forteducti, leves homines, ingenio vaenali, nihilque prae oculis habentes prae cupi-ditate ex publica calamitate gratiam Principis promerendi, ex ea lucrum captandi.Solicitationes, adde aulicorum minas ¡miscentium precibus et pollicitationibus,quibus vel cedri Libani everterentur et caderent. Nemini id est dubium, atqueut res sunt nunquam eos votis Principis repugnaturos, satis constant, ut nonimpetret tándem quaecumque voluerit; foretque consultius si ii conventus nun-quam haberentur, quo inútiles excusarentur sumptus multiplicesque corruptelae.Verum nos hoc loco non quod fit despicimus, sed quod ratio exigit, populiconsensu libero non vi aut precibus minisve expresso tributa nova subditisimperari.» O sea, «en Castilla poco aprovecha llamar a Cortes los procuradoresde las ciudades. Los más de ellos son poco idóneos para tales negocios, sacadospor suertes, hombres livianos y de inclinación vendible, sin tener delante delos ojos otra cosa más que deseo de ganar la gracia del rey con el daño públicoy de ella sacar provecho para sí. Añade a esto las insistencias con ellos de loscriados del Rey que a los ruegos y promesas que les hacen mezclan amenazasque subvertirían y harían caer los cedros del Líbano. Ninguno dudaría, y consta

70

Page 80: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

claramente que en el estado que están ahora las cosas nunca contradirán nadade lo que se les pidiese por el Rey para que deje de conseguir todo lo quequisiese, y que fuera mejor que nunca hubiera Cortes para excusar gastos inútilesy tan varias maneras de corrompimientos, puesto que no es mi intención notarlo que se hace, sino que la imposición de tributos nuevos se haga conforme arazón por consentimiento libre del reino y no dado por fuerzas, amenazas oruegos.» En las cuales palabras hay multiplicidad de graves y atroces delitos.Uno que toca al notar e infamar a los procuradores de Cortes en sus talentos einclinaciones y especialmente notárseles de vendibles. El otro, la correlaciónque hace a S. M. y ministros de que para las cosas que son de su servicio, ysocorro de las necesidades y estado público, les hacen consentir en los tributosque se proponen por ruegos, por promesas y por amenazas, injustificando conello las concesiones del reino y las materias que en él se tratan concernientesal bien público y necesarias y convenientes a la conservación de los reinos.

5. En el dicho capítulo, fundando que S. M. no puede imponer tributossin consentimiento del reino, y teniendo por imposición de tributo el acrecimien-to de la moneda, dice que así como no puede disponer nada en daño de losparticulares sin voluntad de ellos, tampoco puede tomar parte de sus bienes pormedio de imposición de nuevo tributo. Y para comprobación de ello alega aFelipe Comines en la Vida del rey Luis XI de Francia, refiriendo en latín laspalabras que él dijo en francés de esta manera: «Quare ut in proposito pergam,nullus est Rex aut Princeps in orbe terrarum, qui possit a gente sua, vel quadran-tem unum, exigere nisi iis volentibus qui debent repraesentari, nisi per violen-tiam et tyrannidem.» Y volviendo con sus propias palabras, prosigue diciendoéstas: «Quin paulo deinceps adiicit praeter tyrannidis notam, anathematis etiamsententia involvi, qui secus faxit Princeps. In quo mihi respicere videtur sextumcaput diplomatis, quod in Coena Domini promulgatur, execretatione ex rituChristiano devinciens, quicumque in ditione nova tributa imperarit. (...) A quaexecratione an Reges eximantur contra facientes aliorum esto iudicium, nobissane eximí non videbatur, quando necque faciendi secus habent potestatemnecque id a iure conceditur.»

Las palabras que atribuye a Felipe Comines dicen que «no hay rey ni príncipeen la tierra que, sin violencia y tiranía pueda imponer en su reino ni aun unmaravedí sin no es con voluntad de los que lo han de pagar», y refiere haberañadido el mismo autor que «el príncipe que lo hiciere, además de la nota detiranía, incurre en excomunión», que el dicho Mariana entiende es la del capítulosexto de la Bula in coena Domini, que excomulga a cualquiera que en su señoríoimpone nuevos tributos, y que deja a otros que juzguen si eso comprende a losreyes, que a él le parece que sí cuando ni tienen poder de hacerlo ni se loconcede el derecho, en lo cual excedió y cometió delito grave. Lo uno porque,trantando de acción particular de S. M., cual lo fue el acrecimiento de la monedade vellón, es su intento probar, por la alegación y palabras del dicho autor, quees acto de violencia y tiranía, y por la del mismo y la suya que se incurre enla excomunión de la Bula in coena Domini. Y para extensión y confirmación

71

Page 81: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

de ello prosigue con decir: «Addo ipse non modo Principem ejus delicti etsupplicii esse reum, quicumque tributi nomine id facit, sed etiam qui monopoliispecie et fraude, nisi populi consensus accedat.» Afirmando que incurre en estamanera de delito y pena el rey que lo hace no sólo con nombre de tributo, sinotambién haciéndolo por vía de estanco sin consentimiento del reino poniendoejemplo en los de la sal, naipes y solimán. Aunque lo colora con decir que nodisputa de la justificación de ellos y que entiende estarán prudentemente insti-tuidos, todavía afirma que los estancos no discrepan de tributos y que no menosen lo uno que en lo otro se requiere consentimiento del reino.

Y aunque el sujeto del capítulo es general fundando que el rey sin consen-timiento del reino no puede imponer tributos, él mismo, en el capítulo siguiente,que es el tercero, tiene por especie de tributo el crecimiento de la moneda yfunda en él que no hay diferencia de que S. M. haya hecho ganancia por víadel crecimiento de la moneda que si la hiciera por vía de imposición de tributoso estanco, y que lo uno y lo otro no diferencia de tomar a los particulares partede su hacienda. Y concluye con decir: «Ac vero nesciam qui possint id facientesexecrationem censuramque evadere in Coena Domini promulgari solitam ómni-bus annis quando ut in monopoliis est dictum, artes hae omnes quacumquesimulatione eodem omnes pertinent, ad gravandum populum novis oneribus»(plana 196). Por las cuales palabras juntas las precedentes viene a afirmar haberS. M. incurrido en las censuras de la Bula in coena Domini en cuanto dice queno sabe que ninguno que haga crecimiento de moneda bajando el peso o quitandode la bondad que se libre de la dicha censura, siendo todas las proposicionesque hace contrarias a la verdad porque generalmente los reyes instando causasnecesarias, pueden en sus reinos imponer tributos sin pedir ni esperar su consen-timiento. Y aunque por ley particular de España, los señores reyes dispusieronque esto no se haga sino en Cortes, esto es cuanto a pechos y servicios y nocuanto a hacer estancos, subir la moneda, echar derechos en las mercaderías,ninguno de los cuales es pecho, tributo ni servicio de los que trata la ley sehagan en Cortes, y así S. M. y los señores reyes, de tiempo inmemorial a estaparte, por su derecho propio y preminencia real han estado y están en quieta ypacífica posesión de hacerlo, lo cual el dicho Mariana, contra verdad y justicia,intenta turbar y desacreditar valiéndose de la autoridad de un historiador tanatrevido como él.

6. En el capítulo décimo del dicho tratado cuya inscrición es «Maioraincommoda ex ea monetae mutatione» en la plana 210, en el fin, refiere unamudanza de moneda que se hizo en Inglaterra por Enrique VIII y lo que entiempo de los reyes Eduardo e Isabel, sus hijos, pasó para reducirla y que enefecto, fue quitarla sin pagar nada a los dueños. En la columna primera de laplana siguiente acaba con decir «infame latrocinium, turpissimum peculatum»,palabras deshonestas y descompuestas aunque sean referidas a los reyes extra-ños, pero llenas de delitos atroces en la aplicación que de ellas hace a S. M.en las siguientes: «Prudens lector advertat, an ¡isdem vestigiis ingrediamur, anin eo facto imago depicta contineatur tragoediae nobis haud dubium instantis.»

72

Page 82: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

O sea, «el lector prudente advierta si entramos por las mismas pisadas y si enese hecho se contiene una imagen pintada de la tragedia que sin duda nos estáinstando». Cuyo sentido es preciso sin podérsele dar otro que S. M. ha de hacerotro tanto que es habiendo crecido la moneda y cobrado el beneficio de ellaprohibirla sin dar su valor ni recompensa a los subditos llamándolo tragediaintroduciendo con ello las inteligencias enconadas y los malos sucesos que pornatural sentido de este nombre se significan, lo cual acrecienta con decir luegoen la columna siguiente: «Sed maius ómnibus alus incommodum, id est, com-mune odium, quo Princeps profecto flagrabit.» Las cuales palabras cayendocomo caen sobre el sujeto especial de haber S. M. crecido la moneda de vellónes afirmar que ha de incurrir en común odio de la república, especialmente quemuchas veces usa de la palabra «Princeps» en sentido especial de la personade S. M. y acaba el capítulo con decir se maravilla cómo ignoran eso losministros y si lo supieron con cuánta temeridad quieren precipitarse en talespeligros, concepto que lo repite en la columna cuarta del capítulo XI que es elsiguiente: «Necque vero expedit toties periclitan, quid provinciales (sic) patien-tia possit tolerare, ne cum exitio communi omnium exasperetur et pereat» (plana213). En modo que no es tanto advertir el peligro de la impaciencia del reinocuanto pronosticarla e incitarla.

7. En el capítulo XIII, cuya inscripción es: «Principis inopiae succurrendinum via se aliqua ostendat?», en nota y reprensión de los ministros reales,continuando el fin que lleva de infamarlos y reprenderlos. Dice en el principiode estas palabras: «Omnino in república eae sunt angustiae tam gravis inopia,ut no sit mirum penes quos rerum administrado est, insolentia aliqua remediasomniare et inepta, qualis profecto videatur, quam modo arripuere pecuniaedepravatio, iis argumentis quae universa hac disputatione sunt explicata» (plana217). O sea, «las angustias de la república son tantas, tan grave su pobreza,que no es maravilla que los ministros a cuyo cargo está la administración delas cosas sueñen remedios insolentes e ineptos como en realidad de verdad loparece el que tomaron en la depravación de la moneda por los argumentos queen toda esta disputa se han explicado». Siendo así que el hecho que repruebacon las dichas palabras descompuestas tuvo el principal fundamento y autoridaden la aprobación de S. M. y bastaba sólo eso para que se abstuviera de palabrastan desacatadas.

8. Y en el mismo capítulo, en la plana 219 del libro, hace un invectivaatrevida y desacatada contra S. M. y los ministros reales con estas palabras:«Verum quod vulgo fama fert, plañe est miserabile ; nullum hoc tempore inprovincia magistratum, nullam procurationem, ne sacerdotia quidem et Episco-patus meritis'dari, cuneta esse vaenalia, necque sine pretio concedí, confictahaec fortassis, esto certe aucta, sed ita dici calamitosum est. Omnino regiosministros videre est terrae plañe filios exuccos ad publicas procurationes acce-deré, puncto mox temporis beatos evadere, multa aureorum millia annua nume-rare. Unde haec nisi ex pauperum sanguine, ex medullis lttigantium publicasqueprocurationes ambientium?» O sea, «verdaderamente es muy miserable lo que

73

Page 83: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

la fama divulga que en el reino en este tiempo ningún magistrado, ningún oficioni aún beneficios ni obispados no se dan por méritos, ser todo venal, no seconceder sin precio. Puede ser que no sea verdad, pero aún se añada algo: hartacalamidad es decirse que de todo punto se ven los ministros del rey, hijos deljugo de la tierra entrar en los oficios públicos y luego en un punto de tiendosalir dichosos con muchos millares de escudos de renta. ¿De dónde es sino dela sangre de los pobres y de la sustancia de los litigantes y pretendientes deoficios?». Atrevimiento y delito grande con palabras tan sediciosas y descom-puestas que ellas mismas lo están probando sin otra inducción.

9. Y luego en la columna siguiente, insistiendo en la misma nota e infamiade ministros, lo hace con estas palabras: «Qui regia vectigalia administran!, eosfrequens fama damnat, quasi foedere cum Publicanis facto lucri et pecuniae eaconducentibus pactae partem multo maximam ad se derivent, quod ad rectoressingularum urbium promanat, eo peiori exemplo quod leges provinciales seupragmáticas vendunt populis quotannis iis obtemperare recusantibus, publicaiis addicunt palam a quibus ex arcano pecuniam acceperunt.» Y en la planasiguiente: «Quaestores eam functionem cum magno compararint (quae novacorruptela est argumentum inversae reipublicae) iidem vendant necesse est,atque ex aliena miseria lucrum captent. Pecuniam regiam ad mercimonia con-vertunt, sic regiis litteris uno et duobus annis non satisfaciunt. Qui commodis-sime post quatuor aut octo menses debita solvunt parte etiam aliqua expensionedetracta, uncia nempe aut duabus uncus ex universa summa ut cum creditoreconvenerunt.» Y aunque estas dos cláusulas tienen congrua relación a los admi-nistradores de las alcabalas y a los corregidores y tesoreros de las ciudades yvillas y partidos y que infamar estos oficios por escrito es delito grave y contrael buen ejemplo público, el modo con que lo dijo es dispuesto para que fueradel reino donde no se tiene noticia de los oficios de éste se refiera la inteligenciaa los que tienen oficios superiores, y para los que no, se engañasen y lasentendieren limitadamente del género de oficios de que habla, pasa adelante atocar los consejeros y ministros superiores, y habiendo dicho que estos abusosse remediarían con visitarlos, dice estas palabras: «Tametsi id etiam praedicant,vero an falso non dixerim, sed affirmatur tamen vulgo, nullum ex his quaesto-ribus esse, qui in aula in regiis tribunalibus fautores non habeant parte nempepeculatus speque invitatos, quae alia miseria est superioribus non minus exitia-lis.» O sea, «aunque también se publica no digo que sea verdadero o falso;pero afírmase comúnmente que ninguno de estos tesoreros deja de tener en lacasa y tribunales reales sus fautores que participan con ellos del dinero públicoen que ellos han cometido el delito de peculado o de la esperanza de conseguirloque es otra miseria más perniciosa que las pasadas». De manera que a un mismotiempo nota los ministros inferiores y la participación con ellos de los superioresy los actos reales de haberse vendido las tesorerías llamándolo nueva corruptelay argumento de estar la república mal gobernada y causa que habiendo compradolos oficios vendan el uso de ellos.

10. Y en el dicho capítulo en la columna última de él y de todo el tratado,

74

Page 84: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

hace una afirmación general de todas las proposiciones atrevidas que dejabahechas así cuanto a la reprobación del crecimiento de la moneda como de todaslas demás con estas palabras: «Haec ego sentiebam in iis ómnibus articulis, dequibus in hac scheda disputatum est, ac sigillatim de aereae monetae mutationedepravationeque. Quae inconsulta gente facta iniqua videtur, consentiente multismodis exitialis» (plana 221). O sea, «eso es lo que he sentido en todos estosartículos de que se ha disputado en este tratado y particularmente de la mudanzay depravación de la moneda de vellón que sin consentimiento del pueblo pareceinicua y con él dañosa de muchas maneras». Y acaba el tratado con el presupues-to de que había de sentirse aquel libelo como infamatorio y, sin embargo deello dice: «Si quis exacerbabitur iis quae in nostra disputatione ponuntur, iscogitet, remedia quae sunt salutaria eadem amara saepe esse et aéria.» O sea,«y si alguno se sintiere de lo que en esta disputación se pone, piense que losremedios saludables muchas veces son amargos y agrios». Y al pie de estoenseña una mala y atrevida doctrina con estas palabras: «Tum in re quae adomnes spectat cuivis liberum esse, de ea quid sentiat explicare sive verum dicat,sive fallatur.» O sea, «en cosa que toca a todos, cada uno tiene libertad dedecir lo que quisiere ahora sea diciendo verdad, ahora engañándose». Todo locual está lleno de afirmaciones de que de propósito se resolvió escribirlo aunquetocaba a los que se habían de sentir de ello que referido a las personas de quienseñaladamene había hablado es Su Majestad Real, sus ministros superiores einferiores, los procuradores de Cortes y, umversalmente, el Estado de la repú-blica y gobierno de ella.

11. El dicho Mariana en el dicho libro desde la plana 356 imprimió otrotratado cuyo título es De morte et inmortalitate en cuya prefación, plana 359,infamando estos reinos dice: «Quidquid alibi per partes corruptum est, quasiconfusis omnium gentium vitiis in mores Hispanorum minorum migrasse. Undequasi ex summo praecipitante fortuna graves calamitates imminere, ac vero iaminstare videantur. Virtute partum imperium opulentia perdit, et opulentiae asse-clae voluptates. Animorum vigorem, quo res tantae bello paceque perfectaesunt, vitiorum licentia extinxit, qua nihil est militari disciplina exitialius. Isvidelicet victoriarum de hostibus fructus fuit, amplifican principatus térra qui-dem latissime, mari autem ipsis orbis caelique finibus terminati. Romanorumexemplo corruimus minori temporis intervallo, quibus exitiale fuit in Asiamimperium propagasse, inde Romam tanstulisse voluptatum ¡Ilécebras instrumen-taque.» O sea, «todo lo que cada provincia está corrompida, mezclados losvicios de todas ha pasado a las costumbres de España de manera que pareceque la fortuna, precipitada de lo alto, amenaza graves desgracias y ellas yainstan. El Imperio que ganó la virtud lo pierde la opulencia y los deleites quevienen con ella; el vigor de los ánimos con que llegaron a consumarse las cosasde la guerra y de la paz, la licencia de los vicios los ha acabado porque nadahay que tanto daño haga al ejercicio militar. Este ha sido el fruto de las victoriasde los enemigos ampliar el reino por tierra larguísimamente y por el mar queel término de la tierra y del cielo lo es suyo. Caemos a ejemplo de los romanos

75

Page 85: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

con intervalo de menos tiempo que ellos cuya caída se causó de haber propagadoel Imperio a Asia y pasado a Roma los instrumentos y regalos de los deleites».Todas ellas palabras de ánimo mal afecto a esta monarquía y deseoso de queno se conserve, haciendo pronósticos temerarios en que se complican especies«lesa Majestatis».

En la misma prefación, a las palabras precedentes se siguen éstas: «Quidvero necesse est multíplices peculatus commemorare, magistratus hisce praeser-tim annis vaenales, ignaros, turpes et sórdidos sacerdotes, omnia auro pervia;nihil iam meritus dari, nihil virtuti, nullum innocentiae probitati et eruditionilocum esse relictum, ambitiosis et pravis modo diligentibus atque gratiosispúblicos honores et procurationes dari nullo maiori delectu. Propinquitatem cumaulicorum aliquo pro virtutibus esse.» O sea, «¿Qué necesidad hay de referirlos muchos hurtos del dinero público, los magistrados venales mayormente enestos años, los sacerdotes ignorantes, torpes y sórdidos, todo encaminado pororo. No se da nada a los merecimientos, nada a la virtud; no se haber dejadolugar a la inocencia, a la verdad, a las letras; darse los honores y oficios públicosa los malos y ambiciosos si son diligentes y favorecidos sin ninguna otra mayoratención; el parentesco con los privados sucede en lugar de merecimientos».Palabras tan atrevidas y con haberse perdido tanto el respeto que no sólo dichasen público y en libro, pero aún habladas privadamente ofendieran el respetoreal y autoridad pública. Lo cual continúa sin cesar acrecentando la ofensa conestas palabras: «Quod si mentem a proximis annis, quibus sua quoque inerantvitia, ad paulo superiora referatis, bella intestina, procerum dissidia, promis-cuam libidinum licentiam, stupra, caedes, peculatus, rapiñas, in regia ipsasuppositos partus, regentium ignaviam.» O sea, «y si volvéis la atención desdelos años próximos en que también había sus vicios, poco más arriba, guerrascrueles, encuentros de Grandes, licencia promiscua de deshonestidades, estu-pros, muertes, peculados, rapiñas, y en la misma Casa real partos supuestos,descuido de gobierno». En lo cual está un nuevo libelo infamatorio de las cosasde estos reinos y atrevimiento desenfrenado contra cosa tan sagrada como laCasa real.

12. Y en la plana 362, refiriendo la muerte de García de Loaysa dice quefue vencido de molestias y trabajos que sufrió con la muerte de su amo (enten-diéndolo por la Majestad del rey don Felipe II nuestro señor que está en elcielo) transferido el imperio y la gracia en otros y que éstos fueron mayorescerca de su muerte (80). Y que «don Pedro Portacarrero y Rodrigo Vázquez,varones insignes, arrebató la muerte para quitar de delante dos firmes testigosde la autoridad y honor que se les había quitado» (81), tachando en estoatrevidamente lo que se ordenó acerca de estos tres ministros.

(80) El fiscal no cita el texto latino porque no hace una referencia literal: «praesertimlaboribus et molestiis victo corpore, quas in magna rerum varietate, atque heri morte imperio etgratia in alios translata gravissimas pertulit, sub vita finem maiores» (plana 362, cois. 1 y 2).

(81) «In eo numero Petrus Portocarrerius generalis Inquisitor, et Rodericus Vasquius, Cas-

76

Page 86: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

13. Y en la plana 381, con la misma descomposición, dice estas palabras:«Quid rapiñas ínter privatos et fraudes dicam, magistratuum sordes, multíplicespeculatus, invalido legum auxilio, quae vi ambiti postremo pecunia debilitantur?Quid inmensa vectigalia quae maiora in dies plebibus imperantur, nullo fructu,quoniam in eorum usum fe re cedunt qui sunt in aula gratiosi, in insanis regiaesumptibus consumatur? Denique, ut uno verbo complectar, caetera omnia pre-fecto perturbata et suis sedibus sunt convulsa, sub onere gemiunt populares,vitam in anxietate et dolore agunt, qua non acerbiorem morte? Quid numerumdicam inopum sine ulla ope, sine lare familiari vagantium, manum ad stipemporrigentum? Quid pecuniam adulteratam? commercia impedita? rerum et anno-nae caritatem? quae sunt omnia nostri saeculi nostraque labes et vulnera gra-via?». O sea, «¿para qué diré los hurtos y engaños entre los particulares, lassuciedades de los magistrados, los muchos robos del dinero público con el pocofavor que se da a las leyes, las cuales se van enflaqueciendo con fuerza, conrodeos y, últimamente, con dinero? ¿Para qué diré los inmensos tributos, quecon imperio se ponen y van siendo mayores cada día con ningún fruto porquese convierten en uso de los privados y en los gastos superfluos de la Casa real?Y, finalmente, para comprenderlo todo en una palabra: cierto las cosas todasestán turbadas y fuera de sus lugares. Los del pueblo gimen oprimidos de unagran carga, pasan su vida en congoja y dolor no menos áspera que la mismamuerte. ¿Para qué diré el número de pobres que, sin esperanza alguna y sintener ya cosa propia, andan vagando arrimados a un palo? ¿Para qué diré eldinero adulterado y los comercios impedidos y la carestía de las vituallas ytodas las cosas? Estos son los graves males de nuestro siglo y de nuestro reino».

De todo lo cual se convence que si un rebelde enemigo de él quisiera tratardescompuestamente de las cosas de la Majestad Real y de las de estos reinos(aunque se dispusiera a hacerlo falsamente) no pudiera hallar palabras másatrevidas, más descompuestas, ni afirmaciones más falsas que las que el dichoMariana se atrevió a todo y a la impresión y divulgación de libelos tan infama-torios; y que la república está en estado de darse satisfacción no sólo dentro deella, sino que sea tan extendida, como el dicho Mariana encaminó lo fuese lalectura de su libro y de los dichos libelos, haciéndose castigo público y ejemplarde él.

Pido y suplico a V. S. que condenándole ante todas cosas a que públicamentese desdiga, le haga la condenación que merece tan grave y atroz culpa, dispo-niéndolo en la forma necesaria para que las penas capitales en que ha incurridolas pueda imponer y ejecutar la Justicia seglar, sobre que pido justicia.

El acta de acusación transcrita le fue comunicada a Mariana, el 28 deoctubre de 1609, por el notario de la causa, Bartolomé Gutiérrez.

tellae Praeses, primi oCurrebant, viri praestanles, quos mors rapuit ne diu deformes testes viseren-tur honoris detraed» (plana 362, col. 2).

77

Page 87: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

VII . EXCULPACIÓN DE MARIANA

El 28 de octubre Mariana solicitó que se le autorizase a hablar y dejarseaconsejar por el rector de la Compañía de Jesús en Madrid y que se prorrogaseen otros tres días el plazo para exculparse, lo que le fue concedido. El 3 denoviembre el acusado respondió a los cargos del fiscal con un texto que ocupa35 folios manuscritos y que se transcribe a continuación:

Para responder a los cargos que pone el señor Fiscal contra mi libro de losTratados, que se imprimió últimamente en Colonia, digo que el descargo prin-cipal se reduce a dos puntos. Uno es que yo imprimí el dicho libro con licencia;que no quebranté las leys del reino; y guardé las Constituciones de mi religión,de suerte que, por ese respecto, no se me puede cargar delito alguno.

El segundo es que los abusos y cohechos de que traté eran públicos, losmás deducidos en juicio y todos por la pública voz y fama que corría y, comotales, se podían decir de palabra y por escrito en cualquier parte del mundo,doctrina toda muy llana entre teólogos y juristas.

Si dicen que tuve mala intención de motejar al Gobierno de estos reinos.Respondo que las intenciones no se deducen a juicio porque se reservan al deDios; lo segundo que era imposible tener tal intención, pues cuando este Tratadode la moneda se escribió y puso en latín, Su Majestad mandaba castigar aVillalonga y a Ramírez de Prado por quienes aquello se dirigió; además quede ordinario hace castigar semejantes desórdenes como éstos; y las residenciasque cada día vienen a esta Corte; y no es nota del Príncipe que en sus reinoshaya desórdenes, que siempre los hay más o menos, sino vanagloria que no losconsienta, antes los mande castigar como Su Majestad lo sepa.

Añádese que mi sana intención se podrá echar de ver, lo primero, en laspalabras que dije al principio y al fin del libro; y, así, donde está declarada laintención, no hay que interpretarla a mala parte, aunque podrá ser que, poryerro, las palabras no parezca corresponden tanto como debían a ella.

Supuesto esto, se responde a los cargos de la manera siguiente. Al principio,que es como prefación de la acusación, se dicen tres cosas a las que convieneresponder. La primera que dice es que he hecho en el dicho libro «libelosinfamatorios». Y porque lo repite muchas veces adelante, digo que libelo famo-so, como se colige del Código en la ley única «De libellis famosis» y delDecreto, etc. Ver «libellus famosus» de los intérpretes del Derecho canónicoen la cuestión citada, Alejandro Domingo, Hugo y otros no es otra cosa sino«scriptura sive carmina sive soluta orationes scripta quae infamationem alicujuscontinent nondum antea alioquin publicam. Quando enim res quam ea scripturacontinet iam erat publica non habet rationem libelli infamatorii ut ostendaturpublicaque fíat». De aquí infiero que para libelo famoso se requieren tres cosas:que sea contra alguna persona o algunas personas señalada y determinadamente;la segunda cosa que no sea pública y tenida como tal; la tercera que se haga

78

Page 88: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

de propósito sólo para ese efecto. Y así que mi libro no fue libelo infamatorioporque yo no nombro ni señalo directa ni indirectamente a alguno que por élpuede quedar infamado, no pierda su fama porque esto se dijo por lo que pasabapúblicamente en tiempos de aquellos ministros Villalonga y Ramírez de Pradoy lo ha castigado ya Su Majestad, y no es infamia de un Rey o reino que hayaabusos si se castigan y corrigen como lo hizo Su Majestad.

Además, no puede ser libelo para España ni las demás naciones lo que dice,pues era público y sabido por todo el mundo por las cárceles, cargos y castigosque ha hecho Su Majestad en ellos por los excesos y abusos que habían intro-ducido.

Lo tercero porque el libelo no sirve de otra cosa sino de infamar, ni se hacecon otro fin o celo. Pero si tratando de historia o de doctrina o incidentalmentese dice alguna cosa en común de los abusos de la república para que se lleveadelante el cuidado que hay de remediarlo; éste no es libelo ni nadie lo puedellamar así, pues de otra manera ninguna historia habría en el mundo que nofuese libelo, pues en ella se cuentan muchas faltas de singulares y muchosabusos de la república; pero llévase todo bien porque son cosas públicas y sehacen por el bien común y para escarmiento de otros porque la historia esmaestra de la vida. Cosa maravillosa que de muchos que vieron esos tratadosdentro y fuera del reino, especialmente el de la moneda, sobre el que cargamás la acusación, ninguno advirtió que se le pudiera dar nombre tan odiosocomo aquí se le da en que se ve cuan diferentes son los juicios de los hombres.Lo que yo entiendo es que mi intención no fue la que el señor Fiscal me impone,y si falto en las palabras, que como hombre pude errar, fue por inadvertenciay por no acabarme de declarar, de lo cual me pesa.

Dice lo segundo que dicho libro es en gran desacato de la Persona Real ydel estado de estos reinos y Gobierno. Respondo que yo no trato del Gobierno,porque ni trato en todo el libro de Su Majestad, directa ni indirectamente, nide sus Consejos en que consiste el Gobierno, que todos son buenos, sino delos abusos e inconvenientes que, con efecto, Su Majestad ha castigado, y paraque en adelante haya escarmiento, y no de otra cosa, y esto en latín y no muyordinario para que se vea que no pretendía alborotar ni inclinar a levantamientos,como dice luego el señor Fiscal. Verdad es que algunas cosas dije con algunalibertad de que me pesa; pero puédese dar perdón a mi edad, estudios y buencelo, aunque no haya sido tan prudente como yo quisiera.

Lo tercero hace misterio en que este libro se imprimió en Colonia dondedice que es el mayor mercado de libros de toda Europa, y no es allí, sino enFrancoforte, ciudad de la Alemania la alta, lejos de Colonia. Pero en este puntome remito a lo que dije en mi confesión número 9 y que es, en suma, que enel Consejo, a la sazón, estaba la puerta cerrada para imprimir. Envié el libropara que- se imprimiese en la imprenta de Plantino en Flandes, allá me laimprimieron en Colonia sin que yo lo supiese, de todo lo cual hay certificaciónpor las cartas que de allí vinieron y que presento y que verificarán las firmas

79

Page 89: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

el Padre Pedro de Rivadeneyra y el Padre Cristóbal López, y Juan Asrrey,librero flamenco.

En el número primero dice que es preminencia real acuñar la moneda,minorar y disponer el valor y ley de ella. Respondo que en esto me remito alo que pruebo en el tratado De monetae mutatione, capítulo III. La suma esque es verdad que la moneda es una de las cosas que pertenecen a los reyes,como se ve en la Ley regalía que allí cito; pero también es verdad que no puedepor su sola autoridad rebajarla de ley, y esto por opinión común de teólogos yjuristas. Las palabras que allí digo son todas modestas, y son significativas ypropias, no contrarias a acción real. No sé por qué el señor Fiscal hace misterioen las palabras con que se dice, y no entiendo sea delito decir contra algunaacción particular de los Reyes que los pueden engañar, y el que avisa antes leshace servicio. Además, cuando aquel tratado se escribió aún no sabía yo siintervino el consentimiento del reino, como se ve en aquellas palabras que estánen el fin del tratado: «quae inconsulta gente facta iniqua videtur consentientemultis modis exitialis». Así la cuestión se trata general y condicionalmente:que los reyes por su sola autoridad no pueden bajar la moneda, si no es en loscasos que allí se señalan. Además, cuando este libro se envió a imprimir, yaSu Majestad había desacreditado esa traza con el Decreto que hizo que partede esta moneda no corriera, como se dirá en adelante, y fue cuando se juntaronlos señores Presidentes y el cardenal de Toledo en el Escorial por mandado deSu Majestad.

Hace misterio el señor Fiscal que el dicho tratado De monetae mutationese haya puesto de otra letra y menos legible; pero en ello yo no tuve parte. Losimpresores allá hacen lo que les parece que está mejor a los libros que imprimen,y la letra que llaman cursiva harto clara es; no sé por qué dice que es menoslegible. Repara, además, en que ese argumento en que se justifica la mudanzade la moneda que se hizo, lo puse aparte y que debía comenzar el tratado porlo que allí digo. La verdad es que aquel argumento se añadió de nuevo cuandoSu Majestad decretó que parte de aquella moneda corriese que fue la causa,como allí se dice, y que a la sazón estaba el conde de Villalonga, de resolvermea publicar aquel tratado pareciéndome en ello servicio y apoyaba el nuevodecreto de resolución de Su Majestad. Esta es'la verdad únicamente.

Dice que confesando yo en el prefacio de dicho tratado que a muchosparecería temeridad lo que yo hacía en reprobar la mudanza de la moneda, sinembargo, pasé adelante. Digo que la verdad es que algunos días tuve dichotratado compuesto sin atreverme no sólo a imprimirlo; pero ni aún fiarle a nadie.Después, como Su Majestad hizo aquel Decreto con que desacreditó aquelarbitrio y viendo caído a Villalonga, entendí podía, sin peligro y sin nota detemeridad, imprimirle en latín para memoria y aviso de los que vendrán adelante.Lo que añade de los clamores del pueblo no quiere decir sino que se quejabany hoy se quejarán de aquella traza. Y digo que no era mucho que uno se atrevieraa escribir lo que todo el pueblo decía en sus corrillos y pláticas.

Queja común es del reino que, a las veces, los procuradores del reino son

80

Page 90: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

poco a propósito, como sacados por suertes, cosa que no se debe poder excusary aún en tiempo de romanos se usaba, como se ve en Cornelio Tácito, li-bro IV; pero en fin salen, a veces, mozos y no de tanta capacidad, que dicenque sólo ponen la mira en la merced que Su Majestad les hace. Eso quiere deciraquella palabra: «homines ingenio venali». Y aún otros venden las suertes pormillares de ducados. En lo que toca a los sobornos, me remito a los cargos quese hicieron al conde de Villalonga y al licenciado Ramírez de Prado y entiendoque Su Majestad no sabe lo que en esto pasa ni lo aprueba. Algunos Ministroshacen aquellas diligencias por pensar que sirven con ello, como se vio enVillalonga y Ramírez de Prado.

Felipe de Comines fue un caballero principal de Francia y aún entre doctosse tiene comúnmente que después de Julio César no ha habido historiador comoél. Esto digo porque el señor Fiscal le llama y dice que es tan atrevido comoyo. Lo que él dijo a sus reyes en francés parecióme lo podía yo poner en latíny ayudarme de su autoridada especial con palabras tan comedidas como es decir«ac nesciam quae in effecto», es decir, que no me determino y que siemprehablo condicionalmente como lo dije en el número primero. Lo que el señorFiscal dice que hay diferencia entre poner tributos y entre los estancos y bajarla moneda, y que lo primero no se puede hacer sin consentimiento del puebloy sí lo demás, yo no lo sigo, sino lo contrario, si no es en caso urgente y denecesidad por la razón de que de todas estas suertes se toma al pueblo parte desu hacienda. Y por lo que los doctores dicen sobre el capítulo 4 «De jurejurando», que se cita en el capítulo III de aquel mitrado (léase Covarrubias: Deveterum numismatum collatione, capítulo VII, número 6, donde dice «mutatiovero pecuniae ex consensu populi erit plañe licita ut cumque fíat, cum accedatconsensus eorum quibus praejuditium ex ea fit, quod fatentur Hostiensis, etc.»).Hasta aquí, Covarrubias. Y mucho menos apruebo lo que resuelve al fin deeste número, que los señores reyes pueden, sin consentimiento del pueblo, echarde pechos sobre las mercaderías, lo tengo por opinión muy perjudicial y falsa.Advierto que de los estancos de la sal, solimán y de los naipes yo no digo nada,antes los apruebo como se ve en la plana 194, columna 2.

En el capítulo X de dicho tratado dije que entre tres reyes de Inglaterra,Enrique VIII y sus hijos Eduardo e Isabel, por este camino de bajar la monedase quedaron con toda la plata de sus vasallos, que fue un robo muy tremendo.Dice el Fiscal que fueron palabras deshonestas y descompuestas por ser reyes.Respondo que todos fueron herejes y que como tales merecen se les pierda todorespeto.

Añade que las palabras siguientes contienen delitos atroces, a saber: «Pru-dens lector advertat an iisdem vestigiis ingrediamur etc.», por aplicar a SuMajestad el hecho de aquellos reyes. Digo que los Reyes católicos, como losde España, no usan de semejantes remedios extraordinarios sin que conozcandos cosas. La primera es que haya alguna persona o personas que representena Su Majestad el arbitrio. Y la segunda que, después de representado el arbitrio,se nombre personas muy doctas y religiosas que examinen si es lícito y justo y

81

Page 91: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

se puede usar de él con buena conciencia y sabiendo ser justo el arbitrio quese ofrece. Su Majestad lo aprueba y manda ejecutar, y este título es público ynotorio. Por manera que de estas tres cosas o acciones, sólo la tercera ha deaprobar y mandar ejecutar; el arbitrio toca a Su Majestad, y esto nunca hacesin que preceda siempre la dicha justificación del arbitrio y, cuando se ejecuta,siempre se hace por causas muy justas y convenientes como son el desempeñode Su Majestad y socorro de sus ejércitos, presidios y galeras o cosas semejantes.Y siendo todo eso tan sabido y experimentado en estos reinos, no sé en quéfunda el señor Fiscal lo que dijo que acabando yo de decir que fue un robomuy torpe el que usaron aquellos reyes de Inglaterra, se puede aplicar a SuMajestad católica del Rey nuestro señor las palabras siguientes: «Prudens lectoradvertat an iisdem vestigiis ingrediamur», pues la cierta y manifiesta interpre-tación de aquella aplicación cae sobre los que dan el arbitrio y los que despuéslo justifican y fundan en conciencia no siendo a las veces tan justificado. Yporque regularmente semejantes materias son examinadas por teólogos y yo losoy, viene a propósito aquella palabra «ingrediamur» de primera persona delplural para reprenderme a mí y a los de mi profesión juntamente porque algunasveces parece que damos ensanche a la Teología para conformarnos con nuestrasconciencias en la calificación de algún arbitrio menos justificado sólo porquedeseamos que se ejecute. Tampoco se puede presumir que en la aplicación deaquella historia yo atribuía aquellos robos o usurpación de moneda o interesesa los que dan o califican los dichos arbitrios, porque para la justificación deellos siempre se presupone alguna grande necesidad y al remedio de ella seaplican y no a los arbitrantes o calificantes porque aquéllos son ya tantos que,si se hubiera de pagar, no le quedaría hacienda a Su Majestad. Lo que pretendípor aquel ejemplo fue descubrir y probar todos los daños que recibe el pueblocon la novedad de semejantes arbitrios para que así quedase más fundada lacomún opinión de los doctores que la condenan. Aún digo que aquella palabra«ingredi» quiere decir entrar o comenzar, y está claro que un paso que se dépor un camino es comenzar, y no hay duda sino que se comenzó en este reinoa bajar la moneda de vellón, pues en la antigua Su Majestad, para comunes yuniversales necesidades del reino y forzado por ellas, tomó para esto la mitad,que es la nueva, de cinco partes, las tres justamente, y aún se dijo estuvo muyadelante el querer rebajar la plata que fuera la total ruina de estos reinos. Yesta era la palabra que yo dije en aquellas palabras nos amenazaba. Y estetratado, que tanto vitupera el señor Fiscal, sirvió para que en adelante no sehiciere tal mudanza porque si las necesidades aprietan sin duda se volverá otravez a lo de la plata, y para que también estuvieran los Ministros avisados delos daños que resultarían, para que no se deje llevar adelante práctica semejante.

Añade otrosí que en aquellas palabras —«maius ómnibus incommodis estodíumque Princeps flagrabit»— pronostico e incito la paciencia del reino. Res-pondo que yo no pronostico nada, sino que advierto del peligro por el ejemplode lo que pasó en Francia por esta misma razón, y no creo yo sea delito avisarde lo que puede suceder y ha sucedido en otras partes.

82

Page 92: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

Dice que son palabras desacatadas las que digo en el capítulo XIII del mismotratado: «omnino in república ex rebus angustiosis». Yo no sé en qué pone eldesacato. Las palabras son corteses y aquella palabra «remedia insolentia» sóloquiere decir que bajar la moneda es remedio extraordinario, y la palabra «inepta»quiere decir que no es a propósito, pues el sentido no es descomedido puesdice no es maravilla se acuda a semejantes trazas por ser las necesidades yapreturas tan urgentes. Dice que con aquellas palabras «Verum quod vulgofama fert plañe est miserabile» hago una invectiva contra Su Majestad y losMinistros reprendiéndoles por decir que todo se vende. Respondo que de SuMajestad yo no hablo palabra. La verdad es que en todo el capítulo XIII sepretendió lo que todo hombre de bien debe decir y pretender, a saber, dar trazapara que se acuda a las necesidades de Su Majestad y que se haga sin agravara los pobres. Cada día traen a Su Majestad arbitrios impresos gentes que no sési ponen en esto sólo la mira. Parecióme que, entre los demás, podía yo enlatín representar los míos. Uno fue una visita contra los cohechos que estosaños, sin duda, anduvieron muy sueltos como Villalonga y Ramírez de Pradotan públicamente los hacían sin que por mucho tiempo se entendiese, comodespués se entendió y castigó, los otros ministros menores se atrevían a hacerlo mismo. Y cuando se dice que todo se vende, semejantes proposicionesuniversales se modifican conforme a la materia que se trate. Claro está, no sevendían los sacramentos, ni los cálices, sino vendíanse muchas cosas; y no detodos los ministros ni todos los que entraban en los oficios y dignidades, porqueno hay duda que hay muchos y muy buenos que entran por la puerta y por caminoderecho, sino porque muchos lo hacían de los inferiores por respeto de aquellosdos Ministros, y esto según el dicho común que de la verdad de la cosa yo noafirmo. Como se dice «Todos fueron a la procesión» y no fueron todos, sinomuchos. Mas ¿de qué sacó Villalonga tantos millares de hacienda y renta sinocon aprovecharse de todo lo que le venía a la mano? Y ya se sabe que por estaocasión de Villalonga y Ramírez de Prado hubo voz en el reino de que sevendían los oficios y dignidades, de suerte que no se puede negar sino que elcohecho anduvo algún tiempo muy libre en algunos, y no es nota del Reynuestro señor ni del reino que haya esto que, como dice Séneca en una epístola,la república es como el mar que siempre padece tormentas, aunque los vientoscon que se levantan se mudan y truecan. Siempre en los reinos hay vicios, yaunos, ya otros. La gloria del Príncipe es no consentirlos, sino castigarlos comoactualmente lo hacía Su Majestad cuando ese tratado se puso en latín. Y contraesos abusos se escribió ese capítulo sin que haya otros misterios, sólo con deseode que de raíz se remediasen. Verdad es que pudiera añadir (sino que no seadvierte todo) que si había desórdenes ninguno pasaba sin castigo. Lo que sedice de los jueces de alcabalas y de vender las pragmáticas todos los años soncosas que, entendí yo, eran públicas y las sabe Dios y todo el mundo. No senombran los particulares por no lastimar a nadie: si fuera menester se nombra-rían. Lo que añado de los oficios de tesoreros, que digo es dañoso y abusovenderlos, véanse los efectos que nunca, después que se venden, pagan a

83

Page 93: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

derechas. Y lo que Santo Tomás en De regimene principum, el maestro Sotoy otros escriben sobre el vender los oficios. Las necesidades y aprietos de losreyes, excusan cosas que, sin duda, tienen inconvenientes. Lo que añade elFiscal que digo que esos tesoreros tienen valedores en la Casa Real o en lasAudiencias Reales era queja común por lo que hacían en aquel tiempo aquellosdos Ministros y ya vimos en Toledo un juez de alcabalas que dicen adquirióallí dos mil ducados de renta que, sin embargo, le dieron por libre y, después,por instancia que contra él se hizo, vino condenado a muerte y creo en treintamil ducados.

No sé qué le ofende al señor Fiscal en aquellas palabras: «Haec ego sentiebamin iis ómnibus articulis etc.», que no es afirmación de proposiciones atrevidas,como él dice, y saca una recapitulación de lo dicho. Antes debiera sacar deaquellas palabras «quae inconsulta gente facta iniqua videtur consentiente exi-tialis» que yo no sé si la mudanza de la moneda se hizo con voluntad del reinoy que por el mismo caso siempre hablé de dicha mudanza condicionalmente.Tampoco entiendo en qué repara en las otras palabras: «Quod si quis exacerba-bitur etc.» Por qué dice que yo entendí que había aquel tratado de tenerse porlibelo infamatorio, que no se dice sino por temer que los que andaban encohechos se irritarían contra mí. Las postreras palabras «in re quae ad omnesexpectat etc.» sólo quiero decir que, en negocios que tocan a todos y en quetodos son interesados, cada cual tiene licencia de hablar, quiere decir representarlos inconvenientes para que vengan enteramente a noticia de quien lo quiere ylo puede remediar, dado que, a las veces, el particular se engaña, que no todaslas veces se puede acertar, que a mi ver es doctrina muy llana y no tiene reatoninguno contra nadie.

Dice que en la página 359 infamando a estos Reyes, digo: «quidquid alibiper partes corruptum etc.». No sé cómo se saca de ellas que soy mal afecto aesta monarquía, pues pienso que he deseado servirla con mis trabajos, y preten-der que las costumbres de España con el regalo no se estragan y están mudadases poner duda en lo que todos confiesan. No se dicen estas ni otras palabraspor odio, sino por amor y deseo de que se acuda al remedio y se atajen losdaños y los inconvenientes que al parecer de hombres sabios nos amenazan.

En las palabras que siguen: «quid vero necesse est multíplices peculatusetc.», advierto que aquella palabra «aulicus» no quiere decir privado, como lotraduce el señor Fiscal, sino cortesano o palaciego y no sólo significa los criadosde la Casa Real, sino de los prelados y señores que todos tienen sus provisionesy a las veces no salen tan acertadas por mirar estos y otros respectos humanos.Lo que añade el Fiscal, que son palabras tan atrevidas que no son para deciraún a un particular, digo que en este cargo me renvío a lo que declaré en miconfesión número 11: que es hecho de verdad en una disputa en forma dediálogo donde el uno argumenta y lo tacha todo; después el que es el autorresuelve lo que se debe tener y reprende lo que el otro ha dicho con muy gravespalabras y muy de propósito que se gasta una columna entera y comienza desdeaquellas palabras: «Pax (inquam) sit rebus etc.» De suerte que aquellas palabras

84

Page 94: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

que cita el señor Fiscal y llama tan atrevidas no son de la mente del autor, sinoque se ponen por manera de argumentos y disputa. Y de esta manera procedePlatón en sus Diálogos y en particular Cicerón en De natura deorum, quien enel primer libro trata uno que no hay dioses o que no cuidan en lo de acá; y enel segundo habla otro y reprueba esto con muy fuertes razones. Lo mismo sehace en la Escuela, que primero se ponen los argumentos contra la verdad ydespués resuelve el autor lo que se debe tener.

El Fiscal añade y se ofende de aquellas palabras: «quod si mentem a proximisannis etc.» y dice que es un nuevo libelo infamatorio y atrevimiento desenfre-nado. Cesará esta ofensión si se considera que aquellas palabras se dicen enjustificación de estos tiempos porque se dice que en ellos hay muchos sacerdotessantos y jueces enteros y señores modestos y que por pocos ruines no han deperder los más, y no es razón que si en este tiempo hay faltas, mayores lashubo en los pasados y, a ese propósito, se dice lo de los partos supuestos enque se toca lo de la Beltraneja, cosa tan sabida y tan divulgada en estos reinos,de suerte que no había para reparar tanto en aquellas palabras.

En lo que toca a la muerte del señor don García de Loaysa, yo no digo quese le hizo ningún agravio ni lo di a entender porque Su Majestad en cosa degracia puede hacer lo que fuere su voluntad. Antes doy a entender que el dichoseñor García de Loaysa mostró flaqueza en no llevar con buen ánimo aqueldesvío de enviarle de la Corte. Lo mismo digo de don Pedro Portocarrero ydel presidente Rodrigo Vázquez, que no doy a entender que se les hicieseagravio alguno en quitarles los oficios, sólo pretendí que en mis papeles quedasememoria de personas tan principales; especialmente que tenía alguna obligaciónal buen término que en cierto negocio el señor Presidente usó conmigo. Yaquellas palabras: «ne diu deformes testes viserent» no quiere decir lo que elseñor Fiscal declara, sino que la muerte los llevó presto porque no les señalasencon el dedo: éste fue Presidente, éste Inquisidor General. Y es modo de hablarde Alciato en una epístola a Paulo Jovio donde porque no le dieron ciertoobispado que pretendía le aconseja se salga de Roma «ne deformis videreturhonoris denegad», de suerte que tampoco eso tiene misterio, no moteja a nadie,ni a lo que con ellos se hizo.

Dice el Fiscal que en la plana 381, con la misma descomposición, digo«quid rapiñas Ínter prívalos et fraudes dicam magistratum sordes etc.», de dondeconcluye que si un rebelde enemigo quisiera tratar descompuestamente de lascosas de la Majestad Real y de las de estos reinos no pudiera hablar palabrasmás atrevidas ni más descompuestas ni afirmaciones más falsas que las con queel dicho Mariana se atrevió a todo. Respondo que si considera con atención eltítulo del capítulo que es «Vitae molestia» se advirtiera que en aquellas palabrasno se habla particularmente de España, ni de estos reinos, sino de todo elmundo, que donde quiera hay los males que en aquellas palabras se dicen máso menos, y para todos se escribió, para el francés y para el italiano, comotambién todos los capítulos que preceden y el que sigue son generales y para

85

Page 95: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

todos, y no sé cómo se atrevió a decir que traté descompuestamente de las cosasde la Majestad real pues en todo el discurso ni por sueños se habla mal ni tocaal Rey nuestro señor ni a sus cosas.

Acabo estos descargos con acordar lo que dije al principio de este papel:que yo imprimí con la debida licencia y que lo que noté era público, a lo menosyo lo tuve por tal, y bien se hecha de ver que no le pareció bien a Su Majestadpues lo castigó.

Yo soy de edad de setenta y tres años, tengo de religión cincuenta y seis,comecé a leer Teología en los mejores puestos de Europa, a saber, en Roma yen París hace cuarenta y ocho años. Toda la vida he gastado en sevir a laIglesia, algunos servicios de consideración he hecho a esta Corona de quepresento un papel aparte, y otro de lo que las naciones juzgan de mis trabajos.Y por todo esto, cuando pudiera esperar alguna remuneración, me hallo puestoen prisión de que doy gracias a Dios y le bendigo por todo.

Por tanto a V. S. suplico se sirva absolverme y darme por libre de laacusación del dicho señor Fiscal sobre que pido justicia y para ello declarómey ofrézcome a probanza siendo necesaria. Y que las personas que informaronque yo quería poner lengua en el Gobierno con otros encarecimientos no tenganparte alguna en esta causa pues está claro que querrán llevar adelante lo queuna vez informaron y dijeron.

Además digo que yo confieso hay en mi libro algunas palabras o cosas quehoy no las pusiera y que no se consideraron bien, y así conozco que he excedidoen algunas cosas y modo de decir que desdicen de la modestia religiosa conque he dado ocasión de ofensión a algunos; pero afirmo y certifico que no hansalido de mal ánimo, ni se escribieron con intención de ofender a nadie, sinode advertir a los que pudiesen remediarlo. Véase el remedio que yo lo pondrécualquiera que se me ordenare. El que a mí se me ofrece es hacer otra impresiónquitando o enmendando todo lo que ofende, lo cual sería de mucho efectoporque la impresión de Colonia salió muy mentirosa por estar yo ausente y,luego que saliera otra buena y correcta, decaerá que no quede de ella memoria.

Fecha en este convento de San Francisco de Madrid a 3 de noviembre de1609 años, Juan de Mariana.

A este escrito de descargo el acusado añadió cartas misivas y un memorialde censuras y servicios que fueron incorporados a la causa por auto de 4 denoviembre de 1609. Son tres cartas sobre la edición de los Tratados, escritasen latín desde Amberes por el jesuíta Andrés Schottus y una respuesta tambiénen latín de Mariana a Schottus, fechada en Toledo, abril de 1608, y fragmentosde opiniones sobre Mariana publicadas por el cardenal Baronio, Nicolás An-tonio, Bernardo de Alderete y Pedro de Ribadeneyra. Además, el acusadoenumera sus obras, empezando por la Historia, en latín y luego en españoly finalizando con su alegato acerca de la venida de Santiago a España. Entre

86

Page 96: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

otros servicios, menciona su colaboración gratuita al Catálogo de libros veda-dos y al índice expurgatorio (82).

V I I I . TRAMITACIÓN FINAL

El 9 de noviembre el fiscal se ratificó en su acusación, rechazando muyescuetamente el descargo de Mariana. El día 11 de noviembre, Marianarespondió a la réplica del fiscal sin desdecirse de su escrito de descargo. El13 de noviembre el fiscal presentó 14 preguntas para los testigos y requirióa los tres que comparecieron en la instrucción sumaria y, además, a tresmiembros del Consejo de Hacienda y a otros cuatro funcionarios, mayores ocontadores de rentas. Al día siguiente el fiscal reiteró su acusación y añadióun nuevo delito de Mariana, considerado «incorregible», el de calificar de«falsos» los cargos. Con esa misma fecha, Mariana, que llevaba dos mesespreso, solicitó permiso para hacer algún ejercicio corporal y decir misa, y eldía 18 presentó su lista de siete testigos. Uno de ellos, el doctor Martín deCarballo Villasboas, no compareció. Ante las peticiones fiscales de prórrogade los perentorios plazos, Mariana, el 2 de diciembre, se opuso a ellas pidiendoque «no se conceda más término y se acabe esta causa».

El primer testigo de la defensa fue el jesuíta Pedro de la Paz, de cincuentay ocho años, quien afirmó que Mariana era «persona quieta, llana y muysencilla que no ha hecho mal a nadie y que sabe más de letras que de lamalicia del mundo», y que los hechos discutidos eran «públicos».

El siguiente testigo de la defensa, el jesuíta Bautista Pacheco, se expresócasi en los mismos términos que el anterior y afirmó que los abusos eran«notorios».

Declaró a continuación el jesuíta Pedro de Rivadeneyra, de ochenta y tresaños, quien afirmó no haber leído todos los tratados de Mariana y le elogiócomo persona y como religioso; pero matizó su jucio del intelectual en estostérminos: «hombre sin malicia y sencillo, aunque de grande ingenio y muchasletras y celos, y por estos respectos confiado de sí y arrimado a su parecery a no tomar fácilmente consejo con otros».

El jesuíta Alonso Escudero, de sesenta y dos años, definió a Marianacomo «persona quieta, sosegada, llana, recogida y que es muy buen religiosoy humilde, y amigo de pobreza y celoso del bien común de la religión y engeneral del bien común, y bienintencionado»; pero, como Rivadeneyra, apun-tó que, por «la grandeza de su ingenio y no tomar consejo con otras personas,pudo fácilmente adelantarse más de lo que debía».

(82) Esta hoja de servicios autobiográfica la publicó NOGUERA: op. cii., pág. xcix.

87

Page 97: Número 79

GONZALO FKRNANDRZ DE LA MORA

El hermano jesuíta Cristóbal López, de cincuenta y nueve años, reconociólas cartas del jesuita flamenco Andrés Schottus. Juan Asrrey, mercader delibros en Madrid, de veintisiete años, ratificó la autenticidad de las cartas deSchottus, alguna de las cuales él mismo había «encaminado».

Como testigo del fiscal compareció, en primer lugar, fray Juan de Vivanco,de treinta y ocho años, lector de Teología en la Universidad de Salamanca,que ya había declarado en la información sumaria. Sabe que el libro deMariana «está recogido por mandato del Consejo Real y de la Santa Inquisi-ción», es decir, por decisiones anteriores a la eventual sentencia judicial.Hace un gran elogio de la gestión gubernamental. Y afirma del escritor: «tanmordaz contra los Ministros del Rey».

A continuación, el licenciado Alonso Méndez de Parada, de cincuenta yocho años, apoya en todo momento la tesis del fiscal.

El siguiente testigo de la acusación es Cristóbal de Ipenarieta, contadormayor del Consejo de Hacienda y caballero de Calatrava, de cincuenta ycuatro años. Lo que sabe de Mariana es de oídas; pero hace una apología delGobierno y confirma las tesis del fiscal respecto a la legitimidad de las medidaseconómicas adoptadas.

Gaspar de Pons, miembro del Consejo de Hacienda, de cincuenta y cincoaños, no ha leído el libro de Mariana y elogia a los ministros y a sus colabo-radores.

Francisco Gómez de Olivera, administrador de rentas de puertos de Cas-tilla, tampoco ha leído a Mariana; pero da testimonio de la capacidad realpara establecer impuestos sin consentimiento del reino.

El licenciado Jerónimo de la Puebla Oreja, de cuarenta y seis años, noha leído el libro de Mariana; pero ha oído hablar mucho de él y de sus cosas«atrevidas y descaradas», y proclama la honestidad de la Administración yla capacidad real para imponer tributos.

Antonio de Ayala, secretario de los archivos de Simancas, de cincuentay cuatro años, sólo de oídas conoce el libro de Mariana y, como estudiosode la documentación antigua, entiende que los reyes de España han tenido lacapacidad fiscal. También le consta que una bula de Eugenio IV autoriza alos reyes de España para castigar a los eclesiásticos.

El cisterciense Ignacio de Ibero, abad de Fitero, se ratificó en su anteriordeclaración.

Diego de Herrera, del Consejo de Hacienda y contador mayor, de cincuentay un años, sólo conoce el libro de Mariana de oídas, defiende la honestidadde los funcionarios y la autoridad de los Consejos y niega que sea necesarioel consentimiento del reino para señalar el precio de la moneda.

Pedro de Bañuelos, contador, de cuarenta y dos años, sólo tiene noticias

88

Page 98: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

indirectas y negativas del libro de Mariana y coincide en la doctrina fiscalexpuesta por los demás testigos de la acusación.

El 1 de diciembre el juez apostólico aceptó la petición del fiscal para quefueran aportados a la causa los textos de las normas de diverso rango enmateria de Hacienda y, además, son transcritas íntegramente cédulas realesde 10 de mayo de 1567, 19 de agosto de 1557, 30 de julio de 1566, 9 demayo de 1566, 29 de mayo de 1567, 30 de enero de 1559, 7 de enero de1563, 3 de febrero de 1563, 23 de octubre de 1598, 22 de enero de 1599,24 de enero de 1600, 20 de febrero de 1610, 10 de marzo de 1607, de 1431(prohibe, entre otras cosas, la importación de mano de obra del Magreb) yde 15 de mayo de 1431, relativas a los reinos peninsulares, incluido Portugal,y a Flandes y los virreinatos americanos, todas ellas de gran interés para lahistoria de la economía española. Con estas disposiciones legales el fiscalpretendía demostrar el constante ejercicio regio de la potestad de imponer asus subditos gran variedad de contribuciones y tasas sin previo acuerdo delas Cortes.

El 7 de enero de 1610 se notificó a Mariana toda la causa, si bien el fiscalse reservó el derecho de establecer sus últimas conclusiones a la vista de lapostrera duplica del acusado. He aquí la respuesta de Mariana:

A esta información del señor Fiscal se pudieran decir muchas cosas y tacharmucho de lo que en ella se querella, mas es tan larga y mi salud tan corta, queyo determino no decir nada, sino remitirme a la misericordia de Dios y de losMinistros, que mirarán por mi justicia y sinceridad en todo.

Y, no obstante lo dicho, confieso que no he podido entender qué es lo queha pedido el señor Fiscal en las seis preguntas del interrogatorio; es a saber,desde la quinta hasta la décima porque en todo el libro no se dice palabra contralos Consejos, ni contra la administración de justicia, ni contra el cuidado quehay de reformas, ni de las demás cosas que pone en las dichas preguntas.

Digo lo segundo en cuanto a la pregunta oncena del dicho interrogatorioque yo tengo entendido que los señores Reyes no pueden sin consentimientodel pueblo poner derechos sobre las mercaderías por lo que se dice en el capítulocuarto De jure jurando y los doctores sobre él, y porque de otra suerte seríalícito que donde el Rey nuestro señor tiene sobre las mercaderías diez por cientosubirlo a veinte por ciento. Pero pues el señor Fiscal hace en ésto tanta insistenciay alega en su favor cédulas reales y presenta gran número de testigos, digo queme remitiendo a ello advierto que en el libro no se dice palabra de éste particular,de éstos derechos sobre las mercaderías. El señor Fiscal lo puso en la causacióny ésta fue la ocasión de tratar este punto.

Digo lo tercero que a las preguntas doce y trece, algunos testigos dicen queyo escribí contra Su Majestad, otros que contra el Gobierno de estos reinos.Digo que las deposiciones son defectuosas y como tales no se deben admitir

89

Page 99: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

en juicio porque debían traer en particular las palabras que el señor Fiscal pusoen su acusación. Ya se respondió a ellas y creo bastará. Si son otras, es razónlas declarasen y trajesen en particular. Así como el latín no es muy ordinario,podrá ser haga diferencia del que esos testigos piensan. Y lo mismo digo delos tres testigos que se examinaron en la sumaria información, porque no tienenni declaran las palabras mismas donde están aquellas preñeces que dicen.

Y es cierto que en todo el libro no hay palabra de deservicio de Su Majestad,ni contra el Gobierno; sólo se habla contra los cohechos de los cuales habíagran rumor y publicidad cuando yo escribí el libro porque Su Majestad actual-mente mandaba castigar al conde de Villalonga y a Ramírez de Prado, porquien se dijo lo contenido en el libro, entendiendo servir a Su Majestad y albien público.

Con lo dicho y alegado doy este proceso por concluso y suplico a V. S.me dé por libre de lo que el señor Fiscal me imputa y me hace cargo. Fechaen Madrid a nueve de enero de 1610 años. Juan de Mariana.

El mismo día 9 de enero el juez apostólico dio la causa vista para sentenciay anunció que citaría a las partes un día no feriado para darla a conocer. El18 de enero el notario público apostólico dio traslado literal de todo el procesoen un legajo de 75 folios escritos por ambas caras. En el mismo no constaque se dictara sentencia.

Coincidiendo con la terminación de la causa, Felipe III ordenó a su em-bajador en Roma, el 9 de enero de 1610, que pidiera el pontífice Paulo Vque, a la vista de la copia auténtica del proceso que se le remite, mandesentenciar y permita, «con asistencia de los ministros que yo nombraré», laejecución de la sentencia «sin apelación, como se ha hecho en otros delitosnotorios en que está lesa la Majestad», independientemente del castigo canó-nico por «desacato de la autoridad pontifical». En otra carta de la mismafecha a su embajador Castro, el monarca le ordena «que con mucho recatoy sin dar a entender el fin que se lleva, compréis y recojáis todos los libros...y los hagáis quemar». Y lo mismo le encomienda para el caso de que serealizara otra edición.

El embajador en Roma consultó al auditor de la Rota vaticana FranciscoPeña acerca de la tramitación en la Santa Sede de la causa contra Mariana,y aquél le envió su dictamen el 23 de abril de 1610. Según Peña, no se debesolicitar al Papa una sentencia condenando el libro de Mariana a ser quemado,puesto que no hay «censura de proposiciones que merezcan semejante casti-go»; sólo se podría «pedir, con más templanza, para recogerlo porque nocorra el mundo». Opina Peña, además, que no se debe elevar la causa alPontífice, «tan gran letrado y tan ejercitado en juzgar», porque advertirá queel juez ordenó prender a Mariana antes de oír a los testigos, por lo que «esta

90

Page 100: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

captura fue nula e injusta y formará mal concepto de toda la causa en favorde dicho Padre Mariana». Piensa también Peña que, «siendo tan prohibidopor los sacros cánones», el juez apostólico ar ptó un fiscal secular, lo queafecta a «las nulidades del dicho proceso». Añade Peña que «no se ve pruebasconcluyentes que el dicho N. haya cometido delito de lesa Majestad porqueno concurren las cualidades necesarias para formar la sustancia de dichodelito», y que la predisposición declarada por Mariana a «la corrección dedichas proposiciones como le fuera ordenado, lo cual viendo Su Santidadantes inclinaría a la absolución que a condenación». En fin, Peña concluyeque «no conviene dar el dicho proceso a Su Santidad», lo cual equivale, enla práctica, a sobreseerlo. En otro dictamen, anejo al de Peña y probablementesuyo, se sugiere como alternativa elevar a Su Santidad un breve extracto delproceso y «pedirle que con su licencia se procederá a la determinación de lacausa con la mayor clemencia y benignidad que será posible». No hay noticiade que tal recurso se utilizara (83).

Juan de Mariana fue puesto en libertad antes de cumplirse un año de sudetención en el convento de San Francisco de Madrid. Se ignora si fue comoconsecuencia de una sentencia o de un simple auto.

I X . LA SENTENCIA

El juez apostólico anunció que dictaría sentencia el 11 de enero de 1610,lo que luego aplazó para el día 18; pero en las copias manuscritas del procesono figura sentencia alguna. Tampoco la encontró Noguera, quien afirma que,en este punto, «sólo podremos hablar por conjeturas». Aduce a BernardinoGiraldo, quien en su Apología por el Senado de Venecia (84) afirma queestuvo preso un año. Nicolás Antonio da a entender que fue rehabilitado (85).

Según Cirot, hubo sentencia en un proceso inquisitorial contra Marianay se apoya en un informe de 31 de octubre de 1610, en el que Luis de Aliaga,confesor de Felipe III, dice haber visto la sentencia, aconseja al rey que laejecute y sugiere la intervención de la Inquisición española (86). Y concluye:«Dos procesos intentados en dos jurisdicciones diferentes por un mismo delito,tal era la monstruosidad no solamente tolerada, sino aconsejada por este

(83) Las cartas de Felipe III a su embajador y la carta y dictamen de Peña los publicóNOGUERA: op. cit., págs. c y ci.

(84) Citado por PABLO COLOMES en Hispania oriemalis, Hamburgo, 1730, pág. 252.(85) Biblioteca hispana, vol. I, Roma, 1672, art. «Mariana».(86) CIROT: op. cit., págs. 108-109.

91

Page 101: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

confesor dominico propuesto para arzobispo de Zaragoza» (87). Del informede Aliaga no se deduce que se tratara del mismo hecho, más bien de ciertasopiniones que serían objeto de «otra causa tocante al interés de Su Santidad»a que vagamente aludió Peña en su dictamen. Lo que quizá vio Aliaga, quenunca llegó a arzobispo, fue un proyecto de sentencia condenatoria, ya deljuez apostólico Caraffa, ya de otro proceso inquisitorial desconocido. De lacarta de Bartolomé Morlanes a su amigo Mariana el 16 de septiembre de1610, contestada por éste el 4 de octubre, deduce Cirot que «se puede supo-ner que la puesta en libertad se remontaba a cinco o seis meses, por lo me-nos» (88). Esto situaría la liberación de Mariana en marzo de 1610. ¿Qué sen-tencia recomendaba Aliaga que se ejecutara, cuando el acusado hacía medioaño que se consideraba «indemne»? ¿Una inquisitorial tampoco dictada?

En la citada carta escribe Mariana a Morlanes: «No gritemos en los tejadosque he salido indemne, y esto por ciertas consideraciones y por el consejode personas prudentes» (89). Si hubo sentencia favorable, ¿porqué silenciarla?No tiene sentido mantener en la clandestinidad una absolución tajante, perosí la tendría una libertad de hecho.

Según Laures, «no se sabe con seguridad si se llegó a dictar sentencia;es seguro, sin embargo, que el preso fue liberado después de un confinamientode cuatro meses, a condición de que enmendara los pasajes ofensivos» de sustratados (90). El más explícito es Ballesteros: «El juez recibió la indicaciónde imponer, por falta de verdadero delito, una honesta corrección a Marianay ponerlo en libertad...; en noviembre de 1610 lograba salir de su celda.L.Castigado sí. Una sentencia suave, pero no absolutoria. Estaría encerrado enla Casa profesa (de Toledo) durante algunos meses y sin contacto alguno conel exterior» (91). ¿De quién recibió el juez la indicación? ¿Cómo una sentenciajudicial condenatoria pudo dejar indeterminado el tiempo de incomunicación?

Mientras no se publique el texto de la sentencia, mi conjetura es que nollegó a dictarse. Es evidente que no se le condenó por lesa Majestad, puestoque Mariana se reintegró a Toledo, donde escribiría los Escolios al Viejo yal Nuevo Testamento y cartas a sus amigos. ¿Se resignaría Lerma a que todoel proceso finalizara con una condena simbólica cual parto de los montes?No es probable. Me inclino por la simple suspensión del encarcelamientoprecautorio y un aplazamiento sine die de la sentencia. La indeterminación

(87) CIROT: op. cii., pág. 109.

(88) Op. cit., pág. 110.(89) CIROT: op. cit., pág. 109.

(90) LAURES: op. cit.. pág. 6.

(91) M. BALLESTEROS GAIBROIS: El Padre Juan de Mariana. Vida de un sabio, Madrid,1944, pág. 235.

92

Page 102: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

jurídica era la salida menos mala para una acusación frustrada por la escasacooperación de la jurisdicción eclesiástica, la única competente para quiengozaba de fuero. Hay, además, una presunción negativa: ¿cómo pudo hacerse^antes del año 1700, una copia íntegra del proceso sin que figurase la senten-cia?, ¿cómo no pudieron hallarla ni el minucioso Noguera ni el perquisidorCirot?, ¿por qué no apareció entre los papeles de Mariana que se conservanen el British Museum y en la Biblioteca Nacional?, ¿por qué no la citan loshistoriadores de la Compañía como Alonso de Andrade en 1666 o, en nuestrosiglo, Antonio Astrain? Una condena benévola tendría que haber sido aducidapor los hermanos de religión.

¿Inocente o culpable? Un gobernante prudente preferiría la ambigüedadjudicial a la derrota legal. El éxito político ya se había logrado: el tratadoresultaba inhallable y el autor, escarmentado, sólo se ocuparía en glosasbíblicas.

X . CARACTERIZACIÓN DEL PROCESO

Los inquisidores actuaban según unas normas expresas, reiteradas y per-feccionadas que arrancan del Directorium inquisitorum, escrito por NicolásEymerich en el siglo xiv y editado por vez primera en 1503, y que, a travésde tratados e instrucciones, llegan hasta el siglo XVII. Un clásico es Ordende procesar en el Santo Oficio, escrito por Pablo García hacia 1592 y variasveces impreso a partir de 1628 (92). Entre los procesos inquisitoriales quehan sido editados íntegramente, y que permiten seguirlos paso a paso, destacael de fray Luis de León, que se prolongó casi cinco años (93).

Los inquisidores visitaban periódicamente los distritos e inquirían. Lostestimonios recogidos eran sometidos a expertos que los calificaban. Si apa-recían actitudes heréticas se sometía el expediente al fiscal y, a la vista desu informe, los jueces decidían sobreseer, citar o detener al acusado. En casode prisión, el reo solía ser recluido en una de las cárceles secretas del SantoOficio y, antes de tres días, era convocado por el tribunal. Cumplido estetrámite, el fiscal disponía de diez días para presentar la acusación formal. El

(92) Una lisia en B. ESCANDELL: «La historia de la Inquisición española. Notas sobre elestado actual de la investigación», en Jornadas académicas de historia de Espanha e de Portugal,Lisboa, 1990, pág. 131.

(93) A. ALCALÁ: Proceso inquisitorial de fray Luis de León, Salamanca, 1991, 740 págs.Véase también M. GONZÁLEZ VELASCO: «El proceso de fray Luis de León (1571-1576). Notasy comentarios a documentos y ediciones», en La Ciudad de Dios, vol. CCV, enero de 1992,págs. 231-237.

93

Page 103: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

detenido era invitado a presentar su réplica, a acompañar las pruebas queconsiderase oportuno, a citar testigos, a designar un defensor y a recusartestigos y aun jueces. El reo no sólo disponía de una réplica y de una posteriorduplica, sino de numerosas intervenciones a lo largo del proceso. Sólo cuandoya no tenía nada que alegar y los jueces consideraban suficientes las califica-ciones expedidas por teólogos, moralistas y juristas, se procedía a dictarsentencia, que raramente era de muerte. Entre 1530 y la extinción de laInquisición en 1834 fueron ejecutadas 776 personas, una media de cinco cadabienio (94). Ante las decisiones de los tribunales de distrito cabía una apela-ción al Consejo Supremo del Santo Oficio en España, que era la últimainstancia. Y, claro está, la materia objeto de investigación y sanción era laherejía.

La Inquisición española no era una jurisdicción puramente eclesiástica acausa de la intervención regia ante el Papa para la designación del InquisidorGeneral, quien proponía al monarca los miembros del Consejo de la Suprema(el número inicial fue de tres y, con variaciones, se estabilizó en torno acinco) y nombraba al resto de los magistrados. Es cierto que esa directa oindirecta presencia de los soberanos era contra la herejía y en defensa de lafe que profesaban, y que la inmensa mayoría de las causas se desarrollabasegún un dinamismo estrictamente religioso y clerical. El criterio habitual delos reyes era inhibirse y respetar la autonomía inquisitorial, como, por ejem-plo, en el proceso del secretario de Estado Jerónimo de Villanueva (1643),a pesar de la simpatía que Felipe III sentía por el colaborador de Olivares.Pero algunos casos, los más sonados, no escapaban a la politización. FelipeII estuvo presente en el proceso contra Bartolomé Carranza en España (1559-1567) y en Roma (1567-1576), a donde apeló el arzobispo, que murió libre;también en el incoado contra el felón Antonio Pérez en 1591, cuando yaestaba condenado criminalmente y en rebeldía. Se podría citar unos cuantosmás o menos politizados como los de Froilán Díaz (1703), deshechizador deCarlos II, o Pablo de Olavide (1776), intendente de Andalucía, condenadopor fraude, luego acusado de heterodoxia y, finalmente, amonestado por elSanto Oficio.

La Inquisición española cumplió indirectamente la función civil de man-tener la cohesión social, firme base del Estado moderno; pero las cuestionesde competencia eran numerosas y reñidas (95), y la tabulación de los miles

(94) J. CONTRERAS: «La Inquisición en cifras», en La lnquisción, Madrid, 1982, págs. 75-79.(95) «Las competencias... Hasta fines del siglo xvi, el monarca siempre decidía a favor de

la Inquisición... Al mismo tiempo se fue relajando paulatinamente el control que los monarcasdel siglo xvi habían mantenido sobre el Santo Oficio, lo que se tradujo en el dominio de la

94

Page 104: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

de datos ya disponibles prueba que el Santo Oficio, con criterios y métodosaún practicados en ciertas áreas contemporáneas, como la comunista, perohoy inadmisibles (96), veló casi siempre por una creencia y no por el poderestatal. La leyenda negra, ya desmontada en cuanto a los condenados a muer-te (97), tampoco puede mantenerse respecto a la politización, que fue espo-rádica y decreciente.

Durante el proceso de Mariana, el Inquisidor General era Bernardo deSandoval y Rojas, cuyo mandato se extendió desde 1608 hasta su fallecimientoen 1618, fecha en la que ocupó la vacante el dominico Luis de Aliaga,confesor real, luego caído en desgracia (98). Sandoval, que era tío del todo-poderoso valido, «introdujo en el Consejo gente nueva, toda hechura el duquede Lerma» (99). Entre los cinco consejeros de la Suprema nombró al primerreligioso que no era dominico, Francisco de Sosa, obispo de Canarias yfranciscano, a quien el nuncio designaría juez apostólico en el proceso contraMariana. Aunque el jesuíta había colaborado estrechamente con el SantoOficio durante los años (1573-1594) en que había sido Inquisidor General suamigo Gaspar de Quiroga (100), en el año de su enfrentamiento con Lermala composición del alto tribunal no le era favorable. Pero, a pesar de que elindignado valido creía controlar el Consejo de la Suprema, no consiguió queMariana fuese sometido a un proceso inquisitorial típico.

¿Por qué Lerma no logró que Mariana cayera bajo la competencia de laInquisición? En primer lugar, porque no se le pudo acusar de las figuraspenales en que tenía jurisdicción el Santo Oficio: herejía, brujería y ciertospecados como la blasfemia y, luego, la sodomía. En segundo lugar, porque

institución por su propia burocracia» (J. MARTÍNEZ MILLÁN: «Las fuentes impresas», enJ. PÉREZ-VILLANUEVA y B. ESCANDELL: Historia de la Inquisición en España y América, Madrid,1984, págs. 149-150).

(96) G. FERNÁNDEZ DE LA MORA: «La Inquisición», en Pensamiento español, vol. VII,Madrid, 1971, págs. 259-276.

(97) B. ESCANDELL hace suyas las cifras de J. CONTRERAS en La historia de la Inquisiciónespañola. Notas sobre el estado actual de la investigación, Lisboa, 1990, pág. 167.

(98) J. NAVARRO LATORRE: Aproximación a fray Luis de Aliaga, Zaragoza, 1981.(99) J. MARTINEZ-MILLÁN: «LOS inquisidores generales durante el reinado de Felipe III»,

en J. PÉREZ-VILLANUEVA y B. ESCANDELL: op. cit., pág. 891.

(100) GASPAR DE QUIROGA (1507-1594), nacido en Madrigal, de origen gallego, fue cardenalarzobispo de Toledo desde 1577 y pasó a la historia por haber sido el promotor del tercero —elprimero es el valdesiano, de 1554— de los índices españoles, Index et cathalogus librorumprohibitorum, Madrid, 1583-1584, en el que colaboraron Mariana y las Universidades de Sala-manca y Alcalá. El décimo y postrero vio luz por orden del inquisidor general AGUSTÍN RUBINDECEBALLOS: índice último de los libros prohibidos, Madrid, 1790, reeditado, con apéndices,en 1842 y 1862. Entre los no españoles destacan el índice tridentino de 1564 y los sucesivospontificios (la versión española del correspondiente a 1930 tiene 558 páginas).

95

Page 105: Número 79

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA

Mariana tenía valedores eclesiásticos y, aunque marginado por la Compañíade Jesús, ésta no le abandonó en la hora crítica, como lo demuestra lacondición jesuítica de todos los testigos de descargo. Es altamente probableque Lerma pidiese a su tío el Inquisidor General que procediera contra Marianay que el Consejo de la Suprema se declarara incompetente por la materia dela acusación. No obstante, Lerma logró que se eligiese como juez a uninquisidor de su confianza.

¿Cuál fue la causa de que Lerma no pudiese someter a Mariana a unproceso criminal ordinario? La condición sacerdotal del acusado, que teníaun fuero propio, el canónico. Sin embargo, Lerma consiguió que, irregular-mente, se admitiese a su propio fiscal.

El proceso de Mariana se distinguió de los estrictamente inquisitorialesen que no se inició por la vía eclesial inquisitiva, sino por la denuncia de unpersonaje, en que el tribunal fue unipersonal y no plural, en que la faseinformativa y la probatoria estuvieron claramente separadas, en que el reofue detenido en un convento y no en una cárcel secreta, en que no se designópatrono o defensor, en que no se le concedió tachar testigos y se le pemitióconocerlos y repreguntarles, en que no hubo consultores de oficio, en quelos plazos fueron breves, y en que jamás se ejerció la tortura sobre el reo.Y la última instancia no fue el Consejo Supremo de España, sino el propioPapa, a quien el rey Felipe III ordenó pedir una sentencia condenatoria y aquien el acusado se dirigió directamente solicitando absolución y libertad.Finalmente, nunca se acusó a Mariana de herejía, sino de delitos estrictamenteciviles, entre ellos el de lesa majestad.

Otra diferencia esencial es que la acusación corrió a cargo de un seglarque representaba al Estado. Algún biógrafo califica de «terrible y sangriento»el tenor de la acusación. Leída con atención, se aprecia en ella la durezapropia de un fiscal, siempre apoyado en una cita textual de Mariana; pero noanimadversión ni abuso de sus facultades. Pedro Mantuano, el acerbo críticode Mariana, promovió un procedimiento ante el mismo Gil Ymón de la Motapara que prohibiese el libro de Tomás Tamayo de Vargas Defensa de laHistoria del Padre Mariana, que se estaba imprimiendo en Toledo. El 16 dejulio de 1616, el magistrado adoptó la medida precautoria de que se recogiesela obra de Tamayo, y así se hizo cinco días después. Trasladada la denunciaal autor y oídas las réplicas y duplicas, por un auto del 21 de octubre de 1616levantó el embargo contra el defensor del Padre Mariana. Pedro Mantuanoapeló; pero, finalmente, el Consejo confirmó el 25 de octubre de 1616 el autoabsolutorio de Gil Ymón y se distribuyó la tirada de 1.500 ejemplares (101).

(101) A. GONZÁLEZ PALENCIA: «Polémica anle Pedro Mantuano y Tomás Tamayo de Vargas

96

Page 106: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

En este caso, la imparcialidad del personaje respecto a Mariana fue absoluta.El proceso coincidió con los inquisitoriales en que la denuncia partió de

un inquisidor, en que los del distrito toledano efectuaron la investigaciónpreliminar, en que se practicó la detención previa, en que el denunciantepermaneció secreto, en la dilación de la sentencia, y en que el juez era uninquisidor del supremo rango, pero que no actuó como tal, sino como delegadoad hoc del pontífice.

Tampoco fue un proceso estrictamente canónico, puesto que el fiscal fueun magistrado civil. Se trata, en suma, de un proceso atípico, más bien híbridode inquisitorial, canónico y civil, un compromiso entre la Iglesia y el Estadopara salvar el decoro formal de ambas potestades y tratar de satisfacer susrespectivas y, en en gran parte, contrapuestas pretensiones. El Estado logróprocesar y escarmentar a Mariana, y la Iglesia consiguió que se librara conleves rasguños y con nula conflictividad. La propia Compañía de Jesús nodebió quedar insatisfecha de que, al fin, su impulsivo miembro dejara decrearle problemas.

¿Fue Lerma arbitrario en su actuación contra Mariana? Quizá inclinara apensarlo el hecho de que en la primera edición de su obra De rege (1599),Mariana ya había aseverado que «en España el rey no puede imponer tributossin el consentimiento de los representantes del pueblo» (102) y, a pesar deello, no fue procesado. Pero no es una razón suficiente porque la doctrinaera muy general, no ponía expresamente en entredicho una decisión guberna-mental coetánea y, además, podía considerarse como respetada por las reunio-nes de Cortes. Más serio es el hecho de que, en la segunda edición, impresaen Maguncia .el año 1605, Mariana intercalase un nuevo capítulo octavo enel libro III, y allí no sólo reiteró la tesis de que «el príncipe no puede imponernuevos tributos sin que preceda el consentimiento formal del pueblo», sinoque añadió que tampoco puede adulterar el peso de la moneda porque «esuna especie de tributo», salvo cuando «la situación sea tan angustiosa queponga en peligro la salud pública» (103). Esta adición se redactó muy proba-blemente en 1604, después de las devaluaciones de la moneda de vellónefectuadas en 1602 y en 1603. Pero Lerma pudo darse por no aludido porqueno se hacía referencia alguna a su reforma monetaria y se aceptaba el caso

con motivo de la historia del Padre Mariana», en Boletín de la Real Academia de la Historia,vo!. LXXXIV, Madrid, 1924, págs. 205-229, recogido en el volumen Del «Lazarillo» a Quevedo,Madrid, 1940, págs. 208, 221 y 227.

(102) «Quod experimento comprobatur in Hispania, vectigalia imperare Regem non possepopulo dissentiente» (MARIANA: De rege, Toledo, 1.599, lib. I, cap. 8, pág. 89).

(103) ídem: De la dignidad real, trad. esp. de la 2." ed., Maguncia, 1605, Madrid, ed.IEP, 1981, págs. 341, 342 y 345.

97

Page 107: Número 79

G0N7.AIX» FERNANDEZ DE LA MORA

de necesidad pública. Pero tal actitud gubernamental resultó inviable cuandoMariana desarrolló, radicalizó y concretó su tesis —acompañada de gravesdenuncias de corrupción— en el tratado De monetae mutatione, cuyo eco,como declararon los testigos de la acusación, fue notable en España. ElGobierno tenía que defender su derecho a las reformas monetarias, repetida-mente efectuadas a lo largo de los siglos, y la licitud de las drásticas medidasúltimas. Que la mutación de la moneda de vellón fuera una decisión tácitamen-te impositiva y acaso económicamente equivocada son cuestiones diferentes.El Gobierno tampoco podía hacerse el sordo ante una acusación de corrupcióngeneral de las Cortes, de la Administración y aun de la Justicia, formuladapor un escritor de prestigio; y, desde el primer momento, Mariana se apresuróa retractarse de sus vehementes y duras catilinarias con excusas poco convin-centes. Y, en fin, el Gobierno no podía permanecer insensible ante el hechode qué tales imputaciones fueran hechas en el extranjero, con el inmediatoprecedente del episodio de Antonio Pérez, tan lesivo para España. Lerma,gran protector de los jesuítas, procedió como gobernante directamente aludido,no como déspota.

El proceso de Mariana, aunque entenebrecido por la prisión preventiva,aparece como un modelo de independencia de los jueces si se compara conla administración de justicia de las monarquías europeas contemporáneas encasos de implicación política, desde Eduardo VIII a Luis XIV. El podersoberano se atuvo formal y materialmente al Derecho. La monarquía absolutaespañola, como demostraron espectacularmente las disputas acerca de la co-lonización de América, estaba sometida a la teología moral.

Por su atipicidad, el proceso de Mariana es de un extraordinario interés.El Estado no puede procesar civilmente a Mariana porque le protege el fueroeclesiástico, y hace intervenir a la Inquisición toledana; pero súbitamente sedesvía el curso ordinario. ¿Por qué interviene el nuncio y da origen a unproceso sui generis? Una hipótesis sería que Roma se interpone para librara Mariana de la Inquisición española; pero ¿a petición de quién? No deMariana, que es cogido por sorpresa; tampoco de la Compañía, que tenía alescritor en cuarentena; tampoco del Papa, pues no transcurrieron más quesiete días entre la investigación preliminar y la designación del juez «apostó-lico». La otra explicación, más razonable, es que, como las averiguacionesiniciales no revelan herejía alguna, el Santo Oficio español se inhibe y elGobierno reacciona presionando al nuncio para que, de algún modo, persigaal jesuíta. ¿Cómo satisfacer a España sin iniquidad? Nombrando un juez yun fiscal que inspiran confianza al gobernante español, pero dentro de lajurisdicción romana y con una tramitación especial que, además, reserva alPapa la palabra última.

98

Page 108: Número 79

EL PROCESO CONTRA EL PADRE MARIANA

El proceso de Mariana, iniciado por inquisidores y juzgado por un inqui-sidor del más alto rango, no es, en rigor, un proceso inquisitorial español; esun proceso político incoado a instancias del Estado y tramitado por unamagistratura mixta, a la vez religiosa y secular, canónica y civil. Se trata deun proceso que revela las relaciones entre la Iglesia y la Monarquía católicaen una cuestión doctrinal disputada y la mutua independencia entre el SantoOficio de España y la Santa Sede. En la híbrida acción judicial, meticulosay con garantías, acaba prevaleciendo la prudente y hábil Roma. El procesopone, en fin, de manifiesto que el poder de la Monarquía no era discrecional,sino limitado no sólo por la conciencia ética de sus titulares, sino por elordenamiento jurídico.

99

Page 109: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍAPARLAMENTARIA: BLANCO-WHITE

Y «EL ESPAÑOL» (1810-1814) (1)

Por JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

SUMARIO

I. BLANCO-WHITE, LORD HOLLAND Y JOVELLANOS.—II. BLANCO WHITE Y LA CONS-

TITUCIÓN DE CÁDIZ.—III. UN ENTUSIASTA DE LA MONARQUÍA INGLESA.—IV. BLAN-

CO-WHITE Y LAS DOS ESPANAS.—V. BLANCO-WHITE, MARTÍNEZ MARINA Y LA

«EDINBURGH REVIEW».

En el decisivo período histórico que se inicia con la invasión napoleónicay que concluye con la restauración del absolutismo, se produce en Españaun debate constitucional de indudable interés y riqueza. Dentro de este debate,José María Blanco-White (Sevilla, 1775-Liverpool, 1841) ocupa un lugarmuy destacado, junto al de Jovellanos, Martínez Marina y, por supuesto, alde los diputados reunidos en las Cortes de Cádiz. En las páginas que siguense pretende examinar las ideas constitucionales que Blanco-White defendióen El Español, un periódico dirigido por el propio Blanco y publicado enLondres desde abril de 1810 hasta junio de 1814. Se tratará sobre todo deabordar el papel que este inteligente liberal sevillano atribuía al rey en elEstado constitucional en ciernes y, en definitiva, su concepción de la mo-narquía.

I . BLANCO-WHITE, LORD HOLLAND Y JOVELLANOS

Blanco, como la mayor parte de los intelectuales españoles de su genera-ción, confiesa haber estado notablemente influido por las ideas políticas revo-

(1) Este trabajo forma parte de un estudio sobre La monarquía en el pensamiento europeo:

1688-1833, en curso de elaboración.

101Revista de Estudios Politices (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Marco 199.1

Page 110: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

lucionarias que había encontrado en los libros franceses del siglo xvm. Pero,a diferencia de Agustín de Arguelles o Muñoz Torrero, por citar dos ejemplossignificativos, esta primera fase la superó relativamente pronto y, además,de forma radical. Blanco-White, en realidad, era un anglofilo, cuya anglofiliale había llevado a una virulenta francofobia, aunque quizá no sea ociosoadvertir que su anglofilia consistía en una admiración muy grande por laorganización política inglesa (por su Estado), pero no tanta por su sociedado, para decirlo con palabras de Vicente Llorens, un buen conocedor de suobra y de su época, «lo que Blanco admiraba en Inglaterra eran sus institucio-nes políticas y religiosas, no sus formas de vida; al revés que el caso deEspaña, donde su crítica se dirige principalmente contra el Estado y la Iglesia,no contra los españoles ni su modo de ser» (2).

La conversión anglofila de Blanco se debió en no pequeña parte a su tratoasiduo —primero en España y luego en Londres— con Lord Holland, undestacado miembro del partido whig y uno de los discípulos predilectos deFox, el más descollante dirigente de este partido durante el último tercio delsiglo xvm (3). El aristócrata inglés llegó a adquirir un gran conocimiento ycariño por las cosas de España —su segunda patria, como él mismo gustabarecordar—, así como una notable influencia sobre algunos hombres que des-empeñaron un papel capital en este período, uno de los más críticos de todanuestra historia. En sus estancias en España durante la ocupación napoleónica—primero en Madrid y luego en Sevilla—, Lord Holland pretendió contrarres-tar el influjo de las ideas francesas, que a la postre fueron las que dominaronentre los diputados liberales de las Cortes de Cádiz (4). Para tal cometido,

(2) «Introducción» a JOSÉ MARIA BLANCO-WHITE, Cartas de España, Madrid, Alianza,1983, pág. 20. Tal observación podría aplicarse, en realidad, a casi todos los anglofilos españolesposteriores, desde Antonio Alcalá Galiano hasta Salvador de Madaríaga, pasando por Salustianode Olózaga y Gumersindo de Azcárate.

(3) Lord Holland era sin duda un interesantísimo personaje. De él dijo Lord Byron en unaocasión que era «el hombre mejor informado y uno de los más capaces que había conocido ensu vida, un devorador de libros y un observador de hombres». Apud. MANUEL MORENO ALONSO:Sugerencias inglesas para unas Corles españolas, en la obra colectiva Materiales para el estudiode la Constitución de 1812, Madrid, Tecnos, 1989, pág. 512. Moreno Alonso ha estudiado deforma exhaustiva el influjo de Lord Holland en los orígenes del constitucionalismo español, tantoen este trabajo como en otros muchos, entre los que cabe destacar «Lord Holland y los orígenesdel liberalismo español», en REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, 36, Madrid, 1983, págs. 181 ysigs., y su reciente libro La generación española de 1808, Madrid, Alianza Universidad, 1989,passim.

(4) Sobre la filiación doctrinal de los diputados liberales, vid. JoAQUfN VÁRELA SUANZES:La teoría del Estado en los orígenes del constitucionalismo hispánico (las Cortes de Cádiz),Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1983, especialmente el primer capítulo, y del

102

Page 111: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

Lord Holland defendió ante un selecto grupo de intelectuales españoles lostrazos esenciales del constitucionalismo inglés: espíritu moderado y concilia-dor entre el pasado y el presente, rechazo de las concepciones metafísicas yabstractas, monarquía limitada, en la que la Corona, al menos ante el derechoescrito, participaba de forma decisiva en todas las funciones estatales, Parla-mento bicameral, activismo judicial en defensa de las libertades individuales...Entre los españoles que llegó a tratar se hallaban nada menos que Jovellanos—su mejor amigo en España, pese a que la edad del gran español era el dobleque la suya—, el excelente poeta Quintana, fundador de El Semanario Patrió-tico, a cuyo través quiso Lord Holland inocular de anglofilia al liberalismoespañol (5), y el propio José María Blanco-White, quien por encargo deQuintana dirigió la sección política de este famoso periódico liberal durantela etapa en que éste se publicó en Sevilla, a la sazón sede de la Junta Cen-tral (6).

Lord Holland estaba obsesionado con la convocatoria de Cortes en Españay esta obsesión la transmitió a sus amigos españoles, a quienes llamaron poreso «los conistas». Igualmente influyentes en este selecto círculo fueron lasSuggestions on the Cortes, escritas por el doctor Alien, íntimo amigo de LordHolland. Don Ángel de la Vega Infanzón tradujo esta obra y la publicó enel otoño de 1809 con el título de Insinuaciones sobre las Cortes. En estefolleto sostenía el doctor Alien unas ideas muy parecidas a las de Lord Hollandy en particular las ventajas del sistema bicameral inglés sobre el monocame-ralismo adoptado en Francia en la Constitución de 1791 (para ser más exactos,mejor sería decir las ventajas de la representación estamental sobre la nacio-nal). Blanco-White publicó un extracto de estas Insinuaciones —según laversión española de su amigo Ángel de la Vega Infanzón— en El Español.Asimismo, en abril de 1813 apareció en este periódico una «Carta al editorde El Español sobre la reciente mudanza de regencia en España», cuyo autorno era otro que Lord Holland, aunque prefiriese firmarla con el muy reveladory entrañable seudónimo de «un inglés muy españolado».

En la conversión anglofila de Blanco, además de Lord Holland, desempeñóJovellanos un papel sin duda relevante. El liberal sevillano sentía una granadmiración por el polígrafo asturiano. Prueba de ello es que en El Españolaparecieron diversos trabajos suyos, como algunos fragmentos extraídos'de

mismo autor, «La Constitución de Cádiz y el liberalismo español del siglo xix», Revista de lasCorles Generales, 10, 1987, págs. 28-55.

(5) Sobre el destacado papel de Quintana en este período, vid. el libro de ALBERT DÉROZIERQuintana y el nacimiento del liberalismo en España, Madrid, Ediciones Turner, 1978.

(6) Sobre las relaciones de Blanco con Jovellanos y-Quintana, véanse las obras de MorenoAlonso y Dérozier que se citan en notas 3 y 5, respectivamente.

103

Page 112: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

su «Dictamen sobre la Junta Central», relativos a la futura Constitución y alas futuras Cortes constitucionales. Sin embargo, el liberalismo de Blanco,como el de Quintana, era más moderno que el de Jovellanos, y sobre todomucho más coherente desde el punto de vista doctrinal. Al menos si secomparan los escritos de El Español con los diversos dictámenes que Jovella-nos redactó durante esos años como miembro de la Junta Central, publicadosmás adelante como «Apéndices» a su Memoria en defensa de la Junta Central.Jovellanos parte de la sociabilidad natural del hombre y del poder originariode la comunidad, así como del necesario traslado de ésta al monarca, distin-guiendo entre el derecho de soberanía del monarca y el derecho de supremacíade la nación. Una distinción de origen escolástico, que venía a poner laprimera piedra en la doctrina liberal-conservadora de la «soberanía comparti-da» entre el rey y las Cortes. Para el escritor asturiano, una vez celebrado elpacto de traslación y constituida la monarquía hereditaria, sólo en justiciapodría denominarse soberano a aquel sujeto a cuyo cargo estuviese el poderejecutivo, esto es, al monarca. Por eso, al ser la monarquía moderada laforma de gobierno secularmente respetada por los españoles, y esencia, juntoa la religión católica, de sus leyes fundamentales o Constitución histórica deEspaña, era «una herejía política» decir que la soberanía residía en la nación.Esta sólo podría aspirar al derecho de supremacía. Un derecho que, entreotras cosas, permitía a la nación, a través de las Cortes, formar parte de lastareas legislativas, junto al rey. Pero estas Cortes debían convocarse y orga-nizarse por estamentos, y no según los presupuestos individualistas que losrevolucionarios franceses habían defendido en 1789. De tal forma que, frenteal monocameralismo, Jovellanos no tuvo más remedio que defender, a pesarde su carácter innovador, la necesidad de unas Cortes bicamerales, al estilodel Parlamento inglés, en las que la Cámara Alta debía actuar como un potente«poder intermediario» y «moderador», con el objeto de impedir la avalanchadel elemento «democrático» y de configurar un «régimen mixto» (7).

Blanco-White, en cambio, sigue al pie de la letra el constitucionalismoinglés y no se enzarza, como Jovellanos, en la teoría escolástica del pacto a

(7) Sobre el pensamiento constitucional de Jovellanos, cfr. JOAQUIN VÁRELA SUANZES: LaTeoría del Estado en los orígenes del constitucionalismo hispánico (las Cortes de Cádiz), cit.,págs. 82-84 y 142-156, así como la bibliografía allí citada. Recientemente, JAVIER VÁRELA, ensu libro Jovellanos, Madrid, Alianza, 1989 (particularmente en el capítulo XI), se ocupa delpensamiento constitucional del polígrafo asturiano durante los últimos años de su vida, esto es,desde 1808 hasta 1811, desde una perspectiva en algunos aspectos innovadora y muy sugestiva,aunque, a mi juicio, cargando las tintas sobre su componente liberal y anglofilo y no destacandosuficientemente otras fuentes doctrinales presentes en las ideas jovellanistas, como las de carácterescolástico.

104

Page 113: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

la hora de discurrir sobre la soberanía. Por otro lado, la influencia del histo-ricismo nacionalista es menor en Blanco que en Jovellanos, aunque aquél sepreocupe también por conocer las antiguas leyes fundamentales de la monar-quía. Prueba de ello es que en el primer número de El Español, Blanco publicóuna «Carta sobre la antigua costumbre de convocar las Cortes de Castilla pararesolver los negocios graves del reyno», cuyo autor era Martínez Marina, asícomo diversos trabajos relativos a la antigua Constitución española (8). ComoJovellanos, quiere Blanco un monarca fuerte y unas Cortes en las que lanobleza y el clero estén convenientemente representadas, pero, según setendrá ocasión de comprobar más adelante, en Blanco no se detecta el estamen-talismo preliberal tan acusado en el polígrafo asturiano y en los diputadosrealistas de las Cortes de Cádiz (9). Antes al contrario, el ideal constitucionaldel escritor sevillano está al servicio de una sociedad moderna y «abierta»,basada en el respeto de los derechos individuales y en la tutela jurídica delas libertades públicas, en particular de una libertad que a él —un ex sacerdotecatólico que luego ingresaría en la Iglesia anglicana— le obsesionó toda suvida: la religiosa (10). Además, las tesis que Blanco sostuvo sobre la organi-zación de los poderes públicos eran distintas que las que extrajo Jovellanos,según se mostrará en este trabajo.

Es preciso señalar que en la conversión anglofila de Blanco, además deLord Holland, Quintana y Jovellanos, desempeñó también un destacado papeldon Ángel de la Vega Infanzón, uno de los diputados que el reino de Asturiashabía enviado a Inglaterra tras la invasión francesa y al que Blanco tuvo

(8) Sobre las diferencias entre el pensamiento de Blanco y Martínez Marina se hablará alfinal de este trabajo. Véase, no obstante, sobre este particular el artículo de JOSÉ MANUELPÉREZ-PRENDES Y MUÑOZ DE ARRACÓ: «Martínez Marina y Blanco-White sobre las Cortes deCastilla», Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, 73 (Curso 1987-88),págs. 317 y sigs.

(9) Como Cañedo, sobrino de Jovellanos, el cardenal Inguanzo y Borrull. Cfr. JOAQUINVÁRELA SUANZES: La Teoría del Estado en los orígenes del constitucionalismo hispánico (lasCortes de Cádiz), cit., págs. 215-219.

(10) Sobre el pensamiento de Blanco, MORENO ALONSO, además de las obras citadas ante-riormente, ha escrito diversos trabajos, entre los que es preciso destacar los siguientes: «Lasideas políticas de El Español», REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, 39, 1984, págs. 65-106, y Lasideas constitucionales de Blanco-White, en Materiales para el estudio de la Constitución de1812, Madrid, Tecnos, 1989, págs. 521-543. Cfr. también la «Introducción» de este autor a lasCartas de Juan Sintierra, de JOSÉ MARIA BLANCO-WHITE, Universidad de Sevilla, 1990,págs. 11 -46. Estos trabajos, pese a su gran interés para enmarcar a Blanco en el contexto histórico,político e intelectual de su época y a pesar de su gran valor a la hora de subrayar la originalidady hondura del liberal sevillano en la historia constitucional española, no analizan de formapormenorizada su ideario constitucional, que es lo que se intentará hacer aquí en los puntos queguarden relación con el problema de la monarquía.

105

Page 114: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SÜANZES

ocasión de conocer en Londres. «Aún no estaba libre el que esto escribe dela fiebre republicana que los libros franceses y la opresión española hicieronepidémica en la península, cuando tuvo la fortuna de tratar íntimamente alexcelente hombre cuya pérdida llora —se refiere al citado De la Vega Infan-zón, cuya necrológica hace Blanco—; y sería muy ingrato si no declarase miagradecimiento, reconociendo públicamente lo mucho que aquel desgraciadoamigo contribuyó a arrancar de mi alma esa raíz venenosa que convierte enfrenesí el patriotismo y en locura incurable el deseo de mejoras» (11).

Ahora bien, ¿en qué se traduce la anglofilia de Blanco? Su caballo debatalla durante la etapa que aquí se estudia es la filosofía política de laRevolución francesa y su influencia, a su entender nefasta, en las Cortes deCádiz y en la Constitución de 1812. En su crítica a este código se pone demanifiesto el influjo de diversos autores ingleses, poco o nada conocidos enEspaña por aquel entonces, como Bentham, que es el autor inglés más publi-cado y comentado en El Español. En septiembre de 1810 aparece en esteperiódico un trabajo titulado «Modo de proceder en la Cámara de los Comunesde Inglaterra», traducido del inglés por Blanco y que, con más extensión,había redactado «uno de los primeros jurisconsultos de Londres», que no eraotro que J. Bentham. Se trataba de una especie de borrador de reglamentoparlamentario, que, como el propio Blanco advierte, Mirabeau había recomen-dado, sin éxito, a la Asamblea francesa de 1789. Blanco espera tener mássuerte que el tribuno francés —por el que manifiesta una notable admira-ción—, confiando en que los miembros de las Cortes de Cádiz lo tuviesenen cuenta. Blanco publica también una «Noticia de una obra inédita intituladaTactique des Assemblées Politiques», que el liberal español pudo consultargracias a la cortesía de. E. Dumont, el traductor al francés de las obras deBentham, así como una elogiosa recensión del libro Théorie des Peines etdes Recompenses (12). Asimismo, Blanco tradujo y publicó en su periódicolos Principios de filosofía moral y política, que William Paley había publicadoen 1785. Los motivos que le movieron a ello los explica con estas palabras:«En un tiempo en que las teorías de política esparcidas por los escritoresfranceses, después de haber causado o por lo menos contribuido a los horroresde la revolución, han logrado sembrar las semillas de anarquía que empiezana brotar en España, y que combinadas con la violencia de una guerra civil,están desolando a sus Américas, he creído que haría un gran bien a la Nación

(11) El Español, 7 de diciembre de 1813, pág. 392. Todas las citas de Blanco que enadelante se hagan proceden de este periódico, salvo que se indique lo contrario de forma expresa.

(12) El primer trabajo de Bentham se publicó en septiembre de 1810; el segundo, en elnúmero correspondiente a los meses de enero-febrero de 1813.

106

Page 115: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

entera, dándole una pequeña muestra de otro género de filosofía política, queel que se conoce hasta ahora en aquellos países» (13). Blanco, por último,se muestra gran admirador de Burke, cuyas obras elogia en diversas ocasiones,calificándolas de «profundas y eloqüentes» (14).

I I . BLANCO-WHITE Y LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

A partir de esta filiación doctrinal, el director de El Español arremetecontra la Constitución de Cádiz y contra las propias Cortes que la elaboraron,a las que acusa de acaparar todo el poder del maltrecho Estado, con el riesgoque ello suponía para la libertad. En este sentido, Blanco insiste en que eldespotismo no era patrimonio privativo de los reyes, sino que en él podíanincurrir también las Asambleas, como había sucedido en Francia y como, asu entender, estaba sucediendo en España: «No basta variar las formas de losgobiernos, todos ellos pueden degenerar en despóticos... Las Cortes no estánmás libres de caer en este despotismo que otra corporación cualquiera» (15).

La soberanía .del pueblo y la idea de unos derechos naturales del hombrele parecen dogmas peligrosos e inútiles para proteger la libertad. «¿Qué leimporta al ciudadano español —se pregunta Blanco— ser miembro del pueblosoberano si no está exento de la opresión que pueden intentar contra él losque exercen real y verdaderamente esta soberanía? La libertad verdadera ypráctica no puede fundarse en declaraciones abstractas; su verdadero funda-mento es la protección individual que el ciudadano debe hallar en los Tribu-nales» (16). Con gran lucidez y agudeza dirá en otra ocasión que «la doctrinade la soberanía del pueblo conduce a no tomar precauciones contra el poder;y por esto es perniciosa a la libertad» (17). Observación en la que insistiríaBenjamín Constant y en general el liberalismo europeo posnapoleónico (18)y que por desgracia la historia de Europa volvería a confirmar muchas vecestras la experiencia de la Convención francesa de 1793.

Blanco lanza también sus críticas contra el modo en que la Constituciónde Cádiz organizaba los poderes del Estado, sobre todo por marginar al

(13) El Español, tomo 7, julio 1813, pág. 100.(14) Tomo 5, octubre 1812, pág. 401.(15) 28 de febrero de 1811.(16) 5 de noviembre de 1812, pág. 484.(17) Tomo 6, junio 1813, pág. 413.(18) Cfr. JOAQUIN VÁRELA SUANZES: «El liberalismo francés después de Napoleón (de la

anglofobia a la anglofilia)», REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, 76, abril-junio 1992, y «La monar-

quía en el pensamiento de Benjamín Constant (Inglaterra como modelo)», Revista del Centrode Estudios Constitucionales, 10, septiembre-diciembre 1991.

107

Page 116: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

monarca de la función de gobierno en beneficio de las Cortes, que, a suentender, se convertían en un órgano excesivamente poderoso. En realidad,si a Blanco no le convence nada el principio de soberanía nacional, tampocole agrada mucho el de la división de poderes, que en varias ocasiones calificade «escolástico» y «metafísico». «La división de los tres poderes (del Estado),que tanto tiempo ha rodado por el mundo sin servir más que para dividirtratados de política, ha venido últimamente a dañar mucho en la práctica,como sucederá siempre con todas las teorías y sistemas, por plausibles quesean. ¡Qué cosa más clara, más fecunda en principios, máximas y reglas queel equilibrio de los tres poderes legislativo, executivo y judicial!... Pero locierto es que todo ese equilibrio está en la imaginación, y que si no se aciertaa formar combinaciones más profundas que las que da de sí esa divisiónescolástica, resultará todo lo contrario de lo que sé busca» (19).

En lo que atañe a la plasmación del principio de la división de poderesen el código doceañista, su opinión no es menos crítica, recordando lo queNecker y Mirabeau habían dicho de la Constitución de 1791: «Si los autoresde la Constitución de 1812 —escribe Blanco— pretendieran formar una repú-blica a imitación de los Estados Unidos, no estaría mal la división de facultadesque han establecido entre el poder legislativo y el executivo. Pero este nombreexecutivo los ha inducido a error; y queriendo conservar un gobierno monár-quico, se han formado en la imaginación un Rey que no pueda más queexecuíar» (20).

Frente a esta concepción del papel del rey en una monarquía constitucional—o «limitada», como él gusta decir— Blanco sostiene otra bien distinta, enla que el monarca debía convertirse, prima facie, en un órgano con auctoritas,moderador e integrador, capaz de equilibrar los demás poderes del Estado yde servir de enlace entre ellos y el pueblo: «El Rey en una Monarquía limitada,como quiere ser la Nación española... debe ser el jefe de la Nación, el padrede la gran familia... El Rey puede considerarse como representante nato delpueblo, destinado a equilibrar el poder del cuerpo legislativo... el gobiernoreal puede servir para dar unidad y actividad a la gran máquina del Estado...El Monarca debe inspirar una especie de respeto religioso que produzca enla masa del pueblo, que no es capaz de ideas más abstractas, unión, subordi-nación y fidelidad...» (21).

(19) Tomo 5, mayo-junio 1812, págs. 119-120.(20) Ibidem.(21) Tomo 2, octubre 1810, págs. 196-197. Refiriéndose a este último párrafo, en nota

añade Blanco, para confirmarlo, este comentario, sin duda veraz: «Esta especie de religiónpolítica ha tenido mucha parte en la revolución de España. El nombre de Femando VII fue elcentro que le dio la unidad que tuvo...»

108

Page 117: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

Blanco, no obstante, está lejos de considerar al monarca como un órganocarente de potestas. Para él debía «tener gran parte en la repartición de lospoderes del Estado». Más concretamente, debía «tener todo el que se llamaexecutivo» (22). Además de eso debía participar en la formación de las leyes.Es precisamente en este punto en donde las críticas a la Constitución de Cádizarrecian. Blanco muestra su radical desacuerdo con el veto meramente suspen-sivo que esta Constitución había concedido al monarca y se pronuncia reite-radas veces por el veto absoluto. El artículo 15 del texto doceañista —queestablecía que la potestad de hacer las leyes residía en las Cortes con el rey—quedaba, a su juicio, sin contenido, al concedérsele al rey la sola capacidadde suspender temporalmente la entrada en vigor de una ley: «Es verdad—razona Blanco— que la ley no puede tenerse por tal sin la sanción del Rey;pero esta sanción la ha de dar que quiera, que no; si las Cortes se empeñan.Si esto es residir la facultad en las Cortes con el Rey, del mismo modo podríadecir que la facultad de trasladarme desde Londres a Edimburgo residen enmí con el Maestro de Postas...» (23).

Tampoco convence a Blanco la Diputación Permanente de Cortes, sóloexplicable, a su entender, por el deseo de éstas de «no dexar de hacer desoberanas ni un instante». La función de «velar sobre la observancia de laConstitución y de las leyes, para dar cuenta a las próximas Cortes de lasinfracciones que hayan notado», que el artículo 160 del código constitucionalatribuía a la Diputación Permanente, entiende que debería haberse conferidoal rey, con lo que éste se convertiría en una especie de guardián de laConstitución (24).

Critica asimismo Blanco el artículo 181 de la Constitución de 1812, queestablecía que las Cortes podían excluir de la Corona «aquella persona opersonas que sean incapaces para gobernar o hayan hecho cosa por quemerezcan perder la Corona». Para él, tal precepto era suficiente «para arraygaren España la anarquía y la guerra civil. Es una maldición que condena a la

(22) Ibidem.(23) Tomo 5, mayo-junio 1812, pág. 77. Blanco predice graves trastornos como consecuen-

cia de no haberse concedido el veto absoluto al monarca: «Si la Monarquía está como al presente,sin poder alguno que detenga la sanción de las leyes; el Estado se halla en el mayor peligro de uncompleto trastorno, por las decisiones imprudentes del nuevo Congreso. Quando haya un Reyen el Trono, es muy temible que se halle, cada dos años, en la desagradable necesidad de exercer suveto contra el nuevo Congreso, con una de estas dos resultas. O el Rey es popular y entoncessu veto basta para desacreditar a las nuevas Cortes; o no está bien querido y en este caso o no seatreverá a suspender la ley más imprudente y dañosa o si (lo hace), se opone a ella y arriesgala sombra del Trono que le han dexado» (tomo 7, octubre 1813, pág. 234).

(24) Cfr. tomo 5, mayo-junio 1812, pág. 78.

109

Page 118: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUAN7.ES

familia Real de España a una serie interminable de horribles intrigas y disen-siones domésticas. Es en cierto modo hacer el reyno electivo entre los indivi-duos de una misma familia, sembrando la ambición y la rivalidad más funestaentre ellos. Bastaría esta ley para hacer intolerable a los futuros reyes deEspaña la Constitución que les han dado las Cortes» (25).

Blanco muestra también su disconformidad con el esquema unicameralque habían adoptado los liberales en la Constitución de Cádiz, siguiendo lospasos de los franceses. Pero esta disconformidad no le llevó a abrazar lastesis jovellanistas. Es más: es quizá en este punto en donde las diferenciasentre Blanco y Jovellanos se manifiestan con mayor claridad. Blanco, adiferencia de Jovellanos, es partidario del bicameralismo, pero no de la antiguarepresentación estamental y territorial. Por eso no apela a la teoría de loscuerpos intermedios de Montesquieu, ni a la importancia de la nobleza enuna monarquía «limitada» o «moderada», como habían hecho el pensadorasturiano y los diputados realistas en las Cortes de Cádiz, sino a la necesidadde preservar el nuevo orden liberal frente a los abusos a los que propendíauna sola Cámara dotada de amplias atribuciones y sobre todo como cautelaante la posible reacción de las clases privilegiadas. En lo que concierne alprimer aspecto, para Blanco no había duda alguna: «Reducido el cuerpolegislativo a una sola Cámara y el executivo a una mera sombra dependientedel Congreso, las leyes y el gobierno están a discreción del público que losrodea, como el gobierno de Francia, durante su República, lo estuvo a la delpopulacho de París» (26). En lo que atañe al segundo punto, Blanco ve conperspicacia que la exclusión de una segunda Cámara contribuía a indisponera la nobleza y al clero —y al partido político que los representaba— contrael sistema constitucional, cuando de lo que se trataba era, precisamente, deintegrar tales clases y tal partido en este sistema, como único modo de hacerloduradero: «La España —escribe Blanco— no sólo consta de liberales... Hayclases numerosas y dignas de la mayor consideración que deben entrar aformar parte de los intereses nacionales, con sus ideas e inclinaciones, seanéstas como fueren. De la mezcla y modificación de liberales y serviles deberesultar el orden de cosas que únicamente puede convenir a España... Queel poder legislativo se divida en dos Cámaras es de interés de liberales yserviles, si consideran bien el punto. La España ni es toda de la opinión delos serviles, ni mucho menos de los liberales. Qualquiera de los partidos que

(25) Tomo 6, enero 1813, pág. 15. Añadía Blanco: «El deseo de coartar el poder del Reyha extraviado a estas Cortes y convertido al gobierno de España en una oligarquía, que no puedesubsistir de manera alguna, porque repugna a su carácter, a sus hábitos y costumbres» (ibidem).

' (26) Tomo 7, diciembre 1813, págs. 401 -402.

110

Page 119: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA .

intente darle leyes según sus doctrinas, hallará oposición considerable... Ha-biendo dos Cámaras con diversos intereses y compuestas de diversas clases,este espíritu de partido se divide y pierde fuerza. Ganada una ley en la primera,la otra tiene tiempo de reflexionar qual es la verdadera opinión pública sobreaquel punto y de ver como se ha recibido en la Nación la decisión de laprimera Cámara. Una ley que tiene la aprobación de ambas, y el pase delRey, es imposible que se pueda variar fácilmente, ni que sea tan contraria alos deseos del pueblo que ponga al reyno en peligro de una revolución cadadía, como está sucediendo ahora en España...» (27).

Por último —pero no, ciertamente, lo menos importante—, Blanco criticatambién la rígida separación que establecía la Constitución de 1812 en puntoa regular las relaciones entre el rey y los ministros de una parte y las Cortesde otra. A su juicio, los legisladores de Cádiz habían cometido la imprudencia«de sembrar una emulación y enemistad perpetua entre el legislativo y elexecutivo» (28), cuando de lo que se trataba era precisamente de equilibrarlosy de encontrar los mecanismos capaces para que ambos actuaran de consunoen pro del interés nacional. Para ello propone Blanco algunas medidas clara-mente incardinadas en el sistema parlamentario de gobierno, como la compa-tibilidad entre el cargo de ministro y la condición de diputado: «El poderexecutivo —afirma— debe estar actualmente animado de todo el poder, elsaber y la autoridad del legislativo. El único modo de lograr esto es darlefacultad de tomar ministros de entre los mismos representantes nacionales,de entre esos mismos miembros de las Cortes que se han ganado justamentela confianza de la Nación... Póngase, por ejemplo, a un Arguelles en elMinisterio de Estado, a un Torrero en el de Gracia y Justicia, a un Gonzálezen el de Guerra, y se verá cómo crece la actividad y cómo se comunicanfuerza los dos poderes. Los Ministros sabrán prácticamente dónde hallan lasdificultades y llevarán a las Cortes las qüestiones prácticas y del día, lospuntos en que actualmente necesita el executivo del auxilio del legislativo.Pero la separación en que se hallan los pone en una especie de incomunicaciónmuy dañosa para los primeros intereses de España» (29).

(27) Tomo 6, junio 1813, págs. 419-420, y tomo 8, enero 1814. Adelantándose a losacontecimientos, dirá Blanco en junio de 1813: «En el Estado actual, no es la Nación españolaquien decide sobre su Constitución y su modo de existencia política, es un partido que quierefundar una Constitución a su modo, a despecho de otro, que si llega a tener poder hará lo mismorespecto del que ahora domina. Los triunfos que se ganen de este modo no producen más quedivisión y desorden. Más vale caminar de acuerdo hacia el bien en una dirección media que hagamoverse a la Nación entera, que no correr de frente atrepellando y pisando a la mitad de ella»(tomo 6, pág. 420).-

(28) Tomo 5, mayo-junio 1812, págs. 119-120.(29) Tomo 5, febrero 1811, pág. 420.

111

Page 120: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

I I I . UN ENTUSIASTA DE LA MONARQUÍA INGLESA

José Blanco-White, en definitiva, discrepa profundamente de la monarquíaque los constituyentes gaditanos habían puesto en planta y a modo de contra-partida a este modelo, que no era otro en lo esencial que el francés de 1791,propone como ejemplo a seguir el de la monarquía inglesa. Una monarquíaque, a su parecer, había alcanzado algo que ninguna otra había conseguidonunca: la de ser, de un lado, la «más efectivamente limitada», y de otro, lade contar con el «Monarca más poderoso» (30). En su opinión, «los profundospolíticos que dieron la última mano a la Constitución inglesa, dexándola comoestá al presente» —se refiere sin duda a los de 1688—, habían hallado «elúnico modo de combinar bien estos poderes (el ejecutivo y el legislativo)».Así, en efecto, prosigue Blanco, «pusieron al poder executivo en manos delRey, mas no del modo que indica la división metafísica, sino como lo exigela sabiduría práctica y el profundo conocimiento del objeto a que esta divisiónse dirige. Dieron exclusivamente al Rey el encargo de hacer executar lasleyes, pero no le negaron parte directa en formarlas. Así lograron reducir laMonarquía a sus justos límites, destruyendo en su raíz al despotismo, sindegradar al trono de la altura en que estaba, y dexándole brillo y poder bastantepara la satisfacción propia del que lo ocupase en cualquier tiempo y para laveneración y respeto de los pueblos que habían de obedecerle» (31).

Ahora bien, ¿qué es lo que Blanco ve en esa monarquía inglesa que tantoadmira: una monarquía constitucional o una monarquía parlamentaria? Dichocon otras palabras, ¿se limita Blanco a fijarse en la regulación escrita de estamonarquía (así como en los preceptos extraídos judicialmente del commonlaw), como habían hecho los «anglómanos» en la Asamblea Constituyentefrancesa y Jovellanos en la Junta Central, o va más allá y capta la importanciade algunas convenciones a la hora de delimitar su naturaleza, como habíaocurrido con Mirabeau? (32). Como admirador de Burke, pionero del cabinetsystem, a Blanco-White no se le escaparon algunos mecanismos básicos deesta forma de gobierno, como la compatibilidad entre el cargo de ministro y

(30) Tomo 5, mayo-junio 1812, págs. 123-124.(31) Ibidem, págs. 119-120.(32) Sobre la concepción de la monarquía inglesa en los «anglómanos» y Mirabeau, véanse

el capítulo VI del libro de GABRIEL BONNO La Constilution Britannique devant V opinión frangaisede Montesquieu á Bonapane, París, Librairie Ancienne Honoré Champion, 1931; A. JARDÍN:Hisloire du Libéralisme Politique. De la Crise de l'absolulisme á la Constitution de 1875, París,Hachette, 1985, págs. 107 y 113 y sigs.; STÉPHANE RIALS: «Une doctrine constitutionnellefrancaise?», Pouvoirs, 50, París, 1989, págs. 81 y sigs.; FRANCOIS BURDEAU y MARCEL MORABITO:

«Les expériences étrangéres et la premiére constitution francaise», ibidem, págs. 97 y sigs.

112

Page 121: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

la condición de parlamentario, según queda dicho, e incluso en alguna ocasiónllega a describir la monarquía inglesa en unos términos mucho más propiosde lo que sería la concepción decimonona del cabinet system que de ladieciochesca de la balancea constitution. Así, en efecto, señala Blanco queen Inglaterra «la Constitución declara que el Rey no puede hacer el mal...Añádase a esta declaración que el Rey debe valerse de sus Ministros paratodos los actos de gobierno y que ellos son responsables de quanto hagan anombre del rey...» (33). Es más, Blanco parece inclinarse por excluir al reyde la función de gobierno y atribuirla a los ministros conjuntamente con elParlamento, cuando señala que en una «Monarquía limitada», el rey debíagobernar a la nación «según decrete el Congreso que ella escoja para represen-tarla» (34), aunque de sus escritos en El Español no se puede deducir unapostura clara sobre este punto tan capital. Lo que resulta evidente, en cambio,es que Blanco captó, aunque no lo pusiera de relieve de forma expresa, eldivorcio entre el derecho constitucional escrito y la realidad política inglesa,que su admirado Pailey ya había señalado en sus Principios de filosofía moraly política (35), así como la importancia de las convenciones en el sistemade fuentes inglés, pese a que tampoco se refiera a ellas.

Blanco, pues, no ve en la monarquía inglesa una simple monarquía «limi-tada» o constitucional, sino una monarquía en un proceso innegable de par-lamentarización, que él contrapone como modelo alternativo a la que, siguien-do los pasos de la francesa de 1791, se había articulado en la Constituciónde Cádiz, por cuya pronta reforma se pronuncia, sin necesidad de esperar alos ocho años que ésta establecía en su artículo 374. Una limitación que,como todas las demás relativas a la reforma constitucional, le parecen insos-tenibles desde sus esquemas parlamentarios a la inglesa, contrarios a todotipo de rigidez constitucional. «Considerando, pues, que la Nación no puedeprosperar constituida en pura república baxo el disfraz de Monarquía limitadaen que los principios de filosofía francesa, que han predominado en lasprimeras Cortes, la han puesto... Las Cortes (ordinarias) deberían empezar

(33) Tomo 2, octubre 1810, págs. 196-197.(34) Tomo 2, 20 octubre 1810, págs. 196-197.(35) William Paley, en efecto, denunció la profunda diferencia que existía en Inglaterra

entre el estatuto jurídico de la Corona (Ihe legal existence of royal aulhorily) y su posición enel sistema político (ihe actual exercise of royal authority). Desde el primer punto de vista —queel publicista inglés unas veces califica de «teórico» y otras de «jurídico» (legal)—. el rey deInglaterra estaba revestido de unas prerrogativas tan vastas que un extranjero podría pensar quela monarquía inglesa era una monarquía despótica. Desde el segundo punto de vista, en cambio,tales prerrogativas regias se transformaban en meros actos rituales (mere ceremonies). The Prin-cipies of Moral and Polilical Philbsophy, libro VI, cap. VII, Cambridge, R. Faulder (New BondStreet), 1785.

113

Page 122: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZKS

su gobierno por la reforma del cuerpo legislativo» (36). Meses más tarde diráque «la mejor ocasión de hacer esta útil mudanza en la Constitución españolasería en la próxima llegada del Rey», para lo que trae Blanco a colación elarticulo 162 de la Constitución, en virtud del cual se juntarían Cortes extraor-dinarias «quando en circunstancias críticas y por negocios arduos tuviere elRey por conveniente que se congregue y lo participare así a la DiputaciónPermanente de las Cortes» (37). Pero Fernando VII, como se sabe, no seguiríaesta vía reformista, sino que prefirió abolir pura y simplemente el régimenconstitucional en su tristemente célebre Decreto de Mayo de 1814 (38).

I V . BLANCO-WHITE Y LAS DOS ESPAÑAS

Lo que, en definitiva, Blanco-White propone en El Español es toda unaalternativa a la Constitución de Cádiz, a mi juicio la más inteligente de todaslas que se defendieron en aquellos críticos años, entre otras cosas porque seformulaba desde el liberalismo y no desde un tímido reformismo ilustrado odesde la reacción, como era habitual entonces. De haber triunfado esta alter-nativa es probable que hubiera cambiado el sinuoso y desgraciado curso dela historia constitucional española, aunque este triunfo hubiera requerido nosólo una distinta actitud por parte de los liberales —menos francófila y másanglofila, para decirlo de forma rápida y expresiva—, sino también por partede los realistas y del propio rey.

Lo que Blanco pretendía con esta alternativa constitucional era hallar unavía media entre la España liberal y la España reaccionaria, entre la europei-zante y la castiza. En la «Conclusión» que, en octubre de 1814, cierra laspáginas de esa romántica y noble aventura que fue desde su mismo nacimientoEl Español, Blanco-White confiesa, en efecto, que a través de este periódicose había propuesto hallar «un camino medio entre la mal fraguada democraciade las Cortes y la arbitrariedad monárquica del tiempo de Carlos IV» (39).

(36) Tomo 7, octubre 1813.(37) Tomo 8, enero-febrero 1814, págs. 93-94.(38) Sobre el contenido de este Decreto me extiendo en mi artículo La teoría constitucional

en los primeros años del reinado de Fernando Vil: el Manifiesto de los "Persas" y la "Repre-sentación" de Alvaro Flórez Estrada, en el Libro-Homenaje al Profesor Caso González, Oviedo,1993 (en prensa).

(39) Tomo 8, octubre 1814, pág. 295. Este objetivo se asemeja al que, desde unos supuestosdoctrínales distintos, se propondría Jaime Balmes treinta años después, como he tratado demostrar en mi «Estudio preliminar a JAIME BALMES: Política y Constitución, Madrid, Centrode Estudios Constitucionales, 1988, págs. LXI-LXVI.

114

Page 123: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

Su empeño en reforzar los poderes de la Corona y en establecer «una repre-sentación en que tuviesen justa parte el Clero y la nobleza de España» teníacomo objeto evitar que «al volver el Rey nadie tuviese interés en destruir lagran obra política a que por seis años han convidado las circunstancias deEspaña» (40). Ante la división de su patria en «dos partidos tan distantesentre sí por sus opiniones, intereses y miras, como el Norte del Mediodía»,uno, el liberal —«pequeño y obligado a disimular sus principios»—, otro, elservil —«numeroso y sostenido por las preocupaciones (esto es, por losprejucios) de la masa del pueblo»—, resultaban «exagerados y extremosos».Para ver a España «libre del furor democrático, igualmente que de la arbitra-riedad del Trono; exenta del delirio de la irreligión, no menos que de la tiraníadel Santo Oficio», Blanco entiende necesario articular un Estado «fundadoen los principios que han elevado a Inglaterra al puesto en que se halla,fundado en la verdadera libertad religiosa y civil». Sólo de este modo Españase pondría «al nivel que le pertenece entre las demás naciones de Europa» (41).

Es yerdad que Jovellanos había buscado asimismo esta vía integradora eincluso también —cosa que casi nunca se menciona— la mayor parte de losdiputados liberales de las Cortes de Cádiz, como Muñoz Torrero y Arguelles—sin duda los más destacados e influyentes—, que en aras de un espírituconciliador llegaron incluso hasta aceptar el artículo de la Constitución deCádiz que sancionaba la intolerante confesionalidad católica del Estado. Sinembargo, es preciso reconocer que el intento conciliador de Blanco era muchomenos arcaizante y dieciochesco que el de Jovellanos —un autor, convieneinsistir, que llegó tarde al liberalismo, en el sentido político y constitucionalde este término, sin que lo aceptase nunca plenamente— y a la vez másprudente y perspicaz que el de los liberales doceañistas. Mientras éstos sehabían decantado por un modelo constitucional a todas luces demasiado avan-zado para la realidad social española y que resultaría tan inoperante en lapráctica como lo había resultado el de 1791, como se pondría de relieve sobretodo durante el trienio de 1820-1823, Blanco se inclina por un modelo másmoderado y realista, aparentemente menos proclive a las profundas transfor-maciones de todo orden que España necesitaba —y que Blanco deseaba tantocomo los liberales doceañistas—, pero a la postre más eficaz y duradero. Esosí, más eficaz y duradero siempre y cuando —y éste era el punto débil de sualternativa constitucional— Fernando VII, los grandes de España y el cleroestuviesen dispuestos a aceptarlo honesta y sinceramente. Cosa acaso tan

(40) Ibidem, págs. 295-296.(41) Cfr. ibidem, págs. 300-301.

115

Page 124: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

improbable como el que la Constitución pudiera mantenerse a pesar de mar-ginar políticamente al rey y a los estamentos privilegiados.

Lo que es indiscutible es que Blanco fue un precursor del constituciona-lismo que se iría abriendo paso tras la derrota de Napoleón, primero en Franciadurante la Restauración y más tarde en España durante el Trienio Constitucio-nal y el exilio. La supresión del dogma de soberanía nacional o la atenuaciónde algunas de sus consecuencias, el reforzamiento de los poderes de la Coronay en particular la concesión al monarca del veto absoluto y la facultad paradisolver el Parlamento, la estructura bicameral de éste y la flexibilidad de susrelaciones con el poder ejecutivo, fueron algunas de las propuestas de Blancoque se recogerían más tarde en el nuevo constitucionalismo europeo, comen-zando por la Carta francesa de 1814 y siguiendo por el Estatuto Real de 1834y la Constitución de 1837, a partir de la cual se establecería el modeloconstitucional que, en lo que atañe a la organización.del poder público, regiríaen España a lo largo del pasado siglo (42).

Precisamente en el último número de El Español, Blanco-White —traslamentar la restaufación del absolutismo en su patria— celebra la aprobaciónde la Carta francesa de 1814 y hace votos para que Fernando VII, de acuerdocon lo que había anunciado en el Decreto de 4 de mayo, otorgase en Españaun texto constitucional similar a Carta francesa de 1814. Esta propuesta, quizádemasiado ingenua —aunque Blanco se cuida de hacerse demasiadas ilusio-nes—, era coherente con los planteamientos que había venido defendiendoen El Español, pues aunque la Carta de 1814 no se ajustaba plenamente asus ideas, no cabe duda de que era más acorde con ellas que la Constituciónde 1791 y que la española de 1812. Al fin y al cabo, en la Carta de 1814 serecogía buena parte de las piezas esenciales del constitucionalismo inglés (43).

(42) Sobre esta Constitución, véase mi trabajo «La Constitución española de 1837: unaConstitución transaccional», Revista de Derecho Político, 20, Madrid, UNED, 1983-1984,págs. 95-106.

(43) Entre ellas, el bicameralismo, como Blanco no deja de subrayar: «La necesidad dedividir el cuerpo legislativo en dos Cámaras —escribe Blanco— está tan demostrada para todoel mundo, que la Francia misma, origen de los errores que alucinaron a los autores de laConstitución española (de 1812), acaba de dar una prueba solemne de quan convencidos se hallanlos hombres más sabios que hay en ella, de la necesidad de seguir los pasos del único pueblo(obviamente, se refiere al inglés) que supo, cien años ha, establecer una Constitución saludable..-.La Francia —dirá más adelante— acaba de sancionar una Carta constitucional, que, si no es lamejor posible, es por lo menos infinitamente superior a la que tenía antes de la revolución»(tomo 8, octubre 1814, págs. 193 y 299). Sobre la Carta de 1814, véase el clásico estudio dePAUL BASTIDE Les instilutions potinques de la monarchie parlamentaire francaise (1814-1848),París, Sirey, 1954.

116

Page 125: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

V . BLANCO-WHITE, MARTÍNEZ MARINA

Y LA «EDINBURGH REVIEW»

Para concluir el examen de la teoría constitucional que Blanco-Whiteexpuso en El Español es preciso referirse a un artículo que se publicó en lainfluyente revista The Edinburgh Review, en septiembre de 1814. Este artículocontenía una extensa recensión sobre la Teoría de las Cortes, de FranciscoMartínez Marina, publicada en Madrid el año anterior. Por desgracia no esposible conocer el nombre de su autor, pues el artículo aparecía sin firma,como era habitual en las revistas inglesas de la época, pero lo que resultaevidente es que estaba muy familiarizado con la historia de España —comoya había demostrado poco antes al comentar en esta misma revista whig otraobra de Martínez Marina, el Ensayo histórico-crítico sobre la antigua legis-lación (44)—, además de ser un profundo conocedor de la historia de Ingla-terra. Pero si se trae ahora a colación este artículo es porque a lo largo de élse formulan unas críticas a la Constitución de 1812 y unos juicios sobre elsistema de gobierno establecido en Inglaterra que coinciden casi plenamentecon los que Blanco-White había venido haciendo en El Español, una publica-ción que el anónimo articulista califica de «very sensible and enlightened» ycuya desaparición lamenta expresamente (45). Es más, si no fuera porque dela lectura de este artículo parece desprenderse que el autor era inglés, podríapensarse que era el propio Blanco quien lo escribió. No siendo así, no pareceaventurado imaginar que bien pudo escribirlo Lord Holland o acaso su amigoel doctor Alien. Sea como fuere, lo que está claro es que quien lo hizo conocíaa la perfección, no ya la historia de España y de Inglaterra, como quedadicho, sino también la obra y probablemente la persona de Martínez Marina,de Blanco-White e incluso de los más importantes liberales de las Cortes deCádiz.

A los ojos del articulista inglés, los liberales españoles habían cometidoun grave error al intentar dar a España una Constitución calcada de la francesade 1791 sin parar mientes en que las fuerzas sociales partidarias de unamonarquía tan revolucionaria tenían en España mucho menos peso que enFrancia. Era evidente, en efecto, que en este último país existía, antes de

(44) Ensayo Histórico-crítico sobre la antigua Legislación y principales cuerpos legalesde los reynos de León y Castilla, especialmente sobre el código de D. Alonso el sabio, conocidocon el nombre de las Siete Partidas. Por el Doctor Don Francisco Martínez Marina, Madrid,1808, The Edingburgh Review, vol. XXII, octubre 1813, págs. 50-67. La identidad en la autoríade ambos artículos se reconoce en el segundo de ellos. Conviene señalar que diversos extractosde esta obra de Marina se habían publicado en El Español desde enero a diciembre de 1813.

(45) Pág. 282.

117

Page 126: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

estallar la revolución, «un violento deseo de cambio, una constante discusiónacerca de la teoría política, una gran lucha por alcanzar los honores de unpatriota y, en fin, un entusiasmo general por la libertad». En España, encambio, la libertad «era desconocida por la Nación», excepto «por un insig-nificante partido», el liberal, que a la postre consiguió imponer su voluntaden las Cortes de Cádiz y plasmarla en la Constitución de 1812 (46). Debidoa ello, ni los «Grandes», ni influyentes sectores de la Iglesia, ni la mayorparte del pueblo estaban conformes con ella, pues si los estamentos privilegia-dos habían perdido sustanciales privilegios, sobre todo financieros, el pueblosólo había ganado «abstractos derechos», que en realidad no comprendía nideseaba. Sólo un sector del Ejército parecía estar conforme con aquel texto.Pero eso, a la postre, no resultó suficiente para impedir el restablecimientodel absolutismo (47).

Partiendo de estas ideas, el articulista critica algunos aspectos esencialesdel texto doceañista, como la soberanía nacional y sobre todo la organizaciónde los poderes. Y es aquí en donde las coincidencias con Blanco y lasdiscrepancias con Martínez Marina son evidentes (48). En lo que concierneal principio de soberanía nacional, proclamado en el artículo tercero de laConstitución de Cádiz, el articulista inglés, amparándose en Hume, no dudaen afirmar que el Estado debía fundarse «no en el derecho divino, ni en elcontrato social, sino en el consentimiento general y en el acuerdo tácito delpueblo» (49). Pero de tales asertos no podía deducirse que un Estado, paraser legítimo, tuviese que reservar al pueblo una porción del poder público,mucho menos cuando aquél carecía de la educación necesaria para participaren los asuntos públicos, como ocurría con el pueblo español. Cualquier pue-blo, añadía el articulista, debía ser gobernado por «la opinión» —«o si losadmiradores de Mr. Paine no están de acuerdo con esta palabra, por el prejui-cio»—, pero, claro está, tan sólo por aquella opinión capaz de comprender,por ejemplo, «a Locke y a Rousseau», y aun así de acuerdo con la «modera-ción» necesaria para que dicha opinión ilustrada no se descarriara por peligro-sos senderos (50). A tenor de tales premisas, el articulista inglés no condenabatanto el principio de soberanía nacional proclamada en la Constitución deCádiz y defendido por Martínez Marina cuanto las consecuencias que de ellas

(46) Cfr. pág. 381.(47) Cfr. págs. 375-378.(48) Sobre el pensamiento constitucional de Martínez Marina, véase JOAQUÍN VÁRELA SUAN-

ZES: Tradición y liberalismo en Martínez Marina, Oviedo, Caja Rural de Asturias-Facultad deDerecho de Oviedo, 1983.

(49) Ibidem, pág. 380.(50) Cfr. ibidem, págs. 380-382.

118

Page 127: Número 79

UN PRECURSOR DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA

habían extraído los diputados liberales y el historiador español en la Teoríade las Cortes, particularmente la exclusión de una segunda Cámara formadapor los representantes de la nobleza y del clero, capaz de servir de contrapesoa la «Asamblea popular» (51).

Sin embargo, la principal crítica que se hacía a la Constitución de Cádizy al propio Martínez Marina se hallaba en la forma en que tanto aquélla comoéste concebían las relaciones entre el rey, los ministros y las Cortes. Para elanónimo autor de este artículo, el hecho de que los ministros no pudiesenformar parte del Parlamento era «un error fatal» (52). El gobierno de unanación civilizada y moderna, basada en la libertad, no debía, a su juicio,estar en manos del rey ni tampoco del Parlamento, sino en el de aquellaspersonas que gozasen de la confianza del pueblo, esto es, de la parte de lapoblación ilustrada, en la que residía el derecho de elegir sus representantesen la Cámara de los Comunes (53). Para ello, claro está, era preciso que losministros fuesen miembros del Parlamento, como ocurría en Inglaterra. Deahí que critique la incompatiblidad entre el cargo de ministro y la condiciónde diputado que había establecido la Constitución de Cádiz y que MartínezMarina había defendido vehementemente en su Teoría de las Cortes. «En laactualidad —escribe el anónimo comentarista—, los representantes del pueblogobiernan, de hecho, el país. Los dirigentes más destacados del Parlamentovan desde la Cámara de los Comunes al despacho del Rey (King's closet) yallí sacian el objetivo de su ambición. A la Corona se le habilita para consentirgraciosamente en lo que se le ha pedido con vehemencia, mientras el Ministrodebe su situación al favor del pueblo, y éste ve cumplidas sus pretensionessin los riesgos de la indecencia y del tumulto» (54). En realidad, ajuicio deeste anónimo autor, en Inglaterra, en aquel entonces, el rey desempeñaba «unoficio parecido al del governor en una máquina de vapor: da salida al excesode fuerza e impide el trabajo excesivo de la máquina» (55). Ello confería ala Constitución inglesa una evidente superioridad sobre cualquier monarquía

(51) Cfr. ibidem, pág. 362.(52) Ibidem, pág. 362.(53) «It ¡s most essential to the peace of a civilized country, that the Government should

be administered by persons, who nave in some degree the confidence, and at all events therespect, of the body of the nation... ¡ndeed it is a necessary feature of a free state, that ¡t shouldbe govemed by those who are intrinsically of ¡mportance in the eyes of the people» (ibidem,págs. 362-363).

(54) Ibidem, pág. 363.(55) «The King at that time performs an office something like that of the "governor" in a

steam engine; he gives vent, to the excess of forcé, and prevenís the overworking of the machine»(ibidem, pág. 363).

119

Page 128: Número 79

JOAQUÍN VÁRELA SUANZES

y república, al evitar que la elección de los ministros corresponda de formailimitada al monarca y, al mismo tiempo, al poner ciertos límites a la ambiciónde los representantes del pueblo, mediante los controles que ejercía la Cámarade los Lores y el propio monarca (56). La Constitución de Cádiz, en cambio,había negado a los estamentos privilegiados una representación propia, loque le acercaba a una república democrática, pero de otro lado, le habíaconcedido al rey «amplias e indefinidas prerrogativas», como la de nombrarlibremente a sus ministros, lo que acercaba esta Constitución a una monarquíadespótica (57). Pero, además, al ordenar una separación radical entre el cargode ministro y la condición de diputado —una separación tan elogiada porMartínez Marina— había diseñado un sistema de gobierno que, lejos deposibilitar el buen funcionamiento del Estado, como ocurría en Inglaterra,hacía de éste algo difícilmente manejable en caso de que los dos principalespoderes del Estado no coincidiesen en sus puntos de vista (58). De ahí que,a su juicio, la Constitución de Cádiz «contenía dentro de sí misma la semillade su propia destrucción y estaba pensada para ocasionar ese último llama-miento a las armas, que es el objetivo que todo sistema sabio de gobiernodebe evitar* (59).

En definitiva, pues, en este interesante artículo, su autor realizaba algomás que un mero comentario crítico a la más célebre obra de Martínez Marina:en rigor, defendía una alternativa a la monarquía doceañista formulada desdeunos presupuestos teóricos claramente acordes con la monarquía parlamenta-ria, como el propio Blanco había hecho en El Español, aunque de una maneramucho más clara y radical (60).

(56) Ibidem, págs. 363-364.(57) Ibidem, pág. 262.(58) «But the Court and the country being separated wide under, how is the business of

governmen! in that case to procced?» (ibidem, pág. 365).(59) Ibidem, pág. 365.(60) Sobre la importancia de este artículo en el contexto del debate constitucional británico,

véase JOAQUIN VÁRELA SUANZES: «La monarquía en la teoría constitucional británica durante elprimer tercio del siglo xix», Revista Española de Derecho Constitucional (en prensa).

120

Page 129: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO:PARTICIPACIÓN Y CULTURA POLÍTICA

DE MASAS EN ITALIA (*)

Por GIACOMO SANI

SUMARIO

I. LA «POLIS.: ÉLITES Y -CIVES».—II. LA CULTURA POLfTICA DE LA POLIARQUÍA: CARAC-

TERÍSTICAS COMUNES Y RASGOS DIFERENCIALES. I I I . L A EVOLUCIÓN DE LA CULTURA

POLÍTICA ITALIANA: 1. La subcullura católica: erosión arrastrada. 2. La sub-cultura«socialista»: incoherencia y desintegración. 3. La fractura polítia: lo viejo y lonuevo. 4. La depolarización. 5. Imágenes de los partidos y de la política.6. Derecha e izquieda: ¿una dimensión superada?—IV. CULTURA POLÍTICA, MER-

CADO ELECTORAL. SISTEMA DE PARTIDOS.

I. LA «POLIS»: ÉLITE Y «CIVES»»

Los sistemas políticos democráticos prevén que todos los miembros adul-tos de una sociedad puedan, en principio, cubrir una vasta gama de rolespolíticos y determinan las reglas de entrada y salida de los mismos. Algunosde estos roles —p. ej., los cubiertos por las élites políticas en diversas áreas(desde el Concejo al Parlamento nacional)— están altamente especializados,directamente implicados en las actividades del sistema político y son fuerte-mente vinculantes y absorbentes para quienes los ocupan, hasta el punto deacabar siendo con frecuencia una verdadera profesión.

Al lado de estos roles, que podríamos denominar principales, encontramosaquellos cubiertos por los protagonistas de masas de la vida democrática.Estos presuponen una menor especialización, un empleo intermitente, unmenor grado de influencia directa sobre las vicisitudes cotidianas de la vida

(•) Traducción de César Aguado Renedo.

121Revista de Estudios. Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Mareo 1993

Page 130: Número 79

GIACOMO SANI

política. Podríamos denominarles secundarios, siempre que el adjetivo no seinterprete en sentido restrictivo, porque también influyen. En las decisionesperiódicas de los ciudadanos normales, los que ocupan el lugar secundariodependen de la suerte de los primeros. En democracia, los actores principalesno pueden tener éxito sin el apoyo del coro. Basta preguntárselo a los candi-datos a cualquier cargo o, mejor aún, observar los comportamientos al acer-carse una contienda electoral.

El tema de las relaciones entre los dos tipos de roles se encuadra, enbuena medida, en la relación entre las demandas que la sociedad busca intro-ducir en el sistema político, solicitando decisiones vinculantes para el conjuntode la comunidad, y el apoyo que la ciudadanía está dispuesta a conceder, onegar, a los gobernantes. La relación entre clase política y ciudadanos cons-tituye desde siempre uno de los nudos centrales de la reflexión politológica,que ha subrayado, periódicamente, aspectos diversos del problema. Por unlado, se ha puesto el acento sobre la capacidad de manipulación de las masaspor parte de las élites, con la consiguiente inversión de la relación de depen-dencia entre representantes y representados; por otro, se han subrayado losfuertes vínculos que las inclinaciones de los ciudadanos (y la nataraleza mismade la competencia por el apoyo) constituyen para las élites. Notable relievese ha concedido, en fin, a la influencia, positiva o perjudicial, ejercida porlas fuerzas intermedias, dotadas de notables recursos autónomos, y por ellocon posibilidad de influir en la relación entre ciudadanos y gobernantes,modificándola para su propia ventaja.

Identificar las condiciones que permiten configurar la relación como«círculo virtuoso» antes que como «círculo vicioso», es el reto con el cualtradicionalmente se han medido, y continúan midiéndose, los teóricos de lademocracia. Aunque existen otros enfoques para estudiar esta relación, eneste capítulo nos interrogaremos sobre los cives, sobre su actitud y expectativasen las contiendas políticas, esto es, sobre eso que viene comúnmente denomi-nado con el término «cultura política». El análisis partirá de algunas reflexio-nes sobre modelos de ciudadano postulados por esta o aquella versión de lateoría democrática para confrontarla después con los protagonistas reales, talcomo nos los describe la investigación sociológica y politológica de los últimosdecenios. La referencia principal, aunque no exclusiva, es a la cultura políticade masas en Italia como se ha venido desenvolviendo en el tiempo de laposguerra y én particular en los últimos lustros.

122

Page 131: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

I I . LA CULTURA POLÍTICA DE LA POLIARQUÍA:

CARACTERÍSTICAS COMUNES Y RASGOS DIFERENCIALES

En las sociedades democráticas las reglas de juego ofrecen a los ciudada-nos, incluso a los «simples ciudadanos», una gama bastante amplia de opor-tunidades para relacionarse con la vida política en sus diversas manifestacio-nes. Este repertorio de acciones comprende la posibilidad de formarse opinio-nes y juicios atendiendo a fuentes de información diversas y, a veces, contra-dictorias; la posibilidad de asociarse con otros ciudadanos para expresar puntosde vista sobre este o aquel problema y, por tanto, influenciar el orden del díade la discusión en uno o más foros públicos; la posibilidad de participaractivamente en la vida de grupos políticos, o de otras asociaciones política-mente relevantes, haciéndose portavoces de intereses particulares, de valoreso de enteros sistemas de creencia (ideologías); la posibilidad de estar presentesen el «mercado electoral» no sólo como simples «consumidores», que eligenentre las diversas «ofertas» propuestas por partidos o candidatos, sino tambiéncomo agentes de movilización y activadores del apoyo para una de las alter-nativas disponibles en una determinada contienda electoral. Para los críticosde las modernas democracias de masas, aquellos que verían favorablementeun paso de la poliarquía contemporánea a formas de democracia menos repre-sentativas y más directamente participad vas, con esto no basta. La cuestiónpuede ser objeto de valoraciones distintas. Está fuera de discusión el hechode que las poliarquías maduras de este fin de siglo prevén para los ciudadanosun amplio repertorio de acciones, al menos un repertorio bastante más ampliorespecto al de otros tiempos.

Las reglas sobre el rol del ciudadano en los sistemas democráticos ofrecen,pues, oportunidades y abren espacios de participación. El etos democrático,difuso de manera más o menos eficaz en los mecanismos de socializaciónpolítica (escuela, medios de comunicación, contextos de comunidad), tiendea animar a los miembros de la sociedada asumir un papel activo. Pero, porsu misma naturaleza, la ética democrática no puede prescribir rígidamenteobligaciones imperativas de participación. El papel del ciudadano, distintodel papel del subdito, es definido bastante más con derechos que con deberes,al menos no con deberes sancionables. La selección del repertorio es, pues,dejada a la iniciativa del individuo, y termina por depender, en última instan-cia, de la fuerza conjunta de sus inclinaciones, de los recursos de los quedispone y de los estímulos presentes en el contexto. Como estos tres elementosestán distribuidos desigualmente en el cuerpo social, resulta una fuerte dife-renciación en el uso de la gama de alternativas de acción y de comportamientoen lo que respecta a la vida política. A un repertorio teórico igual para todos

123

Page 132: Número 79

GIACOMO SANI

corresponde, de hecho, una utilización bastante diferenciada, tanto sobre elplano cuantitativo como sobre el cualitativo, de los instrumentos de que sedispone.

Medio siglo de investigaciones sobre los comportamientos y sobre lasactitudes políticas de masas han documentado ampliamente el fenómeno, conreferencia no sólo a las polis democráticas de más reciente construcción, oreconstrucción, sino también a aquellas, generalmente más desarrolladas enel plano socioeconómico, que tienen una larga tradición tras de sí y quedeberían tener también un etos democrático más extendido y más fuertementeradicado. Dentro de todas estas sociedades varían de manera sensible entregrupos toda una serie de indicaciones de la relación entre ciudadanos y política:el grado de interés y compromiso en las cosas de la polis; los conocimientosrelativos a los principales protagonistas de la vida política, de las institucionesdel propio país y de su funcionamiento; la capacidad de definir en términosrelativamente correctos las cuestiones que poco a poco aparecen en la escenadel debate público; el grado de exposición a los flujos de la comunicaciónpolítica, bien mediante los canales de comunicación de masas, bien mediantecircuitos informales de los grupos primarios; el grado de participación en lavida de las asociaciones políticas (o políticamente relevantes), y la presenciaen manifestaciones colectivas; en fin, también varía la intensidad y la cualidaddel compromiso en el rito emblemático de la democracia representativa, cons-tituido por las campañas que preceden y culminan en las periódicas citaselectorales.

De esto resulta, generalmente, una suerte de especialización de los cives,una subdivisión de la ciudadanía en sectores característicos por una relaciónbastante diversa con la política. Sabemos, por experiencia directa y por lasmuchas investigaciones al respecto, que hay estratos de ciudadanos informa-dos, comprometidos, atentos también a los matices del discurso político, quesiguen con atención el desarrollo de las situaciones, enojándose o alegrándosesegún las circunstancias, nunca con aburrimiento o indiferencia. Pero estosmismos estudios han demostrado que existen también otros segmentos de lapolis en los cuales prevalecen, en cambio, un sustancial desinterés e ignoranciapor las cosas de la política, una buena dosis de apatía, mezclada con indife-rencia o hastío, sobre los protagonistas. El del ciudadano real, frente.almodelo del ciudadano ideal, es, pues, un mundo bastante abigarrado a cuyaconfiguración contribuyen diversos ingredientes: el grado de información, laintensidad del compromiso emotivo, la cantidad y cualidad de los actos departicipación, el modo mismo con el cual los ciudadanos se relacionan conel mundo de la política viendo en ésta la vía para realizar grandes ideales o,por el contrario, simplemente el medio para la consecución de pequeños

124

Page 133: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

intereses dispersos. Diferenciaciones de este tipo están presentes en todas laspoliarquías contemporáneas, con modalidad y relieve cuantitativo parcialmen-te diversos. Muchas investigaciones comparadas sobre comportamientos demasas han demostrado que, desde el punto de vista de la estratificaciónpolítica, los ciudadanos de democracias con una amplia historia tras de sí noson, en sí mismos, ciudadanos mucho mejores que los ciudadanos de sistemaspoliárquicos más jóvenes.

Desinformación, distanciamiento y sentimientos de hostilidad respecto ala política están extendidos también en las naciones con frecuencia señaladascomo modelo, como los países escandinavos, el Reino Unido, los EstadosUnidos. De ello debe deducirse que a considerar las poliarquías «democraciasimperfectas» contribuyen, un poco en todos los lugares, no sólo las interferen-cias de los grupos de presión y los vicios de la clase política, sino tambiénlas actitudes de la población.

La existencia de una serie de características comunes a todos los sistemasdemocráticos no debe hacer perder de vista sus caracteres diferenciales, carac-teres que los distinguen y dan a cada uno de ellos una impronta específica.La cultura política de un país es una trama variada y compleja de hilos que,tomados en su conjunto, dan sentido a los comportamientos, constituyenclaves interpretativas de los acontecimientos, base de las motivaciones de losindividuos y de las estrategias y tácticas de los grupos. Son estos elementosespecíficos los que dan un particular «sabor» o «color» a la vida política deun país; los que diferencian, por ejemplo, la reunión de una sección del PCIen Emilia-Romagna en los años cincuenta de un caucus de los militantes delpartido democrático en el Estado democrático de Iwoa durante las primerasfases de una campaña presidencial. También son los caracteres más particu-larizantes los que hacen único un sistema (o un sub-sistema) político queresulta menos comprensible para quien proviene de una cultura política diver-sa. Y, en cambio, son tan connaturales con la experiencia de quien vivedentro como para aparecer absolutamente «naturales», obvios y dados pordescontado.

En buena medida, los elementos distintivos de una cultura política sonreconducibles a las características estructurales de la polis, a las reglas dejuego más o menos fuertemente institucionalizado, esto es, a los ritos quedestacan la dinámica del sistema político. Pero a la caracterización de unacultura política contribuyen también las memorias colectivas del pasado trans-mitidas por los mecanismos de socialización al cuerpo social entero, o enparticulares sectores, como la experiencia directa de los ciudadanos con lasdiversas estructuras que forman un sistema político. Y es esta combinaciónde elementos tradicionales y de novedad la que alimenta la dinámica, general-

125

Page 134: Número 79

G1AC0M0 SANI

mente bastante lenta, de las culturas políticas. Estas tienden a auto-perpetuarse,o a modificarse gradualmente y sin saltos, salvo que tengan lugar rupturasdramáticas como cambios de régimen, guerras, transformaciones profundasen el orden internacional. Incluso en estos casos, no obstante, la readaptaciónde la cultura a los cambios estructurales no resulta automática, y es general-mente menos rápida de lo que se pueda pensar. Es necesario recordar, enprimer lugar, que una cultura política no es una identidad unitaria y homogé-nea, sino una combinación de «partes» que pueden modificarse también adistinta velocidad. El hecho de que en algunos sectores sociales se manifiestencambios vistosos no debe llevar a engaño: la visibilidad social de un grupono coincide casi nunca con su valor numérico. Las modificaciones de actua-lidad que interesan a las vanguardias, y que son objeto con frecuencia deatención por parte de los observadores, no son necesariamente buenos indica-dores de cuanto está sucediendo en el nivel de las grandes masas. Casi siemprela evolución que interesa a los primeros se manifiesta con notable retrasoentre las segundas. No ha de olvidarse, después, que entre los elementos quecaracterizan una cultura política no sólo hay conocimientos, juicios y evalua-ciones de tipo racional que reflejan de manera más o menos objetiva lamudanza de la realidad. Las culturas están también fuertemente transidas desentimientos con raíces profundas, sentimientos que se prolongan en el tiempoy que se agotan poco a poco con el paso de las generaciones. En fin, alexaminar los cambios de una cultura política es importante no confundir ladinámica de fondo con aquellos fenómenos de turbulencia superficial que sonuna característica común de todos los sistemas políticos abiertos. En éstos,nuevos problemas aparecen continuamente en escena, las crisis se suceden,los acontecimientos se apremian dando la impresión de que todo esté cambian-do rápidamente. Pero con frecuencia se trata de tormentas superficiales, queinciden sólo marginalmente sobre la dinámica de fenómenos que se disipana niveles más profundos. También, y no es siempre fácil, es necesario noconfundir la moda pasajera con aquellas modificaciones del hábito políticoque son incisivas y duraderas.

Todo esto sugiere que, al razonar en torno a las características de la culturapolítica de masas de un país, resulta útil partir no de la observación de aquelloque existe en un momento dado, sino más bien de los cambios producidosen un largo período de tiempo.

III. LA EVOLUCIÓN DE LA CULTURA POLÍTICA ITALIANA

¿Qué es lo que más impresionaría a un hipotético visitante que volviese,tras una treintena de años ausente, a revisar la política italiana a nivel de

126

Page 135: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

masas? Es un interrogante al que se pueden dar respuestas diversas según laperspectiva en la que nos coloquemos. Pero sobre algunas característicasfundamentales —ya de continuidad, ya de cambio—, observadores diversosno tendrían más remedio que concordar.

No cabe duda de que nuestro imaginario observador notaría, en primerlugar, las súbitas transformaciones en este lapso de tiempo de las dos princi-pales subculturas políticas —la «socialista» y la «católica»—. Diversas ensus contenidos específicos, las dos entidades presentaban algunas caracterís-ticas comunes: un conjunto de creencias y de valores bien estructurados (ycontrapuestos el uno al otro), una estructura organizativa compleja, articuladay «envolvente»; un circuito de comunicación cerrado en compartimentos es-tancos. Hace una decena de años se podía prever razonablemente un futurodifícil para la subcultura católica, con obvias repercusiones para el partidoque en aquel tejido cultural encontraba una parte importante de su apoyo,esto es, la DC. En estos últimos años, la crisis más seria ha tenido comoprotagonista a la otra subcultura, aquella que por otros cuarenta años habíanutrido al otro gran partido de masas, el PCI. Después de la disolución deeste grupo, los apoyos provenientes de aquella tradición se han fragmentadoy se dirigen en más de una dirección. La dificultad, de naturaleza obviamentediversa, en la cual se debaten estos dos importantes componentes de la culturapolítica italiana merece ser brevemente discutida.

1. La sub-cultura católica: erosión arrastrada

El proceso de secularización —testimoniado también por la disminucióna partir de los años cincuenta de las tasas de práctica religosa (más estabilizadasen la segunda parte de los años ochenta)— ha reducido gradualmente lo queen un tiempo era un enorme depósito de votos para el partido que evoca losvalores del cristianismo. Una parte del fenómeno es reconducible al cambiofisiológico del cuerpo social, sobrevenido en el curso de decenios, que hallevado a la gradual inmisión en el electorado de generaciones crecientementemás secularizadas que las precedentes. Además, los resultados de algunasinvestigaciones sugieren que se ha verificado también un parcial distancia-miento entre las dimensiones religiosa y política: los sentimientos de religio-sidad no se traducen ya automáticamente, como antes sucedía, en determina-dos comportamientos políticos. Es verdad que los católicos practicantesnunca habían votado todos en bloque al mismo partido; pero en el pasado,el núcleo de «desviados» constituía un fenómeno marginal, y el mismo hechode que ello atrajese la atención constituía prueba de su excepcionalidad. Enfin, en tiempos recientes, el apoyo de la Iglesia a la DC se ha hecho más

127

Page 136: Número 79

GIACOMO SANI

tibio y menos explícito, y los mensajes de la jerarquía no tienen la eficaciaanterior. En resumen: el vínculo entre las dos dimensiones no puede ya serdado por descontado. Naturalmente, no faltan las señas de vitalidad de algunosmovimientos católicos, como «Comunión y Liberación», signos que se puedenquizá interpretar como indicadores de una contratendencia concreta. En estamisma clave pueden ser leídas las positivas acogidas obtenidas recientementepor los mensajes pontificios con la llamada a la necesidad de una recuperaciónde la visión cristiana del mundo. Todo esto indica que el núcleo central dela subcultura católica está aún ciertamente vivo. Y, sin embargo, la presenciade un «núcleo duro» en el interior de esta tradición no significa que se hayadetenido aquel proceso de menuda desintegración de sus segmentos másexternos que ha caracterizado las tendencias de los últimos decenios. En estemomento nada autoriza a pensar que la subcultura católica pueda volver aadquirir a corto o medio plazo aquel status de tradición dominante, o enalgunas zonas del país hegemónica sin más, que tenía anteriormente.

2. La sub-cultura «socialista»: incoherencia y desintegración

El problema del mundo católico es, pues, el de una erosión de los sectoresexternos, si bien el núcleo central tiene todavía buena salud. Aunque seria,ésta es una condición menos grave que aquella en la que se debate la subculturaantagonista. En este segundo caso, en efecto, los procesos de modernizacióndurante largo tiempo y los recientes cambios en los países del Este europeo(y en la escena internacional) han acabado por poner en crisis el mismo núcleocentral de la tradición. Uno a uno, todos los pilares sobre los cuales ésta sehabía erigido en varios decenios han cedido, causando la caída de muchasilusiones y el abandono y olvido de «mitos» en un tiempo fundamentales: elprotagonismo de la clase obrera en el proceso de liberación del hombre; elpapel de vanguardia de los partidos comunistas y la exaltación de sus líderes;el rechazo del mercado como mecanismo para la distribución de recursos yel relieve dado a la planificación; la condena de la propiedad privada de losmedios de producción, y otros más. Ciertamente, en el contexto italianomuchas de las ideas guía presentes en los orígenes habían sido apartadas, sino del todo abandonadas, desde hacía ya tiempo. Pero una cosa es dejar quelas viejas ideas abandonen la escena discretamente y otra tenerse que enfrentarcon el problema de una renuncia explícita a las mismas. La crisis del «socia-lismo real» ha constituido un trauma para lo que resta de la subcultura socia-lista, sobre todo porque ha golpeado en el corazón del núcleo normativo (ode ideales) de aquella tradición. En último extremo, la crisis está en el hechode que, descartado o desacreditado el viejo modelo, éste no ha sido reempla-

128

Page 137: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

zado por nuevos «mitos» igualmente fuertes y persuasivos. Permanecen lasactitudes críticas sobre el,.orden social; hay un deseo difuso de una sociedaddiversa y mejor, pero no hay recetas; en cualquier caso no recetas originales,sobre la dirección a seguir. La cuestión es que falta el consenso sobre aquelloselementos utópicos que dan fuerza y coherencia a una subcultura política yde la que en última instancia constituyen la identidad. De ello trae origen elfenómeno de la fragmentación del gran río que se divide en los riachuelosformados por neo-comunistas, post-cómunistas, reformistas, etc.

Es difícil, hoy, prever cuáles serán las influencias de voto. Sería totalmenteprematuro, sin embargo, esperar un colapso imprevisto de la que ha sido unacomponente central de la vida política italiana en los últimos cuarenta y cincoaños. Las tradiciones políticas tienen una fuerte capacidad de supervivencia;pueden debilitarse, pueden erosionarse, pueden mudar gradualmente con laalternancia de las generaciones, pero no desaparecen por encanto. No haybuenas razones para pensar que la dinámica de la tradición socialista constituyauna excepción.

3. La fractura política: lo viejo y lo nuevo

Todas las sociedades tienen «fracturas» de diverso tipo: religiosas, declase, étnicas, lingüísticas, o relativas a las relaciones entre el centro y laperiferia, pero no todas las fracturas sociales se convierten en base de divisio-nes políticas. Algunas asumen prioridad, mientras otras carecen de gran rele-vancia política, son casi olvidadas. Las primeras son aquellas a las que danvoz los diversos grupos políticos que se prestan a representarlas y que obtienende ellas resultados positivos. Para que una fractura social acabe en divisiónpolítica es necesario, pues, dos condiciones: que se trate de un surco conraíces sólidas en la realidad, y no de una moda pasajera, y que haya unesfuerzo por activarla por parte de los grupos de élite que sobre esta fracturaintentan construir la base de su acuerdo.

En la fase inicial del desarrollo de las poliarquías occidentales, y enparticular en las europeas, la dimensión religiosa, la de clase y la atinente ala relación entre centro y periferia, han sido las fracturas en torno a las cualesse han ido estructurando inicialmente los sistemas de partidos en muchospaíses. Pero con el paso de la sociedad industrial a la post-industrial, portoda una serie de razones se ha verificado un atenuamiento de las fracturaspolíticas tradicionales: la dimensión de clase y la religiosa, en un tiempodominante, ya no son discriminaciones fuertes como en el pasado y, en todocaso, ya no son los únicos puntos de referencia, o de coagulación, del con-senso.

129

Page 138: Número 79

GIACOMO SANI

La debilidad de las viejas divisiones tiene consecuencias importantes paralas estrategias de los partidos y para la dinámica del sistema de partidos. Unade éstas es que el fenómeno deja más espacio al surgimiento sobre la arenapolítica de otras líneas de división. Algunas son totalmente nuevas y brotande la formación de constelaciones de intereses y valores que han ido emergien-do en el tiempo, mientras otras son clivages viejos o antiguos sin más, quepermanecieron en estado latente porque comprimieron y aplastaron las fractu-ras en un tiempo dominantes. En el caso italiano, si no se tiene en cuenta ladebilidad de las viejas líneas de división resulta difícil comprender el surgi-miento de movimientos ecologistas en los primeros años ochenta y, másrecientemente, el éxito en el norte del país de grupos políticos de carácterregional. Mientras la base del apoyo de los primeros ha sido encontrada enla defensa y tutela de los nuevos valores (ambiente, salud, relación hombre-na-turaleza), las ligas han encontrado fértil terreno para su crecimiento, más queen la insatisfacción o desafección de algunos sectores sociales, en el compor-tamiento de los partidos tradicionales, incluso en el redescubrimiento de viejasfracturas. Tales son, en efecto, los prejuicios latentes, pero nunca muertos,las identidades territoriales desteñidas (y que se intenta hacer reverdecer), lasalusiones a la diversidad y superioridad de la propia cultura respecto a lasotras, y el énfasis puesto sobre el valor de la autonomía local en las relacionesentre el centro y la periferia.

Es demasiado pronto para decir si estas nuevas fracturas se consolidarány terminarán por sustituir las en otro tiempo principales. Si esto sucediese,nos encontraríamos frente a un fenómeno nuevo. Las divisiones tradicionales—clase y religión— tenían, de hecho, carácter unificador desde el punto devista del territorio. La de clase implicaba en sus orígenes una solidaridad debase entre obreros del norte, aparceros del centro y braceros del sur. Análo-gamente, los principios y volores del catolicismo, y convergentemente losdel laicismo, no conocían barreras geográficas. Es el debilitamiento de estasfracturas de carácter nacional lo que deja espacio al surgir y al radicarse(como posibilidad, no como certeza) de nuevas divisiones sobre el territorio.

4. La depolarización

Una polis fuertemente polarizada es aquella en la que existe una acentuadatensión causada por grandes contrastes entre los principales grupos políticos,contrastes que afectan a cuestiones de fondo como la naturaleza del régimen,el papel del Estado, los valores en los que debería inspirarse la vida social yeconómica de un país. Se trata, en sustancia, de una situación en la cualexiste una notabilísima distancia ideológica entre los principales actores,

130

Page 139: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

distancia que se refleja, hunde raíces y se consolida también entre las masasde ciudadanos. El discurso político en la polis fuertemente polarizada está,naturalmente, impregnado de tonos fuertes; el encuentro verbal es continuoy áspero; no existe diálogo entre los ciudadanos, sino sólo contraposiciónfrontal; la mediación y el compromiso son raros y no brotan de la voluntadde conciliar puntos de vista diversos, sino del miedo a que un conflicto abiertose resuelva con la destrucción del propio grupo. En este clima, la competiciónentre los grupos políticos para obtener el apoyo de los ciudadanos vieneinterpretada, tanto a nivel de élites como a nivel de masas, no como unacontraposición de posiciones entre competidores leales, sino como una luchasin cuartel entre «enemigos» que atañe a cuestiones de vida o muerte. Laatmósfera de la polis polarizada está impregnada de sospechas y miedo: quienestá en la oposición ve en la autoridad del gobierno un potencial opresor conpocos escrúpulos en el uso del aparato del Estado en su propio favor. Quienestá en el Gobierno aprovecha todos los instrumentos a su disposición paramantenerse el mayor tiempo posible, temiendo que una vez depuesto novolverá a ser posible tomar el timón. En fin, unos y otros encuentran apoyoy protección fuera de los confines nacionales, en los sistemas políticos depotencias imperiales (o hegemónicas), con el consiguiente alineamiento deleje central de la política interna al de la política exterior. No es necesariodecir que una sociedad caracterizada por fuertes pasiones políticas de estetipo vive permanentemente al borde de una guerra civil y, en determinadascircunstancias, puede bastar una chispa para encenderla.

La sociedad polarizada aquí descrita brevemente es, obviamente, un retra-to exagerado, una caricatura o un tipo extremo. Pero constituye un útil puntode referencia para apreciar un aspecto de los cambios en la atmósfera políticaitaliana que han tenido lugar en los últimos decenios. A los lectores másjóvenes, crecidos políticamente en épocas más recientes, podrá resultarlesdifícil imaginar una Italia de algún modo similar al retrato trazado antes. Sinembargo, la realidad en la primera parte de la posguerra no era muy diversa.Y nuestro hipotético observador, que la había dejado así, no podría dejar deapreciar los cambios habidos en este tiempo. Las distancias ideológicas sehan reducido notablemente, si no se han eliminado del todo; la intensidad delos recíprocos sentimientos de hostilidad ha disminuido, con la excepciónquizá de los segmentos más comprometidos en la política; no tiene demasiadosentido hablar de campos contrapuestos y alineados con bloques internaciona-les que se están desmenuzando. Disipadas las ocasiones de grandes encuentrosfrontales, han permanecido las polémicas, las discusiones y los debates, esdecir, los fenómenos normales de turbulencia política que caracterizan todaslas poliarquías. Ciertamente, a veces afloran todavía asperezas y duras con-

131

Page 140: Número 79

GIACOMO SAN1

traposiciones, pero éstas no constituyen la regla: la polarización no es unacaracterística básica de la política italiana.

5. Imágenes de los partidos y de la política

Contrariamente a cuanto sucedía en otros períodos de la historia republi-cana, en los inicios de los años noventa los partidos no gozan de buenaimagen. Críticas y reproches llueven de todas las partes todos los días. Quienespagan las consecuencias son, sobre todo, la clase política y los mismospartidos. A éstos se les acusa de ser entrometidos y litigiosos, de estar distan-ciados de la sociedad civil y recluidos en el «palacio», de realizar seleccionesbasándose sólo en la lógica del poder, de esconderse detrás de un lenguajeincomprensible, de favorecer y aprovecharse de formas de corrupción y deotras cosas más. La crítica a los partidos, y sobre todo a un cierto modo dehacer política, constituye la explicación dada a la desafección de los ciudada-nos respecto al sistema político. Al mismos tiempo es en esta crítica en laque encuentran su justificación las demandas de reforma del sistema político.Aquí, en fin, están las raíces del descontento que nutrirían los varios movi-mientos de protesta.

Estas acusaciones, a menudo repetidas en la cultura política «visible»,aquella, para entendernos, comunicada por los mass media, pudieran hacerpensar que el marcado y progresivo deterioro de la imagen de los partidos yel distanciamiento de la ciudadanía respecto al mundo de la política, fueranfenómenos de los últimos años.

Hay, no obstante, otras indicaciones relativas a la cultura política «menosvisible» (la de las grandes masas) que siembran algunas dudas sobre la correc-ción de estas conclusiones. De la comparación de los resultados de sondeosdemoscópicos llevados a cabo durante decenas de años resulta que los senti-mientos de distanciamiento, de indiferencia y las imágenes negativas de lapolítica no son en modo alguno una novedad de los últimos tiempos. En losinicios de los años sesenta la cultura política italiana venía descrita por atentosobservadores extranjeros en términos de alienación, cinismo, desconfianza,pasividad, ignorancia, desinterés. Los estudios de los años setenta y ochentahan modificado sólo en parte este cuadro. Resulta que, respecto a la primeraposguerra, están en disminución aquellos, todavía mayoritarios, comporta-mientos de extrañeza, indiferencia y pasividad que hace un tiempo prevale-cían. Al mismo tiempo, parecen aumentar actitudes más fuertes, y negativas,de crítica, intolerancia y a veces de enojo respecto de la política y de susprotagonistas: partidos, líderes, instituciones. De una investigación realizadaen los inicios de los años noventa resulta que las reacciones más frecuentemente

132

Page 141: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

suscitadas por la política son todavía sentimientos de «indiferencia», «aburri-miento» y «desconfianza», expresiones citadas por una mitad de los electoresentrevistados. Las reacciones negativas más fuertes («enojo», «disgusto»)constituían un cuarto del total, como también las referencias positivas («em-peño», «interés», «pasión»). Que un ciudadano de cada cuatro esté en posi-ciones decididamente críticas respecto a la política y a sus protagonistastradicionales constituye en verdad una señal reconfortante. Pero los datosrelativos a la cultura política «invisible» proporcionan un cuadro bastanediverso del pintado cotidianamente por muchos comentaristas.

Blanco preferido de los comportamientos críticos extendidos en estosúltimos años son, como se podrá imaginar, los partidos políticos. Pero tambiénrespecto a los partidos las orientaciones de las masas no representan una grannovedad. Comportamientos de apoyo y de crítica y desconfianza han existidosiempre; a lo más, han cambiado las proporciones. Mientras los indicadoresde estados de ánimo críticos y negativos van en aumento, los que denotanacuerdo, aun sin denunciar un auténtico fracaso, hacen pensar que se estáproduciendo un proceso de deterioro de la imagen de los partidos. Quizá éstosno están del todo desacreditados, como consideran muchos observadores,pero es verdad que su imagen se está últimamente empañando. En los iniciosde los años noventa, colectivos importantes de la población sondeada mani-festaban la opinión de que «los partidos sólo sirven para dividir a la gente»o que «los partidos no sirven para nada».

Otro aspecto de la cuestión está en el hecho de que en un tiempo lospartidos constituían las principales, si no las únicas, estructuras de participa-ción y los más eficaces vehículos de representación de intereses y de valores.Desde hace al menos un decenio el monopolio de estas funciones por partede los partidos ya no existe. El desarrollo de movimientos de varios géneroscentrados en problemas particulares y el crecimiento de comités locales endefensa de los intereses más diversos parece estar basado en el «descubrimien-to» realizado por algunos sectores de la ciudadanía de que para obtenerresultados entienden necesario organizarse fuera de los viejos canales institu-cionales. La 'inhabilidad' de los partidos para desarrollar eficazmente algunasde sus funciones viene siendo considerada por algunos observadores otro delos síntomas de su crisis. Y, sin embargo, es necesario poner el acento tambiénsobre los aspectos positivos del fenómeno. La capacidad y la voluntad de losciudadanos de asumir responsabilidades en primera persona recurriendo anuevos (y legales) instrumentos colectivos ha de ser subrayada positivamente.Después de todo, durante decenios se había sostenido que la sociedad italianaera demasiado débil y excesivamente dependiente de un Estado demasiadofuerte. Desde este punto de vista, el desarrollo de un mayor grado de autono-

133

Page 142: Número 79

GIACOMO SANI

mía por parte de los diversos subsistemas representa un cambio, es un pasoadelante, que no debe ser infravalorado.

6. Derecha e izquierda: ¿una dimensión superada?

El lenguaje y la lógica del discurso público en los primeros decenios dela posguerra estaban fuertemente impregnados de una visión espacial de losfenómenos políticos. Los partidos, las corrientes, las coaliciones, las líneaspolíticas, las reformas, las aperturas (y las clausuras), venían comúnmentedescritas en términos de centro, derecha o izquierda. En esta óptica, losactores principales se «movían» bien aquí bien allá, a veces «saltando».Cuando las categorías principales de la clasificación no bastaban para describirla gradación, pronto se acuñaban otras: centro-derecha y centro-izquierda,nueva izquierda y nueva derecha, derecha e izquierda extraparlamentarias,izquierda sumergida,, y así sucesivamente.

No se trataba de una terminología reservada sólo a los adeptos a lostrabajos. Como muchas investigaciones han demostrado, también las grandesmasas de ciudadanos en gran medida se reconocían en este lenguaje: percibíanlos partidos distribuidos en el espacio y se colocaban a sí mismos en esemismo espacio. La imagen de la política de los sectores más marginales delgran público, con frecuencia desenfocada, burda, desinformada, estaba casisiempre organizada por los polos del continuum, que funcionaban, por tanto,como base de referencia, como los puntos cardinales permiten organizar yreferirse al espacio físico. El sentirse de centro, de izquierda o de derechaera siempre sistemáticamente asociado a posiciones ideológicas, valoracionesde los líderes, impedimentos en referencia a esta o aquella fuerza política,comportamientos de aprobación o de repulsa de los diversos tipos de régimen,etcétera. Durante una buena parte de la posguerra, pues, el espacio izquierda-derecha era la dimensión principal a lo largo de la cual se consolidaban lasorientaciones políticas y terminaba, así, por ser también el eje fundamentalde la competición y el elemento clave de estructuración del «mercado elec-toral».

En los últimos años se ha afirmado repetidamente que los términos dere-cha-izquierda han tenido su tiempo y constituyen instrumentos menos útilespara interpretar la política en Italia. Según estos críticos (observadores, perotambién políticos), continuar razonando en estos térmminos equivaldría allevar anteojeras, inútiles en el mejor de los casos y casi siempre propiciadorasde la equivocación. Para sostener estas tesis se adoptan diversos argumentos.Han surgido grupos políticos que resulta difícil colocar en el arco tradicional.Se ha producido una caída (o cuando menos una disolución) de las ideologías

134

Page 143: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

por la vía de la eliminación de los bloques antes existentes. Van en aumentoen el nivel de las élites los fenómenos de «transversalidad», con un correspon-diente aumento en el nivel de las masas de fenómenos de fluidez electoralque ya no respetan los viejos confines. Se han debilitado los tradicionalesmecanismos de socialización que favorecían la reproducción de orientacionesen los diversos compartimentos estancos. En sustancia, las transformacionessocioculturales y políticas de los últimos decenios han dejado totalmenteobsoleta una representación «espacial» de la política, reduciéndola al rangode un residuo fastidioso y molesto.

Es una tesis plausible y que refleja transformaciones reales del sistemaitaliano; se trata de cambios que sería un error ignorar. Al mismo tiempo, lapretensión de declarar agotado el papel de la conceptualización espacial dela política es prematura. Ante todo porque la terminología tradicional estáhasta el momento bien representada en el discurso político corriente: cuandose ha debido elegir un nombre para designar el partido nuevo que debía nacerde las cenizas del PCI, ha vencido, tras un largo debate sobre varias propues-tas, el volver a llamar a la izquierda. Aún más: las alineaciones y las divisionesinternas en la CD se modifican con el paso del tiempo, pero para identificarlos tornasolados órdenes que de ello se derivan todavía no se ha encontradonada mejor que el recurso al «gran centro» o a la «izquierda democristiana».En el liderazgo del PSI a veces se reprocha (desde la izquierda, naturalmente)un excesivo corrimiento del partido a posiciones de centro. En el Parlamentose sientan diputados y senadores independientes, pero la referencia seríaincompleta, y equívoca, si la etiqueta no precisase que se trata de independien-tes de izquierda.

En el ámbito de las inclinaciones de las masas las investigaciones de estosúltimos años señalaban algunas novedades, pero no rupturas importantes. Ladisponibilidad de los ciudadanos italianos a «pensarse» en términos de izquier-da, de centro y de derecha no ha experimentado variaciones significativas.Permanecen, en los datos relativos a las orientaciones de la masa, las conexio-nes entre la propia colocación en el espacio político y los juicios sobre diversoslíderes, los impedimentos de las diversas fuerzas políticas, las posicionesadoptadas relativas a los problemas ahora existentes. Sin embargo, tambiénes preciso añadir que los análisis de estos datos, confrontados con datoshomogéneos recogidos hace algunos decenios, induce a considerar que elalineamiento entre posiciones en el espacio político e inclinaciones políticasse ha ido debilitando con el paso del tiempo. Pero debilitamiento no quieredecir desaparición. Ser, sentirse o estar etiquetados de izquierda, centro oderecha no es algo totalmente irrelevante, como parece entender una parte delos observadores. La conceptualización espacial de la política ha demostrado

135

Page 144: Número 79

GIACOMO SAN1

tener una capacidad sorprendente de supervivencia adaptándose a las circuns-tancias más diversas y teniendo éxito al absorber transformaciones políticasde considerable alcance. Basta pensar en su aplicación en el contexto de lospaíses ex comunistas. El hecho de que nos sigamos preguntando si los «lom-bardos» son de centro o de derecha debería hacer reflexionar sobre la presuntaobsolescencia del espectro tradicional en la cultura política italiana.

IV. CULTURA POLÍTICA, MERCADO ELECTORAL,

SISTEMA DE PARTIDOS

Las orientaciones políticas de las grandes masas inciden de manera diversasobre el funcionamiento de un sistema político. Naturalmente, la influenciamás directa es la que atañe al grado de apoyo dado a los diversos grupospolíticos, apoyo que termina por influir de manera decisiva sobre la configu-ración del sistema de partidos. Es oportuno, pues, preguntarse cuáles seanlos reflejos sobre el mercado electoral de los fenómenos de cambio (mezcladoscon elementos de continuidad) que han interesado la cultura política italianarecientemente.

Una primera consecuencia atañe a las tasas de participación electoral.Aquí hay buenas razones para considerar que la alta afluencia a las urnas queha caracterizado buena parte de la posguerra está destinada a disminuir,alineando el sistema italiano con las tasas que habitualmente se dan en otrasdemocracias. En parte, el fenómeno se ha manifestado ya en algunas recientesconsultas. A ello contribuyen factores estructurales (envejecimiento de lapoblación) o bien la más difusa percepción de que la situación es menosdramática que la del pasado y que el veredicto electoral es, pues, menosimportante. Durante decenios, generaciones de ciudadanos italianos habíanhecho propia la idea de que el acto del voto era un deber cívico más que underecho del cual se puede también no hacer uso. Algunas recientes investiga-ciones han demostrado que esta tradicional concepción del voto como «actodebido» permanece en la población, pero en menor medida de lo que sucedíahace algunos decenios.

En segundo lugar, es probable que el debilitamiento de las identificacionesde partido y los fenómenos de erosión-desintegración de las dos principalessubculturas políticas lleven a un ulterior aumento de la cuota de electoradoefectivamente «en el mercado», es decir, potencialmente móvil, libre de lazosde permanencia y dispuesto a la experimentación y a la comparación, a lainvestigación en cada caso de la «oferta» justa. Y esto, naturalmente, significaque en las consultas de los próximos años los factores estructurales y de largo

136

Page 145: Número 79

CIUDADANOS Y SISTEMA POLÍTICO

alcance temporal terminarán por contar menos, mientras aumentará la impor-tancia de los coyunturales que desplieguen sus efectos en el arco de tiempo,relativamente breve, de una campaña electoral. Podría constituir un pasoadelante que permitirá a la ciudadanía participar en la discusión sobre diversosproblemas y madurar las propias opciones electorales dependiendo de la razón.Pero no se ha dicho que ello signifique para los electores una mayor posibilidadde selección ocular entre alternativas programáticas realistas, que es lo quese desea. Todo hace pensar, y la experiencia de otras democracias posindus-triales lo confirma, que las campañas electorales serán manejadas cada vezmás con los instrumentos de la «videopolítica». Ha de esperarse un aumentode la competición en términos de «imágenes», pero no necesariamente entérminos de «sustancia».

A redefinir las características del mercado electoral italiano contribuiráademás, de manera poco vistosa pero a tener en cuenta en no mucho tiempo,el fenómeno del recambio fisiológico del cuerpo electoral y la entrada en laarena política de nuevos ciudadanos de las generaciones más jóvenes. Nohay que olvidar que en 1992 serán llamados a las urnas los jóvenes nacidosen el año del referéndum sobre el divorcio (1974), que eran niños en la épocadel secuestro y asesinato de Moro (1978), preadolescentes en la desapariciónde Berlinguer (1984), apenas quinceañeros en el momento del cambio (no-viembre de 1989) que ha llevado al nacimiento del PDS. Esta generación,como aquellas que en poco la preceden, ha crecido políticamente en una fasede la vida política del país en la cual las pertenencias y los lazos establescon los partidos estaban ya declinando. Sobre electores de esta edad no caeel peso de las memorias históricas y de los bloques de un tiempo, memoriasy bloques que, en cambio, condicionan aún profundamente las orientacionesy los comportamientos de los electores más ancianos, testigos de otras muydiversas fases de la vida política nacional.

Si el diagnóstico que surge de estas observaciones es correcto, los decliveselectorales de los próximos años serán para todos los partidos una aventuramucho más peligrosa que en el pasado. Pero sería inútil buscar la respuestaa la cuestión sobre la configuración futura del sistema de partidos en Italiasólo conforme a consideraciones atinentes a la cultura política de masas. Lasinclinaciones de los electores son, en efecto, sólo una de las componentesque constituyen el mercado electoral. Es igualmente importante al menos elotro componente, el de «la oferta», esto es, el conjunto de las alternativasque los grupos políticos, tradicionales o emergentes, expongan á la atenciónde la ciudadanía. Es razonable entender que los «paquetes» de la oferta seránen el futuro sensiblemente diversos a los del pasado y que los «productores»(grupos políticos) se presentarán a escena con vestimentas y en formaciones

137

Page 146: Número 79

ÜIACOMO SANI

diversas de las empleadas hace tiempo. La caída del comunismo ha hechoinservible el arma del anticomunismo y ha puesto las premisas para unaposible recomposición de las fuerzas sobre la vertiente de la izquierda política.

No hay que olvidar, en fin, que la relación entre la demanda y la ofertapolítica está fuertemente condicionada por las «reglas del juego» y, en parti-cular, por el sistema electoral. Este define y estructura el contexto de lacompetición, condicionando la selección de las masas y procurando incentivosy elementos disuasorios a las élites que van a afrontar nuevos retos y, a lavez, a gozar de nuevas oportunidades. La actuación de algunas de las reformasinstitucionales de las que se ha hablado mucho en los últimos años, y demodo particular la adopción de un sistema electoral no rígidamente proporcio-nal, tendría ciertamente consecuencias relevantes para la configuración delsistema italiano de partidos. La cultura política de masas condiciona, perono determina, la dinámica de una polis.

138

Page 147: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICASCONSTITUCIÓN ESPAÑOLA (*)

Por CESÁREO R. AGUILERA DE PRATy JAUME VERNET LLOBET

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.—II. EL ACATAMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN: 1. La posibilidad

de exigir el acatamiento formal. 2. Evolución de la jurisprudencia. 3. El acata-miento «por imperativo legal».—III. LA PROTECCIÓN DE LAS BANDERAS: 1. Algunasconsideraciones previas. 2. El debate constituyente. 3. Legislación aplicable.

4. Posición jurisprudencial.—IV. CONCLUSIONES.

I. INTRODUCCIÓN

Si, en general, el rigorismo formalista no suele ser una fórmula adecuadapara regular jurídicamente cualquier actividad, menos aún cuando hay queocuparse de cuestiones que tienen una profunda carga simbólica emocional.La introducción en el ordenamiento español vigente de rígidas disposicionesnormativas para garantizar el acatamiento constitucional de los representantespopulares elegidos por. los ciudadanos y el respeto a las banderas oficialesresponde a la lógica más preocupada por penalizar las conductas que sedesvíen de esas exigencias que no de normalizar y desdramatizar todo aquellorelacionado con los formalismos del Estado.

La aplicación de los reglamentos parlamentarios y episodios relacionadoscon los «ultrajes» a las banderas han mostrado los problemas prácticos que

(*) Este artículo ha sido escrito a petición del profesor Garard J. Clark, de la SuffolkUniversity Law School (Boston), con el propósito de su publicación en la revista de Derechointernacional de dicha Universidad. Aunque es el resultado de un trabajo conjunto, la redacción,del segundo epígrafe es de C. R. Aguilera, y la del tercero, de J. Vernet.

139Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79- Enero-Marzo 1993

Page 148: Número 79

CESÁREO R. AGUILERA DE PRATJAUME VERNLT LLOBET

se derivan de tal concepción. Los conflictos que se analizan en este estudioprueban que bajo la apariencia de cuestiones técnico-jurídicas se escondenciertos problemas políticos. Probablemente el legislador ha optado por esta-blecer normas muy poco flexibles en esta materia por la carga que histórica-mente ha tenido, lo que no deja de ser un planteamiento poco innovador ydiscutible.

Por una parte cabe recordar la deficiente construcción histórica del Estadoliberal representativo y la consiguiente superficialidad constitucional en laEspaña contemporánea, factor que contribuyó poderosamente al desarrollo delos nacionalismos periféricos, catalán y vasco sobre todo, y, por otra, lapermanente reivindicación de «refundar» sobre otras bases el sistema político.La tradicional negación oficial de la plurinacionalidad interna y la imposiciónde un único nacionalismo de cuño castellano explican la mitificación de lascuestiones simbólicas relacionadas con cierta idea de España. Por lo demás,la usual unión de democracia y autonomía prueba que la expansión de losderechos y las libertades ha requerido paralelamente la distribución territorialdel poder.

Durante el período constituyente de 1977-78, en aras del consenso, lasizquierdas y la mayoría de los nacionalismos periféricos aceptaron los símbo-los tradicionales del Estado, plasmando un difícil e importante acuerdo polí-tico sustancial. Sin embargo, no por casualidad, las normas que introdujeronel requisito del acatamiento constitucional formal de los representantes popu-lares y la rígida regulación de las banderas oficiales se aprobaron tras elfrustrado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que ocasionó los restric-tivos pactos autonómicos entre UCD y el PSOE.

La obsesión por el juramento o promesa de acatamiento constitucionaltiene, pues, causas históricas y políticas. Hasta cierto punto se comprende lapreocupación por preservar el máximo fruto de la transición —la Constitu-ción—, pero su absolutización dogmática puede ser contraproducente. Por suparte, la desmesurada protección penal otorgada a las banderas responde, enbuena medida, el peso inercial de la tradición unitarista centralizadora. Porejemplo, no deja de ser abusiva e impropia la asimilación de la expresión«Estado» con el poder central: en pura lógica, en un Estado de Autonomíasno se entiende por qué ciertas instituciones públicas pueden prescindir de lasenseñas autonómicas y sólo están obligadas a usar la bandera española.

140

Page 149: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

I I . EL ACATAMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN

1. La posibilidad de exigir el acatamiento formal

No deja de ser sorprendente que la resolución definitiva de todos losaspectos relacionados con la exigencia de los reglamentos parlamentarios de«acatamiento» expreso de la Constitución haya requerido nada menos quecinco sentencias del Tribunal Constitucional (TC) entre 1983 y 1991. Enefecto, la Constitución se limita a señalar que la validez de las actas y creden-ciales de los miembros de ambas Cámaras, tras la proclamación de los dipu-tados y senadores por parte de la administración electoral, corresponde veri-ficarla exclusivamente a los Tribunales ordinarios (art. 70.2). Es decir, laConstitución no prevé el requisito de un acto ritual formal expreso de «acata-miento» (1). ¿Cuándo se adquiere, pues, la condición de parlamentario atenor de las previsiones constitucionales? Indirectamente, de acuerdo con unainterpretación teleológica que considere las referencias explícitas de la Cons-titución a la finalización del mandato (arts. 68.4, 69.5 y 78), cabría pensarque desde el momento mismo de la elección. En todo caso, ante el vacío dela Constitución hay que estar a lo dispuesto por los reglamentos parlamenta-rios (2).

En su día, los Reglamentos provisionales de 1977 no establecieron talobligación, bastando la proclamación electoral oficial y la declaración debienes patrimoniales y actividades económicas para confirmar el pleno statusde parlamentario (arts. 1.1, 13.1 y 2, y 19.4 del Reglamento provisional delCongreso de los Diputados de 17 de octubre de 1977, y arts. 1,4.1 y 2, 24.1y 38.4 del Reglamento provisional del Senado de 18 de octubre del mismoaño). Durante los debates de los reglamentos definitivos hubo consenso polí-tico mayontario sobre la necesidad de introducir un acto explícito para intentarimpedir que los grupos radicales antisistema pudieran beneficiarse de lasprerrogativas parlamentarias sin comprometerse con la asunción del ordena-miento.

Se llegó incluso a proponer privar de la condición de parlamentario alque no se sometiese a cualquiera de los requisitos reglamentarios, lo quehubiera sido inconstitucional, ya que todo candidato electoral que obtengarepresentación adquiere automáticamente la condición de parlamentario

(1) J. SOLÉ TURA/M. A. APARICIO: Las Cortes Generales en el sistema constitucional,

Madrid, Tecnos, 1984, págs. 52 y 64.(2) N. PÉREZ SERRANO: De las Cortes Generales. Comentario introductorio al capítulo I

del título III, en O. ALZAGA (ed.): Comentarios a las leyes políticas. Constitución española de1978, t. VI, arts. 68 a 80, Madrid, Edersa, 1989, págs. 44-45.

141

Page 150: Número 79

CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT-JAUME VF.RNET L.LOBET

(arts. 68.1 y 69.2 de la Constitución). En la redacción final tan sólo se hamantenido la situación de suspensión de derechos del representante popularelegido mientras no cumplimente los requisitos formales exigidos. Se creaasí una extraña figura: la del parlamentario proclamado electo, pero que nopuede ejercer como tal. Por tanto, para gozar de la «condición plena» nobasta la mera elección, ya que es preciso cumplir todos los trámites formalesinsoslayables que exige cada Cámara para «perfeccionar» el cargo. En todocaso, los debates sobre los nuevos reglamentos no aclararon el alcance de ladistinción entre el parlamentario «elegido» y el que disfruta de la «condiciónplena» de tal a posteriori (3).

Así, pues, los reglamentos definitivos de las Cámaras han establecido quepara la «plena» adquisición de la condición de parlamentario cada representan-te popular elegido debe someterse a tres requisitos: 1) presentación de lacredencial de la administración electoral ante la Cámara correspondiente;2) declaración de cargos públicos y actividades profesionales para evitarincompatibilidades, y 3) efectuar juramento o promesa solemne de acatamien-to de la Constitución en una de las tres primeras sesiones plenarias (4). Aliniciarse la II Legislatura en 1982 los dos diputados de HB recurrieron enamparo ante el TC, considerando que el reglamento parlamentario vulneraba elartículo 23.2 de la Constitución al no respetar el acceso en condiciones deigualdad a las funciones y cargos públicos, vulnerar materialmente el derechode participación, puesto que tal requisito no figura en la norma fundamental,y, por último, contrariar la necesaria identificación entre los representantesy sus electores, afectando, además, a la libertad ideológica (art. 16.1 de laConstitución).

El TC (Sentencia 101/1983, de 18 de noviembre) recordó el principiogeneral de sujeción de los ciudadanos y los poderes públicos a la Constitución

(3) Situación provisional que se da en todos los parlamentarios entre la elección y elcumplimiento de los requisitos reglamentarios, gozando provisionalmente de todas las prerroga-tivas inherentes al cargo hasta la confirmación, ya que en este caso, de no hacerlo, las pierden.Véase Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, núm. 25, de 20 de mayo de 1981,págs. 1171-1215. Asimismo, J. GARCIA MORILLO: La estructura de las Cortes Generales, enL. LÓPEZ GUERRA: Derecho Constitucional, vol. II, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch, 1992,págs. 75-76.

(4) Artículo 20.1 y 2 del Reglamento del Congreso de los Diputados de 10 de febrero de1982; artículos 12.1 y 15 a 17 del Reglamento del Senado de 26 de mayo de 1982. Por su parte,el artículo 11 de este último, a diferencia del Congreso, regula minuciosamente el acto y lafórmula concreta de «acatamiento». Sobre el juramento o promesa como no adhesión ideológica,véase J. CAZORLA PÉREZ/A. RUIZ ROBLEDO: El funcionamiento de las instituciones, en R. COTA-

REI.O (ed.): Transición política y consolidación democrática. España (1975-1986), Madrid, CIS,1992, págs. 350-351.

142

Page 151: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

(art. 9.1), señalando que tal obligación ha de ser más intensa («positiva»)para los titulares de estos últimos. A continuación precisó que el «acatamiento»debe entenderse como una manifestación pública de respeto hacia las reglasy cauces del juego político pluralista, pero no necesariamente como adhesiónideológica o conformidad a todo el contenido de la Constitución. Es decir,se trata de un compromiso de actuar a través de los procedimientos legales,siendo perfectamente posible discrepar de los contenidos materiales de laConstitución, ya que se puede no compartir sus valores finales, pero esindispensable someterse a sus procedimientos y medios: «También se respetala Constitución en el supuesto extremo de que se pretenda su modificacióntotal por el cauce establecido en los artículos 166 y siguientes de la Normafundamental» (Fundamento Jurídico [FJ] 3.°). El acatamiento así entendidoes un deber inherente a todo cargo público, que se presupone con independen-cia de que se exteriorice o no en un acto formal explícito, que, en todo caso,será discrecional del legislador.

Sobre el problema formal de si el reglamento parlamentario es o no lanorma idónea (al no ser una ley strictu senso) para introducir tal obligación,el TC rehuye la cuestión de fondo afirmando que éste no habría innovado,sino limitado a formalizar un deber genérico de acatamiento que estaríaimplícito en el «espíritu» de la Constitución, es decir, deducible de acuerdocon una interpretación ideológica (FJ 3.°A) (5). Es cierto que ésta no prohibela exigencia de tal plus de obligación, pero su silencio ha obligado al TC aforzar la interpretación: para «salvar» la disposición reglamentaria la sentenciaentiende que ésta no creó tal obligación —que estaría «difusa» en la Consti-tución—, sino que tan sólo se habría limitado a formalizarla. Por tanto, sereconoce que las Cámaras tienen derecho a fijar las condiciones para sermiembro de las mismas, siempre que no se vulneren derechos fundamentales.El TC rechaza que este requisito haya podido lesionar el derecho de partici-pación política, ya que, en cualquier caso, la Constitución ha de ser siemprerespetada.

En favor de la tesis reglamentaria expansiva se señala que el órgano (laCámara) está facultado para fijar las condiciones que hacen posible actuar ensu seno reservándose la última palabra al respecto. Sin embargo, precisamenteel problema no bien resuelto en este caso es el de la articulación entre el

(5) Para el controvertido debate sobre la naturaleza jurídica del reglamento parlamentario,véase, por todos, F. SANTAOLALLA LÓPEZ: Derecho parlamentario español, Madrid, Ed! Nacional,1984, págs. 22 y sigs. Para el análisis de la posición del TC, véase M. A. APARICIO: «Elacatamiento a la Constitución, requisito de la condición plena del parlamentario. Comentario alas sentencias del Tribunal Constitucional de 18 de noviembre y 16 de diciembre de 1983»,Revista Jurídica de Catalunya, núm. 4, 1985, pág. 180.

143

Page 152: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRAT JAUME VERNET LI.OBET

deber general de acatamiento y su manifestación formal. La solución jurídicaha tenido que aplicar la teoría del órgano: el electorado ejerce sus funcionesno al designar a sus representantes, sino tan sólo al votar. Las Cámaras —queexisten siempre como órganos públicos— cambian de composición políticatras cada elección, pero con independencia del «órgano» que es el electorado.De acuerdo con esta separación orgánica entre electorado y elegidos, lacondición de parlamentario no se adquiere completamente (jurídicamente nose «perfecciona») hasta la integración formal en el órgano colegiado (laCámara correspondiente), decisión que innova la propia tradición parlamen-taria española y es inusual en Derecho comparado (6).

Finalmente, el TC rechaza el argumento de los recurrentes de que talobligación atenta contra la voluntad de los electores de HB, cuyos represen-tantes serían —desde este punto de vista— simples portavoces delegados.Este criterio introduce el mandato imperativo, expresamente prohibido por laConstitución (art. 67.2), y además ignora que las leyes tienen un alcancegeneral e igual con independencia de la opinión minoritaria, aunque sinmerma del pluralismo ideológico y político (FJ 3.°B, 4.° y 5.°) (7).

El principal problema de la interpretación del TC es que la teoría delórgano utilizada afecta al principio representativo, ya que la elección popularpierde significado, atribuyéndose la decisión final interna a la Cámara. Poruna parte, este criterio ignora la mediación partidista real entre los ciudadanosy las instituciones representativas, y por otra, no subraya en este caso que lapermanencia de los representantes en su cargo depende, en definitiva, de lavoluntad electoral (8). Naturalmente, en la decisión del TC pesaron elementosde oportunidad política e intereses consititucionales que debían ser preserva-dos (9). El trasfondo está representado por la actitud rigorista y formalistaque impusieron los legisladores con objeto de poner en evidencia a unaformación antisistema como HB. En otras palabras: la exigencia del «acata-miento» formal se introdujo para intentar resolver, con muy discutible criteriopolítico y jurídico, la anómala y abusiva situación de ese grupo, ya que sus

(6) J. SOLÉ TURA/M. A. APARICIO: Las Cortes Generales..., cit., págs. 55-59.(7) E. AI.VAREZ CONDE: El régimen político español, Madrid, Tecnos, pág. 304.(8) El propio TC, por lo demás, así lo reconocería en su conocida sentencia sobre los

concejales y la Ley de Elecciones Locales de 1978 (STC 5/1983, de 4 de febrero). Véase tambiénM. A. APARICIO: «El acatamiento a la Constitución...», cit., pág. 173.

(9) Véase E. COBREROS MENDAZONA: El «status» parlamentario como derecho fundamentalgarantizado por el artículo 23.2 de la Constitución, en S. MARTIN-RETORTILI.0 (ed.): Estudiossobre la Constitución española. Homenaje al Prof. Eduardo García de Enterría, X. III: LaCorona. La Cortes Generales. Del Gobierno y de la Administración pública, Madrid, Civitas,1991, págs. 2139 y 2140.

144

Page 153: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

representantes ni ejercen el cargo ni cumplen con los deberes inherentes almismo, gozando de las prerrogativas legales (inmunidad procesal) y económi-cas (asignación) que conlleva.

Sin embargo, la cuestión de no favorecer políticamente a HB se resolviómal, desbordando el ámbito jurídico. Por una parte, se le otorga una impor-tancia desorbitada a cuestiones simbólicas que obsesionan a cierta «clasepolítica», y por otra, tal fórmula es incluso poco útil, pues un parlamentariopuede acatar formalmente y después incumplir manifiestamente con sus obli-gaciones (10). La fórmula puede afectar a la soberanía popular al penalizarsemás determinadas posiciones políticas que conductas de los parlamentariosy produce efectos contrarios a los deseados, siendo de difícil justificación,salvo que se acepte un acatamiento ficticio, resultando entonces peor el reme-dio que la enfermedad (11).

De un lado, es notoria la irrelevancia práctica a posteriori de dicho acto,y de otro, el episodio prolongó una tensión política que fue instrumentalizadapor HB. En otras palabras: la mayoría parlamentaria se dejó «provocar»erróneamente por el desafío simbólico de este grupo, cuyo único objetivo esdeslegitimar al sistema utilizando todos los resortes a su alcance, y ademásle dio argumentos «victimistas». Por tanto, más lógico y menos costosopolítica y jurídicamente que exigir tal acatamiento formal hubiera sido simple-mente exigir la presencia activa y continuada del parlamentario, imponiéndolesanciones internas por no cumplir con los deberes inherentes al cargo. Losefectos prácticos hubieran sido los mismos y el procedimiento mucho mássencillo y menos polémico. Por lo demás, la ineficacia de la fórmula haquedado patente tras la nueva maniobra de HB al aceptar someterse a eserequisito y seguir boicoteando la actividad parlamentaria, lo que ha obligadoa las mesas de las Cámaras a sancionar económicamente a este grupo al iniciode cada período de sesiones (12).

2. Evolución de la jurisprudencia

El TC tuvo ocasión de pronunciarse en otros dos casos sobre la cuestiónformal analizada: se trata de sendos recursos de unos diputados del Parlamento

(10) Sobre la sacraüzación en general de los símbolos, véase M. GARCIA-PELAYO: Mitos ysímbolos políticos, Madrid, Taurus, 1964, pág. 200. Para la ineficacia práctica de tal requisitovéase E. ALVAREZ CONDE: El régimen político español, cit., pág. 306.

(11) M. A. APARICIO: «El acatamiento a la Constitución...», cit., pág. 199. Asimismo,J. M. MORALES ARROYO: «La determinación del período de vigencia del estatuto de diputadosy senadores», Revista de las Cortes Generales, núm. 19, primer cuatrimestre 1990, págs. 63 y 74.

(12) J. M. MORALES ARROYO: «La determinación del período...», cit., págs. 54 y 60-61.

145

Page 154: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRAT-JAUME VERNET LLORET

autonómico gallego pertenecientes a una minoría nacionalista radical (elBloque Nacional Popular Galego) y unos concejales municipales comu-nistas.

En el primer caso, el Reglamento parlamentario gallego añadió no sóloel deber de acatamiento a la Constitución y al Estatuto de Autonomía, sino,además, la obligación de «guardar fidelidad» a tales normas. El TC recordóprincipios tales como la sujeción general a la Constitución y el deber positivode obrar con arreglo a la misma para los titulares de los poderes públicos(STC 122/1983, de 16 de diciembre, FJ 4.°A). Los recurrentes consideraronque la exigencia de «fidelidad» suponía adhesión ideológica al contenido dela Constitución y del Estatuto. Sin embargo, el TC señala que esta interpre-tación no es la única posible, ya que Ja fidelidad «puede entenderse como elcompromiso de aceptar las reglas del juego político y del orden jurídicoexistente en tanto existe y a no intentar su transformación por medios ilegales»(FJ 5.°).

La «fidelidad» así entendida no prohibe perseguir ideales políticos diferen-tes a los encarnados por la Constitución y el Estatuto, siempre que se proclamepúblicamente el compromiso de actuar dentro de sus cauces. El TC asimila,pues, «fidelidad» a «acatamiento» para evitar la inconstitucionalidad de estenuevo requisito si supusiera identificación obligatoria con determinados con-tenidos. En suma, en caso de colisión de interpretaciones, el TC recuerdaque siempre debe predominar la que más se ajuste al «espíritu» de la Cons-titución (FJ 6.°).

En el segundo caso (STC 8/1985, de 25 de enero) el recurso tuvo suorigen en el hecho de que dos concejales comunistas de Aranda de Duero(Burgos) utilizaron una fórmula de toma de posesión distinta a la prevista porel Real Decreto 707/1979, de 5 de abril, para los cargos municipales. Cons-tituido el Consistorio, fue elegida alcaldesa la candidata del PSOE con elapoyo de los comunistas. Sin embargo, los concejales conservadores entendie-ron que tal votación no era válida por la defectuosa toma de posesión de loscomunistas. Tras los recursos correspondientes, la Sala de lo Contencioso-Ad-ministrativo de la Audiencia Territorial de Burgos anuló el acceso al cargode los concejales comunistas, convocándose un nuevo pleno municipal paraque utilizaran la fórmula oficial. Estos la acataron, aunque manifestando sudiscrepancia, y a continuación resultó elegido nuevo alcalde el candidato dela coalición conservadora.

El TC entiende que la primera fórmula usada por los concejales comunistasera admisible, pero que ya no era anulable la elección del nuevo alcalde,puesto que aquéllos aceptaron someterse a la oficial: el Ayuntamiento es librepara revisar sus decisiones y, aunque la inicial elección de alcalde fue válida,

146

Page 155: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

decidió autónomamente hacer una segunda votación interna, asimismo posible(FJ 5.°).

La nueva Ley Electoral reiteró, por cierto, el error de exigir el formalismoritual del «acatamiento» para cualquier cargo representativo, aunque sin pre-determinar una fórmula espefíca única para tal acto (13).

3. El acatamiento «por imperativo legal»

Al iniciarse la IV Legislatura, en noviembre de 1989, HB cambió detáctica, forzando una nueva intervención del TC. En esta ocasión tal grupoaceptó someterse al trámite del acatamiento, pero, en el momento de expre-sarlo, sus tres diputados añadieron la expresión «por imperativo legal». Elpresidente del Congreso entendió que ello invalidaba y desvirtuaba el trámite,negándose a «perfeccionar» la condición de parlamentarios de los diputadosde HB y expulsándolos de la Cámara.

Ante el recurso de amparo de éstos, el TC señaló que era preciso buscarun punto intermedio entre «un entendimiento exageradamente ritualista deesa obligación» y «la posibilidad de prescindir en absoluto de cuanto de ritualha de haber siempre en toda afirmación solemne» (STC 119/1990, de 21 dejunio, FJ 4.°).

Para el TC la expresión añadida no tiene formalmente valor condicionanteni limitativo, pues es evidente que todos deben acatar la Constitución, dehecho, «por imperativo legal» (la predisposición o no de la conciencia personalde cada parlamentario es jurídicamente indiferente), tratándose, pues, de unamera redundancia semántica. Naturalmente, no puede ignorarse el significadopolítico manipulador que HB atribuye a tal añadido, es decir, su reserva antela Constitución: la «acatan» porque no tienen más remedio, no como resultadode una decisión espontánea. Sin embargo, el TC no puede hacer juicios deintenciones, teniéndose que limitar a los aspectos jurídicos. En este sentido,la decisión del presidente del Congreso es lesiva para el derecho de losrecurrentes a acceder a la condición plena de diputados porque incluye unaprohibición que no figura en las leyes, ya que el reglamento parlamentariono prescribe fórmula alguna de acatamiento. Además, no tiene sentido quea los diputados de HB se les exija tan sólo una determinada que no se lepidió expresamente a los demás parlamentarios.

El TC, de acuerdo con la doctrina del Tribunal Europeo de los DerechosHumanos, señala que los requisitos para el acceso a los escaños parlamentarios

(13) Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del régimen electoral general, art 108.6. VéaseM. A. APARICIO: «El acatamiento a la Constitución...», cit., pág. 171.

147

Page 156: Número 79

CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT-JAUME VF.RNET LLOBET

«no deben contrariar la libre expresión del pueblo en la elección del cuerpolegislativo» y que «las leyes deben ser interpretadas siempre de manera quese maximalice, en lo posible, la eficacia de los derechos fundamentales». Enotras palabras: el mandato de cada parlamentario es producto de la voluntadde los electores y, por tanto, resulta lícito contraer ante éstos «el compromisode afirmar públicamente que sólo por imperativo legal acatan la Constitución»;de ahí que «la fidelidad a este compromiso político [...] no puede ser desco-nocida ni obstaculizada» (FJ 7.°).

El contundente razonamiento central del TC es éste: «El requisito deljuramento o promesa es una supervivencia de otros momentos culturales yde otros sistemas jurídicos a los que era inherente el empleo de ritos o fórmulasverbales ritualizadas como fuentes de creación de deberes jurídicos y decompromisos sobrenaturales. En un Estado democrático que relativiza lascreencias y protege la libertad ideológica; que entroniza como uno de susvalores superioresel pluralismo político; que impone el respeto a los represen-tantes elegidos por sufragio universal en cuanto poderes emanados de lavoluntad popular, no resulta congruente una interpretación de la obligaciónde prestar acatamiento a la Constitución que antepone un formalismo rígidoa toda otra consideración, porque de ese modo se violenta la misma Consti-tución de cuyo acatamiento se trata, se olvida el mayor valor de los derechosfundamentales [...] y se hace prevalecer una interpretación de la Constituciónexcluyente frente a otra integradora» (FJ 7.°) (14).

Por su parte, el presidente del Senado cometió el lamentable error políticode rechazar tal añadido de los dos senadores de HB, de acuerdo con un criteriohiperformalista: a diferencia del Reglamento del Congreso, que no predeter-mina fórmula alguna de acatamiento, el de la Cámara Alta sí precisa unaconcreta («sí juro» o «sí prometo»). Es cierto que los parlamentarios de HBpretenden «distinguirse» de todos los demás, pero la rígida respuesta oficialfue doblemente absurda: tras la STC sobre el Congreso era inútil reiterar laoposición al añadido «por imperativo legal» y además era hacerle propagandagratuita a HB.

El TC se vio obligado a indicar que, aunque el legislador concrete lafórmula de acatamiento, es siempre posible la existencia de un cierto margende apreciación para verificar si éste se ha producido o no efectivamente (STC74/1991, de 8 de abril, FJ 4.°). Además, los formalismos no pueden conver-

(14) Sobre el juramento como elemento ritual atávico, véase R. Ruiz LAPEÑA: El juramentode los parlamentarios, en De la jurisprudencia del TC, Zaragoza, Institución Fernando el Católico,1985, pág. 378. Véase, asimismo, sobre estas cuestiones, F. FERNÁNDEZ-SEGADO: El sistemaconstitucional español, Madrid, Dykinson, 1992, págs. 588-591.

148

Page 157: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

tirse en obstáculos para la realización de valores constitucionales superiores,ya que la rigidez reglamentaria no se compagina bien con el sistema democrá-tico, en el que la libertad de expresión, el pluralismo político y el libre sufragiodeben prevalecer. Ajuicio del TC, «la naturaleza misma de la función repre-sentativa, con un evidente substrato democrático producto de las elecciones,refuerza la idea de interpretación flexible de los requisitos formales, haciendoprevalecer, pues, los derechos de participación y representación sobre unaexigencia formalista o rigorista de los requisitos que no guarde proporciónalguna con la finalidad perseguida al establecerlos» (FJ 5.°).

Los senadores de HB han acatado la Constitución, aunque hayan añadidoque lo hacen «por imperativo legal», y esto es lo fundamental. Elevar lafórmula estricta a su exacto tenor literal para darle validez puede desvirtuarla representación democrática y la libertad ideológica, no siendo congruentecon el fin último de la Constitución, que, en este sentido, es el de integraren su seno a la disidencia ideológica no violenta. La fórmula de HB no tienerelevancia jurídica suficiente para vaciar de contenido el acto; de ahí laconcesión del amparo (FJ 6.°). En definitiva, si, de entrada, en el Senado lasconsecuencias del «no perfeccionamiento» de la condición plena de parlamen-tario son mucho menos graves para el afectado que en el Cogreso (pierde losderechos económicos, pero no la inmunidad, art. 12.2 del Reglamento delSenado), todavía se entiende menos la ausencia de sentido común de suPresidencia. Es evidente la intención de HB (el uso «táctico» de las institucio-nes democráticas para «desenmascarar» y desestabilizar al régimen constitu-cional), pero darle tal trascendencia ordenancista a su añadido fue una dobleimprudencia: la derrota jurídica estaba anunciada y sirvió de pretexto paraun nuevo escándalo de HB, ya que este grupo criticó los «agravios» del Estadoy la supuesta «criminalización» de su opción.

III. LA PROTECCIÓN DE LAS BANDERAS

1. Algunas consideraciones previas

La bandera constituye, por tradición, uno de los elementos más significa-tivos del Estado español. Especialmente durante el régimen franquista, labandera simbolizó, junto con el himno, el escudo y el reconocimiento de unsolo idioma, la unidad del Estado autoritario. La transición política y laaprobación de una Constitución democrática alteraron la simbología unitariapara ampliarla con otras enseñas y otras lenguas que el régimen dictatorialno pudo hacer olvidar. No obstante, la inercia del régimen anterior y la falta

149

Page 158: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRATJAUME VERNET LLOBET

de una verdadera ruptura con dicho pasado inmediato ha llevado a una sobre-valoración de los símbolos. Por diversas razones, la bandera constitucionalfue contestada en los años de la transición democrática. Por un lado, la banderade España actual se percibe, por algunos sectores, con reticencia porquerecuerda demasiado el régimen del general Franco, en tanto que los coloresde la misma coinciden con los colores, posición y dimensiones de la banderade la dictadura. La única diferencia visible estriba en el escudo, que no esun elemento esencial de la bandera, sino circunstancial y complementario.Los socialistas, ahora en el poder central, enarbolaron, hasta el mismo procesoconstituyente, la bandera republicana como bandera democrática para ignorarde este modo parte de la simbología perteneciente al paréntesis franquista.Además, los sectores más reaccionarios y ultraderechistas, afines al régimendictatorial, hacían uso y abuso de la bandera franquista. Por otro lado, paralos nacionalismos periféricos (catalán, vasco y gallego) existen otras banderastradicionales con mayor arraigo. Así, aun después de la aprobación de laConstitución, la bandera roja-amarilla-roja siguió siendo contestada por deter-minados sectores de la población, de entre los cuales, algunos elementos másradicalizados llegaron, en ocasiones, a quemar banderas o simulaciones conlos colores que establece el artículo 4 de la Constitución vigente de 1978.Incluso actualmente diversos ayuntamientos y numerosas entidades vascas ycatalanas evitan conscientemente el uso de la bandera española vigente. EnCataluña, la bandera festiva no es la española, como quedó bien patente conla celebración de los juegos olímpicos de 1992.

2. El debate constituyente

La discusión del finalmente artículo 4 de la Constitución no fue especial-mente apasionante. La redacción de dicho precepto fue desde el inicio prác-ticamente la misma. El artículo 4 de la Constitución dice textualmente:«1. La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja,amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.2. Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comu-nidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en susedificios públicos y en sus actos oficiales.» Los cambios introducidos en elproyecto de Constitución no fueron sustanciales, puesto que eran cuestionespuramente nominales: en vez del color gualdo se aprobó color amarillo, quees sinónimo menos arcaizante de aquél (15), y en vez de territorios autónomos

(15) Incluso se ironizó con la posibilidad de denominar los colores de la bandera de Españacomo «gules, gualda, gules». Véase la intervención del senador Manuel Arregui en la sesión dela Comisión Constitucional del Senado de 22 de agosto de 1978.

150

Page 159: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

se utilizó la expresión de Comunidades Autónomas, que figura a lo largo deltexto constitucional finalmente aprobado. Con todo, se presentaron algunasenmiendas de cierta entidad, que casi no provocaron polémica en aras delconsenso que caracterizó el proceso constituyente español. Algunos de losparlamentarios que presentaron estas enmiendas fueron los que votaron encontra del texto constitucional o se abstuvieron, lo que demuestra, en parte,el valor simbólico nada despreciable de este precepto. Las enmiendas ibandestinadas a reforzar la preeminencia de la bandera española frente a lasautonómicas o pretendían relativizar la importancia de un artículo como elpropuesto. Así, para unos era necesario destacar que la bandera de Españadebía estar presente en todos los actos públicos, y no solamente los oficiales,que debía ser de mayor tamaño que las banderas autonómicas, que se le debíareservar un espacio preferente, que no se podía excluir el uso de la banderaespañola y otras consideraciones de semejante tenor (16). La justificación deestas enmiendas se encontraba, con frecuencia, en la defensa de los valorespatrios, en la soberanía y unidad de la nación y en otras argumentacionesparecidas, que entendían se encontraban amenazados por las esporádicasvejaciones de la bandera española y la exposición festiva de algunas banderasde las denominadas nacionalidades históricas. De todas las enmiendas cabedestacar la del senador F. Carazo en la que pretendía añadir que «la exclusiónde la bandera nacional constituirá delito». El citado senador defendió suenmienda con sentidas palabras como las siguientes: «La bandera, madreaugusta y fecunda, [...]. Desde sus mástiles imbatibles preside las fiestasnacionales y lugareñas; navega los mares, los cielos y los campos. Es abrigode ternuras para los guerreros desangrados en la batalla, acicate para losvalientes y reproche para los cobardes. Sólo Dios es superior a ella. [...] Fuela punta más avanzada en la forja del imperio y el bastión más inexpugnabledonde los siglos guardan, incorrupta, la bendita vértebra espinal de la incues-tionable unidad de España. [...] Esa bandera es la más soberana razón, elúnico argumento para la soberanía de un pueblo que quiso y supo ser el geniode la raza» (17). Mientras que para otros se consideraba que un preceptosobre las banderas era innecesario, puesto que no se trataba de una materiade tanta relevancia sobre la que la Constitución debía pronunciarse o que entodo caso, por su escasa trascendencia, no merecía figurar en el título preli-

(16) Así se expresaron los diputados y senadores Licinio de la Fuente y de la Fuente,Laureano López Rodó, Marcial Gamboa Sánchez-Barcaiztegui, Abel Matutes Joan, Manuel Pradoy Colón de Carvajal, Manuel Fraga Iribarne y Miguel Herrero de Miñón.

(17) Se trataba de la enmienda núm. 225 y de su defensa ante la Comisión Constitucionaldel Senado en la sesión del 22 de agosto de 1978.

151

Page 160: Número 79

CRSARF.O R AGUILERA DE PRAT -JAUME VERNET LI.OBET

minar de la Constitución (18). Igualmente, se sostuvo por el senador Ll. M.a

Xirinachs la bandera tricolor republicana (19). La defensa del texto por losponentes y el parecer mayoritario de las Cámaras se mantuvo rígido ante lasenmiendas y las fue sucesivamente rechazando (con las excepciones de detalley puramente nominales antes citadas). Sin embargo, entre las razones derechazo figuraba el convencimiento de que la bandera de España merecía untrato preferente y de que dicho trato se entendía suficientemente reconocidopor la Constitución, a pesar de que ésta no es explícita al respecto (20).

3. Legislación aplicable

Después del intento de golpe de Estado protagonizado por un grupo demilitares y de guardias civiles de extrema derecha, se dictó la Ley 39/1981,de 28 de octubre, que regula el uso de la bandera de España y el de otrasbanderas y enseñas. Su artículo 1 dice literalmente: «La bandera de Españasimboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e inte-gridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Cons-titución.» A continuación se recuerdan los colores constitucionales (21) y seregula el tratamiento preferente o único de la bandera, según los casos, enlos organismos oficiales. Así, se establece que la bandera de España «deberáondear en el exterior y ocupar el lugar preferente en el interior de todos losedificios y establecimientos de la Administración central, institucional, auto-nómica, provincial o insular y municipal». La bandera española será la únicapresente en los edificios, acuartelamientos, buques, aeronaves y cualesquieraotros establecimientos militares. El tono imperativo con el que ha sido redac-tado este precepto ha permitido al Tribunal Supremo entender que se ponede relieve la exigencia legal de que la bandera ondee todos los días y en loslugares citados «como símbolo de que los edificios o establecimientos de lasAdministraciones públicas del Estado son lugares en donde se ejerce directao indirectamente la soberanía y en ellos se desarrolla la función pública entoda su amplitud e integridad, sea del orden que fuere, de acuerdo con losvalores, principios, derechos y deberes constitucionales que la propia banderarepresenta, junto con la unidad, independencia y soberanía e integridad del

(18) Véase el tenor de las intervenciones de Francisco Letamendía Belzunce, Iñigo AguirreQueretxeta y Juan María Bandrés Molet.

(19) Véase la enmienda núm. 446, del senador Lluis M.a Xirinachs Damians.(20) Véase el turno de Modesto Fraile Poujade en la sesión del Congreso del 5 de julio de

1978 en contra de las enmiendas que proponían introducir de forma explícita la preeminenciade la bandera de España.

(21) El Real Decreto 441/1981, de 27 de febrero, especifica técnicamente los colores de labandera de España.

152

Page 161: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Estado español». De este modo, el Tribunal interpreta que la bandera debeondear en los lugares señalados en el artículo 3 de forma general y permanente,por oposición a los artículos 6 y 7, en los que el uso de la bandera tienecarácter excepcional o coyuntural (22).

El artículo 4 preceptúa que en las Comunidades Autónomas cuyos Esta-tutos de Autonomía reconozcan una bandera propia, ésta se utilizará juntamen-te a la bandera de España en los edificios públicos civiles del ámbito territorialde la Comunidad Autónoma. Dicho tratamiento se amplía también a losAyuntamientos y Diputaciones provinciales, sin hacer mención alguna a suámbito territorial (art. 5), lo que denota la especial sensibilidad que provocael uso de las banderas y enseñas autonómicas, a las que se pretende encerraren los territorios autonómicos. En todo caso, la bandera de España ocuparásiempre un lugar destacado, visible y de honor, no pudiendo tener un tamañoinferior a las demás banderas utilizadas (art. 6).

El artículo 8 persigue que partidos políticos, sindicatos, asociaciones yentidades privadas no utilicen la bandera española como parte integrante desus símbolos identificativos, a fin de evitar la apropiación de la bandera poraquéllos, como ha estado sucediendo con los partidos ultraderechistas. Obsér-vese que, a pesar de la existencia de partidos nacionalistas o regionalistas,no se extiende este precepto a las banderas autonómicas, quizá porque no seha hecho un uso abusivo y excluyeme por los partidos presentes en las Comu-nidades históricas.

Finalmente hay que destacar necesariamente lo ordenado en el artículo 10de la Ley 39/1981 por referirse a las ofensas referidas a las banderas delEstado (la de España y las autonómicas). El artículo 10 dispone: «1. Losultrajes y ofensa a la bandera de España y a las contempladas en el artículo 4del presente texto [las autonómicas] se castigarán conforme lo dispuesto enlas leyes. 2. Las infracciones de lo previsto en esta Ley se consideraránincursas en lo establecido en los artículo 123 y concordantes del Código Penaly, en su caso, en el artículo 316 del Código de Justicia Militar (23), sinperjuicio de las sanciones administrativas que pudieran proceder. 3. Los

(22) Véase la Sentencia del Tribunal Supremo (STS) de 14 de abril de 1988 (Sala 5.').(23) El artículo 316 del Código de Justicia Militar ha sido derogado por el artículo 89 del

Código Penal Militar, el cual re refiere al ultraje de la bandera cometido por un militar, excluyendola normativa precedente que penaba a los civiles que ultrajasen la bandera en actos militares. Elartículo 89 del CPM dispone que: «1. El militar que ofendiere o ultrajare a la Nación española,su bandera, himno o alguno de sus símbolos y emblemas será castigado con la pena de uno aseis años de prisión, pudiendo imponerse, además, la pena de pérdida de empleo. Cuando eldelito fuere cometido con publicidad o cualquier medio de difusión se impondrá la pena de tresa diez años de prisión. 2. [...].»

153

Page 162: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRAT-JAUME VERNF.T LLOBFT

ultrajes y ofensas a las banderas que se refiere el artículo 3 de esta ley[solamente a la bandera de España] se cosiderarán siempre como cometidoscon publicidad a los efectos de lo dispuesto en el citado artículo 123 delCódigo Penal. 4. Sin perjuicio de la responsabilidad en que incurran losautores de las infracciones de lo dispuesto en esta Ley, lo establecido en elartículo 123 del Código de Justicia Militar, en los casos de personas y lugaresprevistos en este último, será asimismo de aplicación a los presidentes, direc-tores o titulares de organismos, instituciones, centros o dependencias y a losrepresentantes legales de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o entida-des privadas de toda índole que, tras ser requeridos para el cumplimiento deesta Ley por la autoridad gubernativa, incumplan lo preceptuado en los artícu-los anteriores». Dicho artículo ha sido parcialmente declarado inconstitucionalpor el Tribunal Constitucional en sus párrafos segundo y tercero, lo que secomentará con mayor extensión más adelante.

El artículo 123 del Código Penal establece que «los ultrajes a la Naciónespañola o al sentimiento de su unidad, al Estado o a su forma política, asícomo a sus símbolos y emblemas, se castigarán con la pena de prisión menor,y si tuvieren lugar con publicidad, con la de prisión mayor». Este artículo esproveniente de la ley posbélica y franquista de seguridad del Estado, que fueincorporado al Código Penal de 1944, un lustro después de que terminara lasublevación contra la legalidad republicana con el triunfo del general Franco.Se encuentra situado bajo la rúbrica de los delitos de traición, en los queaparece como bien protegido «el honor de la Nación española», su formapolítica o «el sentimiento de su unidad», así como sus símbolos o emblemas,que son los signos externos que poseen la cualidad de representar aquellasrealidades. Se trata de un delito de traición ideal o impropia que pretendesalvaguardar la seguridad exterior e interior del Estado. El precepto comprendeun tipo básico y otro cualificado cuando los ultrajes tuvieren lugar con publi-cidad, como suele suceder, con carácter general, con los delitos de injuria yde calumnia. Recuérdese que la Ley de 1981 pretendía crear la ficción segúnla cual siempre se producía la conducta delictiva con publicidad, aunqueestuviera probada su inexistencia, presunción que el Tribunal Constitucionaldeclaró no conforme con la norma fundamental. Las sanciones penales quedispone el artículo 123 son penas especialmente graves, atendiendo al tipode delito cometido, y esta opinión parece estar compartida por el propioTribunal Constitucional cuando «se le escapa» que se trata de delitos «queya están agravados en la regulación del propio Código Penal» (24).

(24) Se utiliza la expresión «se le escapa» porque el Tribunal Constitucional se expresa depasada, en los términos mencionados anteriormente, en su comentario a la sentencia del Tribunal

154

Page 163: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

En todos estos artículos se detecta una cierta fragancia patriotera basadaen la imposición de unos determinados símbolos a los ciudadanos y a lasinstituciones, además de unas penas elevadísimas en caso de incumplimiento.Por lo que se puede deducir una falta de amor natural hacia dichos símbolospor parte de la sociedad civil, puesto que en el caso que existiese no seríanecesaria ni su imposición ni la sanción penal para los casos de mofa u ofensa.

4. Posición jurisprudencial

La jurisprudencia sobre este tema ha sido más bien escasa si atendemosa las ocasiones en las que el Tribunal Supremo o el Constitucional han debidopronunciarse.

En dos casos se ha planteado ante el Tribunal Supremo la discusión entérminos de libertad de expresión (25). En el primero se consideró que lamoción presentada por los acusados y concejales de un consistorio municipalde Euskadi, en el sentido de devolver la bandera de España al Ministerio delInterior por «ser su presencia no deseable», no constituía un supuesto dehecho en el que se apreciara un ultraje u ofensa a la bandera española, sinoque supuso un «ejercicio indudable del derecho a la libertad de expresión deideas, creencias o sentimientos», proclamado en el artículo 20 de la Consti-tución. En cambio, en la segunda sentencia, motivada por la actuación deunos concejales del Ayuntamiento de San Sebastián que descolgaron y escon-dieron la bandera de España, el Tribunal no apreció el derecho a la libertadde expresión, por considerar que este derecho no deja sin efecto el animus

Supremo que realiza en el punto tercero de los antecedentes de la STC 118/1992, de 16 deseptiembre, sin volver a tratar dicho tema en los fundamentos jurídicos de la sentencia. El artícu-lo 30 del Código Penal señala la duración de las penas, pudiendo establecerse para la de prisiónmayor desde seis años y un día hasta doce años y para la de prisión menor desde seis meses yun día hasta seis años, penas sensiblemente inferiores a las aplicadas a los militares que ultrajenla bandera de acuerdo con el artículo 89 del CPM anteriormente mencionado. Actualmente seestá discutiendo la reforma del vigente Código Penal. Dicho proyecto contempla aún un delitode ultrajes a España, el art. 498, fuera de los delitos de traición, en el que se dice: «Las ofensaso ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sussímbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de prisión de seis,meses a dos años o multa de doce a veinticuatro meses. Si los hechos se realizasen sin publicidad,la pena será de multa de siete a doce meses.» Lo que supone un descenso significativo de laspenas, aunque persiste la idea de fondo de penar las ofensas a la bandera representativa delEstado español y a las autonómicas. Se extiende el delito rebajando las penas, pero no se eliminacomo tal delito.

(25) Véanse las SSTS de 27 de abril de 1989 y 7 de febrero de 1990, las dos de la Salade lo Penal (Sala 2.a).

155

Page 164: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRAT-JAUME VF.RNET LLOBET

iniuriandi, el cual, a su vez, constituye la base de la conducta antijurídicacontemplada en el Código Penal.

Así, la mayoría de las sentencias del Tribunal Supremo tratan este temacomparando el delito de ultraje con el delito de injurias y aplicando al primerola teoría elaborada para el segundo. El Tribunal entiende que la acción queconfigura el delito es la del ultraje, equivalente a injuria, requiriéndose, comoelemento básico de la acción tipificada, el animus iniuriandi (26), o sea, elpropósito de deshonrar, vejar y menospreciar a los objetos considerados bienesprotegidos penalmente. En este sentido, el Tribunal ha considerado comodelito de ultraje acciones diversas como las de incendiar, prender fuego, airearpara que se queme, sostener para facilitar la combustión, destruir, arrancar,arrastrar o pisoterar la bandera, pero también la de proferir expresiones depalabra o por escrito con el fin de ajar o vituperar abiertamente cualquierade los objetos protegidos por el artículo 123 del Código Penal. Incluso sehan comprendido, por parte del Tribunal Supremo, dentro de la dinámicacomisiva del delito situaciones en las que el menosprecio «se produce» deforma implícita u omisiva (27).

El Tribunal Supremo ha entendido igualmente que por bandera no sola-mente ha de entenderse aquella que con la estructura, dimensiones y coloresconstitucionales pende de un establecimiento oficial, sino cualquier aparienciade la misma, sea cual sea «el lugar, sitio, emplazamiento, colocación, paraje,ámbito, punto, recinto, local, edificio, zona, etc.» (28), puesto que para elTribunal parece primar más la representatividad de la bandera que ella misma,y ello a pesar de que las normas sobre el uso de la bandera de España hansido restrictivas en cuanto a su utilización para evitar el uso partidista de labandera, como ya se ha señalado que se produjo.

Finalmente, respecto a las sentencias del Tribunal Supremo, interesa se-ñalar un uso de expresiones un tanto subjetivas en aras de enfatizar que setrata de un delito contra el sentimiento nacional español. De forma que elTribunal acostumbra a ser especialmente reiterativo con las palabras Nación,Patria, Soberanía, las cuales tienen una carga sentimental y política difícilde obviar. Además, el Tribunal se ha referido a los procesados con un ciertoprejuicio a tenor de la literalidad de una de sus sentencias: «No cabe en buenalógica y hasta por sentido común atribuir a tal acción otro móvil que elvoluntario, libre y pérfido propósito que el ofender y menospreciar la bande-

(26) Véanse las SSTS de 31 de octubre de 1980, 6 de diciembre de 1985, 28 de abril de1989, 3 de noviembre de 1989 y 7 de febrero de 1990 (Sala 2.a).

(27) STS de 28 de abril de 1989 (Sala 2.a).(28) STS de 31 de octubre de 1980 (Sala 2.1).

156

Page 165: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

ra» (29). E incluso en otra ocasión nos obsequió con las siguientes frases:«Aunque de todos es conocida la reverencia y el culto al amor a la Patria quese tributa a ésta dentro del estamento militar, donde los símbolos de la mismase juran y veneran, prometiendo defender la bandera de España, hasta laúltima gota de sangre, este sentimiento, que también es compartido por losespañoles bien nacidos [...]» (30). De lo que deducimos que tanto el citadodelito de ultraje como la interpretación del Tribunal Supremo se encuentranconnotados de una determinada imagen de España, muy influida por unrégimen basado en el culto a una cierta idea de nación que no se correspondecon la actual conceción de la Constitución, mucho más plural tanto en relacióncon la pluralidad de nacionalidades y de regiones que conforman el Estadocomo con respecto al reconocimiento de una larga lista de derechos fundamen-tales, entre los que destaca, por oposición al régimen anterior, el de la libertadde expresión.

En cambio, el Tribunal Constitucional ha sido menos prolijo y sólo se hapronunciado en dos sentencias muy recientes: la 118/1992, de 16 de septiem-bre, y la 119/1992, de 18 de septiembre, en las que declaró inconstitucionaleslos apartados segundo y tercero del artículo 10 de la Ley 39/1981, antescomentada.

Respecto al tercer párrafo, sobre la presunción de publicidad en la comisióndel delito de ultraje, el Tribunal Constitucional tenía ya establecidas, enanteriores sentencias (31), las exigencias derivadas del principio de legalidadpenal y de reserva de ley orgánica, de las que se deducía que las conductasy las penas deben estar predeterminadas por ley formal y que ésta debe revestirel carácter de orgánica cuando las normas penales dispongan penas privativasde libertad (arts. 25, 81 y 17 de la Constitución). El Tribunal considera queen el supuesto planteado no se trata de una remisión o integración normativaconstitucionalmente válida, sino que impone la aplicación automática delagravamiento de la pena, independientemente de la publicidad real de loshechos que se cometan, con lo que supone una ampliación del tipo agravadoincluyendo un supuesto adicional, no contenido en el precepto penal, quedebería haber estado regulado por una ley orgánica (32).

Con referencia al segundo párrafo declarado inconstitucional, para el Tri-bunal el problema no estriba en determinar cuáles son, deben ser o pueden

(29) STS de 31 de octubre de 1980 (Sala 2.').(30) Estos comentarios se emitieron en la larga Sentencia del Tribunal Supremo en el proceso

a los golpistas del 23 de febrero de 1981.(31) Se pueden consultar las Sentencias del Tribunal Constitucional (STC) 25/1984, 140/

1986, 160/1986, 122/1987, 3/1988, 29/1989 y 127/1990.(32) Véase el Fundamento Jurídico 4." de la STC 118/1992, de 16 de septiembre.

157

Page 166: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRAT JAUME VBRNET l.l.OBET

ser los símbolos y emblemas de la Nación o Estado español (33), pues estacuestión entiende que corresponde a la jurisdicción ordinaria, basándose enel artículo 117.3 de la Constitución (34). Según el Tribunal Constitucionalresulta indudable que los símbolos principales del Estado son la bandera deEspaña y su escudo (35), pero son también símbolos del Estado español lasbanderas y enseñas previstas en el artículo 4 de la Constitución y reconocidasen los Estatutos de Autonomía, puesto que la palabra Estado consiente unuso anfibológico comprensivo de todas las instituciones del mismo, así comode las instituciones centrales solamente (36). Sin embargo, el Tribunal entien-de que la Ley cuestionada no pretende definir cuáles son los símbolos yemblemas del Estado, sino que intenta establecer el alcance de dichos símboloscon vistas exclusivamente a la concreción del tipo penal, de forma que seestablece «una definición que pretende o supone en sí misma una ampliacióndel tipo y soslaya la exigencia de ley orgánica» (37). Esta posición, a nuestrojuicio, excesivamente formalista es criticable, puesto que el Tribunal no inten-ta buscar una lectura de la Ley impugnada de conformidad con la Constitución,como lo ha realizado en numerosas ocasiones, sino que se aferra a unainterpretación bastante rígida que condena los aspectos cuestionados a lainconstitucionalidad. Una interpretación más generosa con el artículo decla-rado inconstitucional podría argumentarse de acuerdo con la preconstituciona-lidad del Código Penal, en la misma interpretación amplia que el TribunalConstitucional propone respecto de los símbolos del Estado o en la conside-

(33) FJ l.° de la STC 119/1992, de 18 de septiembre.(34) Sobre esta cuestión, la Audiencia Provincial de Valencia distingue las banderas y

enseñas propias de las Comunidades Autónomas de la bandera de España, puesto que el artícu-lo 4 de la Constitución dispone que las banderas autonómicas «se utilizarán junto a la banderade España», de lo que se deduce que aquéllas no se equiparan a la del Estado ni lo simbolizano personifican. En consecuencia, la protección penal del artículo 123 del Código Penal no puedeextenderse a los demás símbolos de las Comunidades Autónomas, pues éstas no son el Estado,sino corporaciones públicas de base territorial y de naturaleza política que tienen como esfera ylímite de su actividad la gestión de los intereses que les son propios, mientras que la tutela delos intereses públicos generales compete, por definición, a los órganos estatales. Por ello, lapunición por ultraje de las banderas autonómicas sólo podría hacerse de acuerdo con los artícu-los 10.1 y 2 de la Ley 39/1981, impugnada ante el Tribunal Constitucional, lo que al parecerdel Tribunal no es posible por no gozar del carácter de ley orgánica que dicha ley debería tenerpara poder establecer penas privativas de la libertad de los ciudadanos.

(35) Véanse la Ley 33/1981, de 5 de octubre, del escudo de España, y los Reales Decretos2.964/1981, de 18 de diciembre, por el que se hace público el modelo oficial del escudo, y2.267/1982, de 3 de septiembre, sobre especificación técnica de los colores del escudo.

(36) Véanse SSTS 32/1981 y 38/1982, entre otras muchas.(37)' Véase FJ 2.° de la STC 119/1992, de 18 de septiembre.

158

Page 167: Número 79

CUESTIONES SIMBÓLICAS Y CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

ración de que el Código Penal utiliza conceptos que pueden ser definidos enotras normas.

Nótese que en ningún caso se ha debatido la inconstitucionalidad de lospreceptos enjuiciados atendiendo a la gravedad de las penas aplicables a lossupuestos de ultraje a la bandera.

I V . CONCLUSIONES

Todo lo expuesto confirma el exceso de «judicialización» de la vidapolítica española, que obedece tanto a una táctica temporal dilatoria (losjueces tardan en resolver los asuntos, amortiguando su conflictividad inmedia-ta) como a una operación legitimadora (la intervención «objetiva» de un poderimparcial). En otras palabras: ha sido necesario un intensó activismo judicialpara ir depurando los problemas, lo que inevitablemente, ha producido efectoscontradictorios tanto por delegar su resolución en los Tribunales como por ladiferente «sensibilidad» de los mismos.

El extremado rigorismo de introducir la exigencia del acatamiento consti-tucional formal ha incurrido en el error de elevar el ritual a requisito sine quanon. La mayoría parlamentaria se dejó provocar por HB, únicamente intere-sada en «intensificar las contradicciones del sistema», aduciendo victimismoy criminalización. Es aún más incomprensible la reiteración del error conocasión del conflicto sobre el polémico añadido del «imperativo legal». Eneste caso, la intención instrumental de HB tenía que haberse obviado, pueslo sustancial es que aceptó someterse al requisito simbólico. En otras palabras:la fórmula reglamentaria vigente no es práctica, pues puede acatarse formal-mente e incumplirse de hecho a posteriori. Lo que importa es evaluar laactuación del representante popular, no el acatamiento formal. Además, lasconsecuencias de la exigencia reglamentaria son desproporcionadas, pues,aunque no se priva al representante popular de tal condición, en la prácticase le impide ejercer. Todo ello hubiera aconsejado reaccionar políticamentede otro modo: de entrada, dar por buena la fórmula de HB y a continuaciónanalizar su conducta y procedimientos.

En cuanto al problema de las banderas, hay que concluir señalando quela normativa vigente sigue traduciendo una concepción muy tópica de España,siendo poco dúctil para acoger otras concepciones más plurales. No es deextrañar que persistan las dificultades simbólicas, pues éstas son, en realidad,un pretexto para manifestar conflictos políticos.

Es cierto que la Constitución da un nuevo significado a la bandera deEspaña, además de reconocer las propias de las nacionalidades y las regiones,

159

Page 168: Número 79

CESÁREO R AGUILERA DE PRATJAUME VERNET LLOBF.T

pues ya no representa a un Estado autoritario y centralista, siendo hoy com-patible con la democracia y la autonomía. Jurídicamente, la respuesta estáclara; ahora bien, la percepción social global de tal novedad requiere tiempo.Un acuerdo político y una determinada norma pueden ser logros importantes,pero la aceptación cívica suele ser más lenta: hay que demostrar que, enefecto, el símbolo tradicional ya no tiene un significado opresivo.

El respeto a la bandera de España no se debe imponer coactivamente,pues en este caso será tan sólo formal y superficial. El rigor normativo esmuestra de que algo falla, de que no hay plenas ni seguras garantías sobreel consenso popular al respecto. Las reticencias sólo se pueden superar conlos hechos, esto es, con el más completo despliegue de la democracia y laautonomía.

Por todo ello, es desproporcionada y hasta impolítica la regulación penalvigente: no tiene sentido imponer penas privativas de libertad para los ultrajesa la bandera. Más lógico sería establecer, en todo caso, multas, aunque lomás deseable sería sintonizar con la jurisprudencia del Tribunal Supremo delos Estados Unidos de América, que ha enfatizado el valor de la libertad deexpresión en tal tipo de incidentes, puesto que en ellos subyace un problemasimbólico-político. Asimismo hay que añadir que las enseñas autonómicasson también símbolos del Estado y que, por tanto, deben ser merecedoras deidéntica protección jurídica que la bandera españolaren la dirección adminis-trativa apuntada.

En suma, no es el Código Penal la vía más idónea para intentar superarestos problemas, sino la práctica democrática y la socialización política plu-ralista las que pueden producir el normal respeto de los símbolos.

160

Page 169: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA.LA NUEVA CONSTITUCIÓN DEL

5 DE JULIO DE 1991.INICIO DE UN MARCO INSTITUCIONAL

DENTRO DE UN CONTEXTOPOLÍTICO PLURALISTA

Por ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.—II. PROCESO LEGAL PARA LLEGAR A LA REFORMA CONSTITUCIONAL

DE 1991. FUNCIONAMIENTO DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE: 1. Elecciones presi-

denciales de 1990. 2. Elecciones para la Constituyente. 3. Funcionamiento de laAsamblea Nacional Constituyente: A) Tramitación de la reforma constitucional.B) Gráfico sobre el funcionamiento de la Asamblea Constituyente.—III. DERROTE-ROS DE LA NUEVA CONSTITUCIÓN: I. Construcción de una democracia participativa.Nueva legitimidad del Estado. 2. Expedición de una carta de derechos. Luchacontra la arbitrariedad y la búsqueda de la paz. 3. Instituciones fuertes capacesde solucionar los problemas que aquejan a un Estado debilitado: A) El pluralismomás representativo, vital y equilibrado; B) Reforma del Congreso; C) Dignificacióny robustecimiento de la justicia; D) El estado de sitio. 4. Replanteamiento de laseparación de poderes. 5. Avances hacia la federalización. 6. Modernización dela economía.—W. LA REFORMA CONSTITUCIONAL DENTRO DE UN CONTEXTO POLÍTICO

PLURALISTA: 1. De la participación democrática y de los partidos políticos. Demo- •cracia participativa por democracia representativa: A) Las elecciones y la orga-nización electoral; B) La reforma de la Constitución. 2. Carta de Derechos.Búsqueda de la paz. 3. Instituciones fuertes y recomposición de la separación depoderes.—V. DIGNIFICACIÓN Y ROBUSTECIMIENTO DE LA JUSTICIA: 1. Rama judi-

cial—-VI. ORGANISMOS DE CONTROL.—VII. AVANCES HACIA LA FEDERALIZACIÓN:

1. Entidades territoriales. 2. Régimen departamental (cap. 2, arl. 299 CP).3. Régimen municipal (cap. 3). 4. Régimen especial (cap. 4).—VIII. MODERNIZA-CIÓN DE LA ECONOMIA: 1. Régimen económico. 2. Los planes de desarrollo.—IX. PRIMER PROCESO ELECTORAL EN EL MARCO DE LA NUEVA CONSTITUCIÓN. ELECCIO-

NES PARA CONGRESO Y GOBERNADORES DEPARTAMENTALES.—X. CONCLUSIÓN.—

ANEXOS.—BIBLIOGRAFÍA.

161Revista de Esludios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Marzo 1993

Page 170: Número 79

F.l.VYRA ELENA PABON TARANTINO

I . INTRODUCCIÓN

La Constitución política de 1886, pese a sus sucesivas reformas, estabaplagada en sus textos de anacronismos, de condenas, de instituciones obsole-tas, de alusiones a fenómenos políticos y jurídicos ya superados, pero queseguían figurando en el texto como una remora que los reformadores de turnojamás se atrevieron a remover. Los constituyentes de 1991 debieron realizaruna verdadera labor de leñadores para poder desbrozar el camino, dejandode la obsoleta Constitución de 1886 sólo lo esencial.

En la larga vida republicana de Colombia, catorce constituyentes hanfuncionado en su historia; sin embargo, sólo tres son dignas de un pequeñoy breve análisis.

Muerto el Libertador, la Gran Colombia carecía de razón de ser. ElCongreso de 1830, llamado «Admirable», y que de tal no tuvo sino el nombre,después de aceptar la renuncia de Bolívar, procedió a dictar una nueva Cons-titución. Esta nueva Carta nació de hecho muerta, porque había sido elaboradapara una gran nación (Gran Colombia) en proceso de desmembramiento:Venezuela y Ecuador habían iniciado la definitiva separación.

En 1831, Domingo Caicedo, en calidad de presidente interino de la Repú-blica, convocó la Convención Neogranadina ante el vacío institucional exis-tente al haber expirado la vigencia de la Constitución de Cúcuta (1821) y ladel Congreso Admirable (1830). Obra fundamental de aquella AsambleaConstituyente fue la Carta de 1832, que definió: «Las provincias del centrode Colombia forman un estado con el nombre de Nueva Granada» (1). Decorte centralista, la Carta recabó en la división tripartita del poder público,el Congreso bicameral y el trienio para el ejercicio presidencial.

Ante el enfrentamiento del caudillismo castrense y el Estado de Derecho,en lo que se dio por llamar la Revolución Triunfante de 1860 (2), surgió laconvocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente de 1861 (25 de agosto),obstruyéndole el paso a la dictadura que se avecinaba. De esta AsambleaNacional Constituyente surgió la Constitución de Río Negro del 1 de mayode 1863, que ordenó el mandato presidencial por dos años, frustrando laambición cesarista del general Mosquera de perpetuarse en el poder.

La Constitución de Río Negro duró escasos veinticinco años. En 1866,derrotada la revolución liberal y con la exclusión de este partido, el conserva-

(1) DIEGO URIBE VARGAS: Las Constituciones de Colombia, 4 vols., Madrid, 1977.

(2) La llamada Revolución Triunfante fue el levantamiento de los generales liberales JoséHilario López y José María Obando, comandados por el general Tomás Cipriano de Mosquera,contra el gobierno conservador legítimamente constituido, representado en la persona de MarianoOspina Rodríguez.

162

Page 171: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

durismo regenerador implantó la Constitución que rigió los destinos de Colom-bia hasta el 5 de julio de 1991.

El presidente de la República Rafael Núñez, por decreto de 10 de septiem-bre de 1886, convocó el Consejo Nacional de Delegatarios o Consejo NacionalLegislativo, constituido, según los designios de la maquinaria oficial, pordieciocho delegatarios nuñistas. La mitad eran legítimos y auténticos conser-vadores, pero la otra mitad, para guardar las apariencias y despistar la historiay la opinión pública, también eran conservadores, pero de nuevo cuño. Sehacían llamar «independientes», esto es., liberales arrepentidos y que ahora,ante la gran oportunidad, se habían subido al carruaje victorioso de la Rege-neración (3).

El sumiso Consejo Nacional Legislativo permitió al ideólogo y doctrinarioortodoxo más brillante del regeneracionismo, don Miguel Antonio Caro, crearel texto constitucional de 1886. No es erróneo afirmar que Miguel AntonioCaro fue la Constitución de 1886. Esta sufrió un promedio de diecisietereformas:

1888 Se definieron las facultades presidenciales en relación al orden público.1890 Se define el régimen especial por el cual se regiría el Departamento de

Panamá.1905 Se acentúa el centralismo y el robustecimiento del Ejecutivo, ampliando

el período de mandato (seis años) y facultades profesionales.1910 Se establece que sólo a la Corte Suprema de Justicia le corresponde la

guardia de la integridad constitucional. La forma de república unitariase refuerza, vigoriza la nacionalidad, establece la elección de senadorespara un período de cuatro años, uno por cada 120.000 habitantes, yelegidos por los Consejos electorales, cuyos miembros eran designadospor las Asambleas departamentales.

1914 La reforma de la Carta permite crear el Tribunal de lo Contencioso.1918 El establecimiento de la libertad de maestría, quitándole protagonismo

al Estado en este campo.

Las reformas de Í921, 1924, 1930, 1931-1932, 1938, 1947, 1959, 1960y 1977 pueden considerarse como actos legislativos (reformas constituciona-les) de menor entidad cuantitativa o cualitativa. No así las reformas de 1910,

(3) Este período histórico (1880-1900) se caracterizó como una época de cambios, deagitación social, de crisis económica. La Regeneración, puesta en marcha por Rafael Núñez,puede considerarse como la instauración de un orden matizadamente burgués con rasgos arcaicos.Consolidó el poder de las clases propietarias y comerciales de Colombia; acentuó el autoritarismo,aumentando los poderes del presidente. En este ambiente conservador nació la Constituciónpolítica de 1886.

163

Page 172: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

1936, 1945, 1957 (plebiscito) y 1968, que pueden calificarse como GrandesReformas.

Dentro del contexto de las principales reformas constitucionales antesenunciadas, y analizada brevemente, caben destacar las reformas de:

1936 Se repudia el viejo programa federal, y en su lugar se define una descen-tralización más acorde con el sistema unitario imperante. La autoridaddel Ejecutivo se robustece, ampliándose el intervencionismo estatal.

1945 1) Puede definirse como una reforma orgánica, ya que reglamenta elfuncionamiento de los órganos del Estado. 2) Se establece un solo desig-nado (4). 3) Implanta la elección popular directa a razón de uno porcada 190.000 habitantes. 4) Permite la creación de las Comisiones par-lamentarias. 5) Nacen los Departamentos administrativos. 6) Refuerzael Ejecutivo (régimen presidencialista) frente al Legislativo (Parlamentobicameral). 7) Se institucionalizó a Bogotá capital de la República comoDistrito Especial.

1957 Se convocó el primer domingo del mes de diciembre de 1957 a losmayores de veintiún años, hombres y mujeres, para que mediante unplebiscito aprobaran los acuerdos suscritos por los dos partidos políticoscolombianos (liberal y conservador), en donde se establecía la alternan-cia en el poder cada cuatro años de las dos formaciones partidarias(liberal y conservadora), participando ambas en forma equitativa en elreparto burocrático. Esta fórmula se denominó Frente Nacional (5).

1968 Puede considerarse como una reforma en profundidad de la vieja ypaquidérmica Constitución de 1886: fueron 138 los artículos reformados.La reforma de 1968, como es bien reconocido, se debió al ex presidenteCarlos Lleras Restrepo, quien señaló que ésta se llevaría a efecto siguien-do la tramitación señalada por la Constitución, es decir, el Congreso dela República. De. dicha reforma se destacará:1. Se crea en el artículo 122 el Estado de Emergencia Económica,

mediante el cual se dan poderes extraordinarios al presidente de laRepública para, corf la firma de los ministros, expedir decretos

(4) El designado en Colombia tiene como función reemplazar al presidente en caso deausencia temporal o definitiva. Esta figura dejará de existir en 1994, cuando entre en vigor laConstitución de 1991, que introdujo la figura del vicepresidente.

(5) En la llamada Declaración de Benidorm (pacto de marzo) y en el Pacto de Sitges, cuyosprotagonistas fueron Alberto Lleras Camargo (liberal y primer presidente de la República en elmarco del Frente Nacional) y el ex presidente Laureano Gómez (conservador), se justifica lacreación del Frente Nacional como una «necesidad de volver a crear la República»; «restablecerlas instituciones abolidas»; «hacer regresar la nación a las instituciones». Fue en esas dos loca-lidades españolas, la valenciana y la catalana, donde nació este sistema de alternancia en el podercada cuatro años de los dos partidos liberales colombianos, desempeñando una vez más Españaun papel preponderante en los procesos pacificadores de los países iberoamericanos.

164

Page 173: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

relacionados con el orden económico cuando las circunstancias per-turben en forma grave e inminente el orden económico. DichoEstado de Emergencia Económica no podrá exceder de noventa díasal año. El presidente se convierte en legislador extraordinario conla finalidad de confirmar la crisis e impedir la extensión de susefectos. La emergencia económica nació con la enmienda de 1968,como institución con vida propia, deslindada del tradicional estadode sitio que regulaba la Constitución de 1886 (6).Se mantiene hasta 1974 el fin de la alternancia obligatoria de losdos partidos políticos en la presidencia de la República, pero sepermite que, desde 1970, los dos partidos tradicionales (liberal yconservador) se presenten bajo sus propias denominaciones en laselecciones para Asambleas departamentales y Consejos municipa-les, y a partir de 1974, para las elecciones parlamentarias, desapa-reciendo a partir de esa fecha la paridad política en las corporacionespúblicas; existirá la representación proporcional de todas las tenden-cias políticas, y el sistema de cociente electoral que habrá de apli-carse garantizará mucho mejor que antes de la reforma la represen-tación de las minorías.

Se retoma el principio de las simples mayorías absolutas en lascorporaciones públicas, excepto ciertas materias taxativamente enu-meradas.Las reformas constitucionales se denominarán en el artículo 218,con evidente propiedad, como actos legislativos (7). Para su apro-bación se requerirán dos legislaturas ordinarias, exigiéndose en laprimera la aprobación por mayoría relativa de votos y en la segundapor mayoría absoluta. Con esta reforma, el constituyente primario(pueblo) renuncia a un derecho inalienable en el sistema democrá-tico, delegando la función constituyente al Congreso en forma ex-clusiva y excluyeme, de manera que no puede subdelegarlo mediantela creación de una Asamblea Nacional Constituyente.En cuanto al sistema presidencial, la reforma de 1968 introduce unejecutivo plural y se robustece el presidencialismo. Lleras Restrepojustificaba así este hecho: «... pero, sobre todo, hay que reafirmary fortalecer el régimen presidencial para salvar la democracia. Losgobiernos débiles y anarquizados son el preludio de las dictadu-ras...» (8).

(6) El Estado de Emergencia Económica se conservó en la Constitución de 1991, establecién-dose un mayor control del Congreso sobre la actuación presidencial en la materia.

(7) Es apropiado dicho nombre porque son actos del Congreso, órgano encargado de legislar.(8) CARLOS LLERAS RESTREPO: Mensaje presidencial, tomo IV, anexo I, vol. 2, Bogotá

(Colombia), Imprenta Nacional, 1967, pag. 8.

165

Page 174: Número 79

ELVYRA F.LENA PABON TARANTINO

Retomando el tema de la nueva Constitución colombiana del 5 de juliode 1991, puede afirmarse que su nacimiento obedeció, entre otros, al problemade que en Colombia la soberanía del Estado no se ejerce sobre la totalidaddel territorio nacional. Preservar el orden público sin la presencia del Estadofue milagroso durante la colonización, cuando la gente, guiada por su feciega, creía que el monarca español era el representante de Dios en la tierra;pero en las postrimerías del siglo xx se requieren pruebas más tangibles quela presencia distante del gobierno para hacer reconocer la necesidad y labondad de la autoridad.

La soberanía se ejerce de dos maneras: por medio de las armas, paraimponer el orden, y por medio de los servicios públicos, para imponer lajusticia, la solidaridad y la igualdad. En Colombia, las armas no han conse-guido preservar el orden: la fuerza pública no respondió a las expectativas dela ciudadanía; entonces, la extensión de los servicios públicos en todos losconfines de Colombia implicará un ejercicio de soberanía: ver llegar el aguapotable, la energía eléctrica, los transportes a la par con la justicia y laeducación gratuita vincula al ciudadano con su gobierno. Por ello, la Consti-tución política de 1991 buscó:

1) Poner límites a los gobernantes en el ejercicio del poder público, de talsuerte que éste, en sus diversas ramas, no pueda ejercerse sino en los términosque la Constitución establece; es decir, incrementó el Estado de Derecho.2) Organizar la convivencia pacífica en el seno de la sociedad y, en consecuen-cia, precisar las reglas del juego a las cuales está sometida en ella la lucha porel poder público. 3) Garantizar la libertad individual y política de los derechoshumanos, económicos, sociales y culturales de los residentes en el territoriodel Estado; y 4) Organizar los poderes públicos de manera que cumplan de laforma más eficiente sus funciones.

La reforma constitucional llevada a cabo se inspiró en la búsqueda de unaColombia más democrática y más representativa, en la modernización funcio-nal de la Administración y en hacerle frente a la aguda crisis institucionalque hoy aqueja al país, y cuyo telón de fondo es la violencia recurrente y laalteración crónica de la paz pública. La reforma constitucional colombianano sólo miró al pasado y al presente, sino que aspira proyectarse al futurocon el fin de establecer los criterios y normas que han de regir la Colombiadel siglo xxi.

166

Page 175: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

II. PROCESO LEGAL PARA LLEGAR A LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1991.

FUNCIONAMIENTO DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

1. Elecciones presidenciales de 1990

En el contexto de una violencia nunca vivida por el país sudamericano,en donde habían sido asesinados tres candidatos a la presidencia de la Repú-blica, la juventud universitaria colombiana impulsó un movimiento pidiendola paz y esgrimiendo la necesidad de una amplia y profunda reforma consti-tucional en donde se institucionalizara una Carta de Derechos, la pluralidadpolítica y frenara el caciquismo, el clientelismo y la corrupción galopanteque provocaban los estamentos institucionales del Estado. Ante el clamorjuvenil, proveniente de las universidades privadas donde se educan las élitescolombianas, los órganos electorales competentes autorizaron que el 27 demayo, día en el cual se elegía el nuevo presidente de la República, se intro-dujera junto al tarjetón (papeleta de votación) (9) una papeleta cuyo texto yformato era el siguiente:

PARA FORTALECER LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, ¿VOTAPOR LA CONVOCATORIA DE UNA ASAMBLEA CONSTITUCIO-NAL CON REPRESENTACIÓN DE LAS FUERZAS SOCIALES, POLÍ-TICAS Y REGIONALES DE LA NACIÓN, INTEGRADA DEMOCRÁ-TICA Y POPULARMENTE PARA REFORMAR LA CONSTITUCIÓNPOLÍTICA DE COLOMBIA?

MARQUE SU VOTO CON UNA X SOBRE LA CASILLA CORRESPONDIENTE

Fue significativa la respuesta popular a esta iniciativa, con una votaciónabrumadora (cinco millones de votos) (10). El nuevo presidente de la Repú-blica, el liberal César Gaviria Trujillo, teniendo como base el acuerdo políticosobre la Asamblea Constituyente alcanzado por las formaciones políticas(Partido Liberal, Acción Democrática M-19, Partido Social Conservador,Movimiento de Salvación Nacional y Unión Patriótica) y, aprovechando elestado de sitio, promulgó el Decreto 1.926, mediante el cual convocaba a

(9) Por primera vez se introducía en Colombia la tarjeta de votación única con todos loscandidatos presidenciales de los partidos políticos participantes, elaborada por el Consejo NacionalElectoral, excluyendo a las formaciones políticas de su elaboración y distribución.

(10) Fue admirable la respuesta del pueblo colombiano a un movimiento estudiantil quepuede definirse clasista por sus orígenes, en donde el principal centro educativo del país, laUniversidad Nacional, tuvo escasa, por no decir nula, presencia.

167

Page 176: Número 79

F.I.VYRA ELENA PABON TARANTINO

una Asamblea Constituyente; dicho Decreto, para entrar en vigencia, debíatener la declaración de constitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia,dado que por el artículo 218 de la Constitución colombiana según la reformade 1968, sólo el Congreso de la República tenía tales prerrogativas.

2. Elecciones para la Constituyente

Las elecciones para elegir a los constituyentes se produjeron el 7 dediciembre de 1990, y, como siempre, la abstención fue altísima, alcanzandoun 70 por 100.

Los resultados dieron a la Asamblea Nacional Constituyente la siguientecomposición:

Número de PorcentajeFormaaonespoliucas constituyentes de votación

Partido Liberal 25 35,8Alianza Democrática M-19 (A. D. M-19) 19 24,3Movimiento de Salvación Nacional (M. S. N.) 11 15,8Partido Social Conservador (P. S. C.) 5 7,2Partido Conservador Independiente (P. C. I.) 4 5,8Movimiento indigenista 2 2,8Unión Patriótica (U. P.) 2 2,8Evangélicas 2 2,8(11)

En total, conformaron la Asamblea Constituyente setenta miembros.

Partido Iiberal:25 UP:2 Evangélico:2(35.8S) \ (2.8S) ^ ^ (2,8S)

Indfgenas:2C.8%)

Conservadores Indep: 4(5,8%)

P.S.C.:5(7,2%)

M-19:19 - ^ - . . / \ M.S.N.: 11(24.3S) (15,8%)

(11) Por primera vez se presentan a un proceso electoral colombiano un grupo de exguerrilleros (el Movimiento 19 de Abril [M-19]), los indígenas y los cristianos como tales. Datosde la Registraduría del Estado Civil.

168

Page 177: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

3. Funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente

A) Tramitación de la reforma constitucional

Los proyectos de reforma constitucional que tramitó la Asamblea tuvieronsu origen fundamental en las siguientes fuentes:

— Ministerio de Gobierno.— Comisiones Primeras de Senado y Cámara.— Corte Suprema.— Consejo de Estado.

Las organizaciones no gubernamentales, las universidades y los gruposguerrilleros que se vincularon al proceso de paz sólo pudieron presentarpropuestas, las cuales no fueron tramitadas como proyectos reformatorios dela Constitución. Los proyectos debieron ser presentados por escrito al secre-tario general de la Asamblea, acompañados por una exposición de motivos.El secretario los trasladaba al presidente para su reparto a la Comisión respec-tiva. Si se presentaban dudas, éstas eran resueltas por la Comisión de la Mesa.

Cuando el proyecto abarcó una reforma general de la Constitución, comola propuesta por el Gobierno, o abarcó temas de distintas Comisiones perma-nentes, la presidencia colegiada (formada por representantes de las formacio-nes políticas Acción Democrática M-19 [A.D. M-19], Movimiento de Salva-ción Nacional [M. S. N.] y Partido Liberal) enviaba copias completas a todaslas Comisiones a las que consideraba competentes para que cada una debatierala parte correspondiente. El presidente de cada Comisión (eran cinco) teníala facultad de nombrar un ponente para cada tema objeto de reforma. Losponentes tenían diez días para entregar sus informes por escrito, terminandocada ponencia con un proyecto de articulado sobre el tema. Aprobado dichoarticulado por cada Comisión, se realizaba un primer debate en pleno, nom-brando el presidente de la Comisión un nuevo ponente para este debate.

Una Comisión especial codificó los textos aprobados por la Asamblea enprimer debate, lo integró por asuntos y materias, elaborando ponencia parael segundo debate. Los textos aprobados en el segundo debate pasaron a laComisión de revisión para las correcciones gramaticales o de estilo que fuerannecesarias.

169

Page 178: Número 79

B) Gráfico sobre el funcionamiento de la Asamblea Constituyente

TUVIERON INICIATIVAPARA PRESENTAR PROYECTOS DE

REFORMA

Constituyentes

Gobierno Nacional

Comisiones primeras deSenado y Cámara

Corte Suprema de Justicia

Consejo de Estado

Para otros proyectos presentados pororganizaciones no gubernamentales,universidades y grupos guerrilleros enproceso de desmovilización, la mesadirectiva creó comisiones accidentales deestudio.

LOS PROYECTOSENTRARON A DEBATES

EN COMISIÓN

PRIMERA: Principios, derechos,deberes, garantías y libertadesfundamentales.Mecanismo e instituciones de protección.Participación democrática. Sistemaelectoral.Partidos políticos. Estatuto de laoposición. Reformas a la Constitución.SEGUNDA: Ordenamiento territorial delEstado. Autonomía regional y local.TERCERA: Reformas al Gobierno y alCongreso. Fuerza pública y régimen deestado de sitio.CUARTA: Administración de justicia yministerio público.QUINTA: Social, económica y ecológica,hacienda pública y control fiscal.

Las votaciones en comisión no tuvieroncarácter decisorio.

INTEGRACIÓN Y CODIFICACIÓNDE ARTÍCULOS POR

ASUNTOS Y MATERIAS

COMISIÓNESPECIAL

La Mesa Directiva nombró, a más tardarel 3 de mayo, una comisión especial quecodificó e integró los textos aprobados enprimer debate por asunto y materias.Luego, presentó ponencia para segundodebate antes del S de junio de 1991.

PRIMER DEBATE

PLENARIA

Los Proyectos sometidos a primer debatefueron discutidos y votados antes del 31de mayo de 1991

SEGUNDO DEBATE

PLENARIA

Antes del 30 de Junio laAsamblea terminó ladiscusión y votación deltexto sometido a segundodebate

D

REVISIÓN DE ESTILO

COMISIÓN DEREVISIÓN

GRAMATICALY DE ESTILO

Todo texto aprobado pasóa una comisión derevisión de estilo

D

TEXTO FINAL

NUEVACONSTITUCIÓN

Las deliberacionesterminaron el 4 de juliode 1991

Page 179: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

III. DERROTEROS DE LA NUEVA CONSTITUCIÓN

El proceso constituyente iniciado en febrero de 1991 en Colombia, buscóreflejar en la reforma constitucional de manera pluralista el pensamientopolítico de todos los colombianos; por ello, sus grandes propósitos orientaronel proceso renovador. En primer lugar, con el ánimo de atajar la erosión dela legitimidad institucional, se ha querido lograr pasar de una DemocraciaRepresentativa a una Democracia Participativa. El segundo objetivo de lareforma se centró no sólo en definir y ampliar los derechos de los ciudadanos,sino en adoptar una Carta de Derechos en la cual se establecieran mecanismoseficaces para asegurar su protección. No hay que olvidar que la convivenciapacífica tan anhelada por los colombianos sólo se puede fundamentar en unacultura de tolerancia. Un tercer propósito constituyente fue atajar el debilita-miento de las instituciones: Congreso, Justicia, Administración Pública, coninstituciones fuertes capaces de solucionar los problemas de hoy y los desafíosdel siglo xxi. Y en cuarto lugar se hizo necesario equilibrar las ramas delpoder público replanteando la separación de poderes y estableciendo mecanis-mos que permitieran al Estado actuar eficientemente.

Otro de los males que aquejan al país sudamericano es el excesivo centra-lismo, utilizado en el pasado para restablecer el orden y consolidar la Repú-blica, pero que en los tiempos actuales sólo sirve para ahogar la democracialocal y mostrar su ineficiencia frente a los problemas de grandes sectores dela población. El tibio proceso de descentralización, iniciado con la reformaconstitucional de 1968, ha servido poco; por eso la nueva Constitución ahondóen un sistema de autonomía territorial que diera cabida a formas federativas.

Finalmente, fue propósito de los constituyentes tener en cuenta el papeldel Estado, especialmente frente a la economía; por ello se puso especialénfasis en la promoción de la justicia social mediante la seguridad de unamayor productividad, mayores presupuestos y eficiente planeación.

1. Construcción de una democracia participativa.Nueva legitimidad del Estado

La erosión de la legitimidad de las instituciones no es un problema queafecta en exclusiva al Estado colombiano; también los partidos políticos ylos grupos de representación de intereses privados han sido cuestionados.Para lograr sostener y fortalecer esa legitimidad hacia el futuro se hacíanecesario pasar de una Democracia Representativa a una Democracia Parti-cipativa. No se trató solamente de crear mecanismos de democracia directa,

171

Page 180: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

como el referéndum, la iniciativa popular y la revocación del mandato. Indu-dablemente, ellos contribuirán a suplir las deficiencias de la democracia repre-sentativa colombiana, pero era necesario crear otros mecanismos de participa-ción ciudadana en escenarios distintos al electoral: la construcción de unademocracia diferente en donde ser ciudadano colombiano no se circunscribieraa enterarse de las noticias y ejercer el voto cada dos o cuatro años. Con lanueva Constitución se debía lograr la democratización de los partidos políti-cos, democratización de los gremios y los sindicatos, democratización deempresas y universidades, nuevas posibilidades de participación en la admi-nistración de la justicia, abriéndose la Administración pública a la participa-ción ciudadana. Para cumplir este propósito la nueva Constitución trabajó endos frentes:

— Con el fin de lograr una mayor participación ciudadana en los organismospúblicos, se puso empeño en revitalizar el régimen político, moralizar elCongreso y la Administración, imprimir eficacia a la acción pública, dig-nificar la justicia y dotarla de herramientas adecuadas para combatir eldelito y reestructurar la administración territorial para darle mayor autono-mía.

— En cuanto a la persona humana, implicó una mayor transferencia de poderesal ciudadano frente al Estado y frente a sus mandatarios.

2. Expedición de una Carta de Derechos.Lucha contra la arbitrariedad y la búsqueda de la paz

El problema más grave que tiene Colombia en lo concerniente a su vidacivilizada es la constante violación de los derechos humanos y el papel deter-minante que dicha violación tiene en la proliferación de la violencia; por eso,la Carta de Derechos tiene especial relevancia, y Colombia abordó el temacon toda la trascendencia que tiene en la transformación de la democraciacolombiana.

La Constitución de 1886 fue tímida en la consagración de derechos. Lareforma constitucional de 1936 avanzó en este campo, hizo formulacionesque eran audaces para su tiempo, pero que con el transcurso de los años y laaparición de nuevas realidades su contenido se fue quedando corto. De talforma, que puede afirmarse que la Constitución de 1886 fue precaria en ladefinición de los derechos civiles y políticos, en la tutela de estos mismosderechos, en la tutela de los derechos sociales y económicos y en el tratamientode derechos colectivos (12).

(12) Luis ENRIQUE JIMÉNEZ LLANA-VEZGA: El pensamiento liberal en las Constitucionescolombianas, Bogotá (Colombia), Intermedio Editores.

172

Page 181: Número 79

COLOMBIA V SU REVOLUCIÓN PACIFICA

La Carta de Derechos adoptada por la nueva Constitución va a permitir:

— Limitar el ejercicio del poder arbitrario.— Dotar de instrumentos a los jueces para proteger los derechos amenazados

o violados.— Aumentar considerablemente las responsabilidades del Poder Judicial.— Crear el estatuto de la oposición, lo que permitirá la protección del indivi-

duo contra las eventuales arbitrariedades y excesos, garantizando los dere-chos de las minorías, el espacio para la controversia franca, la críticaabierta y la confrontación de ideas. Con la reforma constitucional de 1936se dio un significativo paso para lograr la vigencia efectiva de los derechossociales y colectivos, pero no se logró la eficacia esperada. La nuevaConstitución de 1991 no ha creado derechos imposibles de cumplir, sóloha afrontado el hecho de que la libertad real no puede existir sin seguridadeconómica e independencia. La Carta de Derechos defenderá los principiosesenciales de la convivencia democrática, en donde el colombiano aprendaa ser ciudadano y se le estimule a asumir tal condición. No se trata dehacer de cada colombiano un constitucionalista, sino de que aprenda avivir con el sentimiento de compromiso hacia los principios fundamentalesde la democracia.

3. Instituciones fuertes capaces de solucionarlos problemas que aquejan a un Estado debilitado

Hay quienes creen que la fortaleza del Estado se deriva de la concentracióncreciente de poderes en el Ejecutivo nacional. Este proyecto político ha fra-casado en Colombia desde el punto de vista de los resultados. La perpetuacióndel estado de anormalidad ha ido acompañada ciegamente de la acumulacióncreciente de poderes en el Ejecutivo sin que dicho proceso se haya complemen-tado con un aumento de la capacidad administrativa del Estado para ejecutarlas decisiones presidenciales. Estado fuerte no es sinónimo de presidencialis-mo desmesurado. Un Estado fuerte colombiano es aquel que permite y vigilala democratización de la vida ciudadana, la autonomía de las regiones y lademocracia participativa que fortalece al Estado. En aras de ese Estado fuerte,la nueva Constitución puso énfasis en:

A) El pluralismo más representativo, vital y equilibrado

El fortalecimiento de las instituciones conlleva la creación de nuevoscanales de participación ahondando en la Democracia Participativa, habiendopor ello revitalizado los partidos y movimientos políticos mediante un sistema

173

Page 182: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

electoral que permitirá recoger las aspiraciones populares en las veredas,municipios y grandes ciudades cuando se proceda a la integración del CongresoNacional. El estatuto de la oposición es un elemento fundamental en la reno-vación y equilibrio del pluralismo político, garantizando el ejercicio activode la crítica, la fiscalización y la presentación de alternativas de gobierno.La institucionalización de los partidos políticos permitirá vigorizar su presen-cia en la vida republicana, darle coherencia a su organización interna, proveersu financiación, así como la de las campañas políticas, garantizando la trans-parencia del origen y uso de sus fondos (13).

B) Reforma del Congreso

El primer reto que afrontaron los constituyentes en la reforma del Congresode la República fue el hecho de que muchos colombianos no se sientenrepresentados en la institución legislativa. Con la implantación de la circuns-cripción nacional, el sistema uninominal y la revisión de la representación delas entidades territoriales se logrará que los partidos políticos modernicen supapel en el Congreso.

Las minorías y nuevas fuerzas tendrán asiento en él y las regiones influiráncomo un todo en la orientación de la nación, terminando así con el monopolioque habían hecho del Congreso los dos partidos tradicionales del país, liberalesy conservadores, negándole la interpretación exacta de la realidad nacional.

El segundo gran objetivo fue dotar al Congreso de instrumentos paracontrolar políticamente al Ejecutivo. La gama de alternativas resultó bastanteamplia y van desde la moción de observación y censura a los ministros hastala celebración de audiencias públicas citando funcionarios estatales o personasprivadas. Lo fundamental de este aspecto de la reforma es estimular la deli-beración abierta y franca sobre las grandes,decisiones políticas que interesana la nación. Por esta razón, los mayores poderes del Congreso en la elabora-ción, discusión y aprobación del presupuesto y de los planes de desarrolloeconómico y social deben ser analizados desde esta perspectiva. La mociónde censura constituye una oportunidad para frenar el excesivo presidencialis-mo. Las mociones de observación y censura permitirán el fortalecimiento delCongreso como foro de la democracia y serán a la vez valiosos instrumentosde fiscalización de la Administración pública, permitiendo combatir la corrup-ción y, sobre todo, permitirán redefinir el principio de la separación de po-deres.

(13) En este aspecto, la reforma constitucional ha sido bastante enfática, con miras aerradicar la financiación de campañas políticas con el dinero caliente del narcotráfico.

174

Page 183: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Al analizar la función legislativa del Congreso, se tuvo en cuenta que elprocedimiento en la formación de las leyes no era expedito ni aseguraba unadeliberación adecuada; por ello se procedió a suprimir las restricciones exis-tentes en la iniciativa para la presentación de proyectos de leyes haciéndolamás flexible, instituyendo nuevas oportunidades de participación ciudadanaal permitir que grupos de ciudadanos puedan presentar proyectos de leyes.

C) Dignificación y robustecimiento de la justicia

La dignificación de la justicia se convirtió en una tarea de supervivencianacional. Mientras se ha permitido que la cultura de la violencia invada todoslos estadios de la vida ciudadana, las instituciones encargadas de impartirjusticia se han quedado rezagadas e impotentes. Es patente su grado de in-eficacia, y ello ha dado lugar a un grado de impunidad alarmante. La revita-lización de la función judicial, en el marco de la reforma constitucional, llevóa la creación de organismos autónomos de dirección, administración y manejode su propio presupuesto: la ampliación de la carrera judicial, la descentrali-zación efectiva de la organización judicial, acercándola a la comunidad, eincentivar la participación ciudadana mediante los jueces de paz.

Se dotó al Poder Judicial y al Ministerio Público de nuevos instrumentospara luchar contra la violencia desatada por el terrorismo y la criminalidadorganizada. Son ellos: el juez plural, el perdón judicial, mayor participacióndel Ejecutivo en la investigación penal a través del Fiscal General, la protec-ción de la identidad de los jueces y testigos, el pago de recompensas, la rebajade penas por colaboración eficaz y mantenerle alejado de la influencia parti-dista, asegurando así límites a la cooptación en el origen de los altos organis-mos judiciales.

D) El estado de sitio

El recrudecimiento de las acciones desestabilizadoras de los grupos quepromueven la violencia ha llevado a los distintos gobiernos colombianos aperpetuar la utilización del estado de sitio. En el exterior se cree, equivoca-damente, que en Colombia se vivió un régimen de legalidad marcial, mientrasque hacia el interior del país, el Estado de Sitio, por su uso abusivo, perdiópoder coercitivo, capacidad de imprimir autoridad e intimidar. La diversidadde las formas de perturbación del orden público han llevado a que el Estadode Sitio se utilizase para objetivos muy diversos, quedando en manos de laCorte Suprema de Justicia decidir cuándo los poderes de excepción fueronconstitucionalmente aplicados. El cualificar los varios grados de perturbación,

175

Page 184: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

con sus correspondientes poderes y controles, y la limitación en el tiempo delos estados de perturbación, permitirán poner fin a la crónica permanenciadel país en Estado de Sitio.

4. Replanteamiento de la separación de poderes

Resulta por demás significativo, desde el punto de vista socioeconómico,que en la Constitución de 1886 se consagrara de manera tajante la separaciónde poderes y que cuando en la reforma constitucional de 1936 se consagróexpresamente la intervención estatal en la economía y se aludió a los poderessociales del Estado y de los particulares, al mismo tiempo se hubiera dichoque los órganos del poder público «colaboran armoniosamente en la realiza-ción de los fines del Estado» (14). Es cierto que la afirmación de la necesidadde dividir el poder público y establecer frenos y contrapesos para evitarextralimitaciones y abusos buscaba garantizar la libertad individual y protegera las minorías. Pero también es claro que ésta pretendía además hacer difícilque el Estado interviniera en el dominio privado de los individuos, incluidoel económico (15). Por diferentes vías el Ejecutivo ha asumido funcionesreguladoras que antes hubieran correspondido al legislador. La función dehacer leyes en la práctica se ha desvanecido de las manos del Congreso.

La profundización en la separación de poderes plasmada en la reformaconstitucional de 1991, con el fortalecimiento de la autonomía del Ejecutivo,permitirán atenuar con las instituciones parlamentarias el régimen presiden-cial, creando instrumentos que harán más operante la colaboración entre lasramas del poder público.

5. Avances hacia la federalización

Al derrumbarse el viejo orden colonial, estas tierras fueron sorprendidasen un proceso de organización incipiente. Como la vida política, el manejo dela economía, los valores ciudadanos, los modos y las costumbres proveníande la Metrópoli, no hubo ocasión para cimentar, acaso ni siquiera para intuir, elsentido de pertenencia al territorio. No existía, cabalmente desarrollado,

(14) JACOBO PÉREZ ESCOBAR: Constitución política colombiana, Bogotá (Colombia), Libre-ría Horizonte (Textos Concentrados), 1971.

(15) La reforma constitucional de 1936 se llevó a efecto en el gobierno liberal de AlfonsoLópez Pumarejo, cuyo período se denominó «La Revolución en Marcha». En esta reforma seintrodujeron derechos de los trabajadores, como la sindicalización y la seguridad social.

176

Page 185: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

el sentido de nacionalidad. Los nexos que ligaban las distintas regiones eranartificiales. Sobre esta realidad se construyó un Estado cuya primera misión,entonces, fue la de implantar, de arriba hacia abajo, la noción de Patria.Primero fue la forma jurídica, luego los símbolos y al final la Nación. A laformación de ese Estado Nacional contribuyó de manera indiscutible la puestaen vigor de la Constitución de 1886; en la actualidad, la preocupación no esla de amarrar los territorios y a las gentes a base de constituciones y formasjurídicas.

Ya no es un tema crítico bajo cuyo alero se decida la supervivencia dela Patria. Ahora es momento de la diversidad mediante la creación de unnuevo espacio para peculiaridades culturales, así como el respeto a las mino-rías étnicas. Bajo este nuevo impulso se dio cabida en la Constitución de1886 a la elección de alcaldes como forma política de reflejar ese anhelo deautodeterminación limitada. Coetáneamente, se dictaron una serie de medidassobre consulta local, régimen tributario y administrativo en función de ladescentralización (16). En el siglo pasado, las guerras civiles fueron el proble-ma institucional más grave sufrido por el país, en tanto que en este siglo esla centralización excesiva. Colombia es un país en donde hay más territorioque Estado. En las zonas de fronteras, la débil o nula presencia de las auto-ridades ha sido sustituida por la justicia privada y por los distintos protagonis-tas del fuego cruzado de la violencia. Los poderes públicos no llegan a lamayoría de los municipios colombianos, porque el modelo centralista de laúltima centuria diseñó un Estado distante, cuyos servicios públicos no estánal alcance de la mayoría de los colombianos. La adopción de formas defederalización permitirá llevar a cabo una de las estrategias para superar lacrisis de violencia mediante la creación de espacios para la democracia departicipación, dentro de los cuales los alzados en armas puedan incorporarsea la vida civil en un proceso ascendente que toma pie en las realidades locales.

La autonomía local en el contexto de la nueva Constitución adquirió lassiguientes notas distintivas:

— Soberanía fiscal para permitir que, bajo los auspicios de una ley marco,las organizaciones territoriales puedan tomar decisiones sobre su régimentributario particular en los escenarios de representación popular adecuados.

— Legislación territorial. Significará la transferencia de competencias del Con-greso hacia los cuerpos de representación popular en los niveles intermediosy.locales para que puedan expedir normas con fuerzas de ley en una variedadde asuntos sobre los cuales hoy carecen de iniciativas.

(16) La primera elección popular de alcaldes se llevó a efecto el 27 de marzo de 1988.

177

Page 186: Número 79

EI.VYRA ELENA PABON TARANTINO

Nuevo papel de Asambleas y Consejos, que les permitirá adaptar las nuevasfunciones que le corresponderían como escenarios para la representaciónpolítica en las regiones y municipios.Elección popular de gobernadores a fin de completar el ciclo iniciado conla elección de alcaldes, salvaguardando así la necesaria unidad política delrégimen.Planificación económica y social con participación de la periferia, en lacual desempeñen un activo papel los departamentos, cuya función será laarticulación del desarrollo de los municipios entre sí y en el conjunto de lanación.Incorporación de las regiones y provincias como nuevo esquema de repar-tición de poderes y funciones a fin de expresar más cabalmente las nuevasformas de federal ización.

6. Modernización de la economía

Las reformas constitucionales de 1936 y 1968, de corte progresista, secaracterizaron por un fuerte énfasis en los derechos sociales de las clasesmenos favorecidas, la instauración de la seguridad social, el establecimientode grandes entidades gubernamentales encargadas de llevar a cabo labores deasistencia, protección y fomento; intensa inversión pública como motor deldesarrollo y la vigorización del poder regular del Estado, particularmente enlo concerniente al desarrollo de la economía (17). Pero, a diferencia de otrospaíses con modelos similares, no ha sido posible lograr en Colombia lainserción de la economía nacional en el panorama mundial. Colombia nopuede seguir siendo «el Tíbet Sudamericano», enconchada en su propia rea-lidad mirando exclusivamente hacia el interior en un acto de introversiónexagerado que ha creado severos desajustes en su desarrollo.

En este contexto, la nueva Constitución asumió en los temas económicoslas siguientes iniciativas:

— Definir las autoridades gubernamentales por medio de las cuales se ejerceránlas funciones y regulación monetaria, cambiaría y financiera.

— Depositar en el Congreso la función general que debe presidir los actos delgobierno con relación a la regulación monetaria.

— Permitir que el plan económico del Estado sea concebido en el marco dela coordinación de las instituciones gubernamentales con entes sociales,tales como gremios, sindicatos y demás grupos sociales.

(17) MARIO LATORRE RUEDA: Hechos y crítica política, Bogotá (Colombia), Empresa Edi-torial Universidad Nacional de Colombia, 1986.

178

Page 187: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Incrementar el papel activo del órgano de representación popular, el Congre-so, en el examen del presupuesto para evitar la situación actual, en la cualel presupuesto es ejecutado al vaivén de las urgencias del momento, carecien-do de un vínculo preciso con el plan económico. Resulta de primordialimportancia darle eficacia al nexo entre plan y presupuesto.Suprimir el uso, traducido en costumbre, de convertir el proyecto de presu-puesto llevado al Congreso en un mero ritual vacío de contenido y respon-sabilidad política.Devolver las responsabilidades fiscales al Congreso mediante el dictamenprevio a la apertura de los créditos suplementarios o extraordinarios. Duranteel receso del Congreso, será la encargada de ello la Comisión LegislativaPermanente.

IV. LA REFORMA CONSTITUCIONAL

DENTRO DE UN CONTEXTO POLÍTICO PLURALISTA

1. De la participación democrática y de los partidos políticos.Democracia Participativa por Democracia Representativa

La Constitución de 1991, en el marco de la actuación democrática, señalacomo mecanismos de participación del pueblo en el ejercicio de su soberaníael voto, el plebiscito, el referéndum, la consulta popular, el cabildo abierto,la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato (art. 103 CP).

La modalidad práctica en Colombia siempre ha sido la Democracia Repre-sentativa; al autorizar la nueva Constitución mecanismos de participaciónpopular en la iniciativa y en el proceso decisorio de cuestiones políticas yadministrativas, ha abierto el camino de la democracia participativa, que seveía menguada en la práctica si los únicos canales de expresión popular eranlos partidos políticos.

En cuanto a las consultas presidenciales decididas por votación popular,el presidente de la República, con la firma de todos los ministros y previoconcepto favorable del Senado de la República, podrá consultar al pueblo endecisiones de trascendencia nacional, siendo la decisión del pueblo obligatoria(art. 104 CP). Mediante esta consulta popular, que no debe coincidir con otraelección, se le brinda al Ejecutivo la búsqueda del respaldo popular a algunasde sus propuestas políticas.

En relación a las consultas populares en departamentos y municipios, seautoriza a los gobernadores y alcaldes, según el caso, a realizar consultaspopulares para decidir sobre asuntos de competencia del respectivo departa-

179

Page 188: Número 79

EI.VYRA ELENA PABON TARANTINO

mentó o municipio (art. 105 CP). Esta participación tendrá efecto definitorio,intentando establecerse la «democracia local» (18). Se consagra la IniciativaLegislativa Popular, permitiéndose a los habitantes de las entidades territoria-les presentar proyectos sobre asuntos que son de competencia de la respectivacorporación pública (art. 106 CP). Este nuevo derecho político colectivopermitirá a los habitantes de cada entidad territorial proponer ordenanzas yacuerdos.

En relación a los partidos, movimientos políticos y organizaciones socia-les, la nueva Carta se encarga de garantizar a los ciudadanos colombianos elderecho a fundar, organizar y desarrollar partidos y movimientos políticos,teniendo libertad de afiliación, garantizándoles el derecho de manifestarse yparticipar en eventos públicos (art. 107 CP). Resulta interesante el hecho deque la nueva Constitución le dé a los movimientos y organizaciones socialesque no tienen carácter de partido la categoría de protagonistas de la actividadpolítica. Con miras a romper el bipartidismo colombiano, la nueva Cartaautoriza al Consejo Nacional Electoral a reconocerle la personalidad jurídicaa los partidos o movimientos políticos que se organicen para participar en lavida democrática del país, exigiéndoles como aval de su existencia cincuentamil firmas o el haber obtenido en la elección la misma cifra de votos orepresentación en el Congreso de la República (art. 108 CP). Con este artículola Constitución de 1991 rompe la disciplina partidaria, permitiendo la concu-rrencia a las elecciones de un mayor número de candidaturas.

Un elemento de gran sensibilidad en el contexto de la sociedad colombianason las finanzas de los partidos políticos y los gastos electorales; por eso, laConstitución de 1991 puso mucho énfasis en establecer la contribución estatalen la financiación del funcionamiento y de las campañas electorales de lospartidos y movimientos políticos con personería jurídica. Se obliga a limitarlos gastos de los partidos y movimientos en las campañas electorales; seestablece además la máxima cuantía de las contribuciones individuales, estan-do obligados los partidos, movimientos y candidatos a rendir públicamentecuenta sobre el volumen, origen y destino de sus ingresos (art. 109 CP) (19).

Con esta normativa se ha dado un paso gigante hacia la creación de laigualdad de oportunidades electorales, hacia la democratización de la vida

(18) Luis CARLOS SACHICA: Constitución política de la República de Colombia, 1991.Comentada y titulada. Bogotá (Colombia), Biblioteca Jurídica Diké, 1 de agosto de 1991.

(19) El artículo transitorio 34 autoriza al presidente de la República a designar para unperíodo de tres años a un ciudadano, que tendrá la función de impedir de oficio, a petición delas partes, el uso de recursos provenientes del Tesoro público o del exterior en las campañaselectorales. Contará dicho ciudadano con todo el apoyo de las instituciones y organismos estatalesque requiera para cumplir fielmente su cometido.

180

Page 189: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

política y a su purificación para que se conozca el origen de sus fondos y seasegure su independencia frente a los grupos de interés.

Un mal endémico de la vida política colombiana es el clientelismo. Lafortaleza de un Estado depende de su capacidad de interponerse entre losactores sociales opuestos a favor del interés colectivo, y en esa medida losantagonismos tienden a fortificarlo. Pero en Colombia esa fuente de vigor esasfixiada y en cierto modo suplantada por el clientelismo.

El resultado es el aplazamiento y la profundalización de la crisis porquelas instituciones estatales son incapaces de absorber las contradicciones socia-les y económicas.

El clientelismo debilita al Estado, porque lo sustituye haciéndolo su rehén,llegando a tener un peso importante en el sistema de poder o servir de basepara articular las relaciones que ordenan el funcionamiento de la política. Enlos sistemas políticos que ha experimentado la sociedad colombiana a lo largode su historia, las relaciones de clientela han sido uno de los componentesprincipales. La deficiente institucionalidad del Estado ha permitido que estasrelaciones hayan operado de manera destacada todo el tiempo. El sistemabipartidista vigente desde mediados del siglo xix ha sido la base para que elclientelismo haya permanecido en el primer plano de la vida nacional.

Durante casi cinco décadas, la sociedad colombiana ha experimentadograndes cambios estructurales, cuya velocidad y profundidad difícilmentepueden equipararse en el subcontinente iberoamericano. La modernizaciónresultante sirvió para que el conjunto de la organización social se supeditaraa los patrones del capitalismo, la mayoría de la población pasara a ser urbana,las relaciones económicas se monetizaran, las clases sociales se diversificarany los servicios se expandieran considerablemente. A la vez, las institucionesdel Estado crecieron y se diversificaron y su régimen político pasó por variasrecomposiciones importantes. La última de ellas, la del Frente Nacional,emergió en 1958 y continuó operando institucionalmente hasta 1974, siendoel bipartidismo el fundamento de este régimen (20).

Las relaciones de clientela permanecieron en su condición de ingredienteimportante del sistema político hasta el Frente Nacional. A partir de allí, elclientelismo se proyectó como la principal relación política para articular elsistema que se reorganizó con el nuevo régimen. Los recursos estatales pro-porcionaron los medios necesarios para mantener esa articulación y el bipar-tidismo pasó a ser la fuente exclusiva de conformación de los gobiernos

(20) El Frente Nacional surgió del pacto entre los dos partidos tradicionales colombianos,liberal y conservador, como medio de atajar la violencia política que desangraba al país, estable-ciéndose la alternancia en el poder cada cuatro años de liberales y conservadores.

181

Page 190: Número 79

EI.VYRA ELENA PABON TARANTINO

administradores del Estado, alcanzando gran preponderancia las relacionesde clientela en el sistema político vigente, que la nueva Constitución trata dedesmantelar.

El artículo 110, denominado anticlientelismo, prohibe a quienes desempe-ñan funciones públicas hacer contribuciones a los partidos y movimientospolíticos o candidatos; con ello se trata de desligar el aparato administrativodel Estado de la influencia de los partidos, saneando a su vez las finanzaspartidarias. Teniendo en cuenta que no hay democracia donde no hay posibi-lidad efectiva de que las minorías puedan ejercer oposición frente a la mayoríagobernante, la nueva Constitución hace efectiva esta posibilidad en el capítulotercero, artículo 112, con el estatuto de la oposición, que garantiza el ejerciciolibre de la función crítica desarrollando alternativas políticas, teniendo accesoa la información y a la documentación oficiales, al uso de los medios decomunicación social del Estado y de participación en los organismos electo-rales, de acuerdo con la representación obtenida en las elecciones para elCongreso inmediatamente anteriores.

A) Las elecciones y la organización electoral

En cuanto al sufragio y las elecciones, la Carta establece el voto comoderecho-obligación, declarándolo secreto y adoptando instrumentos que res-guarden su pureza (art. 258 CP). Además, incorpora dos nuevos conceptos:el mandato en las elecciones de alcaldes y gobernadores y el voto programá-tico, implícito en el anterior (art. 259 CP). Esta nueva disposición constitu-cional es realmente novedosa en la larga vida política del país y obligará alelegido, cuando la ley lo regule, a ser fiel en el cumplimiento del programaelectoral, queriéndose con ello atajar la demagogia e irresponsabilidad de laclase política. El mandato de las elecciones populares directas, además deabarcar al presidente y vicepresidente de la República, se extiende a losmiembros del Legislativo, a los gobernadores, alcaldes, concejales municipa-les y distritales, miembros de las juntas administradoras locales y, en suoportunidad, a los miembros de la Asamblea Constituyente (art. 260 CP).Este artículo hace mayor la participación ciudadana, vía que conduce haciala democracia participativa. Otra novedad de la reforma constitucional fue lasupresión de los suplentes (art. 261 CP). Se le puso fin a ese equipo quepermanecía «en la banca» al acecho de una oportunidad que le diera elprincipal. La desaparición de los congresistas suplentes buscó extirpar unode los principales focos de corrupción, puesto que en muchos casos el ciuda-dano elegía a un congresista pero actuaba otro. La fórmula de principales y

182

Page 191: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

suplentes daba margen a la formación de alianzas, inspiradas más por eldinero que por las futuras acciones políticas.

En el nuevo Congreso elegido el 27 de octubre de 1991, la falta absolutade un congresista se reemplazará por el siguiente que le siga en la lista queno fue elegido. La representación de los partidos será proporcional, aplicandoel cociente electoral, cuando se vote por dos o más individuos en elecciónpopular o en una corporación pública (art. 263 CP).

En cuanto a las elecciones, éstas no podrán coincidir, haciéndose en fechasdiferentes la de presidente y vicepresidente, las de Congreso y las de autori-dades departamentales y municipales (art. 262 CP). Con ello se busca que laopinión electoral tenga motivación distinta según el tipo de organismo quese vaya a elegir y al nivel de su jurisdicción.

Autoridades electorales. Los órganos electorales estarán presididos por elConsejo Nacional Electoral, compuesto por no menos de siete miembroselegidos para un período de cuatro años, de ternas elaboradas por los partidosy movimientos políticos con personalidad jurídica, reflejando la composiciónpolítica del Congreso (art. 264 CP). El Consejo Nacional Electoral es el enteque dirige la organización electoral. Su origen y composición garantiza a lospartidos su neutralidad e independencia; sus funciones se resumen en la vigi-lancia de los procesos electorales, proclamación de resultados, otorgamientode las investiduras, resolución de los recursos sobre irregularidades de hecho,reconocimiento y vigilancia sobre los partidos y la organización de las consul-tas internas de éstos (art. 265 CP).

El registrador nacional del Estado civil será elegido por el Consejo Na-cional Electoral para un período de cinco años y no podrá ser reelegido. Fuerade sus funciones electorales, responde de un servicio técnico: la identificación,de las personas y el correspondiente registro (art. 266 CP).

B) La reforma de la Constitución

Siguiendo el marco trazado por los derroteros de la reforma constitucional,dentro del contexto de una democracia participativa, cabe el análisis delprocedimiento reformatorio constitucional, en donde se han introducido me-canismos de democracia directa al señalar que, además del Congreso, laConstitución colombiana puede ser reformada por una Asamblea Constituyen-te o por el pueblo mediante referéndum (art. 374 CP). El pueblo puedeconvocar la Asamblea Constituyente cuando ha sido respaldado por una terceraparte de los integrantes del censo electoral (art. 376 CP). En el marco delreferéndum hay especificaciones bien claras:

183

Page 192: Número 79

F.I.VYRA ELENA PABON TARANTINO

El referéndum obligatorio será convocado dentro de los seis meses siguien-tes, a la promulgación del acto legislativo si así lo solicita un cinco por cientode los ciudadanos que integran el censo electoral, cuando las reformas cons-titucionales aprobadas por el Congreso se refieran a los derechos reconocidosen el capítulo 1 del título II, a sus garantías y a los procedimientos departicipación popular o al Congreso (21). La reforma será derogada por elvoto negativo de la mayoría de los sufragantes siempre que en dicha votaciónhubiera participado al menos la cuarta parte del censo electoral (art. 377 CP).Con esta disposición la hueva Constitución colombiana establece un controldemocrático en materias que afectan lo esencial del régimen político.

Referendums reformatorios se llevarán a efecto pgr iniciativa del Gobiernoo de los ciudadanos en las condiciones del artículo 155 (22). El referéndumserá presentado de manera que los electores puedan escoger libremente eltemario o articulado que votan positiva o negativamente.

La aprobación de reformas a la Constitución por vía de referéndum requie-re el voto afirmativo de más de la mitad de los sufragantes y que, además deéstos, exceda la cuarta parte del total de ciudadanos que integren el censoelectoral (art. 378 CP).

Esta vía plebiscitaria, como mecanismo democrático, es discutible no porel volumen de votos, sino por la fácil manipulación que se puede hacer delelectorado.

2. Carta de Derechos. Búsqueda de la paz

En el marco de la violación permanente de los derechos humanos enColombia, la Constitución de 1991 fue explícita en garantizar los derechosde los colombianos, creando en el título II una verdadera Carta de Derechos.

El capítulo 1 de los derechos fundamentales, el artículo 11, consagra elderecho a la vida y no se establece la pena de muerte bajo ningún supuesto.Sobre las torturas y desapariciones del artículo 12, se enfatiza en la preocu-pación de defender la dignidad del hombre, que es hoy el eje de todos lossistemas constitucionales.

La igualdad ante la ley y las autoridades (art. 13 CP), en países injustos,desequilibrados y en atraso, esta no es posible sin políticas drásticas de

(21) El título II se refiere a los derechos, garantías y deberes, siendo el capítulo 1 dedicadoa los derechos fundamentales, que la nueva Constitución aglutina en 43 derechos.

(22) El artículo 155 se refiere a la iniciativa popular para presentar proyectos de leyes y seenmarca en el capítulo 3, atinente a las leyes.

184

Page 193: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

distribución de la propiedad, la renta y la promoción de los sectores socialesdeprimidos y marginados. No cuenta sólo la garantía jurídica, sino los recursosy la voluntad política de los gobernantes.

El derecho a la intimidad —habeas data— e inviolabilidad de documentosprivados (art. 15 CP) va más allá de la protección de la honra y el buennombre, contra la injuria y la calumnia, que recogía la Constitución de 1886.Ahora se va más al fondo, protegiendo la imagen y el crédito, el prestigioque de la buena fe se derivan. En cuanto a la inviolabilidad de los documentosprivados, es protegida en los mismos términos en que lo hacía la Constituciónde 1886 en su artículo 39. Como novedad, en el artículo 17, al prohibir laservidumbre y la trata de seres humanos se profundiza en la prohibición alextenderla a otras modalidades de sujeción degradante y explotadora.

EJ derecho a recibir información es nuevo en el ordenamiento constitucio-nal colombiano, como lo establece el artículo 20, al garantizar libertades deopinión, prensa e información, garantizando a las personas la libertad deexpresar y difundir su pensamiento y opiniones. La prohibición de la censuraprevia es total; ni siquiera se prevé en los casos de guerra y conmoción interioren que pueda ser necesario aplicarla. El trabajo es un derecho y una obligaciónsocial; toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas(art. 25 CP). Sin embargo, el subdesarrollo es un freno al pleno empleo delos recursos humanos, que es objeto primordial de la acción del Estado.

El artículo 28 consagra la libertad de1 movimiento, el habeas corpus y lainviolabilidad del domicilio. No agrega nada nuevo; por el contrario, repro-duce el artículo 23 de la Constitución de 1886. La única novedad está enincluir la prohibición de la cadena perpetua. La doble instancia, en todasentencia judicial (art. 31 CP), permite dar una garantía adicional a la deldebido proceso en busca de evitar errores judiciales.

La extradición, que tanta polémica ha suscitado en el ámbito interno comoen el internacional, se constituyó a lo largo del proceso constitucional en eldebate estrella. El artículo 35 prohibe la extradición de colombianos pornacimiento, y no considera la extradición de extranjeros por delitos políticoso de opinión. Anteriormente la extradición no estaba regulada constitucional-mente; sólo funcionaba como procedimiento de cooperación internacional enel campo penal. La cuestión se dejaba a la ley, la cual, a su vez, la remitíaa los tratados internacionales. La limitación actual de la extradición de extran-jeros se circunscribe en el ámbito de la tradición colombiana en materia deasilo (23).

(23) La regulación de la extradición como materia constitucional fue un factor determinantepara lograr poner fin a las acciones terroristas del narcoterrorismo y llevó a los principales

185

Page 194: Número 79

ELVYRA RI.F.NA PABON TARANTINO

Además de los derechos fundamentales de los colombianos, la nuevaConstitución profundizó en los derechos sociales, económicos y culturales(capítulo 2, arts. 42 al 77 CP), destacándose la protección a los jóvenes(art. 45 CP), los derechos de los ancianos (art. 46 CP), la protección a lacélula familiar (art. 42 CP), a la niñez (art. 44 CP), el derecho a la salud(art. 48 CP), el derecho a una vivienda digna y la utilización del suelo (art.51 CP), el estatuto de los trabajadores (art. 53 CP), el derecho de capacitaciónlaboral (art. 54 CP) y el derecho de huelga (art. 56 CP). Se consagra elderecho a la propiedad privada y a la propiedad intelectual como funcionessociales (arts. 58 y 61 CP). En el campo educativo consagró la libertad dela enseñanza (art. 68 CP) y a la autonomía universitaria (art. 69 CP).

En cuanto a los derechos colectivos y del ambiente, consagrados en elcapítulo 3, es interesante destacar el derecho a un ambiente sano, comprome-tiéndose el Estado a proteger la diversidad e integridad del ambiente (art. 79CP). Los constituyentes fueron conscientes de que la calidad de vida es untema que centra las preocupaciones de todos los pueblos. Sin la proteccióndel ambiente se erosionan las condiciones que hacen digna la vida. En elcampo de los deberes y obligaciones del capítulo 5, en su artículo 95, indicalos deberes sociales, cívicos y políticos que toda persona está obligada acumplir.

Es digno de destacar el numeral 8, en donde se señala la obligación deproteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservaciónde un ambiente sano (24).

3. Instituciones fuertes y recomposiciónde la separación de poderes

La nueva Constitución mantuvo la estructura y nomenclatura en las ramasdel poder público: legislativa, ejecutiva y judicial (art. 113 CP).

miembros del cartel de Medellín, dedicados al comercio de la cocaína, a entregarse a lasautoridades judiciales colombianas. La supresión de la extradición de nacionales produjo friccio-nes en las relaciones de Colombia y Estados Unidos, porque para este país el medio eficaz paraterminar con el comercio ilegal de la cocaína era enjuiciar en su territorio a los principalesproductores del alcaloide.

(24) Tal vez las dos Constituciones iberoamericanas más pródigas en la regulación de losderechos de los ciudadanos sean la nicaragüense y la nueva Constitución colombiana, consagrandoambas casi cien artículos a tal labor.

186

Page 195: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Rama legislativa

El Congreso de la República, de integración bicameral (art. 114 CP),compuesto por senadores y representantes, elegidos por un período de cuatroaños (art. 132 CP) mediante elección directa, representan al pueblo (art. 133CP). Esto último constituye una innovación, puesto que en la Constituciónde 1886 eran catalogados como representantes de la nación.

En cuanto a las funciones comunes de ambas Cámaras, se reiteran lasadministrativas, necesarias para su normal funcionamiento. La innovación demayor impacto puede ser la del ejercicio de un control político más efectivomediante la aprobación de mociones de censura contra los ministros, con laconsecuencia de la separación inmediata de su cargo (art. 135, numeral 9, CP).

Las prohibiciones al Congreso tienden, en general, a impedir la intromisióndel Legislativo en las funciones de las otras ramas, tratando de mantener laseparación y equilibrio de poderes e impedir actos de favoritismo o de perse-cución (art. 136, numeral 5, CP).

Las audiencias de interés público, que permiten a cualquier comisiónpermanente emplazar a toda persona natural o jurídica para que en sesiónespecial rinda declaraciones orales o escritas (art. 137 CP), sirven para infor-mación y reforzamiento del control político. Esta figura es conocida en elrégimen político colombiano desde la reforma constitucional de 1979, y fuetomada de las prácticas del Senado estadounidense.

Le corresponde al Congreso hacer las leyes y, por medio de ellas, ejercerun cúmulo de funciones que acrecienten el poder del Legislativo (art. 150CP). Recupera el poder de regulación financiera, la limitación de los tratadossobre integración económica, la regulación de la educación y la previsiónsobre recursos parafiscales. Atendiendo al origen de las leyes, éste puede ser:

— Cualquiera de las Cámaras a propuesta de sus respectivos miembros.— El Gobierno nacional (art. 154 CP).— La iniciativa legislativa popular (art. 155 CP).— La Corte Constitucional, el Consejo Superior de la Judicatura, la Corte

Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Nacional Electoral,el procurador general de la nación y el contralor general de la República(art. 156 CP).

El Congreso mantiene la iniciativa privativa del Gobierno en materiasreferentes al gasto público, el régimen económico y financiero y la organiza-ción administrativa del Estado, como se dispuso en la reforma constitucionalde 1968.

Las leyes pueden ser derogadas mediante referéndum cuando un número

187

Page 196: Número 79

EI.VYRA ELENA PABON TARANTINO

de ciudadanos equivalente a la décima parte del censo electoral decida solicitarante la organización electoral la convocatoria de un referéndum para la dero-gación de una ley, estando excluidas las leyes aprobatorias de tratados inter-nacionales, la ley del presupuesto y las leyes referentes a materias fiscales ytributarias (art. 170 CP). Esta es una innovación lógica en una democraciaparticipativa. Este mecanismo correlativo de la iniciativa legislativa popularpermite expresar el rechazo a las leyes contrarias a la voluntad popular sinacudir a la desobediencia civil.

El Senado de la República, la Cámara Alta del Congreso, estará integradopor cien miembros elegidos en circunscripción nacional y un número adicionalde dos senadores elegidos en circunscripción nacional especial por comunida-des indígenas, rigiéndose dicha circunscripción por el sistema de cuocienteelectoral. Los representantes de las comunidades indígenas que aspiren alSenado de la República deberán haber sido líderes de una organización indí-gena o haber ejercido un cargo de autoridad tradicional en su respectivacomunidad (art. 171 CP). Hay varias innovaciones notables en la elección desenadores: se establece la circunscripción nacional en vez de la regional odepartamental que regía; se le da cabida a las minorías asegurándoseles doscumies. En cuanto a las calidades para la senaduría, se rebajaron las exigen-cias, dejando la misma edad (a partir de treinta años), la nacionalidad y laciudadanía en un sentido de discutible democratización (art. 172).

En la elección de la Cámara de Representantes se establecieron las circuns-cripciones territoriales y especiales. Habrá dos representantes por cada cir-cunscripción territorial. La circunscripción territorial estará conformada porcada departamento y el distrito capital de Bogotá. Hasta cinco representantespodrán ser elegidos mediante la circunscripción especial, asegurándose así laparticipación en la Cámara de Representantes de los grupos étnicos, las mino-rías políticas y los colombianos residentes en el exterior (art. 176 CP). Estainnovación reafirma el derrotero constitucional de establecer una democraciapluralista en Colombia. El rígido estatuto de inhabilidades electorales de loscongresistas profesionaliza la política y consolida la clase política. Se comba-ten el nepotismo, el clientelismo y el tráfico de influencias. Se prohibe recibirmás de una investidura popular. Se trata así de regenerar el Congreso(art. 179 CP). Las incompatibilidades de los congresistas hace que sean dededicación exclusiva y excluyente. Se le prohibe toda participación en elejercicio de otras funciones públicas o privadas, la gestión de negocios anteel Estado o contratar con éste o con quienes manejen dineros públicos. Lamoralización del Congreso exigía tal drasticidad (art. 180 CP).

188

Page 197: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Rama ejecutiva

El presidente de la República simboliza la unidad nacional (art. 188 CP).Además, es jefe de Estado, jefe de Gobierno y la suprema autoridad adminis-trativa (art. 189 CP). Se implantó la elección presidencial a dos vueltas. Elpresidente de la República será elegido para un período de cuatro años porla mitad más uno de los votos que de manera secreta y directa depositen losciudadanos. Si ningún candidato obtiene dicha mayoría, se celebrará unanueva votación en la que sólo participarán los dos candidatos que hubierenobtenido las más altas votaciones (art. 190 CP). La implantación de la elecciónpresidencial a dos vueltas busca un liderazgo ejecutivo más firme. Se prohibela reelección presidencial para el ciudadano que hubiere ejercido la presidenciade la República. Esta prohibición no cobija al vicepresidente cuando ha ejer-cido la presidencia por menos de tres meses en forma continua o discontinuadurante el cuatrienio. Tampoco podrá ser elegido presidente de la Repúblicael ciudadano que un año antes de la elección haya ejercido cualquiera de lossiguientes cargos: magistrado de la Corte Suprema de Justicia o de la CorteConstitucional, consejero de Estado o miembro del Consejo Nacional Electoralo del Consejo Superior de la Judicatura, ministro del Despacho, procuradorgeneral de la nación, Defensor del Pueblo, Contralor General de la República,Fiscal General de la nación, Registrador Nacional del Estado Civil, Directorde Departamento Administrativo, Gobernador de Departamento o Alcaldemayor de Santa Fe de Bogotá (art. 197 CP).

Se estableció la vicepresidencia de la República. Esta institución fuesuprimida en 1910 y reemplazada por el designado a la Presidencia de laRepública. La vicepresidencia es aplicación del modelo presidencial norteame-ricano en cuanto al mecanismo para subsanar las vacantes y las faltas tempo-rales del presidente (art. 202 CP).

Los ministros y directores de los departamentos administrativos son losórganos principales de la administración nacional, dependen directamente delPresidente y constituyen el Gobierno junto con el Jefe del Estado (art. 206CP). Los ministros son funcionarios, jefes de cada rama de la administraciónnacional, son los voceros de la política oficial en su área, ejercen la iniciativalegislativa ante el Congreso y ante el cual deben rendir los respectivos informesanuales, atendiendo las citaciones para dar información ocasional y específica(art. 208 CP).

Teniendo en cuenta el Estado de Sitio que rigió a Colombia durante casitoda su vida republicana, la reforma constitucional estableció los estados deexcepción de tres categorías:

Estado de Guerra. Se separa este concepto del general de conmoción

189

Page 198: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

interior —antes Estado de Sitio— para darle un tratamiento especial. Esterégimen excepcional dura lo que la situación de guerra, otorga poderes alPresidente para suspender leyes incompatibles con la situación y prevé elcontrol del Congreso sobre el ejercicio de los poderes extraordinarios (art.212 CP).

Estado de Conmoción Interior. Sustituye al estado de sitio. Es declaradopor el Gobierno ante graves perturbaciones que afecten la convivencia o laestabilidad institucional hasta por noventa días, y puede prolongarse por dosperíodos iguales, el último con autorización del Senado. Permite suspenderlas leyes incompatibles con esa situación y el Congreso tiene control sobreel ejercicio de ese poder. Sólo es aplicable cuando las medidas policiales nobasten para restaurar el orden. Se eliminó la posibilidad de someter a losperturbadores a la justicia militar (art. 213 CP) (25).

Estado de Emergencia Económica y Social. Se declara cuando sobreven-gan hechos que amenacen perturbar en forma grave e inminente el ordeneconómico, social y ecológico del país. La Constitución actual reproduce ello 122 procedente de la reforma de 1968. Agrega el poder de establecerimpuestos especiales transitorios (art. 215 CP).

En cuanto a los estados de excepción, se establecen rígidos condiciona-mientos para impedir abusos y exigir responsabilidades. El Derecho Interna-cional Humanitario se injerta en el nacional para estos casos. Se mantiene elcontrol de constitucionalidad de oficio, se fija el contenido y vigencia transi-toria de las medidas de guerra y orden público. Se prohibe la suspensión delos derechos y libertades fundamentales y se declara que, a pesar de la situa-ción, el funcionamiento de los organismos estatales de las tres ramas debeser normal (art. 214 CP) (26).

V . DIGNIFICACIÓN Y ROBUSTECIMIENTO DE LA JUSTICIA

1. Rama judicial

La nueva Constitución señala como características de la justicia la impar-cialidad, la independencia, la oportunidad y la eficacia (art. 228 CP). Suprimióla intervención forzosa de los abogados en la administración de la justicia

(25) Al delimitarse el estado de conmoción interior a un estado específico del país, exclu-yéndose la aplicación de la justicia militar cuando sea necesaria su declaratoria, aleja al Ejércitocolombiano de excederse en sus atribuciones.

(26) Luis CARLOS SACHICA: Constitución política de la República de Colombia, ¡991.Comentada y titulada, Bogotá (Colombia), Biblioteca Jurídica Diké, 1 de agosto de 1991.

190

Page 199: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

(art. 229 CP). Como novedad introduce los nombramientos de la Corte Supre-ma y el Consejo de Estado, realizados por la propia corporación sobre listaspropuestas por el Consejo Superior de la Judicatura, que es el administradorde la carrera judicial (art. 231 CP). En el empeño de los constituyentes porel fortalecimiento y dignificación de la justicia, se enmarca la creación dedos nuevas instituciones: la Corte Constitucional y la Fiscalía General de laNación.

La Corte Constitucional no tiene jurisdicción exclusiva, la comparte conel Consejo de Estado (art. 238 CP). El origen de su nombramiento es equili-brado, evita la politización al intervenir las tres ramas del poder: Senado,presidente de la República, Corte Suprema de Justicia y Consejo de Estado(art. 239 CP).

Se le traslada el control de constitucionalidad que ejercía la Corte Supremasobre los actos legislativos, las leyes, los decretos con fuerza de ley, losdecretos de los estados de excepción y proyectos de ley objetados por elPresidente de la República. Como nuevas competencias, se establecen elcontrol previo sobre los traslados públicos y las leyes que los aprueben ysobre convocatoria de referéndum y asambleas constituyentes en sus aspectosformales (241 CP).

La Fiscalía General de la Nación, institución nueva en el contexto delordenamiento judicial, se ha creado para reforzar el sistema de justicia penal,especializándolo y dándole autonomía (art. 249 CP). Tiene competencias entodo el territorio nacional, debe asumir la investigación de los delitos y lacorrespondiente acusación, separando esta función de la de juzgamiento conel apoyo de la policía judicial, cuya dirección le corresponde. La reformapretende superar los fallos del sistema inquisitivo que se venía practicando(art. 250 CP). Se crean las jurisdicciones especiales (art. 5 CP), según lascuales los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccionales dentrode su ámbito territorial y de conformidad con sus propias normas y procedi-mientos, sin contradecir el espíritu constitucional (art. 246 CP). Además, sepodrán crear los jueces de paz, que, según la ley, podrán resolver en equidadconflictos individuales y comunitarios, pudiendo ordenar que su elección seapor votación popular (art. 247 CP).

VI. ORGANISMOS DE CONTROL

Como nuevos organismos de control, respetando los existentes, se crearon:La institución del Defensor del Pueblo, nueva figura tomada de las cons-

tituciones europeas. Pretende reforzar la defensa de los derechos humanos,

191

Page 200: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

actuando dentro del Ministerio Público (art. 281 CP). Su función es docentey además operativa, puesto que debe interponer las acciones de tutela y losrecursos de hateas corpus. Además, organiza la defensa pública (art. 282CP). Se reforzó la Procuraduría General de la Nación (capítulo 2 CP), siendoel Procurador el supremo Director del Ministerio Público (art. 275 CP). Ensu elección, para un período de cuatro años, intervienen los tres poderes delEstado: el Senado elige al procurador de una terna integrada por candidatosdel presidente de la República, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo deEstado (art. 276 CP). Las funciones específicas del Procurador pueden sinte-tizarse así (art. 277 CP):

1. Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judi-ciales y los actos administrativos.

2. Proteger los derechos humanos con auxilio del Defensor del Pueblo.3. Defender los intereses de la sociedad y, en especial, el medio ambiente.4. Ejercer vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñan

funciones públicas (art. 300 CP).

VIT. AVANCES HACIA LA FEDERALIZACION

1. Entidades territoriales

Se denominan entidades territoriales los departamentos, los distritos, losmunicipios y los territorios indígenas; también tendrán este carácter las regio-nes y provincias que se constituyan (art. 286 CP).

Dentro del concepto de federalización, con miras a darle mayor autonomíaa las entidades territoriales, se les otorgaron los siguientes derechos: 1) gober-narse por autoridades propias; 2) administrar los recursos y establecer lostributos necesarios para el cumplimiento de sus funciones; 3) participar delas rentas nacionales, estableciéndose así una verdadera descentralizaciónadministrativa (art. 287 CP).

2. Régimen departamental (cap. 2, art. 299, CP)

La corporación administrativa, que será de elección popular, se denomi-nará Asamblea Departamental, la cual estará integrada por no menos de oncemiembros ni más de treinta y uno. Sus miembros, denominados diputados,no tendrán la calidad de empleados públicos y su período de mandato será

192

Page 201: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

de tres años. De acuerdo con la ley, tendrán derecho a honorarios por suasistencia a las sesiones correspondientes.

Los requisitos estipulados por la nueva Constitución para ser diputadoson: a) ser ciudadano en ejercicio; b) tener más de veintiún años de edad;c) no haber sido condenado a pena privativa de la libertad (excepción de losdelitos políticos); d) haber residido en la respectiva circunscripción electoraldurante el año inmediatamente anterior a la fecha de elección. Las disposicio-nes de las Asambleas Departamentales se denominan Ordenanzas, y medianteellas se reglamentan las funciones y la prestación de los servicios a cargo delos Departamentos (art. 300 CP). El jefe de la administración seccional yrepresentante legal del Departamento será el Gobernador, elegido por elecciónpopular para un período de tres años, sin derecho a ser reelegido para elperíodo siguiente. Serán agentes del Presidente de la República en el mante-nimiento del Orden Público y para la ejecución de la política económicageneral (art. 303 CP); el Presidente de la República podrá suspender o destituira los gobernadores ciñéndose a los casos taxativos que la ley le señale(art. 304 CP).

3. Régimen municipal (cap. 3)

En cada municipio existirá una corporación administrativa, elegida popu-larmente para un período de tres años, y llevará por nombre Concejo Muni-cipal. No podrá estar integrado por menos de siete ni por más de veintiúnmiembros, denominados concejales, quienes no tendrán la calidad de emplea-dos públicos, y la aceptación de cualquier cargo de esa calidad será conside-rada como falta absoluta (art. 312 CP). Cada municipio tendrá un jefe de laAdministración local, representante legal de la entidad territorial denominadoAlcalde, elegido popularmente para un período de tres años y no reelegiblepara el período siguiente. El presidente y los Gobernadores podrán suspendero sustituir a los alcaldes en los casos en que lo señale la ley (art. 314 CP).

4. Régimen especial (cap. 4)

Se consideran insertados en este contexto:A> El Distrito Capital, Santa Fe de Bogotá, capital de la República y

del Departamento de Condinamarca (art. 322 CP). El Concejo Distrital estarácompuesto por un concejal por cada ciento cincuenta mil habitantes o fracciónmayor, de setenta y cinco mil que tenga su territorio. En cada una de las

193

Page 202: Número 79

F.I.VYRA ELENA PABON TARANTINO

localidades que constituyan el Distrito Capital habrá una Junta Administrado-ra, elegida popularmente para un período de tres años, y estará integrada porno menos de siete miembros, llamados Ediles. La elección de Alcalde Mayor(Alcalde del Distrito Capital), concejales distritales y ediles se realizará enun mismo día para un período de tres años. Los alcaldes locales serán desig-nados por el Alcalde Mayor de terna enviada por las correspondientes JuntasAdministrativas (art. 323 CP).

B) El Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias y el Turístico-Cultural e Histórico de Santa Marta, capital del Departamento del Magda-lena, conservarán el mismo régimen y carácter de los demás municipios(art. 328 CP).

C) Las Entidades Territoriales Indígenas tendrán la participación de losrepresentantes de las comunidades indígenas, siendo los Resguardos de pro-piedad colectiva y no enajenables. Cuando un territorio indígena comprendapartes de dos o más departamentos, su administración estará a cargo de losConcejos Indígenas en coordinación con los respectivos gobernadores de losdepartamentos implicados territorialmente (art. 329 CP).

D) La Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdale-na, creada para que se encargue de la recuperación de la navegación, de laactividad portuaria y demás recursos renovables (art. 331 CP).

VIII. MODERNIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

1. Régimen económico

Habrá libertad económica, siendo el Estado el rector de la economíanacional, evitando los monopolios que no tengan un interés público o social,siendo una iniciativa gubernamental, indemnizando a los individuos que envirtud de su creación queden privados del ejercicio de una actividad económicalícita (arts. 335 y 336 CP). En tiempo de paz, solamente el Congreso, lasAsambleas Departamentales y los Concejos Distritales y Municipales podránimponer contribuciones fiscales o parafiscales (art. 338 CP). El presupuestopresentado anualmente por el Gobierno al Congreso, en los primeros diezdías de cada legislatura, deberá corresponder al Plan Nacional de Desarrollo(art. 346 CP). El Legislativo no podrá aumentar ninguna partida al presupuestode gastos propuesto por el Gobierno sin incluir una nueva que tenga la acep-tación escrita del ministro del ramo (art. 351 CP).

Se creó el cargo de Contador General, funcionario de la rama ejecutiva,que tendrá como atribución principal llevar la contabilidad general de la

194

Page 203: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

nación, además de uniformar y consolidar la contabilidad pública, elaborarel balance general y determinar las normas contables que deben regir el país(art. 354 CP). Se prohibe a las ramas y órganos del Poder Público decretarauxilios o donaciones a favor de personas naturales o jurídicas (art. 355 CP).El control fiscal del Estado seguirá estando en manos de la Contraloría Generalde la Nación (art. 267 CP).

2. Los planes de desarrollo

La reforma constitucional de 1991 reforzó el Plan de Desarrollo, señalandoque debe conformarse por una parte general y un plan de inversiones de lasentidades públicas de orden nacional, señalándose las metas, propósitos yobjetivos nacionales a corto y largo plazo. Las entidades territoriales estaránfacultadas para elaborar, concertando con el Gobierno Nacional, planes dedesarrollo secciónales que aseguren el uso eficiente de sus recursos (art. 339CP). Se creó el Consejo Nacional de Planes, integrado por representantes delas entidades territoriales y de los sectores económicos, sociales, comunitarios,ecológicos y culturales del país. El Consejo tendrá carácter consultivo y ensu seno se debatirá el Plan Nacional de Desarrollo. El presidente de la Repú-blica designará los miembros del Consejo de una lista presentada por lasentidades vinculadas a los sectores antes enunciados. Permanecerán en elcargo ocho años, renovándose parcialmente su composición cada cuatro años.El presidente César Gaviria Trujillo lanzó el nuevo Plan Nacional de Des-arrollo, denominado Revolución Pacífica (1990-1994). Teniendo en cuentaque las cuatro causas que frenaban el desarrollo: democracia restringida, vidaregional limitada, mercados cerrados y falta de oportunidades para todos,habían desaparecido. El Estado, para darle mayor impulso a su Plan, seretirará de aquellas áreas en las cuales no sea necesario y acrecentará supresencia donde el gasto público surta efectos sobre el crecimiento. Teniendoen cuenta que en Colombia existen trece millones de pobres absolutos, esdecir, un 40 por 100 de la población, el Plan prevé que en 1994 sólo existiráen el país un 27 por 100 de la población en tales circunstancias. Para ello,el Gobierno se comprometió a invertir seis mil millones de dólares en elcuatrienio que permitan garantizar el crecimiento equitativo en cuatro áreas:ampliación del capital humano, construcción de infraestructura física, forta-lecimiento de la capacidad científica y tecnológica y protección ambiental.Además, el aumento de la inversión en el área social tendrá como meta aliviarlas necesidades de los colombianos, incrementar la productividad, cubrircompletamente la gratuidad de la educación primaria y el 46 por 100 de la

195

Page 204: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

secundaria y buscar cubrir, en cuanto a la salud, la atención primaria ypreventiva (27).

I X . PRIMER PROCESO ELECTORAL EN EL MARCO DE LA NUEVA CONSTITUCIÓN

ELECCIONES PARA CONGRESO Y GOBERNADORES DEPARTAMENTALES

Las elecciones del 27 de octubre de 1991, las primeras que se celebranen Colombia en el marco de la nueva Constitución, permitieron elegir 102senadores, 161 representantes a la Cámara y 27 gobernadores. Además, seefectuaron consultas internas del Partido Liberal y la Alianza DemocráticaM-19 para escoger los candidatos a alcaldes de Bogotá (liberal) y de Barran-quilla (AD M-19). Al Congreso de la República llegaron 263 colombianos,que tienen en sus manos el desarrollo de la nueva Constitución. Los 102senadores tendrán representación nacional. Los 161 representantes defenderándesde el Congreso los intereses regionales de cada circunscripción, mientrasque los 27 gobernadores, gracias a la federalización consagrada en la nuevaCarta, serán los dueños del manejo administrativo de los departamentos. Enel proceso electoral del 27 de octubre, los partidos políticos participantesfueron:

Partido Liberal (P. L.). Disputaron las cumies del Congreso y las gober-naciones mediante la implantación de las divisiones regionales, permitiendola presentación de candidatos que se sintieron con fuerza electoral (operaciónavispa). Tal procedimiento fue permitido por el presidente de la Corporación,el ex presidente de la República Alfonso López Michelsen.

Conservadores. Se presentaron disgregados en varias tendencias: el Mo-vimiento de Salvación Nacional (M. S. N.), dirigido por Alvaro GómezHurtado; Nueva Fuerza Democrática (N. F. D.), acaudillada por AndrésPastrana; Movimiento Nacional Conservador (M. N. C) ; el Partido SocialConservador (P. S. C ) , seguidores del ex presidente Misael Pastrana Borrero;Partido Conservador (P. C ) .

Alianza Democrática A/-/9. Encabezada por Vera Grabe. Fue el únicopartido que presentó lista única. En sus listas entraron en juego con unavariedad interna ex guerrilleros, académicos, empresarios, parlamentarios,etcétera.

(27) El Plan de Desarrollo (Revolución Pacífica), Bogotá (Colombia), Presidencia de laRepública.

196

Page 205: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Partido Comunista de Colombia y Unión Patriótica. De la división delos partidos tradicionales no escapó la izquierda del país. La Unión Patrióticasurgió de los frágiles acuerdos de paz con la FARC (Fuerzas Armadas Revo-lucionarias de Colombia), en el gobierno de Belisario Betancourt. El PartidoComunista de Colombia, que hace parte de la U. P., sufrió la confrontacióninternacional entre perestroika y línea ortodoxa. Este hecho se reflejó en loscandidatos que la Unión Patriótica presentó para el Senado y la Cámara deRepresentantes.

Otros movimientos. Aquí destacan las agrupaciones indígenas, los movi-mientos cristianos de corte religioso y Movimiento Unitario Metapolítico.

Resultado de los comicios

El liberalismo obtuvo una estruendosa victoria al reconquistar 58 escañossobre los 102 en el Senado y 87 sobre 161 escaños en la Cámara de Represen-tantes. De 27 gobernadores, 15 son liberales.

El Movimiento Alianza Democrática M-19 apenas alcanzó nueve senado-res de los 102 que constituyen el Senado, y no obtuvo gobernación, convir-tiéndose en la tercera fuerza política del país.

Los conservadores en sus diversas vertientes: conservadores, social-con-servadores, Nueva Fuerza Democrática y Movimiento de Salvación Nacional,lograron 14 senadores, 26 representantes y 11 gobernadores.

En cuanto a los otros grupos políticos participantes, Unión Patriótica(U. P.), Partido Nacional Cristiano (P. N. C ) , Unión Cristiana (U. C.) yagrupaciones indígenas lograron un 11 por 100 de la votación para el Se-nado (28).

Lo destacable de este primer proceso electoral en el marco de la nuevaConstitución puede sintetizarse así:

— Se rompió el bipartidismo, aun cuando sigue ostentando la hegemonía elPartido Liberal, en tanto que el Partido Conservador, dividido en cincogrupos, carece de liderazgo.

— AD M-19 y Nueva Fuerza Democrática (conservadores) concurrieron a laselecciones con miembros extraídos en su gran mayoría de los dos partidostradicionales.

— La circunscripción nacional para el Senado dejó bien claro que, de ahoraen adelante, sólo estarán representados en esa corporación los candidatosde los grandes departamentos.

(28) Registraduría del Estado Civil.

197

Page 206: Número 79

F.LVYRA LLENA PABON TARANTINO

— Para el elector colombiano resultó más atractivo el cargo de gobernador queel de senador, porque tiene un contacto más directo con la comunidad através de las obras y los programas.

— La renovación de la clase política en el Congreso fue un hecho. De las 264personas que compondrían el Legislativo, 112 serían nuevas caras, lo queindica que el Congreso de la República se renovó en un 42 por 100.

— La abstención fue abrumadora, aproximadamente del 70 por 100. La elecciónsobrepasó apenas los cinco millones de votos, lo que permite declarar como«democracia imperfecta» la democracia representativa actual (29).

— La composición de la Cámara fue más heterogénea. Ingresaron fuerzas comolos indígenas, los cristianos, el grupo regionalista, y aumentó la proporciónde Acción Democrática M-19. El liberalismo obtuvo 87 escaños de los 161;Partido Social Conservador (P. S. C ) , 23; Movimiento de Salvación Nacio-nal (M. S. N.), 12; AD M-19, 14; Unión Patriótica (U. P.), 2; MovimientoUnitario Metapolítico, Unión Cristiana y los indígenas, un curul cada uno;Movimiento Nacional Conservador, 6, y otras fuerzas y coaliciones, 13escaños. La mayoría de los departamentos perdieron representación, entanto que las antiguas intendencias y comisarías, ahora departamentos, en-traron con dos representantes cada uno. El Partido Liberal, que en la elecciónconstituyente obtuvo el 25 por 100, subió al 56 por 100; cuarenta y tressenadores fueron elegidos por cociente y 57 por residuo; los movimientosreligiosos de diferentes denominaciones lograron tres escaños en el Senado;los indígenas, cuatro; la Unión Patriótica, un senador, y, como la izquierdaen el mundo, está en agonía.

El politólogo francés Pierre Gilodhes, además, agrega a este análisis elhecho de que el pasado debate electoral demostró la inexistencia de partidos;para él, fueron reemplazados por clubes de amigos que coinciden en el colorideológico, pero sin estar sometidos a ninguna disciplina. Para remediar estemal, Gilodhes sugiere para los próximos comicios las listas únicas en elcontexto de una ley de partidos.

X. CONCLUSIÓN

La Constitución de 1886 giró en torno a la separación entre las tres ramasdel poder público. La nueva Constitución de 1991 gira en torno al ciudadano.

(29) La abstención es un mal endémico de la democracia colombiana. Su existencia hahecho correr regueros de tinta en los exhaustivos análisis que sobre dicho fenómeno se hanrealizado a lo largo de toda la historia política colombiana.

198

Page 207: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Esta es su espina dorsal. Tres aspectos hacen diferir la Constitución de 1886con la Constitución de 1991:

1.° Hay un nuevo marco amplio de derechos y garantías.2.° Se establecen instrumentos de vigorosa participación política del ciu-

dadano común a través de las consultas, referendums y la revocatoria del man-dato de sus representantes.

3.° La nueva Carta armoniza la acción entre los poderes en beneficio dela comunidad.

En esta Constitución los derechos adquieren contenido y fuerza. Losderechos han dejado de ser simples declaraciones o abstracciones y se hanvuelto poderes en cabeza de cada individuo. La Constitución ha previstovarios instrumentos para que todos los jueces se conviertan en guardianes delos derechos. Uno de los recursos es la tutela, que con su entrada en vigorestá colapsando la justicia colombiana; el Consejo de Estado, la Corte Supre-ma e incluso la Corte Constitucional han recibido unas masivas acciones detutela (30).

La nueva Constitución ha sido concebida como un documento viviente,siendo la Corte Constitucional su impulsora.

La creación de la figura del Defensor del Pueblo, personaje con entidadnacional, permitirá poner coto a la arbitrariedad de la administración, publi-cando informes, haciendo una evaluación y sugiriendo acciones para el Eje-cutivo, el Congreso y la misma ciudadanía.

La renovación del Congreso permitirá que todos los colombianos se sientanrepresentados en él una vez depurados los vicios que, como los auxilios y elturismo parlamentario, empañaron sus logros ante la opinión pública.

En cuanto al Ejecutivo, el Presidente sigue siendo el único representantede la nación, el permanente interlocutor del pueblo. Aun cuando se le hayandado nuevas funciones al Congreso, el Ejecutivo no se ha debilitado, sinoque, por el contrario, se ha restablecido un sano equilibrio entre los PoderesPúblicos.

Hasta aquí el análisis de la nueva Constitución colombiana, producto dela esperanza en la construcción de un país mejor y más justo, donde cadacolombiano se sienta partícipe de esa construcción en el contexto de unaRevolución Pacífica.

(30) El Decreto 2.591 de 1991 desarrolló esta norma constitucional.

199

Page 208: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

RESULTADOS ELECTORALES

(27 de octubre de 1991)

COMPOSICIÓN DE LAS 27 GOBERNACIONES (31)

VotosARAUCA

1 Alfredo Colmenares Chía (Liberal) 13.7052 Marcos A. Ataya (Coalición UP) 13.593

ANTIOQUIA

1 JuanGómezM.Conservador(Mv.Ant.U.) 244.3852 Bernardo Guerra Sema (Liberal) 128.556

ATLÁNTICO1 Gustavo A. Bell Lemus (Coalición)2 Pedro Martín-Leyes (Liberal)

BOLÍVAR

1 Carlos J. Mendívil Ciodaro (Liberal)2 Luis Eduardo Piñeres V. (Coalición)

BOYACA

1 Alfonso Salamanca Ll. (Liberal)2 José B. Perilla Pineros (PCC)

CALDAS

1 Pilar Villegas de Hoyos (PCC)2 Adriana G. de Gaviria (Conv. N. Caldas)

CAUCA

1 Tesmístocles Ortega N. (Liberal)6 Darío Sandoval Lasso (Liberal)

CAQUETA1 Gabriel Sandoval Lasso (Liberal)2 Luis A. Serrano (Mov. Integ. Reg.)

CASANARE

1 Osear L. Wilches Carreño (Liberal)2 Alí de J. Dalel Barón (Liberal)

CESAR

1 Lucas Segundo Gnecco Cerchar (Liberal)2 Alfonso de Jesús Campo (Conv. Democr.)

CÓRDOBA

1 Jorge Elias Manzur Jattin (Liberal)2 Rodrigo García Caicedo (Coalición)

143.225129.370

115.37167.874

60.10152.239

104.96589.750

42.30838.199

16.43413.924

11.87310.754

50.82048.956

59.13757.646

CHOCO

1 Antonio Herádito Maya C. (Liberal)2 Bemardino Becerra R. (Liberal)

CUNDINAMARCA

1 Manuel Infante Braiman (Liberal)2 Octavio Acosla Sánchez (PCC)

HUILA

1 Julio Enrique Ortiz Cuenca (Liberal)2 José Antonio Gómez Hermida (Coalición)

LA GUAJIRA

1 Jorge E. Ballesteros Bernier (Liberal)2 Luis Eduardo Gómez Pimienta (AD M-19)

MAGDALENA

1 Miguel Pinedo Vidal (Liberal)2 Víctor Dangond Noguera (Liberal)

META

1 Ornar Baquero (Conserv. M. Civ. Popular)2 Jesús M. Suares L. (Lib. de consenso)

NARIÑO

1 Alvaro Zarama Medina (PCC)2 Raúl Delgado Guerrero (AD M-19)

NORTE DE SANTANDER

1 Alvaro Salgar Villamizar (Liberal)2 Luis Vicente Serrano Silva (PSC)

QUINDIO

1 Mario Gómez Ramírez (Liberal)2 Ancízar López López (Liberal)

RJSARALDA

1 Roberto E.Gálvez Montealegre (Liberal)2 Jaime Escobar Vallejo (PCC)

SAN ANDRÉS

1 Simón González R. (Mov. Pop. Caribe)2 Alvaro Archbold Manuel (Liberal)

Votos

12.40010.575

71.62454.792

60.45854.440

24.35519743

63.61821.050

46.04026.883

69.64256.800

55.43731.374

37.68132.611

60.36425.164

8.5984.700

(31) Registraduría del Estado Civil.

200

Page 209: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

SANTANDER1 Juan Carlos Duarte Torres (Coalición)2 Julio A. González Reyes (Coalición)

SUCRE1 Edgar Enrique Martínez R. (Liberal)2 Miguel Ángel Nule Amín (Liberal)

TOLIMA1 Ramiro Lozano Neira (Liberal)2 Ricardo Ramírez Osorio (Liberal)

113.629112.179

41.72615.200

88.85630.957

VALLE1 Carlos Holgún Sardi (PCQ2 Federico Reogifo Vélez (Liberal)

PUTUMAYO1 Segundo Salvador Lasso Gómez (MSN)2 Carlos Enrique Villoü Delgado (Liberal)

Votos

120.15294.000

11.2692.701

AD M-19: Alianza Democrática M-19 MSN: Mov. de Salvación Nacional PCC: Partido Conservador Colombiano PSC: PartidoSocial Conservador PST: Partido Soc. de los Trabajadores. UC: Unión Cristiana UP: Unión Patriótica.

C O M P O S I C I Ó N D E L A C Á M A R A D E R E P R E S E N T A N T E S

(Indígenas , cristianos y regionalistas en la Corporación) ( 32 )

AMAZONASNombre

Ruiz.JoséMarín, Melquisedec

ANTIOQUIANombre

Estrada Villa, JoséAlvarezS.,EduardoGonzález N , JorgeHiguitaR.,BenjamínQuiceno A , GloriaUribe Escobar, MarioCorrea González, LuisNichollsS.,JoséCórdoba, PiedadPérez García, CésarGavina Correa, GonzaloVelásquez Arroyave, ManuelUribe Márquez, JoséVélez, GuillermoCastrillón Roldan, JuanForonda Pimienta, AlbertoBedoya Hoyos, Jairo

Volos

1.9531.768

Votos

85.878

37.69536.72833.30628.19824.78721.17216.51816.38713.93113.76313.71613.36412.91812.531

Movimiento

LiberalLiberal

Movimiento

LiberalLiberalLiberalOtrosADM-19LiberalConservadorConservadorLiberalLiberalLiberalConservadorLiberalConservadorConservadorLiberalUP

ARAUCANombre

Jaimes O., AdalbertoSarmiento B , Octavio

ATLÁNTICONombre

Espinosa, ManuelSaravia Better, ArturoBerdugo, HernánAcostaB, GabrielLébolo, EmilioTarud, MoisésRosales, Ricardo

BOLÍVARNombre

BenedettiV., AlvaroPérez Martínez, RafaelBorre Hernández, RafaelBarraza salcedo, RodrigoLópez Cossío, AlfonsoTinoco Bossa, Eduardo

Votos

6.4515.292

Votos

33.29932.07625.24122.49922.25818.33713.253

Votos

29.27025.33221.8041696416.59016.356

Movimiento

LiberalUP

Movimiento

ADM-19LiberalLiberalConservadorOtrosLiberalLiberal

Movimiento

LiberalConservadorLiberalConservadorLiberalLiberal

( 3 2 ) Registraduría del Estado Civi l .

201

Page 210: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

BOYACANombre

Rojas Jiménez, HéctorTorres Barrera, CamiloRodríguez M., SilvanoReyna Corredor, JorgeLópez Nieto, PedroRueda Maldonado, José

CALDASNombre

GaravitoH., Rodrigo

tcnevem r., uuiooEstrada de Gómez, DiliaOcampo Ospina, GuillermoSierraGrajales, Luis

CASANARENombre

CalaHelíChávezGimberna

CAUCANombre

Papamija Diago, JesúsVergara Mendoza, CésarChaux Mosquera, Juan JoséCarvajal Gómez, Jesús

CESAR

Nombre

Ñamen Rapalino, FelipeRincón López, LuisMatos Barrero, AlfonsoCastro Daza, Guillermo

CÓRDOBANombre

Jattin Safar, FranciscoLaraArjona, JaimeManzurAbdala, JulioSánchez Arteaga, Fredy

Votos

27.26025.95321.13419.70919.11118.732

Votos

39.261

27.28622.44419.709

Votos

10.1779.245

Votos

23.60217.98014.16412.350

Votos

15.56314.58713.85013.371

Votos

36.20224.02520.34814.331

: Movimiento

LiberalConservadorConservadorLiberalLiberalMSN

Movimiento

LiberalLiberalConservadorConservadorMSN

Movimiento

LiberalLiberal

Movimiento

LiberalLiberalLiberalMSN

Movimiento

LiberalADM-19OtrosLiberal

Movimiento

LiberalLiberalConservadorLiberal

CUNDINAMARCANombre

Sánchez Ortega, CamiloAnzola Toro, HéctorGóngora, FemandoGuerrero, FélixOrtegónA.FélixPetroU, GustavoDanielsG.Martha

Nombre

Lozano Osorio, IvánAldana, Ismael

GUAINIANombre

Ortiz, GracielaBrito, Guillermo

GUAVIARE

Nombre

López, OsearRojas, Hernando

HUILANombre

Villalba Mosquera, Ro-drigo

García Cabrera, JesúsCabrera, JorgeBahamón, Julio

GUAJIRANombre

Velásquez, TomásDuran Antenor

Votos Movimiento

26.790 Liberal16.434 Liberal15.041 Conservador14.386 Conservador13.369 Liberal12.630 ADM-1911.806 Liberal

Votos Movimiento

5.049 Coalición4.779 Conservador

Votos Movimiento

1.541 Conservador813 Liberal

Votos Movimiento

833 MSN749 Liberal

Votos Movimiento

24.157 Liberal23.735 Otros15.249 Conservador12.865 Liberal

Votos Movimiento

12.969 ADM-1911.824 Liberal

202

Page 211: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

MAGDALENA

Nombre

Vives Menotti, Juan

Corles, Micael

Pomárico, Armando

Duran, Alex

Guardiola, Aroldo

META

Nombre

Infante L , Ariel

Gutiérrez, Leovigi

Gutiérrez G., Agustín

NARIÑO

Nombre

Rosero Ruano, Jesús

Pérez Bonilla, Luis

Salazar, Franco

Martínez, Darío

Escrucería, Jaime

NORTE DE SANTANDER

Nombre

Chávez, Guillermo

Camargo, Rafael

Celis Gutiérrez, Carlos

Villami zar, Basilio

Buenahora, Jaime

PUTUMAYO

Nombre

Mora, Mesías

Hórez, Gilberto

QUINDIO

Nombn

García, Lucelly

Valencia Díaz, Luis

García, Néstor

Votos

25.12921.67119.25116.17010.213

Votos

26.678

12.983

10.828

Vaos

34.555

27.197

24.424

22.173

18.366

Votos

17.709

17.458

16.794

15.608

15.095

Votos

11.050

9.559

Votos

18.060

12.232

12.191

Movimienlo

Liberal

Conservador

Liberal

Liberal

ADM-19

Movimienlo

Liberal

Conservador

MSN

Movimiento

ADM-19

Liberal

Conservador

Liberal

Liberal

Movimiento

MSNADM-19

Liberal

Liberal

Liberal

Movimiento

MSNLiberal

Movimiento

Liberal

Liberal

ADM-19

R1SARALDA

Nombre

Patino Amariles, Diego

Rivera Salazar, José

Hurtado, Juan

MejíaM.,María

SAN ANDRÉS

Nombre

Gallardo, Julio

García, Ana

SANTA FE DE BOGOTÁ

Nombre

LucioE., Ramiro

ArtunduagaR., Jesús

Camacho, Roberto

Pedraza, Telesforo

Gutiérrez, Marco

Gaitán, Carlos

Castro C , José

AriasR.,Jaime

Ocampo, María

Ñame Vásquez, Iván

morales, viviajic

Clopatofsky, JairaJamioy.José

Guevara, Edmundo

Carrizosa, Melquíades

MartinezguerraG.

Rincón, Mario

Cepeda Vargas, Manuel

SANTANDER

Nombre

Mendoza, Luis

Torres, Aquiles

Andrade, Arístides

Ardila, Carlos

Carrizosa,Jesús

Sedaño,Jorge

González, Carlos

Votos

38.424

18.67315.680

Votos

5.604

5.595

Votos

59.443

39.501

32.402

28.294

27.085

25.909

24.848

23.040

17.986n 4111 /.tj!

15.592

15.364

13.343

12.592

12.117

11.500

10.932

Votos

59.219

43.134

29.619

26.937

26.670

26.021

' Movimiento

Liberal

Liberal

Conservador

Liberal

Movimiento

Otros

Liberal

Movimiento

ADM-19

ADM-19

MSNConservador

Liberal

Liberal

Liberal

Conservador

Liberal

Otros

cnMidiia

OtrosOtros

Liberal

Conservador

Otros

Conservador

UP

Movimiento

Liberal

Liberal

Liberal

Liberal

MSNOtros

ADM-19

203

Page 212: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

SUCRENombre

García, AlfonsoGuerra, CésarSilgado, Carlos

TOLIMANombre

üribe, AlfonsoDechner, HéctorGarcía, CarlosNeira, MaximilianoHuertas, GermánAlarcón, Ricardo

VALLENombre

Navarro W , RafaelPérez, JaimeMotoa, MiguelEspinosa, Yolima

Voios

2974014.168II . I I I

Volos

28.55120.61917.92416.64614.00311.017

Volos

54.341

43.51439.836

Movimiento

LÍDERLiberalLiberal

Movimiento

LiberalPSCLiberalMSNLiberalLiberal

Movimiento

ADM-19ADMI9LiberalLiberal

Sombre

Murgueilio, FranciscoMontenegro, CamiloRomero, JairoTello, FemandoMejía, AlvaradoQuintero, RafaelBustamante, MaríaChavarriaga, JairoSaavedra, Carlos A.

VAUPESNombre

González, AlfonsoLeón, Harold

VICHADA

Nombre

Torres, HernánGonzález, Jaime

Voios

24.03520.91420.32919.96719.00717.24415.27013.65812.517

VolO!

703702

Votos

502344

Movimiento

UPCLiberalPSCLiberalOtrosOtrosLiberalOtrosMSN

Movimiento

LiberalMSN

Movimiento

LiberalLiberal

204

Page 213: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

SENADORES ELEGIDOS Y PUESTOS POR COCIENTEY RESIDUO (33)

Nombres cabrias de lisia

Grave Leovenherz, VeraBonnet, PedroAlbornoz, CarlosGutiérrez, BernardoLasema, MarioBustamante, EveriChávez, EduardoMoreno, SamuelPalacio, AníbalPastrana Arango, AndrésHernández,JorgeBlum, GaudiaCepeda, EfraínSanín, ClaraRuiz, JaimePizano, EduardoGalvis, GustavoBurgos, JaimeGómez Hurtado, EnriqueSojo.JoséR.Marín, RodrigoMeló, GabrielValencia, JorgeMontoyaPuyana, AlbertoSerrano, HugoHenríquez Gallo, Jaime deLondoño, DaríoLondoñoCapurro.LuisTrujilloJ, RenánRueda Guarín, Tilo E.Villarreal, TiberioTurbay Quintero, JulioVives, EdgardoBarco, Víctor RenánGonzález, FranciscoMendoza Ardua, FemandoÁngel Mejía, Juan G.Blackbum.José

Votación Eligeobtenida cociente

Votos de Elige

residuo residuo

408.111 44.455

406.665 43.009

214.182 32.354

Total

elegidosMovimitiuo

M-19

FD

100.134

82.319

74.355

73.534

72.512

69.386

61.89461.13760.149

2

1

1

1

1

1

111

9.220

36.862

28.898

28.077

27.055

23.929

16.43715.68014.692

0

1

I

1

1

1

000

2

2

2

2

2

2

111

MS

Liberal

Liberal

Liberal

Liberal

Liberal

Liberal

CristianoLiberalLiberal

(33) Registraduría del Estado Civil. Pese a que la Registraduría indica que el número desenadores liberales es de 56, la suma por partidos señala 58 curules.

205

Page 214: Número 79

KI.VYRA KI.KNA PABON TARANTINO

Nombres cabrias de lisia

UribeVélez, AlvaroCharAbdala.FuadSegovia, RodolfoRodríguez Vargas, G.Motta, HernánYepes Álzale, OrnarEspinosa Faciolince, C.Bolero Cea, FemandoTurbay Turbay, DavidGiraldo Hurtado, LuisSantofimio Botero, A.Ñame Terán, JoséCorssi Otárola, CarlosGarcía Romero, JuanValencia Cossío, FabioLosada Valderrama.R.Salcedo Baldión, F.Gerlein Echevarría, R.Suárez Burgos, HernandoEspinosa Jaramillo.G.Forero Feiecua, R.PavaCamelo, AlvaroLópez Cabrales, JuanGechem Turbay, JorgeEscruceríaManzi.S.Guerra de la EspríellaIzquierdo de RodríguezEl íasNader, JorgeVargas Suárez, JaimeVásquez Velásquez, 0 .Echeverri Jiménez, A.González Narváez.H.Jaramillo Martínez, G.BetacourtdeLiska.R.Iragorri Hormaza, AurelioVélezTrujillo, LuisAraújo Noguera, AlvaroVillegas Díaz, DanielLatorre Gómez, AlfonsoPinillos de Ospina, ClaraAmador Campos, RafaelCuéllar Bastidas, ParmenioSorzano Espinosa, LuisÁngulo Gómez, GuillermoCruz Velasco, María I.

Ví>/|/I7f»ll

óblemela

59.45557.67157.62657.01856.10255.09754.93154.85249.91149.81849.75847.93646.64344.67244.19843.05142.99942.19140.74740.63940.35240.04438.45238.00335.69835.65433.98333.70633.41432.790•30.85329.97729.59629.59229.37028.63828.49728.34828.25528.06226.36426.13726.03225.75325.653

Elige

anienie

0000000000000000000000000000000

c

resillan

13.99812.21412.61911.56110.6459.6409.4749.3954.4544.3614.3012.479'1.186

44.67244.19843.05142.99942.19140.74740.63940.35240.04438.45238.00335.69835.65433.98333.70633.41432.79030.85329.97729.59629.59229.37028.63828.497'28.34828.25528.06226.36426.13726.03225.75325.653

Eligeresiduo

0000000000000

Total . ., . , Movimiento

elegidos

1 LiberalLiberalConservadorConservadorUPConservadorLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLaicoLiberalConservadorLiberalLiberalConservadorLiberalLiberalLiberalConservadorLibera]LiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalConservadorConservadorLiberalMetapolíticoLiberalLiberalLiberalConservadorLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalConservadorConservador

206

Page 215: Número 79

COLOMBIA Y SU REVOLUCIÓN PACIFICA

Nombra cabaos de liitú

Rodríguez deC.CIaudiaAngarita Baracaldo, AlfonsoDájerOiadid, GustavoPanchano, GuillermoPeláez Gutiérrez, HumbertoGrisales Grisales, SamuelFernández Aguilera, GermánCalderón Sosa, JairoNavarro Mojica, José R.Castro Borja, HugoNaderNader, SalomónEcheverri Coronado, HernánAcosta Medina, AmílcarMosquera Mesa, RicardoMolano Calderón, EnriqueDíaz Granados, JoséVlatus Torres, Elias A.

Totales

Circunscripción especial (indígenas)

Tunubalá, FloroMuyuy, Gabriel

Votación

obtenida

24.96024.59923.39023.31922.92422.65922.58322.38322.33621.80521.12821.07320.76820.62720.41219.90819.047

4.545.760

Eligecociente

00000000000000000

43

VolOide Elige Totalresiduo residuo elegidos

24.96024.59923.39023.31922.92422.65922.58322.38322.33621.80521.12821.07320.76820.62720.41219.90819.047 1

57 100

Mcnvntmw

P.Crisl.LiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalLiberalConservadorLiberalConservadorLiberalLiberalLiberalLiberalConservador

BIBLIOGRAFÍA

ACEVEDO RESTREPO, Delfín: Instituciones políticas colombianas, Medellín (Colom-bia), Editorial Bedout, 1968.

BETANCOURT, Belisario, y SAMPER PIZANO, Ernesto: La abstención, Bogotá (Colom-bia), Fondo Editorial ANIF, 1980.

DÁVILA, Andrés, y LEAL BUITRAGO, Francisco: Clientelismo. El sistema político y suexpresión, Bogotá (Colombia), Regional Tercer Mundo Editores, noviembre 1990.

GALLEGO, Francisco Ramón, y otros: Conferencia Interamericana sobre SistemasElectorales, Caracas (Venezuela), Ed. Fundación Interamericana de Sistemas Elec-torales (IFES), 1990.

HENAO HILARON, Javier: Constitución política de Colombia, Bogotá (Colombia), Edi-torial Temis, segunda edición, 1979.

HERNÁNDEZ DE SERRA, Augusto: Régimen electoral colombiano, Universidad Externa-do de Colombia, 1986.

207

Page 216: Número 79

ELVYRA ELENA PABON TARANTINO

JIMÉNEZ LLANA-VEZGA, Luis Enrique: El pensamiento liberal de las Constitucionescolombianas, Bogotá (Colombia), Intermedio Editores, 1990.

LATORRE RUEDA, Mario: Hechos y crítica política, Bogotá (Colombia), EmpresaEditorial Universidad Nacional de Colombia, 1986.

— Política y elecciones, Bogotá (Colombia), Universidad de los Andes, Facultad deArtes y Ciencias, Departamento de Ciencias Políticas, 1980.

LEAL BUITRAGO, Francisco, y ZAMOS C , León: Al filo del caos. Crisis política enColombia de los años ochenta, Bogotá (Colombia), Tercer Mundo Editores, no-viembre 1990.

LLERAS RESTREPO, Carlos: Mensaje presidencial, tomo VI, anexo 1.°, vol. 2, Bogotá(Colombia), Imprenta Nacional, 1967.

MEYER, Lorenzo, y REINA, José Luis: Los sistemas políticos en América Latina,Ciudad de Méjico (Méjico), Siglo XXI Editores-Universidad de las Naciones Uni-das, 1989.

PECAUT, Daniel: Crónicas de dos décadas de política colombiana (1968-1988), Bogotá(Colombia), Siglo XXI Editores, 1989.

PÉREZ ESCOBAR, Jacobo: Constitución política colombiana (Textos comentados), Bo-• gota (Colombia), Librería Horizonte, 1971.

RAMÍREZ TOBÓN, William: Estado, violencia y democracia, Bogotá (Colombia), TercerMundo Editores, 1990.

RINCÓN BALLESTEROS: Genealogía e ideología del Estado liberal, Bogotá (Colombia),Intermedio Editores, 1990.

SACHICA, Luis Carlos: Constitución política de la República de Colombia, 1991.Comentada y titulada, Bogotá (Colombia), Biblioteca Jurídica Diké, 1 de agostode 1991.

URIBE VARGAS, Diego: Las Constituciones, Madrid, Editorial Cultura Hispánica, 1977.VÁZQUEZ CARRIZOSA, Alfredo: Betancourt y la crisis nacional, Bogotá (Colombia),

Ediciones Aurora, 1986.VARIOS AUTORES: Asamblea Constituyente, ¿dilema jurídico o político?, Bogotá (Co-

lombia), Editorial Universidad Nacional, 1991.

208

Page 217: Número 79

NOTAS

NOTAS ACERCA DEL GOBIERNOCOMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICAEN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978

(En especial su incidencia en el ejerciciode las potestades normativas)

Por JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

SUMARIO

1. P L A N T E A M I E N T O . — I I . GOBIERNO Y PODER EJECUTIVO.—II I . Á M B I T O DE LA COMPE-

TENCIA GUBERNAMENTAL DE DIRECCIÓN POLÍTICA. IV. L A PARTICIPACIÓN DEL GO-

BIERNO EN LA POTESTAD LEGISLATIVA DEL E S T A D O : 1. La iniciativa legislativa.

2. La elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. 3. Normas del Gobier-no con rango de ley.—V. LA FUNCIÓN EJECUTIVA Y LA POTESTAD REGLAMENTARIA.—

VI. CONCLUSIÓN.—NOTA BIBLIOGRÁFICA.

I . PLANTEAMIENTO

El artículo 97 CE establece que «el Gobierno dirige la política interior yexterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce lafunción ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitucióny las leyes». El objeto de las siguientes líneas es aportar algunas reflexionessobre el sentido de esta competencia gubernamental de dirección política.

Como cuestión previa hemos de reconocer que el Gobierno aparece comoun órgano constitucionalcontextualizado en el marco de una estructura parla-mentaria racionalizada y en el seno de un Estado social y democrático deDerecho, aspectos ambos que determinan su posición constitucional y quenos permiten afirmar que resulta insuficiente su configuración como meropoder ejecutivo.

209

Page 218: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

Por el contrario, el Gobierno se nos presenta como un auténtico directorde la política estatal, que influye en la composición y funcionamiento deotros órganos constitucionales y, por consiguiente, en la formación de suvoluntad, especialmente en relación con las Cortes Generales, como institu-ción representativa del pueblo español, cuyo producto típico, la ley, vendrá,así, determinado por el papel directivo del Gobierno.

Sin embargo, el interés cada vez más evidente que plantea el estudio dela dirección política que ejerce el Gobierno choca, a mi juicio, con un escollo:determinar cuál es el significado, ámbito y límites de esta competencia. Dichocon otras palabras, se trata de determinar si el artículo 97 define una «funciónde gobierno» de difícil configuración jurídica e incluso ajena al derecho, obien reconoce el papel directivo que corresponde al Gobierno, pero en todocaso sujeto al ordenamiento jurídico y de entrada a la misma Constitución,lo cual nos llevaría a defender la idea de que aquel artículo define, siguiendola tesis de Ignacio de Otto, la posición constitucional del Gobierno, con loque entonces el problema se traslada a determinar los instrumentos con quecuenta para realizar esa dirección política y las condiciones en que la efectúa,desde un punto de vista jurídico.

Por otro lado, hay que reconocer que el estudio del Gobierno presentauna dificultad añadida: el cierto oscurantismo que rodea la toma de decisionesgubernamentales, en el sentido de que sabemos que se plasma en el ejerciciode una facultad o competencia, pero el proceso interno de debate o deliberación—si es que lo hay— no trasciende a la opinión pública.

De cualquier forma, la dirección política que el artículo 97 CE atribuyeal Gobierno habrá de ser aprehendida por el intérprete como una manifestaciónde la normatividad constitucional: se dirige desde la Constitución. Por consi-guiente, dicho artículo define en esencia un status que le corresponde alGobierno; pero los exponentes concretos de esa dirección deberán rastrearsea lo largo de todo el texto constitucional, sin perjuicio de que encontremostambién concreciones en otros ámbitos o niveles del ordenamiento jurídico.Además, en la medida en que no vulneren la Constitución, deberemos admitirla existencia de manifestaciones directivas que tendrían su apoyo directamenteen el mismo artículo 97 CE (por ejemplo, una declaración programática a losmedios de comunicación).

A este nivel de la exposición, hemos de admitir dos importantes presupues-tos: a) que para comprender el peso específico del Gobierno en el sistemaconstitucional español hay que superar una visión excesivamente estrecha dela legitimidad democrática de los órganos constitucionales, que desborde alas Cortes Generales y que afecte también al Gobierno, especialmente pormedio de su presidente, que tiene su fundamento explícito en el artículo 1.2

210

Page 219: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

CE, y b) que la dirección política del Gobierno no puede configurarse comouna actividad libre, sin sujeción ni control, ya que se desenvuelve dentro delos límites constitucionales, que le vinculan positivamente, como a cualquierpoder público (artículo 9.1 CE).

Por otro lado, para una cabal comprensión de la dirección política guber-namental , no hay que olvidar que en nuestro sistema parlamentario el Gobiernose constituye una vez el presidente del mismo ha obtenido el voto de inves-tidura del Congreso de los Diputados (artículos 99 y 113 CE). A partir deeste dato, el presidente del Gobierno, que además viene definido como directory coordinador de la acción del colegio gubernamental (artículo 98.2 CE),será quien goce formalmente de auténtico protagonismo a la hora de definirla orientación del Gobierno. Debemos, pues, matizar la afirmación de que elGobierno dirige la política desde el reconocimiento de su estructura y funcio-namiento internos, en los que sin perjuicio de su carácter colegiado destacala preeminencia del presidente. En línea con esta lógica, la Constituciónasigna determinadas competencias específicamente al presidente (por ejemplo,presentación de una cuestión de confianza, interposición de un recurso deinconstitucionalidad) y otras al Gobierno como tal (por ejemplo, aprobaciónde un proyecto de ley en el Consejo de Ministros, ejercicio de la potestadreglamentaria).

Desde un punto de vista dinámico, la dirección política^del Gobierno tienesu base en la investidura del presidente y se ejerce en la medida en que cuentacon el apoyo parlamentario. De esta manera, las Cortes Generales participanen la orientación política del Estado. Ahora bien, el estudio de la competenciade dirección política que el artículo 97 CE atribuye al Gobierno puede llevarsea cabo desde dos grandes ópticas: una, que parta del análisis de los órganosconstitucionales y de sus competencias respectivas; otra, que responda a unaperspectiva más «politológica» y que se base en la existencia dentro delrégimen parlamentario de una mayoría encargada de desarrollar un programapolítico (la mayoría parlamentaria-gubernamental), que desborda una consi-deración estrictamente formal de las atribuciones de los órganos constitucio-nales. Pienso que una perspectiva de Derecho constitucional no puede perderde vista la configuración concreta del ámbito competencial de los diferentesórganos, sin perjuicio de que pueda apoyarse en la segunda de las perspectivascitadas en aras de obtener una explicación realista del funcionamiento prácticodel sistema parlamentario. En este orden de cosas, quisiera recordar aquí unapercepción que Mirkine-Guetzevitch ya planteó en los años veinte: la incorrec-ción de concebir el parlamentarismo como un instrumento de lucha contra elGobierno, sosteniendo una colaboración entre Parlamento y Gobierno porqueambos son órganos que emanan del pueblo, puesto que han sido elegidos

211

Page 220: Número 79

JUAN I.UIS PÉREZ FRANCESCH

tanto uno como el otro para la realización de un programa político en eldesarrollo del cual el Gobierno ejerce un papel predominante.

II. GOBIERNO Y PODER EJECUTIVO

En este contexto, el artículo 97 CE asigna al Gobierno una genéricacompetencia de dirección política tanto en el ámbito interior como exterior,así como sobre la Administración Pública, junto a la función ejecutiva y lapotestad reglamentaria. La posición doctrinal dominante (Otto, Espín, AlvarezConde) entiende que en dicho precepto constitucional no se están detallandodos funciones gubernamentales, una de gobierno y otra ejecutiva, sino que,por el contrario, aquel primer inciso lo que hace es definir un status directivoal Gobierno entre los órganos constitucionales, que no tiene por qué contra-ponerse a la función, ejecutiva. Sin entrar ahora en la polémica sobre si éstacomprende la potestad reglamentaria o bien se pueden conceptuar como com-petencias diferentes, considero que las facultades directivas que el artícu-lo 97 CE atribuye al Gobierno permiten al intérprete concebir a este órganode manera diferente al tradicionálmente llamado poder ejecutivo, no sóloporque su actividad no se reduce a ejecutar la ley, sino porque su posiciónconstitucional le permite guiar la política del Estado, dentro de lo cual entraimpulsar la aprobación de la ley por el Parlamento.

Es precisamente en el ámbito de la potestad legislativa del Estado dondese manifiesta más claramente la dirección política gubernamental, porque sibien en nuestra Constitución proliferan las reservas de ley para regular deter-minadas materias —como atributo formal de las Cortes Generales—, siguien-do a Pérez Royo podemos afirmar que hoy quien realmente legisla es elGobierno, limitándose las Cámaras a corregir las iniciativas gubernamentales,siendo, por consiguiente, dificultoso impedir la realización efectiva de dichainiciativa, es decir, su plasmación en ley formal. Hemos de admitir, por tanto,que la relación entre Parlamento y Gobierno ha sufrido un notorio cambio sila comparamos con el esquema del parlamentarismo clásico. Hoy no cabeconcebir al Gobierno como una especie de comité del Parlamento que actúaen su nombre a partir de una habilitación concreta, como sostenía Carré deMalberg. Cambio que ha afectado a la posición de la ley en el ordenamientojurídico, que no responde a una pretendida voluntad general rousseaunianaatravesada por la nota de la armonía social, sino más bien a un interésprevalente que responde a la mayoría política dirigida por el Gobierno, quese impone como tal previa discusión parlamentaria y delimitada formal ymaterialmente por la Constitución.

212

Page 221: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

Por otro lado, desde el punto de vista de una concepción normativa de laConstitución no puede defenderse coherentemente la existencia de una «fun-ción de gobierno» propia o exclusiva tal como se configuró bajo la etapa dela monarquía constitucional, concebida como una parte de la actividad delpoder ejecutivo, formado por el rey y sus ministros, actividad totalmente librerespecto de la ley y diferenciada de la otra facultad que se le asignaba, queera la función ejecutiva, en este caso como actividad vinculada a la ley. Engeneral, durante la etapa de la monarquía constitucional el rey ostenta, ademásde la titularidad del poder ejecutivo, importantes competencias en el ámbitolegislativo, como la sanción de las leyes o la disolución del Parlamento.Poderes efectivos que propiciarán una «función de gobierno» en el ejerciciode su actividad, en la medida en que no vulnere determinados límites externos,normalmente aceptados por vía de pacto con los representantes de la nación.En la tradición doctrinaria dominante en el constitucionalismo decimonónicoespañol, el rey comparte la potestad legislativa con el Parlamento, consagrán-dose la fórmula de «las Cortes con el rey». El Gobierno, en este orden decosas, todavía no se configura como tal, sino como un conjunto de ministrosdel rey coordinados a lo sumo por un presidente del Consejo de Ministros—existente más por la práctica parlamentaria que por su reconocimientoexplícito en los textos constitucionales— que ejercerá el poder ejecutivo, peroque tendrá también la función de gobernar, en un sentido no necesariamentevinculado a la ley.

La progresiva emergencia del Gobierno como órgano constitucional dife-renciado de la Corona —que no se formaliza en España hasta la Constituciónde 1931, si bien la confianza parlamentaria se va afianzando desde la épocadel Estatuto Real—, junto a la sucesiva consolidación del protagonismo delas Cámaras, propiciará el desarrollo del monismo parlamentario y, en conse-cuencia, se residenciará en el Parlamento la dirección política del Estado.Experiencias constitucionales como la III República francesa o la II Repúblicaespañola, e incluso después de la segunda posguerra, Constituciones comola francesa de 1946 o la italiana de 1947 se decantan por una subordinacióndel Gobierno al Parlamento, haciendo de éste el auténtico centro del sistemapolítico.

El desarrollo, especialmente tras la segunda posguerra, de lo que SánchezAgesta ha denominado parlamentarismo condicionado ha confluido en unreforzamiento de los poderes gubernamentales y en una tendencia a asignarla facultad de dirección política al Gobierno, unido todo ello a una revisiónde la fuente de su legitimidad democrática y al valor normativo y supralegalde la Constitución. En este orden de cosas, nos encontramos con el artículo65 de la Ley Fundamental de Bonn: «El canciller fija las directrices de la

213

Page 222: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

política y asume la responsabilidad de las mismas»; el artículo 20 de laConstitución francesa de 1958: «El Gobierno determina y conduce la políticade la nación»; el artículo 158.1 de la Constitución portuguesa de 1976: «ElGobierno es el órgano de conducción política general del país.» En estecontexto hemos de citar aquí nuestro artículo 97 CE.

III. ÁMBITO DE LA COMPETENCIA GUBERNAMENTAL

DE DIRECCIÓN POLÍTICA

La Constitución española no utiliza la expresión «función de gobierno»porque el concepto de Gobierno como función, tal como se desarrolló, segúnhemos visto, bajo la monarquía constitucional y bajo el fascismo, en el sentidode una actividad ajena a los cauces jurídicos, como antítesis del derecho,como ausencia de control jurídico —a lo cual parecía responder la concepcióndominante en su tiempo sobre los actos políticos del Gobierno descritos enel artículo 2.b) LJCA—, es incompatible con el Estado constitucional. Ladirección política no es, pues, «función de gobierno». Es, eso sí, una actividadmaterial de impulso e iniciativa en el funcionamiento del sistema político quese plasma luego en el ejercicio de las funciones legislativa, ejecutiva o juris-diccional del Estado. Como actividad normada tiene su fundamento en laConstitución, que la condiciona y delimita. Sin embargo, esta actividad semanifiesta por medio de competencias diversas que exigen una interpretaciónsistemática del texto constitucional que nos permita determinar la posicióndel Gobierno.

Es precisamente esta diversidad la que hace que sea difícil su formalizaciónjurídica. En su actividad directora, el Gobierno realiza actos de naturalezaheterogénea porque, como ha indicado Pablo Lucas Murillo de la Cueva,«gran parte de la función de dirección política no puede ser juridificada, seejerce a través de actos, gestos, declaraciones, conversaciones, compromisos,decisiones de naturaleza política que no se formalizan jurídicamente», lascuales entendemos nosotros que tienen su apoyo constitucional en el propioartículo 97 CE.

De esta manera, se plantea el problema de determinar el ámbito de ladirección política, ya que, para empezar, el mismo término dirigir se nospresenta ciertamente ambiguo, requiriendo una actividad concretizadora paradesvelar su significado constitucional, porque además en el fondo todas lascompetencias gubernamentales, excepto las de estricta ejecución material,pueden considerarse de contenido directivo.

Se impone, por consiguiente, delimitar el ámbito conceptual del artícu-

214

Page 223: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

lo 97 CE. A estos efectos, si tomamos como ejemplo la doctrina italiana,podemos observar cómo no hay unanimidad al respecto. Así, Martines distin-gue tres fases en la actividad de dirección política: la teleológica (en la quese fijan los fines que se han de conseguir), la instrumental (en la que sitúalos mecanismos para su actuación) y la de realización. Galizia excluye laúltima fase, mientras que Galeotti no considera que la fase instrumental seade dirección. Por su parte, Cheli circunscribe esta actividad de direcciónpolítica a la conversión en el terreno jurídico de las directrices fijadas previa-mente.

Entre nosotros, Vi ver circunscribe la dirección política en sentido estrictoa las directrices o declaraciones programáticas, sobre las cuales sería discutibledeterminar en qué medida pueden surtir efectos jurídicos inmediatos, mientrasque Otto y López Guerra adoptan una postura más amplia, ubicándola en elejercicio de unas competencias constitucionales impulsadoras de la actuacióndel Estado.

Tratando la dirección política desde los dos puntos de vista, hemos dedecir que en primer lugar le corresponde al Gobierno establecer directricespolíticas por medio de actos como declaraciones de política general querealice el presidente o un ministro, ya sea en el marco de un debate parlamen-tario o ante los medios de comunicación, o las directrices que el presidenteda a los ministros, entre otras. Su importancia, a mi juicio, es más políticaque jurídica, en la medida en que son áreas de actividad que se mueven enlas altas esferas de la vida política, por lo que se presentan de forma proble-mática para un tratamiento dogmático-jurídico. Requieren una concreción enun acto jurídico. Por ello, parece que el constituyente, al establecer la genéricacompetencia directora del artículo 97 CE, está pensando en el status delGobierno como órgano constitucional que tiene en su mano una serie demecanismos no sólo para orientar, sino para concretar, dando una primeraaplicación a esas orientaciones que ya encontramos en el programa políticoque recibió el apoyo de la Cámara y que significan reconocerle un papelimpulsor de la dinámica estatal, como decíamos anteriormente. Esta facultadde iniciativa vendría concretada a lo largo de diferentes preceptos constitucio-nales y a ella le sigue la constatación de que el control parlamentario se ejercea posteriori, por lo que ías Cortes Generales, si bien participan de esa funciónde dirección (por ejemplo, mediante mociones o proposiciones no de ley), yespecialmente el Congreso de los Diputados, ello comporta dejar a salvo laatribución que el artículo 97 CE efectúa en favor del Gobierno.

Como manifestaciones de la dirección política que encontramos en eltexto constitucional podemos destacar las siguientes: la iniciativa legislativa,especialmente en el ámbito presupuestario; la elaboración de normas con

215

Page 224: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

fuerza de ley; la interposición por el presidente de un recurso de inconstitucio-nalidad; la titularidad de la potestad reglamentaria, con la discusión sobre elalcance de la potestad reglamentaria independiente; la dirección sobre laAdministración, con la posibilidad de nombramiento discrecional de altoscargos; facultades en relación con las Comunidades Autónomas, como elcontrol de las funciones que éstas ejerzan por asignación de una ley dedelegación del artículo 150.2 CE (cfr. artículo 153.6), el supuesto extremodel artículo 155 CE o la alegación continua en la práctica del artículo 161.2CE, que permite al Gobierno, junto a la impugnación, que la norma o dispo-sición autonómica quede en suspenso provisionalmente; el referéndum consul-tivo del artículo 92 CE, con protagonismo del presidente del Gobierno, aligual que en la presentación de la cuestión de confianza o en la disoluciónde las Cámaras; las competencias en relación a los estados excepcionales; ladirección de la política exterior, especialmente en el supuesto del artículo94.2 CE; la dirección de la defensa del Estado, etc.

En general, el problema que plantean estas competencias gubernamentalesestablecidas en el texto constitucional o en otros preceptos es el de no consi-derarlos meros actos de trámite (por ejemplo, la iniciativa legislativa), puestoque se integran en algunas de las funciones estatales (en este caso, la legisla-tiva) o en otros casos son decisiones de difícil control jurisdiccional (puestoque responden a cuestiones de oportunidad política, como la disolución delas Cámaras o la declaración de una materia como reservada y, por tanto, dedifícil acceso por la opinión pública).

A continuación hablaremos de la participación del Gobierno en la potestadlegislativa del Estado y de la titularidad de la potestad reglamentaria.

IV. LA PARTICIPACIÓN DEL GOBIERNO

EN LA POTESTAD LEGISLATIVA DEL ESTADO

1. La iniciativa legislativa

Como dijo Burdeau, legislar es gobernar. En este sentido, es hoy un lugarcomún admitir que en los sistemas parlamentarios contemporáneos la iniciativalegislativa gubernamental predomina en la práctica. Por esta vía, es obvioque se plasma en ley formal aquellas medidas que previamente se conteníanen el programa político del Gobierno. La Constitución española reconoce lainiciativa legislativa del Gobierno en el artículo 87.1 y la cita en primer lugar.El valor directivo de la iniciativa legislativa gubernamental es fácil de com-prender si tenemos en cuenta que es la forma de iniciarse el procedimiento

216

Page 225: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

legislativo en la casi totalidad de los casos y si atendemos a la regulaciónconstitucional de la misma: su prioridad en relación a las proposiciones deley (artículo 89.1 CE), los proyectos de ley son aprobados en Consejo deMinistros, que los remite necesariamente primero al Congreso de los Diputa-dos, acompañados de una exposición de motivos y de los antecedentes nece-sarios para pronunciarse sobre ellos (artículo 88 CE y artículo 109 RCD).En este sentido, la sentencia del Tribunal Constitucional (STC) 108/1986, de26 de julio, considera que el incumplimiento de dicho requisito es un defectode procedimiento subsanable si la Cámara solicita al Gobierno la documenta-ción y éste la remite e incluso se convalida si la Cámara considera que no espreciso.

Por su parte, si se trata de proposiciones de ley o enmiendas, la Mesa delCongreso las remite al Gobierno y éste puede oponerse a la tramitación detoda iniciativa parlamentartia que suponga aumento de los créditos o disminu-ción de los ingresos presupuestarios (artículo 134.6 CE, artículo 126.2 RCDy artículo 151 RS). Los proyectos de ley, además, no pasan el trámite de latoma en consideración por el Pleno del Congreso. También, el Gobiernopuede pedir (aunque no exclusivamente) a la Mesa del Congreso que un asuntose tramite por el procedimiento de urgencia (artículo 93 RCD), y según elartículo 128 RCD, puede retirar en cualquier momento un proyecto de leyde su tramitación parlamentaria siempre que no hubiese recaído acuerdo finalsobre el mismo.

La Constitución, por consiguiente, prima a los proyectos de ley. Además,los artículos 131.2 y 134.1 reservan al Gobierno el monopolio de la iniciativalegislativa en materia presupuestaria y de planificación económica.

2. La elaboración de los Presupuestos Generales del Estado

El artículo 134 CE asigna la competencia exclusiva de elaboración de losPresupuestos Generales del Estado al Gobierno, que luego serán sometidosa examen, enmienda y aprobación por las Cortes Generales. Al Gobierno lecorresponde, por consiguiente, impulsar la política económica y social, ypara ello tiene un buen instrumento en la ley de presupuestos. En este sentido,la STC 63/1986, de 21 de mayo, ha interpretado que todo el presupuesto esley y que en consecuencia la función presupuestaria que se asigna a lasCámaras consiste en la especialidad del procedimiento legislativo.

El Presupuesto es un instrumento privilegiado de dirección política. Ellose demuestra en el mismo artículo 134 CE, apartado 5, que a partir delmonopolio en la elaboración de los Presupuestos faculta al Gobierno paraque, una vez éstos se hayan aprobado, pueda presentar otros proyectos que

217

Page 226: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCF.SCH

impliquen aumento de gasto público o disminución de los ingresos correspon-dientes al mismo ejercicio presupuestario, mientras que según el apartado 6toda proposición o enmienda que suponga aumento de los créditos o disminu-ción de los ingresos presupuestarios requerirá la conformidad del Gobiernopara su tramitación. Por su parte, el artículo 133.3 RCD afirma que «lasenmiendas al proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado quesupongan aumento de créditos en algún concepto únicamente podrán seradmitidas a trámite si, además de cumplir los requisitos generales, proponenuna baja de igual cuantía en la misma sección». Por su parte, el apartado 4dice que «las enmiendas que supongan minoración de ingresos requerirán laconformidad del Gobierno para su tramitación» (el apartado 3 es reproducidoen el artículo 149.2 RS, mientras que sobre el extremo del apartado 4 guardasilencio el RS). Algún autor, como Torres del Moral, se muestra contrario aesta ampliación de las restricciones a la actividad parlamentaria establecidasen los Reglamentos de las Cámaras, arguyendo que limitan excesivamente laautonomía de las mismas establecida en la Constitución.

También hay que mencionar que el artículo 133 RCD y el artículo 148RS conceden preferencia a la tramitación de la ley de presupuestos frente alos demás trabajos de las Cámaras.

La práctica de los últimos años ha sido la de utilizar la ley de presupuestospara introducir, junto a la previsión de ingresos y gastos, muchos otros aspec-tos que, en términos generales, podríamos denominar de medidas de políticaeconómica. De esta manera, se ha interpretado de forma laxa la distinciónentre creación y modificación de tributos, y se ha introducido en la ley depresupuestos, aparte de un núcleo propiamente dicho de materia presupuesta-ria, un conjunto de materias conexas que plantean serias dudas sobre la posibledesvirtuación de dicha ley, sustrayendo al legislador ordinario de la posibilidadde regularlas a través del procedimiento ordinario sin las prerrogativas guber-namentales en la elaboración y aprobación de la ley de presupuestos. NuestroTribunal Constitucional, si bien en la STC 84/1982, de 23 de diciembre,afirma que el núcleo de la ley de presupuestos consiste en la previsión deingresos y gastos, en sentencias posteriores (así, STC 63/1986, de 21 demayo; STC 146/1986, de 25 de noviembre; STC 65/1987, de 21 de mayo)ha admitido la existencia de materias conexas, destacando que el Presupuestoes un instrumento fundamental de la política económica y que, por consiguien-te, puede perfectamente contener materias que no son centralmente presupues-tarias. De esta manera, la concreción práctica del precepto constitucionalubicado, en el artículo 134 CE ha dado luz verde a una muestra elocuente delpapel directivo del Gobierno en nuestro sistema constitucional, aunque elpropio Tribunal Constitucional, en las SSTC 126/1987, de 16 de julio, y

218

Page 227: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

134/1987, de 21 de julio, ha advertido del peligro de una posible desvirtuación.Por último, destacaremos que por medio del proyecto de ley de planifica-

ción, el Gobierno tiene otro instrumento de dirección de la política económica,de manera relacionada con la ley de presupuestos y en los términos del artícu-lo 131.2 CE. A estos efectos, hemos de destacar la necesaria colaboraciónque deben prestar las Comunidades Autónomas, como puso de manifiesto laSTC 76/1983, de 5 de agosto.

3. Normas del Gobierno con rango de ley

Junto a la participación del Gobierno en la formación de la voluntad delas Cortes Generales expresada bajo la forma de ley, aquél goza de la facultadde dictar normas con rango de ley (decretos legislativos, artículos 82 a 85CE, y decretos-leyes, artículo 86 CE), en ambos casos sometidos a límitesy al preceptivo control parlamentario.

En cuanto a los decretos legislativos, el Gobierno ejerce esta competenciaconforme al procedimiento legalmente establecido para la elaboración de lasdisposiciones generales, que incluye el dictamen vinculante del Consejo deEstado (artículo 10.4 LRJAE y artículo 21.1 LOACE). Con el acto de publi-cación, después de la expedición por el rey con el refrendo del presidente delGobierno, se perfecciona la norma y queda agotada la delegación, que nopodrá ejercitarse de nuevo sin otra delegación expresa.

El artículo 84 CE asigna al Gobierno un papel directivo en el marco dela delegación legislativa en vigor, ya que cuando una proposición de ley oenmienda fuere contraria a dicha delegación legislativa, está facultado paraoponerse a su tramitación, si bien el mismo artículo posteriormente permitela presentación de una proposición de ley para la derogación total o parcialde la ley de delegación.

En términos generales, podemos concluir que el decreto legislativo ejerceuna importante función al servicio del intervencionismo estatal, pero comorecordó el Tribunal Constitucional en su STC 51/1982, de 19 de julio, nopuede implicar su confusión con el legislador ordinario.

Respecto al decreto-ley, regulado en los artículos 86 CE y 151 RCD, hayque tener en cuenta que emana directamente del Gobierno y que la participa-ción del Parlamento se da siempre a posteriori. Aparece, sin embargo, comouna manifestación importante de la dirección política que genéricamente es-tablece el artículo 97 CE, porque, en primer lugar, como ha indicado Santo-laya, la decisión sobre la utilización de este instrumento y las medidas concre-tas a adoptar competen en exclusiva al Gobierno, sin que exista ningún tipode control a priori por parte del Parlamento ni tampoco dictamen alguno por

219

Page 228: Número 79

JUAN LUIS PERtZ FRANCESCH

parte de órganos distintos al mismo Gobierno. En segundo lugar, los decretos-leyes son aprobados en una reunión formal del Consejo de Ministros, utilizán-dose la fórmula ritual «previa deliberación en Consejo de Ministros», perocomo no hay un Reglamento interno del Gobierno de conocimiento públicono sabemos nada más. A estos efectos, es de dudosa aplicación la LPA tantopor lo que hace referencia a la formación de la voluntad de los órganoscolegiados, ya que la preeminencia del presidente hace que en el seno delConsejo de Ministros realmente no se vote, sino que se siga el programapolítico del Gobierno que aquél dirige, ni por lo que se refiere al procedimientopara la elaboración de disposiciones de carácter general, ya que la urgenciay la necesidad provocan que no siempre puedan seguirse todos los trámitescomo los dictámenes e informes previos que garanticen la legalidad y elacierto de las normas. De ahí que, como indica Ottq, el Gobierno apruebeel decreto-ley sin ningún procedimiento específico, separándose en este sen-tido de lo que establecía el artículo 80 de la Constitución de 1931, que exigíala unanimidad del Gobierno para dictarlos. Sea como fuere, es obvio que estaunanimidad tiene que mostrarse de cara al exterior como consecuencia de ladeliberación que tiene lugar. Por último, hemos de señalar que en la prácticason expedidos por el rey con el refrendo del presidente del Gobierno por lavía del artículo 62./) CE (decretos) y no por la del artículo 62.a) CE (leyes).

Como es conocido, el Gobierno puede hacer uso de la competencia paradictar decretos-leyes siempre que se dé el presupuesto de hecho habilitante,la extraordinaria y urgente necesidad, aspecto que ha sido considerado por elTribunal Constitucional como un juicio político y en el que, por consiguiente,hay un alto grado de discrecionalidad (STC 29/1982, de 31 de mayo), aunquedebe someterse a los límites constitucionales para ser objeto de control juris-diccional por el Alto Tribunal. Se define, así, una acción normativa inmediata,más breve en los plazos que el procedimiento legislativo incluso por el pro-cedimiento de urgencia, justificada por razones de efectividad (STC 6/1983,de 4 de febrero, y STC 111/1983, de 2 de diciembre). El Tribunal Constitu-cional ha interpretado muy ampliamente tanto lo referente al presupuesto dehecho habilitante como a las materias vedadas (STC 111/1983, de 2 de diciem-bre; STC 60/1986, de 20 de mayo, y STC 3/1988, de 21 de enero).

Por último, hemos de destacar el supuesto contenido en el artículo 86.3CE en el sentido de que una vez convalidado el decreto-ley por el Congresode los Diputados, sea tramitado como proyecto de ley por el procedimientode urgencia, dando entrada entonces a la posibilidad de introducir enmiendasy de participar a ambas Cámaras. Confiere, así, al Gobierno un nuevo poder:el de convertir la legislación de urgencia en legislación ordinaria, superandolas limitaciones materiales de aquélla. El Tribunal Constitucional ha entendido

220

Page 229: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

que de esta manera cambia la naturaleza jurídica de la norma (STC 29/1982)e incluso ha sostenido que la ley posterior sustituye al decreto-ley con efectosretroactivos (STC 111/1983).

V . LA FUNCIÓN EJECUTIVA Y LA POTESTAD REGLAMENTARIA

El artículo 97 CE, junto a la dirección de la política interior y exterior,de la Administración civil y militar y de la defensa del Estado, encomiendaal Gobierno la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo conla Constitución y las leyes. En una primera aproximación a esta segunda partedel artículo citado podríamos entender que no comprende una labor directiva,sino subordinada. A mi juicio, es evidente que le compete al Gobierno llevara cabo las medidas necesarias tendentes a la ejecución de la ley, así como laevaluación e inspección; pero debe reconocerse su carácter diferenciado res-pecto de los actos de dirección, puesto que la iniciativa gubernamental seplasma en la ley, y la ejecución material, en la que interviene el Gobiernocomo órgano director de la Administración, es una consecuencia de lo anterior.No sería, por consiguiente, un acto de dirección, sino de aplicación de unadeterminada política, que tiene,/por lo demás, un reconocimiento constitucio-nal expreso.

Respecto de la potestad reglamentaria, sin entrar ahora a fondo en lasrelaciones entre la ley y el reglamento, entendemos que se configura comouna potestad originaria del Gobierno para dictar normas de rango inferior ala ley y, por tanto, que respeten la configuración normativa por aquéllarealizada (artículos 97 CE y 103.1 CE), por lo que el Gobierno no podráregular materias reservadas a la ley excepto cuando exista una habilitaciónlegal para el desarrollo de ésta, y cuando no exista reserva de ley podríandictarse reglamentos independientes que regulen ex novo por primera vez unamateria. En nuestro ordenamiento jurídico la ley puede regularlo todo, inclusoen detalle (STC 35/1982), no existiendo además una reserva de reglamento,por lo que éste puede ocuparse de todo aquello no reservado a la ley, e inclusoen este último caso podría completar la ley.

El problema de los reglamentos independientes, en aquellas materias ob-viamente no reservadas a la ley, plantea el tema de una especie de reservade poder en manos del Gobierno, producto precisamente de su status directivo,para regular aquellas materias en las que no hace falta que entre el legisladorde forma necesaria. El Tribunal Constitucional parece haber admitido enalguna ocasión esta posibilidad de los reglamentos independientes, pero node forma directa, sino más bien a propósito de exigir el cumplimiento de la

221

Page 230: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

reserva de ley y la subordinación del reglamento a aquélla (STC 58/1982, de27 de julio; STC 83/1984, de 24 de julio). La cuestión, que es profundamentedogmática, plantea, sin embargo, la urgencia de una teorización en la quequizá podría superarse la tesis mantenida por el Tribunal Supremo de restringirlos reglamentos independientes a la esfera organizativa de la Administración.Por otro lado, el Gobierno tiene las manos bastante libres en el sentido deque no es preceptivo el dictamen del Consejo de Estado, como ocurre conlos reglamentos ejecutivos. Respecto de estos últimos, hemos de mencionaraquí, para concluir, que no significan una pura reiteración de la ley, sino queinnovan el ordenamiento jurídico y, por tanto, pueden crear situaciones jurí-dicas nuevas en la medida en q[ue éstas se consideren compatibles con la leyprevia. Por consiguiente, el reglamento ejecutivo interpreta la ley para queésta sea más eficaz en su aplicación (STC 39/1982, de 30 de junio, y STC18/1982, de 4 de mayo).

V I . CONCLUSIÓN

El artículo 97 CE establece una competencia genérica de dirección políticapor parte del Gobierno que define su posición constitucional, configurándolocomo mucho más que un «poder ejecutivo». Ahora bien, al dirigir desde laConstitución, y nunca al margen de ella, observamos que esta actividad tieneun contenido multiforme que hay que ir rastreando a lo largo del texto cons-titucional. Al mismo tiempo, la dirección política se configura en gran medidacomo una competencia impulsora del funcionamiento de otros órganos cons-titucionales y especialmente del Parlamento, por lo que el producto típico deéste, la ley, vendrá considerablemente determinado por aquella actividadgubernamental, aspecto al que nos hemos ceñido en este trabajo. Por último,hay que resaltar que dirección política no puede ser «función de gobierno»,en los términos ya expuestos, y que de aquélla no se puede deducir la existenciade actos políticos concebidos como ajenos al Derecho. Política y orden cons-titucional no pueden ser categorías antinómicas, puesto que es una exigenciadel Estado constitucional la vinculación jurídica de toda actividad guberna-mental, aunque ésta pueda ser susceptible de gradaciones.

En definitiva, como ha dicho Martínez Sospedra, «recurriendo a la viejaimagen náutica, el Gobierno es el piloto que orienta la nave del Estado, pormás que el Parlamento pueda, en cada momento, establecer la carta de marear.Es, por tanto, en sede gubernamental donde se elabora, propone y en granmedida se aplica la orientación política del Estado».

222

Page 231: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

NOTA BIBLIOGRÁFICA

1. Planteamiento

Véase el planteamiento que hace IGNACIO DE OITTO: «La posición constitucionaldel Gobierno», Documentación Administrativa, núm. 188, 1980, págs. 139-182 (repro-ducido también en F. BASTIDA-R. PUNSET-I. DE OTTO: Lecciones de Derecho Consti-tucional, vol. 1, Oviedo, Guiastur, 1980, págs.335-383).

La tesis de que los exponentes concretos de esa dirección habrá que rastrearlos a10 largo de todo el texto constitucional se puede encontrar también en A. TORRES DEL

MORAL: Principios de Derecho Constitucional, \O\. 2, Madrid, Átomo, 1988, pág. 203.Sobre la investidura, cfr. el trabajo de M. REVENGA SÁNCHEZ: La formación del

Gobierno en la Constitución española de 1978, Madrid, Centro de Estudios Constitu-cionales, 1988, especialmente págs. 158-228.

En general, la doctrina italiana del indirizzo político puede tomarse como puntode referencia para una comprensión de la idea de orientación política del Estado. Sonútiles los siguientes trabajos: T. MARTINES, VOZ «Indirizzo político», en Enciclopediadel Diritto, vol. XXI, 1971, págs. 134 y sigs.; A. MANZELLA: II Parlamento, Bolonia,11 Mulino, 1977, y C. MORTATI: Istituzioni di Diritto Pubblico, Padua, Cedam, 1975.Entre la bibliografía española reciente, destacamos R. CANOSA USERA: «La actividadde orientación política. Su relevancia constitucional», REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS,

núm. 67, 1990, págs. 125-152.La concepción de la dirección política como amplia capacidad de iniciativa en la

orientación de la actividad estatal, en L. LÓPEZ GUERRA: La posición constitucionaldel Gobierno, en DIRECCIÓN GENERAL DEL SERVICIO JURÍDICO DEL ESTADO: Gobiernoy Administración en la Constitución, vol. 1, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales,1988, págs. 17-33. También del mismo autor, «Funciones del Gobierno y direcciónpolítica», Documentación Administrativa, núm. 215, 1988, págs. 15-40.

La perspectiva de la acción de gobierno centrada en la mayoría parlamentaria-gu-bemamental, en I. MOLAS e I. E. PITARCH: Las Cortes Generales en el sistemaparlamentario de gobierno, Madrid, Tecnos, 1987. También en I. MOLAS: «La opo-sición en el parlamentarismo mayoritario», Revista del Centro de Estudios Constitucio-nales, núm. 2, 1989, págs.47-64.

La cita de MIRKINE-GUETZEVICH en Nuevas tendencias del Derecho Constitucional,Madrid, Reus, 1934, pág. 202.

2. Gobierno y poder ejecutivo

La tesis de que en el artículo 97 CE no se están detallando dos funciones, una degobierno y otra ejecutiva, en I. DE OTTO: La posición..., cit., págs. 174-176; E. ESPIN,

en el trabajo colectivo El régimen constitucional español, vol.2, Barcelona, Labor,1984, pág. 242; E. ALVAREZ CONDE: £7 régimen político español, Madrid, Tecnos,1988, pág. 424; en el mismo sentido, A. GALLEGO ANABITARTE y A. MENÉNDEZ

REXACH: Artículo 97, en O.-ALZAGA: Comentarios a las leyes políticas, vol. VIII,Madrid, Edersa, 1985, pág.44; en sentido contrario, L. SÁNCHEZ AGESTA: «El Gobierno

223

Page 232: Número 79

JUAN LUIS PÉREZ FRANCESCH

y la función de gobierno en la Constitución española de 1978», Cuadernos de laFacultad de Derecho de la Universidad de Palma de Mallorca, núm. 7, 1984, pági-nas 95-110.

Identificamos los conceptos de Gobierno y Consejo de Ministros debido a lacoincidencia actual de los mismos, sin perjuicio de un desarrollo legislativo futurodiferente del actual en base a las posibilidades que parece permitir el artículo 98.1CE. Entendemos, por consiguiente, que ambos términos son sinónimos e identificanal Gobierno como órgano constitucional. Seguimos en este sentido a A. BAR: Comen-tario al artículo 100, en O. ALZAGA: Comentarios, cit., págs. 206-207, y del mismoautor: El presidente del Gobierno en España. Encuadre constitucional y prácticapolítica, Madrid, Civitas, 1983, págs. 218-219.

La cita de J. PÉREZ ROYO, en La distribución de la capacidad normativa entre elParlamento y el Gobierno, en AA. VV.: El Gobierno en.la Constitución española yen los Estatutos de Autonomía, Diputación de Barcelona, 1985, pág. 90.

La posición de R. CARRÉ DE MALBERG: Contribution a la Théorie Genérale del'État, vol. 2, París, Sirey, 1922, págs. 71 y sigs.

La denominada «función de gobierno» bajo la monarquía constitucional, enA. GALLEGO ANABITARTE y A. REXACH MENÉNDEZ: ob. cit., supra, págs. 34-37. Surelación con el principio monárquico, en I. DE OTTO: Derecho Constitucional. Sistemade fuentes, Barcelona, Ariel, 1987, págs. 128-135.

El concepto de «parlamentarismo condicionado», en L. SÁNCHEZ AGESTA: Sistemapolítico de la Constitución española de 1978, Madrid, Editora Nacional, 2.a ed., pá-gina 229.

El reforzamiento de los poderes gubernamentales y la reflexión sobre su legitimidaddemocrática, en L. LÓPEZ GUERRA: «Modelos de legitimación parlamentaria y legiti-mación democrática del Gobierno: su aplicación a la Constitución española», RevistaEspañola de Derecho Constitucional, núm. 23, 1988, págs. 71-97.

3. Ámbito de la competencia gubernamental de dirección política

La cita de P. LUCAS MURILLO DE LA CUEVA, VOZ «Gobierno», en J. J. GONZÁLEZ

ENCINAR (ed.), Diccionario del sistema político español, Madrid, Akal, 1984, pági-na 378; véase, en el mismo sentido, A. J. PORRAS NADALES: «La función de gobierno:su ubicación en un emergente modelo de Estado postsocial», REVISTA DE ESTUDIOS

POLÍTICOS, núm. 56, 1987, págs. 77-94.La opinión de C. VIVER PI-SUNYER, en Algunos problemas jurídicos en torno a

la actividad de dirección política de los ejecutivos de las Comunidades Autónomas,en AA. VV.: El Gobierno, cit., págs. 302 y sigs. Más recientemente, en Elpresidentde la Generalitat, en Comentaris a l'Estatut, vol. 3, Barcelona, Institut d'EstudisAutonómics, 1988, págs. 307-328. Los enfoques de Otto y de López Guerra en lasobras citadas anteriormente.

Las citas de la doctrina italiana pueden consultarse en el trabajo de VIVER acabadode citar, Algunos problemas jurídicos..., pág. 297, nota 1.

224

Page 233: Número 79

EL GOBIERNO COMO ÓRGANO DE DIRECCIÓN POLÍTICA

4. La participación del Gobierno en la potestad legislativa del Estado

Sobre la intervención del Gobierno en la legislación, véase I. DE OTTO: La funciónpolítica de la legislación, en AA. VV.: Parlamento y sociedad civil, Universidad deBarcelona, Cátedra de Derecho Político, 1980, págs. 42 y sigs. En general, J. PÉREZROYO: Las fuentes del Derecho, Madrid, Tecnos, 4.a ed., 1988. Sobre la ley depresupuestos, cfr. L. M. CAZORLA PRIETO: «Las Cortes Generales ante los proyectosde ley de Presupuestos Generales del Estado», Revista de las Cortes Generales, nú-mero 3, 1984. Las limitaciones a la actividad parlamentaria, en A. TORRES DEL MORAL:

ob. cit. supra, pág.192.Sobre el decreto legislativo, T. FREIXES SANJUÁN: «La legislación delegada»,

Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 28, 1989, págs. 119-176; E. ESPÍNTEMPLADO: «Separación de poderes, delegación legislativa y potestad reglamentariaen la Constitución española», Revista de las Cortes Generales, núm. 6, 1985,págs. 167-230.

Sobre el decreto-ley, cfr. P. SANTOLAYA: El régimen constitucional de los decretos-leyes, Madrid, Tecnos, 1988.

5. La función ejecutiva y la potestad reglamentaria

Respecto de la potestad reglamentaria, seguimos a I. DE OTTO: Derecho Constitu-cional, cit., págs. 214-242. También, P. LUCAS MURILLODELA CUEVA: Observacionesen torno a los límites de la potestad reglamentaria del Gobierno, en AA. VV.: ElGobierno en la Constitución y en los Estatutos..., cit., págs. 155-175.

Recientemente ha aparecido un libro de notable interés, J. M. BAÑO LEÓN: LOSlímites constitucionales de la potestad reglamentaria (Remisión normativa y reglamen-to independiente en la Constitución de 1978), Madrid, Civitas, 1991.

6. Conclusión

La cita de MARTINEZ SOSPEDRA, en Aproximación al Derecho constitucional espa-ñol, Valencia, Fernando Torres, Ed., 2.a ed., 1983, pág. 232.

225

Page 234: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓNDEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

(1982-1985)

(Una nota sobre la cultura políticadel autoritarismo)

Por H. C. F. MANSILLA

I

A fines de 1982 el movimiento sindical boliviano se hallaba en la plenitudde su influencia política y en la cumbre de su prestigio social. Los partidospolíticos de izquierda, los varios segmentos de la opinión pública progresistay hasta el gobierno de centro-izquierda, que había asumido poco antes elpoder (octubre de 1982) atribuían una enorme significación y relevancia alos actos y las declaraciones de la corporación sindical más antigua, combativay mejor organizada del país, la Central Obrera Boliviana (COB). Los gremiosempresariales, los partidos del centro y la derecha y los medios de comunica-ción afines a estos sectores políticos veían con preocupación creciente lasdemandas cada vez más radicales y las ansias de poder cada vez más evidentesque provenían de esta institución.

A fines de 1985 los organismos sindicales bolivianos se encontraban enun estado de franco deterioro; su peso en el ámbito político había bajado aniveles sin predecentes y su capacidad de convocatoria dentro de la esfera deizquierdas resultaba seriamente cuestionada. Las huelgas generales y otrasmedidas similares inspiradas por la COB tuvieron una repercusión limitadaen todo campo; ni el nuevo gobierno (agosto de 1985) ni los empresarios sedejaron influir en la formulación de sus políticas por la actuación de la CentralObrera. Su autoridad moral decayó notablemente en el seno de los estratosasalariados y campesinos, y hasta su fuerza numérica sufrió una reducciónsin precedentes en varias décadas.

Este proceso de decadencia denota obviamente varias causas. Algunas de

227Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm 79. Enero-Marzo 1993

Page 235: Número 79

H C F. MANSILLA

ellas tienen que ver con alteraciones de largo aliento en la economía mundial,que, aunque en menor escala, se dan también en las naciones del TercerMundo. El sector secundario de la economía, y sobre todo la industria pesadaconvencional, pasan por una profunda crisis transformativa, que se ha tradu-cido por una disminución notable de su tamaño absoluto y de su peso relativodentro de la estructura de producción del país respectivo. Esta evoluciónconlleva una demanda marcadamente decreciente por insumos minerales y,por ende, una situación claramente desfavorable a la actividad minero-extrac-tiva. El movimiento sindical, organizado en casi todo el mundo tradicional-mente en torno a esos sectores productivos, fue afectado de lleno por aquellacrisis y perdió adherentes, fuerza de negociación y ascendiente sociopolíticoen la población.

Este desarrollo, que se dio de lleno en Bolivia, fue acompañado por unadilatación del sector terciario, por una expansión sin precedente de la economíainformal (incluyendo sus segmentos delictivos), por el surgimiento de losnuevos movimientos sociales y por el renacimiento de tendencias indigenistasy regionalistas, es decir, por factores evolutivos que no estaban previstos deninguna manera por las ideologías revolucionarias de corte marxista que hanprevalecido en la jefatura del movimiento sindical boliviano. Aun cuandoimportantes grupos del mismo se hayan declarado partidarios de un difusonacionalismo revolucionario, la visión general del mundo, y principalmentela concepción subyacente del desarrollo histórico, han estado determinadaspor aquella versión del marxismo, tan frecuente en las periferias mundiales,que combina un optimismo acritico en torno a las metas de la evolución delas naciones con una retórica radical y una falta de sentido de las proporcionesen la praxis cotidiana. Los dirigentes sindicales han seguido apegados a estecredo revolucionario a pesar de la decadencia generalizada del marxismo yde la pérdida de su poder explicativo frente a los cambios sociales reciénmencionados porque esta doctrina se había convertido en un fundamentoirrenunciable de su identidad como clase social y como ente corporativo. Setrata, en el fondo, del mismo proceso sufrido por otra variante de esta corrienteideológica, la Teoría de la Dependencia: el naufragio en el campo académicoe intelectual no impide que estas concepciones, tan caras a los anhelos delpreconsciente colectivo, se transformen en pilares centrales del pensamientode las masas politizadas superficialmente y de la cultura popular contemporá-nea (1). El predominio de estas ideologías, proclives a una radicalización de

(1) Cfr. un ejemplo de ese marxismo poco crítico aplicado a la temática aquí tratada:GUSTAVO RODRIGUEZ/CARLOS BOHRT: Bolivia: el movimiento sindical y la crisis, en CARLOS F.

TORANZO ROCA (comp.), Crisis del sindicalismo en Bolivia, La Paz, Flacso/Ceres, 1987, págs.17-43.

228

Page 236: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

corte irracionalista, ha impedido al movimiento sindical percibir y digeriradecuadamente las modificaciones que se dan actualmente en la economíay en la sociedad, favoreciendo así, paradójicamente, los intereses de las clasesdominantes, las cuales tienen que esforzarse menos en contrarrestar los pro-yectos políticos y las demandas salariales de las organizaciones sindicales acausa de su carácter ahora obsoleto.

II

El transcurso del apogeo a la declinación en el lapso tan breve de tresaños no puede ser explicado adecuadamente sólo por medio de referencias alflorecimiento de la economía informal, a la aparición de nuevos movimientossociales, incluyendo a los regionalistas e indigenistas, o a cambios originadosen el mercado mundial, aunque, por otra parte, ninguno de estos factorescausales puede faltar en un análisis global. En el restringido marco del presenteartículo me limitaré a mencionar aquellos elementos pertenecientes a la ideo-logía política, a la visión del mundo y a las pautas normativas de comporta-miento que conforman una parte sustancial de la identidad de la Central ObreraBoliviana, y que son, en gran medida, responsables por la actuación autodes-tructiva e irracional de esta institución durante el período 1982-1985. Se trataciertamente de un enfoque parcial, que no pretende esclarecer exhaustivamenteesta problemática, sino complementar esquemas explicativos centrados en losaspectos socioeconómicos ya nombrados.

La cultura cívica del área andina, en su versión más tradicional, ha per-meado los valores y los paradigmas profundos del movimiento sindical de unmodo más persistente que en el caso del empresariado privado. Mientras ésteha modernizado sus principios rectores y sus pautas de comportamiento, lossindicatos han preservado la antigua cultura política, en lo cual se asemejanal camino seguido por los partidos populistas y de izquierdas. La llamada«Revolución Nacional» de 1952 significó en Bolivia un paso cualitativo enel proceso de modernización al incorporar, aunque sea rudimentariamente,las masas campesinas a la vida social y al ensanchar decisivamente las opor-tunidades de participación política ,y cultural de los estratos medios. Otraalteración comparable se ha dado a partir de 1985, cuando se agotaron elmodelo estatalista y el sistema dicotómico de lucha de clases entre sólo doscontendientes irreconciliables. Los modos colectivos de percepción social,especialmente aquellos vigentes en el movimiento sindical y en los partidospopulistas y revolucionarios, han permanecido, sin embargo, inalterados desdehace muchas décadas y se siguen Índentificando con antagonismos y consignas

229

Page 237: Número 79

H C. F MANSILLA

que hoy ya pueden ser calificadas de anacrónicas. Este conjunto de actitudes,robustecido por un talante anticosmopolita, inflexible y dogmático, impideque estos partidos y los sindicatos puedan servir como instrumentos de articu-lación a los intereses de nuevos e importantes sectores sociopolíticos que hanbrotado en la Bolivia contemporánea (2).

En sus manifestaciones programáticas (y en las que se autodefine), en supraxis política efectiva y en su interacción con otros partidos y grupos, elmovimiento sindical ha hecho gala de una simbiosis enrevesada de radicalismoideológico y autoritarismo convencional, es decir, de una curiosa, pero nadarara combinación entre un marxismo revolucionario y los resabios de la heren-cia hispano-católica, la que, a su vez, preserva vestigios de tradiciones cultu-rales anteriores, como la incaica y la islámica. Esta mixtura es evidentementefavorable a una sólida identidad colectiva, pero no.es proclive ni al pluralismode ideas y partidos, ni a soluciones negociadas entre actores más o menosequivalentes, ni a la democracia parlamentaria, sino más bien a posicionesmaximalistas en toda discusión, a proclamar posturas y alternativas inviablesde carácter radical-revolucionario y a percibir conflictos en forma simplistacomo luchas sin merced en un juego de suma cero, donde sólo puede haberun ganador total frente a un perdedor absoluto. El potencial antidemocráticoque se deriva de esta situación liminar se trasluce en la regla práctica queiguala negociación a imposición: la única concertación admisible sería laaceptación de todas las condiciones que uno mismo dicta a un enemigobásicamente derrotado (3).

La democracia que, en el fondo, propugna la COB no tiene mucho encomún con la versión occidental de una democracia pluralista, parlamentariay representativa ni con un quehacer político racional, transparente y partici-pativo. La implementación efectiva de los postulados políticos de esta insti-tución significaría que la clase gubernamental de un momento dado seríareemplazada como élite del poder por la cúpula dirigente del movimiento

(2) Cfr. el importante artículo de SALVADOR ROMERO PITTARI: Cultura política y concerta-ción social, en RENE ANTONIO MOYORGA (comp.), Democracia a la deriva. Dilemas de laparticipación y concertación social en Bolivia, La Paz, Clacso/Ceres, 1987, pág. 165. Al estudiarlos fenómenos de la cultura política, ROMERO PITTARI señaló los peligros de un paradigmaexplicativo de corte hiperculturalista, el cual ve en toda acción sólo los resultados de las pautasculturales prevalecientes en el marco de referencia, sin considerar que los actores sociales tambiénposeen intencionalidades y preferencias propias (ibidem, pág. 162).

(3) Para la comprensión de esta temática es fundamental el ensayo de RENE ANTONIOMAYORGA: La democracia entre la fragmentación y la imposición, en MAYORGA (comp.),págs. 17-90, especialmente pág. 76; cfr. también MAYORGA: Movimientos sociales y sistemapolítico: la crisis del sistema democrático y la Central Obrera Boliviana, en ROBERTO LASERNA(comp.), Crisis, democracia y conflicto social, Cochabamba, Ceres, 1985, págs. 25-64.

230

Page 238: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

sindical, y esto sin perspectivas de un cambio posterior de gobierno medianteelecciones y ni siquiera de una rotación oligárquica de élites. Desde su cons-titución en 1952, la COB se ha caracterizado por una actitud hacia la demo-cracia que sólo con benevolencia puede ser calificada de ambigua: si huboalguna mención positiva hacia procedimientos y órganos de la democraciarepresentativa, fue porque mediante ello se esperaba alcanzar algún fin políticoinmediato. Creo que se puede aseverar con cierta seguridad que no existeningún testimonio proveniente de la COB favorable a la independencia delPoder Judicial, a la autonomía del Legislativo, a la racionalización de laAdministración Pública, a la reducción del fenómeno burocrático, a la limi-tación de las postestades discrecionales del presidente de la República o alestablecimiento de autogobiernos regionales y municipales. La corrupción entodas las instancias estatales, la hipertorfia de organismos, procedimientos yprácticas burocráticas, los peligros originados en la crisis ecológica y laexcesiva centralización de todos los procesos decisorios políticos conformantemáticas que nunca han preocupado a la jefatura sindical.

En la praxis cotidiana, su concepción de democracia se limita a reproducirla pauta prevaleciente en los partidos y grupos de la izquierda radical boliviana:el sistema parlamentario y representativo es considerado como una formaencubierta de la «dictadura burguesa», carente de todo elemento que puedaenriquecer la vida político-institucional de los sindicatos, y la concertaciónsocial es percibida como un mecanismo engañoso destinado a subordinar ycontrolar el movimiento obrero en favor de las «clases dominantes». Se trata,como escribe Rene Antonio Mayorga (4), de una lógica militar que permeaexitosamente todas las categorías del pensamiento y la acción de la COB, yque representa una parte esencial de la cultura política tradicional del áreaandina. Una actuación basada en compromisos, en negociaciones sobre obje-tivos precisos y claramente delimitados, en convergencias temporales y prag-máticas y en el respeto de los intereses de los otros actores sociales, espercibida como una traición a la misión sacrosanta del sindicalismo organiza-do, que es la liberación total del proletariado, la cual se confunde per defini-tionem con la liberación de toda la nación.

La lógica militar que los sindicatos han exhibido en la esfera políticaproviene, aparte de la herencia ibero-católica y de la influencia del marxismotercermundista, de insurrecciones populares contra gobiernos dictatoriales queestuvieron acaudillados por la COB. Durante largos años (antes de 1952 y

(4) RENE ANTONIO MAYORGA: Movimientos sociales..., op. cit. en nota 3, págs. 59 y sig.;MAYORGA: La Central Obrera Boliviana: paradoja del sistema democrático, La Paz, Ceres,1986, pág. 17; MAYORGA: Crisis de Estado y democracia, en MAYORGA (comp.), op. cit. ennota 2, págs. 129-159.

231

Page 239: Número 79

H C. F MANS1LLA

en los períodos 1964-1969, 1971-1978, 1980-1982) los sindicatos mineros yluego la COB lucharon con cierto éxito y con admirable tenacidad por elrestablecimiento de las libertades esenciales (5); en esta contienda el adversarioprincipal del sindicalismo fue el ejército, instrumento irrenunciable para im-plementar políticas públicas que vulneraban intereses obreros. Con esta con-tribución vital de las organizaciones sindicales se logró recuperar (en 1969,en 1978 y sobre todo a partir de 1982) el Estado de Derecho y un amplioespacio para la articulación de las demandas más diversas. La COB prosiguió,sin embargo, con la ya mencionada lógica que supone que todo procesopolítico es una confrontación de antagonismos irreductibles; en lugar delreconocimiento recíproco de los sujetos políticos con derechos más o menosequivalentes y fundamentalmente legítimos, la COB mantuvo su visión ma-niqueísta de lo político, que oscila entre los extremos de un conflicto violentoy de un consenso nivelador (6). El espacio democrático conseguido a partirde 1982 fue visto por la COB como una posibilidad para la toma del poderpor ella misma (en conjunción con las fuerzas de izquierda); los sindicatosrechazaron las elecciones generales celebradas en 1985 por ser éstas un merorecurso formal que favorece a los enemigos de clase (7). En lugar de ampliaraquel espacio político en favor de una moderna democracia pluralista, la COBtrató de usarlo como un medio y una ocasión para instaurar la verdaderademocracia directa de masas (o la dictadura del proletariado, según la fracciónpredominante en un momento dado en el seno de la dirigencia sindical),menospreciando la necesaria consolidación de un marco institucional conreglas de juego más o menos duraderas y claras para la resolución concertadade conflictos y para el acceso ordenado al poder. La COB creyó así permanecerfiel a sus «objetivos de clase» y a su tradición socialista y radical, y lo queconsiguió en realidad fue el quedarse fuera del nuevo modelo sociopolíticosurgido de las elecciones generales de 1985, en las cuales los partidos deizquierda sufrieron una derrota histórica. La visión maniqueísta de los proce-sos sociales y la propensión a concebir la democracia representativa comouna mera democracia «burguesa» o «formal» impidieron al movimiento sin-dical y a las fuerzas inspiradas por ideologías socialistas percatarse de quegran parte del electorado estaba cansado del fracaso de la economía estatal,

(5) Para la historia de la Central Obrera Boliviana y temas afines, cfr. la obra en variostomos de GUILLERMO LORA: Historia del movimiento obrero boliviano. La Paz, Amigos delLibro, 1967-1980. Como visión crítica de conjunto, es fundamental la obra de JORGE LAZARTE:Movimiento obrero y procesos políticos en Bolivia. Historia de la COB, 1952-1987, La Paz,Ildis/Edobol, 1989 (sobre la fundación, págs. 3y sigs.;sobreelcogobierno,págs. 121 y sigs.).

(6) Cfr. RENE ANTONIO MAYORGA: Movimientos sociales..., op. cit. en nota 3, pág. 60.(7) Para los detalles y las fuentes pertinentes a esta temática, cfr. los acápites IV y V.

232

Page 240: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

de la indisciplina laboral y del radicalismo político y que, simultáneamente,tomaba en serio los proyectos de democratización que se expandieron exito-samente por muchos países de América Latina.

mDesde su fundación al calor de la revolución triunfante en 1952, la COB

se entiende a sí misma no sólo como la representación y articulación de losintereses gremiales de los asalariados, sino también —y en primera línea—como un sujeto político de importancia central en la vida de la nación. Suparticipación en el gobierno y en la administración de las grandes empresasestatales creadas o ampliadas a partir de 1952 sirvió ciertamente para fomentarese rol político que pronto conformó la parte más sólida de la identidadcorporativa de la COB. A la caída del nacionalismo revolucionario en 1964,la COB se consideró como el bastión más fuerte de la lucha popular contralos regímenes militares que, con algunas interrupciones, duraron hasta 1982.A ello contribuyó el hecho de que los sindicatos campesinos, las representa-ciones gremiales de empleados públicos, profesionales y maestros de escuela,los asalariados de la banca, el comercio y el transporte y hasta los llamadostrabajadores de clase media (por ejemplo, los periodistas) se hayan afiliadoa la COB y hayan reconocido tácitamente el papel rector que desde un comien-zo se arrogó la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia(FSTMB), agrupación caracterizada por el alto grado de agregación corpora-tiva, por el número elevado de sus miembros inscritos y por la radicalidadde sus planteamientos político-ideológicos. Esa función dirigente les fue re-conocida a los mineros debido a la relevancia que hasta hace poco ha tenidola actividad minera en Bolivia, aunque el número efectivo de trabajadores eneste rubro nunca llegó a constituir más del 4 por 100 de la población econó-micamente activa (8) (y eso en los mejores tiempos de la minería). Estecurioso argumento de la «centralidad» de los sindicatos mineros tenía sucontraparte en la inclinación de los propietarios de las grandes minas a ejerceruna influencia notable sobre el curso de los asuntos públicos a causa de susobresaliente actividad económica.

Desde un principio la COB permitió en su seno diversas opciones ideoló-gicas (populistas, anarcosindicalistas, marxistas, nacionalistas de izquierda).

(8) JORGE LAZARTE: Crisis de identidad y centralidad minera, en Repensando el país, LaPaz, Movimiento Bolivia Libre, 1987, pág. 159. Cfr. también LAZARTE: El movimiento obrero:crisis y opción de furturo de la COB, en CARLOS F. TORANZO ROCA (comp.), op. cit. en notal .págs. 251-191.

233

Page 241: Número 79

H C. K. MANSILLA

Esta heterogeneidad de orientaciones ha sido neutralizada por una cierta pre-ponderancia de un marxismo radicalizado tercermundista, pero deja entreverhasta hoy «dos códigos discursivos» (9): la concepción de los consejos obreroscon dilatadas competencias de todo tipo (incluyendo las de carácter legislativoy judicial), que debe desembocaren una democracia directa de los productores,y la tradicional lógica del partido-vanguardia, basada en la teoría leninistadel partido como encarnación de la razón histórica. Mientras la primera tiendea una determinada reducción de las funciones del Estado y de la burocracia,potenciando algunos organismos de autogobierno de la sociedad civil, lasegunda lleva a un robustecimiento del Estado centralizador y a un debilita-miento de las instancias autónomas. Ambas concepciones denotan, sin embar-go, una misma disposición francamente positiva con respecto a la centralidadde los sindicatos mineros (lo que significa in praxi un favorecimiento de larepresentación minera y una clara desventaja para la campesina (10) dentrode la central sindical) y un mismo rechazo de la democracia representativa.

La variedad de corrientes político-ideológicas, la esterilidad del marxismocomo sistema para comprender el mundo (tanto en su versión ortodoxa promoscovita como en sus extravagantes tendencias trotskistas), la heterogenei-dad de intereses gremiales representados y la desigualdad de los mismos enel proceso interno de formulación de estrategias políticas constituyen factoresimportantes que desde su fundación han impedido a la COB proyectar eimplementar un modelo de transformación socioeconómica realista, adecuadoal nivel de desarrollo boliviano y articulado en planes de contenido concreto.A pesar de haber sido durante décadas uno de los protagonistas más activosde la escena política, la COB nó logró elaborar un discurso que fuese aceptadopor todo el llamado bloque popular ni un programa que fuera reconocidocomo obligatorio por los partidos de izquierda.

Entendiéndose a sí misma como el sujeto hiotórico-político de las «clasesexplotadas» bolivianas, la COB se declaró desde 1970 partidaria del estable-cimiento inmediato de un ordenamiento económico e institucional de carácter

(9) RENE ANTONIO MAYORGA: La Central..., op. cit. en nota 4, pág. 14.(10) Al Quinto Congreso de la CPB (1-8 de mayo de 1979) asistieron, por ejemplo, 563

delegados, de los cuales sólo 72 provenían del campo (7 de ellos no pertenecían al campesinado);el llamado bloque proletario sumaba 288 delegados (de ellos 115 mineros). Un número conside-rable de representantes regionales y departamentales pertenece indirectamente a los sindicatosmineros. Estas relaciones de representación proporcional valen también para los llamados Amplia-dos Nacionales (reuniones entre congresos).y están establecidos por el Estatuto de la COBaprobado por ese mismo congreso. Cfr. Documentos y resoluciones del V Congreso de la CentralObrera Boliviana, La Paz, Ediciones Rebelión, 1979, págs. 6 y 9. Sobre la estructura internade la COB, cfr. LAZARTE: Movimiento..., op. cit. en nota 5, págs. 181 y sigs.

234

Page 242: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

socialista radical, sin dejar, por otra parte, de preocuparse por cuestionessalariales y gremiales, propias de la vida cotidiana de los sindicatos. Lo quenunca ha existido es un vínculo adecuado entre los problemas de cada día,las experiencias políticas en la empresa y en el municipio, las tareas especí-ficas de los partidos de izquierda y los fines últimos propugnados por la COB.El postulado del socialismo como meta al alcance de la mano —núcleo de lallamada tesis política de la COB— aparece como un manto amplio en sualcance y abstracto en su contenido que ha servido para encubrir la diversidadideológica en el seno de la COB y la variedad de los intereses de gruporepresentados en ella. El socialismo como designio normativo no ha brotadociertamente de un análisis desapasionado de una realidad concreta y no hasido pensado como la construcción de una alternativa a partir de los hechosy las posibilidades de la sociedad real, sino que ha sido adoptado comoaplicación local de una lógica histórica de pretendida validez universal (y,por consiguiente, fuera de toda discusión y duda). «En semejante estado deabstracción, y sin las mediaciones correspondientes, con una realidad impe-netrable a las fórmulas simples, el socialismo de la Tesis Política de la COBmantiene su carácter de utopía en el sentido estricto del término: es un proyectoque no posee un lugar preciso, está desubicado respecto a la realidad históricaconcreta, carece de lugar y de posibilidades de realización» (11).

La incapacidad del movimiento sindical para comprender los profundoscambios socioeconómicos contemporáneos y para diseñar un proyecto cohe-rente de acuerdo a esas modificaciones está íntimamente relacionada con esacreencia en la inmediatez del futuro socialista, la cual hace superfluo unanálisis creativo de todo detalle engorroso de la realidad, máxime si estospormenores parecen desviarse de las grandes líneas y rutas canonizadas enlos manuales. Las variantes moscovita y trotskista del marxismo boliviano sehan limitado a la aplicación de esos esquemas universalistas, y el resultadoha sido la producción de ideas imitativas, ritualizadas e irreales, la cual,cuando traspasa cierta frontera impuesta por la paciencia de los miembros debase, conduce a que los partidarios y las masas desilusionadas se busquenotros órganos de representación política y sindical. Esta combinación deesperanzas quiliásticas con ineptitud para el análisis crítico y aferramiento aesquemas santificados por los clásicos (y por la administración sucesoria)reproduce, bajo un barniz progresista, elementos fundamentales de la culturapolítica del autoritarismo.

(11) RENE ANTONIO MAYORGA: La Central..., op. cil. en nota 4, pág. 13. En torno a la

relación entre sectores obreros y campesinos en el interior de la COB cfr. SILVIA RIVERA CUSICAN-QUI: El movimiento sindical campesino en la coyuntura democrática, en ROBERTO LASERNA(comp), op. cit. en nota 3, págs. 129-164, espec. pág. 157.

235

Page 243: Número 79

H. C. F. MANSILLA

En el período aquí tratado (1982-1985) se dio un recrudecimiento de estosrasgos característicos de la COB, lo que probablemente aceleró su declinación.Es interesante referirse en este contexto al testimonio de un destacado dirigentede esa institución, testimonio que refleja las concepciones teórico-políticasentonces imperantes en la jefatura de la COB. Filemón Escobar parte a prioride la suposición de que los sindicatos no son organismos para la defensa deintereses gremiales, sino «órganos de poder», cuya función sería el diseñar«las reglas de juego» y «la política social, cultural, económica y gubernamen-tal para toda la nación» (12). Ocurre así que una central sindical que reúnesólo a una parte reducida de la población económicamente activa del país seatribuye, a causa de un mandato histórico inapelable, la representación de lanación en su totalidad. Concomitantemente, la COB es calificada de «únicaalternativa de poder popular» (13) y de «instrumento que conduzca los des-tinos de Bolivia» (14), cuya originalidad en cuanto estructura organizativa degran envergadura se agota muy pronto en la recomendación del modelo leni-nista como única forma aceptable de partido progresista (15).

La pretensión de encarnar la verdad y la razón históricas y la voluntad deencajar este designio en una concepción de partido básicamente dictatorial ydesacreditada por los sucesos del siglo xx, no conforman, evidentemente,factores que contribuyan a dar reputación de espíritu democrático, abierto ymoderno al movimiento sindical boliviano. Según el mismo autor, los períodosdemocráticos y con vigencia del Estado de Derecho nunca se transforman enprocesos genuinamente democráticos a largo plazo (16); las coyunturas demo-cráticas son exclusivamente pausas para desarrollar «las condiciones necesa-rias para la acción revolucionaria» y «el lugar de la posibilidad de la insurrec-ción» (17). Ya que el papel histórico de las organizaciones sindicales consis-tiría en la preparación para la lucha revolucionaria (18), la coyuntura demo-crática no puede ser otra cosa que «una tregua [...] en ese intersticio» donde«ambos contendientes libran la batalla para dar paso a una opción socialista

(12) FILEMÓN ESCOBAR: Testimonio de un militante obrero (compilado e introducido porJAVIER MEDINA), La Paz, Hisbol, 1984, págs. 267 y sig. (subrayado en el original).

(13) Ibidem, págs. 263 y 274 (énfasis en el original). Simultáneamente, Escobar describea la COB como «única alternativa de poder nacional» (ibidem, págs. 274 y 280).

(14) Ibidem, pág. 283 (subrayado en el original).(15) Ibidem, págs. 137 y sigs.(16) Ibidem, pág. 235.(17) Ibidem, págs. 239 y sig. y 244.(18) «Nuestro» papel histórico es «prepararnos para la insurrección» (ibidem, pág. 249,

énfasis en el original).

236

Page 244: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

o a un retorno a la dictadura militar» (19). El idioma revela la índole esencial-mente bélica del pensamiento político de la COB, complementada por lavisión maniqueísta que acepta sólo dos guerreros en pugna: el uno represen-tando las fuerzas luminosas del futuro y el otro personificando las faccionestenebrosas del pasado. La cultura política del autoritarismo se manifiesta aquíen su configuración más tradicional y arcaica.

Para el análisis de la involucración política del sindicalismo boliviano, elperíodo de la llamada Unidad Democrática y Popular (octubre de 1982-agostode 1985) es particularmente interesante porque esta etapa, de un gobierno decentro-izquierda, empezó con la marea ascendente del sindicalismo politizadoy terminó con su total derrota antes de que el nuevo gobierno de centro-derecha(a partir de agosto de 1985) aplicase su nueva política económica de carácterneoliberal y redujera considerablemente el número de asalariados en las em-presas estatales y en primer lugar en la minería.

En retrospectiva se puede afirmar que la COB no estaba preparada paraactuar en un marco de referencia genuinamente democrático, pluralista com-petitivo (tanto en partidos como en ideas); sus enfoques teóricos y su estrategiapráctica estaban prefijados por los largos años de la lucha contra las dictadurasmilitares y se tradujeron en una política de confrontación con el gobierno deturno. Por otra parte, la COB mantuvo sin modificación alguna sus designiosde cambios sociales radicales y supuso que la «tregua» brindada por la coyun-tura democrática sería una buena oportunidad para llevar a la praxis estosproyectos de índole bastante totalitaria y quiliástica. En el interior de la mejortradición cultural autoritaria, la dirigencia sindical creyó que el éxito políticodimana de actitudes impositivas, severas y refractarias a todo compromiso,y, por consiguiente, se consagró a una política que no tomaba en consideracióna otros partidos, grupos de presión, intereses sectoriales y movimientos socia-les, cuyas aspiraciones y cuyos propósitos eran obviamente tan legítimoscomo los de la central sindical.

Este período 1982-1985 ha ingresado en la crónica histórica bolivianacomo el de mayor número de huelgas, paros, emergencias, suspensión impre-vista de labores, disminución de la productividad, ocupación de empresas einstituciones, etc., y, simultáneamente, como el de mayor actividad política

(19) Ibidem, pág. 235. Cfr. también FILEMÓN ESCOBAR: La experiencia histórica de laparticipación obrera a partir de la revolución de 1952, en RENE ANTONIO MAYORGA (comp.),op. cit. en nota 2, págs. 117-126; F. ESCOBAR: El destino de la coyuntura democrática serátambién el destino de la clase obrera y de la nación, La Paz, s.e., 1984 (manifiesto alVI Congreso de la COB, donde el autor expone sucintamente sus tesis acerca de la COB como«única alternativa de poder aceptada por la nación» y en tomo a los sindicatos como «los órganosnaturales del poder popular») (ibidem, pág. 1).

237

Page 245: Número 79

H C F MANSILLA

y propagandística de los sindicatos (20). La agravación de una ya muy duracrisis económica (probablemente la peor en toda la historia del país) y elendurecimiento del clima político fueron percibidos por la opinión públicacomo procesos por los cuales la COB tenía una responsabilidad directa,aunque, obviamente, en grado parcial. De todas maneras, esta visión fueperniciosa para la COB, ya que numerosos sectores de la población vieronen ella —con o sin razón— la causa del empeoramiento de sus condicionesde vida. Mediante sus reclamaciones salariales de carácter irrealista, su soca-vamiento de la ética laboral y sus pretensiones de suplantar a los partidos ya las instituciones políticas, la COB realizó un generoso aporte a la descom-posición moral, a la fragmentación política y a la postración económica quehan afectado al país. El fenómeno de la incomunicación colectiva, al cualtambién coadyuvó el movimiento sindical, ha quedado como corolario de unaestrategia fallida para la conquista del poder durante la etapa en cuestión. Ladirección de la COB supuso que el descrédito general y las divisiones internasde las Fuerzas Armadas (después del fracaso de las dictaduras militares aso-ciadas al tráfico de drogas, 1980-1982), la parálisis del gobierno debido a laheterogeneidad de la coalición de centro-izquierda y la incapacidad del Parla-mento constituían factores que fortalecían la posición propia y que hubiesepermitido alcanzar el control sobre los mecanismos decisorios más importantesdel Estado (21).

En marzo de 1983 los sindicatos exigieron del gobierno la inmediataimplantación de la cogestión en el sector minero estatal (22), empezando porla Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) y terminando en la empresamás pequeña del rubro. Se trataba, según ellos, de «consolidar el derecho delos trabajadores mineros a intervenir mayoritariamente [...] en la conducción,administración, producción y control de todas las empresas y oficinas que

(20) Sobre la política sindical en este período, cfr. RICARDO CALLA ORTEGA: La encrucijadade la COB: temas del movimiento obrero boliviano en la coyuntura democrática, en ROBERTOLASERNA (comp.), op. cit. en nota 3, págs. 65-128; JORGE LAZARTE: Cogestión y participación:ideología y práctica del movimiento obrero, en RENE ANTONIO MAYORGA (comp), op. cit. ennota 2, págs. 205-242.

(21) Cfr. RENE ANTONIO MAYORGA: Movimientos sociales..., op. cit. en nota 3, pág. 52;

MAYORGA: Crisis de Estado..., op. cit. en nota 4, págs. 129 y sig. Entre las fuentes primarias,cfr. Tres años de lucha sindical, 1981-1984, La Paz, Centro de Promoción Minera, 1984,documento 9, págs. 47-50.

(22) Sobre la cogestión, cfr. YVON LE BOT: «L'expérience de cogestión á majorité ouvriéreen Bolivia (1983-1984) entre l'utopie ouvriére et le déclin du secteur minier», en Problemesd'Amerique Latine, núm. 73, julio-sept. 1984, págs. 112 y sigs.; JORGE LAZARTE: Cogestión...,op. cit. en nota 20, págs. 222 y sigs.

238

Page 246: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

intregran COMIBOL» (23); la cogestión mayoritaria incluía «el salario míni-mo vital con escala móvil» y el derecho de influir sobre la designación delgerente general de COMIBOL. Muy pronto la central sindical amplió susdemandas a una «cogestión obrera mayoritaria en todo el sector nacionalizadode la economía», a una «participación preponderante de los trabajadores enlos centros de decisión del poder político», a un «control obrero» en el sectorproductivo privado y «ante el vacío de poder» y «para garantizar la sobrevi-vencia de la democracia» —en la cual la COB, por otra parte, no creía— auna coparticipación en el proceso de las más altas decisiones políticas (24).La evolución posterior de la cogestión obrera estuvo inextricablemente vincu-lada a la promulgación de medidas de ajuste económico-financieras de partedel gobierno, a las cuales el movimiento sindical siempre se opuso, y a lapérdida progresiva de autoridad de \a coalición gobernante, la cual se debatíadesde enero de 1983 en una crisis ministerial y conceptual permanente. Eldiscurso ambiguo y la ideología verbalmente revolucionaria que provenía dealgunas fuentes gubernamentales (25) contribuyeron a fortalecer la convicciónde la COB de que ella estaba muy cerca de «dictar las reglas del juego» ytransformarse definitivamente en un «órgano de poder». En un documentoprogramático, la COB no sólo exigió la cogestión en la minería estatizada,sino que demandó la «coparticipación preponderante» de los trabajadores enlos centros de decisión política, la estatización inmediata del sistema bancarioy financiero, la recusación de todas las medidas de ajuste económico-financie-ras (presuntamente impuestas por el Fondo Monetario Internacional) y de lamayoría de los contratos estatales firmados con empresas extranjeras (26).Simultáneamente, la federación de sindicatos mineros procedió a la ocupaciónpacífica de todas las instalaciones y oficinas de la COMIBOL, a nombrarnuevos planteles directivos y a imponer su régimen interno en la totalidad dela minería estatalizada (27).

(23) «Ante graves crisis económica y política FSTMB plantea cogestión desde minas hastacúpula de COMIBOL», en Presencia (La Paz) del 3 de marzo de 1983, pág. 9; «FSTMB preparóel reglamento y método de la cogestión obrera», en Presencia del 4 de marzo de 1983, pág. 8.

(24) «La COB pide participación en toma de decisiones políticas», en Presencia del 6 deabril de 1983, págs. 1 y 13; «Juan Lechín: "No sería la primera vez que la COB cogobierne enel país"», Presencia del 12 de abril de 1983, pág. 9.

(25) Funcionarios gubernamentales desahuciaban «el proyecto burgués de desarrollo», pro-piciaban la transición de la «dictadura burguesa» a la «dictadura proletaria» y exigían el «controlobrero» también en el sector privado de la economía. Cfr. ¡pe (La Paz) del 25 de abril de 1983,vol. XXI, núm. 998, pág. 62.

(26) «COB plantea reorientación política para potenciar proceso democrático», en Presenciadel 16 de abril de 1983, págs. 1 y 13.

(27) «La Federación de Mineros asume control de la minería estatal», en Presencia del 20de abril de 1983, pág. 1. Cfr. LAZARTE: Cogestión..., op. cit. en nota 20, págs. 222 y sig.

239

Page 247: Número 79

H. C F MANSILLA

La respuesta del gobierno fue, hasta la finalización de la presidencia deHernán Siles Zuazo en agosto de 1985, de una ambigüedad completa. Elmotivo era el de ganar tiempo: no existía ningún plan para afrontar esta crisisy ninguna unidad dentro de la heterogénea coalición de centro-izquierda. Elgobierno se opuso categóricamente a la cogestión obrera en las empresasprivadas y aseveró que no aceptaba la ocupación ilegal de las mismas, pero,al mismo tiempo, dejó la puerta abierta a ciertos tipos de cogestión obrera ycoparticipación sindical en las labores gubernamentales y no tomó ningunamedida policial ni jurídica contra la toma de los centros mineros (28). Proba-blemente el gobierno estaba contento de que los obreros hubiesen tomado asu cargo una corporación estatal que sólo generaba grandes pérdidas, perono lo podía admitir abiertamente. Después de un juego de tira y afloja, duranteel cual el gobierno propuso un modelo de cogestión paritaria en la mineríaestatizada, se llegó a un compromiso provisional (es decir, casi permanente):se estableció en la COMIBOL un directorio cogestionario de iure paritario yde fado mayoritariamente en manos de representantes sindicales (29). En loreferente a producción y productividad, rentabilidad empresarial, ética en elmanejo financiero y política de empleo, las minas estatales continuaron sucarrera descendente, y al final del período (agosto de 1985) la situación deCOMIBOL era la peor de su historia (30).

La cogestión mayoritaria abrió el apetito de poder de la central sindical.En una atmósfera de huelgas, amenazas y emergencias, agravada por lainflación galopante, el declinamiento del aparato productivo del país y unnotable florecimiento de la corrupción burocrático-administrativa, la dirigen-cia sindical exigió una «participación preponderante» para la COB en elgobierno, además de la extensión de la cogestión mayoritaria a todas lasempresas estatales, la instauración del control obrero en la industria privada,el establecimiento del control gubernamental sobre todo el sistema bancario-fi-nanciero y la apertura de una investigación en torno a los grandes patrimoniosprivados. Por otra parte, la central sindical expuso este su «Plan de emergen-cia» junto con un gesto amenazador: o el gobierno aceptaba el plan y lacoparticipación preponderante de la COB o el país se sometía a los dictados

(28) «Gobierno no reconoce a nueva administración de la COMIBOL», en Presencia del22 de abril de 1983, pág. 1; «Mensaje presidencial: la ocupación de COMIBOL es ilegal y afectaa la estabilidad democrática», en Presencia del 23 de abril de 1983, págs. 1 y 13.

(29) «El Gobierno dispuso cogestión paritaria provisional en COMIBOL», en Presenciadel 16 de mayo de 1983, pág. 1; «Ministro de Minería: La cogestión es un fenómeno inédito enel Tercer Mundo», en Presencia del 25 de mayo de 1983, pág. 1.

(30) Cfr. JORGE LAZARTE: Cogestión..., op. cit. en nota 20, págs. 230-232 y 240-242; sobrela declinación general de la COB cfr. LAZARTE: Movimiento..., op. cit. en nota 5, págs. 251 y sigs.

240

Page 248: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

del Fondo Monetario Internacional (31). No se trataba de una estrategiacoherente frente a los graves problemas del país, sino de una declaración deprincipios, inspirada en una versión elemental de la Teoría de la Dependencia;la eliminación de la inflación, la recuperación del aparato productivo o laracionalización del gasto público no encontraron allí ningún tratamientoadecuado, pero, en cambio, había una profusión de consignas radicales sinvinculación alguna con los dilemas cotidianos de la nación.

El gobierno de centro-izquierda, cuyos partidos integrantes entraban ysalían del gabinete ministerial con una soltura de adolescentes, osciló hastael fin entre una táctica de acercamiento a las posiciones sindicales (enfatizandolas metas comunes y la bondad de un posible cogobierno) y una posición deseveridad (subrayando las bases legales y constitucionales de su mandato yremitiéndose al programa de la coalición gubernamental). No se llegó a ningúnacuerdo acerca de la «coparticipación predominante» de los sindicatos en lasdecisiones políticas (32), y más bien se dio una radicalización de las posturassindicales, que coincidió con un empobrecimiento acelerado de la sociedadboliviana, una paulatina disolución de la autoridad gubernamental y un incre-mento considerable de la economía informal-delictiva. En septiembre de 1984se llevó a cabo el VI Congreso de la Central Obrera Boliviana, el cual ratificósu llamada Tesis Política, es decir, la proclamación de un orden socialistacomo meta ulterior y normativa de sus esfuerzos y anhelos, confirmó elrechazo definitivo y total de la política económica del gobierno de centro-iz-quierda, postuló nuevamente la idea de que la COB sería la alternativa óptimade poder e insistió en que su Plan de Emergencia constituiría el único caminopara salir de la crisis. El desarrollo del congreso fue turbulento; la elecciónde la nueva directiva de la COB recayó en los adversarios del gobierno

(31) «La COB entregará hoy programa de cogobiemo ("Programa Nacional de Emergen-cia")», en Presencia del 9 de agosto de 1983, pág. 1; «Declaración de dirigentes sindicales:"Nos asiste un derecho histórico de participar en la conducción del país"», en Presencia del 26de agosto de 1983, págs. 1 y 15; texto íntegro del «Plan de Emergencia», en Cidre (La Paz),año II, núms. 8/9, abril-mayo 1984, págs. 1-5.

(32) Cfr., entre otros, «"Informe al pueblo de Bolivia" (Documento del Ministerio deInformaciones)», en Presencia del 24 de abril de 1984; «Siles Zuazo asumirá plenitud de sumisión de gobernar», en Hoy (La Paz) del 18 de mayo de 1984, pág. 1; «Demanda de COB esinaceptable constitucional y jurídicamente», en Hoy del 22 de mayo de 1984. El gobierno criticóuna «deformada concepción de la democracia, en la que se excluye el concepto de obligacionesy deberes», la «demagogia irresponsable» y los «planteamientos irrealizables e ingenuos» de lossindicatos («Machicado: la intransigencia pone en riesgo la democracia», en Presencia del 17de mayo de 1984, págs. 1 y 13), pero con su debilidad y vacilaciones coadyuvó al fortalecimientodel radicalismo sindical.

241

Page 249: Número 79

H C F MANSII.LA

coaligados casualmente (y situados a la izquierda del Partido Comunista) (33).Se hizo patente, por otra parte, que la pérdida de importancia del sector detrabajadores mineros (y, en menor medida, del manufacturero-fabril) fuecompensada por un aumento correspondiente del peso y de las actividades delos sindicatos de los sectores terciarios (especialmente los empleados públicos,de la banca y del Ministerio de Educación). Estos fueron los sindicatos queen aquel período propalaron las consignas más revolucionarias y presentaronlas demandas salariales más exageradas, haciendo pasar sus intereses sectoria-les por los intereses verdaderos y a largo plazo de toda la nación, aunque sincontar ni siquiera con el falaz argumento de la «centralidad» esgrimido porlos mineros. Los docentes universitarios se distinguieron igualmente en estecampo (34).

En aquella atmósfera de desorden generalizado, huelgas permanentes,inflación galopante y desintegración institucional, los empresarios privadosperdieron la poca confianza que habían depositado en el gobierno al iniciarseel período de la Unidad Democrática y Popular; la Confederación de Empre-sarios Privados de Bolivia (CEPB) lanzó, en septiembre de 1984, un exitosoataque simultáneo a la «anarquía sindical» y a la «debilidad estatal», estable-ciendo un vínculo entre ambos factores en el sentido de que los dos habríanhecho todo lo posible «para desprestigiar el sistema democrático, para esteri-lizarlo y para dejarlo a merced de una suerte incierta» (35). El gobierno seagotó en llamamientos al diálogo, mientras que los empresarios, las FuerzasArmadas, la Iglesia y los partidos de centro-derecha, que disponían de unareducida mayoría en el Parlamento, decidieron acortar el período presidencialy llamar a elecciones generales anticipadas. Ante esta eventualidad, la COBcreyó llegado el momento para extorsionar al débil gobierno y obligarle aadoptar las medidas que ella consideraba imprescindibles (el «Plan de Emer-gencia»), y ordenó para tal fin una larga huelga general de carácter nacional,sazonada con manifestaciones, amenazas y ofertas de paz. La dirigencia

(33) Cfr. «Informe del CEN de la COB y al VI Congreso», en Presencia del 9 de septiembrede 1984; Ipe, núm. 1067, vol. XXII, del 17 de septiembre de 1984, pág. 141; JORGE LAZARTE:

«El VI Congreso de la COB», en Presencia del 5 de septiembre de 1984.(34) Cfr. «Empleados públicos, bancarios y maestros, los más huelguistas», en Presencia

del 27 de abril de 1984; «La COB respalda la patriótica actitud de los trabajadores del BancoCentral de Bolivia», en Presencia del 4 de mayo de 1984; sobre los universitarios, cfr. Ipe del9 de julio de 1984, vol. XXII, núm. 1057, pág. 102.

(35) FERNANDO ILLANES (presidente de la CEPB): «Gobierno y COB hicieron todo lo posiblepara esterilizar el sistema democrático», en Hoy del 24 de octubre de 1984; F. ILLANES: «"Cartasa los empresarios" (30-IX-1984 y 20-X-I984)», en CEPB: Pensamiento y acción de la empresaprivada, 1982-1985, La Paz, s e . , 1985, págs. 59 y 62.

242

Page 250: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

sindical pidió al gobierno formalmente el cierre del Parlamento (36), rechazócualquier tipo de pacto social, consideró un atrevimiento el querer incluir ala empresa privada en cualquier intento de diálogo y reiteró que la aplicacióninmediata del «Plan de Emergencia» sería «la única base» para cualquierconversación (37).

En medio de los paros laborales y la descomposición social creciente, ennoviembre de 1984 los partidos de oposición, con el apoyo de una parteconsiderable de la coalición gubernamental, llegaron a un acuerdo para ade-lantar las elecciones presidenciales y congresales mediante una ley pactadaen el Parlamento, lo que significó una clara derrota política para el régimende la Unidad Democrática y Popular e indirectamente para el movimientosindical. Este no aceptó el convenio político y prosiguió la huelga gene-ral (38), pero el cansancio de las bases, el sentimiento colectivo de frustración,el descalabro político y la reacción adversa de varios sindicatos regionalesobligaron a la dirección sindical a levantar la huelga sin haber conseguidoninguno de sus objetivos centrales.

En febrero y marzo de 1985 la COB intentó recuperar algo de su impulsopolítico anterior al empeorar aún más la situación económica del país yascender el índice inflacionario a niveles astronómicos, combinando demandassalariales con designios políticos. Este ensayo de asumir un poder paralelo (39)

(36) A la conclusión de una enorme manifestación convocada por la COB el 12 de octubrede 1984, el secretario general de la misma decidió «exigir definiciones al presidente» sobre laaceptación inmediata del «Plan de Emergencia» y propuso «echar a patadas» a la calle a losmiembros del Parlamento. Cfr. «Marcha obrera exigió definiciones a Siles», en Hoy del 13 deoctubre de 1984.

(37) «COB pide que se cambien objetivos de la política económica tradicional», en Hoydel 13 de octubre de 1984; «La COB descarta "concertación" por falta de credibilidad en elgobierno», en Presencia del 24 de octubre de 1984; «COB atribuye el paro general a la "irrespon-sabilidad" del gobierno», en Hoy del 10 de noviembre de 1984; «La COB radicalizó sus medidaspor la indolencia de los gobernantes», en Hoy del 20 de noviembre de 1984.

(38) «El paro de la COB tiende a agudizarse», en Hoy del 1 de diciembre de 1984; pocodespués: «COB levantó la huelga. Ampliado laboral aprobó las propuestas del gobierno», enHoy del 5 de diciembre de 1984.

(39) Con respecto a las huelgas generales de marzo y septiembre de 1985 cfr. la obraexhaustiva de GODOFREDO SANDOVAL: «La mil caras del movimiento social boliviano: De lasjomadas de marzo a las jomadas de septiembre de 1985», en Estado & Sociedad (La Paz),vol. II, núm. 2, febrero de 1986, págs. 15-118; sobre la tesis del intento de establecer un poderparalelo cfr. ibidem, págs. 25 y sigs.

243

Page 251: Número 79

H C F MANSILLA

no tuvo, sin embargo, el menor éxito y después de otra huelga general inde-finida —con actos de violencia de parte de mineros y campesinos— la COBtuvo que ceder y contentarse con modestísimos aumentos salariales (40).

La COB —y con ella importantes segmentos de las izquerdas— impugna-ron la legitimidad, la oportunidad y la necesidad de elecciones generales (41),a la vista de que los partidos de izquierda iban a perderlas y que el nuevogobierno de centro-derecha iría a dictar medidas económicas de corte neoli-beral que afectarían tanto al nivel salarial como a las prácticas huelguísticasdel sindicalismo. El nuevo gobierno de Víctor Paz Estensoro (a partir deagosto de 1985) promulgó efectivamente la nueva política económica el 29de agosto de 1985, la cual fue calificada prontamente de «antipopular»,«oligárquica», «genocida» y «violatoria de los derechos humanos, sindicalesy políticos» (42) por la COB. La huelga general decretada por los sindicatostuvo, empero, una repercusión mucho menor que en ocasiones anteriores;sectorial y regionalmente, el paro laboral fue muy restringido. El gobiernologró que una parte considerable de la opinión pública respaldase su posiciónde que la nueva política económica estaba de acuerdo a las leyes vigentes yque las últimas elecciones generales, en las cuales todos los partidos deizquierda habían sufrido una espectacular derrota, habrían concedido plenalegitimidad al nuevo modelo económico neoliberal (43). La huelga, de porsí ya muy debilitada y con espíritu puramente defensivo (44), fue desbaratadapor un solo acto de fuerza del gobierno, que dictó Estado de sitio y dispusola detención de los dirigentes sindicales y de algunos políticos por dos sema-nas (45). Dada la vigencia de la cultura política del autoritarismo para todoslos actores sociales inmersos en ella, una demostración de violencia tiene un

(40) Cfr. sobre todo La COB ante la situación del país, La Paz, COB, 1985, pág. 1; «COBrechaza el cogobiemo y radicaliza huelga general», en Presencia del 19 de marzo de 1985; pocodespués, «COB levantó huelga general indefinida», en Presencia del 24 de marzo de 1985.

(41) «La COB impugnó la legitimidad de las elecciones nacionales», en Presencia del 9de julio de 1985; «Los campesinos desconocen los comicios nacionales del domingo», en Presen-cia del 9 de julio de 1985.

(42) «Ampliado de la COB declaró "huelga general nacional"», en Presencia del 10 deseptiembre de 1985, pág. 1.

(43) «El gobierno califica de política la huelga de la COB», en Presencia del 10 de septiem-bre de 1985, pág. 1.

(44) A pesar de algunos momentos dramáticos, cfr. «Comité Ejecutivo de la COB ingresóen huelga de hambre», en Presencia del 18 de septiembre de 1985, pág. 1.

(45) «Por "presiones arbitrarias e incitación pública", el gobierno dictó estado de sitio», enPresencia del 20 de septiembre de 1985, págs. 1 y 10; «Tienden a normalizarse las actividadesen la industria», en Presencia del 21 de septiembre de 1985, pág. 1; cfr. LAZARTE: Movimiento...,op. cit. en nota 5, págs. 159 y sigs.

244

Page 252: Número 79

APOGEO Y DECLINACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL BOLIVIANO

efecto mucho más intenso y claro que cualquier medida argumentativa. Elmovimiento sindical quedó descabezado y desmoralizado, mientras el gobier-no ganó en prestigio político y ascendiente moral. El potencial de negociaciónfrente al gobierno y a los empresarios sufrió un irreparable descenso; igualdeterioro manifestó la COB en su poder de convocatoria y en su cuota delegititimidad dentro de los medios obreros y campesinos. En sus negociacionesulteriores con el gobierno, lo único que la COB logró fue la liberación de losdetenidos; todas sus demandas políticas e institucionales y hasta las gremiales-salariales fueron desoídas por la Administración Pública, sin que ésto tuvieseconsecuencias negativas en el frente laboral (46).

El radicalismo político de la GOB y su intento de establecer una fuentealternativa de poder popular han llevado a la dispersión de sus objetivosprimordiales, a una imagen distorsionada del mundo moderno y de la sociedadboliviana y a una descomposición de su identidad colectiva y, por tanto, aun quebrantamiento de su rol como sujeto político de primer orden. El retornoa la práctica de modestas demandas salariales no quiere decir, sin embargo,que haya renunciado a la herencia del autoritarismo; el movimiento sindicalboliviano debe todavía recorrer un largo trecho para percibir que sus conten-dientes representan intereses tan legítimos como los propios y para concertarcon ellos mediante la vía pacífica y pragmática acuerdos de ámbito limitado,pero útiles para el paulatino desarrollo de una sociedad democrática.

(46) «COB resolvió suspensión de todas las huelgas en todo el país», en Presencia del 3de octubre de 1985, págs. 1 y 15. Intentos de resistencia al nuevo modelo económico, preconizadospor partidos de izquierda, no tuvieron ninguna consecuencia práctica (cfr. «Partidos de la izquierdaconvocan a la resistenca», en Hoy del 21 de septiembre de 1985, pág. 4).

245

Page 253: Número 79

LA RELIGIÓN CIVILY EL PENSAMIENTO POLÍTICO

DE ROUSSEAU

Por ARSENIO GINZO FERNANDEZ

SUMARIO

I. ROUSSEAU, LA RELIGIÓN Y LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO.—II. EL CREDO

RELIGIOSO ROUSSON1ANO.—III. L A RELIGIÓN CIVIL. PRIMERAS MANIFESTACIONES.—

IV. LA RELIGIÓN CIVIL EN EL «CONTRATO SOCIAL»: 1. Lo histórico y lo normativo

en la religión civil. 2. La formulación de la religión civil.—V. CONCLUSIÓN.

I. ROUSSEAU, LA RELIGIÓN Y LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO

Rousseau, como testigo particularmente sensible de los problemas queagitan su siglo, ha sido calificado a veces, con razón, como «restaurador dela religión», después de un período de particular tensión entre el movimientofilosófico y las tradiciones religiosas. Uno de los principales influjos de laobra roussoniana pertenece, en efecto, a este campo. Pero el pensador gine-brino supone a la vez una de las cimas del pensamiento político de aquelsiglo tan politizado. Una vez perdida la felicidad y el equilibrio iniciales, laperspectiva política sugería, según Rousseau, la posible recuperación de laidentidad humana. De ahí sus conocidas manifestaciones a este respecto:«Había visto que todo dependía radicalmente de la política y que, de cualquierforma que se lo tomara, ningún pueblo sería nunca otra cosa que lo que lanaturaleza de su gobierno le hiciera ser» (1). Los distintos males que asolanal hombre no son atribuibles tanto al hombre como tal cuanto al hombre mal

(1) Oeuvres completes, I, 404 (citamos según la edición de la Pléiade, a la que nos referi-remos con la sigla O. c).

247Revisw de Estudios Políticos (Nueva Época)Nüm. 79. Enero-Marzo 1993

Page 254: Número 79

ARSF.NIO GINZO FERNANDEZ

gobernado. De ahí la gran relevancia de concebir «la naturaleza de un gobiernoapto para formar un pueblo lo más virtuoso, lo más ilustrado, lo más sabio».

Estas dos preocupaciones: la religión y la política estaban condenadas atener varios puntos de interferencia, tal como exigía la propia historia deambas problemáticas. Pero su principal lugar de encuentro va a tener lugaren la formulación de la llamada religión civil, que viene a coronar la reflexiónpolítica de Rousseau en el Contrato social. Se da aquí una especial simbiosisentre lo político y lo religioso, en la que recurre a este último como peculiarfuente de legitimación del constructo político.

Rousseau viene a constituir a este respecto un importante capítulo en lavieja historia de las relaciones entre política y religión. Las frágiles construc-ciones sociales, a la búsqueda de instancias legitimadoras, han recurrido a lolargo de la historia, de una forma más o menos plausible, a la legitimaciónreligiosa. Se trata, como es obvio, de una legitimación particularmente eficaz,pues pone en relación las frágiles y precarias contrucciones humanas, con sustendencias centrífugas y disolventes, con la instancia absoluta, con el ámbitode lo divino. «Las tenues realidades del mundo social —escribe P. Berger—se fundan en el realissimum sagrado, que está, por definición, más allá delas contingencias de los significados y la actividad humana» (2). De ahí laparticular propensión de la praxis y de la teoría políticas de todos los tiemposa buscar una sanción religiosa al ejercicio del poder, de la política, en cuantouna de las experiencias fundamentales de la existencia humana. Es obvio queun problema tan delicado no podía estar exento de las miserias humanas,entre ellas la voluntad de manipulación de unos seres humanos por otros.Rousseau Ió sabía bien y de ello daba fe en su visión pesimista de la historia.De ello también se había sido consciente a lo largo de la historia del pensa-miento político. «Nihil efficacius multitudinem regit quam superstitio», escri-bía Spinoza en el prefacio del Tractatus theologico-politicus. Los ilustrados,contemporáneos de Rousseau, se van a servir profusamente de este tipo deargumentación. Pero no cabe reducir toda la complejidad del problema a laexistencia innegable de la manipulación a lo largo de los distintos períodoshistóricos. Tampoco lo hace Rousseau, que tiene una conciencia tan agudade las alienaciones históricas, pero que, a la vez, sugiere alternativas quepodían indicar una salida.

La concepción de la religión civil tenía a sus ojos el valof de una alternativalegítima del recurso a la religión frente á su instrumental i zación abusiva, quesólo sabía hablar a los poderosos de sus «derechos», mientras que a loshumildes no hacía más que recordarles sus «deberes». Con todas las peculia-

(2) P. BERGER: El dosel sagrado, Buenos Aires, 1971, pág. 48.

248

Page 255: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

ridades que le son propias, la concepción roussoniana viene a suponer, talcomo indicábamos, un importante capítulo de una larga historia, de la quecabe evocar aquí algunas etapas antes de entrar en el análisis directo delplanteamiento roussoniano. No sólo Hegel, también Rousseau, y éste todavíade una forma más persistente, sintió una especial fascinación por la «bellatotalidad» que ofrecía la ciudad antigua, que trataba de integrar el individuoy la comunidad, la política, la ética, la educación... y también la religión enuna visión global .Así, durante siglos cabe decir que la historia del pensamien-to y de la religión «es la misma historia de Atenas», pudiendo afirmar Temis-tocles después de las victorias sobre los persas en Salamina y en Platea: estono lo hemos hecho nosotros, sino los dioses y los héroes (3). Cabe recordara Atenea como la diosa protectora de Atenas.- También Roma se suma a laidea de una religión cívica que corrobora y da profundidad a la virtus delciudadano. Tanto la Roma republicana como la imperial recurren a este expe-diente, si bien con las diferencias de formulación que cabe esperar. La insti-tución política no es sólo política, sino más bien sacropolítica. Así, a partirde Augusto, el emperador es concebido a modo de hijo de Dios (divi filius)y la casa imperial a modo de Domus divina. Templos, monedas, inscripcionesservían de soporte a un culto imperial cuya finalidad política era evidente aldar cohesión al carácter heterogéneo de los distintos componentes que articu-laban el conjunto del Imperio (4).

El cristianismo va a suponer una interrupción de la tradición de la religióncivil peculiar de la ciudad antigua. El apoliticismo de los primeros cristianos,resultado, en última instancia, de su concepción excéntrica del universo, losconvierte más bien en «uranopolitas», en ciudadanos del reino de los cielos.En tal horizonte se han de comprender las palabras de Tertuliano: «Nobisnulla magis res aliena est quam publica». Sin embargo, también aquí lascosas van a cambiar con la implantación del cristianismo en el Imperio roma-no. Ya san Ambrosio se atrevía a aventurar una peculiar «comunidad dedestino» entre la fe en Dios y la marcha del Imperio: «Ut ibi primum fidesromano Imperio frangeretur ubifracta est Deo» (5). A pesar de las dificultades

(3) Cfr. M. P. NILSSON: Historia de la religiosidad griega, Madrid, 1969, págs. 79-80. Deuna forma particularmente nítida ha subrayado F. DE COULANGES esta peculiaridad de la ciudadantigua: «Religión, derecho y gobierno se hallaban confundidos y eran una misma cosa bajo tresdistintos aspectos.

Hemos procurado poner de relieve el régimen social de los antiguos, en que la religión eradueña absoluta en la vida privada y pública; en que el Estado era una comunidad religiosa, elrey un pontífice, el magistrado un sacerdote y la ley una fórmula santa» (cfr. ID.: La Ciudadantigua, Madrid, 1968, pág. 355).

(4) M. GARCIA-PELAYO: LOS mitos políticos, Madrid, 1981, págs. 169 y sigs.(5) Cfr. E. GILSON: La filosofía en la Edad Media, Madrid, 1972, págs. 155-156.

249

Page 256: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

imprevistas que vayan surgiendo, por esa vía va a avanzar el pensamientomedieval. Así como se va a producir una peculiar simbiosis entre la filosofíay la teología, también se producirá entre la religión y la política, entre elsacerdotium y el regnum, originándose así un gran capítulo de la teologíapolítica. Lejos de presentar unos perfiles claramente delimitados, se daba másbien a la vez, tal como señala M. García-Pelayo, «la tendencia a la sacraliza-ción de la política y la tendencia hacia la politización de la imagen reli-giosa» (6). En este horizonte de intercambios era lógico que el sacerdotiumacabara ofreciendo un aspecto imperial y a su vez el regnum rasgos clericales.Ello también se va a mantener cuando el naciente Estado nacional y secularempiece a independizarse de sus vínculos con el Imperio y la Iglesia y areclamar una especie de santificación independiente de la Iglesia, aunqueparalela a la misma. Cabría entonces referirse al Estado como a una especiede corpus mysticum secular, que de alguna forma va a estar latente en losavatares del Estado moderno (7).

El nacimiento de la Edad Moderna, con toda la complejidad que le especuliar, va a seguir refiriéndose a la religión como fuente de legitimaciónpolítica, bien sea desde el renovado estudio de la religión de la ciudad antigua,bien sea desde el horizonte de las luchas confesionales que desgarran el tejidoespiritual europeo —cujus regio, ejus religió— hasta la teoría política quelos autores modernos elaboran desde un óptica racional y secularizada, dandolugar al fenómeno que C. Schmitt popularizó con el título de Teología política.Así, Leibniz rechaza la comparación de la jurisprudencia con la medicina ylas matemáticas para resaltar, en cambio, su parentesco con la teología:«Mérito partitionis nostrae exemplum a Theologia ad Jurisprudentiam trans-tulimus, quia mira est utriusque Facultatis similitudo» (8).

Sea suficiente con destacar aquí a dos autores en atención tanto a surelevancia intrínseca como al hecho de que Rousseau se refiere explícitamentea ellos. Se trata de Maquiavelo y Hobbes. Por lo que se refiere al primero,es conocida su doble fuente de inspiración: la experiencia de las cosas moder-nas y la lectura continua de las antiguas, según hace constar en la dedicatoriade El Príncipe. Si uno de los rasgos de la compleja cultura renacentistaconsiste en haber vuelto al hombre a una «cierta inmanencia pagana», hacién-dole recobrar aquel «sentido de la tierra», que siglos más tarde va a reivindicar

(6) M. GARCIA-PELAYO: op. al., pág. 153.

(7) Cfr. E. H. KANTOROWICZ: LOS dos cuerpos del rey, Madrid, 1985, pág. 187.(8) Cfr. C. SCHMITT: Politische Theologie, Munich-Leipzig, 1934, pág. 50. Aun cuando

en nuestra opinión simplifica demasiado la situación, hay un fondo de verdad en la afirmaciónschmittiana de que todos los conceptos relevantes de la moderna teoría política son «conceptosteológicos secularizados».

250

Page 257: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

Nietzsche, Maquiavelo viene a expresar tal situación de una forma paradigmá-tica. Ello también se deja ver en su concepción de la religión. En su visióninmanente del mundo deja ciertamente un espacio para la misma, pero no leinteresa tanto la vinculación religiosa con la trascendencia cuanto su «eficacia»para mantener y fortalecer el orden político. Maquiavelo se sitúa así de llenoen la problemática de la religión civil, de la religión al servicio de \apoliteia.Pero el pensador florentino, que no sólo manifiesta un talante anticlerical,como tantos autores de finales de la Edad Media, sino también anticristiano,no encuentra su punto de inspiración en los distintos ensayos medievales entorno a la teología política, sino que vuelve su mirada hacia la religión civilde la Roma republicana. Tal como manifiesta en los Discorsi, existe unamarcada diferencia entre ambos tipos de religiosidad. La religión cristiana,con su insistencia en la humildad y la resignación, parece haber vuelto a loshombres más débiles y haberlos puesto a merced de malvados sin prejuicios.Las religiones antiguas, por el contrario, fomentaban la gloria mundana y lavoluntad de triunfo en esta vida. Dentro de esta visión naturalista, ha de ser,por tanto, la religión civil del mundo antiguo la que ha de ser tomada comomodelo (9). También en esto Maquiavelo va a dejar sentir su influjo en elpensamiento político posterior.

El segundo gran autor que cabe destacar es el fundador propiamente dichode la moderna filosofía política: Th. Hobbes, que también va a ser objeto deuna particular referencia por parte de Rousseau. Si en el momento del naci-miento del Estado nacional ya asomaba en la Edad Media la idea del Estadocomo corpus mysticum secular, tal idea se va a corroborar en la concepciónde Hobbes, si bien en un horizonte más secularizado, que intenta ir más alládel paralelismo Iglesia-Estado para hacer más bien que el Estado absorba ensí a la Iglesia.

Aun cuando ello ocurra en un horizonte racionalista, Hobbes muestra supredilección por las imágenes teológicas a la hora de exponer su teoría política.El Leviatán vendría a ser una especie de «dios mortal» al que debemos nuestrapaz y defensa, bajo el imperio del «Dios inmortal» (10). Parodiando unconocido lema de la tradición eclesiástica, cabría decir ahora que «extra rempublicam nulla salus». El Estado se presenta como ancla de salvación frentea la anarquía y a las turbulencias del estado de naturaleza. Tal como escribeen De cive, «fuera del Estado reinan las pasiones, la guerra, el miedo, lapobreza, el abandono, el aislamiento, la barbarie, la ignorancia, la bestialidad.

(9) Cfr. M. A. GRANADA: La filosofía política en el Renacimiento: Maquiavelo y las utopias,en V. CAMPS (ed.): Historia de la Etica, I, Barcelona, 1988, págs. 547-548.

(10) English Works, vol. 3, pág. 158.

251

Page 258: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

En el Estado reinan la razón, la paz, la seguridad, la riqueza, la decencia, lasociabilidad, la elegancia, la ciencia, la benevolencia» (11). El Estado sepresenta así como recurso insoslayable para la «salvación» del hombre. Esel más precioso instrumento de los muchos que elabora el hombre y que escapaz de ofrecerle, frente a tanta amenaza, una especie de «inmortalidadartificial» que garantice su supervivencia. El Estado absolutista de Hobbesno es ciertamente el de R. Filmer, pero sí exige un alto tributo para asegurarla defensa y la paz. Parte de este tributo es el sometimiento de la religión alos fines del Estado. En este sentido, «en toda República cristiana el soberanocivil es el supremo paston> (12). Cualquier otro pastor no es más que unministro de ese soberano civil. De esta forma la concepción hobbesiana dela religión no tiene un carácter menos instrumental que la de Maquiavelo,aunque se sirve para ello de una interpretación peculiar del cristianismo.

Rousseau, por su parte, vendría a constituir una especie de tercer capítuloen esta confrontación del pensamiento político moderno con el problema dela religión civil. Fue él quien formuló de un modo más explícito esta variablereligiosa (13), que vendría a responder al desiderátum de una «profesión defe puramente civil». Sin embargo, esta profesión no puede ser comprendidaal margen de aquella otra profesión de fe que Rousseau pone en boca delvicario saboyano y que resume y sintetiza el credo religioso roussonianopropiamente dicho. Por ello antes de pasar al análisis de la religión civilparece oportuno evocar algunos rasgos de la visión religiosa de Rousseaupropiamente tal para obtener así el marco idóneo desde el que interpretar lareligión civil.

I I . EL CREDO RELIGIOSO ROUSSONIANO

El problema religioso ocupa un lugar importante en el pensamiento y enla vida de Rousseau. Gran parte de sus escritos y de su correspondencia dafe de ello. Aunque vinculado de una forma flexible bien al cavinismo en unprincipio, bien al catolicismo más tarde o, finalmente, al calvinismo, Rousseause va a señalar por seguir en el ámbito religioso su vía propia. En definitiva,

(11) Opera latina, vol. 2, cap. X.'pág. 1.(12) English Works, vol. 3, pág. 539. También en el De cive se pronuncia con toda la

claridad deseable: «En los Estados Cristianos el enjuiciamiento tanto de las cosas espiritualescomo de las temporales pertenecen al brazo secular o al poder político; de modo que la asambleasoberana o el principio soberano es tanto el jefe de la Iglesia como del Estado porque la Iglesiay la República Cristiana son en el fondo la misma cosa» (Opera latina, vol. 2, cap. XVII, pág. 28).

(13) Cfr. S. GINER: «La religión civil», en Diálogo Filosófico, núm. 21, 1991, pág. 363.

252

Page 259: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

también para este ámbito valdría aquella apreciación que hace en Rousseau,juez de Juan Jacobo: «No veía a nadie pensar como yo; me encontraba sóloen medio de la multitud tanto por lo que se refería a mis ideas como a missentimientos» (14). Ello le va a conducir a una serie de conflictos, primerocon la ortodoxia católica, pero después también con la protestante, viéndoseasí obligado a llevar al final una existencia como «cristiano sin Iglesia». Perono menos conflictivas van a ser sus relaciones con el movimiento filosóficoilustrado, con el que colabora y establece estrechas relaciones durante untiempo para convertirse más tarde en un especie de «tránsfuga de la Repúblicade las Letras» (P. Burgelin). El Discurso sobre las ciencias y las artes da fedel viraje ideológico roussoniano y de su complacencia en intentar desmontarlos nuevos mitos modernos: «Repudiando de frente todo lo que constituyehoy día la admiración de los hombres, no puedo esperar otra cosa que lareprobación universal» (15). Tal confrontación también va a afectar al pensa-miento religioso. A este respecto va a ver los filósofos, de una forma global,como una especie de apasionados misioneros del ateísmo, reos de una nuevaforma de dogmatismo (16). Frente a unos y a otros, Rousseau va a intentaruna dificultosa tercera vía, pues a pesar de las confrontaciones, la religiónva a seguir siendo una constante en su vida y en su obra. En 1769 escribíaa Franquiéres: «He creído en mi infancia por autoridad, en mi juventud porsentimiento, en mi edad madura por la razón; ahora creo porque siempre hecreído» (17). Verían las perspectivas, pero permanece la constante religiosa.

Hay en Rousseau una profundidad y una sensibilidad religiosa insólitasen la intelligentsia de su siglo, tan volcada hacia la racionalización y eldesencantamiento del mundo. También en el ámbito religioso Rousseau vienea ejemplificar la quiebra de la razón ilustrada. Con ello el pensador ginebrinose sitúa más allá de su idiosincrasia psicológica para mostrarse, de acuerdocon el veredicto hegeliano, como hijo de su propio tiempo, tanto en lo queasume, aunque sea de una forma inconsciente, como en lo que rechaza, talcomo venía a exigir esa quiebra a que nos hemos referido.

Como es sabido, Rousseau ha dado expresión a su pensamiento religiosoa través de múltiples manifestaciones, pero sobre todo a través de la profesiónde fe del Vicario saboyano, un escrito particularmente elaborado y meditadoy con el que Rousseau se sentía particularmente identificado. La profesiónde fe del Vicario saboyano es la «mía», llegó a escribir. A través de la

(14) O. c, I, pág. 728.(15) O. c, III, pág. 3.(16) O. c. I, pág. 168.(17) Lettres philosophiques (presentées par H. Gouhier), París, 1974, pág. 173.

253

Page 260: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

confesión de este particular protagonista va expresando Rousseau toda unaserie de aspectos clave de su cosmovisión religiosa: su antiintelectualismo,el primado de la moral sobre la especulación y los contenidos dogmáticos,su naturalismo, su reivindicación de la conciencia, el corazón, el sentidointerior, su homenaje al Evangelio... En todo ello va a seguir esa tercera víaque le es peculiar, aproximándose más unas veces a la tradición naturalistade su siglo y otras a la tradición cristiana en su profundidad religiosa.

En esta confrontación dialéctica se da en Rousseau una crítica decididade la concepción intelectualista de la religión. El Vicario comienza confesandoque no es un «gran filósofo» ni le preocupa serlo. Rousseau, hablando ennombre propio, no se va a cansar de presentarse como ajeno a la jergafilosófica, a la autosuficiencia intelectualista de los filósofos que llenan elmundo de entidades metafísicas después de haberse hartado de denotar lametafísica. Pero el intelectualismo no contituye el único uso de la razón. Porello Rousseau no se cansa de reivindicar el papel de la razón en el análisisde la religión. R. Derathé ha insistido justamente sobre este punto frente auna intrepretación excesivamente sentimental de la obra roussoniana (18), apesar de tantas expresiones paradójicas que aparecen en ella. Pero se trata deuna razón reconciliada con la «conciencia», el «sentido interior», el «cora-zón», conceptos estos que ocupan un lugar relevante en la profesión de fedel Vicario. Y es que Rousseau desconfía de las «falsas claridades» quecampean en su siglo y llega a barruntar las fuerzas misteriosas, subterráneas,el misterio de la vida, que van a emerger en el Romanticismo. Es significativaa este respecto la crítica a una filosofía que no sabe hacer justicia al instintoprivándonos con ello de la posibilidad de percibir adecuadamente una dimen-sión relevante de la existencia: «La filosofía moderna, que sólo admite loque explica, se guarda de admitir esta oscura facultad llamada instinto» (19).Nietzsche también se lo va a reprochar al intelectualismo socrático.

Siguiendo la conciencia, siguiendo la voz interior, se sigue, en definitiva,a la naturaleza. Si al afirmar el papel de la razón nos tropezamos a menudocon expresiones ambiguas y paradójicas, tratándose de la naturaleza, Rousseauadopta una actitud más unívoca. Uno de los rasgos que distinguen a la verda-dera religión sería precisamente su armonía con la naturaleza. He aquí unpunto en que Rousseau estaría más próximo al naturalismo imperante en unsiglo que no a la tradición cristiana. Con razón puede referirse K. Barth al

(18) Véanse sus trabajos: «Rousseau et le Christianisme», en Revue de métaphysique et demorale, 53, 1948; Le rationalisme de J.-J. Rousseau, París, 1948; «Les rapports de la moraleet de la religión chez J.-J. Rousseau», en Revue philosophique de la France et de l'etranger,139, 1949.

(19) O. c, IV, pág. 595.

254

Page 261: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIEOTO DE ROUSSEAU

pelagianismo que rezuma la obra roussoniana (20). Ello explica en parte laparadoja de que los sacerdotes de la época hayan predicado más contra Rous-seau que contra Voltaire, a pesar de la apología del Cristianismo que elprimero lleva a cabo (21). Rousseau les resultaba más ambiguo, si bien estono justifica su rechazo simplificador.

Rousseau, en efecto, elabora una teodicea que disculpa a Dios, perotambién al hombre natural en la medida en que el mal viene de fuera. Lanaturaleza idealizada, fuente de sencillez y de bondad, ya no deja espaciopara ese «bárbaro dogma» que sería el pecado original, ni tampoco, en general,para el concepto de sobrenaturaleza, tan esencial en la tradición cristiana. Enlugar de este consabido dualismo, Rousseau va a explotar más bien el deNaturaleza-Historia, tal como señala H. Gouhier. La historia ha supuesto lacaída de la perfección original y sólo la educación y la política abren unapuerta a la esperanza.

Pero aun cuando no acepta el concepto de sobrenaturaleza, no por ellodeja de rendir un encendido homenaje al Cristianismo, del cual se consideraseguidor. Y es que, como hemos dicho, la verdadera religión está en armoníacon la naturaleza. Sobre todo el Cristianismo evangélico. Si el estado denaturaleza había de servir de referente para enjuiciar el actual estado decivilización, si Esparta y la Roma republicana habían de servir de marco dereferencia para enjuiciar la situación política moderna, también en el planoreligioso recurre al Cristianismo evangélico. En este sentido escribe a Ch. deBeaumont: «Soy cristiano, no como un discípulo de los sacerdotes, sino comoun discípulo de Jesucristo» (22). Sobra, por el contrario, el cúmulo de media-ciones que se ha ido interponiendo entre Dios y el hombre, los libros, loshombres, según se lamenta el Vicario. Este opta más bien por prestar atenciónal espectáculo de la naturaleza, a la vez interior... y a los Evangelios. Enefecto, Rousseau va a conceder la máxima relevancia no sólo al gran librodel mundo, sino también a los Evangelios como tales, que se situarían deuna forma incomparable por encima de los demás libros. De ahí el decididohomenaje que el Vicario les rinde y que no ha dejado de impresionar a losmismos adversarios religiosos de Rousseau: «Mirad los libros de los filósofoscon todo su aparato. ¡Qué ridículos son al lado de éste! ¿Es posible que unlibro tan sencillo, tan sublime haya salido de los hombres? ¿Es posible que

(20) K. BARTH: Die Protestantische Theologie im 19. Jahrhundert, I, Hamburgo, 1975,pág. 185.

(21) A. RAVIER: «Le Dieu de Rousseau et la Christianisme», en Archives de Philosophie,41, 1978, pág. 410.

(22) O. c, IV, pág. 960.

255

Page 262: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

aquél cuya historia narra no sea más que un hombre?» (23). Resultaría fáciladucir más textos de esta índole. Para el pensador ginebrino la virtud nohabría hablado nunca un lenguaje tan dulce como en el Evangelio, nunca lasabiduría más profunda se habría expresado con tanta energía y sencillez (24).Por ello, a pesar de su visión naturalista, Rousseau no va a dudar tampocoen poner a la figura de Jesús por encima de la de Sócrates mientras que lavida y la muerte de éste son las de un sabio, las de Jesús serían las de un Dios.

Para nuestro propósito en este trabajo, es suficiente con reparar brevementeen dos aspectos que nos aproximan ya a la problemática de la religión civil,a saber, la filiación protestante de Rousseau y la primacía de la moral sobreel dogma. Por lo que se refiere al primer problema, cabe suponer que unode los más significativos representantes de la subjetividad moderna iba asintonizar de una forma especial con aquel movimiento que se iba a caracte-rizar por la potenciación de la subjetividad en el ámbito religioso en unamedida desconocida hasta entonces. Además, Rousseau nació y fue educadoinicialmente en uno de los emporios del protestantismo: Ginebra. Es ciertoque los avatares de su juventud le llevan a abrazar el catolicismo, pero setrata de un catolicismo vivido de una forma muy personal, en la que dejabasentir poderosamente el influjo de M"* de Warens. Ello hace que un estudiosocomo A. Ravier pueda escribir que Rousseau pasó al catolicismo «sin abjurar,a no ser de boquilla, del calvinismo» (25). Importantes experiencias personalesde este período explicarían el hecho de que Rousseau se exprese a través deun Vicario católico en su principal escrito de temática religiosa. Pero no dejade observar que ese Vicario le producía la impresión de ser «un protestanteencubierto» (26). De hecho, al final de su profesión de fe, el Vicario invitaa su interlocutor a que vuelva a su patria y se reconcilie con la religión desus padres (el protestantismo). En pro de este último, las razones aducidasson poderosas: «Es muy sencilla y muy santa, y entre todas las religiones dela tierra, creo que es la que tiene una moral más pura y la que más satisfacela razón» (27).

(23) O. c, IV, pág. 625.(24) O. c, III, pág. 49.(25) A. RAVIER: art. cit., pág. 357.

(26) O. c, IV, pág. 563.(27) O. c, IV, pág. 631. Acerca de las relaciones de Rousseau con la tradición protestante

pueden consultarse: P.-M. MASSON: Le religión de J.-J. Rousseau, Ginebra, 1970 (reimp);P. BURGELIN: Rousseau et la religión de.Genéve, Ginebra, 1969; H. GOUHIER: Les méditalionsmélaphysiques de J.-J. Rousseau, París, 1970; P. GRIMSLEY: Rousseau and ihe religious Quest,Oxford, 1968; A. PINTOR-RAMOS: J.-J. Rousseau. Escritos religiosos, Madrid, 1978, Introduc-ción.

256

Page 263: Número 79

REUG10N CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

También Rousseau en la vida real se reconcilia con la religión de suspadres y a la vez con su Ginebra natal. Su correspondencia da fe de suadhesión a la «religión reformada» (28). En este mismo sentido escribe enCartas escritas desde la montaña: «El autor prefiere la religión cristiana acualquier otro culto, y la Reforma evangélica a toda otra secta» (29).

Frente al complejo sistema de mediaciones católicas, la esencia del protes-tantismo consiste en admitir la Biblia por regla de la creencia religiosa y noaceptar más intérprete que la propia razón (30). Aquí encuentra a la vez elfundamento de algo que le va a inquietar a la hora de formular su concepciónde la religión civil: el problema de la tolerancia. Al margen de los avatareshistóricos —de los que Rousseau iba a ser una víctima más—, la Reforma,al estar basada en el libre examen, sería tolerante en «su esencia». He aquíla barrera que separa al catolicismo de las confesiones protestantes.

Las reacciones provocadas por la publicación del Emilio y el Contratosocial ponen fin a la ilusión de la reconciliación con Ginebra, pero no a laadhesión a lo que considera la vocación originaria de la Reforma.

La segunda cuestión planteada no es menos relevante para la comprensiónde la religión civil. La postura antiintelectualista de Rousseau hace que elcentro de gravedad se desplace desde los contenidos dogmáticos de la religiónhacia la moral. En el Evangelio, confiesa el Vicario, el dogma es «sencillo»y la moral «sublime». Desconfía de las elucubraciones en torno a la religión,pues, en definitiva, no son más que fuente de confusión y de intolerancia.Tal como escribe en 1758 al ministro J. Vernes: «Amigo mío, creo en Dios,y Dios no sería justo si mi alma no fuera inmortal. He aquí lo que la religióntiene de esencial y de útil. Dejemos el resto a los disputadores» (31). Peroel escepticismo en el plano especulativo no afecta al compromiso moral. ElVicario lo acepta sin reservas: «Pero nó es un escepticismo en manera algunapenoso, porque no se extiende a los puntos esenciales a la práctica y porqueya estoy decidido respecto a los principios de todos mis deberes. Yo sirvo aDios en la simplicidad de mi corazón y no procuro saber más de lo queimporta a mi conducta. En cuanto a los dogmas que no influyen ni sobre lasacciones ni sobre la moral, y que tantos se atormentan en observar atentamen-

(28) Leltres philosophiques, págs. 100 y sigs.(29) O. c, III, págs. 718-719.(30) En este mismo sentido se expresa la Julia moribunda de la Nueva Eloísa: «He vivido

y muero dentro de la comunión protestante, que loma su único criterio de la Sagrada Escrituray de la razón» (O. c, II, pág. 714).

(31) Lettres philosophiques, pág. 54.

257

Page 264: Número 79

ARSF.NIO GINZO FERNANDEZ

te, no me preocupan» (32). En definitiva, añade Rousseau, no seremos juz-gados por lo que hayamos creído, sino por lo que hayamos hecho.

Este planteamiento ya muestra un talante afín a ciertos enfoques de religióncivil. Pero todavía podremos comprender mejor el interés de Rousseau enrecurrir a la religión en el marco de la teoría política si tenemos presente suvinculación entre la virtud y la religión. En el legado de P. Bayle a laIlustración está el desiderátum de elaborar una moral autónoma, independien-te de la tutela de la religión. Tal va a ser, en efecto, una de las señas deidentidad del movimiento ilustrado. También aquel pensador político quedestaca en este período junto con Rousseau, Montesquieu, señalaba que,aunque no existiera Dios y no estuviéramos sometidos al yugo de la religión,sí lo estaríamos al de la equidad, debiendo amar siempre la justicia. Rousseaucomparte este punto de vista durante un tiempo, pero después va a cambiarde opinión (33). Una conocida nota de la Carta a DI Alembert reconoce dichocambio: «No quiero decir con esto que se pueda ser virtuoso sin religión;durante mucho tiempo sostuve yo esta opinión falaz, de la que estoy hartodesengañado» (34). Son múltiples, en efecto, los pasajes de la obra roussonia-na en que reivindica esa interconexión entre la moral y la religión. En realidad,también en este punto Rousseau sigue una vía propia frente a la ortodoxiacristiana y a los representantes del movimiento filosófico. Pues si al vincularde ese modo la virtud con la religión se aproximaba a la tradición cristiana,se da también la tendencia a subordinar la religión a la moral. Tal como rezala conclusión de la profesión de fe, «lo que importa al hombre es cumplircon sus deberes en la tierrra». Pero en todo caso es preciso admitir que losplanteamientos de Rousseau no dejan de tener un cierto carácter regresivo encomparación con el movimiento filosófico de su época.

Por último, si bien no va a poder convertir sin más la religión del Vicarioen religión civil, Rousseau no puede menos de llamar la atención acerca deldistinto rumbo político-religioso que hubiera seguido el mundo moderno sise hubiera orientado por las pautas de esa profesión de fe. Refiriéndose enconcreto a Francia, señala en su Carta a Ch. de Beaumont que, de seguirdicha religión, «los ríos de sangre no hubieran inundado tan a menudo loscampos franceses» (35). Es la añoranza de la tolerancia ante los crímenes yatropellos que se pueden cometer por su defecto. Tal añoranza se ve reforzada

(32) O. c, IV, pág. 627. En el borrador de una carta a Voltaire, Rousseau llega a escribirde una forma lapidaria: «El dogma no es nada, la moral es todo» (O. c, IV, pág. 1077).

(33) Cfr. R. DERATHÉ: Les rapporls de la morale el de la religión chez J.-J. Rousseau,págs. 143 y sigs.

(34) Escritos de combate, Madrid, 1979, pág. 353.(35) O. c, IV, pág. 985.

258

Page 265: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

además debido a que en el horizonte de un cierto escepticismo metafísico yteológico, Rousseau considera que es posible llegar a un entendimiento en lofundamental mientras que se ha de dejar libertad y practicar la tolerancia entodo lo demás. Es uno de los presupuestos que gravitan sobre la elaboraciónde la religión civil.

III. LA RELIGIÓN CIVIL. PRIMERAS MANIFESTACIONES

Como hemos indicado, Rousseau no sólo se preocupa profundamente porel problema de la religión como tal, sino también por su aptitud como fuentede legitimación política. A este respecto, la toma de posición más claracorresponde al penúltimo capítulo'del Contrato social sobre la religión civil,pero dicha temática no surge repentinamente a la hora de concluir dicha obra,sino que responde más bien a una vieja preocupación de Rousseau en sucondición de pensador político. Entre las primeras manifestaciones en queaflora el problema cabe mencionar el Discurso sobre la desigualdad y la cartaa Voltaire del 18 de agosto de 1756. Nos vamos a referir brevemente a lasmismas.

Como es sabido, el Discurso sobre la desigualdad describe la fatal pérdidadel equilibrio y armonía iniciales del hombre y las distintas etapas de eseproceso degradatorio. Pero a la vez describe también los conatos de lascomunidades políticas de encontrar algún remedio a la situación creada. Sur-gen así los distintos intentos de explicar y legitimar la actividad política.Rousseau, situándose en el horizonte de la tradición iusnaturalista, considerael establecimiento de la comunidad política como «un verdadero contratoentre el pueblo y los jefes que él elige, contrato por el cual las dos partes seobligan a observar las leyes que en él se estipulan y que forman los lazos desu unión» (36). Quiere evitar así no sólo las concepciones despóticas delpoder, sino también las concepciones paternalistas al estilo de Fümer, o deaquellos que, como Pufendorf, afirman que uno podría despojarse de sulibertad en favor de otro. Rousseau va a insistir en la reciprocidad del com-promiso de los gobernantes y el pueblo, bajo el imperio de las leyes.

Pero, a pesar de todas las preocupaciones tomadas, Rousseau ve que elcontrato es una construcción precaria que no garantiza sin más la estabilidadde la vida política. El contrato no puede ser considerado como «irrevocable»,ya que si no hay un poder superior a los contratantes que les obligue acumplir sus. compromisos, las dos partes serían los «únicos jueces de la propia

(36) O. c, III, pág. 184.

259

Page 266: Número 79

ARSF.NIO GINZO FERNANDEZ

causa». De este modo cada parte podría renunciar al contrato cuando la otraparte quebranta las condiciones del pacto o considera que dichas condicionesdejan de convenirle. Y si el magistrado tiene esa posibilidad de renunciar,también la tendrá el pueblo en su sometimiento y acatamiento. Tal peligrode disolución de la vida política asusta a Rousseau y para hacerle frente creeque el recurso a la religión es lo más eficaz. El texto roussoniano no tienedesperdicio: «Pero las disensiones horrorosas, los infinitos desórdenes quenecesariamente entraña este peligroso poder muestran más que ninguna otracosa hasta qué punto los gobernantes humanos tienen necesidad de una basemás sólida que la mera razón y hasta qué punto es necesario para la tranquilidadpública que intervenga la autoridad divina con el fin de otorgar a la autoridadsoberana un carácter sagrado e inviolable que arrebate a los individuos elfunesto derecho a disponer de ella» (37). Rousseau se ve abocado a unasituación límite, desconocida en un ejercicio del poder basado en la fuerza.El contrato como acto fundacional de la vida política rechaza la concepcióndespótica del poder, pero requiere nuevos resortes para su viabilidad. Porsupuesto, la «virtud», pero también el poder legitimador de la religión. Recur-so sin duda erizado de ambigüedades, pero que no por ello va a dejar de seruna constante en la teoría política de Rousseau. Años más tarde, en el capítulosobre la religión civil del Contrato social, se va a referir a la «santidad delcontrato social y de las leyes»). El Discurso sobre la desigualdad ya seadelanta a sugerir tal concepción.

Una visión más diferenciada la ofrece la mencionada carta a Voltaire de1756. Aparece aquí Rousseau preocupado a la vez por garantizar el espíritude tolerancia"y por dar una sanción última a las leyes, y a la vida política engeneral, mediante lo que más adelante va a denominar religión civil. Ladefensa de la tolerancia, una menor insistencia en los contenidos teológicosde una profesión de fe civil y la ausencia de veleidades inquisitoriales hacenque Rousseau presente aquí un talante más «liberal» que el que ofrece en elContrato social. Nadie debe osar invadir, puntualiza Rousseau, el interior delas conciencias, pues no depende de nosotros creer o no en aquello quesobrepasa el ámbito de la demostración. Por lo tanto, «todo gobierno humano»ha de limitarse por su propia naturaleza a los «deberes civiles». Por ellomuestra su desacuerdo con Hobbes, a quien en esta carta califica de «sofista»debido al control del soberano sobre las creencias religiosas.

Pero, de una forma compatible con este espíritu de tolerancia, debe haber«una especie de profesión de fe que las leyes pueden imponer». Pero Rousseau

(37) O. c, III, pág. 186.

260

Page 267: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

quiere ser prudente respeto a sus contenidos: debe limitarse a los principiosde la moral y del derecho natural. Al margen de esto, esa profesión ha detener un carácter puramente negativo en la medida en que ha de hacer frentea los peligros que provienen de aquellas religiones que cuestionan los funda-mentos de la sociedad y amenazan la paz del Estado. La profesión de fe civilha de hacer frente a este peligro, rechazando particularmente el espíritu deintolerancia, perturbador de la paz civil. Intolerancia que habría que rechazarno sólo cuando proviene de las distintas sectas religiosas, sino también en laeventualidad de que hubiera incrédulos intolerantes que quisieran obligar alos demás a no creer en nada (38). La-intolerancia sin duda puede provenirde frentes contrapuestos.

La profesión de fe civil tiene, por tanto, una dimensión positiva en cuantoseñala las máximas que cada ciudadano habrá de asumir para el adecuadofuncionamiento de \apoliteia y otra negativa en cuanto rechaza lo que amenazala paz social. La profesión de fe civil tendría así por cometido delimitar unoscontenidos mínimos que habrían de ser compartidos por todos, garantizandoel funcionamiento de la vida política. Cualquier religión acorde con ese códigosería admitida; sería rechazada en cambio toda aquella que estuviera en con-tradicción con él. Pero también sería posible limitarse únicamente a la acep-tación de ese código.

Rousseau toma aquí conciencia de la doble perspectiva de la religión encuanto tiene tanto una dimensión individual como social. Por ello distingueentre un «catecismo del hombre», tal como se halla presente en el escritovolteriano Poema sobre la religión natural, y un «catecismo del ciudadano»que debería responder al desiderátum de una profesión de fe civil. Rousseauinvita a su gran adversario Voltaire a que concluya su brillante carrera literariaabordando este último cometido, que ea su opinión sería el «más útil» quecabría concebir. Sin embargo, va a ser más bien Rousseau quien va a intentarprofundizar en ese doble «catecismo». La profesión de fe del Vicario expresarála concepción roussoniana del catecismo del hombre, mientras que el capítulosobre la religión civil del Contrato social se refiere al segundo proyecto, elcatecismo del ciudadano. Rousseau va a tratar de madurar ambos proyectosa la vez. De hecho, tanto el Emilio como el Contrato social aparecen elmismo año, en 1762.

(38) Lettres philosophiques, pág. 44.

261

Page 268: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDF.7.

I V . LA RELIGIÓN CIVIL EN EL «CONTRATO SOCIAL»

1. Lo histórico y lo normativo en la religión civil

Rousseau no había previsto inicialmente la inclusión de un capítulo sobrela religión en el Contrato social. En efecto, tal capítulo no figuraba en laprimera versión de la obra (Manuscrito de Ginebra). Sin embargo, concluidoya el manuscrito, redacta un primer borrador de la religión civil al dorso delcapítulo sobre el legislador. Después será incluido, con retoques, en la versióndefinitiva de la obra. Es preciso reconocer, por tanto, que la inclusión dedicho capítulo fue una decisión tomada en el último momento, pero ello noquiere decir que se trate de una concepción que como tal se le haya ocurridoen ese momento final.

Se puede comenzar observando que el hecho de que la primera versiónde la religión civil figure al dorso del capítulo sobre el legislador no parecealgo casual, sino que sugiere que se trata más bien de una especie de comple-mento apropiado. En efecto, la figura del legislador está rodeada de un nimboespecial que parece requerir estar revestido de una particular fuerza legitima-dora. Pues el legislador aspira nada menos que a cambiar la naturaleza humana:«Quien se crea capaz de formar un pueblo, deba considerarse en condiciones,por así decirlo, de cambiar la naturaleza humana. Es preciso que transformea cada individuo, que, considerado en sí mismo, constituye un todo perfectoy solitario, en parte de un todo más grande del que este individuo reciba dealguna manera su vida y su ser» (39). De ahí que los «padres de las naciones»hayan recurrido en todos los tiempos al referente religioso con el fin de quela autoridad divina hiciera plausibles en la conciencia los principios de lalegislación allí donde la prudencia humana no era capaz de hacerlo. La políticay la religión pueden mostrar una utilidad recíproca. La unión política puedehacer que ciertas opiniones religiosas se vuelvan permanentes y que se man-tengan en un cuerpo doctrinal. Pero los servicios de la religión no son menoresrespecto al orden político, pues es capaz de «poder dar al vínculo moral unafuerza interior que penetra hasta el alma y que sea siempre independiente delos bienes, de los males, de la vida misma y de todos los acontecimientoshumanos» (40). Resulta de este modo comprensible que Rousseau considerara

(39) O. c , III, pág. 313.(40) O. c, III, pág. 318. Cfr. L. PEZZILLO: «Apone della filosofía política di Rousseau:

Legislatore e religione civile», en Critica Storica, núm. 4, 1978, págs. 78 y sigs. Tampoco eltratamiento del problema del legislador es ajeno a la vinculación de Rousseau al marco referencialofrecido por la ciudad antigua. Así se expresa en las Consideraciones sobre el gobierno dePolonia: «Miro las naciones modernas: veo muchos autores de leyes, pero ningún legislador.

262

Page 269: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

oportuno exponer su concepción de la religión civil al hilo de lo apuntado yaen el capítulo sobre el legislador. Después de todo, a pesar del carácter«inesperado» que pueda presentar el capítulo sobre la religión civil respectoal resto de la obra, pensamos que existe un acuerdo fundamental entre ambospuntos de referencia.

Para Rousseau constituye una especie de hecho universal el recurrir a lafunción religiosa como legitimadora de la vida política. Ello sería cierto sobretodo en los primeros tiempos en los que no había más reyes que los dioses,teniendo todo gobierno un carácter «teocrático». La primera versión del capí-tulo adopta todavía un carácter más tajante: «Tan pronto como los hombresviven en sociedad necesitan una religión que les mantenga en ella. Jamássubsistió ni subsistirá un pueblo sin religión» (41). Como vemos por el tenorde la última frase, el enfoque roussoniano se mueve en dos planos a la vez:el histórico y el normativo (42). No pretende describir únicamente un estadode cosas existente, sino que se trata además de una especie de imperativo.Es preciso no limitarse al derecho positivo tal como tiende a ocurrir enMontesquieu, sino prestar atención además a los «principios del derechopolítico» (43).

No obstante, la aproximación roussoniana al tema de la religión civilempieza apoyándose en una visión global de la situación histórica. Queriendohacer plausible su tesis de la necesidad de la religión como garantía últimadel buen funcionamiento político, se comprende la complacencia de Rousseauen recurrir a las primeras experiencias de la humanidad debido al consabidopredominio de la religión en esta etapa.

En el paganismo cada Estado tenía un culto y un gobierno propios, deforma que no llegaban a distinguir entre sus dioses y sus leyes. De estasituación se derivaba el que la «guerra política» fuera también entonces una«guerra teológica» dado que los límites de las naciones venían también a serlos límites dentro de los que los dioses podían reclamar su ámbito de compe-tencia. De ahí que la tarea de convertir a un pueblo comenzara siendo unatarea político-militar que condujera al sometimiento del pueblo extraño, que-dando los vencidos obligados a cambiar de culto. Ciertamente se podía llegar

Entre los antiguos, en cambio, veo tres que merecen una particular atención: Moisés, Licurgo yNuma» (O. c.. III, pág. 956).

(41) O. c, III, pág. 337. Nos referimos fundamentalmente a la versión definitiva, perodado el caso, también tomaremos en consideración la primera, indicándolo entonces expresa-mente.

(42) Cfr. K. D. ERDMANN: Das Verhallnis vonStaat undReligión nach derSoziatphilosophieRousseaus, Berlín, 1935, pág. 13.

(43) O. c, IV, pág. 836.

263

Page 270: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

a arreglos como fue el caso de los romanos con su política religiosa a lo largodel vasto Imperio, y que les conducía con frecuencia a adoptar ellos mismoslos dioses de los vencidos, «concediendo a unos y a otros el derecho deciudadanía» (44). En la cumbre del mundo pagano, Roma supo ser lo suficien-te flexible para seguir respetando la convergencia de política y religión y parasaber integrar la identidad religiosa de los otros pueblos en el marco de unproyecto común, pero lo predominante era el exclusivismo y la intolerancia.

Va a ser con el Cristianismo con el que va a cambiar radicalmente estasituación. Rousseau va a comenzar ahora una nueva lectura del Cristianismoparalela en cierto sentido a la realizada en la profesión de fe del Vicario. Setrata esta vez de una lectura política, tal como exige la naturaleza de unaobra como el Contrato social. Montesquieu observaba en el Espíritu de lasleyes, al abordar el problema de la religión, que él no hablaba como «teólogo»,sino como «escritor político». Tal va a ser también el horizonte de Rousseauen sus obras políticas, si bien con todas las peculiaridades de su estilo amantede las paradojas y de las contraposiciones, de forma que las apreciacionesacerca del Cristianismo que figuran en la profesión del Vicario y en el capítulosobre la religión civil parecen pertenecer a veces a dos autores distintos.

Aproximémonos a esa lectura política: la unidad del Estado peculiar delmundo antiguo entró en crisis cuando Jesús, al establecer sobre la tierra sureino espiritual, llegó a separar el ámbito teológico del político. Los paganosnunca llegaron a comprender esto. De aquí van a surgir las presecuciones,pues los paganos nunca se fiaron de los planteamientos cristianos. Más bienveían en ellos una astucia de los débiles para hacerse con el poder. Anticipán-dose en esto a Nietzsche, Rousseau se muestra de acuerdo con las persecucio-nes de los paganos: «Lo que los paganos habían temido ocurrió. Entoncestodo cambió de aspecto; los humildes cristianos cambiaron de lenguaje ypronto ese pretendido reino del otro mundo se convirtió, en éste, bajo un jefevisible, en el más violento despotismo» (45). Rousseau no va a ahorrarcalificativos a la hora de rechazar el desarrollo político del Cristianismo, quevendría a ser nefasto tanto para los intereses religiosos como políticos. Esedesarrollo tenía para Rousseau rasgos despóticos, pero no por ello dejó dehaber un poder y unas leyes civiles. De ahí se iba a derivar algo que es tanpeculiar de la experiencia medieval: un perpetuo conflicto de jurisdicción queno permitía ver con claridad a qué instancia había que obedecer en definitiva.

Tampoco los intentos realizados en la Edad Moderna con vista a «conservaro restablecer el antiguo sistema» le parecen particularmente afortunados. Así,

(44) O. c. III, pág. 462.(45) O. c, III, pág. 462.

264

Page 271: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

los reyes de Inglaterra se han constituido como jefes de la Iglesia, pero estono quiere decir que a la hora de la verdad lo sean. Con ese golpe de fuerzalos reyes, según Rousseau, no se han convertido tanto en sus señores comoen sus ministros con la obligación añadida de sostenerla. Por ello no duda enmagnificar el poder del clero cristiano en el seno del cuerpo político, sinpreocuparse por descender a matizaciones. A diferencia de lo que ocurría conlos sacerdotes paganos, el clero cristiano tuvo la habilidad de constituirse enuna corporación en la que la comunión y la excomunión constituyen el «pactosocial del clero». Rousseau no duda en ver en esto una especie de «obramaestra en política» que convierte al clero en auténtico señor y legislador.Por ello en un caso como el de la Inglaterra moderna seguirá habiendo «dospoderes, dos soberanos».

Por consiguiente, tampoco en el plano de la teoría política, el planteamien-to de Hobbes es tan concluyente como éste se había imaginado. Aunque laperspectiva no sea la misma que en la carta a Voltaire de 1756, también ahoraRousseau toma a Hobbes como interlocutor a la hora de perfilar su idea dereligión civil. A este respecto, el pensador inglés vendría a ocupar un lugarparticularmente relevante, pues de todos «los autores cristianos» sería el únicoque ha visto correctamente el mal que supone la intromisión del Cristianismoen los asuntos del Estado y a la vez el único que se ha atrevido a proponerreunir las dos instancias jurisdiccionales en una sola y «reducir todo a unidadpolítica, sin lo cual jamás habrá Estado ni gobierno bien constituido» (46).Hay, por tanto, un acuerdo apreciable en este aspecto del pensamiento deambos autores. Pero pasando por alto de momento otras consideraciones,Rousseau difiere del pensador inglés porque considera que este último no hasabido ponderar debidamente «el espíritu dominador» del Cristianismo, loque, en definitiva, haría ilusoria la meta de- reducir todo a esa unidad política.La situación sería, por tanto, similar tanto a nivel de la praxis como delpensamiento político. El modelo inglés no supone para Rousseau la verdaderasolución del problema.

Sin abandonar la perspectiva histórica desde la que Rousseau considerómás estratégico comenzar a plantear la cuestión, intenta crear más claridaden el vasto panorama de las relaciones política-religión. Introduce para ellouna especie de tipología de las religiones en función de su relación con la«sociedad», es decir, una visión de las religiones desde la óptica política.Desde este enfoque cabría distinguir tres tipos: la religión del hombre, la delciudadano y la del sacerdote.

(46) O. c, III, pág. 463.

265

Page 272: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

La religión del hombre es la religión natural a la que Rousseau se habíareferido en la profesión de fe del Vicario. Sería una religión espiritual queno necesita templos ni altares ni ritos, sino que se limita al culto «puramenteinterior del Dios Supremo» y, por supuesto, a los sagrados deberes de lamoral, pues no en vano el Dios roussoniano, de forma similar al kantiano,es fundamentalmente un Dios moral. Tal sería para Rousseau la pura y simplereligión del Evangelio.

Otra forma religiosa que Rousseau conocía bien por sus estudios histórico-políticos era la religión de la ciudad antigua. A diferencia de la religión delEvangelio, esta religión aparece circunscrita a un sólo país en cuya funciónse encuentra. Así, le proporciona sus dioses y patronos «propios y tutelares»y las leyes se encargan de prescribir sus dogmas, su culto y sus ritos. Lavalidez de sus principios se limita a la nación que hace suya esta religión.Todo lo demás es para ella «infiel, extraño, bárbaro». Los deberes y losderechos del hombre se extienden tan sólo hasta donde se extienden los altaresde la religión en concreto. Si la religión del Evangelio venía a representar elllamado derecho divino «natural», la religión del ciudadano expresaría elderecho divino «civil o positivo».

Por último, estaría la denominada religión del sacerdote, que para Rous-seau se correspondería fundamentalmente con el «cristianismo romano», elcatolicismo, y que se caracteriza básicamente por la introducción de dosjurisdicciones (47) e implicados jefes, dos patrias. Esto supondría para Rous-seau someter a la humanidad a una vida de constante conflicto y contradicción.Si a nivel puramente religioso manifiesta su aversión hacia el catolicismo —apesar de su etapa como católico—, otro tanto va a ocurrir desde el planopolítico. El catolicismo es la forma religiosa que le merece menor considera-ción desde la óptica política porque al establecer la doble jurisdicción que lees peculiar atenta contra aquel valor que Rousseau coloca en el centro de suconstructo político: la unidad social. Por ello se han de rechazar aquellasinstituciones que ponen al hombre en contradicción consigo mismo.

Quedan las dos otras formas: la religión del hombre y la del ciudadano.¿Qué valoración política le merecen a Rousseau? No cabe duda que nosencontramos en uno de los momentos más tensos de toda la obra roussoniana.En efecto, el pensador ginebrino mantiene una relación especialmente profun-da con ambos universos ideológicos. Por lo que se refiere a su vinculacióncon el Cristianismo evangélico, sea suficiente aquí con remitir a lo apuntadoen páginas anteriores. Pero, a la vez, Rousseau siente una profunda admiración

(47) Recuérdese a este respecto el conocido pasaje de la carta del papa Gelasio al emperadorAnastasio: «Dúo sunt ... quibus principaliler mundus hic regilur: aucloriias sacra pontificum etregalis poteslas».

266

Page 273: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

por los modelos políticos ofrecidos por la ciudad antigua, que en muchosaspectos deberían seguir sirviendo de punto de referencia a los pueblos mo-dernos. En este sentido, en sus Consideraciones sobre el gobierno de Poloniano puede menos de examinar el «espíritu de las antiguas instituciones» yseñalar: «Cuando se lee la historia antigua, uno se siente transportado a otrouniverso y en medio de otros seres. ¿Qué tienen en común franceses, ingleses,rusos con griegos y romanos? La figura apenas» (48). El Contrato socialconcibe un modelo de Ciudad que, emulando a la ciudad antigua, aspira adesarrollar un nivel comunitario integral, de plenitud, en el que la políticaimplica también la ética, la pedagogía y la religión. En este sentido, la Ciudadroussoniana pretendía realizarse como Gemeinschaft, en terminología de Tón-nies (49), más allá de una concepción impersonal e instrumental de la vidapolítica.

Si esto es así cabe preguntarse cuál va a ser la valoración política quehaga Rousseau de ese aspecto de la ciudad antigua que es la religión. Estáclaro desde un principio que no podrá substraerse sin más a la fascinaciónque ese modelo ejerce globalmente sobre él. En efecto, Rousseau reconoceque dicha religión es «buena» en una serie de aspectos. Hace converger ladimensión política y la religiosa de la sociedad al reunir el culto divino conla observancia de las leyes de forma que para los ciudadanos servir al Estadoviene a identificarse con servir al dios tutelar. En este horizonte en el quesacerdotes y magistrados vienen a coincidir, la patria adquiere un carácterreligioso y legal a la vez. La patria venía a ser aquel agregado de valorespolíticos, éticos y también religiosos por los que el hombre vivía y moría (50).De ahí el carácter excelso del pro patria mori. De esta forma, «morir por lapatria es ir al martirio; violar las leyes es ser impío» (51). No cabe entoncesnegar a la religión antigua «eficacia» en cuanto legitimación del quehacerpolítico.

(48) O. c, III, pág. 956. Nos hemos ocupado con alguna extensión de este tema en nuestrotrabajo «La referencia a la ciudad antigua en el pensamiento político de Rousseau», en Polis.Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad clásica, 4, 1992.

(49) A pesar de sus divergencias, Rousseau y Hegel coinciden en esta voluntad de totaliza-ción, de plenitud de la vida política. Resulta por ello inexacto afirmar que al postular Hegel elreconocimiento de las normas morales como condición necesaria para el mantenimientodel Estado moderno difiere en ello de «todos los anteriores teóricos del Estado moderno»(cfr. K.-H. ILTING: La estructura de la Filosofía del Derecho de Hegel, en G. AMENGUAL (ed.):Estudios sobre la Filosofía del Derecho de Hegel, Madrid, 1989, pág. 75. Sea suficiente conrecordar aquí el conocido pasaje del Emilio: «Los que quieren tratar por separado la política yla moral no entenderán palabra ni de una ni de otra» (O. c, III, pág. 524).

(50) E. H. KANTOROWICZ: op. cit., pág. 224.

(51) O. c, III, pág. 465.

267

Page 274: Número 79

ARS1£NIO GINZO FERNANDEZ

Pero de los elementos integrantes de esta ciudad antigua era precisamenteel religioso el que iba a quedar peor parado por la entrada en la historia delCristianismo. Actualmente, observa Rousseau al final del capítulo sobre lareligión civil, no existe «ni puede existir religión nacional exclusiva».

Desde el nuevo horizonte religioso, Rousseau no duda en afirmar que lareligión del ciudadano es a la vez «mala» debido en primer lugar a que estáfundada sobre el «error y la mentira» y hace que los hombres rindan pleitesíaa la superstición y a los ceremoniales vanos. En segundo lugar sería malapor su carácter exclusivo e intolerante. La religión antigua con su exclusivismoy su carácter nacional fomentaba más bien las discordias y el espíritu de luchaentre los pueblos. Por ello la valoración roussoniana de la religión antiguamuestra más reservas e inhibiciones de los que presenta su visión global delos modelos antiguos, objeto más bien de un espíritu mitificador. Sin dudaRousseau tuvo que hacerse una cierta violencia en este punto.

Queda el otro modelo religioso, la religión del hombre tal como es con-cebida por el Cristianismo evangélico. Rousseau no quiere desde luego negarsin más en el Contrato social lo que estaba defendiendo en otras obras coe-táneas, el Emilio y la Nueva Eloísa, en que reivindica precisamente eseCristianismo evangélico. También en el Contrato social reconoce que, «poresta religión santa, sublime, verdadera, los hombres, hijos del mismo Dios,se reconocen todos hermanos, y la sociedad que los une no se disuelve nisiquiera con la muerte» (52).

Pero ya hemos adelantado que la lectura política del Cristianismo arrojaen Rousseau un balance muy diferente del que tenía lugar en la profesión defe del Vicario. El homenaje puramente religioso al Cristianismo evangélicodeja ahora lugar a las confesiones desinhibidas del lector y admirador deMaquiavelo. Rousseau nos pone así en una tesitura un tanto bifronte y esqui-zofrénica. No sin fundamento puede referirse Masson a la «doble cultura»,de la que es feudataria la obra de Rousseau. Por una parte está la críticafilosófica que Rousseau, a pesar de todo, no deja de hacer suya en una medidaapreciable, y por otra, su talante y sus convicciones de hombre religioso (53).

Desde esta misma perspectiva, no puede compartir el desprecio de las«virtudes de los antiguos paganos» por parte de los Padres de la Iglesia, quelas atribuían a su deseo de vanagloria. Una afirmación así pecaría de «teme-raria» y no podría hacer justicia a los Sócrates y Catón, a los Séneca y MarcoAntonio.

(52) O. c, III, pág. 465.(53) P.-M. MASSON: op. cil., págs. 195 y sigs.

268

Page 275: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

Desde el punto de vista político, el Cristianismo se muestra insatisfactorio,pues no ofrece ninguna verdadera relación con el cuerpo político y por ellono añade ninguna fuerza a las leyes, dejándolas abandonadas a sí mismas.Debido a su carácter espiritual, a su proyección hacia la patria celestial, nosólo no une a los ciudadanos con las metas del Estado, sino que los separade ellas como de todo lo terreno. Rousseau añade a esto aquella afirmaciónque tanto escandalizó a sus contemporáneos: «No conozco nada más contrarioal espíritu social.» Una frase así de tájente va a merecer de Rousseau algunamatización en escritos posteriores, pero ya ahora en el Contrato social consi-dera oportuno ofrecer alguna explicación de tal modo de proceder, pues, alfin y al cabo, terminaba de referirse al Cristianismo evangélico como a una«religión santa, sublime, verdadera». Cabría entonces objetar que una socie-dad de «verdaderos cristianos» sería la más perfecta que cabría injaginair.Rousseau a esto sólo replica que una sociedad así no sería una sociedadpropiamente humana, mientras que la comunidad política sí lo es. A pesardel estilo maquiveliano que Rousseau adopta en este pasaje, no puede menosde aceptar que también, desde el punto de vista político, se derivarían todauna serie de hechos positivos de la observancia de una religión tan santa ysublime. Lo contrario supondría sucumbir a una flagrante incoherencia: «Cadacual cumpliría con su deber, el pueblo estaría sometido a las leyes; los jefesserían justos y moderados; los magistrados, íntegros, incorruptibles; los sol-dados despreciarían la muerte; no habría vanidad ni lujo» (54). Todo estocoincide con una serie de aspiraciones políticas de Rousseau, y en este sentidono puede menos de darles su aprobación. Pero surgen otros reparos tambiénde orden político. A pesar de esa perfección, una sociedad así no sería ni lamás fuerte ni la más duradera ni garantizaría una verdadera unión política.

La raíz del problema estaría en que el Cristianismo tiene una naturaleza«totalmente espiritual» que hace que sus seguidores vivan volcados hacia lapatria celestial —riostra autem conversatio in caelis est—. Esto le hace sentiral cristiano un profundo desapego por las cosas de este mundo, por muchoque se esmere en cumplir sus deberes. Debido a ese carácter espiritualista,el cumplimiento de los deberes cívicos se realiza con una profunda indiferen-cia, bastando a este respecto que no haya nada que reprochar en las conductas.Lo demás, si las cosas van bien o mal en este mundo sería más bien algosecundario.

Pero si esto es grave para un pensador político como Rousseau, no lo sonmenos los peligros de supervivencia que se cernerían sobre una sociedad deesta naturaleza. Sería preciso que todos fueran buenos cristianos para que la

(54) O. c, III, págs. 465-466.

269

Page 276: Número 79

ARSHNIO GINZO FERNANDliZ

convivencia fuera pacífica y armónica. Pero la sociedad está llena de ambicio-sos, egoístas, aspirantes a déspotas. ¿Cómo hacerles frente y neutralizarlosen nombre del amor fraterno como principio universal?... Por otra parte,tampoco importaría demasiado neutralizar a quien abuse del poder dado quepuede ser un instrumento divino para castigar a los pecadores o poner a pruebala virtud. En cuanto homo viator por excelencia, el cristiano no se preocupademasiado por lo que pueda ocurrir en este valle de lágrimas: «Lo esenciales ir al Paraíso, y la resignación no es sino un medio para conseguirlo.»Precisamente en virtud de esta resignación el cristiano sabría mejor «morir»que «vencer».

Planteadas así las cosas, Rousseau no puede menos de sucumbir a latentación de idear una comparación entre la situación político-militar que sederivaría de la aplicación de los principios evangélicos y la que sería peculiarde la mitificada Antigüedad clásica. Dando rienda suelta a sus prevencionespolíticas contra el Cristianismo, Rousseau se complace en imaginar un hipo-tético combate entre una «república cristiana», con su pusilanimidad políticacontra alguno de aquellos pueblos que se señalan por el «ardiente amor a lagloria y a la patria», tal como puede observarse en aquellos pueblos quepolíticamente más admira Rousseau, como son Esparta y Roma. Tampocoaquí, en este momento tenso de su exposición, puede ocultar sus preferenciaspolíticas. A Rousseau le parece un «buen» juramento cuando los soldados deFabio juraban volver vencedores. Los cristianos no podrían hacer otro tanto.Ello supondría tentar a Dios.

Políticamente, el Cristianismo no predicaría sino sumisión y dependencia,constituyendo así un caldo de cultivo favorable para que emerja la tiranía ycampe por sus respetos. En sintonía tanto con Maquiavelo como con lo quemás tarde va a explotar Nietzsche, Rousseau va a concluir su valoraciónpolítica del Cristianismo con estas palabras: «Los verdaderos cristianos estánhechos para ser esclavos; lo saben y no se conmueven demasiado por ello;esta corta vida tiene poco valor a sus ojos» (55).

El análisis histórico de los diferentes tipos de religiones no ofrece así unresultado satisfactorio por lo que a la óptica política se refiere. Desde estaperspectiva, las tres clases de religiones presentan «defectos». Orillado rápi-damente el problema del catolicismo, la exposición roussoniana no oculta sudesgarramiento ante los dos polos que, por diversos motivos, no dejaban de

(55) O. c, II, pág. 467. Rousseau especifica: «verdaderos» cristianos sugiriendo lo difícilque resulta alcanzar dicha perfección. Tal como señala en el Prefacio del Narciso: «Si estuvierapermitido deducir de las acciones de los hombres la prueba de sus sentimientos, habría que decirque el amor de la justicia está desterrado de todos los corazones y que no existe un solo cristianosobre la tierra» (O. c. II, pág. 962).

270

Page 277: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

seducirle. El desenlace consistirá en señalar las insuficiencias tanto de lareligión del ciudadano como de la del hombre. Resumiendo, cabría decir quepara Rousseau la religión del hombre aparecía como santa y verdadera, perodesprovista de eficacia política. Por el contrario, la religión del ciudadano semostraba eficaz políticamente, pero envuelta en el error y la mentira (56).Es, no obstante, el Cristianismo, incluso el evangélico, el que, desde unaperspectiva política, presenta mayores dificultades. Pero a pesar del innegableinflujo de Maquiavelo en esa valoración política del Cristianismo, la posturade ambos pensadores no se identifica sin más. Pues Rousseau, incluso en elcapítulo sobre la religión civil, reconoce aspectos positivos al Cristianismoante los que no se muestra sensible el pensador florentino. En este sentido laobra de Rousseau está traspasada por una tensión más profunda que la deMaquiavelo.

Por insatisfactorios que hayan sido los resultados de la visión históricaroussoniana, había al menos dos aspectos que deseaba integrar: el hechouniversal de la implicación de la política y la religión y la experiencia de lareligión del ciudadano, a pesar de sus limitaciones. Rousseau se siente asímás autorizado para elevarse al nivel normativo y proclamar, esta vez desdeel horizonte de los «principios», la necesidad de que el Estado tenga unaapoyatura religiosa. El mismo año de la publicación del Contrato socialescribía a Marcet de Méziéres: «En lo referente al Contrato social el autorde este escrito pretende que siempre ha sido necesaria una religión para labuena constitución del Estado» (57). Hay en Rousseau una especie de espiri-tualidad política que correspondería a la comunidad política como aquelloque se ha denominado corpus mysticum secular. Por ello considera oportunoabordar de nuevo este problema —desde los «principios»— más allá de lasinsuficiencias que presentan las soluciones históricas.

Ya lo apuntado en la descripción de la concepción roussoniana de lareligión remitía a la necesidad de la apoyatura religiosa para el buen funcio-namiento del Estado: veíamos allí su insistencia en situar la virtud por encimade las creencias y en señalar que no se ha de separar la moral de la religión.En el capítulo sobre la religión civil vuelve a reiterar este planteamiento: «AlEstado le importa que cada ciudadano tenga una religión que le haga amarsus deberes» (58). Se trata de dar intimidad y radicalidad al compromisopolítico, tal como se ha señalado ya y tal como reitera ahora Rousseau, contoda la claridad deseable, en una nota de la primera versión del capítulo sobre

(56) Cfr. K. D. ERDMANN: op. cil., págs. 16 y sigs.; I. FETSCHER: Rousseaus politischePhilosophie, Francfort del Meno, 1990, págs. 188 y sigs.

(57) Correspondence Genérale, VIII, pág. 37.(58) O. c, III, pág. 468.

271

Page 278: Número 79

ARSENIÜ GINZO FERNANDEZ

la religión civil: «Tal es la verdadera religión civil que da a las leyes la sancióninterior de la conciencia y del derecho divino, que vincula los ciudadanos asus deberes más que a su vida» (59). Estimulado por el espectáculo de labella totalidad que ofrecía la ciudad antigua, Rousseau va más allá de laconcepción del Estado liberal que se limita a la protección de la vida y lapropiedad de los individuos.

Resulta bien significativo en este sentido el contraste entre los planteamien-tos roussonianos y los de Kant, quien, por lo demás, como es bien sabido,tantas afinidades va a mostrar con el pensador ginebrino. A pesar de suprofunda sensibilidad moral, Kant considera posible articular un Estado deDerecho incluso tratándose de una multitud de egoístas radicales. En estecaso la orientación de las fuerzas ha de depender de «una buena organizacióndel Estado» haciendo que unas neutralicen o eliminen los efectos destructoresde las otras. El resultado para la razón sería como si no existieran esas malasinclinaciones de modo que, señala Kant, «el hombre está obligado a ser unbuen ciudadano, aunque no está obligado a ser moralmente un hombre bueno.El problema del establecimiento del Estado tiene solución, incluso para unpueblo de demonios» (60). Identificamos aquí el talante del moderno Estadoliberal, que, sin embargo, a Rousseau le va a resultar insuficiente. Aspirandoa otro modelo de plenitud política, no sólo la moral, sino también la religiónhabrán de ser integradas en su modelo de Estado.

2. La formulación de la religión civil

Rousseau, no quiere romper la unidad de su obra en cuanto tratado deteoría política. La religión de que aquí se trata es la religión «civil» y laprofesión de fe que exige será una profesión de fe «puramente civil». Esconsciente de que está entrando en un terreno movedizo, no exento de ambi-güedades, y en este sentido es preciso reconocerle sus esfuerzos de equilibrio,aun cuando los resultados nos parezcan insatisfactorios. El problema funda-mental es el debido respecto a la conciencia individual frente a las intromisio-nes externas, en este caso de la autoridad civil.

El pacto social da al soberano unos derechos que no han de exceder unosmárgenes determinados: «los límites de la utilidad pública». Precisión estaimportante sin duda, pero que tendría que ser matizada ulteriormente. ¿Se hade dar cuenta al soberano de las propias opiniones en atención a su «utilidadpública»? Rousseau no se va a mostrar tan decidido como en la carta a

(59) O. c, III, pág. 1429.(60) I. KANT: La paz perpetua, trad. de J. Abellán, Madrid, 1985, pág. 38.

272

Page 279: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

Voltaire, pues ahora reclama la obligación de rendir cuentas al soberano enla medida en que «estas opiniones interesan a la comunidad». Tenemos asíuna reserva a las libertades de los «modernos» en nombre de la «utilidadpública», de los intereses de la comunidad, que si no se matizan debidamentepueden implicar fácilmente posiciones totalitarias.

Evidentemente, el problema de la religión ocupa un lugar relevante enlas opiniones de los ciudadanos. ¿Hasta qué punto ha de someterse al controldel soberano? Ya nos hemos referido a que, según Rousseau, al Estado leinteresa que cada ciudadano tenga una religión que le haga amar las leyes.En este sentido puede haber, según el pensador ginebrino, un control legítimode las creencias religiosas por parte de la autoridad civil. Pero si la posiciónde Rousseau no se identificaba sin más con la de Maquiavelo, tampoco lohará con la de Hobbes, pues se muestra mucho más preocupado por la tole-rancia y la libertad de opinión. Sólo en un aspecto concreto considera legítimala intromisión del Estado en el ámbito religioso: «Los dogmas de esta religiónno le interesan ni al Estado ni a sus miembros sino en tanto que estos dogmasse refieren a la moral y a los deberes que aquel que la profesa está obligadoa cumplir respecto a los otros» (61). Fuera de ese ámbito relativo a la moraly a los deberes, los ciudadanos han de gozar de la libertad de tener aquellasopiniones que más les plazcan, sin tener que dar cuentas a nadie de ello. Esla dimensión tolerante y liberal de Rousseau. El soberano ha de contentarsecon lo relativo a la salvación del Estado, no con la salvación en otro mundo.

Es en este sentido en el que Rousseau habla de la necesidad de unaprofesión de fe puramente civil, cuya formulación ha de ser encomendada alsoberano, «no precisamente como dogmas de la religión, sino como normasde sociabilidad». Sin éstas sería « imposible» ser buen ciudadano. El primadode la razón práctica se impone tanto en la religión del Vicario como ahoraen la religión civil. Pues también en esta última los dogmas han de ser «pocos,sencillos, enunciados con precisión, sin explicaciones ni comentarios». Asílo postula \apax civilis que Rousseau pretende instaurar. Elaborar una religiónmínima en la que todos puedan estar de acuerdo y que garantice la paz social.

¿Cuáles van a ser, en definitiva, los contenidos, los «dogmas» de estareligión civil? El constructo roussoniano va a optar por una solución decompromiso. Tal solución ya venía sugerida por la particular tensión en quese movía entre la religión del hombre y la del ciudadano, entre la verdad y!a eficacia políticas. Tratando de esquivar los aspectos insatisfactorios quepresentaban ambas, nos ofrece una especie de contructo religioso más artificialdesde luego que la religión del Vicario. Esta, sin embargo, es asumida en

(61) O. c, III, pág. 468.

273

Page 280: Número 79

ARSENIO CINZO FERNANDEZ

los «dogmas» positivos de la religión civil: 1) la existencia de una Divinidadbienhechora, previsora y providente, y 2) la felicidad de los justos y el castigode los malvados. Todo ello pertenecía al núcleo de la religión del Vicarioreducida a su formulación escueta. Pero dado que es insatisfactoria desde elpunto de vista político, trata de complementarla con un «dogma» puramentepolítico, que le servía para sintonizar con la religión de la ciudad antigua: setrata de «la santidad del contrato social y de las leyes». En cuanto a los«dogmas» negativos, la profesión de fe civil no tendría más que uno: laexclusión de la intolerancia, que desvirtuaría las distintas tradiciones reli-giosas.

La ilusión de Rousseau era reconciliar de una forma satisfactoria la comu-nidad religiosa y la comunidad política. A este respecto, la primera versióndel capítulo muestra con toda franqueza cuáles eran las expectativas de Rous-seau. Se trataba de idear una verdadera religión civil que no necesitara engañara los ciudadanos (como era el caso de la religión del ciudadano) para hacerlesamar a la patria ni de separarlos de la tierra (como ocurría en el Cristianis-mo) (62). Tal como escribe Masson, Rousseau lanza una especie de «gritode triunfo» al escribir en esa primera versión: «Así se reunirían las ventajasde la religión del hombre y de la del ciudadano. El Estado tendrá su culto yno será enemigo de ningún otro. Al referirse siempre al mismo objeto la leydivina y la humana, los más piadosos teístas serán también los más celososciudadanos y la defensa de las santas leyes vendrá a ser la gloria del Dios delos hombes» (63). Sin embargo, en la versión definitiva faltan estas manifes-taciones de optimismo. Rousseau debió darse cuenta de lo forzada que resul-taba su propuesta. Quería reunir en un todo unitario una doble herencia: laproveniente de la tradición cristiana y la proveniente de la Antigüedad clásica,pero el resultado era más bien una amalgama, tal como escribe certeramenteR. Derathé, un constructo carente de verdadera unidad (64).

La búsqueda de la unidad exigía un elevado tributo en lo referente a sucoherencia, a su homogeneidad. ¿Lo exigía también en cuanto a las veleidadestotalitarias? Estamos ante uno de los problemas que más ha dividido y siguedividiendo a los intérpretes de la obra roussoniana. Los que, desdeJ. B. Talmon —o si preferimos, desde B. Constant—, ven en Rousseau a unmentor de la «democracia totalitaria», siempre han hallado un buen pretextoen las consideraciones roussonianas acerca de la religión civil. Otros, por elcontrario, consideran demasiado sesgada dicha interpretación y tratan de hacer

(62) O. c, III, pág. 1429.(63) O. c, III, pág. 342.(64) R. DERATHÉ: «La religión civileselon Rousseau», en Ármales de la sacíete Jean-Jacques

Rousseau, 35, 1959-1962, pág. 170.

274

Page 281: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

ver todos los matices con que Rousseau expuso su pensamiento en el conjuntode sus escritos y resaltan de una forma especial la insistencia roussoniana enel problema de la tolerancia (65). Finalmente están quienes aceptan de buengrado todo un conjunto de precisiones y el rechazo roussoniano de posicionestotalitarias, pero consideran, a pesar de todo, que hay en dicha obra ingredien-tes o al menos virtualidades totalitarios. Es la postura que nos parece másconvincente.

Es preciso aceptar la insistencia con que Rousseau reivindica la tolerancia.Se hace eco con ello de una necesidad profundamente sentida a lo largo delperíodo ilustrado. P. Bayle y J. Locke, como maestros cualificados de laIlustración, la habían puesto tempranamente de relieve (66). Rousseau asumeese legado y lo defiende a lo largo de su obra. En concreto, tanto la profesiónde fe del Vicario como la profesión de fe puramente civil le conceden granrelevancia. Así, el Vicario no duda en concebir la intolerancia como un«horrible dogma» que «arma los hombres unos contra otros, haciéndolos atodos enemigos del género humano» (67). Por lo que se refiere a la religióncivil, ha hemos visto que entra a formar parte de la profesión de fe, precisa-mente en cuanto «dogma» negativo. El problema es entonces si Rousseauarticula una teoría política de forma consecuente con tales propósitos. Nuestraopinión, coincidente en esto con la de R. Derathé, es que no lo consigue.

El tener que rendir cuentas al soberano acerca de las propias opinioneses algo que sólo en casos muy señalados podría aceptarse; de lo contrario,supondría una interferencia en la libertad de conciencia y de opinión, pormucho que se trate de opiniones que interesen a la comunidad. El texto dela primera redacción contenía unas prescripciones, que en la versión definitivano se mencionan explícitamente, pero que de alguna forma se dan por supues-tas, nada tranquilizadoras ciertamente. De acuerdo con ellas, todo ciudadanohabría de ser obligado a pronunciar la profesión de fe delante del magistradoy a reconocer expresamente todos los dogmas. Además, esta profesión de fe,una vez establecida, habría de ser renovada solemnemente todos los años deforma que sirviera para reavivar en los corazones el amor a la patria. No esextraño que el pensador ginebrino haya servido de punto de referencia a losrevolucionarios franceses en la articulación de su universo imaginario.

(65) Un buen defensor de este punto de vista es R. A. LEIGH, especialmente en su trabajoRousseau and ihe Problem ofTolerance ¡n ihe Eighteenth Cenlury, Oxford, 1979.

(66) Así, LOCKE comenzaba su Carta sobre la tolerancia diciendo que estimaba que «latolerancia es la característica principal de la verdadera Iglesia» (J. LOCKE: Works in ten voluntes,vol. 6, Londres, 1823, pág. 5 [reimp.]).

(67) O. c, IV, pág. 628.

275

Page 282: Número 79

ARSENIO CINZO FERNANDEZ

Es cierto que Rousseau señala que no se puede obligar a nadie a creer enlos dogmas de la religión civil. Es sin duda una concepción al espíritu detolerancia. Pero el Estado puede desterrar a quien no los crea, aun cuando,de acuerdo con la naturaleza de la religión civil, el motivo de tal destierrono consista en ser «impío», sino «insociable» (68). He aquí precisamenteuna praxis que la intolerancia había vuelto tan frecuente a lo largo de la EdadModerna. Tampoco la Ciudad roussoniana parece capaz de superar dichasituación. Su nivel de exigencias se lo impide, pues es preciso «ser capaz deamar sinceramente las leyes, la justicia, e inmolar la vida en caso de necesi-dad» (69).

Pero el pasaje más embarazoso es el que viene a continuación y se refierea la pena que habría que imponer a aquellos que después de haber aceptadopúblicamente los dogmas de la religión civil se «comportan» como si no loscreyeran. Este sería para Rousseau el mayor de los crímenes, el crimen dealta traición: haber mentido ante las leyes. Esos tales habrían de ser condena-dos a muerte. La mayoría de los lectores de Rousseau hubiera deseado queno hubiera escrito tal cosa. Quizá lo más piadoso que se pueda escribir alrespecto es que se trata de un «destello de fanatismo» (70).

Imperativos sin duda de la salus populi suprema lex esto. Son precisas,no obstante, algunas matizaciones que distorsionen lo menos posible losplanteamientos roussonianos. En primer lugar habría que recordar que elpensador ginebrino quiere idear una comunidad política en la que sólo enúltima instancia ser recurra a las penas. Así lo señala un conocido pasaje dellibro II, capítulo V, del Contrato social, que se refiere al derecho de vida yde muerte: «La frecuencia de los suplicios es siempre un signo de debilidado de pereza por parte del gobierno. No hay malvado que no pueda ser bueno

(68) Por mucho que se esfuerce Rousseau, su proyecto de religión civil supone un conflictode jurisdicción entre la conciencia individual y el intervencionismo del soberano. No le interesacualquier tipo de eficacia política, sino aquella que se pueda conciliar con la verdad, con eldictamen de la conciencia.

(69) O. c, III, pág. 468. Tampoco aquí la excesiva fijación en los modelos ofrecidos porla ciudad antigua le permite a Rousseau ser lo suficientemente sensible a determinadas conquistasde las libertades modernas. Así, por ejemplo, la distinción entre moralidad y legalidad, comorecuerda BOBBIO, «equivalía a decir que el Estado, de cuya voluntad la ley jurídica era la principalmanifestación, no debía entremeterse en las cuestiones de conciencia y, por lo tanto, debíareconocer al individuo una esfera de la propia personalidad destinada a permanecer libre decualquier intervención de un poder externo como era el Estado» (cfr. BOBBIO: Dirillo e Slalo nelpensiero di Emmanuele Kanl, Turín, 1969, pág. 95). Rousseau no parece responder satisfactoria-mente a este desiderátum. Véanse además los trabajos de S. COTTA a este respecto.

(70) J. RUBIO CARRACEDO: ¿Democracia o representación? Poder y legitimidad en Rous-seau, Madrid, 1990, pág. 90.

276

Page 283: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

para algo. No se tiene derecho a matar, ni siquiera para dar ejemplo, sino aquien no se pueda dejar vivir sin peligro.» El amante del hombre y de lanaturaleza, a pesar de sus conflictos, no quiere prodigar gratuitamente laviolencia política.

En segundo lugar, Rousseau reserva la pena capital no para aquellos que,habiendo aceptado públicamente los «dogmas» de la religión civil, en defini-tiva no «crean» en ellos sino para quienes se «comportan» como si no lescreyesen después de su aceptación pública. Es decir, el problema es antes de«conducta» que de «creencia» (71).

Por último, y en conexión con lo apuntado anteriormente, cabría recordarque el amor a las paradojas también está presente en este escabroso tema dela pena de muerte. Si en el capítulo sobre la religión civil no duda en proponerdicha pena para los que se comportan como si no creyeran en lo que habíanaceptado públicamente, en la Nueva Eloísa hace unas consideraciones queparecen desautorizar el punto de vista anterior. Dice aquí Rousseau: «Si yofuera magistrado, y la ley decretara pena de muerte contra los ateos, comen-zaría por hacer quemar como tal a todo aquel que viniera a denunciar aotro» (72). Aun cuando Rousseau sigue sugiriendo métodos abiertamenteexpeditivos, conviene observar que para él lo fundamental es el comportamien-to, la conducta aun cuando se trate de alguien que, en cuanto a las creencias,se considere ateo, tal como ocurre con Wolmar en la Nueva Eloísa. Por elcontrario, muestra todo su rechazo hacia aquellos que, por pura intolerancia,condenan a otros porque no piensan como ellos.

A pesar de estas u otras matizaciones, la concepción de Rousseau nossigue pareciendo atentatoria contra ese principio de tolerancia que él tantopropugnó. Ciertamente el capítulo sobre la religión civil puede ocupar unlugar peculiar en este sentido, pero no por ello dejamos de pensar que existeuna concordancia de fondo entre dicho capítulo y el resto de la obra. Puestoda ella propugna un modelo político en el que, a diferencia de Montesquieu,Tocqueville o Kelsen, se pretende una unificación y radicalización de la vidapolítica en la que el pluralismo, la privacidad, el relativismo y la posibilidadde disenso no parecen tener la suficiente cabida (73). Aun cuando supo llamarla atención debidamente acerca de las insuficiencias de la praxis y el pensa-miento político modernos, no siempre las alternativas propuestas parecenhaber sido las más felices.

(71) Cfr. R. A. LEIGH: op. cit., pág. 8.

(72) O. c, II, pág. 598.(73) Cfr. M.* CARMEN IGLESIAS: «Política y virtud en el pensamiento político», en Revista

Je Estudios Constitucionales, núm. 3, 1989, págs. 137 y sigs.

277

Page 284: Número 79

ARSENIO CIN7.0 FERNANDEZ

Otra cuestión a la que quisiéramos aludir es la posible conciliación o noentre la visión del Cristianismo que nos ofrece la profesión de fe del Vicarioy la expuesta en el capítulo sobre la religión civil, pues sin duda cuesta creerque se trate de dos textos contemporáneos de un mismo autor. A tal circuns-tancia puede aplicarse la reflexión de A. Pintor-Ramos cuando señala que elcapítulo sobre la religión civil plantea «uno de los problemas más graves enla coherencia del pensamiento de Rousseau» (74). Lo mismo que ocurríarespecto a la cuestión de la tolerancia, también los intérpretes roussonianosmanifiestan aquí distintos puntos de vista según hasta qué punto considerenconciliables ambas profesiones de fe. Todos suelen considerar que existe aquíun problema, pero su envergadura no es evaluada de la misma manera.Algunos como Masson lo minimizan reduciéndolo a algunas «contradiccionesverbales» que no son obstáculo para que «en la misma ciudad trabajen decomún acuerdo el autor de la religión civil y el Vicario saboyano» (75).También, según H. Gouhier, se profesa la misma fe en el Emilio y en elContrato social. Las diferencias que se observan se deben más bien a distintos«puntos de vista» (76). Aun cuando también pensamos que minimiza elproblema, Gouhier señala acertadamente que la tensión entre la religión deVicario y lo expuesto en el capítulo sobre la religión civil es algo que desborda,que va más allá de la inmanencia de la obra roussoniana, pues remite a losproblemas objetivos de una religión espiritual y universal en su relación conlos particularismos, pasiones e intereses que imperan en el universo político.

No todos los conflictos son imputables, por tanto, a Rousseau, sino a latemática como tal. Ahora bien, Rousseau añade por su parte sus propiastensiones en cuanto parece escindirse en dos personajes contrapuestos: elVicario y Maquiavelo. Creemos que en esta cuestión concreta se cumpletambién aquello que P. Burgelin observa acerca del método de análisis habitualen Rousseau, a saber, que es «deliberadamente antinómico», de forma quelo para nosotros es a menudo una «distinción» se convierte para él en una«contradicción y conflicto», si bien el pensador ginebrino termina aproximan-do, equilibrando aquello que previamente había opuesto (77). En sintoníacon esto creo que la tensión entre la visión del Cristianismo en la profesiónde fe del Vicario y la ofrecida en el capítulo sobre la religión civil no puedeser reducida a ciertas «contradicciones verbales». El conflicto es más profundotanto por lo que se refiere a la cosa en sí como por lo que atañe a la visión

(74) A. PINTOR-RAMOS: op. cit., pág. 35.

(75) P.-M. MASSON: op. cit., pág. 195.

(76) H. GOUHIER: op. cit.. pág. 251.

(77) Cfr. P. BURGELIN: La philosophie de l'existence de J.-J. Rousseau, París, 1973,págs. 2-3.

278

Page 285: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

roussoniana. El conflicto en que se mueve aquí Rousseau es el del legisladory creyente a la vez. «El legislador y el creyente combaten en él», escribe conrazón B. Groetuysen (78). No puede renunciar al Dios del hombre porqueiría en detrimento de la idea de Divinidad ni tampoco al Dios del ciudadanoporque en este caso iría en perjuicio de la idea de patria. Expresión de esteconflicto es la mencionada doble lectura del Cristianismo.

Pero si bien hay una serie de intérpretes que, a nuestro juicio, minimizanla relevancia de estas dos lecturas, no se trata tampoco de llevar la contrapo-sición al extremo. En el Contrato social la religión del hombre no sólo esreconocida como santa, sublime y verdadera, sino que pasa a formar partede la profesión de fe civil. En escritos posteriores Rousseau se preocupa porañadir nuevos matices. Por otro lado, la religión civil, en cuanto religiónmínima, común para toda la comunidad, no impide otras manifestacionesreligiosas: «Cada cual puede tener, por lo demás, las opiniones que le plaz-ca» (79). Rousseau concluye el capítulo sobre la religión civil señalando quees preciso tolerar a todas aquellas religiones que toleren a las demás. Yaconocemos su opción por la confesión protestante. También a nivel políticogoza de su preferencia frente al catolicismo: «La experiencia enseña que detodas las sectas cristianas la protestante es la más sabia y la más dulce ytambién la más pacífica y social. Es la única bajo la que las leyes puedenconservar su poder y los gobernantes su autoridad» (80). Así concluía unanota sobre el matrimonio de los protestantes que Rousseau, debido a losproblemas político-religiosos de la época, no se atrevió a publicar junto conel Contrato social, pero que finalmente apareció en la edición de 1782. Loscatólicos y los ateos son los que más difícil acomodo encuentran en la Ciudadroussoniana.

V. CONCLUSIÓN

El capítulo sobre la religión civil se vio envuelto en una fuerte polémicadesde un principio. Tal circunstancia obligó a Rousseau a matizar ulteriormen-te su visión de la misma. Ello ocurre bien a través de su correspondencia obien a través de escritos de carácter polémico como la Carta a Ch. de Beaumonty sobre todos las Cartas escritas desde la montaña. En todos ellos se mitigala relación desgarrada con el Cristianismo que aparecía en el Contrato social.

(78) B. GROETUYSEN: J.-J. Rousseau, México, 1985, pág. 317.(79) O. c. III, pág. 468.(80) O. c, III, pág. 344.

279

Page 286: Número 79

ARSENIO GINZÜ l-ERNANDliZ

Parecen confirmarse así, en parte al menos, las consideraciones de P. Burgelinacerca del método de análisis de Rousseau.

Pero, aunque más matizada, siguen en pie las tesis fundamentales de lareligión civil. Sea suficiente aquí con referirnos brevemente a la Carta deCh. de Beaumont y a las Cartas escritas desde la montaña. En el primerode estos escritos Rousseau se plantea abiertamente una cuestión que no puedensoslayar los lectores del Contrato social, a saber, si la religión más «verdade-ra» no ha de ser también la más «social». Rousseau reconoce que tal plantea-miento es verosímil, probable. No obstante, chocaría con grandes dificultadesdebido a los hechos históricos que lo cuestionan. Todas las religiones domi-nantes han causado grandes plagas a la humanidad. De ahí la necesidad deintervención de la autoridad civil en los aspectos de la religión que haganreferencia a la moral. En este sentido, la capacidad inspectora sobre lascreencias de los ciudadanos sigue siendo afirmada con toda decisión: «En lasociedad, todos tienen el derecho de informarse si los otros se creen obligadosa ser justos y el soberano tiene el derecho de examinar las razones sobre lasque cada cual funda esta obligación» (81).

Pero es en las Cartas escritas desde la montaña donde va a ofrecer másprecisiones, tomando en consideración las críticas de que era objeto el famosocapítulo del Contrato social, sobre todo en lo referente al carácter antisocialdel Cristianismo. Para ello, lo mismo que en su correspondencia, Rousseauva a tratar de precisar el sentido del término «sociedad». En efecto, puedetomarse en una acepción universal, equivalente a la comunidad humana engeneral o bien como sociedad particular, tal como ocurre en el orden político.Las religiones antiguas, sin exceptuar la judía, tuvieron un carácter nacionaly estaban incorporadas al Estado, formando parte del sistema legislativo.Frente a ello el Cristianismo se presenta como una institución de carácteruniversal.

Las religiones nacionales fueron útiles al Estado formando parte de suconstitución, pero fueron perjudiciales al «género humano» e incluso al Estadoen otros aspectos según cree haber mostrado en el Contrato social.

La situación del Cristianismo sería la inversa. Al hacer a los hombresjustos, moderados y pacíficos se muestra muy favorable para la «sociedadgeneral». Pero esta vocación universalista lo haría inapropiado como principiode las sociedades particulares, las sociedades políticas. Se ha de matizarentonces la provocadora frase del Contrato social según la que no habríanada más contrario al espíritu social que el Cristianismo. En cierto sentidohabría que decir más bien que la religión cristiana es «demasiado social al

(81) O. c, IV, pág. 973.

280

Page 287: Número 79

RELIGIÓN CIVIL Y EL PENSAMIENTO DE ROUSSEAU

abrazar demasiado a todo el género humano frente a una legislación que debeser exclusiva; al inspirar más bien la humanidad que e! patriotismo, y al tendera formar hombres más bien que ciudadanos» (82). Quedan en pie, por tanto,las aporías entre una religión espiritual y la lógica de las realidades terrenas,entre la humanidad y el patriotismo, pero quedan en pie como datos objetivos,con su propia entidad, mientras que Rousseau disminuye su recurso a loscontrastes paradójicos, excesivamente simplificadores.

¿Qué ha de hacer entonces un legislador con la religión, dado que seinsiste en que conviene que el Estado no esté sin religión y ello por «razonesgraves»? Rousseau sugiere ahora la siguiente alternativa. O bien estableceruna religión puramente civil que abarque los dogmas fundamentales de toda«buena religión», los dogmas verdaderamente «útiles» a la sociedad y queomita todo aquello que no se refiere al bien terreno, único ámbito en que escompetente el legislador.

O bien dejar el Cristianismo tal como es en su verdadero espíritu, des-vinculado de las ataduras terrenas y sin depender de otra jurisdicción que laconciencia. «La religión cristiana —añade ahora Rousseau—, por la purezade su moral, es siempre buena y sana en el Estado, siempre que no se laconvierta en una parte de su constitución, siempre que ella sea admitidaúnicamente como religión» (83)... Pero en este caso quedaría pendiente elproblema de que el Estado estaría sin religión, situación que Rousseau quiereevitar.

Cabría decir de un modo sintético que el proyecto roussoniano de unareligión civil, en cuanto conclusión de su teoría política, constituye una cajade resonancia particularmente sensible. En ella se dan cita toda una serie detensiones que, como hemos indicado, en parte tienen una dimensión objetivay en parte están condicionadas por la peculiar visión roussoniana de lasmismas. Las manifestaciones posteriores al Contrato social tratan de mitigarciertos ex abruptos. Pero los problemas de fondo subsisten y en este sentidocabría afirmar que, en todo caso, en el marco de la religión civil asistimosa la tensión entre el hombre y el ciudadano, entre la tolerancia y el gradientetotalitario, entre el patriotismo y la humanidad y, en definitiva, entre laespiritualidad religiosa y la dinámica de las realidades terrenas. Respecto aesto último, Rousseau supo ver bien la especial profundidad que las convic-ciones religiosas son susceptibles de dar a la conducta humana y, por supuesto,también a la actividad política. Pero de aquí se va a derivar también elconstante peligro de sancionar religiosamente no sólo lo «humano», sino

(82) O c, III, pág. 706.(83) O. c. III, pág. 706.

281

Page 288: Número 79

ARSENIO GINZO FERNANDEZ

también lo «demasiado humano». Rousseau quiso obviar este problema me-diante su concepción de la religión civil, pero tampoco este expediente essuficiente para conjurar dicha amenza. Hablando de la religión de los revolu-cionarios franceses se ha podido afirmar que el culto al Ser Supremo podíase considerado como «el medio más adecuado para apuntalar el Terror conuna ortodoxia» (84). Por supuesto que no hay que atribuir más responsabili-dades a Rousseau de las que tiene, pero pensamos que también en su proyectode religión civil se da una instrumentalización de lo religioso que, en defini-tiva, pudiera resultar desfavorable tanto para la dimensión religiosa comopara la política.

Pero el no poder aceptar su solución global no tiene por qué implicardesconocer o rechazar lo que hay de justo en sus planteamientos y menostodavía negar la evidencia del influjo que va a ejercer sobre la posteridad.Por supuesto, sobre los revolucionarios franceses, pues un Lakanal no carecíade fundamento cuando señalaba que «en cierta forma es la Revolución la quenos ha explicado el Contrato social». Tal veredicto valdría también para elámbito religioso, para los experimentos llevados a cabo entonces en estepunto. Pero la concepción roussoniana proyecta asimismo su sombra sobreel pensamiento político-religioso del joven Hegel, en especial sobre su con-cepto de Volksreligion (85) y en general sobre autores como A. Comte yE. Durkheim, ilustres representantes de la tradición francesa de la religióncivil (86). El proceso moderno de secularización dejaba un espacio másdespejado para la emergencia de la religión civil, por ambigua que ella puedaser, y éste va a ser un punto más en el que la referencia a Rousseau resulteobligada.

(84) F. FURET/M. OZOUF (dirs.): art. «Religión revolucionaria», en Diccionario de la Revo-lución francesa, Madrid, 1989, pág. 496.

(85) Cfr- H. FR. FULDA/R.-P. HORSTMANN (eds.): Rousseau, die Revolulion und der jungeHegel, Stuttgart, 1991, págs. 113 y sigs.

(86) Cfr. S. GINER: art. cit., págs. 365-366.

282

Page 289: Número 79

EL MODELO SUECODE ESTADO DE BIENESTAR (*)

Por MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.—II. Los DISTINTOS MODELOS DE ESTADO DE BIENESTAR.—III. Los

FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS DEL MODELO.—IV. ELSISTEMA POLÍTICO.—V. L A ORGA

NIZACIÓN DE LA ECONOMÍA.—VI. L A POLÍTICA SOCIAL.—VII. LAS ELECCIONES DE1991.—VIII. CONCLUSIONES

I . INTRODUCCIÓN

Durante mucho tiempo, y especialmente en los años sesenta, el WelfareState sueco se ha presentado como el ejemplo más logrado de la «terceravía», del camino medio entre capitalismo y socialismo, como aquel sistemaque conseguía las más altas cotas de bienestar e igualdad de sus ciudadanossin renunciar al capitalismo. La expansión del Estado de bienestar ha sidofuente de satisfacción y orgullo para los propios suecos; la «vía sueca» haciala prosperidad económica y el bienestar social ha sido un prototipo para otrospaíses durante varias décadas.

Actualmente se habla de crisis, del declinar del modelo, especialmentetras las recientes elecciones generales que han dado la mayoría a los partidos«burgueses» y han puesto de manifiesto la existencia de una amplia contesta-ción al Estado de bienestar, en particular al sistema fiscal e impositivo sobre

(*) Debo público agradecimiento al Instituto Sueco y en particular al señor Trutz vonAhlcfeld por la ayuda ofrecida en mi estancia en Suecia. También tengo que agradecer al profesorOlof Ruin y a los señores Ulf Christoffersson, Thomas Korsfeldt, Bengt Hurtig, Lennart Nordfors,Góran Lennmarker y a la señora Fiona Bjórling la atención que me prestaron y las explicacionesque me dieron en la investigación sobre el sistema político sueco.

283Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Marzo 1993

Page 290: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

el que se asienta. En este trabajo hemos de ver hasta qué punto esto es cierto,hasta qué punto hay una crisis del modelo o un agotamiento del enfoque osi en realidad sólo son alteraciones producidas por factores endógenos almodelo o consecuencia de nuevas condiciones económicas a escala interna-cinal.

I I . LOS DISTINTOS MODELOS DE ESTADO DE BIENESTAR

El debate en torno al Estado de bienestar adquirió importancia desde lacrisis económica de los años setenta y el acceso de los defensores de las tesisneoconservadoras al gobierno en Inglaterra y Estados Unidos. Entonces toma-ron relevancia diversos tipos de análisis, particularmente en el mundo anglo-sajón.

En'resumen, desde la perspectiva de la clasificación de los tipos de Estadode bienestar hay dos teorías:

— la teoría de la convergencia (R. Mishra o W. Korpi) (1) y— la teoría esencialista o normativa (T. Skockpol, T. Tilton o G. Esping-

Andersen) (2).

Según la primera, cabe hablar de dos modelos que se forman históricamen-te: el modelo «residual», que se sustenta sobre las premisas del modelo liberaltradicional y es al que corresponde actualmente el Estado de bienestar deEstados Unidos, y el modelo «institucional-redistributivo», desarrollado apartir del informe Beveridge, cuyo ejemplo es el británico. De acuerdo conla segunda teoría, hay además un tercer modelo, él «socialdemócrata», cuyomejor ejemplo es el Estado de bienestar sueco. Nosotros vamos a intentardemostrar la veracidad de esta propuesta.

Podemos hacer la clasificación de los modelos destacando las siguientesdiferencias:

a) Modelo residual, en el que se promueve el mínimo de bienestarnecesario para-el mantenimiento en buenas condiciones de una economía depropietarios. El nivel de desempleo depende de las necesidades de la actividad

(1) R. MISHRA: Sociery and Social Welfare, Londres, MacMillan, 1977; W. KORPI: TheWorking Class in Welfare Capitalism, Londres, Routledge & Kegan, 1978.

(2) T. SKOCKPOL: States and Social Revolutions, Cambridge University Press, 1979;N. FURNISS/T. TILTON: The Case for the Welfare State, Indiana University Press, 1977;G. SPING-ANDERSEN: The three Worlds of Welfare Capitalism, Oxford, Pality Press, 1990. Tra-ducción en castellano: Los tres mundos del Estado del Bienestar. Valencia, Edicions Alfons elMagnánim, 1992.

284

Page 291: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

económica. Se parte de la premisa de que la eficiencia económica no debeser socavada por la política social. La seguridad social debe de autofinanciarsey, de acuerdo con la ética del trabajo, no debe haber procesos de redistribuciónentre ricos y pobres. En definitiva, el bienestar ha de subordinarse a laeficiencia económica y a los intereses de los empresarios y la iniciativaeconómica.

b) Modelo de seguridad social (o modelo Beveridge), que va más allá:se propone el pleno empleo como un objetivo fundamental de la políticaeconómica, y la garantía de un mínimo nivel de vida para todos los ciudadanospor debajo del cual no debe quedar nadie. Ello requiere un sistema adecuadode asistencia social desde el que se estructura la seguridad social. Se respon-sabiliza al Estado de tales objetivos, en el caso de que la economía privadano pueda lograrlos. Por último, los derechos de los ciudadanos pueden tras-cender y limitar el derecho de propiedad. Los defensores liberales y conser-vadores de este tipo, en lugar de igualdad, hablan de justicia social.

c) Modelo de bienestar social (o modelo socialdemócrata), en el que elmínimo vital que se ha de garantizar a los ciudadanos se concibe en términosmás amplios, bajo el objetivo general de conseguir una mayor igualdad social.En éste los servicios públicos y la planificación del medio natural han deasegurar una alta calidad de vida. Los procesos de decisión se basan en elmás alto grado de participación y consulta posibles. Lógicamente, la políticaeconómica está vinculada al logro del pleno empleo y hay un generoso sistemade seguridad social incardinado en el sector público.

Las diferencias entre los Estados de bienestarbritánico y sueco

Aunque inspirados por similares principios y valores, la práctica del labo-rismo británico ha sido completamente distinta a la de la socialdemocraciasueca, lo que se explica porque se desenvuelven en contextos nacionalesdistintos.

Para considerar las diferencias más notables hay que ir al punto de partidade ambos modelos. El plan Beveridge se configuró como la propuesta de unalto funcionario británico liberal que pretendía crear una red de seguridadsocial que abarcara a toda la población. La filosofía de esta propuesta era lade generar un sistema de solidaridad entre las clases sociales (entre trabajado-res y empresarios) que rompiera con la rígida diferenciación y el sistema dedesigualdad de status tradicional británico. En el plan se puede entrever unaespecie de cesión de poder y riqueza de la rica y poderosa aristocracia britá-nica.

285

Page 292: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

En Suecia el punto de partida es distinto. El plan Beveridge no tuvo allítrascendencia, y el inspirador de la política social sueca, Gustav Móller, nopretendía que se estableciera un sistema de prestaciones universales, sinoelevar el nivel de vida y ofrecer un poco de seguridad a los ciudadanos. Porotra parte, como muy bien ejemplifica el Acuerdo de Saltsjóbaden de 1938,en Suecia el origen del Estado de bienestar está en los diversos «compromisoshistóricos» que se dan en la sociedad, entre campesinos y obreros, entretrabajadores y empresarios, entre obreros y empleados y entre las élites delmovimiento obrero y los funcionarios de alto y medio nivel. Esto es lo queha estado en la base del modelo institucional sueco.

En conclusión, se puede decir que el modelo de intervención económicay social es completamente distinto en Inglaterra y en Suecia. Así, en Inglaterrano se ha desarrollado nunca una política activa del mercado de trabajo ligadaa la política económica keynesiana del tipo de la sueca; por otra parte, enInglaterra, con los gobiernos laboristas, han tenido gran peso las nacionaliza-ciones y la socialización de sectores productivos, lo que apenas ha tenidoimportancia en Suecia.

I I I . LOS FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS DEL MODELO SUECO

Cabe identificar unas características ideológicas de la socialdemocraciasueca que se han proyectado como grandes principios o valores para la acciónpolítica. Podemos destacar cinco temas centrales sobre los que ha descansadola ideología socialdemócrata sueca (3):

1. -La democracia integral. Según los socialistas suecos, la democraciatiene que ser no sólo política, sino que ha de afectar también a la organizaciónsocial y económica. Representantes de esta tesis han sido Tage Erlander yOlof Palme.

Un aspecto fundamental de la concepción de la democracia es la búsquedadel máximo consenso, de ahí las alianzas con los otros partidos, es decir, lacooperación interclasista.

2. El «folkhemmet», es decir, la concepción del Estado y la sociedadcomo «el hogar del pueblo». Esta fue la fórmula de Per Albin Hanson.Encierra la idea de solidaridad e igualdad, del consenso y la persuasióndemocrática como método de gobierno.

(3) T. TILTON: The Political Theory qfSwedish Social Democracy, Oxford Clarendon Press,1990, págs. 259 y sigs.

286

Page 293: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

Con esta propuesta se pretendía romper el sistema patriarcal y de estrati-ficación por clase. Se postulaba la idea de comunidad, la igualdad de losciudadanos y los servicios sociales universales.

3. La compatibilidad, e incluso la complementariedad, entre la igualdadsocioeconómica y la eficacia económica. El matrimonio Myrdal fue el defen-sor de esta propuesta. Se concreta en que la política social preventiva no sólopromociona la igualdad, sino que también determina la eficiencia de la acti-vidad económica. Los gastos en educación y salud tienen que ser consideradosno como cargas sobre la producción, sino como inversiones en capital humano.

Aparentemente, ésta es una concepción mecánica y calculada de la pol íticasocial, y, sin embargo, está dirigida al desarrollo de las potencialidades indi-viduales de cada persona. Así, se ha enfatizado, por ejemplo, la integraciónde la mujer en el trabajo o, en otros términos, el uso del talento femenino entodas las esferas de la sociedad.

Los sindicatos suecos han defendido la tesis de que el crecimiento eco-nómico a largo plazo y la eficiencia económica producen la igualdad social.Han sostenido que el incremento de la productividad de la economía y laracionalización de la producción son esenciales para conseguir mejores nivelesde vida. Por otro lado, han apuntado que la modernización económica, lejosde ser un problema puramente financiero, requiere un acuerdo con los traba-jadores, es decir, la cooperación de los trabajadores a cambio de pleno empleoy una mejor distribución de los recursos y participación en las decisiones(democracia industrial).

4. Control social de la economía de mercado. Para los socialdemócratassuecos las nacionalizaciones son un instrumento posible para los fines delsocialismo, pero no es uno de los preferidos.

En el ámbito agrícola se ha propugnado la pequeña propiedad agraria;se apoyan las cooperativas como medio de generar las ventajas de la produc-ción a escala. En el ámbito industrial han primado las tesis de N. Karleby yR. Sandler de una «economía de mercado socializada».

En principio, la socialdemocracia sueca defiende la necesidad de mantenerel mercado como un mecanismo necesario para una asignación adecuada yeficaz de los recursos económicos, pero ha planteado la necesidad de que elmercado funcione bajo el control social. Para tal fin se han elaborado variaspropuestas:

a) Condicionar la oferta y la demanda para conseguir que el mercadoasegure la satisfacción de las necesidades humanas esenciales. Ello se consiguemediante una «política salarial solidaria», unos impuestos progresivos y lapolítica social.

b) Organizar los mercados mediante la intervención del Estado. En unos

287

Page 294: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

casos, el Estado ha de ofrecer información sobre ofertas y demandas depuestos de trabajo y ha de dar subsidios para la movilidad laboral; en otroscasos, como en agricultura y vivienda, ha de establecer niveles o standars yofrecer créditos subvencionados o favorecer la reorganización económica.

c) Es necesaria la planificación económica, aunque entendida, en térmi-nos muy generales y ambiguos: política monetaria y fiscal, reorganizaciónde determinadas industrias o coordinación del conjunto de la economía.

d) Una concepción de la propiedad como «conjunto de derechos», segúnla formulación de Nils Karleby. La propiedad es un conjunto de derechosque se pueden separar y dividir y depositar en distintas manos. Así, la socia-lización será un proceso gradual hasta que la totalidad de las prerrogativascapitalistas queden bajo control social.

5. La expansión del sector público amplía la libertad de elegir. TageErlander fue el principal defensor de esta idea (4). Explicaba que la políticasocial moderna ha mejorado la seguridad y libertad de la gente común. Así,los seguros sanitarios han bajado el coste de estos servicios, las pensioneshan reducido los riesgos de la vejez, la política de vivienda ha determinadola desaparición de los suburbios y la política del pleno empleo ha reducidolos riesgos del desempleo.

Por otra parte, se argumentaba que la expansión del sector público sóloes justificable si se basa en los intereses y deseos sociales generales y si losciudadanos tienen conciencia de que pagan por los servicios públicos a travésde los impuestos.

IV . EL SISTEMA POLÍTICO

La implantación del Estado de bienestar en Suecia está vinculada, al igualque en el resto de los países, al desarrollo de la democracia parlamentaria.

Se puede destacar, en primer lugar, que la protección constitucional delos derechos en Suecia incide sobre las libertades civiles y políticas, peroapenas toma en cuenta la propiedad privada. No se consagra como derechoindividual, sino que únicamente se especifica el derecho a indemnización encaso de expropiación. Ello es causa de que los conservadores se quejen dela dificultad para adoptar medidas de control judicial contra las restriccioneseconómicas impuestas desde el Gobierno. Por otro lado, también es destacableque no se han integrado en la declaración de derechos los llamados «derechossociales».

(4) O. RUIN: Tage Erlander, University of Pittsburgh Press, 1990, págs. 214 y sigs.

288

Page 295: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

En Suecia hay un régimen parlamentario débilmente «racionalizado». ElRiksdag, que desde 1973 es un Parlamento monocameral, se compone de 349escaños. La Ley Electoral se basa en el sistema proporcional. Hay 28 circuns-cripciones provinciales que eligen 310 diputados; el resto de los diputados—39— se distribuyen en una lista nacional para.compensar la subrepresenta-ción provincial. Para alcanzar representación los partidos han de conseguirel 4 por 100 de los votos a escala nacional o el 12 por 100 en una circunscrip-ción provincial.

La Asamblea trabaja en Comisiones. Tradicionalmente tenían gran auto-ridad y enmendaban con facilidad los proyectos de ley del Gobierno. Actual-mente esto es poco frecuente, incluso con Gobiernos minoritarios.

Desde la perspectiva del proceso político hay varios aspectos que esinteresante resaltaren el sistema político sueco. Por un lado están las llamadas,según la tradición, Comisiones Reales. Su función es la de preparar informespara los proyectos legislativos, sustituyendo en este trabajo a las burocraciasministeriales.

Aunque se organizan al margen de los departamentos ministeriales, notrabajan independientemente del Gobierno, del que reciben instrucciones es-critas sobre los objetivos o problemas que tienen que resolver. El Gobiernodetermina su duración —que a veces es de varios años—, sus recursos finan-cieros y los miembros de las mismas. Forman parte de ellas representantesde los grupos de interés y miembros de la oposición parlamentaria.

Por otro lado está el procedimiento de «la remisión administrativa», quesiempre se realiza con los proyectos legislativos que no son objeto de debateen Comisión Real. En estos casos, el informe o el correspondiente memorán-dum del Ministerio de turno se transmite a la opinión pública, a los agentessociales y a los medios de comunicación, los cuales hacen informes comen-tando los proyectos. Toda la documentación es luego trasladada por el Gobier-no a la oposición.

Pero además, en la organización de la Administración pública sueca exis-ten oficinas y agencias autónomas. Concretamente, la Administración centralestá dividida en dos: los ministerios y los organismos y agencias autónomas.En realidad, el núcleo de la Administración central es muy reducido y losministerios se parecen mucho a una organización tipo stajf para asesorar alGabinete (el conjunto de la Administración central lo componen unos 2.000o 3.000 funcionarios, mientras que los entes autónomos tienen más de 250.000empleados públicos).

Las oficinas y agencias autónomas sólo son responsables ante el Consejode Ministros como órgano colectivo, no ante los Ministros individuales. Estaforma de organización favorece su independencia política, pero de todas

289

Page 296: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

maneras hay una interdependencia mutua entre el Gobierno y los entes autó-nomos: el Gobierno es quien marca las directrices para la acción de los entesautónomos, nombra a sus directores por un período de seis años (la legislaturaes de tres) y, lo más importante, controla su presupuesto. Pero, por otra parte,la acción de gobierno se desarrolla a través de estos entes, que no están sujetossino a un control de legalidad.

Una solución parcial al problema de la racionalización del Estado debienestar ha sido la descentralización territorial del poder de carácter adminis-trativo. Ha habido un proceso de reorganización de las Administracionesregional y local. Estas han sido redimensionadas, se han ampliado sus com-petencias y se han profesionalizado con personal funcionario, sin perder susórganos electivos.

El nivel regional está compuesto por 24 provincias. Las competencias quese gestionan en este nivel son la sanidad y la formación profesional; por otrolado están los planes de desarrollo regional. En el ámbito local hay 186ayuntamientos, que tienen competencias administrativas y financieras y seencargan de gestionar la educación y los servicios sociales.

A) Los partidos políticos

Un factor determinante del «modelo sueco» de Estado de bienestar hasido la estabilidad política, la cual, como señala O. Ruin (5), se ha debidoa su vez a la estabilidad del sistema de partidos. En las primeras eleccionescon sufragio universal, en 1921, aparecieron cinco corrientes políticas conrepresentación parlamentaria, que se han mantenido prácticamente sin mo-dificaciones hasta 1988, momento en que consiguieron representación losVerdes.

En las elecciones de 1991 han entrado otros dos nuevos partidos en elParlamento: el Partido Demócrata Cristiano y Nueva Democracia, mientrasque los Verdes no consiguieron mantener su representación.

Tradicionalmente, entre los cinco partidos con representación parlamenta-ria se han distinguido dos bloques: izquierda y derecha. La izquierda estáformada por el Partido Socialdemócrata, que es el partido más importante yobtiene en torno al 45 por 100 de los votos habitualmente (en seis ocasiones,el 50 por 100) y el Partido Comunista, ahora denominado Partido de laIzquierda, que está entre el 4 y el 6 por 100 de los votos. El bloque llamado«burgués» se ha formado por el Partido Moderado, que es el partido conser-

(5) O. RUIN: El desarrollo político en Suecia, en J. GOÑI (ed): Democracia, desarrollo yequidad, Estocolmo/Caracas, CIMO/Nueva Sociedad, 1990, pág. 230.

290

Page 297: Número 79

RESULTADOS ELECTORALES

Esd91 1991 1988 1985 1982 1979 1976 1973 1970 1968 1964 1958 1956 1948 1940 1932

M 80 21,9 18,3 21,3 23,6 20,3FP 33 9,1 12,2 14,2 5,9 10,6C 31 8,5 11,3 12,4* 15,5 18,1KDS 26 7,1 2,9 2,6* 1,9 1,4NYD 25 6,7S 138 37,7 43,2 44,7 45,6 43,2V 16 4,5 5,9 5,4 5,6 5,6MP 3,4 5,5 1,5 1,6 3,4Otros 1,2 0,7 0,5 0,2 0,8

15,611,124,1

1,4

42,74,8

14,39,4

25,1

43,65,3

11,516,219,9

45,34,8

12,914,315,7

50,13,0

0,4 2,4 2,3 4,1

13,717,013,2

47,35,2

3,6

19,518,212,7

46,23,2

17,123,89,4

44,65,0

12,322,812,4

46,16,3

18,012,012,0

53,84,2

23,112,214,1

41,78,3

El partido KDS obtuvo 2,6 por 100 de los votos en coalición con el Partido de Centro.

M Partido Moderado (conservadores) NYDFP Partido Popular (liberales) SC Partido de Centro (agrarios) VKDS Partido Demócrata Cristiano MP

Nueva DemocraciaPartido SocialdemócrartaPartido de Izquierda (ex Comunista)Los Verdes

Page 298: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

vador; el partido liberal, que se llama Partido Popular, y, finalmente, unpartido creado por los agricultores llamado Partido de Centro. Cada uno deellos ha oscilado en torno al 10-20 por 100 de los votos.

B) Los grupos de presión

En el «modelo sueco» es destacable el alto grado de organización de losciudadanos en múltiples grupos de interés. Estudios de 1977 revelan que un80 por 100 de los adultos son miembros de una o más organizaciones. Con-cretamente, un tercio pertenece a una sola organización, generalmente lossindicatos, y un poco menos de la mitad pertenecen a más de una organizaciónsocial. Estas cifras dan la mayor tasa de densidad organizativa del mundo (6).

En el ranking de las organizaciones sociales por el número de integrantes,las más importantes en Suecia son los sindicatos. En este grupo la más grandees la Confederación Sindical del Trabajo (LO), que es un sindicato que tieneafiliados al 90 por 100 de los obreros suecos, que aproximadamente son lamitad del total de los trabajadores.

Le sigue en importancia la Organización Central de Empleados (TCO),que es un sindicato de empleados (white collar) fundado en 1944. A continua-ción está la Confederación Sueca de Asociaciones Profesionales, que estáasociada a la Federación de Funcionarios (SACO/SR). Fue fundada en 1947y está integrada por profesionales con formación universitaria. La sindicaciónde empleados y profesionales es creciente y actualmente alcanza el 60 por100 de los empleados. A pesar de las disputas por conseguir afiliados en elsector público, las dos organizaciones de empleados (TCO y SACO/SR) secoordinan en la negociación laboral.

A estos grupos le siguen en importancia las asociaciones deportivas y lascooperativas de consumidores (KF, creada en 1899, y Konsum). Las coope-rativas están vinculadas al movimiento obrero sueco. El cuarto lugar lo ocupanlos partidos políticos con sus asociaciones juveniles y de mujeres. El quintolugar, las organizaciones caritativas.

Otras organizaciones que siguen a éstas en importancia son la AsociaciónNacional de Inquilinos de Viviendas, la Asociación de Pensionistas (PRO),que fue fundada en 1941; la Confederación Nacional de Asociaciones deMinusválidos (HCK). También es importante la Federación de Agricultoressuecos (LRF), que incluye todos los sectores que participan en producción,procesado y distribución de productos agrarios.

(6) H. MILNER: Sweden Social Democracy in Praclice. Oxford University Press, 1990, pág.75.

292

Page 299: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

En el sector empresarial cabe destacar la Federación Sueca de Empresarios(SAF), que se creó en 1902, y la Federación Sueca de la Industria (SI),fundada en 1910. La organización empresarial SAF es una estructura centra-lizada. El sector público tiene sus propias organizaciones de directores ygestores exigidas por la negociación colectiva de las relaciones labórales.

La actividad de los grupos de presión se manifiesta primero, y por lo quellevamos dicho, en las Comisiones Reales y en las agencias administrativasautónomas, pero el campo de acción más importante es la negociación colec-tiva, que se debe en gran medida al alto grado de centralización del poder enlas organizaciones sindicales y empresariales.

V . LA ORGANIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

La estrategia para la organización económica de los socialdemócratassuecos ha tenido y tiene dos elementos: por un lado, la política activa delmercado de trabajo, y por otro, el desarrollo centralizado de las negociacionessalariales. Estas últimas han estado basadas en el principio de una «políticasalarial solidaria» y con un cierto grado de consideración, además, de loselementos relativos a la competitividad internacional de la economía sueca.En definitiva, se ha tratado de una política general de expansión de cortekeynesiano, con miras a la generación del pleno empleo, acompañada de unllamamiento a las organizaciones sindicales para que mediante una actitud demoderación y autocontrol se pueda evitar la inflación.

Tales medidas se han complementado en los casos de una situación eco-nómica de pleno empleo: primero, con medidas restrictivas de la demandade carácter fiscal y monetario; segundo, con la ayuda a los trabajadores paradesplazarse desde los sectores ocupacionales y áreas con demanda laboraldecreciente hacia aquellos sectores con mejores oportunidades de empleoproductivo (7). Los efectos que ha tenido tal estrategia han sido (8):

— La eliminación de las empresas débiles, pues al caer los beneficiosvan cayendo las empresas menos competitivas.

— La eliminación de la tensión tradicional en los trabajadores ante eltemor a las reducciones de plantillas en las industrias en declive. Puesaunque se favorezca una política de racionalización, mediante la po-

(7) G. REHN: ¿apolítica económica y el mercado de trabajo, en J. GONI (ed.): Democracia,desarrollo y equidad, op. cit., pág. 230.

(8) G. ESPING-ANDF.RSEN: Politics against Markets, Princeton University Press, 1985, pág.230

293

Page 300: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

lítica activa de empleo se garantiza que los trabajadores sujetos areducción de plantillas no sean afectados por Jos riesgos y costes quesupone la racionalización, o sea, el paro.

— Mediante la socialización del riesgo del desempleo tecnológico seremueve el principal impedimento para la racionalización rápida y elcambio estructural económico.

— Mediante la ayuda para el cambio de los trabajadores a las empresasmás eficientes y beneficiosas se ha impulsado el potencial competitivode la economía con pleno empleo y altos salarios, a la vez que se haeliminado la necesidad de subsidiar a las empresas débiles con elobjetivo de mantener el empleo.

A) La década de los años setenta

Tal forma de organizar la economía tuvo unos resultados extraordinaria-mente sobresalientes en las décadas de 1950 y 1960, pero al mismo tiempoque se produjeron los progresos aparecieron nuevos problemas que se hicieronmanifiestos al empezar la década de 1970:

— Alto grado de concentración empresarial —aún mayor que el de par-tida—, que aumentó la diferencia de la desigual distribución de lariqueza. Según los sindicatos, esto había sido favorecido por la políticade solidaridad salarial al reducir la capacidad de negociación de lostrabajadores de las empresas con más beneficios.

— La tasa de inversión empezaba a descender, lo que fue debido a variascausas: por un lado, a la caída del beneficio empresarial; por otro, albajo crecimiento de la demanda interna, y, finalmente, a la reducciónde la velocidad del cambio tecnológico (9).

— Aumentaron los gastos en servicios sociales, lo que presionaba sobrela inflación.

— La diferenciación y contraposición de intereses entre los trabajadoresmanuales y el sector de empleados, funcionarios y profesionales.

En estas condiciones, la crisis económica de 1971-73 desencadenó unproceso sobre la economía y la sociedad sueca que acabó con varios deceniosde gobierno socialista en 1976. Se produjo una ruptura parcial del consensoen lo económico, cayó el PIB y surgió un proceso de inflación aún no contro-lado hoy día.

(9) B. P. BOSWORTH/R. Z. LAWRENCE: Adjusting toSlower EconomicGrowth: TheDomeslicEconomy, en B. P. BOSWORTH/A. M. RIVI.IN (eds): The Swedish Economy, Washington D. C ,The Brookings Institution, 1987, pág. 35.

294

Page 301: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

Con los gobiernos «burgueses» (1976-82) se entró en una fase de indeci-sión e incomprensión de la realidad económica (10). En 1980 el modelo entróen una grave crisis, produciéndose huelgas generales. La situación económicase fue deteriorando cada vez más al empezar la década de los ochenta.

B) La década de los ochenta

El gobierno socialista que se formó en 1982, siguiendo las propuestas delministro de Finanzas (Feldt), impuso de forma drástica una política restrictivacon varios frentes:

a) reducción del gasto público, abandonando la política de subsidiar em-presas en crisis;

b) restricción de la demanda de consumo, para lo que fue determinantela devaluación de la corona, y

c) liberación de recursos para favorecer la inversión, en lo que fue decisivala restricción del consumo público y privado.

Al cabo de un año la situación económica cambió totalmente. Parecía quepodía ser posible un retorno a la situación anterior a la crisis, pero en realidadlos socialdemócratas estaban lejos de tener un control total de la economía.Persistía el problema del desempleo, alta inflación y, sobre todo, los elevadoscostes laborales.

C) Las nuevas actuaciones de la socialdemocraciaen la organización económica

Debido a las nuevas condiciones socioeconómicas de los años setenta, yen parte por la reducción de la capacidad de las medidas tradicionales de lapolítica activa de empleo y de la negociación salarial, se buscaron nuevoselementos para la organización económica del Estado de bienestar desde unaperspectiva socialista.

Impulsadas desde la Confederación sindical y vinculadas al nuevo radica-lismo del movimiento obrero de finales de los sesenta, se pensaron dos tiposde actuaciones: por un lado, y con mayor importancia real, el control colectivo(social) de la formación de capital, y por otro, la participación de los traba-jadores en la dirección de las empresas, o lo que convencionalmente se vienedenominando «democracia industrial». La formación de capital colectivo se

(10) H. HECLO/H. MADSEN: Policy and Polilics ¡n Sweden, Philadelphia, Temple UniversityPress, 1987, pág. 61.

295

Page 302: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

ha desarrollado por dos mecanismos que se han sucedido históricamente: losfondos de pensiones y los fondos de asalariados.

a) Los fondos de pensiones (ATP). Creados en 1960 con aportacionesde empresarios y trabajadores, fueron pensados para ofrecer pensiones com-plementarias a todos los trabajadores. Los empresarios, que eran contrariosa la acumulación de un gran capital en manos del Gobierno, veían con disgustola creación de estos fondos. Los sindicatos, sin embargo, entendían que éstospermitirían aportar financiación para las prioridades sociales de un Gobiernoobrero, el cual así no tendría que depender de la visión estrecha, basada enel beneficio y la especulación, del capital privado.

Aunque en este momento no se daba una fuerte confrontación entre laConfederación sindical y la organización empresarial, con el debate de losfondos ATP se produjo un cambio fundamental en las propuestas del movi-miento obrero: éste pasó de promover las tradicionales reformas del bienestarsocial a proponer un cambio en la estructura del poder económico.

Las elecciones de 1960 fueron una especie de plebiscito al respecto y losfondos se pusieron en funcionamiento, si bien con funciones limitadas parala gestión del capital: los fondos sólo han podido prestar capital al sectorpúblico. Con ellos se financió la construcción de viviendas en los años sesenta.En 1973 se creó un cuarto fondo para financiar capital-riesgo.

b) Los fondos de asalariados. En 1983 se introdujeron en el sistemaeconómico los fondos de asalariados con una filosofía similar a la de losfondos de pensiones; sin embargo, éstos provocaron una contestación mayorpor parte de los partidos burgueses. Lo cierto es que su planteamiento ibamás allá de ofrecer capital para inversión: se trataba de una iniciativa parafortalecer la posición del movimiento obrero frente al capital, o sea, de lossindicatos sobre las empresas. Se trataba de abrir una puerta a la transferenciade la propiedad de los medios de producción, en lo que se acabó por catalogarcomo el primer paso hacia la democracia económica (11).

Una vez que quedó abierto el debate público en 1975, el bloque burguésutilizó como argumento para las elecciones de 1976 el de que con los fondosse trataba de modificar el sistema económico, a la vez que se proponía unacto de confiscación sin precedentes y se trataba de constituir un peligrosopoder sindical sobre la economía. El bloque burgués ganó las elecciones de1976 y la cuestión quedó en suspenso.

(11) M. MELLA: «Estado social, democracia económica y fondos de los asalariados», Siste-ma, núm. 88, 1989, págs. 79-92. Hace un análisis del significado político que han tenido losfondos de pensiones para el socialismo democrático.

296

Page 303: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

Cuando los socialistas volvieron al Gobierno en 1982 se reabrió el debate.Entonces se puso de manifiesto que se necesitaba ahorro para las inversionesy que era conveniente también ampliar el espectro de los propietarios. Seacabó logrando un acuerdo por el que se aceptaba la creación de.los fondosa cambio de autorrestricciones salariales de los trabajadores. Por otra parte,los fondos fueron diseñados finalmente a la manera de los fondos de pensiones,es decir, como meros instrumentos de formación de capital y no de controlsindical sobre el capital.

c) La democracia industrial. La democracia industrial es otra de laspropuestas radicales que emergieron en el movimiento obrero en los añossetenta. Se trataba de conseguir más control sobre los centros de trabajomediante la participación democrática en cada una de las esferas de la vidalaboral.

La democracia industrial se ha desarrollado en Suecia mediante legislaciónparlamentaria y por acuerdos entre empresarios y trabajadores. En 1977 seaprobó una Ley de Participación de los trabajadores en las empresas en elproceso de toma de decisiones (MBL). Más tarde fue completada por unconvenio colectivo.

En el momento tales normas parecieron una importante innovación, perolo cierto es que desde siempre ha habido por parte de los trabajadores unclaro conocimiento del funcionamiento y actuación de sus empresas y, enmuchos casos, se había desarrollado la colaboración entre trabajadores yempresarios de forma espontánea y natural en los Consejos de Empresa. Lossindicalistas suecos afirman que esta legislación vino simplemente a formalizaruna situación que existía de hecho, dando fuerza legal a meros acuerdosanteriores (12).

V I . LA POLÍTICA SOCIAL

Los países escandinavos son considerados como los que han desarrolladoel sistema más completo de seguridad social, y ello ha sido obra de la social-democracia. El caso de Suecia es especial. Ha sido tradicionalmente conocidapor las reformas sociales: el sistema de seguridad social sueco se consideramodélico tanto por los extranjeros como por los propios suecos, que estánmuy orgullosos del mismo.

(12) F. BENGTSSON: El tercer sector privado y el modelo sueco, en J. GOÑI (ed.): Democra-cia, desarrollo y equidad, op. cit., pág. 178.

297

Page 304: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

Lo característico del «caso sueco» esque se invierte la secuencia habitualde los demás modelos de Estado de bienestar. En Suecia'la política socialfue un segundo paso tras la política económica basada en la negociacióncolectiva de los salarios. Tal hecho ha sido determinante de dos cosas: primero,de. la tardía y conflictiva construcción del sistema de seguridad social sueco,valga de ejemplo de esto la formación del sistema general de pensiones (ATP),y segundo, que al ligar la redistribución a la productividad del trabajo, elmodelo sueco de bienestar social funcionó muy bien una vez que se produjoel vertiginoso crecimiento económico.

El punto de partida de la política social socialdemócrata en Suecia es elaño 1948, con el plan general de pensiones básicas y las ayudas a la infancia(familia). En 1955 se estableció elsistema sanitario público todavía hoyvigente. Luego, en las décadas de los años sesenta y setenta hubo una expan-sión de los servicios públicos, ampliándose el grupo de personas que accedie-ron a los mismos, especialmente en salud y educación, pero también enmateria de pensiones y distintos tipos de ayudas económicas. Finalmente, enlos años ochenta se ha producido un período de ajustes.

La distribución del gasto público

El gasto social en todo el período ha experimentado cambios tremendos.Por destacar lo más llamativo, podemos apuntar que el porcentaje de gastopúblico sobre el PNB ha pasado del 24 por 100 en 1950 al 62 por 100 afinales de los setenta (gráficos 1 y 2); el gasto, por otra parte, sigue unatendencia lineal, que también se observa al medirlo en precios constantes.

Desagregando el gasto público por niveles de gobierno (gráfico 3), sepuede observar que hasta los años sesenta hubo un patrón similar: los ayun-tamientos gastaban el 40 por 100, el Gobierno central un tercio, la seguridadsocial (pensiones y desempleo) un cuarto y el nivel regional un décimo. Desdelos años sesenta se observa la tendencia al crecimiento del gasto regional,por la expansión del sector sanitario, que en 1980 se convierte en un sextodel gasto público total. El gasto local se mantiene durante el período conside-rado y se invierte el nivel de gasto entre la Administración central y laseguridad social. El gráfico número 4 explica la creciente importancia quetiene el gasto social sobre el gasto público.

Para todo el período se ve que el gasto social ha pasado del 11 por 100del PNB al 34 por 100 (gráfico 1). Desagregado éste podemos observar(gráficos 5 y 6) que el gasto en mantenimiento de rentas (pensiones —másdel 50 por 100—, seguro de enfermedad, desempleo, asistencia pública) esel más importante, aunque ha ido decayendo en el período. El gasto en

298

Page 305: Número 79

GASTO PUBLICO Y SOCIAL TOTALES

GRÁFICO 1

% PNB

GRAFICO 2

A precios constantes de 1975En cientos de millones de coronas

GASTO PUBLICO TOTAL

GRÁFICO 3

Por nivel de gobierno

ií-

Qobiorno locol

Qoblorno

i} 4Soguridod codal

\

\

no rogtonol

GRÁFICO 4

Por objetivos

Page 306: Número 79

GASTO SOCIAL POR SUS COMPONENTES

GRÁFICO 5

% PNB

GRÁFICO 6

A precios constantes de 1975En cientos de millones de coronas

FUENTE: S. E. OLSSON: Social Policy and Welfare Stale ¡n Sweden. Lund, Arkiv, 1990, págs. 121-122.

educación,- creciendo hasta los años sesenta, es el segundo en importanciahasta mediados de los setenta. El gasto en salud ha pasado del 15 al 25 por100 en los años ochenta. Los servicios sociales se mantuvieron en el 10 por100 hasta la mitad de los sesenta, alcanzando el 15 por 100 en los ochenta.

V I I . LAS ELECCIONES DE 1991

Las elecciones de septiembre de 1991 dieron un resultado novedoso. Parala izquierda fueron los peores resultados desde 1920, aunque los partidostradicionales de centro-derecha (liberales y agrarios) también salieron seria-mente perjudicados. Sin embargo, el Partido Moderado —que aumentó enun 3 por 100— y los partidos menores del bloque burgués (la DemocraciaCristiana y la Nueva Democracia) reforzaron su posición.

300

Page 307: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

Estos resultados muestran una clara tendencia del electorado en favor dela derecha; consiguientemente, en 1991 se produjo la alternancia en el poder.A un Gobierno minoritario socialdemócrata le ha sucedido una coalición delos partidos burgueses. Como en otras ocasiones, a partir de este momentose anunció el final del «modelo sueco».

A) La crisis de la socialdemocracia

Pero lo cierto es que los resultados electorales eran esperados, particular-mente por lo que respecta a la pérdida de votos de la socialdemocracia. Lasencuestas de opinión de 1989 y 1990 así lo manifestaban (13).

La causa inmediata del cambio de Gobierno está en la crisis que se pro-dujo un año antes: la caída del Gobierno minoritario socialista de febrero de1990 (14) significaba la imposibilidad de aplicar su proyecto de reforma.

Los socialdemócratas propugnaban y siguen propugnando una reformaacorde con las líneas imperantes en Europa actualmente. Representante deesta propuesta es el ex ministro de Economía Kjell-Ollof Feldt, quien consi-dera que es un requisito imprescindible para superar la situación de crisisrestaurar la competitividad de la economía sueca en el mercado internacional.Además señala que, al ser una economía capitalista, es también necesariofavorecer la reconstrucción del beneficio empresarial mediante la restriccióndel crecimiento salarial y por la reducción de la progresividad del sistemaimpositivo. Por lo demás, entiende que hay que continuar con la política depleno empleo, con un importante sector público, con la redistribución y lasprestaciones universales, pero sin olvidar que los capitalistas y gestores priva-dos son absolutamente esenciales al modelo.

B) El nuevo gobierno «burgués»

Como señalábamos, el nuevo Gobierno es cuatripartito y muchos piensanque, al igual que en las legislaturas de 1979-82, no logrará mantenerse unidohasta el final. Por otra parte, este Gobierno precisa de una especie de apoyotácito del partido populista Nueva Democracia, que si se uniera con la izquier-da en una actuación de oposición constante (por la formación de mayoríasnegativas) impediría la actividad del Gobierno.

(13) H. BERGSTROM: «La socialdemocracia en crisis», Actualidades de Suecia, núm. 381,Eslocolmo, El Instituto Sueco, 1991, pág. 3.

(14) R. MORENO: «Dimite el Primer Ministro tras la derrota de su reforma económica», ElPaís de 1 de febrero de 1990, pág. 50.

301

Page 308: Número 79

MANUEL SÁNCHEZ DE DIOS

Los conservadores y liberales consideran que el modelo socialdemócrataestá acabado, que el modelo de política económica que se implantó en Sueciadesde los años treinta, de la mano de la socialdemocracia, no sirve pararesolver los problemas actuales (15).

El programa de la coalición gobernante es dar a Suecia «un nuevo comien-zo». Se acusa a la socialdemocracia de no haberse enganchado al tren de lasreformas de la década de los ochenta en Europa. Se trata de promover laeconomía de mercado, de aumentar la competencia y estimular la propiedadindividual y el ahorro. También se defiende la integración en la ComunidadEuropea —al igual que la socialdemocracia—. Se considera a la burocratiza-ción de la sociedad como la causa de la pérdida de competitividad de Suecia,y a la burocratización y el monopolio público de los servicios públicos comola causa de su pérdida de calidad (16).

Se propone la reorganización radical del Estado de bienestar. Se pretendereducir el gasto público reformando el sistema de prestaciones (en educacióny sanidad) y eliminando los subsidios para la vivienda. Asimismo se planteala reducción de la carga fiscal, especialmente el IVA, a lo largo de la legis-latura. El nuevo Gobierno es partidario de la privatización de las empresaspúblicas (telecomunicaciones, alimentación y tabaco) y además de algunosservicios públicos, como educación y sanidad, y de favorecer la libre elecciónen las prestaciones sociales sanitarias.

V I I I . CONCLUSIONES

Desde los años cuarenta, y por impulso del movimiento obrero sueco, seha ¡do desarrollando el Estado de bienestar en Suecia, una organizaciónpolítica, económica y social que ha sido admirada en todo el mundo. Unsistema económico basado en el pleno empleo, el mantenimiento de un gene-roso sistema de previsión social y la consecución de un sistema equitativo dedistribución de la renta y la riqueza. Lo cierto, además, es que nadie ha tenidoque hacer sacrificios y todos los ciudadanos suecos se han beneficiado delmismo porque ha habido crecimiento económico y prosperidad, y con ellouna mayor igualdad social al mejorar considerablemente los niveles de rentade los más pobres sin haberse reducido los de los más ricos.

(15) G. HECKSCHER: The Welfare State and Beyond, University of Minnesota Press, 1984,págs. 90 y sigs:

(16) R. TAYLOR: «Políticas económicas de los partidos suecos», Actualidad de Suecia,núm. 383, Estocolmo, El Instituto Sueco, 1991, págs. 5-6.

302

Page 309: Número 79

EL MODELO SUECO DE ESTADO DE BIENESTAR

Es evidente que el problema del estancamiento económico y del déficitpúblico ha detenido el proceso de reforma social en los años ochenta. Dehecho, el crecimiento del gasto social se ha parado, pero ello no quiere decirque haya empezado a declinar (17). No se puede considerar, por tanto, queel Estado de bienestar, desde la perspectiva del bienestar social, haya que-brado.

Por otra parte, es destacable que la población sueca está estrechamenteligada a los ideales del Estado de bienestar y parece prácticamente imposiblepor vía democrática desmantelar un sistema organizativo tan eficiente. Ade-más, es cierto que el modelo de negociación colectiva no es operante en elmismo sentido en que lo era en las décadas pasadas, pero ni las fuerzassociales que lo impulsaron ni el proceso de negociación en sí ha dejado deexistir.

En nuestra opinión, la regeneración del Estado de bienestar sueco pasapor la consecución de un nuevo acuerdo de suma positiva entre los grupossociales, como el que dio lugar a la política económica de los años cincuentay sesenta. Esta parece ser la línea en que se sitúa la reciente experiencia dereforma económica y del sistema de prestaciones de septiembre de 1992,cuando para la adopción de tales medidas hubo un acuerdo, calificado dehistórico (18), entre los partidos de la mayoría y la socialdemocracia.

(17) S. E. OLSSON: Social Policy and Welfare Stale in Sweden, Lund, Arkiv, 1990,pág. 282.

(18) R. MORENO: «El paraíso perdido», El País • Negocios de 11 de octubre de 1992,pág. 12.

303

Page 310: Número 79

CRÓNICAS Y DOCUMENTACIÓN

LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LASCIRCUNSCRIPCIONES Y LAS DISTORSIONES DELA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL

CONGRESO

(Un estudio empírico) *

Por FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.—II. LAS DISTORSIONES GLOBALES DE LA PROPORCIONALIDAD DEL

SISTEMA ELECTORAL ESPAÑOL.— I I I . L A CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIR-

CUNSCRIPCIONES Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES

DE 1 9 7 9 . — I V . L A CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES Y LAS

DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1 9 8 2 . — V . L A CORRE-

LACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES Y LAS DISTORSIONES DE LA PRO-

PORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1 9 8 6 . — V I . LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMA-

ÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS

ELECCIONES DE 1 9 8 9 . — V I I . CONCLUSIONES.

I. INTRODUCCIÓN

1. El presente trabajo intenta establecer la correlación existente entre eltamaño de las circunscripciones electorales y las distorsiones de la proporcio-nalidad que se producen en España, en lo que hace a la elección del Congresode los Diputados, esto es,de la Cámara Baja de las Cortes Generales, órganode representación del pueblo español, tal y como determina el artículo 66.1de nuestra Constitución.

* Ponencia presentada al II Congreso Internacional de Derecho Electoral, organizado por elInstituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (octubre1992).

305Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Marzo 1993

Page 311: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

Se asienta nuestra investigación en un estudio empírico que ha atendidoa los resultados electorales producidos, respecto del Congreso de los Diputa-dos, en las cuatro consultas electorales que han seguido a la aprobación dela Constitución de 1978, esto es, a las elecciones generales de 1979, 1982,1986 y 1989, si bien nos hacemos eco igualmente de las distorsiones de laproporcionalidad que, con carácter global, se produjeron en los comicios de1977, primeros realizados democráticamente tras los ocho lustros de régimenautoritario.

La mejor comprensión de esta investigación requiere, de un lado, unadescripción de las líneas maestras sobre las que se asienta el sistema deelección del Congreso de los Diputados, y de otro, una aclaración de laspremisas sobre las que se ha construido este trabajo.

2. El sistema electoral español hoy vigente trae su causa de la Ley parala Reforma Política, de 4 de enero de 1977, que pretendió posibilitar que elpueblo, libre y democráticamente, otorgara su mandato a sus representantesa fin de que éstos pudiesen emprender la siempre ardua labor constituyente.La citada Ley establecería unos principios-marco que habrían de regir lanormativa electoral desarrollada poco después por el Gobierno de AdolfoSuárez a través del Real Decreto-Ley 20/1977, de 18 de marzo, de NormasElectorales.

La Constitución de 1978, un tanto sorprendentemente, dadas las críticasde la llamada oposición democrática a la normativa electoral elaborada porel Gabinete centrista en desarrollo de la Ley para la Reforma Política, iba aelevar al máximo rango normativo, con el apoyo no sólo de UCD, sinotambién del PSOE, buena parte de los principios-marco antes aludidos.

El artículo 68 de nuestra Norma suprema sienta, efectivamente, los prin-cipios informadores de cualquier normativa ulterior de desarrollo del sistemade elección de la Cámara Baja. Esos principios son los cuatro siguientes:

1) El establecimiento de un doble tope numérico en relación con elnúmero de miembros que han de integrar la Cámara Baja de nuestro Parlamen-to: un mínimo de 300 y un máximo de 400 (artículo 68.1).

2) La opción, al igual que ya hiciera la Ley para la Reforma Política,por la circunscripción provincial (artículo 68.2, inciso primero), esto es, poruna circunscripción administrativa delimitada en nuestro país siglo y medioantes y ya muy arraigada, si bien se trata de una opción que se decanta poruna circunscripción que si territorialmente no ofrece duda alguna, poblacional-mente nos presenta múltiples divergencias por cuanto, a título de ejemplomás ilustrativo, con el último censo demográfico de 1991 en la mano, larelación entre la población de derecho de Madrid (4.947.555 habitantes),

306

Page 312: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

provincia más poblada, y la de Soria (94.537 habitantes), que cuenta con lapoblación más reducida, es de 52,33 veces favorable obviamente a Madrid.Inclinarse por circunscripciones con tan desmesuradas divergencias demográ-ficas entraña incorporar al sistema electoral un elemento notablemente distor-sionador.

3) La determinación de un criterio mixto de reparto circunscripcionalde escaños, con arreglo al cual se ha de asignar una representación mínimainicial a cada circunscripción, distribuyéndose los restantes escaños en propor-ción a la población respectiva (inciso segundo del artículo 68.2).

4) La opción por la representación proporcional, sin concreción de lafórmula electoral, pero en todo caso con especificación constitucional de quela elección «se verificará en cada circunscripción atendiendo a criterios derepresentación proporcional» (artículo 68.3).

3. El Decreto-Ley 20/1977 ha regido las elecciones generales de losaños 1977, 1979 y 1982, tras lo que ha sido derogado, dejando paso a unaLey de desarrollo de las previsiones constitucionales: la Ley Orgánica 5/1985,de 19 de junio, del Régimen Electoral General.

La nueva norma legal iba a mantener en lo sustancial las variables confor-madoras del sistema de elección del Congreso de los Diputados (y tambiéndel que rige la elección del Senado, Cámara Alta de las Cortes Generales,que por tratarse de un sistema mayoritario no es objeto de nuestra atención).De este modo, las variables que perfilan la elección del Congreso quedanreducidas a las cuatro siguientes:

A) La Ley Electoral opta por mantener el número de diputados que yafijase la Ley para la Reforma Política, esto es, 350 diputados, lo que implicacontinuar configurando una Cámara de tamaño muy reducido, circunstanciaque se convierte en mucho más relevante aún (a los efectos de la proporcio-nalidad global del sistema) si se atiende al número de circunscripciones elec-torales: cincuenta y dos, esto es, las cincuenta provincias en que se divideadministrativamente el país más las ciudades norteafricanas de Ceuta y Me-lilla. Si excluimos a estos dos últimos distritos uninominales, a los que laLey Orgánica 5/1985 asigna, con independencia de su población, un soloescaño, nos encontramos con que el tamaño medio de las cincuenta circuns-cripciones provinciales, todas ellas plurinominales, es de 6,96 (348:50=6,96),lo que sitúa a nuestras circunscripciones electorales en el umbral del mínimoconsiderado ineludible para que cualquier fórmula electoral pueda operar conefectos mínimamente proporcionales, pues, como advirtiera Nohlen (1), la

(1) DIETER NOHLEN: Sistemas electorales del mundo. Madrid, Centro de Estudios Constitu-cionales, 1981, págs. 107 y 157.

307

Page 313: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

elección en circunscripciones pentanominales, o aún más pequeñas, es unaelección mayoritaria, entendiendo por tal aquella cuya idea de representaciónse orienta hacia la constitución de una mayoría y cuyo efecto natural es ladesproporción entre votos y escaños; en definitiva, aquella en la que lo real-mente trascendente es conseguir una representación en la que el partido conmayor número de votos se vea privilegiado con relación a los partidos máspequeños y en la que los partidos fracciónales desaparezcan por completo (2).

B) Arrancando de la opción constitucional dual, por la provincia comocircunscripción electoral y por el doble y complementario criterio (territorialy poblacional) de distribución de escaños entre las circunscripciones: asigna-ción de una representación mínima inicial a cada circunscripción y distribuciónde los demás diputados en proporción a la población, la Ley Orgánica deRégimen Electoral General diseña (artículo 162) un sistema sustancialmenteidéntico al establecido por el Decreto-Ley de Normas Electorales, con la soladiferencia de que mientras este último precisaba el número de diputados decada circunscripción, la Ley postconstitucional remite la concreción de dichonúmero al Decreto de convocatoria de elecciones, lo que posibilita unasalteraciones mínimas del número de diputados que ha de corresponder a cadacircunscripción entre una y otra consulta electoral.

El artículo 162.2 de la Ley Electoral asigna a cada provincia un mínimoinicial de dos diputados, mientras que establece que las poblaciones de lasciudades de Ceuta y Melilla estarán representadas cada una de ellas por unsolo diputado.

Los 248 diputados restantes (los 350 menos los 100 que se asignan deentrada a las cincuenta provincias y los dos de Ceuta y Melilla) se han dedistribuir entre las provincias en proporción a su población, conforme alprocedimiento trazado por la Ley, que es, en síntesis, el siguiente:

a) Obtención de una cuota de reparto que resulta de dividir por 248 lacifra total de la población de derecho de las provincias peninsulares e insulares.

b) Adjudicación a cada provincia de tantos diputados como resulten, ennúmeros enteros, de dividir la población de derecho provincial entre la cuotade reparto.

c) Los diputados restantes se distribuyen asignando uno a cada una delas provincias cuyo cociente, obtenido conforme a lo anteriormente expuesto,tenga una fracción decimal mayor.

Esta distribución de escaños ha sido seguida en los comicios de 1986 y1989, y lógicamente, salvo modificación legal hoy impensable, también lo

(2) Ibidem, pág. 304.

308

Page 314: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

será para las próximas elecciones generales que se han de celebrar el próximootoño de 1993, a salvo disolución anticipada de las Cámaras.

En los cuadros números 1 y 2 recogemos el reparto de escaños que rigióen las elecciones de 1977, 1979 y 1982 que fijara el Decreto-Ley 20/1977,en atención al censo de población de 1981 (cuadro núm. 1), y el que ha deimperar, de acuerdo con la normativa establecida por la Ley Orgánica 5/1985y a la vista del reciente censo de población referido a 1991, en las próximaselecciones generales de 1993 (cuadro núm. 2).

Como puede comprobarse confrontando ambos cuadros, son escasas lasmodificaciones que en la representación de las distintas circunscripcionesprovinciales podemos apreciar. Sólo veinte circunscripciones (un 40 por 100,pues, del total) experimentan alteración, que en todos los casos, por lo demás,y a salvo dos concretas excepciones (Madrid y Málaga que ven incrementadasu representación en dos diputados: Madrid, 34 escaños, y Málaga, 10), sereducen a la pérdida o ganancia de un solo escaño.

Con todo, el dato más relevante que nos revelan estos dos primeroscuadros reside en atender a lo que Nohlen llamara (3) la «clave de represen-tación», esto es, la relación entre el número de habitantes y los escaños.A tal efecto, hemos calculado lo que denominamos el «índice de representa-ción poblacional» de cada circunscripción, índice que nos revela los enormesdesequilibrios que se producen entre la representación de las poblaciones deunas y otras circunscripciones. No es preciso indicar que cuando ese índicesea igual a la unidad, la población estará justamente representada; conformecrezca por encima de la unidad, la población de la provincia de que se tratese verá sobrerrepresentada, y a la inversa, cuanto más descienda por debajode la unidad, mayor será la infrarrepresentación de la población de esa circuns-cripción.

Por fijarnos tan sólo en algunos supuestos extremos, y circunscribiéndonosen primer término al cuadro núm. 1, podemos apreciar cómo mientras elíndice para Madrid es de 0,73, el índice de la provincia de Soria es de 3,26,lo que nos muestra una sobrerrepresentación para los habitantes de Soriarespecto de los de Madrid de 4,46 veces (3,26:0,73=4,46). Si confrontamosBarcelona con Segovia, constataremos una sobrerrepresentación de los habi-tantes de esta última provincia respecto de los de Barcelona de 2,85 veces(2,17:0,76=2,85). Por lo demás, y con carácter más generalizado, entrebastantes provincias puede establecerse una relación de sobrerrepresentaciónde dos o más veces. Sólo en trece de las cincuenta circunscripciones el índicede representación poblacional oscila entre un desequilibrio relativamente acep-

( 3 ) D I E T E R N O H L E N : Sistemas electorales del m u n d o , c i t . , p á g . 1 1 1 .

309

Page 315: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

table de más o menos un 10 por 100 (es decir, unos índices de representaciónque vande 0,90 a 1,10).

La situación no sólo no ha experimentado cambio significativo algunocon el sistema diseñado por la Ley Orgánica 5/1985, sino que, por el contrario,en los casos más extremos tiende a agravarse, al acentuarse los desequilibriosrepresentativos, lo que no es de extrañar si se atiende al hecho de que buennúmero de provincias (las menos pobladas por lo general) vienen perdiendode modo sistemático en los últimos censos parte de su población, mientrasque ésta aumenta en las ya de por sí más pobladas. Al mantener fija la Leyla asignación de dos escaños por provincia, independientemente de su pobla-ción, los desequilibrios se acentúan.

El cuadro núm. 2 corrobora lo que decimos. Basta relacionar los índicesde Madrid (0,74) y Soria (3,54) para comprobar que la sobrerrepresentaciónde la población de esta última provincia respecto de la de aquélla se haincrementado, pasando a ser de 4,78 (3,54:0,74=4,78). Además, sólo endiecinueve de las cincuenta circunscripciones el índice de representaciónpoblacional se ajusta a un desequilibrio de un más menos 10 por 100 (oscilaentre 0,90 y 1,10); quiere ello decir que las correcciones a los desequilibriosrepresentativos han sido mínimas, acentuándose además dichos desequilibriosentre las provincias más pobladas y las que cuentan con menor población.

C) A partir de la previsión constitucional del artículo 68.3, en el sentidode que la elección del Congreso se verificará atendiendo a «criterios derepresentación proporcional», el legislador en sede orgánica, siguiendo laspautas ya fijadas en el Decreto-Ley 20/1977, ha mantenido como fórmulaelectoral la regla D'Hondt, que, como es sabido, resume en una sola operaciónel funcionamiento del cociente electoral y el cómputo de restos de conformidadcon el sistema de la mayor media.

Es indiscutible que el sistema proporcional sigue despertando controversiasy polémicas de muy diversa naturaleza (4), que, sin embargo, recuerdan elconocidísimo debate entre Stuart Mili y Walter Bagehot, discusión especial-mente acentuada desde que, decenios atrás, Duverger (5) considerara quedetrás de todos los factores particulares del multipartidismo está presente unfactor general: el régimen electoral, enunciando de inmediato sus conocidasleyes sociológicas electorales.

(4) Cfr. al respecto JEAN MARIE COTTERET: Sens et non-sens de la répresentation proportion-nelle, en Droit, Instilutions el Systémes Politiques (Mélanges en hommage á Maurice Duverger),París, 1987, págs. 277 y sigs.

(5) MAURICE DUVERGER: LOS partidos políticos, México, Fondo de Cultura Económica,4." reimpr., 1972, pág. 266.

310

Page 316: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

De modo particular, el método D'Hondt ha sido criticado sobre la basede que excluye a un grupo importante de electores de toda posibilidad derepresentación. Fayt, en esta dirección, cree que el subsistema D'Hondt ofreceen todo caso una base racional, matemáticamente exacta, de reducción propor-cional (6). Y entre nosotros, Carreras y Valles (7) han entendido que lafórmula proporcional de la media más elevada suele favorecer a los partidoso candidaturas de mayor fuerza electoral, penalizando a los grupos menores.

Las reflexiones que preceden han de ser, sin embargo, ineludiblementematizadas, en atención a una variable que se nos antoja realmente fundamental:el tamaño, la magnitud de la circunscripción.

La doctrina, de modo casi unánime, ha subrayado la especialísima trascen-dencia del número de escaños atribuido a cada circunscripción; así, Hogan (8)considera que el rasgo decisivo de la representación proporcional es el tamañode las circunscripciones: cuanto mayores sean éstas, cuanto más numerosossean los diputados que eligen, tanto más se acercarán los resultados a laproporcionalidad; por el contrario, cuanto menor sea la circunscripción, tantomás radical será la desviación de la proporcionalidad. Nohlen (9), en la mismadirección, entiende que la variable más importante en relación con el efectode la proporcionalidad de un sistema electoral es el tamaño de las circunscrip-ciones. Una elección en circunscripción pequeña, sin que haya igualación deescaños, normalmente no permite establecer una representación según el mo-delo de la elección proporcional.

Con más precisión aún, Rae (10) ha tratado de perfilar con exactitud larelación entre la proporcionalidad y la magnitud de distrito, relación que enun eje de coordenadas se nos presenta como curvilínea, lo que significa queconforme se incrementan las magnitudes de distrito, se incrementa la propor-cionalidad en razón decreciente; ello permite a Rae hablar (11) de una «leyde utilidad decreciente», de conformidad con la cual, a medida que aumenta-mos la magnitud de distrito, disminuye la proporcionalidad que añade cadanueva unidad a los distritos electorales.

(6) CARLOS S. FAYT: Sufragio y representación política, Buenos Aires, Bibliográfica Ome-ba, 1963, pág. 57.

(7) FRANCESC DE CARRERAS y JOSEP MARIA VALLES: Las elecciones, Barcelona, EditorialBlume, 1977, pág. 318.

(8) JAMES HOGAN: Elections and Representation, Cork University Press-Cork UniversityCollege, 1945, págs. 13 y 18.

(9) DIETER NOHLEN: Sistemas electorales del mundo, cit., pág. 304.(10) DOUGLAS W. RAE: Leyes electorales y sistema de partidos políticos, Madrid, Ediciones

CITEP, 1977, pág. 124.(11) Ibidem, pág. 126.

311

Page 317: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SECADO

A partir de las consideraciones expuestas, se hace evidente, que las gravesdistorsiones de la proporcionalidad que desencadena el sistema electoral espa-ñol en la elección del Congreso de los Diputados no responden tanto a laopción del legislador por la fórmula D'Hondt cuanto al tamaño de las circuns-cripciones, reducidísimo como ahora vamos a tener la oportunidad de explicar.

Esta reflexión no es, en modo alguno, una tesis novedosa; por recordartan sólo un ejemplo cualificado de análogo pronunciamiento, diremos que ensu estudio de los comicios de 1982, Nohlen y Schultze (12) ya llegaron a laconclusión de que sin perjuicio de reconocer a otras fórmulas electorales(distintas de la fórmula D'Hondt) una mayor fidelidad de reproducción delpluralismo político, el beneficio para determinados partidos políticos supues-tamente derivado del procedimiento matemático de distribución, depende enrealidad de la magnitud de la circunscripción y de la frecuencia en la aplicacióndel método D'Hondt. Es por ello mismo por lo que no pretendemos connuestro trabajo tanto fijar una tesis nueva como precisar con cierto detalle losefectos de esta estrecha correlación entre magnitud o tamaño de la circunscrip-ción y distorsión de la proporcionalidad.

A tal efecto, es preciso aclarar que hemos procedido a distribuir lascincuenta circunscripciones provinciales existentes en España (que, como yahemos dicho, se reparten 348 escaños, quedando los dos restantes, hastacompletar el total de 350 diputados del Congreso, uno para Ceuta y otro paraMelilla) en cinco bloques:

— Circunscripciones de tamaño alto, cuyo número de escaños (A/) essuperior a 30 (A/>30).

— Circunscripciones de tamaño medio-alto, cuyo número de escaños essuperior a 11, pudiendo alcanzar lógicamente el umbral máximo de3O(1KM<31).

— Circunscripciones de tamaño medio, cuyo número de diputados ha deoscilar entre 9, 10 y 11 (8<M<12).

— Circunscripciones de tamaño medio-bajo, en las que el número deescaños oscila entre los 6, 7 y 8 (5<A/<9), y, por último,

— Circunscripciones de tamaño bajo, cuyo número de diputados no alcan-za el umbral 6, permaneciendo por debajo de ese número: en Españaexisten circunscripciones de 3, 4 y 5 escaños (A/<6), exclusión hecha

(12) DIETER NOHLEN y RAINER-OLAF SCHULTZE: «LOS efectos del sistema electoral español

sobre la relación entre sufragios y escaños. Un estudio con motivo de las elecciones a Cortes de1982», en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 30, abril-junio 1985, págs.179 y sigs. (en concreto, pág. 180).

312

Page 318: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONCRESO

de Ceuta y Melilla, distritos uninominales, como ya hemos advertidoen diferentes ocasiones.

Esta clasificación, como cualquier otra que pudiera hacerse, es aleatoria,quizá con la sola salvedad de las circunscripciones de tamaño alto y de aquellasotras de magnitud baja. Sin embargo, hemos querido fracciona!izar en otrostres grupos las restantes circunscripciones, esto es, aquellas cuyo tamañoabarca el amplio segmento que va desde los 6 escaños hasta los 30 (más bienhabría que precisar que hasta los 16, tamaño máximo de la circunscripciónde Valencia, tercera en tamaño tras las de Madrid y Barcelona), con lafinalidad de tratar de medir con cierta precisión, y por tramos, cuál es elaumento de la proporcionalidad conforme se va incrementando el número deescaños de las circunscripciones. De esta forma, hemos establecido tres tramosde magnitudes de circunscripción: el de las circunscripciones cuyo tamaño esde 6, 7 y 8 escaños; el de aquellas otras cuyo número de diputados oscilaentre 9, 10 y 11, y, por último, las circunscripciones de Sevilla y Valencia,que hoy cuentan con 12 y 16 escaños, respectivamente.

Esta clasificación puede permitirnos, a nuestro modo de ver, acercarnoscon más exactitud al diseño de la correlación entre tamaño de la circunscrip-ción y distorsión de la proporcionalidad.

D) La última variable que encontramos en la normativa electoral, queno a nivel normativo constitucional, es la llamada «barrera legal» o, en laterminología alemana, «cláusula de exclusión». El artículo 163.1.aJ de laLey Orgánica 5/1985, al contemplar la atribución de los escaños en funciónde los resultados del escrutinio, determina que no se tendrán en cuenta aquellascandidaturas que no hubieran obtenido, al menos, el 3 por 100 de los votosválidos emitidos en la circunscripción.

Si bien es cierto que la trascendencia y operatividad de la «Sperrklausel»germana ha sido indiscutible, no lo es menos que la misma se fija en el5 por 100 y, lo que aún resulta más decisivo, se computa a nivel federal.

El Tribunal Constitucional Federal, como recordara Otto Bachoff (13),consideró plenamente ajustada a la Ley Fundamental de Bonn la citada cláu-sula de exclusión, porque sirve a la capacidad funcional de un Estado departidos. Ello no obstante, en su reciente sentencia de 29 de septiembre de1990 (14), el mismo Tribunal, aun partiendo de la ratificación de su doctrina

(13) OTTO BACHOFF: «Derecho electoral y derecho de los partidos políticos en la RepúblicaFederal de Alemania», en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, UNAM, año XIII, núm.37, enero-abril 1980, págs. 1 y sigs. (en concreto, pág. 4).

(14) Cfr. al respecto PEDRO CRUZ VILLALÓN: «Legislación electoral y circunstancias excep-cionales: la igualdad de oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales

313

Page 319: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

anterior en relación con la igualdad de oportunidades de los partidos: estrictaigualdad formal compatible con mecanismos como los de la «Sperrklausel»que fomentan una democracia operativa, ha efectuado algunas precisiones deinterés que se pueden reconducir al rechazo de una legitimación incondicionalde la cláusula del 5 por 100. A partir de aquí, el Tribunal, con vistas a lasprimeras elecciones panalemanas, se opondría al mantenimiento indiferencia-do de la citada cláusula, extendida a todo el territorio alemán, pues la mismatendría un carácter inequívocamente discriminatorio, al tener consecuenciasmucho más gravosas para los partidos de la ex RDA que para los partidos dela antigua RFA.

Retornando al caso español, diremos tan sólo que en nuestro sistemaelectoral esta «barrera legal» carece prácticamente de toda operatividad yeficacia. En principio, hay que suponer que sólo en las circunscripciones deMadrid y Barcelona podrá tener alguna eficacia, aunque, como en otro lugarhemos mostrado (15), esa eficacia ha sido nula en la práctica,- por lo menoshasta hoy.

Efectuadas estas consideraciones preliminares y aclaratorias, entendemosllegado el momento de entrar a analizar la correlación entre tamaño de lacircunscripción y distorsión de la proporcionalidad.

I I . LAS DISTORSIONES GLOBALES DE LA PROPORCIONALIDAD

DEL SISTEMA ELECTORAL ESPAÑOL

El punto de partida del que hemos de arrancar en nuestro trabajo es, comoresulta lógico, el de la existencia de una serie de notables distorsiones de laproporcionalidad del sistema.

En los cuadros números 3,4, 18, 32 y 48 reflejamos los resultados globalesde las elecciones generales de 1977, 1979, 1982, 1986 y 1989. En elloshemos incluido un dato que, a la finalidad que nos ocupa, resulta fundamental.Nos referimos al llamado «índice de proporcionalidad» (fP), que se calculadividiendo el porcentaje de escaños (PM) conseguido por una determinadaformación política por el porcentaje sobre el total de votos válidos (PV)alcanzado por la misma. Si ese índice fuera igual a la unidad, la fuerza deque se trate habrá alcanzado una representación ajustada con precisión a su

de la nueva RFA (Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 29 de septiembre de1990)», en Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 30, septiembre-diciembre 1990,págs. 129 y sigs.

(15) FRANCISCO FERNÁNDEZ SEGADO: Aproximación a la nueva normativa electoral, Madrid,Dykinson, 1986, págs. 86-92.

314

Page 320: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONCRESO

apoyo electoral. Conforme el IP crezca por encima de la unidad, la formaciónpolítica se estará viendo sobrerrepresentada, y a la inversa, cuanto más des-cienda por debajo de la unidad, mayor será la infrarrepresentación y, portanto, el perjuicio causado a ese partido o coalición por el sistema electoral.

A la. vista de los cinco cuadros, pueden extraerse las siguientes conclusio-nes generales:

1) Nuestro sistema electoral prima muy notabilísimamente a la forma-ción política ganadora de los comicios, con beneficios que, en términosrelativos, en tres ocasiones han llegado o rebasado el 25 por 100 (/P=l,25):en 1977 {IP de UCD=1,34), en 1979 (IP de UCD=1,36) y en 1989 (IP delPSOE= 1,25), y en las dos restantes se han quedado en el 18 por 100 (IP delPSOE en 1982 y 1986=1,18). Quiere ello decirnos que una fuerza políticaque cuente con una sólida implantación en las circunscripciones de tamañoinferior (de marcado matiz ideológico conservador por lo general) puede rozarla mayoría absoluta de los escaños con un respaldo electoral global en todoel país de poco más del tercio de los votos válidos emitidos (el ejemplo deUCD en 1979 es bien elocuente).

2) La sobrerrepresentación electoral se produce igualmente respecto dela segunda formación política estatal, que en tres de los supuestos analizadosse ha visto beneficiada en un 14 por 100 (PSOE en 1977 y 1979 y CP en1986); en un cuarto supuesto, en un 15 por 100 (AP en 1982), y en un últimocaso, nada menos que en un 19 por 100 (PP en 1989).

3) Los partidos nacionalistas son también, por lo general, los grandesbeneficiarios del sistema, y de modo muy particular aquellos que cuentan conmayor implantación electoral en sus respectivos territorios autonómicos (estoes, en las Comunidades Autónomas en que tienen arraigo). Así, en 1977, elPNV es, con mucho, el más sobrerrepresentado (su IP es de 1,39), exclusiónhecha de aquellas fuerzas que han conseguido tan sólo un escaño, cuyasobrerrepresentación, aun alcanzando en algún caso el 81 por 100 (es elsupuesto de la CICC cuyo IP es de 1,81 en 1977), no es significativa por laescasa cuantía de la representación con que cuenta.

En 1979, si efectuamos la misma exclusión, vemos que tras UCD es elPNV (con un IP de 1,30) la fuerza más beneficiada, siendo el propio PartidoNacionalista Vasco el primero en cuanto a sobrerrepresentación electoral serefiere, en términos relativos, en los comicios de 1982 (con un /P— 1,21).

En las elecciones generales de 1986, una vez más, es un partido naciona-lista, una fuerza de implantación regional, el que se verá más beneficiadopor el sistema electoral. En esta ocasión se trata de la Agrupación de Electores

315

Page 321: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

Herri Batasuna, cuyo beneficio electoral relativo es nada menos que del 34por 100 (con un /P=l,34). No deja de ser muy sintomático, por otro lado,que todas las formaciones nacionalistas de cierta relevancia en atención a suapoyo electoral se vean sobrerrepresentadas: el PNV (con un IP= 1,11) y CiU(con un /P=l,02).

La tendencia que comentamos no ha cambiado de orientación en loscomicios de 1989, si bien se ha atenuado ligeramente, pues el PNV, el partidomás beneficiado de entre las formaciones nacionalistas, se ha quedado entercer lugar en cuanto a sobrerrepresentación se refiere (con un IP=\,\6),por detrás del PSOE (/P=l,25) y del PP (//>=1,19). En todo caso, siguesiendo muy significativo que las otras dos formaciones nacionalistas de másarraigo electoral (CiU y HB) permanecen con unos índices de proporcionalidadque se sitúan por encima de la unidad (1,02 y 1,08, respectivamente); dichode otro modo, siguen viéndose primadas por el sistema electoral.

4) En la otra cara de la moneda se sitúan los partidos de ámbito estatalque se ubican en el tercer o cuarto lugar en cuanto a apoyo popular; concontadísimas excepciones (apenas si puede salvarse el caso de AP en loscomicios de 1977, con un 1P— 1,01), puede sostenerse que el sistema electoralles ha venido penalizando con notable dureza, circunstancia que si bien nose materializó con toda su intensidad en las elecciones de 1977 (en donde elPCE-PSUC obtenía una infrarrepresentación de un 16 por 100, pues su ¡Pera igual a 0,84), se ha plasmado muy visiblemente a partir de los comiciosde 1979. Basta con atender a algunos ejemplos para comprobar empíricamentenuestra precedente constatación.

En 1979, la infrarrepresentación del PCE era de un 38 por 100 (suIP=0,62), mientras que la de CD era de un 57 por 100 (//)=0,43), llegandoen el caso de UN a un 86 por 100 (/P=0,14). Quiere ello decir que mientrascada escaño de UCD había tenido un coste en votos de 37.641, cada escañode CD había costado más del triple: 118.357 votos. Otro ejemplo: con casi100.000 votos más que el PNV (275.292 votos frente a 369.576), UN habíaconseguido un solo escaño frente a los siete del PNV.

Estos datos, con los mismos u otros actores políticos, se han venidorepitiendo en los sucesivos comicios. Así, UCD se veía infrarrepresentadoen un 52 por 100 (//>=0,48) en las elecciones de 1982 y el PCE-PSUC enun 72 por 100 (IP=0,28). De esta forma se daba la paradoja de que UCD,con casi el doble de votos que CiU, conseguía un escaño menos que laformación nacionalista catalana. Y a su vez, el PCE-PSUC, duplicando concreces el número de votos del PNV, lograba justo la mitad de escaños queel Partido Nacionalista Vasco. Al CDS, a su vez (con un IP=0,20), le costaría

316

Page 322: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

cada escaño un número de votos igual al séxtuplo del coste en votos porescaño del PSOE (298.608 votos frente a 50.402).

En 1986, una vez más, los grandes perjudicados del sistema electoral sonel CDS e IU-UEC, esto es, la tercera y cuarta fuerzas de ámbito estatal encuanto a su respaldo electoral (con unos índices de proporcionalidad respec-tivos de 0,59 y 0,45). Al CDS, por ejemplo, pese a contar con un respaldopopular cercano a los dos millones de votos (1.834.653 votos exactamente),le costó cada escaño justo el doble que al PSOE-PSC (96.560 votos al CDSfrente a los 48.545 del partido triunfador en los comicios). Izquierda Unida,con casi tres veces más votos que el PNV (891.170 frente a 309.610), sóloalcanzó un escaño más que el partido vasco.

En los últimos comicios de 1989 la operadvidad del sistema se ha mante-nido inmutable. IU-IPC y el CDS, tercera y cuarta fuerzas estatales, respec-tivamente, siguen viéndose notablemente infrarrepresentados (sus índices deproporcionalidad respectivos son de 0,54 y 0,51), lo que les supone que cadaescaño por ellas conseguido tenga un coste de casi dos veces y media superioral del coste correlativo del PSOE o del PP. Si la relación se establece conpartidos nacionalistas, una vez más, podemos observar que CiU, con casi800.000 votos menos que IU, ha conseguido un escaño más que esta últimacoalición electoral. A su vez, el CDS, con más del séxtuplo de votos que elPNV, no llega, sin embargo, a triplicarle en escaños.

5) Si atendemos ahora a la operatividad del sistema, no en relación auna sola fuerza, sino respecto de las dos grandes formaciones políticas encuanto a apoyo electoral, podemos entresacar unas conclusiones en verdadinteresantes.

En primer término, la sobrerrepresentación que las mismas han experimen-tado (sumando los votos y escaños de una y otra y sobre la base de susrespectivos tantos porcentuales) roza, cuando no excede, el 25 por 100 entodos aquellos casos en que el porcentaje conjunto de votos obtenidos porambas ha sido inferior al 70 por 100: en 1977, con un PV=64,69, un IP= 1,25;en 1979, con un PV=65,37, un IP=\,26, y en 1989, con un PV=65,37, un//>= 1,23. Sólo en los comicios de 1982 y 1986, el ¡P ha descendido a 1,17,pero ello, básicamente, por la circunstancia de que en ambas elecciones laconcentración del voto popular en los dos primeros partidos fue enorme: un75,19 por 100 en 1982 y un 70,47 por 100 en 1986.

La conclusión que se deduce de todo ello es que, de una u otra forma, elsistema electoral conduce a un cierto bipartidismo imperfecto, entendiendopor tal un sistema en el que la alternativa política gira siempre en torno a dosfuerzas políticas que se sitúan, muy destacadamente, por encima de las demás

317

Page 323: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

y que copan, al menos, el 80 por 100 de los escaños de la Cámara, esto es,un mínimo de 280 sobre el total de 350. En unas ocasiones ello es fruto dela propia opción del cuerpo electoral, que concentra su voto en dos partidos;tal sucedería en 1982 y 1986, elecciones en las que aunque la PE absolutapara ambos partidos no fue muy alta (de +13,03 y de +12,00), al sumarsea unos porcentajes de votos elevadísimos, condujo a casi un monopolio dela representación de la Cámara por ambas formaciones (con un PM de 88,22en 1982 y de 82,47 en 1986). En otras ocasiones, ha sido una PE absolutamuy elevada la que ha compensado el menor respaldo electoral obtenidoconjuntamente por ambos partidos (en 1977, PE de + 16,16; en 1979, PE de+ 17,10, y en 1989, PE de +15,09), conduciendo a iguales consecuenciasque en las dos elecciones anteriormente citadas, esto es, a que esas dos grandesfuerzas ocupen más del 80 por 100 de los escaños del Congreso (PM=8Q,85en 1977; PA/=82,47 en 1979 y PA/=80,46 en 1989).

Esta pauta podría verse ligeramente alterada por un previsible aumentodel voto de las fuerzas nacionalistas, pero, con todo, no creemos que puedaquebrar en modo alguno. Ello quiere decir que nuestro sistema electoralpotencia de modo más que notable la concentración de los escaños en manosde dos grandes opciones políticas, introduciendo, pues, un elemento de corteclaramente mayoritario, que se ve acentuado aún más si se advierte que, hastala fecha, el porcentaje de escaños alcanzado por la fuerza triunfadora harozado, cuando no superado con creces, el 50 por 100 del total de la Cámara:PM=A1,\A en 1977; PM=41,10 en 1979; PM=57,47 en 1982; PM=52,59en 1986, y PM=49,7\ en 1989, exclusión siempre hecha (salvo en 1977) delos dos escaños de Ceuta y Melilla.

Nohlen (16) ha definido el sistema electoral español como un sistema deelección proporcional con proporcionalidad parcialmente incompleta, si biennosotros nos atreveríamos a precisar que más que de proporcionalidad parcial-mente incompleta debe hablarse de una proporcionalidad notablemente distor-sionada, con una operatividad final que deja entrever signos propios de unsistema de corte mayoritario, en el sentido en que con anterioridad lo enten-dimos. Y esa proporcionalidad distorsionada tiene su última y auténtica «ratio»en el tamaño de la circunscripción, como vamos a intentar demostrar a con-tinuación.

En resumen, el sistema de elección del Congreso de los Diputados puedeser caracterizado, a la vista de su operatividad real, por los siguientes rasgos:

1) Sobrerrepresenta de modo muy notable al partido triunfador en laselecciones y, en menor medida, a la segunda formación política estatal.

(16) DIETER NOHLEN: Sisremas electorales del mundo, cit., pág. 517.

318

Page 324: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

2) Prima la concentración del voto y sanciona la dispersión del mismo.Es por ello por lo que beneficia de modo muy significativo a las fuerzas deámbito regional con una sólida implantación en sus respectivos territorios,mientras que perjudica extraordinariamente a aquellas formaciones de ámbitoestatal que se sitúan, en cuanto a apoyo electoral se refiere, inmediatamentedespués de las dos primeras fuerzas; y

3) En su conjunto, el sistema potencia una cierta especie de bipartidismo,más o menos imperfecto, atemperado básicamente por la presencia de partidosde carácter regional o, si se prefiere, de partidos nacionalistas.

III. LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES

Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1979

En los cuadros números 4 a 17 hemos procedido a analizar las distorsionesde la proporcionalidad en función de los diferentes bloques de circunscripcio-nes delimitados, como ya expusimos, atendiendo a su tamaño, todo ello enrelación con los comicios de 1979. A un análisis general de los resultados(cuadro núm. 4) sigue un conjunto de cuadros en los que, particularizadamen-te, se estudia la correlación entre tamaño de la circunscripción y proporciona-lidad, atendiendo al efecto, en primer término, a las circunscripciones deMadrid y Barcelona, independiente y conjuntamente consideradas (cuadrosnúms. 5, 6 y 7); más adelante, a las circunscripciones de Valencia y Sevilla,en iguales términos que las anteriores (cuadros núms. 8, 9 y 10); después,respecto de las circunscripciones de tamaño medio (Vizcaya, Oviedo, Alicantey La Coruña), cuyos resultados son analizados tanto a nivel de cada circuns-cripción en particular, como en lo que hace al conjunto de todas ellas (cuadrosnúms. 11 a 15); el estudio finaliza con dos cuadros (los números 16 y 17) enlos que se abordan los resultados electorales en el conjunto de las circunscrip-ciones de tamaño medio-bajo y bajo. Esta es, por lo demás, la sistemáticaque hemos seguido en todas y cada una de las elecciones generales objeto denuestra atención.

Los resultados globales de las elecciones de 1979 (cuadro núm. 4) nosrevelan, en síntesis y como datos más relevantes, recordando lo que yatuvimos oportunidad de indicar, una enorme sobrerrepresentación de UCD(fP— 1,36), un notable beneficio electoral también para la segunda fuerzapolítica, el PSOE (con un IP= 1,14) y una elevada sobrerrepresentación paraun partido nacionalista, el PNV (/P=l,30). En contrapartida, el PCE y CD,tercera y cuarta formaciones políticas en cuanto a su nivel de apoyo electoral,

319

Page 325: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

resultan notabilísimamente perjudicadas (con unos índices de proporcionali-dad respectivos de 0,62 y 0,43).

Si atendemos ahora a los resultados parciales por bloques de circunscrip-ciones (cuadros núms. 7, 10, 15, 16 y 17), podemos destacar estos rasgossignificativos:

1) UCD, de modo casi generalizado, se ve progresivamente sobrerrepre-sentada en mayor grado conforme disminuye el tamaño de la circunscripción:índices de proporcionalidad de 1,10 (en las de tamaño alto), 1,18 (en las demagnitud media-alta), 1,29 (en las de tamaño medio), 1,25 (en las de tamañomedio-bajo) y 1,43 (en las circunscripciones de magnitud más reducida).

2) La segunda formación política va a verse sobrerrepresentada en todaslas circunscripciones, si bien la correlación no se ajusta con tanta precisióna la pauta precedentemente expuesta, ya que el PSOE obtiene el nivel másbajo de beneficio electoral en las circunscripciones de magnitud inferior(//>= 1,10) y en las de tamaño medio (IP= 1,09), circunstancia que se explicapor el hecho de situarse en esas circunscripciones en primer lugar en cuantoa apoyo electoral la UCD, y que viene a corroborar que en las provincias demagnitud inferior a 6, la fuerza política que logra imponerse con caráctergeneralizado ve magnificados sus beneficios electorales hasta extremos pro-pios de un sistema mayoritario.

Por el contrario, en las cuatro mayores circunscripciones (cuadros núms.7 y 8) es donde el PSOE obtiene más alta sobrerrepresentación (con unosíndices de proporcionalidad de 1,15 en las de magnitud más elevada y de1,20 en las de tamaño medio-alto), lo que se explica por el hecho de que enellas el PSOE se presenta como el partido más respaldado electoralmente.

3) El contraste entre la operatividad del sistema en unas y otras circuns-cripciones es más chocante aún en lo que hace a la tercera formación políticaestatal, el PCE. Mientras en las cuatro mayores circunscripciones su represen-tación se ajusta con bastante exactitud a su fuerza electoral medida en porcen-taje de votos (con unos índices de proporcionalidad de 1,04 y 1,02), en lasrestantes circunscripciones el perjuicio, la infrarrepresentación, va siendomayor cuanto más reducido es su tamaño: en las de tamaño medio, un7^=0,58; en las de magnitud media-baja, un /P=0,54, y en las de tamañomás reducido, un /P=0,12.

4) En cuanto al PNV, formación nacionalista más beneficiada, es sinto-mático que su ubicación geográfica se sitúe en circunscripciones de tamañomedio, medio-bajo o bajo. Ello, a la postre, resultará decisivo en sus benefi-cios electorales globales, pues en esos tres bloques de circunscripciones suIP es siempre superior a la unidad (1,35, 1,10 y 1,49, respectivamente).

5) Si nos centramos ahora en el análisis no tanto de cada partido cuanto

320

Page 326: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

de cada bloque circunscripcional, podremos entresacar una serie de conclusio-nes que se nos perfilan con notable nitidez.

La primera de ellas es que en las circunscripciones de tamaño bajo (cuadronúm. 17) la operatividad del sistema es la característica de un sistema mayo-ritario; no de otro modo se puede tildar a un sistema que otorga a un solopartido el 61,87 por 100 de los escaños con tan sólo un 43,16 por 100 de losvotos y que prácticamente posibilita el monopolio casi total de los escañospor las dos grandes formaciones, que con un 72,37 por 100 de los votosconsiguen un 94,07 por 100 de los diputados (111 sobre un total de 118) conuna prima electoral en términos absolutos de +21,70 y con una sobrerrepre-sentación.real de un 30 por 100 (IP de las dos formaciones conjuntamenteconsideradas =1,30).

La segunda conclusión que se nos perfila como indiscutible es la muyajustada proporcionalidad con que la fórmula D'Hondt opera en las circuns-cripciones de magnitud más elevada (Madrid y Barcelona) (véase cuadro nú-mero 7). De las siete formaciones que obtienen representación, cinco de ellasalcanzan un IP igual o ligeramente superior a la unidad, y las dos únicasfuerzas que se ven claramente perjudicadas son aquellas que tan sólo lograronun escaño. Además, es de notar que el porcentaje de votos válidos (PV)representados es bastante alto: un 92,11 por 100.

En tercer término, puede parecer que la proporcionalidad es aún másajustada que en las circunscripciones de magnitud más alta, en las de tamañomedio-alto (Valencia y Sevilla) (cuadro núm. 10), puesto que todas las forma-ciones que logran escaño se ven sobrerrepresentadas; sin embargo, esta cir-cunstancia tiene su correlato en el hecho de que el PV representado es de un85,52 por 100, lo que a la inversa nos quiere decir que un 14,48 por 100 delos votos válidos ha ido a parar a fuerzas que no han alcanzado representación,porcentaje éste ciertamente considerable..

En cuanto a las circunscripciones de tamaño medio y medio-bajo (cuadrosnúms. 15 y 16), nos ofrecen de modo patente distorsiones de la proporciona-lidad que aun cuando sin llegar a los extremos de aquellas otras de tamañobajo, sí resultan de perfiles muy acentuados. Basta con confrontar el IP deUCD y PCE: 1,29 y 0,58 (en las circunscripciones de magnitud media); 1,25y 0,54 (en las de tamaño medio-bajo), para concluir que el beneficio de UCDrespecto del PCE en ambos tipos de circunscripciones ha sido de más de dosveces; dicho de otro modo, cada escaño ha costado al PCE más del doble devotos que a UCD. Y si la confrontación se establece entre UCD y CD en lascircunscripciones de tamaño medio-bajo, la diferencia llega a ser verdadera-mente abismal: IP de UCD=1,25 e IP de CD=0,18. En cualquier caso, losefectos del sistema no son tan mayoritarios en estos dos bloques de circuns-

321

Page 327: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

cripciones como en el de aquellas otras de tamaño bajo. Para verificar estaafirmación nos bastará con atender al IP de UCD y PSOE conjuntamenteconsiderados. Mientras ese índice es de 1,30 en las circunscripciones máspequeñas, se reduce a 1,23, en las de tamaño medio-bajo ya 1,19 en las demagnitud media, lo que nos indica lógicamente que el sistema no potenciatanto en estas últimas circunscripciones a las dos mayores formaciones polí-ticas.

IV. LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES

Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1982

1. Los cuadros números 18 a 31 nos muestran los resultados de laselecciones generales de 1982, analizados en un primer momento de modoglobal, y más adelante de modo particularizado, atendiendo a los diferentesbloques de circunscripciones que hemos diferenciado en atención a su magni-tud respectiva.

2. Los resultados globales nos revelan, en síntesis, una sobrerrepresen-tación de las dos grandes fuerzas políticas, PSOE y AP, menor que en loscomicios de 1979 (con unos índices de proporcionalidad respectivos de 1,18y 1,15), lo que se explica, a nuestro modo de ver, por la concentración masivadel voto en esas dos formaciones, que acumulan nada menos que un 75,19por 100 del total de votos válidos; por el contrario, la ampliación de sudistanciamiento en apoyo popular con los restantes partidos de ámbito estatal(UCD, PCE-PSUC y CDS) propicia que el sistema electoral penalice aún másque en los anteriores comicios de 1977 y 1979 a esas fuerzas políticas, quese verán infrarrepresentadas en un 52 por 100 en el caso de UCD (con un//>=0,48); en un 72 por 100 en el supuesto del PCE-PSUC (con un //)=0,28),y nada menos que en un 80 por 100 en el caso del CDS (con un IP=0,20).

En cuanto a los partidos nacionalistas, el PNV, como en otro lugar apun-tamos, se convierte en la fuerza más beneficiada en términos relativos, conun lP—\,2\, y CiU logra una representación muy poco desequilibrada alverse infrarrepresentada tan sólo un 8 por 100 (con un 1P=O,92) (véase cuadronúm. 18).

3. Si atendemos ahora a la influencia del tamaño de las circunscripcio-nes, nos encontramos con estos datos relevantes:

A) . En el caso del PSOE-PSC, fuerza triunfadora en los comicios, elgrado de sobrerrepresentación va aumentando de modo progresivo conforme

322

Page 328: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

disminuye el tamaño de las circunscripciones, con unos índices de proporcio-nalidad de la siguiente cuantía: 1,09 (en Madrid y Barcelona); 1,17 (enValencia y Sevilla); 1,19 (en las circunscripciones cuyo tamaño oscila entrelos 9, 10 y 11 escaños); 1,22 (en las que cuentan con 6, 7 y 8 escaños), y1,27 (en las circunscripciones de magnitud inferior).

B) Idéntica evolución experimenta la segunda fuerza política, AP, conunos índices de proporcionalidad que oscilan de 1,04 a 1,17: 1,04 (en lascircunscripciones mayores); 1,12 (en las de M>\ 1); 1,13 (en las de tamañomedio); 1,16 (en las provincias que cuentan con 6, 7 u 8 diputados), y, porúltimo, 1,17 (en las circunscripciones de magnitud inferior).

C) Esta verificación empírica corrobora con cierta nitidez, a nuestroentender, la tesis sustentada por Rae, en el sentido de que cuanto más pequeñaes la circunscripción electoral, mayores la ventaja del partido más grande (17),si bien, como el propio autor ha señalado (18), el incremento de la proporcio-nalidad será proporcional mente menor conforme aumenten las magnitudesiniciales. A la inversa, los datos precedentes desautorizan la teoría defendidapor Nohlen (19), de que el partido mayor que cuente con un electoradopotencial sale mejor parado en una circunscripción grande que en una pequeña.

Por-lo demás, también el estudio empírico corrobora que la proporciona-lidad va aumentando cada vez más lentamente a partir de un determinadomomento que bien podríamos fijar en el tamaño 6. En las circunscripcionesde magnitud inferior a 6, las distorsiones son muy notables, bastante más queen las de los bloques inmediatamente mayores. Esta circunstancia se reflejabacon meridiana claridad en las elecciones de 1979, muy en especial respectode la primera fuerza política, UCD. En 1982 este hecho no se aprecia contanta intensidad, si bien hay un dato que no se nos puede escapar: el de quesi la sobrerrepresentación del primer partido, el PSOE, no es tan elevadacomo en 1979, reduciéndose a un 27 por 100 (/P=l,27) frente al 43 por 100de UCD en 1979 (/P=l,43), por el contrario, el beneficio de la segundaformación política, AP, es muy alto: un 17 por 100 (//>=1,17), notablemente'superior a la sobrerrepresentación del segundo partido (el propio PSOE) en1979, de sólo un 10 por 100 (IP del PSOE en 1979=1,10).

Las mutaciones a que acabamos de aludir tienen una clara explicación:en las circunscripciones de tamaño inferior a 6, provincias por lo demás con

(17) DOLIÓLAS W. RAE: The political consequences of electoral laws, New Haven-Londres,1967, págs..H4y sigs.

(18) DOUGLAS W. RAE: Leyes electorales y sistema de partidos políticos, cit. (traducciónde la obra inglesa inmediatamente antes citada), pág. 124.

(19) DIETER NOHLEN: Sistemas electorales del mundo, cit., pág. 111.

323

Page 329: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

una orientación ideológica predominantemente conservadora, el partido mayo-ritario en 1979, la UCD, la formación de centro-derecha liderada por elPresidente Suárez, se situó en la enorme mayoría de ellas como primera fuerzapolítica, lo que supuso que en la mayoría de esas provincias (y muy especial-mente en las que elegían un número impar de diputados, esto es, tres o cinco,dándose además la circunstancia adicional de mediar una pequeña diferenciade votos entre las dos primeras formaciones) la sobrerrepresentación del primerpartido fuera más que notable. Pues bien, en 1982 podemos constatar cómoen algunas de las pequeñas circunscripciones (en especial, las de tres escaños)AP, esto es, la segunda de las fuerzas en apoyo popular en el conjunto deesas circunscripciones, logró ubicarse en el primer lugar en cuanto a laspreferencias del electorado, lo que condujo a mejorar sustancialmente susobrerrepresentación (por lo menos en comparación con el beneficio electorallogrado por la segunda fuerza en 1979) y a que, correlativamente, disminuyerala sobrerrepresentación del primer partido político.

En la explicación precedente no puede prescindirse de otro hecho relevan-te: el aumento de escaños en las tres circunscripciones catalanas de estetamaño por parte de CiU, la coalición nacionalista catalana. Y también con-viene tener en cuenta la presencia, con cierta solidez en algunas circunscrip-ciones, de UCD, que totalizaría en estas provincias cinco escaños.

D) Aunque no en términos tan claros, entre otras circunstancias, por sufalta de representación en algunos de los bloques circunscripcionales, la pautadel sistema electoral que acabamos de reseñar se reproduce, en términosexactamente inversos, para los partidos de ámbito estatal que se ubican en eltercer y cuarto lugar en cuanto a respaldo electoral. Y así, por poner tan sóloun ejemplo, mientras que el IP de UCD gira en torno a 0,45 en las circuns-cripciones de tamaño bajo (/P=0,43), de tamaño medio-bajo (/P=0,45) y detamaño medio (/P=0,44), ese índice se eleva notablemente (casi un 50 por100) en las dos grandes circunscripciones, llegando al 0,63, lo que significaque la infrarrepresentación de UCD en Madrid y Barcelona es bastante másreducida —siendo aun muy importante— que en otras provincias de magnitudmucho más pequeña.

E) Si nos centramos finalmente en el análisis de cada bloque de circuns-cripciones, podemos constatar ante todo que, excepción hecha de las fuerzasque lograron tan sólo un escaño, la representación de las restantes formacionesha resultado bastante ajustada a su fuerza electoral en las circunscripcionesde mayor tamaño (cuadro núm. 21); quiebra esta regla tan sólo el PCE-PSUC,cuyo /P=0,62. La coalición más beneficiada por el sistema en estas circuns-

324

Page 330: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

cripciones es CiU (con un IP= 1,19), lo que nos viene a mostrar —especial-mente si vemos el cuadro núm. 20, referente a la circunscripción de Barcelo-na— que en las circunscripciones de tamaño elevado no siempre el partidomás votado es el más favorecido por la fórmula D'Hondt.

Si analizamos ahora las circunscripciones de tamaño más pequeño (cuadronúm. 31), podremos comprobar las amplísimas distorsiones que en ellasgenera el sistema entre los partidos que se sitúan en el primer y segundo lugaren cuanto a respaldo popular y aquellos otros que quedan ubicados en tercery cuarto término: el IP del CDS (=0,24) es más de cinco veces inferior queel del PSOE (IP= 1,27), mientras que el de UCD (/P=0,43) es casi tres vecesmás bajo que el de AP (/P=l,17) y justo tres veces inferior al del PSOE.Quiere todo ello decirnos que en este tipo de circunscripciones el sistemadistorsiona la proporcionalidad hasta extremos tales que, de hecho, apenas sise encuentra vestigio alguno de proporcionalidad.

En una situación intermedia se sitúan las circunscripciones de tamañomedio-bajo y bajo (cuadros núms. 30 y 31), en donde las divergencias, encuanto a sus respectivos índices de proporcionalidad se refiere, entre los dospartidos mayores y la tercera y cuarta formaciones estatales no es tan abismal:IP de UCD=0,45 e IP del PSOE= 1,22 en las circunscripciones de magnitudmedia-baja, es decir, una diferencia de 2,7 veces; IP de UCD=0,44 e IP delPSOE= 1,19 en las circunscripciones de tamaño medio, esto es, una diferenciaasimismo de 2,7 veces.

V-. LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES

Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1986

I. Los cuadros números 32 a 47 nos reflejan los resultados de las elec-ciones generales de 1986, analizados siguiendo la sistemática que ya hemosexpuesto con anterioridad.

• Los resultados electorales globalmente considerados (cuadro núm. 32) nosmuestran unos índices de proporcionalidad algo más ajustados que en ocasio-nes precedentes, con una distorsión de la proporcionalidad del sistema algomás moderada en general. Ello no obstante, el PSOE-PSC, fuerza ganadoraen los comicios, se vería beneficiada justo el doble que el CDS, tercer partidode ámbito estatal en cuanto a apoyo popular (el IP del PSOE es de 1,18,mientras que el IP del CDS es-de 0,59), mientras que IU, con un /P=0,45,se vería aún más perjudicada. Nuevamente las fuerzas nacionalistas seríanfuertemente beneficiadas: CiU (JP= 1,02), PNV (//>= 1,11) y HB (IP= 1,34).

2. Atendiendo ahora a los resultados de los comicios por bloques de

325

Page 331: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

circunscripciones (cuadros núms. 35, 38, 45, 46 y 47), comprobamos quelas pautas que en las elecciones precedentes se han venido produciendo,parecen confirmarse de modo cumplido. Y así, el índice de proporcionalidadde la fuerza ganadora, el PSOE-PSC, va aumentando de modo paulatinoconforme disminuye la magnitud de los distritos, o lo que es igual, la sobre-rrepresentación de esa formación se incrementa cuanto menores son las cir-cunscripciones: /P=l,10 (en circunscripciones de magnitud superior a 30);1P= 1,17 (en circunscripciones de tamaño superior a 11); IP= 1,20 (en circuns-cripciones de tamaño medio); /P=l,18, única y poco significativa salvedada la regla general (en circunscripciones de magnitud media-baja), e /P=l,24(en circunscripciones de tamaño bajo).

Algo análogo puede destacarse, también incluso con alguna ligera excep-ción, respecto de la segunda fuerza política, CP, con unos índices de propor-cionalidad (siguiendo el orden inmediatamente precedente) de 1,10, 1,14,1,03, 1,12 y 1,17.

En sus trazos más significativos, la pauta a que acabamos de aludir aparececorroborada en relación al CDS, tercera fuerza política a nivel estatal, si bien,como es lógico, en un sentido inverso al anterior, esto es, a menor tamaño dela circunscripción, menor índice de proporcionalidad, o, si se prefiere, mayorinfrarrepresentación. Así, el CDS, con un IP=0,96 en las circunscripcionesde Madrid y Barcelona, resulta en esas provincias justamente tratado por elsistema electoral, mientras que en las circunscripciones intermedias (de tama-ño medio-alto, medio y medio-bajo) ese índice se ha reducido, respectivamen-te, a 0,55, 0,64 y 0,70, para disminuir aún más en las circunscripciones cuyamagnitud es inferior a seis escaños, en donde el IP del CDS queda en 0,30.

Y si del CDS pasamos a IU-UEC, cuarta fuerza a nivel del Estado,podremos comprobar que la evolución de su IP es prácticamente la misma,con un índice de proporcionalidad que de 0,87 (en las circunscripciones deMadrid y Barcelona) pasa a 0,25 (en las de tamaño medio-bajo, ya que enlas de inferior magnitud no obtuvo representación), quedando en 0,56 (enValencia y Sevilla) y en 0,67 (en las de magnitud media).

3. Si nos ocupamos ahora de cada uno de los bloques de circunscripcio-nes, podremos entresacar conclusiones verdaderamente significativas:

En el primer bloque, de circunscripciones que rebasan la magnitud 30(cuadro núm. 35), podemos comprobar la inexistencia de grandes distorsionesde la proporcionalidad: el segmento diferencial mayor, en atención al IPrespectivo de cada formación, oscila entre 1,13 (IP de CiU) y 0,87 (IP deIU-UEC), lo que supone una ventaja del partido más sobrerrepresentado de1,3 veces sobre la fuerza más infrarrepresentada.

326

Page 332: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

En el extremo contrapuesto se sitúa el bloque de circunscripciones detamaño inferior (cuadro núm. 47), en el que, al margen ya de las formacionesnacionalistas, en su gran mayoría beneficiarías del sistema, se puede apreciarel enorme contraste entre la tercera fuerza política de ámbito estatal y elpartido con mayor apoyo electoral, esto es, entre el CDS (con un /P=0,30)y el PSOE (con un ¡P=\,24), lo que viene a suponer, desde otro punto devista, que al CDS le ha costado cada uno de sus escaños cuatro veces másque al PSOE.

No muy distinta es la situación en las circunscripciones de tamaño medio-bajo (cuadro núm. 46), en las que si bien la tercera fuerza política, el CDS,con un /P=0,70, no resulta tan perjudicada como en las provincias de mag-nitud inferior, pues la diferencia entre el PSOE (IP= 1,18) y el CDS (//J=0,70)es de 1,6 veces, lo que, desde otra perspectiva, entraña que el coste en votospor escaños ha sido 1,6 veces superior para el CDS que para el PSOE, no sepuede, sin embargo, afirmar otro tanto de IU, cuyo IP=0,25, si bien es ciertoque esta coalición no consiguió más que un solo escaño en éste conjunto decircunscripciones, lo que relativiza un tanto ese perjuicio, restándole signifi-cación desde la perspectiva que nos interesa en nuestro estudio.

Menores distorsiones nos presentan los resultados en las circunscripcionesde magnitud intermedia (8<M<12) (cuadro núm. 45), en especial por lo querespecta al CDS e IU, también en estas circunscripciones tercera y cuartafuerzas en cuanto a respaldo popular entre los partidos de ámbito estatal. Conunos índices de proporcionalidad de 0,64 y 0,67, la desproporcionalidadgenerada por el sistema disminuye ligeramente, en especial en relación conIU, y otro tanto puede decirse si se confronta ese índice con el del PSOE(IP=l,20). La sobrerrepresentación del PSOE respecto de IU queda así en1,7 veces, y si la comparación la establecemos con el CDS, la sobrerrepresen-tación del primer partido, el PSOE, respecto de la tercera fuerza, el CDS,queda en 1,8 veces.

V I . LA CORRELACIÓN ENTRE EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES

Y LAS DISTORSIONES DE LA PROPORCIONALIDAD EN LAS ELECCIONES DE 1989

1. Los cuadros números 48 a 64 acogen los resultados de las eleccionesgenerales celebradas en 1989, analizados de conformidad con el orden siste-mático tantas veces citado.

Los resultados globales (cuadro núm. 48) corroboran más que cumplida-mente las pautas que sigue el sistema, a las que hemos venido refiriéndonosde modo un tanto reiterativo: notable sobrerrepresentación de los dos primeros

327

Page 333: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

partidos (PSOE y PP), como también, aunque en este caso en menor medida,de las fuerzas de ámbito regional con más implantación: PNV (con un/P=l,16), EE (con un IP=\,l\), HB (con un /P=l,08) y CiU (con unIP=l,02), y, por último, fuerte infrarrepresentación de la tercera y cuartaformaciones a nivel estatal: IU (con un /P=0,54) y CDS (con un /P=0,51).

2. Atendiendo a continuación a los resultados parciales por bloques decircunscripciones, podemos entresacar las siguientes conclusiones:

A) El PSOE, partido triunfador en los comicios, ve aumentar su índicede proporcionalidad, y por ello mismo su sobrerrepresentación, conformedisminuye progresivamente el tamaño de la circunscripción, en una escalaque experimenta su cambio más brusco entre las circunscripciones de tamañoalto y las de tamaño medio-alto: 1,13 (en aquellas circunscripciones cuyamagnitud es superior a 30), 1,25 (en aquellas otras con un A/>11), 1,21 (enlas de magnitud media), 1,29 (en aquellas provincias cuya magnitud oscilaentre 6, 7 y 8) y 1,31 (en las circunscripciones de tamaño inferior a 6).

B) El PP, segunda fuerza política, experimenta en su índice de propor-cionalidad una evolución semejante, aunque con matices de cierto interés:¡P—],00 en las circunscripciones cuya A/>30; /P=0,97, en aquellas otrasde tamaño superior a 11; IP=\ ,07, en circunscripciones cuyo M oscila entre9, 10 y 11 escaños; /P=l,13, en las de tamaño medio-bajo, y, finalmente,IP=],21, en las circunscripciones cuyo M<6. El dato quizá más relevantees el notabilísimo crecimiento del IP del Partido Popular en las circunscrip-ciones de tamaño inferior, llegando ese índice a 1,27, frente a 1,13 en elbloque de provincias de magnitud media-baja. Este aumento de la sobrerrepre-sentación de más del doble: del 13 al 27-por 100, se explica por el hecho desituarse el PP como primera fuerza política en buen número de las circunscrip-ciones de este último bloque, lo que entraña un notabilísimo beneficio; ellomismo supone que el IP del PSOE, primera fuerza en el conjunto de lascircunscripciones de tamaño bajo, sea de 1,31, casi idéntico al que el PSOEobtiene en las circunscripciones de tamaño inmediatamente superior, esto es,medio-bajo.

C) La operatividad del sistema se reitera, si bien en términos exactamenteinversos: aumento de la infrarrepresentación conforme disminuye la magnitudde las circunscripciones, respecto de IU y del CDS, tercera y cuarta fuerzasde ámbito estatal. Así, IU obtiene unos índices de proporcionalidad igualesa 1,03 (circunscripciones con A/>30), 0,67 (provincias con M>11), 0,65

328

Page 334: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONGRESO

(circunscripciones con 8<M<12)\ 0,49 (circunscripciones con 5<M<9), noobteniendo representación en las de magnitud más baja. A su vez, los índicescorrelativos del CDS son: 0,97, 0,75, 0,75, 0,51 y 0,09. En ambos supuestoslos cambios más bruscos se producen con toda nitidez en las circunscripcionesde tamaño más elevado y más reducido.

D) La pauta precedentemente expuesta se reitera con exactitud si aten-demos a los índices de proporcionalidad de los dos grandes partidos, conjun-tamente considerados: 1,08, 1,15, 1,16, 1,23 y 1,29.

E) El análisis de los resultados por bloques de circunscripciones nosconduce a constatar que en las de tamaño superior a 30 escaños, la proporcio-nalidad ha resultado muy ajustada (véase cuadro núm. 51): el IP de todas lasfuerzas oscila en torno a un segmento que se mueve entre 1,17 (CiU) y 0,97(CDS); las distorsiones de la proporcionalidad son, pues, bastante reducidas.Esas distorsiones se van incrementando en las circunscripciones de tamañomedio-alto (cuadro núm. 54), en donde el segmento en que se mueven losrespectivos índices de proporcionalidad oscila entre 0,67 (IU) y 1,25 (PSOE),distorsiones que se mantienen en las circunscripciones de tamaño medio (cua-dro núm. 62), en donde el segmento que cubren los índices de proporciona-lidad respectivos va de 0,65 (IU) a 1,29 (HB). El tratamiento diferencial delsistema para unos y otros partidos se acentúa de modo notable en las circuns-cripciones de magnitud media-baja (cuadro núm. 63), en donde el segmentoque abarcan los índices de proporcionalidad oscila entre 1,44 (HB) —exclu-sión hecha de EE cuyo IP= 1,51, índice que, sin embargo, conviene relativizara la vista de que EE obtiene un solo escaño— y 0,49 (IU).

Finalmente, el cuadro número 64 nos revela unos resultados quizá untanto sorprendentes para las circunscripciones de magnitud más reducida:cuatro de las cinco fuerzas que alcanzan representación se ven muy beneficia-das por el sistema, mientras que para la quinta, el CDS, el perjuicio esextraordinariamente importante: un /P=0,09, que viene a significar que larepresentación alcanzada por el PSOE (con un IP= 1,31) se ha visto potenciadaen casi quince veces sobre la del CDS. Por lo demás, esta extraña sobrerre-presentación de las cuatro restantes formaciones que consiguen escaños seexplica, al margen ya de por la tremenda infrarrepresentación del CDS (quecon un 8,50 por 100 de los votos válidos alcanza un 0,83 por 100 de losescaños, con una PE absoluta igual a —7,67), por el hecho de que entre loscinco partidos que obtienen representación parlamentaria en este bloque decircunscripciones sólo totalizan el 85,82 por 100 de los votos válidos, lo queentraña dejar sin representación alguna al 14,48 por 100 de los votos válidos

329

Page 335: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

emitidos en esas circunscripciones, un porcentaje muy alto que viene a suponerprácticamente el doble del porcentaje de votos que se queda sin representaciónen los restantes bloques circunscripcionales.

VII . CONCLUSIONES

El sistema electoral español se ve condicionado en su operatividad comosistema de representación proporcional, exigida por la Constitución, de modomás que notable no tanto por la forma de operar matemáticamente de lafórmula D'Hondt, sino por el reducidísimo tamaño de la gran mayoría denuestras circunscripciones. La correlación entre distorsión de la proporciona-lidad y disminución de la magnitud de las circunscripciones electorales aparecereflejada en este estudio empírico de modo inequívoco. De él se desprendenestas conclusiones finales:

1." La primera fuerza política ve con alguna pequeñísima salvedad (tresexcepciones sobre los veinte casos analizados: cinco bloques circunscripcio-nales en cada una de las cuatro elecciones generales estudiadas) incrementadosu IP, esto es, su sobrerrepresentación, conforme va disminuyendo el tamañode cada bloque de circunscripciones. Y así, mientras por lo general la sobre-rrepresentación ronda el 10 por 100 en las circunscripciones de magnitud máselevada, se dispara a un mínimo del 24 por 100 (el PSOE en 1986) en lasde magnitud más reducida, alcanzando incluso el 43 por 100 en un caso (UCDen 1979).

Conviene destacar que el crecimiento del IP es, por lo común, bastantearmónico, experimentando su incremento más significativo en el caso de UCD(1979) en las circunscripciones de tamaño bajo (IP de UCD=1,43 frente aun IP de 1,25 de la propia UCD en las circunscripciones de magnitud inme-diatamente superior), y en el caso del PSOE, en las circunscripciones detamaño medio-alto respecto a las de tamaño alto (IP de 1,17 frente a 1,09 en1982; IP de 1,17 frente a 1,10 en 1986, e IP de 1,25 frente a 1,13 en 1989);bien es verdad que en el caso que comentamos se da una circunstancia parti-cular: la fuerte implantación socialista en las circunscripciones de Valenciay Sevilla, esto es, en las dos circunscripciones de tamaño medio-alto; esafuerte implantación sitúa al PSOE en un primer lugar destacado frente a lasrestantes fuerzas políticas, y ello contribuye a potenciar su beneficio electoral.

2.a La segunda formación en cuanto a respaldo popular se refiere veincrementado, en la misma forma que la primera, su IP conforme disminuye

330

Page 336: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONCRESO

el tamaño de cada bloque de circunscripciones, si bien las variaciones sonmás moderadas que en el caso del partido que se sitúa en primer lugar. Aunquetambién aquí se aprecia un crecimiento relativamente armónico, se puedeconstatar que los incrementos mayores del índice.de proporcionalidad seproducen en dos casos (AP en 1982 y CP en 1986) en las circunscripcionesde tamaño medio-alto, respecto lógicamente de las circunscripciones.de mag-nitud más elevada; en un tercer supuesto (PP en 1989), en las circunscripcionesde tamaño más bajo, respecto de las de magnitud media-baja, y en el otrosupuesto (PSOE en 1979), en las circunscripciones de tamaño medio-bajorespecto de las de tamaño medio.

3.a Análogos efectos, sólo que en un sentido inverso, genera el sistemarespecto de las formaciones de ámbito estatal que se sitúan en tercer y suce-sivos lugares en cuanto a respaldo electoral. Y así, mientras estos partidosobtienen una representación muy ajustada a su porcentaje de votos en lascircunscripciones de tamaño más elevado, quizá con la sola salvedad de loscomicios de 1982, su índice de proporcionalidad se ve sujeto a una drásticadisminución en las circunscripciones inmediatamente inferiores; así, en 1986,el IP del CDS pasa de 0,96 (en las circunscripciones de Madrid y Barcelona)a 0,55 (en las de Valencia y Sevilla); en 1989, el IP de Izquierda Unida pasade 1,03 a 0,67 en las mismas circunscripciones, y el del CDS, de 0,97 a0,75.

En 1979, esta penalización a que el sistema somete a las fuerzas políticasde referencia se manifiesta especialmente en las circunscripciones de tamañomedio, en relación con las de tamaño medio-alto. Así, el PCE pasa de un IPde 1,02 (en las de magnitud superior a 11 escaños) a un IP de 0,58 (en lasinmediatamente inferiores: de tamaño medio).

Por lo demás, el descenso del IP, o lo que es igual, el incremento de lainfrarrepresentación, se manifiesta progresivamente conforme disminuye lamagnitud de las circunscripciones; pero ese descenso es muy brusco, muyradical, en las circunscripciones de tamaño inferior a 6: en 1986, el IP delCDS pasa de 0,70 a 0,30, y en 1989, el IP de la misma fuerza desciende de0,51 a 0,09; en 1979, el índice de proporcionalidad del PCE disminuye de0,54 a 0,12; en cambio, en esas mismas elecciones, el descenso vertiginosode CD, cuarta fuerza política, se produce en las circunscripciones de tamañomedio-bajo, respecto de las de tamaño medio, pasando su IP de 0,73 a 0,18.

4.a En cuanto a las fuerzas nacionalistas, parece evidente que el tratofavorable que reciben del sistema electoral tiene mucho que ver con su implan-tación en circunscripciones de tamaño relativamente pequeño. El ejemplo delPNV es muy significativo, y basta con atender a sus índices de proporciona-lidad en todos los comicios para ver refrendada esta tesis.

331

Page 337: Número 79

FRANCISCO FERNANDEZ SEGADO

5.a Si consideramos conjuntamente a las dos primeras formaciones, po-demos observar la exactitud con que se reproducen las reflexiones expuestascon anterioridad: mayor sobrerrepresentación cuanto menor magnitud de cir-cunscripción. El crecimiento del IP de modo paralelo a la disminución deltamaño de las circunscripciones electorales prácticamente no tiene excepciones(una tan sólo en 1986), y así, ese IP de los dos grandes partidos crecesostenidamente en todos los comicios conforme se pasa de un bloque decircunscripciones a otro de tamaño inmediatamente inferior: 1,13, 1,19, 1,19,1,23 y 1,30 (en 1979); 1,08, 1,15, 1,17, 1,20 y 1,23 (en 1982); 1,08, 1,16,1,14, 1,16 y 1,21 (en 1986); 1,08, 1,15, 1,16, 1,23 y 1,29 (en 1989).

6.a Si atendemos ahora al impacto que dentro de la pauta reseñada tienecada bloque de circunscripciones, a la vista de las variaciones de los índicesde proporcionalidad que experimentan las diferentes formaciones políticas,podemos significar que las alteraciones más bruscas de los referidos índicesse producen entre las circunscripciones de tamaño alto y las de magnitudmedia-alta; mientras en las primeras la proporcionalidad es bastante ajustada,en las segundas, o bien se producen ya importantes distorsiones de la propor-cionalidad, como acontece en 1986 (véase cuadro núm. 38), o bien la nomaterialización de tales distorsiones se debe a un notabilísimo crecimientodel porcentaje de votos otorgado a fuerzas que no han obtenido representación,como sucediera en 1979 (véase cuadro núm. 10).

Con todo, las distorsiones mayores, tanto en relación con los partidos másvotados, que por lo general ven crecer más que perceptiblemente su sobrerre-presentación, como con la tercera y cuarta fuerzas políticas a nivel estatal,que se ven espectacularmente penalizadas por el sistema, se producen en lascircunscripciones de magnitud inferior a 6, y estas distorsiones resultan aquíaún más llamativas por cuanto el bloque de circunscripciones de tamaño másreducido no se aleja (en cuanto al tamaño medio de las circunscripciones serefiere) tanto del bloque inmediatamente superior como el bloque de circuns-cripciones de tamaño medio-alto respecto del de las de tamaño alto: si tomamoscomo ejemplo 1979, vemos que el tamaño medio de las circunscripciones deaquella magnitud inferior a 6 es de 4,21, mientras que la magnitud media delas circunscripciones de tamaño medio-bajo es de 7,14; por el contrario, eltamaño medio de Madrid y Barcelona es de 32,5, mientras que el de Valenciay Sevilla es de 13,5, magnitudes todas ellas que no han cambiado apenas enlos comicios subsiguientes.

Por lo demás, en estas circunscripciones de tamaño inferior a 6, el sistemaopera prácticamente como un sistema mayoritario, tanto porque en todos loscasos el partido triunfador ha alcanzado, cuando no superado con creces, la

332

Page 338: Número 79

LA PROPORCIONALIDAD EN LA ELECCIÓN DEL CONCRESO

mayoría absoluta de los escaños en juego, como por el hecho del casi mono-polio (PM de los dos grandes partidos=94,07 en 1979, 90,67 en 1982, 88,52en 1986 y 92,56 en 1989) de los escaños en juego por las dos grandesformaciones políticas.

En resumen, e insistiendo sobre lo ya expuesto, la investigación realizadadeja muy claramente puesto de relieve, a nuestro modo de ver, que lasdistorsiones de la proporcionalidad que el sistema español genera no son tantofruto de la fórmula D'Hondt, cuando directa e inmediata consecuencia de lareducidísima magnitud de la enorme mayoría de las circunscripciones electo-rales, teniendo un peso realmente dtcisivo en la desviación global de laproporcionalidad las circunscripciones de tamaño inferior a 6, en las que elsistema electoral, pese a ser teóricamente proporcional, opera de hecho demodo plenamente análogo a como lo haría un sistema mayoritario.

333

Page 339: Número 79

CUADRO NUM. I

Desequilibrios representativos entre las circunscripciones, en atención al criterio de reparto de escaños del Decreto-Ley 20/1977

y al censo de población de 1981

(Población total de derecho: 37.682.355)

Circunscripción electoral

ÁlavaAlbacete ....Alicante ....AlmeríaAsturiasAvilaBadajozBaleares ....Barcelona ..BurgosCáceresCádizCastellón ...Ciudad RealCórdoba ....Coruña (La)CuencaGironaGranada ....Guadalajara

Poblaciónde derechocenso 1981)

257.850339.373

1.149.181410.831

1.129.556183.586643.519655.909

4.623.204363.523421.449988.388431.893475.129720.823

1.093.121215.975467.000758.618143.473

Porcentajesobre población

nacional(x)

0,680,903,041,092,990,481,701,74

12,260,96

1,112,621,141,261,912,900,571,232,010,38t 8/1

Númeroescaños

4495

1037

633458557945737

Porcentaje sobretotal de escaños

del Congreso

(y)

1,14

1,142,571,422,850,852,00

1,719,421,141,422,281,421,422,002,571,141,422,000,85? m

índice derepresentación

poblacional(y:x)

1,671,260,841,300,951,771,17

0,980,761,181,270,871,241,121,040,882,001,150,992,231.08

Page 340: Número 79

nuciva ma.Dnt 1,11 3 l,4¿ I , / /Huesca 214.907 0,57 3 0,85 1,49Jaén 639.821 1,69 7 2,00 1,18León 523.607 1,38 6 1,71 1,23LLeida 353.160 0,93 4 1,14 1,22Lugo 405.365 1,07 5 1,42 1,32Madrid 4.686.895 12,43 32 9,14 0,73Málaga 1.025.609 2,72 8 2,28 0,83Murcia 955.487 2,53 8 2,28 0,90Navarra 509.002 1,35 5 1,42 1,05Orense 430.159 1,14 5 1,42 1,24Palencia 188.479 0,50 3 0,85 1,70Palmas (Las) 708.762 1,88 6 1,71 0,90Pontevedra 883.267 2,34 8 2,28 0,97Rioja (La) 254.349 0,67 4 1,14 1,70Salamanca 364.305 0,96 4 1,14 1,18Santa Cruz de Tenerife 658.884 1,74 7 2,00 1,14Santander 513.115 1,36 5 1,42 1,04Segovia 149.361 0,39 3 0,85 2,17Sevilla 1.478.311 3,92 12 3,42 0,87Soria 100.719 0,26 3 0,85 3,26Tarragona 513.050 1,36 5 1,42 1,04Teruel 153.457 0,40 3 0,85 2,12Toledo 474.634 1,25 5 1,42 1,13Valencia 2.065.704 5,48 15 4,28 0,78Valladolid 481.786 1,27 5 1,42 1,11Vizcaya 1.189.278 3,15 10 2,85 0,90Zamora 227.771 0,60 4 1,14 1,90Zaragoza 828.588 2,19 8 2,28 1,04Ceuta 65.264 0,17 1 0,28 1,64Melilla 53.593 0,14 1 0,28 2,00

Page 341: Número 79

CUADRO NUM. 2

Desequilibrios representativos entre las circunscripciones, en atención al criterio de reparto de escaños de la Ley Orgánica 5/1985,del Régimen Electoral General y al censo de población referido al 1 de marzo de 1991

(Población total de derecho: 38.872.268)

Circunscripción electoral

Álava

Albacete ....Alicante ....Almería ....AsturiasAvilaBadajozBaleares ....Barcelona ..BurgosCáceresCádizCantabria ...Castellón ...Ciudad RealCórdoba ....Coruña (La)CuencaGironaGranada

Poblaciónde derechocenso 1991)

272.447342.677

1.292.563455.496

1.093.937174.378650.388709.138

4.654.407352.772411.464

1.078.404527.326446.744475.435754.452

1.096.966205.198509.628790.515

Porcentajesobre población

nacional(x)

0,700,883,321,172,810,451,671,82

11,970,901,062,771,351,151,221,942,820,521,312,03r\ ii

Númeroescaños

44

1059367

32459555-79357i

Porcentaje sobretotal de escañosdel Congreso

(y)

1,141,142,851,422,570,851,712,009,14

:

,14,42

1,51,42,42,42

2,002,570,851,422,00n fi<

índice derepresentaciónpoblacional

(y:x)

1,631,290,861,210,911,891,021,100,761,261,340,921,051,231,161,030,911,631,080,981 ?Q

Page 342: Número 79

Huelva 443.476 1,14 5 1,42 1,24Huesca 207.810 0,53 3 0,85 1,60Jaén 637.633 1,64 6 1,71 1,04León 525.896 1,35 5 1,42 1,05Lleida 353.455 0,91 4 1,14 1,25Lugo „... 383.365 0,99 5 1,42 1,43Madrid 4.947.555 12,72 34 9,51 0,74Málaga 1.160.843 2,98 10 2,85 0,95Murcia 1.045.601 2,69 9 2,57 0,95Navarra 519.277 1,33 5 1,42 1,06Orense 353.491 0,91 4 1,14 1,25Palencia 185.479 0,47 3 0,85 1,81Palmas (Las) 767.969 1,97 7 2,00 1,01Pontevedra 896.847 2,30 8 2,28 0,99Rioja (La) 263.434 0,67 4 1,14 1,70Salamanca 357.801 0,92 4 1,14 1,24Santa Cruz de Tenerife 725.815 1,86 7 2,00 1,07Segovia 147.188 0,38 3 0,85 2,23Sevilla 1.619.703 4,16 12 3,42 0,82Soria 94.537 0,24 3 0,85 3,54Tarragona 542.004 1,39 6 1,71 1,23Teruel 143.680 0,37 3 0,85 2,30Toledo 489.543 1,26 5 1,42 1,12Valencia 2.117.927 5,45 16 4,57 0,84Vailadolid 494.207 1,27 5 1,42 1,12Vizcaya... 1.155.106 2,97 9 2,57 0,86-Zamora , 213.668 0,55 3 0,85 1,54Zaragoza 837.327 2,15 7 2,00 0,93Ceuta 67.615 0,17 1 0,28 1,65Melilla 56.600 0,14 1 0,28 2,00

Page 343: Número 79

CUADRO NUM. 3

Resultados de las elecciones generales del 15 de junio de 1977

Partidos-Coaliciones

UCD

PSOE-PSC

PCE-PSUC

AP

PDC

PNV

PSP-US

UCDCC ...

EC-FED ...

CAIC

EE

CICC

UCD+PSOE

Votos(V)

6.309.517

5.282.580

1.221.091

806.652

514.647

296.193

358.644

127.679

112.794

37.183

31.208

29.834

11.592.097

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

35,21

29,48

6,81

4,50

2,87

1,65

2,00

0,71

0,63

0,20

0,17

0,16

84,39

64,69

Escaños(M)

165

116

2016

118

6

2

1

1

1

1

350

283

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

47,14

33,71

5,71

4,57

3,14

2,29

1,71

0,57

0,29

0,29

0,29

0,29

100,00

80.85

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+11,93

+4,23

- 1 , 1 0

+0,07

+0,27+0,64- 0 , 2 9

-0 ,14

- 0 , 3 4

+0,09+0,12+0,13

+ 16.16

Costeen votos por

escaño(V:M)

38.239

44.767

61.054

50.415

46.786

37.024

59.774

63.839

112.794

37.183

31.208

29.834

40.961

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,34

1,14

0,84

1,01

1,09

1,39

0,85

0,80

0,46

1,45

1,70

1,81

1.25

UCD: Unión de Centro Democrático; PSOE-PSC: Partido Socialista Obrero Español y Socialistes de Catalunya; PCE-PSUC: Partido Comunista de España y PartilSocialista Unificat de Catalunya; AP: Alianza Popular; PDC: Pacte Dcmocratic per Catalunya; PNV: Partido Nacionalista Vasco; PSP-US: Partido Socialista Popular-UnidadSocialista; UCDCC: Coalición Electoral «Unió del Centre i la Democracia Cristiana de Calalunya»; EC-FED: Esquerra de Catalunya (Front Electoral Dcmocratic); CAIC:Candidatura Aragonesa Independiente del Centro; EE: Euskadiko Ezquerra (Izquierda de Euskadi); CICC: Candidatura Independiente del Centro de Castellón.

Total de votos válidos: 17.918.031. Se incluyen en ellos los votos válidos de Ceuta y Melilla

Fuente: Elaboración propia a partir de los dalos de la Junta Electoral Central.

Page 344: Número 79

CUADRO NUM. 4

Resultados de las elecciones generales del 1 de marzo de 1979

Partidos-Coaliciones

UCDPSOEPCECDCiUPNVPSAHBUNERCEEUPCPARUPN

UCD+PSOE 11.698.099

Votos(V)

6.248.5385.449.5611.910.4241.065.215

483.353275.292325.842172.110369.576123.45285.67758.95338.04228.248

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

34,9230,4510,675,952,701,541,820,962,060,690,480,330,210,16

92,94

Escaños(M)

1661212398753111111

348

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

47,7034,776,612,582,302,011,430,860,290,290,290,290,290,29

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 12,78+4,32-4,06-3,37-0,40+0,47-0,39-0,10-1,77-0,40-0,19-0,04+0,08+0,13

Costeen votos por

escaño(V:M)

37.64145.03783.061

118.35760.41939.32765.16857.370

369.576123.45285.67758.95338.04228.248

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,361,140,620,430,851,300,790,900,140,420,600,881,381,81.

65,37 287 82,47 + 17,10 40.759 1,26

UCD: Unión de Centro Democrático; PSOE: Partido Socialista Obrero Español; PCE: Partido Comunista de España; CD: Coalición Democrática; CiU: Convergencia iUnió; PNV: Partido Nacionalista Vasco; PSA: Partido Socialista Andaluz; HB: Herri Batasuna; UN: Unión Nacional; ERC: Esquerra Republicana de Catalunya; EE:Euskadiko Ezquerra; UPC: Unión del Pueblo Canario; PAR: Partido Aragonés Regionalista; UPN: Unión del Pueblo Navarro.

Votos válidos, con exclusión de los emitidos en Ceuta y Melilla: 17 894.301. Se excluyen asimismo en este cuadro de resultados los dos escaños de Ceuta y Melilla,conseguidos por UCD.

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados facilitados por la Junta Electoral Central.

Page 345: Número 79

CUADRO NUM. 5

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Madrid

UCDPSOEPCECDUN

Partidos-CoalicionesVotos(V)

764 830769 328310.496198.345110.730

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

33,1833,3713,478,604,80

93,43

Escaños(M)

1212431

32

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

37,5037,5012,509,383,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

63.73564.11077.62466.115

110.730

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,131,120,921,090,65

Total de votos válidos: 2.304.953.

Page 346: Número 79

CUADRO NUM. 6

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Barcelona

UCDPSOEPCE ....CDC¡U ....ERC

Partidos-CoalicionesVotos(V)

387 543694.847436.908

84 195362 42788.770

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

16,9630,4119,123,68

15,863,88

89,91

Escaños(M)

6127161

33

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

18,1836,3721,213,03

18,183,03

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

64.59057.90362.41584.19560.40488.770

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,071,191,100,821,140,78

Total de votos válidos: 2.284.843.

Page 347: Número 79

CUADRO NUM. 7

Resultados de las elecciones generales de 1979 en las circunscripciones de tamaño alto (Atf>30):Madrid y Barcelona

Partidos-Coaliciones

UCDPSOEPCECiUCDUNERC

UCD+PSOE 2.616.548

Votos(V)

1.152.3731.464.175

747.404362.427282.540131.47388.770

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

25,1031,9016,287,896,152,861,93

92,11

Escaños(M)

1824116411

65

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

27,6936,9216,929,236,161,541,54

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 2,59+ 5,02+0,64+ 1,34+0,01-1,32-0,39

Costeen votos por

escaño(V:M)

64.02061.00767.94560.40470.635

131.47388.770

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,101,151,041,171,000,540,79

57,00 42 64,61 +7,61 62.298 1,13

Total de volos válidos: 4.589.796.

Page 348: Número 79

CUADRO NUM. 8

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Valencia

UCD

PSOE

PCE

Partidos-CoalicionesVotos(V)

364.175

394.813

145.141

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

33,86

36,70

13,49

84,05

Escaños(M)

6

7

2

15

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

40,00

46,67

13,33

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

60.695

56.401

72.570

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,18

1,27

0,98

Total de votos válidos: 1.075.518.

Page 349: Número 79

CUADRO NUM. 9

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Sevilla

UCD

PSOE ....

PCE .

PSA-PA .

Partidos-CoalicionesVotos(V)

191.099

203 468110 731

101.601

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

27,65

29,44

16,02

14,70

87,71

Escaños(M)

4

4

2

2

12

Porcentajesobre tolalde escaños

(PM)

33,33

33,33

16,67

16,67

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

47.774

50.867

55.365

50.800

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,20

1,13

1,04

1,13

Tolal de votos válidos: 691 090.

Page 350: Número 79

CUADRO NUM. 10

Resultados de las elecciones generales de 1979 en las circunscripciones de tamaño medio-alto (M>11)Valencia y Sevilla

Partidos-Coaliciones

PSOE ...UCD ...PCEPSA-PA

PSOE+UCD

Votos(V)

1.153.555

Porcentajesobre volos

válidos(PV)

65,29

Escaños(M)

21

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

Costeen volos por

escaño(V:M)

77,78 + 12,49 54.931

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

598.281555.274255.872101.601

33,8631,4314,485,75

85,52

111042

27

40,7437,0414,817,41

100,00

+6,88+ 5,61+0,33+ 1,66

54.38955.52763.96850.800

1,201,181,021,29

1,19

Total de volos válidos: 1.766.608.

Page 351: Número 79

CUADRO NUM. 11

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Vizcaya

UCD ....PSOE ...PNV ....HB

Partidos-CoalicionesVotos(V)

88.431105 481161 48080.280

Porcentajesobre volos

válidos(PV)

16,0219,1029,2514,54

78,91

Escaños(M)

2242

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

20,0020,0040,0020,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

44.21552.74040.37040.140

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,241,041,361,37

Total de votos válidos: 552.056.

Page 352: Número 79

CUADRO NUM. 12

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Oviedo

UCD

PSOE

PCE

CD

Partidos-CoalicionesVotos(V)

177 459

200 346

73.744

46.365

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

33,09

37,36

13,75

8,64

92,84

Escaños(M)

4

4

1

1

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

40,00

40,00

10,00

10,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

44.364

50.086

73.744

46.365

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,20

1,07

0,72

1,15

Total de votos válidos: 536.168.

Page 353: Número 79

CUADRO NUM. 13

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de Alicante

UCD ...PSOE ...PCE

Partidos-CoalicionesVotos(V)

207 570218.13762.018

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

37,5339,4411,21

88,18

Escaños(M)

4

41

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

44,4444,4411,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

51.89254.53462.018

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,181,120,99

Total de votos válidos: 553.088.

Page 354: Número 79

CUADRO NUM. 14

Resultados de las elecciones generales de 1979 en la circunscripción de La Coruña

UCDPSOECD

Partidos-CoalicionesVotos(V)

200 12076.87350.588

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

46,6517,9211,79

76,36

Escaños(M)

621

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6722,2211,11

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

33.35338.43650.588

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,431,240,94

Total de votos válidos: 428.981.

Page 355: Número 79

CUADRO NUM. 15

Resultados de las elecciones generales de 1979 en las circunscripciones de tamaño medio (8<M<12):Vizcaya, Oviedo, Alicante y La Coruña

Partidos-Coaliciones

UCDPSOEPNVCDPCEHB

UCD+PSOE 1.274.417

Votos(V)

673.580600.837161.480149.354187.91780.280

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

32,5329,027,807,219,073,87

89,50

Escaños(M)

16124222

38

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

42,1131,5810,535,265,265,26

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+9,58+ 2,56+ 2,73-1,95-3,81+ 1,39

Costeen votos por

escaño(V:M)

42.09850.06940.37074.67793.95840.140

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,291,091,350,730,581,36

61,55 28 73,69 + 12,14 45.514 1,19

Total de votos válidos: 2.070 293.

Page 356: Número 79

CUADRO NUM. 16

Resultados de las elecciones generales de 1979 en las circunscripciones de tamaño medio bajo (S<M<9):León, Baleares y Las Palmas (tamaño 6); Badajoz, Jaén, Tenerife, Guipúzcoa, Córdoba y Granada (tamaño 7);

Zaragoza, Pontevedra, Murcia, Málaga y Cádiz (tamaño 8).Catorce circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

UCDPSOEPCECDPSAPNVUPCHBEEPAR

UCD+PSOE 3.301.985

Votos(V)

1.871.0731.430.912

438.092259.470201.46787.09058.95357.81142.29338.042

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

39,0429,859,145,414,201,811,231,200,880,79

93,55

Escaños(M)

493651321111

100

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

49,0036,005,001,003,002,001,001,001,001,00

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+9,96+6,15-4,14-4,41-1,20+0,19-0,23-0,20+0,12+0,21

Costeen votos por

escaño(V:M)

38.18539.74787.618

259.47067.15543.54558.95357.81142.29338.042

índicede

proporcionalidad(IP=PM:>V>

1,251,200,540,180,711,100,810,831,131,26

68,89 85 85,00 + 16,11 38.846 1,23

Total de votos válidos: 4 792 753.

Page 357: Número 79

CUADRO NUM. 17

Resultados de las elecciones generales de 1979 en las circunscripciones de tamaño bajo (M<6):Soria, Guadalajara, Segovia, Teruel, Palencia, Avila y Huesca (tamaño 3);

Cuenca, Zamora, Álava, Logroño, Albacete, Lérida, Burgos y Salamanca (tamaño 4);Almería, Huelva, Castellón, Lugo, Cáceres, Orense, Gerona, Valladolid, Toledo, Tarragona, Ciudad Real, Navarra y Santander (tamaño 5).

Veintiocho circunscripciones en total, con exclusión de Ceuta y Melilla, distritos uninominales

Partidos-Coaliciones

UCDPSOECDPCEc¡uPNVUPN

UCD+PSOE 3.383.359

Votos(V)

2.017.5931.365.766

294.280314.400120.92626.72228.241

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

43,1629,216,296,722,580,570,60

89,13

Escaños(M)

73382,1211

118

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

61,8732,20

1,690,851,690,850,85

100,00

Primoelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 18,71+ 2,99-4,60-5,87-0,89+0,28+0,25

Costeen votos por

escaño(V:M)

27.63835.941

147.140314.40060.46326.72228.241

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,431,100,270,120,651,491,41

72,37 I I I 94,07 + 21,70 30.480 1,30

Total de volos válidos: 4.674.851.

Page 358: Número 79

CUADRO NUM. 18

Resultados de las elecciones generales del 28 de octubre de 1982

Partidos-Coaliciones

PSOE-PSC

AP

CiU

UCD

PNV

PCE-PSUC

CDS

HB

ERC

EE

PSOE+AP 15.610.476

Votos(V)

10.080.594

5.529.882

772.726

1.349.905

395.656

844.788

597.217

210.601

138.116

100.326

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

48,56

26,63

3,72

6,50

1,90

4,07

2,87

1,01

0,66

0,48

96,39

Escaños(M)

200

107

12

11

84

2

2

1

1

348

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

57,47

30,75

3,45

3,16

2,30

1,15

0,57

0,57

0,29

0,29

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 8,91

+4,12- 0 , 2 7

-3 ,34

+0,40- 2 , 9 2

- 2 , 3 0

- 0 , 4 4

- 0 , 3 7

- 0 , 1 9

Costeen votos por

escaño(V:M)

50.402

51.681

64.393

122.718

49.457

211.197

298.608

105.300

138.116

100.326

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,18

1,15

0,92

0,48

1,21

0,28

0,20

0,56

0,44

0,60

75,19 307 88,22 , + 13,03 50.848 1,17

PSOE-PSC: Partido Socialista Obrero Español-Partit deis Socialistes de Catalunya; AP: Alianza Popular (en coalición con el Partido Demócrata Popular, el PartidoAragonés Rcgionalista, la Unión del Pueblo Navarro y la Unión Valenciana, y en el País Vasco, con el Partido Demócrata Liberal y la Unión de Centro Democrático);CiU: Convergencia i Unió; UCD: Unión de Centro Democrático; PNV: Partido Nacionalista Vasco; PCE-PSUC: Partido Comunista de España-Partil Socialista Unificatde Catalunya; CDS: Centro Democrático y Social; HB: Herri Batasuna; ERC: Esquerra Republicana de Catalunya; EE: Euskadiko Ezquerra.

Votos válidos, con exclusión de los de Ceuta y Melilla: 20.760 383. Se excluyen asimismo de este cuadro los dos escaños de Ceuta y Melilla, conseguidos por el PSOE.

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados facilitados por la Junta Electoral Central.

Page 359: Número 79

CUADRO NUM. 19

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Madrid

PSOE ...APUCD ....PCECDS

Partidos-Coaliciones Votos(V)

1.439.137891.37292.508

137.459113.384

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

52,5532,543,375,014,14

97,61

Escaños(M)

1811111

32

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)'

56,2634,383,123,123,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

79.95281.033'92.508

137.459113.384

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,071,050,920,62"0,75

Total de votos válidos: 2.738.558.

Page 360: Número 79

CUADRO NUM. 20

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Barcelona

Partidos-CoalicionesVotos(V)

PSC-PSOE 1.292.672

AP 385.967

CiU 560.555

PSUC 131.314

ERC 99.850

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

48,38

14,44

20,98

4,91

3,73

Escaños(M)

18

5

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

54,55

15,15

24,24

3,03

3,03

Costeen votos por

escaño(V:M)

71.815

77.193

70.069

131.314

99.850

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1.12

1,04

1,15

0,61

0,81

92,44 33 100,00

Total de votos válidos: 2.671.594.

Page 361: Número 79

CUADRO NUM. 21

Resultados de las elecciones generales de 1982 en las circunscripciones de tamaño alto (ftf>30):Madrid y Barcelona

Partidos-Coaliciones

PSOE-PSCAPCiUPCE-PSUCUCDCDSERC

PSOE+AP 4.009.148

Votos(V)

2.731.8091.277.339

560.555268.773132.730163.15699.850

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

50,4923,6110,364,962,453,011,84

96,72

Escaños(M)

361682111

65

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

55,3824,6212,313,081,541,541,54

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+4,89+ 1,01+ 1,95+ 1,88-0,91-1,47-0,30

Costeen votos por

escaño(V:M)

75.88379.83370.069

134.386132.730163.15699.850

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,091,041.190,620,630,510,83

74,10 52 80,00 + 5,90 77.099 1,08

Total de votos válidos: 5 4 1 0 . 1 5 2 .

Page 362: Número 79

CUADRO NUM. 22

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Valencia

Partidos-Coaliciones

PSOEAP ....

Votos(V)

635.522350.281

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

53,2629,36

82,62

Escaños(M)

105

15

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6733,33

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

63.55270.056

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,25

1,13

Total de votos válidos: 1.193.026.

Page 363: Número 79

CUADRO NUM. 23

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Sevilla

PSOE ...APPCE

Partidos-CoalicionesVotos(V)

496.543176 05457.272

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

62,1622,047,17

91,37

Escaños(M)

831

12

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6725,00

8,33

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

62.06758.68457.272

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,071,131,16

Total de votos válidos: 798.764.

Page 364: Número 79

CUADRO NUM. 24

Resultados de las elecciones generales de 1982 en las circunscripciones de tamaño medio alto (Af>ll):Valencia y Sevilla

Porcentaje Porcentaje Prima Coste índice„ . . . Votos sobre votos Escaños sobre total electoral en votos por de

Partidos-Coaliciones .... ... . . . . . . . . , ,„ , . .. . .(V) validos (M) de escaños absoluta (%) escaño proporcionalidad

(PV) (PM) (PE=PM-PV) (V:M) (IP=PM:PV)

PSOE 1.132.065 56,84 18 66,67 +9,83 62.892 1,17AP 526.335 26,42 8 29,63 +3,21 65.791 1,12PCE 120.298 6,04 I 3,70 -2,34 120.298 0,61

89,30 27 100,00

PSOE+AP 1.658.400 83,26 26 96,30 +13,04 63.784 1,15

Total de votos válidos: 1.991.790.

Page 365: Número 79

CUADRO NUM. 25

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Vizcaya

PSOEAPPNVHB

Partidos-CoalicionesVotos(V)

196 97479.866

221 80187.100

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

29,7712,0733,5213,16

88,52

Escaños(M)

4141

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

40,0010,0040,0010,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

49.24379.86655.45087.100

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,340,831.190,76

Total de votos válidos: 661.601.

Page 366: Número 79

CUADRO NUM. 26

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Oviedo

PSOE ...

AP

PCE

Partidos-CoalicionesVotos(V)

339.575

181.965

53.017

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

52,35

28,05

8,17

88,57

Escalios(M)

6

3

1

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

60,00

30,00

10,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

56.595

60.655

53.017

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,14

1,07

1,22

Total de votos válidos: 648.579.

Page 367: Número 79

CUADRO NUM. 27

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de Alicante

Partidos-Coaliciones

PSOEAP

Volas(V)

352-632189.040

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

54,3529,14

Escaños(M)

63

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6733,33

Costeen votos por

escaño(V:M)

58.77263.013

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,221,14

83,49 100,00

Total de votos válidos: 648.731.

Page 368: Número 79

CUADRO NUM. 28

Resultados de las elecciones generales de 1982 en la circunscripción de La Coruña

Partidos-Coaliciones

PSOEAPUCD

Votos(V)

196.359180.61966.689

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

38,'4235,3413,05

Escaños(M)

441

Porcentajesobre total

Míe escaños(PM)

44,4444,4411,12

Costeen votos por

escaño(V:M)

49.08945.15466.689

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,15 •1,250,85

86,81 100,00

Total de votos válidos: 51 1.039.

Page 369: Número 79

CUADRO NUM. 29

Resultados de las elecciones generales de 1982 en las circunscripciones de tamaño medio (8<M<12):Vizcaya, Oviedo, Alicante y La Coruña

Partidos-Coaliciones

PSOEAPPNVUCDPCEHB

PSOE+AP 1.717.030

Votos(V)

1.085.540631.490221.801145.392103.19887.100

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

43,9525,568,985,884,183,52

92,07

Escaños(M)

20114111

38

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

52,6328,9510,532,632,632,63

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 8,68+3,39+ 1,55-3,25-1,55-0,89

Costeen votos por

escaño(V:M)

54.27757.40855.450

145.392103.19887.100

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,191,131,170,440,630,74

69,51 31 81,58 + 12,07 55.388 1,17

Total de votos válidos: 2.469.950.

Page 370: Número 79

CUADRO NUM. 30

Resultados de las elecciones generales de 1982 en las circunscripciones de tamaño medio bajo (5<M<9):León, Baleares y Las Palmas (M=6); Badajoz, Jaén, Santa Cruz de Tenerife, Guipúzcoa, Córdoba y Granada (M=7);

Zaragoza, Pontevedra, Murcia, Málaga y Cádiz (M=8).Catorce circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOEAP .UCDPNVHBEE

PSOE + AP

Votos(V)

2.787.3501.510.520

497.209125.38974.21738.156

4.2978.870

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

49,0626,588,752,201,300,67

88,56

75,64

Escaños(M)

60314311

100

91

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

60,0031,004,003,001,001,00

100,00

91,00

Primaelectoral

absoluta <%)(PE=PM-PV)

+ 10,94+4,42-4,75+0,80-0,30+0,33

+ 15,36

Costeen votos por

escaño(V:M)

46.45548.726

124.30241.79674.21738.156

47.229

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,221,160,451,360,771,49

1,20

Total de volos válidos: 5.681.487.

Page 371: Número 79

CUADRO NUM. 31

Resultados de las elecciones generales de 1982 en las circunscripciones de tamaño bajo (M<6):Soria, Guadalajara, Segovia, Teruel, Patencia, Avila y Huesca (Af=3);

Cuenca, Zamora, Álava, Logroño, Albacete, Lérida, Burgos y Salamanca (M=4);Almería, Huelva, Castellón, Lugo, Cáceres, Orense, Gerona, Valladolid, Toledo, Tarragona, Ciudad Real, Navarra y Santander (M=5).

Veintiocho circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOEAP ....UCD .CDS .CiU ..PNV .

PSOE+AP 3.957.837

Votos(V)

2.368.6391.589.198

532.024186.390212.17148.466

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

44,0229,549,893,463,940,90

91,75

Escaños(M)

66415141

118

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

55,9334,744,240,853,390,85

100,00

Prtmaelectoral

absoluta <%)(PE=PM-PV)

+ 11,91+5,20-5,65-2,61-0,55-0,05

Costeen votos por

escaño(V:M)

35.88838.760

106.404186.39053.04248.466

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,271,170,430,240,860,94

73,56 107 90,67 + 17,11 36.989 1,23

Tolal de votos válidos: 5 380.292.

Page 372: Número 79

CUADRO NUM. 32

Resultados de las elecciones generales del 22 de junio de 1986

Partidos-Coaliciones

PSOE-PSCCPCDSCiUIU-UECPNVHBEECGPARAICUV

PSOE+AP 14.113.540

Votos(V)

8.883.7335.229.8071.834.6531.014.258

891.170309.610215.282107.05379.97273.00465.66464.403

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

44,3626,11

9,165,064,451,541,070,530,400,360,320,32

93,68

Escaños(M)

183104

191876521111

348

Porcentajesobre totalde escalios

(PM)

52,5929,88

5,465,172,011,721,440,570,290,290,290,29

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 8,23+ 3,77-3,70+0,11-2,44+0,18+0,37+0,04-0,11-0,07-0,03-0,03

Costeen votos por

escaño(V:M)

48.54550.28696.56056.347

127.31051.60143.05653.52679.97273.00465.66464.403

índicede

proporcionalidad

(IP=PM:PV)

1,181,140,591,020,451,111,341,070,720,800,900,90

70,47 287 82,47 + 12,00 49.176 1,17

PSOE-PSC: Partido Socialista Obrero Español-Partit deis Socialisles de Catalunya; CP: Coalición Popular; CDS: Centro Democrático y Social; CiU: Convergencia iUnió; IU-UEC: Izquierda Unida-Unió de L'Esquerra Catalana; PNV: Partido Nacionalista Vasco; HB: Agrupación de Electores Herri Batasuna; EE: Euskadiko Ezquerra;CG: Coalición Gallega; PAR: Partido Aragonés Rcgionalista; AIC: Agrupaciones Independientes de Canarias; UV: Unió Valenciana.

Total de votos válidos, con exclusión de los emitidos en Ceuta y Mclilla: 20.025.564. Se excluyen asimismo de este cuadro los dos escaños de Ceuta y Mclilla, obtenidosuno por el PSOE y otro por CP.

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos facilitados de la Junta Electoral Central.

Page 373: Número 79

CUADRO NUM. 33

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Madrid

PSOECPCDSIU

Partidos-CoalicionesVotos(V)

1 054 730826 206360.246155.932

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

41,9532,8614,326,20

95,33

Escaños(M)

151152

33

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

45,4633,3315,156,06

100,00

Costeen votos por

estaño(V:M)

70.31575.10972.04977.966

índicede

propon -tonalidad(IP=PM:PV)

1,081,011,050,97

Total de votos válidos: 2.514 108.

Page 374: Número 79

CUADRO NUM. 34

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Barcelona

Partidos-CoalicionesVotos(V)

PSC-PSOE 1.054.135CP 261.166CDS 106.434CiU 728.372UEC(IU) 101.654

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

43,2010,704,36

29,854,16

Escaños(M)

1641

Porcentajesobre lotalde escaños

(PM)

48,4912,123,03

33,333,03

Costeen votos por

escaño(V:M)

65.88365.291

106.43466.215

101.654

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,121.130,691.110,72

92,27 33 100,00

Total de votos válidos: 2.439.795.

Page 375: Número 79

CUADRO NUM. 35

Resultados de las elecciones generales de 1986 en las circunscripciones de tamaño alto (M>30):Madrid y Barcelona

Partidos-Coaliciones

PSC-PSOECPCiUCDSIU-UEC ...

PSOE+CP 3 196.237

Votos(V)

2.108.8651.087.372

728.372466.680257.586

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

42,5721,9514,709,425,20

93,84

Escaños(M)

31151163

66

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

46,9722,7316,679,094,54

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE = PM-PV)

+4,40+ 0,78+ 1,97-0,33-0,66

Costeen votos por

escaño(V:M)

68.02772.49166.21577.78085.862

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,101,031,130,960,87'

64,52 46 69,70 + 5,18 69.483 1,08

Total de votos válidos: 4 953.903.

Page 376: Número 79

CUADRO NÜM. 36

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Valencia

PSOE .. .

CP

CDS

uv

Partidos-CoalicionesVotos(V)

559.426

328 800

99 175

61.266

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

47,00

27,62

8,33

5,14

88,09

Escaños(M)

9

5

1

1

16

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

56,25

31,25

6,25

6,25

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

62.158

65.760

99.175

61.266

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,19

1,13

0,75

1,21

Total de votos válidos: 1.190.213.

Page 377: Número 79

CUADRO NUM. 37

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Sevilla

Partidos-Coaliciones Votos(V)

PSOE 473.743CP 169.409IU 66.034

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

59,4321,258,28

Escaños(M)

88,96 12

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6725,00

8,33

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

59.21756.46966.034

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1.121,171,00

Total de volos válidos: 797.106

Page 378: Número 79

CUADRO NUM. 38

Resultados de las elecciones generales de 1986 en las circunscripciones de tamaño medio alto (M>ll):Valencia y Sevilla

Partidos-Coaliciones

PSOE+AP

Volas(V)

PSOE 1.033.169CP 498.209CDS 128.208IU 126.891UV 61.266

1.531.378

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

51,9825,076,456,383,08

92,96

Escaños(M)

178111

28

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

60,7228,573,573,573,57

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 8,74+ 3,50-2,88-2,81+0,49

Costeen votos por

escaño(V:M)

60.77462.276

128.208126.89161.266

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,171,140,550,561,16

77,05 25 89,29 + 12,24 61.255 1,16

Total de votos válidos: 1.987.319.

Page 379: Número 79

CUADRO NUM. 39

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Vizcaya

PSOECPPNV ....EE ..HB

Partidos-CoalicionesVotos(V)

i 62 32365.212

179.13051 09097.252

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

26,6810,7229,448,39

15,98

91,21

Escaños(M)

31312

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

30,0010,0030,0010,0020,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

54.10765.21259.71051.09048.626

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,120,931,021,191,25

Total de votos válidos: 608.298.

Page 380: Número 79

CUADRO NUM. 40

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Alicante

Partidos-Coaliciones

PSOE .CPCDS ...

Votos(V)

314.763188.39961.446

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

49,5429,659,67

Escaños

(M)

631

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

60,0030,0010,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

52.46062.79961.446

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,211,011,03

88,86 10 100,00

Total de votos válidos: 635.362.

Page 381: Número 79

CUADRO NUM. 41

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Oviedo

PSOE ...CPCDS .IU

Partidos-CoalicionesVotos(V)

278 946165 07179 78855.881

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

46,2527,3713,239,26

96,11

Escaños(M)

5211

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

55,5622,2211,1111,11

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

55.78982.53579.78855.881

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,200,810,841,20

Total de votos válidos: 60.1.037.

Page 382: Número 79

CUADRO NUM. 42

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de La Coruña

Partidos-CoalicionesVotos(V)

PSOE 200.522CP 184.681CDS .: 51.763

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

39,1536,0610,10

85,31

Escaños(M)

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

44,4444,4411,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

50.13046.17051.763

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,131,231,10

Total de votos vál idos: 5 1 2 . 1 4 1 .

Page 383: Número 79

CUADRO NUM. 43

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Málaga

PSOE ...CPIU

Partidos-CoalicionesVotos(V)

284.757108.64044.595

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

57,5421,959,01

88,50

Escaños(M)

621

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6722,2211,11

100,00

Costeen volos por

escaño(V:M)

47.45954.32044.595

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,161,011,23

Total de volos válidos: 494.848.

Page 384: Número 79

CUADRO NUM. 44

Resultados de las elecciones generales de 1986 en la circunscripción de Cádiz

Partidos-Coaliciones

PSOECP

Votos(V)

286.10493.284

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

61,0319,90

80,93

Escaños(M)

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

77,7822,22

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

40.87246.642

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,27

1,11

Total de votos válidos: 468.758.

Page 385: Número 79

CUADRO NUM. 45

Resultados de las elecciones generales de 1986 en las circunscripciones de tamaño medio (8<M<12):Vizcaya, Alicante, Oviedo, La Coruña, Málaga y Cádiz.

Seis circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOECPCDSPNVIUHBEE

PSOE+CP 2.332.702

Votos(V)

1.527.415805.287279.288179.130175.62097.25251.090

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

45,9724,248,405,395,282,921,53

93,73

Escaños(M)

311433221

56

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

55,3625,005,365,363,573,571,78

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 9,39+0,76-3,04-0,03-1,71+0,65+0,25

Costeen votos por

escaño(V:M)

49.27157.52093.09659.71087.81048.62651.090

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,201,030,640,990,671,221,16

70,21 45 80,36 + 10,15 51.837 1,14

Tolal de volos válidos: 3.322.444

Page 386: Número 79

CUADRO NUM. 46

Resultados de las elecciones generales de 1986 en las circunscripciones de tamaño medio bajo (5<M<9):Badajoz, Baleares, Jaén y Tenerife (M=6); Córdoba, Granada, Guipúzcoa y Las Palmas (M=7);

Murcia, Pontevedra y Zaragoza (M=8).Once circunscripciones en total

Partidos-CoalicionesVotos(V)

PSOECPCDSIUPNVHBAICPAREE

PSOE + CP 3.060.768

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

Escaños(M)

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

Costeen votos por

escaño(V:M)

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1.909.1011.151.667

399.716225.34899.51580.03265.66452.81337.237

44,5526,879,325,262,321,861,531,230,87

93,80

40235122111

76

52,6330,266,571,322,632,631,321,321,32

100,00

+8,08+3,39-2,75-3,94+0,31+0,77-0,21+0,09.+0,45

47.72750.07279.943

225.34849.75740.01665.66452.81337.237

1,181,120,700,251,131,410,861,071,51

71,42 63 82,89 +11,47 48.583 1,16

Total de votos válidos: 4.285.562.

Page 387: Número 79

CUADRO NUM. 47

Resultados de las elecciones generales de 1986 en las circunscripciones de tamaño bajo (ftí<6):Avila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Falencia, Segovia, Soria y Teruel (M=3);

Álava, Albacete, Burgos, Lérida, La Rioja, Salamanca y Zamora (M=4);Almería, Cáceres, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Gerona, Huelva, León, Lugo,

Navarra, Orense, Tarragona, Toledo y Valladolid (M=5).Veintinueve circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOECPCDSCiUPNVHBCG

PSOE+CP 3.992.455

Votos(V)

2.305.1831.687.272

583.874285.88630.96554.43843.989

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

42,0930,8110,665,220,560,990,80

91,13

Escaños(M)

644447111

122

Porcentajesobre totalde escalios

(PM)

52,4636,063,285,740,820,820,82

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 10,37+5,25-7,38+0,52+0,26-0,17+0,02

Costeen votos por

escaño(V:M)

36.01838.347

145.96840.84030.96554.43843.989

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

1,241,170,301,101,460,831,02

72,90 108 88,52 + 15,62 39.967 1,21

Total de votos válidos: 5.476.336.

Page 388: Número 79

CUADRO NUM. 48

Resultados de las elecciones generales del 29 de octubre de 1989

Partidos-Coaliciones

PSOE-PSC

PP

CiU

IU-IPC

CDS

PNV

HB

PA

UV

EA

EEPAR

AIC

PSOE+PP

Votos(V)

8.098.846

5.270.489

1.032.243

1 858 588

1.614.196

254 681

217.278212 687

144.924

136 955

105.238

71 733

64 767

13.369.335

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

39,60

25,77

5,04

9,08

7,89

1,24

1,06

1 04

0,70

0 66

0,51

0,35

0,31

93,25

65,37

EstWUKS

(M)

173

107

18

17

14

5

4•>

i

t

1

1

348

280

Porcentajesobre totaltic escaños

(PM)

49,71

30,75

5,17

4,89

4,03

1,44

1,150,57

0,57

0 57

0.57

0.29

0.29

100.00

80.46

Primaelectoral

absoluta (CA)(PE = PM-PV)

+ 10.11+4,98+0.13-4,19-3,86+0.20+0.09-0,47

-0.13- 0 09

+0.06

-0.06

-0.02

+ 15.09

Costeen votospor

escaño(V:M)

46.814

49.256

57.346

109.328

115.299

50 936

54.319

106 343

72.462

68 477

52.619

71.733

64.767

47.747

liulice•le

proporciotialiilail(IP=PM:PV)

1.25

1.19

1.02

0,54

0.51

1.16

1.08

0.S50.81

0 86

l . l l

0.83

0.93

1.23

PSOF.-PSC: Partido Socialista Obrero Español-Partil ttcls Sociiilisics ilc C;il:iluny¡i: PP: Punido Popular: CiU: Convergencia i linio: ll'-IPC: lA|iiicrd:i Unida-Iniciativaper Catalunya; CDS: Centro Democrático y Social: PNV: Partido Nacionalista Vasco; HB: Agrupación de Electores Herri Ralasuna: PA: Partido Andalucisia: UV: UniónValenciana; F.A: Rusko Alkartasuna: F.P.: Euskadiko l:./i|iicrra: PAR: Panul» Aragonés Rcgionalisia: AIC: Agrupaciones Independientes de Cananas.

Total de votos válidos, con exclusión de los de Ceuta y Melilla: 20.451.717. Se excluyen asimismo del cuadro de resultados los dos escaños de Ceuta y Melilla.conseguidos por el PSOR.

hítente: Elaboración propia a partir de los resultados facilitados por la Junta Electoral Central.

Page 389: Número 79

CUADRO NUM. 49

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Madrid

PSOE ..PPIUCDS

Partidos-CoalicionesVotos(V)

899.723919.357414.392295.189

Porcentajei sobre votos

válidos(PV)

33,4834,2115,4210,98

94,09

Escaños(M)

121254

33

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

36,3636,3615,1612,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

74.97676.61382.87873.797

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,081,060,981,10

Total de votos válidos: 2 686 637.

Page 390: Número 79

CUADRO NUM. 50

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Barcelona

Partidos-CoalicionesVotos(V)

PSC-PSOE 903.546PP 257.021CiU 741.682CDS 110.681IPC 200.050

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

36,9710,5130,354,528,18

Escaños(M)

143

II13

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

43,759,38

34,373,129,38

Costeen votos por

escaño(V:M)

64.53985.67367.425110.68166.683

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,180,891,130,691,14

90,53 32 100,00

Total de votos válidos: 2.443.643

Page 391: Número 79

CUADRO NUM. 51

Resultados de las elecciones generales de 1989 en las circunscripciones de tamaño alto (M>30):Madrid y Barcelona

Partidos-Coaliciones

PSOE-PSCPPCiUIU-IPCCDS

PSOE+PP 2.979.647

Votos(V)

1.803.2691.176.378

741.682614.442405.870

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

35,1522,9314,4511,977,91

92,41

Escaños(M)

26151185

65

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

40,0023,0816,9212,317,69

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+4,85+0,15+ 2,47+0,34-0,22

Costeen votos por

escaño(V:M)

69.35678.42567.42576.80581.174

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,131,001,171,030,97'

58,08 41 63,08 + 5,00 72.674 1,08

Total de volos válidos: 5 130.280.

Page 392: Número 79

CUADRO NUM. 52

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Valencia

PSOE ...PPIUCDS

uv

Partidos-CoalicionesVotos(V)

481.268290 711118 70677.573

137.710

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

40,1024,229,896,46

11,47

92,14

Escaños(M)

84112

16

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

50,0025,006,256,25

12,50

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

60.15872.677

118.70677.57368.855

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,241,030,630,961,08

Tola! de votos válidos: 1.199.875.

Page 393: Número 79

CUADRO NUM. 53

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Sevilla

PSOEPPIUPA

Partidos-Coaliciones Votos(V)

438 615153.90593.08073.031

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

54,1519,0011,499,01

93,65

Escaños(M)

8211

12

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,6716,678,338,33

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

54.82676.95293.08073.031

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,230,870,720,92

Total de votos válidos: 810.000

Page 394: Número 79

CUADRO NUM. 54

Resultados de las elecciones generales de 1989 en las circunscripciones de tamaño medio alto (M>ll):Valencia y Sevilla

Partidos-Coaliciones

PSOEPP

IUuvCDSPA

PSOE+PP 1.364.499

Votos(V)

919.883444.616211.786137.71095.99373.031

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

45,7722,1210,536,854,773,63

93,67

Escaños(M)

1662211

28

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

57,1421,427,157,153,573,57

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE = PM-PV)

+ 11,37-0,70-3,38+0,30-1,20-0,06

Costeen votos por

escaño(V:M)

57.49274.102

105.89368.85595.99373.031

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,250,970,671,040,750,98

67,89 22 78,57 + 10,68 62.022 1,15

Total de votos válidos: 2.009.875.

Page 395: Número 79

CUADRO NUM. 55

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Vizcaya

PSOE

PP

PNV . . . .

HB

EA

EE

Partidos-CoalicionesVotos(V)

127 744

59 632

171.582

92 493

48 355

48.559

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

20,78

9,70

27,91

15,04

7,86

7,90

89,19

Escaños(M)

2

1

3

2

1

1

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

20,00

10,00

30,00

20,00

10,00

10,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

63.872

59.632

57.194

46.246

48.355

48.559

índicede

proporcionalidad(1P=PM:PV)

0,96

1,03

1,07

1,33

1,27

1,26

Total de votos válidos: 614.724.

Page 396: Número 79

CUADRO NUM. 56

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Alicante

PSOEPPIUCDS

Partidos-Coaliciones Votos(V)

290 886195 03159 49166.230

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

43,8329,388,969,98

92,15

Escaños(M)

5311

10

Porcentajesobre totalde cscaitos

(PM)

50,0030,0010,0010,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

58.17765.01059.49166.230

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,141,021,111,00

Total de votos válidos: 663.636.

Page 397: Número 79

CUADRO NUM. 57

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Málaga

PSOEPPIU

Partidos-Coaliciones Votos(V)

263.14799 35269.522

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

51,5819,4713,62

84,67

Escaños(M)

721

10

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

70,0020,0010,00

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

37.59249.67669.522

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,351,020,73

Toial de volos válidos: 510.184.

Page 398: Número 79

CUADRO NUM. 58

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Oviedo

Partidos-Coaliciones

PSOEPP ....IU ....CDS ..

Votos(V)

248.584162.59095.49476.643

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

40,5626,5315,5812,50

Escaños(M)

4311

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

44,4533,3311,1111,11

Costeen votos por

escaño(V:M)

62.14654.19695.49476.643

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,091,250,710,88

95,17 100,00

Total de votos válidos: 612.844.

Page 399: Número 79

CUADRO NUM. 59

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de La Coruña

PSOE ...

PP

CDS

Partidos-CoalicionesVotos(V)

190.844

185 709

46.675

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

36,82

35 83

9,00

81,65

Escaños(M)

4

4

1

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

44,44

44 44

11,12

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

47.711

46 427

46.675

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,20

1,24

1,23

Tolal de votos válidos: 518.266

Page 400: Número 79

CUADRO NUM. 60

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Cádiz

PSOE

PP

IU

PA

Partidos-CoalicionesVotos(V)

243 410

76 688

44.871

53 173

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

51,88

16,34

9,56

11,33

89,11

Escaños(M)

6

1

1

1

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

66,67

11,11

11,11

11,11

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

40.568

76.688

44.871

53.173

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,28

0,68

1,16

0,98

Tmal de votos válidos: 469.188.

Page 401: Número 79

CUADRO NUM. 61

Resultados de las elecciones generales de 1989 en la circunscripción de Murcia

PSOE .PPCDS

Partidos-Coaliciones Votos(V)

255.492166.69857.618

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

46,2530,1710,43

86,85

Escaños(M)

531

9

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

55,5633,3311,11

100,00

Costeen votos por

escaño(V:M)

51.09855.56657.618

Jndicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,201,101,06

Total de votos válidos: 552.407.

Page 402: Número 79

CUADRO NUM. 62

Resultados de las elecciones generales de 1989 en las circunscripciones de tamaño medio (8<M<12):Vizcaya, Alicante, Málaga, Oviedo, La Coruña, Cádiz y Murcia.

Siete circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOEPP

IUCDSPNVHBPAEAEE

PSOE+PP 2.565.807

Votos(V)

1.620.107945.700362.946316.649171.58292.49379.37448.35548.559

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

41,1123,999,218,034,352,342,011,221,23

93,49

Escaños(M)

33174432111

66

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

50,0025,756,066,064,543,031,521,521,52

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 8,89+ 1,76-3,15-1,97+0,19+0,69-0,49+0,30+0,29

Costeen votos por

escaño(V:M)

49.09455.62990.73679.16257.19446.24679.37448.35548.559

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,211,070,650,751,041,290,751,241,23

65,10 50 75,75 + 10,65 51.316 1,16

Total de votos válidos: 3.941.249

Page 403: Número 79

CUADRO NUM. 63

Resultados de las elecciones generales de 1989 en las circunscripciones de tamaño medio bajo (5<M<9):Badajoz, Baleares y Jaén (M=6);

Córdoba, Granada, Guipúzcoa, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Zaragoza (M=7); Pontevedra (M=8).Diez circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOEPP

IUCDSHBAICEAPNVPAREE

PSOE+PP 2.493.918

Votos(V)

1.555.883938.035341.163324.64278.13864.76763.56957.29048.57936.857

Porcentajesobre votos

válidos(PV)

40,9224,678,978,542,051,701,671,501,270,97

92,26

Escaños(M)

3619332

68

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

52,9427,944,414,412,951,471,471,471,471,47

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)(PE=PM-PV)

+ 12,02+ 3,27-4,56-4,13-0,90-0,23-0,20-0,03+0,20+0,50

Costeen votos por

escaño(V:M)

43.21849.370

113.721108.21430.06964.76763.56957.29048.57936.857

Índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)

1,291,130,490,511,440,860,880,981,151,51

65,59 55 80,88 + 15,29 45.343 1,23

Total de votos válidos: 3.801.793

Page 404: Número 79

CUADRO NUM. 64

Resultados de las elecciones generales de 1989 en las circunscripciones de tamaño bajo (M<6):Avila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencía, Segovia, Soria, Teruel y Zamora (Af=3);

Álava, Albacete, Burgos, Lérida, La Rioja y Salamanca (M=4);Almería, Cáceres, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Gerona, Huelva, León, Lugo,

Navarra, Orense, Tarragona, Toledo y Valladolid (M=5).Veintinueve circunscripciones en total

Partidos-Coaliciones

PSOE

PP

CDSCiUPNV

PSOE+PP 3.960.731

Volas(V)

2.197.9371.762.794

471.907290.20123.247

Porcentajesobre votíis

válidos(PV)

39,6131,768,505,230,42

85,52

E.scañftx(M)

6349

171

121

Porcentajesobre totalde escaños

(PM)

52,0740,490,835,780,83

100,00

Primaelectoral

absoluta (%)

(PE = PM-PV)

+ 12,46+8,73-7,67+0,55+0,41

Costeen votos por

escaño

(V:M)

34.88735.975

471.90741.45723.247

índicede

proporcionalidad(IP=PM:PV)'

1,311,270,091,101,97

71,37 IJ2 92,56 +21,19 35.363 1,29

Total de votos válidos: 5.548.897.

Page 405: Número 79

SISTEMAS ELECTORALESY ESTABILIDAD POLÍTICA

EN EUROPA DEL ESTE

Por CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.—II. SISTEMAS ELECTORALES: 1. Polonia. 2. Checoslovaquia.

3. Hungría. 4. Bulgaria. 5. Rumania. 6. Cuadro resumen.—III. COMENTARIO.—BIBLIOGRAFÍA

I . INTRODUCCIÓN

Desde la década de los años cincuenta, la Ciencia Política ha estadoocupándose del análisis de los sistemas electorales de los países democráticoscon el objetivo ambicioso de llegar a determinar las características políticasasociadas a sus diferentes elementos y acercarse a los componentes óptimosde un sistema electoral que garantice a la vez estabilidad, gobernabilidad yrepresentatividad.

Desde esta perspectiva, la transición a la democracia en Europa del Esteconstituye un magnífico campo de estudio para los investigadores de lossistemas electorales: la discusión simultánea en varios países sobre sus norma-tivas para la celebración de las primeras elecciones parlamentarias libres, elcarácter relativamente similar de las estructuras políticas de origen —losregímenes socialistas— y el desarrollo dev numerosos procesos electorales enel período 1989-1992 ofrece una gama de sistemas electorales aplicados apaíses aparentemente homogéneos en cuanto a su cultura política, las formasde transición a la democracia y el sistema de partidos. Pocas veces, por nodecir nunca, ha encontrado la Ciencia Política un campo como éste, en elque la semejanza de los sistemas políticos y la simultaneidad de los procesos

401Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Mareo 1993

Page 406: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

electorales permite analizar los sistemas electorales casi como una variableindependiente actuando sobre condiciones similares. Hay que acentuar ese«casi», ya que, en la realidad, ni los regímenes políticos de origen eran tansemejantes como parecían, ni los nuevos sistemas de partidos creados en latransición en los distintos países pueden asimilarse, ni la cultura política oel comportamiento electoral son claramente homogéneos.

Los países cuyos sistemas electorales van a analizarse aquí son Polonia(elecciones de 1989 y de 1991), Checoslovaquia (1990 y 1992), Hungría(1990), Rumania (1990 y 1992) y Bulgaria (1990 y 1991). En el cuadro finalse incluyen las elecciones de 1990 de la antigua RDA (John Fitzmaurice,1990), pero su caso no se analiza aquí porque, obviamente, resulta imposibleconocer el efecto político del sistema electoral utilizado ante la fuerza delfenómeno unificador con la antigua RFA. El grupo estudiado ofrece unaextensa gama de sistemas electorales diferentes, con mayor presencia de lossistemas proporcionales, pero con algunos ejemplos de sistemas mixtos, y uncaso de sistema mayoritario puro en las elecciones semidemocráticas de Po-lonia de 1989.

La elaboración de las diferentes legislaciones electorales democráticas hapresentado algunas características comunes en cuanto a los elementos dediscusión y a la naturaleza del proceso de negociación. En los países que hanrealizado una transición a la democracia con momentos de pacto entre lasfuerzas del régimen comunista y los nuevos grupos políticos, como es el casode Polonia, Checoslovaquia, la RDA y Hungría, la normativa electoral hasido uno de los principales objetos de debate, y en varios casos ha sidoredactada por completo fuera del Parlamento, en las mesas de negociación,y después aprobada por el órgano legislativo correspondiente, dominado aúnpor los comunistas-socialistas del anterior régimen.

Con frecuencia, las fuerzas del viejo régimen han abogado por un sistemade representación mayoritaria no sólo porque confiaban en su superior popu-laridad frente a las débiles organizaciones de oposición, a veces raquíticas yrecién nacidas, sino también por la percepción de que la población encontraríadificultades para guiarse por criterios partidistas y preferiría eligir entre per-sonas-candidatos individuales. En este campo, los partidos comunistas-socia-listas confiaban en poder presentar al electorado una selección de individuosde prestigio en todas las circunscripciones, algo bastante difícil para la opo-sición, a menudo concentrada en las capitales y grandes ciudades. Sin embar-go, sólo en Polonia, en 1989, pudieron los comunistas imponer un sistemapuro mayoritario.

402

Page 407: Número 79

II. SISTEMAS ELECTORALES

1.. Polonia

A) Elecciones de 1989

Las negociaciones para la reforma política celebradas entre el Gobiernopolaco y el sindicato Solidaridad, e, iniciadas en febrero de 1989, tuvieroncomo uno de sus frutos la reforma del sistema parlamentario. Del anteriorparlamento unicameral se pasó a otro doble, en el que la cámara añadida, elSenado, con 100 representantes y menor poder que la primera, se ofrecía encompetición libre, mientras que la Cámara baja, la Dieta, con 460 diputados,quedaba reservada en su mayoría, un 65 por 100, a los candidatos del partidodel Gobierno o a sus «compañeros de viaje», partidos formalmente indepen-dientes, pero en la práctica totalmente subordinados al Partido Obrero Unifi-cado Polaco (POUP) (Kuusela, 1991; Pelczynski y Kowalski, 1990).

Las elecciones se celebraron a dos vueltas, el día 4 y 18 de junio de 1989,con un sistema mayoritario que operaba del siguiente modo:

o Los representantes para el Senado fueron elegidos en 49 distritos, lasprovincias polacas, cada uno de los cuales enviaba dos senadores, exceptoen el caso de Varsovia y Silesia, que elegían a tres. Los candidatos sepresentaban libremente, con el único requisito previo de recoger 3.000 firmasde apoyo. El votante tenía que tachar a las personas que no prefería, yresultaban elegidos los dos —o tres, en su caso— más votados siempre quehubieran superado el 50 por 100 de los votos. En la segunda vuelta se procla-maban los candidatos más votados, sin límite mínimo de apoyo electoral.

° Los diputados de la Dieta fueron elegidos en 108 distritos electorales,cuya asignación de representantes estaba en relación proporcional a su pobla-ción —a diferencia de los senadores—, con un mínimo de dos y un máximode cinco diputados. Los candidatos competían por un escaño concreto de losasignados a ese distrito, de modo que el sistema funcionaba completamentecomo mayoritario de distrito unipersonal. Para resultar elegido, el candidatodebía superar, en la primera vuelta, el 50 por 100 de los votos válidos emitidospara ese escaño. En caso contrario, en la segunda vuelta ganaba el más votado.

El espacio otorgado a la libre competencia política consistía en un escañoo dos por cada distrito electoral, reservado para personas ajenas al POUP ya sus organizaciones y partidos afines, es decir, para cualquier independienteque obtuviera 3.000 firmas de apoyo previo. En total, se les ofrecía la posi-bilidad de competir por 161 escaños, frente a los 460 totales.

Treinta y cinco escaños de la Dieta quedaban reservados para una «Lista

403

Page 408: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

Nacional», elaborada por el POUP y el Gobierno, frente a la cual el votantesólo podía rechazar a alguno o a la totalidad de sus miembros, tachando susnombres, sin posibilidad de nombres alternativos.

Con este sistema electoral, el POUP se aseguraba una mayoría suficienteen la Cámara baja, que le permitiría gobernar y legislar sin necesidad decompartir con Solidaridad el monopolio del poder político. El riesgo de perderel control de la nueva cámara, el Senado, sujeto a la libre competenciaelectoral, quedaba atemperado por la escasa relevancia política de este órgano,tal como habían quedado definidas sus funciones en la reforma constitucionalaprobada. En cualquier caso, nadie esperaba que la victoria de Solidaridadfuera a ser tan abrumadora como resultó.

° Los resultados.De los 100 escaños para senadores, a los que compitieron 558 candidatos,

Solidaridad obtuvo 99, de ellos 92 en la primera vuelta y 7 en la segunda.En cuanto a la Dieta, Solidaridad ganó los 161 escaños reservados para

«independientes», es decir, el 100 por 100 del espacio que se ofrecía acompetición.

Respecto a los 35 candidatos para los 35 puestos de la Lista Nacional,sólo dos consiguieron un apoyo de más del 50 por 100 en la primera vuelta.Ante el evidente fracaso de esta Lista, se decidió su desaparición y el traspasoen la segunda vuelta de esos 35 escaños a otros tantos distritos electorales,en circunscripciones reservadas al POUP y sus aliados, a las que se presentarondos candidatos locales.

COMPOSICIÓN DE LA DIETA

(Elecciones de junio de 1989)

Escaños Porcentaje

17316176271310

383516632

POUPSolidaridadPartido CampesinoPartido DemocráticoAsociaciones CristianasCatólicos Progresistas

TOTAL 460 100

Fuente: Kuusela, 1991.

404

Page 409: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

No existen datos oficiales sobre el número de votos emitidos en favor decada grupo, aunque según cálculos que recogen Pelczynski y Kowalski (1990),Solidaridad recibió, para la Dieta y el Senado, entre 10 y 16 millones devotos, es decir, entre un 60 y un 80 por 100 de todos los votos válidosemitidos. Obviamente, no tiene sentido alguno calcular aquí el índice deproporcionalidad, puesto que el 65 por 100 de los escaños de la Dieta estabanfuera del alcance de la oposición. Tampoco puede suponerse que, en caso dehaberse tratado de elecciones completamente libres, Solidaridad habría obte-nido el 100 por 100 de los escaños, como hizo respecto a los que se dejarona la libre competencia. Quizá, y más probablemente, el apoyo masivo aSolidaridad estaba relacionado con el hecho de que sus candidatos estabancondenados, de modo claramante antidemocrático, a ser minoría y a ocuparun órgano secundario como el Senado, y por tanto no se planteaba la eventua-lidad de un gobierno de Solidaridad.

El nivel de abstención registrado en estas elecciones fue inesperadamentealto, de un 38 por 100, el más alto, junto con el húngaro, de entre todos losprocesos electorales celebrados en Europa Oriental entre 1989 y 1992.

La consecuencia política de estas elecciones semidemocráticas en Poloniafue mucho más allá de los resultados electorales: la aplastante victoria moralde la oposición supuso la destrucción de la coherencia del POUP y alimentóla pérdida de confianza de la élite dirigente en su capacidad para controlar lasituación. Casi de inmediato se impuso una lógica de huida hacia adelante,comenzaron las deserciones en masa de los militantes y diputados del POUP,y los partidos antes aliados a éste empezaron a moverse hacia Solidaridad yhacia las propuestas de reformas democráticas más radicales. Como conse-cuencia de esta crisis política, la Dieta aprobó la formación de un gobiernodirigido por un líder de Solidaridad, Mazowiecki, apoyado por su propiogrupo más los partidos Campesino y Democrático, antes satélites del POUP.Finalmente, este gobierno se convirtió en uno de «gran coalición», dominadopor Solidaridad y con presencia de ministros del POUP y los partidos pe-queños.

B) Elecciones de 1991

El paisaje político polaco en las primeras elecciones completamente libres,de octubre de 1991, era ya radicalmente distinto al de las elecciones de 1989.Solidaridad se había fraccionado, Lech Walesa había obtenido por sufragiouniversal la Presidencia de la República, el POUP se había autodisuelto y susucesor, el Partido Socialdemócrata, agrupaba a una pequeña fracción de los

405

Page 410: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

militantes anteriores; alrededor de treinta partidos tenían posibilidades deacceder al Parlamento, ante una opinión pública fragmentada y confusa.

La discusión sobre la ley electoral se efectuó en el Parlamento. Solidaridaddefendía un sistema mayoritario, en la confianza de que su ventaja de popu-laridad le permitiría obtener la mayoría de esta forma. Por el contrario, losantiguos comunistas, como todos los demás grupos, apoyaban un sistemaproporcional, obviamente más beneficioso para los partidos minoritarios,sistema que finalmente se impuso para las elecciones a la Cámara Baja(McQuaid, 1991a)

La Ley electoral, aprobada por la Dieta el 28 de junio de 1991, a pesarde la oposición del presidente Walesa, establecía que los 460 escaños de esaCámara se cubrirían con dos mecanismos: 391 escaños distribuidos de formaproporcional entre 37 distritos electorales, de 7 a 17 representantes cada uno.Los partidos ofrecen listas cerradas pero no bloqueadas. El votante elige unalista de partido y selecciona dentro de ella al candidato a quien prefiere. Lafórmula empleada para la asignación de escaños dentro del distrito es laHare-Niemeyer.

En conjunto, el sistema a nivel de distrito favorece notablemente a lospartidos pequeños, que pueden obtener un diputado con sólo el 5 por 100 delos votos en un distrito de siete escaños, o con el 3 por 100 en uno de 17.Para «primar» a los partidos grandes, la Ley establece una reserva de 69escaños que se distribuyen únicamente entre los grupos que hayan obtenidomás del 5 por 100 del voto nacional o hayan conseguido escaños en, al menos,cinco distritos.

La Ley incorpora también un filtro previo, a semejanza del sistema hún-garo, que exige la recogida de 5.000 firmas en apoyo de cada lista en cadadistrito. Los grupos que consiguen presentarse a cinco distritos, u obtienenal menos 50.000 firmas, pueden presentar una lista nacional para el repartoposterior entre los que superan el 5 por 100.

La normativa para el Senado se mantuvo similar a la de 1989, pero sesuprimió la exigencia de mayorías superiores al 50 por 100, y por tantodespareció también la segunda vuelta.

o Los resultados.De los 120 partidos o grupos que iniciaron la competición electoral, 67

consiguieron las firmas necesarias para presentar alguna lista en distritos y28 obtuvieron las suficientes para presentar listas nacionales. Se descubrieronfrecuentes casos de falsificación en las firmas, siendo el caso más notorio eldel Partido «X», de Stanislaw Tyminski, el personaje que estuvo cerca detriunfar sobre Lech Walesa en las elecciones directas para la Presidencia de

406

Page 411: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

la República. En general, los partidos encontraron dificultades para conseguirlas firmas necesarias, dado el clima de apatía y desconfianza hacia los partidospolíticos que se había instalado en la vida polaca. Otra muestra de esto mismofue la dificultad de obtener apoyos económicos de la población para sufragarlos gastos electorales, lo que redujo la campaña a los espacios gratuitoscedidos por la televisión pública.

La participación electoral fue alarmantemente pequeña, del 43 por 100,y la dispersión del voto resultó, como se ve a continuación, una gran amenazaa la gobernabilidad.

COMPOSICIÓN DE LA DIETA Y EL SENADO

(Elecciones de octubre de 1991)

Dieta Senado

Unión DemocráticaADIAcción CatólicaACCPartido CampesinoCPICLDAlianza CampesinaSindicato SolidaridadPartido Amantes de la CervezaDemocracia CristianaUnión de Política RealMinoría AlemanaSolidaridad del TrabajoPartido DemocratacristianoPartido «X»Movimiento SilesioUnión OccidentalOtros (11 grupos)

TOTAL

Voto(porcentaje)

121299987553222210,50,40,2

10

Escaños

6260494448463728271653744324

11

Escaños(porcentaje)

131311101010866310,720,90,90,70,40,92,4

Escaños

214998467

11010103000

16

100 460 100 100

ADI: Alianza Democrática de Izquierdas (herederos del POUP).ACC Alianza de Ciudadanos de Centro (herederos de Solidaridad).CPI Confederación por una Polonia independiente.CLD Congreso Liberal Democrático (herederos de Solidaridad).

Fuente: David McQuaid, 1991b.

407

Page 412: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

Se ha culpado a la Ley electoral de este resultado, y Lech Walesa lo haaprovechado para recordar su oposición a ese sistema. Sin embargo, en elSenado, elegido como en 1989 por un sistema mayoritario, la dispersiónresultante ha sido también muy fuerte, con veintiún partidos y seis indepen-dientes presentes en la Cámara alta. Como dice David McQuaid (1991b), «lacausa principal de esta fragmentación reside en la dinámica de la estructurapolítica de Polonia, que estuvo dominada hasta 1990 por dos "monolitos"opuestos entre sí: el movimiento de Solidaridad y el aparato comunista. Estaestructura bipolar tendía a enmascarar los diversos conflictos internos a losque eran propensos ambos grupos» (pág. 20).

El efecto sobre la inestabilidad del país fue inmediato, y las conversacionespara la formación de Gobierno se prolongaron durante meses, dando lugar asucesivas crisis de gobierno, envenenadas además por la relación de compe-tencia entre el presidente de la República, Lech Walesa, y el Gobierno.Durante 1992 se sucedieron tres Gobiernos sostenidos por diferentes coalicio-nes parlamentarias, la última con siete partidos. En julio de ese año, laaprobación de la «Pequeña Constitución», que robustecía la figura del Gobier-no frente al Parlamento y defínía más claramente la división de competenciasentre el presidente de la República y el Gobierno, en un modelo semipresiden-cial, contribuyó significativamente a la gobernabilidad del país (Sabbat-Swidlicka, 1993).

2. Checoslovaquia

A) Elecciones de 1990

El sistema electoral adoptado en Checoslovaquia, en conversaciones entreel Partido Comunista, sus «satélites» y las nuevas fuerzas políticas —ForoCívico y Público contra la Violencia—, es el iriismo que estuvo en vigor enel país en el período democrático de entreguerras, entre su fundación tras laPrimera Guerra Mundial y su ocupación por las tropas alemanas en 1938.Este sistema electoral, proporcional, había provocado una fuerte fragmenta-ción en el Parlamento de entreguerras, por lo que las nuevas fuerzas políticasdecidieron incluir algunos filtros, previos y posteriores, contra los partidosdemasiado pequeños en su apoyo electoral (Gordon Wightman, 1990, y Kuu-sela 1991).

El Parlamento checoslovaco constaba de dos cámaras, la Cámara delPueblo y la Cámara de las Naciones. En la primera, la República checa y laeslovaca tenían una representación proporcional a su población (101 escaños

408

Page 413: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

para Bohemia y Moravia y 49 para Eslovaquia), mientras que en la Cámarade las Naciones cada República tenía el mismo peso, 75 diputados. Además,cada República contaba con su propio Parlamento o Consejo Nacional.

El sistema electoral checoslovaco tiene algunas peculiaridades únicas enla zona. La «jornada» electoral es de dos días, normalmente viernes y sábado,y el número de diputados a asignar a cada uno de los-12 distritos electoraleses proporcional al número de votantes, no a la población. Es decir, un distritomuy poblado pero abstencionista puede enviar menos diputados al Parlamentoque un distrito pequeño pero participadvo. Ambas medidas contribuyen pode-rosamente a animar la participación electoral, como parece probar la absten-ción del 3,3 por 100 registrada en las primeras elecciones generales, una cifrallamativamente reducida al lado de las observadas en otros países ex comu-nistas.

El filtro previo introducido en 1990 consistía en la exigencia a cada listade partido de justificar un tamaño de 10.000 militantes, o bien recoger tantasfirmas de apoyo como fueran necesarias para completar esa cifra,.añadiéndolasa la de sus militantes. El filtro posterior exigía obtener al menos un 5 por100 de los votos, en alguna de las dos repúblicas, para conseguir representa-ción parlamentaria nacional.

Las listas de partido son cerradas pero no bloqueadas. El votante puedeejercer hasta 4 votos de preferencia en la lista, pero éstos sólo se toman encuenta si en un distrito al menos el 10 por 100 de los que votaron por unpartido usaron este derecho de preferencia. En ese caso, los candidatos queobtuvieran más del 50 por 100 de los votos preferenciales emitidos pasan aocupar, por orden de preferencia, los primeros puestos de la lista.

La fórmula utilizada para la asignación de escaños es la Droop y, comoen Hungría y en Rumania, si quedan escaños vacantes en un distrito despuésde la aplicación de la fórmula, éstos pasan a engrosar una lista nacional, eneste caso dos listas, una para cada república.

Simultáneamente a las elecciones parlamentarias federales se celebraronelecciones a las dos cámaras republicanas, la del País Checo y la de Eslova-quia, aplicando la misma normativa electoral.

° Los resultados.La coalición de oposición formada por el Foro Cívico y su versión eslo-

vaca, Público contra la Violencia, liderada por Vaclav Havel, ganó una cómo-da mayoría en ambas Cámaras, mientras que el Partido Comunista quedabareducido al 14 por 100 de los votos.

409

Page 414: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

CÁMARA DEL PUEBLO Y CÁMARA DE LAS NACIONES

(Junio de 1990)

Cámara del Pueblo

Votos

471412543

16

Escaños

8723209650

Escaños

5815136430

Cámara de las Naciones

Votos

461411463

17

Escaños

8324209770

Escaños

5516136550

Foro Cívico/PCV .Partido ComunistaMDCMADSMySPNECoexistenciaOtros

PCV Público contra la Violencia (eslovaco).MDC Movimiento democratacristiano (eslovaco).MADS MyS Movimiento para la autonomía, democracia y sociedad para Moravia y Silesia.PNE Partido nacional eslovaco.

Fuente: Kuusela, 1991.

Según cálculos de Kuusela, estos resultados electorales ofrecen una des-viación de la proporcionalidad perfecta, que es sólo del 2,5 por 100 cuandose calcula sobre la base de los partidos que superaron la barrera del 5 por100, pero del 16,4 por 100 a partir de todos los votos, ambos porcentajesreferidos a la Cámara del Pueblo.

La composición parlamentaria surgida de estas primeras elecciones demo-cráticas en Checoslovaquia parecía permitir la formación de una cómodamayoría gubernamental y asegurar una cierta estabilidad política. Los dospartidos ganadores incluyeron en la coalición de gobierno al MovimientoDemocratacristiano (eslovaco), con lo que su apoyo en la Cámara del Pueblopasó a ser del 71 por 100. Una coalición de este tipo era necesaria paraasegurar la mayoría de tres quintos que la Constitución requería para suspropias modificaciones. Por otra parte, los resultados de las elecciones alparlamento eslovaco obligaban al grupo «Público contra la Violencia» a go-bernar con el Movimiento Democratacristiano en Bratislava.

Sin embargo, la precariedad de los dos principales partidos políticos, olas dos versiones del mismo grupo, Foro Cívico y PCV, más semejantes amovimientos laxos que-a partidos políticos, con estructuras internas informa-les, ausencia de programas y profundas diferencias ideológicas, se tradujocasi inmediatamente en su ruptura. El Foro Cívico se dividió en cinco partidosy su representación parlamentaria actuaba en la legislatura de 1990 a 1992

410

Page 415: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

en tres grupos separados (izquierda, derecha y centro) que no siempre apoya-ban al Gobierno. A mediados de 1991, es decir, un año después de estaselecciones, en la Cámara del Pueblo se encontraban 15 grupos parlamentarios,en lugar de los seis iniciales (Jiri Pehe, 1992a).

En cierto sentido, puede decirse que la situación checoslovaca en el mo-mento de sus primeras elecciones generales democráticas era equivalente ala polaca en 1989, con un movimiento de oposición en el que el anticomunismoejercía su papel aglomerador. Cuando ese elemento desapareció, las fuerzas,antes de oposición y luego enfrentadas a la responsabilidad de gobierno, sedisgregaron y aparecieron nuevos partidos.

B) Elecciones de 1992

A estas elecciones, convocadas para los días 5 y 6 de junio, se presentaroncuarenta partidos y grupos políticos, diecisiete más que en las elecciones de1990. La normativa electoral se mantuvo prácticamente idéntica, con dosnuevos filtros establecidos para las coaliciones, que debían obtener más del7 por 100 de los votos (dos o tres partidos) o del 10 por 100 (cuatro o más)para conseguir representación parlamentaria (Pehe, 1992b). Sólo cuatro par-tidos se presentaban a las tres cámaras (federal y de las dos repúblicas).

El ambiente político de estas elecciones era ya completamente diferenteal de las anteriores, con una reforma económica puesta en marcha que causabafuertes descontentos, especialmente en Eslovaquia, y con el fortalecimientodel nacionalismo en esta república, que planteaba claramente la ruptura de laFederación. Ocho de los partidos que se presentaban en Eslovaquia lo hacíancon un programa meramente nacionalista. De hecho, el nacionalismo eslovacoera el principal motivo de la convocatoria de estas elecciones, ya que elanterior Parlamento federal, en sus relaciones con el Parlamento eslovaco,había sido incapaz de aprobar una nueva Constitución que diera satisfaccióntanto a los federalistas como a los separatistas.

Los resultados de las elecciones vinieron a confirmar la prevalencia deeste conflicto, haciendo imposible la formación de un gobierno estable a nivelfederal. Ninguno de los grupos que consiguió representación parlamentariala obtuvo mediante votos en las dos repúblicas, creando así un parlamentoperfectamente fraccionado según líneas nacionales. El voto nacionalista enEslovaquia pasó del 15 por 100 en 1990 al 50 por 100 en estas elecciones.

La participación se mantuvo alta aunque con un descenso notable respectoa las elecciones de dos años antes, con una abstención de un 15 por 100 enla república checa y del 16 por 100 en Eslovaquia.

411

Page 416: Número 79

CÁMARA DEL PUEBLO Y CÁMARA DE LAS NACIONES

(Junio de 1992)

Partidos voladosen el país checo

Partido Cívico/PCDBloque de izquierdasSocialdemócratas (SDCH)Partido RepublicanoUnión Cristiano-DemocráticaUnión Social-Liberal

Partidos votadosen el país eslovaco

Eslovaquia DemocráticaIzquierda DemocráticaPartido Nacional EslovacoMovimiento Cristiano-Democrático ..Coexistencia (húngaro)Partido Social-Democrático Eslovaco

TOTAL 150

Cámara del Pueblo

Escaños

481910877

2410665

Escaños(porcentaje)

32137555

167443

Cámara de las Naciones

Escaños

37156665

33139875

Escaños(porcentaje)

25104443

2296553

100 150 100

PCD Partido Cristianodemócrata.SDCH Socialdemócratas Checoslovacos.

Fuente: Pehe, 1992c, 29.

Con semejante resultado era evidente que no podía pensarse en un gobiernochecoslovaco más que como gestor de la transición hacia la disolución pacíficade la Federación. Mientras que cada república por separado podía producirgobiernos estables y contar con mayorías suficientes para la aprobación deleyes, en la Asamblea federal parecía imposible la obtención de la mayoríanecesaria para las reformas constitucionales pendientes. Una muestra de ladivisión parlamentaria fue el fracaso de Vaclav Havel para ser reelegidopresidente de la Federación: Obtuvo los votos necesarios por parte de losdiputados checos, pero la sección eslovaca de la Cámara de las Naciones lenegó su apoyo.

Vaclav Klaus (líder del Partido Cívico Democrático) y Vladimir Meciar(líder del Movimiento por una Eslovaquia Democrática), tras largas sesiones

412

Page 417: Número 79

COMPOSICIÓN DE LOS CONSEJOS NACIONALES

(Junio de 1992)

Consejo Nacional Eslovaco

Eslovaquia DemocráticaIzquierda DemocráticaPartido Nacional EslovacoMovimiento Cristiano-DemocráticoCoexistencia (húngaro)

Consejo Nacional Checo

Partido Cívico Democrático/PCD ..Bloque de IzquierdaSocialdemócratasPartido RepublicanoUnión Cristiano-DemocráticaUnión Social-LiberalAlianza Democrática CívicaAsociación por Moravia y Silesia ..

Escaños(porcentaje)

491910129

3818877877

Escaños

7429151814

7635161415161414

Fuente: Pehe, 1992c, 29.

de negociación, acordaron la formación de un gobierno de transición, con unprograma a tres meses, compuesto por cinco ministros checos y cinco eslova-cos, presidido por un checo pero con varias de las principales carteras enmanos eslovacas (Exteriores, Economía y Defensa). El 17 de julio de 1992el Consejo Nacional eslovaco aprobó una declaración de soberanía nacionaly ese mismo día Havel anunció su dimisión como presidente de la Federación.Su mandato expiraba el 5 de octubre, por lo que su dimisión tuvo sólo caráctersimbólico, de rechazo al proceso de disolución del país.

3. Hungría

La normativa que rigió las primeras elecciones parlamentarias libres enHungría, de marzo de 1990, fue pactada en la Mesa Trilateral que agrupabaa las fuerzas socialistas reformistas, los nuevos grupos de oposición y lasorganizaciones sociales (formalmente independientes, pero en su mayoría«cadenas de transmisión» del Partido Socialista).

La discusión de la normativa electoral fue una de las más difíciles dentrodel grupo de materias negociadas en esta transición pactada. Las negociaciones

413

Page 418: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

se dirigieron a crear una base común de acuerdo entre los siguientes interesesy criterios (Racz, 1991; Kórósény, 1990; Tókés, 1990; Szoboszlai, 1990;Varios «Coloquio», 1990; González, 1991):

° Representación proporcional o mayoritaria. El Partido Socialista ObreroHúngaro estaba interesado en mantener un sistema electoral completamentemayoritario semejante al entonces vigente, en la confianza de que sus candi-datos, mucho más conocidos que las personas de los grupos de oposición,obtendrían fácilmente el escaño en representación de cada distrito. Las encues-tas realizadas en esos meses demostraban que el nivel de conocimiento ypopularidad de los líderes del PSOH era muy superior al de los dirigentes dela oposición y, por otra parte, esta última carecía a menudo de figuras localesy organizaciones provinciales, limitando su actividad a Budapest. Por elcontrario, los nuevos partidos, cuyas figuras eran desconocidas por la pobla-ción, optaban por un sistema electoral proporcional con listas cerradas departidos, suponiendo que podían atraer a los votantes desde la campaña elec-toral nacional y la publicidad de siglas y programas.

A estos diferentes intereses partidarios se añadía la constatación de latendencia abstencionista de la población húngara, que a todas luces parecíasuperior cuando se trataba de elegir entre partidos que cuando la elección seplanteaba entre personas.

El acuerdo al que se llegó en este terreno en la Mesa Tripartita concedíael mismo número de escaños a ambos tipos de representación, la mayoritariay la proporcional, con 152 diputados para cada una. Tal como quedó aprobadala Ley, con las modificaciones que sufrió en el Parlamento, se reservaban alturno mayoritario 176 escaños, 152 al proporcional y 58 a la Lista Nacional,destinada esta última a corregir las desproporciones en la representación quese producen en los distritos individuales y provinciales.

o Umbrales mínimos. En los meses en que se estaba negociando la Leyelectoral, se producía a la vez una eclosión de nuevos partidos políticos,ajenos a los negociadores, cuya profusión hacía temer la formación de unParlamento completamente dividido en pequeños grupos políticos. Por otrolado, la confusión de la opinión pública, su desorientación en el nuevo ambien-te político, que hacía completamente imprevisible su comportamiento electo-ral, aconsejaba también el establecimiento de algún tipo de barrera que impi-diera esa fragmentación excesiva del futuro Parlamento. A estas razones deinterés general se unía probablemente el deseo de los partidos participantesen las negociaciones de obtener algún tipo de ventaja comparativa respectoa los recién nacidos, dificultando a éstos su presentación a las elecciones.

414

Page 419: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

Así, se acordaron dos mecanismos de selección previos y posteriores a laselecciones. El primero obliga a cada precandidato a conseguir 750 firmas deapoyo en su distrito y a cada partido a presentar candidatos individuales almenos en una cuarta parte de los distritos de la provincia. El segundo requistodeja fuera del Parlamento a todos los partidos que no hayan obtenido al menosel 4 por 100 de los votos nacionales.

La distribución territorial de la representación es totalmente proporcional:cada una de las 20 provincias tiene asignado el número de diputados que lecorresponde según su peso en la población total, con una media de 7,6diputados, y los distritos individuales (176) son todos del mismo tamaño,60.000 habitantes, lo que puede traducirse en un número mayor o menor deciudadanos con derecho al voto en función de la pirámide de población decada caso. La elección se efectúa a dos vueltas.

Los 386 diputados se dividen en tres grupos:

— 176 elegidos de forma mayoritaria en los distritos «individuales».— 152 elegidos en las listas de partidos, cerradas, que se presentan en

las 20 provincias, y que se distribuyen proporcional mente por unavariante.del método del cociente y el resto mayor.

— 58 procedentes de las Listas Nacionales.

Un partido puede presentar una Lista Nacional si ha conseguido proclamarsus candidaturas al menos en siete provincias.

En el momento de las votaciones, en la primera vuelta el elector tieneque tomar dos decisiones: seleccionar a uno de los candidatos que se presentanpor su distrito y decidir entre las distintas listas de partido que se presentanpor la provincia. La votación es definitiva en la primera vuelta si en losdistritos individuales algún candidato obtiene más del 50 por 100 de los votosy la participación electoral ha superado el 25 por 100. En caso contrario, secelebra una segunda vuelta a la que sólo pueden presentarse los que hayanconseguido más del 15 por 100 de los votos emitidos en la primera, o bien,si no hay dos candidatos en ese caso, los tres más votados. En las provincias,la votación es suficiente en la primera vuelta si la participación electoralsupera el 50 por 100.

La asignación de escaños en los distritos provinciales se efectúa siguiendouna variante del cociente de Droop, entre los partidos que hayan superado el4 por 100 del voto nacional.

La asignación de los escaños reservados a la Lista Nacional se efectúadel siguiente modo: Se suman todos los votos «sobrantes» de cada partido—de los grupos que han conseguido figurar en esa Lista y han pasado ellímite del 4 por 100—, entendiendo por voto sobrante aquel que el partido

415

Page 420: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

ha recibido pero no le ha servido para enviar un diputado al Parlamento. Esvoto sobrante tanto el recibido por los candidatos individuales de los partidosque no han conseguido escaño en los distritos como el que «sobra» despuésde aplicar el método de cálculo para la asignación de escaños en las listas delas circunscripciones provinciales. Una vez sumados todos estos votos sobran-tes de cada partido, y del total de los partidos que concurren, se distribuyenlos puestos reservados a este turno nacional de forma proporcional a lospartidos, en función del peso de cada uno en la masa de votos sobrantes.

El mecanismo de la Lista Nacional está dirigido a corregir la desproporcióndel sistema mayoritario en los distritos individuales y también la despropor-ción, relativamente mucho más pequeña, del sistema de asignación de escañosen las listas provinciales.

Los mecanismos de selección previa, diseñados contra los pequeños par-tidos, dejaron fuera de la competición a la gran mayoría de los grupos apare-cidos a lo largo de 1989 y principios de 1990.. De los cerca-de 60 partidosregistrados a finales de 1989, sólo 12 consiguieron presentar una Lista Nacio-nal y sólo 19 presentaron listas provinciales. En total, se nominaron 3.507candidatos, apoyados o como miembros de 28 partidos, o bien como indepen-dientes en los distritos individuales. De estos 28 partidos u organizaciones,13 de los 19 que presentaron listas provinciales agrupaban al 97 por 100 delos candidatos.

o Los resultados.La participación electoral en las votaciones de la primera vuelta fue del

63 por 100. En la segunda vuelta esta participación descendió hasta el 46 por100. En cuanto a los distritos mayoritarios, sólo en 5 de los 176 fue suficientela primera vuelta. En el resto ningún candidato obtuvo el 50 por 100 del voto.

El total del 84,2 por 100 se refiere al porcentaje de votos emitidos en lascircunscripciones electorales que han conseguido enviar diputados al Parla-mento. Es decir, el 15,8 por 100 restante fueron votos «inútiles» en el sentidode que los partidos a los que se destinaron no pasaron la barrera nacional del4 por 100, por lo que no pudieron situar ningún candidato.

En total, el Foro ha conseguido el 65 por 100 de los escaños destinadosa la representación personal de los distritos —114 escaños sobre un total de176 reservados a estos diputados—, con el 41 por 100 de los votos emitidosen esas circunscripciones (cálculos propios sobre los datos del Boletín OficialHúngaro). Es decir, el sistema mayoritario ha «premiado» al Foro y ha«castigado» a la Alianza, que alcanzó un 32 por 100 de los votos y sólo un20 por 100 de los escaños de este turno. La Lista Nacional debería habercumplido aquí un papel corrector de esta desproporción, pero la realidad es

416

Page 421: Número 79

COMPOSICIÓN DEL PARLAMENTO HÚNGARO

(Marzo de 1990)

Votos Escaños

,~ Total. . , Individuales Provinciales Nacionalesprovinciales

FDH 24,7% 114 40 10 164 42,5%ADL 21,4% 35 34 23PPP 11,7% II 16 17PSH 10,9% I 14 18AJD 9,0% 1 8 12PDC 6,5% 3 8 10Alianza Agraria — 1 — —Independientes — 6 — —Comunes 4 — —

9244332121

I64

23,8%11,4%8,6%5,4%5,4%0,3%1,6%1,0%

TOTAL 84,2% 176 120 90 386 100%

FDH Foro Demócrata Húngaro.ADL Alianza de Demócratas Libres.PPP Partido de los Pequeños PropietariosPSH Partido Socialista Húngaro.AJD Alianza de Jóvenes Demócratas.PDC Partido Democratacristiano.

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de los 176 distritos individuales y las 20 provincias publicadosen el Boletín Oficial Húngaro del 13 de mayo de 1990

que sólo lo ha hecho a medias. Efectivamente, la Alianza ha conseguido poreste sistema 23 diputados, más del doble que el Foro —10 diputados—, peroello no ha sido suficiente. En opinión de Kimmo Kuusela, la desproporciónproducida en estas elecciones en el sistema mayoritario húngaro es una delas más altas del mundo, y utiliza como comparación los datos recogidos yanalizados por Taagepera y Shugart (1989). También es relativamente notablela desproporción en los resultados de las listas de partido, que él cifra en un18 por 100.

Por otra parte, los resultados de las elecciones en los distritos individualesinvalidan el principal argumento de los defensores de una representaciónbásicamente mayoritaria, es decir, el supuesto «apartidismo» de la poblaciónhúngara, que necesitaría una representación de tipo personal por desconoci-miento o desconfianza de los partidos políticos. Al contrario, los resultadosmuestran que muy pocos independientes han conseguido un escaño parlamen-tario y que el turno mayoritario ha estado dominado por la competencia entrepartidos políticos de la misma forma que el proporcional.

417

Page 422: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

Sólo 199 de los 1.623 candidatos que se presentaron en estos distritoseran independientes, y de ellos sólo seis consiguieron un puesto en el Parla-mento. Las figuras individuales han desempeñado un papel mínimo en laselecciones y los ciudadanos han elegido en función de sus simpatías partidis-tas, todo lo cual arroja grandes dudas sobre la funcionalidad política real deeste sistema electoral.

Tras las elecciones, se formó un gobierno democristiano que agrupaba alForo Demócrata, el Partido de los Pequeños Propietarios y el Partido Demo-cratacristiano, con un sustento en la Cámara del 59 por 100 de los escaños.Como en Checoslovaquia y en otros países del área, la debilidad de estegobierno no ha procedido de la fuerza de la oposición, parlamentaria o de lacalle, sino de las divisiones internas entre los grupos de la coalición. EnHungría, el segundo partido del gobierno, el de los Pequeños Propietarios,con un 11 por 100 de los escaños, ha realizado desde el principio de sumandato una labor desestabilizadora, más propia de un partido antisistemaque de un grupo del gobierno. Finalmente el partido ha abandonado la coali-ción y el gobierno se mantiene gracias a que 30 de los 44 diputados de esegrupo han decidido seguir apoyándole en el Parlamento. Entre tanto, políticose intelectuales discuten continuamente sobre la conveniencia de formar ungobierno de «gran coalición», es decir, que agrupe a todas las fuerzas políticasdemocráticas parlamentarias, probablemete excluyendo al Partido Socialista,heredero del antiguo partido único.

4. Bulgaria

A) Elecciones de 1990

Las primeras elecciones libres celebradas en Bulgaria desde 1946, en juniode 1990, se convocaron con el objetivo expreso de formar un Parlamentoconstituyente, unicameral, de carácter excepcional. Por este motivo, el núme-ro de diputados se elevó a 400, casi el doble de los pertenecientes a legislaturasanteriores y a la siguiente de 1991. En el momento en que se convocaronestas elecciones, el Partido Comunista, con un nuevo nombre, Partido Socia-lista Búlgaro, se enfrentaba a una oposición muy débil, formada en gran partepor los restos de los partidos «históricos», es decir, los existentes antes de laSegunda Guerra Mundial, renacidos unos meses antes de estas elecciones.

La normativa electoral aplicada en estos comicios fue negociada en lamesa redonda que reunió al Partido Socialista y a las fuerzas de oposición,en la que el partido gobernante abogaba por un sistema mayoritario puro

418

Page 423: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

mientras que la oposición deseaba uno completamente proporcional. El siste-ma finalmente adoptado consistía en una mezcla al 50 por 100 del sistemamayoritario y del proporcional, al estilo alemán y muy semejante a la aplicadaen Hungría tres meses antes (Stephen Ashley, 1990, y Kuusela, 1991).

Doscientos diputados fueron elegidos en otros tantos distritos unipersona-les, en una votación a dos vueltas. La segunda vuelta se imponía en caso deque el porcentaje de participación en la primera no hubiera superado el 50por 100 o bien que ningún candidato hubiera obtenido más del 50 por 100de los votos.

Los restantes 200 diputados fueron elegidos sobre listas de partido cerradasy bloqueadas, en 28 distritos, coincidentes con la división administrativa delpaís, que enviaban una media de 7 diputados cada uno. Para obtener represen-tación parlamentaria se exigía un apoyo mínimo del 4 por 100 del total delos votos del país. La fórmula de proporcionalidad utilizada fue la D'Hondt.

El límite del 4 por 100 no perjudicó apenas al índice de proporcionalidad,ya que los partidos que no alcanzaron este límite contaban en conjunto conun 1 por 100 de los votos. Según cálculos de Kuusela, la desviación de laproporcionalidad perfecta fue del 6 por 100 en el total del voto, es decir,sumando votos a listas de partidos y a candidatos individuales de cada partido.

La participación electoral fue muy alta, del 91 por 100, y el resultado delas elecciones parecía augurar un gobierno estable con suficiente apoyo par-lamentario y social. Sin embargo, al igual que ocurrió en Polonia tras las

Partido Socialista ..

UFD

Partido Agrario * ..

MDL .

Otros

ELECCIONES

Votos<%)

47

38

8

61

AL PARLAMENTO BÚLGARO

(Junio de 1990)

Proporcional

Escaños

97

75

16

12

0

Mayoritario

Escaños

114

69

0

M

4

Escaños

211

144

16

23

4

Total

Escaños(%)

53

36

4

6

1

UFD Unión de Fuerzas Democráticas.

MDL Movimiento por los Derechos y las Libertades (minoría turca).

* El Partido Agario actuó como grupo satélite de los comunistas durante las décadas pasadas.

Fuente: Kuusela, 1991.

419

Page 424: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

elecciones de 1989, el proceso de disolución del partido mayoritario, posco-munista, y el progresivo deterioro de la situación económica crearon de hechouna situación de fuerte inestabilidad, con un gobierno monocolor socialistaen constante reajuste y crisis, que no encontraba apoyo en el Parlamentp asus programas económicos y era presionado por las manifestaciones en lacalle. En diciembre de 1990 se formó un nuevo gobierno con igual presenciade ministros del PSB y de la Unión de Fuerzas Democráticas, con un primerministro independiente (Rada Nikolaev, 1991).

B) Elecciones de 1991

Quince meses después de las primeras elecciones generales democráticas,y en un clima político muy diferente, se celebraron nuevas elecciones a unParlamento reducido ya a su tamaño habitual, de 240 diputados. La normativaelectoral aplicada a estos segundos comicios reflejó la alteración en el equi-librio de fuerzas producida en ese período: la representación mayoritaria,apoyada por el Partido Socialista, desapareció y dejó paso a un sistemaproporcional, abogado por los demás grupos. Se mantuvo el requisito del 4por 100 como filtro nacional, la fórmula D'Hondt y la misma división en 28distritos electorales (con 8,6 diputados de media). Desapareció también laexigencia de un mínimo de participación para validar la votación (datosproporcionados por la Embajada búlgara en Madrid).

Se presentaron 39 candidaturas, 16 de las cuales estaban formadas porindependientes. En la misma jornada electoral, el 13 de octubre, se produjeronlas elecciones municipales, lo que complicó notablemente el proceso.

ELECCIONES AL PARLAMENTO BÚLGARO

(Octubre de 1991)

UFDPSBMDLPartido AgrarioUDF-CentroUDF-LiberalOtros

Fuente: Engelbrekt, 1991, y £/ País. 14 de octubre de 1991.

420

Votos(porcentaje)

34337333

16

Escaños

110106240000

Escaños(porcentaje)

4644100000

Page 425: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

Sólo tres de las 39 candidaturas lograron superar la barrera del 4 por 100y obtuvieron representación parlamentaria. Un 25 por 100 del voto fue «votoinútil», es decir, se dirigió a partidos que no pasaron la barrera. La participa-ción electoral fue de nuevo alta, del 80 por 100, pero en notable descensodesde las elecciones anteriores.

El resultado de las elecciones convirtió al Movimiento por los Derechosy las Libertades, defensor de la minoría turco-musulmana, en partido bisagra,con el cual la Unión de Fuerzas Democráticas tuvo que pactar. El MDLrenunció explícitamente a formar parte del nuevo gobierno, ya que la presenciade turcos en la dirección del país habría provocado una fuerte reacción nega-tiva entre la población búlgara y una exacerbación de los sentimientos anti-tur-cos y de los temores a una influencia del Gobierno de Turquía en los asuntosbúlgaros.

Durante un año el-primer gobierno no comunista desde 1944 gozó decierta estabilidad, reforzada por la victoria de un representante de la Uniónde Fuerzas Democráticas —Zhelyu Zhelev— en las elecciones presidencialesdirectas celebradas en enero de 1992. Sin embargo, en el otoño de ese añoel partido bisagra, representante de la minoría turca, insatisfecho con supequeña influencia en la política gubernamental, retiró su apoyo parlamentarioal partido del gobierno, produciendo una crisis que parecía irresoluble y quesuscitó numerosas demandas de nuevas elecciones. Tras un mes de negocia-ciones difíciles, que provocaron la salida de la UFD de dos de sus grupos,el Parlamento aprobó un nuevo gobierno cuyo primer ministro, un indepen-diente, había sido propuesto por el partido de la minoría turca. El Gobierno,compuesto por independientes y ministros del anterior gabinete, obtuvo elrespaldo de diputados de los tres grupos parlamentarios, a pesar de no contarcon el apoyo explícito de las direcciones de los dos grupos más importantes.Es, por tanto, un gobierno muy débil, con una base parlamentaria imprevisibleya que no sigue las líneas partidistas.

5. Rumania

A) Elecciones de 1990

Las primeras elecciones parlamentarias libres se celebraron en Rumaniaen mayo de 1990, en un clima de violencia y confusión políticas. El Frentede Salvación Nacional, formado en pocos días y que había tomado directamen-

421

Page 426: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

te el poder tras la caída de Ceaucescu, se nutría en gran parte de miembrosdel antiguo partido comunista y controlaba todo el aparato administrativo. ElFrente ejerció una persecución sistemática contra los nuevos grupos políticos,a los que vedó el acceso a los medios de comunicación de masas —esencial-mente al canal único de televisión— y cuyas sedes fueron asaltadas por gruposde mineros animados por el Frente. Por otra parte, la propia oposición eraaún muy débil en la primavera de 1990, con estructuras improvisadas y sinfiguras conocidas ni programas elaborados (Michael Shafir, 1991).

El único grupo de oposición de importancia era la Unión DemocráticaHúngara, que representaba a los húngaro-parlantes de Transilvania y otraspequeñas zonas del país, en total unos tres millones de personas, la mayorminoría nacional de Europa del Este. Las relaciones de ambas comunidadesen Transilvania, húngara y rumana, se deterioraron gravemente en los últimosaños de la década de los ochenta y, unos meses antes de las elecciones, enmarzo de 1990, se produjo un estallido de violencia antihúngara, a modo de«razzia», que polarizó el voto de toda esta comunidad hacia el único partidoque se presentaba como su defensor en el país.

Por su parte, el partido comunista que sostuvo a Ceaucescu se disolvióen cuestión de días tras la muerte del dictador. Como se ha dicho, gran partede su militancia activa pasó al Frente Nacional.

El Parlamento rumano, bicameral, con un total de 515 diputados —396en la Asamblea y 119 en el Senado—, fue elegido con un sistema proporcionalaplicado a ambas cámaras. El territorio quedó dividido en 41 distritos electo-rales, coincidentes con las divisiones administrativas. El número de diputadospara la Asamblea en cada distrito se determinó en proporción a la población,entre 4 y 15, con una media de 9,4 diputados, mientras que los senadoresmantenían cifras similares, entre 2 y 4 por distrito, exceptuando a Bucarest,con 14 (David Nelson, 1990, y Kuusela, 1991)

A pesar de tratarse de un sistema proporcional, se optó por las eleccionesa dos vueltas en el caso de que la participación electoral no llegara al 50 por100. En la segunda vuelta se volverían a presentar las mismas candidaturasque en la primera, sin ningún cambio. Las listas electorales son cerradas ybloqueadas.

La fórmula utilizada para la asignación de escaños al distrito es la decuota Haré. En el caso de la Asamblea, los «votos sobrantes» en cada distritodespués de la aplicación de esta fórmula pasan a engrosar una cuenta nacional,a partir de la cual se distribuye este voto entre los partidos utilizando lafórmula D'Hondt. No existe un filtro nacional, o porcentaje mínimo de votos,para obtener representación parlamentaria, por lo que este sistema de repartoposterior del «voto sobrante» es muy beneficioso para los partidos pequeños.

422

Page 427: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

Este sistema no se aplica en las elecciones para el Senado, lo cual, unido ala pequeña representación enviada por cada distrito, con una media de 2,9senadores, implica que el sistema funciona casi como mayoritario.

En la misma jornada se celebraron elecciones presidenciales directas, enlas que Ion Iliescu, del Frente de Salvación Nacional, obtuvo el 85 por 100de los votos. La participación fue numerosa, del 86 por 100.

Según cálculos de Kuusela, la desviación de la proporcionalidad fue sólodel 3 por 100 en el caso de la Asamblea, aunque ascendió al 13 por 100 enel caso del Senado.

La amplísisma mayoría obtenida por el Frente no se tradujo en el gobiernoestable que podría haberse esperado. Por el contrario, aparecieron fuertesdivisiones internas en el partido del gobierno que se tradujeron institucional-mente en un enfrentamiento entre Ion Iliescu, presidente de la República, yPetre Román, primer ministro. Supuestamente, la política abogada por PetreRomán era reformista en lo económico, mientras que Ion Iliescu defendía lasestructuras socialistas, pero este tipo de divisiones, en términos de líneapolítica, no están nunca muy claras en la vida rumana. La nueva marchavandálica de los mineros sobre Bucarest, en septiembre de 1991, pidiendo ladimisión de Román, al parecer animada por el sector pro-Iliescu en el FrenteNacional, determinó el punto de ruptura a la apariencia de convivencia entreambos sectores.

ELECCIONES A LA ASAMBLEA Y EL SENADO RUMANOS

(Mayo de 1990)

Votos(porcentaje)

667633

15

Asamblea

Escaños

2632929121242

Escaños(porcentaje)

688833

10

Votos(porcentaje)

677733

12

Senado

Escaños

92129114

Escaños(porcentaje)

77108114

FSNUDHPartido LiberalMov. ecologista ....DemocristianosOtros (9 grupos) ...

FSN Frente de Salvación Nacional.UDH Unión Democrática Húngara.Los grupos incluidos en «otros» son todos representaciones de minorías nacionales (serbios, turcos, armenios,búlgaros, griegos, polacos, eslovacos y ucranianos).

Fuente: Kuusela, 1991.

423

Page 428: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENRIQUEZ

Petre Román fue obligado a dimitir, de alguna forma confusa que éldenunció como un compló comunista, y en octubre el Parlamento aprobó unnuevo gobierno dirigido por un independiente, Theodor Stolojan, dominadopor el Frente pero con presencia de ministros de otros tres partidos, dos deellos considerados «satélites» del Frente (Dan Ionescu, 1991).

El proceso tiene gran semejanza con la situación búlgara: en ambos casosel partido triunfador es el heredero del viejo régimen, que obtiene una cómodamayoría, pero cuyas diferencias internas le obligan a negociar una coalicióncon partidos de la oposición. A diferencia del búlgaro, sin embargo, el procesopolítico rumano es muy violento.

B) Elecciones de 1992

En julio de 1991 el Parlamento aprobó una nueva Ley electoral, cuyoscambios en relación con la anterior se dirigían principalmente a disminuir elriesgo de un excesivo fraccionamiento en la siguiente legislatura. Se introdujoel límite del 3 por 100 de los votos nacionales para obtener representación,límite que aumentaba en un punto por cada partido o grupo añadido a unacoalición, hasta un máximo del 8 por 100. Así, una coalición de tres partidosnecesitaba un 5 por 100 de los votos nacionales.

El número de diputados se redujo de 387 a 328, mientras que aumentóel de senadores, de 119 a 143. Las nuevas cifras resultaban de la aplicaciónde un principio de representación: un diputado por cada 70.000 habitantes yun senador por cada 160.000, a calcular en cada provincia (si el resto, en ladivisión, es mayor de 35.000 o de 85.000, respectivamente, se añade otroescaño en esa provincia). Con este principio los distritos más pequeños pasarona tener cuatro diputados y dos senadores.

La nueva Ley dificultó la presentación de candidaturas independientes ydisminuyó las oportunidades de los grupos representantes de minorías nacio-nales, que a pesar de ello siguen disfrutando de una «discriminación positiva»importante. Si el grupo de una minoría no consigue ningún diputado en loscauces normales, se le asigna un diputado (que se añade al número total de328), siempre que el grupo haya obtenido al menos el 5 por 100 de los votosque, como media en el país, se han necesitado para enviar un diputado alParlamento.

Una avalancha de nuevos partidos se presentó a las elecciones: se registra-ron en el Centro Electoral 81 partidos, de los cuales sólo nueve competíanen todas las provincias. Varios partidos de la oposición anticomunista conrepresentación parlamentaria (liberales, democristianos) se presentaron unidoscon el nombre de Convención Democrática.

424

Page 429: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

Las elecciones presidenciales se celebraron a la vez que las generales,también a dos vueltas. Ion Iliescu, elegido ya presidente en 1990, obtuvo el61 por 100 de los votos en la segunda vuelta, contra el candidato de laoposición Emil Constantinescu, con el 39 por 100. La participación fue del73 por 100, en descenso respecto a las primeras elecciones, como ha ocurridoen todos los países del área en la segunda convocatoria electoral.

COMPOSICIÓN DEL PARLAMENTO

(Septiembre de 1992)

Congreso Senado

Votos _ . Escaños Votos ,. . Escaños, Escaños , . . . . , Escaños , . ,

(porcentaje) (porcentaje) (porcentaje) (porcentaje)

30271612

9854

87433

1412655

108433

FDSN 28 117 36 29 49 34

Conv. Democrática ... 20 82 25 20 34 24

FSN 10 43 13 10 18 13

PUNR 8

FDHR (húngaro) . . . : . . . 7

P. Gran Rumania 4

P. Socialista 3

P. Agr. Dem —

Min. nacionales * — — — — — —

FDSN Frente Democrático de Salvación Nacional (Ion Iliescu).FSN Frente de Salvación Nacional (Petre Román)PUNR Partido de Unidad Nacional Rumana.FDHR Federación Democrática de Húngaros de Rumania.

• Sin datos sistemáticos sobre el voto a estos grupos. Son 13 grupos diferentes y ocupan el 4 por 100 delos escaños del Congreso.

Fuente: RFE/RL, núms. 41 y 42, octubre 1992.

Como puede apreciarse, la reforma de la Ley Electoral fracasó completa-mente en su objetivo de disminuir el número de grupos parlamentarios. Exclu-yendo a las minorías nacionales pequeñas, el nuevo Parlamento tiene ochogrupos, frente a los cinco del anterior. Las posibilidades de formar un gobiernoestable son remotas si se tiene en cuenta que los dos Frentes de SalvaciónNacional, dirigidos por Iliescu y Roinan, parecen poco dispuestos a la coali-ción. En noviembre de 1992 eL gobierno propuesto por el presidente de laRepública obtuvo la mayoría parlamentaria, muy ajustada, con los votos delos grupos nacionalistas y comunistas. Es un gobierno formado por personas

425

Page 430: Número 79

CARMEN GONZÁLEZ ENR1QUEZ

de escasa relevancia política y con algunos ministros que ocuparon altoscargos en el régimen de Ceaucescu, un gobierno cuya debilidad política loconvierte en un instrumento del'presidente Iliescu (Shafir, 1992). Por otraparte, la escasez y fragmentación de su apoyo parlamentario no permiteaugurar una estabilidad duradera.

6. Cuadro resumen

Sistemas electorales

ProporcionalMayoritarioProporcional y mayoritario .Fórmula proporcional

Segunda vueltaMínimo de participación ....Listas cerradasVoto de preferenciaListas nacionalesUna CámaraDos CámarasTamaño Cámara AltaTamaño Cámara BajaFiltro electoralFiltro previoNúmero de distritosDiputados por distritoDesviación de la proporciona-

lidad perfectaProporcional

Polonia1989

Polonia1991

X50%

X(2)

X100460

X1084

Hare-Niemeyer

X(3)

X100460

5% (4)X3712

Sin datosX

Checoslovaquia!990y 1992

Droop

XXX

X150150

5% (5)

1212

2,5%

20

Hungría1990

XDroop

X50%

X

XX

3864X176(6)19

20,8%X

(1) La elección para los miembros del Senado es mayorilaria. Se eligen dos senadores en cada uno delos 49 distritos, excepto Varsovia, que elige tres.

(2) La Lista Nacional utilizada en esas primeras elecciones semidemocráticas no tenía un carácter com-pensador de la desproporción.

(3) No existe Lista Nacional propiamente dicha, pero 69 puestos de los 460 se distribuyen aplicandocriterios de cómputo nacional y no de distrito.

(4) Esta barrera del 5 por 100 se aplica sólo para distribuir los 69 puestos mencionados en la nota anterior.(5) La barrera del 5 por 100 se aplica en cada una de las dos repúblicas, checa y eslovaca, no sobre el

total del país A esta barrera se añadió en las elecciones de 1992 la aplicable a las coaliciones de partidos: 7por 100 para una coalición de dos o tres partidos, 10 por 100 para una coalición de cuatro o más partidos.

(6) Veinte distritos para listas de partidos y 176 para representación mayoritaria personal.

426

Page 431: Número 79

. , Rumania Rumania Bulgaria Bulgaria RDASistemas electorales / $ w ¡ m ^ ,* , , ^

MayoritarioProporcional y mayofitario X XFórmula proporcional Hare(7) Haré D'Hondt D'Hondt Hare-

NiemeyerSegunda vuelta X XMínimo de participación 50% 50%Listas cerradas X X X X XVoto de preferenciaLisias nacionales X XUna Cámara X X XDos Cámaras X XTamaño Cámara Alta 119 143Tamaño Cámara Baja 387 328 400 240 400Filtro electoral 5% 4% 4%Filtro previo XNúmero de distritos 41 41 28 200 28 15

(8)Diputados por distrito 9 8 14 9 27Desviación de la proporciona-

lidad perfecta 3% 13% Sin datos 6% Sin datos 0,6%(9)

(7) La fórmula Haré se aplica en los distritos electorales, pero para la Lista Nacional se aplica la fórmulaD'Hondt.

(8) Veintiocho distritos para listas de partidos y 200 para representación mayontana personal.(9) Tres por ciento en las elecciones al Parlamento y 13 por 100 en las elecciones al Senado.

III. COMENTARIO

Se han analizado aquí la normativa y los resultados de nueve procesoselectorales parlamentarios en cinco países, ocho de ellos sistemas diferentesentre sí. De estos ocho, cinco han sido sistemas proporcionales, dos hanmezclado modelos mayoritarios y proporcionales y uno es completamentemayoritario. El objetivo del estudio ha sido, por una parte, describir estossistemas para ofrecer una información de base y, por otra, cotejar los diferentessistemas con sus resultados políticos en términos de estabilidad y gobernabi-lidad de las nuevas democracias.

Desde esta perspectiva, y sobre el universo estudiado, resulta imposibleextraer ninguna correlación entre uno u otro tipo de sistema electoral y elnivel de estabilidad posterior de sus nuevos gobiernos. En la zona se encuen-tran gobiernos surgidos de sistemas mayoritarios que, tras haber ganado en

427

Page 432: Número 79

CARMKN GONZALKZ KNRIQUEZ

cómoda mayoría, se han visto forzados a disolverse y convertirse en gobiernosde coalición en los que la oposición ha tenido un papel dirigente (Polonia1989). Se encuentran igualmente gobiernos surgidos de sistemas proporciona-les puros, en los que el partido que ganó con amplia mayoría y formó gobiernose dividió después y acabó necesitando el apoyo de grupos mucho más peque-ños (Rumania 1990). En otros casos, con un sistema electoral semejante, elresultado ha sido un fraccionamiento tal que el Parlamento ha sido incapazdurante meses de producir un gobierno (Polonia 1991). Otro sistema propro-cional, el utilizado en Checoslovaquia en 1990, permitió el mantenimientode un gobierno estable, a pesar de que los grupos que lo sustentaban alprincipio se fraccionaron después en distintos partidos y grupos parlamenta-rios. Sin embargo, el sistema no pudo producir el consenso necesario pararesolver el conflicto nacional, lo que obligó a la celebración de nuevas elec-ciones y, a la postre, a la disolución del Estado federal.

Las fórmulas mixtas utilizadas en Hungría y en Bulgaria en 1990, muysemejantes entre sí, han conseguido en el primer caso una coalición de gobier-no bastante estable, que ha sobrevivido al abandono de uno de los tres partidosque la apoyaban, mientras que en Bulgaria, seis meses después de las eleccio-nes que dieron el 53 por 100 de los escaños al Partido Socialista, éste cedióla dirección del gobierno a un independiente y la mitad de las carteras minis-teriales al primer partido de la oposición.

En definitiva, en Europa del Este se encuentra una muestra de sistemasmayoritarios, proporcionales y mixtos, con gobiernos siempre débiles peromás o menos estables, y con sistemas políticos pacíficos o violentos. Sinduda, esto no implica que los sistemas electorales sean una variable insigni-ficante para comprender la variación de situaciones políticas en Europa delEste. Por el contrario, lo que se deduce de esta descripción previa es que lasturbulencias de la vida política en Europa Central y Oriental son, por elmomento, demasiado intensas para poder aislar el efecto de los diferentessistemas electorales. Por otra parte, cada uno de los países de la zona hatenido un proceso de transición diferente, que se ha desarrollado con distintosritmos y, sobre todo, tiene un sistema de partidos diferente que, en casi todoslos casos, está aún en formación. Este es el aspecto clave, porque la raíz dela inestabilidad que se percibe en la zona está relacionada en primer lugarcon la debilidad de sus fuerzas políticas. ¿De qué sirve, por ejemplo, elsupuesto plus de gobernabilidad que ofrece un sistema mayoritario, si la fuerzaganadora se disgrega después de las elecciones?

La volatilidad del electorado es otro elemento de confusión, relacionadocon esta carencia de sistemas de partidos consolidados. La rapidez a la quecambia la opinión pública en los países del área, motivada en buena parte

428

Page 433: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

por el carácter novedoso de los problemas con que se enfrente, la frecuenciacon que el electorado pasa de un partido a otro o a la abstención, el fraccio-namiento del voto y el comportamiento electoral errático e imprevisible, todoello dificulta el aislamiento del sistema electoral como variable independiente.

Allí donde los partidos comunistas-socialistas ganaron las primeras elec-ciones libre (Bulgaria y Rumania en 1990, Polonia en las semidemocráticasde 1989), se vieron forzados a gobiernos de coalición con las fuerzas deoposición. En Polonia, la pérdida de influencia y de militantes del POUP serealizó mientras éste, formalmente, mantenía una mayoría parlamentaria. Dosaños después, en las elecciones de 1991, su influencia se redujo al 13 por100 de los escaños de la Dieta. En Bulgaria, como ya se ha dicho, el PartidoSocialista perdió el control del gobierno en 1990 a pesar de su 53 por 100de escaños parlamentarios, y en Rumania, el Frente de Salvación, con un 68por 100 de escaños en la Asamblea, mantuvo un gobierno de coalición.

En los países en que las fuerzas de oposición anticomunista se encontrabanunidas en un único grupo, como Polonia y Checoslovaquia, su acceso algobierno supuso inmediatamente su fragmentación en grupos enfrentadosideológica o personalmente. Tanto Solidaridad como el Foro Cívico checo ysu versión eslovaca, Público contra la Violencia, desaparecieron como movi-mientos políticos para dividirse con la creación de nuevos partidos políticos.En Hungría la oposición se encontraba ya dividida en diferentes partidoscuando se celebraron las primeras elecciones y, en este caso, fue la fragmen-tación del voto la que forzó un gobierno de coalición.

En definitiva, ya sea por la debilidad de los partidos herederos de loscomunistas o por la fragmentación de la oposición, en todos los países delárea se encuentran gobiernos débiles de coalición, sea cual sea su normativaelectoral.

La experiencia política comparada de estos cinco países, con sus nueveprocesos electorales parlamentarios, no permite realizar ninguna generaliza-ción sobre la bondad o utilidad de unas u otras fórmulas electorales para lospaíses del área. Por el momento, ante la presión de la crisis económica ysocial, los conflictos nacionales y, sobre todo, la indefinición y debilidad delos partidos políticos, los sistemas electorales aparecen como una variable desegundo orden. Sería conveniente volver a su estudio a medio plazo, en elsupuesto de que en unos años estos países —o al menos los cuatro másdesarrollados, Polonia, Eslovaquia, el País Checo y Hungría— habrán conso-lidado sus instituciones democráticas, cuando sus sistemas electorales actúensobre estructuras de partidos consolidados y sobre opiniones públicas for-madas.

Diciembre 1992

429

Page 434: Número 79

BIBLIOGRAFÍA

Alemania Oriental

FITZMAURICE, John: «Eastern Germany», Electoral Studies, 9:4, 1990, págs. 327-336.

LÓPEZ AISA: «Las transformaciones políticas en el proceso de unificación alemana»,Cuadernos del Este, 4, 1991, págs. 35-53.

Bulgaria

ASHLEY, Stephen: «Bulgaria», Electoral Studies, 9:4, 1990, págs. 312-318.ENGELBREKT, Khell, y PERRY, Dunca: «The Run-up to the National Elections:

Politics and Parties», Report on Eastern Europe, vol. 2, núm. 41, octubre de1991, págs. 4-9.

ENGELBREKT, Kjell: «Opposition Narrowly Defeats Socialists in National Elec-tions», Report on Eastern Europe, vol. 2, núm. 43, octubre de 1991, págs. 1-3.

NIKOLAEV, Rada: «Between Hope and Hunger», Report on Eastern Europe, vol. 2,núm. 1, enero de 1991, págs. 5-10.

Checoslovaquia

PEHE, Jiri (1992a): «Czech-Slovak Conflict Threatens State Unity», RFEIRL Re-search Report, vol. 1, núm. 1, enero de 1992, págs. 83-86.

— (1992b): «Czechoslovak Federal Assembly Adopts Electoral Law», RFEIRLResearch Report, vol. 1, núm. 7, febrero de 1992, págs. 27-30.

— (1992c): «Czechoslovakia's Political Balance Sheet, 1990 to 1992», RFEIRLResearch Report, vol. 1, núm. 25, junio de 1992, págs. 24-31.

WIGHTMAN, Gordon: «Czechoslovakia», Electoral Studies, 9:4, 1990, págs. 319-326.

Hungría

GONZÁLEZ ENRIQUEZ, Carmen: «Las elecciones generales y locales húngaras de1990», Revista del Centro de Estudios Constitucionales, núm. 9, 1991,págs. 225-250.

KOROSÉNY, András: «Hungary», Electoral Studies, 9:4, 1990, págs. 337-345.RACZ, Barnabas: «Political Pluralisation in Hungary: the 1990 elections», Soviet

Studies, vol. 43, enero de 1991, págs. 107-136.SZOBOSZLAI, Gyórgy (compilador): «Váltok és utak», Anuario de la Asociación

Húngara de Ciencia Política, Budapest, 1990.TOKÉS, Rudolf: «From Post-communism to Democracy: Party Politics and Free

Elections in Hungary», informe presentado a la Fundación Konrad Adenauer,1990.

VARIOS: CoIIoquium on Hungahan Electoral Law, Washington, National Republi-can Institute for International Affairs, 1990.

430

Page 435: Número 79

SISTEMAS ELECTORALES Y ESTABILIDAD POLÍTICA

PoloniaBARANY, Zoltan, y VINTON, Louisa: «Breakthrough to Democracy: Elections in

Poland and Hungary», Studies in Comparative Communism, vol. XXIII,núm. 2, 1990, págs. 191-213.

MCQUAID, David (1991a): «The Political Landscape Before the Elections», Reponon Eastern Europe, vol. 2, núm. 42, octubre 1991, págs. 10-17.

— (1991b): «The Parliamentary Elections: a Post-mortem», Repon on EasternEurope, vol. 2, núm. 45, noviembre 1991, págs. 15-21.

PELCZYNSKI, Zgigniew, y KOWALSKI, Sergiusz: «Poland», Electoral Studies, 9:4,1990, págs. 346-354.

SABBAT-SWIDLICKA, Anna: «Poland: A Year of Three Governments», RFEIRLResearch Repon, vol. 2, núm. 1, enero 1993, págs. 102-107.

VINTON, Louisa: «After the Elections: A "Presidential Government?"», Repon onEastern Europe, vol. 2, núm. 45, noviembre 1991, págs. 22-28.

WEBB, W. L.: «The Polish Election of 1991», Electoral Studies, 11:2, 1992,págs. 166-170.

RumaniaGALLAGHER, Tom: «Romanía: The Disputed Election of 1990», Parliamentary

Affairs, vol. 44, núm. 1, 1991, págs. 79-80.IONESCU, Dan: «Riots Topple Petre Roman's Cabinet», Repon on Eastern Europe,

vol. 2, múm. 42, octubre 1991, págs. 10-17.NELSON, Daniel: «Romania», Electoral Studies, 9:4, 1990, págs. 355-366.SHAFIR, Michael: «Promises and Reality», Repon on Eastern Europe, vol. 2,

núm. 1, enero 1991, págs. 107-136.

Europa del EsteBOGDANOR, Vemon: «Founding elections and régimen change», Electoral Studies,

9:4, 1990, págs. 288-294.GONZÁLEZ ENRÍQUEZ, Carmen: Comportamiento electoral en las nuevas democra-

cias de Europa del Este, en el libro colectivo Comportamiento político compa-rado, Madrid, Ed. Centro de Investigaciones Sociológicas, 1993 (en vías depublicación).

FLORES JUBERÍAS, Carlois: «Modelos de transición y sistemas electorales en Europadel Este», REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, núm. 77, 1992, págs. 169-217.

KUUSELA, Kimo: The New Electoral Systems in Eastern Europe 1989-1990, ponen-cia presentada al encuentro del «European Consortium for Political Research»de marzo de 1991, Essex (Inglaterra).

General

NOHLEN, Dieter: Sistemas electorales del mundo, Madrid, Ed. Centro de EstudiosConstitucionales, 1981.

TAAGEPERA, Rein, y SHUGART, Matthew: Seats and Votes. The Efects and Deter-minants of Electoral Systems, New Haven, Ed. Yale University Press, 1989.

431

Page 436: Número 79

RECENSIONES

S. P. PAYNE: Franco. El perfil de la historia, Madrid, Espasa-Calpe, 1992;276 páginas.

J. TUSELL: Franco y la guerra civil. Una biografía política, Barcelona,Ed. Tusquet, 1992.

Los centenarios del nacimiento o muerte de las «figuras de pro» dan vadoa estudios y trabajos de muy distinta calificación científica cuando las perso-nalidades en cuestión tuvieron a su cargo un día las más altas responsabilidadesgobernantes. Las diversas sensibilidades culturales y la densidad de su climaintelectual establece, claro es, una primera y fundamental diferencia en talesconmemoraciones. En 1990, el centenario de Charles de Gaulle ocasionó enFrancia una abundante literatura ensayística e historiográfica de notable cate-goría, pese a lo recurrente del tema en la publicística gala del último mediosiglo.

Aunque es arriesgado aventurar pronósticos, quizá no resulte muy atrevidoconjeturar que el fenómeno no se repetirá en España a propósito del centenariode Francisco Franco. De un lado, el desarrollo de nuestra historiografía con-temporánea es menor que la del país vecino, y de otro, las filias y fobiasdesatadas entre sus coetáneos y las generaciones siguientes por el generalgallego tal vez sean superiores a las despertadas por el también soldado-gober-nante francés. De cualquier modo, el tiempo despejará pronto la interrogante.

Por el momento, la biografía debida a un conocido hispanista norteame-ricano, andarín incansable por la geografía de la España contemporánea, elprofesor Stanley Payne, y la monografía de otro incansable corredor de fondopor los mismos paisajes, Javier Tussell, han abierto el camino de la conme-moración con buen y seguro paso. Si la obra del profesor de Wisconsin esuna biografía ajustada al más riguroso patrón clásico —equilibrada, objetiva,pulcra de estilo e información—, el segundo es un trabajo de investigaciónprimaria en buena parte, novedoso y algo polémico, que se erige en una piezaconsiderable en el análisis de los jalones iniciales de un sistema que rigió lavida entera española por espacio de casi cuatro décadas. Buscando coinciden-cias temáticas y privilegiando más la obra que el hombre, estas líneas secentrarán en la glosa de algunos de los aspectos esenciales de la segundadictadura española del siglo xx.

433Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Enero-Manto 1993

Page 437: Número 79

RECENSIONES

Al término de la contienda civil, líder carismático del «Partido Único»,que controla casi toda la actividad socioadministrativa: generalísimo de losEjércitos, Jefe del Gobierno y del Estado y considerado por la jeraraquíacatólica como hombre enviado por la Providencia para salvar a la Iglesia desu destrucción, Franco dispone de un poder superior al que gobernante algunohaya tenido jamás en la historia de España. Basado en él, va a emprendersus dos objetivos más urgentes: acabar de construir el «Estado de la Victoria»y reconstruir una España deshecha por la guerra.

El conflicto dejó un saldo desolador. Con independencia de la lógicaexaltación y de la alegría de los vencedores, y más allá del abatimiento delos vencidos, en el horizonte de la historia se dibuja claro que toda guerraimplica una auténtica tragedia para el pueblo que la padece. Y más aúntratándose de una guerra en la que en ambas trincheras hubo hermanos.

En lo que se refiere al coste económico la contienda ocasionó la destrucciónde numerosos bienes de infraestructura. Aproximadamente se perdería el 50por 100 del parque de locomotoras y de vagones de mercancías. Alrededordel 70 por 100 de los vagones dedicados al transporte de viajeros se viogravemente dañado. Lo mismo ocurriría con buena parte del tendido ferrovia-rio y la red nacional de carreteras, cuya reconstrucción se encontró agravadapor la escasez de mano de obra cualificada y materiales adecuados. Sobre untotal de seis millones de viviendas, 250.000 fueron completamente destruidasy otras tantas quedaron muy afectadas.

A su vez, la producción agrícola disminuyó en más de un 20 por 100, yla industria en torno al 30, en tanto que la ganadería se redujo a la terceraparte y los mercados extranjeros se perdieron en considerable parte.

La renta nacional descendió en un 25 por 100 y, como consecuencia delos gastos y financiación de la guerra, la Hacienda quedó arruinada. El valoradquirido de la peseta en 1940 se halló reducido en un 50 por 100 respectoal de 1936. Y el índice del coste de la vida, con base a 100 en 1930, se situóen 180 en 1940 y en 234 al año siguiente. .En el caso de los alimentos elíndice resultó aún más elevado. Nada más acabar el conflicto se generalizaráel hambre, en especial en los grandes núcleos urbanos, situación que propiciaráel «estraperlo». La población activa disminuyó en medio millón de personas.En suma, en la medida en que lo permiten los datos conocidos, la renta percapita no volvería definitivamente a alcanzar sus niveles de preguerra hasta1953.

En el sector agrario, que vuelve a ser mayoritario, la profunda crisis severá agravada con varios años de «pertinaz sequía». La escasa tecnificación,unida al bajo nivel de capitalización y al muy débil grado de integración entreagricultura y ganadería, determinará que la «ruralización» a que se asiste en

434

Page 438: Número 79

RECENSIONES

los primeros años de la posguerra tenga visos de hacer retroceder al país asiglos anteriores... Con el fin primordial de administrar el severo racionamien-to alimentario y la mejor distribución de los productos se crearán la Comisaríade Abastecimientos y Transportes y el Servicio'Nacional del Trigo.

A tono con las circunstancias impuestas por el estallido de la segundaconflagración mundial y la propia filosofía política y económica del régimen,la autarquía y el proteccionismo a ultranza se enseñorearán de todo el horizonteeconómico español, con singular incidencia en el sector industrial. En 1941,en el ámbito de tal política se creará el Instituto Nacional de Industria y senacionalizarán los ferrocarriles (RENFE) y los teléfonos (Compañía NacionalTelefónica). El intervencionismo estatalimpera por doquier y la política decompras en el extranjero irá muy ligada a las vicisitudes de la Guerra Mundial.

Desplegando premisas contenidas en las leyes y decretos adoptados duran-te la contienda civil, el régimen acometerá su total institucionalización y totalafianzamiento jurídico legal en estos años iniciales de la década de los cuaren-ta. En primer término, su aparato coactivo se refuerza con la Ley de Seguridaddel Estado (marzo de 1941), reforma del Código Penal y regulación de lajusticia militar (diciembre de 1944 y julio de 1945, respectivamente), asícomo «la regulación de los derechos de reunión y asociación» (1940 y 1941).

Completados el dominio y control de la difusión de ideas y noticias através de la creación de la cadena de prensa del Movimiento y de la formaciónde los profesionales del mundo periodístico en una escuela oficial ad hoc, elnacimiento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1939), lafundación del Sindicato Español Universitario (SEU) y de las Milicias Univer-sitarias, así como la Ley General de Bases de la Universidad de 1943, poníana punto, junto con la prohibición del uso de las lenguas autóctonas en laeducación y la Administración, un rígido y autoritario sistema de encuadra-miento ideológico de la sociedad española. El denominado, más efectista queexactamente, nacionalcatolicismo probaría, por su parte, la estrecha alianzaentre el poder y la Iglesia, que recordaba los tiempos de otras «restauraciones»político-religiosas de la España contemporánea.

Pero si preocupaba al régimen el control del mundo del pensamiento yde la «literatura disolvente», no era menor su recelo y suspicacia ante ellaboral. Así, en 1940 tendría lugar la formación de los sindicatos bajo laestrecha tutela y la batuta incontestable del Estado. Se trataba de un sindicatovertical, dividido en veintidós ramas aglutinadoras de toda la comunidadproductiva, y en la que empresarios, técnicos, directivos y obreros quedabanagrupados por sectores de producción.

Dentro de la estructura institucional con que el régimen encorsetó, bajola directriz suprema de la Falange, a la sociedad española de la posguerra,

435

Page 439: Número 79

RECENSIONES

la Ley de Cortes, de 17 de julio de 1942; el Fuero de los Españoles, de 17de julio de 1945, y la Ley de Referéndum Nacional, de 22 de octubre de1945, ocupaban por derecho propio un puestp de primer orden.

Mero órgano deliberante, las Cortes franquistas —integradas por procura-dores natos, designados y electos— tenían como cometido la discusión, encomisiones, de los proyectos de ley transmitidos por el gobierno, pero, enúltima instancia, toda la actividad legislativa la sancionaba el Jefe del Estado,que usufructuaba la potestad de gobernar-mediante leyes y decretos-leyes entrámite de urgencia. Respecto al Fuero de los Españoles, presentado comocarta magna de principios, derechos y deberes del pueblo, cabe decir que sehallaba inspirado en los veintiséis puntos de la doctrina de la Falange y enel Fuero del Trabajo, siendo promulgado, como ya insistiremos, a manera deconcesión al clima democrático reinante en gran parte del mundo una vezacabada la pesadilla nazi-fascista. Por último, en la Ley de ReferéndumNacional se establecía que «cuando la trascendencia de determinadas leyeslo aconseje o el interés público lo demande, podrá el Jefe del Estado, paramejor servicio de la nación, someter a referéndum los proyectos de leyeselaborados por las Cortes». Venía a ser, pues, el último eslabón de la cadena«democrática» elaborada por el régimen desde que la causa del Eje conociesesu primera y decisiva inflexión, presentándose como alternativa o sucedáneode la consulta electoral.

Como es obvio, las andanzas de la guerra tuvieron un reflejo destacadoen la marcha inicial de la dictadura. Proclamada la neutralidad al estallar elconflicto y más tarde, 14 de junio de 1940, la no beligerancia de España enla contienda, su alineamiento durante la primera fase de éste en el bando delEje fue manifiesto. La traducción política de tal postura fue el predominiocasi incontestado de la Falange a la hora de inspirar savia ideológica y praxisgobernante a un régimen troquelado en la heterogeneidad política e ideológicadel gran magma conservador del país. Estos años presenciaron la fusión másestrecha entre el franquismo-Movimiento y el franquismo-régimen, que habríade demostrarse frente a la fugacidad y, en definitiva, oportunismo del primero,como más sustantivo y permanente. Esta distinción, tomada del carácter yevolución del fascismo italiano, puede aplicarse, con muchas reservas y dis-tinciones según acabamos de ver, al franquismo de los primeros años cuarenta,en los que el ascendiente y la influencia falangistas llegarán a ser en múltiplesaspectos absorbentes. Sin embargo, pese a esta coloración totalitaria del régi-men, será la impregnación castrense la que, en esencia y en última instancia,imprima su carácter a un régimen nacido de una victoria militar. Cuando—después de ciertas conspiraciones de salón para restaurar la monarquíaprotagonizadas por círculos muy minoritarios del mundo intelectual y de la

436

Page 440: Número 79

RECENSIONES

aristocracia apoyados por las embajadas aliadas— la dictadura tenga queenfrentarse con una formidable oposición conformada en el interior por los«maquis» y sobre todo por la actividad guerrillera que, con la ayuda y coope-ración de Francia, lleva a cabo una verdadera invasión por el valle de Aran(verano de 1944), será el Ejército el que solvente la situación. Igualmente,cuando el régimen a finales del conflicto mundial se encuentre ante las cuerdas,la fidelidad de la mayor parte de los cuadros castrenses hacia el «generalísimo»mantendrá a éste en el poder. Empero, no debe confundirse ni siquiera enestos momentos al régimen de Franco con una dictadura militar. Si el Ejércitocomo tal usufructuó siempre elevadas cuotas de poder —baste recordar quetodos los vicepresidentes de Gobierno y uno de los presidentes del Consejode Ministros se reclutaron en las filas del estamento castrense, que proporco-naría 39 de los 120 ministros del período—, el país no se rigió nunca porlos intereses exclusivos de las Fuerzas Armadas ni por una camarilla de estas.

Dadas las estructuras de su régimen político y la actitud de éste durantela Segunda Guerra Mundial, estaba en la naturaleza de las cosas que el finalde la contienda dejará sentir también sus efectos sobre uno de los principalespaíses neutrales, junto con Turquía y Suecia.

Coincidiendo con los inicios de la conferencia de Potsdam, el franquismose había apresurado a arrojar lastre totalitario con la promulgación del Fuerode los Españoles. Este pretendía ser una constitución vergonzante o encubiertaque, sin hacer formalmente concesiones al denigrado liberalismo, recogiera,no obstante, los principios básicos del mundo contemporáneo troquelados porlas grandes revoluciones del período. Una remodelación profunda del Consejode Ministros, en el que la tendencia liberal ganaba posiciones, y una campañade imagen entre los católicos extranjeros completaron el amago aperturistade la dictadura, incomovible en sus cimientos. Tanto estas medidas como lafijación de un plebiscito para establecer definitivamente la esencia del régimeny la promulgación de una Ley de Referéndum (22-X-1945) no disminuyeronla protesta exterior contra la dictadura, aireada en los principales foros polí-ticos internacionales por los grupos exiliados, muy activos en estos meses.El propio aspirante a la Corona, el príncipe don Juan de Borbón, que habíadado a la luz en marzo anterior, en Lausana, un duro manifiesto contra Francoy su régimen, trasladaría su residencia en clara muestra de su decidido propó-sito de sustituir al dictador.

En México, el exilio democrático conseguía por fin aglutinar a todas susfuerzas y restablecer un gobierno que satisfacía todas las reservas mantenidashasta el momento sobre la preservación de la legitimidad republicana poralgunos de sus antiguos prohombres. Tal clima envolvió la aparición en laONU del denominado «caso español». Francia sería la primera nación que

437

Page 441: Número 79

RECENSIONES

tradujera en actos la postura antifranquista al decretar el cierre de fronterascon España (1-III-1946). Londres y Washington eran, sin embargo, las instan-cias decisivas para el derrocamiento del franquismo. El 4 del citado mes sedivulgaría una nota conjunta de los antiguos tres grandes que contenía unaabierta repulsa hacia la dictadura y una solicitud para la creación de ungobierno provisional, integrado por hombres de ideología aperturista queindujeran a la retirada pacífica de Franco.

Los avatares de la política internacional hicieron, empero, que esta granamenaza para el régimen instalado en Madrid no supusiera ningún peligroreal para su permanencia. La Inglaterra laborista partidaria, como todo elpueblo británico, de una restauración monárquica, albergaba serias dudassobre las posibilidades de una consolidación socialdemócrata en España; y laCasa Blanca, cada vez más desmarcada de las posiciones rooseveltianas, nodepositaba ninguna confianza en los grupúsculos republicanos, que se dispu-taban ásperamente la piel del león antes de cazarla.

Así, la retirada de embajadores y la expulsión de España de todos losorganismos internacionales aprobadas por una amplia mayoría en la ONU endiciembre de 1946, con toda su innegable trascendencia, no condujeron a laasfixia del régimen. Las cualidades de Franco para dividir y neutralizar a ladébil oposición interna se manifestaron en aquel entonces en toda su plenitud,mientras que los desesperados ataques de la resistencia comunista eran aplas-tados sin mayores dificultades.

El mantenimiento de los lazos económicos y diplomáticos con variasnaciones iberoamericanas y casi todas las del mundo árabe evitaban al mismotiempo el aislamiento completo de la dictadura.

La situación económica de extrema penuria de los últimos años de lacontienda internacional se agravaría ahora hasta extremos difíciles de superarcon la falta de carburantes y de toda suerte de materias primas importadas,así como de objetos manufacturados. El racionamiento implantado tiempoatrás se mantenía en tanto que, mal que bien, la industria estatal y la iniciativaprivada lograban la puesta en pie de plantas productoras de los artículos másimprescindibles.

En el plano político, el dontancredismo del dictador no tardó en dar susfrutos. Capeando lo más fuerte del temporal, y mientras la oposición internay externa se debatía entre quimeras y rivalidades de fuerte contenido personal,Franco se decidía a una cautelosa salida hacia el futuro. Una Ley de Sucesiónsometida a referéndum el 7 de julio de 1947 y refrendada por 12.628.983votos —el 89,86 por 100 de los votantes y el 78,01 por 100 del electorado—constituía a España en reino. Este nacía acéfalo, por cuanto la Ley que loinstauraba proclamaba igualmente la jefatura vitalicia de Franco. Según los

438

Page 442: Número 79

RECENSIONES

artículos más significativos —sexto y trece—, el Jefe del Estado podía pro-poner a las Cortes la persona que, a título de rey o de regente, debía sucederle;asimismo entraba dentro de sus facultades el solicitar del citado órgano laexpulsión de dicha sucesión de las personas reales carentes de la capacidadnecesaria para gobernar o que por su notoria desviación de los principiosfundamentales del Estado merecieran perder los derechos de sucesión estable-cidos por la Ley.

La Ley fue, naturalmente, mal acogida por la oposición monárquica y laexterior. La primera habría, sin embargo, de perder sus perfiles más durosante el creciente escisionismo de sus filas y, en particular, una vez que donJuan y Franco llegaran, en agosto del siguiente año, a un acuerdo sobre laeducación en España de los infantes don Juan Carlos y don Alfonso.

Mientras ello acaecía en el mundo de la oposición, el régimen afianzabasus posiciones, pese a la contestación de considerables sectores populares enCataluña, País Vasco y Asturias, traducida esporádicamente en conflictoscallejeros. A finales de 1947 pudo ya detectarse el lento tournant de ladiplomacia yanqui, presionada por el Pentágono, hacia el sólido valladaranticomunista representado por Franco y su régimen, en una encrucijadaestratégicamente vital para los intereses de Occidente.

Aunque no ingresara en la OTAN, los propios Estados Unidos encabeza-rían en la ONU (noviembre de 1950) el levantamiento de las sanciones diplo-máticas de 1946, revocación conseguida por 38 votos contra 10 y 12 absten-ciones. Incluso las potencias abstenidas, como Gran Bretaña o Francia, nodemorarían un instante el disponer el retorno de sus embajadores. En el mismomes de noviembre se produciría el ingreso de España en la FAO, seguido devarios más en organismos internacionales como la OMS (mayo de 1951),Organización de Aviación Civil y, el 18 de noviembre del año siguiente, enla UNESCO. En 1951 ya los Estados Unidps habían firmado con España elPacto de Seguridad Mutua.

Para entonces varios de los muchos hilos del trabajoso entramado queconduciría a los acuerdos de 19 de septiembre de 1953 estaban ya en el cadejode las negociaciones entrambos países. La Administración demócrata, enplena tormenta de la guerra de Corea, acabó por dar luz verde a un tratadobilateral que suponía para España el abandono de la neutralidad. Sin embargo,por lentitudes burocráticas y ajustes de última hora sería la presidencia deEisenhower la que rubricase con Franco los tres convenios conocidos comolos «Pactos de Madrid».

Las finalidades estratégicas primaban sobre cualquier otra consideracióndel lado yanqui —concesión de bases militares en el territorio peninsular—,mientras que por parte hispana los objetivos políticos y económicos aparecían

439

Page 443: Número 79

RECENSIONES

muy resaltados. Para lograrlos Franco no dudaría en aceptar los recortes desoberanía nacional que al fin y al cabo implicaban piertas-cláusulas de laprimera parte del tratado, manteniendo secreto en ciertos puntos. El avalnorteamericano, que seguía al de la Santa Sede, significaba la legitimidadinternacional de la dictadura.

Mas, al margen de la vicisitudes de ésta, la trascendencia cara al país dedichos acuerdos reside en que para España la Segunda Guerra Mundial habíaconcluido.

Fue, en verdad, entonces cuando el país pudo enfrentarse con ciertaesperanza a los grandes desafíos que tenía planteados de tiempo atrás, resu-midos en la recuperación del pulso económico perdido en la vorágine de losaños treinta y en la reconciliación de los espíritus que la superación definitivade ésta reclamaba. Si en el primero la década de los cincuenta contemplaríaun avance en conjunto muy considerable, en el segundo aspecto los progresosfueron ostensiblemente menores.

En el plano demográfico el incremento fue estimable, al pasar de28.117.077 habitantes en 1950 a 30.582.936 un decenio después. No obstante,tal ascenso poblacional tuvo una distribución asaz irregular. Los grandesnúcleos urbanos de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Bilbao...se convertirían en poderosas ventosas de una irrefrenable emigración interiorde las zonas rurales, al propio tiempo que tenía lugar otra incontenible de lasregiones más deprimidas —Castilla, Galicia, Andalucía, Extremadura— hacialas de mayor desarrollo —Cataluña, País Vasco, Levante—. Por otra parte,debe mencionarse que ya a finales de la década comenzaría la salida detrabajadores —en riada acrecentada con el paso del tiempo—hacia los centrosde la Europa capitalista, con fuerte demanda de mano de obra por aquelentonces: Alemania, Países Bajos, Suiza, Francia, etc. En los inicios deldecenio, la superación de los niveles de preguerra y la abrogación, tan expre-siva y sintomática, del racionamiento alimentario esbozan ya un despegueeconómico en el que la entrada de divisas —dólares de la ayuda americanajunto con los créditos del Import-Export Bank— se evidenciarían como factorde primer orden. Y así, el crecimiento anual de la renta nacional en un 6 por100, con un llamativo descenso del porcentaje de participación del sectorprimario —del 40,7 por 100 en 1951 al 25,2 por 100 en 1957— y el fuerteincremento de la producción industrial —electricidad, cementos, aceros—,con un índice anual del 8 por 100, mostrarán que el país empieza a recorrerfirmemente la senda del progreso material.

No faltarán, naturalmente, las sombras ni las facetas menos positivas. Deesta forma, las indecisiones a la hora de poner fin a la política autárquica ysustituirla por una estrategia liberal retrasarían la aplicación de las medidas

440

Page 444: Número 79

RECENSIONES

impuestas en el entorno europeo occidental y no obtendrían todos los benefi-cios de este incipiente desarrollo. Igualmente, tanto a nivel regional como dela estructura social, se patentizarán grandes desigualdades en el reparto delas rentas. Fenómeno igualmente muy negativo sería el déficit del sectorexterior a consecuencia del marasmo de las exportaciones y el aumento delas importaciones en bienes de equipo y tecnología, reclamado por el des-arrollo industrial. En el mismo orden de cosas cabe situar el desacierto delEstado a la hora de la emisión de Deuda pignorable con el fin de adquirirrecursos y que provocarían fuertes aumentos de las magnitudes monetarias.

Hacia 1957 los halagüeños horizontes del quinquenio precedente abocabande nuevo a un panorama muy sombrío. Encarado con tal situación, el régimenpudo evitar el naufragio merced a la política económica inaugurada por losministros tecnocráticos —Mariano Navarro Rubio y Alberto Ullastres, titula-res, respectivamente, de Hacienda y Comercio— que formaban parte delgobierno constituido ese mismo año.

Sin tardanza pusieron mano a la obra con medidas que allanasen e hicieronposible una cirugía de hierro para la postrada economía de la nación. En elcitado año de 1957 se dictarían las primeras medidas tendentes a lograr unamínima coordinación de los distintos actores y organismos en el campo eco-nómico. Ante todo, la autarquía había de pasar al desván de las antiguallas,mediante la modernización del sector —el industrial— que más había expe-rimentado sus negativos efectos. Al tiempo que un programa de saneamientomonetario —control de la inflación— y liberalización económica a todo trapo.Para conseguirlo se aumentarán los tipos de interés, se suprimirán algunosorganismos estatales de intervención, así como la Deuda pignorable, al pasoque se inicia una tímida reforma fiscal —disminución del déficit público—y se establece el cambio único de la peseta —42 ptas/dólar— y, finalmente,se emprenderá la revisión de los aranceles aduaneros.

Con todo ello los obstáculos mayores para el Plan de Estabilización handesaparecido, como lo evidencia el freno de los precios y, en otro plano, elingreso de España en la OECE. Tal ingreso propicia la consulta de Madrida organismos e instituciones prestigiosas acerca de la conveniencia de libera-lizar el comercio exterior, hacer convertible la peseta y aportar su grano dearena al recién creado Mercado Común Europeo. Frente a las reticencias delpropio Franco y de algunos círculos del régimen muy poderosos, la respuestapositiva a tales consultas y la firme decisión del ministro de Hacienda diofinalmente luz verde a la adopción del Plan —21 de julio de 1959—. Paraimpulsarlo llegaría a España un viento favorable expresado en los 250 millonesde ayuda financiera aportada por los Estados Unidos y otros 250 millonespor la OECE.

441

Page 445: Número 79

RECENSIONES

Para llevarlo a buen puerto se tomarían, entre otros, las siguientes medidasen el plano interior: reducción del gasto público y del consumo privado,aumento de los tipos de interés, control de la Deuda pública, liberalizaciónde los precios, desaparición de diecinueve organismos de carácter intervencio-nista y supresión de ciertas rigideces de las leyes en materia laboral. Asimis-mo, en el orden exterior, junto con la liberalización de las importaciones seimpondría para los importadores la creación de un depósito bancario del 25por 100 del precio de lo adquirido y se fijaba el cambio de la peseta —deva-luación encubierta— en 60 ptas/dólar.

A manera de remate y complemento se dictará la Ley de InversionesExtranjeras, muy favorable, como era de esperar, a la entrada de capitalesforáneos, autorizándose en un principio una inversión del 50 por 100 delcapital empresarial, ampliada luego al 100 por 100, quedando fuera de dichadisposición las empresas consagradas a la defensa militar, las de informacióny las de servicios públicos. Con un envés muy estimulante para la economíanacional, que veía la capitalización de empresas básicas para el desarrollo ydesembarazada de obstáculos la entrada de divisas, la insostenible dependenciaexterior ponía al descubierto el haz negativo de una ley en cualquier casoindispensable y de todo punto necesaria en el hic et nunc.

Pandereteado a los cuatro vientos por la propaganda del régimen, el Plande Estabilización señaló sin duda un punto y aparte en la andadura de laeconomía española contemporánea, mereciendo una generación más tarde elaplauso de todos sus estudiosos. Pese a su negativa influencia en el empleo,que expulsó del país a un considerable porcentaje de mano de obra, y a larecesión económica que a corto plazo también le seguiría, con una caídaconsiderable del PNB, al controlar la inflación y colocar los cimientos delespectacular desarrollo de la siguiente década, el Plan de Estabilización de-mostró el acierto de toda una política económica y una línea política.

En efecto, el viento liberalizador proveniente de los cuadrantes económi-cos comenzó a llegar también a otras zonas del régimen y del país. En 1958,la Ley de Principios del Movimiento suponía un gesto inconfesado de acom-pasar la dictadura a un proceso de irrefrenable institucionalización monárqui-ca, al arrojar el lastre de los últimos elementos de la ideología totalitaria.Bien que los partidos políticos, los sindicatos clasistas, las autonomías y elsufragio universal como legitimador de la soberanía política siguieran acapa-rando los anatemas del sistema, la declaración de España como monarquíatradicional, católica, social y representativa implicaba un paso considerablehacia el orillamiento real de la Falange como pivote del régimen, que seadentraba así en una zona propiciadora de evoluciones no siempre cosméticas,habida cuenta de su desembocadura, ahora fijada de manera terminante. Por

442

Page 446: Número 79

RECENSIONES

lo demás, diversas medidas como, en especial, la Ley de ProcedimientoAdministrativo o la del Régimen Jurídico de la Administración pondrán derelieve los cambios operados en la estructura del poder estatal, en el que secrearán o reorganizarán diversos cuerpos.

Simultáneamente —y explicada en gran parte por ella— a la crisis de lasideologías, que singulariza a la etapa finisecular del siglo xx, se ha producidouna desdramatización de la controversia en torno a los análisis interpretativosde tendencia maniquea acerca de la naturaleza y la historia del franquismo.Muy singularmente las interpretaciones marxistas o gramscianas de la dicta-dura, que casi monopolizaron la interpretación de aquél en el veintenio pre-cedente, han perdido su exclusividad en beneficio de la riqueza y del matizen el debate historiográfico. Como sucede en Italia respecto al auge y acep-tación generalizada del fascismo en los comienzos de los años treinta, en laactualidad gana terreno entre los investigadores el consumo producido entorno a Franco y su régimen a fines de los años cincuenta. Estos marcarán,en cierto terreno, la plenitud del sistema, apenas erosionado poruña oposiciónrefugiada en cenáculos intelectuales, reducidos sectores obreros y regionales.Antes de que el Concilio provoque la eclosión de una contestación eclesialen las capas del sacerdocio más joven y configure una sensibilidad religiosamás porosa a los valores de la libertad y la justicia, la Iglesia docente respaldarácon unanimidad al régimen. Si el protagonismo de la JOC y la HOAC desem-bocará en 1960 en una organización sindical USO (Unión Sindical Obrera),llamada a dejar una profunda huella en las luchas obreras, el episcopadoespañol formará como un solo hombre en torno a un régimen al que no se leregatea la legitimidad de origen y de ejercicio. Si por las mismas fechas elPartido Comunista Español prosigue su táctica de reconciliación nacional ydeja sentir su fuerte presencia en la oposición obrera e intelectural, en estaúltima surgirá el famoso Frente de Liberación Popular, coalición muy hetero-génea que perseguirá, sin éxito, la unidad de la oposición, y que no tardaráen languidecer, atraída la mayor parte de sus miembros por las sinecuras ylas ofertas de un poder cada vez más arraigado en la opinión pública. De estamanera, y a despecho de puntuales acciones y fenómenos —1958, cristaliza-ción de ETA; movimientos huelguistas en Madrid, Barcelona y Asturias,1957-58—, la oposición, tanto interna como externa, continúa debatiéndoseentre la impotencia y el voluntarismo. Ningún ejemplo mejor que el ilustradopor las discrepancias entre el PSOE del interior y el del exilio. El enfrentamien-to generacional se refleja también en el seno de las grandes fuerzas contesta-tarias, que creen llegado el momento inaplazable de construir nuevos modelosde oposición, dibujados y accionados desde y en la Península. Por otra parte,el régimen aprovechará cualquier brote de disidencia para airear el fantasma

443

Page 447: Número 79

RECENSIONES

de la guerra civil y reforzar sus palancas represivas —Ley de Orden Públicoen 1950 y un año más tarde Ley contra el Terrorismo—. La dicotomía entrevencedores y vencidos está aún lejos de desaparecer y el dictador ve todavíaen el triunfo de 1939 la legitimación de su poder.

En consonancia con el afianzamiento de la dictadura y el abandono deciertas de sus facetas castrenses y fascistas, la atmósfera" de un mundo enplena guerra fría se vuelve más distendida hacia España. Exponente máximode ello será la llegada, en auténtico olor de multitudes, de Eisenhower aMadrid —20 de diciembre de 1959—. Poco antes, la implantación de laV República en Francia implicará una intensificación de los intercambios detodo tipo y una mejora de las relaciones con Francia, en tanto que se estrechanlos lazos con la Alemania de los últimos años de Adenauer.

Frente a ello, los pequeños incidentes que jalonan el fin del protectora-do sobre Marruecos (1956) y los altecados bélicos de Ifni de un año mástarde, atizados desde Rabat, apenas si empañan un horizonte cada vez máslimpio de nubes para el régimen franquista, que no dudará en continuar consu tradicional política de amistad hacia el mundo árabe al apoyar la naciona-lización del Canal de Suez, llevada a cabo por el líder egipcio Nasser en elaño 1956.

En diversas dimensiones ésta lo fue también para el desarrollo económicoy social de la España de la época. En 1970 el país rebasaba los 34 millonesde habitantes, con un 37,61 por 100 de población activa repartida sectorial-mente de la siguiente forma: 29,11 por 100 en el primario, 37,28 por 100 enel secundario y 33,61 por 100 en el de servicios. Al tiempo que la emigracióninterior no conocía pausa ni reflujo, la exterior—fuente de capitalización deprimer orden para el país por su creciente remesa de divisas— se elevaba en1970 a 1.200.000 trabajadores.

El Antonio Flórez de Lemus del denominado tardofranquismo y la demo-cracia del profesor Luis Ángel Rojo ha afirmado taxativamente que en losaños sesenta se produce «el primer ciclo industrial moderno de España». Alo largo de este decenio las tasas de crecimiento sólo serían superadas por laeconomía nipona. Mientras que la renta nacional se incrementaba anualmentedel 4 al 7 por 100, la renta per capita se multiplicaba por 3-6,5 y la producciónindustrial aumentaba en un 160 por 100. En el área del comercio exterior,en el que las exportaciones se multiplican por 5, las mercancías industriales—calzado, buques, bienes de equipo— llegarán a superar a los tradicionalesproductos del agro—cítricos, aceites, vinos...—. A su vez, las importacionesse multiplican por 8 —crecimiento anual de un 30 por 100 hasta 1967, enque se producirá una pequeña crisis intercíclica que dará lugar a un déficitde la balanza de pagos y a la devaluación de la peseta, pero que muy pronto

444

Page 448: Número 79

RECENSIONES

se superará al dar paso a otro quinquenio de espectacular desarrollo, con uncrecimiento del PNB del 6 por 100.

Como es-lógico, este desarrollo económico-, expresión en último términode la vitalidad profunda del país, inmerso en la etapa quizá de mayor prospe-ridad conocida por Occidente, fue encauzado desde el poder por los llamadospolíticos y dirigentes tecnócratas, muchos de ellos incardinados en la órbitadel Opus Dei. A raíz del célebre informe del Banco Mundial sobre el panoramaeconómico español de 1962, se promulgaría a finales del año siguiente laLey de Publicación del I Plan de Desarrollo Económico y Social. Conformea su propio texto, los fines del Plan, muy deudor de la filosofía que inspiraralos franceses, se fijaban en la «constante elevación del nivel de vida, unamejor distribución personal, funcional, sectorial y regional de la renta, dentrode las exigencias de la justicia social y de la ordenación de todos los recursosdisponibles al servicio del hombre, en su dimensión personal y familiar y delbien común de la Nación». Respaldado por el innegable éxito del anterior—cumplimiento del 72,9 por 100 del total de las inversiones programadas,del 70 por 100 de los objetivos en enseñanza y formación profesional y del65 por 100 en sanidad y seguridad social—, en febrero de 1969 se botaba elII Plan de Desarrollo y dos años más tarde el III y último.

No faltaron, como es obvio, las críticas y denuncias al desarrollo de losaños sesenta en general y a la marcha y efectos de los Planes de Desarrolloen particular. Tal vez la más puesta en razón sea la denuncia de una modifi-cación profunda y auténtica en las bases estructurales de la economía delpaís, así como la ausencia de una reforma fiscal de corte moderno. Igualmentecertera y justa es La que delata una absorbente dependencia del capital y latecnología extranjeros. Quizá menos atendible sea la censura provocada porel déficit del comercio exterior, que llegó a convertir el valor de las exporta-ciones en un 50 por 100 de las importaciones. Con todo, ello intentó compen-sarse con inversiones extranjeras, los ingresos del turismo —6.100.000 visi-tantes en 1960, 20.000.000 en 1969 yv34.560.000 en 1973— y los recursosde los emigrates —470 millones de dólares en 1970—. El deterioro del medioambiental provocado por la invasión «turística» y las especulaciones del suelo,así como la existencia de fuertes desequilibrios regionales, serían, en fin,otras vertientes negativas de la conversión de España en la décima potenciaindustrial del mundo, bien que fuera con grandes costos —emigración, dete-rioro del medio humano y natural, satelización—, importará repetirlo.

El tetnpo del dictador fue distinto al de sus coetáneos y celosamenteadministrado por una personalidad poco o nada influenciables. Aun así, lastransformaciones económicas y sociales y la confluencia de presiones de todotipo —vaticanas, monárquicas, castrenses— compelerían a Franco al referén-

445

Page 449: Número 79

RECENSIONES

dum de 1966, cuya desembocadura lógica en la sucesión habría de esperartodavía cerca de un trienio...

Cerca de veinte millones de españoles, esto es, el 86 por 100 del censoelectoral, participaron en el referéndum —14 de diciembre de 1966— paravotar la Ley Orgánica del Estado. El resultado se decantó abrumadoramentea favor del sí, sobre todo una vez que el gobierno prohibiese defacto lascampañas en favor del no o de la abstención. Los principales pilares delordenamiento constitucional anterior sufrieron profundas modificaciones, has-ta el punto de convertir a la Ley Orgánica en una Ley fundamental. Promulgadael 10 de enero de 1967, el franquismo, en palabras de Javier Tusell, sólo«llegó a un definitivo marco constitucional con la Ley Orgánica de 1967»(La dictadura de Franco, Madrid, 1988, 283).

Tal medida, junto con la Ley de Prensa de 1965, debida, sobre todo, ala iniciativa del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne,remozaron la fisonomía de un régimen al que uno de sus más notables estu-diosos, el sobresaliente politólogo Rodrigo Fernández Carvajal, habría dedenominar por aquel entonces «una dictadura de desarrollo». Su audienciainternacional fue en esta hora más extensa y amplia que nunca, conociendoincluso una tregua por parte de la Santa Sede, alentadora por todos sus mediosde la evolución que condujera al régimen a posiciones democráticas. Situadosya, con la excepción parcial de los comunistas, los centros decisorios de laoposición en el interior peninsular, los embates de ésta, cada vez más consi-derables y expresados a través de una contestación universitaria in crescendoy de un movimiento huelguístico laboral igualmente de considerables propor-ciones, no implicaban, en realidad, ningún peligro para un régimen que podíavanagloriarse del pleno empleo y de la creación por vez primera en la historiaespañola de unas clases medias concienciadas y robustas. Los brotes terroristasen el País Vasco protagonizados por ETA, que en 1962 había ejecutado suprimera acción violenta y un año más tarde celebrado su primera asamblea,implicaron, sobre todo por la fronda sacerdotal difundida por todo el sectorjuvenil del clero de dicho territorio, un desafío de mayores dimensiones parael régimen, que atravesó indudablemente una vía dolorosa con el famosojuicio de Burgos, aunque una vez más Franco quitaría cualquier mecha deses-tabilizadora con la conmutación de las penas capitales decretadas por el tribu-nal militar contra los encausados etarras.

Pero con el nombramiento el 22 de julio de 1969 de don Juan Carlos deBorbón como sucesor de Franco, que se convertiría en rey cuando se cumplie-ran las previsiones establecidas en la Ley de Sucesión de 1947 y ratificadasposteriormente en la Ley Orgánica del Estado, el régimen franquista alcanzaba

446

Page 450: Número 79

RECENSIONES

el ápice de su institucionalización, pudiendo mirar con absoluta tranquilidadel futuro.

Este, naturalmente, estaba vinculado a la persona del dictador y de sualter ego Carrero Blanco. Cuando los fallos en la salud del primero nopudieron ya ocultarse, el propio Franco designó al segundo como presidentedel Gobierno —junio de 1973—. Aunque todavía con viento bonacible en elterreno económico, el régimen comenzaba a dar ya signos de indudable anqui-losamiento, hasta el punto de que ciertos especialistas lo creían agotado ensus virtualidades al arribar a 1967. Por el contrario, otros estudiosos y biógra-fos de Franco sostienen la tesis de que el régimen no murió por falta de ideas,eficacia o popularidad, sino por la desmoralización de algunos de sus sectoresy la deslealtad y oportunismo de otros al producirse el asesinato del hombrefuerte del sistema, el mencionado almirante Luis Carrero Blanco —20 dediciembre de 1973—. No obstante, juzgadas ya las postrimerías de la dictaduradesde cotas cronológicas adecuadas, cabe afirmar que los deseos de cambioeran tan fuertes y generalizados a la altura de aquel tiempo, que infundieronaliento a los círculos más flexibles y alertados del sistema. Unido ello alfermento canceroso de la corrupción del franquismo prepotente y oligárquico,determinó que las resistencias al cambio fueran debilitándose conforme seacercaba la hora de la muerte del «Caudillo». Al ser investido a comienzosde enero de 1974 de la presidencia del Consejo de Ministros, Carlos AriasNavarro debió afrontar la gran apuesta histórica de conducir sin traumas a unrégimen dictatorial a otro legitimado por el principio democrático y la sobe-ranía nacional. Este hombre duro del régimen, junto con el pequeño y eficazcírculo de colaboradores que le acompañó siempre en su larga travesía porlas estructuras de poder del franquismo, asumió el gobierno con un esquemano muy arquitrabado de cómo emprender la difícil aventura de desarticularlas principales piezas del franquismo y construir, con la aportación de algunasde ellas, el edificio que habría de albergar a una monarquía'vista, desdeluego, como culminación y ápice de la obra del dictador y no como rupturaabierta con ella, conforme deseaba un amplio sector de una oposición cadavez más ancha y audaz. Para llevar a cabo la empresa, Arias tenía depositadastodas su esperanzas en dar vida a la Ley de Asociaciones Políticas queesbozara ya en 1976 el propio ministro José Solís en el seno del Movimiento...Así lo proclamaría en el célebre discurso parlamentario de 12 de febrero de1974, cuyo «espíritu» infundió esperanzas a los partidarios de la vía reformistay del cambio «gradualista» en la apertura del régimen hacia horizontes autén-ticamente democráticos.

Sin embargo, vicisitudes internas —antagonismo cada vez más declaradocon ciertas esferas episcopales y sacerdotales, alentadas a la política contes-

447

Page 451: Número 79

RECENSIONES

tataria por un Vaticano embarcado ya a velas desplegadas en la operación-cam-bio; malestar laboral y agitación estudiantil— y externas —la revolución delos claveles, 24 de abril de 1974; recesión económica provocada por la guerradel Yon Kippur— condujeron, finalmente, al naufragio de aquellas promesasaperturistas y a la decepción de los sectores partidarios del cambio desdedentro. A los nueve meses de aprobarse el Estatuto de Asociaciones —16 dediciembre de 1974—, por el que sólo se autorizaban aquellas asociacionesque aceptasen la legalidad del régimen y sus principios ideológicos, sólo ochose habían constituido, todas ellas, salvo la excepción de Reforma Social, detendencia francamente continuista. Destacaba sobre todas «Unión del PuebloEspañol» (UDPE), presidida por Adolfo Suárez y que aglutinaba a gran partedel estamento burocrático de la dictadura, principalmente en sus estratossuperiores. Por lo que hace a la oposición democrática, el Estatuto vino aconfirmar su tesis de la imposibilidad de la reforma intramuros, según procla-maran ya en julio de 1974 todos los miembros que integraban la variopintaJunta Democrática, constituida en París por dichos días. En su manifiesto sepedía lisa y llanamente la ruptura democrática —formación de un gobiernoprovisional, amnistía, implantación del sistema de partidos, autonomía regio-nal, referéndum sobre la forma política del Estado— como una vía posiblede acceso hacia la democracia. Entre tanto la oposición moderada, configuradapor el PSOE, PNV, Socialdemócratas y cristiano-demócratas y otras fuerzassimilares formarían en julio del mencionado año la Plataforma de Convergen-cia Democrática, con una línea programática casi idéntica a la del organismoanterior, aunque sin participar del revisionismo monárquico de éste.

Empero, el sentimiento popular se distanciaba igualmente de cualquierreaccionarismo o utopía nostálgica como del revanchismo y el salto hacia elvacío. El alto grado de bienestar disfrutado por el país y el horror al retornode antiguos enfrentamientos, tan operante en la memoria colectiva, creabanun clima de reconciliación y superación de toda suerte de viejos antagonismosen el que se gestaría la transición pacífica hacia una monarquía democrática.

En una acusada atmósfera de «fin de reinado» sobrevendría el fin delrégimen. El retroceso experimentado en la situación económica favoreció elmalestar laboral y la protesta obrera, que sólo encontraba así la mera respuestarepresiva. La escalada terrorista provocaría a fines de septiembre cinco con-denas a muerte, dando lugar a masivas manifestaciones en el extranjero y elplante de tres embajadores. Percatado de la crítica conyuntura que atravesabael tardofranquismo, Hasan II reivindicaría los derechos sobre un Sahara enplena revuelta contra su potencia colonizadora. En un escenario patético seanunciaría la mortal enfermendad de Franco, fallecido el 20 de noviembrede 1975. El instinto de conservación y el deseo de un cambio sin violencia

448

Page 452: Número 79

RECENSIONES

produjo la unidad morad del país en torno al joven príncipe, que encarnabael sentido de la continuidad histórica y el acceso natural a un nuevo horizonte.

Sociólogos e historiadores, familiarizados con el papel relevante represen-tado por las grandes individualidades y las élites de poder, han ponderado enexceso su trascendente labor en el ingente proceso que llevó a España de ladictadura a la democracia. Según la tesis más generalizada, sería la clasepolítica la que en todo momento llevó el peso de la operación, jugando elpueblo un papel más pasivo.

En realidad, sucedió lo contrario. Fue la opinión pública la que desde losdías del llamado tardofranquismo acotó con toda precisión el campo de ope-raciones, al tiempo que delineaba con igual meticulosidad las reglas de juego.Superada por asimilación la guerra civil en el sector más numeroso de lapoblación española, la inmensa tragedia seguía emitiendo el aleccionadormensaje de las consecuencias acarreadas por el fanatismo y la intransigencia,así como por la irresponsabidad de muchos de los líderes político-socialesde los años treinta. Nada que ni remotamente pudiera traer al recuerdo lasituación de aquellas fechas obtendría el beneplácito de una comunidad pau-tada ya por normas y moldes de vida muy similares a los de las colectividadesmás desarrolladas de Occidente. La transición tendría que pasar forzosamentepor la moderación y el diálogo. Cualquier postura o movimiento que nopartiera de esta idea clave sería inmediatamente abandonado por los elementosmayoritarios del cuerpo social.

Conscientes de tal premisa básica, los dirigentes políticos y sindicalespactaron, tácita y explícitamente, la navegación que había de conducir a unpaís muy seguro de sus deseos a la recuperación de todas las libertades.

Es de esperar que la historiografía española acometa en este fin de siglocomo tarea prioritaria la reconstrucción sine iré et cum studio de la segundadictadura española del siglo xx. Al margen de ditirambos o vituperios, seimpone la compleja arquitectura de lo que fue realmente el franquismo, nacidoen olor de multitudes y muerto en el mismo clima, bautizado con sangre yamortajado con ella, que creó la O. N. C. E. y las universidades laborales,que realizó el sueño del pleno empleo y que, «en términos económicos, (fue)el máximo europeizador de la España contemporánea» (G. Fernández de laMora: Razón Española, 12, 1985, 113); pero siempre a costa de imponerdesde arriba las reglas del juego, de suprimir o recortar libertades públicasesenciales. Como ha escrito su último biógrafo en el tiempo, aunque no enimportancia, la valoración final del franquismo más que de balanza es deóptica, de sensibilidad. «Pero hay algo que jamás se discutirá: que Francoestableció la dictadura más larga de los siglos xix y xx de la historia española,una dictadura personal de cuarenta años cuya simple existencia provocó el

449

Page 453: Número 79

RECENSIONES

rechazo frontal de la conciencia liberal y democrática de su tiempo.» «Mientrasesa conciencia impregne nuestra visión de las cosas, Franco, que se declaróresponsable ante Dios y ante la Historia, tendrá, guste o no, el juicio mayo-ritariamente adverso de esta última estapa» (J. P. Fusi: Franco. Autoritarismoy poder personal, Madrid, 1985).

José Manuel Cuenca Toribio

RAÚL CANOSA USERA: Legitimación autonómica en el proceso constitucional,Madrid, Trivium, 1992; 118 páginas.

El joven profesor Canosa Usera ya es suficientemente conocido en ladoctrina por sus brillantes aportaciones al Derecho constitucional. La presenteobra es una nueva muestra del rigor jurídico y de la honestidad intelectualde que hace gala. Este título que ahora nos presenta es, ante todo, una obrade Derecho constitucional, aunque el tema elaborado tenga conexiones conel Derecho procesal. Como afirma el autor, el problema de la legitimaciónprocesal de las CC. AA., ya sea en el recurso de inconstitucionalidad, ya seaen el conflicto de competencias, requiere abarcar categorías esenciales delDerecho constitucional tales como la forma de Estado, las funciones de lajusticia constitucional y la naturaleza de las Comunidades Autónomas. Porello es preciso descartar un tratamiento meramente procesal del asunto, puesello dejaría sin despejar la verdadera naturaleza de la legitimación estudiada.Canosa emplea las categorías jurídico-procesales, pero sólo con carácter ins-trumental, pues las conclusiones de su estudio se cimentarán sobre categoríasjurídico-constitucionales. En definitiva, para Canosa, la naturaleza de la legi-timación es, además de procesal, constitucional: es una facultad constitucio-nalmente atribuida a las CC. AA. implícita y explícitamente (pág. 7).

Antes de abordar el examen del modelo de legitimación constitucional enEspaña Canosa estudia tres modelos fundamentales: el alemán, el italiano yel estadounidense. El primer modelo analizado es el germano. El modelo sebasa en la estructura federal del Estado. Nos encontramos aquí ante unaequiparación entre la instancia central y los entes descentralizados. Su similarimportancia justifica la disponibilidad igual para la Federación y los Landerde las acciones interponibles ante el Tribunal Constitucional Federal Alemán,lo que técnicamente se traduce en una amplísima legitimación procesal reco-nocida a los Lander. En el sistema federal, los entes descentralizados no venrestringida su acción procesal a la esfera de sus propios intereses (que se

450

Page 454: Número 79

RECENSIONES

articularía a través de la vía del conflicto de competencias), sino que puedenerigirse en defensores de los intereses generales, y en especial de la supremacíade la Constitución (lo que se canaliza mediante el recurso de inconstituciona-lidad)'. La experiencia parece demostrar que los Lánder prefieren la vía delrecurso de inconstitucionalidad (control abstracto) por su mayor flexibilidadprocesal, incluso para reclamar una competencia (págs. 10-11). Por lo demás,ambos instrumentos, el recurso y el conflicto, en un Estado federal, confluyenen que un vicio de incompetencia equivale a inconstitucionalidad y ello llevaaneja la nulidad, a diferencia de lo que ocurre en nuestro Estado autonómico,donde el vicio citado no lleva aparejada la inconstitucionalidad-nulidad, sinola inaplicabilidad (pág. 12).

A continuación estudia Canosa el modelo regional italiano. Este parte delhecho de no reconocer a sus entes descentralizados el carácter de Estados.Esos entes (las regiones) gozan de autonomía política, pero su no estatalidadlos sitúa en una posición de desigualdad, la cual tiene su traducción en elproceso constitucional en el que las regiones tienen una legitimidad procesalsumamente restringida. Las regiones, según la doctrina italiana, no son órga-nos constitucionales, sino simples «entes de relevancia constitucional». Alcarecer de la impronta de órganos contitucionales, las Regiones no estánllamadas a defender intereses generales. Para esto último sólo se hallan facul-tados los órganos constitucionales en función de sus características. A losentes autónomos sólo les corresponde la interpretación y defensa de sus par-ticulares intereses, enmarcados territorialmente. Si, de un lado; los interesesgenerales son innumerables y resultan difícilmente determinables, de otro,los intereses particulares se identifican con el marco competencial fijadomediante Ley constitucional. De resultas de lo anterior se deriva una inferio-ridad de las regiones en la justicia constitucional, pues los órganos constitu-cionales legitimados pueden reclamar la protección de los intereses generalesy precisan, ellos mismos, el alcance de éstos, mientras que las regiones sóloestán habilitadas para exigir la protección de su propio ámbito de competen-cias. Traducido en términos hermenéuticos, significa que los órganos consti-tucionales interpretan la Constitución y pueden reclamar del Tribunal Consti-tucional la asunción de sus puntos de vista interpretativos, contribuyendo asía determinar el significado último de la Constitución. Por contra, las regionessólo pueden llevar a cabo esa tarea en relación con las cláusulas relativas ala forma de Estado y a la distribución de competencias (pág. 16). El TribunalConstitucional italiano ha desarrollado una doctrina cuya clave es similar alinterés regional, único que puede invocar una región al interponer el recurso,con la defensa de una competencia (pág. 18). Las regiones italianas tienendos vías para acudir al Tribunal Constitucional: el recurso de inconstitucional

451

Page 455: Número 79

RF.CENSiONES

y el conflicto de competencias. Se distinguen por el objeto de las mismas:en el caso del recurso se impugnan actos legislativos, y en el caso del conflicto,actos no legislativos (pág. 17).

Frente a los modelos alemán e italiano opone Canosa el que llama «anti-modelo» estadounidense. Este último se basa en el denominado «controldifuso de la constitucionalidad». En Estados Unidos, el judicial review sirvecomo salvaguardia última del reparto de esferas de poder entre el FederalGovernment y los States. La obra del Tribunal Supremo en el campo de ladescentralización ha sido muy significativa: en los primeros tiempos garantizóférreamente la independencia de lps Estados frente al expansionismo delGobierno Federal, aunque en épocas más recientes ha respaldado el ensancha-miento de las competencias federales. Para ello se ha servido de la técnicade los «poderes implícitos» aplicada en materia de comercio o en el desarrollode los derechos fundamentales. Una interpretación extensiva de los límitesconstituidos por los poderes tasados en la Constitución a favor de la Unióny por el respeto debido a la esfera de actuación de los ciudadanos ha producidouna minoración del papel de los Estados (págs. 23-24).

El ejercicio de la función judicial en los Estados Unidos se estructura endos esferas independientes, pero relacionadas, a saber: el poder judicial delos Estados y el de la Unión. La Constitución de 1787 es sumamente parcay ambigua sobre este asunto, dejando un amplio margen de maniobrabilidadal legislador. Sólo se exige la presencia de un Tribunal Supremo, sin queesté clara la reserva de un ámbito indisponible a favor de ese Tribunal, loque se ha traducido en una considerable reducción de la jurisdicción federal.'Sin embargo, los habituales litigios entre Estados o entre un Estado y laFederación se resuelven definitivamente ante los tribunales federales(págs. 25-26).

La acción de los tribunales estadounidenses se encamina a la resoluciónde un asunto preciso, real, con litigantes que reclaman una pretensión concre-ta. No es su misión, por tanto, pronunciarse primariamente sobre un problemaabstracto, intelectual, lo que sólo sucede si tal juicio es requerido para laaplicación de una norma al caso concreto. Esta es la mayor diferencia entreel proceder de los tribunales de Estados Unidos y los propios de los sistemasde justicia constitucional centralizada. En este contexto, la legitimación pro-cesal de los Estados no difiere sustancialmente de la de los particulares: sóloquien invoca un interés directo en un asunto puede ser parte en el proceso.Los Estados carecen de legitimación para plantear litigios constitucionalesabstractos (págs. 26-27). Esta tendencia hacia lo concreto puede tener unadoble filiación: de un lado, conecta al Derecho anglosajón con el Derechoromano, y por otra, se explica por el espíritu empirista inglés que rehuye lo

452

Page 456: Número 79

RECENSIONES

abstracto en la medida de lo posible. No obsfante, esa equiparación antedichaentre los Estados y los particulares, ese proceso de interés directo, presentarasgos distintos en unos y otros, como consecuencia de su diversa naturaleza.El primer y directísimo interés estatal es el respeto del reparto de poderesrecogido constitucionalmente en lo que atañe al Estado. El segundo posibleinterés puede consistir en la defensa del bienestar de sus ciudadanos, unbienestar o interés general preciso que la norma o el acto impugnado ponenen peligro. Por lo demás, frecuentemente la reclamación estatal no se formalizadirectamente contra la Federación u otro Estado, sino contra un particularque se beneficia del acto o norma considerado irregular por el Estado recurren-te (págs. 27-28).

La jurisdicción del Tribunal Supremo es de dos tipos: originaria y derevisión. La originaria puede serlo a su vez de dos clases: de un lado, la quees compartida con otros tribunales y de carácter discrecional, por cuanto elSupremo puede declinar su jurisdicción en beneficio de otros tribunales, y deotro lado, la que es obligatoria, que es la que afecta a la resolución de litigiosentre Estados. La jurisdicción de revisión puede tener también dos formas:on appeal y on certiorari. En el primer supuesto, el Tribunal Supremo tieneen su mano mecanismos para declinar su jurisdicción. Estos mecanismos son:la calificación de un asunto como political question, la negación de la existen-cia de una controversia real y argumentación sobre la ausencia de una sustan-cial controversia constitucional. En el caso de la jurisdicción on certiorari,el Tribuhnal goza formalmente de la facultad de declinar su jurisdicción. Portanto, existe una enorme discrecionaliadad del Tribunal Supremo para apreciarla legitimación procesal estatal. Debe indicarse, por último, que otra diferenciaentre el modelo estadounidense y el modelo europeo de justicia constitucionalcentralizada es que el Tribunal Supremo extiende su jurisdicción tanto alderecho como a los hechos (art. 3.2.2 de la Constitución) (págs. 29-31).

Tras el estudio de estos tres modelos analiza el autor la situación delproblema en el Tribunal de Garantías Constitucionales, antecedente claro denuestro Tribunal Constitucional. En la Constitución de 1931 está claro quelas regiones autónomas no son órganos constitucionales y no tienen naturalezade Estados federados, esto es, no tienen soberanía. El sistema de justiciaconsititucional de esta Ley fundamental es modélico, pero presenta algunasdistorsiones. Así nos encontramos que el trato recibido por el Estado y lasRegiones es idéntico en todo el Derecho procesal constitucional. En cuantoal recurso de inconstitucional, los órganos constitucionales del Estado y lasRegiones tienen igual legitimación pasiva, ¡pero ninguno de ellos la tieneactiva! Por lo que respecta al conflicto de competencia, en él no se realizaun control abstracto, sino concreto. Se distingue con nitidez entre los conflictos

453

Page 457: Número 79

RECENSIONES

legislativos y administrativos. En los conflictos legislativos se solicita lareafirmación del espacio de competencias propio y que la ley quede sin efectoen el territorio de la Región si es una ley estatal o sea anulada si es regional(págs. 33-38).

Tras todas estas premisas, Canosa Usera afronta el problema en nuestroactual ordenamiento constitucional. El punto de partida para ellos es, conarreglo del método por él propuesto, jurídico-constitucional. Ese punto dearranque no es otro que la indefinición constitucional de la forma de Estado.Esta indefinición tiene la virtud de permitir una paulatina acomodación a larealidad de nuestra separación vertical de poderes, pero ofrece el inconvenientede dificultar la apelación segura a la Constitución para cimentar tal separación.Lo que sí es claro es que en España existe una descentralización política(págs. 39-40). El segundo eje desde el que el autor contempla la cuestión loconstituye su afirmación sobre «el intrínseco carácter político de la jurisdic-ción constitucional que acompaña su primordial naturaleza jurisdiccional».Este carácter político se manifiesta, por una parte, porque su materia, laconstitucional, es política, y en particular lo es el Derecho constitucionalautonómico, y por otra, porque el proceso se inicia por una acción políticacuando falla una negociación política, además de que la demanda la interponeun órgano político. Por ello «el Tribunal Constitucional desarrolla una vitalfunción integradora de naturaleza básicamente política» y es arbitro en con-flictos para garantizar la supremacía de la Constitución que se expresa en elcorrecto funcionamiento del sistema de distribución de competencias(págs. 41-42). Es este enfoque una de las aportaciones más valiosas y máslogradas de la obra de Canosa porque su virtualidad explicativa y comprensivaes enorme.

En nuestro sistema, la cualificación de las CC. AA. es obviamente distintade la del Estado e inferior a ésta. Ahora bien, los entes autonómicos poseenuna relevancia constitucional que, aunque no sea asimilable a la de los órganosconstitucionales, es suficiente para justificar su acceso al Tribunal Constitu-cional (pág. 44). La legitimación autonómica sirve a las CC. AA. para acudira la vía jurisdiccional, en defecto de otras, si no pueden desarrollar conlibertad las funciones que la Constitución les encomienda. La averiguaciónde esas funciones permite descubrir el sentido de la legitimación. Esas funcio-nes son, en primer lugar, la gestión de los intereses particulares de la Comu-nidad; en segundo lugar, el cumplimiento de un objetivo de interés comúncual el buen funcionamiento del sistema de distribución de competencias, yen tercer lugar, la colaboración en la adopción de decisiones comunes. Eneste último caso se encuentran las facultades autonómicas para intervenir enel procedimiento legislativo (iniciativa legislativa y presencia en el Senado),

454

Page 458: Número 79

RECENSIONES

para promover una reforma de la Constitución, además de otras participacionesmenores. Esto significa que las CC. AA. no se limitan a la estricta defensade sus intereses particulares, sino que también intervienen en la defensa deintereses generales, si bien su idoneidad para interpretar y tutelar estos últimoses menor que la del Estado (págs. 55-56).

La Constitución ha tomado varias decisiones fundamentales: una de ellasinstaura el Estado autonómico en el que se permite una gestión autónoma denaturaleza política; otra regula la presencia de las CC. AA. en la vida delEstado, lo que las habilita para interpretar y gestionar intereses comunes, yuna tercera faculta a las CC. AA. a acudir al Tribunal Constitucional, lo que,congruentemente, debería permitir la defensa jurisdiccional por las CC. AA.de intereses particulares, pero también generales (pág. 56). A través de lalegitimación procesal autonómica se cumplen dos funciones constitucionalesesenciales: la de control y la de participación. La primera supone que lasCC. AA., al impugnar actos de otras CC. AA. o del Estado, realizan media-tamente un control sobre la actividad de esas instituciones. Aun cuando laComunidad Autónoma pretendiese procesalmente un interés concreto, indirec-tamente pone en marcha mecanismos de control interorgánico. Este controlno se produciría si no se abriese el procedimiento. La segunda actividad, lade participación, se produce de manera negativa cuando las CC. A A. acusanal Estado de invadir sus competencias. Si la sentencia es favorable, el Estadoquedaría obligado a modificar su decisión anterior. Por lo demás, aquí lasCC. A A. participan en la defensa de ese interés jurídico supremo que es lasupremacía constitucional (págs. 58-59).

La legitimación autonómica se canaliza a través de dos vías principalmen-te, la del recurso y la del conflicto. El recurso de inconstitucionalidad puedetener una doble dirección: puede ser promovido por una C. A. frente a unanorma estatal o por el Estado frente a una norma autonómica. El primerotiene por efecto la inaplicación de la norma estatal en el territorio de la C. A.recurrente, pues no se prejuzga su relación con el ordenamiento de otrasCC. AA. Esto se debe a que en nuestro Estado autonómico no existe unámbito material en exclusiva reservado para las CC. AA., lo que sí ocurre en elEstado federal, y, por tanto, la ley estatal que incida en materias de compe-tencia autonómica no es nula, sino que cede en su aplicación frente a la normaregional en el espacio territorial de ésta en virtud del principio de supletorie-dad. El recurso interpuesto por el Estado frente a una norma autonómica, porcontra, tiene como consecuencia la inconstitucionalidad y consiguiente nulidadde la norma autonómica (págs. 50-51).

La regulación constitucional de la legitimación autonómica se encuentraen el artículo 162.1 .a) CE, que, como observa Canosa, no introduce diferen-

455

Page 459: Número 79

RECENSIONES

cias de calidad en la legitimación de ninguno de los sujetos que menciona,entre los que se encuentran «los órganos colegiados ejecutivos de las Comu-nidades Autónomas y, en su caso, las Asambleas de las mismas», sin quepueda pensarse, dice Canosa, que tal precepto «habilita al legislador paraintroducir apreciaciones reductoras». La afirmación que atribuye la legitima-ción «en su caso» a las Asambleas de las CC. AA. cree Canosa que habríaque relacionarla con la institucionalización o no de Asambleas en cada unade las CC. AA., puesto que su existencia sólo se prevé forzosamente en elartículo 152 CE para las autonomías de la vía del artículo 151 CE(págs. 60-61).

El desarrollo legislativo del artículo 162.l.a) CE, operado por el artícu-lo 32 LOTC, restringe el alcance del precepto constitucional, pues se otorgalegitimación a los Ejecutivos y Legislativos de las CC. AA. sólo cuando unacto o disposición con fuerza de ley del Estado «pueda afectar» al «ámbitode autonomía» de las CC. AA. La LOTC restringe así lo dispuesto por laCE en dos sentidos: de un lado, niega legitimación a una C. A. para recurrircontra un acto o disposición con fuerza de ley de otra C. A.; de otro, seconcede legitimación sólo cuando la norma estatal afecte al ámbito de auto-nomía de la C. A. (págs. 61-62). Se produce así una curiosa aproximacióndel tratamiento procesal de la legitimación activa de las CC. AA. al quereciben las personas físicas o jurídicas cuya eventual participación en elproceso de amparo sólo puede realizarse frente a actos de los poderes públicos,pero no de particulares, y en defensa de un «interés legítimo» (pág. 63). Lagénesis del artículo 32.2 LOTC, que no contempla la posible colaboraciónde las CC. AA. en la defensa de los intereses nacionales, contó con el apoyode las minorías nacionalistas y con la oposición de los partidos nacionales,excepto UCD (pág. 64).

El TC ha debido enfrentarse en numerosas ocasiones con casos en los queeste precepto estaba en juego. Canosa estudia detenidamente la jurisprudenciaconstitucional al respecto. Su primer pronunciamiento al respecto fue polémi-co: lo constituye la STC 25/1981. La mayoría en aquella decisión consideróque el artículo 162.1.a) CE necesitaba, dada su generalidad, una concentra-ción, la cual se apoderó mediante el artículo 32.2 LOTC, que restringe lalegitimidad autonómica a la defensa del «ámbito propio de autonomía». Ese«ámbito propio» para dicha sentencia se identifica con las competencias cuyatitularidad y ejercicio correspondan al ente autónomo. La mayoría, por tanto,se acercaba al modelo italiano o regional de legitimación. La minoría, sinembargo, formuló un voto particular en el que se inclinó por una interpretaciónamplia del artículo 162.1.a) CE, forzando una interpretación restrictiva delartículo 32.2 LOTC. Este sector defendió que las CC. AA. están legitimadas

456

Page 460: Número 79

RECENSIONES

para interponer recurso de inconstitucionalidad en defensa «del más alto inte-rés: la primacía de la Constitución». Dicha interpretación, como señala Cano-sa, encaja con la finalidad esencial del control de constitucionalidad, que esla depuración del ordenamiento jurídico. Por ello la minoría sostuvo que ese«ámbito propio de autonomía» debe interpretarse en sentido amplio, no redu-cido a la suma de competencias de la C. A., sino comprensivo de la defensade intereses políticos específicos (arts. 87.2, 166, 69.5, 131.2 CE), que sonauténticos intereses generales gestionados por las CC. AA. cuando desarrollanfunciones constitucionales. Esta línea respalda el modelo alemán o federalde legitimación.

A partir de la STC 25/1981 se produce un movimiento progresivo, aunqueno rectilíneo, hacia una interpretación de los dos preceptos en juego queampliara la legitimación autonómica. Esa evolución jurisprudencial está ex-haustivamente estudiada por Canosa Usera (págs. 65 y sigs.). Un momentoculminante de esa evolución lo representa la STC 199/1987, que desautorizaexpresamente lo dicho en la STC 25/1981. Ambas sentencias tienen un objetosimilar: se trata de recursos de inconstitucionalidad contra legislaciones anti-terroristas del Estado presentados por Parlamentos autonómicos. En 1981 elproblema del terrorismo era políticamente muy delicado, por lo que, ante unposible reproche al TC de falta de colaboración en la política antiterrorista,el TC eludió un pronunciamiento sobre el fondo de esa legislación (con ciertosvisos de inconstitucionalidad) escudándose en una interpretación formalistadel artículo 32.2 LOTC. En 1987, sin embargo, la posición del Estado frenteal terrorismo había mejorado bastante, por lo que la receptividad de la sociedadespañola a una decisión del TC parcialmente crítica de la legislación antiterro-rista había aumentado. Aun así, el Tribunal esperó más de dos años, desdela presentación del recurso, para publicar su decisión en espera de circunstan-cias políticas favorables. Es decir, como muestra Canosa, el Tribunal valorala oportunidad política de sus decisiones y no sólo se atiene a los datosjurídicos (págs. 72-73). Esta demostración de la importancia de los factorespolíticos en las decisiones del TC es una de las más valiosas aportaciones deCanosa.

En la STC 199/1987 se presenta ya una doctrina sobre el problema de lalegitimación autonómica bastante formada, pese a que la desacertada construc-ción técnica del asunto por el Derecho positivo determine ciertas incoheren-cias. En primer lugar se afirma que hay una presunción de legitimación afavor de las CC. AA. ex artículo 162.1 .a) CE, sin que el artículo 32.2 LOTCpueda producir una reducción de la legitimación autonómica. En segundolugar, y a la vista del artículo 32.2 LOTC, se advierte que las competenciasautonómicas son sólo un punto de conexión entre el interés de la C. A. y la

457

Page 461: Número 79

RECENSIONES

acción que se intenta, lo que significa que existe legitimación cuando la C. A.posee competencias en la materia que regula la norma estatal impugnada,aunque sean de distinta naturaleza. En tercer lugar, el TC afirma que lafinalidad del recurso de inconstitucionalidad es la depuración objetiva delordenamiento jurídico y no la reivindicación de una competencia violada. Sinembargo, a falta de una previsión procesal constitucional para los conflictoslegislativos de competencias, el TC incluye también entre las finalidades delrecurso la defensa de la competencia propia de la C. A. en la materia. Apesar de todo esto nunca proclama el TC que las CC. AA. pueden colaboraren la promoción de intereses generales, si bien implícitamente se deduce dela sentencia. Finalmente, en cuarjo lugar, el TC considera que la legitimaciónautonómica depende del grado de descentralización existente, es decir, delvolumen de competencias que asuman las CC. AA. Canosa opina, sin embar-go, con buen criterio, que supeditar la interpretación de un proceso tan signi-ficativo como el artículo 32.2 LOTC al desarrollo del sistema de distribucióncompetencial en cada momento significa pecar de coyunturalismo (págs. 73-76). En sus últimas sentencias (SSTC56/1990,62/1990, 133/1990y 28/1991),no sin vacilaciones, se consolida la tendencia favorable a ampliar la legitima-ción autonómica para todos los asuntos que afecten «al conjunto de competen-cias, facultades y también a las garantías» que preservan la autonomía (págs.77-79).

Como observa Canosa, la jurisprudencia de nuestro TC ha configuradoun modelo nuevo, el modelo autonómico, distinto a los modelos federal yregional de legitimación, en el cual se permite que las CC. AA. defiendanel interés general de la primacía de la Constitución ayudando a la depuraciónobjetiva del ordenamiento, pero a la vez se restringe el número de supuestosen que puedan iniciar el recurso, conectando ese interés general con losintereses particulares materializados en el «ámbito propio de autonomía». Elmodelo elaborado por el TC está determinado por la presencia del artícu-lo 32.2 LOTC, precepto que, según Canosa, no encaja en el artículo 162.1 .a)CE porque reduce impropiamente la fuerza normativa de este último. Canosano llega a afirmar la «inconstitucionalidad» del artículo 32.2 LOTC, sino sumera «irregularidad». En cualquier caso, el autor declara qué la interpretacióndel precepto constitucional en la STC 25/1981 parece inconstitucional, perolas posteriores interpretaciones del precepto sí serían conformes con la Cons-titución (págs. 85-86).

El último problema que plantea el autor respecto a los recursos de incons-titucionalidad es el de la legitimación pasiva de los mismos. A su juicio, laLOTC no prevé los recursos de una C. A. contra normas con fuerza de leyde otra C. A., operando así una restricción sobre lo previsto en el artículo

458

Page 462: Número 79

RECENSIONES

162.1.a) LOTC. Esos recursos sólo son posibles ex artículo 67 LOTC comoresultado incidental de un conflicto generado por un acto dictado al amparode una ley cuya presunta inconstitucionalidad decida libremente examinar elTC (págs. 86-87).

Por lo que hace a la legitimación autonómica en los conflictos, se señalaque la Constitución no contiene una regulación explícita sobre este asunto,defiriendo el legislador el problema. En los conflictos no hay un controlabstracto, sino concreto, pues se trata de reafirmar la atribución de una com-petencia concreta que en una controversia concreta ha sido objeto de undespojamiento de su titularidad o de un entorpecimiento de su ejercicio. Enlos conflictos, el Estado no necesita invocar competencias a él atribuidas paraestar legitimado y su demanda produce la suspensión automática del actoimpugnado (arts. 161,2 CE y 64.2 LOTC); las CC. AA., por contra, sínecesitan invocar tales competencias, produciéndose la suspensión del actoimpugnado sólo a ruego de la C. A. demandante, invocando «perjuicios deimposible o difícil reparación» (art. 64.3 LOTC). Por parte del Estado sóloel Gobierno está legitimado para interponer el conflicto, y por parte de lasCC. AA. también, aunque algunos Estatutos de Autonomía presentan la par-ticularidad de que el Parlamento puede instar al Ejecutivo a interponer eseconflicto. Estas regulaciones, según Canosa, son perfectamente compatiblescon la LOTC, pues simplemente regulan el proceso político interno quedesemboca en la decisión de plantear el conflicto (págs. 89-90).

La obra se cierra con el análisis de los conflictos negativos de competenciasen los que las CC. AA. carecen de legitimación activa y sólo la tienen pasiva.La LOTC legitima activamente a las personas físicas o jurídicas, afectadaspor la omisión administrativa del Estado o de las CC. AA. (arts. 68-69LOTC). La naturaleza de estos conflictos es de carácter administrativo en lossupuestos planteados por particulares, aunque en el conflicto planteado porel Estado el asunto no está claro. Canosa considera que, aunque no hay unaexclusión expresa de los posibles conflictos negativos de cariz legislativo,tácitamente se rechaza la posibilidad de que se resuelvan judicialmente las'controversias originadas por la inhibición legislativa. La LOTC, opina Cano-sa, ni ha querido ampliar las facultades estatales ex artículo 155 CE paraexigir ante el Tribunal una actividad legislativa autonómica ni autorizar a lasCC. AA. para exigir jurisdiccionalmente acciones legislativas del Estado. Elconflicto negativo sería, por tanto, no un desarrollo, sino un complementodel artículo 155 CE, y tampoco sería la vía para resolver la cuestión delcontrol de las omisiones legislativas (págs. 90-92).

El autor concluye esta obra afirmando que las contradicciones e irregula-ridades que presenta la ordenación jurídica de la justicia constitucional con

459

Page 463: Número 79

RECENSIONES

relación a las CC. AA. se explican a la luz de la indefinición constituyenterespecto a la forma de Estado (pág. 93). El juicio de Canosa sobre la LOTCes muy duro: limita indebidamente las prescripciones constitucionales, confun-de el recurso con el conflicto y desnaturaliza el control de constitucionalidad.La solución puede venir, para Canosa, en incidir en la línea federalizante queinspira la Constitución y que no se refleja en la LOTC (pág. 96).

En definitiva, el profesor Canosa en esta obra consigue su objetivo dedemostrar que las cuestiones de Derecho procesal constitucional tienen sumarco explicativo no en el Derecho procesal, sino más bien en el constitucio-nal, y que este Derecho, y dentro de él la actividad de la jurisdicción consti-tucional, no está libre de elementos políticos que, aunque no sean omnipre-sentes, aparecen en los momentos decisivos.

Carlos Ruiz Miguel

460

Page 464: Número 79

NOTICIA DE

ANGEI. J. GÓMEZ MONTORO: El conflicto entre órganos constitucionales. Prólogo de M. Aragón,Col. «Estudios Constitucionales», Madrid, CEC, 1992; 508 páginas.

Puede decirse que el tema de los conflictosconstitucionales es rara avis en la bibliogra-fía especializada (cuanto más en la general)de nuestro país, y aun de los países próximosal nuestro. En nuestra doctrina se han ocupa-do de esta cuestión poco más del número deautores justos para que se pueda hablar enplural. Es posible hallar la explicación a estefenómeno en el escaso número de supuestosque hasta el momento se han producido, por-que, como el mismo autor apunta, este pecu-liar —tanto por su objeto como por sus suje-tos— tipo de conflicto cuando se producetiende a tener una solución política antes quejurídica. En realidad, puede calificarse decompetencia residual entre las que tiene atri-buidas el Tribunal Constitucional, con la notaañadida de que esta atribución se ha realiza-do, frente a la mayoría de sus competenciasrelevantes, por ley y no por la Constitucióndirectamente. Sin embargo, como pone derelieve M. Aragón en el breve Prólogo (quesintetiza acertadamente el contenido de laobra), se trata de una de las competenciasmás significativas del Tribunal, desde el mo-mento que implica reconocer que la divisiónentre los poderes se encuentra garantizada nosolo política, sino también jurídicamente.

La obra del doctor Gómez Montoro se co-rresponde con su tesis doctoral, dirigida porel profesor M. Aragón antes citado, como seanuncia en la nota preliminar con que da co-mienzo. Y a este esquema responde: desdela introducción, pasando por las numerosasy muchas veces extensas notas a pie de pági-na, hasta los detallados índices finales, tantode autores citados como de materias, conve-nientemente paginados.

La obra sigue, efectivamente, el esquemade una tesis al uso. Es objetivamente destaca-ble, a juicio de quien está dando noticia dela obra, el manejo de los autores clásicos yde las categorías (por poner un ejemplo, pa-rece especialmente bien sintetizada en cincopáginas la cuestión del efecto de cosa juzgadade las sentencias del Tribunal Constitucional—cap. VII.3.a) de la III parte—). Y no esmenos destacable la coherencia (y, en esesentido, el compromiso) con los resultados alos que le lleva su discurso, cuestión que sedemuestra cuando las teorías propias no con-cuerdan con las teorías de autores solventesy hay que rebatirlas sobre el terreno. Este esel caso, por poner otro ejemplo, de la expo-sición sobre el concepto de órgano constitu-cional (cap. IV. 1 de la III parte), donde elautor realiza una triple y completa labor sobreel tema: descarta teorías que, por la solvenciade los autores que las sostienen, bien puedenaparecer no ya como plausibles, sino con se-rias dificultades para ser rebatidas; elabora

. una clasificación de los criterios para deter-minar en qué consiste la categoría de órganoconstitucional, y, finalmente, lleva a la prác-tica lo teorizado aplicando esas notas a órga-nos de nuestro sistema.

Desde su mismo inicio, y con un estiloclaro y correcto, el autor se centra en el objetode estudio, con una primera parte, de las tresen que se divide la obra, principalmente his-tórica que, bajo la denominación de «Estadoconstitucional y conflictos de competencia»,revisa el distinto tipo de fórmulas que surgentanto (y sobre todo) en Europa como en losEstados Unidos para resolver los conflictosterritoriales y entre poderes, así como la di-

461Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)Núm. 79. Encrn-Marzo 1993

Page 465: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

ferencia entre los conocidos como «conflictosde atribuciones» y los «conflictos constitu-cionales». En fin, en lo que a este tema im-porta, es en verdad sustanciosa la historiatanto de la Staalsgerichtsbarkeit alemanacomo de la judicial review americana.

La segunda parte, bajo el título de «Eldesarrollo de las competencias de los Tribu-nales Constitucionales para resolver los con-flictos entre órganos», dedica los tres capítu-los que la componen al análisis de la cuestiónen el Derecho comparado actual: primera-mente en los ordenamientos en que más tras-cendencia tiene el conflicto, entre órganos(denominación con el que específicamenteallí se le conoce) en la República Federal deAlemania, o de atribuciones entre los poderesdel Estado (también como concretamente sele denomina) en la República italiana. Deellos, como se observará a lo largo de latercera parte, nuestro ordenamiento ha toma-do muchas notas para regular este proceso,y las ha tomado con ventaja, según concluyeel doctor Montoro, deshaciéndose de algunosde los inconvenientes a que en aquellos siste-mas ha dado lugar. El esquema es en todocaso el mismo —como no podía ser de otromodo dado el objeto del análisis, y ello, hayque reconocerlo, es una ventaja metodológicamuy notable—: naturaleza del conflicto, ob-jeto, sujetos, procedimiento y resolución. Fi-nalmente, esta segunda parte termina hacien-do referencia al escaso desarrollo de este tipode conflictos en otros ordenamientos en losque, aunque no como en el alemán, italianoo español, tal competencia está reconocida(Austria o Grecia), y llega a ocuparse inclusode aquellos otros en los que sólo existe laposibilidad de conflictos territoriales (Suizao Bélgica), o en los que la resolución conflic-tual se lleva a cabo por otras vías (Portugalo Francia).

La tercera, última y, naturalmente, másextensa parte (más de la mitad de la extensióntotal de la obra) es la dedicada al análisis dela cuestión en nuestro ordenamiento. El es-quema es el utilizado para el análisis del con-flicto en los ordenamientos alemán e italiano,

si bien con una rigurosidad digna de men-ción. Es notable la parte histórica, desde lue-go, y, por su relevancia para el tema, resultande gran interés algunos de los puntos concre-tos del análisis del proceso, que en el sumarioaparecen formulados como preguntas a lasque en el texto, obviamente, se dan respues-ta. Así, la naturaleza claramente jurisdiccio-nal de este proceso; el carácter preferente dedefensa en él de los intereses objetivos y notanto los de los órganos que se enfrentan; sunaturaleza, en nuestro sistema, de procesoentre órganos y no entre poderes; la respuestaafirmativa al interrogante sobre si el legisla-dor puede incurrir en vicio de incompetenciadentro de un único ordenamiento; o, respectoa la más polémica cuestión de si mediante unconflicto de este orden pueden impugnarseleyes incompetentes, la conveniencia de quese arbitre un mecanismo —ya existente en laLOTC para los conflictos positivos de com-petencia— con el que hacer virtual esa posi-bilidad.

El análisis según el esquema antes mencio-nado lleva al autor a sacar una serie de con-clusiones que se convierten en «recomenda-ciones al legislador» sobre esta cuestión,siempre tomando como referencia la regula-ción actual: a qué otros objetos puede am-pliarse el conflicto; a qué otros sujetos lalegitimación (y a qué otros no, a pesar deque lo propugne algún sector doctrinal); lanecesidad de que el propio legislador aclarealgún precepto orgánico que, en concordan-cia con otros, siembra dudas en su redacciónactual; en el aspecto procesal la necesidad,más que la conveniencia, de que el legisladorestablezca un plazo de interposición del con-flicto o, en fin, la poca fortuna del término«decisión» que el legislador utiliza en el ar-tículo 75.1 LOTC para referirse al acto finaldel proceso conflictual entre órganos.

En definitiva, estamos ante un objeto deestudio particularmente apto, por su concre-ción, para su análisis. Lo que hacía falta,ciertamente, era un análisis exhaustivo y do-cumentado. Y eso es lo que, sin duda, hahecho el profesor Gómez Montoro. De este

462

Page 466: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

trabajo no cabe decir simplemente que resultaútil para quienes se dedican al Derecho cons-titucional o, más en general, al Derecho pú-blico, o que es de necesaria presencia en lasbibliotecas de Derecho, sino algo aún másrelevante, posiblemente el mejor atributo quese pueda predicar de un trabajo de investiga-ción: aunque es claro que nunca puede darseun tema por acabado (aún menos, si cabe,en Derecho), no parece sino que este trabajo

sobre el tan específico asunto de los conflic-tos entre órganos constitucionales deja re-suelto por bastante tiempo el tratamiento deeste tema, y la referencia al mismo será total-mente imprescindible cada vez que aquél, di-recta o tangencialmente, de uno y otro modo,se aborde.

César Aguado Renedo

RAFAEL JIMÉNEZ ASENSIO: Políticas de selección de la Función Pública española (1808-1978),Instituto Nacional de Administración Pública, 1989; 479 págs.

Trascendiendo el debate en torno a la natu-raleza metodológica del tipo ideal weberiano,resulta legítimo plantear la burocracia comoun esquema conceptual, válido para la com-paración entre formas de organización suce-sivas en el tiempo. Desde luego hay que evi-tar que los hechos se conviertan en una ilus-tración ejemplar de la teoría, pero el tipoideal no tiene vocación de promedio ni deconstructo científico refutable empíricamen-te, sólo pretende resaltar hasta el extremológico los rasgos definitorios de la burocra-cia: imparcialidad, jerarquía, retribución mo-netaria, inamovilidad, especialización...

Si lo anterior es cierto, un estudio de lafunción pública en España puede articularsehilvanando reflexiones sobre cada una de lascaracterísticas que integran el tipo ideal. Eslo que ha hecho Rafael Jiménez Asensio eneste libro. Queda cubierta así una significati-va carencia de los estudios histórico-politoló-gicos. El trabajo excede con mucho la simpleexégesis jurídica de la normativa sobre fun-cionarios: no se limita a una sucesión yuxta-puesta de los principales hitos en la configu-ración de un estatuto de la función pública,hay una explicación de la azarosa regulacióndel empleo público en los avatares de la po-lítica a lo largo de más de siglo y medio.

Los jalones que marcan la consecución dela inamovilidad en el cargo, el binomio Go-bierno-Administración y la naturaleza de los

altos cargos, la consideración de la jerarquíacomo criterio vertebrador de cualquier orga-nización: el escalafonamiento, la categoría yla vertebración en cuerpos encuentra aquí unalectura rigurosa.

Los grandes trazos que simbolizan la histo-ria de España entre 1808-1978 reciben en laobra de Jiménez Asensio un tratamiento nece-sario para la correcta comprensión del perío-do: el caciquismo, la militarización de la po-lítica, el arbitraje de la Corona, la debilidadjurídica de la Constitución y la coyunturali-dad normativa ejemplificada en la capacidadderogatoria de las leyes de presupuestos y enla inveterada deslegalización en favor del re-glamento.

En lugar de una glosa sistemática del libro,en esta recensión vamos a sugerir las perspec-tivas provechosas que pueden abrir su lec-tura.

Si hubo un rasgo que definiera la políticaespañola en los siglos xix y xx fue el prota-gonismo del ejército. La falta de un enemigoexterior y la debilidad de los partidos hicierondel pretorianismo militar la norma habitualen los relevos de gobierno. Durante la Res-tauración, Cánovas intentó acabar con la he-gemonía militar, aunque a costa de falsear eljuego político con las prácticas caciquiles.Sin embargo, hay otro hecho menos estudia-do, pero de igual trascendencia para la co-rrecta comprensión de nuestra historia recien-

463

Page 467: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

te: la neutralización de la influencia militarpasó por incorporar los excedentes a la Admi-nistración, un procedimiento espúreo de im-poner la supremacía civil de funestas conse-cuencias para la articulación de la funciónpública.

Desde el Estatuto de Bravo Murillo comen-zó una incipiente segregación de colectivosfuncionariales que alcanzaron una normativaespecífica —los iura singularia tal como losdefiniera A. de la Oliva— en virtud de lafortaleza forjada al amparo de su naturalezatécnica e imprescindible. Es la génesis de loscuerpos especiales que tanto marcarían laposterior evolución de la función pública es-pañola. La consolidación de estos iura singu-laria se produjo, entre otras causas, por reac-ción ante la incorporación de la recolocacióndel sobredimensionamiento del ejército, detal manera que los cuerpos especiales se con-figuraban como escalas cerradas frente a laapertura de lo que entonces pudiera llamarse«cuerpos generales». La Ley de 19 de juliode 1904 selló definitivamente el hiato abiertoen la función pública. A partir de este mo-mento la especificidad se traduciría en el lo-gro de la inamovilidad como privilegio frenteal resto de los funcionarios sujetos a los aza-res de la política.

El libro que comentamos ofrece, pues, unaperspectiva enriquecedora para el mejor co-nocimiento de la intervención del ejército nosólo en la política, sino también en la Admi-nistración, un campo éste menos conocido.

Junto a la escisión cuerpos especíales-cuer-pos generales en la función pública, fruto engran parte de la militarización de la Adminis-tración , el lector puede encontrar en el trabajode Jiménez Asensio reflexiones provechosassobre la importancia de las burocracias en laDictadura de Primo de Rivera.

La Dictadura se justificó como una supera-ción del liberalismo caduco de la Restaura-ción; en un período de fuertes críticas al par-lamentarismo, los regímenes autoritariosidentificaron política y corrupción. En Espa-ña esta situación cristalizó modélicamente enla dictadura primorriverista. Los cuerpos es-

peciales hallaron en el ideario del dictadorun terreno abonado para la consolidación desus privilegios. El ascenso de los abogadosdel Estado y de los ingenieros muestra clara-mente la pretensión de suplantar la políticapor la técnica. El programa de obras públicasy la reforma de la Administración local mar-can la tendencia de un régimen que puso enpráctica lo que Weber llamara «política nega-tiva».

Otra cuestión importante recibe en el librocumplido desarrollo: la emancipación del Go-bierno de las atribuciones del monarca y laconfiguración de la función pública como unainstancia al margen de las crisis políticas.

El compromiso de Alfonso XIII con el dic-tador provocó la caída de la Monarquía yfacilitó la proclamación de la República. LaConstitución de 1931 constitucionaliza porvez primera la inamovilidad sustrayendo a lalegislación ordinaria la regulación de un prin-cipio tan importante. Además, la desapari-ción de la prerrogativa regia posibilitó distin-guir con claridad el binomio Gobierno-Admi-nistración. Pese a que el voluntarismo repu-blicano no pudo vencer la inercia de unosmales seculares, la desagregación del Ejecu-tivo en un impulso político correspondienteal Gobierno y una instancia permanente deaplicación normativa, competencia de la Ad-ministración, supuso por vez primera diferen-ciar, con nitidez, política y Administracióny caracterizar precisamente el lugar de losaltos cargos.

Más allá de la retórica falangista y los actosde afirmación plebiscitaria, el franquismo su-pone la vuelta a la política negativa; «lo pú-blico» queda en manos de la burocracia, enausencia de libertades; la política se reducea gestión administrativa. Esta situación pro-pició de nuevo —como en la dictadura pri-morriverista— la hegemonía de los cuerposespeciales reforzados tras la purga funciona-nal del nuevo régimen.

Pasada la quimera organicista de superarla escisión liberal Estado-sociedad, aparecióen toda su dimensión la necesidad de un es-pacio público vertebrado que facilitara el des-

464

Page 468: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

arrollo económico. El objetivo pasó por unaracionalización del Estado, hasta entoncesidentificado con el ejército y la Falange; elcaudillaje dejó paso a unas estructuras admi-nistrativas consolidadas: fue el momento nosólo de plantear la reforma de las institucio-nes, sino del personal a su servicio. Las leyesde funcionarios de 1963-64 sustituyeron lasprevisiones hechas por el Estatuto de Mauraen 1918 intentanto atajar el «cantonalismo»corporativo con la creación de los Cuerposde Administración Civil.

Este período, que se extiende entre 1957-1966, contempla la modernización adminis-trativa y el progresivo anacronismo de unadirección política, definitivamente ajustadoscon el proceso constituyente abierto en 1977.Entre ambos momentos el proceso de apertu-ra queda liderado por la élite burocrática sur-gida de la reciente reforma de la función pú-blica. De la transición en España ha queridohacerse un modelo exportable a otros paísessalidos de experiencias políticas autoritarias,sin reparar en la dirección pública de los altosfuncionarios. Y fueron los técnicos de la Ad-ministración civil, concebidos como «anti-cuerpos», los que desempeñaron esta decisi-va tarea, asegurando el mantenimiento delEstado durante el declive del dictador. Estelibro da claves interesantes de la génesis deeste proceso gradual.

La creación de UCD como partido del Es-tado significó la confirmación política de esteheterogéneo grupo de técnicos. El estudio deJiménez Asensio sienta las bases para anali-zar la transición política centrada en el lugarocupado por la Administración en el cambiode un régimen a otro de manera paulatina ypacífica.

Este libro ha sido ya comentado desde loque es su finalidad específica: las formas dereclutamiento y articulación de la función pú-

blica en España. Anteriormente hemos trata-do de resaltar otras lecturas que el texto admi-te. Desde el campo de la Ciencia Política yla Teoría del Estado hay escasos esfuerzospor detenerse en un trabajo tan poco lucidoaparentemente como la búsqueda —muchasveces prolija y difícil— del marco político-normativo; la investigación ha versado sobreel proceso de articulación del Estado, las di-ficultades para conseguir la uniformidad te-rritorial... pero en contadas ocasiones seaborda un campo tan específico como la his-torización del empleo público.

Políticas de selección... es un libro queaporta un visión panorámica de la burocracia.Había en la literatura sobre funcionarios va-liosos estudios paraciales, pero hasta ahorano era posible contar con una perspectiva tancompleta; quizá por esta razón se echa enfalta una reflexión teórica de más hondo ca-lado. Sin duda no es ésta la finalidad deltrabajo, pero el lector termina el libro lamen-tando que el esfuerzo desplegado no terminecon un análisis de la burocracia en la Teoríadel Estado. Partir del tipo ideal weberianohubiera suministrado un sólido punto de apo-yo: no basta, pues, la preocupación constantepor encuadrar históricamente las modulacio-nes de la función pública, es necesario tenerpresente un entramado conceptual; es ciertoque con esta supuesta carencia caemos delleno en la disputa sobre el método, un terre-no en extremo vidrioso pero ineludible aunen trabajos de finalidad tan específica comoeste que comentamos. En cualquier caso, elmejor juicio sobre este libro es la amplitudde sugerencias que contiene; lo escrito seemancipa de las intenciones de su autor yPolíticas de selección... tiene vida propia;probablemente larga vida.

Manuel Zafra Víctor

465

Page 469: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

J. DANIEL: La Blessure suivi de Le Temps qui vienl, Parts, Grasset, 1992; 339 páginas.

A pesar de título tan camuniano, este nue-vo libro del director del Nouvel Observateures ante todo una crónica del tiempo presenteredactada por un escritor de talento descollan-te. A causa de la herida que recibiera asistien-do sur place a uno de los últimos y mássimbólicos acontecimientos de la descoloni-zación francesa del Magreb —Bizerta, juliode 1951—, este judío argelino de Sidi BouSaid debió pasar cerca de un año en un hos-pital parisino al que acudieron ininterrumpi-damente varias figuras del mundo de las le-tras, la política y el arte franceses.

La primera parte de la obra está consagradaprecisamente, en forma de dietario, a las re-flexiones que las conversaciones de sus visi-tantes despertaban en un ánimo excitado a lavez por la enfermedad y el drama de su tierranatal, vivido por él de forma terebrante. Ca-mus, su maestro en la escritura y su guía enel humanismo libertario que es el alcaloidede la ideología de este maitre á penser de laizquierda intelectual francesa, es objeto decontinua referencia en las reflexiones del con-valeciente —tres intervenciones quirúrgicasen menos de un año— ante la inevitabilidadde la emancipación argelina, indeseada porCamus, y el culto a éste. Pero también sonmuy numerosas las consideraciones acercade la política gaullista frente al mundo árabe,así como-sobre la opinión pública metropoli-tana y de los franceses de Argelia respectoal conflicto que acabaría en marzo de 1962.Testimonio de primer plano en torno al prin-cipal capítulo de la historia gala de la segundamitad del siglo xx y de parte de la mundial,los llamados científicos sociales, en particu-lar politólogos e historiadores, encontraránen él una interpretación vigorosa y penetran-te, superior incluso a las que del mismo hechollevaran a cabo Raymond Aron, Franc,oisMauriac o Sartre.

Un cuarto de siglo después el autor ha vuel-to a los lugares de memoria que señalaron susalto a la celebridad y prestigio internaciona-les. Hay poco de nostalgia, no obstante, en

ello. El futuro es el polo magnético que iman-ta las páginas dedicadas al cotejo de la obrade Sartre y Aron, en las que se descubre unadiscreta pero emocionada palinodia a favordel segundo; así como en la evocación de las«ilusiones líricas» del 68, enjuiciadas condesacostumbrada severidad en la lúcida peroindulgente pluma del autor de La Era de lasrupturas.

Aún más lo son aquellas en las que semedita sobre el significado del movimientoabanderado por Le Pen —fustigándose lasvisiones sesteantes de progresistas y modera-dos—, y en las que se establece un balanceprovisional de algunos de los grandes legadosdel siglo que agoniza... con enorme fecundi-dad. Y en plena atalaya de ese porvenir sesitúan aquellas finales en las que el autorapuesta decididamente cara a los retos delfuturo —integración europea, racismo, fun-damental i smo— por el hombre y su capaci-dad inagotable de crear y superarse. La alian-za del fondo y la forma, la hondura del pen-samiento y la altura de la expresión que cons-tituyen, desde Montaigne, el secreto del me-jor ensayismo, encuentran en la desemboca-dura del libro su punto culminante en la aten-ción a los peligros que acechan en las postri-merías del siglo y a las posibilidades de elu-dirlas.

Antes de llegar a ellas, empero, Jean Da-niel ha vuelto a trazar una semblanza impaga-ble de Mitterrand con el que mantiene hatiempo una difícil relación de simpatía y re-ticencia, de aprecio y disentimiento. Muchasson las imágenes y epopeyas trazadas ya so-bre el cuarto presidente de la V República.Pocas o ninguna aventajarán en fuerza de pre-sencia y captación anímica a la de uno desus antagonistas preferidos. «Estoy de acuer-do con Franc,ois Furet cuando atribuye unaespecie de genio a Francois Mitterrand en laconquista del poder (hace entonces su histo-ria). Y una pasividad intermitente en la ges-tión de ese mismo poder (contentándose consufrir la historia). Estoy conforme pero a con-

466

Page 470: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

dición de observar a renglón seguido que sepueda decir casi lo mismo de todos los gober-nantes. No creo que eso sea más verdad paraMitterrand que para los demás. Pienso quecualquier gobernante no es responsable másque de algunas decisiones —dos o tres única-mente— y que Mitterrand, en 1983 en elmomento del rigor económico, en 1984 conocasión del discurso, sobre los misiles Pers-hing, en 1990 con motivo de la crisis delGolfo, ha tomado estas decisiones para bieno para mal. Mejor para bien. Mi tesis perso-nal es que Mitterrand ha conseguido plena-mente uno de sus objetivos más personalesy antiguos, fuera de la meta evidente de salirelegido dos veces para el Elíseo. En mi opi-nión, lo esencial para él radicaba en una solacosa: arrancar durante tiempo a la derecha unmonopolio de poder que estaba a punto deidentificarse con un derecho, una legalidadde circunstancias que la.derecha iba caminopoco a poco de transformar en una legitimi-dad digna del antiguo régimen, una exclusi-vidad de la competencia presentada cada vezmás como un privilegio de la Providencia.Miterrand siempre ha rechazado un orden decosas donde unos, siempre los mismos, go-bernarían y otros también siempre los mis-mos, contestarían... Soberano neto, Mitte-rrand ha querido devolver la soberanía al pue-blo encamándola. Al propio tiempo ha acaba-do por creerse investido de la misión de des-truir esta repartición de papeles que todo elmundo comenzaba a consentir [...] Mitte-rrand quiere todo el poder y todo el poder esel Estado. Creo que para Mitterrand no hayverdadero gozo sino en el poder [...] El puedehacer del trato con las mujeres y de los cami-nos de la intriga un antídoto contra el enojo;pero tales divertimentos no le distraen duran-te largo tiempo de la erótica del poder» (pág.246). >

Aunque menos crítico con Burguiba a lolargo también de una tensionada amistad demás de treinta años, el autor trasladará allibro el diálogo de ultratumba entablado conel líder tunecino en una visita de definitivoadiós. Si este encuentro y sus recuerdos es-

tán teñidos de melancolía, muy distinto seráel tono de las acotaciones hechas a los en-cuentros celebrados con Hassan II casi siem-pre en compañía de otras personalidades,como, por ejemplo, Mitterrand. El conoci-miento envidiable que Jean Daniel posee entodo lo concerniente al Magreb le inspiraráun verdadero tableau hislorique del imperiojerifiano en la encrucijada en que desde hacetiempo se halla. La valoración de las cualida-des políticas e intelectuales del monarcaalauita es grande por parte del autor, lo queno impedirá, desde luego, a su pluma descri-bir un cuadro más bien pesimista del presentey sobre todo del porvenir de un país que,seguramente, se colocará en el primer planode la preocupación mundial en los años pró-ximos. «Algunos de mis amigos apostabanporque el reinado de este monarca gozador,caprichoso e imprevisible no sobrepasaría losseis meses. El ejerce el poder desde hacetreinta años. Destino singular. Trayectoriaexcepcional. El ha experimentado todo, loha recorrido todo, lo ha conocido todo. Nodebe su vida más que a una sucesión de inso-lentes milagros. ¡Qué novela la de su biogra-fía! Se evoca a Shakespeare, pero sería mejorpensar en un héroe creado por Cervantes.Desde un principio no se le ha rehusado nun-ca una poderosa inteligencia. Pero nadie leha otorgado tampoco nunca por entero suconfianza» (pág. 292).

También el futuro de Israel inquieta a estejudío de la Diáspora, hondamente apegado asus vivencias infantiles en un hogar penetradode las mejores esencias bíblicas, pero total-mente occidentalizado, como declarará reite-radamente. Mas en este punto la identidadactual de la patria y el concepto judíos preo-cupan singularmente al autor, lanzado en di-cho capítulo por la pendiente de la confiden-cia y la desazón íntimas; interrogándose porla fórmula de conciliar en los judíos, plena-mente ciudadanos de sus respectivas patrias,el sentimiento de éstas y la simpatía y solida-ridad con el Estado y el pueblo de Israel. «Heaquí otras tantas posibilidades de salir sinperder la personalidad, de escapar a la famosa

467

Page 471: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

'condición' que consistiría en crear un este-reotipo nuevo: el judío religioso, ortodoxo,sionista, consciente de pertenecer al pueblojudío, enjuiciando todas las cosas según elrasero de su nocividad respecto a los judíos(¿es bueno para nosotros?), viendo en el ju-daismo una esencia eterna, en el antisemitis-mo una categoría del espíritu y en la Bibliael único tesoro que contiene las claves deldestino primigenio y finalmente judío de lahumanidad. Ante esto, ¿qué pienso yo? Enun principio y en una palabra, que cada unodebe poder vivir su judaismo tal y como loentienda, que la diversidad debe ser deseada,querida y protegida y que las nuevas imposi-ciones llamadas «comunitarias» deben ser de-nunciadas de una vez por todas [...] Piensoque como el milagro griego y la maravillacristiana, el misterio judío es un fenómenoinquietante que puede provocar cuestionesmísticas y conducir a algunos a creer en laelección de un pueblo. Pero al mismo tiempopienso que no se debería vivir esta lecciónmás que para acrecer el número de los debe-res y disminuir el de los derechos. Si el pue-blo elegido no puede ser más que un pueblode testigos y de sacerdotes, debe prohibirseel empleo de las armas. En caso contrario,debe considerarse como un pueblo como to-dos los demás: obligado.a la resistencia parasobrevivir, a la defensa del Estado, a la deten-tación de secretos de Estado e incluso a lamisma razón de Estado. Dicho de otro modo,lejos de pensar que la elección puede justifi-

car la creación del Estado de Israel, no debe-ría tener tal Estado más que si se abandonael concepto del pueblo elegido. Me habláisde la Alianza. De la Tierra de Canaán, delasentamiento en la Tierra Prometida, de losvalores del Éxodo, del nómada universal. Lorechazo. O bien me proponéis una interpreta-ción metafórica de la alianza, donde se habla-ría de un Canaán filosófico y de una Jerusalénceleste o bien manifiesto que el Estado deIsrael, al igual que los otros, no debería in-ventarse derechos temporales en nombre deuna legitimidad espiritual, una geografía deintereses, en nombre de una historia revelada.Creo que los Diez Mandamientos son másimportantes que el Talmud: la moral, másque la tradición; el deber del hombre, másque el honor de la tribu» (págs. 258-259).

Pero, de ordinario muy breves y ligerasalusiones a lo español, la obra consagra dospáginas a la impresión provocada en JeanDaniel en su visita a Madrid a fines de abrilde 1963, donde creyó constatar que el puebloespañol había dejado ya atrás para siempreel fantasma de la guerra civil, mostrándosedistorsionadas todas las imágenes del ex-terior.

Literatura e Historia: gran alianza. Sóloposible en obras como ésta. El placer delconocimiento bello y útil, como querían losantiguos, se sorbe a caño abierto en el últimolibro de Jean Daniel.

José M. Cuenca Toribio

MANUEL ALCÁNTARA/ISMAEL CRESPO: Partidos políticos y procesos electorales en Uruguay (1971-1990), Madrid, Ed. Cedeal, 1992; 251 págs.

El texto que nos ocupa es un importanteaporte de la ciencia política española al cono-cimiento de los sistemas políticos de los paí-ses latinoamericanos. Los autores llevan acabo un excelente estudio de* sistema de par-tidos y sistema electoral de un país que pre-senta como uno de sus elementos más carac-terísticos el recurso a la ingeniería política.

Escasamente conocido en España, Uruguaytiene uno de los factores definitorios de susistema político en el recurso a ^combina-ción de los «partidos cascada» que conformanlos lemas con el mecanismo electoral del do-ble voto simultáneo. Debido a la importanciade este hecho, los autores realizan un análisisconjunto de ambos aspectos destacando la

468

Page 472: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

evolución electoral, así como el paso desdeun sistema tradicionalmente bipartidista aotro en el que aparecen nuevas opciones po-líticas.

El texto comienza con el estudio del siste-ma electoral uruguayo, caracterizado por susingularidad y su complejidad y configuradoen el transcurso histórico de forma vinculadaa la estructura del sistema político. El ele-mento que contribuye a dotar de especifici-dad al sistema electoral uruguayo, y queconstituye el factor clave del mismo, es eldenominado doble voto simultáneo, y su me-canismo inherente, la acumulación. El princi-pio fundamental de este procedimiento es queel elector debe votar por el lema que represen-ta a un partido y, simultáneamente, por lossublemas en que aquél se divide. Este meca-nismo se configura, en cierta medida, comola combinación de una elección al interior deun determinado partido y, de forma paralela,una elección entre partidos. Las dificultadesinherentes a la aplicación de este sistema sonperfectamente explicitadas y analizadas porlos autores, al igual que lo son los posiblesefectos que una legislación electoral de estanaturaleza provoca sobre la fraccionalizaciónde los partidos. Si bien este tema puede ten-der hacia la controversia, lo que en el textose establece claramente es que el sistemaelectoral fue funcional a la existencia del bi-partidismo bloqueando hasta 1971 la presen-cia de otras fuerzas políticas significativas.En las elecciones de ese año surgió en laescena política el Frente Amplio, que si bienno tuvo efectos a corto plazo sobre el sistemapolítico, sí abrió nuevas expectativas de futu-ro. El éxito de la línea más conservadora delPartido Colorado contribuyó a polarizar toda-vía más a la sociedad uruguaya, acentuar lastendencias autoritarias en el seno del Estadoy amparar la reacción de ciertos núcleos delas élites partidistas tradicionales tendente aimpedir la presumible progresión del FrenteAmplio. El surgimiento, además, de la gue-rrilla, el ruralismo y de las Fuerzas Armadasfueron lodos ellos factores que cuestionaronlas bases del sistema de partidos y que carac-

terizaron el período previo al comienzo de ladictadura. La destitución de Bordaberry ini-ció el gobierno de los militares, en el que nohabía espacio para las fuerzas partidistas.

Si bien el discurso de los militares se ar-ticuló en tomo a la restauración del sistemademocrático previo, en la práctica optaronpor promover un retomo transicional condu-cido «desde arriba» y que diera lugar a unademocracia protegida. En este contexto lasFuerzas Armadas optaron por realizar una re-forma constitucional y legalizar y legitimarel régimen a través del recurso a la consultapopular. El análisis de esta estrategia, losresultados negativos a los deseos militaresdel plebiscito y el proceso de apertura contro-lada que se inició son temas excelentementedesarrollados por los autores. La reconstruc-ción del sistema de partidos, como conse-cuencia de la aprobación del Estatuto de losPartidos Políticos, producto de la negocia-ción entre las Fuerzas Armadas y los repre-sentantes partidistas, va acompañada del aná-lisis de las elecciones internas realizadas porlas fuerzas políticas. Diseñadas con el objetode constatar el caudal electoral de cada parti-do y avalar con ello, dentro de las fuerzaspolíticas tradicionales, a los candidatos másafines con el proyecto militar, el análisis quese realiza de estas elecciones va acompañadode una excelente información numérica, quees, por otra parte, uno de los elementos másdestacados del texto.

El proceso de transición se aceleró así du-rante 1984 y se canalizó a través de la nego-ciación de las Fuerzas Armadas con los par-tidos políticos, sin incluir al Partido Nacio-nal. El sistema de consenso establecido reco-gió la participación de sectores excluidos has-ta la fecha, como el Frente Amplio, y, simul-táneamente, la postergación de una de las dosfuerzas tradicionales. Sin embargo, lo impor-tante es que ello permitió la recomposicióndel sistema democrático previo y la realiza-ción de elecciones después de once años degobierno militar. Este es el tema sobre el quese articula el quinto capítulo del texto quenos ocupa. Los autores analizan las fuerzas

469

Page 473: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

políticas que contendieron, sus programas ylos resultados que el proceso electoral de1984 proporcionó. Una elección que se signi-ficó como el triunfo del Partido Colorado yque consolidó el esquema de partidos políti-cos conformado en 1971. Se manifestaba asíque el sistema bipartidista tradicional no eraya suficiente y que otras tendencias políticasestaban présenles en la sociedad uruguaya.Junto a ello, el tema importante que se pre-sentaba era la necesidad de establecer un con-senso capaz de dotar de contenidos a las ins-tituciones democráticas recuperadas. Para losautores, la realización del referéndum de1989 sobre la Ley de Caducidad se significócomo el final de la transición y el inicio dela consolidación democrática. A su vez, lasposteriores elecciones de 1989 constituyeron

la manifestación de alteraciones en los apo-yos a las diversas fuerzas políticas en unaevolución cuyas consecuencias para el des-arrollo futuro del sistema de partidos no sondel todo predecibles. Este excelente libroconcluye con la aportación de Pablo Mieres,destacado investigador uruguayo, sobre la es-tructura partidista después de 1989. Final-mente, y como ya se ha señalado con anterio-ridad, este texto se constituye en una impor-tante contribución a la comprensión del siste-ma electoral y de partidos de Uruguay en lasúltimas dos décadas y sobre todo en una de-cisiva aportación de la ciencia política espa-ñola al estudio de los sistemas políticos lati-noamericanos.

Antonia Martínez Rodríguez

M. DE UNAMUNO: Epistolario inédito (1894-1936), edición de Laureano Robles, Madrid, Espasa-Calpe, 2 vols., 1992; 369 y 360 págs., respectivamente.

Los historiadores de cualquier tramo delpasado hispanoamericano y, muy particular-mente, los contemporaneístas extraerán ricobolín de este epistolario. Planteamientos ori-ginales sobre los temas más trillados, juiciosrezumantes de vitalidad y enjundia, intuicio-nes felices, sabiduría humana y libresca, todoello corre, y con caudal abundante, por laspáginas de un epistolario en las que se alzantambién con fuerza estremecedora gritos dequeja y esperanza acerca de España, de losespañoles y de Iberoamérica y de los ibero-americanos.

Acotando al ámbito contemporáneo estaligera reseña, tendríamos que indicar en pri-mer término que desde ahora en adelante losestudiosos del controvertido reinado de Al-fonso XIII tendrán que utilizar recurrente-mente estos volúmenes convertidos en verdu-dera fuente para muchos aspectos de la Espa-ña del primer tercio del novecientos, y nosólo literarios o culturales. El análisis religio-so, el costumbrista y, de manera singular, elcentrado en la evolución política se aprove-

chará grandemente de su empleo. Entre losnumerosos datos y visiones aportados por elgran vasco en torno a un período en el quesu región natal ejerció un destacado protago-nismo en no pocas áreas de la existencia his-pana, sus reflexiones acerca del fenómenonacionalista, tanto del de su tierra como delcatalán, gozan de la fuerza de presencia pro-pia de un talento superior y una pluma incur-sionadora con frecuencia por los pagos de lagenialidad... Trasvasados a la más candenteactualidad no pierden lozanía ni penetración.Más discutibles, aunque siempre agudos, sonsus bocetos y esquemas acerca del carácterde otros pueblos peninsulares e isleños. Perotambién en ellos se podrá aprender provecho-sas lecciones para estructurar la convivencianacional a fines del siglo xx. Causa, en efec-to, verdadero asombro observar con cuántascuerdas estaba compuesto el patriotismo una-muniano, sin que sus legítimas opciones ypreferencias e incluso sus atrabiliaridades im-plicasen merma alguna en una asunción espa-ñola en la que nada faltaba ni sobraba.

470

Page 474: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

Si bien de algunos otros de los epistolariosdel rector salmentino aparecidos años atráspodría conjeturarse la reluctancia que le cau-saba la figura, tan respetada en su tiempo yen el posterior, de la Reina Regente, en ésteaparece plenamente confirmada. Antes deque fuera destituido de su rectorado a instan-cias, según su opinión, de María Cristina, através de su instrumento el ministro malague-ño Francisco Bergamín, la segunda mujer deAlfonso XII era pintada en noire por donMiguel, atribuyéndole buena parte del espíri-tu militarista en que educaba y movía al jovenrey. Después, como acabamos de recordar,las cosas irían a peor; y no es rebajar unadarme la estatura moral de Unamuno el su-poner que su decidida actitud proaliada du-rante la Primera Guerra Mundial tuvo uncomponente, sin duda mínimo, de «anticris-tinismo».

Pero si la madre de Alfonso XIII no atrajonunca la simpatías unamonianas, de su hijono puede decirse igual. En las presentes car-tas se dibuja con nitidez la gráfica de su sen-timiento alfonsino en una persona que no era,a declaración de parte, «ni monárquico nirepublicano». De una inicial estimación ensus primeros contactos, fechados en 1904, yuna actitud benévola hasta comienzos de losaños diez, se pasará a una brusca inflexiónque llegará más a la conmiseración que alrencor durante su destierro canario y fran-cés. «El mozo me gusta, me parece sencillo,afable y bien intencionado, pero le temo mu-cho a los resabios de la mala educación quele ha dado la muía de su madre la austríaca.Anda rodeado siempre de militares y no sequita el uniforme, y le digo y le repito y selo diré mil veces y se lo repetiré otras mil yno me hartaré de decírselo y repertírselo,todo, todo, todo antes que esos bárbaros demilitares [...] Ahora puede usted escribir aesa señora D.a Paz que su sobrino me pareceun buen muchacho y que de él podría esperar-se algo si echara de su lado a todos los mili-tarotes que le rodean y se sacudiera de lasgazmoñerías en que le ha envuelto la antipá-tica de D.1 Cristina, su señora madre» (28-10-

1904, I, pág. 171). «El fin de la guerra hasido la derrota de España. España se disuel-ve. Cataluña se separará y es inútil hablar defederación, pues no hay federación sólida yduradera sino con unidad de lengua oficial.España y Cataluña se separarán como se se-pararon Suecia y Noruega y por cuestión delengua y el problema del meteco. Un castella-no preferirá ser en Cataluña extranjero a sermeteco. Añada usted la corrupción de nues-tros políticos de turno, germanófilos todosellos durante la guerra. Y nada quiero decirlede nuestro Rey, contra el que dirijo hace másde dos años una campaña encarnizada. Es unHabsburgo y a la vez biznieto de Fernan-do VII, el Abyecto. No se sabe el daño quenos ha hecho y sigue haciéndonos» (23-1-1919, II, págs. 74-75). «Don Alfonso biendeshecho está. Pero aún puede prestar algúnservicio su cadáver hasta que se proceda aenterrarle» (14-1-1925, II, pág. 157).

Acerca de la Gran Guerra que acaba decitarse resulta en extremo interesante la radio-grafía unamoniana sobre los talantes de lasociedad hispana frente al conflicto. Dada suconocida galofobia, don Miguel se veía obli-gado a justificar su posición aliadófila dejan-do a salvo su amor a Francia y su renitenciafrente al afrancesamiento, considerado por élen cartas finiseculares (véase igualmente lade 7-8-1899, I, pág. 678), como uno de losmayores lastres de la cultura e historia nacio-nales. «Aquí, en España, los defensores delos aliados, los anglofilos y francófilos nosomos mayoría. El elemento católico, losconservadores, los jaimistas, los de la dere-cha, están de parte de Alemania. ¡Dicen queAlemania es el orden, la disciplina, la auto-ridad! Es que en el fondo las ortodoxias seatraen y nuestros inquisidores católicos (?)se sienten solidarios de los inquisidores na-cionalistas de la Kuliur [...] Por eso aquítodos los enemigos de la democracia, de lalibertad, de la opinión libre, todos los inqui-sidores, que desgraciadamente son muchos,abogan por Alemania» (22-12-1914, I, pági-nas 356-358). «Yo era —y aún soy— anti-afrancesado, ya que no antifrancés, pero en

471

Page 475: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

esta ocasión creo que Francia lucha con In-glaterra y Rusia por el porvenir de la civiliza-ción cristiana contra la Kuliur pagana germá-nica» (ibidem, pág. 364).

El epistolario comentado se adensa histo-riográficamente con la agonía de la Restaura-ción y la dictadura primorriverista. Un tantosoprendentemente. Sin embargo, la etapa dela «dictablanda» y, en especial, la de la Se-gunda República, se muestran algo avaricio-sas en información de interés historiográfico.Aún así es claro que, tratándose de Unamu-no, no escaseen los vislumbres y fogonazosmás penetrantes. Resulta, en verdad, llamati-va la premonición unamuniana de la inminen-te contienda civil, casi datada en algunas desus cartas. «Cada vez veo más turbio el pró-ximo provenir español» (8-4-1933, II,pág. 300). «Las cosas de aquí, de mi pobreEspaña, cada vez más revueltas y más tur-bias. Vivimos en una verdadera guerra civil»(22-1-1934, II, pág. 315). «No se trata delestado de mi pobre patria, que está pasandouna de sus crisis más graves» (27-4-1934, IIpág. 317). «Pero lo que sobre todo me retieneahora es el estado de la cosa pública (respublica) en esta nuestra España, sobre la queveo cernerse una catástrofe si la Providenciao el Hado o lo que sea no lo remedia» (10-6-1936, II, pág. 348).

Envuelto ya el país por ésta, el epistolarioque comentamos recoge tan sólo cuatro car-tas, todas de subido valor para comprenderlos primeros meses del duelo cainita, particu-larmente, en el plano de las ideas. Su lecturaes, en último término, reconfortante porcuanto se aprecia que la nobleza de alma, lainsobornable independencia y el alto talentode una de las grandes figuras de toda la his-toria española, solamente se agotaron con sumuerte.

Nada patentiza mejor la grandeza de ánimode Unamuno que sus jucios sobre los perso-najes y personajillos de la vida del pensa-miento y de las letras de la España de sutiempo. Sus admoniciones y censuras raravez se dirigen contra los autores, sino haciasus obras, incluso hacia la derecha. Ni siquie-

ra con los considerados por él como «politi-castros» perderá Unamuno su nativa nobleza,si bien la semblanza y alusiones a FranciscoBergamín, considerado como el autor mate-rial de su destitución rectoral según vimos,se abocetan al agua fuerte (22-9-1914, I,pág. 347, y 9-10-1920, II, págs. 96-97). Enfin, ni la hipocresía ni los convencionalismosse hicieron para don Miguel, cuyas contradic-ciones —y el epistolario deja bien al descu-bierto algunas de ellas— nunca o casi nuncasupusieron conformismo o aclimatización alas delicias de cualquier poder.

Sin la glosa de otros muchos puntos queimantan la atención de los estudiosos de lahistoria y de la literatura españolas contempo-ráneas terminaremos el comentario del últimode los epistolarios unamunianos con la anota-ción de su indispensable consulta para el aná-lisis de la visión de América, no sólo en lamente de don Miguel, sino también en buenaparte de la cultura hispana actual. Políticosy literarios se cruzan en la temática del epis-tolario mantenido por el rector salmaticensecon numerosos corresponsales —argentinos,mexicanos, colombianos, etc.—. Argentinaes la más evocada, aunque también quizá lamás criticada por sus proclividades afrance-sadas o italianizantes. Dioses mayores de lapolítica como Artigas, o de la literatura comoRubén Darío son traídos a una consideraciónno demasiado positiva, bien que con alternan-cias y profunda valoración de algunas de susgrandes cualidades.

Estos volúmenes demuestran una vez másque nada de lo americano era ajeno a donMiguel, que entrañó como suyos a sus héroeslegendarios y reales, a sus gentes y tradicio-nes, forjados en el gran y hasta ahora crisoldel mestizaje.

«Sí, lo de Azorín diputado por Cierva esverdad. Pero... dejémoslo.

Y de Baroja, ¿qué le voy a decir? Tampocopuedo con esos diálogos que empiezan:"¡Ola, Pedro!" "¿Y tú, Juan?" Para acabar:"¡Pst! ¡Bah!" Tanta materia conjuntiva haceun estilo atrozmente cirrótico. Y luego unafilosofía de estudiante de medicina, no de

472

Page 476: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

médico siquiera y menos de Fisiólogo o pató-logo.

No, no quiero ceder a la tentación de con-testar a su nuevo artículo. Me temo a mímismo. Hay cosas que no se pueden decir.Los que me hayan adivinado que me las atri-buyan luego que yo me muera. [...] Acabode hacer para Summa y realmente conmovidouna cosa en recuerdo del pobre Rubén, conquien fui, en su vida, desdeñoso en extremo.¡Cómo ablandan los años el corazón!» (15-2-1916, II, pág. 32).

Al lado, con la misma altitud y peso delamor de Unamuno por Hispanoamérica, sesitúa en el epistolario, como en toda su obra,el mostrado por Portugal. No obstante, losvaliosos ensayos y monografías dedicados aesta dimensión de la obra unamuniana, seránmúltiples las piezas que eruditos y curiososcobren en la lectura del presente epistolario.

Ya hemos dicho que el despojo sistemáticode este epistolario sacará a la luz centenaresde piezas valiosas para el estudio de la culturaespañola contemporánea. Nombres ya egre-gios —Menéndez Pidal, Rodríguez Marín,

Ricardo Palma, Camille Pitollet, Rubén Da-río, Teixeira de Pascoes, Enrique Larreta,Papini— o que pronto lo serían —EduardoMarquina, Jacques Chevalier, Manuel Gar-cía Morente, José Castillejo, Giménez Caba-llero, María de Maeztu, José M.1 Cossío,Allison Peers—, junto a figuras grisáceas odiscretas se arraciman en sus páginas, todasellas autógrafas, pues, como don Miguel afir-maba en una de ellas, no contaba con secre-tarias... Si en ocasiones sus juicios y opinio-nes, como decíamos anteriormente, son algohíspidos, quedan de sobra compensados conel estímulo prestado generosa e infatigable-mente a estudiantes soñadores, licenciadosdesnortados, opositores frustrados, autoresen verdor, etc.

La edición a cargo de un especialista yaacreditado en estas difíciles e indispensablestareas resulta muy acribiósa, careciendo deimportancia algún gazapillo retozón (II, 53).

José M. Cuenca Toribio

SALVO MASTELLONE/ANTONIO ALVAREZDE MORALES: Pensamiento político europeo (1815-1975),Madrid, Editoriales de Derecho Reunidas, S. A., y Ed. de la Universidad Complutense,1991; 453 páginas.

Las relaciones del poder político con lainteligencia nunca han resultado demasiadocariñosas. Existe entre los poderosos de latierra un mal disimulado desprecio por el pen-samiento, que es el fruto de numerosos malosentendidos.

El libro del que me voy a ocupar, sin dejarde ser una exposición de las doctrinas políti-cas y sus autores a lo largo del período estu-diado, es un texto de determinadas claves.Parte de las cuales tienen mucho que ver conel párrafo con el que he comenzado el comen-tario.

En la parte redactada por el profesor Anto-nio Alvarez de Morales hay algunos fragmen-

tos muy demostrativos. Como cuando señalael significado de la lección bonapartista (mu-cho más lleno de sentido que la guerrilla es-pañola). La enseñanza radicaría en el hechode que se instaló en las conciencias la ideade que era necesario para el triunfo de lainsurrección la intervención del ejército.

La acción militar era la mejor técnica po-lítica para imponer al soberano legitimista ya la Europa reaccionaria un gobierno consti-tucional. El pronunciamiento de 1820, en Ca-bezas de San Juan, tenía un significado.pare-cido, pero una finalidad muy distinta del gol-pe de Estado de Banaparte del 18 Brumario.El ejército español tomaba la iniciativa poli-

473

Page 477: Número 79

NOTICIA DE LIBROS

tica para obligar al soberano a aceptar laConstitución.

El profesor Salvo Mastellone, al comentarel significado de la obra de Roberto Michels,nos explica que cien años más tarde anuncia-ba la militarización de las prácticas de lospartidos políticos. Al fin y al cabo la luchapolítica era una muestra de la lucha de clases,lo que determinaba la necesidad de adoptarun sistema de organización que llevara a lavictoria. Una consideración que está en labase de cierta concepción, que ve al líder delpartido, rodeado de su Estado mayor, comoun general siempre dispuesto a imponer a latropa sus órdenes de marcha.

Este es. un asunto con numerosas conse-cuencias. La primera de todas es la de ciertorechazo implícito a la coexistencia, a la con-currencia de partidos: es una invitación alnacimiento de lo que Mastellone llama «elpartido dominante».

Más adelante, Mastellone se ocupa de lasconsecuencias de la Primera Guerra Mundialy hace unas brillantes observaciones sobre elsignificado de la economía de guerra. La más

importante de las cuales es la transformaciónde los aparatos administrativos de los Estadosque participaron en la guerra.

Lo que quiere resaltar el profesor italianoes que el «militarismo» no se quedó en serun fenómeno vinculado a la Primera GuerraMundial, sino que es algo más que eso: setrata de un fenómeno complejo que penetróen lodo el tejido social y creó las bases de laconfianza en el dirigismo estatal. Dos con-ceptos aparecieron con la experiencia bélica:el de «planificación» y el de «organización».Ambos parecían necesarios para la coordina-ción del esfuerzo colectivo.

Lo relevante del caso es que el modelo deEstado que ha acabado por imponerse en elmundo oriental no es fundamentalmente unfruto del pensamiento político. Una vez máses el resultado de la actividad de los políticosque no acaban de tomarse en serio las refle-xiones de los pensadores. Lo que después detodo tampoco está mal.

Constantino García

474

Page 478: Número 79

Director: RODRIGO BERCOVITZ RODRIGUEZ-CANOSecretario: JUAN JOSÉ MARIN LÓPEZ

Núm. 1 (Enero-Abril 1993)

RODRIGO BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO

GUIDO ALPA

CARLOS MALUQUER DE MONTES BERNET

JUAN JOSEMARIN LÓPEZ

MARÍA PAZ SÁNCHEZ GONZÁLEZ

JOSÉ ANTONIO SERRANO GARCÍA

ÁNGEL CARRASCO PERERA

MARÍA DOLORES GRAMUNT FOMBUENA

Estudios

La conservación, modificación y desarrollo por las Comunida-des Autónomas de los derechos civiles, torales o especiales.Diritto privato (Legislazione regionale).Del artículo 149.1.8 déla Constitución al ordenamiento jurídicocatalán: su reciente desarrollo en sistemas.La jurisprudencia constitucional sobre el reparto competencialen materia de derecho privado.Breves reflexiones sobre la doctrina constitucional relativa alas «bases de las obligaciones contractuales».La Comunidad Autónoma de Aragón ysuderecho civil foral.

Comentarios y Notas

Alquileres e hipotecas: costes y principios de protección (Apropósito de la STC 6/1992, de 13 de enero).Ejercicio del derecho de retracto: La distinta naturaleza de laconsignación y el reembolso (A propósito de la STC 12/1992,de 27 de enero).

Crónica

EspañaExtranjeroNúmeroNúmero

Materiales

o

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN ANUAL

suelto:suelto:

EspañaExtranjero

4.50059

1.60020

Pías$Pías$

Suscripciones y números sueltos

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45, 6.a • 28004 MADRID

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALESPlaza de la Marina Española, 9

28071 MADRID

Page 479: Número 79

REVISTA DELCENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Publicación cuatrimestral

REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS

Publicación trimestral

REVISTA DE INSTITUCIONES EUROPEAS

Publicación cuatrimestral

REVISTA DE ADMINISTRACIÓN PUBLICA

Publicación cuatrimestral

REVISTA ESPAÑOLA DE DERECHO CONSTITUCIONAL

Publicación cuatrimestral

DERECHO PRIVADO Y CONSTITUCIÓN

Publicación cuatrimestral

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALESPlaza de la Marina Española, 9

28071 Madrid (España)

Page 480: Número 79

1.400 pesetas 9 7 7 8 4 0 0 4 8 7 6 9 1