orientaciones de pastoral inmigranteconocer también qué significa la condición inmigrante en...

23
Orientaciones de Pastoral Inmigrante Cuadernos de Formación nº 7 DELEGACIONES DIOCESANAS DE PASTORAL INMIGRANTE * ARCHIDIÓCESIS DE MADRID

Upload: others

Post on 22-Sep-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

Or ien tac iones

de

Pasto ra l I nmig ran te

C u a d e r n o s d e F o r m a c i ó n n º 7

D E L E G A C I O N E S D I O C E S A N A S

D E

P A S T O R A L I N M I G R A N T E

*

A R C H I D I Ó C E S I S D E M A D R I D

Page 2: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

2

P R E S E N T A C I Ó N

Esta ponencia ha servido de punto de partida para el desarrollo de nuestras jornadas de pastoral inmigrante. No podía ser de otra forma. Si queremos dar a los hombres y mujeres inmigrantes la respuesta que ellos esperan de nuestra Iglesia, si queremos devolverles la esperanza, tenemos que conocer sus inquietudes y sus ilusiones, sus gozos y sus angustias, valorarles por lo que ellos mismos son, hacerles un sitio entre nosotros, dejando que su diferencia nos enriquezca.

Conocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones de vida, de trabajo y la legalidad vigente , que les vienen-impuestas y que van configurando a estos hombres y mujeres, que con su trabajo, por humilde que sea, contribuyen a nuestro bienestar y nos recuerdan que tendrían que ser otras las relaciones entre los hombres y entre los pueblos,-más justas, más humanas, más fraternas, sin duda-, a la vez que descubrimos en ellos el Evangelio que les vamos a anunciar.

Gloria Lora-Tamayo D’Ocón1 nos descubre de manera magistral en su exposición esa condición inmigrante: quiénes son, de dónde vienen, dónde viven, dónde y en qué trabajan... Los tenemos muy cerca de nosotros, en nuestros barrios, en nuestros pueblos, en nuestros hogares, en nuestras fábricas, y, sin duda, también llaman a las puertas de nuestras comunidades cristianas.

A lo largo de su texto y en su conclusiones, pone de relieve algunas de sus características importantes. «La presencia extranjera en Madrid, nos dice, tiene un carácter dual: junta a la presencia de los ciudadanos de países ricos con alta cualificación laboral y social, la de los ciudadanos de países subdesarrollados o en vías de desarrollo en situación de franca desventaja. Factores de desventaja son: las diferencias de lengua y cultura; el bajo nivel de instrucción y por tanto, la menor capacidad para desarrollarse en una sociedad diferente y compleja; los problemas de documentación; el desarraigo familiar; la inserción en el mercado laboral en los «nichos laborales» que no requieren cualificación y dentro de ello la importante polarización hacia los servicios domésticos y personales; la precariedad de los empleos y la inestabilidad laboral y, como problema que cobra importancia en el momento actual, el aumento del paro sobre esta estructura laboral precaria, con consecuencias aún más duras que sobre la población nacional.»

Es decir, la característica fundamental de todos estos hombres y mujeres inmigrantes es que son trabajadores. Característica que nosotros no solemos tener en cuenta . Cuando nos referimos al hombre y a la mujer inmigrantes, muy fácilmente hablamos y tratamos de comprender su diferencia cultural y religiosa. Pero somos menos avezados a contemplarlos como un obreros. El hombre y la mujer inmigrante pertenecen, con todo lo que ello conlleva, al mundo obrero. Esta pertenencia es tan importante o más que las diferencias culturales, sociales, religiosas, e incluso, de raza, que nosotros más

1. Gloria Lora Tamayo D’Ocón, geógrafa de profesión y miembro de nuestra Delegación, estudia y analiza los datos estadísticos, haciendo suyo -como los demás compañeros que trabajan en las áreas de documentación, trabajo social, educación, educación, formación y sensibilización, capellanías y centros- el compromiso de garantizar una presencia pública de Iglesia de calidad en el mundo inmigrante, para que podamos acercarnos cada vez más en verdad a estos hombres y mujeres .

Page 3: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

3

P R E S E N T A C I Ó N

fácilmente percibimos. Ciertamente, los hombres y mujeres inmigrantes han sufrido en un corto espacio de tiempo un doble desarraigo: el choque cultural por el desarraigo al salir de su tierra y el cambio de estilo de vida por la transferencia de un sector agrícola y ganadero a un sector industrial y de servicios, de un mundo rural a un mundo urbano. Todo ello significa un cambio de civilización, que no podemos ignorar. La condición inmigrante en nuestra Comunidad interpela la calidad misionera de nuestra Iglesia.

En nuestra Iglesia diocesana hemos crecido en sensibilidad hacia los inmigrantes. No reconocerlo sería injusto. Pero, si examinamos nuestra presencia entre ellos, junto a las luces hay sombras. Así, junto al ánimo y deseo de acogerles y de posibilitar su integración, tal vez nos centramos en la pobreza, que acompaña a muchos de sus miembros, olvidando que lo específico de este grupo humano es su condición obrera; que ha sufrido un cambio de civilización. Y esto hasta el punto de que alguien, queriendo justificar su acción y sus programas caritativos, se ha permitido afirmar que en lo que se refiere a los inmigrantes lo sustantivo es que son pobres, que el ser trabajador y extranjero es lo adjetivo. En todo caso, habría que decir que son trabajadores empobrecidos por haberlos circunscrito a los sectores de mayor precariedad, como les ocurre a muchos de nuestros trabajadores y parados españoles. Confundir la condición obrera, con la pobreza, o resaltar una y olvidar la otra, o minimizar la importancia del cambio de civilización sufrido, está haciendo que los inmigrantes sean tratados como destinatarios de la caridad o acción social y no como sujetos de la evangelización. Esto está provocando, como respuesta, el sentimiento por parte de mucho inmigrantes de ser «usuarios» de unos servicios que la Iglesia les presta, pero no miembros vivos de la comunidad eclesial y sujetos de derechos y deberes en la sociedad.

No podemos reducir el compromiso de nuestra Iglesia con los trabajadores inmigrantes a una «acogida solidaria», a una labor asistencial. Les convertiríamos en personas subsidiadas y dependientes. Ni siquiera podemos quedarnos en una acción social transformadora, que tendría que llevarnos no sólo a la coordinación de esfuerzos, sino a la reivindicación de la igualdad de derechos y deberes, a la normalización en el acceso a todos los servicios básicos y al rechazo de programas específicos. Dichas realidades son buenas, pues son aspectos parciales y necesarios de la evangelización, pero sólo ellas son insuficientes para expresar la misión de la Iglesia.

Este hecho podría ilustrar cuanto venimos diciendo. En una convivencia de formación, terminados los grupos de trabajo, los inmigrantes que no tenían «papeles» durante la asamblea insistían en que había que hablar de ese problema. El animador se negó a ello interrogándoles de esta manera: Conozco vuestra preocupación, lucho cada día para que se os haga justicia, pero hoy me niego a hablar de ese tema. Hemos venido para profundizar en nuestra formación como hombres y mujeres y como creyentes. De todas formas, contestadme: Sois de Brasil, de Perú, de Colombia, de Filipinas, de Angola, de Polonia, de Nigeria, etc. y tengo entendido que en vuestro pueblo formabais parte de comunidades cristianas y participabais en la lucha por la justicia, ¿no?... ¿Erais ricos?... No erais ricos. Pues si he entendido bien, no habéis esperado a que todos

Page 4: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

4

P R E S E N T A C I Ó N

fueseis ricos en Filipinas, en África, en Iberoamérica, etc., para decidiros a conocer, a amar, seguir a Jesús y comprometeros por la justicia?... Pues, aquí tampoco podemos esperar a que todos los inmigrantes tengáis papeles para abordar el tema de la fe, del compromiso, de la participación y de la solidaridad...

No podemos convertir a los pobres en un supuesto de nuestro hacer el bien. Son estas las ideas que subyacen en el Plan Diocesano de Pastoral cuando nos invita: Acoger a los trabajadores inmigrantes, ayudando en lo posible a los que sufren necesidades materiales y, sobre todo, respetando y valorando su cultura, y abriendo procesos de integración en la sociedad y en nuestras comunidades. Es decir, atención al hombre y servicio a la fe sin dicotomía alguna, ni reduccionismos socioculturales. Construir sin cesar juntos: un solo pueblo, un solo barrio, una sola comunidad; salir al encuentro de todos esos trabajadores/as inmigrantes y sus familias, que viven en nuestro barrio o en nuestro pueblo, que, gracias a Dios, son muchos más que los que se acercan a presentarnos sus problemas materiales.

Para terminar quisiera desmontar alguno de mitos que circulan sobre las cifras de extranjeros residentes. No son tantos como, a veces, se afirma: 93.031 según las últimas estadísticas oficiales. Es verdad que a esta cifras habría que añadir los que en 1996 recuperaron la documentación perdida (10.700) y parte de los que fueron admitidos en el contingente del 95 y los del 97 y también algunos que teniendo permiso de residencia no laboral no aparecen en las estadísticas. En total unos 30.000 más. Nos iríamos a una cifra de 125.000. Pero no desdeñemos un dato importante: 48.000 de ellos, al menos, son ciudadanos de la Comunidad, proceden de otros países ricos o han conseguido el estatuto de ciudadano comunitario. Lógicamente, la cifra de los que proceden de países subdesarrollados o en vías de desarrollo oscilaría entre 75.000 u 80.000 en situación regular. A éstos había que añadir los que no tienen papeles, quienes, tras la última regularización y los sucesivos contingentes, tampoco son tan numerosos como se dice. Cifras que revelan que no es tan elevada la cifra como para que social y eclesialmente no podamos acometer con éxito su integración; que quienes realmente compiten con mejores puestos de trabajo son los que proceden de los países más ricos y que las migraciones se producen en todas las direcciones, porque son un elemento estructural del sistema económico. Y un dato de nuestra experiencia: trabajador extranjero clandestino no es igual a extranjero sin trabajo (muchos están en la economía sumergida), ni trabajador extranjero con permiso de trabajo se identifica siempre ni con trabajador en activo, los hay en paro, ni dado de alta en la Seguridad Social hay patronos que los mantienen en la economía sumergida.

Confío que esta ponencia y el resto de los materiales de las Jornadas nos ayuden a conocer mejor a los trabajadores/as inmigrantes y trabajar decididamente con ellos por su integración en nuestras comunidades y en la sociedad, independientemente de su condición legal, y a luchar por la concesión y mantenimiento de su estatuto de legalidad, y por el reconocimiento de su dignidad y de sus derechos y deberes como personas y como obreros.

A n t o n i o M a r t í n e z R o d r i g o

Page 5: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

5

S U M A R I O

F u n d a m e n t a c i ó n 3 O b j e t i v o g e n e r a l 1 1 O b j e t i v o s e s p e c í f i c o s 1 2 E x i g e n c i a s 1 5 M e d i o s 1 8 A b r i r p r o c e s o s d e i n t e g r a c i ó n 2 1

Page 6: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

6

F U N D A M E N T A C I Ó N

Una significativa presencia

La inmigración constituye una presencia significativa en nuestra Comunidad Autónoma. A principio de 1996 eran 93.031 en situación regular, de los cuales 44.934 poseen el estatuto de ciudadano de la Unión Europea y 48.097 son provenientes de terceros países. Entre estos últimos, los grupos más numerosos son los procedentes del Magreb, Latinoamérica, Filipinas, Europa del Este, África subsahariana, y Próximo Oriente. A estas cifra habría que añadir otra estimada de unos 20.000 que pudieran encontrarse en situación irregular. (Cf. tablas adjuntas). De estas cifras, es importante resaltar:

♦ El total de los residentes en la Archidiócesis de Madrid representa el 20 % de los inmigrantes residentes en España.

♦ Un importante número de inmigrantes procedentes del Tercer Mundo han conseguido el estatuto de ciudadano comunitario y un número no menos importante ha pedido la nacionalidad a lo largo de los últimos años. Esto significa que tenemos una población que piensa establecerse y, a la vez, que el número de los que están sujetos al régimen de la Ley de Extranjería cada vez es menor.

♦ A efectos pastorales, el hecho de que se consiga documentación española o comunitaria no cambia al ciudadano de origen del Perú, de Filipinas, de Marruecos, de Malí..., que ha sufrido un cambio de civilización, ni le libera de la tentación de aislamiento. Su situación nos reclama una actitud misionera.

Fenómeno estructural

Desde el inicio de la historia de la humanidad, hombres y mujeres, cuando han sufrido persecución y hambre en sus países de origen han sentido la necesidad de salir y dirigirse a aquellos territorios en los que esperaban encontrar seguridad y medios de vida. Las migraciones no constituyen, pues, de por sí, un fenómeno propio de las últimas décadas, pero sí que lo son en cuanto al volumen de los flujos y a la forma en que se plantean y realizan. Alimentadas por graves conflictos bélicos y por la concentración de la riqueza y medios de producción en determinadas áreas, que crea expectativas de mejor empleo y mayores ingresos, oportunidades de educación y promoción, posibilidades de gozar de más y mejores servicios, son concebidas como el mecanismo regulador de la mano de obra necesaria. Los españoles hemos vivido esta experiencia con los desplazamientos de tantas gentes nuestras de las zonas rurales a las ciudades y más allá de nuestras fronteras.

Un persona curtida por las migraciones

La marginación del hombre y la mujer inmigrantes no es sólo económica, sino también de orden antropológico. El sistema como tal está dando una identidad negativa al hombre y la mujer inmigrantes. Los problemas de las migraciones como el del paro y otros fenómenos similares en nuestra sociedad están destruyendo a las personas y a las familias. No llegan a un desarrollo armónico de su personalidad.

Hombres y mujeres desarraigados, familias en conflicto generacional, agravado por el choque cultural, personas desesperanzadas, que dependen plenamente de la eventualidad de la renovación de los permisos y de la benevolencia de los demás, hombres y mujeres, que no se sienten reconocidos con su inalienable personalidad e identidad, hombres y mujeres, que no se benefician del bienestar que contribuyen a crear por la falta del reconocimiento de la igualdad de derechos y deberes:

El hombre está arraigado, el hombre está enraizado en una tierra, el hombre está enraizado en una cultura, en una manera de ser, en un sistema de valores, en un

Page 7: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

7

F U N D A M E N T A C I Ó N

sistema de actitudes, y cuando hay un cambio espacial como las migraciones, o cuando hay un cambio de estilo de vida, como, por ejemplo, en la transferencia de un sector agrícola y ganadero a un sector industrial y de servicios, de un mundo rural a un mundo urbano, que significa un cambio de civilización, se produce inmediatamente un hecho considerable que merece nuestra atención , y es que la gente pierde la base de sustentación, que la gente pierde aquel substrato sociológico que sostenía su vida, también su vida religiosa.

Se produce un vacío peligroso hasta que él mismo, en una síntesis nueva, organice su nuevo sistema de valores". RICARDO ALBERDI, Cambios históricos e identidad cristiana,

Salamanca 1978.

Un reto ético

Mano de obra, pues, al servicio de la coyuntura económica. La característica más importante del colectivo inmigrante, en España y en el resto de Europa, es la marginalidad. El Tratado de la Unión consagra la desigualdad entre ciudadanos de la Unión y los inmigrantes procedentes de terceros países, que ya establecía el Acta Única Europea, tanto en lo que se refiere a los derechos sociales, laborales y culturales, como a los derechos cívicos.

Esta marginalidad del inmigrante -como sucede en el caso de los parados, de los trabajadores en precario, de los sumergidos, de la juventud y otros colectivos- es una consecuencia lógica propia de nuestras sociedades de consumo. El progreso de unos desplaza a otros a la periferia. En consecuencia, el carácter ético de nuestro desarrollo queda cuestionado.

El desafío de los inmigrantes, que se concreta en la exigencia de garantizar su estabilidad legal y la urgente definición de una política de integración basada en la igualdad de derechos, se inscribe en la línea de los retos éticos que tienen planteados nuestra Comunidad y nuestra Iglesia: sin un cambio de mentalidad de los españoles, sin una transformación de la leyes y de las estructuras económicas, sociales y políticas, ni la sociedad ni la iglesia podrán dar una respuesta ética al derecho que tienen los inmigrantes a desarrollarse de manera creativa.

En una sociedad que impulsa a los inmigrantes a la marginalidad, los cristianos, comunitaria y personalmente, estamos llamados a manifestar la filantropía divina por el inmigrante. Quien renunciase a la tarea difícil, pero noble, de mejorar la suerte de los inmigrantes no responderá al designio de Dios que quiere un desarrollo integral para todos.

Un signo de los tiempos

Las migraciones son un signo de los tiempos. La Iglesia está urgida a comprometerse, porque ha de leer la historia como lugar de encarnación del lenguaje evangélico, lanzando continuas llamadas en favor del reconocimiento del inmigrante como sujeto de derechos y deberes y de la opción que defiende el derecho de los no-comunitarios a ser beneficiarios de los mismos derechos de que disfrutan los comunitarios en el ámbito socio-cultural y cívico, como un primer paso en la realización de la dimensión social. Es la nueva exigencia que nos presenta el amor al prójimo en su historicidad.

El amor concreto al prójimo adquiere incesantemente en la historia, por necesidad, nuevas y distintas formas, según sean las diferentes personas y las diferentes situaciones históricas «...» Hay verdadera historicidad en el amor cristiano al prójimo. Por eso, también en esto la Iglesia experimenta constantes y nuevas sorpresas y descubre incesantemente exigencias y tareas para el amor al prójimo, ese amor que está vivo en ella. Son tareas con las que la Iglesia no había contado hasta entonces, sobre las que no había predicado desde el púlpito en los buenos tiempos antiguos, y cuyo peso va entrando poco a poco en la conciencia del mundo cristiano.

Page 8: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

8

F U D A M E N T A C I Ó N Este hecho es, en el fondo, consecuencia evidente de la historicidad del hombre y de la verdadera historicidad de la Iglesia y de su predicación del Evangelio. No basta con abrir sencillamente el Evangelio para leer en él de manera clara y distinta lo que hoy día tienen que hacer el amor al prójimo y los sentimientos cristianos de fraternidad. Pero existe un tradicionalismo que piensa, más o menos expresamente, que tan sólo tiene que conceder a las exigencias del amor al prójimo aquello que siempre se había predicado expresamente. Ahora bien, en realidad se anuncian hoy día tareas y exigencias de amor al prójimo que hace cien años no se habían mencionado nunca en ninguna carta pastoral y que, no obstante, son tan obligatorias como las antiguas exhortaciones a no robarle al prójimo. Las exigencias de la no violencia cristiana, de la protección del medio ambiente, de la planificación familiar responsable, de la asistencia sanitaria, de la responsabilidad política, etc., podrían ser -por lo menos- tan imperativas como los preceptos particulares del amor al prójimo, sobre los cuales antes se reflexionaba y predicaba por considerarlos el contenido del mandamiento del amor al prójimo KARL RAHNER. "Amar a Jesús, amar al hermano, Santander 1983

Un desafío: educar para el pluralismo

La Iglesia de Madrid se encuentra enfrentada al reto decisivo de educar para el diálogo y edificar sin cesar un pueblo de hermanos, fermento de la unidad humana y de la civilización del amor, expresión de la justicia del reino de Dios en el que los últimos de la sociedad son los primeros. Está urgida a dar cuenta de su esperanza con gestos y con palabras, en fidelidad a la realidad encarnada de nuestra fe operante por la caridad �

Una excigencia: caminar con los migrantes

El pueblo de Dios, como Iglesia constituida, no puede suplantar las responsabilidades de la sociedad. Pero su vocación profética y su condición de signo de salvación y sacramento

ORIGEN

TOTAL

REGIMEN COMUNITARIO

REGIMEN GENERAL

TOTAL GENERAL 93.031 44.934 48.097 PAÍSES RICOS 34.645 31.497 3.148 U. EUROPEA 29.241 28.324 917 AMERICA N. 4.831 2.941 1.890 SUIZA 573 232 341

PAISES POBRES

58.386 13.437 23 %

44.949 77 %

R. Europa 3.216 808 2.408 África 13.722 1.927 11.795 América C.y S 31.110 8.541 22.569 Asia 10.033 1.975 8.058 Oceanía 160 .105 55 Apátridas 140 76 64 sin determinar 5 5

ORIGEN TOTAL PAISES RICOS COMUNITARIOS PAISES POBRES

RÉG.GENERAL Países pobres

44.949 48’4%

REG.COMUNITARIO + Países ricos

48.082 51’6%

34.645 13. 437

Page 9: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

9

F U D A M E N T A C I Ó N

de unidad del género humano, le exigen hacerse presente en los problemas que afectan a los hombres de su tiempo: los creyentes personal y comunitariamente han de trabajar para que el desarrollo de la humanidad se realice en el marco de la solidaridad y de la libertad, sin jamás sacrificar la una a la otra. ( Cf. JUAN PABLO II, S.R.S. nº 33). En consecuencia, ha de hacerse presente en los problemas que afectan a los hombres y mujeres inmigrantes en medio de los cuales peregrina�.

Está llamado a renovarse en su mente, en su corazón y en su acción ante el fenómeno de la inmigración.

El carácter sacramental de la iglesia es relacional: signo e instrumento que apunta a Cristo y se dirige al hombre. Hay que superar el aislacionismo de la Iglesia (que genera un cristianismo descomprometido, espiritualista y falto de encarnación) y recuperar su carácter ministerial-sacramental (como realidad preexistente, que no vive para sí, sino que busca servir a la humanidad y responder a los problemas del hombre). Por eso, lo más importante no es el crecimiento numérico de la Iglesia que genera el proselitismo y el sacramentalismo masivo, sino la construcción del reino de Dios y la impregnación del hombre y de la historia de los valores evangélicos. Esto exige un discernimiento constante sobre dónde y cómo actúa el Espíritu, que no reduce su actuación a la Iglesia, para identificar los signos de la salvación allí donde son suscitados por el Espíritu y no caer en la tentación de ignorarlos y mucho menos sofocarlos porque están creciendo en grupos, colectividades o movimientos que no se encuadran dentro de las fronteras visibles de la Iglesia. Sólo así la Iglesia es sacramento de salvación que puede simultáneamente contribuir a la desmagización del mundo (y a la denuncia de tantos ídolos y dioses absolutos que hay en la sociedad) sin caer en un imanentismo que pierde de vista el carácter gratuito y el origen divino de la salvación. De esta forma se anticipa la salvación, se dan signos de ella y se actualiza en su contexto histórico-social, siendo ésta el contrapunto crítico de la sociedad ( J. A. ESTRADA, Del misterio de la Iglesia al pueblo de Dios, Salamanca 1988; cfr. WOLFGANG BENERT, El sentido de la Iglesia, Mysterium Salutis IV/1, madrid 1973; OTTO

SEMELROTH, La iglesia sacramento de salvación, Mysterium salutis IV/1, Madrid 1973))

Una pastoral integrada e integradora

Si en los primeros momentos, la pastoral de las migraciones se orientó a la conservación de la fe en las difíciles condiciones de vida que impone la inmigración y era considerada como una responsabilidad de la Iglesia de origen, que debía cuidar y acompañar a sus fieles emigrantes con sacerdotes, actualmente, la responsabilidad fundamental es de la Iglesia de llegada, que tiene que acoger en su seno al inmigrante con toda la riqueza de su patrimonio espiritual y cultural. Hasta tal punto el Magisterio valora esta responsabilidad de la Iglesia de acogida, que la atención pastoral de los hombres y mujeres migrantes ha de revestir carácter de centralidad en el seno de la pastoral diocesana. No se quiere una pastoral marginada para marginados.

Responsabilidad de todo el pueblo de Dios

Es todo el pueblo de Dios quien está llamado a colaborar en esa obra de alto valor humano y espiritual, ya que la pastoral de las migraciones no es la tarea únicamente de unos pocos especialistas, sino que forma parte de la misma vocación profética y de su condición de signo de salvación y sacramento de unidad del género humano. Los mismos misioneros de los inmigrantes están al servicio de la integración en la comunidad de acogida, proceso natural y sin ninguna duda deseable�

Page 10: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

10

FUNDAMENTACIÓN

La Iglesia es un pueblo que participa del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio sobre todo por la vida de fe y de caridad. La universalidad de los fieles tiene la unción del Espíritu Santo, que les reparte gracias de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia.(CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, 12.). Espíritu profético cuyo ejercicio no puede limitarse al testimonio de vida y a la difusión del anuncio evangélico:

En la Iglesia, la vida íntima -la vida de oración, la escucha de la Palabra y de las enseñanzas de los Apóstoles, la caridad fraterna vivida, el pan compartido- no tiene pleno sentido más que cuando se convierte en testimonio, provoca la admiración y la conversión, se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva. Es así como la Iglesia recibe la misión de evangelizar y como la actividad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto. (PABLO VI, Evangelii Nuntiandi)

El pueblo de Dios, a quien se le ha confiado el depósito sagrado de la palabra de Dios, fiel a este depósito, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas. (CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes, 11; Dei Verbum, 10).

Discernir en el hoy de la historia la acción de Dios

Lo que implica que todo el pueblo de Dios está llamado a discernir en el hoy de la historia concreta que viven los hombres,-en nuestro caso, en el mundo de las migraciones- los signos verdaderos de la presencia o del plan de Dios, es decir, dónde se está dando una manifestación, en la historia, del misterio de salvación de Dios. Dado que la historia es ambigua y en ella se mezclan salvación y perdición, el discernimiento resulta indispensable si se quiere actuar.(

LUIS GALLO, Una pasión por la vida, Argentina, 1982.). Los laicos deben saber leer los signos de los tiempos para descifrar y acoger las llamadas de Dios, que actúa en y a través de la historia, en orden a la edificación del reino de Dios. SÍNODO DE LOS OBISPOS, Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, Lineamenta, 28

Depende de él la acción que se emprenda y el estilo de presencia publica de Iglesia. Los laicos están, pues, invitados a una fidelidad creativa y no meramente repetitiva. Hay que discernir la acción de Dios en la historia y por medio de la historia, a fin de colaborar con Él. No se trata tanto de hacer aquello que uno mismo juzga bueno, cuanto de entrar en el discernimiento de Dios que conduce la historia hacia su plenitud y acabamiento.

Llamada a la conversión

Por ello, nuestra Iglesia está llamada a renovarse en su mente, en su corazón y en su acción ante el fenómeno de la inmigración:

Eso se realizará más fácilmente, como nos enseña el Papa, si la pastoral de los inmigrantes sabe valorar la aportación de las diversas comunidades étnicas, evitando el peligro de llevar a cabo una pastoral marginada para los marginados. JUAN PABLO II. Mensaje a la Jornada Mundial de las Migraciones, 6 agosto 1993

Page 11: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

11

F U N D A M E N T A C I Ó N

TEXTOS DE MAGISTERIO

���� Las comunidades eclesiales han de encontrar en su común profesión de fe una razón más para acoger a las familias cristianas de los emigrantes sintiéndose responsables de su asistencia espiritual. Ahora bien, deben recordar «que no pueden desempeñar de manera eficaz esa atención pastoral, si no se tienen debidamente en cuenta el patrimonio espiritual y la cultura propia de los emigrantes».(Cf. PABLO VI, Pastoralis Migratorum Cura, motu propio). Así pues, es preciso considerar esa atención pastoral a la luz de los principios de valoración y discernimiento que regulan la relación entre la única fe y las diversas culturas. «Las familias de inmigrantes {...} deben tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria. Esta es una tarea connatural a la Iglesia, dado que es signo de unidad en la diversidad. (Cf.Familiaris Consortio, 77). Eso se realizará más fácilmente si la pastoral de los emigrantes sabe valorar la aportación de las diversas comunidades étnicas, evitando el peligro de llevar a cabo una pastoral marginada para los marginados.(Cf.Pastoralis migratorum cura,33,1-6) . La integración en la comunidad de acogida es ciertamente para los migrantes un proceso natural, y sin ninguna duda también deseable; la prudencia recomienda, sin embargo, no caminar demasiado de prisa. En la fase de integración social gradual, la acción pastoral específica que se les pueda ofrecer, manteniendo el respeto debido a su identidad cultural diferente y a su patrimonio espiritual particular, servirá de garantía a su vínculo legítimo con su país de origen. La Iglesia tiene un papel capital que ejercer en la educación del pueblo, de los responsables y de las instituciones de la sociedad, para sensibilizar a la opinión pública y despertar las conciencias. Pero ella misma debe testimoniar la calidad de la integración que practica en su mismo seno. ¿No es el sacramento de la unidad acogiendo en la unidad la diversidad católica, testimoniando así la reconciliación que Cristo nos ha obtenido en la cruz? Las comunidades cristianas deberían vivir, mejor que otros grupos sociales, este dinamismo de la unidad fraternal y del respeto de las diferencias. Gracias al Espíritu Santo, deben trabajar para edificar sin cesar un pueblo de hermanos, que hablen el lenguaje del amor, para ser fermento de la construcción de la unidad humana, de la civilización del amor. Que los pastores se empeñen en ello. Que inviten y eduquen constantemente en el diálogo, luchando contra el lastre de las mentalidades y de los hábitos contrarios a esta ley de la acogida del hermano extranjero. Ciertamente, la Iglesia ha previsto etapas y medios para esta integración eclesial: parroquias personales, consiliarías, misiones con cura de almas. Estos medios son frecuentemente necesarios. Sin embargo, es necesario que ellos eviten el riesgo de encerrarse en sí mismos y de dificultar los intercambios indispensables. Al mismo tiempo, que no deben precipitar, en nombre de la unidad, los legítimos procesos que requieren tiempo: sería privarse del patrimonio que debería enriquecer y fecundar toda una forma común de ser, el arte de vivir juntos.( JUAN PABLO II. Mensaje a la Jornada Mundial de las Migraciones, 6 agosto 1993aciones. 1985). ���� La Iglesia entera, sacramento de salvación, Pueblo de Dios, es ya, en sí misma, un hecho público; puede y debe estar activamente presente en el seno de la sociedad civil; y así hacer oír otra voz, de la Iglesia, en la vida pública"«...» La presencia pública de la Iglesia es una exigencia de su misión evangelizadora. Esta presencia no está motivada por una falta de reconocimiento de la legítima autonomía de lo secular, ni está orientada a la configuración de una sociedad neoconfesional. (CONFERENCIA EPISCOPAL, Los cristianos laicos, presencia en el mundo, 1991).

Page 12: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

12

F U N D A M E N T A C I Ó N

Los presupuestos de una pastoral

y de una significante presencia de iglesia

Si la Iglesia entiende su misión, en palabras del Papa Juan Pablo II, como anuncio de la fe y siembra de esperanza, tanto para la sociedad como para la misma Iglesia, una pastoral de las migraciones sólo puede definirse, comprenderse y verificarse desde los siguientes presupuestos:

• El fenómeno migratorio es el instrumento y, a la vez, el resultado de una determinada política al servicio de la coyuntura económica.

• La condición inmigrante está sometida a un proceso de marginación. • Existe un hombre curtido por las migraciones • La atención al hombre inmigrante y el servicio a la fe en una sociedad culturalmente

heterogénea deben ser una opción preferencial de la Iglesia.

Presupuestos, éstos, que permiten fundamentar y precisar los objetivos pastorales, que respondan a las esperanzas de los hombres migrantes. Más aún, son los que pueden ayudarnos a formular las razones teológicas, que fundan un presencia significante y necesaria de Iglesia en el mundo de las migraciones. Para que la Iglesia española dé testimonio de su vocación profética, es necesario analizar de dónde proceden las actitudes y prácticas de ciudadanos e instituciones con relación a los inmigrantes económicos, pues éstas aparecen con demasiada frecuencia marcadas por sentimientos de rechazo y de exclusión.

La Delegación Diocesana de Migraciones, siguiendo las directrices del Magisterio y en el marco del Plan Pastoral de nuestra Archidiócesis, ha puesto en marcha un Plan Global de Pastoral Inmigrante coordinado colegialmente con el conjunto de las Delegaciones Diocesanas. Cuenta con amplio equipo de colaboradores -españoles e inmigrantes-, integrado por sacerdotes, religiosas y laicos, comprometidos y expertos conocedores de la problemática de la persona inmigrante. Han conseguido con su trabajo la modificación y mejora de la normativa legal y el reconocimiento de los derechos y de los valores, posibilitando, así, que el inmigrante realice la vocación y el proyecto de vida que tiene el derecho y el deber de desarrollar. Los equipos de pastoral inmigrante, radicados cada vez más en las parroquias y en las comunidades de nuestros barrios, quieren responder a la exigencia de vivir la comunión con los excluidos de los bienes sociales desde la atención al hombre y el servicio a la fe sin dicotomía alguna.

Page 13: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

13

OBJETIVO GENERAL

Acoger a los trabajadores inmigrantes, ayudando en

lo posible a los que sufren necesidades materiales y,

sobre todo, respetando y valorando su cultura, y

abriendo procesos de integración en la sociedad y en

nuestras comunidades.

Es decir, Atención al hombre y servicio a la fe sin

dicotomía alguna, ni reduccionismos socioculturales

Construir sin cesar juntos:

un solo pueblo, un solo barrio, una sola comunidad

Page 14: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

14

OBJETIVOS ESPECÍF ICOS

1. DAR UNA RESPUESTA VÁLIDA AL RETO QUE LE PLANTEA EL MUNDO DE LAS

MIGRACIONES GARANTIZANDO: a) Una presencia de Iglesia de calidad en el mundo inmigrante, testimonio de la gratuidad y

de la trascendencia de Dios en una sociedad secular, donde el hombre es tratado a la merced de la coyuntura económica.

b) Una presencia de Iglesia en el espíritu de las bienaventuranzas, dejándonos interpelar, convertir y enriquecer por los valores del otro, del hermano. Y, de este modo, poder:

• proponer un sistema de valores, nacidos del Evangelio y de la fe de la Iglesia, que impulse la solidaridad y la justicia y, a la vez, despierte la necesidad:

∗ de una legislación justa que permita la acogida del emigrante, que facilite su integración ciudadana,

∗ de prestar atención a las diferencias culturales, sociales y religiosas, para un mejor conocimiento mutuo que permita eliminar barreras y facilite el enriquecimiento de ambas comunidades,

∗ de atender a la dimensión obrera del mundo inmigrante, sin rehuir el esfuerzo de seguir con ellos las línea prioritarias de evangelización misionera de una pastoral obrera,

• fortalecer la identidad cristiana y la comunión eclesial en el hombre inmigrante de forma que le permitan leer y asumir desde la fe el protagonismo que le compete en su nueva historia de hombre forzado a dejar su tierra,

• garantizar el aspecto ecuménico. Nuestra ciudad y nuestros pueblos son verdaderas encrucijadas de las diferentes confesiones cristianas y no cristianas, donde los inmigrantes ven confrontadas su fe a las demás confesiones.

c) Una tal presencia de Iglesia requiere el esfuerzo solidario de todo el pueblo de Dios unido al de todos los hombres de buena voluntad, contribuyendo a la tarea común con una actitud de discernimiento, positiva y colaboradora.

2. LA GRATUIDAD EN LA ACOGIDA DEL HERMANO INMIGRANTE La acogida del inmigrante toma en serio que éste es portador de la historia y de la cultura de un pueblo: acoger a alguien como sujeto y no como indigente es abrirse con simpatía a los valores culturales que lo constituyen en un hombre concreto, sin que siempre sean coincidentes con los nuestros. Nadie se siente amado en profundidad cuando se siente despreciado o minusvalorado en la referencia a su pueblo. En consecuencia, nuestras comunidades cristianas han de estar atentas tanto a favorecer el diálogo de los inmigrantes con los nacionales, como a solucionar las situaciones de precaridad en que pueden encontrarse aquellos, y han de contribuir decididamente a tejer relaciones satisfactorias entre los nacionales e inmigrantes y de éstos entre sí.

La filantropía divina exige que la acogida sea realmente católica. Nuestra Iglesia está llamada a vivir una gratuidad total en la acogida, sin discriminar a nadie por su color, religión e incluso por su conducta, y a privilegiar en todo momento la atención y la acogida al más necesitado, aunque humanamente no se haya hecho acreedor a tal acogida. Los creyentes hemos de dar testimonio de ese paso que supone la filantropía divina sobre la solidaridad humana.

...Nuestras comunidades cristianas, por otra parte, han de dar a conocer y defender los derechos de los inmigrantes de todo atropello y han de promover una auténtica solidaridad por parte de las instituciones. Es decir, han de

• ser promotoras de justicia por la defensa y el reconocimiento de los derechos del inmigrante y del refugiado, como obreros y como personas, y de sus familias,

• ser espacios de libertad, donde se viva una gratuidad total en la acogida, sin discriminar

Page 15: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

15

OBJETIVOS ESPECÍF ICOS

a nadie por su color, religión e incluso por su comportamiento, donde el hombre inmigrante pueda ser él mismo, y sin sentirse forzado a perder sus propias raíces y sin aferrarse a sus propios valores,

• ver en los inmigrantes a hermanos, llamados a compartir los bienes provenientes de Cristo. Cuando se trata de cristianos, éstos han de poder reconocer en nuestras iglesias su misma fe y compartir la original expresión de la fe católica con igualdad de derechos en la vida cristiana de nuestras comunidades en la que no cabe la palabra extranjero. Con los no cristianos, han de servir a Cristo en ellos recordando sus palabras: Era extranjero y me acogisteis.

3. SENSIBILIZAR A LA IGLESIA DIOCESANA SOBRE EL FENÓMENO DE LA

INMIGRACIÓN . Los cristianos participamos con frecuencia de los prejuicios de nuestra sociedad en la que viven. Nuestras reacciones espontáneas no siempre proceden de la fe, sino de tradiciones y sistemas de valores contrapuestos, a veces, al Evangelio. Para generar un cambio de actitudes de los creyentes ante el inmigrante es indispensable un cambio de mentalidad.

Este cambio de mentalidad ante el inmigrante incluye, en primer lugar, ahondar en la condición peregrina del pueblo de Dios. El inmigrante es memoria de nuestro origen y profecía de nuestro futuro. Desde esta conciencia el cristiano ha de entrar en comunión (conversión del corazón) con la condición del inmigrante. Estamos en camino y hemos de compartir las dificultades que entraña todo caminar.

La conversión de la mente y del corazón incluye la acción sobre las estructuras de pecado que determinan la exclusión de los inmigrantes hacia las zonas de la marginalidad. El racismo, la opresión y aun la persecución que se abaten sobre el inmigrante, no hay que buscarlas solamente en el pecado personal, sino ante todo en las estructuras de pecado, como ha subrayado Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo rei socialis.

4. UNA ACCIÓN COORDINADA EN ESPÍRITU COLEGIAL. Una pastoral adecuada sólo se puede llevar a cabo desde la coordinación colegiada con las demás áreas pastorales:

• Con la Delegación de Pastoral Obrera y con los movimientos apostólicos, para la evangelización del mundo obrero inmigrante.

• Con Justicia y Paz, para el desarrollo de la conciencia de la comunidades cristianas y para defender los derechos del inmigrante y crear opinión en su favor en nuestra sociedad.

• Con Caritas diocesana, como expresión de la caridad eclesial y de la comunicación de bienes

• Con las Congregaciones Religiosas e Institutos Misioneros, ya que muchos de sus miembros son conocedores de su idiosincrasia y de su cultura.

• Con las parroquias, para que, cuando desde los propios campos de acción pastoral nos encontremos con el hombre inmigrante, vivamos una gratuidad total en la acogida, para recordar a la sociedad el camino del amor y de la solidaridad como fuente de la justicia; para que los inmigrantes católicos puedan reconocer en nuestras comunidades su misma fe y puedan leer desde ella su nueva historia de hombres y mujeres que han tenido que dejar su tierra.

Los seglares tienen un papel primordial e insustituible en la integración del hombre y la mujer inmigrante tanto al interior de la comunidad cristiana como en la misma sociedad.

Page 16: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

16

E X I G E N C I A S

Para avanzar hacia nuestra meta, las exigencias se nos plantean en la línea de la atención al hombre y el servicio a la fe sin dicotomía alguna en del marco del Plan diocesano de Pastoral: La atención al hombre exige:

a) Trabajar por conseguir, junto con otras instituciones sociales, una legislación cada vez más justa en el marco democrático que define nuestra Constitución, con el fin de terminar con la situación marginal a la que se aboca al inmigrante.

b) La formación de inmigrantes, como responsables y animadores de grupos, como opción prioritaria, atendiendo también a la formación de los inmigrantes en general, para que sean ellos mismos los protagonistas de su nueva historia, a su vez, para que la liberación integral y la evangelización sean posibles desde dentro y la inmigración se convierta en un movimiento hacedor de historia, que no se resigna al papel de factor económico que le han asignado. Haremos posible así que el hombre inmigrante recomponga su escala de valores afianzando así su propia identidad.

c) El apoyo a la familia inmigrante, que corre el riesgo de ser vulnerada en su doble elemento vital: la cohesión interna y la estabilidad. Y, naturalmente, también, en lo que se refiere a la educación y al futuro de sus hijos. Tarea delicada que la inmigración convierte en extremadamente ardua. Una pastoral adecuada requiere: Aproximarse a la familia con el amor y la luz de Cristo, con la estima y el deseo de estudiar y comprender los problemas, en el respeto vigilante y atento de los valores y modelos enraizados en el corazón y espíritu de la familia inmigrante, para ofrecer orientación y guía en la amplia gama de inquietudes, dificultades, penas y aspiraciones, que la oprime.

d) La formación de mediadores sociales de entre los españoles como agentes de integración social. La promoción de asociaciones que les ayuden y eduquen en el ámbito de la participación.

e) Ayudar al inmigrante a abrirse a la cultura y a la sociedad española.

A propósito de su identidad cultural, también el inmigrante asumirá las propias responsabilidades, mediante una actitud positiva y abierta que requiere conocimiento y empeño. Está llamado a superar y a eliminar el natural complejo de inferioridad y de marginación, siendo consciente de ser portavoz de valores culturales y religiosos, que contribuyen al bien de la sociedad en general y de la Iglesia local en particular. No se les eximirá de participar {...} en las manifestaciones culturales del pueblo que les acoge, esforzándose por conocer el idioma y los fundamentales factores de cultura para individualizar y acoger los auténticos valores. Al mismo tiempo los inmigrantes se aproximarán con ánimo fraterno a los otros grupos de emigración presentes en el país, provenientes de otros pueblos, culturas, religiones, o de otras confesiones cristianas. J. PABLO II, Jornada Migraciones, 1982

f) Potenciar y dar a conocer los valores culturales, religiosos, éticos, propios de los distintos pueblos residentes entre nosotros. Para la Iglesia, experta en Cristo en humanidad, ninguno ni en ningún lugar puede ser considerado como un extranjero.

La Iglesia, defendiendo y favoreciendo el derecho la identidad cultural, reconoce e incluye también las manifestaciones de tal derecho en el campo religioso. La Iglesia local tiene el deber de respetar, mejor de favorecer la identidad cultural de los emigrantes; ellos, en efecto, llevan consigo valores radicados en experiencias seculares de su respectivos pueblos, que han dado vida en el tiempo a formas y experiencias a menudo geniales de civilización de arte y de religión,que forman la íntima estructura de su personalidad. Es esta actitud de fraterna caridad la que debe ser objeto de viva solicitud y la que,facilitará al inmigrante el deber de una responsable colaboración. JUAN PABLO II, Ibidem.

Page 17: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

17

E X I G E N C I A S

g) En definitiva, trabajar por la integración válida del inmigrante en nuestra sociedad, a través de su promoción humana, social y cultural y del reconocimiento de sus valores.

La Iglesia local no podrá dejar de advertir la urgente necesidad de integrar vitalmente a los inmigrantes en el medio ambiente de la nación de acogida y sobre todo de la comunidad eclesial, para evitar así tensiones y conflictos, facilitando, a su vez, una interacción y una confrontación, que consientan al fenómeno de la inmigración ser, -mediante la contribución de las diversas culturas-, un enriquecimiento para todos. JUAN PABLO II, Ibidem.

El servicio a la fe nos exige:

a) Potenciar el proceso de educación permanente en la fe para los creyentes en esta situación de choque cultural, y diáspora. La fe, nos enseña el Magisterio, en la emigración no puede quedarse en una herencia a conservar o proteger. El inmigrante está llamado a personalizar y profundizar su fe . La pastoral debe adecuarse a esta situación nueva.

En semejantes condiciones la fe no puede quedarse únicamente en una herencia a conservar o proteger. Es una realidad que hay que profundizar, desarrollar, difundir. El cristiano está obligado a verificar personalmente la fe en un contexto que, a veces, es de auténtica diáspora. De ello, se sigue la exigencia de que la pastoral de estos estratos de la humanidad deba adecuarse a su situación espiritual, para estar en grado de descubrir, hacer penetrar y construir en ellos la fe. PABLO VI, Iglesia y Movilidad Humana. H. A., 4.

b) Desarrollar una pastoral de evangelización, que suscite apóstoles para el mundo inmigrante, el nacimiento de los movimientos apostólicos y de comunidades cristianas vivas, integrados en el conjunto de la Iglesia diocesana como una presencia que interpela y se deja interpelar.

c) No debe ser en ningún momento una pastoral paralela, aunque, en un primer momento y por todos los motivos indicados, pueda exigirse un trabajo y un proyecto especializado.

d) Iluminar y motivar, desde la educación en la fe y la liturgia, las exigencias morales, personales y comunitarias, los compromisos por la liberación integral del mundo inmigrante, y la búsqueda de la justicia y de una sociedad más solidaria y fraterna.

En las celebraciones litúrgicas ha de tenerse en cuenta el modo de expresar su propia fe y sus prácticas religiosas, que son elementos de su identidad cultural. Por eso, los inmigrantes en la práctica de su fe no deberán sentirse extranjeros en ningún país, en ninguna región en la que esté presente la Iglesia de Cristo, que vive y trabaja, que celebra la eucaristía, ministerio de caridad y fuente de unidad; en la eucaristía, todos se sienten hermanos. PABLO VI, Iglesia y Movilidad Humana. H. A., 4

e) Crear cauces de diálogo ecuménico y de encuentro interconfesional. Suscitar en toda la diócesis, para que una tal pastoral se ponga en marcha, agentes de pastoral inmigrante, debidamente preparados, responsables de la animación de esta pastoral, de la sensibilización de la comunidad cristiana y que sean los encargados de la primera acogida y de la progresiva integración del inmigrante.

e) Abrir nuestra comunidad al hombre inmigrante. Debe tener acceso a todos nuestros servicios de educación y celebración de la fe y de la caridad. No deben crearse en modo alguno servicios específicos para ellos y no debe caerse en el reduccionismo de contemplarle meramente como un indigente.

Page 18: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

18

M E D I O S

La pastoral de la inmigración en nuestra diócesis ha sido dotada de medios adecuados para dicho fin: delegación diocesana de migraciones: delegado diocesano y equipo diocesano, la definición de las unidades operativas más convenientes en cada momento para desarrollar el plan global de pastoral: capellanías étnicas, arciprestazgos, parroquias, movimientos y centros como plataformas de integración.

1. La Delegación diocesana de migraciones.

La Delegación diocesana de migraciones es el órgano responsable de la puesta en marcha, de la animación, de la reflexión, de la sensibilización, de la orientación y de la coordinación de toda la acción pastoral que sobre la inmigración se desarrolle en la diócesis.

Está atenta a cuanto condiciona la vida del hombre inmigrante, a la evolución de los flujos migratorios y a las causas que los provocan. Sirve a la Iglesia diocesana en su preocupación por acoger al hombre inmigrante y por dar ante ellos el testimonio de la Buena Nueva de Jesucristo, ayudándola a comprender que no debe subestimarse que tantos hombres, obligados a emigrar por motivos varios cambien su manera de vida.

Emplea todos los medios a su alcance para comprender el mundo de las migraciones, conocer las aspiraciones y deseos de los hombres y mujeres del mundo de las migraciones y así dar la solución más adecuada y responder a los perennes interrogantes que se plantean estos hombres sobre el sentido de su vida. Consciente de que la evangelización del mundo inmigrante concierne a todo el pueblo de Dios, colabora con las demás instancias diocesanas.

En coherencia con todo ello, el delegado diocesano ha de entender su misión al frente de la delegación diocesana como un servicio de comunión en el seno de la Iglesia diocesana. Sus preocupaciones, en concreto:

a) Sensibilizar al pueblo cristiano y a la sociedad en general, creando opinión en favor de los inmigrantes, dando a conocer las verdaderas causas de su presencia entre nosotros, así como sus derechos y deberes.

b) Cuidar de la calidad de la acogida de los inmigrantes en la Iglesia diocesana, en general, y en las distintas comunidades cristianas, en concreto.

c) Reivindicar ante las autoridades, instituciones y personas el trato justo y respetuoso de los inmigrantes y la salvaguardia de sus derechos.

d) Animar, orientar y coordinar la acción pastoral en la diócesis, los arciprestazgos y la acción de las capellanías y de los centros en tanto que puntos de referencia.

e) Suscitar una actitud ecuménica con los cristianos que tienen sus propias expresiones de fe común, e interpelar a la Iglesia diocesana en su calidad misionera, siendo lo bastante gratuitos en la acogida de los no cristianos y dando testimonio de la fe y de la esperanza que nos anima.

f) Suscitar en toda la diócesis, para que esta pastoral se ponga en marcha, agentes de pastoral inmigrante, potenciar la formación de inmigrantes, responsables y animadores de grupos y de militantes cristianos para el mundo inmigrante. Crear ámbitos de reflexión, de pensamiento y de formación.

Page 19: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

19

M E D I O S

2. El equipo diocesano.

El Delegado diocesano cuenta con un equipo compuesto de sacerdotes, religiosas y seglares tanto españoles como inmigrantes, que tiene como preocupación el hacer realidad el plan global de atención al hombre inmigrante y de servicio a la fe, que le ha sido encomendado a la Delegación.

3. El arciprestazgo y la parroquia, unidades básicas de acción pastoral.

Como la integración sólo se realiza allí donde vive el inmigrante, dadas las actuales condiciones de la inmigración: número de inmigrantes y su distribución, las condiciones sociales y de vida de la familia inmigrante, y la exigencia de una pastoral de conjunto en este campo -como en otros ya se está dando-, el arciprestazgo y la parroquia como unidades básicas se presentan como las más adecuadas para la atención pastoral de los inmigrantes. Son, sin duda, la plataforma más idónea para avanzar en la sensibilización de todo el pueblo de Dios y para conseguir que la pastoral del hombre inmigrante sea una pastoral realmente integrada en la pastoral de la Iglesia diocesana.

La pastoral de conjunto del arciprestazgo debe, consciente de su responsabilidad directa e inmediata, asumir la atención pastoral de los inmigrantes que se establecen en su demarcación, en coordinación con la Delegación Diocesana:

a) Acogerles positivamente y servirles desde el primer momento, facilitando su integración en las instituciones y asociaciones del barrio y en cada una de las parroquias.

b) Facilitar la integración de los inmigrantes en todos los equipos y programas de la acción pastoral y su representación en los Consejos de pastoral parroquiales y arciprestales, si son elegidos por los distintos equipos de agentes de pastoral, poniendo a su disposición locales y posibilitándoles la acción a su propio estilo mientras sea necesario.

c) Mantener con los no católicos y con los no cristianos la misma actitud ecuménica y de acogida que se ha descrito en el apartado de la Delegación diocesana.

d) Evitar todo reduccionismo a problemática socio-cultural de los inmigrantes que lleve a contemplarles como indigentes y no como miembros de pleno derecho en la comunidad cristiana y sujetos de derechos y deberes en la sociedad.

e) Crear, con el apoyo de la Delegación Diocesana, un equipo de agentes de pastoral inmigrante responsable de la animación de esta pastoral y de la progresiva integración del inmigrante.

4. Los movimientos apostólicos.

...El hombre y la mujer inmigrantes se han convertido en obreros en un corto espacio de tiempo, por el profundo cambio de estilo de vida que ha sufrido por la transferencia de un sector agrícola y ganadero a un sector industrial y de servicios, de un mundo rural a un mundo urbano, que significa un cambio de civilización.

En consecuencia, los movimientos apostólicos tienen un papel insustituible en la evangelización del mundo obrero inmigrante. Deben poner a su servicio su compromiso y su experiencia militante, asumiendo, viviendo y orando toda su situación, su vida, sus hechos y su cultura:

• para que los inmigrantes descubran el valor de la organización para dar respuesta a sus problemas

• para que surjan apóstoles inmigrantes para los inmigrantes y • para que la Iglesia de Dios brote con fuerza en el corazón del mundo obrero inmigrante.

Page 20: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

20

M E D I O S

5. Las misiones nacionales.

Los responsables de dichas misiones y sus equipos, sean de la misma nacionalidad de origen o no, centrarán y dirigirán toda su acción pastoral a hacer posible el objetivo último de toda esta acción pastoral: la integración en la comunidad cristiana local, en el respeto y reconocimiento de su diferencia cultural, evitando todo atisbo de ghetto o de iglesia paralela.

Para ello, pondrán mucho cuidado en su integración y la de sus equipos en el presbiterio diocesano y en el equipo de la delegación diocesana, así como en las demás instancias pastorales propias de su Vicaría y arciprestazgo. Y podrán el máximo empeño en ayudar a la Delegación diocesana en la sensibilización de toda la Iglesia diocesana ante el problema de la inmigración, así como llevar a cabo una acción pastoral descentralizada que permita la integración del propio colectivo inmigrante en el arciprestazgo donde viva y en las correspondientes áreas de pastoral de infancia, juventud, adultos, familia,etc. La prudencia nos enseña que no debemos proceder con apresuramiento en este punto, como nos enseña el Papa Juan Pablo II.

6. Los centros de inmigrantes : puntos de referencia.

Son lugares de encuentro y promoción de los inmigrantes, puestos en marcha por la elegación. Su existencia se justifica:

• porque hay inmigrantes que viven y trabajan en zonas en las que no es posible su integración, dadas las características sociales de las mismas,

• porque la llegada de nuevos flujos migratorios es un fenómeno constante y los inmigrantes recién llegados necesitan encontrar puntos de referencia.

Su objetivo es ser punto de referencia, evitando todo exceso de protección, que les convertiría en un ghetto. En consecuencia, su acción ha de ser centrífuga; es decir, deben orientar a los inmigrantes hacia los propios barrios, siempre que sea posible, potenciando así la acción pastoral básica en los arciprestazgos y evitando el riesgo del ghetto.

7. Una misión de Iglesia

La pastoral de la migraciones no puede ser concebida como la obra de unos especialistas, ni la de los responsables de un sector más de la pastoral diocesana, sino que debe ser contemplada como una misión de Iglesia. Una misión de toda la Iglesia diocesana.

Concebir y hacer posible un plan global de pastoral inmigrante como un tarea diocesana es algo que incumbe a todos: a nuestros Obispos, a los Consejo de Gobierno, Presbiteral y Pastoral, al conjunto de instancias diocesanas, a todos los agentes de pastoral y a los fieles en general.

Siguiendo las enseñanzas del Papa, Juan Pablo II, hemos de empeñarnos en evitar " el peligro de llevar a cabo una pastoral marginada para los marginados".

Page 21: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

21

ABRIR PROCESOS DE INTEGRACIÓN

1. UNA ACCIÓN NECESARIA FRENTE A LA INDIFERENCIA

Asociar a los hombres y mujeres inmigrantes, que viven y trabajan entre nosotros, a la construcción de nuestro pueblo, de nuestro barrio y de nuestra comunidad. Es la condición mínima e indispensable para que puedan integrarse válidamente en nuestra sociedad.

Esto significa:

♦ Abrir nuestra convivencia, acogiendo, en nuestras asociaciones, en nuestros grupos, en nuestras instituciones..., al hombre y a la mujer inmigrantes con sus valores y con sus diferencias, eliminando barreras, superando indiferencias y ahuyentando miedos y xenofobias.

♦ Abrir nuestros municipios, contemplándolos sin privilegios, pero en igualdad de condiciones, en todo los planes y mejoras sociales que se proyecten, abriendo los servicios sociales y facilitándoles la participación en la vida ciudadana.

♦ Abrir nuestro mundo del trabajo sin considerarles rivales, propugnando, por el contrario, el reconocimiento de los derechos adquiridos de estos hombres y mujeres, que han contribuido y contribuyen al crecimiento de nuestro bienestar y que sólo reclaman que les permitamos trabajar por un futuro mejor para todos, compartiendo las dificultades presentes.

♦ Abrir nuestra escuela, educando y dejando educar para el pluralismo: valorando las culturas de los distintas comunidades en presencia.

♦ Abrir nuestras parroquias, nuestras comunidades, nuestros movimientos. Que los inmigrantes sean asociados a la vida cristiana como miembros de pleno derecho; que no surja un cristianismo marginal, un cristianismo de ghetto; que tengan acceso a los grupos de formación y a las celebraciones.

En fin, que sean objeto de la misma solicitud pastoral que se preste a cualquier otro colectivo sin programas específicos para ellos.

2. UNA ACCIÓN URGENTE FRENTE AL DETERIORO HUMANO .

Un grave deterioro humano se está produciendo en la persona inmigrante por la inseguridad a la que les somete la falta de una política de integración y la precaridad de sus trabajos. Hombres y mujeres desarraigados a quienes no se les reconoce el derecho a vivir en familia; hombres y mujeres, que no se sienten reconocidos con su inalienable personalidad e identidad; hombres y mujeres, que no se benefician del bienestar que han contribuido a crear.

Su mundo relacional se ve injustamente limitado por las dificultudes que encuentran para empadronarse y mantener la estabilidad de su domicilio por los prejuicios, la indiferencia e incluso la xenofobia de que son vícitmas, así como por la escasez de tiempo libre de que disponen para su vida familiar, para su formación y promoción como consecuencia de horarios laborales abusivos, por la diferencias culturales y por las dificultades lingüísticas. En tales condiciones es imposible articular un proyecto de vida que permita establecer relaciones personales que puedan garantizar una verdadera integración. La marginación de la persona inmigrante y de colectivos enteros, no es sólo económica, sino de orden antropológico. El sistema, como tal, está dando una identidad negativa al hombre y la mujer inmigrantes. Los problemas de las migraciones, como el del paro y otros fenómenos similares en nuestra sociedad, están destruyendo a las personas y a las familias. No llegan a un desarrollo armónico de su personalidad

Page 22: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

22

.ABRIR PROCESOS DE INTEGRACIÓN

3. Una acción propia de una comunidad autónoma verdaderamente democrática.

Es un deber de cuantos constituimos la Comunidad Autónoma de Madrid crear las condiciones válidas para la integración de los inmigrantes. La talla de una sociedad, que se quiere auténticamente democrática, se mide por la forma en que de derecho y de hecho:

♦ Protege todas las libertades.

♦ Lucha para que desaparezcan las discriminaciones, las injusticias y las desigualdades de toda índole.

♦ Otorga un trato de igualdad al que no es nacional, al inmigrante. Una sociedad verdaderamente humana y democrática ha de tener abatidas todas las barreras sociales, para que cualquier persona que llegue a su territorio sea tratada como un ser humano. En cuanto empiezan a ponerse trabas entre nacionales y extranjeros, por muy objetivas que parezcan las razones que se den, esa sociedad ya no es radicalmente humana y democrática

Abramos nuestro pueblo, nuestro barrio y nuestra comunidad al hombre y a la mujer inmigrantes.

4. Un rasgo de toda comunidad cristiana llamada a ser signo de unidad del género humano.

La atención al hombre inmigrante y el servico a la fe, en una sociedad cultural y socialmente heterogénea, son una prioridad para la Iglesia. Las comunidades cristianas están llamadas a constituirse en Buena Noticia para los inmigrantes: promotoras de justicia, espacios de libertad, artifices de fraternidad, sacramento del deber ser para la sociedad.

Los inmigrantes reclaman de nosotros que, como Iglesia de Jesús, sepamos:

♦ Ser signo de unidad en medio de la pluralidad y de la diversidad étnica, cultural y religiosa de nuestras sociedades.

♦ Devolverles la capacidad de ser un auténtico sujeto de su historia. Devolverles una visión positiva de su dignidad. ¿Qué puede decirle al hombre curtido por las migraciones el hombre nuevo recreado en Cristo?

♦ Vivir y proclamar los valores del Reino, frente a un sistema que utiliza a los hombres y a los pueblos pobres para su beneficio material.

Estos son los principios que han de vertebrar un plan pastoral, que no debe:

♦ reducir la acción con los inmigrantes a una entrega generosa, sin poner de relieve las cuestiones antropológicas, económicas y políticas que entraña la colaboración con el Dios que actúa en la historia y a través de la historia,

♦ ni quedarse en la creación de servicios específicos en vez de trabajar por abrir tanto la comunidad humana, para que el inmigrante tenga acceso a los recursos básicos existentes, como la comunidad eclesial en la que nadie debe sentirse extranjero, ni confundir la misión con la acción paternalista o con soluciones en las que los marginados ahondan en su condición de dependencia, en lugar de descubrir los caminos por los que el Señor viene al encuentro de su pueblo; en lugar de poner a los hombres en el camino de la esperanza, que cada día se abre paso en la historia de los hombres ,

Page 23: Orientaciones de Pastoral InmigranteConocer también qué significa la condición inmigrante en nuestra Comunidad. Acercarnos a ellos con respeto y con amor, para descubrir las condiciones

23

ABRIR PROCESOS DE INTEGRACIÓN

♦ ni reducir el compromiso eclesial con los inmigrantes a programas marco en el ámbito socio-cultural, olvidando que, desde el dinamismo del hombre nuevo recreado en Cristo, la comunidad cristiana, toda ella, asumiendo la condición del inmigrante y su causa, es la que debe contribuir a la edificación de la humanidad nueva y la que debe trabajar para que surjan apóstoles inmigrantes para los inmigrantes.

5. El arciprestazgo y las parroquias en ciudades y pueblos,

y en el mundo obrero los movimientos, son plataformas de integración del inmigrante

Son las plataformas idóneas para posibilitar que el inmigrante sea reconocido en el barrio y por las instituciones y para potenciar su mundo relacional.

La integración se realiza en el vivir de cada día: en la escalera, en el barrio, en el mercado, en la escuela, en el trabajo, en la fiesta, en la fábrica, en la asociación, en la pandilla, en el sindicato, en la parroquia, en las comunidades, en los movimientos...

Sólo es posible si el inmigrante es reconocido allí donde vive, tanto en lo que se refiere a la sociedad, como en lo que se refiere a la comunidad eclesial y, en consecuencia, si el inmigrante es asociado al proyecto común de sociedad y a la vida de la comunidad cristiana.

Cada vez que el inmigrante es contemplado como un indigente y no como un sujeto de derechos, creando servicios específicos para él. Cada vez que reducimos el compromiso a entrega generosa y paternalista, ahondando su condición de dependencia y olvidando que es responsabilidad de todos abrir tanto la comunidad humana, como la eclesial. Cada vez que no contribuimos a devolver al inmigrante la capacidad de ser un autético sujeto de la historia y una visión positiva de su dignidad. Cada vez que actuamos así, estamos haciendo imposible su integración.

Viéndose aceptado, reconocido en su propia identidad, en la pertenencia a su pueblo, el inmigrante se abrirá a nuestros valores, se decidirá a participar y aumentará así la conciencia de pertenencia a nuestra sociedad y a la Iglesia., y desarrollará la vocación y el proyecto que tiene el derecho y el deber de realizar.

El primer paso nos corresponde a nosotros. En la Iglesia nadie debe sentirse extranjero.

En definitiva, abrir procesos de integración significa acoger, asociar al proyecto común de un sólo pueblo, un solo barrio, una sola comunidad, formar personas, educar en la fe. Hemos de formar personas que sepan leer desde la fe su nueva historia de hombres y mujeres forzados a dejar su tierra.