palabras pÓstumas de la burbuja de los 400 al cristo …

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MARIANO PUGA PALABRAS PÓSTUMAS DE LA BURBUJA DE LOS 400 AL CRISTO DE LOS POBRES ABRIL 2020 - Nº 1205 LA REVISTA CATÓLICA | 67

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MARIANO PUGA PALABRAS PÓSTUMASDE LA BURBUJA DE LOS 400 AL CRISTO

DE LOS POBRES

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Sentado en su silla de ruedas y con la sonrisa de siempre, nos recibió mariano Puga Concha la mañana del 6 de febrero durante un retiro en Pirque. Estas serían sus palabras póstumas. Él lo sabía y nos contó que había reflexionado sobre su vida, su infancia, sus padres, 'mama'

amelia, la juventud, sus años como cura obrero y en la defensa de los derechos Humanos los pobres, La Legua, villa Francia y otras tantas experiencias significativas. durante la

conversación, que publicamos íntegramente, hubo espacio también para hablar sobre el estallido social chileno, los nuevos rostros de los pobres y el rol de la iglesia. Ello en medio de la convalecencia por un cáncer linfático que lo llevaría a su pascua, la madrugada del

sábado 14 de marzo.

1. Nota del editor. Hemos tratado de mantener el lenguaje coloquial propio de Mariano. Todos los textos entre corchete cuadrado son nues-tros y se han usado para expresar mejor una idea u ofrecer elementos de contexto para una adecuada comprensión de lo que dijo.

LA INfANCIA y EL ENCUENTRo CoN JESÚS DE LoS EVANgELIoS

Te has declarado siempre como un seguidor de Jesús de los evange-lios. ¿Cómo conociste a Jesús?

Mariano. Soy de estas familias tradicionales de mamas2 y entre las mamas que había en la casa estaba la mamita Amelia, quien habría cria-do a mi mamá y a dos tíos míos que murieron [cuando yo era] muy niño. Tengo la impresión de que la primera que me habló del niño Jesús, que me hacía rezarle, no fue mi mamá, sino mi mama Amelia.

Más tarde, mi mamá nos llevaba a misa a la Basílica de la Merced, vi-víamos en el centro de Santiago, en la cité Concha y Toro y ahí [en la misa nos ubicaba] tres hermanos a un lado tres pal’ otro lado. Mi mamá llevaba un misal en francés que iba tradu-ciendo simultáneo durante la misa. Esa fue de la horma más litúrgica que fui conociendo. Pero, sobre todo, mi mamá nos llevaba de niños a los ofi-cios de la Catedral de Santiago, que estaba al lado de nuestra casa. Yo creo que ahí, las explicaciones que ella nos daba, qué se yo, el Oficio de tinieblas, la Semana Santa, ahí fui-mos conociendo al Jesús crucificado, al Resucitado. [Se alegra] Me acuerdo

pa’ nosotros lo que era “Manda a pre-guntar Fico3 que cuando van a tirar el telón pa bajo…”, “que se espere” [de-cía ella]. Yo crecí en esa liturgia me-dieval, preciosa, con trompetas, con el coro del padre Fernando, en los oficios polifónicos más increíbles…, ¡era niño!

Era la época de la liturgia en latín.Evidente. Estoy hablando de los

años treinta y tantos.

¿Tus primeros rezos de niño fueron en latín?

No… fueron en español.

¿Cuáles fueron tus primeros rezos?El Ángel de mi guarda, el de todos

los niños de esa época. También lo que hacíamos mucho

con mi papá, porque vivíamos al pie del San Cristóbal, era subir a misa todos los domingos y él nos iba lle-vando al apa’4 por turnos. Llegar a la Virgen del cerro era para nosotros una experiencia muy linda el domin-go. Muy religiosa. Después, la Primera Comunión. Las primeras comuniones de mis hermanos ¡eran un aconteci-miento familiar! A casa iba la profeso-ra, la señorita Teresa Moraga, te estoy hablando de los años treinta y tantos, y a ella, más que catecismo, le debo

el amor por la Biblia. ¡Ella me intro-dujo en el amor por la Biblia, por la Palabra de Dios! Lo que se hacía era Biblia. En ese sentido, mi papá, que era de una corriente más liberal, for-mado por los jesuitas en París, quería que conociéramos la Biblia. Y él era de una antibeatería católica insopor-table. Donde descubría beatería cató-lica decía [a Elena, su esposa] “Eleni-ta por favor, aquí vamos a hablar de Jesús, del Evangelio, las beaterías las dejamos pa’ después”.

Otro lugar que era para nosotros un acontecimiento cuando niños, era la Procesión del Carmen. ¡Eso de ver desfilar la Iglesia de Santiago!, desde los veteranos del 795 y, tiempo después, cuando desfilaba el Padre

2. En Chile se solía llamar así a las mujeres que realizaban labores domésticas remuneradas en las familias más adineradas.

3. Se refiere a Federico Puga, su hermano.4. Sobre la espalda.5. Soldados que habían participado en la llama-

da “Guerra del Pacífico”, entre Chile y la Con-federación Perú-Boliviana, ocurrida entre los años 1879 y 1884.

Por Macelo Alarcón A.

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La primera que me habló del niño Jesús, que me hacía rezarle, no fue mi mamá, sino mi

‘mama’ amelia. Hurtado con los niños del Mapocho. Saber que esa era mi Iglesia, cuando desfilaba y venía el clero de Santiago, las religiosas, los políticos… Ese des-file de una Iglesia poderosa, precon-

ciliar, [con énfasis] ¡aquí venimos no-sotros ah con nuestras bandas! eso era otra experiencia muy importante en la vida de nosotros.

Era una cultura de cristiandad,

claro. Yo me crié en esa Iglesia, pero nunca estuve en colegio católico y es lo curioso. Eso fue por la influencia de mi padre. Estábamos en el Grange y, como colegio anglicano, todas las mañanas teníamos lectura de la Bi-blia, un trozo, tal cual una Liturgia de la Palabra de hoy lectura del Antiguo Testamento, Salmo meditativo, lectu-ra del Nuevo Testamento y oración.

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¡Y con los cantos del himnario angli-cano que son cantos increíbles! En ese entonces los cantaba sin enten-derlos. Luego me pillé muchas veces en los andamios, mientras pintába-mos, cantando los cantos del Gran-ge sobre el misterio de la Iglesia, por ejemplo.

¿Te acuerdas de alguno?¡Claro! [cantando]

The Church is one foundation Is Jesus Christ her LordShe is His new creation by water and the Word.From heav’n He came and sought her to be his holy Bridewith his own blood He bought her, and for her life He died.

¡Yo no entendía nada!, y ahora los canto, los gozo y los saboreo.

Luego vino la segunda etapa que fue el gregoriano del Seminario y me encantó. No se cuántas horas podría cantar gregoriano de memoria. Pintar es muy silencioso, entonces yo reza-ba, cantaba y pintaba a la vez, pero después de un buen tiempo de gre-goriano, no faltaban mis compañeros que empezaban a golpear el anda-mio con la espátula “Métele cumbia po’ cura…”. [Mariano canta]

La mar estaba serena,

la arena lava tus pies…ta tarara ta tara, tu nombre María Isabel. Toma tu sombrero y póntelo, vamos a playa, calienta el sol.

Mirando a distancia, ¿qué heredaste de tu mamá, que sacaste de ella?

Bueno, estamos en las tierras de mi mamá.6 Estos eran el fundo de mi abuelo Concha, el de allá [indica] y el de mi abuelo Subercaseaux, el de acá. Esas son las cosas increíbles.

[Emocionado] Mi mamá, me ense-ñó a ser delicado con los pobres [si-lencio]. Mi mamá vivía tejiendo, a su familia, a los hijos de las empleadas, a los hijos de los inquilinos. Mi mamá era de una delicadeza. Cuando mu-rió, debajo del catre, que era de esos catres con dinteles y cortina arriba, tenía 11 aperos para las guagüitas que fueran naciendo en la población Villa Francia donde yo estaba. Eso lo aprendí de ella.

Mi mamá era de una fe ciega. Mi papá en cambio era de una fe muy racional. Formado en los jesuitas de París, era de misa dominical, pero de mentalidad liberal. Justamente, esas condiciones, ese equilibrio en-tre mi mamá conservadora y mi papá liberal, nos trasmitieron a nosotros una manera de vivir la fe respetando nuestras formas de expresión. ¡Increí-

Ese equilibrio entre mi mamá conservadora y mi papá liberal, nos trasmitió una manera de vivir la fe respetando nuestras formas de expresión. ¡increíble! no se usaba en ese entonces dejar

a niños esa libertad en lo religioso.

ble! No se usaba en ese entonces de-jar a niños esa libertad en lo religioso. Nosotros teníamos ‘a honra’ no estar en colegio católico.

Hay un pasaje de tu vida muy co-mentado, cuando tomas la decisión de descolgarte de tu herencia fami-liar y dedicarte al trabajo con los po-bres. ¿Tienes memoria del momen-to o las situaciones que te hicieron tomar conciencia de que esa era una decisión importante en la vida? ¿Qué te pasó?

Yo creo que fueron varias eta-pas. En la primera etapa de mi vida, yo estaba estudiando arquitectura. Por un pasillo de Arquitectura pasa el presidente del centro de alumnos y me dice “Y vo’ hueón, qué esperai pa convertirte”. Yo era de misa diaria, beato, piadoso, trataba de vivir mi fe a concho, pero ¡no conocía el evan-gelio! ¡No era…! Lo católico era más bien la piedad sacramental, la ora-ción. Esa es la primera etapa.

La segunda etapa fue para mí el encuentro con el Jesús de los evan-gelios y con los pobres muriéndose de tuberculosis en las barriadas, en las orillas del Mapocho. La Margari-ta Gaete, la Margarita Riquelme, la Dominga Fuentes, tres mujeres del Mapocho, dos de ellas murieron san-grando en mis brazos, [cuando] yo

Yo era de misa diaria, beato, piadoso, trataba de vivir mi fe a concho, pero ¡no conocía

el evangelio! ¡no era…!

6. Se refiere a los terrenos cercanos de la avenida Subercaseaux, en Pirque, en el extremo sur-oriente de Santiago.

7. Se refiere al Cardenal Raúl Silva Henríquez. Ar-zobispo de Santiago entre 1961 y 1983.

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era un mocoso de 16 años… Este se-gundo momento fue un impacto muy fuerte [se emociona], con el que Je-sús del Evangelio se identificaba con el pobre, con el enfermo, con el aban-donado, con el marginado. Eso yo creo que es el regalo más grande que me ha hecho Jesús en mi vida, ¡en mi vida! Conocerlo a él y reconocerlo a él en el pobre [silencio…].

Eras muy joven en aquella época. 16 años acabas de decir. Eran los tiempos de la Universidad, de tu vida joven.

Yo salí de la Universidad de 16 años, muy joven. Y entré al seminario a los 17.

LoS PRIMERoS TIEMPoS DE CURA

La decisión de entrar al seminario fue una opción bien temprana y radical. ¿Por qué quisiste hacerte cura?

Porque encontraba que el cura era el hombre libre para vivir, compartir, llorar, cantar con los pobres de la tie-rra. Yo quería ser de esos chiflados. Sin mucha estructura. No me veía ni de párroco, ni de ningún cargo es-pecial lo que quería era vivir pobre entre los pobres. ¡Me demoré! Con lo que la Iglesia me pidió, me demoré 16 años en llegar a ser eso. Porque al principio, recién ordenado, me man-daron a estudiar liturgia al Instituto Superior de Liturgia en Francia, lue-

Este segundo momento fue un impacto muy fuerte […], Jesús del Evangelio se identificaba con el pobre, con el enfermo, con el abandonado, con el marginado. Eso yo creo que es el regalo más grande que me ha hecho Jesús en mi vida, ¡en mi vida!

Conocerlo a Él y reconocerlo a Él en el pobre.

go caí enfermo. Pasé prácticamente un año con un diagnóstico de cáncer y volví a Chile el año 1962.

Volviste a Chile cuando estaba ini-ciándose el Concilio Vaticano ii, por los menos las sesiones conciliares.

Exactamente… Era la efervescen-cia del Concilio.

¿Puedes describirnos un poco del ambiente de esa época?

[Se alegra] Mira, yo creo que ese tiempo para nosotros era el paraíso. [Enfático] ¡El paraíso! Recuerdo que Jorge Medina, quien acompañaba al Cardenal7 en las sesiones [del Conci-lio], nos reunía en el seminario y nos

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contaba hasta los últimos detalles cómo mangoneaban las votaciones para que la Virgen María quedara o no en el esquema conciliar. Todas estas cosas. ¡Que iba a desaparecer la sota-na!, ¡que íbamos a poder rezar frente a la gente!, ¡que la liturgia iba a ser en lengua vernácula!, ¡que después -na-turalmente que los avanzados no nos conformábamos con eso- nosotros podríamos incorporar los signos, las culturas de los pueblos en la liturgia!, ¡uy!, esa era una euforia. Y todas las reacciones conservadoras… mira, la echábamos al bolsillo. No nos impor-taban, ni boleto les dábamos.

El espíritu del Concilio, el de los padres conciliares de los distintos rincones, el catolicismo de África, de Asia desfilando en san Pedro, sentir-nos esta Iglesia en comunión univer-sal. ¡Nooo… uuuufff! Y bueno, toda la gente que pasaba, los grandes obispos de Europa y lo que leía de los teólogos preconciliares, ¡qué sé yo!, Congar. Era muy afrancesado el seminario allí la espiritualidad era, fundamentalmente, la del hermano Carlos de Foucauld. Los hermanitos y hermanitas tenían un espacio y todos en algún momento habíamos que-rido ser hermanitos y hermanitas de Jesús.

Luego, nosotros leíamos en forma clandestina prácticamente a [todos] los grandes teólogos de Francia, por-que no eran los maestros nuestros en la Facultad de Teología.

En ese tiempo estudiaban en la Fa-cultad de Teología de la Universidad Católica.

En la Alameda, claro. Y lo intere-sante es que ahí estudiábamos con todas las congregaciones religiosas, o sea, Agustinos, Mercedarios, Francis-canos, Holy Cross, algunos jesuitas. Entonces, entre nosotros, la genera-ción del clero que iba a venir con la generación del Concilio, había mu-cha unión. Una vez al año partíamos a compartir. Una vez a Los Perales, donde los Sagrados Corazones, otra vez a Punta de Tralca, otra vez nos convidaban los Salesianos. Así que, entre la generación del clero dioce-sano y el clero religioso, había mucha amistad.

Habías estudiado liturgia antes del Concilio. Hoy sabemos más sobre el movimiento litúrgico precon-ciliar, el movimiento bíblico, etc. ¿Cuál fue tu impresión cuando el Concilio termina y empiezan a leer los documentos?, ¿quedaste con-forme?

Te voy a escandalizar. Pa’ mí no fue ninguna novedad. Porque hacía un año y medio que ya lo hacía en Santa Ana.8

El Cardenal [Raúl Silva], me había nombrado Padre espiritual [del semi-nario], porque habían nombrado a don Carlos González obispo de Talca. Yo le pedí una sola cosa “Oiga don Raúl, yo, un padre espiritual, si quiere

Formo parte de la familia de los 400 de Chile, o sea, de los privilegiados […] va produciéndose

una prepotencia de clase. a los 22 años no me daba cuenta de los pobres, la miseria, la diferencia escandalosa de la

forma como nosotros vivíamos.

8 Se refiere a la parroquia ubicada en la Zona episcopal Centro de la Arquidiócesis de San-tiago, conocida como “Parroquia Universitaria”, debido al trabajo pastoral con jóvenes de di-chas instituciones.

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guiar a la gente en el momento que estamos viviendo, para vivir el minis-terio en esta realidad de hoy, ¡déjeme seguir trabajando con los universita-rios!”. Y el Cardenal aceptó. Eso signi-ficaba que me daba el domingo en la mañana para ir a celebrar la Eucaris-tía a Santa Ana y el lunes en la noche para juntarme con el equipo de laicos que manejaban la Parroquia Univer-

Esta nueva iglesia fue la que estuvo en la defensa de los derechos humanos, esta nueva

iglesia fue la que había unido la memoria del Jesús muerto, asesinado por denunciar a los poderosos y

resucitado por dios, como diciendo por ahí va el camino, el futuro de la humanidad.

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Cardenal. ¿Y qué pasa en Santa Ana? Mariano. Bueno, usté’ me mandó

a estudiar liturgia para evangelizar el mundo de los universitarios que está ausente a todas las formas litúrgicas de la Iglesia. Entonces, como mis maestros fueron a la vez los peritos conciliares, me tomé la libertad, ha-biéndolo consultado con ellos, de empezar a hacer todo lo que yo veía que iba a ser votado a favor.

Cardenal. ¿Ah, sí?, ¿y qué haces tú por ejemplo?

Mariano. Bueno, yo… ponemos una cortina, tapamos el Altar del fon-do y yo celebro vuelto al pueblo.

Cardenal. ¿¡Celebras vuelto al pue-blo!? [silencio] ¿Te colocas orna-mentos?

Mariano. Sí.

Cardenal. ¿Qué más?Mariano. Bueno, los laicos leen la

Epístola, los laicos leen el Evangelio.

Cardenal. ¿Qué más?Mariano. Bueno, hemos reforma-

do todos los cantos. O sea, tomamos los cantos de Gelineau que están lle-gando de París, los primeros Salmos. Yo he traducido varios de ellos. Y des-pués de cada domingo fomentamos encuentros, charlas conferencias,

Encontraba que el cura era el hombre libre para vivir, compartir, llorar, cantar con los pobres de la tierra. Yo quería ser de esos chiflados. Sin mucha

estructura […] quería vivir pobre entre los pobres.

sitaria ¡mira, el equipo de laicos! O sea, los asesores le dábamos la Euca-ristía y el lunes. ¡Punto! Asistían 400, 500 universitarios de tres universida-des que había en Santiago la Chile, la Técnica y la Católica.

Un día me llama el Cardenal y me dice

Cardenal. A ver cuéntame, ¿qué pasa con la Eucaristía?

Mariano. En el seminario, don Raúl, ¡el mejor gregoriano! Yo creo que el gregoriano del seminario es mucho mejor que el de los benedic-tinos.

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todos los santos domingos y tene-mos una asistencia de unos 400, 500 universitarios.

¡Pero mira los encuentros que hacía-mos, ah! Había legado José Comblin a Chile, llevaba tres meses. Y le digo “Oye José, tú estarías dispuesto a un diálogo cristianismo-marxismo. [Imi-tando a Comblin] “Claro”. Entonces fue. Los comunistas eligieron a Vo-lodia Teiltelboim.9 ¡Fue el descueve! Llegó Volodia y transmitió la tesis típi-ca del marxismo y llega Comblin y le dice [Imitando a Comblin] “Yo respe-to mucho al señor Volodia, pero ese dios del que habla el señor Volodia no es el Dios en el que yo creo. El Dios que yo creo es este”. Y abre Mateo 25 “Todo lo que hiciste al más pobre, al huérfano, a la viuda, me lo hiciste a mí y todo lo que negaste a la viuda y al huérfano, me lo negaste a mí”. Re-acción de Volodia… le dice “¿Y por qué no leen más ese texto? Si a mí me lo hubieran leído yo sería cristiano marxista”. ¡Lo dijo delante de 600 per-sonas!, tanto que me tocó que, en el funeral de la viuda de Neruda –había-mos pintado la casa de ella, entonces era invitado de honor al funeral–, me encuentro con Volodia y le digo “Oiga, usted hizo una promesa…”. [Imitando a Volodia] “Qué promesa padre Ma-riano”. [Mariano] “Bueno, que si usted lograba integrar el Dios del Evange-lio, que es el Dios que tomó carne en Jesucristo y que se identifica con los marginados de la historia, usted revi-saría su fe”.

Después, [hacíamos también] diá-logos con monjas de la Nueva ola. In-vitábamos a monjas de hábito “hasta

la tusa” y monjas que se trasladaban a las poblaciones. Estas eran las pri-meras que se hacían sus casuchas, ayudadas con los curas, ¡era una efervescencia! Después diálogo con juventudes de distintas posiciones políticas, del Partido Comunista, la Democracia Cristiana, el Partido Con-servador, estos eran muy pocos. Ya la derecha católica había marcado la Parroquia de las universidades como “antro de demócratas cristianos”, [así] la trataban. Entonces, ese fue un in-teresante centro de evangelización, de diálogo y de renovación litúrgica. Pero, para terminar con lo del Carde-nal [Mariano agrega]

Cardenal. Yo me doy cuenta de que usted va a tener mucho problema… ¡Que el padre espiritual del semina-rio desobedezca y aplique el Con-cilio antes de que sea proclamado! Haga como que usted no sabe nada de todo esto. ¡Ya, ándate!

Me dio un cachuchazo10 más… [Car-denal] “Ya, ándate”. [Risas].

EL CURA oBRERo, LoS DEREChoS hUMANoS y EL CoMPARTIR

Una de las experiencias que conoci-mos en el postconcilio fue la gene-

Fue la noche más sola y triste de toda mi vida […] Hasta la gente de la comunidad me dejó solo. nadie llegó a mi casa esa noche. Era una casa

execrada por un traidor.

Hemos vendido barata la gracia del perdón de Cristo, hemos vendido barata la gracia a todos los que fueron cómplices, a todos los que se

ensangrentaron las manos.

ración de curas obreros de la que tú fuiste parte. ¿Por qué te hiciste cura obrero?, ¿qué aprendiste, qué te en-señó de la vida, del Evangelio, de la gente?

A ver. Yo aprendí una cosa que es muy triste. Primero que todo, ¿¡qué significa ser descendiente de la fa-milia de los 400!? Formo parte de la familia de los 400 de Chile, o sea, de los privilegiados a todo nivel. Y, bue-no, tiene sus teclas [ventajas] haber pertenecido, crecido en eso y tam-bién tiene sus contrateclas [desven-tajas]. Tú vas adquiriendo una cultura de clase, de clase alta, de la clase de los que deben gobernar el país, de la clase de los que tienen que formarse para ser después los formadores, los que tienen que hacer un Chile distin-to. Yo creo que va produciéndose una prepotencia de clase. A los 22 años yo no me daba cuenta de los pobres, la miseria, la diferencia escandalosa de la forma como nosotros vivíamos. Date cuenta que, en mi casa, des-pués de los dormitorios de cada uno había caballerizas con tres caballos

9. Abogado, político y escritor chileno de origen judío. Premio nacional de literatura en 2002 militante del Partido Comunista desde su ju-ventud.

10. Una palmada, manifestando afecto.

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y un coche. A nosotros nos llevaban al colegio en coche con caballos. ¡En Escuela Militar, coche con caba-llos! Después [teníamos] profesores semanal y mensualmente una de piano, una de religión, una de fran-cés, una de inglés. Esto era corriente en esa sociedad. Luego también, los veraneos en Zapallar,11 en el campo todos hablábamos inglés, francés y castellano. Yo vivía en la burbuja de los 400 de Chile. Yo quería y me daba cuenta de que algo pasaba afuera de la burbuja, pero no sabía cómo salir-me. Creo que lo que me lo permitió

Yo creo que en esa opción, que empezó por una simpatía teórica por un gobierno que el propio pue-blo hacía por vía democrática, en ese desafío, éramos muchísimos en el clero que habíamos evolucionado desde la Democracia Cristiana al so-cialismo. Fuimos removidos. ¡Toda esa generación! De ahí no salió ni un obispo y todos fueron removidos de sus cargos. Pero no estábamos ni ahí en buscar poder, no nos hacía ni me-lla. Sin embargo, estos curas fueron los que empezaron a marcar este ros-tro nuevo de Iglesia en las barriadas.

hacerlo fue, precisamente, haber en-trado al seminario.

Más tarde, ordenado cura, prime-ro [estudié] liturgia, después fui Padre espiritual en el seminario, Párroco en Santa Ana, y vino el tiempo de la Unidad Popular, el tiempo de los Cris-tianos pal’ socialismo.12 Ahí hice una opción consciente, personal, por el pueblo, por los pobres y por una Igle-sia de los pobres. Dejé de ser el niño regalón, dejé de ser el que me llama-ban pa’ cualquier puesto, pa’ consul-tas y pasé a ser un cura conflictivo. Recuerdo que, don Carlos González, un día me llama y me dice “mira, tú ibas pa’ obispo, derechito, ahora te puedes pasear por todo Chile, porque nunca serás obispo” [ríe].

Este nuevo rostro de Iglesia en que se encontraban los curas. 400.000 personas en una gran concentración, cientos de curas y monjas. Esta nue-va Iglesia fue, después, en tiempos de la dictadura, la que estaba en las barricadas, defendiendo la vida. Esta nueva Iglesia fue la que estuvo en la defensa de los Derechos Humanos esta nueva Iglesia fue la que había unido –bueno, yo como soy chiflado de la liturgia– la memoria del Jesús muerto, asesinado por denunciar a los poderosos y resucitado por Dios, como diciendo por ahí va el camino, el futuro de la humanidad. [Se expre-saba en] la forma de celebrar la Euca-ristía, donde siempre empezábamos preguntándole a la gente ¿qué Cristos

Lo que falta para esos nuevos pobres son nuevos curas […] ¿dónde están los curas?, ¿dónde están los testigos de Jesús, el que se embarró las manos, el que se ensangrentó, al que acudían los nulos, los ninguneados?,

¿quién mueve el dedo por los ninguneados hoy día?

La única razón de ser que tiene toda institución católica es dar testimonio de Jesús. Esa es la razón de ser de la iglesia de Cristo.

11. Exclusivo balneario en la costa del Pacífico situado en la Provincia de Petorca, Región de Valparaíso, a unos 169 km de Santiago.

12. Cristianos por el Socialismo (cps) fue un movi-miento mundial preocupado de la desigual-dad social y la injusticia económica. Se inició en abril de 1971 cuando un grupo de ochenta sacerdotes chilenos (el Grupo de los 80) apo-yó la construcción del socialismo según los li-neamientos del entonces presidente Salvador Allende. Más tarde, en septiembre de 1973, se le dio una mayor organización al Grupo de los 80 con la conformación del Secretariado Na-cional de Cristianos por el Socialismo. A los sa-cerdotes, se sumaron prontamente numerosos laicos.

han sido crucificados en la semana? Y la gente empezaba a contarte “Pa-dre, acaba de aparecer mi hijo en el basural de la población”, “Padre, a mi niño lo tomaron en una barricada”, “Padre, tal…”.

Una de las tantas veces que me llevaron preso, [fueron] 6, me dijeron “Cualquiera no puede entrar a las mi-sas suyas”. Ahí me di cuenta de que nos infiltraban. [Contesté] “No po’, porque ahí hay que presentarse. Si la misa es una cena entre hermanos con Jesús de Nazaret, nos presentamos para conocernos, [saber] quiénes so-

mos. Pero yo no sabía que usted iba con otra intención”. Yo estaba venda-do, no veía nada.

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En ese ese tiempo, junto con los miedos, yo no sabía del mundo políti-co. Yo no sabía lo que era un mirista,13 un comunista. Tenía más bien varios prejuicios en contra, y ellos en contra de nosotros. Cuando nos encontrába-mos en un antro, yo poniéndole mis hombros para que saltaran los muros de las embajadas, y luego nos con-taban de sus familias, de sus niños y empezábamos a ser seres humanos entre nosotros, eso fue lo que me per-mitió ser uno de ellos. Con el compa-

ñero obrero, lo mismo. Nos pagaban el viernes y salíamos a tomar juntos. Normalmente, a mí me tocaba car-garlo, porque yo tengo muy buena cabeza –como soy Concha y Toro–, y al llegar a sus casas me decían “Ya llegó este huevón… Padre, déjelo bo-tado, no lo traiga”. Lograr eso, te fijas, compartir. Luego también con los que estaban presos, preocuparse de ellos era un convivir en el día a día y hablá-bamos mucho de la vida de Jesús en Nazaret. Esa era la espiritualidad. La

algo está saliendo de las tumbas. La gente está saliendo de las tumbas de su indiferencia, de su silencio, de sus miedos de expresarse, de su individualismo. ¡un millón! […] Los caminos del

Espíritu, cuando se van historizando lo hacen en situaciones como esa, como la Constitución se historizan como la vuelta a la democracia, se historizan en este

despertar cada vez más serio de la organización popular.

espiritualidad de Nazaret.

EL PERDÓN A LoS ENEMIgoS

Fuiste detenido seis veces, acabas de recordar. Sobre eso has hablado mucho en otras entrevistas, pero hay un momento que fue muy po-

13. Perteneciente al Movimiento de Izquierda Revo-lucionaria (mir).

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lémico, cuando fuiste a rezar el día de Navidad a Punta Peuco.14 Eras re-conocido por tu defensa de los De-rechos Humanos, por eso este tema fue problemático, ¿no?

Fui honesto.

¿Qué te pasó con esto?, ¿cómo vivis-te ese momento?

[Silencio…] [Fue] La noche más sola y triste de toda mi vida [silen-cio…].

Me invitaron los dos pastores que iban a escuchar el testimonio de quienes iban a pedir perdón. Nos invi-

taron a Fernando Montes15 y a mí. No estaba previsto [que asistieran] sacer-dotes católicos. Entonces nos convi-dan y a mí no se me hizo problema contestarle que sí. Si una persona va a reconocer su perdón y, justamente, este es uno de los mandamientos de Jesús de Nazaret, allá tengo que estar. Y empiezan a aparecer amigos míos en la casa, en twitter [diciendo] “Que el conchesumadre, que el traidor, que el que nos había acompañado ahora mostró su cara y nos vende para ley de amnistía de estos asesinos”. Y em-pieza a llegar la gente, a traerme las

Yo no quisiera faltarle el respeto a esa gente con la que he vivido, compartido, sufrido, llorado y cantado. Por sobre todo, que el Señor me ha permitido

ayudarlos a vislumbrar por lo menos quién es Jesús de nazaret, qué significa Jesús en la vida de ellos. Yo quisiera que estuvieran ellos, que nunca

son escuchados, y que sean escuchados.

14. Más conocido como Penal de Punta Peuco, es un complejo penitenciario chileno, ubicado en la comuna de Til Til, donde están detenidos militares en retiro y ex agentes del Estado con-denados por casos de violaciones a los Dere-chos Humanos durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.

15. Sacerdote jesuita ordenado en Santiago en 1968. Ex Provincial de la Compañía de Jesús y ex Rector de la Universidad Alberto Hurta-do, cargo que ocupó hasta 2016. Miembro del consejo directivo de la Revista Mensaje y colaborador en el Centro de Espiritualidad Ig-naciana (cei).

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to, el lugar donde están las personas más crueles de la historia de nues-tro país… Mariano, estás ahí, así que nada de sonrisitas, nada’.

Llegó el momento de la celebra-ción. Me pidieron que cantara el Sal-mo 22. Lo canté. Termina esto, se me acerca un oficial que estaba en primera fila y me dice “Hola po’ mi cadete”. Yo no lo reconocí. Tenía 90 años. “Soy Sergio Arredondo”. Sergio Arredondo fue mi brigadier, un mo-delo de cristiano, era el hombre que cuando venía el Corpus Christi en la Escuela Militar recorría curso por cur-so pidiendo que nos confesáramos y nos acercáramos a comulgar. Con-versé con él y le dije “Mi hermano Fe-derico te mandó una carta muy dura, ¿la recibiste? “Sí” [contesta Sergio]. [Mariano] “Estoy dispuesto a venir si tú estás dispuesto a reconocer y pedir perdón a tus víctimas vengo aquí a la hora que tú me llames. ¿De acuer-do?”. Le tiendo la mano y como que entre que sí y que no, me la apretó. Di por sentado que íbamos a encontrar-nos… Murió el año pasado. ¡Y él es el responsable de la caravana! [de la muerte], ¡un oficial de la Escuela Mi-litar!, ¡un tipo intachable moralmente como cristiano!, ¡date cuenta! Estaba ahí por haber asesinado con puñal a más de 30 personas. ¿Cómo la Escue-la Militar, a jóvenes sanos, con ideales lindos de servir en el Ejército de Chile, pudo producir monstruos iguales?

Entonces hubo mucha gente, ami-gos muy queridos que se mostraron contrarios a esa decisión tuya. ¿Qué

vigilia significa compartir la memoria, canto, música, o sea, que el pueblo se sienta en casa y tome posesión del que quiso hacer de su vida un

servidor de ellos.

noticias. Llegaron personas que eran como paridas por mí hijos de asesi-nados que yo acompañé toda la vida, y me dijeron “Mariano, a nombre de lo que te quiero, ¡no vayas!, porque te van a usar para interpretarlo como que tú estás a favor de la amnistía”. [Mariano] “Mira con todo lo que te respeto, con lo que significas en mi vida y con lo que vas a seguir siendo, hay una diferencia entre tú y yo. Yo le creo a lo que nos dice Jesús que somos capaces de perdonarnos entre enemigos, aún entre homicidas”. Has-ta la gente de la comunidad me dejó solo. Nadie llegó a mi casa esa noche. Era una casa execrada por un traidor.

Bueno, ¡partí! Y ese día, cuando estaba en el paradero, me llama la Pola. La Pola era militante del Parti-do Comunista, estuvo en la huelga de hambre del 78 al lado mío y se estaba muriendo de cáncer. Me dijo “Maria-no, me estoy muriendo de cáncer. ¿Te puedo pedir un favor? ¡No vayas!”. ¿Te das cuenta?, ¡una mujer que se está muriendo de cáncer! Bueno, le dije yo, espera lo que voy a decir. Llegué allá y se precipitó la gente, los cono-cidos míos, la mayoría de gente que estaba ahí. Conocidos míos eran cu-riosamente los que estaban afuera y los que estaban adentro [internos], porque eran, o compañeros míos de la Escuela Militar o de mis herma-nos Enrique o Federico. Entonces [un interno le pregunta] “¿Qué es de Enrique?, ¿qué es de Federico?”. [Mariano] Y yo, care palo,16 porque pensé, ‘no me van a hacer cambiar el rostro, estoy en el lugar del asesina-

pasó luego con ellos?, ¿perdiste al-guno de esos amigos?

Afuera estaba la nata de perio-distas para recibirme. Yo les dije tres cosas, muy sereno “Primero, soy cris-tiano y sigo a Jesús, el Evangelio dice ‘perdona, bendice al que te maldice, perdona al que te ofende’, y por eso estoy aquí, porque fuimos invitados para escuchar el perdón de deteni-dos en este lugar. Segundo, estoy aquí, porque fui víctima, fui tortura-do, fui exiliado, fui seis veces preso. Y tercero, estoy aquí, porque soy el que acompañaba a víctimas de los delincuentes que están en esta cárcel y voy a seguirlos acompañando toda mi vida, hasta que se sepa la verdad sobre ellos”. Llego a la casa y poco menos que banderas nacionales. “Mariano, este era el que esperába-mos…”, qué sé yo.

Eso de que nadie se haya acer-cado hasta el día de hoy… ¡Cómo te dejan solo! ¡Cómo somos tan poco sensibles a los derechos, a la brutali-dad de los derechos humanos!, y que a uno lo trapeen”.17 [Me generó] una gran desconfianza en la gente con la que estaba. Como que hasta por ahí llegaban no más.

CRISIS SoCIAL, LoS PoBRES y LoS CURAS hoy

Hoy tenemos nuevamente a los mis-mos actores de la historia chilena de los últimos años y siglos en las calles

16. Serio.17. Maltraten.

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de Santiago y en muchas ciudades. Las fuerzas policiales, incluso milita-res, han salido a la calle, pero tam-bién el pueblo pobre y personas de derecha que se manifiestan en me-dio de una de las crisis más grandes de la historia del país. ¿Cómo ves este momento?

Yo creo que esto es fruto de que nunca hemos enfrentado lo que pasó en la dictadura. Hemos sido cobar-des. Es cierto que hubo un momento en que pedimos perdón, pero fue un perdón al aire, no fue un perdón his-tórico, de situaciones históricas, des-pués de haber conocido la verdad, la justicia sobre los hechos. Entonces hay un odio, una venganza que es-taba guardada en Chile y estas for-mas son las formas como se expresa, como explota ese miedo miedo que está metido adentro, rabia que está metida adentro, deseo de venganza que está metida adentro, ¡que son muy fuertes! Yo creo que la Iglesia en eso tiene muchísima culpa. Fue livia-na, por decir lo menos, para perdo-nar. Como decía el gran teólogo ale-mán Dietrich von Hildebrand, hemos vendido barata la gracia del perdón de Cristo, hemos vendido barata la gracia a todos los que fueron cóm-plices, a todos los que se ensangren-taron las manos, hemos distribuido barata la gracia del perdón.

En las manifestaciones en Santiago y en otras ciudades se ven miles de jóvenes. Son la gran mayoría de la manifestación. Jóvenes enrabiados, frustrados, a quienes se les prome-tieron muchas cosas y no se les cum-plieron. Si tuvieras una palabra para los que están hoy en la calle luchan-do por su futuro, ¿qué les dirías?, ¿qué te provoca esta juventud?

Pío xi dijo que la Iglesia sin la clase obrera, no es la Iglesia de Cristo. Eso lo dijo el año treina y tantos. Mira, pri-

mero que todo, hay que estar entre ellos, yo creo que hay que estar en la forma que sea, hay que estar cerca de ellos, hay que estar a la escucha de ellos, hay que estar con un respeto que no es fácil por la forma que ellos toman de resistir, de denunciar. Por-que, nosotros somos los culpables de que esos jóvenes se hayan produci-do, nosotros. El sistema neocapita-lista de mercado produce, yo diría aún más, tiene que producir un tipo de gente como esa. Si no, no funcio-na el sistema. Lo mismo con los ca-rabineros. A mí me tiene metido esto que un cuerpo civil, cuya función sea regular la convivencia de los ciuda-danos, se haya transformado en un cuerpo de infiltrados y de asesinos, de delincuentes. ¿¡A dónde vamos a parar!?

Yendo a lo contingente y a lo di-recto, ¿tú me oíste lo que dije ahí?18

Yo lo hice muchísimas veces. Iba donde el carabinero y le decía con la calavera en la mano “Si esta fuera su mamá, ¿usted haría algo contra mí por saber de quién es esta cabeza?”. Después me iba donde otro, donde otro, donde otro, y los tipos se man-daban a cambiar. Entonces, creo que en el fondo de cada ser humano hay un misterio de Dios, de amor que está encubierto por una sociedad que no le ha dado nunca eso, no tienen familia, tienen padres delincuentes, expulsados de los colegios por mala conducta, señalados porque son los drogadictos del barrio. ¿Quién les tiende la mano?, ¿quién hace lo que hacía Jesús de Nazaret?, ¿quién hace lo que hacía Teresa de Calcuta o el Padre Hurtado? Hoy estamos muy in-formados sobre eso, pero nadie está dispuesto a correr riesgos.

Hay nuevos pobres en las calles hoy protestando. Entre ellos hay, por su-puesto, aquellos que quieren acceso

18. Se refiere a su intervención sobre la no violen-cia activa, hecha previamente a la conversa-ción en el retiro en el que participaba.

a una educación digna, de calidad y no la tienen. Son también excluidas las personas que tienen una orienta-ción sexual distinta, los separados y vueltos a juntar. ¿Hay nuevos fenó-menos de exclusión?, ¿hay nuevos pobres hoy?

[Interrumpe] Y lo que falta para

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esos nuevos pobres son nuevos curas. El tema es ese, de los curas. ¿Dónde están en esta sociedad nue-va?, como dices tú, con rostros nue-vos, con jóvenes en que la violencia toma formas distintas, ¿dónde están los curas?, ¿dónde están los curas? ¡Si no somos pocos los curas en Santia-go! ¿Cuántos somos?, ¿dónde están los testigos de Jesús, el que se em-barró las manos, el que se ensan-grentó, al que acudían los nulos, los

En La Legua solté el hervor, me puse creativo, me puse alegre, me puse

arriesgado y me sentí acompañado por un pueblo que estaba dispuesto a eso. nunca he vivido una

experiencia pastoral más enriquecedora que con mis hermanas y hermanos de La Legua.

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ninguneados, esos que nos pide el Papa?, ¿quién mueve el dedo por los ninguneados hoy día? Estamos cerca de los haitianos, estamos cerca de los ancianos, en algunas ocasiones esta-mos cerca de niños, pero no estamos en las calles con la gente. Y en cambio en ese entonces, había una protesta por los derechos que Dios le dio al ser humano, si no estábamos pidiendo ninguna cosa extraordinaria, [y] ahí estaban los curas, las monjas y todos. Y ahí convidábamos a don Enrique,19 que nos presidiera los vía crucis, y el obispo auxiliar de Santiago presi-

día los vía crucis. ¿Dónde estamos?, ¿dónde están nuestras instituciones, dónde está nuestra institución? Si la única razón de ser que tiene toda ins-titución católica es dar testimonio de Jesús, del “ámense los unos a otros como yo los amé”. “Si yo el maestro les lavé los pies, lávenselos los pies unos a otros”. Eso es la razón de ser de la Iglesia de Cristo. ¿Dónde están sus servidores calificados?

[*]20 Yo soy de la generación de los regaloneados por los pastores de la Iglesia. Fuimos formados por obispos como Enrique Alvear, Carlos González.

Fuimos guiados por hombres como el Cardenal Silva, José Manuel Santos, Fernando Ariztía, Carlos Camus, y yo creo que esa experiencia fue única, la de tener pastores de esa calidad. Hombres no solo de Iglesia, hombres que, como seres humanos, eran la admiración de sus provincias, donde eran pastores. Es un arma de doble filo, porque llegamos a pensar que siempre iba a ser así. No se nos ocurrió nunca la crisis que hemos vivido con nuestros pastores. No se nos ocurrió nunca que esta misma Iglesia, como le dice el Papa a los obispos, ¡proféti-

ahí es donde quiero ser velado [villa grimaldi], porque es el lugar donde Cristo fue crucificado en miles, Cristo fue asesinado en quinientos,

y yo creo que el Señor a muchos nos dio ser esa iglesia que se la jugó por esos asesinados y por esos torturados.

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ca!, pudiera llegar a ser esta Iglesia del escándalo, del ocultamiento, de pre-ferir la institución a las víctimas. Eso no se nos ocurrió. No estaba dentro de nuestra experiencia eclesial.

¿Cómo ocurrió eso?Yo no sé…

El Papa Francisco nos envió una car-ta en mayo de 2018 y en ella hace una constatación categórica: la Igle-sia quitó a Jesús del centro y puso en su lugar la institución.

Exacto. Ese misterio, te fijas. Yo recuerdo que cuando uno tenía un problema iba a hablar con confianza con los pastores. ¡Con la confianza que te hablaban los pastores! Tam-poco te añuñaban, ni estaban todos de acuerdo contigo, eran discusiones

fuertes. Por ejemplo, yo no fui nunca una persona del agrado del Cardenal Silva. Una vez me dijo “Mira, con todo lo que has sido tú, con lo que tu fa-milia puso en ti, con lo que la Iglesia puso en ti, mira cómo malgastas inú-tilmente el tiempo arriba de los anda-mios”. Así tal cual me lo dijo. Otros me dijeron otras cosas. Pero entonces, este momento en que, por un lado, viene la explosión del 18 de octubre, un millón de personas en las calles diciendo, aunque sea por motivacio-nes, tónicas, acentuaciones distintas, una palabra ¡Basta! ¡Esto no da para más! Y que estos hermanos obispos, que son los hermanos que están y si-guen el papel de Jesús de Nazaret, el pastor que conoce a sus ovejas y da la vida por ellas, ¿qué pasa con los pas-tores que conocen a sus ovejas, que

19. Enrique Alvear Urrutia fue sacerdote y obis-po chileno, conocido como “Obispo de los pobres”. Nombrado por el Papa Juan xxiii como obispo auxiliar de Talca el 4 de marzo de 1963, fue consagrado obispo el 21 de abril de 1963 en la Basílica de Lourdes, Santia-go. Desde el año 1965 ejerció como obispo auxiliar de San Felipe y en 1974, el Cardenal de Santiago, Mons. Raúl Silva Henríquez lo designó obispo auxiliar en la Zona Oriente de Santiago y luego, hasta su muerte, en la Zona Oeste. Participó en el Concilio Vaticano ii, en la Conferencia Episcopal y en celam, así como en organismos laicos de acción social.

[*]20. Al finalizar la conversación, Mariano quiso ahondar en sus reflexiones respecto de la Iglesia, los pastores y la crisis social. Inclui-mos aquí dichas reflexiones. Señalaremos con [*] el final de estas.

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se suponen que dan la vida por ella?, ¿qué pasa con sus silencios?

Es un reclamo tuyo, pero también es un reclamo de la sociedad. ¿A qué crees que se debe?

Creo que estamos viviendo un pe-ríodo de liviandad escandalosa, en que las palabras sobran y los gestos faltan. Por ejemplo, el otro día el ges-to de que dos cabros21 van a comul-gar, tiran al suelo los perdigones que habían sido tirados sobre el rostro de jóvenes, dejando ciegos a algunos, matando a otros. El obispo le da la comunión. Se da cuenta de que vie-nen carabineros disfrazados. Los to-man. A uno lo toman en pleno paseo central. A otro cuando está saliendo de la Catedral y se resiste. Y ni el pas-tor que está dando el cuerpo de Cris-to –ellos están protestando porque el cuerpo de Cristo está siendo violado– en su catedral les dice nada a quienes se los están llevando preso, ¡en su ca-tedral! Eso no termino de entenderlo. Entonces, eso se va transformando en una Iglesia en que casi, para mu-chas y muchos, prescinde de los pas-tores. Así de simple. No los necesitan, y eso es grave.

Respecto de la sociedad, se dice hoy que hay una gran crisis de liderazgo.

Los pobres son los maestros de la humanidad […] Para conocer al dios que se reveló en Jesús, hay que acercarse a los pobres.

Lejos de ellos somos incapaces de descubrir el rostro de dios.

21. “Jóvenes”. Se refiere a un hecho ocurrido en la Catedral de Santiago el día 11 de enero de 2020, durante la celebración de la toma de posesión del nuevo Arzobispo, Mons. Celestino Aós. Allí, durante la comunión, algunos jóvenes lanza-ron cartuchos vacíos de bombas lacrimógenas usadas por la policía en las manifestaciones.

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pastores que nos ayuden a descubrir para dónde va todo esto, para dónde va tu voluntad.

Estamos viviendo un tiempo muy importante de demandas y movi-lización social y el 26 de abril vivi-remos un momento histórico: el plebiscito constitucional. ¿Quieres decir algo sobre la importancia de este momento, el movimiento so-cial, la posibilidad de una nueva constitución?

Yo creo que los caminos del Espíri-tu, cuando se van historizando, lo ha-cen en situaciones como esa, como la Constitución se historizan como la vuelta a la democracia, se historizan en este despertar cada vez más serio de la organización popular, de la or-ganización civil frente a las organiza-ciones instituidas oficiales. Para eso dejó los pastores Jesús.

Lamentablemente hay hoy 231 jó-venes con daño ocular severo, 31 muertos y varios informes interna-cionales que constatan violaciones a los Derechos Humanos durante el estallido social. ¿Debiera la Iglesia asumir un rol más activo en la de-fensa de los Derechos Humanos?

Yo diría, por último, puesto que es el pueblo de Dios el profeta fun-damental, el profetismo, sus pasto-res y su expresión del profetismo del pueblo, ¡llamen al pueblo!, ¡pregún-tenle al pueblo!, tengan la sencillez de corazón para decir “nosotros no sabemos, estamos desorientados, ayúdennos”. ¿Humilla eso?, ¿rebaja

eso?, ¿pierde autoridad eso? Yo creo que no. Jesús es el último y los pas-tores tienen que hacerse los últimos para escuchar dentro de los últimos, pero ¿seguir así?… Uno siempre tiene esa esperanza de eso que acabamos de cantar “algo nuevo está nacien-do, en mi pueblo está latiendo, algo nuevo está naciendo, nuestro Dios se hizo pueblo”. Yo creo que Dios se hizo pueblo, está actuando en estas situaciones. Creo que ese Dios que se hizo pueblo no solo está actuando, sino que ha llamado a su servicio a los pastores para que guíen al pueblo hacia donde él lo quiere llevar. Estoy a la espera de que lo hagan, gracias a Dios. [*]

EL AMoR, LA CENA DEL SEÑoR y LA fRATERNIDAD

Hemos recorrido varios momentos de tu historia, yendo de un tema otro al ritmo de la conversación. Mi-rando tu vida, te hiciste creyente, se-guidor del Jesús del Evangelio, cura. ¿Echas de menos haberte casado, haber tenido hijos?

Sí.

¿Te enamoraste alguna vez?Sí.

¿Cómo viviste eso?, ¿cómo lo llevas-te adelante?

Al seminario entramos cinco que estábamos casi de novios, o polo-leando. Entonces armamos un ‘equi-po de enamorados’ [ríe] y nos apoyá-bamos unos con otros. Por otro lado,

Todavía no me convence cómo es el cielo, después de lo lindo que es la tierra […] Le digo al Señor Oye Señor, dime cómo es eso que ni oído vio, ni ojo vio lo que tú tienes preparado… insinúame

algo. Está callado [ríe], está mudo.

¿Crees que hay algo de eso también en la Iglesia?

Exacto. Justamente los líderes surgen cuando, en situaciones lími-tes, el pueblo de Dios necesita quien conduzca, quien le dé sentido a la si-tuación. ¿Cómo no ha habido nadie que le dé sentido al [hecho de] que un millón de personas salgan a la ca-lle? Dejemos a los enmascarados de lado, dejemos la violencia absurda a otro lado, ¿cómo nadie ha dicho algo [respecto de esto] que no ha sucedido nunca en la historia de este país? Voy a decir una brutalidad, yo veo que en la vigilia de Pentecostés [se] dice “el Espíritu del Señor repleta el orbe de la tierra. Y aquel que lo llena todo, tiene voz”. Ha habido una voz en Chile. Ha habido una voz que dice que, distin-tas tendencias políticas, ideológicas, filosóficas, se ponen de acuerdo para decir “¡Basta de esto!, ¡no más!” y los pastores tienen por gracia de estado interpretar ese grito, conducir ese grito, como dice Exequiel “pondré mi espíritu en ustedes y cambiaré su corazón de piedra en el corazón de carne y los sacaré de sus tumbas”. Yo creo que esto es una forma muy imperfecta, todo lo que tú quieras, compleja, pero algo está saliendo de las tumbas. La gente está saliendo de las tumbas de su indiferencia, de su silencio, de sus miedos de expresar-se, de su individualismo. ¡Un millón! ¿Y dónde están los pastores? Eso nos hace mal a todos. Rezo mucho por ellos y lo único que te pido Señor, de-vuélvenos [pastores]. No te digo que sean iguales que los de antes, pero

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me he dado cuenta de que soy re cla-sista entonces, vivía estéticamente en un mundo que no era el mío y ahí el clasismo estético funcionaba, pero no funcionaba en el de ella frente a mí [ríe]. Para mí el celibato elegido li-bremente por amor y para estar más disponible a la gente, un poco lo de San Pablo, es la línea de mi celibato.

Yo no diría que el celibato fue lo que más me costó, no. Me costó más dejar mi cultura, mi mentalidad, mi manera de ser, apatronada, mando-na, arrebatadora de repente. Porque toda mi vida he sido un insoportable creador, arriesgador, buscador de ca-minos nuevos. En el último que estoy, que me llena la vida, es este de la Villa Francia.

En la Cena del Señor los domin-gos, justamente con el texto de Pablo del domingo que acaba de pasar, en que Pablo enfrenta a su comunidad y les dice “fíjense a quién ha elegido Dios, entre ustedes no hay mucha gente de poder, no hay de las fami-lias importantes de la ciudad. Dios ha elegido a los que no son, pa’ confun-dir a los que son para que nadie se gloríe, sino que en el Señor”. Bueno, eso yo lo descubrí orando. Soy bue-no pa’ rezar con la Escritura en mano. Entonces empecé a pensar ¡las mi-sas del barrio alto, para los del barrio alto!, ¡las misas de la clase media, para la clase media!, ¡las misas de las poblaciones, para las poblaciones!, y ¿cuándo hacen la experiencia cris-tiana de fraternidad esos del barrio alto, de la clase media? Ahí empecé a convidar a mi parentela de Lo Cu-rro, a familiares, a mis amigos de la Vicaría de la Solidaridad, a mis ami-gos del Partido Comunista, del mir, del Frente Patriótico, a las viejitas de la población, a los cabros jóvenes, a amigos míos universitarios, sobre todo la Chile, el Pedagógico, Historia. Y se produjo esta cosa increíble, y [yo

dije] “qué voy a hacer con gente tan distinta”, y entonces como que Cristo me dijo “qué te tenis que meter voh’ po’, si yo soy el que los junté, no voh’”.

Entonces lo que hago yo es pre-parar preguntas de Jesús. Se juntan en grupos de cinco o seis personas y yo les hago preguntas que vienen desde Jesús. Recuerdo que, una vez tocó [el tema] del ayuno que agrada a Jahveh compartir tu techo con el pobre, el pan con el hambriento. Y en-tonces dije a un amigo mío –Larraín– que quería bautizar allá. “Yo a los que bautizan les pido seis encuentros por lo menos, que conozcan a Jesús, que lean a Pagola y después hablamos de Bautismo”. Y entonces le tocó a él [en un grupo en la Misa] con una viejita cuya hija es drogadicta y no la puede dejar sola. Ella tiene una guagüita y le va a meter droga a la guagua. [Maria-no] “Ya, entonces métete tú con ella”. Después lo llamo y le digo “cuéntame un poco que pasó”. Me dijo “Noso-tros compartimos un poco lo que ha-cemos en nuestra parroquia, la caja cuaresmal se la mandamos a her-manos de otra parroquia. Y, así, cada uno iba contando [lo que hacía]. Otro decía “Nosotros tratamos de ser más sobriecitos en los gastos”, otro, “no comer muchas cosas dulces, ni ex-tras”. Y le toca a la abuela quien vive en el garage de una casa “Bueno, yo soy pobre, a mí me gusta la carne, pero no me da pa’ comer carne, así que compro osobuco.22 Algunos días viene y se aloja frente a mí un volao. Y a mí me da vergüenza comerme el os-obuco sola. Y entonces ahora compro dos osobucos, uno pa’ él”. [Mariano] ¡Eso es llamar a cuaresma! Entonces mi amigo Larraín cruza, le da un abra-zo y dice “Yo nunca he escuchado una prédica más clara sobre lo que tengo que hacer”. Y él me lo cuenta a mí. Pero llega después ella emocio-nada y me dice “Oiga, un amigo suyo

estaba tan desconcertado y me dio un abrazo, y yo lo que le conté es que me como un osobuco y le convido [al volao]”.23

Otros parientes míos, nietos de Gustavo Ross, no faltan [a las misas].

22. Tipo de carne con hueso que se consigue a bajo precio en el comercio, siendo más accesible para los pobres.

23. Drogadicto.

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Sin Jesús no me habría valido la pena vivir. Sin Él no, sin Él […] Él me alcanzó y yo quisiera alcanzarlo como yo fui alcanzado […], la

delicadeza de cómo a este cuico lo fue agarrando Jesús, lo fue alcanzando Jesús, lo sacó de ese mundo Jesús, lo metió en el mundo de los excluidos y lo hizo, para muchos de ellos,

un hermano querido.

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La mezcla [de personas] se hizo cuan-do tocó [el texto] “no se puede servir a dos señores”. Entonces yo estudio bien la cosa, lo explico en dos o tres minutos y después les pido que ha-gan grupos y se cuenten –Jesús dice que no se puede servir a Dios y a la riqueza– ‘cuéntense ustedes y a Je-sús los empeños que hacen para que se pueda servir a Dios y a la riqueza’. Bueno, entonces como no son mu-chísimas personas, cuando van más son 120 porque la misa dura hora y media -hay que darle tiempo a Dios [ríe]-. Entonces, voy y le pregunto a mi sobrino “Cuéntame, qué pasó”. Date cuenta, un extremo de esa punta con la miseria de esta punta. Y me dice “No te puedo decir nada”. [Mariano] Y por qué. “Porque me la lloré ente-ra [Mariano se emociona]… “Cómo yo me he farreado que los pobres me evangelicen. Si yo me hubiera dejado evangelizar por los pobres, hace años atrás, qué distinto sería yo. Pero uste-des no les dan, ustedes los curas no les dan la palabra a los pobres, nunca se la dan”.

VILLA gRIMALDI y MATEo 25

Has dicho que te gustaría ser velado en Villa Grimaldi. ¿Por qué? ¿Cómo te gustaría que fuera?

Mira, cuando falleció mi amigo, mi hermano, Alfonso Baeza, estuve en la celebración en la Catedral, se hicieron las homilías del caso, pero la gente, el pueblo de Alfonso, que era el pueblo de la cut,24 el pueblo de los partidos de izquierda, el pueblo de las organi-zaciones sindicales, no tuvo espacio. Y eso me dio una pena inmensa.

Nos fuimos a pie con él al cemen-terio. Allá un hermano de él, Pancho, me dice “Ahora vamos a bendecir el féretro, el túmulo, la sepultura”. Y yo le pegué una parada en seco y le dije

“Sabes, se acabó tu rato ahora. Tú lo tuviste en la Catedral, ahora lo va a tener el pueblo”. “Pero van a hablar de política” [dice Pancho]. [Mariano] “Y de qué quieres que hablen”. Enton-ces, tomamos la palabra “Ahora el que quiera decir algo de Alfonso que lo diga”. Mira, hablaron vecinos de él, de la Católica, hablaron de la cut clandestina, cuando les hacía talleres de Biblia. Hablaron de lo que él hizo para formar militantes y salió a hablar una mujer presidenta del sindicato de trabajadoras sexuales. Yo sentí a la Magdalena llorando a los pies de Jesús. Entonces yo decía, ¡este es el funeral de Alfonso! ¡Aquí Alfonso está sepultado por los que lo quisieron, lo siguieron y lo amaron!

Yo no quisiera faltarle el respe-to a esa gente con la que he vivido, compartido, sufrido, llorado y canta-do. Por sobre todo, que el Señor me ha permitido ayudarlos a vislumbrar por lo menos quién es Jesús de Na-zaret, qué significa Jesús en la vida de ellos. Yo quisiera que estuvieran ellos, que nunca son escuchados, y que sean escuchados. Eso no lo va a permitir ninguna Iglesia, porque ahí nadie sabe lo que puedan decir. Habrá creyentes y no creyentes junto con mi familia querida y con todos los que yo quiero de mi familia. Por otro lado, quiero que sea en el lugar don-de los que no han abierto los ojos a la crueldad de la que somos capaces, los abran. Y como sé que no lo van a hacer por cualquiera cosa, que tal vez por amor a mí, lo harán.

¿Están todos invitados al funeral, in-cluyendo los obispos?

¡Todos! Vamos a hacerlo igual que como lo hicimos para mis 60 años. Yo no hice invitación, sino que en la invitación estuvieron todos los que fueron cercanos. ¿Obispos? Al único

al que fui a invitarlo personalmente fue a don Celestino, todos los de-más [me gustraría]que se dieran por invitados, todo el mundo. Y yo creo que será eso. O sea, la idea es que al fallecer me lleven a la capillita de la población. No lo he hablado todavía.

¿En Villa Francia?En Villa Francia, sí. No lo he hablado con los herma-

nos franciscanos, [pero] me gustaría que la Eucaristía fuera en San Francis-co, por lo que significa san Francisco para mí y porque creo que es un espa-cio con este Papa Francisco, en este momento de la Iglesia, el espacio ha-cia dónde quisiéramos ir. Y de ahí que me llevaran a la Villa Grimaldi, mitad de camino a patita, como los vías cru-cis y que de ahí hagan y deshagan lo que quieran.

En la celebración litúrgica se va a proclamar el Evangelio. ¿Lo has es-cogido tú? ¿Hay algún evangelio de Jesús que haya sido significativo en tu vida, en tu ministerio?

Yo creo que será el que todos sa-ben. Recuerdo que mi mamá me de-cía “Oiga mijito, ¿y fuera de Mateo 25 no hay otro evangelio pa’ los difun-tos?”. Les he dicho ya a amigos curas, que son los que van a animar un poco y guiar la cosa. Va a ser una vigilia. Vi-gilia significa compartir la memoria, canto, música, o sea, que el pueblo se sienta en casa y tome posesión del que quiso hacer de su vida un servi-dor de ellos.

¿Estamos?Estamos.

24. Central Unitaria de Trabajadores.

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Mariano y Elena.[Emocionado] Tuve el mejor papá

y la mejor mamá que Dios me podría haber regalado.

El Vaticano ii.Cambió la vida de la Iglesia, del ca-

tolicismo, a pesar de que hasta el día de hoy muchos se resisten al cambio.

Sebastián Acevedo.Nunca he tenido más miedo de

defender la vida de otros seres hu-manos y nunca tampoco me he dado cuenta más claramente que Cristo me pedía que la arriesgara por amor a ellos.

Pinochet.[Silencio] Hasta dónde Dios per-

mite que el ser humano pueda ser cruel.

Villa Grimaldi.Ahí es donde quiero ser velado,

[emocionado] porque es el lugar

donde Cristo fue crucificado en miles, Cristo fue asesinado en quinientos, y yo creo que el Señor a muchos nos dio ser esa Iglesia que se la jugó por esos asesinados y por esos tortura-dos. Ahí quiero ser velado en medio del pueblo.

La Legua.La Legua [ríe]. ¡La Legua! En La

Legua yo solté hervor. Después de los años que llevaba, cambiar por lo pastoral, por la convivencia, por la escucha. En La Legua solté el hervor, me puse creativo, me puse alegre, me puse arriesgado y me sentí acompa-ñado por un pueblo que estaba dis-puesto a eso. Yo creo que nunca he vivido una experiencia pastoral más enriquecedora que con mis herma-nas y hermanos de La Legua.

El Papa Francisco.Es un regalo de Jesús que nos

quedó grande. Con él tenemos Papa para unos cuantos años más, pero

Un cuico ‘chalado’ por Jesúsal final de la conversación le propusimos a mariano una retrospectiva sobre algunos

temas pidiéndole que reaccionara espontáneamente y en pocas palabras.

nos queda grande… nos queda gran-de. Es demasiado parecido a Jesús, al Evangelio [se emociona] y no somos, no queremos a Cristo como lo quiere él. No estamos dispuestos a la radica-lidad del Evangelio, como lo radicali-za él. ¡Nos quedó grande!

Villa Francia.Son sensaciones ambiguas. La Vi-

lla Francia del 70 al 80 y la Villa Fran-cia del 2014 al 2020. La Villa Francia eran los pobladores, las tomas, la construcción, la organización y sem-brando Reino, sembrando fraterni-dad, creando Iglesia. Hoy es la Villa Francia maleada por el sistema.

La mujer, o las mujeres hoy.¿Cuál de todas y cuál de tantas?

[ríe].

El rol de la mujer hoy.Es la gran vergüenza mía hoy

como hombre de la Iglesia. No pue-do entender. No solo el papel de la mujer en la Iglesia, sino que una cosa que dijo el Papa y que después nun-ca más se repitió que ellas tienen los mismos derechos, desde la Creación, desde la voluntad de Dios, y que, por lo tanto, tienen el derecho a ser con-sultadas en todas las decisiones de la Iglesia, desde la elección de Papa para abajo. ¡Si Dios las hizo iguales a nosotros, nada ni nadie tiene dere-cho a coartarle nada!

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Los ricos.[Silencio] Qué triste un rico cuan-

do no descubre el amor al pobre.

Los pobres.[Silencio] Los pobres son los

maestros de la humanidad. Si cada una y cada uno de nosotros conocié-ramos, escucháramos, acompañára-mos, fuéramos capaces de llorar con ellos, de cantar con ellos, qué distinto sería el mundo. Por eso Jesús les de-cía, felices ustedes, porque de ustedes es el Reino, y otra cosa que les decía, porque a ustedes se les ha revelado el misterio de Dios. Yo creo que, para co-nocer al Dios que se reveló en Jesús, hay que acercarse a los pobres. Lejos de ellos somos incapaces de descu-brir el rostro de Dios.

Una pareja de homosexuales.Si Dios los creó así, quiénes somos

nosotros para separarlos.

Los jóvenes.En Chile hay muchos tipos de jó-

venes. Desgraciadamente ellos fue-ron los privilegiados en la primera etapa de Villa Francia. Y aunque ya no viven en la población, son los que vie-nen a la población y marcan el futuro de la población, de la comunidad, y hoy me siento desconcertado. No les pillo la veta.

El clero.[Silencio] Toda mi vida me he sen-

tido amigo, preocupado, hermano de clase, hermano de tarea, hermano de sueño, con los curas, ¡viejos y jóvenes! Confieso que estos últimos años me siento muy separado. No sé si la cul-pa es mía o la culpa es de ellos, pero me duele, me siento lejos y eso me duele. No quiero culpar a nadie, pero

es un dolor que lo tengo adentro una lejanía en mis hermanos curas.

La muerte.[Silencio] Vivo pensando en ella

[ríe]. Me sale el padre mío me aban-dono a ti, haz de mí lo que tú quieras. Me doy cuenta de que, a pesar de mis 89 años, ¡tengo un deseo de vi-vir!, de que Dios me de más tiempo para abrir caminos, para inventar, para crear desde estos talleres en las montañas del norte, en el valle de Padre Hurtado, de Diaguitas, o este abrir caminos de esta Eucaristía don-de nos encontremos los distintos y aprendamos a querernos en Cristo… ¡Tanto sueño por hacer!, ¡tanto que le pido [a Dios] “suscita a quienes con-tinúen estos sueños”! Y por lo que yo veo, no pasa mucho. Y me siento en una Iglesia hoy sin pastores, una Iglesia donde en los grandes desafíos de la Iglesia no hay con quién ir a ha-blar. Antes sobraba con quién hablar, antes sobraban obispos, hermanos curas con los que uno soñaba juntos, lloraba juntos, soñaba una Iglesia distinta. Hoy me siento huacho, hua-cho, y eso me duele, y me duele mu-chísimo, pero me siento un huacho de mis hermanos en la jerarquía. No así de los pobres, que son insoporta-blemente cercanos [sonríe].

La vida.Soy un rostro feliz de la vida. Eso

que cantan los italianos Per ché la vita e bella io voglio vivere sempre piú, ¡eso me llena! Tanto que, todavía es algo que tengo que ir trabajando más en la oración, ¡esto de unir este ape-go a la vida, a gozar con la creación, a gozar con este retiro, a gozar con los encuentros con la gente!, cómo com-patibilizar eso con el cielo. Con el cie-

lo, o sea, cómo meter la creación en el cielo. Yo creo que ahí tengo un orante del cielo, tengo que dejarme ayudar por maestros espirituales. Algo estoy haciendo con el padre Esteban Gu-mucio, con mi maestro espiritual que es Pablo Fontaine 25 hablar del cielo pero necesito hablar muchísimo más del cielo, porque todavía no me con-vence cómo es el cielo, después de lo lindo que es la tierra. Salvo caer en los lugares comunes. Siempre le digo al Señor Oye Señor, dime cómo es eso que ni oído vio, ni ojo vio lo que tú tienes preparado… insinúame algo. Está callado [ríe], está mudo.

Jesús.Sin Jesús no me habría valido

la pena vivir. Sin él no, sin él... Elegí como lema de mi vida “Todo lo tengo por basura desde que conocí a Cris-to Jesús”. Él me alcanzó y yo quisie-ra alcanzarlo como yo fui alcanzado. Toda mi vida, salvo en los momentos de pecador en que no lo reconozco y no lo agradezco, es cómo he sido alcanzado la delicadeza de cómo a este cuico lo fue agarrando Jesús, lo fue alcanzando Jesús, lo sacó de ese mundo Jesús, lo metió en el mundo de los excluidos Jesús, y lo hizo para muchos de ellos un hermano que-rido. Yo creo que eso es él, o nadie. Solo Jesús puede hacer eso.

25. Pablo Fontaine Aldunate es religioso de los Sa-grados Corazones. Bachiller en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, ha sido rec-tor de colegios, maestro de novicios y actual-mente vive en la comunidad Los Alerces, en la ciudad de La Unión, diócesis de Valdivia, en el sur de Chile.

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MARIANO PUGA CONCHA (1931-2020) PALABRAS PÓSTUMASDE LA BURBUJA DE LOS 400 AL CRISTO DE LOS POBRES