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PARAULA Pág. 19 Valencia, domingo 15-XI-2015 ANTONIO CAÑIZARES LLOVERA Proseguir el camino, con la mirada puesta en Jesucristo CARTA PASTORTAL DEL CARDENALARZOBISPO DE VALENCIA SALUDO INTRODUCTORIO 1. Queridísimos hermanos: Paz y bien, misericordia y alegría, bendición y esperanza de parte de Dios, a toda la comunidad diocesana. Hoy, fiesta de san Antonio María Claret, concluyo esta carta pastoral. Se ha cum- plido un año desde que inicié mi ministerio como pas- tor vuestro, siervo y servidor de todos, hermano de todos. Entonces expresaba mi alegría por llegar a ser- vir a esta porción del Pueblo de Dios, la diócesis de Valencia, mi diócesis, para mí tan querida; y hoy, en este saludo y como primera cosa, reitero esta misma alegría, pero acrecida y enriquecida, por encontrarme, con ánimo renovado, a vuestro servicio. Trascurridos estos doce meses iniciales, mi acción de gracias a la misericordia de Dios se ensancha todavía más, si cabe, que en aquellos primeros momentos. He empezado a ver y palpar vuestra realidad, a conoceros más y mejor, a saber más de vosotros, a sentirme cada día más entrañado en vuestra vida. Os puedo asegurar que no dejo de dar gracias a Dios, Padre de toda con- solación, por lo mucho y grande que Él, en su bondad, está haciendo con su muy querida Iglesia que pere- grina por estas tierras nuestras, que ha hecho a lo largo de siglos a favor de la diócesis, cuyo testimonio más señero son sus santos y sus obras santas, mani- festación de su amor y de su misericordia. Agradezco tantísimos testimonios recibidos de vosotros de cerca- nía, de consuelo, de ánimo, de amistad, de compren- sión, de oración, precisamente cuando más lo necesitaba en momentos de incomprensión, incluso de persecución llevada a cabo por los que no saben lo que hacen ni lo que hago o digo. Agradezco a todos, y per- dono a todos, no llevo cuentas de mal alguno. 2. Han sido meses intensos. Apenas si he parado. La ver- dad es que me sentía urgido a meterme de lleno en la dió- cesis y ser uno de vosotros con vosotros, y entregarme así a todos como vuestro servidor y Pastor. ¡Cómo me hubiese gustado hablar personal y sosegadamente con todos y cada uno de los sacerdotes, mis hermanos muy queridos, y conoceros en ese trato de tú a tú, y haber visitado todas las parroquias y comunidades de nuestra extensa diócesis! No ha sido así; seguramente no ha sido posible o no me he or- denado adecuadamente. Da lo mismo; la verdad es que lo siento y que os llevo a todos dentro de mí compartiendo vuestros gozos y esperanzas, vuestros sufrimientos e in- quietudes. Como, sin duda, también lo sentís vosotros. Al- gunos, tal vez, hasta pueden sentirse defraudados por ello. Perdonadme, si así fuera; ya veis que tenéis un Obispo limi- tado y débil. Así se ve mejor que es Dios quien lleva a la Iglesia, y que Él nos da fuerza y actúa en nuestra debili- dad. Perdonadme todos también porque, probablemente, no he sabido responder, o, sencillamente, no he respon- dido a las expectativas que quizá os habíais forjado sobre mi persona, tan sujeta a desaciertos y omisiones, fallos, errores, lentitudes, y pecados incluso, en el ejerci- cio de mi ministerio. Os confieso que, conforme pasa el tiempo, es cada día para mí más vivo aquello de san Pablo: ”Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2Cor 4,7). 3. Rogad por mí, que Dios me dé capacidad para llevar la diócesis conforme a su querer, que me dé sabiduría, forta- leza y prudencia, para que me deje ayudar por Él, por el au- xilio de su gracia, ya que Él nunca falla ni deja de acudir en nuestro socorro, su ayuda siempre es suficiente, y aun con creces, para lo que necesitamos. Pido a Dios, que es quien lleva en verdad la Iglesia, que como siervo y servi- dor suyo, y de todos, secunde por completo su acción y no entorpezca, que no defraude a nadie, ni que por mi causa nadie se sienta desanimado o con desaliento. Llamada a la esperanza 4. Vine a vosotros, al comienzo de un curso pastoral nuevo, un día muy señalado por ser san Francisco, pero también por ser el día en que Santa Teresa de Jesús pasaba a la casa del Padre: toda una llamada y un signo que Dios me enviaba para alentar y suscitar la esperanza que no defrauda. Por mi parte, me siento y vivo con una gran esperanza. De hecho, la expre- sión que más repito, una y otra vez, cuando me pre- guntan cómo me encuentro, es siempre la misma: “muy esperanzado”. La verdad es que, para los que nos ha sido concedido creer en Jesucristo, sólo cabe la esperanza; no tenemos motivos para el desaliento, aunque no seamos ajenos a las dificultades y a la du- reza de los tiempos que vivimos, y sí, en cambio, para la esperanza por la certeza plena que Él mismo nos infunde: “Estaré con vosotros hasta el fin de los si- glos”. Como en la Carta a los Hebreos, tengo puesta mi mirada en Cristo Jesús. Pero, además, al ver lo que Dios está haciendo en medio nuestro, ¿cómo dejar de tener esperanza? Dios se ha volcado con nuestra diócesis, en favor de ella. Por supuesto, no soy ajeno a las grandes dificultades que atravesamos por todas partes, en Valencia, en España, en Europa, en el mundo entero. Pero me fijo en lo que Dios está realizando con nosotros y aún a pesar nuestro. Por- que, en efecto, a la hora de actuar y de mirar al futuro que se nos abre delante de nosotros, en lo que hemos de fijarnos ante todo es en lo que Dios está haciendo con la Iglesia que está en Valencia, dentro y en comunión con la Iglesia una y única de Dios. Porque eso es lo que Dios, que es quien lleva a su Iglesia, quiere para ella y por ella. ¿QUÉ HACER, CUÁL ES EL PROYECTO PARA LA DIÓCESIS? EL DE DIOS, LO QUE DIOS QUIERE 5. Con frecuencia, me preguntan, y nos preguntamos, creo que todos, “¿qué es lo que va a hacer usted, cuál es ALBERTO SAIZ “Han sido meses intensos. Apenas si he parado. La verdad es que me sentía urgido a meterme de lleno en la diócesis y ser uno de vosotros con vosotros, y entregarme así a todos como vuestro servidor y Pastor”.

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PARAULA Pág. 19Valencia, domingo 15-XI-2015

ANTONIO CAÑIZARES LLOVERA

Proseguir el camino,con la mirada puesta en Jesucristo

CARTAPASTORTALDELCARDENALARZOBISPO DE VALENCIA

SALUDOINTRODUCTORIO1. Queridísimos hermanos: Paz y bien, misericordia yalegría, bendición y esperanza de parte de Dios, a todala comunidad diocesana. Hoy, fiesta de san AntonioMaría Claret, concluyo esta carta pastoral. Se ha cum-plido un año desde que inicié mi ministerio como pas-tor vuestro, siervo y servidor de todos, hermano detodos. Entonces expresaba mi alegría por llegar a ser-vir a esta porción del Pueblo de Dios, la diócesis deValencia, mi diócesis, para mí tan querida; y hoy, eneste saludo y como primera cosa, reitero esta mismaalegría, pero acrecida y enriquecida, por encontrarme,con ánimo renovado, a vuestro servicio.Trascurridos estos doce meses iniciales, mi acción de

gracias a la misericordia de Dios se ensancha todavíamás, si cabe, que en aquellos primeros momentos. Heempezado a ver y palpar vuestra realidad, a conocerosmás y mejor, a saber más de vosotros, a sentirme cadadía más entrañado en vuestra vida. Os puedo asegurarque no dejo de dar gracias a Dios, Padre de toda con-solación, por lo mucho y grande que Él, en su bondad,está haciendo con su muy querida Iglesia que pere-grina por estas tierras nuestras, que ha hecho a lolargo de siglos a favor de la diócesis, cuyo testimoniomás señero son sus santos y sus obras santas, mani-festación de su amor y de su misericordia. Agradezcotantísimos testimonios recibidos de vosotros de cerca-nía, de consuelo, de ánimo, de amistad, de compren-sión, de oración, precisamente cuando más lonecesitaba en momentos de incomprensión, incluso depersecución llevada a cabo por los que no saben lo quehacen ni lo que hago o digo. Agradezco a todos, y per-dono a todos, no llevo cuentas de mal alguno.

2. Han sido meses intensos. Apenas si he parado. La ver-dad es que me sentía urgido a meterme de lleno en la dió-cesis y ser uno de vosotros con vosotros, y entregarme asía todos como vuestro servidor y Pastor. ¡Cómo me hubiesegustado hablar personal y sosegadamente con todos ycada uno de los sacerdotes, mis hermanos muy queridos, yconoceros en ese trato de tú a tú, y haber visitado todas lasparroquias y comunidades de nuestra extensa diócesis! Noha sido así; seguramente no ha sido posible o no me he or-denado adecuadamente. Da lo mismo; la verdad es que losiento y que os llevo a todos dentro de mí compartiendovuestros gozos y esperanzas, vuestros sufrimientos e in-quietudes. Como, sin duda, también lo sentís vosotros. Al-gunos, tal vez, hasta pueden sentirse defraudados por ello.Perdonadme, si así fuera; ya veis que tenéis un Obispo limi-

tado y débil. Así se ve mejor que es Dios quien lleva a laIglesia, y que Él nos da fuerza y actúa en nuestra debili-dad. Perdonadme todos también porque, probablemente,no he sabido responder, o, sencillamente, no he respon-dido a las expectativas que quizá os habíais forjadosobre mi persona, tan sujeta a desaciertos y omisiones,fallos, errores, lentitudes, y pecados incluso, en el ejerci-cio de mi ministerio. Os confieso que, conforme pasa eltiempo, es cada día para mí más vivo aquello de sanPablo: ”Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, paraque se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios yno proviene de nosotros” (2Cor 4,7).

3. Rogad por mí, que Dios me dé capacidad para llevar ladiócesis conforme a su querer, que me dé sabiduría, forta-leza y prudencia, para que me deje ayudar por Él, por el au-xilio de su gracia, ya que Él nunca falla ni deja de acudir ennuestro socorro, su ayuda siempre es suficiente, y aun con

creces, para lo que necesitamos. Pido a Dios, que esquien lleva en verdad la Iglesia, que como siervo y servi-dor suyo, y de todos, secunde por completo su accióny no entorpezca, que no defraude a nadie, ni que por micausa nadie se sienta desanimado o con desaliento.

Llamada a la esperanza

4. Vine a vosotros, al comienzo de un curso pastoralnuevo, un día muy señalado por ser san Francisco,pero también por ser el día en que Santa Teresa deJesús pasaba a la casa del Padre: toda una llamada yun signo que Dios me enviaba para alentar y suscitarla esperanza que no defrauda. Por mi parte, me sientoy vivo con una gran esperanza. De hecho, la expre-sión que más repito, una y otra vez, cuando me pre-guntan cómo me encuentro, es siempre la misma:“muy esperanzado”. La verdad es que, para los quenos ha sido concedido creer en Jesucristo, sólo cabela esperanza; no tenemos motivos para el desaliento,aunque no seamos ajenos a las dificultades y a la du-reza de los tiempos que vivimos, y sí, en cambio, parala esperanza por la certeza plena que Él mismo nosinfunde: “Estaré con vosotros hasta el fin de los si-glos”. Como en la Carta a los Hebreos, tengo puestami mirada en Cristo Jesús. Pero, además, al ver loque Dios está haciendo en medio nuestro, ¿cómodejar de tener esperanza? Dios se ha volcado connuestra diócesis, en favor de ella. Por supuesto, nosoy ajeno a las grandes dificultades que atravesamospor todas partes, en Valencia, en España, en Europa,en el mundo entero. Pero me fijo en lo que Dios estárealizando con nosotros y aún a pesar nuestro. Por-que, en efecto, a la hora de actuar y de mirar al futuro

que se nos abre delante de nosotros, en lo que hemos defijarnos ante todo es en lo que Dios está haciendo con laIglesia que está en Valencia, dentro y en comunión con laIglesia una y única de Dios. Porque eso es lo que Dios,que es quien lleva a su Iglesia, quiere para ella y por ella.

¿QUÉ HACER, CUÁL ESEL PROYECTO PARA LADIÓCESIS? EL DE DIOS,LO QUE DIOS QUIERE5. Con frecuencia, me preguntan, y nos preguntamos,creo que todos, “¿qué es lo que va a hacer usted, cuál es

ALBERTO SAIZ

“Han sido meses intensos. Apenas si he parado. La verdad es que me sentíaurgido a meterme de lleno en la diócesis y ser uno de vosotros con vosotros,y entregarme así a todos como vuestro servidor y Pastor”.

Valencia, domingo 15-XI-2015Pág. 20 PARAULA

su proyecto sobre la diócesis de Valencia?”. A veces, in-cluso, se oye decir o se encuentra escrito, referido en gene-ral a la Iglesia, “La Iglesia que queremos hacer”, o “¿quéIglesia queremos hacer?”. Por mi parte, lo único quequiero es lo que Dios quiere de la Iglesia, lo que Él estáhaciendo con la Iglesia; no es mi proyecto, sino el deDios; y ése pienso que Él nos lo está dictando muy clarodesde los comienzos y, de manera particularmente in-tensa, en nuestros días.Por esto, lo primero y principal, en estos momentos, es

ver lo que Dios está queriendo o, como dice el libro delApocalipsis, “lo que el Espíritu dice a las iglesias”, lo queestá diciendo con su actuar concretamente aquí en Valen-cia, que no es una isla ni se encuentra al margen —todo locontrario— de la Iglesia una y universal, ni del contexto deEuropa, ni, por supuesto, del contexto del resto de las dió-cesis españolas. Lo que Dios quiere, su proyecto, es elque vemos en Jesucristo, su Hijo. En Él nos lo ha dichotodo y nos ha mostrado cuál es el camino. No hay otro, y,por supuesto, personalmente no tengo otro.

Siempre el ConcilioVaticano II, como luz,criterio, horizonte6.En este sentido, no puedo olvidar que el ministerio quese me ha confiado está coincidiendo todavía con el tiempode aplicación del Concilio Vaticano II; un Concilio, como elúltimo, no se asume, se interioriza y se aplica en un espaciocorto de tiempo; se requiere, como estamos viendo, muchotiempo para ello. El Vaticano II es, sin duda, la gran voz delEspíritu Santo a la Iglesia al comenzar el Tercer Milenio; hasido y es un nuevo Pentecostés en los tiempos modernos,una irrupción de la fuerza vivificadora de lo Alto, el EspírituSanto, Señor y Dador de vida. Ahí está lo que la TrinidadSanta nos pide hoy, lo que quiere para su Iglesia y lo quequiere llevar a cabo con ella. Para ayudar a interiorizar, asu-mir, y aplicar entre nosotros esta voz del Espíritu no pode-mos dejar de tener en cuenta a los Papas, hasta el PapaFrancisco, que Él mismo ha suscitado, sus enseñanzas, sutestimonio, su actuación pastoral que, sin duda, son unallamada para toda la Iglesia en orden a secundar lo queDios reclama de su Iglesia: a ellos les ha correspondido, enla misión de guiar a todo el Pueblo de Dios y confirmarlo enla fe, la interpretación fiel y la justa aplicación de las ense-ñanzas conciliares. No podemos olvidar en modo algunotodos los sínodos universales ordinarios celebrados, demanera particular el Sínodo de 1985, a los veinte años de laclausura del Concilio y los sínodos extraordinarios conti-nentales, especialmente los de Europa, con las correspon-dientes Exhortaciones Apostólicas postsinodales delSanto Padre. Un hito muy importante que no podemosolvidar es la Carta Apostólica de San Juan Pablo II, NovoMillenio Ineunte, gran programa pastoral para el nuevoMilenio, y, ahora, la concreción del mismo en la Exhorta-ción Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco.Éstas son las sendas por las que Dios nos llama a todosa proseguir nuestro camino inseparable de este asumir yaplicar fielmente el Vaticano II como Dios quiere. Élmismo suscitó a través del Papa San Juan Pablo II elGran Jubileo del año 2000, con su preparación inmediata,con su celebración y los otros tiempos jubilares anterio-res, y con su prosecución en el proyecto que Él mismo hadiseñado para los comienzos de este Tercer Milenio.

Con la mirada puesta en Jesús,iniciador y consumadorde nuestra fe7.A la hora de recorrer y proseguir con vosotros el camino,con la mirada puesta en Jesús, “iniciador y consumador denuestra fe”, no puedo dejar de tener presente que la Iglesia

no camina a saltos, y que he de estar atento, escuchar, very contemplar lo que Dios ha hecho, la voluntad que Él hamanifestado o promovido como “proyecto” para estaporción del pueblo de Dios, que peregrina en Valencia.Con la luz esplendorosa, imprescindible y certera, de laPalabra de Dios, lámpara que ilumina siempre nuestrospasos, y dentro de ese momento de gracia que vivimospor lo que Dios hace y el Espíritu “dice a las iglesias”,prosigo con vosotros el camino de la iglesia que pere-grina en nuestra diócesis. Habré de estar muy atento, es-cuchar y acoger con toda sencillez y apertura decorazón, el conjunto de signos y llamadas de Dios, la vozplural con que el Señor nos invita a llevar a cabo su de-signio, que es siempre de gracia y de esperanza.Si hablo en plural y digo “nos invita”, es porque la llamadaes a todos y para todos. No recorro solo el camino desde elmomento en que Dios me envió a vosotros para caminarjuntos, en comunión, y porque también vosotros sois vozde Dios que Él quiere que escuchemos.En este mes de octubre dedicado al Santo Rosario,

donde se contempla todo el misterio de la salvación, osdigo a todos, mis queridos diocesanos -sacerdotes, diáco-nos, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas,fieles cristianos laicos-: ¡Ánimo, pues, y adelante, juntos,unidos todos sin fisuras!; y, “teniendo en torno nuestro tangran nube de testigos espectadores, sacudamos todo las-tre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza laprueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el queinicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se leproponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia, y estásentado a la diestra del trono de Dios. Fijaos en aquel quesoportó la contradicción de parte de los pecadores, para

que no desfallezcáis faltos deánimo. No habéis resistido toda-vía hasta llegar a la sangre envuestra lucha contra el pecado”(Heb 12, 1-4).No tenemos otra manera de ca-

minar que así, con los ojos fijos enJesús, que camina delante de nos-otros y es el Camino, Camino deDios al hombre, del hombre a Dios,y del hombre a cada hombre. Todolo que no sea esto es perder eltiempo y gastar la vida inútilmente,echarla a perder, malograrla. Loque digo no es fundamentalismo,ni nada que se le parezca; no esfanatismo irracional, ni intransigen-cia dogmatista. Es la verdad, quenos ha sido dada, de la que, porpura gracia y misericordia de Dios,somos testigos. Vosotros sabéisque no miento, ni exagero. Esto esválido para siempre, en todos lostiempos de la historia y en todoslos lugares de la tierra. Pero lo es,si cabe, todavía más en los mo-mentos que corremos.

En tiempos reciosy difíciles desilenciamientode Dios8.Vivimos tiempos difíciles, losmiremos por donde los miremos,para la humanidad, y para la Igle-sia en la que estamos y de la quesomos; y solamente en Jesucristose abre para ella un futuro de es-peranza. Cuando el Papa San

Juan Pablo II, refiriéndose a Europa, ámbito en el que esta-mos y del que somos los que vivimos en nuestra diócesis,apunta al desconcierto de nuestra época, a tantos hombresy mujeres que parecen desorientados, inseguros, sin espe-ranza o bajo el oscurecimiento de la esperanza (Cfr Eccle-sia in Europa, 7), a la secularización interna de la Iglesia o ala “apostasía silenciosa”, está poniendo el dedo en la llagade lo que nos pasa en el viejo Occidente. Cuando se afirmapor parte de algunos que padecemos una profunda quiebrade humanidad, que se manifiesta, entre otras cosas, enuna honda y gravísima crisis de moralidad -con ser im-portante no es, con mucho, lo más grave que nos estásucediendo-, no se delira ni distorsiona la realidad.Cuando alguien ha escrito que el mal más grave queaqueja a los hombres de hoy es vivir de espaldas a Dios,vivir y pensar como si Él no existiera, al margen de Él, in-cluso contra Él, y esto como cultura dominante, lo queestá haciendo es apuntar con realismo a la fuente y raízde una humanidad que camina desorientada, porque pre-tende pensar, ver y vivir al hombre sin Dios.

No nos arredramos anteestos tiempos recios:Jesucristo estácon nosotros9.Sabemos -y sufrimos- que los tiempos son recios,como diría Santa Teresa en cuyo Vº Centenario de su naci-miento todavía nos encontramos, son difíciles; pero no nosarredramos ante ellos, porque desde la fe y con la fe, sabe-mos muy bien que, en este camino y en esta encrucijadade nuestra historia, no caminamos ni estamos solos; que,

PARAULA Pág. 21Valencia, domingo 15-XI-2015

“Si hablo en plural y digo ‘nos invita’, es porque la llamada es a todos y para todos, no recorro soloel camino desde el momento en que Dios me envió a vosotros para caminar juntos, en comunión,y porque también vosotros sois voz de Dios que Él quiere que escuchemos”.

ALBERTO SAIZ

MANOLO GUALLART

como he dicho, Jesús, como Buen Pastory Guía nuestro, va delante y nos conduce;y que nos acompaña, además, toda la co-munión de los santos. Estamos seguros deque para Dios nada hay imposible, quetodas nuestras empresas y proyectos noslas realiza Él, y que Él, que comienza ennosotros la obra buena, Él mismo la lleva atérmino. Al iniciar la singladura de estenuevo curso pastoral, le pedimos que “sugracia inspire, sostenga y acompañe nues-tras obras, para que comenzando nuestrostrabajos en Él como en su fuente, tiendansiempre hacia Él como a su fin” (Liturgia delas Horas, Laudes, lunes, primera semana).

El testimonio personalde vuestro Obispo10. Os puedo asegurar que en estostiempos no tengo ningún temor ni ningúnmiedo: vivo en la entera confianza enDios, como un niño recién amamantadoen brazos de su madre. Soy muy cons-ciente por gracia de Dios, que un Obisponecesita hacer penitencia, permanecer ala escucha del Señor y orar en silencio yen soledad. Son horas cruciales las quevivimos, y en ellas pido a Dios, en el silen-cio de la oración y de la soledad inherente al ministerioepiscopal, que me haga ver lo que Él quiere de mí, lo queÉl quiere de nuestra queridísima diócesis. Estoy conven-cido de algo que he leído del Cardenal Sarah, como testi-monio vivo que comparto por completo: “Los grandesmomentos de una vida son las horas de oración y adora-ción. Alumbran al ser, configuran nuestra verdadera iden-tidad, afianzan una existencia en el misterio. El encuentrocotidiano con el Señor: ése es el fundamento de mi vida.Cuando hemos de vivir la Pasión, necesitamos retirarnosal huerto de Getsemaní, en la soledad de la noche”.

11.Creedme, rezo insistentemente a Dios para que meayude a desempeñar el cargo que se me ha encomendadocomo Arzobispo de Valencia no como un honor, sino comouna dura y difícil prueba en defensa de Cristo y para darlo aconocer con obras y palabras. Vivimos, sin duda, horas de-cisivas en las que se juega nuestro futuro, y, soy testigo, nosé por qué, Dios siempre me ha acompañado llevándomede la mano en los caminos más decisivos. No olvido, enestos precisos momentos, como testimonia también el car-denal Sarah, que el rojo de mi cardenalato -lo he tenidosiempre en cuenta- es el reflejo de la sangre de los mártiresy de la disposición para el martirio de los apóstoles que esnecesario, como los primeros tiempos y los tiempos actua-les, para evangelizar, para llevar el Evangelio a todos, quees lo único que me importa. Por eso, en estos precisos mo-mentos, hago mías, una vez más, palabras tomadas delCardenal, que agradezco tantísimo: “Los honores que laIglesia concede a algunos de sus hijos constituyen por en-cima de todo una gracia de Dios para que brillen aún másla fe, la esperanza y la caridad. La tentación mundana esuna enfermedad mortal. En la Iglesia no existe promociónhumana, sino solamente la imitación del Hijo de Dios. Lassatisfacciones de los salones eclesiásticos no son más quefalsos oropeles. Con razón suele recordar (el Papa) Fran-cisco “la mundanidad de Satanás”. Como Arzobispo y car-denal, dignidades altas de la Iglesia, procuro vivir unido aDios mediante la oración para contemplar a Jesús -”huma-nado y llagado”-, sin la que no me sería posible seguir aJesús con la cruz. Si lo referimos todo a Él, tenemos la hu-mildad garantizada. El honor que entraña el ser cardenal y

Arzobispo de Valencia sólo puede ser para gloria de Dios,para Él nunca habrá nada demasiado bueno, porque Élse lo merece todo.

12. Por eso os pido a todos, de todo corazón, postrán-dome humildemente ante vosotros, que, de verdad, “re-céis por mí”, como siempre pide el Papa Francisco.Pedid a Dios que sea como Él quiere: pastor vuestro con-forme al corazón de Dios, conforme a Jesús, que ha ve-nido a traernos a Dios Amor, que ha sido enviado aevangelizar a los pobres, a reunir a los hijos de Dios dis-persos en unidad, que ha entregado su vida, sin reser-varse nada, por todos para dar vida cumpliendo así lavoluntad del Padre, que es misericordia y consuelo paratodos y nos enseña a los pastores el camino de la cari-dad pastoral. Pedid que sea capaz de practicar entera-mente la caridad pastoral, sencillamente la caridad pararendir el verdadero culto a Dios y tomar el camino de laeternidad. “Por la caridad dejamos que Dios lleve a cabosu obra en nosotros. Por la caridad nos abandonamos to-talmente a Dios. Y es Él quien obra en nosotros, y nos-otros obramos en Él, por Él y con Él” (Car. Sarah).

ACTUAR,NO CRUZARSE DEBRAZOS,SIN RETIRARNOS13. En más de una ocasión, ante la situación que esta-mos viviendo de grave dificultad que, sin ser pesimista,puede empeorar, os he dicho que no podemos cruzarnosde brazos y que necesitamos no olvidar la Carta a los He-breos. Al contrario, hemos de volver a ella, meditarla y asi-milarla, fortalecidos y con fe, robustecidos con la fuerza deJesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, y animados conlos auxilios que recibimos de la Iglesia, en comunión estre-chísima con ella. Como sabéis, la Carta a los Hebreos es la

carta de la esperanza, que se dirige a una comunidad conserias dificultades, -de dentro y de fuera, como ahora, talvez más de dentro aun con ser grandes las de fuera-. Poreso dijo el Papa Benedicto XVI a los Obispos, precisamenteaquí, en la Capilla del Santo Cáliz, cuando vino a Valenciaen la Jornada Mundial de las Familias: “En momentos y si-tuaciones difíciles, recordad aquellas palabras de la Carta alos Hebreos: ‘Corramos en la carrera que nos toca, sin reti-rarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe:Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruzsin miedo a la ignominia y no os canséis ni perdáis elánimo’” (Heb 12, 1-3). Os invito, en consecuencia, a prose-guir el camino, ¡con ánimo!, sin arredrarse ni echarse atrássin sucumbir al buenismo ni al relativismo, sin miedos ni te-mores, sin “retirarse por el foro”, como una especie de “re-tirada” táctica para ver qué pasa, o con un abandono deprimeras filas o de “apostasía silenciosa”. No nos para-mos ni refugiamos en “cuarteles de invierno”, no huimosante problemas o trabas, ante la cruz no nos acobarda-mos, tampoco ante cadenas con que se quiere atenazar.Sentimos vivamente, en estos tiempos que Dios nos con-cede vivir como gracia suya, aquellas recomendacionesde Pablo a Timoteo: “Practica la justicia, la religión, la fe,el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buencombate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuistellamado, y de la que hiciste noble profesión de fe antemuchos testigos. Y, ahora, en presencia de Dios que dala vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonioante Poncio Pilato, te insto en que guardes el manda-miento sin mancha ni reproche, hasta la venida de nues-tro Señor Jesucristo” (1 Tim 6,11-16). Por lo que a mipersona respecta, hago mías las palabras de Pablo en lamisma carta, e invito a todos los sacerdotes a hacerlassuyas: “Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, queme hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio;tuvo compasión de mí. El Señor derrochó su gracia en mídándome la fe y el amor en Cristo Jesús”.

¡Levantaos, vamos!14.¡Levantémonos, vamos, pues, adelante!; pongámonosa trabajar, obras quiere el Señor. Con mirada limpia y fija en

“Creedme, rezo insistentemente a Dios para que me ayude a desempeñar el cargo que se me ha encomendado como arzobispo de Valencia no como un honor, sinocomo una dura y difícil prueba en defensa de Cristo y para darlo a conocer con obras y palabras”.

PARAULAPág. 22 Valencia, domingo 15-XI-2015 PARAULA Pág. 23Valencia, domingo 15-XI-2015

IRENE HIGUERAS

TAIZÉ

hombre. Igualmente quiero y debo destacar algo que nosinquieta de manera especial: el relativismo de nuestraépoca y el ateísmo práctico de nuestros días; se vive comosi Dios no existiera, en medio de una gran secularización yuna tendencia o mentalidad laicista imperante que olvidarealmente a Dios en la vida pública e intenta imponer el quese le olvide. El Papa San Juan Pablo II habló incluso de una“apostasía silenciosa” de muchos cristianos, lo que con-lleva una debilidad evangelizadora; aunque, es cierto, nopodemos dejar de señalar el número creciente de cristianosde nuestro mundo o de grupos cristianos, comprometidoscon su fe, verdaderos evangelizadores entre los hombres;no podemos negar los grandes signos de verdadera huma-nidad que nos acompañan en la búsqueda y necesidad deDios, como las corrientes aparentemente silenciosas afavor de la adoración y la oración, la solidaridad hacia lascausas que demandan solidaridad y caridad, la lucha porla libertad o la transparencia. El riesgo del Estado Islá-mico, con el yihadismo que le acompaña, por otra parte,no es una quimera; como tampoco hoy es una quimera ladifusión de la ideología de género tan perniciosa y co-rruptora del hombre, o la drogadicción que degrada alhombre, que nos invade tan negativamente, y el criminaltráfico de drogas. Y es una realidad, que tanto debemosvalorar en su justo sentido al mismo tiempo, la quiebradel matrimonio y de la familia con tan gravísimas conse-cuencias para el futuro del hombre.

Lo que el Espíritu dice a la Iglesia20. Todo esto, que nos afecta de lleno a la diócesis, sonseñales por las que el Espíritu Santo está hablando y lla-mando a la Iglesia que está en Valencia: lo que el “Espíritudice a las Iglesias” (Ap), en concreto, lo que Él sugiere e im-pera a la Iglesia que está en Valencia, en la que “está ver-daderamente presente y actúa la Iglesia de Cristo una,santa, católica y apostólica” (ChD 11). Tenemos una graveresponsabilidad que nos apremia, y un grande, generoso,corresponsable, gozoso y alegre servicio que hemos deofrecer a todos con alegría y esperanza.

Este curso21. Este curso, a mi entender, sin descuidar para nada enlo que sea necesario lo que señalé en mi Carta Pastoral aliniciar mi servicio como Obispo el año pasado, deberíamosfijarnos, dados los acontecimientos y situaciones que nosconciernen, como señalásteis los sacerdotes en vuestraspropuestas señaladas en la Asamblea sacerdotal tenida enel Seminario de Moncada:1- En la eucaristía, celebración “mejorada”, misa domini-cal, catequesis eucarística, homilía conforme al DirectorioHomilético de la Congregación para el culto divino, cantoen la liturgia, peregrinaciones bien cuidadas al SantoCáliz,...2- En la misericordia, predicación y catequesis de la miseri-cordia de Dios, en sí y con nosotros, sacramento del per-dón y fortalecimiento de su práctica, el “Cáliz de laMisericordia”, las obras de la misericordia; potenciar al má-ximo la caridad en la Iglesia diocesana y las Cáritas, forma-ción de los voluntarios, atender a los enfermos y potenciarla pastoral de la salud en hospitales, domicilios particularesy residencias de mayores, cuidar acogida de los refugia-dos, perseguidos e inmigrantes, potenciar y abrir la comi-sión diocesana de pastoral con los inmigrantes yrefugiados, repensar cauces y acciones en este sector,como servicio a los más pobres.3- En la prosecución de la visita pastoral a arciprestazgosde la Zona del Puerto, de Utiel-Requena, de la Marina, deColegios Diocesanos y universidades de la Iglesia.4- En el fortalecimiento de la espiritualidad de los sacerdo-tes, como ministros de la Eucaristía y de la misericordia,oración, adoración, retiros mensuales y ejercicios espiritua-les, ejercicios espirituales en Tierra Santa, fortalecimientode la fraternidad sacerdotal, inicio del Convictorio para losnuevos sacerdotes, atención a su sustentación económicay otras necesidades, en la prioridad de la atención pastorala los matrimonios y las familias.5- En la pastoral educativa, atención a las familias en su di-mensión educadora, la escuela católica y los colegios dio-cesanos dentro de ella, atención a la Universidad Pública ya las Universidades de la Iglesia, atención a los profesores

y maestros, a los profesionales e intelectuales o gestoresde la vida pública.6- En la potenciación del laicado, Instituto Diocesano y Su-perior de Ciencias Religiosas, grupos de “itinerario denueva evangelización”, formación en Doctrina Social de laIglesia, escuela de formación de líderes, puesta en marchade la “Casa del seglar”, en el edificio de San Lorenzo, fo-mento y potenciación de la Acción Católica y de otros mo-vimientos laicales de apostolado,...7- En la creación de instrumentos para la renovación enla pastoral para la iniciación cristiana, directrices y orien-taciones concretas doctrinales, pastorales y normativassobre la iniciación cristiana, cauces renovados para“hacer cristianos”.8- En el fortalecimiento y potenciación de nuestros mediosde comunicación social -PARAULA, AVAN, MediterráneoTV, COPE, Radio María, redes sociales- y en la relación conel resto de los medios de comunicación socia.9- En impulsar acciones para una nueva evangelización,misiones populares parroquiales, cursillos de cristiandad,comunidades neocatecumenales, familias en misión, misio-nes con los jóvenes, misión universitaria,...10- En el fomento de las misiones y la cooperación con lasmisiones “ad gentes”.11- En la pastoral con los jóvenes, cuidando al máximo elEncuentro europeo con jóvenes y la Jornada Mundial de laJuventud, las vigilias de oración con los jóvenes, la aten-ción al movimiento “Junior” que tanto significa en Valencia,y otros movimientos juveniles o educativos cristianos entiempo libre, vgr, los scouts, fortalecimiento de la capellaníauniversitaria en la Universidad Católica de Valencia con cri-terios y normas para todos los “Campus”, y fortalecimientode la pastoral vocacional.12- En dar a conocer, releer y aplicar de nuevo el ConcilioVaticano II y actualizar el Sínodo diocesano como aplica-ción del Concilio en Valencia.13- En la conclusión del año teresiano en marzo, día 28, de2016, fecha en que se cerraría verdaderamente este quintocentenario en Valencia.14- En fortalecer y potenciar cuanto sea posible la cateque-sis como acción eclesial prioritaria e imprescindible en lasdiversas edades y situaciones conforme a lo que enseñael Directorio para la Catequesis, formar a los catequistas,crear la institución diocesana del catecumenado.No obstante, pongo en Anexo el texto en el que, reco-giendo lo que habéis aportado los sacerdotes en laAsamblea sacerdotal del Seminario y en otros órganosconsultivos, se da concreción, en principio, de las accio-nes para este curso.

AÑO SANTOEUCARÍSTICO,AÑO JUBILAR DELA MISERICORDIA:EL CÁLIZ DE LAMISERICORDIA.CENTRADOS TODOSEN LA CARIDAD22. Este curso que acabamos prácticamente de co-menzar, como no puede ser de otra manera, máximesiendo un Año Eucarístico y un Año de la Misericordiaque, inseparablemente, nos impulsan a evangelizar, y trasel Sínodo sobre el Matrimonio y la Familia, hemos de

Jesús, contemplando su rostro, rostro del Hijo de Dios,rostro doliente, rostro del Resucitado (Cf. NMI 24-28).Quedémonos bien con este Rostro viviente para po-derlo seguir, y “llegar hasta el final” en el combate y ca-rrera que llevamos. Para ello es necesario estar con laIglesia toda, en comunión con ella, sigamos “lospasos de Pedro, que lloró por haberle renegado y re-tomó su camino confesando, con comprensibletemor, su amor a Cristo: ‘Tú sabes que te quiero’ (Jn21,15.17)”; y como ella también, como la Iglesia, uni-dos a Pablo “que encontró en el camino de Damascoy quedó impactado por Él: ‘Para mí la vida es Cristo,y la muerte, una ganancia’ (Flp 1,21)” (NMI 28).

Promesa de la presencia delSeñor: un renovado impulso enla vida cristiana15.Siempre y en todo momento, con la plena certezade la promesa del Señor: “He aquí que estoy con vos-otros hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). “Esta certezaha acompañado a la Iglesia durante dos milenios. Deella debemos sacar un renovado impulso en la vidacristiana, haciendo que sea, además, la fuerza inspi-radora de nuestro camino. Conscientes de esta pre-sencia del Resucitado entre nosotros, nosplanteamos hoy la pregunta dirigida a Pedro en Jeru-salén: ¿Qué hemos de hacer?”. La respuesta la tene-mos clara; Seguir a una persona, seguir a Jesucristo,Hijo de Dios hecho hombre, “el mismo ayer, hoy ysiempre” (Reb 10), “Camino, Verdad y Vida”, “elSanto de Dios, que tiene palabras de vida eterna” (Jn6). Y seguirle como Jesús pide y nos recordaba haceunos domingos la liturgia en la lectura del Evangeliode Marcos (cf. Mc 8,27,35): negándonos a nosotrosmismos, tomando la cruz, perdiendo la vida por Él.

El mundo necesita a Cristo yhemos de dárselo16.El mundo necesita a Cristo, y lo busca, lo hambrea,a veces sin saberlo; como en su época, también hoy, lasgentes “se agolpan a sus puertas” porque esperan un fu-turo distinto en el que cambien las cosas, en el que hayasalvación, unidad y paz, más luz y menos oscuridad portantos acontecimientos y actitudes que están empa-ñando y oscureciendo el horizonte. Es más que un futuroinmediato, buscan una salvación definitiva: una luz que loilumine todo, un amor que sacie los anhelos más hondosde todo corazón humano, una humanidad nueva hechade hombres y mujeres nuevos. Y esto es posible, se hadado ya en Jesucristo.En el fondo, sin saberlo, buscan a Jesucristo, porque

en Él se colman más allá de lo imaginable de maneradesbordante estas aspiraciones. Por ello, los que ya co-nocemos, por pura gracia y misericordia de Dios, a Jesu-cristo, en quién nos ha dado y dará todo, en quien nosha bendecido de manera desbordante con toda suerte debienes espirituales y celestiales.Así, no hemos de retirar nuestra mirada de Él al seguir

caminando; más aún, estamos llamados a vivir una intimi-dad profunda con Él, fortalecer nuestro encuentro con Él,vivir en comunión plena con Él, a pesar de nuestros pe-cados, y darlo a los demás. No podemos guardarlo paranosotros. A los cristianos, hoy y siempre, nos urge evan-gelizar, que eso es dar a Cristo; nadie se puede evadir deevangelizar. A los cristianos, siempre y más hoy tan nece-sitados de Él, aun en medio de persecuciones, rechazosy minusvaloraciones, nos piden a Cristo, esperan de nos-otros a Cristo, porque otras cosas se las pueden darotros, el mismo mundo.Por todo ello, este curso pastoral que ahora reem-

prendemos -Año Eucarístico y Año de la Misericordia,del Cáliz de la Misericordia-, ha de ser un tiempo parafortalecer, consolidar y profundizar nuestra fe en Jesu-cristo, nuestra comunión con Él, y ser nuestra diócesisuna Iglesia evangelizada y evangelizadora (Año de la Eu-caristía, Año de la Misericordia, Año de la Caridad, Añopara intensificar la catequesis a todos los niveles y la en-señanza religiosa en la escuela). Estad muy ciertos quede esto depende el verdadero futuro en nuestras gentes ytierras valencianas, un futuro del que no podemos privara nuestros hermanos que con nosotros habitan aquí.

Siete acontecimientos marcaráneste año pastoral17. A esto nos animan siete acontecimientos que mar-carán el desarrollo de nuestro caminar en el presentecurso y que no podemos verlos por separado ni rompe-rán, sino intensificarán, nuestro trabajo diario. Los acon-tecimientos a los que me refiero son los siguientes:1- El Jubileo eucarístico que la Santa Sede -la PenitenciaríaApostólica- nos ha concedido a nuestra diócesis celebrarcada cinco años, por tener con nosotros, conservar y vene-rar el Santo Cáliz de la Última Cena de Jesús, y que co-menzamos el 29 de octubre.2- El Año de la Misericordia, convocado por el Papa Fran-cisco para toda la Iglesia, que reclama nuestra atenciónsobre el recibir la misericordia de Dios -sacramento de laPenitencia- y el hacer las obras de la misericordia, que en-trañan la vida de caridad, tan central e imprescindible; este

Año de la Misericordia se iniciará el Día de la In-maculada, en diciembre.3- El Encuentro Europeo de jóvenes de Taizé, quetendrá lugar en las próximas Navidades.4- El final del Año Teresiano con motivo delquinto centenario del nacimiento de Santa Te-resa de Jesús, que tendrá lugar el día 28 demarzo próximo.5- La celebración del reciente Sínodo Ordinariode los Obispos, sobre el matrimonio y la familia.6- La acción de gracias por el Concilio Vaticano II,primavera de la Iglesia, de cuya clausura en di-ciembre próximo, se cumplirán cincuenta años. Y;7- La preparación y realización del EncuentroMundial de la Juventud en Cracovia, el veranopróximo.

Sin olvidar la situación queestamos viviendo en Españay en el mundo18. Además de estos acontecimientos, no po-demos olvidar que estamos en el mundo, en Es-paña, con una situación muy concreta querequiere nuestra presencia, nuestro testimonio ynuestras obras. Me refiero, por ejemplo, al hechode la llegada a nuestras tierras de refugiados, per-seguidos, inmigrantes, carentes y necesitadoshasta el extremo de todo, que demandan ayudaurgente y que hay que atender sin reservas en lacaridad y, al mismo tiempo y sin escatimar nadaen esa caridad, el actuar con la prudencia nece-saria; la situación creada a raíz de las pasadasconvocatorias electorales locales y de comunida-des autónomas, particularmente las celebradasen Cataluña; la próxima convocatoria en Españade importancia tan grande para su futuro; la situa-ción familiar debilitada por tantas cosas y la delmatrimonio ensombrecida por tantos errores sobreél; la emergencia educativa cada día más emer-gencia y de la escuela católica; la falta de presen-cia cristiana y pública en las universidades y en el

mundo intelectual y cultural, o en los medios de comunica-ción; la crisis de Europa -y de España- que, más que nada,es de una visión auténtica del hombre; la secularización ge-neral de nuestro ambiente y la tendencia laicista de algunosgrupos ideológicos, la secularización interna de la Iglesia yla “onegeneización” de muchos de sus miembros e institu-ciones; la gran multitud de jóvenes que caminan por elmundo como ovejas sin pastor y necesitan de acompaña-miento y cariño; la cada día creciente cantidad de cristia-nos débiles -sin duda, con buena voluntad- sin lamadurez de fe suficiente para llevar a cabo una nuevaevangelización de nuestro mundo que tanto lo necesita ypara garantizar la presencia de los cristianos en la vidapública en cuanto cristianos y como cristianos; y, almismo tiempo, gracias a Dios, el aumento de cristianosresponsables y recios en su fe, comprometidos con la mi-sión e identidad de la Iglesia y la causa del hombre ame-nazado; o la manipulación de que es objeto confrecuencia la Iglesia y el interés puesto por parte de algu-nos en debilitarla, en sembrar desconcierto, o gérmenesde división y enfrentamiento interno...

Y sin cerrar los ojos antela situación cultural19.Tampoco podemos cerrar los ojos ante una situacióncultural, que es la que es, pero desde la que, aunque pa-rezca lo contrario, se escucha un poderoso llamamientopor parte del hombre de hoy a ser evangelizado, en mediode la quiebra moral y humana que se cierne sobre ese

“Este curso pastoral que ahora reemprendemos -Año Eucarístico yAño de laMiseri-cordia, del Cáliz de la Misericordia-, ha de ser un tiempo para fortalecer, consolidary profundizar nuestra fe en Jesucristo, nuestra comunión con Él...”

“Este curso, a mi entender, sin descuidar para nada en lo que sea necesario lo que señalé en mi Carta Pastoral al iniciarmi servicio como Obispoel año pasado, deberíamos fijarnos en la pastoral con los jóvenes, cuidando al máximo el Encuentro europeo con jóvenes y la Jornada Mun-dial de la Juventud...”

PARAULAPág. 24 Valencia, domingo 15-XI-2015 PARAULA Pág. 25Valencia, domingo 15-XI-2015

ALBERTO SAIZ

poner el acento en hacer de la caridad y de la misericor-dia el gran signo evangelizador, porque la “caridad deCristo nos urge” (2Cor 5,14), el Amor que es Dios nos hasido dado y manifestado en Jesucristo, Dios y hombreverdadero: éste será el objetivo dinamizador de nuestrapastoral. Si hemos conocido el don de Dios (Jn 4,10), sino podemos ocultar la buena, alegre y grande noticia delinmenso don del amor y de la misericordia de Dios yhemos de comunicarlo a todos (Lc 16,19), teniendo losmismos sentimientos de Cristo (Flp 2,5), que nos haamado hasta el extremo (1Jn 4,10) y nos ha revelado elamor en el que conocemos al Dios que es Amor (1Jn 4,8),su amor nos apremia a que trasparentemos, en todocuanto somos y hacemos, el amor a los hermanos. Sin-gularmente en el matrimonio y la familia. Que transparen-temos que “Dios es Amor” (1Jn 4,8) a quien no vemosahora con los ojos de nuestra carne, que es Misericordiay nos llama a ser misericordiosos como Él lo es. Estohemos de tenerlo en cuenta en todas nuestras acciones yen esto hemos de confluir todos si, desde el comienzodel curso, tenemos puestos nuestros ojos fijos en Jesu-cristo, lo seguimos y lo anunciamos, con palabras yobras. Como decía Santa Teresa, “obras quiere el Señor”.

23. Con nuestros medios materiales de los que dis-pongamos hemos de estar bien dispuestos para compar-tirlos; esto es urgente. Pero no debemos olvidar elconsuelo de Dios. Permitidme que cite, una vez más, alCardenal Sarah, que sabe muy bien lo que se dice y sus-cribo enteramente: “La caridad es servicio al hombre, yno se puede servir a la humanidad sin hablarle de Dios.En este sentido, la Iglesia nunca podrá llevar a cabo untrabajo equiparable al de las organizaciones humanita-rias, con frecuencia dirigidas y dominadas por las ideolo-gías. Con razón recuerda Benedicto XVI en la encíclicaDeus caritas est que ‘la actividad caritativa cristiana hade ser independiente de partidos e ideologías. No es unmedio para transformar el mundo de manera ideológica yno está al servicio de estrategias mundanas, sino que esla actualización aquí y ahora del amor que el hombre ne-cesita’. Y la fuente de ese amor es Dios mismo. Hemosde llevar a cabo una reflexión teológica sobre la caridadpara evitar que estructuras caritativas católicas caigan enel secularismo. La naturaleza de la Iglesia está en el amorde Dios y la caridad de la Iglesia es ante todo la caridadde Dios. La auténtica caridad no es limosna, ni solidari-dad humanitaria, ni filantropía: la caridad es la expresiónde Dios y una prolongación de la presencia de Cristo eneste mundo. No es una función puntual, sino la natura-leza íntima de la Iglesia”.Éste es el criterio -muy luminoso por cierto- que debe

guiarnos en el ejercicio de la caridad, es el más exigentede todos. Así podremos, de verdad, evangelizar, que es lamisión de la Iglesia, y esta misión consiste en manifestarel amor y la ternura de Dios, en hacer redescubrir la pre-sencia, la compasión y el amor misericordioso del Padreen medio de nuestros sufrimientos. El auténtico consueloque hemos de llevar a los pobres y a las personas quesufren alguna prueba es, además del material, el espiri-tual. Hemos de manifestarles el amor, la compasión y lacercanía de Dios. En la prueba, Dios está con nosotros.Marcha a nuestro lado en el camino de Emaús, el caminode la decepción, del dolor y el desaliento. Algunas organi-zaciones católicas se avergüenzan y se niegan a manifes-tar su fe. Ya no quieren hablar de Dios en sus actividadescaritativas, escudándose en que sería proselitismo. Eneste sentido podemos añadir un texto del Papa Fran-cisco, siguiendo lo que dice literalmente: “quiero expresarcon dolor que la peor discriminación que sufren los po-bres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoríade los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesi-tan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad,

su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacra-mentos y la promesa de un crecimiento y maduración enla fe. La opción preferencial por los pobres debe tradu-cirse principalmente en una atención religiosa privilegiaday prioritaria” (Papa Francisco).Hemos de aprender, y este curso eucarístico y de la

misericordia nos ha de ayudar, a comprender y vivir que“por la caridad dejamos que Dios lleve a cabo su obra ennosotros. Por la caridad nos abandonamos totalmente enDios y es Él quien obra en nosotros, y nosotros obramosen Él, por Él y con Él. No existe relación más auténticacon Dios que en el encuentro con los pobres. Ahí está elorigen de la vida en Dios: la pobreza. Nuestro Padre espobre. Quizá sea un rostro de Dios que se nos escapa ynos repugna porque no hemos encontrado de verdad al‘Hijo del Hombre, que no tiene donde reclinar la cabeza’(Mt 8, 20).” (Cardenal Sarah). Así es: “Dios o nada”.

CONCLUSIÓN24. Así, no olvidaremos nunca que seguir o proseguir,como decía al principio, el camino con la mirada puestaen Jesús, el rostro de Dios, seguir sus huellas, identificar-nos con Él, entraña adentrarnos más y más en el conoci-miento y en la intimidad de Jesús, y que no se le puedeseguir si no es en pobreza y con la Cruz, siempre gozosay gloriosa, como dijo Jesús al joven rico.Por mi parte, os aseguro, hermanos, amigos e hijos

queridos, que asumo, en pobreza y entrega sin reserva,los sufrimientos y cruces que me están sobreviniendo enel pastoreo a favor vuestro en Valencia. Y esto me llenade gozo, alegría y esperanza, porque eso indica que noestoy fuera de camino o por camino errado, el de la per-secución y el acoso, que no el derribo, como diría SanPablo, y que estoy ejerciendo como pastor que defiende

a sus ovejas en medio de lobos: contad con esta de-fensa, que es caridad pastoral, porque os quiero, sois elrebaño que Dios me ha encomendado, y hay que obede-cerle a Él antes que a los hombres y, además, la palabrade Dios no está, no puede estar, encadenada. Para seguira Jesús, además, es necesario intensificar la adoracióneucarística y la oración de todos, alimentarnos de la Pala-bra que sale de la boca de Dios y del Pan vivo bajado delCielo, aceptar la misericordia -¡qué inmensa se manifiestaconmigo, con todos!- y el perdón de Dios en nuestrasvidas, y dar testimonio de esta misericordia y de su per-dón, consolidar, dar firmeza, mostrar realmente la bellezay grandeza de la caridad en todo, particularmente mos-trar esta belleza en la belleza de la familia cristiana, asen-tada sobre la verdad del matrimonio, del amor de unhombre y una mujer y de los hijos nacidos de ellos, y ayu-dar a su misión conforme al plan de Dios.Que Dios que comienza estas obras buenas y las pone

en nuestras manos, Él mismo las lleve a término. Así con-fiamos, esperamos y pedimos a Dios, animados por suEspíritu Santo, por medio de su Hijo Jesucristo, y la inter-cesión de la Santísima Virgen María, Mare del Desampa-rats y Señora de los Ángeles, del Puig; de San José,esposo de la Virgen María, San Vicente Mártir, San Vi-cente Ferrer, Santo Tomás de Villanueva, San Juan de Ri-bera y todos los santos del Cielo, singularmente losvinculados por Valencia.¡Ánimo, adelante! Confiamos enDios, como niños recién amamantados en brazos de sumadre. Que Dios os bendiga a todos. Cuento con todos;sin vosotros no podría nada. Gracias, muchísimas gra-cias. Que Dios pague como sólo Él sabe hacerlo.

ANEXOA LA CARTA PASTORALA modo de anexo se ofrecen las siguientes sugerenciasde acciones que deberán ser completadas e integradascon las señaladas por la Asamblea Sacerdotal cele-brada en el Seminario de Moncada.� Difundir el conocimiento y la lectura de la SagradaEscritura, para penetrar más y más en la experienciade Dios que nos habla por la Biblia y en el conoci-miento de Cristo. Cursos bíblicos diocesanos, por elInstituto de Ciencias Religiosas, en las parroquias, enlas casas religiosas, en los movimientos; difusión ypráctica de la Lectio Divina; difusión y práctica sobretodo familiar de la lectura del “Evangelio de cada día”;unir a esto los grupos de IDE.� Revitalizar el sentido eucarístico en la diócesis, revi-talizar nuestras celebraciones eucarísticas, y, en espe-cial, la Eucaristía dominical este año; fomentar yrevitalizar el culto eucarístico, la adoración eucarística,crear nuevas capillas de adoración perpetua o perma-nente en toda la diócesis (Alcoy, Denia, Játiva, Torrente,Valencia, Sagunto, Moncada, Liria, Utiel-Requena) Cul-tivar en toda la diócesis el sentido de Dios, de la ado-ración, Dios en el centro que es amor y misericordia, elsentido de la liturgia conforme al Vaticano II: cultivar elsilencio en las iglesias, cultivar la oración y los gruposde oración en parroquias, sacerdotes, religiosos, semi-naristas, casas de formación; crear grupos de anima-ción litúrgica, formación litúrgica de estos grupos y dela comunidad para celebrar bien y participar bien; arscelebrandi, actuosa participatio, IGMR. Difusión de laespiritualidad teresiana: oración, eucaristía, sacra-mento de la penitencia.� Cuidar la Eucaristía dominical y vincular Eucaristíacon misericordia, tanto en lo que se refiere al sacra-mento de la penitencia como a las obras de misericor-dia. ¿Por qué ir a Misa los domingos? Santificacióndel domingo: propiciar obras de misericordia en do-mingo, vgr. visitar a los enfermos, oración en familiacomo los neocatecumenales, publicar una Carta Pas-toral o unas Orientaciones breves sobre el domingo. Ysobre la Misa.� Carta Pastoral sobre la Penitencia, el sacramento dela Penitencia y el sentido y valor de la Penitencia: Cómocelebrar bien este sacramento. Orientaciones. Fomen-tar, por ejemplo a través de los retiros sacerdotales, laPenitencia sacramental.Celebración penitencial de lossacerdotes precediendo a la Misa Crismal el mismo día;disponibilidad de los sacerdotes; formación permanentede sacerdotes; en el año de convictorio enseñar bien alos neosacerdotes a confesar bien. Reservar algunashoras al Arzobispo para confesar en la Catedral.� Hacer de la misericordia y de la caridad el gran signoevangelizador en la diócesis. Cultivar la misericordiaentre los fieles y comunidades: Cáritas, Manos Unidas,Religiosas y religiosos en el campo asistencial (hospita-les, residencias ancianos y enfermos, presencias en elTercer Mundo), UCV y los pobres, campus Capacitas,tareas u obras-instituciones de integración como Pro-yecto Hombre, u otras: ver y mostrar lo que se está ha-ciendo; abrir nuevos cauces entre inmigrantes,refugiados, violencia doméstica, nuevas pobrezas, para-

dos, enfermos, discapacitados, presos, perseguidos endiferentes países: sensibilizar a las comunidades ypersonas ante estas necesidades, oferta de respues-tas. Nuevos comedores de caridad. Nuevos econo-matos. Ver Empresarias y Empresarios católicos.Creación puestos de trabajo. Catequesis sobre miseri-cordia y las obras de misericordia.� Impulsar y dar a conocer el ejercicio de la caridad yde la misericordia en nuestra diócesis. Revisión de ta-reas y métodos y el impulso de organismos integra-dos en la Vicaría de Acción Caritativa y Social.Potenciar el funcionamiento y la coordinación de Cári-tas a nivel diocesano, parroquial y arciprestal. Cam-paña para dar a conocer y así incrementar lo que ladiócesis hace en el campo de la misericordia y de lacaridad. Apoyar proyectos a favor de los pobres,apoyo a los inmigrantes con especial énfasis en laacogida en nuestras parroquias: creación de un secre-tariado o Comisión de inmigrantes. Apoyar y promo-ver acciones a favor de la familia y de la vida:encuentros, campañas; defensa de los derechos delas familias; hacer coincidir con las primeras comunio-nes unos signos de caridad solidaria y misericordiosapor parte de padres y niños de primera comunión.� Descubrir las exigencias de la caridad cristiana y lamisericordia evangélica a través de la difusión del cono-cimiento de la DSI. Cursos de DSI, gran campaña paradar a conocer el Compendio de DSI. Creación de unMáster en la UCV. Especialización en el Instituto deCiencias Religiosas.� Fomentar el voluntariado con identidad cristiana: pro-yecto diocesano de formación teológica, antropológica,social, cultural y pedagógica de este voluntariado cris-tiano de manera que no sean agentes sociales mera-mente.� Suscitar la necesidad de conversión y de una viven-cia más auténtica y profunda de la Eucaristía para quenuestra diócesis pueda vivir de la caridad y de la miseri-cordia y ser signo de ella en nuestro mundo: para esoinsistir en la importancia de dos momentos de examende conciencia y de conversión —Adviento y Cua-resma— a lo largo de este curso pastoral unidos alritmo universal del Año Litúrgico, así como en otros mo-mentos formativos y de animación de aspectos funda-mentales para la vida cristiana.� Convocar un Congreso Eucarístico con el lema “Eu-caristía, misericordia, reconciliación, penitencia”, tresfases: parroquial, arciprestal y diocesana, integrando enél, como se pueda, el IDE.� Dejar constancia de este año de la Misericordia en

una o más obras diocesanas, como p.e. una residenciapara ancianos con hijos discapacitados, o un Centro derefugiados.� En el campo educativo -enseñar al que no sabe- re-fundar la UCV para que sea una Universidad católicaque responda a su identidad y a las necesidades deevangelización de la cultura y de formar a estudiantescon criterios cristianos y de DSI para que sea escuelade líderes cristianos en la sociedad. Mejorar acompaña-miento. Creación de grados superiores de FormaciónProfesional en la UCV, y lo mismo (FP) en la red de cole-gios diocesanos con grados medios. Presencia de laUCV en el Tercer Mundo a través de las Facultades deMedicina, Enfermería, Educación, Economía,… Crea-ción en la UCV de los masters sobre Ecología Integral ysobre DSI. Atención a los Mayores o Tercera Edad.Puesta en marcha del Máster sobre Humanismo y cul-tura. Creación de un Centro de Estudios sobre Religio-nes -que podría estar ubicado en Gandía-. Constituciónde una Fundación bajo titularidad única los 68 colegiosdiocesanos: Proyecto educativo cristiano, selección delprofesorado, etc. La Escuela católica, una alternativapara la enseñanza: incorporación de Cooperatores Ve-riattis, Educatio Servanda.� Potenciar al máximo, cuanto se pueda, la catequesisen toda la diócesis: formación de catequistas, decretode implantación de los Catecismos, presentación de loscatecismos. Una catequesis para la iniciación cristiana,una catequesis misionera, una catequesis en clave ca-tecumenal, como el Catecismo de la Iglesia Católica.Elaborar un Proyecto diocesano de catequesis.� Renovar y potenciar la iniciación cristiana y los pro-cesos o itinerarios de la iniciación cristiana desde lasorientaciones de la Iglesia: Renovar la idea de iniciacióncristiana -aspecto doctrinal y teológico-pastoral- pararenovar la praxis de la pastoral de iniciación cristianaexistente actualmente en nuestras parroquias y comuni-dades: Curso de formación de sacerdotes sobre la ini-ciación cristiana: hacer cristianos hoy es nuestropropósito (incorporar a los movimiento laicales y dereligiosidad popular). La familia y la parroquia caucesprivilegiados para la iniciación cristiana. Ofrecer ins-trumentos que impulsen formas de catequesis en fa-milia; potenciar la pastoral juvenil, el movimientoJunior, y otros desde la posconfirmación en clave ca-tecumenal, con un replanteamiento de este sacra-mento. Potenciar la pastoral del ocio y del tiempo librea nivel diocesano. Favorecer el conocimiento del Ca-tecismo de la Iglesia Católica. Instituir el catecume-nado diocesano de adultos. Publicar un Directoriodiocesano de Iniciación cristiana.� Cuidar y atender preferencialmente a los sacerdotes:Retiros mensuales en toda la diócesis, ejercicios espiri-tuales, formación permanente con la Facultad de Teolo-gía, cuidado enfermos, salud de los sacerdotes-revisión médica-. Creación Convictorio sacerdotal. Di-rectores espirituales. Potenciación Delegación del Clero.Directores espirituales.� Potenciación de los MCS propios: PARAULA, AVAN,COPE, 13 TV y proyectos con TV Mediterráneo , ForoUCV, FSI.

Finalización del año teresianoAño de la MisericordiaAño Eucarístico

“Hemos de llevar a cabo una reflexión teológica sobre la caridad para evitar que estructuras caritativas católicas caigan en el secularismo. Lanaturaleza de la Iglesia está en el amor de Dios y la caridad de la Iglesia es ante todo la caridad de Dios. No es una función puntual, sino lanaturaleza íntima de la Iglesia”.