pepina y las historias de un cuentero
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Nuestra ratoncita se encuentra con un Cuentacuentos de AysénTRANSCRIPT
Pepina y las “Historias, de un Cuentero”
Autor: René Julio Milla Auger
Dedicado a Ti, Mentora…
Tierra de contrastes y bellos paisajes, el viajar en una región tan basta y
Geográficamente dividida es un aspecto primordial que debo salvaguardar,
partiremos desde un lugar alejado:
A este pueblo solo se llega en avioneta o por medio del transbordador que
atraviesa el Fiordo Mitchell, se empieza a ver la diversidad de arboles, que me
dan muestra de una Naturaleza virgen y pocas veces explorada por el pie del
hombre, las nubes ennegrecen ese día se anuncia una tempestad y cuando
llegó a Villa O’Higgins, todo empapado quedó, villorrio de unas pocas casas y
499 habitantes, golpeo en una pensión que me invita con su agradable calor, a
pasar ahí los días que vine a visitar estos parajes, se muestran las laderas de
los cerros mas cercanos, comienzo a conversar con los habitantes y saber que
es lo que han visto en estas tierras alejadas y próximas a los Ventisqueros
Huemula y Zancudo, mas allá la entrada de Campos de Hielo, que hermosa
ciudad y eso que todavía no he andado por sus alrededores, subo a un mirador
que la muestra en su esplendor, con su aeródromo, desde lo alto se llega a
divisar como los niños juegan mas allá, me interno en aquella espesura que me
conduce a un bosque, eran las tres de la tarde y estaba como si fueran las
nueve de la noche, es una sensación única de vegetación salvaje inmersa en la
penumbra de la madre naturaleza, el sendero me lleva por sus huellas, alegres
claros se presentan en este ir y venir de sensaciones que me pasean por este
verde campo, llego al Mirador del Valle, cincuenta minutos mas arriba desde mi
punto inicial, ahí diviso lo que no había podido ver en ningún lugar de los que
he estado, un árbol de aproximadamente 40 metros de altura, vestigio de lo
que son estas montañas gélidas, la bruma que comienza a caer me da una
seña, y es que en este lugar la naturaleza reina, mas allá, una caída de agua,
que aunque haga frio me invita a desvestirme y entrar en su torrente, que
cuando caen sobre mí cuerpo desnudo me hacen sentir lo vivido que estoy, sin
fronteras que me coaccionen en ser, el que debo y no el que soy, sintiendo la
libertad en mis huesos que se sumen en el frio caudal, pero no me deja
escapar de esta cascada, termino mi aventura, me visto ya que es hora de
volver a descansar para comenzar otra jornada. Al día siguiente me en
camino hacia la escuela y aprecio una belleza que se yergue silente en medio
de esta extraña hermosura, el colegio es lo que nosotros no vemos, es
creación directa de una plenitud que me conduce a sus más intrincados
caminos que son los niños, cuentos infantiles he venido a contar, las ratonas,
los seres de luz es mi dialogo transformado en risas, que gratificante es
escuchar ese comentario expuesto en un aplauso, contento me voy de esta
escuela, y como dejar la radio afuera en la cual estuve explayándome hacia la
comunidad y después se decía el Cuentacuentos que va allá, mas tarde entre a
la biblioteca, comencé a documentarme sobre este pueblo y una alegre
O”hgiginiana, me contaba lo que había sido este lugar en otras épocas, donde
los lugareños tenían que pasar sus animales en balsas hechas de tambores a
través del río Mayer para traerlos a la venta, se apiñaban, me decía, entre mil
y dos mil lanares, para su comercialización, que impresionante no me lo podía
imaginar , en ese lugar que hoy existe una plaza y ella con sus profundos ojos,
que parecían transmitir lo que allí había sucedido, se dejaba ver ese alegre
cantar del alma, que te dice mira: “Lo que he visto te lo entrego, por que me
inspiras la confianza necesaria”, era una aventura distinta en mi corazón, me
invitó a conocer a una persona que me iba a interesar por lo que tenia que
mostrarme ¿Qué sorpresa me depararía este lugar?. Como a las cinco de la
tarde se largo una lluvia y” pajarito nuevo la lleva”, a si es que me moje antes
de tener la cita con esta calida mujer, llego ella y entramos a una antigua casa
donde su dueña sorbía una bombilla con su mate en la mano, mirando por la
ventana de aquella vivienda, ella esconde el secreto mejor guardado de este
lugar , comenzó diciéndome que tenia un lago hermoso, “lejos por allá”, brillo
angelical que daba un resplandor purpura en sus aguas, un eclipse solar en la
parte mas alejada de nuestro territorio nacional, a 11 horas a caballo (ida)
desde villa O”higgins, esta mi terreno en el cual sembré peces por que en
aquel lugar no habían, fue hace aproximadamente, (con calma sorbe su mate
la señora Margarita), unos 20 años atrás, le decía a mi viejo(esposo) en ese
entonces, que debíamos llevar peces para plantarlos en ese lugar, y mi esposo
siempre me respondía “que estaba cucú”, mostrando una sonrisa, como dando
a entender: “después el mismo se comió los productos espectaculares que se
dieron en el lago”, comenzó mi travesía, nos decía, con un balde de agua y
pequeños y grandes alevines(peces chicos), cuando descansábamos por el
camino, sacaba los pececillos y les hacia un agujero en la tierra y ahí los ponía
mientras colocaba agua fresca en la cubeta, los mas pequeños increíblemente
sobrevivieron, los otros murieron todos, “de ahí que mi lago Alegre”, por que así
se llama nos relataba, se convirtió en un lago con Salmones, pero esta dama,
nos tenia una sorpresa incalculable, nos dijo que donde habitaban existía una
pirca de piedras en la cual aparecía un huemul cada vez que asomaba la
tormenta el se guarecía ahí, hasta que la cerrazón se marchaba, pasaba el
animalito refugiado, se logro hacer bien cariñoso con nosotros y siempre le
dejábamos pastura, vino el National Geográfic a tomarle unas fotos al huemul,
pero nunca lo pudieron ver se les escondía y ella se reía , que extraño pensé,
¿Por que vendrían a fotografiar a un huemul?, lo que la señora Margarita no
me había dicho es que era un Huemul Blanco y ahí estaba frente a mis ojos, no
lo quería creer casi me desmalle de la impresión, nunca pensé en llegar a ver
esto en mi vida, que hermoso, con esa imagen de mujer sabia, que había
sabido guardar un secreto tan especial, es que me marche hacia Tortel…
Que día aquel contando historias mientras el bus recorría aquellos caminos, en
Río Negro conocí a un señor de hidalga vestidura y bueno para fumar,
recuerdo que me decía que era el ultimo tejuelero de villa O”higgins mientras
atravesábamos el fiordo Mitchell, llegando a Yungay desembarcamos y pronto
me tendría que despedir de mi amigo, en pleno cruce hacia Tortel y sin ningún
referente conocido, me encamine hacia mi destino y una camioneta me llevó,
estaban preparando los cabritos para navidad, los traían y cruzaban en un
lanchón, para dejarlos en tierras que solo estaban sus habitantes, era el
comienzo de una Pascua distinta, me dejaron a 14 kilómetros de aquella ciudad
escondida, comencé a caminar y al poco rato me preguntaba que hacia ahí, en
medio de toda esa nada, camino pedregoso que dificultaba el andar, “Que
bellos paisajes me acompañaban sintiéndome embargado al mirar”, pasaron
algunos vehículos y aunque parezca risorio nadie me llevaba y era víspera de
pascua, ¿valdrá la pena este viaje?, me cuestionaba después de tanto
transpirar, veía los mallines y las altas cumbres que adornaban aquel paisaje
magistral, que ni en los sueños mas delicados se han acercado a la realidad,
eso era lo que me hacia avanzar, suave viento soplaba, mas la llovizna no
amainaba y la oscuridad se dejaba sentir, hasta que una camioneta me aventó
y como el demonio corría ese hombre, como si supiera que necesitaba llegar
con prontitud, se abrió el momento en cual vi por primera vez ese mágico lugar,
una plataforma para los autos era lo que anunciaba lo que pronto llegaría a
conocer, me condujeron hacia una pequeña pensión, me di un buen baño y
después a mi anfitriona le pregunte ¿Donde vive el director de la escuela? Y
ella me respondió, ahí al frente en esa casa, me dirigí a presentarme, mi
cometido todavía no se había cumplido, muy amable el director me dijo, que
bueno que sea usted el cuentacuentos pase por favor y me fue a mostrar su
establecimiento en vísperas de navidad, eran las cinco de la tarde y un libro me
regalo, que conservo muy delicadamente en mi armario hasta el día de hoy. La
escuela totalmente hecha de madera, una calidez distinta que da vida, que
muestra su nobleza al hacer sentir que el artesano que trabajo en ella,
impregno su sentimiento al fabricar este establecimiento, era un día muy
particular, me invito a la cena de Navidad que se realizaba en el gimnasio de
ese singular poblado, pero antes de eso fui a dar una vuelta, mis pasos me
llevaron por una escalera que conducía al embarcadero del Río Backer, me
devolví y había una señalización que me condujo a nuevos destinos, comencé
a subir el cerro sin pasarelas y una sola escalera que sobre mallines estaba
dispuesta, al ver un panorama enriquecedor para el alma, me sentí pagado, un
ventisquero colgante frente a Tortel, que gracia tiene la naturaleza para
esconder sus secretos vírgenes de la mano de cualquier extraño, me enterré
en el mallín y cruce por entre riscos y encontré la flor nacional, un Copihue en
ese lugar, que hermoso se veía, seguí adelante en una ruta de explorador, a
ver hasta donde llegaba, y esas rocas me condujeron por un sendero de
helechos gigantes y tupidos matorrales, de pronto se puso a llover tenuemente
y las tablas las cuales pisaba, como jaboncillo estaban, me vi volar por los
aires y mi cabeza azotarse en aquella madera noble, que permanecía silente,
¿Había llegado al final de mis días con ese golpe?, era mi profundo pensar,
paso el tiempo ¿no se cuanto? y mi cuerpo aun no respondía del todo, que
angustia, fueron momentos en los cuales me decía, ¡que pena que tenga que
venir a morir acá!, en un instante me vino un calor y me incorpore y el viento
comenzó a soplar fuerte, el cual se sentía rugir diciendo “Lo siento debes tener
mucho cuidado para otra vez con estos escalones engañadores”, comprendí a
la perfección lo que había sucedido, , me fui a la pensión donde alojaba me
estire un rato a descansar y como a las once de la noche me acorde de la
invitación para cenar, me cambie de ropa, y me dijeron los dueños de la
pensión:
¿Tiene linterna?
No, les conteste, pero a la vez les pregunte ¿para que la quiero?
“Ellos me dijeron que no había luz en ese lugar”, no les creí nada, hasta que
salí a la escalera-pasillo que desembocaba en una oscura noche y con lluvia, al
parecer “pajarito nuevo la lleva otra vez”, lúgubre como la boca de un lobo y no
metafóricamente hablando, con lluvia y sin una luz que alumbre estos pasillos
interminables, sin señalización de donde voy, de no haber sido por unos
indicios que me dieron, hubiese estado perdido. ¡ Y no hay marcha atrás, que
hubiesen pensado de mí, “un cuentero cobarde”, así es que me puse a caminar
lo que fuera de Dios! comencé a bajar por aquellas escaleras, tomado del
pasamanos que en momentos no estaba, imagínense lo que pasaba, por que si
no te encontrabas alerta te caías y no se para donde y siendo poco conocedor
de estos siete kilómetros de maderas, me tiritaban las cañuelas (piernas), solo
un faro alumbraba al dar su recorrido, era impresionante la oscuridad y la lluvia
se había puesto a toda marcha, sin detenerse por que un forastero, estaba
perdido entre las pasarelas o bien ¿Me daba la bienvenida? no lo se, en ese
instante solamente quería llegar al lugar de la cena, comencé a escuchar
música y aunque nada se veía el ruido me animaba, fue así como di con el
gimnasio de aquel pueblo, estaba extasiado, por lo que veían mis ojos, se me
olvido de inmediato lo empapado que llegué, entre un crucigrama de escaleras,
se encontraba aquel monumento para el divertimento de sus habitantes, que
madera mas noble, el pueblo entero reunido en ese lugar y que rico asado de
cordero me servían, humeantes papas cocidas lo acompañaban y el pebre con
sopaipillas que nunca falta y la ensalada, con esta pascua quien se acuerda del
aguacero que me mande, que hasta la ropa interior me mojé, bailamos unos
chamames y rancheras y ya era hora de volver, ¿Qué donde quedaba, no
tenía ni idea?, me despedí agradecido de mis anfitriones y tome el retorno
hacia la hospedería, un poco mas confiado pero con las cañuelas temblando,
se había detenido la lluvia pero era largo el camino que había de regreso, con
pasarelas que terminaban en donde solo los habitantes de este lugar conocen
de noche, esto es una experiencia única hay que vivirla para poder entenderla,
mientras que mi linterna pocas pilas le quedaban así es que me tenia que ir a
tientas a ratos, por aquella negra noche de Navidad, comencé a subir ese
largo pasaje y de pronto divise en la penumbra algo o alguien que me
observaba por debajo de esos peldaños hechos del Ciprés, tenía que subir por
ahí y de pronto sentí una presencia que se me congelo hasta la respiración
¿para donde arranco?, ¿ si pierdo el control y sufro un accidente?, la
presencia se hacia mas fuerte y me entro el pánico que solo calmaba, un
pensamiento “Si arrancaba un percance como el que sucedió en la tarde, podía
pasar otra vez en esta oscuridad”, que miedo me dio y con la sombra pegada a
mi espalda, esto de ser cuentero me hace conocer lugares, que no querría
volver a ver en mi vida, eran los pensamientos que me atormentaban en la
desesperación de no saber donde estoy, sumándose, que nunca llegaba a la
vivienda en la cuál pernoctaba, un aliento me acompañaba, en este encuentro
paranormal, pero el terror era mas grande y me decía que tenia que apurar el
paso por que mi vida de ello dependía, llegue a mi albergue y respire profundo
el dueño de casa aun me esperaba y me pregunto cuando llegue, ¿a caso
estaba bien?. Pensaba solamente en mi cama y el susto que me lleve, que al
otro día les conté, y me relataron lo que había sucedido ahí, una muerte de un
niño que fue apuñalado por su hermano y que de pronto asusta a la gente que
pasa sola en mitad de la noche por ese pasillo en particular…
De día todo se veía distinto en Tortel, sus escaleras eran unas hermosuras, su
vegetación es digna de destacar pero me quedo cortó con esta descripción:
Largas escaleras que conducen por intrincados pasadizos forjadas en aquella
madera del Ciprés de las Huaitecas, miles de peldaños que te llevan a detener
tu tiempo por un instante, copihues colgando por doquier, helechos gigantes
que se reservan el dejarse tocar, por que se encuentran debajo de aquellas
pasarelas, el subir 500 pasos hacia la cima, de un lugar que pocas veces es
visitado, me tiembla el cuerpo al mirar atrás, pero todo ese temor me pasa al
observar a los habitantes que cargan grandes rollizos de madera, por esos
escalones, me siento como un niño de brazos al poder ver este espectáculo, en
sus riberas se encuentran plazas que me llevan a soñar que Oro es este árbol
para sus pobladores, en este lugar tan sagrado que ha reservado a los
visitantes su mas grandes baluartes, una estatua de un sacerdote hecha de
este mismo noble material, mostrando que el puso su valores al servicio de los
demás, al haber conquistado esta región de Aysén el padre Antonio Ronchi,
luego que mis piernas se acostumbraran al sube y baja llegue al cuartel de
bomberos, ¡No tienen un carro de bombas!, en su lugar deben tomar un bote
para ir a extinguir el fuego, donde quiera que este se encuentre, un homenaje a
su espíritu, por su osadía y decisión, al enfrentar las llamas solo con las
mangueras y las hachas, “Que inimaginable es esta peripecia”…
Las cordilleras están blancas parece que me despidieran, es hora de
marcharse, me voy de Tortel con una tenue lluvia que me cobija y mi casaca
toda mojada, por que en esto días no se había secado nada, que vivencias me
llevo de acá y lo que queda de esta historia es solamente lo que resta por
expresar, en el viaje a Cochrane, un señor me conto que había pasado por un
cementerio de noche y sintió un quejido y el pregunto por respeto a los difuntos
¿Qué quieres muertito?, “Pa”,”Pa”, dijo una voz que provenía de aquel lugar y
como la curiosidad mato al gato, le pregunto otra vez, ¿Qué quieres muertito?,
y aquel quejido grito “Papel”, “Pásame papel” era un hombre que en el campo
santo hacia sus necesidades, no todo es lo que parece en la región de Aysén…
FIN