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Análisis de situación Año 1, No. 4, 18 de agosto de 2009 PNC: entre el relevo de mandos y de mafias

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Mucho se ha insistido en la urgencia de llevar a cabo una depuración en las filas de la Policía Nacional Civil (PNC). A pesar de que este proceso pudo haber tomado fuerza en tiempos de Adela Camacho de Torrebiarte los constantes cambios en los altos mandos de la PNC así como en el Ministerio de Gobernación han sido uno de los principales obstáculos. Pero a esto hay que agregar un elemento que podría ser transversal en este problema: lo que algunos investigadores llaman la agenda criminal del Estado.

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Análisis de situación Año 1, No. 4, 18 de agosto de 2009

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Reconfiguración de las fuerzas de seguridad

Mucho se ha insistido en la urgencia de llevar a cabo una depuración en las filas de la Policía Nacional Civil (PNC). A pe-

sar de que este proceso pudo haber tomado fuerza en tiempos de Adela Camacho de Torrebiarte1 los constantes cambios en los altos mandos de la PNC así como en el Ministerio de Gobernación han sido uno de los princi-pales obstáculos. Pero a esto hay que agregar un elemento que po-dría ser transversal en este problema: lo que algunos investigado-res llaman la agenda criminal del Estado.

¿En qué con-siste esta agenda? ¿A qué intereses respon-de? ¿Quiénes son los principales actores en este escenario? Al parecer, los hechos recientes marcan una pauta en ese sentido y muestran “la punta del iceberg”: los altos mandos de la PNC son señalados de participar en la desaparición

de dinero en efectivo incautado a un particular y en la desaparición de más de 100 kilos de cocaí-na que también fueron incautados en un opera-tivo hace dos semanas2.

Sobre este punto, cabe resaltar el hecho de que la llegada de los recién destituidos jefes

policiales ocurrió en un contexto parti-cularmente comple-jo para el gobierno. Pero este contexto devino de otro aún más difícil. Es impor-tante recordar que la inestabilidad en el Ministerio de Gober-nación no es caracte-rística particular de la administración de Álvaro Colom. Des-de tiempos de Óscar

Berger como presidente de la República, la con-figuración de las autoridades, tanto de Goberna-ción como de la PNC habían sido señaladas de graves delitos. Estos señalamientos salieron a luz

PNC: entre el relvo de mandos y de mafias

Por Crosby Girón

Periodista e investigador

1.- Inforpress Centroamericana 1700

2.- Inforpress Centroamericana 1812

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luego de uno de los crímenes más complejos de la historia reciente del país: fueron asesinados tres parlamentarios salvadoreños y su chofer en una finca de las afueras de la ciudad.

Pero este crimen se tornó aún más inex-tricable cuando se supo que varios agentes de una unidad élite de la PNC habrían participado. Sobre todo porque los agentes fueron captura-dos y luego ejecutados dentro de una cárcel de “máxima seguridad”, acción en la que se denun-ció el ingreso de un escuadrón de la muerte con relativa facilidad a la cárcel en donde se hallaban detenidos los agentes captura-dos.

También es importante recordar que sobre ese caso, el ex vicepresiden-te de la República, Eduardo Stein, se re-firió diciendo que se ponía en evidencia la existencia de “gu-saneras” a lo interno de las instituciones del Estado encargadas de brindar seguridad3.

Varios personajes destacan en este in-cidente:

• Carlos Vielmann, en ese entonces titular del MINGOB, se vio en aprietos cuando el líder del Partido Patriota (PP), Otto Pérez, denunció la existencia de por lo menos dos escuadrones de la muerte a lo interno del Ministerio.

• Víctor Rivera, un experto en seguridad y durante muchos años conocido por ser el “minis-tro de facto” y “el policía” de la élite guatemalte-ca, particularmente en el caso de secuestros.

• Víctor Soto, ex jefe de la Unidad de Inves-tigación Criminal (SIC), a la que pertenecían los agentes asesinados en la cárcel. Posteriormente se supo que Soto se vinculó sentimentalmente con la alcaldesa de Ocós, San Marcos y estuvo involucrado en un confuso incidente en donde fue asesinado el esposo de la alcaldesa y también se le señaló de estar involucrado en el “negocio” de la trata de personas

• Erwin Sperisen, ex director general de la PNC, quien luego de dejar su cargo en la PNC fue a vivir a Suiza, en donde tiene algunos familiares,

destaca entre ellos su padre, Eduardo Sperisen Yurt, quien es representante ante la Organización Mundial de Comer-cio -OMC-. (“Los dos Sperisen, dos bandi-dos”, Albedrio.org, 09/03/2007)

• Javier Figue-roa, ex director de la Unidad de Investiga-ción Criminal. Fue cuestionado desde su nombramiento debido a que carecía

de experiencia en las filas policiales, antes bien, su profesión es de ginecólogo. Salió del país con rumbo a Venezuela, en dónde se le perdió la pis-ta. Estaba involucrado en la desaparición del dueño de un local conocido como “El Agavero”.

• Álvaro Matus, ex fiscal de delitos contra la Vida. Actualmente ligado a un proceso penal por obstrucción de la justicia por el caso del asesinato de Víctor Rivera. Este caso, cabe des-tacar, ha sido impulsado por la Comisión Inter-nacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

3.- Inforpress Centroamericana 1694, 1695, 1696

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Cambio de gobierno, nuevos actores

A finales de 2007, en plena segunda ronda elec-toral, en la que la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), se disputaría la presidencia con el Parti-do Patriota, ocurrió algo particularmente intere-sante. Iván Briscoe, inves-

tigador de Fride, recién publicó un artículo en el que describe este hecho: “En 2007, durante el período preelectoral, grupos rivales de ase-sores militares se unieron a ambos bandos, así como habían hecho los financistas. Los actores para-estatales en el ámbito de la seguridad se encuentran en un proceso similar de escisión y reconfiguración”4.

¿A quiénes se refiere Briscoe? En El Ob-servador se hizo una radiografía de los princi-pales grupos vinculados a los dos partidos que se disputaron la presidencia de la República5. Asimismo, el semanario Inforpress Centroame-ricana destacó lo que en ese momento se hizo patente: el crimen organizado se ha ido convir-tiendo en un actor político que está compitiendo con las familias oligárquicas6.

Las características de estos grupos “emergentes” tienen como denominador co-mún sus ligámenes con estamentos de militares

y ex militares. Muchos de ellos son hoy día em-presarios de uno de los negocios más rentables en un país como Guatemala: la seguridad. Pero también se ha documentado la participación de militares y policías en el narco-tráfico. En el caso del negocio de la seguridad, cabe destacar que cada año las empresas de se-guridad privada facturan más de Q1,200 millo-nes (sin contar con las cifras de unas 80 empre-sas que son señaladas de operar ilegalmente). También es importante señalar que el Estado incurre en enormes gastos desde sus propias instituciones: el presupuesto del Ministerio de Gobernación supera los Q2 mil millones anules y el Ministerio de la Defensa ronda los Q1,300 millones cada año.

Así las cosas, a partir de la toma de pose-sión de Álvaro Colom, las autoridades nombra-das en las principales instituciones de seguridad pública han sido descritas por varios analistas como “un desfile”, en referencia los constantes cambios ocurridos. En el MINGOB hubo una transición en la que fueron actores la citada Ade-la Camacho de Torrebiarte, quien fue menciona-da como posible titular de la cartera del Interior, Juan Luis Florido, quien luego de ser electo di-

4.- Capítulo inédito de su ensayo titulado “Guatemala: insecurity and the state” (Informe Guatemala, agosto de 2009).

5.- Los financistas del PP y de la UNE, los dos partidos que van a la segunda vuelta electoral: ¿Quién go-

bernará? Luis Solano, el Observador No. 9.

6.- Inforpress Centroamericana 1720, septiembre de 2007.7.- Una suerte de consorcio político que agrupó a partidos como Movimiento Renovador del empresario Jorge Briz, el mismo Partido Patriota de Otto Pérez y el Partido de Solidaridad Nacional. Esta “alianza” no se sostuvo ni seis meses, cuando sale Otto Pérez renunciando a su cargo como Comisionado Presidencial para la Seguridad y poste-riormente Jorge Briz deja su cargo como Ministro de Relaciones Exteriores para dedicarse a su proyecto político.

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putado por la Gran Alianza Nacional (GANA)7, fue nombrado por Berger como jefe del Minis-terio Público. Florido fue señalado de ser uno de los operadores de lo que se conoció como “La Oficinita”, una especie de grupo paralelo con suficiente influencia y poder para amañar casos judiciales y entorpecer procesos dependiendo de las necesidades de sus integrantes.

Es entonces cuando llega a la cartera de Gobernación Vinicio Gómez, un funcionario con varios años de carrera llegó al Ministe-rio de Gobernación con un perfil más “limpio” que sus antecesores. Sin embargo, Gómez murió en un misterioso accidente aéreo en el que con un piloto experimentado, la nave quedó sin combustible en pleno vuelo con un desenlace fatal para el fla-mante ministro. El caso no ha sido resuelto por las autoridades, pero se ha dicho que en el acci-dente hubo mano criminal.

De esta cuenta es nombrado Francisco Ji-ménez en el MINGOB, pero los índices enormes de violencia y un contexto marcado por el cons-tante asesinato de conductores del transporte público, principalmente urbano, lo llevaron a un desgaste en el que el Partido Patriota aparece como uno de los artífices. Es en este complicado contexto que el gobierno de Álvaro Colom lleva a Gobernación a una figura controvertida: Sal-vador Gándara, un ex guardia de seguridad de-venido en político y electo por el Partido Unio-nista como alcalde de uno de los municipios más violentos: Villa Nueva. Gándara es conocido por ser un acérrimo creyente evangélico y cercano a figuras como Carlos “cash” Luna -un showman y predicador de la corriente neo pentecostal en el país-. Gándara no ocupa el cargo y llega a co-

ordinar la Secretaría Ejecutiva de la Presidencia (SCEP), y trabajará de la mano con la esposa del presidente, Sandra Torres apoyando las activi-dades del Consejo de Cohesión Social.

Salvador Gándara había tenido experiencia en el MINGOB en tiempos de Álvaro Arzú, cuando fue viceministro de la cartera, bajo el mando de Ro-

dolfo Mendoza. Sus aspiraciones por ser ministro no eran descono-cidas. Pero en su nombramiento como ministro parece estar una figura no menos controvertida: Luis Mendizábal, un asesor de Colom con antecedentes golpistas y actor clave en la distribución del video que contenía el testimonio post mortem del abogado Rodri-go Rosenberg8.

A su llegada al MINGOB empiezan unas acciones que defensores de Derechos Humanos denuncian: Gándara hizo desaparecer la unidad de investigación de derechos humanos que ha-bía dado muestras de realizar un trabajo eficaz y profesional. Pero la acción más complicada fue urdir el descabezamiento de la cúpula policial de ese entonces, la cual era encabezada por Marlen Blanco Lapola, una policía con años de carrera y también hermana del actual secretario de la Paz, Orlando Blanco.

En el boletín Enfoque No. 1, Iduvina Hernán-dez, experta en seguridad y directora de Segu-ridad en Democracia (SEDEM), hace un relato minucioso de cómo valiéndose de modificacio-nes al reglamento interno de la PNC, Gándara logra que un grupo de policías que anteriormen-te habían sido dados de baja de la policía por ser señalados de estar involucrados en ilícitos retor-ne a la PNC (Ver entrevista).

8.- Inforpress Centroamericana 1812

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Se trata de los recién destituidos jefes poli-ciales:

• Porfirio Pérez, director general de la PNC. En su lugar llegó Baltasar Gómez, quien hasta entonces se desempeñó como jefe del Servicio de Análisis e Información Antinarcótica. A este puesto llegó Nelly Bonilla.

• Rolando Mendoza, director general ad-junto. En su lugar llegó Werner Leal Caal.

• Víctor López, sub director general de Operaciones fue relevado y Jaime Otzín le suce-de en el puesto.

• Jorge Castellanos, sub director general de Investigaciones también quedó fuera, hasta aho-ra no se conoce quién le sustituye.

• Daniel Rivas, hasta ahora jefe de la Divi-sión Especial de Investigación Criminal (DEIC), fue sustituido por Jerónimo Alvarado, que se desempeñaba como jefe de la Comisaría 31 de Escuintla.

• Llegan además, César Ventura Bámaca como jefe del Distrito Central; Luis Moscoso como jefe del Distrito Sur (venía de ser jefe de la Comisaría 16), y Jesús Esquivel será el nuevo jefe de la Comisaría 21 con sede en Jutiapa.

La presunta participación de Porfirio Pérez en la desaparición de dinero habría sido pues-ta en evidencia el pasado 10 de junio cuando en Chimaltenango se reportó la incautación de

US$300 mil y fue una de las razones por las que lo habrían separado del cargo. Sin embargo, hubo otro caso, posterior, en el que se detuvo a Jessica Waleska Valle Solórzano quien supues-tamente llevaba consigo una fuerte cantidad de dólares en efectivo. En esa ocasión se reporta-ron diversas cantidades del dinero incautado en tres partes policiacos distintos. La Comisaría 12 reportó que Valle Solórzano fue detenida el 5 de julio con US$500 mil en un vehículo BMW, pero la misma Comisaría reportó que la susodicha te-nía en su poder US$590 mil 232, en tanto que el vocero de la PNC dijo que el decomiso fue de US$1.5 millones en un aparente lapsus que luego quiso corregir. Sin embargo, un tercer informe policial, según reportó la prensa local, “estable-ció que la mujer llevaba la cantidad de US$1.5 millones en efectivo”.9

Es en esta dinámica en la que, por lo visto, actúan las fuerzas policiales. Iván Briscoe argu-menta que la lógica pecuniaria mueve en gran medida a los distintos actores vinculados a gru-pos de poder: “El sistema de partidos políticos, el Congreso y el gobierno claramente se nutren del intercambio de favores entre grupos de inte-rés económico, lícito e ilícito, y las instituciones estatales. Pero la fragmentación de la élite t de las estructuras clandestinas significa que estas intersecciones han proliferado y se han vuelto más complejas”.

9.- ¿Cuál fue el verdadero monto decomisado a Jessica Valle?, El Periódico, 15/07/2009.

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Entrevista con

Iduvina Hernández, directora de Seguridad en Democracia

En el ensayo suyo que se publicó en el EN-FOQUE No. 1, planteó que habían varias razones por las cuales se había permitido el gobierno el nombramiento de Salva-dor Gándara en el Ministerio de Gober-nación: ¿Todavía no quedan dilucidadas esas razones?

Creo que efectivamente no se han dilucidado públicamente ni se han desmentido los cuestio-namientos que hicimos con las organizaciones e individualmente respecto a las condiciones en

las que se dio ese nombramiento, los riesgos que implicaba, y lo que podemos decir ahora es que la historia lamentablemente nos da la razón, en el sentido que la sociedad de Guatemala perdió valioso tiempo enfrentando la conducción del Ministerio de Gobernación por parte de una persona como Salvador Gándara.

Cuando hicimos el cuestionamiento al nom-bramiento de Gándara, argumentamos que de alguna manera respondía a presiones que po-dían ser personales por parte de la esposa del

“Gándara logra la destitución de Marlen Blanco y el nombramiento de esta banda de delincuentes que hoy está siendo buscada por las autoridades”

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Presidente de la República, vinculadas a intere-ses particulares que incluían al propio Gánda-ra, a Gustavo Alejos, que es un personero bas-tante cercano al mandatario y al mismo Luis Mendizábal que, prácticamente, pocos meses después traicionó al Presidente, no sin antes haber incidido de manera directa en la asigna-ción de Gándara como ministro1.

Gándara consigue en el mes de junio pasa-do, generar cambios al frente de Policía Nacio-nal Civil, los cuales preparó desde un mes antes con algunas modificaciones en el Reglamento de la Policía para llevar a la cúpula de la PNC a un grupo de personas que igualmente cues-tionamos en su momento, y que al día de hoy estamos viendo en los medios de comunicación: uno, que salieron involucrados directamente, según todas las evidencias, en el robo aparente-mente de más o menos doscientos kilos de droga utilizando recursos de la PNC y todo el equipo de seguridad al servicio de la policía, y resul-ta que nueve meses después, los dos medios de circulación más importantes del país lo descu-bren -porque se les informa a las autoridades que estas personas tenían antecedentes penales o estaban en proceso de investigar su situación, precisamente por sindicaciones de una serie de delitos que ya igualmente nosotros habíamos planteado como organizaciones, habíamos de-nunciado y la prensa no le había dado impor-tancia, comprándose el boleto, el discurso de Salvador Gándara como ministro .

Gándara termina su período de manera de-sastrosa; de hecho, es sustituido casi de mane-ra vergonzosa y empiezan a salir a luz pública todos los hechos que nosotros planteamos en su momento. Lo lamentable en este caso es la pérdida para la sociedad guatemalteca de un proceso no sólo de nueve meses –que fueron los

meses que representó este retroceso- sino las implicaciones que tiene en la destrucción del proceso de reforma de la propia PNC, que se atrasó y que pudo haber implicado probable-mente, un retraso superior a los dos años por lo que significa la presencia de mafias adentro de

“Cuando hicimos el cuestionamiento al nom-

bramiento de Gándara, argumentamos que de al-guna manera respondía a

presiones que podían ser personales, en el caso de

la esposa del gobernante, vinculadas a intereses par-

ticulares que incluían al propio Gándara, a Gustavo

Alejos que es un personero bastante cercano al pre-sidente de la República y

al mismo Luis Mendizábal que prácticamente, pocos meses después, traicionó

al presidente, no sin antes haber incidido de manera

directa en la asignación de Gándara como ministro.”

9.-Hernández, Iduvina. “De cómo se ejecutó a la PNC”. Enfoque. Análisis de Situación, No. 1, año

1, 26 de junio de 2009.

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las estructuras de la PNC.

Hay otro aspecto que usted señalaba en su ensayo referente a las condiciones que creó Gándara a partir de los cambios en el Reglamento de la PNC. Estas condiciones le eran útiles a él en ese momento. Ahora, ¿A quiénes les podrían ser útiles?

A quienes continúan interesados en man-tener al frente de la PNC a personas ajenas al sistema. Una de las cuestiones que se han plan-teado a lo largo de los años que tiene de existen-cia la PNC y que inauguraron personas como Alfonso Portillo y el FRG en el Congreso de la República en el año 2000, cuando asumieron la Presidencia de la República, fue el cambio de la Ley Orgánica del PNC para permitir la llega-da de gente ajena a la institución policial. Ellos (Portillo y el FRG) introducen ese cambio.

Se corrige esa situación y lo que hace Gán-dara es hacer una modificación en el Regla-mento de la PNC en la parte del articulado que promovía la reestructuración y daba las bases formativas internas para el proceso de cam-bio, para plantear de nuevo la entrada de gente ajena a la PNC. Ahí lo plantea como la posibi-lidad de nombrar a personas, a profesionales

para poder ocupar los cargos “mientras” se produce el cam-bio de la PNC, el cambio in-terno que permita tener gente para los nombramientos. Con esto, Gándara logra la destitu-ción de la Directora de la PNC, Marlene Blanco Lapola, y el nombramiento de esta banda de delincuentes que el día de hoy está siendo buscada por las autoridades.

¿Era previsible la salida de este grupo tras la renuncia de Gándara?

Creo que sólo era cuestión de tiempo.

¿Cuál es la interpretación que usted haría en torno a lo que resultó hacien-do el gobierno en el tema de seguri-dad?

Creo que sigue conduciendo por ocurrencia. Esperamos que ya no haya más retrocesos al frente de las entidades de seguridad. Empezó con un relativo buen pie en el caso del minis-tro Gómez. Entendemos que el Presidente en sí mismo, obviamente no buscó la muerte del mi-nistro Gómez pero al día de hoy no se han escla-recido las condiciones en las que un helicóptero, el cual el piloto reporta contar con combustible para dos horas, se cae por falta de combusti-ble con menos de cuarenta minutos en el aire. Es una cuestión preocupante porque podría ser un indicador de cómo desde adentro del propio sistema se busca la caída, por así decirlo, del primer proceso serio, el primer intento serio de llevar adelante un proceso de reforma judicial y en el sistema de seguridad.

Puesto que el Presidente Colom no nombra en primera instancia a una persona de su grupo, de su equipo, sino le da continuidad al proceso de

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reforma que se venía implementando desde la última etapa del gobierno anterior -que también la regó al principio puesto que tuvo una (otra) banda de delincuentes como (Carlos) Vielmann, como (Erwin) Sperissen al frente del sistema de seguridad que terminó a raíz del escándalo que le representó del asesinato de los diputados salvadoreños y luego de los policías supuesta-mente responsables del hecho- nombrando en-tonces a doña Adela Camacho, quien empieza nuevamente con un proceso de cambios que ob-viamente en nue-ve meses no iban a producirse.

Entonces, Co-lom sabiamente mantiene has-ta cierto punto la propuesta de cambio designan-do a Gómez. Tras la muerte de éste se designa a Fran-cisco Jiménez, lo que indica la disposición de Colom de continuar con este proceso de cambio, lo cual se ve lamen-tablemente anulada en el mes de diciembre de 2008. Presionado por las preocupaciones que implicaba el desgaste político que pudo haber representado el debate al que estaba sometido Francisco Jiménez por la acción del Partido Patriota, el Presidente, lejos de generar una ac-ción política que le permitiera sobrellevar ese desgaste, cede a las presiones, baja a Jiménez del MINGOB y, en ese momento, prácticamente interrumpe las posibilidades del proceso de re-

forma. De alguna manera estamos asistiendo a un proceso de designaciones casi por ocurren-cia. Llega Gándara y el desgaste es enorme; no hay un solo avance que provenga de la decisión de la cartera de Gobernación y el Presidente se ve forzado a sacar a Gándara, y obviamente al poco tiempo después, a los delincuentes que ha-bía llevado a la PNC.

No tenemos conocimiento de que el actual ministro sea una persona con li-mitaciones y de-bilidades en su quehacer. Las muestras que ha dado son mensa-jes un poquito ex-traños. La desig-nación de nuevas autoridades al frente de la poli-cía la vemos po-sitiva, saludable, puesto que sale, por así decirlo, de parte del maíz po-

drido, pero si no va a representar un proceso continuado y una acción definida de parte de la Presidencia, de garantizar que este equipo lo-gre llevar a feliz término el proceso de reforma, vamos a estar, efectivamente, frente a una polí-tica díscola tal como la llamamos en un princi-pio2, que responde al quehacer del momento, a las preocupaciones coyunturales o de la imagen política y no necesariamente a un proyecto que requiere de tiempo, de paciencia de parte de la sociedad, aunque se nos está agotando, pero también de acciones decididas por parte del

9.-Hernández, Iduvina. “Guatemala: crimen e inseguridad, un legado de muerte y una política

díscola”. El Observador. Análisis Alternativo sobre Política y Economía Nos. 17 y 18, febrero-abril

de 2009, páginas 32 48.

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gobierno para llevar a feliz término un proceso que a estas alturas se hace impostergable.

Sobre los nuevos mandos policiales: ¿Qué se conoce en general?

Aparte de lo que ya se publicó en los medios, con un poco más de detalle de lo que ya habíamos planteado, alguno de ellos -no tengo un nombre exacto y habría que ubicarlo-, pero uno de ellos es el que aparece señalado de abuso de autoridad. En el ámbito de de-rechos humanos nos aparecía reiteradamente al mando de unidades de la policía que intervi-nieron en los procesos de desalojo que culmina-ron con acciones violentas, incluyeron ejecucio-nes extrajudiciales y personas heridas durante estas acciones, no todas con un fundamento o una base legal. Entonces, para organizaciones comunitarias y de derechos humanos eran per-sonajes que aparecían reiteradamente al frente de estas unidades, “especializados en desalojos violentos”, por así decirlo. Y los otros teníamos conocimiento, de su involucramiento en accio-nes delictivas.

También hubo cambios en Migración, en Presidios: ¿Eso es parte de la acción pública del gobierno o tiene que ver con otras razones?

No tenemos información de que esto esté di-rigido a sustentar una estructura en particular, lo estamos siendo todavía al día de hoy como parte del proceso de remozamiento de las auto-ridades puesto que se está limpiando la estruc-tura que había instalado Gándara al frente de todas las unidades del MINGOB.

La violencia ocurre en la capital prin-cipalmente y en parte del territorio de los corredores de droga ¿Qué esce-narios podremos ver por lo menos, de

aquí a fin de año bajo esta lógica?

Con los niveles actuales de debilidad de las fuerzas civiles de seguridad que estamos en-frentando, efectivamente podríamos estar, si

las cosas continúan exactamente igual al día de hoy, frente a un in-cremento de los niveles de violen-cia como reflejo de los procesos y mecanismos de consolidación de estructuras de crimen organiza-do, en lo que se conoce como los corredores de la droga que, coin-cidentemente también son corre-

dores de tráfico de mercaderías, tráfico y trata de personas, es decir, son las estructuras que coincidentemente incurren en este tipo de acti-vidades delictivas, sin descontar, por supuesto, lo que es ya la estructura sistémica de lavado de activos a través del sistema bancario nacional; una situación que todavía no se ha corregido. En la medida que se siga prestando ese servicio, las otras estructuras van a encontrar un vehí-culo ideal para funcionar. Cuando decimos que si las cosas continúan como están al día de hoy, es porque las fuerzas de seguridad responsables de proteger a la ciudadanía, de prevenir el de-lito y combatirlo por la vía de la investigación criminal, tienen tal grado de debilidad que no están en capacidad de conducir investigaciones para combatir el crimen.

Hemos insistido permanentemente -y no en-tendemos las razones por las cuales las auto-ridades, a pesar de la evidencia encontrada se siguen negando a ello- en la necesidad de gene-rar una fuerza policial especializada en investi-gación criminal. Los índices de criminalidad en Guatemala y los niveles de funcionamiento de la estructura criminal, no son para que se im-pulsen investigaciones por la vía de un depar-tamento que ya está en cuestionamiento dentro de la propia PNC. Requiere de una policía espe-cializada. No se trata de repetir la experiencia de la Policía Judicial del pasado, que se utili-

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zaba con fines políticos. Cualquiera que quiera utilizar las fuerzas de seguridad con fines po-líticos o de persecución política, no necesita de este tipo de policías. Vemos que la propia PNC está siendo utilizada con estos fines, o sea, no depende para qué funciona la policía sino de

quién y con qué fines la utilizan.

En este sentido, no estamos de acuerdo con quienes argumentan que no hay condiciones para crear una policía especializada en inves-tigación criminal. Creemos que deben darse los pasos serios para integrar esta institución poli-cial; no va a salir de la noche a la mañana, se necesita tiempo y no vamos a esperar que pa-sen cuatro años más para tomar acciones con-cretas en esa línea, si es que hay, por un lado, intención seria de combatir el crimen, y por otro lado, intención seria de ayudar a la socie-dad guatemalteca a combatirlo.

En las condiciones actuales: ¿se puede ha-cer una valoración política de los cambios que se realizaron en los altos mandos?

Punto de vista político, creemos que resul-tan planes en términos generales, positivos. Tenemos entendido que hubo algún proceso de investigación previa y valoración hasta cierto punto de por dónde podría venir el nombra-miento. Sabemos que son cuadros que han es-tado, hasta cierto punto involucrados en el pro-ceso de reforma, comprometidos con el proceso de reforma de la propia PNC. Creemos que es en un ambiente de profunda debilidad del organis-mo Ejecutivo, de una acción mediática bastante fuerte en contra de las acciones del mismo, lo que podría constituirse -con la poca seriedad con la que los medios masivos de difusión sue-len tratar la problemática de seguridad-, en un factor que apunte en contra de la posibilidad de la consolidación de este proceso. No vemos que haya una acción seria por parte del espacio mediático en Guatemala, de entender la proble-mática de seguridad y de abordarla analítica-mente desde esa perspectiva, sino básicamente lo vemos como un mecanismo casi de oposición política, lo que podría ser un factor de debilita-miento de este proceso de reforma que se está retomando al día de hoy.

“(...) la propia acción me-diática que ha generado un ámbito de debilitamiento de la confianza ciudadana de la policía y de fortale-cimiento de la necesidad ciudadana de depender del ámbito militar. Creemos, hasta el día de hoy quere-mos creer que es por cierto nivel de ingenuidad en los medios de comunicación, nos preocuparía mucho llegar a considerar que co-rresponde a otro tipo de intereses a los que, fuera de su acción profesional, podrían estarse prestando algunos medios de comuni-cación por compromiso de los propietarios, no necesa-riamente de quienes ejer-cen la función periodística”

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Desde ciertos grupos se empieza a decir que una de las verdaderas soluciones es-taría en clausurar la PNC y, constitucio-nalmente: ¿Se puede hacer esto?

…Un camino hacia fortalecer la existencia de un proceso de militarización de la seguri-dad en Guatemala, ahora con los niveles tan graves de debilidad que tiene obviamente esta fuerza de seguridad. Una debilidad que no es tan rotunda puesto que un factor que apunta a esta debilidad tiene que ver con la confianza y la credibilidad que se ha perdido, no sólo por algunos elementos de la PNC sino por la propia acción mediática que ha generado un ámbito de debilitamiento de la confianza ciudadana en la policía y de fortalecimiento de la necesidad ciu-dadana de depender del ámbito militar. Hasta el día de hoy queremos creer que es por cierto nivel de ingenuidad en los medios de comunica-ción. Nos preocuparía mucho llegar a conside-rar que responde a otro tipo de intereses a los

que, fuera de su acción profesional, podrían es-tarse prestando algunos medios de comunica-ción por compromiso de los propietarios, y no necesariamente de quienes ejercen la función periodística.

La corrupción en la PNC es una realidad que no se puede negar. Desde esa pers-pectiva, ¿Veremos algunos procesamien-tos judiciales o penales…?

Necesitaríamos que confluyeran varios fac-tores importantes. Creo que debería de avanzar el proceso de trabajo de la propia Comisión In-ternacional Contra la Impunidad en Guatema-la, la CICIG. Las acciones del Ministerio Público que, sentimos con la manera en la que proce-dieron en el caso de los ex mandos de la PNC, dan la impresión que van en una línea efectiva y positiva. Entonces es saludable la acción de la Fiscalía General, acción a la que, insistimos, debiera adherirse la CICIG con el mandato y

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las facultades que tiene, de cara a presionar para que no haya ninguna decisión dentro del Ejecutivo que pudiera debilitar este proceso de depuración. Si este proceso continúa, creemos que va a ser positivo en la línea de afianzar las decisiones de depuración y, al mismo tiempo, de confianza ciudadana. La confianza ciudadana es fundamental para que este proceso avance.

Algunos investigadores afirman que más allá de la lógica pecuniaria, existe un com-ponente de la lógica contrainsurgente en las acciones de las fuerzas de seguridad. ¿Qué otros factores permiten este estado de cosas?

En la medida que se impone la lógica contra-insurgente la ciudadanía va a seguir mirando ha-cia la avenida Reforma y 2da. Calle de la zona 10, es decir, hacia donde funcionó la Escuela Poli-técnica y ahora el Ministerio de Defensa, para aclamar por la presencia militar en las calles de la ciudad. Entonces, esa lógica contrainsurgen-te, que se expresa en otros elementos, es lo que podríamos estar visualizando como una especie de síndrome de Estocolmo de la sociedad guate-malteca. Hace dos o tres décadas, esta sociedad fue sometida a una acción de terror que deri-vó en genocidio étnico y político por parte del Estado guatemalteco contra importantes secto-res de la población y la sociedad, a manos del aparato militar del Estado y, al no resolverse esta situación de trauma que se presentó, al día de hoy la sociedad vuelve a ver hacia su propio verdugo, clamando para que salga a las calles para brindarle la seguridad. Este mismo actor, hasta determinados momentos, ha sido parte activa de ese proceso; no es ajeno el actor mi-litar -en activo o retirado que está al frente de

estructuras responsables, al día de hoy, de im-portantes actos criminales contra la sociedad. De manera que esta lógica contrainsurgente, hasta cierto punto tiene su razón de ser en la necesidad que la sociedad siga aclamando por el aparato militar.

Cadáveres con el tiro de gracia y señales de tortura siguen apareciendo. ¿Cómo lo explicamos aún con todos estos cambios, cómo persiste?

Esta es una de las es-tructuras que no se ha desmantelado dentro de la PNC, aunque tampoco es el único sitio donde ope-ran este tipo de unidades. Hay, lamentablemente ya algunos grupos privados, ya sea de barrios, comu-nidades como de algunas localidades que están in-volucrados en esto, y en algunos espacios también tenemos conocimiento de

actores vinculados a cierto sector del entorno empresarial. O, en todo caso personas con ac-cesos económicos más arriba de la clase media alta.

En esta lógica existen diferentes perfiles de víctimas…

Dependiendo del nivel económico del grupo del que se trate, ese será el “objetivo” a ser eli-minado: secuestradores o extorsionadores de alto nivel. Y lo otro, son lo que a otros niveles son los cobradores de las extorsiones en barrios o vinculados a negocios. En el caso de La Ter-minal, que los mismos usuarios del mercado pagan un servicio que se dedica precisamente a esto, a ejecutar a personas que son las que van a cobrar la plata, pero nadie ha seguido la in-vestigación del curso del dinero para identifi-

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car a qué nivel de estructura llega. Porque una cosa es investigar el que se encarga del cobro cotidiano, que lo siguen eliminando y de todos modos sigue habiendo quién va y cobra, porque el empleador no se ha modificado o porque al empleador no lo han procesado ni nada.

Lo que publicaron recientemente sobre este personaje que desde el centro preventivo cobra ciertas cantidades, eso responde probablemen-te a una de esas estructuras bajo el control de esa misma persona, probablemente hay otras estructuras. Pero esta persona, a su vez, res-ponderá a un actor superior vinculado al siste-ma penitenciario o vinculado a otras estructu-ras de seguridad.

¿Cuál es su valoración del Acuerdo Nacio-nal para la Seguridad y el Estado de Dere-cho?

Este acuerdo como lo planteamos, era una carta bastante díscola a Santa Claus porque se dio en el camino del proceso en que el Ejecutivo estaba tratando de llegar a un Acuerdo Nacio-nal y luego otro grupo de apoyo, de cuatro que le llaman, entre los que destacaban por sus inte-reses de figuración política mediática: el Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala y el Procurador de los Derechos Humanos. El gobierno intenta con este Acuerdo, mezclar lo que podría haber surgido de espacios de con-sulta en el tema de seguridad y justicia con lo que venía de este grupo, y tenemos 101 -como los 101 dálmatas- párrafos de intenciones de cambios, todos enfocados al ámbito civil de la seguridad.

Una de las debilidades enormes de este Acuerdo es que no toca en lo absoluto la parte

militar de la seguridad, y para toda propuesta de cambio de cara al avance de la seguridad y justicia en Guatemala, es requisito indispensa-ble desde nuestra perspectiva, que se vea inte-gralmente y se incorpore al actor militar, pues-to que juega un papel importante, para bien o para mal, en este proceso. Luego, algunos com-promisos se refieren a párrafos o compromisos concretos de leyes que deben ser de obligado cumplimiento. Otros se refieren a procesos y algunos como los que comprometen a darle al señor Procurador un su museo…

Es decir, hay como muchas cosas, como las manchas de un dálmata, una chiquitas, otras en el cuello, otras en la cola y otras en las patas, más o menos así es como está concebido este Acuerdo. Desde el punto de vista de lo que im-plica como procesos “consensuados” “de inicio”, “de cambios”, resulta un experimento relativa-mente positivo, pero, cómo suelen ser los proce-sos en este país, es posible que la coyuntura se los coma porque cuánto tiempo llevan sin que se resuelva lo de la hoja de ruta, lo de indicadores de verificación de cómo avanza, probablemente al ritmo que lleva, esté listo para entregárselo al próximo gobierno, cuando ya las condicio-nes y los requerimientos y las necesidades sean otras.

¿Presupuestariamente cómo se valora?

No encontramos en el presupuesto, de mo-mento, un agarre o un sostén. Creemos que esa es una de las partes que todavía está en proceso de discusión y por eso sentimos que cuando to-dos los paquetes estén listos y el asunto esté a punto de arrancar, pudiera ser cuando entre a jugarse el próximo gobierno.

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ENFOQUE es una publicación quincenal de análisis de situ-

ación que es producido por la Asociación El Observador. Forma

parte de la iniciativa: “Análisis Alternativo e Independiente

para la Construcción de una Sociedad Democrática” con la

cual se pretende contribuir en el proceso de construcción de

una sociedad más justa y democrática, a través de fortalecer

la capacidad para el debate y discusión, el planteamiento, la

propuesta y la incidencia política de actores del movimiento

social, organizaciones de la sociedad civil, medios comunicación

alternativos y todas aquellas expresiones sociales que actúan en

diferentes niveles: local, regional y nacional.

Consejo EditorialFernando Solis, Luis Solano, Carmen Reina, Marco Fonseca, Crosby Girón,

Fredy Herrarte.Coordinación de información, análisis

y edición:Crosby Girón.

Fotografía:Carlos H. Cano, Crosby Girón e imá-

genes obtenidas de InternetDiseño:

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3ra. avenida 0-80, Colonia Bran, zona 3, ciudad Guatemala, Guatemala.

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