por la búsqueda de la verdad -...
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PnudPrograma de las Naciones Unidas para el DesarrolloAño 3Febrero de 2007ISSN 1794-9408 Asdi
Número 22
p. 6Así vamos
Cuando el crecimiento de los recursos desborda la capacidad reguladora del Estado
los actores sociales más poderosos buscan imponer sus reglas y se producen
enfrentamientos que los grupos armados pueden capitalizar rápidamente.
EditorialNuevos retos de Naciones Unidas.
p. 19
¿y al fin qué?Las cifras sobre los gastos en defensa y seguridad.
p. 10
El invitadoMark Richards, investiga-dor asociado de cerac, y el costo de la reparación.
p. 9
Buenas prácticasUn paso a favor de la vida, iniciativa de Santander con niñas en abandono.
p. 20
Rehabilitación, mucho más que rehacer lo destruidoColombia fue seleccionada por las Nacio-
nes Unidas para iniciar un programa
piloto de rehabilitación temprana junto
a Sri Lanka, Uganda y Somalia. ¿Cómo
lograr la rehabilitación de una nación
después de negociaciones de paz con
grupos ilegales o, incluso, en medio
del conflicto? Numerosos países que
han pasado por esa historia aconsejan
evitar la opción simple de recomponer
lo que fue destruido y plantear desde
el comienzo ajustes estructurales de
mediano y largo plazo.
A través de la voz de los perpetradores, el país ha comenzado tímidamente a conocer los asesinatos y masacres en los que participaron ex
líderes paramilitares. Numerosas iniciativas oficiales y no oficiales de búsqueda de la verdad han surgido bajo el principio de que la verdad es
indispensable para lograr la paz y la reconciliación y es un derecho esencial para el funcionamiento de los sistemas democráticos. Buscan y
reclaman una salida a través de varios caminos y no sólo uno. Deberían ser esfuerzos complementarios y no excluyentes. Pág. 2
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Las comunidades indígenas deben recibir atención
prioritaria en un proceso de recuperación.
p. 13¿Cómo nos ven?
Pandillas y drogas, mezcla peligrosa en BrasilEn las favelas de Brasil se ve la realidad
dramática de niños y jóvenes organi-
zados en bandas y relacionados con la
industria de las drogas ilícitas. Ellos son
los protagonistas diarios de una violen-
cia que mata más que muchos conflictos
armados. Son jóvenes que buscan ganan-
cias rápidas, acceso a bienes de consumo
y respeto entre sus semejantes.
2 • hechos del callejón
El debate
La verdad se está convirtiendo en una exigencia de los
colombianos para lograr la reconciliación.
Por la búsqueda de la verdadLas comisiones oficiales y no oficiales de la verdad que ya están en marcha no deberían ser excluyentes, sino complementarias. En un país donde tantas violencias se han cruzado, la búsqueda de la verdad se está convirtiendo en un paso importante para la reconciliación y el camino para conocer la violencia generada desde la ilegalidad, pero también la que ha sido promovida desde la legalidad.
Una verdad que sea el complemento de las verdades que se están es-
cuchando en las audiencias del ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso; de
las verdades sobre los vínculos de la política con los grupos paramilitares
que se han revelado en los dos últimos meses o de aquellas verdades de
las más de dos mil fosas comunes que aún se descubren en Sucre.
La búsqueda de estas y otras verdades se ha materializado en propues-
tas surgidas desde la legalidad y la ilegalidad.
Así, por ejemplo, el pasado 24 de diciembre el
presidente de la Conferencia Episcopal, monse-
ñor Luis Augusto Castro, sorprendió al anunciar
la posibilidad de que la Iglesia cree una Comisión
de la Verdad teniendo en cuenta los miles de
testimonios que ha recogido la institución en los
más de 40 años de violencia.
Está también la propuesta del eln, del 14 de
diciembre, de que se conforme una Comisión
Especial de la Verdad ante la cual los parami-
litares informen “los hechos y secretos que el
país debe conocer” como una oportunidad “para
que la verdad sobre el genocidio y la corrupción,
que agobian a Colombia, salga a flote de una
vez por todas”.
Y adicionalmente surgió la iniciativa de los ex
comandantes de las autodefensas recluidos en La
Ceja, presentada públicamente el pasado 24 de
noviembre. Después de pedirles a “nuestros im-
pulsores, colaboradores y beneficiarios directos,
empresarios, industriales, dirigentes políticos
y gremiales, funcionarios, líderes regionales y
locales, miembros de la fuerza pública, entre
otros” que los acompañaran en la tarea de contar
la verdad, solicitaron constituir una Comisión
Civil de la Verdad que brinde “todas las garantías
y seguridad para que nuestros testimonios sean
recibidos de manera transparente y pública”.
En Medellín, hace ya cinco meses, el entonces
secretario de gobierno, Alonso Salazar, también
lanzó la idea de crear una Comisión de la Verdad
para revelar la violencia paramilitar en la región.
La iniciativa abrió el debate sobre su convenien-
cia, sus posibilidades y su pertinencia.
Más allá de estas propuestas, están otras
iniciativas en marcha, algunas de las cuales se
crearon cuando aún no se hablaba de manera
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En Colombia hay silencios acumulados por décadas. Y, en ese
sentido, también muchas verdades que están buscando y
reclamando una salida a través de varios caminos y no sólo
uno. Por eso, en los últimos dos meses la propuesta que se ha
escuchado con mayor insistencia es la creación de instancias
que permitan conocer toda la verdad.
3 • hechos del callejón
Un panorama sobre las mismas ya lo hizo la Fundación Social y el
Internacional Center for Transitional Justice, ictj, en un estudio de 2006
titulado “Iniciativas de búsqueda de la verdad en Colombia, una visión
panorámica”. En ese conjunto de 20 iniciativas no oficiales están, entre
otras, el Proyecto Colombia Nunca Más, fundado en abril de 1995 por 17
organizaciones para documentar los crímenes ocurridos entre 1966 y
1998; el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, que reúne más
de 200 organizaciones de víctimas ante actos cometidos por agentes
del Estado y los grupos de paramilitares; la asociación de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos, Asfaddes; el Programa Testimonio, Verdad
y Reconciliación, TeVeRe, de Pastoral Social; el Banco de Datos de Vio-
lencia Política del cinep y la Consultoría para los Derechos Humanos y
el Desplazamiento, codhes.
El estudio concluye que existen organizaciones sólidas “con vínculos
robustos con los afectados directos, principalmente con población des-
plazada y familiares de personas asesinadas o desaparecidas”. A través
del documento se pudo constatar, dice Paula Gaviria Betancur, directora
de Derechos Humanos y Paz de la Fundación Social, que la búsqueda de
la verdad en medio del conflicto genera dificultades, especialmente en
lo que toca a la seguridad de las víctimas, y que “es necesario buscar
explícita de la verdad y, además, cuando pocos se
atrevían a afirmar, como hoy, que hay un principio
básico para lograr la paz y la reconciliación: la
verdad (ver recuadro). Y que esta verdad no puede
desvincularse de la justicia y reparación; que es
tan importante la verdad histórica como la judicial
para apostarle a la reconciliación y a la convivencia
y, además, que “es un derecho esencial para el
funcionamiento de los sistemas democráticos”,
como lo ha dicho la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.
Oficiales y no oficialesEn Colombia no se ha creado una Comisión de la
Verdad, conocida como tal, como las de Argentina,
Chile, Guatemala, Perú y Sudáfrica, entre otros
(ver especial Hechos del Callejón, diciembre 2006).
Pero sí se han conformado comisiones oficiales de
diferente tipo.
Según la analista Natalia Springer, en su estudio
“Sobre la verdad en los tiempos del miedo”, del
2002, después de la Violencia fueron creadas por
los gobiernos de turno diferentes instancias de la
verdad, algunas con más éxito que otras, como La
Comisión Nacional Investigadora de las Causas y
Situaciones Presentes de la Violencia en el Territo-
rio Nacional (1958); o la Comisión de Estudio sobre
la Violencia, de donde surgió el libro Violencia y democracia (1987); o el Tribunal Permanente de
los Pueblos, que publicó el informe Proceso a la impunidad de crímenes de lesa humanidad (1989);
o la Comisión de Investigación de los Sucesos
Violentos de Trujillo (1994), que llevó a que el
Estado admitiera su responsabilidad en los hechos
ocurridos entre 1988 y 1990 en esa población del
Valle; o la Comisión para la Búsqueda de la Verdad
en los Eventos de Barrancabermeja (1998) por la masacre de 11 personas
y la desaparición de 34, entre mayo y junio de 1998.
La llamada Ley de Justicia y Paz o Ley 975 de 2005 creó la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación que, como respuesta a su man-
dato, conformó una Comisión Histórica, la cual abordará “preguntas que
se han formulado otras comisiones similares en el mundo. ¿Qué pasó?
¿Por qué pasó? Quién fue responsable? ¿Cómo evitar que se repitan
estos episodios dolorosos?”.
Así lo dijo el presidente de dicha Comisión, Eduardo Pizarro, al anun-
ciar que el historiador Gonzalo Sánchez estaría al frente del grupo de
trabajo que tendría como desafío fundamental “construir una historia
social basada en los relatos de las víctimas y en los testimonios judi-
ciales de los victimarios”.
El objetivo, afirmó, es presentar “una historia que podamos compartir
la mayoría de los colombianos. No se trata ni de la verdad de Salvatore
Mancuso, ni de la verdad de Manuel Marulanda Vélez”.
Paralelas a estas comisiones oficiales, hoy hay iniciativas por la ver-
dad catalogadas como independientes, que también tienen un mandato,
un origen y una composición específica y que, en su mayoría, han sido
creadas por quienes han sido víctimas del conflicto.
Develar la verdad sobre los actos de las autodefensas es un objetivo impulsado por las organizaciones sociales.
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4 • hechos del callejón
El debate
sinergias y la articulación de estas iniciativas, acompañarlas, promover
el diálogo y el conocimiento entre ellas”, afirma.
Verdad y procesos sociales“Hay que aprovechar todas las instancias posibles para generar procesos
de esclarecimiento”, afirma Iván Cepeda, coordinador del Movimiento de
Víctimas de Crímenes de Estado. Sin embargo, para el Movimiento, “más
que las personalidades o el mecanismo en sí mismo, si es una comisión
o una audiencia o un tribunal, lo importante es que estas instancias
generen procesos sociales y sean espacios de tejido social”.
Como parte del proceso que promueve el Movimiento, el pasado 27
de noviembre se realizó una audiencia ciudadana en San Onofre, Sucre,
una zona que aún se recuerda por la masacre del Chengue y donde hay
más de 2 mil fosas comunes según la Fiscalía. Pese al temor, la población
empezó a denunciar y a dar sus testimonios, información con la cual se
presentó una denuncia penal ante la Fiscalía con 100 casos concretos de
asesinatos, desaparecidos y delitos electorales, entre otros.
Ese proceso social del que habla el Movimiento es el mismo que rei-
vindica otra iniciativa surgida para el esclarecimiento del genocidio de la
up, genocidio de más de 3.000 personas asociadas a este partido político
de izquierda. En diciembre de 1993 la Corporación Reiniciar y la Comisión
Colombiana de Juristas denunciaron al Estado colombiano ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, la cual admitió el caso en marzo
de 1997. Desde entonces se inició un trámite, a instancias de la Corte,
para la búsqueda de una solución amistosa, que se rompió el año pasado
después de un largo proceso.
El Grupo de Trabajo por el Esclarecimiento de los Hechos contra la UP,
la Realización de los Derechos de la Verdad, la Justicia y la Reparación
Integral surge en marzo de 2000 de un acuerdo entre las organizaciones
peticionarias y el Gobierno. “El Estado debe reconocer su responsabili-
dad en el genocidio, separar del cargo a los funcionarios involucrados y
reparar de manera integral a las víctimas y al propio partido político”,
dice la ex concejal de la up, Jahel Quiroga, una de las demandantes.
Hoy, aunque se rompió la concertación (lo que significaría que el caso
sigue su trámite en la Corte), se logró reivindicar en medio del proceso la
memoria histórica de las víctimas, la coordinación de víctimas y familiares
y dejar en claro, dice Quiroga, “que hay una obligación moral para que
esto no vuelva a ocurrir y, por lo tanto, que en Colombia deben existir
garantías para el ejercicio de la política”.
¿La verdad de quién?Las comisiones no oficiales también han contribuido a que más allá de
particularidades se construyan verdades generales y éstas sean insumos
para procesos judiciales y de reparación.
“Esperamos que toda la investigación que hemos recogido les sirva a
organismos nacionales e internacionales”, dice el ex magistrado Jorge
Aníbal Gómez y uno de los tres miembros de la Comisión de la Verdad
sobre el Holocausto en el Palacio de Justicia, creada para investigar la
toma por parte del m-19 y la retoma de la Fuerza Pública entre el 6 y 7
de noviembre de 1985.
El pasado 15 de noviembre, un año después de creada por la Corte
Suprema de Justicia, la Comisión presentó un informe preliminar. Por
Los indígenas también se han movilizado contra la violencia promovida por los grupos armados ilegales, violencia que aún sigue sin ser develada.
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5 • hechos del callejón
La verdad tendrá que incluir cómo ha sido la apropiación de tierras por los grupos armados ilegales.
primera vez se dijo en el país, como sostuvo la Comisión,
que “el Ejecutivo no estuvo informado con precisión sobre
lo que ocurría y menos asumió el mando de la supervisión
del operativo militar, como era el deber del Jefe del Estado...
Se dio un vacío de poder”.
El informe también generó controversia porque la Comisión
encontró evidencias de una conexión entre el m-19 y el cartel
de Medellín para la toma del Palacio.
“Es una investigación con fines históricos y académicos
y no punitivas porque no teníamos dicha jurisdicción.
Recogimos más de 600 testimonios y pruebas de diversa
índole y registros de videos que están guardados. Buscamos
no nuestra verdad o la verdad de la Corte, sino la verdad
general“, sostiene Gómez.
La Comisión no ha definido cuándo presentará su informe
final, pero sí un tema que está pendiente: el de las desapa-
riciones. “Las hubo y sabemos que algunos están muertos
con aproximación del lugar en donde se encuentran sus
cuerpos. Es un aporte para la justicia”, concluye el ex pre-
sidente de la Corte.
Otros han desistido de crear una comisión de la verdad,
pero no de la idea de buscarla por otros medios. “La ini-
ciativa de la comisión de la verdad de Medellín surgió en
2004; sin embargo, teníamos muchas inquietudes, como por
ejemplo si podíamos pensar en una comisión local cuando
en el país no se había concebido esa idea y, especialmente,
si tiene una trascendencia real una comisión que no cuenta
con una participación ciudadana muy fuerte. Por eso deci-
dimos apostarle a la reconstrucción de la memoria histórica
y hoy estamos haciendo talleres barriales y alimentando un
banco de testimonio, todo en clave de la verdad”, afirma
Gabriel Jaime Bustamante, coordinador del Proyecto de
Víctimas del Programa Paz y Reconciliación de la Secretaría de Gobierno
de la Alcaldía de Medellín.
A pesar de más de 40 años de conflicto, poco se ha hablado de la
verdad, dice. Por eso, es importante resaltar e impulsar estas iniciativas
y más teniendo en cuenta que las víctimas han guardado un silencio
histórico y han sido estigmatizadas e invisibilizadas. “Es importante que
se esté pensando en la verdad como algo esencial en la reconciliación
porque no se avanzaría si hay verdades rivales y la verdad se usa como
instrumento en el conflicto mismo”, agrega.
En lo que coinciden los representantes de estas iniciativas es que no
pretenden reemplazar las instituciones del Estado sino contribuir tam-
bién a la justicia, a la verdad y a la reconciliación. Por eso, reconocen
que las iniciativas oficiales y las no oficiales deberían entenderse como
complementarias y no como excluyentes, que la relación de unas y otras
debería ser de doble vía, que deben buscar verdades generales más allá
de verdades particulares y, especialmente, que aquéllas deben servir de
insumos para procesos globales.
En un futuro, si el país decide crear una comisión de la verdad, las
iniciativas oficiales y no oficiales serán insumos a tener en cuenta y
más si se trata de una verdad que, como en Colombia, ha ido saliendo
poco a poco y ha demostrado, sin embargo, que es un proceso incon-
trolable.
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¿Qué implica la verdad? Estos son sus principios funda-
mentales, según el “Estudio sobre el derecho a la verdad”,
del Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, del 9 de
enero de 2006.
• El derecho a la verdad como derecho independiente
es un derecho fundamental de la persona, que no se puede
suspender y que no debe estar sujeto a restricciones.
• También tiene un aspecto social: “La sociedad
tiene derecho a conocer la verdad sobre los aconteci-
mientos del pasado que se refieren a la comisión de
crímenes aberrantes, así como sobre las circunstancias
y motivos por los que se perpetraron, a fin de evitar que
se repitan en el futuro”.
• Es un derecho estrechamente vinculado a la obli-
gación y el deber del Estado de proteger y garantizar los
derechos humanos, realizar investigaciones eficaces y velar
porque haya recursos efectivos y se obtenga reparación.
• Es un derecho que guarda relación con otros
derechos: “con el estado de derecho y los principios de la
transparencia, la responsabilidad y la buena gestión de los
asuntos públicos en una sociedad democrática”.
• También está estrechamente vinculado con el
“derecho a un recurso efectivo, el derecho a la protec-
ción jurídica y judicial, el derecho a la vida familiar, el
derecho a una investigación eficaz, el derecho a ser oído
por un tribunal competente, independiente e imparcial,
el derecho a obtener reparación, el derecho a no sufrir
torturas ni malos tratos y el derecho a solicitar y a difundir
información”.
Sobre el derecho a la verdad
6 • hechos del callejón
Así vamos
Rehabilitación, mucho más que rehacer lo destruidoColombia fue seleccionada por las Naciones Unidas para iniciar un programa piloto de rehabilitación temprana junto a Sri Lanka, Uganda y Somalia. La recuperación en situaciones de violencia prolongada apunta a reducir la vulnerabilidad y sólo es sostenible con retos a largo plazo, que fortalezcan la democra-cia y la equidad. Colombia sería la primera nación que inicia la rehabilitación en medio del conflicto.
y favorezcan medios sostenibles para el logro de una vida digna, con
oportunidades para el desarrollo humano.
Países como Sudán, Liberia, Ruanda, El Salvador, Guatemala y Ser-
bia han puesto en práctica la rehabilitación y hoy dejan importantes
lecciones para otras naciones en procesos de transición. En los países
centroamericanos, los actores locales enfrentaron una nueva población
conformada por exiliados y desplazados, excombatientes y sus familias,
comunidades que se resistieron al desplazamiento y otras que, con el apo-
yo de ejércitos en su estrategia contrainsurgente, repoblaron la zona.
En situaciones como éstas, que se asemejan a la que actualmente
atraviesa Colombia, el proceso de transición debe ir orientado a la
construcción y establecimiento de la paz. “En este campo se espera,
principalmente, prevenir la reanudación de la guerra y crear una paz
sostenible”, afirma Rafael Grasa Hernández, profesor de Relaciones In-
ternacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Para lograrlo,
dice, es preciso generar cambios que permitan transitar hacia socie-
dades más democráticas, en las que se fomente la participación de los
diferentes grupos poblacionales. “Sólo se previene la reanudación de la
guerra cuando, además de transformar las fuerzas armadas y reducir su
¿Cómo lograr la rehabilitación de una nación después de nego-
ciaciones de paz con grupos ilegales o, incluso, en medio del
conflicto, como es el caso de Colombia? Numerosos países que
han pasado por esa historia han encontrado que se debe evitar
la opción simple de recomponer lo que fue destruido y plantear
desde el comienzo ajustes estructurales de mediano y largo plazo.
A partir de esas experiencias se ha construido el concepto de “reha-
bilitación temprana”, que busca la recuperación inicial en un contexto
humanitario y comprende aspectos como la asistencia humanitaria, la
protección de derechos y la recuperación económica, social y política.
Cuando un país emerge de un conflicto violento o logra la desmovilización
de grupos armados ilegales queda un Estado limitado, con su infraestructura
en crisis y redes sociales debilitadas. Por eso, entre los desafíos que enfrenta
está preservar la paz, salvaguardar la seguridad, reintegrar a las personas
desplazadas internamente, a excombatientes y exiliados, restablecer la
infraestructura destruida y las instituciones degradadas, generar oportu-
nidades de empleo, entre muchas otras. ¿Por dónde empezar?
Para el Buró de Prevención de Crisis y Rehabilitación de las Nacio-
nes Unidas (bcpr por su sigla en inglés), el gran desafío de una nación
en rehabilitación consiste en restablecer todas aquellas condiciones
que permitan reducir la vulnerabilidad de la población más afectada La población en desplazamiento es prioridad de la rehabilitación temprana.
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7 • hechos del callejón
Ante todo, los desplazadosEn países donde el desplazamiento forzado es una de las principales
consecuencias del conflicto, el retorno o reasentamiento de esta
población es tema central en las fases tempranas de un proceso de
rehabilitación.
Así lo entendieron Guatemala y El Salvador, que desarrollaron ini-
ciativas para la entrega de tierras y el reasentamiento de poblaciones
afectadas por el conflicto. Los Acuerdos de Paz de Guatemala, por
ejemplo, incluyeron como un derecho que no prescribe la tenencia de
la tierra y los derechos de posesión para los desplazados que tuvieron
que abandonar sus lugares de origen, lo que ha favorecido los procesos
de retorno y reinserción.
Para cumplir con una atención integral a la población en situación
de desplazamiento, tanto en sus sitios de origen como en las comuni-
dades receptoras, estudios y movimientos recomiendan la planeación
de estrategias de desarrollo local a largo plazo y con participación de
las organizaciones que representen a dicha población.
Los análisis del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, IDRC
Canadá, la Fundación Arias de Costa Rica y el Centro de las Naciones
Unidas para los Asentamientos Humanos señalan que el diseño de estas
estrategias debe reconocer las dinámicas y condiciones locales en que se
asientan las poblaciones afectadas en las localidades receptoras. En su
informe “Las migraciones y los desplazamientos forzados” describen que
en Guatemala y El Salvador se creó una institucionalidad transitoria para
la implementación de los Acuerdos de Paz que permitía la interacción
entre la población afectada y el gobierno nacional pero excluía a los go-
biernos locales. “Al no institucionalizar mecanismos locales, los procesos
desaparecieron al llegar a término los Acuerdos de Paz”, concluye.
volumen, se desmilitariza el pensamiento
de la sociedad y se promueve en ella una
cultura de paz. Por eso, a corto plazo, es
importante revisar los mecanismos elec-
torales. Esto contribuye a recuperar la
transparencia, inclusión y participación
social”, concluye.
En ese sentido, en municipios como
Ixcán, en Guatemala, y Tecoluca, en El
Salvador —zonas controladas por los
movimientos insurgentes durante la gue-
rra— se inició un juego democrático que
también permitió que resultaran electos
para cargos públicos representantes de
organizaciones políticas nacidas de gru-
pos armados. Además, la participación
de jóvenes desmovilizados en asuntos
públicos tuvo un importante impacto para
su proceso de reinserción a la sociedad.
En el caso de Namibia, un país del su-
doeste de África, se creó un censo y un
sistema de votación para una población
básicamente analfabeta.
La rehabilitación juega de localActualmente, los procesos de recuperación o rehabilitación utilizan
como una de sus estrategias la planeación local y participativa del
desarrollo haciendo énfasis en la reintegración social y económica de
las poblaciones vulneradas. El objetivo es brindarles medios necesarios
para una vida digna.
Johan Galtung, investigador de Estudios de Paz, afirma en su docu-
mento “El reto de la paz” que “un cese al fuego debe ser transformado
en el establecimiento de un marco político duradero, programas de
ayuda humanitaria y un proceso de rehabilitación política, social,
económica y psicológica sobre
la base del desarrollo para un
futuro sostenible”.
En ese mismo sentido, el Buró
de Prevención de Crisis y Recu-
peración de las Naciones Unidas
señala en su documento “Sostenibilidad de la rehabilitación ecónomica
postconflicto: lecciones y retos” que la descentralización entra a cum-
plir un papel fundamental en dicha recuperación al contrarrestar las
inequidades estructurales que pudieron haber precipitado el conflicto
ya que “ejercer funciones gubernamentales importantes en el nivel local
permite la participación efectiva de un gran número de actores y facilita
el manejo consensuado de los recursos”.
El Salvador, Crimea, Serbia y Montenegro, por ejemplo, fortalecieron
sus municipios con programas de desarrollo local para afrontar el reto
de recibir antiguos combatientes y desplazados. Además, los esfuerzos
liderados por las comunidades para su propia reconciliación se inte-
graron a los programas de recuperación del Estado.
En ese sentido, el fortalecimiento de la capacidad de los gobiernos
locales y las organizaciones sociales ha sido tema clave de los progra-
mas de rehabilitación temprana liderados por diferentes países y la
comunidad internacional.
La destrucción de infraestructura y de tejido social son algunos de los más perversos legados de un conflicto.
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“Los Acuerdos de Paz en Guatemala incluyeron la tenencia de la tierra y las posesiones de los desplazados como derechos que no pres-criben. Esto ha favorecido los procesos de retorno y reinserción”.
8 • hechos del callejón
Así vamos
Siete claves para la economíaLa mayoría de los conflictos violentos contemporáneos tiene lugar en
países en vías de desarrollo, donde la pérdida de capital físico, humano
y social a causa de la violencia retrasa aún más el desarrollo.
Un conflicto tiene múltiples consecuencias. Entre otras, genera
pérdida en la esperanza de vida y aumento del aprendizaje social de
la violencia. Además, eleva la deserción escolar, baja el ingreso per
cápita, afecta los recursos energéticos, la biodiversidad, los derechos
humanos y la protección a las minorías.
En la economía, el legado de un conflicto se observa en la destrucción
de los canales de comercialización, la reducción de la producción y el
surgimiento de economías ilícitas que suelen estimular las fortunas
de los patrones de la guerra y la formación de grupos de delincuencia
organizada que controlan los mercados mediante la coerción.
Crear una economía viable después de un conflicto armado prolon-
gado es uno de los retos más serios del desarrollo.
Siete claves, según el bcpr, permitirían lograr una recuperación
económica sostenible: 1) crear un ambiente seguro para la recuperación
económica; 2) establecer un marco macroeconómico coherente; 3) con-
solidar un sistema de supervisión; 4) diversificar la inversión pública; 5)
reconstituir el capital social y humano; 6) promover la descentralización
y 7) restablecer el Estado de Derecho.
En periodos de transición postconflicto, dice el bcpr en su documento
“Sostenibilidad de la rehabilitación económica postconflicto: lecciones y
retos”, las políticas macroeconómicas deben considerar desde el principio
asuntos de equidad que fortalezcan una “infraestructura para la paz”, pues
las heridas psicológicas que deja la guerra pueden impedir que grupos
y comunidades logren trabajar unidos para reconstruir la economía y
alcanzar una rehabilitación duradera. “Con recursos apropiados, líderes
locales pueden jugar un papel constructivo en la creación de un ambiente
para la resolución pacífica de las disputas”.
Colombia, con medios de vida sosteniblesColombia hace parte de un grupo de cuatro naciones escogidas en 2006
por el pnud para desarrollar programas piloto de recuperación, junto a
Sri Lanka, Uganda y Somalia. Por eso, organizaciones internacionales y
La integración de excombatientes, desplazados internos, exiliados y comunidades receptoras es fundamental en un proceso de paz.
agencias de las Naciones Unidas
en el país adelantan una propuesta
para iniciar un proceso de rehabi-
litación temprana. Colombia sería
la primera nación en iniciar el
proceso de recuperación en medio
del conflicto.
“Estamos preparando un diag-
nóstico de brechas y necesidades
de rehabilitación en Colombia. El
reto es definir nuevos instrumen-
tos para una situación todavía de
conflicto pues los que tenemos
responden a programas implemen-
tados después de acuerdos de paz”,
dice Duccio Bandini, integrante del
Grupo de Trabajo de Rehabilitación
Temprana del Comité Interagencial
de las Naciones Unidas.
En materia de rehabilitación
temprana, para este grupo de trabajo es necesario desarrollar progra-
mas en zonas profundamente vulneradas por el conflicto, donde con la
población y las instituciones se trabaje por la reconciliación y la reinte-
gración de las comunidades afectadas. Esto permitirá crear estructuras
que garanticen el desarrollo de los proyectos y su sostenibilidad.
Para ellos, los programas de rehabilitación temprana tienen su
fortaleza en rehabilitar los sistemas de apoyo que facilitan las condi-
ciones para dotar a las comunidades de medios de vida sostenibles.
Un “medio de vida” comprende las posibilidades, recursos materiales
y sociales y las actividades que requiere una persona para ganarse la
vida. Es sostenible cuando se recupera de las tensiones y mejora sus
activos y sus posibilidades sin dañar los recursos naturales existentes
(ver recuadro).La propuesta de rehabilitación temprana para Colombia apunta no sólo
a reconstruir lo que el conflicto ha destruido, sino a abrir posibilidades
para, entre otras, salir de la pobreza y favorecer las condiciones de una
reconciliación y construcción de paz con justicia social. Se trata de sembrar
semillas que reduzcan el estado de vulnerabilidad de las comunidades
afectadas por el conflicto y les permitan construir hacia el futuro.
Los principales aspectos de la rehabilitación
después de un conflicto se resumen en los
“Medios de vida sostenibles”, que permiten a la
población ganarse la vida sin dañar el medio.
Capital humano: Representa las apti-
tudes, conocimientos, capacidades laborales
y buena salud que les permiten a las pobla-
ciones alcanzar sus objetivos en materia de
medios de vida. Para los hogares, el capital
humano determina la cantidad y calidad de
mano de obra disponible.
Capital social: Está estrechamente
conectado con las estructuras y procesos de
transformación que buscan promover un
entorno social más fortalecedor y cohesivo.
Capital natural: Se refiere a los recur-
sos naturales con que cuenta el medio.
Capital físico: Comprende las infra-
estructuras básicas y los bienes de producción
necesarios para respaldar los medios de vida:
transporte, alojamiento, agua y saneamiento,
energía, información, entre otros.
Capital financiero: Son los recursos
financieros que las poblaciones utilizan
para lograr sus objetivos en materia de
medios de vida.
Para “ganarse” la vida
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El invitado
9 • hechos del callejón
La llamada Ley de Justicia y Paz o Ley 975 de 2005
es uno de los principales instrumentos bajo el
cual las víctimas del conflicto armado interno
podrían acceder a una justicia más compre-
hensiva. Esta norma establece que las víctimas
tienen el derecho a la reparación por los daños directos
sufridos con las acciones de los grupos armados ilegales,
reparación que consiste en la restitución, compensación,
rehabilitación, satisfacción y garantía de no repetición.
La Ley también ofrece una amplia definición de daños
directos, los cuales comprenderían varios costos, incluyendo los aso-
ciados con cualquier pérdida relevante de la calidad de vida.
El estudio que realicé, titulado “Cuantificación de los recursos fi-
nancieros requeridos para reparar a las víctimas del conflicto armado
colombiano teniendo en cuenta la Ley de Justicia y Paz”, pondera el
daño directo sufrido por las víctimas entre 1964 y 2005 como resultado
de las acciones de los grupos armados ilegales.
Teniendo en cuenta otras investigaciones, el estudio intenta proveer
cifras sólidas para beneficiar la actual discusión en torno a la reparación
y el futuro balance entre obligaciones legales y limitaciones políticas y
de recursos.
El estudio asume que
todas las víctimas están en
capacidad de comprobar
cualquier daño que hayan
sufrido. Así, según una es-
timación conservadora, se plantea que por las acciones de los grupos
armados ilegales costaría entre 55.5 y 96.3 billones de pesos satisfacer los
reclamos financieros de las víctimas. Esto representa entre 19% y 33% del pib
colombiano de 2005, lo que equivaldría a un monto entre 23.000 y 40.000
millones de dólares. Más de la mitad de esta estimación se atribuye a la
pérdida de calidad de vida de las víctimas.
Si la pérdida en la calidad de vida no es incluida, el daño estimado
sufrido oscilaría entre 19,3 y 32,1 billones de pesos o entre 7% y 11% del
pib colombiano de 2005.
El total estimado, aunque presentado como un rango, no pretende
establecer unos límites a la reparación. De hecho, el rango estimado
depende de si el número de población desplazada es consistente con las
estimaciones del Sistema Único de Registro (sur) del Gobierno o con las
de la ong Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
(codhes). La amplitud del rango de estimaciones es un reflejo de la gran
discrepancia entre las estimaciones de población desplazada del Gobierno
y de la ong.
El daño y las pérdidas estimadas también han sido
distribuidas entre la guerrilla y los paramilitares de
acuerdo con su respectiva responsabilidad. Los primeros
podrían ser responsables de entre 36,3 y 63,7 billones de
pesos (entre 12% y 22% del pib colombiano de 2005) y los
segundos, de entre 19,2 y 32,7 billones de pesos (entre 7%
y 11% del pib colombiano de 2005).
No obstante, a pesar de que todas las víctimas tienen
derecho a la reparación, la obligación de repararlas de-
pendería, bajo la Ley de Justicia y Paz, del grupo armado
ilegal que se desmovilice y sea responsable por el daño causado. Adicio-
nalmente, la reparación de las víctimas requiere que el grupo particular
o el individuo que se va a desmovilizar tengan suficientes activos para
satisfacer los respectivos reclamos.
Por supuesto, los grupos guerrilleros no han entrado en negociacio-
nes, mientras que los líderes de los grupos paramilitares desmovilizados
han afirmado que no cuentan con los suficientes activos para satisfacer
todos los reclamos. Por tanto, es probable que exista un déficit en la
cantidad de activos que reciba el Fondo para la Reparación de las Víc-
timas, creado por la ley. Y más teniendo en cuenta que para reparar
solamente a las víctimas
de grupos paramilitares
se requeriría 5% del pib de
2005, asumiendo las esti-
maciones más bajas sobre
población desplazada y
excluyendo las pérdidas en términos de calidad de vida.
La Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación y el Gobierno co-
lombiano enfrentan algunas decisiones difíciles. Deben lograr un delicado
balance entre la asignación de recursos para reparar a las víctimas de una
manera justa y razonable y para limitar el número de víctimas futuras y ga-
rantizar el cumplimiento de los objetivos trazados. Esto es, deben lograr un
delicado equilibrio entre reparación viable y reducción de la violencia.
La reparación de las víctimas es un asunto importante. Sería prudente
para el Gobierno actuar ahora, de manera que garantice fondos de fuen-
tes de financiación interna o externa para suplir cualquier déficit.
Igualmente, la Comisión Nacional debe, cuanto antes, definir cuáles
serán las políticas de reparación material, que no necesariamente es
conveniente que alcancen los topes aquí mencionados. De lo contrario,
una reparación de sólo algunas de las víctimas o de algún tipo de daño
en particular sólo servirá para incrementar la angustia y el dolor que
ellas han sufrido sin garantizar la justicia para ellas y la reconciliación
de la sociedad.
“La reparación de sólo algunas de las víctimas o de algún tipo de daño en particular sólo servirá para in-
crementar la angustia y el dolor que ellas han sufrido”.
Entre 55 y 96 billones de pesos se necesitarían para reparar a las víctimasPor Mark RichardsInvestigador asociado de cerac, candidato al Máster en Administración Pública y Desarrollo Internacional en la John F. Kennedy School de la Universidad de Harvard
10 • hechos del callejón
¿Y al fin qué?
Gasto en seguridad: ¿prioritario, excluyente o complementario?El gasto en defensa y seguridad ha sido objeto de múltiples debates en cuanto a su utilidad, importancia e impacto. ¿Es realmente prioritario, sostenible, suficiente?, ¿Desplaza al gasto social? Estas son sólo algunas de las preguntas que surgen en medio de la discusión.
El aumento en el gasto militar hace parte de la política de seguridad democrática, y representa el 5 por ciento del pib.
El 1 de enero de 2007 —y hasta el 2010— se inició el recaudo del
impuesto al patrimonio o el llamado “impuesto de guerra”, a
través del cual se espera recaudar 8,6 billones de pesos para
el fortalecimiento y modernización de la fuerza pública.
“Estos dineros nos permiten mantener en el tiempo los
éxitos que hemos alcanzado con la política de seguridad democrática”,
dijo el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, a quien se le vio sa-
tisfecho porque, además del nuevo impuesto aprobado con la reforma
tributaria de diciembre, recibió en el mismo mes los tres primeros
aviones Supertucano de los 25 comprados a una empresa brasileña para
reforzar la flotilla aérea colombiana.
Adicionalmente, en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010 se
incrementó la inversión en defensa de 3,2 billones de pesos, que venía
del cuatrienio anterior, a 8,8 billones de pesos.
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Estas acciones, realizadas en el marco de la política de seguridad demo-
crática del Gobierno, junto con el gasto destinado a defensa y seguridad, han
sido objeto tanto de elogios como de críticas y de más de una polémica.
El gasto en defensa y seguridad (gds) ha generado un debate entre dos
tendencias. La primera de ellas estima que este gasto es fundamental, ya
que fortalece a la fuerza pública y si las fuerzas de seguridad del Estado
mejoran, aumentan las posibilidades de consolidar un entorno de paz
y de tranquilidad. Por otro lado, se encuentran quienes consideran
que es un gasto improductivo porque, en lugar de mejorar el entorno
social, limita los recursos disponibles para que sean invertidos en áreas
de mayor impacto social. EL gds comprende los gastos de inversión y
de funcionamiento de las Fuerzas Militares, la Policía y gestión general,
incluyendo los de establecimientos públicos y empresas del sector, como
la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares, Indumil, entre otros.
11 • hechos del callejón
ningún país ha descuidado. El gasto militar, que ha ido creciendo en la
medida que crece la demanda de seguridad por parte de la población,
no se puede soslayar y menos en Colombia, un país que enfrenta varias
amenazas”, dice el general retirado Manuel José Bonett.
Entre lo militar y lo social Un estudio del Departamento Nacional de Planeación, El gasto en defensa y seguridad: caracterización del caso colombiano en el contexto internacional(2004) plantea que “la tenencia de una gran capacidad militar no implica una
actitud ‘guerrerista’ ya que dicha capacidad puede obedecer a la decisión
de mantener un poder disuasivo proporcional a la magnitud, probabilidad
o inminencia con las cuales se perciba una amenaza determinada”. No obs-
tante, el mismo documento señala que tener un elevado nivel de gasto en
defensa y seguridad no se traduce necesariamente en una gran capacidad
militar: “Cualquier Estado es susceptible de hacer un gran esfuerzo econó-
mico respecto al gds sin lograr que éste sea realmente eficiente o eficaz”.
Lo importante, señala Dávila, no es simplemente gastar más en lo
militar o en lo social, sino que el gasto solvente las necesidades de la
población, como el derecho a la vida y el derecho a la gobernabilidad.
“Hasta no recuperar o consolidar estas condiciones elementales no tiene
sentido multiplicar el presupuesto de salud y educación”.
Con todo, para Álvaro Camacho, de la Universidad de los Andes, si bien
la seguridad es un bien público fundamental y su garantía es una tarea del
La mayoría del gasto se va en funcionamiento,
asegura Andrés Dávila, director de Justicia y Segu-
ridad del Departamento Nacional de Planeación
(dnp): en el 2006 ese rubro ascendió aproxima-
damente a 12 mil millones de pesos y el gasto de
inversión a 1.400 millones de pesos. El gds ha
tenido una tendencia creciente, cuyos picos han
sido en 1999, 2001 y 2003, según las estadísticas del
Ministerio de Defensa (ver gráfica 1).
¿Un gasto prioritario?El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y la
primera administración de Álvaro Uribe (2002-
2006) registran el mayor incremento del gasto en
defensa y seguridad. Teniendo en cuenta el presu-
puesto del sector defensa, incluidos los recursos
de cooperación de Estados Unidos, el aumento del
2003 al 2006 es un poco más de 2 billones de dólares (ver gráfica 2).
De acuerdo con la Fundación Seguridad y Democracia, hubo un incre-
mento en este gasto a partir de 1990 por la implementación de acciones
para contener a la guerrilla, el fortalecimiento del pie de fuerza y su
nivelación salarial. En 1994 fue la primera vez que se abordó explícita-
mente el tema de seguridad y defensa en los planes de desarrollo y sus
presupuestos, según César Restrepo, miembro de la Fundación.
Durante la administración Pastrana se realizó el proceso más impor-
tante de fortalecimiento, modernización y reestructuración militar, espe-
cialmente a través del componente militar del Plan Colombia, bajo el cual
se profesionalizaron las fuerzas militares, se avanzó en el mejoramiento
tecnológico, en la capacidad aérea y en inteligencia. Posteriormente,
durante el primer gobierno del presidente Uribe, cuando se implementó
el Plan Patriota, se creó el llamado “impuesto para la seguridad demo-
crática” que recaudó cerca de 2,5 billones de pesos, los cuales se usaron
para aumentar el pie de fuerza y crear nuevas unidades, como batallones
y brigadas móviles, tal como explica el estudio El gasto en seguridad y defensa en Colombia: De la contención a la ofensiva.
Aunque contradictores y defensores coinciden en que la seguridad
nacional es un bien público fundamental y que el Estado tiene el deber
de garantizarla, hay discrepancias en cuanto a cómo lograrla y si es o
no un gasto prioritario ante otras necesidades igualmente imperiosas.
“La defensa es pública y la seguridad un interés nacional vital que
Gráfica 1. Gasto en defensa y seguridad como porcentaje del PIB
Fuente: Ministerio de Defensa. Incluye Fuerzas Militares, Policía, gestión general, establecimientos públicos y empresas del sector.
1990 1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2,2%
2,2%
2,6%
3,1%
3%
3,3%
4,1% 4,
4%
4,2% 4,
5%
4,4%
4,8% 5,2
%
5,1%
5,1%
5,2%
5%
Gráfica 2. Presupuesto Sector Defensa 2003-2005.Incluidos recursos de cooperación de EE.UU.
Billones de dólares
Fuente: Ministerio de Defensa. Incluye recursos de cooperación de Estados Unidos, impuesto al patrimonio y presupuesto ordinario.
4,65,3
6,36,9
2003 2004 2005 2006
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En diciembre Colombia recibió los primeros aviones Supertucano, de los 25 comprados a una empresa brasileña.
12 • hechos del callejón
¿Y al fin qué?
que se utilizan. Además, la sociedad sigue
dispuesta a pagar porque percibe los be-
neficios en seguridad. El ex comandante
Bonett también plantea que se requeriría
una mayor inversión militar de cara a las
grandes amenazas que enfrenta Colombia.
Por el contrario, para Camacho el gasto
en defensa es excesivo en comparación
con los resultados obtenidos. Según él,
“la lógica ha sido: en vista de que eso no
funciona hagamos más” y se invierte donde
no se debe invertir. La inversión en inte-
ligencia debería ser prioritaria, pero es la
que menos recursos recibe”.
Otro tema de debate es la sosteni-
bilidad de dicho gasto y especialmente
el peso que tiene la ayuda de Estados
Unidos. Según estadísticas del Ministerio
de Defensa, la cooperación de Estados Unidos para el sector defensa
pasó de 314,3 millones de dólares en el presupuesto de 2000 a 496 en
el del año 2006.
Incluso, en Estados Unidos hay sectores que cuestionan que la ayuda
sea en su mayor parte militar y no social. El Center for International Policy,
fundado tras la guerra de Vietnam por antiguos diplomáticos y activistas
de paz y que promueve una política exterior estadounidense basada en la
cooperación internacional, la desmilitarización y el respeto por los derechos
humanos, realizó un estudio que reveló dicha diferencia (Ver gráfica 3).
Estado, es necesario preguntarse si con más armas hay más seguridad. Para
él, la respuesta es negativa debido a que por años se ha planteado la nece-
sidad de un gran gasto militar, considerándolo prioritario, y paralelamente
ha existido un enorme desarrollo de la guerrilla y de los paramilitares.
Adicionalmente a este argumento, está otro defendido por organiza-
ciones sociales: que el gasto militar le está quitando espacio a lo social
y que en vez de invertir en armas se debería invertir más en resolver
la situación de la población con menos recursos. Para Restrepo, este
gasto sí desplaza recursos que podrían ser utilizados para el sector social
“pero esto no es perverso sino necesario. Son variables dependientes.
No sería posible realizar obras de infraestructura en zonas con fuerte
presencia de grupos armados al margen de la ley”, señala.
Por el contrario, para Bonett es una “falacia” que el gasto en defensa
y seguridad desplace recursos sociales, ya que el gasto social ocupa el
renglón más alto del presupuesto. “Lo que sucede es que este gasto es
objeto de corrupción por parte de los gobiernos locales”, afirma.
La falacia de la que habla Bonett no es tan cierta para Camacho,
quien piensa que el gasto en seguridad y defensa sí excluye el gasto
social. “Hay que examinar hasta qué punto lo que se tiene proyectado
como gasto militar es lo más adecuado para resolver un conflicto. No se
puede negar que el gasto militar es muy importante, pero no es el único de
importancia ni el mecanismo más idóneo para superar una guerra”. Acepta,
sin embargo, que hay un problema de corrupción, pero no sólo en la
inversión social sino también en la militar.
Para Andrés Dávila, por el contrario, el gasto militar es esencialmente
un gasto social, ya que lo indispensable es que el Estado garantice el
derecho a la vida y las condiciones de gobernabilidad. Es una función
que en un primer momento se cumple usando la fuerza pública, dice.
“El gasto en defensa y seguridad, además, tiene beneficios para la
sociedad a corto, mediano y largo plazo, como por ejemplo empleos
directos en el sector defensa, entre otros”, señala.
¿Suficiente y sostenible?Parte de la importancia del debate sobre el gasto en defensa y segu-
ridad es si el esfuerzo que está haciendo Colombia en este campo es
suficiente y sostenible.
Para el Gobierno, dice Dávila, el gasto es insuficiente y la muestra
no sólo es el impuesto al patrimonio, sino los recursos extraordinarios
Para el Gobierno el aumento del gasto en seguridad y defensa es una vía para lograr objetivos a corto y largo plazo.
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Gráfica 3. Porcentaje de ayuda total de Estados Unidos a Colombia
Fuente: Center for International Policy
2002 2003 2004 2005 2006Estimado
2007Requerido
Militar y Policía Social y económica
77,6% 82% 81% 82,7% 81,2% 82,5%
17,5%18,8%17,3%19,5%18%22,4%
Los últimos gobiernos han reconocido la importancia de la ayuda
militar de Estados Unidos. Para Dávila, “la sostenibilidad depende
de la voluntad política, de la percepción de la sociedad sobre los
beneficios que recibe para saber si está dispuesta a pagar más y de la
permanencia en el tiempo de la ayuda militar de Estados Unidos, que
es considerable”.
La sostenibilidad del gasto de defensa y seguridad, si éste ha sido
suficiente o si se ha evidenciado en el bienestar de los colombianos son
temas que vuelven a la agenda nacional ante la compra de armamento
o ante un impuesto al patrimonio o “impuesto de guerra”, como el que
este año están estrenando los colombianos. Múltiples son los debates
que siguen dándose, aún sin resolver, sobre cuál es la mejor vía para
lograr el desarrollo humano, la seguridad y la paz. Y, además, de cómo
brindarle seguridad a la población de una manera permanente e integral
sin ir en desmedro de sus condiciones sociales.
13 • hechos del callejón
¿Cómo nos ven?
Pandillas y tráfico de drogas: una mezcla preocupante en BrasilEn las favelas de Brasil se ve la realidad dramática de niños y jóvenes organizados en bandas armadas y relacionados con la industria de las drogas ilícitas . Ellos son los protagonistas diarios de una violencia que mata más que muchos conflictos armados.
Por Michael MogensenInvestigador y escritor en el proyecto Niños en la Violencia Armada Organizada de Viva Río e iser1.
Atraídos por la promesa de ganancias rápidas, niños y adolescentes entran
a hacer parte de las pandillas en las favelas de Brasil.
territorios palestinos ocupados. Durante el mismo período, en Río murieron
por heridas recibidas por armas cortas 3.937 niños y adolescentes.
Mientras que Río y São Paulo han captado la mayor atención en medios e
investigaciones, en muchas de las comunidades más pobres de las grandes
ciudades de Brasil los adolescentes participan en conflictos atraídos por
la promesa de ganancias rápidas, acceso a bienes de consumo, estatus y
respeto entre sus semejantes.
Allí donde ha fallado el Estado por omisión o por una presencia
negativa —la de Brasil es una de las fuerzas de policía más abusivas
del mundo—, facciones del negocio de la droga han tomado el control.
En Río de Janeiro las favelas han albergado grupos criminales organi-
Los brasileños están cada vez más familiarizados con los niños
y jóvenes de los grupos armados organizados que recorren
libremente con ametralladoras las favelas de diferentes ciu-
dades del país. Estas son imágenes que ven con frecuencia
en los televisores de sus hogares.
Hace unos meses, en São Paulo, se presentó una serie de ataques a la
policía, a los guardias de las cárceles, a bancos y a buses de transporte
público por pandillas controladas desde las penitenciarias estatales. La pos-
terior represión por parte de la policía fue dirigida, en gran medida, contra
adolescentes y jóvenes en las comunidades más pobres del estado.
Lamentablemente, el debate sobre cómo tratar este problema se ha
reducido a recomendar que se imponga la ley con más firmeza
o que se adopten políticas que en el pasado mostraron ser
poco efectivas. ¿Por qué niños y jóvenes participan en grupos
armados en Brasil? ¿Qué medidas podrían aplicarse para tratar
esta problemática? ¿Podría esta situación compararse con la
de otros países de Latinoamérica?
La realidad de BrasilDiferentes organismos, como Viva Río (www.vivario.org.br) y
el Instituto de Estudios de Religión (iser, www.iser.org.br), han
adelantado investigaciones y presentado propuestas de política
pública sobre los niños y jóvenes en la violencia armada orga-
nizada. Así lo han hecho también instituciones (como el Centro
para el Estudio de la Violencia de la Universidad de São Paulo)
y ong (como Sou da Paz www.soudapaz.org).
Las investigaciones han mostrado que pese a no estar en guerra
hay más muertes causadas por armas cortas en Río de Janeiro que
en muchos conflictos armados de baja intensidad en otros países.
Según el estudio de Viva Rio/iser, Tráfico de drogas: un estudio de caso de niños en grupos de violencia organizada en Río de Janeiro,
entre 1978 y 2000 un total de 39 mil personas murieron como re-
sultado del conflicto armado en Colombia. En el mismo período,
49.913 personas fallecieron a causa de armas cortas en Río de Ja-
neiro. Entre diciembre de 1987 y noviembre de 2001, 467 menores
de edad murieron como consecuencia del conflicto en Israel y los
1. Este artículo se redactó con la colaboración y apoyo del portal Comunidades
Seguras y coav, patrocinado por Viva Río.
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14 • hechos del callejón
¿Cómo nos ven?
zados que se han convertido en carteles de la droga poderosamente
estructurados y bien armados, como el Comando Vermelho. Así, grupos
organizados que trabajan en el tráfico de drogas ilícitas (como la pandilla
Primeiro Comando da Capital o pcc) representan una presencia cada
vez más sentida en São Paulo.
Estas facciones no son políticamente orientadas ni son pandillas
criminales producto de un conflicto político mayor. En las favelas son
una presencia paramilitar territorial y abiertamente armada. El tipo de
armas pequeñas y livianas que utilizan son similares a las que se encuen-
tran en muchos conflictos civiles del mundo. Al igual que muchos de los
menores soldados, los muchachos son reclutados “voluntariamente”,
tienen entre 15 y 17 años, trabajan dentro de una estructura con reglas y
castigos claramente definidos, son remunerados, llevan armas, defien-
den su pandilla y, con frecuencia, prefieren las vías violentas.
Estos niños y adolescentes no son soldados en guerra. Las facciones
armadas, como el Comando Vermelho o el pcc, no tienen ninguna agenda
política ni alianza y no muestran ningún deseo de sustituir al Estado.
Mientras que hay indicios de que el pcc ha tenido contacto con las farc,
es probable que dichos contactos estén restringidos al tráfico de drogas
y de armas. Además, en Brasil el intento de buscar categorías para definir
a quienes participan en pandillas lleva fácilmente a legitimar los altos
niveles de abuso que la fuerza estatal emplea para combatirlos. Pero las
medidas represivas del Estado no son suficientes y no pueden convertirse
en una violación masiva de los derechos humanos.
Soluciones integradas: ¿qué hay que hacer?En Brasil, como en Colombia, los jóvenes se incorporan a los grupos
armados por razones complejas como son la necesidad de ganar respeto
dentro de su núcleo y en la comunidad; mostrar qué tan “machos” son;
sentirse invencibles; elevar la autoestima y satisfacer los sueños de
consumo. La gran mayoría de jóvenes que viven en las favelas prefieren
no incorporarse a los grupos armados; para ellos es importante contar
con un apoyo estructurado dentro de su comunidad y su familia, reci-
bir los consejos de su grupo y participar en programas que les ofrecen
alternativas.
En el ámbito local, se necesitan soluciones de la Policía Nacional,
del Gobierno y de la sociedad civil que incluyan las propuestas de los
jóvenes. Para lograrlo, se requiere construir un buen nivel de confianza,
muchas veces difícil de obtener.
En la esfera estatal, las políticas sobre la juventud deben tener
en cuenta el fenómeno de los jóvenes en la violencia y combinar
las medidas represivas no reaccionarias con soluciones integrales.
Finalmente, está la participación de estos niños y jóvenes en grupos
armados organizados y el tráfico ilegal de drogas. Los unos no existirían
sin los otros. El Estado tiene la responsabilidad de asegurar las
porosas fronteras donde las drogas ilícitas y las armas entran
y salen, y llevar a la justicia a quienes realmente controlan el
tráfico ilegal de drogas y no a sus intermediarios. En Brasil hay
buenas prácticas que incorporan elementos hacia una solución
integral. Estas son algunas:
coav: orígenes
coav (por su sigla en inglés) o la Violencia Armada Organizada de
Niños y Jóvenes es un proyecto de investigación cuyos resultados
se aplicaron por parte del antropólogo británico Luke Dowdney y
su equipo en algunas de las comunidades más violentas de Río.
Dowdney, ex campeón de boxeo, empezó a trabajar con jóve-
nes de la favela de Mare en un proyecto comunitario de boxeo
para saber por qué hacían parte de las organizaciones de droga
y buscar alternativas de prevención. Con el apoyo de Viva Río e
iser, Dowdney entrevistó a cientos de niños del Comando Ver-
melho, Amigos do Amigos y Terceiro Comando que controlan el
mayor número de las comunidades más pobres de la ciudad. Sus
pesquisas se recopilaron en el libro Niños del tráfico de drogas(www.coav.org.br) y desembocaron en el proyecto coav.
Partiendo de la investigación realizada en Río, se iniciaron
otras parecidas sobre pandillas armadas en El Salvador, Ecuador,
Honduras, Estados Unidos, Jamaica, Irlanda del Norte, Filipinas,
Sudáfrica y Nigeria. En la actualidad, el Proyecto coav desarrolla
y promueve políticas públicas locales para el desarme, la desmo-
vilización y la reintegración de niños y jóvenes en cuatro muni-
cipalidades: Niteroi, en el estado de Río de Janeiro; en Medellín,
Colombia; en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y en Zacatecoluca, El
Salvador.
En Medellín, el proyecto es liderado por la Corporación Paz y
Democracia, que contribuyó con un documento titulado Medellín:
Niños de la calle protestan contra los abusos de la Policía en zonas de Brasil.
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15 • hechos del callejón
Una de estas áreas es la península de Itapagipe, donde nació la Ini-ciativa para la Juventud y la Comprensión de la Violencia para fomentar
el desarrollo sostenible en la región. En 2003 la iniciativa organizó
una serie de encuentros entre la policía militar y los residentes de la
comunidad para discutir los derechos y las responsabilidades de cada
uno y la mejor forma de tratar el problema del homicidio entre los
jóvenes de la región.
El problema explotó en 2004 cuando Salvador registró unas tasas
muy altas de homicidio entre jóvenes y se descubrió que muchos de los
sospechosos de ser miembros de los escuadrones de la muerte tenían
vínculos con la policía militar. El diálogo entre la comunidad y la policía
fue crucial para afrontar la crisis, ya que trabajaron juntos para buscar
posibles soluciones a la problemática (http://www.cammpi.org.br/).
Estos son proyectos para tratar el problema de la participación de
niños y jóvenes en la violencia armada organizada que se ejecutan
actualmente en Brasil. Un panorama más detallado de estas iniciativas
en Brasil y alrededor del mundo se puede encontrar en el portal de
internet Comunidad Segura: Redes de Ideas y Prácticas en la Seguridad
Humana (www.comunidadesegura.com). Estas iniciativas buscan ser una
guía para los forjadores de políticas públicas, para los activistas comu-
nitarios y para quienes se ocupan de esta problemática en Colombia
especialmente ahora que estamos ante la desmovilización de niños y
jóvenes de los diferentes grupos del conflicto armado.
La favela Rocinha, con más de 56 mil personas, ha sido testigo de las acciones de grupos armados.
los niños invisibles del conflicto social y armado.
Este documento y los demás resultados de las
investigaciones fueron publicados en el libro Ni guerra ni paz: comparaciones internacionales entre niños y jóvenes en violencia armada organizada.
Luchar por la paz: nadie es invencible
Lo que en 2001 era un grupo de jóvenes hacina-
dos en una habitación de Río de Janeiro, es hoy
un proyecto para mostrar ya que involucra en
diferentes actividades deportivas a jóvenes en
riesgo de entrar a grupos armados.
El Centro de Deporte y Educación de Luta Pela
Paz (Lucha por la Paz), de Viva Río, en la favela de
Mare, tiene ahora más de 200 personas en clases
de boxeo y de la lucha brasileña conocida como
capoeira. Además del deporte, tiene un énfasis
en la educación, el trabajo y el liderazgo. Como
dice Dowdney, “el deporte es un desahogo, ayuda
a los jóvenes a manejar la adrenalina. También
es un combate uno a uno que no deja víctimas y
los ayuda a cumplir un papel importante en sus
vidas sin crear en ellos el sentimiento de ser
invencibles o víctimas”.
Diadema: cambio en la marea
Primeiro Comando da Capital o pcc es una pandi-
lla que controla las cárceles en el estado de São
Paulo y una parte significativa del tráfico ilícito
de drogas. Los ataques contra policías, guardias
penitenciarios, buses y bancos difundidos en los
medios mostraron algo que muchos ya sabían:
que la violencia de las pandillas, asociada con la
droga, se presenta en Río de Janeiro y también en São Paulo.
Aunque el pcc es bastante diferente de las facciones de la droga en Río,
tienen en común que ambos involucran, cada vez más, a los menores de
edad, especialmente en las favelas y en otras vecindades de bajos ingre-
sos, las cuales forman un anillo de pobreza alrededor de la ciudad de São
Paulo. Diadema es una de esas ciudades violentas. Su tasa de homicidios
ha bajado en un 80% en los últimos seis años. En 2000 registraba una tasa
de más de 31 homicidios al mes. Ahora no son más de seis, disminución que
se explica por la política de seguridad que combina acciones preventivas
con una represión medida y moderada y la convergencia de varios actores
que se han unido para discutir asuntos de seguridad.
Los programas incluyen un proyecto de aprendizaje para adoles-
centes, la integración de fuerzas de policía, el cierre temprano de los
bares, mejor alumbrado público, cámaras de seguridad y una campaña
de desarme (http://www.diadema.sp.gov.br/).
Salvador: policía comunitaria
Salvador, Bahía, es en cierta forma el alma de Brasil, el corazón de la
vibrante cultura afrobrasileña y de su legado cultural. Y también está
profundamente marcada por la desigual distribución del ingreso y los
problemas sociales típicos del país. Por eso, hay un gran contraste entre
la ciudad turística y las enormes áreas donde viven personas de bajos
ingresos.
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16 • hechos del callejón
La página humanitaria
Los indicadores en salud reproductiva de mujeres en edad fértil y en situación de
desplazamiento muestran serias desventajas para su salud.
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Sexualidad y reproducción en el desplazamientoLas mujeres desplazadas lo han perdido todo, el apoyo familiar y comunitario, viven en un contexto de pobreza y sobreviven en condiciones adversas que atentan contra su dignidad y sus derechos. Su situa-ción las hace más vulnerables a la violencia, el abuso, el abandono y la explotación.
Por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, unfpa
La crisis humanitaria se expresa en cifras: en Colombia hay más
de dos millones de desplazados internos, según diferentes
fuentes, lo que a mediados del 2006 dejó al país en el segun-
do lugar en el mundo con mayor número de desplazados, de
acuerdo con acnur.
Las mujeres, según la ong Codhes, representan más del 50% de esta
población, lo que ha afectado la recomposición de las familias, ha
aumentado los hogares con jefatura femenina (47%), ha desarticulado
comunidades y ha hecho inviable el proyecto de vida que construían en
sus lugares de origen. Como factor agravante, sus hijos están expuestos
a ser incorporados en redes urbanas de grupos armados o en otro tipo
de actividades que pongan en riesgo sus vidas.
Con ocasión de la visita a Colombia de Susan Vilarán, relatora para
los Derechos de las Mujeres de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos —cidh—, la Liga de Mujeres Desplazadas realizó en 2005 el
informe Vigencia, protección y violación de los derechos humanos de las mujeres en un país en guerra. El documento revela que el 34% de las
mujeres entrevistadas reportó que después del desplazamiento seguía
siendo víctima de alguna forma de amenaza e intimidación por parte
de los actores armados.
La encuesta detallada de hogares desplazados, edhd-2004, Hacia una política proactiva para la población desplazada, mostró que las condiciones
económicas en la población en situación de desplazamiento son más
precarias que las de la población pobre y, para algunos indicadores,
incluso peores que las de la población indigente.
Asimismo, en el caso de los sectores pobres, son analfabetas el 10% de
los jefes de hogar y el 16% de los indigentes urbanos frente a un 24% de los
jefes de hogar desplazados, lo que hace más difícil su inserción laboral.
En condiciones de desplazamiento, la vulneración de los derechos
se recrudece y se torna aún más difícil el acceso —y la prestación— a
la red de salud. Para un desplazado, portar un carné de afiliación al
17 • hechos del callejón
Para niños y niñas de hogares con historias de desplazamiento es difícil acceder a los servicios
de salud, a los cuales tienen derechos.
sistema de seguridad social no le garantiza la prestación del
servicio. Esta situación genera un círculo vicioso de pobreza y
morbilidad, dado que las deficientes condiciones de salud limi-
tan la posibilidad de los individuos de vincularse a un proceso
productivo y, además, generan costos extras que los hogares no
están en capacidad de cubrir.
Según la encuesta edhd-2004, cerca del 19% de las personas
reporta haber contraído una o más enfermedades nuevas desde
el desplazamiento: fiebre (75,4%), diarreas (53,3%) y problemas
respiratorios (32,5%). Se trata de enfermedades que se relacionan
con problemas de nutrición y deficientes condiciones de sanea-
miento básico en los hogares.
Las dificultades en salud, educación, equidad de género y
acceso a un trabajo digno incrementan en las personas y hoga-
res en situación de desplazamiento la incapacidad de tomar sus
propias decisiones; pierden identidad, confianza, lazos y redes
sociales y, además, es menor su participación en organizaciones
comunitarias. Esta situación las hace más vulnerables y dificulta
la restitución y defensa de sus derechos.
Las condiciones de las mujeres desplazadasEs complejo para las mujeres en situación de desplazamiento ejer-
cer sus derechos, según lo reveló un estudio de Profamilia de 2001:
el 27% carece de educación; 62,4% tiene educación primaria; el 66%
son mujeres solas; el 20,4% se desplazó por efectos del conflicto
armado y ha sido víctima de violencia durante el embarazo.
Los indicadores en salud reproductiva de mujeres en edad
fértil y en situación de desplazamiento muestran serias desven-
tajas para su salud. Su tasa promedio de fecundidad (15 a 49 años
de edad) es de 4,2, versus 2,4 del promedio nacional. Los altos
niveles de fecundidad se traducen en mayores cargas de dependencia
para las mujeres y, además, en falta de opciones y capacidades para
la toma de decisiones sobre la vida y la reproducción. Ejemplo de ello
son los hijos no deseados.
En relación con la violencia intrafamiliar, el 52,3% de las mujeres en
situación de desplazamiento ha sido víctima de este tipo de agresión en
comparación con el 41,1% de mujeres no desplazadas, según Profamilia. Más
de la mitad (52,3%) ha tenido una experiencia de violencia física por parte
del compañero (39% en población general); más del doble de casos ha sido
víctima de violación por una persona diferente al cónyuge (12,9% frente
a 6,1% en población no desplazada) y ha sido violada por desconocidos
u otros (persona reconocida pero no pariente, ni amigo ni relacionado):
44,4% vs. 23% del promedio nacional, posiblemente un actor armado.
Las mujeres, los niños y las niñas separados del apoyo familiar y
comunitario son más vulnerables al abuso, al abandono y a la explo-
tación debido a su género, edad y dependencia de otros para obtener
ayuda y tener seguridad.
El territorio que les queda: su cuerpoEn los diagnósticos realizados en Montes de María, Oriente Antioqueño
y el Magdalena Medio durante 2005, el Fondo de Población de Nacio-
nes Unidas, unfpa, verificó indicadores de altos niveles de violencia
contra las mujeres y dentro de la familia, explotación sexual, aumento
en las enfermedades de transmisión sexual y embarazos en niñas y
adolescentes. Esta problemática aumenta en áreas frecuentadas por
los grupos armados.
Frente a la mortalidad materna, el Gobierno colombiano formuló
y llevó a cabo el Plan de Choque para la reducción de la misma en
2004 ya que el promedio era de 105 casos por 100 mil nacidos vivos,
con diferencias importantes por departamento, por grupos de edad
y por condiciones particulares, como el desplazamiento forzado de
la población, según lo reveló el estudio Análisis de situación para la formulación del programa de cooperación del unfpa con el país para el período 2008-2012”.
La situación de los derechos humanos de la población en situación de
desplazamiento es de tal gravedad que desde el 2004 la Corte Constitu-
cional declaró su atención como un “estado de cosas inconstitucional”,
que requiere inmediata y prioritaria respuesta.
Ellas y ellos lo han perdido todo, viven en un contexto de pobreza
absoluta y sobreviven en condiciones adversas que vulneran su dignidad
y sus derechos. Teniendo en cuenta que son poblaciones en situación de
extrema vulnerabilidad generada por el desplazamiento y que tienen el
desafío de reconstruirse a sí mismas, el unfpa trabaja con el territorio
que les queda: su cuerpo.
Así, el Fondo realiza su labor a través de procesos vinculados al arte,
al deporte y a la comunicación educativa, que combina con la atención
humanitaria de emergencia con el fin de que los adolescentes y las
mujeres decidan libremente sobre su sexualidad y su reproducción.
El objetivo es generar, a través de estos procesos, las condiciones que
hagan posible la transformación de sus relaciones interpersonales y con-
solidar la formación de su identidad desde la perspectiva de los derechos
sexuales y reproductivos y los derechos humanos en general.
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udia
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io
18 • hechos del callejón
Buenas prácticas
El proceso de socialización comprende varias etapas que involucran
desde la acogida de la menor por la institución hasta su egreso. El primer
momento es la socialización en la institución y luego la adquisición de
hábitos básicos. Para Margarita, esa fue una etapa difícil: “El primer
año fue duro y más ajustarme a las normas de convivencia. Luego he
entendido que tengo unas obligaciones. Si uno quiere salir adelante,
debe saber llevar eso o toda la vida va a tener dificultades…”
Una vez asimilada la fase de convivencia, las menores entran en un
proceso individual de resolución del pasado, que les permite vivir mejor
su presente. Este proceso busca que cada joven solucione sus conflictos
interiores, valore su presente y elabore su proyecto de vida con un
enfoque de liderazgo, sencillez, colaboración, honestidad y respeto.
Finalmente, se les apoya para que cuenten con un proyecto de vida
claro y en desarrollo. “Si la joven ha cumplido con todo el proceso, respe-
ta las normas y el pacto de convivencia y tiene ganas de salir adelante…
está lista para el plan de egreso”, cuenta María del Carmen.
Mujeres líderes86 niñas han pasado por el Hogar a lo largo de estos once años y han
recibido el cuidado de las carmelitas en honor de Teresa Toda en España
quien, también víctima de la violencia intrafamiliar, dedicó su vida al
servicio de los jóvenes sin padres.
Parte de ese cuidado es la formación de liderazgo, que Margarita
practica con espontaneidad, tanto que fue escogida como coordina-
dora de su casa. “Yo respondo por lo mío y por lo de las demás niñas
de la casa —dice—. Debo estar pendiente de cómo van en el colegio,
del orden de la casa y de los oficios. He descubierto que tengo cosas
buenas que puedo compartir y
experimentar con otros”.
Margarita cursa octavo grado
y desde ya sabe que quiere ser
educadora especial o sicóloga.
“Me encantan los niños y como
tengo un familiar que es niño
especial, me gustaría trabajar
con ellos”. Desde su llegada de
García Rovira, muchas son las
transformaciones en la vida de
Margarita: “Han sido tres años
llenos de alegría y tristeza. Aquí
aprendemos a compartir y a
comprender que, pese a que
no estamos con la familia y la
extrañamos, existe otra gente
que nos apoya y nos cuida”.
Un paso a favor de la vida(Viene de la página 20)
Algunas apoyan programas de prevención con jóvenes del barrio, otras
desarrollan una pasantía laboral, se vinculan a jornadas estudiantiles o
entran a hacer parte del grupo de danzas Ziruma, que lleva cinco años
de trabajo y ha ganado varios premios.
Para salir adelanteLas hermanas carmelitas han creado hogares de protección de niños
abandonados y mujeres en diferentes lugares del mundo. Cuando
fundaron el Hogar en Floridablanca, los vecinos del barrio Zapamanga
quisieron impedir su funcionamiento. Temían por su tranquilidad y por
el comportamiento de estas niñas que habían tenido una vida difícil.
Ahora, cuando se han conformado cuatro grupos familiares, esos
mismos vecinos reconocen el liderazgo de las niñas y la labor de las
carmelitas. La obra tiene también el reconocimiento del icbf, entidad
que hace un aporte económico por cada una de las 40 menores que
crecen en los hogares de Teresa Toda en Santander.
Además de este aporte, que es su principal fuente de recursos, los
hogares reciben ayudas internacionales y de empresas o entidades
gubernamentales colombianas que hacen donaciones en forma espo-
rádica.
Hogares Teresa Toda de Colombia comenzó hace once años, en San-
tander, con cuatro niñas. De ese primer grupo hacen parte Daniela*,
quien está próxima a graduarse como licenciada en educación básica,
y María José*, quien vive en Estados Unidos, donde se radicó, se casó
y trabaja. Ella es hoy una madrina del hogar, pues está en contacto
telefónico con las hermanas y colabora con quienes experimentan el
proceso que vivió años atrás. ©
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* Nombres cambiados
Las orientadoras ayudan a las niñas
a desarrollar habilidades para el
liderazgo.
19 • hechos del callejón
Editorial
El 2007 inició con Ban Ki-moon como nuevo secretario general de la Organización
de las Naciones Unidas, el octavo después de dos mandatos consecutivos de
Kofi Annan.
Annan se despidió después de diez años como director de la organización y
de hacer frente a desafíos considerados por algunos como los más difíciles enfrentados
por cualquier otro secretario. Después del reconocimiento a su labor, Annan le dijo a
su sucesor: “Hace más de 50 años el primer secretario general de las Naciones Unidas,
Trygve, utilizó las siguientes palabras para dar la bienvenida a su sucesor, Dag Hammar-
skjöld: Está a punto de asumir el trabajo más imposible del mundo. Si bien puede que
sea verdad, yo añadiría: es también el mejor trabajo del mundo”.
Bajo esa convicción, desde el pasado primero de enero y hasta el 31 de diciembre de
2011, Ban Ki-moon, de origen coreano y con una vasta experiencia en el sector público
y diplomático, enfrentará grandes retos de cara a los países del mundo y en el interior
de la onu.
Por esta razón, el nuevo secretario general se ha planteado tres grandes áreas de
trabajo en las que cada país miembro, incluido Colombia, tendrá un rol importante y
decisivo.
La primera es reconstruir la confianza de los estados miembros en la organización
y entre los miembros de la misma. Por eso, afirmó que invertirá el tiempo y la energía
que pueda para renovar la confianza en las Naciones Unidas y establecer una nueva
relación entre la organización y sus estados miembros. El objetivo, dijo, es fortalecer la
seguridad, el desarrollo y los derechos humanos en todo el mundo.
“Naciones Unidas puede hacer honor a su nombre y ser realmente unida. Trabajar
unidos y cumplir las expectativas de millones de personas en el mundo nos dará mayor
credibilidad”, ha dicho Ki-moon.
La segunda tarea es continuar con las reformas que se están dando en la organización
para lograr mayor eficiencia y un mejor servicio y para fortalecer la coordinación y la
coherencia en su interior.
Y la tercera es la consolidación de un equipo que, de acuerdo con la agenda de Na-
ciones Unidas, enfrente de la mejor forma los retos globales del siglo xxi.
Sus nuevos retos irán de la mano de los tres pilares de Naciones Unidas: paz, desarrollo
y derechos humanos. “Podremos construir un mundo más pacífico, más próspero y más
justo para las siguientes generaciones”. Precisamente, una de las estrategias para lograrlo
es el cumplimiento, para el 2015, de los Objetivos del Milenio (odm), especialmente en
los países menos desarrollados.
“Me encuentro hoy ante ustedes profundamente consciente de las palabras del
juramento que acabo de hacer. Lealtad, discreción y conciencia, junto con la Carta de
las Naciones Unidas, van a ser mi consigna en el desempeño de mis funciones como
secretario general”, dijo el 14 de diciembre.
La pobreza, situaciones como la de Darfur, el Oriente Medio y los conflictos en África,
entre otros tantos, son algunos de los desafíos del nuevo secretario, de quien Annan
afirmó: “Está en sintonía con las sensibilidades de los países y grupos de cada continente.
Un hombre con una verdadera mentalidad mundial al mando de la única organización
universal del mundo”.
Para Ban Ki-moon su objetivo es claro: “Garantizar que la onu esté a la altura de su
nombre y se mantenga unida para poder cumplir con las esperanzas que han depositado
en la institución muchas personas de todo el mundo, lo que es único en los anales de
la historia”.
Nuevos retos de Naciones Unidas
Editorial
Pnud - Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Año 3, febrero de 2007ISSN 1794-9408
Bruno Moro Representante Residente Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo,pnud
Producido por Área de Desarrollo Humano pnud
Dirección y edición Olga González Reyes
Investigación y redacción Astrid Elena Villegas
Julia Paola García Zamora
Colaboradoras Bibiana Mercado
María Victoria Duque
Agradecimiento especialSimone Bruno • Colprensa • Claudia RubioPrensa Fuerza Aérea Colombiana • unfpa
Reconocimiento especial Dirección de Prevención de Crisis y Recuperación
(bcpr, por su sigla en inglés) del pnud con sede en Nueva York.
Diseño gráfico Editorial El Malpensante S. A.
ImpresiónPanamericana Formas e Impresos S. A.
Boletín Hechos del CallejónCarrera 11 N° 82-76, Oficina 802,
Bogotá, ColombiaTeléfono: 6364750 extensión 205–208–202
Fax: 6364750 extensión 209
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Visite nuestra página de internet:www.pnud.org.co/indh2003
Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan necesariamente las opiniones
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, su junta directiva,
ni los Estados miembros
20 • hechos del callejón
Hace tres años, cuando Margarita* tenía 12, salió de la pro-
vincia de García Rovira debido a las difíciles condiciones
en que se encontraba esta zona santandereana por la
fuerte influencia de grupos armados. Al llegar al municipio
de Floridablanca, a escasos minutos de Bucaramanga, fue
acogida en los Hogares Teresa Toda de Colombia.
Desde entonces, entró a hacer parte de una de las cuatro familias
que las hermanas carmelitas han conformado con menores víctimas
del conflicto armado, violencia intrafamiliar o explotación laboral y
declaradas en condición de abandono por el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, icbf.
Buenas prácticas
Un paso a favor de la vidaNiñas declaradas en abandono por el icbf encuentran en el Hogar Teresa Toda de Colombia, en Santander, la calidez de una familia, educación y orientación para su proyecto de vida y el liderazgo comunitario. Una experiencia que contribuye a la prevención del reclutamiento de niñas y jóvenes por grupos armados.
Por Amparo Forero J.
(Pasa a la página 18)
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En casa, las niñas hacen sus tareas y luego se dedican a sus
hobbies. La mayoría practica deporte, teatro o danzas.
“Las niñas que llegan a estos hogares legalmente no tienen familia y
sus lazos afectivos se han roto debido a realidades muy duras. Por eso
sufren una violencia interior muy fuerte”, dice su directora, la hermana
María Lourdes. En algunos casos, agrega, “son niñas de familias que han
sufrido el desplazamiento por la violencia. Al llegar a la ciudad sus padres
no pueden responder por ellas y las dejan indefensas”. Por ser mayores de
8 años, tienen pocas probabilidades de ser adoptadas y entonces el icbf
las entrega a las hermanas carmelitas para su cuidado.
Bajo el lema “Un paso a favor de la vida”, el Hogar de Floridablanca
ofrece a las niñas y jóvenes un proceso de socialización orientado a ha-
cer de ellas líderes constructoras de vida. “Lo que hacemos —continúa la
hermana María Lourdes— es sacarlas de ese círculo en
el que están y así evitar que se vayan a la prostitución,
al mundo de las drogas o a los grupos armados”.
Una casa, una familiaEn la casa de Margarita, ubicada en el barrio Zapa-
manga de Floridablanca, una educadora hace las
veces de mamá y otras 11 niñas y jóvenes son como las
hermanas. “Lo nuestro es una casa de puertas abiertas.
Las niñas salen al colegio, a la universidad, van a sus
grupos de trabajo... Es como en una casa de familia”,
dice María del Carmen González, trabajadora social
de la institución.
“Yo me levanto a las 5:30 de la mañana —cuenta
Margarita—. Me voy para el colegio y al mediodía
regreso a almorzar. Generalmente hacemos siesta
y luego empezamos a hacer las tareas. Luego, cada
una hace las actividades que quiera: deporte, teatro,
danzas, ver televisión, escuchar música o leer. Yo
generalmente me subo a mi cuarto y comparto con
mi compañera de habitación, que es mi consentida
en la casa”.
Hoy Margarita tiene 15 años. A partir de esta edad,
las niñas del Hogar comienzan a tener responsabili-
dades dentro de la casa, a fortalecer su proyecto de
vida y a participar en actividades de la comunidad.
Ejemplos concretos de cómo sí es posible salir del callejónwww.saliendodelcallejon.pnud.org.co