presentación-pacheco

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Debo confesar que en estos tiempos no puedo acercarme a un texto sin preguntarme por aquel concepto que mejor pueda envolver el sentido de lo dicho en él. A través de El quinto escalón del cuarto piso. Memorias de México y Seúl, una palabra ha sido la que me ha acompañado: Redención. Juan Antonio Pacheco habla desde el arrojo incondicional en el que toda vida se encuentra ya desde siempre, habla desde la necesidad de comprenderse a sí mismo a través de la narración, el único camino en el que uno puede encontrar los rastros de un sentido para la propia existencia. El autor habla de la reconciliación a la que, gracias a la literatura, ha podido llegar. Esta reconciliación no es otra que la del autor con su propia vida, con el pasado presente en las líneas que componen el texto que hoy se presenta. Pero, en este pasado ahora presente no sólo se encuentran los sucesos de una vida ajetreada, no sólo las anécdotas e impresiones que el autor tiene de éstas. Aquello que está presente en su narración, son los múltiples mundos que tras el telón de una realidad en apariencia estática, salían a la luz con cada encuentro, con cada experiencia que el autor logra presentar desde la sinceridad de una voz asombrada ante estos mundos. No pude evitar, al pasar por estas páginas, reencontrarme con una de las enseñanzas que la literatura me ha dejado, aquello que Joseph Roth limitara a la experiencia de la mujer deseada: lo que nos atrae de las personas, las ciudades, las experiencias en general, es el mundo que ocultan tras sus espaldas. Juan Antonio Pacheco nos comparte, en este libro,

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Page 1: Presentación-Pacheco

Debo confesar que en estos tiempos no puedo acercarme a un texto sin

preguntarme por aquel concepto que mejor pueda envolver el sentido de lo

dicho en él. A través de El quinto escalón del cuarto piso. Memorias de

México y Seúl, una palabra ha sido la que me ha acompañado: Redención.

Juan Antonio Pacheco habla desde el arrojo incondicional en el que toda vida

se encuentra ya desde siempre, habla desde la necesidad de comprenderse

a sí mismo a través de la narración, el único camino en el que uno puede

encontrar los rastros de un sentido para la propia existencia. El autor habla

de la reconciliación a la que, gracias a la literatura, ha podido llegar. Esta

reconciliación no es otra que la del autor con su propia vida, con el pasado

presente en las líneas que componen el texto que hoy se presenta. Pero, en

este pasado ahora presente no sólo se encuentran los sucesos de una vida

ajetreada, no sólo las anécdotas e impresiones que el autor tiene de éstas.

Aquello que está presente en su narración, son los múltiples mundos que tras

el telón de una realidad en apariencia estática, salían a la luz con cada

encuentro, con cada experiencia que el autor logra presentar desde la

sinceridad de una voz asombrada ante estos mundos. No pude evitar, al

pasar por estas páginas, reencontrarme con una de las enseñanzas que la

literatura me ha dejado, aquello que Joseph Roth limitara a la experiencia de

la mujer deseada: lo que nos atrae de las personas, las ciudades, las

experiencias en general, es el mundo que ocultan tras sus espaldas. Juan

Antonio Pacheco nos comparte, en este libro, el camino por el cual fue

descubriendo, desvelando mundos en cada encuentro, en cada decisión, en

cada caída y, aún más, gracias al uso de una prosa honesta, nos comparte el

asombro que, ante estos mundos antes ocultos, ha podido disfrutar.

La redención, a la que me refería al principio, se muestra en este asombro,

en este ajuste de cuentas con la vida. Después del libro, después de esta

última experiencia narrativa, el peso del pasado es la ligereza del presente, lo

absurdo de la vida es el sentido de la existencia, la existencia que es ahora

una vida redimida.