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Quinn Loftis

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Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Epílogo

Próximo Libro

Biografía del Autor

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a oscuridad ha descendido sobre los Alpes de Transilvania.

Cuatro manadas de poderosos Lobos Grises —en una rara

muestra de cooperación— se han reunido aquí, en un esfuerzo para

ayudar a sus miembros de la manada a encontrar sus verdaderos compañeros.

Pero entonces, fueron traicionados por uno de los suyos, un Alfa empeñado en

convertirse en el más poderoso de los Canis lupis. Y a pesar de que el intento de

asesinato al lobo Alfa Rumano reinante en la actualidad falló, sus planes para

conseguir que Decebel, el Beta Rumano, quede fuera del asunto viene en

conjunto, incluso cuando se descubre su traición. El lobo huyó, dejando

destrucción, muerte y una compañera desaparecida detrás de él.

Sin el conocimiento de las otras manadas, el lobo ha empleado a una bruja

para terminar el trabajo mortal y ayudarle a ganar otra herramienta para

aumentar su poder. Una maldición de proporciones devastadoras paralizará a

Decebel de una manera que puede disolver su frágil vínculo con Jennifer.

Mientras tanto, herida y sola, Jen ha estado luchando por su vida. Ella

había llegado a un acuerdo con su destino, aceptando que no iba a compartir una

vida con Decebel, hasta que la ayuda llega en la forma más inesperada…

Vasile tendrá que utilizar todos sus recursos —incluyendo a Sally, la nueva

sanadora gitana de la manada Rumana— para descubrir una forma en la que

podrán destruir a la bruja, levantar la maldición de Decebel y reunirlo con la única

mujer que lo complementa, y resolver un misterio que ha estado rondando la

manada Rumana durante 300 años.

Cuarto Libro de la Saga The Grey Wolves

L

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Traducido por Nelshia

Corregido por Nanis

ué haces cuando tu Alfa fue casi asesinado y ahora está

fuera de servicio; has matado a un compañero de manada;

tu pareja está muriendo y más allá de tu alcance; y la casa

en la que estás quedándote a desaparecido en llamas…

todo en las últimas dos horas?

Sí, pensó Decebel. Infiernos si tampoco lo sé.

A medida que la mansión se quema y el humo llena los espacios que las

llamas no alcanzaron, Decebel y los otros hombres en su manada continuaron

buscando alrededor, asegurándose que no quedara nadie dentro.

Decebel y Fane finalmente llegaron a la suite donde habían visto por última

vez a Vasile y Alina. Para su alivio, el Alfa y su compañera no estaban. Con suerte

eso significaba que estaban a salvo. Decebel miró en la habitación de al lado. La

mesa del comedor ahí estaba todavía perfectamente en su sitio, alimentos a medio

comer, vasos medio llenos. Sólo dos vasos derramados en el piso estaban fuera

de lugar, los de Vasile y Alina, rodeados por el veneno que casi los había matado.

Eso sólo demuestra que nunca hay un momento aburrido en la vida de un

Canis lupis.

—No puedo oler a nadie, pero eso no significa nada. El fuego y el humo

podrían cubrir cualquier olor —le dijo Decebel a Fane.

—Tenemos que salir. Ahora —instó Fane a su Beta.

—¿Está tu compañera a salvo? —respondió Decebel.

Fane asintió.

—Ella dice que Vasile y Alina están a salvo también. Parece que toda

nuestra manada logró salir, al igual que su padre. Y dice que te diga que si no

¿Q

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sacamos nuestros traseros peludos de aquí ahora mismo, ella personalmente… —

Fane hizo una pausa y, encogiéndose de hombros, sacudió la cabeza—… es

mejor si no lo sabes. Yo digo que simplemente prestemos atención a su

advertencia y salgamos.

Fane y Decebel tomaron una carrera en dirección a la puerta principal de

la mansión, la cual se estaba convirtiendo rápidamente en una trampa mortal.

Las llamas ardían aún más calientes, derritiendo el recubrimiento, vigas y

cualquier otra cosa en su camino. Varias veces los dos tuvieron que saltar por

encima de las llamas y agacharse bajo tablones caídos.

Finalmente, se empujaron por la puerta de enfrente, aún rodeada por aire

lleno de humo. Continuaron corriendo. Sus pulmones clamaron por oxígeno

fresco, ardiendo con cada respiración. Fane voló directamente a los brazos de

Jacque. Decebel no pudo dejar de notarlo, recordándose que su compañera estaba

perdida, herida y con frío. Quería aullar ante la injusticia de ello. Finalmente

había oído la voz en su cabeza que había estado anhelando, la voz de Jennifer.

Tan pronto había oído su llamada de auxilio ella había sido apartada de él. Apretó

los dientes y le dio a su ira buen uso, comprobando la manada.

Vio a Vasile y Alina sentados en frente de un árbol, apoyados contra el gran

y tosco tronco. El suelo alrededor de ellos había sido barrido libre de nieve en un

intento de mantener a los Alfas lo más secos posible. Se dirigió directamente hacia

ellos, detenienose en su camino para tocar a sus compañeros de manada,

enviando tranquilidad a través de un sencillo acto.

—¿Cómo te sientes, Alfa? —preguntó Decebel mientras se agachaba

delante de Vasile y Alina, quienes estaban finalmente despiertos. Decebel trató

de mantener una postura sumisa ya que sabía que era difícil para su Alfa estar

sentado en el suelo con todos los demás de pie.

—Poniéndome más fuerte, gracias a Sally. —Brevemente los ojos de Vasile

brillaron con humedad mientras miraba a la morena cubierta de hollín quien, ante

el asombro de todos, se había revelado como una sanadora gitana.

—¿Estás recuperando tu fuerza, también, Luna? —Decebel se dirigió su

hembra Alfa en una rara muestra de formalidad.

Alina asintió y le dio una pequeña sonrisa tranquilizadora.

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—Voy a vivir un día más, tanto tiempo como Vasile necesite a alguien para

mantenerlo a raya.

Decebel rió.

—Gracias a Dios por eso. —Su sonrisa se desvaneció rápidamente cuando

su lobo se removió, recordándole que necesitaba estar en la búsqueda de Jennifer.

Negó, tratando de despejar la niebla. Sí, necesitaba buscar a Jennifer, pero le

había prometido que llevaría a sus amigos a la seguridad primero. Eso significaba

llevarlos lo más lejos posible de cualquier magia que alimentara el fuego

antinatural.

Volvió a mirar a Vasile.

—Ese fuego… Se movía como si estuviera vivo, como si alguien estuviera

controlándolo, maniobrándolo.

Vasile asintió.

—Tenemos que hablar con Sally. Como sanadora, debe ser sensible a la

magia, especialmente la magia negra.

—Tenemos que conseguir estar a salvo primero —le dijo Decebel

cuidadosamente, asegurándose de que no saliera como una orden.

—Estoy de acuerdo, Beta. Confío en ti para que eso suceda.

Decebel llamó a Sorin.

—Necesito que consigas un recuento de nuestra manada. Asesora a los

otros Alfas para hacer lo mismo. —La voz de Decebel era imperativa. Ya era hora

de poner las cosas en orden y salir de la intemperie, donde estaban más

vulnerables.

Sorin asintió y se movió rápidamente a través de la multitud a un área

abierta. Hizo los anuncios y luego empezó a llamar los nombres de los miembros

de la manada.

Skender, Boian, Fane, Jacque, Costin, Crina, Sally y Cynthia formaron un

círculo alrededor de Decebel. Se dio cuenta que los humanos tiritaban en el frío,

pero no se quejaron. Sus rostros estaban cubiertos de hollín, sus ropas estaban

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chamuscadas, pero la determinación llenaba sus ojos mientras esperaban

confiadamente.

—¿Cuál es el plan, Beta? —preguntó Skender.

Dillon se acercó desde su propia manada, dando un paso al lado de Jacque.

—Cualquier cosa que pueda hacer para ayudar. Mi manada está a su

disposición —le dijo al Beta Rumano.

Decebel asintió, pero no respondió verbalmente.

Jacque dio una breve sonrisa a su padre y luego volvió su atención de nuevo

a Decebel.

—Tenemos que salir de aquí. Hay un pueblo por el que atravesamos, unos

diez kilómetros bajando por la montaña. Deberíamos ver si hay un lugar donde

podamos quedarnos allí. Tenemos que comprobar y ver si alguno de los vehículos

es salvable. —Decebel comenzó a dar órdenes, necesitando permanecer ocupado,

construyendo un plan para cumplir su promesa a Jennifer. Cuanto antes lo

hiciera, más pronto podría empezar a buscarla—. Machos, comprueben los

vehículos. Las hembras, organicen nuestra manada en grupos para transportar.

Pidan a las otras manadas que hagan lo mismo.

Sin decir una palabra, todos los lobos giraron alejándose de Decebel para

llevar a cabo sus órdenes.

—¿Puedo tener su atención, por favor? —Sally trató de hablar por encimad

de la manada, castañeando sus dientes.

Nadie la oyó ni se molestó en prestarle ninguna atención. Cynthia y Crina

le sonrieron con simpatía. Jacque sonrió.

—Hazte a un lado, sanadora, ¿cómo puedes incluso hablar con tu

mandíbula temblando de esa manera? Déjame mostrarte cómo se hace.

Sally hizo lo más maduro que pudo y le sacó la lengua a su mejor amiga.

Jacque pegó su dedo pulgar y el dedo medio en su boca y dejó escapar un

silbido estridente, que fue aún más lacerante para los lobos, con sus oídos

sensibles. Se hizo el silencio y lo único que se oía era el crepitar del fuego que

continuaba rabiando, proporcionando la única luz a la noche oscura.

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—Escuchen, por favor —habló Jacque en voz alta para asegurarse de llegar

a los oídos de los que estaban en la parte de atrás—. Algunos de los hombres

Rumanos están comprobando para ver si algunos de los vehículos todavía están

en buenas condiciones. Tenemos que dividir a todo el mundo en grupos para que

podamos llevar tanto como nos sea posible hasta el pueblo. Está cerca de dieciséis

kilómetros conduciendo.

Jacque observó como las otras manadas comenzaron a dividirse en grupos.

Miró a Sally y le guiñó un ojo.

—Así, mi amiga gitana, es la forma de hacerlo.

Sally puso los ojos en blanco.

—Qué amable de tu parte tomarte el tiempo para enseñarme, oh sabia

princesa lobo.

La sonrisa de Jacque vaciló.

—Eso suena como algo que Jen diría.

Sally la envolvió en un abrazo firme.

—Él va a encontrarla. No hay nada, ni nadie, que se interponga en su

camino.

—No lo dudo. Mi preocupación es lo que va a encontrar cuando lo haga.

—Jacque enjugó una lágrima que se deslizó por su rostro.

Crina y Cynthia envolvieron sus brazos alrededor de Jacque y Sally, y

Jacque pudo sentir el consuelo fluyendo de sus compañeros de manada. Mis

compañeros de manada pensó, y por primera vez, ella realmente se sintió como

un miembro de la manada Rumana de Lobos Grises.

«Te diría que no te preocupes, amor, pero sé que no es justo para ti. Lo que

diré es que estoy aquí para ti». Fane llegó hasta ella, sin duda, habiendo sentido

su dolor.

«Gracias, hombre lobo. Ya habrá tiempo para lágrimas después. Tenemos

que conseguir poner a nuestra manada a salvo».

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«Sabía que ibas a convertirte en una Alfa increíble», le dijo él mientras

Jacque sintió sus labios en su frente. La calidez se filtró en ella mientras Fane

utilizaba su vínculo para algo más que palabras.

Las chicas dieron un paso atrás desde el abrazo y Sally agarró la mano de

Jacque, mirando a Cynthia y Crina.

—Vamos, hagamos esto, Jen nos patearía el trasero si pensara que

estábamos sólo paradas alrededor sin, como ella diría, poner nuestros traseros en

marcha.

—Ella sí que tiene una habilidad con las palabras. —Jacque sonrió y

comenzó a separar a su manada en grupos para viajar al pueblo, y con suerte a la

seguridad.

* * *

—¿Rachel? —La voz de Jen era débil mientras hablaba, y tornándose cada

vez más débil.

—Sé que no sabes quién soy, pero puedes confiar en mí. Estoy de tu lado.

—Rachel trató de tranquilizar a la mujer en el fondo de la caverna—. Gavril, mi

compañero, va a saltar hasta aquí abajo y llegar a ti. Por favor, no tengas miedo

de él.

Jen se rió débilmente.

—Deberías conocer a mi compañero, entonces no te preocuparías por mí

teniendo miedo del tuyo. —Sus palabras fueron tensas, mientras trataba de hablar

por encima del dolor que destruía su cuerpo roto.

Rachel se volvió mientras veía el cielo iluminarse en dirección a la gran

propiedad al sur de ellos.

—Tenemos que darnos prisa. No puedo escudarnos mucho más tiempo —

dijo a su compañero.

—Voy a bajar. —Jen oyó una voz ronca anunciar, que fue seguida

rápidamente por un ruido sordo.

Jen se esforzó para no tener miedo, pero cuando un lobo extraño salta en

un agujero en el que has sido empujada, tiendes a tener miedo de todo.

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—No voy a hacerte daño —le dijo la voz.

—No creo que vayas a ser capaz de evitar hacerme daño si vas a moverme.

—Jen se encogió ante la idea de ser movida o incluso tocada, para el caso.

Gavril se arrodilló delante de ella.

—Sé que no me puedes ver, pero yo puedo verte. Estás perdiendo sangre

de esa herida en la cabeza. Voy a quitarme la camisa para así poder aplicar presión

sobre la misma y ayudar a detener el flujo.

Jen asintió, sabiendo que iba a ver su respuesta. Oyó algunos crujidos y

luego sintió la tela suave contra su cabeza. Levantó la mano con el brazo bueno

y presionó la camisa firmemente contra su cuero cabelludo.

—Está bien, voy a levantarte ahora. Sé que va a dolerte y me disculpo —le

dijo Gavril suavemente.

—No es tu culpa. —La voz de Jen salió ronca y temblorosa.

Ella sintió su brazo rodeando su espalda y el otro brazo deslizarse bajo sus

rodillas. Cuando la levantó del suelo, Jen se mordió los labios para no gritar de

dolor, con tanta fuerza que le hizo sangrar. El dolor era tan intenso que, a pesar

de que trató de luchar contra él, su cerebro exhausto se apagó en un intento de

escapar del dolor que su cuerpo estaba soportando.

Gavril dobló las rodillas y saltó de la caverna con un poderoso impulso,

aterrizando suavemente en presencia de su compañera.

—Se desmayó —le dijo a Rachel.

—Estoy sorprendida que esté todavía viva después de esa caída. —Rachel

empujó suavemente el cabello rubio de Jen fuera de su cara—. Es bonita. —Ella

tomó una profunda bocanada del olor de Jen—, y es una latente.

—Vamos, Rachel —instó Gavril—. No debemos detenernos. La bruja está

cerca y no puede descubrirte.

—Va a tomar mucho curarla —admitió Rachel, a medida que comenzaron

a avanzar en dirección a su casa—. Ella dijo que tiene un compañero. Él va a

querer saber dónde está.

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—Tenemos que tener cuidado o él va a guiar a la bruja de Thad

directamente a nuestra puerta —advirtió Gavril a su compañera.

—Entiendo eso, amor. Pero sabes tan bien como yo que él va a destrozar

esta montaña para encontrarla.

Gavril no respondió. Sabía lo peligroso que un macho emparejado podría

ser cuando su compañera estaba herida.

Su primera prioridad era Rachel, mantener su existencia en secreto. La

única cosa que el Alfa Serbio, Thad, quería más que una compañera era una

sanadora, y su compañera era la sanadora más poderosa en la historia de su

especie. Tenía que protegerla a toda costa, incluso a costa de la propia vida de

una latente.

* * *

La cabeza de Jen flotó mientras la oscuridad comenzaba a retroceder.

Trató de abrir los ojos, pero no quisieron cooperar. Sintió dolor fluir a través de

su cuerpo, alguien la estaba cargando.

«Decebel». Alargó la mano instintivamente.

«¡Jennifer!». Jen sonrió mientras escuchaba la preocupación en su voz. ¿Por

qué estaba preocupado si la había encontrado?

«Me encontraste». Jen lo dijo en una declaración más que una pregunta.

«No, nena. No te he encontrado. ¿Por qué piensas eso?»

«Pero tú estás cargándome. Puedo sentirte».

«Jennifer, ¿quién te tiene?» La voz de Decebel estaba llena de miedo e ira.

Jen estaba tratando desesperadamente de recordar lo que había pasado,

cómo había terminado siendo cargada… La chica, su compañero; empezó a

vislumbrarlo en su mente.

«¿Él?» Incluso a través de su muy nuevo vínculo

mental, Jen pudo oír la ira entrelazando sus palabras.

«¿Un macho te tiene? ¿No tiene su camisa puesta?

¡Jennifer, piensa! ¿Quiénes son la hembra y su

compañero?»

«Su com

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«¡Deja de gruñirme, maldita sea! ¡Oow! Mierda, eso duele». Jen se

estremeció cuando sintió su cuerpo siendo sacudido.

«Nena, no te estoy gruñendo. Sólo necesito que trates de recordar. ¿Ellos

quieren hacerte daño?» Decebel trató de suavizar su voz.

«No lo creo. Me duele, Dec. No puedo pensar. Sólo quiero dormir un rato».

La voz de Jen comenzó a desvanecerse.

«Jennifer, quédate conmigo un minuto más».

A Jen le encantaba el sonido de su voz, el timbre profundo de ella. Casi

gimió cuando sintió sus labios en los de ella y sus dedos le acariciaron su cara.

«¿Cómo haces eso?», le preguntó ella, su voz sin aliento a través de su

vínculo.

«Es el vínculo. Sólo imagino tocarte y de alguna manera tú lo sientes».

«¡Oh, las posibilidades!» Jen sonrió por dentro.

Decebel rió.

«Hmm, ese es el sonido que me gusta escuchar». Jen se imaginó pasando

sus dedos por el cabello suave y oscuro de Decebel.

Lo oyó gruñir en su mente. «Tengo que encontrarte, amor. Trata de pensar.

¿Cómo te atraparon?»

«¿Te has preguntado cómo habrían lucido nuestros bebés?», preguntó Jen

distraídamente mientras fruncía el ceño en su interior, tratando de imaginar el

futuro que podría haber tenido con su lobo.

«Nena, este no es realmente el momento para discutir de nuestros bebés.

Vamos a centrarnos en quién te está cargando de modo que pueda recuperarte.

Entonces podremos hacer bebés».

Jen gimió y sintió los brazos alrededor de ella apretarse, lo que le provocó

un jadeo. Decebel debió sentir su dolor porque sintió la preocupación de él.

«Estoy bien. Sólo duele». Jen realmente sintió una sonrisa extenderse en su

rostro. «Así que, ¿quieres hacer bebés conmigo?»

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Esta vez cuando Decebel rió juró que podía sentir sus manos acariciar los

costados de sus caderas.

«Solo tú querrías discutir el hacer bebés en un momento como este».

«Bueno, tienes que admitir que es un tema mejor que yo siendo casi

asesinada y ahora siendo secuestrada. En serio, Dec, definitivamente prefiero

pensar en nosotros haciendo bebés».

Jen sintió otra punzada de dolor dispararse a través de ella, que la dejó sin

aliento. Sintió su conciencia comenzar a desvanecerse.

«Te amo, Decebel. Incluso si nunca hacemos bebés, Te amo». Lo último

que oyó antes de que el mundo desapareciera fue la voz profunda y determinada

de Decebel.

«Yo también te amo, nena. Voy por ti».

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Traducido por Nelshia

Corregido por Nanis

ecebel cerró los ojos con fuerza al sentir que Jennifer se deslizaba

lejos de nuevo. Casi se había caído al suelo al oír su voz en su

mente. Estaba viva, eso era en lo que tenía que centrarse en estos

momentos. No podía pensar en el hecho de que estaba en los

brazos de un hombre lobo desconocido, o que estaba en tanto dolor que estaba

perdiendo la conciencia, y definitivamente no podía pensar en el hecho de que

ella quería hacer bebés con él.

Decebel pensó en cómo su voz había sonado en su mente. Incluso con

dolor y miedo su compañera aligeraría el momento y trataría de distraerlo.

¿Cómo había sido tan bendecido de tener a una mujer que se enfrentaría a él, lo

desafiaría, aceptaría y amaría por el hombre autoritario que él sabía que era? En

ese preciso momento no sabía ni le importa de verdad, sólo sabía que necesitaba

a Jennifer; necesitaba a su compañera de vuelta en sus brazos donde estaría a

salvo. Y tan pronto como la encontrara, la encadenaría a su lado para que nunca

estuviera fuera de su vista de nuevo.

Se rió para sus adentros. Sí, me gustaría verme tratar de encadenarla,

pensó, y sonrió aún más amplio. Aunque, probablemente mi compañera

disfrutaría estar encadenada.

Decebel se frotó las manos en su rostro, dejando a un lado sus

pensamientos acerca de Jennifer mientras se ocupaba de la cuestión en sus manos.

Fane, Skender, Dillon y Boain se detuvieron junto a la gran multitud en

dos Hummers negras y dos furgonetas.

—Excelente. —Jacque sonrió mientras veía a los cuatro hombres a salir de

los vehículos.

Decebel ondeó su mano a los Alfas de las otras tres manadas.

D

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—Cada uno de ustedes tome un vehículo y comiencen a transportar sus

manadas hasta el pueblo. Vean si pueden encontrar un lugar lo suficientemente

grande para todos nosotros, o un par de lugares, si eso es lo mejor que podemos

hacer. Dillon, toma un vehículo también y lleva a tu manada montaña abajo. —

Los Alfas Húngaro y Búlgaro asintieron y se marcharon, gritando órdenes a sus

manadas, mientras Dillon empezaba a dar órdenes a la suya.

Decebel se volvió hacia Sorin.

—Lleva a Vasile y a Alina en el vehículo primero. Luego a las hembras,

con un macho para cada vehículo. Ten a Dorin conduciendo. El resto de los

hombres se quedarán aquí conmigo y esperaran su regreso.

—Estoy en ello. —Sorin asintió y luego se volvió a Skender—. Ayúdame

con Vasile y Alina. No estoy seguro que estén lo bastante listos para caminar por

su cuenta. No ayudes a Vasile a menos que sea absolutamente necesario. Él no

va a querer parecer débil.

—Quiero quedarme con Fane —dijo Jacque a Decebel.

—Con el debido respeto, Jacque, no tienes una mayor jerarquía que yo,

todavía —le dijo Decebel con firmeza.

Fane jaló a Jacque a un lado.

—Debes ir, amor. Cuida de las hembras, mientras que mi madre está débil.

Jacque frunció los labios mientras sus ojos se estrechaban.

—Si dejas que algo te suceda voy a estar enojada. No digas que no te lo

advertí.

Fane sonrió mientras se inclinaba hacia delante y la besaba en la frente.

—Me considero advertido. Conoce que esos sentimientos van en ambas

direcciones, Luna. Cuídate.

Jacque echó los brazos alrededor del cuello de Fane, tirando de él

firmemente.

«Te amo», susurró en su mente.

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«Es bueno escucharlo, porque tengo la intención de mantenerte por

bastante tiempo», bromeó Fane, tratando de mantener ligero el momento.

Jacque le sacó la lengua cuando se separaron. Fane le guiñó un ojo, orando

que estuvieran a salvo mientras se dirigía hacia el Hummer y subía detrás de Sally.

Decebel, Fane y Costin vieron como los cuatro vehículos, cargados más

allá de su capacidad, se dirigieron montaña abajo.

Decebel sintió un escalofrío atravesarlo mientras la temperatura parecía

bajar de forma antinatural. Miró en dirección a la mansión en llamas. Frunció el

ceño al recordar cómo había visto al fuego engullir y devorar la estructura.

Definitivamente no es natural, pensó.

—Sorin —llamó Decebel a su compañero de manada—. Eres más viejo

que yo. —Sorin asintió—. ¿Qué sabes de la magia negra?

El rostro de Sorin palideció al mirar justo a la derecha de los ojos de su

Beta, para no desafiarlo.

—Proviene de brujas. —La voz de Sorin era tensa.

—Pensé que esos eran sólo cuentos —comentó Decebel, recordando las

historias que otros compañeros de manada compartían. Era muy parecido a

contar historias de fantasmas, solo que los fantasmas eran brujas que podían

maldecirte para tener tres ojos o quedar sin lengua.

—Siempre hay algo de verdad en los cuentos —le dijo Sorin.

Costin y Fane ahora estaban escuchando con atención.

—¿Por qué quieres saber sobre las brujas y la magia negra? —le preguntó

Fane a Decebel.

—Había algo detrás de ese fuego. Podía sentirlo, como aceite corriendo por

mi piel. Era grasiento y espeso.

Fane asintió.

—Estoy de acuerdo en que algo estaba en el aire. Algo maligno.

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—No ha sido documentada una bruja en siglos. —Sorin estaba sacudiendo

la cabeza—. E incluso cuando hubo brujas, estaba… está, prohibido para las

manadas emplearlas o buscar su ayuda.

—Bueno, es bastante obvio que Thad no está realmente obedeciendo la ley

de la manada. Intentó matar a nuestro Alfa y mi compañera, después de todo —

gruñó Decebel entre dientes.

Los lobos esperando por el regreso de los vehículos se apiñaron con sus

compañeros de manada, buscando consuelo entre ellos. Decebel sintió el

escalofrío de nuevo. Algo estaba mal.

Algo estaba viniendo.

* * *

—Quiero al engendro de Vasile aplastado en nada. —Thad se paseaba por

el bosque un kilómetro detrás de la mansión en llamas—. Sólo es un cachorro y

ya ha encontrado a su compañera. ¡He estado esperando siglos!

Thad se volvió para mirar a la mujer que sostenía sus manos hacia el fuego,

murmurando en voz baja. Desdémona, o Mona, para abreviar, era una bruja muy

poderosa. Una bruja que su manada había empleado durante varios siglos. Ella

era la personificación del mal. Incluso su nombre, Desdémona significaba “del

diablo”, testificando la oscuridad de su alma. Thad miró y esperó mientras ella

continuaba llevando la mansión a su destrucción total.

De repente, ella dejó caer los brazos y se volvió hacia él, perforándolo con

sus ojos, uno azul, uno negro, ambos llenos de malicia. Tenía el cabello largo,

negro como la noche, con una franja de color blanco cerca de su cara. Aparte de

los ojos raros, era una mujer hermosa, una hermosa mujer que cortaría tu corazón

y se lo daría de comer a los lobos si te le atravesabas.

—Ya te lo he dicho antes, Thad, no puedo matar a distancia sin el alma del

que quieres muerto. —Sonaba exasperada, como si hablara con un niño molesto.

—¿Qué puedes hacerle? Seguramente una bruja de cuatro siglos de

antigüedad puede hacer algo —se burló Thad.

—¡Cuidado, lobo! —susurró Mona—. Trabajo para ti, pero no voy a ser

insultada.

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—Mis disculpas. —Thad inclinó la cabeza y supo que sus palabras y

postura la habían calmado.

—Así que, ¿estás enojado porque tiene una compañera siendo tan joven?

—preguntó ella.

—Enojado es decir poco. Si no puedes matarlo, aléjala de él.

Mona caminó un lento círculo alrededor de Thad, los brazos cruzados

sobre su pecho mientras hojeaba las maldiciones en su mente. Thad vio una

sonrisa, tan malvada que podría hacer que los demonios del infierno se

acobardaran, extenderse a través de su malvada, aunque hermosa, cara.

—Tengo justo la maldición para encargarnos de nuestro pequeño lobezno.

—Mona se frotó las manos juntas mientras sus ojos empezaban a brillar—.

Nutrea uitat, amado olvidado, una maldición que eliminará sus recuerdos más

preciados y lo devolverá al peor día que jamás haya vivido.

—¿Qué pasa si el peor día que jamás haya vivido fue cuando estaba con la

mestiza? —preguntó Thad.

—Ella es su recuerdo más preciado. Será borrada de su mente porque ella

supera todo. Así que con ella fuera, su mente volverá a un momento antes de

conocer a su compañera que fuera horrible para él —explicó Mona, pero el tono

de su voz dejó en claro que no le gustaba tener que hacerlo—. Ahora, necesito

que te mantengas en silencio. —Miró a Thad hasta que él levantó los brazos en

señal de rendición y dio un paso atrás, apoyándose contra un árbol.

Mona se volvió hacia la mansión de nuevo y comenzó a buscar las fuerzas

vitales de aquellos cerca. Podía sentir un fuerte jalón más allá de la mansión. Las

manadas, decidió. Habían huido en dirección opuesta y estaban esperando.

Sonrió para sus adentros. Las brujas se habían borrado de la mente de los Canis

lupis hace mucho tiempo. Los lobos temían la magia y trataban de ignorarla,

pensando que simplemente desaparecería.

No somos tan fácilmente olvidadas, pensó. Les recordaré a los lobos, quién

ejerce el poder y a quiénes deben inclinarse.

Mientras se centraba en el poder de los lobos comenzó a cantar.

“Tierra, agua, viento y fuego,

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Presten atención a mis palabras, cumplan mi deseo.

Encuentren aquel cuyo nombre es Fane,

Búsquenlo, hagan su reclamo.

Aten sus recuerdos, pocos atesorados,

Regrésenlo a sentir el dolor de nuevo.

En su mente, misterios destapados,

Arranquen a la compañera que ha descubierto.

Tierra, agua, viento y fuego,

Escúchenme ahora, hagan como yo deseo.”

Mona siguió concentrándose, esperando que su hechizo impactara a su

blanco.

—¿Funcionó? —preguntó Thad impaciente.

—¡Shh! —gruñó Mona—. Voy a sentir cuando lo alcance.

Los segundos pasaron. El viento comenzó a levantarse y el cabello de

Mona comenzó a azotar alrededor de su cara. Sus ojos brillaron y la oscuridad

pareció envolverla en un manto, acariciándola, abrazándola como un amante.

Cerró los ojos una vez más mientras un trueno resonaba a través del cielo. Luego

dejó escapar un gruñido atemorizante.

—¿No funcionó? ¿Qué pasó? ¡Habla, bruja! —gruñó Thad.

—Su Beta lo protegió. —Mona habló con los dientes apretados—. De

alguna manera escuchó el hechizo en el viento. Él no debería haber sido capaz de

hacerlo.

—¿Qué vas a hacer ahora? ¿Se puede enviar otro hechizo a Fane?

—Malditos lobos. —Mona se giró a Thad—. Hay leyes que atan nuestra

magia. No podemos hacer lo que sea que queramos, lobo. La maldición golpeó

al Beta en su lugar. ¿Dijiste que estaba acoplado?

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—Sí, pero traté de asesinar a su compañera. No sé si está muerta de verdad,

pero no lo creo. De la forma en que habló en esos últimos momentos en la

mansión, ella todavía estaba viva pero herida.

—Entonces, ¿quieres a la compañera del Beta muerta también? Maldito

lobo. ¿Quieres a todas sus compañeras asesinadas?

Thad le gruñó.

Mona negó con la cabeza.

—Sólo espera.

Empezó a pensar en voz alta, trabajando a través de las posibilidades.

—Ahora el Beta ya no recuerda a su compañera. Justo ahora, él debería

estar despertando. Recordará el peor día de su vida y va a pensar que hoy es ese

día. No puedo maldecir a Fane ahora mismo. Ni siquiera yo tengo el poder de

mantener dos maldiciones como esta. Malditas las leyes del destino con las que

me han atado. Podría maldecir al Beta de nuevo para asegurarme que su

compañera nunca sea encontrada… —Golpeó su labio con su uña larga—. Hmm.

Eso tiene posibilidades. Si el Beta no puede encontrar a su compañera, entonces,

el Alfa asignará a su hombre más confiable a la caza. Eso los dejaría expuestos y

vulnerables. —Mona sonrió y se volvió hacia Thad—. El Beta será el único lobo

capaz de encontrar a su compañera —anunció.

—¿Cómo eso va a ayudar? —Thad frunció su frente.

—No va a recordar quién es, tontito —le dijo, esperando a que consiguiera

la obviedad de la situación.

—¿Y? —Thad se encogió de hombros.

Mona se quejó.

—¿Me estás tomando el pelo? El universo desperdició una perfectamente

buena cantidad de energía en tu vida —murmuró—. Como su compañero, él sería

capaz de usar su vínculo para encontrarla. Si no la recuerda, ni siquiera recuerda

su esencia. Incluso si todavía puede escucharla a través del vínculo, no va a

confiar en la voz. Él no sabrá que ha conocido a su compañera.

Thad hizo un gesto de “Oh” con su boca.

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—No tenemos que preocuparnos por el vínculo. Aunque estoy convencido

de que son compañeros, no había señales de apareamiento —le dijo.

—Excelente. Así que, el único lobo que puede encontrarla no puede

recordarla. —Mona se restregó las manos juntas como si limpiara la suciedad de

ellas—. Eso se encargará de una compañera.

—¿Qué hay de las otras? —preguntó Thad.

—Vasile tendrá a sus lobos de mayor confianza buscando a la compañera

del Beta. Eso significa que estarán por debajo de la protección de la manada.

Susceptibles. Me dará tiempo para trabajar en algunos hechizos especiales para

nuestro pequeño príncipe. —Ella sonrió con picardía.

Thad se estremeció.

—Me das escalofríos a veces.

—Eso es muy malo. Estaba de humor para cariñitos con la maldición y los

asesinatos. —Mona lo desestimó con la mano—. Dame el nombre del Beta y su

compañera y luego quédate en silencio.

—Decebel y Jen —le dijo Thad mientras volvía a su posición contra un

árbol.

Una vez más, Mona buscó las fuerzas vitales. Específicamente, se enfocó

en la que estaba llena de confusión.

Tan pronto como lo sintió, su lucha, confusión, dolor e ira rodó sobre ella.

—Ahí estás, pequeño lobito —murmuró. Centrada en el Beta, comenzó:

“Tierra, agua, viento y fuego,

Presten atención, cumplan mi deseo.

Siguiendo la maldición dada este día,

Continúa atando con lo que digo.

Decebel, Beta, pareja de Jen,

A pesar de que es, fuerte como diez,

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Desentraña lo que su suerte ha tejido,

Debía él buscarla, déjalo vagar.

Ningún vínculo dominará lo que he forjado,

Ninguna compañera va a encontrar si es buscada.

Tierra, agua, viento y fuego,

Vayan ahora, cumplan mi deseo.”

Sonrisas malvadas estiraron los labios de Mona y Thad cuando momentos

después se oyó un aullido tan lleno de dolor que hizo a los vellos de sus brazos

erizarse.

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Traducido por LizC

Corregido por Nanis

ecebel cerró los ojos y trató de no prestarle atención a los

compañeros de manada a su alrededor. Había algo en el viento…

como un susurro. Usando su audición de lobo, escuchó con

atención.

Ahí.

Ahí estaba… un canto de algún tipo. Las únicas palabras que pudo

descifrar eran algo así como: “aten sus recuerdos”, y luego oyó el nombre de

Fane. En ese momento, Decebel sintió que su lobo empujó, una necesidad

primitiva de proteger a su príncipe impulsándolo adelante. Un trueno retumbó en

el cielo. Antes de que su mente humana pudiera incluso pensar, Decebel saltó en

frente de Fane. Un rayo de luz sobrenatural golpeó a Decebel en el pecho. La

oscuridad lo consumió. Las luces se apagaron.

Fane vio como su Beta, quien acababa de saltar delante de él, cayó al suelo.

Sorin, Fane, y Skender todos tomaron posiciones defensivas, escudriñando en la

noche oscura, buscando el enemigo.

—Sorin, ¿qué le pasó? —llamó Fane.

—Magia negra —gruñó Sorin—. Él ha sido golpeado con una maldición.

—¿Qué clase de maldición?

—No lo sabremos hasta que despierte. —Sorin se volvió hacia Costin,

quien gruñó mientras miraba a su Beta inconsciente en el suelo—. Costin, toma

la posición de Skender. Skender, Boain y Fane, rodeen a Decebel. Podría

despertar salvaje y necesitar ser sometido. Fane, como heredero de Vasile tú

puedes hacer uso de su poder, al igual que Decebel puede. Hazlo si se torna

incontrolable… no podemos tener a un lobo salvaje con su fuerza corriendo por

ahí.

D

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25

Los hombres se movieron siguiendo las órdenes de Sorin, contentos de

tener un trabajo que hacer a medida que sus lobos empujaban a tomar medidas.

Justo cuando Decebel comenzó a moverse otro destello de luz golpeó su

pecho, empujándolo hacia atrás en el suelo.

La manada entera, así como los miembros de las tres manadas que

quedaban esperando, comenzaron a protestar y gruñir.

—¡No cambien! —gruñó Sorin cuando empezó a ver las garras y los

colmillos de sus compañeros de manada descendiendo.

La noche permaneció tranquila salvo por los gruñidos constantes. Cada

lobo estaba alerta, listos para cualquier cosa que pudiera venir a ellos.

Varios minutos pasaron y Decebel comenzó a removerse de nuevo. Fane y

Skender lo ayudaron a sentarse.

De repente, su cabeza giró bruscamente y los lobos vieron sus ojos

brillantes y los caninos largos. Él alzó los ojos al cielo y dejó escapar un aullido

atormentado. El poderoso dolor audible que llenó la noche puso a todos los lobos

de rodillas. Aullidos salieron arrancados de sus pechos y sollozaron junto a su

Beta, aunque no sabían por qué.

El aullido murió y Decebel se alzó en cuclillas.

—¡Cosmina! —gruñó. Miró a Skender, luego a Sorin—. ¿Unde este sora

mea? Am privit-o cum moare. Am tinut-o în brațe acum câteva momento.

(¿Dónde está mi hermana? La vi morir. La sostuve entre mis brazos hace unos

momentos.).

Sorin miró a Decebel, con el ceño fruncido mientras trataba de entender lo

que el Beta estaba diciendo.

—¿Por qué está preguntando por su hermana? —preguntó Fane.

Decebel le gruñó. Sorin se puso delante de Fane, instintivo de su parte para

proteger al lobo quien había estado a su cargo durante tanto tiempo.

—¿Ce știi despre sora mea, lupușor? (¿Qué sabes de mi hermana,

cachorro?) —le gruñó a Fane. Sus ojos seguían brillando.

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El lobo de Fane, siendo dominante también, empujó hacia delante para

afrontar el reto. Sus ojos comenzaron a brillar también. Un gruñido bajo retumbó

en su pecho.

—Fane, él sigue siendo tu Beta —le recordó Sorin.

Fane cerró los ojos y atrajo su lobo de vuelta. Tomando respiraciones lentas

y profundas, calmó a la bestia que le exigía demostrar su fuerza.

Sorin, evitando el contacto directo con los ojos, siguió viendo hacia

Decebel.

—Decebel, ¿entiendes lo que te estoy diciendo? —preguntó en español.

Era evidente que algo había pasado a la memoria de Decebel.

Decebel entrecerró los ojos ante Sorin.

—Sí, te entiendo —logró decir. Finalmente, se puso de pie, el cuerpo tenso,

las piernas abiertas, listo para la acción—. Te preguntaré de nuevo, Sorin, ¿dónde

está mi hermana? ¿Quién diablos son todos estos otros lobos?

Sorin relajó su postura, tratando de dejar ver a Decebel que no lo estaba

desafiando.

—Ha pasado un siglo desde que tu hermana murió.

Decebel gruñó y, moviéndose más rápido de lo que el ojo podía seguir,

agarró por el cuello a Sorin.

—¡Mientes! Sé lo que acaba de suceder. Siento el dolor de ella corriendo

por mis venas, incluso ahora. ¿¡EN DÓNDE ESTÁ!?

Sorin levantó la mano para hacer retroceder a los lobos que se estaban

acercando lentamente para defenderlo.

—Decebel, tú me conoces. Somos compañeros de manada. ¿Alguna vez te

mentiría?

Decebel escuchó a Sorin mientras sostenía la mirada del lobo, buscando

cualquier engaño. Finalmente lo soltó y dio un paso atrás.

Sorin se contuvo antes de caer al suelo. Enderezando su ropa, habló con

seriedad, pero con calma.

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—Decebel, creo que has sido maldecido. Estamos en el año 2010. Hemos

sido atacados por el Alfa de Serbia y creemos que él está usando una bruja. Dos

potentes luces te golpearon en el pecho y te noquearon. No sabemos de qué se

tratan las maldiciones, pero tenemos a una sanadora gitana que podría ser capaz

de descifrarlo.

Decebel se dio la vuelta, cerrando a Sorin con sus ojos color ámbar.

—¿Una sanadora gitana? ¿Desde cuándo tenemos una sanadora gitana?

—Eso es lo que estoy tratando de decirte. No es 1910, es 2010. Cien años

han pasado desde la muerte de Cosmina.

—¿Cómo puede ser eso? —preguntó Decebel, sin hablar con ninguna otra

persona—. Y, sin embargo, incluso mientras estoy aquí de pie, recuerdos llenan

mi mente que sólo podrían ser después de su tiempo. Conozco las cosas que

existían en 1910. —Empezó a pasearse mientras trataba de resolver la confusión

que enredaba sus pensamientos—. Pero también conozco todas las cosas que se

han creado desde entonces. ¿Por qué siento que hoy es el día en que murió? Cada

emoción en estado puro; cada sacudida de dolor; cada letal rayo de ira. Siento

todo eso como si hubiera acabado de suceder.

Nadie respondió al monólogo de Decebel, mirándolo con ojos cautelosos.

—Nuestro aventón está aquí —habló Costin, y todos se volvieron para ver

a las dos Hummer y dos furgonetas estacionarse.

Sorin volvió a mirar a Decebel para ver su reacción. Después de oírle decir

que tenía recuerdos de lo que había sucedido tras la muerte de Cosmina, Sorin no

estaba seguro de cuáles cosas serían nuevas para él. Pero Decebel no actuó

sorprendido o confundido por los vehículos modernos.

Sorin se acercó más a su Beta a medida que los otros lobos comenzaron a

subirse en los autos.

—Sé que estás confundido y dolido, pero has confiado en mí desde que

éramos crías. Por favor, confía en mí ahora. Puedo llevarte a Vasile y Alina.

La cabeza de Decebel se alzó rápidamente.

—¿Los Alfas están aquí?

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Sorin asintió.

—Iré contigo.

Decebel apretó los dientes mientras seguía a Sorin hasta los vehículos.

Mientras subía, reconoció a Skender, Dorin, Boain, y Anton. Antes, había

reconocido a algunos otros: Emilian, Ciprian y Stellion.

Hizo caso omiso de los lobos que no reconoció. Podía sentir su dominio

sobre ellos. Ellos no eran ninguna amenaza.

—¿Dónde estamos?

—Hemos estado en los Alpes de Transilvania durante casi una semana.

Tuvimos un encuentro multi-manadas —respondió Sorin.

La frente de Decebel se arrugó mientras fruncía el ceño. Imágenes llenaron

su mente, imágenes con agujeros negros en ellas.

—¿Por qué recuerdo esto?

—¿Qué recuerdas? —le habló Skender a su Beta por primera vez desde que

Decebel había recuperado la conciencia.

—Recuerdo haber estado aquí. Recuerdo luchar con algunos lobos de la

manada de Serbia, pero no sé por qué. Recuerdo que me encerraron, pero no

puedo recordar por qué. Hay estos oscuros espacios en blanco en mi memoria. —

La voz de Decebel fue constante, aunque sus palabras se convirtieron en lacónicas

a medida que su frustración aumentaba—. ¿Por qué no recuerdo algunos de estos

lobos con nosotros? Puedo oler que son de la manada, pero no tengo ningún

recuerdo de ustedes.

—Me gustaría tener respuestas para ti, Beta. Pero estoy tan perdido como

tú —admitió Sorin.

Decebel se puso rígido.

—Yo no soy tu Beta, Sorin.

—Sí, lo eres. Te convertiste en nuestro Beta poco después de la muerte de

tu hermana —ofreció Skender.

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—No tengo ningún recuerdo de eso. Seguramente me acordaría de algo tan

importante como eso —gruñó Decebel.

El vehículo se quedó en silencio después de sus palabras, el único sonido

era el zumbido del motor a medida que viajaban por la montaña hasta el pueblo.

Decebel miró por la ventana hacia la oscuridad… se sentía uno con esa oscuridad.

Los lugares vacíos en su interior, y este dolor inexplicable que lo estaba

desgarrando por la mitad, lo arrastraban fuera de la luz. Cerró los ojos, en busca

de cosas que ni siquiera sabía que había perdido. Pero podía sentir que algo se

había ido. Algo muy importante y sagrado para él se había ido.

Cuando llegaron a la aldea, Sorin vio a Jacque y Sally de pie delante de un

gran edificio. La falta de luz en la calle dejaba al cielo brillando con un centellear

de estrellas tan lejos como el ojo podía ver en todas direcciones. El edificio, una

taberna, era de dos pisos y tenía un techo inclinado agudamente que brillaba por

la nieve.

Cinco chimeneas sobresalían con orgullo desde el techo y el humo se

elevaba de ellas, desapareciendo en el cielo de la noche fría. Las cuatro ventanas

en el segundo piso parpadeaban con luz, muy probablemente debido a las

lámparas de aceite ardiendo o a velas encendidas, haciendo evidente que esta

ciudad no tenía electricidad. El primer piso se jactaba de un gran porche cubierto

con dos sillas de mimbre frente a frente. Al lado de las sillas, dos bancos de

madera desgastados estaban puestos a ambos lados de la gran puerta que permite

el acceso al interior. Un letrero colgado del techo exponía el nombre de la taberna

“Cîrciumă1”.

Muy original, pensó Sorin. Sus ojos recorrieron de nuevo a las dos chicas

acurrucadas juntas para mantener el frío a raya. Saludaron a los vehículos

acercándose.

Después de salir del auto, Fane se acercó a Sally y Jacque. Necesitaba

informarlas brevemente antes de que pudieran provocar a Decebel con sus

observaciones abrasivas habituales.

Las bocas de Sally y Jacque cayeron abiertas a la vez mientras sus ojos se

posaban en su Beta. Notaron su rostro excesivamente sombrío y sus ojos

1 Cîrciumă: del Rumano al español, Taberna.

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ensombrecidos. Fane rápidamente les explicó lo que había sucedido, pero

abandonó el tema cuando Decebel se acercó.

—Hay una gran sala de reunión en la parte de atrás —le dijo Jacque a

Fane—, pero estábamos esperando permanentemente aquí de pie. ¿No hay otro

grupo en camino?

Fane asintió mientras Decebel los pasaba. Una vez que estuvo fuera del

alcance del oído, Fane continuó.

—Habríamos esperado ser los últimos en venir, pero Decebel es peligroso

en estos momentos. Teníamos que conseguir traerlo hasta aquí. —Sus ojos se

posaron en Sally, quien dio un paso atrás al ver la mirada que él le estaba dando;

una mirada que decía que estaba a punto de dejar caer una bomba en su regazo—

. Necesitamos que trabajes tu magia en él. No sabemos lo que pasó. Sorin piensa

que es una maldición.

—¿Qué magia? Yo no tengo magia. —Los ojos de Sally se abrieron—.

¿Cómo voy a saber qué hacer?

Jacque tomó la mano de su amiga.

—Cada vez que has necesitado saber algo, tu cerebro gitano te lo ha

facilitado. Confía en tu don.

Sally respiró hondo y soltó el aire, desinflando sus mejillas mientras el aire

abandonaba sus pulmones.

—Está bien. Manos a la obra —dijo armándose de valor.

—Esa es mi pequeña soldado gitana. —Jacque le guiñó un ojo.

—Soldado gitana, ¿en serio? —Sally puso los ojos en blanco.

—Cuando Jen vuelva dejaré que se haga cargo de los apodos e insultos.

Pero en este momento creo que hubiera querido que yo me encargue por ella —

bromeó Jacque. Ella y Sally habían decidido hablar de Jen en el presente y con

una actitud positiva, como si fuera a regresar en cualquier momento. Sentían que

tal vez si se esforzaban por un resultado positivo este iba a suceder. Pensar en la

alternativa no era una opción.

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—Me parece bien. —Sally asintió a medida que se volvía para seguir a los

otros lobos en la taberna.

Ella, Jacque y Fane fueron los últimos en entrar en la sala de atrás.

Lámparas de aceite encendidas colgaban de las paredes, creando un suave

resplandor misterioso. El fuego en la gran chimenea de piedra crujía y saltaba

mientras la madera ardía con llamas de color naranja brillante.

Jacque se dio cuenta que las manadas habían creado un semicírculo, frente

a Vasile y Alina en la parte delantera de la sala.

Luego observó a Decebel de rodillas ante ellos, los hombros caídos hacia

delante, con la cabeza inclinada.

—¿Qué está pasando? —le susurró a Fane, deliberadamente no usando su

vínculo de modo que Sally pudiera oír.

—Está pagando lealtad a su Alfa. No recuerda que él es nuestro Beta.

Jacque se quedó sin aliento.

—Es una broma.

—Me temo que no, amor —respondió Fane mientras guíaba a las dos

chicas a través de la multitud. A medida que se acercaban dentro del rango

escucharon las palabras suaves de Decebel.

—Yo renuncio a mi derecho como Alfa y al hacerlo, se disuelve la manada

Rumana del Oeste. Creo que debemos fusionar nuestras manadas y ser una, como

usted la ha llamado… Los Lobos Grises Rumanos. Elijo ser su segundo, para

apoyarlo y a nadie más. Lo protegeré con mi vida; voy a proteger a mi Luna ante

todos los demás, como usted ha mandado; protegeré la manada; voy a ser fiel;

voy a ser humilde en este papel con el que me honra. ¿Acepta mi lealtad?

—Decebel, mírame —le dijo Vasile suavemente.

Decebel levantó la cabeza y miró al hombre que lo había asesorado y lo

amaba como a un hijo.

—Sé que no te acuerdas, pero yo ya te he aceptado. Has sido mi Beta

durante un siglo.

Decebel comenzó a negar, el brillo en sus ojos estaba lleno de incredulidad.

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—Tienes que confiar en mí, al igual que has confiado en Sorin. ¿Acaso te

mentiría? —La pregunta también era un desafío. Si Decebel discrepaba,

esencialmente llamando a su Alfa mentiroso, estaría sujeto a disciplina, o incluso

un desafío.

—Sé que usted nunca me mentiría —concedió Decebel.

—¿Vas a permitir que nuestra sanadora te examine?

Decebel asintió una vez.

Vasile se dirigió a los tres Alfas que se encontraban a su izquierda.

—Les voy a pedir que por favor lleven a sus manadas arriba. Hay varias

habitaciones grandes disponibles.

Dragomir y Víctor empezaron a sacar sus lobos.

Dillon dio un paso adelante.

—¿Me necesitas para algo?

Vasile negó.

—Gracias por la oferta, pero en este momento, se trata de un problema de

manada. Voy a hablar contigo, Dragomir, y Víctor un momento después para

discutir sobre el mejor curso de acción para sus manadas. Sé que tu hija está aquí,

Dillon, pero ella es parte de nuestra manada. Somos responsables de ella ahora.

Dillon asintió.

—Lo sé. Eso no lo hace más fácil.

—Entiendo.

Dillon llevó su manada afuera y cerró la puerta detrás de él, todo el tiempo

tratando de aceptar que su papel aquí puede que simplemente hubiera terminado.

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Traducido por LizC

Corregido por NayeliR

asile se puso de pie, más de su fuerza regresando a cada minuto.

—Sally, ven hacia adelante.

Sally dio pasos tentativos hacia el frente de la sala y tomó

una posición próxima a Decebel. No escapó a la atención de Vasile que Costin se

movió entre la manada, siguiendo la progresión de Sally a la parte delantera.

—Todos los demás tomen asiento. En el piso si no hay suficientes sillas.

Como Vasile había esperado, los lobos dominantes permanecieron de pie,

así como lo hicieron sus compañeras.

Sally miró a su Alfa.

—Realmente no sé lo que estoy haciendo, así que sólo voy a tocarlo como

lo hice contigo.

Vasile asintió.

—Decebel. —La voz de Sally fue tentativa.

Decebel volvió su mirada ámbar en ella, y aunque Sally sabía que él no se

acordaba de ella, todavía era impactante ver la falta de reconocimiento en sus

ojos.

—¿Puedo poner mi mano sobre tu corazón?

Él se puso de pie, elevándose sobre la pequeña sanadora.

—Puedes hacerlo.

Sally se acercó y puso su pequeña mano sobre el corazón de Decebel. Ella

no se sorprendió por la fuerza que sintió en sus músculos o la forma en que se

tensaron mientras hacía contacto.

V

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34

Cerró los ojos y dejó que la fuerza conocedora dentro de ella se hiciera

cargo. Vio oscuridad. Una entidad fluyendo por las venas de él, moviéndose a

través de su cuerpo hasta llegar a su cerebro, donde creó una película sobrenatural

viscosa. Sally metió la mano en la oscuridad, buscando su origen, su propósito.

Ella se quedó sin aliento al sentir la intención malvada detrás de ella. Una

maldición.

No, pensó Sally. No una maldición. Dos maldiciones. Ella empujó contra

ellas y brevemente sintió la magia detrás de la misma; una magia negra destinada

a destruir recuerdos. No sólo cualquier recuerdo, sino recuerdos preciados,

recuerdos que alteran la vida.

Sally no podía creer lo intrincado de las maldiciones. La segunda

maldición ligaba a Decebel como el único lobo capaz de buscar a Jen. Se preguntó

por qué la persona que lo maldijo elegiría al compañero de Jen como el único

capaz de encontrarla. Podía seguir su rastro, ¿cierto?

Recuerdos preciados, recordó. Decebel no recuerda a su compañera.

Sally sintió el dolor del lobo como si su propia alma buscara el consuelo de

su compañera. A medida que Sally siguió mirando más profundamente en su

inconsciente, vio que los recuerdos aún estaban allí, pero estaban confinados.

Entonces se encontró con algo que no esperaba.

La maldición era para Fane.

Sally apartó la mano, se derrumbó, y hubiera golpeado el suelo si Costin

no hubiera, de alguna manera, estado allí para atraparla. Ella se llevó la mano a

la cabeza, sintiendo la oscuridad retroceder de su propia mente.

Costin le ayudó a ponerse de pie y mantuvo las manos en su cintura hasta

que estuvo seguro de que ella se mantenía estable. Ella lo miró, con el ceño

fruncido. Él sonrió y le guiñó un ojo mientras daba un paso hacia atrás.

Sally negó con la cabeza pensando que era extraño que Costin hubiera

estado allí para atraparla. Vasile se aclaró la garganta, atrayendo su atención

hacia él.

—Es una maldición. Bueno, en realidad, son dos maldiciones —comenzó

ella—. Voy a tratar de describir esto lo mejor que puedo. Es un poco complejo.

—Miró a Vasile, esperando a ver si tenía algo que decir.

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Él asintió, indicándole que continuara.

—Bien, entonces. La primera es una especie de maldición de recuerdos

atados. De lo que pude ver ésta ha confinado los buenos recuerdos de Decebel. Y

por buenos, me refiero a sus recuerdos más preciados y culminantes. Así que lo

mundano, cotidiano, las cosas aburridas permanecen ahí.

—¿Acaba de decir cosas aburridas? —murmuró Jacque.

Fane la golpeó ligeramente en su trasero.

—Compórtate.

—Sólo estoy diciendo. A Jen le habría encantado eso —dijo con aire

ausente.

Sin hacer caso, Sally continuó.

—Parece ser que la maldición comenzó a confinar sus buenos recuerdos

desde el día de la muerte de su hermana. Mi conjetura es que ella quería que

olvidara a su compañera. Cualquier cosa importante en la vida de Decebel que

fuera positivo se ha ido. Es por eso que no recuerda convertirse en tu Beta; es por

eso que no se acuerda de los nuevos compañeros de manada. Me imagino que no

recuerda ningún acoplamiento tampoco. El hecho más importante, me gustaría

señalar, es que ella le hizo olvidar a su compañera.

Toda la sala se quedó sin aliento. Cada uno de ellos entendiendo la

implicación de algo tan importante como esencialmente la pérdida de su

compañera. Si Decebel no recordaba a Jen, ¿qué le habría hecho eso a ellos y su

vínculo? Más importante aún, ¿cómo iban a encontrarla?

—La siguiente maldición es donde se pone más complicado. La maldición

hace a Decebel el único capaz de encontrar a Jen. Es casi como si ella estuviera

atada a la manada a través de él. Además, tengo que decirte Vasile, que la primera

maldición tenía el nombre de Fane en ella. Decebel bloqueó a Fane con su cuerpo

y fue golpeado con ella.

Jacque se abrazó a Fane.

—No sé lo que haría si no me pudieras recordar —susurró ella.

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—Probablemente me golpearías hasta que recordara —bromeó Fane,

aliviando la tensión en su compañera.

Jacque resopló.

—Me conoces tan bien.

Vasile se acercó a su Beta y lo envolvió en un abrazo.

—Nici un cuvânt nu-mi poate exprima gratitudinea pentru că mi-ai protejat

fiul, (No tengo palabras para expresar mi agradecimiento hacia ti por proteger a

mi hijo). Vamos a arreglar esto, Decebel. No nos vamos a detener hasta que

tengas tus recuerdos de vuelta y Jen esté a salvo a tu lado.

Decebel se apartó del abrazo.

—¿Quién es Jen?

—Ella es tu compañera.

—Yo no tengo una compañera. No me importa la maldición… no hay

ninguna manera en el infierno que algún lobo pueda olvidar a su compañera. —

Decebel negó con la cabeza.

Mientras observaba al compañero de su mejor amiga negarla, Jacque no

pudo detener la lágrima que se deslizó por su mejilla.

—Decebel, te lo estoy diciendo, tú tienes una compañera. Nunca diría una

cosa así si no fuera verdad —imploró Vasile.

Sorin habló.

—Tienes una compañera. Ella es toda una fiera que te vuelve loco.

Otros miembros de la manada empezaron a asentir con la cabeza, tratando

de convencer a su Beta.

Decebel continuó alejándose de la manada hacia la puerta. Tenía que salir

de allí. No podía soportar el peso de sus miradas.

—¡NO TENGO COMPAÑERA! —gruñó y se volvió, saliendo

furiosamente por la puerta. La multitud se separó, algunos tropezando para salir

del camino del furioso Beta.

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Sally y Jacque saltaron cuando la puerta se cerró de golpe tan fuerte que

hizo temblar las paredes.

Fane envolvió sus brazos alrededor de su compañera y la atrajo hacia sí. A

través de sus lágrimas le oyó susurrar:

—No me puedo imaginar el dolor que debe estar sintiendo por dentro,

incluso si él no sabe por qué. ¿Y si nunca se acuerda?

Fane frotó la espalda de Jacquelyn, tratando de calmarla.

—No nos vamos a rendir hasta que lo haga.

En ese momento, las lágrimas volvieron con toda su fuerza.

—¿Qué pasa con Jen? ¿Cómo vamos a encontrar a Jen?

Sally se acercó, las lágrimas corrían por su rostro también.

—Sólo la pérdida del recuerdo de ella le está rasgando su alma a pedazos.

Cynthia, Crina y Costin se acercaron y rodearon a los otros tres. Costin vio

las lágrimas correr por el rostro de Sally y sintió que algo dentro de él se rompió.

Él se acercó y le tomó la mano. Le dio un apretón reconfortante y luego la

dejó ir, porque no quería incomodarla. Sally lo miró con los ojos rojos e

hinchados. Su expresión le dijo que ella apreciaba el gesto.

Jacque se apartó de Fane y se volvió a Cynthia y Crina.

—¿Dónde han estado? —preguntó secándose los ojos. Se dio cuenta que

ella no las había visto desde que salieron de las Hummers.

—Vasile nos envió a hablar con el dueño de la taberna sobre quedarnos

aquí. Nos escabullimos justo en el momento en que Sally estaba terminando su

cosa de sanadora. Hemos escuchado todo —explicó Cynthia.

—¿Y cuál es el plan ahora? —preguntó Crina.

—Creo que tenemos que esperar a que mi padre nos lo haga saber. Utilizará

todas las herramientas que tiene, así que no se preocupen, tendrán trabajo. —

Justo cuando Fane terminó de hablar, Vasile los alcanzó.

El Alfa se dirigió a Fane y Costin.

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—Sorin y Skender están aquí para ayudarles a organizar la asignación de

habitaciones. Creo que hay seis habitaciones en el edificio conectados a ésta.

Cynthia y Crina, muéstrenles a dónde ir. Hagan que funcione.

Antes de que pudieran responder, Vasile salió de la habitación.

Él decidió buscar a los tres Alfas antes de ir a Decebel. Se imaginó que su

Beta necesitaba estar solo para ordenar la información que Sally había explicado.

Subió las escaleras y los encontró de pie junto a la barandilla, enfrascados

en una conversación.

—Lamento interrumpir —dijo Vasile cortésmente mientras todos se

volvían para mirarlo.

—Vasile ofrecemos nuestras condolencias por lo que pasó a tu manada —

le dijo Víctor suavemente.

—Gracias. Todos apreciamos tu apoyo. En este momento no hay

realmente nada que tú o sus manadas pueden hacer. —Vasile levantó la mano

para aplacar preventivamente a los Alfas—. No lo digo como un insulto. A veces,

un montón de ayuda termina siendo un obstáculo.

—Entiendo —reconoció Víctor—. Podemos organizar para que algunos

compañeros de la manada tomen los vehículos de vuelta, mientras nos

preparamos para partir. Deberíamos estar en nuestro camino para esta noche.

Vasile miró su reloj.

—Con todo lo que ha pasado no me había dado cuenta que eran las cuatro

de la mañana. Si ustedes y los suyos necesitan descansar, por favor háganlo.

Los tres Alfas negaron con la cabeza.

—Estamos bien —prometió Víctor.

Vasile les dio las gracias de nuevo y se despidió. Una vez hecho esto, sintió

que era el momento de buscar a su Beta y tratar de arreglarlo tanto como sea

posible. La sangre de Vasile hervía al pensar que alguien, y no sólo alguien, sino

una bruja, había herido a uno de los suyos. Habría mucho que pagar.

Después de hacer algunas búsquedas, Vasile encontró a Decebel sentado

en un banco al otro lado de la carretera de la taberna.

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Vasile se dirigió hacia él, mirando de arriba abajo la carretera. No había

autos perturbando el silencio de la noche. El crujido de la nieve bajo sus pies

parecía resonar con fuerza.

El pueblo era pequeño, y muy primitivo en algunos aspectos. Aunque

había agua corriente, no había electricidad. Las lámparas de aceite iluminaban

los edificios y las chimeneas calentaban las casas. Vasile sonrió para sí mismo

ante la simplicidad de la vida aquí. Pero incluso en este caso, la complejidad y

dificultades encontraron su camino.

Decebel levantó la vista cuando Vasile se sentó junto a él.

—¿Cómo pude olvidarme de mi compañera, Vasile? ¿En qué clase de

hombre me convierte eso?

Vasile pasó un brazo alrededor de él, dándole brevemente la comodidad

del tacto y haciéndole saber que no estaba solo.

—Te hace como el resto de nosotros: vulnerable. Sin importar lo que

hagamos, sin importar cuánto nos esforcemos, no podemos proteger a nuestras

compañeras de todo. No somos omniscientes ni omnipresentes. —Vasile se sentó

erguido, contemplando—. Creo que parte de la razón por la que ella ha sido

borrada por completo de tu memoria es porque aún no han concluido la

ceremonia de unión o los Ritos de Sangre.

Decebel volvió la cabeza bruscamente.

—¿Por qué estaba esperando, una invitación grabada?

Vasile se rió entre dientes.

—No era tan simple.

—¿Alguna vez lo es con las mujeres?

—No dejes que mi compañera te oiga decir eso —bromeó Vasile.

—Entonces, ¿por qué no estoy vinculado a mi compañera?

—Estuvieron atraídos entre sí desde el primer día. La intensidad de su

relación es una de las más fuertes que he visto en mi vida. Pero a pesar de eso, no

había señales de apareamiento.

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Decebel respiró fuerte.

—¿Nada?

Vasile negó con la cabeza.

—¿Y sin embargo, yo estaba seguro de que era mi compañera? —preguntó

Decebel con incredulidad.

—Todos lo estábamos. Se confirmó poco antes de que la mansión ardiera

en llamas.

—¿Cómo? —Decebel se sintió esperanzado. ¿Por qué? No estaba seguro.

Él ni siquiera recordaba a la chica de la que Vasile hablaba.

—Su vínculo finalmente reaccionó. Fueron capaces de escuchar los

pensamientos del uno al otro. —Vasile vio cómo su Beta procesaba esas noticias.

Decebel sintió como si le hubieran golpeado en el estómago. Tenía una

compañera… ¡una compañera! Tenía la cabeza inclinada hacia un lado, cuando

un pensamiento lo golpeó.

—Si tengo una compañera, ¿en dónde diablos está?

—El Alfa de la manada de Serbia trató de matarla.

Decebel se levantó bruscamente, indignado, pero luego una palabra clave

lo golpeó.

—¿Trató de matarla? Así que, ¿ella no está muerta?

Vasile negó con la cabeza.

—Dime —dijo Decebel simplemente.

—Marianna, una de nuestras jóvenes hembras no apareadas fue engañada

por Thad para que aceptara matar a tu compañera. Se suponía que esto te sacaría

de la imagen y me dejaría sin tu protección.

Decebel cerró los ojos.

—Me acuerdo de eso. Recuerdo matar a una chica, pero no la reconocí.

¿Era de la manada? ¿Maté a uno de los nuestros? —Su voz tembló de horror.

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—Cálmate, Decebel. Ella traicionó a nuestra manada. Ella trató de matar

a tu compañera. Has sido justificado en el juicio y la sentencia. —Vasile hizo una

pausa, entrecerrando los ojos mientras seguía recordando los acontecimientos de

esa noche—. Cuando tu vínculo se accionó, Jen fue capaz de decirte lo que ella

recordaba. Tú compartiste tus recuerdos conmigo. Ella fue empujada a una

caverna y ha sido gravemente herida.

—¿Por qué no he estado buscando por ella? —le interrumpió Decebel.

—Ella te hizo prometer conseguir poner a salvo a sus amigas en primer

lugar.

—¿Y la escuché? ¿¡Puse a sus amigas antes que mi propia compañera!?

Vasile se echó a reír.

—¿Por qué te ríes? —La frente de Decebel se frunció mientras observaba a

su Alfa confundido.

—Tú compañera puede ser muy convincente cuando tiene que serlo. Ella

casi te dijo que si ibas por ella y sin poner a salvo a sus amigas en primer lugar,

nunca te perdonaría. Y sabías que decía la verdad. Si hay una cosa que Jen es, es

leal, ferozmente leal a los que ama.

—Entonces, ¿ella está ahí fuera, herida y sola en este frío helado? —

Decebel se dio cuenta que a pesar de que no conocía a esta chica, no sabía lo que

se suponía que debía sentir por ella, él aun así quería salvarla… quería una

oportunidad de conocerla.

—Vamos a encontrarla. —Las palabras de Vasile fueron absolutas. Él no

aceptaría nada menos que el retorno seguro de Jen y la memoria de su Beta

restaurada. Y la bruja que se atrevió a tocar lo que era suyo, bueno, quería su

cabeza en una estaca. Violento, definitivamente. Pero entonces, él era el Alfa y

nadie lastimaba lo que era suyo.

—¿Y cuál es el plan? —preguntó Decebel. Se negaba a quedarse de brazos

cruzados sólo porque él no podía recordar cosas. Ella era de la manada. Él haría

lo que tuviera que hacer por proteger a esa manada.

—Tenemos que hacer un plan. Encuéntrame en la sala de atrás de la

taberna. Voy a ir a buscar a los demás.

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El Alfa y su Beta comenzaron a caminar de regreso hacia la taberna.

Decebel continuó cuando Vasile se detuvo a conversar con el dueño de la

taberna.

—Voy a compensarte bien por el tiempo que nos permita quedarnos —le

dijo a Nicolae, un hombre bajo y de mediana edad con un vientre redondo y una

pequeña barba. Él tenía una sonrisa fácil y, por lo que Vasile podía ver, era un

alma gentil. Vasile habló en su lengua materna, con ganas de hacer amistad con

el caballero y crear una camaradería con él.

—¿He oído que tienes a un miembro de tu familia perdido? —preguntó

Nicolae.

—Sí. Estábamos teniendo una reunión familiar y la chica se perdió en el

bosque. Estaremos aquí hasta que la encontremos.

—Cualquier cosa que pueda hacer, lo haré. Por ahora, voy a tener comida

preparada para tu familia.

Vasile asintió.

—Eso sería genial. Voy a enviar a algunos de mis muchachos para ayudar

a preparar y reunir lo que necesites. Gracias.

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Traducido por Isa 229

Corregido por NayeliR

ecebel vio como Vasile y Alina entraban en la sala de atrás.

Siguiéndolos estaban Sorin, Skender y luego otros que olían como

de la manada, pero de quienes no se acordaba.

Él notó que la sanadora y la pelirroja seguían mirándolo a escondidas. Era

obvio que ellas lo conocían, pero no importaba cuán duro lo intentara, ellas

permanecieron como vacíos negros en su mente.

—Está bien, papi. Empecemos esta fiesta. —Jacque aplaudió sus manos,

puntualizando su evidente impaciencia.

—Fane. —La voz de Vasile fue una advertencia.

—Luna, siéntate —gruñó Fane a Jacque.

Jacque miró a su compañero fulminante, pero accedió murmurando:

—Vas a pagar por eso más tarde.

Fane gimió.

—Como mi compañera acoplada tienes demasiado poder sobre mí.

Jacque se rió a carcajadas.

—Eso, mi amor, es porque eres hombre y por lo tanto fácilmente distraído

por todas las cosas femeninas. Lo cual funciona a mi favor cuando estás siendo

un idiota.

Fane rió entre dientes mientras tiraba de un mechón de su cabello como

fingida venganza.

Mientras tanto, un semi círculo se formó alrededor de Vasile y Alina en la

parte delantera de la habitación. Mientras todo el mundo se establecía, Costin

D

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tomó la pared directamente detrás de Sally, exactamente como el papel de

centinela. Un fuego ardía directamente detrás de todos ellos en una gran

chimenea de piedra proyectando sus sombras sobre la habitación, agregándole el

misterio que los mantenía a todos ellos cautivos.

Cuando la sala se quedó callada, el estallido de la madera quemándose y

el crepitar de las llamas llenó el pesado silencio. Vasile estaba de pie, pero

permaneció en silencio mientras miraba a cada miembro de su manada, cada

miembro que él había elegido por su feroz amor y fidelidad el uno por el otro. No

es que otros en la manada no darían todo, pero Vasile sabía que éste grupo tenía

una relación cercana. Eso pasa cuando la gente pasa juntos a través del fuego.

Como el metal caliente, estos empiezan a suavizarse, y cuando los juntas, sus

emociones y su lealtad se convierten en piezas soldadas, y las piezas ya no se

separan. Esa unión mientras deja el fuego, enfriándose, es permanente e

irrompible.

Ese tipo de unión era lo que iba a ser necesario para pasar por todo esto.

Vasile no estaba bajo ilusiones de que antes del final, se derramarían lágrimas, el

dolor amenazaría con separarlos y la sangre cubriría las paredes. Sí, le tomaría al

vínculo forjado en el fuego caminar por el infierno que iban a encarar pronto.

Muy pronto.

—He estado pensando sobre la situación. Voy a explicar esto y entonces

decidiremos cómo dividiremos nuestros recursos. —Vasile hizo una pausa para

ver si alguien tenía algo que añadir. Nadie habló, pero todos los ojos se fijaron en

él.

—Tenemos tres dilemas —continuó Vasile—. Tenemos un miembro de la

manada desaparecida y compañera de nuestro Beta. Todo lo que sabemos es que

está perdida en esta montaña en algún lugar. En segundo lugar, Decebel ha sido

maldecido, dos veces. Gracias a Sally entendemos la naturaleza de estas

maldiciones, sin embargo, no sabemos cómo romperlas o quién las realizó. Lo

que me lleva a nuestro tercer dilema: hay una bruja, una bruja muy poderosa,

asistiendo a la manada Serbia. Necesitamos saber su identidad. Hay poder en

poseer el nombre de un ser maligno, arrastrándolos a la luz, exponiéndolos. Ahí

es cuando se encuentran las debilidades.

Vasile comenzó a caminar alrededor de la habitación. El movimiento

ayudó a su lobo a calmarse, lo que le permitía resolver mejor los problemas.

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—Fane, Jacque, Costin y Sorin. Ustedes regresarán a la mansión de la

manada. —Se volvió y se dirigió a Sorin—. Vas a buscar a Wadim. Es hora de

mirar en la historia de nuestra manada. Creo que si excavas suficientemente

profundo podrás descubrir algo sobre la bruja o el por qué la manada Serbia nos

ha atacado.

—¿Quién es Wadim? —preguntó Jacque.

Sorin respondió:

—Nuestro historiador de la manada.

—Oh, el historiador de la manada. ¿Lo mantienen en un calabozo o algo

así? Nunca lo he visto.

—Algo así. —Sonrió Sorin.

Vasile continuó.

—Sally, Cynthia, Crina y Decebel, voy a enviarlos a un amigo de la

manada. No es una sanadora, pero ha vivido entre ellos y mantiene registros de

su historia. Normalmente evito buscarla. Pocos saben de su conexión con los

gitanos y no quiero exponerla. Si Thad supiera del conocimiento que ella posee,

él haría cualquier cosa para ponerle las manos encima. —Sus ojos se arrugaron

en las esquinas mientras miraba a Sally y sonreía—. Creo que te será una grata

sorpresa.

Sally devolvió su sonrisa, aunque estaba recelosa de la mirada en los ojos

de su Alfa.

—Alfa. —Costin aclaró su garganta mientras hablaba—. Me gustaría ir con

Cynthia y Sally. —Él no dio ninguna razón para su petición, esperando a ver cuál

sería la respuesta de Vasile.

Vasile miró a Alina, quien le dio un asentimiento casi imperceptible.

«No te metas» le dijo ella a través de su vínculo.

«Mina.» Su voz era una burlona reprimenda. «Me haces daño al decir esas

cosas.»

«Deja que el destino siga su curso, Alfa. Si él está solicitando estar con ella

tal vez su lobo sabe algo que el resto de nosotros no. No creo que Costin sea

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totalmente consciente del posesivo y protector comportamiento que ha estado

exhibiendo. Accede a su petición, mi amor».

«Me haces un hombre mejor, un mejor Alfa, Alina mía». Vasile acarició su

rostro a través de su vínculo.

«No lo olvides», se burló ella.

Vasile gimió en voz alta.

—Malditas americanas influyendo en mi mujer —se quejó él.

Alina guiñó un ojo a la confusa mirada de Sally y Jacque.

Vasile accedió.

—Bien. Costin, tú y Crina cambian de lugar. Puedes ir con Sally. —Él oyó

a su compañera gruñirle un poco por agregar eso último. Después de todo, no

tenía por qué señalar que Sally era el motivo de la solicitud de Costin, pero a veces

las deliberaciones eran el mejor curso de acción… especialmente para un Alfa.

Costin no respondió a la indirecta de Vasile, simplemente asintió y volvió

a su puesto de centinela.

Vasile se dirigió a Sally.

—Su nombre es Perizada, pero ella prefiere Peri. —Él observó el rostro de

Sally y supo que su sangre gitana intuitivamente comprendía el significado detrás

del nombre.

Sally suspiró.

—Oh, no pueden ser real, ¿verdad?

Vasile sonrió otra vez.

—Los hombres lobos existen, ¿no? —dijo él en respuesta.

—Sí, pero eso ahora me parece normal.

—¿Quién es real? —Jacque estaba desconcertada, ladeando su cabeza y

mirando a su mejor amiga.

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—Perizada significa nacida-hada. —Sally sonrió a Jacque—. Voy a

conocer a una Hada.

—¿Te refieres a aquellas con alas y polvillo? —preguntó Jacque.

—Algo me dice que no habrá ningún polvillo —respondió Sally

alegremente.

—Ah, hombre —se quejó Jacque—. Ella va a conocer a la Hada y yo me

tengo que ir a un calabozo para hablar con un viejo, escribano hombre lobo

solitario que está probablemente tan gastado y polvoriento como los registros que

tendremos que examinar cuidadosamente.

Sally miró a Vasile y luego de regreso a Jacque.

—Eso lo resume todo, Roja. —Su sonrisa permaneció en lugar.

—Eso no está bien, V. No está bien en absoluto. —Jacque miró a su suegro.

—¿Aún con la V? —preguntó Vasile.

—Sí, bueno, sólo porque eres Alfa no significa que estás exento de apodos.

Aunque puedo llamarte A2, pero sería demasiado tentador para añadir el agujero

de la palabra detrás de ello.

La sala estalló en una necesaria risa.

Sally golpeó su puño con el de Jacque.

—Anotación.

Vasile gruñó a las dos chicas, pero lo suavizó con un guiño.

—Creo que prefiero V.

Jacque asintió hacia él.

—Buena elección.

«Gracias, Luna», susurró Fane en su mente.

«¿Por qué?»

2 A: Jen hace referencia que la “A” de Alfa puede interpretarse también como “A” de Ass (trasero, asno,

idiota).

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«Por traer la risa. Habrá poca alegría en los próximos días y debemos

aferrarnos a ella cuando venga. Nos diste un regalo». Él estaba trazando

distraídamente las marcas por debajo de sus rizos rojos.

«Gracias, hombre lobo. Pero todavía no estás fuera de la casa del perro. No

creas que me persuadirán tus dulces palabras».

Fane se rió entre dientes.

«Se me ocurren varias cosas que podrían persuadirte».

Fane le envió imágenes que marcaban sus palabras. Jacque jadeó y golpeó

su pecho.

—Fane, deja de coquetear con tu compañera. Presta atención —gruñó

Vasile, aunque estaba tratando de no reír.

Decebel observaba desde el otro lado del semi círculo. La manera tan fácil

en la cual interactuaban Fane y su compañera, el evidente amor y afecto que

compartían… Yo tuve eso, pensó.

¿Cómo podría olvidar tener eso? ¿Ella se burlaba de mí? ¿La miraba con la

adoración que Fane miraba a Jacque?

La mente de Decebel vagó. Él estaba desconcertado por la idea de que si

en efecto tenía una compañera, no sólo la había olvidado a ella… su rostro, el

color de sus ojos o de su cabello. Él no sólo había olvidado la sensación de su piel

o la sensación de su cuerpo contra el suyo. Se había olvidado de todo lo que ellos

habían compartido. Sintió un doloroso desgarro agudo a través de su pecho. ¿La

abrasé? ¿La besé? Cerró los ojos, apretándolos muy duro, tratando de encontrar

algo, cualquier cosa que confirmara que ella existía. Jen, su compañera. Pero

nada, no hubo nada.

Gruñó cuando sintió a su lobo revolverse. Su lobo sabía algo que él no. Tal

vez su lobo la recordaba… o tal vez acababa de acordarse de tenerla y ahora sabía

que era algo perdido. Miró al otro lado hacia Fane e hizo contacto visual, un

pedido silencioso para hablar luego. Fane asintió, sus labios se tensaron en algo

parecido a la tristeza.

Vasile aclaró su garganta, trayendo a todos a la tarea.

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—Está bien, esos son los planes. Los elegí a todos ustedes porque han

pasado por mucho y triunfaron. No se equivoquen, esto no será fácil. Tratar con

una bruja es peligroso, especialmente con una de quien no sabemos nada. Confíen

en la fuerza de cada uno. Protéjanse el uno al otro. Presten atención a las

emociones o acciones que parecen fuera de lo normal para ustedes mismos o para

otro en su grupo. Si notan a alguien actuando raro, podría ser la magia negra.

Deben luchar contra ello.

El grupo se quedó en silencio mientras pensaban en las palabras de Vasile.

Sally rompió el silencio con una risita.

—¿Qué está cosquilleando tu fantasía? —preguntó Jacque secamente.

—Siento que todos deberíamos juntarnos como un grupo y que Vasile

debería anunciar…

Jacque atrapó el tren de pensamiento de Sally y al mismo tiempo, dijo:

—¡Lo llamaremos la Comunidad del Anillo!

Ambas chicas comenzaron a reírse y chocaron las palmas.

Decebel miró a Alina.

—Sí, son siempre así —contestó ella su pregunta tácita.

Decebel soltó una profunda respiración, sacudiendo la cabeza ante el par

que se reía tontamente.

—Hombre, Jen se hubiera entusiasmado con eso. —Se rió Jacque.

—Deberíamos grabar todo esto así cuando vuelva lo podemos reproducir

para ella.

—Sally, creo que Jen te diría que tus privilegios de grabación fueron

revocados en el hospital —bromeó Jacque.

Sally miró a Decebel y Jacque vio sus ruedas en movimiento.

—No. —Jacque sacudió su cabeza rotundamente.

—Puede desatar algo. Es decir, ella estaba con el trasero desnudo —razonó

Sally.

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—Bueno, déjame aclarar esto. ¿Quieres mostrarle a Dec fotos del trasero

desnudo de su compañera, bamboleándose frente a él, mientras que él parecía que

quería arrastrarse por debajo de la cama? ¿La misma Jen que puso lubricante K-

Y por encima de todos los autos de las animadoras, puso condones sobre sus

antenas y luego escribió: “Las animadoras tienen ritmo” en sus parabrisas el año

pasado por reírse de ella en la Bella y la Bestia? ¿La misma Jen que irrumpió en

la casa de campo, llenó de tiza el campo, y dibujó una imagen de tetas y puso

“buenas tetas” debajo de este sólo porque la mascota del equipo para el que

jugábamos era un chivo?

Sally resopló.

—Eso fue totalmente hilarante.

—El punto es, Sally, ¿realmente quieres provocar la ira de Jen?

—Está bien —se quejó Sally—. Sin embargo, tienes que admitir que sería

gracioso ver su cara cuando él vea las fotos.

Jacque se rió entre dientes.

—Casi es digno de su ira… casi.

Las chicas se dieron cuenta que la habitación se había quedado en silencio

durante su discusión. Ambas miraron alrededor para encontrar a todos ellos

mirándolas, las bocas cayeron abiertas, los ojos se ampliaron.

—Oh. Um, supongo que no sabían que Jen podría ser una pequeña feliz

vengandora. Y generalmente esa venganza toma la forma de alguna referencia

sexual.

Todo el mundo asintió y murmuraron en acuerdo de que a Jen le gustaba

bromear sobre todas las cosas sexuales.

Decebel se puso de pie, con los brazos cruzados sobre su amplio pecho, su

metro noventa y cinco parecía llenar la habitación.

—¿Es de mi compañera de la que están hablando?

—No es lo que esperabas, ¿cierto? —cuestionó Jacque con una amplia

sonrisa.

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—¿Ella bromea abiertamente sobre el sexo? —preguntó él, no creyendo que

cualquier compañera suya sería tan vulgar.

—Bromea acerca de ello, habla sobre ello, lo hace referencia en las

conversaciones cotidianas. Síp, esa es tu compañera. —Jacque se rió de la mirada

preocupada en el guapo rostro de Decebel.

—Jacque deja de asustar a Decebel sobre su compañera —le reprendió

Vasile—. Decebel, ella es un mujer notable. Ambos se complementan bien

mutuamente.

—Oh, estoy segura de que ella lo complementa bien —murmuró Crina por

debajo.

Sally y Jacque se rieron tanto que tuvieron que agarrar sus costados.

Crina sólo sonrió cuando Vasile le disparó una mirada que prácticamente

decía que se callara.

Poniendo sus ojos en blanco, Vasile ignoró a las chicas que se rían.

—Hoy y esta noche descansaremos. Despídanse de las otras manadas. —

Dio a Jacque, quien finalmente había ganado su compostura, una mirada

acentuada—. Ellos se irán dentro de poco.

* * *

Más Tarde Esa Noche.

Fane y Jacque entraron en la sala de reuniones después de haberse

despedido de Dillon mientras él y los otros Alfas comenzaban a llevar a sus

manadas montaña abajo. Varios miembros de la manada habían conducido los

Hummers y las furgonetas por la montaña para recobrar más vehículos para el

transporte de las manadas.

—¿Todo bien? —preguntó Sally a Jacque.

—Sí, sé que mi padre quiere quedarse pero Vasile piensa que en este caso

menos es más.

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—¿De qué es lo que querías hablar, Decebel? —preguntó Fane a su Beta

mientras él y Jacque tomaban asiento en un pequeño sofá delante de la chimenea.

Sally, Costin y Crina se sentaron alrededor de la chimenea de piedra en la sala de

reuniones. Jacque se sentó cubriendo el regazo de Fane mientras él jugaba

distraídamente con su cabello.

Decebel se sentó en el piso frente al sofá cerca del fogón de la chimenea.

Sus rodillas estaban levantadas y tenía sus brazos descansando a través de ellas,

su mano izquierda sujetando su muñeca derecha.

—Me preguntaba si me podrías decir acerca de ella. ¿Cómo luce, cómo era

nuestra relación? ¿Desde hace cuánto tiempo la conozco? Esa clase de cosas. Tal

vez ayude a refrescar mi memoria. —Decebel miró a las llamas naranja y amarillo

bailando mientras hablaba.

—En realidad te puedo dar algo mejor que eso si quisieras —habló Sally.

—Sally. —La voz de Jacque estaba cargada de advertencia—. Pensé que

acordamos en no ir por ese camino.

—Oh, tranqui, princesa lobo. Podría mostrarle las fotos de ella con la toalla

a su alrededor, dando por hecho que ella todavía le interesa. —Los ojos de Sally

brillaron con malicia. Costin observó a la morena con fascinación, aún sin

entender por qué se estaba convirtiendo rápidamente en algo que a él y a su lobo

les atraía inexplicablemente.

—¿Tienes fotos de ella? —preguntó Decebel ansiosamente mientras

retiraba los ojos lejos del fuego para mirar a Sally.

Sally asintió mientras sacaba su teléfono celular. Ella se acercó y se sentó

junto a Decebel en el piso de madera dura, bien calentado por el calor del fuego.

—Ahora antes de que te muestre, permíteme explicarte por qué está tan

escasamente cubierta. —Sally sonrió mientras recordaba la noche en que ella y

Jen habían decidido que era su trabajo rescatar a Jacque de la soledad en la UCI,

sí eso había funcionado muy bien. Sally comenzó la historia en el lugar del

accidente en la que las chicas estuvieron con la madre de Jacque. Ella tejió la

historia manteniendo cautivo a Decebel sabiendo que él estaba empapándose con

cada palabra para aprender más acerca de la mujer que ya no recordaba.

Finalmente, concluyó una media hora más tarde—. Así que por eso tu amada

está envuelta a tu alrededor vestida sólo con una bata de hospital.

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Sally miró a Jacque quien tenía su mano en su cara mientras negaba con la

cabeza ante la historia de Sally.

—Cielos, oírte decir eso nos hace sonar como locas —murmuró Jacque.

—A decir verdad, Jac, no estás muy lejos de la realidad —se burló Crina.

Sally volvió a mirar a Decebel quien se sentaba con los ojos muy amplios

y sin palabras. Finalmente dijo:

—Muéstrame.

Sally presionó algunas teclas en su teléfono y lo sostuvo para él.

—Desplázate de lado a lado deslizándote por la pantalla.

Decebel tomó el teléfono de su mano y contempló a la belleza rubia quien,

estaba envuelta en la sábana de hospital como lo había descrito, tenía un brazo

alrededor del cuello de Decebel, su otra mano descansaba sobre su pecho. Ella

miraba hacia arriba a su rostro con una mirada que sólo puede ser descrita como

adoración absoluta. Él se desplazó a través de cada foto observando las distintas

miradas de confusión y pánico en su propia cara mientras luchaba con qué hacer

con la chica que afirmaron era su compañera.

Finalmente la última foto que había capturado Sally era de él mirando a la

chica dormida. Notó que su propia cara mantenía una feroz expresión protectora

mientras observaba a quien tenía obviamente capturado su corazón y más que

probable su alma.

Él entregó el teléfono a Sally y sacó su propio teléfono.

—Por favor me podrías mandar unas cuantas de ésas… —Decebel

rápidamente explicó su petición—, no porque estoy siendo… —Luchó por

encontrar las palabras.

—No creemos que intentas aprovecharte de las fotos, Decebel. Relájate. Si

me hubiera olvidado de Fane también querría fotos de él, y si éstas resultaran ser

de él medio vestido… pues suertuda yo. —Jacque rió cuando Fane mordisqueó

su cuello suavemente con sus dientes.

—Mujer malvada —murmuró él contra su piel.

Decebel miró a Jacque mientras Sally trabajaba en enviarle las fotos.

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—¿Le gustaba? —preguntó calladamente.

Jacque sonrió.

—¿Le gustas, quieres decir? —aclaró Jacque—. Decebel, ella aún está viva

y nosotros la recuperaremos. Y sí, ella está loca por ti.

Los labios de Decebel se levantaron ligeramente en una pequeña sonrisa.

—¿Me gusta? —sus ojos brillaba malvadamente.

Fane se rió y contestó antes de que Jacque pudiera.

—Yo creo que gustar es decir poco, a pesar de que ella te hizo hacer perder

cantidades considerables de sueño.

El rostro de Decebel irrumpió en una enomre sonrisa que hacían a sus

fuertes rasgos parecer juvenil.

—¿Valdría la pena si no lo hiciera?

—Buen punto —admitió Fane.

La sala se tornó silenciosa mientras que cada uno de ellos se volvía a sus

propios pensamientos. El silencio era cómodo incluso con la oscuridad que les

amenazaba. Cada uno de ellos había aceptado su parte en los juicios que

vendrían.

Sally sintió que el pelo detrás de su cuello se erizaba mientras se daba

cuenta que estaba siendo vigilada. Lentamente giró la cabeza en la dirección de

donde sentía que venía la mirada. Sus ojos chocaron con los de Costin. Sintió la

piel de gallina elevarse a través de su piel ante el calor que llenaba sus ojos

profundos color avellana. La atracción que sintió entre ellos era fuerte, y algo

como ella nunca había sentido. No entendía cómo era posible cuando ella sabía

que no tenía sangre de hombre lobo en ella. Sally se dejó formar una pequeña

sonrisa en sus labios mientras pensaba acerca de cómo necesitaría tratar con

cuidado esto o inevitablemente terminaría dejándola con el corazón roto. Costin

tenía un encanto fácil a su alrededor. Era desenfadado, descaradamente coqueto,

increíblemente atractivo y dominante hasta la médula. Sí, pensó Sally, éste tiene

el potencial de romper mi corazón, sonrisa y guiño todo al mismo tiempo

desmayándome ante su belleza e increíble carisma.

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Su corazón cayó a su estómago cuando una impresionante sonrisa se

esparció por toda la cara de él. Levantó una ceja hacia ella y le guiñó el ojo, la

travesura bailaba en las profundidades de sus ojos mientras ella sentía la sangre

correr hacía su cara al mirar sus labios sensuales y sentir la confianza fácil que él

usaba como su camiseta favorita, derramándose de él.

Sally finalmente retiró los ojos de él cuando escuchó a Decebel tomar una

respiración aguda.

Todas las miradas se volvieron hacia él mientras lo veían subir sus ojos,

abiertos con confusión y observándolos a todos.

—La siento. Ella me está buscando. —Sus palabras fueron tan suaves que

incluso el chisporroteo del fuego amenazó con ahogarlas.

—¿Te ha hablado? —le preguntó Jacque suavemente como para impedir

asustarlo.

—No, ella necesita consuelo. Está lastimada. —Decebel instintivamente

visualizó la imagen de ella de las fotos en el teléfono de Sally en su mente y

entonces imaginó acariciando su rostro. Él no sabía lo que sentía por ella, no la

conocía, pero la sentía en su mente llamando a su lobo. Y su lobo se rehusaba a

negar cualquier cosa que esta mujer necesitara.

—¿Jen? —buscó él tentativamente.

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Traducido por Lililamour

Corregido por NayeliR

en sintió su cuerpo ser depositado sobre una suave superficie. Incluso

con la increíble dulzura con la cual los brazos la colocaron, el dolor de

sus heridas todavía recorrió su cuerpo. Se quedó sin aliento ante el

pinchazo, y abrió los ojos al mismo tiempo. Sin pensarlo, buscó a

Decebel. No habló; simplemente buscó el toque de su mente,

necesitando el consuelo de su fuerza a través de su vínculo.

Tan pronto como lo sintió, supo que algo andaba mal. No sabía qué, pero

su mente parecía confusa y agitada. Antes de que pudiera hablar con él, el rostro

de una mujer apareció a la vista mientras se inclinaba sobre ella. Rachel, recordó

Jen.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó la mujer.

Jen tragó saliva y se humedeció los labios tratando de disipar la resequedad

que había revestido el interior de su boca.

Su voz fue ronca cuando respondió:

—Aparte de sentir como que un toro ha bailado el chachachá sobre mi

cuerpo y luego me pasó a sus atemorizantes amigos para la misma experiencia

alucinante, bueno, estoy simplemente bien.

Rachel frunció el ceño ante el rostro magullado de la obviamente hermosa

chica delante de ella. Sus palabras indicaban que estaba con evidente dolor, pero

el tono de su voz era tan optimista. Confundió a la sanadora.

Jen, notando que Rachel obviamente no había captado su sarcasmo dejó

escapar un superficial suspiro y se apiadó de su salvadora.

—Lo siento, tiendo a tener una boca inteligente durante el dolor, la tensión

o cualquier tipo de circunstancias completamente increíbles.

J

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—Entonces, no lo estás llevando bien, ¿correcto? —preguntó Rachel para

aclarar.

—Correcto. Estoy definitivamente no llevándolo bien.

—Voy a darte un té de hierbas con propiedades de curación para que lo

bebas. Luego, si estás lista, trataré de explicarte dónde estás. ¿Estaría bien eso?

Jen trató de concentrarse en las palabras de Rachel aún cuando escuchaba

ruido a su alrededor, armarios siendo abiertos y cerrados, cosas siendo arrastradas

por el piso y luego una brisa fría corriendo sobre ella cuando una puerta fue

abierta y luego cerrada.

—Ese es Gavril, mi compañero —explicó Rachel—. Está reuniendo las

cosas que necesitaré para ayudarte. Tienes una larga recuperación por delante. —

Jen se dio cuenta de que Rachel no estaba convencida que efectivamente pudiera

sanarla. Esto le hizo darse cuenta de lo cercana a la muerte que estaba en realidad.

Rachel salió por un momento y luego regresó con una taza. El humo se

elevó de ella revelando el calor del líquido. Rachel suavemente colocó un brazo

por debajo del cuello de Jen y la levantó lo suficiente como para que pudiera de

manera segura pasar el té.

Jen escupió tan pronto como el té golpeó su lengua.

—Sé que no es la bebida de mejor sabor, pero de verdad necesitas tomarla.

Por favor.

Jen no supo cómo sabía que debía confiar en Rachel, pero algo en ella le

dijo que estaba de su lado. Contuvo el aliento mientras se obligaba a tragar el

amargo líquido hasta que la taza estuvo vacía. Una vez más, Rachel gentilmente

la recostó. Se alejó de su vista y Jen pudo escuchar correr el agua, gabinetes

abriéndose y cerrándose de nuevo. Oyó a Gavril susurrarle algo a su compañera

y luego un suave ruido que sonó como un beso. El corazón de Jen dolió ante la

ternura de ese sonido.

Rachel volvió otra vez, con los brazos llenos de toallas. Las colocó al final

de la cama. Cuando desapareció de nuevo, regresó con ropa y una manta.

—Gavril ha salido para darte privacidad. Tenemos que limpiar tus heridas

y necesito revisar tus costillas.

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Jen asintió. Sabía que esto iba a suceder pero en serio temía moverse.

Rachel la ayudó a sentarse. En lugar de hacerla sacar su camiseta por encima de

su cabeza sacó un par de tijeras y cortó la camisa.

—Buena decisión, sanadora. —Jen sonrió.

—Tengo mis trucos —bromeó Rachel en respuesta—. Aunque me temo

que los pantalones no serán tan fáciles.

—Oh, bueno, ¿qué es un día si no se gasta retorciéndose de dolor

simplemente por quitarse la ropa? Quiero decir, en serio quién quiere ir por la

vida sin esa experiencia.

Rachel se rió entre dientes.

—Apuesto que traes diversión a tu compañero.

—Tú podrías llamarlo diversión; creo que él lo llama ser un dolor en el

trasero.

Jen hizo una mueca mientras se recostaba y trataba de ayudar a Rachel a

quitarle los pantalones. Rachel colocó la manta a través de ella, sólo descubriendo

la parte que iba a limpiar o a revisar. Pasó el caliente paño por la cabeza de Jen

limpiando un corte en su frente. Sondeó el cráneo de Jen con sus dedos y se

detuvo cuando Jen dejó escapar un grito ahogado.

—Vamos a tener que lavar tu cabello para quitar toda la sangre para poder

asegurarme de que no necesitas suturas. —Rachel se alejó de nuevo y regresó con

un gran tazón de agua y algún tipo de jabón—. Es un jabón limpiador, yo lo hice.

Ayudará a mantener fuera la infección —explicó ante la mirada interrogante de

Jen.

Jen permaneció recostada ahí con los ojos cerrados mientras le permitía a

Rachel lavar su cabello. No se movió mientras continuaba soportando las

pérdidas de sangre. Descubrieron que no eran necesarias las suturas. Rachel

explicó que las heridas de cabeza tienden a sangrar muchísimo y a lucir peor de

lo que en realidad eran. Jen estaba sin aliento para cuando Rachel la había

ayudado a deslizarse dentro de una cálida sudadera y unos pantalones deportivos.

—Sé que estás sufriendo, así que voy a darte más té, pero este tiene algunas

propiedades para controlar el dolor. Debería ayudar a quitar la molestia.

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—Gracias, Rachel. —Jen exhaló mientras trataba de calmar su respiración

y tranquilizar su acelerado corazón.

—Para eso estoy aquí. Sinceramente había extrañado usar mi don. Gavril

jura que lo he dejado lesionarse en nuestras salidas para que así tuviera alguien a

quién atender. —Rachel se rió ante sus propias palabras y Jen sonrió una vez más

ante el hermoso sonido.

Acabándose el té, vio cómo Rachel llevaba una silla junto a la cama. Notó

que la mujer parecía estar a finales de los treinta o principios de los cuarenta. Era

voluptuosa pero de ninguna manera con sobrepeso. Tenía el cabello color

chocolate oscuro que caía en ondas naturales alrededor de su elegante rostro. Sus

ojos eran azules, pero no sólo azules, más bien azul cielo y cerca de brillar. Tenía

labios llenos coloreados de rosa y Jen podía ver que tenía un pequeño espacio

entre sus dientes frontales que, en lugar de restarle a su belleza, le añadía carácter.

Había una paz sobre ella que le recordaba a Sally. Los ojos de Rachel encontraron

los de Jen sacándola de su escrutinio.

—¿Qué sabes tú de las sanadoras gitanas? —preguntó Rachel simplemente.

—No mucho —admitió Jen—. Me acabo de enterar de que una de mis

mejores amigas es una.

Las cejas de Rachel se levantaron en su frente y sus ojos azul cielo

comenzaron definitivamente a brillar.

—¿Una sanadora gitana? ¿Aquí en Rumania?

Jen asintió, pero se contuvo cuando sintió afilados hormigueos y en su

lugar respondió:

—Sí.

—¿Es ella lobo también?

—No, es de nuestra huerta, humana americana por completo —dijo Jen

inexpresivamente.

Rachel pensó en la revelación durante algunos silenciosos momentos.

Acerca de lo que significaba que una sanadora gitana haya regresado a los lobos

Rumanos después de tres siglos de ausencia. No se contaba a sí misma dado que

ella y su compañero se habían efectivamente mantenido al margen.

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—¿Dijiste que eres una sanadora? —preguntó Jen.

—Sí, lo soy. Pero no sólo soy una sanadora.

—Tus ojos brillan. —Las palabras de Jen fueron suaves mientras

reconstruía el rompecabezas—. ¡Madre de la perla! Eres una latente, ¿no es así?

La boca de Rachel tomó una ligera curva mientras sonreía ante las extrañas

palabras de Jen.

—Sí, soy una latente. Soy la última nacida en cinco siglos, tanto sanadora

gitana como Canis lupis latente.

—¿Por qué vives aquí sola sin una manada?

—Trata de relajarte. Esto podría tomar un tiempo. —Rachel se echó hacia

atrás en su silla y cruzó una pierna sobre la otra. Miró a nada en particular

recogiendo sus pensamientos y tratando de decidir dónde debería iniciar su

historia—. Gavril, mi compañero era un poderoso Alfa hace tres siglos, de la

manada Rumana del Oeste.

—¿Rumana del Oeste? —interrumpió Jen.

Rachel ladeó la cabeza, en un gesto muy parecido al de un lobo.

Jen levantó las manos en señal de rendición.

—Lo siento, lo tengo. Sin interrupción, contengan todos los aplausos hasta

el final del espectáculo.

Rachel negó con la cabeza.

—Eres muy extraña.

—No tienes ni idea —murmuró Jen en voz baja pero mantuvo su atención

en Rachel, esperando a que continuara.

—Durante siglos las manadas rumanas estuvieron divididas. Del Este y del

Oeste. Ambas eran gobernadas por poderosos Alfas quienes eran

sorprendentemente agradables la mayor parte del tiempo. Tenían una inestable

alianza que se convirtió en amistad con los años. Mi bisabuela era la sanadora

gitana de la manada del Oeste. La manada del Este no tenía una sanadora y por

la amistad entre los Alfas, el Alfa del Este podría permitirle a mi bisabuela ir y

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atender a sus lobos cuando fuera necesario. Ella terminó teniendo una aventura

con un hombre lobo, aunque ahora creo que ella era en realidad su compañera.

A través de ese emparejamiento una hija fue concebida y así sucesivamente hasta

que yo nací. Al principio, pensé que yo era sólo una sanadora y latente de cuarta

generación. Gavril era el historiador de la manada. Él no tenía razón para pensar

de otra manera, así que así es como me registró. Pero después de las guerras de

los hombres lobo, y la muerte de mi madre, se hizo evidente que yo era la única

sanadora que quedaba. Fue entonces cuando finalmente me dijeron quién era yo

en realidad. Ella finalmente había decidido que era el momento de recordarles a

los lobos su historia.

—¿Ella quién? —preguntó Jen.

—Llegaremos a ella muy pronto.

Rachel se detuvo momentáneamente y Jen aprovechó el silencio.

—De acuerdo, regresa un segundo Charlie Brown, ¿qué quieres decir con

que creían que tu bisabuela tenía un compañero? ¿Ella no era humana?

Rachel asintió.

—Ella era humana. —Antes de que Jen pudiera interrumpirla levantó un

dedo deteniéndola—. Pero lo más importante es que era una sanadora gitana. —

No dio más detalles simplemente dejó que eso penetrara.

La boca de Jen se abrió. A pesar de que dolía horriblemente, se apoyó sobre

su costado cuidadosamente.

—Maldita sea, no puedes estar diciendo lo que creo que estás diciendo.

Pero tú lo eres, ¿cierto? Las sanadoras gitanas pueden emparejarse con Canis

lupis.

—No “pueden” —aclaró Rachel—, deben.

—¿Deben? —Las cejas de Jen se elevaron ante la declaración.

—Las sanadoras gitanas son siempre compañeras de los Canis lupis.

—Entonces, ¿por qué no hay más latentes?

—Es muy difícil para los hombres lobo procrear, hay una razón para ello,

pero no entraremos en eso ahora mismo. Es aún más raro con las sanadoras y un

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lobo. Un niño nacido de una sanadora y un lobo sólo se da cada cuatro o cinco

siglos. Yo era la última sanadora gitana/latente conocida.

—De acuerdo, ¿cómo pueden haber sanadoras gitanas que no son latentes,

entonces? —Desafió Jen.

—¿Cómo fue que la compañera del príncipe de los Canis lupis Rumanos

concibió y no todas las lobas?

—Buen punto —admitió Jen—. ¿Así que hay gitanas que han elegido estar

con humanos?

—Cuando no pudieron encontrar a su compañero o su pareja murió antes

de que fueran vinculados. Entonces sí, algunas eligieron una vida con un humano

y acabaron teniendo hijos de esa unión —explicó Rachel.

—Bien, estoy contigo. Golpéame con algo más. —Jen se recostó, sus labios

estaban cerrados en una línea apretada mientras se movía con cuidado sobre su

espalda.

—Dado que mi madre era una sanadora, crecí alrededor de hombres lobo,

pero la mayoría de mis amigos eran de una aldea a un par de kilómetros de

distancia de la guarida de la manada. Mi madre me mantuvo, en su mayor parte,

lejos de los machos tanto tiempo como pudo. Creo que estaba preocupada de que

encontrara un compañero a una edad demasiado temprana. Cuando llegué a la

pubertad, empecé a exhibir inusuales atributos físicos que se estaban haciendo

difíciles de ocultar a los humanos. Mis ojos, por ejemplo, adquirieron un ligero

brillo. Cuando sentiría emociones fuertes, brillaban como los de un Canis lupis

pura sangre. Tuve que tener cuidado y aprender a controlar mis emociones.

Aunque mi madre quería alejarme de los machos, yo tenía que aprender las

habilidades de ser una sanadora. A medida que continuaba creciendo empecé a

ir con ella a ver a sus pacientes. Veía a Gavril de vez en cuando y empecé a sentir

una atracción hacia él. Cuando se lo mencioné a mi madre me dijo que no era el

momento. Realmente no entendí lo que quería decir hasta más tarde.

»Un día, estaba con una de mis amigas de la aldea y vio mis ojos brillar…

realmente brillar. Tienes que recordar que ese era un tiempo en donde la sola

mención de la brujería conseguía que te colgaran o quemaran. Cualquier cosa

fuera de lo normal era considerada como sospechosa. Prometió no decírselo a

nadie pero, naturalmente, su miedo superó su lealtad hacia mí. Después de que

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le contó a su madre lo que había visto, su madre la convenció para que me llevara

a su aldea. Yo confiaba en ella; me dijo que tenía algo que mostrarme. Y porque

confiaba en ella, la seguí a mi muerte.

La respiración de Jen se detuvo al escuchar la cruda emoción en la voz de

Rachel. Vio sus ojos brillar pero también la férrea determinación escrita en el

rostro de la sanadora.

—¿Qué te hicieron? —preguntó Jen en voz baja.

—Intentaron quemarme en la hoguera —respondió como si nada.

—¿Qué? —La boca de Jen se abrió y sus ojos, abiertos como platos,

revelaron la indignación que sentía ante la revelación de Rachel.

—Digo intentaron porque cuando estaban a punto de encender el fuego, él

vino. Como una enfurecida, salvaje y magnífica tormenta. Se abrió paso entre la

multitud que había venido a verme quemarme hasta morir. Creí que asesinaría a

cada persona que estuviera ahí. Y a los que optaron por quedarse, los masacró.

Jen escuchó, cautivada por las palabras de Rachel mientras se imaginaba a

Gavril yendo por ella, salvándola. Seguramente Decebel haría lo mismo.

Mientras Rachel había estado hablando, ella siguió buscando la mente de Decebel

pero él la estaba bloqueando. Todavía podía sentirlo, pero no había palabras o

imágenes o emociones. No sabía lo que estaba pasando con él, pero en el fondo

sabía que algo estaba enormemente mal con su lobo.

—Fue en ese momento de intensa emoción —continuó Rachel—. Y

extrema necesidad, que escuché su voz en mi cabeza. Me salvó. Y cuando me

llevó de vuelta a la manada, me reclamó. Mi madre me dijo que había sospechado

desde hace tiempo que el Alfa sería mi compañero. Gavril estaba completamente

confundido por cómo podría haber estado en su manada por tanto tiempo sin que

hubiera ninguna señal de apareamiento. Nuestro vínculo sólo se solidificó

después de que casi fui asesinada.

Mi madre explicó que a veces, con latentes, las señales de apareamiento

sólo serán reveladas después de un gran evento catastrófico. Estos traumáticos

eventos algunas veces sacan el lobo que está dentro del latente para que pueda

vincularse con su pareja. Mientras más diluida esté la sangre, más intenso necesita

ser el cataclísmico evento.

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Jen puso los ojos en blanco.

—Sí, tengo asientos de primera fila para ese espectáculo.

Rachel, una vez más miró a Jen con desconcierto.

—¿Qué significa eso?

—¿Ya ves que te he dicho que yo también tengo un compañero?

—Sí.

—Pues no hubieron señales de apareamiento hasta que estuve cerca de ser

asesinada. Nada. Había sólo dos razones por las que nos convencimos de que

éramos pareja. La primera, mis exámenes de sangre regresaron como inhumanos,

y la segunda, la indescriptible atracción que sentíamos el uno hacia el otro.

Rachel le sonrió, con el entendimiento grabado en su rostro.

—Le tomó esa crisis a tu lobo para surgir, difícil de creer, lo sé, pero tienes

sangre Canis lupis, lo que significa que tienes un lobo dentro también. Sólo que

está escondido en lo profundo. ¿Qué señal de apareamiento apareció?

—Podemos escuchar los pensamientos del otro. —La sonrisa de Jen

iluminó la habitación mientras recordaba cuando escuchó la voz de Decebel en

su mente por primera vez—. No creo que jamás haya deseado tanto algo como

escuchar su voz en mi cabeza. —Una sola lágrima escapó de su ojo e hizo camino

por su limpia y suave mejilla. Quería escucharla de nuevo. Necesitaba escucharla.

Pero él no la dejaba entrar. Se limpió la lágrima y miró a los ojos de Rachel que

estaban brillando suavemente—. Entonces, ¿qué pasó después de que te reclamó?

—Fue un poco inestable al principio. Los machos Alfa son

extremadamente posesivos y pueden ser bastante intensos sobre sus compañeras.

Él no quería apresurar las cosas, pero todo en él le decía que completara el vínculo

y los Ritos de Sangre. Después de pasar algo más de tiempo con Gavril, estuvo

claro para mí que lo amaba. Que fui hecha para amarlo. Hemos estado vinculados

desde hace más de tres siglos.

—Así que, ¿es bastante seguro decir que, uhm, estas bolas de pelos no

tienen problemas con el compromiso? —bromeó Jen.

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Rachel se rió, y el musical sonido fue un agradable descanso de la agitación

rodando en el interior de Jen. Cuanto más tiempo era incapaz de conectar con

Decebel, más desesperada estaba empezando a sentirse. Tomó un par de

respiraciones profundas, haciendo una mueca de dolor con cada una mientras sus

pulmones maltratados se expandían. Puedo hacer esto, pensó para sí, incluso

mientras sentía la oscuridad empujando dentro de su mente donde Decebel

debería estar. No sólo podía hacer esto, sino que tenía que hacerlo. Porque no ver

a Decebel de nuevo después de finalmente tener su vínculo era inaceptable para

ella.

—Estás pensando muy seriamente en algo —observó Rachel.

—Sólo duele —mintió Jen—. Entonces, ¿qué pasó que provocó que tú y

Gavril se ocultaran?

Rachel pasó los dedos por su cabello y una vez más se recostó en su silla.

Dejó escapar un profundo suspiro y continuó su relato.

—Cerca de dos años después de que nos vinculamos empezó a haber cierta

tensión entre las manadas de los alrededores. La de Serbia era la más volátil. El

Alfa de ahí estaba trabajando con una bruja.

—¿Supongo que ella no era del tipo de bruja que estaba casada con un

idiota, y era un ama de casa que movía su nariz para usar su magia?

La ceja de Rachel se elevó.

—Uhm, no. Ella era malvada, vil y retorcida. Está prohibido para los lobos

trabajar con brujas. Verás, no hay tal cosa como una bruja buena. Su magia viene

de la oscuridad y la muerte. Cuando el Alfa Serbio se enteró de que habían dos

sanadoras en Rumania, declaró la guerra. Las manadas que no estaban dispuestas

a ayudarlo, estaban contra él, y por lo tanto atacó. Cuando llegaron aquí, la

manada de Gavril y la manada Rumana del Este se unieron para luchar contra la

manada Serbia y su bruja. Mi madre fue asesinada en esa guerra, al igual que

muchas otras buenas personas. Gavril fue gravemente herido. Encontré su cuerpo

sobre el borde del río. Podía sentir la vida escaparse de él, porque se estaba

deslizando de mí también.

»No podía levantarlo, así que me recosté ahí y lo sostuve y esperé por la

muerte. Felizmente me iría con él, porque no hay nada en este mundo para mí

sin él. —Rachel tomó otra respiración profunda y se enderezó—. Pero el destino

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decidió que no era nuestro tiempo. Esa noche, una mujer vino a nosotros. Había

un suave resplandor a su alrededor y parecía que se deslizaba sobre el suelo en

lugar de caminar. Sus movimientos eran elegantes y seguros. Me dijo: “No

puedes morir en este momento sanadora”. Le pregunté quién era. “Soy Perizada

de las Fae. Si mueres, el equilibrio de la vida en el mundo sobrenatural será

derribado. Eso no puede pasar. Tiene que haber una sanadora en todo momento.

Tú eres la única que sabe qué y quién es. La siguiente por venir no lo hará por

siglos. Aunque otros con tu sangre pueden nacer, no han sido llamados. Tú y tu

lobo deben vivir”. Le dije que siempre y cuando mi presencia fuera conocida, el

Alfa Serbio me buscaría. Así que aceptó en correr el rumor de que habíamos

muerto. Pero en realidad nos escondió de los otros lobos. Hay un hechizo en

nuestro hogar dado por la Hada. Si no me buscas con un corazón puro y motivos

limpios, entonces no puedes ver esta casa. Cualquier persona que desee hacernos

daño acabará pasando por delante de ella. También me dio magia de Hada simple

para encubrir mi presencia y la de Gavril cuando estamos fuera. Así que hemos

vivido aquí, en silencio, en la clandestinidad. Esperando. Perizada dijo que

cuando llegara la siguiente sanadora, la última bruja podría ser destruida. Es muy

posible que la misma bruja de hace tres siglos que ayudó al Alfa Serbio todavía le

siga ayudando hoy día.

Jen no podía creer lo que estaba oyendo. Thad tenía una bruja trabajando

para él. Una jodida bruja. A continuación un pensamiento se apoderó de ella.

—¿Por qué quiere tan desesperadamente una sanadora?

—Las sanadoras pueden hacer varias cosas. Conocen hierbas que pueden

curar. Pueden mirar dentro de un lobo y ver lo que los aqueja. Tienen conexiones

con las Fae, y créeme, no quieres ser un enemigo de las Fae. Pero la más

importante y más segura razón por la que un Alfa quiere una sanadora, es que

puede proteger a una Canis lupis embarazada.

—¿Qué quiere decir con proteger? —preguntó Jen.

—Las sanadoras gitanas no sólo usamos hierbas. Hay magia en lo que

somos, en quién somos. El destino hizo casi imposible que una Canis lupis

procreara, pero les dio una ventaja… la sanadora. Es por eso que tiene que haber

una sanadora gitana en existencia en todo momento. Sin una, las posibilidades

de que una hembra llegue a término en un embarazo son mucho, mucho, más

bajas. No digo que no suceda, pero una sanadora garantiza un embarazo exitoso.

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—Saaannntaaa mierda —expresó Jen—. Ni siquiera presté atención, pero

no hay niños en la manda Rumana. Quiero decir, ninguno, como en nada de

nada, nada, cero, ni un ápice. —Jen se detuvo cuando se dio cuenta que Rachel

la miraba como si le hubiera crecido una segunda nariz—. Lo siento, mi

vocabulario tiende a írseme de las manos cuando estoy estresada.

Rachel asintió enarcando las cejas pero sonrió a Jen.

—Así que ahora ya lo sabes. Es por eso que estamos en la clandestinidad.

—¿Cómo me encontraron? —La frente de Jen se frunció.

—Gavril estaba fuera recolectando hierbas para mí. Él te escuchó, y luego

olió tu dolor. Así que vino y me llevó. Habíamos estado observando la zona

debido a la alteración en el aire.

—¿Qué tipo de alteración?

—Cuando llegas a un grupo de hombres lobo juntos tan grande,

especialmente con varias manadas involucradas, el aire se vuelve eléctrico. Ha

estado latiendo durante los últimos días. Sabía que algo estaba pasando. No había

habido una reunión de ese tamaño en bastante tiempo.

—¿Y ahora qué? —Jen dejó escapar un suspiro y colocó un brazo sobre su

cara, cubriéndose los ojos.

—Tengo que preguntarte, ¿te has estado comunicando con tu compañero?

—Lo hice brevemente cuando Gavril estaba cargándome. Pero ahora —

Jen negó con la cabeza, su voz estaba llena de frustración—, ahora me está

bloqueando.

—Tal vez algo ha ocurrido y está tratando de protegerte —ofreció Rachel.

—No, se siente como si algo estuviera “apagado” dentro de él.

—Jen, tengo que decirte que mientras estabas en ese agujero, esa bruja de

la que te estaba hablando atacó la mansión. Le prendió fuego.

Jen casi se cayó de la mesa tratando de incorporarse.

—¿¡QUÉ!? —Rachel fue a ayudarla al mismo tiempo que Gavril abría la

puerta.

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—Algo no está bien ahí afuera, Luna. —La cara de Gavril estaba marcada

por la preocupación—. Algo repugnante y malvado envenena el aire.

—Ella está buscando. —La voz de Rachel era sombría mientras veía hacia

la puerta principal. Sus ojos se clavaron en ella, como si miraba lo suficientemente

duro, podría ver a través de ella—. Tenemos que tener cuidado. Pero necesitamos

respuestas Gavril. Tenemos que verla.

Gavril negó con la cabeza.

—Es un riesgo demasiado grande.

—¿Ver a quién? ¿Qué riesgo? —Jen estaba tratando de mantener el ritmo,

pero el dolor de sentarse tan abruptamente estaba empezando a hacerla sentir

mareada.

—A Perizada, ella sabrá lo que está pasando. Si lo que dices es verdad y tu

amiga realmente es una sanadora gitana, entonces es ella de quien Perizada habló.

Ella es la que me ayudará a derrotar a la bruja.

—Honestamente puedo decir que de todas las cosas de las que podría ver

a Sally haciendo, ir cara a cara contra la Bruja Malvada del Oeste no estaba entre

las diez principales de la lista. —Se acostó cerrando los ojos una vez más mientras

Rachel y Gavril la miraban con lo que Jen estaba segura serían sus caras de “qué

es lo que acabamos de meter en nuestra casa”. Sí, bueno, mi madre se preguntaba

lo mismo todos los días, sanadora, así que no es una nueva mirada para mí. Jen

se estaba riendo de su monólogo interior hasta que sintió una ligera caricia a

través de su cara trayendo un penetrante suspiro. Luego escuchó su voz cuando

dijo su nombre.

—¿Jen?

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Traducido por Jadasa Bo

Corregido por Flochi

os ojos de Mona se encontraban cerrados mientras estaba parada en

el borde del bosque. La noche se convirtió en día, y la nieve había

empezado a caer. El aire frío de la montaña azotaba su cabello de

medianoche alrededor de su rostro; su cuerpo se relajó, pero su enfoque era

implacable. Mientras estaba lanzando los hechizos a los lobos Rumanos lo había

sentido. Una corriente de energía. No un poder oscuro, no el poder de brujas.

Habían pasado siglos desde que sintió los tentáculos suaves y fríos de la magia

Fae, pero lo sintió esta mañana temprano, mientras la luna todavía se mostraba

y el fuego rugía a través del cielo silencioso. Sintió el poder Fae, y debajo de eso

había algo aún más sutil. Gitana. Y ésta no era una gitana joven y novata como

la de la manada Rumana. Ésta era sangre vieja, poderosamente mágica.

Mona continuó extendiéndose hacia los árboles y las montañas cubiertas

de nieve, sobre las rocas, las plantas, la suciedad y la vida de la flora y fauna

buscando refugios allí. Mientras buscaba indagando, pensó en la última vez que

una sanadora gitana fue avistada. Tres siglos habían pasado desde entonces,

naciones se habían alzado y caído, la civilización creció y evolucionó, todo tipo

de tecnología actualmente gobernaba el mundo. Pero incluso con todos esos

cambios, algunas cosas se mantuvieron iguales. Las sanadoras gitanas estarían

siempre donde los Canis lupis vagaban. Sabía que la hija de Melinda no había

muerto. Sintió cuando Melinda había sido asesinada, sintió la fuerza de la vida

drenarse de su cuerpo. Pero no Rachel.

Mona había buscado durante décadas, sin ni siquiera una brizna de poder.

Luego había llegado a la conclusión de que las Fae debieron haber ayudado a la

gitana y a su pareja a huir. Ninguna simple sanadora gitana podría estar en contra

del poder de Mona. Era la bruja más poderosa que su aquelarre haya visto.

Cuando las Fae llegaron y acabaron con los aquelarres que se encontraban

dispersos por el mundo Oriental, Mona había hecho lo que cualquier depredador

inteligente hace: se escondió bajo tierra para esperar el momento oportuno.

L

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70

Las Fae decidieron que las brujas se estaban volviendo demasiado

poderosas y necesitaban reducir su población. Funcionó mejor de lo que

esperaban. Mona no sabía de otros que hubieran sobrevivido aparte de ella

misma.

Después de que su pueblo fue borrado de la tierra, Mona encontró refugio

en la manada Serbia. El Alfa quería a la sanadora de la manada Rumana del

Oeste, la quería con tanta fuerza como para contratar a una bruja, y al hacerlo, se

aisló a sí mismo y a su manada de otros Canis lupis.

Mona aceptó sus términos. Le entregaría a la sanadora y él la protegería de

cualquier enemigo hasta que pudiera recuperar su poder. Todavía era poderosa,

incluso después de las Fae, pero se había estado encubriendo durante tanto

tiempo que el poder se estaba drenando de ella.

Lo que el Alfa de la manada Serbia no sabía, era que Mona tenía sus

propias razones para querer a la sanadora gitana. Razones que no tenían nada

que ver con el Alfa y todo que ver con convertirla en la bruja más poderosa que

ha caminado sobre la tierra. Mona era vieja. Había sido vieja tres siglos atrás.

Recordaba cosas olvidadas por los seres sobrenaturales, recordaba por qué las

sanadoras gitanas eran muy apreciadas no sólo por los hombres lobo, sino por las

brujas y hadas por igual.

—¿Dónde estás, pequeña gitana? —susurró—. No te puedes ocultar para

siempre. —Mona abrió sus ojos, escudriñando el bosque.

Lo que sea que sintió antes ahora se había ido. No se desanimó, Mona

sabía que cazar una presa sobrenatural tomaba tiempo. Por suerte para ella,

tiempo era algo que tenía un montón.

Mientras giraba para irse, comenzó a escuchar el coro de la canción “Evil

Woman” de Electric Light Orchestra. Mona sonrió para sí misma. Así que tal vez

el tono era un poco exagerado.

Soy una bruja, pensó. Sin duda, nadie esperaría que el tono de llamada sea

“Lean On Me”.

—¿Qué? —Sus palabras fueron cortantes mientras contestaba.

—Necesito saber cuáles son tus planes —respondió Thad.

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Mona puso sus ojos en blanco. Estaba tan harta de responder ante los

lobos. Pero, cuando por fin tuviera a la sanadora, dejarían de tener cualquier

poder sobre ella.

—Hice mi movimiento. Ahora es el momento de dejar que el Alfa haga el

suyo. A veces, Thad, el mejor curso de acción es esperar y ver.

—Bien. Espero que me mantengas informado.

—Cuidado, lobo. No pienses que me das órdenes como si fuera uno de los

tuyos. No me quieres como tu enemigo. —Mona terminó la llamada justo cuando

Thad empezó a responder. No tenía tiempo para discutir con el lobo dominante.

Necesitaba hacer algo de búsqueda a través de los archivos que se las había

arreglado para conservar de la destrucción de las Fae; necesitaba saber quién

podía haber ayudado a Rachel a permanecer en la clandestinidad y necesitaba

encontrar una debilidad.

Mona tenía bastante que hacer, pero Thad no necesitaba saber eso. La idea

de hacer su propia investigación le trajo a la mente el hecho de que Vasile era

inteligente. Él tenía que serlo para haber durado tanto tiempo y ser tan poderoso.

Tenía sentido que él hiciera su propia excavación, sobre todo porque los Canis

lupis parecían haber hecho caso omiso por completo de las brujas. Así que tal vez

era el momento de hacer una visita a la poderosa casa de los Alfa, después de

todo, mientras el lobo no está, hay lugar para que la bruja juegue.

Mona se rió para sí misma. Debo de estar haciéndome vieja si algo así tan

simple es divertido para mí, pensó. Sonrió mientras movía en círculos su manto

rojo profundo alrededor de ella.

Después de enviar una llamada mental, esperó. Pronto pisadas de pezuñas

se hicieron audibles y un segundo después se encontró parado a su lado su corcel

negro como la noche.

—Ahh, Octavian, mi fiel amigo. —Octavian era octavo en su línea para

servir a las brujas, de ahí su nombre. Era un corcel viejo, su vida

sobrenaturalmente larga al igual que los anteriores a él. Las brujas habían

comenzado la cría de ellos mucho antes de lo que Mona podía recordar.

—Vamos a hacer un viaje —le dijo mientras se subía sobre su espalda. No

le faltó el respeto con una silla de montar. Sabía que no tenía por qué servirla. Él,

como cualquier ser sobrenatural, tenía magia propia. Octavian se volvió y se

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dirigió en la dirección de la que había llegado, lejos de la mansión derrumbada y

el bosque que mantenía secretos que Mona iba a descubrir.

* * *

Decebel respiró hondo mientras esperaba que Jen le respondiera. No tuvo

que esperar mucho tiempo.

«¿Dónde has estado? ¿Por qué me has estado bloqueando? ¿Tienes alguna

idea de lo preocupada que estaba? ¿Sabes lo que me ha pasado?» Las preguntas

de Jen fueron como un disparo de revólver en su cabeza.

—¿Estás hablando con Jen en este momento? —preguntó Jacque mientras

miraba cómo los ojos de Decebel se hacían más y más grandes.

Decebel asintió una vez, y luego con el ceño fruncido le preguntó:

—¿Tiene un interruptor de apagado?

—Hemos estado buscando uno por años —ofreció Sally—, pero no hay

nada.

Decebel levantó la mano a las dos chicas mientras escuchaba a Jen en su

mente.

«¿Por qué estás actuando tan raro?»

Podía oír el dolor en su voz y se preguntó si él era la causa de ello.

—Quiere saber por qué estoy actuando raro —le dijo Decebel a Jacque y a

Sally.

—Está bien, Dec, tienes que decirle que está hablando conmigo a través de

ti… —instruyó Jacque.

Al mismo tiempo Decebel oyó decir a Jen:

«¿Está Jacque cerca? Pon a Jacque en la línea».

Decebel miró a Fane.

—¿Son siempre tan mandonas?

Fane y Sally lo miraron inexpresivos, y al mismo tiempo replicaron:

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—Sí.

«Jen, voy a escuchar lo que dice Jacque y lo vas a escuchar a través de mí.

Entonces le daré tu respuesta», explicó Decebel.

«Pregúntale por qué diablos me estás llamando Jen».

—Ella quiere saber por qué diablos la estoy llamando por su nombre.

Jacque levantó una ceja.

—¿Estás llamándola Jen?

Decebel asintió.

—Sí, así no es como la llamas. La llamas Jennifer… o nena… o sabelotodo,

e incluso una vez creo que la llamaste pequeña bocazas. —Jacque agitó la mano

mientras decía—: Continuemos. Bien. Así que, Jen, Decebel ha sido maldecido.

—Jacque esperó a que Decebel se lo pasara.

Las chicas vieron como Decebel bajaba su cabeza y comenzaba a sacudirla

de un lado a otro. Se miraron la una a la otra, confundidas por su

comportamiento. Luego sus hombros comenzaron a temblar.

—¿Te estás riendo? —preguntó Sally, desconcertada.

Decebel finalmente se recompuso y levantó la mirada.

—Ella dijo: “Así que alguien más lo ha maldecido. ¿Cuál es el problema?

Lo maldigo todo el tiempo”.

Todos se echaron a reír; no sólo por las palabras de Jen, sino por el tono

de perplejidad con el que Decebel retransmitió las palabras de Jen.

Jacque puso sus ojos en blanco.

—No, tonta. Maldecir como en “Leviosa” no “Leviosaa”. No maldiciones

como “estúpido”.

—Ella está preguntando por qué demonios estás citando a Harry Potter…

¿otra vez? —Decebel se encontraba cada vez más confundido por la conversación

que las dos chicas estaban teniendo, a través de sus pensamientos.

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—Hombre, esto sería más fácil si ella tuviera un teléfono celular —se quejó

Sally.

Decebel miró Jacque.

—Permítanme tratar de explicar, ¿de acuerdo?

—Ve por ello, chico amante.

«Jen, fui golpeado por la maldición de una bruja. Según Sally afectó mi

memoria. Son como enormes agujeros; no puedo recordar mucho… realmente

estoy luchando con esto porque siento que hay algunas cosas que no debería haber

sido capaz de olvidar».

Jen no respondió de inmediato. Si no la sintiera en su mente, hubiera

pensado que se había ido.

«¿Me ol-olvidaste? De verdad no sabes quién soy». Una declaración. Su

voz estaba tan llena de dolor que Decebel sintió como si su corazón estuviese

siendo arrancado de su pecho. «Así que, ¿sientes que no deberías haber sido capaz

de olvidar a tu verdadera compañera?»

«Sí», respondió honestamente Decebel.

Jen no respondió.

—Creo que la lastimé —confesó Decebel en voz alta.

—Por supuesto que la lastimaste, bobo —gruñó Jacque—. Ahora que el

gato está fuera de la bolsa, pregúntale dónde está, si está bien, y cómo la

encontramos. —Jacque se encontraba a punto de ponerse de pie. Sólo la mano de

Fane en su pierna le impedía saltar y caminar de un lado a otro.

«¿Dónde estás?»

Pronto Decebel se encogió y miró de vuelta a Jacque.

—¿Siempre habla así, tan…? —gruñó mientras trataba de encontrar la

palabra.

—¿Así como un marinero? Acostúmbrate a ello, Don Juan. Lo que sea que

te dijo, te prometo que ha dicho cosas peores —espetó Jacque.

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—Simplemente se pone peor cuando está estresada —trató de

tranquilizarlo Sally.

—Está preguntando: “¿Qué demonios importa dónde estoy si mi maldito

compañero peludo, infestado de pulgas, no me reconoce de la siguiente rubia

caliente en la calle?

—Omitiste algunas palabras, ¿verdad? —Jacque levantó una ceja hacia

Decebel—. Porque eso es bastante suave para Jen.

Decebel gruñó.

—No hay razón para repetir todo lo que dice. ¿Y por qué ella cree que

tengo pulgas?

—Piensa que todo lo que tenga pelaje tiene pulgas. No te lo tomes como

algo personal. —El tono de Jacque era agudo, pero sabía que no debería estar

descargando su frustración en Decebel.

—Luna, facilítaselo. —Fane suavizó sus palabras frotando la espalda de

Jacquelyn. Ella lo miró y le sacó la lengua—. Tengo la intención de tomar esa

oferta más tarde.

—He creado un monstruo —le dijo Jacque, poniendo los ojos en blanco.

—Oh, no tienes ni idea, mi amor. —La sonrisa de Fane hablaba de cosas

malvadas.

Finalmente Jacque regresó su atención de nuevo a Decebel, quién se veía

más y más preocupado a cada minuto.

—Ahora no está respondiéndome —les dijo mientras fruncía sus cejas y

tensaba sus hombros. Era obvio que estaba tratando muy duro de contenerse. Fue

entonces cuando Jacque se dio cuenta que aunque Decebel había perdido algo de

su memoria, seguía siendo el mismo hombre. Un lobo posesivo, mandón,

controlador, dominante. Imaginó que la idea de no ser capaz de solucionar esta

situación, de no ser capaz de consolar a Jen, lo estaba volviendo loco.

«Jen, lo siento. No quise lastimarte». Decebel trató de asegurarse de que

ella pudiera sentir la frustración y la preocupación que estaba sintiendo.

Finalmente, ella respondió:

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«Por favor, deja de llamarme Jen. Llámame otra cosa que no sea Jen.

Simplemente no puedo soportar escuchar tu voz diciéndolo».

Decebel miró a Sally. Sally hizo una mueca ante el dolor que vio en la

piscina de sus ojos ámbar.

—Me dijo que dejara de llamarla Jen; que la llamara por cualquier otra

cosa menos esa.

—Simplemente porque no te acuerdes no significa que no es tu compañera,

Decebel. —Fue Cynthia quien habló esta vez—. ¿Sientes algo cuando escuchas

su voz?

—Mi lobo se despierta ante el sonido. Ella le trae paz.

—Trata de imaginar cómo se siente ella —dijo Cynthia—. Se acaba de

enterar que el hombre al que ama, el hombre que no ha hecho otra cosa más que

protegerla, perseguirla y hacerla sentir como la mujer más querida en la tierra, no

se acuerda de ella. Dale esta simple cosa. Llámala Jennifer.

Decebel trató de llegar a Jennifer de nuevo, pero ella se apartó. Fue como

un puñetazo en su estómago.

«Sólo necesito un poco de tiempo, Decebel. Por favor. Sólo…» Sintió su

dolor, podía casi sentir las lágrimas que surcaban su rostro. «Sólo necesito un

poco de tiempo». Y entonces se había ido.

Sally, Jacque, Fane, Costin, Cynthia, y Crina todos miraron en shock

mientras Decebel, el grande, el fuerte e inamovible Decebel, perdía el control.

Decebel levantándose desde el suelo y con su velocidad de lobo cruzó al

otro lado de la habitación, agarrando sillas y arrojándolas. Se hicieron añicos,

golpeando las paredes con tal fuerza que sacudió la taberna. Decebel gruñó, sin

dejar de causar estragos a todo a su paso. Su aullido de dolor se extendió por el

edificio, haciendo que todo el mundo se arrodillara mientras el poder salía de él.

De repente, la puerta de la habitación se abrió y Vasile irrumpió. Su propio

poder llenó la habitación, envolviéndose alrededor de Decebel y tirando de él

hacia abajo.

—Cálmate, Beta. —Las palabras de Vasile fueron firmes, mezcladas con la

promesa de castigo a su Beta si no conseguía ponerse bajo control.

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Decebel inclinó su cabeza.

—Le he fallado. No me acuerdo de ella, pero incluso mientras estoy aquí

puedo sentir a mi lobo gruñéndome. Mi propio lobo me reprende por no cuidar

de ella.

—¿Me estás diciendo que tu lobo la recuerda? —preguntó Vasile.

—No sé si la recuerda como nuestra compañera, pero siente una conexión

con ella, quiere protegerla. —Decebel miró a su alrededor, el remordimiento

llenándolo ante la evidencia de su pérdida de control—. Voy a arreglar esto, Alfa

—le dijo a Vasile.

—Sí, lo harás. No puedes ayudarla si no te mantienes controlado.

Decebel asintió, pero no dijo nada más.

—Te ayudaremos —ofreció Sally.

Costin la miró y ella se sonrojó ante la aprobación brillando en sus ojos.

—Eso no es necesario —dijo Decebel.

—No pedí tu permiso. Somos una manada. ¿Cuál es el punto de ser de la

manada si no compartimos las cargas de los otros?

—Bien dicho, sanadora. —Vasile le sonrió a Sally y pudo ver que iba a ser

una adición muy especial para su manada.

* * *

Había tomado el resto del día para que Decebel y los otros pudieran poner

la habitación en orden y salvar tantas sillas como pudieran. Se encontró con el

propietario y le dijo que pagaría por los daños y compraría todas las nuevas sillas.

Afortunadamente Nicolae fue muy comprensivo y tomó las cosas con calma.

Esa noche, Decebel miró por la ventana del segundo piso de la habitación

tranquila donde estaba sentado. La luz de la lámpara parpadeaba, proyectando

sombras misteriosas a través de las paredes, un fuego quemaba detrás de él en una

de las muchas chimeneas que ocupaban la taberna. Su espalda estaba caliente por

el calor, pero el frío que corría por su cara y pecho persistía. Había camas

alineadas junto a las paredes, de lado a lado en ambos lados de la habitación. Más

tarde compartiría esta sala con los otros de su manada, pero por ahora les había

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dicho a todos que necesitaba estar solo. Necesitaba ver si podía conseguir que

Jennifer le hablara. Estaba preocupado por ella, sobre cómo había sonado la

última vez que habían hablado a través del íntimo vínculo que compartían.

Decebel sacó su teléfono cuando lo sintió vibrar. Vasile le había enviado

un mensaje de texto preguntándole si estaba bien. Decebel sonrió, sorprendido

por lo mucho que Vasile se preocupaba por sus lobos. Le respondió y comenzó a

poner el teléfono lejos antes de notar un mensaje de texto anterior de Jennifer.

Sus latidos aumentaron mientras abría el mensaje de texto y se quedó sin aliento

mientras leía su correspondencia juguetona.

Cuando se desplazó a través de ello, ciertas cosas llamaron su atención. La

llamaba nena, le decía que era de él. Incluso le había dicho que mantuviera su

ropa puesta. Tendría que preguntarle a Jacque y Sally acerca de ello. Los dos se

burlaban entre sí y era evidente que había una fácil intimidad entre ellos. Su

corazón empezó a dolerle mientras leía los textos una y otra vez. Antes de la

muerte de Cosmina había anhelado una compañera, anhelado lo que obviamente

había tenido con Jennifer. Recordó que después de que muriera Cosmina había

jurado que nunca tomaría una compañera. Nunca más quería tener la

responsabilidad por la vida de alguien, o la posibilidad de que pudiera volver a

fallar. Ahora bien, leyendo estos textos, sabía que haría cualquier cosa para

conseguir sus recuerdos de vuelta. Haría cualquier cosa por tener a esta mujer

que, obviamente, lo amaba, y él a ella, de nuevo en sus brazos.

«Encontré los mensajes de texto entre nosotros». Decebel empujó sus

pensamientos con tanta fuerza como pudo contra los escudos de ella. Se sentía

mal forzándola para entrar en su mente, pero no lo suficientemente malo para

que no lo hiciera. Se sentía vacío, solo sin su presencia en su mente.

«Jennifer, por favor, háblame», suplicó Decebel.

«¿Y qué exactamente quieres que diga? Hola, sé que no me recuerdas pero

te amo más que a mi vida y no puedo soportar estar sin ti. Apenas puedo respirar

estando lejos de ti. Estoy sufriendo, asustada y enojada. ¿Es eso lo que quieres

oír? ¿Quieres escuchar cómo mi corazón se está rompiendo y mi alma se siente

como si hubiera sido rasgada en dos? O tal vez te gustaría que diga cómo en todo

lo que puedo pensar es en la última vez que me sostuviste en tus brazos, el último

beso que me diste, la última vez que te oí hablarme reconociéndome. ¿Qué debo

decir, Decebel?»

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Decebel cerró sus ojos mientras absorbía su dolor.

«Sé que te he hecho daño y lo siento. Puedo decir a partir de estos textos

que te amaba».

Jennifer lo interrumpió antes de que pudiera decir algo más, y la vacilación

en su voz casi lo hizo caer de rodillas.

«Me amabas… pasado. Vaya, eso es intenso. Esa es la guinda del pastel

proverbial, bola de pelos. Gracias por eso».

«¡JENNIFER DETENTE!», rugió Decebel a través de su vínculo. «No voy

a renunciar a nosotros. No voy a parar hasta encontrarte y hasta destruir la

maldición. No, no me acuerdo de ti, pero todo el mundo me dice que eres

preciada para mí. Algo dentro de mí me dice que tienen razón. Te encontraré,

pero hasta entonces… sólo déjame cortejarte de nuevo».

«Um, noticias de último momento, Dec. Nunca realmente me cortejaste en

primer lugar. Más o menos me dijiste que era tuya y casi matas a cualquier otro

que respirara demasiado cerca de mí». Casi podía oír su sarcasmo y lo tomó como

una buena señal, como si tal vez hubiera llegado hasta ella. «¿Y cómo

exactamente planeas cortejarme, B?», preguntó ella.

«¿B?»

«Por Beta. Aunque me reservo el derecho de utilizarlo para llamarte mujer

vagabunda cuando lo considere necesario».

Decebel sonrió. Era una luchadora, eso era seguro.

«Bueno, tengo toda la noche. ¿Qué tal que si nos conocemos otra vez?»

Esperó a ver lo que iba a decir y ni siquiera se dio cuenta que se encontraba

conteniendo el aliento hasta que lo soltó cuando ella respondió.

«Está bien».

«Antes de que vayamos más lejos, necesito saber, ¿estás a salvo? ¿Hay

alguien lastimándote?»

«Estoy a salvo. Estoy sufriendo, pero sólo porque me caí en un profundo

agujero en el suelo».

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Decebel decidió esperar para encarar eso. Primero se ocuparía de sus

emociones y la ayudaría a que se sintiera cómoda.

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Traducido por Isa 229

Corregido por Flochi

o empezaré», comenzó Jen. «Durante un tiempo he estado

queriendo preguntarte esto, pero recientemente las cosas

se pusieron un poco agitadas y antes de eso, estabas siendo

un cabeza hueca. ¿Cuál es tu apellido y por qué no lo usas

nunca?» Jen cerró los ojos mientras yacía sobre la mesa. Había estado

preguntándose cuál era su apellido, eso era cierto, pero justo en este momento

ella lo escucharía recitar el alfabeto una y otra vez con tal de oír su voz. Sí, sí, soy

tan patética en este momento, pensó ella.

«Mi apellido es Anghelescu. Significa simplemente hijo de Anghel. Anghel

era mi padre».

«¿Quién era tu padre?», preguntó Jen.

Casi podía oírlo respirar profundamente antes de que él hablara.

«Era el Alfa de la manada Rumana del Oeste». Decebel esperó su respuesta.

Pensó que probablemente ella no sabía que en algún momento la manada

Rumana estuvo dividida.

«¿Cuándo fue Alfa tu padre?»

Decebel frunció el ceño. ¿No iba a preguntarle sobre la división de la

manada?

«Después de las guerras de los hombres lobos. El Alfa anterior fue

asesinado durante este periodo. Creo que se llamaba…»

«Gavril», terminó Jen por él.

Decebel no podía creer que ella supiera esto. No es algo que siempre se

hablaba en una conversación casual. ¿Cómo podría saberlo?

«Y

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«Sí, Gavril. Mi padre era su Beta». Decebel hizo una pausa incómoda. «…

Mi padre murió en 1905 después de que mi madre, Eveline, fuera baleada y

asesinada por cazadores furtivos. La habían confundido con un lobo salvaje. Yo

sólo tenía 20 años humanos, convirtiéndome en uno de los más jóvenes Alfas en

nuestra historia.»

Esta vez sintió la sorpresa de ella. Así que ella no había sabido que él había

sido un Alfa.

«¿Fuiste un Alfa?» Jen sabía que el asombro que sentía llenaba su voz.

«Sí».

«¿Qué pasó? ¿Por qué ya no lo eres más?» Decebel podía sentir su interés,

su deseo de saber más sobre él. Por alguna razón eso le hizo sentir orgulloso. Su

lobo estaba pavoneándose, como un joven cachorro tratando de atrapar la

atención de una hembra.

«Cuando murió mi hermana Cosmina perdí la razón. Entré en un arrebato

de ira, convirtiéndome en alguien peligroso para todos los que me rodeaban.

Recuerdo que Vasile vino a mí, recuerdo disolver la manada Rumana del Oeste

y declarar una fusión, pero después de eso no recuerdo lo que pasó. Sé que

renuncié a mi apellido. Había deshonrado a mi familia por no haber protegido a

mi hermana… yo no merecía llevar el nombre de mi padre».

Jen podía sentir el dolor de Decebel por perder a su hermana y la vergüenza

que él pensó que debía llevar. Pero ella sabía que no era así. Incluso los Alfas no

podían salvar a todos.

«Decebel, los Alfas no son infalibles. No deberías avergonzarte por lo que

sucedió ese día. Nadie podría haber predicho lo que haría un lobo idiota. Eres un

hombre increíble, y cuando clamas a alguien como tuyo haces todo lo posible

para protegerlos. Pero no eres perfecto y nadie espera que lo seas».

«Hablas como si me conocieras». Decebel no pudo ocultar la emoción que

evocaban sus palabras en él.

«Te conozco». La voz de Jen fue suave mientras ella respondía a la

emoción que sentía venir a través de su vínculo.

«Espero haberte conocido igual de bien».

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«Lo harás», prometió Jen. «No te abandonaré, Decebel. Lo siento, pero

estás atascado conmigo».

Pudo sentir la alegría de Decebel.

«Sally me mostró fotos tuyas en su teléfono», mencionó él repentinamente.

Jen se quedó callada ante su comentario. Sus ojos se abrieron y se

encontraron con el techo bajo el cual yacía, trazando a lo largo de las vigas de

madera que corrían horizontalmente a través del cuarto. Su respiración aumentó

y justo en ese momento planeó matar a Sally en cuanto la viera.

«¿Lo hizo?», preguntó Jen cuidadosamente. «¿Y qué pensaste?»

«Esperaba que algún día pudieras estar vinculada a mí, así de esa manera

esa bata ya no sería necesaria».

Jen sintió que la sangre subía a su cara, el calor de la vergüenza

atravesándola. Sí, Sally era una sanadora gitana muerta.

«No te avergüences, Jennifer. Creo que eres hermosa».

«Sí, bueno, no esperaba exactamente que la primera cosa que le enseñaría

a mi compañero que no se acuerda de mí es estar en una bata».

«No me estoy quejando». Oyó risas en su voz y lo absorbió como si fuera

la última gota de agua que nunca jamás sentiría en su piel.

«Estoy segura que no lo estás».

Decebel se puso serio.

«Jennifer, ¿cómo sabías quien era Gavril?»

Jen no sabía cuánto se le estaba permitido contar a Decebel. Rachel y

Gavril habían salido, para nada preocupados en dejarla ya que no podía caminar.

Pero, ¿cómo esconder algo a Decebel? Ya sea que se acordara de ella o no, él

seguía siendo su compañero.

«¿Jennifer?» Su voz sonaba cada vez más como el Decebel que la amaba.

«No quiero poner en peligro a los que me han rescatado».

«Lo comprendo y puedes confiar en mí. ¿Cómo lo supiste?»

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Jen respiró hondo y lo dejó salir. Decidió que era imposible no poder

decirle.

«Sabía quién era porque él y su compañera Rachel son los que me salvaron

de la caverna en donde estaba. Ahora estoy en su casa».

Jen se estremeció ante la alarma que corrió a través de su vínculo.

«¿Cómo? ¿Cómo pueden estar todavía vivos? Nadie ha visto o escuchado

de ellos en siglos».

«Lo sé. Rachel me lo explicó todo».

«Entonces explícamelo a mí», exigió Decebel.

«Todavía no puedo, Dec. No sé si estén cómodos conmigo contándolo».

«Soy tu compañero. ¿Cómo puedes esconderme algo?»

«Oh, ¿ahora deseas reclamar la tarjeta del compañero? Bueno, puedes

meterla de nuevo en tu bolsillo trasero, amigo, porque hasta no hace mucho

tiempo eras como: “bla, bla, no me acuerdo de ti, bla, bla debería recordar a mi

compañera”. Así que, ¿a quién le importa?», le gruñó Jen.

«Puede que no recuerde, pero sí creo que eres mi compañera. Jennifer, te

someterás a mí en esto». Jen pudo sentir la sorpresa que lo llenó cuando ella se

rió de él a través de su vínculo. «¿Te estas burlando de mí?»

«Sí, mi compañero peludo, estoy definitivamente riéndome de ti.

“Someter”… hombre, ese es el clásico Decebel. Me hace querer besarte».

Jen oyó la puerta empezar a abrirse.

«Oye, Dec, me tengo que ir. Están de vuelta y tengo que hablar con ellos».

«No te atreves a bloquearme, Jennifer». Jen amaba el autoritarismo en su

voz; la hacía sentir como si nada hubiera cambiado entre ellos.

«Lo siento, pero la conexión es un poco difusa, Dec, te escucho

entrecortado. Has algunos… no puedo… hablamos… luego…» Jen interrumpió

sus palabras con silencios en medio imitando una mala conexión de un teléfono

celular, y luego rápidamente erigió una pared entre sus mentes. Le dolía estar

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separada de él, pero Jen confiaba en Rachel y Gavril y necesitaba saber qué hacer

acerca de dejar que sus amigos y compañero supieran sobre sus rescatadores.

—¿Cómo te sientes? —Jen oyó a Rachel preguntar.

Jennifer yacía en la cama con los ojos cerrados, oliendo el aire fresco y

crujiente que se había arremolinado dentro cuando Gavril y Rachel entraron a su

casa. Mientras se habían ido, Jen había intentado echar un vistazo alrededor de

la habitación. Había observado que la cama que ocupaba estaba en el área donde

estaría una mesa de desayuno. La cocina estaba justo al lado. Los pisos eran de

madera y la isla en medio de la cocina era de madera con estantes a lo largo de la

base que albergaba todo tipo de botellas diferentes con nombres escritos en sus

etiquetas. Por encima de la isla colgaba una agarradera redonda de hierro forjado,

pero en lugar de macetas, de este colgaban plantas y hierbas. El mostrador que

corría a ambos lados de la cocina era de la misma madera que la isla y los

gabinetes estaban abiertos sin puertas en ellos. Era una habitación muy

acogedora. El olor del incienso impregnaba el aire y el crujido del fuego caliente

que ella no podía ver a la vuelta de la esquina la calentaba.

La mente de Jen regresó a la pregunta de Rachel cuando la vio parada al

lado de su cama.

—Débil —contestó Jen honestamente. Pensó que no tenía ningún motivo

para mentir.

—Voy a hacer un poco más de té para ti.

—Gracias. —Jen aclaró su garganta antes de que ella continuara—.

Entonces, Rachel, necesito saber lo que puedo decirle a Decebel, mi compañero,

acerca de ustedes. Él y yo estábamos hablando a través de nuestro vínculo

mientras que ustedes se habían ido y he descubierto por qué lo sentía tan extraño.

—Perdió sus recuerdos —terminó Rachel antes de que Jen pudiera

revelarlo.

La boca de Jen cayó abierta. La cerró y negó con su cabeza.

—¿Cómo lo sabes?

Rachel le entregó el té y Jen tomó un sorbo. Gavril vino y se puso al lado

de su compañera.

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—Hay ojos y oídos en todas partes del bosque —le dijo Gravil

misteriosamente.

Rachel le dio un codazo.

—No intentes asustarla, torpe.

Gavril dio a su compañera un gruñido fingido, pero había humor en sus

ojos.

—Gavril y yo fuimos a ver a la mujer de la que te hablé, quien nos ayudó

todos esos siglos atrás —explicó Rachel—. Sabíamos que ella sabía lo que estaba

pasando. Y no es bueno. No es bueno en lo más mínimo. —Rachel se acercó a

Jen y colocó un brazo detrás de sus hombros mientras Gavril tomaba sus tobillos

suavemente en sus manos—. Necesitas sentarte un poco. Estar toda acostada

sobre tu espalda puede causarte neumonía.

Después de que Jen se acomodó, las almohadas detrás de ella apoyadas

contra la pared, miró hacia la cara preocupada de Rachel.

—Entonces, suéltalo todo. No lo endulces y por favor confía en mí. Yo

confío en ustedes chicos y no quiero que les pase nada.

Rachel sonrió.

—Gracias, Jen. Lo primero que debes saber es que tienes que estar aquí.

Solo yo puedo sanarte y evitar que te enfermes más.

—¿Por qué me enfermaría más?

Rachel ignoró la pregunta y continuó:

—En segundo lugar, la bruja de la que te hablé es de hecho la única desde

hace mucho tiempo. Es poderosa y quiere una sanadora. No se detendrá ante

nada para encontrarme. Tienes que entender lo terrible que sería si pone sus

manos sobre mí. Tengo que evitarlo a cualquier precio.

Jen comenzó a sentir que la cabeza se le nublaba. No se sentía soñolienta,

pero se sentía rara. Y entonces ella lo sintió. Su vínculo con Decebel se rompió

por la mitad. Era tan extraño. Era como si ella pudiera ver el cordón que lo llevaba

hasta él… como una cuerda tensa siendo jalada demasiado hasta quebrarse. Jen

tomó una bocanada de aire ante la repentina pérdida de la conexión.

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Sus ojos se dispararon hacia Rachel.

—¿Qué has hecho? —gruñó Jen.

Gavril dio un paso adelante, una postura protectora frente a su compañera.

Como si Jen estuviera en condiciones de hacer algo.

—Lo siento, Jen. No puedo permitir que le digas demasiado a tu

compañero. Podrías no darte cuenta que estás dando pistas a donde él o la

manada podrían encontrarte.

Jen estaba tratando muy duro de verlo desde el punto de vista de Rachel,

pero el agujero negro dentro de ella no le estaba haciendo comprensiva

especialmente.

—Habrá algunas consecuencias por el vínculo roto. Y no es permanente.

Pero puedo mantener al mínimo los efectos.

—¿Qué consecuencias? —Jen estrechó los ojos hacia la sanadora en quien

quiso tanto creer que no la lastimaría. Ahora no estaba segura.

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Traducido por AariS

Corregido por Flochi

i amor. —Fane acarició el rostro de Jacquelyn mientras

trataba de despertarla—. Tenemos que prepararnos.

Todos los demás ya se habían levantado y

comenzado a prepararse para el viaje que cada uno tenía por delante. Fane había

dejado dormir a Jacquelyn diez minutos extra, sabiendo que las emociones iban

a ser intensas hoy. Iba a ser agotador.

Para su sorpresa, su compañera odia-mañanas se sentó repentinamente. Lo

miró, su cabello un desastre de dormir. En lugar de una sonrisa vio el duro

destello de la determinación en sus ojos esmeralda.

—Sé que quieres saltar y salir corriendo por la puerta, Luna, pero no

podemos ayudar a Jen o Decebel si no cuidamos de nosotros mismos. Así que

una ducha rápida, después comida. ¿De acuerdo?

—Dime que vamos a arreglar esto, Fane. Sé que me lo dijiste anoche, pero

he dormido desde entonces. Así que por favor dime que la encontraremos y que

recuperaremos los recuerdos de él.

Fane se puso de pie y caminó al otro lado de la cama. Tomando su mano,

tiró de ella para colocarla delante de él. Inclinó su barbilla de modo que estuviera

mirando a los ojos que podría mirar por el resto de la eternidad.

—Te doy mi palabra. Haré lo imposible por traer a Jen de vuelta con

nosotros y restablecer a Decebel. Ellos son tanto mi familia como la tuya y son

de la manada. Protejo lo que es mío. Y aunque no soy Alfa, soy el príncipe de los

Grises de Rumania. Decebel y Jen son míos. ¿Está claro?

Jacque miró a la hermosa cara de su compañero. Podía sentir el amor, la

preocupación, la inflexible determinación, y la firmeza concentrados en hacer

exactamente lo que dijo que haría.

—M

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—Está claro. Confío en ti.

Fane la atrajo hacia él, envolviéndola con sus brazos. Una mano la sostenía

firmemente por la parte baja de su espalda y la otra acariciaba su nuca. Cuando

sus labios se encontraron con los de ella, el mundo y todas las preocupaciones,

pena, lucha y dolor se esfumaron. Eran sólo ella y Fane. Ella envolvió los brazos

alrededor de su cuello, pasando los dedos a través de su cabello. Presionó su

cuerpo más cerca del suyo y fue recompensada con un gruñido bajo. Después de

varios minutos, Fane se retiró, sus labios húmedos de su beso. Sonrió cuando se

dio cuenta que él estaba tan falto de respiración como ella.

—Podría besarte todos los días, durante todo el día, y nunca tendría

suficiente. —Aunque él había detenido el beso, no había aflojado su abrazo.

—Estás de suerte. —Sonrió con picardía.

—¿Y eso por qué, Luna?

Jacque se puso de puntillas y presionó su boca en la oreja de Fane. Sintió

su cuerpo tensarse contra el de ella.

—Porque planeo dejar que me beses, a menudo y principalmente en la boca

—le dijo con un suave soplo de aire contra su oreja y cuello.

Jacque comenzó a reír cuando Fane gruñó ante sus palabras. Le encantaba

que aún pudiera sacudir su jaula, adoraba tenerlo de puntillas.

«Gracias», susurró Jacque en la mente de él.

«¿Por qué?» Fane sinceramente no sabía por qué podía estar

agradeciéndole.

«Por darme eso. Por continuar mostrándome cariño y amor, incluso con

todo esto ocurriendo».

—Jacquelyn, mírame. —Las palabras de Fane fueron amables pero todavía

una orden.

Hizo lo que le dijo.

—Tú siempre vas primero. Siempre. Y no eres sólo tú la que necesita

sentirse amada, querida, y necesitada. Somos lobos, el amor, el contacto, es

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esencial para nosotros. —Fane besó su frente y la liberó—. Ve a ducharte. Me

encontraré contigo abajo para el desayuno.

—Espera. —Jacque se dio cuenta de que Fane no llevaba la ropa con la

que se había ido a dormir. Llevaba un par de pantalones cargo verdes y una

camiseta negra de manga larga—. ¿Dónde conseguiste esa ropa y dónde puedo

conseguir algo? —Necesitaba muchísimo salir de su conjunto cubierto de hollín.

—El dueño fue por la gente del pueblo y consiguió que donaran ropa. Debe

haber algo en el baño al final del pasillo. Puede que no se ajuste perfectamente

pero al menos está limpia.

—No me importa si son harapos o cachemira. Sólo necesito salir de estas

ropas. —Levantó la vista hacia él y sonrió—. Gracias, hombre lobo. Te veo en

un rato.

Fane le guiñó un ojo mientras salía de la habitación.

Jacque llamó a la puerta del cuarto de baño. Sólo había uno en toda la

posada y lo estaba compartiendo con el resto de la manada.

—Ya casi termino. —Era una familiar voz femenina.

—Sally, soy Jacque. Abre.

La puerta se abrió sólo lo suficiente para que Sally sacara la cabeza. Jacque

sintió el vapor de la ducha caliente acariciar su cara cuando se arremolinó más

allá de ella.

—¿Estás sola?

Jacque puso los ojos en blanco.

—Sí, sanadora, soy sólo yo. Ahora, déjame entrar.

Sally abrió más la puerta mientras resoplaba.

—Bueno, podías haber tenido a tu lobo contigo. No quería abrir la puerta

así… —Sally hizo un movimiento de arriba abajo con la mano indicando su

cuerpo vestido con una toalla—… y estar como “oh, hola Fane, ¿cómo te va,

Fane? Sólo estoy aquí parada en mi toalla pasando el rato y haciendo mis cosas,

Fane”.

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Jacque cerró la puerta tras ella y sacudió la cabeza hacia Sally.

—Eres una pequeña gitana perturbada.

Jacque miró alrededor, viendo rápidamente la ducha en la pared frente a la

puerta. Era un sencillo cuadrado embaldosado con un desagüe en el suelo. Una

cortina de ducha azul colgaba a través de ella. Al lado de la ducha había una

pequeña mesa que tenía ropa y toallas. Jacque no pudo evitar la sonrisa que se

expandió por su cara cuando comenzó a desvestirse.

Sally le ofreció una débil sonrisa.

—Lo siento. Sólo estoy toda de mal humor. Estoy recibiendo vibraciones

extrañas y…

—¿Qué quieres decir con vibraciones extrañas? ¿De Jen? ¿El bosque?

¿Sobre Dec? —interrumpió Jacque.

Sally paró de cepillarse el cabello a mitad de camino. Se dio la vuelta del

viejo espejo para mirar a su mejor amiga.

—¿Has acabado? ¿Vas a dejarme terminar ahora?

Jacque levantó las manos en señal de rendición.

—Oh, hombre. Lo siento. Estoy peligrosamente cerca del furgón de los

locos, ¿verdad?

—Definitivamente creo que deberías dar un par de pasos atrás. Es

demasiado pronto para saltar a ese furgón. Te aseguro que te daré el completo

visto bueno cuando sea el momento.

Jacque sonrió.

—Bien. Entonces, ¿qué estabas diciendo?

—No sé realmente cómo describirlo. Creo que Jen está a salvo, pero al

mismo tiempo algo está mal. Tendré que ver cómo está actuando Decebel, eso

me ayudará a saber acerca de Jen. No se da cuenta que a pesar de que no la

recuerda, ella aún está conectada a él. Ellos se afectan mutuamente, lo sepan o

no.

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Jacque se metió en la ducha. Sally soltó una risa cuando escuchó a Jacque

gemir.

—Oh. Dios. Mío. Esto se siente divino. Casi tan bueno que podría ser

malo, pero es tan bueno que no te importa si es malo. ¿Me sigues?

Sally tenía una sonrisa que se extendía por su cara y sus ojos arrugados

mientras respondía:

—Sí, princesa loba, te sigo. Así que, de todos modos, como iba diciendo,

otra vibración que estoy recibiendo es de cierto lobo…

—Oh, hermano. ¿Estamos preparándonos para tener algunos momentos

Jen?

—Sin duda un momento Jen. Él no es una opción, para nada,

completamente fuera del menú. Pero sigue sonriéndome y guiñándome el ojo.

Quiero decir… Vamos. ¿Cuánto se supone que es capaz de soportar una chica?

—Déjame adivinar. —Jacque habló por encima del ruido del agua de la

ducha—. ¿El nombre de dicho lobo fuera-del-menú rima con lostin?

—¿Lostin? En serio, Jac, ¿con eso es con lo que sales? —Sally puso los ojos

en blanco.

—Bueno, está bien. ¿El nombre del lobo es…?

—Sí, sí, mierda —interrumpió Sally—. Es nuestro amable camarero del

barrio. Quiero decir, ¿me imaginas presentándoselo a mis padres? Hola mamá y

papá, este es Costin, es un hombre lobo y camarero. Así que básicamente podría

comerme para el almuerzo y luego servirse a sí mismo una buena cerveza fría

para tragarme mejor.

Jacque se estaba carcajeando fuertemente cuando cerró la ducha y abrió la

cortina. Agarró una toalla y comenzó a secarse.

—Muy buena.

—Estoy hablando en serio, Jacque —gimoteó Sally—. Está empezando a

llegar a mí y no tengo tiempo para cuidar un corazón roto.

—Sally, respira profundamente, déjalo salir lentamente. —Jacque esperó

hasta que su amiga cumplió mientras continuaba vistiéndose. Se puso un par de

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pantalones cargo que eran sólo un pelín demasiado grandes, luego se pasó una

camiseta azul con cuello de tortuga por la cabeza—. Ahora, no nos estresemos

acerca del pequeño asunto del CHL, ¿de acuerdo?

—¿CHL? —El ceño de Sally se frunció.

—Sí, el Camarero-Hombre-Lobo. —Jacque sonrió, obviamente

complacida consigo misma.

—¿Qué pasa contigo y Jen y los acrónimos? Juro que tienen un cuaderno

lleno de ellos.

—Si lo tenemos, nunca lo sabrás. —Jacque le guiñó un ojo a su morena

amiga.

Sally miró a Jacque de arriba abajo y luego sonrió.

—Dominas totalmente todo el estilo “me di un baño de hollín en un

incendio y ahora tengo que llevar ropa de una talla demasiado grande en colores

que me arruinan por completo”.

Jacque abrió la puerta del baño y apresuró a Sally a salir.

—Bueno, gracias, Thelma. Aprecio el apoyo.

—Cuando quieras, Louise. Para eso estoy aquí, para indicar cuándo logras

un buen aspecto, o fallas en el intento.

—Bajemos a comer, idiota —dijo Jacque, sacudiendo la cabeza hacia Sally

y tirando de ella.

Cuando las dos chicas llegaron abajo vieron que la mayoría de la manada

ya había comido y estaba empezando a dispersarse, algunos dirigiéndose a ayudar

al dueño de la posada a limpiar y otros ocupándose de cosas que Vasile les había

asignado.

Su grupo estaba todo reunido alrededor de la chimenea en la gran sala de

reunión. Fane caminó hacia Jacque y le tendió un plato de huevos y tocino. Y

para sorpresa de Sally, y disgusto parcial mezclado con alegría, Costin le tendió

a ella un plato de lo mismo.

Ambas chicas tomaron asiento en el sofá que los chicos habían desocupado

cuando ellas llegaron.

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—Muy amable de su parte unirse a nosotros, señoritas. —Vasile se dirigió

a ellas con un tono firme, pero sus ojos contenían diversión.

—En América, V, hay esta cosa llamada llegar elegantemente tarde. Verás,

es mi trabajo como tu nuera, introducirte en todas estas costumbres. —Jacque le

sonrió.

Vasile soltó una risa.

—Oh. Bien, entonces, ¿supongo que debo agradecerte en lugar de

reprenderte?

—Ahora lo estás pillando.

Todos aquellos alrededor de la habitación se rieron con la broma, pero se

callaron cuando Vasile se levantó.

—Tan pronto como todos terminen de comer saldrán en sus direcciones

separadas. Alina y yo, así como la mayor parte del resto de la manada nos

quedaremos aquí. Este será el cuartel general, a falta de un término mejor. Fane,

Jacque, Crina, y Sorin tomarán el vehículo que queda y se dirigirán de vuelta a la

mansión. Una vez allí, Sorin se pondrá en contacto con el historiador de la

manada y él debería al menos ser capaz de señalarles una dirección general de

dónde empezar a buscar. —Vasile hizo una pausa y pareció reunir sus

pensamientos. Todo el mundo esperó en silencio, el fuego chasqueando y

estallando mientras la madera se quemaba, y el viento afuera soplando contra las

ventanas.

Finalmente miró a Sally.

—Tú, Cynthia, Costin y Decebel se dirigirán afuera a pie.

Los ojos de Sally se abrieron ampliamente ante esta declaración.

—¿A pie? ¿En el frío y la nieve? —chilló.

—Yo podría sacrificar un poco de calor corporal por ti si lo necesitas —

bromeó Costin y guiñó un ojo. Le dio un gran placer hacerla sonrojar.

—Costin. —La voz de Vasile fue una advertencia aunque no había calor

verdadero detrás de ellas—. Ahora bien, he reunido todas las cosas que

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necesitarán para encargarse de este tiempo. Tendrán un poco de ayuda a lo largo

del camino, aunque no deberían buscarla. Simplemente dejen que vaya a ustedes.

Se oyó un gruñido cuando Jacque se lanzó a sí misma hacia atrás en el sofá

dramáticamente.

—V, me estás matando. Primero, tienen la oportunidad de conocer a la

Hada, ¿y ahora consiguen ir a una excursión digna del Señor de los Anillos a

través de la montaña? ¿Y aún así todo lo que yo consigo es a un tipo viejo y papel

quebradizo?

—Sólo recuerda que todo es por Jen y Decebel. —Sally palmeó la pierna

de su mejor amiga.

—Esa es tu única salvación. De lo contrario me estaría invitando a mí

misma a su pequeña aventura.

Dos horas, varias discusiones, y montones de quejidos mientras la manada

se separaba más tarde, Jacque, Fane, Sorin y Crina estaban una vez más en un

Hummer viajando por la larga carretera montañosa de vuelta hacia la mansión

de los Lobos Grises Rumanos. Mientras tanto, Sally, Cynthia, Costin y Decebel

habían comenzado su arduo viaje a pie.

—¿Crees que lo tenemos todo? —preguntó Sally a Cynthia mientras se

adentraban en el bosque de los Alpes Transilvanos. Estaban caminando en fila

india con Cynthia a la cabeza, luego Sally, Costin y Decebel en la retaguardia.

—Si no lo tenemos, lo único que nos dejamos fue un inodoro.

—En serio —añadió Costin—, tenía que haber sido Alina la que empacara

para nosotros. Ningún hombre habría pensado en todas las cosas que tenemos

empaquetadas en estas bolsas que estamos cargando sobre nuestras espaldas.

Jacque había sugerido llevar un caballo o un burro, pero Vasile dijo que

incluso si pudieran encontrar uno sería simplemente una boca más que alimentar.

Así que, sin un caballo/burro de carga, los cuatro estaban en camino.

Todos se quedaron en silencio mientras caminaban. El crujido de la nieve

bajo sus botas, y el ocasional pájaro o animal correteando eran los únicos sonidos.

Decebel estaba perdido en sus pensamientos. Después de que Jennifer lo

hubiera bloqueado, y había tenido algún tiempo para calmarse, había ido a Vasile.

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Le hizo saber que Jennifer dijo que las personas que la habían rescatado eran

Gavril y Rachel: un Alfa y su compañera que se creía que habían muerto hace

tres siglos. Vasile estaba sorprendido, pero no completamente conmocionado. Le

había dicho a Decebel que a la luz de las circunstancias de Jen, ir a ver a Peri era

el mejor curso de acción para Sally.

Cuando se había despertado esta mañana supo que algo iba mal. No podía

sentirla en absoluto. No era como cuando ella había bloqueado su mente; incluso

entonces aún podía sentirla pero ahora no había nada. Había decidido que tal vez

estaba inconsciente, y aunque odiaba la idea de ella inconsciente, era un

pensamiento mejor que otras posibilidades. No se lo había mencionado a nadie

porque no se imaginaba que hubiera algo que se pudiera hacer acerca de ello.

Cuanto más tiempo pasaba sin su presencia más débil comenzaba a sentirse, y la

oscuridad arrastrándose en su mente y alma se intensificaba. Ahora estaba

pensando que tal vez habría sido una buena idea mencionárselo a Vasile. Si iba a

peor, decidió, hablaría con Sally y Cynthia.

* * *

Cynthia Steele no podía creer dónde estaba, o lo que estaba haciendo. Si

alguien hubiera venido a ella un año antes y dicho: “Oye, el año que viene estarás

en Rumania haciendo senderismo a través del bosque en busca de una hada”, le

habría dicho que dejara de esnifar aquellos bolígrafos permanentes. Pero aquí

estaba, en Rumania, haciendo senderismo en el frío glacial buscando un hada.

Había sabido que las Fae existían en el pasado. A Cynthia le gustaba conservar

al menos un poco de su historia y la historia de otros seres sobrenaturales. Sin

embargo, no había sido tan diligente en los últimos años y no sabía que las Fae

eran aún una parte de este mundo. Era increíble.

No había duda de que lamentaba lo que le había hecho a Jacque, pero al

mismo tiempo estaba tan contenta de que estuviera aquí, capaz de ayudar a su

propia especie.

* * *

Sally estaba intentando concentrarse en dónde plantaba su pie en la nieve

para evitar tropezar, pero su mente continuaba preguntándose por el lobo

demasiado-caliente-para-su-propio-bien caminando detrás de ella. No entendía el

dolor en su interior cuando lo miraba. Lo que podía entender era su atracción por

él: era jodidamente lamible. Sally sonrió ante las palabras que había escuchado a

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Jen usar tantas veces antes. Jen, ahí es donde su mente debería estar. Y lo estaba,

pero también estaba en Costin.

¿Ves, Jen? Te necesito, pensó Sally. Tú me dirías que me recompusiera, y

si ocurre que soy manoseada en el proceso, entonces qué suerte la mía. Sally dejó

salir una carcajada ante eso. Era exactamente lo que diría Jen. Sally echó los

hombros hacia atrás y se irguió un poco más. Lo que sea que estuviera pasando

o no entre ella y Costin aún estaría ahí una vez que Jen estuviera a salvo en casa.

Vasile la había enviado para encontrar respuestas acerca de cómo ayudar a Jen.

La había apartado a un lado antes de que se fueran y le había explicado todo

acerca de Jen y Rachel y su compañero. Él sentía firmemente que Perizada

tendría respuestas y sería capaz de ayudarles. La respuesta de ella fue:

—¿Y si no las tiene?

Vasile había fruncido el ceño ante su pregunta, luego una traviesa sonrisa

se había dibujado en su atractivo rostro mientras le decía:

—Si te hace pasar un mal rato, lo cual tienes que esperar, simplemente

pregúntale si podría por favor al menos asegurarse de que el polvo de hadas golpee

sus traseros, junto con la puerta, cuando salgan.

—¿Cómo te va por ahí, ojos marrones? —Sally fue sacada de sus

pensamientos por el sonido de la profunda y juguetona voz detrás de ella.

Cynthia había parado unos metros más adelante y estaba tomando un trago

de agua. Sally se dio la vuelta para mirar a Costin. Deseó poder decir que su

corazón no tartamudeó cuando él sonrió y le guiñó un ojo, pero sería una

mentirosa. Sally era muchas cosas: cobarde, tímida, torpe, pero no una mentirosa.

Así que, sí, su corazón tartamudeó y sus palmas estaban tan sudorosas como un

cerdo relleno.

—Estoy bien. Bueno, en realidad sólo estoy intentando con mucho

esfuerzo no caerme de culo. —Sally se puso una mano sobre la boca justo cuando

la palabra “culo” se le escapó. Sabía que su cara se estaba volviendo rojo brillante

por el calor ardiendo en ella—. Lo siento, eh, Jen me ha contagiado. Bueno, esa

es la excusa que estoy usando de todos modos.

Costin soltó una risa.

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—Bueno, no intentes evitar caerte sobre ese precioso trasero por mí. Haré

mi misión asegurarme de que sea yo donde aterrizas. —La sonrisa de Costin era

preciosa y tan enorme que un hoyuelo apareció en su mejilla derecha. Sally tuvo

que reírse ante su coqueteo y arrogancia.

—¿Funciona esa línea con todas las chicas? —bromeó ella en respuesta

mientras se daba la vuelta para continuar siguiendo a Cynthia ahora moviéndose.

—No lo sé, no me importa. Sólo hay una chica con la que me importa que

funcione. —La cabeza de Sally se giró con voluntad propia ante el sonido de la

voz de Costin. Toda la picardía se había ido, la arrogante sonrisa sólo un

recuerdo. Sus ojos se posaron en un dominante Canis lupis que había encontrado

su presa. La respiración de Sally se aceleró como si se diera cuenta de lo serio que

estaba. Costin la empujó amablemente hacia delante pero no dijo nada más.

* * *

Costin vio cómo Sally se daba la vuelta en la dirección en la que estaban

yendo. Sus palabras obviamente habían dado en el blanco. No había tenido la

intención de asustarla pero su lobo estaba empujándolo a dejar perfectamente

claro que estaba reclamándola. Costin estaba de acuerdo con su lobo, pero no

entendía cómo era posible cuando Sally era cien por ciento humana.

La observó voltear sus rizos castaños por encima de su hombro mientras

sus ojos vagaban por el paisaje de su tierra natal, las preguntas llenándolos. Ella

sonrió cuando un conejo se escabulló a través de su camino, luego jadeó cuando

un halcón agarró a la criatura con sus garras, precipitándose hacia arriba en el frío

aire quebradizo. Y cuando Sally Morgan se dio la vuelta para mirarlo con ojos

brillantes, la tristeza de ver a un pequeño inocente tomado en el círculo de la vida,

supo que podría derribar montañas para quitar esa tristeza de ella. Humana o no,

Sally Morgan era suya.

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99

Traducido por Fanny

Corregido por Nanis

2 Días Después del Incendio.

ra media tarde cuando finalmente llegaron de vuelta a la mansión.

Jacque se estiró mientras salía del Hummer. A pesar de que estaba

rígida —y hambrienta— por el viaje, estaba ansiosa por empezar a

indagar a través del pasado de los Canis lupis para descubrir una manera de

romper la maldición sobre Decebel y detener a la bruja.

—Bueno, Sorin —dijo Jacque, alzando una ceja hacia él—, guía el camino

a los archivos.

Fane tomó la mano de Jacque, llevándola con él mientras caminaban

dentro de la mansión. Crina los siguió silenciosamente, aún cansada por el viaje.

Atravesaron el largo pasillo donde se encontraba la oficina de Vasile. Cuando

llegaron al final del corredor, Fane abrió la última puerta de la izquierda.

—Siempre me pregunté qué había aquí —murmuró Jacque mientras

miraba a Sorin poner un código en un teclado numérico localizado sobre la pared

justo dentro de la habitación, el cual terminó siendo un armario… ¿o no lo era?

—Liiiiiindo. —Jacque sonrió—. No me dijeron que este lugar tenía

pasadizos secretos.

Sorin se encogió de hombros.

—No preguntaste —respondió secamente. Después de poner el código,

Jacque observó lo que parecía ser una pared sólida en la parte de atrás del armario

deslizarse a la derecha, dejando una abertura que revelaba una escalera de piedra

descendente.

E

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—Eso es bastante retorcido. ¿Tú sabías sobre esto? —preguntó Jacque a

Crina.

—Jacque, tengo veintisiete años, sin pareja y a pesar de que soy una

dominante, no me dicen nada aquí. —Crina le guiñó un ojo—. Así que no. No

sabía sobre esto.

—Está bien, entonces. Bien, aprendemos algo nuevo cada día. —Jacque

divagaba mientras seguía a Fane a través de la entrada.

—Tengo el presentimiento de que vamos a aprender algo más que eso hoy

—dijo Fane mientras volteaba a ver a Sorin—. Deberías guiar el camino. Has

estado aquí antes, ¿no?

Sorin asintió.

—Sí. Es fácil perderse una vez que sales del salón principal, así que

permanezcan juntos.

El grupo descendió los escalones de piedra, los cuales bajaban en espiral.

Jacque notó los candelabros que iluminaban el camino. El pasadizo era estrecho,

con paredes de piedra siguiendo el espiral de la escalera. El aire era rancio y frío,

e incluso con las luces, parecía hacerse más tenue entre más lejos iban.

Después de llegar al final de la escalera, Sorin se detuvo en el centro de una

habitación larga y rectangular. A lo largo de la pared izquierda había un escritorio

grande. Había pantallas de computadoras, Jacque contó seis en total en la pared

enfrente del escritorio, y papeles se dispersaban sobre la parte superior del mismo

cubriendo la mitad de un teclado y un mouse. En todas las paredes del cuarto

había estantes llenos con libros y objetos. Había un sofá de felpa y dos sillones

mullidos directamente a la izquierda de la escalera. Al otro lado de la habitación,

en la pared más lejana, había varios arcos que conducían a la oscuridad. Frente a

los arcos había mesas redondas con sillas alrededor de ellas. Jacque podía notar

que había algo sobre las mesas, pero estaba muy lejos para ver exactamente lo

que era. Pasando a Fane y Sorin, Jacque se movió cerca de las mesas y descubrió

lo que había sobre ellas, o en ellas mejor dicho.

Tallado en la parte superior de las mesas había escenas. Cada mesa tenía

un diferente tallado. La primera era una manada de lobos corriendo juntos a

través del bosque. El artesano le había puesto tantos detalles que pudo ver donde

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los lobos pateaban la nieve detrás de ellos. Sus rostros se veían iluminados y sin

preocupaciones, sin bordes o sombras en sus ojos.

La siguiente mesa era de una escena de dos lobos gigantes encerrados en

una batalla. Alrededor de ellos había otros lobos viéndolos, esperando. Los dos

lobos peleando entre sí, estaban en sus patas traseras, cada uno tratando de

destrozar a su enemigo. Ambos conjuntos de dientes estaban desnudos y saliva

goteaba de sus hocicos. Jacque se estremeció mientras estudiaba la mesa; casi

pudo sentir la tensión que los lobos debieron haber sentido.

La tercera y última mesa tenía una escena mucho más calmada. Era tan

conmovedor que Jacque pudo sentir un tirón dentro de ella, el anhelo de lo que

vio. Un enorme lobo se sentaba alto y orgulloso. Su cabeza estaba hacia abajo,

viendo al lobo más pequeño presionado contra él, y presionado contra ella, había

un pequeño cachorro. La loba miraba al orgulloso macho con asombro, mientras

que la mirada en los ojos del macho sostenía intensas emociones por los dos a su

cuidado.

Jacque estaba maravillada por el detalle que mostraba y la cantidad de

emoción de alguna manera tallada en la cara de esos lobos.

—Es quienes somos, quienes hemos sido, y quienes queremos y

necesitamos ser. —Jacque escuchó una voz viniendo de los oscuros arcos. Se

volteó para ver a Sorin, Fane y Crina. Fane caminó a donde estaba ella y la puso

detrás de él.

—¿Así que esta es la compañera del príncipe? —dijo la voz.

—Deja de ser dramático y sal, Wadim. —Sorin puso sus ojos en blanco.

—Sorin, ¿acabas de poner los ojos? —preguntó la voz, ahora nombrada

Wadim.

—He estado con las jóvenes americanas por meses. He aprendido mucho

más que sólo poner los ojos en blanco.

Jacque y Crina rompieron en carcajadas, pero pararon abruptamente

cuando una figura emergió del arco de en medio.

Jacque intentó caminar alrededor de Fane para ver mejor al hombre, pero

Fane seguía moviéndose con ella.

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«Fane». La voz de Jacque fue severa cuando habló con él a través de su

vínculo.

«No te muevas de mi lado», le dijo mientras cedía y le permitía moverse al

lado de él.

Jacque ladeó la cabeza a un lado mientras miraba al nuevo macho.

—¿No eres viejo y empolvado? —El hombre que tenía delante de ella

parecía estar en sus treinta, alto, cabello negro y ondulado. Tiene absolutamente

el estilo de Aragon, pensó Jacque, comparando a Wadim con el personaje de El

Señor de los Anillos.

«¿Eso que escucho en tu voz es admiración, Jaquelyn?» Fane obviamente

había escuchado sus pensamientos.

«Relájate, hombre lobo. Solo tengo ojos para ti».

«Bien, odiaría tener que encontrar un nuevo historiador». La voz de Fane

era un gruñido en su mente.

«Nos estamos sintiendo posesivos hoy, ¿verdad?», lo molestó.

«Compórtate».

«Últimamente escucho mucho de eso de ti». Jacque le dio una imagen

mental de ella sonriéndole amablemente a Wadim.

De acuerdo, se dio cuenta que quizás esa no era una de sus más grandes

ideas, una vez que Fane la jaló detrás de él de nuevo. Dejó escapar un fuerte

resoplido pero se conformó con pararse de puntillas y mirar sobre su hombro.

Wadim usaba una desteñida camiseta gris. Impreso en el centro de la

camiseta estaba escrito: “Solo puedo ser amable con una persona al día. Hoy no

es tu día… probablemente mañana tampoco lo sea”. Tenía pantalón vaquero

azules deslavados y deportivos Converse negros. ¿Este era el historiador de la

manada? ¿En serio?, pensó Jacque.

Wadim río al ver la expresión escéptica de Jacques.

—¿Viejo y empolvado? Eso depende sobre quién preguntes —bromeó.

Miró de nuevo a Sorin y sonrió—. Ha pasado tiempo, viejo amigo.

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Sorin asintió.

—Han sido unos meses ocupados, pero estoy seguro que lo sabes.

—Saber es mi trabajo, así que por favor, siéntete libre de no compartirlo.

—Wadim sacó una silla de la primera mesa redonda y se sentó frente al grupo.

—Linda camisa —dijo Crina. Sus ojos se dispararon hacia Jacque, quien

le dio unos pulgares en alto.

—Mi hermana. —Wadim sonrió—. Me manda estas camisetas con

diferentes frases sobre ellas. Dice que es para ayudarme a mantener mi sentido

del humor. Aparentemente estoy rodeado de hechos aburridos.

—¿A qué te referías hace rato? —preguntó Jacque de detrás de Fane, quien

aún no la dejaba pasar.

—Estabas mirando las mesas; sentiste el tirón de ellas.

Jacque asintió pero no habló. Sintió a Fane enrollando un brazo alrededor

de su cintura. La jaló, firmemente contra él.

—Estas mesas fueron talladas por las Fae. Ahora bien, las Fae nunca hacen

algo sin razón. —Wadim hizo señas hacia la primera mesa—. Está imagen es de

lo que hemos sido creados para ser. Estoy seguro que conoces la leyenda detrás

del Canis lupis, ¿cómo la Diosa de la luna nos creó?

Jacque asintió.

—Sí. Ella nos creó para salvar las especies de los Lobos Grises.

—Es más profundo que eso. —Wadim se puso de pie para mirar el tallado,

sus dedos trazaban los lobos mientras hablaba—. La gran Luna vio que el hombre

se estaba dividiendo a sí mismo. La familia ya no era importante. Vio las guerras,

el odio, y a los niños afectados por eso.

Jacque se alejó de Fane y sacó una silla de la tercera mesa. Los otros

siguieron su ejemplo. Mientras continuaban escuchando el conocimiento del

historiador de la manada, era obvio para Jacque por qué Wadim era el

historiador. Era tan apasionado con su historia.

—Entonces miró hacia los lobos, quienes estaban disminuyendo en

número, y de regreso a los humanos, quienes ya no se preocupaban por ellos, y

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combinó sus espíritus. Tomó la naturaleza leal, protectora y posesiva de los lobos

y tomó la inteligencia, emociones y amor de los humanos y las puso juntas. Ella

nos diseñó para ser una manada.

»El Canis lupis, ambos, lobo y hombre, fueron destinados a ser una familia

una con la otra. Ganamos fuerza a través de nuestro vínculo con cada uno de

nosotros. La primera mesa es lo que la Diosa quería para nosotros. La segunda

mesa es quienes somos hoy. Hemos atacado a nuestro semejante, dividido nuestra

especie, incluso tenido una guerra civil. Sufrimos por ir contra nuestra verdadera

naturaleza. —Wadim sacudió la cabeza—. En cualquier caso, la tercera mesa es

quien necesitamos ser. No podemos sobrevivir sin los niños. Pero la Diosa de la

luna ha visto sufrir a los niños humanos por las guerras y divisiones en su especie.

Su manera de asegurarse que entendemos qué precioso es un niño es dándonos

unos pocos.

»Ella nunca quiso que olvidáramos la bendición de un niño y la esperanza

que traen. La historia revela nuestro camino, estamos en las circunstancias en las

que estamos hoy por las acciones que, como especie colectiva, hemos hecho. Esta

tercera mesa empuja a nuestro lobo. El lobo en nosotros anhela por una manada,

por una familia, por el tacto, por los niños. Estas mesas creadas por las Fae fueron

diseñadas para sacar al lobo de uno cerca de la superficie, para abrir nuestros ojos

humanos, para poder ver lo que se necesita hacer.

Todos miraron en silencio cuando Wadim terminó de hablar.

Finalmente, Sorin habló.

—Gracias por eso, Wadim. Es importante que recordemos por qué

estamos aquí.

—Bueno, estoy seguro que no vinieron por una lección de historia sobre la

Diosa de la luna y nuestra especie. ¿En qué puedo ayudarlos?

—¿No te contactó Vasile? —pregunto Fane, sus cejas fruncidas.

—No, no he escuchado nada de nuestro Alfa.

Sorin miró cauteloso.

—Vasile me dijo que llamaría a Wadim para decirle que veníamos.

Fane encontró los ojos de Wadim.

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—¿Ha venido alguien a verte hoy?

Wadim lo pensó por unos minutos, tratando de recordar, pero su mente

estaba nublada y sus pensamientos fuera de su alcance.

—No lo recuerdo. Ni siquiera recuerdo qué he hecho hoy. —Justo cuando

las palabras salieron de su boca, Fane, Sorin y Crina salieron disparados hacia los

arcos.

Crina jadeó.

—¿Eso es humo?

Luego, todos estuvieron de pie y corriendo en dirección al olor ahumado.

A unos quince metros del pasillo, el humo comenzó a rodearlos.

—Wadim, ve a buscar unas mantas, ¡y apúrate! —gritó Fane.

Wadim salió en dirección a su cuarto. Un minuto después, llegó a la gran

sala de archivos y vio montones de pergaminos, papel y libros sobre el piso, las

llamas estaban llegando hacia ellos. Le tiró una manta a Fane, una a Sorin y tomó

la que quedaba. Cuando cubrió el fuego con ella, pisoteó tan fuerte como pudo,

Sorin y Fane siguieron su ejemplo.

Jacque y Crina miraban con horror.

—Esto no es para nada bueno —murmuró Jacque.

—Creo que es lo que ustedes los americanos llaman un eufemismo —dijo

Crina incapaz de despegar sus ojos de la escena frente a ellos.

—Del siglo —añadió Jacque. Comenzó a toser por el humo, el cual llenó

el cuarto mientras el fuego se extinguía.

Fane se inclinó contra los estantes detrás de él. Su respiración era laboriosa

y su pecho se apretaba mientras trataba de succionar el poco aire limpio que

quedaba en la habitación.

—Esto tiene que ser obra de esa bruja.

La cabeza de Wadim se alzó de golpe.

—¿Bruja? —preguntó con horror.

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* * *

A última hora en la noche ese día, los dos grupos habían decidido ponerse

en camino, Alina se paró en la ventana del dormitorio que ella y Vasile

compartían en la taberna. Sus ojos observaban la noche. El cielo estaba despejado

y las estrellas salpicaban la oscuridad. La luna era creciente, lo que despedía un

resplandor misterioso. No sabía por qué, pero se sentía como si pudiera empujar

a su manada solo por voluntad, y que si quitaba los ojos de esta vista por un

segundo, todo fallaría. Escuchó la puerta detrás de ella abrirse y cerrarse

suavemente. Fuertes brazos se envolvieron alrededor de su cintura desde atrás y

dejó caer y reposar su cabeza en el fuerte pecho de su compañero.

—Siento tu resolución, Mina. —El aliento de Vasile susurró suavemente

sobre su cabello.

—Siento que si me alejo, o dejo de pensar sobre ellos por incluso solo un

pequeño segundo, sus pies vacilaran y su coraje fallará. ¿Qué tan vanidoso es eso?

Vasile se rió entre dientes.

—Mi amor, eres un Alfa. Está en tu naturaleza controlar y proteger. Date

un descanso. Hemos mandando a los que más aman a Jen y Dec. Ellos

continuarán hasta que todo esté bien de nuevo. No dudo de ellos.

Alina sabía que él tenía razón, pero no hacía menos difícil sentarse y

esperar escuchar de ellos. Para escuchar si estaban a salvo y cerca de encontrar a

Jen y restaurar a Decebel.

—Necesitas descansar. Ambos lo necesitamos. Ven. —Vasile la jaló hacia

su cama y se acostó al lado de ella—. Duerme, Luna. Confía en que tu manada

es fuerte.

Alina se sumió en el sonido de la gentil voz de su compañero cantando

suavemente. Sonrió a sí misma ante el pensamiento acerca de cómo los otros

machos lo molestarían si supieran que le cantaba a su compañera para dormir.

* * *

Sally y Cynthia reunieron ramitas mientras Decebel y Costin rompieron

ramas de árboles para construir una fogata. Sally no podía recordar un momento

en el que tuviese tanto frío. Una vez que el fuego estuvo ardiendo, los cuatro se

sentaron juntos tan cerca como pudieron. Cada uno estaba envuelto en capas y

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capas de ropa, gorros, bufandas, guantes y mantas. Decebel pasó la cecina y el

pan que el dueño de la taberna les había proporcionado. Proteína, carbohidratos

y agua. Sorprendentemente, Sally sabía por su clase de salud de décimo grado

que el cuerpo podría sostenerse incluso de menos si lo necesitaba.

—¿Cómo vamos a saber que llegamos a donde se supone que debemos

llegar? —preguntó Cynthia a nadie en particular.

—Vasile dijo que ella nos encontraría. Que sólo necesitábamos llegar lejos

en las montañas y eventualmente Perizada se daría a conocer. —Sally miró a cada

uno de sus amigos, sus compañeros de manada, tan raro como sonara, se sentía

bien.

Todos permanecieron callados mientras terminaban su comida y bebida,

todos mirando las rojas, amarillas y naranjas flamas que danzaban enfrente de

ellos. El silencio fue roto cuando Sally se volteó hacia Decebel.

—Sé que es una cosa privada entre compañeros, pero cómo le está yendo

a Jen. ¿Se ha comunicado contigo?

Los tres vieron como Decebel se tensaba visiblemente. Su cara hizo una

mueca, casi como si le doliera.

—Yo… —comenzó Decebel, pero se detuvo. Agachó la cabeza

brevemente para quitarse la sensación de que algo estaba mal—. No puedo

sentirla. Cuando trato de contactarla, es como si el vínculo que nos une hubiera

sido cortado.

Sally sacudió su cabeza.

—¿Por qué no habías dicho nada?

Decebel gruñó por la acusación en la voz de la sanadora.

—Y exactamente, ¿qué es lo que hubieras hecho?

Costin dejó salir un bajo gruñido y se movió para sentarse entre Decebel y

Sally.

—Sé que eres mi Beta, pero no le hablarás a ella de esa manera.

—Costin —la voz de Sally fue suave—, está lastimado, no entiende. No

seas tan duro con él.

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Costin se volteó y miró los ojos color miel de Sally, los cuales estaban llenos

de dulzura y entendimiento.

—Entiendo que está lastimado. Pero tú eres una sanadora y eres mía y te

tengo que proteger.

Sally tomó un fuerte respiro.

—¿Tuya?

Costin cerró sus ojos por un momento, maldiciéndose por el desliz.

—Eres de la manada. Pero yo estoy aquí, soy de la manada, y te protegeré

incluso de uno de los nuestros.

Sally puso su mano suavemente sobre su hombro.

—Gracias. Decebel no va a lastimarme. Necesito ver si puedo averiguar lo

que está pasando.

Costin asintió pero se quedó donde estaba.

—Ahm, Costin. —Sally alzó sus cejas al guapísimo, pero aun así

exasperante, lobo frente a ella—. Eso significa que necesito estar cerca de

Decebel.

Cuando Costin no se movió, Sally se puso de pie con un resoplido y

murmuró:

—Jen tenía razón. Malditas bolas de pelos tercos y mandones.

Cynthia río mientras los ojos de Costin se abrían de par en par ante la

amable sanadora mostrando las garras.

Sally tomó asiento al lado de Decebel.

—¿Puedo tocarte?

Un gruñido bajo provino del otro lado del fuego.

—Costin —le advirtió Cynthia. Costin no la tomó en cuenta, pero paró de

gruñir.

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Decebel asintió a Sally para hacerle saber que estaba bien. Sally puso su

mano sobre su pecho y cerró sus ojos. Se sintió tan ignorante cuando intentó usar

este tan mencionado “don”. No entendía cómo funcionaba. Todo lo que podía

hacer era abrir su mente y dejar que cualquier magia que pareciera estar dentro

de ella hiciera su trabajo.

Sally sintió energía flotando dentro de Decebel mientras buscaba el vínculo

del que él había hablado. Se sintió como una intrusa sabiendo que el vínculo entre

compañeros, de lo que Jacque había explicado, era muy íntimo. Su mente buscó

a través de él, encontrando la conexión que el Beta tenía con su Alfa y con la

manada, una intricada red. Finalmente se encontró con lo que parecía un cordón

de oro, fuerte y brillante. Siguiendo su camino, casi se retiró cuando vio en

extremo cortado. Parecía roído, como una cuerda desgastada en las puntas. Sally

notó que la punta y varios centímetros del cordón ya no eran doradas, sino

oscuras, muertas.

Se aproximó a las partes oscuras. Tan pronto como su conciencia lo tocó,

se sintió siendo expulsada de la mente de Decebel y volver al presente.

Sally estaba sin aliento. Abrió sus ojos para ver a la cara de Decebel

cubierta en sudor, su boca apretada en dolor, y la agonía que era tan evidente en

el interior, sangraba por sus brillantes ojos ámbar.

—Sally —habló Costin con un bajo gruñido—, aléjate de él.

Sally lo ignoró y en lugar de alejarse, se movió alrededor hasta que estuvo

arrodillada justo enfrente de Decebel.

—Tu vínculo con ella ha sido cortado. Está muriendo.

* * *

Decebel cerró sus ojos, apretándolos fuerte. Tal vez si los cerraba lo

suficiente fuerte y por el suficiente tiempo, las palabras de la sanadora no serían

ciertas. Él no recordaba a Jennifer; no recordaba su esencia, su toque, o la

hermosa cara que había visto en las fotos del celular de Sally. Pero quería hacerlo.

Quería tener la oportunidad de conocerla de nuevo, de amarla de nuevo.

—¿Cómo? —Su voz sonó ronca.

—No estoy muy segura, pero se siente como magia. Sin embargo, no es

oscura. No es como la magia de la bruja.

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—¿Qué te dijo Jen cuando fuiste capaz de hablar con ella? —preguntó

Cynthia.

Decebel se dio cuenta entonces que Cynthia no sabía nada de Rachel

teniendo a Jennifer. La miró, recordando la noche en su oficina con Vasile y

Alina. Sentados ahí, escuchándola leer acerca de una latente llamada Rachel. No

recordaba por qué ella le estaba diciendo acerca de la latente, pero sintió que debía

ser importante.

—Me dijo que Rachel y su compañero Gravil la rescataron de la caverna.

Cynthia saltó a sus pies.

—¿¡Qué!? ¿Cómo es eso posible?

—Tú misma dijiste, cuando estabas leyendo la historia sobre ellos, que sus

cuerpos nunca fueron encontrados. Aparentemente, vivieron.

Cynthia continuó mirando a Decebel como si estuviera hablando en un

idioma extranjero y estuviese buscando desesperadamente la traducción en su

mente.

—¿Dijo dónde están o dónde han estado por los últimos tres siglos? —Su

tono era de alguna manera sarcástico.

—No me diría nada sobre ellos. Los estaba protegiendo.

—¿De qué? —preguntó Sally antes de que Cynthia terminara de decir las

palabras.

—No lo sé —gruñó Decebel—. Se rehúsa a decirme. Se niega a someterse

a su compañero.

Costin trató de disimular la risa que forzó su camino en su pecho con una

tos, pero no tuvo éxito. Decebel lo miró.

—¿De qué te ríes, cachorrito?

Costin mostró esa sonrisa detiene-corazones y guiñó un ojo a Sally

mientras le contestaba a Decebel.

—Estas mujeres americanas no se someten, Beta. Tal vez quieras

acostumbrarte a la idea.

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—Entonces, ¿cómo vamos a protegerlas? ¿Cómo vamos a evitar que hagan

cosas estúpidas?

—Bueno, tú estás emparejado con Jen. —Sally se río entre dientes—. Su

segundo nombre cambia día a día. Los básicos son “ninfómana”, “impetuosa”,

“muy inteligente para su propio bien”, “sabelotodo” y el más conocido

“estúpida”. Tienes un trabajo muy difícil por delante.

—Entonces, ¿no piensas que sea magia negra? —preguntó Decebel,

cambiando de tema.

—No, definitivamente no. Pero sí es magia. —Sally miró a Cynthia—.

¿Dijiste que esta Rachel es una sanadora? ¿Pudo haber hecho algún tipo de magia?

—Honestamente, Sally, no lo sé. No sé lo suficiente sobre sanadores y la

magia que invocan. —Cynthia pensó por un momento—. Tal vez sea Fae. Si esta

Perizada es lo que Vasile dice que es, tal vez conozca a Rachel, tal vez la haya

ayudado a hacer esto.

Sally estaba de pie, paseándose. Costin miraba cada uno de sus

movimientos.

—¿Por qué Rachel rompería el vínculo si ella es una de las buenas? —Sally

estaba pensando en voz alta, tratando de razonar todas las posibilidades.

—Tal vez han estado escondiéndose —sugirió Costin.

—Eso explicaría por qué nadie ha escuchado de ellos en siglos —concordó

Cynthia.

Sally continuó caminando alrededor del fuego, su mente dando vueltas.

—Si estuvieran en la clandestinidad, tal vez se preocuparían sobre Jen

siendo capaz de decirle a Decebel cosas que tal vez revelara su paradero. —Miró

a Cynthia, quien asintió en acuerdo.

—Seguramente ella entendería que hay consecuencias por romper el

vínculo de verdaderos compañeros. —Cynthia sacudió su cabeza con

incredulidad—. A menos que piense que no los afectará mucho, o incluso en

absoluto, ya que no han completado los Ritos de Sangre.

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—Cualquiera que sea la razón, tenemos que encontrar a este personaje Peri

—resopló Sally—. Si lo que sentí que estaba pasando con Decebel, está pasando

con Jen, ambos están en problemas.

La cabeza de Decebel se disparó en alto.

—¿Jen podría estar sintiendo esto?

—Lo más probable es que está soportando lo mismo. Tu vínculo con Jen

es inusual, por lo que sé, para un par que no está emparejado. Ambos son tan

intensos. Tenemos que tratar de movernos rápido mañana.

Cada uno de ellos puso sus mantas cerca del fuego. Costin y Decebel

acordaron tomar turnos para mantener vigilado el lugar. Decebel tomó el

primero. Sentía demasiado dolor para poder dormir. Y sabiendo que

posiblemente Jennifer estaba sintiendo esto también, se le hizo un nudo en su

estómago. Su lobo estaba inquieto y enojado. Decebel seguía teniendo la

sensación que su lobo recordaba a su compañera. Si su lobo lo hacía, ¿por qué él

no?

Cualquiera que fuera la razón, hasta que estuviera reunido con Jennifer, su

lobo era peligroso. Él era peligroso.

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Traducción SOS por Isa 229

Corregido por Nanis

en estaba recostada en la cama, las lágrimas se deslizaban lentamente

de sus ojos. Sintió el rastro de humedad bajar por un lado de su cara, a

través de sus orejas y sobre la almohada. No podía explicar por qué

estaba llorando. Era la fenomenal-Jennifer-Adams, no lloraba.

Sí, bueno piénsatelo otra vez, She-Ra. Al parecer estás llorando, pensó.

Estaba sufriendo. Su cuerpo estaba adolorido, pero siempre había sido capaz de

manejar el dolor físico. Estas lágrimas eran causadas por algo sin nombre,

indefinido. Pensó de vuelta en las palabras de Rachel y de Gavril acerca de las

consecuencias del rompimiento del vínculo entre ella y Decebel. Explicaron que

se habían ido y hablado con este personaje Perizada y que habían acordado en

que, en este momento, lo mejor era que Decebel y los otros no supieran de las

cosas que Jen sabía. La respuesta natural de Jen fue: ¿por qué diablos no? Rachel

no estaba acostumbrada a tal grosería y seguía dando miraditas a Jen que parecían

decir que creía que necesitaba lavar su boca con jabón.

Rachel le había dicho que Perizada, quien era una poderosa Fae, dijo que

tenía que ocurrir de esta manera, el destino consideraba que era necesario que

Sally y los otros vinieran a verla primero, algo acerca de que todavía no quería

que Sally supiera acerca de las sanadoras y los hombres lobo. Jen todavía sentía

que Rachel y Gavril estaban bateando para el equipo de casa, pero eso no

significaba que no estuviera molesta con ellos interfiriendo con ella y Decebel,

especialmente cuando su compañero ni siquiera la recordaba.

La noche había caído y la casa estaba en silencio. Jen cerró los ojos y

escuchó los sonidos de la noche, calmando su mente. Podía oír el aullido del

viento afuera, el ulular ocasional de una lechuza e incluso una sola vez el aullido

de un lobo, el cual le puso la piel de gallina. Apretó su mandíbula mientras otra

ronda de dolor corría a través de ella y su mente buscó algo, algo que ya no estaba

allí.

J

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114

Sintió algo en ella revolverse, algo en ella rugir. Jen apretó su boca,

negándose a dejar soltar el gruñido que amenazaba con salir.

—No voy a perder la cabeza —dijo en la oscuridad—. Estoy adolorida, sí;

tengo miedo, sí. Quiero ver a mis amigos y a mi compañero. ¡SÍ! Pero no voy a

perder la cabeza. ¡Así que ponte tus bragas de chica grande, Jennifer, y recobra la

compostura! —Jen estaba rechinando sus dientes hacia el final de sus pequeñas

palabras de aliento. Soltó una profunda respiración y cerró los ojos. Había ganado

la batalla. Esta noche. Pero la guerra no había terminado y tenía la sensación que

esto era sólo una escaramuza en comparación a lo que se venía.

Sus ojos se cerraron y la oscuridad se vertió sobre ella. Trató de abrir los

párpados, pero estaban pesados. Se sintió ser jalada hacia bajo, sus últimos

pensamientos fueron sobre batallas, guerras y amor.

* * *

—¿Está aún despierta? —Una áspera voz retumbó mientras Jen

comenzaba a despertar del sueño profundo al que se había dejado llevar

finalmente la noche pasada.

—Ha pasado una semana desde que vimos a Peri. —Ahora Rachel estaba

hablando—. Y cada día se ve más débil, más pálida. Hago todo lo que puedo por

sus lesiones, Gav. No está funcionando. No está mejorando.

Gavril se acercó a la chica quien yacía en su cocina. Su rostro estaba pálido

mientras brillaba con sudor. Presionó su mano en su frente y la vio apretar los

ojos de dolor. ¿Su toque le hizo daño?

—Está respondiendo al tacto —le dijo a Rachel.

Rachel estaba parada junto a su compañero y vio que la cara de Jen hizo

una mueca. De repente Jen se dio vuelta, un fuerte gemido escapó de su garganta.

Lanzó su cabeza a un lado de la cama, vomitando violentamente. Rachel se

abalanzó y tiró del cabello de Jen fuera del camino.

—¡Gavril! Trae algunas toallas mojadas, por favor. —El tono de Rachel

era firme y controlado.

Jen sintió a Rachel sobarle suavemente la espalda, murmurando en alguna

lengua que estaba segura que no era Rumano. Finalmente las arcadas se

detuvieron y fue capaz de recobrar el aliento, pero fue demasiado bueno como

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para que durase. Justo cuando Rachel comenzaba a ayudarla a apoyarse la náusea

corrió otra vez a través de ella. Jen se dobló mientras algo metálico llenaba su

boca. Sus ojos se abrieron como platos mientras veía el brillante líquido rojo caer

al suelo.

Sangre.

Las entrañas de Rachel se apretaron mientras veía la sangre verterse de la

boca de Jen. Cerró los ojos y puso sus manos en el estómago de Jen mientras

Gavril sostenía el cabello de Jen hacía atrás y la mantenía estable. Rachel rebuscó

en el cuerpo de ella, buscando el origen de la enfermedad. Podía sentir el dolor

que fluía a través de sus mismas venas. Buscó en la mente de Jen y jadeó cuando

sintió lo que Jen había hecho. Sus venas parecían que estaban en llamas, como si

la sangre que fluía a través de ellas estuviera hirviendo. Intentó averiguar qué era

lo que lo estaba causando. Una infección en las heridas, alguna especie de bacteria

en algún lugar, pero no encontró nada. La oscuridad estaba llegando a la mente

de Jen, un oscuro vacío camuflándola, y nada que Rachel hiciera podía hacer que

este retrocediera.

Rachel retiró sus manos y abrió los ojos. Miró a Gavril, las lágrimas

rodaban por sus mejillas.

—Rachel, Luna, ¿qué pasa? —La voz de Gavril era suave mientras veía a

su compañera.

Rachel negó.

—Se está muriendo y es mi culpa.

Jen finalmente dejó de vomitar y Rachel tomó las toallas húmedas que

Gavril le había traído y le limpió su boca y su cara.

—¿A qué te refieres con que se está muriendo? —le preguntó a ella.

Rachel miró profundamente a los ojos de su compañero.

—¿Sabes cómo la oscuridad comenzaba a consumirte antes de conocerme?

—La oscuridad comienza a consumir a todos los machos sin su verdadera

compañera —respondió él.

—Rompí su vínculo.

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—¿Qué tiene que ver con esto? —Gavril caminó alrededor de la cama de

Jen. Puso sus dedos en el mentón de su compañera y le levantó suavemente su

cabeza para poder ver sus ojos azules brillantes.

—Hay oscuridad en ella, consumiéndola. La clase de oscuridad que

encontré en los machos no emparejados cada vez que tenía que curarlos. Esto la

está matando. No hay equilibrio en ella sin él y de alguna manera cuando corté

el vínculo, es como si la oscuridad en él, la oscuridad que ella mantendría a raya,

de alguna manera se filtró en ella. No sé cómo describirlo.

—Suena como magia negra. —Gavril acarició su cara suavemente viendo

que el corazón de su compañera se rompía por la latente—. Solo nos protegías —

susurró él suavemente.

La cabeza de Rachel se echó con fuerza hacía atrás como si él le hubiera

dado una bofetada.

—¡Es mi trabajo protegerla, proteger a otros! ¡Soy una SANADORA! —

Rachel estaba temblando, tan enfadada consigo misma, con el Hada, con todo.

Como una sanadora, rompía su corazón pensar que había herido a otro. Si Jen

estaba pasando por esto, ¿cómo estaba sufriendo su compañero?

—Peri dijo que su compañero había sido maldecido por la bruja. Tal vez

es por eso que el vínculo se cortó provocando esta reacción en ella. Es posible que

no tenga nada que ver contigo.

—A pesar de todo, tú y yo sabemos que deberíamos haber arriesgado todo

lo que teníamos para devolverla con su compañero.

Gavril bajó sus ojos, algo que un Alfa rara vez hacía. Rachel se acercó y

tocó su mejilla. Él la jaló en sus brazos.

—Si yo fuera su compañero me mataría. —Su voz era suave y profunda—

. Tienes razón, amor. Si alguien te aparta de mí, si alguien rompiera nuestro

vínculo, no sería capaz de soportarlo. —Él dio un paso atrás y le levantó la

barbilla una vez más—. Vamos a arreglar esto.

Rachel asintió una vez y miró abajo a Jen. Sus ojos estaban cerrados y su

respiración era dificultosa. Apoyó una almohada debajo de ella para levantarle el

pecho. Tomó asiento junto a la cama y sostuvo la mano de Jen.

—Debemos hacerlo.

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* * *

Decebel cayó sobre sus rodillas mientras se doblaba del dolor. Sentía que

la náusea rodaba a través de él, pero no salió nada. Su cabeza colgó y el sudor

goteó desde su frente a pesar del aire frío. Sally, Cynthia y Costin lo rodearon,

pero no lo tocaron.

—Hoy, esta es la sexta vez —habló Cynthia tranquilamente con Sally—.

Ha pasado una semana desde que empezamos. Él se pone peor cada día. Muy

pronto no va a poder caminar.

Sally respiró profundo y exhaló a través de sus dientes. La frustración

amenazaba con abrumarla mientras veía que el poderoso lobo luchaba contra un

enemigo invisible.

Sally gruñó de frustración.

—¡ARRGG! Hemos estado vagando por toda esta maldita fría montaña

durante una semana. ¿Dónde está esta hada? ¿Qué se supone que tenemos que

hacer, arrastrar un lobo enorme medio muerto a través de las montañas gritando:

“Aquí hada, hada. Ayuda a la pobre pequeña sanadora”.

Costin se acercó a Sally. Ella lo miró y gruñó. Costin sonrió a medias en

respuesta y le dio un golpecito en la nariz.

—Cálmate.

La mandíbula de Sally casi golpeó el suelo ante la audacia de él. ¿Acaba de

golpetear su nariz? ¿Calmarme? ¿Qué dem…?

—¿Calmarme? —La voz de Sally era baja mientras miraba al apuesto lobo.

—Sé que estás frustrada, lo entiendo. Sé que estás asustada, también

entiendo eso. —Costin se acercó a ella y descansó su mano caliente contra su frío

rostro—. Pero no tienes que perder la cabeza ahora mismo. No tienes ese lujo,

¿de acuerdo? Te vas a controlar y vamos a sacar a Decebel de esto. Encontraremos

a Peri.

Sally trató con fuerza no cerrar los ojos y apoyar la cara en su gran mano

caliente; sinceramente lo hizo. Cuando abrió sus ojos, los de Costin estaban

brillando. Mierda, pensó ella.

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Dio un paso atrás y asintió una vez.

—Controlarme. Entendido. Ahora estoy bien, sólo necesitaba tener un

momento de pánico. Lo he tenido, estoy lista para continuar.

Costin sonrió con esa sonrisa quita aliento.

—Excelente. —Luego caminó hacia Decebel y se arrodilló—. ¿Cómo

estás, Beta?

Decebel emitió un gruñido bajo.

—Algo anda muy mal.

—¿Puedes caminar?

Él asintió una vez y movió con dificultad sus pies. Cynthia estaba parada

a su izquierda, dispuesta a ayudar si era necesario. Finalmente se paró, y Costin

y Cynthia retrocedieron.

Los ojos brillantes de Decebel encontraron los de Sally.

—De verdad tenemos que encontrar a esa hada.

Sally asintió.

—Lo sé, Decebel. Y aparte de gritar a pleno pulmón no sé qué más hacer.

—Debemos seguir caminando —dijo Cynthia con firmeza.

Costin asintió en acuerdo. Miró a Decebel.

—Vamos a seguir adelante hasta que oscurezca. ¿Puedes manejarlo? —

Costin sabía que el reto estimularía al Beta.

Decebel gruñó.

Costin se rió entre dientes.

—Bueno. Entonces, andando. —Se volvió hacia Sally—. ¿Vienes,

sanadora?

Sally le sacó la lengua a Costin mientras él esperaba que pasara por su lado.

Él simplemente se rió de ella, haciendo que quisiera pisotear su pie,

infantilmente… tal vez. Y aunque realmente quería abofetearlo por su anterior

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espectáculo de lobo-Alfa, había necesitado que alguien la despertara. Si hubiera

sido Jen, Jen la habría abofeteado y le hubiera dicho que se calmara. Así que

puede que tener un lobo caliente como Costin diciéndole eso en su lugar no era

tan malo como pensaba.

Los cuatro siguieron un camino inexistente, Cynthia lideraba, Decebel,

Sally y Costin iban en la parte trasera. Así había sido durante la semana pasada.

Mientras caminaban y el día pasaba, Sally comenzó a sentir que los observaban.

Se detuvo mientras alcanzaban otra larga colina.

—¿Soy yo o parece que los árboles tienen ojos? —preguntó cansinamente.

—No, también he sentido como si estuviéramos siendo observados. —La

voz de Decebel era áspera a causa del dolor.

Costin tomó un protector paso delante de Sally mientras que cada uno de

ellos echaba un vistazo al bosque cada vez más oscuro. El sol comenzaba a

ponerse y la temperatura seguía disminuyendo. Finalmente, después de quedarse

parados allí por varios momentos sintiendo que estaban en un punto muerto,

Sally gritó:

—¡Muéstrate! ¡Sabemos que estás ahí!

Cada uno de ellos soltó un suspiro que no se dieron cuenta que habían

estado sosteniendo. Luego una voz salió de adelante.

—Tienes que ser una de las sanadoras más valientes y bocazas que he

conocido en mucho tiempo.

Decebel dio un paso adelante, colocándose delante de su grupo. Costin se

paró al lado de él, bloqueando a Sally y a Cynthia.

Sally puso sus ojos en blanco, mirando hacia Cynthia.

Cynthia sonrió.

—Machos Alfa —murmuró y guiñó el ojo como si eso fuera explicación

suficiente; lo cual era.

Mientras todos miraban hacia delante en la dirección en que la voz se había

originado, vieron un resplandor suave emerger de los árboles. Hubo un destello

de luz, que hizo que todos giraran sus cabezas y cubrieran sus ojos. Entonces, sin

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más, se había ido. En su lugar estaba una mujer hermosa. Parecía estar a

mediados de sus veinte años, pero la mirada cansada en sus ojos decía que era

mucho mayor y había visto más que su cuota de pena. Era alta y esbelta, con el

largo cabello blanco hasta la cintura que relucía con sus movimientos, como si

pequeñas luces hubieran sido atadas a lo largo de cada mechón. Sus labios eran

rojo rubí y sus mejillas altas tenían un natural rubor en ellos. Sally notó que de

hecho tenía las orejas puntiagudas, aunque no tan prominente como para que

sobresalieran. Su característica más llamativa eran sus ojos. Eran de un pálido

peridot3 verde con un brillo muy suave.

Esta era Perizada.

—Voy a admitir que la luz brillante es un poco ostentosa y que no es

necesario, pero pensé que siendo la primera vez que conocen una Hada, bien

podría ir con todo.

Nadie dijo nada mientras miraban como uno a la Fae extrañamente

hermosa.

—¿Perizada? —Sally quiso confirmar.

—La misma. —El hada sonrió dulcemente.

—Excelente —murmuró Sally con una sonrisa malvada mientras

empezaba a dirigirse hacia la mujer—. Es tan jodidamente bueno que finalmente

nos honraras con tu presencia —gruñó mientras avanzaba.

Costin la agarró por la cintura, tirando de su espalda contra su pecho.

—Tranquila —le susurró al oído.

—Mientras que te has estado tomándote tu maldito dulce tiempo

revelándote ante nosotros, nuestros amigos están en problemas. ¡A Decebel está

a punto de darle un patatús y quién sabe lo que le esté pasando a Jen! Así que por

favor, dinos. ¿Qué ha sido tan jodidamente importante que te ha tomado una

semana, ¡UNA MALDITA SEMANA, CONTACTAR CON NOSOTROS! —

Sally estaba jadeando y continuaba tirando contra el agarre de Costin.

3 Peridot: llamado también olivino, es un mineral de color oliva en calidad de piedra preciosa con carácter

cristalino transparente.

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Perizada caminó más de cerca, sus ojos recorriendo a cada uno de ellos, y

luego de vuelta a Sally.

—¿Estás segura de que eres una sanadora? Eres terriblemente

temperamental.

—¡AHHH! —gritó Sally contra el agarre de Costin—. No has visto una

persona temperamental hasta que hayas visto a Jen. Soy un melocotón

comparado con ella. ¿¡Dónde diablos estabas!? ¿Por qué te tomó tanto tiempo?

¿No lo entiendes? Decebel está… —tartamudeó Sally y señaló al Beta

debilitado—, y Jen está, está, bueno…

—Jen está muriendo —dijo la Hada con naturalidad.

Sally jadeó y se habría desplomado si Costin no la hubiera estado

sosteniendo.

Las rodillas de Decebel cedieron mientras aullaba un sonido tan doloroso

que Sally pensó que su corazón se rasgaría de su pecho.

—¡No lo sabes! ¡No sabes de lo que estás hablando! —Sally no podía creer

la manera en que estaba actuando, pero todo simplemente le cayó de golpe.

Estaba helada, cansada y asustada. Y ahora ésta Perizada estaba allí de pie,

hablando tan casualmente de la muerte de su mejor amiga. Era demasiado.

—¡SILENCIO! —gritó Perizada y el are a su alrededor pareció brillar y

crujir—. Tú no sabes nada acerca de lo que estás hablando, sanadora. Soy

Perizada, embajadora en el mundo sobrenatural de Farie. Estaba aquí antes de

que siquiera fueras una idea en la mente de tu madre y estaré aquí cuando tus

huesos sean capas de polvo enterrados debajo de la tierra. No tienes el privilegio

de cuestionarme. —Los ojos de Perizada estaban brillando y su cabello ondeaba

detrás de ella por una brisa anormal—. Te responderé no porque debo, sino

porque te respeto como la sanadora actual de los lobos. He estado guiando a una

muy desagradable bruja hacia una infructuosa persecución. Ella estaba cerca de

descubrir la ubicación de Rachel y Gavril y eso no puede suceder, no debe

suceder. No podía arriesgarme a venir a ti hasta que hubiera sofocado

suficientemente su plan. Ahí es donde he estado. No deberías ser tan estrecha de

mente para creer que las vidas de tus amigos son las únicas dignas de rescate.

—Cuidado, Fae —gruñó Decebel, arreglándoselas para sonar amenazante

incluso desde su deshecha posición en el suelo, cubierto de fría nieve.

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—No pretendía ofender, lobo.

—¿Vas a llevarnos con Jen ahora? —preguntó Sally, su ira ahora siendo

reemplazada por miedo y preocupación por su amiga.

—No, haré que Gavril la traiga hasta nosotros. No puedo tener a Rachel y

a ti en el mismo lugar. Su magia combinada atraería a la bruja como una polilla

a una llama. —Peri se dirigió a Decebel. Se acercó y se agachó delante de él—.

Te debo una disculpa, Beta. No me di cuenta que el vínculo entre tú y Jennifer

era tan fuerte. Ha pasado mucho tiempo desde que he interactuado con los lobos

y había olvidado la fragilidad de un nuevo vínculo.

—No la recuerdo. ¿Cómo puede nuestro vínculo ser tan fuerte si el hechizo

de una bruja fue capaz de borrar de mi mente a mi compañera? —La voz de

Decebel sonaba tensa por la ira.

—No compartieron sangre. Escucha, ella no ha sido borrada. Tu lobo la

reconoce o de lo contrario no sentirías el dolor que estás sintiendo. Sus destinos

están entrelazados aún sin completar los Ritos de Sangre. No he visto un vínculo

así en mucho tiempo. —Peri puso su mano sobre Decebel, ofreciendo el poco

consuelo que pudo a través del tacto—. Ven. —Se puso de pie, indicándoles que

la siguieran—. Tenemos un largo viaje hacia Farie, no nos debemos retrasar.

—¿Has dicho Farie? —escupió Cynthia.

—¿Dónde más podría mantener su presencia segura de otros? —preguntó

la Hada en un tono condescendiente.

—Oh, por supuesto. ¿Dónde más? —murmuró Sally con sarcasmo

mientras Costin renunciaba finalmente a su control sobre ella. Lo miró mientras

comenzaban a caminar—. ¿Por qué me detuviste?

—Porque necesitabas ser protegida de ti misma en ese momento. Te lo dije,

es mi trabajo protegerte.

—¿Incluso de mí? —Sally puso los ojos en blanco.}

—Especialmente de ti. —Costin guiñó el ojo y sonrió, para nada

impresionado por su cinismo.

—Sí, bueno, ¿quién me protegerá de ti? —murmuró Sally en voz baja.

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Costin oyó la pregunta murmurada de Sally y el dolor en su voz mientras

continuaba resuelta delante de él para seguir a Peri. Su frente se frunció mientras

pensaba en sus palabras. La única explicación que se le pudo ocurrir ante ese

comentario era que ella había desarrollado sentimientos por él.

Le preocupaba que él se sintiera tan fuertemente atraído por ella aunque

ella no era una Canis lupis. Sacudió la cabeza ante el pensamiento. No importaba.

Sally era suya, y ella sólo tendría que aceptarlo. Si estuviera siendo honesto

consigo mismo, admitiría que disfrutaba de la idea de hacerla llegar a un acuerdo

con su relación inevitable. Pero de nuevo, ¿dónde estaba la gracia de ser sincero

con uno mismo?

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Traducido por Flochi

Corregido por Nanis

cho días después del incendio, Jacque, Fane, Sorin, Crina, y

Wadim estaban sentados alrededor de la habitación quemada. El

olor a humo aún persistía y el hollín cubría las paredes. Jacque

gruñó a la vez que rodaba sobre su espalda, sosteniendo un libro

encima de su cara, leyendo atentamente. De repente, se sentó.

—Creo que tengo algo.

Los otros cuatro dejaron lo que estaban haciendo y volvieron su atención

a la pelirroja.

Jacque comenzó a leer:

“El año era 1605 y las Fae habían instituido la Gran Purga. Las brujas eran

demasiadas, tomando residencia en los continentes de todo el mundo. Más que

en cualquier momento de la historia, no había balance y necesitaba ser

restaurado. La tarea recayó en las Fae, que eran los más poderosos de los

sobrenaturales. Perizada, el hada superior, decretó la guerra contra todas las

brujas. Envió a su gente con la orden de que debían quedar sólo cuatro brujas en

cada continente. Lo que las Fae no esperaban era que las brujas contraatacaran.

Siempre se había aceptado que el balance debía permanecer y cuando demasiado

mal llenó el mundo, éste debía ser purgado.

»Las Fae están inmersas de magia. Sus mismos seres son mágicos. Las

brujas, sin embargo, conjuraban magia. Es antinatural y solo logrado a expensas

de la sangre de otro. Y así, la Gran Purga fue una masacre. Las Fae eliminaron a

las brujas en cuestión de días, con un gran costo para ellos mismos. El mundo

sobrenatural contuvo la respiración mientras esperaban por las repercusiones del

balance una vez más siendo desequilibrado.

»Los días pasaron y nada sucedió. Perizada se reunió con los Alfas de las

manadas, buscando problemas que podrían haber ocurrido como resultado de la

O

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purga. Nada. Se decidió en la reunión de los Alfas que la única explicación era

que el mal no había sido erradicado. Una bruja, de alguna manera, en alguna

parte, había sobrevivido”.

Jacque se sentó y miró fijamente el libro mientras continuaba ojeando.

—¿Hay algo más? —preguntó Crina.

Jacque negó.

—Ese es el fin de este volumen. —Cerró el libro y miró el lomo. Volumen

III, leyó—. Necesito el volumen IV.

Todos empezaron a buscar a través de los libros en el suelo y en los estantes.

—Lo tengo —anunció Sorin un minuto después. Le entregó un tomo

pesado a Jacque.

Ella lo abrió y empezó a ojear. Todos esperaron. Finalmente lo cerró.

—¡Nada! Ningún nombre, sólo menciones de una bruja desconocida

dejando su marca a lo largo del mundo.

—¿Cuál era su marca? —preguntó Fane a su compañera.

—Muertes sobrenaturales. Y no creas que no estoy notando que hay un

montón de “sobrenaturales” allá afuera que no te molestaste en mencionar,

hombre lobo. —Jacque lo fulminó con la mirada.

Fane levantó las manos en rendición.

—Si recuerdo correctamente, Luna, me dijiste que querías seguir sólo con

los hombres lobo.

Jacque gruñó.

—¿Y desde cuándo me das lo que quiero?

Fane se rió entre dientes.

—Estoy aprendiendo.

Ella puso sus ojos en blanco y continuó escudriñando a través de libros y

papeles.

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Por varias horas continuaron buscando información de la bruja. Cada

tanto, uno de ellos encontraría algo y lo leería en voz alta al grupo y luego

seguirían en silencio. La noche había caído cuando Jacque decidió que ya no

podía ignorar su estómago dolorido.

—Me muero de hambre. ¿Alguien más está listo para comer?

—Estoy contigo —dijo Crina en tanto se ponía de pie desde su lugar en el

suelo. Estiró los brazos por encima de su cabeza y dejó escapar un sonoro bostezo.

Los otros murmuraron su aceptación y todos se dirigieron de regreso a la

superficie de la mansión.

—Entonces, Wadim, ¿no recuerdas el nombre de la bruja que sobrevivió a

la purga? —Jacque hablaba entre cucharadas de sopa caliente que ella y Crina

habían preparado.

—Siento que debería recordarlo, pero simplemente no hay nada. —Su voz

salió gruesa con frustración. Había estado tratando de llenar los espacios en

blanco de su mente desde el día que los otros llegaron, pero nada ayudó.

Jacque sacudió la cabeza y gruñó.

—Lo juro, si llego a poner mis manos en esa malvada bruja, voy a abofe-

bruja-tearla.

Crina resopló ante el cambio de la frase de Jacque, casi sorbiendo su bebida

por la nariz.

—Buena esa. —Le sonrió a Jacque.

Jacque le guiñó un ojo.

—Fue débil, pero lo estoy intentando. —Miró a Fane—. ¿Tu padre escuchó

algo de los demás?

—No. Cuando hablé más temprano con él dijo que las cosas han estado en

calma. Aunque, dijo que de vez en cuando ha estado sintiendo algo de dolor

filtrándose a través del vínculo de la manada hacia él. Cree que tiene algo que ver

con Dec y Jen. Algo ha sucedido, pero no hay nada que pueda hacer. No lo dijo,

pero puedo decir que está inquieto de no ser capaz de tomar medidas. Su lobo

está agitado con la manada tan dividida.

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—Bueno, voy a volver a hacer algo de investigación antes de llamarlo esta

noche —anunció Jacque mientras terminaba su comida.

—Luna, creo que necesitas descansar. Hemos estado viendo un libro tras

otro. Tienes que tomarte un descanso.

—Me tomaré un descanso cuando encuentre el nombre de la bruja —le

gruñó, lo cual no le gustó a ella para nada. Irritable, sí… gruñona, para nada.

Cuando Fane se puso de pie y le gruñó, acercándose, ella dio varios pasos

hacia atrás.

—No —le susurró ella—. No empujes esa mierda de Alfa sobre mí, Fane.

No ahora.

Fane pudo escuchar el dolor en la voz de ella. La tomó por la mano, y sin

mirar a los otros, dijo:

—Vamos a volver a esos documentos. —El mensaje implícito para todos

los demás fue de descansar y dejar al príncipe y a su compañera solos.

Fane caminó enérgicamente hacia los archivos, sin mirar detrás de él

mientras estrechaba la mano de Jacque, llevándola junto a él. Cuando alcanzaron

finalmente la habitación en la que habían pasado los últimos ocho días, se volvió

abruptamente y presionó a Jacque contra la pared. Ella soltó un agudo jadeo ante

el repentino movimiento. Su respiración se aceleró cuando Fane continuó

presionándola hacia adelante, sus cuerpos tocándose desde la punta de los pies al

pecho.

—¿Por qué me cuestionas, Luna? Es mi trabajo cuidar de ti. —La voz de

Fane era baja a medida que le hablaba directamente en el oído. Sus labios rozaron

la piel sensible con cada movimiento. Jacque cerró los ojos contra esta sensación.

—Soy una mujer adulta, Fane. Puedo decidir cuándo necesito dormir —

gruñó a través de sus dientes apretados, se resistió contra el deseo que empezó a

estallar cuando su compañero puso una mano en la parte baja de su espalda y la

acercó un poco más. Su otra mano fue a su barbilla, levantando su rostro hacia

él. La miró fijamente a los ojos y ella observó como los suyos empezaron a brillar

más y más de color azul.

—Fane. —Su nombre pronunciado en sus labios sonó a súplica.

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Él se agachó y presionó sus labios en los de ella. No respondió

inmediatamente y él le gruñó suavemente. Jacque respondió a esto pasándole las

manos por el cabello a la vez que profundizaba el beso. Cuando Fane le soltó la

barbilla y puso su mano sobre la cadera de ella, debajo de su camiseta, su calidez

la sorprendió y gimió dentro de su boca. Fane se retiró abruptamente, su propia

respiración trabajosa.

—Déjame amarte, Luna —susurró Fane a la vez que empezaba a depositar

suaves besos sobre todo su rostro, su cuello, y su clavícula. Jacque gruñó e intentó

sacudirse la niebla inducida por la lujuria.

—Deja de intentar distraerme, no funcionará —murmuró entre medio de

respiraciones cortas.

—A mí me parece que está funcionando. —Fane se rió mientras ella se

presionaba contra él.

Su risita irrumpió en su estado brumoso cuando ella lo empujó lejos.

—¡Grrrr! ¡Fane! No dejaré que intentes llevarme a la cama seduciéndome.

—¿Por qué no? Necesitas descansar y yo te necesito. Ganamos los dos. —

Fane se agachó, intentando volver a besarla, sólo para encontrarse con la mano

de ella.

—Escúchame, Don Juan. —Jacque le clavó el dedo en su pecho,

puntualizando sus palabras—. Si crees que estás necesitado ahora, sólo mantén

esta mierda de Alfa y seducción adelante. Veremos cuán necesitado puedo

ponerte.

Fane dio un paso hacia atrás, enderezándose la camiseta, y pasándose las

manos por el cabello. Luego de arreglarse, le sonrió.

—¿Un acuerdo? —le preguntó dulcemente. Jacque no pudo reprimir la

risita ante la ceja de él levantada.

—Ve al punto4.

4 Ve al punto: juego de palabras, que puede ser escúpelo, dilo o con referencia sexual a que se lo tire, se le

eche encima.

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—Eso estaba intentando. Dios, mujer, decídete —le dijo Fane, sus ojos

brillando.

Ella levantó una mano para frenarlo.

—Me refería a tu idea, bola de pelos, no a tu delicioso cuerpo.

Fane soltó un gruñido.

—¿Delicioso?

—Oh, supéralo. ¿Cuál es el acuerdo?

—Te doy dos horas más, luego vienes a la cama conmigo.

Jacque negó a la vez que ponía los ojos en blanco.

—¿Me darás? ¿En serio, Fane? —Caminó a su alrededor—. Bien, dos

horas, luego a la cama. A dormir —aclaró ella y se rió cuando Fane gruñó y le

tiró del cabello.

Cayeron en un cómodo silencio cuando empezaron a leer.

Una hora y media más tarde Jacque se puso de pie y se acercó a Fane. Ella

no alzó la vista del libro que tenía en las manos mientras se acercaba a él.

—Lo encontré. La encontré. —Las palabras de Jacque fueron casi un

susurro cuando alzó la mirada hacia Fane, finalmente apartando sus ojos del

nombre en la página—. Desdémona. —Jacque se estremeció cuando lo dijo en

voz alta.

Fane apartó algunos mechones de cabello del rostro de Jacque mientras le

preguntaba qué decía.

—Dice que ella es la única sobreviviente de la purga. El reporte es de un

miembro de la manada Serbia en 1711. Está hablando sobre cómo una mujer

desconocida llegó a su manada y la oscuridad la siguió. —Jacque alzó los ojos

para mirar a Fane—. ¿Ha estado trabajando con la manada Serbia desde 1700?

—Su voz estaba llena de temor con la comprensión de cuán vieja era Desdémona,

y cuánto tiempo tenía la alianza entre ella y la manada Serbia.

Jacque continuó leyendo el documento, explicando en voz alta lo que

estaba leyendo.

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—Ella empezó las guerra entre los hombres lobo. Después de que las

guerras terminaran, ella desapareció. —Le entregó a Fane el libro y dejó que él lo

leyera mientras ella pensaba en lo que acababa de leer. Desdémona, una bruja

poderosa, probablemente la más poderosa en la historia.

Fane cerró el libro con suavidad y envolvió con sus brazos a Jacque.

—Buen trabajo, amor. Ahora sabemos quién es ella. Hay poder en tener

un nombre. Creo que deberíamos dejarlo por hoy. Podemos compartir con los

demás lo que hallamos mañana. Luego podremos continuar buscando una

manera de romper la maldición.

Jacque asintió y le permitió llevarla fuera de los archivos hacia sus

habitaciones.

—Entonces… ¿dormir, eh? —preguntó Fane solapadamente.

Jacque puso sus ojos en blanco.

—Acabamos de encontrar el nombre de la bruja más poderosa de la

historia, la bruja que maldijo al Beta de tu manada, ¿y sobre qué hablas?

Fane se echó a reír.

—¿Quién dijo algo sobre hablar? —susurró contra su cuello a la vez que la

llevaba a la cama. Fane empujó suavemente a Jacque sobre su espalda y la cubrió

con su propio cuerpo.

Jacque soltó un pequeño gemido mientras su compañero la besaba.

Cuando él se apartó y la miró a los ojos, ella sonrió.

—Hablar definitivamente está sobrevalorado.

Ella cerró los ojos y dejó que su compañero la amara, encerrando las

pesadillas arremolinándose alrededor de ellos.

* * *

10 Días Desde la Partida.

Pasaron otros dos días cuando otro avance ocurrió.

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—¿Qué podría romper la maldición de Decebel? —le preguntó Jacque a

Fane a medida que buscaban a través de pilas de pergamino viejos.

—¡Lo tengo! —gritó Crina. Todos dejaron lo que estaban haciendo.

—¿Qué dice? —preguntó Fane desde el otro lado de la habitación.

—Amor —respondió Crina solemnemente.

—¿Amor? —preguntó Jacque con incredulidad—. ¿Esa es la respuesta?

¿Eso es lo que hará a Decebel recordar?

Fane empezó a poner a un lado los documentos que reunió en su regazo.

—Crina, trae ese papel. Luna, agarra los libros con referencia a Desdémona

por su nombre. Sorin… —Fane empezó a dirigirse hacia el pasillo que los llevaría

de regreso a la sala principal—, es momento de volver a la taberna. Tenemos una

bruja que cazar.

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132

Traducido por Lililamour

Corregido por Mari NC

had estaba en su oficina, la cual estaba ubicada en la oficina central

de la manada Serbia, mirando afuera hacia la fría y oscura noche.

El usualmente despejado cielo estaba velado por la oscuridad de

ondulantes nubes. Las ventanas vibraron mientras el viento

aceleraba. Los árboles se balanceaban, haciendo que la nieve de las ramas volara

a la distancia en la noche.

Su espalda estaba rígida por la tensión, tenía sus hombros hacia atrás y las

manos en los bolsillos de su pantalón gris. Rodó su cuello en un intento de aliviar

la tensión, pero no pudo sacudir la sensación de que estaba pasando por alto algo

muy importante… alguna pieza de conocimiento que había sido enterrada en la

historia. Siguió preguntándose por qué Mona estaba tan dispuesta a ayudarle.

Ella era poderosa, ya no necesitaba la protección de su manada, y sin embargo se

quedó.

Sus ojos marrones se entrecerraron con un espeluznante brillo. Era tiempo

de empezar a indagar, decidió. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había

buscado en el pasado de su especie? Siglos de historia, que si era olvidada podría

ser perjudicial para ellos, y sin embargo sabía sin lugar a dudas que los Canis lupis

se habían puesto demasiado cómodos en su lugar en esta tierra. Mona estaba

tramando algo, algo que le beneficiaría a ella y traería destrucción a todos en su

camino. Definitivamente era tiempo de dar un paseo en su pasado.

* * *

Rachel apenas se había movido del lado de Jen durante los últimos dos

días. Jen no había vomitado sangre desde la noche anterior, pero tenía miedo de

dejarla sin vigilancia incluso por un momento. En todos sus siglos nunca había

estado más avergonzada y más asustada de sus acciones. Su egoísta necesidad de

protegerse a sí misma estaba costándole la vida a esta joven chica, y muy

T

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133

posiblemente la vida de su compañero también. Rachel negó con la cabeza. No,

se negaba a aceptar eso. No la dejaría morir.

Gavril había ido en busca de Perizada. Se había ido horas antes de que Jen

comenzara a convulsionar y vomitar. Entraba y salía de la conciencia, a menudo

murmurando incoherentemente. Rachel se puso a contarle sus historias,

compartiendo su pasado y muchas aventuras. De vez en cuando Jen abría los

ojos, pero estaban desenfocados, sin ver realmente.

Ahora Rachel observaba cómo Jen comenzaba a tomar respiraciones poco

profundas. Esta era la peor parte, cuando luchaba por respirar, y no había nada

que ella pudiera hacer. Levantó a Jen con almohadas detrás de su espalda y

cabeza, tratando de ayudar a abrirle los pulmones, pero aun así Jen respiraba con

dificultad y jadeaba.

—Por favor, Jen, no te rindas —susurraba Rachel fervientemente—.

Aguanta. Gavril te reunirá con tu compañero. Sólo aguanta, pequeña.

* * *

Jen sintió su pecho apretarse y trató desesperadamente de meter más aire

en sus pulmones. Le dolía todo el cuerpo y el vacío que continuaba tragándosela

se estaba volviendo insoportable. Sólo quería que terminara. Escuchó una suave

voz en algún lugar de la oscuridad diciéndole que no se rindiera. Y a decir verdad,

la idea era tentadora, hasta que pensó en su profunda voz, sus hermosos ojos color

ámbar, su asombrosamente fuerte cuerpo e inamovible voluntad. No podía darse

por vencida, le debía mucho a él. Pero, maldita sea, dolía. Trató de abrir los ojos

pero no cooperaban. Levantar su cabeza o cualquier otra parte del cuerpo, para

el caso, estaba fuera de cuestión.

Así que es así como termina, pensó. Uno podría pensar que con todo lo

que ha pasado en los últimos meses que yo, al menos, me iría en un resplandor

de gloria. Pero no, aquí estoy tendida en la casa de una sanadora gitana,

maltratada, destrozada, y enferma. Hombre, esto simplemente apesta.

Jen pensó en sus padres y en cómo Jacque y Sally tendrían que inventar

una historia de cómo murió. Su madre no lo tomaría bien. Aunque su relación

era tumultuosa en un día bueno, ella era su única hija. Jacque tendría que cuidar

de Sally porque Sally no llevaba muy bien la pérdida. Jen todavía recordaba

cuando el perro de Sally, Tick, murió en tercer grado. Lo habían llamado Tick

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porque lo encontraron en su patio delantero, escondido debajo de un arbusto,

cubierto de garrapatas. Sally se había negado a hablar durante días. Finalmente

Jen le había pedido a su madre que la llevara allí y que la ayudara a hacer un

funeral para Sally. No, Sally no llevaba bien la pérdida en absoluto.

¿Y qué con Decebel? ¿Cómo manejaría su muerte? Por supuesto, el que ya

no la recordara podría no ser tan malo, así que tal vez debería estar agradecida

por la maldición. La idea de no volver a ver su cara le provocaba un fuerte dolor

en el pecho. Sintió lágrimas deslizarse de sus ojos. Había estado llorando mucho

últimamente y eso estaba empezando a ponerla nerviosa, pero nada se podía

hacer al respecto. Estaba físicamente dañada, pero más aún emocionalmente.

Ansiaba escuchar la voz de Decebel, incluso si era él gritándole, dándole órdenes

por todos lados.

Recordó el día en que él se había sentado con ella en ese sofá y la abrazó,

la besó, le mostró con cada toque justo lo que ella significaba para él. Recordó los

mensajes de texto que se habían enviado entre sí cuando Vasile lo había

encerrado. La ternura en esos mensajes la había calentado hasta los pies.

Jen quería vivir, pero incluso si no lo hiciera, todavía se sentía muy

bendecida de haber tenido esos cuatro días con su lobo, su compañero.

* * *

Sally casi chocó con la espalda de Peri cuando la Fae llegó a un abrupto

alto. Levantó sus brazos y Sally, Costin, Cynthia y Decebel observaron con ojos

bien abiertos como el aire delante de ellos se propagaba y centelleaba.

—Este es el velo de las Fae. Nuestro mundo está en otra dimensión. Nadie

más que un Fae puede abrir el velo y sólo un Fae puede conceder permiso para

que otros puedan cruzar.

Justo cuando Peri estaba a punto de pasar a través del velo, una profunda

voz retumbó de entre los árboles.

—¡Perizada!

Costin y Decebel cambiaron a una postura protectora entre la mujer y el

macho no identificado que estaba saliendo de los árboles directamente hacia ellos.

—Gavril. —Peri en realidad pareció sorprendida, algo que parecía fuera de

lugar en ella—. ¿Supongo que vienes debido a la latente?

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Decebel gruñó y dio un paso hacia el lobo al que ella llamó Gavril.

—¿Dónde está? —gruñó Decebel.

Gavril lo miró y luego la comprensión lo iluminó.

—¿Tú eres su compañero?

Decebel asintió una vez y siguió gruñendo. Sus ojos brillaban de color

ámbar profundo y sus garras habían surgido. Costin puso una restrictiva mano

sobre su Beta.

—Tú eres el compañero de la sanadora, tienen a Jennifer. —Decebel no lo

preguntó porque olía algo en el lobo que era familiar, pero no lo era al mismo

tiempo. Dio otro paso hacia Gavril y respiró profundamente, luego se volvió

hacia Costin y Cynthia—. ¿Trae él su esencia?

Costin y Cynthia tomaron respiraciones profundas por la nariz. Ambos

dejaron salir gruñidos bajos.

—Sí, él ha estado con ella. —Costin se dio cuenta demasiado tarde cómo

sonó ese comentario y tuvo que contener a Decebel más fuerte y aclarar lo que

dijo—. Él ha estado en la misma habitación con ella, Beta. —Costin bajó los ojos

en sumisión, tratando de calmar al embravecido lobo de Decebel.

—Gavril, ¿cómo está? —Peri interrumpió la interacción de los lobos.

—No está bien. Rara vez está consciente y ha empezado a vomitar sangre.

—La voz de Gavril carecía de emoción, pero sus ojos no ocultaban el miedo y el

dolor que sentía por la latente.

—Está empeorando más rápido de lo que pensaba —dijo Peri más para sí

que para los que la rodeaban. Miró de nuevo el velo y luego otra vez al grupo que

estaba de pie observándola, esperando—. Gavril, debes traerla conmigo. Rachel

no puede y no debe venir.

—Iré con él a buscarla —anunció Decebel, y luego sin advertencia cayó de

rodillas. Su respiración se volvió entrecortada y cuando levantó la vista, Sally y

Cynthia jadearon.

—Decebel, tu nariz está sangrando… y tus oídos. —Sally se colocó en

cuclillas frente a él y puso las manos sobre su pecho. Cerró los ojos y dejó que la

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magia en ella fluyera. Sintió su lobo luchando con el hombre, queriendo estar en

control, necesitando encontrar a su compañera. Sally comprendió que el lobo de

Decebel sabía quién era Jen, había reconocido su olor, y lo estaba volviendo en

alguien muy peligroso.

Apartó la mano y abrió los ojos. Miró hacia Cynthia y Costin.

—Su lobo reconoció su esencia. Está furioso. No sé cuánto tiempo más

Decebel podrá mantenerlo a raya sin dejar que su lobo tenga el control, sobre todo

porque está tan débil.

La voz de Cynthia fue un mero susurro.

—Si su lobo se hace cargo mientras está en ese estado todos estaríamos en

peligro. Quitará lo que esté en su camino hasta que la tenga de vuelta.

—Costin, acompañarás a Gavril a su hogar y recuperarás a Jennifer.

Gavril, debes darte prisa.

Gavril asintió y sin esperar a ver si Costin lo seguía, dio media vuelta y se

fue por el bosque. A medio paso cambió a su forma de lobo y golpeó el suelo con

cuatro patas. Costin se acercó a Sally y levantó su barbilla para que lo mirara. Él

se acercó más, descansando su boca junto al oído de ella. Sally se estremeció

cuando sintió su aliento en la oreja y el cuello.

—Cuídate —susurró Costin y sus labios rozaron la sensible piel—.

Regresaré por ti.

Antes de que ella pudiera responder él se dio la vuelta y echó a correr,

cambiando mientras lo hacía. Sally se dio cuenta que su pelaje era de un color

gris plateado reluciente. Trató de tomar algunas respiraciones profundas después

de su pequeño encuentro, y cuando se dio la vuelta para mirar a Cynthia y Peri,

Cynthia estaba levantando una ceja.

Sally se sonrojó.

—No sé, Cynthia, así que ni siquiera preguntes.

Cynthia se rió por lo bajo, volviéndose hacia Peri.

—¿Y ahora qué?

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—Ahora esperamos —dijo Peri mientras encontraba una rama caída de un

árbol. Después de sacudir la nieve, se sentó.

—Soy pésima esperando —murmuró Sally mientras ella y Cynthia se

sentaban en ramas caídas frente a la Fae.

Decebel se movió para sentarse frente a un gran tronco de árbol,

escuchando las voces a su alrededor pero manteniendo los ojos cerrados. Le tomó

toda su concentración mantener a su lobo bajo control.

—¿Cómo crees que van las cosas con Jacque y los demás? —preguntó

Cynthia a Sally.

—No lo sé. Me gustaría poder llamarles pero mi teléfono no está recibiendo

ni una señal.

—Tráeme tu teléfono —le dijo Peri sin preámbulos.

Sally la miró y luego a Cynthia. Ella se encogió de hombros en una manera

de “por qué no”. Así que Sally se levantó y se acercó a Peri. Le entregó a la mujer

su teléfono y vio como Peri lo tocó suavemente. Una pequeña y brillante luz

apareció debajo de su mano brevemente y luego se había ido.

—Aquí tienes —dijo casualmente, regresando el teléfono a Sally.

Sally miró la pantalla y vio que tenía las barras de señal completas.

—Diabólico. ¿Cómo hiciste eso?

—Soy una Fae —dijo simplemente.

Justo en ese momento, como si fuera una señal, el teléfono de Sally

comenzó a tocar una canción. Sally casi saltó fuera de sus zapatos por la sorpresa

ante el sonido rompiendo el silencio del bosque. Escuchó por un momento antes

de responder. El tono había sido cambiado a “My Maria” de Brooks and Dunn.

El tono de llamada iniciaba con la línea: “Mujer gitana, eres una obra milagrosa

para mí. Tú liberas mi alma como un barco navegando en el mar. Ella es la luz

del sol cuando las estrellas están grises, me trata tan bien, mujer, llévame

contigo”.

Sally se rió mientras contestaba el teléfono. No tenía ninguna duda en su

mente de que Jen había confiscado, de alguna manera, su teléfono y puso ese tono

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de llamada allí después de que habían descubierto que Sally era una sanadora

gitana.

—¿Hola?

—¡Sally! ¡Oh, mí jodido Dios! No creí que pudiéramos realmente llegar a

ti pero me pareció que valía la pena intentarlo. Estás en altavoz y tenemos algo

de información para ti, mi dulce gitana. —Jacque sonaba tan emocionada de

hablar con ella que casi hizo llorar a Sally.

Decebel se espabiló y abrió los ojos ante el sonido de la voz de la pelirroja.

—¿Qué tienes para mí? —preguntó Sally con impaciencia.

—Sabemos lo que romperá la maldición. ¿Estás lista para esto, chica?

—Sólo suéltalo. —Sally se preparó para lo peor, temiendo que sería algún

horrible sacrificio que tendría que llevarse a cabo con el fin de arreglar a Decebel.

La respuesta fue mucho más simple de lo que nunca imaginó y aun así más

poderosa que cualquier sacrificio físico que uno pudiera dar: el único sacrificio

del corazón por amor… el último sacrificio personal.

* * *

Vasile y Alina estaban sentados en la improvisada sede que habían creado

en la taberna de la aldea. Como siempre, la habitación estaba iluminada con

lámparas de aceite y un fuego ardía en la gran chimenea de piedra. La habitación

estaba sorprendentemente limpia, los pisos libres de polvo y suciedad. Alina se

dio cuenta, y no por primera vez, que no había fotos colgadas en las paredes, ni

decoraciones adornaban las mesas auxiliares o estantes llenos de libros, pero aun

así era sorprendentemente cálida y acogedora. Lo que no había en el aire. Éste

era pesado por la preocupación y la impaciencia de seguir adelante, de hacer algo.

Al otro lado de los Alfas estaban sentados Fane y Jacque. Sorin estaba

apoyado contra la pared alejada de la derecha, Crina estaba encorvada en el suelo

frente a la chimenea. El fuego crepitaba y el viento hacía al frágil vidrio de las

ventanas estremecerse. El silencio era ensordecedor mientras los Alfas esperaban.

Jacque se le quedó mirando al teléfono que había puesto en el centro de su

círculo, como si pudiera ver a Sally si se le quedaba viendo el tiempo suficiente.

Por último, Jacque habló:

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—Amor. —Negó con la cabeza—. El amor es lo que rompe la maldición.

El grupo escuchó a Cynthia gruñir en voz alta desde algún lugar cercano a

Sally.

—¿Me estás tomando el pelo?

—Eso es lo que yo dije —concordó Jacque.

De repente Vasile habló.

—Sally antes de entrar en esto, por favor dame una actualización. ¿Asumo,

dado que tu teléfono está funcionando, que encontraron a Peri?

—Hola, Vasile, mi viejo amigo. —Escucharon una musical voz a través del

altavoz.

Vasile sonrió.

—Hola, Perizada. ¿Estás bien?

Peri se rió entre dientes.

—Tan bien como se puede esperar en estos tiempos.

—Me parece bien. Sally, ¿cómo está Decebel?

—No está bien. Su lobo está luchando por liberarse. —Sally empezó a

explicar todo desde el momento en que se fueron hasta el momento actual—. Así

que, aquí estamos, esperando que Gavril y Costin vuelvan con Jen —terminó.

Jacque se dio cuenta que Sally debió de haber puesto su teléfono en altavoz

también cuando oyeron la voz de Cynthia fuerte y claro.

—¿Cómo es que la maldición va a ser rota cuando Decebel no reconoce a

su compañera y por lo tanto no siente amor por ella?

Hubo silencio al otro lado de la línea.

—Sally, ¿dijiste que su lobo reconoció su olor en Gavril? —Vasile rompió

el silencio.

—Sí.

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—Eso puede ser suficiente para ayudar a sacar las emociones de Decebel a

la superficie. Su amor por ella no se ha ido, simplemente está enterrado debajo de

esa maldición.

—¿Qué pasa con la sangre? —preguntó Jacque—. ¿Y si intercambian su

sangre? ¿Podría eso tal vez juntar de nuevo su vínculo, y en consecuencia,

desencadenar los sentimientos de Decebel hacia Jen?

—Es una posibilidad, y probablemente no sería difícil ya que su lobo

todavía reclama a Jen —acordó Vasile.

—También encontramos que el nombre de la bruja es…

—¡NO DIGAS SU NOMBRE! —La voz de Perizada irrumpió a través del

teléfono y llenó la habitación como si estuviera parada frente a ellos—. No debes

decir su nombre cuando puede ser escuchado aquí —habló calmadamente—.

Vasile, seguramente has explicado el poder en un nombre. No debemos poner su

nombre en el viento y llamar su atención.

—¿Qué quieres decir con poner su nombre en el viento? —preguntó Crina,

hablando por primera vez.

—Una bruja practica magia negra y llama a los elementos para hacerlo…

tierra, agua, aire y fuego. Ella puede usar el viento para enviar su voluntad y

llamar a los demás. Si su nombre es pronunciado al aire libre, puedes apostar que

lo escuchará.

—Mi error —murmuró Jacque, y luego añadió—: Así que, espera. Peri, ¿tú

sabes quién es ella?

—Por supuesto que sé quién es ella. La he estado buscando durante siglos.

Su poder crece y su maldad no conoce límites. Debe ser destruida, pero hay una

sola forma en que puede suceder.

—¿Cómo? —preguntó Jacque.

—El tiempo para la revelación no ha llegado.

Mientras esperaban a que Gavril y Costin regresaran, Jacque les dijo a los

demás acerca de las mesas que Wadim le había mostrado y la historia detrás de

ellas. Crina sacó a colación lo del incendio y cómo la bruja, cuyo nombre no se

menciona, había de alguna manera llegado hasta Wadim. Continuaron hablando

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hasta bien entrada la noche, encontrando consuelo en estar finalmente reunidos

con su manada.

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Traducido por Rihano

Corregido por Mari NC

espués de varias horas y aún sin Costin y Gavril, Vasile ordenó a

todos dormir un poco y a Sally que los llamara tan pronto como

los otros regresaran. Jacque se enjugó las lágrimas mientras se

despedía de su amiga, luego dejó que Fane la llevara al refugio de sus brazos.

—Ellos están seguros, Luna —susurró él.

—No van a estar a salvo hasta que estén aquí con su manada. —Jacque

siguió a Fane a su dormitorio, y sin más palabras se metió en la cama,

acurrucándose en sus brazos. El sueño tardó un largo tiempo en llegar, mientras

ambos esperaban que sonara el teléfono.

* * *

11 Días Desde la Partida.

En algún momento de la madrugada al día siguiente, Decebel dejó escapar

un gruñido bajo desde su lugar contra el árbol. Cynthia se levantó de un salto y

Peri se quedó mirando a la bruma de la mañana. Sally se sentó desde su

improvisada cama, frotándose el sueño de los ojos.

De repente Gavril y Costin salieron del bosque, una Jen maltrecha y

agotada en los brazos de Costin. Decebel saltó a sus pies, lanzándose hacia

Costin. Sus ojos estaban brillando y el gruñido saliendo de él era todo lobo. Costin

miró a su Beta y se dio cuenta que el lobo finalmente había ganado.

—Sally, retrocede —le dijo Costin. Sally había comenzado a moverse hacia

Decebel cuando él se lanzó hacia delante, tropezando por su debilidad.

—Su lobo está en control. Decebel ha salido de vacaciones —le dijo Costin

con firmeza—. Cynthia, aparta a Sally.

D

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Cynthia obedeció sin rechistar, manteniendo un ojo cauteloso sobre

Decebel.

Decebel le gruñó a Costin, el labio levantado y mostrando sus afilados y

largos caninos mientras hablaba.

—Mía.

Costin asintió.

—Sí, es tuya, pero está herida. Tienes que ser amable con ella.

Decebel intentó tomar a Jen de Costin, pero él no quiso ceder. Costin bajó

los ojos en sumisión, pero habló con firmeza.

—Permíteme bajarla, Beta. No te perdonarías a ti mismo si la dejas caer.

Costin se movió lentamente hasta el jergón donde Sally había estado

acostada y colocó suavemente el cuerpo inerte de Jen y la cubrió con una pesada

manta.

Decebel empujó a Costin firmemente.

—No toques.

Costin desnudó su cuello a su Beta.

—Me refiero a ella, reconoce su daño; no la quiero para mí. Ella está muy

enferma.

Decebel se agachó junto a Jen, y de una manera tierna que Sally nunca

había visto en ningún hombre, apartó el cabello de su cara. Él se inclinó y apretó

la nariz contra su cuello, respirando profundamente una y otra vez. Pasó las

manos por su cabello con ternura y luego sobre sus brazos. Apartó la manta y

pasó las manos por sus piernas. Sally estaba confundida, la acción no era sexual

sino muy posesiva.

—¿Qué está haciendo? —le preguntó Sally a Costin.

—Poniendo su olor en ella. Tiene mi olor y el aroma de Gavril. Dos

machos en ella, es probable que lo esté volviendo loco.

Decebel luchó por el control y estaba perdiendo. Su lobo la conocía. Tan

pronto como Costin se había vuelto visible, Decebel no había tenido ninguna

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oportunidad en contra de su lobo. Tomó todo en él evitar matar a Costin cuando

vio a su compañera en sus brazos. Ahora, mientras miraba a su cuerpo inmóvil,

tan débil y vulnerable, sabía que su lobo no la dejaría fuera de su vista.

Decebel se volvió hacia Peri con sus ojos brillantes y mirada amenazante.

—Sánala. —Su voz era profunda y gutural, no humana en absoluto.

—Debemos llevarla, y a ti a un lugar seguro. Tenemos que cruzar el velo.

—Peri se volvió hacia Gavril—. Me comunicaré contigo cuando sea el momento

para que Rachel y tú vengan. Hasta entonces, permanezcan fuera de vista. Ella

no debe ser capturada, sin importar qué.

Gavril asintió, luego miró a Decebel, quien estaba arrodillado junto a su

compañera.

—Perdónanos, Beta. No queríamos hacerle ningún daño.

Decebel gruñó.

—Tú sabes que no puedes razonar con su lobo, sólo haz lo correcto. Esa es

toda la disculpa que él va a necesitar.

Gavril asintió una vez, luego se volvió y tomó la dirección de la que Costin

había emergido.

—Costin, tendrás que llevar a Jen —le dijo Peri.

Costin vio la mirada salvaje en los ojos de Decebel.

—Lo siento, señora hada, no va a suceder. Él arrancará la cabeza de

cualquiera si la tocan.

Cynthia dio un paso hacia Decebel. Se puso a cuatro patas y se arrastró

con la cabeza inclinada. Se detuvo a metro y medio de él y se aseguró de que su

cabeza estaba más baja que la suya.

—Beta, debemos moverla y tú estás demasiado débil. Por favor, déjame

llevarla.

—Mía —gruñó Decebel.

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—Sí, ella es tuya. Ninguno de nosotros quiere lastimarla. Tú nos conoces,

lobo, puedes oler que somos de la manada. Confía en nosotros para cuidar de lo

que es tuyo.

Decebel miró a Jennifer, quien estaba luchando por respirar, luego otra vez

a Cynthia.

—Sólo tú y la sanadora pueden estar cerca de ella.

Cynthia dejó escapar el aliento que había estado conteniendo y esperó a

que Decebel se levantara. Él se hizo a un lado para que ella pudiera llegar a Jen.

Tan suavemente como pudo, la levantó, interiormente haciendo una mueca por

cuán ligera estaba. Jen había perdido una cantidad significativa de peso y se sentía

muy frágil.

Cuando Cynthia se volvió para enfrentar a los otros, se tensó cuando

Decebel dio un paso hacia ella. Pero él simplemente puso una mano suavemente

sobre la pierna de Jen, tan gentil con su compañera lastimada. Cynthia se dio

cuenta entonces que él no planeaba dejar su lado y que incluso no podía apartar

una mano de ella ni por un segundo.

—Vamos —dijo Peri mientras ella una vez más levantaba los brazos,

provocando que el aire brillara—. Manténgase cerca.

Mientras pasaban a través del velo, Sally sintió una cálida sensación de

hormigueo. Cuando desapareció, ella miró a su alrededor y se dio cuenta que

estaban justo donde habían estado.

—¿Nos fuimos a alguna parte?

Peri asintió.

—Sin importar en dónde entres a Farie, este imitará el mismo clima y la

misma imagen para los seres humanos.

—Extraño —murmuró Sally.

—No vamos lejos. Sólo mantengan el ritmo —espetó Peri mientras tomaba

un paso ligero.

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Ellos habían caminado durante unos quince minutos cuando llegaron a

una casa de piedra de dos pisos. El musgo había crecido sobre un lado de la casa,

y las ramas de los árboles se arqueaban sobre esta como una barrera protectora.

Varias chimeneas se elevaban desde la saliente inclinada y el humo bailaba

desde cada una, flotando hacia el cielo. La puerta principal era arqueada y muy

alta, había ventanas redondas a cada lado de la puerta.

Cuanto más se acercaban a la casa, más sentía Sally como si estuviera

entrando en una tierra encantada. Cuando llegaron a la puerta y Peri la abrió,

Decebel dejó escapar un gruñido.

—Costin, entra y asegúrate de que esto es seguro para las mujeres.

Costin asintió y dio un paso más allá de la sorprendida Fae.

Peri puso los ojos en blanco.

—He olvidado cuán molestos pueden ser los machos de su especie —le dijo

ella a Sally y a Cynthia.

Cynthia se rió entre dientes.

—Molestos es ser agradable. Si Jen estuviera despierta te daría una

descripción muy colorida de lo que piensa sobre los machos.

—Creo que me va a gustar esta Jen. —Peri sonrió y su rostro pareció

encenderse cuando lo hizo.

—Sin moros en la costa. —Costin sacó la cabeza por la puerta. Él buscó la

mano de Sally y no esperó a que aceptara la suya, simplemente la agarró y tiró de

ella hacia la casa.

Tan pronto como entraron, estaban en una sala de estar gigante. Una

enorme chimenea de piedra estaba en la pared más alejada de la izquierda y un

cálido fuego crepitaba y saltaba. El techo inclinado era un espacio abierto todo el

camino hasta el segundo piso y había una barandilla que le permitía a uno mirar

hacia abajo a la sala de estar.

Había una cocina en la parte trasera de la habitación con todos los

electrodomésticos necesarios, y parecía tan extraño para Sally estar de pie en una

casa en un reino diferente, mirando a una cocina aparentemente normal. Había

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un gran sofá y varias sillas mullidas cerca del fuego en un círculo, y en la pared

alejada de la izquierda habían altas estanterías llenas de libros de diversos

tamaños. En la pared del fondo, al otro lado de la cocina, había una puerta que

daba a otra habitación.

—Cynthia, lleva a Jen a ese cuarto de ahí —le instruyó Peri mientras ella

señalaba la puerta.

Cynthia llevó su preciosa carga, con Decebel todavía sosteniendo la pierna

de Jen, y la puso sobre la cama en la habitación. Era una habitación

sorprendentemente grande con una cama con ruedas. Cuando Cynthia bajó a Jen,

se dio cuenta de lo suave que era el edredón, y afelpado, mientras parecía

envolverse alrededor de Jen tan tiernamente como un amante. Había varias sillas

en la habitación, un gran armario y otra chimenea. La habitación era cálida y, a

pesar de su tamaño, muy acogedora.

Cynthia observó como Decebel se paraba junto a la cama, mirando a su

compañera, con la mano aún en su pierna. Ella tomó una silla y la empujó hacia

él.

—Beta, necesitas descansar. —Hizo un gesto hacia la silla.

El lobo de Decebel todavía miraba a través de sus ojos. Él asintió una vez

hacia ella y se sentó, sin perder de vista a Jen.

Cynthia lo dejó allí sin molestarlo más. Vio que los otros estaban sentados

en las sillas y el sofá alrededor del fuego.

Sally había colocado el teléfono en la mesa redonda de café en el centro de

su círculo. Ella se dio cuenta que Sally debía haber llamado a los demás cuando

escuchó a Sally explicar acerca de Jen y Decebel. Su rostro era serio cuando

describió cuán maltratada se veía su amiga; lágrimas estaban deslizándose por sus

mejillas. Costin colocó una mano en la espalda baja de Sally y Cynthia notó que

sus ojos estaban brillando. Obviamente a él no le gustaba ver a Sally tan alterada.

—Nunca he visto a nadie tan cerca de la muerte, Jacque. —Sally hipó entre

lágrimas. Costin finalmente tuvo todo lo que podía tomar, y atrajo a Sally a su

regazo. Le susurró palabras de consuelo y acarició su cabello suavemente.

—Va a estar bien, Sally mía —le dijo él suavemente.

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Sally miró sus ojos color avellana y aunque sabía que probablemente iba a

arrepentirse, cedió y apoyó la cabeza en su pecho. Costin dejó escapar un suspiro

de satisfacción y la apretó con más fuerza.

—¿Decebel está con ella? —La voz de Vasile llegó a través del teléfono.

—Sí —respondió Peri—. Su lobo reconoció a su compañera. No va a dejar

que nadie se acerque a ella.

—Eso es bueno —dijo Vasile, luego se enmendó—, bueno que su lobo la

reconociera.

—¿Así que no ha habido ningún cambio a pesar de que han sido reunidos?

¿Puede el amor de un lobo, quiero decir, su amor sería capaz de romper la

maldición? —preguntó Jacque.

—¿El amor es lo que va a romper la maldición? —preguntó Costin,

habiéndose perdido esa conversación. Sally asintió contra su pecho—. ¿Cómo

puede algo tan simple romper algo tan poderoso? —Costin sacudió la cabeza.

—¿Simple? —jadeó Sally mientras se sentaba abruptamente y se volvía a

mirar a Costin—. ¿Crees que el amor es simple?

Los ojos de Costin se abrieron ante la fiereza en sus ojos y la firmeza de su

voz, un ciervo encandilado por los faros.

—Aquí vamos —oyeron ellos a Jacque murmurar en voz baja.

—¿Cómo puede sorprender a cualquiera de ustedes que el amor pueda

romper la maldición? —Se dirigió Sally al grupo, sus ojos moviéndose de persona

en persona. Luego se quedó mirando el teléfono como si pudiera ver a través de

este—. Ustedes, ¿de cuyo mismo componente genético los obliga a amar tan

profundamente que ni siquiera pueden sobrevivir sin su compañero? No es

ninguna coincidencia eso del dicho de que: “El amor lo conquista todo”. Es una

historia tan antigua como el tiempo.

Jacque resopló.

—Has estado esperando para usar esa línea.

Sally rió brevemente.

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—Por fin me llegó mi día. —Luego se puso seria y sus ojos volvieron a

Costin—. No hay nada simple sobre algo que puede llenarte con la alegría más

grande que alguna vez has conocido. Puede hacer que los hombres construyan

ciudades, aplasten enemigos, busquen maneras de mover montañas, y pongan

incluso al más grande de rodillas. No hay nada sencillo sobre algo que puede

rasgar a la mitad las propias costuras de tu alma, triturar cada pedazo de dignidad

que has tenido, y quitar cada inhibición de quién eres.

Costin se inclinó hacia adelante y extendió la mano hacia la chica que se

había convertido en una mujer delante de sus ojos.

—Sally —susurró él.

Ella se apartó de él en una rara muestra de seriedad, haciendo caso omiso

de su mano, mirando de nuevo al teléfono.

—Fane, ¿crees que la maldición habría funcionado en ti? ¿Crees que

podrías haber olvidado a tu compañera?

Fane negó con la cabeza.

—No. No ya habiendo realizado los Ritos de Sangre y el vínculo entre

nosotros estando completo, pero sospecho que la maldición no funcionaría sin el

amor entre los dos. Estás en lo cierto, Sally. No hay nada más poderoso que el

amor. Mi alma y la de Jacquelyn se han hecho una a través de nuestro vínculo.

Ni las tinieblas pueden conquistar la luz con la que nos cubre el amor.

—Está bien, yo estoy contigo —concordó Jacque—. Pero, ¿cómo

conseguimos que un hombre que no recuerda a su compañera recuerde que la

ama?

—Él va a tener que vincularse con ella —habló Peri.

Todas las cabezas se volvieron hacia ella.

—Es la única cosa que restablecerá el vínculo cortado y, ostensiblemente,

traerá los recuerdos de Decebel.

Cynthia se inclinó hacia delante en su silla, apoyando los codos en sus

rodillas.

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—Vasile, no será difícil convencer al lobo de Decebel hacer los Ritos de

Sangre, pero Decebel es otra historia. Él quiere recordar a Jen, él quiere amarla.

Querer y hacer son dos cosas diferentes.

—Sally. —Fue la voz de Alina la que ellos escucharon esta vez.

—¿Sí? —respondió Sally.

—Necesitas hablar con Decebel. Tú puedes ser capaz de llegar a él.

—Voy a intentarlo.

De repente oyeron un gruñido mortal y el sonido de algo golpeando el

suelo duro.

Sally se dirigió en dirección a la habitación, pero Costin la agarró por la

cintura.

—Tú no vas allí con un lobo enfurecido.

—Costin, suelta. Es mi mejor amiga la que está allí. Decebel no va a

hacerme daño.

—Sally, ¿qué ha pasado? —La voz de Vasile tronó a través del altavoz.

Cynthia levantó el teléfono y comenzó a hablar mientras se dirigía en

dirección de la habitación, siguiendo a la luchadora Sally y, al parecer, el enojado

Costin.

Entraron en la habitación y Cynthia casi dejó caer el teléfono.

—Alfa, vamos a tener que llamarte luego. —Antes de que él pudiera

contestar, ella terminó la llamada y miró, horrorizada a un Decebel cubierto de

sangre y a una Jen sin vida.

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Traducido por Jadasa Bo

Corregido por Mari NC

ally se apresuró hacia adelante, empujando a Decebel fuera del

camino. Puso sus manos en el pecho de Jen y cerró sus ojos. Ella

empujó con todo su poder, mirando mágicamente al cuerpo frágil de

su amiga. Sally jadeó, los pulmones de Jen se encontraban llenos de

fluido. Se estaba ahogando en su propia sangre. Sally no sabía cómo lo hizo, no

lo entendía, pero agradeció a todos los seres que se le ocurrió por el poder que

fluyó a través de ella. La sangre en los pulmones de Jen estaba siendo absorbida

en su cuerpo, vaciándose poco a poco hasta que no quedó nada. Sally retiró sus

manos y abrió sus ojos. Jen aún no respiraba.

Sally puso su oído en su pecho, sin latidos. Se volvió hacia Costin.

—Colócala en el suelo, ahora. Necesito hacerle RCP5 y no puedo hacerlo

sobre una superficie blanda.

Costin obedeció, ignorando los gruñidos de Decebel, que estaba siendo

contenido por Cynthia.

Sally inclinó la cabeza de Jen hacia atrás como había aprendido en su clase

de salud y pellizcó su nariz. Estiró su barbilla hacia abajo abriendo su boca y

luego colocó su boca sobre la de ella. Ella dio dos respiraciones cortas, viendo

como se levantaba el pecho de Jen. Luego puso sus manos debajo de su diafragma

y comenzó las compresiones. Sally apenas podía ver a través del borrón que sus

lágrimas causaban. Continuó alternando respiraciones con las compresiones en

su pecho, cada vez más desesperada mientras pasaba el tiempo. Jen seguía

inconsciente.

Decebel finalmente se liberó de Cynthia y aterrizó con un golpe duro en

sus rodillas junto a Jen. Se inclinó hacia abajo, y cuando Sally terminó la cuarta

ronda de compresiones fue él quien puso su boca sobre la de ella y respiró el aire

5 RCP: Reanimación Cardio Pulmonar.

S

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152

de vida dentro de ella. Sally vio que sus ojos ya no estaban brillando y se dio

cuenta que Decebel, el hombre, había superado a su lobo. Continuó las

compresiones en el pecho y escuchó como Decebel susurró al oído de Jen.

—No morirás, Jennifer. No lo permitiré. —Él besó tan suavemente sus

mejillas, sus ojos, su nariz y luego sus labios―. Quiero la oportunidad de amarte.

Nena, no me la quites dándote por vencida.

Decebel utilizó el nombre cariñoso que había utilizado en los mensajes de

texto que compartió con Jennifer antes de la maldición. Después de sentir cuán

fuertemente se sentía su lobo por esta mujer, no había duda en su mente de que

era su compañera. Se rehusaba a perderla.

Pero ella aún no respiraba. Decebel respiró por ella otra vez y las lágrimas

de sus ojos cayeron sobre su rostro. La sangre cubría sus labios.

Decebel miró a la Fae, que se encontraba parada con calma a pesar de la

preocupación que llenaba sus ojos.

―¿Qué hago? No voy a perderla.

—Dale tu sangre. Si eres su compañero, tu sangre le dará fuerzas a su

cuerpo.

Sin vacilar, los caninos de Decebel se alargaron y sus ojos brillaron. Rasgó

su muñeca, mordiendo con fuerza hasta que la sangre fluyó libremente. Después

colocando una mano debajo de su cuello y levantándola suavemente, apretó su

muñeca en su boca. Sally empezó a frotar su garganta para conseguir que vajara.

Cuando Decebel alejó su muñeca, la habitación se encontró

completamente en silencio mientras todos contenían sus respiraciones,

esperando.

Sally sentía que su corazón iba a saltar fuera de su pecho mientras miraba

fijamente a su mejor amiga. Respira.

Decebel presionó su frente contra la de Jennifer y cerró sus ojos. Las

lágrimas no dejaban de caer y su corazón se sentía como si estuviera siendo

desgarrado por la mitad.

—Regresa a mí, Jennifer. No puedo perderte. Me niego a perderte, maldita

sea. Vivirás. ―Lo último fue un gruñido.

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De repente, ella jadeó y el aire llenó sus pulmones vacíos. Sus ojos se

abrieron. Decebel miró asombrado.

—¿Jennifer? ―Decebel apartó el cabello de su cara y besó su frente.

—No te acuerdas de mí, y sin embargo sigues siendo tan jodidamente

mandón. —Las palabras de Jen fueron un susurro ronco, pero todos la oyeron.

Decebel observó mientras ella cerraba sus ojos, pero seguía respirando.

Sally se encontró temblando de alivio y la adrenalina comenzó a superarla.

Costin se agachó junto a ella y la tomó en sus brazos. Ella hundió su cara en su

pecho y lloró.

Cynthia le pidió a Peri sábanas limpias para la cama y toallas para limpiar

a Jen. Mientras ella y Decebel colocaban a Jen en la cama, ella lo miró.

―Deja que Sally y yo la limpiemos. Cuidaremos bien de ella.

Decebel sacudió su cabeza con un gruñido.

—Cuidaré de ella.

―Decebel, no estás acoplado con ella todavía.

—Ella es mi compañera. Cuidaré de ella. No discutas conmigo, mujer, soy

tu Beta y me obedecerás.

Cynthia se encontró un poco sorprendida por su declaración ya que estaba

hablando con Decebel y no con su lobo.

―Cynthia, está bien —dijo Sally mientras empezaba a secar sus

lágrimas―. Jen no es modesta. No se molestaría si Decebel la ve. —Levantó su

mirada hacia Decebel―. ¿Quieres que me quede contigo?

Decebel negó con la cabeza.

—No, quiero estar con mi compañera a solas. Ella me necesita. Puedo no

recordarla, pero siento algo, como si mi alma estuviera siendo tejida de nuevo.

Creo que darle mi sangre ayudó.

―Decebel, Vasile cree que con el fin de salvar a Jen necesitas llevar a cabo

los Ritos de Sangre. —Sally esperó su respuesta y se sorprendió cuando

finalmente respondió.

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―Haré cualquier cosa por ella, pero ella tiene que morderme para que se

lleven a cabo los Ritos de Sangre. Beber mi sangre no es suficiente.

―Tal vez si continúas dándole tu sangre ella conseguirá la fuerza

suficientemente para permanecer consciente —dijo Sally en un tono

esperanzador.

Costin apartó suavemente el cabello de Sally fuera de su cara y le sonrió

cuando ella se inclinó ante su toque.

—Eres increíble —susurró.

Ella lo miró, confundida.

―¿Por qué dices eso?

―Porque te niegas a pensar lo peor, y sólo piensas en las posibilidades que

darán un resultado positivo.

Sally se sonrojó.

—Jen es una luchadora. Estaría cabreada si ella creyera que yo pensé que

no podía hacerlo.

* * *

Decebel se cernió sobre Jennifer. Seguía inmóvil aún, pero seguía

moviéndose respirando. Sally le había traído varias toallas y una manta grande

para poner sobre ella. También le trajo un recipiente grande con agua caliente en

él, y paños para limpiar a su compañera. Se inclinó para besar a Jen.

―Seré tan amable como pueda, amor —susurró mientras mojaba la toalla

en el agua caliente. Después de exprimir el exceso, empezó a limpiar suavemente

su rostro, quitando cualquier rastro de sangre. Luego le limpió sus brazos y

manos, y las secó. Todo el tiempo, Decebel habló con ella. Le dijo sobre la vida

que recordaba y cómo no recordaba las cosas buenas. Todo el tiempo, protegió

su modestia, manteniendo la manta sobre ella tanto como pudo.

Cuando por fin le quitó su camisa, su respiración se sintió como si hubiera

recibido un puñetazo en sus pulmones y cayó de rodillas ante la vista.

La puerta se abrió de golpe ante el sonido de las rodillas de Decebel

golpeando el suelo. Su cabeza se levantó inmediatamente, y de manera

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simultánea cubrió a Jen con la manta. Sus ojos brillaban mientras le gruñía al

intruso.

—¡FUERA!

Sally palideció y después de ver que Jen aún respiraba, cerró la puerta.

Decebel retiró suavemente la sábana de nuevo y no pudo evitar que su

mano se elevara y con sus dedos trazara las marcas que corrían a lo largo de su

costado derecho por debajo de su brazo bajando a la cintura de los pantalones de

chándal que llevaba. Marcas que eran idénticas a las suyas. Ante ese

pensamiento, su cabeza se sacudió y rápidamente recubrió a Jennifer. Se puso de

pie y caminó hacia el baño adjunto a la habitación. Se sacó la camisa por su

cabeza y se miró en el espejo.

Los ojos de Decebel vieron con asombro como sus marcas cambiaban ante

sus propios ojos. Las marcas que cubrían el lado derecho de su espalda y hombro

ahora comenzaban a moverse como una enredadera por el lado derecho de su

cuello y bajando por su brazo a la muñeca. Varios momentos después de que el

movimiento como enredadera se hubiera detenido, Decebel siguió mirando. Tal

vez no recordaba a Jen, pero su cuerpo lo hacía, su alma sabía que ella era suya.

Volvió a colocarse su camisa y terminó de limpiar a su compañera y

conseguir que estuviera más cómoda.

Mientras la cubría con una manta después de haberla vestido con la ropa

limpia que Peri le había traído, observó su pecho subir y bajar, teniendo consuelo

ante la vista. Se trasladó al otro lado de la cama y se acostó, cuidando de no

sacudirla. Se apoyó en su codo, la cabeza apoyada en su mano, y se quedó

mirando su hermoso rostro. Todavía se encontraba muy pálida, pero para su

alivio se veía mejor que cuando Costin la había traído a través del bosque.

Hubo un suave golpe en la puerta. Sin volverse para ver quién era, dijo:

—Adelante.

Sally asomó su cabeza por la puerta.

—¿Están ambos bien?

—Está respirando, limpia, y conmigo. Por ahora, eso tendrá que ser

suficiente.

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Sally dio un paso lo suficientemente lejos en la habitación como para que

pudiera cerrar la puerta detrás de ella.

―Decebel —comenzó, luego hizo una pausa, tratando de ordenar sus

pensamientos. Él todavía no apartaba su rostro de Jennifer—. ¿Te acuerdas de

ella completamente?

—Mi lobo la reconoce, conoce su olor. Pero si me estás preguntando si

tengo recuerdos de ella y yo juntos, la respuesta sigue siendo no.

―¿Estás dispuesto a hacer los Ritos de Sangre con ella? —Esa pregunta

consiguió que se diera la vuelta y mirara a Sally.

Se sentó en el borde de la cama, pero dejó su mano izquierda apoyada

suavemente sobre la pierna de Jennifer.

―Toma asiento, sanadora. Tenemos que hablar. —Decebel señaló la silla

frente a él.

Cuando Sally estaba sentada, con las manos cruzadas sobre su regazo,

Decebel encontró sus marrones ojos miel con los suyos de color ámbar. Inhaló

hondo y exhaló antes de hablar.

―No voy a hacer los Ritos de Sangre sin que esté plenamente consciente

y tome la decisión ella misma.

—¿Ni siquiera para salvar su vida? ―preguntó Sally calmadamente, sin

ninguna acusación en su voz.

―Los Ritos de Sangre son sagrados, e intensos. No puedo tomar esa

decisión por ella. Además, puede que no desee completar el vínculo mientras no

me acuerdo de ella. ¿Quién querría ser acoplado a alguien que no te reconoce?

―Pero la recordarás una vez que el vínculo esté hecho ―imploró Sally.

―¿Lo dice quién? ¿La Fae? Ella no es de la manada, no sabe de nuestras

costumbres, nuestra magia —gruñó Decebel.

―Por lo menos piensa en ello. No tomes decisiones apresuradas, mientras

que tus emociones están tan caóticas. —Sally se puso de pie y salió de la

habitación.

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Decebel una vez más giró y se colocó junto a Jennifer. Cerró sus ojos y

respiró profundamente para conseguir poner sus emociones bajo control.

Mientras yacía allí, una canción seguía rondando por su mente y no podía creer

lo bien que se ajustaba a su situación. Colocó su mano sobre el estómago de ella

y se acercó un poco más. Con una voz que era sorprendentemente hermosa e

inquietante, Decebel comenzó a cantar a su compañera:

“Cuando pierdo mi camino y me olvido de mi nombre, recuérdame quién

soy.

En el espejo todo lo que veo es quién no quiero ser, recuérdame quién soy.

En los lugares más solitarios, cuando no puedo recordar qué es la gracia,

Dime una vez más quién soy para ti, quién soy para ti.

Dime, para que no se me olvide quién soy para ti, que te pertenezco a ti. A

ti.

Cuando mi corazón está como una piedra y estoy corriendo muy lejos de

casa, recuérdame quién soy.

Cuando no puedo recibir tu amor, temiendo nunca ser suficiente,

recuérdame quién soy.

Si yo soy tu amado, ¿puedes ayudarme a creerlo?

Dime una vez más quién soy para ti, quién soy para ti.

Dime, para que no se me olvide quién soy para ti, que te pertenezco a ti. A

ti.

Soy la persona que amas, soy la persona que amas, eso será suficiente, soy

la persona que amas.

Dime una vez más quién soy, quién soy para ti.

Dime, para que no se me olvide quién soy para ti, que te pertenezco a ti”.

El corazón de Decebel dolía mientras cantaba las palabras que eran más

ciertas de lo que quería admitir. Necesitaba a Jennifer. La necesitaba para

recordarla, para que lo ayudara a ver lo que se encontraba oculto en su interior.

Necesitaba que ella lo amara, lo amara hasta que regresara a ella. No se iría de su

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lado hasta que ella lo hiciera, hasta que él la mirara en sus ojos y viera todo de

ella, supiera todo de ella.

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Traducido por Electra

Corregido por ☽♏єl

reo que deberíamos ir —declaró Jacque por milésima vez.

—Jacque, hemos tomado nota de lo que piensas, no

es necesario que lo sigas diciendo. —Las palabras de Vasile

eran ligeramente sarcásticas, pero suavizadas por el brillo de sus ojos.

—Tomar nota no es lo suficientemente bueno, Alfa. ¿Por qué estamos aquí

sentados cuando podríamos caminar a través del bosque para estar con los demás?

La unión hace la fuerza, ¿recuerdas? —Jacque paseaba por la sala de reuniones

mientras los demás continuaban mirando los libros que había traído con ellos de

los archivos.

—Me voy a poner en contacto con Peri y a consultar con ella sobre esto.

¿Qué te parece?

Jacque miró a Vasile fijamente.

—Mejor.

Después de que Vasile hablara por teléfono con Peri, se reunió con los

demás en la sala de reuniones. Todos tomaron los lugares que extraoficialmente

habían asumido como propios en torno al fuego abrasador.

—Peri dijo que Jen aún está muy débil para viajar, y Decebel también. Ella

está de acuerdo contigo Jacque, en que todos debemos estar juntos.

—¡Guau! Te lo dije, ¿no lo hice? —Jacque sonrió con malicia.

Fane le dio un codazo, tratando de insinuar que necesitaba cerrar la boca.

Jacque se calmó a regañadientes.

—Como estaba diciendo, ella piensa que deberíamos estar juntos. Sin

embargo, no es seguro para nosotros viajar por el bosque sin protección. Ella va

—C

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a enviar a uno de los suyos para que pueda ocultar nuestra presencia. La bruja

está constantemente en busca de nosotros para atacarnos de alguna forma. Así

que vamos a esperar hasta que su… persona llegue.

—¿Cuánto tiempo va a tardar?

—¿Por qué los humanos son tan impacientes? —Todos se giraron hacia la

puerta para ver a una mujer pequeña con largo cabello rosado trenzado en su

espalda. Tenía una cara inusual, con ojos almendrados de un inusitado color gris,

una pequeña pero linda nariz chata, y una boca enfurruñada que parecía

mantenerse en una sonrisa permanente. Llevaba puesto pantalones de cuero café

y una camisa verde, cómoda y térmica. Sobre la camisa usaba un chaleco que

contenía cuchillos de distinto tamaños, y por lo que podía verse asomando sobre

sus hombros, dos espadas. Sus botas estaban atadas fuertemente alrededor de sus

pantorrillas hasta debajo de las rodillas. Jacque decidió que fuese cual fuera su

nombre, ella iba llamarla “Seguramente”, porque seguramente podía darle una

paliza a cualquiera.

—¿Tú eres la que Peri nos envió? —pregunto Vasile.

—Sí, Alfa. Mi nombre es Elle, estoy aquí para llevarlos al velo. Debemos

movernos rápido, hay maldad en el viento.

Todos se levantaron y comenzaron a dirigirse hacia las escaleras para

recoger sus cosas, Elle los detuvo.

—Todo lo que necesitan es un abrigo grueso. Todo lo demás les será

proporcionado.

Crina y Jacque se miraron una a la otra y luego se encogieron de hombros.

—Si tú lo dices, Seguramente —murmuro Jacque.

Crina la miró con los ojos entornados.

—¿Debo preguntar por qué la llamas así?

Jacque se rió y se lo explicó a Crina.

Crina negó con la cabeza, riendo.

—Nunca dejas de divertirme.

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Cuando estuvieron en camino, moviéndose rápidamente a través del

bosque lleno de nieve, Fane siguió a Jacque hasta la parte delantera del grupo.

Elle los guiaba.

—¿Así que tú eres un hada? —preguntó Jacque con curiosidad.

Elle sonrió y Jacque no pudo evitar sonreírle en respuesta. Elle era una de

esas personas que contagian felicidad. A Jacque le agradaba ella.

—Soy un hada —le confirmó Elle.

—Puedes hacer todo tipo de cosas interesantes, ¿verdad?

«Luna, ¿qué estás haciendo?» La voz de Fane llenó la mente de Jacque.

«Relájate, hombre lobo, sólo quiero hacer algunas preguntas. Quiero decir,

vamos, no es todos los días que uno conoce a un hada».

Fane sonrió ante la curiosidad de su compañera, pero también estaba

preocupado de que pudiera ofender a Elle. Un hada enojada es algo con lo que

nadie quiere tratar.

—Supongo que puedo hacer cosas más geniales que los humanos —dijo

Elle pensativa—, pero no puedo hacer ningún tipo de magia en este momento,

sería demasiado fácil para la bruja encontrarnos, incluso a través del hechizo de

encubrimiento.

Jacque asintió, comprendiendo.

El grupo permaneció en silencio mientras caminaban. Una extraña quietud

llenó el bosque: no había animales corriendo ni pájaros sobrevolando la zona. Era

como si el bosque entero contuviera la respiración. Tratando de ocultarse en plena

vista, esperando.

El silencio no pasó desapercibido para Elle mientras conducía al Alfa y a

sus lobos a través de los árboles. Peri le había dejado en claro que tenía que

moverse con rapidez, tener pocos descansos y hacer paradas cortas. Elle podía

sentir la magia negra deslizándose a través del escudo que había lanzado sobre

ellos, y se estremeció ante el conocimiento de quién había ejercido esa magia.

Miró hacia atrás, encontrando rápidamente los ojos de Vasile, dando un leve

asentimiento que él entendió: apuren el paso. Y cuando Elle empezó a moverse

más rápido, todos los demás siguieron su ejemplo.

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* * *

Mona estaba de pie frente a la cornisa de la montaña donde su casa estaba

situada. Ella sabía que una persona, o muchas, se movían a través del bosque. Sin

embargo, no pudo obtener una visión de ellos. Usando su voluntad para moverse

en el aire, siguió buscando a quienquiera que fueran. Aún nada. Frustrada, abrió

los ojos y miró los vastos bosques ante ella. Decidió que era hora de adivinar el

futuro. No era algo que le gustara por lo general, ya que podía ser difícil de

descifrar el significado de lo que vería. No siempre significaba algo obvio, pero

eran tiempos desesperados.

Mona entró en su casa y giró a la izquierda, entrando en una habitación

llena de jaulas, todas contenían diferentes animales.

Abrió una de las jaulas del fondo, agarrando a un conejo por la nuca. Sin

pensar, le torció el cuello con un crujido repugnante. Ella puso el animal ya

muerto sobre la mesa y le cortó la garganta, lo que permitió que la sangre fluyera

en un cuenco poco profundo y grande. Una vez que la sangre drenó, arrojó el

pequeño cuerpo a una cesta debajo de la mesa.

Recogió sus piedras de adivinación y las sostuvo en sus manos para

calentarlas. Luego entonó:

“Piedras del misterio, piedras del destino,

Miren a través del velo de hoy.

Tomo una vida para darte sangre,

Derrama la verdad como una inundación”.

Cantó eso una y otra vez mientras lanzaba las piedras al cuenco lleno de

sangre. A medida que la última golpeaba el líquido aún tibio, abrió los ojos para

ver el resultado. Sus ojos se estrecharon y una sonrisa siniestra cruzó sus labios.

—Bueno, ¿no es eso interesante? —Una risa malvada surgió de su pecho—

. Amo cuando las cosas se ponen interesantes —murmuró para sí misma.

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Traducido por Mari NC

Corregido por ☽♏єl

12 Días Después de la Maldición.

acque tropezó mientras ella y los demás subían una colina

considerablemente empinada. Fane le pasó un brazo alrededor de su

cintura, atrapándola antes de que ella cayera de cara en la nieve.

—Gracias a Dios por los reflejos de lobo —murmuró.

Fane le guiñó un ojo y le dio un beso en la mejilla.

—Yo siempre te atraparé, Jacquelyn.

La soltó y continuaron hasta la colina, siguiendo a Elle, con Alina, Sorin y

Vasile en la retaguardia.

—Con riesgo de sonar muy parecida a un niño de cinco años, ¿ya llegamos?

—se quejó Jacque.

Elle la miró, luego a los otros, y se dio cuenta de que estaban seriamente

arrastrándose. Jacque más que los otros, porque no era totalmente Canis lupis.

Elle los había estado presionando duro, y en veinticuatro horas solo había

permitido que se detuvieran dos veces y fueron breves pausas. Ella miró hacia

delante y entrecerró los ojos. La vista del ojo de un hada estaba más allá de

cualquier cosa que los seres humanos pudieran entender.

—Serán otro día y media noche antes de que estemos allí, y eso si no nos

detenemos.

—Tenemos que detenernos para dormir por lo menos durante un par de

horas —habló Vasile desde detrás de ellos.

J

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164

—Sin ánimo de ofender, Alfa, pero quedarse no es sabio. —Elle miró a la

pequeña bolsa que estaba junto a su cadera. Ella solo la usaría como un último

recurso, pero era necesario en este punto. Sacó pequeñas ostias y se las entregó a

Jacque.

—Dales tres a cada persona. Dejen que se disuelvan en la boca —explicó

Elle.

Jacque se giró para hacer lo que se le instruyó, luego se volvió rápidamente

a Elle.

—¿Qué es esto exactamente?

—Es energía —dijo Elle simplemente.

—Bueno, eso lo aclara —graznó Jacque—. Eres tan vaga como las bolas

de pelos.

Elle ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Bolas de pelos?

Jacque soltó una risita.

—Lo siento, mala costumbre. Me refería a los hombres lobo.

Elle miró detrás de Jacque a Fane.

—Tú eres el príncipe de tu pueblo y ella te llama una bola de pelo.

—Lo creas o no, ella me ha llamado de peores formas —le dijo Fane,

sacudiendo la cabeza.

Elle sacudió la cabeza con incredulidad, murmurando:

—Los humanos son tan extraños. —Ella comenzó a caminar de nuevo y

dijo por encima del hombro—: Deben comenzar a sentir los efectos en unos

momentos.

El grupo continuó, y fiel a la palabra de Elle, comenzaron a sentir los

efectos de la comida Fae. Mientras la energía de Jacque de las extrañas ostias

alcanzaba su punto máximo, se volvió para mirar a Fane con una sonrisa

maliciosa.

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—¿Qué está pasando en esa cabeza tuya, Luna?

—Yo estaba pensando en lo que Jen podría sugerir como uso de estas

ostias. —Jacque se rió en voz alta cuando Fane enarcó las cejas.

—¿Quién dice que Jen es la única a la que se le ocurriría una cosa así? —

Su voz estaba llena de deseo persistente, incluso en medio de toda la confusión

que estaban soportando.

La respuesta de Jacque fue reírse y poner los ojos en blanco ante su

compañero, quien, hombre lobo o no, todavía era un hombre.

* * *

14 Días Después de la Maldición.

Decebel no entendía por qué estaba nervioso por darle a Jennifer más de

su sangre. Es cierto, era una experiencia muy íntima, pero bajo las circunstancias

él sentía como si todo lo que debería sentir era el deseo de asegurarse de que ella

sanara. En verdad, incluso con ella consciente solo en breves períodos, se estaba

enamorando de ella, y quería desesperadamente que ella todavía sintiera los

sentimientos que Sally dijo que sentía por él.

Colocó una mano bajo su cuello y la elevó suavemente para levantarla.

Luego se mordió su otro brazo lo suficientemente profundo como para asegurarse

de que la sangre fluyera libremente. Colocó la herida sobre los labios de ella,

presionando suavemente el labio inferior para abrir su boca. Contuvo la

respiración mientras esperaba para ver si ella respondía por su cuenta. Después

de varios segundos, para su alivio, los labios de Jennifer se pegaron a su brazo y

ella comenzó a tomar lo que él ofrecía. Decebel cerró los ojos, agradeciendo a la

gran Luna el que Jennifer estuviera finalmente lo suficientemente fuerte como

para beber sin persuasión. Trató de no pensar en lo mucho que le gustaba que ella

pareciera ansiar su sangre, que lo reconociera a él como suyo. Para un

compañero, era una cosa muy potente.

Cuando empezó a retirar su brazo, sonrió al oír el ruido decepcionado que

provino de ella.

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—Tú me dejarías seco si te dejo. —Mientras Decebel envolvía la toalla que

había dejado en su regazo alrededor de su brazo sangrante, su cabeza se levantó

al oír el sonido de una voz ronca.

—No soy una maldita bolsa de pulgas vampira.

Decebel no pudo detener la amplia sonrisa que se extendió por su rostro

mientras miraba a los ojos azules de Jen. Aunque tenían una niebla por encima

de ellos, todavía sostenían misterios que él anhelaba descubrir.

Apartó suavemente su cabello lejos de su cara y pasó el dorso de la mano

contra su mejilla.

—Puedes no ser una succionadora de sangre, pero admítelo, nena, te gusta

mi sangre —se burló Decebel. Las palabras parecían naturales, casi una segunda

naturaleza.

Jen puso los ojos en blanco.

—Realmente quiero estar asqueada por eso, pero sabes bien. No puedo

decidir si eso me convierte en una psicópata o a ti en un raro.

—Si eres una psicópata entonces yo también porque no puedo esperar a

probar tu sangre —confesó Decebel sin vergüenza.

La frente de Jen se frunció mientras miraba fijamente a los ojos de Decebel.

Sus palabras la confundían.

—Tú. —Ella tomó una respiración entrecortada que le hizo encogerse por

el dolor—. ¿Tú me recuerdas?

Decebel estaba negando con la cabeza a medida que respondía

suavemente:

—No, nena, no. Deseo recordarte más que cualquier otra cosa.

—Entonces, ¿cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes querer probar mi

sangre?

Decebel trató muy duro de no tocarla, pero era imposible. Él ya no podía

mantener sus manos lejos de ella más de lo que podría detener la marea de

balancearse. Agarró fuerte su mano y frotó su pulgar suavemente a través de ella.

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—Mi lobo conoce a su compañera. Él se acuerda de ti. Incluso si yo no

quisiera quedarme aquí contigo, incluso si no quisiera recordarte, recordar el

amor que sentía por ti, él no me dejaría salir de esta habitación. Si me voy de tu

lado incluso por segundos él se pone salvaje.

—¿Por qué? —preguntó Jen, realmente no entendiendo.

—No hay nada más peligroso que un macho Canis lupis dominante

cuando su compañera está herida e indefensa. Pero necesito que entiendas, mi

lobo no es el único que te quiere, Jennifer. Yo te quiero. Te necesito para que me

ayudes a recordar.

Jen estaba dolorida y su cuerpo estaba luchando desesperadamente para

volver a hundirse en el olvido, pero con la ayuda de la sangre de Decebel, ella fue

capaz de mantener la compulsión a raya. Observó con incredulidad mientras una

lágrima se escapó del ojo de Decebel. Su mandíbula se apretó y, aunque parecía

vulnerable, nada en él se veía débil o menos amenazante.

Él seguía acariciando su mano mientras hablaba.

—Necesito que me recuerdes quién soy. —Decebel miró a sus ojos,

sabiendo que las siguientes palabras que saldrían de su boca iban a ser difíciles—

. Ellos… ellos saben qué romperá la maldición.

Los ojos de Jen se agrandaron.

—Entonces, ¿por qué estamos aquí sentado discutiendo que de alguna

manera trate de llenar tus recuerdos?

—Porque el amor es lo que rompe la maldición. —Decebel vio como el

aliento de Jennifer se hacía superficial. No quería hacerle daño, era la última cosa

en la tierra que él quería. Su lobo estaba enojado de que él le estuviera causando

dolor y presionándolo para que lo dejara tomar el control—. Quiero amarte,

Jennifer. Quiero amarte más que a nada. Pero quererlo y hacerlo no son lo mismo

cuando se trata de la maldición. Te miro y siento algo. Tú me atraes y anhelo

estar cerca de ti, no solo mi lobo, yo, el hombre anhela estar cerca de ti.

Jen estaba temblando mientras escuchaba al hombre que amaba más que a

nada decirle que no la amaba. Oh, quiere amarla, bueno, que malditamente

fabuloso. Ella quiere levantarse de la maldita cama y golpearlo con un auto 2x4,

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pero, como ella siempre dice, deseo en una mano y tonterías en la otra y ver cuál

se llena primero.

No se dio cuenta que lo había dejado de escuchar hasta que oyó: “Ritos de

Sangre” y “romper la maldición” en la misma frase.

—Espera, perdón, ¿di eso de nuevo?

Decebel respiró hondo. Era obvio que estaba frustrado.

—Dije: Vasile piensa que si llevamos a cabo los Ritos de Sangre, traerán

las emociones suprimidas a la superficie. Y es lo único que va a salvar tu vida. Tu

lobo necesita a su compañero. Ella ya no está latente, y cuando el vínculo entre

nosotros fue seccionado, la oscuridad en mí llegó a través de ti. No vas a vivir

sólo de mi sangre, Jennifer.

El dolor que estaba apretando el pecho de Jen comenzó a tornarse en ira e

incredulidad ante la sugerencia de Vasile.

—¿Él quiere que nos vinculemos porque piensa que va a romper la

maldición? ¿En serio? ¿Estás jodidamente tomándome el pelo? —Ella ni siquiera

se molestó con todo el asunto de salvar su vida, ella no iba a tocar eso ni con un

palo de quince metros.

Decebel estaba sorprendido por el veneno en su voz.

—Tú eres mi compañera. ¿Por qué no habríamos de vincularnos?

Jen lo miró con incredulidad. Decebel volvió la cabeza mientras se pasaba

la mano por el cabello. Fue entonces cuando Jen vio las marcas en el cuello de

Decebel. Marcas que no habían estado allí antes. Ella se acercó lentamente,

rechinando los dientes por el dolor, y agarró su barbilla, girando su cabeza aún

más para poder ver bien.

—¿Tus marcas cambiaron?

Decebel esbozó la sonrisa de infarto que siempre le daba ganas de meterse

en su regazo y ronronear. Por la leve sonrisa en su hermoso rostro, era obvio que

él sabía el efecto que estaba teniendo en ella tanto si él se acordaba de ella o no.

—Sí, cambiaron.

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Jen casi saltó, luego gimió por el dolor que le causó, mientras Decebel

agarraba el dobladillo de su camisa y comenzaba a levantarla. Sus ojos se

agrandaron cuando vio las marcas, idénticas a las de Decebel, a lo largo de su

costado derecho, empezando por debajo de la cintura de sus pantalones de

deporte y continuando hacia arriba. Sin ser consciente de lo que podría estar

mostrándole a Decebel, continuó levantando la camisa para mirar las marcas

mientras ascendían hasta el lado de su pecho derecho. Jen no se dio cuenta que

Decebel había estado rastreando las marcas con el dedo hasta que se contuvo y

se aclaró la garganta. Él agarró su camisa y la tiró hacia abajo.

Ella no sabía qué decir. Una parte estaba más que feliz, otra parte de ella

enojada de que sucedió mientras su compañero no tenía ni idea de quién

demonios era ella, y otra parte más estaba enojada debido a la ubicación.

—¿Por qué tienen que estar allí? —gimió.

Decebel entrecerró los ojos, confundido.

—¿Por qué te molesta que esté en tu costado?

—Fane enloquece cada vez que alguien ve las marcas de Jacque.

—Como debería —gruñó Decebel.

—Oh, mantén tus bragas puestas, Decebel. Estoy molesta porque me

imagino que, si alguna vez me recuerdas, vas a ser incluso peor que Fane al

respecto. Lo que significa que ya no puedo usar bikini. Así que es tan poco genial.

¿Sabes qué vieja me hará ver un traje de una sola pieza?

Decebel estaba negando con la cabeza cuando habló:

—¿Acabas de enterarte de que tenemos otra confirmación de que somos

compañeros, y estás preocupada por los trajes de baño?

—Ya te acostumbrarás a ello —dijo Jen con aire ausente. Cerró los ojos un

momento, tratando de reunir sus fuerzas.

—Necesitas descansar —le dijo Decebel, sus palabras una orden.

Jen abrió los ojos y los apuntó hacia él sin mover la cabeza.

—Voy a descansar después de haber dicho lo que me plazca.

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—¿Siempre eres tan poco razonable?

—No. —Jen sonrió dulcemente—. Por lo general soy peor. —Ella le

sostuvo la mirada, algo que solo Vasile tenía permitido hacer—. No voy a

vincularme contigo. —Ella ignoró el gruñido proveniente del pecho de Decebel—

. No voy a realizar los Ritos de Sangre con un hombre que ni siquiera se acuerda

de mí. Si he entendido bien de Jacque, el acto de realizar los Ritos de Sangre es

aún más íntimo que el sexo.

—Tú eres mi compañera. —Decebel estaba tratando de mantener la calma,

no quería asustarla—. Llevas mis marcas, compartimos un vínculo mental, mi

lobo te conoce, y tú me amas.

Sus últimas palabras fueron una bofetada en la cara de Jen.

—Amo a mi Decebel, ¡AL MÍO! Tú no eres él. Así que no te atrevas a

tratar de usar mi amor como palanca para conseguir lo que quieres.

—¡TE quiero! —Decebel se levantó de la cama y estaba peleando para

evitar entrar en fase. Sus ojos brillaban de color ámbar brillante—. Eres mía,

Jennifer, y si los Ritos de Sangre son lo que van a salvar tu vida, entonces eso es

lo que haremos.

—No soy una maldita posesión, lobo. Y si lo fuera, estoy jodidamente

segura de que no le pertenecería a alguien que no sabe quién soy. —Jen odiaba

que hubieran lágrimas corriendo por sus mejillas, odiaba que alguien tuviera tanto

poder sobre ella.

—Actúas como si fuera mi culpa que no me acuerde de ti. Yo no hubiera

sido maldecido si no me hubieras pedido que salvara a tus amigos. Dejé que me

convencieras de dejarte, mi compañera, a morir. Debes de hacerme débil si te

dejaría a ese destino. No me puedo imaginar eligiendo a nadie más sobre mi

compañera, nunca.

La boca de Jen había quedado abierta cuando Decebel había dicho que ella

lo hizo débil; lo había escupido como si fuera desagradable. Tenía las manos en

puños y pensó que podría romperse un diente por tener la mandíbula tan

apretada. Pero él no había terminado. Obviamente sentía que no había pisoteado

su corazón lo suficientemente fuerte.

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Decebel se arrodilló a su lado de la cama, poniéndose a pocos centímetros

de su cara. Estaba temblando de rabia mientras decía sus palabras entre dientes:

—No voy a renunciar a ti. No voy a volver a una solitaria y oscura

existencia. No voy a dejar que tu egoísmo aparte tu vida de mí, aparte a mi

compañera de mí. No me acuerdo de cómo estábamos antes, tal vez me entregué

a todos tus caprichos, tal vez me acurruqué debajo de tu obvia naturaleza Alfa,

pero ya no más. Yo soy tu compañero, es mi trabajo protegerte, incluso de ti

misma.

Jen apenas podía respirar mientras escuchaba a Decebel, su compañero, su

amor, ordenarle y llamarla egoísta, y desconocer por completo sus sentimientos.

Estaba a punto de decirle que se fuera de su habitación, sin golpearlo. Pero él

simplemente no podía dejar las cosas así. Tenía que seguir siendo un imbécil

dominante que pensaba que todo el mundo debía inclinarse ante él.

—Podría nunca ser el hombre que era antes de la maldición, podría nunca

ser el hombre que amabas, y podría nunca amarte. Pero el destino te dio a mí y

vamos a aprender a sacar lo mejor de ello.

Nada en la tierra, ni su debilidad o dolor, ni la sangre que podía sentir

empezando a fluir desde su nariz y orejas, ni siquiera su amor por este lobo podría

haberla detenido.

Jen retiró su mano y golpeó a Decebel en la cara tan fuerte como pudo,

una cara que ella anhelaba mirar por el resto de su vida. Ella se sacudió mientras

las lágrimas brotaban de sus ojos. Apenas podía ver mientras se echó hacia atrás

y le dio una bofetada a su aturdida cara de nuevo. Él sólo se arrodilló allí, la

conmoción de sus acciones aún sin penetrar su mente.

—¡FUERA! ¡LÁRGATE AHORA! ¡NO QUIERO VOLVER A VER TU

CARA DE NUEVO! —Jen tomó aire mientras se inclinaba hacia adelante y trató

de empujar a Decebel. Ella gritó cuando sintió un fuerte dolor en su costado,

como un cuchillo deslizándose en ella. Estaba tratando de hablar a través de todo

el gorgoteo en su garganta, se dio cuenta que la sangre estaba burbujeando desde

su estómago.

Jadeaba mientras trataba de gritar de nuevo, pero sólo salió en una débil

voz entrecortada:

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—No vuelvas. —Ella lo miró directo a los ojos cuando dijo sus últimas

palabras antes de que se desmayara—: No te quiero.

Decebel alcanzó a Jennifer cuando su cuerpo cayó hacia adelante. Su

sangre una vez más empapaba su camisa. Mientras sostenía a su compañera en

sus brazos, se dio cuenta que había ido demasiado lejos. Él había sido el egoísta,

y ahora posiblemente la había perdido para siempre.

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Traducido por Helen1

Corregido por ☽♏єl

u corazón empezó a apretarse en su pecho y la respiración se le

dificultó, Decebel ni siquiera se dio cuenta cuando la puerta se abrió

fuertemente y la habitación comenzó a llenarse de gente.

—¿Qué demonios le ha pasado?

Jacque y los otros acababan de llegar a la casa cuando escucharon los

gritos. Al principio Vasile les dijo a todos que esperaran, que no sería prudente

interrumpirlos, especialmente si Decebel no tenía el control de su lobo. Pero tan

pronto como los gritos se detuvieron, Jacque había tenido suficiente. Con Fane

sobre sus talones, irrumpió en la habitación, justo a tiempo para ver a su mejor

amiga caer hacia adelante, la sangre brotando de áreas en las que definitivamente

no debería estar brotando.

Alina, Sally y Jacque dieron un paso adelante para tomar a Jen de Decebel,

y todas saltaron atrás al mismo tiempo cuando él gruñó en señal de advertencia.

La voz de Vasile se elevó por encima del rugido.

—Suéltala, Beta. AHORA.

El poder de la orden tuvo a Decebel entregando el cuerpo de Jen mientras

trataba de luchar contra la compulsión.

—Peri —Vasile se giró para mirar al hada—, átalo.

—¿Crees que es sabio? —preguntó ella.

—Él no es seguro. Átalo.

Peri asintió una vez.

—Qué así sea.

S

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Ella caminó hacia el otro lado de la cama donde Decebel todavía se

arrodillaba en el suelo. Sus hombros se hundieron en derrota y no opuso

resistencia cuando ella puso las manos en su pecho y murmuró palabras

ininteligibles.

—Ya está hecho —anunció, luego salió de la habitación para dejar a los

lobos cuidar de sí mismos.

Después que habían dejado a Jen en la cama, todas las mujeres se pusieron

a trabajar. Sally puso las manos en su amiga y le despejó los pulmones. Mientras

tanto, miró por cualquier otro daño, asegurándose de no dejar ninguna parte de

ella sin examinar.

Cuando apartó las manos, comenzó a desplomarse, pero fuertes brazos

estaban allí para atraparla.

—Te tengo, Sally mía —oyó a Costin susurrar en su oído mientras la

colocaba en una silla. Sally levantó la vista para mirar a Alina, Crina, Jacque y

Cynthia limpiar la sangre de Jen y cambiar sus ropas. Ella respiraba, su corazón

latía… Pero, ¿por cuánto tiempo?, se preguntó Sally solemnemente.

Varias horas más tarde, mientras caía la noche, Jacque y Sally se sentaron

al lado de una Jen inconsciente. De vez en cuando Jacque pasaría un paño

caliente en la frente de Jen, necesitando hacer algo.

—¿Qué crees que ha pasado entre ellos? —susurró Sally, sin saber por qué

sentía la necesidad de ser silenciosa.

—No tengo ni idea, pero Decebel es un lobo Alfa dominante, lo que

significa que es propenso a decir cosas estúpidas.

Sally rió débilmente ante las palabras de Jacque. Saber que ella realmente

no estaba bromeando lo hacía aún más divertido.

—Ella no va a durar sin su sangre.

—Lo sé —respondió Jacque, luego continuó firmemente—: Ella no va a

sobrevivir sin el vínculo.

—Su vínculo es… —Sally hizo una pausa, tratando de encontrar la

palabra—, poderoso.

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—Conociendo a Jen, probablemente le dijo que no iba a unirse con él si no

se acordaba de ella. —Jacque miró a Sally—. Si ella se lo dijo, eso explicaría su

comportamiento rabioso, y por supuesto, nuestra pequeña mansa Jen se quedó

sentada aquí en silencio diciendo: “Sí, querido”… Por supuesto que no —terminó

Jacque bruscamente.

* * *

19 Días Después de la Maldición.

Pasaron los días y Jen todavía permanecía inconsciente. Decebel

permanecía atado por la magia de la Fae, y Jacque y Sally rara vez dejaban el

lado de Jen.

Cinco días después de la pelea de Jen y Decebel, Jen se despertó. Lo

primero que vio fue los ojos esmeralda de Jacque, seguido rápidamente por los de

color miel de Sally.

—Hola, chiquita —susurró Jacque. Jen puso los ojos en blanco, y por

desgracia, incluso eso dolía.

—No me hables como si fuera una niñita, Roja. Y, Sally, quita esa maldita

sonrisa tonta de tu cara.

Oyó a Sally reír desde alguna parte detrás de la cabeza colorada rizada que

le bloqueaba la vista.

—Te preguntaría cómo te sientes, pero debes estar mejor que antes si tienes

energía para ser mandona. —Jacque sonrió y le guiñó un ojo.

—Es la única cosa en la vida que me da placer, pero no le des demasiada

cuerda. —Jen giró ligeramente la cabeza para mirar alrededor de la habitación,

tratando de no llamar la atención… sí, eso no funcionó.

—Él no está aquí. —Jen sintió caer su corazón al oír las palabras de Jacque.

Ella debió haber notado la angustia en la cara de Jen porque se apresuró a

añadir—: Quiero decir, él está aquí, sólo que no en esta habitación.

—¿Por qué me importa dónde demonios esté después de las cosas horribles

que me dijo?

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—Oye, Jen, ¿cómo te está yendo con ese compromiso de parar de

maldecir? —preguntó Sally sarcásticamente.

—Me estoy muriendo, Sally. Realmente no me importa un comino las

malas palabras que puedan salir de mi boca. De hecho, sé lo que quiero que

ustedes dos mocosas pongan en mi lápida. “Jennifer Adams, 1993 – 20… —Ella

hizo una pausa—. ¿Ya es 2011?

Jacque asintió.

—Sí, el Año Nuevo vino y se fue. Resulta que no se detiene por las

maldiciones de hombres lobo y compañeros moribundos.

—Huh —murmuró Jen—. Imagínate eso. De todos modos, 1993 – 2011.

“Esto es para todos ustedes, hombres lobo. Vamos, levanten sus copas. Todos

ustedes, bolas de pelos infestados de pulgas, pueden besarme el trasero.” Luego

pongan tres puntos seguidos por: “Pon eso en tu pipa y fúmatelo”.

Jacque y Sally estaban tratando de no reírse considerando que su amiga

estaba, de hecho, muriendo. Pero, en serio, sólo Jen pediría algo así en su

lápida… y de verdad.

—Jen, me niego a poner eso en tu lápida. —Jacque negó con la cabeza ante

su precoz amiga—. Y me niego a hablar de esto, porque no te vas a morir.

—Bueno, no voy a hacer los Ritos de Sangre con ese idiota.

—Decebel todavía está allí dentro, Jen. Él todavía te ama y te quiere.

—Oh, él me quiere, lo dejó bien claro, pero el idiota insufrible también me

dijo que quizás nunca me amará de nuevo, pero que simplemente tendríamos que

sacar lo mejor de eso.

Jacque se giró hacia Sally.

—Ves, te lo dije. Macho dominante. ¡Poof! Palabras estúpidas.

—Sé que él te hizo daño. Y tienes todo el derecho a querer castrarlo. Pero

en el fondo, Jen, tú lo amas. Él es tuyo tanto como tú eres suya. Por favor, piensa

en ello. Te queremos, no queremos perderte —declaró Sally.

Jacque y Sally enjugaron las lágrimas al ver a Jen cerrar los ojos con

frustración evidente.

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—Puedo estar a solas, ¿por favor?

Las chicas sabían que Jen realmente debía estar lastimada si quería estar

sola. Jen odiaba estar sola.

—Vamos a estar justo fuera de la puerta. Te queremos, Jen.

Jen asintió.

—Lo sé. Las quiero también.

Mientras Jen yacía allí mirando hacia el techo, sintió una lágrima

deslizarse por su mejilla mientras escuchaba el aullido doloroso de un lobo, su

lobo. Quería odiarlo. Ella quería nunca volver a verlo. Sin embargo, la verdad era

que se estaba muriendo sin él, y no sólo porque no había tenido su sangre, sino

porque la estaba destrozando por dentro no tenerlo cerca. Lo único que le impedía

gritar por él era su orgullo. Está bien, eso sería un motivo realmente estúpido para

morir. Podía imaginar lo que Jacque y Sally pondrían en su lápida:

“Aquí yace nuestra terca amiga.

Aunque ella lo amaba y realmente lo intentó,

encontró el final demasiado pronto

a causa de su orgullo absurdo.”

Sí, así es como sería. Y aun así, yacía allí con sus labios apretados y dolor

en su corazón. Las lágrimas le acariciaban las mejillas donde manos amorosas

una vez habían hecho lo mismo.

* * *

—No quiere comer, Vasile. —La voz de su compañera estaba llena de

preocupación.

—Él está penando por ella. Creo que si ella muere, morirá también,

independientemente de los Ritos de Sangre. —Vasile no estaba tratando de ser

irrespetuoso con la situación de Jen, él sólo estaba diciendo la verdad.

—Tienes que hablar con él. Necesitas arreglar esto.

—Luna, soy Alfa, no Dios.

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—Oh, ¿ahora quieres actuar como si no puedes hacerlo todo? Ahora no es

el momento de retroceder. Jen, al igual que Sally y Jacque, es como una hija para

mí. No voy a perderla. Ve a solucionar esto, Vasile. Ahora.

Vasile miró a los ojos de Alina y vio la determinación allí. También sabía

que si él no hacía caso de sus palabras tendría que pagar por ello.

—Está bien, Mina. Voy a hablar con él.

Ella soltó el aliento que había estado conteniendo, besó a su compañero

suavemente, y luego lo empujó en dirección a la puerta.

Vasile encontró a Decebel en un pequeño cobertizo detrás de la casa donde

la Fae estaba dejando que se quedaran. Peri había usado su magia para hacer el

cobertizo cálido en el interior cuando Decebel había sido colocado allí, todavía

bajo el hechizo encadenante.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Vasile con firmeza.

Decebel miró a su Alfa con confusión.

—¿Qué quieres decir? Estoy aquí, sentado sin poder moverme, y siento que

me estoy muriendo. ¿Qué se supone que debo hacer?

—Necesitas hacer frente a esto, Decebel.

—Te dije lo que le dije. Ella nunca me perdonará. —Decebel negó con la

cabeza, mirando el suelo—. Yo no merezco su perdón.

—¿Sabes cuántas veces le he hecho daño a Alina? ¿Cuántas veces mi

naturaleza dominante ha permitido a palabras estúpidas volar con ira?

—Tú y Alina se conocen, se aman. Eso es diferente.

—Tú amas a Jen. Ella te ama. Hay solo una diferencia…

—Es algo difícil. No me acuerdo de ella —interrumpió Decebel.

—Estás languideciendo por tu compañera. No sólo tu lobo, sino tú. No

comes, te estás rindiendo. Y ni siquiera están vínculados aún. Si eso no es amor,

entonces, ¿qué diablos es? —Vasile se agachó delante de su Beta y lo miró a los

ojos—. Voy a desatarte. Irás con ella esta noche. Vas a arreglar esto. Ella te

necesita, y más que eso, tú la necesitas.

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Decebel asintió. Inmediatamente sintió lazos invisibles desaparecer, podía

moverse de nuevo.

—Ella me dijo que no quería volver a verme.

—Decebel, ni tú ni Jen hacen nunca lo que el otro le dice. Parecía estar

funcionando para los dos, ¿por qué cambiar ahora? —Vasile le guiñó a Decebel,

que parecía muy confundido ante las palabras de su Alfa.

Antes de que Vasile se alejara, le dio una orden más.

—Come algo. Ella va a necesitar tu sangre.

Decebel se estremeció ante el conocimiento de que no se había hecho cargo

de su compañera. Él la había dejado lastimada, dolorida, y necesitándolo. Vaya,

qué buen compañero era. Resopló un sonido de disgusto consigo mismo,

entonces se dirigió al interior, la ansiedad llenándolo mientras se preguntaba qué

diría su compañera.

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Traducido por Katt090, Isa 229 (SOS) y Flochi

Corregido por LizC

ecebel empujó la puerta suavemente y entró en su habitación. Ella

estaba dormida, su respiración regular y tranquila. Caminó

lentamente y en silencio al lado de la cama y se arrodilló mientras

miraba a su hermoso rostro. Su cabello rubio se desplegaba sobre

la almohada y Decebel no pudo resistirse a tomar algunos mechones y llevarlos a

su nariz. Respiró profundamente, presionando las suaves hebras en su cara.

Mientras que inhalaba su preciosa esencia, canela y vainilla, se dio cuenta de algo.

Recordó ese aroma.

Un dolor agudo de repente atravesó su mente y sintió como si su cerebro

estuviera tratando de reventar a través de su cráneo. Las imágenes comenzaron a

volar por su mente, casi como fragmentos de una película. Vio a Jennifer a un

lado de la carretera, con el cuerpo muy quemado; una cama de hospital, sus ojos

se estrechaban con ira; rodando un poste de intravenosa por un pasillo del hospital

con Sally persiguiéndola; tambaleándose desnuda fuera de un cuarto de baño

lleno de vapor.

De vez en cuando oía las conversaciones junto con las imágenes. Vio a

Jennifer en un avión fulminándolo con la mirada. Luego, en un bar, hermosa,

con el cabello volando detrás de ella mientras bailaba; en un gimnasio haciendo

ese baile sexy con Crina y Marianna; en un jardín, están de pie en una glorieta, él

le dice que la quiere mientras se sientan en un columpio, entonces ellos están de

pie y él tiene sus manos en las caderas de ella, sosteniéndola frente a él.

Vio su primer beso, recordó haber estado enojado, Jennifer había sido

tocada íntimamente por otro, entonces él la marcó. Jennifer lo atrajo hacia ella y

lo besó con fiereza. Sintió las emociones de ese momento acometer sobre él, la

lujuria, el amor, la alegría absoluta de tenerla en sus brazos.

Continuó arrodillándose en el suelo al lado de su cama, agarrando un

costado en busca de apoyo a medida que más y más recuerdos inundaban su

D

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mente. Los recuerdos eran solo la mitad de todo: las emociones estaban

sacudiendo su cuerpo. Su respiración era dificultosa y su corazón se sentía como

si fuera a pararse en cualquier momento.

No supo cuánto tiempo estuvo arrodillado allí con los ojos cerrados. Pero

finalmente había terminado y él estaba en el presente, en una casa más allá del

velo, su compañera débil, moribunda, herida por sus palabras sin compasión. La

maldición se rompió.

Decebel miró el rostro de Jen. Sus ojos aún estaban cerrados. Incapaz de

detenerse, se inclinó hacia delante y suavemente presionó sus labios en los de ella.

La besó en la frente, las mejillas, la barbilla. Él sólo quería abrazarla, para estar

cerca de ella.

Su respiración se detuvo cuando sus ojos se abrieron… se veían como

hermosas esferas azules.

Jen lo vio en el minuto en que lo miró a sus ojos color ámbar. El

reconocimiento.

—Te acuerdas —susurró en voz baja, con miedo a la esperanza.

Decebel asintió.

—Cada. Precioso. Segundo. —Su voz estaba llena de emoción a medida

que sus ojos empezaban a brillar.

Jen intentó con tanto ahínco no hacerlo, pero fue inútil. Comenzó con su

cuerpo empezando a temblar, no podía controlarlo. Sus manos temblaban

mientras las levantaba para cubrir su rostro y sus labios temblaban mientras un

sollozo escapaba, y el dolor, la alegría, el miedo, la ira y el amor más fuerte que

cualquier cosa que hubiera conocido latió en su cuerpo ya roto. Las lágrimas que

llenaban sus ojos y fluían por sus mejillas empaparon su camisa y las mantas.

Ella sintió los brazos de Decebel a su alrededor mientras él la levantaba y

la ponía en su regazo, tomando su lugar en la cama. Él susurró su nombre una y

otra vez. Profesó su amor, habló en una mezcla de Inglés y Rumano, y cada

palabra la hizo llorar con más fuerza. Esta vez, cuando él le apartó el cabello de

la cara, lo hizo con familiaridad. La abrazó y la tocó como él la conocía. Ese

pensamiento pareció empujarla sobre otra cornisa que no vio venir. Jen no pensó

en el dolor mientras se apretaba más contra Decebel. Si pudiera haber trepado en

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su piel lo habría hecho. Hundió la cara en su cuello, sabiendo que ella lo estaba

empapando de lágrimas, pero necesitando olerlo y sentir su piel, necesitando su

calor filtrándose en su cuerpo.

Jen no tiene ni idea de cuánto tiempo lloró. Sólo sabía que Decebel nunca

dejó de frotar su espalda o su cabello. Él nunca dejó de hablar con ella,

tranquilizándola. Le habló de la primera vez que la vio, su primer beso, el

momento en que supo que la amaba. Era como si estuviera tratando de

convencerla de que él recordaba. No tenía por qué hacerlo, ella podía sentirlo.

Finalmente se apartó lo suficiente para así poder ver su rostro. Él alzó la

mano y secó las lágrimas de sus mejillas cuando finalmente habían dejado de

surgir. Él sonrió tentativamente. Jen pensó que probablemente estaba asustado

de que ella lo echaría de nuevo, pero no creía que pudiera soportar estar lejos de

él por más tiempo.

—Te amo —le susurró.

—Te he extrañado —susurró Jen de vuelta.

Decebel presionó su frente contra la de ella mientras escuchaba a ambos

respirar. Jen cerró los ojos, disfrutando de la cercanía y, cuando sintió sus labios

contra los suyo, ella le echó los brazos al cuello y lo atrajo con más fuerza. Estaba

muy débil, pero nada podría impedirle tener este beso.

Decebel se apartó, sabiendo que tenía que ser amable con su compañera.

Aunque la maldición se rompió, el vínculo aún no se había restaurado. No podía

sentirla en su mente ni podía mirar en la de ella. Todavía estaba muriendo. Pasó

el pulgar suavemente por sus labios mientras la miraba.

Era hermosa, era suya.

—Nena, necesitas más de mi sangre.

Jen asintió.

—Lo sé.

—El vínculo no será restaurado hasta que completemos los Ritos de

Sangre. —Decebel dijo estas palabras con mucho cuidado. La última vez que

habían hablado acerca de los Ritos de Sangre él había actuado como un idiota y

estaba preocupado de que sacar el tema podría enfadarla otra vez. No quería que

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ella se enojara con él. Tal vez no lo dejaría abrazarla si ella estaba enojada y en

este momento no había manera de que pudiera dejarla ir.

Para su alivio, sonrió, pero sus palabras le hicieron fruncir el ceño.

—No vamos a hablar acerca de los Ritos de Sangre en este momento, ¿de

acuerdo?

La frente de Decebel se surcó, pero, decidiendo que ella no necesitaba

gastar más energía, lo dejó pasar… por ahora.

—¿Vas a morder tu muñeca por mí otra vez? —le preguntó en voz baja, y

él se dio cuenta que ahora que ella estaba consciente de lo que iba a suceder le

resultaba realmente vergonzoso.

—No —respondió simplemente y los ojos de Jen se ensancharon mientras

Decebel se apartaba la camisa de su cuello y hombro. Ella vio una de sus garras

alargarse y observó fascinada mientras él hacía un corte profundo a través de la

zona en la que se reunía el hombro y el cuello.

—Así es como una hembra toma de su compañero. —Decebel guío

suavemente el rostro de Jen a su cuello y ella pudo notar que estaba conteniendo

el aliento, esperando que ella pusiera su boca sobre él.

Jacque no estaba mintiendo cuando dijo que esta cosa de tomar sangre era

íntima, pensó mientras bajaba su boca a su piel. Estaba completamente vestida,

sin tocarlo o ser tocada en cualquier forma íntima, sin embargo, se sentía desnuda

y vulnerable. Escuchó un ronroneo y lo sintió en el pecho de Decebel mientras

sus labios cubrían la herida y empezaba a tragarse su sangre curativa. Cerró los

ojos mientras el líquido que esperaba que sea metálico, pero en realidad era dulce,

bajó por su garganta.

Decebel sabía que ella había tomado suficiente, pero en su egoísmo no la

apartó. No había nada más intoxicante para un macho que proveer a su

compañera. Y Decebel estaba proveyéndole con vida… su sangre la mantenía

aquí con él. La atrajo hacia sí con un último apretón y luego a regañadientes le

susurró:

—Es suficiente, nena. Puedes parar.

Decebel sonrió cuando oyó su gruñido. Mujer obstinada. Ella finalmente

retiró su boca y Decebel cubrió la herida tirando de su camisa de nuevo en alto y

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presionando sobre ella. Estaría cerrado en cuestión de un minuto. Se dio cuenta

que Jennifer no levantó la vista hacia él, sino que miraba a sus manos en su

regazo.

Él puso sus dedos bajo su barbilla y suavemente la levantó. Sus mejillas

estaban de color rosa brillante.

—¿Mi compañera está sonrojada? ¿Jennifer Adams sonrojada? —bromeó

Decebel.

—Bueno, maldita sea, Dec, no me dijiste que iba a ser así.

—¿Así cómo? —Se estaba burlando de ella ahora, con ganas de ver algo de

vida restaurada en ella, aunque solo sea por un rato.

—Ya sabes —murmuró petulantemente.

—No, amor. Eres la primera que alguna vez me hizo eso a mí. ¿Cómo voy

a saberlo?

Jennifer lo miró fijamente y él sonrió mientras le levantaba una ceja.

—Fue excitante —confesó ella con fuerza—. Estoy aquí muriendo, y hacer

eso —señaló a su cuello—, me excitó. Quiero decir, en serio, si eso puede

estimular a una chica moribunda, se le debería advertir.

Decebel intentó sostener a Jennifer firmemente mientras se reía de sus

palabras. La alegría y el alivio de tenerla de vuelta, de reconocerla y conocer el

amor que sentía por ella, era indescriptible.

—Lamento no advertirte que tomar mi sangre de esa forma sería… —

Decebel se aclaró la garganta antes de continuar, pero Jen se le adelantó.

—¿Me pondría toda caliente y mojada?

Decebel se inclinó hacia delante y la besó suavemente.

—No estés dolida conmigo, amor. La próxima vez te advertiré.

Jen trató de no reírse, porque sabía que iba a doler como el infierno. Y así

fue. Se puso rígida mientras trataba de tragar el dolor. Decebel se puso de pie con

ella en sus brazos y la colocó de nuevo en la cama. Metió las sábanas en torno a

ella, actuando en gran medida el papel de una mamá gallina. Jen lo observó

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divertida mientras le tocaba la frente. Como si él supiera qué sentir al hacerlo,

resopló para sí misma.

Cuando se volvió para dirigirse hacia la puerta, le entró el pánico.

—¿A dónde vas? —Sus palabras salieron apresuradas, sonando de una

manera más desesperada de lo que Jen alguna vez admitiría sentirse.

Decebel se dio la vuelta y vio el miedo en los ojos de Jen. Regresó de nuevo

justo a su lado.

—No voy a irme… no te dejaré fuera de mi vista. Voy a traer a Vasile, así

podemos hacer la vinculación y los Ritos de Sangre.

Los ojos de Jen se agrandaron como platos y chilló:

—¿Ahora?

—Sí, Jennifer, ahora. No hay ninguna razón para que estés tumbada

enferma cuando puedo hacerte sentir mejor. Entonces —Decebel se puso de pie

a su completa altura y aplaudió con sus manos una vez y las frotó—, vamos a

solucionar este pequeño problema.

Jen comenzó a entrar en pánico. Necesitaba hablar con Jacque y Sally

antes de que Decebel fuese capaz de traer a Vasile para seguir adelante con esto.

—Espera, Dec. ¿Puedo hablar con mis dos mejores amigas antes de hacer

esto? Primero tengo que decirles que tú me recuerdas. Eso es más o menos

importante. Y, quiero decir, esto es como una boda, ¿sabes? Necesito tener mi

momento de chica antes que ate el nudo, por así decirlo. —Jen sabía que era un

argumento débil, y a juzgar por la ceja levantada en la cara deliciosa de Decebel,

él no se lo creyó.

—Les diré que entren, pero la puerta permanece abierta para que pueda

verte.

Pese a que Jen sabía que iba a dolerle, tuvo que poner sus ojos en blanco

ante las palabras de su compañero.

—Aquí vamos otra vez con esa basura. ¿Te gustaría conseguirme una

campana para mi collar, así puedes saber cuando me muevo?

Decebel sonrió mientras abría la puerta.

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—Esa es una buena idea, nena, gracias por la sugerencia. ¿Ves? Sabía que

haríamos un gran equipo.

Jen gruñó, bueno, lo más parecido a un gruñido que pudo reunir con el

dolor, y murmuró en voz baja:

—Pensarás en el gran equipo cuando esté envolviendo el collar alrededor

de tu…

—¿Qué fue eso, amor? —Decebel estaba parado junto a la puerta con

Jacque y Sally mirándola con una sonrisa cómplice.

—Dije que haremos… somos… —Jen estaba tartamudeando por palabras

y finalmente sólo se conformó con—, ¿vamos equipo?

Jacque y Sally ahora se reían mientras Decebel la miraba fijamente a través

de sus conocedores ojos y dándose un golpecito en el oído, dejando en claro que

podía oír su murmullo muy bien. Jen hizo un gesto para nada propio de una

dama.

Eso sólo causó que Sally y Jacque se rieran más fuerte cuando Decebel

respondió:

—Eso deberá esperar hasta que te cures, nena. Una cosa a la vez.

Jen profundizó su ceño y finalmente abandonó el combate con su

compañero y miró a sus dos mejores amigas.

—Ustedes dos, hienas, metan sus traseros sonrientes aquí y cállense.

Jacque y Sally dejaron la puerta abierta, según las instrucciones de Decebel,

por supuesto, mientras caminaban hacia la cama de Jen.

—Necesito hablar con ustedes —susurró Jen.

—Por eso entramos —susurró también Jacque.

—¿Por qué susurramos? —añadió Sally.

—Porque puedes apostar por tu gitano trasero que ése orejas de águila ahí

fuera está escuchando cada sonido que hago. Así que vengan más cerca, esto es

importante. Primero, tienen que saber que Decebel recuperó sus recuerdos.

—¿QUÉ? —dijo Jacque más o menos en grito susurrado.

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—¿Cómo? —preguntó Sally en una voz más fuerte.

—Shhh. —Jen balanceó su mano hacia ellas—. Él me ama —dijo en una

especie de tono de lo más “obvio”.

—¿Así como así? ¿Pasó de “vamos a hacer lo mejor posible” a “ahora te

amo”?

—Realmente no sé cómo ocurrió, estaba dormida. Pero cuando me

desperté él estaba sentado allí mirándome como si fuera lo mejor desde el pan

rebanado. Y lo supe. Sabía que me reconocía. No sé si alguna vez he estado tan

aliviada en mi vida.

—Estoy muy feliz por ti, Jen. Has pasado por un infierno y no puedo

imaginar lo que sería que tu compañero no te conozca —dijo Jacque sobriamente.

—Bueno, fue una mierda, eso es seguro. Pero tengo cosas más importantes

que discutir.

—¿Más importante que Decebel amándote? —Sally la miraba incrédula.

Sally y Jacque se acurrucaron cerca de Jen, tratando de no tocarla, pero en

ese momento a Jen no le importaba el dolor… necesitaba el apoyo de sus amigas

en esto. Jen tomó a ambas de sus muñecas y tiró de ellas aún más cerca.

—He tomado una decisión —susurró Jen a sus dos mejores amigas.

Jacque y Sally se quedaron quietas mientras esperaban a que Jen

continuara. Pudieron ver en su cara que esta decisión le era un muy mal sabor en

la boca.

—Esto suena peligrosamente parecido a una declaración que vamos a

pensar que es impetuosa e idiota —susurró Sally bruscamente, levantando una

ceja.

Jen la calló mientras ella ponía sus ojos en blanco.

—Lo digo en serio. Una vez que oigan mis razones creo que entenderán.

—Eso me dice que de todo corazón vamos a pensar que estás diciendo

puras estupideces —gruñó Jacque tan suavemente como pudo.

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Jen no sabía que ella estaba jugueteando con la manta en sus manos hasta

que Sally puso su mano sobre ellas, calmándolas. Ella levantó la mirada y apretó

su mandíbula, sus ojos se estrecharon y aunque estaba muy débil, trató de dar la

impresión de estar firme y segura. Basado en sus miradas no las estaba

engañando. Decidiendo que no había nada más que pudiera hacer para

mostrarles que hablaba en serio, habló suavemente, pero con firmeza.

—No voy a completar el vínculo de compañera y no voy a hacer los Ritos

de Sangre.

Jacque y Sally, quienes se habían inclinado hacia adelante para oírla, se

pararon bruscamente, como si un fuerte viento las hubiera forzado hacia atrás.

Las bocas de ambas chicas cayeron abiertas. Jen esperó y esperó… y esperó un

poco más. Justo cuando pensaba que ambas habían tenido aneurismas, Jacque

rompió el silencio riendose histéricamente.

—Shhh. —Jen agitó sus manos en el aire tratando de hacer callar a

Jacque—. Cierra el pico, princesa lobo.

Sally miró de Jacque a Jen y luego se unió. Las dos chicas se rieron hasta

tener lágrimas bajando por sus mejillas. Jen finalmente se rindió tratando de

callarlas y sólo esperó hasta que ellas recuperaran la compostura.

—Oh, hombre —dijo Jacque, limpiando la humedad de su rostro—. Qué

buenos tiempos, Jen. Buenos tiempos.

—¿Por qué diablos estaban riéndose de mí como si un tercer pezón me

hubiera brotado en mi frente?

Jacque bufó.

—Eso es muy gracioso también, pero lo primero fue clásico.

Jen esperó por una explicación.

Esta vez Jacque no susurró.

—Si crees que el hombre que pasó las últimas semanas atravesando por un

infierno va a dejarte escapar tan fácilmente, no has estado prestando atención. —

Jacque frunció los labios—. Después de descubrir que te estabas muriendo y fuera

de su alcance; después de ir en contra de su propia naturaleza y proteger a la

manada antes que a su compañera; después de pasar estas semanas con la mayor

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parte de su vida olvidada, su compañera olvidada, por lo tanto la mitad de su

alma desaparecida; después de todo eso, ¿realmente crees que él sólo va a sonreír,

palmearte en la espalda y decir: “ten una buena vida, Jen”?

Jen empezó a protestar pero Sally levantó una mano para detenerla, y fue

ella la que continuó con la diatriba que Jacque había empezado.

—A través del vínculo, te sintió… una extraña para él, y sin embargo

estuvo innegablemente atraído por ti. Te sintió desvanecerte y, aunque no

entendía lo que eras para él, supo que moriría antes de dejarte pasar de este

mundo al más allá. Lo observé cuando vio a Costin llevándote a través del

bosque. Vi como estuvo preparado para matar a cualquiera que se te acercara. Me

ayudó a hacerte el RCP, te limpió, te vistió, y nunca abandonó tu lado. Te

alimentó con su sangre, te cantó, te cepilló el cabello, te habló, y Decebel, ese

bruto enorme, melancólico y sin emociones, cuando te vio yacer en ese mismo

suelo —Sally señaló a donde Jen había yacido muerta—, sin vida, no se dio por

vencido. Llorando, se negó a dejarte ir. Dijo que no te perdería y no lo hizo. Así

que si crees que después de todo eso va a simplemente quedarse tranquilo,

entonces vas a enorgullecer a ese cabello que tienes, ya que vas a cumplir de lleno

el papel de rubia tonta.

Jen estaba negando con la cabeza de lado a lado a la vez que una lágrima

se deslizaba por su mejilla.

—Si completamos el vínculo y algo me sucede, morirá. —La voz de Jen

fue suave, rota—. No puedo soportar la idea de que algo le pasara por mi culpa.

Sigo queriendo estar con él, pero no quiero que su alma esté atada a la mía. No

seré responsable de su muerte.

—Normalmente, Jen, apostaría por ti cualquier día de la semana. Pero esta

vez —dijo Jacque, negando con la cabeza—, esta vez apuesto por el lobo.

Jen se estremeció cuando sintió un dolor agudo en su corazón. No un dolor

físico, exactamente, pero igual de brutal.

Las tres chicas miraron a la puerta cuando escucharon un gruñido bajo.

Decebel estaba de pie allí, sus enormes hombros tapando completamente la

abertura, sus ojos estaban brillando, su respiración era trabajosa, y parecía que

había muerte en su mente.

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Jacque miró de Jen a Decebel y una sonrisa maliciosa se extendió por su

rostro.

—Sally, tráeme palomitas de maíz. Esta es una retribución por todas las

veces que Jen metió su nariz en mis asuntos con mi compañero. —La sonrisa de

Jacque era absolutamente indomable.

Jen bajó la cabeza. Fue entonces cuando Jacque se dio cuenta cuánto daño

le había causado a su amiga tomar esta decisión.

—Va contra la naturaleza, Jen. Ambos sufrirán. —Jacque pasó la mano

sobre el cabello rubio de Jen a la vez que miraba a sus ojos azules—. Fue creado

para ti. Deja que te ame. Deja que te cuide. Si rechazas el vínculo, rasgarás tu

corazón en dos.

—Pero él vivirá. —Aunque la mirada en los ojos de Jen mostraba a su

corazón partido, la voz de Jen estaba llena de determinación, mostrándose lo

decidida que estaba con su decisión.

—Te queremos —le dijo Sally a la vez que agarraba la mano de Jacque y

tiraba de ella hacia la puerta.

Mientras esperaban que Decebel pasara junto a ellas, él se volvió para mirar

a Sally y Jacque, ambas se estremecieron bajo su mirada intensa.

—Felicidades por recordar a tu compañera, Dec —soltó Jacque mientras

se apretaba lejos del lobo completamente cabreado.

—Nos estábamos yendo —dijo Sally.

Decebel se volvió a girar hacia Jen, sin molestarse en reconocer la palabra

de ellas. Se hizo a un lado y cuando la puerta se cerró el silencio descendió. Tras

una breve pausa, se acercó a su compañera. La necesidad de tocarla lo estaba casi

abrumando, poniendo nervioso a su lobo.

Llevó una silla junto a la cama. Puso sus codos sobre la manta y las manos

suavemente sobre el muslo de ella. Al principio no habló. Simplemente se la

quedó mirando con esos brillantes ojos ámbar. Jen empezó a inquietarse bajo su

escrutinio. Bajó la mirada hacia esas manos grandes sobre su pierna, manos

capaces de romper un hueso, pero que siempre habían sido cuidadosas con ella.

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—Mírame, Jennifer. —Su voz fue suave, pero sus palabras fueron una

orden.

Jennifer dudó, pero finalmente levantó los ojos para mirarlo. Él extendió

una mano y le acunó la cara. Jen dejó escapar un lento suspiro ante el contacto.

Sin pensarlo, acarició con su mejilla su mano y sonrió cuando Decebel soltó un

gruñido bajo.

—Crees que puedes contenerte de mí. —No fue una pregunta.

Jen no negó las palabras.

—¿Por qué? —preguntó.

Ella intentó apartar el rosto de su mano pero él no lo permitiría.

—He estado pensando… todo este tiempo de estar en la cama,

retorciéndome de dolor hace que una chica reflexione sobre su situación. —Jen

habló rápidamente, preocupada que si no lo decía ahora luego no sería capaz.

Porque mientras estaba sentada aquí tan cerca de él, su aroma rodeándola, su

resolución estaba flaqueando.

Las siguientes palabras de su boca fueron un golpe al estómago y lo

bastante doloroso como para quitarle la respiración a Dec.

—No completaré el vínculo de compañeros o los Ritos de Sangre. No

puedo. —La voz de Jen vaciló sin poder mirar a Decebel a los ojos, en cambio,

miró fijamente la mano que él seguía teniendo sobre su muslo.

La mano de él bajó de su rostro y el frío que la atravesó debido a esa

pequeña acción casi causó que se lanzara en sus brazos y le rogara que siga

quedándose con ella. Finalmente lo miró y lo que encontró la dejó sin respiración.

Él gruño un “No” como respuesta. Sus ojos estaban aún más brillantes de

lo que Jen los haya visto; sus garras afiladas habían descendido.

—No me mires con temor en tus ojos. Soy tu compañero. No podría herirte

más de lo que podría matar a un niño.

Jen se dio cuenta que estaba hablando con el lobo. Decebel había

abandonado la habitación.

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Bajo su mirada inquietante, Jen sintió su poder atravesarla. La estaba

haciendo someterse por primera vez. No luchó contra ello, pero bajó la mirada y

desnudó el cuello.

—No te dejaré ir —le dijo el lobo de Decebel, su voz áspera.

—Tampoco permitiré que mueras por mi culpa. —Una lágrima se deslizó

por el rostro de Jen. No se molestó en limpiarla porque sabía que más la seguirían.

Muchas más.

—No es tu decisión. Eres nuestra compañera, te protegeremos.

Jen sacudió la cabeza y sus hombros temblaron con los sollozos. No sabía

cómo manejar las emociones que la atravesaban. Por lo general mantenía la

histeria bajo control, pero últimamente parecía haber un montón de cosas que, en

pocas palabras, estaban más allá de su exterior de chica fuerte. Por más que se

repitiera que aguantara y lo afrontara como una chica grande no podía detener el

dolor rasgándola. El dolor era exhalado de sus mismos poros.

Sintió la cama hundirse bajo el peso de él cuando se sentó a su lado. Para

sorpresa de ella, la llevó a su regazo. Eso la deshizo. Le rodeó el cuello con sus

brazos y empujó su rostro en ese lugar. Cuando escuchó suaves palabras dichas

en Rumano, supo que su hombre había vuelto.

Jen se retiró para mirarlo. Bien, así que el lobo se había retirado un poco,

sus ojos seguían brillando. Pero era obvio que Decebel había aparecido también.

—¿Por qué te pones en esta situación, cariño? —Las mano de Decebel se

deslizaron bajo el dobladillo de la camiseta para frotarle la espalda. El toque de

piel contra piel era una de las maneras más vitales para calmar a un lobo. Jen se

recostó contra su toque y ocultó el rostro de los penetrantes ojos ámbar que veían

demasiado.

—Nos hemos conocido por cinco meses, Decebel. En esos cinco meses he

muerto casi tres veces.

Decebel gruñó y la apretó más contra su pecho, causando que ella hiciera

una mueca de dolor, pero negándose a dejar escapar un sonido que hiciera que

aflojara su sujeción.

—Si hubieras estado vínculado conmigo, habrías muerto. No puedo

aceptarlo.

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—Eres una Alfa —le dijo él—. Está en tu naturaleza proteger. Puedo

entenderlo, Jennifer. Pero no me protejas a mí. Ese no es tu trabajo.

—No estoy de acuerdo —empezó Jen.

—Puedes no estar de acuerdo todo lo que quieras. Tu trabajo es amarme,

sacarme a mí y a mi lobo de la oscuridad que nos convertiría en los asesinos más

letales. No necesito tu protección, amor, necesito tu luz. Necesito sentir tu tacto

sobre mi piel porque sólo eso calma a mi lobo. Necesito tu aroma envolviendo mi

cuerpo. Necesito tu sangre corriendo a través de mí. —Decebel inclinó la cabeza

de Jen hacia arriba para poder ver en sus brillantes ojos azules—. Mi lobo necesita

que juegues con nosotros, que nos desafíes. Hay veces que necesitamos que te

sometas, y veces cuando eres la última persona que quierríamos que se sometiera

a nosotros. Eres mi amada y también la amada de mi lobo. Eres mi compañera,

la otra mitad de mi alma. Eres lo único que me pertenece y conmigo no para otro.

Para mí, no hay vida sin ti. —Observó como las lágrimas caían de los ojos de su

amada, y el miedo, el dolor y el amor pulsaban detrás de ellos—. Vínculo o no,

Ritos de Sangre o no, cuando dejes este mundo te seguiré.

Jen lloró con más fuerza aún ante su declaración, su frente cayendo contra

el pecho de él.

—¿Podrías vivir tu vida sin mí en ella? —le preguntó él suavemente.

Su cabeza se alzó de golpe.

—No —dijo ella con firmeza.

—Entonces, ¿qué te hace pensar que puedo vivir sin ti?

Decebel vio que sus palabras por fin atravesaron la cabeza dura de su

compañera, a través de su firme determinación.

—Jennifer. —Su nombre fue un susurro en sus labios.

Lo miró a la cara, sus ojos brillantes, su fuerte mandíbula, sus labios

sensuales. Él era suyo. Jen se dio cuenta mientras lo escuchaba razonar con ella

que nunca sería capaz de vivir esta vida y no estar unida a él. La idea la estaba

partiendo en pedazos. Cuando empezó a dejar ir esa opción sintió a su respiración

calmarse.

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—Te quiero —dijo las palabras que él le había dicho hace lo que parecían

años en un jardín interior parados en una glorieta—. He esperado más de un siglo

por ti.

Jen jadeó cuando él levantó el borde de su camiseta, revelando las marcas

oscuras del tatuaje que eran idénticas a las de él.

Sus dedos trazaron las marcas mientras decía:

—Llevas las marcas que nadie más llevará, marcas que dicen que eres mía.

No hay nadie más que se lleve el vacío de mí y nadie más que pueda amarte como

yo lo haré. Te quiero.

Jen se removió en su regazo y puso ambas manos a los costados de su

rostro. Sus ojos se entrecerraron mientras ella miraba fijamente a su destino.

—Y entonces me tendrás —susurró ella contra sus labios.

Sus labios presionaron firmemente los de él mientras envolvía un brazo en

su cintura. Con la otra mano, le ahuecó la nuca como para evitar volver a dejarlo.

Decebel alejó sus labios lo suficiente para decir:

—Esta noche. Esta noche terminamos con esto.

Jen sonrió contra sus labios, sintiendo la urgencia de él cimentarse.

—¿Demasiado impaciente? —preguntó con una sonrisa que casi alcanzó

sus ojos.

—No tienes idea —susurró en su oreja, causando piel de gallina por su

cuerpo.

Jen cerró los ojos y respiró lenta y profundamente varias veces mientras

permitía que la respiración, el beso y las caricias de él aliviaran el dolor que ella

había causado para sí misma.

Decebel se apartó un poco y puso su frente contra la de ella, respirando con

fuerza.

—Nunca te dejaré ir.

—Como si lo quisieras —bromeó ella, recuperando el amor que le trajo a

él tanta alegría—. Hay todo tipo de genialidades pasando aquí.

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Decebel gruñó.

—Cariño, creo que es hora de que compartas la genialidad. —Su voz fue

una caricia sensual.

Jen se estremeció.

—¿La ceremonia será esta noche?

Él asintió una vez como confirmación.

—Entonces, ¿esta noche voy a propagar amor, por así decirlo?

Deecebel sonrió con una sonrisa de lobo y otro estremecimiento atravesó

su cuerpo.

—Me encantaría eso, pero tienes que curarte. Esta noche nos vincularemos

y haremos los Ritos de Sangre, te haré mía. Pero nuestra consumación tendrá que

esperar.

Jen se rió.

—¿Qué te hace reír? —preguntó él, desconcertado.

—¿En serio dijiste consumación?

—Mujer irrespetuosa —gruñó Decebel mientras tocaba suavemente su

labio inferior. Eso trajo un temblor de consciencia ante la cercanía de sus cuerpos,

lo cual trajo otra risita por parte de Jen.

—Ahora, ¿qué es tan gracioso? —Decebel levantó una ceja hacia ella.

Ella negó con la cabeza.

—Lo siento, estaba pensando que Sally va a estar enojada por ser la única

que quede en el club de frustración sexual.

Decebel rió.

—Oh, no sé. Costin parece más que apto para convertirse en un miembro.

Decebel se puso de pie y la recostó en la cama. Se agachó y la besó una

última vez como Jennifer Adams. Sus siguientes besos serían como compañeros

y, poco sabía ella, como marido y mujer.

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Decebel sonrió para sí mismo ante el pensamiento. Era mejor mantener a

su pequeña compañera fiera en ascuas, la diosa sabe que Jen iba a ser un constante

desafío.

—Tienes dos horas para prepararte. Voy a enviar a Sally y a Jacque para

ayudarte. Me doy cuenta que hay poco tiempo, pero no te estreses. Lo único que

me importa escuchar de tu boca es un sí. No pienses más, Jennifer. —Decebel

miró tan profundamente en sus ojos que ella juró que vio su alma.

Jennifer sonrió suavemente y dijo con su voz más burlona:

—Uno de estos días, bola de pelos, tú y yo vamos a bailar tango y vas a

desear, aunque sea brevemente, que haya dicho no.

Decebel se paró y rodó sus hombros, su metro noventa y cinco se cernía

sobre ella. Desnudó sus dientes, sus caninos alargados.

—Supongo que no te he dicho cuánto me gusta bailar contigo, e incluso tú

deberías saber que no hay nada más que encienda a un Alfa que su compañera

desafiándolo. Así que, si alguna vez deseo que hayas dicho no, entonces, cariño,

será sólo porque es mi forma favorita de juego previo.

La boca de Jen cayó abierta ante su declaración. No se perdió la mirada

petulante en sus ojos que decía que sabía que la había dejado sin palabras. Y hasta

el momento, él era la única persona, lobo, o lo que sea, en la tierra capaz de

hacerle eso. Y aquí estaba ella, iba a estar unida a él por siempre. Lo observó salir

de la habitación pavoneándose, un pavo real orgulloso de haber sorprendido a su

compañera.

Jacque y Sally entraron solo segundos después que Decebel se fuera. Podía

verlo parado en la otra habitación. Se aseguraba de que ella nunca estuviera fuera

de su línea de visión y aunque parte de ella quería poner los ojos en blanco por su

proteccionismo, la otra parte disfrutaba de su atención y cuidado.

Todavía no se había recompuesto cuando sus dos amigas se acercaron a la

cama.

—Bien, tengo que saber lo que dijo para poner esa mirada en tu cara. —

Las cejas de Sally estaban levantadas hasta su línea de cabello mientras miraba a

Jen.

Eso sacó rápidamente a Jen de su estupor temporal.

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—Acostúmbrate a la decepción, pequeña Sally. Nunca repetiré lo que ese

pervertido acaba de decirme.

Jacque rió.

—Oh, no. —Se subió a la cama, a los pies de Jen y se acostó de lado—. Si

lo crees pervertido ahora, espera hasta que el aspecto físico de su relación tenga

una gran y enorme señal verde. Lo juro, tener un vínculo mental con tu

compañero es como tener dos entradas de primera fila a una interminable película

porno.

Ahora fue el turno de Sally dejar caer la mandíbula abierta y volverse de

todas las tonalidades de rojo. Jen no pudo evitar la risa que salió forzada a pesar

de su gemido de dolor después.

—¿Cómo lo sabes? Nunca has visto una porno. —Jen bufó.

—Bueno, puedo asegurarte que no es un especial después de la escuela los

que pasa por la cabeza de mi compañero el noventa y cinco por ciento de las

veces.

Sally chilló.

—¿Noventa y cinco?

—Tranquila, sanadora. Creo que tienes un poco de tiempo antes de que tu

lobo te reclame. —Las palabras salieron de la boca de Jen antes de poder

detenerlas. Un ciervo cegado por los faros no tenía nada que envidiarle a la

mirada en el rostro de Jen.

Sally y Jacque dijeron a la vez:

—¿Qué?

Jen dio marcha atrás tan rápido como pudo.

—No me refiero a una bola de pelos, sólo, ya sabes, un chico. Como todos

son perros bien podría llamar a tu futuro hombre un lobo. Es sólo una expresión,

forzada por el hábito de que estamos constantemente rodeadas por bolas de pelos

innaturalmente finos y demasiado apuestos para su propio bien, infestadas de

pulgas. —Jen respiró hondo—. Entonces, ¿podemos volver a mí y prepararme

para una de las dichas bolas de pelos?

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Sally parecía como si quisiera protestar pero Jacque rápidamente se

entrometió, dándole a Jen la mirada de “esta conversación no ha terminado

todavía”.

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Traducción SOS por LizC, Nelshia e Isa 229

Corregido por ☽♏єl

esdémona rara vez perdía los estribos, pero este era uno de esos

raros momentos. Había sentido la ruptura de la maldición, tan

poderosa que la había golpeado en la espalda. Cuando se puso de

pie, sus ojos se arremolinaron como el mar en una tormenta y su cabello azotaba

a su alrededor. Un cachorro la había superado. Ella agarró lo primero que pudo

alcanzar y lo lanzó contra la pared. Un frasco de corazones de cabra, no era una

gran pérdida, esos se vendían a montones.

Respiró profundo varias veces, tratando de recuperarse. No iba a dejar que

sus emociones la controlaran. Las emociones eran debilidad, y no había lugar

para la debilidad en su corazón negro.

Alguien tenía que estar ayudando a los lobos. No había manera de que

fueran más poderosos que ella, y de ninguna manera habrían sabido qué buscar

con el fin de romper la maldición, a menos que alguien le diera un empujón en la

dirección correcta.

—Así que parece que las Fae han salido de su escondite. —Una sonrisa

maliciosa cruzó su rostro hermoso y cruel—. Me pregunto si recuerdan cómo

jugar. Me atrevo a decir que no me van a encontrar como la presa fácil que alguna

vez fui. —Mona estaba hablando en contra del viento, el cual alentaba su

voluntad, su ira, y la furia que echaría sobre aquellos que intentaron oponerse a

ella—. Perizada —habló en la brisa—. ¿Crees que no sé que estás ayudando a los

lobos? ¿Crees que puedes esconderte de mí? Escúchame ahora, antigua Fae. Voy

a arrancarte el corazón del pecho y darme un festín con él mientras todavía late.

La risa que brotó de su pecho hizo que la hierba se marchitara y los

animales se ocultaran de la maldad que fluyó desde su boca hacia la noche.

* * *

D

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200

—Bueno, lo primero que hay que hacer es escribir tus votos. —Jacque le

entregó a Jen un lápiz y papel.

—¿Qué dijiste? —Jen enarcó las cejas ante Jacque.

—¿Recuerdas que Fane y yo recitamos los que habíamos escrito junto con

los votos ceremoniales tradicionales, ¿cierto? ¿Estabas prestando atención en

absoluto en mi vinculación?

Jen trató de pensar en aquella noche y se acordó de haber estado un poco

distraída por cierto lobo taciturno.

—Podría haber estado un poco preocupada —confesó Jen, honesta y sin

remordimiento.

Cuando Jacque y Sally simplemente la miraron fijamente mientras ella

sostenía la pluma y el papel, sus ojos saltaron de una a otra.

—¿Qué?

—Empieza a escribir, solo tienes dos horas y todavía tenemos que

arreglarte y embellecerte.

Jen dejó escapar un profundo suspiro y luego se quedó mirando la hoja en

blanco. Votos, pensó. ¿A qué estoy haciendo voto exactamente? Jen cerró los ojos

y pensó en cuando por fin había visto el reconocimiento en los ojos de Decebel,

el momento en que se había dado cuenta que él la recordaba y ella había perdido

todo el control. Cada pedacito de ira, miedo, dolor, amor, alivio y la alegría que

había sacudido su cuerpo.

Ahora sabía lo que tenía que decir.

* * *

Una Hora y Cincuenta Minutos Más Tarde…

Jen se puso de pie con la ayuda de Jacque y Sally, y se miró en el espejo.

—No voy a salir de esta manera. —La expresión en su cara y el acero en

su voz hizo muy claro que alguien iba a tener que arrastrarla fuera de ese baño—

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. Me veo como si Mary-Kate Olsen hubiera tenido un hijo con Jennifer Love

Hewitt.

—Está bien, entiendo la referencia de Mary-Kate. —La frente de Sally se

frunció—, porque has perdido mucho peso, pero no entiendo lo de Jennifer Love.

Jen puso los ojos en blanco.

—¿Ves lo delgada que estoy? —Sally asintió—. Está bien, entonces mira

de arriba a abajo y dime cuál de estas cosas no es como la otra.

Los ojos de Sally escanearon a Jen por completo y su rostro aún estaba en

blanco. Jen dejó escapar un suspiro exasperado.

—Pechos, Sal. Todavía tengo pechos grandes —dijo ella secamente.

El rostro de Sally se iluminó como si una bombilla de luz se hubiera

encendido.

—Lo tengo. Flaca como Mary-Kate, pero exuberante como Jennifer. Lo

siento, en cierto modo creo que lo pasaré por alto, ¿eh?

—Bueno, cuando tienes que explicar el sarcasmo entonces, sí, de alguna

manera pierde su empuje. No te preocupes, tengo mucho más para seguir.

Jen se volvió a mirar en el espejo en el vestido negro simple que, desde el

frente, era engañosamente modesto. Pero la parte de atrás, bueno, no tenía una.

El vestido era abierto hasta justo por encima de lo indecente. Peri se lo había

llevado, y cuando ella se lo puso, la Fae rió disimuladamente. Cuando Jen dio

una vuelta para ver por qué la mujer se reía disimuladamente, casi se ahogó. No

solo no tenía espalda, sino que se recogía solo un poco por los lados, lo suficiente

como para mostrar algunas de las marcas arremolinadas que marcaban su lado

derecho. Decebel iba a estar enojado. Y ese pensamiento iluminó a Jen enseguida.

—¿Por qué estás sonriendo como el gato de Cheshire? —le preguntó Jacque

mientras sus ojos se estrechaban.

Jen levantó el brazo ligeramente sobre su lado derecho de modo que Jacque

pudiera ver las marcas que se asomaban.

Jacque puso los ojos en blanco.

—De verdad quieres que tenga un infarto, ¿cierto?

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Jen se encogió de hombros.

—Se lo merece por ser un idiota antes. No puedo dejar que piense que solo

porque me estoy vinculando a él voy a ser de pronto esta pequeña chica sumisa

que dice: “sí, señor” y “no, señor”. Él tiene que entender que todo seguirá siendo:

“déjame abrir la puerta para ti, señor, ya que no puedes caminar derecho porque

te di una patada en los…”

—Suficiente de despotricar, Jen, lo entendimos. —Jacque se rió entre

dientes—. Él no tiene ni idea de lo que le espera.

—Si lo hiciera, estaría deseando que su memoria nunca hubiera regresado

—bromeó Jen.

El rostro de Jacque se suavizó y la intensidad llenó sus ojos.

—¿Estás lista? —le preguntó a Jen.

Jen pensó en ello por menos de un segundo.

—He estado lista para él desde antes de que yo naciera. Fui creada para él.

Jacque sonrió.

—Me encanta cuando tengo la oportunidad de ver estos raros destellos de

la suave y romántica que está debajo de toda esa mierda de chica ninfómana ruda.

Jen puso los ojos en blanco ante su amiga pelirroja.

—Si empiezas a cantar “Lean On Me”, te juro que voy a tomar la poca

energía que tengo y te daré un puñetazo en el ojo.

Jacque chasqueó la lengua a su amiga a medida que comenzaba a

arrastrarla fuera de la habitación.

—Vaya, vaya, Jennifer Adams.

—Lo sé, mi temperamento no conoce límites.

—Iba a decir que creo que estás hambrienta y sexualmente frustrada, pero

si quieres ir con eso, entonces te apoyo.

Jen se detuvo en seco cuando vio a Decebel de pie al otro lado de la

habitación frente a una gran chimenea.

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No se dio cuenta de Cynthia, Crina y Alina de pie a su izquierda o de Sally

y Jacque a su derecha. No vio a Fane, Costin o Sorin sentados en varias sillas

alrededor de la habitación, observando, esperando. Ella ni siquiera se dio cuenta

de las dos hermosas Fae que estaban al lado de la chimenea.

Él estaba allí de pie, hablando con Vasile, cuando de repente se detuvo,

cerró los ojos, e inhaló profundamente. Su cabeza dio vuelta lentamente, en línea

recta hacia ella, y cuando se detuvo, sus ojos se abrieron de golpe y se reunió con

la mirada de ella. Por un momento no existía nadie más en la habitación. Eran

solamente Jen y Decebel. Ninguno de los dos se movió. Ellos simplemente se

miraron, detallándose entre sí, memorizando cada detalle como si fuera la última

vez que se verían. A medida que su mirada vagó por el cuerpo de él, observó que

llevaba un suéter con cuello en V negro que se aferraba fuertemente a sus

poderosos hombros y pecho. Las mangas estaban empujadas hacia arriba

ligeramente, revelando sus antebrazos musculosos. Llevaba pantalones grises que

parecían ser hechos a medida, y zapatos negros de vestir. Podría haber salido

directo de una sesión de fotos para la revista GQ. Lo que lo hacía más atractivo

era que él no tenía idea de cuán increíblemente guapo y fuerte era.

Vasile se aclaró la garganta y rompió el momento. Jen fue repentinamente

consciente de que todos en la sala estaban mirándola.

Comenzó a sentir sus piernas temblar, desacostumbradas a llevar su peso.

Como si intuyera su creciente cansancio, Decebel cruzó la habitación en varias

zancadas grandes y envolvió un brazo alrededor de su cintura para darle

seguridad. Cuando su mano entró en contacto con su piel, Jen lo sintió tensarse

y poco a poco inclinarse hacia atrás para mirar en la parte posterior de su vestido.

Él empezó a gruñir y, puesto que ella no lo miraba a la cara, no podía estar segura,

pero se imaginó que sus ojos estaban brillando ferozmente como el sol caliente de

julio en el sur de Texas.

Decebel levantó la vista hacia la sala y anunció:

—Los hombres se sentarán en el lado izquierdo.

Sin siquiera una pregunta, Costin, Fane, y Sorin tomaron asiento en el lado

izquierdo de la habitación. Decebel la llevó al lugar donde había estado parado

unos momentos antes, al lado de la chimenea. Todo el tiempo su mano estuvo

extendida ampliamente sobre su lado derecho, cubriendo cualquier parte de su

marca que podría estarse mostrando.

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Para sorpresa de Vasile, Decebel le pidió ponerse de pie con su espalda a

la habitación, con Jen y Decebel en el otro lado, en lugar de Vasile de pie detrás

de la pareja y frente a todos. Esto, por supuesto, hacía imposible que alguien viera

su costado ya que estaba frente a la chimenea. Jen se mordió el labio y arrastró

cada onza de su fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco. A medida

que Decebel caminaba alrededor de ella, sintió sus dedos deslizarse dentro del

costado de su vestido y trazar hacia abajo, sabiendo que él estaba tocando la

marca… su marca. Jen se estremeció y casi pateó a Decebel cuando vio un lado

de su boca alzarse en una media sonrisa triunfante.

Cuando finalmente estuvo parado frente a ella, todo pensamiento de

irritación huyó mientras miraba a la devoción absoluta y el amor en sus ojos que

la observaban fijamente. Su rostro se había suavizado, incluso el brillo de sus ojos

había retrocedido ligeramente.

El ambiente se calmó cuando Vasile se giró para dirigirse a los demás.

—Decebel es un Alfa en su propio derecho. Dirigió su propia manada, era

poderoso e invicto en desafíos. Por esta razón, su Ceremonia de Vinculación será

como lo sería para un Alfa en presencia de una Fae Superior. Es la primera vez

en un tiempo muy largo que tenemos el privilegio de tener a una Fae con nosotros

durante una vinculación. Debido a esto, Decebel le ha pedido a Perizada

participar en la ceremonia, lo cual solo se otorga a los Alfas.

Jen abrió la boca y empezó a hablar, pero sus labios se cerraron cuando

Decebel le dirigió una mirada que le dijo que iba en serio. Ella no entendía lo que

estaba pasando y le preocupaba saber que la Fae sería partícipe de algo tan

especial.

Decebel podía ver el temor en Jennifer y se estiró para rozar el dorso de los

dedos por su mejilla.

—Confía en mí —le articuló en silencio.

—Siempre —fue su respuesta silenciosa.

Vasile dio la espalda a la habitación y miró a su Beta.

—Decebel, una vez Alfa de la manada Rumana del Oeste, has encontrado

a tu verdadera compañera y ella ha aceptado tu reclamo. Como es habitual, vas

a lavar sus pies, ejemplificando tu voluntad de servirle y cuidar de sus

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necesidades, sin importar lo simple que puedan ser. Recitarás los votos habituales

y luego tus propios votos. Durante ese tiempo, presentarás a tu compañera tu

ofrenda.

Decebel asintió una vez a Vasile y llevó a Jennifer a una silla. Un recipiente

con agua estaba puesta junto a la silla en el suelo, con el vapor elevándose de este.

Jen pudo oler la lavanda flotando en el aire.

Decebel sonrió.

—Para calmar —le dijo. Incluso sin su vínculo mental, comprendió la

mirada interrogante en los ojos de ella.

Lentamente levantó el dobladillo de su vestido para exponer sus pies y las

pantorrillas. Jen se lo quitó y lo dobló sobre su regazo, cubriendo la parte superior

de sus rodillas. Se dio cuenta que le hacía sentirse incómodo levantar su vestido

en la compañía de los demás. Tan pronto como ese pensamiento revoloteó por su

mente, Jen se mordió la lengua para no reírse como una colegiala. Recordaba

haber visto a Fane lavar los pies de Jacque en su ceremonia y pensó que era muy

dulce, pero cuando Decebel agarró su pierna en la mano y con un paño escurrió

agua sobre su pie, se dio cuenta de hasta qué punto era intenso e íntimo ese

momento.

Él continuó lavando sus pies mientras levantaba su mirada a la de ella y

hablaba.

—En este día me arrodillo ante ti, como un sirviente de mi compañera,

para preguntarte si me completarás. ¿Te entregarás a mí? ¿Calmando finalmente

a la bestia en mi interior, poniendo orden en el caos, llevando luz a donde solo

ha habido oscuridad? ¿Vincularás tu vida a la mía, tu destino al mío, y tu alma a

la mía y, al hacerlo, completar el vínculo de emparejamiento?

Jennifer deseó poder decir que ella recordaba la respuesta a los votos, pero

a decir verdad, la intensidad de su voz, al amor en sus ojos, mantuvo cautiva su

mente. Sus pensamientos eran lentos debido a su enfermedad y a su cuerpo débil.

Trató de recordar exactamente qué decir, pero lo único que pudo recordar fue:

—Vincularé mi vida a la tuya, mi destino al tuyo, y mi alma a la tuya y

completaré nuestro vínculo de emparejamiento. Te tomaré como mío, mi

compañero y mi Alfa.

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Decebel secó sus pies con cuidado y bajó su vestido de nuevo, cubriendo

sus piernas. Cuando ella comenzó a levantarse, él puso suavemente una mano

sobre su hombro.

—Estás cansada —habló en voz tan baja que solo ella pudo oír.

Jen le dio una leve sonrisa, pero sintió una punzada de rabia al no ser lo

suficientemente fuerte como para estar parada en su propia ceremonia de

vinculación. Decebel le guiñó un ojo, él sabía que ella estaba molesta y ella no

pudo evitar la sonrisa que se extendió por su cara.

Fane le trajo a Decebel una silla para así poder sentarse directamente frente

a Jen. Se sentó y se inclinó hacia delante con los codos apoyados en las rodillas.

Él tomó sus dos manos entre las suyas y la miró a los ojos.

—No soy bueno con las palabras. Y algunas palabras que uso a veces son

dichas con dureza y antes de pensar en lo que estoy diciendo.

Jen sonrió ante su confesión y esperó a que continuara.

—Pensé en lo que quiero decirte, en cómo decírtelo, y confieso que es

probable que nunca lo haga del todo bien. Pensé por lo que has pasado a través

de las últimas semanas y no puedo imaginar ninguna palabra que pueda igualarse

a lo que debes haber sufrido. ¿Cómo puedo venir hasta ti con alguna palabra que

valga la pena, cuando durante tres semanas no sabía quién eras? Te dejé sola.

¿Qué clase de hombre le hace eso a su mujer? ¿Qué clase de compañero olvida a

aquella que completa su alma? —Jen apenas se estaba controlando por un hilo

fino mientras veía al poderoso Decebel humillarse delante de ella y de su

manada—. No puedo deshacer lo que ha sucedido. Sin importar lo que pueda

darte, ser capaz de solucionar las últimas semanas está más allá de mi capacidad.

Lo único que puedo hacer es demostrarte que, sin importar el tiempo que haga

falta, todos los días por el resto de nuestra vida voy a ser un hombre, un

compañero, un amigo y un amante digno de ti.

Decebel se arrodilló frente a ella y luego dejó caer los brazos a su lado.

Miró a Peri, luego a Jen.

—Tengo que darte una ofrenda para demostrar mi capacidad de proveerte

tanto física como emocionalmente, para protegerte, y… —Decebel añadió esta

última parte, aunque estuviera sobreentendido, él quería decirlo en voz alta—,

para amarte. No esperaba estar haciendo nuestra ceremonia de vinculación en el

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otro lado del velo. La oferta que tengo para ti no es una que sea típica, pero por

extraño que parezca, creo que es apropiada y espero que la aceptes.

»Una vez que los Ritos de Sangre se lleven a cabo, mi marca permanecerá

en tu piel para siempre. Tu marca de mordedura no permanecerá en mí. Tu aroma

estará en mí, pero la Gran Luna no siente que sea necesario que la mordida de la

hembra permanezca visible. Así que, mi ofrenda para ti es que tu marca sea

quemada y grabada en la carne por encima de mi corazón. —Varias

exclamaciones flotaron a través de la sala, la de Jen siendo la más fuerte. Decebel

continuó antes de que ella pudiera interrumpirle—: Mi esperanza es que verás por

esta ofrenda que voy a soportar lo que sea necesario para asegurar que sigas

conmigo, completa, segura, protegida. Espero que esto demuestre que quiero que

el mundo conozca el nombre de la mujer increíble que sostiene mi corazón en sus

manos. La sangre nacida de esta ofrenda es mi promesa de que con el sudor de

mi frente, la carne de mi cuerpo y la sangre de mi vida siempre proveeré para ti

en cualquier forma que pueda necesitarse. ¿Aceptas mi oferta, compañera? ¿Me

aceptas?

Jen se quedó sin habla. No quería que Decebel sufriera. No quería ver su

hermosa piel estropeada por culpa de ella, pero sabía que si se negaba, sería un

duro golpe en su orgullo que nunca podría ser restaurado. Si Decebel podía hacer

esto, entonces ella también.

Los ojos de Jen se clavaron en los suyos cuando ella habló:

—Sí, acepto tu ofrenda.

Decebel dejó escapar el aliento que había estado conteniendo.

—Sí que sabes cómo mantener a un hombre en suspenso, amor.

Jen estaba demasiado nerviosa como para responder con un comentario

sabelotodo. Ella vio como Peri sacó una daga de la chimenea, donde la hoja había

estado en las brasas. ¿Cómo se había perdido eso? Jen se negó a apartar la mirada

de los ojos de Decebel mientras Peri comenzaba:

—Decebel. —La voz de Peri era fuerte, y la magia que ella normalmente

mantenía atenuada latía a través de la sala—. ¿Estás dispuesto a aceptar las

marcas que esta daga ponga en tu carne? ¿Entiendes completamente que estas

marcas son permanentes y no sanaran de la forma en que otras lesiones infligidas

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a tu especie lo hacen? ¿Eres consciente de que viertes tu sangre bajo el poder de

las hadas?

—Lo hago, y lo estoy.

Con su afirmación, Peri presionó la daga en su pecho. Los ojos de Jen,

contra su voluntad, miraron hacia abajo para observar. Su boca se abrió mientras

observaba la carne siendo cortada y quemada por la daga inmóvil. Cuando Peri

la alejó para ponerla de nuevo en el fuego, una pequeña y perfecta J estaba en su

piel. Unos momentos más tarde, Peri puso la daga junto a la J, y una vez más

ardió en su piel y sin moverse, cortó y quemó una E al lado de la J. Esto continuó

letra tras letra. Decebel nunca se movió, nunca hizo un sonido mientras la sangre

corría por su pecho y abdomen. No hubo, por suerte, mucha sangre, ya que la

piel no era solo cortada sino también quemada. Aun así, ver a su preciosa sangre

derramada por ella hizo a Jen marearse. Cuando la última letra fue terminada,

Peri colocó la daga hacia abajo y le entregó a Jen una toalla fría y húmeda.

—Atiende a tu compañero. Él te ha hecho un gran honor el día de hoy. —

Peri dio un paso atrás en las sombras mientras Jen se ponía de pie. Decebel trató

de hacer que volviera a sentarse, pero Jen quitó su mano del camino.

—Déjame —le dijo con firmeza. Con Decebel de rodillas, su cara estaba al

nivel de la de Jen, y ella lo miró a los ojos mientras limpiaba con cuidado la sangre

de su pecho y estómago. Una vez que la limpió toda, dejó caer la toalla y puso

sus manos a ambos lados de su cara. Ella se inclinó hasta que sus labios estaban

apenas tocando los suyos y susurró contra ellos—: Te amo, Decebel.

Antes que Decebel pudiera envolverla en sus brazos como él ansiaba hacer,

la voz de Vasile lo interrumpió:

—Jen, es momento de que le des tus votos a Decebel.

Jen dio un paso atrás, y cuando Decebel la empujó suavemente en la silla,

ella accedió a su deseo porque estaba realmente cansada. Observarlo soportar eso

la había agotado.

Sacó el trozo de papel de donde había estado escondido en su vestido,

bueno, en su sujetador. Decebel levantó una ceja ante eso.

—¿Dónde se supone que debía ponerlo? —preguntó inocentemente.

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Decebel se acercó más a ella de rodillas. Le dio un golpecito en la nariz en

castigo por su descaro, pero había amor en su voz cuando dijo:

—Compañera, comparte conmigo tus votos.

El “ahora” estaba insinuado y no pasó desapercibido por Jen. Se aclaró la

garganta y miró su papel. Ella había intentado lo mejor que pudo en poner su

corazón en las palabras. Quería que Decebel supiera que era un hombre digno y

de valor. Fue tan sorprendente para ella que sus votos hubieran estado

exactamente en sintonía el uno con el otro.

—El peor momento de mi vida fue cuando escuché tu voz sin ninguna

emoción, ningún calor, sin demandas mandonas, sin ningún reconocimiento de

mí. —Jen vio el dolor en sus ojos ante sus palabras. Él pensaba que lo estaba

regañando—. Decebel, mírame. —Él levantó los ojos hacia ella—. Ten paciencia.

Tengo un punto y no es hacerte daño. Confía en mí —repitió sus palabras,

implorándole hacer precisamente eso, confiar en ella.

Aunque tenía los labios apretados y sus ojos brillaban, él asintió para que

continuara.

—Tengo que admitir que es extraño ser capaz de sentir las intenciones de

una persona simplemente por el sonido de su voz en tu mente, pero yo pude.

Cuando me llamaste “Jen”, sentí a mi corazón hacerse añicos. Un nombre mal

dicho y todo lo que me define colapsó y casi me asfixió. Antes de esto, nunca

pensé en lo importante que es que pienses que soy lo suficientemente especial

como para llamarme de una forma que los demás no tienen el privilegio de hacer.

Recuerdo como pude ver en tus ojos que me valorabas. Pero sin el

reconocimiento, perdí no solo su amor, sino mi valor para ti. —Jen tomó una

respiración profunda e hizo una pausa.

Fue entonces cuando oyó suaves sollozos y sorbidos. Ella brevemente

apartó la mirada y vio que no había un ojo seco en la habitación. Volvió a mirar

a Decebel y se inclinó hacia delante, colocando sus manos sobre sus hombros.

Tiró de él, haciéndole comprender que lo quería más cerca. Él cedió y se movió

hasta que se arrodilló entre sus rodillas. Apoyó las manos a ambos lado de su silla

y se acercó más.

—Nena —la voz de Decebel fue un gruñido bajo y lleno de dolor—, por

favor dime que hay más, y que ya no incluye arrancar mi corazón de mi pecho.

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Jen agarró su mano del lado derecho de la silla y la levantó. Ella la acercó

hasta que su mano estaba en su cintura, los dedos de él directamente sobre la

marca de apareamiento que su vestido no cubría completamente. Sus ojos

brillaron por su movimiento audaz y tan descarado. Ella le estaba recordando a

través del tacto, un toque del que solo él alguna vez tendría el privilegio, que ella

era suya.

—Digo todo esto para que comprendas la importancia de lo que voy a decir

a continuación.

—Continúa. —Sus palabras eran dóciles mientras apretaba suavemente su

lado, animándola.

—Hemos pasado momentos difíciles en el corto período de tiempo que nos

conocemos. Hemos pasado tiempos difíciles en nuestras vidas antes de que nos

conociéramos, pero son esos tiempos difíciles los que nos hacen ser quienes

somos, que nos hacen valiosos el uno al otro, porque esos momentos en nuestras

vidas cuando estábamos atravesando el suplicio, esos momentos son los que

construyeron nuestro carácter. Esos tiempos son lo que nos hicieron lo que somos

hoy en día, personas que han sido capaces de soportar las últimas tres semanas.

»Tú no te rendiste, no te alejaste, incluso cuando no entendías lo que estaba

pasando, incluso cuando las cosas parecían seguir yendo de mal en peor. Te

quedaste. Eres un hombre de palabra, tienes integridad y honor. No importa lo

que pasamos, las decisiones que tomamos, los fracasos que padecimos, las

victorias que vengan, el dolor que desgarre nuestras vidas. Sin importar la pasión

que tenemos, la ira que sentiremos, la alegría o el amor que llenará nuestros

corazones y almas, con memoria o sin ella. Eres un hombre de valor. La

definición de valor no te hace justicia porque tu valor para mí es vasto,

interminable, infinito, incalculable, completa y absolutamente sin medida. —Una

promesa de su alma hecha solo para él.

Jen se inclinó hacia adelante, poniendo la mano en su nuca y tirando de él

hasta que sus frentes se tocaron.

Ella susurró:

—Decebel. —Su voz se quebró y sintió una lágrima deslizarse por su

mejilla.

Él pasó la mano por su cabello y hacia su espalda desnuda.

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—Shh, cariño, sólo somos nosotros. Sólo tú y yo.

Recomponiéndose, lo intentó de nuevo:

—Decebel, mi amor, mi compañero, voy a pasar todos los días por el resto

de nuestras vidas tratando de asegurarme de que conozcas tu valor.

Se quedaron así, frente a frente, respirando entre sí durante varios minutos.

La habitación estaba en completo silencio. Nadie se movió, no querían molestar

a la pareja perdida en su amor.

Finalmente Decebel se retiró. Jen sonrió y le susurró:

—Así que, ¿eso es todo? ¿Estamos vinculados?

El rostro de Decebel se iluminó con una extraña sonrisa que irradiaba de

él.

—Sí, cariño, estamos vinculados, pero eso no es todo.

La frente de Jen se frunció mientras la confusión coloreaba su cara.

—Por favor, dime que no vas a morderme en frente de ellos.

Decebel gruñó y frunció el ceño.

—Eso es el equivalente a dejarlos que nos vean…

Decebel fue interrumpido por Vasile antes de que pudiera terminar la idea.

Jen entendió su significado y se dio cuenta de su metida de pata.

—Mi error. —Ella sonrió y le dio una débil sonrisa.

Decebel le tendió la mano mientras se paraba.

—¿Te puedes quedar de pie conmigo unos momentos más?

Jen agarró su mano y se paró, respondiendo silenciosamente a su pregunta.

Él la puso delante de él y frunció el ceño cuando Vasile se paró detrás de ellos, de

frente a la habitación. Jen comprendió rápidamente por qué Dec estaba gruñendo

y se giró de frente hacia la habitación.

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—Oye, Jacque, ¿podrías trapaerpemepe unpu supuépeterpe? —Jen no

había hablado en jeringonza6 en mucho tiempo, pero Jacque fue tan fluida como

siempre.

—Enpesepeguipuidapa. —Jacque subió las escaleras para agarrar un suéter

del armario en su habitación.

Unos momentos después, con el suéter en la mano, caminó hasta Jen y le

ayudó a ponérselo.

—Mupuchaspa grapaciaspias.

Decebel levantó una ceja hacia Jen.

—Hablo jeringonza, amor, y varios otros idiomas. Así que tal vez quieras

averiguar uno que no hablo si quieres ser furtiva.

—Voy a hablar un idioma que es universal para todos aunque no sepan

mucho lenguaje de señas. —Jen sonrió malvadamente.

—Jen, compórtate —la regañó Jacque—. Estás a punto… —La cabeza de

Decebel giró bruscamente y Jacque golpeó una mano sobre su boca. Se dio vuelta

rápidamente, mascullando algo ininteligible a través de su mano.

Jen miró a Decebel.

—¿Estoy a punto de qué, bola de pelos?

—Vas a casarte conmigo ahora —declaró él como un hecho—. Nos hemos

vinculado del modo de nuestros lobos, ahora nos vincularemos del modo de tu

especie. No te equivoques, Jennifer, no habrá preguntas en ninguna especie, ya

sean humanos, lobos, Faes, vampiros, brujas o lo que sea que pondrá en duda qué

o quién eres para mí.

La boca de Jen se abrió y por segunda vez en veinticuatro horas, Decebel

la había dejado sin palabras. Decebel cerró su mandíbula gentilmente y sonrió.

—Viendo como el discurso te ha dejado momentáneamente, vamos a

comenzar. Y no tienes que preocuparte, porque sólo tienes que decir dos palabras.

6 Jeringonza: Es una forma lúdica del habla en la que se agrega el sonido “p” y se repite la vocal después

de cada sílaba.

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Jen sabía en su corazón que quería casarse con Decebel. Era el siguiente

paso lógico, viendo cómo se había grabado su nombre en su cuerpo y estarían

intercambiando sangre en poco tiempo. Pero, maldición, ¡el bárbaro podría haber

preguntado! Sin pensarlo, Jen pisoteó el pie de Decebel tan fuerte como pudo, y

aunque probablemente esto lo había más sorprendido que dolido, él gruñó y la

alcanzó para arrastrarla hacia él. Ella quiso patearlo en la espinilla, pero no tenía

los zapatos puestos, y le dolería más a ella que a él. Así que cuando él bajó su

mano sobre su hombro, ella volteó su cabeza y lo mordió tan fuerte como pudo.

Decebel retiró su mano y gruñó otra vez.

—Qué demo… —Decebel apenas se detuvo antes de que maldijera a su

compañera. Sus ojos estaban brillantes y juró que los ojos azules de Jen estaban

iluminados con su propio tenue resplandor—. Jennifer, ¿por qué atacas a tu

compañero? —La voz de Decebel sonaba engañosamente tranquila.

Jen cruzó los brazos sobre su pecho y lo miró.

Decebel decidió que si las miradas podían darle una paliza a alguien, la de

ella estaría haciendo eso en este momento.

—No puedo creer que hasta tengas que preguntar. ¡Acabas de decirme,

DECIRME, que voy a casarme contigo! —Jen alzó sus manos—. ¿Estás

BROMEANDO, DECEBEL? ¿EN SERIO?

—¿No quieres casarte conmigo? —preguntó Decebel, verdaderamente

perdido en cuanto al por qué ella estaba enojada.

En ese momento una risita burlona desde el otro lado de la sala se abrió

paso hasta él, y giró su cabeza para mirar fijamente al culpable.

—Deja de mirar a mis amigas, saco de pulgas, y presta atención a la mujer

a quien acabas de ordenar que se case contigo. Claro que quiero casarme contigo.

—Entonces, ¿cuál es el problema? Vamos a casarnos. Ahora. —Decebel

comenzó a jalarla de regreso en frente a Vasile, pero ella tiró su brazo de regreso.

—Él gruñó otra vez, deteniéndose rápidamente cuando vio que ella se

balanceaba—. Jennifer, por favor siéntate. No quiero que te lastimes. —Esta vez

sus palabras fueron tan suaves que virtualmente acariciaron la piel de ella.

Jen sonrió para sí misma. Al diablo. Voy a jugar la carta de lástima, pensó

e intentó deliberadamente lucir más débil de lo que realmente se sentía.

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—Decebel.

—Sí, nena, ¿qué pasa?

Jen tuvo que morder su lengua para evitar reírse de su repentino cambio de

actitud.

—Por favor, ponte de rodillas así no tengo que forzar mi cuello a mirarte

hacia arriba.

En un instante Decebel estaba sobre sus rodillas frente a ella. Jen puso su

mano sobre su cara para cubrir la risa que estaba en su garganta y trató de soltarlo

como un sollozo ahogado.

—Jennifer, nena, por favor. ¿Qué puedo hacer? —Decebel odiaba verla

sufrir y ella lo sabía. Así que tal vez se iba a ir al infierno por jugar con él, pero

ella se negaba a casarse con él sin que se lo preguntara.

Finalmente, cuando estuvo compuesta, buscó muy en el fondo por la voz

más lamentable que pudo encontrar, y ya que tenía lágrimas de la risa que estaban

tan cerca de estallar, las tuvo deslizando por su ahora triste cara.

—Pídeme. —Su voz tembló.

—¿Pedirte qué, nena? —Decebel se movió más cerca, lo suficiente como

para que él pudiera ahuecar su cara—. Dime qué y yo te pediré.

Jen mordió su labio, componiéndose otra vez, y abrió los ojos. Una gran

sonrisa se extendía a través de su ahora deslumbrante cara.

—Pídeme que me case contigo, idiota.

Fue el turno de Decebel de quedarse boquiabierto. Contempló a su

compañera, en parte con irritación y en parte con admiración. Ella había jugado

muy hábilmente.

Jen esperó su reacción. A pesar de su actuación, ella realmente estaba

empezando a desvanecerse. Finalmente él se rió por su audacia y su habilidad

para mantenerlo en sus pies. Él miró profundamente en sus ojos y tiró de su

cuerpo contra el suyo. Oyó su pulso elevarse y amó el efecto que tenía en ella, el

efecto que ella tenía sobre él.

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Lentamente se inclinó hacia adelante hasta que sus labios estuvieran

tocando los de ella. Sopló un aliento a través de su boca y tocó su labio inferior.

Jen estaba temblando, y él sabía que estaba luchando contra un gemido.

—Jennifer, mi amor —susurró.

Ella logró decir:

—¿Mm-hmm?

—Te quiero. —Repitió las palabras que le había profesado a ella esa noche

en el jardín, la primera noche que la había reclamado—. Te amo. Por favor, sé

mi esposa. Por favor, acéptame en todos los sentidos, mi compañera.

La respiración de Jennifer se había vuelto superficial y no pudo responder.

Estaba rodeada por su olor, su tacto, su aliento. Decebel hizo un gesto para que

Vasile continuara mientras su compañera estaba en un estado de estupor

temporal, ebria en su deseo por él.

Vasile recitó todos los votos de matrimonio y Decebel dijo: “Sí, acepto” en

el momento adecuado. Cuando fue el turno de Jennifer, la miró a los ojos… vio

su aceptación y esperó por su confirmación verbal.

Jen no podía negarlo más de lo que podría cortar su propia mano. Y, para

ser justos, él se lo había preguntado.

—Sí, acepto —contestó sin aliento.

Decebel envolvió sus brazos alrededor de ella y la besó antes de que Vasile

incluso dijera sus últimas palabras. El beso empezó feroz y desesperado, sus labios

transportaron el miedo a su rechazo. Cuando sintió que el agarre de ella se

debilitaba, suavizó el beso hasta que finalmente se apartó. Miró a su compañera,

su esposa… era hermosa. Ella le sonrió mientras él la sacaba de su abrazo.

Jacque y Sally estaban repentinamente a su lado, abrazándola y riéndose.

—Te mereces un maldito Oscar por esa actuación. Quiero decir, estoy

tentada a besar tus pies por el asombro.

Jacque estaba riendo ante Jen mientras sostenía su puño para chocarlos.

Este incluso reclamó el choque de mano tras el golpe, completado con efectos de

sonido.

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Decebel miró de chica a chica, sacudiendo la cabeza.

—Las tres son tan extrañas.

Jen le sonrió y empezó a decir algo, pero todo lo que salió antes de que

comenzara a desplomarse fue su nombre. Y fue una súplica tan desesperada que

él se movió más rápido de lo que jamás lo había hecho. Su cuerpo cayó en sus

brazos antes de que ella pudiera impactarse contra el piso. Decebel miró abajo

hacia su cara, luego a su pecho. No subía ni bajaba.

—No está respirando. —Él se apresuró en dirección a su habitación, sus

palabras estallaron detrás de él—: ¡Sanadora, ven conmigo!

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Traducido por Isa 229

Corregido por LizC

ápido, Decebel —decía Sally mientras ponía sus manos en

el pecho de Jen. Ella no sabía qué hacer por su amiga. Esta

vez no había sangre en sus pulmones. Era como si su cuerpo

se estuviera rindiendo. Decebel rasgó su muñeca, sin

importarle el dolor. Esperó para colocarla sobre la boca de Jennifer hasta que

Sally le hubo dado dos respiraciones de boca a boca. Sally comenzó la compresión

cardíaca mientras que Decebel colocaba su muñeca en su boca y frotaba su

garganta tratando de hacer que ella tragara.

Jacque miraba mientras Sally y Decebel trabajaban en el cuerpo roto de su

mejor amiga. Las lágrimas llenaron sus ojos y los brazos fuertes de Fane se

envolvieron alrededor de ella.

—Esto no debía ocurrir, Fane. Ella no se puede morir. No puede. —Jacque

se volvió hacia Fane y enterró su cara en su camisa. Estaba teniendo náuseas al

escuchar a Sally presionando en el pecho de Jen, esperando a ver si Jen podría

respirar por su propia cuenta. Los minutos pasaron y Jen todavía yacía sin vida.

Sally detuvo sus compresiones cardíacas y levantó la cabeza para mirar a

Jacque. Sus ojos se hincharon de lágrimas y el sonido que vino de ella rasgó cada

corazón en la habitación.

—No puedo salvarla. —La voz de Sally salió más como indignada que de

dolor hasta que la verdad se hundió. Jen se había ido, y no había nada que Sally

pudiera hacer. Su cuerpo tembló de rabia mientras se levantaba—. ¡Para que

diablos soy buena si no puedo SALVAR A MI MEJOR AMIGA! —Ella estaba

perdiendo el control rápidamente.

Jacque comenzó a ir hacía ella, pero Fane la retuvo. Costin corrió a su

alrededor y tomó a Sally en sus brazos. Ella se resistió a él al principio, golpeando

su pecho, negando su consuelo.

—R

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—Sally mía, déjalo salir. Grita, golpéame, patéame. Haz lo que debas. Te

tengo y no te dejaré ir.

Sally cedió contra él, llorando, temblando y completamente deshecha.

Costin la recogió y se la llevó fuera de la habitación. Necesitaba calmarse y sabía

que ella no lo podría hacer con todos mirándola.

Fane se giró hacia su padre mientras miraba como la realización caía en

Decebel.

—Él no va a ser seguro.

Vasile asintió.

—Lleva a las hembras arriba. Los machos que se queden aquí. Tomará de

todos nosotros reducirlo.

Decebel apartó dulcemente el cabello de Jennifer fuera de su cara. Su

sangre estaba en sus labios, pero de todos modos la besó. Ella estaba quieta, tan

quieta, muy quieta. La sanadora había detenido las compresiones pero Decebel

se negó a darse por vencido. Le dio dos respiraciones boca a boca y reanudó el

bombeo de su corazón. Ella no podía morir. Ella no moriría. Él no iba a sobrevivir

sin ella y el mundo no sería capaz de manejar la ira que reinaría debajo de

Decebel. Jennifer era lo único bueno que le queda.

Sintió unos brazos que lo retiraban y voces diciéndole que la dejara ir.

¿Qué la dejara ir? ¿Están locos? Él nunca la dejaría ir. Ella era suya. Ella

estaba vinculada a él, casada con él. Los demonios del infierno tendrían que

devorarlo antes que él la dejara ir.

Él gruñó y rugió. Un brazo entró en la vista y Decebel saltó hacia él con

sus enormes dientes. Todos ellos saltaron hacia atrás, como deberían. Mataría a

la primera persona que tratara de quitársela.

Cuando la miró otra vez, dispuesto a hacerla respirar y a su corazón a latir,

lo afectó como un camión de cien toneladas. Ella se había ido. Ninguna luz

brillaba en su cara, ninguna sonrisa descarada o mordaz mirada. La mujer a quien

hace instantes había besado, bromeado, reclamado, se había ido.

Él recogió su cuerpo y se movió hacia la cama, acostándola con reverencia.

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—Salgan. Todos ustedes. Si valoran sus vidas saldrán de esta habitación.

Ahora. —Decebel no levantó su voz. No tenía que hacerlo. La muerte estaba en

sus ojos y el infierno le seguiría.

No prestó ninguna atención mientras, uno por uno, se fueron. El último

fue su Alfa, quien hizo una pausa en la puerta. Decebel no reconoció la acción

pero continuó mirando a su compañera. Su deshecha compañera, muerta.

Cayó de rodillas con gran estrépito. Enterró su cara en el estómago de ella,

absorbiendo tanto de su olor como pudo. Temía el momento en que empezaría a

sentir el calor dejar su cuerpo. Recordó como fue cuando sostuvo a Cosmina, su

cuerpo frío y rígido. Esto no era nada como eso. Esto se sentía como si alguien le

estuviera destrozando. Su corazón luchaba por latir, su respiración era corta y

luchaba por cada una. Tal vez él se estaba muriendo. Tal vez él podría seguirla

hacia el otro lado. No quería ninguna vida aquí sin ella, él daría la bienvenida a

la muerte como un amante, abrazando la fría oscuridad. Pero la muerte no venía.

Decebel se quedó ahí sobre sus rodillas, su cara en la de su compañera.

Una mano cepillándole el cabello, la otra sosteniendo su mano. Él no podía

moverse. Si él se movía, entonces era real. Si se movía, ellos podrían llevarse su

cuerpo y entonces él no tendría nada que le quedara de ella. Así que no se

movería, se quedaría aquí y la sostendría hasta que el mundo volviera a ser el

mismo que una vez fue. Él sabía que no era racional, pero ya no le importaba lo

que era racional. De hecho, estaba tan perdido que decidió que si ella se iba al

otro lado, ella iría llevando su marca.

Decebel se puso más cerca de su cara. Él empujó suavemente el cabello de

su cuello y bajó su vestido ligeramente, revelando su hombro y su cuello. La besó

suavemente sobre el lugar que él pronto marcaría.

—Te amo, nena. Pronto estaré contigo. Muy, muy pronto. — Decebel se

inclinó y sin vacilación, hundió sus dientes en su carne. Su sangre estaba aún

caliente, pero apenas. Ella sabía mejor de lo que él podría haber imaginado… ella

estaba hecha para él, su sangre era perfecta para él. Se retiró y lamió su herida,

luego colocó un beso en sus labios y volvió a apoyar su cabeza en su estómago.

—Allí lo tienes, amor. Ahora ya está hecho. Llevaras mi marca por toda la

eternidad. —Las lágrimas se deslizaron por el rostro de Decebel mientras

finalmente lloraba por su pérdida. Le impactó el conocimiento de que nunca

volvería a verla sonreír, nunca sentiría su beso, nunca oiría sus palabras

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sarcásticas o sus declaraciones de amor al oído. Él no la conocería como un lobo

conoce a su compañera, o como un hombre conoce a su esposa. Nunca tendría la

oportunidad, como ella lo puso, a hacer bebés con ella. Lloró y lloró por todas las

cosas que se estaría perdiendo, no sólo por ella, sino por la vida que iba a tener

con ella.

* * *

La primera cosa que Jen notó fue lo bien que se sentía. Parecía que ella

había estado antes en tal dolor… ¿había sido un sueño?

Abriendo los ojos, supo inmediatamente que no estaba en su habitación o

en la casa más allá del velo. Lentamente, se paró y miró a su alrededor.

—Ya no estamos en Kansas, Toto —murmuró ella en el vacío.

No había color, no había oscuridad. Sólo luz, una blancura a su alrededor.

Era silenciosa y, si fuera honesta, realmente espeluznante. Esto no era un sueño.

Todo parecía demasiado real.

—¿Hola? —Ella no gritó, pero habló con firmeza y lo suficientemente alto

para que alguien que no estuviera parado en su cercanía la escuchara.

Esperó.

—Bueno, me trajeron aquí. Lo menos que pueden hacer es mostrarle el

alrededor a una.

Nada.

—Por lo menos dime si estoy muerta o no.

—Esa es la pregunta, ¿no es así?

Jen se giró en la dirección de la voz y vio, para su conmoción y confusión,

a Perizada.

—¿Qué haces aquí?

—He venido a interferir donde no debería. Pero entonces, obedecer nunca

fue mi fuerte.

Jen resopló.

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—Una mujer de las mías. —Ella hizo una pausa y miró alrededor—.

Entonces, ¿estoy muerta?

—Técnicamente, sí. Pero también no.

—Vaya, eres muy comunicativa —dijo Jen sarcásticamente.

—Se supone que morirías. Pero he visto lo que ocurre con tu ausencia en

sus vidas. No es lindo. Así que voy a desafiar al destino. Creo que hicieron esto

mal.

—Sabes, dije eso mismo acerca de Dios dándome el cabello rubio. Uno

pensaría que estos tipos lo hacían bien, siendo profesionales y todo eso.

Peri sonrió ante las agallas de Jen y apreció que no se estaba arrastrando o

estaba asustada. Muchos seres humanos recurrían a perder los estribos cuando no

entendían las cosas.

—Entonces, ¿cómo regreso?

Peri levantó una sola ceja hacia ella.

—¿No estás preocupada por desafiar al destino?

Jen meneó la cabeza, frotando su cara con la mano.

—Acabo de vincularme con mi compañero y me he casado con el hombre

que amo. Ni siquiera logré ir desde el altar a nuestra habitación. En serio, mujer,

¿has visto su cuerpo? Bueno, lo siento, pero he esperado mucho tiempo y he sido

demasiado buena para no tener un pedazo de eso. Así que me disculparás si no

estoy temblando sobre mi cadáver acerca de desafiar al destino. Quiero volver;

necesito regresar. Ellos me necesitan. Ya has visto a ese grupo disparejo. ¿Quién

diablos los mantendrá en línea si no estoy allí?

Peri se estaba riendo entre dientes mientras que Jen terminaba su diatriba.

—Oh cielos, va a ser divertido tenerte alrededor, Jennifer, compañera de

Decebel. Bueno, creo que tu compañero ha sufrido bastante. No ha matado a

nadie todavía, pero el tiempo se está acercando cuando intenten tomar tu cuerpo.

Alguien va a morir si no conseguimos regresarte.

—Bueno, menos charla, mi amiga hada, y un poco más de acción.

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Peri se acercó a Jen y puso sus manos sobre ambos lados de su cara. Ella

estaba hablando un idioma que Jen no conocía. De repente Jen sintió como su

cuerpo estaba siendo destripado y entonces estaba cayendo. Intentó gritar, pero

ningún ruido salió.

Luego, se detuvo. Sintió a la calidez envolverla y el aire llenó sus pulmones.

Sus ojos se abrieron y jadeó mientras se sentaba, golpeando algo duro en su

regazo. Miró hacia abajo ante los completos ojos aturdidos de su compañero.

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223

Traducido por Fanny

Corregido por LizC

ecebel? —La voz de Jennifer era ronca, como si no la

hubiera usado en un tiempo.

Decebel pensó que tal vez estaba alucinando,

pero luego recordó que no le importaba. Él había tirado la racionalidad por la

puerta.

—Jennifer. —Decebel abrió sus brazos para llegar a ella, pero antes de que

pudiera llegar donde estaba, ella se lanzó contra él. Tiró de él con tanta fuerza.

—¿Eres…? —Trató de alejarse para poder mirarla—. ¿Eres real?

Jen soltó una risa.

—¿Quieres que te muestre qué tan real soy, chico grande?

Decebel sonrió y le acarició el rostro.

—Lo eres, ¿verdad? Pero… —Él tropezó con sus palabras mientras miraba

a la mujer que pensó había perdido para siempre—. Regresaste a mí.

—Nada podría mantenerme alejada de ti. Ni siquiera la muerte.

Él tomó su cara en sus manos y la besó profundamente, luego la levantó y

la sentó en su regazo, recostándose en la cama. Cuando por fin se echó hacia

atrás, todo lo que podía hacer era mirarla, acariciar su mejilla, su cabello. Inclinó

su cabeza hacia el lado del vestido que todavía llevaba y que revelaba sus marcas.

Ahí estaban, sin cambios. Decebel pasó sus dedos a través de ellas y la abrazó

fuerte.

—Mía.

—Siempre. —Ella lo besó en la nariz y río cuando le regresó el gesto.

—¿D

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—No puedo creer que estés viva. —Y una y otra vez, mientras besaba

cualquier parte que pudiera alcanzar o tocar, él susurró—: Te amo. Eres mía.

Nunca te dejaré ir.

Jen lo dejó sostenerla y hacer las cosas que necesitara para asegurarse de

que en verdad ella estaba aquí, en su regazo, respirando. Podía imaginarse lo que

debió ser para él verla morir y luego aceptar que había perdido a su compañera,

su otra mitad.

Finalmente cuando pareció calmado y recompuesto, acarició su cara y lo

miró.

—¿No deberíamos ir a decirle a los otros que no estoy muerta?

Decebel acarició su cuello y besó el lugar donde la había mordido.

—No estoy listo para compartirte todavía. —Besó su cuello y Jen se

estremeció.

—¿Por qué me dolió eso?

Decebel en verdad pareció culpable.

—En cierto modo te mordí.

Jen frunció el ceño.

—¿Cómo que “en cierto modo” me mordiste? ¿Cómo “en cierto modo”

muerdes a alguien, bola de pelos?

—No quería que fueras al más allá sin llevar mi marca. Y quería probarte

—confesó a regañadientes—. Eres mi compañera, mi esposa. No podía dejarte ir

sin que tuvieras una parte de ti en mí. Al menos por el poco tiempo que iba a estar

aquí. Planeaba seguirte en cuestión de días.

Jen se quedó sin aliento.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—No voy a vivir sin ti. No puedo. Soy peligroso sin ti. Hubiera matado a

cualquiera, Jennifer, a CUALQUIERA… Jacque, Sally, Vasile, si hubieran

tratado de alejar tu cuerpo de mí. No me mires enojada, amor. Estaría

protegiendo al mundo de mi furia.

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Jen pudo ver que Decebel estaba en verdad lastimado por su reacción. No

quería ser la razón por su dolor de ninguna forma.

—Lo siento, cariño. No me di cuenta. —Jen pasó sus dedos a través de su

cabello y presionó su mejilla con la suya—. Yo tampoco viviría sin ti. No guardo

rencor contra ti.

Decebel dejó salir una profunda respiración. Sus manos corrieron por su

espalda desnuda, recordándole lo que había usado en su ceremonia vinculación.

—¿Nena?

—¿Hmm? —Jen lo acarició y Decebel cerró sus ojos, dejando que sus

sentidos tomaran el control y se llenaran de su compañera.

—¿Por qué falta la mitad de tu vestido?

Jen se río entre dientes.

—Pensé que así tendrías menos para quitar.

Decebel gruñó y ella sintió las vibraciones en su pecho.

—Hubiera extrañado mucho eso. —Jen pasó sus manos sobre su pecho y

la envolvió alrededor de su nuca.

—¿Extrañar qué, amor?

—El gruñido, la cosa de retumbar el pecho.

Decebel río.

—Haré el gruñido y la cosa de retumbar el pecho en cualquier momento

que quieras.

Jen sonrió.

—Te haré cumplir eso, sabes. Porque si estamos de pie en alguna fila y de

repente tengo la urgencia de acurrucarme, es mejor que estés listo para retumbar

tu pecho.

Decebel presionó un beso en su cabeza.

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—En verdad no quiero abrir esa puerta. Quiero mantenerte aquí conmigo.

Quiero terminar los Ritos de Sangre, contigo viva esta vez —dijo, enfáticamente.

Jen se inclinó para poder ver sus ojos.

—No vamos a abrir esa puerta hasta que los Ritos de Sangre estén

completo. Los demás pueden esperar, pero no los Ritos de Sangre.

Jen jaló el cuello de su vestido hacia abajo sobre su hombro, e inclinó la

cabeza para darle acceso a Decebel.

Él gruñó y su agarre se tensó sobre ella. Cuando se inclinó hacia adelante,

Jen sintió su lengua correr a través de su piel y luego un dolor agudo que se fue

tan rápido como llegó. Ella envolvió su brazo alrededor de su cuello fuertemente.

Había esperado algo de dolor, tal vez no un horrible dolor, pero al menos algo.

Esto se sintió… bien. Sabía que Jacque había dicho que el intercambio era íntimo,

pero nunca explicó el inmenso placer que viene con él. Un gemido entrecortado

escapó de los pulmones de Jen mientras sentía a Decebel jalarla más cerca. Su

boca era cálida y, aunque firmemente pegada a ella, suave. Cuando comenzó a

retirarse, Jen fue completamente desvergonzada cuando le susurró a su

compañero:

—No pares.

Decebel río entre dientes.

—No somos sanguijuelas, cariño. Solo tomamos lo suficiente para

completar los Ritos y dejar nuestra marca.

—Bueno, si se siente así cuando una sanguijuela hace lo que hace, entonces

estamos subestimando seriamente el valor de ser una sanguijuela. —La cabeza de

Jen se adormeció a nivel de su cuello mientras Decebel lamía la mordedura

limpia.

—¿Estás bien? —preguntó él gentilmente.

Jen sonrió.

—Mejor que bien.

Decebel la besó.

—¿Estás lista?

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Ella asintió, luego preguntó:

—En verdad tengo que morderte esta vez, ¿no?

—Sí, amor. Sólo deja que tus instintos te guíen.

Jen se dio vuelta en su regazo para así poder estar frente a él, sus piernas

envueltas a su alrededor. Decebel alzó una ceja hacia ella.

—¿Qué? Esto es más cómodo que voltear mi cuello. —Sus ojos estaban

muy abiertos con inocencia, pero Decebel vio la leve sonrisa en sus labios.

Jen se inclinó hacia atrás lentamente mientras Decebel agarraba el borde

de su sueter y lo sacó por su cabeza. Ella trató de no babear sobre su compañero

cuando miró su ridículo y tonificado cuerpo. Las marcas que cubrían el lado

derecho de su pecho, hombro y brazo, y todo el camino hacia su cuello, era

innegablemente sexy. Jen fue forzada a terminar de comérselo con los ojos

cuando Decebel aclaró su garganta.

—¿Te gusta lo que ves? —Él movió sus cejas.

—Gustar es decir poco —admitió con valentía. La mirada en los ojos de

Decebel se intensificó y Jen sintió un escalofrío bajar por su espina.

—Completa los Ritos de Sangre, mi amor —susurró Decebel mientras

volteaba su cabeza, desnudando su cuello para ella.

Jen se inclinó hacia él, sosteniendo un lado del cuello de Decebel con una

mano y apoyándose en su hombro con la otra mano. Aspiró su olor y cuando sus

labios tocaron su piel, sintió su respiración vivificada. Como cuando se

despertaba en la mañana y se estiraba, así sintió a su lobo despertarse y estirarse.

Luego su enfoque regresó a su compañero. Jen sintió que sus dientes se alargaron,

quería estar un poco sorprendida en el momento, pero el lobo que tenía escondido

dentro de ella, tenía una cosa en mente y era marcar a su compañero, completar

esta danza milenaria de su especie.

Ella abrió grande su boca y mordió. Sus dientes succionaron dentro de su

carne sin resistencia. Sintió calidez y humedad fluir dentro de su boca y los brazos

de Decebel se envolvieron a su alrededor, una mano descansando justo dentro de

su vestido sobre sus marcas, la otra en la nuca de su cuello, sosteniéndola junto a

él. Como si ella fuera a irse a alguna parte.

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Jen no podía creer lo bien que sabía. Dulce, pero tan indescriptiblemente

así. Enterró sus dientes más profundo y escuchó a Decebel reírse.

—Un poco codiciosa, ¿no? —Él tiró de su cabello gentilmente mientras

hablaba—. Jennifer, nena, es suficiente.

Jen se alejó cuando había terminado, lamiendo la marca de mordedura.

Estaba sonriendo de oreja a oreja cuando abrió sus ojos y lo miró.

—¿Por qué sonríes, hermosa?

—Eso fue jodidamente increíble.

Decebel se río de ella y gentilmente acarició su espalda. Estaban sentados

en silencio, disfrutando uno del otro, abrazándose, cuando de repente Jen sintió

un tirón dentro de ella. Sus ojos se abrieron de par en par cuando el vacío que

había estado presente desde que Rachel había roto su vínculo fue de repente

llenado con luz intermitente.

Jen pudo sentir su vínculo tejiéndose por sí mismo de nuevo, y sus ojos

encontraron los de Decebel, su conexión estaba restaurada.

—¿Decebel?

Él la jaló cerca de él, respirando su esencia.

—Te escucho, nena. Te siento.

Jen dejó salir un largo suspiro de alivio cuando se desplomó contra él y

comenzó a sentirse completa de nuevo.

—¿Lo sientes? ¿El vínculo?

—Sí —respondió él—. Puedo sentir tu presencia en mi mente.

Jen se sintió casi intoxicada con emociones mientras su presencia se

mezclaba con la de Decebel. Sonrió hacia él mientras susurraba.

—Hagámoslo de nuevo.

El ceño de Decebel se frunció.

—¿Hacer qué de nuevo?

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—Ya sabes, lo de morder y eso. —Jen sonrió con malicia—. Solo puedo

imaginar que es probablemente más intenso cuando puedes sentir las sensaciones

del otro. Creo que, como mi compañero, me debes la más maravillosa experiencia

de los Ritos de Sangre.

Decebel estaba sacudiendo su cabeza, una sonrisa en su rostro.

—No podemos hacerlo de nuevo, amor. Todos necesitan saber que estás

viva y yo…

Antes de que pudiera continuar, Jen lo interrumpió con el ceño fruncido.

—No te atrevas a decirme que tienes dolor de cabeza.

Sin pensarlo, Decebel tiró su cabeza hacía atrás y se carcajeó. Su cuerpo

temblaba y Jen tuvo que envolver sus manos alrededor de él para evitar caer de

su regazo.

Continuó riéndose mientras ella lo miraba fijamente.

Cuando las puertas se abrieron, la risa de Decebel se cortó abruptamente

y, en un movimiento nacido en él como un lobo, empujó a Jen instintivamente

detrás de él y tomó un postura de protección frente a ella.

Jen se inclinó hacia adelante para susurrar en su oído.

—Mira lo que hiciste. Y no pienses que olvidaré lo que me negaste.

Recuerda, mi dulce compañero, la venganza es una perra. —Jen le mandó una

imagen de lo que tenía en mente y río cuando Decebel gruñó.

—Deja de distraerme, mujer.

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Traducido por MaryJane♥

Corregido por Nanis

os únicos sonidos en la gran sala eran sollozos ahogados, y sonidos

tranquilizadores viniendo de aquellos que trataban de consolarlos.

Cynthia y Crina sentadas a ambos lados de Sorin y él sostenía a

ambas cerca, un compañero de manada ofreciendo consuelo a dos mujeres que

amaba como hermanas.

Alina estaba envuelta en los brazos de Vasile, sentados en una de las sillas

más grandes cerca del fuego. Hacía mucho tiempo que Vasile no había visto a su

compañera perder el control y eso rompió su corazón.

Fane y Jacque se sentaban en un extremo del sofá, mientras Costin y Sally

en el otro. Aunque cada una estaba envuelta en brazos fuertes se habían acercado

a la otra a través del sofá para agarrar sus manos.

Sally había enterrado su rostro en el pecho de Costin y aunque sabía que

debía apartarse no podía. Sus brazos eran tan fuertes, tan seguros. Sus palabras

susurradas en su oído se vertieron sobre ella como una lluvia sanadora. En un

momento había sentido su abrazo aflojarse y pensó que estaba liberándose de ella.

Así, ella había envuelto sus brazos alrededor de su cuello en un férreo control y

suplicó para que no la dejara ir. Su respuesta había sido simple pero absoluta:

—Nunca —le había susurrado al oído. Eso, por supuesto, hizo a Sally

llorar con más fuerza, porque él la dejaría. Al igual que Jen, no tendría otra

opción. Él encontraría su verdadera compañera y entonces ella estaría rota y

llorando de nuevo, sin brazos fuertes para sostenerla.

El corazón de Costin se había roto durante la misma escena, quería gritar

porque no sabía cómo consolarla. Así que sólo siguió abrazándola, diciéndole

que cuidaría de ella. Por ahora, eso era todo lo que podía hacer.

Jacque miró a Fane y él limpió las lágrimas de sus mejillas.

L

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231

—Lo siento mucho, Luna. Estoy tan apenado. —Fane estaba al borde y su

lobo estaba aún peor sabiendo que su compañera estaba sufriendo tanto y

sabiendo que había una amenaza muy peligrosa para ella al otro lado de esa

puerta.

—Voy a tener que llamar a su familia. —Hundió la cara en su cuello y con

voz entrecortada gritó—: ¿Qué le voy a decir a sus padres, Fane? ¿Qué puedo

decirles acerca de cómo murió su hija de dieciocho años?

—Shh, amor. Vamos a averiguarlo luego.

Entonces, como si se diera cuenta por primera vez, ella lo miró con horror.

—Alguien tiene que quitársela.

Fane asintió.

—Sí.

—Él va a matar a cualquiera que entre en esa habitación.

Fane miró a su padre, quien asintió.

—Probablemente, tendremos que dormir a Decebel, Jacquelyn.

Jacque se quedó sin aliento.

—¿Quieres decir como un perro? ¿Van a practicarle eutanasia? —La

indignación que sentía no sólo estaba en su voz, sino un fuego en sus ojos.

—Él no es seguro, Jacque. —Esto vino de Vasile—. No va a ser seguro

para nadie nunca más. La luz que Jen le traía se ha ido. Su lobo buscará la

sangre… sangre de cualquiera. Sólo quiere reivindicación para su compañera. Y

sería natural para Decebel morir con ella. Ese es el camino de nuestra especie y

la única razón por la que no ha pasado aún es porque los Ritos de Sangre no se

completaron.

—No pueden simplemente matarlo. No está bien.

—Nosotros no somos humanos —dijo Vasile con firmeza—. Jacquelyn,

eres la compañera de mi hijo y mi nuera, pero también eres de la manada y soy

tu Alfa. No me vas a retar.

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Jacque sintió el poder de Vasile sobre ella y su cabeza se inclinó en

sumisión. No se sentía sumisa, pero su Alfa había hablado y no lucharía contra

sus palabras.

—Luna, todo estará bien. —Fane trató desesperadamente consolarla.

La cabeza de Jacque se levantó y gruñó a su compañero:

—¡Jen ha muerto! Nada volverá a estar bien otra vez.

La habitación se quedó inmóvil, las palabras de Jacque resonando con

fuerza en el silencio. Jacque comenzó a levantarse del regazo de Fane,

necesitando salir de la atmósfera sofocante, cuando oyó una risa proveniente de

la habitación donde yacía Jen.

Inmediatamente todo el mundo se puso de pie. Jacque llevaba la ventaja y

cuando giró el pomo, la sintió cerrada con llave. Fane la hizo a un lado y giró el

pomo con firmeza. La cerradura se rompió y la puerta se abrió, sin saber qué

esperar. Una cosa era segura… no lo que encontraron.

Jacque entró y vio a Decebel de pie, listo para atacar cualquier cosa que

amenazara a la chica de pie detrás de él.

La chica era Jen.

Jen se asomó alrededor Decebel, sonriendo, y con voz nerviosa dijo:

—Sorpresa.

—Estabas muerta. —La voz de Jacque estaba temblando de ira, y

esperanza también—. Los vi hacerte RCP y luego vi a Decebel… él no dejaba

que nadie se acercara a ti. Estabas jodidamente muerta, JENNIFER ADAMS, ¿y

todo lo que puedes decir es “sorpresa”?

Jen trató de empujar a Decebel fuera del camino, pero este no se movió.

—Decebel, no van a hacerme daño. Muévete.

Decebel se hizo a un lado para dejar a Jen estar junto a él. Cuando se puso

delante de él para acercarse a Jacque, envolvió un fuerte brazo alrededor de su

cintura y la atrajo hacia su pecho.

Jen puso los ojos en blanco, pero se centró en Jacque.

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—Voy a explicarlo todo, Jac, te lo prometo. Por favor, no te enojes.

—Estábamos sentados allí, doloridos por la pena. Trataba de encontrar la

manera de decirle a tus padres que su niña está muerta y luego escuchamos a

Decebel riendo. Infierno sí estoy enojada. ¿Cuándo ibas a dejarnos unir a tu

pequeña fiesta de “oigan, estoy viva”?

Sally caminó alrededor de Jacque y miró a Jen. No dijo nada, se limitó a

mirar. Jen no se movió. Jacque estaba enojada, no quería a Sally enojada con ella

también.

—¿Estás bien? —preguntó Sally en voz baja.

—Sí, Sally Sue, estoy bien.

—No pude salvarte. —Los ojos de Sally bajaron al suelo, su vergüenza

evidente en la caída de sus hombros.

Jen trató de salir de las garras de Decebel, pero todavía no la dejaría

moverse. Lo miró y, en su vínculo, gruñó:

«Déjame ir a ella, Dec. Necesita saber que está bien, que estoy bien».

«Si alguno de los hombres te toca, perderán sus vidas».

Jen dejó escapar un suspiro exasperado y finalmente la dejó ir.

Mientras se acercaba a Sally, miró a su alrededor, haciendo contacto visual

con cada hombre mientras hablaba.

—Atención compradores, sólo un breve anuncio, hombre lobo demente el

el pasillo tres. Aquellos con una abundancia de testosterona, no toquen la

mercancía y podrán salir de aquí intactos.

Jacque trató de no reírse porque estaba enojada, pero era imposible no

hacerlo porque la expresión del rostro de Decebel no tenía precio.

—Debidamente señalado. —Vasile habló por el grupo.

Jen envolvió sus brazos alrededor de Sally y sintió a su dulce y tierna amiga

comenzar a llorar.

—Lo intenté, Jennifer. Lo intenté, pero no respirabas.

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—No es tu culpa Sally. No eres Dios. Sanadora o no, no puedes arreglar

todo. Y tienes que estar de acuerdo con eso o te vas a volver loca.

Jacque se acercó y abrazó a las dos chicas.

—Sabes que el mundo se ha ido al infierno en una cesta de mano cuando

Jennifer Adams es la voz de la razón.

Todo el mundo se echó a reír vacilantemente, sin querer perturbar la frágil

paz que había descendido.

Jen se apartó y miró a sus dos mejores amigas.

—Así que, ¿has dejado de estar enojada conmigo, Jacque? ¿Y has

terminado de culparte por mi prematura muerte, Sally?

—Claro, ¿por qué no? —bromeó Jacque.

—Estoy bien —añadió Sally.

—Está bien, curiosas, tenemos mucho que discutir. Convocaré una junta

de manada. —Jen miró a Vasile con un guiño—. Sin ánimo de ofender, A, pero

tengo que encargarme de esta. Sé algo, y todos ustedes necesitan saberlo.

Vasile miró a Decebel.

—¿Estás bien?

Él asintió.

—Me disculpo por lo de antes.

—No es necesario, Beta. Tu compañera te había sido arrebatada, y en un

cruel giro del destino no se te permitió seguirla porque los Ritos de Sangre no se

completaron. Yo habría hecho lo que fuera necesario.

—Y por eso siempre estaré en deuda contigo. —Decebel desnudó su cuello

para Vasile en sumisión y respeto.

Jen se giró hacia su compañero, le tomó la mano, y empezó a tirar de él en

dirección a la puerta.

—¿Está bien, todo el mundo? Convoquemos esta reunión a orden.

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Decebel puso los ojos en blanco.

—Me alegra ver que el casi morir no te quitó tu inteligencia.

—¿Crees honestamente que una pequeña cosa como morir podría ajustar

mi actitud? —Jen le sonrió, mientras todos tomaban asiento en la gran sala junto

al fuego.

—Espero que no, porque entonces no serías mi Jennifer. No quiero a

alguien que siempre hace lo que le dicen, o simplemente sigue la corriente.

¿Dónde está la diversión en eso?

Jen puso los ojos en blanco y esta vez habló en voz alta.

—¿Dónde de hecho estaría la diversión en dar órdenes a una persona quien

simplemente estaría de acuerdo con todos tus caprichos? —Cuando trató de

sentarse junto a Decebel en el sofá, él pasó un brazo por su cintura y la atrajo

hacia su regazo. Lo fulminó con la mirada—. ¿Es esto realmente necesario?

—Acabas de morir, nena. Si parezco un poco pegajoso contigo puedes

jodidamente superarlo. —Para sorpresa de Decebel, en lugar de dar alguna replica

inteligente su compañera se echó a reír.

—Oh, hombre, esta vida va a ser divertida. —Jen se limpió las lágrimas

mientras todo el mundo la miraba, todavía en estado de shock porque estuviera

allí ante ellos… viva, riendo.

Jen se acomodó en el regazo de Decebel para estar frente a todos, y luego

miró a Peri, quien estaba de pie cerca del fuego, con una tranquila Elle, sentada

en la chimenea.

—Les puedo contar todo, ¿verdad?

—Como si pudiera detenerte —resopló Peri.

Jen asintió.

—Buen punto. Muy bien. Así que, como todos ustedes saben, morí.

—Gracias por la aclaración, Jen, no estábamos muy seguros ya que no

tenías pulso y no respirabas —espetó Jacque, todavía irritada porque su amiga

hubiera estado en la habitación toqueteando a su compañero mientras ella y los

otros se habían sentado en la sala principal sufriendo.

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—¿Terminaste? —preguntó Jen, alzando las cejas a su amiga pelirroja.

Cuando Jacque le hizo un gesto, Jen continuó—. Así que, me desperté en esta

habitación blanca. Esa es la única manera que conozco para describirla. Era

blanca y llena de luz. Miraba alrededor, pensando que ya no estaba en Kansas,

cuando de repente aparece nuestra amigable vecina Fae.

Todos en la sala se volvieron para mirar a Peri, que miraba hacia ellos con

aburrimiento.

—Así que le pregunto a Peri si estoy muerta y ella, tan amablemente y con

fines de aclaración, dijo que sí… oh, y no. Le pregunté si me podía traer de vuelta.

Dijo que sí, pero eso significaría que interferiríamos con el destino. Yo

cortésmente… —Justo en ese momento Peri resopló al oír las palabras de Jen,

una vez más. Jen miró a la Fae—. Fui educada en comparación con mis

estándares habituales. De todos modos, le dije básicamente que acababa de ser

acoplada a un hombre lobo caliente y realmente no había hecho planes para morir

virgen. Así que aquí estamos.

Decebel había empezado a ahogarse ante las palabras de Jen y, para

sorpresa de todos, se volvía color rojo brillante.

Sally sacudía la cabeza a su mejor amiga mientras Jacque cubría la risa que

iba a explotar en cualquier momento.

—Le informé que podría haber consecuencias por desafiar el destino —

agregó Peri.

—¿Podría? —preguntó Vasile.

Peri puso los ojos en blanco.

—Podría ser, habrá, lo que sea —dijo con un gesto desdeñoso de la mano.

Decebel se levantó, casi tirando a Jen de su regazo, después de haber

pasado la vergüenza de los comentarios embarazosos de su compañera.

—¿Qué quieres decir con: “podría haber consecuencias”? —Miró a Jen—.

No mencionaste esto. —Sus palabras fueron un gruñido.

—Bueno, estabas un poco ocupado jadeando sobre mi cuello, si mal no

recuerdo —gruñó Jen.

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—Jennifer —dijo a modo de advertencia.

—Jen, ahora tal vez no sea el mejor momento para poner a prueba su

carencia de sentido del humor —señaló Vasile.

Jen asintió en señal de dar marcha atrás, una cosa rara para Jen.

—¿Qué tipo de consecuencias? —preguntó Decebel a Peri.

Peri se apartó de la pared contra la que había estado apoyada y se acercó

al grupo.

—Honestamente, no lo sé. Tampoco sé cuándo podrían volver por ella.

Podría ser mañana o dentro de un siglo.

—Bieeeeeen. Bueno, eso apesta —murmuró Jacque.

—Oye, estaba muerta, Jacque. No estaba lista para estar muerta. Trataré

con las Parcas cuando se metan conmigo.

Jacque levantó las manos.

—No estoy diciendo que no habría hecho lo mismo en tu lugar, Jen, sólo

digo que es una mierda no saber cuándo podrían dejar caer una bomba en tu

cabeza.

Decebel gruñó al oír las palabras de Jacque, que a su vez tuvo a Fane

gruñendo.

—¡BASTA! —Vasile se levantó y la habitación pulsó con su poder—.

Decebel, Fane, cálmense. Ahora. —Vasile volvió sus ojos a las chicas—.

Mujeres, van a, por una vez, tener en cuenta que su sarcasmo y comentarios

sabelotodo podrían posiblemente provocar una pelea entre sus compañeros. Todo

el mundo se siente posesivo y protector en estos momentos. Decebel está fuera de

la escala en esos departamentos. Así que cuiden sus lenguas.

Jen, Sally, y Jacque miraron a Vasile y realmente vieron a su Alfa. Era la

primera vez que realmente las reprendía y no era un sentimiento con el cual

alguna de ellas estuviera familiarizada.

—Pido disculpas, Beta. —Jacque miró a Decebel, pero se aseguró de no

hacer contacto visual—. No quise faltarle al respeto a tu compañera.

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Las palabras de Jacque tuvieron el efecto deseado. Decebel se relajó

visiblemente.

—¿Y ahora qué hacemos? —Cynthia habló desde su posición en el extremo

del brazo del sofá.

—Ahora tenemos que traer a Rachel y Gavril aquí. —Cuando habló, Peri

observó a Vasile y Alina por su reacción—. Sally tiene que aprender lo que puede

hacer. La necesitaremos y a Rachel para desterrar a la bruja.

—No —dijo Costin. Él había estado de pie en silencio contra la pared

detrás de la silla que Sally ocupaba.

—¿Qué? —espetó Peri al joven lobo.

—Sally y Rachel no pueden hacer esto solas —gruñó Costin.

—¿Y por qué exactamente dices eso, lobo? ¿Porque has vivido por siglos y

conoces el pasado, conoces la historia de las brujas y sanadoras? —Las palabras

de Peri fueron una bofetada en la cara de Costin. Él no dio marcha atrás.

—No, hada, no soy viejo, no estoy bien informado sobre el pasado. Pero

voy a donde vaya Sally. No hay negociación en eso.

Era muy evidente para todos que Peri estaba perdiendo la paciencia con

Costin. Si Costin lo notó, o bien no lo demostró o no le importaba.

Sally se puso de pie y fue hacia Costin. Lo empujó y él a regañadientes

cedió. Después de que Peri rompió el contacto visual, él volvió su atención a

Sally.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella.

—Te estoy protegiendo. Te lo dije… te protegeré pase lo que pase.

—¿Por qué, Costin? No lo entiendo. No soy nadie excepto la sanadora de

tu manada. ¿Por qué todo este repentino interés en mí? —Sally se estaba poniendo

nerviosa bajo su intensa mirada—. No puedo dejarme atrapar por sentimientos

que no van a ningún lugar. Por favor… —Antes de que pudiera continuar, Costin

la atrajo hacia sí y se inclinó hacia abajo para que su boca estuviera junto a su

oído.

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—Yo tampoco lo entiendo, y lo siento si mi comportamiento es angustiante

para ti. Pero no voy a ninguna parte. A donde sea que vayas, ojos marrones, yo

voy. Necesito que confíes en mí, Sally mía, no voy a hacerte daño.

Sally se apartó bruscamente, como si la hubiera abofeteado.

—Pero de eso se trata, Costin. Lo harás. Me harás daño. No querrás, pero

un día encontrarás a tu verdadera compañera y seré pateada a la acera. No soy

tan fuerte como Jen y Jacque. Una vez que entrego mi corazón, no puedo

recuperarlo. Una vez que se ha roto, está más allá de la reparación. ¿Cómo puedes

esperar a que me arriesgue a un enamoramiento?

Costin le gruñó.

—¡No es ningún enamoramiento, Sally Morgan! —Había dado un paso

más, sin siquiera darse cuenta. Él y Sally estaban tan cerca que sus cuerpos

estaban casi tocándose. Ambos tomaban respiraciones pesadas, tratando de

contener su ira.

Costin bajó la voz cuando habló de nuevo.

—No es ningún enamoramiento. No sé lo que es. No entiendo por qué está

sucediendo ahora. Lo que sí sé es que nunca he sentido esto por nadie, y mi lobo

no te dejará ir, incluso si quisiera, lo que no hago.

Sally bajó los ojos y negó. Era obvio que nada de lo que pudiera decir

disuadiría a Costin. Una parte de ella estaba radiante debido a eso, la otra parte

se revolcaba en la oscuridad, sabiendo que pronto todo su ser se consumiría por

la oscuridad de un corazón quebrantado y sueños rotos.

Sin decir nada más, Sally se apartó de Costin y tomó asiento en la silla.

Miró a Jacque, luego a Jen. El rostro de Jacque era de confusión y dolor por su

amiga; la cara de Jen, sin embargo… la cara de Jen estaba llena de picardía y algo

más. Sally la miró un poco más, tratando de saber por qué las pequeñas ruedas

de Jen estaban girando. Entonces Sally lo notó. Era conocimiento. Tenía la

sonrisa de alguien que sabía algo que los demás no. Para la confusión de Sally,

realmente no sabía si quería saber lo que era.

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Traducción SOS por Nelshia y LizC

Corregido por NayeliR

eri se giró para llamar a Elle hacia ella, sólo para darse cuenta que la

joven Fae había desaparecido.

—Discúlpenme por un momento —dijo Peri al grupo. Ella

salió por la puerta del frente y cerró los ojos, llegando al consejo de su pueblo.

Sus ojos se abrieron de golpe cuando recibió la información que necesitaba. Tenía

los labios apretados mientras empujaba la puerta trasera y entraba en la cabaña.

—Parece que mi pueblo ha tenido que llamar a Elle. Iba a enviarla por

Rachel y Gavril, pero eso, obviamente, no va a pasar. Tengo que enviar a algunos

de ustedes.

Vasile se levantó.

—Yo iré.

—No. —Peri habló antes de que las palabras de Vasile salieran

completamente de su boca—. Tú no debes ser comprometido, Vasile.

—¿Puedes ocultarnos de alguna manera? —preguntó Jacque.

Jacque se dio cuenta que los labios de Peri hicieron esa cosa apretada de

nuevo y sus ojos brillaban levemente.

—Parece que nuestra bruja amistosa ha estado trabajando mientras hemos

estado tras el velo. Ha puesto un hechizo de rastreo en los Alfas.

—¿Lo que significa? —la alentó Jen.

—Significa que cualquier persona o cualquier cosa que posea magia

producirá un rastro para que ella lo siga.

—¿Pero no son todos los hombres lobo mágicos? —Sally frunció el ceño.

P

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241

—Sí, pero los latentes y los mestizos no cargan ni de cerca tanta magia en

ellos como un lobo de pura sangre.

Esta vez Decebel lanzó a Jen fuera de su regazo mientras él se disparaba

del sofá antes de que incluso registrara el movimiento.

—Ni siquiera digas lo que estás pensando.

Jen fulminó a Decebel con la mirada mientras se levantaba ella misma del

suelo.

—Está bien, voy a olvidar que me lanzaste sobre mi trasero ya que puedo

ver claramente que estás magníficamente cabreado. —Jen estaba de pie de

puntillas, tratando de llegar a la cara de su compañero. Decebel simplemente

envolvió un gran brazo alrededor de ella y la empujó fuera del camino,

empujándola detrás de él.

—Jacque y Jen tienen la mejor oportunidad de ir sin ser detectadas. Una

vez que estén con Rachel y Gavril, Rachel será capaz de proporcionar algún

pequeño encubrimiento.

Todos los hombres en la sala se molestaron con lo que estaba sugiriendo

Peri.

—¿Quieres que envíe a dos de mis mujeres al bosque, solas? —habló Vasile

lentamente y sus ojos comenzaron a brillar. Alina le puso una mano en el brazo,

tratando de calmar al Alfa.

Fane se levantó y empujó a Jacque detrás de él justo como Decebel le había

hecho a Jen. Jen miró a Jacque desde atrás de Decebel y puso los ojos en blanco.

Jacque asintió su acuerdo con la opinión.

—Tal vez la decisión debería corresponder a las mujeres en cuestión —

anunció Jen desde detrás de la pared que era su compañero.

—No. —Fane, Decebel, Costin, Sorin, y Vasile dijeron a la vez, todos en

varios estados de asombro al comentario de Jen.

Jen y Jacque ahora estaban completamente enojadas.

Jacque se abrió paso alrededor de Fane mientras Jen hizo lo mismo con

Decebel. Cada chica rodeó a su compañero y la habitación quedó en silencio

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mientras las dos parejas se dedicaban a lo que parecía ser una competencia de

miradas. En realidad, estaban hablando entre sí a través de sus vínculos.

«No va a suceder, Jennifer. Puedes fulminarme con la mirada, despotricar,

llorar, o pisotear todo lo que quieras. No vas a dejar esta casa».

Jen gruñó. Un verdadero gruñido. Eso sólo causó que Decebel sonriera.

Idiota, pensó para sí misma.

«Juegos previos, nena, juegos previos».

Esta vez Jen sí pisoteó su pie. Dejó escapar un gruñido y se volvió hacia

Peri y Vasile.

—Jacque y yo podemos hacer esto. No somos algunas damiselas

indefensas en peligro. Si no producimos suficiente magia para que la malvada

bruja nos rastree, entonces deberíamos estar bien.

Decebel resopló detrás de ella.

—¿Bien? Compañera, hace mucho frío ahí fuera. Y los hombres lobo no

son los únicos en el bosque, ¿o has olvidado que hay otras cosas que aparecen en

la noche?

—Estás muy cerca de dormir en el sofá. Sólo quiero que lo sepas. —Jen

sonrió cuando sintió su sorpresa y luego su frustración ante su comentario. Un

punto para la chica acoplada/casada que no debería estarlo, pero podría usar el

sexo como un arma. Jen sabía que no era agradable, pero a tiempos

desesperados…

—Eso no va a funcionar conmigo, Jennifer. No soy un chico de dieciocho

años virgen que se muere por estar en las bragas de su mujer.

Jen se dio la vuelta tan rápido que su cabello abofetearía a cualquier de las

proximidades en la cara.

—¿De verdad acabas de decir eso? —Sus manos se habían ido a sus caderas

y sus hombros estaban jalados hacia atrás.

—Oh, hombre —susurró Sally a Crina, que había estado sentada en

silencio a su lado—. He visto esa mirada. No quieres estar en el otro extremo de

esa mirada.

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—Es necesario que entiendas con quién estás acoplada. No voy a ser

manipulado para que puedas salirte con la tuya. S…

—Tienes razón —interrumpió Jen—. Me alegro que me lo hayas aclarado.

Ya que eres tan experimentado con el sexo opuesto, entonces no hay manera de

que yo conteniéndome a ti te moleste, porque tienes recuerdos de esas otras

libertinas para mantenerte caliente durante la noche. Gracias por eso, mi dulce

compañero. Desde ahora sé que a diferencia de otros hombres que desean

estar con sus mujeres —dijo Jen su voz burlona—, no eres persuadido fácilmente,

voy a tener que encontrar otras fromas que podrían hacer llegar esto través de tu

grueso cráneo, infestado de pulgas: no voy a ser dictada, no voy a ser controlada,

no voy a ser tratada como una mujer del siglo XVIII que camina dos pasos detrás

de su hombre y sólo habla cuando se le habla.

—Jennifer. —Decebel dio un paso hacia ella.

—No, Decebel. No utilices ese tono de voz conmigo. Soy tu compañera,

tu esposa, tu igual. —Finalizó sus palabras a través de su vínculo. «Y no me

olvidaré de tus palabras, mi amor. No voy a olvidar tu falta de entusiasmo por tu

mujer».

—Jennifer, nena, no quise decir que no te quiero. —Las palabras de

Decebel cayeron en saco roto porque su compañera le había dado la espalda y

bloqueado sus pensamientos.

El grupo pasó el día descansando y evitando el elefante en la habitación.

Los hombres no querían que las mujeres fueran, las mujeres querían pegar

atizadores calientes en los ojos de los hombres. Sí, no estaba tenso en absoluto.

Cuando cayó la noche, uno por uno, todos encontraron sus camas en las

que habían estado durmiendo dieron por terminada la noche. A lo largo del día,

Jen y Jacque se habían encontrado a los ojos de Peri con miradas que cada una

entiendía eran un mensaje tácito. Jen casualmente fue a la cocina para tomar una

copa antes de ir a la cama. Peri pasó por delante y murmuró:

—Ve al baño, voy a sacarte. —Jen no cuestionó cómo, sólo siguió

moviéndose.

Cuando pasó junto a Decebel, él se levantó y la siguió. Al entrar en la

habitación que compartían, Jen pensó en cómo se iba a sentir raro ya que estaba

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casada y su marido ahora estaría durmiendo en su cama. Pero, suponía que,

estaba demasiado enojada como para sentirse rara.

Casada. El término pasó a través de su mente. ¿Cómo diablos le voy a decir

a mis padres? Jen realmente no quería pensar en eso en ese momento, teniendo

en cuenta que tenía cosas mucho más grandes en su plato.

Decebel se quitó la camisa y la arrojó sobre una de las sillas vacías. Jen

dejó escapar un lento suspiro y trató de no babear por el cuerpo bien tonificado

de su compañero. Ella emitió un suspiro mental de alivio cuando comenzó a

meterse en la cama con los pantalones todavía puestos. Salvados por los Levis,

pensó Jen con una risita.

Decebel habló y ella se sorprendió al escuchar verdadero dolor en su voz.

—¿Por qué sigues bloqueando tu mente de mí?

—Estoy enojada contigo.

—Así que cada vez que estés enojada conmigo, ¿me vas a bloquear?

—No lo sé. Estoy segura que tus castigos variarán. La variedad es la sal de

la vida.

Decebel le gruñó, y luego dijo en voz baja.

—Duele. Cuando me bloqueas, me lástima.

Jen cerró los ojos ante sus palabras. No quería contentarse todavía, no

quería sentirse mal por hacerle daño. Pero lo hizo.

Se subió en la cama junto a él, pero no se acostó. Se sentó con las piernas

cruzadas y lo miró. Yacía de espaldas, con el brazo sobre el rostro, bloqueando

la vista de sus ojos.

—Decebel, mírame. —Jen tiró de su brazo.

Él le permitió halarlo lejos de su cara, pero seguía sin mirarla a los ojos.

Jen se levantó en cuatro patas y puso una mano en cada lado de su cara

para que así ella mirara directamente hacia él. Si no quería mirarla ahora, tendría

que cerrar los ojos. No lo hizo.

—Lo siento —dijo ella, realmente sintiéndolo.

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Jen comenzó a sentarse pero Decebel puso una mano en la parte posterior

de su cuello y empujó su cara más cerca de la suya. Presionó sus labios

firmemente contra los suyos y ambos suspiraron ante el contacto. Jen no se había

dado cuenta de lo vacía que se sentía de no tocarlo durante todo el día. Se apoyó

en él, sacando el peso de sus manos para ese modo poder pasar sus dedos por el

cabello de él. Decebel gruñó y envolvió su brazo alrededor de ella, acercándola.

Mientras ella se sometía a su beso, abrió su vínculo también y sintió su alivio

barrer sobre ella. Realmente había estado lastimándolo. Eso era lo último que Jen

quería hacer a su compañero. Provocarlo, sí. Volverlo loco, absolutamente.

Ponerlo sexualmente frustrado, dah. Pero nunca hacerle daño.

—Lo siento —le dijo mientras profundizaba el beso. Ella abrió la boca

cuando sintió su lengua acariciar sobre sus labios, y por primera vez en su vida

Jen quiso hacer todas las cosas sobre las que bromeaba.

Decebel se retiró. Por mucho que deseaba a su compañera, ahora no era el

momento. Había atrapado algunos de los pensamientos a la deriva a través de la

mente de Jennifer y sabía que tenían que parar. Él tenía que parar.

Decebel vio como el dolor se formó en los ojos de Jennifer cuando la

empujó hacia atrás.

—Nena, esto no es rechazo. —Se rió al ver su expresión desolada.

—Entonces, ¿qué es? ¿En serio quisiste decir lo que dijiste? Quiero decir…

—Jen agitó sus manos frente a él para evitar que interrumpiera—, sé que no eres

virgen, ya hemos ladrado a ese árbol. Pero, ¿realmente tenías que echármelo en

cara, Dec? ¿Tenías que hacerme sentir como si mi propio compañero no me

desea?

Decebel se frotó la cara mientras dejaba escapar un profundo suspiro.

—Jennifer, si tuvieras alguna idea de cuánto te deseo, probablemente

tendrías miedo de estar a solas conmigo. Te quiero… en todos los sentidos, pero

no quiero que utilices mi necesidad de ti, mi deseo por ti, en contra de mí. No

cuando es para no tomar en cuenta tu seguridad.

Observó mientras ella procesaba sus palabras. Decebel jugó con un mechón

de su largo cabello y esperó a que ella hablara.

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Jen se sentó allí, mirando a su oh, tan guapo compañero y se tragó sus

palabras. Él la quería, y en base a ese beso su deseo era evidente. Pero él no quería

que lo manipularan. Se dio cuenta entonces que tenía que ir al baño de manera

que Peri pudiera sacarla. Así que, nada de manipulación, bien. Ella podía hacer

eso. Él no dijo nada acerca de ser astutos.

—Está bien. —Ella comenzó a bajar de la cama, pero se detuvo

abruptamente cuando se dio cuenta que Decebel no había soltado su cabello.

—¿Está bien? —Decebel miró a su compañera con suspicacia—. ¿Eso es

todo?

—Sí, tienes razón. No debería usar el sexo para manipularte. Es infantil.

Puedo admitir cuando me equivoco Decebel, caramba. Es sólo que ocurre tan

raramente que en cierto modo me pilla por sorpresa.

Decebel se rió entre dientes, pero aún no estaba convencido de que todo

estaba bien con ella.

Jen podía decir que Decebel no estaba creyendo su aceptación tan de

repente, así que ella se arrastró de vuelta en la cama y a medida que él se apoyaba

contra la cabecera, ella se subió a su regazo. Envolvió sus brazos alrededor de su

cuello y lo besó suavemente.

—Sé que soy difícil, D. Pero eso no quiere decir que no sé cómo ser

razonable. Y entiendo por qué me rechazaste.

—¿En serio?

—Claro que sí. Estás nervioso. Ha pasado un tiempo y te preocupa no ser

capaz de estar a la altura de mis expectativas. Está bien, vamos a ir lento. Te daré

todo el tiempo que necesites. —Jen estuvo a punto de morder su labio tan fuerte

para no reírse ante el horror en la cara de Decebel ante sus palabras. Ella sabía

que lo que estaba diciendo era un montón de basura, pero no pudo resistirse. Se

había sentido como si él no la deseara. Se había sentido herida cuando él la

apartó. No le haría daño si pensara que ella pensaba que él estaba realmente

estresándose sobre toda la cosa de la consumación.

—Voy a ir al baño y prepararme para la cama. No te preocupes por mí, ¿de

acuerdo? Cuando estés listo, podemos explorar nuestra relación física. —Jen

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empezó a bajar de su regazo mientras él la miraba con la boca abierta y luego la

cerraba. Al llegar a la puerta del baño, le oyó gruñir.

—¿Explorar nuestra relación física? ¿Nervioso? ¿Preocupado? —Con cada

palabra su voz se hizo más fuerte y el gruñido aumentó. Para el momento que Jen

había cerrado con llave la puerta del baño, Decebel estaba en ella moviendo el

pomo de la puerta.

—Jennifer, abre la puerta.

—Decebel, en serio. ¿Puedo tener un poco de privacidad? No hemos estado

juntos el tiempo suficiente para hacer pis en frente del otro.

Lo oyó gruñir algo en voz baja, pero se apartó de la puerta. Jen se quedó

allí, esperando. Para qué no estaba segura. Entonces, de repente, la pared más

cercana a su lado simplemente desapareció. Jacque y Peri aparecieron justo en

frente donde había estado la pared.

—¿Qué dem…?

—Shhh. —Jacque le dio un gesto a Jen para que bajara la voz.

Jen se acercó hasta Jacque y la Fae y la pared volvió a aparecer como si

nunca hubiera desaparecido.

—Eso es jodidamente genial y divertido. —Jen le sonrió a Peri.

Peri puso los ojos en blanco.

—Lobos. Tan fáciles de impresionar.

—Entonces, ¿vamos a planear nuestra operación secreta? —Jen se frotó las

manos, viéndose mucho más como una niña traviesa.

Peri les indicó que la siguieran. La puerta principal se abrió sin hacer ruido

y se cerró tras ellas. Jen y Jacque esperaban comenzar a temblar, pero a pesar de

que había nieve a su alrededor, no sentían frío.

—¿Supongo que nos estás manteniendo caliente? —preguntó Jacque con

una ceja levantada.

—No puedo hablar claramente con ustedes dos, si sus dientes están

castañeando sin cesar, es molesto.

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—Bien entonces, Peri-hada, cuéntanos cómo te sientes. —Jen puso los ojos

en blanco.

Peri ignoró el comentario.

—Los machos en su manada nunca dejarán que ustedes dos vayan por su

cuenta.

Jacque y Jen se miraron entre sí y luego a Peri.

—Sí, sabemos eso a la perfección. Lo que no entendemos es por qué no

estás trabajando tu mojo para atarlos como hiciste con Decebel. —Jacque decidió

que sus palabras deben haber sorprendido a Peri porque la Fae dio un paso atrás.

—¿Quieren que ate a sus compañeros? —preguntó ella con incredulidad.

Una risa emanó de Jen.

—No, tontita.

Peri tomó una respiración audible y la dejó escapar, obviamente aliviada.

Jen le devolvió la sonrisa.

—Queremos que ates a todos los machos.

* * *

—¿Qué están haciendo exactamente ahora? —preguntó Thad a la bruja que

su manada había empleado durante siglos. Ella se sentó en una silla en la

habitación que llamó su “cueva”. Thad trató de no mirar alrededor, a las cosas

colgando del techo o la mirada fija sobre él desde los frascos que llenaban las

estanterías que cubren las paredes. No vio al suelo para ver en lo que podría estar

pisando, o peor aún, sobre qué. Mona miró por la ventana mientras giraba su

muñeca hacia él con aire ausente.

—Estoy haciendo lo mío. Una mejor pregunta sería: ¿qué estás haciendo

tú, Alfa? —le arrojó Mona de nuevo a la cara del Alfa.

—¿Qué puedo hacer yo? —bramó Thad—. No sé dónde están. Es un poco

difícil atacar a alguien cuando no sabes su ubicación.

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—Sabes, Thad, los mendigos no pueden elegir. Así que, o mejor esperas

pacientemente a que te diga cuándo es el momento adecuado, o te puedo

convertir en un sapo. Realmente, es tu elección.

El rostro de Thad estaba tornándose de un tono antinatural de rojo

mientras fulminaba con la mirada la parte posterior de la cabeza de Mona. Sus

pensamientos de antes se arremolinaban en su mente. ¿Qué había en todo esto

para Mona?

—Mona —dijo Thad su nombre dulcemente—. ¿Por qué sigues

ayudándome y a mi manada después de todo este tiempo?

—Sabes por qué. Para protegerme de las Fae.

—Las Fae no han puesto un pie al otro lado del velo en siglos y tu poder

es más fuerte que nunca. ¿Por qué estás pasando el rato con los lobos,

Desdémona? ¿Cuál es tu interés en la sanadora?

Mona se volvió en su silla lentamente. Sus ojos disparejos se encontraron

con los suyos. Ella sonrió mientras se levantaba y caminaba hacia él. Thad sabía

que era mejor no alejarse de un depredador, por lo que se mantuvo firme.

—Thad, Thad, Thad —ronroneó Mona—. Sabes que es mejor no

cuestionarme. —Mona levantó una de sus uñas largas y afiladas y la arrastró a

través de la mejilla de Thad y abajo por su cuello. Ella se acercó a su oído y le

susurró—: No empieces a cavar donde no debes o simplemente podrás encontrar

que has estado cavando tu tumba todo el tiempo.

Thad no la dejó ver cuánto le perturbaron sus palabras. Mantuvo su rostro

frío y carente de emoción. Ella se alejó con un balanceo en sus caderas y dijo por

encima del hombro:

—Me pondré en contacto contigo cuando sea el momento adecuado. Ten

a tus lobos preparados, Alfa. Cuando todo esté listo tendrás más que un poco de

sangre en tus pulcras manos. —Justo cuando él pensaba que había terminado,

saltó cuando la oyó gritar—: ¡Oh, y VETE!

* * *

Thad irrumpió en la mansión de su manada, las palabras de Mona

haciéndose eco en su cabeza. Cavando. Hay algo enterrado que ella no quería

que él supiera. Algo sobre las sanadoras y lo que significaban para una bruja. Ya

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era hora de que visitara los archivos de su manada, incluso tanto como odiaba

entrar en el lugar que olía a viejo pergamino y polvo. Pero necesitaba saber lo que

Mona estaba tramando. Él no era ningún tonto, era evidente ahora que Mona no

estaba ayudando a Thad, ella lo estaba usando para lograr su propio objetivo.

Había sido un ciego desde el principio. Si ella creía que iba a poner sus manos en

su sanadora, entonces no era tan inteligente como siempre creyó que era. Como

una bruja, sí, era poderosa. Pero no estaría más allá de él asegurarse de que

quedara atrapada en el fuego cruzado de la lucha contra los lobos. Ella podría

hacer frente a algunos, pero no había manera de que Mona pudiera hacer frente

contra dos manadas. Menos de manadas con Alfas y dominantes tan fuertes como

la suya y la de Vasile. En realidad, era una pena que tuviera que desgarrar la

manada de Vasile en pedazos… una verdadera lástima, pero necesario.

* * *

—¿Quieren. Que. Ate. A todos los machos? —Las palabras de Peri salieron

entrecortadas y su rostro les dijo a Jen y Jacque todo lo que necesitaban saber.

Pensaba que ellas habían perdido la cabeza. Probablemente estaba más cerca de

la realidad de lo que creía.

—Sí. —Jen y Jacque respondieron a la vez, sin dudarlo.

—Mira, sabemos que estarán enojados…

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Traducción SOS por Isa 229 y Lililamour

Corregido por NayeliR

o pequeña, enfadado no es la palabra que usaría. La ira

que Vasile hará caer sobre mí… No pueden entender. ¿No

han estado alrededor de los lobos dominantes y Alfas de

los Canis lupis? Saben cómo son respecto a sus mujeres.

—Sí, sí. Lo entendemos. —Jen puso sus ojos en blanco—. Pero aquí está

la cosa, mientras que están tan ocupados preocupándose por nosotras las pobres

mujeres débiles, están totalmente ignorando el hecho de que hay un gran mundo

entero afuera que necesita nuestra ayuda. Si Rachel y Sally son las que pueden

dejar caer la bomba en esta bruja, entonces necesitamos a Rachel. Si Jacque y yo

somos las únicas para atraerla aquí, entonces LO HAREMOS. Al diablo las

consecuencias. No les permitiremos que te lastimen cuando regresemos. Sólo

mantenlos atados todo el tiempo. —Jen sonrió como si acabara de resolver todos

sus problemas.

—¿Quieres que los mantenga atados todo el tiempo?

Jen miró a Jacque, dejando salir un suspiro exasperado.

—¿Por qué sigue repitiéndome? ¿Soy difícil de entender?

Jacque negó con la cabeza.

—Creo que la estamos poniendo en estado de shock, o va a tener un ataque

de pánico o algo así.

Peri miró de chica en chica, ante la seria calamidad de su solicitud. Ella vio

la impaciencia en sus ojos por ayudar y la determinación debajo de eso. No sabía

cómo hacer esto de ninguna otra forma. Qué así sea. Iba a poner su trasero en

una bandeja para los machos de los Lobos Grises Rumanos. ¿Quién dijo que no

le gustaba vivir en el borde?

—N

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—Está bien.

Jacque y Jen se dieron otro choque de puños silencioso estallando los

dedos.

—¡De eso es de lo que estoy hablando, Peri! ¡Dile al hombre quién manda!

Hazles saber que no les perteneces, que ellos no son tu papi, que no pueden…

Peri golpeó su mano sobre la boca de Jen y miró a Jacque.

—¿Cómo lidias con ella?

Jacque se rió entre dientes.

—Crece en ti.

Peri resopló.

—¿Qué, como un hongo?

Era turno de Jacque para resoplar ante la observación de Peri.

Peri finalmente sacó su mano de la boca de Jen… sólo después de darle

una mirada que decía, cierra la boca.

—Así es cómo lo haremos. Voy a poner la maldición de la atadura sobre

ellos ahora mientras duermen y no pueden sentirla trabajando en ellos. Ustedes

van a tomar el aparato que les voy a dar y van a pasar por el velo. Les daré una

especie de brújula que les llevará con Rachel y Gavril. Deben moverse rápido, en

silencio y traten de pasar inadvertidas. Mientras tanto, yo estaré aquí sufriendo

las consecuencias de cinco lobos inmóviles y muy cabreados. —Peri sonrió y

añadió con sorna—: ¿¡No será divertido!?

Peri se dirigió a la puerta y cerró los ojos. Empezó a farfullar en voz baja y

Jen y Jacque miraron, esperando.

—Entonces, ¿cómo crees que nuestros amigos peludos van a estar cuando

se despierten y se den cuenta que nos hemos ido? —le susurró Jen a Jacque, cuyos

ojos estaban en Peri.

—Sólo digamos que me alegro de ir contigo. ¿Y te das cuenta que si

pensabas que Decebel era molesto por no dejarte fuera de su vista antes, eso se

verá modificado para ser multiplicado por como un millón, cierto?

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Jen puso los ojos en blanco.

—Probablemente ni siquiera me dejará hacer pis a solas cuando

regresemos.

—Fane no será mucho mejor —añadió Jacque.

—Sí, pero Fane es mucho más razonable.

—Eso es porque estás casada con alguien de la edad media que piensa que

los hombres deben golpear a sus mujeres en la cabeza y arrastrarlas por el cabello

de regreso a la cueva del hombre.

—Eso es cierto —acordó Jen secamente.

Finalmente Peri se volvió a las chicas.

—Está hecho.

Peri les entregó todo lo que necesitaban. Jen y Jacque estaban asombradas

de como el hada conjuraba las cosas del aire. Una vez que tuvieron ropa de abrigo,

ligeras mochilas sobre sus espaldas, comida Fae y agua, estuvieron listas.

—Recuerden —les dijo Peri—, rápido y nada de ruidos.

—R al cuadrado7, muy bien —le dijo Jen mientras la seguían hasta el velo.

Jen y Jacque miraron a Peri una última vez antes de que ambas caminaran

a través del escudo invisible entre los dos mundos.

Peri cerró los ojos mientras desaparecían las chicas. ¿Qué he hecho?, se

preguntó. Estaba tratando de decidir si tal vez debería dejar a Alina una nota

explicando lo que había hecho y luego añadir que el Consejo Fae la necesitaba.

Peri arrojó inmediatamente esa idea por la ventana. No era una cobarde. Ella

asumiría la responsabilidad de sus acciones. Sin embargo, se aseguraría de

permanecer fuera del alcance de cualquier golpe de mandíbulas.

* * *

7 R al cuadrado: en inglés Jen dice “Q al cuadrado” por el comentario de Peri “quickly, quietly”; que a la

traducción se deja: “Rápido y y nada de Ruidos” para coincidir.

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—Entonces, siento que absolutamente deberíamos tener la música de

Misión Imposible tocando de fondo mientras nos embarcamos en nuestro

pequeño viaje. —Jen se rió entre dientes.

—¿Dijiste embarcamos? —preguntó Jacque mientras miraba sobre su

hombro a su mejor amiga.

—Oye, me morí, me da el margen para mejorar cualquier vocabulario o

problemas.

—Eso suena tan familiar viniendo de ti. Parece que en cualquier momento

que eres quemada viva o te mueres, de repente tienes permiso para decir lo que

quieras.

—Estás entendiendo, Roja. Definitivamente deberías exprimir un poco

más tus catástrofes.

Jacque puso sus ojos en blanco mientras sacaba el aparato con apariencia

de reloj de bolsillo que Peri les había dado. Todo lo que Peri dijo al respecto de

esto era que estaba sintonizado, por así decirlo, al pulso de Rachel o lo que sea.

Jen amablemente le había dicho que los tecnicismos no eran necesarios mientras

que la maldita cosa funcionara.

—Está bien, nos está apuntando en esa dirección. —Jacque señaló a la

izquierda, a través de árboles, arbustos, y quién sabía qué otra cosa.

—¿Cómo vamos a ser silenciosas cuando hay que desviarse del camino

marcado, tropezando con las ramas de los árboles, arbustos espinosos y todo lo

que se interpone en nuestro camino?

—Trata de pisar cuidadosamente. Podemos hacer esto, Jen. Por Sally, por

todos nosotros.

Jen tomó un respiro, mirando hacia el bosque. He muerto y he vuelto, se

dijo. Puedo tropezar a través de un bosque frío y oscuro. Cualquier cosa debe ser

pan comido después de morir. ¿Cierto?

Ella asintió a Jacque y agregó:

—Estoy contigo. Tenemos totalmente esto.

Comenzaron en los árboles, tratando de dar pasos ligeros y no tropezar.

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—Así que, ¿cómo están las cosas con Decebel? —le preguntó Jacque,

tratando de alejar sus mentes del frío y la posibilidad que una malvada bruja

seguía cada movimiento en aquel momento.

Jen soltó una susurrada carcajada, tratando de ser silenciosa como Peri

había advertido.

—¿Sabes cómo discutimos sobre toda la no retención de sexo como una

forma de manipulación?

Jacque gruñó.

—Sí, no puedo creer que él te dijera eso. No se lo dije a Fane porque habría

estado muy ofendido pensando que Decebel podría haber pensado que él sólo

quería ser mi compañero para meterse en mis pantalones.

—Él no cree eso de Fane.

—Cree que puedo manipular a Fane así.

—Bueno, ¿puedes? —preguntó Jen, levantando las cejas.

Jacque se puso roja del cuello para arriba.

—Sí, pero caray, él no tiene un siglo de antigüedad y no ha estado con otras

chicas. Sigue estando muy ansioso por el asunto.

Fue turno de Jen de gruñir.

—Sí, Decebel fue tan amable de recordarme que no es tan blanco como

una nieve recién caída. Pero no lo culpo. ¿Es decir, varias décadas siendo célibe?

Comenzaría a preguntarme si estaba incluso atraído por las mujeres.

—Entonces, ¿qué pasó cuando fueron a la cama? —Jacque movió

sugestivamente sus cejas hacia Jen.

Jen realmente se rió entonces y tuvo que poner su mano sobre su boca para

ahogar el sonido.

—Oh hombre, fue invaluable, Jacque. Realmente debería mantener mi

teléfono en modo grabación cuando estamos solos. Hay un lado entero de

Decebel que ustedes no logran ver.

—Divúlgalo —alentó Jacque.

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—De acuerdo, de acuerdo. Bueno, al principio estaba enojada, ¿verdad?

Pero luego me dijo que le dolía que lo estuviera bloqueando. Su voz era muy

suave, tan diferente a Decebel, y realmente me afectó mucho. No quiero hacerle

daño, ¿sabes? Así que cedí y me disculpé por bloquearlo de mi mente.

Comenzamos a besarnos, y las cosas avanzaron, luego él se echó hacia atrás y me

alejó.

—¿Qué? —La boca de Jacque cayó abierta.

—Lo sé, ¿no? Al principio me dolió. Se sintió como un rechazo. Sentí que

estaba confirmando lo que había dicho, que no estaba emocionado de estar

conmigo. Pero luego me explicó cómo realmente me quiere pero que no quería

ser manipulado. Fue en ese momento que me di cuenta que ustedes

probablemente me esperaban.

—Sí, bueno, pensamos que podría ser un rato largo.

—Ja ja —replicó Jen.

—Entonces, decidí dar a mi bola de pelos una pequeña dosis de Jen. Ya no

estaba enojada, en serio, pero simplemente no me pude resistir.

—Dilo ya. —Jacque estaba haciendo un movimiento con la mano que

acentuaba sus palabras.

—Le dije que entendía que estuviera nervioso por cumplir con mis

expectativas porque había estado esperando por él.

Jacque dejó de caminar mientras se doblaba, tratando de reír en silencio.

Jen continuó a pesar de la falta de compostura de Jacque.

—Y le dije que iría tan lento como él quisiera mientras explorábamos

nuestra relación física. —Terminó con una mirada muy satisfecha de sí misma en

su petulante cara.

Jacque seguía riendo y finalmente Jen cayó en su propia risa después de

haberla contenido un tiempo tras haber torturado a su compañero.

—¡Maldita sea! Ojalá hubiera sido una mosca en tu pared. Apuesto a que

su cara estaba totalmente horrorizada.

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—Oh, pareció confundido al principio, pero luego comprendió que estaba

diciendo básicamente que él estaba teniendo problemas de desempeño. Sí, le

estaba pegando a la puerta del baño cuando me alejé.

—Cielos, Jen, realmente amas provocar a un león ya enojado.

—¿Qué aburrida sería la vida si sólo asintiera y dijera: “Sí, señor”?

Jacque resopló.

—Bueno, mi vida sería sin duda mucho más aburrida. Nunca dejas de

sorprenderme.

Empezaron a caminar de nuevo, Jacque comprobando que el dispositivo

que tenían parpadeara, la ML: Manecilla del Localizador.

Caminaron, y en los momentos en que podían sentir ojos sobre ellas,

corrían a través del bosque. Las ramas de los árboles se enredaban en sus ropas y

sus narices estaban rosadas por la temperatura inclemente, la cual había caído

cuando dejaron a Peri.

* * *

21 Días Después de la Maldición.

Habían estado caminando/corriendo durante varias horas y la luz del día

estaba comenzando a penetrar la cubierta gruesa de los árboles cuando de repente

ambas chicas casi se caen de rodillas.

«¡JENNIFER!»

Jen apretó los ojos contra el embate de emoción que sintió volcarse en su

mente mediante el vínculo con Decebel. Abrió lentamente los ojos para ver a

Jacque haciendo lo mismo.

—Adivino que despertaron —dijo Jen débilmente.

Jacque asintió lentamente y era obvio para Jen que ella estaba hablando

con Fane, y por sus estrechos ojos esmeraldas, era evidente que estaba teniendo

una bronca proverbial.

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«Quiero decir que entiendo por qué hiciste esto, Luna, pero por el

momento sólo puedo preguntar, ¿cómo diablos puedes ser tan irresponsable?»

«¿Irresponsable? ¿En serio, Fane? ¡Alguien tenía que hacerlo! Alguien tenía

que tomar el riesgo y la mejor opción éramos Jen y yo. No siempre puedes ser el

héroe. Sólo porque eres un hombre y yo una mujer no quiere decir que no soy

capaz de hacer lo que se necesita hacer».

«¡MALDICIÓN, NO ME IMPORTA SER UN HÉROE!»

Jacque se estremeció con la ferocidad en su voz. Ella nunca había tratado

con un Fane tan enfadado. Pero sabía que esa ira partía del miedo. Él tenía miedo

por ella.

«Esto es acerca de mí queriendo tener a mi compañera a salvo, Jacquelyn.

Esto no es acerca de mí siendo un hombre y no queriendo que mi mujer me

demuestre algo, o creyendo que no eres capaz. Sé que eres muy capaz, pero a

veces tenemos que saber cuándo admitir que el enemigo es más que capaz. ¿No

entiendes eso? Eres mía para protegerte… ¡mía! Has tomado lo que es mío y lo

pusiste en peligro. Te fuiste a mis espaldas cuando sabías que no quería que

hicieras esto. Y ahora estás ahí fuera donde no puedo protegerte y estoy aquí sin

poder moverme, preguntándome si estarás bien. Así que, por favor, discúlpame

si no estoy realmente preocupado acerca de si lastimo o no tus sentimientos

cuando digo que estás siendo irresponsable. Te amo, Jacquelyn. Estoy enojado

contigo, pero te amo. Más te vale mantenerte a salvo. Imagina si estuviéramos en

papeles invertidos. Sólo trata de imaginar eso».

Jacque respiró hondo y soltó el aire lentamente. Sabía que él se enojaría,

pero realmente no se había preparado para la fuerza detrás de esa ira. Aunque

odiaba hacerlo enojar y lastimarlo, todavía sentía que ella y Jen habían hecho lo

correcto.

«Siento haberte asustado. Siento haber ido a tus espaldas. Pero esto tenía

que hacerse. No me disculparé por eso. Te amo, estaré a salvo».

«Sólo regresa a mí, amor. Vuelve a mí».

* * *

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«Entonces, ¿cómo has dormido, cariño?» preguntó Jen casualmente,

luchando con la naturaleza muy dominante y Alfa que Decebel estaba tratando

de utilizar en ella.

«Regresa. Ahora». Decebel estaba usando la misma voz que Vasile

utilizaba cuando no les daba a sus lobos otra opción más que obedecer.

«No hagas eso del mojo Alfa en mí, B. No funcionará. Soy tu compañera,

tu igual».

«Después de todo lo que hemos pasado en las últimas semanas, todo el

infierno, me dejaste. Saliste sin protección a un mundo donde una bruja malvada

y un Alfa corrupto están enfocando toda su energía en eliminarnos. ¿Por qué me

harías esto a mí, Jennifer? ¿Cómo pudiste hacer esto?»

Jen se estaba mordiendo el labio y sintió sangre filtrarse en su boca. Ni

siquiera se había dado cuenta de lo duro que se estaba mordiendo hasta que el

sabor metálico golpeó su lengua. Se encogió y cerró los ojos mientras los

recuerdos de su dolor asaltaron su mente provocados por ese pequeño

recordatorio.

«No. No utilices recuerdos para tratar de suavizarme». Decebel pensó que

ella estaba tratando de manipularlo una vez más. Eso simplemente la aguijoneó.

«No estaba tratando de usar mis recuerdos de la cosa más sorprendente que

alguna vez me ha pasado contra ti. ¿No acabamos de tener esta discusión anoche?

Te dije que lo entiendo, te escuché, y me disculpé. Las imágenes me golpearon

debido a la sangre en mi boca en este momento». Jen hizo una mueca cuando se

dio cuenta que eso pudo no haber sido la cosa más brillante por decir.

«¡Sangre!» La voz de Decebelsurgió en un bajo gruñido. «¿Por qué estás

sangrando, Jennifer?»

«Me mordí el labio porque me estás volviendo loca. Me siento como la

peor compañera de la historia, como si te hubiera traicionado o algo, cuando esto

no tiene nada que ver contigo o con nosotros. Esto es más grande que nosotros».

Sintió las manos de Decebel en su rostro. Sabía que si hubiera estado

delante de él en ese momento, sus labios estarían tan cerca de ella que podría

sentir su cálido aliento en su cara.

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«No quise implicar que me sentí traicionado, amor. Pero te acabo de

recuperar. Te he perdido dos veces y no puedo perderte de nuevo. Quería sostener

a mi esposa, mi compañera, por primera vez toda la noche de anoche. Quería

despertar y que lo primero que viera fuera tu hermoso rostro. Pero en cambio me

desperté dándome cuenta que no podía moverme, y que no estabas a mi lado, ni

siquiera en la casa. ¿Puedes por favor tratar de verlo desde mi punto?»

Jen tomó una respiración profunda. Sabía que ella y Jacque estaban

haciendo lo correcto. En sus entrañas sabía que era lo que se suponía que debían

hacer. Pero eso no hacía fácil hacer daño a su compañero, defraudarlo y asustarlo.

«Sólo puedo empezar a imaginar lo molesto que estabas y estás. Decebel,

tengo que hacer esto. Jacque y yo tenemos que hacer esto. No puedo explicarlo,

pero sólo sé que nosotras somos las que se supone que debemos llegar a Rachel.

Por favor, confía en mí. Por favor entérate de que te amo tanto que a veces pienso

que mi corazón va a explotar. Estaremos bien. Nos estamos moviendo

rápidamente y estamos siendo silenciosas». Jen lo escuchó resoplar. Eso la erizó.

«Soy capaz de ser silenciosa».

«Estoy seguro de que sí, nena». Decebel la aplacó. «Si esto es algo que crees

que necesitas hacer y ya que te has ido sin mí, no hay nada que pueda hacer al

respecto ahora, ya que estoy atado a esta maldita cama… Pero nunca más,

Jennifer. Nunca más irás al peligro sin mí. Me dijiste que si no salvaba a tus

amigos nunca me perdonarías. Esa fue una línea que tú dibujaste. Bueno, estoy

dibujando una ahora. No seré capaz de perdonarte si voluntariamente te pones

en peligro sin tener en cuenta cómo me afectará. Mi amor por ti es incondicional,

Jennifer, eso nunca cambiará, pero tiene que haber respeto mutuo por los

sentimientos del otro. Tienes que encontrarte conmigo a mitad del camino.

¿Puedes hacer eso por mí?»

Jen se limpió las lágrimas que caían por su cara. Sus manos temblaban y

Jacque se había acercado y había envuelto un brazo alrededor de sus hombros.

Trató muy duro de contener el temblor de su voz cuando respondió, pero nunca

podría esconderse de Decebel.

«Sí. Puedo encontrarte a mitad del camino».

Escuchó a Decebel gruñir.

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«Nena, no fue mi intención hacerte llorar. ¡Maldita sea!», gruñó con

frustración.

Jen supo que Decebel estaba muy molesto y pendiendo de un hilo, ya que

rara vez maldecía cuando ella estaba presente, ya sea físicamente o a través de su

vínculo. Se lo podía imaginar recostado en su cama, sostenido inmóvil por lazos

invisibles. Su mandíbula probablemente estaba apretada tan fuerte que los dientes

estaban a punto de romperse y sus ojos sin duda estarían brillando. Sí, Jen no

tenía problemas para ver a su compañero en su mente, incapaz de protegerla,

incapaz de llegar a ella.

«Estoy bien, Decebel». Se recompuso, sabiendo que si no lo hacía, sólo

empeoraría las cosas para él. «De verdad, estoy bien. Siento haberte puesto en

esta posición y por asustarte».

«Tú sólo asegúrate de volver a mí, entera y sin un rasguño. Estoy

agradecido de que el vínculo está completo, porque ahora puedo ir contigo si lo

peor llegara a suceder, pero preferiría estar aquí juntos… vivos juntos. Así que,

Jennifer Anghelescu, es mejor que traigas tu terco trasero a casa junto a mí».

Jen no pudo evitar la sonrisa que se extendió por su cara cuando él utilizó

su apellido con su nombre. Se sentía bien; era correcto.

«Ya te lo dije, estás atrapado conmigo. Estaré de vuelta antes de que lo

sepas, bailando en ese último rescoldo de nervios tuyo. Te amo, B».

«Y yo a ti, amor. No me bloquees de tu mente en ningún momento». Jen

sonrió de nuevo cuando él añadió, aunque de mala gana: «Por favor».

Jen miró a Jacque, quien todavía tenía un brazo envuelto alrededor de ella.

—Entonces, ¿cómo lo tomó tu príncipe peludo?

Jacque negó con la cabeza cerrando los ojos.

—No muy bien. No muy bien en absoluto. ¿Qué hay de ti?

—Bueno, me dijo que me ama.

—Eso es bueno —interrumpió Jacque.

—Luego me dijo que si alguna vez hago algo como esto otra vez, nunca

me perdonará.

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—¡Ay! —murmuró Jacque.

—Sobreentendido, Thelma.

—Parece que tenemos un montón de esos. —Jacque sacó el ML de nuevo

y asintió hacia la dirección que tenían que ir—. Avancemos. No hay nada que

podamos hacer al respecto ahora. ¿Crees que Peri los dejará atados?

—Tendría que ser estúpida para no hacerlo. Si Decebel se suelta antes de

que regresemos, vendrá por mí. Pude sentir que está decidido, Jacque. Nunca lo

he oído tan enojado, o sentido su ira y miedo de esa forma. Sin duda, si ella lo

deja ir, estará destruyendo estos bosques abriendo paso como un lobo poseído.

—Tengo que decir que Fane estaría justo detrás de su cola. Sin juego de

palabras.

Jen se rió.

—Oh, vamos, deberías siempre reclamar un juego de palabras como ese

cuando sea a expensas de las bolas de pelos.

Las chicas continuaron, solo deteniéndose periódicamente para beber agua

o comer la comida Fae que Peri les había proporcionado. Era la misma comida

que Elle le había dado a Jacque y su grupo en el camino al velo. Les dio energía

para caminar todo ese día y en la noche. Los dedos de los pies de Jen estaban

empezándose a sentir entumecidos y sus piernas estaban muy frías. Los dientes

de Jacque castañeaban mientras avanzaba paso a paso, decididas a no parar.

Varias veces ambas chicas se pusieron en contacto con sus compañeros. Ellos

trataron de mantener esas conversaciones cortas y dulces, ya que cada vez que

Decebel o Fane utilizaban el vínculo, no era sólo para preguntarles si estaban

bien, sino también para recordarles cómo fue que lo que las chicas pensaron era

un plan brillante cayó a, según Decebel, imprudente, temerario, impulsivo y

estúpido como es definido en el Diccionario Webster.

Jen le hizo saber que estaría buscando esas palabras para comprobar su

exactitud. La réplica de él fue algo que no consideró necesario compartir con

Jacque ya que implicaba cadenas, azotes, y cinta adhesiva. Si no hubiera sido por

el tono de voz y otras, agradables palabras que Decebel había estado utilizando,

se podría haber inclinado a pensar que su compañero era un pervertido.

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A mitad del segundo día después de su partida, Jacque dejó escapar un

gran suspiro de alivio cuando una cabaña apareció a la vista. Era exactamente

como Peri la había descrito. Jen y Jacque se acercaron cautelosamente y saltaron

hacia atrás cuando la puerta se abrió con fuerza, rebotando contra la casita.

—Guau. —Rachel soltó un jadeo mientras veía a una completamente

recuperada Jen—. ¿Completaste el vínculo y los Ritos de Sangre?

Jen asintió con una sonrisa.

—Sí, él está oficialmente ligado a mí para siempre. Pobre hombre. —Hizo

un movimiento hacia Jacque mientras continuaba—. Ella es Jacque Lupei, nuera

de nuestro Alfa y pareja de Fane, hijo de nuestro Alfa.

Jacque asintió y, para su sorpresa, Rachel y su compañero Gavril, quien

había estado silenciosamente de pie junto a su compañera, bajaron sus ojos y

expusieron sus cuellos hacia Jacque en una demostración de sumisión. Jacque

todavía no estaba segura de cómo responder a ese gesto, por lo que se limitó a

decir “gracias”.

—De acuerdo, necesitamos que ustedes hagan sus maletas realmente muy

rápido y se larguen con nosotras. —Jen sonrió mientras hablaba.

—¿Peri ha enviado por nosotros? —preguntó Gavril bruscamente.

—Sí. Dijo que es hora de que tú y Sally se conozcan y comenzaran a hacer

lo que sea que hagan ustedes las sanadoras para poder derrotar a la Malvada Bruja

del Este.

Rachel negó con la cabeza hacia Jen con leve diversión, estaba empezando

a entender la completa fuerza de su personalidad. Cuando Jen se había quedado

con ellos, había estado tan enferma, tan débil. La Jen delante de ella ahora estaba

llena de vida, de espíritu, dominio. Ella era, sin duda, una Alfa.

Cuando nadie se movió, Jacque tomó la palabra.

—Uhm, no se ofendan, pero hay una bruja que tiene pequeños sensores en

el bosque buscándonos, así que realmente necesitamos estar en camino.

—¿No creen que deberían descansar? —preguntó Rachel, con su

naturaleza sanadora saliendo a la luz. Las chicas estaban obviamente exhaustas.

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—Nos sentaremos mientras ustedes dos empacan. Pero realmente no

tenemos que quedarnos aquí más tiempo del necesario. Peri dijo que lleváramos

pitando nuestros culos una vez que llegáramos a ustedes. —Jen sacudió un poco

de nieve del suelo de la base de un árbol y se sentó apoyando la espalda en el

tronco. Vio a Jacque hacer lo mismo y ambas chicas cerraron los ojos, sin ni

siquiera darse cuenta que se habían quedado dormidas.

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Traducido por Helen1 e Isa 229

Corregido por Flochi

lina no podía recordar un momento en que haya visto a su

compañero así de enojado. Estaba en realidad un poco contenta de

que Peri no haya roto el hechizo de atadura. En un momento dado,

los rugidos, gruñidos, e incluso aullidos habían sido tan fuertes provenientes de

los cinco lobos dominantes que Crina, Alina, Cynthia y Peri habían salido. Alina

sonrió al recordar lo bien que le había ido con su compañero. La noche anterior

se había acostado a su lado, tratando de apaciguar a su lobo. Los ojos de Vasile

habían estado más brillantes de lo que ella los había visto en mucho tiempo y su

voz gutural… el lobo había estado en control. Ella se había asegurado de

mantener el contacto piel a piel, haciendo su mejor esfuerzo para calmarlo. Alina

sabía que su compañero nunca le haría daño a ella, pero incluso su tacto no pudo

aplacar a Vasile o a su lobo. Jen y Jacque estaban en problemas, cuando

regresaran serían afortunadas si Alina podía mantener su castigo al mínimo.

Cynthia miró a Crina, quien estaba sentada frente a ella en el sofá. Se

esforzaron por no reírse de los lobos refunfuñando aún pegados en sus camas,

pero fue muy difícil.

—¿Quieres apostar sobre sí Vasile les permitirá o no atar y azotar a sus

compañeras como niños? —medio bromeó Crina.

Cynthia resopló.

—Vasile tendrá suerte si logra detener a esos dos Alfas de encadenar a sus

compañeras a sus lados. Jacque y Jen no crecieron en una manada; han

subestimado la naturaleza protectora y posesiva de los lobos dominantes Alfas.

Esto es algo de lo que ni ellas serán capaces de escapar.

Crina asintió en acuerdo, conociendo de primera mano cuán protectores

eran los lobos. Ella no estaba emparejada, pero cuando había vivido con sus

padres, su padre apenas la dejaba a ella o a su madre fuera de su vista. Realmente

A

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era ridículo. Crina hacía tiempo que había decidido que ella nunca permitiría a

su compañero mandarla o dictarle. Pero, mientras observaba a estas parejas recién

emparejadas en acción, estaba empezando a pensar que era una causa perdida.

Un leopardo no puede cambiar sus manchas después de todo.

* * *

Decebel yacía en la cama que debería estar compartiendo con Jen y se

quedó mirando el techo. Su pecho retumbó con un gruñido cuando su lobo le

recordó que su compañera se había escapado de su protección y estuvo más allá

del enojo. Decebel creía que no había dejado de gruñir desde que se dio cuenta

que Jennifer había desaparecido hace dos días. Había sido una presencia

constante en su mente, asegurándose de que ella mantenía su vínculo abierto y

recordándole reportarse con él. Ahora, mientras esperaba tener noticias de ella,

empujó un poco más allá para entrar y se dio cuenta que su mente seguía quieta.

Como si ella estuviera dormida. Ella le había dicho que no iban a parar a dormir,

que Peri les había dado algún tipo de alimento que las mantenía con energía, sin

sentir los efectos de la falta de descanso y sueño. Así que, ¿por qué estaba

durmiendo ahora?

—¡FANE!

Decebel y Fane se gritaban el uno al otro para ver cómo les iba a sus

compañeras y ver si una estaba siendo más comunicativa que la otra. Hasta ahora,

las chicas habían estado compartiendo la misma información.

—YO TAMBIEN LO SIENTO.

—ESTÁN DORMIDAS —confirmó Decebel.

Peri irrumpió en la habitación de Decebel y sus ojos brillaban de

preocupación.

—¿Dormidas?

Decebel asintió, cansado de la mirada en el rostro de la Fae.

—¿Qué pasa Peri, por qué eso es algo malo?

—¡Despiértenlas ahora! —casi les gruñó.

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—FANE, DESPIERTA A TU MUJER —le dijo Decebel a su compañero

de manada, luego volvió sus pensamientos a Jennifer.

«¡Jennifer, tienes que despertar! Ahora».

Esperó a ver si ella respondería. Podía sentir su agitación, pero todavía

dormía.

«¡JENNIFER!», le gruñó él y se imaginó tirando su hermoso cabello rubio

justo lo suficiente para obtener una reacción.

«¡Qué demonios, hombre! No tienes que ponerte violento… ¿o es sólo otra

forma de juego previo para ti?» Su voz era fuerte en su mente. Ella estaba bien.

«Tienes que despertar. No debes dormir».

«¿Por qué? ¿Cuál es el problema? Hemos llegado hasta Rachel y estamos

esperando que ellos empaquen algunas cosas. Jacque y yo nos sentamos en el

suelo contra un árbol y nos quedamos dormidas por un momento. Hemos estado

yendo sin parar durante dos días, Decebel».

Decebel miró a Peri.

—¿Por qué no pueden dormir? —Se aseguró que entendiera que no era

realmente una pregunta sino una orden.

—Lo poco que tienen de magia se filtrará de ellas mientras duermen. Es

inconsciente, pero no pueden evitarlo.

—¿Por qué no te molestaste en decirles esto cuando las enviaste a su posible

desaparición? —Decebel no pudo contener su gruñido.

«Jennifer, la magia se desliza de ustedes mientras están durmiendo».

«Mierda», le oyó murmurar. «Bueno, eso no puede ser bueno. Por cierto,

me doy cuenta de que es un eufemismo».

—Dile que tiene que llegar a Rachel para que les ponga un hechizo de

encubrimiento. Yo se lo enseñé —urgió Peri.

«Nena, dice Peri que vayas con Rachel para que ponga un hechizo de

encubrimiento sobre ustedes. Después trae tu hermoso trasero de vuelta aquí».

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«Aw, ¿Peri realmente cree que tengo un hermoso trasero? Tendrás que

decirle que estoy tomada».

Decebel trató de reprimir su risa, pero no lo consiguió. Estaba sonriendo

mientras le decía que se diera prisa. Te amo.

—Rachel. —Jen se levantó del lugar en que había estado—. Peri dice que

necesitas encubrirnos. Jacque y yo nos quedamos dormidas y ella nos dijo que

nuestra magia se escapa cuando dormimos. Así que ahora nuestra divertida bruja

podría saber dónde estamos.

Rachel comenzó a murmurar en voz baja, con los ojos cerrados. Jen y

Jacque se estremecieron al sentir rozar un frescor antinatural contra su piel.

—Hecho —dijo Rachel.

Jacque se puso de pie y se desperezó.

—Entonces, ¿Decebel te despertó también?

—Sí, el mocoso tiró de mi cabello.

Jacque se echó a reír.

—Fane optó por una forma diferente de coerción. —Ella sonrió

sugestivamente y le guiñó un ojo a Jen, que cortésmente la evadió.

—Estamos listos —oyeron una voz ronca decir.

—¡Genial! —Jen les sonrió y Rachel se rió entre dientes, mientras

empezaban a salir apresuradamente.

Jacque una vez más sacó la ML y susurró “el velo”. Peri había dicho que

esto permitiría al dispositivo señalarles el punto en la dirección que tenían que ir.

Gavril tomó rápidamente la delantera, como resultado de todo el asunto

Alfa, decidió Jen. Marcó un ritmo rápido y un par de veces Jen y Jacque se

miraron entre sí, preguntándose cuál de ellas se desmayaría primero.

—Estoy tan fuera de forma. —Jacque jadeaba a medida que continuaban

a un trote ligero.

—Estoy en forma. —Sonrió Jen—. Se llaman curvas.

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—Eso no es estar en forma, Jen —dijo Jacque secamente.

—Lo es en mí.

Rachel y Jacque se rieron de Jen, pero nunca desaceleraron su ritmo.

Corrieron, caminaron enérgicamente, y trotaron un poco más. Gavril fue

implacable en su enfoque. Dejó que caminaran lentamente en un momento dado

para que pudieran beber y comer la comida Fae, de la que Jacque y Jen estaban

rápidamente cansándose.

Su primera noche en el bosque vino rápidamente. Jen sacó su teléfono para

comprobar la hora, su batería estaba peligrosamente cerca de morir. Tendría que

llegar a Peri para que la cargue por ella, decidió con una sonrisa. Esa sonrisa fue

eliminada rápidamente de su cara cuando afuera en el oscuro cielo una gran ave

se abalanzó, con las garras hacia adelante, directamente hacia Jen.

Jen se tambaleó hacia atrás, levantando sus brazos en el aire en un intento

de que el ave no le saque los ojos.

—¿Qué mierda fue eso? —gruñó Jen mientras Gavril y los demás se

detenían. Todos ellos miraron el cielo con cansancio, esperando a ver si eso había

sido una casualidad o si el ave había estado bajo el poder de otra persona.

No tuvieron que esperar mucho tiempo por su respuesta.

Un estruendo ruidoso surcó por el cielo y el aire empezó a moverse,

corriendo sobre sus cabezas. El sonido se hizo más y más fuerte. Sus ojos se

abrieron mucho cuando se dieron cuenta de lo que estaba causando el ruido. Cien

o más aves estaban volando directamente hacia ellos.

—¡CORRAN! —gritó Gavril—. ¡Más profundo en la cubierta de los

árboles!

A Jen y Jacque no tenían que decírselo dos veces. Ambas arrancaron en

una carrera, con los brazos echados sobre sus cabezas, agitándolas salvajemente.

Jen estaba segura de que parecían pollos locos, corriendo por el bosque con aves

persiguiéndolos.

Jacque miró hacia atrás por encima del hombro para ver si las aves aún los

perseguían. El estómago se le cayó cuando vio que ya no eran sólo aves.

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—Gavril —gritó ella al hombre lobo, que estaba tratando de permanecer

entre ellas y sus perseguidores—. ¡Las aves tienen amigos!

Gavril miró hacia atrás y maldijo.

La curiosidad de Jen pudo más que su miedo por lo que ella también miró

por encima del hombro.

—Santo…

Jen fue cortada por la severa advertencia de Jacque.

—Jen.

—Lo siento. Quiero decir, ¡maldita sea!

—Mejor —aprobó Jacque.

—¿Esos son…? —Jen no dejaba de mirar hacia atrás mientras corría,

tratando desesperadamente de no encontrarse cara a cara con un árbol.

—¿Grandes jabalíes salvajes? —terminó Jacque por ella.

—Bueno, yo iba a decir grandes cerdos, pero podemos ir con jabalí, si lo

deseas.

—Sí, eso es lo que son. Y los GJS tienen colmillos. Grandes, colmillos

mortales —añadió Jacque.

Gavril apuntó a una caída que estaba a su izquierda. Jen había estado

tratando de evitarla, pero al parecer Gavril tenía otros planes.

—¡Deslícense por ella! —gritó, Jen y Jacque vieron con horror como

Rachel cayó deslizándose con la gracia digna de un jugador profesional de béisbol

y se fue sobre la saliente.

Jen y Jacque se detuvieron en el borde de la bajada. Miraron hacia abajo y

vieron como Gavril y Rachel se deslizaban, rodaban, y se deslizaban un poco

más.

Jen miró detrás de ella cuando la tierra empezó a temblar, lo que ella había

considerado como GJS estaban cada vez más cerca. Miró a Jacque y se encogió

de hombros.

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—Morir siendo mutilada por los colmillos de GJS, o morir por la bajada.

Siempre voy a elegir la última. —Tomó la mano de Jacque y la hizo agacharse.

Jen entonces dio un enorme empujón que las empujó a ambas sobre el

borde.

Estaban cayendo. Sus espaldas golpeaban la colina empinada y se

deslizaban, sus ropas haladas por todo a su paso, cortes apareciendo en sus rostros

mientras ramas las abofeteaban. Rodaron, y resbalaron un poco más, llegando

finalmente a un abrupto fin a los pies de una sanadora cubierta de tierra y un Alfa.

—Levántense, tenemos que seguir corriendo. —Gavril haló a Jen a sus

pies, mientras que Rachel ayudó a Jacque a levantarse. Una vez de pie, Gavril se

dio vuelta y empezó a correr de nuevo. Jen y Jacque no se molestaron en mirar

hacia atrás para ver si los jabalíes habían decidido emprender el vuelo.

Empezaron a correr, yendo más rápido de lo que nunca habían ido antes.

—¿Cómo fue que nos encontraron tan rápido? —preguntó Gavril a su

compañera mientras corrían. Él estaba buscando una abertura en la montaña, un

lugar en el que pudieran meterse y ponerse a cubierto.

—No lo sé. Pensé que mi cubierta aún estaba aguantando.

Gavril una vez más comenzó a escuchar el sonido revelador de aleteo.

Tomó velocidad, haciendo un gesto con el brazo para que los demás hagan lo

mismo. Finalmente, al doblar una curva pronunciada por un lado del acantilado,

encontraron la abertura que Gavril había estado buscando, una abertura que

parecía un corte vertical en la montaña. Sería un poco apretado, pero eso era

mejor que estar afuera.

—Rápido, dentro de la apertura. —Gavril se detuvo para señalar a las

chicas la dirección.

Jen se escurrió dentro, seguida por Jacque, Rachel, y, finalmente, Gavril.

No era muy profunda, pero retrocedía lo suficiente para que Gavril fuera capaz

de alejarse de la abertura. Observaron las sombras de los pájaros en la luz de la

luna mientras volaban y los pasaban. Todos ellos dejaron escapar un suspiro

colectivo.

—Eso no va a ser el final de esto —dijo Gavril.

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Rachel recogió unas ramas y hojas de la parte inferior rocosa de la apertura,

apilándolas. Puso sus manos sobre ellas y con un balbuceo, un fuego se levantó

de la pila.

—Asombroso. —Jen sonrió.

—El fuego ayudará a disuadir a los animales —explicó.

Jacque y Jen se sentaron, ambas todavía tratando de recuperar el aliento.

—Entonces, exactamente, ¿qué fue eso? —preguntó Jen entre jadeos.

—Ella nos ha encontrado —respondió Rachel con solemnidad—. Está

usando a los animales en contra de nosotros. Usará el clima también. Es muy

poderosa.

—Está bien, entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Jacque más

calmada.

—Necesitamos a Peri. No puedo luchar contra ella.

—Está bien, bueno, Jacque y yo hablaremos con nuestros hombres y

conseguiremos que Peri el hada venga aquí.

Los labios de Rachel se arquearon en un lado.

—¿Sabe que la llamas Peri el hada?

Jen le guiñó un ojo.

—Tú lo sabes.

«Oye, ¿B?»

«Jennifer». El alivio en la voz de él hizo al estómago de Jen hacer cosas

divertidas. Trató de ignorar eso y centrarse en lo que era importante, como

permanecer viva.

«Necesitamos que Peri venga a salvarnos el culo».

«¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?»

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«Estoy bien, pero fuimos perseguidos por algunos pájaros locos y luego por

algunos GJS». Jen pronunció su acrónimo para los jabalí como “Jes” y sonrió

cuando Decebel preguntó qué diablos era un Jes.

«Grandes jabalíes salvajes. Palabras de Jacque. Eso no es importante, lo

importante es que la bruja tiene nuestra ubicación en su radar y necesitamos que

Peri traiga la caballería».

«Realmente desearía que hablaras en español y no en la jerga militar

televisiva».

«Bien. La bruja nos encontró. Dile a Peri que traiga su trasero hasta aquí y

haga lo suyo. ¿Mejor?»

«Sí».

«No suena ni cercano a genial», se quejó Jen.

«Y genial es definitivamente lo que nos preocupa ya que tu vida está en

juego», le espetó Decebel a ella.

«Sólo ve a decírselo al hada».

Jen esperó por la respuesta de Decebel, suponiendo que hablaba con Peri

y los otros lobos.

«Estamos en camino».

«¿QUÉ? No, Decebel. No puedes luchar contra ella».

«Nena, dudas de mis habilidades de lucha, estoy herido», bromeó. Peri

debe haberle desatado si él estaba tomándole el pelo. «Estaré ahí enseguida».

Esto no era lo que Jen estaba tratando de lograr. No quería que Decebel

estuviera aquí, vulnerable a la bruja y a sus planes malignos.

«Relájate, amor. Llevaré a la caballería conmigo». Y así se había ido. Él no

cerró su vínculo, pero él dejó en claro que no iba a hablar más de esto.

Jen miró al rostro amargado de Jacque.

—Déjame adivinar, ¿Fane está en camino? —preguntó Jen secamente.

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—¿¡Qué sucede con ellos!? ¿Por qué no nos escuchan? Todo lo que pedimos

es que le dijeran a Peri que viniera y en cambio ellos oyen: “Sálvame, mi héroe

peludo”. En serio.

—Estoy contigo. Pero ellos son tan cooperativos como lo somos nosotras.

¿Sabes lo que eso significa?

—Que nunca escucharán nada de lo que decimos —respondió Jacque.

—Tienes razón, mi compañera pelirroja. Tienes razón.

—Peri no dejaría salir a los lobos a menos que tenga un plan —les dijo

Gavril. Miró fijamente hacia fuera en la apertura de la noche oscura.

—Bueno espero que sea uno bueno porque Fane y Decebel están

caminando directo en el sendero de la bruja. Puesto que ellos mismos se están

lanzando a sus pies deberían traerle flores y chocolates —gruñó Jen.

Un repentino destello de luz cegó a los cuatro, y entonces una vez más

cuando la oscuridad regresó tan de repente.

Jacque, Rachel y Jen se pusieron de pie y vieron a un hombre alto que

parecía estar a mediados de sus veinte años entrar en la cueva pequeña. Tenía una

espesa cabellera de un castaño claro y unos ojos del color del acero. Junto a él

estaba una chica a quien rápidamente reconocieron como Elle.

Elle sonrió hacia Jacque y Jen, y saludó a Rachel con un abrazo como si

fuera una vieja amiga. El hombre tomó la mano de Rachel, con Gavril gruñendo,

se agachó y la besó. Él miró a Jen y a Jacque y les dio un guiño.

Jacque puso los ojos en blanco.

—Hay problemas.

Jen asintió estando de acuerdo.

—Con mayúsculas J. C.

—Pero problema empieza con P, Jen.

—Sí, pero jodidamente caliente empieza con J C.

Jacque resopló.

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—Hombre, tu compañero va a tener las manos llenas.

—¿Tus ojos se quedaron ciegos cuando te vinculaste con Fane? —preguntó

Jen, volviéndose para mirar a Jacque.

—No. —Sonrió Jacque.

—Bueno, ni los míos. No estoy desnudando al tipo con mis ojos, sólo estoy

apreciando el encanto que él trae al mundo.

—Hola, señoritas. Soy Adam. —Captó la mano de Jen, inclinándose, y al

igual que hizo con Rachel, la besó. Jen intentó no ruborizarse pero, mierda, ella

era mujer y él estaba caliente.

Los ojos de Adam parecían mirar a la vez todo a su alrededor. Aunque era

coqueto, sin duda era mortal.

Adam hizo lo mismo con Jacque y, para alivio de Jen, Jacque se sonrojó

como una roja manzana de caramelo.

—Elle y yo somos la caballería —les informó con una amplia sonrisa.

Elle se acercó a su lado y sonrió.

—¿Están listas las señoras para la batalla? —Les entregó pequeños

cuchillos afilados a cada una de ellas.

Jen sonrió malvadamente.

—¡Diablos sí!

—Um, Elle, no se le debería permitir a Jen jugar con cuchillos —dijo

Jacque con cautela.

—Estos lanzas cuchillos son especiales. —Sonrió Elle—. Están encantados

de tal manera que sólo golpeará a los que ustedes se propongan. No puedes fallar.

Y sin importar donde peguen, cada golpe es mortal.

—¡Esto es tan jodidamente genial! Es decir, tan genial al estilo El Señor de

los Anillos. —Los ojos de Jen se encendieron mientras agarraba el lanza cuchillo.

—Jen, probablemente no es genuino compararlos con una película.

—Mi equivocación. —Jen sonrió tímidamente.

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Adam les sonrió.

—Elle dijo que ustedes eran raras. No bromeaba.

Jen y Jacque miraron a Elle, quien se había vuelto roja.

—Realmente estaba bromeando —dijo ella que con las cejas levantadas.

—Oye, no estamos ofendidas cuando alguien dice la verdad. No te

preocupes. Ahora, si hubieras dicho que yo era dulce, o que Jacque tenía senos…

bueno, entonces estaríamos ofendidas.

—Jennifer Adams, sé que no acabas de decirlo. —Jacque miró a su amiga

sonriente y totalmente sin remordimientos.

—No sé con quién estás hablando, Roja. Mi nombre no es Jennifer Adams.

—Como sea —espetó Jacque.

—Entonces, ¿iniciaremos esta fiesta o qué? —preguntó Jen a Elle.

Elle asintió.

—Somos el cebo.

Gavril dio un paso y le gruñó a Elle.

—Peri quiere que distraigamos a la bruja hasta que los lobos puedan llegar

a nosotros.

—Exactamente.

—¿Por qué liberaría a los imbéciles en primer lugar? —se quejó Jacque.

—Porque Peri sabe cuándo decir basta. El poder de Vasile estaba rondando

por toda la casa, amenazando con traerles sobre sus cabezas, Fane estaba

amenazando a Peri, y Decebel estaba amenazando con comerse a cada Fae que

se le cruzara en su camino a partir de entonces.

Jen jadeó.

—¡No, no lo hizo!

Jaque puso sus ojos en blanco ante el pensamiento de Fane amenazando a

la poderosa Fae.

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Elle asintió.

—Cuando descubrieron que ustedes estaban bajo ataque, fue su punto de

ruptura. —Se encogió de hombros—. Todos tienen uno.

—De acuerdo, ¿cuál es el plan, Stan? —preguntó Jacque

intencionadamente, tratando de traer a todos a bordo.

—¿Quién es Stan? —preguntaron al unísono Rachel, Gavril, Adam y Elle.

Jacque y Jen gruñeron.

—Vamos a tener que tener una clase de modismos y refranes Americanos

—murmuró Jen.

Jacque trató otra vez.

—¿Qué necesitamos hacer?

—Correcto —comenzó Adam. Señaló a la tierra y de repente apareció una

gran pila de cuchillos como los que Elle les había entregado a las chicas—.

Ustedes saldrán y dejarán que la bruja las encierre. Tomen algunos cuchillos.

Cuando sus secuaces comiencen a atacar empezamos nuestro ataque. Sólo

piensen en dónde deseen que el cuchillo vaya y arrójenlo. Traten de esconderse

detrás de los árboles y manténganse fuera de su línea de visión. Mantengan al

animal entre ustedes y los árboles y así podrán volverse a rearmar. Si ella envía a

los pájaros, mantenga el cuchillo en alto mientras que los pájaros vuelan… lo

matará cualquier abertura en la piel. ¿Lo entendieron? —Las miró con

expectación.

Jen asintió y golpeó los puños con Jen.

—Activando modalidad Rambo.

Jacque sonrió, no podía evitar entrar en el espíritu de lucha cuando Jen

estaba tan ansiosa.

—Hagámoslo.

Jacque y Jen agarraron varios cuchillos y se dirigieron fuera con Gavril y

Rachel sobre sus talones.

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Los seis estaban parados a unos seiscientos metros al frente de la abertura

de la pequeña cueva. Sus ojos se estrecharon mientras escaneaban los cielos y el

bosque frente a ellos. Adam y Elle se movieron sigilosamente en direcciones

opuestas, parecían fundirse con su entorno, mientras que Jen y Jacque tomaban

posturas de lucha, que habían aprendido en el entrenamiento de autodefensa

durante El Encuentro. Gavril mantuvo levantada en el aire la nariz, respirando

profundamente y ladeando su cabeza como si escuchara con atención por algo.

Rachel estaba parada en posición recta y miraba sin miedo con un cuchillo en

cada mano.

Los árboles y el entorno parecían hacerse inquietamente silenciosos

mientras esperaban, esperando a ver lo que Desdémona tuviera bajo la manga.

Todavía no habían pronunciado su nombre en voz alta aunque ella ya tenía poder

sobre ellos. Ninguno de ellos parecía estar dispuesto a darle más, pronunciando

su nombre al viento.

Jen miró hacia abajo. Sintió que el suelo comenzaba a temblar. El

discordante que emanaba de la tierra se movía por sus piernas y llegó a ser tan

duro que sus dientes casi se sacudieron en su boca. Ella miró Jacque.

—¿GJS?

Jacque se encogió de hombros.

—Lo que sea, no puede ser bueno.

—¿Hay algo que cause los terremotos que sea bueno, Jac?

Antes de que Jacque pudiera responder, sus cabezas se azotaron alrededor

ante los sonidos de impacto y grietas haciéndose más audibles. Miraron los

arbustos, ramas de los árboles que colgaban bajo y un montón de nieve ser

lanzados por los aires a medida que los GJS venían corriendo hacia ellos.

—¡NO DUDEN! —escucharon gritar a Adam mientras ellas veían

destellos de luz. Entonces dos de los jabalíes fueron golpeados con lo que parecía

ser una bola de fuego. Se estrellaron con los otros, y varios cayeron mientras

luchaban a su alrededor, tratando de continuar con su acometida.

Sin pensarlo, Jen escogió uno de los GJS y lanzó un cuchillo. Sus ojos se

ampliaron cuando el cuchillo se incrustó en la frente del jabalí, derribando al

animal en un instante. Se deslizó de costado hasta que finalmente se detuvo. Eso

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pareció despertar a los demás de su shock. Gavril rugió un gruñido muy alto y

gradualmente cambió a su forma de lobo, corriendo precipitadamente hacia la

plaga. Rachel, como Jacque, había lanzado sus cuchillos y ya estaban corriendo

a la cueva para rearmarse.

Jen sonrió perversamente mientras veía a Jacque tirar dos cuchillos uno de

detrás de otro.

—¡Anotación! —gritaron ambas cuando dos jabalíes se vinieron abajo.

Jen se dio cuenta que Elle y Adam estaban usando su magia Fae en lugar

de cuchillos. De ahí eran de dónde venían las bolas de fuego que seguían sacando

jabalí tras jabalí. No pudo evitar pensar que sería mucho más fácil lanzar fuego a

tener que seguir corriendo y conseguir más cuchillos, pero no iba a quejarse bajo

las circunstancias.

Jacque volvía de su cuarto viaje de recarga cuando todo se quedó en calma

otra vez.

—¿Eso es todo? —preguntó Jacque mientras todos veían la carnicería ante

ellos. Cuerpos quemados y ensangrentados de jabalíes dispersados en el suelo.

Jen se estremeció cuando vio a Gavril en su forma de lobo, lamiendo su hocico.

—Era una prueba —respondió Elle mientras salía de las sombras del

bosque.

—Vendrán más —agregó Adam.

—Está bien, sin ofender, pero ustedes como que están asustándome con las

monótonas respuestas cortas —les dijo Jacque mientras volteaba lentamente en

un círculo, sus ojos saltando desde el cielo a la tierra y otra vez de regreso.

Adam se acercó a la pila de cuchillos, que se había vista reducida en la

batalla. Extendió su mano y murmuró algo en voz baja y más cuchillos

aparecieron.

Jacque meneó la cabeza y resopló.

—Sería una vaca si pudiera hacer eso y conjurar panecillos cada vez que

quisiera en grandes cantidades como esas.

Adam la miró con la cabeza ladeada.

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—¿A las vacas le gustan los panecillos?

Jacque puso los ojos en blanco y soltó un fuerte suspiro, despidiéndolo con

la mano.

—No importa, Legolas. Se me olvida que mi sarcasmo y mis bromas

ingeniosas se desperdician en tus orejas puntiagudas.

Esta vez Adam estaba sacudiendo la cabeza, pero no tuvo la oportunidad

de responder antes de que se oscureciera el cielo alrededor de ellos. El batir de

alas llenó el aire alrededor de todos ellos. El cielo por encima se tornó oscuro,

haciendo lo que volaba invisible. Mientras estiraban el cuello y entrecerraban sus

ojos, tratando de penetrar la oscuridad por encima de ellos, Jen se dio cuenta de

lo que ellos estaban escuchando.

—¡Maldita sea, esos son murciélagos!

Los murciélagos comenzaron a bombardear al grupo. Gavril saltó en el aire

y arrebató a uno con sus mandíbulas. Lo aplastó y escupió, sólo para continuar

el proceso otra vez. Adam y Elle estaban disparando otra vez las bolas de fuego

y Rachel, Jen, y Jacque sostenían en el aire sus cuchillos en mano, apuñalando a

todo lo que venía en su camino. Oleada tras oleada de criaturas nocturnas se

arremolinaron y se zambulleron contra el grupo. Jen, Jacque, y Rachel habían

formado un círculo de espalda con espalda para que ninguna de ellas se quedara

con un lado vulnerable.

Jen no sabía cuánto tiempo había pasado desde el primero de los

murciélagos, pero estaba empezando realmente a enojarse. El suelo estaba

haciéndose más negro, cubierto con los cuerpos de los murciélagos muertos, que

estaban matando tan rápido como podían. Sin embargo, con cada murciélago que

caía otro lo reemplazaba.

—¿Está criando a las malditas cosas? —gritó Jen.

—Puede ordenar que vengan de todas partes. —Habló Rachel por encima

de los aleteos de las alas.

—¿Cuánto tiempo puede durar esto? —gritó Jacque a Elle quien, como

Adam, tenía su espalda contra un árbol y apuntaba sus manos hacia el cielo,

enviando destellos de luz y bolas de fuego a los murciélagos implacablemente.

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—Hasta que estemos lo suficientemente débiles para que ella nos mate —

contestó honestamente Elle.

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Traducción SOS por Fanny

Corregido por Flochi

asile, no puedes esperar más tiempo —le dijo Peri

firmemente—. Debes llamar a las otras manadas; debes

recordarles lo que sucedió durante la guerra de hombres

lobos. ¡Tienen que recordar por qué una bruja no puede

poner sus manos en una sanadora!

Vasile se puso de pie, mirando las llamas danzantes del fuego. Aún estaba

enojado con Peri por atarlo a él y a sus lobos. Alina le había impedido hacer algo

estúpido, pero sus lobos querían enseñarle a esa Fae una lección: no te metes con

un Alfa o con lo que le pertenezca. Alina le había dicho que mirara el cuadro más

grande y lo superara. Había resoplado y pensó, no por primera o ultima vez, que

las chicas americanas estaban influenciando a su pareja.

—Entonces, ¿crees que debería recurrir a ellos? —le preguntó.

—No puedes vencer a Thad y Desdémona sin su ayuda.

Dejó de mirar el fuego para mirar a Peri. Las vastas líneas marcadas en su

rostro siempre joven parecían estar más profundas hoy. Ella sostuvo su mirada y

supo que no lo estaba retando… le estaba implorando.

—Esta batalla sucederá bajo mis términos, donde yo escoja. —Vasile había

leído la historia de las guerras y sabía que sería un error de táctica dejar que su

enemigo escogiera el lugar u hora de batalla.

—Entonces será mejor que tengas listas a tus tropas y comiences a poner a

tus jugadores en posición. —Peri sostuvo un teléfono frente a él. Vasile lo tomó

de su mano y, sin vacilar, comenzó a llamar a los Alfas de Hungría, Bulgaria y

también de Colorado. Los llevó con rapidez a través de los acontecimientos que

habían sucedido en las semanas pasadas y, con Peri ladrando en su oído, les

explicó los posibles resultados si no trataban con Desdémona y Thad.

—V

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Después de una hora de una larga conferencia telefónica con los otros tres

Alfas, se decidió que se encontrarían dentro de tres días en la Taberna. Eso le

daría a Dillon, y a los miembros de la manada que traería, tiempo para llegar. En

la Taberna harían los preparativos finales sobre dónde montar su ataque.

Vasile se puso en contacto con Skender, a quien había dejado a cargo en la

Taberna, y le explicó que las otras manadas llegarían y que necesitaría ayuda de

Nicolae para tener todo listo. Un montón de lobos estaban a punto de descender

en ese pequeño edificio.

* * *

Sally se puso de pie, cansada de mirar por la ventana del segundo piso del

cuarto que había estado compartiendo con Cynthia y Crina. Miraba mientras la

nieve caía y cubría el paisaje, el cual, a pesar de saber que no era, se veía idéntico

a su mundo. Estaba tensa y preocupada, preguntándose qué estaba pasando con

sus amigas. Estaba lastimada porque no habían confiado en ella diciéndole que

se iban. Por primera vez en la historia de su amistad, Sally se sintió excluida,

como si no encajara, y dolía. Limpió las lágrimas que escaparon de sus ojos.

De repente, fuertes brazos llegaron detrás de ella y la empujaron contra un

cálido y firme pecho. Sabía que probablemente debería rehusar su consuelo, ya

sabía que iba a estar consolando su corazón roto cuando Costin perdiera el interés

en ella, y no debería alentarlo, pero lo necesitaba. Se volteó en sus brazos y

envolvió los suyos alrededor de su cuello y apoyó su cabeza contra él. Escuchó

latir su corazón y, la lenta y calmada respiración que hacía que su pecho subiera

y bajara. Algo dentro de ella se puso en contacto con él, lo ansiaba, y estaba tan

cansada de luchar contra eso.

—¿Por qué no me dijeron? —susurró ella.

—No querían ponerte en una posición en la que te vieras forzada a mentir.

Sally echó su cabeza hacia atrás para mirar sus brillantes ojos color

avellana.

—¿Te dijeron? —Su voz reveló el dolor que tal revelación causaría.

—No, Sally mía, no me dijeron. Pero he estado alrededor de las tres el

tiempo suficiente para saber lo mucho que se preocupan unas por otras. Sabían

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que no podías ir con ellas. Creo que sabían que Vasile te preguntaría primero y

no querían que tuvieras que mentirle a tu Alfa.

—Pero, ¿no debieron dejar que yo tomara esa decisión? —Sally se tensó

sus brazos. Como si supiera que iba a alejarse, él la agarró con más fuerza.

—Tal vez. Pero ya está hecho. No creo que tuvieran la intención de

lastimarte o hacerte sentir como si no encajaras.

—¿Cómo sabes que así es como me siento? —Ella regresó su cabeza sobre

su pecho, no quería que él viera la vulnerabilidad en sus ojos.

—No sé realmente cómo explicarlo. —Costin levantó la mano para pasarla

por encima del cabello de ella. Luego bajó la cabeza para hablarle directamente

al oído—. Algo en tu interior me llama —susurró suavemente—. Es como si mi

alma alcanzara la tuya y, como un imán, me llevas a ti. Mi lobo te ha reclamado

y está conectado a cada respiración que das. Siento tu dolor, siento tu desánimo,

y todo en lo que puedo pensar es qué hacer para hacerte sentir mejor, a quién

matar para que nunca te sientas de esta manera de nuevo.

—Esa es una buena explicación. —Sally sonrió contra su pecho. Apreciaba

su consideración.

—¿Costin?

—¿Sí?

—¿No estás preocupado sobre estos sentimientos que hay entre nosotros o

por qué están ahí? —Sally empujó su cabeza hacia atrás para así poder mirar

dentro de sus ojos cuando respondiera.

Él quitó el cabello de su cara y sonrió.

—No, no estoy preocupado.

—¿Por qué no?

—Nada en este mundo parecer se inamovible. Hadas, hombres lobos,

brujas y su existencia significa que todo es posible. Así que, ¿por qué no podrías

ser mía?

Los ojos de Costin comenzaron a brillar. Ella se estremeció cuando

preguntó:

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—Pero, ¿y si no lo soy?

Costin la jaló cerca de él y se inclinó solo un poco para mirar sus ojos color

miel.

—Hasta que el universo me diga lo contrario, eres mía.

Sally apoyó su cabeza contra su pecho de nuevo y trató de respirar con

normalidad. Su corazón latía rápidamente y su estómago estaba en nudos. Ella

quería ser de Costin, lo quería tanto que le daba miedo admitirlo. Cerró sus ojos

y tomó consuelo de sus brazos mientras se preocupaba por sus amigas y sus

parejas, y por este tranquilo momento en esta tierra encantada, pretendió que era

de Costin y que él era suyo.

* * *

Peri estaba de pie justo fuera del cuarto donde Sally y Costin estaban

hablando. Había venido a comprobar a Sally, sabiendo que estaría preocupada y

enojada. Cuando Peri escuchó a Sally preguntarle a Costin sobre los sentimientos

que tenían uno por el otro, estuvo curiosa de escuchar la respuesta de Costin. Él

parecía un espíritu muy contenido, era tan cómodo estar alrededor de él, que

ponía a los demás a gusto. Era una buena pareja para la sonadora. No estaba

sorprendida de escuchar a Costin diciendo que no estaba preocupado sobre lo que

pasaba entre ellos. Peri imaginó que Sally estaba confundida, por lo que sabía,

sólo los Canis lupis podían emparejarse entre sí. No sabía nada sobre las

sanadoras gitanas. No era momento para que alguno de los dos lo supiera.

Peri quería hablar con Jen para ver si Rachel le había divulgado esa

información cuando había estado al cuidado de ella, y si así era, asegurarse que

Jen no dijera nada a Sally o Costin. Peri sabía que las consecuencias serían severas

si Costin trataba de clamarla como suya antes de tiempo. Se alejó de la puerta

cuando se quedaron callados y los dejó para que se reconfortaran uno al otro

como solo ellos podían, aunque ellos no lo sabían aún.

* * *

Decebel empujó más rápido, sintiendo a Fane justo detrás de él mientras

corrían a través del oscuro bosque. La nieve brillaba donde fuera que la luna se

disparaba a través de las grietas de los árboles. Su respiración era uniforme y podía

verla convertida en niebla cuando el calor se mezclaba con el frío. Al comenzar a

salir de la taberna, había convocado a su lobo para utilizar su vista, oído y

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velocidad. Habían estado corriendo por horas, y a pesar de que Decebel imaginó

que debería estar cansado, no lo estaba. Todo en lo que podía pensar era llegar a

Jennifer. Podría sentirla si la alcanzaba con su mente, pero no quería distraerla

en caso de que estuviera batallando con los esbirros de la bruja. Peri había dicho

que se aseguraría de que Jennifer y los otros tuvieran ayuda y, a pesar de que aún

quería comerse a la Fae por atarlo y permitir que su compañera escapara, confiaba

en ella.

—¿Cómo lo llevas? —Decebel habló bajo, sabiendo que el oído de lobo de

Fane oiría sus palabras.

—Estaré mejor cuando mi compañera esté donde pertenece.

—¿Encadenada a tu lado? —le molestó Decebel, solo un poco en broma.

Fane río entre dientes.

—¿Y tú qué planeas hacerle a Jen?

Decebel gruñó.

—No lo he decidido aún, pero hasta ahora ninguna de las cosas que he

pensado serían aprobadas por nuestro Alfa.

Eso provocó una carcajada de Fane, la cual fue cortada abruptamente

cuando vieron un destello de luz volar por el aire. Decebel y Fane se detuvieron

y escucharon.

—¿Escuchaste eso?

—Suena como un aleteo de alas. Bastante de ellas —contestó Fane.

Decebel respiró hondo por la nariz. Sus ojos se abrieron de golpe y un soltó

un ruidoso aullido. Se apresuró hacia adelante y Fane estaba justo detrás de él.

Los dos lobos golpearon el suelo con fuerza mientras se dirigían al sonido de

batalla y al aroma de sus compañeras.

* * *

—Maldita sea, si nunca veo otro murciélago de nuevo será muy pronto —

gruñó Jen mientras cortaba a otro demonio negro con alas del cielo. Sus brazos

dolían por estar levantados y su cabeza se sentía con peso de plomo en su cansado

cuello.

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—En serio —acordó Jaque sin aliento.

Elle y Adam estaban haciendo constantemente la cosa de la bola de fuego

y seguían tan frescos como en el momento en el que entraron a esa pequeña cueva

hace casi doce horas. Periódicamente, Rachel, Jen y Jacque tomarían turnos para

entrar a la cueva y reposar. Jacque y Jen correrían hacia ellas y chocarían la mano,

bromeando sobre pasar la batuta. Rachel las seguía mirando como si dejara en

claro que no estaba segura de que a Jen le hubieran quedado algunas células

cerebrales después de su terrible experiencia. Gavril continuaba peleando en su

forma de lobo, y Jen y Jaque habían hecho comentarios a Rachel, sobre él

teniendo una increíble resistencia para su edad. Para su sorpresa, y el deleite de

Jen, Rachel respondió con un pícaro:

—Ya sabes lo que dicen de la resistencia de un lobo en una batalla…

Jaque se había ahogado con la risa y Jen le había guiñado a Rachel y dijo:

—No sé lo que dicen, pero apuesto a que tiene que ver con s-e-x-o. —Había

deletreado la palabra sexo en un tono cantarín. Rachel se había sonrojado y

sonreído pero había guiñado de vuelta.

Jacque decidió que esto era mucho más divertido para ellos porque estaban

extremadamente cansados y adoloridos, eso y que las cosas parecían más

divertidas cuando no sabías si ibas a vivir para el día siguiente.

Jen estaba tomando su turno en la cueva cuando escuchó un aullido que

cortó el oscuro amanecer. Corrió hacia afuera. Ella conocía ese aullido, lo

reconocería en cualquier parte.

Pronto estaba parada en el bosque con los otros, conteniendo su

respiración. Entrecerró los ojos, tratando de ver a su compañero a través de los

árboles. Cuando un murciélago llegaba a ella, era casi costumbre levantar su

brazo con el cuchillo en su mano. Luego, como un ángel vengador, Decebel en

su forma de lobo atravesó los arboles con Fane siguiéndole los talones. Ambos se

lanzaron hacía los murciélagos mientras los aplastaban unos tras otros. Jen miró

con asombro la forma fuerte de su compañero moviéndose con tal agilidad para

ser tan grande. Decidiendo que estarían allí afuera peleando con esos estúpidos

murciélagos por siempre, silbó. Cuando todos miraron en su dirección, hizo señas

hacia la cueva. Iba a estar muy apretado, pero tendrían que hacerlo.

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—Ven, bola de pelos. Necesitamos hablar —le dijo a Decebel mientras se

encaminaba a la cueva, seguida por Jacque y Rachel.

Los tres lobos trotaron dentro y Adam y Elle cerraron la marcha.

Conjuraron alguna clase de escudo de fuego en la entrada de la cueva para evitar

que los murciélagos entraran.

—Oye, eso es jodidamente práctico. —Jaque señaló el escudo.

—Ser Fae tiene sus ventajas. —Adam le guiñó un ojo.

Fane le gruñó y caminó para estar entre Jaque y el Fae.

—Relájate, hombre lobo —le dijo Jaque en voz alta—. Él está de nuestro

lado, y él y Elle nos han salvado el pellejo, así que no lo amenaces.

«¿Estás lastimada?», le preguntó Fane gentilmente mientras seguía

mirando al macho desconocido.

«Estoy bien. Sólo cansada. Adam también está bien. Él sólo es coqueto».

«Bueno, entonces debería enseñarle a no serlo», gruñó Fane.

Jacque puso los ojos en blanco a su compañero y jaló su cola con fuerza.

Fane volteó la cabeza y le gruñó. Ella levantó sus manos en rendición.

«Compórtate si no quieres que te jale la cola». Lo fulminó con la mirada.

Jen se sentó en el piso, su cuerpo dolía por todas partes. Decebel llegó cerca

de ella y se sentó justo frente a ella. En su forma de lobo, con ella sentada, su

cabeza era más alta que la de ella incluso sentándose en sus cuartos traseros. Sus

ojos se encontraron con los de ella y levantó su labio en una mueca.

«Nunca me dejarás de nuevo», le dijo a través de su vínculo.

Jen se inclinó y envolvió sus brazos alrededor de él. Decebel dejó escapar

un gruñido bajo en su pecho.

«Lo siento, Dec, de verdad. Estoy tan cansada. ¿Puedes cambiar de forma

para que me abraces?»

«No hay nada que amaría más que abrazarte, pero no tengo ropa que

ponerme cuando cambie. Necesitamos discutir lo que Vasile nos ha pedido

hacer».

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Jen soltó su cuello y se sentó erguida. Miró a cada lobo y luego a los otros.

—Bien, entiendo que estarán desnudos cuando cambien. Así que nosotras,

las chicas, vamos a mirar a otro lado mientras hablamos porque, francamente,

estoy muy cansada para repetir todo lo que Decebel me diga y estoy segura que

Rachel y Jacque están igual de cansadas. ¿Estamos todos de acuerdo?

Todos asintieron y cada lobo dejó salir ruidos como de lobos. Rachel,

Jaque y Ella se pararon y miraron la parte de atrás de la cueva mientras los

hombres cambiaban.

Jen casi salta fuera de su piel cuando sintió los labios de Decebel en su

cuello y sus brazos alrededor de ella.

—¡Mierda, hombre! Sobreviví a los estúpidos GJS y a los murciélagos, ¿y

tratas de matarme de un susto?

—Lo siento, nena. No podía estar parado ahí mirándote y no tocarte. Te

has ido por dos días. No sabía… —Decebel estaba gruñendo de nuevo—. Nunca

más. —Fue todo con lo que pudo terminar.

Jen se volteó y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Miró sus

brillantes ojos color ámbar.

—Creo que queda establecido que no puedo hacer este tipo de truco de

nuevo. ¿Algo más que quieras decirme, cariño?

Decebel se inclinó y la besó gentilmente. Acarició su nariz con la suya y

susurró:

—Te amo.

Jen sonrió.

—Mucho mejor.

Adam aclaró su garganta y Jen miró alrededor de Decebel para ver que

Fane tenía a Jacque en sus brazos y Gavril a Rachel en los suyos. Le guiñó a

Decebel y lo empujó hasta que su espalda estaba contra la pared. Luego se volteó

en sus brazos de nuevo para que su espalda estuviera contra su pecho.

—Ahora nadie puede ver tus partes viriles —le dijo con una sonrisa.

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Decebel rió y sacudió su cabeza. Cada una de las otras parejas asumieron

posiciones similares y finalmente todos pudieron ver las caras, pero las partes más

importante del cuerpo quedaron cubiertas.

—Ahora que los reencuentros han acabado y cada uno se ha cubierto

galantemente con sus compañeras…

Adam fue interrumpido con tres gruñidos bajos. Sostuvo sus manos en el

aire y sonrió.

—Sólo bromeo. Dios, olvidé lo sensibles que son los machos Alfas —dijo,

mirando a Elle.

—¿Cuál es el plan, Dec? —preguntó Jen.

Decebel presionó su nariz en su cabello y tomó consuelo en su esencia

antes de hablar.

—Vasile nos ha pedido encontrarnos en la villa allá en la Taberna. Antes

de irme, mencionó que tal vez llamaría a las otras manadas para que nos ayuden

con la bruja y Thad.

Jacque se puso rígida.

—¿Va a llamar a mi papá?

Fane la apretó fuerte en sus brazos.

—Es probable, Luna.

Jacque asintió, sabiendo que si Vasile estaba dispuesto a poner en peligro

a las otras manadas, era porque no había otra manera.

Elle dio un paso hacia adelante y mantuvo sus ojos alejados de los machos

como una muestra de respeto mientras hablaba.

—Creo que las chicas necesitan descansar antes de irnos, incluso si es solo

por unas horas. Adam y yo seguiremos vigilando la entrada.

Decebel asintió.

—Podemos prescindir de un par de horas para que duerman.

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La cabeza de Jen cayó contra el pecho de Decebel mientras dejaba salir

una lenta respiración.

—Gracias a Dios.

Con eso, los machos cambiaron de nuevo a su forma de lobo. Jen se

acurrucó a su lado, descansando su cabeza contra el cuerpo cálido de lobo de

Decebel. Jacque y Rachel hicieron lo mismo y todas estuvieron dormidas en

cuestión de minutos.

* * *

A medio mundo de distancia, Dillon Jacobs besó a su compañera antes de

abordar el jet.

—Te amo —le dijo Tanya firmemente.

—También te amo, Luna. Sé que quieres venir pero necesito que te quedes

aquí con la manada. —Dillon apartó el cabello de su cara y colocó otro beso

gentilmente en su frente.

—No, sólo me necesitas alejada del peligro.

Dilon rió.

—Bueno, eso también. Me mantendré en contacto —le dijo mientras

tocaba su frente, indicando su vínculo.

—Sólo mantén a Jacque y a sus amigas a salvo.

—Tengo la sensación de que si dependiera de Fane y de los otros machos

de su manada, esas chicas estarían encerradas con llave lo más lejos posible de la

batalla.

—Sí… pero, compañero —ronroneó Tanya—, ¿qué tan seguido los

machos de nuestra especie ganan una batalla de voluntad contra las hembras?

Dillon gruñó, entendiendo el punto de Tanya.

—Tienes razón, esas tres probablemente estén liderando el ataque de

batalla. Haré todo lo que sea necesario para asegurarme de que no sufran ningún

daño. Vasile me explicó lo que ha pasado desde que nos fuimos. —Dillon le dijo

a Tanya lo que Vasile le contó y vio la tristeza en los ojos de su compañera

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mientras escuchaba las luchas que Jen había soportado así como los otros. Ahora

más que nunca ella quería ir con él, pero Dillon no podría manejar tener a todas

las mujeres que ama en peligro. Si al menos podía proteger a una, eso serviría

para él.

—Mantente a salvo, Dillon Jacobs —le dijo firmemente.

—Sí, señora. —Le guiñó y le dio otro beso más feroz antes de abordar el

avión y unirse a un selecto grupo de miembros de su manada dentro.

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Traducido por LizC (SOS) y Itorres

Corregido por LizC

23 Días Después de la Maldición.

ally. —El cálido aliento de Costin acarició su rostro y sus ojos

se abrieron lentamente—, tienes que despertar, señora gitana.

Nos vamos.

Los ojos de Sally se abrieron de golpe y se enderezó.

—¿Nos vamos? ¿Qué pasa con Jacque y Jen?

—Vasile instruyó a Decebel y Fane a llevar a los demás a la Taberna. Nos

vamos a reunir allí.

Sally empujó a Costin hacia atrás para así poder ponerse de pie. Ella se

había quedado dormida con la ropa que había usado el día anterior. Se pasó los

dedos por el cabello, tratando de desenredarlo, y parpadeó varias veces para

conseguir despertar del todo.

—Está bien, estoy bien. Vamos. —Sally se dirigió a la puerta de la

habitación en la que había estado durmiendo. Costin se rió entre dientes mientras

la seguía. Él la agarró por la cintura antes de que pudiera abrir la puerta y ella

dejó escapar un grito de sorpresa—. Costin, ¿qué estás haciendo?

Costin la volvió entre sus brazos y la abrazó más de cerca, aspirando su

aroma. Pensó que tal vez estaba empezando a cambiar, pero le preocupaba que

fuera sólo una ilusión.

—Quiero que te quedes cerca de mí. Haz lo que te digo y no trates de ser

un héroe.

Sally soltó un bufido.

—S

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—Te das cuenta de que soy Sally y no Jen, ¿verdad?

Costin miró a sus cálidos ojos color miel.

—Sí, Sally mía. Créeme, conozco a la mujer que tengo en mis brazos.

También sé que cuando se trata de tus amigas vas a hacer cualquier cosa.

Simplemente te estoy pidiendo que pienses antes de actuar, y por pensar me

refiero a espera por mí.

Sally sonrió dulcemente a Costin y le dio unas palmaditas en la mejilla.

—No me di cuenta hasta ahora, pero tengo que estar de acuerdo con Jen.

Costin ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Sobre qué?

—Es lindo cuando ustedes los hombres lobo mandones realmente creen

que van a salirse con la suya.

Costin soltó un gruñido que trajo una risita de Sally. Finalmente, ella cedió

mientras ponía los ojos en blanco.

—Bien, no voy a hacer nada precipitado. ¿Qué tal eso?

—Mejor —le dijo mientras él la soltaba, siguiéndola por las escaleras hasta

donde los demás esperaban.

Vasile, Alina, Peri, Cynthia, Sorin y Crina todos estaban de pie en un

círculo en la sala grande. El fuego aún ardía fuerte en la chimenea de piedra.

—Sally, Costin —los reconoció Vasile—. Es la hora. Peri nos va a ocultar.

Debemos movernos rápidamente. No habrá tiempo para parar y descansar. Sally,

si te cansas, debo insistir en que permitas que uno de nuestros lobos te lleve en su

espalda en nuestra forma de lobo.

Sally se quedó boquiabierta. Costin utilizó un dedo para empujar

suavemente su barbilla mientras se reía.

—Yo voy a llevarla, Alfa —le dijo a Vasile.

Vasile dejó escapar una sonrisa de complicidad.

—Pensé lo mismo. —Costin miró inquisitivamente a su Alfa.

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Antes de que un intercambio pudiera tener lugar, Peri interrumpió.

—Suficiente cháchara. Tenemos que irnos.

Sin decir nada más, el grupo salió de la cabaña de la Fae y hacia el velo.

Como Vasile había ordenado, se movieron rápidamente. Nadie habló. Los

machos escrutaban el cielo y el bosque a su alrededor continuamente a medida

que avanzaban hacia su destino.

Sally podía sentir la magia en el aire. Podía sentir el manto de Peri, pero

en el fondo había algo aceitoso que trataba de aferrarse a ella. Sally se lo había

mencionado en voz baja a Peri y ella le explicó que la bruja estaba buscando una

sanadora, por lo que su magia estaba sintonizada para encontrar a la sanadora y

vincularla con la bruja. Esta era la razón por la que Sally tenía la sensación de

que eso estaba tratando de aferrarse a ella. Peri le había asegurado que el hechizo

de encubrimiento mantendría la magia de la bruja fuera.

Después de casi dieciocho horas a pie, Sally se estaba tornando muy

cansada y muy fría. Costin cambió a su forma de lobo, y sabía que Sally debía

estar más cansada de lo que aparentaba, porque ella no discutió con Vasile

cuando él le pidió que subiera en Costin y se sostuviera firmemente. Los otros

lobos cambiaron también, y entonces su velocidad aumentó. Peri no parecía tener

ningún problema para mantenerse al día con los rápidos y ágiles cuerpos de los

lobos.

Sally cerró los ojos mientras apoyaba su cuerpo contra el lobo de Costin, y

se aferró firmemente al sentir el frío viento a través de su cabello y picar sus

mejillas. Trató de imaginar un momento en que ella y sus dos mejores amigas no

estaban luchando por sus vidas y se dio cuenta que había sido hace mucho

tiempo.

* * *

—¿Tú quieres que yo qué? —le preguntó Jen a Decebel, con sus cejas

levantadas. Luego, una sonrisa torcida se levantó en su boca.

—Jennifer, compórtate y simplemente hazlo.

Jen se reía en voz alta ahora. Se habían despertado después de unas pocas

horas de sueño y Adam y Elle estaban creando un manto para protegerlos a

medida que corrieran de vuelta a la aldea.

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—Lo siento. Es que no era en estas circunstancias que yo esperaba oír esas

palabras salir de tu boca.

Decebel le gruñó.

Jacque miró a Jen y le guiñó un ojo.

—¿Cuál fue tu respuesta?

Jen sonrió.

—Vamos, Jac. ¿Qué otra cosa una buena pequeña compañera iba a de

decirle a su hombre cuando él le dice que se monte sobre él?

Adam, quien había estado lanzando un cuchillo en el aire cuando Jen

habló, se atragantó ante sus palabras y se cortó la mano. Rachel de hecho dejó

escapar una carcajada con Elle justo detrás de ella. Jacque se acercó y golpeó los

puños con Jen, riendo.

—¿De cuántas maneras crees que se lo pensó hasta decirme que iba a tener

que ser transportada en su espalda en su forma de lobo como ustedes dos? —

preguntó Jen.

Decebel seguía gruñendo constantemente.

—Jennifer, basta de esto. Debemos irnos.

Jen no le hizo caso cuando Jacque le siguió el juego.

—¿Deberíamos repasar todas las posibilidades? —Elle, Adam y Rachel se

reían aún cuando Fane y Gavril se unieron a los gruñidos de Decebel.

—Bueno, tal vez no tenemos tiempo para repasar todas ellas ahora, pero

me siento obligada en esta situación extrema, cuando no sabemos si vamos a vivir

o morir, compartir contigo las palabras que mi compañero me dijo para decirme

que era hora de irse. Redoble de tambores, por favor.

Decebel estaba gruñendo a su compañera, quien parecía completamente

impertérrita. Elle y Adam tenían dos cuchillos para lanzar cada uno y los estaban

rebotando en las paredes de la cueva en un redoble de tambor.

Jen imitó la voz profunda de Decebel cuando habló:

—Jennifer, despierta. Me tienes que montar.

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La pequeña cueva estalló en carcajadas. Gavril y Fane, incluso en forma

de lobo, estaban dejando escapar resoplidos a través de sus hocicos. Rachel y

Jacque se estaban limpiando las lágrimas de sus ojos y Elle se estaba sosteniendo

su estómago mientras se inclinaba por la cintura.

Decebel se sentó en cuclillas y miró al grupo, esperándolos recuperar su

compostura. Miró a su compañera, quien, a pesar de que se trataba de una broma

de su propia creación, se sonrojaba de un hermoso color rojo.

—¿Podemos irnos ahora? —le preguntó con sequedad.

Jen le guiñó el ojo e hizo un gesto hacia la entrada de la cueva.

—Cuando quieras, bola de pelos.

Decebel resopló y esperó a que ella se subiera sobre su espalda. Rachel y

Jacque siguieron el ejemplo. Sin decir una palabra, los lobos y su preciosa carga

salieron de la cueva con las dos Fae junto a ellos. Todos se agacharon, esperando

ser apedreados por los murciélagos, pero no pasó nada. Jen miró hacia el cielo

despejado y entrecerró los ojos del sol brillante.

—Supongo que se dio por vencida —murmuró.

—No. —Elle negó con la cabeza—, ella se está reagrupando. Volverá. —

Y con eso, se pusieron en marcha.

Los lobos corrieron a toda velocidad, sus compañeras aferrándose

fuertemente a su pelaje, y el encubrimiento de las Fae constantemente sobre ellos

a medida que avanzaban.

Jen no sabía cuánto tiempo habían estado corriendo cuando, de la nada,

de repente fueron rodeados por otros seis lobos, una Sally de aspecto cansado, y

Perizada de aspecto feroz. El rostro de Sally se iluminó como Navidad cuando

vio a Jacque y Jen sosteniéndose firmemente a sus lobos en una sola pieza. El

grupo nunca rompió en calma a medida que se reunían, sino que continuaron

corriendo bajo el manto proporcionado por las Fae hasta que llegaron a la

Taberna. Todos los machos menos Gavril trotaron dentro de la puerta de la

Taberna que estaba sostenida abierta por Skender y se dirigieron a encontrar ropa

para colocarse una vez que cambiaran.

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—Tú y Gavril pueden venir con nosotros a la sala de reuniones en la parte

de atrás. —Jen les hizo señas para que la siguiera a medida que Jacque, Sally, y

los otros se adelantaban.

Una vez en la sala de reuniones, acurrucados alrededor de la gran

chimenea de piedra, Sally abrazó a Jen y Jacque ferozmente.

—Quiero que ustedes dos sepan que estoy muy enfadada con ustedes, pero

tan feliz de que estén bien que estoy dispuesta a pasarlo por alto. —Sally trató de

parecer molesta pero no pudo lograrlo. Ella estaba muy contenta de ver a sus dos

mejores amigas.

—Sentimos no habértelo dicho, Sal. —Jacque llevó a Sally en otro abrazo

mientras hablaba—. No queríamos que tuvieras que mentir.

—Lo sé.

Jacque retiró.

—¿En serio?

—Sí. —Sally asintió.

—¿Cómo? —preguntó Jen.

—Un pajarito me lo dijo. —Sally les guiñó un ojo.

—¿Este pequeño pajarito resulta servir vodka para ganarse la vida? —Jen

le sonrió a su amiga de manera dulce.

—Tal veeeeez. —Sally sonrió.

La habitación, que poco a poco se había llenando de miembros de la

manada los cuales las chicas no habían visto en semanas, de repente se quedó en

silencio.

Vasile y Alina entraron en la habitación con Decebel, Fane, Costin, Sorin,

Perizada, Adam, y Elle todos a cuestas. Skender cerró las puertas, dejando por

fuera cualquier oído indiscreto.

Cuando Vasile se dirigió a la parte delantera de la habitación con su

compañera a su lado, Decebel se acercó a Jen, envolviendo sus brazos alrededor

de ella y llevándola más cerca. Fane hizo lo mismo con Jacque y Costin se situó

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junto a Sally y le guiñó un ojo, lo que provocó un rubor rosado en sus mejillas

calientes.

—Rachel —Vasile la miró y a Gavril—, si gustas llevar a Gavril, Peri le

conseguirá un poco de ropa para que él se vista. Entonces podemos discutir las

acciones necesarias que sucederán a continuación.

Peri se acercó a Rachel y tomó la mano de su amiga de mucho tiempo.

Gavril llevó su gran cuerpo de lobo junto a Rachel y siguieron a Peri hacía fuera.

Tan pronto como las puertas se cerraron de nuevo Decebel habló.

—¿Las demás manadas están en camino?

—Sí —respondió Vasile—. He llamado a Dragomir, Víctor, y Dillon.

Deberían llegar mañana o al día siguiente. —Respiró hondo y entonces se dirigió

al resto de su manada—. Para aquellos de ustedes que han estado sosteniendo el

fuerte, por decirlo así, voy a compartir con ustedes lo que ha estado sucediendo.

Después voy a hacerles saber quiénes se quedarán y quiénes volverán a la

mansión de la manada. No habrán argumentos sobre esto.

—Sí, Alfa —dijo la habitación al unísono.

Vasile hizo un breve resumen de todo lo que había tenido lugar, dejando

de lado los detalles de la terrible experiencia de Jen, los cuales no sentía que fuera

de interés de toda la manada. Él no entró en detalle con respecto a lo que Peri y

él habían hablado de Desdémona queriendo a una sanadora, porque él sentía que

eso no era necesario ser discutido por el momento. Una vez hubo terminado, dio

órdenes a Skender y Boain de quién quería que se quedara y luchara, y quién

quería que volviera a casa. A medida que Skender y Boain comenzaron a reunir

aquellos que se iban, Peri, Rachel, y Gavril se unieron una vez más a los demás

en la sala de reuniones.

—Peri me explicó por qué los ha mantenido escondidos todos estos siglos

—les dijo Vasile cuando se acercaron—. Es un honor conocerte, Gavril, ex Alfa,

y Rachel, sanadora.

Gavril asintió una vez y Rachel le dio una pequeña sonrisa a Vasile y luego

una más grande a Alina.

Ella se reunió a Vasile y los abrazó a los dos.

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—Por mucho que me encantaría que nos sentáramos y recordemos el

pasado, simplemente hay demasiado en juego y por lo tanto debemos seguir

adelante. —Vasile hizo una pausa y miró más allá de Rachel y Gavril—. Sally —

llamó a su sanadora—, por favor, únete a nosotros aquí.

Sally miró a Jen y Jacque, quienes asintieron a que vaya. Costin se acercó

a su lado y tomó su mano.

—Te tengo, Sally mía —susurró mientras él la llevaba hasta el frente. Sally

miró hacia atrás para encontrar a Jacque y Jen con una sonrisa de oreja a oreja.

Ella sólo se encogió de hombros hacía ellas.

Costin llevó a Sally hasta estar delante de él, pero no se alejó. Vasile elevó

una sola ceja. Costin simplemente sonrió, mostrando el hoyuelo en su mejilla

derecha, y le guiñó un ojo. Vasile sacudió la cabeza con una ligera sonrisa y

dirigió su atención a Sally.

—Sally, ella es Rachel. —Vasile indicó a la antigua sanadora—. Peri me

dice que necesita hablar con ustedes dos a solas. Ella también tiene que poner un

manto más fuerte sobre ustedes dos debido a que su magia curativa combinada es

como un faro para la bruja.

Rachel se acercó y abrazó a Sally.

—Es un honor conocerte.

Sally miró a Rachel cuando ella la soltó del abrazo.

—¿Me estás tomando el pelo? Sólo soy una chica de 17 años. Debes tener

siglos de experiencia como sanadora. Te aseguro que el honor es mío.

Peri se llevó a las dos damas junto con ella mientras murmuraba sobre su

hombro:

—Ustedes dos deberían estar honradas de pasar tiempo conmigo. Ahora

bien, traigan sus dulces naturalezas y vengan conmigo. Tenemos que planificar

la desaparición de una puta… quiero decir, bruja.

Jen se rió al ver a Sally y Rachel seguir a Peri fuera de la habitación.

—Hombre, esa hada es mi tipo de chica.

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—¿Qué, una bocazas? —gruñó Decebel mientras la acercaba con más

fuerza a él.

—¿No lo sabes tú?

* * *

Peri llevó a Rachel y Sally arriba a una habitación en la esquina más alejada

de la taberna, lejos de donde todos los lobos se habían reunido. Se dio la vuelta y

miró a ambas sanadoras.

—Está bien, ustedes dos. Tomen asiento. —Ella hizo un gesto a dos sillas

que estaban recargadas junto a una de las camas individuales en el dormitorio

grande. —Tenemos mucho que cubrir y no hay mucho tiempo. Consideren esto

una sesión de estudio sobre la historia las Sanadora 101.

—Así que Rachel, estoy segura que estás familiarizada con la historia de

cómo se creó a los Canis lupis, ¿correcto?

Rachel asintió.

—Sally, ¿sabes?

—Aprendimos un poco cuando nos mudamos con la familia de Fane, pero

no todo.

—Está bien, los pondré al tanto rápido. —Peri pasó a explicarle a Sally

todo acerca de la Gran Luna en la luna, quien había decidido que la humanidad

se estaba corrompiendo a sí misma, y cómo amaba a los lobos y quería evitar su

extinción, por lo que ella unió al espíritu humano con el espíritu del lobo.

—Ahora bien, posiblemente se estén preguntando dónde entra la sanadora

gitana en todo esto. Bueno, agárrense bien, porque voy a eso. —Peri se sentó en

la cama frente a las dos sanadoras y miró por encima de sus cabezas a la nada. Su

rostro adoptando esa exprexion lejana que a menudo cruza a través de alguien

que está recordando un tiempo remoto.

—Las sanadoras vinieron debido a que la Gran Luna quería que sus lobos

apreciaran los regalos que les había dado. La capacidad de sanar rápidamente, la

bendición de los niños, la plenitud de la manada. Una sanadora ayuda a mantener

la armonía dentro de la manada. La sanadora gitana puede reparar lesiones o

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enfermedades que un lobo no parece ser capaz de curar por sí solo. Además, una

sanadora gitana garantiza un embarazo exitoso.

En esa revelación la mandíbula de Sally se quedó boquiabierta.

—¿Una sanadora gitana puede qué? —preguntó con voz temblorosa.

—Puede asegurar que si Jacque o Jen quedan embarazadas tendrán un

embarazo saludable… uno que sea llevado a término.

—Bueno, no hay presión ni nada —murmuró Sally.

—Esas razones no explican por qué la bruja quiere conseguir poner sus

manos en una o ambas —continuó Peri—. Desdémona no está realmente

ayudando a Thad, sólo está usando eso como un frente. Verán, la sangre de una

sanadora es poderosa. La magia de las brujas, la magia de la muerte, requiere

sangre. No hay nada más poderoso para una bruja que la sangre de una sanadora

gitana. La bondad y la pureza que tienen en ustedes, hace que su magia sea más

poderosa que cualquier magia negra. Está en su esencia misma.

Desgraciadamente, como tantas cosas buenas, puede ser corrompida y utilizada

para el mal, una vez que ya no esté dentro de ustedes. Es por eso que las quiere y

hará cualquier cosa para conseguirlas.

Sally se quedó en silencio mientras procesaba toda esa información. Sabía

que debería estar preocupada, o incluso asustada de Desdémona, pero lo único

que se atrevía a sentir era ira e indignación de que esta bruja se atreviera a hacerles

daño a los amigos de Sally para llegar a ella. Haría lo que fuera necesario para

proteger a aquellos que amaba, y si Peri dijo que Rachel y ella tenían una magia

poderosa que podría derrotar a la bruja, entonces eso es lo que iban a utilizar para

lograrlo.

—Muy bien, ¿qué tenemos que hacer? —preguntó Sally con impaciencia.

—¿Sólo así?

—No hay tiempo como el presente, y no podemos cambiar lo que es, así

que bien podríamos ponernos manos a la obra.

Rachel sonrió a Sally, luego miró a Peri con determinación.

—Estoy de acuerdo con Sally. Cuéntanos lo que debemos hacer para

derrotar este mal.

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Peri se frotó las manos y la sonrisa que se extendió por su cara le dio

escalofríos a Sally.

—Excelente —murmuró el hada—. Empecemos.

* * *

Decebel tomó a Jen de la mano después de que Peri y las sanadoras habían

dejado la sala de reuniones. Tiró de ella detrás de él, llevándola fuera de la sala y

al piso de arriba. Cuando la llevó a una de las habitaciones que tenía dos filas de

camas en el mismo, cerró la puerta y la miró, Jen vio que sus ojos brillaban.

—¿Todo bien, B? —preguntó Jen tentativamente.

Decebel dio pasos lentos hacia ella, cerrando la distancia entre ellos. Jen

sabía muy bien que no debía retroceder de un depredador… todo lo que haría

sería estimular la persecución.

Cuando él estuvo tan cerca que sus rostros estaban a pocos centímetros de

distancia, tomó una respiración profunda por la nariz Cerró los ojos y pareció

como si estuviera saboreándolo.

—Estaba muy preocupado por ti —susurró.

—Lo siento, Dec. No quise preocuparte, pero alguien tenía que ir a buscar

a Rachel.

Decebel gruñó.

—¿Y ese alguien tenías que ser tú? —Su voz era baja y tensa. Ella podía

sentir la rabia saliendo de él—. Horas antes de que te fueras había sostenido tu

cuerpo sin vida en mis brazos, de luto por ti. HORAS, JENNIFER —rugió hacia

ella.

Jen cerró los ojos al sentir su agitación pasar a través de su vínculo. Ella no

sólo lo había asustado, sino que lo había aterrado acerca de lo que le pasaría.

Decebel sabía que había cosas peores que la muerte.

Ella dio un paso aún más cerca y colocó las manos a ambos lados de su

cara, esperando que él abriera los ojos. Cuando finalmente lo hizo, se acercó a él

a través de su vínculo y trató de hacer que sintiera lo arrepentida que estaba.

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—Lo siento. No pensé. No consideré que mis acciones te afectarían. Por

favor, por favor, no te enojes conmigo.

Decebel envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Jen y la atrajo hacia

sí al ras de su cuerpo. Inclinó la cabeza hacia abajo y apretó sus labios en los de

ella. El beso fue feroz, intenso, y demostró lo mucho que la necesitaba. Una mano

le recorrió la espalda y se envolvió alrededor de la nuca de ella, abrazándola

donde él quería. Profundizó el beso mientras deslizaba la lengua en su boca y los

dos dejaron escapar gemidos desesperados.

Él comenzó a empujarla hacia atrás hasta que la parte posterior de sus

rodillas golpeó una de las camas. Poco a poco, él la bajó sobre su espalda y cubrió

su cuerpo con el suyo, nunca rompiendo el beso.

Las manos de Jen dejaron su cara y viajaron a sus fuertes hombros y luego

de vuelta hasta el cuello, envolviendo sus brazos alrededor de él y tirándolo cerca.

Jen los esbozó en su mente, mostrándole cómo ella lo veía, y cómo la hacía sentir.

Ella esbozó que anhelaba ser su compañera y esposa, y casi sonrió cuando sintió

un gruñido en su pecho.

«Eso es sólo vil, Jennifer», habló él en su mente con un gemido.

Sólo estoy siendo honesta. Te necesito, Decebel. ¿No me necesitas?»

Decebel oyó el miedo al rechazo en su voz.

«Te necesito, te quiero, más que nada». Incluso a través de su vínculo Jen

se dio cuenta que estaba sin aliento.

Decebel rompió el beso y comenzó a colocar unos más ligeros a lo largo de

su mandíbula hasta su cuello. Jen tiró la cabeza hacia atrás, dándole un mejor

acceso. Decebel gruñó en respuesta a su sumisión. Besó la marca en la parte

inferior de su cuello y continuó besando hasta la clavícula y en toda la curva de

su pecho. Jen contuvo la respiración ante la sensación de sus labios y el cálido

aliento sobre su piel.

—Jennifer —susurró contra su piel—. Respira, nena.

Un jadeo escapó de sus pulmones, sintiendo a Decebel levantar lentamente

su camisa y comenzar a besarla a lo largo de su lado derecho, donde las marcas

se juntaban con las de su cadera debajo de su brazo.

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Decebel rió cuando la oyó gemir mientras le mordisqueaba suavemente su

piel con los dientes.

Entonces, para su frustración, le bajó su camisa de nuevo y se cruzó de

brazos para mirarla.

—Te amo. Quiero hacer el amor contigo. Pero no lo haré en una taberna

llena de Canis lupis, en una habitación con varias camas. Te puedo asegurar que

estoy sufriendo más que tú por la espera, pero no tendré la primera vez con mí

compañera siendo nada menos que perfecto.

—¿Cómo puedo estar molesta contigo cuando me dices algo como eso? —

ella hizo un mohín.

Decebel se inclinó y la besó lentamente. Cuando se retiró, le sonrió.

—No puedes.

—Dec… —El temblor en la voz de ella lo mantuvo mirando en su mente—

, me encanta estar en tus brazos. Estoy tan feliz, soy tu compañera, tu esposa. Te

amo.

Decebel pasó el pulgar suavemente por sus bien besados labios y le susurró

a través de su vínculo:

«Tú eres mía, como yo soy tuyo».

Jen se mordió los labios con los dientes, con un estruendo de su pecho.

«No se te olvide».

Al día siguiente, Jen y Jacque se sentaron en uno de los sofás de la sala de

reuniones, mirando como Vasile hablaba con los mejores hombres de su manada.

La taberna era un hervidero de preparativos. Algunos de los miembros de la

manada estaban ayudando a Nicolae preparando la comida para las próximas

manadas, otros ayudaron a lavar los platos que se habían ensuciado durante el

desayuno.

—Realmente siento como si debiera estar haciendo algo útil —dijo Jen

mientras miraba a los otros corriendo alrededor.

—Sí, bueno, eso debe ser algo difícil por hacer ya que tu compañero no te

dejará fuera de su vista —señaló Jacque.

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—Así es —acordó Jen con sequedad.

—Hablando de eso, ¿cómo están ustedes dos?

Los ojos de Jen se iluminaron cuando miró a Decebel, quien estaba de pie

de forma tal que la mantenía en su línea de visión, mientras discutía algo con

Sorin.

—Estamos bien. Es mandón, posesivo y tierno. —Jen sonrió cuando vio a

Decebel levantar una ceja y mirar hacia ella. Sabía que él la oiría—. Pero no

cambiaría nada acerca de él. —Ella apartó los ojos de su compañero y miró a

Jacque—. Nunca me he sentido tan preciada, ¿sabes?

—Entiendo perfectamente —dijo Jacque al mismo tiempo que le sonrió a

su amiga.

Jen y Jacque saltaron cuando oyeron ruidosas voces viniendo de la otra

habitación. Las dos chicas comenzaron a moverse en la dirección del ruido, pero

se detuvieron en seco cuando Decebel y Fane aparecieron repentinamente en

frente de ellas. Las puertas de la sala de reuniones se abrieron y ellos reconocieron

a Dragomir, el Alfa de Hungría, caminando seguido por los miembros de su

manada. Justo detrás de ellos se encontraba Víctor, Alfa de la manada de

Bulgaria, y sus miembros de la manada, y luego Dillon, el Alfa de la manada de

Colorado, con su manada, liderando la retaguardia.

Jacque rodeó a Fane y se dirigió hacia su padre.

—Hola —dijo ella, sonriendo.

—Hola a ti. —Dillon le devolvió la sonrisa y le dio un abrazo—. ¿Estás

bien?

Jacque se apartó de él y sintió a Fane envolver un brazo alrededor de ella

por detrás.

—Estoy bien. Han sido unas semanas difíciles, pero estamos todos en una

sola pieza.

Dillon miró por encima de Jacque a Fane.

—Me alegro de verte, Fane.

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—Dillon. —Fane hizo un gesto de reconocimiento y añadió—:

Agradecemos tu ayuda.

—Siempre vendré si mi hija está en peligro. —Dillon sonrió una vez más a

Jacque y luego se dirigió a Vasile y los otros Alfas.

Jen y Decebel se pararon junto a Jacque y Fane.

Jen le dio un codazo a Jacque.

—¿Has visto a Sally?

—Está trabajando con Rachel y Peri de nuevo.

—Esperemos que esa hada tenga algunos trucos bajo la manga. Tengo la

sensación de que vamos a necesitarlos —murmuró Jen, luego casi saltó cuando

escuchó la voz de Peri a su espalda.

—Oh, yo tengo más que trucos, compañera de Decebel. Tengo leyendas

que cobran vida.

Peri se dirigió rápidamente hacia el frente y se abrió paso entre los otros

Alfas, haciendo caso omiso de sus gruñidos.

—Vasile, tenemos que hablar. Ahora.

Vasile miró a los demás.

—Pido disculpas, señores. Si me excusan sólo un momento.

Los tres Alfas murmuraron sus consentimientos y se giraron saliendo de la

habitación.

Vasile se dirigió a sus lobos.

—Manada de Rumania, si podrían por favor entrar a la otra habitación por

unos momentos. Gracias a todos por su ayuda y paciencia.

El área comenzó a vaciarse. Peri se volteó y vio que aún quedaban y puso

los ojos en blanco cuando vio a todos los que habían estado con ella a través del

velo.

—Supongo que nada que pueda decir los sacará de aquí.

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Decebel dio un paso adelante.

—Si esto tiene que ver con cualquiera de nosotros en esta sala, entonces

nos quedamos.

Sally y Rachel entraron en la habitación. La mirada en el rostro de Sally

les dijo que algo estaba pasando.

—¿Estás bien, Sal? —preguntó Jen, sus cejas levantadas cuestionándola.

Sally tragó con dificultad antes de hablar.

—Es mucho para asimilarlo.

Peri miró a cada persona en la habitación, deteniéndose brevemente en sus

caras antes de hablar.

—Desdémona…

—Pensé que no íbamos a pronunciar su nombre —interrumpió Jen.

Peri le frunció el ceño.

—En este momento eso no es una preocupación. —Ella esperó,

observando a Jen para ver si tenía una respuesta. Naturalmente, lo hizo.

—Ya veo. Está bien, entonces, puedes continuar.

Peri resopló y puso los ojos.

—Desdémona —comenzó de nuevo—, no va a jugar limpio. Sally, Rachel,

y yo hemos estado buscando cuáles son sus intenciones y lo que hemos

encontrado es inquietante. Al igual que ella utilizó a los animales en el bosque

para atacar, está amasando un ejército de animales para hacer cumplir sus

órdenes. Es más poderosa de lo que imaginaba, si puede controlar tantos a la vez.

Lobos, osos, aves, jabalíes, linces, zorros, venados, y cualquier otra cosa que

pueda llegar a obedecerla. —Peri se volvió para mirar a Vasile—. Sabes lo que

voy a pedirte.

— Sus compañeros nunca estarán de acuerdo —le dijo Vasile, y el brillo en

sus ojos, dijo que él no estaba de acuerdo tampoco.

—Espera, espera, espera. Llamemos a un tiempo fuera en el reloj. —Jen

dio un paso adelante, el cual fue igulado por Decebel, quien estaba de pie detrás

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de ella con una mano en su cadera—. Esto tiene que ver con nosotros, tanto como

conmigo y Jacque, ¿no es así?

Peri asintió.

—¿Qué es exactamente lo que no vamos a aceptar? —espetó Decebel por

encima de la cabeza de Jen.

Peri cuadró los hombros mientras miraba a Decebel fijamente.

—Sus compañeras deben unirse a la batalla.

Decebel y Fane gruñeron al mismo tiempo.

—Ellas no pueden luchar. Son humanas… los lobos las harán pedazo —

gruñó Fane a la Fae. Sus ojos azules brillaban peligrosamente.

—Están ustedes equivocados, príncipe —desafió Peri—. Ellas no son del

todo humanas.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Decebel mientras su mano se tensaba

sobre su compañera.

—Estoy diciendo que sus compañeras también tienen sangre Canis lupis

en ellas. Tienen un lobo dentro, un lobo que puede ser sacado.

La respiración de Jen se aceleró y sintió un nudo en el pecho. Miró a

Jacque, quien se veía idéntica a un venado que acababa de mirar a unos faros.

—¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo? —preguntó Jen con

aprensión.

Peri asintió mientras se movía para colocarse delante de las dos chicas.

—Estoy diciendo que pueden cambiar.

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Traducido por Mari NC, Fanny (SOS) y Nelshia (SOS)

Corregido por LizC

o dices de nuevo? —dijeron Jen y Jacque al unísono

mientras sus ojos se abrían.

—Sonó como si dijiste que podíamos cambiar.

Así que, para efectos de clarificación, ¿estás diciendo que Jacque y yo somos

capaces de convertirnos en cosas peludas? ¿Con todo y cola, dientes puntiagudos,

ojos brillantes, y pulgas? —Jen tocó sus labios con dedos nerviosos.

Peri se rió de la descripción de Jen.

—No estoy segura acerca de las pulgas, pero sí.

—Alfa, ¿es cierto? —Decebel se dirigió a Vasile.

—Sí.

—¿Cómo? ¿Cómo puede ser esto posible? Tengo más de un siglo de edad

y nunca he oído hablar de tal cosa. —Los ojos de Decebel se estrecharon hacia

Peri.

—¿En todos estos años has estado alrededor de un latente? —preguntó Peri

simplemente.

—No.

—Entonces, ¿por qué necesitarías saberlo? Algunas cosas es mejor dejarlas

sin tocar hasta el momento en que se necesitan. Necesitamos todos los recursos

que podamos utilizar.

—¿Qué te hace pensar que las dejaríamos pelear incluso si pudieran

cambiar?

La cabeza de Jen dio media vuelta y miró a su compañero, y luego hacía

Jacque.

—¿L

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—¿Lo he oído bien?

—¿Si te refieres a que acaba de implicar que él puede controlar tus acciones

diciéndote lo que puedes y no puedes hacer? Entonces sí, Watson, lo escuchaste

correctamente. —Jacque arqueó una ceja petulante hacia Fane, quien estaba

gruñendo hacia ella.

—¿De verdad tenemos que pasar por esto de nuevo? —le preguntó Jen a

Decebel de manera exasperada.

—Ya te he dicho, Jennifer, no voy a permitir que te pongas en peligro. —

La voz de Decebel era tranquila y razonable, lo que sólo enojaba más a Jen.

—¿Le impedirías a Cynthia o Crina luchar? —Jen se había retirado de su

agarre y lo estaba mirando con las manos en las caderas, la barbilla sobresalía

desafiante.

—Eso es diferente.

—El infierno que lo es —gruñó Jen. Se volvió para mirar a Alina—. ¿Vas

a pelear?

Alina asintió mientras tomaba la mano de Vasile, indicando que donde su

compañero fuera ella lo seguía.

Jen se volvió a mirar a Decebel.

—Yo soy tu compañera, me quedo a tu lado. No detrás de ti, no en frente

de ti. Donde tú vayas, yo voy. Haz lo que tengas que hacer con el fin de superarlo.

Arma tu berrinche, gruñe, mírame con tus jodidos ojos brillantes, si es

absolutamente necesario, haz un agujero en la pared, pero lidiarás con esto y lo

superarás. No puedes ponerme en una burbuja a menos que tu objetivo sea

asfixiarme. ¿Lo entiendes? —Jen estaba cara a cara con su compañero, mirando

directamente a sus ojos ámbar.

Decebel gruñó y luego la sorprendió agarrando la parte de atrás de su cuello

besándola rudamente. Cuando él se retiró no estaba menos agitado o enojado,

pero había resignación en sus ojos.

—Si algo te sucede…

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—Relajate, hombre. Si estiro la pata, tú también. Así que no te preocupes

por destruir el mundo o Vasile teniendo que matarte —interrumpió Jen.

—Hombre, tienes una habilidad con las palabras —murmuró Jacque a su

amiga bocazas.

—Sólo digo las cosas como son, Jac. No hay necesidad de endulzarlo. —

Jen se volvió para mirar a Peri, dando un paso atrás para que estuviera presionada

contra el pecho y el estómago de Decebel.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Jacque. Fane había intentado

discutir con ella a través de su vínculo, pero Jacque le había bloqueado. Fane no

era tan terco como Decebel, por lo que cedió más rápidamente, pero él todavía

estaba enojado.

—Bajo la luz de la luna llena, sus compañeros derramarán agua infundada

con vid de la pasión sobre ustedes. La atracción de la luna es poderosa; puedo

amplificarla y llamar a la Gran Luna. La vid de la pasión se absorberá por sus

poros y llamará la pasión de su lobo. La última parte es la sangre de su

compañero, su lobo la reconocerá y será atraído. Esas tres cosas combinadas con

un poco de magia Fae y sus lobos saldrán a la superficie.

—¿Y cuándo es exactamente la próxima luna llena? —le preguntó Jen a

Peri.

Peri sonrió con picardía.

—¿No lo sabes? Sucede que es esta noche.

—Jen sintió a Decebel tensarse detrás de ella. Pensó que, como ella, no

esperaba que fuera tan pronto.

Sally se acercó a sus dos mejores amigas y sonrió suavemente.

—Ustedes van a estar bien. Y voy a admitir que estoy un poco celosa.

—No te preocupes, voy a compartir mis pulgas contigo. No hay necesidad

de que sea tacaña —bromeó Jen.

Cynthia, Crina y Alina se habían acercado y cada una abrazó a Jacque y

Jen.

—Ustedes dos van a ser unas lobas patea traseros. —Crina sonrió.

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—¿Hay algún otro tipo? —preguntó Jen, alzando una ceja.

—No en nuestra manada —agregó Cynthia.

* * *

La noche cayó sobre la taberna y la luna claramente iluminó el cielo. Jen y

Jacque se despidieron mientras se dirigían hacia la puerta con Peri, Fane, y

Decebel.

Jacque había hablado con su padre y él estuvo tan receptivo como habían

estado Fane y Decebel. Ella le recordó amablemente que era mayor de edad y que

era su elección. Él no había dicho nada más, pero su rostro se mantuvo en una

mueca permanente.

Peri les llevó a un claro cerca de la apertura de los bosques. Ella les había

dicho que estaría encubriéndolos de modo que la bruja no perturbaría el ritual si

resultaba estar buscándolos. Lo cual era lo más probable que estuviera haciendo.

Jacque y Jen llevaban un simple suéter, pero, gracias a la magia Fae,

estaban siendo protegidas del frío.

Peri le indicó a Fane y Decebel permanecer de pie con la espalda de uno

hacia la del otro para dar a sus compañeras privacidad del otro macho. Cada chica

se situó frente a su compañero y esperó a que Peri les dijera qué hacer a

continuación. Vieron como el hada cerró los ojos. Sus labios comenzaron a

moverse con palabras silenciosas. El aire a su alrededor comenzó a brillar, y en

cada una de sus manos apareció un gran cuenco de agua. El agua tenía un tinte

púrpura en ella.

Peri le entregó a Fane un cuenco y luego a Decebel el otro.

—Quítense sus suéteres —les dijo Peri a Jen y Jacque—. Luego, los

hombres, verterán la poción sobre su pareja. La poción durará hasta que toda ella

haya sido cubierta.

Jen se quitó el suéter por la cabeza y, aunque era la primera vez que había

estado verdaderamente desnuda delante de su compañero, ella audazmente lo

miró a los ojos.

Los labios de Decebel se levantaron en una sonrisa torcida.

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«Eres hermosa», le dijo a través de su vínculo y sin dudarlo comenzó a

verter la poción de vid de la pasión sobre ella.

Jen había esperado que estuviera fría, pero el agua estaba

sorprendentemente cálida. Corrió por su cabeza y por su rostro hasta los

hombros, brazos, pecho y espalda… todo el camino hasta los pies. Su piel se

sentía como si pequeñas agujas estuvieran pinchando por todas partes. Jen vio su

piel comenzar a brillar y sintió algo en ella empujando. Al igual que cuando había

completado los Ritos de Sangre, podía sentir su lobo, sólo que era mucho más

fuerte. El agua dejó de fluir y finalmente alzó la vista hacia Decebel.

Peri luego les dio instrucciones para tomar la sangre de su compañero.

Decebel se acercó a Jen y se inclinó para que ella fuera capaz de llegar a su

cuello. Ella le dio un beso en los labios y luego hacia abajo por la mandíbula al

mismo lugar en que lo había mordido durante su unión. La agitación en ella era

frenética y empezaba a sentirse inquieta, como si no pudiera detenerse. Sus

dientes se alargaron y su boca se abrió.

Cuando hundió sus dientes en la carne de Decebel, dejó escapar un gemido

a medida que su dulce sangre golpeaba su boca. Decebel envolvió sus brazos

alrededor de su pequeña cintura.

«Nunca me cansaré de ti tomando de mí lo que necesitas», susurró sin

aliento en su mente.

Jen tragó varios tragos grandes y de alguna manera instintivamente supo

cuando dar marcha atrás. Los ojos de Decebel estaban cerrados y los labios

entreabiertos.

—D-d-decebel… —La voz de Jen era inestable, mientras miraba a su

compañero en busca de ayuda.

Decebel abrió los ojos, que habían comenzado a brillar de color ámbar. El

resplandor se intensificó a medida que Decebel miraba a los ojos azules brillantes

de su compañera. Un gruñido bajo fue emitido desde su pecho mientras sus

propios colmillos se alargaban. Entonces el lobo de Decebel empujó hacia

adelante, en busca de su compañera.

«Compañera», oyó Jen al lobo de Decebel retumbar en su mente.

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Jen dejó escapar un gemido suave y se alejó de Decebel. Ella se estremeció

cuando algo profundo dentro de ella, algo primitivo, se extendió en ella.

—Jen, no luches contra ello —oyó a Peri decir, pero su voz sonaba muy

lejos.

Decebel se acercó a Jen y volvió a gruñir. Él estaba llamándola, llamando

a su compañera.

Jen cerró sus ojos brillantes y sintió un flujo frío sobre ella de pies a cabeza.

Por un momento, sintió como si estuviera flotando, luego aterrizó en el suelo

duro. En cuatro patas.

Los ojos de Jen se abrieron de golpe al darse cuenta. Su visión era tan clara

y su audición estaba más amplificada: podía oír los animales correteando, las alas

de los pájaros aleteando, las voces procedentes de la taberna, y un latido de

corazón que sonaba familiar. Sintió un codazo en el costado y volvió la cabeza

para ver a Decebel en su enorme forma de lobo.

«Maldita sea, Dec. Soy un lobo». Jen se sintió aliviada de que todavía lo

podía sentir en su mente.

«Eres una loba hermosa. Tienes una forma de estrella blanca en tu hocico».

Decebel le dio lo que debe haber sido la versión de lobo de una sonrisa. Jen

dio un paso atrás.

«Está bien, no lo vuelvas a hacer eso. Fue espeluznante».

Decebel rió en su mente.

«¿Cómo te sientes?», le preguntó mientras frotaba su cabeza contra su

cuello.

«Increíble. Ni siquiera puedo describirlo. Sólo quiero correr y matar alg…

bueno, eso es un poco inquietante».

Un lobo negro y uno gris más pequeño, que tenía los ojos color esmeralda

que parecía que estaban delineados con kohl, se detuvieron delante de ellos.

Jen se dio cuenta que eran Fane y Jacque. Ella dio un paso hacia Jacque y

le dio un empujón, luego se inclinó sobre sus patas delanteras, pegando su culo al

aire y moviendo la cola. Ella quería jugar. Jacque imitó su postura y salió

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corriendo a la derecha cuando Jen se abalanzó. Decebel y Fane salieron a toda

velocidad detrás de sus compañeras, flanqueándolas a cada lado en protección.

Corrieron a través de la nieve, esquivando debajo de arbustos y árboles caídos.

Jen saboreó el viento soplando a través de su piel y el aire frío en sus pulmones.

La única cosa incluso más cercana a esta euforia era besar a Decebel.

«Creo que voy a tener que esforzarme más si voy a estar compitiendo

contigo queriendo estar corriendo en tu forma de lobo en vez de besar a tu

compañero», bromeó Decebel, después de haber escuchado su pensamiento.

«Estoy segura que puedes encontrar la manera de convencerme a quedarme

en mi forma humana. No puedo creer que esté diciendo eso: forma humana. Eso

es malvadamente loco».

Jen y Jacque corrieron hasta que jadearon del agotamiento. Peri velaba por

ellos mientras se acostumbraban a su forma de lobo y sonreían, teniendo la

esperanza en su corazón que ella necesitaba desesperadamente sentir.

Hasta altas horas de la noche, Jen y Jacque compartieron su experiencia

con Sally y Costin, quienes compartían la habitación con las dos parejas. Habían

sacado las camas al centro de la habitación y los pusieron en un círculo, creando

una forma de flor de modo que todos pudieran sentarse con la cabeza hacia el

centro y hablar. Decebel y Jen estaban apretados en una sola cama juntos. Él

yacía de espaldas, con un brazo detrás de la cabeza. Jen estaba tumbada sobre su

pecho, frente a los demás, mientras que Decebel utilizaba su mano libre para

pasar los dedos por su cabello. Él escuchó su voz mientras se reía de él

persiguiéndola y mordiendo sus talones. Le encantaba oírla tan feliz, tan libre de

preocupaciones, aunque sólo fuera por este breve momento en el tiempo.

Cuando todos se habían quedado en silencio y uno a uno se quedaron

dormidos, Decebel permaneció aún despierto. Su cuerpo estaba acurrucado

alrededor del de Jennifer, y mientras pensaba en lo que estaba por venir, a lo que

tendría que hacer frente en cuestión de días, si no antes, él la atrajo hacia sí. Su

peor pesadilla iba pasar. Su compañera estaría en la batalla, en peligro, y él podría

no estar allí para protegerla. Por mucho que odiara la idea, también sabía que no

podía enjaularla. No podía evitar que ella viviera porque tenía miedo de perderla.

Tenía que dejarla luchar, tenía que dejarla ser su propia persona, y no sólo su

compañera.

* * *

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Dos días habían pasado desde que Jen y Jacque habían cambiado por

primera vez. En ese tiempo, Decebel y Fane las llevaron afuera varias veces bajo

la atenta mirada de Peri para que las chicas pudieran seguir familiarizándose con

el movimiento y los sentidos de sus lobos. Decebel y Fane incluso comenzaron a

enseñarles la mejor manera de atacar y cuándo era más apropiado correr y

esconderse. Ni Jen ni Jacque se preocupaban por la idea de esconderse. Cuando

no estaban en sus formas de lobo, Decebel y Fane se reunían con los otros

machos, discutiendo la estrategia.

Hoy se había decidido que mañana por la noche Vasile llamaría a Thad y

a Desdémona. Él quería que se encontraran bajo sus términos, en el campo de

batalla de su elección.

* * *

—Conozco tu secreto, Mona. —Thad sonrió hacia la bruja, pero no era

una sonrisa amistosa. Mona se sentaba en una de las muchas salas de estar en la

mansión de la manada Serbia. Lucía aburrida y para nada preocupada por la

declaración de Thad.

—¿Y qué secreto sería ese, Alfa? —preguntó secamente mientras miraba

sus uñas, haciendo parecer que las encontraba infinitamente más interesante que

su actual compañía.

—No me estás ayudando para que pueda obtener a la sanadora, quieres a

la sanadora para ti misma, para tu magia.

Thad estaba parado detrás del sillón que Mona ocupaba, sus manos

descansando en el respaldo mientras se inclinaba sobre ella.

—Hay dos sanadoras. No hay necesidad de ser tacaño, Thad. —La actitud

de Mona era tan hastiada que tenía al lobo de Thad al borde.

—Dime tu plan, Desdémona. Podrías al menos darme ese poco de respeto.

Si quieres a una de las sanadoras, estoy dispuesto a compartir. Pero no podemos

entrar a esto estando en desacuerdo.

—Vasile está reuniendo a las tropas. —Mona se puso de pie y comenzó a

pasearse lentamente alrededor del cuarto mientras hablaba—. Ha llamado a otras

tres manadas para que lo ayuden. No va a ser una batalla fácil.

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—Si te conozco, sé que tienes algo bajo la manga. ¿Cuál es tu ventaja? —

Thad entrecerró los ojos hacia la bruja.

—Tengo mi propio ejército. —La sonrisa de Mona iluminó su cara

completamente, pero no en una manera que fuera considerada bonita—. Los

salvajes harán mi voluntad, si añadimos tu manada a la mezcla, creo que

saldremos victoriosos.

—¿Los salvajes? —Thad ladeó su cabeza a un lado como su considerara

sus palabras—. Ah, has llamado a las bestias y animales del bosque.

La cara de Mona se oscureció mientras detectaba que la juzgaba con su

voz. El aire alrededor de ella se tornó espeso y la sala se oscureció—. Olvidas

quien soy. Soy la última de mi especie, la más poderosa en la historia. Entérate

de esto, Thad, Alfa de la manada Serbia: obtendré aquello que busco. No te

atrevas a interponerte en mi camino o te destruiré.

Mona se volteó sobre sus talones, y con su capa ondeando tras ella, salió

de la mansión, sin darle tiempo a Thad para pensarlo mejor.

* * *

La cabeza de Jacque descansó sobre el regazo de Fane mientras se sentaban

en el sillón frente a la fogata que siempre estaba encendida en la sala de reuniones

de la taberna. El edificio estaba en silencio mientras todos se acomodaban para

tratar de dormir un poco.

—Así que, es la víspera de la batalla —murmuró Jaque suavemente.

—¿Asumo que es alguna línea de una película? —preguntó Fane.

Jacque rió.

—El Señor de los Anillos. Eowyn le dice a Aragon que no puede dejarlos

en la víspera de la batalla cuando va en busca de los muertos malditos quienes le

deben servicio a su linaje.

—He visto El Señor de los Anillos, Luna.

—Sí, pero no la has visto cientos de veces como yo y mis chicas.

Era el turno de Fane de reír mientras trazaba sus suaves labios con sus

dedos. Luego sus ojos se pusieron serios.

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—Necesito que seas inteligente mañana, Jacquelyn —le dijo firmemente—

. No necesito que seas una heroína o valiente. Necesito que seas inteligente, que

luches inteligentemente. ¿Puedes hacer eso por mí?

—Puedo si tú puedes —contrarrestó.

—¿Cómo se sintió estar en tu forma de lobo? —le preguntó Fane mientras

acariciaba su mejilla gentilmente.

Jacque dejó salir un profundo suspiro.

—Fue increíble. En verdad increíble, Fane.

Fane soltó una risita por el asombro en su voz.

—Tu color es un hermoso gris y tus ojos lucen como si estuvieran llenos de

rímel… o delineador. Lo que sea que ustedes las chicas usan —dijo Fane.

Jacque sonrió ante eso, luego preguntó:

—¿Te hubiera molestado que nunca hubiera sido capaz de cambiar?

Fane miró hacia sus ojos.

—Nunca esperé que fueras capaz de hacerlo, Jacquelyn, y estaba bien con

eso. El hecho de que puedas es sólo un extra. Me encanta que podamos compartir

esa parte de nuestra vida juntos, pero no habría disminuido lo que somos como

compañeros si no hubiera sido posible.

—Gracias —susurró Jacque.

Fane llevó su cara hacia la de él para poder besarla. Lo que comenzó

gentilmente se convirtió en un espectáculo feroz de pasión. Fane los volteó para

que Jaque estuviera sobre su espalda y su cuerpo sobre el de ella. La besó de nuevo

mientras su mano derecha empujaba el dobladillo de su camisa. Su mano se

envolvió alrededor de su cintura, el contacto piel a piel los confortó a ambos.

Jacque abrió sus ojos y escuchó un gruñido retumbar de Fane.

—Tus ojos están brillando, mi amor —susurró Fane—. Es

extremadamente sexy.

Jacque le sonrió a su compañero y mordió su labio inferior.

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—¿No crees que necesitamos ir a un lugar más privado?

Fane sonrió con picardía.

—No hay nadie aquí con nosotros y las puertas están cerradas. ¿Qué podría

ser más privado?

Jacque resopló ante las imágenes que Fane mandó a su mente. Fane elevó

sus cejas en un gesto interrogativo. En respuesta, Jacque tomó su camisa y él se

movió un poco para que ella pudiera sacarla de su cabeza. Pasó sus dedos a través

de las marcas que cubrían su lado derecho. Fane presionó su mano contra su

pecho y la dejó sentir el latido de su corazón.

—Sólo late por ti. —La sinceridad en su voz penetró el mejor juicio de

Jacque y cedió ante los deseos de su compañero. Ninguno de ellos sabía lo que el

mañana traería. No sabían si sería la última noche en la que estarían en los brazos

del otro.

Fane tiró de la camisa de Jacque mientras sus labios se alzaban

ligeramente.

—Señora Lupei, está muy vestida para lo que tengo planeado.

Jacque rió fuertemente mientras lo ayudaba a desvestirse y luego le

permitió desvestirla. Pasaron la noche en una taberna sin electricidad, la única

luz y calor viniendo de una chimenea de piedra, en una habitación donde horas

antes una guerra había sido planeada. Pasaron la noche disfrutando del amor y

pasión que sentían el uno por el otro, como otras veces desde que se habían

emparejado. Fane vertió su corazón en amarla completamente, apagando todo lo

demás y dejándole saber que cuando él la sostenía, cuando estaba en sus brazos

desnuda y vulnerable, ella era la más hermosa y preciosa parte de su vida.

* * *

—Decebel, ¿a dónde me llevas? —murmuró Jen mientras era jalada con él

por su mano.

—Es una sorpresa.

Mientras el día llegaba a su final y todos iban a sus habitaciones, Jen había

hecho lo mismo. Decebel la había detenido justo cuando comenzaba a subir las

escaleras. Había sonreído con la rara sonrisa reservada sólo para ella y le había

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pedido ir con él. Habían salido por la puerta principal de la taberna y volteado a

la izquierda, yendo hacia la calle cubierta de nieve de la pequeña villa.

Finalmente, justo al borde de la villa, Decebel la llevó en dirección de una

pequeña casa de campo. Era diminuta, y muy linda.

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Traducido por Itorres

Corregido por Mari NC

27 Días Después de la Maldición.

odo lo que estoy diciendo es que realmente deberíamos

considerar la compra de acciones de Frontline. Quiero decir,

tiene sentido. Piensa en cuán peludas nos ponemos cuando

nos convertimos. El potencial de las pulgas es astronómico.

—Jen estaba yendo y viniendo mientras estaban sentados en la habitación del

segundo piso que compartían en la taberna. Jen y Jacque estaban tendidas a través

de una cama, mientras que Sally estaba boca abajo apoyada en los codos en una

adyacente.

—Jen, diré esto muy lento para que me entiendas —comenzó Jacque, pero

fue interrumpida por Sally.

—No, no lo hagas con calma. Eso no ayudará. Lo que hay que hacer es

añadir una referencia sexual y algunas malas palabras. Entonces ella lo entenderá

absolutamente.

—Bien dicho, Vern. —Jacque dio a Sally un golpe de puño y volvió de

nuevo a Jen—. Escucha, zorra-obsesionada-con las pulgas. Primero que nada,

estamos en Rumania, donde es jodidamente frío, y por lo tanto no hay pulgas.

Segundo, a Decebel no le gustaría rodar en las hojas contigo si olieras a Frontline.

Deja ir lo de las pulgas, Jen, abraza una actitud pulgosa. Maldita sea.

Sally estaba a punto caerse de risa. Jen se sentó allí, mirando a Jacque con

la cabeza inclinada hacia un lado.

—Bueno, está bien entonces, Jac. Dime cómo te sientes realmente. Y, en

serio, no te contengas por mí. —Jen puso los ojos en blanco.

—T

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323

—¿Ves? Te dije que lo conseguirías —dijo Sally entre risitas.

—Jacque, Jen y Sally —gritó Vasile desde abajo—. Sala de reuniones,

ahora.

Las tres chicas se levantaron de un salto y corrieron escaleras abajo. Jen

sacó su teléfono y vio que ya era tarde y oscurecería pronto.

Cuando entraron en la sala de reuniones, las chicas vieron a Fane, Decebel

y Costin de pie detrás de tres sillas vacías cerca de donde Vasile estaba de pie.

Caminaron rápidamente a las sillas y se sentaron.

Jen sintió el aliento de Decebel en su cuello mientras él se inclinaba para

susurrarle al oído:

—Es casi la hora.

Un escalofrío rodó a través de ella al pensar que dentro de un par de horas

estarían en un campo, luchando por sus vidas y las vidas de Sally y Rachel.

Pensando en Rachel, Jen se dio cuenta que no la había visto mucho en los últimos

días. Sally había mencionado un par de veces que Peri tenía que estudiar

hechizos, por lo que no se les permitía hablar con ellas. La profunda voz de Vasile

la sacó de sus pensamientos.

—Mi ubicación y la de los otros Alfas, junto con la ayuda de nuestros

Betas, está a quince kilómetros de aquí, en un valle entre las montañas. Iremos

en nuestras formas de lobo. Peri, Sally, y Rachel vendrán por separado. Peri y yo

hemos discutido el hecho de que Desdémona sabrá que estamos llegando tan

pronto como cambiemos y empecemos a correr a través de los Alpes. No me hago

ilusiones de que la tomaremos por sorpresa. Todos ustedes deben esperar que

utilice cualquier cosa que pueda contra nosotros. El clima, animales bajo su

mando, y la manada Serbia. Me gustaría poder decirles que vayan allí y luchen

con honor, pero Thad ha demostrado que no tiene honor y Desdémona es una

bruja, malvada hasta la médula. Ellos lucharán sucio y así debemos hacerlo

nosotros.

Jen resopló.

—No te preocupes, Alfa. No tengo ningún problema en tirar un poco de

tierra a los ojos de mi oponente.

—O patadas en sus partes bajas —añadió Jacque.

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Vasile de hecho sonrió a las dos mujeres.

—Bien. Espero que ustedes utilicen todos sus recursos. Permanezcan

juntas, no dejen que nos separen. —Miró a Peri, que estaba de pie en el fondo de

la sala—. ¿Fuiste capaz de obtener la ayuda que solicitamos?

Peri asintió.

—Elle y Adam estarán con nosotros. Eso es todo lo que el consejo

permitirá.

Vasile entrecerró los ojos, obviamente, no satisfecho con su respuesta.

—Entonces, eso tendrá que ser suficiente. —Miró a su alrededor una vez

más. Sus ojos se posaron sobre cada uno de los Alfas, un silencioso

agradecimiento por su ayuda. Luego, dando un paso hacia la puerta con la mano

de Alina en la suya, gruñó—: Vamos.

Todos siguieron a Vasile y su compañera fuera de la taberna y al aire frío

de la noche.

Jen y Jacque se quedaron en silencio, observando a su manada y a los otros

comenzando a cambiar, mientras caminaban hacia el bosque.

Dillon se detuvo junto a Jacque y tiró de ella en un abrazo.

—Pelea sucio —espetó en su cabello.

Jacque lo apretó firmemente y asintió. Cuando ella se apartó y lo miró,

pudo ver la emoción detrás de sus ojos verdes.

—Lo lograremos, papá. —Ella trató de tomarle el pelo y aligerar el

momento, pero le apretó el brazo al mismo tiempo, haciéndole saber que

entendía. Ella no quería que nada le pasara a él tampoco.

Miró a Fane y Decebel, que estaban junto a las chicas. Dillon asintió una

vez y luego se echó a correr rápido y progresivamente comenzó a cambiar.

—Hombre, yo quiero ser capaz de hacer eso. —Jen suspiró

dramáticamente. Las chicas, las nuevas cambiantes, aún tenían que desnudarse y

concentrarse cuando lo hacían.

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—Vamos a hacer esto, señoritas —les dijo Decebel mientras él y Fane les

daban la espalda de modo que Jen y Jacque pudieran desnudarse.

Una vez que las chicas estaban en sus formas de lobo, Decebel y Fane

cambiaron y, después de acariciar a sus compañeras brevemente, se fueron detrás

del resto de su manada.

Mientras corrían por el bosque, el aire frío azotaba a través de su piel a

medida que se disparaban a través de los árboles y arbustos. Incluso con los

muchos lobos que corrían a través de los Alpes esta noche, el bosque estaba en

silencio.

* * *

—No van a venir —le gruñó Thad a Mona mientras esperaban en la cima

de una colina, mirando hacia el valle vacío.

La noche era inusualmente tranquila y silenciosa. No había brisa, ni ramas

de los árboles en movimiento o el susurro de las hojas. La clara y fría noche estaba

iluminada por la gran luna dorada y en la quietud era una sensación extraña.

—Tú más que nadie deberías saber, Thad, que cuando no se puede oír a

los lobos —Mona se detuvo mientras miraba hacia el campo abierto por debajo

de ellos—, es cuando los lobos están llegando.

Ella cerró los ojos y levantó las manos al cielo en silencio mientras

comenzaba a cantar:

“Tierra, agua, viento y fuego,

escuchen mi voz, abracen mi deseo.

Agua, diluvia tu inundación,

viértete sobre este valle, pronto a sumergirse con sangre”.

Nubes que no habían estado allí momentos antes comenzaron a reunirse.

Thad escuchó como un trueno comenzó a retumbar y, de repente, el cielo se abrió

y agua cayó en cascadas de lluvia fría. Miró a través de las gotas de agua que

salpicaban contra su cara, tratando ahora de centrarse en el campo. Un gruñido

bajo retumbó en su pecho mientras miraba a varios lobos abriéndose camino a

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través de los árboles en el campo abierto que estaba empapado y enturbiado por

el inconcebible aguacero.

La risa de Mona rompió a través de sus pensamientos.

—¿Ves? Te dije que vendrían. Los lobos quieren jugar. Vamos a darles

algunos juguetes, ¿de acuerdo? —Ella empujó sus brazos hacia fuera delante de

ella con un potente grito.

Thad vio como todas las bestias y las criaturas que había reunido

comenzaron a trabajar su camino para salir de la selva frente a los lobos. Dio un

paso adelante, dispuesto a cambiar, pero Mona lo detuvo con una mano en el

pecho.

—Todavía no, Alfa. Esperemos.

* * *

La lluvia fría salpicó a Sally, Rachel y Peri en la cara mientras abrían sus

ojos. Peri les había advertido que cuando usaba el velo al viajar podría hacerlas

sentirse un poco desorientadas, y Sally definitivamente podría dar fe de sentirse

desorientada. Pero mientras miraba hacia el campo por debajo de ellas, se decidió

que no era el medio de transporte lo que la hacía sentir de esa manera. Vio como

los lobos de su manada y los demás comenzaron a filtrarse a través de los bosques

de los Alpes en el campo mojado.

Sus ojos se agrandaron cuando vio a los animales, Peri había hablado de

eso, aquellos que Desdémona había tomado bajo su control. Se movían con una

rapidez antinatural y una certeza asombrosa. Estaban fuera de sus cabales. Estaba

escrito en los gruñidos saliendo de sus rostros y el cabello levantado sobre sus

espaldas. Osos, lobos, jabalíes, y muchos más con un objetivo en común: matar

a los miembros de su manada.

Sally echó sus hombros hacia atrás y se mantuvo de pie. Ella era una

sanadora gitana. Tenía el poder y no dejaría que sus amigos cayeran. No dejaría

ganar a esta bruja.

—Peri, tenemos que darnos prisa. —Hizo un gesto hacia el campo.

Rachel y Peri, ambas detuvieron sus preparativos para mirar donde a Sally

indicó.

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—Sally, sostén esto como te mostré antes —instruyó Peri al momento que

le entregaba una piedra blanca.

Sally acunó la piedra en sus manos y la sostuvo con reverencia en frente de

ella. Cerró los ojos y empezó a buscar la magia que vivía dentro de ella, la cual

era una parte de su esencia.

Rachel sostuvo una piedra verde y Peri una azul y roja. Estas piedras eran

las piedras de las Fae. Representaban los elementos, y al igual que la bruja podría

basarse en los elementos que utilizan la magia de sangre, las Fae podían recurrir

a ellos utilizando las piedras. Las piedras llegaron desde lo más profundo en el

ámbito del velo. Peri trató de explicarles cómo era posible, pero Sally finalmente

le dijo que sólo tomaría su palabra.

Estaban de pie en un semicírculo, frente al campo, y cerraron los ojos. Peri

comenzó a cantar en un idioma que ella apenas había comenzado a enseñar a

Rachel y Sally. Sin embargo, las dos se unieron a su canto y Sally trató muy duro

para mantener los ojos cerrados y el enfoque constante. Peri había explicado que

ella tendría que evitar ser distraída, que requeriría la magia dirigida y combinada

de las tres para controlar a la bruja. Y entonces comenzaron.

* * *

«Uh, cariño. ¿Estás viendo lo que estoy viendo?», le preguntó Jen a Decebel

mientras salían al campo. En su forma de lobo podían ver a través de la oscuridad

sin ningún problema, por lo que vio con mucha claridad lo que venía por ellos a

través del campo.

«Mantente detrás de la manda, Jennifer. Ve por las presas más pequeñas.

Y por el amor de todas las cosas por las que vale la pena luchar, no trates de ser

una maldita heroína».

«Tu confianza en mí es asombrosa, Dec. En serio, estoy conmovida», le

gruñó Jen.

Decebel rió en respuesta.

Haciendo lo que le pedía, ella y Jacque comenzaron a disminuir su carrera

y a retirarse a la parte trasera de la manada. Crina y Cynthia llegaron a su lado,

dándoles asentimientos cortos en saludo. Cuando las cuatro lobas empezaron a

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acercarse, pararon completamente cuando vieron la primera ola de lobos reunirse

con la horda de la bruja.

Jen había visto muchas batallas en la gran pantalla y siempre se preguntó

si sería así de brutal o peor en la vida real. Ella decidió en ese momento que era

peor. Mucho peor.

Vasile, Decebel, Fane, Dillon y los otros Alfas se estrellaron contra los

lobos y los osos: gruñidos, dientes chasqueando, y movimientos más rápidos de

lo que el ojo podía rastrear. Jen observó con asombro extasiado como su

compañero con patas blancas desgarró a un oso como si se tratara de un pequeño

conejo. Se abalanzó sobre la garganta del oso y con una poderosa sacudida de su

cabeza, el cuello del oso se abrió de golpe. La sangre salpicó el pelaje de Decebel

cuando el oso cayó al suelo mojado. Él no se detuvo, pasando al próximo rival.

En el extremo izquierdo, Elle y Adam, los dos Fae quienes habían salvado

sus traseros antes, estaban peleando usando su magia y Jen tuvo que admitir que

estaba impresionada con sus movimientos. Ninguno de sus oponentes se acercó

a ellos antes de que fueran derribados.

Jacque se adelantó y se puso en cuclillas, levantando sus labios en un

gruñido mortal. Jen estaba con ella. Ya era hora de patear algunos traseros

malignos.

Jen y Jacque despegaron al mismo tiempo, con Crina y Cynthia cerca en

sus talones. Jen se centró en algunos pequeños zorros que vio a lo largo del borde

de la batalla, girando a la derecha. Jacque y las demás se movieron con ella. Vio

a Alina peleando con otro lobo y Jen ajustó su dirección otra vez, moviéndose

para ayudar a su hembra Alfa.

Jen y Jacque se lanzaron al mismo tiempo. Jen agarró una de las patas

traseras del lobo y chasqueó sus mandíbulas, sintiendo el hueso partiéndose

significativamente bajo sus dientes. Jacque tenía su boca sobre la cabeza del lobo,

mordiendo con fuerza aplastante. Mientras Jen y Jacque tenían al lobo ocupado,

Alina fue a matar. Agarrando la garganta del lobo, ella sacudió la cabeza y le

rompió el cuello. Las tres soltaron al lobo al mismo tiempo. Jen y Jacque

desnudaron el cuello ante Alina en sumisión y desde ese momento todas las

mujeres trabajaron en sincronía, derribando enemigo tras enemigo juntas en

emboscada.

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Jen no sabía cuánto tiempo habían estado luchando, pero se imaginó que

deberían estarse cansado. En cambio, estaba tan enérgica como siempre. La

adrenalina y la resistencia de su lobo eran inspiradoras. Justo cuando terminaron

con un gran oso, se congelaron. El aguacero cesó de repente.

Jen y Jacque levantaron la vista a la colina donde Peri, Rachel, y Sally

estaban. Un suave resplandor apareció a su alrededor y empezó a ponerse más

brillante. Cualquier cosa que ellas estaban haciendo, estaba funcionando.

De repente, un aullido sonó y Jen sabía por instinto que era su Alfa, Vasile.

La compulsión a participar en el aullido de victoria le subió por la garganta. Con

el resto de su manada levantó la cabeza hacia la luna y dejó escapar un aullido

ensordecedor.

A medida que el aullido cesaba, miró hacia el campo de batalla y vio que

ni un solo animal quedaba en pie al lado de la manada. Lo habían hecho. Ese

pensamiento duró dos segundos antes de que comenzara a temblar la tierra bajo

sus patas. Se movió nerviosamente y Jacque vino y se puso más cerca de ella.

Vieron con horror como parecía como si la misma tierra cobrara vida más allá de

la línea de árboles. Pero no era la tierra, eso se movía rápidamente por todo lugar.

La manada de Serbia había llegado. Se abalanzaron desde una colina, cargando

hacia el valle, directamente hacia ellos. Y así, la batalla continuó.

* * *

Decebel gruñó mientras miraba a la manada Serbia corriendo hacia ellos.

Esperó, dejó a su enemigo correr y llegar a ellos, aunque fuera sólo por un

momento. Miró a Vasile, quien se puso de pie alto y orgulloso, Fane a su otro

lado, en la misma postura. Su piel estaba cubierta de la maligna sangre de sus

enemigos, sus cuerpos tensos de la pelea. Decebel se agachó en el suelo, listo para

lanzarse. Esperó, se mantuvo inmóvil por el perfecto momento y cuando al

primer lobo se lanzó a sí mismo en el aire, Decebel golpeó, pasando justo por

debajo de él, pasando sus afilados caninos a lo largo de la parte inferior vulnerable

del estómago del lobo. Decebel probó la sangre del lobo cuando rasgó a través de

la piel, carne y músculos. No se detuvo para ver si su rival caía.

Él atravesó a lobo tras lobo, en busca del que él quería, el que había

intentado matar a su compañera. El que había envenenado a sus Alfas y desafiado

la ley de la manada durante siglos, empleando a una bruja. Por último, a través

del campo, vio a Thad dando vueltas mientras Fane y Costin hacían lo mismo.

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Decebel despegó a la carrera, el Alfa era su presa. Irrumpió en su círculo,

gruñendo a Fane y Costin, dejando en claro su intención de pelear con Thad.

Solo.

Tan pronto como Fane y Costin habían retrocedido, Decebel centró su

atención en Thad. No se dio cuenta del fuerte viento arremolinándose o la nieve

comenzando a girar a su alrededor. No le dio importancia al brillante color

naranja destellando en el bosque cuando el fuego empezó a crepitar en el aire. Su

propósito, su intención absoluta estaba toda sobre el lobo delante de él. Levantó

su labio en una mueca y comenzó a moverse en un círculo lento, su lobo

dimensionando la competencia. Thad hizo una estocada que fue pensada para

intimidar, pero Decebel no se inmutó.

Thad debe haber visto la intención en los ojos de Decebel justo antes de

hacer su propia estocada y chocaron en el aire, dientes crujiendo, patas golpeando

en cráneos y costillas. Se apartaron y se movieron en círculos de nuevo, sangre

goteando de una herida en la cabeza de Decebel donde los caninos de Thad le

habían rozado. Ya había tenido suficiente de esto, quería terminar con esto ahora.

Se movió lento y se lanzó rápidamente, agarrando la pata delantera

izquierda de Thad. Aplastó sus mandíbulas, rompiendo el hueso, y la soltó. Se

lanzó una y otra vez, haciendo jugadas rápidas, aquí y allá, rompiendo una

pierna, aplastando una costilla. Lentamente, debilitó al Alfa. Thad consiguió

unos buenos golpes y Decebel goteaba debido a cortes en el costado. Se distrajo

brevemente cuando observó la forma de lobo de Jennifer en la esquina de su ojo.

Thad tomó el lapso momentáneo de su atención para lanzarse. Se las arregló para

chocar contra un lado de Decebel, llevándolo hacia abajo.

Decebel escuchó un gruñido penetrante y vio a Jennifer saltar por encima

de él en la espalda de Thad. Ella se aferró a una de sus orejas y tiró con todas sus

fuerzas, arrancando la oreja. Thad gruñó y giró su cuerpo, arrojando a Jennifer

violentamente de su espalda. Decebel se puso en pie y se volvió, rápidamente

agarrando la pata trasera de Thad antes de que pudiera ir tras su compañera. Thad

se giró y golpeó a Decebel y este lo soltó, sólo para arremeter desde abajo a Thad

y agarrarle la garganta. Decebel empujó sus dientes más profundo a través del

pelaje del lobo, buscando la carne y el hueso. Giró enomermente la cabeza y

chasqueó sus mandíbulas al mismo tiempo, rompiendo efectivamente el cuello

del Alfa. Decebel dio otra sacudida por si acaso, y luego dejó caer el cuerpo sin

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vida de su boca. Rodó al Alfa muerto sobre su espalda y, con un gruñido

poderoso, mordió su abdomen, destripándolo.

Decebel dejó escapar un aullido de victoria y el campo de batalla se tornó

más aún silencioso ante el efecto de la muerte del Alfa Serbio reverberando a

través de la manada Serbia.

Uno a uno, los lobos se agacharon, en reverencia.

Jen fue a pararse al lado de Decebel. Él inclinó la cabeza hacia abajo y le

lamió la sangre del hocico.

«¿Ha terminado?», preguntó Jen tentativamente, justo en el momento que

un horrendo grito desgarró el aire.

«No del todo», murmuró Decebel mientras miraban a la cima de la colina.

Ahí donde Desdémona estaba con los brazos levantados.

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Traducido por Electra

Corregido por Mari NC

l cuerpo de Sally comenzó a temblar mientras sostenía la piedra en

sus manos, la fuerza de voluntad de Desdémona aplastándose sobre

ella. Escuchó una voz en su mente susurrándole dejar caer la piedra,

ceder, venir a ella. Sally apretó sus ojos cerrándolos mientras luchaba contra la

compulsión. Ella sintió que sus rodillas comenzaban a debilitarse, pero antes de

que pudiera colapsar, fuertes brazos se envolvieron a su alrededor. No tuvo que

abrir los ojos para saber quién era.

Ella continuó luchando, empujando de vuelta.

—No vas a ganar —le respondió al susurro, pero el mal trataba de fluir

sobre su piel como marea negra.

—Sally, sanadora de otra tierra. Tú serás mía, tu sangre sustentará mi

poder. Veré tu vida desvanecerse de tus ojos mientras desgarro tu corazón

palpitante de tu pecho.

La voz rasgó contra su mente mientras Sally seguía luchando con las

imágenes que la bruja proyectaba. Sentía humedad en su cara, lágrimas corrían

por sus ojos. No se suponía que terminara así, el mal no se suponía que escapara.

Sintió un tirón desgarrador dentro de ella y dejó escapar un grito mientras

empujaba de vuelta. Un rayo de luz atravesó la noche y luego todo quedó en

silencio. El viento se detuvo, la nieve dejó de caer, y la silenciosa noche se

envolvió alrededor del campo de batalla aquietado.

Sally abrió sus ojos y trató de orientarse. Miró sobre su hombro dentro de

unos profundos ojos castaños.

—Te tengo, Sally mía —susurró Costin en su oreja. Sally no luchó con él,

sino que se giró en su abrazo y dejó que su calor la confortara.

—No se suponía que debía terminar así, Costin. Ella se escapó. Ella ganó.

E

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—Shh, calla. Ella no ganó. Sólo se compró un respiro, nada más. —Costin

le acarició el cabello suavemente y la atrajo más cerca.

Peri se acercó a Sally con Rachel al lado.

—Lo has hecho bien, joven sanadora. Desdémona es fuerte. Ella volverá y

tendremos que estar listos.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Sally mientras levantaba su cabeza del

hombro de Costin.

—Lo único que podemos —dijo Peri con firmeza—. Prepararnos para lo

peor, esperar lo mejor.

* * *

—Quiero que vuelvas a la Taberna con las otras mujeres —le dijo Decebel

a Jen mientras le acariciaba el cuello.

—¿Qué vas a hacer tú?

—Vasile y yo tenemos que tratar con la manada Serbia. Te haré saber lo

que pasa cuando hayamos terminado.

Jen estrechó sus ojos hacia él, sabiendo que algo pasaba, pero no lo iba a

escupir.

—Bien. Mantén tus secretos. Sólo recuerda.

—No escribas un cheque que difícilmente puedes cobrar, Jennifer —

interrumpió Decebel a su irritada compañera.

Jen le dio la espalda con un bufido y siguió a Jacque, mientras se

encontraban con Alina y los otros. Vasile le había dado a su compañera las

mismas órdenes.

Decebel vio a su compañera irse con los otros y tuvo que contenerse para

no seguirla. No le gustaba tenerla fuera de su vista, necesitaba asegurarse de que

estaba bien después de la brutalidad que acababa de soportar, pero tenían que

encargarse de la manada Serbia.

Se acercó a Vasile y ambos volvieron a su forma de lobos.

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«¿Quién es el miembro de más alto rango en la manada Serbia aun vivo?»

La voz de Vasile retumbó en todo el campo. Uno a uno, los lobos Serbios se

movieron hacia Vasile y volvieron a su forma humana. Cuando estuvieron todos

de pie frente a Vasile y Decebel, todos ellos se arrodillaron, excepto un gran y

oscuro hombre peludo.

—Yo era el quinto en el rango de la manada, Alfa —respondió el lobo sin

mirar a Vasile. Contempló el suelo en su lugar. Decebel observó el lenguaje

corporal del lobo y era evidente que no era lo suficientemente dominante para

dirigir a una manada.

El lobo se adelantó hacia Decebel y se arrodilló, desnudando su cuello y

mirándolo brevemente a los ojos.

—Has vencido a nuestro Alfa, tu manada derrotó a nuestros cuatro

principales. Te debemos lealtad y nos sometemos a ti.

La mandíbula de Decebel cayó abierta, pero se compuso rápidamente.

Miró a Vasile, quien no lo miró sorprendido.

—Es a la antigua. Tú derrotaste a su Alfa, técnicamente ahora eres su Alfa

—le dijo Vasile. Decebel era incapaz de leer las emociones en el rostro de su Alfa.

—¿Qué piensas? —preguntó Decebel.

—Odio perderte como mi Beta, pero estás destinado a ser un Alfa. Y no

podemos ignorar los beneficios de tener esta fuerte alianza.

Decebel entendió que Vasile tenía que ver cómo esto podría afectar y

beneficiar a su especie. Decebel ni siquiera había considerado ser Alfa de una

manada de nuevo. Estaba contento como Beta, incluso si someterse a Vasile no

siempre estaba bien con su lobo. Miró por encima a los lobos arrodillados. Se

veían rotos y perdidos. Necesitaban un líder. Necesitaban a alguien que los

cuidara correctamente, alguien que juntara a la manada. Decebel podía hacer eso.

Y justo había tomado una compañera que era más que capaz de ayudarlo.

—¿Hay alguno que quiera desafiarme? —preguntó Decebel a los lobos.

Uno a uno, desviaron la mirada en sumisión.

—Yo no soy como Thad. Si voy a ser su Alfa, habrá cambios, y serán

drásticos. No toleraré la división, o deslealtad. No toleraré motines, crueldades u

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odios. Serán unidos, tratarán a sus compañeros de manada así como a los de otras

manadas con respeto. Se someterán a mí y a mi compañera. Si no pueden hacer

eso, serán desterrados de la manada. ¿Estoy siendo claro?

Ellos respondieron al unísono:

—Como usted diga, así será.

Decebel dio un paso hacia el hombre de rodillas frente a él.

—¿Tu nombre?

—Drake, Alfa —respondió el hombre rápidamente.

—Drake, esta noche te pediré que juntes a nuestra manada. —Decebel usó

la palabra “nuestra” para establecer inmediatamente la propiedad y hacerles saber

que él se haría cargo de ellos—. Síguenos de vuelta a la taberna. Discutiremos en

más detalle de dónde vamos desde ahí.

Él asintió una vez y se puso de pie, girándose hacia los demás.

Decebel se volvió hacia Vasile, confiando que Drake hiciera lo que le

instruyó.

—Bueno, esto no es exactamente lo que esperaba de cómo iba a ir mi

noche.

Vasile se rió entre dientes.

—Bien, tú estás vivo, tu compañera está viva, por ahora, hemos triunfado.

Podría haber sido peor.

—No quiero celebrar todavía. Tengo que decirle a mi compañera que acaba

de convertirse en Alfa de una manada rota. —Decebel se giró con Vasile,

dirigiéndose hacia el bosque y la taberna.

—Creo que para ahora deberías saber que a Jen le gusta los desafíos… se

nutre de ellos. Ella se emparejó contigo, después de todo. —Vasile cambió antes

de que Decebel pudiera responder y Decebel siguió su ejemplo.

* * *

—¿Como estas? —le preguntó Decebel a Jen mientras yacían en su cama.

Habían pasado dos días desde la batalla, desde que Decebel había dejado caer en

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el regazo de Jen que acababan de heredar una manada. La habían hecho volver a

la mansión de la manada Rumana y en unos pocos días se dirigirían a la sede de

la manada Serbia para discutir los cambios que se avecinaban.

—Es un montón de cosas que digerir, Dec —le dijo Jen mientras trazaba

las marcas de su pecho desnudo.

—Puedo entender eso. ¿Estás molesta?

—No. Aprensiva, insegura, en algún lugar entre flipar y reír, sí. —Jen le

sonrió a pesar de sus palabras—. Sé que hemos hablado de por qué hacemos esto.

Sé que es lo mejor, pero que sea lo mejor no significa que sea fácil. De hecho, los

dos en general no son amigos.

Decebel le sonrió y la atrajo hacia él. Le beso la parte superior de la cabeza.

—Tenemos otro tema que tratar —le dijo Jen.

—Sally —murmuró Decebel.

—Sí, ella no lo sabe.

—Bueno, ella cumple dieciocho mañana ¿no? Parece que estará lista para

saber si quiere o no.

—Jacque y yo hablamos de esto con Peri y coincidimos en que pensamos

que es algo que deberíamos decirle en privado, y tú y Vasile deben hablar con

Costin, viendo como ha tomado interés en mi niña.

Decebel levantó una ceja hacia su compañera.

—Tú y Jacque decidieron eso, ¿eh?

—Sip. Así que, puedes que quieras ser un hom…

Decebel gruñó.

—No termines esa oración, compañera mía.

Jen le guiñó un ojo mientras se levantaba, saliendo de su abrazo.

—Sólo estoy tratando de ayudarte a prepararte para lanzar la bomba sobre

Costin.

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Decebel resopló.

—Creo que soy perfectamente capaz de hablar con un compañero de

manada sin que tú me digas cómo ser un hombre.

La mandíbula de Jen cayó abierta.

—¿Por qué tenías que decirlo? Le quita toda la diversión cuando tú lo dices.

—Ella hizo un puchero.

Decebel se puso de pie mientras se reía y la atraía hacia sus brazos.

—Ahh, mi dulce, dulce amor. ¿Qué voy hacer con esa boca tuya?

—¿En serio me acabas de preguntar eso, B? —Jen se apartó y le sonrió con

malicia.

—Simplemente caminé directamente a la trampa, ¿no? —preguntó

tímidamente.

—Sí, mi amor, tú solo. —Ella lo tomó de la mano y tiró de él hacía la

puerta—. Ven, vamos a dejar que los tortolitos lo sepan, sin saberlo, son de hecho

tortolitos, o lobitos, o lo que sea.

* * *

—Sally, querida, necesitamos hablar —anunció Jacque dramáticamente

mientras entraba en la habitación de Sally sin golpear, Jen pisándole los talones

y Peri detrás de ella.

—Si, Jacque pasa. Gracias por golpear —dijo Sally sarcásticamente.

—Hombre, toda esta cosa de la sanadora gitana te ha convertido en un

hueso duro de roer, Sal. Lo estoy aceptando. —Jen le hizo un guiño y se tendió

en la cama al lado de donde ella estaba sentada.

—Entonces, ¿cuál es la gran noticia? —preguntó Sally mirando a cada una

de sus amigas deliberadamente, luego terminó observando a Peri, quien suponía

era la que tenía la información.

—Prepárate, Thelma —murmuró Jen.

Peri dio un paso adelante.

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—Hay algo acerca de las sanadoras que no te he dicho. No pensé que

necesitaras saberlo hasta que tuvieras dieciocho años, ya que en realidad no te

afectaría hasta entonces.

Sally miró a Peri de cerca, pero no la interrumpió.

—Sally, las sanadoras son compañeras de los Canis lupis.

La boca de Sally cayó abierta. Sus ojos se abrieron en estado de shock.

Después de varios momentos de abrir y cerrar la boca, finalmente le volvió la voz.

—¿Quieres decir que pueden?

—No, quiero decir que lo son —dijo Peri firmemente—. Una sanadora

gitana siempre es una verdadera compañera de un Canis lupis. El vínculo no se

presenta hasta que la sanadora cumple los dieciocho años y está alrededor de

dicho Canis lupis.

—Así que, ¿estás diciendo que seré la verdadera compañera de alguien?

—Vamos, Sally querida, no seas obtusa. Sabemos que ha habido una cierta

bola de pelos husmeando alrededor de ti. —Jacque golpeó el brazo de Jen por su

falta de tacto.

Jen gruñó.

—Sólo estoy diciendo las cosas tal como son.

Sally se levantó bruscamente.

—¿Creen que Costin es mi compañero? —Ella no podía creer que las

palabras habían salido de su boca y no podía creer el alivio que se filtró en sus

huesos por esa posibilidad.

—Sally, él no ha sido capaz de apartar sus ojos de ti en el mes pasado. Está

constantemente contigo. ¿En serio que no habías notado su interés?

—No es que no lo hubiera notado, sólo pensé que con todo lo que ha

pasado, las emociones estaban en lo alto y todo eso.

—Sí, bueno, es el “todo eso” lo que vamos a ver aquí —dijo Jen asintiendo.

—Costin no sabe esta información o no la sabía. Decebel y Vasile están

hablando con él ahora.

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La cabeza de Sally se giró ante las palabras de Peri.

—¿Le están diciendo ahora? —Su voz se elevó mientras comenzaba a

procesar la información. A Costin le estaban diciendo que Sally era posiblemente

su compañera. ¿Qué pasaba si esa idea lo horrorizaba? ¿Qué pasaba si él

realmente no pensaba en ella de esa manera y había sido amable el mes pasado

porque sus amigas habían pasado por cosas horribles? Sally bajó la cabeza y

cubrió su cara con sus manos. Ella no creía que su corazón pudiera manejar el

rechazo de Costin. Ella no era tan fuerte y resistente como Jen o Jacque. Ya estaba

enamorada de Costin y, como había predicho, él tenía la capacidad de romper su

corazón. El pensamiento de él haciéndolo era en realidad más doloroso que lo

que había recibido de la bruja.

Mientras Sally se quedaba allí con sus manos en su rostro, pensamientos,

preocupaciones, temores fluyendo por su mente, casi saltó fuera de su piel

cuando, una vez más, su puerta se abrió de golpe.

—Necesito hablar con Sally. —El corazón de Sally se desplomó a su

estómago cuando escuchó el sonido de su voz. Las palabras de Costin eran firmes,

y no una petición.

Sally se volvió hacia él, la intensidad en sus ojos hizo que ella diera un paso

atrás.

—No —le dijo mientras daba un paso hacia ella.

Jen, Jacque y Peri comenzaron a dirigirse a la puerta. Jen se detuvo junto

a Costin y lo miró a los ojos.

—Si le haces daño no habrá ningún lugar al que seas capaz de ir y que yo

no te encuentre, y cuando lo haga, te haré cosas indecibles, ¿me entiendes? —Ella

elevó las cejas en desafío.

Los ojos de Costin se agrandaron. Miró a Jen y a Sally y luego a Jacque.

Jacque pasó un brazo alrededor de los hombros de Jen, tirando de ella

mientras le sonreía a Costin.

—Sabemos que ella está perturbada, Costin. Créeme, hemos tratado de

ayudarla. Pero voy a ayudarla a hacerte cosas indecibles si le haces daño a nuestra

niña.

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Costin asintió una vez, en reconocimiento a las palabras. Cuando se cerró

la puerta volvió a mirar a Sally y se acercó más. Sally no se movió. Costin levantó

una mano y acunó su rostro gentilmente. Sus cuerpos estaban ahora a unos

centímetros de distancia.

—Sally mía. —Su voz era un susurro acariciando su rostro—. Creo que tal

vez tengamos algunas pequeñas cosas de qué hablar.

Sally soltó un bufido muy poco femenino.

—Creo que eso es un eufemismo. ¿“Unas pequeñas cosas”, en serio?

Los labios de Costin se retorcieron ante la exasperación en su voz.

—Sí, sólo un par de detalles. Tamaño de anillo, prefieres bóxers,

calzoncillos, calzoncillos bóxer. Ya sabes, detalles menores.

La mandíbula de Sally cayó abierta ante las palabras de Costin, lo que sólo

hizo que el lobo en frente de ella ampliara su sonrisa en su rostro.

—Ya te lo dije, Sally. Tú eres mía. Una vez que llegue ese importante

detalle a tu afilada mente, el resto es juego de niños.

Sally no sabía qué decir. Se quedó allí, mirando a los más bellos ojos color

avellana que había visto alguna vez, y quiso pellizcarse para asegurarse de que

estaba despierta. Ella era suya. Eso es lo que él había dicho: era de él. Sally ladeó

su cabeza mientras consideraba ese pensamiento. Sus ojos se estrecharon

mientras seguía mirando el hermoso rostro de Costin.

—Si soy tuya —Hizo una pausa y se humedeció los labios nerviosamente—

, eso significa…

Costin envolvió un brazo alrededor de su cintura, ella jadeó cuando él

envolvió la mano que había acunado su cara alrededor de su nuca posesivamente.

Presionó su frente contra la de ella y sonrió cuando su respiración se aceleró.

—Eres mía, hermosa sanadora, lo que significa que yo soy tuyo —le dijo

Costin con firmeza.

Sally trató de ralentizar su respiración, pero sintiéndolo tan cerca, la

intensidad y la confianza en sus palabras… era todo muy abrumador.

—Oh, chico —dejó salir finalmente.

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—Oh, mi dulce Sally, ahora eso es un eufemismo.

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Traducido por Lililamour

Corregido por LizC

en miró a Decebel mientras éste hablaba con la manada Serbia. La

confianza que llevaba como el par de jeans más cómodo era

embriagadora. Ella debería estar prestando atención a lo que estaba

diciendo, pero su hombre era caliente y eso era una distracción.

«Puedo escucharte, ¿sabes?» Oyó la risa en su voz mientras él hablaba a

través de su vínculo.

«Como si fuera nuevo para ti. Sabes que babeo por ti de una manera

regular». Jen puso los ojos en blanco cuando él la miró desde donde estaba. Se

congeló cuando sus ojos empezaron a brillar. «Decebel, no puedes mirarme de

esa manera en público».

«¿Por qué no? Eres mía. ¿Necesitas un recordatorio?» Levantó una ceja

hacia ella en desafío.

En lugar de contestar, Jen se dio media vuelta y se alejó, sabiendo que eso

lo volvería loco. Se dirigió en línea recta a la habitación que habían reclamado en

la nueva mansión en la que la manada Serbia, su manada, había establecido su

residencia. Habían pasado tan sólo dos semanas desde la batalla, o GCBP, como

ella y Jacque le estaban llamando: Guerra Con Bolas de Pelos. Una cosa que

había aprendido, las bolas de pelos no jugaban cuando las cosas tenían que

hacerse.

Las cosas se habían estado moviendo rápidamente desde que se decidió

que Decebel sería el Alfa de la manada Serbia. Habían decidido que un nuevo

comienzo era necesario y vendieron la mansión anterior de la manada.

Compraron una nueva en un terreno que estaba mucho más cercano a la manada

Rumana, lo cual fue algo por lo que Jen presionó. Hasta ahora todos habían sido

muy agradables. Un poco tímidos, pero las vibraciones que Jen estaba recibiendo

eran de alivio. Era como si la manada Serbia hubiera sido privada de afecto y

J

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seguridad, y constantemente empapada de miedo. No habían respetado a Thad,

lo habían seguido sólo por miedo, o por lo menos los lobos sobrevivientes lo

hicieron.

Decebel había dejado muy claro que él era su Alfa y que los protegería, que

les proveería cuando lo necesitaran, y que les enseñaría a prosperar. Jen seguía

nerviosa, pero emocionada al mismo tiempo. Rachel había sido más que un

socorro ayudando a Jen a conocer a las otras hembras y que las cosas se asentaran.

Todavía seguía en el aire quién sería el Beta de Decebel y cuál sanadora

vendría a su manada. Tantas decisiones a tomar, tantas cosas difíciles por delante.

Pero mientras caminaba por el largo pasillo hacia la habitación que Decebel y ella

habían reclamado, en lo único en lo que podía pensar era en su compañero y lo

mucho que necesitaba estar en sus brazos.

Casi había llegado a la puerta cuando un fuerte brazo la levantó de sus pies.

Dejó salir una risa sin aliento mientras Decebel abría la puerta y la cerraba de

golpe detrás de él. La arrojó sobre su cama tamaño king y soltó un gruñido bajo

cuando ella rebotó sobre sus manos y rodillas, lista para saltar.

—Jennifer —gruñó en señal de advertencia.

—¿Sí, Alfa? —Las palabras de Jen gotearon dulzura.

—No me hagas que te persiga.

—¡Ahh! Pero amas cazar.

Él se movió lentamente hacia la cama y Jen vio algo en sus ojos que la hizo

detenerse.

—Esta noche no, cariño. Esta noche te necesito en este momento.

Jen caminó sobre sus rodillas hasta el borde de la cama, reuniéndose con

él ahí. Él envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la abrazó fuerte.

—Lo único que tienes que hacer es decirme. Lo que sea que necesites, Dec,

es tuyo. —Jen se inclinó hacia delante y lo besó suavemente en los labios. Podía

ver la preocupación en las líneas de su cara y el estrés que tensaba sus músculos.

—Sólo te necesito a ti, Jennifer. Siempre a ti. —La besó posesiva y

firmemente haciéndole saber que ella era suya y que él era de ella.

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«Toda tuya, mi amor», susurró Jen en su mente.

—Gracias, Jennifer. Gracias por amarme.

Jen se retiró hacia atrás, sorprendida por sus palabras.

—Como si fuera una pena —bromeó, y luego se puso seria—. Eres lo mejor

que me ha pasado, Dec. Nunca lo dudes. Nunca dudes de mi amor por ti.

—No tienes ni idea de lo mucho que significas para mí. Cuánta alegría has

traído a mi vida. —Se apartó de ella y se dirigió a la mesita de noche. Abriendo

un cajón, miró por encima de su hombro hacia ella—. Tengo algo para ti.

Jen sonrió.

—¿Para mí? —preguntó alegremente.

Él asintió. Sacó una pequeña caja de terciopelo blanco. La respiración de

Jen se detuvo.

—No estaba exactamente preparado cuando nos vínculamos y nos

casamos, así que no tenía esto para dártelo. Llevas mis marcas en tu piel, cargas

mi mordida en tu hermoso cuello. Ahora te pediría que llevaras una cosa más

para demostrarle al mundo que eres mía.

—Decebel, soy como un espectacular anuncio andante para ti, mi dulce

bola de pelos. —No podía ocultar su emoción ante la vista de la cajita.

Él se sentó en la cama y la atrajo a su regazo.

—Esto es para ti, mi amada —susurró mientras le entregaba la caja.

Jen contuvo la respiración mientras levantaba la tapa, las bisagras estaban

rígidas por lo nuevo. Dejó salir un gemido ante la vista frente a ella. Lo miró a

los ojos y, para su sorpresa, estaban húmedos por las lágrimas contenidas. Las

suyas no fueron tan tímidas ya que rodaban por su mejilla.

—Gracias, es perfecto. —Su voz fue suave mientras sacaba el anillo de su

amortiguado lugar de descanso. Él le quitó el anillo y poco a poco lo deslizó en

su dedo anular izquierdo. Jen lo alejó para examinarlo. Se enroscaba en su dedo

como una vid, con todos los puntos coincidentes de las marcas en su piel. Decebel

había obtenido un anillo de platino hecho de una réplica a las marcas en su piel,

marcas que encajarían juntas como una pieza de rompecabezas, completando el

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diseño de la manera en que Decebel completaba a Jen y la forma en que Jen lo

completaba a él—. No sé lo que depara el futuro, Dec. Sé que va a ser duro y

peligroso y lleno de toneladas de comentarios listillos a través de tu servidora.

Pero siempre y cuando me soportes, siempre y cuando estés aquí conmigo, podré

manejarlo.

Decebel sonrió a su bocazas, siempre directa, y aún así ferozmente leal

compañera.

—No hay nada en esta vida o en la próxima que me pueda apartar de tu

lado. —Los labios de Decebel estaban tan cerca a los de ella que se rozaron

cuando habló—. Te amo, Jennifer.

Jen cerró los ojos mientras dejaba que sus palabras se vertieran sobre y a

través de ella. Presionó sus labios a los de él y dejó que sus acciones hablaran por

ella.

Su vida juntos acaba de empezar y el mundo de los Canis lupis estaba

cambiando. Jen había vencido a la muerte y el destino exigiría un precio; un

poderoso Alfa había sido derrotado y uno nuevo instaurado; una malvada bruja

estaba suelta con una venganza en sus manos; la historia estaba filtrando un

camino a través de las polvorientas grietas del tiempo, cuyo resultado era un

misterio aún por venir. Se estaban preparando para lo peor, tal como Peri había

dicho… prepararse para lo peor, esperando lo mejor.

Pero esta noche, esta noche el mundo podía esperar. Esta noche era para

ellos. Un tiempo para olvidar los temores y preocupaciones, y para recordar que

habían caminado a través de la oscuridad y no los había derrotado. Habían salido

de la oscuridad juntos, emergiendo por completo en el otro lado.

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Beyond the Veil

Aunque la manada Serbia ha sido puesta en cintura gracias a la caída de su

Alfa, la guerra está lejos de terminar.

Desdémona, una bruja de poder insondable, ha escapado a la ira de los

lobos, pero ella no va a irse tranquilamente en la noche. Se refugia en un lugar

donde hasta el más pequeño haz de luz no se atreve a entrar. A pesar de que tuvo

que huir, no ha renunciado al tesoro que desea adquirir. Su depravación no

conoce límites; está incluso dispuesta a buscar al único que puede ayudarla a abrir

un Velo que no ha sido abierto en milenios… con buena razón: el peligro es

incalculable.

Mientras tanto, hay grandes cambios ondulando a través de los Lobos

Grises Rumanos. Decebel se ha convertido en el Alfa de la manada Serbia, en un

esfuerzo para comenzar a unir a la especie Canis lupis. Sus números están

disminuyendo como consecuencia de la escasez de compañeros de confianza y la

falta de descendencia. Los lobos están empezando a perder la fe y la oscuridad

parece estar estrellándose sobre ellos desde todos los lados. Pero los vientos de

cambio están soplando, cambios que alterarán el futuro no sólo de los Canis lupis

sino de otra raza antigua también.

En medio de todo esto, Sally continúa llegando a un acuerdo con su

relación con el lúdico, encantador, coqueto, increíblemente guapo camarero, que

resulta ser un miembro de la manada Rumana.

Si todo eso no fuera suficiente, las Parcas han decidido hacer una pequeña

visita a Jen. Es hora de cobrar. Ella engañó a las Parcas por una vida: su vida.

Ahora ellas quieren a lo que tienen derecho. ¿El problema? Es más de lo que Jen

está dispuesta a pagar.

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Sí, la guerra está de hecho lejos de terminar. Repercutirán los tratos, se

darán declaraciones, se harán los sacrificios, el amor será puesto a prueba, y la

confianza será cuestionada cuando el mal tome postura en contra de todos ellos.

Quinto Libro de la Saga The Grey Wolves

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Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas

Occidental con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien cree

que es una ninja disfrazada). Es autora de ocho novelas, incluyendo el best-seller

de USA Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de agradecida por haber sido

bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo, y espera que los lectores

sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella. Algunas de sus aficiones

son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con la familia y amigos. Ella le

da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio el espíritu creativo y la

imaginación que se necesita para escribir.

Serie The Grey Wolves:

1. Prince of Wolves

2. Blood Rites

3. Just One Drop

4. Out of the Dark

5. Beyond the Veil

6. Fate and Fury

7. Sacrifice of Love

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Staff de Traducción

Moderadoras

Isa 229

LizC

Traductores

AariS

Electra

Fanny

Flochi

Helen1

Isa 229

Itorres

Jadasa Bo

Katt090

Lililamour

LizC

Mari NC

MaryJane♥

Nelshia

Rihano

Staff de Corrección

Correctores

Flochi

LizC

Mari NC

Nanis

NayeliR

☽♏єl

Revisión y Recopilación

LizC

Diseño Francatemartu