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, ICON OS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES No. 21 , enero 2005 ISSN I 390-1249 COD 300.5 I CDU 3 I LC H8 .S8 F53 Vol 9, Issue I, january, 2005 Quito Ecuador Fl.ACSO . Bibliotaca MELiRCsuM SEDE ACADEMICA DE ECUADOR Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO • Sede Ecuador #fO,bO

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, ICON OS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No. 21 , enero 2005 ISSN I 390-1249

COD 300.5 I CDU 3 I LC H8 .S8 F53 Vol 9, Issue I, january, 2005

Quito Ecuador

Fl.ACSO . Bibliotaca

MELiRCsuM SEDE ACADEMICA DE ECUADOR

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO • Sede Ecuador

#fO,bO

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MeuAcsoM SEOE ACADUAICA DE ECUADOR

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Academica de Ecuador

Director de Flacso-Ecuador: Adrian Bonilla Subdirector Academico: Felipe Burbano

Subdirector Administrativo: Leonidas Molina

ICON OS. Revista de Ciencias Sodales Num. 21, enero 2005, Quito-Ecuador ISSN: 1390-1249/ COD: 300.5/ CDU: 3/ LC: H8 .S8 F53 (Vol. 9, Issue I, January, 2005)

ICON OS es Ia revista especializada en ciencias sociales de Flacso-Ecuador. Fue fundada en 1997 y su objerivo es estimular un ripo de reflexi6n que vincule las inquietudes academicas de las ciencias sociales con problemas de Ia realidad social. La revisra esta dirigida a Ia comunidad cientifica y a quienes se imeresen por conocer, amp liar y profundizar, desde perspectivas academi­cas, temas de debate social, politico, cultural y economico del pais, Ia region andina y el mundo en general.

Los articulos que se publican en Ia revista son de responsabilidad exdusiva de sus autores; no reflejan necesariameme el pensa­miemo de ICON OS. Para Ia seleccion de articulos se utiliza un sirema de arbitraje imerpares (peer review). 1CONOS se publica cuarrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre. Se autoriza Ia reproduccion total o parcial de los conrenidos siempre que se cite expresameme como fuente a ICON OS. Revista de Ciencias Sociales

fCONOS. Revista de Ciencias Sociales

Director Eduardo Kingman Garces ([email protected])

Editor Edison Hurtado ([email protected])

Consejo editorial Felipe Burbano, Mauro Cerbino, Edison Hurtado, Hugo Jacome, Eduardo Kingman, Carmen Martinez, Franklin Ramirez, Alicia Torres

Coordinador del dossier "Conflictos por petroleo y gas natural en Ia Amazonia" Guillaume Fontaine

Disefio y diagramaci6n: Antonio Mena Ilustraciones: Gonzalo Vargas lmpresi6n: Rispergraf

Envlo de artfculos, informacion, solicitud de canje: [email protected] Suscripciones, pedidos y distribucion: [email protected]

© FLACSO-Ecuador Casilla: 17-11-06362 Direccion: Ulpiano Paez Nl9-26 y Av. Patria. Quiro-Ecuador www.flacso.org.ec (resumenes, absrracts y articulos ameriores disponibles on line} Telefonos +593-2- 232-029/030/031 Fax+ 593-2-2566-139

COD 300.5 I CDU 3 I LC: H8 .S8 F53 Iconos: revista de ciencia.s sociales.-Quito: Flacso-Ecuador, 1997-

v. : il. ; 28 em. Ene-Abr. 1997-Cuatrimestral- enero-mayo-sepciembre ISSN: 1390-1249

I. Ciencias Sociales. 2. Ciencia.s Sociales-Ecuador. I. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)

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No. 21, enero 2005ISSN 1390-1249

CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53Vol 9, Issue 1, January, 2005

Quito - Ecuador

Sumario

Dossier

Conflictos por petróleo y gas natural en la Amazonía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9-10Presentación del DossierGuillaume Fontaine

Petróleo, seguridad ambiental y explotación petrolera marina en Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-17Alfonso Avellaneda Cusaría

Impactos sociales de la actividad petrolera en Ecuador: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19-34un análisis de los indicadoresTeodoro Bustamante y María Cristina Jarrín

Microconflictos ambientales y crisis de gobernabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35-46en la Amazonía ecuatorianaGuillaume Fontaine

Camisea: ¿por qué cuesta tanto el gas barato? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47-55Carlos Soria

Los conflictos ambientales del gas boliviano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57-66Marc Gavaldá Palacín

Debate

El patrimonio como domesticación de la cultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69-77Comentarios al Dossier de Íconos 20Gey Espinheira

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Temas

La desventura de ser soltero: introducción a la sociología . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81-90rural de Pierre BourdieuLuciano Martínez Valle

Encuentros artísticos con el dolor, la memoria y las violencias . . . . . . . . . . . . . . 91-104Pilar Riaño Alcalá

Coaliciones fantasmas, esencialismos políticos y corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . 105-112Felipe Burbano de Lara

Reseñas

Francisco Delich. Repensar América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115-117Carlos de la Torre

Guillaume Fontaine, Editor, Petróleo y Desarrollo Sostenible en Ecuador. 2. Las apuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118-120Pedro Elías Galindo León

Política editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

Normas para la presentación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Índice Revista Íconos 18 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

Índice Revista Íconos 19 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Índice Revista Íconos 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128

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El patrimonio como domesticación de la culturaComentarios al Dossier de ICONOS 20

Gey Espinheira

Dr. en Sociología. Profesor de la Universidade Federal da Bahia

Mail: [email protected]

Fecha de recepción: octubre 2004

Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2004

Traducción del portugués: Nilma Martins.

Revisión final: Edison Hurtado

Resumen

Tres de los artículos publicados en el dossier de ICONOS 20 “Patrimonio, memoria y ‘rege-neración’ urbana”, convergen en reconocer algunos efectos perversos de la restauración de cen-tros históricos y espacios públicos. Este artículo explora los argumentos presentados en esos ar-tículos y los entiende como parte de un proceso que, en nombre del turismo, domestica la cul-tura.

Palabras clave: patrimonio cultural, centros históricos, regeneración urbana, turismo, estudiosurbanos, Quito, Guayaquil, Pelourinho

Abstract

Three of the articles formerly published in the dossier of the journal ICONOS 20 entitled “Pa-trimonio, memoria y ‘regeneración’ urbana” (Cultural Heritage, Memory and Urban Regene-ration), recognize some of the perverse effects of the preservation and regeneration of HistoricCenters and other public spaces. The present work explores the arguments developed by thosearticles, and approaches them in the context of a procces that, in the name of tourism, domes-ticates culture.

Key Words: Cultural Heritage, Historic Centers, Urban Regeneration, Tourism, Urban Studies,Quito, Guayaquil, Pelourinho

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Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 21, Quito, enero 2005, pp. 69-77.© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Una mirada al Pelourinho1

En la edición No. 20 deÍCONOS, el arquitec-to y urbanista brasile-

ño, Paulo Ormindo, pasa re-vista a las cuatro últimas dé-cadas del Pelourinho, es de-cir, desde que se iniciaron losprimeros estudios y trabajosde recuperación-restauracióndel Centro Histórico de Sal-vador de Bahía. Reconociendo y caracterizan-do algunas fases de una cronología de inter-venciones y algunas ideologías en cada época,el análisis sobrio y preciso expone los princi-pales programas internacionales y nacionalesen relación al patrimonio arquitectónico, his-tórico y cultural, demostrando que en casi to-dos los países -sino en todos– las motivacio-nes para la acción fueron de origen externo, ycuando fueron orientadas nacionalmente és-tas siempre se procesaron a través de la cen-tralidad del Estado y no como el resultado demovilizaciones locales. Esa condición externay centralizada de las intervenciones configurados situaciones que pueden ser sintetizadas encolonialismo y autoritarismo. Como colonia-lismo nos topamos con la dependencia deuna autoridad externa para que brinde reco-nocimiento y de inicio al proceso de valoriza-ción del patrimonio -a través de su respaldo aautoridades nacionales y regionales, antes quelocales-, lo cual sirve como justificación de laacción. Desde la situación de autoritarismonos encontramos con un rasgo anacrónico,caduco, el del compromiso del gobierno consectores privados, el de la apropiación de laadministración pública como una gestión defamilia y de grupos, tal como lo formularon

con precisión Victor NunesLeal (1948) y Sérgio Buarquede Holanda (1936) cuandoresaltaban al “hombre cordial”como el tipo-ideal weberianodel político brasileño.

Es por eso que, en estaperspectiva, tiene gran impor-tancia la figura carismática deAntonio Carlos Magalhães,Senador de la República y ex-gobernador de Bahía en tresperíodos. Y es que este perso-

naje -de una forma mesiánica- propuso “mo-dernizar Bahía sin borrar su pasado”, eligien-do así el campo de la cultura como un ele-mento que otorgaría nacionalmente la identi-dad al baiano (de Bahia). Éste sería un ser hí-brido que transita cómodamente entre la cul-tura hegemónica y la cultura popular, queatraviesa las creencias religiosas y es aceptadopor ellas, así como por las etnias de las nacio-nes afro-brasileras -afro-baianas- del candom-blé y de los grupos culturales populares. Enese marco, el Pelourinho se ha convertido enun nicho de conservación y reproducción dela cultura popular proyectado internacional-mente, donde -entre muchos otros y de tanvariada calidad- estuvieron bailando y can-tando Michael Jackson y Paul Simon, perotambién Lula y el Reverendo Tuto de Áfricadel Sur (quien estuvo un poco antes de la vi-sita de Mandela). Ir al Pelourinho es una delas obligaciones de rigor de todos los que vi-sitan Salvador, así como subir a la colina delBomfim y llegar al famoso templo religioso.

Antonio Carlos Magalhães hizo de la recu-peración del Pelourinho un proyecto políticode larga duración. No solo lo inició, sino quelo retomó después en otros dos momentos lue-go de significativos intervalos de ausencia en elcírculo del poder gubernamental. Es debido aesa determinación respecto al campo culturalque Paulo Ormindo lo cita por su nombre ensu texto, sin destacar a figuras que lo sucedie-

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1 “Pelourinho” es el nombre con el que es conocido elcentro histórico de la ciudad colonial de Bahía y quefue declarado “patrimonio de la humanidad” por laUNESCO.

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ron en los intervalos en que no estuvo en elpoder y reconociendo –así- cómo la culturaasumió preeminencia en la vida de las grandesciudades y particularmente en Salvador.

Con el correr del tiempo, el proceso de in-corporación de esa área de la ciudad a una di-námica económica moderna se centró en elturismo cultural como prioridad y éste, para-dójicamente, generó efectos perversos, am-plios y profundos, siendo el principal el pro-pio vaciamiento cultural y su sustitución porun conjunto de actividades: actores, bailari-nes, músicos, cantores, bandas de percusión ygrupos, colocados todos en un escenario colo-nial. Hablamos de restaurantes, boutiques,bares, los más diversos almacenes y talleres deoficios cargados de un énfasis en lo lúdico re-presentacional. Como contrapartida, la po-blación fue retirada a través de una expulsióncon indemnizaciones insignificantes, com-pulsorias. Un barrio mixto, comercial/resi-dencial y bohemio, con una tradición comolugar de prostitución (Espinheira 1971 y1984), se tornó exclusivamente en un barriode servicio que ocupaba básicamente las plan-tas bajas. En un lenguaje económico, PauloOrmindo habla de este proceso de remociónde la población moradora, pero también ha-bla del fracaso de la sustitución por equipa-mientos para la elite, de la clausura sucesivade actividades sin raíces, de la resistencia de lapoblación expulsada y de la persistente pre-sencia de la población flotante, aquella queno dejaron de ir a la Misa de la Bendición2, alas plazas de Reggae3, a los bares de Cravin-ho4, a las tarimas armadas para shows sema-

nales que atraen a centenares de visitantes y -en ocasiones especiales- a millares de personas(territorio libre para el consumo de marihua-na), o al contiguo Rocinha: un gueto negrorastafari ubicado en la cuesta, al cual se tieneacceso por la calle Alfredo de Brito y que, si-tuado a menos de cien metros de la Plaza delPelourinho, ocupa predios arruinados.

La heterogeneidad venció a la homogenei-dad pretendida por los idealizadores del nue-vo ambiente. Y así, el Pelourinho es ahora ellugar de mayor concentración de soldados dela Policía Militar, un lugar donde el turistatiene una comisaría destinada exclusivamentepara su protección. Como hemos visto, es ba-jo la protección del turismo como una inver-sión rentable que se “regeneró” el Pelourinho-como bien demuestra Paulo Ormindo- perotambién donde este tipo de reorientación semostró insuficiente para garantizar la susten-tabilidad de esta área restaurada5.

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El patrimonio como domesticación de la cultura

2 Fiesta que, con asistencia predominante de la pobla-ción afro-descendiente y de los turistas más curiososy participativos, ocurre los martes al final de la tardeen la Iglesia y Convento de San Francisco y que acep-ta su afición profana a danzas, cánticos y bebidas enlos bares más diversos, palcos y plazas de reggae.

3 La influencia de Bob Marley es grande en Salvador,donde el reggae se convierte en una especie de identi-dad negra contemporánea. Nótese que en Salvador el80% de su población es afro-descendiente. Vista del Pelourinho

4 Bebida a base de aguardiente de caña, con clavo, ca-nela y miel.

5 En el gobierno Waldir Pires (1987-1990) fue elabora-do el Plan Habitacional del Centro Histórico, peroéste no fue implementado, ni tampoco tomado en

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Los problemas estructurales brasileñosquedan en evidencia: el Estado asumió losgastos sin la participación de los propietariosy beneficiarios privados. La vieja apropiaciónde lo público por lo privado tiene ahí unejemplo notorio y persistente: es el Estadoquien mantiene, con recursos públicos, laanimación artificial de eventos semanales yeventuales que marcan las fiestas lúdicas y re-ligiosas del calendario soteropolitano6. Ni si-quiera los propietarios, inquilinos u ocupan-tes cuidan de las fachadas de los edificios queusan; lo externo, lo visual “es del Estado”; así,con una frecuencia elevada, es necesario re-pintar y arreglar paredes externas para mante-ner la imagen colorida del Pelourinho.

La elite se alejó del centro histórico. Sólopocos de sus representantes comparecencuando reciben visitas de afuera: rápidamen-te transitan por el Pelourinho, entran en algu-nas iglesias y museos, como turistas pasivos,pero sin vivenciar el área. Las calles, las acerashechas de piedra “cabeza o corazón de negro”que no permiten el taco alto de las mujereselegantes, o la misma gente de Bahia que allífrecuenta, parecen asustar a aquellos quecuando vienen por estos rumbos lo hacen ensus carros cerrados o rodeados de seguridades

que cargan cuerdas de aislamientos en losgrupos de carnaval, o construyen camarotescerrados en puntos estratégicos desde dondeven las calles, pero protegidos por paredes yseguridades.

Rápidamente, el Pelourinho va ajustándo-se a la cultura baiana -a la baianeidad-, unaconversión hacia la cultura popular que con-tradice todo planeamiento gubernamentalque lo quería para la gente de afuera, que loquería como un lugar privilegiado para la“cultura turística”.

Por último, Paulo Ormindo destaca un he-cho ineludible: los centros históricos no re-suelven sus problemas si no se resuelven losproblemas sociales de la gente que vive enellos. El lugar del pueblo, de la reproducciónde la cultura de Salvador, es también un lugarcentral, un lugar desde donde se puede llegar alos más diversos barrios con sólo tomar untransporte. En una ciudad pobre, con una po-blación de bajos ingresos, el costo del trans-porte significa mucho y esto es un factor im-portante para que el Pelourinho, ubicado en elcentro de la ciudad, sea el principal lugar deplacer de la población de baja renta, sobre to-do de los jóvenes que demandan música y es-pectáculo, que quieren asistir y participar degrupos famosos como el Olodum, Filhos deGandhy, del Axé Music, del Pagode y, ahora,del “Arrocha”. Sin estrategia social, todo lo quese renueve (“regenere”) será arruinado nueva-mente, como se comprobó en el proceso ini-ciado unilateralmente por un Estado protec-cionista y paternalista para con los ricos. Unproceso que buscaba mantener la tradicionalimagen de Bahia (percibida ya por Gregoriode Matos en los años 1600s): “madrasta de susnaturales, y de los extranjeros madre” (Matos

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Gey Espinheira

cuenta en la recuperación física de la década del 90,manteniendo así la tradición de discontinuidad admi-nistrativa en la sucesión de los gobiernos.

6 Referente a Salvador, capital del Estado de Bahia-So-terópolis.Guayaqui, calle Villamil, hacia 1920

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s.f.: 39). Sin embargo, no se puede menospre-ciar la resistencia cultural, la resistencia de lolúdico y las manifestaciones vitales de un pue-blo que se reconoce en el centro histórico y lotoma como lugar de reproducción cultural yde afirmación de su identidad.

Guayaquil: la fabricación del antisocial

Siguiendo la línea de análisis de los efectosperversos de la renovación-restauración de loscentros históricos, Chris Garcés enfatiza elproceso de exclusión social desatado en Gua-yaquil como un resultado objetivo de políti-cas oficiales contra personas concebidas como“antisociales”, un tipo de ser humano supues-tamente trasgresor del orden público: perso-nas tipificadas como ladrones, consumidoresde drogas, prostitutas y homosexuales, perotambién desocupados, trabajadores informa-les y, en fin, todos los que Bauman llama“consumidores defectuosos” (1998:24) y queson vistos como “suciedad social”.

Las políticas de renovación-restauraciónvan al encuentro de aquellos que no se adap-tan al nuevo escenario y activan una serie dedispositivos para poner en práctica el aleja-miento de estos indeseables. Entre esos dispo-sitivos tenemos, en primer lugar, la reorgani-zación de la seguridad pública, tanto aquellaejercida directamente por las fuerzas policia-les como aquella llevada a cabo por organiza-ciones paralelas creadas para diluir el impactode la acción gubernamental; estas últimasfueron creadas bajo la figura de servicios ter-cerizados por el Estado, incluyendo de estamanera una estrategia de complicidad de lasociedad civil a través de ONGs que, ennombre de la cultura, de las artes, del medioambiente, actúan conjuntamente con lasfuerzas policiales. En segundo lugar, la perse-cución activa a los trabajadores informales ysu reubicación en zonas alejadas, generalmen-te de poco movimiento, lo que lleva al fraca-

so de esos comerciantes y prestadores de ser-vicios informales. En tercer lugar, el silencio oausencia de crítica pública sobre las formascómo se procesan las transformaciones urba-nas y sociales en esas áreas.

El autor destaca las campañas masivas através de los medios para la reconstruccióndel imaginario social, histórico, cultural y po-lítico sobre esas áreas “recuperadas”; campa-ñas en las que nuevos actores verdaderamen-te actúan en el fortalecimiento de un nuevoethos urbano, de un nuevo habitus que buscainvolucrar a sus nuevos ocupantes y visitan-tes. Asimismo, en el caso específico de Gua-yaquil, el componente religioso de la morali-dad cristiana aumenta el carácter dramáticodel llamado al sentimiento purificador y re-dentor de la misión sacrosanta de la iniciativagubernamental, fuertemente apoyada por or-ganismos internacionales de la ONU.

En el caso de Guayaquil no sólo hay unnuevo escenario urbano y nuevas operetas es-cenificadas, que buscan sustituir la esponta-neidad y la autenticidad en las formas de ha-cer, crear e inventar los modos de ser en la vi-da cotidiana de la población, sino que hay unartificialismo creado y apadrinado, que susti-tuye la heterogeneidad cultural por una ho-mogeneidad impuesta ahora como la formaideal de vida urbana. El nuevo código de con-

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vivencia apunta a la seguridad de comercian-tes y turistas, y a la selección de aspectos ar-tísticos y culturales que los turistas vienen aver y experimentar. En nombre del orden, dela higiene, del medio ambiente, de la virtudmoral cristiana y de la seguridad, los “antiso-ciales” (así tipificados por su apariencia físicay por las representaciones culturales -sobretodo los jóvenes-) son expelidos a los períme-tros sombríos (que deben ser evitados por losextranjeros y por las personas de familia) o abarrios periféricos donde son alejados de losojos de la ciudad. Ciudadanía para unos; pa-ra otros, violación de los derechos humanosen relación a lo que gobierno, religión, cultu-ra y política consideran indeseable. Una vio-lación contra los informales: confiscación delas mercancías y detención de los propios tra-bajadores; contra los no trabajadores, “jorgade vagos, vagabundos y consumidores de dro-gas”, “sospechosos de ser ladrones”; contra losjubilados: por dañar el paisaje y comprometerel ambiente con sus lánguidas presencias ypor sus conversaciones en grupos; contra losjóvenes que escuchan música en la calle y bai-lan hip-hop, break-dance… y contra cual-quier otra espontaneidad creada por la pobla-ción en sus artes de crear, de hacer la inven-ción de lo cotidiano (De Certau 1994).

La exclusión social promovida arremetecontra la concepción de democracia ya quecae en un peligroso juego de descalificaciónde todos aquellos que no encajan en el padrónde ciudadanía de la sociedad inclusiva; aque-lla sociedad compuesta por los “consumidoresvalidos” en la terminología de Bauman, perotambién por los que se conforman con el in-justo orden establecido y que lo justifican enbase a la idea de que cada uno es responsablede su destino personal, de su éxito o fracaso.En esta perspectiva, los “fracasados” son “cul-pables”, y si éstos atentaren contra la propie-dad privada o contra el orden público se acti-varán inmediatamente medidas eficaces comola prisión o la simple eliminación.

En su artículo, Garcés registra el aumentoextraordinario de la población encarcelada -refiriéndose a la Penitenciaria del Litoral- quellega a una elevación de 200% y cuyo núme-ro absoluto de internos es 3.500. Garcés en-fatiza, además, en la pesadilla kafkiana ya queuna gran mayoría de estos presos no tiene unasentencia formulada explícitamente. Esta si-tuación nos lleva al análisis de Wacquant so-bre algunas teorías en boga, adoptadas en losEstados Unidos y exportadas hacia otros paí-ses, como “...la determinación del Estado pa-ra castigar los ‘disturbios’ y, al mismo tiempo,librar a ese mismo Estado de sus responsabi-lidades en la génesis social y económica de lainseguridad e insistir en la responsabilidadindividual de los habitantes de las zonas ‘inci-vilizadas’, a quiénes incumbiría de ahora enadelante ejercer por sí mismos un control so-cial cercano” (2001:30).

Los centros históricos regenerados expelena la gente “incivilizada”, y cuando ésta se re-siste a sus insidiosas formas de “operar” den-tro sistema oficial, aparece la prisión y la eli-minación definitiva de estos reincidentes tipi-ficados como bandidos. Las políticas de rege-neración urbana, económica, social y culturalson las mismas que producen el efecto para-dójico de la violación de los derechos huma-nos, de la exclusión más extrema y, también,de la violación de la cultura de las ciudades.La renovación-restauración de centros histó-ricos discrimina y excluye, construye sujetospeligrosos, así como construye nuevas formasy medios de seguridad, elevando la criminali-dad, castigando la pobreza e hiriendo profun-damente la democracia.

¡Prohibido besarse!

A partir de la experiencia de Guayaquil, Ch-ris Garcés enfatiza en la exclusión social comoun efecto paradójico de los proyectos de rege-neración de áreas centrales degradadas pero

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con un valor histórico y cultural. Paulo Or-mindo, por su lado, analiza cuatro décadas deesfuerzos que, en nombre del turismo cultu-ral, buscan la recuperación del centro históri-co de Salvador de Bahia a través de diversosprogramas internacionales y nacionales; Or-mindo argumenta que los problemas socialesde las poblaciones centrales no son resueltos,sino camuflados a través de la expulsión deesos moradores y usuarios. Pese a tener dife-rentes focos de análisis, tenemos una conver-gencia entre los dos autores. Eduardo King-man, por su lado, vuelve su mirada a la efica-cia de las inversiones, al devenir en ruinas delespectáculo de la renovación, a las imágenesde la pobreza y a las fantasías de la riqueza, ala faena cotidiana de ritos festivos para el en-cantamiento de los visitantes, al murmullo deldía a día, a la algazara de las conmemoracio-nes. Otra realidad toma lugar: el patrimoniocultural es el amago de la cuestión y se vuelveun aspecto técnico, de especialistas, o sea, unaopinión autorizada sobre la cultura, los cen-tros históricos y el patrimonio. En la medidaen que el espectáculo se convierte en el prin-cipal objetivo de lo que se hace, el autor poneen cuestionamiento el problema de la culturacuando está de por medio un enriquecimien-to o empobrecimiento de la misma.

Concepciones diversas -y contradictorias-sobre la ciudad califican sus espacios y eligenel centro histórico como un espacio de repro-ducción cultural por excelencia. Es la viejaconcepción de que hay una racionalidad en elorganismo urbano, en donde ciertas áreas sonde apropiación afectiva, aquellas que recono-cemos con los posesivos “mi calle”, “mi ba-rrio”, y donde también están otras áreas,aquellos no-lugares, cuyo ejemplo mayor es elcentro de la ciudad, y dentro de él, la memo-ria, lo histórico. “Sin la ilusión monumental,a los ojos de los vivos, la historia no pasaría deser una abstracción” (Augé 1994:68). Es enese no-lugar, imposible de ser apropiado porlos individuos pero que también es el lugar de

todos, vivos y muertos, en donde el pasado -en su presencia y representación- se sacralizay expresa la ontología de la ciudad. Bajo estaconcepción, algunas vertientes de opiniónbuscan rescatar el centro histórico de manosde aquellos que se apropian del espacio públi-co para establecer sus actividades, ya sea conla colocación de algunos equipos (vendedoresde comida, vendedores ambulantes, etc.), obien con sus propios cuerpos (como los traba-jadores del sexo o de otras formas de mano-de-obra en espera).

En esa concepción, el centro histórico, vis-to como el patrimonio histórico y ambientalde todos, no puede ser rehén de una poblaciónde bajos ingresos que se beneficia de él a cam-bio de su factor deterioro y que no tiene capa-cidad de invertir en el mantenimiento de losedificios arruinados, contribuyendo así al ine-ludible proceso de destrucción de lo que yaestá en proceso de arruinamiento. La conclu-sión es evidente: es necesario retirar a los mo-radores y recuperar los predios; hace falta unanueva población que tenga suficiente poderadquisitivo para dar sustentabilidad al con-junto urbano revitalizado. Si bien las autori-dades que dicen qué y cómo hacer son espe-cialistas, son los políticos los que tienen la fa-cultad de decidir para quién; los políticos, sin

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El patrimonio como domesticación de la cultura

Quito, mercado en la plaza de SanFrancisco, hacia 1890A

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embargo, no deciden sin rodearse antes de lasopiniones de esas otras autoridades, los inte-lectuales de la cultura. Se configura así lo queKingman registra con propiedad: “se parte dela idea de que la ciudad es un organismo quetiene un centro o eje a partir del cual puedereorientarse. En el fondo se trata de la ilusióntecnocrática de que la ciudad puede ser orde-nada, de que se puede imprimir en ella unaracionalidad que abarque todos los campos,incluyendo el de la cultura”. Siguiendo la re-flexión de este autor, nos encontramos frentea una “cultura de la racionalidad”, una verda-dera forma de intervención sobre las emocio-nes -como si eso fuese posible- de las personasa través de reglas, posturas, normas y leyes quellegan al clímax de la prohibición del beso.

El patrimonio y la cultura se enfrentan. Si,según lo afirmado por Augé (1994:66), “laalusión al pasado torna más complejo el pre-sente”, esta alusión se concretiza en la culturi-zación del patrimonio: éste, con su fuerza sim-bólica, somete la cultura a los dictámenes delos especialistas -a las opiniones autorizadas-que dicen que el centro histórico debe ser y re-presentar “lo que efectivamente es”, la memo-ria física de la cultura del pasado. Emerge, portanto, una confrontación entre cultura hege-mónica y subalterna, para usar las categorías deGramsci, tal como el autor destaca al referirseal discurso sobre la diversidad en el que se evi-dencian dos aspectos: el primero -dice King-man- “se orienta a poner en funcionamientolos mecanismos de distinción entre alta y bajacultura”, detallando los espacios y funcionesdestinados a separar a las personas. “Lo segun-do -continúa- está relacionado con la conver-sión de las manifestaciones populares en mer-cancía o espectáculo, fuera de cualquier proce-so de participación de la propia gente que nosea en calidad de meros espectadores”. La con-clusión es que este “festival de diversidad” aca-ba por expresar nuevas formas de racismo.

Los antiguos y tradicionales maestros deobras, albañiles, carpinteros, se oponen a los

actuales procesos de intervención, no sólo entanto depositarios de un saber-hacer, sino tam-bién como representantes de la cultura popularque participan en procesiones, cantos y danzas,juego corporales desarrollados en los espaciosde la ciudad que dan vida a toda la materia delos lugares, en sus formas, recodos y juegos deluz y sombra. Todo ese movimiento barrocoque requiere atención de los sentidos y del al-ma y que ahora se encuentra disciplinado porun orden que coordina las emociones y las so-mete a prohibiciones e intimidaciones.

El patrimonio, así concebido, es un vacíocultural. Eso es lo que se puede percibir en lasensibilidad del autor, al menos en esta peque-ña cita: “hasta hace poco había todo un mun-do público relacionado con una rica imagine-ría popular, pero hoy ese mundo ha sido redu-cido a los antiguos baños de la iglesia y con-vertido de alguna manera en un sub-mundo.La propia imaginería ha sido afectada por esascircunstancias, así como el espacio cultural...”.

El autor se pregunta si hay falta de sensi-bilidad de los especialistas y políticos o si esuna tendencia internacional, “propia de la so-ciedad del espectáculo, consistente en hacerdel patrimonio y de la cultura mercancías”.Las culturas se tornan espectáculos desprovis-tos de contenido, o mejor dicho, de sentido,de aquello que en el espacio y con el espacioliga el cuerpo al alma. Se trata de un centrohistórico en tanto escenario o arena donde to-do puede suceder, pero sólo según las órdenesde los especialistas y de los “administradoresde la cultura”. Quedan fuera los que viven lahistoria, los que son, verdaderamente, quie-nes hacen cultura. Ahí es donde se procesa loque con pertinencia el autor denominó la“domesticación de lo popular”: un procesoque vacía de significado a los ritos y los sím-bolos de la ritualidad y la simbología, en otraspalabras, que vacía la fantasía en el pastichede la fantasía ausente de la creación.

En el campo del patrimonio, de la memo-ria y de la identidad, la cultura es manipulada.

debate

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Gey Espinheira

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Kingman dice: “asistimos a la construcción deuna memoria selectiva y excluyente: a la iden-tificación del patrimonio con unos supuestosorígenes o esencias, a una domesticación y co-sificación de la memoria. El problema no ra-dica en el valor que se dé a una zona, sino ensaber de qué modo determinados significadosse convierten en hegemónicos”. Lo trágico dela recuperación física de lugares urbanos es elvaciamiento de la cultura, de los significados,una forma de separar el ojo de la mano y delalma, como dice Valéry, el fin de la narrativasegún Benjamín (1975). Sin la narración, unaparte del mundo, la de la arqueología de laciudad, es decir, el centro histórico visto comopatrimonio cultural, es un escenario de espec-táculos vaciado de sus creadores.

Los artículos de Paulo Ormindo, ChrisGarcés y Eduardo Kingman, publicados enICONOS 21, convergen en reconocer la ex-clusión social, la puesta en escena de nuevasformas de racismo bajo el disfraz de la expre-sión democrática de las diferencias, el respetoa la diversidad sintetizada en el multicultura-lismo, el cual Hall (2003) denuncia comouna de las trampas de la contemporaneidad:cultura domesticada en el escenario de unaópera posmoderna en el lugar del no-lugar,espectáculo espectacular en el vacío de la his-toria desecha.

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