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La Revista de los lasallistas del Distrito de

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Presentación editor

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Somos más es una Publicación de la Congregación de los Herma-nos de las Escuelas Cristianas - Distrito Lasallista de Bogotá que circula trimestralmente.NIT: 860009985-0

Somos más. ISNN: en trámite. Volumen 1. Numero 1. Febrero 2009 Bogotá DC.

Servicio de Comunicaciones y Publicaciones – Distrito Lasallista de Bogotá

Superior ProvincialHno. Jorge Enrique Molina Valencia FSC

Director y editor General:Hno. Jorge Alexander González Morales [email protected]

Consejo Editorial: En conformación.

Diseño y diagramación:La dupla comunicacioneswww.ladupla.net

Dirección de arteDavián Martínez RibónCarlos Alberto Rivas Bustos

Preprensa digital e impresión:

ISSN: _____________

Colaboradores en este número:Hno. Óscar Augusto Elizalde Prada, Hno. Leonardo Enrique Tejeiro Duque, Hno. Frank Leonardo Ramos Baquero, Hno. Carlos Forero Forero, La Sr. De Cuba, Agradecemos a la Revista de La Universi-dad de La Salle y la revista Vida Nueva de España su colaboración.

Las opiniones y/o comentarios expresados en los artículos que son publicados en la Revista Somos [+] son responsabilidad exclusiva de los propios autores y no reflejan necesariamente la opinión de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Derechos de autor:Los artículos de somos más pueden ser reproducidos y trasmitidos por cualquier medio análogo o electrónico bajo las condiciones de la Licencia Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Colombia e informando al editor.

Conoce más de CreativeCommons en www.creativecommons.org

La Salle Publicaciones – Servicio de comunicaciones y Publicaciones Distrito Lasallista de Bogotá.

Desde la casa provincialSaludo del Hermano Visitador

Contenidowww.lasalle .org .co

Presentación

Desde la casa provincial

Tabla de contenido

Palabras al viento

Diálogos

Personaje

El Plus

La columna

Artículo central No. 1

El faro

Infografía

Articulo central No 2

Foto de familia

Pasaporte

Crónica

Escritos del fundador

Articulo central No 3

6 7

Sobre San Alejo, o de cómo ser un buen maestro obsoleto

Palabras al viento

Hn o . Ma n u e l C a n C e l a d o J i M é n e z

i l u s t r a C i ó n: Va n e s s a tr e M a i n

Buenas Noches,

Algo que he admirado desde

siempre en los investigadores

es la capacidad de éstos para encontrar

cosas novedosas en lo que el común de

los mortales no vemos nada distinto a lo

evidente. Me ocurre con las cosas más

insulsas, como la sorpresa que viene

cada mes con las nuevas mejoras en los

cepillos de dientes y, por supuesto, con

los artefactos electrónicos. Es como si

el Melquiades de la tecnología se hiciera

presente cada mañana para sorprender

con el hielo celular, el magneto de las

telecomunicaciones o la alquimia de los

medicamentos que igual sirven para adel-

gazar que para entrar en carnes.

El párrafo anterior sólo es una ex-

cusa para intentar explicar por qué

no hablaré de San Juan Bautista

De La Salle en esta su fiesta. En verdad

admiro a Hermanos y seglares que cada

año publican páginas enseñando nuevas

originalidades del Santo de marras; claro

que no a todos, pues no dejan de estar los

que la pasan “redescubriendo”, “reencon-

trando”, hallando “nuevos significados”,

cuando no es que están “bebiendo de la

fuente”; esotérica frase usada con el fin

de asegurar lo prístino de sus averigua-

ciones. Yo, en cambio, he sido incapaz

de siquiera aprender las 12 virtudes del

buen maestro que propusiera el Hermano

Agathon y sobre las cuales han corrido

ríos de tinta: todos profundos, todos inte-

resantes, todos enjundiosos; pero igual, si

exceptuamos la piedad, aplicables tanto

a un maestro de escuela como a uno de

artes; y esto porque en mi poco entender

observo que “las virtudes” se orientan

más hacia intentar resumir cómo es un

buen maestro, pero poco dicen de aquello

que hace un buen maestro.

Así pues, y una vez hecha mi hu-

milde declaración de impotencia

intelectual para exponer algo

novedoso sobre San Juan De La Salle,

debo confesar igual que hube de echar

mano del santoral para ver en quién me

inspiraba entonces. Uno a uno fui visitan-

do los días del calendario litúrgico con

la deliciosa esperanza que surge de la fe

poco ilustrada; aquella que nos permite

adivinar la voz de la Virgen en el viento, o

la voluntad de Dios en una caída por las

escaleras; esa fe de carbonero tan nega-

da en público como buscada en privado.

Y casi sin querer, cuando aún sentía

los ecos del vallenato que re-

cuerda que el “16 de julio es la

fiesta, de la Virgen del Carmen” (cfr. Díaz

Diomedes, cacique de la Junta, en una

parte de su dilatada obra) repito que aún

entre aquellos ecos, heme aquí hallado

enfrente de cegadora y potente luz. De no

ser pecado, podría jurar que las letras de

aquel libro conocido por mí desde tiernas

edades se me revelaban entonces en

sanscrito evasivo y, sin embargo, podía yo

entenderlas…¡oh misterio, oh gozo!. 17 de

julio, leí: Santas Justa y Rufina, alfareras

y mártires, Siglo IV. San Alejo, mendigo,

Siglo V. Y será de éste (Alejo), que no de

aquellas (Justa y Rufina) de quien nos

serviremos para apoyar estas palabras

de las que mucho temo no van a ser la

“exaltación” prometidasen el programa.

Revelome pues el santoral que San

Alejo era hijo de un rico senador

romano que cansado de esa vida

llena de bienes materiales que todos

odiamos ya sea porque viajando por tierra

se conoce más, o porque las lentejas

tienen tanto hierro como la carne, o

porque comer huevo todos los días nos

llena de triglicéridos; en fin, Alejo al

igual que nosotros se aburrió del exceso

de comodidades y se marchó para Siria

a mendigar. ¡Que ya es mucho decir!…

como si la Vía Apia no fuese entonces ya

lugar de encuentro de indigentes vecinos

de las tumbas de almas sembradas en su

amplio recorrido; pero bueno, no nos de-

tengamos en nimiedades porque si el hijo

de un senador romano no tiene derecho a

escoger en donde mendigar, entonces sí

que estaríamos descubriéndola verdade-

ra causa de la caída del imperio.

Pasado algún tiempo sucedió que un

hombre reconoció a Alejo y contó a

la gente que ese mendigo era hijo

de plutocrática familia; huyó entonces

Alejo despavorido de Siria para evitar ser

víctima de honores y homenajes –como

los de esta noche– y regresó a Roma a

casa de sus padres, quienes no fueron

capaces de reconocer bajo los harapos

(lo que el tipo aquel en Siria sí hizo) al hijo

que habían perdido antes; decidieron sin

más recibir al mendigo y le dieron por

habitación un hueco que había debajo de

una escalera. Tengo la sospecha de que

ese lugar no se llamaba entonces cuarto

de San Alejo, porque Alejo apenas iba

en mendigo y le faltaba morirse y hacer

milagros, pero me atrevo a sospechar

que podían llamarle “lugar de chécheres”

en latín coloquial “locus checherae” que,

si me apuran, bien puedo hacer coincidir

con el nominativo plural de la primera

declinación: Checherae, checheras, che-

cherarum, checheribus… ¡Chécheres!

Cuenta la leyenda que Alejo enfer-

mó y antes de morir reveló a sus

padres su identidad secreta: “Alejo

filos totus tuos est” (a día de hoy: “Soy…

vuestro… hijo…”). Desde entonces a ese

lugar bajo las escaleras se le denomi-

na cuarto de San Alejo; y aunque no ha

faltado quien haya metido a vivir allí a la

muchacha del servicio doméstico, ha sido

más bien destino de electrodomésticos

dados de baja, del talego de los talegos,

de la caja del primer televisor en color

y hasta de cosas insólitas, como el lulo

transfigurado en pasa por un descuido, el

polvo y el tiempo.

El cuarto de San Alejo es el lugar a

donde llevamos lo obsoleto, que

no es lo mismo que lo desechable.

Hace algún tiempo, las directivas de la Universidad de La Salle le pidieron al Hermano Manuel Cancelado, que dirigiera unas palabras a los docentes para homenajearlos en su día, y es así que a las páginas de Somos + llega este discurso lleno de palabras, que al ser unidas a la práctica docente pueden ayudar a sacudir el espíritu de todos aquellos que han escogido el arte de enseñar como la forma de ser felices.

Sobre San Alejo, o de cómo ser un buen maestro obsoleto

6

8 9

Allí guardamos, como si le hiciéramos

reverencia, la caja de los primeros Adidas

comprados con el sueldo cuando trabajar

significaba mucho más que estar em-

pleado. He sido testigo de cómo algunas

personas han desocupado este lugar

en busca de algún objeto y ver entonces

como aparece un tiple roto, un tarro de

pintura ahora seca, una olla vieja o las

mangueras de una aspiradora en des-

uso. Lo cierto en ellos es que, aunque

sentimentalmente importantes, son por

completo obsoletos. Lo racional sería

deshacernos de ellos, pero ¿A quién le

importa ser racional, o dejar de serlo,

ante el zapatín del primogénito? Que una

madre decida guardarlo en el cuarto de

San Alejo en lugar de colgarlo del retro-

visor del automóvil sólo habla bien de su

buen gusto, no dice nada en contra del

cariño por su hijo.

Tal vez sea allí a donde llevamos

los objetos y experiencias que se

resisten a desaparecer porque son

reconocidos como memoria explícita de

los hitos que han marcado el sendero

de nuestras vidas. Y así como San Alejo

es el lugar de la última esperanza dado

que si aquello que buscamos no está en

la mesa de noche, ni en el armario, ni

en el gabinete del baño… entonces debe

estar allí, también nos sirve a algunos de

refugio mental cuando sentimos que los

retos a enfrentar superan nuestro umbral

de la valentía, convirtiéndose entonces

en el hogar desde el cual hacemos de la

humillación una virtud.

Lo obsoleto de las cosas que abun-

dan en el cuarto de San Alejo se

resiste a desaparecer porque lo

mismo nos divierte que produce nos-

talgia. Igual ocurre cuando asistimos

inermes a una reunión de exalumnos y

entonces somos el blanco de sus mofas

y burlas; lo patético es reírnos con ellos

cuando algunos se burlan de nosotros; y

nos vamos contentos…cómo nos quieren…

cómo nos recuerdan… el buen maestro

obsoleto sirve entonces, y mucho, en esas

fiestas del recuerdo.

Supongo que del buen maestro ob-

soleto se habla en pasado: “llegaba

temprano”, “nos hacia rezar”, “sus

tableros eran ordenados”, “‘siéntese

la dama…; chistosito muy el caballero’,

eran sus frases”… Y adivino que del buen

maestro, a secas, se habla en presente

y en futuro: “necesito hablar con usted”,

“présteme plata”, “me voy a divorciar”,

“¿Quiere ser la madrina de mi hijo?” El

buen maestro obsoleto se acostumbró

a enseñar y olvidó aprender. Con tanto

examen llegó a pensar que lo importante

eran las respuestas (nadie es lo suficien-

temente sabio); con tanto por divulgar no

se enteró de lo vital que es indagar. El

buen maestro, a secas, es solicitado no

porque sus respuestas sean soluciones,

sino porque comparte las dudas y afanes

que hacen de la aritmética una nimiedad

ante las complejidades del diario vivir.

Ahora bien, si tuviese que decir algo

sobre la obsolescencia a adolescentes,

creo que la figura de San Alejo no sirva a

tal propósito. Las nuevas viviendas no se

pueden dar el lujo de tener espacios inte-

riores dedicados a lo entrañable aunque

obsoleto. En términos de un pastoralista

pudiésemos decir que son los signos

de los tiempos; ya no hay lugar para lo

obsoleto, ni siquiera en las edades del

pensamiento débil y la moda light o quizá

por ello mismo. Estas son épocas en las

que la memoria se lleva en un bolsillo y el

tiempo en una tarjeta: la gente se queda

‘sin minutos’ y no se muere… ¡Y hay quien

se pregunta qué es eso de relatividad!

No obstante, haber acusado la

imposibilidad para decir algo

relevante sobre nuestro patrono,

sería más que necio no poder reconocer-

le haber sido un buen hijo de su tiempo;

ciertamente no poca cosa si hemos de

considerar el momento histórico en

que le correspondió vivir, compartiendo

planeta con titanes de la talla de Newton

o Pascal. En 1651 recién había fallecido

Descartes, y Galileo llevaba de difun-

to los mismos nueve años de edad que

tenía Newton. Entre 1651 y 1719 Hobbes

presentó sus obras, Boyle y Fermat sus

experimentos, Moliere a las “preciosas

ridículas” y Jackes Bernouilli el cálculo de

probabilidad. La Fontaine enseñaba con

fábulas mientras Velázquez pintaba ”las

meninas”; Newton y Leibniz se disputaban

la creación del cálculo infinitesimal, y

Vivaldi, Handel o Bach igual amenizaban

carnavales en Venecia que animaban la

presentación de los reales fuegos artifi-

ciales, o se inmortalizaban en Brandem-

burgo. El monarca francés era el ‘rey sol’,

y de la Marquesa de Sévigné o de Madame

de la Fayette, vecinas de París, no tengo

idea de lo que hacían; pero sí sé que Juan

Bautista De La Salle estaba ocupado en la

fundación de los “Hermanos de las Escue-

las Cristianas”. Incluso para un diletante,

es claro que en La Salle la obsolescencia

no fue una opción. Es más, en un período

atestado de prodigios y de genios, supo

responder con originalidad y pertinencia

a las necesidades de una sociedad que

no ignoró y que, por el contrario, apoyó y

promovió con el compromiso de su propia

vida. Con todo esto, si se me preguntara

cómo convertirse en un buen maestro,

a secas, tendría que responder que no

tengo idea. Y aunque he de reconocer que

hablo desde la angustia de la obsolescen-

cia, desde el frío socavón del San Alejo,

desde el refugio de la cobardía al que

llaman madurez y desde el temor de no

responder a una Institución que ha decidió

ser un lugar que aprende en lugar de ser

uno que enseña; al leer el nuevo Proyec-

to Educativo Universitario Lasallista no

puedo más que admirar a una comunidad

educativa que se yergue orgullosa ante

compromisos ingentes. Es difícil entonces

no preguntarse por la capacidad, calidad y

potencia de saberes que una Universidad

como la nuestra requiere.

Entre las varias cosas que no le per-

miten al ánimo sucumbir ante los

embates de la duda, se encuentran

las maestras y maestros que han sido

reconocidos tanto por sus pares como

por sus estudiantes como “profesores

excelentes”. Ellos y ellas son un “sí se

puede” robusto y sonoro. También están

los escritores, estos son quienes nos

ofrecen sus reflexiones, sus opiniones,

sus preguntas; los que nos invitan a dia-

logar con ellos en blanco y negro para así

dotar nuestro pensamiento de nueva luz

y color. Y qué pensar de quienes a más de

publicar han sido designados como dig-

nos de pertenecer a la lista de un canon;

de estos hay que decir que no son quienes

abren el camino, sino los que exhortan

a realizar el propio. Su trabajo más que

ejemplo es un reto e invitación constante

a dejar la obsolescencia; a no contentar-

nos con ser buenos, sino a buscar ser

siempre mejores.

Renglón aparte y mención espe-

cial merecen todos aquellos que

compartieron los recintos de este

magno claustro y que ahora se hacen

infinitos para vivir en la eternidad; la dedi-

cación fiel y profesional a nuestro trabajo

se convierte en la única manera de rendir

tributo a su memoria. A todos ellos, Paz

en su tumba. Sólo resta agradecer el

haber podido dirigirme a Ustedes, en esta

noche feliz en la que nos reconocemos

como mujeres y hombres trabajando en

un oficio muchas veces criticado y no po-

cas denostado pero igual profundamente

amado y necesario; agradecer porque de

algún modo nos une el mismo afán: hacer

de este país un lugar distinto a un cuarto

de San Alejo.

Nota: Estas palabras fueron publicadas en la revista de La Universidad de La Salle No. 44

“Tal vez sea allí a donde llevamos los objetos y experiencias que se resisten a desaparecer porque son reconocidos como memoria

explícita de los hitos que han marcado el sendero de nuestras vidas.”

10 11

Lugar: Carrera 2 No. 10-70, Universidad de La Salle – Sede La

Candelaria, Bogotá – Colombia

Identificación Internacional: MLS-BOG

Año de Fundación: 1904

Misión: Fomentar la apropiación del conocimient para todas

las personas. Buscar que las personas conozcan el patrimonio

natural y cultural del país.

Tarifa: Niños $2000 Jóvenes y adultos $3000 Adultos mayo-

res (entrada gratuita)

Cómo llegar: Transmilenio Estaciones: Las Aguas o Museo del Oro

Por Internet en: museo.lasalle.edu.co

[entrevista]Hno. José Edilson Espítia Barrera, Director de Museo

[S+] ¿Qué es un museo?

HJEEB: Es el lugar de la inspiración y la memoria de la humanidad.

[S+] Los museos: ¿una ventana al pasado?

HJEEB: Para un museo son esenciales sus colecciones (las co-

sas viejas) pero un museo, lejos de ser una bodega de múltiples

objetos, es un espacio que fomenta en los ciudadanos el en-

cuentro con su patrimonio y hace un empalme entre el pasado,

el presente y el futuro, de ahí que los museos son agentes de

cambio social y de desarrollo.

[S+] ¿Y qué es el museo de La Salle?

HJEEB: Es un centro de estudios en diversidad biológica y

cultural, creado por los Hermanos de La Salle para recordarle

a los ciudadanos que vivimos en una tierra llena de recursos y

posibilidades.

[S+] ¿Qué podemos ver en él?

HJEEB: Tenemos exhibidas taxidermias (animales disecados), mon-

tajes osteológicos (esqueletos), muestras de fósiles y minerales.

[S+] ¿Qué podemos aprender en el Museo de La Salle?

HJEEB: Por ejemplo, la situación de varias especies que están

en vía de extinción, que se está haciendo para lograr preser-

varlas y ver de cerca muchos ánimales, que no son estrellas de

Animal Planet: ¿conoce el paujil del Magdalena?

[S+] Aparte de la exhibición, qué otras actividades hacen en

el Museo:

HJEEB: Un trabajo permanente de investigación en torno a la

biodiversidad, enmarcado dentro del concepto de Desarrollo

humano integral sustentable. Un ejercicio de curaduria (cui-

dado) de la colecciones a cargo de botánicos, entomólogos,

zoólogos. Con un grupo interdisciplinar, conformado por físicos,

ingenieros, arquitectos, biólogos, optómetras y estudiantes

de licenciatura en biología, en ciencias naturales y educación

ambiental, se está enriqueciendo el Proyecto Pedagógico

del Museo. Varios estudiantes de la Universidad de La Salle

realizan sus prácticas profesionales apoyando procesos como

sistematización y catalogación de colecciones científicas, guías

de visitas especializadas y apoyo en otras áreas del museo.

[S+] ¿Las actividades del museo sólo se desarrollan al Inte-

rior de su sede?

HJEEB: No. Uno de los propósitos del museo es llevar su rique-

za a otros ambientes por medio de exposiciones itinerantes y

temporales, así como liderar actividades académicas, semina-

rios y talleres, en diferentes temáticas y espacios educativos.

[S+] ¿Y qué viene para el museo?

HJEEB: Fortalecerse como una empresa cultural, seguirse re-

novando en sus estrategias pedagógicas, redifinir sus líneas de

investigación y ser uno de los sitios que toda persona que viene

a Bogotá deba visitar y por supuesto, un sitio obligado para los

habitantes de la ciudad.

[S+] ¿Cómo se puede vincular un ciudadano con el museo?

HJEEB: Primero, visitándolo. Mucha gente desconoce la exis-

tencia de este lugar maravilloso. Por otra, parte puede integrar-

se a la Asociación de Amigos del Museo de La Salle (museo@

lasalle.edu.co)

Diálogos

El Museo de La Salle, un homenaje a la diversidad biológica y cultural

El Museo de La Salle es un cen-tro de estudios en diversidad bio-

lógica y cultural adscrito al De-partamento de Ciencias Básicas

de la Universidad de La Salle.

Sus colecciones hacen parte del pa-trimonio de la nación, bajo el cuidado

de la Congregación de los Herma-nos de las Escuelas Cristianas y son

administradas en comodato por la Universidad de La Salle de Bogotá.

10

Directores

Hno. Apolinar Maria (1904 – 1949)

Hno. Nicéforo María (1950 – 1980)

Hno. Daniel J. González Patiño (1980 – 1988)

Hno. Roque Casallas Lasso (1989 – 2007)

Hno. José Edilson Espitia Barrera (2008 )

11

12 13

o se es pescado”“Se es agua

Eran las nueve de la noche. Ella

descansaba en su casa después

de una larga jornada que minutos

antes había culminado pues coordinaba

la educación primaria nocturna para

adultos. De pronto se escucharon varios

disparos de fusil, lo primero que pen-

só fue en correr hacía el colegio pues

la separaban sólo dos cuadras y allí

estaban sus alumnos, pero los disparos

se intensificaron; pasaron 15 minutos y

todo quedó en calma. Sin embargo, tres

explosiones interrumpieron el silencio, a

unos doscientos metros, las paredes de

la Caja Agraria, la estación de policía y

el Banco Ganadero quedaban en el suelo

fue uno de los tantos episodios de guerra

que le ha tocado vivir de cerca. Estamos

con Beatriz, es una sala familiar, los si-

lencios son inundados por el zumbido del

ventilador, ella evita la mirada y se siente

incómoda cuando se le toman fotografías,

está contando su vida y dice: “Me vine por

tres meses al Caquetá y llevo 20 años�.

Su mamá le exigió no trabajar en aquel

lugar “tan lejano y peligroso”, pero la

Su trabajo en el Colegio Dante

Alighieri es reconocido por estu-

diantes, compañeros de trabajo y

egresados. Es popular entre sus alum-

nos, aunque muchos tienen varias quejas

por sus estrictas reglas de juego en

clase; quejas que desaparecen cuando

ya se han graduado y en la universidad la

valoran más aún. La perfección es una

búsqueda constante en todo lo que hace

y para sus estudiantes esto se traduce en

largas lecturas, varios talleres y no pocas

evaluaciones y en una famosa frase que

la entienden pero le hacen burla: “donde

yo meto la cabeza, meto todo el cuerpo”…

Y es que su labor docente, no se limita a

las clases, su convicción le dice que se

quedó en San Vicente por algo, y ese algo

lo ha materializado en varios proyectos.

Por ejemplo, hace unos años, la Funda-

ción Santillana hizo un concurso para

celebrar los 400 años del Quijote de la

Mancha y lo primero que se le vino a la

mente a Beatriz fue que sus estudiantes

sufrían los embates de varios molinos de

viento, entre ellos la guerra, la lejanía y

Personaje

La profesora Beatriz.

13

necesidad económica y la oportunidad

pudieron más que el temor a la madre y a

la realidad. Los tres meses se prolonga-

ron y aún no tienen fin. El calor humano

de la gente de San Vicente del Caguán ha

prolongado su permanencia durante más

de dos décadas.

“San Vicente es un lugar estigmatizado, no

en vano claro está, pero es un lugar de gen-

te buena, la mayoría de sus habitantes son

puro corazón, aunque algunos de ellos ni se

han dado cuenta” dice con la convicción de

quien no está allí de visita

no M b r e: be at r i z l o a i z a Á l z at e

l u g a r d e na C i M i e n t o: Ma n i z a l e s , Co l o M b i a

oC u pa C i ó n: ed u C a d o r a

l u g a r: sa n V i C e n t e d e l C a g u Á n , C a q u e tÁ

a s i g n at u r a: é t i C a , f i l o s o f í a , ¡l a V i d a!se ñ a l e s pa r t i C u l a r e s: l a V i d a l e H a e n s e ñ a d o q u e s ó l o C o n e s f u e r zo , e x i g e n C i a y d i s C i p l i n a , s e

a l C a n z a n M e ta s y s e r e a l i z a n s u e ñ o s , y e l l o l o a p l i C ay t r a n s M i t e a s u s d i s C í p u l o s , q u i e n e s C o n r a zó n l a l l a M a n: Maestra .

su convicción le dice que se quedó

en San Vicente por algo, y ese algo lo

ha materializado en varios proyectos.

14 15

¿Y la profesora Beatriz por qué no se

ha casado o tenido hijos? es el cues-

tionamiento que se hacen muchos

a lo cual ella responde sin titubear que

en un momento dado escogió no formar

un hogar para entregarse de lleno a lo

que le da felicidad: trabajar por la gente.

Nunca se ha sentido sola, pues a su lado

siempre están sus muchos alumnos, los

Hermanos de La Salle y la gente de San

Vicente que a pesar de ser una población

que cambia continuamente (migraciones,

desplazamiento forzado, etc) siempre ha

tenido en la profe Betty una persona en

quien confiar y el cariño dado, se recibe

duplicado, afirma sonriendo.

el dinero fácil y así surgió: La esperanza

contra toda desesperanza, los caballeros

andantes de San Vicente del Caguán. Que

a la postre sería una de las experiencias

más significativas del país y que llevaría

a Beatriz a viajar a la tierra del Quijote:

“cuando llegue a Madrid, parecía una mon-

tañerita, todo es bonito, grande, limpio, fue

un gran viaje. Pero mi tierra es mi tierra y

aquí estoy de nuevo, con estos quijotes del

Caquetá”. Por supuesto este proyecto no

lo hizo sola, y quiere que quede claro que

mucha gente trabaja por los niños y los

jóvenes de San Vicente, su humildad es

criticada por algunos, pues dicen que no

recibe todos los meritos que se deben,

pero ella se considera una persona que

solo cumple su deber.

San Vicente del Caguán es una

población que se encuentra donde

comienza la Amazonía colombia-

na, está a 12 horas por carretera de la

capital del país y es conocida en todo el

mundo como el epicentro de los fraca-

sados diálogo de paz entre el gobierno

colombiano y las FARC. Sus habitantes

son en su mayoría colonos huilenses que

buscando mejores oportunidades, se

fueron un poco más al sur, donde la tierra

se presta para tener buenos pastos y con

ellos ganado vacuno de buena calidad.

De estos animales y del ruidoso comer-

cio vive San Vicente. Sus calles son una

amalgama de ruido, desorden y gente que

va y viene. Sus habitantes son gente muy

amable, con un acento que remite a su

origen opita y con unas ganas enormes

de sacudirse de la violencia. No es fácil.

Por años, fue un lugar donde la guerrilla

era ley y si bien ahora la presencia del

Ejército Nacional y del Estado es notoria,

falta mucho por hacer por este municipio

que carece de buenas vías de comunica-

ción, mayor apoyo a la educación y salud

y todas las otras cosas que por regla

general faltan en la mayoría de zonas

rurales del país.

Y es allí, en las bellas sabanas del

Caquetá donde Beatriz ha encon-

trado la razón de ser de su vida:

educar, llenar de esperanza y sentido a

niños y jóvenes, procurar que para todos

haya una oportunidad. Betty, como la co-

nocen en el colegio, cuenta con satisfac-

ción cómo un día estando en el parque del

pueblo, se le acercó un hombre, la abrazó

muy fuerte y le dijo: “profe, gracias a usted

pude terminar mi bachillerato y cumplir mi

sueño de tener ese título”. Esta y cientos

de sencillas historias son el resumen de

la vida de una maestra Lasallista que

entiende su vocación como un llamado a

acompañar a los otros a ser felices. Sus

convicciones religiosas son profundas,

sencillas y poco maquilladas. Unos minu-

tos frente al santísimo es uno de los dos

escenarios en donde encuentra tranqui-

lidad; en contraste, el otro es el salón de

clase, donde el silencio no es propiamen-

te la principal característica.

Ella se siente profundamente Lasa-

llista, ha estado trabajando junto

a los Hermanos desde el primer

día que llegó el Hermano Antonio Bedoya

hace 20 años. Conoce las virtudes y los

desaciertos de todos los que han dejado

un poco de su existencia allí. Betty es una

compañera, una amiga, una confidente,

una maestra que ha dado la vida y con

quien eso de la asociación se ha hecho

realidad sin mucha reflexión pero sí con

mucha acción para el bien de los estu-

diantes de San Vicente.

“Se es pescado o se es agua”, se oye

desde el aula de 1101, es la profeso-

ra Beatriz que corrige a uno de sus

estudiantes. “No es un regaño, pero duele

más”, afirmó el despelucado joven que sa-

lió del salón para dirigirse a la coordina-

ción. “La profesora Beatriz se hace querer,

pero eso sí nos da duro, y al final uno olvida

la rabia. ¡Ella nos quiere!”, dice una joven

que contestó sin preguntarle.

El auditorio del Canal regional Tele-

Pacífico está lleno. En el escenario:

grandes personalizades; al costado

decenas de medios de comunicación están

atentos a lo que sucede. Atrás, en los

bastidores, se encuentra el Profesor Mon-

cayo, acompañado de su hija; la Hermana

Reina Amparo y Beatriz. Si, los cuatro se

preparan para recibir el Premio Nacional

de Paz 2007. Beatriz recibirá esta noche el

reconocimiento por el trabajo que realiza

junto con una religiosa de La Consolata

en el Círculo de Lectores Infantiles de San

Vicente del Caguán. Se trata de un proyec-

to donde la lectura, el teatro, el dibujo y la

fraternidad alejan a los niños de la guerra.

Beatriz, oye su nombre y el de la hermana

por los altavoces del lugar y con el miedo

propio del reconocimiento, camina hacía el

estrado. Recibe el premio con la con-

vicción de que los aplausos son para los

niños y jóvenes que hacen de las letras la

mejor excusa para crecer.

Por años, fue un lugar donde la guerrilla era ley y si bien ahora la presencia del Ejército Nacional y del Estado

es notoria, falta mucho por hacer

Son las 6:25 de la mañana, en cinco

minutos se iniciará la clase de

filosofía, sin embargo, la profeso-

ra Betty ya está en el aula de clase, sus

alumnos saben que faltan aún varios

minutos para iniciar, pero esa puerta se

cerrará pronto y con la bondad y exigen-

cia de un buen maestro Lasallista, sabrán

que si esto sucede, no se podrá entrar,

pues llegaron tarde y “uno es cumplido o

no lo es, [uno es pescado o es agua….]”

Allí en el aula, en el templo de la

enseñanza diaria, se queda la pro-

fesora Beatriz, dando todo, dando

su vida, luchando contra su salud, pero en-

tregando la vida, para que la pasión por el

conocimiento y la esperanza sigan llenando

a estos colombianos que merecen un mejor

futuro, que tienen las potencialidades para

hacerlo y que han encontrado en Betty ese

ángel custodio del cual, en la lejana Fran-

cia, hablará Juan Bautista de La Salle.

ha estado trabajando junto a los Hermanos desde el primer día...

16 17

Aparecida nos desafía a emprender caminos de discipu-

lado-misionero en espíritu de comunión, como fue la

experiencia misma de la V Conferencia. Estas breves

reflexiones pretenden llamar la atención sobre las perspectivas

que presenta la Iglesia Latinoamericana y Caribeña en torno a

la vocación laical, a partir del texto pero sin olvidar su pre-texto

y con-texto.

ConsideraCiones en torno al disCipulado misionero

Los “discípulos y misioneros” están en el corazón del tema

propuesto por la V Conferencia: “Discípulos y misioneros

de Jesucristo para que en Él nuestros pueblos tengan

vida”. Por eso, de alguna manera, el texto de Aparecida siempre

está volviendo sobre su tema inspirador.

En los procesos de reflexión y redacción que acompañaron la V

Conferencia, llama la atención la transición que se dio en torno

a la expresión “discípulos y misioneros” que desembocó en

“discípulos-misioneros”. Esta sutil desaparición de la conjun-

ción “y” tiene poco de gramática y mucho de teología: no es

posible entender una vocación al discipulado sin sus implicacio-

nes misioneras y, así mismo, ningún misionero puede prescindir

de su condición de discípulo. En otras palabras, no es posible

separar o yuxtaponer el discipulado y la misión. Todo discípulo

es necesariamente misionero y todo misionero es discípulo. Una

vez más, se ratifica que este cambio de época exige saldar las

diferencias que en el pasado se dieron entre la “contemplación”

(discipulado) y la “acción” (misión). En adelante, la común voca-

ción de todos los bautizados, se percibe en la doble e insepara-

ble perspectiva discipulado-misión.

Columna

La vocación de los laicos en el documento de Aparecida

16 17

o s C a r el i z a l d e , fsC

18 19

el lugar de la voCaCión laiCal

En el Capítulo V del documento de

Aparecida, destinado a “la comu-

nión de los discípulos misioneros en

la Iglesia”, se hace una particular distin-

ción de las vocaciones específicas en la

Iglesia. Aparecida da algunos matices para

vivir la comunión en la Iglesia desde la

perspectiva del discipulado-misionero. A

los obispos los identifica con “Jesús Sumo

Sacerdote”, a los presbíteros con “Jesús

Buen Pastor”, a los diáconos con “Jesús

servidor”, a los fieles laicos y laicas con

“Jesús luz del mundo” y a los/as consagra-

dos/as con “Jesús testigo del Padre”.

No nos extraña el orden vertical en

que se presentan las vocaciones,

empezando por los obispos y

siguiendo con los presbíteros y los diá-

conos. Es la forma habitual. Lo sí resulta

extraño son los dos últimos peldaños de

la escalera, que normalmente daba el

último lugar a los laicos, precedidos de

los religiosos.

Tal vez este detalle carecería de

importancia si nos aferramos a

la experiencia de una Iglesia que

desde el Concilio Vaticano II ha promovido

una nueva eclesiología “circular” (no-

piramidal), de pueblo de Dios-comunión.

Sin embargo, las realidades son diversas.

Ante algunos contextos críticos que se

vivieron en Aparecida, con relación a la

vocación de la Vida Religiosa, no es de

extrañar que se insinúe el primado del

laicado en tiempos donde “el fortaleci-

miento de variadas asociaciones laica-

les, movimientos apostólicos eclesiales

e itinerarios de formación cristiana, y

comunidades eclesiales, y nuevas comu-

nidades, que deben ser apoyados por los

pastores, son un signo esperanzador”

(DA 214). Para nadie es un secreto que

la mayor parte de estos “nuevos movi-

mientos” son fieles observantes de los

lineamientos de la Iglesia romana y, por

tanto, no representan ninguna amenaza

de “magisterio paralelo”. Los laicos dejan

de ser la cenicienta de las estructuras

eclesiales.

Ojalá que en los tiempos venideros,

la vocación laical sea una “luz”

puesta en alto para dar Espíritu

y vida a la Iglesia. En el Sermón de la

montaña se afirma que: “Ustedes son la

luz del mundo. No puede ocultarse una

ciudad construida sobre un monte. No se

enciende una lámpara para meterla en un

cajón, sino que se pone en el candelero

para que alumbre a todos en la casa” (Mt

5, 14-15). La casa podría ser el mundo,

pero también lo es la misma Iglesia. ¡Que

brille la luz de los laicos brille en nuestra

Iglesia latinoamericana y caribeña!

la identidad laiCal

Algunas expresiones del documen-

to de Aparecida nos dan una idea

de su percepción en torno a la

identidad de los laicos (cf. DA 209 – 215):

“Los fieles laicos son los cristia-•

nos que forman el pueblo de Dios y

participan de las funciones de Cristo:

sacerdote, profeta y rey”.

“Son hombres de Iglesia en el cora-•

zón del mundo y hombres del mundo

en el corazón de la Iglesia”.

“Su testimonio y su actividad con-•

tribuyen a la transformación de las

realidades y la creación de estruc-

turas justas según los criterios del

Evangelio”.

“Llamados a participar de la pas-•

toral de la Iglesia, primero con el

testimonio de su vida y, en segundo

lugar, con acciones en el campo de la

evangelización…”.

Conforme a estas valoraciones,

podemos intuir que Aparecida

prioriza dos elementos, a saber: (1)

desafíos pastorales para los laiCos

Dado que Aparecida se ha si-

tuado en “continuidad” con las

Conferencias Anteriores (Rio de

Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domin-

go), podemos percibir que el documento

reafirma no pocas opciones pastorales y

plantea nuevos desafíos a los laicos, de

cara a los contextos latinoamericanos y

caribeños. Insinuamos algunos de consi-

derable relevancia:

Opción preferencial por los pobres y •

excluidos.

Compromiso ante las interpelaciones •

de la realidad socio-cultural, econó-

mica, socio-política y eclesial.

Valoración de las Comunidades Ecle-•

siales de Base (CEB).

Animación bíblica de la pastoral.•

Especial atención a las pastorales •

sociales.

Fortalecer los procesos de forma-•

ción de otros laicos en el discipulado

misionero.

Conversión pastoral y renovación •

misionera.

Evangelización de la cultura.•

Pluralismo y diálogo interreligioso.•

Defensa de la vida en todas sus •

formas.

Junto a estos desafíos pastorales,

Aparecida invita a los pastores a

que abran su mente para entender

y acoger el “ser” y el “hacer” del laico en

la Iglesia (cfr. DA 213). A esto se suma

la buena ponderación que hace de los

espacios de participación parroquiales,

diocesanos y nacionales, como medios

que incentivan la comunión y participa-

ción de los laicos en la Iglesia (Cfr. DA

215). En lo sucesivo, se esperaría que los

laicos fueran asumiendo un mayor prota-

gonismo pastoral.

pregunta abierta

Es posible que Aparecida sea, con

relación a las anteriores, la Confe-

rencia Episcopal con mayor grado

de participación e incidencia de asocia-

ciones laicales, movimientos y nuevas

comunidades. Durante la V Conferencia,

fue sensible la presencia de varios grupos

o movimientos, algunos de orientación

conservadora y otros con perspectiva

liberadora. Los primeros estuvieron muy

presentes “adentro”, mientras que los

segundos, por lo general se integraron

desde “afuera”. No obstante, unos y otros

tuvieron cabida en Aparecida, como cons-

ta en el contenido del documento final,

escrito a “muchas manos”.

Ante la especial valoración que

Aparecida expresa por los nuevos

movimientos, considerados como

“signo esperanzador” de la misión evange-

lizadora de la Iglesia, nos asaltan las du-

das: ¿es posible hacer una apuesta radical

por los “nuevos movimientos” sin que ello

afecte la perspectiva dinámica e incluyente

de un laicado que asume su vocación en la

dinámica del pueblo de Dios-comunión? El

mismo DA nos ofrece algunas pistas para

iluminar nuestras búsquedas: “la cons-

trucción de ciudadanía en el sentido más

amplio y la construcción de eclesialidad en

los laicos, es uno solo y único movimiento”

(Cfr. DA 215).

el testimonio de los laicos en el mundo,

que hace creíble su fe en Jesucristo,

con autenticidad y coherencia; y (2) la

misión evangelizadora que desarrollan

en el mundo, retomando los acentos que

propone Evangelii Nuntiandi: “el ámbito

propio de su actividad evangelizadora

es el mismo mundo vasto y complejo de

la política, de la realidad social y de la

economía, como también el de la cultura,

de las ciencias y de las artes, de la vida

internacional, de los mass media, y otras

realidades abiertas a la evangelización,

como son el amor, la familia, la educación

de los niños y adolescentes, el trabajo

profesional y el sufrimiento” (EN 70). En

resumidas cuentas, la identidad que Apa-

recida sugiere para los laicos, acentúa su

acción profética a favor de la construc-

ción del Reino.

la formaCión de los laiCos

Si bien es cierto que en Aparecida se

reconoce la magnífica labor de los

laicos y se les anima a continuar su

compromiso en cada uno de los escena-

rios en que desarrollan su misión; también

se invita a fortalecer los procesos de

formación desde la perspectiva doctrinal,

pastoral y espiritual, además de propiciar

la experiencia de un adecuado acompa-

ñamiento que favorezca el testimonio de

Cristo y los valores del Reino (Cfr. DA 212).

Con respecto al tema de la forma-

ción de los discípulos misioneros,

el Capítulo VI del DA delinea un

itinerario con cuatro énfasis: espiritua-

lidad, procesos de formación, iniciación

y catequesis, y lugares. Este énfasis que

Aparecida da a la formación de los laicos

podrá dar paso al fortalecimiento y la

creación de cualificadas experiencias

que les permitan asumir con voz y voto

su lugar en la Iglesia y en el corazón del

mundo. Hoy los laicos están llamados a

asumir su “mayoría de edad” en le Iglesia.

20 21

22 23

La centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres

Si se pregunta por la razón de esta modificación se en-

cuentra que el mismo documento capitular en el que se

consigna la propuesta de modificación la justifica de la

siguiente manera: Esta modificación quiere “… expresar mejor

la consagración específica del Hermano y la centralidad en ella

del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres…

”1. Lo cual quiere decir que la nueva redacción expresa mejor

la centralidad del voto de asociación para el servicio educativo

de los pobres en la consagración específica del Hermano. De

hecho, el segundo párrafo de la fórmula aprobada dice:

Y a este fin yo, …, prometo y hago voto de unirme y permanecer en

sociedad con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que se han

reunido para tener juntos y por asociación las escuelas al servicio

de los pobres, en cualquier lugar a que sea enviado, y para des-

empeñar el empleo a que fuere destinado, ya por el Cuerpo de la

Sociedad, ya por los Superiores.

La modificación aquí consiste en añadir “y hago voto”2, lo cual

implica que “unirme y permanecer en sociedad con los Herma-

nos de las Escuelas Cristianas…” tiene carácter de voto. Claro,

son los votos específicos de los Hermanos. “Unirme” se concre-

tiza en el párrafo siguiente en “asociación para el servicio edu-

cativo de los pobres” y “permanecer” en el voto de “estabilidad”.

Con las implicaciones que más abajo se señalan. Estos dos

votos, en este segundo párrafo, vienen primero que los votos de

pobreza, castidad y obediencia del tercer párrafo, pero el “per-

manecer”, entendido en referencia al voto de “estabilidad” pasa

en el párrafo siguiente de la fórmula a ser el último en leerse.

Qué puede significar ello? Pues nada nuevo en la teología de los

votos ya que el orden de lectura nunca ha significado prioridad

u orden de importancia o algún tipo de jerarquía.

1 Circular 455, p. 25. 2 Cf. Circular 455, p. 25

* E l p r o c u r a d o r d E l I n s t I t u t o E s u n H E r m a n o q u E n o m b r a E l H E r m a n o s u p E r I o r G E n E r a l c o n E l f I n d E a c o m p a ñ a r l o E n l o s t E m a s j u r í d I c o s q u E s u r j a n a l I n t E r I o r d E l I n s t I t u t o o E n r E l a c I ó n c o n E l V a t I c a n o u o t r o s E s t a m E n t o s E c l E s I á s t I c o o c I V I l E s . r E s I d E E n r o m a .

Como es sabido, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida

Apostólica aprobó las modificaciones propuestas por el 44˚ Capítulo General a la fórmula de votos

de los Hermanos diciendo: “… después de un atento estudio, aprueba la nueva redacción de la fórmula

de votos, conforme a la tradición del Instituto”.

He r M a n o l e o n a r d o en r i q u e te J e i r o pr o C u r a d o r d e l in s t i t u t o*

24 25

Los votos quieren expresar las distintas dimensiones de la vida

del consagrado que se da totalmente a Dios en respuesta al lla-

mado recibido. Y hoy ninguno estaría de acuerdo en decir que se

entrega a Dios primero que todo la castidad o primero que todo

la estabilidad, etc., sencillamente por que se trata de la entrega

total de la persona. Por ello, desde el punto de vista teológico no

es posible pensar en una jerarquía entre los votos. Tampoco es

posible pensar que aquel voto u votos que se aparezcan primero

en la fórmula sean necesariamente superiores o deban enten-

derse en detrimento del valor de los otros y de las dimensiones

de la vida que por medio de ellos se entrega a Dios. Aquí se

trata de una persona humana, toda ella entregándose “entera-

mente e Dios”

Para dar continuidad al orden inicial de ideas, se ve que el

segundo párrafo de la fórmula hace ya mención del voto de “Aso-

ciación para el servicio educativo de los pobres”. Por su parte el

tercer párrafo trae como novedad el proponer este voto como el

primero a ser leído. El párrafo dice:

Por lo cual, prometo y hago voto de aso-

ciación para el servicio educativo de los

pobres, castidad, pobreza, obediencia y es-

tabilidad en el Instituto, conforme a la Bula

de aprobación y a la Regla del Instituto3

Si, como se ha dicho, el orden de lectura de

los votos no puede ser entendido en térmi-

nos de mayor importancia o valor para el o

los primeros y menor importancia y valor

para los que siguen, vale la pena pregun-

tarse por la razón de dicha modificación.

Sin lugar a dudas, la razón no será otra que

“…expresar mejor la consagración especí-

fica del Hermano y la centralidad en ella del

voto de asociación para el servicio educati-

vo de los pobres…” Aquí el término clave es

“centralidad” Entonces cabe preguntarse

cómo entender dicha centralidad? A eso

dedicamos las siguientes líneas.

A continuación se pretende presentar la

centralidad del voto desde la doble pers-

pectiva de la centralidad del seguimiento

de Cristo propia de la vida religiosa, y de

la centralidad del seguimiento específico

de Cristo propia de la vida religiosa de los

Hermanos de las Escuelas Cristianas en

la Iglesia y en el mundo.

3 Regla 25

la Centralidad del seguimiento de Cristo

El primer párrafo de la fórmula recuerda claramente que

el fin de la consagración del Hermano es procurar la glo-

ria de la Santísima Trinidad. Todo en la consagración del

Hermano tiene esa orientación y sentido. Y es por ello que al de-

cir voto de asociación para el servicio educativo de los pobres

se entiende en la perspectiva de la Trinidad: procurar su gloria.

Siendo así, la centralidad es entendida como señalamiento de

lo que es más propio a la consagración del Hermano es decir

procurar la gloria de Dios desde el seguimiento de Cristo.

Esta centralidad consiste, primeramente, en que recuerda,

pone de relieve, marca y señala otra centralidad: la del segui-

miento de Cristo. En ese sentido todos y cada uno de los votos

son el recuerdo permanente de ese aspecto central y definitivo

de la vida del Hermano. Y como no hay votos de primera y de

segunda clase, sino que todos tienen el mismo valor. Todos

ellos son votos públicos en la Iglesia. Todos ellos son indispen-

sables en la consagración del Hermano, y por lo mismo, nadie

podría decirse Hermano si su consagración no contiene las

dimensiones que todos y cada uno de ellos encierran. Si faltara

alguno no se podría decir: “me consagro enteramente” Todos y

cada uno señalan la centralidad del seguimiento de Cristo en la

consagración del Hermano.

En toda vida religiosa se quiere seguir a Cristo en su manera

histórica de vivir, se quiere ser “memoria viviente del modo

de existir y de actuar de Jesús”4 es decir, según los consejos

4 Vida Consagrada, 22

evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, vividos como

votos públicos y en comunidad. Estos elementos son comunes

a todos los Institutos religiosos y al vivirlos como Hermanos de

las Escuelas Cristianas, participan en comunión con esa mane-

ra particular de consagrarse en la Iglesia: la vida religiosa. La

Regla al decir que “El Instituto de los Hermanos de las Escue-

las Cristianas… es un Instituto de derecho pontificio compuesto

exclusivamente por religiosos laicales”5 confirma ese carácter

de Instituto religioso.

5 Regla 2

Así, todos los votos recuerdan y ponen de

relieve lo central de la vida del Hermano:

su entrega total a Dios en seguimiento de

Cristo por el Evangelio. Incluso los votos

específicos del Instituto, es decir aso-

ciación para el servicio educativo de los

pobres y estabilidad en el Instituto, ya que

son igualmente votos, igualmente votos

públicos e igualmente expresan la unidad

de la persona del Hermano que se entre-

ga “enteramente” a la Santísima Trinidad.

la Centralidad del seguimiento espeCífiCo de Cristo

Bien es sabido que cada instituto

religioso está llamado a vivir una

identidad carismática, es decir a

seguir a Cristo, no sólo en los aspectos

comunes a todos los institutos religiosos

sino también en un sentido evangélico

“único”. Según una síntesis propia. Es

identidad carismática en cuanto que viene

del Espíritu, es inspirada por El; expresa

la razón de ser de un instituto religioso, la

novedad que le aporta a la vida religiosa,

a su apostolado y a la Iglesia; expresa su

identidad específica dentro del contexto

eclesial, aquello en lo que es diverso.

De esta manera, cada instituto religioso

participa de esa “base común” de la vida

religiosa, al tiempo que vive su identidad

específica en un seguimiento de Cristo

propio al instituto y que constituye la

“novedad” por la que el Espíritu suscita

cada nueva forma de vida religiosa en y

para la Iglesia, en y para el mundo. Es el

lugar del carisma del fundador, su origina-

lidad, su novedad. Esta originalidad tiene su

raíz en aquel “rostro” particular de Cristo

que el fundador fue descubriendo, aquella

“faceta” de la vida del Señor que impactó

al fundador y a sus primeros seguidores;

aquella particular actitud de Jesucristo que

permitió reconocer una necesidad en la

sociedad y en la Iglesia y responder con un

tipo de presencia, de vida y de apostolado.

Vida Consagrada invita a llamar a Insti-

tutos como el de los Hermanos Institu-

tos religiosos de Hermanos6. La misma

exhortación apostólica recuerda que por

los consejos evangélicos el religioso hace

de Cristo el centro de su vida e intenta lle-

var la forma de vida que Él mismo escogió

al hacerse hombre:

“…mediante la profesión de los consejos

evangélicos la persona consagrada no sólo

hace de Cristo el centro de la propia vida, sino

que se preocupa de reproducir en sí mismo,

en cuanto es posible, «aquella forma de vida

que escogió el Hijo de Dios al venir al mundo».

Abrazando la virginidad, hace suyo el amor

virginal de Cristo y lo confiesa al mundo como

Hijo unigénito, uno con el Padre (cf. Jn 10, 30;

14, 11); imitando su pobreza, lo confiesa como

Hijo que todo lo recibe del Padre y todo lo

devuelve en el amor (cf. Jn 17, 7.10); adhirién-

dose, con el sacrificio de la propia libertad,

al misterio de la obediencia filial, lo confiesa

infinitamente amado y amante, como Aquel

que se complace sólo en la voluntad del Padre

(cf. Jn 4, 34), al que está perfectamente unido

y del que depende en todo”7

Se podría decir que hacer de Cristo el

centro de su vida es para el Hermano

actualizar el modo de vivir y de actuar de

Jesús. De esta manera los consejos, que

hacen posible ese “parecido” con Jesús,

llevan al Hermano a tener a Cristo como

centro de su vida. Esta palabra es impor-

tante: Cristo el centro de la propia vida

del Hermano.

6 Cf. Vida Consagrada 607 Vida Consagrada 16

“... Así, todos los votos recuerdan y ponen de relieve lo

central de la vida del Hermano: su entrega

total a Dios en seguimiento de Cristo

por el Evangelio.”

26 27

Así, la centralidad del voto de asocia-

ción para el servicio educativo de los

pobres consiste en remitir a esa otra

centralidad, la del seguimiento especí-

fico de Cristo que caracteriza a nuestro

instituto en particular. Una centralidad

del seguimiento específico de Cristo que

ha de tocar el corazón de los Hermanos

llevándoles a un contacto íntimo con “el

Cristo de su vocación”: con el Cristo que

educa, con el Cristo pobre, de los pobres

y presencia salvífica en medio de ellos;

con el Cristo que asocia y se asocia para

vivir la misión del Padre. Con el Cristo de

la niñez y de la juventud.

la Centralidad del seguimiento espeCífiCo de Cristo y los votos del Hermano

De acuerdo con lo dicho más

arriba, la centralidad del voto

de asociación para el servi-

cio educativo de los pobres remite a la

centralidad del seguimiento específico de

Cristo propio a nuestro instituto y al ha-

cerlo “empapa”, “impregna”, “comunica”,

“contagia” cada uno de los aspectos de

la vida del Hermano y por lo tanto implica

castidad, pobreza y obediencia.

Según lo anterior la pobreza deja de ser

abstracta y general y se transforma en

la pobreza del Hermano de las Escuelas

Cristianas que, sin dejar de participar de esa

“base común” que es la pobreza de todos los

religiosos, es vivida de una manara lasalliana

en la que “el itinerario espiritual de su Padre,

Juan Bautista de la Salle, la solidaridad con

los hombres de hoy y las llamadas de la

Iglesia, invitan a los Hermanos a modelarse

un corazón de pobre, para convertirse en

testigos de Dios, su única riqueza”8. El itine-

rario fundacional fue un itinerario evangélico

en el que La Salle y los primeros Hermanos

descubrieron existencialmente a Cristo como

presencia salvífica con los pobres.

8 Regla 32

El voto de obediencia, participando de los elementos comunes a los religiosos en la

Iglesia, llega a ser vivido por el Hermano a la manera del carisma fundacional, lo cual

quiere decir que se concreta en una obediencia lasallista donde “Inspirándose en

la doctrina y el ejemplo del Fundador, que se sometió al ‘Cuerpo de la Sociedad’, los

Hermanos viven su obediencia en clima de disponibilidad, dentro de una comunidad

comprometida en el cumplimiento de la misión del Instituto”9 Una faceta particular de

la obediencia de Cristo marcó el itinerario de evangélico del Instituto naciente identifi-

cado como “Sociedad”

La castidad, participando de los elementos comunes a toda la vida religiosa, por la

centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres, es vivida

por cada Hermano como una castidad original que “dispone a los Hermanos a vivir en

9 Regla 36

la unión de la comunidad, y sustenta su tarea educativa enseñándoles a amar a cada

persona con amor gratuito y respetuoso. De este modo participan, en cierta manera,

de la paternidad misma de Dios”10 Este es el rostro de Cristo que marcó decisivamen-

te al fundador y a los primeros Hermanos.

Pero, ¿qué sucede con el voto de estabilidad? Pues participa de la centralidad del

voto de asociación para el servicio educativo de los pobres, al tiempo que informa y

es informado del carácter original de cada una de las dimensiones de la vida de los

Hermanos. Así,

“considerando la intención de su Fundador, que quiso una comunidad estable para respon-

der a la necesidad siempre actual de la educación de los niños, los Hermanos hacen voto

de estabilidad en el Instituto… para realizar su misión específica y vivir en comunión fra-

terna y apostólica, fieles al Instituto y a su espíritu, a sus Hermanos y a aquellos a quienes

sirven en su ministerio”11

Cada voto incluye la dimensión asociativa, cada voto contiene la perspectiva de servi-

cio, cada voto implica el carisma educativo y, cada voto conlleva la opción preferen-

cial por los pobres.

10 Regla 2711 Cf. Regla 42

Centralidad y ConsagraCión del Hermano

No resulta indiferente que en la nueva formulación, la

triada pobreza-castidad-obediencia esté precedida

del voto de asociación para el servicio educativo de los

pobres y seguida del voto de estabilidad, es decir en medio de

nuestros dos votos específicos. Así, la nueva redacción, antes

que significar un llevar a segundo plano los votos de pobreza,

castidad y obediencia de los Hermanos, significa su valoriza-

ción, su concretización, su apropiación, de modo que todas es-

tas dimensiones construyen, en armonía, la unidad de vida que

cada Hermano entrega enteramente a la Santísima Trinidad,

como respuesta a la consagración que ella misma les propone.

Ya el Hermano Álvaro nos decía: “Personalmente pienso que no

es suprimiendo los tres votos clásicos como recuperaremos la

originalidad primera, sino más bien haciéndolos girar en torno

a la órbita de nuestra asociación para el servicio educativo de

los pobres…”12

Vale la pena señalar que el voto de asociación para el servi-

cio educativo de los pobres y de estabilidad implican más que

una obligación de Regla o unos votos privados; ellos tienen un

carácter público en la Iglesia. Los 5 son votos son públicos y

12 Rodríguez Echeverría, Álvaro. Pasión por la esperanza: carisma y profecía de la Vida Consagrada. Ediciones San Pío X. Madrid: 2007, p. 104

28 29

no hay jerarquías dentro de ellos. Esto

es lógico si se entiende que cada uno de

ellos implica una dimensión de la vida

que el Hermano entrega a la Santísima

Trinidad: castidad-afectividad, obedien-

cia-disponibilidad, pobreza-solidaridad y

estabilidad-temporalidad. La asociación

para el servicio educativo de los pobres

es la que da el tinte familiar a nuestra

consagración, el cariz lasallista, el matiz

original, el aroma de hogar, el color de lo

nuestro, el sabor lasallista de la vida que

los Hermanos generosamente entregan a

la Santísima Trinidad.

Entonces se podría decir que el consejo

evangélico de castidad los Hermanos

lo viven en asociación para el servicio

educativo de los pobres, el consejo evan-

gélico de pobreza lo viven en asociación

para el servicio educativo de los pobres,

el consejo evangélico de obediencia

lo viven en asociación para el servi-

cio educativo de los pobres y el voto de

estabilidad lo viven en asociación para

el servicio educativo de los pobres. Y

que todos y cada uno de ellos abarcan,

expresan y comprenden la totalidad de

la persona que el Hermano entrega a la

Santísima Trinidad como respuesta a la

consagración que ella le propone. “Santí-

sima Trinidad… me consagro enteramente

a vos para procurar vuestra gloria…”13

13 Regla 25

ConClusión

La centralidad del voto de asocia-

ción para el servicio educativo de

los pobres remite a la centralidad

del seguimiento de Cristo propia de los

religiosos y más específicamente al he-

cho carismático que da origen a nuestro

instituto, es decir al rostro de Cristo que

el Espíritu fue revelando en el instituto

naciente, la faceta de la vida de Cristo

que cautivó al Fundador y que él supo

transmitir a sus Hermanos. Un Cristo que

asocia y se asocia para el servicio de una

misión educativa confiada por el Padre y

que realiza como pobre en medio de los

niños y jóvenes pobres, como presencia

salvífica en medio de ellos.

Este voto además de darle el color

lasallista a la consagración,

radicaliza el compromiso de

seguimiento específico de Cristo “hasta

el extremo”. Y por lo mismo también se

puede decir que se vive el voto de pobre-

za hasta el extremo, se vive el voto de

castidad hasta el extremo, se vive el voto

de obediencia hasta el extremo y se vive

el voto de estabilidad hasta el extremo.

Es decir “enteramente”.

30 31

Muchas son las estrellas que alumbran nuestro firmamento y muchos son los faros que guían la navegación de los lasallistas del Distrito de Bogotá. Se trata de hombres y mujeres que hicieron de su vida un signo de servicio y amor a los otros por medio de la educación. Hoy presentamos al Hermano Aptat François, un hermano

Mirada penetrante bondad infinita

El faro

l sp (of i C i n a d e C o M u n i C a C i o n e s y p u b l i C a C i o n e s d i s t r i t o l a s a l l i s ta d e bo g o tÁ)

El Hno. Apta François

3130

El 30 de septiembre de 1959 se enlutó el Distrito de Bogotá

con la desaparición de uno de los más sobresalientes

miembros de ciencia y santidad: el Reverendo Hermano.

A las 4 y media de la mañana, minutos después de concluir el

viacrucis, se dirige a su celda, enciende la luz y luego cae al

suelo, entregando su alma a Dios. Fue Visitador del Distrito de

Colombia y dirigió los destinos del Distrito de Bogotá durante

los primeros meses despues de su creación. Insigne educador

y formador.

Fragmento de la autobiografía escrita por el Hermano Aptat

François en los últimos días de su vida:

Nací en Villé, cerca de Sélestad, [Francia] cabecera de cantón en el Departamento del Bajo Rin, aldea bastante grande, situada en las montañas de los Vosgos, rodeada de otras dieciocho pequeñas aldeas que forman el cantón, de tal manera, que desde la torre de la iglesia pueden verse esos pequeños caseríos, cada uno con su iglesia donde no falta el párroco ni el alcalde. Nací el 21 de noviembre de 1875, de familia pobre; fui el penúlti-mo de ocho hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres: dos murieron muy niños; los otros seis llegaron a los ochenta y más años sin ninguna enfermedad. Merced a las indicaciones de un exhermano, maestro de escuela en una aldea de los alrededores, el Sr. Cura se comunicó con el Hermano director de la nueva casa de formación de Reims, me recibió el Hermano subdirec-tor del Noviciado, quien me condujo a la calle de Courlancy, y me presentó al Hermano Director, el santo Hermano Arnould; preguntó mi edad; tenía yo quince años, me mandó al Noviciado Menor dirigido a la sazón por el Her-mano Armand-Joseph, hombre distinguido y gran educador, Me pusieron en la 3ª que era la clase de los alemanes, o sea de los que venían de Alsacia

32 33

Lorena. No quedé sino unos días en esta clase; me hicieron subir a 2ª don-de estaba el Hermano Apolinar María. Al cabo de algunos meses pasé a la 1ª. Con bastante facilidad asimilaba yo el programa de enseñanza y aprendí bien el francés.

Después de un año de Noviciado Menor, subí al Noviciado. En la segun-da parte de mi noviciado, fui víctima de un atroz escrúpulo; vanamente trató de corregirme el Hermano Director. En el mes de marzo pasé al es-colasticado; desde la primera entrevista con el Hermano Director, Hermano Apronien-Joseph, le abrí mi alma y el buen hombre emprendió con suavidad e inteligencia mi formación moral, y lo hizo tan bien que en 1893, provisto de mi diploma elemental, pudieron enviarme a la comunidad el Val-des-Bois, a la escuela que entonces dirigían el buen anciano Hermano Guy.

En las vacaciones de pentecostés recibí obediencia para ir a Mézié-res, en los Ardenas, donde no quisieron recibirme y, llegada la autoriza-ción del R. Hno. Visitador, me enviaron a Sedán. En la portería me reci-bió el R.H. Director quien al verme se sintió profundamente engañado, pues aguardaba al Hermano que yo debía reemplazar en Méziéres; no obstante se conformó y fue muy bueno conmigo todo el tiempo que yo fui su inferior; se presentó entonces el caso de la nacionalidad; pedí a mi padre el acta de opción para la nación francesa debido a la anexión de la Alsacia-Lorena a Alemania. Dicha acta me sirvió y pude responder por mi clase y aliviar en algo al Hermano Director. Ya tenía él un Hermano luxemburgués, buen maestro, pero sin derecho a enseñar; el Hermano de la cocina, francés y con diploma, respondía de la clase; vino el inspector oficial; reconoció la validez de la opción de mi padre, pero me hizo presente la obligación del servicio militar.

Para evitar graves dificultades a mi Hermano Director me sometí a dicha obligación y en 1894 presté el servicio en Méziéres, en la fortaleza de Boyard; todos me respetaron y pasé un año más bien feliz bajo el uni-forme militar; podía hacer con la comunidad los ejercicios de la tarde y luego pasar al cuartel.

Las marchas de prueba y las grandes maniobras son una escuela de re-sistencia y de conformidad, sobre todo si se les considera con los ojos de la fe.

Después de las maniobras, cumplido el servicio militar, me presenté al R.H. Visitador para ponerme a sus órdenes con otros Hermanos que salían del cuartel nos enviaron a Athis-Mons a seguir un retiro bajo la direc-ción del santo Hermano Exuperien. Al terminar el retiro fui enviado a la escuela de Chateau-Tierry . Allí pasé dos años felices; yo era el único joven; al terminar el segundo año el R. Hermano Visitador me mandó a Bar-le-Duc como CHEF DE QUARTIER, o sea encargado e la escuela de San Juan; éramos tres Hermanos. Esta escuela era adonde venía Raimundo Poincarré, futuro presidente de la República, a prepararse a la Primera Comunión, cuando era alumno del Liceo de Bar.

Ningún hecho particular se presentó en los dos años que permanecí en esta escuela, al cabo de los cuales me enviaron a Eparnay como encargado (CHEF DE QUARTIER) de la grande escuela de San Víctor. Tres años llevaba allí con el curso superior o especial cuando me ofrecí al R.H. Asistente Viventien-Aimé, para ir a Colombia a preparar el puesto de nuestros Herma-nos de Francia por las leyes de 1904.

En agosto de 1903, al finalizar el retiro de Reims, pude emitir mi Profesión Perpetua; al día siguiente salía para Nancy a dar el adiós a la familia. Partí con la firme resolución de no volver a ver más a la familia ni la tierra natal. Si este último punto no se observó la letra, ello se debe a circunstancias involuntarias [ * ] , que como el segundo novicia-do, me obligaron a volver tres veces.

El día de difuntos, 2 de noviembre de 1903, llegábamos a Bogotá. .. [* *]

32 33

Hno. Rodulfo Eloy:

Al regresar de un interesantísimo paseo

en tren que nos dio, ocurrió un accidente

sin consecuencias graves y fue que la

locomotora se salió de los rieles, pero

como iba muy despacio, nada sucedió a

los vagones… Algunos días después se

presentó el Hermano Francisco con un

paquete de Cristos y nos dijo: “muchos de

ustedes no llevan en el cuello un Cristo:

si hubieran muerto en el accidente del

paseo, se los habría encontrado como

animalitos, sin un Cristo encima”… Y nos

regalo un Cristo a todos.

Hno. Laureano

“Si no quiere someterse, Hno. Laureano,

ahí está la carretera a Cambao” ´dijo

señalando la vía del frente de lo que hoy

son los cuarteles en Puente Aranda,

porque había puesto un poco de pereque

en el catecismo explicado por un Herma-

no muy joven – el difunto Hno. Enrique

Lorenzo – Y no había pasado media hora

cuando el Hermano Francisco me llamó a

consolarme.

HSJ:

Por experiencia personal sé que lo temible

de una represión del Hno. Francisco, no era

la abundancia de palabras, que eran pocas

y corteses, sino su “fulminante mirada”

El Hermano Visitador nunca dejó la clase

y, a pesar de sus ocupaciones, hallaba

tiempo para dar clases a los Novicios

Menores; yo tuve la fortuna de recibir en

1929 la clase de aritmética; como todo lo

hacía con gran cariño, esas lecciones era

verdaderas clases modelo.

HIT:

A pesar de su larga experiencia en la

práctica del magisterio (por espacio de

sesenta y nueve años), preparaba sus cla-

ses con sumo interés y decía que nunca

se presentaba a la clase sin llevar una

preparación escrita.

En una carta del Hno. Aptat François

dirigida al Hno. Asistente, cuando su

obediencia como Hermano Visitador del

nuevo Distrito de Bogotá expiraba

“En cuanto al pobre Hermano Apta

François, el Hno. Visitador sabe que po-

drá hacer de mí lo que quiera. Pertenezco

al Instituto y, gracias a Dios, se hacer de

todo, pero sobre todo la clase; lo que

quiero es que no teman quitarme el car-

go. Quiero expiar mis pecados en una vida

de recogimiento, de trabajo y de oración.

Todo como Dios quiera”

Testimonios

34 35

La Misión Educativa Lasallista del Distrito de Bogotá está presente en varios municipios del país: en colegios públicos administrados por

la Congregación, en colegios privados, en dos instituciones de educación superior. También

liderando procesos de formación no formal y con varias casas de formación para los jóvenes que

quieren ser Hermanos de La Salle. Todo esto con el apoyo de oficinas de administración y gestión.

Los lasallistas del Distrito de Bogotá somos [+]

en:

Infografía

36 37

En las siguientes líneas, quiero

hacer referencia a algunos de los

elementos más significativos que

ilustran las perspectivas que tenemos en

relación a la forma como es entendida

y definida la juventud en el contexto de

nuestros colegios. Desarrollaré algunos

aspectos desde la perspectiva institucio-

nal, es decir, la visión tanto desde el punto

de vista de los docentes como la postura,

digamos oficial que se propone desde los

Proyectos educativos institucionales.

Para esto, quiero tener como punto

de referencia del análisis, las

expresiones pronunciadas por un

directivo docente en una serie de con-

versaciones sostenidas a propósito de

cómo vemos y entendemos a los jóvenes

de nuestros colegios. Las empleo en este

artículo por cuanto considero que dichas

afirmaciones son ricas en imágenes, lle-

nas de expresiones vívidas, de afirmacio-

nes iluminadoras sobre esta postulación.

Lo importante en este punto es poder

constatar como dichas expresiones hacen

A lo largo de mi experiencia como docente, he podido constatar que la información y los imaginarios que tenemos sobre los niños, niñas y jóvenes que están en etapa escolar ya no son suficientes para entenderlos o comprender sus dinámicas actuales. Las prácticas educativas implementadas para el trabajo con los jóvenes del bachillerato, ya no son eficaces, “no hacen clic” en su realidad y sus necesidades. Cada vez más, nos embarga una sensación de incapacidad para responder a los nuevos retos educativos propuestos por unas nuevas generaciones incompresibles.

parte de discursos comunes, que se hacen presentes no sólo en

esta persona entrevistada sino en muchas personas que ejerce-

mos el ministerio de la educación.

El objetivo último es hacer evidente cómo hemos estable-

cido una serie de caracterizaciones estereotipadas sobre

la población juvenil y cómo estos imaginarios se estable-

cen conceptual y funcionalmente como visiones naturalizadas

que determinan la acción escolar, dejando como gran ausente y

marginado a la persona misma del joven estudiante.

“el árbol no puede Hablar del bosque”

“Eso que usted pretende (describir las realidades juveniles desde

la perspectiva de los mismos jóvenes) no es una tarea fácil, y no

sé hasta qué punto le sea posible realizarla. Usted sabe que los

jóvenes no tienen consciencia clara de su propia personalidad o

de qué es lo que realmente quieren. Ellos viven dando palos de

ciego, experimentando diferentes cosas por aquí y allá, cosa que

les permitirá saber quiénes son en realidad, pero en un futuro…

¿pero ahora?... usted sabe: el árbol no puede hablar del bosque”

En las expresiones cotidianas que empleamos quienes es-

tamos a cargo de la formación de la juventud, son innume-

rables las evidencias que nos permiten constatar de forma

Hiperrealidad de lo juvenilHe r M a n o f r a n k l e o n a r d o r a M o s ba q u e r o

38 39

consistente un prejuicio que tenemos sobre ellos: Los jóvenes no

tienen la menor posibilidad de autocomprenderse y autodefinirse.

Esta idea es posiblemente consecuencia de la comprensión que

hacemos de su realidad en tanto adolescentes que están en cri-

sis, en vías de convertirse en adultos, que “son y no son” Como

no tienen una personalidad definida, por consiguiente no pueden

expresarla. Adicionalmente, esta condición crítica y de ines-

tabilidad dada por la ambigüedad de quien “no es un niño pero

tampoco un adulto” (Rice, 1995), los pone en situación de riesgo.

“… Por eso es que el colegio debe estar atento a cualquier situa-

ción que pueda presentarse, ya que en ese afán de experimentar

cosas, los muchachos se convierten en un riesgo, no solo para

la comunidad sino para ellos mismos (…) por eso es importante

el acompañamiento que hacemos, que no es otra cosa que la de

hacer las veces de ángeles custodios de estos muchachos”

Esta imagen del riesgo y la inestabilidad ha hecho que los

procesos de seguimiento y acompañamiento de nuestros

jóvenes (y aquí hago referencia a procesos especialmente

desarrollados en bachillerato), se orienten a establecer estrate-

gias para “contenerlos” dentro de ciertos parámetros de disci-

plina y control. Dichas estrategias institucionales, la prevención

y la atención a los estudiantes, se organizan principalmente

para eliminar o minimizar los “peligros o riesgos escolares” (los

de la adolescencia) y no para el fomento

del desarrollo integral de estos grupos

de jóvenes [Krauskopf, 1997]. En otras

palabras el acompañamiento escolar no

es formativo sino restrictivo.

“¡qué podemos HaCer si mire su familia!”

La explicación psicológica de la adolescencia, está bas-

tante arraigada en nuestro imaginario colectivo sobre la

juventud. Esta perspectiva genera un modelo en el que

metemos todas las realidades personales de nuestros estu-

diantes, uniformándolos y despojándolos de cualquier elemento

diferenciador. Ésta es quizás una de las razones por las cuales

no nos preocupa aventurarnos a concebir procesos estandari-

zados para aplicarlos en diferentes contextos, regionales, cultu-

rales, o socioeconómicos. Curiosamente si indagamos por las

diferencias entre los jóvenes, abogando por el hecho de que “no

podemos meterlos a todos en un mismo saco”, las respuestas

que encontramos en su gran mayoría hacen referencia a que si

bien hay unos elementos juveniles comunes, propios a su edad,

las diferencias entre ellos están condicionadas por su entorno

familiar.

“… De un tiempo para acá ha aumentado considerablemente la

presencia de familias disfuncionales en nuestros colegios. Es

decir, padres separados, o con problemas en las relaciones…

Estas problemáticas familiares son las que crean diferencias en

algunos de los estudiantes…”.

Este supuesto se puede constatar en diferentes contextos.

Por ejemplo, en las comisiones de evaluación que se lle-

van a cabo al finalizar un período académico, los docen-

tes de un grado determinado se reúnen para hacer el balance

general del proceso llevado por cada estudiante. En realidad

solo se centran en los “casos especiales”, es decir, los jóvenes

con problemas académicos o de disciplina críticos. Comúnmen-

te, las comisiones suelen llegar a la conclusión de que una de

las principales causas que hacen que estos estudiantes sean

problemáticos, es porque existen problemas en la estructura

familiar. Ésta suele ser la razón última de su condición “especial”

y se constituye en un callejón sin salida común para la mayoría

de las situaciones escolares de los estudiantes. De esta mane-

ra, la incapacidad de dar respuestas formativas a los procesos

educativos de los jóvenes queda justificada en la casuística de

externalizar los problemas escolares al contexto familiar.

Si observamos bien, en este punto

aparece una paradoja interesante:

los estudiantes de bachillera-

to, en tanto que son adolescentes, son

problemáticos, en crisis, desorientados,

inestables y en situación de riesgo. Sin

embargo, los llamados casos especiales

de un colegio, son alumnos problemáti-

cos, críticos, desorientados, y en situa-

ción de riesgo. Su condición general es

a la vez una característica particular de

los casos problemáticos. Estas carac-

terísticas constituyen la norma general

pero también la excepción. ¿Cómo puede

ser esto? Esta paradoja, es una muestra

clara de un imaginario que no correspon-

de de forma adecuada a la realidad de los

jóvenes en nuestros colegios.

40 41

la CondiCión de estudiante.

Por otra parte, otro de los elementos reiterativos a la for-

ma como hacemos referencia a los jóvenes es definién-

dolos en función de su rol escolar.

“La gran mayoría de los muchachos, yo diría un 80% de los

estudiantes, son muchachos buenos. En términos generales son

responsables, puede que no sean muy brillantes, y que no sobre-

salgan por sus habilidades, pero están a tono con el nivel acadé-

mico y las expectativas de la institución (…) incluso algunos tienen

problemas con una o dos áreas, pero nada serio. Son estudiantes

que vienen a lo que vienen, participan de diferentes actividades y

que con un buen acompañamiento responden a los compromisos

adquiridos (…) Otro pequeño porcentaje de la población son los

que llamamos ‘puntas de lanza’. Son estudiantes excelentes aca-

démicamente, comprometidos y responsables con cuanta tarea

se les ponga, son los que nos representan en actividades inte-

rinstitucionales, son bastante maduros para su edad (…) y está, el

grupito de los que no hacen nada y se tiran el nivel académico del

colegio. Son los que al llegar a once sacan los puntajes más bajos

en el ICFES (…) Están siempre pensando a ver qué mal le pueden

hacer al colegio. Es un peligro dejarlos solos”.

Con relación a la segunda cate-

goría, la “normalización”, vale la

pena señalar que aunque es una

expresión con la que estamos bastante

familiarizados, es un término poco común

en otros contextos. En ese sentido pode-

mos pensar que es algo muy de nuestra

tradición. La normalización es una expre-

sión recurrente tanto entre los docentes

como entre los estudiantes. Tiene que ver

con un cierto estado de disciplinamiento

y de orden del estudiante y del ambiente

educativo. En el colegio, por ejemplo,

se puede normalizar el salón (organizar

las sillas, recoger la basura ); normalizar los estudiantes en

el auditorio (que se sienten en la silla respectiva y que guar-

den silencio); normalizarse después del almuerzo (ir al baño,

cepillarse los dientes, organizar el uniforme y prepararse para

la siguiente clase)… La normalización es por excelencia, de

acuerdo a Foucault, un ejercicio de poder y de control que se

ejerce sobre ciertas poblaciones (prisioneros, enfermos men-

tales… estudiantes, en general poblaciones consideradas no

normales) para incluirlas en el modelo ideal establecido por la

sociedad moderna [Foucault, 1976].

En general, esta doble caracterización, de adolescentes y

estudiantes, crea una imagen hiperreal de los y las jóve-

nes haciendo invisibles los elementos diferenciadores y

negando su pluralidad. No es tenida en cuenta, por ejemplo, su

condición de género, o las diferencias de edad, o los elementos

regionales, o las características culturales. Esta hiperrealidad

se constituye en la base de todo el dispositivo formativo de la

escuela; el cual termina marginando e ignorando al joven de

carne y hueso que estudia en nuestras aulas, negando su condi-

ción de sujeto.

La tipología empleada corresponde

más a una clasificación valorati-

va, que emplea básicamente dos

categorías: En primer lugar están los

resultados académicos que clasifican a

los jóvenes entre excelentes, buenos y

malos, de acuerdo a su rendimiento esco-

lar. En segundo lugar está el aspecto de

la “normalización”, que los ubica ante dos

posibilidades. El factor académico es un

elemento que se ha sobrevalorado en los

últimos años en nuestros colegios. Para

los estudiantes de los grados superiores,

procesos como la formación de valores,

las experiencias significativas integrales,

las actividades de participación escolar,

entre otras, han sido desplazadas en fun-

ción de concentrar la atención en la pre-

paración de un buen ICFES. La Salle se

había caracterizado años atrás por tener

procesos de formación centrados en la

integralidad de la persona. Ahora hemos

venido reduciendo la actividad educativa

a una “academización” de los procesos

escolares. Este proceso es consecuencia de una doble actitud

que ha caracterizado los procesos educativos en Colombia: Una

concentración de los esfuerzos institucionales por estar acorde

con los elementos normativos que han venido construyéndose y

haciéndose más complejos en Colombia, en las últimas déca-

das; y un progresivo descuido en la reflexión pedagógica que

debe acompañar los procesos de la escuela.

es el modelo (también construido) del adulto. Efectivamente el

joven es definido en relación a lo que no es el modelo adulto.

Esta relación SER vs. NO-SER se ve también en el contexto

escolar al constatar que el estudiante es definido desde el

referente del docente, al menos del ideal conceptual del docente

(para constatar este modelo basta con constatar los perfiles de

los estudiantes establecidos en los PEI).

La escuela moderna, de la cual nuestros colegios son dignos

representantes, está construida desde un modelo “adulto-cén-

trico”. El adultocentrismo es la categoría moderna que designa

en nuestras sociedades una relación asimétrica y conflictiva

de poder entre los adultos (+) y los jóvenes (-) Esta visión del

mundo está montada sobre un universo simbólico y un orden de

valores propio de la concepción patriarcal que define un orden

jerárquico en donde la edad cumple una función importante

[Arévalo, 1996].

Vale la pena preguntarnos, seriamente, si buena parte

de los conflictos que hoy enfrentamos en el contexto

escolar, y la incapacidad que tenemos para resolver-

los, obedecen no a esa condición inestable e irracional del

adolescente-estudiante que está en nuestros colegios, sino

más bien a una ruptura conceptual entre una imagen hiperreal,

adultocéntrica y moderna que tenemos de la población juvenil y

las dinámicas actuales de representación social de unas juven-

tudes reales y posmodernas.

La hiperrealidad conceptual de los

jóvenes es el resultado de unos

presupuestos establecidos por la

modernidad, en donde las diferentes iden-

tidades sociales y culturales son definidas

y categorizadas en función de un modelo

central europeo. En este caso, el joven

adolescente-estudiante, constituye una

categoría que, definida desde un presu-

puesto ideal, es construida en función de

lo que no es. En otras palabras, notemos

como el punto de referencia desde donde

se aborda el problema de la adolescencia,

Queda abierta la pregunta sobre

cómo podemos comprender a

estos, nuestros jóvenes, y cómo

podemos reorientar nuestros procesos

escolares. Estas preguntas serán tema

de otro análisis. Por lo pronto es bueno

que por lo menos concertemos en que

es necesario deconstruir y desaprender

los imaginarios que nos impiden ver de

forma diferente a los estudiantes que son,

sin discusión, el centro y razón de ser de

nuestras obras.

Referencias bibliográficas.

Arévalo, Oscar (1996) “Juventud y modernización tecnológica”. En: Pasos. Número especial: 44-46. Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI, 1996.

Foucalult, Michel (1976/2002)Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. Argentina, Siglo XXI 2002

Krauskopf, Dina (1992/1994) Adolescencia y educación. Costa Rica: EUNED 1994

42 43

Foto de familia Hno. Daniel(Hno. Daniel Julian González Patiño) 1909 - 1988 Ilustre científico colombiano 100 años de su natalicio

Foto de familia

44 45

pasaporteEn 1961 la Iglesia en Cuba perdió todos sus colegios

e instituciones docentes, y desde entonces no las ha vuelto a recuperar. El Estado cubano no le per-mite tener colegios o universidades propias. Pero la Iglesia no ha dejado de empeñarse en la forma-

ción de los niños y jóvenes cubanos. Simplemente, lo está haciendo de otra manera. Véase un ejemplo.

44

Educar en una Cuba sin colegiosa r a C e l i C a n t e r o gu i b e r t

Artículo reproducido con autorización de revista Vida Nueva España www.vidanueva.es

Se trata del Centro de Promoción

y Cultura de los Hermanos de la

Salle, localizado en Santiago de

Cuba, en donde 600 personas reciben

clases de inglés, informática básica, ges-

tión de pequeños negocios y secretariado

bilingüe, así como formación humana.

Además, 180 niños y adolescentes acuden

a la catequesis y aprenden sobre juegos

de mesa, informática y valores.

Alejandro Gómez es padre de

familia y el secretario del Centro,

y dice que se siente bien traba-

jando para la Iglesia en este lugar, que

está abierto a todos. También acuden

estudiantes internacionales de la Escue-

la de Medicina, como Madu Diakite, un

musulmán de Mali que ya se expresa en

perfecto español y que supo de La Salle

por otros compatriotas. En Santiago de

Cuba hay unos cien estudiantes de Mali

preparándose para ser médicos.

“Decidimos ofrecer formación a través de

los cursos que veíamos que podían tener

más atractivo”, explica el hermano de La

Salle Agustín Tentor, de origen argentino y

que lleva en Cuba desde el año 2002. Y aña-

de que “las Iglesias protestantes mandan

aquí a su gente para formarse, y los judíos

también, y muchos vienen porque se va

corriendo la voz”.

Como requisito para acceder al

programa, todo el alumnado debe

asistir a un curso de formación

humana, y “aunque es obligatorio, lo reci-

ben muy bien. Algunos incluso sólo vienen

por ese curso”, explica Tentor.

Pasaporte

La profesora es Isabel Guillén, una

religiosa claretiana española que

lleva 15 años en Cuba. Ella tiene

alumnos de todas la edades, jóvenes

desde los 17 años hasta mayores de 70;

también hay amas de casa y profesio-

nales. Isabel explica que ha conocido

estudiantes universitarios “que se dedican

a vaguear, que no tienen aliciente y que no

quieren un trabajo que les pueda retener a

la hora de marcharse del país”. Hay chicas,

en cambio, que para mantenerse, explica

la religiosa, “tienen que trabajar como

jineteras, en la prostitución”.

Quienes reciben el curso de forma-

ción humana “aprenden a escu-

charse, en los coloquios, aunque

piensen de manera distinta”. Isabel

emplea varias técnicas para enseñarles

a conocerse a sí mismos, como hablarles

de las distintas imágenes de Dios, o usan-

do instrumentos como el eneagrama (un

test de identificación de la propia perso-

nalidad a partir de la auto-observación).

La hermana Ángela Martínez, de

la misma comunidad que Isabel

y también española, afirma que

la labor de las religiosas en Cuba ha ido

cambiando a lo largo de los años: “Antes

el trabajo estaba muy centrado en la Igle-

sia. No nos dejaban otra cosa, y además

nos daba miedo. Ahora hacemos pastoral

social en los barrios y en las casas y tam-

bién trabajamos en la pastoral peniten-

ciaria”. Ella misma trabaja en lo que se

conoce como “el segundo frente”, la zona

de guerrilla donde peleó el hoy presiden-

te, Raúl Castro.

46 47

aHora Hay bautizados

Ángela colaboró en la preparación

de la visita del papa Juan Pablo

II a la Isla hace 10 años, formando

pequeñas comunidades. Ya antes habían

empezado la labor los claretianos, crean-

do comunidades en cinco pueblos. Ahora

realizan catequesis con una periodicidad

semanal y celebran la Eucaristía cada

cinco semanas. Antes no había bautiza-

dos, pero ahora sí los hay. Comenta Án-

gela que hoy en día en Cuba hay religiosas

estudiando en la universidad y trabajando

en hospitales, que pertenecen todos al

Estado. Además, explica, también hay

religiosas cubanas que son trabajadoras

sociales, así como una religiosa que ejer-

ce como médico.

Alfonso Galindo es otro de los

hermanos de La Salle que está en

el centro. Mexicano de nacimiento,

no para de contar anécdotas de algunos

alumnos que son maestros estatales y

que “luego llevan a su aula lo que aprenden

aquí sobre desarrollo humano”. El tercer

religioso del grupo es el cubano Osvaldo

Morales. Él era el superior cuando los

religiosos fueron expulsados de Cuba y

el Colegio de La Salle fue intervenido, en

1961. Osvaldo regresó a la Isla en 1989.

las utiliza la diócesis para cursos sobre

liderazgo, familia, Biblia, derechos huma-

nos, doctrina social Es lo que se conoce

como el Instituto Enrique Pérez Serantes.

Lo dirigeMacucha Campistrous, quien a

su vez imparte un curso sobre Derechos

Humanos que ofrece una gama de asun-

tos relacionados con la persona humana y

sus derechos a través de los siglos.

Incluso trata las aportaciones de Cuba

en las Naciones Unidas, dado que,

como la propia Campistrous subraya,

“la Constitución cubana de los años 40 fue

una de las más adelantadas de América

Latina en este aspecto”. Este estudio his-

tórico, dice, “da pie para compararla con la

Constitución de 1976, modificada en 1992, en

la que Cuba se define como un estado laico”.

Macucha está convencida de que la gente

más joven debería saber “que la historia

cubana no empezó en 1959”.

Por otra parte, a través de este Ins-

tituto, la diócesis ofrece apoyo para

los docentes estatales y organiza

talleres sobre los temas que “ellos piden

porque no los encuentran en otro lugar”,

explica Campistrous. Recientemente

el tema que se ha trabajado ha sido el

“constructivismo”, un método docente

basado en lo que el estudiante puede

construir. “La respuesta fue algo que no

esperábamos”, se alegra, y eso que “la

mayoría de los asistentes no son católicos ni

tan siquiera cristianos”.

Campistrous piensa que en Cuba,

actualmente, no se puede ha-

blar de calidad en la educación

primaria o secundaria o incluso en la

Universidad, y esto explica que se llenen

la ofertas de los centros de la Iglesia, los

cuales “ofrecen un enfoque distinto y en don-

de se habla más abiertamente y se aprenden

otras cosas que ayudan a la gente a crecer”.

Ella fue profesora de Física has-

ta que se jubiló, en 1998, a los

55 años. Además de dedicarse,

posteriormente al Instituto Enrique Pérez

Serantes, ha dado clases en el Seminario

de Santiago, que ahora no tiene estudian-

tes. En la enseñanza, ella ha vivido “los

cambios, la presión por las promociones. Me

gustaba dar clase. Si no fuera porque no me

gustaba lo demás, no me hubiera jubilado”.

Aunque ya es abuela, se mantiene

llena de actividades y reconoce

que las cosas han cambiado. En

los años 80 los creyentes tenían muchas

limitaciones: “La gente de mi generación

somos todos de Ciencias, porque sabíamos

que estudiar Letras era imposible para

los creyentes”. Ahora es distinto: “No hay

limitaciones para los católicos y pueden es-

tudiar carretas humanistas, como Derecho,

Psicología, Periodismo o Medicina”.

un país Con problemas de profesorado

A mediados del pasado mes de agosto, la ministra de Educación de Cuba, Ana Elsa

Velázquez, anunció un nuevo planteamiento para los conocidos como “profesores

generales integrales” (PGI), un proyecto iniciado hace ocho años por Fidel Castro para

salir al paso de la falta de maestros, permitiendo la docencia a graduados de ense-

ñanza media después de un curso de preparación de ocho meses.

Las autoridades cubanas han admitido que la educación, una de las banderas de la

revolución, tiene problemas de capacitación, éxodo de profesionales y bajas remune-

raciones. Es lo que movió a Raúl Castro a convocar, en el mes de julio, a profesores de

secundaria básica jubilados o a quienes dejaron la profesión, para que regresen a las

aulas, reduzcan el déficit de docentes y ayuden a enfrentar el deterioro general de la

educación. El Consejo de Estado autorizó a pagarles un salario además de su jubilación.

De esta manera, 4.000 maestros jubilados volverán a las aulas de Cuba en el nuevo cur-

so escolar y en cada escuela habrá dos docentes veteranos dedicados a preparar a esos

profesores “PGI”, que aparecieron en el año 2000 y que suponen un 40% de la fuerza

laboral docente en la enseñanza primaria y secundaria.

Los Hermanos de la Salle celebran

en 2008 un siglo de presencia en

Santiago de Cuba. Actualmente, el

edificio de la congregación, en el número

257 de la calle Trinidad, tiene una doble

vida. Por las noches, las mismas aulas

un método docente basado en lo que

el estudiante puede construir Los Hermanos de La Salle de

Cuba pertenecen al Distrito Antillas - México sur de la Región Latinoamericana Lasallista.

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Revista Somos [+]

CRóNICA

[Contexto del artículo]

Se trata de una historia que cuenta un

Hermano que trabaja en Magangué Bolí-

var y relata la historia de una viejita que

conoció en un viaje de chalupa.

[Imágenes]

¿Un rio?

QUE CORRAN LAS LÁGRIMAS

Hno. Carlos Andrés Forero. fsc

Cada salida a visitar alguno de los pue-

blos al sur de Bolívar, donde trabajan

jóvenes Voluntarios Lasallistas, es oca-

sión para descubrir múltiples e impresio-

nantes novedades, que me han permitido

recoger datos como para llenar cientos

de páginas con anécdotas que darían para

elaborar tragedias, comedias y hasta

obras de suspenso.

Fue justamente durante una de estas

romerías, que implican hasta siete horas

en una chalupa que surca las anchas

y raudas aguas del Río Grande de la

Magdalena o del Cauca –al que algunos

llaman río tumba– y de innumerables e

es como una especie de mal de huesos,

según ella misma, responde que para

ná’. Mis huesos están como acabándose,

pero son resistentes, es que yo llevo toda

la vida corriendo, y una trepada de vez en

cuando en chalupa no me hace daño. Lo

malo es que al viajar toca bajarse a donde

algún conocido en Magangué, y a mí eso

no me gusta… los arrimados, como los

muertos, a los tres días ya fastidian con el

olor, sentencia sabiamente.

Al explicarme cómo es eso de que lleva

toda la vida corriendo, me cuenta que ha

sido por la plata, que es el peor de los

demonios, y la violencia, que viene detrás

de ella. Cuenta que siendo niña, salió

corriendo detrás de su papá y su mamá,

de un pueblo de las sabanas del Cesar,

hacia las montañas del Sur de Bolívar,

en busca de oro, en las minas de esos

lados. Fue mi primera corrida, huyéndole

a la miseria que dejaba una sequía en los

campos. Luego, cuando el oro trajo plata

y progreso a ese pueblo, en las faldas de

la montaña, llegaron los guerrilleros. Mu-

chos se fueron porque decían que no iban

a trabajar para que otros bandidos se la

comieran fácil. Otros nos quedamos, pero

con el tiempo el oro escaseaba y las cuo-

tas de las vacunas aumentaban. Cuando

ya era más caro pagar, nos bajamos de la

montaña, corriendo a mil, para dejar a la

guerrilla sola en el monte. Ellos ni peinan

ni prestan la penilla. Y luego cuando

ya hacíamos algo para vivir, un lote, un

rancho, una canoa para vivir del pesca-

do, llegaron los que nos iban a salvar de

la guerrilla, los paracos. Pero acabaron

primero con varios de nosotros, simples

campesinos… y luego las masacres, que

no respetaban nada ni a nadie… has-

ta niños y mujeres preñadas cayeron

delante de todos los que de milagro y por

bondad de Dios nos salvábamos de morir.

¿Y entonces qué? Vuelva y a correr. Por

eso, mijito, siete horas en chalupa es un

paseo.

Le pregunto a Marielis, por picarle la

lengua, si todavía le quedan ganas de una

carrera más. Ella extravía su mirada en

lontananza, y por primera vez ante una

pregunta se queda pensando unos segun-

dos… Si me vuelve a tocar otra época así,

yo no corro más… ya para qué… la vida

mía es poca, que corran mis hijos; por mi

parte que corran las lágrimas, porque

mis piernas apenas alcanzan para saltar

por buen puesto en la chalupa.

Recuadro

[Este es un recuadro informativo de la

crónica. La tipografía y estilo no debe

quitarle protagonismo a la crónica]

Los Hermanos del Distrito Lasallista de

Bogotá hacemos presencia en el sur del

Departamento de Bolívar, en la costa

norte del país, con dos comunidades en

la Diócesis de Magangué: La Comunidad

Hermano Miguel, que apoya la capacita-

ción de los maestros rurales en la zona

urbana y rural; el trabajo educativo del

Instituto Técnico Diocesano, y la anima-

ción litúrgica y de la Vida Religiosa en

la Diócesis. También está la Comunidad

del Voluntariado Misionero Lasallista en

donde Hermanos y jóvenes voluntarios

hacen comunidad y comparten su vida y

trabajo en diferentes corregimientos a la

orilla de los Ríos Magdalena y Cauca.

También la Universidad de La Salle hace

una importante labor social con su pro-

grama en convenio con la Fundación Car-

men Pardo Valcarcel y el Ayuntamiento de

Madrid (España) y ofrece el Diplomado en

Liderazgo Social.

La presencia Lasallista en la Diócesis

de Magangué empieza en 2004 con la

Comunidad Hermano Miguel y se en-

riquece en 2008 con el Voluntariado

Misionero Lasallista y el Diplomado de

la Universidad de La Salle. Estas obras

Que corran las lágrimas

Lasallistas se incorporan al trabajo de la

Diócesis, apoyando el Proceso Diocesano

de Renovación y Evangelización (PDRE)

no sólo en Magangué sino en los muni-

cipios de la Diócesis. En tales lugares,

especialmente los que se ubican en el Sur

del Departamento de Bolívar, el PDRE se

complementa con los Procesos Ciuda-

danos y Constituyentes que se adelantan

para promover la justicia, la inclusión y la

reconstrucción del tejido social, en estos

sitios donde la violencia, la exclusión y la

corrupción han retrasado el desarrollo

social.

innombrables caños y ciénagas, a las que

por estos lares llaman ciénegas, cuando

me encontré a una anciana mujer que

había tenido que viajar esas siete horas

para poder recibir atención básica en

salud y tratar una dolencia que la tenía

muy maluquiada.

No es raro encontrar por las anegadas

tierras de estas poblaciones auténticas

matronas, relatos vivientes de historias

cuasi centenarias, que con el único estí-

mulo de una pregunta desprevenida, son

capaces de entretenerte durante todas

las horas de un viaje que sin su prolífica

labia serían una absoluta desidia.

Su nombre es Marielis, tal cual y no es

el cariñoso diminutivo de Mariela. Ese

nombre da fe de una curiosa tradición de

ponerle a la gente nombres terminados

en ese, la misma ese que su acento omite

en la conversación cotidiana, pero que al

tratarse del nombre propio silba sonora

en los labios de sus portadoras. Como

Marielis, existe Leydis, Nellys, Sorelis y

muchas más…

Marielis pasa fácilmente de los 80 abri-

les, es delgada, como buena parte de las

longevas mujeres que se ven por estos

pagos, y con la misma facilidad con que

habla de su vida, ser ríe a carcajadas

dejando al aire sus despobladas encías,

de las que se asoma tímidamente uno que

otro colmillo. Con su hablar acompasa-

do, me dice, como disculpándose por el

empujón que me acaba de dar, que hay

que avisparse para coger este puesto,

que es el mejor para viajar. Se trata del

espacio que hay para sentarse en la

segunda hilera de sillas de la chalupa: no

es bueno hacerse en ningún extremo, ni

adelante ni atrás, ni mucho menos en los

lados, porque o te friega el sol, o la lluvia

o las aguas del río que se meten cuando

el chalupero coge una ola o da una curva

muy rápida. Tal es la fe a este puesto

que resultaba admirable la agilidad para

hacerse de él, cuando se metió casi de

un brinco desde el muelle flotante a la

chalupa.

No sé si es por la velocidad que agarra la

chalupa o por aseo personal pero de su

descuidada boca sólo salen palabras…

para nada un aliento malo que le hagan a

uno desear que la conversación se acabe

pronto, como suele suceder incluso entre

personas jóvenes muy dedicadas a aten-

der varios asuntos menos los referidos a

la higiene oral.

Cuando le pregunto si un viaje tan largo

en un medio tan estrecho y maltratador,

no le incomoda para su enfermedad, que

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Somos [+] - Reportaje Gráfico

Esquema textual para acompañar el reportaje trafico de la Posesión del Hermano Visitador.

[Lo gráfico]

Bueno estamos de acuerdo que no queremos un collage. Nos toca fajarnos ahí por aquello que el Hermano criticó que no le hemos pasado las fotos y hay que escoger las mejores para imprimirlas en papel fotográfico.

Se puede manejar un 22.11.08 que es la fecha de la posesión.

Aquí de fondo de puede manejar el logo del Distrito, el signun fidei, etc.

Posibles contenidos que acompañan las fotos.

Hno. Jorge Enrique Molina Valencia Bogotá, 5 de enero de 1954 Bachiller del Instituto La Salle – Bogotá Visitador 2008 - 2012

[Esta es como una intro]

Los Hermanos de La Salle, así como todas las comunidades religiosas, elegimos entre nuestros Hermanos a algunos que lideren las responsabilidades de animación y gobierno. En nuestro caso, se elige un Hermano del Distrito para que asuma este ministerio durante un periodo de cuatro años, que puede ser renovado , la elección se realiza de acuerdo a unos sondeos que se realizan entre los Hermanos y de los cuales resulta una terna que es enviada al Hermano Superior General, quien luego de oír el parecer de los Consejeros Generales, envía la obediencia al nuevo Hermano Visitador.

El Gobierno del Distrito de Bogotá tiene como cabeza principal al

22.11.08

Hermano Visitador, quien junto con los Hermanos Consejeros vela por que la vitalidad de la misión se mantenga y se cumplan cada una de las Disposiciones del Capítulo de Distrito que es una asamblea de carácter pastoral y administrativo que manifiesta la unidad profunda existente entre los Hermanos y les permite participar efectivamente en forma directa o delegada, en las instancias de reflexión y de decisión del Distrito. (R.128)

[ Este sería un párrafo principal ]

El 22 de noviembre del año pasado se llevó a cabo la posesión del Hermano Jorge Enrique Molina Valencia como Visitador de nuestro Distrito. Esta ceremonia se realizó en torno a la fiesta de la presentación de la Santísima Virgen María que se celebra cada 21 de noviembre. A este importante

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momento asistieron varios Hermano, amigos, familiares y representantes de la familia lasallista. El Hermano Edgar Nicodem, Consejero General y representante del Hermano Álvaro Rodríguez Echeverría, Superior General del Distrito, fue quien leyó la Obediencia.

[Esta es como una aclaración de quién es o que hace un Hermano Visitador]

Este es el artículo de nuestra REGLA que habla de quien es el 1. Hermano Visitador, en torno a este texto puede girar el reportaje gráfico.

La Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en su numeral 132 explica que significa la persona del Hermano Visitador en la vida de un Distrito:

El Hermano Visitador es el garante de la unidad y vitalidad del Distrito; es el primer responsable y el primer animador del mismo. Ejerce su autoridad de superior mayor según las normas del derecho canónico y del derecho particular del Instituto, y de acuerdo con las directrices emanadas del Capítulo de Distrito.

El Hermano Visitador está al servicio de sus Hermanos, los escucha de buen grado y se mantiene en contacto con ellos; se preocupa de continuo por favorecer el desarrollo de la vocación personal de cada uno, y por promover entre todos estrecha colaboración para mejorar la realización de su misión a través del conjunto de sus obras.

El Hermano Visitador constituye las comunidades y designa a los responsables de los distintos cargos según las disposiciones que establezca el Capítulo de Distrito. Visita a las comunidades y asegura la vinculación con la Región y con el Centro del Instituto.

Admite al noviciado y a los votos, salvadas las disposiciones previstas en el Estatuto 95b; concede las autorizaciones que prevé el derecho, entre ellas la de publicar escritos que traten cuestiones de religión o de costumbres.

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somos [+] – sección no séintro:Luego del proceso de formación inicial, que en la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas dura seis años*, los Hermanos que acaban su escolasticado son enviados por el Hermano Visitador a diferentes colegios. En este 2009 estos son los Hermanos que salen a su nueva comunidad apostólica:

*Proceso de formación de los Hermanos de La Salle

2 años de Postulantado (Chía – Cundinamarca)•1 año de Prenoviciado (Bogotá DC)•1 años de Noviciado (Rionegro – Antioquia)•2 años de Escolasticado (Bogota DC)•

Hno Edwin Adolfo Garavito MuñozEdad: 23 añosLugar de nacimiento: Bogotá

Egresado: Academia La Salle – San BenildoEstudios Superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: Colegio La Inmaculada de Orocué - Casanare

Hno. Carlos Alberto Rodas LondoñoEdad: 33 añoslugar de nacimiento: Cisneros - AntioquiaBachillerato: Colegio nuestra Sra de la Sabiduría / Puerto López - MetaEstudios Superiores: Tecnólogo en ingeniería

de sistemas IX semestre de la Licenciatura en filosofía y letras

Comunidad actual: Instituto San Bernardo de La Salle

Hno. Juan Carlos Montaño JuradoEdad: 25 añosLugar de nacimiento: Zipaquirá - CundinamarcaBachillerato: Colegio Santiago Pérez (Zipaquirá)Estudios superiores Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: IE.

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Politécnico Álvaro González Santana - Sogamoso

Hno. Daniel Felipe Niño LópezEdad: 23 añosLugar de nacimiento: BogotáBachilerato: Instituto San Bernardo de La SalleEstudios superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad a la que van a ser enviados: Comunidad Hermano Miguel Magangué - Bolívar

Hno. Oscar Eduardo Silva Camelo (el que no estuvo en las fotos)Edad: 23 añosLugar de nacimiento: Bogotá Bachillerato: Instituto San Bernardo De La SalleEstudios Superiores : Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: IED Colegio Sagrado Corazón de Jesús-Cúcuta

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