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Revista de los Lasallista del Distrito de Bogotá, publicada por el Servicio de comunicaciones y publicaciones - DLS

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Page 1: Revista Somos Más - La Salle

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Poner este roto país a comunicar. Jesús Martín Barbero tituló así el discurso que pronun-ció cuando la Pontificia Universidad Javeriana le otorgó el doctorado honoris causa y donde desarrolló la tesis que Colombia es una país sin un relato nacional que lo cohesione. Pero, ¿tenemos un país roto?, ¿acaso no nos comunicamos?

Un país con un conflicto armado, donde la polarización ideológica y política se incrementa día a día, empieza a ser el escenario óptimo para dar razón a las palabras del senador norteame-ricano Hiram Johnson durante la Primera Guerra Mundial: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. Diarios, revistas, radio periódicos, tres telenoticieros cada día (simultáneos en varias cadenas nacionales e internacionales), información en tiempo real vía Internet, mensa-jes SMS y otras formas de acercarse a la realidad no son suficientes. El verbo comunicar se confunde con el verbo informar –desinformar-.

Pero ¿cómo comunicar en un país donde se restringe la creación de emisoras comunitarias y el enlace entre las mismas está prohibido? ¿En donde las licencias de transmisión cuestan millones de dólares, los nuevos medios impresos no son viables, el periodismo regional está bajo amenaza constante y disentir significa poner en peligro la vida?

Somos Más quiere ser un puente que integre. De ahí que la portada de este número nos invite a entrar y a unirnos con las palabras, con los relatos de vida, con la investigación, con las opiniones. Somos Más, la revista de los lasallistas del Distrito de Bogotá, es un espacio para contribuir a esta tarea de poner a comunicar este país roto. No quiere ser una revista endémica para unos miles que comparten una espiritualidad y una herencia pedagógica que data de más de tres siglos. Somos Más es la voz de una comunidad académica, educativa y católica que tiene algo que decir al país, a los maestros, a los agentes sociales y culturales. Esta pretensión comunicativa requiere no sólo de un cuidado en el aspecto editorial, que tiene que ver con la preparación, la planeación, el diseño y la producción de cada número de nuestra revista, sino también con la forma como hacemos visible el trabajo con los niños y con los jóvenes, y con nuestras indagaciones sobre la educación, la escuela y el país.

Somos Más es un espacio creado por los Hermanos de las Escuelas Cristianas del Distrito Lasallista de Bogotá para todos aquellos lasallistas que quieran ayudar a reconstruir el espíritu quebrado de la nación, para dejar atrás la imagen con la cual hace unos años Daniel Pécaut dibujó la realidad: “Colombia es un país atrapado entre el bla-bla-bla de los políticos y el silencio de los guerreros”.

En sus manos está la revista Somos Más, así que lo invito a pasar la hoja y a empezar a leer nuestro primer número.

Carta del editor

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Somos Más es una Publicación de la Congregación de los Herma-nos de las Escuelas Cristianas - Distrito Lasallista de Bogotá que circula trimestralmente. NIT: 860009985-0

Somos Más. Número 1. Marzo 2009 Bogotá DC.

Servicio de comunicaciones y publicaciones – Distrito Lasallista de Bogotá

Superior Provincial:Hno. Jorge Enrique Molina Valencia FSC

Director y editor general:Hno. Jorge Alexander González Morales [email protected]

Consejo editorial: En conformación.

Diseño y diagramación:La dupla comunicacioneswww.ladupla.net

Dirección de arte:Davián Martínez RibónCarlos Alberto Rivas Bustos

Corrección ortotipográfica:María del Pilar Palacio Cardona

Preprensa digital e impresión:Zetta comunicadores

ISSN 2027-3452

Colaboradores en este número:Hno. Óscar Augusto Elizalde Prada, Hno. Leonardo Enrique Tejeiro Duque, Hno. Frank Leonardo Ramos Baquero, Hno. Carlos Forero Forero, Hno Manuel Cancelado Jiménez, Araceli Cantero Guibert, Agradecemos su colaboración a la Revista de La Universidad de La Salle y la revista Vida Nueva de España.

Las opiniones y/o comentarios expresados en los artículos que son publicados en la revista Somos Más son responsabilidad exclusiva de los autores y no reflejan necesariamente la opinión de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Los artículos de Somos Más pueden ser reproducidos y trasmitidos por cualquier medio análogo o electrónico bajo las condiciones de la Licencia Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Colombia e informando al editor.

Conoce más de CreativeCommons en www.creativecommons.org

La Salle publicaciones – Servicio de comunicaciones y publicaciones Distrito Lasallista de Bogotá.

www.lasalle .org .coCarta del editor

Desde la Casa Provincial

Palabras al viento Sobre San Alejo o de cómo ser un buen maestro obsoleto

Diálogos: El Museo de La Salle, un homenaje a la diversidad biológica y cultural

Personaje: “Se es agua o se es pescado” La profesora Beatriz

La vocación de los laicos en el documento de Aparecida

El plus: Somos Más

La centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres

El Faro: El Hno. Aptat François.

Infografía

Hiperrealidad de lo juvenil

Foto de familia

Pasaporte: Educar en una Cuba sin colegios

Crónica:Que corran las lágrimas

Lente: 22.11.08

Mirando al futuro

Gente

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1216

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3436

4244

4850

5456

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Desde la Casa ProvincialSaludo del Hermano Visitador

Queridos Hermanos y lasallistas:

El evangelista San Juan dice en su primer capítulo que “En el principio existía la Pala-bra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe”. Con la llegada de la Revista Somos Más, la palabra tiene otro medio para difundirse por todo el territorio nacional donde el Distrito de Bogotá está presente; esta publicación responde a la tra-dición de los Hermanos de La Salle de utilizar los medios de comunicación social para difundir la Buena Noticia y también para compartir ideas, opiniones y sueños sobre la educación, la catequesis, la pastoral, la cultura y la vida de los niños y de los jóvenes en general.

En este año de 2009, muchos son los acontecimientos que marcarán la vida del Distrito y que seguro podrán presentar puntos de reflexión para todos los lasallistas: El trabajo de animación constante de la Asamblea de la Misión Educativa Lasallista, la visita del Hermano Superior General, la reflexión sobre los nuevos modelos de evaluación en los colegios, entre otros importantes momentos que viviremos justos como Distrito.

Somos Más es una revista que recoge la experiencia, los sueños, preocupaciones e ideas de todos los lasallistas del Distrito. Es por eso que hemos querido que en cada una de sus páginas se refleje el pensamiento colectivo de hombres y mujeres que desde su rol de educadores buscan caminos para llevar a las niñas, a los niños y a los jóvenes a vivir en un mejor país, en un mejor ambiente de valores y donde el reconocimiento del otro les recuerde que unidos Somos Más.

En La Salle

Hno. Jorge Enrique Molina Valencia

Visitador

Fotografía: Davián Martínez

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Sobre San Alejo, o de cómo ser un buen maestro obsoleto

Palabras al viento

Hn o . Ma n u e l C a n C e l a d o J i M é n e z

i l u s t r a C i ó n: Va n e s s a tr e M a i n

Hace algún tiempo las directivas de la Universidad de La Salle le pidieron al Hermano Manuel Cancelado que dirigiera unas palabras a los docentes para homenajearlos en su día. Es así como llega a las páginas de Somos Más este discurso lleno de palabras que, al ser unidas a la práctica docente, pueden ayudar a sacudir el espíritu de todos aquellos que han escogido el arte de enseñar como la forma de ser felices.

Sobre San Alejo, o de cómo ser un buen maestro obsoleto

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Buenas noches.Algo que he admirado desde siempre en los investigadores

es la capacidad de estos para encontrar cosas novedosas en lo que el común de los mortales no vemos nada distinto a lo evidente. Me ocurre con las cosas más insulsas, como la sorpresa que viene cada mes con las nuevas mejoras en los cepillos de dientes y, por supuesto, con los artefactos electrónicos. Es como si el Melquiades de la tecnología se hiciera presente cada mañana para sorprender con el hielo celular, el magneto de las telecomunicaciones o la alquimia de los medicamentos, que igual sirven para adelgazar que para entrar en carnes.

El párrafo anterior sólo es una ex-cusa para intentar explicar por qué no hablaré de San Juan Bautista

De La Salle en ésta su fiesta. En verdad admiro a Hermanos y seglares que cada año publican páginas enseñando nuevas originalidades del Santo de marras; claro que no a todos, pues no dejan de estar los que se la pasan “redescubriendo”, “reen-contrando”, hallando “nuevos significa-dos”, cuando no es que están “bebiendo de la fuente”; esotérica frase usada con el fin de asegurar lo prístino de sus averi-guaciones. Yo, en cambio, he sido incapaz de siquiera aprender las doce virtudes del buen maestro que propusiera el Hermano Agathon y sobre las cuales han corrido ríos de tinta: todos profundos, todos inte-resantes, todos enjundiosos; pero igual, si exceptuamos la piedad, aplicables tanto a un maestro de escuela como a uno de artes. Y esto porque en mi poco entender observo que “las virtudes” se orientan más hacia intentar resumir cómo es un buen maestro, pero poco dicen de aquello que hace un buen maestro.

Así pues, y una vez hecha mi hu-milde declaración de impotencia intelectual para exponer algo

novedoso sobre San Juan De La Salle,

debo confesar igual que hube de echar mano del santoral para ver en quién me inspiraba entonces. Uno a uno fui visitan-do los días del calendario litúrgico con la deliciosa esperanza que surge de la fe poco ilustrada, aquella que nos permite adivinar la voz de la Virgen en el viento, o la voluntad de Dios en una caída por las escaleras; esa fe de carbonero tan nega-da en público como buscada en privado.

Y casi sin querer, cuando aún sentía los ecos del vallenato que recuer-dan que el “16 de julio es la fiesta

de la Virgen del Carmen” (cfr. Díaz Dio-medes, cacique de la Junta, en una parte de su dilatada obra) repito que aún entre aquellos ecos, heme aquí hallado enfrente de cegadora y potente luz. De no ser pe-cado, podría jurar que las letras de aquel libro conocido por mí desde tiernas edades se me revelaban entonces en sánscrito evasivo y, sin embargo, podía yo entender-las…, ¡oh misterio, oh gozo!. El 17 de julio leí: Santas Justa y Rufina, alfareras y már-tires, siglo IV. San Alejo, mendigo, siglo V. Y será de éste (Alejo), y no de aquellas (Justa y Rufina) de quien nos serviremos para apoyar estas palabras de las que mucho temo no van a ser la “exaltación” prometi-das en el programa.

Revelome pues el santoral que San Alejo era hijo de un rico senador romano que cansado de esa vida

llena de bienes materiales que todos odiamos, ya sea porque viajando por tierra se conoce más, o porque las len-tejas tienen tanto hierro como la carne, o porque comer huevo todos los días nos llena de triglicéridos. En fin, Alejo al igual que nosotros se aburrió del exceso de comodidades y se marchó para Siria a mendigar ¡que ya es mucho decir!… Como si la Vía Apia no fuese entonces ya lugar de encuentro de indigentes vecinos de las tumbas de almas sembradas en su amplio recorrido. Pero bueno, no nos de-tengamos en nimiedades porque si el hijo

de un senador romano no tiene derecho a escoger en donde mendigar, entonces sí que estaríamos descubriendo la verdade-ra causa de la caída del Imperio.

Pasado algún tiempo, sucedió que un hombre reconoció a Alejo y le contó a la gente que ese mendigo era

hijo de plutocrática familia; huyó entonces Alejo despavorido de Siria para evitar ser víctima de honores y homenajes –como los de esta noche– y regresó a Roma a casa de sus padres, quienes no fueron capaces de reconocer bajo los harapos (lo que el tipo aquel en Siria sí hizo) al hijo que habían perdido antes. Decidieron sin más recibir al mendigo y le dieron por habitación un hueco que había debajo de una escalera. Tengo la sospecha de que ese lugar no se llamaba entonces cuarto de San Alejo, porque Alejo apenas iba en mendigo y le faltaba morirse y hacer milagros, pero me atrevo a sospechar que podían llamarle “lugar de chécheres” en latín coloquial “locus checherae” que, si me apuran, bien puedo hacer coincidir con el nominativo plural de la primera declina-ción: checherae, checheras, checherarum, checheribus… ¡chécheres!

Cuenta la leyenda que Alejo enfer-mó y, antes de morir, reveló a sus padres su identidad secreta: “Alejo

filos totus tuos est” (a día de hoy: “soy… vuestro… hijo…”). Desde entonces a ese lugar bajo las escaleras se le denomi-na cuarto de San Alejo; y aunque no ha faltado quien haya metido a vivir allí a la muchacha del servicio doméstico, ha sido más bien destino de electrodomésticos dados de baja, del talego de los talegos, de la caja del primer televisor a color y hasta de cosas insólitas, como el lulo transfigurado en pasa por un descuido, el polvo y el tiempo.

El cuarto de San Alejo es el lugar a donde llevamos lo obsoleto, que no es lo mismo que lo desechable.

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Allí guardamos, como si le hiciéramos reverencia, la caja de los primeros Adidas comprados con el sueldo cuando trabajar significaba mucho más que estar em-pleado. He sido testigo de cómo algunas personas han desocupado este lugar en busca de algún objeto y ven entonces cómo aparece un tiple roto, un tarro de pintura ahora seca, una olla vieja o las mangueras de una aspiradora en des-uso. Lo cierto en ellos es que, aunque sentimentalmente importantes, son por completo obsoletos. Lo racional sería deshacernos de ellos, pero ¿a quién le importa ser racional, o dejar de serlo, ante el zapatín del primogénito? Que una madre decida guardarlo en el cuarto de San Alejo en lugar de colgarlo del retro-visor del automóvil sólo habla bien de su buen gusto, no dice nada en contra del cariño por su hijo.

T al vez sea allí a donde llevamos los objetos y las experiencias que se resisten a desaparecer porque

son reconocidos como memoria explícita de los hitos que han marcado el sendero de nuestras vidas. Y así como San Alejo es el lugar de la última esperanza, dado que si aquello que buscamos no está en la mesa de noche, ni en el armario, ni en el gabinete del baño… entonces debe estar allí. También nos sirve a algunos de refugio mental cuando sentimos que los retos a enfrentar superan nuestro umbral de la valentía, convirtiéndose entonces en el hogar desde el cual hacemos de la humillación una virtud.

Lo obsoleto de las cosas que abundan en el cuarto de San Alejo se resiste a desaparecer porque

lo mismo nos divierte o nos produce nostalgia. Igual ocurre cuando asistimos inermes a una reunión de ex alumnos y entonces somos el blanco de sus mofas y burlas, lo patético es reírnos con ellos cuando algunos se burlan de nosotros. Y nos vamos contentos… cómo nos quie-

ren… cómo nos recuerdan… el buen maestro obsoleto sirve entonces, y mu-cho, en esas fiestas del recuerdo.

Supongo que del buen maestro ob-soleto se habla en pasado: “llegaba temprano”, “nos hacía rezar”, “sus

tableros eran ordenados”, “‘siéntese la dama…; chistosito muy el caballero’, eran sus frases”… Y adivino que del buen maestro, a secas, se habla en presente y en futuro: “necesito hablar con usted”, “présteme plata”, “me voy a divorciar”, “¿quiere ser la madrina de mi hijo?” El buen maestro obsoleto se acostumbró a enseñar y olvidó aprender. Con tanto examen llegó a pensar que lo importante eran las respuestas (nadie es lo suficien-temente sabio); con tanto por divulgar no se enteró de lo vital que es indagar. El buen maestro, a secas, es solicitado no porque sus respuestas sean soluciones, sino porque comparte las dudas y afanes que hacen de la aritmética una nimiedad ante las complejidades del diario vivir. Ahora bien, si tuviese que decir algo sobre la obsolescencia a adolescentes, creo que la figura de San Alejo no sirve a tal propósito. Las nuevas viviendas no se pueden dar el lujo de tener espacios inte-riores dedicados a lo entrañable aunque obsoleto. En términos de un pastoralista pudiésemos decir que son los signos de los tiempos; ya no hay lugar para lo obsoleto, ni siquiera en las edades del pensamiento débil y la moda light o quizá por ello mismo. Estas son épocas en las que la memoria se lleva en un bolsillo y el tiempo en una tarjeta: la gente se queda ‘sin minutos’ y no se muere… ¡Y hay quien se pregunta qué es eso de relatividad!

No obstante, haber acusado la imposibilidad para decir algo relevante sobre nuestro patrono,

sería más que necio no poder reconocer-le haber sido un buen hijo de su tiempo; ciertamente no poca cosa si hemos de considerar el momento histórico en el

cual le correspondió vivir, compartiendo planeta con titanes de la talla de Newton o Pascal. En 1651 recién había fallecido Descartes, y Galileo llevaba de difun-to los mismos nueve años de edad que tenía Newton. Entre 1651 y 1719 Hobbes presentó sus obras, Boyle y Fermat sus experimentos, Moliere a las “preciosas ridículas” y Jackes Bernouilli el cálculo de probabilidad. La Fontaine enseñaba con fábulas mientras Velázquez pintaba ”las meninas”; Newton y Leibniz se disputaban la creación del cálculo infinitesimal, y Vivaldi, Handel o Bach igual amenizaban carnavales en Venecia que animaban la presentación de los reales fuegos artifi-ciales, o se inmortalizaban en Brandem-burgo. El monarca francés era el ‘rey sol’, y de la Marquesa de Sévigné o de Madame de la Fayette, vecinas de París, no tengo idea de lo que hacían; pero sí sé que Juan Bautista De La Salle estaba ocupado en la fundación de los “Hermanos de las Escue-las Cristianas”. Incluso para un diletante, es claro que en La Salle la obsolescencia no fue una opción. Es más, en un período atestado de prodigios y de genios, supo responder con originalidad y pertinencia a las necesidades de una sociedad que no ignoró y que, por el contrario, apoyó y promovió con el compromiso de su propia vida. Con todo esto, si se me preguntara cómo convertirse en un buen maestro, a secas, tendría que responder que no tengo idea. Y aunque he de reconocer que hablo desde la angustia de la obsolescencia, desde el frío socavón del San Alejo, desde el refugio de la cobardía al que llaman madurez y desde el temor de no respon-der a una Institución que ha decidido ser un lugar que aprende en lugar de ser uno que enseña; al leer el nuevo Proyec-to Educativo Universitario Lasallista no puedo más que admirar a una comunidad educativa que se yergue orgullosa ante compromisos ingentes. Es difícil entonces no preguntarse por la capacidad, calidad y potencia de saberes que una Universidad como la nuestra requiere.

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Entre las varias cosas que no le permiten al ánimo sucumbir ante los embates de la duda, se

encuentran las maestras y maestros que han sido reconocidos tanto por sus pares como por sus estudiantes como “profe-sores excelentes”. Ellos y ellas son un “sí se puede” robusto y sonoro. También están los escritores, quienes nos ofre-cen sus reflexiones, sus opiniones, sus preguntas; los que nos invitan a dialogar con ellos en blanco y negro para así dotar nuestro pensamiento de nueva luz y color. Y qué pensar de quienes además de publicar han sido designados como

dignos de pertenecer a la lista de un canon; de estos hay que decir que no son quienes abren el camino, sino los que exhortan a realizar el propio. Su trabajo más que ejemplo es un reto e invitación constante a dejar la obsolescencia; a no contentarnos con ser buenos, sino a buscar ser siempre mejores.

Renglón aparte y mención espe-cial merecen todos aquellos que compartieron los recintos de este

magno claustro y que ahora se hacen infinitos para vivir en la eternidad; la dedi-

cación fiel y profesional a nuestro trabajo se convierte en la única manera de rendir tributo a su memoria. A todos ellos, paz en su tumba. Sólo resta agradecer el haber podido dirigirme a ustedes, en esta noche feliz en la que nos reconocemos como mujeres y hombres trabajando en un oficio muchas veces criticado y no po-cas denostado, pero igual profundamente amado y necesario; agradecer porque de algún modo nos une el mismo afán: hacer de este país un lugar distinto a un cuarto de San Alejo.

Nota: estas palabras fueron publicadas en la revista de La Universidad de La Salle Núm. 44

“Tal vez sea allí a donde llevamos los objetos y experiencias que se resisten a desaparecer porque son reconocidos como memoria

explícita de los hitos que han marcado el sendero de nuestras vidas.”

Fotografía: SXC

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Diálogos

El Museo de La Salle, un homenaje a la diversidad biológica y cultural

El Museo de La Salle es un centro de estudios en diversidad

biológica y cultural adscrito al Departamento de Ciencias Básicas

de la Universidad de La Salle.

Sus colecciones hacen parte del patrimonio de la Nación, están bajo

el cuidado de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y son administradas en comodato por la Universidad de La Salle de Bogotá.

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Lugar: Carrera 2 Núm. 10-70, Universidad de La Salle – Sede

La Candelaria, Bogotá – Colombia

Identificación Internacional: MLS-BOG

Año de Fundación: 1904

Misión: Fomentar la apropiación del conocimiento y buscar que

las personas conozcan el patrimonio natural y cultural del país.

Tarifas: Niños $2000, jóvenes y adultos $3000, adultos mayo-

res y niños menores de 5 años entrada gratuita

Cómo llegar: Transmilenio estaciones: Las Aguas o Museo del Oro

Por Internet en: www.museo.lasalle.edu.co

[entrevista]Hno. José Edilson Espitia Barrera Director del Museo

[SM] ¿Qué es un museo?

HJEEB: Es el lugar de la inspiración y la memoria de la humanidad.

[SM] Los museos: ¿una ventana al pasado?

HJEEB: Para un museo son esenciales sus colecciones (las cosas viejas), pero lejos de ser una bodega de múltiples objetos, es un espacio que fomenta en los ciudadanos el encuentro con su patrimonio y hace un empalme entre el pasado, el presente y el futuro, de ahí que los museos son agentes de cambio social y de desarrollo.

[SM] ¿Y qué es el Museo de La Salle?

HJEEB: Es un centro de estudios en diversidad biológica y cultural creado por los Hermanos de La Salle para recordarle a los ciudadanos que vivimos en una tierra llena de recursos y posibilidades.

[SM] ¿Qué podemos ver en él?

HJEEB: Tenemos exhibidas taxidermias (animales disecados), mon-tajes osteológicos (esqueletos), muestras de fósiles y minerales.

[SM] ¿Qué podemos aprender en el Museo de La Salle? HJEEB: Por ejemplo, la situación de varias especies que están en vía de extinción, qué se está haciendo para preservarlas y ver de cerca muchos animales que no son estrellas de Animal Planet: ¿conoce el paujil del Magdalena? [SM] Aparte de la exhibición, ¿qué otras actividades hacen en

el Museo?

HJEEB: Un trabajo permanente de investigación en torno a la biodiversidad, enmarcado dentro del concepto de desarrollo hu-mano integral sustentable. Un ejercicio de curaduría (cuidado) de la colecciones a cargo de botánicos, entomólogos y zoólogos. Con un grupo interdisciplinar conformado por físicos, ingenie-ros, arquitectos, biólogos, optómetras y estudiantes de licencia-tura en biología, en ciencias naturales y educación ambiental, se está enriqueciendo el Proyecto Pedagógico del Museo. Varios estudiantes de la Universidad de La Salle realizan sus prácticas profesionales apoyando procesos como sistematización y cata-logación de colecciones científicas, guías de visitas especializa-das y apoyo en otras áreas del museo.

[SM] ¿Las actividades del museo sólo se desarrollan al Inte-

rior de su sede?

HJEEB: No. Uno de los propósitos del museo es llevar su rique-za a otros ambientes por medio de exposiciones itinerantes y temporales, así como liderar actividades académicas, semina-rios y talleres, en diferentes temáticas y espacios educativos.

[SM] ¿Y qué viene para el museo? HJEEB: Fortalecerse como una empresa cultural, seguirse re-novando en sus estrategias pedagógicas, redefinir sus líneas de investigación, ser uno de los sitios que toda persona que viene a Bogotá deba visitar y, por supuesto, un sitio obligado para los habitantes de la ciudad.

[SM] ¿Cómo se puede vincular un ciudadano con el museo?

HJEEB: Primero visitándolo. Mucha gente desconoce la existen-cia de este lugar maravilloso. Y puede vincularse a la Asociación de Amigos del Museo de La Salle ([email protected]).

Directores

Hno. Apolinar Maria (1904 – 1949) Hno. Nicéforo María (1950 – 1980) Hno. Daniel J. González Patiño (1980 – 1988) Hno. Roque Casallas Lasso (1989 – 2007) Hno. José Edilson Espitia Barrera (2008 )

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o se es pescado”“Se es agua

Eran las nueve de la noche. Ella descansaba en su casa después de una larga jornada que minutos

antes había culminado, pues coordinaba la educación primaria nocturna para adultos. De pronto se escucharon varios disparos de fusil, lo primero que pen-só fue en correr hacia el colegio, pues la separaban sólo dos cuadras y allí estaban sus alumnos, pero los disparos se intensificaron; pasaron 15 minutos y todo quedó en calma. Sin embargo, tres explosiones interrumpieron el silencio. A unos doscientos metros las paredes de la Caja Agraria, la estación de policía y el Banco Ganadero quedaron en el suelo; fue uno de los tantos episodios de guerra que le ha tocado vivir de cerca. Estamos con Beatriz, es una sala familiar, los si-lencios son inundados por el zumbido del ventilador, ella evita la mirada y se siente incómoda cuando se le toman fotografías, está contando su vida y dice: “Me vine por tres meses al Caquetá y llevo veinte años”. Su mamá le exigió no trabajar en aquel lugar “tan lejano y peligroso”, pero

Su trabajo en el Colegio Dante Alighieri es reconocido por estudiantes, cole-gas y egresados. Es popular entre sus alumnos, aunque muchos tienen varias quejas por sus estrictas reglas en cla-se; quejas que desaparecen cuando ya se han graduado y en la universidad la valoran aún más. La perfección es una búsqueda constante en todo lo que hace y para sus estudiantes esto se traduce en largas lecturas, varios talleres, no pocas evaluaciones y en una famosa frase que entienden pero le hacen bur-la: “donde yo meto la cabeza, meto todo el cuerpo”… Y es que su labor docente, no se limita a las clases, su convicción le dice que se quedó en San Vicente por algo, y ese algo lo ha materializado en varios proyectos. Por ejemplo, hace unos años, la Fundación Santillana hizo un concurso para celebrar los 400 años del Quijote de la Mancha y lo primero que se le vino a la mente a Beatriz fue que sus estudiantes sufrían los embates de varios molinos de viento, entre ellos la guerra, la lejanía y el dinero fácil y así

Personaje

La profesora Beatriz

la necesidad económica y la oportunidad pudieron más que el temor a la madre y a la realidad. Los tres meses se prolonga-ron y aún no tienen fin. El calor humano de la gente de San Vicente del Caguán ha prolongado su permanencia durante más de dos décadas.“San Vicente es un lugar estigmatizado, no en vano claro está, pero es un lugar de gente buena, la mayoría de sus habitan-tes son puro corazón, aunque algunos de ellos ni se han dado cuenta” dice con la convicción de quien no está allí de visita

no M b r e: be at r i z l o a i z a a l z at e

l u g a r d e na C i M i e n t o: Ma n i z a l e s , Co l o M b i a

oC u pa C i ó n: ed u C a d o r a

l u g a r: sa n V i C e n t e d e l C a g u á n , C a q u e tá

a s i g n at u r a: é t i C a , f i l o s o f í a , ¡l a V i d a!se ñ a l e s pa r t i C u l a r e s: l a V i d a l e H a e n s e ñ a d o q u e s ó l o C o n e s f u e r zo , e x i g e n C i a y d i s C i p l i n a , s e

a l C a n z a n M e ta s y s e r e a l i z a n s u e ñ o s , y e l l o l o a p l i C a y l o t r a n s M i t e a s u s d i s C í p u l o s , q u i e n e s C o n r a zó n l a l l a M a n: Maestra .

“Su convicción le dice que se quedó

en San Vicente por algo, y ese algo lo

ha materializado en varios proyectos”.

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Fotografía: Alexánder González M. FSC

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surgió: La esperanza contra toda deses-

peranza, los caballeros andantes de San

Vicente del Caguán. Que a la postre sería una de las experiencias más significativas del país y que llevaría a Beatriz a viajar a la tierra del Quijote: “cuando llegué a Madrid, parecía una montañerita, todo es bonito, grande, limpio, fue un gran viaje. Pero mi tierra es mi tierra y aquí estoy de nuevo, con estos quijotes del Caquetá”. Por supuesto este proyecto no lo hizo sola, y quiere que quede claro que mucha gente trabaja por los niños y los jóvenes de San Vicente. Su humildad es criticada por algunos, pues dicen que no recibe to-dos los méritos que debería, pero ella se considera una persona que sólo cumple con su deber.

San Vicente del Caguán es una población que se encuentra donde comienza la Amazonia colombiana,

está a doce horas por carretera desde la capital del país y es conocida en todo el mundo como el epicentro de los fraca-sados diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Sus habitantes son, en su mayoría, colonos huilenses que, buscando mejores oportunidades, se

fueron un poco más al sur, donde la tierra se presta para tener buenos pastos y con ellos ganado vacuno de buena calidad. De estos animales y del ruidoso comercio vive San Vicente. Sus calles son una amalgama de ruido, del desorden y de la gente que viene y va. Sus habitantes son gente muy amable, con un acento que remite a su origen opita y con unas ganas enormes de sacudirse de la violencia. No es fácil. Por años, fue un lugar donde la guerrilla era ley y si bien ahora la presencia del Ejército Nacional y del Estado es notoria, falta mu-cho por hacer por este municipio que care-ce de buenas vías de comunicación, mayor apoyo a la educación y la salud y todas las otras cosas que, por regla general ,faltan en la mayoría de zonas rurales del país.

Y es allí, en las bellas sabanas del Caquetá donde Beatriz ha encon-trado la razón de ser de su vida:

educar, llenar de esperanza y sentido a niños y jóvenes, y procurar que para todos haya una oportunidad. Betty, como la conocen en el colegio, cuenta con satis-facción cómo un día estando en el parque del pueblo se le acercó un hombre, la abrazó muy fuerte y le dijo: “profe, gracias

a usted pude terminar mi bachillerato y cumplir mi sueño de tener ese título”. Ésta y cientos de sencillas historias son el resumen de la vida de una maestra lasallista que entiende su vocación como un llamado a acompañar a los otros a ser felices. Sus convicciones religiosas son profundas, sencillas y poco maquilladas. Unos minutos frente al santísimo es uno de los dos escenarios en donde encuentra tranquilidad; en contraste, el otro es el salón de clase, donde el silencio no es propiamente la principal característica.

El auditorio del Canal regional Te-lePacífico está lleno. En el esce-nario: grandes personalidades y

al costado, decenas de medios de comu-nicación están atentos a lo que sucede. Atrás, en los bastidores, se encuentra el profesor Moncayo acompañado de su hija; la Hermana Reina Amparo y Beatriz. Sí, los cuatro se preparan para recibir el Premio Nacional de Paz 2007. Beatriz recibirá esta noche el reconocimiento por el trabajo que realiza junto con una religiosa de La Consolata en el Círculo de Lectores Infan-tiles de San Vicente del Caguán. Se trata de un proyecto donde la lectura, el teatro, el dibujo y la fraternidad alejan a los niños de la guerra. Beatriz oye su nombre y el de la Hermana por los altavoces del lugar y, con el miedo propio del reconocimiento, camina hacia el estrado. Recibe el premio con la convicción de que los aplausos son para los niños y jóvenes que hacen de las letras la mejor excusa para crecer.

“San Vicente es un lugar estigmatizado,

no en vano claro está, pero es un lugar de gente

buena, la mayoría de sus habitantes son puro corazón”.

Foto

graf

ía: A

lexá

nder

Gon

zále

z M. F

SC

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¿Y la profesora Beatriz por qué no se ha casado o no ha tenido hijos? es el cues-

tionamiento que se hacen muchos, a lo cual ella responde sin titubear que en un momento dado escogió no formar un hogar para entregarse de lleno a lo que le da felicidad: trabajar por la gente. Nunca se ha sentido sola, pues a su lado siempre están sus muchos alumnos, los Hermanos de La Salle y la gente de San Vicente que, a pesar de ser una población que cambia continuamente (migraciones, desplazamientos forzados, etc.), siempre ha tenido en la profe Betty una persona en quien confiar y “el cariño dado, se reci-be duplicado”, afirma sonriendo.

Ella se siente profundamente lasa-llista, pues ha estado trabajando junto a los Hermanos desde el

primer día que llegó el Hermano Antonio Bedoya, hace veinte años. Conoce las virtudes y los desaciertos de todos los que han dejado un poco de su existencia allí. Betty es una compañera, una amiga, una confidente, una maestra que ha dado la vida y con quien eso de la asociación se ha hecho realidad sin mucha reflexión pero sí con mucha acción para el bien de los estudiantes de San Vicente.

“Se es pescado o se es agua”, se oye desde el aula de 1101. Es la profesora Beatriz que corrige a

uno de sus estudiantes. “No es un regaño, pero duele más”, afirmó el despelucado joven que salió del salón para dirigirse a la coordinación. “La profesora Beatriz se hace querer, pero eso sí nos da duro, y al final uno olvida la rabia. ¡Ella nos quiere!”, dice una joven que contestó sin preguntarle.

Son las 6:25 de la mañana, en cinco minutos se iniciará la clase de filosofía; sin embargo, la profeso-

ra Betty ya está en el aula de clase, sus alumnos saben que faltan aún varios minutos para iniciar, pero esa puerta se cerrará pronto y, con la bondad y exigencia de un buen maestro lasallista, sabrán que si esto sucede, no podrán entrar. Pues llegaron tarde y “uno es cumplido o no lo es, [uno es pescado o es agua….]”

Allí en el aula, en el templo de la enseñanza diaria, se queda la pro-fesora Beatriz dando todo, dando

su vida, luchando contra su salud, pero en-tregando la vida, para que la pasión por el conocimiento y la esperanza sigan llenando a estos colombianos que merecen un mejor futuro, que tienen las potencialidades para hacerlo y que han encontrado en Betty ese ángel custodio del cual, en la lejana Fran-cia, hablará Juan Bautista De La Salle.

“Ha estado trabajando junto a los Hermanos desde el primer día”

Fotografía: Alexánder González M. FSC

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Columna

La vocación de los laicos en el documento de Aparecida

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Aparecida nos desafía a emprender caminos de discipu-lado-misionero en espíritu de comunión, como fue la experiencia misma de la V Conferencia. Estas breves

reflexiones pretenden llamar la atención sobre las perspectivas que presenta la Iglesia Latinoamericana y Caribeña en torno a la vocación laical, a partir del texto, pero sin olvidar su pre-texto y con-texto.

ConsideraCiones en torno al disCipulado misionero

Los “discípulos y misioneros” están en el corazón del tema propuesto por la V Conferencia: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que en Él nuestros pueblos tengan

vida”. Por eso, de alguna manera, el texto de Aparecida siempre está volviendo sobre su tema inspirador.

En los procesos de reflexión y redacción que acompañaron la V Conferencia, llama la atención la transición que se dio en torno a la expresión “discípulos y misioneros” que desembocó en “discípulos-misioneros”. Esta sutil desaparición de la conjun-ción “y” tiene poco de gramática y mucho de teología: no es posible entender una vocación al discipulado sin sus implicacio-nes misioneras y, así mismo, ningún misionero puede prescindir de su condición de discípulo. En otras palabras, no es posible separar o yuxtaponer el discipulado y la misión. Todo discípulo es necesariamente misionero y todo misionero es discípulo. Una vez más, se ratifica que este cambio de época exige saldar las diferencias que en el pasado se dieron entre la “contemplación” (discipulado) y la “acción” (misión). En adelante, la común voca-ción de todos los bautizados se percibe en la doble e insepara-ble perspectiva discipulado-misión.

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Hn o . ó s C a r el i z a l d e

*Aparecida Ciudad del Brasil donde se encuentra el principal santuario mariano del país y sede de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (13-31 de mayo de 2007).

Fotografía: SXC

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el lugar de la voCaCión laiCal

En el Capítulo V del documento de Aparecida, destinado a “la comu-nión de los discípulos misioneros en

la Iglesia”, se hace una particular distin-ción de las vocaciones específicas en la Iglesia. Aparecida da algunos matices para vivir la comunión en la Iglesia desde la perspectiva del discipulado-misionero. A los obispos los identifica con “Jesús Sumo Sacerdote”, a los presbíteros con “Jesús Buen Pastor”, a los diáconos con “Jesús servidor”, a los fieles laicos y laicas con “Jesús luz del mundo” y a los/as consagra-dos/as con “Jesús testigo del Padre”.

No nos extraña el orden vertical en que se presentan las vocaciones, empezando por los obispos y

siguiendo con los presbíteros y los diáco-nos. Es la forma habitual. Lo que sí resul-ta extraño son los dos últimos peldaños de la escalera, que normalmente daba el último lugar a los laicos, precedidos de los religiosos.

Tal vez este detalle carecería de importancia si nos aferramos a la experiencia de una Iglesia que

desde el Concilio Vaticano II ha promovido una nueva eclesiología “circular” (no-piramidal), de pueblo de Dios-comunión. Sin embargo, las realidades son diversas. Ante algunos contextos críticos que se vivieron en Aparecida, con relación a la vocación de la Vida Religiosa, no es de extrañar que se insinúe el primado del laicado en tiempos donde “el fortaleci-miento de variadas asociaciones laicales, movimientos apostólicos eclesiales e iti-nerarios de formación cristiana, comuni-dades eclesiales, y nuevas comunidades, que deben ser apoyados por los pastores, son un signo esperanzador” (DA 214). Para nadie es un secreto que la mayor parte de estos “nuevos movimientos” son fieles observantes de los lineamientos de la Iglesia romana y, por tanto, no repre-

sentan ninguna amenaza de “magisterio paralelo”. Los laicos dejan de ser la ceni-cienta de las estructuras eclesiales.

Ojalá que en los tiempos venideros, la vocación laical sea una “luz” puesta en alto para dar espíritu

y vida a la Iglesia. En el sermón de la montaña se afirma que: “Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. No se enciende una lámpara para meter-la en un cajón, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa” (Mt 5, 14-15). La casa podría ser el mundo, pero también lo es la misma Iglesia. ¡Qué brille la luz de los laicos, que brille en nuestra Iglesia latinoamericana y caribeña!

la identidad laiCal

Algunas expresiones del documen-to de Aparecida nos dan una idea de su percepción en torno a la

identidad de los laicos (cf. DA 209 – 215):

“Los fieles laicos son los cristia-•nos que forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey”.“Son hombres de Iglesia en el cora-•zón del mundo y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”.“Su testimonio y su actividad con-•tribuyen a la transformación de las realidades y la creación de estruc-turas justas según los criterios del Evangelio”.“Llamados a participar de la pas-•toral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización…”.

Conforme a estas valoraciones, podemos intuir que Aparecida prioriza dos elementos, a saber:

(1) el testimonio de los laicos en el mundo que hace creíble su fe en Jesucristo, con autenticidad y coherencia; y (2) la misión evangelizadora que desarrollan en el mundo, retomando los acentos que propone Evangelii Nuntiandi: “el ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los mass media, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento” (EN 70). En resumidas cuentas, la identidad que Apa-recida sugiere para los laicos, acentúa su acción profética a favor de la construc-ción del Reino.

la formaCión de los laiCos

Si bien es cierto que en Aparecida se reconoce la magnífica labor de los laicos y se les anima a continuar su

compromiso en cada uno de los escena-rios en que desarrollan su misión; también se invita a fortalecer los procesos de formación desde la perspectiva doctrinal, pastoral y espiritual, además de propiciar la experiencia de un adecuado acompa-ñamiento que favorezca el testimonio de Cristo y los valores del Reino (Cfr. DA 212).

Con respecto al tema de la forma-ción de los discípulos misioneros, el Capítulo VI del DA delinea un

itinerario con cuatro énfasis: espiritua-lidad, procesos de formación, iniciación y catequesis, y lugares. Este énfasis que Aparecida da a la formación de los laicos podrá dar paso al fortalecimiento y la creación de cualificadas experiencias que les permitan asumir con voz y voto su lugar en la Iglesia y en el corazón del mundo. Hoy los laicos están llamados a asumir su “mayoría de edad” en la Iglesia.

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desafíos pastorales para los laiCos

Dado que Aparecida se ha si-tuado en “continuidad” con las Conferencias Anteriores (Río de

Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domin-go), podemos percibir que el documento reafirma no pocas opciones pastorales y plantea nuevos desafíos a los laicos de cara a los contextos latinoamericanos y caribeños. Insinuamos algunos de consi-derable relevancia:

Opción preferencial por los pobres y •excluidos.Compromiso ante las interpelaciones •de la realidad socio-cultural, econó-mica, socio-política y eclesial.Valoración de las Comunidades Ecle-•siales de Base (CEB).Animación bíblica de la pastoral.•Especial atención a las pastorales •sociales.Fortalecimiento de los procesos de •formación de otros laicos en el disci-pulado misionero.Conversión pastoral y renovación •misionera.

Evangelización de la cultura.•Pluralismo y diálogo interreligioso.•Defensa de la vida en todas sus •formas.

Junto a estos desafíos pastorales, Aparecida invita a los pastores a que abran su mente para entender

y acoger el “ser” y el “hacer” del laico en la Iglesia (cfr. DA 213). A esto se suma la buena ponderación que hace de los espacios de participación parroquiales, diocesanos y nacionales, como medios que incentivan la comunión y participa-ción de los laicos en la Iglesia (Cfr. DA 215). En lo sucesivo, se esperaría que los laicos fueran asumiendo un mayor prota-gonismo pastoral.

pregunta abierta

Es posible que Aparecida sea, con relación a las anteriores, la Confe-rencia Episcopal con mayor grado

de participación e incidencia de asocia-ciones laicales, movimientos y nuevas comunidades. Durante la V Conferencia,

fue sensible la presencia de varios grupos o movimientos, algunos de orientación conservadora y otros con perspectiva liberadora. Los primeros estuvieron muy presentes “adentro”, mientras que los segundos, por lo general se integraron desde “afuera”. No obstante, unos y otros tuvieron cabida en Aparecida, como cons-ta en el contenido del documento final escrito a “muchas manos”.

Ante la especial valoración que Aparecida expresa por los nuevos movimientos, considerados como

“signo esperanzador” de la misión evange-lizadora de la Iglesia, nos asaltan las du-das: ¿es posible hacer una apuesta radical por los “nuevos movimientos” sin que ello afecte la perspectiva dinámica e incluyente de un laicado que asume su vocación en la dinámica del pueblo de Dios-comunión? El mismo DA nos ofrece algunas pistas para iluminar nuestras búsquedas: “la cons-trucción de ciudadanía en el sentido más amplio y la construcción de eclesialidad en los laicos, es uno solo y único movimiento” (Cfr. DA 215).

Fotografía: SXC

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La centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres

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Si se pregunta por la razón de esta modificación, se encuentra con que el mismo documento capitular en el que se consigna la propuesta de modificación, la justifica

de la siguiente manera: esta modificación quiere “… expresar mejor la consagración específica del Hermano y la centralidad en ella del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres…”.1 Lo cual quiere decir que la nueva redacción expresa mejor la centralidad del voto de asociación para el servicio edu-cativo de los pobres en la consagración específica del Hermano. De hecho, el segundo párrafo de la fórmula aprobada dice:

Y a este fin yo, …, prometo y hago voto de unirme y permanecer en

sociedad con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que se han

reunido para tener juntos y por asociación las escuelas al servicio

de los pobres, en cualquier lugar a que sea enviado, y para des-

empeñar el empleo a que fuere destinado, ya por el Cuerpo de la

Sociedad, ya por los Superiores.

La modificación aquí consiste en añadir “y hago voto”2, lo cual implica que “unirme y permanecer en sociedad con los Herma-nos de las Escuelas Cristianas…” tiene carácter de voto. Claro, son los votos específicos de los Hermanos. “Unirme” se concre-tiza en el párrafo siguiente en “asociación para el servicio edu-cativo de los pobres” y “permanecer” en el voto de “estabilidad”. Con las implicaciones que más abajo se señalan. Estos dos votos, en este segundo párrafo, vienen primero que los votos de pobreza, castidad y obediencia del tercer párrafo, pero el “per-manecer”, entendido en referencia al voto de “estabilidad” pasa, en el párrafo siguiente de la fórmula, a ser el último en leerse. ¿Qué puede significar ello? Pues nada nuevo en la teología de los votos, ya que el orden de lectura nunca ha significado priori-dad u orden de importancia o algún tipo de jerarquía.

1 Circular 455, p. 25. 2 Cf. Circular 455, p. 25

Como es sabido, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida

Apostólica aprobó las modificaciones propuestas por el 44˚ Capítulo General a la fórmula de votos

de los Hermanos diciendo: “… después de un atento estudio, aprueba la nueva redacción de la fórmula

de votos, conforme a la tradición del Instituto”.

Hn o . l e o n a r d o en r i q u e te J e i r o du q u e

Fotografía: SXC

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Los votos quieren expresar las distintas dimensiones de la vida del consagrado que se da totalmente a Dios en respuesta al llamado recibido. Y hoy ninguno estaría de acuerdo en decir que se entrega a Dios primero que todo la castidad o primero que todo la estabilidad, etc., sencillamente porque se trata de la entrega total de la persona. Por ello, desde el punto de vista teológico no es posible pensar en una jerarquía entre los votos. Tampoco es posible pensar que aquel voto o votos que aparezcan primero en la fórmula sean necesariamente superiores o deban entenderse en detrimento del valor de los otros y de las dimensiones de la vida que por medio de ellos se entrega a Dios. Aquí se trata de una persona humana, toda ella entregándose “enteramente a Dios”.

Para dar continuidad al orden inicial de las ideas, se ve que el segundo párrafo de la fórmula hace ya mención del voto de “Aso-ciación para el servicio educativo de los pobres”. Por su parte el tercer párrafo trae como novedad proponer este voto como el primero a ser leído. El párrafo dice:

Por lo cual, prometo y hago voto de aso-

ciación para el servicio educativo de los

pobres, castidad, pobreza, obediencia y es-

tabilidad en el Instituto, conforme a la Bula

de aprobación y a la Regla del Instituto3

Si, como se ha dicho, el orden de lectura de los votos no puede ser entendido en térmi-nos de mayor importancia o valor para el o los primeros y menor importancia y valor para los que siguen, vale la pena pregun-tarse por la razón de dicha modificación. Sin lugar a dudas, la razón no será otra que “…expresar mejor la consagración específi-ca del Hermano y la centralidad en ella del voto de asociación para el servicio educati-vo de los pobres…” Aquí el término clave es “centralidad” Entonces cabe preguntarse ¿cómo entender dicha centralidad? A eso dedicamos las siguientes líneas.A continuación se pretende presentar la centralidad del voto desde la doble pers-pectiva de la centralidad del seguimiento de Cristo propia de la vida religiosa, y de la centralidad del seguimiento específico de Cristo propia de la vida religiosa de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en la Iglesia y en el mundo.

3 Regla 25.

la Centralidad del seguimiento de Cristo

El primer párrafo de la fórmula recuerda claramente que el fin de la consagración del Hermano es procurar la gloria de la Santísima Trinidad. Todo en la consagración

del Hermano tiene esa orientación y sentido. Y es por ello que al decir voto de asociación para el servicio educativo de los pobres se entiende en la perspectiva de la Trinidad: procurar su gloria. Siendo así, la centralidad es entendida como señalamiento de lo que es más propio a la consagración del Hermano, es decir, procurar la gloria de Dios desde el seguimiento de Cristo.

Esta centralidad consiste, primeramente, en que recuerda, pone de relieve, marca y señala otra centralidad: la del segui-miento de Cristo. En ese sentido todos y cada uno de los votos son el recuerdo permanente de ese aspecto central y definitivo de la vida del Hermano; como no hay votos de primera y de segunda clase, todos tienen el mismo valor. Todos ellos son votos públicos en la Iglesia. Todos ellos son indispensables en la consagración del Hermano, y por lo mismo, nadie podría de-cirse Hermano si su consagración no contiene las dimensiones que todos y cada uno de ellos encierran. Si faltara alguno no se podría decir: “me consagro enteramente”. Todos y cada uno señalan la centralidad del seguimiento de Cristo en la consa-gración del Hermano.

En toda vida religiosa se quiere seguir a Cristo en su manera histórica de vivir, se quiere ser “memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jesús”4 es decir, según los consejos

4 Vida Consagrada, 22.

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evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, vividos como votos públicos y en comunidad. Estos elementos son comunes a todos los Institutos religiosos y al vivirlos como Hermanos de las Escuelas Cristianas, participan en comunión con esa mane-ra particular de consagrarse en la Iglesia: la vida religiosa. La Regla al decir que “El Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas… es un Instituto de derecho pontificio compuesto exclusivamente por religiosos laicales”5 confirma ese carácter de Instituto religioso.

5 Regla 2

Así, todos los votos recuerdan y ponen de relieve lo central de la vida del Hermano: su entrega total a Dios en seguimiento de Cristo por el Evangelio. Incluso los votos específicos del Instituto, es decir aso-ciación para el servicio educativo de los pobres y estabilidad en el Instituto, ya que son igualmente votos, igualmente votos públicos e igualmente expresan la unidad de la persona del Hermano que se entre-ga “enteramente” a la Santísima Trinidad.

la Centralidad del seguimiento espeCífiCo de Cristo

Bien es sabido que cada instituto religioso está llamado a vivir una identidad carismática, es decir, a

seguir a Cristo, no sólo en los aspectos comunes a todos los institutos religiosos sino también en un sentido evangélico “único”. Según una síntesis propia. Es identidad carismática en cuanto que viene del Espíritu, es inspirada por Él; expresa la razón de ser de un instituto religioso, la novedad que le aporta a la vida religiosa, a su apostolado y a la Iglesia; expresa su identidad específica dentro del contexto eclesial, aquello en lo que es diverso.

De esta manera, cada instituto religioso participa de esa “base común” de la vida religiosa, al tiempo que vive su identidad específica en un seguimiento de Cristo propio al instituto y que constituye la “novedad” por la que el Espíritu suscita cada nueva forma de vida religiosa en y para la Iglesia, en y para el mundo. Es el lugar del carisma del fundador, su origina-lidad, su novedad. Esta originalidad tiene su raíz en aquel “rostro” particular de Cristo que el fundador fue descubriendo, aquella “faceta” de la vida del Señor que impactó al fundador y a sus primeros seguidores; aquella particular actitud de Jesucristo que permitió reconocer una necesidad en la sociedad y en la Iglesia y responder con un tipo de presencia, de vida y de apostolado.

Vida Consagrada invita a llamar a Institu-tos, como el de los Hermanos, Institutos religiosos de Hermanos6. La misma ex-hortación apostólica recuerda que por los consejos evangélicos el religioso hace de Cristo el centro de su vida e intenta llevar la forma de vida que Él mismo escogió al hacerse hombre:

“…mediante la profesión de los consejos evangélicos la persona consagrada no sólo hace de Cristo el centro de la propia vida, sino que se preocupa de reprodu-cir en sí mismo, en cuanto es posible, «aquella forma de vida que escogió el Hijo de Dios al venir al mundo». Abrazando la virginidad, hace suyo el amor virginal de Cristo y lo confiesa al mundo como Hijo unigénito, uno con el Padre (cf. Jn 10, 30; 14, 11); imitando su pobreza, lo confiesa como Hijo que todo lo recibe del Padre y todo lo devuelve en el amor (cf. Jn 17, 7.10); adhiriéndose, con el sacrificio de la propia libertad, al misterio de la obedien-cia filial, lo confiesa infinitamente amado y amante, como Aquel que se complace sólo en la voluntad del Padre (cf. Jn 4, 34), al que está perfectamente unido y del que depende en todo”.7

Se podría decir que hacer de Cristo el cen-tro de su vida es para el Hermano actuali-zar el modo de vivir y de actuar de Jesús. De esta manera los consejos, que hacen posible ese “parecido” con Jesús, llevan al Hermano a tener a Cristo como centro de su vida. Esta palabra es importante: Cristo el centro de la propia vida del Hermano.

6 Cf. Vida Consagrada 60.7 Vida Consagrada 16.

“... Así, todos los votos recuerdan y ponen de relieve lo

central de la vida del Hermano: su entrega

total a Dios en seguimiento de Cristo

por el Evangelio”.

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Así, la centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres consiste en remitir a esa otra centralidad, la del seguimiento específico de Cristo que caracteriza a nuestro instituto en particular. Una centralidad del segui-miento específico de Cristo que ha de to-car el corazón de los Hermanos llevándo-les a un contacto íntimo con “el Cristo de su vocación”: con el Cristo que educa, con el Cristo pobre, de los pobres y presencia salvífica en medio de ellos; con el Cristo que asocia y se asocia para vivir la misión del Padre. Con el Cristo de la niñez y de la juventud.

la Centralidad del seguimiento espeCífiCo de Cristo y los votos del Hermano

De acuerdo con lo dicho más arri-ba, la centralidad del voto de aso-ciación para el servicio educativo

de los pobres remite a la centralidad del seguimiento específico de Cristo propio a nuestro instituto y al hacerlo “empapa”, “impregna”, “comunica”, “contagia” cada uno de los aspectos de la vida del Herma-no y por lo tanto implica castidad, pobreza y obediencia.

Según lo anterior la pobreza deja de ser abstracta y general y se transforma en la pobreza del Hermano de las Escuelas Cristianas que, sin dejar de participar de esa “base común” que es la pobreza de todos los religiosos, es vivida de una manera lasalliana en la que “el itinerario espiritual de su Padre, Juan Bautista De La Salle, la solidaridad con los hombres de hoy y las llamadas de la Igle-sia, invitan a los Hermanos a modelarse un corazón de pobre para convertirse en testigos de Dios, su única riqueza”.8 El itinerario fun-dacional fue un itinerario evangélico en el que La Salle y los primeros Hermanos descubrie-ron existencialmente a Cristo como presencia salvífica con los pobres.

8 Regla 32.

El voto de obediencia, participando de los elementos comunes a los religiosos en la Iglesia, llega a ser vivido por el Hermano a la manera del carisma fundacional, lo cual quiere decir que se concreta en una obediencia lasallista donde “Inspirándose en la doctrina y el ejemplo del Fundador, que se sometió al ‘Cuerpo de la Sociedad’, los Hermanos viven su obediencia en clima de disponibilidad, dentro de una comunidad comprometida en el cumplimiento de la misión del Instituto”.9 Una faceta particular de la obediencia de Cristo marcó el itinerario de evangélico del Instituto naciente identifi-cado como “Sociedad”.

La castidad, participando de los elementos comunes a toda la vida religiosa, por la centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres, es vivida por cada Hermano como una castidad original que “dispone a los Hermanos a vivir en

9 Regla 36.

Fotografía: www.lasalle.org

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la unión de la comunidad, y sustenta su tarea educativa enseñándoles a amar a cada persona con amor gratuito y respetuoso. De este modo participan, en cierta manera, de la paternidad misma de Dios”.10 Este es el rostro de Cristo que marcó decisivamen-te al fundador y a los primeros Hermanos.

Pero, ¿qué sucede con el voto de estabilidad? Pues participa de la centralidad del voto de asociación para el servicio educativo de los pobres, al tiempo que informa y es informado del carácter original de cada una de las dimensiones de la vida de los Hermanos. Así,

“considerando la intención de su Fundador, que quiso una comunidad estable para responder a la necesidad siempre actual de la educación de los niños, los Hermanos hacen voto de estabilidad en el Instituto… para realizar su misión específica y vivir en comunión fraterna y apostólica, fieles al Instituto y a su espíritu, a sus Hermanos y a aquellos a quienes sirven en su ministerio”.11

Cada voto incluye la dimensión asociativa, cada voto contiene la perspectiva de servi-cio, cada voto implica el carisma educativo y, cada voto conlleva la opción preferencial por los pobres.

10 Regla 27.11 Cf. Regla 42.

Centralidad y ConsagraCión del Hermano

No resulta indiferente que en la nueva formulación la traída pobreza-castidad-obediencia esté precedida del voto de asociación para el servicio educativo de los

pobres y seguida del voto de estabilidad, es decir, en medio de nuestros dos votos específicos. Así, la nueva redacción, antes que significar que llevar a un segundo plano los votos de pobre-za, castidad y obediencia de los Hermanos, significa su valori-zación, su concretización, su apropiación, de modo que todas estas dimensiones construyen, en armonía, la unidad de vida que cada Hermano entrega enteramente a la Santísima Trinidad como respuesta a la consagración que ella misma les propone.

Ya el Hermano Álvaro nos decía: “Personalmente pienso que no es suprimiendo los tres votos clásicos como recuperaremos la originalidad primera, sino más bien haciéndolos girar en torno a la órbita de nuestra asociación para el servicio educativo de los pobres…”.12

Vale la pena señalar que el voto de asociación para el servicio educativo de los pobres y de estabilidad, implican más que una obligación de Regla o unos votos privados; ellos tienen un carácter público en la Iglesia. Los cinco son votos son públicos

12 Rodríguez Echeverría, Álvaro. Pasión por la esperanza: carisma y profecía de la Vida Consagrada. Ediciones San Pío X. Madrid: 2007, p. 104.

Fotografía: Alexánder González M. FSC

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y no hay jerarquías dentro de ellos. Esto es lógico si se entiende que cada uno de ellos implica una dimensión de la vida que el Hermano entrega a la Santísima Trinidad: castidad-afectividad, obedien-cia-disponibilidad, pobreza-solidaridad y estabilidad-temporalidad. La asociación para el servicio educativo de los pobres es la que da el tinte familiar a nuestra consagración, el cariz lasallista, el matiz original, el aroma de hogar, el color de lo nuestro, el sabor lasallista de la vida que los Hermanos generosamente entregan a la Santísima Trinidad.

Entonces se podría decir que el consejo evangélico de castidad lo viven los Her-manos en asociación para el servicio edu-cativo de los pobres, el consejo evangéli-co de pobreza lo viven en asociación para el servicio educativo de los pobres, el consejo evangélico de obediencia lo viven en asociación para el servicio educativo de los pobres y el voto de estabilidad lo viven en asociación para el servicio edu-cativo de los pobres. Y que todos y cada uno de ellos abarcan, expresan y com-prenden la totalidad de la persona que el Hermano entrega a la Santísima Trinidad como respuesta a la consagración que ella le propone. “Santísima Trinidad… me consagro enteramente a vos para procu-rar vuestra gloria…”.13

13 Regla 25

ConClusión

La centralidad del voto de asocia-ción para el servicio educativo de los pobres remite a la centralidad

del seguimiento de Cristo, propia de los religiosos y más específicamente al he-cho carismático que da origen a nuestro instituto, es decir al rostro de Cristo que el Espíritu fue revelando en el instituto naciente, la faceta de la vida de Cristo que cautivó al Fundador y que él supo transmitir a sus Hermanos. Un Cristo que asocia y se asocia para el servicio de una misión educativa confiada por el Padre y que realiza como pobre en medio de los niños y jóvenes pobres, como presencia salvífica en medio de ellos.

Este voto además de darle el color lasallista a la consagración, radicaliza el compromiso de se-

guimiento específico de Cristo “hasta el extremo”. Y por lo mismo se puede decir que se vive el voto de pobreza hasta el extremo, se vive el voto de castidad hasta el extremo, se vive el voto de obedien-cia hasta el extremo y se vive el voto de estabilidad hasta el extremo. Es decir “enteramente”.

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Mirada penetrante El faro

El Hno. Aptat François

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Fotografía: Archivo del Distrito Lasallista de Bogotá

bondad infinita

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Muchas son las estrellas que alumbran nuestro firmamento y muchos son los faros que guían la navegación de los lasallistas del Distrito de Bogotá. Se trata de hombres y mujeres que hicieron de su vida un signo de servicio y amor a los otros por medio de la educación.

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El 30 de septiembre de 1959 se enlutó el Distrito de Bogotá con la desaparición de uno de los más sobresalientes miembros de ciencia y santidad: el Reverendo Hermano Aptat François. A las cuatro y media de la mañana, minutos después de concluir el vía crucis, se dirige a su celda, enciende la luz y luego cae al suelo, entregando su alma a Dios. Fue Visitador del Distrito de Colombia y dirigió los destinos del Distrito de Bogotá durante los primeros meses despues de su creación. Insigne educador y formador.

Fragmento de la autobiografía escrita por el Hermano Aptat

François en los últimos días de su vida:

Nací en Villé, cerca de Sélestad [Francia], cabecera de cantón en el departamento del Bajo Rin, aldea bastante grande, situada en las montañas de los Vosgos, rodeada de otras dieciocho pequeñas aldeas que forman el cantón, de tal manera que desde la torre de la iglesia pueden verse esos pequeños caseríos, cada uno con su iglesia donde no falta el párroco ni el alcalde. Nací el 21 de noviembre de 1875, de familia pobre; fui el penúlti-mo de ocho hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres: dos murieron muy niños; los otros seis llegaron a los ochenta y más años sin ninguna enfermedad. Merced a las indicaciones de un ex Hermano, maestro de escuela en una aldea de los alrededores, el Sr. Cura se comunicó con el Hermano di-rector de la nueva casa de formación de Reims, me recibió el Hermano sub-director del Noviciado, quien me condujo a la calle de Courlancy y me pre-sentó al Hermano Director, el santo Hermano Arnould. Preguntó mi edad, tenía yo quince años, me mandó al Noviciado Menor dirigido a la sazón por el Hermano Armand-Joseph, hombre distinguido y gran educador. Me pusie-ron en la 3ª que era la clase de los alemanes, o sea de los que venían de Alsacia Lorena. No quedé sino unos días en esta clase; me hicieron subir a

Palabras del Hno. Aptat:

“ Cada uno lleva sobre sus labios,con posibilidad de darlo, el beso de Judas”

“Seamos lo que pretendemos ser”

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2ª donde estaba el Hermano Apolinar María. Al cabo de algunos meses pasé a la 1ª. Con bastante facilidad asimilaba yo el programa de enseñanza y aprendí bien el francés.

Después de un año de Noviciado Menor, subí al Noviciado. En la se-gunda parte de mi noviciado, fui víctima de un atroz escrúpulo; vanamente trató de corregirme el Hermano Director. En el mes de marzo pasé al es-colasticado; desde la primera entrevista con el Hermano Director, Hermano Apronien-Joseph, le abrí mi alma y el buen hombre emprendió con suavidad e inteligencia mi formación moral, y lo hizo tan bien que en 1893, provisto de mi diploma elemental, pudieron enviarme a la comunidad el Val-des-Bois, a la escuela que entonces dirigía el buen anciano Hermano Guy.

En las vacaciones de Pentecostés recibí obediencia para ir a Mézié-res, en los Ardenas, donde no quisieron recibirme y, llegada la autoriza-ción del R. Hno. Visitador, me enviaron a Sedán. En la portería me reci-bió el R.H. Director quien al verme se sintió profundamente engañado, pues aguardaba al Hermano que yo debía reemplazar en Méziéres; no obstante se conformó y fue muy bueno conmigo todo el tiempo que yo fui su inferior. Se presentó entonces el caso de la nacionalidad; pedí a mi padre el acta de opción para la Nación francesa debido a la anexión de la Alsacia-Lorena a Alemania. Dicha acta me sirvió y pude responder por mi clase y aliviar en algo al Hermano Director. Ya tenía él un Hermano luxemburgués, buen maes-tro, pero sin derecho a enseñar; el Hermano de la cocina, francés y con diploma, respondía de la clase; vino el inspector oficial, reconoció la validez de la opción de mi padre, pero me hizo presente la obligación del servicio militar.

Para evitar graves dificultades a mi Hermano Director me sometí a di-cha obligación y en 1894 presté el servicio en Méziéres, en la fortaleza de Boyard; todos me respetaron y pasé un año más bien feliz bajo el uniforme militar; podía hacer con la comunidad los ejercicios de la tarde y luego pasar al cuartel.

Las marchas de prueba y las grandes maniobras son una escuela de re-sistencia y de conformidad, sobre todo si se les considera con los ojos de la fe.

Después de las maniobras, cumplido el servicio militar, me presenté al R.H. Visitador para ponerme a sus órdenes con otros Hermanos que sa-lían del cuartel nos enviaron a Athis-Mons a seguir un retiro bajo la di-rección del santo Hermano Exuperien. Al terminar el retiro fui enviado a la escuela de Chateau-Tierry . Allí pasé dos años felices; yo era el único joven; al terminar el segundo año el R. Hermano Visitador me mandó a Bar-le-Duc como CHEF DE QUARTIER, o sea encargado de la escuela de San Juan; éramos tres Hermanos. Esta escuela era adonde venía Raimundo Poincarré, futuro presidente de la República, a prepararse a la Primera Comunión, cuando era alumno del Liceo de Bar.

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Ningún hecho particular se presentó en los dos años que permanecí en esta escuela, al cabo de los cuales me enviaron a Eparnay como encargado (CHEF DE QUARTIER) de la grande escuela de San Víctor. Tres años llevaba allí con el curso superior o especial cuando me ofrecí al R.H. Asistente Viventien-Aimé, para ir a Colombia a preparar el puesto de nuestros Herma-nos de Francia por las leyes de 1904.

En agosto de 1903, al finalizar el retiro de Reims, pude emitir mi Profesión Perpetua; al día siguiente salía para Nancy a dar el adiós a la familia. Partí con la firme resolución de no volver a ver más a la familia ni la tierra natal. Si, este último punto no se observó la letra, ello se debe a circunstancias involuntarias*, que como el segundo noviciado, me obligaron a volver tres veces.

El día de difuntos, 2 de noviembre de 1903, llegábamos a Bogotá...**

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Hno. Rodulfo Eloy:

Al regresar de un interesantísimo paseo en tren que nos dio, ocurrió un accidente sin consecuencias graves y fue que la locomotora se salió de los rieles, pero como iba muy despacio, nada sucedió a los vagones… Algunos días después se presentó el Hermano Francisco con un paquete de Cristos y nos dijo: “muchos de ustedes no llevan en el cuello un Cristo: si hubieran muerto en el accidente del paseo, se los habría encontrado como animalitos, sin un Cristo encima”… Y nos regalo un Cristo a todos.

Hno. Laureano

“Si no quiere someterse, Hno. Laurea-no, ahí está la carretera a Cambao”, dijo señalando la vía del frente de lo que hoy son los cuarteles en Puente Aranda, porque había puesto un poco de pereque en el catecismo explicado por un Herma-no muy joven – el difunto Hno. Enrique Lorenzo – Y no había pasado media hora cuando el Hermano Francisco me llamó a consolarme.

HSJ:

Por experiencia personal sé que lo temible de una represión del Hno. Francisco no era la abundancia de palabras, que eran pocas

y corteses, sino su “fulminante mirada”El Hermano Visitador nunca dejó la clase y, a pesar de sus ocupaciones, hallaba tiempo para dar clases a los Novicios Menores. Yo tuve la fortuna de recibir en 1929 la clase de aritmética; como todo lo hacía con gran cariño, esas lecciones eran verdaderas clases modelo.

HIT:

A pesar de su larga experiencia en la práctica del magisterio (por espacio de sesenta y nueve años), preparaba sus cla-ses con sumo interés y decía que nunca se presentaba a la clase sin llevar una preparación escrita.

En una carta del Hno. Aptat François

dirigida al Hno. Asistente, cuando su

obediencia como Hermano Visitador

del nuevo Distrito de Bogotá expiraba,

escribió:

“En cuanto al pobre Hermano Apta François, el Hno. Visitador sabe que po-drá hacer de mí lo que quiera. Pertenezco al Instituto y, gracias a Dios, sé hacer de todo, pero sobre todo la clase; lo que quiero es que no teman quitarme el car-go. Quiero expiar mis pecados en una vida de recogimiento, de trabajo y de oración. Todo como Dios quiera”.

Testimonios

* El Hermano Francisco volvió a Europa: 1º de 1911 a hacer su segundo Noviciado en Lemberck; 2º en 1928, elegido al Capítulo General para elegiral R.H. Adrien Sup. General; y 3º. En 1948, como delegado del Distrito de Bogotá para asistir en Roma a la solemne Beatificación del Hermano Benildo.

* * El Hermano no sigue el relato argumentando que ya en otras crónicas se conocen los detalles y no se hace necesario repetirlos.

Artículo realizado con información de: - Revista Ecos Lasallanos No. 73 (1960)- El Distrito de Colombia en los Archivos de la Casa Generalicia.Bernardo Montes FSC (1991)- Archivos Distrito de Bogotá

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varios municipios del país con el trabajo de Hermanos y seglares

en colegios públicos administrados por la Congregación,

colegios privados y en dos instituciones de educación

superior; liderando procesos educativos y eclesiales en

ambientes de educación no formal, casas de formación para

los jóvenes que quieren ser Hermanos de La Salle y todo

esto con el apoyo de oficinas de administración y gestión.

Los lasallistas del Distrito de Bogotá Somos Más

en:

Infografía

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Infografía: Dg. Emilio Jiménez I.

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A lo largo de mi experiencia como docente, he podido constatar que la información y los imaginarios que tenemos sobre los niños, niñas y jóvenes que están en etapa escolar ya no son suficientes para entenderlos o comprender sus dinámicas actuales. Las prácticas educativas implementadas para el trabajo con los jóvenes del bachillerato ya no son eficaces, “no hacen clic” en su realidad y en sus necesidades. Cada vez más, nos embarga una sensación de incapacidad para responder a los nuevos retos educativos propuestos por unas nuevas generaciones incomprensibles.

parte de discursos comunes, que se hacen presentes no sólo en esta persona entrevistada, sino en muchas personas que ejercemos el ministerio de la educación.

El objetivo último es hacer evidente cómo hemos estable-cido una serie de caracterizaciones estereotipadas sobre la población juvenil y cómo estos imaginarios se estable-

cen conceptual y funcionalmente como visiones naturalizadas que determinan la acción escolar, dejando como gran ausente y marginado a la persona misma del joven estudiante.

“el árbol no puede Hablar del bosque”

“Eso que usted pretende (describir las realidades juveniles desde

la perspectiva de los mismos jóvenes) no es una tarea fácil, y no

sé hasta qué punto le sea posible realizarla. Usted sabe que los

jóvenes no tienen consciencia clara de su propia personalidad o

de qué es lo que realmente quieren. Ellos viven dando palos de

ciego, experimentando diferentes cosas por aquí y allá, cosa que

les permitirá saber quiénes son en realidad, pero en un futuro…

¿pero ahora?... usted sabe: el árbol no puede hablar del bosque”.

En las expresiones cotidianas que empleamos quienes es-tamos a cargo de la formación de la juventud, son innume-rables las evidencias que nos permiten constatar de forma

Hiperrealidad de lo juvenilHn o . f r a n k l e o n a r d o r a M o s ba q u e r o

En el siguiente artículo quiero hacer referencia a algunos de los elementos más significativos que

ilustran las perspectivas que tenemos en relación a la forma como es entendida y definida la juventud en el contexto de nuestros colegios. Desarrollaré algunos aspectos desde la perspectiva institucio-nal, es decir, la visión tanto desde el punto de vista de los docentes, como la postura, digamos oficial, que se propone desde los proyectos educativos institucionales.

Para esto, quiero tener como punto de referencia del análisis las expresiones pronunciadas por un

directivo docente en una serie de con-versaciones sostenidas a propósito de cómo vemos y entendemos a los jóvenes de nuestros colegios. Las empleo en este artículo por cuanto considero que dichas afirmaciones son ricas en imágenes, lle-nas de expresiones vívidas, de afirmacio-nes iluminadoras sobre esta postulación. Lo importante en este punto es poder constatar cómo dichas expresiones hacen

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consistente un prejuicio que tenemos sobre ellos: los jóvenes no tienen la menor posibilidad de autocomprenderse y autodefinirse. Esta idea es posiblemente consecuencia de la comprensión que hacemos de su realidad en tanto adolescentes que están en cri-sis, en vías de convertirse en adultos, que “son y no son”. Como no tienen una personalidad definida, por consiguiente no pueden expresarla. Adicionalmente, esta condición crítica y de inestabili-dad dada por la ambigüedad de quien “no es un niño pero tampo-co un adulto” (Rice, 1995), los pone en situación de riesgo.

“… Por eso es que el colegio debe estar atento a cualquier situa-

ción que pueda presentarse, ya que en ese afán de experimentar

cosas, los muchachos se convierten en un riesgo, no sólo para

la comunidad sino para ellos mismos (…); por eso es importante

el acompañamiento que hacemos, que no es otra cosa que la de

hacer las veces de ángeles custodios de estos muchachos”.

Esta imagen del riesgo y la inestabilidad ha hecho que los procesos de seguimiento y acompañamiento de nuestros jóvenes (y aquí hago referencia a procesos especialmente

desarrollados en bachillerato), se orienten a establecer estrate-gias para “contenerlos” dentro de ciertos parámetros de disci-plina y control. Dichas estrategias institucionales, la prevención y la atención a los estudiantes, se organizan principalmente para eliminar o minimizar los “peligros o riesgos escolares” (los

de la adolescencia) y no para el fomento del desarrollo integral de estos grupos de jóve-nes [Krauskopf, 1997]. En otras palabras el acompañamiento escolar no es formativo sino restrictivo.

“¡qué podemos HaCer; mire su familia!”

La explicación psicológica de la adolescencia, está bas-tante arraigada en nuestro imaginario colectivo sobre la juventud. Esta perspectiva genera un modelo en el que

metemos todas las realidades personales de nuestros estu-diantes, uniformándolos y despojándolos de cualquier elemento diferenciador. Ésta es quizás una de las razones por las cuales no nos preocupa aventurarnos a concebir procesos estandari-zados para aplicarlos en diferentes contextos: regionales, cul-turales, o socioeconómicos. Curiosamente si indagamos por las diferencias entre los jóvenes, abogando por el hecho de que “no podemos meterlos a todos en un mismo saco”, las respuestas que encontramos en su gran mayoría hacen referencia a que si bien hay unos elementos juveniles comunes, propios a su edad, las diferencias entre ellos están condicionadas por su entorno familiar.

“… De un tiempo para acá ha aumentado considerablemente la

presencia de familias disfuncionales en nuestros colegios. Es

decir, padres separados, o con problemas en las relaciones…

Estas problemáticas familiares son las que crean diferencias en

algunos de los estudiantes…”.

Este supuesto se puede constatar en diferentes contextos. Por ejemplo, en las comisiones de evaluación que se lle-van a cabo al finalizar un período académico, los docen-

tes de un grado determinado se reúnen para hacer el balance general del proceso llevado por cada estudiante. En realidad sólo se centran en los “casos especiales”, es decir, los jóvenes con problemas críticos a nivel académico o disciplinario. Común-mente las comisiones suelen llegar a la conclusión de que una de las principales causas que hace que estos estudiantes sean problemáticos, es porque existen problemas en la estructura familiar. Ésta suele ser la razón última de su condición “especial” y se constituye en un callejón sin salida común para la mayoría de las situaciones escolares de los estudiantes. De esta mane-ra, la incapacidad de dar respuestas formativas a los procesos educativos de los jóvenes queda justificada en la casuística de externalizar los problemas escolares al contexto familiar.

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Si observamos bien, en este punto aparece una paradoja interesante: los estudiantes de bachillerato,

en tanto que son adolescentes, son problemáticos, en crisis, desorientados, inestables y en situación de riesgo. Sin embargo, los llamados casos especiales de un colegio, son alumnos problemáticos, críticos, desorientados, y en situación de riesgo. Su condición general es a la vez una característica particular de los casos problemáticos. Estas características constituyen la norma general pero también la excepción. ¿Cómo puede ser esto? Esta paradoja es una muestra clara de un imaginario que no corresponde de forma adecuada a la realidad de los jóvenes en nuestros colegios.

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la CondiCión de estudiante

Por otra parte, otro de los elementos reiterativos a la for-ma como hacemos referencia a los jóvenes es definién-dolos en función de su rol escolar.

“La gran mayoría de los muchachos, yo diría un 80% de los

estudiantes, son muchachos buenos. En términos generales

son responsables, puede que no sean muy brillantes, y que no

sobresalgan por sus habilidades, pero están a tono con el nivel

académico y las expectativas de la institución (…) incluso algunos

tienen problemas con una o dos áreas, pero nada serio. Son

estudiantes que vienen a lo que vienen, participan de diferentes

actividades y con un buen acompañamiento responden a los

compromisos adquiridos (…). Otro pequeño porcentaje de la

población son los que llamamos ‘puntas de lanza’. Son estudiantes

excelentes académicamente, comprometidos y responsables

con cuanta tarea se les ponga, son los que nos representan en

actividades inter institucionales, son bastante maduros para su

edad (…). Y está el grupito de los que no hacen nada y se tiran el

nivel académico del colegio. Son los que al llegar a once sacan los

puntajes más bajos en el ICFES (…). Están siempre pensando a ver

qué mal le pueden hacer al colegio. Es un peligro dejarlos solos”.

La tipología empleada corresponde más a una clasificación valorativa, que utiliza básicamente dos cate-

gorías: en primer lugar están los resul-tados académicos que clasifican a los jóvenes entre excelentes, buenos y malos de acuerdo con su rendimiento escolar. En segundo lugar está el aspecto de la “normalización”, que los ubica ante dos posibilidades. El factor académico es un elemento que se ha sobrevalorado en los últimos años en nuestros colegios. Para los estudiantes de los grados superiores, procesos como la formación de valores, las experiencias significativas integrales, las actividades de participación escolar, entre otras, han sido desplazadas en fun-ción de concentrar la atención en la pre-paración de un buen ICFES. La Salle se había caracterizado años atrás por tener procesos de formación centrados en la integralidad de la persona. Ahora hemos venido reduciendo la actividad educativa a una “academización” de los procesos

escolares. Este proceso es consecuencia de una doble actitud que ha caracterizado los procesos educativos en Colombia: una concentración de los esfuerzos institucionales por estar acorde con los elementos normativos que han venido construyéndose y haciéndose más complejos en Colombia en las últimas décadas; y un progresivo descuido en la reflexión pedagógica que debe acompañar los procesos de la escuela.

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Con relación a la segunda cate-goría, la “normalización”, vale la pena señalar que aunque es una

expresión con la que estamos bastan-te familiarizados, es un término poco común en otros contextos. En ese sentido podemos pensar que es algo muy de nuestra tradición. La normalización es una expresión recurrente tanto entre los docentes como entre los estudiantes. Tiene que ver con un cierto estado de disciplinamiento, de orden del estudiante y del ambiente educativo. En el colegio, por ejemplo, se puede normalizar el salón

(organizar las sillas, recoger la basura ); normalizar los estu-diantes en el auditorio (que se sienten en la silla respectiva y que guarden silencio); normalizarse después del almuerzo (ir al baño, cepillarse los dientes, organizar el uniforme y prepararse para la siguiente clase)… La normalización es por excelencia, de acuerdo a Foucault, un ejercicio de poder y de control que se lleva a cabo sobre ciertas poblaciones (prisioneros, enfermos mentales… estudiantes, por lo regular poblaciones considera-das no normales) para incluirlas en el modelo ideal establecido por la sociedad moderna [Foucault, 1976].

En general, esta doble caracterización de adolescentes y estudiantes crea una imagen hiperreal de los y las jóve-nes haciendo invisibles los elementos diferenciadores

y negando su pluralidad. No es tenida en cuenta, por ejemplo, su condición de género, las diferencias de edad, los elementos regionales o las características culturales. Esta hiperrealidad se constituye en la base de todo el dispositivo formativo de la escuela; el cual termina marginando e ignorando al joven de carne y hueso que estudia en nuestras aulas, negando su condi-ción de sujeto.

es el modelo (también construido) del adulto. Efectivamente el joven es definido en relación a lo que no es el modelo adulto. Esta relación SER vs. NO-SER se ve también en el contexto escolar al constatar que el estudiante es definido desde el referente del docente, al menos del ideal conceptual del docente (para constatar este modelo basta con constatar los perfiles de los estudiantes establecidos en los PEI).

La escuela moderna, de la cual nuestros colegios son dignos representantes, está construida desde un modelo “adulto-cén-trico”. El adultocentrismo es la categoría moderna que designa en nuestras sociedades una relación asimétrica y conflictiva de poder entre los adultos (+) y los jóvenes (-) Esta visión del mundo está montada sobre un universo simbólico y un orden de valores propio de la concepción patriarcal que define un orden jerárquico en donde la edad cumple una función importante [Arévalo, 1996].

Vale la pena preguntarnos, seriamente, si buena parte de los conflictos que hoy enfrentamos en el contexto esco-lar, y la incapacidad que tenemos para resolverlos, obe-

decen no a esa condición inestable e irracional del adolescente-estudiante que está en nuestros colegios, sino más bien a una ruptura conceptual entre una imagen hiperreal, adultocéntrica y moderna que tenemos de la población juvenil y de las dinámicas actuales de representación social de unas juventudes reales y posmodernas.

La hiperrealidad conceptual de los jóvenes es el resultado de unos presupuestos establecidos por la

modernidad, en donde las diferentes iden-tidades sociales y culturales son definidas y categorizadas en función de un modelo central europeo. En este caso el joven adolescente-estudiante constituye una categoría que, definida desde un presu-puesto ideal, es construida en función de lo que no es. En otras palabras, notemos cómo el punto de referencia desde donde se aborda el problema de la adolescencia,

Queda abierta la pregunta sobre cómo podemos comprender a estos, nuestros jóvenes, y cómo

podemos reorientar nuestros procesos escolares. Estas preguntas serán tema de otro análisis. Por lo pronto es bueno que por lo menos concertemos en que es necesario deconstruir y desaprender los imaginarios que nos impiden ver de forma diferente a los estudiantes que son, sin discusión, el centro y razón de ser de nuestras obras.

Referencias bibliográficas

Arévalo, Óscar (1996) “Juventud y modernización tecnológica”. En: Pasos. Número especial: 44-46. Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI, 1996.

Foucalult, Michel (1976/2002)Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. Argentina, Siglo XXI, 2002.Krauskopf, Dina (1992/1994) Adolescencia y educación. Costa Rica: EUNED, 1994.

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pasaporte

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Educar en una Cuba sin colegiosa r a C e l i C a n t e r o gu i b e r t

Pasaporte

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En 1961 la Iglesia en Cuba perdió todos sus colegios e instituciones docentes y desde entonces no las ha vuelto a recuperar. El Estado cubano no le permite

tener colegios o universidades propias. Pero la Iglesia no ha dejado de empeñarse en la formación

de los niños y jóvenes cubanos. Simplemente, lo está haciendo de otra manera. Véase un ejemplo.

Artículo reproducido con la autorización de revista Vida Nueva de España www.vidanueva.es

Se trata del Centro de Promoción y Cultura de los Hermanos de La Salle, localizado en Santiago de

Cuba, en donde 600 personas reciben clases de inglés, informática básica, ges-tión de pequeños negocios y secretariado bilingüe, así como formación humana. Además, 180 niños y adolescentes acuden a la catequesis y aprenden sobre juegos de mesa, informática y valores.

Alejandro Gómez es padre de familia y el secretario del Centro, y dice que se siente bien traba-

jando para la Iglesia en este lugar que está abierto a todos. También acuden estudiantes internacionales de la Escue-la de Medicina, como Madu Diakite, un musulmán de Mali que ya se expresa en perfecto español y que supo de La Salle por otros compatriotas. En Santiago de Cuba hay unos cien estudiantes de Mali preparándose para ser médicos.“Decidimos ofrecer formación a través de los cursos que veíamos que podían tener más atractivo”, explica el Hermano de La Salle Agustín Tentor, de origen argentino y que lleva en Cuba desde el año 2002. Y añade que “las Iglesias protestantes mandan aquí a su gente para formarse, y los judíos también, y muchos vienen porque se va corriendo la voz”.

Como requisito para acceder al progra-ma, todo el alumnado debe asistir a un curso de formación humana, y “aunque es obligatorio, lo reciben muy bien. Algu-nos incluso sólo vienen por ese curso”, explica Tentor.

La profesora es Isabel Guillén, una religiosa claretiana española que lleva 15 años en Cuba. Ella tiene

alumnos de todas la edades, jóvenes desde los 17 años hasta mayores de 70; también hay amas de casa y profesiona-les. Isabel explica que ha conocido estu-diantes universitarios “que se dedican a vaguear, que no tienen aliciente y que no quieren un trabajo que les pueda retener a la hora de marcharse del país”. Hay chicas, en cambio, que para mantenerse, explica la religiosa, “tienen que trabajar como jineteras, en la prostitución”.

Quienes reciben el curso de forma-ción humana “aprenden a escu-charse, en los coloquios, aunque

piensen de manera distinta”. Isabel emplea varias técnicas para enseñarles a conocerse a sí mismos, hablándoles de las distintas imágenes de Dios, o usando instrumentos como el eneagrama (un test de identificación de la propia personali-dad a partir de la auto observación).

La Hermana Ángela Martínez, de la misma comunidad de Isabel y también española, afirma que la

labor de las religiosas en Cuba ha ido cambiando a lo largo de los años: “Antes el trabajo estaba muy centrado en la Iglesia. No nos dejaban otra cosa, y además nos daba miedo. Ahora hacemos pastoral social en los barrios y en las casas y también tra-bajamos en la pastoral penitenciaria”. Ella misma trabaja en lo que se conoce como “el segundo frente”, la zona de guerrilla donde peleó el hoy presidente, Raúl Castro.

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aHora Hay bautizados

Ángela colaboró en la preparación de la visita del papa Juan Pablo II a la Isla hace diez años, formando

pequeñas comunidades. Ya antes habían empezado la labor los claretianos crean-do comunidades en cinco pueblos. Ahora realizan catequesis con una periodicidad semanal y celebran la Eucaristía cada cinco semanas. Antes no había bautiza-dos, pero ahora sí los hay. Comenta Án-gela que hoy en día en Cuba hay religiosas estudiando en la universidad y trabajando en hospitales, que pertenecen todos al Estado. Además, explica, también hay religiosas cubanas que son trabajadoras sociales, así como una religiosa que ejer-ce como médico.

Alfonso Galindo es otro de los hermanos de La Salle que está en el centro. Mexicano de na-

cimiento, no para de contar anécdotas

de algunos alumnos que son maestros estatales y que “luego llevan a su aula lo que aprenden aquí sobre desarrollo humano”. El tercer religioso del grupo es el cubano Osvaldo Morales. Él era el superior cuando los religiosos fueron ex-pulsados de Cuba y el Colegio de La Salle fue intervenido, en 1961. Osvaldo regresó a la Isla en 1989.

vida. Por las noches, las mismas aulas las utiliza la Diócesis para cursos sobre liderazgo, familia, Biblia, derechos huma-nos, doctrina social. Es lo que se conoce como el Instituto Enrique Pérez Serantes. Lo dirige Macucha Campistrous, quien a su vez imparte un curso sobre Derechos Humanos que ofrece una gama de asun-tos relacionados con la persona humana y sus derechos a través de los siglos. Incluso trata las aportaciones de Cuba en las Naciones Unidas, dado que, como la propia Campistrous subraya, “la Cons-titución cubana de los años cuarenta fue una de las más adelantadas de América Latina en este aspecto”. Este estudio his-tórico dice “da pie para compararla con la Constitución de 1976, modificada en 1992, en la que Cuba se define como un Estado laico”. Macucha está convencida de que la gente más joven debería saber “que la historia cubana no empezó en 1959”.

Los Hermanos de La Salle celebran en 2008 un siglo de presencia en Santiago de Cuba. Actualmente, el

edificio de la congregación, en el número 257 de la calle Trinidad, tiene una doble

“Un método docente basado en lo que

el estudiante puede construir”.

Fotografía: SXC

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Por otra parte, a través de este Ins-tituto, la diócesis ofrece apoyo para los docentes estatales y organiza

talleres sobre los temas que “ellos piden porque no los encuentran en otro lugar”, explica Campistrous. Recientemente el tema que se ha trabajado ha sido el Cons-tructivismo, un método docente basado en lo que el estudiante puede construir. “La respuesta fue algo que no esperá-bamos”, se alegra, y eso que “la mayoría de los asistentes no son católicos ni tan siquiera cristianos”.

Campistrous piensa que en Cuba, actualmente, no se puede ha-blar de calidad en la educación

primaria o secundaria o incluso en la

Aunque ya es abuela, se mantiene llena de actividades y reconoce que las cosas han cambiado. En

los años ochenta los creyentes tenían muchas limitaciones: “La gente de mi ge-neración somos todos de ciencias, porque sabíamos que estudiar letras era imposi-ble para los creyentes”. Ahora es distinto: “No hay limitaciones para los católicos y pueden estudiar carretas humanistas, como derecho, psicología, periodismo o medicina”.

Los Hermanos de La Salle de Cuba pertenecen al Distrito Antillas - México sur de la Región Latinoamericana Lasallista.

Universidad, y esto explica que se llenen las ofertas de los centros de la Iglesia, los cuales “ofrecen un enfoque distinto y en donde se habla más abiertamente y se aprenden otras cosas que ayudan a la gente a crecer”.

Ella fue profesora de física hasta que se jubiló, en 1998, a los 55 años. Además de dedicarse pos-

teriormente al Instituto Enrique Pérez Serantes, ha dado clases en el Semina-rio de Santiago, que ahora no tiene es-tudiantes. En la enseñanza ella ha vivido “los cambios, la presión por las promo-ciones. Me gustaba dar clase. Si no fuera porque no me gustaba lo demás, no me hubiera jubilado”.

un país Con problemas de profesorado

A mediados del pasado mes de agosto, la ministra de Educación de Cuba, Ana Elsa Velázquez, anunció un nuevo planteamiento para los conocidos como “profesores generales integrales” (PGI), un proyecto iniciado hace ocho años por Fidel Castro para salir al paso de la falta de maestros, permitiendo la docencia a graduados de enseñanza media después de un curso de prepa-ración de ocho meses.

Las autoridades cubanas han admitido que la educación, una de las banderas de la revolución, tiene problemas de capacitación, éxodo de profesionales y bajas remuneraciones. Es lo que movió a Raúl Castro a convocar, en el mes de julio, a profesores de se-cundaria básica jubilados o a quienes dejaron la profesión, para que regresen a las aulas, reduzcan el déficit de docentes y ayu-den a enfrentar el deterioro general de la educación. El Consejo de Estado autorizó a pagarles un salario además de su jubilación.

De esta manera, 4.000 maestros jubilados volverán a las aulas de Cuba en el nuevo curso escolar y en cada escuela habrá dos docentes veteranos dedicados a preparar a esos profesores PGI, que aparecieron en el año 2000 y que suponen un 40% de la fuer-za laboral docente en la enseñanza primaria y secundaria.

Fotografía: SXC

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Que corran las lágrimas

nas, relatos vivientes de historias cuasi centenarias que, con el único estímulo de una pregunta desprevenida, son capaces de entretener durante todas las horas de un viaje que sin su prolífica labia serían una absoluta desidia.

Su nombre es Marielis, tal cual, y no es el cariñoso diminutivo de Marie-la. Ese nombre da fe de una curiosa

tradición de ponerle a la gente nombres terminados en ese, la misma ese que su acento omite en la conversación coti-diana, pero que al tratarse del nombre propio silba sonora en los labios de sus portadoras. Como Marielis, existe Leydis, Nellys, Sorelis y muchas más…

Crónica

Fue justamente durante una de estas romerías, que implican hasta siete horas en una chalupa

que surca las anchas y raudas aguas del Río Grande de la Magdalena o del Cauca –al que algunos llaman río tumba– y de innumerables e innombrables caños y ciénagas, a las que por estos lares lla-man ciénegas, cuando me encontré a una anciana mujer que había tenido que viajar esas siete horas para poder recibir aten-ción básica en salud y tratar una dolencia que la tenía muy maluquiada.

No es raro encontrar por las anegadas tierras de estas poblaciones a auténticas matro-

Cada salida a visitar alguno de los pueblos al sur de Bolívar donde trabajan jóvenes voluntarios lasallistas, es ocasión para descubrir múltiples e impresionantes novedades que me han permitido recoger datos para llenar cientos de páginas con anécdotas que darían para elaborar tragedias, comedias y hasta obras de suspenso.

Hn o . C a r l o s a n d r é s f o r e r o f o r e r o

Fotografía: SXC

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Marielis pasa fácilmente de los ochenta abriles, es delgada, como buena parte de las lon-

gevas mujeres que se ven por estos lados y con la misma facilidad con que habla de su vida, ser ríe a carcajadas dejando al aire sus despobladas encías, de las que se asoma tímidamente uno que otro colmi-llo. Con su hablar acompasado, me dice, como disculpándose por el empujón que me acaba de dar, que “hay que avisparse para coger este puesto, que es el mejor para viajar”. Se trata del espacio que hay para sentarse en la segunda hilera de sillas de la chalupa: “no es bueno hacerse en ningún extremo, ni adelante ni atrás, ni mucho menos en los lados, porque o te friega el sol, o la lluvia o las aguas del río que se meten cuando el chalupero coge una ola o da una curva muy rápida”. Tal es la fe a este puesto que resultaba admira-ble la agilidad para hacerse de él, cuando se metió casi de un brinco desde el muelle flotante a la chalupa.

No sé si es por la velocidad que agarra la chalupa o por aseo per-sonal pero de su descuidada boca

sólo salen palabras… para nada un aliento malo que le haga a uno desear que la conversación se acabe pronto, como suele suceder incluso entre personas jóvenes muy dedicadas a atender varios asuntos, menos los referidos a la higiene oral.

Cuando le pregunto si un viaje tan largo en un medio tan estrecho y maltratador no le incomoda para su

enfermedad, que es como una especie de mal de huesos, según ella misma, respon-de que “para ná. Mis huesos están como acabándose, pero son resistentes, es que yo llevo toda la vida corriendo, y una trepa-da de vez en cuando en chalupa no me hace daño. Lo malo es que al viajar toca bajarse a donde algún conocido en Magangué, y a mí eso no me gusta… los arrimados, como los muertos, a los tres días ya fastidian con el olor, sentencia sabiamente”.

Al explicarme cómo es eso de que lleva toda la vida corriendo, me cuenta que “ha sido por la plata,

que es el peor de los demonios”, y la vio-lencia, que viene detrás de ella. Cuenta que, siendo niña, salió corriendo, detrás de su papá y su mamá, de un pueblo de las sabanas del Cesar hacia las monta-ñas del sur de Bolívar en busca de oro, en las minas de esos lados. “Fue mi pri-mera corrida huyéndole a la miseria que dejaba una sequía en los campos. Luego, cuando el oro trajo plata y progreso a ese pueblo, en las faldas de la montaña, llegaron los guerrilleros. Muchos se fue-ron porque decían que no iban a trabajar para que otros bandidos se la comieran fácil. Otros nos quedamos, pero con el tiempo el oro escaseaba y las cuotas de las vacunas aumentaban. Cuando ya era más caro pagar, nos bajamos de la montaña, corriendo a mil, para dejar a la guerrilla sola en el monte. Ellos ni pei-nan ni prestan la penilla. Y luego cuando ya hacíamos algo para vivir, un lote, un rancho, una canoa para vivir del pesca-do, llegaron los que nos iban a salvar de la guerrilla, los paracos. Pero acabaron primero con varios de nosotros, simples campesinos… y luego las masacres, que no respetaban nada ni a nadie… has-ta niños y mujeres preñadas cayeron delante de todos los que, de milagro y por bondad de Dios, nos salvábamos de morir. ¿Y entonces qué? Vuelva y a correr. Por eso, mijito, siete horas en chalupa es un paseo”.

Le pregunto a Marielis, por picarle la lengua, si todavía le quedan ganas de una carrera más. Ella extravía

su mirada en lontananza, y por primera vez ante una pregunta se queda pensando unos segundos… “Si me vuelve a tocar otra época así, yo no corro más… ya para qué… la vida mía es poca, que corran mis hijos; por mi parte que corran las lágrimas, porque mis piernas apenas alcanzan para saltar por buen puesto en la chalupa”.

Los Hermanos del Distrito Lasallista de Bogotá hacemos presencia en el sur del departamento de Bolívar, en la costa norte del país, con dos comu-nidades en la Diócesis de Magangué: La Comunidad Hermano Miguel, que apoya la capacitación de los maestros rurales en la zona urbana y rural; el trabajo educativo del Instituto Técnico Diocesano, y la animación litúrgica y de la Vida Religiosa en la Diócesis. También está la Comunidad del Volun-tariado Misionero Lasallista en donde Hermanos y jóvenes voluntarios hacen comunidad y comparten su vida y tra-bajo en diferentes corregimientos a la orilla de los ríos Magdalena y Cauca.

También la Universidad de La Salle hace una importante labor social con su programa en convenio con la Fundación Carmen Pardo Valcarcel y el Ayunta-miento de Madrid (España) y ofrece el diplomado en Liderazgo Social.

La presencia lasallista en la Diócesis de Magangué empieza en 2004 con la Comunidad Hermano Miguel y se enriquece en 2008 con el Voluntariado Misionero Lasallista y el diplomado de la Universidad de La Salle. Estas obras lasallistas se incorporan al trabajo de la Diócesis, apoyando el Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización (PDRE) no sólo en Magangué sino en los municipios de la Diócesis. En tales lugares, especialmente los que se ubican en el sur del departamento de Bolívar, el PDRE se complementa con los Procesos Ciudadanos y Constituyentes que se adelantan para promover la justicia, la inclusión y la reconstrucción del tejido social, en estos sitios donde la violencia, la exclusión y la corrupción han retrasado el desarrollo social.

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Hno. Jorge Enrique Molina Valencia

Nació en Bogotá el 5 de enero de 1954 .

es bachiller del Instituto

La Salle de Bogotá.

Los Hermanos de La Salle, así como todas las comunidades religiosas, elegimos entre nuestros Herma-

nos a algunos que lideren las respon-sabilidades de animación y gobierno. En nuestro caso, se elige un Hermano del Distrito para que asuma este ministe-rio durante un período de cuatro años, que puede ser renovado. La elección se realiza de acuerdo a unos sondeos que se realizan entre los Hermanos y de los cuales resulta una terna que es envia-da al Hermano Superior General, quien luego de oír el parecer de los Consejeros Generales, envía la obediencia al nuevo Hermano Visitador.

El Gobierno del Distrito de Bogotá tiene como cabeza principal al Hermano Visitador, quien junto con

los Hermanos Consejeros vela por que la vitalidad de la misión se mantenga y se cumplan cada una de las disposiciones del Capítulo de Distrito, que es una asam-blea de carácter pastoral y administrativo que manifiesta la unidad profunda exis-tente entre los Hermanos y les permite participar efectivamente en forma directa o delegada, en las instancias de reflexión y de decisión del Distrito (Regla de los Hermanos 128).

22.11.08Ceremonia de posesión del Hermano Visitador

Lente

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El 22 de noviembre del 2008 se lle-vó a cabo la posesión del Herma-no Jorge Enrique Molina Valencia

como Visitador de nuestro Distrito. Esta ceremonia se realizó en torno a la fiesta de la presentación de la Santísima Virgen María que se celebra cada 21 de noviembre. A este importante momento asistieron varios Hermanos, amigos, familiares y representantes de la familia lasallista. El Hermano Edgar Nicodem, Consejero General y representante del Hermano Álvaro Rodríguez Echeverría, Superior General del Distrito, fue quien leyó la Obediencia.

Fotografías: Davián Martínez

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La Regla de los Hermanos de las Es-cuelas Cristianas en su numeral 132 explica qué significa el Hermano Visita-

dor en la vida de un Distrito:

“El Hermano Visitador es el garante de la unidad y vitalidad del Distrito; es el primer responsable y el primer animador del mismo. Ejerce su autoridad de superior mayor según las normas del derecho canónico y del derecho particular del Instituto, y de acuerdo con las directrices emanadas del Capítulo de Distrito.

El Hermano Visitador está al servicio de sus Hermanos, los escucha de buen grado y se mantiene en contacto con ellos; se preocupa de continuo por favorecer el desarrollo de la vocación personal de cada uno, y por promo-ver entre todos estrecha colaboración para mejorar la realización de su misión a través del conjunto de sus obras.

El Hermano Visitador constituye las comu-nidades y designa a los responsables de los distintos cargos según las disposiciones que establezca el Capítulo de Distrito. Visita a las comunidades y asegura la vinculación con la Región y con el Centro del Instituto.

Admite al noviciado y a los votos, salvadas las disposiciones previstas en el Estatuto 95b; concede las autorizaciones que prevé el derecho, entre ellas la de publicar escritos que traten cuestiones de religión o de costumbres”.

Fotografías: Davián Martínez

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que en la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas dura seis años, los Hermanos que acaban su escolasticado son enviados por el Hermano Visitador a diferentes colegios. Estos son los Hermanos que salen a su nueva comunidad apostólica.

Hno. Óscar Eduardo Silva Camelo

Edad: 23 añosLugar de nacimiento: Bogotá Bachillerato: Instituto San Bernardo de La SalleEstudios superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: IED Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Cúcuta

Hno. Edwin Adolfo Garavito Muñoz

Edad: 23 añosLugar de nacimiento: BogotáBachillerato: Academia La Salle – San BenildoEstudios superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: Colegio La Inmacula-da de Orocué, Casanare

Mirando al futuro

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Luego del proceso de formación inicial,

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Hno. Daniel Felipe Niño López

Edad: 23 añosLugar de nacimiento: BogotáBachillerato: Instituto San Bernardo de La SalleEstudios superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: Comunidad Hermano Miguel Magangué, Bolívar

Hno. Juan Carlos Montaño Jurado

Edad: 25 añosLugar de nacimiento: Zipaquirá, Cundina-marcaBachillerato: Colegio Santiago Pérez, ZipaquiráEstudios superiores: Licenciatura en Educación (Ciencias Religiosas)Comunidad actual: IE. Politécnico Álvaro González Santana, Sogamoso

Hno. Carlos Alberto Rodas Londoño

Edad: 33 añoslugar de nacimiento: Cisneros, AntioquiaBachillerato: Colegio Nuestra Señora de la Sabiduría, Puerto López, MetaEstudios superiores: Tecnólogo en in-geniería de sistemas y IX semestre de la Licenciatura en filosofía y letrasComunidad actual: Instituto San Bernar-do de La Salle

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Casas de formación 2009

Jóvenes postulantes de segundo añoJóvenes postulantes de primer año

Estos son los jóvenes y Hermanos que durante este año 2009, estan haciendo comunidad en las Casas de Formación del Distrito Lasallista de Bogotá

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Proceso de formación de los Hermanos de La Salle

2 años de Postulantado (Chía, Cundinamarca)

1 año de Prenoviciado (Bogotá DC)

1 año de Noviciado (Rionegro, Antioquia)

2 años de Escolasticado (Bogotá, DC)

Hermanos escolásticos

Hermanos del noviciado interdistrital

Jóvenes del prenoviciado interdistrital

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