sophia - rama arjuna (barcelona) | s.t.e. … · parece un cuento pero es una historia ... cerca...

Julio-Agosto 2014 193

CONTENIDO DL B - 14022 - 1998

Cubierta: Juan Carlos García. Impresión: Romanyà/Valls, S.A.Edita: Editorial Teosófi ca S.L. para la Sociedad Teosófi ca Española.Presidente de la Sección: Àngels TorraLa Sociedad Teosófi ca Española sólo es responsable de las comunicaciones ofi ciales que aparecen en esta revista.Las opiniones de los autores son de su propia responsabilidad.

SOPHIANº 299 JULIO-AGOSTO 2014

EDITORIALPARECE UN CUENTO PERO ES UNA HISTORIA ....................................................... 195

DESDE LA ATALAYATim Boyd ............................................................................................................................ 197

SOBRE LA ACEPTACIÓNThe Theosophical Movement ............................................................................................. 199

EL IMPACTO DE LA MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA ESPIRITUALDanielle Audoin ................................................................................................................. 204

EL PROGRESO ESPIRITUALH.P. Blavatsky .................................................................................................................... 207

EL SENDERO DIRECTO Y EL INDIRECTO (Publicado en Mayo de 1.928)C. Jinarâjadâsa. ................................................................................................................... 211

ENCUENTRO LUSO – HISPÁNICO DE TEOSOFIA 2.009SOCIEDAD TEOSÓFICA Y VIVENCIA ESPIRITUAL, Miguel Martínez de Paz ......... 214

LA VIDA: UNA PELÍCULA, UNA ESCUELA, UN PEREGRINAJED.P. Sabnis ......................................................................................................................... 217

LIBERACIÓN E INTEGRACIÓNHugh Shearman .................................................................................................................. 220

PREGUNTAS Y RESPUESTAS ............................................................................................ 225ACTIVIDADES ...................................................................................................................... 226NOTICIARIO: ........................................................................................................................ 226

194 Sophia nº 299

RAMAS DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA ESPAÑOLA

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EDITORIAL

La hemos leído en la prensa local y nos habla del “llanto de los delfi nes” y nos dice

textualmente que “los seres huma-nos llegarán a Marte y continuarán sin conocer los secretos de los fon-dos marinos y las profundidades abisales de esta Tierra que debe-ríamos llamar Océano. Los mares, que ocupan las tres cuartas partes del planeta, son un gran secreto. Lo saben muy bien los pescadores como José Manuel Juárez, de 52 años, patrón mayor de la Cofradía de Barcelona, que se siente como un simple marinero, el único que, junto con otro de Castellón, acce-dió al cargo sin ser armador”.

“Los barcos de pesca suelen te-ner nombres que hacen referencia a relaciones familiares, orígenes sociales o sobrenombres. El cofra-de mayor de Barcelona patronea el nuevo Labio y antes patroneó el Labio, propiedad de un arma-dor desacomplejado y con labio leporino. José Manuel Juárez es capaz, como aseguran tantos y tantos pescadores, de descansar a bordo y dormirse un ratito si la faena se lo permite, acunado por

las olas y protegido por las redes. Y así y todo, una vez en tierra fi r-me, en su casa le despierta el más mínimo ruido de un ascensor o de una puerta que se cierra. Tal vez él no tiene ninguna embarcación, pero sí cosas que no se pueden comprar con dinero, mil ocasos y mil recuerdos, como el día en que vio llorar a los delfi nes.

Fue en abril de 1985, a las nueve y media de la noche, con el inicio de un ritual que se mantiene idéntico desde que se hizo hombre, es decir, un pescador tomando un café en el muelle. Media hora des-pués, la tripulación revisó los apa-rejos y cargó unas dos toneladas de hielo y más tarde dejaron ir ca-bos y pusieron rumbo a Tarragona. Todavía no hacía demasiado calor y los bancos de sardinas estaban cerca del litoral y no a una profun-didad excesiva, a unas 50 brazas, entre 75 y 80 metros. En verano, la mola, que es lo más parecido a estas bandadas de estorninos que vuelan como si fueran una única ave gigantesca, busca aguas más frías y profundas, de hasta 180 metros.

PARECE UN CUENTO PERO ES UNA HISTORIA

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cerrada.El marinero exigió al patrón

que arriara el bote. “Es peligroso, puedes volcar”, le dijeron, pero él se mantuvo fi rme. El primer delfín no se dejaba coger. Tenía el mo-rro ensangrentado porque había intentado romper las mallas con la desesperación del que agoniza. Se le acababa el oxígeno atrapado por un banco de peces cada vez más compacto. Un, dos tres. Fi-nalmente, al cuarto intento, José Manuel pudo atraparlo por la cola y subirlo a bordo con un esfuerzo casi sobrehumano. Después lo dejó caer a mar abierto.

En lugar de irse, se quedó allí, esperando. No vais a creerlo pero los otros delfi nes no hicieron más que formar una fi la para que los sacara. No tuvo que hacer más esfuerzos. Se acercaban, los co-gía y ellos mismos se metían en la barca. La tripulación estaba asombrada. Los cinco delfines se quedaron un rato nadando y saltando alrededor del bote. José Manuel hundió la mano en el agua y uno a uno fueron llegando para acariciarla, para despedirse y, de pronto, se fueron.

La historia de este trabajador representa a la perfección la de miles de compañeros. Empezó a pescar a los 15 años mientras ayu-daba a su padre, un pescador gra-nadino, y ahora podría jubilarse según las leyes establecidas para este sector pesquero, pero no pa-rece que quiera hacerlo. Es como

Cerrada la noche, silencio ab-soluto. Los peces, como los pája-ros, detectan los ruidos. La sala de máquinas apagó los motores. En ocasiones así se puede saltar a una pequeña lancha de remos y potentes focos. Estas son las luces que se ven desde la costa. La luz atrae a los peces de manera hip-nótica como los faros de los coches paralizan a los conejos.

Algunos marineros cobran un poco más: el motorista que se ocupa de la sala de máquinas y el botero, el remero que va en la lancha, ya que navegar en una embarcación tan frágil cerca de un pesquero y con redes tan pe-queñas es muy peligroso. Muchos zozobran. José Manuel Juárez ha estado dos veces a punto de morir así.

Un pesquero puede hacer tres lances en una noche, puede tirar y recoger tres veces las redes. Paciencia y suerte, no hay más secreto. Cuando la red sube lle-na de peces es una bendición del cielo. Hay que afanarse: enterrar las capturas en hielo y volver a intentarlo. Es una carrera contra reloj, pero nuestro hombre se paró en seco, Había oído el lloro de un niño. “Lo juro, no son imagina-ciones mías”. Era como el lloro de un niño. Se subió a la quilla y los vio. Cinco delfi nes atrapados. Se habían dado una comilona de sar-dinas pero cuando quisieron salir ya no tenían espacio para cobrar empuje y saltar sobre la red ya casi


si sospechara que los delfi nes sólo volvieron para decirle que era uno de los suyos. Una criatura del mar para siempre”.

Puede que sí, puede que no, pero de lo que no cabe duda es que este relato nos proporciona una

comprensión maravillosa de unas criaturas que, como a veces se ha dicho, no sólo son inteligentes sino cuya sensibilidad equivale a la que pueda tener un hombre evolucio-nado como este humilde pescador.

C.B.

DESDE LA ATALAYA Tim Boyd

Algunos de los grandes sabios que han vivido han insistido mucho en resaltar un punto

en particular. Aunque ese punto se haya expresado de diversas formas, la idea esencial es que el cambio es constante e inevitable. Todo lo de este mundo cambia. Podríamos pensar que es un punto tan obvio que no se necesita ex-presar con tanta frecuencia y de maneras tan distintas. Sin embar-go, parece que para las personas sabias hay un motivo para esta repetición. Los que hemos visto, con los años, cómo se nos llenaba el pelo de canas y nuestro cuerpo cambiaba, no necesitamos que nos convenzan de nada. También los jóvenes observan el mismo pro-ceso cuando se les vuelve la voz más ronca, cuando las tecnologías cambian y se abren ante ellos nue-vos niveles de responsabilidad.

Entonces, ¿por qué insistir tanto en lo obvio? Parece que no-

sotros, a pesar de “saber” que el cambio es inevitable, no hemos aprendido a aceptarlo. La res-puesta normal es la de resistirse e ignorarlo. Se han creado enormes industrias alrededor de este deseo de las masas de detener, o como mínimo de ralentizar, la marea imparable del cambio. En occiden-te, una de las especialidades más fl orecientes de la medicina es la cirugía plástica para los hombres, un corte por aquí, un pliegue por allí, y la cara de la persona puede tener la apariencia de lo que algún cirujano cree que es la juventud, pero estas personas no viven más tiempo ni consiguen niveles más altos de felicidad durante su pe-ríodo de vida. De hecho, este tipo de procedimientos probablemente tenga poco que ver con la manera en que nos ven los demás, pero nos sentimos empujados por la manera en que queremos vernos a nosotros mismos. Este no es

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más que un ejemplo fl agrante de la necesidad que tenemos de crear al menos la ilusión de constancia y de control en este mundo fl uc-tuante. Se pueden encontrar in-contables ejemplos más con sólo pensar un poco, como por ejemplo la obsesión por ganar cada vez más dinero, la necesidad de obtener títulos y reconocimientos, el de-seo de tener el pelo más oscuro o más claro, el deseo de gustar, de ser considerado, de ser guapos, de ser inteligentes. Todo esto refl eja nuestra necesidad de conectar con algo más grande que los límites que estamos viendo.

Es un comportamiento fácil de criticar o de caricaturizar. Sin em-bargo, el axioma hermético según el cual “Como es arriba, es abajo” nos indica un significado más profundo. Jack Kerouac, escritor americano contemporáneo, lo ex-presó de forma sencilla. Escribió “Nadie cree que no haya nada en lo que creer”. En lo más profundo de nosotros existe la certeza de algo que es inmutable. Todos po-demos sentirlo. El hecho de que su presencia permanezca oculta para nosotros en el mundo ordi-nario nos hace actuar de forma extraña. Cuando no encontramos lo que todos sabemos vagamente que es real, lo proyectamos en el mundo de estas maneras distin-tas y raras. Por más extraño que parezca, nuestro confuso anhelo de la juventud eterna, de la inter-minable abundancia, de la salud

perfecta, del conocimiento y del poder, pueden considerarse como una prueba de su realidad. Lo que los Teósofos llamamos La Verdad es algo eterno, sin límites, perfecto, presente en todas partes y a dis-posición de cada uno de nosotros. El problema que tenemos como seres humanos es nuestra tenden-cia a tratar de obligar al mundo a recompensarnos con algo que no puede darnos. La verdadera nece-sidad que se halla debajo de todos nuestros esfuerzos es la de tener paz, sabiduría, y una seguridad que tiene sus raíces en lo eterno.

Recientemente la inmediatez del cambio se nos ha venido enci-ma dentro de la Sociedad Teosófi -ca. Con el fallecimiento de nuestra presidenta internacional, cambia-ron, de repente, treinta y tres años de liderazgo. Después de nuestro período de elecciones ahora se nos presenta la situación de tener que adaptarnos a un nuevo presidente. Igual que con todos los cambios parecidos en el pasado, la ST se adaptará y seguirá adelante. El trabajo de la ST no ha cambiado desde su fundación. Vale la pena considerar los comentarios que hizo HPB sobre el Futuro de la Sociedad Teosófi ca en La Clave de

la Teosofi a:

Su futuro dependerá casi en-

teramente del grado de altruismo,

interés, devoción y, por último,

pero no por ello menos importante,

de la cantidad de conocimiento

y sabiduría que posean aquellos


miembros a los que les corresponda

realizar el trabajo y dirigir la Socie-

dad después de la muerte de los

Fundadores. …la gran necesidad

que tendrán nuestros sucesores de

contar con un juicio claro y objeti-

vo para guiar a la Sociedad. Todo

intento de este tipo por parte de

la Sociedad Teosófi ca ha acabado

en fracaso hasta ahora porque an-

tes o después ha degenerado en

una secta, ha establecido dogmas

propios infl exibles, perdiendo así,

en grados imperceptibles, aquella

vitalidad que solamente puede

impartir la verdad viviente. … si la

Sociedad Teosófi ca sobrevive y vive

de acuerdo con su misión, con sus

impulsos originales, durante los

próximos cien años, decidme que

no soy demasiado osada cuando

afi rmo ¡que la tierra será un cielo

en el siglo veintiuno en comparación

con lo que es ahora!

Claramente, nos queda mucho por hacer.

(The Theosophist., mayo 2014.)

Tanto si nos damos cuenta como si no, la “capacidad de aceptar” no es solamente

una virtud esencial sino, a veces, una necesidad que nos mantiene ligados a la realidad. ¿Qué ocurre cuando una esposa se niega a creer que su marido ha fallecido o cuando una madre no permite que se lleven el cuerpo muerto de su hijo, incapaz de aceptar que está muerto? Hay casos en los que la madre es incapaz de aceptar que ha dado a luz a un niño muerto y se pasea con un muñeco, creyen-do que ese muñeco es su hijo. En algunos casos, la persona puede aceptar la inevitabilidad de la muerte del ser querido, pero en-

tonces no son capaces de “hacerse a la idea” durante el resto de su vida. Cuentan que un padre, tras perder a su hijo de corta edad, no dejó de llorar gritando su nombre cada día ¡hasta veinte años des-pués de su muerte! Tanto si es la muerte como una enorme pérdi-da económica, o la pérdida de un miembro por accidente o el fi n de una relación, no podréis empezar la curación hasta que lo aceptéis.

Igual que tardamos en aceptar la muerte de un ser querido, tam-bién somos reacios a aceptar sus defectos, sus errores y torpezas cuando estos se nos señalan. A veces es nuestro profundo amor, la confi anza y la fe que tenemos en

SOBRE LA ACEPTACIÓN

200 Sophia nº 299

nuestros seres queridos, mientras que otras es nuestro orgullo lo que no nos deja aceptarlo, ni siquiera ante una evidencia fl agrante.

Igualmente, somos reacios a aceptar las duras realidades de la vida. Por ejemplo, no se puede te-ner la fuerza de un chico de veinte años a la edad de setenta. No se puede tener la belleza y la frescu-ra de la juventud a los cincuenta o sesenta años. Es patético ver a hombres y mujeres deseosos de hacer lo imposible por aparentar la juventud, en vez de aceptar que han envejecido y optando por ha-cerlo de una manera elegante.

Aceptar es reconocer o ser consciente de algo. No podemos avanzar mientras no seamos cons-cientes de nuestras debilidades y nuestros hábitos erróneos. Cuan-do nuestra atención está dirigida a nuestros errores y puntos débiles, o bien los dejamos de lado o insis-timos en justifi carlos. Todos tene-mos defectos y peculiaridades su-tiles de las cuales no conseguimos ser conscientes ni siquiera cuando nos auto examinamos. Cuando otros nos hacen fi jarnos en ellos hemos de estar dispuestos a acep-tarlo y a trabajarlo. La psicología nos dice que los deseos, defectos y emociones que no son reconocidos tienden a reprimirse. Y en psicolo-gía la represión es defi nida como el impulso inconsciente de excluir de nuestra propia conciencia ciertos deseos, ideas socialmente inacep-tables, recuerdos traumáticos, etc.

Aunque están “suprimidos”, sabe-

mos que esos deseos y emociones son las tendencias inadecuadas de nuestra naturaleza moral y por eso las apartamos conscientemente o intentamos controlarlas.

Apartamos o escondemos cier-tos deseos, porque no nos gusta afrontarlos, mediante un gran esfuerzo de voluntad, en lugar de luchar por destruirlos o por trans-mutarlos. Es como dejar que el fuego siga ardiendo sin llama de-bajo de una fi na capa de cenizas. La más pequeña brisa puede volver a encender las grandes llamas. Es-tamos, pues, actuando como aquel niño de Esparta que se escondió una cría de zorro debajo de la cha-queta cuando le cogieron robándo-lo; y mientras iba respondiendo va-lientemente a todas las preguntas, la cría de zorro le iba devorando las entrañas. HPB señala que, de la misma manera, nuestros deseos dormidos tienden a corromper la parte mejor de nuestra naturale-za cuando rehusamos matarlos o transformarlos. Si esperamos, más adelante, tendremos que luchar mucho más en la destrucción o transformación de estos deseos y vicios. En la obra de Shakespeare La Tempestad, el Mago Próspero se encuentra con un monstruo de-forme, un ser elemental, llamado Caliban, a quien le enseña religión y lengua. Pero Caliban utiliza mal la lengua para maldecir y se rebela contra Próspero. Al fi nal, Próspero dice, aceptando su responsabili-


dad de Caliban: “Esta cosa oscura, la reconozco como mía” Hemos de ser capaces de decir lo mismo de nuestros malos pensamientos, sentimientos, deseos y acciones.

¿Cómo se pueden dar pasos para corregir todo eso cuando no se siente que se está haciendo nada malo? La sociedad ha dado un permiso tácito para ciertas prácticas no éticas, asfi xiando las voces de los reformadores aislados. Cada crítica se encuentra con su contra pregunta: “¿Qué hay de malo en esto?” Nuestra sociedad fomenta la ambición hasta tal punto que el ambicioso no siente ninguna mala conciencia cuando se dedica a pisar a los demás con tal de lograr sus ambiciones.

Mientras que somos extrema-damente reacios a aceptar nues-tros defectos, también estamos siempre deseosos de señalar los defectos de los demás. Y los de-más, como nosotros, no están dispuestos a aceptar sus vicios y debilidades. ¿No sería mejor acep-tarles tal como son? Deberíamos cantar lo mismo que cantan al-gunos amantes: “No cambies para intentar agradarme… Te quiero tal como eres”. Muchos de nosotros tenemos una vena reformista en nuestro interior. Queremos cam-biar el mundo. Salimos con un celo de misionero a reformar a la gente. “Tú tienes que ser el cam-bio que deseas ver en los demás”, decía Gandhiji. Cuando decidimos aceptar a las personas tal como las

encontramos, tenemos la oportu-nidad de cultivar la virtud de la Adaptabilidad. La adaptabilidad es una virtud muy escasa. De manera sutil, nuestros gustos y aversiones se rebelan, recordándonos que hemos de aprender a adaptarnos tanto a quienes nos gustan como a quienes nos disgustan.

La primera prueba de un ver-dadero aspirante, la primera mani-festación del Karma que desciende sobre su cabeza, trata siempre de esta cualidad, de la ADAPTA-BILIDAD. Adaptarnos a nuestro maestro signifi ca primero superar la duda y segundo superar el des-espero. Hay que estar totalmente dispuesto a dejar atrás nuestros prejuicios, nuestros falsos concep-tos y abrazar la disciplina y las en-señanzas, y a reconstruir nuestra naturaleza entera en conformidad con los requisitos del Sendero, es-cribe Shri B.P. Wadia

La Voz del Silencio dice “Acepta los infortunios del nacimiento… Enseña a abstenerse de todas las causas; la ondulación del efecto, como la gran ola de la marea, de-jarás que siga su curso”. A primera vista, parece un consejo desespe-rado, una rendición abyecta a lo inevitable. Pero, realmente, es una resignación paciente. Es un pre-cepto dinámico y positivo. Requie-re el coraje y el estoicismo de los valientes aceptar los infortunios del nacimiento con un espíritu de verdadera resignación. Implica rendir nuestra voluntad personal a

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la voluntad Divina. Siempre quere-mos que las cosas vayan a nuestro gusto. En el discurso Noveno del Gita, Shri Krishna dice: “A aquél que no encuentra falta alguna” el le dará el conocimiento más mis-terioso, junto con su realización. Las palabras “A aquél que no encuentra falta alguna” implican una persona que comprende que la Ley gobierna en todo y en cada circunstancia y que nada le puede sobrevenir, ni bueno ni malo, de lo cual él mismo no sea la causa. Por esto acepta lo bueno sin exaltarse y lo malo sin quejarse. Esta “acep-tación” lleva a la ecuanimidad, donde la persona está preparada para disfrutar o sufrir todo lo que el Yo Superior tenga previsto para ella mediante la experiencia y la disciplina.

Dado que la Ley del Karma es justa y compasiva, no puede haber ni un día mal formado. Por esto, en vez de quejarnos o de refunfuñar, debemos mostrar aceptación o resignación. Podríamos incluso ir un paso más allá y decir “Esto no es solamente lo que he merecido sino lo que, de hecho, yo deseaba”. Es una actitud de rendición su-prema, de fe inquebrantable en la Ley del Karma, una visión interna que cada verdadero aspirante es-piritual necesita cultivar. Con esta actitud, no tendremos que recurrir a ninguna oración ni ceremonia propiciatoria, ni intentar desviar el curso de la Ley esquivando las con-secuencias kármicas. Es la total

aceptación de que “lo mío regresa a mí”. El sentido común afi rma que lo que no puede curarse tiene que soportarse. “Dar patadas a los pin-chos sólo perjudica al que las da; además, a los pinchos parece que les da fuerza, porque, al golpear-los, vuelven una y otra vez… “Esto también pasará” es un buen lema para tener presente cuando nos suceden cosas difíciles de sopor-tar”, nos aconseja el Sr. Crosbie.

Cuando nos negamos a asumir la responsabilidad de las calami-dades, adversidades y circunstan-cias dolorosas de la vida, y por eso continuamos quejándonos o trata-mos de escapar de las circunstan-cias desfavorables con ceremonias y rituales, o peor aún, queremos suicidarnos, estamos complicando nuestro karma. Hay ceremonias que se llevan a cabo para esquivar las consecuencias kármicas. Es cuestionable que estas ceremonias y ofrendas puedan ayudarnos a es-quivar las consecuencias kármicas y aunque lo hagan, solamente es-tamos aplazando el día del juicio. HPB explica:

Ya se había explicado muchí-

simas veces que ningún Adepto

del Recto Sendero interferirá en el

justo funcionamiento del Karma.

Ni siquiera el más grande de los

Yoghis puede desviar el progreso

del Karma, ni detener los resulta-

dos naturales de las acciones por

más de un breve período, e incluso

en ese caso, esos resultados sólo

se reafi rmarán más adelante con


una fuerza diez veces más poten-

te, porque esta es la ley oculta del

Karma (HPB Serie N.32, p34)

Probablemente haya un res-piro temporal, pero hasta que no hayamos restituido nuestra deuda kármica y aprendido la lección ne-cesaria, esa situación o esa perso-na van a volver otra vez en alguna otra vida.

Sin embargo, “la aceptación” no debería equipararse con la pa-sividad y la indefensión. Si somos capaces de cambiar la situación, hemos de hacer todo lo que esté en nuestra mano para cambiarla. No se espera que sigamos siendo pobres, incapacitados, ignorantes, débiles, oprimidos, o cualquier otra condición que tengamos. Po-demos utilizar la situación como materia prima y extraer las leccio-nes necesarias. Podría consistir en aprender las lecciones de fortaleza y piedad, o desapego y paciencia, etc. Uno de los aforismos sobre el tema del Karma señala que en una vida determinada podemos tomar medidas para contrarres-tar malas tendencias y eliminar defectos. Cuando se realizan es-fuerzos intensos, la infl uencia de la tendencia kármica se acorta. El Karma nos ha colocado allí donde estamos, pero no nos mantiene siempre allí.

Si estamos solucionando los efectos de nuestro Karma pasado ahora, también tenemos la capaci-dad inherente, por nuestro poder de elección, para construirnos un

futuro radiante y feliz. Cuando sea posible cambiar la situación, haremos todo lo posible para salir de ella. Pero también aprendere-mos a aceptar la inevitabilidad, y no sólo eso, sino a aprovecharla al máximo.

Cuando la nuera acepta a su pesada suegra, intenta entenderla y decide no vengarse de ella, po-dría acabar ganándosela, aunque sea al fi nal de su vida. Tenemos la bonita historia del hombre que no sólo aceptó y triunfó sobre la inevitabilidad de su enfermedad sino que decidió que la vida nunca se iba a llevar lo mejor de él. La historia se llama “La Ventana” y apareció en la serie “Sopa de pollo

para el Alma”. Cuenta que había dos hombres, los dos muy enfer-mos, en una pequeña habitación de un gran hospital. Uno de ellos podía sentarse en la cama durante una hora, pero el otro tenía que pasar todo el tiempo echado sobre la espalda. Cada tarde, cuando al hombre que estaba junto a la ven-tana, que al parecer daba sobre el parque, le incorporaban durante esa hora que tenía, pasaba todo el rato describiendo lo que veía ahí fuera. Cada día distraía al otro hombre con su vívida descripción del lago, las fl ores, los niños que jugaban con sus barquitos, etc. El otro hombre siempre esperaba poder tener su cama junto a la ventana, para poder mirar por ella por sí mismo. Una noche el hom-bre de la ventana empezó a jadear

204 Sophia nº 299

gente busca una escapatoria a las preocupaciones y los problemas psicológicos que les torturan. Se les propone unas técnicas, que se llaman meditaciones, que actúan como tranquilizantes para ador-mecer la mente. Puede resultar agradable, pero esos ejercicios no tendrán ningún impacto sobre la vida espiritual. La mente tiene que tranquilizarse, pero al mismo tiem-po tiene que estar alerta y aguda para que tenga lugar ese despertar interior que es la característica de la vida espiritual.

Durante nuestro ejercicio de meditación tenemos, pues, que intentar al mismo tiempo ralenti-

La palabra « meditación » pue-de interpretarse de distintas maneras y por esto vamos

a considerar aquí la meditación como ejercicio y no como un ob-jetivo a alcanzar. Intentaremos darnos cuenta de que esta prác-tica, por más torpe que sea, tiene un impacto sobre la vida espiritual a condición de seguirla con regu-laridad y de forma desinteresada.

La meditación como ejerci-cio está destinada a desarrollar, a la vez, la paz y la agudeza de la mente. Un error comúnmente extendido en nuestra época es el de no buscar con la meditación más que la paz de la mente. Mucha

y fi nalmente murió. En cuando pareció oportuno, el otro hombre pidió cambiarse de cama para es-tar junto a la ventana. Cuando le trasladaron, se sentó en la cama para mirar por la ventana. Y quedó totalmente asombrado al ver que ni había un parque ni un lago en-frente de esa ventana. ¡Había un muro!

La aceptación debería ser fácil para alguien que sabe que todo

está en un fl ujo, en un cambio constante. “El primer paso para llegar a ser es la Resignación. La Resignación es el camino seguro verdadero y real… Después de la Resignación vienen (en su propio orden) la Satisfacción, el Contenta-miento y el Conocimiento”, escribe el Sr. Judge.

(“The Theosophical Movement”.

Marzo 2012.)

EL IMPACTO DE LA MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA ESPIRITUAL

Danielle Audoin


zar el ritmo de los pensamientos y desarrollar una calidad de aten-ción cada vez más aguda. Esto se lleva a cabo mediante la concen-tración.

¿Qué es la concentración? Es un ejercicio que tiende a fi jar la atención en un punto preciso. Pero el esfuerzo no tiene que excluir todo el resto. El esfuerzo tiene que consistir en desarrollar e intensi-fi car la atención. Cuando la aten-ción es sufi cientemente grande, la mente queda fi ja sin problemas en el objeto de la observación. La exclusión de las distracciones se realiza de forma natural.

Si estamos obnubilados por el miedo de las distracciones y desar-rollamos una voluntad rígida para identifi car el objeto de la medita-ción, esta puede resultar estéril porque se carecerá de vida, encer-rada en un espacio completamente limitado, cuyas puertas y ventanas estaremos constantemente vigi-lando, y descuidaremos el objeto que se trataba de proteger.

A la inversa, si nos aplicamos a mantener una atención total, no estaremos construyendo barreras y el objeto de la meditación podrá develar su profundidad infi nita y su unidad con el Todo. Los pensa-mientos podrán pasar por el cam-po de la observación sin distraer al observador. Algunos podrán incluirse en la observación. Pero no habrá distracciones, aunque no haya esfuerzo por excluir nada.

La atención es lo que hace que

la mente sea sensible, y esté alerta y despierta. Evidentemente hay que practicar durante todo el día. Como también hay que entrenarse para ralentizar el ritmo de los pen-samientos y disminuir su disper-sión. Pero es durante el curso de nuestra meditación cuando toma-mos conciencia de nuestra falta de atención y de nuestra inestabilidad mental. Y esta meditación, aunque pueda parecernos decepcionante, tiene ya un impacto sobre la vida espiritual, porque nos hace tomar conciencia del trabajo que hemos de hacer con nosotros mismos en medio de la vida cotidiana.

Muchos estudiantes abando-nan la práctica de la meditación en posición sentada bajo el pre-texto de que no llegan a conseguir el silencio interior. El impacto de la meditación no debe buscarse en el resultado aparente e inme-diato de este ejercicio, sino en la vida cotidiana. Toda persona que practique este ejercicio con regula-ridad purifi cará y sensibilizará sus distintos vehículos, aunque no sea consciente de ello. No es consciente porque la transformación es lenta y no vemos la diferencia de un día para otro. Pero el hecho es cierto. Bajo el efecto de este ejercicio, la mente se va purgando poco a poco de las manchas procedentes de la identifi cación con el yo y de los motivos personales consecuencia de ello.

No hay que pensar que nues-tra vida será espiritual solamente

206 Sophia nº 299

cuando sepamos meditar. Ni tam-poco, al revés, imaginar que se pueda llevar una vida espiritual sin plantearse mínimamente la meditación.

Una persona que consagre cada día unos minutos a su medi-tación no tiene que preguntarse si lo consigue o no. Se va haciendo un trabajo en esa persona, porque una práctica regular y desinte-resada siempre tiene un efecto purifi cador. La única pregunta que debemos hacernos es esta: “¿Mi práctica es regular y desinteresa-da?” El resultado no tiene que ver con el pequeño yo. Cuando se dice “¡Me gustaría tanto saber medi-tar!” se está expresando un sueño imposible. Es una satisfacción que el pequeño yo no tendrá nunca, porque cuando haya meditación, no en cuanto a un ejercicio sino como Toma de conciencia del YO, ya no existirá el yo para decir “Ya sé meditar”.

No hay que meditar para “saber meditar”, sino porque la medita-ción transforma la mente, apaci-guándola y haciéndola más pura y más sutil. Entonces, deja de ser el destructor de lo Real. Puede

convertirse en la transmisora de la Luz de la Verdad y permitir el fl orecimiento de nuestra Natura-leza Divina. Ese es el impacto que tiene la meditación sobre la vida espiritual.

Durante la meditación, la com-

prensión se alimenta de materiales

amasados por la vida y por el pen-

samiento. Una disposición habitual

hacia el pensamiento profundo y,

en lo posible, una cierta cantidad

de estudios pacientes, tendrán,

pues, mucho valor, como ayuda

inconsciente para la meditación. Un

espíritu comprensivo y un corazón

ardiente constituyen el combustible

que arderá en el altar de la medi-

tación. Clara Codd.

Si vuestro corazón se dispersa

o se deja distraer, hacedlo volver

suavemente al centro… Aunque no

hayáis hecho nada durante toda

una hora más que hacer volver al

corazón cada vez que se escapa,

vuestra hora se habrá aprovechado

bien.San Francisco de Sales.

(Le Lotus Bleu. Abril 2014.)

Gran parte de los pesares del mundo podrían evitarse porque muchos de ellos no provienen del pasado sino que son el resultado de las actuales in-sensateces de los seres humanos, que toman las cosas de forma errónea. Por ejemplo, con frecuencia nos sentimos lastimados, ofendidos o preocupados. Eso no es karma del pasado. En la mayoria de los casos se debe enteramente a la manera en que aceptamos las cosas que provienen del exterior, a nuestra forma de aceptar las experiencias. Es culpa nuestra y hay que remediarlo, simplemente con un poco de observación de los hechos.

C.W. Leadbeater


Aunque puede haber dife-rencias en las diversas pre-sentaciones de la Doctrina

esotérica, porque en cada época se reviste de un ropaje nuevo, distinto del precedente tanto por el color como por la textura, en cada una de ellas sin embargo, constatamos el acuerdo más com-pleto en un punto: el camino que conduce al desarrollo espiritual. Una sola regla infl exible ha sido siempre obligatoria para el neó-fi to, como lo sigue siendo ahora, y es el total sometimiento de la naturaleza inferior a la naturaleza superior. Desde los VEDAS y los

UPANISHADS hasta LUZ EN EL SENDERO, publicado muy recien-temente, y si pudiéramos buscar en la biblia de cada raza y de cada culto, no encontraríamos más que un camino, tortuoso, difícil y ago-biante, a través del cual el ser hu-mano puede adquirir la verdadera percepción espiritual. Y no podría ser de otra forma porque todas las religiones y las fi losofías no son sino variaciones de las primeras enseñanzas de la única Sabidu-ría, comunicada a los hombres al principio del ciclo por el Espíritu Planetario.

El verdadero Adepto, el hombre

EL PROGRESO ESPIRITUAL

H.P. Blavatsky

Estos famosos versos de Cristina Rosetti:

¿Serpentea la carretera ascendente en todo su recorrido?

Sí, totalmente, hasta el fi nal.

¿El viaje dura una jornada entera?

¡De la mañana a la noche, amigo mío!

(Del poema “Up-Hill”, versos 1-4)

condensan, como un refl ejo, la vida de los que hollan fi elmente el sendero que conduce a los valores superiores.

208 Sophia nº 299

desarrollado, tiene que hacerse a sí mismo, como siempre nos han dicho, no se puede fabricar. Por esto el proceso es un proceso de crecimiento a través de la evolu-ción y esto tiene que implicar ne-cesariamente una cierta cantidad de penalidades.

La causa principal del dolor se halla en nuestra búsqueda per-petua de lo permanente en lo im-permanente, y no solamente en el hecho de buscar, sino en el hecho de actuar como si estuviéramos a punto de descubrir lo inmutable en un mundo en el que la única cualidad cierta que podemos afi r-mar es el cambio constante, y cada vez que imaginamos habernos apo-yado fi rmemente en lo permanen-te, éste se modifi ca bajo nuestros pies y empieza el sufrimiento como resultado. Una vez más la idea de crecimiento implica también la idea de ruptura; el ser interior debe atravesar continuamente su caparazón o su revestimiento que le atenaza, y esta ruptura debe también ir acompañada de su-frimiento, no físico sino mental e intelectual.

Y es lo mismo que ocurre en el curso de nuestra vida; la afl icción que nos abruma es siempre justa-mente la que nos parece más dolo-rosa de todas cuantas nos pueden ocurrir, siempre es aquello que nos sentimos incapaces de soportar. Si lo observamos desde un pun-to de vista más amplio, veremos que intentamos atravesar nuestro

caparazón en nuestro punto más vulnerable, y que nuestro creci-miento, si lo es realmente y no es el resultado colectivo de una serie de excrecencias, tiene que progresar en todas partes de la misma ma-nera, igual como crece el cuerpo del niño, no primero la cabeza y después una mano, seguida tal vez de una pierna, sino regularmente e imperceptiblemente en todas di-recciones a la vez. La disposición del ser humano es la de cultivar cada parte separadamente, des-cuidando las otras en el intervalo: cada sufrimiento horrible está cau-sado por el desarrollo de una parte descuidada, un desarrollo que se hace más difícil por haber atendido principalmente a otra parte.

El mal es muchas veces el resultado de una inquietud ex-cesiva y la gente muchas veces intenta hacer demasiadas cosas: no se contentan con dejar lo me-jor y estar satisfechos con el bien, con hacer siempre solamente lo que requieren las circunstancias y nada más; lo exageran todo y, como consecuencia, producen un karma que tendrá que resolverse en un futuro nacimiento.

Una de las formas más sutiles de este mal es la esperanza y el deseo de recompensa. Son muchos los que ya contaminan, aunque muchas veces de forma incons-ciente, todos sus esfuerzos, mante-niendo la idea de la recompensa y dejando que esta idea se convierta en un factor activo en su vida; de


esta forma, dejan la puerta abierta a la ansiedad, a la duda, al temor, al desespero… al fracaso.

El objetivo del aspirante a la sabiduría espiritual es el acceso a un plan superior de la existencia; debe convertirse en un hombre nuevo, más perfecto, en cada ex-presión de su vida, de lo que es actualmente y si lo consigue, sus capacidades y facultades crecerán proporcionalmente en alcance y en poder, igual que encontramos en el mundo visible, donde cada etapa de las fases de la evolución está marcada por un aumento de la capacidad. Es lo que hace que el Adepto comience a estar dotado de poderes maravillosos y tantas veces descritos; pero el punto prin-cipal que hay que captar es que es-tos poderes son el acompañamien-to natural de la existencia en un plan más elevado de la evolución, igual que las facultades humanas ordinarias son el acompañamiento natural de la existencia en el plan humano ordinario.

Mucha gente parece pensar que el adeptado no es tanto el re-sultado de un desarrollo radical como una construcción adicional. Parecen imaginar que un Adepto es un hombre que, pasando por un tipo de preparación claramente de-fi nida que consiste en la atención minuciosa a una serie de reglas arbitrarias, obtiene primero un poder y después otro; y cuando ha obtenido cierto número de esos po-deres, en seguida se le califi ca de

adepto. Siguiendo esta idea falsa, se fi guran que lo primero que hay que hacer para poder alcanzar el adeptado es adquirir estos “pode-res”, y la clarividencia y el poder de abandonar el cuerpo y viajar a distancia se encuentran entre los más fascinantes.

A quienes deseen adquirir es-tos poderes en su propio benefi cio, no tenemos nada que decir; caen bajo la condena de quienes actúan con fi nes puramente personales. Pero están los demás, aquellos que, tomando el efecto por la cau-sa, piensan honradamente que la adquisición de poderes anormales es la única vía que conduce al pro-greso espiritual. Estas personas consideran nuestra Sociedad sim-plemente como el camino más fácil que les permitirá obtener el saber en este dominio, considerándola como una especie de academia oculta, una institución estable-cida para dar facilidades para la instrucción de futuros hacedores de milagros. A pesar de las protes-tas y de las advertencias, existen algunos espíritus en los que esta noción parece absolutamente en-raizada y enquistada y son muy ruidosos en su forma de expresar su decepción cuando descubren que lo que se les dijo anteriormen-te es perfectamente cierto; que la Sociedad fue fundada no para mostrar vías nuevas y fáciles de adquirir “poderes” sino que tiene como única misión la de volver a encender la llama de la Verdad,

210 Sophia nº 299

tanto tiempo apagada para todos excepto para unos pocos, y con-servar esta Verdad viva para la formación de una unión fraternal del género humano, único terre-no en el cual una buena semilla puede crecer. Es un hecho que la Sociedad Teosófi ca desea verdade-ramente promover el crecimiento espiritual de todo individuo que esté bajo su infl uencia, pero sus métodos son los de los antiguos Rishis, y su doctrina es la del Esoterismo más venerable; no es la dispensadora de panaceas abre-viadas compuestas de violentos remedios que ningún curandero honesto se atrevería a utilizar.

A este respecto, quisiéramos advertir a todos nuestros miem-bros y a las demás personas que estén buscando el saber espiritual, de que desconfíen de las personas que proponen enseñarles méto-dos fáciles para adquirir dones psíquicos, estos dones (laukika) son, en verdad, comparativamen-te fáciles de adquirir con métodos artifi ciales, pero desaparecen en el momento en que el sistema nervioso estimulante se agota. El verdadero estado del vidente y del adepto, que va acompañado de un desarrollo psíquico auténtico (lokottara), una vez alcanzado, no se pierde nunca.

Parece que se han creado diver-sas sociedades desde la fundación de la Sociedad Teosófi ca, aprove-chando el interés que esta última ha despertado en el tema de la

búsqueda psíquica y esforzándose por reclutar miembros prometién-doles la adquisición fácil de pode-res psíquicos. En la India ya hace mucho tiempo que nos resulta familiar la existencia de esta multi-tud de pretendidos ascetas de todo tipo, y tememos un nuevo peligro en este campo, tanto aquí como en Europa y en América. Esperamos solamente que ninguno de nues-tros miembros, deslumbrado por estas brillantes promesas, se deje engañar por soñadores que se auto engañan a sí mismos o, quizás in-cluso por impostores voluntarios.

Es perfectamente cierto que algunos teósofos han quedado muy decepcionados (por su culpa y por la de nadie más) porque no les hemos ofrecido ningún atajo para el Yog Vidya, y hay otros que desean hacer un trabajo práctico. Y de forma bastante signifi cativa, los que han hecho menos por la Sociedad son los más ruidosos en sus críticas.

No hay ni un solo miembro de la Sociedad que no sea capaz de hacer algo para ayudar a la causa de la Verdad y a la de la Frater-nidad universal; sólo depende de su propia voluntad hacer que este algo se convierta en un hecho.

Por encima de todo, quisiéra-mos reiterar el hecho de que la Sociedad no es un vivero de nuevos adeptos.

(“The Theosophist”. Mayo 1885.)

(Lotus Bleu. Mayo 2014)


Hace treinta años recibí una visión de mi meta y del Sendero directo hacia ella. Todavía

niño, tuve un medio sueño de la meta, como resultado del día en el que leí “El Idilio del Loto Blanco”. Todo lo que los hombres adoraban en Dios, vino a mí envuelto en la imagen de la reina del Loto Blanco que hay en el libro. Ello despertó lejanos recuerdos de vidas griegas; el de un niño que se dejó caer en éxtasis y adoración ante Palas Atenea, la reina de la Sabiduría.

Luego, a medida que mis sueños se tornaron más claros y mi corazón más lleno de amor por esta o aquella persona, justamente cuando empezaba mis estudios en el Colegio de Cambridge, la concepción platónica de los Arquetipos iluminó mi mente. De ahí nació una visión lejana del Arquetipo de arquetipos, a quien los hombres llaman el Logos de nuestro sistema. A esa lejana visión enlacé todas mis experiencias. Entonces, busqué en derredor alguna forma de consagración diaria, algún acto fácil de adoración con el cual pudiera destruir las realidades de pena y dolor, y contemplar cada vez más lo Eterno. Por algún tiempo

me entregué a las maravillas de los Upanishads, y repetía a menudo la estrofa del Shvetashavarata que dice; “Sólo fl uye El dentro de este universo, El es el fuego, El es quien llena el agua. Conociéndole a El, sólo a El, se trasciende la muerte. No existe otro sendero que hollar”. También conocí íntimamente, intensamente, la gloria y la exquisita maravilla de una frase de mi Jefa, la Dra. Besant, para mí la más potente, la más luminosa, la más inspiradora de todas sus afi rmaciones; “Preferiría que me cegara la luz a permanecer voluntariamente en la penumbra o en la oscuridad”.

Finalmente, encontré la forma que deseaba en unos versos de S. Pablo de Frederick Myers:

Estrella de la mañana, nace y manifi éstate en mí

en profundidad y resplandor.

Y tú, Espíritu, inunda mi alma, renuévame

lleno de ti, y que se aleje todo lo demás.

Diariamente, durante muchos

EL SENDERO DIRECTO Y EL INDIRECTOPublicado en Mayo de 1.928

C. Jinarâjadâsa.

212 Sophia nº 299

años, fue éste mi único culto cotidiano. Y los pocos segundos que yo necesitaba para decir suavemente estas palabras, encerraban mil años de adoración.

De nuevo vino a mí la Luz por medio de aquel heraldo del Gran Maestro que fue John Ruskin. Estaba yo en Ceilán, alejado de todo cuanto signifi caba vida para mí. En todos los correos me llegaba desde América, volumen tras volumen, obsequio de mi hermano de una vida anterior, C. W. Leadbeater, que a la sazón trabajaba en aquel continente en la obra de este escritor. Palas Atenea llenó el corazón del niño griego, resucitó otra vez, deslumbrando, ardiendo la mente. Y de nuevo, apareció claro el sendero. “Esto es lo que yo sé, esto es lo que yo sé”, era mi grito a medida que leía, una tras otra, las páginas de Ruskin.

Fácilmente llegó luego una nueva etapa. Mi amigo W. H. Kirby, quien es músico y artista hasta la punta de los dedos, descubrió ante mí la gloriosa visión de los sueños de Wagner. Con paciencia y entusiasmo me enseñó a comprender el lado musical de Wagner. Inmediatamente capté su aspecto fi losófi co, pues ¿qué griego que amó a Esquilo no aclamaría con deleite su sucesor?

Otra artista exquisita, de fi na imaginación y con el fuego de una gran mente creadora, desplegó para mí dos visiones gloriosas, la de Dante y la de los pintores italianos de las escuelas ‘primitivas’. Fue Maria Luisa Kirby quien me enseñó, además, lo que el verdadero lenguaje es como arte.

Algo después, hice mi primera visita a Alemania, al festival de música de Wagner en Munich, donde vi, por

primera vez, lo grande que es el drama, tanto como no lo hubiera sospechado nunca, después de ver las futilezas de la ópera italiana. Oí completo, el ciclo de la Tetralogía, de la cual sólo conocía “El Oro del Rin”. Siempre recordaré la primera vez que escuché los acordes iniciales de la referida ópera, cuando una joven italiana, ejecutando con sonrisa altanera unos cuantos compases, dijo; “¡Y así sigue y sigue páginas y páginas!”, y yo exclamé dentro de mi mente y de mi corazón; “Pero esa es la verdad”. El tercer día de la Tetralogía, mientras escuchaba a Sigfrido, hubo un momento en que el mundo se desvaneció y todo fue cielo a mi alrededor. Ocurrió cuando Brunilda, ya despierta, contesta así a la impetuosidad de Sigfrido:

Ewig war ich,

Ewig bin ich,

Ewig in suss schnender Wonne,

Doch ewig zu deinem Heil!

- - -

Siempre fui,

Siempre soy,

Siempre en dulce rapto anhelante,

¡Siempre por tu bien!

Y desde entonces, cuando oigo ese exquisito motivo (que Wagner emplea luego para construir el Idilio de Sigfrido) todo lo de aquí abajo se desvanece y ya sólo veo la ‘cumbre de la montaña’, como dice Krishnamurti.

Pero hubo aún otra etapa, aquella en que todo este cielo


descendió a la Tierra, destrozando todas las cosas, transformando y glorifi cando todas las cosas, confundiendo la pena y la alegría en una misma Crucifi xión y Resurrección.

Yo he visto, pues, la meta. Sin embargo vagando sigo aquí abajo, miembro de la ST, miembro de la EE, francmasón, ofreciendo fl ores en todos los altares, participando de la Santa Comunión en las iglesias de la ICL. ¿Qué necesidad hay de todo esto para mí que he visto, que he conocido la maravilla del fi n, para mí, que desde el principio del tiempo estuve consagrado a ese fi n, el mismo que Brunilda canta en la canción?

Si yo predicara el recto sendero, mis labios estarían emitiendo simples palabras, no la verdad, como los labios de Krishnamurti. Porque yo estoy donde están los hombres, los millones de hombres. Yo sueño todavía los sueños de sus pequeños cielos. Aún me inspiran quienes marchan por el sendero

indirecto; participar con ellos en sus pequeñas alegrías y angustias, siempre equivale para mí, a ver más claramente mi Meta.

Mas, ¿necesito marchar junto a ellos, yo que puedo llegar más allá, y con un pequeño esfuerzo podría liberarme para siempre, ser uno con mi Sueño de sueños? Yo que puedo ser libre, quiero el trabajo penoso, porque no existe para mí la liberación mientras aquellos a quienes amo no sean liberados. Las cadenas que a mi me atan no son ya cadenas, porque yo no busco la Liberación, sino liberar a los demás. Sé que no puedo hacerlo para ellos fácilmente, totalmente, como El, si lo intentara fracasaría, porque no marcho continuamente sobre el sendero, sino en ciertos momentos, desviándome de él una y otra vez. En mi sueño de ayudar a otros, con gratitud acepto mi triunfo parcial de hoy. Pero loado y venerado sea El que realiza hoy, para otros, lo que yo espero hacer algún día.

La Mónada solamente puede descender en medio de la quietud. Por lo tanto el neófi to tiene que aprender a permanecer perfectamente sereno. Sólo en me-dio del silencio puede el Logos del Alma pronunciar su Palabra creadora. En la mente y en el corazón del neófi to tiene que reproducirse conscientemente el silencio que reinaba antes de la aurora de la Creación.

Entonces podrá el Logos interior manifestarse con potencia creadora, como aquel sonido oculto que es el único que produce el orden entre el caos y que crea formas de lo sin forma y que hace que nazca un nuevo hombre.

Geoffrey Hodson

214 Sophia nº 299

¿Existe un nuevo mensaje para la Humanidad? ¿Cuál es?

A lo largo de incontables Eda-

des, en las diferentes Rondas y Cadenas, en los muchos siglos que han transcurrido desarrollando la vida planetaria, la Ley de Evolu-ción ha ido marcando los pasos a realizar por las distintas humani-dades habidas, en esa eterna espi-ral de la Vida que puebla y le da un sentido al universo manifestado.

Etapas o ciclos que marcaron defi nidas pautas de progreso en la vida y en la forma, que es su vehí-culo de expresión en los mundos más densos o materiales. Cada etapa de progreso a ser asumida por la humanidad evolucionante es, al entender de nuestros estu-dios de teosofía, propiciada por las Jerarquías Planetarias que amo-rosamente articulan los arqueti-pos de progreso para su tutelada humanidad.

Es evidente que en los tiempos que corren, surge la necesidad de importantes cambios en la mente humana para alejarla de evidente

fracaso generado por la separativi-dad, como pauta inadecuada para el logro de las rectas relaciones humanas; la separatividad genera guerras y confl ictos de difícil solu-ción y hace necesario el converger, mediante la buena voluntad de todos, al espíritu de concordia y de unidad del “todos para uno y del uno para todos”.

Toda necesidad existente en el seno de la humanidad constituye un reto al coraje, a la inteligencia y a la dignidad del ser humano, del ser que de este modo ya va despe-jando en su consciencia las incóg-nitas de su eterno destino. Estas incógnitas quedan defi nitivamente despejadas cuando llegamos a la evidencia y al convencimiento ínti-mo, defi nitivo e inspirador de “La Unidad de la Vida”

Como estudiantes de teosofía conocemos que la llama viva de esta ciencia divina siempre se mantuvo ardiente por los iniciados y humildes servidores de todos los tiempos, más necesaria aún, en esta época en que vivimos, así como en las sucesivas, de las

ENCUENTRO LUSO – HISPÁNICO DE TEOSOFIA 2.009

SOCIEDAD TEOSÓFICA Y VIVENCIA ESPIRITUAL


futuras generaciones, la llama cósmica de la ciencia o sabiduría divina, que se ha ido extendiendo y popularizando por manifi esta voluntad de la Jerarquía Plane-taria; la cual se sirvió siempre de entregados discípulos e iniciados para darle un carácter universal a la revelación o al levantar el velo de las trascendentes realidades de la vida, para todos los que es-tuviesen en disposición interna de apreciarlas y de vivenciarlas en su consciencia, transmutando así los parámetros en que la vida humana y espiritual se ha de ir desarrollando en el planeta que habitamos.

Pese a la lenta evolución del ser humano, mucho se ha logrado glo-balmente, pero a mi modo de ver, esto es aún claramente insufi cien-te, pues basta ver las noticias en los medios de difusión para com-probar las inmensas e imperiosas necesidades de desarrollo del ser humano en todos los aspectos de la vida, tanto espirituales como materiales. Por tanto, el reto evi-dentemente existe, la fuente ins-piradora también, pienso que ésta siempre ha estado en disposición de fl uir sus vivifi cantes aguas de eterna sabiduría.

¿Hay servidores dispuestos y preparados con el necesario coraje y determinación?

Ésta es la pregunta, tal y como humildemente entiendo la realidad

del tema propuesto.La Sociedad Teosófi ca es una

Escuela de Sabiduría Divina que viene siendo desde largas décadas una luz, un referente de vida es-piritual que descorre velos de ig-norancia sobre las realidades más profundas de la vida humana; pero en los momentos actuales, cuando la Vida avanza velozmente, creo que es necesaria una más amplia y profunda visión, el vislumbrar un mayor horizonte en la apreciación de lo esencial, en lo que nos une, en el propósito de ser un referen-te válido que alumbre soluciones para los tremendos problemas que sufre la humanidad, un referente con elevada autoridad moral que le pueda decir alto y claro a la conciencia del ser humano: Tu puedes y debes …

Hemos creado inmensos y po-derosos castillos de conocimiento, conocimientos que no podremos poner en práctica durante vidas y vidas, nos hemos refugiado en ellos, quizás por temor a perder la riqueza adquirida y ahora estamos encerrados en nuestras fortalezas donde el clamor de los que silen-ciosamente piden luz y misericor-dia en sus vidas y caminos a veces no llega a oírse. Estamos cristali-zados, no fl uimos adecuadamente. La real sabiduría es un continuo fl uir, un permanente darse y com-prender, un incesante renacer; no vivimos la necesidad del aquí y del ahora, y si estamos perdiendo la realidad del presente, ¿qué puede

216 Sophia nº 299

ocurrir con el futuro?En verdad, amigos y hermanos

estudiantes de la Ciencia Sagrada, creo que tenemos que hacer de la necesidad virtud y abrir ya en nuestros corazones, aunque san-gren de dolor y de incomprensión “esa fonte que mana y corre, aunque es de noche” de la que hablara ya, entonces, nuestro mís-tico universal el iniciado San Juan de la Cruz.

Tenemos importantes instru-mentos a nuestro alcance: El tes-timonio vivencial de todos los que nos han precedido en el trabajo teosófi co, la reiterada propuesta

de cambio de actitudes psicoló-

gicas ya obsoletas, de renovación

y desprendimiento de atavismos

históricos que nos aplastan a la

superfi cie de la tierra y a su pasado

ya inexistente. Es prominente a es-

tos efectos de transmutar la mente

humana, terrestre y apegada, en

una mente más altruista y uni-

versal, la fi gura de Krishnamurti

que, en su perpetua batalla para

deshacer las cristalizaciones men-

tales, nos provee de claves para el

tan necesario efecto renovador de

la vida. Sus propuestas pueden

ser un buen punto de apoyo para

promover y dar luz a ese aspecto

esencial, vivo y creativo que reside

en lo que hay de eterno en nuestra

naturaleza trascendente.

Tenemos infinidad de moti-

vaciones o recursos a movilizar,

nuestra naturaleza espiritual tiene

potencialidades un tanto descono-

cidas e inexploradas, tan solo es

necesaria la buena disposición y

la fi rme determinación en permitir

y propiciar el fl uir desde lo pro-

fundo, en manifestar con hechos

lo que nuestra esencia espiritual

es y puede realizar, y así, inspira-

dos, transformándonos día a día,

podremos quizás seguir siendo un

referente vivo y latente, ya no tan

solo testimonial, para una huma-

nidad que nos rodea, que sufre,

que nos observa y examina.

En el sentido de lo dicho, y a

mi natural y sincero criterio “Sí, existe un nuevo mensaje para la humanidad” y éste es el de la

“UNIDAD EN LA DIVERSI-DAD”.

Nos decía la Sra. Radha Bur-

nier, en uno de sus escritos recien-

tes, que “La Diversidad es la Per-fección de la Unidad”, así pues,

si así lo entendemos, manos a la

obra, que el trabajo es inmenso,

hay que vencer las inercias, hay

que convencer a quienes perma-

necen confusos e inactivos con la

pureza y la pulcritud de nuestras

vidas. Si queremos asumir este rol

de progreso y de universalidad, no

podemos dudar de que las prue-

bas que sobrevendrán al entrar

en su dinámica serán acordes a

su importancia y a su rango en la

evolución.

“Cada ser humano debe de es-

forzarse en llegar a ser un centro

de trabajo. Cuando su desarrollo


interno haya alcanzado cierto nivel,

naturalmente atraerá a aquellos

con quienes está ocultamente en

contacto y bajo la misma infl uen-

cia. Se formará un grupo desde el

cual se irradiarán informaciones e

infl uencias espirituales, y hacia el

que convergerán infl uencias supe-

riores ”.

“Collected Writings, vol. IX,”

Creo que si la disposición es sincera por nuestra parte, la fuerza nos acompañará en el reto asu-mido. Es evidente que no estamos solos en estas lides. Ninguno de

los que nos han precedido estuvo solo. Es preciso, pues, abrir siem-pre puertas nuevas a la esperanza, es necesario transitar por estos umbrales de universalidad y es pertinente dar cada día los pasos oportunos que nos conduzcan a la plenitud, al servicio, a vibrar en la inmensidad, en la inmensidad de una vida sin fronteras.

Os abrazo a todos en esa Vida Esencial que a todos los seres nos une.

Miguel Martínez de Paz Brasilia - 15 - 07 - 2.009

La mayoría de la gente conclu-ye precipitadamente que la vida no tiene ningún sentido

porque nunca se han preocupado por conocer su verdadero propó-sito. Según ellos, la muerte es el fi nal de la vida y ya está.

Nosotros nos ponemos objeti-

vos a corto plazo. Mientras tenga-

mos un objetivo, pensamos que

nuestra vida tiene un sentido.

Pero casi todos nuestros objetivos

son transitorios. Conseguimos un

objetivo y en seguida corremos

a buscar otro. Debemos darnos

cuenta de que la “búsqueda” por

el “sentido de la vida” es una “bús-

queda espiritual” y cada persona

es quien tiene que emprenderla.

La vida de cada uno estará llena

LA VIDA: UNA PELÍCULA, UNA ESCUELA,UN PEREGRINAJE

D.P. Sabnis

218 Sophia nº 299

de signifi cado siempre que cam-biemos nuestra actitud respecto a lo que la vida nos aporta. La vida de un profesor o de un estudiante, de un médico o de un ingeniero, de un hombre de negocios o de un barrendero podría estar llena de signifi cado a condición de que cada uno viva su vida con el obje-tivo de la actualización del Yo y de la trascendencia del yo.

De aquí la importancia de com-prender la vida como si fuera, de hecho, una película, una escuela y un peregrinaje, y de entender al hombre como actor, como alum-no y como peregrino. Pero ¿qué “hombre”? La individualidad, el Ego, es el actor, el experimentador y el peregrino eterno. Ese “Ego” o actor escoge el mundo como escenario, como pantalla o plata-forma para rodar la película de su vida, antes de nacer. Escoge las circunstancias, su papel, su fami-lia, sus padres, sus compañeros, su personalidad, etc. La palabra “personalidad” viene de la palabra latina persona, que significa la máscara que llevaban los actores. Detrás de esa máscara, el actor quedaba oculto y anónimo. Estos distintos papeles representados por el actor son nuestras perso-nalidades. Estamos tan absortos representando nuestro papel que raramente somos conscientes de nuestro verdadero Yo.

En una vida determinada, po-dríamos representar el papel de madre o de padre, de hermano,

de hija, de secretaria, de adminis-trador, de hombre de negocios o de barrendero. Debemos intentar ofrecer nuestra mejor función, por más insignifi cante que sea el papel. A veces, en una película, ve-mos que la actuación del papel se-cundario es más apreciada que la del héroe o la heroína, aunque sea un papel aparentemente insignifi -cante respecto a su preeminencia. En cierto sentido, no existen los papeles insignifi cantes. Es nuestra actitud lo que importa. El éxito de una película depende de la buena representación de cada actor. Y nosotros también dependemos de los demás actores en nuestra propia vida. Hace tiempo inten-taron averiguar por qué se había perdido una batalla y empezaron a preguntar. Descubrieron que la batalla se había perdido porque los soldados se desanimaron cuando un caballo resbaló y mató al Gene-ral del ejército. Pero ¿por qué había resbalado el caballo? Pues porque el herraje se había desprendido ya que el herrero no lo había clavado bien. Por esto según el proverbio, “la batalla se perdió porque faltaba un clavo”. Vemos, pues, lo impor-tante que es cumplir con esmero nuestro deber en la vida.

La vida es también una es-cuela. Hay algunas experiencias simbólicas, como la maternidad, la pobreza, etc. que cada Ego tiene que tener en una vida o en otra. Tal vez lo más importante que po-damos aprender de la escuela de la


vida sea la aptitud de dar más que de tomar, de dar sin esperar nada a cambio, el arte de la buena vo-luntad: una sonrisa, una palabra amable, un gesto amigable pueden conseguir maravillas.

En la escuela de la vida se nos va colocando una y otra vez en si-tuaciones penosas o desfavorables hasta que conseguimos aprender la lección necesaria.

Aprender es un proceso que no se termina nunca. En la es-cuela de la vida, hay todo tipo de estudiantes. Algunos fracasan y abandonan, mientras que otros fracasan pero siguen intentándolo. Se puede aprender la lección en 700 encarnaciones, en 70 años, 7 meses, 7 minutos o en 7 segundos. Desgraciadamente, son pocos los que aprovechan esta ocasión de oro. Para la mayoría de nosotros, el proceso del aprendizaje en la escuela de la vida es muy lento. Incluso los teósofos vivimos con la impresión errónea de que una vida no es sufi ciente para aprender esta lección y nosotros mismos prolongamos el proceso de nuestra liberación. Si no es ahora, enton-ces ¿cuándo? Si la duración media de la vida de una persona es de 60 años, 58 de ellos los pasa en ac-tividades como trabajar, estudiar, dormir, comer, hacer encargos, distraerse, etc. Le quedan apenas dos años para su progreso moral y espiritual. Pero incluso ese tiempo se consume en actividades trivia-les. El hombre no ha nacido sola-

mente para comer, beber, crecer y morir sino también para elevarse espiritualmente y mejorar su por-venir. “Ahora o nunca” debería ser nuestro lema en la vida.

La vida se compara con un pe-regrinaje y al hombre se le llama el peregrino eterno que va acumulan-do experiencias en cada encarna-ción. Cada uno de nosotros es un alma peregrina en un peregrinaje eterno. Desde que nos hacemos conscientes del propósito de la vida, de esta vida que es para la Evolución y la Emancipación del alma, empezamos a tomar las rien-das de esta Evolución. No estamos solos en este peregrinaje. Debemos alcanzar el “Destino” en compa-ñía de otras almas peregrinas y sin aislarnos. La interdependen-cia es un aspecto importante del progreso espiritual. Nadie puede sacarnos del lodo; pero el esfuerzo personal, bajo la guía de los Seres espirituales, nos será, indudable-mente, de gran ayuda.

Mantén la vista fi ja en el camino

que sube hacia la cima, pero no te

olvides de mirar los pies. El últi-

mo paso depende del primero. No

creas haber llegado porque veas

la cima. Vigila tus pies, asegura tu

paso siguiente, pero eso no debe

distraerte del objetivo más alto. El

primer paso depende del último.

Le Mont Analogue.

(Le Lotus Bleu. Abril, 2014.)

220 Sophia nº 299

Cuando el autor bajaba una mañana a desayunar, su anfi trión le preguntó cor-

tésmente: ¿Qué tal está su cuater-nario inferior esta mañana?

La literatura teosófi ca nos ofre-ce numerosas descripciones de la anatomía invisible de la humani-dad, de nuestro funcionamiento “interno” y de la estructura de nuestra naturaleza psicológica. Nos indica que los aspectos más importantes de nuestra anatomía interna se encuentran por encima o más allá de la mente, que anima esta personalidad externa con tan-ta precisión. De vez en cuando esta naturaleza interior supraracional proyecta una personalidad en este mundo psíquico que se considera compuesta por cuatro partes, y por eso se la califi ca de cuaternaria.

En primera línea de estos com-ponentes de la personalidad está lo que llamamos mente, que consiste en una acumulación de recuerdos e imágenes del pasado próximo o lejano. Y por la intervención de la mente la conciencia se focaliza, y de esta manera, para cada perso-nalidad, hay una identifi cación de la conciencia con la personalidad. Esto da lugar a la convicción ob-sesiva de que cada personalidad, o

cuaternario, es un “yo”. ¿Quién o qué podríamos ser si no fuera así?

Este tipo de convicción se impone en todos nuestros pen-samientos, nuestras acciones y nuestras relaciones. Nos es casi imposible representarnos otra si-tuación.

Todo el pasado parece con-verger hacia “mí” y todo el futuro parece proceder de “mí” u orga-nizarse para “mí”. El pasado y el futuro se ven o se sienten como “mi” pasado y “mi” futuro, aunque no sea, en conjunto, ni una cosa ni otra.

Pero además de ser un cuater-nario de elementos, la personali-dad humana posee otra cualidad cuádruple. En efecto, mientras que la conciencia se encuentra atrapada en el interior de la per-sonalidad, focalizada mediante el intermediario de la mente personal separadora, e identifi cada con esa entidad distinta, está igualmente prisionera de un mundo de dua-lidades que genera su propia ma-nera de pensar.

El par de opuestos fundamen-tal está constituido por el yo y el no yo, por el “yo” y todos los demás objetos, organismos y personalida-des que constituyen el entorno. De

LIBERACIÓN E INTEGRACIÓN

Hugh Shearman


este primer par de opuestos nace un verdadero bosque de dualida-des secundarias, que caen o bien en la categoría de las dualidades que parecen favorecer, desarrollar y perennizar el “yo” o bien en la de todo lo que es anti-yo, lo que amenaza, restriñe o anula al “yo”.

Miremos como miremos esta situación, todo parece tener su opuesto: la alegría está ligada a la tristeza, el placer al dolor, la acción a la reacción. Nuestra vida personal son una perpetua lucha por obtener lo agradable y opo-nernos a lo desagradable. A veces conseguimos nuestro fi n, pero es siempre en ese momento cuando pasa algo contrario.

Lo vemos en el mundo agitado de la política. Oscar Wilde escribió que un mapa del mundo que no

incluya Utopía no sirve de nada,

porque omite el país en el que la humanidad acaba siempre por

desembarcar. Cada partido políti-co se presenta como una agencia de viajes competente que entrega los billetes para hacer, al menos, una parte del viaje hacia ese país agradable; pero Utopía tiende a desaparecer o a disgregarse desde el momento en el que desembar-camos allí, si es que conseguimos hacerlo. E incluso cuando un par-tido político reivindica un mono-polio absoluto sobre la industria del viaje político, siempre parece producirse ese resultado decepcio-nante. Y nuestras búsquedas de la felicidad más íntimas y personales

conocen idénticas consecuencias: nos vemos enfrentados a alguna cosa opuesta a nuestras esperan-zas y a nuestras intenciones.

Cuatro es el número del en-carcelamiento y de la restricción. Podemos recordar el sitio en que la Dame de Shalott fue encarcelada en el poema de Tennyson: Cuatro

muros grises y cuatro torres grises/

sobresalen en un espacio de fl ores; es cierto que había muchas fl ores pero ella no estaba autorizada a mirar el mundo real directamente por la ventana. O podemos re-cordar unos versos del poema de Keats: Y allí, cerré sus ojos dos veces salvajes con cuatro besos. Alguien le preguntó a Keats por qué el caballero no le daba a la dama “veinte besos”. Keats respon-dió que hay que saber moderarse en todas las cosas. Pero un movi-miento instintivo o intuitivo asocia entre nosotros el número cuatro al del encarcelamiento.

Hay personas serias y sensi-bles que pueden llegar a sentir profundamente este aspecto cua-ternario de la experiencia humana, que suscita en ellos un profundo sentimiento de frustración. En 1956, el escritor inglés Colin Wil-son, todavía muy joven, publicaba su libro The Outsider (El extranje-

ro), que fue muy aclamado por la crítica; en él describía cómo ciertas personalidades conocidas se sen-tían, en cierta medida, extranjeras a este mundo y cómo intentaban soportarlo o librarse de él. Algunos

222 Sophia nº 299

habían tratado de esquivar el pro-blema a través de las historias que escribían, a través de otras formas artísticas o mediante las fi losofías que proponían; otros se habían suicidado o se habían entregado a algún tipo de auto destrucción equivalente. Compartían todos el sentimiento de aquella persona que decía: “Parad el mundo, que me bajo” o de la otra que decía “No contéis conmigo”.

El deseo secreto, y muchas ve-ces inexpresado, que pueda tener un individuo de librarse de la mi-seria de este mundo, de sus con-fl ictos, sus contradicciones y su violencia, se proyecta desde la vida psicológica íntima a la vida social. Los psicólogos pueden mostrarnos cómo los modelos de sentimientos interiores se transfi eren hacia la vida de la comunidad, pero no pueden decirnos de qué manera podemos librarnos de ellos de ma-nera efectiva.

La razón por la que no pode-mos encontrar un medio de libe-rarnos es que el estado de espíritu con el que abordamos la pregunta de nuestro retiro es el mismo que ha generado el mundo del que queremos salir.

La noción misma de un retiro forma parte de una oposición entre dos términos contrarios, de un par de opuestos, y las palabras que empleamos para evocarlos han sido creadas por el pensamiento dual. Pero entonces, ¿qué respues-ta podemos obtener por parte de

alguien que se defi ne como teósofo a este problema humano, que nos incumbe tan profundamente?

En la literatura teosófi ca hay otro término que compensa o com-pleta el cuaternario inferior: se nos habla de una tríada superior. Ese nombre viene de la idea de tres compuestos suplementarios de nuestra anatomía invisible a un nivel supraracional. Pero mientras que un cuaternario o un cuadrado representan un símbolo de con-frontación, de encarcelamiento y de un pensamiento dualista, un triángulo ofrece un símbolo de inte-

gración de los opuestos y de aper-tura de una conciencia unitiva.

Si los dos puntos de la base de un triángulo representan un par de opuestos irreconciliables, la cima de este triángulo repre-senta la integración de esas opo-siciones: la conciencia se disocia de una identifi cación con una de estas partes y las percibe como siendo esencialmente una. Aquí está el simbolismo de la pirámide, del campanario de la iglesia o de la cima de la montaña en la expe-riencia mística.

El triángulo que puede sim-bolizar la resolución de un con-fl icto particular de contrarios no es necesariamente un triángulo equilátero: podría ser, por ejemplo, un triángulo escaleno, inclinado hacia un lado. Igualmente, la cima del triángulo no es forzosamente un compromiso o un término me-dio: se llega a ella pasando a otra


dimensión, más allá y por encima del plano en el que todo par de opuestos parecen existir en una confrontación perpetua. Esto im-plica la disolución de ese tipo de pensamiento que hasta aquí ha determinado que la conciencia se focalice en una percepción dualis-ta de nuestro mundo.

Cuando hablamos de la men-te, entendemos el pensamiento dualista y la mente que analiza, compara, escoge, que atribuye aprobaciones y desaprobaciones, la mente cuyo pensamiento carte-siano ha puesto los cimientos de las ciencias modernas. Esta ma-nera de pensar conserva y conser-vará sin duda siempre su utilidad a cierto nivel de la existencia; sin embargo, las mismas ciencias se alejan de ella un poco hoy en día, en particular en la física. Ese modo de pensar, cuando se toma como fuente defi nitiva y principal para describir la verdad y cuando va acompañada de los hábitos que va creando, destruye nuestra aptitud para reaccionar psicológicamente ante la realidad. Ha representado su papel en la evolución humana pero ya casi ha terminado su pe-ríodo de utilidad en algunas per-sonas, convirtiéndose en cambio en un obstáculo para lo que tiene que venir a continuación.

No es por casualidad que el escritor británico H.G. Wells haya titulado su último ensayo MIND AT

THE END OF ITS TETHER, 1945 (LA

MENTE AL FINAL DE SUS ATADU-

RAS) y que Madame Blavatsky nos haya recordado la verdad según la cual la mente es el “destructor de lo Real”. Porque lo Real es uno y no podría ser aceptado ni concebido por una mente que se identifi ca a una parte distinta y no considere todo el resto sino por los lazos que ha tenido con esa parte.

La mente personal está consti-tuida por sus propios contenidos, todos organizados alrededor de la imagen de una individualidad separada y todos enraizados en el pasado. Liberarse del peso del pasado no es el producto final de un proceso, sino más bien un factor de desgaste progresivo de los obstáculos, inclinaciones y tendencias que se han acumula-do en el pasado y que conforman todavía, en gran parte de forma in-consciente, nuestra personalidad actual, nuestros comportamientos y nuestras decisiones.

La mente propia del pensa-miento dualista no puede redu-cirse al silencio ni mantenerse alejada por un proceso concebido por ella: sólo la “gracia” puede permitir que una conciencia pura, una conciencia que ya no está condicionada por las imágenes de una personalidad separada, entre en nuestra vida. La simplicidad y la lucidez que se irradian de esa “gracia” son profundamente destructivas de casi todo lo que hemos construido y adorado y los efectos de su revelación son como cataclismos en la vida personal

224 Sophia nº 299

vivida hasta entonces. Porque esto que se acaba de descubrir no es un opuesto de nada y nada puede oponerse como “otro”. Ya no existe nada de lo que debamos liberarnos. Cuando nos perdemos, o mejor dicho, cuando perdemos aquello que pensábamos que éra-mos nosotros, nos integramos.

Ciertas personas pueden per-cibir fugazmente este mundo de liberación en momentos que son siempre críticos; en esa línea, los ilustrativos Comentarios que a ve-ces podemos leer junto con el libro de Luz en el Sendero, de Mabel Collins, nos hablan de la primera percepción que experimenta una persona:

Un sentimiento de vacío se aba-

te sobre él, convirtiendo el mundo

en un lugar desolado y la vida en

un esfuerzo vano (…). Las osci-

laciones entre placeres y dolores

cesan durante apenas un instante,

pero eso basta para liberarle de

sus sólidos amarres con el mundo

de los sentidos. Acaba de tener la

experiencia, aunque brevemente,

de la vida superior y prosigue con

su vida corriente marcado por un

sentimiento de irrealidad, de vacío,

de negación horrible.

Sólo cuando la imagen de la individualidad personal separati-va se disuelve, se podrá reconocer una primera percepción de una vida más amplia como la aurora de una libertad nueva. Esto no aniquila al yo, porque cada indi-vidualidad ocupa su lugar en la

economía viva del todo, y no nece-sita afi rmarse ni temer una falta de

reconocimiento. Con la liberación

vendrá ciertamente la aptitud de

obtener y utilizar ese poder (…) que

le hará aparecer como nada a los

ojos de los hombres.

Nadie excepto quienes lo hayan

experimentado, puede hacerse una

idea de ese gran vacío donde se ha

desvanecido el mundo de la forma

y donde no se ha dejado sentir to-

davía la Vida del Espíritu. Allí, en-

tre los dos, se encuentra el abismo

que hay que franquear y, por más

extraño que pueda parecer, en el

momento del aislamiento absoluto,

el hombre es arrojado sobre sí mis-

mo, y no hay nada a su alrededor

más que el vacío silencioso, el Ser

Eterno le hace salir de esa anula-

ción del ser; y aquel que ha osado

marcharse del suelo temporal se

encuentra sobre la roca sólida de

lo Eterno.

No temas nada,¡oh alma tem-

blorosa!, cuando llegue ese mo-

mento del aislamiento absoluto. No

temas perder contacto con lo transi-

torio antes de haber encontrado el

contacto con lo Eterno. Escucha a

quienes han experimentado el mis-

mo aislamiento, pero han ido más

lejos, los que han descubierto que

lo que parecía el vacío era la pleni-

tud verdadera, escúchales procla-

mando la Ley de la Vida donde tú

debes entrar ahora: “aquél que ama


su vida la perderá; pero aquél que

pierde su vida la reencontrará en

la Vida Eterna”.

Las leyes de la Vida Superior.

Annie Besant.

Pregunta: ¿Quién es un Jivan-

mukta?Respuesta: Jivanmukta es al-

guien que ha alcanzado la salva-ción o moksha y no está obligado a volver a nacer. Se nos dice que hay varios grados de Adeptos y que “generalmente se clasifi can por el

número de “Principios” que tienen

bajo un perfecto control”. Cuando

un Adepto consigue unifi car todos

sus principios en uno solo, es un

Jivanmukta; ya no es de esta tierra

virtualmente y se convierte en un

habitante del Nirvana, que puede

entrar en Samadhi a voluntad. El

Sr. Judge defi ne el Jivanmukta

como “La entera separación de

Jiva de toda conexión con la ma-

teria y la destrucción completa del

Karma, ya sea bueno o malo”. En

cuanto a la separación de toda co-

nexión con la materia, vemos que

según la fi losofía Visishtadwaita,

el alma liberada o Jivanmukta,

después de alcanzar Moksha, dis-

fruta de la felicidad en un lugar

llamado Parampadha, lugar que

no es material, sino que está hecho

de Shuddasatwa, de cuya esencia

está hecho el cuerpo de Iswara.

Allí, los Jivatmas (Mónadas) que

han alcanzado Moksha, nunca

vuelven a estar sometidos a las

cualidades de la materia ni del

Karma, pero si lo escogen, para be-

nefi ciar al mundo, pueden encar-

nar en la Tierra (DS, I, o132.). En

la nota a pie de página, HPB men-

ciona que esta encarnación volun-

taria se defi ne como Nirmanakaya

o “los principios espirituales del

hombre que sobreviven”. Esto indi-

ca claramente que cuando un ser

perfecto fusiona todos sus “princi-

pios” en uno solo, puede referirse

a los tres principios superiores de

Atma-Buddhi-Manas, arropados

en el cuerpo Nirmanakayico. Se

nos habla de los Adeptos que viven

en su cuerpo Nirmanakayico des-

pués de morir, una vez superada

la ilusión del Devachan. De sus

principios inferiores solamente se

desintegra el cuerpo; porque no

hay deseos ni pensamientos in-

feriores para formar el caparazón

kamarúpico. Un Jivanmukta puede

entrar en Samadhi a voluntad, a

diferencia de Plotino a quien se

describe como habiendo alcanzado

ese estado superior sólo seis veces

durante su vida (Isis I, p 591).

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

226 Sophia nº 299

ACTIVIDADES

RAMA BILBAO

Viernes 4. (19h). Meditación. (19,30h) Estudio del libro “La Voz del Silencio”. Coordinan miembros de la Rama.

Viernes 11 (19h) Charla: “Introducción al Estudio de la Doctrina Secreta”. “Reencarnación y Karma”. Isaac Jauli.

GRUPO DE ESTUDIOS TEOSÓFICOS MALGRAT DE MAR

Jueves a las 18h: Conferencia o Estudio de literatura teosófi ca.

CENTRO TOMATIS”. C/ Sant Pere, 36. Tel: 93 761 32 83

NOTICIARIO:

RESUMEN GENERAL DE VISITAS A LAS RAMAS

Las visitas por parte de la Secretaría General celebradas este curso han sido

las siguientes:

ZARAGOZA

El pasado septiembre, Clarisa Elósegui visita el Grupo de Estudios Ananda de

Zaragoza. Se da una conferencia pública el viernes. El sábado y el domingo,

con el grupo se hace el estudio de “Introducción al Bhagavad Gita”, con los

miembros del grupo y simpatizantes.

BILBAO

Clarisa también ha realizado diversas visitas a la Rama de Bilbao, en no-

viembre y en febrero, y el tema del trabajo ha sido “La simbología de la vida

de Jesús el Cristo”.

MADRID

Aprovechando la reunión de algunos de los miembros del Instituto Blavats-

ky en Madrid (25-26), se celebra una reunión con los miembros de las dos

Ramas de Madrid y una conferencia pública en la Rama Hesperia, que nos

brindan la ocasión de encontrar a nuestros hermanos de las dos Ramas

madrileñas, Hesperia y Rakoczy.

ALZIRA

En Febrero (14-16), visitamos el Grupo de Estudios Roso de Luna de Alzira

y se presentan dos charlas, una pública y otra de estudio con los miembros

del Grupo.


VALENCIA

En Valencia (21-23 de febrero) José Tarragó y Angels Torra visitan al Grupo de Estudios Dharma y se reunen en el centro de Yoga Advaya, cedido para la ocasión por dos miembros de la STE. Es un centro totalmente adecuado para celebrar cursos, reuniones de estudio y meditaciones. Desde entonces, Dharma ha organizado en ese centro un curso semanal de introducción a la Teosofía con una asistencia regular de aproximadamente una docena de personas. Se visita igualmente a la Rama Jinarajadasa. Tanto en Dharma como en Jinarajadasa, José Tarragó da una conferencia pública. La asisten-cia a ambas conferencias es numerosa (25 personas). Se hace también una reunión con los miembros de cada grupo para charlar sobre temas relacio-nados con el grupo, la rama, el estudio, etc.

LA RIOJA

En marzo (14-16) se visita al Grupo de Estudios La Rioja, en Logroño. Hay una conferencia pública y nos reunimos con los miembros del grupo para charlar de temas relacionados con el estudio de grupo.

ALICANTE

A fi nales de Marzo (28-30) José Tarragó y Angels Torra visitan la Rama Alicante, donde se celebra una conferencia pública dada por el primero y también una reunión de trabajo con los miembros de la Rama. La asistencia a la conferencia es muy nutrida (unas 40 personas).

CÁCERES

La primera semana de Abril (del 4 al 6) se visita Cáceres, donde tiene lugar una reunión con los componentes de la Rama Ceres, junto con los del Grupo de Estudios Zanoni. Se comenta el tema del estudio y del trabajo dentro de las Ramas y los Grupos. También se da una conferencia pública a la que asiste una treintena personas.

JORNADAS IBÉRICAS 2014

El siguiente evento de abril han sido las Jornadas Ibéricas de las que ya dimos un resumen en un número anterior de Sophia.

MOLLERUSSA

Cada tercer domingo Clarisa Elósegui ha seguido haciendo la visita men-sual a la Rama Mollerussa, en Lérida. Este curso el estudio se ha centrado en el libro “Luz en el Sendero”. La asistencia al curso suele ser de unas 40 personas, que asisten regularmente.

MADRID – LOS MOLINOS –OTS

Del 9 al 11 de mayo se celebró, como es habitual todos los años, el encuen-

228 Sophia nº 299

tro de la OTS en Los Molinos, organizado por la Rama Rakoczy. El tema del encuentro era El reino Dévico y la OTS. Con una asistencia numerosa, los temas de discusión se centraron en los diversos aspectos de la colaboración entre el reino dévico y los hombres. Se profundizó sobre el tema y al fi nal todos nos sentimos inspirados y animados a proseguir el estudio del mismo. El clima fraternal era muy propicio para una buena convivencia, llena de buen humor y fraternidad.

MÁLAGA

En Málaga existe un núcleo de hermanos que trabajan desde hace meses con gran entusiasmo con el fi n de reunir sufi cientes miembros para poder formar un Grupo de Estudios Teosófi cos. Del 16 al 18 de mayo tuvo lugar un ciclo de conferencias a cargo de Àngels Torra y José Tarragó sobre temas generales de Teosofía. La impecable organización convocó a más de cien personas en total, entre los tres días. Algunos de los asistentes ya conocían a los ponentes por sus conferencias disponibles a través de la red y se mos-traron muy interesados en participar a partir de ahora en las actividades semanales del Grupo malagueño. Esperemos que en breve pueda formarse el Grupo de Estudios al frente del cual están los hermanos Silvia Sosa y Ale-jandro Bueno. Ellos dos, junto con la colaboración inestimable y generosa de Juan Carlos y Daniel, han hecho posible que estos días las enseñanzas teosófi cas pudieran llegar a mucha gente en la zona de Málaga, donde existe un interés grande por los temas espirituales. Por ello no es de extrañar que la asistencia haya sido tan nutrida.

VIGO

La última visita realizada durante el mes de mayo (23-25) ha sido a Galicia y sus Rías Baixas. Hay una nutrida Rama en Vigo, El Loto Blanco, en la que predomina la juventud y las ganas de progresar en el camino espiritual. Para ello practican regularmente la Meditación y el Yoga. Me gustaría resaltar la evidencia de los lazos de amistad, compañerismo, amabilidad, alegría y buen hacer que hay entre todos: Es la Fraternidad puesta en práctica. Fue para mí un honor poder entregar, durante mi estancia en Vigo, el primer Diploma de miembro de nuestra Sociedad fi rmado por nuestro nuevo Presi-dente Tim Boyd a nuestra hermana Yolanda Méndez. ¡Bienvenida a bordo! A todos gracias por vuestra acogida y os deseamos una provechosa andadura. Cierto es que con patrones como Ángel seguro que llegaréis a buen puerto.

BENIDORM

Durante el fi n de semana del 6 al 8 de Junio 2014, Clarisa Elósegui ha visi-tado la Rama Shakti-Pat de Benidorm. Han sido unas jornadas muy intensas de estudio. El primer tema fué “EL EGO Y LA CONCIENCIA”, y el segundo tema “LOS PRINCIPIOS TEOSÓFICOS” de Taimni. Acudieron al encuentro simpatizantes y miembros. El balance de la visita es que ha sido muy inspi-radora para todos los asistentes.

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