susurro de lenguaje

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  • 7/26/2019 Susurro de Lenguaje

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    Roland Barthes

    El susurro del lenguajeMs all dela palabray de la escritura

    ^Ediciones PaidsBarcelona - Buenos Aires - Mxico

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    Titulo original: Le bruissement de la languePublicado en francs porditions du Seuil, Pars

    Traduccin de C. Fernndez. MedranoCubierta de Mario Eskenazi

    2. edicin, 1994

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, lareproduccin total o parcial de esta obra por cualquier mtodo o procedimiento, comprendidos la r e prografa y el tratamiento informtico, y ladistribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    1984 ditions du Seuil, Pars de todas las ediciones en castellano.

    Ediciones Paids Ibrica, S.A.,Mariano Cub, 92 -08021 Barcelona y Editorial Paids, SA1CF,Defensa, 599 - Buenos Aires

    ISBN: 84-7509-451-1Depsito legal: B-7.817/1994

    Impreso en Hurope, S. L.,Recaredo, 2 - 08005Barcelona

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

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    Indice

    I. De l a ciencia a la literatura

    De la ciencia a la literatura...............................................13

    Escribir, un verbo int r ansi t ivo?......................................... 23

    Escribir la lectura...................................................................35

    Sobre la lectura..........................................................................39

    En anexo

    Reflexiones sobre un m anual...............................................51

    La libertad de trazar............................................................ 59

    II.

    D

    e l

    a o

    b

    r

    a a

    l t

    e

    x

    t

    o

    La muerte del au to r...................... ......................................65

    De la obra al texto.................................................................. 73

    La mitologa h o y ...................................................................83

    Digres iones ................................................................................89

    El susurro de la lengua..................................................... 99

    En anexo

    Los jvenes investigadores103

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    III. Lenguajes y estilo

    La paz cultural..........................................................................

    La divisin de los lenguajes...............................................119

    La guerra de los lenguajes......................................................135

    El anlisis retrico..................................................................141

    El estilo y su imagen........................................................... 149

    IV. DeLA HISTORIA A LA REALIDAD

    El discurso de la historia......................................................163

    El efecto de realidad............................................................ 179

    En anexo

    La escritura del suce so............................................................ 189

    V. E l AFICIONADO ALOS SIGNOS

    El deslumbr amiento............................................................ 199

    Un precioso regalo................................................................... 201

    Por qu me gusta Benveniste...............................................205

    La extranjera..........................................................................211

    El retorno de la Potica......................................................215

    Aprender y ensear............................................................ 219

    VI. L ecturas

    Lecturas J

    La tachadura..........................................................................225

    Bloy..............................................................................................235

    Tres relecturas

    Michelet, hoy en d a ............................................................ 241

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    Modernidad de M ichelet......................................................255

    Brecht y el discurso: contribucin al estudio de la discur-

    siv idad ................................................................................ 259

    Lecturas II

    F.B.................................................................................................. 271

    La cara bar roca..........................................................................281

    Lo que le sucede al Signif icante.........................................285

    Las salidas del tex to .............................................................287

    Lectura de Brillat-Savarin......................................................299

    Un tema de invest igacin......................................................321

    Mucho tiempo he estado acostndome temprano . . 327Prefacio para Tricks de

    Renaud Camus...........................341 No se consigue nunca hab lar de lo que se

    ama . . . 347

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    Los jvenes investigadores

    Este nmero de Communications es muy especial: no ha sido concebido para explorar unsaber o ilustrar un tema; su unidad,

    o al menos su unidad original, no est en su objeto, sino en elgrupo constituido por susautores: todos ellos son estudiantes,comprometidos murecientemente con la investigacin;lo quese ha recopilado voluntariamente son los primeros trabajos de unos jvenesinvestigadores lo bastante libres para haber con-cebido por s mismos el proyecto deinvestigacin y, sin embar-go, sometidos an a una institucin, la del doctorado del tercerciclo. Lo que nos planteamos aqu es principalmente la investi-gacin misma, o al menos unadeterminada investigacin, la quean est r elacionada con el dominio tr adic iona l de lasarte s y lasletras. Se tratar nicamente de este tipo de investigacin.

    En el umbral de su traba jo el estudiante sufre una s erie de divisiones. En cuanto

    joven, pertenece a una clase econmi ca de fi nida po r su improduc ti vidad: no es niprop ie ta ri o ni pro-ductor ; est al margen del intercambio, e incluso, por as decirlo, almargen de la explotacin: socialmente est excluido de cual-quier denominacin. Encuanto intelectual, est entrenado en la jerarqu a de los trabajo s, se da porsupuesto que toma Parte en un lujo especulativo del que, sin embargo, puede gozar,

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    ya que no tiene su dominio, es decir, la disponibilidad de comu-nicacin. En cuantoinvestigador, est ab ocado a la separacin de los discursos: el discurso de lacienti fic idad por una par te (discurso de la Ley), y, po r otra, el discurso del deseo, o la es-critura.

    *

    El trabajo (de investigacin) debe estar inserto en el deseo. Si esta insercin no secumple, el trabajo es moroso, funcional, alienado, movido tan slo por la puranecesidad de aprobar un examen, de obtener un diploma, de asegurarse una promocin enla carrera. Para que el deseo se insine en mi trabajo, ese tra bajo me lo ti ene q ueexigir, no una colectividad que piensa asegurarse de mi labor (de mi esfu erzo) ycontabilizar la renta-bilidad de las prestaciones que me consiente, sino una asambleaviviente de lectores en la que se deja or el deseo del Otro (y no el control de la Ley).Ahora bien, en nuestra sociedad, en nues-tras instituciones, lo que se le exige alestudiante, al joven inves-tigador, al trabajador intelectual, nunca es su deseo: no se lepi de que escr ib a, se le pi de que habl e (a lo la rg o de in nume ra -bles exposiciones) o querinda cuentas (en vistas a unos contro-les regulares).

    En este caso hemos querido que el trabajo de investigacin sea desde sus comienzosel objeto de una fuerte exigencia, for-mulada al margen de la institucin y que nopuede se r ot ra cosa que la ex ig enci a de escr it ura. Por supues to , lo que aparece en es tenmero no es ms que un peque o fr agment o de utop a, pues mucho nos tememosque la sociedad no est dispuesta a conceder amplia, institucionalmente, al estudiante, y enespecial al estudiante de letras, semejante felicidad: que se tenga nece-sidad de l; no desu competencia o su funcin futuras, sino de su pasin presente.

    *

    Quizs ha llegado ya el momento de desbaratar una deter-minada ficcin: la ficcinque consiste en pretender que la inves-tigacin se exponga, pero no se escriba. Elinvestigador consisti-ra esencialmente en un prospector de materiales, y a ese nivel

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    se plantearan los problemas; al llegar al momento de comunicar los resultados, todoestara resuelto; darle forma no sera sino una vaga operacin final, llevada a cabocon rapidez gracias a algunas tcnicas de expresin aprendidas en el colegio y cuya nicaconstriccin se ra la de s ometerse al cdigo propio del gnero (claridad, supresin

    de imgenes, respeto a las leyes del razonamiento). No obstante , falla mucho paraque, incluso si nos limitamos a simples tareas de expresin, el estudiante de cienciassociales est suficientemente armado. Y cuando el objeto de la investigacin es el Texto(volveremos a ocuparnos de esta palabra), el investigador est r educido a un dilema,muy de te-mer: o bien hablar del Texto de acuerdo con el cdigo convencio-nal delescribir, es decir, seguir siendo prisionero del imagina-rio del sabio, que pretende ser, o loque es peor, cree ser exterior respecto al objeLo de su estudio y tiene la pretensin de, contoda inocencia y con toda seguridad, estar poniendo su propio lengua-je en situacin deextraterritorialidad; o bien entrar l tambin en el juego del significante, en la infinitudde la enunciacin, en una palabra, escribir (lo cual no quiere decir simplemente es-cribirbien), sacar el yo, que cree ser, de su concha imaginaria, de su cdigo cient fico, que protegepero tambin engaa, en una palabra, arro jar el tema a lo la rgo del blanco de lapgina , no para expresarlo (esto no tiene nada que ver con la subjetivi-dad), sino paradispersarlo: lo que entonces equivale a desbordar el discurso normal de la investigacin.

    Es a este desbordamiento, evidentemente, por ligero que sea, al que se le permitesalir a la escena en este n m ero: es un desbordam iento variable, segn los autores: nohemos intentado otorgar una prima particular a tal o cual escritura: lo importante esque a un nivel u otro de su trabajo (saber, mtodo, enunciacin) el investigador decide node-jarse engaar por l a L ey de l di scurso cientfico (el discurso de la ciencia no es laciencia, forzosamente: al contestar el discurso del sabio, la escritura no estdispensndose en absoluto de las reglas del trabajo cientfico).

    *

    La investigacin se lleva a cabo para publicarse despus, pero rara vez lo consigue, yms en sus comienzos, que no son forzo-samente menos importantes que sus finales: elxito de una n-

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    vestigacin sobre todo s i es textual no depende de su resul-tado, nocin falaz, sinode la naturaleza reflexiva de su enuncia-cin; en cualquier instante de su proceso, unainvestigacin puede hacer volver el lenguaje sobre s mismo y lograr as que ceda la malafe del sabio: en una palabra, puede desplazar al autor y al lector. No obstante, es cosa

    sabida que los trabajos de los estu-diantes se publican poco: la tesis del tercer ciclo es,de hecho, un dis curso re primido. Esperamos co mbatir esta repreoin pu-blicandofragmentos de investigaciones primerizas; y lo que nos gustara liberar con esteproced im iento no es tan slo al auto r del artcul o, sino tambin a su lector. Pues ellector (y especial-mente el lector de revista) tambin est acostumbrado a la divi-sinde los lenguajes especializados. Es necesario que la investi-gacin deje de ser esepars imonioso trabajo que se desarrol la ya sea en la conciencia del investigador (formadolorosa, autis- ta, del monlogo), ya sea en ese miserable vaivn que convierte aldirector de una investigacin en su nico lector. Es necesa-rio que la investigacinalcance la circulacin annima del len-guaje, la dispersin del Texto.

    *

    Estos estudios son investigaciones en la medida en que pre-tenden renovar la

    lectu ra (de los texto s antiguos). Renovar la lectura: no se trata de sustituir con nuevasreglas cientficas los antiguos constreimient os de la interpre tacin, sino qu e ms biense trata de imaginar que una lectura libre sea finalmente la norma en los estudiosliterarios. La libertad de que se trata no es, evidentemente, una libertad cualquiera (lalibertad es contra-dictoria con la idea de cualquiera): bajo la reivindicacin de una libertadinocente retornara la cultura aprendida, estereotipada (lo espontneo es el terrenoinmediato de lo consabido)', eso significara indefectiblemente el retorno delsignificado. La liber-tad que sale a escena en este nmero es la libertad del signifi-cante: vuelta de las palabras, de los juegos de palabras, de los nombres propios, lascitas, las etimologas, las reflexividades del discurso, la compaginacin, los blancos delpapel , las combina-torias, los rechazos de lenguaj es. Esta liber tad puede ser unvirtuosismo: el que permitir por fin leer en el texto-tutor, por antiguo que sea, ladivisa de toda escritura: esto circula.

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    *

    La interdisciplinariedad, de la que tanto se habla, no consiste en confrontar disciplinasya const ituidas (de las que ninguna, de hecho, consiente en abandonarse). Paraconseguir la interdis-ciplinariedad no basta con tom ar un asunto (un tema) y con-vocaren tom o de l a dos o tres ciencias. La interdisciplinarie -dad consiste en crear un objetonuevo, que no pertenezca a nadie. A mi entender, el Texto es uno de esos objetos.

    El trabajo semitico realizado en Francia desde hace unos quince aos ha puestoefectivamente en primer plano una nocin nueva con la que, poco a poco, hay que irsustituyendo la no-cin de obra: se trata del Texto. El Texto al que no es posiblereducir al dominio tradicional de la Literatura ha sido funda-do tericamente por unacierta cantidad de escritos iniciadores: en un principio el Texto ha sido teora. Lostrab ajos (nos gust ara decir: los testimonios) que aqu se han recogido corresponden

    al momento en que la teora tiene que fragmentarse al albur de las investigacionespar ticulares. Lo que aqu se presenta es el pa so de la te or a a la inv es ti ga ci n : no ha yun solo artculo entre ellos que no concierna a un texto particular, contingente, perte-neciente a una cultura histrica, pero tampoco hay uno solo que no surja de esa teoraprevia o de los mtodos de anl is is que la ha n pr ep ar ad o.

    *

    En materia de letras, la reflexin sobre la investigacin con-duce al Texto (o, al menos,hoy en da admitimos que es libre de conducir a l): el Texto es, por lo tanto, a la parcon la inves-tigacin, el objeto de este nmero.

    El Texto: no debemos interpre tar mal este singular ni esta mayscula; cuandodecimos el Texto, no es para divini zarlo, para hacer de l la deidad de una nuevamstica, sino para deno-tar una masa, un campo, que obliga a una expresin partitiva, no

    enumerativa: todo lo que puede decirse de una obra es que en

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    ella se encuentra Texto. Dicho de otra manera, al pasar del texto al Texto, hay quecambiar la numeracin: por una parte, el Tex-to no es un objeto computable, es un campometodolgico en el que se persiguen, de acuerdo con un movimiento ms einstei-niano que newtoniano, el enunciado y la enunciacin, lo co-mentado y el comentario;

    por otra parte, no hay necesidad de que el Texto sea exclusivamente moderno: puedehaber Texto en las obras antiguas; y precisamente es la presencia de este germenincuantificable lo que obliga a borrar, a sobrepasar las viejas divisiones de la Historialiteraria; una de las tareas inmediatas, evidentes, de la joven investigacin consiste enproceder a hace r listados de escritura, a localizar lo que de Texto pueda hallarse enDiderot, en Chateaubriand, en Flaubert, en Gide: eso es lo que muchos de los autoresaqu reunidos hacen; como dice uno de ellos, hablando implcitamente en nombre devarios de sus ca-maradas: Quiz nuestro trabajo no consiste ms que en locali-zarretazos de escritura extrados de una palabra de la que toda-va es fiador el Padre. No esposible definir mejor lo que es Literatura y lo que es Texto en la obra ant igua. En otraspalabras, cmo puede seguir leyndose todava esa obra ya caduca? Hay que agradecer aestos jvenes investigadores el que eleven su trabajo al nivel de una tarea crtica: lavaloracin actual de una cultura del pasado.

    Todos estos estudios forman un gesto colectivo por el cual el propio territorio del Textova dibujndose y colorendose poco a poco. Vamos a seguir por un instante, de artculo enartculo, la mano comn que, lejos de escribir la definicin del Texto (no la tiene: el Textono es un concepto), describe (de-escribe) la prcti ca de la escrit ura.

    En primer lugar, algo que es necesario para comprender y aceptar el abanico deartculos que aqu se renen: el Texto se hurta a toda tipologa cultural: mostrar el carcterilimitado de una obra es hacer de ella un texto; incluso si la reflexin sobre el Textocomienza en la literatura (es decir, en un objeto constitui-do por la institucin), el Textono se detiene forzosamente en ella; en cualquier lugar en que se realice una actividad designi-ficancia de acuerdo con unas reglas de combinacin, de transfor-

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    macin y de desplazamiento, hay Texto: en las producciones es-critas, por cierto,pe ro , por supues to , ta mbin en los juegos de imgenes, de signos, de obje tos: en laspelculas, en las tir as cmi cas, en los obje tos ri tuales .

    Algo ms: en cuanto despliegue del significante, el Texto se debate a menudo

    dramticamente con el significado que tiende a reaparecer en l: si el Texto sucumbe aesta reaparicin, si triun-fa el significado, el texto cesa de ser Texto, el estereotipo se con-vierte en l en verdad, en lugar de ser el objeto ldico de una segunda combinatoria. Portanto, es lgico que el texto compro-meta a su operador en lo que podra llamarse undrama de escri-tura (lo cual veremos analizado en este nmero a propsito deFlaubert), o a su lector en una evaluacin crtica previa (el caso del discurso del Derecho,que se evala en este nmero , antes de analizarse),

    No obstante, la aproximacin principal y, por as decirlo, en masa, que puede hacersecon respecto al Texto, consiste en ex-plorar todos los significantes manifiestos: lasestructuras propia-mente dichas, en la medida en que sean accesibles a travs de lalingstica del discurso, configuraciones fonticas (juegos de pa-labras, nombres propios),compaginaciones y alineamientos, poli-semias, sobrantes de verso, anuncios, asociaciones,blancos en el papel , collages, todo lo que puede poner en cuestin la mate-r ia de llibro se encontr ar en e ste nmero , pr opuesto a p ropsi to de diversos autores, de Flaubert

    a Claude Simn.Por ltimo, el Texto es ante todo (o despus de todo) esa lar-ga operacin a travs de

    la cual un autor (un enunciador) descu-bre (o hace que el lector descubra) lairreparabilidad de su pala-bra y llega a sustituir el yo hablo por el ello habla. Conocerel imaginario de la expresin es vaciarlo, ya que el imaginario es desconocimiento:varios estudios (sobre Chateaubriand, Gide o Michel Leiris) intentan en este nmeroevaluar el imaginario d la escritura o el imaginario del propio investigador (aprops ito de una inves tigacin sobre el suspenso cinematogrfico).

    No hay que cree r que estas diversas prospecciones estn cont ribuyendo adelimitar el Texto; el nmero ms bien trabaja en la direccin de su expansin. Por lotanto, hay que resistirse al deseo de organizar, de programar estos estudios, cuya escritu-ra sigue siendo muy diversa (lie llegado a adm itir la necesidad de presentar estenmero muy a disgusto, ya que se corre el

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    riesgo de darle una unidad en la cual no todos los colaboradores se reconozcan, y depresta rles a cada uno de el los una voz que qu iz no es la su ya to ta lm en te : to dapr esen taci n , en su in te n-cin de snte sis, es una espec ie de conces in al discurso caduco).Lo que sera necesario es conseguir que, en cada momento del nmero,independientemente de lo que vaya delante o detrs, la investigacin, esta investigacinjoven que aqu se enuncia, apa- rezca a la vez como la puesta al da de ciertas estructurasde enunciacin (aunque estn todava enunciadas en el lenguaje simple de unaexposicin) y la misma crtica (la autocrtica) de toda enunciacin: por otra parte, en elmomento en que la inves-tigacin consigue ligar su objeto con su discurso y desapropiarnuestro saber gracias a la luz que lanza sobre unos objetos que, ms que desconocidosson inesperados, en ese mismo momento es cuando se convierte en una verdaderainterlocucin, en un trabajo para los otros, en una palabra: en una produccin social.

    1972, Communications.