teletrabajo y prestacin de servi-cios a … la inspección de trabajo y seguridad social de españa...

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INFORME TELETRABAJO Y GLOBALIZACIÓN: EN BUSCA DE RESPUESTAS AL DESAFÍO DE LA TRANSNACIONALIZACIÓN DEL EMPLEO Wilfredo Sanguineti Raymond Profesor Titular de Derecho del Trabajo Universidad de Salamanca Informe realizado para el Proyecto Europeo sobre Teletrabajo, desarrollado por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social de España bajo la dirección de D. Ángel Luis Sánchez Iglesias Salamanca, junio de 2002 * Este trabajo ha sido publicado en 1993 por el Ministerio de Trabajo y Asun- tos Sociales de España, a instancias de la Dirección General de la Inspec- ción de Trabajo. En el formato de libro tiene una extensión de 112 páginas

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  • INFORME

    TELETRABAJO Y GLOBALIZACIN:

    EN BUSCA DE RESPUESTAS AL DESAFO DE LA

    TRANSNACIONALIZACIN DEL EMPLEO

    Wilfredo Sanguineti Raymond Profesor Titular de Derecho del Trabajo Universidad de Salamanca

    Informe realizado para el Proyecto Europeo sobre Teletrabajo, desarrollado por la Inspeccin de Trabajo y Seguridad Social de Espaa bajo la direccin

    de D. ngel Luis Snchez Iglesias

    Salamanca, junio de 2002

    * Este trabajo ha sido publicado en 1993 por el Ministerio de Trabajo y Asun-

    tos Sociales de Espaa, a instancias de la Direccin General de la Inspec-cin de Trabajo. En el formato de libro tiene una extensin de 112 pginas

  • INDICE

    1. Las nuevas tecnologas de la informacin y las comunicaciones y sus efec-tos sobre las formas de organizacin y la localizacin del trabajo .............. 3

    2. La externalizacin del empleo a escala global y sus riesgos: teletrabajo, prestacin de servicios transnacionales y dumping social ........................ 14

    3. La poltica comunitaria en materia de teletrabajo y la deslocalizacin del empleo en el mbito europeo: peculiaridades y potencialidades de un fe-nmeno en ascenso ................................................................................. 32

    4. Posibles lneas de intervencin desde una perspectiva europea ............. 45

    5. La limitacin del recurso al teletrabajo y la prestacin de servicios transna-cionales como opcin ................................................................................ 52

    6 La alternativa basada en la imposicin de las condiciones de trabajo vigen-tes en el lugar de destino de la prestacin y sus lmites ........................... 57

    7. Otros mecanismos de carcter voluntario susceptibles de hacer posible el mismo resultado ........................................................................................ 88

    8. Conclusiones ............................................................................................ 96

    Bibliografa ................................................................................................ . 104

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  • 1. Las nuevas tecnologas de la informacin y las comunicaciones y sus efectos sobre las formas de organizacin y la localizacin del trabajo

    Desde sus inicios, hacia finales de los aos setenta, el fenmeno del surgi-miento de formas inditas de trabajo a distancia facilitadas por el empleo de ins-trumentos informticos y telemticos ha sabido captar el inters de expertos y ana-listas de las ms diversas orientaciones, incluida la jurdica. Ello incluso a despe-cho de su importancia, que no llegara a ser significativa hasta etapas bastante re-cientes. Caracterstica de esta literatura ha sido, sin embargo, la de centrar su atencin en una concreta modalidad de desarrollo virtual o no presencial de las labores, a la que se asigna el carcter de prototipo o manifestacin paradigmtica del fenmeno objeto de estudio. Esta modalidad, que recibe en la mayor parte de los casos la genrica denominacin de teletrabajo, se caracteriza por aadir a los elementos de los que resulta indispensable hablar para estar delante de una pres-tacin laboral a distancia del tipo descrito (es decir, la alteracin del lugar habitual de su desenvolvimiento y la utilizacin de medios informticos y telemticos), la necesidad de la misma sea desarrollada por una persona fsica, en virtud del esta-blecimiento de una relacin jurdica directa entre ella y quien se beneficia de su ac-

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  • tividad. No es preciso pasar revista a la amplsima variedad de definiciones de tele-trabajo propuestas, tanto a nivel doctrinal como de las instituciones que han pres-tado atencin al fenmeno, para llegar a la conclusin de que, ms all de las dife-rencias de matiz, el concepto de teletrabajo se vincula de exclusivamente con quienes, de forma originaria o como fruto de un acuerdo de externalizacin de fun-ciones previamente desarrolladas de forma presencial, desarrollan un trabajo en beneficio de uno o ms empresarios, bien desde su domicilio o bien desde otro lu-gar distinto del habitual u ordinario, sirvindose de medios o equipos informticos y de telecomunicaciones para su ejecucin y eventualmente para entrar en conexin con el destinatario de su actividad 1.

    Naturalmente, todas estas propuestas de definicin poseen un valor ms instrumental que ontolgico. Ello es as en la medida en que, como se ha indicado, parten de una cierta eleccin en cuanto a los contornos del fenmeno cuyo encua-dramiento pretenden, la cual es adoptada en funcin de una previa opcin en el te-

    1 Sin nimo de exhaustividad, pueden citarse aqu como exponentes de esta tendencia las definiciones de teletrabajo propuestas por Di Martino y Wirth, 1990, pg. 470 (el teletrabajo puede definirse como el trabajo efectuado en un lugar donde, apartado de las oficinas centrales o de los talleres de produccin, el trabajador no mantiene contacto personal alguno con sus co-legas, pero est en condiciones de comunicar con ellos por medio de las nuevas tecnologas); Banplain, 1997, pg. 5 (teletrabajo es el trabajo realizado por un teletrabajador empleado, au-toempleado, trabajador a domicilio, etc.- principalmente o en una parte importante, desde uno o ms lugares distintos del puesto de trabajo tradicional, para un empleador o clientes, implicando el uso de las telecomunicaciones); o Gaeta, 1995, pg. 550 (puede denominarse teletrabajo a la prestacin de quienes laboran, con un instrumento telemtico, topogrficamente fuera de la empresa por cuyo encargo o en inters de la cual la prestacin es desarrollada). No obstante, incluso cuando se recurre a la hora de la enunciacin del concepto a formulaciones aparente-mente ms amplias, estas terminan por ser reconducidas en lo esencial al mbito antes descrito. Este es el caso de la nocin propuesta por Thibault Aranda, 2001, pg. 32. Si bien este autor en-tiende que el teletrabajo puede definirse como una forma de organizacin y/o ejecucin del tra-bajo realizado en gran parte o principalmente a distancia, y mediante el uso intensivo de las tc-nicas informticas y/o de telecomunicaciones, lo hace luego de aclarar que ste debe llevarse a cabo por una persona fsica, ya sea por cuenta propia o ajena, sin que pueda ser prestado por una persona jurdica. En la misma direccin puede verse tambin la opinin de Escudero Rodr-guez, 2000, pgs. 764-765. Finalmente, no est dems poner de relieve el concepto de operativo de teletrabajo empleado por la Encuesta Eurobarmetro sobre eTrabajo realizada en noviembre de 2000. Segn sta el teletrabajo ocurre cuanto trabajadores asalariados realizan todo o parte de su trabajo fuera del sitio habitual de actividad, normalmente desde el hogar, utilizando las TICs (tecnologas de la Informacin y de la Comunicacin) (Cfr. Comisin Europea, 2002, pg. 27 de la traduccin al castellano).

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  • rreno jurdico y de poltica del Derecho 2. En concreto, estas definiciones, que po-dran ser calificadas de antropocntricas en la medida en que se construyen en funcin de la situacin del sujeto que trabaja, resulta instrumentales al cometido, propio de la disciplina del Derecho del Trabajo, de procurar una respuesta a la misma en trminos de tutela singular e individualizada. Su finalidad no es, desde esta perspectiva, tanto la de desvelar la esencia del trabajo a distancia habilitado por las nuevas tecnologas, como aislar aquellos supuestos en relacin con los cuales se hace necesario dilucidar la aplicabilidad o no de las normas laborales, as como determinar el contenido que la tutela de quien as labora habra de reves-tir, en caso de que se responda afirmativamente a la pregunta anterior. De all que, por lo general, los estudios desarrollados partiendo de esta perspectiva giren esencialmente en torno a estos dos ejes temticos: la calificacin jurdica y el r-gimen laboral del teletrabajo previamente calificado como dependiente 3.

    Este clase de anlisis tiene un valor central desde la perspectiva de la disci-plina iuslaboralista y su aplicacin a la singular forma de trabajo a distancia as ca-racterizada. No obstante, como resulta evidente, el tipo de actividad sobre el que centran su atencin no agota las posibilidades de transformacin de las formas de organizacin del trabajo abiertas por el nuevo contexto tecnolgico. En realidad, los avances en el rea de la informacin y las comunicaciones tienen un efecto bastante ms amplio e incisivo que el de facilitar la externalizacin de funciones susceptibles de ser desarrolladas aisladamente desde una localizacin remota o la contratacin de expertos o freelances a distancia. Como se ha observado, dichos avances no slo permiten la puesta en marcha de estas formas elementales de descentralizacin, sino que hacen posible que la produccin, entendida de forma

    2 Vid., desde esta perspectiva, las observaciones de Nogler, 2000, especialmente pgs.

    521-524, a diversos intentos de definicin propuestos dentro de la doctrina italiana. 3 Buenos ejemplos de ello constituyen los cuatro estudios de carcter monogrfico publi-

    cados hasta el momento en Espaa sobre la problemtica jurdica del teletrabajo: Gallardo Moya, 1998; Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001; Thibault Aranda 2001; y Sellas y Benvingut, 2001.

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  • global, pueda muy fcilmente deslocalizarse y fragmentarse, distribuyndose en un amplio nmero de lugares, y a pesar de ello mantener la integracin de las dis-tintas actividades productivas en un proceso global que no se vera afectado por la distinta ubicacin fsica de sus componentes 4. La dispersin espacial y potencial ubicuidad del trabajo 5 posibilitada por las nuevas tecnologas trasciende, as, el plano del teletrabajo individual para extenderse a fases o etapas enteras de los procesos de produccin o comercializacin de bienes o servicios.

    Ello ha permitido el surgimiento, al lado del emblemtico y en el fondo no tan frecuente supuesto en el que la prestacin se realiza en el domicilio o en otro lugar libremente elegido por el teletrabajador, de formas colectivas de teletrabajo 6, como las realizadas a travs de oficinas satlites o centros remotos (back offi-ces). Estos son unidades productivas separadas geogrficamente de la sede prin-cipal de la empresa, pero que se mantienen en constante comunicacin con sta por va electrnica para la realizacin de sus cometidos. Por lo general este tipo de establecimientos, que carecen de la autonoma que permitira atribuirles la condi-cin legal de centro de trabajo, suelen establecerse en lugares que presentan al-gn tipo de ventaja comparativa respecto de la situacin de la matriz, contando con el equipamiento necesario para el desarrollo desde su remota ubicacin de la fun-cin que les compete. En ellos, el poder de direccin se ejerce normalmente de forma telemtica, quedando los trabajadores implicados funcionalmente adscritos al establecimiento de la empresa desde el que se emiten las rdenes y al que se dirige el resultado productivo 7. Naturalmente, para cumplir con su prestacin, los

    4 Durn Lpez, 1998, pg. 870. 5 En palabras de Escudero Rodrguez, 2000, pg. 766. 6 Di Martino y Wirth, 1990, pg. 490. 7 Serrano Olivares, 2001, pg. 108. Sobre las oficinas satlite o centros remotos, son de

    especial inters las observaciones de Thibault Aranda, 2001, pgs. 36-37.

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  • trabajadores han de desplazarse a la sede de estas unidades, de la misma forma que si de un centro de trabajo tradicional se tratase 8.

    La decisin corporativa de relocalizar determinadas parcelas del ciclo pro-ductivo global no tiene, sin embargo, porqu conducir de modo necesario a la creacin de este tipo de unidades. Al lado de esta posibilidad, existe tambin la de recurrir a un contratista, para que sea ste quien desarrolle, contando con su pro-pia organizacin de medios y personal, la actividad de la que se trate. No debe perderse de vista que uno de los efectos ms relevantes de la aplicacin de los avances tecnolgicos en el terreno de la informacin y las comunicaciones a los procesos productivos ha sido el de facilitar, e incluso puede decirse que incentivar, la divisin del trabajo entre empresas y la exteriorizacin de funciones 9. Es decir, la puesta en marcha de procesos de descentralizacin productiva u outsourcing.

    Ha de tenerse en cuenta que las nuevas tecnologas, a la vez que hacen posible la descentralizacin de un creciente nmero de funciones que antes eran realizadas internamente (pinsese en la publicidad, la comercializacin, el marke-ting, la atencin al cliente, el procesamiento de datos, la asistencia tcnica, etc.), facilitan de forma notable la cooperacin a distancia entre las empresas, al permi-tirles una mejor y ms fcil comunicacin, a la vez que hacen posible, cuando ello resulta necesario, la transferencia instantnea al comitente de los resultados de la actividad encargada y el control de su ejecucin en tiempo real. De este modo se hace posible el funcionamiento integrado del entero proyecto empresarial, no slo al margen de la localizacin geogrfica de sus distintos componentes, sino tambin del tipo de vnculo jurdico que una a quienes los llevan a cabo con la principal. Es-

    8 Una variante de esta forma de organizacin remota de la produccin es la que opera a

    travs del denominado sistema distribuido, dentro del cual, como observa Cmara Arilla, 2000, pg. 232, distintas unidades descentralizadas, ubicadas en distintos lugares geogrficos, des-arrollan de forma interdependiente las diversas fases de un solo proceso de trabajo, comunicn-dose entre ellas por va telemtica.

    9 Como pondra de relieve tempranamente Prez de los Cobos Orihuel, 1990, pgs. 17-19.

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  • to ha determinado que los procesos de outsourcing se extiendan, del mbito de la informtica, para el que fueron inicialmente concebidos, a cada vez ms activida-des relacionadas con el tratamiento o la transmisin de informacin y las tareas de oficina 10, siendo previsible que la cada vez mayor difusin de Internet traiga con-sigo una aceleracin de esta tendencia en el futuro 11.

    Lo anterior supone que la aplicacin de los avances de la informtica y las comunicaciones a los procesos de trabajo es capaz de generar un doble efecto so-bre su localizacin, consistente en: a) la externalizacin de puestos de trabajo o funciones susceptibles de ser desarrolladas de forma individual por teletrabajado-res desde un lugar distinto del habitual; y b) el desplazamiento de actividades cuya realizacin, si bien precisa de la organizacin del trabajo de una pluralidad de suje-tos, es susceptible de llevarse a cabo de forma remota en centros preparados al efecto. En ambos casos, adems, las opciones organizativas a disposicin de la empresa principal pasan por el posible mantenimiento del poder de direccin, ya sea por la va de la contratacin en rgimen de dependencia del teletrabajador en-cargado de la atencin de la actividad o a travs de la creacin de una oficina sat-lite integrada a todos los efectos dentro de su propio proceso de produccin, o por su sustitucin por formas externas de vinculacin con quien ha de atender el desa-rrollo de la actividad productiva, recurriendo con este fin a la contratacin de un te-letrabajador autnomo o de un contratista o empresa de teleservicios que opere con su propio personal.

    El siguiente cuadro 12 podra esquematizar esta situacin:

    10 En general sobre estos procesos, con ilustrativos ejemplos de su forma de operar, vid.

    Bibby, 1996. 11 Cfr. OIT, 2000, pg. 15. 12 Que constituye una recreacin del diseado por el Programa EMERGENCE para ex-

    plicar la tipologa del eTrabajo, que aparece publicado en Comisin Europea, 2002, pg. 37.

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  • Variaciones contractuales

    En plantilla Subcontratados

    Individuales Teletrabajadores dependientes a domicilio, en tele-centros o mviles

    Teletrabajadores autnomos a do-micilio, en telecen-tros o mviles

    Variaciones

    del lugar

    de trabajo

    Colectivas

    Trabajadores de oficinas satlite o centros remotos

    Contratistas y empresas de tele-servicios

    Un buen ejemplo de la manera como pueden jugar estas distintas posibili-dades de organizacin a distancia del trabajo en funcin de las decisiones que se adopten a nivel corporativo, incluso tratndose de una misma actividad, viene dado por la experiencia de funcionamiento de los denominados centros de atencin tele-fnica (call centres). Estos son unidades especializadas que se crean con el objeto de hacer posible la externalizacin de los servicios de atencin telefnica de de-terminadas empresas, especialmente del sector servicios. Para ello se procede a la creacin de un ambiente de trabajo en el que, mediante la integracin entre telfo-no y ordenador y el uso de la tecnologa de distribucin automtica de llamadas (ACD) 13, un grupo de trabajadores entra en contacto con los clientes de la empre-sa matriz mediante la realizacin o la recepcin de llamadas, con el objeto ofrecer

    13 Como indica Bibby, 1996, ap. 3, los call centres se han hecho posibles gracias al de-

    sarrollo del sistema ACD (automated call distribution ); una tecnologa que se encarga de transfe-rir automticamente las llamadas telefnicas entrantes al personal disponible, a la vez que permi-te a los patronos supervisar la actuacin de los trabajadores de forma igualmente automtica, mediante controles secretos de carcter aleatorio. Las innovaciones en este terreno, sin embar-go, se extienden a la integracin de todas las modalidades de atencin al cliente (telefnica, a travs de Internet y fsica) en una misma plataforma, a travs de la tecnologa CEM (customer experience management). Vid, en este sentido, Irbar, 2002.

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  • a stos o a aquella los ms diversos servicios: desde la gestin de reservas hotele-ras o de transporte areo hasta la asesora legal y fiscal, pasando por la venta por telfono, la gestin de servicios de emergencia o de reclamaciones a compaas de seguros, la realizacin de investigaciones de mercado o incluso la recaudacin de fondos para entidades benficas 14.

    Desde el punto de vista organizativo, estos centros pueden configurarse de muy diversas maneras. As, adems de la colocacin de este tipo de unidades en los lugares de trabajo ordinarios de la empresa principal, cabe tambin la posibili-dad de que se organicen como oficinas satlite de la misma, que decide as deslo-calizar su funcionamiento pero manteniendo el control directo sobre su gestin, o que sean encargados a contratistas especializados. Mientras para la adopcin de la primera y la segunda de tales decisiones pueden influir de decisiva considera-ciones vinculadas con la especialidad o la complejidad del servicio telefnico que se presta, no susceptible de ser confiado a cualquier sujeto (pinsese en la gestin de los servicios de urgencias mdicas o de banca telefnica); en favor de la opcin contraria pesarn normalmente factores vinculados con la especializacin del con-tratista o el menor coste de gestin externa de estos servicios 15. Al lado de estas tres opciones bsicas, sin embargo, existe incluso la posibilidad de crear un centro de atencin telefnica virtual, sirvindose de las modernas tecnologas de trasmi-sin veloz de datos para encauzar las llamadas recibidas hacia los hogares u otros emplazamientos de los trabajadores, que no tienen as necesidad de acudir a nin-

    14 En general sobre estos centros, vid. Bibby, 1996, ap. 4, y 2000, ap. 4, con abundantes

    ejemplos y documentacin. Debe observarse, en cualquier caso, que es caracterstica de este sistema el tratamiento global de la llamada, desde su atencin hasta la tramitacin de la gestin solicitada por el cliente o usuario.

    15 Sobre la situacin y los modos de operar de los centros de atencin de llamadas en Espaa, vid. Garca, 2000, pgs. 14-18, e Irbar, 2002, pg. 37. Segn esta ltima, en Espaa existen actualmente 405 centros de este tipo, que dan empleo a unos 50.000 empleados. De es-tos, sin embargo, segn datos proporcionados por el primero de los autores citados, no son mu-cho ms de una veintena los externalizados mediante procesos de outsorucing, prefiriendo por el momento la mayora de las empresas que los requieren proceder a la creacin de sus propios call centres.

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  • gn centro para desarrollar su labor 16. Naturalmente, en este supuesto, la condi-cin de teletrabajadores en rgimen de subordinacin de quienes as laboran se encuentra fuera de toda duda.

    En cualquier caso, conviene remarcar que todas las modalidades descritas en el cuadro anterior constituyen formas de trabajo a distancia facilitadas por las nuevas tecnologas. An as, varias de ellas no resultan fcilmente encuadrables dentro de la nocin de teletrabajo comnmente aceptada.

    En este sentido, aunque por lo general el trabajo en oficinas satlites o cen-tros remotos suele ser considerado como una modalidad ms de teletrabajo, existi-ran razones para dudar de que sta opcin resulte ser la ms adecuada, al menos de acuerdo con los parmetros al uso, en la medida en que en este caso no se cumple el requisito esencial de realizacin de la prestacin fuera de las instalacio-nes de la empresa 17. Del mismo modo, en el supuesto de la subcontratacin a dis-tancia de actividades, no resulta posible atribuir de forma automtica la condicin de teletrabajadores a quienes laboran para las empresas que asumen la posicin de contratista. Ello es as, tanto porque su prestacin puede estructurarse de forma similar a la de una empresa tradicional 18, como porque quien asume frente al co-mitente la obligacin de realizar un trabajo a distancia es la contratista y no el tra-bajador del que sta se sirve. Puede decirse, en consecuencia, que aqu el teletra-

    16 En relacin a estos centros virtuales, con referencias a estudios de casos concretos,

    vid. nuevamente Bibby, 2000, ap. 4.a. La principal ventaja que proporcionan este tipo de centros radica en el hecho de que el personal que labora en su domicilio suele ser ms flexible en cuanto a la adecuacin de sus horas de trabajo a las necesidades de la empresa. Esto permite que los trabajadores as organizados puedan empezar a trabajar muy rpidamente cuando se reciben aumentos inesperados en los niveles de llamadas.

    17 En este sentido, Mateo, 2000, pg. 30. Desde esta perspectiva material, resulta co-rrecta la observacin de Gallardo Moya, 1998, pg. 60, en el sentido de que este tipo de oficinas constituyen autnticos centros de trabajo, que tienen como nica especialidad la utilizacin de medios informticos en el desarrollo de la actividad.

    18 Como observa Thibault Aranda, 2001, pg. 32.

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  • bajo o, si se prefiere, los teleservicios- lo realiza la empresa y no propiamente el trabajador 19.

    Pese estas diferencias, se trata de situaciones que comparten un mismo ori-gen, fundado sobre la aplicacin de las nuevas tecnologas de la informacin y las comunicaciones a los procesos de trabajo, desempean un papel comn de facili-tacin de la realizacin a distancia de las labores relacionadas con el tratamiento y la transmisin de informacin, y tienen adems efectos similares sobre la localiza-cin y la geografa tradicionales del empleo. De all que empiece a sustentarse la necesidad de apelar a conceptos de mayor amplitud que el de teletrabajo, con el objeto de englobar en una categora unitaria el conjunto de modalidades de desa-rrollo de tareas a distancia facilitadas por los avances de la tcnica.

    Entre las diversas propuestas existentes, quiz la de mayor inters sea la formulada en el marco del Programa EMERGENCE, patrocinado por la Comisin Europea con el objeto de proporcionar informacin fiable sobre la nueva localiza-cin del empleo favorecida por los fenmenos que se viene estudiando, de recurrir a la nocin de eWork (traducible como trabajo electrnicamente habilitado, ciber-trabajo o simplemente eTrabajo) en sustitucin de la de teletrabajo 20. De acuerdo con los autores de este planteamiento, el concepto de eWork comprende todo tra-bajo realizado fuera del establecimiento de una sociedad pero coordinado con sta mediante la utilizacin de las tecnologas de la informacin y un enlace de teleco-municaciones para su recepcin o entrega 21. Por ello, se sita en condiciones de abarcar cualquier forma de trabajo a distancia efectuado mediante un enlace de

    19 Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2001, pg. 9. Este tipo de empresas, pues,

    ejecutan un servicio o trabajo a distancia, pero no por ello teletrabajan las personas que realizan la prestacin en su interior, como observa Thibault Aranda, 2001, pg. 32.

    20 De la influencia creciente de este planteamiento da cuenta el hecho de que el tradicio-nal informe anual encargado por la Comisin Europea sobre el estado del teletrabajo en Europa, lleve en su edicin correspondiente al ao 2001 el ttulo de eWork 2001. Informe de situacin sobre los nuevos mtodos de trabajo en la economa del conocimiento.

    21 Vid. Hucks y OReagan, 2001. Igualmente, Comisin Europea, 2002, pg. 38.

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  • telecomunicaciones, independientemente de que sea realizado por empleados o por personal subcontratado, y de si tiene lugar en oficinas de la compaa, en el hogar del trabajador o en y desde varios sitios 22. Todas las modalidades de reali-zacin de tareas a distancia mencionadas en las pginas encontraran as acomo-do dentro de una misma categora, sin que ello suponga adems forzar el concepto de teletrabajo manejado hasta el momento.

    Naturalmente, otra posibilidad es llevar a cabo una ampliacin de dicho concepto, hacindolo extensivo a todo trabajo realizado de forma remota con el auxilio de las tecnologas de la informacin y las comunicaciones 23. Esta opcin, sin embargo, tiene el inconveniente de restar especificidad a la nocin de teletraba-jo desde la perspectiva iuslaboralista, en funcin de la cual, como se dej dicho, ha sido diseada, pese a que seguramente la singular forma de trabajo a distancia que a travs de ella se identifica precisa de una atencin especial desde ese punto de vista.

    Partir de un entendimiento amplio de los contornos del trabajo a distancia habilitado por el nuevo contexto tecnolgico, capaz de abarcar todas las modalida-des que el mismo puede asumir, resulta esencial para situarse en condiciones de comprender y afrontar el fenmeno de la transnacionalizacin del empleo propicia-do los cambios en curso. Tema sobre el que se centrar nuestra atencin a conti-nuacin.

    22 Nuevamente, Comisin Europea, 2002, pg. 37. 23 Esta opcin es defendida por Bibby, 1996, ap. 3. Asimismo, Nogler, 2000, pgs. 511-

    520, parte de una comprensin amplia de esta categora, que le permite comprender diversas modalidades de trabajo a distancia que sobrepasan la nocin de teletrabajo al uso, para luego establecer distinciones entre ellas en funcin de su calificacin jurdica como constitutivas de su-puestos de contrata (appalto) de servicios o de trabajo a domicilio autnomo o dependiente.

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  • 2. La externalizacin del empleo a escala global y sus riesgos: teletrabajo, prestacin de servicios transnacionales y dumping social

    Posiblemente constituya una exageracin afirmar que el teletrabajo es, por su propia naturaleza, transregional, transnacional y transcontinental 24. Aun as, lo cierto es que los cada vez ms intensos avances en el desarrollo de las tecnolog-as de la informacin y las comunicaciones estn haciendo posible que una gama cada vez ms amplia de actividades relacionadas con el procesamiento de la in-formacin y su transmisin por va electrnica puedan ser localizadas, no ya en lu-gares distintos aunque finalmente prximos a la sede de la empresa matriz, sino en cualquier rincn del globo donde exista la infraestructura apropiada y se encuen-tren los trabajadores con las habilidades necesarias 25. La ruptura de los tradicio-nales y prototpicos cnones de presencia fsica de los trabajadores en las sedes y centros productivos 26 introducida por el teletrabajo no conoce, en este sentido, ms fronteras que las vinculadas con la falta de medios materiales o humanos para

    24 Como observa crticamente Lo Faro 1998, pg. 213, en relacin a esta afirmacin,

    contenida en la presentacin del Proyecto DIPLOMAT de la Comisin Europea. 25 Huws y OReagan, 2001. 26 Dicho con palabras de Escudero Rodrguez, 2000, pg. 766.

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  • su puesta en prctica. De all que se haya afirmado que esta peculiar forma de tra-bajar hace desaparecer para muchas actividades productivas las barreras geo-grficas y los condicionamientos temporales 27, al permitir a quienes recurren a ella contratar mano de obra en cualquier parte del mundo, sin tener que despla-zarse, sin necesidad de establecimiento en el pas de destino, y con la ventaja de la prctica irrelevancia del tiempo de transmisin del resultado productivo 28. Natu-ralmente, en un contexto econmico internacional marcado por la mundializacin de la competencia y la tendencia a la segmentacin de los procesos productivos, esta potencial fungibilidad geogrfica de la prestacin 29 permite a las empresas avanzar an ms en su proceso de internacionalizacin y deslocalizacin de al menos algunas fases de su proceso de produccin y distribucin, aprovechando las ventajas comparativas de las distintas ubicaciones y las enormes posibilidades de gestin de unidades productivas dispersas que permiten los avances de las comunicaciones 30.

    Desde luego, el desarrollo de formas de teletrabajo y teleprestacin de ser-vicios en rgimen de outsourcing a escala internacional, para las cuales se acua-ran rpidamente las denominaciones de offshore telework o transborder telework 31, no es nuevo. En su forma embrionaria, constituida por el procesamiento en cier-tas islas angloparlantes del Caribe de datos que eran remitidos fsicamente en vez de por va electrnica, este se remonta nada menos que a finales de los aos se-

    27 Thibault Aranda, 2001, pg. 261. 28 Como afirma Serrano Olivares, 2001, pg. 107. 29 En expresin de Lo Faro, 1998, pg. 233. 30 Durn Lpez, 1998, pg. 870. 31 Entre ambos conceptos existe, sin embargo, una diferencia de matiz. Mientras el de

    transborder telework remite a situaciones en que las partes se encuentran en pases diferentes, pero que comparten una frontera comn; el de offshore telework suele hacer referencia a los su-puestos en que el mismo es transferido a localidades geogrficamente distantes, con el objetivo de obtener ventajas del bajo costo del trabajo o la menor regulacin. En este sentido, vid. Ca-ponnetto 2001, pg. 626; y De Andrs Gil, Olano Ocriz y Lete Murrugarren, 2001, pg. 30.

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  • senta 32. Sin embargo, sus posibilidades de desarrollo se han visto notablemente incrementadas como consecuencia de la digitalizacin de los datos y el uso de so-fisticadas redes internacionales de telecomunicaciones 33; a la vez que incentiva-das por el avance de los procesos de internacionalizacin econmica y generaliza-cin de la competencia a escala global.

    Esta combinacin entre globalizacin y nuevas tecnologas est actuando como un poderoso incentivo para la formacin de un importante mercado interna-cional de prestacin de servicios relacionados con la informacin, dentro del cual emergen con cada vez ms fuerza economas basadas en este tipo de trabajo o florecen dentro de ciertos pases sectores dedicados especficamente l 34. Los ejemplos del desarrollo de la industria de procesamiento de datos transfronterizo en pases como Jamaica, Barbados o Filipinas 35; de los centros de llamada inter-nacional en el Reino Unido e Irlanda 36; o del software en la India 37, resultan bas-

    32 Vid. Di Martino, 2001, pg. 49, y Bibby, 1996, ap. 4, ambos con referencia a los inicios de la industria de procesamiento de datos en Jamaica y Barbados.

    33 Como pone de manifiesto Bibby, 1996, ap. 4, y, entre nosotros, Thibault Aranda, 2001, pg. 262.

    34 Di Martino, 2001, pgs. 45-46. 35 Segn datos recogidos por Di Martino, 2001, pg. 52, el empleo dentro del sector de

    tratamiento de datos creci en Barbados, de 61 empleados en 1980 a 2.972 en 1997; mientras que en Jamaica la industria empleaba en ese mismo ao a 3.500 personas. Estas cifras pueden parecer modestas, sin embargo no lo son dentro del contexto en el que operan. As, debe tener-se en cuenta que los trabajadores empleados por esta industria representan nada menos que el 4.6 % de la poblacin activa del primero de los mencionados pases. Con todo, segn un estudio realizado en 1992 por el Banco Mundial, al que hace referencia Bibby, 1996, ap. 4, es Filipinas el pas que se alinea primero en el mercado de la introduccin de datos remota, al poseer alrededor de 2.000 centros especializados en esta labor, que procesan encima de los 100 millones de pul-saciones por ao. Para ms informacin, vid tambin Bibby, 1997 y 1998.

    36 Como observa Bibby, 1996, ap. 4, los call centres estn operando cada vez ms a es-cala internacional, especialmente en Europa, donde son numerosas las compaas han decidido establecer un solo centro de llamadas para ocuparse de la atencin de los clientes de varios pa-ses del mercado comn europeo. Esto supone que un cliente que llama, por ejemplo de Francia, Alemania o Gran Bretaa, puede sin saberlo recibir la contestacin en su propio idioma desde otro pas en el que la suya no sea la lengua nativa. En este mbito, el Reino Unido e Irlanda se configuran como los lderes a nivel europeo y mundial. Segn la informacin proporcionada por Werdigier y Niebuhr, 2000, casi 6.000 call centres tienen su sede en Gran Bretaa, absorbiendo el 38% del mercado mundial. Para ms informacin sobre este sector, vid. Bibby, 1996, ap. 4 y 2000, ap. 4.b; as como Di Martino, 2001, pgs. 54-56.

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  • tante ilustrativos de esta tendencia, que ha sido calificada de globalizacin del sector servicios 38.

    Una tendencia que, se prev, pueda ampliarse significativamente en el futu-ro debido a las mejoras en cuanto a la facilidad con que puede efectuarse la transmisin de datos entre continentes y el abaratamiento de los costes de las co-municaciones internacionales 39. Para darnos una idea de la magnitud de estos cambios, as como de la velocidad con la que se estn llevando a cabo, baste con sealar que, segn datos proporcionados por el PNUD en su Informe sobre Desa-rrollo Humano correspondiente a 2001, en ese ao era posible enviar ms infor-macin por un solo cable en un segundo que la que se enviaba en 1997 por todo Internet a lo largo de un mes o que el costo de transmitir un billn de bites de in-formacin desde Boston a Los ngeles ha disminuido de 150.000 dlares en 1970 a 0,20 dlares en la actualidad, mientras que una llamada telefnica de tres minu-tos de Nueva York a Londres, que en 1930 costaba ms de 300 dlares, hoy se hace por menos de 0,20 cntimos 40.

    En principio, pudiera pensarse que la problemtica que plantea esta exten-sin ms all de las fronteras nacionales de las formas de organizacin del trabajo a distancia abierta por los avances tecnolgicos no difiere en lo sustancial de la que afecta a su desarrollo en el mbito local. O lo hace exclusivamente desde la perspectiva de la necesidad de proceder en tales casos a la determinacin de la legislacin que resultara aplicable a las relaciones jurdicas a travs de las cuales

    37 De acuerdo con la informacin suministrada por Di Martino, 2001, pg. 52, es posible

    considerar a la industria india del software como una de las ms dinmicas y de ms rpido cre-cimiento de ese pas. Baste para tomar cuenta de ello con sealar que sus volmenes de nego-cio crecieron, de 150 millones de dlares americanos anuales, en 1990, a un estimado de ms de 6.000 en el 2000. Por lo que respecta al empleo, se calcula que el sector ocup en 1999 a ms de 250.000 personas. Vid. tambin Bibby 1996, ap. 4; y PNUD, 2001, pg. 39.

    38 Por Bibby, 1998. 39 Nuevamente, Bibby, 1996, ap. 4. La misma valoracin es hecha por Di Martino, 2001,

    pgs. 51-52; y, entre nosotros, por Thibault Aranda, 2001, pg. 262. 40 Cfr. PNUD, 2001, pg. 33.

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  • se viabiliza realizacin, sean stas de carcter laboral o incluso civil o mercantil, al contener stas elementos de internacionalidad. Semejante apreciacin de las im-plicaciones del fenmeno, sin embargo, parte de subvalorar las consecuencias que sobre el trabajo tiene su transferencia a un espacio nacional distinto de aquel en que es aprovechado. En realidad, si se observa el fenmeno desde esta perspecti-va, no es difcil advertir que la transnacionalizacin del teletrabajo y la prestacin remota de servicios plantea al jurista problemas, no slo ms intensos, sino en buena medida distintos a los que de ordinario proyecta su faceta domstica 41.

    Para estar en condiciones de apreciar esta diferencia es preciso partir del examen de la peculiar racionalidad econmica y de gestin que normalmente sos-tiene la opcin empresarial en favor de estas formas extremas de deslocalizacin del trabajo. Una racionalidad que se aparta en buena medida de la que conduce al empleador a recurrir a la las mismas dentro del mbito nacional.

    Como es fcil de intuir, la eleccin de cualquiera de las modalidades de or-ganizacin no presencial del trabajo de las que se viene tratando responde a una estimacin de la relacin costo/beneficio de su empleo, tanto respecto al trabajo in-terno como entre s. De este modo, la decisin de proceder a la externalizacin de un concreto puesto de trabajo mediante la contratacin de un teletrabajador que opere individualmente en rgimen de subordinacin desde su domicilio u otro lugar distinto de la sede de la empresa obedece por lo general a una ponderacin de las ventajas que puede reportar esta opcin, fundada sobre factores tales como el in-cremento de la flexibilidad y la productividad que a travs este sistema puede con-seguirse, la reduccin de costes inmobiliarios derivada de la liberacin de espacios en la sede central, la posibilidad de acceder por esta va a trabajadores dotados de

    41 Esta singularidad de la problemtica planteada por el teletrabajo transnacional es des-

    tacada especialmente por Lo Faro, 1998, pgs. 214-215. Entre nosotros, igualmente Thibault Aranda,2001, pg. 264.

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  • una especial cualificacin pese a situarse en lugares alejados, etc. 42. Este mismo tipo de razones, bien que matizadas por la conveniencia o necesidad de mantener un cierto nivel de organizacin o presencia colectiva, son tambin las que pueden conducir a la creacin de oficinas satlites o centros remotos, en los se agrupe la prestacin de una pluralidad de trabajadores dependientes. Esto significa que, en los dos supuestos en los que la externalizacin de la prestacin se lleva a cabo a travs de modalidades de teletrabajo situadas dentro de los contornos del Derecho del Trabajo, la apreciacin de sus ventajas e inconvenientes obedece en lnea de principio a motivaciones de tipo organizativo o de gestin 43 antes que vinculadas con la atribucin al personal afectado de un mayor o menor nivel de tutela. Al estar vinculados a la empresa en rgimen de subordinacin, a estos teletrabajadores les son de aplicacin la misma legislacin y el mismo convenio colectivo de la que rige las relaciones de los trabajadores internos, sin que el hecho mismo de la externa-lizacin tenga porqu suponer una degradacin de sus condiciones de trabajo. Si acaso, aqu pueden jugar como factores coadyuvantes razones vinculadas con la existencia de mayores espacios para la actuacin de la autonoma individual en la determinacin del contenido de las condiciones de trabajo, derivada de la ausencia dentro de la mayor parte de ordenamientos de un tratamiento normativo especfico de las peculiaridades del teletrabajo, o con la menor propensin de este tipo de trabajadores a sindicarse o recurrir a formas colectivas de presin, consecuencia del aislamiento en que se desenvuelve su labor, al menos cuando hablamos de te-letrabajadores a domicilio.

    42 En general, como observa Cmara Arilla, 2000, pg. 244, los autores destacan las

    ventajas que tiene el teletrabajo para la empresa en cuanto a la reduccin de costes, incremento de la productividad, mayor competitividad y flexibilidad Para una sntesis de los beneficios e in-convenientes de estas formas de teletrabajo, bien que enfocada desde el punto de vista de las dos partes de la relacin, vid. Escudero Rodrguez, 2000, pgs. 863-871; y Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001, pgs. 25-30.

    43 Como pone de manifiesto Lo Faro, 1998, pg. 214, aunque en relacin al teletrabajo nacional en general.

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  • La opcin a favor de externalizacin de la actividad mediante el recurso a empresas contratistas dotadas de personal propio o el reclutamiento de trabajado-res autnomos, en cambio, responde a una lgica en buena medida distinta, dentro de la cual pueden ejercer un peso decisivo, sobre las ventajas que conllevara el mantenimiento del ejercicio directo del poder de direccin, otro tipo de motivacio-nes, no slo vinculadas con la mayor especializacin y eficiencia de la organiza-cin o el sujeto a los que se recurre, sino tambin con el menor coste que puede suponer valerse de estas formas de outsourcing informtico en sustitucin de la contratacin de trabajadores en rgimen de dependencia. Un menor coste para el cual resulta de la mayor relevancia el hecho de que al personal de la contratista no le sean de aplicacin las condiciones de trabajo convencionalmente establecidas para los trabajadores de la principal, pese a que su prestacin se dirige en ltima instancia a satisfacer las necesidades de esta ltima, o la circunstancia de que los trabajadores autnomos a los que se recurre no se encuentren sujetos a ninguna de las garantas previstas por la legislacin laboral, debiendo asumir adems ellos mismos los costes derivados de su proteccin por parte del sistema de Seguridad Social 44. Esto permite que la externalizacin de la actividad productiva mediante su encargo a terceros pueda operar, en el sector de la informtica y las comunica-ciones lo mismo que en muchos otros, como un mecanismo dirigido a facilitar la minoracin de las cargas sociales de las empresas que recurren a ella 45. Natural-

    44 Desde esta perspectiva, en el Informe para la Comisin Europea sobre Transforma-

    ciones del trabajo y futuro del Derecho del Trabajo en Europa, coordinado por A. Supiot, (1999, pg. 59), se seala que la subcontratacin de actividades anteriormente realizadas en el seno de una empresa tiene consecuencias evidentes para los trabajadores implicados, que ya no se benefician de las condiciones de trabajo derivadas de los convenios colectivos de dicha empresa y vern cmo su nueva empresa les impone unas condiciones de trabajo generalmente menos ventajosas que aquellas a las que tenan inicialmente derecho. Para una aproximacin general a la incidencia de las estrategias de descentralizacin productiva sobre el sistema del Derecho del Trabajo, vid. Sanguineti Raymond, 2002.

    45 No se conocen estudios que permitan establecer comparaciones entre las condiciones de trabajo de los trabajadores de plantilla (ya se trate de internos o teletrabajadores) y los que operan al servicio de empresas especializadas en la prestacin de este tipo de servicios a dis-tancia. En cualquier caso, la informacin disponible permite deducir que se registran diferencias importantes incluso tratndose de actividades semejantes. Este es el caso, segn Irbar, 2002, 20

  • mente, en este contexto, las nuevas tecnologas no son ms que el instrumento que hace posible que este tipo de estrategias empresariales descentralizadoras se siten en condiciones de operar con mayor eficiencia y en relacin con un mayor nmero de actividades vinculadas con el tratamiento y transmisin de la informa-cin.

    Esta aptitud de los avances de la informtica y la telemtica para actuar como herramientas al servicio de las estrategias empresariales de deslocalizacin productiva en clave de reduccin de los costes de la fuerza de trabajo se ve fuer-temente potenciada cuando la prestacin trasciende las fronteras nacionales y se sita en el territorio de un Estado distinto de aqul en el que opera la empresa principal. Por lo pronto, este solo hecho, en principio no necesariamente trascen-dente desde la perspectiva del desarrollo remoto de la actividad contratada, permi-te que las labores del personal del contratista se coloque fuera del alcance, no ya solamente de los convenios colectivos aplicables a quienes trabajan para la em-presa principal, sino de la propia legislacin laboral que rige la actividad de sta 46. El que la prestacin se desplace fuera del mbito nacional permite, sin embargo, que este mismo efecto pueda ser conseguido igualmente, esta vez s, por la em-presa principal, sin necesidad de recurrir a expediente alguno de subcontratacin, mediante el empleo de teletrabajadores en rgimen de dependencia, bien indivi-

    del trabajo en centros de llamada espaoles, donde el salario medio de un trabajador contratado por una empresa que opera en rgimen de outsourcing puede experimentar una diferencia de ms del 16 % respecto del que se abona a estos trabajadores cuando los indicados centros se mantienen bajo el control de la empresa principal. Asimismo, Bibby, 1996, ap. 3, recoge informa-cin aportada por organizaciones sindicales espaolas acerca de las consecuencias laborales de la externalizacin de las actividades de procesamiento electrnico de datos y venta por telfono llevada a cabo por la Banca espaola, destacando las peores condiciones de trabajo, los bajos salarios y la inseguridad laboral como efectos ms relevantes.

    46 Como observa Serrano Olivares, 2001, pgs. 142-143, en estos casos no se discute la aplicacin a la relacin entre la contratista y sus trabajadores de la legislacin del Estado en el que desarrollan su labor, al aparecer la empresa principal nicamente como destinataria de la prestacin de los servicios de procesamiento informtico.

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  • dualmente o incluso organizados a travs de oficinas satlites 47. En ambos casos, la deslocalizacin es susceptible de producir finalmente el mismo efecto, consisten-te en la superacin del mbito natural de aplicacin de la normativa laboral del lugar donde la empresa tiene su sede, pese a que este hecho no supone en s mismo una diferencia cualitativa en cuanto al desarrollo de la prestacin. Las dife-rencias entre outsourcing informtico y teletrabajo, tan relevantes en cuanto a sus efectos sobre al rgimen laboral cuando operan en el mbito nacional, como se acaba de ver, se acortan as sensiblemente -e incluso es posible pensar que prc-ticamente desaparecen- cuando stos trascienden al plano internacional.

    Lo anterior supone que la potencial ubicuidad de la prestacin laboral posi-bilitada por las nuevas tecnologas para una gama cada vez ms amplia de labores no slo facilita el empleo del outsourcing informtico como instrumento de elusin de aplicacin de la normativa laboral del Estado en el que la empresa principal de-sarrolla su actividad nuclear, sino que hace posible que ese mismo resultado pue-da ser alcanzado mediante la utilizacin del teletrabajo en rgimen de dependen-cia. A fin de cuentas, como se acaba de ver, a travs de cualquiera de estos dos mecanismos se permite al empresario disfrutar, desde el territorio de un Estado, de una prestacin de servicios situada y sometida a la legislacin de otro. La libre fija-cin del lugar de desarrollo de la labor habilitada por el nuevo entorno tecnolgico favorece, as, una eleccin a la carta del rgimen de la prestacin laboral 48, y por tanto de los costos a ella asociados. O, dicho con otras palabras, una importacin

    47 Debe tenerse en cuenta a estos efectos que, como destaca Morgenstern 1987, pg.

    44, el criterio de aplicacin de la ley del lugar de prestacin de servicios (lex loci laboris) consti-tuye la regla bsica comnmente aceptada a nivel internacional para la determinacin de la ley aplicable a las relaciones de trabajo que, como ocurre en este caso, contienen algn elemento de internacionalidad. A falta, pues, de una interpretacin correctora o solucin normativa espec-fica, pensada en funcin de las peculiaridades de esta singular forma de trabajo, sobre cuya per-tenencia se reflexionar ms adelante, sta ser la solucin que ordinariamente resultar de aplicacin en supuestos como stos, incluso en el mbito Europeo, dado que las reglas previstas por el Convenio de Roma no se apartan sustancialmente de este criterio, como se podr com-probar.

    48 O, en palabras de Lo Faro, la aparicin de prcticas de regime shopping.

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  • virtual del trabajo al precio del Estado que ofrece mayores ventajas desde esta perspectiva 49.

    Ello abre la posibilidad de que las empresas situadas en los pases econ-micamente ms avanzados aprovechen las ventajas ofrecidas por aquellos pases donde los costes laborales y de proteccin social son inferiores, mediante la relo-calizacin de ciertas parcelas de su actividad por alguna de las dos vas mencio-nadas. Y tambin de que los contratistas dedicados a la prestacin de servicios de procesamiento informtico ubicados en estos ltimos ofrezcan sus servicios bajo tales condiciones con destino a pases donde el nivel de costes es decididamente ms elevado 50. El teletrabajo, de la misma manera que las modalidades de sub-contratacin u outsourcing informtico, facilita con ello, como indicara el Director General de la OIT en su memoria sobre El trabajo decente en la sociedad de la in-formacin, la reubicacin de empleos en otros pases donde los costos laborales son menores y donde los trabajadores quiz no disfruten de los mismos niveles de proteccin social 51; a la vez que estimula -debe aadirse- la creacin en stos l-timos de una oferta de servicios relacionados con el procesamiento de la informa-cin cuya base econmica est compuesta por mano de obra con condiciones de trabajo mnimas 52. Todo ello supone que el teletrabajo est en condiciones de transformarse, al trascender su faceta nacional, de instrumento de emancipacin, que libera al teletrabajador de la tirana de los tiempos y los lugares de produc-cin, en un instrumento de elusin, que sustrae al propio trabajador de la tutela

    49 En este sentido, Carrascosa Gonzlez y Rodrguez-Piero Royo, 1993, pg. 369, aun-

    que con referencia a los efectos de los desplazamientos temporales de trabajadores entre Esta-dos de la Unin Europea antes de la aprobacin de la Directiva 96/71/CE.

    50 Esta contemplacin dual del fenmeno, desde la perspectiva de la empresa principal que externaliza parte de su actividad y del contratista que ofrece los servicios desde el pas de destino, es hecha por Gaeta, 1995, pg. 553.

    51 OIT, 2000, pg. 49. 52 En este sentido, Thibault Aranda, 2001, pg. 268, en relacin a las que denomina em-

    presas de maquila informtica.

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  • que le sera reconocida por el ordenamiento jurdico del pas en el que su presta-cin es efectivamente aprovechada 53.

    A la luz de estas consideraciones no puede sino coincidirse con quienes ven en el teletrabajo offshore y la subcontratacin a distancia de la prestacin de servicios relacionados con el tratamiento de la informacin y las comunicaciones autnticos mecanismos favorecedores del dumping social 54. Este viejo problema, siempre limitado en sus efectos por la necesidad de superar las distancias que se-paran unos pases de otros, cobra as una nueva e inquietante dimensin al trasla-darse a un terreno dentro del cual carecen de relevancia ese tipo de factores espa-ciales. Las consecuencias que ello es capaz de generar son, por lo dems, seme-jantes a las conocidas tratndose de esta clase de fenmenos. Estas se traducen en una potencial reduccin del empleo y los salarios y las condiciones de trabajo en los pases dotados de un nivel superior de proteccin; motivados por la desloca-lizacin de actividades empresariales, que permite eliminar puestos de trabajo en el origen, y la necesidad de mantener niveles competitivos frente a ella, que gene-ra presiones a la baja en cuanto a los estndares de proteccin. Debe tenerse en cuenta aqu que las empresas pierden competitividad en beneficio de quienes por la va del teletrabajo transfronterizo, como antes lo era por la va de la economa sumergida, han conseguido sustraerse al cumplimiento de las disposiciones labo-rales comunes 55; y que ello puede convertirse en un importante aliciente, tanto para sumarse a la tendencia deslocalizadora, como para presionar a favor de una minoracin de las condiciones de trabajo del personal a su servicio 56. Las conse-

    53 Lo Faro, 1988, pg. 215. 54 La referencia a esta posibilidad es una constante de prcticamente todos los autores

    que se ocupan del fenmeno. Puede verse en este sentido, haciendo referencia expresa a dicho concepto, entre otros, Banplain, 1997, pg. 32; Bibby, 1996, ap. 4, y 2000, ap. 4.b; Lo Faro, 1998, pg. 215; Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001, pg. 109; Romero Burillo, 2000, pg. 1147; Serrano Olivares, 2001, pg. 107; Thibault Aranda, 2001, pg. 267.

    55 Como observan Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001, pg. 109. 56 Un ejemplo puede servir para ilustrar esta situacin. Segn datos aportados en 1996

    por la revista francesa Teletravail, de los que da cuenta Bibby, 1996, ap. 4, la decisin de las edi- 24

  • cuencias no son, sin embargo, del todo favorables para los pases que se colocan en la condicin de receptores de este tipo de trabajo. Como se ha observado, por ms que se facilite el desarrollo econmico y aumenten las posibilidades de em-pleo, existir una presin continuada para mantener bajos salarios y condiciones de trabajo, la cual es susceptible de traducirse no slo en peores condiciones la-borales, sino en otros efectos tan negativos como el escaso desarrollo de la Segu-ridad Social -para impedir el aumento de los costes sociales- la reduccin de los derechos colectivos -para impedir presiones sindicales sobre los salarios-, el au-mento de la siniestralidad laboral o la degradacin del medio ambiente 57. Es ms, tratndose aqu de labores relacionadas con el procesamiento y la transmisin de la informacin, dichas de presiones pueden resultar incluso ms intensas que en los supuestos de deslocalizacin de actividades industriales. No debe perderse de vista que este tipo de tareas requieren de una inversin relativamente baja para su puesta en marcha y resultan adems muy fciles de relocalizar cada vez que su ubicacin actual deje de resultar atractiva o aparezcan otras capaces de reportar mayores ventajas. Es decir, se trata de un tipo de trabajo susceptible de ser des-plazado de un pas a otro en busca de destinos siempre ms baratos, aprovechan-do incluso por tiempos relativamente cortos las oportunidades ofrecidas por cada ubicacin 58. Se crean as las condiciones para el desarrollo de un terciario aparti-da y nmada 59, con capacidad para operar con criterio depredatorio all donde re-sulte conveniente en cada momento, y de retirarse con la misma rapidez con la que lleg.

    toriales francesas de recurrir a compaas de composicin situadas en Mauricio, Marruecos y Madagascar condujo a que los costos de esta actividad decrecieran en dos terceras partes en un perodo de siete u ocho aos, con el consiguiente descenso de los niveles salariales en Francia.

    57 Carrascosa Gonzlez y Rodrguez-Piero Royo, 1996, pg. 1337. 58 Como observara en 1999 el Institute for Employment Studies, una de las institucio-

    nes ms atentas al desarrollo de estos fenmenos. Un buen ejemplo de lo que se viene diciendo est constituido por la emigracin del trabajo relacionado con el tratamiento de datos desde Bar-bados a pases como China, en atencin a sus inferiores costos laborales. En este sentido, vid. Bibby, 1998.

    59 Thibault Aranda, 2001, pg. 268.

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  • A la larga, el hecho de que las leyes y reglamentos de un pas dado puedan convertirse ya sea en el eslabn dbil o en el eslabn fuerte de las cadenas de valor generadas por este tipo de trabajo, alentando al factor trabajo a instalarse en ellas, o por el contrario favoreciendo su alejamiento 60, es capaz de generar una carrera internacional a la baja en cuanto a la tutela jurdica y la proteccin so-cial de quienes se dedican a estas actividades, de nocivos efectos para todos.

    La utilizacin de las posibilidades abiertas por el desarrollo de la informtica y la telemtica para facilitar el desplazamiento hacia destinos menos exigentes la-boralmente de numerosas actividades relacionadas con el tratamiento y la transmi-sin de informacin es, por lo dems, un fenmeno suficientemente documentado. Baste aqu con destacar, a ttulo puramente ilustrativo, cmo el control de las c-maras de seguridad de los bancos ginebrinos es ejercido por guardias que se en-cuentran nada menos que en frica septentrional 61; la gestin de los boletos de Swissair se lleva a cabo desde oficinas situadas en Bombay 62; las labores de gra-bacin, composicin y catalogacin de libros para las editoriales y bibliotecas fran-cesas han sido encargadas en muchos casos a empresas especializadas situadas en Marruecos, Mauricio o Madagascar 63; la atencin de las llamadas de France Telecom y la empresa francesa de ferrocarriles SNCF tiene lugar en Call Centres ubicados en Marruecos 64; la tramitacin de las reclamaciones de diversas compa-as de seguros mdicos norteamericanas, lo mismo que la gestin de las reservas de hoteles de varias grandes cadenas hoteleras internacionales y otras muchas ac-

    60 Como observara el Director General de la OIT en la Memoria citada en las pginas anteriores (OIT, 2000, pg. 14).

    61 OIT, 2000, pg. 15. Otro tanto ocurre, segn Bibby, 1996, ap. 4, con las cmaras de seguridad de los centros comerciales norteamericanos. Este tipo de actividad remota resulta ca-da vez ms factible en la medida en que se incrementan las posibilidades de transmitir e inter-cambiar seales de vdeo sin cargar excesivamente las redes de telecomunicaciones.

    62 Amayas, 1996, pg. 34. Segn refiere esta autora, esta decisin permiti en su mo-mento ahorrar a la firma suiza unos 828 millones de pesetas por medio de numerosos recortes de plantilla. Vid. tambin Bibby, 1996, ap. 4; y OIT, 2000, pg. 15.

    63 Bibby, 1996, ap.4; y Thibault Aranda, 2001, pg. 262; 64 Di Martino, 2001, pg. 56.

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  • tividades similares, se lleva a cabo a travs de centros de ese tipo situados en la Repblica de Irlanda 65; la preparacin de programas informticos para clientes de muy diversas nacionalidades se realiza, incluso on line, por tcnicos situados en Bombay o Bangalore 66, etc.

    Naturalmente, la decisin de deslocalizar una actividad determinada, as como de hacerlo con un cierto destino, es una de carcter complejo, en la que pe-san factores diversos, entre los cuales pueden ser mencionados, entre otros, la existencia de infraestructuras adecuadas o personal suficientemente cualificado en el pas de acogida, el dominio de determinados idiomas por parte de su poblacin, bien como primera o segunda lengua, la coincidencia o complementariedad del huso horario en el que se sita respecto del que corresponde al pas de origen, etc 67. No obstante, resulta evidente que para la adopcin de esta decisin poseen un

    65 Bibby, 1996, ap. 4; Thibault Aranda, 2001, pg. 262. En estos casos, el personal tiene

    acceso a las bases de datos de las empresas titulares de la actividad principal a travs de cables de fibra ptica y est en condiciones de procesar y autorizar las solicitudes o reservas de los clientes on line.

    66 Bibby, 1996, ap. 4. Este autor describe la forma de operar en estos casos a travs de un ejemplo: en las oficinas de Software de Bangalore de la empresa BAeHal, un programador in-formtico lleva a cabo un cambio en un programa que para un cliente situado en el Reino Unido. El ordenador que utiliza se encuentra conectado va satlite con la oficina del cliente. Dado que es maana en Bangalore pero todava de noche en Inglaterra, hay pocos usuarios conectados y el ordenador le responde ms rpidamente a l que lo que hara a otro usuario situado en el lu-gar del cliente cuando es de da all. Cuando el cliente llega a trabajar a la maana siguiente, los cambios se han ya completado y probado.

    67 Amayas, 1996, pg. 34. En sus trabajos en el marco del Programa EMERGENCE, Huws, Jagger y Bates, 2001, destacan hasta ocho factores que parecen influir en la situacin del eWork. Entre ellos, adems de los salarios del sector, se cuentan la disponibilidad de personal capacitado, el idioma, el huso horario, la infraestructura de telecomunicaciones, la confianza y los contactos precedentes, el manejo de Internet y el desarrollo econmico y las oportunidades detectadas. Es indudable que en muchos casos este tipo de factores tienen un peso casi tan im-portante como el salarial para la adopcin de la decisin deslocalizadora o decidir su situacin. As, por ejemplo, como observa Peir, 2000, pg. 39, parece que difcilmente hubiera podido desarrollarse la industria del software en la India sin el gran dominio del ingls y el elevado nivel de conocimiento de las matemticas existentes en este pas. Ni los call centres al servicio del mercado norteamericano hubiesen proliferado en Irlanda al margen de su mayor proximidad geogrfica a dicho continente y el manejo por sus habitantes de la misma lengua que en Estados Unidos; de la misma forma que tampoco estos centros, aunque dirigidos hacia el mercado euro-peo, se hubieran extendido en el Reino Unido, sin la existencia de un gran volumen de poblacin que domina idiomas distintos del ingles. Por su parte, como se observa en el Documento Notas 27

  • peso tanto o ms relevante los costes laborales. As, no es ni mucho menos indife-rente para que sean destinos privilegiados de este tipo de trabajo, el hecho de que, por ejemplo, en Marruecos los salarios de los empleados de los centros de llamada sean menos de la mitad de su equivalente francs 68; que en Barbados los costes del trabajo relacionado con la introduccin de datos sean de un tercio de los de Es-tados Unidos y un cuarto que los de Canad, pudiendo llegar a ser de la mitad en otras islas del Caribe, como Jamaica 69, o incluso menos en pases como Filipinas 70 o China 71. Estas diferencias pueden ser tan profundas, al menos en ciertas acti-vidades, que se ha llegado a afirmar que el pago del trabajo relacionado con la in-formtica oscila en los pases en desarrollo entre la mitad y la dcima parte de los niveles norteamericanos 72. Es ms, incluso en el caso de Irlanda, destino privile-

    sobre el teletrabajo dentro y fuera de Espaa (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2001, pg. 10), la complementariedad de husos horarios parece haber cumplido un papel de la mayor importancia para que diversos bancos estadounidenses o alemanes decidiesen enviar al cerrar la jornada la documentacin generada a Irlanda o la India, con el fin de que les sea devuelta ya tratada al inicio de la siguiente. Igualmente, Bibby, 1996, ap. 4, da cuenta de cmo British Air-ways se ha servido de la tecnologa para aprovecharse de husos horarios diferentes, que permi-ten que los call centres de Estados Unidos y el Reino Unido, asuman automticamente las lla-madas efectuadas en el otro destino fuera de sus horas de atencin.

    68 Di Martino, 2001, pg. 56. 69 Bibby, 1998. Por su parte, Di Martino y Wirth, 1990, pg. 481, destacaban hace poco

    ms de una dcada que el salario abonado por estas tareas en Jamaica era doce veces menor del que se abonara en Estados Unidos por un trabajo similar. El hecho de que, pese a la indica-da diferencia, Barbados siga siendo un destino atractivo para estas actividades se relaciona, se-gn la opinin de las autoridades locales, recogida por Di Martino, 2001, pgs. 50-51, con la pre-sencia de otros factores que permitiran compensar las diferencias salariales con otros destinos. Entre ellos, la alta productividad, obtenida mediante una mano de obra experimentada y fcil-mente disciplinable, el sistema de comunicaciones, la estabilidad social, poltica y econmica, la existencia de infraestructuras para el desarrollo de estas actividades y husos horarios equivalen-tes con el litoral oriental de Estados Unidos y Canad. An as, como se dej dicho en supra no-ta 58, Barbados est perdiendo en favor de otros destinos, como China.

    70 Segn Bibby, 1996, ap.4, mientras que en Norteamrica se pagan 65 dlares por 10.000 pulsaciones, el mismo trabajo tiene un coste de entre 4 y 6 dlares en Filipinas, y adems manteniendo un muy elevado nivel de exactitud (99,7 %).

    71 Tanto es as que en China, donde por lo general los trabajadores se encuentran fami-liarizados con el alfabeto ingls pero no con el idioma, resulta rentable encargar la introduccin del mismo texto a dos o incluso tres trabajadores, con el objeto de poder comparar luego sus versiones y detectar errores. En este sentido Bibby, 1997 y 1998.

    72 Segn una informacin recogida por Di Martino, 2001, pg. 52. En cualquier caso, es posible que las proporciones ofrecidas no sean todo lo exactas u homogneas que pudiera espe- 28

  • giado de este tipo de trabajo en Europa, los estudiosos destacan como uno de sus principales alicientes, al lado de los beneficios tributarios, el hecho de que ofrezca una mano de obra no slo bien educada y polglota, sino flexible y a ms bajo pre-cio 73. Puede, pues, afirmarse que, a despecho de otros factores, la fuerza econ-mica principal que impulsa el desarrollo del teletrabajo transnacional u offshore es claramente los inferiores costes del trabajo 74.

    Con todo, aunque la dinmica del fenmeno es conocida, no lo son en la misma medida sus alcances y significacin a nivel global. El teletrabajo y la presta-cin de servicios remotos a nivel transnacional son en buena medida fenmenos ocultos 75. Ello se debe en parte al inters de algunos de los sujetos que se benefi-cian de ellos de que no se conozca su existencia. Pero tambin a que no se han desarrollado an herramientas que permitan investigar de forma emprica sus efec-tos sobre la distribucin del empleo a nivel internacional 76. An as, la informacin disponible parece indicar que, aunque la transnacionalizacin de la prestacin re-mota de servicios y el teletrabajo no se ha desarrollado tan rpidamente como al-gunos anticiparon ni ha alcanzado an niveles alarmantes, presenta en la actuali-dad una tendencia firmemente creciente 77 y empieza a ejercer su influencia sobre la ordenacin espacial del empleo a nivel mundial.

    Ello es as en la medida en que, aunque las nuevas tecnologas traen con-sigo un inaudito encogimiento de las distancias entre todas las regiones, los Esta-dos y los continentes, favorecen tambin una divisin muy especializada del traba-jo a nivel global, dentro de la cual determinadas naciones, por sus peculiares ca-

    rarse, o que hayan variado desde que fueron calculadas, pero el mensaje que traslucen no deja lugar a dudas.

    73 Bibby, 1996, ap. 4. Como indica este autor, en la conjuncin de estos factores se en-cuentra la explicacin de porqu este pas es el call centre ms eficaz de Europa.

    74 En ello coinciden, matices aparte, Bibby, 1997 y 1998, y Di Martino, 2001, pg. 45. 75 Como observa Di Martino, 2001, pg. 45. 76 Huws, Jagger y OReagan, 1999. 77 Nuevamente, Di Martino, 2001, pg. 45.

    29

  • ractersticas, se sitan en mejores condiciones que otros para atraer un tipo deter-minado de teletrabajo 78. Es as como, pases con un buen nmero de tcnicos en informtica y unos salarios relativamente bajos se convierten en fuertes candidatos para ser destino de la actividad de desarrollo de software (es el caso, adems de la India, de Rusia, Bulgaria, Rumana, Indonesia, Brasil o Costa Rica, entre otros); en tanto que aquellos que, compartiendo niveles salariales no elevados, poseen una buena infraestructura de comunicaciones, husos horarios convenientes y una po-blacin con dominio ciertos idiomas, tienen mayores opciones de atraer a su terri-torio centros de llamada remota (aparte de Irlanda y el Reino Unido, pinsese en Sudfrica, Australia, Nueva Zelanda o Tasmania, para el mercado en ingls; o en Marruecos o Grecia, donde el francs opera como segunda lengua, respecto del mercado en este idioma); mientras que, finalmente, los que ofrecen una mano de obra con menor cualificacin pero bien disciplinada y con condiciones retributivas bastante inferiores, poseen una buena posicin competitiva para la captacin de las tareas ms elementales de introduccin y procesamiento bsico de datos (Fili-pinas, Barbados, Jamaica o China comparten esta posibilidad, bien que en condi-ciones de precariedad dada la fcil deslocalizacin de estas actividades, con pa-ses como Corea, Sri Lanka, Malta, Chipre, Mxico, Repblica Dominicana, Trinidad y Tobago, Granada, St. Kitts y Nevis, Santa Luca, Marruecos, Mauricio, Madagas-car, etc.) 79. Esto ha permitido que haya empezado a hablar de la existencia de una una nueva divisin del trabajo a nivel internacional en lo que a los procesos de informacin remota se refiere 80.

    78 Huws, Jagger y Bates, 2001. 79 Coinciden en hacer referencia a esta triple clasificacin de pases receptores de

    eWork Bibby, 1996, ap. 4; Huws, Jagger y OReagan, 1999; y Di Martino, 2001, pgs. 49-56; as como el Informe patrocinado por la Comisin Europea sobre el Teletrabajo en Europa corres-pondiente al ao 1999 (Comisin Europea, 1999, pgs. 116-117).

    80 En este sentido, Comisin Europea, 1999, pg. 117. En la misma direccin Huws, Jagger y OReagan, 1999. En el documento Implicaciones sociales del Teletrabajo, preparado por un grupo de expertos por encargo de la Fundacin Europea para la Mejora de las Condicio-nes de Vida y Trabajo, se seala tambin que el teletrabajo extranjero subcontratado introduce una nueva dimensin en la divisin internacional del trabajo (1997, pg. 180). 30

  • En cuanto a las formas de organizacin del trabajo, todos los indicios apun-tan a un claro predominio de las formas de colaboracin interempresarial para la realizacin de este tipo de tareas, y en especial de las modalidades de outsourcing informtico, desarrolladas con sociedades contratistas de teleservicios situadas en los pases en los que se lleva a cabo materialmente la actividad 81. Frente a stas, las modalidades de prestacin de teletrabajo en rgimen de subordinacin, y muy especialmente las de carcter individual, se presentan como un fenmeno del to-do marginal 82. Si acaso, la atencin en este mbito debe centrarse en las formas colectivas de teletrabajo, representadas por las oficinas satlite, que pueden servir de cobertura para la apertura de centros de atencin de llamadas, procesamiento de datos o atencin de servicios relacionados con el desarrollo o la aplicacin de programas informticos en el extranjero por las propias corporaciones titulares de la actividad principal.

    Finalmente, aunque el teletrabajo y los teleservicios offshore levanta para muchos la perspectiva de que los pases menos avanzados puedan desarrollar sus sectores de alta tecnologa y mejorar los niveles de formacin de sus trabajadores 83, en la prctica, con la sola excepcin de la industria del software de la India, la mayor parte del empleo creado por esta va mantiene niveles muy bajos de cualifi-cacin y ofrece por lo general a los trabajadores en l involucrados pocas oportu-nidades para mejorar su formacin 84. De all que desde instancias diversas se haya advertido de que su expansin, al socaire del avance de las nuevas tecnolo-gas de la informacin y las comunicaciones, es capaz de profundizar la polariza-

    81 Puede verse para corroborar esta informacin los datos suministrados por el conjunto

    de autores citados en supra nota 79, todos los cuales insisten en la importante participacin que tienen las compaas subcontratistas situadas en los pases de desarrollo de la actividad.

    82 En este sentido Nogler, 2000, pgs. 615-616. En la misma direccin, Bibby, 1996, ap. 3, apunta que las oficinas remotas y los call centres son bastante ms importantes como proble-ma que el escasamente desarrollado teletrabajo en casa.

    83 As, por todos, Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001, pg. 108. 84 Bibby, 1996, ap. 6.

    31

  • cin entre las diversas regiones del planeta 85 e incluso dar lugar a formas nuevas de colonialismo 86.

    3. La poltica comunitaria en materia de teletrabajo y la deslocalizacin del empleo en el mbito europeo: peculiaridades y potencialidades de un fe-nmeno en ascenso

    La deslocalizacin de actividades relacionadas con el tratamiento y la transmi-sin de informacin facilitada por la aplicacin de las nuevas tecnologas a los pro-cesos de trabajo afecta tambin, como no poda ser de otro modo, al mbito euro-peo. Pese a ello, este fenmeno no ha sido objeto de atencin por parte de las ins-tituciones comunitarias, ni ha dado lugar a estudios de carcter especfico, hasta hace muy poco tiempo. Es cierto que son muchos y muy diversos los documentos,

    85 Huws, Jagger y Bates, 2001. 86 Gaeta, 1995, pg. 553, quien aade que no es casual que los pases que externalizan

    actividades se vuelvan hacia los mercados de sus antiguas colonias, que ofrecen adems la ven-taja de la homogeneidad lingstica. Esta observacin es hecha tambin, entre nosotros, por Th-ibault Aranda, 2001, pg. 261. Naturalmente, estas situaciones puede ser apreciadas tambin como oportunidades, al menos desde la perspectiva de las economas centrales. Este es el sen-tido de las siguientes palabras de Peir, 2000, pg. 39: en el futuro las relaciones entre Espaa y Latinoamrica tienen que jugar un papel muy importante, ya que, si seguimos el caso de estos tres ejemplos (se refiere a Irlanda, India e Israel), Espaa tiene una gran ventaja: comparte una misma lengua con Latinoamrica y hay una gran diferencia econmica.

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  • informes y estudios promovidos o producidos desde principios de la dcada de los noventa por iniciativa de las autoridades de Bruselas que incluyen referencias ex-plcitas al teletrabajo, primera y emblemtica manifestacin, como se sabe, de di-cha realidad. Al extremo que se ha llegado a decir, no sin irona, que si la fortuna de los teletrabajadores comunitarios pudiese medirse por la frecuencia con la que el trmino teletrabajo recorre dichos instrumentos, la Comunidad Europea se lle-vara la palma como institucin ms sensible a la necesidad de ofrecer al mismo un rgimen jurdico adecuado 87. No obstante, la gran mayora de tales documentos, adems carecer de cualquier vinculabilidad jurdica e inscribirse dentro de la ten-dencia de la Comisin a recurrir a formas de soft law para el tratamiento aquellas cuestiones para las cuales no estima maduras an las condiciones para una inter-vencin de alcance normativo 88, se ha caracterizado por centrar su atencin en los perfiles tecnolgicos del fenmeno, y en especial en las dificultades que desde esta singular perspectiva se plantean para su difusin, considerada por lo dems como un bien en s misma, olvidando o dejando de lado la consideracin de la pro-blemtica que el mismo plantea desde la perspectiva social y jurdica. Naturalmen-te, ello incluye la omisin de toda referencia a la peculiar configuracin que adquie-ren dichos problemas cuando el teletrabajo asume una dimensin transnacional, a pesar de que sta debera ser, en lnea de principio, la perspectiva propia de cual-quier accin comunitaria 89. De all que se haya dicho que, durante toda esta pri-

    87 Lo Faro, 1998, pg. 216. 88 Como indica Gonzlez, 1999, pgs. 63-64, todo el trabajo desarrollado por la Comisin

    en relacin con la sociedad de la informacin se inscribe dentro de esta lnea de intervencin blanda, encaminada a cumplir una labor catalizadora, dirigida, ms que a la produccin de instrumentos con valor normativo, a crear un marco de reflexin, de dilogo, de intercambio de experiencias, de investigacin, de debate, de creacin de consensos.

    89 Lo Faro, 1998, pg. 218. No deja de ser significativo que, conforme observa este au-tor, op. cit., pgs. 218-219, en esta primera etapa la mayor parte de los documentos comunitarios sobre teletrabajo hayan sido promovidos por la DG XIII de la Comisin Europea (la Direccin General para las Telecomunicaciones, la Informacin y la Tecnologa Informtica). Entre esta amplia y compleja maraa pueden ser citados, como referidos de forma especfica al teletrabajo transnacional, entre otros, los documentos Constraints to trasnsborder telework in the European Comunity (1993) y Actions for stimulation of transborder telework and reserarch cooperation in Europe (1996), ambos impregnados claramente por esta perspectiva de anlisis e interesados 33

  • mera etapa, la Comisin transmiti una imagen de la accin comunitaria en materia de teletrabajo ms interesada en promover el tele que en disciplinar el trabajo 90.

    Luego de esta primera oleada de produccin comunitaria, inspirada en una suerte de exaltacin apologtica de las virtudes de esta forma de trabajar 91, irn abrindose poco a poco espacio dentro de la misma instrumentos que demuestran la existencia de un inters y preocupacin cada vez mayores por los problemas sociales y jurdicos planteados por el teletrabajo. Ello incluir, ya entrada la segun-da mitad de la dcada de los noventa, tambin referencias explcitas a las conse-cuencias, no siempre vistas ya como positivas, que puede tener su empleo traspa-sando las fronteras nacionales. Entre dichos documentos puede ser citada, en pri-mer lugar, la Comunicacin de la Comisin sobre La dimensin social y del mer-cado de trabajo de la sociedad de la informacin. Prioridad para las personas. Las prximas etapas 92, en la que por vez primera se toma nota de la preocupacin de los trabajadores y sindicatos en el sentido de que la introduccin de las nuevas tecnologas podran tener como resultado una mayor inseguridad laboral y peores condiciones de trabajo, aadiendo que aunque algunos trabajadores (por ejem-plo, trabajadores cualificados, teletrabajadores y las mujeres en general) han mani-festado especialmente su inquietud, los trabajadores muy cualificados (por ejem-plo, los programadores informticos) tambin pueden verse afectados, ya que las tecnologas de la informacin y las comunicaciones permiten la deslocalizacin de tareas hacia otras partes del mundo. Es ms, en funcin de ello, amn de otras consideraciones, la Comisin asume en este mismo documento el compromiso de iniciar consultas con los interlocutores sociales acerca de si la accin comunitaria

    esencialmente por poner de manifiesto la posibilidad de desarrollo a nivel transnacional del tele-trabajo y contribuir a la eliminacin de trabas para su expansin.

    90 Nuevamente, Lo Faro, 1998, pg. 219. 91 Sobre cuyos peligros llamar tempranamente la atencin Gaeta, 1995, pg. 549. 92 Documento COM (97) 390, de 17 de julio de 1997.

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  • para proteger a los teletrabajadores es aconsejable y hasta qu punto. Igualmente relevante es la indicacin contenida en el Libro Verde sobre Cooperacin para una nueva organizacin del trabajo, promovido igualmente por la Comisin 93, en el cual se afirma que la dimensin transnacional de las tecnologas de la informa-cin y las comunicaciones saca a relucir la cuestin del teletrabajo transnacional, el derecho privado internacional y las relaciones laborales transnacionales y se in-cluye la cuestin relativa a las implicaciones sociales del teletrabajo transfronteri-zo entre aquellas de carcter prioritario a ser examinados por las autoridades p-blicas y los interlocutores sociales para la elaboracin de una futura disciplina co-munitaria del mismo 94.

    Esta adquisicin de conciencia sobre los posibles efectos negativos de la di-fusin del teletrabajo, tanto a nivel interno como transnacional, ha determinado un cambio en la poltica del derecho comunitaria sobre esta forma de trabajo 95, per-ceptible en relacin a ambas facetas del mismo, como se ver a continuacin.

    En lo que al tratamiento general del teletrabajo se refiere, los esfuerzos han estado encaminados a promover la adopcin de algn tipo de regulacin, ya sea a nivel comunitario o de los Estados miembros, que permita superar el estado de anomia normativa 96 en el que se debate esta forma de trabajo. Este tipo de ini-ciativas se inspiran en la idea, expuesta en la Comunicacin de la Comisin sobre Estrategias para la creacin de empleo en la sociedad de la informacin 97, de que la utilizacin del teletrabajo slo aumentar si hay un marco adecuado que

    93 Documento COM (97) 128, de 16 de abril de 1997. 94 Ms directas an son las afirmaciones contenidas en el Documento Implicaciones so-

    ciales del teletrabajo, elaborado por la Fundacin Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo por encargo de la Comisin, en el cual se seala que el teletrabajo introduce una nueva divisin internacional del trabajo y presenta un cierto nmero de problemas, tanto a nivel europeo como internacional, en relacin con la economa sumergida, el dumping social, etc. (1998, pg. 180).

    95 Conforme pone de relieve Lo Faro, 1998, pg. 225. 96 Como la califica Escudero Rodrguez, 2000, pg. 801. 97 Documento COM (2000) 48, de 4 de febrero de 2000.

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  • garantice los derechos y las obligaciones de los teletrabajadores y de sus emplea-dores. Entre ellas pueden contarse la aprobacin por la Comisin de la Recomen-dacin 98/370/CE, de 27 de mayo de 1998 98, por la cual se insta a los Estados miembros a ratificar el Convenio nm. 177 de la OIT sobre el trabajo a domicilio, un instrumento inspirado en la necesidad de garantizar un trato igualitario a quienes se dedican a este tipo de labores y en el que pueden incluirse sin dificultad al me-nos las formas individuales de teletrabajo realizado en el domicilio u otro lugar ele-gido por el trabajador 99; el ya mencionado compromiso de iniciar consultas con los interlocutores comunitarios sobre la conveniencia de una accin comunitaria dirigi-da a la proteccin de los teletrabajadores, ratificado en 2000 a travs del Plan de Accin eEurope; o la recomendacin general a los agentes sociales de todos los niveles para establecer condiciones marco y acuerdos prcticos que permitan una amplia difusin del teletrabajo, efectuada en el ltimo de los documentos citados. Unas iniciativas que, debe reconocerse, han resultado hasta hace poco tiempo es-casamente fructferas 100.

    98 DOCE L 165/32, de 10 de junio de 1998,. 99 Como indica Gallardo Moya, 1998, pg. 98, la redaccin del artculo 1 de este conve-

    nio permite incluir al trabajo industrial y al teletrabajo a domicilio porque especifica que la pres-tacin puede consistir, bien en la elaboracin de un producto, bien en la prestacin de un servi-cio. En el mismo sentido, vid. tambin Prez de los Cobos Orihuel y Thibault Aranda, 2001, pg. 111. Que la intencin de la Comisin ha sido servirse de este Convenio para incidir sobre el tra-tamiento a nivel de los Estados miembros del teletrabajo se deduce con toda claridad del hecho de que sta destaque en uno de los considerandos de esta recomendacin que la naturaleza del trabajo a domicilio est evolucionando rpidamente con la introduccin de nuevas tecnolog-as de la informacin, lo que hace ms necesaria una proteccin adecuada.

    100 De momento el Convenio nm. 177 de la OIT ha sido ratificado exclusivamente por Finlandia (el 17 de junio de 1998) e Irlanda (el 22 de abril de 1999). Por lo que respecta a la po-sibilidad de adoptar un acuerdo marco regulador del teletrabajo a nivel comunitario, destacarse que, luego de una inicial etapa de bloqueo de las negociaciones, motivada por las discrepancias existentes entre la CES y UNICE en torno su vinculabilidad, se ha alcanzado finalmente un acuerdo a fines del mes de mayo de 2002. Este trascendental instrumento se suma a la aproba-cin por el Comit de Dilogo Social Sectorial de Telecomunicaciones de unas Lneas directri-ces para el Teletrabajo en Europa (febrero de 2001); y de un Acuerdo Europeo sobre orienta-ciones relativas al teletrabajo en el sector del comercio, en este caso por las organizaciones Eu-roCommerce y Uni-Europa Commerce (abril de 2001). Mientras stos dos ltimos son pactos que establecen nicamente recomendaciones para la contratacin colectiva e individual del tele-trabajo en sus respectivos sectores, el acuerdo marco europeo prev su puesta en prctica por 36

  • Por lo que atiene a la dimensin transnacional del fenmeno, la Comisin ha optado por poner en marcha mecanismos an menos incisivos de intervencin, que dejan entrever que sta se sita todava en una fase preliminar de aproxima-cin al mismo, dentro de la cual se consideran objetivos prioritarios una estimacin de sus perfiles y dimensiones a nivel comunitario y la generacin de mbitos de re-flexin sobre sus potenciales efectos negativos sobre el empleo y las condiciones de trabajo. Caracterstica de esta lnea de actuacin es, asimismo, la ampliacin de su perspectiva, que se traslada del mbito exclusivo del teletrabajo al de las diver-sas formas de prestacin de trabajo a distancia facilitadas por la aplicacin de las nuevas tecnologas, para las que se ha acuado la denominacin comn de eWork (eTrabajo) como se dej dicho en su momento 101.

    Expresin de ello es el patrocinio de tres programas europeos dedicados al estudio y la reflexin sobre la transnacionalizacin del empleo a nivel comunitario. Se trata de los Programas EMERGENCE, TOSCA y VIP, todos en la actualidad en fase de ejecucin y cuya conclusin se encuentra prevista para finales del ao 2002. Mientras el primero parte de la conviccin de que el conocimiento del impac-to que las nuevas tecnologas estn teniendo sobre la situacin del empleo resulta de capital importancia para la elaboracin de polticas adecuadas, y se propone, en consecuencia, obtener informacin cuantitativa y cualitativamente fiable sobre los alcances de los procesos de deslocalizacin en marcha, mediante la realizacin de una encuesta internacional y el estudio de casos; el segundo tiene como objetivo poner en marcha un observatorio de las condiciones sociales de los call centres, una de las principales modalidades, como se sabe, de exteriorizacin y subcontra-tacin de tareas relacionadas con la informacin a nivel europeo, sobre la base de los miembros de las organizaciones firmantes, bien que segn los procedimientos y prcticas especficas de los interlocutores sociales en los Estados miembros y no a travs de la aproba-cin de una norma comunitaria que recoja su contenido. Finalmente, debe destacarse que la ne-gociacin colectiva se viene mostrando activa en la regulacin del teletrabajo al interior de ciertos pases europeos, como Italia. Sobre el particular, con amplias referencias, vid. Rodrguez-Piero Royo et alt., 2001, pgs. 277-297 y 309-321; y Sellas i Benvingut, 2001, pgs. 165-185.

    101 En este sentido, vid. Comisin Europea, 2001, pg. 25.

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  • un inventario de los centros de este tipo existentes en los pases miembros y la elaboracin de una tipologa de los empleos que se desarrollan en los mismos. Fi