texto de parménides, completo

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1 TEXTO DEL POEMA DE PARMÉNIDES El texto aquí transcrito corresponde al de la traducción de la Biblioteca Clásica Gredos (Eggers, C., y Juliá, V., Los filósofos presocráticos, t. I, pg. 474-483, Gredos, Madrid, 1978). Los pasajes o palabras que he modificado, de acuerdo con la lectura expuesta en este en- sayo, van entre asteriscos. Para mayor claridad, omito las referencias a las fuentes a que pertenecen cada uno de los fragmentos (se hallan en la traducción de Gredos). Las yeguas que me llevan tan lejos como mi ánimo alcance me transporta- ron cuando, al conducirme, me trajeron al camino, abundante en *señales*, de la diosa, el cual guía en todo sentido al hombre que sabe. Ahí fui enviado, pues ahí me llevaban las yeguas muy conocedoras, tirando del carro, y las doncellas iban delante en el camino. Los ejes en los cubos (de las ruedas) despedían un sonido sibilante agudo y chispeante (pues era acelerado por dos ruedas bien redondas por ambos lados), cuando con prisa me condujeron las doncellas Helíades, tras abandonar la mo- rada de la Noche, hacia la luz, quitándose de la cabeza los velos con las manos. Allí están las puertas de los senderos de la Noche y del Día, y en torno a ellas un dintel y un umbral de piedra. Ellas mismas, etéreas, están cubiertas por grandes hojas, de las cuales Dike, la de abundantes penas, guarda las llaves de usos alternos; hablándole con dulces palabras, las doncellas la persuadieron sabiamente para que el cerrojo asegurado quitaran pronto de las puertas; enton- ces éstas abrieron sus hojas en gigantesco bostezo, con lo cual las jambas, muy labradas en bronce, una tras otra giraron en los goznes, provistas de bisagras y pernos. Allí, a través de ellas, las doncellas, siguiendo la ruta, derecho guiaron al carro y las yeguas. Y la diosa me recibió benévola, tomó mi mano derecha entre la suya, y me habló con estas palabras: — Oh joven, que en compañía de inmortales aurigas y las yeguas que te conducen llegas hasta nuestra morada, bienvenido. Pues no es un hado funesto quien te ha enviado a andar por este camino (está apartado, en efecto, del paso de los hombres), sino Temis y Dike. Y ahora es necesario que te enteres de todo: por un lado, el corazón ines- tremecible de la verdad bien redonda; por otro, las opiniones de los mortales, para las cuales no hay fe verdadera. Pero igualmente aprenderás también *cómo las cosas que aparecen deben realmente existir atravesándolas todas todo*. Pues bien, te diré, escucha con atención mi palabra, cuáles son los únicos caminos de *pensar*; uno: que es y que no es posible no ser; es el camino de la persuasión (acompaña, en efecto, a la Verdad); el otro: que no es y que es nece- sario no ser. Te mostraré que este sendero es por completo inescrutable; no conocerás, en efecto, lo que no es (pues es inaccesible) *ni lo expresarás*. *Pues lo mismo es el pensar y el ser*.

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  • 1TEXTO DEL POEMA DE PARMNIDES

    El texto aqu transcrito corresponde al de la traduccin de la Biblioteca Clsica Gredos(Eggers, C., y Juli, V., Los filsofos presocrticos, t. I, pg. 474-483, Gredos, Madrid, 1978).Los pasajes o palabras que he modificado, de acuerdo con la lectura expuesta en este en-sayo, van entre asteriscos. Para mayor claridad, omito las referencias a las fuentes a quepertenecen cada uno de los fragmentos (se hallan en la traduccin de Gredos).

    Las yeguas que me llevan tan lejos como mi nimo alcance me transporta-ron cuando, al conducirme, me trajeron al camino, abundante en *seales*, de ladiosa, el cual gua en todo sentido al hombre que sabe. Ah fui enviado, puesah me llevaban las yeguas muy conocedoras, tirando del carro, y las doncellasiban delante en el camino.

    Los ejes en los cubos (de las ruedas) despedan un sonido sibilante agudo ychispeante (pues era acelerado por dos ruedas bien redondas por ambos lados),cuando con prisa me condujeron las doncellas Helades, tras abandonar la mo-rada de la Noche, hacia la luz, quitndose de la cabeza los velos con las manos.

    All estn las puertas de los senderos de la Noche y del Da, y en torno aellas un dintel y un umbral de piedra. Ellas mismas, etreas, estn cubiertas porgrandes hojas, de las cuales Dike, la de abundantes penas, guarda las llaves deusos alternos; hablndole con dulces palabras, las doncellas la persuadieronsabiamente para que el cerrojo asegurado quitaran pronto de las puertas; enton-ces stas abrieron sus hojas en gigantesco bostezo, con lo cual las jambas, muylabradas en bronce, una tras otra giraron en los goznes, provistas de bisagras ypernos.

    All, a travs de ellas, las doncellas, siguiendo la ruta, derecho guiaron alcarro y las yeguas. Y la diosa me recibi benvola, tom mi mano derecha entrela suya, y me habl con estas palabras:

    Oh joven, que en compaa de inmortales aurigas y las yeguas que teconducen llegas hasta nuestra morada, bienvenido. Pues no es un hado funestoquien te ha enviado a andar por este camino (est apartado, en efecto, del pasode los hombres), sino Temis y Dike.

    Y ahora es necesario que te enteres de todo: por un lado, el corazn ines-tremecible de la verdad bien redonda; por otro, las opiniones de los mortales,para las cuales no hay fe verdadera.

    Pero igualmente aprenders tambin *cmo las cosas que aparecen debenrealmente existir atravesndolas todas todo*.

    Pues bien, te dir, escucha con atencin mi palabra, cules son los nicoscaminos de *pensar*; uno: que es y que no es posible no ser; es el camino de lapersuasin (acompaa, en efecto, a la Verdad); el otro: que no es y que es nece-sario no ser.

    Te mostrar que este sendero es por completo inescrutable; no conocers,en efecto, lo que no es (pues es inaccesible) *ni lo expresars*. *Pues lo mismo esel pensar y el ser*.

  • 2Observa cmo, estando ausentes *las cosas, se hacen presentes al pensa-miento*. Pues no se interrumpir la cohesin del ente con el ente, ya sea disper-sndolo en todo sentido, totalmente en orden, *Lo mismo es para m* aquellodesde donde comienzo; pues all volver nuevamente.

    Se debe decir y pensar lo que es; pues es posible ser, mientras (a la) nada no(le) es posible (ser). Esto te ordeno que muestres.

    Pues jams se impondr esto: que haya cosas que no sean. Pero t aparta elpensamiento de este camino de investigacin en el cual los mortales que nadasaben deambulan bicfalos, de quienes la incapacidad gua en sus pechos a laturbada inteligencia. Son llevados como ciegos y sordos, estupefactos, gente queno sabe juzgar, *y para quienes el acontecer y el no ser son nombrados como lomismo y lo no-mismo y para quienes el camino de las cosas es reincidente*.

    Ni te fuerce hacia este camino la costumbre muchas veces intentada de di-rigirte con la mirada perdida y con el odo aturdido y con la lengua, sino juzgacon la razn la muy debatida *narracin expresada por m.

    Una sola narracin queda: es*.Y sobre este camino hay *seales* abundantes: que, en tanto *es*, es inen-

    gendrado e imperecedero; ntegro, nico en su gnero, inestremecible y realiza-do plenamente; nunca fue ni ser, puesto que es ahora, todo a la vez, uno, con-tinuo. Pues qu gnesis le buscaras?, cmo, de dnde habra crecido?

    De lo que no es, no te permito que lo digas ni pienses, pues no se puede de-cir ni pensar lo que no es. Y qu necesidad lo habra impulsado a nacer antes odespus, partiendo de la nada? As es forzoso que *el acontecer sea absoluta-mente o que no sea*.

    Jams la fuerza de la fe conceder que de lo que es se genere algo fuera del, a causa de lo cual ni nacer ni perecer lo permite Dike, aflojndole las cade-nas, sino que lo mantiene.

    Pero la decisin acerca de estas cosas reside en esto: es o no es.Ahora bien, est decidido, como lo exige la necesidad, dejar un camino, im-

    pensable o innombrable (ya que no es verdadero camino) y (admitir) el otro que*es* y es verdadero.

    Cmo podra ser despus lo que es? Cmo se generara? Pues si se gene-r, no es ni (es) si ha de ser en algn momento futuro. De tal modo, cesa la g-nesis y no se oye ms de destruccin.

    Tampoco es divisible, ya que es un todo homogneo, ni mayor en algn la-do, lo que impedira su cohesin; ni algo menor, sino que todo est lleno de en-te; por ello es un todo continuo, pues el ente se rene con el ente.

    Pero inmvil en los lmites de grandes ligaduras *es* sin comienzo ni fin,puesto que la gnesis y la destruccin se pierden a lo lejos, apartadas por la feverdadera. Lo mismo permanece firme en lo mismo, y descansa en s mismo, yas permanece firme en su posicin; pues la poderosa Necesidad lo mantiene enlas ligaduras del lmite, que lo rodea en su torno. A causa de lo cual al ente no lees lcito ser inacabado, pues no carece de nada: si (careciera de algo) el ente ca-recera de todo.

  • 3*Lo mismo es el pensar y aquello por lo cual es el pensamiento.En efecto, fuera del ente en el cual est expresado esto no hallars al ente.*

    Pues no hay ni habr nada ajeno aparte de lo que es; ya que el Hado lo ha for-zado a ser ntegro e inmvil; por eso son todo nombres que los mortales hanimpuesto, convencidos de que eran verdaderos: generarse y perecer, ser y no(ser), cambiar de lugar y mudar de color brillante.

    Pero puesto que hay un lmite ltimo, es completo en toda direccin, seme-jante a la masa de una esfera bien redonda, *igual en fuerza desde el centro entodas direcciones*; pues es forzoso que no *sea* algo mayor o menor aqu o all.No hay, en efecto, no-ente que le impida alcanzar la homogeneidad, ni ente quede algn modo sea aqu o all mayor o menor, ya que es por completo inclume;igual por todos lados, se encuentra en sus lados.

    Con esto termino el discurso fidedigno y el pensamiento acerca de la ver-dad. Y ahora aprende las opiniones de los mortales, escuchando *el orden artifi-cial de mis palabras*.

    Segn sus pareceres han impuesto nombres a dos formas, de las cuales nose puede (nombrar) a una sola: en eso se confunden. Y las han discernido comoopuestas en figura y les han puesto seales que las separan entre s; all el etreofuego de la llama, suave, muy liviana, idntica por doquier a s misma, pero noidntica a la otra; pero tambin aquella (otra) en s, opuesta, noche oscura, deconformacin densa y pesada.

    Yo te narro este ordenamiento csmico como un todo coherente, de modoque el parecer de alguno de los mortales jams te supere. Pero puesto que todoes denominado luz y noche y, segn las cualidades de stas, se aplican a unascosas tanto como a otras, todo est lleno a la vez de luz y de noche oscura, am-bas iguales, ya que nada hay aparte de ninguna de las dos.

    Conocers la naturaleza etrea y, tambin, en el ter, todas las seales y losefectos destructivos de la pura y clara antorcha del sol y de dnde se ha engen-drado; tambin te enterars de las obras errantes de la luna de ojos redondos yde su naturaleza, y conocers tambin el cielo circundante: de dnde ha nacidoy cmo la Necesidad, conductora, ha forzado a mantener a los astros en sus l-mites. Cmo la tierra, el sol y la luna, tambin el ter comn, la Va Lctea y elOlimpo insuperable, as como la fuerza clida de los astros, son impulsados anacer.

    Los (anillos) ms estrechos estn colmados de fuego sin mezcla; los siguien-tes, de noche, pero al lado se propaga una porcin de llama, y en medio de ellosest la divinidad que gobierna todo; pues en todo domina, sea en el parto dolo-roso o en el apareamiento, al enviar la hembra a unirse al macho, y a la inversa,el macho a la hembra.

    Concibi *al* amor, el primersimo de todos los dioses brillando de nochecon luz ajena, errante en torno a la tierra. La luna vuelve siempre su mirada ha-cia los rayos del sol. *Pues tal como cada uno tiene la mezcla de rganos ambu-lantes, as se presenta a los hombres el pensamiento.

    En efecto, lo mismo es lo que la naturaleza de los rganos conoce, en loshombres, en todos y en cada uno; pues todo est lleno de pensamiento*

  • 4Por la derecha, los nios; por la izquierda, las nias. Cuando una mujer yun varn mezclan grmenes de Amor, el poder que se forma en las venas desangre diferente modela cuerpos bien creados, si se conserva la proporcin;Pues si en la semilla mixta pugnan poderes y no logran la unidad en el cuerpomixto, cruelmente atormentarn al sexo que nace de un germen doble.

    As nacieron estas cosas, segn la opinin, y son ahora y despus, creciendodesde all, llegarn a su fin; para ellas los hombres han impuesto nombres, paracada uno (un nombre) distintivo.

    [Tomado de LOMBA, Joaqun: El orculo de Narciso (Lectura del Poemade Parmnides). Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1986, pp. 202-207]