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Tierra sin pan, de L. Buñuel (Cincuenta años después) " HISTORIA Y ANTROPOLOGIA DE LA COMARCA DE LAS HURDES MAURIZIO CATANI 6 Situada en una región montañosa cuyo ecos istema contrasta c lara- mente con el de las llanuras de Extremadura y Castilla, la comarca natural" de Las Hurdes cuenta hoy en día con unos nueve mil habitan- tes, cinco municipios y cerca de cua- renta pueb los. En la actua l idad la soc iedad ha empezado a decaer demog ráf ica mente , sus hab itan tes se han abierto a las ideas nuevas y emp iezan a marc ha rse, sin espe ran- za de volver, de su lugar de naci- miento; al mismo tiempo, rompiendo con las ant iguas componendas a que hab ían llegado con los repre- sentantes del poder que proporcio- naba los jornales", la «lógica econó- mica» (plasmada por ciertas opciones políticas de «racionalización presu- puestaria») impulsa en la actualidad a los hurdanos a abandonar sus monta- ñas. Sin embargo, es asimismo ver- dad que, con frecuencia. al verse afec- tados por el paro, los que habían emigrado durante la década de los sesenta vuelven al pueblo donde no es inusual que hayan modernizado o incluso construido una casa nueva, y son muy numerosos los que no quie- ren abandonar definitivamente esas tierras ingratas que sin embargo les pertenecen y que les mantienen en tiempos de crisis. Esta sociedad local, que ha partici- pado en la historia y en la evolución de la nación española - los primeros documentos que se conocen son de 1192, y en 1638 se imprimió una comedia de Lope de Vega con argu- mento hurdano-, está constituida por pequeños propietarios y vive desde hace muchos siglos, y hasta mediados de los años setenta, centrada en sí misma y en sus propios intercambios • Comarca natural, en español en el original francés. Siempre que el autor utilice un término en españo l esto no se indicará más que con un asterisco, sin nota a pie de página a fin de evi- tar repeticiones. (N. de la T.) de carácter local, comunal o interco- munal. Por tanto, desde el punto de vista histórico y antropológico, el estu- dio de la comarca es especialmente significativo ya que ésta puede consi- derarse como una especie de laborato- rio en el que apreciar el paso progresi- vo a la dimensión ideológica nacional de una sociedad que durante muchos siglos ha estado centrada en sí misma y en sus intercambios locales. Se trata de un territorio montañoso, con los límites geográficos claramen- te definidos, con agua abundante, habitado desde la Edad del Bronce, reconquistado poco antes de 1192 pero, no obstante, apartado de las grandes vías de comunicación milita- res y comerciales y asimismo de los mome ntos álg idos de las gestas nacionales. En el siglo XII la comarca de Las Hurdes formaba parte primero de los territorios adjudicados a las órdenes militares hasta ser donado, en 1450, a los conde de Valdecorneja y más tarde a los duques de Alba. En el siglo XV la casa ducal reorganizó administrativa y espiritualmente el territorio (dotaci ón de la iglesia de Nuñomoral). Ese interés por una región de la Transierra, aislada y periférica, posi- blemente obedecía a la nueva sensibi- lidad religiosa y civil postridentina que impulsaría al señor a hacerse cargo de las necesidades espirituales y materiales de una población aislada. Dentro de esa contingencia, a finales del siglo XVI, esa población despertó el interés histórico-literario de los hom- bres de letras adscritos a la casa ducal. En su comedia Las Batuecas del Duque de Alba (en la que los terri- torios de Las Hurdes y de Las Ba- tuecas no aparecen diferenciados), interpretando de acuerdo con la tópica retórica de la época la realidad de los habitantes de la zona, Lope de Vega fijó los estereotipos que han definido hasta nuestros días la comarca y sus pobladores.

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Tierra sin pan, de L. Buñuel (Cincuenta años después)

"HISTORIA Y ANTROPOLOGIADE LA COMARCA DELAS HURDESMAURIZIO CATANI

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Situada en una región montañosacuyo ecosistema contrasta clara­mente con el de las llanuras deExtremadura y Castilla, la comarcanatural" de Las Hurdes cuenta hoyen día con unos nueve mil habitan­tes, cinco municipios y cerca de cua­renta pueblos. En la actualidad lasociedad ha empezado a decaerdemográf ica mente, sus hab itan tesse han abierto a las ideas nuevas yemp iezan a marc harse, sin espe ran­za de vo lve r, de su lugar de nac i­miento ; al mismo tiempo, rompiendocon las antiguas componendas aque hab ían llegado con los repre­sentantes del poder que proporcio­naba los jornales", la «lógica econó­mica» (plasmada por ciertas opcionespolíticas de «racionalización presu­puestaria») impulsa en la actualidad alos hurdanos a abandonar sus monta­ñas. Sin embargo, es asimismo ver­dad que, con frecuencia. al verse afec­tados por el paro, los que habíanemigrado durante la década de lossesenta vuelven al pueblo donde noes inusual que hayan modernizado oincluso construido una casa nueva, yson muy numerosos los que no quie­ren abandonar def initivamente esastierras ingratas que sin emba rgo lespertenecen y que les mant ienen entiempos de crisis.

Esta sociedad local, que ha partici­pado en la historia y en la evoluciónde la nación española - los primerosdocumentos que se conocen son de1192, y en 1638 se imprimió unacomedia de Lope de Vega con argu­mento hurdano-, está constituida porpequeños propietarios y vive desdehace muchos siglos, y hasta mediadosde los años setenta, cent rada en símisma y en sus propios intercambios

• Comarca natural, en español en el originalfrancés. Siempre que el autor utilice un términoen españo l esto no se indicará más que con unasterisco, sin nota a pie de pág ina a fin de evi­tar repeticiones. (N. de la T.)

de carácter local, comuna l o interco­munal. Por tanto, desde el punto devista histórico y antropológico, el estu­dio de la comarca es especialmentesignificativo ya que ésta puede consi­derarse como una especie de laborato­rio en el que apreciar el paso progresi­vo a la dimensión ideológica nacionalde una sociedad que durante muchossiglos ha estado centrada en sí mismay en sus intercambios locales.

Se trata de un territorio montañoso ,con los límites geográficos claramen­te def inidos , con agua abundante ,habitado desde la Edad del Bronce,reconqu istado poco antes de 1192pero , no obstante , apartado de lasgrandes vías de comunicación milita­res y comerciales y asimismo de losmome ntos álg idos de las gestasnacionales. En el siglo XII la comarcade Las Hurdes formaba parte primerode los territorios adjudicados a lasórdenes militares hasta ser donado,en 1450, a los conde de Valdecornejay más tarde a los duques de Alba. Enel siglo XV la casa ducal reorganizóadministrativa y espiritualmen te elterritori o (dotaci ón de la iglesia deNuñomoral).

Ese inte rés por una región de laTransierra, aislada y periférica, posi­blemente obedecía a la nueva sensibi­lidad religiosa y civil postridentina queimpulsaría al señor a hacerse cargode las necesidades espirituales ymateriales de una población aislada.Dentro de esa contingencia, a finalesdel siglo XVI, esa población despertóel interés histórico-literario de los hom­bres de letras adscritos a la casaducal. En su comedia Las Batuecasdel Duque de Alba (en la que los terri­torios de Las Hurdes y de Las Ba­tuecas no aparecen dife renc iados ),interpretando de acuerdo con la tópicaretórica de la época la realidad de loshabitantes de la zona, Lope de Vegafijó los estereotipos que han definidohasta nuestros días la comarca y suspobladores.

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Considerados como «hombres sal­vajes" , congregados en una sociedadsemejante a la de los ameroindios,pero por ello mismo auténticamenteespañoles, a los personajes de lacomedia se les presenta como deposi­tarios de la pureza de la raza. Naceasí la imagen de un pueblo que, inco­municado pero por ello incontamina­do', desconocía la fe católica y la exis­tencia de la realeza a pesar dedescender de los godos que habíanhuido ante la invasión árabe. A fin deresolver la cont radicción existenteentre la pureza del estado natural yesa falta de cultura, la comedia culmi­na dramáticamente con la decisión delDuque que, rodeado de sus supuesta­mente nuevos súbditos, afirma:

Yoos daré bautismo a todosque a la gran peña de Franciahabemos de ir desde aquí:

En el clima ideológico de la épocade los descubrimientos el presentar lacomarca como un «mundo nuevo »,descubierto también en 1492, implica­ba por un lado darle carta de noblezay , por otro, poner de manifiesto, en larenovac ión de las ideas debida alConcilio ya a través del proyecto derecristianización, la acción reformado­ra de la casa de Alba. Pero aunqueésa es la imagen que ha perduradohasta nuestros días entre muchos visi­tantes ilustres, a la vez horrorizados yfascinados por el aislamiento de loslugares y la interpretación literaria delos hechos, la realidad histórica esdiferente.

Aunque en Las Hurdes Bajas, admi­nistradas directamente por Granadilla,

el caso del concejo de Pinofranqueadoha sido diferente, tal como lo indica deentrada el nombre mismo, Pino de losFranqueados' , en Las Hurdes Altas lazona de Nuñomoral, sometida a laadministración de la Alberca, era unadehesa' necesariapara la economía deaquélla. Como las ordenanzas' alber­canas consideraban los pueblos hurda­nos simples majadas ' (instalac ionestemporales de los pastores) a cuyoshabitantes no les estaba permitido rotu­rar las tierras, esto dio lugar a una seriede pleitos' que demuestran que, a par­tir de mediados del siglo XV, la socie­dad hurdana se estuvo encomendandocon tenacidad a la justicia ducal a fin deobtener el aval jurídico a un estado dehecho: el asentamiento definitivo deuna cincuentena de pueblos disemina­dos por quinientos kilómetros cuadra­dos de sierras «ásperas y fragosas».Debido a esta situación , adoptada yamplificada por la interpretación litera­ria, que aprovechó una historia militar ycivil sumamente trivial, lo que no eramás que un conflicto de intereses entrelos habitantes de una villa' y los de susocarnpana' se convirtió en la «leyendanegra de la región '), leyenda que hajustificado una serie ininterrumpida deintervenciones político-administrativasencaminadas a solucionar dicha situ­ción.

Desde que salió a la luz la obra deLope de Vega, la región ha sido consuma frecuenc ia motivo de gran pre­ocupación para las autoridades ecle­siásticas y civiles y, anteponiéndose ala realidad concreta de la comarca, lainfluencia de esa interpretación literariaha condicionado las intervenciones delas autoridades hasta nuestros días.

Foto. Antiguas viviendas a base de larchas y pizarras en La Batuequilla (Foto: Félix Barroso).

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As í, desde hace cuatro siglos , LasHurdes han sido un espejo en el quese ha mirado España preguntándosesobre su propia identidad.

De hecho, como todas las socieda­des agro-pasto riles que no produce nsuficientes reservas de grano o de car­ne, la comarca de Las Hurdes ha teni­do que enfrentarse regularmente, deabril a mayo, al problema de la falta detrabajo entre dos cosechas y, a causade la presión demográfica, todas lasgeneraciones se han visto obligadas aconstruir bancales' y paredones' nue­vos y a restaurar los deteriorados porlos rigores del invierno teniendo al mis­mo tiempo que pagar a la Alberca lasmultas causadas por el delito de rotu­ración; como , al mismo tiempo, lascondiciones sanitarias eran pésimas yel rég imen alimenticio , ya de por s ídeficiente, carecía de yodo , el bocio yel cretinismo eran endémicos ; como,por otra parte, en el primer tercio deeste siglo, la mortalidad per inata l,según el doctor Marañón, era de cercade l 50%, las intervenciones de lasautoridades para cambiar este estadode cosas han sido en todos los tiem­pos muy numerosas porque esta pre­caria situación, denunciada por perso­nas de buena voluntad de todas lasépocas y de todo tipo, inducía a consi­derar la comarca como un reducto demiseria física y de envilec imientomoral. Recordemos, por no referirnosmás que a nuestro siglo , algu nosmomentos culminantes de esas tomasde posición por parte de las clases rec­toras, que han con fundido el juiciomoral con la ayuda material: el Con­greso de Hurdan ófilos' que tuvo lugaren Plasencia en 1907, la visita del ReyAlfonso XIII en 1922, la tesis de geo­grafía humana de M. Legen dre,Directo r de la Casa de Velázq uez(1927), el documental de Luis BuñuelTierra sin pan (1932) y, finalmente, elprohijamiento ' de los hurdanos, en1955 , por parte de l general Franco ,opc ión que, vein te años des pués ,desembocó en el Plan de desarrolloint egral ' de 1976. A los ojos de lamayoría de los visitantes del siglo pa­sado, y aún en 1981 a los ojos de al­gunos técnicos del Plan de desarrollointegral, Las Hurdes, conocidas en el"mundo entero a través de las imáge­nes que la película de Buñuel (tambiénexcesivament e retórica) eran un bal­

-d ón' que manchaba' el buen nombrede España.

En 1922, en un viaje de reconoci­miento médico-sanitario para prepararla visita del Rey Alfonso XIII, el doctorMarañón escribió que Las Hurdesconstitu ían un problema sanitario' yque las alquerías altas' deberían ha­ber sido abandonadas porque sus tie­rras de cultivo eran demasiado pobres.

En tanto que el primer comentario nodejaba lugar a dudas, la propuesta dereagrupación' ya la habían formuladodos siglos antes los obispos PorrasAtienza y Vicente y Cebrián que, entre1684 y 1734, propusieron a los hurda­nos el concentrarse en lugares menosaltos y menos escarpados. Al formularesa propuesta el em inente médicoretomaba una antigua idea pero no sepreguntaba el porqué de la falta de éxi­to de sus predecesores , Probable­mente consideraba que como en estaocasión el promotor de la idea era elEstado, su fuerza y sus medios llegarí­an a vencer las dificultades materialesy la resistencia de los hurdanos que,hasta entonces, se habían empeñadoen permanece r lo más cerca posiblede los minifundios que les asegurabanla autosubsistencia. De hecho , tantoen el siglo XVIII como el el XIX, si sehubiese querido concentrar el hábitathurdano hubiese sido preciso llevar acabo primero una reagrupación parce­laria' , pero, hasta ahora, nadie ha que­rido atacar de frente un problema quees muy espinoso porque tropieza conuna de las ideas más arraigadas' en lasociedad, el sentido de la propiedad.

Las intervenciones de las autorida­des , aunque generosas, a veces sehan visto influidas por juicios moralesque han impedido a sus promoto rescomp render plenamente el punto devista de los hurdanos, y por tanto nohan tenido en cuenta, por regla gene­ral, la organización interna de la socie­dad. Así, cualesquiera que hayan sidoen el pasado las condiciones que hansuscitado compasión y que han puestoen marcha nuevos planes de desarro­llo, por el hecho de no haberse recono­cido como una de las posibles configu­raciones locales de la cultura nacional,las iniciativas emprendidas a su favorse han quedado con frecuencia apri­sionadas en ideas preconcebidas .Esto ha tenido como consecuencia elque se haya ocultado, hasta la renova­ción nacional que ha seguido a la caí­da del régimen franquista, la realidadde una capacidad plurisecular de auto­organización. Para demostrarlo, bastacon pensar, y esto no es más que unejemplo, en el hecho de que en LasHurdes, desde el momento en que lesflaqu ean las fuerzas, el cabeza defamilia y su mujer reparten sus bienespor igual entre sus hijos mientras que,a cambio, éstos se comprometen a ali­mentario, alojarlos y cuidarlos.

Plasmado por esc rito desde almenos el siglo XVII, el contrato afectadirectamente a los padres de edad y alos herederos directos, pero, sin em­bargo, son los nietos los que cumplencon su deber respecto a los abuelos.Por este sistema la tercera generaciónaprende la lección: llegará el día en

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que, después de haber sido cabezasde familia , esos adolescentes serántambién ancianos achacosos que nece­siten ayuda. Por tanto, si la relación dereciprocidad entre las tres generacio­nes no garantiza la circulación de bie­nes no puede haber continuidad en lasociedad a través de la familia.

La dureza de la vida es lo que siem­pre ha impresionado más tanto a lasautorid ades civiles y ecles iásticascomo a los hurdanófilos del siglo pasa­do, o de éste , que han sent ido unagran preocupación por la pretendidaconsanguinidad como causa directa dela degradac ión física y mental de lapoblación. Sin embargo , este únicoejemplo, sobre el que volveremos ahablar, nos permite llegar a la conclu­sión de que el aislamiento hurdano ,por otra parte relativo, como lo testifi­can los pleitos entablados con LaAlberca, no ha sido más que físico yque la pobreza real no ha sido sinóni­mo de miseria moral. En efecto, estasociedad era, y es aún hoy en día, engran parte , capaz de valerse por símisma. Y esto lo expresan los hurda­nos de manera inequívoca afirmadoque "como las águilas» ellos cazan enlas llanuras pero se remontan a conti­nuación hacia las cimas.

Cuando se contempla un panoramageneral de la sociedad hispánica, lacomarca se nos revela como ejemplarpor tres razones. En primer lugar, elhecho de que la sociedad hurdanaesté formada por propietarios explicael rechazo a abandonar el lugar de ori­gen que ha sido característico en susmiembros hasta estos últimos años enque la antigua emigración temporalvinculada a los trabajos agrícolas, típi­camente estacional, se ha visto susti­tuida cada vez con más frecuencia poruna emigración interna o internacionalque supone el establecimiento perma­nente fuera de la tierra natal.

En segundo lugar, como es el asen­tamiento mismo de la población lo quedesde hace siglos ha sorprendido a lasautoridades laicas o eclesiásticas quehan interpretado el hecho a través deciertas manifestaciones literarias omoralistas , la peculiaridad relativa alas herencias, que acabamos de seña­lar, pone de relieve el abismo que hayentre esas ideas procedentes del exte­rior y la capacidad de auto-organiza­ción de la población. Al ser una socie­dad de mini-propietarios, Las Hurdesse convierten en un prototipo para elestudio de las tensiones que puedensurgir entre la nación, cons ideradacomo un todo, expresado por sus gen­tes de élite, y la totalidad que repre­senta a su vez una sociedad local.

Foto 2. Exterior de casas de piedra en Horcajo (Cáceres).

En tercer lugar, debemos indicar unhecho complementario del precedente:los hurdanos han rechazado, perotambién-han interiorizado, los estereo­tipos que se han formado de ellos. Así,con frecuencia han conseguido sacarprovecho de la compasión y del senti­do de culpabilidad que suscitaban enlos visitantes obteniendo por ello sub­sidios y ayudas. Aunque imbuidos desentimientos ambivalentes, porque ennumerosas ocas iones han logradosacar* algo de los visitantes , actual­mente se van liberando poco a pocode esa imagen estereotipada de susociedad que por una parte les hierepero que , por otra , les ha conferidouna sensación de seguridad que indu­ce a algunos a creer que además tie­nen el derecho moral de esperar queel Estado les compense de los sufri­mientos pretéritos.

Sin embargo, cualesquiera que ha­yan sido las dificultades para subsistiry los medios empleados en el pasadopara salir de apuros (como los produc­tos de los huertinos* no eran suficien­tes, cuando bajaba n a las llanuras,numerosos hurdanos se colocaban deobreros agrícolas un día y al siguienteejercían la mendicidad -aunque lasociedad española en conjunto ya noes así-) una vez de vuelta en el pueblola capacidad de la organización de loshurdanos siempre se ha puesto demanifiesto en la institución del derechoconsuetud inario - la pareja hijuela*­acetuado*- a que se ha aludido. Peroha llegado el momento de ser másexplícitos.

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La hijuela' es una donación (adelan­to sobre la herencia directa) que, consu complemento el ecetueao: (loexceptuado) nos permite comprender(aunque no se trate más que de mini­fund ios' ) la organ ización social y elsistema de relaciones y, por tanto, losvalores de esta sociedad. Una vez quedos jóvenes de «la misma igualdad,,' ,es decir de familias de igual posición,deciden unir sus vidas, su forma dehablar se caracteriza ipso tacto' por un«salto generaciona l" espec ialmentesignificativo. La nueva pareja que, envez de trabajar para la familia de ori­gen, es al fin libre para trabajar para símisma, conoce sin duda los términos«suegro" y «suegra" pero no los utili­za. Incluso cuando todavía no se hanconcebido los nietos, a los padres y alos suegros se les empieza a llamarinmediatamente «abuelo" o «abuela" .Además, aunque es verdad que mate­rialmente los bienes de la hijuelapasan directamente a manos de losque pueden hacerlos fructificar , alhablar de ello los informantes de edadno señalan más que la transmisión alos nietos. Por otra parte hemos vistoque el recibir la hijuela supone para losherederos la obligación complementa­ria de satisfacer las necesidades delos ancianos que, por estar incapacita­dos para trabajar, se han desprendidode sus bienes : es en eso en lo queconsiste lo que se exceptúa, es decir,que de los bienes de consumo de lafamilia se sustraen los productos quehay que dar a los ancianos. Ahorabien, ese uso especial y consciente delléxico demuestra que desde el sigloXVII al menos y hasta estos últimosaños, en que la prestación de las pen­siones de vejez ha hecho menos nece­saria la institución consuetudinaria, lasociedad ha organizado consciente yautónomamente su perpetuación a tra­vés de la continuidad que va de losabuelos a los nietos.

Sin embargo, no hay que pensarque esa organización social tan elabo­rada ha dado lugar a una sociedad idí­lica capaz de dominar en todo momen­to sus confl ictos. Como en cualquierotra parte, la vida de estos pueblos noha estado nunca exenta de enfrenta­mientos y, por no dar más que unejemplo, la usura, practicada tanto porlos albercanos como por antiguosmendigos hurdanos, ha desempeñadoun papel muy importante en la comar­ca. Por tanto, y como es de suponer,hay algunos herederos que respetande muy mala gana sus compromisosen tanto que los viejos se quejan deello. Y todo el mundo sabe que unavez que uno ya no puede valerse porsí mismo el hecho de abandonar lacasa para «estar a meses,,' en la delos herederos, puede hacer la vida

muy difícil. No obstante, en esta situa­ción hay donde recurr ir. Como enmuchas otras sociedades localesespañolas, o más generalmente euro­peas, las creencias religiosas son unmedio de réplica y de control de lasmalas voluntades y de los individuosexces ivamente rapaces . También elrecurso de la maldición ha moderado(y aún hoy en día modera) los efectosde las tensiones que se manifiestan enla vida cotidiana.

El sistema religioso de Las Hurdes,en el que se mezcla la religión católica,el culto a los santos y lo que se conocecomo «prácticas mágicas" , es evidente­mente una variantede las creencias queson corrientes en la España rural (yenmuchos otros lugares de Europa). Encuanto se plantea un litigio (en nuestrocaso por negarsea respetarlos compro­misos hechos con los ancianos) el ape­lar a las fuerzas superioreses la expresión inmediata del descontento. Cuí­turalmente la maldición, contra aquellosde los que se sospecha te desean elmal, es la forma de contrarrestar tantolos golpes del destino como la malavoluntad de los individuos. Consiste enrecurrir a un sistema de signos que,admitidos por todos, porque ha caracte­rizado la educación familiar y aldeana,hace posible un (relativo) control socialya que todo el mundo cree todavía quela maldiciónse cumple.

Situándonos ahora en un plan másgeneral, aunque uno no pueda pormenos de alegrarse del hecho de quela mejora progresiva de las condicio­nes de vida en todo el país (pensiones,sistema sanitario, y el conjunto de lasinfraestructuras modernas) haya afec­tado a Las Hurdes también, hay asi­mismo que tener en cuenta que estosadelantos tan bien recibidos no supo­nen, sin embargo, un cambio automáti­co de los sistemas representativos delos habitantes. Bién es verdad que lossímbolos de la modernidad han llega­do a la región y que se valoran mucho.Salvo algunas personas de muchaedad, hoy en día todo informante, cua­lesquiera que sea su sexo o su edad,declara: «Somos como todo el mundoy queremos que nos lo reconozcan "(refiri éndose a los diputados , a laadministración, a los sociólogos). Peroa pesar de que ese anhe lo de sercomo los demás' es muy fuerte, tam­bién es verdad que al que viene delmundo exterior se le reinterpreta deacuerdo con las categor ías pre-exis­tentes en la configuración local de losvalores que ha presidido la socializa­ción de la población: cuidar de lo suyo'-cuidar de uno mismo , cuidar de loque le pertenece a uno- siendo capazde someterse a uno mismo, es decir alas propias manifestaciones culturales,lo cual, aunque a la vez deseado y

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temido, viene de fuera y corre el riesgode penetrarlos. Así, cualesquiera quepuedan ser las manif estaciones del" poder" (el aún muy vivo del curande­ro o el del detentador de las oraciones*contra la tormenta*, ya en muy desu­so), en Las Hurde s, tanto como enMadrid , la cuestión de fondo siguesiendo en muchos casos la de la envi­dia".

Por supuesto que para resum ir loque los adelantos modernos suponenpara esta soc iedad nos bastará conseñalar que la televisión resuena en lamayoría de los hogares. No obstante,como están aún profundamente inmer­sos en los ciclos naturales de la pro­ducción agrícola y pastor il, como si­guen aún recurriendo a prácti casantiguas, como es por ejemplo lamedicina fundamentada en el principiode similia similibus*, los hurdanos con­tinúan interpretando las adversidadesen términos de mal de ojo* y envidia*(aunque el éxito de las sectas religio­sas y de los médicos llamados " para­lelos" en las capitales demuestra queellos no son los únicos que lo hacen).Por otra parte , aunque la emigracióntemporal, tanto si es interna comoexterna, puede haber sido una expe­riencia común a una buena parte de lajuventud hurdana o a una buena partede los hombres de edad madura, cons­tituyendo una exper ienc ia directa deotro tipo de organización soc ial , laenvidia* sigue siendo con mucha fre­cuencia el motor de las relaciones y elprincipio que explica los acontecimien­tos que plasman la vida socia l de lacomarca.

De lo que precede pueden sacarsedos conclusiones: a saber, que a pesarde los cambios, los hurdanos siguensiendo fieles a su idiosincrasia -comoes el caso en los intentos de reagru­parlos o, aún en mayor medida, en elde la organización de su soc iedadlocal- por mucho que sorprendan, ocualesquiera que sea la opinión de losvisitantes; a saber, que lo que precedeno es más que una vulgar " resistenciaa la culturizac ión» que se verá rápida­mente vencida por la fuerza del pro­greso. Hay mucho de verdad en estareflexión pues sobre todo si se hanobservado estos hechos no una tan­tum* sino durante veinte años, el tiem­po de una generación -esa reiterada yantigua reticencia hurdana a dejarsemodelar por lo que viene de fuera nosinvita a analizar en detalle la resisten­cia por un lado y el proceso de adap­tación a las influencias externas porotro. Aunque estas últimas están evi­dentemente destinadas a prevalece ren la actualidad, ya que los jóvenesempiezan a estudiar fuera de la comar­ca y, poco a poco, acabarán por esta­blecerse fuera de ella , aunque la

actua l pers istencia de las prác ticasreligiosas que recurren a la magia seirá transformando probablemente tam­bién a imitación de los modelos urba­nos (por su parte las sectas protestan­tes han construido ya lugares dereunión en Las Hurdes), el hecho deque aún se mantenga una poblaciónimportante así como las actividades deauto-abastecimiento, que empiezan aduplicarse a causa de los recursos queproporciona el turismo, quizá demues­tre que la " resistencia al cambio" vaacompañada de la continuidad - bajootras formas- de la afirmación volun­taria de un modelo de inserción socialfundamentada en una conciencia de sísecular.

En una grabación del 3 de junio de1981, Eusebio dijo:

(Un «zsiori») es como el que trajíanoticias de otros pueblos, que dicía:" En Ciudad Rodrigo ha pasao esto,en Ciudad Rodrigo lo otro" . Posaqu í, en vez de lIamalo esto" correo" o esu, pos lo llamaban «ze­iori». Una palabra era así, ¿sabes?Porque venía eso, y decían: " Mira,ese es un zajarí" . Y después se refi­naba. Que era eso, que era uno quetrajía noticias: «Pos ha pasao esto,ha pasao lo otro " . Y lo llamabanzajorí.

Años después, estando el antropólo­go un poco más enterado de las repre­sentaciones hurdanas, el 24 de agostode 1986 , el informante se explicómejor:

Catani: ¿Profeta o zahorí?

Eusebio: ¿Zahorí? "Zahorí" , es enlengua jurdana. Tienes que despuésadiviná lo que pasa cincuenta años.Desde ahora hasta cincuenta años.y lo adivinas, porque como sabestanto , empiezas por la experienciade un año . Como va sub iendo elmundo y como va subiendo. Y no lefalla ni un cuarto. Lo que decían losArañitos aquí, que eran zajo rines.Decían:«Hay que conocé médicos,por aquí. Y carreteras. Y curas. Ymaestros. i No van a venil ». i Mecagüen la hos! Tenía que vení todo.Ves como ha venío, ¿sabes? Yaquellos, como andaban por el mun­do (. ..) pidiendo un mendrugo depan, ¿sabes?, lo sabían to".

Ya no piden los hurdanos mendru­gos de pan y como desde largo tiempo"van por el mundo" (o el mundo vienea ellos a través de la televisión) loshurdanos continúan «sabéndolo tó».De hecho, el modelo de una «inserciónsocial fundamentada en una conscien­cia de sí secular" no parece ser cosaexcepcional en España ni tampoco enel Mediterráneo occidental. Tal vez, si

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la clase política que actúa en las capi­tales quisiera concretar, sin limitarseuna vez más a la imposición, la ideade la Unión Europea, valdría la penapreguntarse bajo qué forma ya laestán viviendo y reinterpretando lassociedades locales empujadas haciaella. Es una alternativaa la transforma­ción de Las Hurdes (y de muchosotros sitios) en cotos de caza para lasescopetas venidas desde el norte deEuropa.

Maurizio Catani,Centre National de la Recherche Scientifique.

Centre d 'Ethnologie Franca ise,Musée Nationaldes Arts el TraditionsPopulaires. París,

noviembre 1994.Traduc ción del francés de Amalia Mart ín Gamero

BIBLlOGRAF IA

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