titiras que ae o y e r o n

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ANDRES ELOY BLANCO TITIRAS QUE AE OYERON EDITORIAL “VICTORIA" MANRIQUE Ér RAMIREZ ANGEL CARACAS - MCMXXI

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Page 1: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

ANDRES E L O Y B L A N C O

T I T I R A S Q U E A E O Y E R O N

E D I T O R I A L “ V I C T O R I A "M A N R I Q U E Ér R A M I R E Z A N G E L

CARACAS - MCMXXI

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TIERRAS QUE ME OYERON

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(a p

A N D K E S E L O Y B L A N C O

TIERRAS QUE ME OYERON

ZUMO DE CORAZON - NOMBRES DE MUJERES

SED T E N G O

E D I T O R I A L “ V I C T O R I A ”M A N R I Q U E 6- R A M I R E Z A N G E L

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P R O F E S IO N D E F E

Para el libro de Andrés Eloy Blanco.

RA la noche tétrica, era el desierto enorm e. . . U na sombra curvada, irreal, desvaida, cruzaba la agresiva extensión uniforme,— Desierto, sombra, tedio y mal, como la V ida!

U n vigor de idealismos impulsó su p a rtid a : quiso llevar muy lejos su alto ensueño inconforme. . .Y hoy en sus secas fauces clava su acometida la sed, garra de fuego retorcida y deform e!

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

N i un rumor en la turbia amplitud vacilante, solo, en medio al inmenso silencio circundante, redimía una gota de sangre cada huella. . .

Súbito hirió sus ojos un temblor de agua pía; un sorbo acaso . . . pero dentro una estrella había, y el agua quedó intacta por no abolir la estrella!

L u i s E n r i q u e M á r m o l .

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LOS CANTOS

A Luis Felipe Blanco M eaño

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T I E R R A S Q U E ME O Y E R O N

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E N V IO F R A T E R N A L

A Luis Felipe Blanco M.

EN: A quí mis manos te esperan unidas para que recemos juntos la oración por nuestras doradas visiones dormidas bajo nuestro sueño de ensueño y canción.

P o r la tierra madre, donde nuestra infancia brotó en una armónica locura de amar, donde nuestra uva colgó su fragancia entre el río— vena de luz— y el mar.

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Porque^nos mostraron a Dios y en E l vimos nuestras almas juntas y amamos en E l, y porque en lejanas mañanas bebimos en la misma copa, de la misma miel;

P o r las tardes rosas en el Catecism o; por los labios secos bajo la oración; por el ignorante llanto del Bautismo y el llanto inefable de la Com unión;

P or aquella noche de la guerra: llenos tus labios de injurias al nuevo revés; la madre llorando por malos y buenos, y yo desmayado de risa a sus pies. . .

P o r aquellos juegos de risa y de llanto, donde yo acataba sumiso tu ley, porque era muy débil mi nombre de santo y era hierro y fuego tu nombre de rey.

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P o r todo lo justo, por todo lo grave t que juntos quisimos imitar de Dios, cuando en nuestras horas de cantos de ave sentíamos úna la fé de los dos.

P o r aquel infierno de aquel Paraíso de mujeres blancas que el Tiempo arrastró: por la Deseada que nunca me quiso; por la Poseída que siempre te am ó;

Y por la Engañada, flor de sacrificio, y por las ingenuas que traerá el dolor; por la Presentida del D ía del Juicio y por la nodriza que nos dió calor. . .

Porque un vivo impulso de anhelos divinos eternice nuestra sed prim averal; porque se nos vistan de paz los caminos; porque Dios nos libre de pena y de m al. . .

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

Ven. Bajo los rayos del sol infinito, levanta tu diestra de acero hacia el so l; abre el pecho al ansia sonora de un grito, que el grito es el canto de todo español.

Y así, en el acero de tu mano, Herm ano, sentirás tu sangre bullir de emoción, como si ensayaran un vuelo en tu mano las alas abiertas de tu corazón.

1917 .

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C A N T O A L A E S P I G A Y A L A R A D O

(P o em a prem iado).

LA EMOCIÓN DEL SOI

OCHE, Sueño de Dios! en tus entrañas me angustio de silencio y de montañas.Y o voy hacia las puras diafanidades de un azul clemente,

con mi sed de llanuras y ansias de pleno sol sobre la frente.

Claridad, claridad de cielos míos!Emoción del paisaje!

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Con el cordial impulso de inusitados brío,® quiero entonar mi cántico salvaje.

Prim avera de A m or y Poesía: tú eres la luz en el sendero; tú me trajiste a la pasión del d ía . cuando yo no tenía ni la turbia caricia de un lucero!Y es infantil esta alegría con que te sigue mi bravia juventud de flor y de acero.

M i juventud: jaguar que en la sombría selva sacude su vigor primero, cuando su virgen osadía no se ha clavado todavíani en la carne del niño, ni tn la piel del cordero!%

LA EMOCIÓN DEL CAMPO

Y a estoy aquí, campiña, ya me fundió tu cielo,— calor de meridiana sensualidad que llo ra;— la inquietud de mi anhelo patentizó la fiebre de la hora.

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T odo se duerme en la quietud. E l llanotiene un temblor humanode pulso acelerado, de rezos musicales,el fuego meridianoruboriza la paz de los maizales.En la paz del momento consagrado, llega hasta mis oídos un batir de campanas y despierta en mi vida, presa ayer del pecado, la visión de inefables providencias lejanas.

Esta es la misma sensación callada que orientaba mis nervios infantiles hacia la placidez de la vacada, bajo la suavidad de los abriles.

E ra tibia como ésta, era vibrantela sensación aquella;me cegaba su lumbre alucinante,como si yo estuviera fundido en un diam ante,o preso en una estre lla !

Preside Libra, nauta moderador del firmamento, y prendida en el fiel de la balanza, pauta la brújula del sol, el movimiento.

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E n una calma exámine concentra su añil el horizonte, se alarga y ciñe la llanura y entra ¡bajo la dura contracción del monte.A mis pies se dilataja tierra en un resuello maternal y convulso, como al lejano impulso -de un trote de corceles,y al beso interno y sabio que da el río de plata, germina, goza y late la entraña de Cibeles.

M e envuelve una frescura viviente que mitiga mi ardor encadenado, y hundo mi ser en la emoción amiga, mientras cantan los oros del sembrado cómo se hinchó la tierra en una espiga iras el mordizco del arado.

%Y o he visto floreciente de piedades,en la embriaguez de un sueño,la mano que al través de las edadesv a sembrando en los surcos el amor y el ensueño; .y suspensa en mis ojosluz de la llama que a los siglos dora,m e voy por los caminos sonámbulos y rojosque hasta el ayer florido lleva el dolor de ah o ra . . .

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LA ESPIGA Y EL ARADO

M e ensordeció el latido de la vendimia santa; en campiñas inéditas abrí mi derrotero, y al doblarse el trigal bajo mi planta, por cada crencha descendió un lucero.

Suspendida,firme, ingrávida en la altura, factor lírico en la vida de la eterna arquitectura,mi visión exploradora relumbró sobre la hondura y en alada trayectoria se agitaron en la H istorialos penachos florecidos de la Espiga que m adura.

Y apuntaron las primerasalbas del E dén riente,con la rubia castidad de sus praderas,donde tienen las espigas un temblor convaleciente.

Levanta sobre los campos el Moisés de barba fuerte su mano de vara mágica que dió licor cristalino, y olor de mandamientos, agua de buena muerte,

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fluyen las manos-arcas del Decreto D ivino;—y eleva en la llanura,cálido testimonio de divinos afectos,la ofrenda de la sangre y el surco en la blancurade pan de amor y seda de corderos perfectos.Primicia de primiciasda la tierra al O rácu lo :N unca fueron más santas y nunca más propicias que cuando las espigas vertieron sus delicias entre las excelencias de luz del Tabernáculo.

S a ú l: óleo divino fue tu pan de verdades, sabor de eternidades, lazo de toda guerra;cuando sobre los hombros de los reyes, tu mano temblaba con la gloria de tu poder arcano, todas las manos iban al surco de la tierra.Q ué unción de paz gravitasobre la urgente sed de la faena,si se curvan los brazos de R uth la M oabita,con el manojo blondo que da la gracia plena!Cómo derraman luz benditalos hilos áureos en destello incierto,y en sus ojos, trasuntos del dolor israelita,reflejan una grave palidez de oro m u erto !. . .

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Rige, cetro profético, en la diestrade José el tallo frágil de los dones,y en las videncias de su fé maestravacilan sobre el tiempo sueños de faraones. . .y al extender su gesto ponderosocontra la ruina que en el tiempo avanza,palpita entre sus dedos un signo luminoso,como el quiebro de un rayo de bienaventuranza.Porque en la taumaturgia de la mies adivinala fórmula inefable del empeñoque en los siete dolores de la espinaponen las siete espigas vigorosas del sueño!. . .

Puerto de salvación, puerto de calma, boga hacia E l con avidez el alm a. . .

Y a despunta a lo lejos la siembra prometidaque riega el verbo augusto de verdad y de v id a . ,— Jehová!— clama en la alturala ingénita garganta,y el eco de esa voz en la llanuraprivilegiada, canta.Su llegadafué la consagración de la segada.

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Y o también he provisto de tu mies mi granero, siembra de eucaristías; por estos mismos surcos vivió la voz de Cristo treinta y tres años como treinta y tres letanías, y al través de los siglos y al través de los mundos se alarga y crece el surco de amor del Crucifijo, y en una apoteosis de dolores fecundos, germina para el P adre la cosecha del H ijo.Fulgen las suavidades de su pena con el silencio vespertino, y en las angustias de la Cena tiembla todo su sér en pan y en vino. . .E l es el rubio espigador que labra para la siembra de las multitudes; el M ilagro sonríe en su palabra, multiplicando el pan y las virtudes.

H ablan de amor sus labios en místicos afanes:— ¿Visteis como mi gesto multiplicó los panes? así la eterna manodeja en el vientre de la tierra el granoque da la hostia, sol de los consuelos;fecundado de sol el tallo crece,y en el milagro rubio que la mecebrota la espiga plena, multiplicada en cie los!. . .

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P ara todos los cielos da la N aturaleza su devoción florida;para el cielo que ruge, para el cielo que reza, para la sed del beso, para el mal de la herida; para los Dioses múltiples que rigen el Oriente desde un Olimpo trágico de luces, y para el Unigénito que siente la paz de las M arías y el dolor de las cruces. . .

Relincha en bélicos piafares, niveo de espumas, el bridón alado, va uncida a sus ijares la reja del arado.Labrador omnisciente,bajo la paz de olímpicas mañanas,por campiñas helénicas, Señor de la Simientefustiga Triptolem o las ancas pegasianas.

Grecia, R om a, C artago . . . las vi libres y esclavas; tres volcanes volcaron la savia de sus lavas cuando se dieron E llas al amor de la trilla; pero ellas no murieron, no las venció el Futuro, porque en sus tierras madres el conjuro febril de los volcanes renovó la sem illa!

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Hispania, oh cielos tuyos que me enseñó el arcano! T ierra : siento la paz de tus solares. . .T ú nos trajiste el oro de la espiga y del grano, y es tu luz la que viene rasando el Oceáno, es tu trigo, es la H ostia que en tu mano nos dió la comunión sobre los m ares!

A llá viene, combadas bajo el azul las velas, la caravana de las carabelas; en sus vientres panzudos viaja el trigo primero que regará sus oros en el surco llanero.Rom pe las olas ágiles la última carabela, y es un arado vivo que ha dejado una estela; y es E lla en lejanía. . ., sus ojos soñadores:M adre Isabel de todos los dolores;es la “ Santa M aría” virgen de las Españas,que llega hasta nosotros con Dios en las entrañas;es el milagro que llenó de trinosal viento de Belén entre las frondas:son los inverosímiles caminos,y es Jesús que de nuevo flota sobre las ondas. . .

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t i e r r a s q u e m e o y e r o n

LA CONQUISTA

Cómo prendió en mi tierrala semilla piadosa de las manos reales!A l caer en los flancos de la sierra corrieron por el trópico dolores maternales.

Asoma la Conquista su avalancha de acero: ímpetus visionarios en los potros nervudos; va buscando el D orado su afán aventurero, y allá lejos, el ala sangrienta de un plumero ciñe las frentes mustias de los reyes desnudos. Sangre de rebeldíafecunda mis llanuras en tristes episodios, y el pan de los milagros para la tierra mía tiene sabor de carne, tiene sabor de odios.Pero en el surco indiano sembró también su grano la voz de los dolores,¿no véis cómo se quiebran las espigas del llano con el tropel de triunfo de los Libertadores?

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LOS LIBERTADORES

V enid, que ya se acerca la grey de los asombros, con el canto en los labios y el ocaso en los hombros. E s el día triunfal de la simiente: la espiga se estremece con divinos arrobos, porque pasan rozándole la frente los Ayacuchos y los Carabobos!

Ellos son. En sus brazos va el honor de la casta; centauros de la selva con fe de paladines; firme en el puño el asta y un grito de victoria sacudiendo las crines.

A sí los vio la aurora,firmes en la embestida, cautos en el acecho, sangrastes los aceros, como trizas de aurora y alzando por la P atria , como un altar, el pecho; ellos son, y a su frente va el gesto providente,(dos almas en un gesto de tormenta aliadas) ; miradlos bajo el sol, sobre las lomas: el blanco Mariscal de las palomas y el agudo Simón de las espadas!

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AX

— ¿N o escucháis a lo lejos la canción del arado?Es la voz del Futuro su rechinar sonoro; sus garras encontraron las huellas del D orado ; mirad el mar de espigas en el temblor sagrado que encrespa un oleaje de colinas de oro.

Esa canción fue luz de mil auroras en mis rutas desiertas; al amor de su rito viví todas las horas de las épocas muertas.A l recordar en su cariño santo mi campo fiel bajo mi infancia loca, ella me pone una emoción de llanto comprimido en la boca.E n ella alienta la robusta palpitación de la epopeya homérica, y en su frescor de anunciación augusta bate las alas el C reador de América.E lla nos habla de la redentora trasmutación de paz y de esperanza que fundió en una reja labradora el odio de una lanza.

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A llí late el Futuro: la Nación de la T ierra; ella vive y presiente; su ritmo el sueño boliviano encierra: el Himno Nacional del Continente.

¡ Oh, mi tierra de oro que la Historia iluminas, de oro en los maizales y de oro en las minas!A zul de cielo y luz de primaverascubren tu castidad de penitente,y azul de mar refresca tus riberascomo un sudor heroico que te baña la frente!A bren tu seno heridasque el paso exorcizante del arado bendijo,y en esos surcos sientes el gozo de otras vidas,y en tu vientre colmado de promesas floridas,con un dolor de madre se anuncia el nuevo h ijo ! . . .

AMOR

P o r tus vegas pletóricas corrió mi fantasía, y en lejanas mañanas de amor y de ilusiones, brotaron, esperando el mediodía, tendido entre la hierba, mis primeras canciones.

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Junto a las impaciencias de mi espera en la trilla, frente al mar que a lo lejos en la playa se estrella, te pusiste el dorador candor de la gavilla para calmar mis ansias cuando llegaba E l l a . . .O h, tardes de la estrella de los reyes! llenando de caricias el sendero, junto al paso tranquilo de les bueyes buscábamos la seda del cordero . . .T ú fuiste plácido testigo de aquel idilio recio, de aquellos besos sabios: temblorosos y ocultos en el maizal amigo, puse toda mi vida entre sus labios. . .

LA VOZ DE DIOS

Yo busqué la armonía de mi verso en el prado, en el monte, en el mar y en la sabana: unidos en mi C anto, la Espiga y el A rad o forman la apoteosis de la fé ciudadana.Y o he soñado mi P a tria en la aureola de un inmenso trigal aprisionada, meciéndose infantil junto a la ola y encanecida al beso de la Sierra N evada;

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y al Orinoco de fragor de fraguale vi temblar en oro el flanco rubioque azota las llanuras con sus mil colas de agua,caimán del llano que abortó el Diluvio.

Y en una elevación hacia gloria, con ágiles vaivenes de saludo,subieron las espigas a un altar de victoria, para dorar las crines al corcel del Escudo.

Y o siento en esta horade luz, un temblor santo;entro por la campiña, delirante de aurora,pidiendo la emoción de un nuevo canto.Y oigo la voz de Dios en mi cam ino:— Y o soy el viejo Labrador Divino; son enjambre de soles mis cuadrigas; labré el eterno Cosmos ignorado,y ardió bajo la fuerza de mi A radola luz del M undo como un haz de espigas!

1918 .

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C A N T O A R U B E N D A R IO

“H e aquí que Cyrano de Bergerac traspasa de un salto el P irineo: Cyrano está en su casa”.

R u b é n D a r ío .

A selva colombina lo presintió. (Sería la selva el cisne negro y anunciador del d ía ? ) L a selva colombina lo presintió; la vida rugiente de la selva presintió su venida.

)lor armonioso de una fiebre divina turbó la piel del tigre y el nervio de la encina; los cielos orquestales se animaron; debía venir algo muy grande para la Poesía.

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Bajó el augur eterno de la cumbre lejana y hundió las manos trémulas en el agua antillana, y en sus manos ungidas de luz, Artemidoro mostró a los pueblos ávidos el gran sueño de oro.Y a lo había anunciado la voz del firmamento y se abrieron las almas para el advenimiento.

Llegó: Nieves intáctiles le sirvieron de corte; en el Sur saltó un po tro . . . gruñó un oso en el Norte. Cuando extendió sus alas bajo el latino cielo, fue más que nunca viva la sensación del vuelo.U n caos de gritos ágiles y de voces extrañas llenó la selva, el río y el mar y las montañas; un diamante de hielo fulgía en cada monte, y eran como mil soles llenando el horizonte. . .

Y fué el grito de Am érica: fue una diana guerrera que azotó las espaldas de la gran cordillera; y habló el volcán sagrado, y un fuego de incensario divinizó su sangre de viejo dromedario.

V oló el cóndor: sus alas embriagadas de aurora proyectaron la gloria de una sombra sonora. . . V olaba, y en sus plumas iba un sueño gigante: Belvedere con alas, lomo alado de A tlante!

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Cruzó los amplios mares y los países muertos y abrevó en el misterio de los lagos desiertos. Leyenda de Pirámides y sangre de leyendas, y esfinge de misterios y sangre de contiendas, y los vuelos heroicos de los cuervos romanos enlutando la curva de los arcos Trajanos, y las tardes caníbales en los circos de Rom a,Nerón, la lira orgiástica de Nerón, la paloma del Espíritu Santo, P a r ís . . . todas las cosas sintieron en el ánima sus alas ponderosas.

Llevó, como Enviado del A zul, los saludos sobre la Grecia, yunque de razas y escudos; clavó su garra joven sobre eternos escombros;T anagra sintió el hierro de su garra en los hombros. Bajo los viejos pórticos, Erecteón dormido sintió las Cariátides aletear; el nido de esforzados Temístocles, de Leónidas estoicos, creyó volver al fuego de los ciclos heroicos; se alzaron de sus tumbas las V ictorias aladas; A rcad ia abrió la fuente de sus dulces b a lad as . . . P legó el cóndor la seda de sus alas indianas entre vasos corintios y columnas paganas, y en el hueco marmóreo de un vaso, sobre el muro, durmió para el P asado su sueño de Futuro!

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Y fue: D e su garganta de pájaro guerrero brotó un ritmo dulcísimo, música, luz y acero.E l V erbo de su sueño se hizo carne; su alada visión ya fue un Quijote de coraza y espada, y fue por los caminos, y en su viaje fecundo por E l la Poesía ya tuvo un trono: E l M undo.P o r E l, bajo la arcada feraz de la campiña, profanó P an la sangre doncella de la v iña; por E l, en albas santas, los reyes portadores de las ofrendas bíblicas fueron tres risueñores; por E l, sobre las ancas de los toros sagrados cabalgó el ritmo en vértigo de los siete Pecados; las lenguas betlemitas y las lenguas paganas, por E l cantaron juntas, por E l fueron hermanas; por E l, ante el incendio de lejanos crepúsculos, los cóndores aprestan las garras y los músculos, y por E l la armonía de un aire de bonanza hincha un ala de cisne bajo un'sol de E sp eran za!. . .

E n su actitud gascona y en su vieja arrogancia hubo más de Cyrano que de Q uijote; Francia era toda Gascuña para E l y espada esgrimida le cuadra más que adarga em brazada.Fué hermano, en el espíritu y el brazo, de Cyrano, en el empuje, fiero, y en el abrazo, hermano; aquella preferencia por el cisne y el guante,

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mas se aviene al poeta que al caballero andan te ; las alas que llevaron los sueños de D arío a la luna, bien pueden ser alas de rocío; en el palenque homérico y en el combate rudo, contra su espada hidalga no hubo hierro de escudo, y en las encrucijadas de la vil asechanza, contra su escudo helénico no hubo punta de lanza.

Bergerac, a la sombra de la cita galana, descifraba el misterio del amor a R oxana, y en sus labios posesos del amor imposible, desfloraba el secreto de un beso indefinible.

Tam bién en las veladas de R ubén, M argarita (M argarita -R oxana) gustó el beso en la cita.Y cuando de D arío los labios se entreabrieron para dar sus latidos a la N ad a , sintieron las selvas que un gran beso estalló en la agonía y era que a los dos flancos de su tierra, ese día, poseídos de un claro simbolismo romántico, se alzaban en dos olas Pacífico y A tlántico; subieron. . . y subieron. . . sobre el eterno grito de las olas bañadas de luz y de infinito, formó dos labios trémulos la pureza del agua, y entre ellos, era un beso, de piedra, N icaragua. . .

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Y el cóndor de los sueños resucitó: En la altura los dos mares se unieron; con salvaje hermosura se alucinó la aurora tropical, y delantede los ojos del cóndor, un monte de diamante se alzó, y en sus contornos y en su movible flanco tomó las proporciones de un Pirineo blanco.E l milagro fue entonces: Como en la vieja historia, el viejo augur le dijo: “ Detrás está la gloria!”Y he aquí que D arío de Bergerac traspasa de un salto el Pirineo: D arío está en su casa.

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E L H U E R T O D E L A E P O P E Y AA los muertos de la Legión Extranjera.

A l descorrerse la cortina, aparece un claro de selva. P o r todos lados, árboles graves y añosos. Un silencio doloroso envuelve el paisaje, y de las ramas de los árboles pende la monotonía del mo­mento. Aparece por el fondo la dama que en­carna a Francia. Lenta y majestuosa, embarga­da por solemne rec o g im ien to .... Adentro, un violín l lo r a . . . .

F r a n c ia

N júbilo de voces doncellas turbó la oscuridad oriental; yo estaba constelando de estrellas el carro de Belona triunfa l. . .

L legaba del dorado Occidente, mezclado con la brisa del mar.

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M e hablaron de un cariño ferviente, su mansa claridad: una fuente, su trémula arm onía: un can ta r. , .Fué un grito de llam ada; yo oía mi nombre en la dorada emoción; sentí, cuando mi nombre fluía, que allá en la occidental lejanía se puso a sollozar la canción!. . . “ O h, Francia! Sacudió la victoria tu crespa cabellera de luz, y acusan tu dolor a la Historia los pueblos que bebieron la gloria que fluye é* tus brazos en c ru z !“ U n soplo de florestas indianas te llama a la fruición familiar; el huerto de las razas hispanas te espera en una cita de Herm anas, H erm ana del eterno lu ch ar! '“ A quí tienen tus manos gloriosas frescura en el azul manantial; aquí suenan a verso tus prosas y tiemblan de alegría tus rosas si planta tu dolor un rosal. . . ”

E l eco me llam aba: he venido, y allá toda mi fuerza dejé;

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si aquí traigo mi pecho encendido, allá queda mi eterno rugido: la gloria de mi espíritu en p ié !Y vine por el mar, por el cielo; guiábame la voz au gura l; detuve en esta selva mi v uelo . . .Y a siento en la piedad de este suelo la sombra del Jard ín Fraternal.La selva me conoce: H uracanes calmaron para mí su furor: un ávido tropel de egipanes contuvo sus traidores afanes al paso de mi egregio dolor.V i súbito el jaguar: agitadas, mis manos alisaron su piel, y al beso de mis tiernas miradas durmieron sus pupilas estriadas el ópalo recóndito y fiel. . .Las rosas perfumaron mi herida; no tuvo ni una espina el rosa l; y yo que estoy llorando de vida, regué por esta selva florida mi sangre de mujer inmortal!M i sangre, mi sollozo y mi grito fundidos en mi lágrima están: Estrella del celaje bendito,

4

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

destello del amor infinitoque tiemblas en el barro de A d á n !

Pausa.

¿V endrán? ¿V endrán al fin las hermanas?Lo sé porque lo siento: V endrán!U n aire de canciones lejanas y un brillo de pupilas humanas le dicen a mi ser: ‘A q u í están!”

Camina hacia el fondo. Sus ojos escrutan la sel­va y al surgir por su derecha las hermanas lati­nas, acógelas con un gesto silencioso de saludo romano___

V e n e z u e l a

T ú que esperas ansiosa, bajo el H uerto sagrado, la sentencia futura que la R aza dirá; tú que has venido siempre que el honor te ha llam ado; tú que estás adelante, donde la R aza está; escucha los murmullos que de la fronda espesa te llegan, exaltando tu nombre gladiador: los árboles traducen un son de Marsellesa, porque en estos jardines tú fuiste el Sembrador,

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í

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Fundida en tus crisoles nació la R aza fuerte; crecimos a la sombra de tu viejo laurel, y ahora que has venido de vencer a la M uerte, para ungirte traemos aceite, leche y m iel. . .

F r a n c ia

A llá todos los hombres tienen las manos rojas y es un fuego de incendios el calor del hogar; aquí hay agua en las fuentes, aquí hay lecho en las ho jas; todavía hay un sitio, corazón, para amar.Mi amor de m adre eterna por el hijo perdido, aquí todo me copia mi eternidad de amor; hasta el ave que llora su cantar en el nido, porque en el misterioso madrigal del gemido las dos tenemos alas y cantar y d o lo r! . . .

V e n e z u e l a

¿Viniste, solitaria nereida, en una ola?

C o l o m b ia

¿ T a l vez para traerte Pegaso fue A quilón?41

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

F r a n c ia

M e guió el sol latino, yo no he venido sola porque tengo un piloto dentro del corazón!L a floresta fraterna me prestaba su aroma, vine sobre una ola o en un rayo de sol, y me brindó la nube su lomo de paloma y en el Sur el Caribe sonó su caraco l. . .

C o l o m b ia

A sí antaño viniera de la región distante, por lo desconocido del Dónde y del P o r Q ué, bogando sus ensueños de tierra el Alm irante que me encontró desnuda, que me vistió de f é . . .

P e r ú*

Y así llegó hasta el Inca de la sien emplumada, la palabra de bronce de español somatén, que le puso un desmayo de luz en la mirada y aletear de quejas en la emplumada sién.

F r a n c ia

A sí llegamos todos los que traemos vida, los que tenemos alma, los que queremos paz:

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

así llegó el M aestro, sangrándole la herida, hasta el lienzo verónico que le enjugó la faz . . .

P e r ú

T raes flotando en las trenzas un perfume lejano.

C o l o m b ia

Se incendia en tus pupilas el fuego de otra edad.

F r a n c ia

A rom a de los pueblos que estrecharon mi mano; concentración de auroras para la Libertad'.

B o l iv ia

Y o tengo para hablarte la voz de mi laguna, donde hay una sirena soñando con el mar, y un témpano del A nde, donde un rayo de luna se quedó prisionero por oir el can ta r. . .

E c u a d o r

T e saluda en mis labios el trópico fecundo que calienta las aguas del futuro raudal.

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

V e n e z u e l a

Somos en cinco notas la armonía del M undo, saludando en tu nombre la derrota del mal!

F r a n c ia

¡ O h ! las manos de América, dormidas en mi pecho, que esgrimieron la espada forjada en mi crisol, que le pusieron alas al potro del Derecho y alzaron notas galas en el verbo español!

¿Q ué importa que allá lejos, en caminos inciertos, vaya mi cuerpo herido por fatal inquietud, si aquí trae con vosotras, en los brazos abiertos cendal para mi herida, la nueva juventud?A llá me puso el odio su cororia de espinas; entre los viejos hombres mil veces padecí; más, ¿qué importa, si en estas primaveras andinas he encontrado a los niños que se acercan a mí?

Hablem os del ensueño de nuestros visionarios; habladme las que vieron pasar al Soñador. . .H asta las mismas cumbres que le fueron Calvarios, redimen. Traigo flores para el Libertador

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Y o traigo en los pulmones el trueno jacobino para el H éroe que puso la leyenda en acción; habladme, y en vosotras el hablar será un vino que entrará por mis venas hasta mí corazón!. . .

C o l o m b ia

Como guardan un beso los amantes guardará nuestros cantos tu m em oria; será luz nuestra voz cuando levantes la espada en el calor de la victoria.

B o l iv ia

T ú me hiciste can tar. . .

E c u a d o r

P a ra tu oído tengo la suavidad de mis canciones. . .

C o l o m b ia

Yo tengo el canto inédito del nido.

P e r ú

Y o digo amor al pié de los balcones.45

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

F r a n c ia

A lm a no más, la esencia de la vida, seré para escuchar esta llamada, porque mi boca está sobre una herida y mi mano se fué tras una espada!

C o l o m b ia

Pero aquí está la mano que te espera al través del dolor y la distancia; la Patria, que al volar en tu bandera te dice que en América está Francia. Soy la voz de Colom bia: desde el cielo turbé el delirio azul del Chimborazo, y tengo alas de cóndor para el vuelo y brazos de titán para el abrazo.Y o vi pasar al H éroe: en sus pupilas iba la eternidad de sus empeños, como un fuego de estrellas intranquilas alumbrando la noche de los sueños.L a brisa alada que del mar venía desmelenaba al aire su cabeza, como un O rfeo loco de armonía cruzando el encinar de la grandeza!Y tú estabas con E l : en sus caminos.

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guiabas el afán de las Legiones, y su visión de detener molinos y su locura de domar leones. . .Porque eres Libertad, el Entusiasta vigorizó las armas en tu fuego, y rompiendo los frenos de la casta realizó la mentira del M anchego. Cuando hirieron a Dios, todo bondades, las tres heridas de las negaciones, marcó el gallo cantor a las edades el alba de las nuevas redenciones; así ahora, ante el odio y la codicia, como el símbolo audaz de una protesta, cuando todos negaron la justicia el gallo de la Francia alzó la cresta!

F r a n c ia

En tus ojos apunta aquella aurora dormida ya en el mar de la leyenda.

C o l o m b ia

Porque en nosotras se despierta ahora la misma luz que nos abrió la senda!

47S

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

B o l iv ia

E n Colombia, H erm ana G rande, vio Bolívar a Colón, pero en mí, presa en el A nde, puso todo el corazón. . .E n los labios bolivianos yo era beso, risa, m iel; la caricia de mis manos amansaba su corcel.Soy la hija: mis destellos le alumbraron el vivir; me besaba los cabellos cuando se iba a combatir.L a tristeza de un lamento se fatiga en mi palm ar; yo estcy presa en un convento de m ontañas; mi cantal­es un rezo de novicia que está sólo en mi jardín porque falta la caricia del soñado bandolín, el Don Juan que su tesoro venga raudo a conquistar, y al abrir mi jaula de oro me dé azul para volar. . .

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Pero sigo en mis palmares, entre dolor y dolor, y allá lejos sus cantares llora el mar, mi tro v ad o r!. . .

F r a n c ia

Y o escuché bajo la luna tus canciones, y sentí que el azul de tu laguna fué sirena para m í. . .

E c u a d o r

También mi tierra sintió la planta libertadora del paladín: libre es la cumbre que se levanta guardando el eco de su clarín.Quedó en el vientre de mis montañas el grito suyo de humanidad, porque mis montes en las entrañas tienen un fuego de Libertad! Ecuatoriano sol reverbera sobre las ancas de su b ridón ; Pichincha ruge, y en la cimera del cerro apunta la redención;

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

de mis volcanes la fragua ardiente su pié guiaba, como un fa ro l; yo soy la curva central que siente más cerca y brava la luz del so l!

F ran c ia : en tus manos está la V ida, tienes el hacha que ha de vencer; si te guiaron en la venida, quiero guiarte para volver: cuando en lejanas luchas te afanes y arda en tus ojos la luz de Dios, verás el humo de mis volcanes como un pañuelo que dice adiós. . .

F r a n c ia

C ruzó tus lavas el H éroe errante y en una huella dejó su p ié .'

C o l o m b ia

Como en mi nombre va el Alm irante buscando tierras para la fé.

P e r ú .Y o también le he visto, y en mi fantasía la Historia se puebla de aromas de cuento;

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su dulce mentira de amor era m ía . . . pasó como un beso fundido en el v iento . . . En cada palom a que cruzaba errante venía su ritmo, su beso, su esquela, porque la paloma, m adrina ignorante, es una divina palabra que v u e la . . .Su mano, imposible de domar a heridas, versos delirantes puso en mi abanico,— el ave que trajo sus cartas floridas no supo el milagro que trajo en el pico!—

E l oro que el Inca guardaba en sus jarros, el oro que trajo tropel de panteras con los Carvajales y con los Pizarras, se empaña ante el oro de sus charreteras. Yo sentí sus besos hondos y salvajes donde puso un indio su vigor de atleta, mientras se filtraba por los cortinajes un verso galante del V irrey-poeta. . .Como él era libre, como yo era esclava, como yo arrastraba dolor de destierro, se fue con mis hijos por la sierra brava, rompiendo mis hierros a golpes de hierro. . . Luchó en mil combates, sufrió mil caídas, por mares perdidos lanzó sus bajeles: el timón del M undo volaba en sus bridas

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y el bajel de Am érica sobre sus corceles! V olvió con el triunfo. T ú sonrisa, Francia, fué en sus derroteros imán y fortuna;•el sagrado Tem plo del Sol de mi infancia, renovado y libre se llenó de lu n a . . .Y al llegar el H éroe que arrancó el tesoro y arrancó los dientes al león vencido, su lengua de bronce tuvo un canto de oro y entre mis rodillas se quedó dorm ido!. . .

F r a n c ia

E s un solo nombre su nombre y el mío.

E c u a d o r

Dos notas del mismo clarín libertario;

B o l iv ia

dos rayos en una gota de rocío. . .

V e n e z u e l a

dos alas. . .52

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

P e r ú

dos brasas del mismo incensario.

B o l iv ia

P o r eso hemos sido la Legión hermana, norma de los siglos, vigor y ejemplo; sobre nuestros hombros se asienta el mañana como en las sagradas columnas de un templo!

V e n e z u e l a

M adre griega y cristiana; realización del Sueño; esencia de M inerva y efluvio de R aquel; antorcha de los ciegos y fuerza del P equeño ; carne de las espadas y savia del L au re l!Se encienden en tu audacia las llamas de la altura; te vió rendida el débil y fiera el invasor, y riegas las raíces de la encina futura con la sangre que fluye del último Señor.D e mis hondos raudales el mismo grito fuerte; de mis potros salvajes el mismo casco auctaz que marca en las llanuras el signo de la suerte cuando pasa en la gesta, vigoroso y fugaz; las mismas expresiones de nuestra fortaleza

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

se agitan en tu nervio, modelan tu en tidad : donde termina Am érica tu pabellón empieza, porque no tiene límites nuestra fraternidad.P o r tí fueron iguales el rey y el labriego y hablaron sus amores la dam a y el juglar; tú expresas en un grito la música del fuego, cuando el fuego del mundo quiere hablar y luchar. T u cinturón hermana las armas del guerrero, la lira del poeta, la flauta del pastor, y encarnas en un gesto de música y de acero el símbolo de un águila con voz de ruiseñor.P o r eso, de las selvas de América fraterna todo rumor es himno de tu consagración; por eso entre nosotros tu canción será eterna y estás en cada impulso de nuestro corazón.Y van a tí, en saludo que tu presencia anima, los pueblos que nacieron de nuestro Capitán; los que tuvieron rosas para Rosa de Lima y exaltación de bronce para Caupolicán.Los que ayer encontraron la luz de tus raudales; los que en París ahora dicen: “ No pasará!” , porque sobre el océano se ayudan nuestros males, y es Lafayette que viene o es M iranda que v a !E s Uruguay que grita y es el Brasil que avanza; es N icaragua, el nido que te dio un ruiseñor;Cuba, que es en las olas el A rca de la A lianza

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

donde vendrá la oliva que te enviará E l S eñor. . .Todas somos Bolívar y estamos en tu espada.T riunfar! dicen tus labios, T riunfar! decía E l . . .¿N o escucháis? Es que acuden a esta misma llam ada: la A rgentina que irrumpe como una clarinada y Chile que se alarga como una cascabel!. . .

F r a n c ia

Desde hoy serán más leves mi carga y mi quebranto, porque voy con vosotras de la victoria en pos, porque aquí vuestros labios me dijeron que el llanto de mis ojos es llanto de los ojos de Dios!T riunfar!— me dijo el viento con su voz de infinito; T riunfar— me dijo el trueno devorador del m ar; y sintieron mis manos un vigor de granito y en la cruz de mi espada vi la T de T riu n fa r! . . .

Su rge una niña, toda blanca, y en ella y en el sún de su clarín se presiente la llegada de algo d iv in o .. . .P o r el fondo avanza lentamente, la Danta de la Cruz R oja . Bu las manos lleva una copa de oro.

D a m a d e l a C r u z R o j a

¿ P a ra qué? Si ya has triunfado con el bálsamo y la venda, si eres dueña de las almas y en amor triunfaste ya?

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

i P a ra qué pedir el triunfo del derecho en la contienda, para qué pedir al hierro lo que el beso te dará?Si el amor en los amantes marca el ritmo del Destino y en los besos de las citas eterniza lo fugaz, el amor en las naciones agiganta lo divino y a la cita de los pueblos da el idilio de la p a z . . . Franco abrazo, frase leda, beso fiel, mano tendida que: atraviesa los linderos, las montañas y la mar, y al través de los idiomas es la lengua de la V ida con que todas las naciones aprendieron a cantar!Y o también soy una raza, soy un pueblo, soy un mundo que hace tiempo está queriendo conquistar la hum anidad; donde clavo mi bandera dejo un símbolo fecundo y hasta el aire que me besa se renueva: C a rid a d . . . C aridad— dijo mi boca,— y algodón de nieves únicas suspendió de las montañas su balsámico dosel, y los lirios invirtieron la blancura de sus túnicas para darme en albas copas el remedio de su m iel. . .E n la planta que renace y en la herida que se cura van mis manos vencedoras contra el odio y el dolor, y sobre la podredumbre que guarda la sepultura pongo el beso de una estrella o el perfume de una flor!E l hexámetro que en bronce copia todo rudo anhelo, se adormece entre mis labios, y es caricia y es canción, como un águila pirata que al regreso de su vuelo va a besar la pluma impúber en el lomo del pichón. . .

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Este cáliz que en mis manos ensayó una nueva misa, que el azul del cielo junta con el oro del altar, me ha venido de la altura que me ungió sacerdotisa y es la fuente donde acuden los sedientos a abrevar. . . Y o lo alcé sobre un picacho de la andina cordillera, contra el disco de la luna que iniciaba su ascensión y al llegar hasta sus bordes la romántica viajera, palpitó sobre las selvas un fervor de E levación. . . Descendí luego a los campos donde el vértigo galopa, donde luchan las naciones en inútil batallar: han corrido tántas lágrimas de los ojos de la Europa, que en el cauce de los ríos va corriendo agua de m a r! . .Y allí, sola, en el incendio cegador de la batalla, fueron bálsamo mis labios y mis manos algodón; fui apagando con los rezos el calor de la metralla y apartaba con los dedos lo que puso el corazón.E ran muchos: aquí rubios, como un sueño de la luna, allá recios y tostados por el viento occidental;los que llevan en las carnes el color de la aceituna, y los negros como el ébano y los rojos como el mal.Y de cada cuerpo mutilo, y de cada vena rota,— que es la vena del Soldado la arteria de la N ación— mi mano sabia y doctora tomó sangre, y gota a gota la fué m ezclando en el hueco sacrosanto del copón.A quí e s tá : sangre de todos los pueblos que en el m añana formarán la gran familia, serán la sola herm andad;

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

bebed, y con vuestras manos dad de beber a la hermana» porque en este vino santo brinda la F ra te rn id ad !. . .

F r a n c ia

Tomando de mano de la Dama, el cáliz unifi- cador.

V enid! Y o quiero dejaron una cruz sobre la frente, con la sangre de esta copa, que es sangre del corazón, y en la misa de Futuro, con el vino del Presente, mi cuerpo será la Hostia de esta nueva Com unión!. . .

Inefable resplandor envuelve el grupo. Todas se acercan, y en los rostros y en el ambiente vibra, presentida, la consumación del sueño.

14 de julio de 1918.

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L A S S I E T E M U J E R E S D E L P O E M A

I corazón de R ebelado tiembla con el gran corazón del mundo; raza que buena sangre liga en la contienda no miente nunca en la expresión gallarda,

y sangre que ha latido en mis arterias bien sabe el sello de la sangre hermana.

F rancia: cualquieraque haya nacido en mis nativas pampasy haya sentido entre su carne inquietahervir el plomo de mi sol en ascuas,todo el que sepa amar— gaucho o poeta—

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

siente que eres un trozo de su patria, y cuando dice Francia dice Am érica, porque es tu sangre libre la que habla. T odo indio que sepa del asta de una lanza, y que sepa también por qué en la egregia solemnidad de nuestro escudo arranca un potro en raudo galopar de guerra y no en loco tropel de retirada, ha de sentir la luz de tus hogueras, donde la Libertad vibra y aclara el prodigio de tus luchas pretéritas y la aurora de su mañana.

L a Gloría para Am érica se forjo en el rugido de tus.fraguas: E lla es la dicha que se espera, tú eres la dicha que se alcanza.Cuando te nombro, la augusta liturgia de un órgano resuena en la nada, se estremece el ambiente de luchas, y un tropel de banderas y espadas se confunde con roce de túnicas, de guantes de seda, de seda de a la s . . . y hay un trueno de ahogada lujuria

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

del trono al cadalso,

y el guante de seda se oprime en el hacha,

y hecho polo en la historia confusa

lo más alto es el vuelo de un águila!

Y mi canto de gloria se turba

con un grito de guerra que no cabe en el alma,

y mi carne se agita como si una

viva electricidad la provocara,

porque yo soy un nervio en la futura

canción de las banderas y las patrias!

Yo adoro la emoción sin la penumbra,

tableteante, extraña;

toda la oscuridad, toda la púrpura

en un sólo rincón del alma;

todo contraste vivo me subyuga:

el mar y la montaña,

el beso de la pluma

y el vuelo de las alas,

la capa negra en que un puñal oculta

su azul diafanidad de gota de agua,

las cruces, cuando aprietan en alientos de lucha

la plateada fé de las espadas,

la noche en que florece la lujuria

y el día de sol que me calienta el alma!

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

Por eso, luminosas y exaltadas

van las siete mujeres del poema,

como una celestial Semana Santa

donde todos los días son de fiesta;

cual las siete cabritas de la Pascua,

paciendo luz de luna en la pradera;

como las siete notas del pentagrama;

como un vivo arco-iris de epopeya;

como las siete estrellas de esperanza

que alumbran el azul de mi bandera!. . .

14 de Julio de 1918.

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H IM N O D E P A Z

A Soledad de Braun.

ESUENA en las inmensas llanuras

la orquesta de un lejano tropel;

un vértigo de danzas impuras

anuncia a las edades la danza de Luzbel.

Ambiente de pasión y de guerra;

delirios de matanza y pasión.

E l viejo corazón de la Tierra

destila sus dolores en cada corazón. . .

m

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

Mirad! En rutilantes desñles

acuden a morir y a matar;

Licurgo con la lanza de Aquiles,

y fuego sobre el éter, y fuego bajo el mar. . .

Destellan bajo el sol las espadas;

oid: ha redoblado el tambor!

y fiebre de clarinadas

y vuelo de cabalgadas,

y el dolor. . .

Son gritos de llamada: mil trinos

acordes en un trino mortal;

“A l R h in !” dicen los pueblos latinos,

y arroja contra el Rhin sus destinos

la fúlgida familia ancestral.

m

Van todos: el cantor siciliano,

los rubios argonautas de Albión,

y Alberto de la Mancha, y el férvido espartano,

y el gran ginete galo galopa en su bridón. . .

Y allá, los pueblos fuertes que olvidan su heroísmo:

los blondos Prometeos; el casco y el clarín;

Sigfrido, alma de bronce; Wotán, alma de abismo;

leyendas de la selva; cinta de fuego: el Rhin!

04

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Se traban: sangre y lucha;

cuatro años que no dejan un minuto al amor;

la imprecación del odio que se escucha,

y allá Caín con alas, y aquí la herida en flor.

Perdió sus alboradas de púrpura la rosa,

calló sus armonías el laúd;

un compás de tragedia retumba en cada cosa,

porque en toda la tierra se está abriendo una fosa

y en cada tronco de árbol germina un ataúd. . -

Pero ya se siente

venir de Occidente

la fe que levanta,

— ruiseñor que canta—

la breve virtud de la Paz,

y haciendo palpable la oliva quimérica,

surcó el océano la joven América

y en pleno Diluvio soltó la torcaz.

Qué noble armonía, que alígero cántico

sacude el fogoso tritón del Atlántico

que lleva en sus lomos la nueva canción!

Gloriosa de espumas navega la barca

y vuelve a los hombres la historia del arca,

donde la gacela sonríe al león.

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

La P a z ! A su nombre

fue de nuevo el hombre:

Ya no se debaten los odios humanos,

y en vez de las armas se cruzan las manos.

Suprema armonía,

calor, poesía,

toda circundada de luz la Verdad;

besar las espinas que acechan al paso;

ser bueno a la aurora, ser justo al ocaso,

y allá arriba el cielo y aquí libertad!

Quiero la paz eterna y fuerte, pero leve:

un cóndor con las uñas embotadas en nieve;

suprema y levantada

sobre el odio del barro y el revés de la espada,

sobre el hermano herido,

sobre las impiedades, sobre Sila y Adán,

como un ave que cuelga la emoción de su nido

sobre la cresta de un volcán!

1918 .

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

D E L S IG L O L IB R E

L Mariscal subía la dorada escalera,

radiante la mirada, seguro el caminar;

en su brazo una dama se engarzaba ligera;

sus cabellos, el oro, sus pupilas, el mar. . .

De súbito, en un giro, la rubia cabellera

rompió sus ligaduras con dulce resbalar,

y el oro de la trenza y el de la charretera

juntaron sus fulgores en un fulgor solar.

67

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

Los bucles se agitaron con emoción extraña. . .

Más noble que en la arenga febril de la campaña,

sintió toda su gloria la faz del Mariscal.

Ella insinuó un murmullo de tímidos asombros,

y el Héroe dijo raudo:— Jamás sobre mis hombros

cayó, Señora, el peso de un homenaje igual.

1919.

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

E L P O E M A D E L A P U R E

A Leonte Olivo.

QUÍ, en el río pasmado,

el pelo desmelenado,

preso en el labio un cantar,

desnudas sus gracias blondas,

al amor de ondas y ondas,

mi Musa se va a bañar.

Tarde borracha: el ocaso

llena de vino el gran vaso

del cielo, con su tonel;

el río está purpurino,

como si el celeste vino

se derramara por él.

69

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

Cruza una garza los cielos

y empapa los rojos velos

con su copo de algodón,

en tanto hila en su hipnotismo

su ensueño de paludismo

la charca en cavilación.

Con entusiasmo argentino

viene del campo vecino

el relincho de un corcel;

en la lejanía en calma

pinta nubes una palma,

como un lejano pincel.

Peina el río una piragua,

y agitada, rompe el agua

su vasta meditación,

mientras barcas encaHadas

añoran, paralizadas,

caimanes en oración.

En un recodo indolente

asume la amplia corriente

curvas de mujer carnal,

y en su aguzadas proas

proyectan largas canoas

su alfilerazo sensual.

/O

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

El ocaso, preso en llamas,

pinta lentos panoramas

en los cambiantes de tu l;

lengua de fuego que sube,

lame el vientre de la nube,

y ruboriza el azul.

E l crepúsculo se apaga

lentamente, en una vaga

mediatinta de carmín;

el río, en un gris desmayo,

con su cola de caballo

se sacude hasta el confín.

Y al fin, el cielo, en un lampo,

que es mar, y es monte, y es campo.

da una verde claridad,

cual si en festines sonoros

una bandada de loros

cruzara la inmensidad. . .

Bajo cielos amatistas

sueñan caimanes budhistas

su presa de carne en flor,

y entre mutismo y mutismo,

destila sobre el abismo

la copla del pescador.

717

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

A l pasar de orilla a orilla

un breve barco acuchilla

la serenidad sin fin,

y al atravesar el barco

es musical como un arco

que pasa sobre un violín.

Cuando el hombre de los lian™?

hunde en el río las manos

y acompasa una canción,

el agua, en pródigo hisopo,

rocía el pié del joropo

y el pecho del galerón.

E l abuelo! el río viejo,

que copió como un espejo

tántas luchas al pasar;

si sus riberas hablaran/

cuántas cosas me contaran

que no debiera olvidar!

Cuántas veces, río amado,

el cacique derrotado

vino a llorar hasta aquí,

y la india en la ribera,

trenzando su cabellera,

se puso a mirarse en tí!

72

Page 70: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

A l frescor de tu cariño,

surgió del mestizo niño

el varón, y echó a correr,

con la emoción que sintiera

al mirar, por vez primera,

bañándose una mujer!

A llí, donde se encontraron,

indio y guaricha apretaron

corazón con corazón,

y en la playa, blando lecho,

se hinchó en cosquillas un pecho

bajo el ala de un plumón!

Cuántas veces en tu cuna

bebió su nueva fortuna

el viejo conquistador,

y a la sed de la garganta,

tu agua dulce, tu agua santa,

fue amarga para el Señor!

. . . Pero, cuando E l vino a verte,

cuando, hostigando a la suerte,

vino a tí el Fatigador,

con qué claras golosinas,

colmaste de aguas divinas

la sed del Libertador!

73

Page 71: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

¿Quien no se siente a tu lado

amoroso hasta el pecado,

o heroico hasta la pasión,

si extendida en la llanura

sacude tu franja oscura

revuelos de pabellón?

Ahora comprendo, ahora,

por qué tu savia sonora

dió a la Patria tánto sol;

ahora entiendo la derrota

que en las pampas alborota

los ojos del español!

Siento a Páez y a Las Queseras,

donde en celestes praderas

fué su potro volador,

y el lazo de tus lanceros

enlazó siete luceros

para el cielo tricolor!

Ahora siento el instante

que el Catire alucinante

eriza de tempestad,

cuando en tus aguas avanza,

buscando a punta de lanza

su pesca de libertad!

74

Page 72: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y

Salve al pasar, noble rio,

vena azul, nervio bravio,

envidia del manantial,

cinta en paz, foete en la guerra,

y en los llantos de mi tierra

rumoroso lagrimal!

Cristo-Rey de la llanura,

lleva al mar de la amargura

el Orinoco su cruz,

y tú, centurión y loco,

das de flanco al Orinoco

tu puñalada de luz!

R ío gris, trémula vía,

vaya tu eterna armonía,

de un palmar a otro palmar,

profunda senda mojada,

como una larga mirada

que el llwn|o 4e tiende al m ar!. . .

Esta es mi patria! En mi río

siento lo mío más mío,

porque aquí recuerdo yo

que luchando brazo a brazo,

con la sangre de un flechazo

un indio me bautizó.

75

Page 73: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Venid, oh lanzas benditas,

llaneros que en Mucuritas

cansasteis al avalar,

que un poeta quiere veros

y al pensar en sus llaneros

le dan ganas de llorar!

San Fernando.

Page 74: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

\

ZU M O DE CO RAZO N

A Maria Isabel

Page 75: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

L A H O R A E T E R N A

A Victoria! La Victoria

sin coraza y sin espada!

La Victoria virgen llega:

los dos pechos dos palomas

y un cristal de sinfonías la garganta!

En su largo caminar por las colinas,

ha sentido la rudeza de las zarzas,

ha aspirado la armonía perfumada

de los cedros israelitas

y el olor de las montañas,

y la arena de la Tierra Prometida

se ha abrasado en el calor de sus sandalias.

En los velos y en la túnica

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

trae la tierra de la andanza,

pero el alma no padece en su blancura

ni un pecado, ni una mancha.

Un impulso de lo alto,

que es la voz del Gran Espíritu, la arrastra;

a su paso,

las dos garras

de lo impuro y de lo humano,

le destrozan el corpino y se le clavan

en el vientre y en los flancos,

para ahogar entre la rabia

de sus uñas, la divina larva inquieta

que perfuma sus entrañas

Pero el dedo del designio

la acompaña, . .

y la seda milagrosa de los lirios,

a sus plantas,

estremece con su júbilo el camino

y le ofrece en albos cálices el latido de su savia.

Norma,

falta,

sombra,

80

Page 77: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

lágrima,

el acíbar de la copa

y el sabor de la manzana,

a su inñujo se disipan,

y al amor de su mirada

hay más luz en la campiña,

son más verdes las praderas,

son más blancos los caminos,

son más frágiles las almas;

y a su paso

son más tímidas las vacas,

es más tierna la emoción de los peñascos,

canta más el hilo de agua. . .

La Serpiente

que dictara

la sentencia de la vida y de la muerte

cuando dijo al padre Adán: “Tú eres la máquina;

marcha y padece,

besa y abraza!”

la serpiente se debate en su guarida,

y una piedra centenaria

le tortura contra el suelo la divina

testa madre de la fórmula primaria.

Y el contorno de las lomas,

81

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A N D R E S E L O Y B L A N C O

contra el vuelo de las nubes desbocadas,

finge el loco vendabal de una derrota

que la vieja dinastía

de Cibeles arrastrara.

Roto el fallo

que en la bíblica mañana

del Edén, dictó la mano

sobre el sino de la casta,

por los nuevos horizontes de la tierra,

la sonrisa de otras albas

ha encarnado la promesa

de la eterna venturanza,

y al pasar la victoriosa virgen, tiembla

la campiña a sus pisadas,

con el mismo temblor santo que sintiera

cuando, siglos adelante,

galopaba por sus tierras

el tropel de la Cruzada!

Y a llegó al portal María,

ya llegó la luz del alba,

por el cielo prometida,

por los hombres esperada.

82

Page 79: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Isabel,— claras pupilas

y cantar de fuente clara—

tiende los brazos, y animan

la emoción de sus palabras,

ternuras de bienvenida

y efusión de madre santa.

— Traes perfumes de benditas

nuevas y de cosas santas.

Mis oídos esperan la armonía

de tu voz, hermana.

— La infinita

Majestad puso sus ojos en la esclava;

mi frente ha quedado ungida

por las manos preclaras:

Dios en mi vientre se agita. . .

Dios lo manda!

— Cuando hablaste, la campiña

con tu luz se iluminaba,

y sentí que de alegría

saltaba el niño en mi entraña. . .

— Ezequiel! Tú que en los tristes

días del hambre,

fuiste juez, egida y firme

sostén de Canaan, salve.

83

Page 80: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

que los tuyos aun dirigen

los pueblos fieles al Grande!

Tú, que con el fuego insigne

de incensarios pastorales,

para la ofrenda fundiste

el oro de los altares,

y en la esterilidad del año triste

la vaca roja degollaste,

para exornar con sangre los festines

de los días pascuales;

salve, que ya en mi vientre se concibe

la semilla de luz de las edades!

Yo escucho yá su voz que me bendice,

porque además de hijo lo siento hermano y padre!. . .

Del seno de la fronda

llega un cantar lejano;

en la quietud brillante de la hora

apunta un punto blanco

y el súbito candor de una paloma

rompe la paz del familiar abrazo.

Se extiende y alboroza

la risa de las vírgenes el campo;

todo se alegra: el tiesto de las ros^s,

84

Page 81: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

la vaca negra, el patriarcal tejado,

y hasta el perfil de las lejanas lomas

acrisola un nevar de goce blanco. . .

Pero en el Norte asoma

fuerte y veloz, un pájaro,

y en el cristiano goce de la hora

cierne su garra el gavilán corsario.

Una angustia armoniosa,

angustia de campiña y de cercado,

de virgen y paloma,

de tiesto en flor y de nevar lejano;

la angustia de lo súbito que asombra

y de lo inesperado,

de Dios torcaz y la derrota

que amarga las delicias del milagro. . .

toda esa angustia loca

se regó por el campo.

En una brusca trayectoria

consumó el agresor su ataque raudo:

ni un intento de fuga en la paloma,

y el acero del pico sobre el plumón sagrado. . .

85

Page 82: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Después, ante Jos ojos de la Esposa

que dio a los siglos el cachorro santo,

como el símbolo eterno de la Obra,

de la pechuga blanca dos rubíes brotaron;

y el dolor de las cosas,

un cansancio de espera y de Calvario,

llenó los ojos de la Precursora,

y del vientre divino subió un rumor de llanto. . .

1918.

Page 83: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

V E L A D A D E L A S H O R A S M IS T IC A S

IENTO suaves anhelos

de cantar a los encantos

y a la gloria de los cielos,

en rezos, mejor que en cántos.

Hoy te soñé: blancos velos

suavizaban tus quebrantos,

y a tus pies, con santos duelos,

lloraban todos los santos . ,

878

Page 84: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

En tus miradas, María,

un gran dolor florecía

de alba Mater Dolorosa,

y en tu serena amargura

deshojaba su blancura

tu nombre, rosa tras rosa. . .

1917 .

Page 85: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

V E L A D A D E L A S H O R A S T R A G IC A S

ENVENUTO de Cellini, mi amigo,

que en la lírica Florencia ducal

fue Señor de la Aventura conmigo,

cinceló para mi cinto un puñal.

Y una noche, porque aquel Don Rodrigo

te besó, bajo el azul cipresal

y con la luna por todo testigo,

traspasé su corazón desleal;

89

Page 86: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Y en el arma que forjó el florentino,

donde el golpe de mi brazo asesino

montó en el pomo un trémulo rubí,

está húmeda la sangre homicida,

pues quien me hizo llorar por tí en la vida,

hasta en la muerte ha de llorar por tí.

1917 .

90

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T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

D E S P E D ID A D E L A M A N T E

OS remos

gravitan ya sobre la piel del río

y el ancla está propicia. Destino: ¿Volveremos?

Tengo miedo al adiós, y siento el frío

de lo que no se sabe, del secreto

que guarda esta quietud. . . Las almas solas

como mi barca, tras del río quieto

esperan siempre el salto de las olas.

Hilo de luna. . . agua de paz. . . retiro. . .

manos de seda y lu z . . . alma en las manos. . .

quietud. . . Alfredo de Musset. . . suspiro. . .

los besos mudos y los ruegos vanos. . .

91

Page 88: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

La promesa de amor, y la promesa

de vivir nuestro amor hasta la muerte. . .

y el “hasta cuándo” ignorado, con esa

intangibilidad de la suerte.

La partida por fin: la corriente

que nos lleva al azar, a la V ida. . .

La mirada! E l espíritu ardiente

para el cual no hay posible partida!

Y la nube de tu blancura

suspensa en la sombra del río,

cual si en la noche llena de negrura

hubiera un lugar vacío. . .

1918

92

Page 89: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

D E S P E D ID A P E L Q U E V A A L A

B A T A L L A

UÉ son a la Tierra

los suspiros vanos,

si para la guerra

todos son hermanos?

Y o voy por el asta

viril de una lanza,

a dar a la casta

su pan de venganza.

93

Page 90: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Y o voy a la fuerte

y audaz embestida,

a dar a la muerte

su parte de vida.

Las dianas cantoras

llenarán tu espera,

bajo las auroras

de nuestra bandera.

Como en el galante

cuento de la abuela

resuena el vibrante

compás de la espuela. . .

Volverá el guerrero . .

Volveré! Y mi brazo,

la cruz de mi acero

traerá a tu regazo.

Hundirás tus manos

con temor de acecho

en los veteranos

oros de mi pecho;

94

Page 91: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

con la azul victoria

de una pluma fiera

mezclarás la gloria

de tu cabellera;

y fingiendo un ágil

gesto de emboscada,

en tu diestra frágil

alzarás la espada,

y como inefable

símbolo cristiano,

la fuerza indomable

iemblará en tu mano. .

Yo tengo tres sendas

tras de la jornada:

la de las ofrendas,

la de tu mirada,

o una bala— el luto

que tu alma presiente—

o el casco de un bruto

cerril en mi frente.

9

95

Page 92: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

y la sangre seca

y el rostro partido,

la incógnita mueca

que ayuda al O lvido. .

¿Qué son a la Tierra

los suspiros vanos,

si para la guerra

todos son hermanos?. ,

1916.

96

Page 93: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

D E S P E D ID A D E L Q U E N A D A

E S P E R A

A nada me persigue. . .

Soledad: adelante!

Sigue, Tristeza, sigue!

Sigue, Judío Errante!

Para el barco proscrito

el puerto está cerrado. . .

M i viaje es infinito—

Pegaso desbocado. . . —

97

Page 94: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Ni en el mar que rodea

mi bajel y lo abraza,

hay algo que no sea

para mí una amenaza.

Su rugido me asusta,

me acecha su murmullo.

En mi quietud augusta

sólo tengo mi orgullo!

M i orgullo de estar solo,

mi gloria de ser uno;

A mis pies voz de Apolo

y furia de Neptuno!

Ante mi adiós fue muda

la frágil boca humana,

pero el sol me saluda

de tarde y de mañana. . .

Noble Sol! Pues ninguna

paz de la tierra espero,

hazme estrella, hazme luna

para alumbrar la paz de aquel sendero!

1917 .

98

Page 95: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

D E S P E D ID A D E L B U E N B U R G U E S

ORA pesada; viva urgencia;

suspiro amplio; paso igual.

Corre el sudor por la opulencia

del vientre ahito y magistral.

Está dormida. E l pasa. A l verla,

con claro instinto comercial,

piensa que aquella es una perla

que puede valer un caudal.

99

Page 96: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Sobre la calma de la siesta

flota una música orquestal:

su alba garganta es una orquesta

de ronquidos. . .

— Está imperial!. . .—

Y un poeta convaleciente,

la sueña clara y musical,

mientras solloza la corriente

bajo el gran puente colonial. . .

100

Page 97: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

LA S M A N O S S O L IT A R IA S

Soliloquio morboso.

O tuve una novia: Dos novias

eran sus manos ignorantes. .

en su timidez pecadora

emborraché toda mi carne. .

Los mi', secretos de mi Ciencia

alucinaron su codicia;

se me entregaba toda entera

y yo en su cuerpo era una artista.

Page 98: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Su mano iniciaba el momento

que el Mal engendra o el Destino—

Eva convicta bajo el fuego;

Teresa erguida en el deliquio—

Un imperioso mandamiento

rezaba estricto en nuestra suerte:

M i mano asidua entre sus dedos

valía un lema: “Para Sisempre” .

¿Fui yo? Fue el dolor? Fue el engaño?

Fue la Verdad! Que en la imperfecta

verdad del beso y de las maños

es el olvido único lema!

Dos almas ansiosas se encuentran:

Son dos caminos que se cruzan.

¿ Han de fundirse las dos sendas

porque en el cruce sean una?

102

Page 99: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Así es la V id a : nuestras vidas

latieron juntas una hora. . .

Después seguimos. . . Ella iba

hacia la lu z . . . Yo soy la sombra. . .

Mis brazos dementes quedaron

solos, bajo la noche virgen

de estrellas. . . algo en su desmayo

luchaba por algo imposible. . .

Por otro brazo?. . . por un seno?

Por una mano peregrina

o por un cráneo en el desierto—

— Brazos-Hamlets, Filosofía. . . .—

Mis manos lívidas y abiertas

anquilosadas de locura,

trágicamente abofetean

a la gran Noche sordo-muda. . .

103

Page 100: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Noche cboarde! En eJ disloque

de mis sentidos, de mi alma,

el gran silencio de esta noche,

como una risa me taladra

A N D R E S E L O Y B L A N C O

y me fulmina. A l fin, cansado,

altos los brazos, como un símbolo,

buscando el beso de unas manos,

escarbo, escarbo el Infinito! . . .

1919 .

104

Page 101: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

L A Q U E N O V U E L V E

LLA fué el alma de mis viejos cantos;

yo la sentí muy cerca de mis penas;

santa fué mi pasión, mis versos santos,

y E lla fué sorda a las palabras buenas.

Y a nada encontrarán en las serenas

campiñas de la V ida mis quebrantos,

porque algo dicen al bullir mis venas:

— La V ida es una sola. . . para tántos. . .

105

Page 102: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Cuando partió, la sed de mi esperanza

se fue tras su visión. . . En lontananza

temblaba el eco vivo de mis ruegos. . .

y en la falsa quietud de mi reposo,

sólo vio mi cerebro el doloroso

color de nada de mis ojos ciegos!. . .

1919 .

106

Page 103: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

B E C E R R O D E O R O

A nada tengo que pedirte; nada

tienes ya que pedirme.

Somos dos almas en la encrucijada:

tú, que estás de llegada

y yo, que me preparo para irme.

Juntos, un rato, en el sendero,

cruzaron nuestras manos un saludo;

saludo de viajero,

cuando es más silencioso, es más sincreo

fue tan sincero, porque fue tan mudo!

107

Page 104: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Después, la vieja historia; tú tenías

que seguir tu destino;

yo no te daba el oro que pedías.

Con las manos vacías

no se apacienta el ansia del camine.

Pero te emocioné un instante

que tú me devolviste en emociones.

Esa emoción es un diamante

que te dejé; será más adelante

mejor que todo el oro que ambiciones.

Vamos en paz. Cuando remontes

la colina final hacia tu encanto,

ya estaré yo tras los azules montes,

viajero por etapas de horizontes

y oyendo el eco de mi propio canto. . .

Yo te encontré en caminos ya lejanos;

tal vez te vuelva a tropezar en ellos,

marchita por los vértigos humanos,

un oro de alquiler entre las manos

y plata en los cabellos. . .

108

Page 105: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

NOMBRES DE MUJEKES

A Andrés Eloy de la Rosa

Page 106: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

L A R E IN A

M A R IA CRIST INA ,

Reina de la Fiesta Floral.

N resplandor de auroras la precede, y un coro

de jocundos clarines me anuncia que ha venido

¡Canta tu mejor canto, turpial de trino de oro

que colgaste en la seda del corazón tu nido!

La Electa va a mostrarte de cerca su tesoro;

sobre tu celda irradia la flor del Elegido;

cuando irrumpa en la ofrenda tu júbilo sonoro,

llegará toda aromas la canción a su oído. . .

111

10

Page 107: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Su Majestad que llega! Y a lo has visto mil veces;

en la sed de las luchas, en la paz de las preces

y en España que guarda su oración de Cristinas. . .

Rinde tus homenajes a la Reina que pasa,

y que al pasar te deja perfumada tu casa

con la única rosa que no ha tenido espinas. . . .

19 de abril de 1918.

112

Page 108: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

M A R IA L U IS A

US versátiles labios todavía

no han callado el banal canto inocente;

tiene una rara claridad de día

de fiesta, y un frescor de campo y fuente.

Y su voz musical en la sombría

noche diluye un hálito ferviente.

Banalidad: en su boca riente

tú eres también calor de poesía!

Page 109: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Ella pasó a mi lado y a su paso

fue mi interrogación: ¿Tu nombre? ¿Acaso

nombre infantil, nombre de flor, de ave?

Y mientras se perdía en el camino,

llegó hasta mis oídos, como un trino,

un nombre eterno, maternal y grave. . .

1916.

IM

Page 110: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

E L V IR A

OÑA Elvira, la Infanta, venid! En la palestra,

cincuenta caballeros esperan la señal;

las armas están prontas; una sonrisa vuestra

será el premio ofrecido para el golpe triunfal!

Y ella dijo, poniendo sobre el pecho la diestra:

— Vengan los caballeros bajo mi ventanal.

No quiero por mi culpa, ni la lucha siniestra,

ai la gota de sangre, ni la sombra del mal.

115

Page 111: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Las trompas resonaron. Cincuenta caballeros,

plegados de rodillas, al aire los aceros,

ansiosos esperaban la rubia aprobación.

Por fin vibró en la altura la voz de la Infantina;

— Victoria para todos!. . . Beata y femenina,

la luz de una sonrisa bajaba del balcón. . .

Page 112: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

B L A N C A

UÉ en el marmóreo templo: Como caricias leves,

vibraron bajo el dombo dísticos de oración,

cuando surgió su rostro de los bajo-relieves,

como un busto de Palas surge de un medallón.

A llí aspiré el perfume de Reina de las Nieves

que espiraba su nombre de Princesa Borbón,

y la reminiscencia de aquellos tiempos breves

ensayó en mi cerebro su vuelo de emoción. . ,

117

Page 113: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Convaleció en sus labios la flor de los delirios;

temblaron sus pupilas a la luz de los cirios,

cual dos gotas de aceite de una dual unción;

sentí, como una herida, su luz sobre mi frente,

y aquel recuerdo niño que volaba en mi mente

vino a clavar sus garras sobre mi corazón.

1916.

118

Page 114: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

A F R O D IT A

O he tenido mil veces en mi mano

la llave de tu cofre, Pecadora;

la noche nos ha visto junto al piano

y allí, lo mismo, nos halló la aurora.

Presa de un histerismo cortesano,

tu carne me asediaba turbadora;

tu amor fue cada día más villano

pero yo fui más fuerte cada hora.

119

Page 115: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Te perdoné, como en su paso errante

perdonó el Galileo alucinante

la fiebre de las hembras descarriadas;

hoy, en mi ser, al escuchar tu nombre,

con un vaivén de recias marejadas

te lanza el juez y te desea el hombre. . .

1918.

120

Page 116: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

M A G D A L E N A L A C R U Z A D A

UVO una azafata Doña Margarita,

que era la primera de sus azafatas;

por mares lejanos anduvo proscrita,

rehén de sultanes, mujer de piratas.

El Rey Don Enrique la brindó una cita

llena de sonetos y de serenatas,

donde retozaba con una cabrita

Sileno florido de las cuatro patas,

121

Page 117: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Y cuando la noche se cuajó de estrellas,

mignones pulidos, alegres doncellas,

entraron al bosque desnudo de luz,

y vieron ocultos en la encrucijada

a una dama joven, de hinojos plegada

y al Rey hugonote besando una cruz . .

1918.

122

Page 118: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

L E O N O R

A palabra de Edgardo dió tu nombre a la Muerte;

yo escuché entre las sombras la palabra cantora;

se agitaron mis ojos en un ansia de verte

y a mi noche cansada se acercó más la Aurora.

Tu blancura me llena de una emoción tan fuerte,

y una luz tan serena te prestigia y te dora,

que en mi silencio un fuego de evocación se advierte:

Esa es la novia muerte de un poeta: Leonora!. . .

123

Page 119: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Pasaste; de mis labios cayeron a tu lado

los versos que en el alma del poeta enlutado

clavaron las viudeces de su dolor acerbo;

A N D R E S E L O Y B L A N C O

de tu rubia belleza brotó la paz de un trino,

y la sombra convulsa de un presagio divino

pasó bajo mis ojos, como un ala de cuervo.

1918.

124

Page 120: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

C L A R A R O SA

Para la esposa de Leonte Olivo.

AS visto, Clara Rosa, cómo juega la espuma

su danza de arabescos sobre una ola inquieta?

Así sobre la vida del poeta se suma

a la ola que es lucha, la espuma que es pirueta

Tu haces labor de siglos: vas limpiando de bruma

los caminos del bardo; eres augurio y meta,

y te llamas de un modo que ilumina y perfuma,

como debe llamarse la mujer de un poeta.

125

Page 121: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Bogue tu barca lírica, jocunda capitana,

y en tu jardín florezca la misma flor humana

que al celestial Esposo dio la divina Esposa,

para que el jardinero que ha sembrado en tu huerto,

comprenda que aquel día Dios estaba en lo cierto

cuando te dio el mandato de ser clara y ser rosa.

1920.

126

Page 122: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

L O L IT A

i.

ONTIFICA el morado de sus ojeras

sobre los arrebatos de la cuadrilla

y en una Andalucía de reboleras

la envuelven los arrestos de Maravilla;

miradas temblorosas y carniceras

profundizan los oros de su mantilla

y se angustia la comba de sus caderas

como en una tortura de seguidilla. . .

127

11

Page 123: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Insensible al hechizo, sorda a la queja

que vierte la guitarra bajo su reja,

se pierde por las noches en el sendero,

y allá lejos la espera su serranía,

donde la acariciaron en la agonía

los ojos fulgurantes del bandolero. . .

Diciembre 1918.

Page 124: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

H E L E N A

A vela prónuba tremola

con voluptuosa contracción;

bajo la noche muda y sola

triunfa la voz del corazón.

Ni un palpitar de luna viola

la silenciosa deserción,

ni turba el ala de la ola

la ingenuidad de Agamenón.

129

Page 125: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Apareció súbitamente,

y un miedo vago y delincuente

siguió a su rubia aparición,

porque en la noche protectora,

su cabellera fue la Aurora

que hizo temer la delación. . .

1916.

130

Page 126: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

ELB A

LBA, mujer o isla! Tu trenza al viento,

racha del mare nostrum sobre una selva,

se tienda, y en tus besos ponga un violento

vino de sus vendimias la isla de Elba.

Lenguas de mar te ciñan, y en tus colinas,

donde muertas sirenas yerguen las ancas,

para sus catedrales y sus Sixtinas

amase Miguel Angel sus carnes blancas,

Page 127: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Bravo islote de carne! Mis barquichuelas,

bajo la noche negra tiendan las velas

y hacia tu playa blanca lancen la prora;

Así en la negra noche, tus ojos claros

serán, si tú me miras, como dos faros,

y si me miras mucho, serán la Aurora!

1920.

132

Page 128: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

DOS E X T R A Ñ A S

I

EL ISA E L V IR A

S España la Vieja, que arrebata y admira;

vibrante en la Padilla, piadosa en Isabel;

que mira, y en los ojos de fuego con que mira

reverbera el orgullo que azulea en su piel.

Pero también es Francia. ¿Verdad, Elisa Elvira?

Y espera el hada buena que le anuncie al doncel,

una mano en el pecho y otra mano en la lira,

como la Tolosana, suspirando por El.

133

Page 129: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Yo la sueño en un trono, bañada de armonía,

imponiendo en un Código de luz la Poesía,

guardando en sus breviarios el mal de Bradomín. . .

Mujer sencilla y brava, perturbadora y fuerte:

será soplo de vida, más allá de la Muerte,

mujer, extraño acorde de tambor y violín. . .

134

Page 130: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

II

C A R M E N E L E N A

U belleza da miedo de tocarla, y expresa

el misterio de un cuerpo que no se ve al trasluz,

con esa modernista frivolidad, con esa

banalidad propicia para los rendez-vous.

Pero adentro, el espíritu tiembla de canto, y besa;

es doctora en la ciencia del ensueño y la luz;

tiene fiebre de alturas a lo Santa Teresa

y emoción de ponientes a lo Juan de la Cruz. . ,

133

Page 131: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Su cerebro se alumbra de un resplandor arcano;

su alma vive en un siglo caballero y lejano

de citas perfumadas a la luz de un farol.

Su espíritu es antiguo, inefable y complejo,

como una rosa fresca sobre un escudo viejo,

como la luna, blonda por el lejano sol. . .

SÍNTESIS

Son dos almas iguales, pero dos emociones

diversas, dos impulsos distintamente rudos;

como las dos Princesas del cuento de Lugones,

una despierta un grito, y otra nos deja mudos. . .

136

Page 132: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

M A R IA T E R E SA

Y tú no me puedes querer

y yo no te puedo olvidar.

A r vklo L a r r i v a .

ARÍA Teresa: te recuerdo tánto,

que casi no recuerdo ya otra cosa;

tú eres la luz remota, y mi quebranto

vuela hacia tí como la mariposa.

Cómo dejó en mi corazón el canto

del bardo gris su gracia dolorosa,

cuando tu voz, casi vecina al llanto,

se me dió en el cantar, como una esposa 1

137

Page 133: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

¿Fue tu hermosura acaso, o fue tu olvido,

o el mismo orgullo con que te he querido,

lo que me hirió? Mi calma lo adivina:

Fue tu hermosura triste y alevosa.

Si la espina es el arma de la rosa,

la rosa es la emboscada de la espina. . .

138

Page 134: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

SED T E N G O

A Rosario Bianco M.

Page 135: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

EL A L M A IN Q U IE T A

CÉRCATE, ¿la ves? En mis retinas

brilla súbitamente

como la luz que cruza detrás de unas cortinas,

y su revoloteo me ilumina la frente.

Algo le falta o algo tiene demás mi alma;

quizá le faltan frenos; quizá le sobra aliento,

porque nunca está en calma

y para el vuelo es toda pensamiento.

141

Page 136: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

¡Alma mía que vuela con cien alas de rosa,

intacta, sin el vicio del origen humano,

como una mariposa que nació mariposa

sin pasar por gusano!

¿La ves? Porque yo a veces la busco y no la encuentro;

se lanza cielo arriba-trino, espiral, paloma. . .—

entonces me revuelvo para buscarla dentro

de mí y no está. . . se ha ido, pero deja el aroma.

Yo sé que ella prefiere la quietud de la cumbre:

por vírgenes veredas esparce sus reflejos;

gusta de los parajes donde la podredumbre

del cuerpo no se sienta. . . donde yo esté más lejos!

A veces de hoja en hoja

salta y agita el ala tenaz como una vela,

y en loco regocijo por la umbría se arroja

como un niño que vaga fugado de la escuela.

Mariposa, turpial, águila, nube. . .

Nube! de esos violentos

142

Page 137: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

girones que, aunque breves, llenan todo un paisaje;

que en la mañana suben con la aurora que sube,

en el día cabalgan sobre todos los vientos

y al acaso se quedan fijos en un celaje.

Copo errante de nieve,

busca llamas solares para fundir su frío;

hisopo de la altura, cuando llueve,

¿dónde caerá su clara bendición de rocío?

¿sobre una flor o sobre el lodo?

¿sobre la paz de un mudo cementerio aldeano?

quizá vaya a los mares a ser nada en el Todo,

tal vez quede suspensa sin llegar al pantano. . .

Cuando yo esté expirando

y la vela del alma tiemble a mi cabecera,

mírame bien y cuando

baje la frente y muera,

veloz, antes que el llanto pueda inundar tus ojos,

apaga el cirio, y luégo

vuelve tu aliento y vuelve tus antojos

a este montón de carne desnudo sordo y ciego.

143

12

Page 138: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Apaga el cirio, porque volandera

saldrá el alma en un giro raudo hacia la Quimera;

alma que es mariposa querrá lucir sus galas,

y la atracción de lumbre de la cera

puede quemar sus alas!. . .

1919.

144

Page 139: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

LA V IO L IN IS T A

ESDE el diván perdido entre la sombra

del voluptuoso paraqué de grana,

desgrana tu violín sobre la alfombra

una ritual evocación pagana.

Mi boca, en un espasmo que te nombra,

rompe desde el oval de tu ventana

el gran silencio cálido que asombra

tu alcoba roja, como sangre humana.

Page 140: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Ciñendo el brazo firme y estatuario

surge el maravilloso estradivario

de tu encorvado cuello wagneriano,

como si estremecido en ritmos santos,

tu corazón se prolongara en cantos

hasta la seda loca de tu mano. . .

1918.

146

Page 141: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

C A P E R U Z A

IJO la abuela: “El cuento ya termina, hijos míos;

aquella noche un lobo no volvió a la manada. ...

Dormid” Todos durmieron; sólo mis desvarios

quedaron compungidos en la noche angustiada.

Mis sueños transitaban los vericuetos fríos

por donde Caperuza cruzó bajo la helada;

sentí rodar el llanto de mis ojos vacíos,

y un augurio de nieve reflejó la almohada

147

Page 142: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Eso fue aquella noche del cuento de la abuela:

mi lecho, perfumado por la inocencia en vela,

sintió una pesadilla de llantos inocentes. . .

Ahora, en el desfile que ante mis ojos cruza,

pasa, llena de flores, la nueva Caperuza,

y un pensamiento lobo me acaricia los dientes. .,

1919-Carnaval.

148

Page 143: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

LA LIRA BLANCA

A Mercedes Pietri.

CORDE con los sones de la suprema flauta,

bajo todos los cielos navegó mi bajel.

En busca del soñado vellón del argonauta,

volaba con mis remos el ímpetu doncel.

Encontré el derrotero sin orden y sin pauta:

remanso y oleaje, laberinto y tropel,

que da nuevas canciones a los labios del nauta

y es nido de sirenas para el que va por él.

Page 144: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Allí escuché el extraño fervor de tus acentos;

eras la forma nueva, y a merced de los vientos

brindabas a las olas tu divina merced.

Surgiste de la espuma que nevaba la prora,

y en tus rizos flotantes, salpicados de aurora,

naufragó el vellocino que buscaba mi sed.

1918.

JSQ

Page 145: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

M IE D O

A sombra de una duda sobre mí se levanta

cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído;

miedo de conocerte; pero en el miedo hay tánta

pasión, que me parece que ya te he conocido.

Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta.

¿Será que lo he soñado? Tal vez lo he presentido:

Mujer cuando promete y nido cuando canta;

mentira en la promesa y abandono en el nido.

151

Page 146: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Quizá no conocernos fuera mejor; yo siento

cerca de tí el asalto de un mal presentimiento

que me pone en los labios una emoción cobarde.

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Y si asoma a mis ojos la sed de conocerte,

van a tí mis audacias, mujer extraña y fuerte,

pero el amor me grita:— Si has llegado muy tarde!. . .

1918.

152

Page 147: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

LA FU EN T E

ASTA la soledad en donde vivo

por obra y gracia de mi Rebeldía

llega tu voz, mujer, como un olivo

de paz, de Libertad, de poesía.

Más alto, más veloz, más fugitivo

saldrá mi canto cuando vuelva el día;

aureola de sol, penacho altivo,

será tu lumbre sobre el alma mía.

Page 148: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Porque en el desaliento y la clausura,

cuando está mi esperanza más oscura

y arraiga más el tábano inclemente,

A N D R E S E L O Y B L A N C O

siento que por las sendas intranquilas

viene hacia mí el azul de tus pupilas

y se pone a cantar como una fuente!. . .

1918.

154

Page 149: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

LA IN A L C A N Z A B L E

Ella me ha dado una Cruz de palma bendita.

A venido a mis hombros tu cruz, y no me pesa;

su carga de virtudes ni oprime ni quebranta:

Seda y palma bendita, laurel de la promesa,

gloriosa primavera de la Semana Santa!

Arbol de redenciones; eucaristica mesa

donde regó su vino la sangre sacrosanta!

Se desmaya en su forma la inicial de Teresa

y expira un imposible de amor bajo su planta. . .

155

Page 150: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

En su piedad materna no hay calle de amargura;

ya no esta en el Calvario sino en la sepultura;

ya no hiere, cobija con la paz de la nada. . .

Más me hirió de tus ojos el fulgor de fulgores,

porque si de mis cruces huyeron los dolores,

todavía me dejas, oh mujer, tu lanzada!

1918.

156

Page 151: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

D E S P E D ID A

LEGASTE a mí, turbada e indecisa,

reclamando justicia a mis desmanes;

tu fúlgido mirar de profetisa

se acrisoló de celos musulmanes.

Oleajes de cólera imprecisa

me hicieron presentir tus huracanes,

y el cínico desdén de mi sonrisa

desvaneció tus últimos afanes. . .

157

Page 152: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Entonces fue cuando flotó en la nada

la despedida azul de tu mirada,

y escuché sollozar tu desconsuelo;

saliste, compungida y vacilante,

y un llorar silencioso de diamante

concentró el origán de tu pañuelo.

1919.

158

Page 153: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

SO N E T O D E H O Y P A R A A Y E R

UBO un tiempo (Qué tiempos aquellos!)

en el cual llenó todo mi ser

la visión de unos rubios cabellos

en primicias de buen florecer.

Con halago infantil, sus destellos,

embriagados del amanecer,

prometieron a mi ansia de ellos

un frutal porvenir de mujer.

13

159

T

Page 154: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Oh, perfume de infancia! Impropicia

fue la suave y sedante caricia

de la Vida, del Tiempo quizá. . .

Hoy la miro pasar a mi lado,

y es un triste recuerdo el Paasdo:

lo que no pudo ser no será. . .

1918.

160

Page 155: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

G R A C IA S

RACIAS, mujer; tú me quisiste un poco.

Nunca soñé tener cuanto me diste.

Siguiendo otra visión, estaba loco;

buscando otro placer, estaba triste. . .

En mi espejismo, nunca llegué a verte,

ni te sentí, ni te soñé siquiera;

pero así es el amor, como la muerte,

que cuando va a llegar, nadie la espera.

161

Page 156: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Buscaba otra mujer, y del follaje

surgiste tú, integral en mi vacío.

Así vamos, sedientos, en un viaje,

y en pleno viaje nos detiene un río.

Toma un beso, otro beso, hasta con llanto

voy pagando el amor que te debía.

Gracias, mujer que me has querido tánto. . .

Pero no es esto lo que yo quería. . .

162

Page 157: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

EL VIAJERO

Por La Guaira pasó, en un barco,

Amado Ñervo, muerto.

NTAÑO, el argonauta, buscando el vellocino,

enrumbó hacia la ignota Cólquida su bajel.

Hoy, entre el oleaje de su propio camino,

este barco es la Cólquida y el vellón va con él.

— Es él— claman las almas en conmoción— el mismo

que descubrió en nosotras al timonel de Dios!

Es él, que pasa en plática con su hermano el Abismo. . ,

“Los hombres son cual naves” . . . dicen al par los dos.

163

Page 158: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

El viene a saludarnos en el supremo viaje.

Suavicemos el alma para verle pasar,

mientras en torno suyo dialoga el oleaje

y un soplo de su espíritu va perfumando el mar. , .

164

Page 159: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

TUS M A N O S

Para Lola Blanco M.

i sé quien fué, pero alguien dijo

que todo el mal del Crucifijo

cede al amor de una mujer,

y que en sus manos agoniza,

— manos de madre o de nodriza—>

la excelsitud del padecer,

165

Page 160: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Así en tus manos se adivina,

como el hogar tras la neblina,

todo ese cándido calor;

manos de paz y de alborozo,

de bienvenida para el gozo,

de plenitud para el dolor;

manos de estirpe memorable,

donde un amor de condestable

tuviera sitio de blasón;

manos de mística hermosura

para la gracia de la cura,

para juntarse en la oración.

Y tú lo sabes; en secreto,

lejos del crítico indiscreto,

las pones, locas, a ensayar

largas posturas rafaelitas,

severidad para las citas

y emanación para el altar.

m

Page 161: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

Ellas conocen los martirios,

las asechanzas, los delirios,

la medianoche del vivir;

entre sus dedos en quebranto

muchos diamantes puso el llanto,

muchos rubíes el sufrir!

Cuando me aplasta la inclemencia,

cuando me turba la impotencia,

cuando me ahoga la ansiedad,

me punza menos la corona,

si entre tus manos de Madona

me sale al paso la piedad.

Cuando tus manos divinizan

y en el rosario se deslizan,

son dos torcaces de candor

que entre las cuentas del rosario

pican su grano de Calvario

por los graneros del Señor, , ,

167

Page 162: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Manos perfectas de la hermana!

Como el rumor de una campana

quiero esas manos bendecir,

y cuando todo haya acabado,

quiero esas manos a mi lado

para ayudarme a bien morir!

En ellas vierte mi cariño

todos sus júbilos de niño,

todos sus cánticos de luz;

por su ignorancia de novicias,

manos de amor, manos propicias

para los brazos de la Cruz. . .

168

Page 163: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

P E R E G R IN O S

Para Luisantonia Blanco M.

ENCO de la vida: Estoy

cansado del caminar

y es el camino en que voy

tan largo, que desde hoy

ya estoy queriendo llegar!

Y en ese mismo camino

de mi peregrinación,

te ponen Dios y el Destino:

frente al riesgo clandestino

la piedad tu oración,

169

Page 164: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

Lleva mis armas; su filo

cortó más de una traición:

cuando tu pecho intranquilo

busque en la sombra un asilo,

ponías sobre el corazón.

Yo sentí en veladas locas

la sangre del viejo mal,

gusté miel de muchas bocas

y en la aridez de las rocas

planté el frescor del rosal;

yo perseguí la divina

consagración del amor,

y entre mis dedos la espina

tuvo caricia asesina

para el dolor de la flor. . .

Pero en mitad de una cuesta

sentí el temblor de un cantar,

y el cantar de la floresta

puso armonías de fiesta

sobre la orquesta del mar;

A N D R E S E L O Y B L A N C O

170

Page 165: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

t i e r r a s q u e m e o y e r o n

Y era tu voz, la frescura

de tu voz; y era tu luz:

Piedad de mi desventura,

cariño de mi amargura

y hermana y madre en la Cruzl

Y me llamaste al sendero

de la paz y del Edén;

Tú pastora y yo cordero,

y en tu bondad un lucero

y en tus miradas Belén. . .

Ven, que la lucha es sagrada,

y si el camino es traidor,

tendremos en la jornada,

contra el Destino mi espada

y tu fe contra el Dolor;

Y en la virtud de mi acero

y en tu blanco amor a Dios

seremos fuertes, y el fiero

dolor de cada viajero

verá la paz de los dos!

Diciembre de 1917.

171

Page 166: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

EL R E G R E S O A LA M A D R E

UANDO falte a mis hombros, madre mía, la fuerza;

cuando cerca del surco donde me siembren llegue;

cuando ya hasta el más leve remolino me tuerza

y hasta el peso del alma me doblegue. . .

tu recuerdo, ese fardo de diamante,

seguirá siempre firme sobre mis hombros muertos,

porque en todas mis penas Amor es un gigante

y el cariño es un Hércules con los brazos abiertos'

173

Page 167: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y D L A N C O

Cada vez que a mi paso los humanos

dolores arrojaron su venablo ofensivo,

se interpuso veloz, sobre tus manos,

tu corazón, como un escudo vivo.

Qué mal me han hecho, madre, otros afectos!

me llenaron los brazos de goces imperfectos;

cada boca de amante fué lengua ponzoñosa;

una fué mi ladrona y otra fué mi asesina;

yo les di de lo mío mucho más de la rosa,

pero ellas no pasaron más allá de la espina!

Lejos de tí, mil veces

busqué en ajenos labios el manantial de vida;

el amor que me dieron lo devolví con creces

y por tántas heridas no devolví una herida.

Y fué porque no supe que en tí estaba la blanca

fuente, el cauce divino,

el afluente de amores cuyo origen arranca

del hueco de las manos que Dios tiende al Destino.

Vuelvo a tí. Ya no quiero

sino el raudal templado del amor verdadero.

No más aquel tumulto

174

Page 168: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

de pasión transitoria, de falaces querellas,

que ante tu amor perenne tienen baldón de insulto,

como un escopetazo lanzado a las estrellas!

Y encuentro en tu cariño más goce y más regalo;

él es la luz que nunca se refracta en el prisma. . .

Si Cristo fuera malo,

su madre, más humana, fuera siempre la misma.

Todas son una sola, para el dolor desnudas:

es una policéfala encarnación de diosa;

son iguales la madre de Cristo y la de Judas

porque ambas están hechas de pulpa milagrosa!

Madre: Como la tierra, generoso y eterno,

guarda tu vientre vivas sementeras;

arrecien los dolores en cada nuevo invierno. . .

tú los devolverás en primaveras.

Madre: en este coloquio feliz de mi regreso

dos cielos bendigamos:

la Patria, donde nuestro corazón está preso;

la Madre, que es la patria que primero habitamos,

H

175

Page 169: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

A N D R E S E L O Y B L A N C O

Y déjame dormir sobre tu traje,

sobre tu vientre, escena de mi primera aurora,

para soñar que voy por un ramaje

donde se oculta un nido con un pichón que llora. .,

1920,

Page 170: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

T I E R R A S Q U E M E O Y E R O N

P R IM E R A ESTACION

A rindió una jornada la fiebre de mis brazos

y aún están los leones de mi númen erguidos:

los músculos alertas para nuevos zarpazos

y firmes los pulmones para nuevos rugidos.

m

I

Page 171: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

I N D I C E

PÁGS.

Dedicatoria..................................................................... 5

Profesión de f é .............................................................. 7

LOS CANTOS

Envío fraterna!.............................................................. 11

Canto a la Espiga y al A ra d o .................................... 15

Canto a Rubén D a r ío .................................................... 31

El Huerto de la Epopeya . . . ................................. 37

Las siete mujeres del poem a....................................... 59

Himno de p a z ................................................................. 63

Del siglo lib re ................................................................ 67

El poema del A p u re ....................................................... 69

ZU M O DE CO RA ZON

La hora eterna............................................................... 79

Veladas de las horas m ísticas..................................... 87

Veladas de las horas trágicas......................................... 89

Despedida del am ante................................................... 91

Despedida del que va a la ba ta lla ............................ 93

Despedida del que nada espera............................... 97

Despedida del buen burgués................................. ... . 99

Las manos solitarias.............................................. 101

La que no vuelve........................................................... 105

Pecerro de oro......................... ... t . . i i » * t . • 107

179

Page 172: TITIRAS QUE AE O Y E R O N

IN D IC E

NOM BRES DE M U JERES

PÁGS.

La R e in a ....................................................................... 111

María L u isa .................................................................. 113

E lv ira ............................................................................. 11S

B lanca............................................................................ 117

A frodita ......................................................................... 119

Magdalena la Cruzada................................................. 121

Leonor............................................................................ 123

Clara Rosa ..................................................................... 125

L o lita .............................................................................. 127

Helena . . . . * ............................................................ 129

E lb a ................................................................................ 131

Dos extrañas:

Elisa E lv ira ...........................................................133

Carmen E le n a ......................... ............................. 135

María Teresa................................................................ 137

SED TENGO

El alma inquieta.......................................................... 141

La violinista................................................................. 145

Caperuza'. . . ..............................................................147

La lira blanca............................................................... 149

M iedo ...................................................t ........................ 151

La fuente ...................................................................... 153

La inalcanzable.............................................................155

Despedida.......................................................................157

Soneto de hoy para aye r ............................................. 159

Gracias........................................................................... 161

El v iajero .......................................................................163

Tus manos..................................................................... 165

Peregrinos..................................................................... 169

El regreso a la madre................................................. 173

Primera estación............. ............................................ 177

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