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ORACION PANEGYRICA

DE SAN LIBORIO, ^OBISPO DE MANS,

Q U E

A SU I L U S T R E C O F R A D I A ,ERIGIDA EN LA IGLESIA

D E L C O N V E N T O DE S A N F R A N C I S C O

DE LA CIUDAD

DE ZARAGOZA,D I X O

E N E L D I A V E I N T E Y T R E S D E J U L IO del Año de 17 8 0

E L R. P . Fr. M A N U E L D E E S P IN O S A ,Predicador General de Numero, y D e­

finidor en e l mismo Convento.

C O N L IC E N C IA :

En Z arago za: En la Imprenta de Don Luis de Cueto,Impresor del R e y nuestro Señor.

A D L lY D J I K A ^ i P !O îD / .,f lO

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6’ r‘ZJ bone, &?/í/róV :: supra multa te cons^ tituùm. Ex 25 S. M atthsu

L zelo santo es un fuego espiri­tual, y divino, que penetrando el corazon de un verdaderoMí- nistro de Jesu-Christo, le hace emprender con ardor las cosas

mas difíciles, y mantenerse firme contra todas ias oposiciones de los hombres^quando se tra ta de dar à Dios lo que se le d e b e , y de satis­facer à las obligaciones de su destino. Es una hambre , y una sed de justicia que obliga à trabajar , para que todas las acciones se con­formen con la L e y invariable, y eterna^ es el brazo derecho de la caridad , es la caridad en toda su fuerza , y v ig o r , que quebranta, des-* truye , y aniquila quanto disgusta 5 y es con* trario al obgeto amado.

A s Y o

Y o no me empeño ahora en manifestar, que este zelo es necesario à los Ministros de la Iglesia; esto seria pretender probar, que el valor es necesario à un Soldado, la prudencia à un Ministro de Estado , la integridad á un Juez , y la ciencia à un D oS or. Solamente advierto, que el Altisimo no ha conferido su Sacerdocio, ni à los N o b les , ni à los Sabios, sino á aquellos, en quienes reconocia verda­dero zelo por lo5 intereses de su Gloria ; que este zelo mereció el Sacerdocio á P hinees, y à su estirpe , como se dice en el Libro de los M acabeos, y que el defefto de este zelo, irri­ta à Dios contra H e l i , y le obliga à retratar la palabra , que le havia d a d o , de que su C a­sa seria siempre honrada, y distinguida con la Dignidad del Sacerdocio , como se dice en el Libro de los Reyes, En la Sagrada Escritura hallamos, que S a ú l, por un defed o de zelo santo , es indulgente con el R e y de los A m a- le c ita s , y que esta piedad falsa, hace la cau­sa funesta de su reprobación.

El zelo es la v ir tu d , que el Señor quiereprin-

principalmente en sus Ministros. Jesu-Chris- t o , Suprenio Pastor de nuestras A lm a s , co­mienza las funciones de su Sacerdocio por una acción de zelo , sacando con confusion los comerciantes de la Casa de su Padre.Este zelo , que le devoraba, según la expresión del Profeta, dispensò por entonces las leyes de dulzura , y de mansedumbre, que hacian su cafafter. En defensa del culto de D io s , se transforma en Leon de Judà el C o rd e ro , em- biado de la piedra del desierto. H ay una es­pecie de z e lo , efetìo de una ambición secre­ta , que enciende en nosotros el fuego de la co lera , un zelo amargo, y c iego, sin instruc­ción , sin orden , sin prudencia : tal era el zelo de los Judíos , que perseguían à Pablo, y creían hacer un sacrificio agradable à Dios, tal era el zelo del mismo Pablo , quando per­seguía à la Iglesia reciennacida ; pero el ver­dadero zelo es sabio , prudente, desinteresa-« do , d u lc e , y exemplar.

Es sabio. La ciencia le p reced e, y le sir­ve de guia, y de antorcha j la caridad le mue­

ve

ye á la o b ra , la ciencia le enseña los medios, que debe e le g ir , dice San Bernardo, Es pru- dente ; enriquecido por un prolixo estudio de ipaxima^ universales, sanas, y verdaderas, la prudencia , y la discreción, aplican esas mar : imas á los casos particulares,y á las circuns­tancias individuales de la acción. Esto ha que­jido decirnosJesu-Christo en la prudencia de jaSerpiente,y en la sal de la sabiduria,LosSan-, tos Padres han encomendado encarecidamen­te esta prudencia. San Bernardo la ha signi-i ßcad oen losM edicos,que varían la medicina, «egun exige la enfermedad , y en los Pilotos^ que no se sirven de un mismo artificio , para, pelear contra todos los vientos. El zelo es sinteresado. Quando se trata de su causa par-, ^icular , calla , abandona sus bienes con ale­g r ía , desprecia los ágenos, ofrece lu segun­da mexilla á quien le hirió en la primara ; pe­ro si la question es sobre los intereses de D io s , ó en sus M ysteriös, ó en sus atributos, d en sus obras , ó en sus Almas , se hace un nauro de bronce contra las pretensiones de 1a‘

impie-

im piedad, ó contra el torrente de la diso­lución.

E l verdadero zelo es diilce\é\ sabe,dice S. G re g o r io , conciliar la benignidad , y la dul­zura , con la severidad , y la fuerza la obra del hombre criminal , excita su c o le r a , la obra de D io s , excita su compasion. Unas ve­ces quiebra las Naves de Tharsis , por un es­píritu vehemente ; otras visita con suavidad, como el Criador a nuestro primer Padre. Quando el defed o es de pura malicia , hace aparecer la ira en el semblante , dice San Agustín 5 y conserva la dulzura en el fondo del co razo n , para mostrarla tan presto como el pecador tome en su boca Jas palabras hu­millantes de David.Finalmente, el verdadero zelo es exemplar. Primero se aplica à réfor-^ mar el corazon, en que reside , y de aqui sa­le à reformar à otros ; antes arregla su vida, como decía San Pablo à su D iscíp u lo , para que la reflitud del Ministro avergüence , y confunda al delinquente. D e otra suerte se diría a todos los D odores lo mismo que dixo-

el

el Salvador à los de la antigua L e y quando le presentaron la muger adultera.

Con estas calidades ha obrado el zelo tantos prodigios , como nos refiere la Histo­ria. Los Apastóles han sujetado el Mundo al yu go del Evangelio^ sus Succesores han re­formado las costumbres , han quitado la abo­minación del lugar santo, y le han preparado à Dios un Pueblo escogido. Liborio es uno de estos Obreros , que armado de un zelo sabio, prudente, desinteresado , d u lc e , y exemplar, ha trahido al seno de la Iglesia inumerables A lm a s , y ha contenido à otras en sus debe­res, N uevo E lia s , abrasado de zelo por el Dios délo s ExercTtos, ha hecho perecer con su Espada los falsos Profetas , ha trahido fue­go del Cielo sobre los Ministros de la iniqui­dad , ha resistido á los poderosos, enemigos del culto santo , ha trastornado los altares cismáticos , que havian levantado , ha arran­cado del campo del Señor la cizaña , que sembrò su enemigo , y ha restituido à su an­tigua hermosura la cara de la Iglesia , que se

le

ple encomendó. En su retiro se ha gantifica- do à si mismo 5 de su retiro ha salido, para santificar à otros. Comencemos sus empre­sas por el o rd en , que él mismo les ha dado. En este plan voy à haceros ver : el zelo de L ib o r io , siempre ocupado en su propria santificación ; primera Parte. E l zelo de L i ­borio , siempre aítivo en la gloria de Dios, y santificación de las Almas ; segunda Par­te, Ambas dignas de este Heroe, y de nues­tra atención. Para que sean fru duosas, pi­damos , por intercesión de la SantisimaVir- gen el auxilio de la Divina gracia. A V E M A R I A . Repetición,

PA R T E PRIMERA.

Z E L O P O R S U P R O P R IA S A N T IF Ucacion*

L mas sabio de los R e yes d ix o , que * da havia nuevo baxo del S o l , por­

que quanto la naturaleza hace en un Siglo,B no

E

no es mas que repetir lo que havia hecho en los Siglos pasados : TS¡ibil. novum sub Solé, A este modo podemos d e c ir , que nada hay nuevo en la Ig lesia , y que quanto se admi­ra en lo& Santos, se havia visto y a en su C a­beza , y en su Gefe Jesu-Christo* Este en­cierra en su persona todas Ia& virtudes, que están esparcidas en sus miembros, y él ha señalado todos los cam inos, por los quales los justos pudieran honrar á su Padre Celes­tial. Se retira al desierto antes de la predi-- cacion del Evangelio ;a s i instituye el orden de los Anacoretas,y consagra, por su exem- p ío , el silencio , y la soledad* Renuncia la posesion de todos los bienes del mundo, aunque era el único heredero de su Padre, como dice San Pablo ; asi establece la santa pobreza en su Iglesia. Sufre por todo el cur­so de su vida , y es M artyr sobre la Cruz; asi alienta á los Marty res en sus combates, y les empeña en hacer por su gloria , lo que él havia hecho antes por su salud. Evange­liza en Palestina , y pasando de un Pueblo á

otro^

o tr o , instruye los ignorantes ; asi forma lo í Predicadores E van gélicos, y instituye este orden^que destruye al pecado, y salva al pe­cador. Aparece como un soberano Sacerdo­te , que convierte su C ru z en A ltar , su persona en viCtima, y su muerte en sacrifi­cio asi establece este orden sagrado, que mantiene el comercio de los hombres con D io s , que expia los pecados de aquellos, y que satisface à la justicia de este.

Pero como las cosas mas santas perecen cón los d ias, o pierden una porcion de su esplendor, y de su fu e rz a , el mismo Hija de Dios cuida de renovar sus ob ras, susci­tando en los tiempos oportunos grandes hombres, que reparen por sus cuidados, lo que él havia instituido por sus exemplos. E stevan , y Jacobo inspiran à los Fieles un generoso desprecio de la muerte ; Antonio, y Hilarión,despiertan el amor de la soledad^ Chrysostomo , y Domingo restablecen la predicación Evangelica ; Francisco, y Pe­dro de Alcantara, resucitan el espíritu de k

B 2 peni-

.penitencia, Liborio restituye la santidad del Sacerdocio , enciende el zelo de los Pasto­res , y de los Obispos, y buelve á la Iglesia la hermosura , que tenia en su nacimiento, como deseó despues San Bernardo, Para la execucion de estos magníficos designios,ha­via de estar adornado de excelentes qualida- d e s ; havia de participar del supremo poder de Jesu-Christo , Sacerdote grande : Sacer- dos magnusi: de su rigurosa justicia : Qui inr ventus cst justus\ de su caridad perpetua:£í in tempore iracundice fa£iü$ est reconcHiation havia de imitarle , entregándose primero á la pradica de las v irtudes, y despues á su enseñanza : Capiúfacere, docere. Esto es lo que he propuesto : el zelo de Liborio siempre ocupado en su propria santifica­

ción.Y no me detendré en hablar de su no­

bilísima sangre , de la antigüedad , ni de la abundancia de su Casa. Los tesoros de la opulencia , y de la G loria , se adelantaron á sus deseos, y no los excitaron. D ecir, que á

su

s u í^ b le z a no' acompañó el o rgu llo , hi à su abundancia la co d ic ia , es una especie de prodigio , en didamen del Sabio sin em­bargo hemos de decir mas de Liborio; en la cumbre de una sublime elevación , se osten­tó mas grande que su grandeza; y siguiendo las huellas de sus pasos inumerablesGentes, han aprendido, que la bondad es quien ha­ce grandes à los hombres , y que para atra- herse la atención , y el respeto de los Pue­blos 5 basta la virtud, sin necesitar de la for­tuna. La virtud de Liborio se dio à conocer muy presto , fue hombre desde que nació; quiero d e c ir , que ni en su puericia fue ni­ño. Desde sus primeros años se vieron aque­llas disposiciones, que despues hacen el ca-' rad er de los Heroeí% La docilidad , la su- m ision , el respeto, la pureza, la piedad, la R eligion, formaron un todo, que en los tier­nos añoscomprehendió la perfección de los tiempos futuros.

A q u e l Señor, que llamó á Moysés del R e baño j à Andrés del Mar 3 y à Zaqueo del

A r -

A r b o l , llamó á L ib o r io , y le previno con bendiciones de dulzura. Con estas sale d é la Casa de sus P adres, para cursar las Escue­las públicas de la Ciudad de B rix ia : pero e l lleva consigo la sabiduría: aquella sabidu­ría sólida, r e a l , y verdadera, que propor­ciona los designios, los movimientos, y los pasos á la variedad de las coyunturas, y á la diferencia de los lances: aquella sa­biduría , que imprime en todas las acciones cierto caraíler de orden , compostura , y decencia, sin el qual los talentos son imper­fecciones, y vicios las v irtudes: aquella sa­biduría , que por mas que nos la propongan los Areopagos en estatuas, las Academias «n argumentos, y los Templos en Imágenes, tiene raros exem plos, capaces de persuadir­la : aquella sabiduría, que solo el Señor dis­pensa , como dixo el Sab io , que hace bien­aventurados á los que instruye , como dixo e l P rofeta , y que procediendo de la boca del A ltísim o, enseña á sus Siervos á separar lo precioso de. lo vil. Ocupado todo Liborio

en

en santificarse à si mismo , sigue la luz bri­llante de esta sabiduría, para que en la car­rera de los E studios, no le sorprenda aque­lla ambición to rp e , è indigna , que solicita los. honores por medios ,q u e sonrojan à i a virtud para sostener el peso de los aplau­sos , refiriendo con fidelidad toda la Gloria á D i o s , y reservando la confusion para si mismo ; para reprehender con santa libertad à los que se arrojan impunemente à la licen­cia de las. pasiones ; para introducir en los jovenes de su edad una noble emulación de talentos, y de virtudes ; para no pretender ventajas terrenas por su instrucción en todo genero de literatura ; para llevar una vida irreprehensible entre los enemigos de Dios, como Gad ; para sacrificar en medio de E gyp to todo lo que este idolatra , como M o ysés; para no interrumpir sus humildes súplicas al Trono del Altisimo,comoTobias; para cubrirse de ce n iza , y de silicio dentro

de los ángulos de una Ciudad delinquente, como Daniel ; para ser como una fuente de

agua

agua dulce en medio del Mar.Este joven Sam uel, confiado á las ins­

trucciones de un nuevo H e l i , educado á la sombra del Santuario , es una planta tierna, que atrahe el yugo de una tierra santa , y es regada con las aguas puras , que corren en la Casa de Dios. El se cubre de hojas, que no caen , como dixo el Profeta , y se enri­quece de frutos, que no faltarán. Cubierta de hojas, será el asilo de los pecadores^car- gado de frutos, será el alimento de los jus* tos ; asi habló el Profeta Ezequiel de un ár­bol mystico : E t erunt fr ü 5íiis ejus in cibum ^ folia eju ad medicinam. Conducido por los documentos de un Obispo Santo, des­pues de santificarse por la renuncia del mun­do , se santifica mas por la negación de su propria voluntad. San Gregorio no admiró tanto, que los Philosophos antiguos despre­ciasen los bienes,que les repartió la ceguedad de la fortuna , y los aplausos , que Ies gran- geó su m érito, como que se despojasen de su proprio diátamen. E s t a , dice San Pheli-

pe

pe N e r i , es la grande v id o r ia ,q u e no se consigue , sino con una am arga, y violenta lucha y aimqne el Señor ha manifestada abirtamente , que no gusta de nuestros ayu­nos , de nuestras mortificaciones , de ningu­no de nuestros sacrificios, quando son impe­rados por la propria voluntad, todavía no acaban los hombres de divorciarse de ella.Sin em bargo, asi como no hay verdadero zelo , que no se dirija á la propria santifica­ción , es cierto que no se consigue esta pre­tendida santificación sin el despojo, ó re­nuncia ,q u e el Salvador propuso en primer lu g a r , como una condicion indispensable, á los que querían ser Discípulos suyos: A b - neget semet?psunu

Liborio conoce toda la fuerza de esta verdad , y dotado de un enteddímiento cla­ro , perspicáz, profundo ;; enriquecido de noticias , y de experiencias , rinde su d i f a ­men al de su Maestro. Nuestro Santo oyó la voz del tercero de los Proverbios : No seas sabio contigo mismo. O yó á Isaías: No fies

C

demasiadamente en tu prudencia^ O y ó al Chrysostomo ; Ignorante es e l que segovier^ na à sì mìsmo O yó à San Ambrosio : Se^ rá precipitado el sabia sin guia O y ó lo que havia de decir despues San Bernardo : raron los sabios en la soledad de su diUamen O y ó , sobre to d o s , à D a v id , hablando con su Dios ; Ta fixaré à la fren te del Libro de mi vida una resolución invariable de arre^ g l arme à vuestra voluntad santa eterna.

Quando determinó su Magestad formar un vaso de elección , y de honor de aquel h om bre, tenáz profesor de las. maximas de la S in agoga, le sale al encuentro, le derri­ba del C a v a llo , le arrebata al C ie lo , le ilu­m ina, le inflam a, y le dexa perfeftamente instruido en un momento^ Parece , que na­da restaba, para graduarle de Maestro, y pa** ra que en calidad de t a l , comenzase à anun­ciar la Religión de a q u e l, que le transfor- ínó. Con to d o ,s e le m an d a,q u e entre en Damasco , que oyga à Ananias, y que se su­gete á lo que este dispusiere. Todo esto pre­

cede

cede á la formación de un Apostol. Lleno de la sabiduría de D io s , se le embia , para que sea dirigido por otro hombre. Este ultimo isuccesor se repite en la conduSa de Liborio. Colm ado de ios dones del C ielo , espera sus o rd en e s, por la boca de su Maestro el Obis­po Pavacio. Este dignísimo Prelado quiere colocar à Liborio en la Dignidad del Sacer­docio ; el siervo fiel se asusta, se llena de pavor , y pretende con extraordinarios es­fuerzos mantenerse en el estado común,por- •que teme la altura del dia. El estaba dis­puesto por una prolixa penitencia, havia ha­blado siempre la sabiduría , y el ju ic io , ha­via levantado sus puras manos al C ielo ; pe­ro penetrado de la santidad, que exige el ministerio tan formidable , como honroso,

•cree que no es bastante puro , para ser dis­tinguido con el sello delSeñor;;teme pronun­ciar las santas, y terribles palabras, no se atreve á bendecir el Pan de los Angeles se confunde, se pega con el polvo , y no entra en las funciones del santuario , sinoquandp

C 2 reco-

reconoce la voluntad de Dios en la determi­nación resuelta de su Maestro.Pero en su re­sistencia renueva él los grandes exemplos, que las primeras edades de la Fé dexaron á la Religión , y en su elevación , renueva la Iglesia la disciplina de los primeros siglos, que no dexaba subir á susAltares á ofrecer el incienso p u ro , sino á los que podian subir á ofrecerlo ante e lSuprem oTrono que espe­raba de los hombres penitentes unos prodi­gios de santidad pero que no les juzgaba idoneos , para ser sus Pastores, y susGefes,

La gracia del Sacerdocio de Liborio, es precedida de la gracia del Bautismo,y de la adopcion div ina, asi como el Sacerdocio de ]esu-Christo está fundado sobre la filiación eterna. Las estrechas obligaciones de esta Dignidad , fortalecen , y adelantan su zelo. Parece que comienza entonces la grande obra de su santificación. El Sacerdote eter­no , según el orden de Melquisedech , es su modelo. Clama en su retiro , ora en el Tem ­plo 5 gime en su Casa , mortifica su carne,

do-

dübla sus ayunos, hace pado con sus ojos, derrama lagrimas, se lava mas, y mas; pi­de à Dios un corazon n u evo , lucha con él, y no le d e x a , hasta alcanzar copiosas ben­diciones. Sacerdote, como A r o n ,adorador de la Dignidad verdadera, como Samuel, Anacoreta , como Hilarión ; todo su estudio es por ocultar el tesoro , que guarda en un vaso frágil , esperando los ordenes de aque­lla voluntad , à que unicamente está rendi­do. E l Señor repite à su siervo las palabras con que habló à su antiguo Profeta : Quid hic agis elia ? Q ué hacéis en vuestro retiro? Y o os he destinado para luz de las Gentes: su voz os llama ; no dudéis, que yo os hablo por ella. En e fed o , el Clero , los Ciudada­nos , todo el Pueblo le elige por su Obispo, en defed o de Pavacio la Silla Apostolica confirma la elección Liborio conoce la vo­luntad del que conduce las criaturas à sus fi­nes por unos medios absolutamente impene­trables à la prudencia del siglo 9 accepta es­ta nueva Dignidad 5 y el que mostró un ze-

lo , •

l o , que le tuvo siempre ocupado en su pro- pria santificación , como haveis visto, mués*- tra un zelo siempre aftivo por la gloria d t Dios 5 como voy á decir.

P A R T E S E G U N D A .

Z E L O P O R L A G L O R IA D E DIOS.

LO s Historiadores no se conforman pa- j ra d e c id ir , si los Cenomanos fueron

unos Pueblos, que reconocían porCabeza la Ciudad de B rix la , en la Francia Transalpi-^ na , ó la Ciudad de M ayne , en la Francia C é lt ic a ; yo no me detengo á apurar este ptinto , porque ni es de mi intento , ni con­duce para formar el elogio de Liborio. E l fue elefto Obispo de M a n s, hoy Capital del Ducado de M ayne ; fue succesor de los tres grandes Pontifices, San Julian , San Tori- bio , y San Favacio; la virtud, la aplicación, el zeio de estos, pedia un O b rero , que no Sok) no levantase Jas manos de la la b o r; p e ­

ro

a x c

ro que hecho viflima del zelo por el honor de la Casa de D io s , llevase adelante las ta- réas Apostólicas. Con este obgeto le eligen, unidos el Clero, y el Pueblo, y no son vana§ sus esperanzas. Liborio accepta el encargo^ á que Dios le llama , y luego aparece con el verdadero carafter de un Obispo. Este es 1 plenitud de la caridad, dice San Isidoro. PaT ra depositar el Salvador en Pedro 1 cuida­do de su R ebaño, únicamente le pregunta, si le ama mas que los otros. Este DivinoPas- t o r , que ha amado á sus Ovejas con tanta ternura, y que las ha comprado con el gran­de precio de su S an g re , no las puede aban­donar á mercenarios, que no tienen amor,nÍ por é l , ni por ellas..

Por eso San Ambrosio , con la mas be­lla expresión , llama á los Obispos Vicarios del amor de Jesu-C hristo ,y herederos de su ternura : Vicarú amoris Christi, Y quién ha merecido con mas justicia que Liborio este, glorioso titulo ?,.,Quién ha podido decir con mas verdad despues de San Pablo ? El amor

de

de Jesu-Christo me estrecha, me oprim e,me priva del sosiego ; y añadir con el mismo: daré voluntariamente quanto tengo ; me sa­crificaré de buena gana , por la salud de vnestras Almas? Todas las acciones de nues­tro Santo Obispo se dirigían al honor de iJ io s , y à ia utilidad del Rebaño , que son Jos dos exes , en que estrivan la L e y , y los Profetas.( Despues de haver trabajado en su pro­pria santificación , para no tener la funesta suerte de aquella sem illa, que arrojada so­bre las piedras, se secó muy presto, porque carecia de humor, para mantenerse^ havien- do callado antes, como los Discípulos dei antiguo Philosopho , comenzó á hablar coa ia lengua , y con las manos, como se dice del Macabeo : Linguam cito protulit^ 6? ma m s extendit. Conoció todo el ardor, toda la aftividad , codo el desinterés, toda la forta­leza , toda la extension, y todo el merito del ze lo .Q ue enseñará à los delinquentes losca- minos de Dios, se lo decía David que con-

ma-

firmase à sus Hermanos en la F è , se lo ense­ñaba San Pedro ; que se acercase, sin temor, à las Sinagogas,para anunciar à Jesu-Chris­to, se lo inspiraba SanPablo;que por los em-« píeos de este zelo,havia de sufrir amarguras, y persecuciones, se lo avisaban L oth , y T o ­bias; pero esperaba, como ellos,el Angel del Señor,que le guiase,y vencia los obstáculos, que parecían insuperables, por una virtudi oculta , que le confortaba : Omnia possum in €0 , qui me confortât.

A si el zelo santo es quien le sacrifica, le ocupa,y le lleva de un lugar à otro.El zelo le sacrifica ; él sabe , que por un empeño de su ministerio no està menos obligado à formar k Jesu-Christo en los corazones, que sobre los Altares; sabe, que en recibiendo el Sagrado carafter del Obispado, se ha hecho deudor à todos sus Diocesanos, à quienes debe referir lo que tiene,y lo que es ; sabe, que el tiem­po de un Obispo no es suyo , sino del Pue­blo , y que no tiene libertad para hacer otro uso de su espíritu, de su ciencia, de sus inte-«

D reses.

reses,y de su vida^qae t í qtte mismo ha hecho el grande Pontífice de nuestras A lm as, pro­bado en todo genero de trabajos y sacrifi­cándolo todo por la salud de los pecadores. E l zelo le ocupa ; Liborio no se l le n a , no se alimenta de otra cosa que del cuidado infa­tigable de destruir el imperio de Satanás, y establecer el de Jesu^Christo. Si medita , es en esta empresa si o r a , esto es lo que pide con gemidos de su corazon ; si habla, de este negocio trata si obra á este obgeto dirige su trabajo;si toma el sustento,con esta sal le sazona si duerme, esta especie tiene en vela á su corazon;si camina,es para buscar laOve^ va perdida^ si suspende por algunos momen* tos esta acc ió n , para ella se conserva, y se prepara.

El zelo le lleva de un lugar á otro;no se debe hablar de reposo , tratando de Liborio, -que no le ha hallado, sino en la muerte, y de quien toda la vida ha sido una succesion, no interrumpida de peregrinaciones, de visitas, de vigilias, de trabajos, que le han consumi­

do,

dojcomo á su Maestro. Q ué tiempo ha halla­do para el descanso un hombre,cuyo zelo ar­diente no se limita á su D iócesi, sino que se extiende al Ducado de M a y n e , y á toda la Francia ? Y si es verdad , como asegura San Bernardo,que no puede faltar empleo,donde hay verdadero zelo por la salud de sus her­manos , en qué momento del dia, ó de la no»- che, se encontrarla ocioso á Liborio ? Hom^ bres, que blasfeman el nombre de Dios, por­que le ignoran^ hombres, á quienes los hábi­tos viciosos fixaron en el crimen ;hom bres,á quienes la preocupacion,ó la novedad,empe- ñaron en el partido del e rro r ; quiero decir: ciegos, que necesitan de lu z , enfermos , que han menester la sanidad,cautivos,que se ha­llan bien con su servidumbre ; estos son los tres ramos del zelo deLiborio.Disipa las der> sas tinieblas de los prim eros, arranca la raiz viciosa de los segundos, y quiebra las funes­tas cadenas de los terceros. El que ha visto nuestros Anales,sabe el estado de laG rey ea aquella época del siglo quarto. Hijos para

D 2 ali-

alimentar, ignorantes para instruir, vacilan­tes para apoyar, émulos para vencer, errores para com batir, persecuciones para tolerar, esto era la Diocesi de Liborio, y todo cede à su adividad,á su oracion, y á &u exemplo.

Todo cede à su a&hidad.Si reparte á otros Obreros algunas fatigas,no queda él à la som­bra del fausto, alabando desde alli à los que sufren el peso del dia, y del calor ; él se considera depositario de las misericordias del Señor,y de las miserias de los Pueblos, y concurre presto à donde le llama la necesi- dad.Para el santo ardor de su zelo no hay ca~ vernas,ni montañas inaccesibles,no hay obsr taculos,ni dificultades, que no queden sepa­radas. En donde se dexa vér,se vén al mismo tiempo succesos gloriosos,que hace la felici^ dad de sus fatigas,y la corona de sus esperan- zas.En donde aparece se disipa la ignorancia, y renace la piedad^en donde obra,se edifican unos Templos,y se consagran otros^en donde habla , se confunde la impiedad, la supersti­ción,el übertinage,el engaño, y el odio, y se

po.

ponen en su puesto la f é , la sabiduría , el pudor, la justicia, y la paz^este zelo a£tivò,le hace discurrir , à la manera del r a y o , alum­brando à unos, abrasando à otros, y dexando por todas partes vestigios de su luz;este zelo le hace buscar al Santo Obispo Martin , jun­tarse à él,para formar en la Casa de Israel un muro contra el Cisma del Anti-Papa Ursici- no, congregar las dispersiones delPueblo,sa- nar sus heridas,y llenar de satisfacción', y de gozo à los SumosPontificesJulio,Liberio,Fe­lix Romano, y Damaso Español. Este zelo le hace destinar por las Provincias de Francia doscientos diez y ocho Presbyteros , ciento ochenta,y seis Diaconos,noventa y seisSub- Diaconos,y otros muchos Ministros,herede­ros de su espiritu.Estos caminan,con hermo­sos pasos, à evangelizar la paz en aquellos países; llenos de las bendiciones de Liborio, fecundan,como nubes bienhechoras,la tierra, al mismo tiempo que nuestro Santo Obispo,

como un Angel veloz,levanta á expensas su­yas diez y siete Templos, repara otros,visita

/a

à todos,procura la limpieza, y decoro de I03 A lta r e s , provee de alhajas para el adorable Sacrificio , canta las alabanzas divinas en el C oro,y estimúla á todos los fieles á que ado- ren al Señor en su Casa.

Todo cede à su oracion,^\ zelo le hace en­trar en un santo comercio conDios,para re­cibir de él lo que ha dedistribuir á su Pueblo. L leva en su seno todas sus Ovejas,y las ofre­ce sin cesar al PastorSupremo,rogándole con una santa importunidad , que las conduzca por sí mismQ.El espacio del dia le parece de­masiado breve para o ra r , y toma el tiempo de la noche, à imitación de su Maestro, para doblar la juñicia.Entonces lucha con suDios, como Jacob,y le arranca las bendiciones pa-? ra el Pueblo^entonces grita,como Moysés, ò perdonad sus deliftos, ò borradme del Libro de la vida;entonces quiere,como Pablo, po­ner sobre sí las maldiciones, porque sus her­manos sean libres^entonces,postrado ante los Altares , regando con sus lagrimas el pavi­mento del Templo^animado del espíritu, que

rué-

0-3 ^ruegn por nosotros con gemidos inefables,re­presenta à Dios sus mismas misericordias, aparta su espada , aplaca su colera, renueva aquellas acciones de z e lo , que la Escritura nos refiere de Joel,de Jeremías,y de Daniel, y se hace un espeSaculo agradable al mismo D io s , dulce à los A n g e l e s y útilísimo à los

hombres.Todo cede à su exentplo. Filosofar sobre la

virtud es fácil,pero hace poca fuerza la espe­culación , quando no arguyen, y convencen las obras. Presto abrazarían nuestros dogmasí H ereges,y Gentiles,dice el Chrysostomo, si el desorden de la vida en quien los profesa^ no les hiciera sospechosa la dodrina. E l exemplo de unas purísimas costumbres en Gregorio,santificò à Neocesarea,en Leandro á Sevilla , y en Carlos á Milán. Asi santificò Liborio suProvíncía.Para manifestar la inte­gridad de su conduéla, se pudieran repetir las preguntas, que hizo Jesu-Christo à la multitud , quando quiso elogiar las virtudes de su Precursor : Haveis vi§to alguna caña

agi-

agitada del viento ? Algún hombre entrega­do al fausto de la autoridad , que le rodea? A lgún Palacio , en donde la preciosidad de los vestidos compita con el de la Casa de un Principe secular , en donde la opulencia de la mesa pueda equivocarse con la de Baltha­sar , Ò la de Asuero ?'En el Palacio de L ib o ­rio la sabiduría es la reg la , la humildad el fo n d o , la pobreza el ornamento, la peniten­cia el alma, la caridad el vinculo , la verdad la divisa , laoracíon el apoyo, la separación del mundo el caratìer , y la mas eminente perfección el deber particular. A lli se en­cuentra la verdadera grandeza, que en estas elevadas dignidades ofrecía entonces la Igle­sia : la inocencia, y la santidad de vida:todas las virtudesEcIesiasticas,yPastorales:este ze« lo por las Almas, esta solicitud por los cuer­pos , esta prontitud para hacer bien à todos, e^ta protección abierta de los infelices , y de los débiles , esta ternura , esta afabilidad por el R e b a ñ o , este edifto de la pobreza de . Jesu-Christo, que promulgó San Pablo , y

qui­

a 3 iquiso fixar en las puertas de los Palacios Eclesiásticos. Liborio se desprendió de todo lo temporal 5 sus rentas fueron sustento de p o b res, v iu d as, y huérfanos, cuyo numero tenia escrito. Los gemidos del infeliz halla­ron siempre abiertas las puertas de su cora­ron , y las de su Casa,como las de aquel ve­nerable A c a c io , Obispo en la S y ria X o n es­te espiritu governò su Iglesia por espacio de quarenta y nueve años.

El Cardenal Baronio asegura , que este Pastor zeloso , no solo llevó la palma de la perfección , sino que la arrebató que no se sabe qual de sus virtudes tiene el primer de­recho à las admiraciones , y á los elogios^ porque si fue grande su moderación , le ex­cedió su misericordia; si fue heroyca su hu­mildad, pareció mas elevada su fé; si fue es­crupulosa su pobreza , todavia fue mas alto el desprecio de su persona, y el humilde concepto , que havia formado de si mismo, quando llenaba , y aun excedia la expeíla- cion de los Pueblos. Despues que edificó su

E Obis-

Obispado con sus virtudes ; despues que en cendió en él aquel fuego , que el Salvador vino à traher à la tierra ; despues que vio I4 R eligión propagada , la honra de Dios de­fendida, el merito sin clamor, la pobreza sin «batimiento, la tranquilidad sin ocio , lo« Templos sin profanación, los Sacerdotes con exemplo , los Predicadores con zelo, los fie­les con fervor , los Altares con c u lto , y los Adoradores en espiritu, y en verdad 5 ha- YÍendo calmado las tempestades, no hallán­dose ya en los Pueblos de su coroision Sata­nás a lg u n o , ni encuentra peligroso, se con­virtió à si mismo, y se preparò para, la ulti­ma batalla.

En una epoca, turbada con variedad de succesoa arduos , delicados , y espinosos, conservò unarobustéz inalterable de juicio, y de salud , y sus fuerzas fueron superiores à todo linage de trabajo. Los arboles, que se elevan en las cimas de los montes, agitados incesantemente de las borrascas, y tempes­tades, presto cubren el suelo con sus ruinas.

Los

Los continuados esfuerzos del hombre, faci-» gan , y destruyen en sus venas el principio de la vida ; pero la vida de Liborio experi­mentó la verdad del Supremo Oráculo ; su su eñ o , consumado en la sabiduría , fue dul- Ge , y sosegado, que recobró la sangre, y re-* novó el espiritu, hasta que llegó á aquella senedud apreciable,en que se le mandó des­cansar de sus trabajos. Miró con valor los últimos momentos de la vida : Spiritu mag no vídít ultima ; suspiró, como D avid , por* que se alargaba su destierro;deseó,como Pa* b l o , verse libre de estas prisiones del cuer* po í pero prefirió la utilidad del Pueblo à su proprio descanso, como Martin : Martin , el prodigio de su s ig lo , à quien dedicò Tem * píos San M a u ro , Oraciones San B en ito , y Homílias San Bernardo ; Martin , à quien la Iglesia dió culto p ú b lico , confirmando el que en vida le havian dado losPueblos^Mar- tin , digo , avisado del Cielo , visita à L ibo­rio en su ultima enfermedad, y le llama:Glo- íia de loií Sacerdotes esplendor de losPoa^

E % lift-

tifices ', y modeló d e los Eclesiasticò-s : Mar­tin le asiste hasta su dichoso transito, dà se­pultura al sagrado cuerpo, celebra sus Exe­quias ; y qué no diria al Pueblo del zelo de este Pastor, siempre ocupado en su propria santificación; siempre aftivo por la gloria de Dios , y por la salud de las Almas?

E l zelo de los Santos no espira con su vida el de Liborio vive todavia, y se expli­ca con la lengua de los beneficios. Quando vivia entre los hombres , obró prodigios ; se obraron despues de su muerte, y hoy se con- íinúan con el conta£to de sus Reliquias, con el polvo de su Sepulcro, y con. la invocación de su nombre. Quando se trasladaron sus sa­gradas Reliquias à Paderbotia , salia de ella» una virtud de sanidad para todas las enfer­medades,y para todos losLugares del transi­to. En Carnoto, en París, en el Belgio, en el Rhin , en Villarnovo , en varios Pueblos de la Am erica, se han experimentado,.con uni­versal alegria , los Ímpetus de aquel torren­te de caridad , que Liborio hizo correr en

vida

vida à beneficio de todos. D e aqüi ha-cen las instancias piadosas, y apretadas,con que las gentes han solicitado sus preciosas R eli­quias, las demostraciones de go zo , y de ter­nura, con que las han recibido, y las expre­siones de afed o , y devocion , con que las veneran. Algunas llegaron à Roma en tiem­po de Inocencio X ., y llevaron tras si los co­razones de todos aquellos fie les, sin excep- eion de personas; otras entraron en Pader- bona 5 y su entrada causò un gozo grande en aquella Ciudad , porque en el mismo mo­mento se obró la salud , con tanta perfec­ción , que rodeaban, y seguian las sagradas Reliquias mudos, que soltaban sus lenguas, sordos, que recobraban el oído , tullidos, que caminaban sin impedimento , ciegos, que abrian los o jo s, y enfermos, que queda­ban curados.

Sin em bargo, la virtud de Liborio se ha declarado especialmente contra unos acci­dentes delicados , frequentes en muchos hom bres, por su ardiente temperamento, ò

por

por las fatigas p rolixas, y habituales def animo , ò por una resulta de la vida seden-- ta r la , y frequentes también en muchos paí­ses , Ò por la crasitud de las aguas, ò por su poca lim pieza; en estos insultos, que á on mismo tiempo afligen la humanidad cori vivos d o lo res, y ponen la vida en manifies­to peligro , Liborio in vo cad o ,co n fervoro­sa confianza , ha alcanzado de Dios el ali­vio, y el consuelo,de que se pudieran referir muchos prodigios.Esta protección tan apre-* eiable , le ha grangeado nuevos cultos , ie ha edificado T em p lo s, y A ltares, ha trahi- do dones , y votos à sus C ap illas , y ha eri-> gido Confraternidades ilustres, en Novillar, Paderbona, B ru xelas, Antuerpia , Barcelo­na , y Zaragoza ; pero en nuestra España so­las estas <ios ultimas Ciudades, tienen la glo-' ria de poseer una Reliquia de San Liborio. Y o haria un discurso, líiolesto en este sitio, si pretendiera decir con puntualidad lasgra*^ cias-, que ha dispensado la Silla Apostoiica- àtt(jdo3 los ík les yque se dedican al culto de*

este

este Santo O b is p o ; y haría un agravio ma­nifiesto á este Pueblo , si callase las que ha dispensado á esta Confraternidad.

Clemente XI. en el año de mil setecien­tos y quince concedió Indulgencia Plenaria á todos los fieles, para el dia en que se es­cribiesen en esta Confraternidad, precedien­do la confesion, y comunion ; la concedió también , con las mismas disposicionesjá to­dos los Hermanos,que en este dia de la Fies­ta visitasen la Capilla del Santo , desde las primeras Vísperas, hasta el ocaso del Sol en el día siguiente : Igualmente la concedió ei> la hora de la muerte , invocando el Nom bre Santísimo de Jesús, ó con la boca , ó con e l corazon ; Concedió además de e sto , quatro dias distintos en cada a ñ o , á elección de los mismos Hermanos , y en que , visitando es­ta Capilla , desde las primeras Vísperas, hasta el dia siguiente , puesto el S o l , ganeir Indulgencia Plenaria ; y estos días se han e le g id o , y señalado con aprobación del Su­perior 5 como era debido 5 en esta forma : E l

dia

dia de San Antonio Abad,en diez y siete de E n e ro : El de San Gregorio Papa , en doce de Marzo : El de San A le x o s , en diez y sie­te de Julio ; y el de Nuestra Señora del Pi­lar , en doce de Oélubre. Ultimamente , no hay en los Individuos de esta Cofradía ac­ción alguna de piedad , que no esté premia­da con gracias espirituales , como consta de laBula.Podrémos mirar con frialdad, ó con indiferencia estos tesoros? Nosotros pobres, m iserables, necesitados, reusarémos el so­corro , que se nos ofrece , en recompensa de un ligero trabajo ? Nos separarémos de es­tos medios de santificación, que nos propor­ciona la piedad de la Iglesia nuestra Madre? Renunciarémos la protección de este Siervo de Dios 5 cuyo zelo ardiente, todavia vive, y habla en beneficio de las Almas?

V ive , y habla, exortandonos á su imi­tación , y prometiendo renovar sus prodi­g io s , si nuestra devocion es verdadera , y no aparente; habla particularmente con los que han escrito sus nombres en el Libro de

la

la Cofradía , dedicada à su culto , y se con­gregan hoy à la celebridad de la F iesta , y les dice que si esta solemnidad la institu­y e el espiritu de R e lig ió n , y no el de la pompa , y de la vanidad que si en este apa­rato es el g o z o , que se advierte, efefto del interior, que està oculto ; que si esas luces, que tienen las manos son señales de la lla­ma , en que arde el corazon^ que si esos gas­tos tienen por obgeto la mayor gloria de Dios ;q u e si se magnifica la alegría al mis­mo tiempo,que se multiplica la gente^que si se renuevan los propositos santos, al mismo tiempo que se renueva la Capilla que si ca­da uno piensa en formarse un hombre nue­v o , al mismo tiempo , que piensan todos en construir al Santo un nuevo Retablo , verán los hijos de Zaragoza iguales prodigios á los que experimentaron los de Paderbona por­que el Siervo de Dios profesa el mismo amor à los Pueblos, y no ha distribuido sus sagra­das Reliquias , no ha inspirado la erección de sus Ilustres Confraternidades, no ha apa-

F reci-

recido à los que no le conocían , ni le bus­caban , sino para emplear su z e lo , interce­der por nuestra salud, y alcanzarnos la gra­cia , que nos conduce à la bienaventuranza eterna. Quam m iht, ^ vobis, & c.

O. S, C, S. R. E.

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