tres, inma lara (capítulo i)
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Tres es la historia de como la vida es continuidadTRANSCRIPT
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TRES
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TRES Inma Lara
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Diseño de Cubierta: Inma Lara
ISBN-13:
978-1502849021
ISBN-10:
150284902X Your book has been assigned a CreateSpace ISBN.
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A mi familia, por estar siempre ahí.
A Laura R, que ha sido el catalizador de
este libro, por su apoyo, ayuda y su gran
amistad.
A mis lectores por comenzar a leer este
libro.
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Si el mundo fuese redondo
correría siempre detrás de ti,
para que me busques
mientras yo te encuentro a ti
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Capítulo
I
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I
Es mi primera vez. Sucumbida a un impulso nuevo
de creer, de dar conocimiento a todo ese bullicio que
estalla muchas veces sin control y que arrasa con
todo lo que encuentra en el camino. Fue casualidad
venir a esta casa de campo.
Ella esperaba a su grupo con una sonrisa cómplice
pero en realidad es como si no estuviese en ningún
momento con nosotros. Como si supiera separar su
trabajo del bullicio de sentimientos que palpita en
cada uno de nosotros.
Nos acompaña a una sala ambientada con un
intenso olor a incienso que se pasea alegremente por
la estancia. El humo forma siluetas amorfas e
impregna la habitación de un toque místico. Todo se
armoniza con figuras de santos, telas indias
colocadas discretamente por las paredes y esculturas
sagradas. Todo parece que se transforma en un
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espacio irreal y se prepara para la experiencia a la
que hemos venido.
Los cojines de colores están esparcidos por el suelo
formando un círculo perfecto. Nos invita a sentarnos
cerca de ella. Ante nosotros y ataviada con grandes
prendas holgadas, con su pelo gris recogido en una
semi coleta se presenta; nos dice su nombre y nos
explica el proceso en el que vamos a transportarnos
durante las próximas cuatro horas.
Parece que sus palabras van dirigidas a cada uno de
nosotros. Sentados a su alrededor, de repente todo se
normaliza con nosotros allí dentro. Ya no sentimos el
sol de aquel domingo, ni la temperatura ni la
humedad que había fuera de esta casa.
La metamorfosis de nuestros cuerpos pronto se
aclimata y deja ir y abrir el canal energético hacia
esta experiencia que se presenta frente a nosotros.
Vértigo, paz y miedo a lo desconocido.
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Soy la primera a la que aquella mujer llama y sienta
a su lado. Y me acomodo cerca de la que facilitará
todo este ritual, respetando el círculo de personas
que están allí, por un motivo u otro.
Estoy dentro de la circunferencia, de la energía de
mi propia familia. Alrededor están todos rodeándome
y cerrando la salida de la energía con el entrelazado
de sus manos. De repente, se suceden las imágenes,
una detrás de otra y con una continuidad que me
asfixia y me transporta hasta el principio.
Y allí, desde ésta perspectiva de robarle al tiempo el
espacio, de atravesar las líneas paralelas de los años,
aparece ella convertida en mí. -Es hora de sanar- me
susurra al oído.
Aquí, en este círculo de caras desconocidas que
forman mi familia, es el principio del tecleo absurdo
que hace que comience esta historia.
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II
Era su preferida. A la vuelta de cada viaje él solo
traía regalos para mí. Ni si quiera para madre. Ellos
apenas se miraban a los ojos. Él era un hombre alto y
robusto. Ella una insignificante mujer con el pelo
blanco recogido bajo su nuca. A su regreso de los
viajes, siempre me buscaba en mi cuarto al
anochecer.
Tocaba la puerta con sus nudillos levemente, para no
ser oído por el resto de la casa y entraba
sigilosamente, dejaba sobre la cama sus regalos y se
marchaba. Yo iba ansiosa a descubrir que se ocultaba
bajo el papel de regalo pero aquellas muestras de
cariño, inusuales en mi padre, parecían más bien un
gesto pecaminoso que un recuerdo de sus viajes.
Con el tiempo aprendí a ocultar el entusiasmo por
sus regalos frente a los demás. Mi madre conocía
nuestro secreto y conocía su procedencia pero nunca
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preguntaba por su origen. Siempre eran vestidos de
seda y de color azul. Le gustaba que fuese vestida de
ese color. Me decía que resaltaba el blanco de mi piel
y daba luz a mis ojos verdes. Ella entristecía y se le
enrojecían los ojos.
Nunca vi entre ellos ninguna señal de amor. Estaban
ahí, formando una familia de cinco hijos variopintos
y fomentando el silencio en las reuniones familiares.
Allí, sentados en la gran mesa del salón éramos una
familia numerosa que apenas se dirigía la palabra
entre ellos.
Era domingo, y mientras el resto de mis hermanos se
preparaban para ir a la misa, yo me miraba el nuevo
vestido en el espejo y coqueteaba con él. Mis
hermanas me ignoraban presas de la rabia contenida
por no ser ellas las preferidas. Pero no daban
muestras de queja ante él, mi padre.
Yo lucía sus vestidos, cogida de su brazo y orgullosa
de tenerlo como padre. Pero ella, suspiraba
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conteniendo las lágrimas y el reproche del hombre al
que nunca amó. Del hombre que la despojó con
quince años y volcó a la realidad de una postguerra
mísera en comida y sentimientos.
Allí era el centro de todas las miradas. Algunas de
ellas cómplices de ese amor fraternal que me tenía
mi padre y ese desprecio hacia su mujer, a la que
apenas miraba aunque la llevara también cogida del
brazo. Y en la puerta, como cada domingo, las
miradas se cruzaban como en duelo.
Y yo ausente, erguida con mi vestido nuevo,
mientras los amores truncados de mi madre y su
amante buscaban misericordia el uno del otro y
pedían clemencia por la pasión de sus cuerpos frente
a una cruz de madera.
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III
Nos escondimos bajo la mesa. No sabíamos muy
bien qué hacíamos los dos allí sentados, cogidos de
la mano y besándonos como niños. Aunque éramos
niños sin saber muy bien que el bien o el mal estaban
en ese momento fuera de nuestro alcance.
La música sonaba y las risas de todos nos hacían
aferrarnos más el uno al otro. Es el amor, el deseo y
la libido para quienes no saben que el placer es
innato al ser humano.
Pero, había algo más en esos besos y en nuestras
miradas. Había una energía que se había transportado
a través de nuestro tiempo y que se paró en aquel
momento. No sé si volverá a suceder y si volverá esa
energía llamada amor.
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Quizás, la próxima vez que nos veamos ya hayamos
adquirido esa conciencia social que nos avergüence
al mirarnos.
No sé si mi karma me permitirá demostrarte todo mi
amor otra vez. No sé si cuando volvamos a
encontrarnos la vida seguirá siendo vida para
nosotros. Te echo de menos aun sabiendo que la
mente olvidará estos sentimientos puros. Y te echaré
de menos aunque no vuelva a recordar tu nombre.
Quizás, alguien se acuerde de nosotros cogidos de la
mano y nos haga recordar. Y espero que eso te siga
importando como ese día donde tú y yo nos
encontramos por primera vez.
Y sin embargo, nos dijimos "adiós" sin saber que esa
palabra, tan vaga para nosotros, tendría un
significado tan profundo en nuestro destino.
Lloramos como niños que éramos e intentamos
aferrarnos con nuestras manos frente a la fuerza de
ellos en separarnos.
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Fuimos amor durante unos días y sin darnos cuenta
rompimos ese bloqueo que había obstruido a
nuestras familias durante años.
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