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V REUNION CIENTIFICA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

TOMO 1

FELIPE II Y SU TIEMPO

Esta edición ha contado con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura, Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica, Acción Especial

APC1998-0l23· Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural Excmo. Ayuntamiento de San Fernando. Fundación de Cultura.

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V REUNIÓN CIENTÍFICA

ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE

HISTORIA MODERNA

TOMO 1

FELIPE 11 Y SU TIEMPO

COORDINADOR

JOSE LUIS PEREIRA IGLESIAS

UNIVERSIDAD DE CÁDlZ SERVICIO DE PUBLICACIONES

1999

ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

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© Edita: • Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz • Asociación Española de Historia Moderna

Diseño y Maquetación: CREASUR, S.L.

Printed in Spain. Impreso en España

ISBN Obra completa: 84-7786-642-2/ Vol. 1: 84-7786-643-0 Depósito Legal: CA-505/99

Imprime: INGRASA Artes Gráficas

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COMITÉ DE HONOR DE LA V REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

PRESIDENTA:

EXCMA. SRA. Da ESPERANZA AGUIRRE GIL DE BIEDMA

Ministra de Educación y Cultura.

VOCALES:

DR. D. JOSEP JUAN VIDAL

Presidente de la Asociación Española de Historia Moderna.

EXCM. SR. D. GUILLERMO MARTÍNEZ MASSANET

Rector Magnífico de la Universidad de Cádiz.

EXCMO.o SR. D. ENRIQUE ÁNGEL RAMOS JURADO

Vicerrector de Extensión Universitaria de la U.C.A.

ILMO. SR. D. JUAN LÓPEZ ÁLVAREZ

Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.c.A.

EXCMO. SR. D. FRANCISCO RAPALLO COMENDADOR

Almirante Jefe de la Zona Marítima del Estrecho

D. ANTONIO MORENO OLMEDO

Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de San Fernando.

D. HERNÁN DIAZ CORTÉS

Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.

D. JOSÉ QUINTERO GONZÁLEZ

Delegado General de la Fundación de Cultura de San Fernando.

D. JUAN GÓMEZ FERNÁNDEZ

Tte. Alcalde Delegado del Área de Servicios Culturales del Excmo. Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.

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COMITÉ ORGANIZADOR DE LA V REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE mSTORIA MODERNA

COORDINADORES:

DR. JOSE LUIS PEREIRA IGLESIAS

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz.

DR. JOSE MANUEL DE BERNARDO ARES

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba.

SECRETARIO ORGANIZACIÓN:

DR. JESÚS MANUEL GONZÁLEZ BELTRÁN.

VOCALES:

DR. MANUEL BUSTOS RODRIGUEZ

DRA.MARÍA JOSÉ DE LA PASCUA SÁNCHEZ

DR. ARTURO MORGADO GARCÍA

DRA. GUADALUPE CARRASCO GONZÁLEZ

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de Idar y su Nuevo estilo de escribir cartas mensajeras. Análisis y estructura un modelo epistolar

VERÓNICA MATEO RIPOLL

Universidad de Alicante

De un tiempo a esta parte no pocas revistas científicas, artículos de prensa y monografías han dedicado espacios a opinar acerca del cambio tecnológico y el destino del libro impreso; a cuestionarse el creciente reemplazo de la página por la pantalla del ordenador, al debate sobre el fin o no del libro (1).

En este contexto situamos dos textos de apasionante lectura: La Red, de Juan Luis Cebrián (2) y Una Historia de la Lectura (3) de Alberto Manguel, que vieron la luz por las mismas fechas que esta comunicación fue escrita. A primera vista puede darnos la impresión que nada tienen que ver entre sí, incluso, que son contradictorios, pero una lectura atenta de uno y otro nos sitúa, de una manera u otra, en el debate de quien podrá más si la "videoesfera" o la "grafoesfera". Ambos autores se plantean si al borde del siglo XXI, en la era de las comunicaciones, de las computadoras, y de la navegación por el ciberespacio ¿corre el libro impreso el mismo peligro de desaparición que determinadas especies de la fauna y la flora y, como tales, tengamos que lanzarnos a desesperadas campañas de protección? El lector de libros, como apunta Manguel, ¿ es una especie en vías de extinción?

Pese a que Cebrián se define a sí mismo optimista respecto al futuro del libro, espigando entre sus páginas se percibe una cierta sensación de desasosiego, de desazón, que el propio autor pretende combatir con frases contundentes que pretenden quitar hierro a ciertas posturas apoca­lípticas, frente a las que intenta convencer y, sobre todo, convencerse. Su confianza en el libro la basa, al igual que Manguel, en que la sensación de tocarlo, manosearlo, hojearlo, portarlo, la relación tan íntima que se establece con él en espacios también privados, como por ejemplo, en

l.-Verdú, Vicente. El papel del papel [columna de opinión publicada] en Diario El País, 15N/1998, pp. 32.

2.-Cebrián, J. L. La Red, Taurus, 1998.

3.-Manguel, A. Ulla Historia de la, Lectllra Alianza Ed.-Fund. Germán Sánchez Ruipérez, 1998.

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la cama, son cualidades que difícilmente pueden ser sustituidas por un ordenador, al menos por el momento.

Ciñéndonos al momento presente, más esperanzador se muestra Ricardo Díez Hochleitner -Presidente del Club de Roma, quien prologa el libro de Cebrián- ya que opina que la Galaxia Gutemberg no se está agotando, muy al contrario, el desarrollo cultural nunca ha sido más dependiente que ahora del soporte impreso (4). La Historia de la comunicación nos ha demos­trado que los medios, los vehículos de comunicación, son complementarios; que ni la radio acabó con los periódicos, ni la televisión con la radio o con el cine que, a su vez, tampoco ter­minó con el teatro: las tecnologías son complementarias y convergentes (5).

>1< * >1< >1<

Es precisamente en este ambiente de convergencia de medios, en esta idea de "coexis­tencia pacífica y constructiva de las tecnologías", en la que vamos a situarnos ya que presen­ta ciertas concomitancias, ciertos paralelismos, con un debate muy similar al que debió susci­tarse en el siglo XVI entre el libro manuscrito y el libro impreso. Un momento en que la imprenta en España cuenta con focos muy activos - Sevilla o Salamanca, por ejemplo- pero que, excepto el momento de esplendor que se sigue a raíz de la publicación de la Biblia Políglota, mantienen una actividad desigual; resultando incapaz de mantener una efectiva expansión con redes de comunicación como en Francia o Italia (6). La imprenta fue concebi­da durante mucho tiempo como un procedimiento mecánico y artificial para copiar varios ejemplares, en un tiempo sensiblemente inferior al empleado en la copia del manuscrito (7). La importancia de la imprenta y su enorme potencial como medio de comunicación fueron muy pronto advertidos por sus contemporáneos; pero el impacto no fue inmediato, las trans­formaciones se fueron produciendo de manera lenta y dependiendo de múltiples factores. No siempre resultaba posible llevar textos a la imprenta, bien porque no eran rentables económi­camente, bien porque sus autores se negaban a que fueran impresos, o porque su difusión se circunscribiría a círculos muy concretos y no sentían esa necesidad. Una época que compren­derla exige, por lo tanto, una perspectiva de duración más larga que la otorgada hasta ahora, ya que la relación entre el impreso y el manuscrito no debe pensarse sólo en términos de sus­titución del uno por el otro (8); la imprenta como innovación tecnológica ni destruyó ni hizo tabla rasa de la situación anterior.

Es, además, un momento en que la caligrafía va a sufrir una fuerte revalorización y una profunda renovación que algunos autores (9) intentan explicar en términos de reacción frente a la imprenta -tal vez los copistas sintiesen una velada preocupación porque los nuevos procedi­mientos a la larga los condenasen a la inacción-, aunque la mayoría de estudiosos apuntan a la

4.-Cebrián, J. L. Op. Cit. sp. 8.

S.-Ibídem, pp. 51.

6.-Santander Rodríguez, T. La imprenta en el siglo XVI en Hipólito Escobar (Dir.) Historia ilustrada del libro espaí1ol. De los incunables al siglo XVIII. Fund. Germán Sánchez Ruipérez, 1994. pp. 95-139.

7.-Romero de Lecea, C. Raices romanas de la imprenta hispana, en Historia de la imprenta hispana Edit. Nacional. [982, pp. 26.

8.-Chartier, R. Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Alianza, 1993. Pp. 25.

9.-Amezaga, E. Calígrafos vascos, Hilargi, Navarra, 1994. pp. 10; Cotarelo cfr. en Alonso García, D. Ioal1nes de Ycial: Calígrafo durangués del siglo XVI, Publ. de la Junta de cultura de Vizcaya. Bilbao, 1953. pp. 28.

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decadencia de la propia escritura o, incluso, la revalorización de los copistas como algo más "añejo", con "sabor antiguo", las que motivarían este resurgir (lO).

* * * * Uno de esos copistas, perito en el arte de escribir y maestro de caligrafía, que enseñó a

escribir y contar, gozando de gran fama y prestigio en la España del Quinientos como pedago­go y buen dibujante fue Juan de leíar. Debió su éxito a la difusión de sus tratados gracias a la imprenta -especialmente Ortografía práctica y Tratado de Aritmética-, supo, por lo tanto, aprovecharse de los adelantos técnicos para difundir la caligrafía, para depurar la escritura y ter­minar con determinados vicios. Aunque, puesto que hablamos de época de equilibrio y de con­vergencia de medios, hemos de hacer constar que fue revalorizado y muy solicitado como "escri­bano e iluminador de libros litúrgicos"; especialmente cantorales y salterios, como lo prueba la abundante documentación recogida por Angel San Vicente respecto a sus trabajos en varias igle­sias de Zaragoza y Vitoria en la década de los cincuenta (11), así como el hecho de que fuera lla­mado al Escorial por Felipe II para la composición de algunos cantorales (12). Como vemos, en un momento de ponderación entre tradición y la modernidad, no siempre interesaba esa innova­ción y divulgación amplias, existía el apego a lo que debió considerarse el trabajo "artesano", menos funcional pero más bello y sugerente. Por otro lado, no debemos olvidar la hostilidad y los recelos que determinados sectores manifestaron hacia el libro impreso respecto al libro manuscrito, considerado de mayor prestigio y estima que el "vulgar texto impreso"; aunque, siguiendo a Dahl, el tiempo nos ha demostrado que el impreso ganó la batalla y que los manus­critos se quedaron en un reducto, en objetos de culto (13).

Ieíar no sólo fue un hombre preocupado y ocupado por las formas de las letras, por las for­mas de la escritura en un estilo cuidado, también cuidó el modo en que se transmitían; por el aprendizaje de la cultura escrita. Estamos en un periodo en que la composición de series de epís­tolas, ya sea en latín o en lengua vulgar, responde a nuevos impulsos y, como corresponde a los periodos de clara tendencia clasicista, surgen recopilaciones de series de epístolas. Los modelos para escribir cartas en lengua vernácula circularon en la península ibérica desde la primera mitad del siglo XVI y contaron con una generosa representación en nuestro país, con exitosos libros como el de Tomás de Perpiñán (14). En ellos Ieíar también se aplicó, por invitación de Ruy Gómez de Silva, y el tratado Nuevo estilo de escribir cartas mensajeras, publicado por vez pri­mera en Zaragoza en 1552, es el objeto de su dedicación.

Estos textos didácticos, esta literatura pedagógica que suponían los secretarios o modelos epistolares, eran tratados teóricos que cristalizaban fórmulas y recursos de elegancia estilística,

lO.-Sobre esta cuestión puede consultarse Cuñat Ciscar, V. Escritura e imprenta. Consideraciones sobre los modelos tipo­gráficos en Estudis Castellonencs N"6, 1994-1995. pp. 431-441.

1 l.-En este sentido A. San Vicente -gracias a su estudio basado en los protocolos notru1ales comprendidos entre 1545 y 1599 de la capital del Ebro- nos ha dado a conocer algunos de los contratos que firmó con los parroquianos de la igle­sia de San Pablo en 1552 para la realización ele un salterio, y siete años más tarde los libros ele fábrica de la iglesia ele Santa Cruz ele Campezo (Vitoria) registran un pago a Icíar por la entrega de unos cantorales encargados tiempo atrás. Cfr. San Vicente, A.: Sobre algunos calígrafos del Bajo Renacimiento en Zaragoza, en Suma de estudios en homenaje al ilustrísimo doctor Angel Cane/las López. Fac. Filosofía y Letras. Universidad ele Zaragoza. Zaragoza, 1969. pp. 918.

12.-Amezaga, E. Op. Cit. Pp. 21.

B.-Dahl, Svend Historia del LiblD, Alianza, 1996, pp. 113-115.

14.-GÓmez Moreno, A. Espmla)' la Italia de los Humanistas. PrilllelDs ecos, Gredos, 1994, pp.190.

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que fijaban la forma de esclibir epístolas, y estaban inscritos dentro de lo que podríamos deno­minar manuales de las maneras de hombre de Corte; es decir, dirigidos a la precisa educación técnica de quien vive y trabaja en la Corte, que para moverse y obrar debe comportarse y actuar de una manera determinada y mostrar precisas virtudes (15). Pero si la creciente complejidad del aparato burocrático estatal y sus necesidades informativas exigía tener fijado por escrito un pro­tocolo de escritura, no menor interés mostró en estos repertorios y formularios de cartas un determinado sector social que necesitaba atender unas prácticas administrativas concretas, pero cuya economía no le permitía disponer de los servicios de un profesional que organizase su correspondencia, entre otros menesteres (16). Estas recopilaciones, cuyas raíces se localizan tanto en la composición epistolar medieval -que ahora f10rece con una mayor originalidad y espontaneidad y no tan encorsetada- como en la epístola humanística latina, que encontró en los clásicos el modelo a imitar, a decir de Gimeno Blay para las fechas que manejamos estarían estrechamente vinculadas al florecimiento de las administraciones privadas y, por lo tanto, habría que ir distanciándolas de la doctrina del ars dictandi (17). Esta cuestión la corrobora Castillo Gómez a través de los testimonios que ha tenido oportunidad de barajar para Alcalá de Henares. Así, pone de manifiesto que el hecho epistolar era algo afín a las elites de la ciudad; gentes que conocían bien la escritura y que hacían uso habitual de ella. La práctica de escribir cartas estaba socialmente circunscrita a determinados ambientes, bien diferenciados incluso por sexos; ya que mientras en los hombres este ejercicio quedaría en parte supeditado a la acción de gobierno, su utilización en la mujer se vincularía a la ampliación del mundo privado en que se desarrollaba su vida (18).

* * * * Ciñéndonos ahora a la figura de Juan de lcíar, poco se sabe de su biografía; siendo esca­

sas las noticias que tenemos sobre este autor, e incluso contradictorias (19). Nació en Durango (Vizcaya) y vivió en Zaragoza donde, además de componer las obras más arriba citadas, se dedi­có a la enseñanza ya escribir libros de liturgia para iglesias. Hacia 1560 pasa a residir a Logroño, donde fallecería, al parecer, tras abrazar el estado eclesiástico. Trabó amistad con los impreso­res Pedro Bernuz, Bartolomé y Esteban Nájera y sobre todo con Miguel Suelves, quien le cos­teó gran parte de sus trabajos y que solía figurar en los colofones bajo el sobrenombre de Miguel <;apila (20). Pero de todas su relaciones profesionales nos interesa destacar la que mantuvo con el grabador Juan de Vingles, quien colaboró en la mayoría de sus obras, incluidas las Cartas

IS.-Garín, Eugenio, La Edllcación en Europa 1400-1600 Crítica, 1987. pp. 136-137.

16.-Gimeno Blay, F.M. " ... Missivas, mansageras, familiares .... Instnlmentos de comunicación y de gobierno en la España del 500" (Texto presentado al Congreso: Pratiques de lecture, pratiques d'ecriture en Europe, 1500-1900. Perspectives comparatistes Celebrado en Ascona (Suiza) del JO al 15 de noviembre de 1996). (En prensa).

l7.-Ibídem.

lS.-Castillo Gómez, A. Escriwras y escribientes. Prácticas de la cultura escrita enulla ciudad del Renacimiento. Gobierno de Canarias. Fund. de enseñanaza superior a distancia de las Palmas de Gran Canaria, 1997, pp. 320-333.

19.-Entre las obras que hemos consultado para conocer datos de la vida de Icíar figuran: Alonso García, D.: lOa/mes de Ycia/: Calígrafo durangués del siglo XVI. Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya Bilbao, 1953; Amezaga, E.: Calígrafos Vascos. Ed. Hilargi. Vizcaya, 1994 pp. 72-76; Rico y Sinobas, M.: Diccionario de Calígrafos espmloles. Ed. Facsimilar librerías "París-Valencia". Valencia, 1994, pp. 187-195, y San Vicente, A.: Sobre algunos calígrafos ... Op. Cit. pp. 909-939.

20.-Alonso García, D.: Joannes de Yci(/1: .. Op. Cit., pp. 20.

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mensajeras. Si aludimos antes a la escasez de noticias que disponemos acerca de la vida de leíar, las que se tienen sobre Juan de Vingles son todavía más imprecisas. El punto de partida consen­suado para arrojar alguna luz sobre las vidas de ambos es Zaragoza y, en concreto, la subscrip­ción de un contrato de asociación en 1547, en principio, con una duración de ocho años. Pese a que muchos autores sostienen que esa sociedad perduró el tiempo estipulado, estudios posterio­res han demostrado que se trató de una empresa tripartita, donde también tuvo cabida Alonso Frailla, quien contribuyó con los costes de las obras, y que sería cancelada en 1551 (21). Al siguiente año, Vingles marcharía a Francia, su país de origen, donde imprimiría en Pau asocia­do a Henri Poivre, Los fors et costl/llWS de Bearn (22).

Acerca de la relación leíar-Vingles se hace eco Thomas en su monografía acerca de éste último y en la que refiere no sólo la importancia de esta colaboración, que se inició con la cita­da Ortografía práctica en 1548, sino que adjudica el éxito de la obra a dicha unión -conside­ración que podemos hacer extensiva al resto de trabajos-, siendo el primero al autor del texto y de las muestras caligráficas, y el segundo responsable de la talla y de una parte del decorado (23). Como avanzamos, vamos a centrarnos en la obra menos conocida y de menor alcance de cuantas colaboraron: Nuevo estilo de escribir cartas mensajeras con sus respuestas, de la que se hicieron tres ediciones, todas ellas en el siglo XVI. La primera, objeto de este estudio, tuvo lugar en Zaragoza a cargo de Agustín Millán en 1552. La segunda vería la luz en la misma ciudad, y fue impresa por la viuda de Bartolomé de Nájera en 1569; mientras que Juan Gracián editaría la tercera en la ciudad complutense en 1571 (24). Existe, no obstante, una obra anterior: Cosa Nueva. Este es el estilo de escrivir cartas lIlensageras, editado por el citado Nájera en 1547 que ha originado una cierta confusión respecto a su autoría. El enredo parece derivarse del hecho de que algunos autores, como Simón Díaz, son partidarios de atribuir a Ieíar la paternidad de esta obra, mientras que otros defienden que fue publicada por Gaspar de Tejada con una pequeña par­ticipación de leíar en la misma y, al no haber quedado éste satisfecho, emprendió él solo una nueva obra que vería la luz con el título Nuevo estilo de escribir cartas mensajeras (25).

Para el estudio de esta obra nos hemos servido del ejemplar de la edición de 1552 de las Cartas lIlensq¡eras contenido en la Biblioteca del Seminario Diocesano de San Miguel de Orihuela (26). Se trata de una obra en 4°, de 102 hojas sin foliar ni paginar, en letra gótica, y con extensión de signaturas a-m8, n6, encuadernada en pergamino -muy deteriorado- y mútilo, ya que carece de la portada (sign. : al), así como de las hojas correspondientes a las signaturas tipográficas a8, le e i6.

De esta edición se hizo eco Palau advirtiendo que, al igual que el resto de trabajos de su autor, se trataba de una obra "rara"; indicando a continuación que todas las que circulaban en el

2 l.-San Vicente, A.: Sobre algullos calígrafos ... Op. Cit, pp. 923.

22.-Baudrier, H.: Bibliographie lyollllaise. Recherches sur les illlprimeurs, libraires ... de Lyoll al XVle sieele. París, 1895-1921. Vol. XII, pp. 219-220.

23.-Thomas. H.: luall de Vingles. l/ustrador de liblDs espalloles en el siglo XVI. Castalia, Valencia, 1949, pp. 11-12.

24.-Simón Díaz, J.: Bibliografía de la Lileratu/"{! Hispánica. Madrid: CSIC. Inst. Miguel de Cervantes, 1950, Vol. XII, pp. 33-35.

25.-Ibidem, pp.: 33 n° 277 y Alonso García, D. Ioanlles de Ycim: .. Op. Cit, pp. 45-46.

26.-Este ejemplar forma parte del fondo antiguo de la Biblioteca del Seminario de San Miguel ele Orihuela, objeto de catá­logo y estudio en nuestra tesis eloctoral.

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comercio se presentaban incompletas y en mal estado; siendo, por ende, una obra poco conien­te en bibliotecas públicas y más frecuente en las privadas, de ahí que resulte dificultoso conocer el número de ejemplares que hoy día existen (27). Ajuicio de Chartier, que lo incluye como una de las lecturas más características de las denominadas bibliotheques bleus (28), la rareza de su conservación podría obedecer -paradójicamente- a su amplia circulación. Se trataba de un tipo de obras que se vendían a gran escala -según se ha constatado para el caso francés- y que, si en principio su destino no tenía nada de popular, puesto que se sitúan en el género de libros de civilidad o de tratados de cortesía que apuntan a las elites sociales, figuraban en el repertorio de librería de divulgación, lo que permite suponer que llegarían a otro tipo de público más popular (29). Desconocemos si este argumento tendría validez para el caso español, pero su presencia se constata entre las lecturas recomendadas para las escuelas de Gramática de los colegios jesuíti­cos. Durante los siglos XVI a XVIII estos institutos acogerían alumnos de todos los estratos sociales, que debían ser educados de modo gratuito; cosa que no sucedió cuando la restauración de sus colegios en el siglo XIX. Sus enseñanzas contemplaban un adoctrinamiento en el ars scri­bendí o ars dictamínís; al arte de escribir y de expresarse a través de las cartas solía dedicarse la mañana del día de asueto y las del sábado, como complemento o refuerzo en la formación del alumno (30). Por lo que al ejemplar objeto de estudio se refiere, no hemos podido concretar su adscripción a la librería de los jesuitas expulsos de la capital de la Vega Baja del Segura, toda vez que sus mutilaciones impiden reconocer notas de propiedad. No obstante no resultaría extra­ño ya que el inventario de la citada librería refiere la existencia de dos tomos del Estilo de escri­bír cartas, aunque sin concretar más datos (31).

* * * *-

Acerca de la excepcionalidad de esta obra, así como de sus deficiencias se hicieron eco tanto Sánchez en su Bibliografía aragonesa (32), como José Simón Díaz en la Bibliografía de la Literatura Hispánica (33). Por su parte, la noticia 1-51 del Catálogo Colectivo de obras del siglo XVI conservadas en bibliotecas españolas señala como única edición de esta obra la que nos ocupa; la de 1552 (34).

Nuestro ejemplar, desgraciadamente, cone la misma suerte que la mayoría de los existen­tes en las bibliotecas españolas ya que también carece de portada así como de la hoja con sig-

27.-Palau y Dulcet, A.: Manual del librero hispano americano; bibliografía general espatlola e hispanoamericana desde la invención de la imprenta hasta nuestros tiempos con el valor comercial de los impresos descritos. 2" edic. Barcelona: Librería anticuaria de A. Palau, 1948-1977.- 28 vols. Noticia n° 117.831.

28.-Término usado en el siglo XVIII en Francia, y con el que se suelen designar esos libros compuestos de prisa, poco cui­dados y baratos, y sugerido por el color del papel que frecuentemente solía recubrir estos modestos libros en rústica. Cfr. en Chartier, R. Libros, lecturas ... Op. Cit., pp. 286.

29.-Chartier, R.: Libros, lecturas ... Op. Cit, pp. 285.

30.-Bartolomé, B. Los colegios de jesuitas y la educación de la juventud, en Historia de la acción educadora de la Iglesia en EspOlia, BAC, Vol. l, 1995, pp. 661-667.

31.-A(rchivo).H(istórico) de P(rotocolos) de O(rihuela). Secc.: F(ondo).M(unicipal), n° 2118 s/f.

32.-Sánchez, Juan Manuel.: Bibliografía aragonesa del siglo XVI. Ed. facsimilar Arco/Libros. Madrid, 1991. Vol. II, n° 329.

33.-Simón Díaz, J.: Bibliografía de la Literatura ... Op. Cit, Vol. XII, n° 278.

34.-Catálogo colectivo de obras impresas en los siglos XVI al XVJJJ existentes en las bibliotecas espOllolas. Edición provi­sional. Sección I. Siglo XVI. Madrid. Minist. de Educación y Ciencia. Direcc. Gral. de Archivos y Bibliotecas. Biblioteca Nacional, 1972-1984. 15 vols.

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natura tipográfica a8. Pese a que en ocasiones el conocimiento de una edición y la posibilidad de una descripción plena sólo se logra a partir de ejemplares dispersos (35), la utilización con­junta del ejemplar de la Biblioteca del Seminario junto con los R/2178 y R/31491 de la Biblioteca Nacional, no ha solventado nuestros problemas puesto que ambos mantienen la pri­vación de la fuente principal. De este modo, para construir la noticia tipobibliográfica comple­ta, que a continuación ofrecemos, nos hemos servido de la reproducción de la portada que D. Alonso García ofrece en su obra Ioannes de Yeía¡: Calígrafo durangués del siglo XVI, al no haber conseguido localizar ningún ejemplar completo (36).

ICÍAR, Juan de: Nuevo estilo de escribir cartas mensageras. Zaragoza. A costa de Miguel de <;apila, 1552. (Al fin: Por Agustin Millan, 12 de julio)

4°._ a-ms, n6._ [102] h.- L. gót.; curso en a6

lnic. grab.- Port., prelim. y texto enmarcados por orlas xilográficas

a1r.: Portada:

[Dentro de un tabernáculo arquitectónico xilográfico de gusto renacentista con las ini­ciales IDV en el cuerpo central:] "Nuevo EftiHo [de]1 eJcrevir cartas menJageras/ Jobre diverfas materias. 1 Sacadas a luz: por in=lduJtria de Juan de Yciar Vizcayno.1 Dirigido aIl=lluJtre Señor Ruy Go=lmez de Silva. lAño de 15521 "AcoJta de Miguel de ¡;apila mercader de libros. Vezino de <;arago¡;al.

al vto.: [Dentro de una orla xiI. formada por cuatro tacos de gusto renacentista: retrato del autor]

a2 r.-a2v: [Titulillo:] Prohemio. [Texto:] "Carta del auctor paral el IlluJtre Señor Ruy Gomezl de Silval. IlluJtre Señor.1 (Y')O preJente a Ju alteza losl dias paJados un librol mio de letras ... (a2v., lino 20:) ... Cuya illuJtrel perJona y vida con acrecenta= Imieto [de] eJtado guarde nr<;1 eñor y proJpere.

a3r.-a3v: [Titulillo:] Prohemio [Texto:] (S5)i durara haJta nueJtrosl tiempos un loable acotu=lbre/ ...

a3v.-a5v.: [Titulillo:] Prohemio del auctOl: (a3v., lin.13:) [texto:] "De un amigo [de]l aut­hor! al lector. (PS )or que las cojas que del nuevo Jalen a la luz eftan u=1 jetas a diversos juicios ... (a5v.,lin. 16.:) [Texto:]. .. Por lo qual Je Juplilca al benigno lector 101 Jea en recebir el tra=lbajo: y buena vo=lluntad del aulthor ...

a6r.: [Texto:] (p9)orque en todas las cojas ell buen principio es una delasl partes mas neceJarias ....

a6v.-a7r.: [Texto:] "Los titulos qJe handel ponerfegun ala perJona a quien Je eJ= Icrive/ ubiendo [de] grado en grado I Jon los que Je figuen ...

a7v.: [Texto:] "De Juan de tapial loando al auctor ....

a8r.-a8v.: desconocido

35.-Martín Abad, J.: La Tipobibliografía complllfense del siglo XVI: tareas y posibilidades en El Libro Antiguo Espallol. Actas del primer Coloquio Inlemacional (Madrid, 18 al 20 de diciembre de 1986). Edic. de la Universidad de Salamanca. Biblioteca Nacional de Madrid. Sociedad Española de Historia del Libro. Salamanca, 1988. pp. 273-293.

36.-Alonso García, D.: IOa/l/les de Ycia/: .. Op. Cit. reprodnce en la p. 45 la portada de la obra que estamos describiendo y de la que carece nuestro ejemplar, y de ella nos hemos servido para la descripción de la misma.

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blr.-n5r.: [Titulillo] Cartas menJageras. [Texto:] "De Rey lo principe a car=ldenal en reco­mendacion de unl particular .... (n4v., lin.S) [Titulillo] EJtillo de efcrevil: Cartas menJageras. "Del aucthor al lector. (CS)on el deJeo de haze fru=lcto a muchosl y a otrosl darles en que Je pue­dan recrear ... (n5r., lino 11) ... De mi baha Jaberl que Ji viere que he acertado en eho qui=l<;a no parare conello (sic).1 Deo gratias.1

n5v.: [Texto:] "fue imprefo el prefentellibro enla muy noble y Real ciudad del (:arago<;a 1 por Agoftin Millan lim=lprefor de libros. AcaboJe a XII di=las del mes de Julio dete prefen=lte año de mil y quinientos Icinquenta y dos años.

n6v.: [retrato del autor]

* * * * Por lo que al territorio español se refiere, la impronta italiana en el campo del grabado fue

infelior respecto a la influencia ejercida por Flandes y los países centroeuropeos. A este influjo, al que se le añadirían, siguiendo a Checa Cremades, las novedades decorativas del manierismo lyonés (37) no se sustraen los grabados de Juan de Vingles que ilustran esta obra; y cuyos mode­los, claramente renacentistas, se distinguen en las orlas que enmarcan cada una de las hojas que componen la edición de 1552, aunque las xilografías exhiben como fecha de realización la de 1550.

La mayoría de láminas aparecen firmadas con las iniciales "I.D.V", "LV." o bien con el nombre completo "IVAN DE VINGLES" ; figurando en ocasiones junto con las iniciales del autor "I.Y." así como las de "M.F." que, suponemos, debían corresponder a las del costeador de la obra, Miguel Frailla. Cada una de las páginas aparece enmarcada por una orla xilográfi­ca compuesta de cuatro tacos que se imprimen sin tener en cuenta el problema de la unión de sus bordes; habiendo llegado a contabilizar hasta 10 tipos de orlas de muy diferentes compo­siciones. Contienen una iconografía simbólica donde interviene todo un repertorio que conju­ga elementos de reminiscencia gótica, que se dejan sentir aún en el siglo XVI, con motivos puramente renacentistas (3S). Seres fantásticos participando en grecas, marcos, o bien como elementos aislados y con un carácter puramente decorativo; criaturas extrañas y monstruosas, mezcla de diversos animales y elementos humanos, se combinan con formas traídas de ese redescubrimiento de la Antigüedad que sacará a la luz animales semihumanos fabulosos, gri­fos alados, máscaras y mascarones de rostro humano con los cabellos transformados en vege­tación, a veces con los gestos distorsionados, roleos, puttis jugando o escribiendo, cuernos de la abundancia, aves, guirnaldas, jarrones, faunos, figuras humanas a la manera de pilastras o bien encadenadas unas sobre otras recordando las columnas salomónicas, etc. Este breve repa­so a las xilografías que decoran el texto concluye con un retrato del autor, situado tras el colo­fón; elemento ilustrativo del libro bastante usual durante el siglo XVI, a decir de García Vega (39). En este caso, Juan de lcíar se hace representar dentro de una cartela renacentista en forma algo ostentosa, con busto de pedil, de tipo romano, y con la corona de laurel ciñéndo­le la cabeza.

37.-Checa Cremades, F.: La il/lagen impresa en el renacimiento y elmanierisl/lo en SlIIllIlIa Artis. Historia General del Arte. Vol. XXXI, pp. 11-200.

38.-GarCÍa Vega, B.: El Grabado de/libro espaiiol. Siglos XV-XVII. 2 vols. Inst. Cultural Si mancas, Diputación provincial de Valladolid. Valladolid, 1984, pp. 282.

39.-Ibidem Vol. II, pp. 258.

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Se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones la influencia de los modelos italianos en el desarrollo de la cultura española del Quinientos; siendo las vías de penetración los viajes de los artífices españoles a Italia, la influencia de obras realizadas por maestros foráneos en España y la importación de obras del país transalpino. El grabado, los tratados teóricos, el papel del coleccionismo y las bibliotecas fueron esenciales para configurar este gusto estético (40). En este sentido, A. Petrucci, entre otros, destaca el estilo italianizante de los trabajos de lcíar; aun­que se desconoce si esta influencia pudo deberse bien a un posible viaje por este país, o bien tras haber sido asesorado y estudiado los tratados de maestros italianos en el arte de la caligrafía, como Arrighi, Taglienti y Palatino, de los que se reconocía heredero y a los que recuerda explí­citamente y con admiración en su Ortografía práctica (41). La presencia de creadores italianos en España sería una constante que iría incrementándose conforme avanza la centuria, y uno de los focos de mayor acogida sería El Escorial. Es precisamente a este lugar donde acudió lcíar tras ser llamado por Felipe II para la composición de algunos cantorales para el Monasterio; empresa que se asocia al hecho de haberle dedicado a este monarca su edición del Arte de escri­bir, con el título completo de Arte subtilissima por la qual se enseña a escrevir pelfectamente en la edición de 1550 (42). Dicha obra, de gran aceptación en la Corte, fue seguida de las Cartas mensajeras sugerida, como él mismo afirma en el prólogo, por Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli.

"Me esforce en sacar a la lllz este librillo qlle es como 1II1 dechado de cartas familiares ( ... ) y plles vlIestra merced flle la callsa de animarme a esto ( ... )"

Desconocemos, sin embargo, hasta qué punto llegaron las relaciones entre ambos; pero, lejos de ser considerada una "amistad", debió limitarse a seguir el cauce habitual de los autores que pretendían mecenazgos. lcíar debió pertenecer a ese grupo de "escritores artesanos", si uti­lizáramos algunas de las tres categorías que propone Noel Salomon, para quienes escribir era una profesión, un medio para sobrevivir (43). Fue, al mismo tiempo, un maestro completo, pro­fesor de lengua y escritura, cuyos textos y caligrafías fueron reputados por su refinamiento y por la originalidad de algunas de sus creacÍones (44). No figuró en la exigua nómina de escritores vinculados a la Casa de Austria o a alguna otra de las aristocráticas ya que, de haber sido así, no hubiera desperdiciado la oportunidad de hacerlo constar en sus trabajos. Sin embargo creemos que sí buscó la protección de los grandes, al igual que hicieran sus homólogos - práctica a todas luces habitual en la época-, con manifestaciones de gratitud que, como sucede en la obra que estudiamos, se recogen en la dedicatoria. De este modo, el texto se inicia con un proemio que contiene, en primer lugar, una carta del autor dirigida a Gómez de Silva; pieza adulatoria con alguna noticia biográfica, cuyo objetivo iría encaminado a buscar el prestigio y la protección del destinatario, bien con la concesión de algún empleo, bien con el pago total o parcial de la edi­ción (45). En ella el autor alaba los méritos del personaje objeto de su atención

40.-Triadó, IR.: La cultura en Historia de Espaiia. El Siglo de Oro (siglo XVI) Vol. 5. Edil. Planeta. Barcelona, 1988, pp.493.

41.-Petrucci, A.: Scrivere nel Cinquecelllo: La norma e I'uso Ira Italia e spagna en Libro Antiguo espaíiol. Actas del Segundo Coloquio Internacional (Madrid) al cuidado de M.L. López Vidriero y P.M. Cátedra. Edic. De la Universidad de Salamanca. Biblioteca Nacional de Madrid y Sociedad española de Historia del Libro. Salamanca. 1992, pp- 361.

42.-Alonso García, D.: Ioanlles de Yciw: .. Op. Cit, pp. 2l.

43.-García Cárcel, R.: Las culturas del siglo de Oro. Biblioteca Historia 16. Madrid, 1989, pp. 1l3.

44.-Petrucci, A.: Op. Cit, pp. 362.

45.-Simón Díaz, 1.: El libro antiguo espaílol. Análisis de su estructura. Kassel Editon Reichenberger, 1983, pp. 95.

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"(. .. ) y por lo que se debe a la opinión de un cabal/ero tan principal y sellar con quien deben todos traer cuentas, pues la trae COIl el tan estrecha que es se/lar de todos (. .. )"

Aunque hemos de hacer constar que se trata, no obstante, de una dedicatoria bastante pon­derada ya que no recoge, por ejemplo, lindezas del tipo de glorias de su linaje, o méritos y haza­ñas personales en desmesuradas hipérboles, como solía ser frecuente.

Un escrito en prosa de un amigo del autor al lector -texto que con frecuencia obedecía a la fantasía del autor y enmascaraba su paternidad (46)- con una serie de recomendaciones y alabanzas prestigiando la obra, preceden a una pequeña nómina de adjetivos que acompaña a los títulos y tratamiento que han de recibir las distintas personalidades a quienes se va a escribir, en función de su status social. Una poesía laudatoria de Juan de Tapia, trovador como él mismo se define, sirve de enlace entre el lector y el grueso de las cartas que componen el texto, predispo­niéndolo al mismo tiempo a su lectura. Sin más preámbulo comienza el núcleo del tratado, com­puesto por 40 modelos de cartas distintas, cada una de ellas con sus respectivas respuestas, en las que se conjugan situaciones de la vida privada e íntima, con otras conespondientes al ámbi­to de la esfera pública.

El Nuevo estilo de escribir cartas mensajeras es un epistolario en prosa, creado con el pro­pósito de servir de modelo para una posterior utilización. La epistolografía, siguiendo a Roger Chartier, fue uno de los géneros de mayor aceptación durante los siglos XV a XVIII; llegando a convertirse en auténticos Best-seller las recopilaciones de modelos de cartas destinados en prin­cipio a los "secretarios" de familias nobles o de cierta consideración social (47). Pese a tratarse de situaciones inventadas, o supuestamente imaginadas por el autor, en modo alguno se sustra­en a la realidad social. Un detenido análisis de cada una de ellas nos revela e introduce en el rico repertorio de situaciones cotidianas; en el modo en que se articula la red de relaciones y obliga­ciones del hombre tanto en la esfera pública como en la organización del hogar, en la más amplia acepción del término, a partir de esas cartas de cumplido, de consolación, amorosas -las menos­y otras de índole diversa.

El texto no contiene nada que, a primera vista, pueda impresionar. Como avanzamos, siem­pre fue considerada como una obra menor de cuantas escribió Juan de lcíar. En sus 102 hojas se reúnen, de forma bastante imprecisa e incluso desordenada -nos atrevemos a afirmar- la for­mulación escrita de modelos de cartas y de cumplimientos para quienes no saben redactarlos y que requieren ser abordados con una cierta prestancia. Los emisarios y los destinatarios de la obra de Icíar son meras ficciones; los textos pretenden ser prácticos y versan sobre asuntos de interés público -resolver asuntos familiares, amorosos, recomendaciones, felicitaciones, consolatorias, solicitar determinados favores, etc.-. Amén del contenido instructivo e incluso moralizante, el autor desliza en los textos ciertos gustos literarios que no se sustraen a su formación humanística -Yciar e uomo di molte letture e di varia cultura, en palabras de, Petrucci-; rebasando los límites del simple paradigma, de la mera técnica y convirtiéndose, pqr'emie, en_un valioso instrumento para conocer las costumbres de la sociedad y la época en que fueron escritas.

Títulos como "De un mayor a un menor dando gracias de alguna merced", "De un duque a un conde en cumplimiento de buena amistad", "A una gran seFíora de Italia de un caballero

46.-Ibidem, pp. 146.

47.-Chartier, R. Las prácticas de lo escrito en Historia de la vida privada. El proceso de cambio en la sociedad de los siglos XVI-XVIllTamus, Madrid, 1992, pp. 116.

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en recomendación de un particular", "Carta de un sellar a otro enviándole a visitar por muer­te de un mayorazgo", por citar sólo algunos, nos muestran todo un abanico de situaciones en torno a las reglas de la sociabilidad, el triunfo de la apariencia, los buenos modales, la manera de gobernarse y de relacionarse, el clientelismo, la concesión de privilegios, la promoción social, el encumbramiento etc.; asuntos que se desarrollan y que describen, como una autopsia casi en vivo, a los estamentos privilegiados de la sociedad del Quinientos. Predominan las cartas que recogen situaciones creadas por las relaciones de amistad entre iguales, de dependencia respec­to a unos protectores y las concernientes a la relación entre criados y amos, frente a las que se inscriben en el ámbito familiar, o las que singularizan ficciones inscritas en un mundo social que no es el de las elites.

Ajustándonos a la metodología que emplea Chartier (48); en primer lugar, el conjunto se caracteriza por estar definido en los contornos del mundo masculino. De los 40 modelos que se proponen, en sólo cuatro interviene la mujer; y siempre son ejemplos en los que el hombre escri­be y la mujer únicamente figura en las respuestas. En segundo lugar, pese a la indeterminación de algunos encabezamientos, especialmente en lo referente a datos sobre el emisor y el destina­tario, las cartas ofertadas nos introducen en un universo más amplio que el de la Corte aunque siempre en los más altos escalafones de la sociedad. Si escritos del tipo "De Rey o príncipe a cardenal en recomendación de un particular", "De mayor a menor dando gracias de alguna merced" o bien "A un privado de rey en recomendación de un negocio que el que escribe supli­ca a su Majestad" no dejan lugar a dudas del ambiente cortesano al que van dirigidas, otras como "A un abad de un monasterio para que recogiese un monje que se le había extraviado y volvía a penitencia", "Consolatoria a uno que le acaesció un caso muy desastrado" o bien "A un man­cebo bien inclinado que no se acababa de asentar ni poner por obra su buen natural" se ins­criben en un nivel más alejado de las referencias aristocráticas.

Para finalizar, resta comentar que el tratado concluye con una serie de cartas que se diri­gen el alma y el cuerpo, con sus respectivas réplicas; derivación de la antigua tradición medie­val de las disputas.

48.-ChaI1ier, R. Los secretarios. Modelos y prácticas ... Op. Cit, pp. 297-298.

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