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Viktor Frankl. Esbozo de patodicea JESÚS GARCíA RojO (Madrid) Entre los autores que han alcanzado un gran prestigio a escala internacional hay que contar a Viktor Frankl. La buena acogida de sus libros es la mejor prueba de lo que decimos. Casi todos han sido traducidos a otros idiomas', y uno de ellos, concreta- mente El hombre en busca de sentido, ha sido un auténtico best- seller en los Estados Uni.dos de América. De esta forma, Frankl ha llegado a ser un autor en alza, como lo demuestran los nume- rosos estudios que sobre su persona y doctrina se realizan 2. A fin de comprender mejor lo que propiamente es el tema del presente artículo, séanos permitido decir unas palabrasintroduc- torias sobre la vida de Viktor Frankl y sobre la logoterapia. 1 Libros de Frankl traducidos al español: Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la logoterapia, Barcelona, 1982; La idea psicológica del hombre, Madrid, 1976 2 ; El hombre en busca de sentido, Barcelona, 1986; La voluntad de sentido. Conferencias escogidas sobre logoterapia, Barcelona, 1988; El hombre incondicionado, Buenos Aires, 1955; La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión, Barcelona, 1977; La psicoterapia al alcance de todos, Barcelona, 1983; Psicoanálisis y existencialismo. De la psicoterapia a la logoterapia, México, 1987; Psicoterapia y humanismo. ¿ Tiene un sentido la vida?, México, 1984 2 ; Teoría y terapia de las neurosis, Madrid, 1964. 2 Siendo impo.sible dar aquí cuenta de todo. lo. publicado so.bre Frankl, nos remitimos a E. FIZZOTTl, Viktor E. Frankl, en: "Orientamenti Pedago.gici" (1970) 607ss. A los título.s allí reco.gido.s hay que añadir, o.bviamente, lo.s aparecidos en esto.s últimos veinte año.s. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 49 (1990),175-195.

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Viktor Frankl. Esbozo de patodicea

JESÚS GARCíA RojO (Madrid)

Entre los autores que han alcanzado un gran prestigio a escala internacional hay que contar a Viktor Frankl. La buena acogida de sus libros es la mejor prueba de lo que decimos. Casi todos han sido traducidos a otros idiomas', y uno de ellos, concreta­mente El hombre en busca de sentido, ha sido un auténtico best­seller en los Estados Uni.dos de América. De esta forma, Frankl ha llegado a ser un autor en alza, como lo demuestran los nume­rosos estudios que sobre su persona y doctrina se realizan 2.

A fin de comprender mejor lo que propiamente es el tema del presente artículo, séanos permitido decir unas palabrasintroduc­torias sobre la vida de Viktor Frankl y sobre la logoterapia.

1 Libros de Frankl traducidos al español: Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la logoterapia, Barcelona, 1982; La idea psicológica del hombre, Madrid, 19762; El hombre en busca de sentido, Barcelona, 1986; La voluntad de sentido. Conferencias escogidas sobre logoterapia, Barcelona, 1988; El hombre incondicionado, Buenos Aires, 1955; La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión, Barcelona, 1977; La psicoterapia al alcance de todos, Barcelona, 1983; Psicoanálisis y existencialismo. De la psicoterapia a la logoterapia, México, 1987; Psicoterapia y humanismo. ¿ Tiene un sentido la vida?, México, 19842; Teoría y terapia de las neurosis, Madrid, 1964.

2 Siendo impo.sible dar aquí cuenta de todo. lo. publicado so.bre Frankl, nos remitimos a E. FIZZOTTl, Viktor E. Frankl, en: "Orientamenti Pedago.gici" (1970) 607ss. A los título.s allí reco.gido.s hay que añadir, o.bviamente, lo.s aparecidos en esto.s últimos veinte año.s.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 49 (1990),175-195.

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INTRODUCCIÓN

Judío de origen, Viktor E. Frankl nace en Viena el año 1905. De sus años de estudio recuerda muy bien lo sucedido en la clase de historia natural. Explicando esta materia, el profesor dijo que la vida es simplemente un proceso de combustión. Trece años tenía Frankl, quien, sin embargo, se atrevió a replicar: ¿Qué sentido tiene entonces la vida humana? 3.

La pregunta estaba hecha. El suicidio de un condiscípulo la haría más cortante e incisiva. De alguna manera, podemos decir que la pregunta por el sentido fue para Frankl como un fuego devorador; un fuego devorador y terrible a causa de la dificultad que entraña su respuesta. A tanto llegó la gravedad del asunto que, según confesión propia, siendo joven se vio inmerso en una etapa de total nihilismo. Y añade: "Pero luché a brazo partido como hizo Jacob con el ángel, hasta que pude decir sí a la vida, a pesar de todo, hasta que pude desarrollar una inmunidad contra el nihilismo"4.

Durante sus años de estudio en la Universidad, Frankl conoce a· Freud. Allí conoce también a Adler. La relación que mantuvo con ellos no duró mucho tiempo. El reduccionismo antropológico que rezuma el pensamiento de ambos aceleró la separación. Entre tanto, concluidos sus estudios de medicina y psiquiatría, Frankl se pone a trabajar en la clínica neuropsiquiátrica de la misma Universidad, hasta que el año 1940 se hace cargo de la sección de neurología del Rothschild-Spital.

Casado con Tilly en 1942, hacia finales de ese mismo año fue apresado por la Gestapo. Auschwitz, Theresienstadt, Dachau y Türkheim fueron las estaciones de un un doloroso viacrucis que duró algo más de dos años.

Liberado el 27 de abril de 1945, Frankl reemprende inmedia­tamente su actividad médica en el policlínica de Viena. Al mismo tiempo, con las notas recogidas en los campos de concentración, redacta y publica su primer libro, Psicoanálisis y existencialismo, que fue todo un éxito. Esto ocurría el año 1946. A partir de esa

3 Cfr. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance ... , 19. 4 V. E. FRANKL, La idea psicológica del hombre ... , 204.

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fecha, Frankl ha publicado más de veinte libros y ha dictado un número incalculable de conferencias. Tanto en éstas como en aquéllos ha pergeñado un me'nsaje de esperanza y de sentido; mensaje que ha quedado plasmado en lo que ya se conoce con el término de logoterapia.

Del hombre de su tiempo, Freud diagnosticó que era víctima de una frustración sexual. Frente a este diagnóstico, Frankl hace valer el suyo, que suena así: la frustración propia de nuestro tiempo es la frustración existencial. Está demostrado, por ejem­plo, que un alto porcentaje de suicidios de personas bien situadas económicamente es sólo la cara externa de un fenómeno mucho más profundo: la frustración existencial. Definida corno "el sen­timiento de la falta de sentido de la propia existencia" 5, dicha frustración existencial avanza, a paso más que ligero, en todas las direcciones. El dato, confirmado una y otra vez por las encuestas, está ahí. El número de personas para quienes la vida carece de sentido es cada vez mayor 6 .

Hecho el diagnóstico, el paso siguiente será aplicar el remedio adecuado. Y es aquí cuando Frankl echa mano de la logoterapia, cuyo cometido es hacer ver al paciente que la voluntad de sentido es constitutivo humano. Anterior al deseo de placer y anterior también a cualesquiera otro deseo, la voluntad de sentido "cons­tituye una fuerza primaria" 7.

Desde que nace hasta que muere, el hombre busca un sentido para su vida. En algunos casos esa búsqueda será serena y tran­quila; en otros muchos, será ardua y dolorosa. Es cuestión de matices. En cuanto tal, el hecho de la búsqueda permanece. Y en la medida en que persevera en ella, el hombre está en condiciones de descubrir cuál es el sentido de la vida. El sentido falta cuando falta el hombre a su cita, esto es, cuando renuncia a seguir bus-

5 V. E. FRANKL, Ante el vacío existencia!.." 87. 6 La falta de sentido es un problema que afecta tanto a los países del Este

como a los del Oeste. Pero es un problema que afecta de manera especial a los jóvenes (cfr. V. E, FRANKL, Die Sinnfi'age in del' Psychotherapie, München, 1981,22-76).

7 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 98. "La voluntad de sentido no es tan sólo una auténtica manifestación de lo esencialmente huma­no, sino también un criterio fiable de salud mental" (IoEM, Psicoterapia y humanismo ... , 35).

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cando. Por eso, función de la logoterapia es hacer consciente al hombre de que "es ser orientado a un sentido"8. No que ella sea capaz de producirlo. Lo más que puede hacer, y no es poco, es indicar que "el hombre fundamentalmente se halla atravesado por una voluntad de sentido" 9. Ahí acaba su trabajo y comienza el del hombre. Sobre él cae la responsabilidad de ir descubriendo en cada situación concreta el sentido de su vida.

La logoterapia es, sin lugar a dudas, punto clave de todo el pensamiento frankliano. De él, precisamente, arranca su particu­lar visión del sufrimiento o patodicea. Eso es lo que a continua­ción vamos a estudiar, presentando, primero, y comentando, des­pués, una interesante pieza teatral de Viktor Frankl.

1. LA VIDA, UNA OBRA DE TEATRO

El año 1948, bajo el seudónimo de Gabriel Lion, Frankl pu­blica una obra de teatro titulada Sincronización en Birkenwald 10.

El cuadro de actores lo integran tres conocidos filósofos (Sócra­tes, Kant, Spinoza) y cinco prisioneros de un campo de concen­tración, entre los que se encuentra el propio Frankl y su hermano Karl. En la lista de actores figura también la madre de Frankl y Karl. Víctima del terror nazi, ella está situada en el mismo plano o nivel que los filósofos. Cierra la lista un ángel negro. Para él no existen cortapisas entre el plano o nivel de los prisioneros y el plano o nivel de los filósofos. Dialoga con estos últimos y actúa de incógnito como hombre de las SS.

Hecha la presentación de los actores, pasamos al contenido de la obra. Esta se abre con una discusión filosófica. La discusión gira en torno a la noción de eternidad. De pronto, Sócrates argu­menta: No discutamos más sobre ideas. Después de dos guerras mundiales, lo que importa es el ser del hombre. Nada que oponer -replica Spinoza- si los hombres no fueran tan incrédulos. Por

8 V. E. FRANKL, La presencia ignorada ... , 93. 9 V. E. FRANKL, Theorie und Therapie der Neurosen. Einführung in Lo­

gotherapie und Existenzanalyse, München, 19835, 14. 10 La edición que hemos manejado se halla en: V. E. FRANKL, ... trotzdem

Ja zum Leben sagen. Ein Psychologe erlebt das Konzentrationslager, Mün­chen, 198P, 149-198.

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desgracia, la incredulidad es su verdad. Sin negar que esto sea así en muchísimas ocasiones, Sócrates se apresura a decir que hay un medio a través del cual se puede ayudar a los hombres: el arte. No se trata de fantasear o imaginar hechos irreales ... Se trata sola­mente de realizar formas concretas. Más claro todavía: Se trata de presentar a los ojos del hombre su propia realidad, a fin de que, conociéndola, sepa a qué atenerse.

Sin más preámbulos, Sócrates invita a sus interlocutores a conectar con un escenario concreto. Antes, sin embargo, les ad­vierte: "Quiero mostrar a la gente un cuadro del infierno. Con ello pretendo demostrar que incluso en el infierno el hombre puede seguir siendo hombre". Inmediatamente se corren las cor­tinas entre el tiempo y la eternidad, y aparece el campo de con­centración de Birkenwald. Entre otros, allí está Frankl, acompa­ñando a su hermano Kar!. Pero, sobre todo, allí hay mucho dolor. Las palabras y los gestos de los prisioneros son una melo­día de dolor acumulado.

Acaso porque barrunta cuál va a ser su final, Karl dice a su hermano Frankl que hubiera sido preferible que no le hubiera acompañado. En ese caso, no se hubiera visto en la necesidad de pasar por calvario tan espantoso. La respuesta de Frankl es ter­minante: "Esta mierda que llamamos vida no tendría sentido y no merecería la pena ser vivida si a cada paso no estuviéramos dis­puestos a entregarla". Karl no entiende. Esto obliga a Frankl a explicarse un poquito más: "Esta mierda de vida no tiene sentido si uno se aferra a ella. Quien no está dispuesto a entregarla, vegeta hasta que estira la pata; su vida es absurda. En cambio, quien está dispuesto a entregarla, para ése incluso la muerte puede tener sentido. Esta es mi opinión, que de no estar aquí nunca me hubiera atrevido a exponer" 11.

La madre sigue la escena con sumo interés. Pero no puede comunicarse con sus hijos. Su condición de muerta se lo impide, la misma que le permite entablar conversación con los filósofos. A éstos, en efecto, les cuenta cómo su hijo Frankl, pudiendo

11 El texto evoca, de inmediato, el conocido pasaje del evangelio de san Juan: "En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierte; y el que odia su vida en este mundo, la guarda para una vida eterna" (Jn 12,24-25).

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escapar a América, no lo hizo. Y no lo hizo porque no quiso dejar a su familia en la estacada. Todo un gesto que honra a Frankl, de quien la madre se siente orgullosa. La verdad es que desde enton­ces las cosas han ido de mal en peor. Al presente, ver a sus hijos en aquella situación le produce un inmenso dolor. Y, apenada, suplica a los filósofos que hagan algo en su favor. Su súplica no es desatendida. Los filósofos hacen lo único que pueden: recordar a la madre que su misión es estar alIado de sus hijos. Siempre lo estuvo, como lo atestigua el paquete de cartas y regalos que muestra a los filósofos; son los recuerdos y pensamientos de sus hijos. Emocionado, Kant comenta: sería maravilloso si los hom­bres comprendieran que todo tiene su significado. Aún son más explícitos Sócrates y Spinoza cuando apostillan: si los hombres comprendieran que todo tiene significado, su trabajo llevaría el sello de lo eterno. Pero, puntualiza Sócrates, "apenas sabemos lo que representamos. Menos todavía quiénes lo representamos. Nuestros papeles sólo los conocemos de manera imprecisa".

La madre de Frankl y Karl escucha con atención cuanto dicen los tres filósofos. Pero no se limita a escuchar. Es ella la que ahora pregunta: ¿Ante quién representamos nuestros papeles? Sin titubear, los filósofos contestan: Nuestros papeles los repre­sentamos ante el público, el cual, haciendo de espectador, repre­senta el suyo propio. Y como queriendo probar lo que acaban de decir, invitan a la madre a que dirija su mirada hacia el público. Ella lo hace, sin que consiga ver nada. Su mirada se pierde en la oscuridad. Allí, en la oscuridad, está el público. No se le ve, pero él ve a los que están actuando en el escenario. Sin exigir más explicaciones, la madre cree lo que los filósofos le dicen 12.

Mientras, la representación sigue adelante. Por negarse a de­clarar, Karl es ahora tan brutalmente torturado que muere. El dolor que el suceso produce en el alma de Frankl'es poco menos que inexpresable. Es, eso sí, un dolor nuevo que se suma a otros ya existentes: dolor causado por el hambre y la sed; dolor causado por tantas arbitrariedades; dolor que causan las propias dudas de

12 Según Frankl, la fe es un elemento básico de la existencia humana, toda vez que la ciencia es incapaz de desentrañar el sentido profundo de la historia. Cuál sea la razón o sentido último de cuanto existe es algo que nos desborda desde el punto de vista científico. En esa razón o principio "sólo podemos creer" (V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie ... , 71; IDEM, Psicoterapia y humanismo ... , 63ss).

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conciencia ... En concreto, a Franklle atormenta el recuerdo de lo que hizo en cierta ocasión: haber cambiado un trozo de pan por un abrigo con otro prisionero. Para tranquilizarle, Paul, su con­fidente a partir de la muerte de Karl, le dice que no somos ángeles. Ciertamente que no. Pero, agrega Frankl, de antemano tampoco somos demonios, ni siquiera los ss. Afirmación importantísima que tiene mucho que ver con el cuento que Sócrates oyó a un judío anciano, y que se resume en lo siguiente: La marcha del mundo depende de que haya treinta y seis hombres justos. Ahora bien, quiénes son éstos es cosa que nadie sabe.

Ernst es otro prisionero que aparece ahora en escena. A él y a Paul, Franklles cuenta un sueño: Una vez alguien le preguntó si quería ayudar a los prisioneros. Dijo que sí. En su vida, nunca sintió tanta alegría como entonces. Más tarde, sin embargo, re­husó, acción que no deja de reprocharse a sí mismo. Ahora -con­tinúa Frankl- vuelvo a soñar. Sueño con lo que haré cuando salga fuera: acudir a salvar velozmente a las personas que, en un primer momento, pueden ser víctimas de un odio excesivo. Des­pués de oír esto, Paul, que exige que se haga justicia, acusa a Frankl de loco y traidor. Poco o nada le preocupan a Frankl estas acusaciones. Lo que sí le preocupa, y mucho, es el odio y la injusticia, que sólo genera odio e injusticia. ¿Qué sacamos -pre­gunta Frankl- respondiendo alodio con el odio, a la injusticia con la injusticia? No otra cosa, sino más odio y más injusticia. Pero eso no beneficia a nadie. Por consiguiente, lo que hay que hacer, de una vez por todas, es romper la espiral del odio y de la injusticia, poniendo fin al viejo axioma bíblico: ojo por ojo y diente por diente.

Agotado y sin fuerzas, Frankl se siente desfallecer. La fiebre se apodera de él, y comienza a delirar. El dolor es tan grande y la fiebre tan alta que desea morir. Su madre y su hermano Karl, sin poder comunicarse con él por encontrarse en un plano o nivel distinto, le animan, no obstante, a recorrer su camino hasta el final. Cada cual tiene que recorrer el suyo propio. Nadie puede sustituir a nadie. En esto consiste la vida. Hasta concluir la obra, hay que seguir en escena. De ello, por fin, tiene clara conciencia Frankl. Ligeramente recuperado, comunica a Paul la decisión tomada: "Quiero que mi vida sea fecunda; para ello, quiero com­pletar lo comenzado". La misma idea aparece repetida cuando,

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dirigiéndose a su madre y hermano, dice: "Os prometo cumplir el que creo es mi encargo. Esto es cosa que sólo sabré poniéndolo por obra".

n. "HOMO PATIENS". ANTROPOLOGÍA FRANKLlANA

La vida es una representación teatral. Esta es la afirmación central de Sincronización en Birkenwald. Afirmación, por cierto, nada novedosa. Nuestro Calderón de la Barca, sin ir más lejos, ya habló, mucho antes que Frankl, del gran teatro del mundo. Lo nuevo de Frankl es la coexistencia de planos o niveles distintos dentro del mismo escenario. Dicha coexistencia hunde sus raíces en la visión que tiene de la realidad del hombre. A ella queremos referirnos de aquí en adelante. Lo haremos fijando la mirada en tres de sus puntos o ejes fundamentales: la autotrascendencia, la espiritualidad y la libertad-responsabilidad. Lo que resulte será el comentario a la obra cuyo argumento acabamos de exponer.

l. Autotrascendencia

Según Frankl, el hombre no es una mónada sin puertas ni ventanas. Es, por el contrario, un ser abierto y comunicativo por naturaleza. Y, desde luego, no sería él mismo si, por sistema, prescindiera de los otros. Estos le atañen inexorablemente. La imagen de un hombre encerrado en sí mismo es una caricatura de hombre.

Para poder ver, el ojo se proyecta hacia afuera. Sólo cuando está enfermo o no ve bien se concentra sobre sí mismo. Lo mismo el hombre. Para llevar a cabo sus atribuciones, ha de salir nece­sariamente de sí mismo. La autotrascendencia, que nada tiene que ver con el más allá, "significa que el hombre es tanto más hombre cuanto más se despreocupa y olvida de sí mismo, sea en la entrega a una tarea o una persona" 13. Eso es lo que pone de manifiesto el ejemplo del ojo y lo que confirma la experiencia.

13 V. E. FRANKL, Del' Mensch VOl' del' Frage nach dem Sinn. Eine Aus­wahl aus dem Gesamtwerk, München, 1979, 87. Cfr. ibid., 147; IDEM, La voluntad de sentido ... , 2.11; IDEM, La psicoterapia al alcance ... , 79.

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"Nadie -atestigua el dimitido presidente Richard Nixon- puede recuperarse espiritualmente de una pérdida importante sin la ayu­da de los otros ( ... ) La recuperación espiritual se acelera superan­do la sensación de aislamiento, reconociendo el hecho de que la familia, los amigos y los partidarios están aún con uno y situando en perspectiva la derrota" 14.

A Buber ya Ebner, entre otros, hay que agradecer que hayan insistido en el carácter relacional y dialógico de la vida humana; ésta, mal podría desarrollarse si quedara encerrada en sí misma. La vida humana es, por definición, apertura a los demás. Por eso todo intento de recluir al hombre entre las paredes de su mismi­dad termina por producirle una especie de muerte por asfixia. Esto significa que el hecho de ser hombre es algo que trasciende al mismo hombre, individualísticamente considerado. "El ser hu­mano -escribe Frankl- se proyecta más allá de sí mismo, se dirige a algo que no es él mismo: hacia algo o alguien, a un sentido que hay que cumplir o a otro ser humano a quien encon­tramos. A una cosa a la que servimos o a una persona que ama­mos"15.

Una existencia humana sin orientación y sin metas es una existencia que, a la postre, termina por demostrarse vacía. La instalación en el puro presente es tan perjudicial como la contem­plación fija de sí mismo. El hombre es el ser de grandes horizon­tes. Y tan pronto como pierde de vista esos horizontes se ahoga, como el Narciso de la leyenda griega, en las aguas de sus propias fantasías. Su tarea primordial, pues, no consiste en buscarse a sí mismo, sino en entregarse a los demás. Y tanto más se entregará a los demás cuanto mayor sea la conciencia de su autotrascen­dencia.

Ni el psicologismo ni el sociologismo ni el biologismo enten­dieron nada de esto. Y no lo entendieron porque primero negaron el carácter autotrascendente de la vida humana. Según ellos, el hombre es "nada más que" el resultado de unos procesos psico-

14 R. NIXON, "Nada por lo que luchar", en Blanco y Negro 3694 (1990) 9. "Es un hecho: el hombre sólo puede sobrevivir cuando da una orientación a su vida, yen mi opinión esto es válido, no sólo respecto a la supervivencia del individuo, sino respecto a la supervivencia de la humanidad entera (V. E. FRANKL, La voluntad de sentido ... , 37).

15 V. E. FRANKL, La voluntad de sentido ... , 149.

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lógicos, sociológicos o biológicos. Son los tres grandes reduccio­nismos, a los que Frankl asimismo denomina homunculismos. Y el homúnculo, según la definición acuñada por Goethe en su Fausto, no es sino una "linda entelequia del hombre". Esto, jus­tamente, es lo que, por todos los medios, hay que evitar: confun­dir al hombre con una entelequia.

En virtud de la auto trascendencia, el hombre se percata de que él no es fin en sí mismo, sino que forma parte de un mundo que lo trasciende. No será, por tanto, replegándose en sí mismo, sino abriéndose a los demás como el hombre alcanzará finalmente su verdadero ser. De esto tenemos noticia en Sincronización en Birkenwald. Allí, por ejemplo, vemos que, una y otra vez, Frankl piensa en su madre y piensa también en lo que le espera fuera. La auto trascendencia le ayuda a elevarse por encima de aquella si­tuación de inmenso dolor, como antes le ayudó a elevarse por encima de sí mismo, prefiriendo quedarse con su familia en vez de huir a AmériCa.

2. Obstinación del espíritu y persona espiritual

Llevados de su unilateral modo de ver las cosas, los reduccio­nismos presentan una imagen desfigurada, y hasta caricaturesca, del hombre. Anclados en un único aspecto o zona, son incapaces de ver el resto. Falta en ellos una visión global o de conjunto. Dicha visión es la única vía de acceso para comprender la ex­traordinaria riqueza que dentro de sí encierra el hombre.

Abominando de los reduccionismos de todo signo, Viktor Frankl afirma que el hombre es un ser con tres dimensiones o tridimensional. Esas tres dimensiones que conforman la realidad del hombre son: la somática, la psíquica y la espiritual. Todas ellas son absolutamente necesarias e imprescindibles para poder captar la verdadera imagen del hombre. Esta se falsea y deforma cuando se silencia alguna de ellas. Para explicar esto, Frankl se sirve de un ejemplo: "Si sacamos del espacio tridimensional un vaso, geométricamente un cilindro, y lo proyectamos a los planos bidimensionales lateral y de la base, entonces obtenemos, en un caso, un cuadrángulo, y en el otro, un CÍrculo" 16. Aplicado al

16 V. E. FRANKL, Psicoanálisis y existencialismo ... , 49.

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hombre, esto quiere decir que siempre que no se toma en consi­deración su tridimensionalidad nos exponemos a que aparezca ante nuestros ojos como un ser lleno de contradicciones.

El hombre no es sólo cuerpo o sólo psique o sólo espíritu. El hombre es las tres cosas a la vez, y sin posibilidad de separación. Haciendo suya la expresión de santo Tomás, Frankl dice que el hombre es unidad a pesar de la multiplicidad. Ni monismo ni pluralismo, sino armónica conjunción de ambos. "En el hombre hay unidad antropológica, a pesar de la multiplicidad ontológica de lo corporal, de lo anímico y de lo espiritual" 17. Debe quedar claro, por consiguiente, que toda imagen del hombre que se precie de auténtica tiene que ser capaz de integrar su dimensión corpoo ral, su dimensión psíquica y su dimensión espiritual. Pero, ade­más, debe quedar claro que entre todas ellas la dimensión espiri­tual tiene, por así decirlo, cierta relevancia. De ella dice Frankl que es la genuina dimensión del hombre. Este, merced a su con­dición espiritual, puede oponerse tanto a lo corporal como a lo psíquico.

Entre los recuerdos que Frankl se trajo del campo de concen­tración, hay uno que bien vale la pena consignar aquí. Según su testimonio, siempre que los prisioneros eran conducidos a la cá­mara de gas se repetía la misma escena: En medio de aquel pelo­tón de condenados a muerte, una y otra vez se dejaban oír las voces de quienes afrontaban ese trance dolorosísimo recitando el Shema Ysrael o el Padrenuestro 18. Cada cual es libre de interpre­tar el hecho como mejor le plazca. Frankl, por su parte, no duda en señalar que si aquellos hombres, desechos corporal y psíquica­mente, se portaban de esa manera, ello era debido a su entereza de espíritu. En ellos se hacía muy patente lo que el propio Frankl calificaría más tarde como "obstinación del espíritu" 19. Gracias a esta obstinación del espíritu, aquellos prisioneros eran capaces de afrontar la sentencia de muerte dictada contra ellos con paso firme y rostro sereno, igual que antes habían sido capaces de aguantar un sinnúmero de ultrajes y vejaciones.

17 R. CHIRRIQUIN AGUlLAR, "La antropología de Viktor E. Frankl", en Studium Ovetense 15 (1987) 100.

18 Cfr. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 128; IDEM, El hombre doliente ... , 266-269.

19 Cfr. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance ... , 138-143; IDEM, La voluntad de sentido ... , 112-113; IDEM, Teoría y terapia ... , 31-42.

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Bueno será advertir que la obstinación del espíritu no es algo que se limite exclusivamente a los campos de concentración. Don­dequiera hay un hombre, allí hay un ser capaz de hacer frente a las difíciles situaciones que puedan presentársele. Tendrá, eso sí, que prestar la suficiente atención a su dimensión espiritual para saber encajar con acierto los golpes que le vienen encima. Esa actitud o capacidad de lucha y resistencia depende, en última instancia, de la obstinación de su espíritu. Un espíritu obstinado no es, ciertamente, garantía de éxito seguro, pero es la mejor arma para quien, día tras día, tiene que estar al pie del cañón.

Seguramente, todos hemos conocido personas espiritualmente obstinadas. Personas que no se rinden ante los fracasos ni se amilanan ante los reveses. En este mismo número de la Revista se habla del P. Damián de Veuster, de san Juan de Dios y de san Camilo de Lelis. Son hermosos ejemplos de intrepidez y valentía espiritual. Los tres fueron capaces de hacer frente a terribles situaciones de dolor y de miseria. Al actuar como actuaron, die­ron muestras de lo que hemos venido llamando "obstinación del espíritu". Ellos, no menos que los prisioneros de los campos de concentración, eran frágiles; su espíritu, sin embargo, fuerte y resistente. Algo parecido se observa en Sincronización en Birken­wald. Muchos de aquellos cuerpos, rotos y maltrechos, escondían un espíritu grande. Un ejemplo lo tenemos en Karl. De tal manera ha arraigado en él la obstinación del espíritu que prefiere la muerte al chantaje.

En otros tiempos se pensó que el espíritu era enemigo del alma o psique. Hoy está demostrado que es su mejor aliado. Lo es a la hora de hacer un tratamiento curativo. Y lo es, igualmente, cuando dicho tratamiento no es necesario. En todas y cada una de las situaciones, alma y espíritu están llamados a entenderse y a colaborar juntos. Y la razón no es otra sino la ya apuntada: además de impulsos, nervios y otras muchas cosas, el hombre tiene también espíritu o, más exactamente, es persona espiritual. Al hecho de ser hombre va indisolublemente unido su ser espiri­tual.

A la hora de explicar qué sea lo espiritual, Frankl señala que sería una torpeza identificarlo con lo intelectual o con lo racional. Lo espiritual, según él, es lo íntimo del hombre, su sentimiento más profundo; es ~siguiendo a Pascal~ una sabiduría del cora-

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zón. Imágenes o metáforas cuyo propósito es llamar la atención sobre aquello que, siendo lo que mejor caracteriza al hombre, es el fundamento de su dignidad. En razón de lo espiritual, todos los hombres, sin excepción, son dignos de estima y respeto. Estima y respeto que decaen e incluso desaparecen en la medida en que se olvida la faceta o dimensión espiritual que cualifica al hombre.

El hecho de que Viktor Frankl aluda varias veces en sus esciitos a la pobreza espiritual que domina la vida moderna no carece de interés. Al parecer, muchos conciudadanos nuestros viven ajenos a lo espiritual. El agitado ritmo de vida actual al que con frecuencia se añade una concepción materialista de la historia hacen cada vez más difícil al hombre el encuentro consigo mismo. Absorto por infinidad de cosas, al hombre le falta tiempo y coraje para profundizar en sí mismo. Como consecuencia de ello, termi­na instalándose en la superficialidad, sin darse cuenta de que al proceder de esta manera a sí mismo se veta el descubrimiento de lo espiritual que hay en él.

Que el hombre es una persona espiritual no es una afirmación más dentro de la antropología frankliana. Es, más bien, la afir­mación central. Tan central e importante que si ella faltara todo lo demás se desmoronaría. Del desastre no se libraría ni la misma profesión médica. Esta se convierte en veterinaria u otra cosa parecida cuando pierde de vista que el enfermo es una persona espiritual. Fe incondicional en la persona espiritual. Estas pala­bras son expresión abreviada de lo que el propio Franklllama su credo psiquiátrico 20. Desde luego, la persona espiritual no está inmunizada contra cuanto la rodea, ni siquiera está inmunizada contra sí misma. Lo uno y lo otro la afecta y la influye, pero no hasta el extremo de destruirla. En cuanto tal, la persona espiritual es indestructible. Indestructible e inconsciente.

La psicología profunda puso todo su empeño en investigar las huellas de la impulsividad humana, oculta en el insconsciente. Pero no se ocupó, en cambio, de investigar la espiritualidad del hombre, que también tiene una vertiente inconsciente. De esta manera, asegura Frankl, "la psicología profunda era, por lo me­nos en cierto grado, una psicología del ello inconsciente, y no una

20 Cfr. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 126-127; IOEM,

Ante el vacío existencial..., 125. La dignidad de una persona no depende de que su organismo esté sano o enfermo. El hombre no es una máquina.

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psicología del yo inconsciente"21; es decir, olvidando a la persona como centro de la existencia espiritual, la estudió como facticidad psicofísica. Según Frankl, la persona humarla no sólo es espiri­tual, sino que "la persona espiritual profunda es forzosamente inconsciente" 22. En el fondo del hombre, recuerda Frankl, hay mucho de irreflexionable e inconsciente. La conciencia prelógica es, en su origen, inconsciente, como inconsciente es también la conciencia intuitiva, inspiradora de las grandes obras artísticas y culturales. Todo ello permite decir a Franklt¡ue el centro y pro­fundidad de la persona es inconsciente e irracional, poniéndose, en consecuencia, de manifiesto "que lo espiritual no sólo puede ser inconsciente, sino que, tanto en su última instancia como en su origen, tiene que ser también inconsciente"23.

3. Libertad y responsabilidad

Cuanto se ha dicho hasta aquí podría no entenderse bien si se pasara por alto que el hombre pone su espíritu en acción mediante el ejercicio de la libertad y de la responsabilidad. Veamos de qué manera.

a) Libertad.-Frankl no se cansa de repetir que el hombre es un ser libre. Al decir esto no es tan ingenuo como para no darse cuenta de los múltiples elementos o factores que condicio­nan la libertad humana. Porque se ha dado cuenta, no defiende una libertad humana absoluta o ilimitada. Sería absurdo. Tan absurdo y descabellado como hacer del hombre el producto de unos factores psicológicos, biológicos o socioeconómicos. A quie­nes piensan así, Frankl responde: "El hombre no está totalmente condicionado y determinado; es él quien determina si ha de entre­garse a las situaciones o hacerlas frente. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí mismo" 24.

El hombre no es un automáta, si bien la suya es siempre una libertad finita y limitada. La libertad del hombre acontece siempre

21 V. E. FRANKL, La presencia ignorada ...• 28. 22 [bid., 30. 23 [bid., 32. Cfr. IDEM, Teoría y terapia ... , 131-134. 24 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 125.

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dentro de un destino. El destino forma parte del hombre. Hay que añadir, no obstante, que "sólo puede ser libertad frente a un destino" 25. Quiere esto decir que la libertad humana es impensa­ble fuera del destino. El hombre se halla sujeto a él, pero no de tal forma que no pueda reaccionar frente a él. Determinado, el hombre tiene, sin embargo, la posibilidad de irse liberando de lo que le determina, del mismo modo que el hecho de estar sujeto al suelo, por la ley de la gravedad, no es óbice para que pueda dar saltos hacia adelante. El hombre es libre para hacer frente a sus propios condicionamientos. En ese caso, la libertad humana pue­de ser definida como la capacidad de adoptar una actitud u otra respecto a los estados exteriores e interiores de la persona 26.

Gracias a su libertad, el hombre tiene capacidad para elevarse por encima de las circunstancias que lo rodean, eligiendo su pro­pio camino. Despojado de todo, al hombre siempre le queda su libertad. "El hombre -nos hace saber Frankl- puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión física y psíqui­ca"27. Una vez más Frankl alude a las dolorosas experiencias de los campos de concentración. En aquellas circunstancias, el hom­bre perdió todo lo que tenía, quedándose escuetamente con su ser de hombre. Hecho un guiñapo, el hombre conservó como preciado tesoro su libertad. "Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito" 28.

Siguiendo a Jaspers, repetidamente afirma Frankl que "el hombre es el ser que decide"29. Aun en el caso de que abdique de su libertad, esto no sucede sin su consentimiento. El, y nadie más que él, es quien a cada momento toma aquellas decisiones que harán de él un ángel o un demonio. La hisotria de todos los tiempos ofrece abundantes ejemplos al respecto; también la nues­tra. En nuestra generación hemos tenido la oportunidad de cono­cer que el hombre "es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser

25 V. E. FRANKL, Psicoanálisis y existencialismo ... , 129. 26 Cfr. V. E FRANKL, Psicoterapia y humanismo ... , 5055. 27 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 69. 28 ¡bid., 70. Cfr. IDEM, Lagos und Existenz, Wien, 1951, 16-17. 29 V. E. FRANKL, La voluntad de sentido ... , 90, lOO, 102; IDEM, Lagos

und Existenz ... , 33; IDEM, Die Sinnfrage in der Psychotherapie ... , 38.

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que ha inventado las cámaras de gas, pero es el ser que, asimismo, ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración" 30.

b) Responsabilidad.-Por lo dicho, queda claro que el hom­bre es un ser libre. De todos modos, para no ser mal interpretado, Frankl añade que "la libertad sólo es una parte de la historia y la mitad de la verdad" 31. El gran error del existencialismo fue enar­bolar la bandera de la libertad como enseña de un subjetivismo pernicioso por absoluto. Se dijo que el hombre era libre, pero no se supo para qué. No se dio cuenta de que la responsabilidad es la otra mitad de la verdad. "La libertad corre el peligro de dege­nerar en nueva arbitrariedad, a no ser que se viva con responsa­bilidad" 32. Es poco entender la libertad como "estar libre de". Ante todo, la libertad hay que entenderla y vivirla como "estar libre para". Aquí radica el sentido profundo de la libertad huma­na como paso necesario hacia la responsabilidad.

"Tener responsabilidad -asevera Frankl- es la base funda­mental del ser hombre" 33. Este existe como tal cuando asume su responsabilidad. Sin responsabilidad el hombre es una caricatura de sí mismo, del mismo modo que es un juguete de fuerzas extra­ñas sin libertad. Así pues, ni libertad sin responsabilidad, ni res­ponsabilidad sin libertad. Una y otra son constitutivos esenciales del hombre. La libertad es la base sobre la que descansa la res­ponsabilidad. Y "la responsabilidad significa siempre una ligazón de la libertad" 34. Libertad es el negativo de un fenómeno que positivamente se expresa como responsabilidad. En virtud de su libertad, el hombre es responsable. Y para deshacer el equívoco de quienes fijándose exclusivamente en la libertad subestiman la responsabilidad, Frankl recomienda erigir una estatua a la Res-

30 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 87. 31 [bid., 126. 32 [bid., 126. 33 V. E. FRANKL, La presencia ignorada ... , 20. "El fatalismo neurótico

constituye un huir de la responsabilidad que le imponen al hombre su pecu­liaridad y el carácter único e irrepetible de su existencia: es una fuga para refugiarse en lo típico, en la naturaleza aparentemente fatal del hecho de pertenecer a un tipo humano" (IDEM, Psicoanálisis y existencialismo ... , 142). Meta del análisis frankliano de la existencia es "llevar al hombre a un terreno en que, por sí y ante sí, tome conciencia de su propia responsabilidad" (ibid., 319. Cfr. IDEM, Teoría y terapia ... , 155-168).

34 V. E. FRANKL, La voluntad de sentido ... , 75.

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ponsabilidad en la costa oeste de los Estados Unidos que sea complemento de la erigida a la Libertad en la costa oriental 35.

Si, tal como acabamos de indicar, el hombre es responsable, no queda más remedio que preguntarse: ¿Ante quién y de qué es responsable?

Por lo que respecta a la primera parte de la pregunta, Frankl afirma que hay una serie de instancias ante las cuales el hombre se siente responsable. Por citar algunas, ahí están: la familia, la sociedad, Dios. Son instancias que, al no ser merecedoras de una valoración unánime, no han alcanzado una aceptación universal. Pero; sobre todo, son instancias externas al hombre. Cosa distinta es la conciencia. Esta es una instancia que reside en el interior de cada hombre. Una instancia, por tanto, universal de la que a nadie le es dado escapar. Siendo insobornable, ella es la instancia suprema.

La importancia de la conciencia es mucha; tanta que Frankl llega a definirla como "órgano del sentido" 36. Según él, la con­ciencia guía al hombre al descubrimiento del sentido. Con esto estamos ya respondiendo a la segunda parte de la pregunta. Res­puesta que formulamos del modo siguiente: El hombre es siempre responsable del sentido de su vida. En cada momento y situación él, y nadie más que él, carga con la responsabilidad de dar res­puesta a las preguntas que la vida le va planteando. La responsa­bilidad es un compromiso del que nadie puede eximirse. Todos somos responsables de cumplir, cada uno a su manera, aquella tarea que se nos ha confiado. Quien cumple la propia tarea, decía Laotsé, se eterniza, levanta un monumento imperecedero 37. Esto es lo que hace que la vida sea hermosa y digna de ser vivida. Con todo, a la vista de los fracasos cosechados, nunca faltarán quienes, desencantados, adopten una postura entre resignada y escéptica. A éstos, y a todos, Franklles advierte "que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros" 38.

35 Cfr. ibid., 163; IDEM, El hombre en busca de sentido ... , 126. 36 Cfr. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido ... , 30-31; IDEM, La presencia

ignorada ... , 103-104; IDEM, La psicoterapia al alcance ... , 22-23; IDEM, Lagos und Existenz ... , 41ss.

37 Cfr. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance ... , 45-49. 38 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 78. Piensa mucha

gente que el hombre es elllamado a plantear preguntas a la vida, cuando, en

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Al principlO de estas páginas decíamos que la vida es una obra de teatro en la que cada cual tiene que desempeñar un papel. En ocasiones, el fiel desempeño de este papel será especialmente difícil. Nunca, sin embargo, está justificada la retirada. Hasta el momento preciso, el hombre ha de permanecer en el escenario. Todo gesto encaminado a interrumpir la representación o a inter­cambiar los papeles denotaría falta de responsabilidad. Se hace, pues, necesario educar concienzudamente al hombre en el ejerci­cio de su responsabilidad, para que sea capaz de asumir sus deberes en vez de eludirlos.

CONCLUSIÓN

Cada día los medios de comunicación social nos sorprenden con nuevos y graves sufrimientos que aquejan a la humanidad. Pocos o muchos, son sólo una mínima parte. Todos sabemos de otros sufrimientos que, sin llegar a ser noticia, son no menos graves. Esto sin hablar de los sufrimientos propios. Porque ¿quién no ha sufrido alguna vez en su vida? Todo parece indicar que el sufrimiento es una de esas experiencias universales, de las que a nadie le es dado escapar.

La obra que ha servido de punto de partida a este trabajo rezuma sufrimientos por sus cuatro costados. Con los detalles que ella nos proporciona podemos hacernos una idea de lo extre­madamente dura que era la vida en los campos de concentración. Pero, mucho más que un relato imaginario, aunque con base real, Sincronización en Birkenwald es una reflexión sobre el su­frimiento humano. Así, al menos, lo hemos entendido nosotros, queriendo ahora llamar la atención sobre dos puntos.

l.º Totalmente de acuerdo con Viktor Frankl, pensamos que el sufrimiento es inseparable de la vida. Nuestro ínclito Una­muno ya decía que "el dolor es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad". N o sentir dolor es algo espantoso, ya que en­tonces las posibilidades de ser persona son menos. "Quien no

realidad, es a la inversa. La vida es quien plantea preguntas al hombre. Preguntas que sólo acertaremos a responder viviendo responsablemente (cfr. IOEM, La voluntad de sentido ... , 49; IOEM, Die Sinnfrage in der Psychothe­rapie ... , 89; IOEM, Psicoanálisis y existencialismo ... , 103-104).

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hubiese nunca sufrido, poco o mucho, no tendría conciencia de sÍ. El dolor, que es un deshacimiento, nos hace descubrir nuestras entrañas" 39.

Vivir, pues, significa sufrir. No que el hombre deba buscar el sufrimiento y, menos todavía, complacerse en él. Sería absurdo. Lo que queremos decir es que el sufrimiento es inherente a la vida. Desde luego, habrá que luchar por hacerla lo más liviana y agradable posible, como habrá que luchar por evitar todo el sufrimiento que sea evitable. Pero si, por casualidad, alguien soñara con su total desaparición, a sí mismo se impondría un sufrimiento innecesario: el que se produce siempre que uno des­pierta de un sueño maravilloso. Una cierta decepción tiene lugar entonces al comprobar que las cosas son como son y no como las había soñado. Arrojar el dolor de la vida es una idea o sueño fantástico, pero imposible. En consecuencia, si queremos solucio­nar el problema del sufrimiento hemos de saber que "pertenece con propiedad a la vida" 40.

En su conjunto, la cultura descansa sobre la noción del horno faber ~ del horno sapiens. Trabajando y pensando, el hombre ha hecho auténticas maravillas. Negar esto no sería honesto. Pero tampoco lo sería si llegáramos a pensar que ahí se agota toda la riqueza del hombre. Junto a las indicadas, hay otra noción que no debe faltar nunca al hablar del hombre, si se quiere hacer justicia a su verdadero ser. Es la noción del horno patiens. Ade­más de creador y pensador, el hombre es sufridor. Sufriendo, el hombre da muestras de lo que es capaz. Aunque nos cueste creer­lo y, mucho más, hacerlo nuestro, el sufrimiento es forja en la que se templa el espíritu del hombre. Cuando al hombre le faltan las fuerzas para emprender alguna cosa, siempre le queda la posibi­lidad de sufrir. "Sufrir -decía Hermann Cohen- es la suprema dignidad del hombre"41.

2.º Sobrevivir supone encontrar un sentido al sufrimiento.

39 M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, Madrid, 1985, 185 Y 187.

40 V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in del' Psychothel'apie ... , 104. "El sufri­miento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Sin todos ellos, la vida no es completa" (IDEM, El hombre en busca de sentido ... , 70).

41 V. E. FRANKL, Ante el vacío existencial ... , 94. Cfr. IDEM, Die Sinnfrage in del' Psychotherapie ... , 101-124.

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Es éste el segundo punto que, brevemente, queremos desarrollar ahora.

Ni en la vida real ni en el personaje que representa en la obra de teatro estuvo Frankl escaso de sufrimiento. Todo lo contrario. El suyo fue un sufrimiento abrumador. Abrumador fue también, sin duda alguna, el sufrimiento de sus compañeros. La diferencia está en que mientras muchos de estos últimos sucumbieron a la prueba, Frankl logró superarla. Y la superó porque descubrió que, aunque no nos lo parezca, el sufrimiento tiene sentido. El sentido del sufrimiento reside en cómo lo aceptamos. "En ese cómo se encuentra la posibilidad de alcanzar un sentido y confe­rírselo a nuestra vida"42.

A sus compañeros de barracón, inmersos en un mar de sufri­mientos, Franklles dijo un día que la vida tiene sentido siempre. Hasta el último suspiro y bajo cualquier condición de vida, tiene sentido. Al decir esto, Frankl no pretendía, evidentemente, justi­ficar aquella situación de afrenta y sinrazón. Lo que buscaba era que quienes la padecían descubrieran el sentido de su sufrimiento. "Quien tiene un porqué para vivir ~había dicho Nietzsche an­tes- es capaz de soportar cualquier cómo". Lo que decide el contenido de la vida no son las circunstancias, sino la actitud del propio sujeto. Es él quien, en cada caso, ha de tener una razón, un porqué que sirva de apoyo a su vida. Si esa razón o porqué no existe, todo se puede venir abajo cuando las dificultades arrecian. "A menos que una persona tenga una razón para vivir, aparte de sí misma, morirá: primero mentalmente, luego emocionalmente y, después, físicamente"43. Esta razón o porqué es lo que salvó a Frankl de la catástrofe. El mismo confiesa que durante el tiem­po que duró su internamiento su preocupación primera no era si lograría sobrevivir. Su preocupación primera y fundamental era

42 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance ... , 164. "Ciertamente, toda enfermedad tiene su 'sentido'; pero el verdadero sentido de una enfermedad no está en el hecho de estar enfermo, sino, más bien, en la 'manera' de sufrir, y por tanto este sentido ha de ser dado primero en cada caso a la enfermedad, y ello acontece siempre que el hombre sufriente, el hamo patiens, cumple, en un justo y recto sufrir de un auténtico destino, el sentido posible de un sufrimiento necesariamente impuesto por el destino. El hacer resplandecer tal posibilidad de sentido, la búsqueda de sentido, es la tarea de ima cura médica de almas. Así pues, esta tarea responde también a la voluntad de sentido" (IoEM, Teoría y terapia ... , 166).

43 R. NIXON, a.c., 8.

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si todo aquello tenía algún sentido. Si no lo tuviera, tampoco lo tendría su liberación.

Una de las convicciones más firmes de Frankl es la que se refiere al valor permanente del sentido de la vida. Ninguna situa­ción, por absurda que parezca, es contraria o menos apta para su gestación. La posibilidad de sentido no está limitada a ninguna situación ni es privilegio de nadie. Las dificultades y los contra­tiempos pueden, ciertamente, poner en peligro el sentido de la vida. Eso, sin embargo, no tiene por qué ser así necesariamente. El sentido de la vida es incondicional. Esto significa que el irra­cional y cruel sufrimiento de los prisioneros de los campos de concentración, como por lo demás todo sufrimiento, ofrece in­sospechados cauces de sentido. Los ofrece a condición de que no se niegue ninguna de las tres notas con la que hemos caracterizado al hombre en general y al horno patiens en particular: autotras­cendencia, espiritualidad y libertad-responsabilidad.

Lo que resta belleza a la vida no es el sufrimiento, sino la actitud del hombre con relación a él. "El sufrimiento -manifiesta Frankl- no destruye el sentido de la vida, sino que le da muchas oportunidades -incluso bajo las circunstancias más difíciles­para añadir a su vida un sentido más profundo" 44.

Bueno será decir, para concluir, que el hombre no es un ser para el sufrimiento, como no es un ser para la muerte. El sufri­miento no es la meta última de la vida. El sufrimiento tiene sentido si nos conduce más allá de él mismo. Con mucho, Una­muno decía que el amor nace del dolor. Pensamiento que con­cuerda enteramente con lo que canta la liturgia: la pasión es sólo el camino para la resurrección. El dolor terrible que, el viernes santo, lleva a Jesús a la muerte, se transforma en gloria el domin­go de resurrección. Jesús es el siervo doliente del profeta IsaÍas. Pero es el siervo doliente que, a través del sufrimiento, trae la salvación.

44 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido ... , 70-71.