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exco ME XI CO DE A TONO!IIA VOLUMEN IX - NUMERO 8 MEXICO. ABR[L DE 955 E J EMP LAR $ 1.00 H-VAL PUBLICADA JOSE· LOPEZ PORTILLO y EMILIO RABASA Por Entmamtcl CARBALLO La feria de los días _ Reflejo de México en la obra rje.!osé M areno Villa por Luis Cernuda - CuerPos de 1m nombre porb11lllO Prados - Historia de Mariquita por Guadalupe Dueñas -o Historia Docwlle!ltal de mis (fIl) por ,<\lfonso Reyes - .lose Rafael Call1poy o ¡:lor Juan Lui Maneiro - Pequeiio léxico del llUevO vocabulario fllosoflco por Henri Dussort _ Artes plásticas por J. J. Crespo de la Serna - El cine por r M. Garcia Ascot .- de Italia por Tomás oSe- govia _ Libros por José de la Colilla, Ah Chl;lmacero y Carlos Valdoes - Pretextos de André Henes(rosa - llustraclOnes de Alberto Beltran. Rabosa la Piedra: luego, en una ciudad del interior, asiento de un gobierno estatal; por último, en la capital de la República, donde alcan- zan su clímax los aconte- o 1 R La novela en sene de Rabasa -La bola} La gran ciencia} El cuarto poder y Moneda falsa-, por los sitios en que se desarrolla, por las pasio- nes' que entran en juego, va de menos a más. Pri- mero ocurre en un pueblecillo, San Martín de A M u s pez Portillo como Rabasa ocpuparon, en su vida po- lítica, el más alto cargo de sus Estados natales: el de Gobernador. Ambos des- tacaron en el terreno del De re ch o, sobresaliendo Rabasa, quien dedicó a es- ta disciplina los mejores años de su vida. Lópe:; Portillo L A simp'atía es afini- dad, próxima o re- mota. Entre ambos, hombres y novelis- tas, hay visibles líneas que los emparentan. Tanto Ló-

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excoM E XI CODEA TONO!IIA

VOLUMEN IX - NUMERO 8

MEXICO. ABR[L DE 955

E J E M P LAR $ 1.00

H-VAL

PUBLICADA

JOSE· LOPEZ PORTILLO y EMILIO RABASAPor Entmamtcl CARBALLO

La feria de los días _ Reflejo de México en la obra rje.!osé M arenoVilla por Luis Cernuda - CuerPos de 1m nombre porb11lllO Prados ­Historia de Mariquita por Guadalupe Dueñas -o Historia Docwlle!ltalde mis libro~ (fIl) por ,<\lfonso Reyes - .lose Rafael Call1poy o ¡:lorJuan Lui Maneiro - Pequeiio léxico del llUevO vocabulario fllosoflcopor Henri Dussort _ Artes plásticas por J. J. Crespo de la Serna ­El cine por r M. Garcia Ascot .- Fid~lidad de Italia por Tomás oSe­govia _ Libros por José de la Colilla, Ah Chl;lmacero y Carlos Valdoes -

Pretextos de André Henes(rosa - llustraclOnes de Alberto Beltran.Rabosa

la Piedra: luego, en unaciudad del interior, asientode un gobierno estatal; porúltimo, en la capital de laRepública, donde alcan­zan su clímax los aconte-

o1R

La novela en sene deRabasa -La bola} Lagran ciencia} El cuartopoder y Moneda falsa-,por los sitios en que sedesarrolla, por las pasio­nes' que entran en juego,va de menos a más. Pri­mero ocurre en un o~,curo

pueblecillo, San Martín de

AMus

pez Portillo como Rabasaocpuparon, en su vida po­lítica, el más alto cargo desus Estados natales: el deGobernador. Ambos des­tacaron en el terreno delDe re c h o, sobresaliendoRabasa, quien dedicó a es­ta disciplina los mejoresaños de su vida.

Lópe:; Portillo

LA simp'atía es afini­

dad, próxima o re­mota. Entre ambos,

,¡ hombres y novelis­tas, hay visibles líneas quelos emparentan. Tanto Ló-

2 UNIVERSIDAD DE MEXICO

ABBOTT LABORATORIES DE MÉXICO, S. A.-BANCO NACIONAL DE

COMERCIO' EXTERIOR, S. A.-CALIDRA, S. A.-COMPAÑÍA HuLERA

EUZKADI, S. A.-COMPAÑÍA MEXICANA DE AVIACIÓN, S. A.-ELEC­

TROMOTOR, S. A.-FERROCARRILES NACIONALES DE MÉXICO, S. A.­

FINANCIERA NACIONAL AZUCARERA, S. A.-INGENIEROS CIVILES

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SOCIAL.-LoTERÍA NACIONAL PARA LA ASISTENCIA PÚBLICA.-

NACIONAL FINANCIERA, S. A.-PETRÓLEOS MEXICANOS.

PATROCINADORES

Director:.Taimc Carda Terrés.

la esbeltez y adelgazamien­to de las personas) dieseen atribuir a mi beldad untalle de abeja) un cuello decisne y una diafanidad se­mejante a la de los cuer­pos gloriosos. N o) señor)protesto contra semejantesuposición) porque seríaofensiva para la salud ex­celente) y la lozana fron­dosidad de mi adorado tor­1nento. Porque es de saber)que mi bien no había da­do en los devaneos de mu­chas da111.itas de hogañoque) por tal de parecer síl­fides y visiones de poetas,se echan en hambre) bebenvinagre) chupan limones)y no toman por la nochesino una taza de té sin azú­car) porque han oído decirque el té adelgaza y queel azúcar engorda. No) miBrígida -no pertenecía aesa brigada de sombrasborrosas que se desHzanpor los bailes) teatros :vpaseos) haciendo el efectode un aquelarre de bruji­fas) o de una sala de hos­p1:tal sublevada y ambulan­te)' 110) mi Brígida se apar­taba del cami1iO seguidópor esas -insensatas donce­lla! que son mártires de. símismas) y era una mUjernormal) q1.te comía y bebíaa discreción cuanto le pe­día el organis111O) y que asídaba fin a un bifstec Bis­111arck con un cerro de pa­tatas) como a mediá galli­na gorda o a un plato col­mado de mondongo. Y porlo qu.e hace a dulceS) ¡vayaque era golosillo el angeli­to! Ración doble de cre­mas) pastas y conservas enla comida y en la cena) ya más de eso) repletos car­tuchos de bombones a todahora.

Estamos ya en la épocade las heroínas saludables,llenas de vida. Epoca enque el novelista no inventa. E '"S1110 retrata. poca que se

avergüenza del excesivoadorno, sustituyéndolo conuna franca tendencia a la

(Pasa a la pág. 17)

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Muy a mi pesar tengoque poner otra restricciónal poderoso empuje de laiJ1wginación de mis favo-

la fort,una no hubiera recedor.es) y es· la del pesopuesto en su,s negros y y volumen de mi heroína.grandes ojos) antes rayos Porque bien podría su,ce­de luna que haces de luz der que :algu;w de ellossolar. Su mirada) en efec- fuese.;afecto alas figurasto) era dulce y triste y pa-· flacas:) vaporosas Y'escu­recía derramar sus res- chimizadas) y que) llevadoplandores sob1'e la tersa y~ de su tendencia natural'apensadora'frente; esto eslo que a mí me hizo rendirel alma) y lo que no olvidoni olvidaré jamás. ¿ Quéme importa que se le ta­chara de no tener la bocamás pequeña? He leídodespués en algún libro deZ ola que las bocas comoaquélla son sensuales; pe­1'0 la verdad es que Retne­dios era más dulce y afec­tuosa que ardiente y apa­sionada . .. N o haya te­mor de que) '/:gnorados suspadres) resulte luego hijadel sultán de M a1'ruecos enla penúltima página de es­te lib1'0.

II

Rector:Doctor Nabor Carrillo Flores.

Coordinador:Henrique Conzález Casanova.

Director artístico:Miguel Prieto.

Secretario de redacción:Emmanuel Carballo.

Precio del ejemplar:Número doble:Suscripción anual:

Secretario General:Doctor Efrén C. del Pozo.

Director de Difusión Cultural:Licenciado Jaime Carda Terrés.

REVISTA UNIVERSIDAD DE MEXICO

Toda correspondencia debe dirigirse a:"REVISTA UNIVERSIDAD DE MEXICQ"

Universidad Nacional Autónoma de México,Justo Sierra 16. México, D. F.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEXICO

Si digo que Remediosera una muchacha tímidano por ello tema el lectorde juicio que vaya a to­manne el trabajo de inven­tar) p'intar o adonui1' una.·heroína con tuberculosis)ni que quiera seguir) hilopor hüo) lamento por la­11iento) la historia de 1mamor escrofuloso. N o; Re­medios valía más que esasdesgraciadas heroínas dela tos; lucía sobre la blan­ca tez de sus mejiUas loscolores de las rosas queregaba en sus t'iestos por.la mañana; la roja y ar­diente sangre se transpa­rentaba en sus labios concolor vivo; 'V la redondezescultórica de sus brazos)hombros y cuello) todosuave) sedoso y nacarado)revelaba la fresca saludque el ejercicio d01néstJ:coengendra y la pureza delas costu1Flbres hen1wsea.Alta y esbelta) airosa connatural y no aprendida ele­gancia) hab1'ía sido unalugareña en el aspecto) ú

rcimientos. En las novelasde López Portillo se obser­va un similar desenvolvi­miento de la acción. EnLa parcela, los sucesos se.desarrollan en Citala, dis­frazado nombre de un pe­qúeño pueblo de Jalisco yen dos haciendas de su ju- 'risdicción; Los· precurso­res, en Fópoli -ciudad deluz-, metamorfosis idealde Guadalajara; Fuertesy débiles en México. Laspasiones, al irse enrique­ciendo los horizontes, sevuelven más complejas.. El· realismo de ambos-francés e hispano el deRaba;sa; puramente espa-~

ñol el de López Poi-tillo-,admite a menudo ensoña­ciones y escapatorias de laimaginación o del afecto;puede decirse que amodo­rrada su voluntad; brota­ba su trasfondo románti­co. Romántico es tambiénsu culto por la antítesis,que se observa en la con­ducta de sus personajes:buenos y malos, todos ellosde una pieza; en el físicode los mismos, sobre todoen las heroínas y en susdesgarbadas réplicas; enel estilo.

Las descripciones de es­tos dos novelistas se pare­cen, aunque el parecido noes sólo mutuaiafinidad sinoconstante del tiempo. Ladescripción prolija, el aná­lisis exhaustivo de las per­sonas y de los actos, se ob­servan también en Delga­do y en Gamboa; son el co­mún denominador de la li­teratura elel siglo pasado.

En la descripción de suspersonajes, López Portilloy Rabasa usaban el humor.Conscientes de que perte­necían a la escuela realista,se mofaban de las heroínas.románticas, delgadas enexceso, propensas a la tu­berculosis, aéreas, ingrá­vidas.

Compararé dos de susheroínas. La primera, Re­medios, es la protagonistaqúe aparece en las cuatropartes de la novela inicialde Raj)asa. La segt1nd~,Brígida, representa el pa­pel estelar elel cuento Purochocolate de López Por~tillo. .

UNIVERSIDAD DE MEXICO 17

I'rIf dulce }' triste

-Se hace gllaje -dijootro.

-La tía Gilda habrádado el perl1/iso.

-No -replicó Zapa­ta-: porque la que alldaen todo es doña Nazaria.

1quí las e:¡:c!a11laciOlleSy cOII/elltaríos no tuvieronlí11lite. Hablóse de la viu­da de Varguitas hastamás de lo justo; y luegose trajo a Luisa a cola­cióll, y después a dos SalI­tas (Call/acho) :.v a mediopueblo. Vo17,ie1'on despuéseL lo de la In-ocesión, y en­tonces Paucho AngelesIwollullció un buen d-isw1'­so que COlllell::;ó con estaspalaboras: ({Si .Tuá1'ez 1'e­sucitara se volve1'ía a 1110­

ri'r inmediatamente.})Figueroa es el liberal

demagogo de la novela deLópez Portillo, en tantoCJue los hermanos gemelosFrancisco y Juan Angelesprofesaban de buena fe lasideas liberales, y más aún:"adoraban la memoria deJ uárez y estaban reñidoscon todo orden público vi-

.. ingrávidas ...

gente." El personaje co­rrespondiente a Figueroaen La guerra de tres aFíoses Hernández. el secreta­rio perpetuo del Ayunta­miento de El Salado. Sinembargo, tanto Figueroacomo "los angelitos" coin­ciden en su lucha contra lareacción, en el ánimo in­dignado con que actúancontra los que infringen laley.

Rabasa y López Porti­llo veían con ojos afineslos triviales sucesos entrelos que se debatían ,suscontemporáneos. No inva­lidaban las ideologías, se

PORTILLO

RABASA

-Que tenemos proce-s'ión esta tarde.

-¡Cómo procesión!-¡Procesión!-¡Q'ué cosa!-¡Qué barbaridad!Estas y ot1'as exclG1na­

riol1es fuerol/) por SNpnes­to) lall.,::adas S/:Illllltóllea­mente '\' con tono en quetomaba"n parte la s01'pre­sal la 1'lldigllarión :Y el es­panto.

-P 11es , s'í., scFí01'es, es1/11 hecho) que habrá 111'0­cesió'n.

-¡ y Call1acho!-¡Sólo eso 110.'1 faltaba!-Pues Camacho pare-

ce que lo consiente o que1/0 lo sabe.

-¡Se hace! -exclamóPancho A1o/geles.

-¡Que liberal va a serese bruto!

-Si éste no es nada-ag1'egó Chapa.

JOSE LOPEZ

y EMILIO

de las leyes de Reforl11-a)que le at1'ibuían; las cua­les col1s-istían en hacer so­nar la campan'illa delantedel viát1:co) y en olvidarsea veces de recoger la sota­na al salir a la calle. ¡ Cla­m.aban los figuerolstasque aquello e1'a at1'oz) por­que tendía a mantener elfanatismo en el pueblo yla oscur1:dad en las con­ciencias! Alguna ve::; elt·inte1'illo (Figueroa) sien­do pres1:dente 111,unicipal) le1·mpuso multas por talesdesacatos) JI atW se 1'efe1'íade una en que le hi::;o lle­var al Ayuntamiento) cus­todiado por gendarmes encalidad de detenido.

-¿Ya saben) no) la no­vedad? -preguntó.

-¿Qué hay? -dijeroncasi a la vez todos.

Ir

... aéreas . ..

1

(vie~le de la pág. 2)

caricatura. Remedios yBrígida tienen defectosque menguan su hermosu­ra. Esta es un tanto grue­sa, aquélla tiene la bocamás grande de lo que con­viene. El amor que inspi­ran no es "escrofuloso",anémico; por el contrario,es sumamente tangible;atraviesa por las tradicio­nales vicisitudes. El de Re­medios alcanza a dar fru­tos; el de Brígida terminapor razones gastronómicasantes de consumarse.

El sentido del humor, lasátira, son aplicados porambos novelistas paraburlarse de las estrecheces·ideológicas de los partidospolíticos antagónicos: libe­ral y conservador. La in­transigencia campea en to­dos los actos de estos par­tidos. Los liberales pugnanpor el exacto cumplimien­to de las leyes de Reforma;los conservadores, porqueno perdiera la iglesia susprivilegios. El primerejemplo pertenece a La

parcela de López Portillo,el segundo a La guerra detres años de Rabasa.

El bando de Figueroa)furiosamente demagogo)no dejaba de hostil1:zarle(al señor cura Sánchez).Llamábanle sus l1wlque­r1:entes cura regordete ybien alimentado; y habla­ban de la abundancia delos manjares que se ser­vían en su mesa) y de lobien repleto de sus bolsi­llos~ De vez en cuandomandaban 1'emitidos a lacapital poniendo el gritofn el cielo por la violación

Todo ticm/,o /,osado /ué /'por

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burlaban simplemente decualquier tipo de fanatis­mo.

Los pronunciamientosintempestivos, sin ideario,llamados por el pueblo conla gráfica voz de la "bo­la", sirvieron de tema aambos novelistas. LópezPortillo en N1:eves pintasus antecedentes y refle­xiona sobre sus conse­cuencias. Rabasa se sirvede ella como de un alud

. que hace crecer a sus per­sonajes y los arranca desu pueblo natal. A causade la "bola" Juanito Qui­ñones, el coronel Cabezu­do y su sobrina Remediosabandonan San Martín delaPiedra, lo que le da oca­sión de armar las tres res­tantes partes de su novela.Ahora las consideracionesteóricas son de Rabasa yel diálogo de López Por­tillo.

1

¡ y todo aquello se lla­maba en San Martín unarevoluáón! ¡No! No ca­lU1nnie1110s a la lengua cas­tellana ni al progreso hu­11W1W) y tt:empo es ya paraello de que los salJl:os de laeorrespondiente envíen alDiccionario de la RealAcade111,ia esta fruta cose­chada al calor de los ?'icossenos de la t1:erra a11ie1'ica­na. Nosotros) 1:nventoresdel género) le hemos dadoel 110111b1'e} sin acudir amíces griegas ni latinas)y le hemos lla11wdo bola.Tene1110s pr1:vilegio exclu­sivo; p01'que S1: la revolu­.ción como ley ineludiblees conocida en todo elmundo} la bola sólo se pue­de desan'ollar} como lafiebre anta1'illa) bajo cier­tas latitudes. La 1'evolu­ción se desenvuelve sobrela idea) conmueve a lasnaciones} modifica una'ins­tÚuGÍón y necesita ciuda­danos; la bola no exijeprÍ11C1:pios ni los tie11e ja­más} nace y muere en cor­to espacio material y 11W­ral) y necesita ignorantes.En una palabra: la revo­lución es hija del progresodel mundo} y ley inelu­dible de la humanidad; la

~ bola es hija de la ignoran-

cia y castigo inevitable delos pueblos atrasados.

Nosotros conocemos1nU'j1 b1'en las 1'evoluciones}'\1 110 son escasos los quelas estigmatizan y calU111­1/1:a1l. A ellas debem os} sÍ1¿embargo) la 1'áp¡:da trans­formación de la sociedad'JI las instituciones. Pe'roserían 'verdaderos bau6­zas de regeneración y ade­lanta111iento) si entre ellasno creciem la 111ala h1'erbade la miserable bola.

¡Miserable bola, sí! Laarrastran tantas pasionescomo cabec,illas y soldadosla constituyen; en el unoes la venganza ruín; en elotro una ambición mez­quina; en aquél el ansia defig1wa1'; en éste la de so­breponerse a un enemigo.y ni un solo pensamientocomún) 1Ú un principio queal1:ente a las conciencias.Su teatro es el rincón deun distrito lejano; sus hé­roes hombres que) quizáaceptándola de buena fe)dejan la que te¡¿jan hechajirones en los zarzales delbosque. El trabajo honra­do se suspende; la ga1'ro­cha se necesita pG1'a la pe­lea 'JI el buey para alimen­to de aquella bestia feroz;los campos se talan) losbosques se incendian) loshogares se despojan) sinmás le'jl qne la volulltad de1111. caáque brntal; se co­sechan al fin lágrimas)desesperación 'JI hambre. Ysin embargo) el ptteblo)cuando reaparece e s t emonstnw favorito a queda vida) C01'1'e tras él)gritando entusiasmado yloco:

-¡Bola! ¡Bola!

II

-y ahora -le dije-)¿qué piensa'usted hacer?

-Se[j1ár la bola, ¡quéotra cosa! Aquí no puedo'UivÍ1'; si me quedara) mevolverian a meter a la cár­cel.

-P1'obablemente.-¡Pues entonces ade-

lante) y a ver que sucede!-B1:en -le dije en tmlO

de b1'oma-; pero ¿qué vausted a defender?

-No sé.-¿Por qtté va a pelear?-Tam,poco lo sé.-¿Quién es ese general

de qu'¡:en grÚa usted que'viva?

-No sé qué madre lopar'ió.

-Entonces es usted unpronunciado de muchísi­ma imp01'tancia.

-Lo 1,1,nico que sé esque me he pronunciadopor 1m: libertad y contrael despotismo.

-Ha. ace'rtado usted;casualmente eso que dicec;s todo un programa po­litico.

-No se burle} 0,1110; yasabe que he sido homb1'etrabajad01' JI pacífico) 'JIque si me 1IIeto a la bola esporque me oblt'gan.

"Salió a la luz Nieves-dice López Portillo en laintroducción a Novelascortas} 'México, 1900- enlas entregas de La Repú­büca Litera1'ia correspon­dientes a 1S ele enero, 1Sde febrero v 11 de marzode 1877, c~si medio añoantes que la novela deSancho Polo (Emilio Ra­basa) llamada La bola.Como el argumento del fi­nal de aquella novelita tie-

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ne una ligera similitud conel de esta última, no esfuera de propósito hacertal reminiscencia de fe­chas; tanto más cuantoque hace algún tiempo fueafirmado por un periódicode esta capital, que las co­sas habían pasado de otrasuerte, esto es, que la pu­blicación ele La bola habíasido anterior a la de N ie­ves.

"Por de contado que es­ta aclaración no tiende nide lejos ni de cerca a insi­nuar que Sancho Polo ha­ya sacado de Nieves laidea de su excelente libro,pues'harto genial y fecun­do es este escritor paranecesitar inspirarse enobras ajenas; sino sólo adejar las cosas en el puntoque les corresponde, de­fendiendo para N1:eves) afalta de otro mérito máspositivo, siquiera el de laoriginalidad".

Esta aclaración de Ló­pez Portillo es importantepor otra razón aparte dela apuntada. Rabasa noconocía Nieves y sin em­bargo coincide con su au­tor en la manera de inter­pretar y valorar esos mo­vimientos carentes de ideo­logía. Su afinidad másque de sentimientos es deideas.

Otros personajes de am­bos novelistas representanel mismo papel en las no­velas en que aparecen. Así,en La parcela) el doctorAtanasia Sánchez, cura deCitala, tiene las mismasideas que el cura que apa­rece en La bola) Benja­mín Marojo. Los dos sonancianos, los dos cumplensus deberes apostólicos conel mismo celo, los dos seabstienen de intervenir enlas minúsculas luchas po­líticas ele sus feligreses;sin embargo, los dos ex­presan a media voz, "entredientes", sus opiniones so­bre los asuntos que divi­den sus poblaciones en dosbandos. Sánchez es un is­lote de corelura en la luchaentre mendistas y figue­1'oístas; Marojo es la neu­tralidad y el buen sentidoen el pleito personal quesostienen Coderas y Cabe­zudo.

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Entablemos conocimien­to primero' con Sánchez,después con Marojo:

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-¡Qué lástima que seacU'ra! -dec'ía (P'igue­roa)-. ¡Qué buen ciuda­dano hubiera sido) si 110 sehubiera puesto las faldas!

La gente aristocrática)por su parte) habíale co­gido bajo su protección .Las damas ricas del mUJI'i­cipio regalábanle mante­les) palios) trajes parasantos) flores de trapo yotras mil cosas para 0'1'­

namento y gala del tem­plo. Pero no por eso ha­bía que1'ido el pacífico cu­ra) tom,ar parte' en lasodiosas luchas de los par­tidos) aunque los propie­tarios habían procuradovalerse de su influjo paratriunfar en las elecciones.

-No entiendo de eso-decía-o A mi déjenmeaparte)' no .'liniO sino pararezar y decir misa.

Tenía c1'iterio propio.Parecíale com,bate de lili­putienses aquel batallarde mendistas y figueroís­tas, en que t0111,aba tantointerés no sólo la gentemenuda y dejada de la ma­no de Dios) sino hasta lade m,ás alta posición) comolos señores comerciantesde la plaza y los hacenda­dos de los alrededores. Asíes que) al observar el 1'e­traimiento que gUa1'dabaa este respecto don PedroRuiz) le había calificadode hombre cuerdo y sensa­

to) estimándole por esto deuna manera especial. Yno era que Ruiz dieragrandes muestras de reli­giosidad) pues manifestá­báse harto indolente paralas cosas del culto)' sinoque le adm,iraba el pár-ro­co por su 'valer 111,Oral yla independencia de su ca­

rácter.-Este don Pedro me

gusta -111,urmuraba entredientes-) porque no andacmi dianas y es muy for­malote.

De Ménde::: tel/ía) por elcOlltmrio) opinión 111 l/Y po­co ventajosa.

Bien se comprel/día) CJl,

.'11/ cOl/cepto) qlle Figlleroaal/dwi.'iese 1/letido en loscllredos de la política) co­'l/lO qlle '('ivía de ella ji deellos: pero l/O le cabí~ enel jllicio de don Sal/tiayo(Mél/de:::) hombre aco­modado')' de viso) tomasepa-rte en aquella g-reswelldemol/iada) sólo por va­Nidad y amor propio.

Ir

Aún sltspi'ran el/. JI//.tier-ra vieias y vI:ejos porel padre Marojo) que que­dó allá como inimitabletipo de sace-rdotes buenos)'y cuentan las mad-res a .'111.'1

hijos la b'iografía del hu­11'Lilde cura, con más colo­1'ido que Castelar la vidade BY1'On. C011lien:::an pordecir q'ue era alto y flaco)ellcor'llado y reumático)'continú.an que llevaba algoexagerada la nariz) la bo­ca grande y el andar pesa­do) y concluyen con el re­SU111en -inesperado de queno era feo. Y en efecto)si es lo feo lo que desagra­da) aquel vieio era unbuell mozo.

En su '11'Linisterw) donBenjamín ClImplía con susdeberes estrictamente) ex­tendiéndose 111ás allá porla caridad y b~¿enas obras)si bien no formó jamáshermandades) confmdiaslli ot1'as instituciones se­mejautes de notor'ia pie­dad y benef1'cio)' pero notuvo la culpa) pues alÍn 1LO

estaban en privall:::a estasasociaciones) que despuéshan venido a llel/ar un va­cío notable JI lastimoso.

No era gran predica­dor)' pero tCllía el talel/tonecesario para ellseíiar COII

el ejemplo) sistema objeti­vo qlle 110 es fácil aplicarcon frccllellcio) espeeial­Illelltc ell los pllcblos cor­tos.

-nres 1/1/ I/lllchacho lo­co -Inc dijo el se¡ior ellmcon semblal/te irritado-,treinta y dos aFíos lle'l'o deser e7lra de San l\!farf'Ín ;'1

eono::;co a esta yente C01ll0las palmas de mis manos.A todos éstos los he 'll'istonacer, y sé cómo SOII y Có­1110 flle1'on sns padres ysus abuelos. ¡ 8ah! de es­tas bolas he 'l,isto Inllc!'Las)y todo lo que está pasandoya me lo sabía sin que melo dijerall. A Coderas)porque triunfó en la ac­ción) le 111audó el gobiernoel grado de teniente C01'0­n el)' y a M ateo) po'rqueperdió) le malld(l Baraja el

de coronel. A Camilo So­ria no le únportan los de­rechos del pueblo: y comoestá rico) 110 se habría me­tido en la bola sillo fucm

porque quiere ver colgadoa Mateo) y quedarse conRemedios para seguirlaazotando como antes.

Así como existen simi­litudes de enfocamientoideológico entre LópezPortillo y Rabasa, existendiscrepancias entre ellos.López Portillo acata losconvencionalismos socia­les, en tanto que Rabasa

19

los omite. López Portillole .resta intensidad a susobras al rehuir los con­tactos profundos con larealidad y las acciones;Rabasa no rehuye dichoscontactos siempre q u esean indispensables paraproducir una atmósfera, ()para fijar los rasgos eleun personaje. Los seres eleLópez Portillo, más quelos de Rabasa, hablan unlenguaje que no está deacuerdo con su naturalezay ocupación: son seres di­rigidos que se abstienende actuar sin el permisoexpreso de su autor. Ló­pez Portillo está esclavi­zado a una moral mogiga­ta que le impide calar enlos turbios escondrijos elesus personajes, que le im­pide, asimismo, llevarhasta sus últimas conse­cuencias las acciones querelata; Rabasa, en cam­bio, aligerado de estos las­tres, puede crear mujerescomo Jacinta Barbadilloen El cuarto poder) Naza­ria, Luisa y Gilda en Laguerra de aFíos. Las mu­jeres de López Portillo vi­ven bajo un capelo asépti­co que las preserva delcontacto directo con la vi­da, que las. vuelve plal1as)en contraposición con lasmujeres redondas de Ra­basa.

López Portillo está enla Enea de Pereda; Raba­sa, en la ele Pérez Galdós.Es esta una explicaciónconvincente. Mientras Pe­reda se solaza en frusle­rías, Galdós se empeña endescubrir la raíz de Espa­ña a través de sus perso­najes. En tanto que LópezPortillo muchas veces sequeda en la apariencia,Rabasa entrevé. en conta­dos momentos. la esencia.

La ventaja más consi­derable que posee LópezPortillo s o b r e Rabasaconsiste en que el novelistajalisciense urdía mejorsus tramas, aunque el no­velista chiapaneco sabíaexponer éstas de una ma­nera más atrayente.