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LOS SABERES LOCALES,EDUCACIÓN Y ORGANIZACIÓNJ. Luis Seefoó Luján e Ivy Jacaranda Jasso Martínez(Coordinadores)
VOLUMEN X
ASOCIACIÓN MEXICANA DE ESTUDIOS RURALES
CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES.
DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS
Elsa Guzmán Gómez, Gisela Espinosa Damián y Roberto Diego Quintana
(Coordinadores de la Colección)
VOLUMEN X
LOS SABERES LOCALES,EDUCACIÓN Y ORGANIZACIÓN
J. Luis Seefoó Luján eIvy Jacaranda Jasso Martínez
(Coordinadores)
VOLUMEN X
LOS SABERES LOCALES, EDUCACIÓN Y ORGANIZACIÓN
J. Luis Seefoó Luján e Ivy Jacaranda Jasso Martínez
Coordinadores
Primera edición 2015
D.R. © 2015, Asociación Mexicana de Estudios Rurales
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
Circuito Mario de la Cueva s/n, Zona Cultural
Ciudad Universitaria, 04510, México D.F.
Coordinadores de la Colección: Campesinos y Procesos Rurales. Diversidad, disputas y alternativasElsa Guzmán Gómez
Gisela Espinosa Damián
Roberto Diego Quintana
Diseño de portada: Jimena Azpeitia Espinosa
Diseño editorial: Diego Alfonso Ibarra Soria
ISBN: 978-607-9293-16-1
ISBN de la colección Campesinos y procesos rurales: 978-607-9293-05-5
Digitalizado en México
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución No Comercial Licenciamiento Recíproco.
ÍNDICE
Presentación de la Colección Campesinos y Procesos Rurales
Diversidad, disputas y alternativas �������������������������������������������������������������������������������������� 7
Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego
(Coordinadoras de la Colección)
Presentación del Volumen X
Los saberes locales, educación y organización ����������������������������������������������������������������11
J. Luis Seefoó Luján e Ivy Jacaranda Jasso Martínez
(Coordinadores)
Formación de capacidades locales en organizaciones campesinas
e indígenas de Los Altos y Norte de Chiapas ��������������������������������������������������������������������17
Edith Cervantes Trejo y Víctor Pérez Grovas Garza
Educación y diversidad cultural. Dos proyectos de educaciónintercultural bilingüe en el sureste mexicano �����������������������������������������������������������������35
Sonia Comboni Salinas y José Manuel Juárez Núñez
Mujeres Unidas trabajando y su relación con un programa universitario.Experiencia organizativa en el sur de Yucatán �����������������������������������������������������������������55
Amada Rubio Herrera y María Teresa Castillo Burguete
La capacitación para la producción de abonos orgánicos como estrategiaque contribuya a la autosuficiencia de los productores agrícolas ���������������������������������75
Edmundo Arturo Pérez Godínez, Holkan Pérez Reyes y Rosaura Reyes Canchola
Espiral virtuosa de desarrollo rural mediante la creación de capacidades �����������������94
Juan Carlos Villa Soto
Cadenas de valor, estrategias genéricas y competitividad en la producciónartesanal en tres comunidades zapotecas del valle de Tlacolula, Oaxaca �����������������114
Areli Orquídea Ramos Sánchez
El grito a los cuatro vientos. La presencia mazateca
en la Sierra Negra de Puebla ��������������������������������������������������������������������������������������������137
José Carlos Calderón Martínez
Costumbres para Dhipák. Ofrendas agrícolas entre
los teenek de Huasteca potosina ��������������������������������������������������������������������������������������156
Imelda Aguirre Mendoza
Efectos de la patrimonialización de la cultura.
El Festival Mijtotikuikakalli en la Sierra Nororiental de Puebla �����������������������������������174
Xánath Rojas Mora
PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS
Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego
(Coordinadores de la Colección)
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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN
CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS
La Asociación Mexicana de Estudios Rurales A. C. (AMER), surge de la necesidad
de fomentar, difundir y profundizar la investigación y el conocimiento sobre los
problemas de la sociedad rural mexicana, de ahí su lema: Desarrollo rural sus-
tentable con equidad y justicia social. La Asociación y sus agremiados tratan de apoyar
las actividades de la sociedad civil que coadyuven a resolver los problemas del campo
mexicano, la generación de políticas públicas, el debate y promulgación de leyes por el
Poder Legislativo. Bajo estas convicciones, la AMER es hoy en día la asociación más
importante en su género en el país.
La AMER tuvo su origen en el primer encuentro de investigadores del medio rural
llevado a cabo en Taxco, Guerrero, en 1994; en él se decidió crear la Red Mexicana de
Estudios Rurales. En 1998, en su 2º Congreso realizado en la ciudad de Querétaro, la
asamblea de miembros decidió convertir a la Red en la Asociación Mexicana de Estudios
Rurales. En el 3er. Congreso realizado en la ciudad de Zacatecas en el 2001, la AMER
quedó formal y legalmente constituida como asociación civil. A partir de entonces y por
acuerdo de la asamblea se organiza un congreso cada dos años, en total, se han realizado
nueve.
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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
Los congresos de la AMER convocan a la discusión de los diferentes problemas del
México rural, hay temas que se repiten y hay temas emergentes en cada congreso. La
visión crítica y la calidad de los trabajos presentados, el debate académico y político,
el diálogo entre distintas generaciones de estudiosos, la presencia de actores sociales
insertos en organizaciones y luchas del campo mexicano, hacen de los congresos un
espacio crítico, fructífero y esperanzador.
El 8º Congreso Nacional de la AMER, Campesinos y procesos rurales: diversidad, dis-
putas y alternativas, celebrado del 24 al 27 de mayo de 2011 en los recintos de la Bene-
mérita Universidad Autónoma de Puebla, en la Ciudad de Puebla de Zaragoza, ratificó el
compromiso de investigadores, profesores, estudiantes y participantes de las organiza-
ciones de la sociedad civil y campesinas, de pugnar por un desarrollo sustentable con
equidad y justicia social en las sociedades rurales.
Los trabajos del Congreso se llevaron a cabo en 104 Mesas temáticas donde se expu-
sieron 530 ponencias relacionadas con los diez ejes temáticos del Congreso: Sistemas
agroalimentarios, cambios tecnológicos y globalización; Educación, saberes locales y
formación para el desarrollo rural; Estado, políticas públicas y respuestas sociales; Ac-
tores sociales: estrategias y modos de vida; Migración y mercados de trabajo; Pueblos
indios, autonomías y derechos; Movimientos y organizaciones sociales; Configuraciones
rurales, territorio y regiones; Recursos naturales, sustentabilidad y patrimonio cultural,
y Teoría y metodología de los estudios rurales. La Colección que ahora presentamos
consta de diez volúmenes digitales integrados por 81 artículos que originalmente fueron
ponencias y luego de pasar por dictamen, se elaboraron para esta publicación.
El escenario nacional estuvo en el debate académico de este congreso, pues el modelo
neoliberal y las políticas gubernamentales que persisten en apostar sólo al agronegocio,
se han traducido en la quiebra de la economía campesina, generando así empobrecimien-
to rural, una mayor pérdida de autosuficiencia alimentaria, grandes flujos migratorios y
feminización del campo. Además, ya en 2011 no sólo se sufrían políticas de un ajuste
estructural interminable, sino acciones de despojo del territorio y de recursos naturales
para la minería y otros megaproyectos; al acaparamiento del agua, la presión para el uso
de semillas transgénicas, la monopolización de la producción de semillas y alimentos a
favor de grandes empresas y corporaciones, principalmente multinacionales. Aunado
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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
a lo anterior, para ese año se vivía intensamente el drama la violencia de Estado de “la
guerra contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno federal; así como la descom-
posición social y la delincuencia organizada que va gestándose en este marco adverso
para la satisfacción de necesidades y expectativas de vida de la gente del campo.
Ante este escenario, una parte importante de las ponencias puso énfasis en la resis-
tencia de las sociedades rurales frente a los embates del modelo neoliberal sobre sus
territorios, así como en los esfuerzos por desarrollar estrategias, prácticas colectivas en
torno al saber tradicional, formas creativas de inserción en el mercado global, creación
de mercados orgánicos, agricultura urbana; también se abordaron problemas, experien-
cias y luchas de los pueblos indígenas; y se analizó la presencia y los papeles y proble-
mas emergentes de las mujeres rurales, cuya presencia es cada vez más relevante en el
escenario rural y son las que más sufren los efectos de la violencia y del desgarramiento
del tejido familiar y comunitario. Todo ello, con el afán de generar procesos de cambio
interculturales más equitativos, así como de alcanzar la plena ciudadanización de los
actores rurales y defender el enorme y variado patrimonio natural que nutre las identi-
dades culturales del campo mexicano.
La AMER, en la búsqueda de un diálogo de saberes, ratifica sus objetivos de propiciar
la vinculación con las organizaciones sociales, organismos gubernamentales y de la so-
ciedad civil, con quienes se coincida en el interés y la finalidad de lograr un desarrollo
sostenible, que garantice una vida digna y humana de las poblaciones rurales y urbanas.
Con este afán se hace llegar a las manos del público interesado esta colección que con-
tiene algunos de los trabajos presentados en dicho congreso, como parte de los sentires
y discusiones actuales de las y los estudiosos de los mundos rurales.
Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego
Coordinadores de la Colección
PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
LOS SABERES LOCALES, EDUCACIÓN Y ORGANIZACIÓN
J. Luis Seefoó Luján e Ivy Jacaranda Jasso Martínez
(Coordinadores)
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
SABERES LOCALES, EDUCACIÓN Y
ORGANIZACIÓN
De la amplia variedad de interesantes materiales presentados en el Octavo Con-
greso Nacional de AMER Puebla 2011, muchos continuaron el proceso de fer-
mentación a partir de los aportes del propio congreso. Algunos fueron publicados
bajo otro sello editorial; otros, por desistimiento de sus autores, se retiraron, y una parte
menor, retrabajada, forma parte de este tomo titulado Saberes locales, educación y orga-
nización. Se trata de nueve capítulos centrados en la formación de capacidades, vía la
organización productiva y la educación cuasi formal, y referidos —principalmente— a
pueblos indígenas.
La mayoría de estos textos retoma la amplia discusión acerca de los aspectos socia-
les y organizativos en la apuesta de un cambio y un mejor futuro para la mayoría de la
población en el país. También se evidencian tensiones actuales en la conformación de
espacios sociales más equitativos e incluyentes.
Iniciamos este libro con “Formación de capacidades locales en organizaciones cam-
pesinas e indígenas de Los Altos y Norte de Chiapas” de Edith Cervantes Trejo y Víctor
Pérez Grovas Garza, texto que analiza el modelo de intervención social, capacitación
y aspectos del proceso organizativo de grupos tsotsiles y tseltales en el campo de la
producción de café orgánico en Los Altos y Norte de Chiapas. Los autores sostienen que
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
el fortalecimiento de estructuras sociales internas a la organización es una estrategia
clave de intervención, lo que se traducide en nuevos espacios de participación que refle-
jan una mayor capacidad institucional y autogestiva.
En segundo término, “Educación y diversidad cultural. Dos proyectos de educación
intercultural bilingüe en el sureste mexicano”, resultado de los estudios de Sonia Com-
boni Salinas y José Manuel Juárez Núñez, da cuenta de los fundamentos pedagógicos y
de las lógicas de construcción de dos proyectos educativos interculturales bilingües: el
primero del pueblo mixe (Ajuujk) de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, llamado Bachi-
llerato Indígena Comunitario Ajuujk Polivalente (BICAP), y el otro del pueblo tseltal de las
Cañadas de Ocosingo, en los municipios de Ocosingo, Citalá y Chilon en Chiapas, llamado
Educación Comunitaria Indígena para el Desarrollo y la Autonomía (ECIDEA).
Ambos proyectos, fundamentados en la interculturalidad y en la posibilidad de cons-
truir la autonomía, recuperan los enfoques de la educación popular, comunitaria y el bi-
lingüismo como la base cultural sobre la cual se construyen sus propios conocimientos.
Amada Rubio Herrera y María Teresa Castillo Burguete en su investigación titulada
“Mujeres Unidas trabajando y su relación con un programa universitario. Experiencia
organizativa en el sur de Yucatán” analizan —a partir de un enfoque cualitativo y con
base en observación participante y entrevistas semi-estructuradas— la organización de
un grupo de mujeres maya-yucatecas productoras de horchata y su vinculación con el
Programa Académico de Desarrollo Sustentable en el Sur de Yucatán (PADSUR) de la
Universidad Autónoma de Yucatán.
El programa buscaba un proceso de aprendizaje mutuo en el que los jóvenes univer-
sitarios se identificaran más con las situaciones y personas que provenían de ámbitos
distintos, de tal suerte que facilitadores como las productoras compartieran una pers-
pectiva sobre cómo y hacia dónde querían llevar el proceso.
De igual modo, y abiertos a poblaciones pluriétinicas, los talleres ofrecidos por la
Universidad Autónoma de Chapingo y preparados por el Centro de Educación Continua,
capacitaron a campesinos y estudiantes en la elaboración de abonos. Edmundo Arturo
Pérez Godínez, Holkan Pérez Reyes y Rosaura Reyes Canchola en “La capacitación para
la producción de abonos orgánicos como estrategia que contribuya a la autosuficiencia
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
de los productores agrícolas” informan de esta estrategia orientada a la autosuficiencia
de los productores agrícolas a partir del desarrollo de habilidades para producir, con
recursos naturales a su alcance y con sus propios insumos, abonos de buena calidad
y a bajo costo. Un resultado alentador es que la mayoría de los participantes que em-
prendieron experiencias en la producción y/o aplicación de abonos orgánicos reportó
beneficios, pero alrededor del cinco por ciento indicó pérdidas económicas y de tiempo.
En el quinto sitio, Juan Carlos Villa Soto en “Espiral virtuosa de desarrollo rural me-
diante creación de capacidades” busca identificar algunos de los factores clave para
diseñar una estrategia de desarrollo rural a la luz del concepto de desarrollo humano
planteado por Amartya Sen y desde el enfoque del círculo virtuoso como herramienta
analítica. En este texto, el autor compara tecnología, acceso al crédito, ingreso, trabajo
calificado y no calificado, y escolaridad en las regiones Noroeste y Sureste, confirmando
la conexión de una mayor capacidad de apropiación de conocimientos técnico-científi-
co con una mayor disponibilidad potencial de los mismos. Al asumir que el desarrollo
humano se basa en la creación de capacidades, Villa Soto enfatiza que el acceso de los
productores agropecuarios a los servicios educativos y de capacitación es un factor cla-
ve para impulsar una espiral virtuosa de desarrollo rural.
Areli Orquídea Ramos Sánchez en su trabajo “Cadenas de valor, estrategias genéri-
cas y competitividad en la producción artesanal en tres comunidades zapotecas del valle
de Tlacolula, Oaxaca” construyó un modelo de competitividad basado en el análisis de la
cadena de valor y las estrategias genéricas para las unidades de producción artesanal
de Teotitlán del Valle, Santa Ana del Valle y Díaz Ordaz, Oaxaca.
Los resultados muestran que, en el ámbito artesanal, la cadena de valor es específica
ya que existe un reajuste de las actividades primarias y secundarias en función de las
actividades en las que se ha especializado cada comunidad. Además, muestra importan-
tes contradicciones: para la mayoría, su lógica de producción se basa en el volumen, pero
no es posible producir más tapetes por las limitaciones físicas de sus medios (telares de
pedal y mano de obra familiar). Los pequeños artesanos y los subordinados producirán
hasta el punto de satisfacer sus necesidades básicas y llegar a límites físicos; los arte-
sanos exitosos, en cambio, que financian y aseguran el mercado para todos y que tienen
nichos de mercado exclusivos, producen pocos tapetes a precios muy altos.
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
En “El grito a los cuatro vientos. La presencia mazateca en la Sierra Negra de Puebla”
José Carlos Calderón Martínez problematiza la migración mazateca (de Oaxaca) hacia
la zona nahua de Puebla. Esta movilidad es inducida por el avance de los mercados de
café frente al autoconsumo de maíz, lo que permitió a los mazatecos conformarse como
propietarios frente a la molestia de los nahuas. Es una suerte de naturalización de los
mazatecos como invasores en Puebla.
El autor describe conflictos étnicos que tienen origen a partir de las disputas de ter-
ritorios desmontados para el beneficio del café. La pequeña propiedad mazateca en la
Sierra Negra se fundamenta en documentos de fines del siglo, aunque tanto nahuas
como mazatecos coinciden que estos territorios son “originalmente” nahuas. Llama la
atención que los mazatecos con documentación son poseedores de sus casas, de los
cafetales identificados en los planos, pero los nahuas son los dueños de los espacios
públicos: el monte, las plazas principales y las localidades mismas.
“Costumbres para Dhipák. Ofrendas agrícolas entre los teenek de la Huasteca potosi-
na” de Imelda Aguirre Mendoza describe los intercambios entre los teenek de Tamapatz
—suroeste de Aquismón en la Huasteca potosina— y Dhipák, el espíritu del maíz: héroe
en la mitología de este pueblo y ser análogo a los hombres en cuanto a constitución
corporal y ciclo de vida.
Para la gente de Tamapatz, los costumbres efectuados para el maíz son también me-
didas profilácticas, ya que “si no se trabaja y si no se hace costumbre” Dhipák se enojará
y enfermará a los agricultores impidiéndoles laborar durante el siguiente año.
Los rituales dedicados al espíritu del maíz son, en su mayoría, restringidos a la uni-
dad doméstica extensa. A partir de esta se establece contacto con las deidades mediante
la disposición de ofrendas y la proclamación de súplicas que claman por la protección
de los agricultores, la obtención de salud y alimentos. El Costumbre —como conjunto de
conocimientos y acciones legadas por los antepasados, revitalizadas y reconfiguradas
a partir de su práctica continua— incluye rituales de agradecimiento y petición de lluvia
con el objetivo de gestionar el recurso vital para el ciclo agrícola venidero.
Finalmente, Xánath Rojas Mora en “Efectos de la patrimonialización de la cultura.
El Festival Mijtotikuikakalli en la Sierra Nororiental de Puebla” examina el patrimonio
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN X
cultural como parte de la política cultural del Estado en su relación con el mercado y las
respuestas que surgen de su aplicación en ciertas poblaciones. La investigación toma
como ejemplo el festival de la Danza y del Canto Mijtotikuikakalli que tiene lugar en
Zacapoaxtla desde 1974 y que fue declarado patrimonio cultural del Estado en 1998. La
autora sostiene que las políticas públicas para su conservación suelen ser formas de
cambiar sus significados y con ello fomentar la pérdida. Ahora, a contra corriente, nue-
vos promotores culturales transformaron el festival en una fiesta religiosa para dotarla
de su sentido espiritual con una amplia participación de feligreses.
Tal iniciativa local busca la conservación de la fiesta y la danza, enfocadas en la po-
blación local, en la cohesión, la participación social y la democratización, como la fiesta
de la Santa Cruz en Zacapoaxtla.
Con una sentida disculpa por la tardanza, esperamos que esta obra circule en bi-
bliotecas y ejidos, casas de cultura y escuelas; que no se archive y que fecunde otras
investigaciones.
Algunos de los materiales que presentamos son fruto de relevantes investigaciones
de maestría y doctorado que a estas fechas ya habrán concluído exitosamente. Otras son
parte de proyectos de vida, de compromiso social con la gente del campo, que pese a la
adversidad, sigue sembrando el surco con semillas, cantos y lágrimas.
J. Luis Seefoó Luján
Ivy Jacaranda Jasso Martínez
Coordinadores
FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORGANIZACIONES CAMPESINAS E INDÍGENAS DE LOS ALTOS Y NORTE DE CHIAPASEdith Cervantes Trejo y Víctor Pérez Grovas Garza
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN
ORGANIZACIONES CAMPESINAS E INDÍGENAS DE
LOS ALTOS Y NORTE DE CHIAPAS
Edith Cervantes Trejo1 y Víctor Pérez Grovas Garza2
Resumen
El acompañamiento a los procesos de desarrollo de organizaciones campesinas e
indígenas tsotsiles y tseltales de Los Altos y Norte de Chiapas tiene como prin-
cipio de trabajo la formación de capacidades locales, para el caso en cuestión se
ha desarrollado en los campos del fortalecimiento institucional, la agricultura orgánica
y comercialización.
Intrínseco al proceso de formación de capacidades locales se encuentra la forma-
ción de estructuras sociales que sustentan los procesos organizacionales, comerciales
y técnico-productivos que realizan las organizaciones campesinas e indígenas. De ahí
que una estrategia clave de intervención es el fortalecimiento de estructuras sociales
internas a la organización, que se traducen en nuevos espacios de participación y re-
flejan una mayor capacidad institucional y autogestiva. Esto ha significado una mayor
1 Asesora, Servicios de Capacitación y Asesoría para el Desarrollo (SECADES). Correo: [email protected]
2 Director, Servicios de Capacitación y Asesoría para el Desarrollo (SECADES). Corre: [email protected]
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
densidad organizativa, a diferencia de organizaciones articuladas en torno a demandas,
como ha sido la lucha por la tierra. El acompañamiento realizado por equipos de trabajo
profesionalizados en los distintos campos de intervención es una condición necesaria
para el desarrollo de estos procesos. En este texto se analiza el modelo de intervención
social, contenidos de capacitación y aspectos del proceso organizativo en el campo de la
producción de café orgánico.
1. Antecedentes
El contexto social en el que se origina la formación de capacidades locales de organiza-
ciones campesinas e indígenas en Chiapas al que está referido este texto es el llamado
de la apropiación social del proceso de producción, particularmente en el sector cafeta-
lero. Esta apropiación es un fenómeno social producto de la movilización y organización
no solo campesina, sino también indígena, presente en el ámbito nacional a partir de la
década de los años 80 del siglo xx que fue estructurando los nuevos ejes del movimiento
rural en nuestro país (Bartra, 1991: 7). Los ejes de esta movilización y organización social
tuvieron como centro la lucha por la tierra en las décadas de 1970 y 1980. Cabe aclarar
que tal cronología no necesariamente implica que las etapas del movimiento rural estén
vinculadas una a la otra de manera mecánica en las regiones campesinas e indígenas.
Las regiones campesinas e indígenas de los Altos y Norte de Chiapas se caracteri-
zan por sus orígenes en asentamientos prehispánicos mayances principalmente de las
lenguas tsotsil y tseltal. Este antecedente es importante pues consideramos que en la
base de la apropiación social del proceso de producción se encuentra la apropiación del
territorio, que adquiere una connotación distinta según se trate de pueblos originarios
asentados en su territorio desde épocas antiguas o de asentamientos campesinos, que
ya entrada la mitad del siglo xx obtienen la tierra por dotación agraria, ya sea derivada de
afectaciones a latifundios, o bien por la apertura de áreas recién colonizadas, en cierto
modo producto de la lucha por la tierra.
La apropiación del territorio es una condición indispensable en la organización del
espacio e incluye un sentido de propiedad. George (1985: 41) señala que “todo espacio
organizado está lindado […] la apropiación implica delimitación, lindes, separación entre
dos trozos de espacio”. Las nociones de límites y propiedad implícitas en la apropiación
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
del territorio tienen una conceptualización diferenciada según corresponda a un contex-
to de propiedad colectiva o de propiedad ejidal. Para los pueblos indios, a la noción de
propiedad la atraviesan los atributos colectivo e inalienable,3 y además, esta propiedad
se ejerce sobre el territorio y no sobre las tierras (Aguilar, 2005: 161). Esta noción es
diferente de la conceptualización individualista y parcelaria de la tierra, de la cual parte
el Estado mexicano para realizar la dotación agraria en los ejidos y asentamientos cam-
pesinos.
El uso y manejo del suelo, imbricado en la apropiación del territorio de los pueblos
indios, implica a la par tanto procesos de transmisión y apropiación del conocimiento
como de haberes y saberes trasmitidos de generación en generación, que frecuentemen-
te están fracturados en regiones con asentamientos ejidales conformados a partir del
reparto agrario. Esta fractura se extiende hacia las calidades de tierra. En asentamientos
prehispánicos, las calidades de tierra heredadas a través de la norma consuetudinaria
de herencia de la tierra encierran procesos de domesticación de las especies presentes
en policultivos, que a su vez son el resultado de estrategias botánicas agroproductivas
que están en la base de los procesos civilizatorios mesoamericanos (Boege, 2008: 159).
En recientes asentamientos campesinos e indígenas, que obtienen la tierra por dotación
agraria, la práctica de policultivos es menos recurrente.
Un ejemplo que ilustra tal diferencia en Chiapas son los ejidos cafetaleros de la re-
gión Frailesca, conformados a partir del reparto agrario de los latifundios cafetaleros,
en donde persiste la herencia del uso del suelo ligada al modelo de plantaciones a pleno
sol de la finca cafetalera porfirista; situación que probablemente esté ligada a la confor-
mación de la primera generación de familias ejidatarias en la propia hacienda cafetalera
y a la pérdida de saberes y haberes de la cultura productiva de las regiones a las que
pertenecían los miembros de esas familias.4 A diferencia de lo anterior, los cafetales en
Los Altos de Chiapas, antes de la promoción de la cafeticultura a nivel nacional hecha
por el Gobierno, provenían de un largo proceso de diversificación, iniciado por los peones
tsotsiles y tseltales acasillados de las fincas cafetaleras de las regiones de la Sierra y el
3 La propiedad colectiva es diferente de la propiedad estatal y de la netamente privada o individual. La titularidad de la propiedad corresponde a una colectividad, la comunidad indígena, concebida como la totalidad de los integrantes de una población que se identifica así como indígena. La palabra “inalienable” quiere decir no asignable, no transferible. En este sentido, los territorios no están sujetos a venta o traspaso de propiedad comunal (Aguilar, 2005: 161-163).
4 Que correspondían a la mano de obra indígena que requerían las plantaciones cafetaleras. Los centros de reclutamiento de indígenas en Chiapas se encontraban en San Cristóbal de las Casas, Comitán y Motozintla.
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
Soconusco, que introdujeron las semillas traídas de las fincas en los pequeños huertos
familiares diversificados.
Otro contexto a considerar en el presente texto es el que se deriva de la promoción
institucional de la cafeticultura en México en la década de 1970, que aterriza en las zonas
húmedas y montañosas del país, correspondiéndose con extensas áreas donde habitan
numerosos grupos indígenas. El Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) fue el organis-
mo estatal encargado de esa promoción y para ello implantó de manera homogénea
un modelo de manejo del cafetal basado en un paquete de alto uso de agroquímicos y
plantaciones de monocultivo de café con sombra monoespecífica. Los componentes se
corresponden con el auge de la revolución verde: inversión intensiva de energía fósil e
insumos externos en diversas etapas del proceso de trabajo y monocultivo en una varia-
ción del sistema de explotación de la finca cafetalera porfirista, basado en plantaciones
de cafetales a pleno sol. Ambos componentes lograrían una alta productividad que colo-
caría a México en los primeros lugares de producción de café a nivel mundial. Las orga-
nizaciones campesinas e indígenas que inician procesos de conversión a la agricultura
orgánica en su área de influencia geográfica al final de la década de 1980 tuvieron que
remontar esta situación como parte de la apropiación social del proceso de producción
(Pérez-Grovas et al., 2002: 37).
Las referencias a organizaciones campesinas e indígenas de Los Altos y Norte de
Chiapas que se abordan aquí corresponden al trabajo realizado por Servicios de Capaci-
tación y Asesoría para el Desarrollo (SECADES) en esas regiones. Entre ellas se tiene a
las organizaciones: “Organización de Productores Orgánicos de Kotolté”, “J’amteletic” y
“Unión Regional de Jitotol”. El grupo de profesionistas que integra SECADES ha prestado
servicios de capacitación y asesoría a estos y otros grupos organizados de pequeños
productores de café, frutales, maíz y ganado de los estados de Chiapas y Tabasco desde
hace más de 25 años. Varios de sus miembros son pioneros en la promoción del café
orgánico y comercio justo entre las organizaciones sociales.
2. Formación de capacidades locales: planteamientos generales
El acompañamiento a procesos de desarrollo de organizaciones tsotsiles y tseltales de
Los Altos y Norte de Chiapas, en el contexto de la apropiación social de procesos de pro-
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
ducción, tiene como principio de trabajo la formación de capacidades locales.
El proceso de formación opera en dos ejes paralelos y fundamentales: capacitación y
generación-fortalecimiento de estructuras sociales internas. El primero se realiza sobre
líneas de trabajo específicas que son planificadas al interior de la organización y están
orientadas a sus estructuras sociales (redes de promotores, delegados, mujeres, grupos
gerenciales y administrativos, grupos de trabajo, etc.), incluido el nivel comunitario. El
segundo eje permite sustentar las líneas de trabajo que la organización opera. La forma-
ción de estructuras sociales da cuenta de una organicidad y ciclicidad interna, además
de una participación colectiva basada en la búsqueda de consensos, que constituyen
elementos necesarios para sustentar los procesos desarrollados por las organizaciones
campesinas. De ahí que una estrategia clave de intervención, que a la vez se constituye
en un resultado, es el fortalecimiento de las estructuras sociales internas de la organi-
zación que se refleja en una mayor capacidad institucional y autogestiva.
El planteamiento de formación de capacidades locales en grupos sociales margina-
dos implica el reconocimiento de cualidades presentes en ellos y que potencialmente
se insertan en un desarrollo autogestivo. Esto conlleva, en relación a los pueblos origi-
narios, al reconocimiento de una matriz mesoamericana mayance, presente entre los
pueblos tseltales y tsotsiles como proceso de larga duración, sobre la que continua y
paulatinamente se transforman elementos o condicionantes externas que les permite su
reproducción social y cultural. Es entonces que en el contexto que nos ocupa encontra-
mos una matriz de saberes y formas organizativas mesoamericanas.
El desarrollo de líneas de trabajo o procesos organizacionales, comerciales y téc-
nico-productivos que realizan las organizaciones sociales requiere de mecanismos de
acción conjunta de los propios grupos locales organizados y de grupos de profesionistas
con experticia en los campos de intervención. Con ello se intenta señalar que tales pro-
cesos no se sostienen en acciones per se endógenas —internas a los grupos organiza-
dos— o exógenas —externas al grupo social— sino que requieren de ambas, provocando
una interdependencia.
Esta postura remite, en términos de la noción de la ecología de saberes propuesta
por Santos (2009), al carácter intrínseco de los límites internos y externos de cualquier
conocimiento, en donde “los límites internos están relacionados con las restricciones
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
en las intervenciones del mundo real impuestas por cada forma de conocimiento, mien-
tras que los límites externos resultan del reconocimiento de intervenciones alternativas
posibilitadas por otras formas de conocimiento” (Santos, 2009: 187). La capacitación se
basa en el reconocimiento de la interdependencia de un conocimiento local y otro exter-
no, además de la necesaria interrelación entre ellos en términos de igualdad, en donde
“la credibilidad de una construcción cognitiva (así lograda) es medida por el tipo de in-
tervención en el mundo que ésta permite o previene” (Santos, 2009: 188). Para el caso en
cuestión, esta construcción está referida al proceso de café orgánico que desarrollan las
organizaciones en su área de influencia geográfica, resultado de la combinación entre
saberes agrícolas mesoamericanos y conocimientos agroecológicos.
El eje complementario de la formación de capacidades locales y la generación-for-
talecimiento de estructuras sociales retoman varios de los principios de la ecología de
saberes aquí vertidos, ubicados en la construcción de un andamiaje social que requiere
del “impulso de una copresencia igualitaria” (Santos, 2009), a la vez que reconoce los
límites de intervención de las estructuras sociales locales.
3. Procesos de formación de capacidades locales en organizaciones
tsotsiles y tseltales
3.1 Formación de estructuras sociales
El proceso de formación de capacidades locales en organizaciones sociales opera en un
eje fundamental que es la formación de estructuras sociales internas. Su desarrollo se
enmarca en el fortalecimiento institucional de las mismas.
A nivel esquemático, en la estructura actual de la organización social se pueden di-
ferenciar tres niveles: un nivel de base, otro intermedio y un tercero que corresponde a
pequeños grupos que realizan tareas específicas (gerenciales, encargados del control
interno para la certificación orgánica o el acopio de producto y la comercialización) y la
representación formal de la organización, en una composición de triangulo invertido, en
donde el nivel de base ocupa la parte superior del esquema organizativo (véase Figura
1). A la estructura de la organización social en su conjunto le da acompañamiento una
estructura técnica, integrada por un equipo interdisciplinario de profesionistas que es
SECADES.
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
Figura 1� Estructura y funcionamiento de la organización social
La estructura actual de la organización social, expresada en la Figura 1, es un palimp-
sesto configurado por diferentes espacios de participación que se constituyeron en dife-
rentes tiempos. La apropiación social de procesos de producción por las organizaciones
sociales generalmente se inicia con el proceso de comercialización de café, y continua
con la producción de café orgánico. Tal secuencia configura en primer término la estruc-
tura delegacional de la asamblea de delegados comunitarios vinculada con las localida-
des, que a su vez se relaciona con los procesos de información y toma de decisiones en
torno a la comercialización del café. Un segundo andamiaje social es el constituido por
la red de promotores comunitarios y los grupos de trabajo, el cual sustenta el proceso de
producción de café orgánico en los planos de la socialización de conocimientos derivado
de la capacitación, y en el de la implementación del cultivo en la parcela.
El mecanismo de acompañamiento a nivel de la red está constituido por los talleres
de capacitación de café orgánico, estructurados en un programa bajo la temática de un
conocimiento híbrido basado en los principios señalados en el apartado anterior. En cada
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
momento de capacitación, la red emerge como un espacio social que articula a promoto-
res, a grupos de trabajo y a los propios miembros de SECADES que participan en el taller.
Se produce un proceso social continuo de generación-acceso-difusión de información,
totalmente divergente al modelo de Transferencia de Tecnología (TdeT) impulsado por la
revolución verde; éste último basado en un conocimiento compartimentado (generado en
los centros de investigación) del que se extrae información utilitaria para transferirse en
forma de artefactos5 (insumos-herramientas) organizados en paquetes. En la TdeT los
procesos de generación y difusión tecnológica son procesos independientes.
Otro mecanismo de acompañamiento complementario a la capacitación de la red
consiste en el seguimiento a los talleres que replican los promotores en su grupo de
trabajo o comunidad. A nivel parcelario, el acompañamiento se centra en la asesoría y
seguimiento a las diversas etapas del proceso de trabajo de café orgánico. Generalmen-
te, la asesoría se avoca a resolver cuestiones puntuales que corresponden a problemáti-
cas específicas, pero que se constituyen en puntos nodales para la continuidad del ciclo
cafetalero. El taller de capacitación a nivel de red comprende una parte práctica, que en
ese momento se constituye en una fase demostrativa, la cual se convierte en una fase de
validación al reproducirse a nivel parcelario con el inherente proceso adaptativo.
En el contexto de localidades indígenas, en el nivel de base no solo se identifican a
familias y localidades como unidades sociales, sino se incluyen en éstas a los grupos
de parentesco constituidos al interior de la organización como grupos de trabajo. En la
organización social indígena interna, los grupos de parentesco o linajes juegan un papel
trascendental en la transmisión de conocimientos para el manejo del territorio,6 y en el
marco de la organización social objeto de este documento, los linajes se constituyen en
grupos de trabajo y su papel es refuncionalizado al convertirse en figuras clave del pro-
ceso de transmisión y difusión de conocimiento al interior de las familias que lo integran.
La presencia del tejido social indígena en el tejido social de la organización da mayor
viabilidad a la misma.
5 La concepción artefactual o instrumentista es la visión más arraiga sobre tecnología. Tal concepción considera que las tecnologías son simples herramientas o artefactos construidos para una diversidad de tareas (Osorio, 2002: 8).
6 Los linajes constituyen grupos de familias estructurados por la alianza matrimonial exogámica. La trascendencia de los linajes en la organización socio-política de los pueblos de las tierras altas del área maya está relacionada con la gama de procesos sociales que opera, entre ellos están los procesos de administración del territorio, relacionados con la norma consuetudinaria de herencia de la tierra y el patrón de residencia, aspectos importantes de transmisión del conocimiento para el manejo del territorio, procesos de organización de servicios comunitarios que garantiza el asentamiento humano ante un contexto de marginación de servicios públicos (Cervantes, 2011: 182).
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
Las estructuras delegacionales ocupan el nivel intermedio de la organización social.
Las personas que las integran son miembros de los grupos de parentesco y de las locali-
dades a los que estos colectivos delegan su representación. La articulación de delegados
y grupos de parentesco o comunidades forman las dos redes sociales ya enunciadas.
Las redes sociales constituyen espacios de articulación de los colectivos. Las estruc-
turas sociales intermedias que las conforman son generadas en el contexto de la apro-
piación social del proceso de producción de café orgánico, y constituyen una aportación a
la organización social de los pueblos indígenas, puesto que no existe este nivel al interior
de éstos.7 Bajo estas circunstancias, las redes sociales constituyen una reconstrucción
del tejido social indígena que supera los límites de intervención8 de la estructura de la
localidad e incluso del municipio o pueblo congregado, puesto que éstas pueden abarcar
de manera articulada a localidades de diferentes municipios.
El espacio de articulación entre localidades que se genera con estas redes socia-
les resuelve también el problema de distanciamiento geográfico entre asentamientos
dispersos, característico de un patrón de poblamiento enraizado en el posclásico maya
(Florescano, 1990: 148). Otro referente en la formación de estructuras sociales es la
aplicación de principios de colaboración y ayuda mutua, pluralidad política y religiosa,
respeto y tolerancia entre los miembros de la organización.
En repetidas ocasiones, a nivel de las localidades, las funciones que realiza el delega-
do o el promotor son consideras como un servicio a los colectivos —el grupo de trabajo
o la propia localidad— a semejanza de aquellos que desempeñan hombres y mujeres
(curanderos, parteras, representantes de la localidad, etc.) en diferentes campos del
servicio comunitario en los asentamientos indígenas. En este sentido, los miembros-de-
legados de las redes son considerados como servidores públicos que cumplen un rol
determinado en el poblado indígena. Este tipo de participación social es totalmente ajena
a la concepción de participación individualista y autónoma del “agente de cambio”, tan
generalizada en prácticas de innovación tecnológica bajo modelos como el productor-ex-
7 Las estructuras de la familia, el grupo parental o linaje, el barrio, y el municipio indio o pueblo congregado sostienen procesos sociales diferenciados que refuerzan y conservan distintos niveles de organización territorial (Cervantes, 2006: 151).
8 Aquí se hace una analogía entre la configuración de las estructuras organizativas de los pueblos indígenas y la noción de los límites internos de un conocimiento específico enunciada por Santos. La red sería el reconocimiento de intervenciones alternativas posibilitadas por la organización social.
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
perimentador,9 el agricultor primero y último, el extensionista campesino, el productor
líder, etc. En el caso que refiere este texto, el delegado o el promotor está vinculado a una
estructura social inherente al tejido social indígena: el grupo de parentesco o la propia
localidad, a la vez que su conocimiento es producto de un proceso de socialización del
conocimiento al interior de la organización social.
Un tercer nivel en el esquema organizativo, que ocupa la base de una pirámide inver-
tida, corresponde a pequeños grupos que realizan tareas específicas de la organización
social, como son actividades gerenciales y de encargados del control interno para la
certificación orgánica. Aquí también se ubica la representación formal de la organización
social, requerida por la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) para que ésta adquiera
un estatus legal, y que corresponde a la mesa directiva integrada por el presidente, el
secretario y el tesorero.
La diversidad de estructuras sociales al interior de la organización, sustentando pro-
cesos diferenciados de la misma, permite deconstruir la concepción institucionalizada
de la organización social reducida a un esquema piramidal, que ha sido implementada
de manera generaliza por la SRA entre la población rural. En esta pirámide social, el
ápice corresponde a la representación formal y la base a los representados. Así también,
la estructura social de la red y el tejido interlocal que articula, contrasta con la actual po-
lítica gubernamental que tiende a desconocer cualquier tipo de organicidad al interior de
las localidades al dar reconocimiento solamente a los individuos, inercia que pulveriza
el tejido social comunitario.
3.2 Capacitación
En el contexto de la apropiación social de procesos de producción que nos ocupa, la
capacitación opera en torno a los procesos de producción de café orgánico y su comer-
cialización en mercados alternativos. El primero ubicado en la apropiación del territorio
y uso y manejo del suelo, y el segundo en el proceso de circulación de la producción
obtenida en los ciclos cafetaleros.
9 El productor-experimentador es considerado como “un agente de cambio que tiene como contacto (externo) al investigador, que aplica la nueva tecnología trasferida por éste, la valida en su terreno, y los vecinos, al ver los resultados, imitarán o aceptaran esa tecnología” (Mata, 2003: 85).
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
La capacitación es otro de los ejes de formación de capacidades locales considerado
en el acompañamiento a los procesos de desarrollo de las organizaciones sociales. Se
basa en el reconocimiento de la interdependencia de un conocimiento local y otro exter-
no, como ya se dijo, a partir de la aplicación del principio de la incompletud de todos los
saberes como condición de la posibilidad de diálogo entre ellos (Santos, 2009: 114).10
En el marco de la producción de café orgánico, los contenidos de capacitación expre-
san este reconocimiento al configurarse con base en la agregación de un conocimiento
local representado por los saberes agrícolas mesoamericanos y un conocimiento exter-
no, constituido por conocimientos agroecológicos. De cierto modo, tal interdependencia
es posible dada la compatibilidad de diversos elementos que les son característicos
(uso integral de los recursos naturales, flujo de subproductos entre sistemas producti-
vos, principios de diversificación en los cultivos, etc.). La credibilidad de la construcción
cognitiva de los contenidos de capacitación así logrados, de cierta forma se mide en el
avance del proceso de conversión a la cafeticultura orgánica en el área de influencia
geográfica de la organización social.
Los contenidos temáticos de capacitación, estructurados en un programa, mantienen
una composición híbrida del conocimiento. De cierto modo, como señala Santos, en el
marco de una ecología de saberes “lo que cada saber contribuye al diálogo de saberes
es el modo en que orienta una práctica dada en la superación de una cierta ignorancia”
(Santos, 2009: 114). De esta manera, temáticas como diversificación y biodiversidad evi-
dencian un conocimiento netamente mesoamericano.
La diversificación de especies vegetales y el establecimiento de policultivos cons-
tituyen un proceso agronómico de larga duración; es la síntesis de técnicas agrícolas
propiamente y de técnicas de manejo biótico (plantas que combinan características com-
plementarias entre sí como requerimientos de luz, humedad, nutrición, etc.). En cambio,
temáticas como la fertilidad de suelos y el manejo integral de plagas y enfermedades
son conocimientos aportados por estructuras técnicas.
Cabe destacar que, efectivamente, la importancia de la actividad microbiana y de rela-
ciones de nutrimentos para mantener la fertilidad de suelos procede de un conocimiento
10 Santos menciona que el principio de incompletud de todos los saberes es condición de la posibilidad de diálogo y debate epistemológico entre diferentes formas de conocimiento (2009: 115).
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
disciplinario, al igual que la realización de diagnósticos y la identificación de síntomas en
las plantas que evidencian la presencia de plagas y enfermedades.
En el contexto de la red social de promotores y su vinculación a grupos de base, la ca-
pacitación retoma la metodología conocida como de Campesino a Campesino,11 para des-
tacar una participación y una relación horizontal entre sus miembros. El mecanismo de
acompañamiento en el proceso de capacitación está constituido por los talleres de café
orgánico. Los talleres a nivel de los grupos de trabajo o comunidad realizados por los
promotores, no solo replican los talleres-red, sino que fomentan una nueva socialización
de la información, esta vez en los colectivos de base. En este nivel, el acompañamiento
consiste en el seguimiento de los eventos.
La presencia de miembros del equipo técnico de SECADES en los talleres de capa-
citación de la red está orientada a la facilitación y sistematización de los eventos. El
proceso adaptativo de la fase de validación de conocimientos a nivel parcelario arrojará
nuevos elementos, buena parte de ellos serán vertidos en la red. El papel de la sistema-
tización implica identificar tales elementos, a ella se suma la identificación de formas
de trabajo y socialización de la información que resultan trascendentes en el desarro-
llo de la línea de trabajo de café orgánico. De esta manera, generación y difusión son
procesos continuos. Trabajos recientes en este campo analizan las interacciones entre
ambos procesos (Lujan y Moreno, 1996: 140), ya que tradicionalmente en la difusión de
tecnologías, a la sociedad se le relaciona con los productos tecnológicos pero no con el
proceso de generación de tecnologías (Lujan y Moreno, 1996: 136). En cambio, para el
modelo TdeT, aplicado por la Revolución Verde, la generación constituye una caja negra
para el usuario de los productos y el modelo necesita de intermediarios para difundir o
transferir los resultados o productos de la investigación a modo de paquetes con recetas
para su aplicación.
El proceso de conversión a café orgánico, aun considerándolo como un fenómeno lo-
cal,12 plantea el hecho de los cambios tecnológicos de la cafeticultura en México. Esto es,
11 “La metodología (de Campesino a Campesino) se basa fundamentalmente en la participación directa de los agricultores a través del intercambio dinámico y sostenido de saberes para llegar a producir nuevos conocimientos y aptitudes” (IIRR et al. en Ramos, 1998: 62).
12 La producción de café orgánico es más que un fenómeno local, se considera que México “es el mayor productor de café orgánico en el mundo, gracias a los esfuerzos de las organizaciones de pequeños productores” (Pérez-grovas et al., 2002: 37). Asimismo, la agricultura orgánica en nuestro país es el subsector agrícola más dinámico por el incremento de la superficie cultivada (gómez et al., 2001: 5).
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
de un modelo institucionalizado de manejo del cafetal impuesto por Inmecafé (y cuyos
componentes en diferente medida aún promueven agencias gubernamentales en áreas
campesinas e indígenas cafetaleras) a otras formas de hacer cafeticultura sustentadas
en el cuestionamiento a las implicaciones de los paradigmas de incremento de la produc-
tividad y TdeT, acuñados por la revolución verde y base del modelo en cuestión. La crítica
más extendida hacia la revolución verde se ha dado en el plano medioambiental, en la
ausencia de una percepción ecológica en los fines que persigue. Sin embargo, la discu-
sión y la diferencia entre prácticas se amplía hacia la consideración de otros elementos
trascendentes como, por ejemplo, el énfasis en el uso de conocimientos y habilidades
para el manejo de sistemas agrícolas complejos por sobre una tecnología artefactual
o instrumentista, la cual fue, en los viejos cánones, un criterio que tuvo un fuerte peso
específico para diferenciar una agricultura avanzada de otra atrasada.
El proceso de conversión a la agricultura orgánica en el área de influencia de las
organizaciones tsotsiles y tseltales ha requerido de la deconstrucción de las prácticas
institucionalizadas de la revolución verde, confrontando diversos rasgos de las mismas
que aún perviven en las áreas cafetaleras. La reconstrucción del proceso de trabajo de
café orgánico, bajo los elementos aquí desarrollados, ha planteado numerosos campos
de acción en las prácticas que lo constituyen. Los cuadros 1 y 2 presentan de manera su-
cinta un análisis comparativo entre principios aplicados por las organizaciones sociales
y el enfoque institucional mencionado.
Cuadro 1� Enfoques y prácticas de conocimiento
Organizaciones sociales y Formaciónde capacidades locales Transferencia de Tecnología (TdeT)
Lo que genera el proceso social de apropiación son mecanismos para la generación y socialización de conocimiento.El elemento que hace a la familia, grupo de paren-tesco y localidad indígena ser usufructuario y parte del proceso social de apropiación es el manejo de conocimientos.
Lo que genera la Investigación agrícola son insumos, no mecanismos para la generación y socialización de conocimiento.El usuario de los resultados de investigación, el cam-pesino o productor, es convertido en consumidor, uno de los elementos básicos de un modelo de sociedad basada en el consumo. El complemento de este modelo es el abastecedor de insumos que suelen ser empresas transnacionales o particulares, o en su defecto empresas nacionales estatales.El elemento que hace al productor usuario de los resultados de investigación es el manejo de dinero o capital.
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FORMACIÓN DE CAPACIDADES LOCALES EN ORgANIzACIONES CAMPESINAS E INDígENAS
Organizaciones sociales y Formaciónde capacidades locales Transferencia de Tecnología (TdeT)
El modelo de comunicación se basa en el diálogo y las relaciones horizontales. La formación de redes y grupos de trabajo comunitarios da el mismo peso específico a los diferentes actores involucrados en los niveles de organización social para la producción y reproducción de conocimiento.
El modelo de comunicación es unidireccional: de investigadores/generadores a extensionistas/trans-ferentes a productores/usuarios o depositarios de resultados.El modelo necesita de intermediarios que trasladen, acarrean o transporten los resultados de la investi-gación hacia los usuarios. El extensionista no tiene la génesis del resultado, solo es un difusor de estos. Por lo tanto, el énfasis de esta fase se centra en mé-todos de comunicación y participación instrumental.
Cuadro 2� Tecnología y Conocimiento
Organizaciones sociales y
Formación de capacidades
locales.
Revolución Verde
Tecnologías y medios de aplicación
Tecnologías basadas en el manejo y aplicación de conocimientos
Tecnologías basadas en uso de insumos y aplicación de dosis (recetas)
Tecnologías y productos de la cosecha (Certificación de
productos orgánicos)
Inocuas al medio ambiente y a la alimentación humana
Nocivas al medio ambiente y a la alimentación humana
Sistema productivo y medios de aplicación
Predominio de manejo y aplicación de conocimientos y uso de mano de obra familiar
Uso intensivo de capital
Insumos para la producción
Apropiación de tecnologías para la elaboración de insumosUso de materiales locales en la elaboración de insumosUso de subproductos de los siste-mas productivosManejo de asociaciones en los componentes del sistema produc-tivo para obtener las funciones que realizan los insumos
Dependencia del uso de insumos externos a los predios agrícolasDependencia del suministro de energía y materiales externos a los predios agrícolas
Otros elementos estratégicos(Especies y diversidad)
Manejo de policultivo y regulación de sombra diversificadaFomento y conservación de la biodiversidadRescate de recursos genéticos localesFomento de procesos de larga duración mantenidos por las co-munidades indígenasEstratificación vegetal semejante a ecosistemas naturales que frena procesos de degradación de cuen-cas hidrográficasDiversificación de especies en el cafetal:Mantenimiento de especies vege-tales acorde a usos requeridosFomento de un patrón de consumo alimenticio (complementario), medicinal, ritual y otros
Manejo de monocultivo y sombra especializadaPérdida y erosión de la biodiver-sidadPérdida o vulnerabilidad de recur-sos genéticos localesRompe y erosiona procesos tecnológicos de larga duración y genera dependencia hacia sus métodos de trabajoInducción de procesos de degra-dación de cuencas hidrográficasReducción de la cantidad de espe-cies en el cafetal:Vulnerabilidad de un patrón de consumo cultural (medicinal, ritual y otros)
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EDITh CERVANTES TREjO Y VíCTOR PéREz gROVAS gARzA
Conclusiones
El desarrollo de organizaciones tsotsiles y tseltales forma parte de procesos emergentes
en regiones indígenas y campesinas, y se ubica dentro de las expectativas sociales de
una vida digna y justa. La formación de capacidades locales de organizaciones sociales
es inherente a su desarrollo en términos de sostenibilidad y autogestión.
El proceso de formación de capacidades locales de organizaciones tsotsiles y tsel-
tales, siguiendo a Santos, “confronta una monocultura de la ciencia con una ecología de
los saberes” (2009: 116). Esta situación se ejemplifica en este documento a través de la
génesis de estructuras internas y sociales que sustentan la producción y reproducción
de un conocimiento híbrido, el de café orgánico, resultado del acompañamiento de una
estructura técnica interdisciplinaria, la cual es opuesta al modelo hegemónico de gene-
ración y transferencia de conocimiento en el medio rural, conocido como Transferencia
de Tecnología. Este enfoque de gestión del conocimiento mantenido por el Estado y otros
actores relaciona de manera unidireccional a generadores de conocimiento, transferen-
tes y usuarios de resultados, asignándole al campesino, en su calidad de productor, un
papel pasivo y receptivo.
En el marco de una visión recurrente en el ámbito gubernamental —la cual pregona
la inviabilidad de la actividad agrícola rural realizada por los pequeños productores, que
son los campesinos e indígenas— se requiere de una política social incluyente por parte
del gobierno mexicano que reconozca las funciones y legitimidad del sector rural social
organizado, y que respete un asociacionismo democrático y autogestivo.
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.DOS PROYECTOS DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE EN EL SURESTE MEXICANOSonia Comboni Salinas y José Manuel Juárez Núñez
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
DOS PROYECTOS DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL
BILINGÜE EN EL SURESTE MEXICANO
Sonia Comboni Salinas1 y José Manuel Juárez Núñez2
Resumen
En este trabajo se recuperan algunas de las capacidades que expresan los pueblos
indígenas para construir sus propios proyectos sociales y de desarrollo. En este
caso, sus proyectos educativos propios, incorporando en ellos sus propios sabe-
res construidos desde lógicas distintas, mostrando realidades que divergen del mundo
occidental y que, sin embargo, son tan válidas como los conocimientos conocidos como
“universales” surgidos del proyecto occidental y modernizante. Desde esta perspectiva,
la Interculturalidad cobra todo su sentido, como una posibilidad de construir un diálogo
simétrico entre saberes culturales, visiones del mundo y entre contenidos diferenciados
y hasta opuestos. En este artículo, damos cuenta de algunos de los fundamentos pedagó-
gicas y de las lógicas de construcción de dos proyectos educativos Interculturales bilin-
1 Profesora/investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, en el Dpto. de Relaciones Sociales, de la DCSh, pertenece al Área de investigación Sociedad y Territorio. Correo electrónico: [email protected]
2 Profesor/investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, en el Dpto. de Relaciones Sociales, de la DCSh, pertenece al Área Sociedad y Territorio. Correo electrónico: [email protected]
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
gües: uno del pueblo Mixe (Ajuujk) de Santa María Tlahuitoltepec, Mixe Oaxaca, llamado
Bachillerato Indígena Comunitario Ajuujk Polivalente (BICAP) y el otro del pueblo Tseltal
de las Cañadas de Ocosingo, en los municipios de Ocosingo, Citalá y Chilon en Chiapas,
llamado Educación Comunitaria Indígena para el Desarrollo y la Autonomía (ECIDEA). El
eje que entrelaza los dos proyectos se construye en torno a las preguntas: ¿Qué senti-
do cobran las formas de la tradición insertadas y trabajadas desde visiones del mundo
diferentes, a pesar de ser menospreciadas al no ser comprendidas bajo la lógica instru-
mental que domina la visión del mundo? ¿Qué implica el verdadero reconocimiento de lo
diferente en un proyecto educativo?
Introducción
Las comunidades tseltales de Los Altos de Chiapas migraron hacia las Cañadas de la
Selva Lacandona en busca de tierras y de mejores condiciones de vida. La mayoría de los
jóvenes colonos salían de las fincas cafetaleras y ganaderas donde ni ellos ni sus padres
y abuelos tuvieron acceso a la educación. Se les puede denominar como “comunidades
sin historia” por las condiciones de exclusión en las que han vivido, pero también como
“pueblos sin escuela”, como lo expresaron las comunidades tseltales que desde media-
dos del siglo xx lucharon por un proyecto educativo acorde con su cultura y necesidades
y que en 1997, después de diversos intentos, iniciaron la construcción de una propuesta
educativa de carácter alternativo. Frente a la permanente falta de respuestas por parte
del Estado, surge en la Selva Lacandona una propuesta de primaria comunitaria inter-
cultural y bilingüe denominada Sp´ijubtesel bajtik yu´un yach´il kuxlejaltik, que en caste-
llano significa: Educándonos para nuestra nueva vida. Programa de Educación Comunitaria
Indígena para el Desarrollo Autónomo (ECIDEA). Es así como las comunidades han iniciado
un proceso de autodesarrollo a mediano y largo plazo, en el cual se define a la educación
como herramienta y estrategia central para alcanzarlo.
Por otra parte, el pueblo Ayuujk de Santa María Tlahuitoltepec, Mixe, Oaxaca, llevó a
cabo una experiencia de bachillerato indígena como propuesta de una educación indí-
gena, para indígenas y con indígenas apoyados por profesores mestizos con el objetivo
de rescatar su lengua, fortalecerla y potenciarla a través del aprendizaje sistemático
de la misma. Esta experiencia fincó sus objetivos en un modelo educativo de carácter
modular. Su puesta en marcha no estuvo exenta de problemas, exigiendo una fuerte par-
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SONIA COMbONI SALINAS Y jOSé MANUEL jUÁREz NúñEz
ticipación de los indígenas, así como la asesoría de especialistas en el modelo educativo
modular. La presencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP) fue permanente, ya
que procesos de esta naturaleza son vistos con desconfianza porque disgregan el pre-
dominio de la construcción de una nación, función encargada a la SEP desde su creación.
Esta situación llevó a que poco a poco fueran reincorporando el modelo del Bachillerato
indígena a los cauces institucionales, cambiándolo hacia una forma más institucionali-
zada y de saberes prácticos, como es el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y
de Servicios (CBTIS). Dicho modelo de bachillerato indígena, siendo entonces reconocido
por la Dirección General de Bachilleres, podía obtener los recursos que le eran necesa-
rios para funcionar. Sin embargo, algunos de los principios que estuvieron en la base de
la creación del BICAP trascendieron en la conformación del actual CBTIS.
El carácter innovador de estos proyectos se sustenta en la revalorización de la lengua
y cultura indígena, de sus valores, conocimientos y prácticas en los procesos de produc-
ción y reproducción social y biológica. Por ello, su método educativo intenta facilitar la
reapropiación teórico práctica de esos valores, conocimientos y prácticas para articu-
larlos con otros conocimientos de la cultura occidental que favorezcan en la comunidad
un manejo integral, diversificado y socialmente integrado de los bosques y las selvas.
Cabe mencionar que, tanto el Programa ECIDEA como el Proyecto educativo Mixe, se
fundamentan en la concepción de que la participación activa de las comunidades y de
sus educadores en el diseño y operación de programas educativos en el ámbito básico
puede contribuir a la resolución de estos problemas y aportar conocimientos, valores y
habilidades requeridos para el desarrollo de las comunidades. El proyecto ECIDEA desea
fomentar el desarrollo de escuelas comunitarias como lugares abiertos e integradores
de los propios espacios y formas educativas capaces de responder a los requerimientos
de un desarrollo integral de los niños y niñas en las comunidades donde opere el progra-
ma. El Bachillerato Mixe pretende responder a las necesidades de desarrollo locales y al
fortalecimiento de la cultura, la lengua y las tradiciones mixes.
1. Tres visiones de educación en el Mundo Indígena
La educación indígena o para los indígenas ha significado una controversia permanente,
ya que la disyuntiva es: o con ellos o contra ellos, es decir, una visión etnocéntrica de
desconocimiento de las poblaciones y de los saberes que estos pueblos y comunidades
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
han construido a lo largo de siglos de sobrevivencia y que no solo se desprecia sino que
se tiende a “civilizar”, blanquear y/o occidentalizar a los indígenas en aras de una sola
visión de desarrollo y de construcción nacional. De manera unilateral y centralista, por
parte de los mestizos, se tiende a decidir sobre la educación que conviene a los pueblos
y comunidades indígenas como a todas las comunidades que viven en el territorio nacio-
nal, sin importar sus especificidades culturales, étnicas, regionales y lingüísticas. Lo que
se conforma entonces como una oposición de perspectivas civilizatorias.
Evidentemente, es lícito que los indígenas deseen conservar sus costumbres, sus
prácticas sociales, culturales y organizativas, reproduciéndolas y enriqueciéndolas me-
diante su transmisión/reconstrucción a las generaciones jóvenes. Toda sociedad para
conservarse necesita reproducirse, de allí la legitimidad de sus intenciones.
Por otra parte, surge una respuesta desde el gobierno central de proponer una edu-
cación para los indígenas ideada, pensada y planeada desde los intereses “nacionales”,
desde la esfera del poder y no necesariamente vinculada con las necesidades reales de
los educandos, insertos en comunidades y territorios específicos con requerimientos
reales y no imaginados. No se trata de una sociedad imaginada sino de una sociedad
histórica, ubicada en el tiempo y en el espacio, con exigencias de sobrevivencia muy
particulares que relevan de su contexto económico, político, étnico, cultural, lingüístico y
social, de sus necesidades comunicativas y de su entorno.
2. Algunos antecedentes
Desde los tiempos de Cárdenas, se pensó en la educación bilingüe bajo la influencia de
Moisés Sáenz, secretario de Educación de Cárdenas, quien invitó al pastor protestante
William Cameron Townsend, fundador del Instituto Lingüístico de Verano, para que orga-
nizara un proyecto de castellanización entre las poblaciones indígenas, en el cual subya-
cía la idea de educar y evangelizar en lengua vernácula para castellanizar después, se
instaló en Tetelcingo, Morelos, en 1935. Se inició entonces un proceso de profundización
de la colonización desde las formas intangibles de la cultura y del pensamiento. Cár-
denas apoyó el proyecto pero también lo hicieron varios militantes de izquierda como
Lombardo Toledano, entre otros, llevados por el pensamiento comunista de las “nacio-
nalidades”: pensaban que el territorio se debía dividir para que cada etnia poseyese
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SONIA COMbONI SALINAS Y jOSé MANUEL jUÁREz NúñEz
su propio territorio nacional, con su propia lengua, cultura, y, por ende, con su propio
sistema o modelo educativo; vinculados únicamente por la gran nacionalidad mexicana
(Latapí, 1998: 71; De la Peña, 1998: 71).
Esta era una visión romántica de la educación indígena, por una parte el dejarlos
solos con su cultura en un territorio compartido por diferentes nacionalidades; y por
otra, también romántica y de tipo espiritual, al diseñar una educación bilingüe a partir del
aprendizaje de la lengua para leer la Biblia, en un proceso de la nueva evangelización y
de cambio de patrones culturales y lingüísticos.
Esta política favoreció que los mismos pueblos indígenas empezaran a organizarse a
través de expresiones más públicas, donde presentaban sus diversas necesidades y pro-
yectos; entre ellos el educativo, abriendo canales de comunicación y visibilización para
los diversos pueblos indios a través de los Congresos étnicos: como el de los otomíes
en el Valle del Mezquital, los tarascos en Michoacán, los nahuas en Puebla y Veracruz,
los Chontales en Tabasco y Oaxaca, los mazahuas del Estado de México, los huastecos
de San Luis Potosí, los yaquis de Sonora y los tarahumaras de Chihuahua. “Audazmente,
los congresos instauraban los valores indios en la esfera de lo público: más allá de su
vigencia para grupos particulares, se volvían mediaciones para interpelar al poder” (La-
tapí, 1998: 72).
Dicho proyecto fue interrumpido por la llegada al poder del general Manuel Ávila Ca-
macho y su secretario de Educación, Octavio Vejar Vázquez, quienes en aras de la cons-
trucción nacional, generalizaron el modelo educativo a toda la nación y profundizaron en
los procesos de castellanización, vía el olvido en las escuelas de las lenguas maternas,
el desconocimiento de la heterogeneidad cultural del país y la imposición de un modelo
educativo civilizatorio.
En estos intentos que se han dado en la historia de México se presentan los tres pro-
yectos educativos puestos en acción en el siglo xx: educación indígena, educación para
los indígenas y educación bilingüe.
A partir de esta última visión de la educación indígena, de la pedagogía contemporánea
y de la filosofía educativa, se desprende una cuarta vía que es la educación intercultural
bilingüe. En ella no se exacerba la postura indígena ni se desplaza al indio, ni se insiste
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
únicamente en la alfabetización vernácula para abordar posteriormente el castellano,
sino que se vincula estrechamente el aprendizaje de la lengua, cultura, valores y tradi-
ción indígenas con el aprendizaje del castellano, de la cultura, valores y tradiciones del
resto de la población, en la búsqueda de una educación libertaria, cooperativa y solidaria
con los demás grupos sociales. Se buscaba también que dicha educación conllevara la
pervivencia de las costumbres propias de cada uno de los pueblos en cuestión, el desa-
rrollo de sus saberes, preservando su identidad, y el bagaje cultural, lingüístico y cientí-
fico de los grupos no indígenas. De esta manera, la educación intercultural bilingüe viene
a ser el lazo de unión entre los diferentes pueblos que cohabitan en el país: la unidad en
la diversidad de un país multicultural y plurilingüe (Toranzo y Exeni, 1993).
3. Los pueblos indígenas en busca de sus raíces a través de un proyecto
educativo
Un pueblo en busca de sus raíces significa precisamente la búsqueda de respuestas a
cuestionamientos como ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
¿Cuál es nuestro lugar en el concierto del país y de la mundialización? ¿Cuál es o cuáles
son los rasgos propios de nuestra cultura ancestral? ¿De qué manera se conjuga, contem-
poriza con la cultura dominante en la región y en el país? ¿Cómo podemos preservarla,
conservarla y transmitirla a nuestros hijos? Es necesario reflexionar acerca de dichas
cuestiones porque nos encontramos en un proceso de globalización de la economía, de
la cultura y de la política, pero también en un proceso de mundialización, por el cual
cualquier manifestación cultural pasa a ser patrimonio de la humanidad, reconocida o no
por la UNESCO, porque toda expresión de cultura es digna de ser conservada, protegida
y promovida.
Por otra parte, si esta tarea de rescate, conservación y promoción de la cultura es lle-
vada a cabo por los propios interesados, es la prueba de una identidad fuerte, individual
y comunitaria, y de una voluntad colectiva de realizar un proyecto desde el interior de su
comunidad para construir un modelo educativo propio y una renovación-actualización
de su cultura, tomando en cuenta sus tradiciones, conocimientos, cosmogonía y lengua,
en conjugación con los conocimientos universales en un mundo globalizado cultural y
económicamente. La pregunta que guía esta exposición es ¿Cómo se generan los proyec-
tos culturales ECIDEA y BICAP y quiénes los llevan a cabo? Otra pregunta más allá de la
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SONIA COMbONI SALINAS Y jOSé MANUEL jUÁREz NúñEz
respuesta descriptiva que nos puede dar el cuestionamiento anterior es ¿Cuáles son las
relaciones de fuerza que están en juego en este campo cultural, indígena y mestizo a la
vez? ¿Se puede hablar de un resurgimiento de la etnicidad o del sentimiento de nación,
en cuanto pueblo que comparte una cosmovisión, una cosmogonía, una filosofía y una
tradición, más allá de la comunidad lingüística y de la historia social del conjunto de
pueblos indígenas?
La filosofía de un pueblo persiste en las comunidades porque todos los grupos huma-
nos recurren a sus mitos fundadores para encontrar sus raíces que los ubican en un lugar,
en un tiempo en el territorio ocupado; se trata de reconocer a los pueblos que reflexionan
sobre sí mismos y su relación con su entorno. Los indígenas no son la excepción y bus-
can en lo más profundo de su memoria histórica y de sus tradiciones los elementos que
les permitan reconocerse como pueblo y explicar su cosmogonía: cuál ha sido el origen
de su mundo, de su universo, a través de un marco conceptual que les permite explicar
sus inicios, su presencia en el mundo, su misión como pueblo y expresarlas a través de
su cosmovisión que unifica o da sentido a sus tradiciones orales, transmitidas de padres
a hijos, y de generación en generación en una lengua cuyas características se pierden
en la historia y en la interacción ambivalente frente a la otredad, frente al mestizo, su
connacional por la fuerza de la historia.
4. Educación y cultura: una opción liberadora
Todos estos procesos hablan de las visiones insurgentes de los pueblos y comunida-
des indígenas, el concepto de insurgente es aquel que surge desde dentro, que emerge
desde el fondo; y es con esta connotación que se habla de un pueblo que surge desde
su invisibilidad, no solo para ver en dónde está, sino para encontrar de dónde viene, y en
dónde está parado, cuáles son sus raíces y en qué mundo se ubica. De ahí la necesidad
de recuperar sus tradiciones, su lengua, sus costumbres; es decir, de encontrarse o de
reencontrarse consigo mismo, con su propia identidad, en un mundo complejo ocupado
por la otredad, o en el mejor de los casos, compartido con el otro. En este sentido, se
puede hablar también de fronteras culturales, pues los límites no son únicamente terri-
toriales, sino principalmente culturales y lingüísticos.
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
En el largo proceso histórico de lucha pacífica por la conservación de sus costum-
bres y tradiciones, por recuperar sus raíces y en la toma de conciencia de la progresiva
pérdida de sus valores, de sus creencias e incluso de su espiritualidad, han recurrido
al factor cultural y educativo como medio para potenciar su lengua, recuperar su forma
de relacionarse con la naturaleza, de ver el mundo y de vivir en él y con él. También de
insertarse en el movimiento cultural mundial, recuperando el conocimiento universal,
de tal manera que fortalezca el conocimiento regional y local, convirtiéndolos, sin per-
der su identidad, en ciudadanos plenos de este país, reconociéndose a sí mismos en su
cultura y desde su cultura y en un diálogo equivalente con las otras culturas y formas de
expresión que conviven en el territorio nacional y universal. Es a partir de esta práctica
que empiezan a promover, desde su interior, una renovación cultural en la búsqueda de
sus raíces y de sus tradiciones; no en un sentido aislacionista, sino en un movimiento de
recuperación de lo propio en relación con lo ajeno: con lo otro, afirmando en este mismo
movimiento su identidad como pueblo originario, como cultura y como parte integrante
de la comunidad mundial.
5. Proyecto Educativo Ayuujk: Principios filosóficos
Los Ayuujk se construyen culturalmente a partir de sus principios filosóficos, entendidos
como dualidades dialécticas que sostienen tanto su cosmogonía como su cosmovisión
en una unidad identificadora:
Como principio de existencia del universo, concebimos que es a partir de una dualidad dialéctica que se manifiesta en una unidad, la cual se expresa en cada uno de los elementos del ser: tierra – vida; trabajo – tequio; humano – pueblo; son principios comunitarios que nos identifican y cohesionan como ayukjää’y. La complementariedad y el valor de la relación humana, cuando existe coinci-dencia en la toma de conciencia, ideas, intereses, objetivos, metas y estrategias, son los elementos que a los pueblos indígenas nos han posibilitado la existencia y resistencia en la comunidad (Gallardo, Vázquez et al., 1998).
5.1 TIERRA - VIDA. “Dualidad de esencia y proyección planetaria”
Dualidad de esencia y proyección planetaria es una filosofía que se renueva constante-
mente dentro de la comunidad donde se convive con los elementos que conforman la
naturaleza, transformando su propia dinámica: el ser humano y el cosmos coexisten en
una unidad de esencia y de diversidad dentro del tiempo y del espacio.
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SONIA COMbONI SALINAS Y jOSé MANUEL jUÁREz NúñEz
El territorio en su sentido más amplio, fundamenta el origen de nuestra comunidad
y comunalidad. Todo miembro de la comunidad adquiere su identidad cultural con re-
lación al pueblo a que pertenece, en donde lleva a cabo su realización plena de la co-
munalidadgarantizando la esencia de nuestra cultura que cohesiona los intereses con
normas y principios creados en la historia del ayukjää’y fortalecidos con el simbolismo
del Cempoaltepetl y ëy konk. A través de la práctica y participación en las comunidades
se adquiere conciencia de pertenencia e identidad al territorio y suelo, plantas y anima-
les de uso común, esta conciencia es dinamizada por fenómenos naturales y sociales3
(Gallardo, Vázquez, et al., 1998).
Nuestros abuelos nos han inculcado que la vida humana se realiza directamen-te con la naturaleza por ser parte de ella, ya que la Tierra es nuestra madre: principio y fin de la existencia humana que mediante la transformación de la materia origina cambios y nuevas formas de vida. Sabemos que la tierra nos da vida y de manera especial el alimento, el aire, el agua y el espacio para crear y recrear nuestra cultura propia; posibilita dimensionar el futuro a partir de las condiciones reales de existencia en el presente en una relación de sujeto a sujeto, recuperando nuestro pasado (Autoridad tradicional Mixe, 2001, Santa María Tlahuitoltepec, Mixe, Oaxaca).
T5.2 TRABAJO-TEQUIO: “Dualidad de transformación ascendente y profunda”
Es la expresión dinámica de la fuerza interior del ayukjää’y que permite la transforma-
ción de la persona a niveles superiores mediante el desarrollo de sus capacidades y
potencialidades en la realización de su destino espiritual, emocional y material como
parte de su integridad; el trabajo-tequio es un elemento de progreso y dignidad.
Los ayukjää’y vivenciamos el trabajo en comunidad mediante el tequio (amukkë tuu’nën, tunmujkën, këmuunytyuu’nën), que es el desprendimiento espiritual y físico de la persona hacia su pueblo como reconocimiento permanente; con él se adquiere la identidad cultural que dignifica su vida animándole a continuar compartiendo su fuerza y esperanza (Gallardo, Vázquez, et al., 1998).
Todo individuo, mujeres y hombres, participan activamente sin recibir ninguna remune-
ración, pensando solamente en el bienestar común. Esta forma de participación empieza
desde la familia en los trabajos agrícolas y posteriormente en la comunidad, ya sea en
3 Para jaime Martínez, lo comunal es “lo que es de todos, lo que se comparte, lo que se piensa y lo que se sueña entre todos”, es decir, la comunidad es el espíritu que ha impulsado la resistencia de los indígenas y que les ha permitido conservar los usos y costumbres como parte de la cultura vivida.
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
los servicios comunitarios y fiestas patronales como en construcciones y trabajos inte-
lectuales (Gallardo, Vázquez, et al., 1998).
Por otra parte, es preciso recalcar que el tequio es un espacio y forma de aprendi-
zaje comunitario (recíproco, cooperativo, mutuo) ya que cada uno de los que intervienen
(niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres) desenvuelven sus habilidades y conoci-
mientos con relación a la actividad de beneficio social. En este sentido, se intercambian
experiencias y puntos de vista, fundamentándose la relación humana de forma positiva.
5.3 HUMANO-PUEBLO: “Dualidad de identidad cultural y trascendencia
comunitaria”
Es el espacio de construcción de la identidad e integración del ser humano a la comunidad, en donde y desde donde define y desarrolla su potencialidad en movimiento evolutivo y dialéctico. Todo miembro de la comunidad adquiere su identidad cultural con relación al pueblo al que pertenece, en donde lleva a cabo su realización plena de la comunalidad, propiciando conjuntamente la organización de las condiciones sociales para que cada persona tenga la posi-bilidad de realizar su destino espiritual y material, entendiendo que cada sujeto tiene la capacidad de pensar, actuar, ser y estar, sin embargo, necesita convivir, intercambiar y enriquecer experiencias con otros individuos. Esto se fortalece a través de la unidad (lengua, servicios comunitarios, historia, territorio, organiza-ción social, religiosidad, fiestas tradicionales), construyendo y reconstruyendo los conocimientos para lograr un desarrollo colectivo y vivir en forma armónica con la naturaleza, dentro de una comunidad (H. Ayuntamiento, 1999: 9-12).
En este contexto filosófico, pedagógico y étnico, se da la experiencia del Bachillerato Inte-
gral Comunitario Ayuujk Polivalente como una expresión de la voluntad del pueblo Mixe de
Santa María Tlahuitoltepec, Mixe, Oaxaca, de incorporarse al movimiento modernizador
de la educación, recuperando al mismo tiempo, sus raíces, sus prácticas y su lengua, no
para oponerse a la cultura dominante, pero sí para protegerse, resistir a las pretensiones
totalizadoras del grupo hegemónico, aportando la riqueza de su visión del mundo y de su
cosmogonía a la cultura universal.
Esto no quiere decir que el conflicto del reconocimiento de la diversidad se haya su-
perado en su conjunto. Algunos avances se han logrado tanto en la sociedad mestiza
como en los grupos indígenas. Sin embargo, estos avances no significan lo mismo ni
para unos ni para otros. Los esfuerzos de ambas partes deben converger en una visión
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SONIA COMbONI SALINAS Y jOSé MANUEL jUÁREz NúñEz
no nada más de derechos humanos o indígenas, sino en una voluntad de tolerar lo diver-
so y aceptar al otro en su identidad y en su manifestación histórico-temporal y espacial.
6 Objetivos del Proyecto Educativo Ayuujk
• Lograr una educación bilingüe-bicultural en todos los niveles, asumiendo la res-
ponsabilidad en la educación de sus hijos.
• Capacitar a sus maestros dentro del marco de respeto y amor a la propia cultura
y lengua.
• Alcanzar una Educación integral.
Los mixes consideran que la educación es integral cuando se atiende no solamente la
parte intelectual, sino también los valores humanos del estudiante o alumno. También
cuando se educan y fortalecen sus habilidades, destrezas físicas, sus expresiones emo-
cionales o psíquicas y la identidad de su historia, a través de la expresión artística: pintu-
ra, música, escultura, poesía o canto y el respeto a su identidad cultural. De esta manera,
esta concepción integral se convierte en un principio rector filosófico y pedagógico que
hace distinto al nuevo modelo de educación media superior que se está desarrollando
en el BICAP, y que hace posible precisamente la interacción con las otras instituciones
educativas: primaria, secundaria y el CECAM: “Así nos desarrollamos y nos educamos:
en las ciencias, en la tecnología y en la valoración de toda expresión humana” (Gallardo,
Vázquez, et al., 1998).
7. El Principio Educativo: el WEJËN – KAJËN
Yë wejën Kajën mitë’ atëm nteety ntääk xa awaää’nëmp mëët jujkyäjtën tsënää´yën. Päätäjtën yëk ëxpëjkpë tyëkmëjët tyëk muwenët.
La Educación que nos han enseñado nuestros padres y la comunidad debe ser ampliada y profundizada por el educador.
Wejën–Kajén (el ejemplo transformador, o transformar por el ejemplo) (Sánchez, 1952)
es el proceso educativo que se da en el interior de la comunidad de los ayukää’y, inde-
pendientemente de la influencia externa. Es el propio proceso de construcción y recons-
trucción histórica de la comunidad y en una relación dialéctica con la naturaleza que
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EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL.
se deriva de sus propios principios filosóficos y educa a los jóvenes comunitarios en el
respeto cuidado y protección de la naturaleza para la naturaleza misma. De ahí la impor-
tancia de conocer la historia del wejën-kajën tal como nosotros la interpretamos a partir
de la tradición de la comunidad y de los estudios de algunos científicos sociales origi-
narios de nuestro propio pueblo y otros externos a ella, pero interesados en su historia.
Esta filosofía presente en la comunidad demuestra que la educación ha sido una de
las inquietudes constantes y permanentes más sentidas de la comunidad, no solamente
como transmisión de un saber hacer práctico, concreto, mediante la escuela de la vida en
la comunidad educadora, sino también como proceso institucionalizado en la comunidad
escolar, en donde el educador debe continuar la misión de los padres y de la comunidad.
La inquietud no ha sido solamente de la gente escolarizada sino también de las per-
sonas o comuneros que no han asistido a la escuela porque se considera que es una
forma de salir de la marginación y discriminación social.
Estas propuestas se hacen operativas en el Centro del Bachillerato Técnico Industrial
y de Servicios (CBTIS), heredero del Bachillerato Integral Comunitario Ayuujk Polivalente
con características de un bachillerato tecnológico en cuanto a los contenidos propuestos
por la comunidad, para responder a las necesidades productivas de la misma a través
de sus “Líneas de Investigación y Capacitación para el Aprendizaje significativo” denomi-
nadas LICAS. Dichas líneas se incorporan al currículo impuesto por la Dirección General
de Educación Tecnológica e Industrial (DGETI) a fin de dar respuesta a las necesidades
de la población en cuanto a la agricultura y la ganadería de traspatio, el mejoramiento de
cultivos en la zona, al cuidado de los animales domésticos y de la salud de la población.
8. Principios socio educativos y políticos
Desde estas bases construyen su proyecto educativo los Ajüüjk:
• La comunidad es la que debe decidir en qué forma quiere adquirir la ciencia y tec-nología que ofrece la modernización, ya que si es por la vía de la imposición no nos va a beneficiar ni se podrá adoptar en el plazo que las instituciones determinen.
• Concebimos una educación integral comunitaria, desde preescolar hasta los es-tudios terminales.
• La educación debe ser de calidad.
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9. Características del proyecto de “Educación Comunitaria Indígena para el
Desarrollo Autónomo - Intercultural Bilingüe” (ECIDEA–IB)
El Pueblo tseltal de las Cañadas de Chiapas, como todos los pueblos indígenas de Mé-
xico, no tuvo acceso a la construcción de un proyecto educativo propio. En general, el
acceso a la educación se hizo en escuelas que no únicamente carecían de las condicio-
nes mínimas para llevarse a cabo procesos de enseñanza-aprendizaje elementales, sino
que para ellos se organizaban programas de “excepción”,4 que simplemente servían de
puente para su castellanización y asimilación en condiciones de negación, exclusión y
minorización de sus propias culturas y saberes propios. Los programas compensatorios
surgidos posteriormente para subsanar los graves problemas de rezago educativo y ex-
trema pobreza, no tomaron en cuenta tampoco las situaciones antes mencionadas.
ECIDEA surge como un proyecto de educación comunitaria para responder al proble-
ma que se presenta en las comunidades indígenas Tseltales de no contar con programas
de educación significativa y de calidad que cubra las amplias necesidades educativas
detectadas en esta región. Este proyecto se construye a partir de las expectativas lar-
gamente esperadas de contar con un programa que refleje, desde la estructura misma
de su concepción, las posibilidades del encuentro cultural de los pueblos en presencia:
lo occidental y lo indígena, el español y el tseltal; construidos en una interrelación equi-
valente y simétrica de ambos mundos, que, además, contemple y fortalezca la cultura,
lengua y cosmovisión de estos pueblos, reconociendo sus procesos cognoscitivos pro-
pios en el marco que representan las culturas indígenas específicas.
El programa ECIDEA se fundamenta en la concepción de que la participación activa
de las comunidades y de sus educadores en los diseños y operación de programas edu-
cativos de nivel básico puede contribuir a la resolución de estos problemas y aportar co-
nocimientos, valores y habilidades requeridas para el desarrollo autónomo de las comu-
nidades. El proyecto desea fomentar el desarrollo de las nuevas escuelas comunitarias
como lugares abiertos, integrados a los propios espacios y a las formas educativas que
se originan en las miradas propias de las culturas tseltales y mayas que le dan sustento
y así ser capaces de responder a los requerimientos de un desarrollo integral de las
niñas y niños en las comunidades donde opera el programa.
4 Nos referimos a los programas que en una primera instancia fueron construidos para que las poblaciones indígenas tuvieran acceso a la alfabetización como decodificación de la lengua escrita dentro de un programa civilizatorio occidentalizante y castellanizador, profundizando las diferencias, la exclusión y provocando una crisis de identidad.
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10. Características de la educación en el proyecto ECIDEA
ECIDEA considera básicas las siguientes características de su quehacer pedagógico
(Equipo técnico Lumaltik Nopteswanej, 2001a)
• La educación es un derecho fundamental de los pueblos indígenas. Es aquello que ayuda a “hacer único germinal el corazón de las niñas y de los niños”, el preparar a los hombres y mujeres para la vida.
• En ECIDEA se promueve y recrea la educación indígena por su base identitaria: historia y cultura, cosmovisión, lengua, religión, organización, tecnología y cos-tumbres.
• ECIDEA es un Programa dirigido y coordinado por y para indígenas, con su pro-pio corazón y pensamiento. Nos plantea frente a otros programas y posibilita la participación en un México pluricultural y multilingüe a partir de y en la propia diferencia.
• Es Intercultural porque se está recuperando la propia concepción sobre la edu-cación y los sistemas de aprendizaje, la educación familiar y comunitaria, y las prácticas valorativas fundamentales de esta educación. Revaloramos y fortalece-mos la expresión de la propia cultural en un diálogo intersubjetivo y recíproco con otras culturas.
• Es bilingüe porque la lengua materna, sus significaciones y concepciones del mundo implícitas, son la base de la educación. Estamos promoviendo el derecho a aprender en la propia lengua, a fortalecer la expresión oral y escrita del pueblo in-dígena y a reapropiarnos de la palabra que dice y recrea el mundo. Consideramos al español como lengua de encuentro e interacción entre pueblos y sociedades del país (ECIDEA, 2001).
11. La fundamentación pedagógica de ECIDEA
ECIDEA entiende la interculturalidad como la interrelación simétrica entre las culturas
en presencia, que recupera no solamente el respeto y comprensión del otro y de lo di-
ferente, sino la posibilidad de construir desde y en la propia cultura las estructuras,
formas y contenidos de la educación.
En el proyecto se contemplan contenidos propios y universales que a través de las
herramientas didácticas y el trabajo pedagógico se integren dando lugar a nuevos cono-
cimientos interculturales, donde cada sujeto encuentra su espacio y concreción sociocul-
tural y cosmogónica, generando una nueva práctica vivencial.
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12. Concepción de la Interculturalidad
La educación Intercultural implica y se expresa a través de los siguientes contenidos:
1. Los contenidos propios comunidad, investigación, generación de situaciones,
saberes y conocimientos, experiencias, lengua y cosmogonías, es decir, todo lo
propio de una región.
2. Los contenidos universales que pasan a través de información, medios de comu-
nicación, plan y programa nacional, conocimientos y lenguas universales.
3. Nace un nuevo conocimiento interrelación de contenidos, sistematización de unos
y otros, dominio de las lenguas
El proyecto se fundamenta en la interculturalidad como enfoque y base de su construc-
ción y en la autonomía como la posibilidad de construirla; recupera los enfoques de la
educación popular, comunitaria y el bilingüismo, como la base cultural sobre la cual se
construyen sus propios conocimientos, con la intención de favorecer la participación de-
mocrática en la vida nacional, la reapropiación y transformación de la cultura Tseltal, el
desarrollo justo, equitativo, real y propio de las comunidades.5
13. Principios teóricos que sustenta el Programa ECIDEA
Estos principios se agrupan en 7 campos (Equipo Técnico Lumaltik Nopteswanej, 2001a):
Educación, Comunitaria, Indígena, Desarrollo, Autonomía, Intercultural y Bilingüe
Cada uno de estos campos sustenta el sentido y los objetivos de los procesos educativos
de la educación de los Pueblos tzeltales de los Altos de Chiapas
Conclusión
La lucha de los pueblos y comunidades indígenas va más allá de satisfacer la demanda
de una educación que se traduzca en acceso a programas nacionales y al abastecimien-
5 Esta propuesta se sustenta también en: la historia, y en todo el contenido Legislativo del Estado mexicano en los Principios Constitucionales que afirman el Derecho y la necesidad de una educación para todos y todas, donde no exista la discriminación ni la inquietud y se respete el derecho de ser iguales en la diferencia lo cual se afirma en los Artículos Constitucionales 3º y 4º, en la Ley Federal de Educación Art. 7 y 8 Declaración de los Derechos humanos; en el Convenio Internacional sobre los Derechos de los niños y las niñas (Art. 8, 13, 28, 30) y en el Convenio 169 de la OIT.
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to de infraestructura, en su carácter de entidades de interés público, subsidiarias del
Estado-nación que las excluye; es, sobre todo, la conciencia histórica de construir una
educación que posibilite la auto identificación y la autodeterminación como pueblo en
una sociedad pluricultural y multilingüe.
Bajo diferentes niveles de conceptualización teórico-filosófico-educativa, ambos
pueblos coinciden en la búsqueda de un modelo educativo propio, que responda a sus
necesidades socioculturales, productivas y económico-políticas, inmersos en un mundo
globalizado, pero con su propia identidad y portadores de una cultura ancestral que pue-
de compartir sus valores con la sociedad dominante, posmoderna, occidentalizada con
pretensiones de universalidad; y a su vez enriquecerse de los valores y conocimientos de
la cultura universal en un diálogo respetuoso, simétrico e intercultural.
Sp´ijubtesel bajtik yu´un yach´il jkuxlejaltik se ha ido convirtiendo en una alternativa
de educación indígena a nivel básico (preescolar y primaria) y de formación de educa-
dores indígenas, que construyen comunidades maya tseltales asentadas en las Cañadas
de la Selva Lacandona, en los municipios de Ocosingo, Citalá y Chilón, y cuya experiencia
histórica y propuestas gestadas en el seno mismo de estas comunidades. Representan
un aporte pequeño y modesto pero significativo, al arduo trabajo de educadores y promo-
tores indígenas que a lo largo de todo el país luchan por la autonomía y una educación
con rostro propio.
La experiencia de ECIDEA es el esfuerzo concreto de comunidades tseltales por crear
una estrategia y una currícula verdaderamente intercultural y bilingüe. Las dificultades
en su relación con las instituciones educativas expresan las contradicciones profundas
entre los pueblos indígenas y el estado.
Se trata pues, de una nueva escuela tseltal vinculada a los procesos de autonomía y
autogestión, que fortalece la autodeterminación comunitaria; una escuela que incluye a
todos los miembros de la comunidad como agentes de la educación; una escuela que es
espacio de resistencia y creación cultural.
Pensamos que tales proyectos son necesarios y compatibles con una política educati-
va nacional que responda a las características locales, regionales y nacionales, mediante
una política curricular flexible y de reconocimiento de todos los saberes del mundo indí-
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gena, campesino, obrero, urbano, administrativo, político; es decir, del medio en el cual
se desenvuelve el proceso educativo. La interculturalidad vivida bajo esta perspectiva,
reconoce el derecho de todos los pueblos en presencia, a ser, estar y vivir el mundo con
su propia visión y en diálogo permanente con el otro, lo diverso, intercambiando valores
y prácticas sociales.
La experiencia del pueblo Ayuujk de Santa María Tlahuitoltepec es un ejemplo de
lucha permanente por la autodeterminación de sus procesos educativos, aunque no lo
han logrado por el control tanto del estado de Oaxaca, como de la SEP, sin embargo, sus
principios pedagógicos están presentes, lo mismo que el rescate de la lengua y de la cul-
tura propia. La autonomía y autogestión es más relativa que la del proyecto ECIDEA, ya
que depende del financiamiento federal y estatal, sin embargo, se ha constituido en una
escuela incluyente, como expresión de una comunidad educadora y de la comunalidad
que rige la vida de sus miembros. La vinculación entre vida cotidiana y escuela, trabajo y
educación, vida y conocimiento son principios rectores de su educación que hacen de la
escuela un espacio de resistencia y creación cultural.
Ambos proyectos se fundamentan en la interculturalidad como enfoque y base de
su construcción, y en la autonomía como la posibilidad de construirla; recuperan los
enfoques de la educación popular, comunitaria y el bilingüismo, como la base cultural
sobre la cual se construyen sus propios conocimientos, con la intención de favorecer la
participación democrática en la vida nacional, la reapropiación y transformación de la
cultura tseltal, el desarrollo justo, equitativo, real y propio de las comunidades.
— 52 —
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“MUJERES UNIDAS TRABAJANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROGRAMA UNIVERSITARIO.EXPERIENCIA ORGANIZATIVA EN EL SUR DE YUCATÁNAmada Rubio Herrera y María Teresa Castillo Burguete
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“MUJERES UNIDAS TRABAJANDO” Y SU
RELACIÓN CON UN PROGRAMA UNIVERSITARIO.
EXPERIENCIA ORGANIZATIVA EN EL SUR DE
YUCATÁN
Amada Rubio Herrera1 y María Teresa Castillo Burguete2
Resumen
A partir de un enfoque cualitativo y con base en la observación participante y en-
trevistas semi-estructuradas, analizamos la organización de un grupo de muje-
res maya-yucatecas productoras de horchata y su vinculación con el Programa
Académico de Desarrollo Sustentable en el Sur de Yucatán (PADSUR) de la Universidad
Autónoma de Yucatán (UADY). Resaltamos el proceso de capacitación para entender los
logros obtenidos en el trabajo conjunto, señalados por las mujeres y los asesores.
La organización de mujeres fue integrada en el año de 1997 y a partir del 2002 recibió
asesoría de estudiantes del PADSUR respecto a aspectos organizativos, productivos, fi-
nancieros y comerciales. Este vínculo fue importante para las mujeres y los asesores,
1 IIA. UNAM. Correo electrónico: [email protected]
2 Cinvestav IPN. Unidad Mérida. Departamento de Ecología humana. Correo electrónico: [email protected]
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
ya que ellas reconocen que la organización les aseguró una condición fundamental en
el grupo doméstico, donde han experimentado cambios en la distribución de actividades
reproductivas, entre otros. Por su parte, los jóvenes asesores del PADSUR reconocieron
que la experiencia de trabajo fue útil porque accedieron a un nuevo contexto sociocul-
tural que les proveyó de una visión “más abierta” y con posibilidades para trabajar con
microempresas campesinas.
Introducción
La vinculación de grupos organizados de mujeres con agentes externos ha mostrado que
el éxito de los programas de desarrollo reside en una serie de factores que, en gran medi-
da, apuntan a planear el trabajo desde las bases y a considerar el contexto sociocultural.
Otras investigaciones reportan que las experiencias de mujeres organizadas en torno a
proyectos productivos deben sus alcances a los obstáculos o facilidades que encuentren
durante el desarrollo de la actividad productiva, incluyendo el tipo de asesoría que se les
brinde (Cervera, 1998: 216- 217). Sin embargo, no existe una forma de garantizar el éxito
en los programas de intervención y es ahí cuando se evidencia la importancia de conocer
y analizar las experiencias organizativas, los aciertos y errores en el camino recorrido.
En este marco presentamos el análisis del grupo de mujeres maya-yucatecas llamado
Múuch’ meyaj ko’olelo’ob (MMK) y su vinculación con el Programa Académico de Desarro-
llo Sustentable en el Sur de Yucatán (PADSUR) de la Universidad Autónoma de Yucatán
(UADY). Resaltamos el proceso de capacitación para entender los logros obtenidos en
el trabajo conjunto, señalados por las mujeres y los asesores. Mostramos cómo esta
intervención impactó mutuamente a las integrantes de la asociación y a los estudiantes
que facilitaban los procesos comunitarios. Al considerar ambas perspectivas contamos
con mayor material para explicar y entender este proceso de vinculación y dar luz para
otras experiencias que inician.
La organización MMK tuvo sus orígenes en 1997 y se conformó en el marco de políticas
internacionales que desde entonces han buscado incorporar a las mujeres al desarrollo.
El grupo se organizó con el objetivo de producir horchata y empezó a recibir asesoría
técnica por parte del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Con el PADSUR el proceso de intervención se realizó de manera integral, sistemática y
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
constante, como empresa social que debía ser fortalecida en términos organizativos,
financieros, comerciales y productivos.
Desde el área organizativa, el personal de PADSUR capacitaba a las mujeres en temas
de empoderamiento, autogestión y liderazgo, con la finalidad de que la empresa pudiera
mantenerse como grupo independiente. Los aspectos financieros consistían en otorgar a
las socias las herramientas necesarias para la administración y manejo de la empresa,
lo que incluía capacitarlas en temas de costeo, manejo del fondo grupal y constitución
legal de la organización. Además, establecer una estrategia de comercialización que
asegurara un mercado justo y constante para el desplazamiento del producto, fue una
de las principales tareas de PADSUR y, al respecto, su personal trabajó constantemente
en la búsqueda de nichos de venta. Por último, desde el área productiva, se capacitó a
las señoras en todo el proceso de producción de horchata con el objetivo de optimizar
la calidad de la bebida (Programa Académico de Desarrollo Sustentable en el Sur de
Yucatán, PADSUR, 2006a).
Se presenta un panorama sobre las características del programa universitario y del
grupo de mujeres, las relaciones que establecieron, las dificultades que enfrentaron y
las fortalezas en este tipo de proyectos. Culminamos ofreciendo algunas reflexiones fi-
nales a manera de conclusiones.
1. Antecedentes
1.1. La relación de los universitarios con las comunidades
La vinculación de los centros educativos universitarios o de investigación con las comu-
nidades ha estado en el interés de investigadores e instituciones, y Yucatán no ha sido
la excepción; los trabajos de Dickinson y Castillo (2003), Castillo et al., (2008), Castillo
et al., (1997), Viga de Alva et al., (2007), García et al., (2010), Atoche y Castillo (2010) son
una muestra de ello. En la UADY, trabajos como los de Lendechy (2010) y la creación de
programas como Hoy en tu Comunidad son parte de esos esfuerzos. En el año 2001, ese
centro educativo creó el PADSUR con el objetivo de contribuir con los habitantes del sur
del estado a mejorar sus condiciones de vida. Se trataba de lograrlo incorporando en los
proyectos del PADSUR a estudiantes en servicio social, en prácticas profesionales o en
proceso de elaboración de tesis (PADSUR, 2006b).
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
El proceso de acompañamiento en el PADSUR se dividió en varias áreas, trabajando
con niños, jóvenes y adultos, y hombres y mujeres. Cada área era coordinada por un
especialista en procesos comunitarios y estaban en contacto directo con la coordinación
general del programa. Los temas que abordaba PADSUR eran producto de diagnósticos
participativos, de necesidades que la misma población identificaba, y de propuestas sur-
gidas desde las bases. En la realización de estos diagnósticos participaban los estudian-
tes, bajo la supervisión del personal especializado.
La organización Múuch’ meyaj ko’olelo’ob fue clasificada en el área de empresas so-
ciales y si bien ya estaba conformada cuando el PADSUR comenzó a operar en la zona,
decidieron en conjunto qué aspectos laborales abordar. Otras empresas sociales fueron
conformadas por PADSUR, porque cuando los integrantes iniciaron su trabajo en los mu-
nicipios de Tahdziú, Chacsinkín y Tixméhuac Yucatán, identificaron como prioritario fo-
mentar las empresas sociales en áreas que fueran significativas para la economía local,
como el urdido de hamacas, bordado, apicultura y las agroindustrias (PADSUR, 2006b).
Así, el PADSUR empezó a trabajar con grupos de hombres y mujeres organizados.
El objetivo del PADSUR, para el área de empresas sociales, era promover su orga-
nización y autogestión para que fueran capaces de mejorar el nivel de vida de sus inte-
grantes y, a su vez, contribuyeran al desarrollo de la microregión (PADSUR, 2006b). Este
objetivo se cubriría mediante un modelo de asesoría integral donde los estudiantes fun-
gían como los facilitadores del proceso. Para lograr este objetivo se involucraron jóvenes
provenientes de carreras ofrecidas en las facultades de la UADY y se buscaba que pusie-
ran en práctica los conocimientos adquiridos en el aula (PADSUR, 2006c). Participaron
estudiantes de ingeniería química, contaduría, mercadotecnia, educación, antropología
y psicología. Estos jóvenes se trasladaban quincenalmente a diferentes comunidades
del sur, incluyendo Chacsinkín, donde realizaban reuniones y proporcionaban asesorías
según los proyectos en los que se incorporaban.
Es pertinente mencionar que la gran mayoría de los jóvenes participantes como fa-
cilitadores de los procesos grupales con las empresas no eran expertos en esta área;
para algunos, trabajar con empresas rurales de mujeres y fuera de la ciudad eran situa-
ciones totalmente nuevas. Por eso, todos ellos recibieron, como parte de su proceso de
formación, capacitación teórica y metodológica sobre temas acordes a los intereses del
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
PADSUR; asimismo, contaban con el material necesario y los recursos humanos para
continuar profundizando en los aspectos que necesitaran.
Los temas que se les ofrecían a los estudiantes formaban parte de los cursos de
inducción que al inicio de semestre se les impartían a manera de talleres. El proceso
de inducción buscaba que los jóvenes conocieran el marco conceptual y metodológico
del PADSUR, se familiarizan con conceptos como desarrollo sustentable e investigación
(acción) participativa (IAP)3 y, a su vez, conocieran técnicas de investigación cualitativa
como la entrevista y la observación participante. Durante el desarrollo de los talleres,
frecuentemente se recalcaba la importancia del rol de los estudiantes como facilitado-
res, sus implicaciones y la relevancia del trabajo en equipos interdisciplinarios. En los
cursos de inducción también se ofrecía información sociocultural del contexto donde se
encontraban las empresas sociales.
El modelo de trabajo que regía a la empresa social se sustentaba bajo los principios
de la IAP, reconociendo habilidades, capacidades y conocimientos locales. Así, los parti-
cipantes en las empresas eran quienes decidían el destino de éstas, y los estudiantes y/o
asesores solamente facilitaban o coordinaban los procesos generados (PADSUR, 2006b).
La asesoría que el PADSUR brindó a las productoras de horchata se centró en la comer-
cialización, producción, organización y finanzas. Cada inicio de semestre los estudiantes
realizaban un plan de trabajo con el grupo de mujeres, donde se consideraba prioritario
abordar los aspectos identificados como urgentes, por ejemplo: actualizar los costos del
producto, supervisar la calidad del proceso productivo o establecer nuevos canales de
comercialización (PADSUR, 2006b). El plan de actividades se trabajaba quincenalmente,
con cada salida de los estudiantes a campo, y se evaluaba al fin del semestre. En general,
las sesiones temáticas se impartían de acuerdo a lo programado; expuestas en español,
y en maya cuando hubo estudiantes hablantes en maya. Se buscaba la participación del
grupo o de las integrantes de la comitiva cuando se hacían revisiones de los ingresos y
egresos de la organización.
3 A la IAP, se le considera como “todo esfuerzo tendiente a estrechar vínculos entre investigadores e investigados en la tarea común de develar la realidad social para transformarla en beneficio de los sectores más oprimidos y explotados” (Vío grossi, gianotten y de Wit, 1981: 11). Algunas de sus características metodológicas son: la acción en el proceso, el papel que como intelectual orgánico tiene el investigador participante, autenticidad y compromiso, antidogmatismo, devolución sistemática de la información a través de formas de comunicación sencilla, equilibrio entre reflexión y acción y uso de técnicas dialógicas (Fals borda, 1981). Para Reason y bradbury (2008: 4) “la investigación-acción es un proceso participativo para desarrollar conocimiento práctico en la búsqueda de los propósitos humanos que valgan la pena. Se busca reunir la acción y la reflexión, la teoría y la práctica, con la participación de otros, para encontrar soluciones prácticas a las preocupaciones que apremian a la gente, y más en general el florecimiento de los individuos y sus comunidades.”
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
La planeación y la evaluación se realizaban con las mujeres; eran ellas quienes ex-
presaban sus puntos de vista respecto a sus necesidades y el cumplimiento o no, de
metas particulares. Así, retomando aspectos que no habían sido trabajados durante un
semestre, se reprogramaban para trabajarlos en el siguiente.
El PADSUR se cerró a principios de 2007 por ajustes internos de la UADY. Sin embar-
go, las coordinadoras generales del programa habían establecido un fuerte compromiso
con los grupos comunitarios, por lo que al cierre formal del programa no se retiraron de
las comunidades ni dejaron sin atención a las organizaciones productivas que habían
fomentado y/o asesorado. Hasta el año 2011, cuatro años después del cierre oficial del
proyecto, continuaban respondiendo a necesidades puntuales del grupo, principalmente
en lo referente a los costos de producción y comercialización.
1.2 La organización productiva
Desde que la organización Múuch’ meyaj ko’olelo’ob (MMK) fue formada por el DIF como
parte del fomento a empresas sociales de mujeres rurales, su trayectoria se ha visto
acompañada de la asesoría de instituciones y agentes externos entre los que destaca
la UADY. A través del PADSUR, la universidad asesoró a las integrantes de MMK en el
manejo de la agrupación como empresa social, implicando priorizar aspectos organi-
zativos, financieros, comerciales y productivos. Desde el año 2011, el grupo no recibe
capacitación constante y sistemática de ningún agente externo, y sus socias se reúnen
exclusivamente cuando van a producir horchata, repartir las ganancias derivadas de las
ventas y/o tratar algún asunto relativo al grupo.
Este grupo se conforma por seis mujeres maya-yucatecas, quienes nacieron en el
municipio de Chacsinkín; cinco son bilingües y hablan maya y español, la sexta socia ha-
bla maya y entiende el español. La escolaridad de la mayoría es de primaria incompleta
y la edad promedio de 40 años; todas tienen pareja, salvo una, y tienen entre uno y siete
hijos.
MMK puede caracterizarse en términos de una empresa social, al igual que otras
organizaciones situadas en la microregión sur de Yucatán se formó para obtener bene-
ficios económicos y sus integrantes procuran el bienestar social; buscan mejorar sus
condiciones de vida a través de la comercialización del producto. Se trata de una orga-
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
nización caracterizada por tener una división de labores adecuada y un comité que se
reúne para cumplir sus funciones (Rosales y Rubio, 2010).
2. Características de la investigación
Partimos del estudio de caso como tradición metodológica cualitativa y trabajamos con
las integrantes de la asociación productiva, sus esposos, las ex-socias y los interlocu-
tores clave vinculados al caso. En total se realizaron 14 entrevistas a las integrantes
sobre temáticas relacionadas con su historia familiar, personal e incorporación al grupo.
Con las entrevistas a los esposos se trataron los aspectos vinculados a sus familias
y afiliación de sus esposas al grupo. En total fueron cinco entrevistas en profundidad.
Cinco entrevistas más fueron hechas a agentes externos y por último, se revisaron los
documentos que se generaron en el proceso de intervención al grupo de mujeres, que
fue desde el año 2002 hasta inicios del 2007.
2.1 La zona de estudio
Realizamos el estudio en Chacsinkín, un municipio de la microregión sur de Yucatán con
2,818 habitantes, de los cuales 1,417 son hombres y 1,401 mujeres, reunidos en 631
hogares. En su jurisdicción quedan comprendidas las localidades de Xbox e Xnohuayab
(Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2011). Las actividades relacionadas con
el sector primario predominan en la población, donde la milpa es la principal actividad
productiva, combinada con la apicultura, actividades en los traspatios y cría de animales
en el solar. La población conserva rasgos culturales que se han clasificado como ma-
ya-yucatecos, tales como la lengua, vestimenta, organización familiar y prácticas rituales
asociadas a la milpa o a ciclos en la vida de los moradores (Rosales y Moya, 1999). Esta
zona es considerada como “nuclear maya” por sus marcadas características indígenas
(Ruz, 2002: 29). Otra de las características del área es su consideración como de alta
marginación, con base en lo señalado por el Consejo Nacional de Población (2005).
Al igual que en otros municipios de la microregión, Chacsinkín ha sido intervenido
por agentes externos que promueven y fomentan organizaciones de hombres y mujeres,
buscando impactar en sus condiciones de vida. En ese municipio destacan por lo menos
once grupos organizados, seis de los cuales se conforman exclusivamente por mujeres.
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
Las actividades que estas agrupaciones desempeñan van desde la elaboración de
productos agroindustriales como jamaica, horchata y chocolate, hasta la confección de
prendas en hilo contado y cría de ganado.
3. Resultados del proceso de intervención
3.1 La intervención del PADSUR desde la perspectiva de las mujeres
Las opiniones de las mujeres nos permiten agrupar en dos niveles los resultados de su
relación con PADSUR. Por un lado refieren a lo que ellas consideran cambios o impactos
del programa en sus personas, y por el otro, refieren los logros que a nivel grupal consi-
guieron a partir de su relación con el mismo.
Sobre los logros colectivos, las mujeres asociaron a los estudiantes con eventos de
importancia para la actividad productiva, por ejemplo, recuerdan que les enseñaron a
usar sustancias para conservar la horchata; o bien, que realizaron, y posteriormente se
les aprobó, un proyecto del que recibieron financiamiento para comprar insumos. Tam-
bién reiteraron que “se aprendieron” la fórmula química para la elaboración del concen-
trado de arroz y, en conjunto con los jóvenes, diseñaron la presentación del producto. Dos
integrantes de la directiva reiteraron que los mayores logros obtenidos con el programa
universitario fueron los relacionados con los costos de producción y venta de la horchata
porque con los costos actualizados afirman que “vemos más las ganancias”.
La mayoría de las integrantes recuerda los temas relacionados con el mantenimiento
de la organización, como lineamientos de autogestión, reglamento de producción y fun-
ciones que debían de cumplir cada una de ellas. Algunas enfatizaron que los estudiantes
les insistían en la importancia de hablar sobre los problemas grupales, relacionados
con la rendición de cuentas, con el fin de evitar conflictos mayores. Un dato importante
es que todas las mujeres recordaron a los estudiantes de la UADY, relacionándolos con
aspectos del trabajo en conjunto, principalmente los referidos al manejo de la organiza-
ción en términos de rendición de cuentas, cumplimiento del reglamento y utilización de
la fórmula química en la elaboración de la horchata; así como los criterios de calidad al
momento de la producción.
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
Aunque recuerdan a la mayoría de los estudiantes con quienes se relacionaron, las
mujeres tienen más presentes a aquéllos con quienes hablaban en maya, los que les
explicaban “con calma” los conceptos y a quienes las llevaban a vender el producto a
Mérida. Dicen que con esos estudiantes “aprendieron mucho”; conocimientos fundamen-
tales para el mantenimiento de la organización.
En el ámbito personal, las señoras señalan que la organización les ha proporcionado
elementos para que al interior de sus hogares sean escuchadas e inicien un proceso de
distribución de actividades domésticas, donde los varones también participan; algunas
de ellas dicen que se sienten “más respetadas” por sus familiares. En lo que se puede
interpretar como sus relaciones de género, las señoras consideran que estas se han mo-
dificado porque comparten más responsabilidades en el hogar con sus esposos e hijos;
asumen que es por sus aportes económicos y las capacitaciones recibidas por parte de
los estudiantes y promotores que como organización las acompañaron.
La mayoría de las socias señaló que con los costos establecidos por los estudiantes
para vender la horchata pudieron “ver ganancias”. Dicen que ellas deciden qué hacer
con el dinero ganado, dos recordaron la importancia de que sean ellas mismas quienes
administren sus ganancias, no sus esposos ni sus hijos; recuerdan que eso se lo dijeron
los estudiantes en una reunión. Afirman que se sienten bien al ser quienes “gastan el
dinero” en artículos para sí mismas y sus hijos.
En otro trabajo se menciona (Rubio y Castillo, 2014) que si bien las mujeres atribuyen
logros importantes al PADSUR, también reflexionan que atender los asuntos grupales
les ha incrementado sus cargas de trabajo y responsabilidades. Asistir a reuniones, salir
a comprar la materia prima para producir, preparar el producto y comercializarlo, son
actividades que tienen que combinar con las del hogar y con otras que contraen al re-
lacionarse con programas federales como Oportunidades. Desde luego que el grupo les
ha posibilitado iniciar un proceso de redistribución de actividades domésticas, pero aún
es insuficiente porque en esta redistribución, las actividades que realizan los esposos
e hijos son dadas a manera de ayuda. Para este caso, las mujeres continúan siendo las
principales encargadas de gestionar el ámbito familiar.
A pesar de la finalización del PADSUR, las participantes de MMK continuaron traba-
jando, aún sin las asesorías de los estudiantes. La percepción de las mujeres sobre el
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
retiro del PADSUR fue negativa, dijeron que les gustaba la asesoría de los estudiantes,
recalcando la importancia de los aprendizajes logrados en conjunto.
En la organización de MMK esta etapa es importante no solamente por los alcances
logrados, sino porque su vínculo con PADSUR marcó un hito en la historia del grupo.
Algunos de los puntos que los estudiantes trabajaron con las mujeres, como la actuali-
zación de costos, el reglamento de producción y la fórmula química para la elaboración
de horchata, siguen estando vigentes en la organización. En general, las participantes se
sienten agradecidas con los estudiantes por los logros obtenidos. Después de que el pro-
grama se cerró y los jóvenes dejaron de ir a Chacsinkín, las mujeres consideraban que el
final de sus aprendizajes había llegado. Llama la atención que lo manifestaran sabiendo
que continuaban contando con el apoyo y asesoría de quienes fueron las coordinadoras
generales del programa.
3.2 La intervención del PADSUR desde la perspectiva de los estudiantes
Es necesario mencionar que cada semestre variaba el número de estudiantes que se
incorporaban al programa; por ejemplo, en el primer semestre del 2006 se inscribieron
tres para el área de empresas sociales y en el segundo semestre, seis. Esos estudiantes
se dividían para asesorar a cuatro organizaciones, tres orientadas en el urdido de hama-
cas y una en la elaboración de horchata.
Uno de los mayores retos que los jóvenes señalaban era la interacción en un contex-
to nuevo, la mayoría decía no tener el entrenamiento requerido para trabajar procesos
comunitarios, pero estaban dispuestos a aprender. Algunos estudiantes que venían de
municipios aledaños al de Chacsinkín, sentían mayor empatía con las personas a las que
asesoraban y decían que su trabajo de intervención era gratificante.
Estos mismos estudiantes no tenían que “entender” o “sensibilizarse” ante la vida de
los otros porque compartían afinidades con los habitantes de la zona de estudio, de cier-
ta manera eran también parte de “los otros”. En ocasiones comentaban que los cursos de
inducción, cuando trataban el tema de “los mayas”, la información proporcionada no les
era novedosa porque ellos mismos venían de condiciones socioculturales semejantes a
los “mayas” referidos en las pláticas. En más de una ocasión expresaban que ellos eran
también “mayas” y se podían entender mejor con las señoras.
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
Independientemente del origen de los jóvenes, para la mayoría fue una experiencia
significativa el trabajar con la organización de mujeres; el argumento más importante
era que las implicaciones del trabajo comunitario resultaban satisfactorias. Esto por-
que conocieron y se aproximaron a otra realidad sociocultural, especialmente para los
jóvenes provenientes de la ciudad, o porque con su trabajo contribuyeron a mejorar las
condiciones de vida de hombres y mujeres, como sucedió para los jóvenes provenientes
de zonas aledañas. Todos los estudiantes señalaron que la importancia de los temas
recibidos estaba en que complementaban la formación que tenían.
Al final de semestre, los jóvenes evaluaban al PADSUR: lo hacían mediante un escrito
relacionado con sus experiencias. En sus evaluaciones mencionaron aspectos a mejorar
del programa, sobre todo los referentes a su estancia y alimentación4 durante las salidas
al campo. Además, no todos estaban de acuerdo con “ir al ritmo de las mujeres”, decían
que era cansado y, a la vez, tampoco confiaban en las asesorías del personal especia-
lizado. Estas críticas en su mayoría eran hechas por quienes no habían tenido contacto
previo con población indígena o la habían tenido pero no como parte de un proceso de
intervención. Para algunos jóvenes, su estancia en las comunidades fue tortuosa y hubo
quienes afirmaron que no creían repetir esa experiencia.
Quienes consideraban que habían tenido aprendizajes a lo largo de su servicio social
o prácticas profesionales, señalaron que el programa les mostró que existen empresas
campesinas con formas y maneras diferentes de trabajar; que lejos de la ciudad existen
organizaciones con una visión empresarial distinta a la que conocían. Destacaron que la
experiencia con PADSUR fue importante no solamente porque pusieron en práctica los
aprendizajes escolares, sino porque los compartieron con mujeres cuya escolaridad en
su mayoría era de primaria incompleta. Señalaron que con esta experiencia han visto
más de cerca la importancia de asesorar a estos grupos, porque las contribuciones eco-
nómicas que aportan son fundamentales para sus familias. El testimonio de un estudian-
te ilustra su reflexión sobre su paso por el PADSUR:
Desde mi punto de vista, este proyecto de servicio social es excelente, ya que representa la verdadera esencia del “Servicio Social”: retribuirle a la sociedad la oportunidad que nos ha brindado de poder estudiar una carrera profesional,
4 Los estudiantes y responsable del área pernoctaban en un albergue infantil ubicado en el municipio de Tahdziú y la alimentación corría por cuenta de cada participante. El programa solamente les ofrecía transporte, materiales para preparar y abordar sus sesiones, y asesorías de personal capacitado.
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
y que mejor manera de hacerlo trabajando en las comunidades rurales donde más necesitan de nuestro apoyo y conocimientos para ayudarlos a salir adelan-te (PADSUR, 2006d).
Estos jóvenes también hablan del logro profesional que ha implicado trabajar con mu-
jeres indígenas, especialmente a quienes no venían de municipios aledaños, porque,
además de acceder a un nuevo contexto sociocultural, entendieron los esfuerzos de las
señoras para mantener la organización productiva. Los jóvenes reconocieron amplia-
mente la confianza y hospitalidad que las mujeres les brindaron, como se expresa en
una de sus evaluaciones:
No sé si lo mencione (sic) antes pero esta experiencia me ha enseñado mucho, tanto cultural como curricularmente porque siento que me enseñado (sic) a apreciar los valores culturales que en la ciudad ya se están perdiendo por aque-llo que dice “EL QUE NO TRANSA (sic) NO AVANZA”, ahí las cosas son distintas: se ve el entusiasmo de las personas al querer trabajar, a no rendirse y luchar por sus ideales y por tratar de tener una vida mejor (PADSUR, 2006e).
Reflexiones finales
El PADSUR intervino en la organización productiva partiendo de un marco institucional y
creyó conveniente promover el cambio en las condiciones de vida de hombres y mujeres
que habitan en una zona de alta marginación. Para lograrlo se planteó objetivos según
cada área de trabajo, teniendo como líneas transversales al género, la autogestión y el
desarrollo sustentable. El trabajo de estas líneas fue importante porque a partir de su
abordaje se explica el impacto de este programa en las vidas de las mujeres y los estu-
diantes.
Se trataba de que las mujeres aplicaran cada uno de los principios generales a las
actividades que realizaban, para ello los estudiantes expusieron talleres sobre los con-
ceptos y la relación que tenían con las mujeres y sus actividades. Los aspectos más
trabajados por el programa fueron desarrollo sustentable y autogestión; el primero se
asumía desde un sentido amplio y social; no enfatizaba al medio ambiente como compo-
nente. Algo semejante a lo que reportó Lezama (2008).
Desarrollo sustentable implicaba cambio social, entendido como la transformación
de las condiciones de vida de las personas y sus respectivas familias, que participaban
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
organizadas en torno a empresas sociales. En este sentido, a través del concepto se
trataba de promover el cambio mediante la implementación de mecanismos como el
comercio justo, donde la venta de productos artesanales como la horchata, fuera central.
Se trataba de que el término de desarrollo sustentable respondiera a un proceso de tra-
bajo integral, donde el aspecto social fuera considerado (Ex coordinadora del PADSUR,
29 años, 2009).
Es interesante observar que la visión de PADSUR sobre desarrollo sustentable es
semejante a la reportada para mujeres mayas que viven en Campeche, como lo expresó
Munguía (1998) en una investigación. Además de calidad de vida, para estas mujeres
desarrollo sustentable es sinónimo de felicidad.
Para que el grupo llegara a ser autogestivo, PADSUR les proporcionaba asesorías di-
rigidas hacia este fin; las mujeres tenían claro que con o sin el apoyo de los facilitadores,
continuarían produciendo horchata, porque no solamente se trataba de continuar con
una actividad que les genera recursos, sino también de defender un espacio que sen-
tían suyo. Al respecto, los proyectos productivos también cobran importancia para las
mujeres por los beneficios emocionales que conllevan; ya que logran constituirse como
espacios donde las mujeres conviven, socializan y plantean sus inquietudes (González,
2002: 181). Esto fue lo que ocurrió con las integrantes de MMK, para quienes el grupo es
un espacio que les posibilita nuevos aprendizajes y donde comparten intereses y preocu-
paciones con otras mujeres. Como se mencionó anteriormente, ese sentido vivencial que
las mujeres le otorgan al proyecto es el cimiento para cuestionar relaciones de género.
Para los estudiantes, PADSUR era una propuesta integral que les ofrecía la posibi-
lidad de aprender y poner en práctica nuevos elementos teóricos y metodológicos. Se
insistía en los cursos de inducción en el hecho de que más que cumplir con un número
de horas de trabajo, valoraran sus intervenciones con base en la experiencia que les
permitía vivir.
En ese sentido, uno de los aciertos del PADSUR fue capacitar a los estudiantes en as-
pectos teóricos y metodológicos relacionados con empresas sociales. Se buscaba com-
plementar su formación académica y así el trabajo con los grupos sería más efectivo.
Tenían la oportunidad de aplicar lo aprendido en el aula, en otros contextos sociocultura-
les a los que no necesariamente estaban acostumbrados; se buscaba hacer un proceso
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“MUjERES UNIDAS TRAbAjANDO” Y SU RELACIÓN CON UN PROgRAMA UNIVERSITARIO
de aprendizaje mutuo. Por otra parte, para los jóvenes de origen maya, participar en
el programa les permitió identificarse más con personas que provenían de su misma
cultura, hablar su misma lengua, valorar su avidez por aprender y la forma en que como
estudiantes podían ayudar a satisfacer esas inquietudes.
Si bien el programa apoyaba a los estudiantes con el desplazamiento a los lugares
de la acción, faltaba mayor apoyo para su alimentación, toda vez que es muy común que
los jóvenes que acceden a esta universidad pública lo hacen, con frecuencia, porque
sus familias realizan un gran esfuerzo para cubrir su desplazamiento, pago de cuotas,
útiles escolares, realización de prácticas y otras necesidades inherentes. Participar en
el PADSUR significó realizar gastos extra para su alimentación fuera de casa y también
una forma de aquilatar la experiencia.
Un aspecto que puede considerarse una debilidad en el programa, y que lo impac-
taba negativamente, era el cambio de estudiantes cada semestre: cuando ellos logra-
ban acoplarse al trabajo con las empresas, su servicio social finalizaba e implicaba su
reemplazo por otros jóvenes. Cada semestre se tenía que iniciar de nuevo el proceso
de imersión, sensibilización, y familiarización con los grupos. Esto significaba cambios
también para las señoras, quienes debían iniciar otros ciclos de relación con los nuevos
estudiantes que, sin embargo, eventualmente podían resultar en mejores relaciones con
ellos; especialmente si los nuevos estudiantes tenían mayor apertura para realizar su
trabajo y, sobre todo, si hablaban maya.
Nos ubicamos en un escenario donde el PADSUR planeó, junto con las mujeres ase-
soradas, las actividades y metas; fue a partir de las necesidades identificadas por las
participantes que se formularon los objetivos para trabajar. Lo anterior resalta la con-
vergencia entre lo que el PADSUR consideraba como su trabajo con las productoras y lo
que las mujeres reflexionaron sobre la labor de los estudiantes. Se considera relevante
el aspecto anterior porque habla de un proceso participativo, donde tanto facilitadores
como productoras compartían una perspectiva sobre cómo y hacia dónde querían llevar
el proceso. En una investigación, López y Manzo (2009) señalan que el fracaso de grupos
formados a partir de instancias gubernamentales, puede atribuirse a la incompatibilidad
de visiones; donde los facilitadores invierten más tiempo en lograr sus metas y objetivos,
que no incluyen necesariamente las perspectivas de los participantes. Sin duda, PADSUR
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AMADA RUbIO hERRERA Y MARíA TERESA CASTILLO bURgUETE
marcó la diferencia porque en todo momento se trató de un proceso interactivo, buscan-
do que tanto estudiantes como mujeres se apropiaran del proyecto.
En cuanto al impacto del programa en la vida de las mujeres, ellas consideran que la
organización les aseguró una condición fundamental en el grupo doméstico, experimen-
tando algunas modificaciones al interior de sus hogares, como la redistribución de las
actividades domésticas, y mayor autoridad en la toma de decisiones. Sin embargo, aún
con las transformaciones a las que aluden, persisten relaciones desiguales entre los gé-
neros, y algunas señoras aún tienen supeditada su participación al permiso del esposo.
No obstante, como se ha discutido ampliamente en la literatura, los aportes econó-
micos y la misma experiencia que las señoras continúan obteniendo, son fundamentales
para avanzar en el tema de equidad de género. Aportar económicamente al hogar les
permite más autonomía, menos dependencia del esposo y más confianza en sí mismas
(Cervera y Terán, 2002; Eber y Tanski, 2001; Rejón, 1998; Terán, 2001; Villagómez, 2003).
Por su parte, los jóvenes asesores reconocieron que la experiencia de trabajo fue
útil porque accedieron a un nuevo contexto sociocultural que les llevó a tener una visión
“más abierta” y con posibilidades para trabajar con microempresas campesinas. Como
el testimonio de uno de ellos lo indicó, trabajar con la empresa social de mujeres era
sinónimo de la esencia del servicio social.
Finalmente, en programas como el que se ha analizado suelen fijarse tiempos pre-
cisos para obtener resultados “exitosos” y, con frecuencia, no se toma en cuenta que
los participantes, como las mujeres de MMK, tienen una primera jornada doméstica que
resulta ser la más importante. A su vez, en el proceso se va dando cierta transformación
en las relaciones de género con sus parejas y un recambio de actividades de los demás
miembros de la familia. Estos son procesos lentos, sujetos a la propia dinámica fami-
liar y, en aras de dar cuenta a la brevedad posible de resultados, los proyectos pueden
llegar a presionar a las participantes y ocasionar problemas familiares. La experiencia
de Castillo y colaboradores (2008) en la costa yucateca muestra que trabajar con inves-
tigación-acción participativa en procesos comunitarios requiere de conocer muy bien la
dinámica familiar y comunitaria y ser sensible a sus ciclos; los resultados más sólidos
se ven a mediano y a largo plazo.
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE ABONOS ORGÁNICOS COMO ESTRATEGIA QUE CONTRIBUYA A LA AUTOSUFICIENCIA DE LOS PRODUCTORES AGRÍCOLASEdmundo Arturo Pérez Godínez, Holkan Pérez Reyes
y Rosaura Reyes Canchola
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE
ABONOS ORGÁNICOS COMO ESTRATEGIA QUE
CONTRIBUYA A LA AUTOSUFICIENCIA DE LOS
PRODUCTORES AGRÍCOLAS
Edmundo Arturo Pérez Godínez,1 Holkan Pérez Reyes2 y Rosaura Reyes Canchola3
Resumen
El campo mexicano está sufriendo una grave crisis de insuficiencia productiva para
atender las necesidades básicas de la población debido a políticas que se han
dedicado a debilitarlo cada vez más y a fortalecer a los grandes capitales tras-
nacionales. Años de utilizar los paquetes tecnológicos ofertados e impuestos hasta el
cansancio por los promotores de la revolución verde han cerrado muchas de las ven-
tanas que permitían conocer otras alternativas de producción agrícola. Estos paquetes
significan grandes sumas de dinero, los insumos que prescriben son de muy elaborada
manufactura y es necesario adquirirlos en lugares especializados.
1 Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma Chapingo, Preparatoria Agrícola.
2 Pasante de maestría en Pedagogía (UNAM).Profesor de la Universidad Privada del Estado de México. Correo electrónico: [email protected]
3 Profesora-investigadora de tiempo completo de la Universidad Autónoma Chapingo (CIESTAAM)
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
La producción de abonos orgánicos, en contraposición con esta concepción, plantea
prácticas tecnológicas que pueden, o no, ser mecanizadas y realizarse a pequeña, media-
na o gran escala. Los procesos necesarios para elaborarlos son complejos pero realiza-
bles sin necesidad de herramientas y sustancias específicas que no puedan ser fabrica-
das o encontradas en el ámbito regional de cada productor. Con base en lo anterior, esta
investigación presenta el análisis y evaluación de una experiencia de capacitación para
la producción de abonos orgánicos a diversos grupos, impartida en el Centro de Educa-
ción continua de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh), como una estrategia que
contribuya a la autosuficiencia de los productores agrícolas a partir del desarrollo de
la capacidad de producir con recursos naturales a su alcance, sus propios insumos de
buena calidad y a bajo costo.
Introducción
Hemos presenciado “una historia a bordo del tren del progreso” de cultivos intensivos a
base de agroquímicos, que le ha succionado al suelo toda la riqueza biológica y mineral
que hace posible la vida a través de innumerables interacciones y procesos.
El gran aumento poblacional y la reducción de tierras cultivables edifican una crisis
alimentaria y económica de la que ya se han visto los estragos. La carrera del mercado
mundial, en su afán productivo y lucrativo, en la gran mayoría de la veces, no toma en
cuenta la restitución de lo que se ha tomado del suelo; el empobrecimiento de este y
con ello la calidad de los alimentos, de la salud y el ecosistema, nos pone al filo de otra
historia: una que continúa o tal vez otra sin horizonte.
Afortunadamente, no es la única manera de tratar con el suelo y la producción de
los alimentos. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad también ha respetado a su
medio, imaginando y probando maneras de conservarlo, fundamentalmente tratando de
entender los procesos que hacen posible que la vida sea sana y que el daño ecológico
causado no sea irreversible. La agricultura orgánica, en la que se busca la restitución
de nutrientes y la diversidad biológica al suelo, ya no puede pensarse como una alter-
nativa; se trata de un imperativo, aún más cuando los métodos convencionales de la
agricultura implican la utilización de todo un complejo tecnológico donde se entretejen
ámbitos económicos, políticos, sociales y ambientales, sintonizados en torno al objetivo
de la producción (eficaz, a gran escala) y la ganancia.
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
Una de las consecuencias de la adopción y extensión de esta manera de producción
agrícola es la dependencia de los productores a los diversos insumos y técnicas que se
venden ya elaboradas, reduciendo su participación en la producción a la mera aplicación
y manejo de esos paquetes.
Es de suma importancia el conocimiento de procesos naturales que permitan produ-
cir alimentos sanos y conservar los recursos del suelo a un menor costo y con posibili-
dad de elaborarlos por nosotros mismos, es decir, con la menor dependencia a insumos
que no esté en nuestras manos conseguir o elaborar. El manejo de abonos orgánicos no
es algo nuevo y es una manera de manejar estos procesos utilizando los recursos que
se tienen a la mano.
Compartir conocimientos y herramientas que permitan desarrollar este tipo de prácti-
cas y sistematizarlas para una mayor eficacia al momento de realizar dichas actividades
es fundamental, al igual que pensar y planear las implicaciones políticas, pedagógicas y
tecnológicas de estos conocimientos.
1. Capacitación
La capacitación ha tomado un lugar fundamental en el paisaje mundial de lo educativo,
puesto que es muy importante la continua actualización de las habilidades y capacidades
de los sujetos para responder a la variedad infinita de situaciones que se presentan a lo
largo de su vida y su trayectoria laboral. Este enfoque es bastante útil si se piensa que
existen muchas alternativas para responder de una manera eficiente, ecológica, sana y
económica a los problemas planteados con anterioridad.
Siendo la capacitación una modalidad del proceso educativo, la concebimos como el
encuentro entre personas o grupos para compartir, a través de la comunicación (Freire,
1973), saberes de diversa índole con el objetivo de contribuir a la solución y/o satisfac-
ción de necesidades y problemáticas concretas. Este proceso nunca está desligado de
los contextos socio-históricos y de los grupos de interés a los cuales pertenecen los
sujetos participantes, lo cual determina en gran medida los objetivos que se establezcan
para el proceso educativo, los saberes que se “seleccionan” para compartir, la manera
de trabajarlos y la relevancia que se les otorga, es decir, se trata de un proceso cultural
y político.
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
Duch Gary et al. (2006) plantean que cuando el proceso educativo busca propiciar
aprendizajes que estén directamente relacionados con nuestras actividades, mediante
las cuales obtenemos la satisfacción del conjunto de necesidades económicas, sociales y
culturales, estamos entonces ante un proceso de capacitación. Se necesita que, además
de habilidades o destrezas, la gente adquiera conocimiento de causa, motivación y una
actitud de lucha, para conocer y resolver los problemas que se le pueden presentar.
Con el conocimiento de causa y la motivación, la persona puede ser capaz de enfrentar
situaciones nuevas y salir adelante con éxito y esperanza segura.
Como el trabajo realizado está dirigido a productores, toma especial relevancia que
el objetivo sea evitar, en lo posible, que la capacitación rural sea simplificada o reducida
al adiestramiento manual de los productores en una técnica específica. Pugnando por
entender la capacitación como un proceso de promoción del desarrollo “asumido y utili-
zado por los propios sujetos hacedores de la realidad rural y por lo tanto que le imprima
al desarrollo una perspectiva de autogestión y realización individual y social” (Duch Gary
et al., 2006: 64).
Rosa María Torres, hablando de educación popular, menciona un aspecto que puede
aplicarse a todos los ámbitos educativos, incluyendo la capacitación a productores a
través de un curso en producción de abonos orgánicos:
No solo porque el pueblo merece lo mejor, sino por el alcance y la compleji-dad misma que supone la tarea de educación popular, esta exige los más altos niveles no solo de compromisos sino de calidad: los mejores educadores, los mejores técnicos, los mejores investigadores, los mejores materiales, los más altos niveles de competencia y de autoexigencia individual y colectiva por parte de todos aquellos empeñados en ella (Torres, 1992: 97).
Asumiendo el proceso de capacitación con mucho respeto por el otro, es necesario que
estos esfuerzos educativos incluyan la participación de distintos profesionales. Así, mi-
radas desde distintos ángulos permiten definir con mayor claridad las fallas y aciertos
en el proceso educativo. Visiones a largo plazo y centradas en situaciones muy concretas
ayudarán a lograr conocimientos pertinentes, con objetivos claros e históricamente po-
sibles, como lo plantean Paulo Freire (1973) y otros autores.
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
Es una tarea irrenunciable el contribuir dentro de equipos interdisciplinarios a que
la capacitación represente esfuerzos serios, que respondan a realidades concretas, que
partan del diálogo y análisis (en la medida de lo posible con las personas interesadas en
el proceso), de necesidades y contextos, y que fomenten la sistematización y acciones
organizadas evitando la improvisación con objetivos claros en cuanto a contenidos, me-
todologías e impacto.
2. Pertinencia de un curso taller en producción de abonos orgánicos
El curso-taller “Producción de abonos orgánicos y lombricultura” se ubica dentro de
un proyecto más amplio emprendido por una serie de investigadores de la UACh. Este
proyecto se ha dado a la tarea de investigar y desarrollar conocimientos en torno a los
fundamentos, procesos y mejoras de la agricultura orgánica. Esto a partir del diagnós-
tico realizado en su práctica académica de reflexión sobre la realidad, de una situación
económica, ambiental y social insostenible.
Es urgente responder de manera sustentable a la crisis alimentaria y económica: la
concepción de la agricultura orgánica es una pieza fundamental para lograglo:
En primer lugar, la agricultura, cualquiera que sea, es un invento humano y por ser un invento humano provoca impacto en el ambiente. Entonces, la agricul-tura ecológica debe tener tres bases: maximizar los recursos que se tienen, provocar el menor impacto posible en la naturaleza y buscar el máximo de independencia de insumos externos (Restrepo, 2010).
La pertinencia del curso está basada en cinco tipos de necesidades: económica, tecnoló-
gica y cultural, de salud, ecológica y pedagógica. Todas estas se encuentran entrelazadas
e influyen una en la otra de distinta manera por el hecho de que se trata de un proceso
complejo. Con el fin de destacar algunos aspectos importantes, se expondrán por sepa-
rado.
En cuanto a la necesidad económica, se parte del reconocimiento de que el campo
mexicano está sufriendo una grave crisis de insuficiencia productiva para atender a las
necesidades básicas de la población. Esto debido a políticas que se han dedicado a for-
talecer los grandes capitales trasnacionales, lo que ha edificado una grave crisis dentro
de la cual se ha perdido la soberanía alimentaria.
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
La crisis alimentaria, siguiendo a Rubio (2009), es el resultado del agotamiento de las
condiciones que permitieron el dominio agroalimentario de los países desarrollados y
las empresas trasnacionales sobre los países dependientes y los pequeños productores,
debido a las contradicciones que alberga este mismo orden; sin embargo, paradójica-
mente, las empresas se vieron beneficiadas por la crisis. Estas condiciones posibilitaron
el debilitamiento, en términos económicos, de los productores rurales de los países de-
pendientes, los cuales no podían competir con los precios artificialmente abaratados.
La situación de los productores se debe, en parte, a la concentración de la comercia-
lización de granos que permitió a las grandes empresas seguir imponiendo precios a la
baja en los países dependientes, con lo cual los pequeños productores no se beneficiaron
de los altos precios internacionales y han resentido el alza en el precio de los insumos
como fertilizantes y plaguicidas al tiempo que los recursos públicos se concentran a
favor de los grandes productores (Rubio, 2009).
Asimismo, años de utilizar los paquetes tecnológicos ofertados e impuestos hasta el
cansancio por los promotores de la Revolución Verde, han cerrado muchas de las ven-
tanas que permitían conocer otras alternativas de producción agrícola. Estos paquetes
significan grandes sumas de dinero, puesto que los insumos que prescriben son de muy
elaborada manufactura, por lo que es necesario adquirirlos en lugares especializados.
Como plantea Reyes (1999), se promovía, en este sentido, una agricultura de exportación
amparada en centros de investigación agrícola, orientados por expertos norteamerica-
nos al tiempo que se llevaba a cabo la formación del sector técnico mexicano a través de
becas para posgrado en Estados Unidos. Con este procedimiento y el uso de los paquetes
tecnológicos (semillas mejoradas, fertilizantes, herbicidas, insecticidas, fungicidas, ma-
quinaria y equipo agrícola) se contribuyó a implantar la llamada revolución verde y su
posterior desarrollo.
Para ubicar la necesidad tecnológica y cultural se retoma el planteamiento de Efraím
Hernández Xolocotzi quién ya desde hace varios años vislumbraba las implicaciones de
la agricultura que él llama ultramoderna:
A raíz del desbalance entre producción y demanda de productos agropecuarios, se ha planteado la mayor aplicación de tecnología agrícola científica occidental […] Pocas veces se aprecia que la agricultura ultramoderna involucra: a) fuertes
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
inyecciones de energía de otros sistemas, en este caso energía fósil; b) subsi-dios sustanciales generalmente encubiertos; c) atención constante y de hace muchos años a la formación de recursos humanos, en este caso a la prepara-ción técnica del mismo productor y d) uso de tecnologías capaces de deteriorar los recursos con gran rapidez e intensidad (Hernández, 1985: 48).
Muchas de las técnicas utilizadas en la agricultura orgánica, entre ellas la producción
y uso de algunos abonos orgánicos, ya eran aplicadas y conocidas por las culturas an-
cestrales. Gran parte de los técnicos y extensionistas en el campo mexicano trataron
de eliminar este tipo de prácticas como un mal o un atraso, imponiendo en su lugar
prácticas agrícolas importadas, que muchas veces no eran objeto de reflexión sobre su
conveniencia ambiental, tecnológica y regional.
La reproducción de estas prácticas modernas requiere de procesos específicos para
la síntesis e industrialización de los insumos y maquinaria. Desde luego, son insumos
que no podrán ser fabricados por la inmensa mayoría de los productores y se torna
necesario adquirirlos con las empresas especializadas que también están a cargo del
mantenimiento y reabastecimiento para estos procesos. Los técnicos y académicos de
las instituciones de educación agrícola, como promotores de este tipo de prácticas, mu-
chas veces se convierten en agentes de venta de estas grandes empresas.
Se constituye así un camino que lleva a los productores a la dependencia tecnológica
de insumos externos, mantenimiento y asesorías técnicas, para poder llevar a cabo los
procesos que dictó la Revolución Verde y sus consecuentes transformaciones, aunado a
una pérdida cultural considerable.
El análisis de Enrique Leff permite ubicar la necesidad ecológica:
La deuda ecológica se refiere a la subvalorización actual de los recursos natu-rales (los hidrocarburos, las materias primas) que subvencionan y financian el desarrollo agrícola e industrial del norte. De esta manera, el petróleo barato del sur subsidia la agricultura capitalista del norte, creando un círculo perverso que desplaza a la agricultura de subsistencia de las zonas rurales del tercer mundo, que genera la desposesión de tierras y la pérdida de saberes tradicionales, y este “lavado de recursos” es legitimado por la exactitud del cálculo económico que externaliza como desechos todo aquello que no se somete a sus medidas, desvalorizando al hombre, a la cultura, a la naturaleza. Las nuevas inversiones de capitales aparecen como verdaderas “inversiones térmicas”: el crecimiento económico destruye las riquezas biológicas incrementando el calentamiento global del planeta (Leff, 2004: 34).
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
El uso de fertilizantes químicos altamente solubles en agua y la excesiva mecanización
han contribuido en gran medida al empobrecimiento y erosión de los suelos, al tiempo
que los plaguicidas, fungicidas, insecticidas y herbicidas han mermado considerable-
mente la biodiversidad y en muchos casos han hecho más resistentes a las plagas que
buscaban combatir. Las grandes extensiones de monocultivos que han tomado el lugar
de bosques, selvas y ecosistemas complejos han roto un equilibrio a base de la distri-
bución de energía en la biodiversidad y se vuelve cada vez más difícil y requiere de más
energía continuar con los modelos tecnológicos convencionales.
La necesidad de salud se aborda desde una perspectiva nutricional. Esta parte de la
idea de que para la agricultura orgánica el suelo es un organismo vivo y tiene un estóma-
go, el cual hace su digestión originando la gran fermentación de la vida; “Una agricultura
puramente química no hace digestión, no puede mantener la vida en el suelo y mucho
menos será capaz de producir plantas sanas para la alimentación” (Restrepo, 2007: 52).
Si bien las interacciones nutricionales de suelo, planta y seres humanos son muy
estrechas, “Es evidente la despreocupación de la agricultura industrial con los equili-
brios energéticos para la calidad de vida y la salud de los suelos, de los animales, de las
plantas y por consiguiente de las generaciones futuras de seres humanos” (Pinheiro y
Restrepo, 2003: 81).
Desde el punto de vista pedagógico, el recuento de la situación del campo mexicano
arroja una problemática fundamental: los procesos de capacitación y extensionismo en
el campo, como procesos educativos, centraron su atención en la enseñanza de insumos,
maquinaria y su aplicación. Como ya analizó Paulo Freire (1973), se ejecutaron procesos
educativos en los que se concebía al otro como ignorante y se buscó “extenderles” el
conocimiento acabado y construido por otras personas. Un proceso en el que se concibe
al educando como depositario y reproductor, en este caso de un paquete tecnológico.
El problema radica en que las tecnologías, en el sentido de ser conocimientos acaba-
dos, irrefutables, que tomaron el lugar de otros conocimientos, le acortaron las alterna-
tivas a los agricultores de producir alimentos sin depender necesariamente de insumos
externos.
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
Para Ocampo (2007b) la tecnología es un conocimiento socialmente construido, es
un proceso social de larga duración, donde los conflictos se mantienen y las dinámicas
sociales se entrecruzan:
Desde la tecnología es posible definir ciclos y fases. Para ello solo hay que preguntarse de qué es historia la historia de la tecnología. Entonces aparece-rán las cabezas sociales de un proceso continuo de larga duración, donde las generaciones de inventores, de productores y distribuidores, de políticos y de consumidores se expresan de manera definida y en tramas, complicadas por intereses, costumbres, apreciaciones y gustos originales e inducidos, donde las relaciones sociales se hacen visibles y devienen en relaciones de poder —de representación y de dominio— en un ámbito territorial en el que la cultura ocu-pa un lugar destacado, pues es en ese territorio donde puede expresarse como espacio físico o como espacio simbólico (Ocampo, 2007a: 33).
Estas tecnologías son, en parte, resultado del conocimiento que se tiene en torno a lo
que se quiere lograr. No se puede crear, sistematizar o transformar una tecnología si no
se comprenden, en cierta medida, los mecanismos e interacciones de los elementos que
la componen o del proceso en que queremos que incida. En cambio, para ejecutar una
tecnología, este conocimiento no siempre es indispensable, puede ser un acto mecánico,
una secuencia establecida, una receta donde lo que hace falta es tener los insumos y co-
nocer los pasos. Situación que ayuda muchas a veces a mejorar, en términos de eficien-
cia, los procesos que se llevan a cabo en la agricultura, pero que no permite vislumbrar
otras posibilidades y que hace dependiente al agricultor.
Y precisamente, uno de los conocimientos que se suplantaron y luego se omitieron
fue el que permitía elaborar con los recursos locales los mecanismos para mantener la
fertilidad del suelo y la salud de los cultivos. No es una situación fortuita, este conoci-
miento contribuye a independizar a los productores de los insumos externos que ellos
no pueden o no saben cómo fabricar y por tanto reduce su dependencia a las empresas
que los venden. Como planteó Paulo Freire (1993), el conocimiento es un acto político.
Como ya hemos mencionado, la agricultura orgánica es una concepción compleja y
global, que incluye rubros como la producción de abonos orgánicos; un conocimiento que
retoma saberes ancestrales pero también modernos y científicos para comprender me-
jor el proceso agrícola y las bases para la fabricación de los fertilizantes y los elementos
para lograr la salud del suelo.
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
La importancia pedagógica, en este sentido, radica en que además de compartir tec-
nologías, es indispensable comprender junto con los interesados los fundamentos que
permiten esas tecnologías y las bases para poder repetirlas, transformarlas, adaptarlas,
crear nuevas o rescatar algunas ya olvidadas. Esta es la importancia y pertinencia de
impartir un curso-taller de producción de abonos orgánicos, incluyendo todos los tipos
de necesidades aquí planteadas.
3. La experiencia
A continuación se comparte el análisis y evaluación de la experiencia del curso de capa-
citación en producción de abonos orgánicos impartido de 2008 a 2010 a distintos grupos
de técnicos, productores y estudiantes en el Centro de Educación Continua de la Univer-
sidad Autónoma de Chapingo.
El propósito del curso fue que los participantes accedieran a un conocimiento cuya
aplicación fortaleciera la actividad agrícola (en términos ecológicos, económicos y de
autosuficiencia) de los productores del campo. Estaba dirigido a productores del campo y
público en general interesado en el tema de la producción y aplicación de abonos orgáni-
cos. Por productores del campo entendemos, de manera amplia, a personas que trabajen
en la fabricación de insumos o productos agrícolas y ganaderos en cualquiera de las
partes de los procesos, incluyendo campesinos con tierra propia o sin ella, jornaleros,
productores dueños y/o encargados de ranchos, etcétera. Se planteó con una duración
de 25 horas distribuidas en tres días continuos de actividades. El objetivo general fue
que el participante al finalizar el curso fuera capaz de aplicar y adecuar técnicas de
elaboración y uso de abonos orgánicos en los cultivos.
Como ya se mencionó, se busca trabajar un proceso de capacitación en el que no
solamente se compartan recetas y formas de aplicación sino, fundamentalmente, com-
partir los sustentos que permiten comprender y estar convencidos de la propuesta que
ponemos sobre la mesa.
Se parte de la hipótesis de que trabajando las técnicas no solamente en su “cómo”
sino también en su “por qué” podremos lograr un proceso en sintonía con lo que se ha
planteado en este trabajo; además de entender que partiendo de la idea de la capacita-
ción como un proceso de comunicación, lo que se hace es proponer una parte del diálogo
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
(con la calidad y claridad que el otro merece) a personas que decidirán si les es útil o no.
A grandes rasgos, la propuesta del curso-taller abarca los siguientes temas, todos en
un vaivén de reflexión-práctica:
1. agricultura orgánica (fundamentos y características).
2. abonos orgánicos (fundamentos, funcionamiento, práctica).
3. diversidad (el suelo como un organismo vivo, práctica).
4. biofertilizantes anaeróbicos y extractos vegetales (fundamentos, funcionamiento, aplicación).
Para efectos de análisis de resultados de este trabajo, se tomaron los realizados en el
período 2008-2010, tiempo en que el curso-taller “Producción de abonos orgánicos y
lombricultura” se impartió seis veces, atendiendo a un total de 106 participantes. Es
importante observar (Gráfica 1) que el 41% de los participantes fueron productores y
representan el mayor porcentaje en cuanto a las ocupaciones de los participantes, por
lo que son el público principal. El rubro asesor(a) representa a técnicos agrícolas y ase-
sores, todos ellos relacionados de manera directa a productores, por lo que refuerzan la
dirección de los objetivos y temas del curso a la producción de abonos orgánicos para la
producción agrícola. Alrededor del 10% de los participantes tienen ocupaciones que no
están directamente relacionadas con la producción agrícola y se acercan al tema con un
enfoque a escala doméstica o de autoconsumo.
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
Gráfica 1� Distribución de los participantes por ocupación
Estudiante 26%
Productor(a) 41%
Asesor 16%
Ventas 2%
Profesor(a) 3%
Otros 5%
No determinado 7%
4. Evaluación del curso-taller
Uno de los aspectos más importantes de este trabajo lo representa su evaluación, ya que
es a través de esta donde se pueden conseguir aprendizajes importantes en cuanto al
diseño, ejecución y la pertinencia de la capacitación.
Es importante evitar que el ejercicio evaluativo sirva para justificar los procedimien-
tos y acciones llevadas a cabo o disimular errores porque perdería la característica de
ser un mecanismo que le da movimiento a la capacitación y le permite el contacto con
la realidad. Perdiendo esa característica, la evaluación se convierte en un elemento es-
tático y limitante, es una ventana que cerramos y que no nos deja mirar más la realidad.
La evaluación se realizó a partir de la información recopilada de los participantes
(con encuestas de satisfacción y entrevistas/cuestionarios); los directivos (encuestas de
satisfacción y reportes del departamento de Educación Continua de la UACh) y los ins-
tructores (verificación del diseño, elaboración y aplicación de evaluación diagnóstica y
evaluación final, elaboración de encuestas de satisfacción, elaboración y aplicación del
cuestionario, análisis de la información).
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
En resumen, la evaluación buscó responder a las siguientes cuestiones:
1. El participante ¿Pone en práctica lo trabajado en el curso?
2. ¿Los temas y prácticas vistos en el curso respondieron a sus necesidades?
3. ¿Obtuvo los conocimientos necesarios para adaptar o transformar las tecnologías
trabajadas?
4. ¿Obtuvo beneficios como resultado de la aplicación y/o producción de los abonos
orgánicos?
5. ¿Está convencido de la agricultura orgánica como una alternativa importante?
5. Resultados
Los resultados de la evaluación de la práctica, presentados de manera extensa en Pérez
(2010), mostraron que sí se respondió, en gran medida, a las expectativas y necesidades
de los participantes.
Se ha cumplido, de manera general y en los tiempos establecidos, con lo estipulado
en el diseño de la capacitación. Los temas y prácticas se han cubierto a cabalidad e in-
cluso se ha añadido información que no estaba planeada. Las herramientas didácticas y
apoyos audiovisuales han tenido buen funcionamiento y en los casos de emergencia se
ha logrado resolver de forma satisfactoria contando con el apoyo del personal del Centro
de Educación Continua (CEC).
Los participantes, como lo mostraron los resultados de las encuestas de satisfacción,
quedaron satisfechos en su gran mayoría y respecto a la totalidad de los rubros (ge-
nerales, objetivos, desarrollo de contenidos, equipo y materiales empleados, instructor,
organización). El rubro que tuvo calificación entre bueno y regular fue el de organización,
concerniente al personal del CEC; esto se debe a algunas entregas tardías de material
para los participantes y aspectos administrativos. Se han tenido pláticas y se ha mejora-
do paulatinamente.
El punto de la relación existente entre las necesidades de los participantes y lo tra-
tado en el curso es crucial para nosotros. Los resultados mostraron que sí se respondió
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
a las expectativas y necesidades de los participantes. Es importante señalar que esta
conexión no es fortuita: se debe a que el curso tiene distintos sustentos tanto teóricos
como prácticos aportados por los instructores participantes.
En este sentido, deben tener peso la experiencia y el conocimiento que se tenga del
tema, en el momento de establecer requisitos o escoger a la persona que ejecutará un
proyecto de capacitación de oferta general.
En muchos “cursos de capacitación” se aplica la sencillez pragmática de “en-señar lo que sé, porque puede serles de utilidad”. Con esta práctica, la eficacia real de los contenidos transmitidos depende de la cercanía entre el campo de experiencia del “instructor”, lo que decide o puede “enseñar”, y lo que la gente pretenda hacer y conseguir.
Ciertamente, en esta inercia se puede caer cuando se transportan los modelos escolares a “cursos de capacitación” diseñados desde el escritorio. La expe-riencia de capacitación vinculada a procesos vivos de trabajo, de producción, de organización y de lucha, tuvo en varios momentos la lucidez de reconocer el carácter limitado de esta aproximación, aunque no siempre se hayan encontra-do alternativas diferentes (Duch Gary et al., 2006: 72).
En efecto, los cursos de capacitación ofertados de manera general tienen esta limitante
y, desde nuestra experiencia (capacitación a productores agrícolas), se hace bastante
evidente. En principio porque no existe un vínculo con el desarrollo de una comunidad
concreta.
Conclusiones
Es importante para el éxito de una capacitación el que los interesados tomen parte ac-
tiva en el proceso del diseño de la misma e incluyan sus necesidades, situación que no
sucedió, al menos de manera directa, en la experiencia que se presentó. Pero que, dado
el formato de la misma, no podía darse de otra manera.
Concebir el proceso de capacitación como parte de un proceso de desarrollo que
incluye capacitación en distintos rubros (gestión de recursos, tecnologías, desarrollo
comunitario, etc.) es un punto de partida que nos sitúa frente a un camino que demanda
un trabajo serio y comprometido. Esta idea obligó a redefinir el objetivo del proceso que
ofertábamos y de nuestros esfuerzos. De tener como objetivo general que los partici-
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EDMUNDO ARTURO PéREz gODíNEz, hOLkAN PéREz REYES Y ROSAURA REYES CANChOLA
pantes conocieran y tuvieran la capacidad de producir y aplicar los abonos orgánicos,
pasamos a concebir el curso como introductorio y, de una manera más realista, plantea-
mos como objetivo que los participantes conozcan las bases para la práctica, tomando
en cuenta lo extenso del tema que nos atañe y el tiempo del que se dispone.
En este sentido, el curso es insuficiente para el objetivo planteado inicialmente por-
que el tema no es abarcable en un solo curso y porque no se estableció un mecanismo
de seguimiento.
A partir de los resultados se constató que más del noventa por ciento de las personas
entrevistadas llevan a la práctica, de una u otra manera, lo visto en el curso. Este es un
indicador alentador, sin representar un logro total de los objetivos, dado que se cumple
uno de ellos y porque además se han generado dudas y diálogos posteriores a partir de
diferentes experiencias.
De las personas que emprendieron experiencias en la producción y/o aplicación de
abonos orgánicos, la mayoría reportó beneficios o resultados de diferente índole, pero
alrededor del cinco por ciento indicó pérdidas económicas y de tiempo, debido a dudas
que todavía existían en cuanto a los procesos de fabricación y de obtención de insumos.
Esto reafirma la necesidad de sintetizar lo expuesto a los puntos más importantes y de
darle aún más importancia a la explicación de la función y naturaleza de los insumos.
Dada la modalidad de los cursos de capacitación ofertados por el Centro de Educación
Continua, esta evaluación no es un punto que se deba cumplir, sin embargo, si el objetivo
de un proceso de este tipo es incidir de manera positiva en el desarrollo socioeconómico
de los participantes, la evaluación de impacto debe ser parte esencial, porque permite
una visión mucho más clara de lo pertinente de los cursos ofertados.
Las encuestas de aprendizaje, elemento evaluativo aplicado por parte del centro, no
brindan una respuesta al tema que nos atañe, como bien dice Roberto Pinto Villatoro:
“el hecho de que los participantes salgan satisfechos del curso, no significa que hayan
aprendido” (1992: 146) y menos aún que lo lleven a la práctica.
Una propuesta ante esto sería destinar tiempo para instaurar una sesión de experien-
cias y la respectiva evaluación. Lo que significa que los participantes llevarán a cabo las
prácticas por sí solos, para identificar posteriormente en conjunto, dudas en cuanto a los
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LA CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN DE AbONOS ORgÁNICOS
procedimientos y materiales a utilizar; para profundizar en otros temas sería necesario
elaborar y ofertar un curso avanzado.
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADESJuan Carlos Villa Soto
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL
MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
Juan Carlos Villa Soto1
Resumen
La producción agropecuaria en Latinoamérica se realiza primordialmente en com-
plejos productivos de pequeña escala que se caracterizan por tener baja rentabi-
lidad y difícil acceso a los mercados. Ante las condiciones de pobreza que preva-
lecen en el medio rural se busca identificar, a la luz del concepto de desarrollo humano
planteado por Amartya Sen y desde el enfoque del círculo virtuoso como herramienta
analítica, algunos de los factores que son clave para diseñar una estrategia de desarrollo
rural. Al asumir que el desarrollo humano se basa en la creación de capacidades —que,
además de comprender habilidades y conocimientos, enfatizan la expansión de la liber-
tad en la obtención de bienes elementales como alimentación, salud y educación, en-
tre otros— se considera que el acceso de los productores agropecuarios a los servicios
educativos y de capacitación es un factor medular en la estrategia para instaurar una
espiral virtuosa de desarrollo rural. Este proceso de desarrollo se corresponde con la
caracterización de la sociedad del conocimiento en la que el ejercicio de la libertad para
adquirir conocimientos, y cumplir así aspiraciones propias, es el principal medio y un fin
en sí mismo del desarrollo.
1 Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y humanidades, UNAM. Correo electrónico: [email protected]
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
1. Introducción
1.1 Ciclo de pauperización en el ámbito rural
En las zonas rurales se concentra la población que ha sido excluida de manera parcial
o total de los beneficios alcanzados con los modelos económico y social que histórica-
mente se han aplicado en México. El campo mexicano no es la excepción a la situación de
pobreza que agobia a más de cincuenta por ciento de la población rural de Latinoamérica
(Parra, 2006) y que, a su vez, refleja el predominio de la pobreza en las zonas rurales de
todo el mundo, pues 70% de los 1.3 mil millones de personas pobres de todo el planeta
viven en dichas zonas (Banco Mundial, 2006).
Si bien la exclusión de beneficios, que define la situación de pobreza, significa la
carencia de bienes elementales —tales como alimentos, vivienda, educación, asistencia
sanitaria y agua potable— también significa la carencia de los medios para obtenerlos,
relativos a recursos productivos, crédito, tecnología y conocimientos, toda vez que dicha
carencia se traduce en problemas de rentabilidad y bajo ingreso que reproducen el ciclo
de pauperización y de rezago que caracterizan en general al medio rural.
Echeverri y Ribero (2002: 75) refieren seis determinantes básicos de la pobreza rural,
a saber:
• Falta de oportunidades para incorporarse a procesos económicos sostenibles
• Oportunidades limitadas de empleo en los procesos económicos agrope-cuarios más dinámicos
• Déficit crónico de capital humano y subvaloración de sus capacidades y conocimien-tos tradicionales
• Acceso limitado a tierra de calidad, a tecnología adecuada y a sistemas de financia-miento y capitalización
• Baja influencia política para defender sus derechos
• Indiferencia por parte de las instituciones y grupos sociales más favore-cidos
En conjunto, estos factores describen los mecanismos que reproducen la po-
breza. Como lo señalan estos autores, la persistencia de la desigualdad en estos
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jUAN CARLOS VILLA SOTO
términos conduce a la definición clásica y tautológica de la pobreza: “Son pobres
porque no tienen como salir de la pobreza”, expresión que se corresponde con la
dinámica de un círculo vicioso: el ciclo de pauperización antes mencionado.
En el documento “Población rural y rural ampliada 2000” publicado por el INEGI en
2005 se corrobora que la dispersión demográfica sigue teniendo una relación directa
con los niveles de desarrollo y bienestar, es decir, a menor tamaño de la localidad se
reducen las condiciones de desarrollo. Esto se puede atribuir en parte a la dificultad que
enfrentan las localidades pequeñas de contar con dotación de servicios básicos. Empero,
para revertir esta situación e instaurar círculos virtuosos de bienestar en el ámbito rural
con base en cada vez mejores instrumentos de política pública, es necesario tener una
mejor comprensión de la dinámica del ciclo de pauperización identificando los procesos
multifactoriales que la auspician y la naturaleza de sus interrelaciones.
Cuestionando que la menor diversificación de actividades económicas de las loca-
lidades rurales más pequeñas, centradas en la actividad agropecuaria, sea un factor
que en sí mismo comprometa las posibilidades de desarrollo en el ámbito rural –como
lo sugiere el hecho de que las localidades rurales de mayor tamaño y con mayor di-
versificación de actividades económicas presentan condiciones de vida menos adversas
que las pequeñas (INEGI 2005)– en este estudio se examina la importancia relativa que
tienen los factores concernientes a la adquisición de conocimientos y el desarrollo de
capacidades en torno a la actividad agropecuaria con respecto a la dimensión económica
del desarrollo.
1.2. Desarrollo de capacidades, clave en la configuración de un círculo
virtuoso de desarrollo rural
El énfasis en la adquisición de conocimientos y el desarrollo de capacidades en la pobla-
ción del sector rural se corresponde con la estrategia de reducir los problemas estructu-
rales de la pobreza, superando el alcance limitado de los programas asistenciales, en la
perspectiva del desarrollo rural, pues el enfoque de las capacidades concibe éstas como
una expansión de la libertad de elección en tanto que las habilidades y conocimientos, con
su constelación de valores y sentido, permiten a los actores sociales impulsar su propio
desarrollo. El marco conceptual elaborado por el Instituto Nacional para el Desarrollo de
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
Capacidades del Sector Rural, postula que “más libertad y más capacidad de elección,
tiene un efecto directo sobre el bienestar social” (Deschamps, 2006: 27). Aunque, en
sentido estricto, a partir del concepto de capacidades formulado por Sen (1997) –para
quien la falta de ingresos no es el único aspecto definitorio de la pobreza sino también
falta de capacidades– se puede considerar que las capacidades no son solamente un
medio sino también una expresión del bienestar. Para este autor, el concepto de “capa-
cidad humana” no solamente refiere a las habilidades, conocimientos y esfuerzos que
aumentan las posibilidades de producción sino que, a diferencia del concepto de “capital
humano”, también enfatiza la expansión de la libertad humana para vivir el tipo de vida
que la gente juzga válida.
El desarrollo de capacidades es un aspecto clave en la configuración de un círculo
virtuoso de desarrollo rural. En un estudio previo (Villa-Soto, 2007) se diseñó un diagra-
ma que describe dicho círculo virtuoso con base en el análisis de los objetivos e instru-
mentos de política del Programa Alianza para el Campo.
Diagrama 1� Elementos del círculo virtuoso de capacidades para innovar -
competividad- inversión
SERVICIOS FINANCIEROS SERVICIOS EDUCATIVOS Y DE I+D
CRÉDITOS SUBSIDIOS ASISTENCIA TÉCNICA CAPACITACIÓN INFORMACIÓN
INSUMOS TECNOLOGÍA INFRAESTRUCTURA DESARROLLO TECNOLÓGICO
PROYECTOS PRODUCTIVOS
INNOVACIÓN
ALIMENTACIÓN MANEJO REPRODUCIVO SALUD ANIMAL AGUAS Y PRADERAS CONTROL SANITARIO ACOPIO
PRODUCCIÓN COSTOS CALIDAD PRODUCTIVIDAD RENTABILIDAD EFICIENCIA
UNIDADES PRODUCTIVAS COMPETITIVAS
AGRONEGOCIOSINNOVACIÓN
DIFERENCIACIÓN DE PRODUCTOS VALOR AGREGADO
PRODUCCIÓN COSTOS CALIDAD PRODUCTIVIDAD RENTABILIDAD EFICIENCIA
COMERCIALIZACIÓN
COMERCIALIZACIÓN
EXPORTACIÓNREDUCIR IMPORTACIÓN
MAYORES INGRESOSCONSUMO AHORRO INVERSIÓN
REDUCCIÓN DE LA POBREZASEGURIDAD ALIMENTARIA
BIENESTAR SOCIAL (satisfacción de necesidades materiales y culturales)
DESARROLLO RURAL
ELEMENTOS DEL CÍRCULO VIRTUOSO DE CAPACIDADES PARA INNOVAR – COMPETITIVIDAD- INVERSIÓN.
INTEGRALIDAD
EMPLEOS
DIAGRAMA 1
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jUAN CARLOS VILLA SOTO
El diagrama 1 indica el flujo de los recursos físicos, tecnológicos y organizacionales y la
interrelación de sus productos, en términos de resultados económicos, sociales y am-
bientales, que configuran un proceso de desarrollo denominado, por esta razón, círculo
virtuoso de desarrollo de capacidades para innovación-competitividad-inversión. La es-
tructura básica de dicho diagrama indica que con base en los apoyos financieros y ser-
vicios educativos y de investigación y desarrollo, se pueden crear capacidades para em-
prender acciones colectivas e innovar2 en los factores clave que impactan el rendimiento
y la calidad de la producción agropecuaria. Lo anterior ayudará a elaborar productos de
mayor calidad y, en ciertos casos, incluso con mayor valor agregado, de modo que se
puedan crear unidades de producción competitivas que generen mayores ingresos a los
productores y que, por consiguiente, eleven su calidad de vida con mayores recursos
económicos para el consumo, el ahorro y, especialmente, para realizar inversiones pro-
ductivas y financiar el desarrollo de nuevas capacidades que les permitan emprender
nuevos procesos de innovación, estableciendo así el círculo virtuoso de desarrollo de
capacidades para innovación, competitividad e inversión.
Este esquema indica que el punto de partida para instaurar el círculo virtuoso es el
desarrollo de capacidades para emprender acciones colectivas e innovar. Para sustentar
el papel primordial de este factor en la perspectiva de diseñar políticas públicas orienta-
das a impulsar el desarrollo rural. En este trabajo se busca confirmar si efectivamente
las poblaciones rurales con índices superiores de educación y oferta de conocimientos
presentan también índices superiores de desarrollo económico, que pueden expresar
una oportunidad de alcanzar mayores niveles de bienestar.
2. Metodología
2.1. Polarización regional, pauta para estudiar signos de la brecha de
desarrollo
El estudio Población rural y rural ampliada en México, 2000 de INEGI (2005) ofrece una
pauta interesante para realizar este trabajo desde el enfoque del círculo virtuoso, pues
muestra el nivel de desarrollo diferencial que existe entre las entidades federativas (en
2 Considerando la gama de posibles procesos que engloba la definición de innovación del Manual de Oslo (OCDE, 2005), resulta apropiado señalar que para que se cumpla el proceso de innovación en el ámbito rural es suficiente que el producto, el proceso, el método de comercialización o el método de organización sean nuevos (o significativamente mejorados) para la unidad productiva.
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
este caso atribuible a la relación directa que se observa entre este nivel y la diversifica-
ción económica) y que consiste en mejores condiciones de bienestar registrados en los
estados del Centro y Norte del país con respecto a los del Sur. Con base en esta demar-
cación geográfica por regiones, se puede entonces explorar la relación antes enunciada
entre factores asociados al desarrollo de capacidades e indicadores de desarrollo eco-
nómico en el ámbito rural, focalizando el análisis en el sector primario, especialmente
en la actividad agropecuaria. Para este efecto se seleccionaron diversos indicadores
relativos a la educación y la capacitación de la población rural y la generación y oferta
de conocimientos en las ciencias agropecuarias, por un lado, e indicadores relativos a la
producción agropecuaria, al ingreso y al desarrollo humano, por otro lado, con base en la
información disponible más reciente de documentos oficiales, comprendida entre 2005
y 2010, especialmente con los datos del Censo Agrícola, Ganadero y Forestal 2007 (INEGI,
2009a).
La regionalización de las entidades federativas que se presenta en este estudio co-
rresponde a un criterio mixto que considera tanto la ubicación geográfica como el tipo de
clima que, de acuerdo con el mapa de Laura Maderey reproducido en el Atlas de la Salud
(SSA, 1993), prevalece en las entidades del país conforme a la clasificación climática de
Köppen. Con este criterio mixto se identificaron cuatro regiones, a saber: la región No-
roeste, con franjas importantes de clima seco desértico, que incluye los estados de Baja
California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua y Coahuila; la región Norte, donde pre-
domina el clima seco estepario, e incluye los estados de Sinaloa, Durango, Nuevo León,
Tamaulipas, Nayarit, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Querétaro; la región
Centro, que corresponde en general a un clima templado, abarca los estados de Jalisco,
Guanajuato, Hidalgo, Colima, Michoacán, México, Tlaxcala, Morelos y Puebla; y la región
Sur, donde predomina un clima tropical, en la que se localizan los estados de Guerrero,
Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Es importante
señalar que los datos relativos al Distrito Federal se consideraron por separado para evi-
tar un sesgo asociado a la centralización en materia de educación, ciencia y tecnología
en los resultados de la región Centro.
La trama explicativa del presente trabajo no se orienta hacia la caracterización de las
regiones del país, sobre la que existen estudios que confirman la polarización económica
y de bienestar entre las zonas rurales del Norte y Sur del país como el referido previa-
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jUAN CARLOS VILLA SOTO
mente (INEGI, 2005), sino hacia la identificación de algunos de los elementos que confi-
guran la esfera del conocimiento (en que se despliega el desarrollo de capacidades) que
también se presentan como signos de la brecha entre estas regiones.3 En este sentido, el
análisis se enfoca en los recursos educativos relacionados con la actividad agropecuaria
y en los indicadores del desarrollo económico relacionados específicamente con el sec-
tor primario. Desde este marco se podría integrar, en un esquema de inteligibilidad más
amplio, el análisis de la relación directa que se ha identificado entre las dimensiones
demográficas y socio-económicas antes enunciadas y el bienestar, con interés de com-
prender mejor la multideterminación del proceso de desarrollo rural.
Con el propósito de que en la comparación de los indicadores seleccionados se pu-
diera ponderar el tamaño de las poblaciones de cada entidad, se decidió expresarlos
en términos relativos (como porcentajes o proporciones). Los valores así obtenidos se
promediaron para obtener cifras por región. A su vez, estos valores se expresaron cómo
índices —en términos de establecer una relación de proporcionalidad entre aquéllos—
(véase Cuadro 1).
Cuadro 1� Descripción y fuente de índices
Crédito para la actividad agropecuaria (2007) (índice obtenido con base en el monto otorgado en pro-medio a totas las unidades productivas agropecuarias de la región de todos los tipos de crédito para la actividad agropecuaria. En todos los casos se consideró el monto más alto de los rangos reportados y el promedio se obtuvo respecto a todas las unidades de la región, considerando las reportadas en los registros socio-demográficos del productor que incluye todas las censadas. Con base en los datos del INEGI (2009a).
Años de estudio de productores agropecuarios (2007) (índice obtenido con base en el promedio re-gional de los años de escolaridad que corresponden al nivel máximo de estudios acreditado por cada productor). Con base en los datos del INEGI (2009a).
Productores con nivel de estudios de preparatoria (2007) (índice obtenido con base en el promedio regional de los productores que acreditaron el nivel preparatoria de estudios). Con base en los datos del INEGI (2009a).
Unidades que recibieron capacitación o asistencia técnica (2007) (índice obtenido con base en el pro-medio regional de unidades de producción que recibieron capacitación o asistencia técnica respecto a totas las unidades productivas agropecuarias de la región, considerando las reportadas en los registros socio-demográficos del productor que incluye todas las censadas. Con base en los datos del INEGI (2009a).
Matricula en ciencias agropecuarias (2007) (índice obtenido con base en el promedio regional de la proporción de alumnos del área de ciencias agropecuarias de la licenciatura universitaria y tecnológica 2007-2008 con respecto a todas las unidades productivas agropecuarias de la región, considerando las reportadas en los registros socio-demográficos del productor que incluye todas las censadas). Con base en los datos de ANUIES (2007) e INEGI (2009a).
3 El índice de Desarrollo humano confirma que existe un nivel de desarrollo diferente en las entidades del país. De acuerdo con la demarcación regional establecida en este trabajo se observa que después del Distrito Federal, que no se incluyó en ninguna región, la zona con mayor nivel de bienestar es la Noroeste con un índice promedio de 0.08335, seguido de las regiones Norte, Centro y Sur con índices promedio de 0.8049, 0.7829 y 0.7709, respectivamente (PNUD, 2007).
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
Investigadores del SNI en ciencias agropecuarias (2010) (índice obtenido con base en el promedio regional de la proporción de investigadores del área de biotecnología y ciencias agropecuarias que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores con respecto a todas las unidades productivas agro-pecuarias de la región, considerando las reportadas en los registros socio-demográficos del productor que incluye todas las censadas). Con base en los datos de Presidencia de la República (2010) e INEGI (2009a).
Superficie mecanizada (2008) (índice obtenido con base en el promedio regional de la superficie de uso agropecuaria que está mecanizada respecto a la superficie sembrada total). Con base en INEGI (2011).
PIB primario (2008) (índice obtenido con base en el promedio regional del producto interno bruto del sector primario per cápita considerando la población rural ocupada). Con base en datos de INEGI (2011) y Esquivel (2009).
PIB agropecuario (2007) (índice obtenido con base en el promedio regional del producto interno bruto del sector agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, pesca y caza per cápita considerando la población rural ocupada del sector agrícola). Con base en datos de INEGI (2009b) y Esquivel (2009).
Ingreso de trabajadores rurales (2000) (índice elaborado con base en el porcentaje de trabajadores rurales que perciben más de dos salarios mínimos). Con base en datos de INEGI (2005).
Estos índices se elaboraron con el propósito de representarlos como polígonos en un
gráfico radial, de tal manera que se pudiera comparar la configuración obtenida para
cada región. La elaboración de este gráfico se inspira en el diagrama propuesto por
Francisco Sagasti (UNESCO, 2005) para representar el grado de desarrollo de una deter-
minada sociedad del conocimiento considerando un cierto número de componentes del
conocimiento.
3. Resultados
3.1 Mayor grado de ruralización y mayor importancia relativa de la actividad
agropecuaria en la región Sur
En términos demográficos, la región Sur del país es la que presenta un mayor grado
de ruralización, es decir, respecto a su población total, el tamaño de su población rural
tiene una mayor presencia en términos porcentuales que la registrada en el resto de
las regiones del país. En contraste, la región Noroeste es la de menor grado de rurali-
zación (véase Figura 1a). En correspondencia con esta marcada diferencia en el grado
de ruralización, también la población económicamente activa de la región Sur tiene una
mayor proporción de personas dedicadas al sector primario de la economía, que incluye
primordialmente las actividades agropecuarias, mientras que la región Noroeste tiene la
proporción más reducida en este rubro (véase Figura 1b).
— 102 —
jUAN CARLOS VILLA SOTO
3.2 Mayor ingreso y PIB per cápita agropecuario en la región Noroeste
No obstante que en el Sur del país son más acentuados el grado de ruralización y la
ocupación agropecuaria en términos relativos, se observa que es precisamente en esta
región donde se reporta un menor producto interno bruto per cápita del sector primario
respecto a la población rural. Paradójicamente, la región Noroeste, que registra la im-
portancia relativa más baja del país en esta actividad, es donde se presentan los mejores
resultados económicos en este rubro (véase Figura 2a).
Si bien la incidencia de la pobreza en las áreas rurales es substancialmente mayor
que en las zonas urbanas en México,4 el análisis regional revela que los niveles de pobre-
za de la población rural de la región Sur son aún mayores que los de la población rural
del resto del país, siendo las entidades del Noroeste donde la incidencia de la pobreza
es menor (véase Figura 2b). Ante esta situación, resulta comprensible que —de acuerdo
con los datos del cuarto informe de gobierno (Presidencia de la República, 2010)— 43%
de las transferencias del Programa Oportunidades se concentre en las entidades del Sur
del país mientras que el 3.8% de estas se destine a las del Noroeste.
Empero, también es necesario examinar si la polarización regional observada en la
producción agropecuaria y en el ingreso también se observa en los indicadores relativos
tanto a la educación y la capacitación de la población rural como al acceso a recursos
productivos, toda vez que para superar la pobreza y alcanzar un bienestar sostenible es
necesario que los productores eleven sus ingresos a través de su actividad productiva.
4 Mientras que 11% de las personas de las zonas urbanas se encuentran en nivel de pobreza extrema y 42% en situación de pobreza moderada, en las zonas rurales, la incidencia es de 28 y 57% respectivamente (banco Mundial, 2005).
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ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
Figura 1a� Porcentaje de la población rural respecto a la poblacion total�
Promedio regional 2005
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NOROESTE; 12,39
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NORTE; 27,00
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; DF; 0,35
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; CENTRO; 23,81
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; SUR; 36,18
%
Fuente: Elaborado con base en los datos del INEgI (2011) y Esquivel (2009).
Figura 2a� Producto interno bruto del sector primario por población rural�
Promedio regional 2008
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NOROESTE; 3833,6
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NORTE; 1911,1
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; DF; 3482,7
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; CENTRO; 1838,6
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; SUR; 817,4
MILES DE PESOS PER CAPITA
Fuente: Elaborado con base en los datos del INEgI (2011) y Esquivel (2009).
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jUAN CARLOS VILLA SOTO
Figura 1b� Porcentaje de la población económicamente activa (PEA) del sector primario
respecto de la PEA total� Promedio regional 2004
PEA PRIMARIO PROMEDIO;NOROESTE; 10
PEA PRIMARIO PROMEDIO;NORTE; 18
PEA PRIMARIO PROMEDIO;DF; 0,6
PEA PRIMARIO PROMEDIO;CENTRO; 17,8
PEA PRIMARIO PROMEDIO;SUR; 26,6
%
Fuente: Elaborado con base en los datos de Linares (2010).
Figura 2b� Porcentaje de la población rural con ingreso mayor a dos salarios mínimo�
Promedio regional 2000
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NOROESTE; 39,786
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; NORTE; 18,67
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; DF; 19,54
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; CENTRO; 15,88
SECTOR AGRICOLA / POB TOTAL PROMEDIO REGIONES; SUR; 9,25
%
Fuente: Elaborado con base en los datos del INEgI (2005)
— 105 —
ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
3.3. La brecha regional es multifactorial y multidimensional
La Figura 3 muestra que todos los indicadores seleccionados relativos a la adquisición
de conocimientos y desarrollo de capacidades, así como los relativos al desarrollo eco-
nómico, presentan en promedio los valores más elevados en la región Noroeste del país
y los más bajos en la región Sur. La configuración de los polígonos del gráfico radial
indica que la brecha entre las regiones Noroeste y Sur es de carácter multifactorial, en el
sentido de que no puede ser atribuible a un solo elemento, pero también es multidimen-
sional en el sentido de que cada elemento expresa la dinámica diferencial de desarrollo
de cada región, actuando como motor o freno de esta dinámica en el estímulo o inhibición
de las otras dimensiones, lo cual puede ser indicio de un círculo virtuoso de desarrollo o
de un círculo vicioso de pauperización, respectivamente.
Figura 3� Configuración por regiones de índices asociados al desarrollo de
capacidades y al desarrollo económico�
NOROESTE NORTE CENTRO SUR
Fuente: Elaboración propia con base en las fuentes referidas en el Cuadro 1.
— 106 —
jUAN CARLOS VILLA SOTO
3.3.1 Indicadores relativos al desarrollo de capacidades
Respecto a los factores relativos a la adquisición de conocimientos y al desarrollo de
capacidades, se aprecia que el índice de escolaridad de los productores del sector ag-
ropecuario es, en promedio, superior en la región Noroeste. La brecha se acentúa al
considerar el índice de productores que han acreditado estudios de nivel bachillerato
pues éste es aún más elevado en términos relativos en esta región. En este rubro no
existe una diferencia notable entre las regiones Centro y Sur, y acaso se observa que el
índice de escolaridad es ligeramente mayor al de éstas en la región Norte. A juzgar por
el índice de unidades productivas del sector agropecuario que recibieron capacitación y
asistencia técnica en cada región, se puede aducir que un mayor nivel de escolaridad de
los productores potencia su participación en los servicios de capacitación, pues la región
Noroeste presenta un valor superior en este indicador respecto a los referentes a la
escolaridad, ampliando la brecha en relación con las otras regiones, las cuales en este
caso remarcan ligeramente la sutil diferencia que presentaron en el nivel de escolaridad,
sobresaliendo un poco nuevamente la región Norte.
3.3.2 Indicadores concernientes a recursos productivos
No obstante que los indicadores relativos al conocimiento y las capacidades tienen va-
lores ligeramente superiores en las regiones Centro y Norte del país respecto a la región
Sur, aquellas registran valores marcadamente superiores a ésta en los indicadores con-
cernientes a recursos productivos para el sector agropecuario. La región Centro cuenta
con una mayor superficie agrícola mecanizada en términos relativos (respecto a las re-
giones Norte y Sur) y la región Norte registra en términos relativos un monto mayor por
concepto de crédito para la actividad agropecuaria (respecto a las regiones Centro y Sur).
Empero, también en el caso de los recursos productivos se observa que los índices cor-
respondientes son notoriamente superiores en la región Noroeste —sobre todo en lo que
respecta a la disposición de crédito— en términos de la razón que existe entre el monto
total de todos los tipos de crédito (de avío, refaccionario y otros) otorgado en cada región
y el número de unidades productivas del sector agropecuario que existen en eéstas.
— 107 —
ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
3.3.3 Indicadores relativos a la disponibilidad de conocimientos científicos y
tecnológicos
Por otro lado, es interesante indagar si la mayor capacidad de apropiación de cono-
cimientos científico-técnicos que podrían acreditar los productores agropecuarios con
mayor escolaridad se corresponde con una mayor disponibilidad de conocimientos de
esta naturaleza generados o difundidos localmente con base en matrículas escolares
más amplias. Al incluir este indicador en el esquema reticular, se observa que nueva-
mente la región Noroeste destaca con índice superiores: por un lado, tiene un mayor
número de estudiantes en ciencias agropecuarias en el nivel licenciatura en relación
con el número de unidades productivas del sector agropecuario, mientras que la región
Sur presenta el índice más bajo. Aunque con diferencias menos notables, la brecha per-
siste al considerar, por otro lado, el número de personas dedicadas a la generación de
conocimiento en el área de la biotecnología y ciencias agropecuarias que pertenecen al
Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en relación también al número de unidades
productivas del sector agropecuario.
Es importante reiterar que el esquema reticular no incluye los índices del Distrito Fe-
deral, pues la centralización introduce un sesgo para examinar la brecha regional desde
el enfoque del círculo virtuoso como herramienta de análisis. Baste decir, a manera de
ejemplo, que con una reducida presencia de población rural, el Distrito Federal concentra
la matrícula, en términos relativos, en las ciencias agropecuarias a nivel licenciatura,
pues en 2007 se registraban en esta entidad, de acuerdo con datos de ANUIES (2007)
y de INEGI (2009a), 0.391 alumnos por unidad productiva, mientras que en las regiones
Noroeste, Norte, Centro y Sur se registraron en promedio 0.053, 0.019, 0.014 y 0.011,
respectivamente. Del mismo modo, el Distrito Federal concentra el mayor número de
investigadores del área de la biotecnología y ciencias agropecuarias del SNI: en 2010,
de acuerdo con datos de la Presidencia de la República (2010) y del INEGI (2009a), el
número de investigadores por unidad productiva fue de 0.0199, en tanto que para en
las regiones Noroeste, Norte, Centro y Sur se registraron en promedio 0.0046, 0.0007,
0.0006 y 0.0003, respectivamente.
— 108 —
jUAN CARLOS VILLA SOTO
Conclusiones
Ante la consistente amplificación de las aristas del polígono que corresponde al No-
roeste del país, y que representan el mayor grado de desarrollo en todos los rubros
seleccionados, y la imagen contrastante del polígono más estrecho que corresponde a
la región Sur, es ineludible pensar en relaciones reforzantes entre todos los factores del
círculo virtuoso de desarrollo rural, de modo que un mayor nivel de escolaridad se pue-
de corresponder con una mayor oportunidad de participar en servicios de capacitación
para la actividad productiva, lo que a su vez redunda en reafirmar o adquirir mayores
conocimientos. Desde el enfoque del círculo virtuoso, se entendería que el crédito es
más accesible para los proyectos más viables propuestos por los productores con mayor
escolaridad y participación en los servicios de capacitación, quienes pueden acceder de
este modo a mayores recursos productivos y emprender innovaciones tecnológicas, con
el consecuente impacto en aumento en la producción y mayor ingreso. Si bien las regio-
nes Centro y Norte registran valores marcadamente superiores a la región Sur en estos
rubros económicos (atribuible quizá a que cuentan con una mayor superficie agrícola
mecanizada en términos relativos y un monto mayor por concepto de crédito también
en términos relativos, respectivamente) aquellas quedan aún rezagadas en los resulta-
dos económicos respecto a la región Noroeste, cuyo producto interno bruto del sector
agropecuario per cápita (considerando las personas ocupadas en el sector agrícola) es
marcadamente superior al de las otras regiones. Esta brecha es mayor si se toma en
cuenta el producto interno bruto del sector primario per cápita (considerando toda la
población rural ocupada). Del mismo modo, la región Noroeste presenta, según las cifras
disponibles, un mayor índice de ingreso de la población rural, al tener un porcentaje más
alto de trabajadores rurales con un salario superior a los dos salarios mínimos (con ma-
yor oportunidad de superar los niveles de pobreza alimentaria y de capacidades). En este
caso, la grieta que separa a la región Noroeste de la región Sur se hace más extensa.
Precisamente porque no se sugiere la existencia de relaciones lineales entre educa-
ción y bienestar en el medio rural es que se insiste en que el aumento en los niveles de
escolaridad de las poblaciones rurales puede significar impactos muy importantes en su
desarrollo económico al concatenarse con impactos positivos en diversos factores que
configuran en un sentido multidimensional el círculo virtuoso de desarrollo rural.
— 109 —
ESPIRAL VIRTUOSA DE DESARROLLO RURAL MEDIANTE LA CREACIÓN DE CAPACIDADES
Empero a partir de este modelo cíclico, el desarrollo rural se concibe como una di-
mensión integral que, si bien incluye el bienestar en términos económicos, más bien
gravita en la expansión de la libertad de elección con base en diversos conocimientos, a
partir de los cuales se traza la decisión de preservar modos de vida y al mismo tiempo
impulsar transformaciones conforme a valores y significados propios.
En este sentido, resulta sugerente para este enfoque la oposición que plantea Olivé
(2009) al concepto economicista de “sociedad del conocimiento”, al proponer para los
países latinoamericanos un modelo de sociedad del conocimiento más amplio, reco-
nociendo su composición plural y multicultural, con una presencia muy importante de
pueblos originarios. Este modelo, en el que se prefiere la denominación “sociedad de
conocimientos”, destaca la capacidad de los actores sociales para generar conocimien-
tos y apropiarse de los que están disponibles, sean de carácter científico y tecnológico
o conocimientos tradicionales, para comprender mejor sus problemas, proponer solu-
ciones y actuar para resolverlos. SI bien en esta perspectiva crítica, sustentada en el
reconocimiento de la pluralidad epistemológica, se enfatiza el valor de los conocimientos
tradicionales por su enorme potencial para la comprensión y resolución de diferentes
problemas sociales y ambientales (descartando la idea de que solo los conocimientos
científicos y tecnológicos pueden impulsar el desarrollo económico y social), se puede
reconocer que la disponibilidad de estos últimos en todas las regiones del país, a través
de las universidades y los centros de investigación, puede favorecer la instauración del
círculo virtuoso de desarrollo rural. En todo caso, este estudio confirma que está en-
garzada una mayor capacidad de apropiación de conocimientos científico-técnicos con
una mayor disponibilidad potencial de estos conocimientos, a juzgar por los indicadores
del Noroeste del país y la relación inversa de éstos observada en la región Sur. El sig-
nificado más relevante de esta correspondencia es que, de prevalecer el mayor rezago
educativo en las poblaciones rurales del Sur, puede aumentar la brecha cognitiva con la
consecuente pérdida de oportunidad para revertir la polarización regional antes descri-
ta. Reducir la brecha es un paso importante para lograr que las poblaciones rurales del
territorio cumplan con la aspiración de que, como lo plantea Pérez (2001), se revalorice
lo rural como una aceptable y mejor alternativa de vida, partiendo además del hecho de
que lo rural es de suma importancia para la sociedad y la economía en su conjunto.
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CADENAS DE VALOR, ESTRATEGIAS GENÉRICAS Y COMPETITIVIDAD EN LA PRODUCCIÓN ARTESANAL EN TRES COMUNIDADES ZAPOTECAS DEL VALLE DE TLACOLULA, OAXACAAreli Orquídea Ramos Sánchez
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CADENAS DE VALOR, ESTRATEGIAS GENÉRICAS
Y COMPETITIVIDAD EN LA PRODUCCIÓN
ARTESANAL EN TRES COMUNIDADES
ZAPOTECAS DEL VALLE DE TLACOLULA,
OAXACA
Areli Orquídea Ramos Sánchez1
Resumen
Se construyó un modelo de competitividad basado en el análisis de la cadena
de valor y las estrategias genéricas para las unidades de producción artesanal
de Teotitlán del Valle, Santa Ana del Valle y Díaz Ordaz, Oaxaca. Los resultados
muestran que en el ámbito artesanal, la cadena de valor es específica puesto que existe
un reajuste de las actividades primarias y secundarias en función de las actividades
en las que se ha especializado cada comunidad. El modelo matemático, elaborado con
ayuda del análisis de regresión múltiple de mínimos cuadrados y variables latentes y
con datos primarios, demostró que la cadena de valor constituye una herramienta que
determina la estrategia genérica y que ésta, a su vez, determina la competitividad de las
unidades de producción artesanal. Sin embargo, la cadena de valor puede tener inciden-
cia directa sobre la competitividad porque ésta permite identificar los elementos que la
hacen competitiva en presencia de la estrategia genérica. Las principales contribuciones
del capítulo son: la construcción de un modelo matemático de competitividad para pro-
ducción artesanal a partir de la cadena causal cadenas de valor-estrategias genéricas;
1 Estudiante del programa de doctorado en Ciencias en Desarrollo Regional y Tecnológico, Instituto Tecnológico de Oaxaca. Correo electrónico: [email protected]
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CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
y la demostración de su efectividad en comunidades indígenas que participan en la mi-
gración y el turismo internacionales. Es decir, la competitividad no solo puede estar pre-
sente en empresas formales sino también en unidades de producción artesanales bajo
ciertas condiciones específicas.
Los resultados presentados son producto de mi tesis doctoral y se basan en informa-
ción primaria cuantitativa y cualitativa.
Introducción
El modelo de competitividad que se presenta en esta investigación establece las rela-
ciones causales de las tres variables de estudio: cadenas de valor-estrategias genéri-
cas-competitividad en los talleres artesanales de Teotitlán del Valle, Santa Ana del Valle
y Villa Díaz Ordaz; tres localidades zapotecas del Valle de Tlacolula del estado de Oaxaca,
México. Mediante ecuaciones de regresión de mínimos cuadrados ordinarios se modeló
cada una de las relaciones causales (cadenas de valor-estrategias genéricas y estrate-
gias genéricas-competitividad). Las variables dependientes son las variables latentes2
de las estrategias genéricas y de la competitividad. De esta manera, se pudieron identifi-
car las variables explicativas que determinan o restringen las variables dependientes. El
modelo causal se probó considerando las tres comunidades de estudio para identificar
de manera exhaustiva las variables explicativas sin acotación territorial. Dicho modelo
multivariante de competitividad aporta nueva luz sobre la producción y comercialización
de los tapetes de lana oaxaqueños. Específicamente identifica las actividades relevantes
de la cadena de valor; y evalúa los efectos de la lógica de producción capitalista de los
artesanos exitosos y la lógica de producción campesina de los pequeños artesanos so-
bre las estrategias genéricas y la competitividad.
1. Las unidades de producción artesanal bajo su contexto
Los talleres artesanales no siguen una lógica de producción capitalista, más bien respon-
den a una lógica de producción campesina, por lo tanto, se les denominará en adelante
unidades de producción artesanal o simplemente unidades de producción. Territorial-
mente, la producción de tapetes de lana gira en torno a Teotitlán, donde se encuentra el
2 También llamadas variables resumen o índices, que son el resultado de reducir un conjunto de variables a una sola mediante el método de componentes principales u otro método alternativo.
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ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
principal mercado regional de tapetes y los artesanos más prestigiosos por sus diseños.
Esta comunidad es semiurbana y su población tiene un modo de vida que combina ele-
mentos de la cultura urbana moderna con elementos de la cultura zapoteca tradicional
del valle de Tlacolula. Santa Ana y Díaz Ordaz tienen un modo de vida rural en donde la
producción de alimentos básicos es vital para su subsistencia diaria y sus habitantes
comparten con Teotitlán una fuerte identidad zapoteca ligada a un pasado prehispánico y
colonial común (Álvarez, 1998: 325-380; Stephen, 1998: 39; INAFED, 2007). La economía
del valle de Tlacolula se organiza a través de dos mercados regionales. El principal mer-
cado de la ciudad es el de Tlacolula, el cual satisface las demandas cotidianas de bienes
y servicios de las comunidades rurales de este valle; además, allí mismo los hogares
rurales pueden vender sus excedentes de producción y cobrar sus remesas. Otro mer-
cado al que acude la gente, aunque con menos frecuencia, es el de Oaxaca, la capital del
estado, en el cual se pueden adquirir bienes y servicios más sofisticados y, en particular,
transporte terrestre y aéreo.
Las unidades de producción de tapetes artesanales del valle de Tlacolula orientan
su producción hacia el mercado y sus propietarios son, en general, pequeños artesanos
quienes normalmente también producen alimentos básicos para su propia subsistencia.
Son dueños de sus medios de producción y utilizan la fuerza de trabajo familiar, aunque
los artesanos exitosos y algunos pequeños artesanos —que consiguen pedidos de tape-
tes— contratan mano de obra (Cook y Binford, 1995). La economía de las artesanías, en la
gran mayoría de los casos, es de tipo campesino. Los hogares aseguran un cierto nivel de
autosuficiencia de alimentos básicos (maíz, fríjol, calabaza y productos del traspatio) de
acuerdo al tamaño de sus parcelas agrícolas y a la calidad de la tierra bajo condiciones
de temporal. Además, obtienen percepciones monetarias de la venta de las artesanías y
de las remesas de la migración para complementar el ingreso familiar y cubrir las nece-
sidades básicas (alimentos, ropa, calzado, pagos asociados a la vivienda como: energía
eléctrica, agua entubada, comunicaciones e impuesto predial), gastos de educación de
los hijos y gastos contingentes. De la población de artesanos emerge una clase social
de artesanos exitosos que venden su propia producción de tapetes a altos precios y co-
mercializan la producción de la mayoría de los pequeños artesanos. Los miembros de
este grupo de artesanos exitosos se concentran en Teotitlán y en Santa Ana y Díaz Ordaz.
Esta clase de artesanos han abandonado la agricultura de subsistencia y el traspatio, y
su consumo es sofisticado.
— 117 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
Las economías campesinas del valle de Tlacolula no están aisladas ni desvincula-
das de la economía de mercado nacional ni del mundo global: los tapetes se venden a
turistas mexicanos y extranjeros, mientras que miembros de los hogares de artesanos
emigran a las principales ciudades turísticas de México y a los Estados Unidos para
obtener ingresos. La mayoría de los artesanos responden a una lógica campesina tanto
en la producción de alimentos básicos como de tapetes, es decir, el incentivo para pro-
ducir se mantiene en tanto que no se satisfagan sus necesidades básicas y los gastos
de sus hijos que asisten a la escuela (Chayanov, 1981; Whitecotton, 1985; Cook y Binford,
1995; Cohen, 1998: 74-82; Cohen, 1999; Stanton y Phillips, 1999). La migración inter-
na facilita a los artesanos exitosos generar canales de distribución para los tapetes en
las principales ciudades turísticas de México y, además, los migrantes internacionales
con frecuencia llevan esos artículos a los estados de California y Arizona. Por lo tanto,
la migración interna e internacional permite a los hogares de los pequeños artesanos
obtener ingresos complementarios y a los artesanos exitosos ampliar su mercado. En
esta interacción desigual, los artesanos exitosos controlan la producción y la comercia-
lización de los tapetes de lana y subordinan a los pequeños artesanos mediante pagos
parciales anticipados en especie (hilo y colorantes) sobre sus pedidos. De esta manera,
se establece una asociación estratégica en la cual los “pequeños” aseguran un mercado
permanente para sus tapetes con bajas ganancias pero con financiamiento para produ-
cir. Los “exitosos”, por su parte, ganan tanto en la venta de sus propias artesanías como
en la comercialización de los tapetes de los pequeños artesanos.
Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que en Santa Ana y Díaz Ordaz varios
de los pequeños artesanos están haciendo intentos por crear sus propios canales de
distribución en la región y en otras partes de México. Están tratando también de conse-
guir contratos de venta para los Estados Unidos y Europa. Hasta ahora estos esfuerzos
no han logrado cristalizarse y la mayoría de los artesanos, en las tres comunidades de
estudio, siguen siendo “pequeños”. Así, la oferta de un mercado seguro de los artesanos
exitosos sigue siendo su principal opción. En parte, el éxito de los grandes artesanos de
Teotitlán debe estar ligado a condiciones socio históricas que generan tejido social: su
conciencia histórica de ser parte de una comunidad que emergió alrededor del año 400
a.C. de la interacción entre las culturas Zapoteca y Olmeca en la región central de Oaxa-
ca; de la jerarquía política que le otorgó la Corona Española a esta comunidad durante el
— 118 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
período colonial; y de ser, en el período prehispánico, un productor de textiles de algodón
y durante la época colonial uno de los principales productores nacionales de grana-co-
chinilla: el tinte natural más preciado de origen indígena (Whitecotton, 1985; Lynn, 1998;
Álvarez, 1998).
En el México actual, las artesanías —contra las predicciones de algunos académicos y
políticos— no han desaparecido. Su persistencia se debe en gran parte a la diversidad de
estrategias de supervivencia que los artesanos-campesinos han creado. Las artesanías
forman parte de la diversidad de productos para el mercado que han cobrado en algunas
áreas rurales tanta o mayor importancia que los productos agrícolas. Las artesanías
se han reproducido transformándose en gran parte por el interés de los artesanos de
mantener su herencia y renovarla al tiempo que obtienen ingresos, establecen relacio-
nes externas y ganan prestigio (Novelo, 1994: 1-7). Además, existen factores tales como
las motivaciones de algunos sectores de la población nacional y global para consumir
artesanías como medio para afirmar identidades o distinguirse por el gusto refinado
y tradicional; y la política estatal y promoción gubernamental que usa lo popular para
consolidar la unidad nacional al tiempo que estimula la creación de empleos que dismi-
nuyen la emigración, fomenta la exportación y como estrategia que vincula los productos
típicos con el sector del turismo (García Canclini, 1989). El mismo autor ha señalado
cómo al tiempo de la reconversión económica y de las políticas gubernamentales, se
produce la reconversión realizada por las propias clases populares que adaptan sus
saberes y hábitos tradicionales.
La producción artesanal moderna de México se distingue por la gran heterogeneidad
de sus productos, de sus formas de organización y relaciones sociales en el trabajo, dis-
tribución y su consumo. En el siglo xxi, el consumo de las artesanías ha sufrido múltiples
transformaciones y su valoración ya no se restringe a los sectores “cultos que gustan del
arte” y a los intelectuales que admiran y protegen nuestras raíces y ven en las artesanías
manifestaciones de resistencia al capitalismo. Las artesanías han sido clasificadas en
cuatro categorías según el tipo de consumidor: turismo masivo-dirigido; usuario que
decorar interiores; el coleccionista; y las destinadas a galerías de arte.
El desenvolvimiento de la producción artesanal de tapetes de lana tiene continuidad
y ha experimentado cambios. Sin embargo, los artesanos enfrentan dos situaciones: por
— 119 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
un lado, tienen la presión económica para obtener ingresos a como dé lugar y, por otro,
la creación y recreación de los tapetes está en concordancia con el desarrollo propio del
artesano. El proceso de elaboración de los tapetes de lana es el resultado de una cadena
de actos profundos y sucesivos de transformaciones que a su vez son consecuencias
de procesos manuales (generalmente) simples o complejos. Es una cadena de trabajos
porque cada eslabón constituye en sí un ciclo cerrado que deberá completarse antes
de cursar al siguiente paso. Son actos profundos porque operan una metamorfosis en
cada fase: de lana natural (en algunos casos) a lana teñida, tapete terminado y tapete
comercializado.
La división del trabajo, de agrupación y organización influyen en el potencial produc-
tivo de un grupo artesanal dado. Los requerimientos de un individuo y de su familia, tanto
materiales como afectivos y simbólicos, difícilmente pueden ser satisfechos sin que se
sumen los esfuerzos de múltiples individuos y familias con base en intereses comunes,
lazos consanguíneos o de compadrazgo, compromisos e incluso conveniencias. Dichos
lazos servirán para integrar los grupos de trabajo que constituyen la mano de obra de la
cadena de valor que integre el líder. Posteriormente, esto coadyuvará al establecimiento
de su estrategia genérica que construya competitividad.
La producción artesanal de tapetes de lana es multi-situada (tres comunidades de
un total de cuatro) y está centrada en una localidad: Teotitlán. Cada comunidad juega un
papel muy importante para la integración de la cadena de valor y se especializa en la
producción o en la comercialización. Teotitlán desempeña el papel de líder y genera una
subcadena en donde se tejen tapetes con los diseños exclusivos para un mercado más
exigente. Santa Ana es sede de mano de obra calificada a la cual se le puede encargar
tapetes con diseños especiales y en algunos casos se integra con el líder de la cadena a
través de una micro cadena de valor. La comunidad de Díaz Ordaz trabaja directamente
con el líder de la cadena tejiendo, bajo pedido, tapetes menos elaborados. De esta mane-
ra, dichas dos comunidades concentran los tapetes en Teotitlán para que esta comunidad
concluya el proceso de la cadena de valor de los tapes de lana (comercialización) y esta-
blezca las estrategias genéricas adecuadas para seguir siendo competitivos.
— 120 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
2. Modelo de competitividad desde la óptica artesanal
Según Porter (2002), Van der y colaboradores (2004), la cadena de valor es una herra-
mienta de análisis que permite identificar los principales puntos críticos que enfrenta un
producto. Con la ayuda de las estrategias genéricas (diferenciación, liderazgo en costo
y concentración) se puede detonar la competitividad de un producto. El modelo causal
de cadenas de valor-estrategias genéricas-competitividad se basa en Porter (2002) y
se complementa con Van Der y colaboradores (2004), para quienes en las cadenas se
encuentran presentes actores y trabajos diferenciados alrededor de un producto; estos
actores se vinculan entre sí para llevar el producto de un estado a otro, desde la pro-
ducción hasta el consumo. La estructura y dinámica de todo este conjunto de actores,
acciones, relaciones, transformaciones y productos es lo que se le conoce como cadena
productiva. Por esta razón, es necesario conocer las funciones y relaciones que existen
entre sus elementos, así como evaluar la pertinencia de cada uno de sus eslabones al
satisfacer y entregar las mercancías al mercado en las condiciones requeridas. No se
debe olvidar que una de las funciones principales de la cadena de valor es considerar las
necesidades del mercado que sustenta a la unidad de producción artesanal. Kaplinski
(2003) asegura que es importante identificar los enlaces que la cadena genera además
de las ganancias, puesto que ilustra una estructura que permite identificar la diferencia-
ción que se convierte en una ventaja. Para Porter (2002), la ventaja competitiva proviene
de muchas actividades discretas que se ejecutan al diseñar, fabricar, comercializar, en-
tregar y apoyar su producto, ya que cada una de ellas contribuye a su posición relativa
en costos y sienta las bases de la estrategia de diferenciación.
La fuente de estrategias genéricas y la ventaja competitiva necesitan un modelo sis-
temático que examine todas las actividades que se realizan y su manera de interactuar.
Dicha herramienta básica es la cadena de valor. Kaplinsky (2003: 19-38) señala que el
estudio de la cadena de valor ofrece por sí sola es una metodología útil ya que permite
identificar los enlaces de la misma. Así, el nivel adecuado para construir una cadena de
valor son las actividades que desempeñan una determinada empresa en específico. Para
el presente análisis de la producción artesanal zapoteca, el planteamiento de Piedra
y Kennedy (citado en Lugo et al., 2006: 981-1006) con relación a la competitividad es
particularmente aprovechable. Estos autores la definen como la capacidad que tiene un
grupo social (indígena, mestizo u otro), con base en el conocimiento local, para adoptar
— 121 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
elementos culturales externos a su dinámica socio-económica propia con el fin de man-
tener su estrategia. Afirman que la “competitividad” tiene su raíz en la habilidad de crear
y entregar valor (bienes o servicios) rentablemente a precios iguales o menores a aque-
llos ofrecidos por otros oferentes en un mercado específico. De la misma manera, López
(citado por Lugo et al., 2006) explora las causas fundamentales que explican la competi-
tividad porque crea un ligamen entre los factores que influyen en los costos de la unidad
de producción o la estructura de su demanda. El análisis es sugerente para reconocer
que la producción artesanal integra diversos factores que conforman su competitividad:
la identidad territorial que les atribuye en forma generosa el turismo internacional y el
nacional; la valoración de la identidad territorial y la recreación de una competitividad
social que pondera su calidad étnica exclusiva histórica y culturalmente para Valles Cen-
trales de Oaxaca-Teotitlán, Santa Ana y Díaz Ordaz; por las características estéticas de los
productos y la modalidad prácticamente artesanal del proceso productivo, sustentados
por factores locales entre los que destaca el conocimiento tradicional y la creatividad; y
la interacción e integración con elementos culturales extralocales, como son: nuevos di-
seños y demandas del mercado. En ese sentido, Whitecotton (1985), haciendo referencia
a los empresarios rurales y modernos, afirma que los empresarios modernos “econo-
mizan” a través de ganancia capital, concepto intrínsecamente relacionado con aspectos
monetarios. Esto mismo puede decirse de que los empresarios rurales “economizan”
pero lo hacen con lo que podría denominarse capital social, que según este autor podría
referirse al respeto y al prestigio. En este tipo de análisis, que amplía el concepto tradi-
cional de la economía, “economizar” no se refiere solamente a cosas materiales, incluye
el dinero y también contextos sociales o valores culturales observables como procesos y
que con igual validez pueden ser llamados “capital” y “ahorro”. En el sentido capitalista,
el capital social se considera como un elemento importante de la competitividad.
Reinert (1995) afirma que la competitividad de una firma requiere competir, crecer
y ser rentable en el mercado en función a las ventas logradas y la participación en el
mercado respectivo. Furelos Vásquez (2007) coincide con Reinert, ya que afirma que la
competitividad se puede medir en función a la cifra de ventas alcanzadas por una empre-
sa, así como por el lugar que ocupa en relación con sus competidores, a lo que el autor
llama participación en el mercado.
— 122 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
La participación en el mercado se puede presentar desde tres aspectos. Primero, la
participación general, esto es, las ventas de la empresa y ventas totales de la industria.
Segundo, la participación relativa: referente a las ventas de la empresa y las ventas de
los competidores. Tercero, participación de las ventas de la empresa con respecto al
principal competidor. Además del conocimiento de los productos sustitutos, el poder de
innovación, el acceso a mano de obra y la integración vertical.
El autor afirma que estos elementos permitirán conocer qué acciones deben empren-
der para obtener mejores resultados en cada uno de los negocios en los que interviene
la empresa. Es decir, que productos manejar y las características que deben reunir para
aspirar al éxito.
En lo que concierne a esta investigación, se toma como teoría central la de Porter;
elemento fundamental para el análisis de la cadena de valor y las estrategias genéricas
del mismo autor. Lo anterior con el propósito de identificar los elementos que determi-
nan la competitividad de la unidad de producción artesanal en Teotitlán y Santa Ana del
Valle.
Porter afirma que en el análisis de la cadena de valor genérica concurren las acti-
vidades de apoyo, es decir, todas que intervienen indirectamente en el fabricación del
producto, como son: la adquisición (función de comprar los insumos que se emplearán
en la cadena de valor), el desarrollo tecnológico (actividades relacionadas con la tecnolo-
gía, los procedimientos prácticos, los métodos integrados al proceso), la administración
de recursos humanos (actividades conexas con el reclutamiento, la concentración, la
capacitación y la compensación de todo tipo de personal).
Matemáticamente, el modelo causal cadenas de valor-estrategias genéricas-compe-
titividad se puede expresar inicialmente mediante funciones de cadenas de valor, estra-
tegias genéricas y competitividad:
Estrategias genéricas = a0 + a
1X
1 + a
2X
2 …+ a
nX
n [1.1]
Competitividad = b0 + b
1Y
1 + b
2Y
2 …+ b
mY
m [1.2]
— 123 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
Las variables Xi constituyen el conjunto de variables que define las cadenas de valor y
el conjunto de variables Yj define a las estrategias genéricas. En donde i = 1, 2, …, n y k
= 1,2, …, m, siendo n = 39 y m = 21 de acuerdo al número de preguntas formuladas en la
encuesta para cada variable dependiente.
Los coeficientes ai y bj se pueden estimar mediante de la técnica de mínimos cuadra-
dos ordinarios utilizando los valores αqi y βqj asignados a Xi y Yj por la encuesta a unidades
de producción artesanales. Por consiguiente, tenemos:
Estrategias genéricas = âq0 + âq1Xq1 + âq2Xq2 …+ âqnXqn+ ep [1.1.1]
Competitividad = q0 + q1Y1 + 2q2Yq2 …+ qpYqp + e’p [1.2.1]
Los coeficientes âi y j son los valores estimados de ai y bj de las ecuaciones [1.1]
y [1.2]; ep y e’p son los términos de error. Falta estimar un valor único no observable
de estrategias genéricas ( ) y competitividad ( ) a partir de las variables Yj y
Zr, respectivamente. Las variables Zr son criterios de competitividad y r =, 1, 2, …,
q; siendo q = 34. Los valores no observables llamados latentes se obtuvieron por el
método de componentes principales a través de análisis factorial (Johnson y Wichern
2007: 481-526). Previamente se hizo una selección de variables mediante el análisis
de consistencia interna del alfa Cronbach (Norusis, 1994; Knoke, Bohrnstedt y Potter
Mee, 2002). Este procedimiento permite elevar el valor de la varianza total explicada
del primer componente cuyos puntajes se utiliza como variable latente.
3. Mecanismos que incentivan la competitividad
Algunas investigaciones realizadas por antropólogos señalan que las artesanías se es-
taban pagando muy por debajo de su valor y que los únicos beneficiarios que obtenían
ganancias reales eran los intermediarios, que en una larga cadena duplicaban su inver-
sión (en el peor de los casos) en cada transacción (Stephen, 1998: 171). Posteriormen-
te, concluyeron que existe una divergencia con los procesos macroeconómicos porque
rebasan las posibilidades reales de las instituciones para aplicar una solución integral
a la problemática artesanal y, además, que las leyes del mercado dificultan la cabal apli-
cación de las fórmulas económicas para la fijación del precio. Se determinó que como
mecanismo de sobrevivencia, en mayor medida, los artesanos de Santa Ana y Díaz Ordaz
— 124 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
y en menor magnitud los pequeños artesanos de Teotitlán, han tenido que formar parte
de la cadena de valor de los artesanos exitosos que se concentran en Teotitlán. Estos úl-
timos proveen de hilos y tintes a los pequeños artesanos para tejer los tapetes; quienes
posteriormente entregan el producto terminado y reciben un pago por dicho trabajo. En
esta investigación se realizó un análisis de regresión de mínimos cuadrados ordinarios
con el conjunto de variables de cadena de valor como variables independientes y la va-
riable latente estrategias genéricas ( ) como variable dependiente. El propósito fue
obtener la ecuación empírica correspondiente a la ecuación teórica [2.1.1] considerando
a las tres comunidades de estudio juntas como área de estudio. Los resultados de este
análisis se observan a través la siguiente modelación matemática:
=
0.798almacén-1.223atributo + 1.592factorHilo - 1.205proceso4 + 1.099proces10
(0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.000)
+ 0.294proceso14 – 0.668planea + 1.324publi4 + 0.866factor 1 + 0.379factor2
(0.006) (0.000) (0.000) (0.000) (0.003)
+ 0.587fCompTinte – 0.703QHilo – 0.469pago - 0.837publi5 [2.1.2]
(0.000) (0.010) (0.000) (0.001)
Las variables independientes de la ecuación [2.1.2] con signo positivo contribuyen a
incrementar el valor de la variable dependiente estrategias genéricas ( ), mientras
que aquellas que tienen signo negativo restringen su valor. El aporte a la variable depen-
diente se mide por los coeficientes de regresión estandarizados (β’s) que en este caso
son iguales a los coeficientes de regresión no estandarizados (B’s), como se puede ver
en la tabla 1. Esto se debe al hecho de que las variables independientes fueron estan-
darizadas previamente al análisis de regresión. Las variables que tienen mayor impacto
en el incremento de las estrategias genéricas se encuentran dentro de las actividades
de apoyo (factorHilo) al igual que las variables que conforman las actividades primarias
(publi4, proceso 10, almacén, factor1) y con menor peso se encuentran variables en la
actividad secundaria (fComptinte) y la actividad primaria (factor2 y proceso14). Las acti-
vidades que más disminuyen el establecimiento de las estrategias genéricas es una de
— 125 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
las actividades primarias relacionada con la infraestructura organizacional (atributo),
otras más lo realizan pero en menor medida, como son: Qhilo y el pago a los recursos
humanos (pago); otras que limitan a las estrategias genéricas son variables de las acti-
vidades primarias relacionadas con la producción (proceso4), la mercadotecnia y ventas
(publi5) y la logística externa (planea).
Todas las actividades de cadena de valor incluidas en la ecuación [2.1.2] son de vital
importancia para cualquier organización puesto que ayudan a identificar las actividades
primarias y de apoyo relevantes para la formulación de las estrategias genéricas. De
esta manera, la cadena de valor permite identificar la ventaja que mejor puede emplear
una unidad de negocio, puesto que, según Porter, esto contribuirá a dividir la unidad
de producción artesanal estratégicamente para poder entender las fuentes actuales y
potenciales de diferenciación (Porter, 2004: 31). La cadena de valor es un sistema de
actividades interdependientes que se relacionan por medio de nexos que constituyen
vínculos entre la forma de ejecutar una actividad y el desempeño de otra. A menudo, la
ventaja competitiva nace de los nexos entre las actividades, lo mismo que de las acciones
individuales. Porter (2004) afirma que los nexos pueden originar una ventaja competitiva
que se transforme en estrategia competitiva de dos formas mediante la optimización y
la coordinación
Las estrategias genéricas que determinan la competitividad general de las unidades
de producción artesanal están representadas por la siguiente ecuación de regresión:
= - 0.396 accion4 –
0.793 acción6 + 0.751
acción11
-
0.427 distinguirse - 0.754
difHilo
(0.013) (0.003) (0.018) (0.040) (0.026)
- 3.139 difTinte + 2.306
difTerm - 3918
difDiseño + 5.545
difCombina +
0.430
forma1
(0.000) (0.002) (0.000) (0.000) (0.030)
+ 1.100 cambio+ 0.980 diseñoLoc – 0.603 diseñoNac – 0.729 diseñoInter [2.2.2]
(0.000) (0.000) (0.001) (0.001)
— 126 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
Tabla 1� Ecuación de regresión resultante del modelo cadenas de valor-estrategias
genéricas y resultados de las pruebas estadísticas� a
MODELCoeficiente de
regresión, B
Coeficiente
de regresión
Prueba t de
studentSignificancia
Almacén 0.798 0.798 5.293 0.000
Atributo -1.223 -1.223 -4.498 0.000
factorHilo 1.592 1.592 7.946 0.000
proceso4 -1.205 -1.205 -4.104 0.000
proceso10 1.099 1.099 3.904 0.000
proceso14 0.294 0.294 2.878 0.006
Planea -0.668 -0.668 -4.159 0.000
publi4 1.324 1.324 5.568 0.000
factor1 0.866 0.866 5.7 0.000
factor2 0.379 0.379 3.147 0.003
fCompTinte 0.587 0.587 4.046 0.000
QHilo -0.703 -0.703 -2.676 0.010
Pago -0.469 -0.469 -3.811 0.000
publi5 -0.837 -0.837 -3.528 0.001
F estadística 27.442 0.000
Grados de libertad (ecuación y residuales) 14 y 46
R2 0.893
R2 ajustada 0.861
a Resultado de un análisis de regresión de mínimos cuadrados exhaustivo utilizando el paquete estadístico SPSS y los
métodos enter, backward, forward, stepwise y delete.
Las variables independientes de la ecuación [2.2.2] con signo positivo —como ya se in-
dicó antes— determinan el valor de la competitividad, es decir, en la medida en que las
estrategias genéricas incrementan su valor, se observa un aumento de la competitividad
de modo proporcional a sus coeficientes de regresión (B’s). Las variables que tienen
mayor impacto en el incremento de la competitividad son: las estrategias de diferencia-
ción (difTerm, difCombina, cambio), con alguna excepción (forma1); y el menor impacto
lo tienen las estrategias de enfoque (acción11) y la estrategia de costo (diseñoLoc) (Ver
tabla 2).
Las variables independientes que más restringen el crecimiento de la competitivi-
dad son aquellas referidas a la estrategia de diferenciación (difTinte, difDiseño). Estas
variables, que hacen énfasis en la diferenciación por el uso de tintes naturales y dise-
ños innovadores, son adoptadas por los artesanos exitosos en sus diseños exclusivos
— 127 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
que se cotizan a altos precios. Las demás estrategias tienen una menor contribución
en la reducción de la competividad. Así, tenemos la estrategia de diferenciación (difHilo,
Distinguirse), la estrategia de costo (diseñoNac, diseñoInter) y la estrategia de enfoque
(acción6, acción4,).
En síntesis, los elementos que más ayudan a la competitividad general de las unida-
des de producción artesanal son (Ver tabla 2): la estrategia de diferenciación, que se basa
en la combinación de colores y materiales (difCombina); en el terminado de sus tapetes
(difTerm); en la innovación de diseños (cambio); y en la inserción de nuevos productos
(forma1). En cambio, las estrategias de enfoque que resaltan los aspectos naturales por
medio de un posicionamiento basado en la promoción de tintes naturales (acción11) y
costo (diseñoLoc) hacen una contribución pequeña a la competitividad. Otras prácticas
que disminuyen la competitividad al emplear los materiales que utiliza la competencia
son: los diseños tradicionales (difDiseño); el tinte artificial (difTinte); el hilo (difHilo) y
el posicionamiento (Distingirse). Asimismo, las demostraciones (acción4) y la creación
de infraestructura sofisticada para la presentación de los tapetes (acción6) tienden a
reducir la competitividad. Sin embargo, las unidades de producción han modificado sus
posturas en cuanto a la estrategia de costos, ya que presentan una relación directa con el
mercado local (diseñoLoc). Por el contrario, la participación en los mercados nacionales
(diseñoNac) e internacionales (diseñoInter) disminuye la competitividad debido al incre-
mento en los costos que implica salir a vender a otro lugar. Esto significa en términos
generales que el mercado local es el principal comprador y que el acceso a los mercados
nacionales e internacionales implica una reducción de las ganancias de los tapetes.
— 128 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
Tabla 2� Primera ecuación de regresión resultante del modelo estrategias genéricas-
competitividad para las tres comunidades de estudio juntas y resultados de las
pruebas estadísticas� a
MODELCoeficientes de
regresión, B
Coeficientes
de regresión
estandarizados, Beta
Prueba t de
studentSignificancia
acción4 -0.396 -0.396 -2.569 0.013
acción6 -0.739 -0.739 -3.153 0.003
acción11 0.751 0.751 2.463 0.018
Distingirse -0.427 -0.427 -2.113 0.040
difHilo -0.754 -0.754 -2.295 0.026
difTinte -3.139 -3.139 -4.83 0.000
difTerm 2.306 2.306 3.371 0.002
difDiseño -3.918 -3.918 -5.496 0.000
difCombina 5.545 5.545 5.893 0.000
forma1 0.403 0.403 2.239 0.030
Cambio 1.100 1.100 6.131 0.000
diseñoLoc 0.980 0.980 4.387 0.000
diseñoNac -0.603 -0.603 -3.733 0.001
diseñoInter -0.729 -0.729 -3.463 0.001
F estadística 16.21 0.000
Grados de liber-tad (ecuación y residuales)
14 y 46
R2 0.831
R2 ajustada 0.780
a Resultado de un análisis de regresión de mínimos cuadrados exhaustivo utilizando el paquete estadístico SPSS y los
métodos enter, backward, forward, stepwise y delete.
Los resultados establecen que aunque algunas variables independientes de estrategias
de diferenciación, enfoque y costos, ayudan a incrementar la competitividad, existen otras
de estos tipos que la restringen. En consecuencia, las unidades de producción artesanal
emplean múltiples estrategias dependiendo de las exigencias del mercado: aunque en
algunas ocasiones les ayudan a incrementar su competitividad, en otras provocan un
efecto contrario.
Esta contradicción entre las estrategias genéricas se debe a que la ventaja competi-
tiva constituye la esencia de cualquier estrategia y para lograrla es indispensable tomar
una decisión. Si la unidad de producción artesanal quiere alcanzar la ventaja competi-
tiva, deberá escoger la clase de estrategias para lograr sus metas y el ámbito donde lo
hará, de no hacerlo de esta manera, según Porter (2004: 58-60), tiene un estancamiento
— 129 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
a la mitad. En este caso, se halla en una posición estratégica deficiente. Afirma que la
unidad de producción que se estanca a la mitad, prácticamente estará condenada a una
rentabilidad baja. Accede a las demandas de los clientes para que no la cambien por las
que tienen costos más bajos.
Existen otros elementos de la cadena de valor que afectan positiva y negativamente
a la competitividad además de aquellos de la ecuación [2.2.2]. Es decir, se encontró una
segunda ecuación de regresión que complementa los resultados anteriores:
= - 1.345atributo + 1.742factorHilo + 1.843almacénTinte + 1.120registroHilo – 2.891registroTinte
(0.013) (0.003) (0.018) (0.040) (0.026)
- 0.216proceso2 – 1.543proceso4 + 1.385proceso10 – 0.495proceso12 + 0.916proceso14
(0.071) (0.000) (0.000) (0.037) (0.000)
– 0.473entrega4+1.429publi1 + 0.496publi2 – 0.609publi3 + 1.245publi4 + 0.595factor1
(0.022) (0.000) (0.006) (0.002) (0.000) (0.000)
+ 0.641factor4 - 3.718QHilo + 0.995QTinte + 0.845Pago + 0.407pagoTeje [2.2.2a]
(0.000) (0.000) (0.000) (0.000) (0.015)
Las variables independientes de la ecuación [2.2.2.a] que tienen mayor peso en la com-
petitividad de las unidades de producción artesanal, se encuentran en las actividades de
apoyo: la logística interna de los materiales (almacénTinte), la mercadotecnia y medios
impresos (publi1 y publi4), la producción (proceso10), la logística interna (registroHilo);
y en las actividades tales como son: la infraestructura organizacional (factorHilo). Las
variables que tienen menor peso en las estrategias corresponden a las adquisiciones
(QTinte) y los recursos humanos (Pago); y las actividades primarias se encuentran la
producción (proceso 14), ventas (factor1 y factor4) y la mercadotecnia (publi2). El peso
positivo de una variable independiente sobre la variable dependiente, en este caso la
competitividad, implica que en la medida que la primera se incrementa, aumentará la
segunda en la misma proporción del coeficiente de regresión de la primera.
En el otro extremo, existen variables que restringen la competitividad de las unida-
— 130 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
des de producción artesanal, como son las de apoyo. En esta categoría, la ecuación de
regresión [2.2.2a] considera la adquisición de hilo (Qhilo) y a infraestructura (atributo),
asimismo la logística interna (registroTinte) y la producción (proceso4). Estas dos últi-
mas actividades pertenecen a las actividades primarias. Las variables que tienen menor
peso en la restricción de la competitividad son aquellas —primarias— concernientes al
proceso de producción (proceso2 y proceso12), al marketing (publi3), a la logística exter-
na (entrega4); mientras que las actividades de apoyo solamente consideran los recursos
humanos (pagoTeje) (Ver tabla 3).
Tabla 3� Segunda ecuación de regresión resultante del modelo estrategias genéricas-
competitividad para las tres comunidades de estudio juntas y resultados de las
pruebas estadísticas� a
MODEL Coeficiente de regresión, B
Coeficiente de regresión estandarizado, Beta
Prueba t de student Significancia
Atributo -1.345 -1.345 -5.640 0.000
factorHilo 1.742 1.742 6.672 0.000
almacénTinte 1.843 1.843 4.179 0.000
registroHilo 1.120 1.120 2.284 0.028
registroTinte -2.891 -2.891 -4.108 0.000
proceso2 -0.216 -0.216 -1.859 0.071
proceso4 -1.543 -1.543 -4.042 0.000
proceso10 1.385 1.385 3.849 0.000
proceso12 -0.495 -0.495 -2.155 0.037
proceso14 0.916 0.916 5.198 0.000
entrega4 -0.473 -0.473 -2.380 0.022
publi1 1.429 1.429 3.933 0.000
publi2 0.496 0.496 2.935 0.006
publi3 -0.609 -0.609 -3.308 0.002
publi4 1.245 1.245 4.647 0.000
factor1 0.595 0.595 5.289 0.000
factor4 0.641 0.641 4.396 0.000
QHilo -3.718 -3.718 -7.093 0.000
QTinte 0.995 0.995 3.889 0.000
Pago 0.845 0.845 5.458 0.000
pagoTeje -0.407 -0.407 -2.545 0.015
F estadística 49.511 0.000
Grados de libertad(ecuación y residuales) 21 y 46
R2 0.936
R2 ajustada 0.902
ta Resultado de un análisis de regresión de mínimos cuadrados exhaustivo utilizando el paquete estadístico SPSS y los métodos enter, backward, forward, stepwise y delete
— 131 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
Conclusiones
El análisis porteriano implica una cadena causal basada en un grupo de tres variables. La
primera parte de la cadena causal la constituyen las variables que determinan y restrin-
gen la cadena de valor (actividades primarias y de soporte) y las estrategias genéricas.
La segunda está constituida por el conjunto de variables de estrategias genéricas (dife-
renciación, enfoque y costo) que determinan y restringen la competitividad. La tercera
está constituida por el conjunto de variables de cadena de valor (actividades primarias y
de soporte) que determinan y restringen la competitividad.
Este primer modelo proporciona una visión general de las variables explicativas re-
levantes de las estrategias genéricas y de la competitividad. El modelo que incluye a las
tres comunidades permitió determinar tanto las variables explicativas de las estrategias
genéricas como de la competitividad. Las 14 variables explicativas de la ecuación de la
relación causal cadena de valor-las estrategias genéricas tienen una valor explicativo de
89.3%. De estas variables, seis contribuyen a elevar el valor de las estrategias genéricas
entre las que destacan las actividades de apoyo (factorHilo) y las actividades primarias
(publi4, proceso 10, almacén, factor1). La ecuación obtenida para relación causal estra-
tegias genéricas-competitividad produjo el mismo número de variables explicativas con
un grado de explicación de 3.2 puntos porcentuales menos. En este caso, las principales
variables que determinaron la competitividad están referidas a las estrategias de dife-
renciación (difTerm, difCombina, cambio, forma1).
Es importante señalar que las localidades de estudio utilizan los tres tipos de estra-
tegias (costos, diferenciación y enfoque) en contra de las recomendaciones de Porter.
Esto se debe a que las unidades de producción se encuentran estratificadas en tres gru-
pos (artesanos pequeños, artesanos más o menos exitosos y artesanos exitosos) lo cual
explica la existencia simultánea de los tres tipos de estrategias. Esta situación genera
competencia en el interior de la cadena y afecta a las estrategias y la competitividad
generales.
El segundo modelo que identifica efectos causales encadenados por localidad per-
mitió hacer precisiones en torno a las estrategias genéricas y la competitividad. Se de-
terminó que la contribución en general de las unidades de producción de Teotitlán tiene
una baja participación tanto en las estrategias genéricas como en la competitividad. En
— 132 —
ARELI ORQUíDEA RAMOS SÁNChEz
realidad, los pequeños artesanos —que son la mayoría en las tres comunidades y se
encuentran subordinados a los artesanos exitosos— aportan la principal contribución
a las estrategias y a la competitividad. Los artesanos exitosos adoptan estrategias que
buscan beneficios máximos y son opuestas a las estrategias de los pequeños artesanos,
que buscan principalmente la satisfacción de sus necesidades básicas, incluyendo la
educación. Esta contradicción se refleja en una limitación en la obtención de ganancias
para los pequeños artesanos y no tanto para los artesanos exitosos, quienes son respon-
sables del funcionamiento de la cadena de valor, ya que financian y aseguran el mercado
para prácticamente todos los artesanos.
Para la mayoría de los artesanos, su lógica de producción está basada en el volumen,
es decir, su nivel de ingresos está en función de la magnitud de venta. Sin embargo, no
es posible producir más tapetes por las limitaciones físicas de sus medios de producción
(telares de pedal y mano de obra familiar). Así, ellos producirán hasta el punto que sa-
tisface sus necesidades básicas y llega a límites físicos. Para los artesanos exitosos, el
comportamiento es inverso porque su nicho de mercado es exclusivo de ellos y producen
pocos tapetes a precios muy altos. Las ganancias son elevadas dentro de este estrato y
participan pocos artesanos que tienen habilidades especiales para hacer diseños inédi-
tos y complejos.
Los artesanos exitosos, desde el modelo porteriano, no aportan mucho a la cadena de
valor general debido a que son los que arriesgan capital y financian a los pequeños para
que produzcan los tapetes. Los pequeños artesanos tienen ganancias modestas porque
invierten solamente su mano de obra familiar y buscan una recuperación rápida de la
inversión. Además, ellos reciben el pago al momento de la entrega de los tapetes a los
artesanos exitosos, mientras que los segundos invierten más, por lo tanto, tienen mayo-
res ganancias pero no en forma inmediata. Hay que tomar en cuenta que el mercado de
los tapetes caros no tiene una respuesta rápida a los oferentes y la demanda es en gran
parte estacional; como la de los tapetes baratos. La liquidez de los artesanos exitosos
les permite soportar varios meses de espera mientras obtienen los ingresos totales por
venta.
Una pieza clave que han empleado los artesanos de Teotitlán para posicionar sus
textiles es el vínculo continuo con el pasado. Este reclamo, es reconocido por artesanos
— 133 —
CADENAS DE VALOR, ESTRATEgIAS gENéRICAS Y COMPETITIVIDAD
de otras comunidades indígenas de la región central de Oaxaca y en particular por los
turistas. Incluso se ha buscado preservar en un “aura de misterio a la comunidad”. La
cadena de valor utilizada por esta comunidad permite a sus artesanos especializarse
en las actividades que ellos saben desempeñar mejor. Se insiste en la relación familiar
y la solidaridad para obtener diversos fines en común. Por ejemplo, las unidades de
producción artesanal que se dedican solo a la comercialización, utilizan el lenguaje de la
familia, el compadrazgo para reclutar a sus ahijados como trabajadores y subcontratar a
sus comunidades vecinas. En suma, el tejido social es clave en el éxito artesanal.
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EL GRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAZATECA EN LA SIERRA NEGRA DE PUEBLAJosé Carlos Calderón Martínez
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EL GRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA
MAZATECA EN LA SIERRA NEGRA DE PUEBLA
José Carlos Calderón Martínez1
Resumen
Este trabajo muestra la presencia de localidades mazatecas en el sureste del es-
tado de Puebla que no habían sido abordadas desde la literatura de las ciencias
sociales. Este texto es un intento de discutir, junto con la bibliografía que se ha
encontrado, al grupo mazateco que vive en los estados de Oaxaca y Veracruz desde la re-
lación que tiene con el contexto global. Se plantea la situación de dicho grupo, en relación
al avance de los mercados de café frente al autoconsumo de maíz, al establecerse en el
estado de Puebla a partir de su inmigración procedente de las comunidades ubicadas
al norte de Oaxaca. Se abordan de forma paralela la remunicipalización porfirista y la
creación de propietarios mazatecos que entrarían en conflicto con los nahuas, quienes
reclaman la pertenencia de las localidades mazatecas de la Sierra Negra. Lo anterior
resulta en una especie de naturalización por parte de los mismos mazatecos de su po-
sición como invasores en Puebla con la interpretación de su propio proceso histórico a
través de figuras ambivalentes como los Chikones o Shokos.
1 Estudiante de la maestría en Antropología, El Colegio de Michoacán. Correo electrónico: [email protected]
— 138 —
EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
Introducción
El “Cuatro vientos” fue el nombre del avión español que en 1933 cruzó el Atlántico central
por su parte más ancha con destino a América, conformando el viaje de mayor distancia
volada sobre el mar que hasta entonces nadie había realizado. En la primera fase llegó
con éxito a Cuba, desde donde salió hacia la Ciudad de México; sin embargo, el avión
nunca culminó su viaje. Se presume que el “Cuatro Vientos” terminó en la localidad ma-
zateca de la Guacamaya, en la parte de la Sierra Negra de Puebla. El hecho de que esta
comunidad fuera mazateca, no permitió pensar que esta aeronave estuviera en la parte
poblana. El grito a los cuatro vientos es, entonces, un intento de confrontar el silencio
del acontecer de estas localidades desde las instancias gubernamentales por un lado,
y desde la misma literatura antropológica por el otro. Dicho grito acentúa la producción
de etnografías de los mazatecos localizados en Oaxaca y Veracruz. El grito contiene la
posibilidad de entender el acontecer particular de las localidades mazatecas de la Sierra
Negra frente a los embates del mundo externo con situaciones conflictivas al interior de
la región.
Este trabajo tiene el objetivo de presentar de manera general las condiciones parti-
culares que permitieron el establecimiento de localidades mazatecas en la Sierra Negra
y con ello contribuir a los estudios rurales en el sureste del estado de Puebla. Para lo-
grar el objetivo, se presenta el contrapunteo entre maíz y café durante la última década
del siglo xix, dando paso al entendimiento de las conflictivas relaciones entre nahuas y
mazatecos en las montañas de la Sierra Negra. Al hacerlo se propone la perspectiva me-
todológica de Roseberry (1991) sobre un entendimiento del sistema mundial a partir de
poblaciones aparentemente aisladas que, sin embargo, no se encuentran separadas de
las fuerzas sociales, económicas y políticas globales del mundo moderno, como pudiera
parecer a primera vista.
1. Los mazatecos de la Sierra Negra de Puebla
La Sierra Negra de Puebla es el hogar de la segunda población más grande de hablantes
de mazateco con 13 mil personas (INEGI, 2009), quienes viven en alrededor de veintidós
comunidades, cuyas condiciones son catalogadas como de “muy alta marginación” según
la CONEVAL (2006). Si bien su presencia ha sido documentada en anteriores ocasiones
— 139 —
jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
(Barbosa, 1980; Barranco, 2003; Gerald, 2000; Sepúlveda, 2005), son recientes las inves-
tigaciones que discuten problemáticas sociales desde estas localidades (Calderón, 2010;
Galindo, 2009; Huerta, 2011). El hecho de entenderlos únicamente como grupo étnico ha
provocado que al momento de hablar de mazatecos siempre se haga referencia a los
que habitan en el norte del estado de Oaxaca (Boege, 1988; Neiburg, 1988; López, 1996;
Luna, 2007) y los reubicados por la construcción de la Presa Miguel Alemán en Veracruz
(McMahon, 1974; Pérez, 1992; Rodríguez, 2003). Además, la presencia de la etnia maza-
teca en el sureste del estado de Puebla desde la perspectiva de activistas mazatecos es
recientemente reconocida como tal (véase Mapa 1). Lo anterior gracias a los reclamos
que campesinos de estas localidades realizaron en la localidad de Tehuacán cuando el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) pasó por esta ciudad en el año 2001.
En esa ocasión, los campesinos se organizaron para pedir servicios de electrificación y
caminos a miembros de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y al Go-
bierno Estatal, pero obtendrían como respuesta de parte de estas instituciones, que era
necesario comprobar su pertenencia al estado de Puebla y su autoctonía como maza-
tecos, puesto que no se reconocía a esta población en el estado de Puebla (Entrevista a
Gorgonio, 2006).
La presencia mazateca en Puebla ha sido configurada históricamente por la inmigra-
ción de población que llegó procedente de las comunidades ubicadas al norte de Oaxaca;
historia particularmente delineada alrededor de las dinámicas productivas tanto del café
como del maíz.
— 140 —
EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
Mapa 1� Área de estudio
Elaboró: Lic. Carmen Moreno Cárdenas
2. Granos en la sierra
El café llegó a la sierra dentro de una expansión económica impulsada por la exportación
de capitales metropolitanos hacia los países periféricos.
En México, durante los 43 años transcurridos entre 1877 y 1910 la producción del
país creció anualmente a una tasa media de 3.83% (Cosío, 1974: 103). De esta manera,
las ventas y cotizaciones de productos agrícolas como el café, fueron suficientes para
compensar las pérdidas que habían dejado la depreciación de la plata.
Para el caso de las localidades mazatecas, su relación con la historia del café no tar-
daría mucho tiempo. Durante la década de 1790, las primeras plantas de café fueron in-
troducidas en México y sembradas en Córdoba, Veracruz de donde se extenderían hacia el
norte del estado: Huatusco, Xalapa, Coatepec, Zongolica y al sur con el distrito de Huautla
en Oaxaca (Bartra, 1996: 44). Pronto las plantas de café llegarían a más comunidades
mazatecas. Según Villa Rojas (1955), la historia de la cafeticultura mazateca capitalista
comienza a partir del matrimonio Debutrié, de origen francés, quienes introdujeron las
— 141 —
jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
primeras matas en 1893. Más a delante, se establecerían un gran número de haciendas
dedicadas al café, las primeras estaban ubicadas cerca de Huautla de Jiménez y luego
se expandieron rápidamente hacia zonas más productivas de “tierra caliente” (Neiburg,
1988: 40).
El gobierno de Oaxaca, por su parte, influenciaría la expansión de cultivos otorgan-
do incentivos para los grandes productores que podían sembrar y cosechar una mayor
cantidad de café (Boege, 1988: 48). El interés de este estado se centraba en introducir
nuevos productos agrícolas para sustituir aquellos que habían perdido enteramente su
mercado. De 1880 a 1883 Oaxaca distribuyó tres millones de plantas de café, además
eximió contribuciones personales como servicio militar, impuesto sobre bienes raíces y
gravámenes sobre el grano de café a quienes tuvieran un mínimo de 20 mil plantas en
producción, fue así también como se puso en servicio el Ferrocarril del Sur, que en 1892
ya operaba entre Oaxaca y la Ciudad de México (Cosío, 1974: 100).
En el caso de las comunidades mazatecas de la Sierra Negra, no existe registro docu-
mental que amplíe cómo fue la introducción de café en esta zona. Sin embargo, según los
datos proporcionados por los informantes mazatecos tanto de la parte norte de Oaxaca
como de la parte sureste de Puebla, la introducción de café fue anterior en la Sierra Ne-
gra que en la Sierra Mazateca. Los habitantes de municipios mazatecos de Oaxaca tales
como San Lorenzo Cuaunecuiltitla o San Francisco Huehuetlán aseguran que las prime-
ras plantas de café provenían de la parte poblana al igual que las técnicas de producción
y beneficio del grano. Entre la Sierra de Oaxaca o la de Puebla, la última está asociada a
una herencia cafetalera más antigua, a pesar de que ambas serranías están asociadas
a este cultivo.
Se sabe que alrededor de las localidades del norte de Oaxaca se conformaron apro-
ximadamente 30 fincas con estimaciones de un millón de cafetos sembrados (Flores y
León, 1977: 174). En este contexto se liberó la fuerza de trabajo campesina, forzando
a miles de mazatecos a trabajar en una primera instancia en territorios ajenos para el
desmonte. Cuestión traumática presente en la memoria: “Sabemos que nuestros antepa-
sados sufrieron sin comida, por el puro café […] Esta no es nuestra tierra originalmente”
(Entrevista a Raúl Reyes, 2006).
— 142 —
EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
Con respecto al otro grano: el maíz, este no sería exento de las políticas del gobierno
Porfirista de finales del siglo xix. El aumento en la producción de bienes de exportación
logrado sería a costa de una importante disminución en la producción de aquellos bienes
destinados al mercado interno (Gómez, 2003: 10). Por un lado, la producción de artículos
como caña de azúcar, algodón, café, vainilla, garbanzo y henequén; destinados para el
mercado internacional aumentaba, y por otro, las cosechas de alimentos para las pobla-
ciones productoras de dichos artículos disminuían. La producción de maíz: el alimento
básico de estas poblaciones, fue el más escaso.
Cosío (1974)2 muestra que la agricultura del Porfiriato destinada al mercado interno
no cubría las necesidades de alimentación de la población, en contraste con el aumento
de la producción agrícola destinada a la exportación. La producción de maíz bajo de 1877
a 1907 a una tasa anual de 0.84%, mientras que la producción por habitante descendió
de 181 Kg, en 1877 a 154 en 1894, y de 184 en 1897 a 144 en 1907 (Cosío, 1974: 19). Sin
embargo, la suerte del maíz no fue única: en el caso del frijol, la producción pasó de 210
068 toneladas en 1877 a 80 mil en 1892 (Cosío, 1974: 26). Para el caso del chile, artículo
de mayor consumo solo después del maíz, las fluctuaciones de su producción fueron
similares a las del maíz y el frijol. De 1877 a 1894 la producción de chile bajo a razón de
7% anual, el volumen producido fue de 72 520 toneladas; y 46 223 toneladas en 1877;
para el año de 1894 se cosecharon 3 603 toneladas de este producto (Cosío, 1974: 27).
Estos eran los alimentos principales de la población campesina en México; aunque si
bien no los únicos, si los de mayor importancia. Sin embargo, igual destino se puede ver
en artículos como trigo y arroz. En contraste con la disminución de estos productos para
la alimentación de la población local, la producción de bienes agrícolas destinados a la
exportación aumentó a una tasa promedio anual de 4.24% durante el período de 1877 a
1910 (Cosío, 1974: 96). A esto se debe la obligada importación de alimentos en el año de
1893 por el gobierno Porfirista con un gasto de nueve millones de pesos. Mientras que
la alimentación de la población en México se reducía a veinticuatro kilos de frijol, kilo y
medio de camote, dos kilos de arroz y trece kilos de azúcar por persona al año, los únicos
alimentos más o menos copiosos eran el maíz y el arroz pero no en todo el país, ni el
todas las regiones. Por ejemplo: en el estado de Chiapas, al igual que en la Sierra Maza-
2 Si bien no existen documentos que puedan proporcionar un panorama más específico sobre los volúmenes de producción y cosecha en la Sierra Negra y Mazateca durante el Porfiriato, acudo a los trabajos con estimaciones a nivel nacional.
— 143 —
jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
teca, comer tortillas llegó a ser un lujo, los peones que trabajaban en fincas o haciendas
cargaban un morral para llevar bolas de masa de maíz y una jícara (toman el agua de
un arroyo, deshacen la bola de maíz en la jícara y la beben) (Valadéz, 1977: 114,116). De
igual manera, menciona el señor Cecilio Gómez de San Francisco Huehuetlán en el año
2008, para ir a trabajar a la Sierra Negra lo único que llevaban para comer eran las bolas
de maíz para deshacerlas en agua, y es que a pesar de emplearse en la Sierra Negra, el
maíz escaseaba, teniendo que comprarlo bajando la sierra, en Teotitlán.
En la actualidad, se ha detectado que el problema es que existen comunidades ma-
zatecas en el estado de Oaxaca que no obtienen cosechas considerables de este cereal,
los municipios no cuentan con un territorio propio que sea productivo y del que la po-
blación local pueda obtener alimentos suficientes debido a las condiciones geográficas
para el cultivo de maíz. Las cosechas no alcanzan más que para cuatro meses, y solo
es aprovechada una sola cosecha de temporal al año durante el mes de octubre. Dado
que el maíz es la base de la alimentación mazateca, son necesarias dos o tres cosechas
para alcanzar el nivel requerido. Aunque en ocasiones el suelo permite esa resiembra,
es necesario mantener durante todo el año un proceso productivo continuo para obtener
el maíz, exigiendo así una mayor afluencia de mano de obra campesina, en comparación
con aquellos lugares donde una sola cosecha de maíz alcanza para todo un año agrícola
(Pozas, 1985: 60). Se requieren entre 80 y 90 días/hombre para tan solo sembrar una
hectárea de maíz, obteniendo con todo este trabajo cosechas promedio de 700 kg por
hectárea, por ello para alimentar a una familia nuclear se necesita sembrar mínima-
mente 2.5 hectáreas (Boege,1988: 37) para lograr aproximadamente 1,750 kg anuales
de maíz.3
3. Migración y títulos
Es de esta manera que el café requeriría fuerza de trabajo; esta fuerza de trabajo de
hombres y mujeres sería establecida en tierras óptimas, y que a su vez buscaron estas
tierras para satisfacer la alimentación familiar. Con esto se daba paso al establecimiento
de población mazateca en un territorio cercano aunque previamente identificado como
nahua, desencadenando problemas entre grupos étnicos a pesar de la legitimación de
3 Misma cantidad que se obtiene con la cosecha de una hectárea en la parte mazateca de la Sierra Negra (Entrevista a jésus, 2009).
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EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
pequeña propiedad que tienen los mazatecos, aun coincidiendo con la conformación del
municipio de Porfirio Díaz creado a partir de los antiguos territorios de Zoquitlán y Co-
yomeapan.
En 1902 se anunció la formación del Tesoro Municipal del Ayuntamiento, lo que dio
paso a la regularización del cobro de impuestos como arrendamientos y comercio, ade-
más de la formación de los Tesoros de las Juntas Auxiliares de Zacatepec de Bravo y
Axilotitla de Galeana (Periódico Oficial, viernes 14 de Marzo 1902). Con ello se trataba de
regularizar los impuestos que se tendrían que cobrar a la población ya asentada en terri-
torio del municipio, la misma que anteriormente pagaba arrendamientos a las entidades
comunales nahuas de la Sierra Negra. Por ello, la conformación de este municipio sería
precedido por el otorgamiento de títulos de pequeña propiedad para los habitantes ya
existentes. En suma, se tiene una remunicipalización con objetivos productivos y fiscales
a partir del reconocimiento de propietarios privados.
Estos títulos de pequeña propiedad datan de 1893 y 1896. Los documentos muestran
los límites territoriales de cada propietario y los nombres de los dueños colindantes
en calidad de vecinos del municipio de Porfirio Díaz. A su vez forman parte de un Plano
General que recopila todas las propiedades de los dueños mazatecos. Actualmente, cada
propietario conserva su título de pequeña propiedad, no solamente otorgándole un valor
sentimental, sino también como un documento con validación actual, y como herencia
de sus parientes predecesores: “Yo soy dueño de lo que tengo porque tengo mi título”
(Entrevista a Don Antonio, 2006).
El Plano General se encuentra resguardado por una acomodada familia campesina y
comerciante procedente de San Lorenzo Cuaunecuiltitla, quienes tienen cuatro genera-
ciones de vivir en la Junta Auxiliar de Zacatepec de Bravo. Es importante mencionar que
esta familia posee el título en su casa porque este es un mejor sitio que las instalaciones
de la Presidencia auxiliar; antes del año 2008 no se contaba con la nueva presidencia
por lo que los documentos eran reguardados en las casas de las familias que han tenido
cargos locales (Presidencia Auxiliar, Inspectoría, Secretaria) y que podían mantener los
documentos seguros de las inclemencias del tiempo.
Con lo anterior cabe resaltar que los actuales poseedores de títulos de propiedad
de esta parte de la Sierra Negra son mazatecos procedentes de la Sierra Mazateca de
— 145 —
jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
Oaxaca. Estos quedaron legalmente en el territorio poblano desmontando y fundaron
nuevas localidades aprovechando terrenos para la siembra de maíz, solucionando así la
pérdida de los territorios comunales que serían destinados para el café, aunado a que
en esa parte de Puebla se requería de trabajadores. Un ejemplo de esto es la localidad
de Zacatepec de Bravo, la cual fue formada en 1895 y se convertiría en Junta Auxiliar
en 1901. La formación de Zacatepec de Bravo estuvo conformada por rancheros maza-
tecos interesados en los montes de la Sierra Negra. Estos mazatecos procedían de San
Lorenzo Cuaunecuiltitla, San Francisco Huehuetlán, Santa Ana Ateixtlahuaca, y Santa
María Chilchotla, todos en el estado de Oaxaca. Por ello, en esta parte de Puebla se habla
también mazateco (Colín, 1921: 127).
Los títulos de propiedad en Zacatepec datan de 1893, dos años más tarde de que se
fundara la localidad, y en seis años más llegaría a ser Junta Auxiliar. Cabe destacar la
rapidez con la que se creó una estructura local que permitiese el establecimiento de una
población destinada a experimentar con nuevos cultivos comerciales como lo fue el café.
4. Nahuas y mazatecos
Sin embargo, los conflictos no se han hecho esperar: en la Sierra Negra existe un par-
ticular conflicto dividido entre nahuas y mazatecos. Los primeros, comuneros princi-
palmente de San Juan Cuautla, reclaman con hostigamiento y segregación la llegada
de familias mazatecas a una parte de lo que ellos dicen ser sus territorios comunales.
Aunado a esto, los rancheros mazatecos se reconocen como ajenos a la Sierra Negra:
“Esta no es nuestra tierra originalmente” (Entrevista a Raúl Reyes, 2006).
Pareciera que gracias a esta segregación no existen fuertes vínculos sociales entre
ambos bandos, sin embargo, miembros de estas dos etnias conviven cotidianamente
en las comunidades de Libres y Ovatero, donde la población habla ambas lenguas y en
ocasiones no se adjudica la pertenencia a una etnia en particular. De igual forma es la
convivencia en Zacatepec de Bravo, donde habitan dos familias nahuas alrededor de una
mayoría mazateca, pero son acogidas como propias de la localidad. Al respecto llama la
atención que en algunas localidades la división entre propietarios es la vía para expresar
conflictos entre grupos étnicos, pero en otras no es clara esta diferenciación. Lo anterior
puede explicarse por los vínculos de parentesco que existen en estas últimas localida-
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EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
des entre familias mazatecas y nahuas en contraste con las que son mayoritariamente
de cierta etnia, donde las rivalidades entre grupos étnicos son más marcadas.
Los reclamos contra los mazatecos de parte de los nahuas son de frente a frente, jun-
to a ellos, dentro de sus casas, tomando café o cerveza, sin que los mazatecos defiendan
su pertenencia a la Sierra Negra, y naturalizando una situación de “arrimado” “invasor”
“foráneo”.
Como menciona Sepúlveda (2005), los lienzos de San Juan Cuautla han sido usados
para solicitar restitución de tierras perdidas a finales del siglo xix por los pueblos del
municipio de Tlacotepec de Díaz, y es que los actuales poseedores son quienes anterior-
mente rentaban estos mismos terrenos, pero al conformarse el municipio, se legitimó
la posesión con título de pequeña propiedad. Sin embargo, en los lienzos de San Juan
Cuautla (originalmente realizados en los años de 1690 y 1740) ya se pueden ver re-
presentados los mazatecos en el actual territorio poblano, cuyas características son un
fleco o mechón peinado hacia adelante. Al respecto, Gerald (2000) menciona que durante
el siglo xvi el antiguo y extenso territorio de Zoquitlán, actual municipio de Tlacotepec
donde se ubican las poblaciones mazatecas de Puebla, ya estaba habitado por descen-
dientes de chichimecas nonoalcas hablantes de náhuatl y por una minoría mazateca
(Gerald, 2000: 268). Entonces, si la Sierra Negra estaba habitada por mazatecos pero en
la actualidad no se reconocen como “originales” es por la relativamente reciente adqui-
sición de propiedades, esto en un contexto enmarcado por la llegada de contingentes
poblacionales motivados por un trabajo asalariado y espacio para desmontar.
Los nahuas han llamado a los mazatecos pinome, los salvajes, los que hablan idioma,
es por ello que los mazatecos se autodenominan como aquellos que hablan idioma en
contraposición del náhuatl y el español. En Libres y Ovatero es conocido el concepto
pero no es usado para miembros de la comunidad. El último enfrentamiento serio que
parece escucharse es el que cuentan las personas en Zacatepec y Mazatzongo, cuando
las autoridades de San Juan Cuautla lograron acordar con las autoridades de las Juntas
Auxiliares mazatecas de Puebla, una reunión en Mazatzongo de Guerrero con el plan de
negociar alguna posible “devolución” de tierras. Cuando por fin la cita se celebraba, no
se logró llegar a ningún acuerdo, por eso el encuentro se convertiría en una afrenta leve-
mente agresiva aunque sin muertes. Desde entonces no se conoce otra reunión llevada
a cabo para tal fin.
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jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
Todavía los nahuas dicen ser los propietarios de las localidades mazatecas de Puebla
desde San Cuautla (en el municipio de Coyomeapan) hasta Mazatzongo de Guerrero (en
San Sebastián Tlacotepec), al mismo tiempo que llaman a los mazatecos “invasores” “los
poco civilizados” “los más indios” “los mazatercos de monte”.
Es interesante entonces identificar una naturalización4 de la parte mazateca que
acepta estos términos frente a la sofisticación del vínculo urbano que tienen los nahuas
con Coxcatlán y Tehuacán, lo que les permite vincularse con experiencias comerciales
que aportan una mayor presencia a lo largo de la sierra como los servicios de transporte,
gasolina, abarrotes, herramientas para el campo, aserraderos, talleres mecánicos, etc.
Dicha naturalización queda expuesta en el sentido de inferioridad frente al consumo na-
hua,5 además de las características de la propia dinámica que tienen específicamente los
mazatecos frente a la lectura simbólica de la montaña, la cual implica agradecimiento
y constante retribución. En esta línea de interpretación mazateca, sus habitantes son
invitados a la montaña, al mismo tiempo que transgreden el orden natural por lo que no
solo tienen que pedir permiso al tomar o transformar el monte, sino que se tiene que
retribuir lo tomado.
Si bien este es un principio social de intercambio, la presencia del “espíritu o dueño”
es común dentro de la cosmovisión de varias poblaciones indígenas; es importante con-
textualizar estos hechos a partir de cada situación. Para el caso de los mazatecos de la
Sierra Negra, es una expresión cultural de las relaciones sociales de dominación; como
menciona Torres (2012), los chikones explican las relaciones de poder y subordinación al
interior de la zona.
Es interesante el contraste, pues mientras la presencia nahua recuerda y señala a
los mazatecos como externos a la sierra, estos últimos manejan una concepción sobre
la imposibilidad de poseer la naturaleza, de ser siempre un extraño del mundo natural,
de que la tierra no se puede poseer.
4 Por naturalización entiendo el proceso histórico en donde los mazatecos conceden mando a los nahuas a partir de una interpretación propia sobre su proceso histórico, configurando un discurso de subordinación en tanto son, desde sus ancestros, externos a la Sierra Negra de Puebla.
5 Una forma evidente de diferenciación entre las comunidades mazatecas y nahuas tiene que ver con el acceso diferenciado a los servicios: “Los sanjuaneros tienen de todo, carretera y tiendas grandes, son los buenos de por acá” (Entrevista a jésus, 2009).
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EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
5. Chikón/Shoko6
“Nosotros estamos para trabajar el monte pero el dueño está para vigilar sus tierras” (Entrevista a Don Gorgonio, 2009).
La visión del mundo mazateco es representada de mejor forma en la figura animista lla-
mada Chikón/Shoko: el dueño de la naturaleza. Se le describe con ciertas características:
personas rubias que montan a caballo, parecen bien vestidas y que hacen proposiciones
de trueque o comercio. Cabe resaltar que en la sierra “güero” es sinónimo de algo mal-
vado.
El Shoko o dueño se le ha entendido como los santos del catolicismo asimilados al
modo mazateco, y en ocasiones ha terminado por convertirse en “el dueño” de los pue-
blos que llevan su nombre (Incháustegui, 2000: 134). Esos grandes seres sobrenaturales
fueron reducidos a la condición de seres infernales o diabólicos por la predica cristiana,
entes, espíritus silvestres, seres maléficos, siempre acentuando su maldad (Incháuste-
gui, 2000: 138). También de cierta forma pueden ser entendidos como entes poderosos y
justicieros, seres moralmente ambivalentes, que regulan el acceso a los recursos natu-
rales, pero que establecen normas sobre el comportamiento social. La advertencia que
los padres hacen a sus hijos de encontrarse con el Shoko en algún paraje, en medio de
la montaña durante la noche, tiene en ocasiones orientaciones y reglamentaciones de
tipo sexual7 que si son desobedecidas tendrán consecuencias y castigos. Sin embargo,
el Shoko también puede ayudar al pueblo mazateco, primero permitiendo la siembra, la
fundación de pueblos y posteriormente haciendo préstamos o manipulando la naturale-
za para facilitar alimentos; también protege cuando hay grandes amenazas naturales y
a cambio pide respeto y seguimiento de las reglas del monte (Incháustegui, 2000: 137).
El Shoko muestra que el pensamiento mazateco siempre está en permanente retribu-
ción debido a la idea de que el hombre no es dueño de la tierra, siempre tiene que pagar
por usarla; el hombre no es un nativo, es un extraño del contexto natural (Incháustegui,
2000: 138,141). El Shoko es pues el amo y señor del entorno natural de los mazatecos de
la Sierra Negra. Si bien el Chikón/Shoko es un ente ambivalente dentro de la cosmovi-
6 En la Sierra Negra de Puebla se le conoce principalmente con la variante de Shoko, mientras que Chikón es de la parte de Oaxaca. En este artículo se hará referencia a estos seres como se hace en la Sierra Negra.
7 A las jóvenes se les enseña que no pueden salir solas al monte y mucho menos de noche debido a que aunque se escodan de sus padres, el Shoko siempre sabrá lo que ellas hacen.
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jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
sión mazateca que representa al “dueño externo del contexto natural en el que viven los
mazatecos” (por ejemplo, dueño del monte), en la Sierra Negra es una figura particular
debido a que los mazatecos de estas localidades expresan un particular sentido de ex-
tranjería por estar separados del territorio “original” de la etnia mazateca.
Es incluso una figura que se puede encontrar entre otros grupos étnicos, por ejem-
plo, entre los tzetzales existe la figura comparable de Ajaw o Yajwal Witz “señor de la
montaña” que generalmente adopta aspecto humano, entre otras representaciones; se
le describe como mujeres de aspecto europeo, de cabello rubio, con pantalones, quienes
guardan grandes tesoros (Pitarch, 2006). Siguiendo la obra de Michel T. Taussig, El diablo
y el fetichismo de la mercancía en Sudamérica (1993), retomo la relación entre la figura
del diablo con la historia política y económica del capitalismo por los trabajadores de las
plantaciones de azúcar del occidente de Colombia y de las minas de estaño en Bolivia.
Así, la figura del Chikón/Shoko la podemos entender como la imagen de un intercam-
bio necesario con la naturaleza pero desigual, un ejemplo de una reciprocidad negativa,
como diría Lomnitz (2005).
Cuando pedí que se describiera al Chikón, lo que respondió el señor Maximino (2008)
fue lo siguiente: “Viven en cuevas, sótanos, los ríos, ojos de agua, en el monte. Tienen sus
pelos güeros, van a caballo, son buenos para el negocio, si te portas mal, te castigan”. A
este respecto, Taussing menciona:
El espíritu también puede tener la forma de una aparición: un gringo rubio, bar-bado, de cara roja, con sombrero vaquero, parecido a los técnicos y administra-dores que controlan las decenas de miles de mineros que extraen el estaño que, desde fines del siglo xix, ha hecho de Bolivia un satélite del mercado mundial del consumo (Taussig, 1993: 187).
Desde esta perspectiva, el Chikón/Shoko o dueño, reúne características del no indio; es
decir, del patrón, cacique o acaparador, figura que intensificaría su presencia desde la
introducción decimonónica de café en la mazateca con los franceses Debutrié o los ale-
manes Hahnemann, entre otros.
En sus esfuerzos por erradicar la idolatría, los españoles le adjudicaron poder e invencibilidad a los dioses indígenas. Además, era imposible erradicar a todos sus íconos, puesto que se trataba de montañas, rocas, lagos, arroyos, que com-partían la geografía sagrada de la naturaleza (Taussig, 1993: 219).
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EL gRITO A LOS CUATRO VIENTOS LA PRESENCIA MAzATECA EN LA SIERRA NEgRA DE PUEbLA
Puede discutirse en posteriores trabajos si el dueño de la naturaleza es representado
únicamente como un no indio varón, puesto que para el caso particular de la Sierra Ne-
gra, como se ha comentado, existe una tensión con las localidades nahuas. Sin embargo,
el mazateco se percibe así mismo como un extraño, quien tiene que pagar por usar y
vivir en la montaña: “El Shoko es alguien como tú, un güero, es un patrón, que tiene”; “Es
güero, alto, maestro, ingeniero, importante […] es como un cacique y dueño de todos”
(Entrevista a Jesús, 2009). Shoko entonces puede reunir el fenotipo de un profesional,
de un propietario, se reconoce al Shoko con alguien de fuera y se sigue acentuando la
visión de que el Shoko no vive en el mismo lugar que viven los mazatecos. Un Shoko no
vive en la comunidad mazateca, no vive entre los mazatecos, sino que procede de fuera.
Es entonces la figura del patrón externo como se ha resignificado la figura del Shoko, al
menos en la Sierra Negra. “Esta representación se refiere al tipo de vida que se organiza
a partir de las relaciones capitalistas de producción” (Taussig, 1993: 17).
Considero que el Shoko es una analogía que hacen los mazatecos con la relación
que tienen con la clase hegemónica. Siempre están en retribución, en deuda con alguien
diferente a ellos y también, más poderoso. Es el Shoko la otredad amenazante, pero
al mismo tiempo, provee de los recursos, si bien limitados, necesarios para sobrevivir.
Es la relación cotidiana en donde los mazatecos asumen su lugar subordinado. Como
sucede en las minas de estaño en Bolivia, al diablo es a quien consideran como el dueño
verdadero de las minas y el mineral (Taussig, 1993). En la sierra, es el Shoko el poseedor
de todo el monte, en el cual los mazatecos viven y trabajan. De esta manera se entiende
que las riquezas producidas socialmente al aprovechar la naturaleza, no son de los que
trabajan la misma naturaleza, sino de otros.
Consideraciones finales
En la Sierra Negra de Puebla existen diversas comunidades con relaciones sociales
particulares que en apariencia se desenvuelven en contextos aislados. Es la geografía
serrana el factor que parece ser la barrera que impide las relaciones sociales humanas.
Sin embargo, no es precisamente de esta forma; existen relaciones no solo entre las di-
ferentes localidades dentro de la misma serranía, sino también con procesos mundiales.
— 151 —
jOSé CARLOS CALDERÓN MARTíNEz
Lo que he tratado de exponer es precisamente lo que rodea a estos procesos mun-
diales, poniendo atención a localidades alejadas de los centros metropolitanos. En este
caso, son las relaciones sociales de personas de la etnia mazateca que viven en la se-
rranía la forma de proponer una discusión sobre el avance de los mercados mundiales a
finales del siglo xix en México. Esto ha posibilitado problematizar una migración maza-
teca hacia la zona nahua (de Oaxaca a Puebla) que permitió a los primeros conformarse
como propietarios frente a la molestia de los segundos, lo que finalmente se configuró
en relaciones interétnicas específicas.
Este trabajo ha señalado la permanencia de conflictos étnicos que tienen un origen
a partir de las disputas de territorios desmontados para el beneficio del café, pero con
una apropiación e identificación cultural étnica específica. Sin embargo, son los docu-
mentos de finales del siglo xix los que legitiman y permiten la continuidad del conflicto.
La pequeña propiedad mazateca en la Sierra Negra se fundamenta en estos documentos
a pesar de los conflictos con los nahuas. Paralelamente, llama la atención que tanto
nahuas como mazatecos coinciden en que estos territorios son “originalmente” nahuas,
pero que los documentos confirman y legitiman la posesión de propiedades.
Al respecto, llama la atención que hay una diferencia entre lo que se asocia como
propiedad privada. Los mazatecos con documentación serán los dueños, mientras lo que
es considerado espacios públicos como el monte, los espacios entre las casas, las plazas
principales, no. Están asociados a una pertenencia “simbólica” de parte de los nahuas.
Es decir, los mazatecos son poseedores de sus casas, de sus terrenos identificados en
los planos, pero los nahuas son los dueños de todo lo demás; de las localidades mismas.
Esto se puede comprobar tomando en cuenta los espacios públicos de convivencia que
tienen estas localidades, siendo estos lugares ocupados por nahuas: afuera de las tien-
das, donde se toma cerveza siempre se encuentran reuniones de comerciantes nahuas;
en la plaza principal como estacionamiento y almacén del transporte (que desde el año
2009 entra y sale cada día desde Tehuacán) dirigido por transportistas nahuas de San
Juan Cuautla; y en las fiestas celebradas donde los músicos y un número considerable
de asistentes son también nahuas.
— 152 —
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Entrevistas
Don Gorgonio, veranos de 2006 y 2009, Zacatepec de Bravo, Puebla.
Raúl Reyes, verano de 2006, Yovalaxtoc, Puebla.
Don Antonio, verano de 2006, Pilola, Puebla.
Cecilio Gómez, verano de 2008, San Francisco Huehuetlán, Oaxaca.
Don Máximo, verano de 2008, Zacatepec de Bravo, Puebla.
Jesús, verano de 2009, Zacatepec de Bravo, Puebla.
Archivo
Archivo del Congreso del Estado de Puebla.
Periódico Oficial del Estado de Puebla.
COSTUMBRES PARA DHIPÁK.OFRENDAS AGRÍCOLAS ENTRE LOS TEENEK DE LA HUASTECA POTOSINA.Imelda Aguirre Mendoza
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COSTUMBRES PARA DHIPÁK. OFRENDAS
AGRÍCOLAS ENTRE LOS TEENEK DE LA
HUASTECA POTOSINA
Imelda Aguirre Mendoza1
Resumen
Los teenek son una sociedad cuya visión y experimentación del mundo se encuen-
tra integrada por un amplio sistema de intercambios entre los humanos y el resto
de los seres que habitan el universo. En el presente texto se colocan como ejemplo
los intercambios existentes entre los teenek de Tamapatz —comunidad ubicada al su-
roeste de Aquismón en la Huasteca potosina— y Dhipák, el espíritu del maíz, héroe en la
mitología de este pueblo y ser análogo a los hombres en cuanto a constitución corporal
y ciclo de vida.
En el texto se verá cómo las ofrendas son piezas fundamentales para la circulación
de dones. Éstas propician la elaboración y escenificación del ritual, al mismo tiempo
que condensan gran parte de los elementos del costumbre, término que los teenek del
lugar utilizan para designar los discursos y las actividades sagradas presididas por es-
1 Maestra en Antropología Social por el Colegio de San Luis, A.C. Doctorante en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Correo electrónico: [email protected]
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
pecialistas rituales o personas que poseen un conocimiento amplio sobre “la tradición”
¿Cuáles son las cosas que se ofrecen a Dhipák? ¿Cuáles son los fines que estas ofrendas
persiguen? Ambas cuestiones serán resueltas a lo largo del capítulo.
Introducción
Gran parte de las sociedades realizan intercambios de todo tipo con seres que conside-
ran superiores. Dioses, muertos y una gama de espíritus son sujetos de oraciones, sacri-
ficios y ofrendas que los hombres les dedican para recibir protección, lluvias, cosechas
abundantes, salud, buenas autoridades locales, entre otros aspectos.
Los teenek son una de estas sociedades cuya visión y experimentación del mundo se
encuentra integrada por un amplio sistema de intercambio entre los humanos y el resto
de los seres que comparten su universo, el cual está articulado por un conjunto de bie-
nes o dones que abren “un circulo de obligaciones mutuas en tanto que aceptar-recibir
supone la obligación de re-donar, de ‘devolver’” (Godelier, 1998: 102).
Los teenek habitan en la Huasteca, región geográfico-cultural mexicana comprendida
por el sur de Tamaulipas, el norte de Veracruz, parte de la Sierra Gorda de Querétaro y
de los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla. Se pueden identificar dos variantes
culturales y dialectales teenek, las correspondientes a Veracruz y a San Luis Potosí. Este
trabajo se centra en Tamapatz, comunidad perteneciente a la variante potosina.
El texto tiene por objetivo efectuar un análisis de los rituales agrícolas que se reali-
zan en Tamapatz en honor a Dhipák, el espíritu del maíz. Considero que dicha práctica es
una de las manifestaciones mediante las cuales los integrantes de este pueblo afianzan
sus relaciones de intercambio con este ser y otras entidades sagradas asociadas. En
este contexto, el acto de ofrendar y la ofrenda misma serán planteados como un vehículo
que propicia el flujo y la circulación de dones. Con base en lo anterior, este trabajo toma
como eje rector las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las cosas que los teenek ofrecen
a Dhipák? ¿Cuáles son los fines que estas ofrendas persiguen?
Los datos presentados forman parte de los resultados del trabajo de campo que he
realizado entre los años 2009 y 2011 en El Zopope, barrio de Tamapatz; los cuales tienen
como precedente el trabajo etnográfico que efectué en La Cercada, población teenek de
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la Sierra Gorda de Querétaro, entre los años 2006 y 2008. Durante este tiempo, he tenido
la oportunidad de presenciar al menos diez costumbres para Dhipák, los cuales fueron
minuciosamente registrados. Otra de las labores realizadas en el trabajo de campo fue la
formulación de entrevistas con interlocutores que acostumbran a ofrendar para Dhipák,
la mayoría de ellos hombres y mujeres mayores a los cuarenta años, quienes mantienen
activa “la tradición”. Dado a que gran parte de los teenek de la comunidad son bilingües2
entre el teenek y el español, la mayoría de las conversaciones fueron sostenidas en éste
último idioma, con un par de excepciones, donde los interlocutores entienden el español
pero no lo hablan. Ante dicha situación, se contó con la colaboración de una joven teenek
que durante el trabajo de campo fungió como traductora, tanto en las entrevistas como
en la fase de sistematización de los datos.
Imagen 1� Mapa de la Huasteca con señalizaciones propias de la comunidad de estudio
Fuente: CONACULTA
1. El acto de ofrendar
Por su definición, la palabra ofrenda viene del latín offerenda, —cosas que se han de
ofrecer— “don que se dedica a Dios o a los santos, para implorar su auxilio o algo que
se desea, o bien para cumplir con un voto u obligación” (Real Academia Española, 2001).
2 De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y geografía (INEgI), en El zopope (principal barrio donde se llevó a cabo el trabajo de campo) hay 1 271 habitantes, de los cuales 1 074 hablan teenek y español.
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
Danièle Dehouve (2007) en su estudio entre los tlapanecos de Guerrero, indica —ba-
sada en distintas crónicas que datan del tiempo de la conquista española— que el acto
de ofrendar consiste en depositar varios objetos en los lugares de culto. De esta forma,
propone que las ofrendas pueden ser categorizadas como depósitos rituales en los que
“se depositan en el suelo una multitud de objetos ceremoniales de distinta clase [entre
los cuales se] añaden flores, sacrifican un animal y exponen comida preparada, frutos y
bebidas. Luego abandonan o entierran en montón realizado” (15).
Tomar el acto de ofrendar, únicamente como un depósito ritual en el caso etnográfico
que nos ocupa, puede llevarnos a reducir la multiplicidad de ofrendas presentadas por los
teenek de Tamapatz, pues aunque algunas de éstas son llevadas hacia distintos puntos
sagrados, su fin último no es el abandono, sino, en la mayoría de los casos, su consumo
en el transcurso del ritual —tratándose de las ofrendas alimenticias—, la conservación
de elementos que pueden ser empleados para ofrendas posteriores o la destrucción de
objetos que ya no resultan provechosos, ya sea por su grado de deterioro o porque fue-
ron especialmente creados para dicha ofrenda en específico. Más allá de esto, lo que se
busca con las ofrendas es constituir relaciones entre los hombres y un conjunto de seres
que fungen como receptores o participantes activos del ritual.
Para la gente de la comunidad de estudio, las ofrendas resultan ser un componente
imprescindible en gran parte de los rituales,3 ya que configuran sistemas de intercambio
entre los integrantes del cosmos, coadyuvando así a la circulación de dones. El acto de
ofrendar en Tamapatz condensa gran parte de los elementos del costumbre, término que
sus habitantes utilizan para designar los discursos y las actividades sagradas presidi-
das por especialistas rituales4 o personas que poseen un conocimiento amplio sobre “la
tradición”. Ofrendar es, por lo tanto, una de las prácticas que permite la reproducción del
costumbre y la reactivación de un cúmulo de saberes adscritos al mismo.
3 Para una conceptualización de ritual coherente con la propuesta de este trabajo, se puede citar a Maurice bloch, quien construye su definición de ritual a partir de las relaciones de intercambio “entre humanos y espíritus, entre diferentes humanos pertenecientes a diferentes grupos, entre los animales y el hombre” (1992: 22).
4 Médicos tradicionales, rezanderos, ancianos.
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Imagen 2. Sahumación con copal
Aguirre Mendoza (2010)
(
Las ofrendas teenek se componen por una serie de cosas que se tornan sagradas me-
diante tiempos, espacios y acciones específicas, prescritas a nivel familiar o comunitario,
como a continuación se verá.
2. Las características del Ts’akchixtaláb (ofrenda teenek)
A diferencia de Dehouve (2007), quien propone que los depósitos rituales representan
y recrean el universo; considero que éstos no solamente lo representan sino que son
un modelo del mundo per se. De esta manera, la ofrenda “no representa a la cosa; es la
cosa; no solo la representa sino que opera como ella substituyéndola en su inmediato
presente” (Cassirer, 1998: 63). Es así que a partir de las ofrendas, los dioses se hacen
presentes y las dimensiones del cosmos se sintetizan en un mismo espacio para poten-
cializar las relaciones que los hombres intentan concertar entre ellos y un conjunto de
seres, a fin de obtener un conjunto de dones necesarios para la vida misma.
En Tamapatz, las ofrendas son llevadas a la cima de los cerros y al interior de las
cuevas, también hay quienes las llevan a los manantiales, los panteones y las parcelas,
todo dependiendo del fin que se persiga y de los seres con los que se busque esta-
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
blecer contacto. Tanto los cerros como las cuevas son espacios que cuentan con una
mayor jerarquía en relación con los demás, ahí se localizan los llamados ul taláb, mesas
o llegadas rituales —por su traducción literal— en donde se reconstruye la ofrenda que
previamente ha sido presentada en la unidad doméstica o en los espacios comunitarios.
Los ul taláb son piedras planas en forma de “mesa” donde se espera que lleguen a
comer los seres a quienes se les dedica el ofertorio, los cuales son atraídos por el humo
que despide el copal, la luz de las velas, el aroma de las hierbas, el vapor de los alimen-
tos, los cantos y las súplicas de los que ofrecen. Las principales mesas o llegadas se
encuentran en el Ok Ts’én5 y en las cuevas de Muhuatl, Tampate y Huichihuayán (barrios
y localidades vecinas a El Zopope).
Algunas de las características particulares de las ofrendas presentadas por los tee-
nek de Tamapatz son el escalamiento y la enumeración. La primera se entiende como
una de las propiedades del símbolo en donde los modelos de pequeña escala pueden
reproducirse a mayores dimensiones, o viceversa, existen objetos de grandes proporcio-
nes capaces de ser miniaturizados (cf. Vogt, 1993).
Imagen 3� Arco y ofrenda miniaturizada,
Aguirre Mendoza (2010)
5 El Ok Ts’én también es llamado Cerro de la brujería y se traduce al español como el Cerro de la Cabeza.
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Los números, por su parte, tienen la facultad de encarnar dioses, planos y dimensiones
del cosmos que precisan ser condensados durante el ritual. Entre los teenek de este
estudio, el siete, el nueve y el doce son los valores de mayor recurrencia y trascendencia
dentro de la composición de las ofrendas, como se verá más adelante.
La puesta en marcha de las ofrendas suelen ir acompañadas de súplicas que, como
lo señala Lupo para el caso de los nahuas:
Nombran a diversas entidades extrahumanas —a las que reconocen atribucio-nes y campos de influencia específicos—, revelando así su pensamiento acerca de las relaciones que existen entre ellas y el mundo humano y dando, en defini-tiva, la forma concreta al tejido de creencias y nociones que forman su sistema cosmológico (1995: 80).
Las súplicas y otras prácticas rituales se llevan a cabo de manera simultánea, confor-
mando así una relación de interdependencia, es decir, unas sirven para reforzar el sen-
tido de las otras.
3. Ofrendas agrícolas teenek
Dhipák,6 el espíritu del maíz, es para los teenek potosinos un héroe cultural en la medida
que es garante sustento, por lo tanto, se observa como una figura de creación y recrea-
ción cíclica de la vida. En Tamapatz consideran que éste ser mantiene un lazo inexorable
con los hombres ya que al consumirlo mediante distintos preparados de maíz, queda
transformado en el espíritu de la humanidad misma. Dichas relaciones requieren de una
revitalización continua que se logra mediante la actividad ritual.
Los costumbres para el espíritu del maíz son rituales de agradecimiento por las bue-
nas cosechas. Para realizarlos, es necesario “haber trabajado”; al respecto, la gente de
Tamapatz refiere que sus antepasados sembraban más, por ello cumplían cabalmente
con dicha práctica. Actualmente, la mayor parte de los jóvenes no realizan este cos-
tumbre porque emigran continuamente y en ocasiones, las cosechas no fructifican. No
6 Sobre este ser, Ariel de Vidas (2003: 492) apunta que: “El término Dhipaak provendría probablemente del nombre náhuatl atribuido a Cipactonal (=calor; ‘energía de Cipatli’). éste fue un personaje que, en el mito nahua de la obtención del maíz, logró adivinar por un juego de azar cómo hacer salir el maíz del cerro donde estaba escondido. Cipatli es un caimán mítico que figura como el primer día del tonalpohualli, el calendario augural nahua, y cuyo patrón es Tonacatecuhtli; señor de los alimentos. Su equivalente en el calendario maya es Imix y su augurio se aliaba, entre otros, al maíz”. Por su parte, Lorenzo Ochoa (2007) establece la siguiente cadena semántica para explicar la procedencia de esta entidad: Cipactli-zipak-Dhipak = Lagarto-pez espada/peje lagarto/monstruo de la tierra y actual espíritu del maíz.
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
obstante, la mayoría de ellos saben cómo realizarlo pues mantiene una amplia vigencia
entre sus padres y sus abuelos.
Las ofrendas y procedimientos rituales en torno al costumbre de Dhipák varían en
función de quienes los realizan. A continuación daré voz a varios interlocutores que se-
ñalan las distintas formas de llevarlo a cabo.
Doña María Cristina menciona que:
Se va a poner una mesita con un bolím,7 se quita la cáscara del bolím [las hojas de maíz o plátano que lo cubren] y van a pasar todas las familias. Después se hace un sahumerio,8 van a poner las cáscaras en cada esquina del patio, van a incensar otra vez y van a comer el bolím. Van a venir otros platos de comida y los van a incensar, van a venir otros doce o trece platos y hasta que se acabe la comida, los van a repartir. Ese es el costumbre, lo van a hacer cuando hay muchos elotes, en el patio de la casa, afuera. Siempre se debe agradecer por los elotes grandes (2009). 9
Don Diego, antiguo juez del barrio El Zopope, explica que después de sembrar la milpa se
trae a la casa una mata de maíz completa con raíz, hojas y elote. Se hacen trece tamales
y un kwiche (tamal de maíz tierno) que se ponen al pie del altar familiar. O bien, se puede
llevar una mesa al patio, sobre ésta se colocan las imágenes de santos católicos como
San Isidro y la Virgen de Guadalupe, los alimentos-ofrenda, un incensario con copal, una
vela encendida y el aguardiente. Antes de que los alimentos sean probados por los prac-
ticantes del costumbre, se debe bendecir con el sahumerio a los cuatro vientos, o como
lo indica don Diego:
Cuando queremos comer más maíz nuevo, traemos un médico tradicional, ha-cemos una ceremonia, un rosario, un bolím para dar gracias por la cosecha y que nos siga dando más. Entonces se invitan a seis personas a trabajar, ha-cemos un tejadito en el patio y se hace un bolím. Abajo del tejado se pone una mesita con el bolím y el caldo de pollo con pipían [semilla de calabaza] (2009).
El caldo de pollo condimentado con semilla de calabaza y el tamal grande se reparten
entre el especialista ritual y el resto de las personas que “están dando gracias por la
cosecha”. Al respecto, don Nicolás señala:
7 Tamal del tamaño de un pollo entero.
8 Con esto se refiere a bendecir hacia los cuatro puntos cardinales mediante copal.
9 Traducción de Aurora Obispo.
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La costumbre para Dhipák siempre trae mucha lluvia […] van a usar elote, le sacan los huesos al elote, le quitan el olote, lo echan en una olla, se queda la pura cáscara y así forman otro elote. El dhimán [brujo] va a barrer a cada quien de la familia, si no lo hacen hasta el Ok’ Ts’én, lo hacen en su casa, ahí pide por el nombre de cada quien (2009).10
Imagen 4� Costumbre con dhák chil (caldo de pipián)�
Aguirre Mendoza (2010)
Generalmente, este ritual se lleva a cabo en septiembre, cuando las cosechas han fruc-
tificado. Don Blas menciona que:
Se espera a que las milpas se pongan amarillas, se pone una mata adentro de la casa o afuera, también se hace un arquito con florecitas sobre el piso [como el de la Imagen 3], se pone aguardiente, comida con pipían molido, una bola de masa cocida (kwitom) que se rebana y se reparte, se ofrece refresco a los que están (2009).
Doña Catarina coincide con don Blas y menciona que para llevar a cabo el costumbre:
viene un curandero, dice muchas cosas que trae en la cabeza, hace un arco chiquito. Traen una olla, un poco de carbón y ahí cuecen el elote tierno, no lo echan en la lumbre, aquí lo hacen cerca del altar, ahí ponen su comidita, hacen unos bolimes sin carne, pura masa, se llaman kwitom y lo cortan como tortilla.
10 Traducción de Aurora Obispo
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
Ponen dhák chil, semilla con carne, hacen un pollo y una semillita. Allí ponen doce platos, todo contado, y luego ponen un guaje y luego hacen doce rollitos de flor. Son muchas cosas, mi papá también hacía esa costumbre, al final se platica con el tsok inik [hombre-rayo] (2009).
En La Cercada, comunidad teenek de Querétaro, el costumbre se práctica de manera si-
milar, siempre en gratitud hacia el Trueno como dios de la lluvia, el espíritu del maíz y los
dioses católicos, a los cuales se les pide que sigan interviniendo para que las cosechas
continúen rindiendo. Al respecto, don Plácido comenta:
Si juntamos harto maíz, se le ponen doce mazorcas al santito, con nueve flores, se le pone el maicito paradito, se le habla a Dhipák para darle gracias y para que nos dé más. Puedes poner unos bolimes como convivio […] puedes dejar ahí las mazorcas y después de nueve días las puedes sacar y seguir sembrando, al rato va a dar más (2007).
Como se ha señalado en algunos testimonios, otros espacios para efectuar el costumbre,
además del solar doméstico, son la parcela y en menor medida el Ok’ Ts’én (Cerro de la
Cabeza), lugares a los que se traslada el arco miniatura y los demás elementos-ofrenda.
Quienes realizan el ritual en estos sitios suelen sacrificar un gallo o pollo tierno cuyo
corazón es enterrado en el centro de la milpa o cerca del ul taláb [llegada] ubicado en
el cerro. Los interlocutores coinciden en que esta es una buena forma de alimentar a la
tierra para que así los proteja mientras laboran en el monte, al mismo tiempo que los
provee de una buena cosecha.
En la mayoría de los testimonios existen elementos constantes. Los componentes de
las ofrendas para Dhipák se pueden integrar variablemente por bolimes, kwitomes, platos
de caldo con pipián, aguardiente, refresco, un guaje con agua y rollitos confeccionados
con hojas de naranja como envolventes de flores de cempasúchil. En dichos elementos
resultan recurrentes los números tres, seis, nueve, doce y trece; la mayoría múltiplos del
primero, evocadores de los planos del cosmos, de seres telúricos pero a la vez celestes,
como el Mámláb (el Trueno); y finalmente de los ángeles y los doce apóstoles católicos.
Así, aunque las ofrendas agrícolas tienen a Dhipák como destinatario principal, se
reconoce “el apoyo” del Trueno, quien previamente beneficia a los hombres con buenos
temporales pluviales, propiciando así el crecimiento de la cosecha, o bien, el nacimien-
to de Dhipák. Los santos de procedencia católica, por su parte, son considerados como
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auxiliares del Trueno. De esta forma se puede reconocer que en la cosmología teenek
contemporánea existe una síntesis de distintas tradiciones religiosas, identificadas
principalmente con el catolicismo y con figuras y prácticas legadas por los antepasados
teenek. En este sentido, tanto seres de raigambre huaxteca como santos de extracción
judeocristiana, se articulan para reconfigurar lo que en nuestros días se conceptualiza
como el costumbre, siendo las ofrendas para Dhipák una parte constitutiva del mismo.
Otro de los elementos importantes de las ofrendas agrícolas son los arcos miniatura
(de unos 30 centímetros de altura) elaborados con hojas de naranjo y flores de cempa-
súchil. Es posible que esta clase de arcos sean una réplica escalada a menor dimensión
de los encontrados en los altares de las unidades domésticas, frente a los cuales se
concreta gran parte de la vida ritual de cada familia. La finalidad de los arquitos es servir
de soporte para disponer del resto de los elementos ofrenda en cualquier punto de la co-
munidad, ya sea en cerros, manantiales, plazas públicas, entre otros puntos a los cuales
no se puede trasladar el arco de mayores dimensiones de la unidad doméstica.
Algunas personas —como doña Catarina— consideran que el costumbre de Dhipák
debe ser iniciado con la cocción11 de elotes tiernos; con esto el espíritu del maíz es incor-
porado a la esfera doméstica, pues se homologa al cuerpo de un recién nacido que preci-
sa del calor como componente que coadyuva en su maduración y posibilite su ingestión.
Para finalizar el ritual, hay quienes acostumbran a aventar varios trozos de bolím
hacia el cielo, convidándoles así a los seres celestes —como el Trueno, los ángeles y
los apóstoles— y simulando con esto la caída de la lluvia que se sigue esperando para
prolongar la obtención de cosechas.
Como se observó en las palabras de los interlocutores y en algunos rituales a los
que se tuvo asistencia, en la realización del costumbre es imprescindible contar con la
presencia de un especialista ritual acompañado por algunas personas que le asegunden
en sus oraciones. El anciano Pablo considera que ellos son los encargados para:
rezar desde allá arriba al norte, al sur, al Pulik Pay’lom [Dios supremo], al ts’ejel k’ay’lál [mitad del cielo], al ts’ejel kícháj [mitad del día], al Muxilám [Trueno], al tsok inik [hombre-rayo], para hablarle al bolím, al kwatzan [tamal], al k’apnel
11 Algunos adultos y ancianos expresan que la cocción es el procedimiento “correcto”, tomando como prohibición el quemar o asar los elotes, pues esto evoca el sacrificio que k’olének, la abuela mítica de Dhipák, perpetró en su contra para terminar con dicho ser.
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
[alimento], pero esto es mucho encargo, por eso no cualquiera lo sabe hacer (2009).
Los rituales para Dhipák no solamente son útiles para dar gracias por la cosecha sino
también para propiciar la venida de más lluvias y, por lo tanto, de más alimentos. Entre
ellos existe un ritual en específico conocido con el nombre de ts’akal way’12 o costumbres
“para poner en la mesa la mazorca”, los cuales se realizan al recibir las primeras cose-
chas. Para ello se busca un curandero que haga la entrega del “niño del maíz” al agricul-
tor, exclamando: “Aquí está tu hijo”, ante lo cual el agricultor manifestará su disposición
de recibirlo. Para hacer dicha entrega, el especialista ritual tomará entre sus brazos
doce mazorcas adornadas con flores de cempasúchil en la punta de cada una, mismas
que repartirá lo más equitativamente posible entre cada integrante de la familia, por
ejemplo, si en la unidad doméstica hay cuatro personas, a cada una le corresponderán
tres elotes, mismos que son colocados en el altar junto a doce platos de caldo con semi-
lla de calabaza, doce bolimes y cuatro kwitomes. Posteriormente todos los participantes
realizan “un saludo” al altar y a sus divinidades sahumando, primero en dextrógiro y
después en levógiro, referenciando así la totalidad del cosmos.
Llevados a cabo estos procedimientos, los alimentos-ofrenda pueden ser consumidos
procurando dejar algunos pedazos de bolimes y kwitomes para al final arrojarlos sobre
el tejado de la casa, lo cual “cae como lluvia”, se explica que esto es “para que el Mámláb
traiga agua el año siguiente”. Algunas personas sostienen que quienes no realizan este
procedimiento de petición y agradecimiento hacia Dhipák y su abuelo mítico, el Trueno,
corren el riesgo de enfermar y no poder seguir trabajando.
De acuerdo con la interpretación de sus practicantes, en los costumbres del ts’akal
way’, la mazorca entregada por el curandero en los brazos de cada integrante de la fa-
milia, es el espíritu del maíz recién nacido y corporizado en elote. En estos ritos se vuel-
ve a repetir el doce como un número ligado a los apóstoles y a las deidades celestes,
mientras que el cuatro —dispuesto mediante kwitomes— evoca a los puntos del cosmos
señalizados en unidades del rito como el pajúx taláb (el acto de sahumar). Después de
haber efectuado este costumbre, será posible disponer de la cosecha, ingiriendo el maíz
en distintas preparaciones.
12 Ts’akal puede ser traducido como asentar o poner, mientras que way’ es mazorca.
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4. El cuerpo de Dhipák
Como se ha podido advertir, a lo largo de los rituales del maíz resulta recurrente que
éste sea conceptualizado con un cuerpo análogo al humano, inclusive Dhipák suele ser
pensado como una persona con un ciclo de vida idéntico al de los hombres. Esto se ex-
plica porque para los teenek de Tamapatz la noción de cuerpo y persona es coextensiva
a otros seres no humanos. Así, existen astros, animales, plantas y otras entidades a
las que se les confieren atributos humanos, con anatomías compartidas, ciclos de vida
análogos y cualidades sociales similares, como es el caso del maíz. En este sentido Ariel
de Vidas señala que:
Los teenek veracruzanos dotan de subjetividad a todo el cuerpo u objeto que lle-va, además de su aspecto material, un ‘alma’. Esta sería la vitalidad que anima el objeto en cuestión. El alma del maíz o su ‘fuerza’ […], es lo que hace crecer la planta, volviéndola vigorosa o, caso contrario, si su alma es débil, causará una malformación de la espiga y atraerá a los roedores. Asimismo, una casa un ce-rro o un árbol, por ejemplo, poseen un alma; un machete puede ser malvado si se corta uno con él, un aparato de radio descansa cuanto está apagado, etcétera (2003: 251).
En este apartado se debe resaltar la importancia del maíz como una planta-espíritu de
cuerpo y ciclos equiparables a los del ser humano, motivo por el cual se encuentra fuer-
temente involucrado en la vida ritual teenek. Gran parte de los interlocutores señalan
que los granos del maíz “son como su carne”, el olote es su hueso y “la cáscara” o sus
hojas son una suerte de piel/envoltura.
En cuanto al ciclo de vida, se dice que cuando pequeño, el maíz es identificado con
un jilote-k’ok’ots, a esta edad es un ser de características un tanto ambiguas porque en
apariencia “es una niña que tiene una mata de cabello largo” pero su espíritu, Dhipák,
es masculino. Al crecer se convierte en ajan-elote, y ya maduro es mazorca-way’. Por
último, al igual que los hombres, el maíz queda “puro hueso” y toma forma de bojol-olote.
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COSTUMbRES PARA DhIPÁk. OFRENDAS AgRíCOLAS ENTRE LOS TEENEk DE LA hUASTECA POTOSINA
Imagen 5� Ciclos y corporalidad del maíz
Aguirre Mendoza (2010)
Jilote Elote tierno Mazorca Olote
En su tesis de rituales agrícolas, Hernández (2000: 90) señala que “cada espiga —a decir
de los teenek— es un nene que cuando viene el viento fuerte se espanta. Con los listones
y ofrendas el niño se protege de los vientos fuertes”. Por su parte, Sandstrom (1998) en
su trabajo con los nahuas de la Huasteca veracruzana, indica que el espíritu del maíz,
llamado Chicomexóchitl o siete flor, es conceptualizado como un nene lloroso cuyas raí-
ces, tallo y borla “son el cianotipo primordial del cuerpo humano” (67). Metafóricamente,
sus pies-raíces se enlazan con el inframundo, mientras que las borlas, imágenes del
cabello y la cabeza, son capaces de alcanzar las montañas, y por tanto, el plano celeste
del cosmos (Sandstrom citado por Báez, 2003: 548). De esta forma, los cuerpos humano
y vegetal son modelos para explicar la anatomía del propio universo.
Conclusiones
Los rituales agrícolas realizados por los teenek potosinos en honor a Dhipák son compen-
dios imprescindibles para el costumbre en su totalidad, entendido éste como el conjunto
de conocimientos y acciones legadas por los antepasados, revitalizadas y reconfiguradas
a partir de su práctica continua. De esta forma, el ritual, y en específico la constitución
de las ofrendas, nos revelan una visión del mundo en movimiento que los teenek experi-
mentan a través de sus relaciones con los seres que habitan en su universo.
De los costumbres para Dhipák se pueden resaltar y sintetizar los siguientes aspec-
tos: son rituales de agradecimiento y petición de lluvia, los cuales tienen por objetivo
gestionar el recurso vital para el ciclo agrícola venidero. Para la gente de Tamapatz, los
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costumbres efectuados para el maíz son también medidas profilácticas, ya que “si no se
trabaja y si no se hace costumbre” Dhipák se enojará y como muestra de ello enfermará
a los agricultores impidiéndoles laborar durante el siguiente año. Parte importante de
estos rituales se llevan a cabo en el solar y en las parcelas, destacando la transcenden-
cia de la Mím Tsabál (madre tierra), ser vigorizado mediante sacrificios de aves de corral,
cuya sangre le es donada buscando su pronta fertilización.
Los rituales dedicados al espíritu del maíz son, en su mayoría, restringidos a la unidad
domestica extensa, quien establece contacto con las deidades mediante la disposición de
ofrendas y la proclamación de súplicas que claman por la protección de los agricultores,
la obtención de salud y alimentos.
Los seres del cosmos son integrados al ritual a través de números específicos; hasta
ahora se ha visto que en la numerología teenek de Tamapatz el doce facilita la comuni-
cación con la dimensión celestial y con seres como los tsok inik, hombres rayos —ayu-
dantes del Trueno— que traen lluvia, así como con los ángeles y apóstoles que cuidan del
proceso agrícola; el nueve es un número correspondiente a deidades de carácter telúrico
como el Trueno.
Mediante ofrendas y súplicas, los hombres comprometen a estos seres para propiciar
cosechas abundantes y garantizar con ello el sustento de la vida. Dhipák y otros espíritus
coadyuvan a mantener la vitalidad del mundo mediante el acto pautado de dar-reci-
bir-restituir, pues en la medida que se disponen ofrendas de alimentos, de bebidas, de
incienso y de ceras, se reciben buenos temporales agrícolas y pluviales, ante los cual
resulta necesario rendir más ofrendas para que las cosechas sigan fructificando.
En términos generales, las ofrendas teenek reconstruyen el cosmos en su totalidad,
conceden a las deidades características particulares y las dotan de un lugar en el mundo,
al mismo tiempo que ponen de manifiesto los deseos y las necesidades de quienes las
elaboran. Las ofrendas son un medio para la socialización entre humanos y divinidades
en la medida que ambos comen de los mismos alimentos y participan de dinámicas
rituales iguales. Éstas se pueden agrupar a partir de espacios, tiempos, números y ele-
mentos que precisan de una examinación más detallada de que la que aquí he ofrecido;
sin embargo, este puede ser el punto de partida para un abordaje más amplio.
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIZACIÓN DE LA CULTURA. EL FESTIVAL MIJTOTIKUIKAKALLI EN LA SIERRA NORORIENTAL DE PUEBLAXánath Rojas Mora
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIZACIÓN DE LA
CULTURA. EL FESTIVAL MIJTOTIKUIKAKALLI EN
LA SIERRA NORORIENTAL DE PUEBLA
Xánath Rojas Mora1
Resumen
El patrimonio cultural tiene gran importancia hoy en día, es utilizado en los discur-
sos del Estado, en ciertos grupos eclesiásticos y en movimientos sociales. Discur-
sos de conservación, salvaguarda y revaloración; al mismo tiempo en que apare-
cen varios festivales culturales ¿Estos festivales han servido para fortalecer las culturas
locales? ¿Qué políticas culturales se están planteando? ¿Cuáles han sido sus incidencias
en la vida cotidiana? o ¿Cuáles han sido las resistencias o las resignificaciones desde
experiencias concretas? Particularmente se revisa el caso del festival de la Danza y del
Canto Mijtotikuikakalli en el municipio de Zacapoaxtla, ubicado en la Sierra Nororiental
del Estado de Puebla. Evento realizado desde 1974 y declarado patrimonio cultural del
estado en 1998. Actualmente, este festival está cambiando y los organizadores lo mo-
dificaron para que no fuese un espectáculo. En este capítulo se examina el patrimonio
cultural como parte de la política cultural del Estado en su relación con el mercado y las
respuestas que surgen de su aplicación en ciertas poblaciones. En la primera sección de
trabajo se analizan algunos conceptos claves de la investigación como patrimonio cul-
tural, Estado, gubernamentalización y política cultural. En un segundo apartado, se ven
1 Docente del Instituto Tecnológico Superior de zacapoaxtla. Investigadora Centro de Investigación y Documentación Cultural. Correo electrónico: [email protected], [email protected]
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
algunas posiciones acerca de los festivales y su relación respecto al Estado, el mercado
y la globalidad. Finalmente, en la última parte, se estudia el caso particular del festival
mencionado enfatizando el cambio que se dio de una fiesta a un festival y los actores
sociales que influyeron en ello.
Introducción
En el presente trabajo se realizo un acercamiento a la política cultural de
México y algunos de sus efectos en lo local, específicamente en la Sierra Nororiental
de Puebla.2 La intención del presente trabajo no es detallar precisamente las acciones
de las instituciones gubernamentales sobre la cultura, más bien se analiza la política
cultural desde los festivales, una acción de entre muchas. Me centro en el festival Mijtoti-
kuikakalli, el cual tenía 33 años de llevarse a cabo año con año; pero en 2008 esto cambió
y pasó a ser la fiesta de la Santa Cruz o fiesta del 3 de mayo. Este fenómeno nos muestra
el impacto que ha tenido la política cultural y la acción de ciertos actores sociales para
transformarla.
Lo anterior se examino desde una perspectiva de la política cultural centrada en el
Estado, pero en cercana relación con los intereses del mercado; políticas que entran
en diálogo con los sujetos receptores de las mismas y con fenómenos que han incidido
en ellos, como la pastoral indígena, los movimientos sociales e indígenas pro derechos
culturales y humanos. Desafortunadamente, por cuestión de espacio, no se profundizará
en estas políticas, pero se señala que son elementos esenciales para entender la trans-
formación de un festival en una fiesta. Tomo la fiesta como un campo social de análisis
del proceso hegemónico en donde se negocian conceptos de cultura.
1. Patrimonio cultural, Estado y políticas culturales
El patrimonio cultural es un término reciente, utilizado frecuentemente por instituciones
como una bandera para legitimar ciertas acciones que no tienen que ver precisamente
con la conservación de los bienes culturales y mucho menos con la justicia social. Exis-
ten diversas definiciones del concepto y mencionaré algunas de ellas para complemen-
tarlas. Empiezo con la definición de Viladevall, para quien el patrimonio contiene valores
históricos, estéticos y de uso:
2 La información aquí presentada forma parte del trabajo de investigación de mi doctorado.
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XÁNATh ROjAS MORA
El patrimonio es […] una construcción sociocultural que adquiere valor y sentido para aquel grupo que la realizó, heredó y la conserva. Por ser una construcción sociocultural que se desarrolla en el tiempo el patrimonio es dinámico, cam-biante. El patrimonio se transforma en el tiempo no solo por la acción que sobre éste ejercen elementos físicos, químicos y biológicos, sino también —y a veces más rápida y radicalmente— por transformaciones sociales y culturales que hacen que ese bien patrimonial pierda o adquiera nuevos valores, o bien se le otorguen nuevos significados y uso (Viladevall, 2003: 18).
Sin embargo, el patrimonio no es un concepto neutral; mantiene relaciones de poder
que determinan qué puede ser patrimonio, qué debe ser conservado, quiénes pueden
resguardarlo y darle un uso. Por ello, también retomo la definición de Rosas Mantecón
quien define el patrimonio cultural como:
Una construcción histórica, una concepción y una representación que se crea a través de un proceso en el que intervienen tanto los distintos intereses de las clases y grupos sociales que integran a la nación como las diferencias históri-cas y políticas que oponen a las naciones (citado por Churchill, 2003: 213-214).
En este sentido, el patrimonio cultural está estrechamente vinculado con las políticas
culturales nacionales e internacionales, en donde inciden directamente tanto el Estado
como el mercado. El Estado incide en la cultura nacional por medio de políticas cultura-
les, como son planes de desarrollo, incentivos económicos a determinados proyectos,
decretos de patrimonio cultural estatal o nacional, colaboración con fundaciones filan-
trópicas y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) pro culturas o grupos minoritarios.
La presencia del Estado en las políticas culturales sigue siendo importante a pesar de
las opiniones referentes al predominio del mercado por sobre el Estado en la regulación
de estas políticas; discusión analizada por Miller y Yúdice (2004).
Según Crehan, “el Estado es la totalidad del complejo de actividades prácticas y teó-
ricas mediante las cuales la clase dominante no solo justifica y perpetúa su dominio,
sino que obtiene el consentimiento activo de aquellos a quienes domina” (2004: 124).
Consenso es, entonces, un elemento importante en el mantenimiento de un Estado.
Philip Abrams (1988) critica los estudios del Estado que lo separan de la sociedad,
como si fuera una entidad autónoma de ella. Insiste en tomarlo, de acuerdo con Engels,
como un poder ideológico. Por lo tanto, plantea que se debe estudiar al Estado no como
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
algo material sino como una idea. Un punto importante para Abrams es que el Estado
oculta historias y relaciones de sujeción, que “el Estado es, entonces, en todo el sentido del
término, un triunfo de la ocultación. Se oculta la historia real y las relaciones de sujeción detrás de una
máscara a-histórica de ilusión legitimante” (77).3 Así, el Estado al mismo tiempo en que oculta,
construye discursos para su legitimidad (Abrams, 1988: 76). Esta legitimidad, y por lo
tanto de consenso, se realiza a través de varias estrategias; una que interesa en el caso
de la cultura es el gusto. En ese sentido, Miller y Yúdice sostienen que el Estado ha bus-
cado el control del gusto que produce subjetividades y es parte de una ley orgánica (reto-
mando a Marx) que complementa las leyes constitucionales, como diría Kant claramente
“la conformidad con la ley sin la ley” (citado por Miller y Yúdice, 2004: 18). Se entiende el
gusto como la normatización y naturalización estética de ciertos preceptos y prácticas.
El concepto de gubernamentalidad de Foucault (2007) explica el surgimiento de la
forma en que el Estado moderno se preocupó por el individuo. Surgió a partir del des-
plazamiento del feudalismo y los movimientos religiosos de la Reforma y la Contrarre-
forma. Fue en esta situación en donde se planteó el problema: “cómo ser gobernado, por
quién, hasta qué punto, con qué fines, con qué métodos” (2007: 188). En su definición de
gubernamentalidad, Foucault plantea tres entendimientos:
Por “gubernamentalidad” entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene como meta principal la población, como forma primordial de saber, la economía política, y como instrumento técnico esencial, los dispositivos de seguridad. En segundo lugar, por “gubernamentalidad” entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no ha dejado de conducir, desde hace muchísimo tiempo, hacia la preeminencia de ese tipo de poder que se puede llamar el “gobierno” sobre todos los demás: soberanía, disciplina; lo que ha comportado, por una parte, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, y por otra, el desarrollo de toda una serie de saberes. Por último, creo que por “gubernamen-talidad” habría que entender el proceso o, más bien, el resultado del proceso por el que el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en los siglos xv y xvi en Estado administrativo, se vio poco a poco “gubernamentalizado” (2007: 213).
Entiendo entonces que la gubernamentalización, a través de un aparato de gobierno, ad-
ministra y “cuida” la nación a través de estrategias políticas, al mismo tiempo que ejerce
3 Traducción personal
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y busca mantener el poder. Estas estrategias son parte de las políticas públicas elabora-
das no para el bien común sino en la instauración de lo conveniente para la población de
acuerdo a intereses de la élite gobernante.
Así, la política cultural es definida por Miller y Yúdice de la siguiente manera:
La política cultural se refiere a los soportes institucionales que canalizan tanto la creatividad estética como los estilos colectivos de vida: es un puente entre los dos registros. La política cultural se encarna en guías para la acción sis-temáticas y regulatorias que adoptan las instituciones a fin de alcanzar sus metas. En suma, es más burocrática que creativa u orgánica: las instituciones solicitan, instruyen, distribuyen, financian, describen y rechazan a los actores y actividades que se hallan bajo el signo del artista o de la obra de arte mediante la implementación de políticas (2004: 11).
A diferencia de otras posiciones que dividen dos conceptos distintos de cultura, el estéti-
co y el antropológico, Miller y Yúdice los unen en la política cultural. La definición enfatiza
en la posición de las instituciones que elaboran las políticas culturales, no como parte
de sus intereses sino como instrumentos de la clase dominante. Así, las políticas cul-
turales se plasman en acciones burocráticas a través de planes, proyectos de distintas
instituciones no solamente gubernamentales, sino también de sindicatos, universidades,
movimientos sociales, grupos comunitarios, fundaciones y empresas (Miller y Yúdice,
2004: 11). El concepto de política cultural se amplía, de esta manera, para incluir distin-
tos agentes y no solamente el aparato de gobierno.
Miller y Yúdice sostienen que el Estado y el capital no siempre trabajan juntos en las
sociedades occidentales: “en ciertos casos, los roles capitalistas-cultural y dirigista ope-
ran juntos: el mercado, como vía adecuada para las industrias de la cultura, y el Estado,
como administrador del patrimonio, sobre todo el de los pueblos y minorías indígenas”
(2004: 29). Para los autores mencionados, la visión de política cultural desde el mercado
y el Estado son distintos, para el primero su importancia viene de la diversión, y para el
segundo como una estrategia de progreso o desarrollo (2004: 30). Aunque aparentemen-
te son contrapuestos, en realidad el discurso apuesta hacia la industria cultural como
medio de desarrollo. Las artesanías de boutique para un público de clase media alta y de
exportación son un ejemplo de ello.
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
A pesar de todos estos medios para buscar el consenso, no hay una dominación total.
Por ello, tomo como base en el concepto de hegemonía que nos ayuda a comprender la
vinculación entre la cultura popular y el Estado en una mutua relación. Ambas se van
construyendo en una serie de luchas y negociaciones. De tal forma que el Estado no son
solamente las instituciones gubernamentales, sino que incluye a la sociedad civil a partir
de procesos hegemónicos. Una definición clara de hegemonía es la que presenta Ray-
mond Williams como un proceso social vivido (1980: 131), es decir, los procesos hegemó-
nicos abarcan todas las relaciones sociales vividas, los sentidos, las percepciones y, por
lo tanto, las prácticas. Williams enfatiza que las prácticas son espacios de la hegemonía.
Es decir, se interesa en las prácticas como formas de actuar más o menos conscientes
que representan las formas por las cuales los dominados se resisten o aceptan la domi-
nación.
2. Estado y mercado en las fiestas tradicionales
Hay distintas perspectivas en los estudios de las fiestas y los festivales, pero a continua-
ción se enfatizan los análisis que privilegian la relación entre la cultura popular, el Estado
y la economía globalizada. Estudios que abordan temas como el turismo, las industrias
culturales, la gestión cultural, la exaltación de la diversidad cultural y los movimientos
sociales.
De entre algunas investigaciones que analizan el trasfondo de las fiestas y los intere-
ses del Estado desde una perspectiva histórica, encontramos a Pérez Montfort (1998) y
Vaughan (1998). El primero investiga la utilización que el Estado ha realizado de elemen-
tos de la cultura popular con fines de creación de estereotipos que ubiquen al mexicano
dentro de una particularidad que los muestre al exterior. Es claro cómo la Secretaría de
Turismo es una de las principales encargadas de producir y reproducir los imaginarios
de lo mexicano, lo auténtico y lo típico. Es parte de esta política cultural que crea subje-
tividades, ya mencionada anteriormente.
Aunado a ello, la política cultural a través de la educación se basó en la construcción
de la fiesta patriótica en las décadas de 1930 y 1940 (Vaughan, 1998). La fiesta cívica
no solamente era un medio de difusión importante de conceptos del Estado, sino que
representaba una fusión negociada con los actores locales: “la fiesta cívica se convirtió
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XÁNATh ROjAS MORA
en una arena de negociación entre los agentes de la sep y los actores locales, quienes
escogieron del repertorio nacional de acuerdo con las dinámicas locales de tradiciones y
poderes” (Vaughan, 1998: 419). Este tipo de fiesta cívica incluyó danzas indígenas regio-
nales resignificadas y estilizadas.
Las misiones culturales tuvieron un papel importante en esto, pues eran los maes-
tros los encargados de hacer investigación en las comunidades para registrar danzas,
música o tradiciones,4 las cuales fueron utilizadas con fines de hacer festivales cívicos
para celebraciones patrióticas (5 de mayo, 16 de septiembre) o celebraciones a la madre,
al niño, al obrero y las clausuras de fin de año (Calderón, 2006). De acuerdo con Vaughan,
esto respaldó la hegemonía priista y la modernización económica (1998: 430). La fiesta
cívica buscaba educar más allá del aula e intentó sustituir a las ceremonias religiosas,
que eran consideradas fanáticas y supersticiosas. Pese a ello, el resultado, de acuerdo
con Calderón, fue la fusión de la fiesta religiosa y la cívica, y la expansión del calendario
festivo (2006). Esto es un antecedente de los festivales folclóricos como el “Mijtotikui-
kakalli Festival de Danzas” el festival central de esta investigación, en donde los maes-
tros bilingües han tenido un papel importante para la difusión y legitimación.
En relación a los festivales contemporáneos, García sostiene que “La ingeniería fes-
tiva propia de la industria cultural y de la intervención de administraciones y ONG han
creado fiestas cuando no las había y en sitios donde no se celebraron” (2003: 193). Este
tipo de festivales han cambiado la concepción de las fiestas. García divide las fiestas en
dos tipos: por un lado las prácticas festivas, que se refieren a “lo que la gente celebra
espontáneamente”; y por otro lado, la ingeniería festiva, que tiene que ver con los “acon-
tecimientos públicos diseñados expresamente” (2003: 194). Esta división obedece a inte-
reses del pueblo y a intereses distintos como parte de políticas culturales. Sin embargo,
este planteamiento es débil. Lo que el pueblo desea es algo complicado porque en reali-
4 Un claro ejemplo de esto es el libro Música y Danza. Algunos aspectos de la música y danza de la Sierra Norte del Estado de Puebla, del Prof. Francisco Amézquita borja, publicado en 1943. El autor era Promotor de Educación Estética en las Misiones Culturales y brigadas de Mejoramiento, dependiente de la sep y del Departamento de Asuntos Indígenas. En su introducción, Amézquita plantea la motivación por hacer una recopilación de la música y danza de pueblos indígenas: “Dentro del plan educacional del País, en los últimos años se ha procurado promover y estimular la Danza aborigen, lo cual ha servido para que las representaciones que se efectúan en las grandes ciudades de la República no se concreten exclusivamente a manifestaciones de índole religiosa, sino también para organizar en muchos poblados indígenas concursos que logran despertar un deseo de competencia, a la vez que desarrollan el interés y el entusiasmo, dan por resultado una elevación y aprecio más justo sobre la Cultura Autóctona, que hasta hace poco, era casi vista con indiferencia, ocasionando esta actitud la forma indebida con que se juzgaba especialmente en el extranjero, en donde con raras excepciones, era tomada en cuenta tan solo la parte más chusca o cómica de las ejecuciones alterando en forma absoluta el sentido y música del baile, así como la indumentaria de los danzantes” (1943: 7-8).
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
dad el gusto del pueblo es una construcción hegemónica. Por tanto, no podemos exaltar
un tipo de fiesta simplemente porque aparenta ser del pueblo. Por otro lado, la ingeniería
festiva es algo muy común en la actualidad, de tal modo que incluso se puede hablar de
un modelo festivo, como lo menciona García, en donde diversidad, interculturalidad y
multiculturalidad son conceptos fundamentales en la justificación de tales festivales.
García (2003) concluye que estos festivales crean espacios adecuados para el diálogo
entre culturas e incluso para la integración de población hacia ciertos espacios públicos:
“La fiesta puede ser también trabajo comunitario, creación colectiva, esfuerzo y ayuda
mutua, reparto y asunción de responsabilidades, prestigio y poder” (2003: 196-197). Sin
embargo, esta visión deja a un lado los intereses económicos que existen detrás de un
festival.
Asimismo, Calvo y Medina analizan las fiestas como una expresión cultural donde se
refuerzan las identidades de ciertos grupos sociales que han servido como “instrumento
de cambio y de transformación socio-cultural y política, sirviendo de embrión de nuevas
asociaciones y de nuevas actitudes ciudadanas identitarias y políticas” (2001: 142), esto
en el contexto de ciudades españolas en donde se han unido ONG y la función pública
para buscar en la cultura y la fiesta elementos para conciliar diferentes grupos étni-
cos producto de las migraciones. Para los autores, la realización de una fiesta generada
desde la participación de la gente mantiene o activa ciertas formas de organización que
reafirman o crean elementos identitarios de un grupo, provocando a su vez elementos
de integración social.
El trasfondo de los festivales tiene que ver con la mercantilización de la cultura. Gar-
cía Canclini en su estudio titulado, Las culturas populares en el capitalismo (1982), refleja
estas relaciones a través de las artesanías y las fiestas, es decir, lo que el pueblo hace y
su mercantilización por medio de espectáculos. Su visión muestra las relaciones que de-
finen las prácticas de la cultura popular, la cual está inserta en una lógica de apropiación
de bienes culturales populares para hacerlos circular en el mercado global.
García Canclini menciona que no aborda la fiesta como ruptura de lo cotidiano, lo
sagrado, ni fuga de la realidad, como han tratado algunos autores (Pérez Martínez, 1998),
sino que para él “la fiesta sintetiza la vida entera de cada comunidad, su organización
económica y sus estructuras culturales, sus relaciones políticas y los proyectos de cam-
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XÁNATh ROjAS MORA
biarlas” (1982: 79). Comparto esta idea, puesto que más allá de los simbolismos que
definen la cosmovisión indígena, la fiesta muestra los cambios que se están suscitando
en la sociedad que no se refieren únicamente a lo espiritual, sino a las condiciones ma-
teriales, cambios políticos, relaciones sociales. Tomo la fiesta como parte de lo cotidiano.
La fiesta es parte de las mismas relaciones sociales y por tanto las reproduce.
En su análisis, García Canclini hace una división de las fiestas rurales y espectáculos
urbanos, los dos en aparente contraposición. Por un lado, y basándose en el estudio de
Gilberto Giménez (citado en García Canclini: 164-165) las fiestas campesinas tradiciona-
les se caracterizan por su ser colectivo, la utilización de espacios abiertos, son indiso-
ciables a la religión y dependen del calendario agrícola. Por otro lado, la fiesta urbana es
privada, exclusiva, se lleva a cabo en espacios íntimos y cerrados, complementa la vida
cotidiana, es laica, secular, y está marcada por el espectáculo. Pareciera que ambos es-
pacios, rural y urbano, estuviesen completamente separados; sin embargo, actualmente
ambas fiestas se reinterpretan y se reconfiguran.
García Canclini menciona que “quedó lejos el tiempo de las fiestas comunales, llega-
ron los empresarios que la convirtieron en fiesta para los otros”. Por ello propone que
“los pueblos deben organizarse, y organizarse democráticamente. De otro modo, las em-
presas de refrescos y cervezas, los mercaderes de productos industriales y diversiones
urbanas seguirán arrebatando a los grupos indígenas —a veces con la complicidad de
líderes internos— el espacio y el sentido de sus fiestas” (1982: 192-193).
García Canclini hace la pregunta ¿De qué hablan las fiestas? Y responde:
Para mantener ese orden, restaurarlo o reubicarse en otro nuevo, según lo descubren —ante todo— en sus prácticas económicas: el crecimiento o la de-clinación de los productos de la tierra, la venta de artesanías, el desempleo, la migración. También para consolidar las relaciones afectivas comunitarias, la pertenencia de los que se fueron y regresan para celebrar. Obligada reinversión interna del excedente económico, catarsis controlada de lo que no puede esta-llar en el trabajo oprimido, pero no perjudique la cohesión permanente (1982: 188).
Termino esta sección con el análisis que realiza Saucedo sobre el festival y la fiesta
basándose en Henry Lefebvre. Menciona que los festivales culturales como la Cumbre
Tajín: Festival de la identidad son prácticas en donde se cristaliza el multiculturalismo y
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
la globalización a través de fragmentos culturales o mercancías culturales presentados
como culturas no occidentales, tradicionales y auténticas. El capitalismo lo hace para re-
generarse a través de la apropiación de ciertas prácticas culturales. El autor proporciona
la siguiente explicación a la entrada del son jarocho al mercado mundial: “Los grupos de
son entraron al mercado creyendo sacar provecho y ventaja de los festivales y el world
music, mientras el capital los absorbió y diversificó” (2010). Por tanto, los festivales son
una estrategia del capitalismo para la apropiación y manejo de ciertas prácticas cultu-
rales. Estos festivales manejan intereses económicos y están dedicados al espectáculo.
Es una tendencia que en varios estados están reproduciendo como la Guelaguetza en
Oaxaca, el Atlixcayotl y el Festival de Arte y Cultura Indígena en Puebla.
Así, ubico la fiesta como una situación social en donde se puede analizar el campo de
poder y el proceso hegemónico para negociar conceptos de culturas locales y nacionales.
La fiesta es resultado de un proceso complejo en donde, por un lado, las políticas cultu-
rales buscan consensuar conceptos culturales, mientras que la cultura popular plantea
sus intereses, su conformidad con el Estado, y su resistencia. Se maneja un concepto de
Estado que incluye distintos actores que aparentemente están en contraposición con él,
como las organizaciones sociales, mientras que parte de su origen e incluso sus objeti-
vos están en consonancia con los del Estado. Por lo tanto, la investigación es una crítica
al manejo de la fiesta como una expresión cultural aislada, auténtica, que representa la
fuga de la realidad en espacios de relaciones horizontales, para insertarla en relaciones
de poder más amplias y complejas.
3. Del Festival Mijtotikuikakalli a la Fiesta de la Santa Cruz
El festival de la danza y el canto Mijtotikuikakalli surgió en 1974 por iniciativa del gobier-
no municipal de Zacapoaxtla, ubicado en la Sierra Nororiental del Estado de Puebla. Des-
de entonces, año con año se ha realizado este festival que consiste en un desfile de las
danzas por las principales calles de la ciudad y termina con discursos que la presentan,
hablan de sus significados y de su importancia cultural. Su realización se encuentra
dentro del marco de la feria cívica de la ciudad, que va del 25 de abril al 5 de mayo, en
conmemoración de las batallas en contra de la invasión francesa. Posteriormente, en
1998 este festival es decretado Patrimonio Cultural del Estado de Puebla, quedando la
fecha oficial para realizarse el primer domingo de mayo (Periódico Oficial, 1998).
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XÁNATh ROjAS MORA
En 2008, los organizadores (miembros del Gobierno Municipal 2008-2011) conside-
raron que el festival hacía de las danzas un mero espectáculo y las descontextualizaba
de su razón de ser, por ello se unió este “festival” con una “fiesta religiosa”, que no era
celebrada mayormente: la fiesta de la Santa Cruz o la fiesta del 3 de mayo. De esta
manera, se unió un festival con una ceremonia religiosa y se arropó a las danzas de su
contexto religioso.
La realización de esta fiesta conllevó organizar una mayordomía organizada a par-
tir de gremios,5 elementos de una fiesta patronal (la cera, el arreglo de la iglesia, la
procesión, las danzas, los fuegos pirotécnicos, la comida comunitaria). Se incluyó en el
trabajo a dos instituciones educativas (Universidad Pedagógica Nacional, Instituto Tec-
nológico Superior de Zacapoaxtla), al párroco, al comité de la iglesia y por supuesto a las
autoridades municipales.
Es oportuno mencionar que, en cuanto al contexto general, Zacapoaxtla no es una
ciudad indígena sino que ha sido históricamente criolla. Por lo tanto, hay una aparente
contradicción de recrear una fiesta religiosa con contenidos ahora otorgados a indíge-
nas y participativa en un contexto distinto. Se realizó en un lugar urbano que está en
un proceso de pérdida de patrimonio cultural intangible, caracterizado por haber sido
villa de españoles, contencioso en cuestiones étnicas y de clase, en donde se privilegian
discursos de modernidad y progreso. Además se realizó en el marco de la feria cívica de
Zacapoaxtla, caracterizada por espectáculos masivos.
Es así que se habla de dos cosas distintas: el festival por un lado, y la fiesta por el
otro. Como se explicó anteriormente, los festivales se han realizado como parte del fol-
clor mexicano, las raíces, lo bello y romántico de los pueblos a través de danzas estiliza-
das e incluso inventadas. Pero pasar de esto a intentar hacer una fiesta comunitaria es
distinto. A primera vista puede parecer como una resistencia al espectáculo, y proponer
una fiesta participativa, con contenidos supuestamente “identitarios” al resguardarse
en prácticas pasadas ¿A qué responde esto? ¿Es en realidad una propuesta para buscar
alternativas culturales o es parte de las mismas políticas culturales?
5 En 2008 se hizo cargo el gremio de locatarios del mercado de zacapoaxtla, en 2009 se suspendió la feria por la pandemia de influenza Ah1N1, en 2010 el gremio de panaderos y en 2011 el gremio de comerciantes tianguistas.
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
El festival Mijtotikuikakalli en realidad es una creación por parte de las mismas insti-
tuciones en un supuesto intento de revalorar expresiones culturales rurales e indígenas.
Para empezar, está claro que los beneficiarios no fueron las danzas, pues al descon-
textualizarlas se pierde el significado ritual y simbólico. De esta forma es más fácil la
mercantilización de estas prácticas culturales en un contexto en donde el turismo busca
lo exótico de las culturas indígenas. Por consiguiente, vemos danzas que piden dinero
como pago y no como colaboración u ofrenda para la danza. De esta forma la cultura
se comercializa fácilmente ante el turismo. Los mismos portadores de cultura saben lo
que los turistas buscan: el folclor, el colorido, la otredad alejada; pero al mismo tiempo,
tienen el riesgo de perder los significados de sus prácticas, y al hacerlo se rompe con
una red de relaciones sociales como la mayordomía.
De esta forma, cierta gente local ve las danzas y las mayordomías de su propia comu-
nidad como ajenas, como un espectáculo. Los danzantes son utilizados y no se les trata
con el respeto que ellos tenían antes: “parecemos payasos” mencionaba un danzante.6
Este despojo cultural favorece una lógica del consumo de productos y prácticas cultura-
les. Y así se beneficia un tipo de turismo masivo o convencional, que busca el exotismo
de esos otros como personas alejadas sin sentido y atemporales.
Como se pudo apreciar, la función del Estado es la producción de significados, la nor-
matización del gusto con miras de acceder al mercado. Es un mediador entre la ciudada-
nía, las culturas locales y el mercado. El Estado a través de sus dependencias de cultura,
indígenas y de desarrollo, manda el mensaje del turismo como detonador económico; y
el principal producto sería la cultura.
Por una parte, las instituciones culturales solamente se dedican a la difusión, con
un presupuesto precario y sin atender realmente las necesidades de la cultura, con una
visión de alta cultura y las artes; me refiero al Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes de México (Conaculta), Culturas Populares y el Instituto Nacional de Antropología
e Historia (inah). Por otro lado, otras dependencias se encargan de promocionar y de
impulsar proyectos turísticos como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pue-
blos Indígenas (cdi), la Secretaría de Turismo (sectur), la Secretaría de Desarrollo Social
(sedesol), que favorecen las organizaciones sociales o comunitarias en zonas indígenas
6 Testimonios de danzantes en el 1er Foro de Danzas en Cuetzalan Puebla, celebrado en el marco del Festival Yohualichan 2009.
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y hay presupuesto para proyectos ecoturísticos. Estas son las dependencias que tienen
más impacto en lo local; tienen recursos para eso. Por lo tanto, se puede decir que la cul-
tura le interesa al Estado solamente como generadora de desarrollo, en el sentido de que
es una puerta para el turismo. Su visión es hacia afuera y netamente económica. No se
pone atención en el tipo de turismo que puede llegar, ni en los perjuicios que puede traer
para las comunidades receptoras, tanto en cuestiones de territorio, patrimonio natural y
cultural. Lo que importa es solamente la inversión que puede llegar. Y en ese sentido el
turismo puede generar para las comunidades receptoras una nueva forma de despojo
territorial.
Entonces, lo que busca el Estado no son las formas creativas de la gente, la cos-
movisión, la lengua, el sistema de relaciones sociales indígenas, lo que le interesa es
solamente que permanezcan los elementos que son interesantes para los turistas, como
el colorido de las danzas, la indumentaria tradicional o la aparente autenticidad de las
fiestas.
Los festivales de danzas son apoyados por instituciones gubernamentales como Cul-
turas Populares, la CDI o Secretarías de Cultura de algunos estados. Los proyectos de re-
cuperación o revaloración de danzas indígenas son comunes como parte de las políticas
culturales. El intento de “revivir” encierra un trasfondo que no precisamente quiere decir
eso. Allen analizó la forma en que una danza es extraída de su contexto original, domes-
ticada, reformada y resanctified por el consumo de la clase media. Lo cual es abarcado
en el término “revivir”, de la misma forma recuperar, rescatar, preservar son términos
usados para tal fin:
Allen muestra como este celebrado y aparentemente inocente término oscu-rece varios procesos, que de manera sucinta observa como re-población (una comunidad se apropia de una práctica de otra), re-construcción (alteración de los elementos del repertorio y la coreografía), re-nombrar (de nauch y otros tér-minos para bharata Natyam), re-situación (desde el templo y la corte al escena-rio), y re-restaurativos (el empalme de actuaciones para inventar una práctica aparentemente antigua)7 (Allen citado por Reed, 1998: 508).
Esta cita muestra el trasfondo de lo que ocurre con términos como “revivir”, es el despojo
del significado de la propia danza para un consumo cultural de las élites o es parte de la
7 Traducción personal, cursivas de autor.
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invención de lo nacional y de estereotipos del indígena (Vaughan, 1998; Pérez Montfort,
1998). Reed menciona que varios estudios sobre la danza enfatizan la utilización que de
ellas hace el Estado con fines de ordenar y asegurar prácticas para controlar la pobla-
ción. Por un lado, para excluir ciertas historias y reificar identidades sociales (Erdman
1996: 299, citado en Reed, 1998: 509). Así, el Mijtotikuikakalli, la fiesta de las danzas, de-
cretado patrimonio cultural del estado de Puebla, en realidad es una creación por parte
de las mismas instituciones en un supuesto intento de revalorar expresiones culturales
rurales e indígenas.
Reed, en su análisis sobre los estudios de la danza, puntualiza que el Estado está
interesado en controlar prácticas que están o podrían estar en contra de él, por no con-
trolar su significado y sus usos. En su intento de control, se estandariza la danza, se
crean estereotipos de la danza y los danzantes, se elimina su potencial de estar fuera del
orden y se le separa de su contexto ritual para insertarla en espacios de contemplación
de la otredad y de exotismo fácilmente vendible. En este sentido, el Estado seculariza la
danza al hacerla festival y despojarla de su contexto ritual religioso.
En relación a los diversos actores sociales que participaron en la conversión del fes-
tival a una fiesta religiosa, se puede hablar de tres vertientes que se conjuntaron: las
políticas culturales explicitas del Estado, la pastoral indígena y los nuevos promotores
culturales. En cuanto al Estado, ya se mencionaron sus estrategias.
Los nuevos promotores culturales son los funcionarios municipales, quienes impul-
saron esta conversión. Nivon identifica nuevos liderazgos, un nuevo tipo de promotor
cultural que se mueve en el comunitarismo:
Una propuesta de trabajo político-cultural que hace de las comunidades rurales e indígenas el asiento privilegiado del desarrollo. Se define a partir de ciertos rasgos sociales y culturales, como la relación mítica con la tierra, la defensa de la propiedad comunal, el favoritismo hacia la prestación de trabajo comu-nitario y las formas de decisión colectivas. A nivel político, su característica más relevante es la reivindicación de la autonomía y la búsqueda de relaciones horizontales con las instituciones públicas y privadas (2004).
Aunque los actores que se analizan no encajan perfectamente en la definición de Nivón
porque formaron parte durante un tiempo del gobierno municipal, su participación en
organizaciones sociales los hace asemejarse a este nuevo liderazgo. Sus discursos se
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basan en la multiculturalidad, derechos culturales, movimientos indígenas y en metod-
ologías como la participación social. Discursos elaborados y retomados por instituciones
gubernamentales o por movimientos sociales e indígenas del país que han planteado
problemas de democracia participativa, derechos culturales, valoración de expresiones
culturales indígenas, etcétera.
Por otro lado, la parroquia pertenece a la pastoral indígena desde que comenzó el
presbítero Juan Gabriel Gutiérrez (quien estuvo de 2003 a febrero de 2011). Se confor-
mó un comité de pastoral indígena que tiene reuniones permanentes y se organizan en
relación a la exaltación de las culturas indígenas y las mayordomías como una de las
principales figuras por las cuales la organización social puede ser fuente de solidaridad
y comunitarismo. Varios sacerdotes de la sierra Nororiental de Puebla pertenecen a la
pastoral indígena. El trabajo que realizan está vinculado con la cosmovisión indígena y la
justicia social. Su incidencia se vislumbra en la participación social, la organización, en
el rescate de tradiciones, de sistemas de cargos y valoración de las lenguas indígenas.
Estos espacios religiosos ofrecen también espacios políticos de lucha indígena, además,
de acuerdo con Masferrer los “aspectos de carácter religioso tienen una alta incidencia
en los movimientos sociales” (2009: 54). Ejemplo de esto son organizaciones regionales
con base en la Iglesia autóctona como la Unidad Indígena Totonaca Nahuatl (UNITONA),
u organizaciones con componentes católicos como el grupo PRADE A.C. (Proyecto de
Animación y Desarrollo).
Otro actor fundamental es la sociedad zacapoaxteca. Gente que participó en la fi-
esta decía “esta fiesta sí es nuestra, del pueblo” Esto muestra los cambios sociales en
Zacapoaxtla. En los últimos 30 años ha habido una migración de otros pueblos del inte-
rior de la Sierra, que por cuestiones laborales y educativas tuvieron que instalarse en
Zacapoaxtla. Por ello, hay una clase media magisterial y de comerciantes que se han
establecido aquí pero no son originarios de Zacapoaxtla. Ellos son quienes participan
de esta fiesta porque dentro de la memoria colectiva recuerdan esas formas de organi-
zación de sus pueblos originarios y familiares. Aunque sí había una fiesta patronal, ésta
se concentraba en mayordomías de particulares, al hacerla de un gremio se vuelve más
participativa y solidaria.
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EFECTOS DE LA PATRIMONIALIzACIÓN DE LA CULTURA
Los nuevos promotores culturales son los que realizaron el vínculo con los demás
actores sociales: gobierno municipal, Instituto Tecnológico Superior de Zacapoaxtla,
mayordomos, párroco y comité de iglesia.
Entonces la conversión de festival a fiesta fue una confluencia de movimientos que la
hicieron posible. Tanto como fruto de los discursos del Estado sobre la pluriculturalidad
y la valoración cultural como por los movimientos sociales indígenas y religiosos que
han estado trabajando y presionando al mismo Estado por incorporar sus derechos.
A manera de conclusión
Para terminar, se puede decir que la patrimonialización de ciertas expresiones cultura-
les obedece a políticas culturales que hablan de intereses globales de mercado y con-
sumo, sobre todo en lo que se refiere al turismo. Esto es lo que está detrás del afán de
“conservar” las culturas originarias o rurales. Todo esto trae consigo distintos despojos:
territoriales y culturales.
El patrimonio cultural es, entonces, un concepto que encasilla ciertas prácticas cul-
turales como parte de un discurso de exaltación de la diversidad cultural. Si bien a raíz
de esto se han realizado políticas públicas para su conservación, también es una forma
de cambiar los significados y con ello fomentar su pérdida. El festival de danzas Mij-
totikuikakalli es un reflejo de esto último. El objetivo aparentemente era el fomento y
la salvaguarda de las danzas tradicionales, sin embargo, la forma en que se realizaba
le quitaba todo el sentido de las mismas. Por ello, los nuevos promotores culturales la
transformaron en una fiesta religiosa, para arroparlas de su sentido espiritual. Un cam-
bio que tuvo buena aceptación por parte de los feligreses, los mayordomos y las danzas,
al menos hasta el momento de la presente investigación.
La iniciativa local de transformación hacia una fiesta pretendía buscar en la conser-
vación de la fiesta y la danza, alternativas que se enfoquen en la población local, en la
cohesión, la participación social y la democratización, como la fiesta de la Santa Cruz
en Zacapoaxtla. Distintos actores se agrupan en torno a ello, desde la sociedad civil, los
promotores culturales, hasta la iglesia católica a través de la pastoral indígena. Esta
búsqueda de mirar hacia adentro y no hacia afuera, viene de distintos movimientos so-
ciales indígenas, principalmente, que han estado en procesos de lucha desde la década
de 1970 en la sierra Nororiental de Puebla.
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A lo largo del artículo intenté explicar que el patrimonio cultural es una situación
social en donde se da un campo de lucha entre los intereses del mercado y el Estado, por
una parte, y los de grupos locales, por otra. Las tensiones entre la noción de festival y la
de fiesta nos muestran las distintas posturas sociales, y el campo de fuerzas, de tal ma-
nera que no hay una dominación total del mercado, ni del Estado, sino negociaciones que
llegan a un punto, en este caso transformar un festival en fiesta. Lo que está en disputa
es la definición del ser particular dentro de la vida cotidiana. Es decir, quién define el ser,
lo que es importante como ser social de un determinado lugar, las prácticas que se rea-
lizan en torno a ello. Esta disputa compleja no se limita a dos posturas dicotómicas, sino
a distintos intereses de clase, de grupos políticos y religiosos locales que se entrecruzan
con lo global y el Estado. Es un abanico amplio de sujetos sociales que inciden desde dis-
tintos ángulos, con distinto nivel de fuerza, en la definición del ser particular. En la fiesta
de la Santa Cruz se pudo analizar la confluencia de distintos sujetos que posibilitaron
la transformación, y por el momento, se puede ver que la postura local se contrapuso
fuertemente a los festivales culturales, aunque no se dejó totalmente de lado.
La fiesta del 3 de mayo o de la Santa Cruz tiene apenas pocas emisiones de realizarse
(de 2008 a 2011), ahora habrá que analizar cómo se sigue desarrollando esta fiesta,
hasta dónde este modelo de fiesta religiosa continúa, hasta dónde permiten la dinámica
del espectáculo y la mercantilización y cómo se sigue desarrollando la disputa de la
definición de la vida cotidiana. Si bien no puedo concluir que esta festividad es completa-
mente alternativa, porque se necesitaría más tiempo y elementos para afirmarlo, lo que
sí puedo decir es que es un esfuerzo concreto por replantear la política pública cultural
desde lo local.
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