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Primer aniversario Por Beatriz Simón Cuesta Mañana es mi cumpleaños. Cumplo mi primer añito de vida. Bueno, realmente cumplo un año y nueve meses, pero, al parecer, la convención social es celebrar el primer día de tu viaje iniciático por el mundo exterior. Además, sólo yo sé cuándo nací en el vientre de mi mamá. Mucho avance tecnológico y mucha historia, pero los médicos sólo aciertan a dar una fecha aproximada. Creo que mi mamá y mi papá lo tienen más claro y se acercan bastante al día exacto. Nota mental: cuando aprenda a hablar, informar a mi mamá y a mi papá de tal momento y proponer la celebración de dos cumpleaños al año. Recuerdo perfectamente mi estancia en el vientre de mi mamá. Me sentía en un auténtico palacio. Sin embargo, parecía que ella no se sentía muy cómoda con su barriga palatina en constante crecimiento. Se movía mucho por la noche, quizás por el proceso de ampliación de mi vivienda particular. Yo intentaba calmarla dando caricias y palmadas desde mi habitación y explicándole que necesitaba más espacio para expresarme libremente. No tenía claro si le llegaba bien el mensaje, así que a veces le pegaba alguna patada que reforzaba mis argumentos y le aportaba cierto carácter. Quería que tuviera claro que la apoyaba desde el otro lado. Nota mental: explicar a mi mamá el porqué de mis patatas. Hacerle saber que no tengo interés en ser futbolista. He de reconocer que me resistí a abandonar mi hogar todo lo que pude. Quería permanecer en aquel entorno tan perfecto el máximo tiempo posible. Incluso había hecho planes de futuro y todo (comprar muebles de IKEA on-line, estudiar en la UNED,...). Finalmente, mi planificación se derrumbó en un instante cuando, de modo totalmente imprevisto, me desalojaron de mi vivienda habitual sin aviso previo ni nada parecido. De repente, algún representante de las fuerzas del desorden me cogió de uno de mis piececitos y, sin mediar palabra (al menos, conmigo), me sacó a la fuerza de mi suite particular. Poco después descubrí el rostro de quien me había desahuciado.

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Page 1: Web viewDe todas maneras, en seguida me ... Espero que pronto pueda caminar sin ayuda para coger todo aquello que me llama la atención ... Con esto de que soy

Primer aniversario

Por Beatriz Simón Cuesta

Mañana es mi cumpleaños. Cumplo mi primer añito de vida. Bueno, realmente cumplo un año y nueve meses, pero, al parecer, la convención social es celebrar el primer día de tu viaje iniciático por el mundo exterior.

Además, sólo yo sé cuándo nací en el vientre de mi mamá. Mucho avance tecnológico y mucha historia, pero los médicos sólo aciertan a dar una fecha aproximada. Creo que mi mamá y mi papá lo tienen más claro y se acercan bastante al día exacto.

Nota mental: cuando aprenda a hablar, informar a mi mamá y a mi papá de tal momento y proponer la celebración de dos cumpleaños al año.

Recuerdo perfectamente mi estancia en el vientre de mi mamá. Me sentía en un auténtico palacio. Sin embargo, parecía que ella no se sentía muy cómoda con su barriga palatina en constante crecimiento. Se movía mucho por la noche, quizás por el proceso de ampliación de mi vivienda particular. Yo intentaba calmarla dando caricias y palmadas desde mi habitación y explicándole que necesitaba más espacio para expresarme libremente. No tenía claro si le llegaba bien el mensaje, así que a veces le pegaba alguna patada que reforzaba mis argumentos y le aportaba cierto carácter. Quería que tuviera claro que la apoyaba desde el otro lado.

Nota mental: explicar a mi mamá el porqué de mis patatas. Hacerle saber que no tengo interés en ser futbolista.

He de reconocer que me resistí a abandonar mi hogar todo lo que pude. Quería permanecer en aquel entorno tan perfecto el máximo tiempo posible. Incluso había hecho planes de futuro y todo (comprar muebles de IKEA on-line, estudiar en la UNED,...). Finalmente, mi planificación se derrumbó en un instante cuando, de modo totalmente imprevisto, me desalojaron de mi vivienda habitual sin aviso previo ni nada parecido. De repente, algún representante de las fuerzas del desorden me cogió de uno de mis piececitos y, sin mediar palabra (al menos, conmigo), me sacó a la fuerza de mi suite particular.

Poco después descubrí el rostro de quien me había desahuciado. Bueno, más que el rostro, sus ojos. Tenía gorro y mascarilla, así que ahora no puedo recordar su cara. Está claro que el uso de esas prendas es un mecanismo de defensa, pero no contra virus y bacterias como dicen, sino contra posibles vendettas. Ahora no puedo vengarme de su atentado contra mi dignidad y libre desarrollo de mi personalidad.

Nota mental: proponer el uso de mascarillas transparentes que permitan identificar a los agresores en todo momento.

De todas maneras, en seguida me llevaron a ver a mi mamá. Aquella que sólo había conocido por dentro (literalmente) y en cuyas entrañas había pasado los mejores (y entonces únicos) meses de mi vida. Cuando me vio, me dio su primer besito. Después vinieron muchos más. Ya estoy acostumbrada, pero en aquel momento me pregunté por el significado de esa saliva que estaba dejando mi mamá en mi mejilla. Ahora sé que son señal de afecto y que tienes mucha suerte si tienes a alguien a tu alrededor que te da besos todos los días.

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Nota mental: aprender a dar besitos sin tantas babas.

Estuve con mi mamá muy poco tiempo. Al parecer, el proceso de extracción había sido complicado y necesitaba recuperarse. Yo quería quedarme con ella, pero tampoco me dejaron (empezaba mal mi primer día). En seguida me vistieron y me llevaron a otra habitación. Allí estaba mi papá. El pobre no había podido acompañar a mi mamá y estaba muy nervioso, pero, cuando me vio, su gesto se destensó. Me arrebató de los brazos del enfermero y me dio otro besito, pero sus besos eran (y siguen siendo) ásperos y rugosos. Su barba de varios días me obligaba a entrar en contacto con una capa de inhóspitas fibras poco acogedoras. Creo que se dio cuenta, porque intentaba darme más abrazos que besos. Y yo lo agradecí inmensamente. En los abrazos no había riesgo de punción.

Nota mental 1: aprender a abrazar.Nota mental 2: evitar las barbas.

Estuvimos solos un rato y después volvió mi mamá. La trajeron en una cama muy grande de la que apenas se levantó en tres días. Aunque casi no podía moverse, me tenía en brazos siempre que podía. La verdad es que ella, a diferencia de mi padre, no estaba nada tensa. Decía que estaba tan agotada que no tenía tiempo ni espacio que dedicar a sus nervios. Mi papá, sin embargo, era manojo de histeria, aunque salió airoso de la delicada empresa de cuidarme en mis primeros días de estancia en el mundo. Mi papá siempre se lo recuerda a mi mamá, sobre todo, cuando discuten entre ellos sobre quién tiene que cambiarme el pañal.

Tras una breve estancia en la habitación con la cama grande donde dormía mi mamá, nos desahuciaron a los tres (mi segunda experiencia ya) y tuvimos que buscar casa. Afortunadamente, mis padres son previsores y ya había buscado una, así que no tardamos en entrar en nuestro nuevo hogar, en el que hemos estado desde entonces.

Mi primer año ha sido bastante intenso. He tenido que aprender un montón de cosas, entre ellas, a sobrevivir. Y para ello, me he visto obligada a llorar mucho. En seguida me di cuenta de que era la mejor manera de llamar la atención de mi mamá y mi papá. Al principio, sólo lloraba por hambre, sed, dolores en la tripa, frío, calor o pañal sucio, pero, poco a poco, he ido ampliando su uso para lograr mayores beneficios. En el proceso, sin embargo, he descubierto la diferencia entre uso y abuso. Y lo que es más importante, he comprendido lo poderosa que puede ser una sonrisa.

Así, con una sabia combinación de ambas cosas (lágrimas + sonrisas) he logrado enseñar a mis progenitores que necesito que jueguen conmigo y me den besos y abrazos todos los días.

Nota mental: hacer un manual de gestión de lloros, risas y sonrisas para transmitir mi saber a futuras generaciones.

Me gusta que mi mamá me coja en brazos y que mi papá me llevé en su avión particular para ir de habitación en habitación. Pero también quiero aprender a andar. Necesito cierta independencia (e intimidad) para mis exploraciones cotidianas. Este último mes he hecho grandes avances. Ya puedo ponerme de pie yo solita. Espero que pronto pueda caminar sin ayuda para coger todo aquello que me llama la atención (básicamente, todo).

Nota mental: cuando aprenda a andar, dosificar mis paseos, para evitar que me dejen de coger en

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brazos.

Dicen mis papás que la casa tiene cada vez más trastos y que casi todos son míos.

Nota mental: informar a mamá y a papá de que yo no me quejo de sus trastos. Es cierto que todavía no sé hablar, pero si supiera, tampoco lo haría.

Mamá y papá están un poco nerviosos preparando mi primer aniversario. Me han comprado varios regalos. Los tienen guardados encima de una mesa lo suficientemente alta como para que mis ansias y capacidades de exploradora no los alcancen. Pero sé que son para mí. Incluso alguno lo han comprado en mi presencia.

Nota mental: hacerme la sorprendida cuando me los den.

Mis abuelos también me han comprado regalos. Mis papás, temiendo que me pueda sentir abrumada con tanto presente les han aconsejado que no me compren muchas cosas. Además, dentro de poco vienen los reyes y me traerán más regalos. Para eliminar tal pensamiento extraño del imaginario paternal y maternal voy a preparar un cronograma para distribuir mi tiempo entre todos ellos y que ninguno (abuelos y regalos) se sienta discriminado.

Nota mental 1: averiguar quiénes son esos reyes, cuántos son, por qué vienen a visitarnos, por qué me traen regalos y si admiten sugerencias de la beneficiaria de su generosidad.Nota mental 2: recomendar a mamá que no se compre tanta ropa y a papá que no cambie de móvil cada poco, para evitar que se sientan abrumados con tanta moda y tecnología en sus manos.Nota mental 3: averiguar cómo se hace un cronograma.

Sé también que van a comprar una tarta, pero no tengo claro que me dejen probarla. Con esto de que soy pequeña, no me dejan comer todo lo que quiero y me someten a duras restricciones gastronómicas.

Nota mental: compensar esta etapa de carestía comiendo chocolate en el futuro.

Mi abuela Marisa ha insistido en que sople una vela mañana. Mi mamá no está muy convencida con la sugerencia, pero al final ha cedido ante la presión suegril y ha comprado un extraño palito blanco que presuntamente es una candela. Dicen que voy a tener que soplar y apagarla. No entiendo muy bien el proceso, pero lo averiguaré mañana. Ya me ocuparé de experimentar con la vela. Tendrá que cogerla y llevármela a la boca para revisar su composición, resistencia a la humedad y dureza. Espero que no se monte ningún cirio, como otras veces que intento llevarme cosas a la boca (cables, restos de basura,...)

Nota mental: agradecer a mi abuela que haya insistido. Mañana descubriré una cosa nueva.

Mi abuela Marisa me ha amenazado en varias ocasiones con tirarme de las orejas. Dice que es algo que se suele hacer cuando se cumplen años. No entiendo muy bien la relación que existe entre años y orejas. Tampoco comprendo por qué, en un supuesto día de celebración, la agraciada tiene que ser martirizada por tal costumbre bárbara.

Nota mental 1: proponer oficialmente el cese de hostilidades contra mis extensiones auditivas.Nota mental 2: evitar el contacto con mi abuela Marisa a toda costa. Llorar todo lo que resulte

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necesario.

Mi mamá está haciendo una campaña de comunicación intensa y efectiva relacionada con tal evento. Comunica a todo aquel que se deja (o sea, todo el mundo que se cruza en su camino) que mañana es mi cumpleaños. Cuando lo dice, la reacción suele ser la misma. La persona receptora del mensaje suspira y dice como si se tratara de una letanía “Ay, cómo pasa el tiempo”.

Nota mental: aprender a suspirar

La gente, cuando habla de mí, muchas veces se refiere a la princesita de la casa. Según mi padre, hay alguien por ahí que dice (no tengo claro si es un chico, una chica o un árbol) que las niñas ya no quieren ser princesas. Tiene razón. Yo quiero ser reina. Cuando ascienda a ese estatus, haré de esta casa mi palacio y mandaré sobre él.

Nota mental: preguntar a mis padres dónde van a irse a vivir cuando me corone, para irles a visitar de vez en cuando.

Dice mi mamá que todo el mundo cumple años. En su trabajo, por ejemplo, acaban de celebrar su aniversario. No entiendo muy bien cómo puede suceder eso. Según dice, en su trabajo son muchas personas (muchas más que mi mamá, mi papá, mis abuelos, mis abuelas, mis tíos, mis primas y mi pollo Pepe juntos). ¿Cómo es posible que todos cumplan el mismo día? ¿Será un requisito para entrar a trabajar allí? ¿Será eso que llaman oposición?

Dice mi papá que el tiempo pasa volando. Mi mamá suele matizar y afirma que eso no pasa siempre, porque a veces parece que el reloj se detiene y no quiere avanzar (sobre todo, cuando no puedo dormir por la noche porque me duele algo). Mi abuela Marisa no para de repetir que el tiempo tiene propiedades curativas (lo cura todo), que es muy valioso (es oro), que es un detective de la certidumbre (con el tiempo se descubrirá la verdad), y que dirime combates dialécticos en favor de alguien, en general, de ella (el tiempo me dará la razón).

La verdad es que me resulta extremadamente difícil entender todo esto, pero, según mi mamá, no me tengo que preocupar por nada. Ella y mi papá me ayudarán siempre (creo que es una obligación que surgió con mi nacimiento).

Nota mental 1: aprender a hablar cuanto antes, para preguntarles todo lo que no entiendo.Nota mental 2: aprender a escribir cuanto antes, para dejar testimonio de todas mis notas y evitar que me olvide de ellas con el paso del tiempo (al parecer, también es un buen detergente mental).