Nació en Matsumoto, Nagano, Japón, en 1928. Su familia se dedicaba al

comercio de semillas y granos. Confesó que, desde niña, sintió una gran pasión

por el arte.

A los 10 años entra en contacto con el mundo del color y la plástica.

Enamorada desde entonces de los lunares (polka dot), empieza a realizar obras

donde la fantasía y la realidad conviven en entornos en los que nada es lo que

parece. Retratos de su madre plagada de lunares. Obras que pretenden reflejar

las inquietantes alucinaciones que produce su propia mente… La solución que

encontró Kusama para contrarrestar los efectos de su desorden mental fue, senci-

llamente, pintar aquello que veía.

En 1948, entró a la escuela municipal de artes y artesanías de Kioto,

donde estudió arte japonés pero odiaba su vida allí. En 1957 se trasladó Esta-

dos Unidos, primero a Seattle y, más tarde a Nueva York. Allí convirtió en una

artista referente en el Art pop y utilizando diferentes medios como la escultura,

pintura, collage…

El punto por tanto es clave en su obra, de diferentes tamaños o colores,

un elemento que la artista reivindica, comparándolo en muchos casos con la

figura del sol y lo planetas. Dice Yayoi que al contemplar un día un mantel, los

puntos del mismo se extendían por la habitación, dando forma a lo que sería su

propia obra, un universo alternativo donde la artista se encuentra bien y al mismo

tiempo, pese a su simpleza, llena de originalidad unas obras que son claramente

reconocibles, como sus calabazas.

Quizás sea el arte y el poder realizar sus obras lo que ha mantenido con

vida a Yayoi. En el año 1973 regresó a Japón y se internó voluntariamente en un

sanatorio mental, donde permaneció como residente desde entonces.