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TEXTOS CITADOS
FASCCULO 03 24XI2009 ETSAC. TEORA DE LA COMPOSICIN Prof. Fernando Agrasar
IVAIN, Gilles, Formulaire pour un urbanisme nouveau, Internationale Situacionniste, 1 junio de 1958, pp. 15-20 [Publicado en espaol: Formulario para un nuevo urbanismo,Urbanismo situacionista, GG.mnima, Barcelona, 2006]
DEBORD, Guy, La Societ du spectacle, Editions Gallimard, 1967, [Edicin en espaol: La Sociedad del espectculo, PRE-TEXTOS, Valencia, 2000]
CONSTANT, The principle of disorientation, 1973 [Publicado en espaol: El principio de la desorientacin, Situacionistas, arte, poltica, urbanismo, Museu dArt Contemporani de Barcelona, ACTAR, Barcelona, 1996]
Estos tres fragmentos de textos ofrecen una mnima aproximacin al complejo ideario del situacionismo. Todos ellos se refieren al urbanismo como mecanismo de transformacin de la realidad.
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Gilles Ivain, Formulario para un nuevo urbanismo.[1958]
MAJESTAD, YO SOY DE OTRO PAS En la ciudad nos aburrimos, ya no queda ningn templo del sol. Entre
las piernas de las paseantes, los dadastas hubieran querido encontrar
una llave inglesa y los surrealistas una copa de cristal. Todo se ha
echado a perder. En los rostros sabemos leer todas las promesas,
ltimo estado de la morfologa. La poesa de los carteles dur veinte
aos. En la ciudad nos aburrimos, tenemos que fatigarnos
indecentemente para seguir descubriendo misterios en los anuncios de
las calles, el ltimo estado del humor y de la poesa:
Baos-duchas de los Patriarcas
Mquinas de trinchar carne
Zoo Notre-Dame
Farmacia de los Deportes
Ultramarinos de los Mrtires
Hormign translcido
Serrera La Mano de Oro
Centro de recuperacin funcional
Ambulancias Santa Ana
Caf de la Quinta Avenida
Prolongacin de la Calle de los Voluntarios
Pensin de familia en el jardn
Hotel de los Extranjeros
Calle Salvaje
Y la piscina de la calle de las Nias.
Y la comisara de polica de la calle del Encuentro. La clnica
mdico-quirrgica y la oficina de empleo gratuita del muelle de los
Orfebres. Las flores artificiales de la calle del Sol. El hotel de las
Cuevas del Castillo, el bar del Ocano y el caf del Vaivn. El hotel
de la poca.
Y la extraa estatua del doctor Philippe Pinel, benefactor de los
alienados, en los ltimos atardeceres del verano. Explorar Pars.
Y t en el olvido, tus recuerdos devastados por todas las
consternaciones del mapamundi, malograda en las Cuevas Rojas de Pali-
Kao, sin msica y sin geografa, sin ir ya a la hacienda, donde las
races piensan en el nio y el vino se acaba en fbulas de calendario.
Se acab. No volvers a ver la hacienda. Ya no existe. Hay que
construir la hacienda.
Todas las ciudades son geolgicas y no podemos dar un paso sin
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encontramos con fantasmas, cargados con todo el prestigio de sus
leyendas. Evolucionamos en un paisaje cerrado cuyos puntos de
referencia nos conducen incesantemente hacia el pasado. Algunas
esquinas en movimiento, algunas perspectivas huidizas, nos permiten
entrever ciertas concepciones originales del espacio, pero esta visin
sigue siendo fragmentaria. Hay que buscarla en los lugares mgicos de
los cuentos del folclore y de los escritos surrealistas: castillos,
muros interminables, pequeos bares olvidados, la caverna del mamut,
el hielo de los casinos.
Estas imgenes caducas conservan un mnimo poder de catlisis, pero
resulta casi imposible aplicarlas a un urbanismo simblico sin antes
rejuvenecerlas, sin dotarlas de un sentido nuevo. Nuestra mente,
poblada de viejas imgenes-llave, ha quedado muy por detrs de las
perfeccionadas mquinas. Las distintas tentativas de integrar la
ciencia moderna en mitos nuevos siguen siendo insuficientes. Desde
entonces, la abstraccin ha invadido todas las artes, especialmente la
arquitectura contempornea. El hecho plstico en estado puro, sin
ancdotas pero inanimado, permite que la mirada descanse y se enfre.
En otras partes pueden encontrarse otras bellezas fragmentarias, y la
tierra de las sntesis prometidas se encuentra cada vez ms lejos.
Todos vacilan entre un pasado que vive de las emociones y un futuro
que est muerto desde ahora mismo.
Nosotros no vamos a prolongar ni las civilizaciones mecnicas ni la
arquitectura fra, que, al final del camino, conducen a una ociosidad
aburrida.
Nos proponemos inventar nuevos decorados en movimiento [...].
La oscuridad retrocede ante la iluminacin y las estaciones retroceden
ante las salas climatizadas: la noche y el verano pierden sus
encantos, y el alba desaparece. El habitante de la ciudad desea
alejarse de la realidad csmica y ha dejado de soar en ella. El
motivo es evidente: el sueo tiene su punto de partida en la realidad
y se materializa en ella.
La ltima fase de la tcnica permite un contacto permanente entre el
individuo y la realidad csmica, al mismo tiempo que elimina sus
desazones. El panel de cristal deja ver las estrellas y la lluvia. La
casa mvil gira con el sol. Sus paredes correderas posibilitan que la
vegetacin invada la vida. Colocada sobre unas guas puede avanzar por
la maana hasta el mar y regresar al atardecer al bosque.
La arquitectura es la forma ms sencilla de articular el tiempo y el
espacio, de modular la realidad, de hacer soar. No slo es una
articulacin y una modulacin plsticas, que son la expresin de una
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belleza pasajera, sino tambin una modulacin influencial, que se
inscribe en la curva eterna de los deseos humanos y de los progresos
en la materializacin de dichos deseos.
As pues, la arquitectura del maana ser un instrumento para
modificar las concepciones actuales del tiempo y del espacio. Ser un
instrumento para conocer y para actuar.
Los conjuntos arquitectnicos podrn modificarse. Su aspecto cambiar
total o parcialmente, en funcin de la voluntad de sus habitantes
[...].
Las colectividades del pasado ofrecan a las masas una verdad absoluta
y unos ejemplos mticos indiscutibles. La introduccin de la nocin de
relatividad en el espritu moderno permite sospechar el aspecto
EXPERIMENTAL de la prxima civilizacin, aunque esta palabra me
desagrada. Sera mejor decir ms "flexible", o ms "divertido". Sobre
la base de esta civilizacin mvil, la arquitectura ser -por lo menos
en sus inicios- una forma de experimentacin de las mil maneras
posibles de modificar la vida, con vistas a una sntesis que slo
puede resultar legendaria.
Una enfermedad mental ha invadido el planeta: la banalizacin. Todo el
mundo ha quedado hipnotizado por la produccin y el confort: desages
directos, ascensor, cuarto de bao, lavadora.
Este estado de cosas, que surgi de una protesta contra la miseria, ha
ido mucho ms all de su finalidad -liberar al hombre de sus
preocupaciones materiales-, y se ha convertido en una imagen que por
el momento es obsesiva. Entre el amor y el bajante para basuras
domsticas, la juventud de todos los pases ya ha elegido y prefiere
el bajante para basuras. Es indispensable un viraje rotundo del
espritu, que saque a la luz los deseos olvidados y cree unos deseos
completamente nuevos. Y tambin motivado por una propaganda intensiva
en favor de dichos deseos.
Ya hemos sealado la necesidad de construir situaciones como uno de
los deseos bsicos sobre los que se sustentar la prxima
civilizacin. Esta necesidad de una creacin absoluta siempre ha
estado unida a una necesidad de jugar con la arquitectura, con el
tiempo y con el espacio [...].
De Chirico ser recordado como uno de los ms notables precursores de
la arquitectura. Se enfrent a los problemas de las ausencias y las
presencias por medio del tiempo y del espacio.
Sabemos que un objeto en el que no nos hemos fijado conscientemente en
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una primera visita provoca, con su ausencia durante las visitas
siguientes, una impresin imposible de definir: debido a un
restablecimiento en el tiempo, la ausencia del objeto se vuelve
presencia sensible. O mejor: aunque permanezca indefinida en trminos
generales, la calidad de dicha impresin puede variar en funcin de la
naturaleza del objeto retirado y de la importancia que el visitante le
otorgue, de modo que oscile entre la alegra serena y el espanto (poco
importa que en este caso concreto el vehculo del estado de nimo sea
la memoria, he elegido este ejemplo slo por su claridad).
En la pintura de De Chirico (especialmente en el "perodo de las
arcadas"), un espacio vaco crea un tiempo muy lleno. Es fcil hacerse
una idea del futuro que auguramos a este tipo de arquitectos y de cul
ser su influencia sobre las masas. Hoy por hoy slo podemos
menospreciar un siglo que confina este tipo de maquetas a unos
supuestos museos.
Esta visin nueva del tiempo y del espacio, que ser la base terica
de las construcciones del futuro, no est todava a punto, pero
tampoco nunca lo estar del todo sin que antes se experimenten las
conductas en unas ciudades reservadas a tal efecto. En ellas se
reuniran de forma sistemtica, adems de los establecimientos
indispensables para un mnimo confort y una mnima seguridad, unos
edificios cargados de gran poder de evocacin y de influencia, unos
edificios simblicos que representaran los deseos, las fuerzas y los
acontecimientos del pasado, del presente y del futuro. A medida que
van desapareciendo los motivos para apasionarse, va siendo ms urgente
la amplificacin racional de los viejos sistemas religiosos, de los
viejos relatos y, sobre todo, del psicoanlisis, en beneficio de la
arquitectura.
De un modo u otro, cada cual habitar su catedral personal. Habr
estancias que harn soar ms que una droga y casas donde slo se
podr amar. Otras atraern irremisiblemente a los viajeros...
Este proyecto puede compararse con los efectos pticos de los jardines
chinos y japoneses -con la diferencia de que dichos jardines no fueron
pensados para vivir en ellos todo el da-, o con el ridculo laberinto
del Jardin des Plantes, en cuya entrada se puede leer, como el colmo
de la estupidez, que Ariadna est en el paro:
Prohibido jugar en el laberinto.
Esta ciudad podra representarse bajo la forma de una reunin
arbitraria de castillos, grutas, lagos, etc. sta sera la fase
barroca del urbanismo considerado como un medio de conocimiento. Ahora
bien, esta fase terica ya se ha superado. Sabemos que puede
construirse un edificio moderno que no se parezca en nada a un
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castillo medieval, pero que contenga y multiplique el poder potico
del castillo (debido al mantenimiento de un mnimo estricto de lneas,
a la transposicin de otras lneas, a la situacin de las aberturas, a
su situacin topogrfica, etc.).
Los barrios de esta ciudad podran corresponderse con los distintos
sentimientos catalogados que encontramos casualmente en la vida
cotidiana.
Barrio Raro - Barrio Feliz (especialmente reservado para la vivienda)
- Barrio Noble y Trgico (para los nios inteligentes) - Barrio
Histrico (museos, escuelas) - Barrio til (hospital, tiendas de
utillaje) - Barrio Siniestro, etc. Y un astrolario que agrupara las
especies vegetales en funcin de sus relaciones con el ritmo estelar,
un jardn planetario comparable con el que se propone instalar en
Viena el astrnomo Thomas, en un lugar llamado Laaer Berg,
indispensable para inculcar a los habitantes una conciencia csmica.
Tal vez tambin un Barrio de la Muerte, no para morir en l, sino para
vivir en paz, y ahora pienso en Mxico, y en un principio de crueldad
existente en la inocencia que cada vez tengo en mayor estima.
El Barrio Siniestro, por ejemplo, sustituira con ventaja aquellos
agujeros, aquellas bocas del infierno que muchos pueblos haban
posedo antao en sus capitales: simbolizaban los poderes malficos de
la vida. Al Barrio Siniestro no le hara ninguna falta ocultar los
peligros reales, como las trampas, las mazmorras o las minas. Acceder
a l sera complicado. Estara decorado de forma espantosa (silbidos
estridentes, campanas de alarma, sirenas peridicas con cadencias
irregulares, esculturas monstruosas, mviles mecnicos con motor
llamados auto-mviles), y poco iluminado por la noche, pero
violentamente iluminado durante el da mediante el empleo abusivo del
fenmeno de la reverberacin. En el centro, la "Plaza del Mvil
Espantoso". La saturacin del mercado por parte de un producto provoca
un descenso del precio de dicho producto: al explorar el Barrio
Siniestro, el nio y el adulto aprenderan a dejar de temer las
manifestaciones angustiantes de la vida y a divertirse con ellas.
La actividad principal de los habitantes ser la DERIVA CONTINUA. El
cambio de paisaje a cada hora provocar una desorientacin absoluta
[...].
Posteriormente, en el momento del inevitable desgaste de los gestos,
dicha deriva abandonar parcialmente el dominio de la experiencia y
pasar al de la representacin [...].
La objecin econmica no resiste ni al primer vistazo. Sabemos que
cuanto ms est un lugar reservado a la libertad del juego, ms
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influye sobre el comportamiento y mayor es su poder de atraccin. El
inmenso prestigio de Mnaco o de Las Vegas es la mejor prueba de ello.
Y Reno, una caricatura de la unin libre. Sin embargo, no son ms que
meros juegos de dinero. La primera ciudad experimental podra vivir
sobradamente de un turismo tolerado y controlado. Las prximas
actividades y producciones vanguardistas se concentrarn en ella por
s mismas. En pocos aos se convertir en la capital intelectual del
mundo y en todas partes la reconocern como tal.
En octubre de 1953, la Internacional Letrista adopt este informe de
Gilles Ivain sobre el urbanismo, que se convirti en un elemento
decisivo de la nueva orientacin que tom a partir de entonces la
vanguardia experimental. Este texto ha sido elaborado a partir de dos
fases sucesivas del manuscrito, con ligeras diferencias entre s
respecto a sus formulaciones, que se conservaron en los archivos de la
Internacional Letrista y que luego pasaron a ser los documentos 103 y
108 de los Archivos Situacionistas.
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Guy Debord, Cap. VII La ordenacin del territorio, en:
La Sociedad del espectculo.[1967]
"Y quien pasa a ser Seor de una Ciudad acostumbrada a vivir libre y
no la destruye en ningn aspecto, que se disponga a ser destruido por
ella, pues se refugiar siempre, para sus rebeliones, en el nombre de
la libertad y de sus viejas costumbres, jams olvidadas ni por el paso
del tiempo ni a cambio de beneficio alguno. Por mucho que se haga, y
por muchas previsiones que se tomen, si no se disgrega y dispersa a
sus habitantes, jams olvidarn aquel nombre ni aquellas ins-
tituciones."
Machiavelo (El Prncipe)
165
La produccin capitalista ha unificado el espacio, que ya no est
limitado por sociedades exteriores. Esta unificacin es un proceso a
la vez extensivo e intensivo de banalizacin. La acumulacin de
mercancas producidas en serie para el espacio abstracto del mercado
no solamente tuvo que vencer todas las barreras legales y regionales,
as como todas las restricciones corporativas medievales que defendan
la calidad de la produccin artesanal, sino que tambin tuvo que
disolver las cualidades y la autonoma de los lugares. Esta potencia
de homogeneizacin es la artillera pesada que ha derrumbado la
muralla china.
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Desde ese momento, el espacio libre de la mercanca se modifica y se
reconstruye a cada instante, para hacerse cada vez ms idntico a s
mismo, para alcanzar ms perfectamente su monotona inmvil.
167
Esta sociedad, que suprime la distancia geogrfica, concentra una
distancia interior a modo de separacin espectacular.
168
Al ser un subproducto de la circulacin de mercancas, la circulacin
humana considerada como consumo, el turismo, remite fundamentalmente
al ocio que consiste en visitar aquello que se ha vuelto banal. La
ordenacin econmica de la frecuentacin de lugares diferentes es ya,
por s sola, la garanta de su equivalencia. La modernizacin no ha
extinguido nicamente el tiempo de los viajes, les ha hurtado tambin
la realidad del espacio.
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169
Dado que esta sociedad modela todo su entorno, ha erigido una tcnica
especial para elaborar la base concreta de todo este conjunto de
tareas: su propio territorio. El urbanismo es la conquista del entorno
natural y humano por parte de un capitalismo que, al desarrollarse
segn la lgica de la dominacin absoluta, puede y debe ahora
reconstruir la totalidad del espacio como su propio decorado.
170
La necesidad capitalista satisfecha por el urbanismo como congelacin
visible de la vida, puede expresarse -por decido en trminos
hegelianos- como el predominio absoluto de "la apacible coexistencia
del espacio" sobre "el inquieto devenir de la sucesin del tiempo".
171
Aunque todas las fuerzas tcnicas de la economa capitalista deben
interpretarse como fuerzas de separacin, en el caso del urbanismo
encontramos el material bsico general: el ordenamiento del suelo que
conviene a su despliegue, es decir, la tcnica misma de la separacin.
172
El urbanismo es la realizacin moderna de la tarea ininterrumpida que
salvaguarda el poder de clase: el mantenimiento de la atomizacin de
los trabajadores, que las condiciones urbanas de produccin haban
reunido peligrosamente. La lucha constante que se ha tenido que librar
contra todas las facetas de esta posibilidad de encuentro y reunin ha
hallado en el urbanismo su terreno privilegiado. El esfuerzo de todos
los poderes establecidos, tras la experiencia de la Revolucin Fran-
cesa, para aumentar los medios de mantener el orden en las calles, ha
culminado finalmente en la supresin de la calle. "Con los medios de
comunicacin de masas a grandes distancias, el aislamiento de la
poblacin se ha revelado como una forma de control mucho ms eficaz",
constata Lewis Mumford en La ciudad en la historia, describiendo "un
mundo que ya slo tiene un sentido nico". Pero el movimiento general
de aislamiento, que es la realidad del urbanismo, debe tambin
contener una reintegracin controlada de los trabajadores, conforme a
las necesidades de planificacin de la produccin y del consumo. La
integracin en el sistema debe recomponer a los mismos individuos a
quienes asla en cuanto individuos, debe mantenerles aislados y
juntos: tanto las fbricas como los centros culturales, tanto los
lugares de vacaciones como las "grandes superficies" se organizan
espacialmente de cara a los fines de esta seudocolectividad que
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acompaa tambin al individuo aislado en su clula familiar; el uso
generalizado de receptores del mensaje espectacular hace que su
aislamiento est habitado por imgenes dominantes, imgenes que slo
adquieren su pleno poder gracias a ese aislamiento.
173
La arquitectura, que en todas las pocas anteriores estuvo reservada
para la satisfaccin de las clases dominantes, est por vez primera
destinada directamente a los pobres. La miseria formal, as como la
gigantesca extensin de esta nueva experiencia del hbitat, proceden
ambas de su carcter masivo, implcito tanto en su destino como en las
condiciones modernas de construccin. La decisin autoritaria, que
dispone abstractamente el territorio como territorio de la
abstraccin, es obviamente el centro de estas condiciones modernas de
construccin. En cuanto comienza la industrializacin de los pases
que se consideran atrasados en este contexto, la nueva arquitectura
aparece, en cuanto tal, como el terreno adecuado para el nuevo tipo de
existencia social que se trata de implantar. Con la misma claridad que
en las cuestiones relativas al armamento termonuclear o a la
mortalidad -esta ltima ha alcanzado ya la posibilidad de manipular
las vivencias-, el urbanismo muestra el umbral que se ha franqueado
con el aumento de poder material de la sociedad y, al mismo tiempo, el
retraso de la dominacin consciente de ese poder.
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El momento actual es ya el de la autodestruccin del medio urbano. La
explosin de las ciudades sobre el campo, cubierto de "masas amorfas
de residuos urbanos" (Lewis Mumford) est presidida por los
imperativos inmediatos del consumo. La dictadura del automvil,
producto-piloto de la primera fase de la abundancia mercantil, se
inscribe en el territorio con el dominio de la autopista, que disloca
los antiguos centros urbanos y pone en marcha una dispersin siempre
creciente. Al mismo tiempo, los momentos de reorganizacin parcial del
tejido urbano se polarizan provisionalmente en torno a esas
"industrias de la distribucin" que son los supermercados gigantescos,
edificados en descampados, sobre un pedestal de aparcamientos; y estos
templos del consumo acelerado estn ellos mismos en fuga permanente,
incluidos en el movimiento centrfugo que les desplaza a medida que se
convierten a su vez en centros secundarios sobrecargados, pues han
provocado una recomposicin parcial de la aglomeracin. Pero la
organizacin tcnica del consumo no es ms que el primer nivel de la
disolucin generalizada que ha llevado a la ciudad a consumirse a s
misma.
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175
La historia econmica, que se ha desarrollado en su totalidad en torno
a la oposicin campo-ciudad, ha llegado a tal grado de xito que ha
anulado los dos trminos al mismo tiempo. La actual parlisis del
desarrollo histrico total, en beneficio de la mera continuacin del
movimiento independiente de la economa, convierte el momento en el
cual el campo y la ciudad comienzan a desaparecer, no en la superacin
de su escisin, sino en el hundimiento simultneo de ambos. El
desgaste recproco del campo y de la ciudad, producido por la
debilitacin del movimiento histrico que debera haber superado la
realidad urbana actual, se pone de manifiesto en esta mezcla eclctica
de sus elementos descompuestos que recubre las zonas ms avanzadas de
la industrializacin.
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La historia universal naci en las ciudades, y alcanz su superioridad
con la decisiva victoria de la ciudad sobre el campo. Marx consideraba
como uno de los mayores mritos revolucionarios de la burguesa el
hecho de haber "sometido el campo a la ciudad" y a su atmsfera
emancipatoria. Pero si la historia de la ciudad es la historia de la
libertad, ha sido tambin la de la tirana, la de la administracin
estatal que controla tanto el campo como la propia ciudad. Hasta
ahora, la ciudad se ha limitado a ser el escenario de la contienda por
la libertad histrica, pero no ha llegado a ser el terreno de su pose-
sin. La ciudad es el elemento de la historia por ser, al mismo
tiempo, una concentracin de poder social que posibilita la empresa
histrica, y una conciencia del pasado. La actual tendencia hacia la
liquidacin de la ciudad expresa, pues, a su manera, la falta de
subordinacin de la economa a la conciencia histrica y la falta de
una unificacin de la sociedad mediante la cual sta recupere los
poderes de los que ha sido separada.
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"El campo se caracteriza justamente por lo contrario: aislamiento y
separacin" (La ideologa alemana). El urbanismo que destruye las
ciudades erige un seudocampo en el cual desaparecen tanto las
relaciones naturales del campo antiguo como las relaciones sociales
implicadas directa o indirectamente en la ciudad histrica. Las
condiciones del hbitat y del control espectacular de la actual
"ordenacin del territorio" han producido un nuevo campesinado: la
dispersin espacial y la mentalidad limitada, que desde siempre
impidieron al campesinado emprender acciones independientes y
afirmarse como un poder histrico creador, vuelven a ser las
caractersticas de los productores -el movimiento del mundo que
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fabrican queda tan lejos de su alcance como lo estaba el ritmo natural
de los trabajos en la sociedad agraria-. Pero cuando el campesinado,
que fue la firme base del "despotismo oriental" (y cuya propia
disgregacin se compensaba con la centralizacin burocrtica),
reaparece como producto de las condiciones de crecimiento de la
burocratizacin estatal moderna, su apata es ahora una apata
histricamente fabricada y mantenida; la ignorancia natural ha sido
sustituida por el espectculo organizado del error. Las "nuevas
ciudades" del seudocampesinado tecnolgico se inscriben claramente en
el terreno de la ruptura con el tiempo histrico, que es el terreno en
el que se construyen; su divisa podra ser: "Nada ha pasado aqu
nunca, y nunca pasar nada". Naturalmente, si las fuerzas de la falta
de historia comienzan a componer su propio y exclusivo paisaje, es
porque la historia de la que hay que dotar a las ciudades no les ha
sido an concedida.
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La historia, que amenaza a este mundo crepuscular, es asimismo la
fuerza que puede someter el espacio al tiempo de la vida. La
revolucin proletaria es la crtica de la geografa humana a travs de
la cual los individuos y las comunidades han de construir los
emplazamientos y acontecimientos correspondientes a la apropiacin, no
ya nicamente de su trabajo, sino de su historia toda. En este terreno
de juego mvil (terreno de variaciones de las reglas del juego
libremente elegidas) puede recuperarse la autonoma del lugar sin
reintroducir un vnculo exclusivo con la tierra, y as restablecer la
realidad del viaje y de la vida entendida como un viaje que contiene
en s mismo todo su sentido.
179
La ms grande idea revolucionaria acerca del urbanismo no es
urbanstica, ni tecnolgica, ni esttica: es la decisin de re-
construir ntegramente el territorio de acuerdo con las necesidades
del poder de los Consejos -de Trabajadores, de la dictadura
antiestatal del proletariado, del dilogo ejecutorio. Y el poder de
los Consejos obreros, que no puede realizarse si no se transforma la
totalidad de las condiciones actuales, no podr asumir una tarea menos
importante que sa, si aspira a ser reconocido y a reconocerse a s
mismo en su propio mundo.
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Constant, El principio de la desorientacin [1973]
El espacio esttico
Es un hecho obvio que en la sociedad utilitarista, la construccin del
espacio se basa en un principio de orientacin. Si no fuera as, el
espacio no podra funcionar como lugar de trabajo. Cuando el uso del
tiempo se juzga desde el punto de vista de la utilidad, es importante
no perder tiempo y minimizar, pues, los desplazamientos entre la
vivienda y el lugar de trabajo. Dicho de otro modo, el espacio se
valora a medida que se utiliza con este objetivo.
Por este motivo todas las concepciones urbansticas, hasta el
presente, parten de la orientacin.
El espacio dinmico
Si pensamos, en cambio, en una sociedad ldica, en la cual se ponen de
manifiesto las fuerzas creadoras de las grandes masas, este principio
pierde su razn de ser. Una construccin esttica del espacio es
incompatible con los continuos cambios de comportamiento que se pueden
producir en una sociedad sin trabajo. Las actividades ldicas
conducirn inevitablemente a una dinamizacin del espacio. El Homo
ludens acta sobre su entorno: interrumpe, cambia, intensifica;
recorre 105 trayectos y deja trazas de sus actividades.
Ms que una herramienta de trabajo, el espacio se convierte para l en
un objeto de juego. Por eso quiere que sea mvil y variable. Como ya
no necesita desplazamientos rpidos, puede intensificar y complicar el
uso del espacio, que para l es principalmente un terreno de juego, de
aventura y exploracin.
Su modo de vida se ver favorecido por la desorientacin, que har que
el uso del tiempo y el espacio sea ms dinmico.
El laberinto
Con el laberinto, la desorientacin se persigue conscientemente. En su
forma clsica, la ms simple, la planta de un laberinto muestra en un
espacio dado el trayecto ms largo posible entre la entrada y el
centro. Cada parte de este espacio se visita como mnimo y solamente
una vez: en el laberinto clsico no se puede escoger. Ms tarde se han
inventado laberintos ms complicados aadiendo caminos sin salida,
pistas falsas, que obligan a volver atrs.
Existe sin embargo un nico camino "correcto" que conduce al centro.
Este laberinto es una construccin esttica que determina los
comportamientos.
El laberinto dinmico
La liberacin del comportamiento exige un espacio social, laberntico
y al mismo tiempo continuamente modificable. No habr ya un centro al
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que se deba llegar, sino un nmero infinito de centros en movimiento.
No se tratar ya de extraviarse en el sentido de perderse", sino en
el sentido ms positivo de "encontrar caminos desconocidos. El
laberinto cambia de estructura bajo la influencia de los "extravos".
Es un proceso ininterrumpido de creacin y destruccin, al que llamo
laberinto dinmico.
No se conoce prcticamente nada de este laberinto dinmico. Se
entiende que no se podr prever o proyectar un proceso de esta
naturaleza si al mismo tiempo no se practica, lo cual es imposible
mientras la sociedad conserve su carcter utilitarista.
En una sociedad ldica, la urbanizacin tendr automticamente el
carcter de un laberinto dinmico.
La creacin y recreacin continua de los modos de comportamiento
requieren la construccin y la reconstruccin infinita de sus
decorados.
Esto es el urbanismo unitario.