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El relato policial argentino Aisenberg, Bioy Casares, Castillo, Peyrou y otros

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El relatopolicial

argentino

Aisenberg, Bioy Casares, Castillo, Peyrou y otros

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Abelardo Castillo Manuel Peyrou Ricardo Piglia

Velmiro Ayala Gauna Adolfo Pérez Zelaschi

Adolfo Bioy Casares Isaac Aisemberg

El relatopolicial

argentino

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Los contenidos de las secciones que integran esta obra han sido elaborados por Roberto Faggiani y Héctor Roque Pitt

Gerente de ediciones: Daniel Arroyo

Jefe del Departamento de Arte y Diseño: Lucas Frontera Schällibaum

Coordinadora de imágenes y archivo: Samanta Méndez Galfaso

Tratamiento de imágenes y documentación: Máximo Giménez, Tania Meyer, Pamela Donnadío

Imagen de tapa: Latinstock

Imágenes Cuarto de herramientas: Latinstock

Diagramadora: Evelyn V. Muñoz

Corrección: Salvador Biedma y Amelia Rossi

Gerente de Preprensa y Producción Editorial: Carlos Rodríguez

Castillo, Abelardo El relato policial argentino / Abelardo Castillo; Velmiro Ayala Gauna;

Adolfo Bioy Casares. - 1a ed. 2a reimp.- Boulogne : Cántaro, 2014. 192 p.; 19 x 14 cm. - (Del mirador)

ISBN 978-950-753-242-9

1. Antología Literaria Argentina. I. Ayala Gauna, Velmiro. II. Bioy Casares, Adolfo. III. Título

CDD A863

De esta edición:© Editorial Puerto de Palos S. A., 2009. Editorial Puerto de Palos S. A. forma parte del Grupo Macmillan.Avda. Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina. Internet: www.puertodepalos.com.arQueda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.Impreso en Argentina - Printed in ArgentinaISBN 978-950-753-242-9

Este libro no puede ser reproducido total ni parcialmente por ningún medio, tratamiento o procedimiento, ya sea mediante reprografía, fotografía, fotocopia, microfilmación o mimeo-grafía, o cualquier otro sistema mecánico, electrónico, fotoquímico, magnético, informático o electroóptico. Cualquier reproducción no autorizada por los editores viola derechos reser-vados, es ilegal y constituye un delito.

Primera edición, segunda reimpresión.Esta obra se terminó de imprimir en mayo de 2014, en los talleres de Elías Porter y Cía. S.R.L., Plaza 1202, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

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La escena del crimen

Imaginemos esta escena: un detective pasea su mirada inte-ligente sobre el grupo de personas reunido en la sala. Observa con atención, uno a uno, los rostros de los sospechosos. Ya ha demostrado la inconsistencia de sus coartadas y ha expuesto los posibles motivos del crimen. De pronto, señala a uno y exclama: “¡Usted es el culpable!”.

Esta breve secuencia narrativa está presente en nuestro ima-ginario gracias a los relatos policiales del cine y de la literatura. Desde mediados del siglo xix, el género policial pobló nuestros sueños de asesinos astutos e implacables, de investigadores sa-gaces, de crímenes enigmáticos. La influencia ha sido tal que los lectores se convirtieron en expertos descifradores de pistas y huellas, hábiles en el cotejo de declaraciones y coartadas, insacia-bles en la búsqueda de motivos que justificasen un delito. Como señaló Jorge Luis Borges, “la novela policial ha creado un tipo especial de lector […]; ese lector está lleno de sospechas, porque

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proceso de investigación. Todorov, en su “Tipología del relato policial”2 afirma:

“La primera historia, la del crimen, ha concluido antes de que comience la segunda. Pero, ¿qué ocurre en la segunda? Poca cosa. Los personajes de esta segunda historia [la historia de la investi-gación] no actúan, aprenden.”

Entre los personajes d el cuento policial canónico, el más impor-tante es el detective aficionado, quien debe poseer ciertas cualida-des: inteligencia, sagacidad, capacidad analítica y de observación. Al tener a su cargo la resolución del misterio, debe enlazar o vincular el proceso delictivo al de la investigación. Nada puede escapar a su mirada: un error lo llevaría a la puerta del fracaso.

Este personaje clave, casi siempre tiene un ayudante, menos perspicaz y menos capacitado, que lo secunda en todas las instan-cias, pero que no puede, por sí mismo, resolver el caso. Es frecuente que quien coopera con el detective sea el narrador de la historia.

Asimismo, son típicos del relato policial, los testigos y los sospechosos, que aportan, respectivamente, sus declaraciones y coartadas y, así, ayudan al investigador.

En estos textos, la labor de la policía suele ser menospreciada y se opaca con la brillante actividad detectivesca del investigador aficionado.

Una correcta investigación comienza cuando el detective se pone a trabajar analizando huellas, datos y pistas diversas que le permitirán determinar el tipo de delito cometido (robo, crimen, estafa, secuestro extorsivo) y encuadrarlo. Este personaje también plantea determinadas hipótesis acerca de lo ocurrido, que luego deberá cotejar con datos de la realidad para afirmarlas o desecharlas.

2 Todorov, Tzvetan. “Tipología del relato policial”. En: Link, Daniel (comp.). El juego de los cautos. Buenos Aires, La Marca, 2003.

el lector de novelas policiales es un lector que lee con increduli-dad, con suspicacia, una suspicacia especial”1.

Con esta base, el relato policial se convierte en un duelo de inteligencias. En la ficción narrativa, el detective se enfrenta con el criminal para desbaratar sus planes delictivos. En el plano real, el autor se esfuerza para que el enigma permanezca intacto mien-tras el lector intenta descifrar, antes de que el texto lo haga, la identidad del culpable y otras circunstancias ocultas del crimen.

Desde este punto de vista, el relato policial es un juego de habi-lidades enfrentadas. ¿Existirá un motivo más atrayente para acer-carse a la lectura de ficciones policiales? Quizás la causa resida en sentir la posibilidad de ser los héroes de una investigación policial que luchan contra el peligro y el vértigo del misterio o en sentir la satisfacción de que nuestras propias deducciones coinciden con la trama secreta de los cuentos o en sentir que nos transformamos imaginariamente en paladines que ordenan el caos propuesto por el delito y devuelven a la sociedad el orden de lo justo.

En los relatos seleccionados, el lector tendrá la oportunidad de medir inteligencias con destacados escritores del policial argentino.

El plan

Según el teórico y crítico literario francés de origen búlgaro, Tzvetan Todorov, la estructura del relato policial clásico presenta dos historias: la del proceso delictivo y la del proceso de inves-tigación. En los cuentos de la presente antología se narra sólo el segundo; cuando comienza el relato, el proceso delictivo ya ha terminado y constituye el enigma que deberá descifrarse en el

1 Borges, Jorge Luis: “El cuento policial”. En: Borges oral. Buenos Aires, Emecé Edito-res/Editorial de Belgrano, 1982.

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En primer lugar, crea al investigador aficionado Auguste Du-pin, el primer detective del género policial. Inteligente, racional, sedentario, interesado en la resolución de misterios, este certero “descifrador” tendrá por compañero a un amigo que lo admira y que narrará sus aventuras.

En segundo lugar, presenta el delito cometido como un enig-ma intelectual que se resiste ante los ineficientes recursos de la policía.

Finalmente —éste es el mayor logro de Poe—, el caso se re-suelve por puro ejercicio de una lógica demoledora, por aplica-ción de un análisis que lee correctamente los indicios y ata los cabos sueltos.

La obra de Poe fue seguida por la del narrador inglés Arthur Conan Doyle (1859-1930), por cuyos cuentos y novelas tran-sita el investigador más famoso de todos los tiempos: Sher-lock Holmes. Este personaje, tan querido por los lectores, se transformará en el prototipo del detective aficionado. Su lema investigativo será:

Es uno de los principios elementales del razonamiento lógico el hecho de que, una vez descartado lo imposible, en lo que resta, aunque parezca improbable, debe estar la verdad.3

Holmes enfrenta situaciones que se convierten en un desafío para sus increíbles habilidades detectivescas.

Una anécdota curiosa: cuando el autor, cansado de escribir cuentos policiales, decidió eliminar a su personaje, los lectores, indignados, le exigieron que le devolviera la vida. Conan Doyle no tuvo más remedio que aceptar la popularidad de Holmes y acceder al pedido. Hoy en día, la residencia ficcional de Sherlock

3 Conan Doyle, Arthur. “El tren desaparecido”. En: AA.VV, Cuentos sobre rieles. Bue-nos Aires, Cántaro Ediciones, 2000.

Podemos decir que aplica un método analítico en el cual elabora hipótesis, deduce circunstancias, confronta elementos contradic-torios y ajusta sus ideas originales hasta resolver el enigma.

En este proceso, para un buen investigador son importantes:

• los indicios espaciales; por ejemplo, de la escena del crimen: características del lugar, accesibilidad, modificaciones de la dis-posición original de la escena, rastros...

• los indicios temporales, que se refieren al uso del tiempo por parte de los personajes involucrados y a la fijación de la hora exacta en que se cometió el delito.

• los indicios testimoniales: declaraciones y coartadas, que deberán compararse entre sí para buscar contradicciones.

El último momento del proceso de investigación permite la resolución del enigma. El detective expone sus conclusiones, aclara puntos oscuros y determina las responsabilidades de los involucrados.

Sobre este esquema teórico del policial clásico, cada escritor crea variaciones y aporta las particularidades propias de su estilo individual.

Las huellas

La historia de la literatura atribuye al escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849) el origen del relato policial mo-derno. En algunos de sus cuentos más célebres, por ejemplo, en “Doble asesinato en la calle Morgue” o en “La carta robada”, Poe fija los elementos que habrán de ser constantes en la narrativa policial posterior.

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un reducido número de sospechosos (entre los cuales se encuen-tra el culpable) y aparece la figura de un detective razonador, que resuelve el misterio y se convierte en héroe. En este momento, surge la noción de juego limpio (fair play). Este concepto quedó establecido en las veinte reglas que escribió el novelista S.S. Van Dine (seudónimo de Willard Huntington Wright, 1888-1939). Tal conjunto de reglas determina que el relato policial debe ser un puro juego intelectual entre el autor y el lector, y el primero debe esmerarse por mostrar todos los factores implicados en el argumento (sin ocultar nada y sin hacer trucos) para que el otro tenga la posibilidad de resolver por sí mismo el enigma. Si el relato policial se ha transformado en un juego, el juego limpio es la primera de las normas que debe respetarse.

Entre los autores más representativos del género policial, po-demos citar a la narradora inglesa Agatha Christie (1891-1976), quien dio vida a los célebres detectives Hércules Poirot y Miss Jane Marple, a Ellery Queen —seudónimo de los estadounidenses Frederic Dannay (1905-1982) y Manfred Lee (1905-1971)— y a la escritora inglesa Dorothy Sayers (1893-1956).

Hacia la primera mitad del siglo xx se desarrolla, en los Es-tados Unidos, una forma diferente de concebir el relato policial denominado negro o duro, porque abandona la idea del enigma como motor y prioriza una mirada realista sobre las problemáticas sociales, ya que describe minuciosamente los aspectos más sórdi-dos de los bajos mundos, donde los crímenes tienen el sello incon-fundible de la ambición por el dinero. Así, en el contexto literario estadounidense, en los años cuarenta, el relato policial deja de ser un duelo intelectual para transformarse en ventana a una realidad social de traiciones, engaños y moral corrupta. Los escritores Das-hiell Hammett (1894-1961) y Raymond Chandler (1888-1959) son sus principales cultores y han creado a dos detectives emble-máticos: respectivamente, Sam Spade y Philip Marlowe.

Holmes, el número 224B de Baker Street, en Londres, recibe todos los años cientos de cartas que solicitan su intervención. El personaje se ha convertido en una leyenda. A su lado, contagiado por la fama de Holmes, está el fiel doctor Watson, quien acom-paña pacientemente a su mentor y transcribe las aventuras.

Otro escritor notable de ficciones policiales, el inglés Gilbert K. Chesterton (1874-1936), declaró que “nunca han existido mejores novelas policiales que la antigua serie de Sherlock Hol-mes y, aunque la fama de este increíble mago se ha esparcido por todo el mundo, creo que aún no son suficientes las magníficas expresiones de agradecimiento que ha recibido por estas histo-rias sir Arthur Conan Doyle”4.

Chesterton, por su parte, dio vida a un curioso detective que es, a su vez, sacerdote: el padre Brown. Este personaje combina la investigación con sus creencias religiosas: le interesa, más que condenar, obtener el arrepentimiento de los culpables y confiar en la justicia divina.

Mientras en los países anglosajones se daba esta evolución, en Francia, luego de la obra pionera del escritor Emile Gaboriau (1832-1873), alcanzan renombre mundial los textos de Gastón Leroux (1868-1927) —entre ellos el célebre El misterio del cuarto amarillo— y de Maurice Leblanc (1864-1941), con su personaje más famoso, el investigador Arsenio Lupin.

El relato policial se desarrolló con rapidez, ofreciendo una nutrida galería de autores y de personajes célebres. Hacia fines del siglo xix, se consolidó la novela-problema, o novela de escuela inglesa, que se caracteriza por presentar un enigma y describir el proceso de investigación. En este tipo de relatos el delito se ha cometido en un ambiente cerrado, inaccesible desde afuera, hay

4 Chesterton, Gilbert K. “Charlas”. En: VV. AA., La novela criminal. Barcelona, Tusquets Editores, 1982.

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Índice

Literatura para la nueva escuela 3

Puertas de acceso 5La escena del crimen 7El plan 8Las huellas 10El género policial en la Argentina 14Los culpables 16De los criminales 16De los investigadores 21La revelación 26

La obra: El relato policial argentino 27“El asesino intachable”, de Abelardo Castillo 29“La espada dormida”, de Manuel Peyrou 49“La loca y el relato del crimen”, de Ricardo Piglia 63“La justicia de Don Frutos”, de Velmiro Ayala Gauna 77“El caso de los crímenes sin firma”, de Adolfo Pérez Zelaschi 91“Cavar un foso”, de Adolfo Bioy Casares 105“Jaque mate en dos jugadas”, de Isaac Aisemberg 135

Manos a la obra 147De los criminales 149Los motivos 149Las estrategias 151Los objetivos 152Reescritura: cuentos de cuentos 153De los investigadores 153La estructura 154

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Las reglas del género 154El perfil del detective 155“La espada dormida” 156La lectura de las huellas 156Indicios 157Reescritura: cuentos de cuentos 157Producciones policiales: nuevas propuestas 158Casos para imaginar 158El policial sube al escenario 159Detectives en la pantalla 159Policiales: una sección del diario 160Un caso para debatir 161

Cuarto de herramientas 163

Abelardo Castillo 165Manuel Peyrou 166Ricardo Piglia 167Velmiro Ayala Gauna 168Adolfo Pérez Zelaschi 169Adolfo Bioy Casares 170Isaac Aisemberg 171El juego limpio del policial 172El policial inglés en el cine 174El cine negro estadounidense 176Detectives en pantalla 178Visiones sobre el policial 180El cine policial argentino 184“El nuevo policial argentino” 186

Bibliografía 189